Chapter 1: Prólogo. O del nacimiento de la vida.
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Prólogo. O del nacimiento de la vida.
Érase una vez un Dios que gobernaba el funcionamiento del universo.
Dios dirigía a sus siervos dragones para proteger el universo a través de la destrucción y el renacimiento. Pero cada vez que se usaba esa fuerza de destrucción, su poder aumentaba. Sin saberlo, el equilibrio de poder entre los dos colapsó masivamente.
La fuerza de la destrucción se fortaleció hasta el punto de que, si llegase a estallar, incluso el universo que se suponía que debía proteger quedaría devastado.
Dios concluyó que ya no podía dirigir el funcionamiento del universo. Por lo tanto, usó la fuerza de creación para crear muchas capas duras de corteza geológica como una jaula, sellando la fuerza de la destrucción en su centro.
Al no tener lugar para expandirse, la fuerza de destrucción finalmente se convirtió en el núcleo ardiente de la Tierra. La fuerza de destrucción se mezcló y fusionó con la fuerza de la creación a través de la tierra. Y esta energía que por fin fluye hacia la superficie, se transformó en las diminutas existencias en ciclos de nacimientos y muertes, dando lugar a la vida en la tierra.
Exhausto, Dios transformó su último fragmento residual en una "Llave". Después de encomendar esta reliquia a la vida nacida en la tierra, desapareció.
Muchos años después, la fuerza de la destrucción intentaría manifestarse una y otra vez más en la superficie, pero cada vez, las diminutas vidas trabajarían con los dragones para reprimirla. No se sabe desde cuándo, pero la "Llave" cambiaría de forma a una espada, y la fuerza de destrucción recibiría el nombre de "Gran Oscuridad".
Y junto con el "Héroe del mundo", estas leyendas heroicas se transmitirían hasta el presente.
Extracto: "Archivo No.1: La historia que se repite sin cesar del ascenso y la caída de cierto mundo."
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“Crees que esto va a funcionar?” El hombre de cabello rubio, como melena de león, preguntó con una voz grave y potente.
“Hemos estudiado la llave tanto como ha sido posible” respondió la chica de cabello azul y orejas puntiagudas. “Tiene que funcionar.”
Luces de tableros y pantallas se reflejaban en sus ojos, bata de laboratorio y lazo en el cabello, pero el brillo de la posibilidad era lo que más se notaba. Era la culminación del trabajo de una vida. Descubrir la Llave Mundial abrió las puertas y les permitió experimentar una parte del poder de la diosa. Lograr descubrir sus secretos le llenaba de una sensación indescriptible. Sin embargo, había un logro incluso mayor.
“Vamos, no seas pesimista.” Una voz chillona que venía de varios centímetros debajo de él. “¡El proyecto Lucero del Alba será todo un éxito!”
“Entiendo las preocupaciones de [EXPUGNADO], es un riesgo grande tratar de replicar el poder de un Mek-Guerrero. Nos puede salir el tiro por la culata.” La voz venía de la chica de cabello verde.
“Vamos, no puede ser tan malo” la chica del cabello azul respondió.
La secuencia de inicio continuó. Los cuatro científicos veían con antelación cada paso del proceso. Niveles de estrés, normales. Lecturas de contención, verde. Todo parecía ir bien. Los ojos del robot se iluminaron. Una voz robótica habló. Sistema iniciado. Protocolos de protección activos. Amenaza detectada.
“¿Amenaza detectada?” El hombre de la melena parecía preocupado. “¿A que se refiere? ¿[INAUDIBLE], que dicen las lecturas?”
“No se que es lo que está detectando” la chica de cabello azul respondió. “Perdí el acceso a la interfaz”.
“¡Desconéctalo!”
“¿Que parte de 'perdí acceso' no entiendes?”
Una explosión interrumpió los pensamientos de todos. El sonido fue ensordecedor. El humo no dejaba ver nada. Una vez todo se calmó, no había señales de vida.El laboratorio era un desastre. Y el Mek había desaparecido.
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Chapter 2: Capítulo 1. O de la villa perdida.
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“Ib, Ningirsu, Avram.” La voz del anciano sonaba firme pero cálida, tratando de imbuir sus palabras con una calma que no tenía. “Los ancianos hemos deliberado, pues sabemos que sus deseos van más allá de los confines de esta aldea.”
Los tres aludidos, los hermanos Ib y Ningirsu y su amigo de la infancia Avram, escuchaban atentamente. El discurso era el mismo que cualquiera que desea salir de la aldea y explorar el mundo ha escuchado.
