Chapter 1: Harriet Potter, la niña que vivió
Summary:
Harriet Potter es una pequeña niña de 10 años que creyó tener la peor suerte del mundo por tener parientes tan mezquinos y abusivos; pero todo cambia al recibir una carta que literalmente la sumergirá en un mundo nuevo, descubriendo que es una bruja, asistirá a un colegio que le enseñará a usar sus poderes, aprenderá cosas increíbles, hará amigos, enemigos y vivirá grandes aventuras…acompaña a la pequeña niña que vivió en esta larga historia que abarcará los 7 libros.
Notes:
Los What If…siempre me parecieron fascinantes pues cambiar algo en la historia podía dar todo un resultado diferente, creando mi primer What If…Harry Potter hubiese sido mujer, naciendo así Harriet Potter, es mi primer fic y empezare desde el primer libro, sé que será una larga historia pero crear es mi esencia, antiguamente cree historietas, hasta tuve deviantART y aunque nunca he escrito novelas ligeras realmente pienso dedicarme a escribir, por lo que este será mi laboratorio literario personal…y una forma de sacar mi frustración por no encontrar un buen fic de esa temática o en caso de encontrarlo esperar demasiado para su actualización….. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
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Chapter Text
Capítulo 1 La niña que vivió
El matrimonio Dursley residentes del número 4 de Privet Drive, en Little Whinging, Surrey estaban orgullosos de decir que era muy normales, no estaban para tonterías extrañas o misteriosas. El señor Vernon Dursley era director de una empresa que fabrica taladros, hombre serio, rollizo, casi sin cuello con un enorme bigote grueso; la señora Petunia Dursley, rubia, delgada con el cuello largo casi el doble de lo normal pero muy útil para espiar a los vecinos; el matrimonio tenía un hijo pequeño de nombre Dudley, gran chico rubio, el mejor niño del mundo a sus ojos. Se podría decir que la familia era perfecta, pero tenían un secreto, una niña de diez años que mantenían desde que la encontraron en su puerta cuando solo era una bebe, hija de la hermana de la señora Petunia, su relación se podría definir en una palabra “aversión”; el nombre de la criatura era Harriet Potter, demasiado pequeña y delgada para su edad en comparación de las otras niñas, dueña de unos hipnóticos ojos verdes ocultos tras unos lentes feos, pelo negro rebelde, tez blanca a pesar de exponerse largas horas al sol sin protección alguna en trabajos de jardinería obligados por su tía Petunia. Para el señor Dursley la pequeña era un desperdicio de dinero, siempre se encargaba de recordárselo, para la señora Dursley era un dolor de cabeza irritante y para el hijo un pequeño saco de boxeo.
Desde que la pequeña Harriet recordaba esa familia la odiaba, en especial tía Petunia, siempre mirándola con desaprobación, siempre humillándola, siempre con palabras hirientes, siempre insatisfecha con su comportamiento, era ella quien repartía los castigos físicos y sinceramente Harriet no comprendía todo el rechazo pues siempre trataba de comportarse de forma educada, responsable y casi madura, no lloraba cuando le gritaban, no hacia berrinches cuando no obtenía lo que quería, no gritaba cuando se enfurecía y nunca contradecía a sus tíos sin importar que le dijeran o le ordenaran hacer. Había aprendido a no quejarse de su suerte, se había resignado a no recibir afecto de sus parientes; su vida se resumía en realizar tareas domésticas, robar pequeñas porciones de comida que nadie extrañase pues sus tíos la alimentaban con migajas, sobrevivir al bullying de parte de su primo y volver a su cuarto, la alacena debajo de la escalera luego de limpiar la casa intentando ser invisible; cuando era periodo escolar a su rutina se le añadía clases en la escuela local junto a Dudley. En su primer año creyó ingenuamente tener amigos por primera vez, pero su primo era un ser egoísta y le negó esa posibilidad incentivando a todo el grado a llamarla “fenómeno”, igual que en casa… lo único bueno de ir a la escuela era aprender, sacando buenas notas, pero después de unos correazos de su tía y gritos “nadie podía ser más perfecto que su Dudley” aprendió a errar a propósito; a pesar de odiar el apodo de fenómeno, Harriet sabía que no era igual al resto, no a diario se veía a niñas perder todo el largo del cabello cortesía de una tía gruñona y al siguiente día volver a tener el largo normal, también no era normal mover objetos sin las manos, abrir el seguro de la alacena de su cuarto para robar un poco de comida cuando moría de hambre y lo más raro de todo era su pelo, este cambiaba de negro a rojo cuando ella experimentaba emociones fuertes; por lo no se sorprendió ser amenazada por su tía de no hacer nada extraño que arruinara la salida al zoológico para celebrar el cumpleaños número 11 del súper mimado Dudley, quien nunca se conformaba con la montaña de regalos que crecía año tras año. Pero todo se descontrolo en la sala de reptiles luego de ser empujada por su primo al suelo para ver a una boa constrictor que mostraba señales de vida ante su presencia quien minutos antes lo había ignorado por completo, Harriet se enojó tanto por el golpe en el codo y algo inexplicable paso: el vidrio que separaba a visitantes de animales desapareció, Dudley cayó al serpentario mientras la serpiente salía agradeciendo por ayudarla y escapando del zoológico dejándola atónita, hasta que oyó los gritos de su primo, este se quedó atrapado como un animal pues el vidrio reapareció impidiéndole escapar.
Al volver a casa mientras su tía se encargaba de cuidar a un lloroso Dudley, tío Vernon se dedicó a jalarle el cabello y gritarle furioso mientras ella retenía un grito de dolor.
- ¡No fue mi culpa!, fue…fue como magia.
- ¡No existe la magia fenómeno, estas castigada, solo saldrás de esta alacena para ayudar a tu tía y se acabó la cena para ti! -grito tío Vernon, Harriet fingió verse afectada porque más que un castigo solo estaba describiendo su rutina, aunque no se salvó del castigo físico por parte de Petunia.
El cumpleaños siguió sin ella, a pesar del dolor por los correazos de tía Petunia y el ardor en el estómago por el hambre, ella solo tenía en mente los sucesos de la tarde arrullándola como una canción de cuna “eso fue magia real”
Pasaban los días, Harriet robaba trozos pequeños de comida para no morir de hambre, los Dursley la trataban como sirvienta y cada día era igual al anterior hasta que una misteriosa carta llego para ella ¡alguien sabía que existía!, aunque se le fue arrebatada rápidamente de las manos por su primo y confiscada por sus tíos, privándola de la información, aguanto hasta la noche para llorar de frustración en su alacena. Milagrosamente las cartas seguían llegando día a día, alguien estaba muy empecinado en comunicarse con ella, lo más curioso era que las cartas eran repartidas por lechuzas de todos los tamaños y colores; aunque Harriet insistió en leer sus cartas su tío las rompía y quemaba con una sonrisa burlona en la cara…pero las cartas seguían llegando y llegando, hasta que su tío enloqueció y los envió a todos a vivir a una cabaña abandonada cerca al mar, “un lugar sin servicio postal” cantaba feliz tío Vernon. Esa noche en medio de una tormenta un 31 de julio cumplió 11 años, deseando que las cosas mejoraran, su tristeza fue parada cuando oyó como la puerta de la vieja cabaña era tumbada y el hombre más grande que jamás vio en toda su vida entro por ella, acercándose amigablemente a ella.
- ¡Feliz cumpleaños Harriet! te traje un pastel, pero lo aplasté sin querer…ha sido un largo viaje el que recorrí por ti pequeña- dijo el hombre con felicidad.
Ese día se enteró de muchas cosas, el hombre gigante se llamaba Hagrit, guardián de las llaves de Hogwarts “el mejor colegio de hechicería del mundo”, se enteró del nombre de sus padres, así como la verdadera razón de su muerte, se enteró del origen de su cicatriz y se le revelo su verdadera naturaleza “ella era una bruja”. Hagrit estaba ahí para entregarle la carta que su tío tan ferozmente censuraba; era una invitación para asistir a Hogwarts, él la llevaría a comprar sus útiles para el inicio de su primer año el 01 de setiembre y a pesar que su tío se negó a pagar por la educación, Hagrit recalco que no necesitaría de ellos pues ella ya tenía una vacante asegurada desde que nació, alegrando a Harriet, siguió al hombre sin un ápice de duda, abandonaron la vieja cabaña y partieron a el caldero chorreante, ubicado en la calle Charing Cross en Londres, fue un largo viaje pasar de un lugar tan alejado del mundo a la capital. Hagrit le explico que el viejo bar solo era una fachada para entrar al callejón Diagon; dentro del establecimiento su presencia desato una oleada de gente que moría por saludarla, presentarse y estrechar su mano… bueno casi todos a excepción de un hombre tembloroso con turbante quien sería su profesor en Hogwarts. Ante el mareo del momento Harriet pregunto a Hagrit porque la gente se comportaba así con ella, él le explico que en el mundo mágico ella era famosa por ser la única en sobrevivir cuando solo era un bebe de un año y detener al mago más tenebroso de todos los tiempos “Lord Voldemort” quien asesino a miles de magos y brujas inocentes, dejándola con solo una marca en forma de rayo en su frente, por eso se le apodaba como la niña que vivió.
Luego se dirigieron a la parte trasera del bar y Hagrit realizo unos golpes a los ladrillos con su paraguas rosa, abriendo un pasaje secreto ante una sorprendida Harriet; entrar al callejón fue una bomba visual para la pequeña niña quien deseaba tener dos cabezas para poder mirar todo, el callejón estaba repleto de personas que vestían túnicas de diversos colores con gorros puntiagudos en la cabeza, tiendas que ofrecían calderos, lechuzas y sapos, ingredientes para pociones, túnicas, golosinas de todos los sabores, tiendas que vendían escobas como si de bicicletas se tratase y una gran librería donde Hagrit señalo que ahí compraría sus libros de primer año…desinflando su alegría pues ella no tenía dinero, ¿cómo compraría todo?. Hagrit le dijo que su primera parada seria Gringotts, el banco de todos los magos controlado por duendes, los magos guardaban su dinero y posesiones valiosas en bóvedas que los seres mágicos protegían, el hombre gigante también le informo que sus padres le dejaron una considerable fortuna a su nombre en caso que algo malo pasara sorprendiendo a Harriet cuando fue llevada a su bóveda familiar tras bajar de unos carritos que los trasportaron bajo tierra; antes de salir del banco Hagrit comunico al duende que los acompañaba que tenía órdenes del Director Albus Dumbledore de llevarse el objeto ubicado en la bóveda 713, cámara de extrema seguridad que dejo preguntas en la mente de Harriet pues en lugar de albergar grandes tesoros solo contenía un objeto pequeño envuelto en un trapo viejo.
Ya con el dinero en los bolsillos Harriet puedo costearse todo lo que estaba en la lista, Hagrit la acompaño a una sastrería llamada madame Malkin dejándola sola porque se sentía mareado por los carritos de Gringotts tras dirigirse a las cámaras; al entrar a la tienda cientos de telas la sorprendieron, cientos de colores, texturas y antes de pedir ayuda fue abordada por la dependienta, una mujer amable que adivino la razón de su visita, enviándola al probador ubicado en la parte trasera del local para que espere y pueda tomar sus medidas, ahí también se encontraba otro niño de rostro pálido, puntiagudo y cabello platinado sobre un escabel siendo atendido por una bruja que colocaba con cuidado alfileres a lo largo de una túnica negra.
-Hola -dijo el muchacho, sorprendiéndola - ¿También iras a Hogwarts?
-Si
El niño empezó a hablar con un tono aburrido, casi arrastrando las palabras, de forma arrogante, se notaba que era mimado, como Dudley pensó Harriet, la conversación giro a preguntas que ella no tenía respuestas haciéndola sentir como tonta a cada segundo transcurrido, hasta que reparo en Hagrit, este se encontraba afuera sonriendo con 2 helados, haciendo reír a Harriet.
- ¡Oye mira a ese hombre! -chillo el niño
-Ese es Hagrit, guardián de las llaves de Hogwarts-dijo contenta de poder responder algo al fin.
-Oh, creí que era un sirviente…oí decir que es un salvaje, vive en una cabaña, se emborracha y prende fuego a su cama cuando intenta hacer magia-dijo burlón el niño.
-Él es estupendo-dijo Harriet con voz fría- El viajo al fin del mundo por mí, gracias a él puedo estar aquí, él me rescato y no toleraré que hables mal.
- ¿Por qué te rescato? ¿Dónde están tus padres? -pregunto con curiosidad el niño.
-Muertos-respondió ella aun con frialdad.
-Oh, lo siento-dijo él, aunque no parecía sentirlo- ¿Por qué dices que te rescato? ¿de quién?
-De mis únicos parientes, mis tíos, odian la magia, me arrebataron la carta de Hogwarts, las confiscaban, rompían, quemaban, trituraban, si no fuera por Hagrit no sabría que era mágica y créeme que las cosas son más complicadas de lo que crees; hazte un favor y no seas tan superficial, no creas solo en rumores, primero investiga el suceso y luego opina.
Antes de escuchar las réplicas del niño fue llamada por madame Malkin, así que sin lamentar nada dejo al niño rubio a media platica y se retiró, ignorando cualquier palabra. Ya con su túnica lista salió por Hagrit y agradeció con una radiante sonrisa el helado, luego fueron por la varita donde entro sola a la tienda de Ollivander porque Hagrit debía hacer una compra urgente, dentro de la tienda fue atendida por un anciano que la reconoció al instante “eres igual a tu madre, aunque heredaste el cabello indomable de tu padre” dijo; se enteró que sus padres compraron sus varitas en esa tienda, así como el proceso de selección para elegir una varita, Ollivander le pincho el dedo anular izquierdo, “el más cercano al corazón” dijo y le extrajo unas gotas de sangre vertiéndolo en un frasco de vidrio, luego siete varitas salieron flotando de unos estantes y una a una desfilo tras el frasco con sangre hasta que una de ellas absorbió las gotas de sangre, soltó un brillo dorado y voló directo a la mano de Harriet.
-Felicitaciones señorita Potter, fue elegida por esta peculiar varita de madera de acebo, núcleo de pluma de fénix, largo de 28 cm, flexible y reservada para magos prometedores -dijo Ollivander- una elección muy curiosa…
- ¿Elegida, curiosa? -Harriet no entendía a qué se refería el anciano.
-La varita elige al mago que servirá señorita Potter, es un ente vivo que generalmente obedece a un solo dueño, la elección no siempre es clara… su varita es gemela de núcleo mágico del mago tenebroso que le causo la cicatriz que tiene en la frente, ese tipo de varitas están hechas para magos que cambiaran el mundo, usted deberá elegir si para mal como el-quien-no-debe-ser-nombrado o para bien.
Harriet se quedó helada asimilando la información cuando fue distraída por Hagrit que la llamaba desde la entrada; sostenía una jaula que albergaba una hermosa lechuza blanca, el segundo regalo de cumpleaños que Harriet recibió en su vida, fue suficiente para olvidar todas sus preocupaciones, la nombro Hedwig y antes de volver con los Dursley el semi gigante le entrego un boleto de tren que debía abordar para llegar a Hogwarts.
Al retornar a Privet Drive tía Petunia confisco todo lo relacionado a la magia encerrándolo en la alacena ahora que Harriet dormiría en una de las habitaciones vacías que antes era usada para guardar los juguetes rotos de Dudley, dejándola sola con Hedwig. La relación con sus parientes cambio de odio injustificado a olvido desmedido, la trataban como si no existiera, como si fuera un mueble más; a pesar de haber abusos físicos la indiferencia dolía a Harriet como latigazos…reforzando sus deseos por ir a Hogwarts. Gracias a Dios el mes paso raudamente y el primero de setiembre fue sorprendida por su tío Vernon quien se ofreció a llevarla a la estación del tren.
-No lo hago por ti pequeño fenómeno, tu estación esta de camino al hospital de Londres, donde le quitaran la cola de cerdo a mi hermoso hijo-recalco mirando a Harriet con una sonrisa burlona.
Cuando llegaron a la estación Harriet entendió las burlas, la estación lucia deteriorada, abandonada y desolada, como si no funcionase desde hace mucho…aunque tía Petunia la miraba como si supiese un secreto importante que jamás rebelaría. Abandonada por sus parientes Harriet empezó a buscar la plataforma 9 ¾ empujando su pesado equipaje, pero las personas la veían como loca cuando preguntaba por esta, asustada de perder el tren Harriet comenzó a hiperventilar y justo cuando creyó que tendría un ataque de pánico fue interrumpida por un joven pelirrojo.
-Hola pequeña, ¿te encuentras bien? ¿esta pérdida? –pregunto un chico mayor a ella con voz amable.
- ¿George que pasa?, vamos o mamá enloquecerá… ¿quién es ella? ¿esta pérdida pequeña? -dijo el recién llegado, era idéntico a “George”
-Fred, ya pregunté eso, cállate y déjala hablar-dijo George.
Harriet noto que ellos también tenían baúles y escobas, así que sin miedo les pregunto cómo llegar a la plataforma 9 ¾, amablemente ambos muchachos la guiaron, alcanzando a su numerosa familia, fue presentada por los gemelos como “princesa perdida” antes de poder decir su nombre y escoltada por George a correr frente a un muro, creyó por un momento que se golpearía contra el concreto, pero el muro solo era una entrada secreta para la plataforma…todo el secretismo de los magos era para que ningún muggle se topara con su mundo de forma casual; Fred le quito su baúl , George su lechuza y la ubicaron en un vagón vacío, casi al final del tren despidiéndose de ella y deseándole suerte. Por la ventana del vagón Harriet vio como los gemelos y cientos de hijos eran abrazados por sus padres deseándoles bienestar y pronto retorno, Harriet se mordió los cachetes y se clavó las uñas a sus palmas para evitar llorar, no quería sentirse así, estaba decidida a no dar cabida a la tristeza o celos en su corazón, no hoy. En algún momento, la puerta de su compartimiento se abrió, revelando a un niño de su edad, pelirrojo y con muchas pecas, pidiendo permiso para compartir vagón pues todo el tren estaba repleto, ella acepto amablemente la petición.
-Mis hermanos mayores fueron muy amables contigo, ¡pero a mí me dejaron de lado! Vaya hermanos que tengo ¿no?, mi nombre es Ron Weasley, esta rata es Scabbers, solo come, duerme y deambula por donde quiere…parece un gato, era de mi hermano Percy pero ahora es mia, soy el sexto hermano de siete y… ¿tú te llamas princesa perdida?
-No, ese fue un apodo creado por tus hermanos-dijo Harriet riendo- me llamo Harriet Potter.
Ron enloqueció al saber que se hallaba frente a la niña que vivió y no paro hasta ver la cicatriz en forma de rayo mientras atiborraba de preguntas a la pequeña niña. A la hora de la merienda Harriet compro todas las golosinas que pudo para poder compartir con el pelirrojo, galletas, paletas, grajeas, dulces con todos los sabores del mundo incluido los más asquerosos y ranas de chocolate con cromos coleccionables con información de todos los magos y brujas más importantes del siglo, Ron presumió tener casi toda la colección, a ella le toco el cromo del director de Hogwarts Albus Dumbledore, el mago que tanto admiraba Hagrit. En el trascurso del viaje los niños conocieron a Hermione Granger, esta entro a su vagón ayudando a un niño de nombre Neville a encontrar su rana prófuga, al no encontrarla Hermione se retiró no sin antes aconsejarle que al llegar a la parada debían estar ya vestidos con el uniforme.
-Ella es muy amable por ayudar a Neville ¿no? Oye Ron dormiré un rato, despiértame cuando lleguemos- el niño comprendió e hiso silencio, entre sueños creyó escuchar a alguien entrar al vagón, pero luego retirarse…Cuando llegaron a la estación todo el mundo estaba uniformado y los de primero año fueron reclutados por Hagrit, quien los guio a las orillas de un rio y los embarco en pequeños botes en grupos de 4 alumnos, la pequeña bruja se embarcó con Ron, Hermione y Neville, atravesaron el oscuro lago y tras un rato lograron vislumbrar Hogwarts por primera vez, era lo más magnifico que Harriet había visto, un gran y hermoso castillo rompiendo la oscuridad con luces amarillas que salían de sus ventanas, ubicado en la cima de unas colinas. Cuando estuvieron en la orilla cerca al castillo avanzaron todos en grupo a las puertas principales donde una bruja mayor de aspecto serio los esperaba, su nombre era McGonagall, era una profesora, guio al alumnado por el vestíbulo de la inmensa entrada, las paredes de piedra eran iluminadas con antorchas, el techo era tan alto que parecía no acabar y una escalera de mármol conducían a pisos superiores, caminaron hasta llegar a una pequeña habitación vacía donde debían esperar antes de entrar al vestíbulo.
-Bienvenido a Hogwarts- dijo la profesora McGonagall- el banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupes vuestro lugar en el gran comedor serán seleccionados para vuestras casas, mientras estéis aquí vuestras casas serán como su familia en Hogwarts, compartirán clases con su casa, dormiréis en los dormitorios de vuestra casa y pasareis el tiempo libre en la sala común de su casa, existen cuatro casas Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin, cada casa contiene su propias historia, muchos magos y brujas notables salieron de estas. Mientras estéis en Hogwarts vuestros triunfos conseguirán ganar puntos a su casa, y toda infracción a las reglas las restarán. Al finalizar el año se premiará a la casa que obtenga más puntos, recibiendo la copa de la casa, un gran honor, espero que sean valioso y orgullosos miembros de sus casas. Vuelvo pronto, les sugiero que se arreglen lo mejor que puedan, la evaluación será delante de todo el colegio.
¿Evaluación? Harriet palideció de miedo, ella no sabía nada de magia, ¿cómo daría esa prueba?, los demás alumnos no estaban mejor de que ella, todos se veían temerosos; sus pensamientos fueron cortados cuando un niño pálido, pelo platinado y rasgos puntiagudos se paró frente a ella
-Así que los rumores son ciertos… ¿tú eres Harriet Potter?
Soltar esa información hiso que todos los estudiantes comenzaran a murmurar e intentar verla
-Este es Crabbe, Goyle y yo soy Draco, Draco Malfoy- dijo el niño con un tono presumido.
Ron se rio del nombre del pelirrubio, pero antes de que Draco lo confronta Harriet le dio la espalda para reñir al pelirrojo
- ¿Ron que te pasa?, ¡eso no se hace! - a mi parece un bonito nombre-defendió Harriet, desde su espalda Draco lanzo a Ron una mirada triunfante mientras sonreía provocando un sonrojo de pura rabia a Ron.
- ¿Y tu nombre?, ni siquiera debo preguntar, ese pelo, esa ropa usada y vieja, debes ser un Weasley- dijo con rencor Draco, sorprendiendo a Harriet y dando rápidamente la vuelta para encarar a Draco
- ¡Draco y ahora que te pasa a ti! - dijo escandalizada Harriet, mientras a su espalda Ron sonreía.
-Potter pronto descubrirás que algunas familias son mejores que otras, no te conviene relacionarte con los equivocados-estiro la mano hacia ella mientras sonreía presumidamente-yo te puedo ayudar.
-Malfoy-dijo Harriet con voz fría-ninguna familia es mejor que otra, solo son diferentes, cuando dejes de pensar así podremos ser amigos- rechazando su mano y pegándose a Ron quien sonreía con orgullo.
-Ten cuidado Potter-dijo Draco ruborizado de la vergüenza por el rechazo- tus padres tampoco sabían lo que era bueno para ellos…tú sigue con esa gentuza y terminarás como ellos.
Se oyeron jadeos de parte de los alumnos por tal declaración y Harriet avanzo un paso más cerca del niño irrespetuoso.
-Repite eso Malfoy y te arrepentirás-dijo Harriet con una mirada amenazante.
Pero la pelea fue interrumpida por la profesora McGonagall quien separo a Draco de Harriet y ordeno a los alumnos avanzar en dos filas hacia el gran comedor espléndidamente decorado con miles de vela que levitaban en el techo, iluminando todo el salón donde había 4 grandes mesas que albergaban todo el alumnado, el techo fue reemplazado por una espléndida vista nocturna, con esponjosas nubes, en la parte frontal del comedor había una gran mesa donde se sentaban los profesores. La evaluación consistía pasar al frente de las cuatro mesas, sentarse en un banco y colocarse un viejo sombrero en la cabeza, este escogería una de las cuatro casas a las que pertenecerían…pero antes de eso el director Albus Dumbledore dicto las normas que todos debían respetar, como no acercarse al bosque prohibido, o merodear por el pasillo del tercer piso lado derecho a menos que deseen una muerte dolorosa.
-Hannah Abbott-llamo la profesora McGonagall sosteniendo el sombrero seleccionador y un pergamino con el nombre de todos los alumnos de primer año. Una niña abandono el grupo temerosa y se sentó en el banco, la profesora le coloco el sombrero en la cabeza e increíblemente al objeto le surgió una especie de rasgadura con forma de boca ancha, por esta anunciaba su elección luego de meditar la casa a la cual el estudiante pertenecería, cada estudiante era recibido con aplausos y festejo por los alumnos que conformaban la casa. Así uno por uno fue pasando y siendo ubicados en las 4 casas, a medida que los nuevos estudiantes se reducían Harriet comenzó a ponerse nerviosa.
-Hermione Granger-llamo la profesora McGonagall.
-Suerte-le dijo Harriet, Hermione le lanzo una mirada aterrada. Pero todo fue bien, la niña fue seleccionada para Gryffindor, una de las casas que esperaba pertenecer.
-Draco Malfoy-llamo después la profesora. Harriet vio como el nombrado se acercó al frente con gran confianza y antes de que se le colocara el sombrero este grito Slytherin, ganándose el aplauso de la casa; Ron le susurro que muchos magos oscuros salieron de esa casa. Harriet decidió que cualquier casa menos Slytherin estaría bien para ella; para calmar sus nervios observo la mesa de profesores, ubicando a Hagrit, al director Dumbledore, al profesor Quirrell, pero se sorprendió cuando noto que un hombre pálido, de cabello negro, nariz aguilucha, vestido de túnicas negras la miraba fijamente…que sujeto tan raro, aun nadie sabía que ella era la niña que vivió ¿no?
-Ron Weasley- llamo la profesora. Harriet le susurro buena suerte mientras el asustado chico se alejaba del grupo. El sombrero lo coloco en Gryffindor para alivio del niño, Harriet se alegró por él pues podía ver que en esa casa se encontraban sus hermanos mayores.
-Harriet Potter-dijo la profesora, Harriet sintió que el aire abandono sus pulmones sin su permiso y el estómago se le retorció de los nervios, pero aun así se las arregló para caminar al frente con las piernas temblorosas, cientos de susurros se elevaron en el aire ¡la niña que vivió!, ¡es Harriet Potter!, ¡es tan pequeña!, intento calmar sus nervios lo más que pudo o vomitaría delante de todos; cuando llego al frente y tomo asiento fue incapaz de sostener todas las miradas curiosas, agradeció internamente que el sombrero le tapara la visión pero se sobresaltó cuando oyó una voz en su cabeza.
-Mnmn, difícil, muy difícil-dijo el sombrero seleccionador
-Buenas noches señor sombrero… ¿es muy difícil porque no poseo cualidades para pertenecer a ninguna casa?, ¿me botaran si no encajo aquí? -pregunto susurrando con miedo.
El sombrero se sorprendió por la actitud tan respetuosa de Harriet y también por su baja autoestima, así que comenzó a nombrar sus cualidades, alabándola pues podía pertenecer a cualquier casa que ella deseara, pero el sombrero le aconsejo que Slytherin la ayudaría a alcanzar la grandeza; Harriet educadamente rechazo el consejo
-Estoy segura que la casa de Slytherin produce grandes magos señor sombrero-Harriet dijo con educación, recordó a último momento el comentario de Hermione antes de entrar al gran comedor acerca de los magos más notables que estudiaron en las cuatro casas sorprendiéndose que el famoso mago Merlín fuera un estudiante de la casa de Slytherin … hasta los muggles sabían que fue un mago de la luz- pero no desearía residir en el mismo lugar que albergo al asesino de mis padres, así que por favor no me envié a Slytherin.
Un alago y luego una razón de peso, el sombrero no podía negarse a ese razonamiento, Harriet intento ser los más educada que pudo a pesar de sentirse nerviosa, no olvidaba que estaba frente a todo el alumnado, rechazar a una casa de forma intempestiva era lo mismo que rechazar a un cuarto de todo el colegio; no quería llenarse de enemigos mortales en su primer día, ya tenía suficiente con Malfoy.
Luego el sombrero susurro que era muy inteligente y podría estar en Ravenclaw, pero al final la coloco en Gryffindor, provocando vítores y aplausos.
- ¡Tenemos a Potter, tenemos a Potter! dijeron los gemelos, festejando como si se hubiesen ganado la lotería, provocando risas en Harriet, quien se acercó contenta a su nuevo hogar siendo recibida como orgullo y estrechando todas las manos que pudo.
