Chapter Text
Si tuviera que definir a Naruto, tal vez diría que era como una bola de nieve cuesta abajo, llevándose consigo todo lo que pudiera arrastrar hasta estrellarse con algún poblado montando un desastre que repercutiría en incontables vidas. Puede que la comparación con un hecho fortuito y desastroso no fuera el mejor, pero para Itachi era demasiado difícil admitir describirlo como un sol incandescente que terminaría de quemarlo si es que trataba de acercarse más de lo necesario para disfrutar de sus rayos cálidos…
Por eso era mejor catalogarlo como una bola de nieve, impredecible y que lo aplastaría sin dar una señal si le quitaba la vista de encima, y puede que esa fuera la razón para no echarlo cada vez que tocaba a su puerta con algún dilema ínfimo. A veces usando la entrega de la comida de la gallina como medio, Itachi se dio cuenta de inmediato que las raciones eran cada vez menores y por ende las visitas se redujeron en espacio.
Pero nunca relacionaría aquel hecho a estar más pendiente de la toma su medicamento en consecuencia.
Con sumo cuidado pasaba sus dedos sobre el plumaje blanco acunando al ave, había algo relajante en la acción y le permitía pensar con cuidado sobre ciertas situaciones. Como el enfado de Sasuke a la llegada de los ninjas de Konoha y en especial con aquella kunoichi de cabello rosa.
Recordaba vagamente las interacciones de ella y su hermano. Y hubo un tiempo en que consideró que algo allí podía gestarse, de todos modos la muchacha demostraba un interés casi aterrador en su hermanito, pudo haberlo considerado tierno y fastidiarlo con ello de no ser por como Sasuke reaccionaba luego de lo que supuso eran encuentros a solas.
Agresivo y buscando algo que Itachi no podía darle.
Una solución tal vez…
Porque Itachi poco sabía de romance y relaciones amorosas, no había tenido tiempo de considerarlas en su vida, menos de valorarlas como era debido. No es que fuera un ignorante en todo lo que respectaba, mucho había tenido que ceder en el ámbito físico de intimidad estando en anbu, algunas de las misiones podían resultar escabrosas si las mencionaba en voz alta.
Pero de intimidad emocional poco conocía, no era lo mismo una amistad a un enamoramiento, aunque pudieran tener el mismo punto de partida.
Así que no, con su escasa experiencia acumulada poco podía ayudar a su hermanito para salir de aquel atolladero donde al parecer patinaba.
—Sakura-chan da mucho miedo a veces —pese a sus palabras una sonrisa amplia adornaba el rostro de Naruto esa noche, balanceándose de derecha a izquierda sentado en el piso sin quejarse del frío de la grava—, le dije que nadie quiso dejarla fuera pero que es una misión muy importante y que Sasuke no la está ignorando.
Resopló algo fastidiado al concluir e Itachi se mordió el interior de su labio inferior al verlo.
Claro, era una kunoichi competente y agradable a la vista, si rebuscaba más en su información recolectada podría notar obvios vestigios de interés de Naruto hacia ella.
Claro…
Carraspeó dejando la gallina cerca del futón con cuidado para que pudiera seguir durmiendo.
—Ya es tarde —su única aportación a la conversación.
—Hunn —Naruto no pareció oírlo mirando de un lado a otro— traje la comida para Kuka y algunas cosas más dattebayo.
Otra vez se veía emocionado, sacando del morral que llevaba un pequeño paquete con los granos.
¿Era más pequeño que ayer?
—Me dijeron que esto es muy bueno para que las gallinas estén gordas.
—No deberías conseguir un alimento distinto cada vez, podría ser contraproducente y dañino—, Itachi frunció el ceño.
—¡No lo hago! ¡Bueno, no volveré a hacerlo! —siguió sonriendo en tanto rebuscaba más cosas.
Entonces un cepillo para el cabello pudo divisar junto a un pequeño pergamino enrollado, el pergamino no tardó en regresar al bolso cuando Naruto lo tomó a prisas acompañado de una risa tan falsa que era ofensiva.