“Sabemos también que el mundo es peligroso.” Continuó el anciano. “Deben mantenerse alerta. Nadie sabe qué lugar puede estar infestado de Krawlers”.
Avram rió para sus adentros. Con solo echarle un vistazo a su armadura, era obvio deducir que había enfrentado, y derrotado, bastantes Krawlers. Los retazos de partes metálicas de las monstruosidades eran como una medalla de honor.
“Sin embargo, no somos quienes para detenerlos. Ib,” el anciano se dirigió a la chica. “Lo que tienes en tu posesión no es un simple báculo. Es una reliquia de nuestra aldea. Por favor, cuídala bien hasta tu regreso”.
Ib, la chica del listón en el cabello asintió solemnemente.
“Y no dejes que Duke se meta en problemas” añadió, dirigiendo una mirada juguetona a la mascota, si puede llamársele así, de Ib. El pequeño draco verde se escondió detrás de su amiga.
“Es todo, pueden irse.” Con eso, el anciano terminó su discurso. Los tres salieron del palacio de ancianos, hablando entre ellos.
“Pensé que nunca terminaría” el chico de bufanda y lanza a la espalda habló.
“Vamos Ningirsu, no seas irrespetuoso” su hermana interrumpió, “los ancianos se preocupan por nosotros. Saben que es peligroso afuera. Y tú también.”
“¿Peligroso?” respondió Avram, blandiendo su espada. “Solo veme, esos Krawlers no tienen oportunidad contra mi”.
“Claro, porque solo vas contra los pequeños” añadió Ningirsu. Los tres se echaron a reír.
“Aun así” continuó Ib, “no puedo evitar pensar en las palabras del anciano. ¿Por qué le pone tanta importancia a esta cosa?” movía el báculo que le había sido entregado meses atrás de un lado a otro.
“A lo mejor tiene poderes ocultos” el hermano respondió con tono burlón.
La charla continuó durante el transcurso de la tarde, mientras los tres reían y se preparaban para el viaje que estaban a punto de iniciar.
Es bien sabido en la aldea que los Krawlers son una amenaza para el diario vivir, y que los pueblos deben eventualmente abandonar su tierra y restablecerse en un lugar nuevo. El peligro está siempre latente, y las soluciones son solo temporales.
Es tradición, desde tiempos inmemoriales, que los jóvenes a los 17 años emprendan un viaje en busca de su propio destino. Vivir como nómadas les da las herramientas y conocimiento para cuidar la aldea. Si deciden volver, son aceptados como héroes. Si deciden no volver, son recordados con cariño. Es bien sabido también que muchos de ellos perecen fuera, a pesar que toda su niñez son educados y entrenados para sobrevivir solos. Los ancianos entienden que no todos nacen para ser guerreros, sin embargo, sus circunstancias no les permiten no serlo.
El día poco a poco se convirtió en noche, y la noche en día. Los tres jóvenes estaban listos para partir, con una mezcla de emoción y nerviosismo que les hacía sentir el estómago hecho un nudo. Prepararon las pocas cosas que debían llevar y se asomaron a la salida de la aldea.
Como es costumbre, los ancianos los esperaban para darles la despedida, mientras los niños de la aldea veían desde lejos, temerosos de acercarse a tan ceremonioso acontecimiento. Y así, entre palabras de aliento y encomiendas a la diosa, Ib, Ningirsu y Avram dejaron la aldea.
El camino que sale y entra a la aldea es bastante transitado por los grupos de caza, por lo que es difícil perderse. Los tres caminaban uno al lado del otro, primero a paso alegre, luego más atentos. Como esperaban, luego de unas horas de caminata, el camino acababa. Lo que era una avenida de tierra rodeada de vegetación era ahora un suelo de jungla y mata, indistinguible del resto del bosque. Ninguno de los tres dijo nada por un tiempo, tratando de estar alerta a cualquier posible peligro. Cuando fue obvio que el área era segura, decidieron parar a descansar.
“No puedo creer que en verdad estamos afuera” el tono de Ib era forzosamente emocionado, pero era obvio que trataba de ocultar su nerviosismo.
“¿Tienes miedo?” Avram preguntó, medio a burla, medio preocupado.
“Claro que no” respondió rápidamente ella, “para esto hemos entrenado desde siempre, ¿no?”
“Así es” intervino Ningirsu. “Estamos listos, así que no se preocupen.”
“No lo hago” dijo Avram, claramente molesto por la implicación en las palabras de su amigo. “¿Creen que encontremos algo emocionante?” Cambió de tema, como para suavizar el ambiente.
“No lo sé” Ib inclinó su cabeza hacia un lado.
“A lo mejor lo encontramos a él” Avram continuó, “sería espectacular, ¿no lo creen?”