Cuando se terminó la ceremonia de selección dio inicio el banquete, cientos de platos y copas aparecieron de la nada llenas de deliciosa comida, dulces postres y refrescantes bebidas que Harriet devoro sin recato, contenta de no pasar hambre como en Privet Drive. Luego de la cena fueron guiados por los prefectos y la jefa de su casa, la profesora McGonagall a la entrada de la sala común de Gryffindor, ubicada tras un cuadro gigante llamado “la dama gorda” que hacía de puerta, para pasar debías decir una la contraseña que cambiaba cada semana; una vez dentro los alumnos de primer año observaron que la sala era redonda, acogedora y cálida, en esta reinaba el color rojo y oro, estaba repleta por cómodos sofás, mesas, sillas, grandes ventanas con cortinas, un tablón para anuncios escolares, una alfombra cubría casi todo el suelo, una chimenea con una campana decorada con la pintura de un león, las paredes estaban decoradas con tapices escarlatas que representan brujas y magos famosos, pero también había tapices de varios animales, estanterías ubicadas en una pared, llenas de varias novelas fue lo último que observaron antes de que la jefa de su casa les diera un discurso de normas básicas de convivencia así como la historia de su fundador Gregory Gryffindor, también les informo que el dormitorio de las niñas se encontraba en el lado opuesto de los niños, para acceder debían de subir una sinuosa escalera de caoba, decorada con carmesí y oro, finalizado el discurso la profesora se retiró deseando al alumnado buen descanso pues las clases empezaban temprano y la impuntualidad no era aceptada en sus clases. Dentro del dormitorio había camas de dosel cubiertas con gruesas cortinas escarlatas pues había noches bastante ventosas y las cortinas mantenían a los alumnos abrigados, estas estaban bordados con oro, candelabros de oro iluminaban el dormitorio y brindaban un cálido resplandor, cada alumno tenía su propia cama y su propio espacio para colocar sus objetos personales, en los dormitorios también había grandes ventanas, mesas y sillas. Harriet tomo una cama cerca a la ventana y se presentó con quienes serían sus compañeras de cuarto por todos sus años de formación mágica, Lavender Brown, Parvati Patil, Fay Dunbar y Hermione Granger, todas deseando de saber las aventuras de “la niña que vivió”, pero Harriet les conto la vedad de su ordinaria vida muggle y en lugar de decepcionarlas o asquearlas la trataron con una mezcla de pena, consideración y protección, se realizó una improvisada pijamada donde todas las niñas querían domar el cabello de Harriet, una hora después Hermione anuncio que todas debían descansaran o se despertarían tarde para su primera clase, las niñas obedecieron a regañadientes…pero al pasar las horas la pequeña pelinegra no podía dormir, tenía miedo de cerrar los ojos y despertar en la alacena, así que decidió esperar el amanecer sentada en la ventana.
Notes:
Juro solemnemente actualizar este fic cada miércoles; espero que tengan paciencia pues este será un fic muy largo, intentare ser concisa, pero al ser un What If tendré que ser detallista en otros aspectos ¿ok? por cierto, si alguien que sabe ingles se ofrece de voluntario para ayudarme a traducir este fic a ingles se lo agradeceré con cada célula de mi cuerpo =) gracias de antemano a la amable persona por su apoyo, serán 7 libros, un largo camino, espero tengas mucha paciencia.
Chapter 2
Summary:
Seguimos con las aventuras de la pequeña bruja pelinegra en el primer libro, clases, escobas voladoras, perros de tres cabezas, primeros amigos, partidos de quidditch y más.
Notes:
Queridos lectores olvide comentar que en esta historia habrá unos cuantos cambios, modificaciones y corrección de errores de la saga cinematográfica, como la lealtad de la varita contra el hechizo de desarme, el basilisco en las tuberías y más…pero sobre todo alerta de spoiler ¡la redención de Draco Malfoy!, porque si lindas personitas, el rubio se merece una segunda oportunidad, tal como James Potter con Lily Evans. No puedo esperar para llegar a las reliquias de la muerte, pero todo a su debido tiempo ;) ... Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
A la mañana siguiente Harriet fue despertada amablemente por Hermione, quien no pregunto por qué se durmió en el alfeizar de la ventana, Harriet lo agradeció en silencio. Todas las niñas se cambiaron y se dirigieron a desayunar al gran comedor donde todos los alumnos la miraban, susurraban y los más entusiastas se presentaban felices de conocer a la niña que vivió, si no fuera por su compañeras de cuarto se habría perdido en hallar la clase, Hogwarts era inmenso y los alumnos rodeándola para saludarla no hacia las cosas fáciles , aun así las niñas fueron puntuales en su primera clase de transformaciones con la profesora McGonagall, hubieran sido las primeras en llegar si no fuese por un gato sentado en el escritorio de la tutora; a medida que pasaba los minutos el salón se fue llenando de estudiantes, pero la profesora no llegaba, ya era tarde cuando las puertas se abrieron revelando a Ron y Seamus jadeando por aire, festejando llegar antes que la profesora, pero de la nada el gato en la mesa salto y se trasformó en la profesora al tocar el suelo sorprendiendo a todos y amonestando a los impuntuales niños, después de presentase y demostrar que su clase no era para perezosos realizo complicadas anotaciones que todos tuvieron que copiar, luego de la teoría realizaron ejercicios prácticos: transformar una cerilla en una aguja, Harriet pidió ayuda a Hermione luego de varios intentos fallidos y para el final de la clase Hermione logro convenir su cerilla en un objeto plateado y puntiagudo mientras que Harriet logro una cerilla plateada, ganándose una sonrisa orgullosa de la profesora.
- ¡Todo fue gracias a ti Hermione! -sonrió Harriet agradecida- Serias una excelente maestra si quisieras dedicarte a eso. Hermione se sonrojo por los halagos…Harriet no entendía el por qué, seguro que por ser tan inteligente siempre la halagaban y ya debería estar acostumbrada ¿no?
En el trascurso de las semanas Harriet comprendió que hacer magia era más que agitar varitas y decir palabras graciosas, tenían que estudiar los cielos cada miércoles a media noche, aprender el movimiento de las estrellas así como sus nombres e identificarlos de forma correcta; tres veces por semana iban a los invernaderos detrás del castillo con la profesora Sprout; la asignatura que todos odiaban era historia de la magia y no por la materia sino por el profesor a cargo, un fantasma que hablaba de forma tan monótona que hacía dormir a todos; encantamientos con el profesor Flitwick era realmente interesante, y la clase que todo primer año esperaba expectante “defensas contra las artes oscuras” resulto ser una decepción, el profesor Quirrell se asustaba hasta de su propia sombra, sus tartamudos desconcentraban a cualquiera, sin contar que su clase apestaba a ajo, los rumores decían que el profesor cambio luego de ser atacado por un vampiro . Tras las varias clases Harriet se alivió de no ser la peor, todos parecían no saber más que ella, incluido los que nacieron en familias mágicas como Ron, tenían dificultades con las materias.
Cuando llego el viernes ya podía orientarse mejor a clases al andaba sola, moría de curiosidad por saber cómo serían las clases de pociones, aunque le advirtieron que no se ilusione, pues era dictado por el estricto jefe de la casa de Slytherin, que favorecía siempre a su casa con quien compartirían clases todo el año…valla y pensar que casi había olvidado la existencia de Draco Malfoy. Las clases se desarrollarían en las mazmorras, un lugar frio y lúgubre, dentro del salón había cientos de frascos con criaturas muertas flotando en líquidos de diversos colores. El profesor Severus Snape comenzó la clase pasando lista, avergonzando a Harriet por su estado de “nueva celebridad”, sonrojándola y ganándose la burla de los Slytherin; luego empezó a hacer la introducción de su curso, que Harriet escribió en un pergamino, pero el profesor al verla creyó que no estaba prestando atención, por lo cual la bombardeo de preguntas haciéndola sentir humillada e inútil a cada segundo, tal como lo hacía tía Petunia; con rabia acumulada se levantó de su asiento y confrontó al profesor, levantando su pergamino.
-En las escuelas muggles copiamos las palabras del profesor- dijo enseñando su pergamino para mostrar que escribió las palabras de presentación del curso dichas–Hace casi un mes no sabía que la magia existía, sino fuera por el guardabosques Hagrit, yo…yo… fue él quien me busco y me entrego mi carta, me conecto al mundo mágico y amablemente me ayudo a comprar mis cosas en el callejón Diagon. La razón por la cual no puedo contestar sus preguntas es porque no las sé, no pude leer ningún libro ya que al volver a la casa de mis parientes confiscaron todo lo relacionado a la magia hasta el primero de septiembre.
- ¿Y debo compadecerla ante sus circunstancias Potter? -dijo el profesor con una mueca.
- No, no busco su lastima, solo pido su comprensión por mi educación tardía, prometo esforzarme todo lo que pueda en Hogwarts porque en la casa mis parientes será imposible abrir un libro, ellos odian la magia… supongo que tengo mala suerte ¿no?, son mis únicos parientes, no tengo a nadie más en el mundo- bajo la vista, decir esas palabras hacia que sus ojos picasen.
- ¿Sus quejas son por no ser tan mimada como quisiera? ¿Necesita más ego Potter? ¿Acaso hay algo de usted que no idolatren, que no les guste? - dijo el profesor arrastrando las palabras.
-No hay nada en mí que les guste profesor Snape, cada día me recuerdan lo afortunada que soy y lo agradecida que debo ser por ser acogida cuando aparecí de la nada, siempre recordándome que pude terminar en un orfanato…sinceramente preferiría un orfanato; ellos me engañaron toda mi vida, me dieron que mis padres eran parias de la sociedad, que murieron en un accidente de auto a causa del alcohol, me dijeron que nunca se responsabilizaron de mí y me abandonaron en la puerta de su casa una fría noche cuando solo era una bebe- Harriet empezó a temblar de furia- ¡Si no fuera por Hagrit!, si no fuera por él, yo jamás habría sabido… yo aún estaría en…solo tengo 11 y se me negó la verdad, saber que alguna vez fui amada y protegida, si no fuese por Hagrit ¡¡YO NI SIQUIERA SABRÍA EL NOMBRE DE MIS PADRES!!-grito Harriet liberando accidentalmente magia rompiendo los envases con animales muertos y haciendo temblar el salón asustando a los alumnos. Cuando todo se calmó los alumnos notaron que el cabello de la pequeña bruja cambio a rojo fuego; miraba con rabia no contenida al profesor y este a la vez la miraba de forma indescifrable.
-50 puntos menos a Gryffindor por conducta inapropiada, destrucción de material académico y falta de respeto al profesor, sino toma asiento serán otros 50 puntos más-dijo mientras le daba la espalda y reparaba los frascos que explotaron en medio del arrebato mágico. Hermione jalo el brazo de Harriet para forzarla a tomar asiento, Harriet se sentía ligera, como si se hubiese quitado en gran peso de encima, pero se puso triste cuando recordó que debía volver con sus tíos cuando acabasen las clases, su pelo volvió a ser negro; no volvió a hablar en lo que quedaba de clase.
-Snape apesta, no te sientas mal cariño- dijo Lavender, acompañada de Parvati mientras Ron y Hermione caminaban a su lado, Harriet solo le dio una sonrisa cansada.
Al pasar las semanas una gran noticia sacudió el mundo mágico, alguien había intentado robar en Gringotts específicamente a la bóveda que Hagrit visito cuando fueron al callejón Diagon… ¿qué era lo que Hagrit se llevó y ahora alguien quería robar?
En clases de vuelo con la profesora Hooch la pequeña pelinegra se sorprendió por tener buen manejo de la escoba, a comparación de Hermione; la clase se estaba desarrollando con normalidad hasta que Neville perdió el control de su escoba accidentándose, la profesora corrió a llevarlo a la enfermería ordenando que nadie montara la escoba hasta que regrese o serían sancionados. Draco recogió del suelo una recordadora perteneciente de Neville, Harriet quiso recuperarlo, pero Draco fue más rápido y se montó en su escoba para arrojar el objeto al techo, Harriet empecinada con recuperar la recordadora subió en su escoba con un poco de nervios pues era la primera vez que usaba una, pero aun así logro alcanzar al rubio.
- Dámelo Malfoy o te hare caer de tu escoba-amenazo Harriet.
- ¿En serio? -dijo Draco esquivándola- Es tuya si la quieres.
Y lanzo el objeto al aire, Harriet actuó por instinto, volando tan veloz que logro atrapar la recordadora, al descender a tierra fue aplaudida por su heroica acción, pero la profesora McGonagall interrumpió el festejo; al parecer ella la vio desde su oficina y ahora debía acompañarla, Malfoy la miraba con burla pues pronto seria castigada…o eso pensó Harriet, pero resulto que la profesora la llevo con Oliver Wood, capitán del equipo de quidditch de Gryffindor, presentándola como su nueva buscadora, sea lo que significara; los gemelos también estaban en el equipo y prometieron que la protegerían “seremos tus escudos princesa”. Aun así, al no saber nada de ese deporte se sentía insegura, lo normal es que todos los alumnos jugaran en su segundo año, ella era una de las jugadoras más jóvenes del siglo, pero Hermione calmo sus dudas.
-Lo harás bien, está en tus genes- dijo confiada y la llevo a un pasadizo donde en una esquina había trofeos, al principio no entendía por qué la inteligente niña la arrastro para ver esos trofeos hasta que leyó el nombre de su padre “James Potter, buscador”. Ahí estaba, un pedazo de su padre brillando silenciosamente y Harriet solo puedo sonreír tristemente tocando el cristal con los dedos “él estaría tan orgulloso de mi si estuviera vivo” pensó, sus ojos empezaron a arder, pero esta vez no retuvo nada, lloro unos minutos, luego se limpió el rostro y siguió adelante.
De las más de 140 escaleras de Hogwarts Harriet, Hermione y Ron fueron sorprendidos por una de estas cuando se dirigían a sus dormitorios luego de la cena, cambiando la trayectoria de su camino, llegando así al tercer piso lado derecho, Hermione recordó que era una zona prohibida para los estudiantes, y con razón pues era un piso lúgubre y tenebroso que asusto a todos; los niños trataron de buscar una forma de salir pero fueron sorprendidos por la gata de Filch, eso significaba que solo tenían minutos antes que llegue el celador y los castigue, así que Hermione forzó una puerta para esconderse justo a tiempo pues el adulto llego rápidamente, se rumoreaba que sabía todos los pasajes secretos y por eso era tan veloz, nadie conocía mejor el catillo que él y los gemelos Weasley. Justo cuando Harriet suspiro de alivio al ver que el celador se retiró Ron gimió de miedo, los niños habían entrado a una habitación donde reposaba un perro de 3 cabezas pero despertó de la nada haciendo gritar a los tres de miedo, escapando rápidamente antes que las cosas se pongan feas, el perro intento morderlos pero los niños que ya estaban fuera de la habitación se protegieron con la puerta, entre los tres la cerraron con todas sus fuerzas, encerrando al perro y salieron del tercer piso mientras comentaban lo sucedido bajando las escaleras.
- ¿Vieron que había una pequeña entrada bajo sus patas?, ¡está protegiendo algo! -dijo Hermione.
- ¿Bajo sus patas? Yo estaba ocupado mirando su cabeza, que por si no lo notaste eran 3, ¿por qué la escuela tiene algo tan peligroso?, ¡podría matar a alguien! -dijo molesto Ron.
¿Qué era lo que estaba protegiendo ese animal? Harriet moría de curiosidad mientras daba vueltas en su cama intentando dormir.
Una tarde cuando Harriet termino sus deberes y estudios extra en la biblioteca autoimpuestos para no volver a explotar en pociones, fue citada por el capitán del equipo de quidditch, Oliver Wood al patio para enseñarle todo lo que debía saber del deporte, resulto ser una especie de fútbol-baloncesto aéreo que se jugaba volando sobre escobas, era el deporte favorito de los magos de todo el mundo; y que ella tenía el puesto más importante “buscadora”, su deber era atrapar una objeto esférico dorado con alas no más grande que su mano, que se movía rápidamente y al ser tan pequeño debía volar por el campo de juego buscándolo, la snitch dorada, si la atrapaba ganaban 150 puntos … demasiada presión para una sola persona pensó la pequeña pelinegra, pero su padre había sido el mejor buscador, rezo para que realmente haya heredado en sus genes su habilidad y espero que la suerte le ayudara.
Al pasar las semanas quedo irrefutable que Hermione brillaba en todas las clases como una vela en la oscuridad, siempre alzando la mano, siempre creando buenos hechizos, siempre dominando la magia primero que todos y ganándose puntos extra de los profesores por buen desempeño, corrigiendo a Ron en encantamientos en un hechizo de levitación.
-Es una presumida e insoportable-le dijo a Harriet al finalizar la clase y dirigirse al gran comedor para la cena especial de Halloween, acompañado de Lavender, Parvati y Seamus- Es leviosa, no leviosaaa. Los acompañantes se rieron de su imitación pero Harriet frunció el ceño.
-Ahora sé porque no tiene amigos- dijo Ron con ímpetu.
-No deberías hablar así de ella-dijo Harriet mirando a Ron firmemente, para dar a entender que no le parecía gracioso, pero ya era muy tarde, Hermione escucho la burla y huyo de ellos corriendo.
-Creo que sentí sus lágrimas- dijo Parvati.
-Ron, sé que eres el sexto hijo de una familia mágica, pero Hermione y yo recién lo descubrimos hace dos meses, no sabíamos nada de este mundo a comparación de ustedes-miro a cada uno de los niños- sentimos cierta presión porque ustedes nacieron con ventaja, sentimos que si reprobamos nos echaran del colegio, por eso pasamos nuestras tardes libres en la biblioteca, estudiamos porque no queremos que nos boten de lo mejor que nos ha pasado. Hermione es una gran niña, muy capaz y merece estar aquí, pero aun así ella siempre está en la biblioteca, ella llega siempre antes que yo y se retira mucho más tarde que yo, pasa todo su tiempo libre esforzándose, estudiando, pero aun así nadie la aprecia, no tiene amigos reales solo compañeros ¡y para el colmo la acabas de quebrar!
Harriet vio al pecoso niño sonrojarse al punto de adquirir el color de su pelirrojo cabello, ella le dio la espalda y corrió para la dirección por donde se fue Hermione.
- ¡La vi bajar a las mazmorras, quizá se fue al baño Harriet! - grito Lavender para hacerse oír antes de que esta desparezca.
Cuando Harriet llego al baño escucho unos sollozos detrás de un cubículo, el sonido paro al escuchar la respiración agitada de la pequeña pelinegra, adivino que se avergonzó ser descubierta llorando por otra alumna.
-Soy yo Hermione-dijo suavemente Harriet.
-Vete, ¡quiero estar sola! -chillo Hermione, enfadada que alguien más la haya oído sus sollozos.
- No este día Mione- dijo Harriet con confianza.
-Te perderás la cena especial por Halloween- dijo Hermione intentando alejarla.
-No tengo apetito, además yo también quiero estar sola…pero contigo- respondió y sin importarle nada se sentó en el suelo con la espalda apoyada en el cubículo donde se encontraba Hermione.
-Para ser la niña que vivió eres muy terca- gimió Hermione con la nariz tapada.
-Y tu demasiado brillantes que eclipsas a cualquiera.
- ¿Eso es malo?
-Solo si lo haces de la manera incorrecta, alzas la mano para responder cada pregunta a cada instante de cada profesor porque sabes la respuesta, pero lo haces con tanto ímpetu que parece arrogancia, como si quisieras demostrar que solo tú sabes y el resto solo somos holgazanes, no dejas que otros tengan la oportunidad de responder, acaparas todas las preguntas solo para ti.
Hermione abrió el cubículo, Harriet casi se cae de espaldas al perder su apoyo y miro a Hermione, la niña tenía los ojos hinchados, su enmarañado cabello marrón se veía más indomable que nunca, sus mejillas tenían huellas de lágrimas y su nariz estaba roja.
-Esa no era mi intención.
-Lo sé, pero debes tranquilizarte, no necesito ser vidente para saber que serás una de las mejores brujas de nuestra generación, tomate los cursos con calma, no desesperes por responder todas las preguntas, mereces más que nadie estar aquí, tu lugar es aquí, no te sobre esfuerces por ser la mejor en todo, solo da lo mejor de ti y será suficiente.
Hermione la miro, ensimismada, intentando procesar sus palabras.
-Pero yo…-A Hermione se le apago la voz mientras se sentaba en el suelo con Harriet-Yo quiero… quiero demostrar que sin importar haber nacido de muggles puedo ser tan competente como cualquier niño nacido de magos, quiero demostrar que la sangre no hace al mago sino la habilidad y el esfuerzo.
-Si ese es tu meta, está bien, pero no estén tan ansiosa por responder todas las preguntas, provocaras que todos los alumnos se sientan inferiores y te molestarán solo para sentirse mejor, dales unos segundos para que puedan participar y si nadie sabe la respuesta entonces responde y ¡patéales el trasero!
Hermione se rio de las palabras de Harriet, las niñas se quedaron toda la noche conversando sin importarles la cena de Halloween; el corazón de Harriet latía con emoción, sentía que oficialmente estaba haciendo su primera amiga en su vida y no podía dejar de sonreír, en esos 2 meses sentía que solo tenía compañeros de clase, compañeras de habitación y un enemigo mortal mas no amigos reales, todo el alumnado moría por conocerla y estrechar su mano pero todos ya tenían su grupo de amigos, y la presencia de la niña que vivió era demasiado magnifica para intentar ser algo tan simple como una amiga, la ponían sobre un altar que no podía bajar aunque quisiera, siempre la increíble niña que vivo, nunca una pequeña niña que quería hacer amigos ….pero Hermione la trataba como una alumna más, la reñía cuando holgazaneaba, la despertaba para ir a clases temprano, le ayudaba a entender las materias, le decía que partes de los libros debía prestar más atención; pero ahora su relación dio un paso más adelante al confrontarse y apoyarse, inclusive le puso un apodo y … ¡Hermione no reaccionó mal!, la mirada de Hermione parecía pensar lo mismo “tengo una amiga”, mientras charlaban de sus vidas antes de Hogwarts. Para confirmarlo Harriet le propuso a Hermione crearse pulseras de la amistad y Hermione respondió que tenía muchas piezas de brazaletes y que podía traerlos el próximo año, alegrando aún más a Harriet que se abalanzo a abrazarla tumbando a Hermione, quien solo se río del acto. Tener a una amiga era genial y Harriet sabia con cada célula de su cuerpo que su amistad duraría toda la vida.
- Alguien ha visto a Harriet- pregunto Neville preocupado- se perderá la cena por completo.
- Se fue siguiendo a Hermione al baño de niñas en las mazmorras-respondió Seamus con la boca casi llena de pastel.
- ¿Por qué se tarda tanto? -pregunto George.
-Yo vi que Hermione estaba llorando, estoy segura que Harriet se quedó a consolarla- respondió Parvati.
- ¿Qué fue lo que ocurrió? - se coló Fred a la conversación.
- Tu hermano Ron se burló de Hermione por ser una buena estudiante- riño Lavender.
- Estar celoso de alguien solo porque es mejor que tu es muy infantil Ron- lo reprendió Parvati.
- ¡Pero ustedes se rieron! - se defendió Ron.
- De tu imitación, de esa rara voz chillona que pusiste al tratar de imitar a una niña-explico Lavender provocando un furioso sonrojo de Ron por segunda vez.
Antes que los gemelos pudieran reprender a Ron por su infantil y estúpido comportamiento, llego el profesor Quirrell gritando que un troll se metió al castillo y se dirigía a las mazmorras, después de gritar se desmayó, provocando caos en los estudiantes que se movían sin saber qué hacer, George y Fred intercambiaron miradas, comunicándose en silencio y corrieron a las puertas del comedor.
- ¡¿A dónde van?!- grito Ron asustado corriendo detrás de ellos creyendo que lo abandonaban.
- ¡Por las chicas, ellas no tienen idea del peligro que corren! - grito George sin detenerse.
Ron se paralizo de miedo, tras él las puertas del gran comedor se cerraban, pero aun así pudo escuchar al director pedir calma y que por seguridad todos los alumnos se quedarían en los sus asientos cuidados por todos los docentes mientras otros se encargaban de resolver el problema pues llevarlos a sus habitaciones sería demasiado peligroso, en especial para los alumnos de Slytherin pues el troll estaba donde se ubicaba su sala común; Ron podía tocar y rogar que lo dejen entrar, pero la culpa pesaba más que el miedo así que corrió para alcanzar a sus hermano.
Presurosos y con mucha cautela llegaron a las mazmorras, pero ya era muy tarde, el monstruoso troll iba de camino al baño de niñas arrastrando un mazo gigante. La primera en advertir el peligro fue Harriet, jalando de la mano de una confundida Hermione para esconderse dentro del cubículo, pero antes de explicarle que pasaba el troll destrozo el cubículo con su mazo obligando a las niñas a agacharse y gatear de un cubículo a otro mientras intentaban huir del monstruo, pero al no lograrlo comenzaron a gritar por ayuda, llegando casi de inmediato los gemelos seguido de un aterrado Ron.
- ¡Princesa vete, huye mientras lo distraigo! -grito George
Pero el troll volvió a atacar el cubículo donde se encontraban las niñas, gritando aterradas.
- ¡Auxilio, auxilio! – grito Hermione
Los gemelos empezaron a tirarle restos destrozados del cubículo, especialmente en la cara, pero el troll destrozo el ultimo cubículo donde estaban escondidas las niñas, estas huyeron al lavadero Harriet poniéndose como escudo humano ante Hermione ante el próximo ataque; George no pensó, solo actuó y con varita en mano se lanzó al troll y se colgó al mazo, pero el monstruo lo agito tanto que termino en sus hombros, enfadado intento quitárselo de encima, pero George se aferró con fuerza.
- ¿Que estás haciendo?, ¡baja de ahí! -grito Ron preocupado por su hermano. En medio del ajetreo George metió sin desear su varita en la nariz del troll, el troll furioso lanzo un gruñido y colgó al chico de cabeza sosteniéndolo de uno de sus pies.
- ¡George! - grito Fred y lanzo al troll un hechizo- ¡AGUAMENTI!
El troll soltó su mazo para protegerse del agua y lanzo a George con fuerza al suelo, Fred corrió para atrápalo, pero ambos terminan tumbados en el suelo.
- ¡¡Ron!!, ¡ya soltó su mazo, golpéale la cabeza con eso! - grito George.
- ¡Estás loco!, ¡eso pesa demasiado! -chillo Ron.
-Usa el hechizo de levitación- grito Hermione- ¡Switch y flick!
Haciendo caso Ron realizo el hechizo de levitación y logró colocar el mazo encima de la cabeza del troll, dejándolo caer de golpe, dando un golpe certero, dejándolo inconsciente. Una vez que comprobaron que todos se encontraban bien Fred rompió en risa al ver la varita con moco de troll de su hermano, los demás rieron por salir bien librados de tan peligrosa situación; aunque las risas murieron cuando llego la profesora McDonald, el profesor Quirrell y el profesor Snape, mientras los 5 eran reñidos, Hermione se culpó de todo siendo sancionada restando puntos a su casa y la profesora premio las heroicas acciones de los 4 restantes, Harriet noto que la pierna del profesor Snape estaba herida, este noto su mirada y cubrió su pierna con su larga túnica negra…¿cómo pudo hacerse tremenda herida dentro del colegio?, sus divagaciones fueron interrumpidas cuando la profesora los mando a la cama. De camino a la sala común los gemelos obligaron a Ron a pedir disculpas a Hermione, ella al principio lo vio molesta pero luego suavizo su expresión y acepto sus disculpas pues “eso es lo que hacen los amigos”, Harriet nota que hacer amigos era más fácil de lo que creía y acepto gustosa que el niño pelirrojo sea oficialmente su amigo, formándose así el trio dorado.
A la mañana siguiente en la hora del desayuno Harriet nota que el profesor Snape cojea y comparte con sus dos amigos sus sospechas: “¡Snape quiere lo que el perro está protegiendo, seguro metió al troll al castillo para provocar el caos y robar el objeto, pero el perro lo mordió y por eso cojea!”
-Esa es una acusación grave Harriet, ¿por qué quería robar el objeto que tan celosamente protege el perro? -pregunto Hermione.
-Esa es la verdadera pregunta- dijo frustrada Harriet.
-Yo escuche decir -dijo Ron susurrando- que él antes era un seguidor del que no debe ser nombrado, quizá…
Ron paro de hablar al notar que Hedwig traía un gran paquete para Harriet, sus amigos le ayudaron a desenvolverlo, revelando ¿una escoba?
- No es solo una escoba, ¡es la Nimbus 2000!, ¡la escoba de carreras más veloz del mundo creada para deslizarse fácilmente como un ave, algo cara pero definitivamente dinero bien gastado!
Harriet le susurro a Hermione que Ron parecía un comercial de tv muggle y las niñas se rieron del ensimismado niño; pero ¿Quién le daría tan costoso regalo? Busco con la mirada al responsable y se topó con la sonrisa orgullosa en el fino con el rostro de la profesora McGonagall, entendiendo de inmediato.
- G-r-a-c-i-a-s- vocalizo sonriendo, esperando que la profesora le leyera los labios ya que estaba demasiado lejos como para agradecerle correctamente; definitivamente se acercaría a ella cuando el desayuno acabase.
Y el día del partido inaugural de quidditch llegó para emoción de muchos y miedo de una pequeña pelinegra, Gryffindor contra Slytherin, un día frio de noviembre, el estadio ovalado estaba completamente lleno y a cada paso Harriet se llenaba de nuevas oleadas de miedo, “¿y si fallaba?” ¿y si nunca lograba divisar la snitch dorada? ¡¿si realmente no heredo las habilidades de su padre?!” con el corazón en la garganta pregunto al capitán por su primer partido mientras salían de los vestidores y se dirigían al campo de juego… no la tranquilizo saber que él acabo en la enfermería y solo jugo 5 minutos.
- Tranquila princesa-dijo George- lo harás de maravilla, solo mantén los ojos bien abiertos.
- Y cuídate de los bludgers, pueden dejarte inconsciente y tendré que volar para salvarte- bromeo Fred...blanca como un fantasma Harriet veía que las bocas de los gemelos se movían, pero estaba tan nerviosa que sus oídos comenzaron a traicionarla, no escuchaba nada, empezaba a sentir que sus manos sudaban copiosamente casi resbalándose la escoba, su visión comenzaba a ser invadida por puntos negros, sus pulmones se negaban a respira con normalidad y su estómago dolía ¡estaba teniendo un ataque de pánico! , así que hiso lo que siempre hacia cuando tenía miedo: …cantar; su corazón latía tan rápido que le recordó al inicio de la canción más valiente que recordaba, Eye of the Tiger, así que sin importarle nada comenzó a cantar la primera estrofa con voz temblorosa, a cada estrofa sentía que volvía a ser ella misma, cuando termino el coro su ataque de pánico se evaporo.
- Esa fue una gran canción, nunca la oí princesa-dijo George maravillado.
- ¡Se llama Eye of the Tiger! -dijo Alicia Spinnet sorprendida.
- ¡Podemos cantarla antes de jugar!, de los cambiadores al campo de juego- dijo Angelina Johnson animada.
