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Squeeze me harder

Summary:

Estás deseando utilizar el tobogán más grande del crucero, pero en el último minuto te asalta el miedo.
Aunque no tienes que preocuparte de nada porque Usami está ahí para ayudarte ;)
(Y estrujarte).

Work Text:

Tomas lentamente aliento entre los dientes, sabe a crema solar y a sal del mar que te rodea; el corazón te trota cada vez más desbocado a cada escalón que subes. No es que te den miedo las alturas, pero desde luego esta impone, al igual que el tobogán blanco que da varias vueltas hasta terminar en la honda piscina olímpica.

Te dices a ti misma que lo más probable es que no vuelvas a pisar un lugar como este en tu vida, tan lujoso, tan maravilloso. Y no podías marcharte sin probar alguno de los asombrosos toboganes tan famosos, tragas saliva y ves que dentro de tres turnos te toca. Sacudes la cabeza, no es el momento de arrepentirse. Estuviste investigando el crucero, y por lo que leíste jamás había acontecido ningún accidente.

«Aunque podría ser la primera vez».

Frunces el ceño y mandas callar a tu subconsciente. Los dedos te tiemblan, tu mente previsora decidió elegir este medio día ponerse el trikini negro de las cintas en tus costados y en la cintura. Al menos estás segura que el bañador no te dejará atrás y terminarás desnuda. Tragas saliva, el siguiente es tu turno. Aprietas los puños y haces un amago por mirar por encima de la plataforma, pero te arrepientes y bajas la mirada hasta tus pies. Un ligero mareo acusa tu mente, y te hace temblar las rodillas. Con tan solo levantar un poco las pestañas puedes ver la inmensidad del mar y eso te agobia.

—¿Tienes miedo? —Pregunta una voz detrás de ti.

Es la de un hombre, ligeramente aguda. Das un brinco y te das la vuelta. La idea furtiva de que la voz no concuerda con el cuerpo te asalta la mente. Se trata de un chico joven, de tu edad aproximadamente, tiene el pelo negro y muy corto. Te llama la atención los lunares idénticos que tiene en las mejillas, tiene los ojos almendrados y claros. Pero sobre todo reparas en los tatuajes de sus brazos y en los pendientes.

Parpadeas, desconcertada, entonces recuerdas que te ha preguntado algo. ¡¿Qué era?! Ah, sí, si tenías miedo. ¿Realmente lo tenías? Puede. Tal vez solo sea la impresión de encontrarse rodeada de mar y por la altura.

—No lo sé —respondes francamente, encogiéndote de hombros.

El chico sonríe y se inclina hacia ti.

—¿Quieres que nos montemos juntos?

Esa nueva expectativa parece calmar la inquietud que te corroe, tal vez sí sea una buena idea, así al menos estarías segura de no salirte por alguno de los lados del tobogán.

—Si no te importa…

—En absoluto —dice haciéndote un ademán.

Es tu turno y el suyo. Con cuidado te sientas en el borde del tobogán, de nuevo el pulso se te acelera, pero otra vez lo hace cuando el chico se sienta detrás de ti, ves que extiende las piernas a tu alrededor. Tragas en seco, cuando su espalda toca su abdomen, tiene la piel caliente. Das gracias por estar dándole la espalda porque tu rostro acaba de estallar en llamas.

—Voy a agarrarte, ¿vale? —Escuchas en tu oído, casi parece más un ronroneo.

Asientes con la cabeza y con una sonrisa estúpida en la cara. Entonces el chico pasa un brazo por tu cintura, haces todo lo posible en no fijarte en las formas que trazan sus músculos, decides fijarte, en cambio, en sus tatuajes. Decides que te gusta el de la grulla de las alas extendidas. El otro brazo también te rodea, su aliento acaricia la curva de tu cuello y te reprendes a ti misma. Él solo está siendo amable.

—Por cierto, soy Usami.

Estás a punto de contestarle cuando te empuja y comienzas a descender por el tobogán cada vez a más velocidad, das un pequeño grito, el corazón está a punto de salirse por la boca. Solo tienes la certeza de que al menos estás sujeta por sus brazos, cruzas los tuyos y literalmente abrazas los de Usami como si fuese un cinturón de seguridad añadido. Al poco tiempo ves que la luz destella sobre la larga piscina, tienes que entrecerrar los ojos para no deslumbrarte y te recuerdas a ti misma que tienes que coger aire. Das una bocanada y cierras de golpe la boca, entonces te hundes en el agua helada. Los brazos de Usami siguen rodeándote, él te empuja hacia la superficie y cierras los ojos cuando sacas la cabeza.

Estás viva.

Él te arrastra hacia uno de los laterales de la piscina para no entorpecer la llegada de los siguientes que descienden por la atracción, su mano todavía está en su cintura. Estás a punto de hablar y darle las gracias, cuando él se sube al borde y sale de la piscina. Sacude la cabeza a pesar de que su pelo es tan corto consigue salpicar algo.

—Nos vemos, (Nombre).

Asientes con la cabeza y entonces cuando le ves lejos dirigiéndose hacia una de las entradas del crucero te das cuenta que no le has dicho tu nombre.

¿Cómo lo sabe?

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