Los hermanos pusieron los ojos en blanco.
“Vamos, solo piensenlo, estamos en una pelea épica contra ejércitos de Krawlers, y cuando todo parece perdido… ¡Bum! Una explosion de color y el Mek-Caballero aparece para rescatarnos.” Avram hablaba con la emoción de un niño. Ib y Ningirsu solo lo veían y bromeaban entre sí.
“Vamos Avram”, Ningirsu trató de traerlo de vuelta a la realidad, entre risas “los Mek-Caballeros no son reales, y lo sabes.”
“¿De qué hablas?” Avram respondió, sin voltear hacia su interlocutor. “Yo lo vi con mis propios ojos.”
“Ahí vamos de nuevo.” Ib murmuró entre dientes, como quien ha escuchado la misma historia cientos de veces. A este punto, es posible que ya lo hubiera hecho.
“Se que ustedes no me creen, pero yo sé lo que vi”. Estaba molesto, pero su humor cambió casi inmediatamente. “¿Qué les parece si continuamos? Según el mapa, debemos estar cerca del yermo.”
Luego de un breve descanso, los tres continuaron con su viaje, sin rumbo, mas con una meta. Hallarse a sí mismos.
Chapter 3: Capítulo 2. O de el hada y el cáliz.
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Capítulo 2. O de El hada y el cáliz.
Guiándose con rudimentarias herramientas de navegación, y usando el cielo, ahora visible debido a la ya notoria escasez de árboles, los jóvenes continuaron su viaje por varios días. Su primer objetivo era el yermo. Una zona de vegetación muerta y poca fauna. Era necesario atravesar el yermo para llegar a las montañas. Desde meses antes de iniciar el viaje, el grupo había decidido que irían en esa dirección. Según rumores de otros exploradores, las montañas escondían viejos asentamientos. No solo eso, algunos incluso decían haber visto ruinas de los antiguos.
Como resultado de siglos de exploración, muchos han hallado restos de ciudades o aldeas de una civilización extinta mucho tiempo atrás. Nadie sabe quienes eran, o su paradero, pero hay suficiente evidencia para saber que estuvieron allí. A pesar de que la mayoría de gente prefiere evitar estos lugares, algunos intrépidos buscan explorarlos y descubrir los secretos del pasado.
Los colores vivos de la jungla poco a poco daban lugar a los grises del yermo. Un área del bosque donde nada crecía. Los mapas mostraban el yermo bastante claro, como un circulo de varios kilómetros de diámetro en el centro de la jungla boscosa al pie de las montañas. Era inconcebible cómo había llegado ahí. Una sola área inhóspita y de muerte entre un mar de verde.
El grupo continuó con precaución, ya que el lugar no es muy acogedor. Las amenazas podrían venir de cualquier lado. Caminaban a un paso acelerado, tratando de dejar el yermo lo antes posible. Mientras avanzaban, un destello de luz, muy tenue, captó la atención de Ib. Lo ignoró, pues no podía permitirse distraerse y quedarse atrás. Ahí estaba de nuevo. El destello aparecía y desaparecía detrás de arbustos muertos. Sabía que no era una luz normal. Nada de lo que conoce produce ese tipo de luz. Había algo que la llamaba hacia los destellos. Se detuvo. Sus acompañantes se detuvieron al igual.
“Ib, ¿qué pasa?” preguntó Avram.
“¿No lo ven?” dijo señalando al arbusto donde se escondía el destello.
“No veo nada” respondió Ningirsu, preparando su lanza. “¿Algo nos sigue?”
“Sí”, Ib dió un paso adelante, en dirección de la luz azul.
“¿Qué haces?” Avram susurró, intentando detenerla.
“No puedo explicarlo” habló la chica. “Pero la luz me llama a ella. Creo que debo ir.”
“¿Estás bromeando?” Ningirsu también bajó la voz. “No tenemos idea de lo que pueda ser.”
“Solo lo siento en mi interior. Algo me dice que estaremos bien” respondió, mientras se acercaba cada vez más a la fuente de luz.
Ningirsu y Avram se quedaron atrás, en guardia por si algo les atacaba, mientras Ib caminaba en dirección del arbusto donde el brillo se escondía.
En ese momento, una voz resonó detrás del matorral.
“¡Alto!” la voz de una chica resonó.
“¿Quien anda ahí?” Avram se acercó blandiendo su espada.
“Son ustedes. Lo lograron.” La voz femenina continuó.
“¿Lo logramos?” Ib preguntó.
“Estábamos destinados a encontrarnos en este lugar.” La fuente de la voz se presentó ante ellos.