- ¡Si! ayudaría a calmar los nervios, si no fuera por Harriet habría vomitado- dijo la cazadora Katie Bell.
Y así una nueva tradición en el equipo de Gryffindor nació, cantar Eye of the Tiger antes de salir a jugar ruborizando profundamente a Harriet, pero encontrando el valor necesario para montar en su escoba.
El árbitro, la profesora Hooch pidió un juego limpio, pero le capitán del equipo rival de Slytherin se dedicó a hacer trampa cuando esta no lo veía, aun así, gracias a las habilidades de Angelina Johnson logran anotar, pero Slytherin logra recuperarse; sin embargo el equipo de los leones no se deja amedrentar, los gemelos Weasley logran defender su puesto con gran habilidad impidiendo a las serpientes anotar más puntos. Harriet esquiva una bludgers y empieza a volar buscando la snitch dorada hasta que su propia escoba se revela amenazándola con hacerla caer.
Hermione se da cuenta del anormal movimiento de la escoba y deduce que es a causa de un hechizo.... ¿pero de quién?
- ¡Se va a matar! -grita Lavender asustada.
- ¡Harriet! -grita Parvati preocupada- ¡que alguien la ayude!
- Debe ser Snape- grita Hermione a Ron- para hechiza un objeto debes mantener el contacto visual o el hechizo se acabará, ¡debo hacer que pare!
Sin esperar nada corre a la zona donde se encontraban los profesores y cuando encuentra a Snape incendia su capa, al notar el fuego este se mueve furiosamente intentando apagar las llamas, empujando a los profesores que estaba sentados cerca de él, su contacto visual se rompe y por fin Harriet recupera el control de su escoba y vuelve al partido visualizando la snitch dorada, demostrando gran destreza y velocidad, hace maniobras arriesgadas y logra atrapar el objeto dorado aunque casi se la trago, ganando así 150 puntos y por ende el partido para alegría de Gryffindor y rabia de Slytherin; fue vitoreada en el campo y festejada en la sala común de su casa, cuando la algarabía paso y retornaron a sus habitaciones agradeció a Hermione por su ayuda o habría terminado en el hospital, “eso es lo que hacen las amigas ¿no?” dijo ella sonriendo.
Tras el trascurso de los días entre sus horas de estudio, avances de tareas y prácticas de quidditch, Harriet logro por fin darse tiempo para visitar a Hagrit, sus amigos la acompañaron pues tenían mucha curiosidad por saber cómo era la persona “que la conecto al mundo mágico”, este les convido té y pasteles de piedra en su cabaña y el tras una ligera platica el trio compartió todas sus inquietudes con respecto al profesor Snape.
- Eso es ridículo-dijo sorprendido por las palabras de los niños-el profesor Snape es uno de los que cuidan el objeto.
- Pero Hagrit, Snape es malo, es abusivo con todos los alumnos a excepción de los de Slytherin y a mí me odia, no hay clase donde no se meta conmigo; oportunamente gracias a Hermione y sus técnicas de estudio puedo rendir mejor en clase, pero Snape definitivamente me odia.
- ¿Qué? Eso no es cierto- dijo Hagrit. Pero si eso era cierto, ¿por qué Hagrit desvió su mirada? - Ya dejen al profesor Snape en paz niños, no se metan en los asuntos de Dumbledore y Nicolas Flamel
- ¿Nicolas Flamel? - pregunto el trio al mismo tiempo.
- No debí decir eso, no debí decir eso- se reprendió Hagrit.
Hermione al no saber la respuesta arrastro a los niños a la biblioteca para buscar al mago, pero por más libros que consultaban no lograron encontrar nada…la biblioteca de Hogwarts era inmensa y Flamel podría estar en cualquier libro.
Los meses pasaron raudamente y diciembre trayendo consigo una gran nevada blanca, dando paso a las vacaciones de navidad, donde los alumnos podían escoger entre quedarse en el castillo o volver a sus hogares para pasarla con sus familiares, Harriet definitivamente se quedaría en el castillo por obvias razones al igual que todos los hermanos Weasley pues sus padres y hermana menor viajaron a Rumania a visitar a su hermano Charly… Para entretenerse Harriet empezó a jugar ajedrez mágico con Ron, fascinada por como cada pieza se movía y literalmente destruía a su enemigo.
- Ron, ¡eres realmente bueno es esto! - dijo Harriet perdiendo nuevamente la partida.
- Supongo que solo es practica-dijo el niño un poco avergonzado que alguien reconozca sus habilidades - veras el secreto del ajedrez mágico es…. Pero fue interrumpido por sus compañeras de habitación y Hermione quienes tenían sus baúles listos pues pasaran las vacaciones con sus familias.
- Solo quiero recordarles que deben aprovechar el tiempo y buscar por toda la biblioteca su tarea en particular-dijo Hermione sabiendo que había otras alumnas que podían escuchar susurro mientras abrazaba a Harriet- y si después de todo no obtienen resultados busquen en la sección prohibida…. Felices fiestas chicos, es hora que me valla o perderé el tren.
- ¡Felices fiestas Harriet querida, vigila tu lechuza porque te llegara un paquete de mi parte, nos vemos pronto! - dijo Lavender mientras le daba un sonoroso beso en la mejilla.
- Te enviaré un regalo Harriet- dijo Parvati mientras la abrazaba despidiéndose para alcanzar a Lavender.
Harriet se quedó mirándolas, pensando que hacer amigos era más fácil de lo que creyó, bastaba con que uno abriera su corazón, sea sincera y esperar si eso era suficiente para que la otra persona la incluya en su mundo, también se dio cuenta que la verdadera amistad no teme las distancias, ser amigos no significaba pasar todos el tiempo juntos; mientras halla confianza y sincero interés por el bienestar de la otra persona entonces el vínculo estaría vigente, y aprovecharía cada ocasión para poder demostrar su afecto, debía de conseguir los regalos perfectos ahora que tenía dinero disponible; quizá no pasaran mucho tiempo con las niñas como lo hacía con Hermione o Ron, pero Harriet sabia que las niñas siempre se preocupaban por ella y casi todas las noches gracias a ellas se sentía como en una pijama eterna donde intentaban domar su salvaje pelo, pintarle las uñas y contarle chismes…pensándolo bien también debía conseguir regalos para los gemelos Weasley y Hagrit.
Navidad llego y Harriet se despertó en su habitación rodeada de camas vacías y aunque una parte de ella quería hundirse en la tristeza por no tener familia para festejar las fiestas y no salir de su abrigado cobijo, recordó que le prometió a Ron despertar temprano, reunirse en la sala común y abrir sus regalos; por lo que se coloco una chompa vieja de su primo encima de su pijama y salió a la sala común.
- Harriet…. ¿tienes idea de cuanto te estuve esperando?, inclusive intente ir a tu habitación ¡pero la escalera se trasformo en un tobogán! -dijo Ron con frustración.
- Lo siento me quede dormida…pero Ron, ¡los niños no pueden ir a la habitación de las niñas!, la profesora McGonagall dijo que la escalera esta encantada para no dejar entrar a niños, ¿recuerdas?
- No…-dijo el niño ruborizado-Espera espera Harriet primero que nada, ¡Feliz navidad!
- Feliz navidad-dijo Harriet sonriendo. Ambos se acercaron al gigantesco árbol a buscar sus regalos, los primeros que Harriet recibiría y tal como prometieron sus recién descubiertas amigas le enviaron regalos envueltos en lindos empaques, también Hagrit, Ron, los gemelos y Hermione le regalaron curiosos objetos, hasta la madre de Ron le obsequio un bonito suéter con la inicial de su nombre, Harriet lo abrazo con alegría y se lo coloco ahí mismo, definitivamente botaría a la basura la vieja chompa de Dudley hoy mismo. Justo cuando los niños creyeron abrir todos sus regalos Ron encontró una caja con su nombre, enviado sin remitente, al abrirlo se descubrió que era una capa y una tarjeta decía “Tu padre me dejo esta posesión antes de morir, es hora que tú lo tengas, úsalo bien” …que raro.
- Bueno que esperas, ¡pruébatelo! - la insto Ron
- Ok fanático de la moda-dijo Harriet con graciada por el comportamiento del niño, colocándose la capa.
- No es eso sino… ¡HARRIET! - exclamo casi saltando de su lugar.
- ¿Me veo tan mal? - se sorprendió por la actitud de Ron.
- ¡No!, ¡TU CUERPO DESAPARECIO! - grito agitado Ron- ¡es una capa de invisibilidad!
Ciertamente fue una sorpresa cuando la pequeña pelinegra no pudo ver su cuerpo, entendiendo el mensaje de la tarjeta que vino con la capa; Ron y ella se vieron a los ojos con la misma idea en mente “con la capa podía ir a la sección prohibida de la biblioteca y con suerte encontrar información de Nicolas Flamel” y ella lo haría esa misma noche.
Notes:
Muchas gracias por seguir el fic, he aquí unas cuantas explicaciones de las modificaciones que me tome la libertad de hacer, pero no explicar:
1. Las varitas tienen vida propia, son selectivas al momento de elegir a su amo, Ollivander extrae sangre al mago y lo ofrece a las varitas, al final una domina a las demás y absorbe la sangre aceptando al mago finalizando el ritual…con la varita de sauco el ritual cambia pues al ser una reliquia maneja sus propias reglas que explicare luego. Y si un mago desea robar la varita de otro mago tiene 2 opciones: forzarla a ser su nuevo amo o …. ta ta taaan, lo sabrán a su debido tiempo.
2. Harriet es casi idéntico a Harry en carácter con la diferencia que ella es mas sincera, astuta y no sabe ocultar sus emociones; no le da vergüenza decir que es maltrata por sus parientes, no le importa su ego … secretamente espera que alguien escuche sus gritos de auxilio y la alejen de sus tíos.
3. Al ser la protagonista principal mujer su mejor amiga será Hermione, pero el trio de oro seguirá existiendo; también se relacionará más con las niñas de otras casas, pero en especial con sus compañeras de habitación: Lavender, Parvati y Fay.
4. Al ser abandonada desde niña, donde nadie se preocupaba si estaba demasiado tiempo encerrada en la alacena, o noches con tormentas llenas de truenos, o dejada a su suerte cuando sus tíos se iban de vacaciones o consolarla si tenía una pesadilla, Harriet encontró refugio y consuelo en la música, cantando cuando sentía que se quebraría; conocía muchas canciones gracias a los adolescentes vecinos de Prive Drive y sus largas jornadas haciendo tareas obligatorias por tía Petunia en el jardin.
Chapter 3
Summary:
Nicolas Flamel y el atrapante espejo de Oesed hacen su aparición, nuestra pequeña bruja presenciará el nacimiento de un dragón y una misión en el bosque prohibido pondrá a prueba su valor.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El plan iba a la maravilla hasta que casi es atrapada por Filch, huyendo de este por un pasadizo, donde en una esquina se encontraba Snape intimidando al profesor Quirrell, Harriet apenas pudo retener un suspiro de irritación al ver esa escena “valla, no solo molesta a los alumnos sino también a los profesores” pensó con amargura, pero sus divagaciones fueron interrumpidas cuando llego Filch a pedir ayuda a Snape pues había un estudiante suelto que deambulaba por la biblioteca ignorando el toque de queda, obligando a Harriet a huir y esconderse en una aula en desuso, estaba casi vacío a excepción de un enorme espejo tan alto como el techo, con un marco dorado trabajado, apoyado en unos soportes con forma de garras; al pararse frente al espejo vio a dos adultos detrás de ella, asustada giro rápidamente pero no había nadie en el salón, giro al espejo y observo a los dos adultos, una bella mujer con cabello rojo fuego, dueña de unos hermosos ojos vedes y piel de porcelana, a su lado había un hombre de cabello negro corto tan rebelde como el de Harriet, el hombre usaba lentes tras los cuales se escondían unos radiantes ojos de color avellana, tenía la piel dorada y una expresión divertida; el corazón de Harriet latió dolorosamente entre sus costillas.
- ¿Mama?... ¿Papa? - pregunto con un temblor en su voz. La mujer coloco una mano lentamente en el hombro de Harriet; pero ella no sintió toque alguno, en su hombro solo había mechones de su pelo rebelde, el salón seguía vacío, solo estaba Harriet y el espejo que mostraba el reflejo de dos personas que la miraban y sonreían, con mucho cariño en sus ojos.
Emocionada por su descubrimiento corrió a la habitación de los niños y forzó a Ron a despertar para mostrarle a sus padres, pero el niño en lugar de mirar a los adultos, se vía a sí mismo como capitán del equipo de quidditch siendo aplaudido por todos y felicitado por el director… ¿Por qué Ron no veía a sus padres? ¿Acaso el espejo funcionaba de forma diferente dependiendo de quién lo mirase?
A partir de esa noche Harriet se escapaba de la torre de Gryffindor usando su capa de invisibilidad para visitar sin falta el espejo hasta casi el amanecer, sentándose y viendo a sus padres mirarla con amor, siempre tranquilos, siempre sonrientes, siempre imposibles… hasta que una noche fue atrapada por el director Dumbledore, quien le explico que ese era el espejo de Oesed.
- Rebela los más profundos y desesperados deseos del corazón, posee de una magia peligrosa, muchos magos y brujas enloquecieron por enfocarse solo en sus sueños Harriet y tu pequeña ves a tus padres, debido a que nunca los conociste- Harriet no respondió, solo siguió mirando el espejo.
- ¿Y usted que ve director? -pregunto Harriet mirando aun ausente el espejo.
- Me veo con un par de calcetines gruesos de lana, porque uno nunca tiene suficientes calcetines- dijo Dumbledore con una sonrisa, logrando sacar a la niña de su estado absorto, haciéndola reír- Harriet mañana se moverá el espejo y debo pedirte que no lo busques más.
-No quiero…- dijo frunciendo el ceño y volviendo a mirar el espejo- No lo entiende, quizá usted tuvo suerte de creer con una amorosa madre y un amable padre, pero yo no; soy maltratada y casi infeliz la mayor parte del tiempo en Prive Drive, pero este espejo me hace sentir amada y feliz.
Dumbledore la miro con comprensión, como si entendiese de que hablaba, se acercó a ella y se arrodillo colocándose a su altura y colocándole las manos en los hombros.
-El espejo es peligroso porque te aleja de la realidad, te hace vivir en un mundo feliz pero falso, fuera de esta aula te he visto desanimada, triste y hasta arisca Harriet- Dumbledore le tomo la barbilla para que deje de mirar el espejo y la mirase a él- Te estas olvidando de vivir en el mundo real por solo vivir en un mundo de ilusiones; quizá tuviste mala suerte con tus tíos, pero el mundo es más grande que Prive Drive, eres amada aquí, por muchas personas: la señorita Granger, los hermanos Weasley, las señoritas Lavender y Parvati, el guardabosques Hagrit, la profesora McGonagall ,tu equipo de quidditch, miles de magos y brujas que agradecen tu existencia al derrotar a Voldemort y poner fin a tiempos de angustia y muerte; eso me incluye a mí también.
- Si me quita el espejo será como volver a perder a mis padres por segunda vez- dijo la niña con voz entrecortada.
-Es solo una fantasía Harriet, un dulce veneno, pero veneno al final- dijo tocando el espejo con la yema de sus dedos. Harriet se dio cuenta que el director mentía, no veía algo gracioso sino algo triste; ella reconocía como la tristeza volvía opaco los ojos, como si les quitara el brillo especial que tenía la vida, el director tenía esa mirada al ver el espejo.
- ¿Tiene hijos o nietos director? - pregunto intentando ahora ella que él dejase de ver el espejo.
- No tuve esa oportunidad Harriet- dijo mirándola.
- Aun no es tarde; usted no tiene hijos o nietos y yo no tengo padres… tal vez… ¿sería muy osado pedirle que me adoptara?
Se hiso un silencio entre los dos, Dumbledore la veía asombrado y Harriet le sostenía la mirada firmemente, ella no estaba bromeando, pensar en volver con los Dursley le hacía doler el estómago.
-No puedo hacer eso Harriet, tú ya tienes familia.
-Me tratan horrible, no me quieren en esa casa-repuso ella.
-Lo siento mi niña, pero no puedo.
-Si puede, pero no quiere- dijo ella frunciendo el ceño- Al quitarme el espejo me deberá dar algo a cambio, aunque sea algo pequeño, lo llamare abuelo en privado… hasta que usted desee llamarme hija en público, seremos familia, aunque no quiera.
Harriet ceso la conversación, la tristeza fue apagada por la amargura; quizá no sea hoy pero definitivamente un día seria libre de los Dursley. Agarro su capa y huyo antes que el director la castigara por prácticamente forzarlo a aceptar su infantil condición… a él, unos de los magos más poderosos del mundo mágico; quizá forzarlo a tener ese vínculo le ayudaría a salir más rápido de la casa de sus tíos y realmente Harriet necesitaba algo a lo que aferrarse, una luz al final del túnel, una promesa esperanzadora cuando sea un mal día en Privet Drive.
Para distraerse del dolor de la perdida por el espejo Harriet uso todas sus energías en buscar información de Nicolas Flamel por la sección prohibida pero con cuidado para de no ser atrapada.
Las vacaciones de navidad se terminaron y las clases continuaron, Harriet se sentía más preparada para cada clase gracias a Hermione, hasta en las clases de pociones; mientras que en quidditch su equipo ganaba todos sus partidos, aunque el árbitro fuera el mismísimo Severus Snape, para vergüenza de Harriet derroto aplastantemente a Hufflepuff al atrapar la snitch dorada en 5 minutos tras iniciar el partido, ganándose el apodo de “el arma secreta de Gryffindor”. Mientras pasaba tiempo extra en la biblioteca haciendo las tareas Harriet por fin logro dar con el libro ¡habían buscado en las secciones más inciertas y alejadas, pero Nicolas Flamel era un personaje tan celebre que se encontraba en la parte céntrica de la biblioteca, la misma que habían ignorado!... era tan famoso que hasta Ron tenía un cromo de rana de chocolate y no era para menos pues era el único alquimista que logro fabricar exitosamente la piedra filosofal.
- No solo puede convertir cosas en oro, sino que posee el elixir de vida ¡convirtiendo a cualquiera en inmortal! - exclamo Hermione, uniendo piezas de información.
- Eso es lo que Fluffy debe estar cuidando- concluyo Harriet- debemos ir con Hagrit hoy al anochecer, nos escabulliremos con la capa invisible y así no nos meteremos en problemas.
Y aunque Hagrit se negó a dejarlos entrar por estar muy ocupado, rebelar saber de la piedra filosofal lo animo a dejarlos pasar; cuando terminaron de compartir sus sospechas Hagrit lo desaprobó.
- Lo que dicen es un disparate, el profesor Snape es uno de los encargados de cuidar la piedra; está bien resguardada, nadie sabe cómo pasar a Fluffy excepto Dumbledore y yo… no debí decir eso.
Pero Hagrit dejo de hablar para poner toda su atención en ver el cómo un gran huevo se abría dando paso al nacimiento de un dragón bebe.
- Gane ese huevo de dragón en una apuesta legal, aunque pareciera que el mago perdedor se sintió bien al deshacerse de el- dijo Hagrit con amargura- Hola pequeñín, tu nombre será Norberto.
Pero al alzar la vista a la ventana Hagrit se dio cuenta que estaban siendo espiados y nada más que por Malfoy. Al regresar al castillo el trio dorado es reprendido y castigado por la profesora McGonagall y los cuatro niños incluido el delator Malfoy son castigados a internarse en el bosque prohibido con una misión. En la entrada del bosque se encontraba Hagrit con ojos llorosos… se habían llevado a su pequeño dragón.
- Es solo un bebe, ¿qué pasa si no les gusta a los demás dragones? - dijo Hagrit con la vos quebrada.
- El estará bien Hagrit- dijo Harriet conmovida del gran corazón del hombre- Puedes comunicarte con el hermano de Ron, Charly, para seguir en contacto con Norberto.
El gigante hombre asintió y se calmó, él los acompañaría al boque junto con su gran perro Fang, un mastín napolitano negro; su misión era encontrar a un unicornio herido, para cubrir mayor terreno se separarían en dos grupos, Harriet con Malfoy y Hagrit con Hermione y Ron; Malfoy pidió de inmediato a Fang como compañía extra, pero Hagrit le advirtió que su perro era un cobarde intranquilizando al pelirrubio, poniéndose todos en marcha.
- Esperen a que mi padre se entere, ¡nos tratan como sirvientes! - decía mientras caminaba entre la maleza sosteniendo la única luz, una lampara antigua.
- ¿Crees que ayudar a un animal herido es trabajo de sirvientes? - pregunto Harriet- Acaso tu corazón no conoce de bondad? ¿O es solo el miedo haciendo que digas tonterías? ¿Tienes miedo Malfoy?
- Ach, yo no tengo miedo… ¡¿escuchaste eso?!- dijo alumbrando a sus espaldas, el niño tenia miedo pero jamás lo admitiría.
- ¡Malfoy, casi me caigo!... dame la mano.
- ¿Qué? ¿Por qué? ¡No quiero! - dijo Draco adoptando una actitud defensiva.
-Cuando era más pequeña mis tíos me dejaban mucho tiempo sola en casa y cuando tenia miedo cantaba, era casi mágico como dejaba de tener miedo casi al instante… además te mueves más que una gelatina, no alumbras el camino, tienes la única lampara y ¡casi me tuerzo el pie! - reclamo Harriet.
Y sin importar las quejas del niño, Harriet tomo su mano, lo obligo a avanzar iluminando sus pasos, esquivando raíces de árboles, malezas, ramas esparcidas y comenzó a cantar…
We're talking away
I don't know what
I'm to say I'll say it anyway
Today's another day to find you
Shying away
I'll be coming for your love, okay?
Take on me “take on me”
Take me on “take on me”
I'll be gone
In a day or two
- ¿Qué demonios Potter, una canción de amor? - dijo como si esa palabra le generara desagrado.
- Tienes razón… es muy alegre para este momento ¿no?, la canción se llama Take on me, del grupo noruego de pop A-ha, siempre que la cantaba me ponía a bailar. ¡Ya se!, ¿Qué tal una de John Lennon?
- ¿Quién es John Lennon?
- Oh Malfoy, que pena me das… tengo la teoría que quizá era una mago encubierto- dijo Harriet y sin esperar nada canto Imagine , era una canción tan mágicamente pacifica, podría cantarla mil veces y aun así no se cansaría, Malfoy la escuchaba absorto mientras caminaba, Harriet se preguntó si realmente entendería las palabras de John, al finalizar la canción Harriet se preguntó que más cantar, aunque Malfoy ya se encontraba tranquilo, lo sabía porque el niño parecía estar en otro lugar y el agarre en su mano era suave; tras pasar un buena cantidad de tiempo callada Harriet recordó otra canción pero antes de emitir la primera nota musical, la niña paro al llegar a una zona despejada del bosque, Fang ladro a una sombra que estaba sobre un unicornio… bebiendo sangre, Harriet soltó la mano de Malfoy para sostenerse la cabeza por un dolor agonizante venido de la nada, arrodillándose de dolor, el niño salió de su transe, grito asustado pidiendo ayuda y huyo con Fang. Por un momento el dolor en la cicatriz fue tan fuerte que le nublo la visión pero al ver a la forma oscura acercarse intento huir aunque en vano, cerro los ojos esperando lo peor pero el ataque jamás llego; fue salvada por un valiente centauro que espanto a la criatura y Harriet sintió que el dolor en la cicatriz desaparecía instantáneamente.
- No es seguro que estés aquí Harriet Potter- dijo el centauro.
- Muchas gracias por su ayuda, eso fue muy valiente de su parte ¿señor…?
- Firenze- respondió el centauro- debes volver con Hagrit, te llevare en mi lomo.
Pero Harriet rechazo su oferta, no porque no quisiera, la vedad estaba cansada; pero a lo lejos visualizo a otros centauros y por lo poco que sabia de ellos es que eran muy orgullosos, montar a su salvador lo metería en problemas con su manada, así que ambos se pusieron en marcha, mientras caminaban pidió permiso al centauro para cantar y este se lo dio, volviendo a cantar Imagine, gracias a su canto Hagrit pudo localizarlos mas rápido; era hora de volver al castillo y Harriet moría por estar en cama, sentía que el dolor sufrido en la cicatriz la dejo agotada.
Desde ese día Harriet noto que Malfoy la molestaba más de lo normal, a ella y sus amigos, ¿acaso estaba avergonzado por lo sucedido en el bosque? ¿pensaba él que ella contaría como la abandono?, Harriet no tenía tiempo para caer en las provocaciones del niño, no cuando sentía que estaba cerca de resolver el puzzle, Hagrit confiaba en Snape, pero ella no, seguro que quería la piedra para Voldemort como fiel seguidor pasado, seguro que quería que su amo volviera, pero no podía acceder por Fluffy; solo Dumbledore y Hagrit sabían cómo controlarlo, el gigante hombre aun lloraba por Norberto, siempre había querido uno… y ahora que lo pensaba ¿Quién va por ahí cargando un huevo de dragón?. El trio dorado logra enterarse tras visitar a Hagrit que para pasar al perro de 3 cabezas debías de tocar música e inmediatamente se quedaba dormido y para mala suerte compartió esa información con quien apostaba y ¡oportunamente no pudo verle la cara!
Al tener todas las piezas el trio dorado busca al director pero este no se encontraba y a pesar de contarle todo a la profesora McGonagall, sorprendida por todo lo que sabía, intenta tranquilizar a los niños pues la piedra estaba bien resguardada, “se hicieron hechizos, se colocaron trampas en cada cámara, quien intente robarla terminará muy mal, ahora será mejor que vallan a sus camas, ya es tarde niños” dijo ella. Impotentes por el robo inminente y la probabilidad del retorno del mago más tenebroso de la historia los niños deciden escabullirse esa misma noche con la capa de Harriet antes que Snape logre sus funestos planes; aunque petrificar al pobre de Neville no estaba en sus planes, pero Hermione tuvo que hacerlo pues el niño no los iba a dejar salir preocupado por que los sancionen y quiten puntos a su casa.
Notes:
Gracias por esperar una semana mas por su dosis de what if… versión Harry Potter. He de admitir que batalle por buscar la canción ideal para Harriet, ganando Take on me, de A-ha, pero esta es la versión original, NO es la versión acústica pues Harriet estaba buscando el sonido ideal para romper todo lo negativo en el mundo y esa alegre canción vino a su mente.
Chapter 4
Summary:
Harriet y sus amigos deben rescatar la piedra filosofal y para ello enfrentarán muchos desafíos que pondrán en juego su vida, acompáñenlos al término de su primer año.
Notes:
Y con este capítulo acabamos el primer libro, gracias por leer y nos vemos el próximo miércoles. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
El trio dorado llega en silencio al tercer piso y encuentran a Fluffy dormido por una arpa encantada que tocaba suave música, “Snape estuvo aquí” dice Harriet mientras guardaba su capa en uno de los grandes bolsillos del viejo pantalón que perteneció a su primo y sostenía la linterna para buscar la entrada, esta se ubicaba debajo de una pata del perro, entre los tres logran levantarla y dudan como entrar al no ver escalera alguna pero se arrojan a esta sin importar que cuando notaron que Fluffy despertó por el silencio; saltan al vacío y terminan aterrizando entre maleza a una cámara llena de plantas, grandes, pequeñas con colores y formas impresionantes.
- ¿Por qué todo está lleno de plantas? - pregunto Harriet alumbrando la habitación.
- Se supone que la piedra está protegida con hechizos o trampas, esto parece inofensivo- se burló Ron.
- Esto no me gusta, estas plantas deben ser más complejas, quizá algunas sean venenosas o tal vez carnivo…- pero antes de que Hermione pudiera terminar su oración una enredadera jalo del pie a Ron, haciendo caer y arrastrándolo a un rincón de la cámara.
- ¡AYUDAAA! - grito con desesperación mientras era arrastrado e intentaba sostenerse de algo.
Hermione y Harriet corrieron atrapándolo por los brazos, intentando liberarlo por medio de la fuerza, pero la liana no lo soltaba, al ver que planta atacaba al niño Hermione soltó un grito.
- Gigantesca flor amarilla con pigmentación morada en el centro y espinas rojas en todos sus bordes… ¡es una planta carnívora! - chillo Hermione.
Las niñas jalaban de Ron con mayor fuerza esperando que la planta lo soltara, pero no funcionaba, esta se negaba a soltar a su presa.
- ¡¡Hagan algo o terminare con la pierna rota!!- grito Ron con lágrimas de dolor.
- Jalamos con todas nuestras fuerzas ¡pero la planta no cede! - grito Harriet.
- Son brujas por el amor a Merlín, ¡USEN MAGIA! - chillo Ron.
- ¡Es cierto! - exclamo Hermione ruborizada, se había asustado tanto que por un momento olvido que podía hacer magia, pura costumbre por crecer con muggles, usar magia aún era nuevo; tranquilizándose lanzo el mismo hechizo paralizante que antes uso con Neville, pudiendo salvar a Ron y huyendo de la cámara antes que otra planta los atacase.
Corrieron hasta no ver más plantas hasta llegar a una puerta que abrieron con temor, pero resulto que esa cámara estaba vacía, solo debían de cruzarla y abrir la siguiente puerta, con un suspiro de alivio Hermione cruzo la puerta seguido de Ron y Harriet quien sostenía la linterna.
- Este lugar esta tan silencioso y vacío que da miedo- dijo Ron.
- No bajemos la guardia, no creo que sea tan sencillo, debemos estar alertas…
Pero de la nada la cámara se hundió en la penumbra, como si alguien hubiese apagado la luz, la linterna de Harriet era lo único que cortaba la oscuridad, los niños se tensaron asustados cuando una fina capa de blanca neblina comenzó a invadir cada rincón de la habitación, Harriet intento guiarlos para abandonar la cámara, pero al no escuchar sus pasos volteó y vio que de la nada había 2 ancianos cerca a sus amigos… ¿En qué momento ingresaron y…
- ¿Quién te dio permiso de salir fenómeno? ¡¿Por qué no estás en la alacena?!- grito una mujer rubia tan delgada como una astilla.
- Tía Petunia…-dijo incrédula Harriet, ¿Qué hacia ella en Hogwarts?