—¡Hoy vi una pequeña feria y… y compré varias cosas, dattebayo!
Itachi parpadeó cuando el cepillo le fue ofrecido, una sonrisa vacilante en labios del “no-invitado”.
—¡Pensé que te resultaría útil, es obvio que ya tienes uno, pero tu cabello es largo y podrías necesitar dos! ¡Oh, bueno! Este se ve de buena calidad o eso me dijeron.
Naruto siguió hablando pero Itachi se enfocó en el objeto, parecía inofensivo y hecho de madera, con algunos detalles tallados que resaltaban a la vista. Lo tomó más por curiosidad notando al fin que las particularidades correspondían a diminutas grullas rodeando el mango, se sintieron suaves al tacto.
—Gracias —murmuró.
—Ni lo digas —sonrió— compré muchas cosas interesantes.
Aunque hubiera querido preguntar no lo hizo. Itachi prefirió no cuestionar que objetos más pudo haber adquirido y quiénes serían los receptores de los obsequios. Concentrándose en el cepillo en sus manos, y deslizándolo por su cabello cuando Naruto se fue.
La agradable sensación cosquilleó en sus raíces al repetir la acción.
Sasuke no tardó en irrumpir minutos después. Itachi no ocultó su emoción cuando su hermano le pidió un favor de manera tan directa, claro que quería ayudarlo, siempre quiso eso aunque casi nunca pudo hacerlo.
Su pequeño hermano quería utilizar uno de sus cuervos para recorrer los alrededores del poblado, con dudas sobre lo que los anbus que allí se mantenían podían estar haciendo. Así que invocó a una de las aves mejor entrenadas para el fin.
Todo fue tan agradable que se permitió solo disfrutar del momento.
Al menos hasta que Sasuke mencionó a su madre luego de señalar el largo de su cabello.
—No lo hagas… se ve bien así, me recuerda a madre.
E Itachi esperó otro reproche merecido. Claro que se los merecía todos, era probable que Sasuke los soltara sin intención y nunca se quejaría de ello, porque todos sus pecados eran imborrables.
Sin embargo fue Naruto quien interrumpió el agónico silencio.
Su repentina aparición hizo que el funesto ambiente instalado cambiara, con una sonrisa fácil, un y mil temas de conversación bajo la manga a Itachi no le quedó de otra más que estar satisfecho con ello. No quería una discusión con Sasuke tan pronto, se sintió avergonzado por el sentimiento…
No debió sorprenderse de que su hermano usara la menor oportunidad para tratar de fastidiarlo.
“Claro, no suena mal. Incluso podrías traer a esa gallina que andan criando, ya que la han excluido de los platillos semanales le vendría bien tomar algo de aire.”
Tal vez debió oponerse en ese instante, pero no lo hizo. Con el entusiasmo de Naruto sus negativas seguramente caerían en saco roto.
.
Las salidas que Naruto proponía casi siempre incluían agua y mucho sol. Lugares llenos de vegetación donde era fácil perderse en el paisaje. Itachi se inclinó con cuidado dejando a la gallina deambular y picotear todo en su paso, el muchacho rubio no había tardado en mandar un clon a toda prisa para traer al ave y llevar a cabo lo que pensó era una excelente idea.
No era tan mala…
Fue agradable sentarse sobre el césped y sentirlo en las palmas de sus manos, refrescante. Itachi se acomodó dejando que la brisa relajará sus tensos músculos, tal vez debería salir más a menudo.
—Por aquí, por aquí —Naruto perseguía a la gallina tratando de guiarla de un lado a otro, aunque el ave lo ignorara de modo deliberado, un picoteo aquí y allá cada vez que se acercaba demasiado, como si confundiera de manera deliberada los dedos de Naruto con gusanos en la tierra.
El muchacho solo brincaba quejándose del dolor y maldiciendo en cada ocasión.