Una figura femenina, flotando por encima del suelo. Su piel era completamente azul, al igual que su cabello. Este flotaba detrás de ella, con excepción de una trenza que caía frente a su pecho. Cuatro alas casi transparentes salían de su espalda, yendo hacia arriba y hacia abajo. Una capa atada a su cuerpo ondeaba con el viento. Cuatro pequeñas orbes flotaban cerca de ella, lanzando tenue luz azul en su dirección en todo momento. La chica flotó en dirección a los aventureros, lentamente.
“Hola, aventureros.” Habló de nuevo. “Mi nombre es Lee.”
“Lee” Ib repitió. “¿Quien eres, Lee?”
“Soy lo que ustedes llamarían un hada” respondió Lee. “Los he estado esperando.”
“¿Por qué?” Preguntó Avram.
“Elegido” el hada volteó en dirección de Avram. “Mi tarea es asegurarme de que hallen su destino.”
“¿Elegido?” la confusión en Avram era aparente.
“Sí, ustedes están destinados a hallar el legado mundial.” continuó ella. “Y yo debo ayudarlos a que lo hagan.”
“Es obviamente una trampa” habló Ningirsu. “Vámonos de acá, esto es peligroso.”
“Te aseguro, Llamado, que no es una trampa. Y puedo probarlo.”
“Espera, Ningirsu.” intervino Ib. “Algo en mi interior me dice que dice la verdad.”
“Lo siento Ib, pero Ningirsu tiene razón.” Agregó Avram. “Esto me huele bastante mal.”
“Ella dijo que puede probarlo. Veamos si es cierto.” la intuición de Ib la hacía confiar en el hada, por alguna razón.
“Entonces permítanme mostrarles.” El hada flotó hacia Ib. “Coronada, ya has hallado la primera reliquia.”
Una expresión de asombro y confusión se dibujó en la cara de los tres aventureros.
“Ese bastón que posees, no es ordinario” Lee explicó. “Es un artefacto que les permitirá controlar el poder del Legado Mundial.”
La confusión creció entre los tres.
“Veo que están confundidos, y aún no confían en mí. ¿Han escuchado la historia del Legado Mundial?” Los tres negaron con la cabeza.
“Mucho tiempo atrás, más allá del cual hay registros escritos, el Dios que controlaba el universo desapareció. Dejando atrás únicamente un fragmento de su esencia. Los humanos, con este poder, crearon varias reliquias que luego usaron para defenderse de los Mekk-Guerreros. Estas reliquias fueron lo que permitió que la humanidad prosperara.
“Con el tiempo, tanto el conocimiento de las reliquias como su paradero se perdió de la memoria de los hombres. Ni siquiera leyendas quedan sobre estos artefactos. Una fuerza tan poderosa que se desvaneció en la oscuridad.
“Sin embargo” continuó, “yo conozco el paradero de una de ellas.” Los tres escuchaban atentos. Algo en su interior les decía que debía ser cierto.
“Si presentas ese báculo ante el cáliz mundial” Lee se dirigió a Ib directamente, “desatarás su poder. Obtendrás poder”.
A este punto, la historia que Lee contó se había metido en la cabeza de los tres aventureros. ¿Tenía razón el anciano? ¿Era el báculo una pieza clave para la supervivencia de, no solo su aldea, sino toda la humanidad? Esto era lo que habían salido a buscar, ¿no? Todo parecía demasiado bueno para ser verdad, pero si era cierto, valía la pena el riesgo.
Ninguno dijo nada por varios minutos. Lee tampoco insistió, considerando que sería mejor dejarlos digerir lo que acababan de escuchar. Se veían entre ellos, tratando de adivinar lo que los otros estaban pensando. Los pensamientos de los tres parecían ir en la misma dirección. Sin decir una palabra, pero entendiéndose con miradas, los tres asintieron.
“Muy bien” Ib rompió el silencio. “Te seguiremos por ahora. Queremos ver el cáliz.”
“Entiendo” Lee sonrió levemente.
“Sin embargo” interrumpió Avram. “Si intentas cualquier truco, me aseguraré de que sea lo último que hagas.”
“Estoy de su lado, Elegido” respondió el hada.
“Deja de llamarnos así” ahora era Ningirsu quien hablaba. “Tenemos nombres, úsalos.”
“Como deseen” dirigiéndose a cada uno, repitió sus nombres. “Avram, Ningirsu, Ib.”
“Entonces, ¿Vamos?” Ib trató de aligerar los ánimos.
“Vamos” respondieron los demás.
El hada se adelantó, guiandolos a través del yermo, hacia lo que ella aseguraba ser la primera reliquia del Legado Mundial.