Petunia jalo un gran mechón del indomable pelo negro de Harriet, causándole lágrimas de dolor al instante, soltando al suelo su lámpara.
- Nunca debí aceptarte en mi casa fenómeno, debí dejarte en la puerta, congelada de frio- dijo jalándole el pelo hacia ella hasta el punto que sus rostros casi se rozaban- Eres lo peor que pudo pasarme, un castigo maldito, un desperdicio de espacio…
- Para tía…
Harriet empezó a temblar y a sentirse enferma físicamente, las palabras de su tía dolían como dagas y no entendía por qué unas simples palabras dolían más que golpes físicos, siempre había sido tratada así y solamente terminaba llorando en su alacena.
- Es hora que vuelvas a casa, es hora de tu corrección diaria, te encerrare en la alacena, no veras la luz del día, el armario será tu tumba mocosa malcriada; no saldrás para comer o para ir al baño y si alguien pregunta por ti diré que te escapaste de casa…
- Basta tía Petunia, basta …-Harriet sentía que algo dentro de ella se tambaleaba.
Sabía muy bien que su tía era una mujer que cumplía todas sus amenazas…. Su obligación era no destacar, pasar inadvertida y ser invisible, solo así se podría sobrevivir en Privet Drive.
- Aunque nadie preguntara de todos modos- dijo Petunia sonriendo mostrando todos sus dientes, con una mano jalaba el pelo de su sobrina como si quisiera arrancarlo y con otra le acariciaba la mejilla, suavemente; los toques de Petunia sobre la piel de Harriet se sentían como hormigas.
- Para tía, para, para, ¡por favor! - dijo llorando Harriet, sentía un dolor sordo dentro de su cuerpo; era como si algo en ella se derrumbara, se marchitará.
- Un monstro no deseado - dijo Petunia mientras arrojaba a Harriet al suelo, sin importar si la niña se lastimaba las piernas y manos- Nadie se preocupa por ti, a nadie le interesas, nadie te extrañara si desapareces.
Harriet lloraba de dolor arrodillada, cada palabra se sentía como cuchillos clavándose a todo su cuerpo, sentía como algo amenazaba con morir dentro suyo, con romperse, cerro fuertemente los ojos y se cubrió los oídos con las manos.
- Abandonada a su suerte, un fenómeno que ni tus padres quisieron, te abandonaron en mi casa cuando solo eras un bebe, deseosos de liberarse de ti- dijo la delgada mujer con satisfacción, sonriendo de oreja a oreja, como si el dolor de Harriet fuera delicioso- SIN AMIGOS PORQUE NADIE EN SU SANO JUICIO SE RELACIONARÍA CONTIGO, SIN AMOR… ¡PORQUE NO LO MERECES Y LO SABES!
- PARA PARA PARA PARA PA…-Harriet paro de gritar de golpe, abrió los ojos, parpadeo para que las lágrimas dejaran de opacaban su visión… tía Petunia estaba equivocada, al menos en sus últimas afirmaciones, pensó la niña, aunque su cerebro en esos momentos se sentía en un estado líquido, no pudiendo razonar tan bien como quería; pero definitivamente no tenía razón: Harriet fue amada por sus padres al punto de estos dar la vida por ella, también los meses que paso en Hogwarts hiso muchos amigos y descubrió que todo el mundo mágico la apreciaba por parar a Voldemort aunque solo fuera una bebe y no sabía exactamente como pudo ocurrir eso… poco a poco se calmó y logro ser capaz de volver a pensar con claridad, el dolor se fue y el raciocinio regreso…¿Qué hacía tía Petunia en Hogwarts? ¿No se supone que la escuela estaba encantada para no dejar pasar a ningún muggle?; entonces si ella no era Petunia…- ¿Quién eres tú?
El ser que parecía Petunia la miro fijamente con unos ojos tan oscuros que le recordó a un animal hambriento, abrió la boca, lanzo un grito desgarrador y exploto, dejando una fina capa de humo en su lugar… ¿Qué fue lo que paso? Harriet recogió su lámpara, se encontraba en un oscuro salón, intento recordar que, hacia allí, ella vino con sus amigos a impedir el robo de la piedra filosofal y… ¡¿Dónde estaban sus amigos? La niña los ubico rápidamente, a solo unos metros, pero no estaban solos, dos ancianos estaban a su lado; pero los niños se veían mal, pálidos, enfermos, temblorosos, como si en cualquier momento se romperían.
Harriet corrió hacia el más cercano, Ron, que estaba acompañado por una anciana de apariencia ruda, con ropa extravagante, esta hablaba de forma hiriente al niño provocándole temblores.
- ¡Ron! ¡Lo que te dice es falso, no le creas! - grito Harriet intentando hacer reaccionar al niño, pero este no le escuchaba, de hecho, rompió a llorar; Harriet actuó por instinto y rápidamente se arrojó a Ron para sacarlo del trance en el que estaba metido terminando en el suelo.
- ¡Auch!... ¿Qué está pasando? ¿Harriet, porque me tiraste al suelo? - pregunto el niño ahora lucido, Harriet se levantó primero y le dio la mano para ayudarlo a levantarse.
- Esa no es una persona- dijo Harriet señalando a la anciana- No le creas nada de lo que diga.
La anciana los miro y tras un grito exploto convirtiéndose en humo.
-Esa era mi tía abuela Muriel, ¡puaj!... pero dices que no era ella, ¿Cómo lo supiste?
Antes de poder responder los niños sintieron un fuerte estallido de magia, era Hermione, estaba en problemas y aunque Harriet fuera nueva en el mundo de la magia podía sentir que la esencia mágica de la niña estaba siendo dañada, amenazando con desestabilizarse peligrosamente; Hermione estaba arrodillada, con las manos tapando los oídos y los ojos cerrados, gritaba cosas inelegibles mientras se mecía ante un anciano, este también gritaba, era una discusión que solo ellos entendían.
- ¡Hermione!, ¡Hermione, no es real! - grito en vano Harriet, mientras otra explosión mágica tumbo a los niños al suelo, como si la magia en ella escapara… a este paso Hermione estaría inhabilitada para usar magia de por vida. Harriet comenzó a gatear hacia su amiga cuando otra explosión mágica estallo, tumbando a Ron al suelo.
- ¡Hermione!, ¡Hermione!, ¡ese anciano miente!, sea lo que sea que te diga está equivocado, ¡MIONE! - dijo mientras gateaba, una ráfaga destructiva paso por su lado destrozando el suelo, Harriet trago duro, si hubiese estado en ese lugar estaría gravemente herida- ¡¡MIONE!! ¡ESE VIEJO MIENTE!, ¡MIONE ESE VIEJO CON OLOR A NAFTALINA MIENTE!
Hermione abrió los ojos parpadeando por las lágrimas, bajo la mirada y enfoco su visión en Harriet, aunque era una tarea difícil pues las lágrimas corrían libremente por su rostro; por un momento el corazón de Harriet se detuvo, la niña la veía, pero no la reconocía hasta que su mirada poco a poco recupero esa agudez mental que la caracterizaba.
-Mione, todo está bien, ese viejo miente, es un hechizo solamente; no hay forma que otras personas estén en esta cámara vacía a estas horas- intento sonreír- te quiero Mione, así que, por favor, ya no llores.
De repente el anciano exploto convirtiéndose en humo, disolviéndose en el aire.
- ¿Harriet? ¿qué haces en el suelo? -pregunto Hermione por fin dejando de llorar, ya no estaba mortalmente pálida, Harriet se alegró tanto de volver a ver color en sus mejillas que la abrazo, aunque esto ocasiono que terminaran en el suelo.
- ¡Tu núcleo mágico casi se quiebra!, unos segundos más y el daño habría sido tan irreparable que habrías perdido la capacidad de hacer magia- exclamo Ron haciendo palidecer a Hermione.
- Pero ahora todo está bien- intervino Harriet dándole la mano a Hermione.
Los niños dejaron el oscuro salón, se embarcaron a la salida y caminaron por un pasadizo que parecía no tener fin, por más que caminaban y caminaban no llegaban a ningún lado.
- ¿Cómo nos podemos perdernos en un pasadizo? - pregunto Ron furioso.
Pero Hermione actuó rápidamente y les coloco la capa de invisibilidad de Harriet, silencio cualquier pregunta y los obligo a permanecer callados; no paso mucho tiempo cuando notaron de repente a una criatura pequeña escurridiza en el techo, parecida a un pulpo plateado, pero con plumas cortas, que provocaba una ligera llovizna cada vez que se movía.
- ¡¿Qué demonios es esa cosa?!- susurro Ron.
- ¡Es un Octofundus! - dijo Hermione susurrando sorprendida- Es una criatura mágica muy difícil de encontrar y peor aún de capturar, fueron la inspiración para el encantamiento Confundus.
- Quieres decir que esa criatura nos hechizo ¿y por eso no hallamos la salida del pasadizo? - susurro Harriet.
- Así es- respondió Hermione- usemos tu capa para escapar sin que nos hechice o de lo contrario jamás saldremos de aquí.
Con mucho cuidado esquivaron la criatura y avanzaron hasta llegar a otra cámara, pero parecía más un pantano, con aguas peligrosamente oscuras y unas cuantas rocas flotantes sobresalían en la superficie como icebergs en el océano.
- Tiene que ser una broma, ¡un pantano en un cuarto! - grazno Ron.
- La magia es extensa y apenas leí libros de runas, pero por lo que puedo ver todas las paredes están llenas de runas que bloquean la magia- comento Hermione.
- Eso explica porque me siento media vacía, incompleta, como si algo faltara, es tan molesto- dijo Harriet revolviéndose el cabello con frustración- Mi instinto de sobrevivencia me dice que no toquemos el agua del pantano… pero ¿Cómo cruzaremos?
- Esto no les va a gustar- empezó Hermione.
- Nada de esto me gusta- chillo Ron.
- Pero creo que podemos cruzar saltando por las rocas dispersas… lo que me preocupa es que esas rocas no parecen tener mucha estabilidad, podríamos caer si saltamos en la roca equivocada y no se que nos pasará si caemos al agua.
Ron gimoteo y Harriet no lo culpo, pasar esa prueba dependería puramente de suerte y solo Dios sabría qué pasaría si fallaban, así que tomando una respiración profunda y salto hacia la primera roca que vio, la roca aguanto su peso y Harriet respiro aliviada- ¡Solo salten detrás de mí y si algo pasa ustedes sigan adelante!
- ¡CLARO QUE NO! – giraron Hermione y Ron al mismo tiempo- ¡Ustedes salten después de mí!
Y ambos niños comenzaron a brincar casi corriendo sobre las rocas, como si fuera una carrera.
-NO, ¡USTEDES PAREN! - grito horrorizada Harriet.
Pero los niños comenzaron a dejarla atrás y Harriet tuvo que acelerar; cada niño gritaba que los siguiesen, nadie quería exponer a otro al peligro, todos querían sacrificarse sin pensar en las consecuencias; cuando ya casi se encontraban en la recta final a solo unos metros de cruzar el pantano una de las rocas en las que brinco Hermione se hundió en las peligrosas aguas y con ella la intelectual niña.
- ¡HERMIONE! - gritaron Ron y Harriet a la vez.
Harriet se zambullo de inmediato a las aguas oscuras, olvidando cualquier peligro, Hermione estaba atorada en la fangosidad de la base del pantano, Harriet libera sus piernas y ambas suben a la superficie con rapidez, nadando a la orilla.
- ¡Harriet, Hermione! ¿están bien? ¿les duele algo? ¿sienten como que se desintegran o se pudren? -chillo Ron asustado.
Las niñas comenzaron a examinarse, nada, simplemente frio debido al agua helada, ninguna se sentía diferente o hechizada….
- Creo que era una prueba de valor… diseñada como si fuera súper peligrosa, cruzar sin magia ese camino tan peligroso, solo con agallas y solo los valientes pasarían- reflexiono Hermione.
Luego de unos minutos los tres niños, tomados de las manos se pusieron en marcha; sentían que estaban en su límite, la prueba de valor había roto sus nervios y las otras habían mermado su energía. Siguieron caminando hasta llegar a otra cámara llena de plantas.
Con miedo y sabiendo que cruzar sería la única manera, avanzaron muy atentos con sus varitas levantadas, aunque Ron estaba visiblemente asustado por su ataque con la plata carnívora como buen Gryffindor siguió adelante; a cada paso que daban nacían de la nada nuevas plantas y cientos de flores… atacarlas de improviso podría despertar la furia de las demás así que solo siguieron avanzando con cuidado; cuando de repente una planta comenzó a destacar dominando al resto y floreciendo por todos los rincones del espacio, una hermosa flor de un azul eléctrico; antes que Hermione pudiese explicar que planta era, esta arrojo unas espinas amarillas a su dirección, Hermione conjuro un escudo y Harriet se cubrió con su capa.
- ¡Auch! ¡Condenada flor! - dijo Ron quejándose con dolor y sacándose las espinas que traspasaron su pantalón y recibiendo el ataque en la pierna.
- ¡Lo siento Ron!, creí que mi invocación los cubría a los dos- dijo con pena Hermione- No deben dejar que las espinas los toquen o sufrirán de amnesia ligera.
- ¿Qué?, espera, ¿Qué hacemos aquí? - pregunto de la nada Ron.
Harriet miro a Hermione con preocupación.
-Ron, los tres estamos en las cámaras subterráneas de Hogwarts intentando evitar el robo de la piedra filosofal por parte de Snape, ¿recuerdas?... las flores azules te atacaron y por un momento olvídate nuestra misión- Harriet explico y su corazón se tranquilizó al ver a Ron recuperar la memoria- Pero ¿cómo cruzaremos una cámara llena de esas flores?, ¡olvidaremos todo antes de llegar al final!
A Harriet se le aguaron los ojos, después de tantas dificultades, al final no podrían detener a Snape, el asesino de sus padres volvería y ellos no podían hacer nada por culpa de unas tontas flores.
-Puedo intentar congelarlas, pero son demasiadas, no podre páralas a todas y mi escudo en tan pequeño que apenas me cubre a mi… ¿Qué haremos?
-Úsenme de escudo humano- dijo Ron con firmeza- Yo intentare cubrirlas tanto como pueda, pero Hermione deberás usar tu escudo en caso que yo no sea suficiente y Harriet tu usaras tu capa de invisibilidad, quizá no te ataquen si no te ven.
-No podemos hacer eso Ron, no sabemos la magnitud del daño que causaran tantos ataques a la ves ¡es demasiado peligroso!¡puede causarte daños irreparables! - chillo Hermione- NI LO PIENSES.
- No hay otra opción Hermione, cada minuto perdido en dudas Snape se acerca más a la piedra- dijo completamente serio Ron- debes pararlo Harriet, eres la indicada, saben que tengo razón.
Aunque el plan era macabro, ambas niñas asintieron, sabían que ya no había tiempo, con lágrimas en los ojos se acercaron a Ron y le dieron besos en las mejillas.
-Gracias Ron- dijo conmovida Hermione.
-Si nos olvidas nos encargaremos de volver a ser amigos- dijo dándole un fuerte abrazo.
- ¡No era necesario el beso! - grito Ron sonrojado- Las niñas son tan sentimentales ¡arg!
Harriet se colocó la capa, Hermione alzo su varita y Ron con varita en mano intento taparlas lo más que pudo y comenzaron a correr; todas las flores azules comenzaron a lanzar espinas amarillas, Hermione gritaba sin para su hechizo protector, Ron gritaba de dolor y Harriet los obligaba a correr sin importar que; cuando por fin terminaron de cruzar la cámara Ron se desmayó.
- ¡Fueron demasiados ataques! - lloro Hermione
- ¡Ron! ¡Ron! - Harriet intento despertar a un pálido niño, pero este no respondía ¿cuán grave habría sido el daño? - Mione quédate con Ron y pide ayuda, yo detendré a Snape.
- ¿Ayuda? Harriet estamos en cámaras subterráneas, no hay nadie más aquí…
- ¡Pero fuimos atacados por plantas!, significa que debe haber una ventana, algo por donde entre luz solar, de lo contrario esas plantas estarían marchitas- razono Harriet recordando todos los días donde se encargaba de cuidar el jardín de tía Petunia.
Hermione asintió elogiando su deducción, las niñas se dieron un fuerte abrazo antes de que Harriet desapareciera por un el pasillo, se puso su capa para repeler cualquier ataque y avanzo veloz, aunque tenía miedo uso todo el valor Gryffindor que tenía para obligar a sus piernas a casi correr, hasta llegar a unas escaleras que conducían a una cámara, donde solo se encontraba un inmenso espejo “el espejo de Oesed” y un hombre mirando su relejo; la cicatriz le dolió al instante …que hacia ahí él.
- ¿Profesor Quirrell? ¿Qué hace usted aquí?
- ¿Sorprendida Potter?, claro que sí y es que quien pensaría que le asustadizo, tartamudo y tímido profesor Quirrell quería robar la piedra?... Quise matarte en muchas ocasiones, pero Snape siempre interfería; mientras todos me tenían lastima, él siempre desconfió de mi…te protegió cuando hechice tu escoba y ¡luego se convirtió en arbitro para seguir protegiéndote!
Harriet sintió como si por un momento volviera a tener 9 años, recordó un día caluroso cuando escapaba de su primo y sus matones amigos, recordó como subió a un viejo árbol para esconderse; estaba tan confiada de la solides de una vieja rama que apoyo todo su peso para poder ver como su primo se rendía en hallarla; que cuando la rama crujió y se rompió, Harriet no sintió tanto dolor por su caída sino sintió como su cara enrojecía de golpe: vergüenza pura por ser tan imprudente y casi delatar su posición… Harriet volvió a sentirse así, mortalmente avergonzada, de esa clase de vergüenza que te acompañara por mucho tiempo; todo el año había estado tan segura que Snape era el culpable que no se había molestado en buscar a otros sospechosos ¿Pero por qué protegerla? El profesor la odiaba, la ponía en ridículo constantemente hasta ponerle el pelo rojo y solo ahí paraba, rechazaba mirarla en clases, como si no quisiera estar en la misma habitación, la detestaba ¿no?, entonces ¿Por qué? …pero el hilo de sus pensamientos fue cortado por Quirrell que la obligo con magia a acercase al espejo y ver su propio reflejo ¡y para sorpresa de la niña el espejo le mostro la piedra filosofal y se la metió a sus holgados bolsillos!
Su expresión fue notada por el profesor y le obligo a decirle que era lo que vio en el espejo de Oesed y ella respondió mintiendo, se veía ganadora de la copa de quidditch y Dumbledore la felicitaba en persona… pero una tercera voz que Harriet no podía vislumbrar se percató del engaño y pidió a Quirrell mostrase aunque débil; así que Quirrell se quitó el turbante de la cabeza, para horror de Harriet en la nuca del profesor había una rostro, incrustado tan a la fuerza que parecía un ser parasitario, la pequeña niña retrocedió asustada, eso era lo que quedaba del mago tenebroso que aterrorizo el mundo mágico hace 10 años y esa cosa le propuso con todo descaro que se una a él, le dijo que le entregue la piedra filosofal, lo sirva y tendría “todo lo que quisiera” mientras por el espejo ella volvía a ver a sus padres; cogió la piedra de su bolsillo y se aferró con fuerza a ella.
- ¡MIENTES! Prefiero morir aquí mismo que servirte, me dejaste huérfana, me hiciste la vida miserable, ¡Tu mataste a mis padres maldito psicópata! - grito con ira ciega sintiendo su cuerpo arder.
- ¡MATALA! - Voldemort grito a Quirrell.
El adulto se abalanzo a la niña, arrojándola al suelo, soltando ella sin proponérselo la piedra, comenzando a asfixiarla; Voldemort era un maldito sádico, pudiendo matarla con un rápido maleficio este la mataba lenta y dolorosamente, de la forma más muggle posible, quería ver como la vida abandonar sus ojos; Harriet estaba empecinada con recuperar la piedra, pero cuando su vista comenzó a nublarse por falta de oxígeno, empujo la mano de Quirrell fuera de su garganta, sorpresivamente él la soltó chillando de dolor, la mano comenzó a desmoronarse mientras el hombre se quejaba de dolor, ¡aun podía proteger la piedra!. Con renovada confianza Harriet se lanzó a Quirrell, tocando la mayor piel disponible a la que atacar, el rostro del hombre; pero la cicatriz en su frente comenzó a arder como el infierno, Voldemort le provocaba ese dolor para que suelte a su sirviente, pero con lágrimas de dolor Harriet no paro…hasta que el dolor la ciega, doliéndole mantener los ojos abiertos, soltando por fin a Quirrell e intentando no vomitar, cae de rodillas, todo se vuelve borroso, todo se desdibuja, escucha superficialmente los gritos de dolor del profesor y con sus últimas fuerzas gatea hasta donde está la piedra; solo cuando la tiene fuertemente aferrada a su pecho cae en la inconciencia pensando en el bienestar de Ron y Hermione.
El tiempo se desliza en el cansado cuerpo de Harriet, abrir los ojos parece una de las cosas más difíciles de hacer, pero al lograrlo se da cuenta que está en la enfermería, a pesar que su visión es borrosa por el cansancio, puede reconocer la silueta de una persona en su patiadera, su rostro es la descripción perfecta de la palabra preocupación, pero Harriet no tiene tiempo para preguntar nada porque cae en la inconciencia… No sabe cuánto tiempo ha pasado cuando intenta volver a abrir los ojos por segunda vez, pero de forma inconsciente busca a la silueta, encontrándolo en el mismo lugar, pero su cara preocupada se borra cuando se da cuenta que ella esta despierta.
- Gracias por protegerme profesor Snape- susurra Harriet porque al parecer no tiene fuerza para más y cae de nuevo en la inconciencia; se siente tan cansada que cree poder dormir cien años fácilmente.
La tercera vez que Harriet abrió los ojos se sentía completamente revitalizada ¿Qué le había dado Madame Pomfrey?, seguía en la enfermería, era una hermosa tarde soleada y la luz bañaba cada objeto que estaba en su patiadera, montañas de dulces, chocolates, granolas y sus lentes esperaban por ella a un lado de su cama…un momento, ¡¿Cómo podía ver todo tan nítido si no estaba usando sus lentes?!, estaba a punto de salir de su cama para averiguar que estaba pasando cuando fue visitada por Dumbledore, así que sin esperar nada, Harriet lo interrogo.
- ¿Estoy muerta abuelo? ¿Esto es el cielo?… ¿Tú también moriste?
El anciano se rio de una ansiosa Harriet y cuando la niña le dijo la razón del porque creía estar muerta, el hombre se rio más fuerte, llorando de risa.
-Madame Pomfrey estabilizo tu núcleo mágico, te curo todas las heridas y curo tu visión, si así deseas puedes dejar de usar lentes mi niña…lo que hiciste en las cámaras subterráneas fue extremadamente peligroso, pero gracias, detuviste por segunda vez a Voldemort y salvaste la piedra.
El anciano director le dijo que esa montaña de dulces era regalo de sus fans que se enteraron de lo sucedido, calmo a la niña al asegurarle que sus amigos se encontraban bien, Ron recibió el antídoto a tiempo y los niños se recuperaron en un día, pero la más afectada fue Harriet, durmió por 3 días. Dumbledore le explico que la piedra seria destruida por ser demasiado peligrosa y estaba seguro que Voldemort seguía vivo, aunque débil, pues era el mago que más se adentró a la magia oscura, tenía conocimientos que muchos ignoraban. Cuando Harriet pregunto por qué colocaron una prueba de valor que se parecía mucho a los reality de tv, el hombre le dijo que se equivocaba, pues era mortal si querías robar la piedra, caer en las aguas equivaldría a combustión espontánea y los niños no fueron dañados porque querían proteger la piedra, prueba que guardaba mucho parecido con el espejo de Oesed, “el espejo le daría la piedra a quien quisiera encontrarla y protegerla, no usarla”. Cuando la niña pregunto porque el profesor Quirrell no podía tocarla sin resultar dañado, Dumbledore le revelo que fue gracias a su madre, su sacrificio por protegerla dejo una marca, una invisible, debajo de su piel.
- ¿Qué es abuelo? -pregunto genuinamente curiosa.
- Amor Harriet, amor- dijo mientras le acariciaba la cabeza cariñosamente y esta aceptaba la muestra de cariño; era el tercer hombre que le mostraba ese afecto, los dos primeros eran los gemelos, prácticamente parecía que tenían manía por revolver su ya desordenado y caótico pelo.
Harriet paso la noche en la enfermería por órdenes de una preocupada Madame Pomfrey, quien estaba empeñada en recuperar el color de sus mejillas, no dejo que nadie la visitara, “el descanso se complementa con la medicina pequeña así que hoy será tu última noche aquí, cuando salgas estarás atareadas con muchos alumnos queriendo saber más detalles de tu enfrentamiento con Quirrell” dijo la enfermera. Al despertar, cambiarse con su uniforme que dejaron en una silla y cruzar las puertas de la enfermería, comprendió perfectamente las palabras de la sanadora, prácticamente hubiese sido devorada por una masa de alumnos que querían saber el estado de salud de la niña que vivió, así como su gran combate con el ex profesor de artes oscuras sino fuese por sus amigos que estaban en la primera fila.
-Oiga, oigan, déjenla respirar, ¡apenas salió de la enfermería! - grito Ron.
-Harriet, ¡por aquí! - la jalo de la mano Hermione.
-Dejen pasar niñas y niños- dijo George colocándose como escudo delante de Harriet para poder avanzar.
-Dejen pasar jóvenes y señoritas- dijo Fred colocándose detrás de Harriet.
- ¡Parvati y Frey, rodeen la derecha de Harriet! -grito Lavender con aire de liderazgo- ¡yo iré a la izquierda con Hermione, nadie rompa filas hasta pasar la multitud y llegar al gran comedor!
Y así, con ayuda de sus amigos logro llegar al comedor sin perder sus lentes, los gemelos disuadieron a la casa de Gryffindor para que escuchen la historia de Harriet en la sala común más tarde, pues 4 casas acosando a una niña era demasiado, todos los Gryffindor aceptaron, Hermione le explicó mientras comían que ella y Ron también fueron acosados hasta que contaron todo, pero omitieron la parte de Voldemort y … Snape; los niños también estaban avergonzados por culpar al profesor tan ciegamente.
- ¿Seguro que están bien chicos? -pregunto preocupada Harriet, al ver a los niños asentir, insistió hacia Ron- ¿estás seguro que recuperaste todos tus recuerdos Ron?
-Hasta los que me dan miedo… estúpidos Fred y George- murmuro molesto Ron.
Pero no había tiempo para buscar al profesor Snape y disculparse formalmente, la ceremonia por fin de curso era ese día, quincena de junio, solo cuando la dejaron en paz pudo ver que el gran comedor estaba decorado con colores y símbolo de la casa Slytherin… habían ganado el premio de la copa de las casas; después de todo lo que habían pasado ver que las serpientes llevarse el premio no pareció tan importante, aunque sentían un mal sabor en la boca, porque esos supremacistas de sangre se llevaran el honor de ser la mejor casa, Harriet observo como Malfoy festejaba golpeando su copa, al verla el niño se sonrojo…¿Qué raro, por qué?.
Pero el mal sabor duro poco, el director recompenso a los involucrados de los sucesos recientes con puntos extra, incluido al tímido Neville quien se enfrentó a sus amigos por el honor de su casa, siendo el ganador Gryffindor, ahora era Slytherin quienes tenía un aura negativa… y si bien le encantaba ver al abusivo Malfoy de mal humor, le preocupaba que toda una casa se hubiese ilusionado por el premio, pero al final se lo quitasen; debía hablar con el abuelo para que eso no volviera a suceder; con ese último pensamiento en mente se unió al festejo de su casa con aplausos y gritos de júbilo, vio a sus amigos quienes festejaban a pesar de hace unos minutos habían actuado tan maduros… ahora chillaban como niños, pero al diablo pensó Harriet, eran niños después de todo. Al ver a la mesa de los profesores presencio como el profesor Snape estrechaba la mano con una sonrisa forzada a la profesora McGonagall, al toparse con la mirada de Harriet su expresión cambio a una mueca aburrida, mientras que la niña se puso completamente roja (cabello incluido) de la vergüenza; el hombre se rehusó a mirarla todo el banquete.
A la mañana siguiente todo el alumno estaba listos para abordar el tren de vuelta a casa, Harriet intento retrasar su inminente retorno a Privet Drive, pero Hermione la apresuro a subir al tren antes de perderlo; cuando estaba apunto de abordar fue detenida por Hagrit quien le entrego un álbum de fotos.
-Envié una lechuza a todos los amigos de tus padres para pedirles unas fotos, sabía que no tenías una… ¿te gusta? - pregunto esperanzado que el regalo perdone el peligro por el cual tuvo que pasar con Fluffy.
La niña agradeció conmovida por el obsequio con los ojos vidriosos … a pesar que su vista había sido corregida Harriet se sentía desnuda sin los lentes, por lo que aún seguía usándolos pero ahora sin lunas, por lo que llorar ahora no era un problema de cristales empañados, “lo atesorare por siempre Hagrit” dijo.
Al partir los niños se despidieron de Hagrit y entre ellos prometieron intercambiar correspondencia al menos semanalmente, "sino me escriben significará que están en peligro inminente” dijo Ron haciendo reír a las niñas por su razonamiento. Harriet vio por la ventana que la estación se hacía más pequeña a medida que se alejaban, se consoló pensando que no era un adiós sino un hasta luego, ella volvería; en unos meses abandonaría la tortuosa casa de tía Petunia, volvería a Hogwarts, a su hogar y seria libre una vez más.
Notes:
Gracias por seguir el fic hermosas personitas, ahora unas pequeñas explicaciones:
1- Cambie las pruebas para llegar a la piedra filosofal porque por ahí vi críticas hacia estas como “es tan fácil de pasar que hasta unos niños lo lograron”, así que invente otras con un poquito de mayor dificultad pero que nuestro trio dorado pueda pasar con mucho esfuerzo.