Itachi sintió que sus labios se curvaban…
Tan solo un poco…
—Hace demasiado calor aquí —Sasuke se acercó por detrás, quitándose el sobretodo que llevaba y dejándolo a un lado de su hermano.
—Podrías nadar.
Se le quedó viendo un largo rato, Itachi prefirió no devolver el gesto, quizá su hermano estaba enfadado desde el desayuno, por lo que sea que lo haya enfadado en primer lugar.
—Tal vez lo haga —resopló parco, pasando de lado a Itachi, pero dándole una palmada en el hombro al hacerlo —si el cuervo regresa, dímelo.
Sin esperar respuesta fue acercándose a la cascada para subir hasta la cima, no era muy alta por lo que pudo llegar en un par de saltos y allí quedó observando hacia el horizonte, como una especie de cuadro hipnotizante. Sasuke ya era bastante alto y engalanaba sin problemas el magnífico porte que se esperara de un Uchiha, un aura fría casi etérea, como si no necesitara nada más que existir para llamar la atención de cualquiera.
—¡Ah! ¡Deberíamos convertirla en caldo, dattebayo!
Escandaloso Naruto se acercó, sacudiendo sus manos llenas de picotazos. Viendo de un lado a otro no tardó en notar la ausencia de un Uchiha.
—¿Y Sasuke?
—Está allá arriba —Itachi señaló con la mirada el paradero de su hermano, encogiéndose un poco para apoyar los brazos sobre sus rodillas.
—Siempre tan dramático —soltó con tono juguetón antes de sentarse al lado de Itachi, quizá demasiado cerca…
Así que esperó.
Itachi observó de reojo como pudo, aguardando porque el muchacho comenzará a hablar.
No obstante no dijo nada, Naruto permaneció en silencio solo observándolo de soslayo de rato en rato, intentos mal disimulados por pasar desapercibido, como si los ojos azules buscaran algo. Itachi no aguardó expectante pero sí curioso, ni siquiera volteo a verlo, solo se mantuvo en silencio esperando a que Naruto hablara si es que lo hacía en algún momento. Bastante pronto el escrutinio pasó a ser incomodo, así que se giró para verlo mejor.
En cuanto lo hizo Naruto pegó un brinco espantado.
Pero ninguno dijo nada, lentamente los labios de Naruto se fueron curvando en una sonrisa amplia.
—¡No me asustes así, dattebayo!
Itachi frunció el ceño, como se supone que podía asustarlo si solo se giró para verlo y antes de interponer su queja sintió su espacio personal invadido, Naruto se inclinó más de lo que la cortesía amistosa permitía, un escudriño agudo y sin razón aparente.
Al menos hasta que volvió a hablar.
—¿En verdad no puedes ver con tu ojo izquierdo?
La respiración que Itachi no se dio cuenta que contenía se liberó y retrocedió como pudo, repentina incomodad asediando cada uno de sus huesos.
—No —respondió parco sin voltear a verlo de nuevo. No era una sorpresa y conocía bien los riesgos de utilizar cualquier habilidad que involucrara el Mangekyō Sharingan, solo eran medios para conseguir un fin y la guerra había requerido demasiados sacrificios como para que la perdida de la luz en uno de sus ojos fuera importante a la larga. Si pudiese llegar a albergar arrepentimientos solo se deberían a su incapacidad actual de entregar dos ojos sanos a Sasuke…
A Sasuke…
Un ruido afirmativo es lo que Naruto soltó reacomodándose en su postura anterior y siguió observándolo, solo que esta vez con todo el descaro que un chiquillo de su edad podía e Itachi trató de ignorarlo, concentrándose en los ruidos de fondos.
Fue difícil.
Y más cuando Naruto se puso de pie de súbito.
—¿Quieres nadar? —alegre y sin esperar respuesta fue sacándose la camiseta y pantalones en tanto se dirigía hacia la cristalina corriente de agua.
Itachi solo hundió su rostro en el hueco de sus brazos, tal vez podría nadar más tarde, el día se estaba tornando caluroso y los ruidosos pedidos de Naruto a los lejos invitándolo a que se metiera al agua eran difíciles de ignorar.
Esa mañana no se acercó al agua.
Y el cuervo enviado tampoco regresó.
.
Fue pasado el mediodía que volvieron a la pensión con un montón de miradas curiosas en cuanto lo hicieron, Itachi pudo entender un poco de la molestia en Sasuke si una inspección así era recurrente para él.
—¿Dónde estaban? —con la mirada molesta y manos en las caderas la kunoichi de cabello rosa no tardó en interceptar a Naruto, debía ser más fácil intimidarlo a él para sacarle información.
—Solo fuimos a nadar-
—¿Y por qué se fueron solos?
—¿Por qué era cosa de chicos?
Itachi no escuchó más de las quejas y el interrogatorio, pasó de largo yendo directamente hacia su habitación, de todos modos no le debía ningún tipo de explicación a los ninjas de allí. Suspirando con calma fue a recostarse de inmediato, dejando antes a la gallina en su corral para que pudiera comer, una extraña sensación de lo que dedujo como cansancio se asentó en su estómago, como si hubiera trabajado desde el amanecer y sin descanso.
Aunque no hubiera hecho más que sentarse bajo la fresca sombra de un árbol viendo a Naruto nadar.
Se apresuró a recostarse en el futón, un suspiro agotado de los labios se le escapó y luego presionándolos con fuerza mientras se cubría los ojos con un brazo.
No estaba cansado aunque quisiera denominarlo así, el día había sido demasiado… agradable. Una pequeña pincelada de un lienzo que solo se le permitía observar a lo lejos, en esta ocasión casi se sintió como si fuera parte de aquel escenario.
Y no estaba seguro de si esa emoción le gustara, de que lo mereciera.
Había pasado demasiado tiempo en las sombras para salir de ellas así simplemente. Recostarse en la hierba y disfrutar de algo que había arrebatado a cientos de familiares en una noche cualquiera.
Una vez que despertó y vio a Sasuke a su lado, con el ceño fruncido y esa expresión de dolor tan palpable que deseó borrarla, Itachi supo que no estaba muerto.
No era un edo tensei, el dolor ensordecedor en todo su cuerpo se lo confirmaba, su piel ardía y sus huesos crujieron con el mínimo movimiento, solo consiguió soltar un jadeo estrangulado al ser incapaz de levantar una mano hacia su hermano menor.
“Mentiroso.”
La acusación inmediata, los negros ojos de Sasuke parecían atravesarlo en la penumbra de lo que supuso era una guarida; quizá de Orochimaru, quizá de akatsuki, su visión borrosa y desenfocada poco podía hacer para percibir más allá de la persona más importante en su vida…
“Vas a decírmelo todo, vas a hacerlo.”
No fue una petición, ni un deseo, ni siquiera una orden, el tono casi agónico y ronco como el de alguien que ha gritado en soledad hasta el cansancio.
Itachi no pudo responder por mucho tiempo, el daño casi irreversible en su cuerpo era una de las razones, lo habían sacado a rastras de lo que planificó como su muerte.
Tenía que ser el falso Madara.
Para el tiempo que le tomó recuperarse mínimamente, Konoha ya había sido destruida y reconstruida, no pudo siquiera asomarse para verificar las escasa pruebas de lo que había sucedido, no es que Sasuke se lo permitiera de haber podido. Ahogado la mayor parte del tiempo en fármacos desconocidos era demasiado difícil siquiera hacer un recuento del momento en que despertó y lo que había sucedido allá afuera.
Solo podía retorcerse mordiendo sus labios hasta que la sangre le inundaba la boca cada vez que le aplicaban las intravenosas, las extremidades sujetas para que las convulsiones de su cuerpo no entorpecieran lo que sea que le hayan hecho para mantenerlo con vida.
Fue cruel…
Y no pudo interpelar una sola palabra de queja.