2- La planta que ataca la memoria tiene curas chicos, pues a comparación al profesor Lockhart, Dumbledore sabia todas las propiedades de la flor, así como su cura y tenía la poción sanadora disponible en su despacho; el profesor Lockhart creo un hechizo para borrar memorias sin pensar un contra hechizo.
3- Cree al Octofundus para una de las pruebas, es invención mía, pero pensé que seria genial que muchos animales fantásticos hayan sido de inspiración para muchos hechizos que se usan casi siempre.
4- La visión de Harriet será perfecta gracias a Madame Pomfrey, quien curo todos sus males en sus 3 días de hospitalización; pero nuestra pequeña bruja no dejara de usar lentes pues siente que son parte de ella, no usarlos se sentiría antinatural y simplemente no se reconocería en el espejo, se sentiría incomoda… aunque cuando juegue quidditch usará sus lentes con lunas para protegerse del viento.
Chapter 5
Summary:
Tras una cena fatídica de los Durley a causa de un elfo llamado Dobby, Harriet es encerrada en su habitación cual princesa Rapunzel, pero los hermanos Weasley vendrán al rescate con un Ford Anglia volador, Harriet pasará su primer verano rodeada de magia y conocerá a la extensa familia pelirroja.
Notes:
Empezamos con el segundo libro, Harriet Potter y la cámara secreta, gracias por leer bellas personitas, actualizaciones cada miércoles ok. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter Text
La vida de Harriet después de volver a Hogwarts resulto ser tan monótona como temió, al llegar encerraron todo lo relacionado a la magia en su closets y se llevaron la llave, Harriet tuvo que suplicar que no dañen a su lechuza, la rutina de servir a sus familiares siguió igual aunque su tío la trataba como si tuviese una enfermedad contagiosa, su primo retomo los abusos físicos al enterarse que ella no podía hacer mafia fuera del colegio y su tía se volvió mucho más severa, buscando cualquier error para castigarla con abusos físicos…lo que la niña olvido era que se le privarse de la cena, provocando gran ardor estomacal, su cuerpo se había acostumbrado a comidas copiosas por meses y volver a morir hambre estaba pasándole la factura; lo único bueno de estar encerrada en el cuarto de juguetes rotos, su actual cuarto, era que podía pasar muchas horas sin aburrirse pues tenía la fotografía mágica de sus padres y amigos, amaba ese tipo de magia, esos segundos captados para la eternidad que ahora tenía en sus manos… y aunque todo el mundo le decía que era igual a su madre, Harriet solo encontraba poca similitudes, se sentía como el patito feo; quizá algún día crezca y no solo herede la belleza de su madre, sino también la valentía y fortaleza para oponerse al mal y luchar por lo correcto.
A solas, cuando todas las tareas domésticas estaban terminadas la pequeña niña se preguntaba por qué sus amigos no escribían, ¿se habían olvidado de ella? ¿estarían demasiado ocupados como para escribir? ¿o quizá después de todos los peligros que pasaron pensaron que lo mejor sería cortar lazos y no dirigirle la palabra? ¿y Mione, se habría arrepentido de ser su amiga y ahora la ignoraba?
- Tía, por favor, deja que Hedwig de un paseo, no es saludable que pase tanto tiempo en una jaula- rogo Harriet una noche.
- Para que escribas a tus amigos fenómenos-dijo Petunia desdeñosa- No lo creo.
- No les escribiré, todo el verano no quisieron contactarme, creo que ya no quieren ser mis amigos
- ¡Y los felicito!, ahora familia, prepárense que está por llegar mi supervisor con su esposa, debo dar una muy buena impresión para lograr un ascenso- dijo tío Vernon.
Los Dursley comenzaron a ensañar la velada perfecta, en esta no estaba incluida Harriet por supuesto, así que para variar luego de ayudarle en los quehaceres domésticos la mandaron a la cama sin cenar, su deber era estar en silencio, fingiendo que no existía.
- Así es- asintió tío Vernon- ¡y pobre de ti que desobedezcas!
Sin una palabra más Harriet volvió a su habitación de juguetes rotos y suprime un grito de sorpresa al encontrar a una criatura delgada, pequeña, con grandes ojos y orejas promitentes saltando en su cama, este se presenta como Dobby, un elfo doméstico. Al principio Harriet lo trata con amabilidad pero lo insta a retirarse, era una mala noche para tener visitas mágicas; cuando el elfo por lo emocionado que esta de conocerla no parece escucharla intenta bromear sobre la familia a quien sirve, pensando que quizá después del humor logre escucharla, pero el elfo se golpea la cabeza por hablar mal de sus amos con tanta fuerza que los sonidos se escucharon por toda la casa asustando a la niña e intento por todos los medios calmarlo, saber el motivo de su visita.
- Harriet Potter no debe regresar a Hogwarts este año, correrá un gran peligro-advirtió el elfo.
- Pero Hogwarts es mi hogar, ahí está todo lo que amo y mis amigos.
- Si son sus amigos, ¿Por qué no le han escrito?
-Porque… ¿espera, como sabes eso? - dijo sorprendida Harriet.
El elfo le confeso que retuvo sus cartas con la esperanza de desanimarla a volver al colegio, furiosa Harriet persigue al elfo escaleras abajo hasta llegar a la sala, las visitas del tío Vernon estaban sentadas en el sofá mientras él hablaba una anécdota, el elfo vio esa escena e hizo flotar un pastel amenazando dejarlo caer en la cabeza de la invitada de tío Vernon si Harriet regresaba a Hogwarts, pero ella no cede ante la criatura e intenta atrapar el pastel, aunque a ojos de los Dursley parecía que ella hacia levitar el pastel; justo cuando Harriet creyó evitar el desastre el elfo dejo caer el pastel, desapareciendo, desatando chillidos furiosos de la invitada mientras su tío se disculpaba, haciendo pasar a Harriet como loca antisocial…cuando las visitas se retiraron el tío se encargó del castigo físico, certeros latigazos de cinturón en la espalda, piernas y brazos; dormir fue un alivio para alejar el dolor pero era el dolor lo que la despertaba de pocos minutos al conciliar el sueño.
Harriet no sabía cuánto tiempo había pasado desde la velada fallida, la habían encerrado y subido a un nuevo nivel de encarcelamiento cuando su tío coloco barrotes en su ventana, convirtiendo su cuarto en una prisión, gritando que no volvería a ese colegio jamás... la pequeña niña solo se quedó inmóvil, moverse dolía, más que el hambre o la sed. Luego de lo que le pareció días sus heridas habían cicatrizado y el dolor ya no era insoportable, aun dolía moverse, pero se enorgullecía de tener buena tolerancia al dolor. En medio de su encierro se despertó en la noche hambrienta y empezó a idear un plan para escapar y comer algo, pero sus pensamientos fueron cortados cuando unas luces casi la cegaron y luego giraron; genuinamente curiosa se acercó a la ventana y jadeo de sorpresa al ver ¡un coche celeste volando!, el auto se acercó tanto que pudo ver los pasajeros.
- ¡Hola Harriet! - chillo Ron emocionado.
- ¡Buenas noches princesa! - dijo George sonriente.
- ¿Qué hacen aquí? ¿Fred, Ron, George? - gimió la niña sorprendida.
- Vinimos a rescatarte princesa perdida, o debo decir ¿Princesa cautiva? -dijo Fred- tus tíos están locos, sube y trae tus cosas, nos vamos ya; aléjate de los barrotes que los romperé, ¡Ron coloca el gancho!
Fred acelera desprendiendo los barrotes de su ventana, el ruido es estrepitoso en medio de una silenciosa noche y Harriet sabe que en solo minutos sus tíos vendrán a atraparla, por lo que mágicamente logra abrir el closet y sacar todo su material educativo, libros, plumas, pergamino, caldero, capa de invisibilidad, varita, tinta, colocando todo de forma desordenada en su baúl, corriendo a la ventana para meterlo en la maletera del auto, su corazón comenzó a rebotaba en su pecho al escuchar a sus familiares en la puerta intentando abrir los 7 cerrojos que la encerraban, corrió a la jaula de Hedwig y se la entregó a Ron, cuando brinco para entrar al auto fue frenada por su tío Vernon, quien le agarro el pequeño pie, e intento meterla a su habitación, pero George y Ron las sostuvieron de los brazos.
- ¡SUELTAME! - exigió Harriet, retorciendo su pierna adolorida, intentando escapar.
- ¡No! ¡te dije que no regresarás a ese colegio de fenómenos!¡esta es mi casa y se hace lo que yo digo! - vocifero el hombre intentando meterla por la ventana.
- ¡ACELERA FRED! -gritaron los hermanos Weasley.
Y así lo hizo, pero el adulto terco por no soltar a la niña termino cayendo al suelo, las queridas flores de tía Petunia amortiguaron lo que pudo ser una fea caída. Libre de la tiranía de los Dursley los 4 pasajeros ríen mientras Fred conduce a su casa, Harriet se siente tan feliz de salir de su prisión que termina dando abrazos y besos en las mejillas a sus rescatistas, Ron se sonroja y molesta por “cursilerías de niñas”, los gemelos lo aceptan de buena gana, riendo por la actitud de Ron, en medio del trayecto Harriet se queda dormida.
Despierta por los rayos del sol y Ron le da la bienvenida a su casa, ubicada en Devon, Inglaterra. Al bajar del auto Harriet observa una construcción de piedra, a la cual habían añadido muchas habitaciones extra que no estaban en el diseño original, ganando varios metros de altura, era tan torcida que la única forma de mantenerse en pie era por magia, cinco chimeneas se asomaban por el tejado, cerca de la casa un letrero colgaba y decía “la madriguera”, al lado de la casa había un corral y un granero.
- Entra princesa, pero no en silencio, mamá no sabe que salimos a buscarte- dijo George.
Harriet quedo fascinada con la casa, sartenes que se lavaban solos, suéteres tejidos con magia, un extraño artefacto que parecía un reloj, solo que en lugar de dar la hora, mostraba la ubicación de cada integrante de la familia Weasley así como su bienestar.
- No es mucho, pero es un hogar- dijo Ron comiendo un bollo.
- ¡Es fantástico! - dijo Harriet sonriendo radiantemente, llenando de orgullo a los chicos, pero antes de poder responder algo Molly Weasley entro a la sala; parecía un dragón furioso con sus hijos, pero con Harriet se portó como un ángel.
- ¡Señora Weasley, ellos me salvaron!, por favor no se enfade con ellos- intento defender a los chicos.
- Awww, eres una monada, no puedo enfadarme contigo pequeña, pero ya es hora de desayunar, ¡estas demasiado delgada!
El estómago de Harriet gruño delatando su hambre, por lo cual todos se apresuraron por poner el desayuno en la mesa, el resto de la familia se sumó a la comida en poco tiempo. Cuando Harriet estaba por repetir la comida apareció la hermana menor de Ron, Ginny Weasley preguntando por una prenda suya al parecer extraviada, al ver a la peli negra dejo de hablar, retrocedió y huyo de la sala, descolocando a Harriet.
- ¿Hice algo mal? - pregunto Harriet a Ron.
- No te preocupes, solo está nerviosa, es tu mayor fan- respondió George por Ron.
En medio de la comida se une el padre de Ron, Arthur Weasley, saluda a todos entusiasmado a pesar de haber hecho horas extra en su trabajo en el ministerio de magia, se especializaba en artefactos muggles y era amante de estos, interrogando a Harriet por muchos de los que aún no sabía cómo funcionaban pues se sabía ya que la niña que vivió creció con muggles. Al acabar la comida se decidió que Harriet pasaría el resto del verano con ellos, hasta que sea hora de retornar a Hogwarts, estableciéndose una nueva y agradable rutina: se despertaba antes del sol para leer sus libros ahora que tenía la oportunidad, luego ayudaba a preparar el desayuno aunque la señora Weasley se mortificara porque su visita haga labores domésticas; a media mañana luego de ayudar con la limpieza de la casa volaba en el aire divirtiéndose con los gemelos y Ron, luego bajaba a ayudar con el almuerzo; en las tardes recorría la zona encontrando frutas en árboles y ballas silvestres que compartía en la cena, antes de dormir pedía ayuda a la señora Weasley para que le cure sus heridas de la espalda y ella prácticamente la bañaba con poción curativa aunque Harriet alegaba que las demás heridas no dolían y solo era un desperdicio de recursos; se prometió que cuando tuviera dinero pagaría todas las molestias que ocasionaba. En todo ese tiempo Ginny rehusaba su presencia, pero Harriet siempre era tranquilizada por los gemelos recordándole que su hermanita era muy tímida y solo por eso la evitaba.
Una mañana en medio del desayuno Harriet casi se atora del susto cuando una vieja, pequeña y gris lechuza que se golpeó con la ventana, su nombre era Errol, lechuza de la familia Weasley y traía el correo, era la lista de útiles del colegio, por lo que ese mismo día se pusieron en marcha, con ayuda de polvos Flu se trasportarían al callejón Diagon, al ver el proceso del trasporte, la pequeña peli negra se asusta de ser devorada por las llamas verdes, por lo que erra y dice una dirección diferente, terminando en una lúgubre tienda, que parecía vender cosas relacionada a la magia oscura, intenta huir por la entrada pero huye al ver a Draco y su indiscutible padre, escondiéndose en un sarcófago y justo cuando cree que sería atrapada por Malfoy, su padre termina sus asuntos con el dueño de la tienda retirándose; a lo cual Harriet aprovecha para salir al exterior pero en lugar de encontrar el mágico y colorido paisaje de siempre, termina en unas calles oscuras, estaba perdida y magos de apariencia cuestionable empiezan a rodearla, asustando más a la niña y justo cuando sus ojos comenzaron a picar, logra ver una enorme figura de un hombre que reconoce de inmediato ¡Hagrit!, el hombre la rescata y la lleva con unos preocupados Weasley y Hermione, quien también había ido a comprar sus útiles escolares, la abraza fuertemente. Harriet visita su bóveda, saca el dinero que necesita y se reúne con la señora Molly que para ese punto ya casi habían terminado las compras, incluido sus útiles, por lo que la niña pago hasta el último centavo aunque la señora rehusó a recibir el pago, Harriet era un más terca que la matriarca Weasley y termino accediendo.
El punto de reunión para todos los Weasley sería la biblioteca, pues aún faltaba comprar los libros, pero estaba repleta de brujas, caminar resultaba difícil, abrirse paso entre la multitud peor.
- ¿Por qué hay tanta gente? -pregunto Ron.
- Es por el talentoso Gilderoy Lockhart, ¡hoy dará una firma de libros, y será su nuevo profesor contra defensa de las artes oscuras! -respondió una emocionada señora Weasley.
Como si lo hubiese invocado apareció el nombrado, vistiendo túnicas costosas y llamativas, dientes demasiado blancos, peinado perfecto, quien comienza un discurso lleno de autoalabanzas.
Harriet se distrajo escuchando a Hermione decir todos los increíbles hechizos escritos en sus libros, pero a la pelinegra se le hacia muy sospechoso que alguien tan poderoso actuase de forma tan arrogante, su abuelo era el mejor mago del mundo y no se le veía por ahí tan narcisista, y al parecer el tipo era la razón de porque solo mujeres estaban apiñadas en la librería, habían venido por él y este demostraba que le encantaba la atención y hacer suspirar brujas, ¡hasta a Mione! Justo cuando planeaba retirarse para comprar sus libros, Lockhart la reconoció, obligándole a tomarse una foto y caritativamente le regalo los libros que necesitaría ese año, libros exclusivamente suyos por supuesto. Harriet regalo esos libros a una sonrojada Ginny porque le dio vergüenza ser fotografiada de esa forma, también porque al ser tan caros Harriet podía costearse el set y realmente no aprecio la interacción con ese adulto vanidoso.
- Apuesto a que eso te encanto ¿no Potter? La célebre Harriet Potter no puede entrar ni a una librería sin salir en la primera plana- dijo Malfoy apareciendo por las escaleras, acercándose a Harriet.
Pero Harriet no estaba sola, todos los Weasley estaban a su lado y no dudaron en dar un paso al frente para defenderla, incluida la tímida Ginny.
- Déjala en paz Malfoy- dijo George rodeándola con un brazo protectoramente.
- Oh mira Potter, ya tienes novio-sonrió con sorna, avanzando un paso mas hacia ella.
Pero antes de una inminente pelea el niño fue detenido y alejado por un bastón perteneciente a su padre, reprendiendo la actitud de su hijo por unos segundos; se presentó sonriendo como Lucius Malfoy, era como una versión mayor de Draco, alto, bien parecido, desbordante de elegancia; pero algo oscurecía toda esa imagen, en un momento la niña se encontraba estrechándole la mano en un saludo y al siguiente era empujada hacia el espacio personal del adulto… bueno, al menos ya sabia de donde Draco había aprendido a no respetar la distancia básica de las personas; este vio su cicatriz y alabo al mago que la realizo, esto la molesto y no pudo evitar casi gruñir al decir ‘Voldemort mato a mis padres, no era mas que un asesino’, mientras se soltaba de su agarre y retrocedía. Ahora era Fred quien colocaba un brazo protectoramente alrededor de sus hombros.
- Debes ser muy valiente para pronunciar su nombre, o muy tonto- siseo el señor Malfoy sin apartar la mirada.
Hermione se acercó y la defendió con argumentos lógicos, pero el señor Malfoy la menosprecio por sus orígenes y a los Weasley por su pobreza y no paro ni con la llegada del patriarca Weasley, pero alegando a que su tiempo era valioso se retiró, no sin antes devolver un libro al caldero de Ginny, aunque Harriet noto que había algo en medio de este… ¿Qué seria eso?
Harriet prometió investigar el asunto, pero al volver a la madriguera Ginny se escapó a su cuarto, cada día se deslizaba por su vista como agua entre los dedos, por lo cual Harriet no pudo más que suspirar y enfocarse en su agradable rutina haciendo énfasis al estudiar pociones, deseaba ser una de las mejores en clase como forma de mostrar agradecimiento por la protección que el estoico hombre mostro con ella; y en preparar tantos postres muggles como pudiera con los ingredientes que compro en Diagon, alegrándose que cosas como la harina, chocolate, levadura y vainilla fueran ingredientes que usaban tanto muggles como hechiceros, Molly Weasley no quería aceptar un solo centavo por su estadía, así que cada noche preparaba un festín como forma de pago por su hospitalidad y acogida ese verano, que desaparecía rápidamente. En un parpadeo llego el primero de noviembre, hora de volver a Hogwarts, por lo que todos se embarcaron en el auto Ford Anglia que antes la había rescatado de los Durley, que tenía la mágica capacidad de albergarlos a todos cómodamente y partieron a la vieja estación de trenes en Londres, que para vista de cualquier transeúnte estaba en desuso, abandonada y sucia. La familia se apresuro a cruzar la entrada secreta, pero cuando fue el turno de Ron y Harriet se golpearon con un muro real, chocando estrepitosamente…para suerte nadie los vio, ¡bendita estación abandonada!, salió con su ego intacto de tan penosa situación.
- ¿Y ahora que hacemos Ron? ¡El tren ya va a partir y no podemos ingresar! - dijo Harriet nerviosa, perder el tren seria perder Hogwarts y volver con los Durley hacia que su estómago doliese de miedo.
- …- Ron miro fijamente a Harriet, entendiendo que perder el año no era una opción para ella-Tengo una idea.
Corrieron con sus baúles al Ford y Ron los elevo al aire, solo cuando Harriet advirtió que eran vistos por unos muggles activo es sistema de invisibilidad del auto y se pusieron en marcha para alcanzar al tren, cuando la ciudad quedo atrás y fue remplazada por los bellos paisajes de Escocia, Ron descendió del cielo intentando buscar al tren.
- Pero por favor, no manejes en las vías del tren, no quisiera que el tren nos sorprendiera por atrás amenazándonos con arrollarnos- rogo Harriet.
- Ok, ok, no pensaba hacer eso- dijo Ron rojo…porque eso era exactamente lo que pensaba hacer.
El niño mantuvo al auto en una altura considerable, cuando de la nada escuchan el motor del tren y antes de poder localizar la dirección por donde venia el sonido, este aparece rápidamente bajo ellos, a ambos niños se les fue el color en el rostro al darse cuenta que estuvieron cerca de un feo accidente. Suspirando de alivio Ron siguió al tren, Harriet durmió todo el trayecto ahora que no sentía amenaza alguna, dormir siempre era reparadoramente mágico para ella…pero fue despertada por unos movimientos bruscos del auto, la luz del sol había desaparecido, reemplazado por la oscuridad de la noche y Ron intentaba estabilizar el Ford para aterrizar en la entrada del colegio pero terminaron chocando contra un árbol y no uno cualquiera sino un árbol con vida, que furioso por estrellarse contra él, comenzó a golpearlos con sus ramas, les habría pasado algo peor si no hubieran huido con el auto; en medio del escape la varita de Ron se rompió y cuando llegaron a la entrada de Hogwarts el auto los expulso, literalmente, huyendo al bosque.
- ¡Espera! ¿A dónde vas? - grito Ron levantándose del suelo- Mis padres van a matarme…
Al entrar la castillo las cosas no mejoraron, fueron escoltados por Filch a las mazmorras donde les esperaba el profesor Snape con un diario en la mano, el auto volador siendo visto por muggles en primera plana, enfadado sería un eufemismo, estaba tan molesto que Harriet solo miraba el suelo, ¡así no era como quería empezar su año escolar!, sentía tanta vergüenza que no solo su rostro estaba rojo, sino también el pelo de forma claramente involuntaria; el profesor quería su expulsión y los cometarios de Ron no ayudaba; volver a Privet Drive no era una opción para ella, Hogwarts era su verdadero hogar. Justo cuando Ron se resignó a ser expulsado y Harriet creaba un plan de escape a cualquier otro lugar excepto a la casa de sus tíos, llego el director Dumbledore y la profesora McGonagall, quienes pese a todas las reglas rotas no serían expulsados, solo castigados, ambos niños alegres por evitar la expulsión aceptaron sin protestar.
Chapter 6
Notes:
Otro hermoso miercoles hermosas personitas, gracias por leer.Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Aunque McGonagall los castigo con diversas sanciones lo que más dolió a Ron fue el vociferador de su madre, estaba tan furiosa por el incidente con el carro volador que Harriet pensó que así debían de sonar los dragones enfurecidos. En el transcurso de la semana, los niños de primer año estaban frenéticos por conocer y estrechar la mano de la niña que vivió, pero nadie era más insistente que Colin Creevey, un niño nacido de muggles que idolatraba a Harriet, siempre tenía una cámara en mano dispuesto a tomarle fotografías hasta cuando comía y a cada tiempo libre se pegaba al trio dorado, sonrojando a Harriet por considerarlas como una hermana mayor, un modelo a seguir y molestando a Ron por perseguirla constantemente.
El curso de herbología fue realmente impactante, su asignación era trasladar plantas de Mandrágoras a maceteros más grandes, cuando se le sacaba de la tierra su llanto eran increíblemente espantoso aunque todos tuvieran protecciones en los oídos, estas parecían feos bebes por la forma pequeña de sus cuerpos, pero hecho de raíces, cubiertos de tierra y en lugar de pelo tenían densas hojas en la cabeza; pero eran muy útiles en caso de sufrir ataques de petrificación; cuando Harriet termino su asignación se fijó en sus demás compañeros, Gryffindor y Slytherin, notando como Malfoy se burlaba de su Mandrágora en lugar de plantarla pero termino siendo mordido por la planta… la niña frunció el ceño ¿Qué esperaba el pelo rubio que pasaría ante tal provocación?, literalmente su mano estaba en la boca de la planta, el lado bueno del accidente es que por fin había dejado en paz a la pobre Mandrágora.
Pociones se desarrolló como siempre, con un severo profesor Snape que no aguantaba mediocridades, preguntas que ahora si podía contestar y uno que otro inconveniente a la hora de realizar la tarea del día; Harriet habría podido hacer una mejor trabajo si Malfoy decidiera dejara en paz, el niño la vigilaba como un halcón a su presa intentando arruinar su poción, como había acabado la suya rápidamente se dedicó a molestar a la niña que vivió toda la clase, Harriet indignada redoblo sus esfuerzo para hacer un buen trabajo y se enfocó solo en su caldero.
- Es un maldito niño insufrible- se quejó Harriet en la noche, en el dormitorio de chicas.
- Y guapo- agrego Lavender sumándose a la conversación.
- Y con mucho dinero- soltó Parvati, riéndose con Lavender.
Las clases siguientes fueron entretenidas y muy educativas, pero defensas contra las artes oscuras resulto una decepción nuevamente, el profesor Lockhart era como un pavo real, en lugar de desarrollar la clase solo se la pasaba hablando del gran mago que era y de todos los premios que recibió… ¿en qué demonios le serviría saber que el tipo estuvo en la revista corazón de bruja?, exacto, ¡en nada!, pero todas las niñas, hasta Mione suspiraban por el profesor, ¡había personas más bellas que él!, como Malfoy por ejemplo, lástima que su belleza sea solo exterior, por dentro el niño estaba podrido, aunque aún era un niño, tal vez maduraría algún día ¿no?. Cada vez que el profesor Lockhart se auto alababa, Harriet se desconectaba pensando quien era más atractivo que el vanidoso hombre, sentía cierta satisfacción de revelarse, estaba físicamente en clase, pero no mentalmente; para cuando el profesor terminó de hablar Harriet había terminado de calificar a cada estudiante y profesor que conocía…hasta Dumbledore estaba por encima de ese narcisista, conservaba un aire amable y unos hermosos ojos azules ¿Cómo habría sido de joven? y más importante aún ¡¿Por qué contrato a tan deficiente mago?! Definitivamente indagaría ese asunto y le propondría una solución que quizá ayudaría con la precaria materia.
Luego de tres páginas con las preguntas más narcisistas que cualquiera leyó en su vida, cuando por fin Lockhart decidió desarrollar su clase, el salón se rio de él por “haber capturado peligrosas criaturas”, Pixies de Cornualles, encerrados en una jaula mediana; este al sentirse ridiculizado por los estudiantes soltó a las criaturas sin pensar en las consecuencias, el caos se desato en el salón, que pese a todas sus grandes historias de grandes hazañas el mago no pudo controlar, todos los estudiantes huyeron, Lockhart instruyo al trio de oro irresponsablemente para que limpiaran el desastre mientras el escapaba a su oficina, pero fue Hermione, la heroína del día que logro inmovilizar a todos las criaturas con el hechizo Immobulus
Y esa misma tarde para su suerte encontró al viejo director en el invernadero, por lo que corrió hacia él.
- Abuelo, te equivocaste al contratar a Lockhart, ¡es la persona más vanidosa del mundo!, tienes que hacer algo, no aprenderemos nada de él, ¡perderemos todo un año académico! - casi grito de frustración la niña.
- Oh mi querida niña, siempre hay mucho que aprender, incluso de un mal maestro, que no hacer y como no hacerlo- dijo el anciano mientras le acariciaba la cabeza para tranquilizarla.
- Pero abuelo, ¡no estamos aprendiendo nada en clases!, prefiero los gritos de las mandrágoras a sus narcisista discursos…por eso abuelo, quería proponerte clases extra en las tardes libres.
- Pequeña, no hay profesores disponibles para dar esas clases.
- ¿Y si no fueran profesores? ¿y si las personas que enseñasen fueran niños brillantes enseñando a un grado más joven? Por ejemplo, Hermione podría dar clases una vez a la semana a los niños de primer año de nuestra casa, ¡clases extra para compartir información, sin la presión de ser los profesores oficiales… solo niños mayores compartiendo y enseñando temas básicos a niños de un grado menor!
Dumbledore la miro impresionado, pareciera que el hombre solo se resignó a esperar que el año acabase para contratar a otro profesor.
- Esa es una fantástica idea pequeña- dijo sonriendo- me pondré en contacto con los alumnos de notas sobresalientes y les propondré esa alternativa.
Harriet se sintió feliz de poder aportar algo y le devolvió la sonrisa con el rostro y pelo rojo por ser felicitada por un adulto, se sentía como si flotara entre las nubes.
Días después todos los alumnos asistirían a clases extra de reforzamiento contra las artes oscuras, Harriet se encargó de memorizar cada palabra para enseñar a Hermione, porque esta se encargaría de enseñar a los Gryffindor de primer año; a ella no parecía importarle perder esas clases extra, sino darlas, la niña resplandecía de orgullo, ansiosa cada semana por mostrar todo su conocimiento del tema; todo el mundo acepto con gusto esas clases porque el malestar con Lockhart era general, en especial los chicos… las niñas estaban extrañamente hechizadas por él y no podían reconocer el daño que les hacía, pero aun así asistieron todos los alumnos en su totalidad, cada viernes por la noche.
Las semanas continuaron sin muchos percances, Colin pegado a la niña que vivió tomando fotografías hasta cuando tomaba agua, avergonzándola pero tratándolo con simpatía, gracias a eso Colin entendió que su ídolo y su amiga Hermione necesitaban pasar sus tardes libres en la biblioteca para mejorar académicamente y realizar sus tareas sin interrupciones. Harriet debía aprovechar al máximo su tiempo libre para mejorar académicamente, en especial pociones antes que las prácticas de quidditch le quitaran horas semanales y también porque ella seguía castigada por el incidente del auto volador. Las semanas siguieron pasando rápidamente y en un parpadeo ya era hora de las prácticas de quidditch y esta resulto en una disputa con los Slytherin por quien sería el equipo que usaría el campo de juego y el equipo de las serpientes tenía la preferencia pues necesitaba practicar por tener un nuevo buscador, quien sería Malfoy y curiosamente todo el equipo tenía nuevas escobas, las costosas Nimbus 2001.
- Como veras Potter, mi padre nos da siempre lo mejor- dijo Malfoy acercándose a ella e invadiendo su espacio personal.
Odiaba que los Malfoy no supieran lo que era el espacio personal, tener al niño tan cerca lo hacía sentirse incómoda, pero Mione los separó, refutando con inteligencia su vanidosa afirmación. Las cosas se salieron de control cuando Malfoy llamo “sangre sucia” a Hermione, Ron rojo de rabia intento hechizar al niño rubio, pero no recordó que su varita al estar rota no funcionaría con normalidad, por lo que el hechizo reboto, haciéndole vomitar babosas; las niñas se llevaron a Ron a la cabaña de Hagrit quien dio un brebaje para detener el hechizo, al indagar por que el peli rojo se molestó tanto como lanzar un hechizo, Hermione le explico que Ron la defendió porque Malfoy la llamo “sangre sucia”.