Tal vez solo era la venganza que Sasuke le tenía reservada, mucho más siniestra de lo que podría haber imaginado… y estaba bien, aceptaría lo que su hermano eligió hasta el momento en que lo matara de verdad. Pero Sasuke aún era muy joven y aun dentro de todo el odio y rencor que sus ojos conseguían albergar, una chispa de tristeza se asomaba que solo intensificaba la culpa en Itachi.
Puede que por ello cuando pudo levantarse y hablar que respondió a las preguntas de Sasuke, sin medias verdades y sin absurdos intentos por desviar el asunto. Que más daba, todos sus esfuerzos fueron en vano, Sasuke desmanteló todo lo que planeó para él, retorció cada cuidadoso cálculo y destrozó todo como si fueran restos de alguna olvidada civilización.
No tuvo tiempo de lamentarse, ni siquiera de lamer sus heridas como era apropiado, tuvo que arrastrarse de entre las sábanas que lo cubrían para ayudar, porque todos los fracasos de su vida desembocaron en lo que más había temido.
Una guerra.
—Aún es temprano para dormir.
Itachi abrió los ojos con demasiada rapidez, tanta que la imagen delante suyo fue borrosa y tuvo que parpadear con fuerza hasta aclarar el panorama. Sasuke lo observaba analítico, removiéndose un poco para disimular el hecho de no haberlo escuchado entrar en absoluto.
No es que se hubiera quedado dormido.
—No estaba durmiendo —pronunció suave, incorporándose para ver mejor a su hermano pequeño, se pasó la mano por el rostro alejando cualquier resto que delatara lo inquieto que se sentía— pensé que estarías junto a Naruto.
Sasuke negó, se acomodó a su lado viendo hacia la grisácea pared—, supuse que el cuervo ya había regresado.
—Podría demorarle un poco —claro que podría demorarse, aun así Itachi estaba preocupado por el ave, había excedido el tiempo que se supone empleaba en un vuelo de reconocimiento nada más, sin embargo no quería pensar en que algo podría haberla retenido.
—¿No puedes volver a invocarla?
Sin mirar a Sasuke se encogió en hombros—. Podría, pero eso no sería cómodo para ninguno. Nuestro contrato no es como los comunes, Sasuke—, un vistazo rápido y vio como el ceño en su hermano se arrugaba formando una clara expresión desaprobatoria, así que se apresuró a aclarar—, solo dale algo de tiempo, si algo le sucediera ya lo sabría.
—Si tú lo dices. Pero no me pidas que espere más de un día.
—No lo haría.
Mordió su labio, puede que fuera un buen momento para enviar otra ave sin que Sasuke lo notara.
—Voy a salir a comprar unas cuantas cosas. ¿Te gustaría acompañarme, Sasuke?
Y adivinando la respuesta negativa de su hermano quien se limitó a sacudir la cabeza que Itachi buscó un sobretodo para salir. No obtuvo otra respuesta y aunque no lo viese, estaba seguro de que Sasuke lo observaba con dudas, tal vez a punto de soltar un reclamo.
Dudaba que en algún momento pudiera recuperar la confianza que Sasuke le tuvo cuando eran niños.
—¿Quieres que te traiga algo?
—No, también tengo asuntos que resolver —resoplando se puso de pie para dirigirse a la puerta, pero se detuvo allí con la única mano sujetando la manija, Sasuke lucía impasible—. Yo sigo en esto, Itachi —dijo al fin logrando de inmediato que Itachi se girara del todo, los negros ojos de Sasuke casi no parpadearon y tampoco se movió. Su postura elegante y amenazante a la vez siempre fue digna de elogios.
—Sa-
—Solo quisiera saber que tú también lo estas.
La puerta entonces fue cerrada dejando a Itachi solo sin haber logrado responder. Un quedo temblor en su labio inferior bastó para que lo mordiera sin percatarse de la fuerza hasta que la carne se rompió y ligeras gotas de sangre se escabulleron.
No le gustaba. La sola mirada de Sasuke fue peor que filosos reproches pronunciados, una clara demostración de que Itachi le estaba mintiendo. Y no era así, simplemente no quiso que su hermano sacara conclusiones precipitadas por la tardanza, se había esforzado para ayudarlo, feliz de serle útil.
Y solo lo echó a perder.
Itachi se mantuvo allí sin moverse por varios minutos y cuando el silencio ya comenzaba a diluirse en medio de susurros desordenados de ecos pasados que se decidió a salir. A pasos rápidos fue por las calles del poblado, no había mentido cuando dijo que necesitaba comprar algunas cosas, así que lo haría.
Buscó entre las escasas tiendas algunos artículos de limpieza.
Avanzó entre algunos negocios antes de dedicarle algo de atención, puede que no lo haya notado si es que esa persona hubiera estado haciendo el mínimo esfuerzo por esconderse, pero no fue así. El aldeano lo seguía y lo observaba con cinismo, hasta el punto que quedó caminando a su lado.
—No creí encontrarte solo. ¿Podemos hablar?
Fue una pregunta, pero el tono demasiado ácido. No tendría que ser de otro modo y tampoco tendría porque aceptar, pero lo hizo.
—¿Aquí?
El civil negó con poco entusiasmo señalando con la vista, una diminuta tienda donde probablemente servían te.
Itachi ya imaginaba que tipo de charla se avecinaba, así que solo tendría que aguantar unos cuantos reclamos doloridos de quien probablemente era el examante de una de tantos Uchihas que mató, no creía que otra explicación aplicara en la manera que fue atacado la primera vez y los ojos rebosantes de rencor que ahora mostraba.
Asintió dirigiéndose al lugar señalado, las pocas mesas estaban vacías así que se sentó en la más próxima.
—Hay tantos rumores sobre ti que harían vomitar a cualquiera —comenzó ni bien se sentó en frente, Itachi ni siquiera recordaba su nombre—, y Dios, quisiera tener el poder suficiente para matarte —un sollozo ahogado se le escapó, de inmediato bajó la mirada—, pero tú eres quien podría matarme… a todos en el poblado. No entiendo como Konoha maneja estos asuntos, pero siento asco.
Soltó una risa nerviosa, con las manos juntas, los dedos presionando entre sí, no se atrevió a ver a Itachi a los ojos
—Se que no vas a decirme porqué la mataste… porqué los mataste —los sollozos fueron más audibles —porque yo soy insignificante. Pero ella no lo era… ella era maravillosa e iba a quedarse conmigo.
—¿Iba a desertar? —lo único que pudo cuestionar, ya que era una persona sin rostro para Itachi a quien lloraban en ese instante.
—No, te dije que ella era maravillosa —rebatió más alto, pero sin mirarle—, no diré nada, no los delataré. Ya lo prometí, da igual incluso si me matan por la noche después de esto, pero espero de todo corazón que sufras, sufras mucho y que cuando mueras nadie llore por ti.
El aldeano se puso de pie, con todo el orgullo que sus ojos llorosos y manos temblorosas le permitía, como un condenado a muerte al que ya le han anunciado el día de su ejecución.
—Porque de lo que estoy seguro… es que ese día habrá mucha gen-te que se sienta feliz.
Estaba temblando, fue incapaz de verlo a los ojos o de pronunciar más palabras y en su huida apresurada casi tropezó con sus propios pies.
Por un instante Itachi quiso saber algo de esos supuestos “rumores” para que aquella persona pasara del odio desesperado al pánico, puede que la tristeza en esta ocasión hiciera que actuara de forma distinta al del instante en que lo vio la primera vez. Pero fue como esperó, maldiciones y reproches vagos para que su conciencia pudiera descansar, puede que si sentara a escuchar a los pocos que aun lloraban por esa masacre oyera cosas peores.