- ¿Qué significa eso? - pregunto Harriet.
- Nacido de muggles, inferiores según magos supremacistas de sangre, es un viejo insulto- dijo Hermione con los ojos llorosos.
- Tonterías, no debes créelo ni por un momento, eres una de las mejores brujas de tu edad- replico Hagrit indignado por el insulto.
- ¡Si Mione!, eres increíble y cada vez que ganas puntos para nuestra casa ¡Malfoy se pone verde de envidia!, su cara se pone como una manzana verde, ¡una manzana verde madura! Además, apuesto a que al salir del colegio poco a poco tendrás cargos más importantes, ¡hasta legar a ser Ministra de Magia!
Las lágrimas de Hermione se cortaron y fueron reemplazadas por un fuerte sonrojo.
- ¡Qué cosas dices Harriet! - dijo Hermione con la cara roja.
Y así trascurrió la tarde, Ron recuperándose poco a poco, Harriet llenando de alabanzas a Hermione y volviéndola cada vez más sonrojada, al punto que olvidar el insulto.
Como parte del castigo por estrellarse contra el árbol y romper un montón de normas, Ron debían de realizar diversas tareas, como pulir cada trofeo del colegio y Harriet debía ayudar al profesor de artes oscuras en lo que necesitase; si la niña tuviese que elegir preferiría el castigo de Ron o que le golpee el sauce boxeador.
Estar apoyando a Lockhart era equivalente a horas perdidas escuchándolo auto vanagloriarse, responder por él sus cartas de los miles de fans que lo adoraban, copiar su firma para sus autógrafos, clasificar y organizar cada regalo de sus admiradores, se prometió jamás ser como él o ella misma se apuñalaría con el objeto punzante más cercano que tenga a la vista… estaba tan aburrida que mando su mente a pasear, hasta que escucho una tenebrosa voz, que el profesor no podía escuchar. Confundida y realmente cansada Harriet por fin se retiró a su dormitorio, su estómago rugió y maldijo al profesor por retenerla hasta perderse la cena, mientras caminaba de regreso a su sala común volvió a oír la voz sedosa, profunda y aterradoras, esta vez logro entender 3 palabras “matar”,“sangre” y “quiero tu sangre”, pero ¿de dónde venía tan macabra voz? ¿de la pared? Harriet comenzó a perseguir esa voz que poco a poco se alejaba, por lo que corrió para alcanzarla, casi ignorando a Ron y Hermione que preguntaban por qué se perdió la cena, al verla alejarse corrieron tras ella; cuando Harriet llego a un corredor se dio cuenta que solo ella podía escuchar esa voz y también percibió que algo estaba mal, noto como las arañas escapaban al bosque prohibido en una fila, había charcos en el suelo, y lo más aterrador era ver a la gata de Filch colgada por la cola, paralizada, en la pared, al lado de un mensaje escrito con sangre.
“Enemigos del heredero, temed, la cámara de los secretos ha sido abierta”
- ¡Asesina! - grito Filch a Harriet quien estaba más cerca de su gata, y procedió a sacudirla de los hombros- ¿Qué fue lo que hiciste? ¡¿Qué fue lo que hiciste?!
Los gritos del hombre trajeron la atención del alumnado, hasta de los de primer año, incluido Colin quien empezó a tomar fotos, los estudiantes rodeando la escena, leyendo el mensaje; veían a la pequeña niña con nuevos ojos, curiosidad y miedo.
- ¡Suéltela! - exigió Hermione saliendo de su estupor.
- NO, ¡Mato a mi gata! - dijo mientras la sacudía con mayor fuerza.
Oportunamente llego el director, McGonagall y Snape, para separarlos; Dumbledore explico que la gata no estaba muerta, solo petrificada y ordeno a todos los alumnos retirarse a sus habitaciones acompañados por los prefectos…excepto el trio dorado, el anciano quería una explicación y Hermione la defendió, demostrando que su querida amiga era inocente.
- Director Dumbledore, estoy de acuerdo con la señorita Granger, Potter es muy pequeña como para escribir ese mensaje, sin contar con su inclinación de amar proteger a los indefensos…pero, ella no estaba en la cena, ¿verdad? - dijo el profesor Snape encarando a Harriet.
La niña frunció el ceño, por un momento creyó que la defendería y lo peor, ¡le hizo recordar que estaba hambrienta!, justo cuando estaba a punto de dar su versión de los hechos apareció el profesor Lockhart y se adelantó. El conflicto se resolvió, Harriet estaba muy agradecida con sus amigos por no delatar que escucho una voz, decir eso la podría como culpable potencial.
Las clases continuaron con toda la normalidad que se pudo, a la primera oportunidad Hermione pregunto a la profesora McGonagall en clases qué era la cámara de los secretos; la profesora les conto que uno de los fundadores Salazar Slytherin no deseaba que ningún hijo de muggle estudiase en Hogwarts, los consideraba no dignos; los cuatro fundadores discreparon y Salazar termino yéndose del colegio pero se dice dejo un monstruo en un lugar oculto llamado la cámara de los secretos, donde espera que el heredero de Slytherin la encuentre para asesinar a todos los nacidos de muggles y limpiar el colegio de las sangre sucia. Harriet divago en medio de la explicación preguntándose por que tanto odio a los muggles… ¿Qué le hicieron a Slytherin?
- El heredero debe ser Malfoy- dijo segura Harriet mientras el trio dorado se trasladaba a la siguiente clase.
- Es un supremacista de sangre, las probabilidades son muchas-añadió Ron.
- Solo lo sabremos si se lo preguntamos…antes que me verán como loca tengo un plan, ¡poción multijugos! -dijo Hermione.
Hermione les explico que para poder saber quién era el heredero debían de hacerse pasar por alumnos Slytherin y para ello debían transformarse usando ese brebaje, pero el problema era que hacerla demoraría un mes.
Las semanas pasaron y llego el primer partido de quidditch, Gryffindor vs Slytherin, se cantó Eye of the Tiger de camino al cambiador al campo calmando todos los nervios, de alguna forma Colin se las arregló para tomarle fotos antes de comenzar el juego deseándole suerte; el partido empezó mal para Gryffindor, quedando atrás en el marcador, y Malfoy no paraba de intimidarla, estando muy cerca de ella… ¿Seria esa su estrategia, seguirle hasta lograr ver la snitch dorada? Sus divagaciones fueron cortadas cuando una Bludger intento golpearla, ella huyo por el aire con la esperanza perderlo pero parecía que el objeto estaba hechizado para hacerle daño; en medio de su escape logro ver la snitch dorada y a pesar de la amenaza tras suyo y Malfoy empujándola en cada oportunidad, Harriet logro atrapar el dolado objeto aunque lesionándose la mano por culpa de la Bludger, cayendo de espaldas al campo de juego cuando estaba a solo unos metros y aunque el juego oficialmente termino la Bludger seguía intentando lastimarla, Harriet pudo esquivar unos cuantos golpes pero cuando pensó que no llegaría a esquivar Hermione quien venía a su rescate corriendo con Ron destruyo el objeto embrujado reduciéndolo a polvo.
- Gracias Mione- dijo Harriet sonriendo a su agitada amiga.
- ¿Harriet, estas herida? - pregunto Ron y Hagrit quienes acaban de llegar corriendo.
- Creo que me rompí el brazo- dijo Harriet adolorida.
- Yo te ayudare Harriet, te curare el brazo enseguida- dijo de la nada el profesor Lockhart quien llego corriendo junto con más alumnos y profesores.
- No, usted no- dijo Harriet temerosa por el resultado. Y antes de escuchar otra palabra se escondió detrás de Hagrit.
- Oh, pobrecilla, ¡desvaría!, ven dame tu brazo.
Harriet intentó huir hacia los gemelos que la esperaban con los brazos abiertos, pero Lockhart la forzó para realizar el hechizo dejándola sin huesos en todo el brazo, sorprendiendo a todos los estudiantes y enfadando a los adultos, incluyendo al director que cito a Lockhart para una amonestación por hechizar a una alumna sin su permiso con los peores resultados; mando a Harriet a la enfermería, fue acompañada por sus amigos y equipo, donde tuvo que tomar una horrible bebida que le haría crecer los hueso de la brazo, sería un proceso lento y doloroso por lo que pasaría la noche en la enfermería. En la noche fue despertada por una siniestra voz, la misma que persiguió después del castigo con Lockhart y antes de poder ubicarla fue sorprendida por Dobby, quien apareció de la nada en su patiadera, advirtiéndole de los peligros que amenazaban a la pequeña heroína, el elfo confeso que hechizo la plataforma 9 ¾ para que no asista al colegio y hasta hechizo la Bludger con la esperanza de enviarla a casa; pero por hacer algo tan horrible el elfo se había planchado las manos, ¡estaban llenas de heridas!; Harriet sintió que toda la ira por la confesión de la criatura se enfriaba de golpe, olvido su enfado al ver el estado de sus manos y su llanto fue demasiado para el corazón de la niña, su debilidad eran las lágrimas.
- Dobby, debes curarte esas heridas ahora mismo, esos vendajes deben ser cambiados o tus heridas se infectarán…y ¿por qué siempre vistes ese trapo sucio todo el tiempo?
- Es mi marca de esclavitud hacia la familia que sirve Dobby, solo podre seré liberado si el amo le regala una prenda de ropa…Debe volver a casa ya, ¡cosas malas pasaran como la última vez- chillo temeroso el elfo.
Harriet quería saber a qué se refería Dobby, pero este desapareció cuando un grupo de personas ingresaron a la enfermería, Harriet se hiso la dormida y escucho que otro alumno había sido petrificado… ¡Colin Creevey!¡Su autonombrado hermano menor!
- La escuela ya no es segura- escucho la voz de Dumbledore cargada de preocupación- La cámara de los secretos ha vuelto a ser abierta.
Harriet quien fingía estar dormida reconoció que el asunto era grave, todos los magos sonaban asustados y preocupados. Luego de su salida de la enfermería Hermione la alegro informándole que la pócima estaría pronto lista, ella la preparaba en el baño de niñas del segundo piso a plena luz del día porque no era muy usado ya que había un fantasma residiendo ahí, la de una estudiante, “Myrtle la llorona”, espantaba a los alumnos, se decía que la niña murió hace muchos años, aunque nadie sabía cómo.
El profesor Lockhart fundo un improvisado club de duelo para levantar la moral del colegio, aunque el alumnado estaba escéptico decidió asistir, en especial las alumnas que suspiraban por él; el asistente del profesor Lockhart seria el profesor Snape, quien tenía un aura asesina que Lockhart no noto o simplemente no quiso ver; al momento del duelo el profesor Snape demostró superioridad derrotando a Lockhart fácilmente, ganándose vitoreo de celebración por parte de Slytherin y de varios alumnos, entre ellos Harriet. El profesor Snape sugirió que los alumnos debían de practicar, propuso a Malfoy como oponente y Lockhart obligo a Harriet a subir a la plataforma de duelo; la peli negra bufo y subió a regañadientes.
- ¿Asustada Potter? - dijo altaneramente Malfoy.
- ¿Debería? - respondió Harriet con una ceja levantada- No, ni un poco.
Malfoy comenzó lanzando ataques que la niña esquivaba o bloqueaba, cuando la pequeña se defendió lanzo un hechizo que mando a volar al niño; avergonzado Malfoy invoca a una serpiente, siendo algo prohibido Snape se ofreció a desaparecerla, pero Lockhart tan mandón como siempre se adelanta y en lugar de deshacer el hechizo lanzo al animal volando por el aire, enfadando más a la serpiente, al punto que querer atacar a un alumno; Harriet asustada intenta detener el ataque rogando al animal que no ataque al niño.
- No lo ataques por favor, él no es tu enemigo- suplico Harriet a la serpiente.
- Un hablante…ha pasado mucho tiempo desde que oí a un hablante, pero lo siento niña, fui invocada para atacar- dijo la serpiente mostrando sus colmillos.
Antes de que Harriet pueda responder el profesor Snape elimino a la serpiente reduciéndola a cenizas, cuando bajo de la plataforma se dio cuenta que todos la miraban, los menores con miedo y los mayores desconfiados, hasta el profesor Snape le mando una mirada desconcertante y ella no entendía porque… ¿acaso había hecho algo malo? Más tarde gracias a Hermione se enteró que hablo en otro idioma, Pársel, el lenguaje de las serpientes, y eso no era muy común ni en el mundo mágico, de hecho, eran pocos y temidos los que poseían esa habilidad, entre ellos Voldemort.
Luego de ese suceso todo el mundo la trataba de forma fría y temerosa, se sintió marginada y despreciada; la miraban como si ella fuera una bruja oscura, como si haría algo malo en cualquier momento; en clases, en los corredores, en el comedor, la biblioteca y hasta en la sala de estudio, ¡se dedicaban a susurrar que ella era la heredera de Slytherin!, harta abandona a sus amigos para irse a su dormitorio cuando escucha esa macabra voz nuevamente, amenazando con sangre y muerte, así que corre tras ella pero lo único que logra encontrar es otra víctima petrificada, el niño de Hufflepuff que intentó salvar de la serpiente en el club de duelo, cerca al cuerpo ve de nuevo a arañas en línea recta escapando al bosque, al agacharse y tocar al niño de la mano esta tan rígido y frio como una estatua.
- ¡ASESINA! ¡Te atrape en el acto, ahora si te expulsaran!
Grito Filch de la nada, asustando a Harriet y mandándola al despacho del director junto con la profesora McGonagall, la niña a pesar de rogar por su inocencia fue conducida al despacho del director después de decir la contraseña y elevarse tras una escalera de caracol de piedra en movimiento, oculta por una magnifica ave. Ya dentro al no hallar al director se puso a observar los curiosos objetos en el despacho, retratos de quienes suponía eran ex directores dormidos, tablas delgadas con intrincados dispositivos de plata sobre ellos con formas diversas, pensó que así debían de ser las jugueterías para adultos, y en un estante el sombrero seleccionador, a quien saludó cordialmente y este respondió amablemente que el director estaría ahí en cualquier momento; Harriet siguió observando la habitación hasta notar un fénix envejecido, parecía enfermo.
Cuando la niña se acercó a verlo con mayor detalle el animal estallo de pronto, convirtiéndose en cenizas, asustando a la niña; cuando el director por fin llego al despacho, la niña explicó lo sucedido con el ave alegando inocencia, el director la calma y le explica que ese era Fawkes, un ave fénix, la muerte era parte esencial para su inmortalidad, pues así pueden volver la vida; acto seguido el anciano busca entre las cenizas y encuentra un pequeño pichón de fénix.
- Aves realmente asombrosas Harriet, pueden llevar cargas muy pesadas, sus lágrimas pueden curar cualquier veneno…Harriet- dijo el director mirándola- sé que tú no eres la responsable de los ataques, pero debes ser fuerte pequeña, hasta que el responsable sea atrapado.
Harriet agradeció las palabras al director, en eso días pocas personas realmente se preocupaban por ella, el anciano siempre estaba de su lado sin importar la situación, como debía ser, adultos preocupándose por niños, no como los hirientes Dursley; así que sin pensar en lo raro e insolente que podrían ser sus actos corto la distancia que lo separaba con el director y lo abrazo.
- Gracias abuelo- dijo en un susurro la niña mientras lo abrazaba.
El hombre se tensó, pero luego correspondió a la muestra de afecto devolviendo el abrazo.
Madre, padre, hermanos, tíos, primos, abuelos, ¿Cuántos lazos familiares más se había perdido por culpa de Voldemort, mismos lazos que podrían estar consolándola ahora mismo cuando las cosas se ponían feas para una niña como ella? Y ahí estaba, intentando recrear uno artificialmente, pero en esos instantes no importaba que sea falso, ella abrazaría fuertemente al anciano, se refugiaría al menos en esos momentos en un adulto que creía en su inocencia ciegamente.
En el trascurso los meses tras la llegada de navidad Hermione por fin termino la poción multijugos, pero para poder cambiar a Slytherin e infiltrarse necesitaban los pelos de quienes se convertirían, en este caso Crabbe y Goyle, para eso Hermione preparo postres con somníferos.
- No creo funcione Hermione, ni ellos son tan tontos como para comer bocadillos de extraños-replico Ron.
Pero el plan funciono de maravilla, los niños de verde no dudaron en comer los postres, Harriet se sorprendió de lo incautos que podían llegar ser, eso no era bueno, alguien podría realmente abusar y tomar ventaja de esa cándidos niños…una vez desmayados los arrastraron hasta un armario, le quitaron unos cuantos pelos y así como su ropa, corrieron al baño del segundo piso con Hermione quien ya tenía los pelos de la niña Slytherin Millicent Bulstrode y todos añadieron el ingrediente faltante, para así tomar la poción o intentan hacerlo porque sabe horrible, Hermione y Ron se escapaban a los cubículos a vomitar, Harriet intento no hacerlo pues no deseaba anular los efectos de la poción y volver a tomar ese asqueroso brebaje, aferrándose al lavado, sintió como su cuerpo hormiguea, no podía parar de temblar, intento ignorar el dolor que le recorrió el cuerpo y cuando creyó desmayarse la incomodidad desapareció, la única incomodidad que sentía era su ropa, la apretaba como si fuese demasiado pequeña, de hecho se sentía diferente, más alta, fuerte y pesada, al verse en el espejo se sorprendió al ver a un niño robusto devolviéndole la mirada, ¡era ella!, ¡ella era Goyle!
- ¿Harriet? - una voz el saco de sus ensoñaciones, la voz salida del retrete se acercó a la niña temeroso, ella sabe que las únicas personas en el baño son Ron y Hermione, pero esa voz no suena a Ron.
- ¿Ron? - pregunto cautelosa, sorprendiéndose que ahora también tenía la voz de un niño.
Y en lugar de encontrar a Ron fue sorprendida por Crabbe, ¡la poción realmente funciono!, ambos niños alegres celebran el resultado, pero Hermione quien sigue encerrada en el retrete les dice no pierdan el tiempo y que se pongan los uniformes de Slytherin, y la verdad eso era un alivio para Harriet, su ropa de niña le apretaba demasiado, temía que se rompiera en cualquier momento y comenzó a desvestirse ignorando los chillidos de Ron acerca de desnudarse en la presencia de otro niño, Harriet intento tranquilizar al niño razonando que ahora también era un niño no habría problema alguno, pero no fue suficiente para Ron y este se encerró en el baño para darle privacidad. Una vez cambiados intentan que Hermione salga para poner el plan en marcha, pero la niña de pelo tupido se negaba salir y los manda a ir con Malfoy pues cuánto tiempo la pócima duraría solo duraría una hora; Harriet reconoció por el tono de voz de su amiga que algo salió mal pero no había tiempo para explicaciones, así que agarra a Ron del brazo obligándolo a salir del baño y promete volver por Hermione antes que sus esfuerzos se pierdan.
Corrieron a las mazmorras y justo cuando estaba casi delante de los barriles para entrar a la sala común de las serpiente fueron detenidos por Percy por andar vagando tan tarde en el castillo, violando el toque de queda y para la sorpresa de los niños fue Malfoy que los ayudo a salir de esa situación, metiéndolos a la sala común, y aunque Harriet sabía que debía enfocarse en su misión no pudo dejar de apreciar los detalles de esta, como una escalera de piedra para descender a una habitación larga que daba el aspecto de ser más subterráneo de lo que ya era, los muros y techos era de piedra, varias lámparas de color verdoso colgaban del techo mediante cadenas, habría fecho un frio atroz si no fuese por la cálida chimenea, adornada con un repisa labrada; por las ventanas podía ver algunas criaturas del lago, dándole un tono más verde a la sala, los muebles eran de un estilo antiguo, verdes, negros, algunos sofás eran de cuero, las paredes adornadas con retratos de brujos medievales, también habían mesas con unos escalofriantes cráneos, lámparas verdes, sillas, libreros, y armarios de madera oscura…bueno, al menos tenían un ajedrez mágico en un rincón.
- ¿Dónde se metieron ustedes dos? - recrimino Malfoy.
- Teníamos hambre y fuimos por unos bocadillos- dijo Harriet intentando no lucir tan nerviosa como se sentía.
Pero Draco la observo fijamente, y le pregunto desde cuando usaba lentes, provocando que ella se los sacara rápidamente, informo que solo estaba jugando con estos y los rompió demasiado fácil porque ya había acabado de jugar, guardándolo en su túnica … decir que los usaba para leer levantaría más sospechas del rubio, por lo que el niño lo dejo pasar, calmando el corazón de Harriet, el niño rubio comenzó a despotricar contra el colegio y en especial contra el director, dichas palabras despertaron una ira que no pudo ocultar, Malfoy al notarlo pregunto cuál era su problema, pregunto si acaso había algo más molesto en el colegio que el viejo director a lo cual ella dio la repuesta que el niño quería oír, “Harriet Potter”, ganándose la aceptación del rubio.
-“San Potter”- dijo con enfado el rubio- como me enfada lo amable que es con los necesitados.
Ron pregunto por la cámara de los secretos y el heredero, Malfoy negó serlo tal como les dijo ayer pero pensó que eran muy tontos como para recordar por lo volvió a contarles todo lo que sabía, que él no era el heredero, les conto lo que paso cuando la cámara se abrió hace 50 años, lo sabía porque su padre le narro la historia, se halló y expulsó al responsable, una sangre sucia murió y el macabro niño rubio estaba entusiasmado por que vuelva a ocurrir aquellos sucesos para que limpie al colegio de todos los indignos, enfadando a los dos niños por ese asqueroso pensamiento. Malfoy se distrajo con una cajita que parecía ser un regalo y dejo de prestarles atención, afortunadamente porque la poción estaba perdiendo su efecto, Harriet recupero su cicatriz y Ron poco a poco el color de su rojizo pelo original, así que se retiraron alegando que tenían problemas estomacales antes las réplicas del peli rubio.
Ron y Hermione volvieron al baño de niñas para contarle todo a Hermione, pero la niña aun rehusaba salir, Myrtle se burló de ella llamándola horrible, cuando por fin abrió la puerta los baños pudieron ver que Hermione no era una persona, sino un gato con el tamaño de una persona, vistiendo el uniforme Gryffindor y aun conservando su tupido pelo.
- ¡Es horrible, horrible! - chillaba Myrtle.
- YA BASTA - Harriet se enfadó, haciendo una mueca y esta solo se alejó florando- Mione, la poción pasará, mírame, volví a ser una niña, pasará, pero debemos ir a la enfermería, yo hablare con Pomfrey, todo estará bien ¿sí?
La enfermera quiso saber cómo pudo pasar esa trasformación, Harriet invento una historia creíble y uso todo su encanto para que no informe a sus superiores por tan anormal caso, Pomfrey acepto y Harriet tuvo que traer sus dulces favoritos por una semana para agradecer la discreción.
Hermione se quedaría por 3 días en la enfermería mientras Pomfrey se aseguraba que la poción desapareciera de su sistema y Harriet se encargó de escribir detalladamente las clases para pasarle los apuntes a una ansiosa niña gato. Una tarde mientras Ron y ella volvían a su sala común notaron que el segundo piso estaba mojado, creyendo que fue Myrtle quien abrió los caños fueron a cerrarlos, pero la fantasma los enfrento molesta preguntando si ellos también pensaban arrojarles libros en la cabeza a pesar de ser un fantasma y por tanto solo la traspasaran, chillando se alejó de una desconcertada Harriet quien cogió el libro, era viejo, con paginas amarillentas y estaba vacío y le pertenecía a Tom Sorvolo Ryddle.
Notes:
Siempre me atrajo la perspectiva de un abuelo Albus Dumbledore, así que decidí añadir esto en el fic.
Chapter 7
Summary:
Nuevos misterios y peligros rodean al trio de oro, que deberá investigar o Hogwarts peligrará. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Al día siguiente cuando hubo oportunidad los niños fueron a informarle sobre el extraño hallazgo a Hermione, y gracias a Ron quien recordó que el dueño del diario asistió a Hogwarts hace 50 años, porque su castigo por el auto volador era pulir los trofeos del colegio, recordó que ese tal Tom Sorvolo había ganado un trofeo por mérito más allá del debe; el diario podría sería un objeto potencial de información pero estaba vacío, desconcertadamente vacío, así que entre los tres decidieron estudiarlo por separado para así tal vez poder descubrir algún secreto en sus amarillas hojas.
El trio paso los siguientes días intentando descubrir algo nuevo del diario; hasta que una noche, cuando estaba sola en la sala común de Gryffindor, Harriet escribió en una de las hojas amarillentas y fue sorprendida cuando el diario le respondió, cuando la niña pregunto si sabía por la cámara de los secretos el diario se ofreció a mostrarle lo sucedido el 13 de junio, siendo literalmente absorbida por este y trasladada a un corredor, familiar aunque algo diferente, al principio la niña intentó pedir a un apuesto joven mayor ayuda que ella pero fue ignorada por completo, demasiado concentrado en la escena que se desarrollaba frente suyo, un caos y cuatro magos trasladando un cadáver de un estudiante en una camilla, de repente escucho a una voz familiar llamar al joven “Tom Ryddle”, esa voz pertenecía al director Dumbledore increíblemente más joven, amonestando al joven por violar el toque de queda y pasera por el castillo a altas horas de la noche; el apuesto joven Ryddle sostuvo una charla preocupado por el futuro de Hogwarts, porque si algo pasaba al colegio y lo cerraban Tom no tendría lugar al cual volver; y de pronto se puso a insinuar que atrapar al culpable aseguraría que Hogwarts no cerrara sus puertas, Dumbledore intuyo que había algo extraño en esa actitud del joven e intento sacarle información pero el joven era astuto y salió librado de sospechas, retirándose a su cuarto, a excepción que al seguirlo Harriet se dio cuenta que no iba a las mazmorras sino a otro lado; Harriet decidió seguirlo casi corriendo al ser tan pequeña, todo el asunto con el dueño del diario era increíblemente sospechoso, cuando Ryddle por fin paro llego a un cuarto donde peleo con un joven Hagrit por asesinar al responsable de la muerte de una niña nacida de muggles, pero Hagrit alego que Aragog, una araña tan grande como un perro, era inocente, y para alegría del gigante la araña logro escapar al bosque prohibido cuando el apuesto joven quiso asesinarla, Tom furioso responsabilizo de todo a Hagrit, prometiéndole expulsión y encarcelamiento en Azkaban… eso no era justo, ¡Hagrit amaba la vida, jamás atentaría contra otros!, la niña intento intervenir aunque fuera en vano y fue expulsada a la sala común de Gryffindor.
A la mañana siguiente después de clases explico lo sucedido con el diario a sus amigos y comenzó a hacer deducciones.
- ¡Hagrit abrió la cámara de los secretos hace 50 años!
- Pero Harriet, Hagrit es nuestro amigo, no puede ser el heredero de Slytherin.
- Sí, no podemos ir de repente y preguntarle si soltó hace 50 años algo peludo y grande- acoto Ron.
Pero antes de poder decir algo más llego de la nada Hagrit, lucia preocupado porque sus gallos estaban desapareciendo misteriosamente, y recomendó a los niños que tuvieran cuidado, retirándose a buscar nuevos gallos.
Cuando los niños se retiraron a su sala común todo el mundo estaba susurrando, algo había pasado, Lavender se acercó a las niñas y les dijo con lágrimas en los ojos que su habitación estaba destrozada, así que corrieron y ciertamente todo estaba destrozado, hasta unas cuantas pertenecías que amaba Lavender y los posters favoritos que decoraban la cama de Parvati estaban hecho trisas, las niñas sollozaban por sus pertenencias arruinadas; Harriet estaba roja de rabia, toda ella estaba roja, alguien se había metido a su habitación y había roto todo para llevarse el único objeto que no estaba en la habitación: el diario de Tom Ryddle.
- Tuvo que ser una alumna de Gryffindor, nadie más podría entrar por el retrato de la dama gorda y subir las escaleras- dijo Hermione que intentaba consolar a Lavender y Parvati.
- Cuando descubra quien fue… lo hare pagar- dijo Harriet con los dientes rechinando apretando los puños fuertemente de coraje.
Los días pasaron, Hermione investigaba obsesivamente quien podría ser el monstruo al no hallar al responsable y en un parpadeo llego el partido de Gryffindor vs Hufflepuff, justo cuando estaban saliendo del cambiador tras repasar la forma de ataque, la profesora McGonagall cancelo el partido, desde fuera pudo escuchar como el director cancelaba toda la temporada de quidditch recibiendo quejas del alumnado.
La profesora se llevó a Harriet con ella, la niña estaba perdida, no entendía que pasaban exactamente hasta que se reunió con Ron en las puertas de la enfermería y fueron escoltados hacia una cama.
- Lo siento Potter- dijo McGonagall.
Sin entender Harriet se acercó a ver quién estaba en esa cama, cabello tupido, manos manchadas con tinta por tanto escribir, ojos de hermoso color café, pero en lugar de encontrar una brillante piel, fue sorprendida por una piel pálida, sin vida.
- ¡HERMIONE! - grito Harriet casi volando a la cama- ¡MIONE!
- Tranquilícese señorita Potter, solo esta petrificada, la encontramos en un pasadizo con un espejo en la mano… ¿sabe porque haría algo como eso?
- Sinceramente no profesora…Mione- dijo Harriet mientras le tocaba el brazo, a su lado noto que el color de ron desapareció de su rostro.
Tras el ataque de Hermione se establecieron nuevas normas, los alumnos tenían prohibido abandonar sus salas comunes pasado las 6 de la tarde, y siempre serian acompañados a clases por un profesor.
- Temo que si los ataques continúan y el responsable no es atrapado el colegio cerrara sus puertas - dijo mortificada la profesora McGonagall.
Esa misma noche sin esperar más Harriet obligo a Ron a salir de su cama para ir al bosque por Hagrit usando la capa de invisibilidad, fueron recibidos con amabilidad pero preocupación por la hora de visita por el gigante hombre pero antes de poder intercambiar palabras se escuchó como alguien llamaba a la puerta, los niños corrieron la esquina ,lo más alejadas de la cabaña y se cubrieron con la capa, tres magos adultos pasaron, Dumbledore, el señor Malfoy y el Ministro de magia (lo sabía gracias a Hermione por supuesto), estába ahí para llevarse a Hagrit a la prisión de Azkaban, como principal responsable de los ataques a hijos muggles por tener antecedente pasados, el ministerio exigía culpables aunque Dumbledore creía firmemente en la inocencia del guardabosques y como si no fuera suficientemente deprimente el padre de Malfoy le informo que estaba suspendido del puesto de director porque todo el comité académico había decidió que ya no era apto para el puesto por tanta ineficiencia a taques de niños magos. A pesar que Azkaban era una palabra que hacía temblar a Hagrit este se las apaño para dejarles un mensaje en código a los niños “si quieren información deben seguir a las arañas”, Dumbledore sospechó que los niños estaban ahí así que a pesar de ya no ser el director dio a entender que la ayuda siempre estará presente para quien lo necesitase.
Cuando los invitados se fueron los niños se quitaron la capa, sus caras reflejaban preocupación por lo que acababan de escuchar.
- Esto es serio Harriet, ¡sin Dumbledore habrá ataques diarios! - chillo preocupado Ron.
- No hay tiempo que perder, seguiremos a las arañas ahora mismo.
Y sin un plan en la mente, solo con una linterna, ambos niños se adentraron al bosque prohibido por el sendero donde caminaban las arañas, Harriet lidero el camino jalando a Ron, el niño tenía miedo a las arañas, aunque no lo expresara abiertamente, temblaba como una hoja, así que se puso a cantar Imagine, y sintió gran satisfacción al sentir que niño ya no estaba tan asustado, “bendito seas John Lennon”, pero Harriet dejo de cantar cuando llegaron al nido de las arañas, se habían apropiado de una parte extensa del bosque, cubriéndolo de telarañas y árboles caídos, Ron volvió a temblar y Harriet no lo culpo, también se asustó cuando vio como una araña gigante subía por unos troncos hasta acercarse donde estaban.
- Tienes una bella voz niña- dijo la gigante araña sorprendiendo a los niños, ¡una araña que podía hablar, tosco, pero palabras al fin de cuentas!
- Muchas gracias- dijo temblando la niña, inclinando la cabeza en señal de sumisión, por lo poco de sabia de criaturas mágicas casi todas eran altivas y orgullosas con extraños, y esta gigante araña debía ser el alfa… modales Harriet, modales, se dijo así misma, los modales quizá nos saquen vivos de aquí, pensó- Gran señor arácnido, estamos aquí por Hagrit, es nuestro amigo y está en problemas, por favor necesitamos su ayuda, necesitamos saber que paso hace 50 años.
- Mi nombre es Aragog, rey de los arácnidos amigos de Hagrit- dijo el gigantesco ser moviendo sus grandes colmillos.
- …Harriet- llamo débilmente Ron.
- Silencio Ron- susurro Harriet- Culpan a Hagrit por los ataques sucedido en el colegio a niños, creen que el abrió la cámara de los secretos como antes.
- Eso es mentira, Hagrit es inocente, el jamás hiso algo como eso.
- Harriet…- susurro Ron.
- ¿Usted sabe lo que sucedió hace 50 años? ¿Quién petrifico a un alumno?
- No hablamos de eso, las arañas témenos al monstruo que vive en el castillo, nos mantenemos alejados de su zona.
- Harriet- Ron tiro del suéter cortesía de matriarca Weasley.
- Ron, solo un momento más… gran Aragog, ¿eso significa que no ataco a ningún alumno?
- ¿Atacar?… yo legué a Hogwarts del bolsillo de un viajero, Hagrit me acogió y me mantuvo todo el tiempo en una caja, eso fue todo lo que vi cuando estaba en el castillo; luego hui al bosque porque un niño bonito quiso asesinarme.
- ¡HARRIET! - grito Ron sin poder aguantar más.
- ¿Qué? ¿Qué pasa? - dijo casi molesta la niña por ser interrumpida por Ron, quien no hablo, solo se limitó a señalar el peligro inminente, estaban siendo rodeados por arañas de todo tamaño, bajando por los árboles, llegando de todas partes- Muchas gracias gran Aragog por la información es tiempo de irnos.
- ¿Irse?, mis hijos no atacan a Hagrit porque se los ordeno, pero ellos tienen hambre, no siempre las presas por su propia voluntad se acercan a su depredador… aunque contigo puedo hacer una excepción niña, no te comeremos si prometes quedarte acá y cantar por siempre para nosotros.
Antes de poder decir algo Ron la cogió de la mano y la obligo a correr, pero por más que huían las arañas del tamaño de perros grandes se las apañaban para alcanzarlos hasta rodearlos… no había escape y los niños no conocían hechizos para defenderse de tantas arañas a la vez; justo cuando perdían las esperanzas de salir vivos apareció un Ford Anglia celestre al rescate, atropellando a las arañas que se interponían entre los niños y el mágico objeto, los niños subieron rápidamente al carro, avanzaron con rapidez abriéndose paso a la fuerza atropellando de ser necesario a cuanta araña se interpusiera en su camino y condujeron a la entrada del colegio, cuando estuvieron ahí el auto volvió a expulsarlos y se escapó al bosque prohibido.
- GRACIAS- grito Harriet, antes que el auto se perdiera en la oscuridad- Para ser un auto tiene mucho espíritu Gryffindor ¿no?, habríamos muerto sin su ayuda.
Pero Ron no respondió, aún seguía aturdido y sobre todo apenado al ver como el auto desaparecía una vez más, por unos momentos creyó poder devolver el auto a sus padres. Volvieron al castillo con la capa de invisibilidad, intentado entender la información que tenían en sus manos y relacionarlas, pero la ausencia de la brillante bruja de cabello tupido se sentía muy fuerte, ella podría ver más allá de las deducciones y podría plantear una versión lógica.
Hermione se había colado en su vida tan firmemente en la vida de la pelinegra que su ausencia dolía, la extrañaba más de lo creyó poder extrañar a alguien. La visitaba muy temprano con flores y libros en su regazo, leía los temas de clase hasta que era hora de desayunar, luego volvía a la enfermería y seguía leyendo el contenido de las clases que se perdió hasta que Madame Pomfrey la mandaba a su habitación acompañada de un profesor, sus amigas de habitación intentaban alegrarla dándole cada día flores para que se la lleve a Hermione, esos gestos hacían que las amara más cada día y aumentaba su sentido de protección, si alguien osaría meterse con ellas no pararía hasta ver a sus agresores con lindas heridas…por todo su cuerpo.
- Te extraño Mione- dijo una tarde cuando Ron también la visito.
Toco su mano, pero de repente sintió una textura diferente, rugosa, como una hoja, así que rebusco en su puño y se dio cuenta que tenía una hoja de un libro, ¡debió arrancarlo para mostrarles rápidamente, porque se dio cuenta de algo importante!, la hoja tenía información de una criatura mágica llamada Basilisco.
“Es una monstruosa serpiente gigante, vive cientos de años si es provista de alimento suficiente, en caso de no tenerlo, la criatura puede invernar, durmiendo por años si el ambiente es propicio, logrando así una vida muy larga; rey de las serpientes, pude matar con la mirada a sus víctimas, las arañas la temen, pero el rey solo tiene una debilidad, el canto del gallo. En caso de verlo indirectamente todas sus víctimas son petrificadas, cuídate de sus colmillos, porqué su veneno es uno de los más mortales del mundo, puede matar en minutos. Una habilidad que pocos saben del Basilisco es que son coranápticos, habilidad que comparte con los Occamy, criaturas que moran el lejano oriente”
- Pero Harriet, si el Basilisco mata con la mirada ¿por qué nadie ha muerto?
La bruja releyó la hoja del libro arrancado.
-…Porque nadie lo miro directamente, los atacados lo miraron a través de un fantasma, por medio del lente de una cámara, la gata de Filch a través del reflejo del agua… ¡Mione lo supo, por eso caminaba con un espejo en la mano!
- Ok, y como explicas que nadie haya visto a una serpiente gigante vagar por los pasillos de Hogwarts, ¿cómo es que se movía y nadie lo veía?
- Mione también resolvió esa pregunta, tuberías, no lo veíamos porque se trasportaba en tuberías, atacaba y se retiraba… ¿no escuchaste que es coranáptico?
Ron la miro sin entender, la niña pensó que no le haría daño abrir los libros y leer algo de vez en cuando.
- Es una rara capacidad que poseen pocas criaturas, puede encogerse mágicamente para adaptarse al espacio disponible en su entorno, eso significa que podía moverse en las tuberías con gran facilidad, si lo piensas bien lo convierte en un depredador formidable, no habrá lugar donde esconderse si decide cazarte… pero al ser tan grande alguien debió de verlo cuando recuperaba su tamaño original a menos que…
- ¿A menos que? -palideció Ron.
- A menos que alguien lo haya trasportado, soltado un rato para que ataque en segundos, y de nuevo trasportarlo hasta dejarlo entrar en las tuberías del colegio; hay alguien que lo está ayudando a atacar Ron, el heredero, pudo usar cualquier objeto para ocultar al basilisco, ¡pudimos estar cerca al heredero y el monstruo y no verlos!, porque pudo ser trasportado en una taza, una pequeña caja, o un caldero…. Por eso cada vez que llegaba a toparme con un alumno petrificado no había rastros del gigantesco animal.
Los niños se quedaron en silencio asimilando la información y maldiciendo al heredero por usar a un animal para hacer daño a estudiantes indefensos que jamás decidieron quienes serían sus padres, que jamás decidieron el estatus de su sangre, solo crecieron en un mundo diferente.
Y aunque los niños tenían esa información y vigilaban a quienes trasportase objetos de una aula a otra con los días se dieron cuenta que eso dejaba una lista enorme de sospechosos, todo el mundo necesitaba trasportar siempre algo a clases, hasta la pequeña Ginny, que ahora que la veían lucia triste y demacrada, Harriet no la culpaba, todos en Hogwarts se sentían inseguros y temerosos del monstruo quitándole ese aire alegre que siempre estaba presente en el colegio, los días parecían ser un bucle, días de hacer lo mismo todos los días.
Harriet sentía que se le hacía difícil andar y respirar, el castillo parecía asfixiarla, no hallar al heredero la hacía enojar y ver a su amiga en cama la sumía en la tristeza. Así que Harriet decidió salir del bucle haciendo algo que debió hacer el primer día al llegar a Hogwarts, crecer y responsabilizarse de sus acciones con el profesor Snape, luego del almuerzo bajo a las mazmorras para dirigirse a su oficina; justo cuando estaba delante de esta y reuniendo todo el valor Gryffindor para tocar la puerta esta se abrió sin previo aviso, dejándola con la mano alzada.
- ¿Malfoy? ¿Qué haces aquí? - no dudo en preguntar genuinamente sorprendida la pelinegra.
- ¿Potter? ¿Qué haces tú aquí? - respondió el niño con otra pregunta, dando un paso más cerca de ella.
La niña retrocedió frunciendo el ceño, molesta porque a pesar de toda la sofisticación que desbordaban los Malfoy no sabían respetar cosas esenciales como el espacio básico de una persona; Harriet retrocedió otro paso, pero Malfoy avanzo otro, justo cuando comenzaba a cansarse de eso llego el profesor Snape a la puerta.
- ¿Se puede saber qué haces aquí Potter? - dijo en un tono aburrido, pero agarrando el hombro de Malfoy, haciéndolo retroceder.
- Profesor, necesito hablar con usted- dijo ella con la cara completamente roja, mirando el suelo.
- ¿De qué quieres hablar con Snape? - pregunto curioso el niño.
- ¿Snape? - Harriet levanto la vista del suelo para ver de forma interrogante al rubio, al parecer se llevaban tan bien con el docente como para tutearlo.
- No hay nada que hablar Potter, retírate y tu igual, Draco - gruño el profesor intentado expulsarlos de su oficina.
- Si lo hay y no me iré de acá hasta decirlo, aunque no quiera escuchar… agradezco mucho lo que hiso por mí el año pasado- dijo casi gritando la niña ahora pelirroja con el rostro encendido, definitivamente nunca le revelaría que creyó que era un mago oscuro trabajando para traer a Voldemort de vuelta a la vida, no, jamás lo diría.
- ¿Qué fue lo que hizo? - exigió saber Malfoy, pero fue ignorado.
El profesor Snape le calvo la mirada de una forma que Harriet nunca lo vio y no entendía esa mirada, el hombre no hablaba y ella de desvivía por saber que rayos pasaba en esa cabeza, pero el peso de esa mirada la hacía sonrojar aún mas de vergüenza culposa, tan metidos estaban los dos en su mundo que no notaron como un niño rubio se sentía molesto por ser excluido y los miraba celoso. A cada segundo que pasaba sosteniendo la mirada del profesor Snape, la pelirroja sentía como la gravedad aumentaba jalándola hacia abajo, un segundo más y sentía que toda la sangre se dirigía de forma alarmante a su cara, dejando sin vida sus extremidades, un segundo más y casi podía sentir que sangraría por la nariz en cualquier momento, un segundo después Harriet rogaba a cualquier buen samarito que la sacara de esa situación vergonzosa.
- ¡Ejem! - interrumpió Malfoy molesto- ya escuchaste Potter, hora de irse.
Y sin esperar nada más él tomo su mano y la llevo casi arrastrando fuera de las mazmorras, Harriet lo agradeció con cada fibra de su cuerpo, podía sentir como la sangre volvía a fluir libremente a su cuerpo, como su pelo volvía a ser negro y la presión en su nariz desapareció milagrosamente; y aunque nunca sabría si el severo profesor de pociones habría aceptado su agradeciendo lo importante es que por fin lo había hecho, Mione estaría muy orgullosa, ahora sentía que a pesar de vivir en un bucle el aire era más ligero.
- ¿Qué fue lo que sucedió ahí abajo? - exigió saber el niño con el rostro fruncido.
Harriet lo miro, el niño se desvivía por hacerle la vida imposible, pero en esos momentos se sentía tan agradecida porque sin saberlo el mismo niño que la hacía perder la paciencia la rescato sacándola de ese lugar, que le lanzo la sonrisa de agradecimiento más genuina que pudo, balanceando su aun manos entrelazadas perdonándolo por todo…claro que eso no excluía que lo perdonara por meterse con sus amigos; Malfoy la soltó como si quemara y se alejó a las mazmorras gritando “odio a las niñas”, Harriet lo miro con una ceja levantada sin entender sus acciones, así que se limitó a suspirar y visitar a Mione en la enfermería para contarle como había dado un paso más adelante para ser una adulta.
Los días pasaron lentamente, clases tediosas y ausencia del deporte rey en el mundo mágico hacían que Harriet y Ron drenaba su energía y sentían que se convertían en otro mueble del castillo, cuando un incidente alarmo a todo el colegio, otro ataque, esta vez el Basilisco se había llevado a una alumna a su guarida.
- Ginny- dijo Ron leyendo el mensaje con sangre escrito en la pared, quebrándose de preocupación, tras el Harriet intento brindarle apoyo moral sujetándolo por la espalda cuando pareció que las rodillas del niño cedían.
Notes:
Se que no es miércoles, pero tuve problemas para publicar, mi usb se rebeló, ahora es tiempo de comprar otro… por cierto, siempre me pareció interesante crear una especie de rivalidad infantil de padrino Snape y ahijado Malfoy dado. Definitivamente publicare el miércoles siguiente.
Chapter 8
Summary:
La niña que vivió deberá salvar a Hogwarts de una vieja amenaza de Salazar Slytherin con ayuda de sus leales amigos o el colegio cerrará… y Harriet no permitirá que eso ocurra jamás.
Notes:
Un nuevo miércoles y un nuevo capitulo terminado, así concluimos el segundo libro, gracias por leer bellos humanitos, nos vemos el próximo miércoles con la tercera entrega. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Los niños al enterarse que el profesor Lockhart iría en la búsqueda de Ginny por sus impresionantes historias de como ya una vez se enfrentó a una criatura similar al Basilisco y jactarse de saber cómo entrar en la cámara de los secretos, corrieron a su oficina para darle toda la información que poseían, pero al entrar se dieron cuenta que el hombre no estaba preparándose para ir tras el monstruo, sino que estaba empacando para abandonar el colegio, ¡¿No pensaba salvar a Ginny?!, molestos los niños obligaron con varita en alto a seguirlos a rescatarla y para ello fueron donde aún estaba el fantasma del estudiante que fue atacado en el segundo baño de niñas hace 50 años, y con ayuda Myrtle la llorona quien por suerte deambulaba por ahí en esos momentos Harriet ubico la entrada a la cámara de los secretos y hablando Pársel logro abrir una puerta secreta que se escondía en el lavado de niñas, para variar no había escaleras por las cual bajar por lo que Ron arrojo a Lockhart a la oscura entrada cuando quiso escapar, al escuchar que el ex profesor estaba bien y sin fracturas se deslizaron por lo que parecía ser una gran tubería que los llevo a la parte más profunda del castillo, parecía un tobogán y Harriet no podía imaginarse a Salazar Slytherin deslizándose por ahí, lo más probable es que hubiese otra entrada reservada solo para él.
Cuando llegaron al suelo, su caída fue amortiguada por cientos de hueso de criaturas diversas, se encontraban en su zona de alimentación, avanzaron casi arrastrando a Lockhart quien no quería estar ahí, caminaron por lo que parecían ser tuberías gigantes, parte del camino estaban en malas condiciones por el tiempo y al observar la muda de piel de la serpiente gigante todos sintieron el peso real del peligro al cual se enfrentarían, pero el más afectado fue Lockhart que se desmayó del miedo.
- Este sí que es valiente. Dijo Ron indignado causando una risa tensa en Harriet, quien se sentía repentinamente incomoda, algo estaba mal…un adulto no podía desmayarse tan fácilmente ¿no?, algo hizo clic en su cabeza.
- Ron, ¡es una trampa! - grito la niña demasiado tarde, Lockhart ya le había quitado la varita Ron y realizo un rápido ritual de fidelización obligándola a obedecerla como nuevo amo, la varita al estar dañada y con apenas una cinta adhesiva no opuso resistencia.
- ¡Es hora que los adultos manden! - casi grito Lockhart, amenazando a los niños con la varita en alto- No sufran niños, escribiré un libro sobre como ustedes enloquecieron al ver el cadáver de la niña Weasley y como yo no pude hacer nada por llegar demasiado tarde.
- ¡Es usted un mentiroso! - grito Ron indignado- ¡Cobarde!, ¡farsante!
- Nunca hiso nada de lo que escribió en sus libros- riño Harriet.
El plan del malvado hombre era hechizarlos para que perdieran la memoria, con un hechizo que el mismo invento, pero no conto que el hechizo le rebotaría a causa de que la varita estaba rota, esto provoco que el adulto saliera expulsado a una de las paredes avejentadas, los niños esquivaron por poco ser enterrados en los escombros a causa del deterioro de los túneles, separándose Harriet del farsante y Ron, al comprobar que todos estaba bien la niña le pido a Ron abrir camino a través de los escombros para que cuando recate a Ginny pudieran volver a la superficie, así que con todo el valor de Gryffindor que había en ella avanzó a las fauces del monstruo, en silencio y con paso veloces llego a una puerta gigante redonda donde habían 7 serpientes de piedra, Harriet hablo en Pársel y logro abrir la puerta, avanzo con en silencio pero con el corazón martillando su pecho hasta llegar a una cámara de altos techos, flaqueada por enormes pilares, decorando con cabezas de serpientes mostrando lo colmillos en señal de poderío, en el extremo final más alejado se encontraba una estatua de la cabeza gigante de Salazar Slytherin, el lugar era tan grande como un templo, pero estaba dañado por el paso del tiempo con innumerables goteras, casi toda la superficie de la cámara estaba llena de charcos de agua y aunque se movía en silencio el agua delataba su presencia, pero siguió avanzando hasta ver una figura en el suelo desmayada de pelo rojizo, ¡era Ginny!, así que olvidando ser silenciosa y mirar hacia abajo corrió por la niña, esta se encontraba pálida, su temperatura era fría y para el horror de Harriet apenas respiraba, cuando intentó despertarla fue interrumpida por la figura de un estudiante que se acercaba a ella.
- ¿Tom Ryddle? ¿Qué haces aquí?, olvídalo, ayúdame a cargarla, debemos salir de aquí, ¡hay un Basilio, debemos irnos ya! - dijo Harriet levantando la parte superior de la niña, olvidando su varita en el suelo.
Tom agarro su varita y realizo un rápido contrato de fidelidad para ser su nuevo amo, una vez aceptado alzo la varita en dirección de Harriet amenazándola, Harriet no tuvo más opción que dejar a Ginny en el suelo nuevamente y colocarse entre el joven como un escudo humano.
El guapo joven, con su ahora ex varita, la apuntaba sin miramientos y procedió a contarle que fue Ginny quien abrió la cámara de los secretos, fue ella quien lanzo al Basilisco a los sangre sucia, a la gata del conserje y fue ella quien mato a los gallos de Hagrit, con su sangre escribió los aterradores mensajes en las paredes… aunque fue Tom quien tuvo que persuadirla; cuando la niña quien no sabía lo que hacía comenzó a asustarse del poder del diario, intento deshacerse de él lanzándolo al baño de niñas , donde terminó en manos de la pelinegra y para ganarse su confianza le mostro a Hagrit como el culpable, hace 50 años todos le creyeron menos Dumbledore, que después de ese día lo vigilo persistentemente, por lo que dejo un diario con su yo de 16 años para terminar los deseos de Slytherin… lo peor del relato era que el muchacho parecía fanático de Voldemort y sus deseos era tener en frene a la niña que paro al gran mago y entender porque ella solo obtuvo una cicatriz mientras que el otro quedo reducido a nada.
- ¿Y eso por qué te interesa a ti? Él no es de tu época.
- Porque Voldemort es mi pasado, presente, futuro, yo soy Lord Voldemort- dijo mientras escribía con fuego su nombre, pero cambiando el orden de las letras- ¡Cree un nuevo nombre que haría temblar a todo el mundo al convertirme en el más grande hechicero del mundo!
- ¡Mi abuelo es el más grande hechicero del mundo! - dijo Harriet enfadada avanzado un paso más a su enemigo.
Tom Ryddle la miro sin entender.
- Albus Dumbledore es mi abuelo… -Harriet se sonrojo, decir esas palabras en voz alta sonaba a una vil mentira- quizá no tengamos la misma sangre, pero tenemos un vínculo de familia.
- El anciano fue sacado de este castillo por el simple recuerdo de mi- se fanfarroneó Ryddle.
- ¡El jamás se ira! ¡No mientras haya alguien que crea en él! ¡Me quitaste mucho, no dejare que me quites este vínculo familiar!, todo se solucionara al final.
Ryddle la miro como si tuviese 2 cabezas, como si la niña fuera incapaz de comprender su posición actual de las cosas, como si fuera una ciega optimista y de repente llego el fénix del director, quien le arrojo un objeto marrón a la niña y luego desapareció volando, cuando la niña desenrosco el objeto se dio cuenta que era el sombrero seleccionador, provocando las burlas de Ryddle, quien procedió a llamar en Pársel al Basilisco, este salió de la boca de la estatua de Slytherin.
Harriet corrió lo más alejado posible de la bestia, hacia el otro extremo de la cámara, pero resbalo por el suelo mojado y justo cuando creía que no saldría de esa, el fénix apareció en su ayuda, atacando los ojos del Basilisco, dejándolo herido.
- Quizá el ave halla cegado al Basilisco, pero aún puede escucharte- grito Ryddle.
Sin esperar otro golpe de suerte que no llegaría Harriet corrió, pero sus pisadas bajo los charcos la delataban, tuvo que esquivar saltando cuando el animal estrello sus fauces en su dirección, golpeado solo al suelo, la niña intentó perderlo en medio del laberinto de tuberías, corrió hasta que termino encerrada, intentó calmar su agitada respiración cuando vio al Basilisco pero aun así giro en su dirección, en un acto desesperada por alejar los colmillos de su cara la niña arrojo una piedra hacia el otro extremo de la tubería , el Basilisco cayo en la trampa y se dirigió a la fuente del sonido, Harriet con mucho cuidado de no hacer ruido lo vio alejarse hacia otro camino.
Por lo cual corrió donde se encontraba la cámara principal, se arrojó hacia Ginny para revidar su estado, su respiración era más pausada que antes, mientras más se debilitaba la niña más fuerte se hacía Ryddle, en solo minutos seria real y Ginny moriría; y como si eso no fuese suficiente el Basilisco reapareció, desesperada por la situación noto que el interior del sombrero comenzó a brillar, era una espada, ¡Dumbledore le había mandado un arma con cual defenderse!, rápidamente la desenvainó, pero ella era muy pequeña a comparación del gigantesco animal… ¡No importa lo que pasara, debía matar al Basilisco, esa era su única opción!, de repente vio su reflejo en la espada y no reconoció a la niña de mirada feroz y desesperada…no, debía haber otra opción, ella no era una asesina, pero tuvo que huir de nuevo porque el animal se negaba a dejar de cazarla.
- ¡Basta!, ¡Alto!, ¡No tienes por qué obedecerlo! - grito en Pársel mientras huía de la criatura.
- Hablar Pársel no te ayudara, solo me obedece a mi Potter- dijo con confianza Ryddle.
- ¡¿Por qué?! ¡él no es una persona real, solo es un recuerdo! - grito jadeando la niña y para sorpresa de todos la serpiente le respondió.
- Pero él me despertó- siseo el animal- ¡Mi amo original Salazar Slytherin me dejo la obligación de purgar a la sangre sucia del colegio!
- ¿Y qué hay de tu obligación de ser feliz? - grito ella, deteniéndose encima de la cabeza de la estatua.
El Basilisco se acercó al origen de su voz, Harriet podía sentir su respiración, esa era una apuesta peligrosa, pero necesitaba razonar con ese animal.
- No la escuches, ¡asesínala! - grito Ryddle.
La criatura parecía tener un duelo interno, obedecer al joven que lo despertó o escuchar a la niña, ambos hablantes como su amo; al final decidió seguir escuchando a la niña, inclinando su cabeza para su dirección, alegrando a la niña que se animó a seguir haciendo preguntas.
- ¿Hace cuando estás aquí?
- Toda mi vida- siseo la serpiente.
- Yo soy igual a ti, crecí encerrada en un lugar pequeño, forzada a vivir en la oscuridad con poco alimento…pero se presentó una oportunidad y pude ser libre, ¡¿hace cuanto que no sientes la luz del sol?!, ¿el aire en tus escamas?, ¡¡ven conmigo!!, ¡conseguiré un recipiente que no llame la atención y te ayudare a huir al bosque prohibido!
- ¡YA BASTA! - grito Ryddle y apunto la varita a Harriet lanzando un hechizo, pero el rey de las serpientes la protegió con su cuerpo, el hechizo no le hiso daño alguno.
- ¿Por qué la escuchas?, ¡¿Quién te dijo que podías hacer eso?!
- ¡Es un ser vivo, no tu sirviente! - grito indignada Harriet, sintiendo gratitud por el animal se aventuró a seguir presionando- ¿Aceptas?
- No acepto- siseo la serpiente.
Ryddle rio feliz al ver que el Basilisco seguía siendo fiel a él, y Harriet sintió como si le arrebataron las esperanzas de las manos, dejándola vacía; agarro con fuerza el mango de la espada preparada para luchar.
- Mátame- siseo el animal.
Las risas se cortaron de golpe en Ryddle y a Harriet casi se le cae la espada.
- ¡NO!, ¡No quiero! - grito Harriet horrorizada.
- Mátame, por piedad, yo no puedo abandonar la cámara, no se me permite revelarme a mi propósito de creación, si me matas seré libre, ¡ya no quiero estar aquí!, ¡si no me matas yo te matare! - grito el basilisco abriendo sus fauces, mostrando sus colmillos a la niña- ¡Mátame!
- ¡Yo no soy una asesina! - grito Harriet impotente por tal descabellada petición.
- Entonces se mi liberadora. ¡Libérame!
Harriet comenzó a llorar, el Basilisco quería morir y no había forma de cambiar su opinión, sino obedecía ella moriría, el rey reptil era firme y testarudo en su decisión, así que limpiándose la cara con su sucia manga acepto su pedido, ella sería su liberadora y comenzó a cantar una canción en Pársel para darse fuerza… la música siempre le daba fuerzas y el Basilisco estaba cegado, no quería que lo último que sintiera antes de morir fuera oscuridad sino por lo menos una voz, rompiendo el silencio, no llantos sino una canción.
Don't you cry tonight
Don't you cry tonight
Don't you cry tonight
There's a heaven above you, baby
And don't you cry tonight
El Basilisco se acercó a su voz, lloraba, a pesar de desear la muerte aún se aferraba a la vida, abrió la boca, indicando que traspasara su cabeza de un solo golpe limpio, Harriet agarro la espada con toda su fuerza, apunto a las fauces del monstruo, cerró los ojos y empujó hacia arriba mientras cantaba casi en gritos.
¡And, please, remember
That I never lied!
El Basilisco comenzó a retorcerse, Harriet necesitaba empujar la espada más profundamente o el animal moriría con más dolor de lo necesario, así que sin importarle que un enorme conillo se le enterrara en el brazo, empujo la espada más arriba.
¡And, please, remember
How I felt inside now, honey!
El animal comenzó a gritar de dolor, Harriet empuño la espada con firmeza a pesar que el dolor ocasionado por el colmillo de serpiente amenazara con doblegarla.
¡You gotta make it your own way
But you'll be alright now, sugar
You'll feel better tomorrow
Come the morning light now, baby!
Al ya no tener más fuerzas para empuñar la espada por el dolor, la niña desenfundo la espada, saliendo de las fauces del animal, retrocediendo torpemente; el Basilisco comenzó a retorcerse de dolor y Harriet a pesar de sentir cansancio canto más fuerte.