Porque sí, aunque los Uchiha fueran segregados deliberadamente en la aldea, eso no imposibilitaba que algunos afianzaran lazos con otros, era parte de la naturaleza humana y si bien la mayoría los mirasen con recelo, de seguro habían quienes sufrieron luego de aquella noche.
Pocas veces habían llegado a reprocharle por un asesinato, porque casi nunca quedaban testigos que lloraran por esos muertos, así que lo dejó ser esta vez aunque pudo evitarlo.
Tantos gritos.
Pese a esforzarse tanto porque nadie despertara hasta que su espada los atravesara, fue imposible. Gritaron y trataron de defenderse con más frecuencia cuando el cansancio comenzó a invadirlo luego de tantos asesinatos, llorando, pidiendo clemencia o una explicación.
Tantos gritos y tanta sangre…
Trató de no recordar, de ignorar esas tortuosas horas donde su cielo se tiñó de rojo, donde su visión se empañó del tinte carmesí, cuantos de esos desgraciados debieron admirar que se hubiera convertido en parte de anbu para luego ser acuchillados por su mano. Admiración convertida en miedo.
Tanta sangre…
Que las suelas de sus sandalias estaban empapadas a riesgo de hacerle resbalar, dejando un sendero de muerte por donde pasaba.
Pero fue su elección.
Escoger su aldea por sobre sus familiares, acabar con incontables vidas inocentes para preservar… ¿la paz? Si a fin de cuentas hubo una guerra, una cuarta guerra con la única diferencia de que las aldeas se unieran contra un enemigo común. Un miserable placebo, porque los horrores de una guerra siguieron ahí, los muertos se contaron por miles y las aldeas quedaron tan debilitadas que puede que fuera una de las razones para la paz actual.
¿Un inútil sacrificio?
Abrió ligeramente la boca, quizá para respirar con más facilidad.
—¿Va a ordenar algo?
Una jovencita lo observaba curiosa, con una pañoleta en la cabeza, lápiz y papel en manos.
Cerró y abrió la boca de nuevo sin responder, Itachi se puso de pie dejando unas cuantas monedas sobre la mesa—, no —respondió al fin, saliendo del local para ponerse a caminar.
Está bien.
No estaba bien.
Nunca estuvo bien, desde el día que lo llevaron por primera vez a un campo de guerra y sus convicciones se vieron forjadas por cuerpos muertos a su alrededor, donde no había cabida para misericordia, solo un panorama desolador de derecha a izquierda, arriba abajo, sin importar donde mirase, que miserable vida le tocó vivir.
Está bien.
Ignorando señales y el evidente dolor tuvo que seguir con vida, por su aldea… por Sasuke. Sin darse cuenta de lo vacía que era su existencia fuera de eso. Sofocado por su decisión, respiraría las consecuencias hasta que sus pulmones no lo pudieran soportar más.
¿Qué más daba?
Ya estaba arruinado.
Tan arruinado.
Uno años mas de insanidad tal vez serían tolerables, hasta que Sasuke decidiera dejarlo ir…
¿Qué más daba?
Una mano fue agitada tan cerca de sus ojos que Itachi se detuvo de golpe y la sujetó con toda la fuerza que aun poseía.
—¡Auch!
El exagerado quejido en la conocida voz le hizo respingar y prestar debida atención.
¿Él otra vez?
—¿Naruto?
—Ey, te llamé dos veces y no me escuchaste —sonriente no hizo amago de soltarse. ¿No se hallaba hace nada hablando con los ninjas de Konoha?
¿Lo había seguido? Itachi retrocedió un par de pasos a prisa, soltándolo como si aquel contacto lo quemara, parpadeó apresurado, reconociendo su ubicación bastante alejada de la pensión, como si hubiera caminado en sentido contrario por bastante tiempo sin siquiera ser consciente de ello. Su mirada revoloteó buscando algo, el cuervo no daba señales… ¿Cuánto tiempo había pasado?
Naruto dio un paso para acercarse, ya sin sonreír. Los azules ojos observando fijos.
—¿Estas bien?
No.