¡¡Don't you cry tonight
Don't you cry tonight
Don't you cry tonight
There's a heaven above you, baby…!!
- ¡SALAZAR! - grito el Basilisco mientras giraba en dirección a la estatua- ¡LO SIENTO!
La gran serpiente se retorció por última vez y luego cayó a la base de la estatua, Harriet se limpió las lágrimas y bajo de la estatua rápidamente para llegar a Ginny.
- ¡Ginny!, ¡resiste! - Harriet intento levantarla cuando noto un fuerte dolor en el brazo que uso para empuñar la espada, se dio cuenta que aún tenía el colmillo del Basilisco enterrado así que tuvo que sacárselo con un grito de dolor.
- Es fascinante lo que un libro puede hacer en las manos de una niña tonta ¿no?, pronto esa niña Weasley morirá, pronto seré real y pronto el veneno de ese sentimental Basilisco terminará matándote- rio maniáticamente, deformando sus bellos rasgos.
Harriet podía sentir como su fuerza menguaba a cada segundo, su vista se empezó a desenfocar por momentos, sus pensamientos se ralentizaban, pero aun así algo hiso clic en la mente de Harriet, cogió el diario que estaba en el regazo de Ginny, lo abrió y aunque Ryddle la ordeno detenerse apuñalo las hojas sin miramientos, la niña no sabía que esperar pero se sorprendió cuando vio que el diario sangraba tinta oscura y el grito de Ryddle resonó por toda la cámara, ¡si ella dañaba el diario también lo dañaba a él!, así que Harriet comenzó a apuñalar el diario de forma desenfrenada usando toda las fuerzas que le quedaban, el diario se desangro en copiosas cantidades de tinta y el joven agraciado malvado comenzó a desintegrase mientras la maldecía, explotando en chispas oscuras y rojas. Al segundo después Ginny despertó, como si solo hubiese tomado una larga siesta, volvía a tener color en sus mejillas y calidez en su piel, intentó disculparse por abrir la cámara de los secretos y escribir todos esos perturbadores mensajes de manera atropellada hasta que paro de hablar al ver el estado en que se encontraba su herida heroína, la pelinegra le restó importancia, poco a poco sus energías se estaba desvaneciendo por lo que indico a Ginny que saliera ,su hermano la esperaba cerca a la entrada, la pelinegra prometió alcanzarlos después, solo necesitaba descansar y estaría bien… pero sus mentiras fueron cortadas por el vuelo de un animal que se acercaba a toda prisa, un fénix.
- Gracias por ayudarme Fawkes, estuviste maravilloso- dijo con voz temblorosa, su vista comenzó a desenfocarse aún más, sentía que el veneno invadía todo su cuerpo, entumeciéndola, ella no podía hacer nada más que mirar su herida con impotencia, después de todo ella decidió empujar más la espada en las fauces del Basilisco, era hora de tomar su responsabilizar por quitar una vida…hasta que sintió caer unas gotas en su lesión, luego otra cálida gota y otra, y de repente Harriet se sintió mejor, miro su brazo y la herida estaba cerrada, ¡su brazo estaba completamente sano!
- ¡Claro!, ¡las lágrimas de fénix pueden curar cualquier veneno! Gracias Fawkes.
Completamente revitalizadas las niñas salieron de la cámara y se encaminaron a la salida, topándose con un Ron sudoroso que había logrado remover los escombros lo suficiente para que las niñas puedan atravesarlo, al verse los dos hermanos se fundieron en un cálido abrazo, Ginny llorando copiosamente pidiendo disculpas y Ron intentado dejar de temblar abrazándola con mayor fuerza, entendiendo que estuvo a un paso de perder a su única hermanita.
- Gracias Harriet- dijo Ron con la voz más seria que Harriet oyó, ignorando las lágrimas en sus ojos la pelinegra acepto el agradecimiento.
- Aunque… ¿Cómo vamos a salir de aquí? - interrogo Ron, volviendo a ser el niño preguntón.
Fawkes resolvió el problema, se ofreció a llevarlos hasta la entrada del baño de niñas, era muy cierto lo que dijo el director de la magnífica ave, podía llevar cargas pesadas, eran 4 personas en total a los que el fénix transporto con gran facilidad.
Ya en el castillo fueron recibidos por la profesora McGonagall y el profesor Snape , el hombre acompaño a Ginny y el olvidadizo de Lockhart a la enfermería no sin antes darle una mirada significativa a Harriet que la niña seguía sin entender que significaba, mientras que la bruja mayor escolto a Harriet y Ron a ver al director que solicitaba su presencia; los niños avanzaron a regañadientes y muy lentamente, no estaba de humor para ser reprendidos por un mago que no conocían usurpando un puesto que no le pertenecía; luego de decir la contraseña y subir por la escalera de piedra móvil entraron a la oficina esperando ver a un extraño, pero fueron sorprendidos por un anciano con cara amigable, larga barba y túnica excéntrica.
- ¡Abuelo! - grito Harriet emocionada, olvidando que no estaban solos, corriendo hacia el anciano sin importarle que su uniforme estuviese sucio tras arrastrase en las tuberías.
- ¡Hoyuelos! -dijo el anciano mientras la recibía en un reconfortante abrazo.
Luego del emotivo encuentro los niños procedieron a relatarle todo lo ocurrido, al principio el director comenzó a reñirlos por romper más de una docena de reglas, exponerse al peligro y la muerte; solo paro cuando vio genuino arrepentimiento en sus rostros.
- Y, por último, pero no menos importante- dijo el anciano haciendo una pausa- debo agradecerles por salvar el colegio de una vieja peligrosa amenaza, ahora que el monstruo fue vencido todos los alumnos de Hogwarts estarán a salvo.
El anciano termino dando puntos extra por su heroísmo más allá del deber y entregó una carta a Ron para que la envié a Azkaban y liberen a Hagrit.
- Abuelo- dijo Harriet cuando estuvieron solos- ¿Por qué Fawkes vino en mi ayuda?
- Porque mostraste sincera lealtad hacia mi pequeña, además se dice según una leyenda que un fénix siempre ayudara a un Dumbledore en problemas.
- Pero…yo; yo… soy una Potter, no una Dumbledore…yo no soy tu nieta real, soy una farsa, solo soy una niña que te obligo a ser su familia al sentir como me arrebatas la que recién acababa de encontrar en el espejo.
- Qué raro…- dijo el anciano tomando su barbilla con los dedos para que lo viese.
- ¿Qué? - pregunto la niña.
- Creí que ya éramos familia-dijo Dumbledore sonriendo, acariciándole la cabeza.
- Le obligue, no es real.
- No soy un niño o un ser indefenso Harriet, si de verdad no lo quisiera te habría frenado de inmediato… si te soy sincero nunca pensé en formar mi propia familia; estuve tan ocupado luchando por el bienestar del mundo mágico que cuando me di cuenta ya era muy tarde para mí. Así que gracias por convertirte en mi familia Harriet.
Harriet intento corresponder al noble gesto, pero solo pudo forzar una sonrisa tensa, el hombre se dio cuenta y Harriet prácticamente vomito todas sus preocupaciones “¿Por qué hay tantas similitudes con el asesino de sus padres?”, “¿eso significaba que debió de ir a Slytherin como creyó el sombrero seleccionador?”
- Tienes similitudes con Voldemort porque de forma involuntaria paso parte de sus poderes a ti al momento en que te hiso esa cicatriz en forma de rayo- dijo lentamente Dumbledore intentando que la niña asimile sus palabras- es cierto que tienes muchas cualidades de la casa de Slytherin, pero eso no significa que sea malo, tu misma dijiste que grandes magos como Merlín salieron de esa casa, pero al final tu elegiste donde estar, y si aún tienes dudas te invito a leer la inscripción de la espada.
“Godric Gryffindor”
- Solo una persona verdaderamente valiente, osado y algo imprudente, un Gryffindor, puede empuñar la espada hija.
Las palabras del anciano se sentían como bálsamo para heridas, sentía como le quitaban un peso de encima, volvió a respirar con normalidad, pero antes de volver a correr a sus brazos por un abrazo, las puertas se abrieron mostrando a Lucios Malfoy y Dobby.
El apuesto adulto tenia los rasgos deformados de furia al ver como Albus Dumbledore volvía a ser el director de Hogwarts, todo el asunto de la expulsión había sido obra del hombre rubio, que amenazó al comité para lograr su expulsión, pero después del ataque a una sangre pura, Ginny Weasley, el mismo comité clamo su regreso… ahora con la derrota de la vieja amenaza de Salazar el colegio permaneciera a salvo por mucho tiempo más.
- Esperemos que la señorita Potter este siempre para salvar el día… ¡Vámonos Dobby!
Harriet sintió pena por el elfo, era un ser desafortunado que debía servir de los Malfoy, ¡pobre elfo! Si tan solo pudiese ayudarlo a salir de ese abusivo entorno… cuando de repente tuvo una idea.
- Abuelo, me llevare el diario por un rato, ¡ya regreso! - dijo la niña cogiendo el destrozado libro y corriendo tras el pelirrubio.
- ¡Señor Malfoy!, ¡Señor Malfoy!, ¡Espere! - grito corriendo, alcanzando al hombre y dándole el diario- Olvido esto, le pertenece, usted lo puso en el caldero de Ginny cuando estábamos en Diagon.
- Tienes alguna prueba Potter?... No, vámonos Dobby- dijo el hombre dándole al elfo el diario.
Harriet hiso señas al elfo para que abriese el diario y al hacerlo Dobby se dio cuenta que había una prenda, ¡su amo le había dado una prenda!, ¡Dobby era libre! Enfadado con Harriet por liberar a su elfo sin su permiso el señor Malfoy alzo la varita para hechizarla, pero Dobby se interpuso en su camino, lanzando al mago al otro extremo del pasillo.
- ¡Tus padres también eran unos insolentes, tendrás el mismo fin! -gritó el hombre al levantarse y se alejó enfadado con grandes zancadas.
- ¡Dobby es un elfo libre!, ¿Cómo puede Dobby agradecerle a Harriet Potter?
- No vuelvas intentar salvarme Dobby- sonrió Harriet al agradecido elfo.
Luego de entregarle el diario a su abuelo, Harriet se dirigió a una zona alejadas del castillo y gracias a las clases de primer año recito el hechizo básico para asegurar la fidelidad de su varita.
“Varita, acepta mi sangre, acéptame como única ama, obedéceme solo a mí, por favor”
La varita emitió una luz dorada, aceptando a su nueva ama.
- Y no vuelvas a dejarte engañar, mandar, usar por un chico guapo.
La varita vibró como si se avergonzara haber sido infiel.
- El hecho que alguien sea bonito no significa que sea bueno- la varita vibro con mayor fuerza en las manos de Harriet, haciéndola sonreír- Esta bien, está bien, todos cometemos errores, aprendiste la lección, ya no te molesto más.
Los días siguientes pasaron como un borrón para Harriet, como de costumbre todos los alumnos morían por saber cómo rescato a Ginny y venció al heredero de Slytherin, así como por que el profesor Lockhart padecía amnesia severa; Dumbledore le había aconsejado no decir la verdad del mentiroso profesor, el hechizo irreversible ya era suficiente castigo; al final tuvo que apoyarse en Ron, Ginny y los gemelos para poder contar los sucesos de la cámara secreta,… la niña dijo en voz alta que se haría millonaria si cobrara por relatar una y otra vez la misma historia, que daría permiso para que alguien creara una especie diario con cobro de solo un Knut si eso evitaba semanas de repetir la misma charla; los gemelos la miraron con los ojos brillantes pidiendo autorización para ser sus voceros oficiales y tener ganancia porque les encantaba experimentar con diversos materiales para crear sus artículos de bromas, necesitaban dinero, Harriet acepto encantada.
Todos los alumnos y en especial los hijos de muggles la miraban con renovada admiración, Colin, su fan número uno, practicante brillaba de emoción, convirtiéndose en su sombra y tomándole fotos como si jamás la hubiese fotografiado. Para la ceremonia de clausura el gran comedor estaba decorado con los colores de la casa ganadora de ese año, Gryffindor y todo el mundo se encontraba de buen humor, todos los estudiantes petrificados volvieron a la normalidad. El ánimo alegre era contagioso.
- ¡Harriet! -chillo de la nada Lavender casia ahogándose con su bebida, señalando feliz a las puertas del gran comedor- ¡Es Hermione!
Harriet y Ron corrieron para darse un raro e incómodo pero sincero y necesitado abrazo de 3 riendo, habían extrañado demasiado a su brillante amiga.
El discurso de clausura escolar por parte del director fue casi exclusivamente para agradecer los grandes esfuerzos de la profesora Sprout y Madame Pomfrey, por lograr una efectiva pócima de mandrágora y así lograr curar a todos los estudiantes petrificados y a modo de festejo los resultados de los exámenes serían anulados para felicidad de todos y consternación de Hermione.
Todo era un agradable bullicio en el banquete, su mesa rebosaba de felicidad por ganar la copa de las casas por 2 años seguidos, para amargura de Malfoy quien al verse observado giró la mirada, sus mejillas estaban sonrojado de furia, supuso Harriet…lo único que faltaba para sentirse completamente feliz era su buen y gigantesco amigo Hagrit, ¡¿Dónde se había metido?!
Su pregunta fue respondida cuando las puertas del gran comedor se abrieron en medio del festín, era Hagrit quien explicó que su retraso se debía a que la lechuza con su carta se perdió; se acercó al trio dorado y conmovido apenas pudo pronunciar:
- Solo quiero decir que si no fuera por ustedes…yo no estaría aquí- dijo con voz temblorosa.
Harriet se levantó d su asiento y se paró frente a él.
- Hogwarts no es lo mismo sin ti, querido Hagrit- dijo la pequeña bruja aplaudiendo al gigante hombre; Ron, Hermione, sus amigas de cuarto, los gemelos y toda su casa la siguieron aplaudiendo, pronto todas las personas del comedor aplaudieron al guarda bosques; este al principio los recibió con lágrimas y luego con algarabía, agradeciendo a todos conmovido; Harriet podía decir sin temor a equivocarse que ahora si se sentía completamente feliz, gravo ese sentimiento en su mente para usarlo cuando la tristeza de Privet Drive sea demasiado para ella; cada sonrisa, cada aplauso, cada vitoreo lo convirtió en un hermoso recuerdo, como una luz brillante y cálida.
Notes:
En el primer año a los alumnos se les enseña el ritual básico para poder fidelizar a una varita, aunque la varita prometa lealtad, es un ente mágico voluble… todo dependerá de quien es el dueño y que puede ofrecerle el nuevo reclamante; generalmente solo aceptan un solo dueño hasta que el ritual finalice con la muerte de su amo.
Chapter 9
Summary:
El verano en Privet Drive, la jardinería y Marge Dursley ponen a prueba el temple de nuestra pequeña pelinegra.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Los veranos en Surrey siempre habían sido un reto para la pequeña pelinegra de ojos verdes, el calor complicaba un poco más las cosas…amaba la primavera por devolver a la vida las plantas, árboles y flores, pero definitivamente ella prefería el otoño y sus brisas refrescantes. El verano de ese año dificultaba las tareas domésticas que debía realizar sin demoras, en especial aquellas que requerían estar horas bajo el abrasador sol; lo único bueno de pasar largas jordanas fuera en el jardín cuidando las flores de tía Petunia era escuchar las nuevas músicas que los adolescentes de Privet Drive colocaban a todo volumen como si no tuviesen oídos para alegría de Harriet, quien se esforzaba por memorizar las letras y las notas de las canciones que más le gustaban, por la noche dejaba la ventana abierta para seguir oyendo la música mientras caía exhausta a la cama luego de terminar todas las peticiones de tía Petunia del día, aunque estaba cansada se las arreglaba para leer en la oscuridad, con la ayuda de una linterna que nadie se percataba que faltaba leía bajo las sábanas todos los libros de años pasados refrescando su memoria… milagrosamente los Dursley se rindieron en confiscar todo lo relacionado a la magia, después de todo volvería a tomar posesión de sus pertenencias por casi todo el año, así que cansados se rindieron y aceptaron que ella tenga sus propias pertenencias, aunque no les gustase.
Una tarde Harriet se armó de valor y se acercó al ama de casa.
- Tía Petunia, ¿puedes firmar estos documentos? - pregunto dócilmente.
- ¿Para qué son? - pregunto la delgada mujer mientras terminaba de arreglarse, era una ocasión especial, su cuñada vendría de visita y deseaba lucir impecable.
- Para el colegio, nada importante.
- Yo decido que si es importante o no… no firmare nada si no te comportas hoy con mi cuñada.
- Lo hare si ella se comporta- refuto la niña.
-Tu…- la mujer la miro con desprecio- ¡Niña insolente!, ella es mi visita y más te vale comportarte o te corregiré tal como cuando tenías 9.
El estómago de Harriet se enfrió, 9 años, claro que recordaba “la corrección”, fue una paliza tan fuerte que hasta sus maestros de primaria mostraron genuina preocupación al verla cojear y malherida, en ese entonces tenía tanto miedo a que la agresión vuelva a ocurrir que mintió a todo el mundo la lesión, tal como tía Petunia le había enseñado.
La hermana de tío Vernon, Marge Dursley, era una copia casi exacta del hombre, también rolliza con un cuello casi inexistente, no tenía modales y por alguna razón que no se entendía odiaba a Harriet, al punto de tratarla peor que un perro, cada visita de esa horrible mujer era un feo recuerdo que Harriet intentaba olvidar, pareciera que su hobby era ver a la pequeña pelinegra miserable.
Harriet se esforzó por poner su mejor cara, deseaba que la cena transcurra de forma pacífica y firmen el permiso para visitar Hogsmeade, pero la voluptuosa mujer no parecía cooperativa.
- ¿Sigues tu aquí? - pregunto casi gritando al ver a la pelinegra.
- Si tía Marge, todo es gracias a la hospitalidad de su benevolente hermano- respondió de la forma más educada que pudo, con tantas mentiras que casi se le escapa una risa.
- Mnmnm, parece que alguien aprendió modales, pero no me gusta tu tono de voz mocosa… si no fuera por mi hermano y su gigante corazón no estarías aquí, ¡le debes mucho!
- Su corazón es tan grande que cayó a su estómago- susurro Harriet.
- ¿Qué dijiste? - bramo la mujer.
- Dije que su corazón es tan grande que agradezco a su compasión.
- Así es, gracias a él no terminaste en un orfanato- dijo altaneramente la adulta.
- El orfanato suena ideal- volvió a susurrar Harriet.
- ¡¿Qué fue lo que dijiste?!- gruño Marge.
- Que es un hermano ideal tía Marge- respondió bajando la mirada para ocultar una enorme sonrisa por todas las mentiras que decía.
La cena trascurrió de forma tranquila con Harriet siendo la encargada de servir los platos, rellenar sus vasos con gaseosa para Dudley, vino para el matrimonio Dursley y Whisky para Marge e ignorando el ardor estomacal por oler tan delicioso festín, pero no poder participar en este; si no fuera por los chocolates que le regalo Ron, los gemelos, Ginny y la matriarca Weasley por su cumpleaños pasado habría desarrollado gastritis tras perderse cenas como castigos irracionales de tía Petunia… aunque no podía vivir solo de barras de chocolate y postres.
“Coge ese pedazo de queso y esa media barra de pan, debes comer algo más que migajas y sobras para sobrevivir”
Así que, gracias a sus veloces manos y años de práctica robo un poco de comida y lo guardo en sus holgados pantalones cuando regreso a la cocina llevando platos sucios…a pesar de tener ropa de su talla gracias a los regalos de Lavender, Parvatil y Fay, la niña estaba segura que usar ropa bonita molestaría a sus familiares, aunque no sabía aun porque, así que seguía usando la ropa de Dudley
- Eres un ángel Vernon, acoger por tantos años a una mocosa malcriada… ¿a qué colegio dijiste que iba?
- A San Brutus, colegio para niños problemáticos- respondió rápidamente el hombre.
- Oh, ideal, ideal… dime mocosa, ¿te corrigen con vara?
- Si señora, a cada oportunidad si me lo merezco- respondió con fingida tristeza.
- Ideal, ideal, no tolero consentimientos ni niñerías- celebro Marge, con las mejillas rojas, estaba ebria- No debes preocuparte por es la mocosa Vernon, ella lo lleva en la sangre…
Harriet intento por todos los medios controlarse, permitió que la insultara y difamara, soporto su falta de modales, como darle el plato a su perro y hacerle beber Whisky, pero cuando la mujer se metió con la memoria de sus padres, tildándolos de ebrios desempleados no pudo contener más su molestia.
- ¡Mi padre no era un ebrio! - grito molesta e intento por todos los medios no perder el control del color de su cabello, debía de aprender a mantenerlo negro. Pero no podía controlar toda la ira que sentía por esa mujer, haciéndola temblar de rabia, su magia rompió accidentalmente el vaso que sostenía Marge.
El matrimonio Dursley la miro amenazantemente, mientras Marge se disculpaba por según ella tener mucha fuerza en la mano.
- Puedes subir a dormir ahora- dijo tío Vernon con voz contenida, no era una invitación, era una orden con un trasfondo de amenaza.
- No, espera, ¡Tu, limpia! – contradijo la robusta mujer a su hermano.
Harriet obedeció a la mujer y comenzó a recoger con cuidado los cristales rotos procurando no cortarse.
- No es por el padre, es por la madre, es igual con los cachorros, si tiene algo mal la perra algo malo tiene el cachorrito, apuesto que su madre fue una mujer insufrible, ¿verdad Petunia?
Petunia le dedico una mirada divertida, las palabras de la mujer la satisfacían, un brillo de placer resplandeció en sus ojos al comparar a su hermana con una perra; ese fue el límite de autocontrol que Harriet pudo soportar.
- Ya basta, YA BASTA, ¡YA BASTA! - grito Harriet estallando, sentía tanta rabia que todo su cuerpo quemaba, no podía dejar de temblar y respirar de forma entrecortada, quería que la mujer desapareciera, no quería volver a ver su cara, quería que se alejara de la casa y no volviera.
- ¡Mocosa!, ¿quién demonios te crees para gritarme? Déjame decirte…
La voluptuosa mujer paro de hablar al darse cuenta que su dedo comenzó a hincharse como una morcilla inflamada, luego sus brazos, su pecho, su cadera, sus piernas, su cara, todo su cuerpo comenzó a hincharse como si de un globo se tratase, rasgando sus ropas, pero milagrosamente aun cubriendo sus partes privadas.
- Vernon, Vernon, ¡has algo! - chillo la mujer cuando comenzó a flotar, no solo parecía un globo, sino que flotaba como uno.
El perro de tía Marge comenzó a ladrar al hombre, no quería que se acercase a su dueña.
- Quítate, ¡quítate perro del demonio! – grito Vernon intentando ahuyentar al perro, pero este le mordió el pantalón impidiéndole moverse.
Petunia y Dudley solo podían ver como la mujer frente a ellos se hinchaba e hinchaba igual que un globo, los botones superiores de su blusa y falda golpearon graciosamente la frente de Dudley tirándolo al suelo. La mujer globo intento mantenerse en tierra aferrándose al mantel de la mesa, pero una ráfaga de aire la mando al jardín.
- ¡Marge! - grito desesperado Vernon al ver como su hermana levitaba al jardín contra su voluntad.
El hombre corrió o al menos lo intento mientras arrastraba la pierna que el perro se negaba a dejar de morder, para sostener a su hermana de las manos antes que se pierda en el cielo… el hombre creyó tener la situación bajo control hasta que sintió como Marge lo levitaba también, alejándolo del suelo con todo y el perro colgando por su pierna.
- ¡No te atrevas! - grito la mujer globo al ver a su hermano dudar y calcular el impacto de su caída si la soltaba ya.
- ¡Perdón! - dijo el hombre mientras la soltaba cayendo pesadamente al césped- ¡¡Marge!!
La mujer globo solo podía gritar al notar como su destino seria levitar ya sin nada que la sostenga a la tierra, su hermano solo podía gritar al cómo se alejaba sin poder hacer nada, al lado de su esposo Petunia solo podía ver pasmada como se alejaba su visita, en casa Dudley solo podía ver la TV … se había vuelto fanático acérrimo a esta y pasaba largas horas frente a este.
Sin esperar nada Harriet corrió a la habitación de juguetes rotos y comenzó a empacar todas sus pertenencias a la velocidad del rayo, su corazón latía furiosamente, lo sentía casi en la garganta, debía escapar para jamás volver o moriría esa noche a manos de sus únicos familiares, el miedo enfrió su estómago y comenzó a paralizar sus extremidades
“Muévete, muévete más rápido, guarda todo en el baúl, libera a Hedwig, llévate la jaula vacía, muévete más rápido Harriet”
Empezó a sofocarse, el aire era insuficiente para sus pulmones, o quizá sus pulmones trabajaban en su contra… Harriet no tenía tiempo para un ataque de pánico, así que se obligó a moverse con más rapidez, a pesar que el miedo amenazaba con paralizarla y congelar sus extremidades. Justo cuando terminaba de bajar las escaleras con su pesado baúl a cuestas fue atrapada por Petunia.
- ¿A dónde crees que vas fenómeno? - dijo con voz chillona mientras la miraba de forma asesina.
Harriet se felicitó por hacer caso a su intuición y empacar todas sus pertenecías, esa mujer tenía planeado hacerle mucho daño.
La delgada mujer clavo sus dedos a los hombros de Harriet como si de garras se tratasen, haciendo gemir de dolor a la menor al instante, Petunia sonrió de forma desquiciada mientras pensaba que corrección debía imponer, cuando de la nada apareció Vernon, quien obligo a su esposa a soltarla para jalar el pelo de la pelinegra dolorosamente causando lagrimas dolor.
- ¡Regrésala!, ¡Regresa a Marge ahora mismo! - grito el corpulento hombre casi escupiendo en la cara de Harriet.
Ellos eran sus únicos familiares reales de sangre con vida, tía Petunia fue la hermana de su madre y aun así parecía ser quien más repulsión sentía por ella…Harriet estaba cansada, molesta y con mucha ira acumulada por años de maltrato, sintió como algo se rompía dentro de ella y nacía algo nuevo: sublevación y valor para luchar contra sus abusivos familiares. Ella no moriría en manos de sus familiares, ni en manos de Voldemort, no no no, ella crecería hasta convertirse en una adulta, haría la diferencia, tendría un trabajo que ayude al mundo y seria madre de una gran familia; ya no callaría ante las injusticas que rodeaban su vida… era hora de defenderse y ganar su libertad.
- ¡Suéltame! - grito mientas forzaba al hombre a soltar su cabello- ¡Ella se lo merecía!¡Insulto a mi madre!¡A tu cuñada!
Y antes que fuera atacada por los dos adultos Harriet saco su varita apuntándolos, Petunia sofoco un grito.
- ¡No puedes usar magia fuera de la escuela niña tonta! - dijo el hombre confiado de su suerte, intentando retomar el control de la situación.
- ¿No?, ¡Pruébame! - grito Harriet temblando, la adrenalina corría por sus venas.
-Te expulsaran de ese colegio de fenómenos, ¡No volverás a vivir aquí!
-No me importa… la calle es mejor que vivir aquí.
Y sin dejar de apuntarlos con la varita avanzo a la entrada y luego escapo corriendo, dejando furiosos a los adultos y alegre a Dudley, quien sería por fin el único niño en la casa.
Harriet se alejó a toda prisa de la infernal casa, un sentimiento de alegría burbujeaba en su pecho y fue incapaz de retener una gran carcajada, ¡Por fin era libre!, guardo ese momento en su memoria, el aire se sentía más ligero, la música a todo volumen de los adolescentes del vecindario competía con los gritos lejanos de tía Marge que se alejaba con las corrientes de aire y Harriet solo podía sonreír, ansiosa por su nueva vida prometiéndose jamás volver a esa horrible casa sim importar que, sin importar si sus tíos “la perdonaban”, sin importa que sea el Armagedón y Privet Drive fuera el único lugar donde ella pueda sobrevivir, el último lugar donde Voldemort la buscaría para asesinarla o el único refugio ante un apocalipsis zombi, ella jamás pisaría esa casa.
A medida que las horas pasaban, la oscuridad cobraba mayor fuerza y la alegría de Harriet se desinflaba poco a poco, era libre, pero ¿a dónde iría? Cansada de caminar se sentó cerca de un poste de luz, en la vereda a descansar, aún seguía en los suburbios y se hallaba cerca de un parque infantil; cuando de repente las luces se apagaron, un frio aire le revolvió el cabello y la ropa, los columpios del parque se movieron por el peso de la briza, Harriet se extrañó del raro clima, el como es de repente hacía mucho frio, maldijo su suerte, todo los meses pasados eran de calor abrazador y ahora la noche friolenta la sorprendía cuando estaba en la calle; sus pensamientos fueron cortados cuando noto como algo se removía entre la maleza, revelando un gran perro de ojos negros, este parecía peligroso y se acerco a la ella lentamente, sus ojos brillaban amenazadoramente y la revelación de sus colmillos hiso que la pelinegra se parase en guardia con la varita en alto para defenderse de ser necesario, pero de la nada fue arrojada al suelo, cayendo de espaldas a la vereda, un autobús azul de dos pisos color azul llego de la nada, un joven salió del vehículo azul, se presentó como Stanley Shunpike, tenía pinta de trabajar como cobrador, “autobús noctambulo, trasporte de emergencia para el mago o bruja abandonado”. Cuando Harriet fijo la vista en la dirección donde estaba el amenazador perro negro reparo en su ausencia y curiosamente sintió menos frio en el ambiente.
Mientras Stanley la ayudaba a subir su pesado baúl, la pelinegra se distrajo observando el interior del vehículo con genuina curiosidad, estaba repleto de camas en los dos pisos, tenían cortinas para mayor privacidad, aun así, Harriet logro ver a unos cuantos magos durmiendo, también había una araña de cristal enorme colgando en medio del vehículo. Luego de pagar el pasaje, noto que el conductor era un anciano con grandes gafas de gran aumento que sus ojos parecían gigantes, al su lado, colgando del espejo retrovisor una cabeza encogida con rastas negras como solo había visto en las películas bromeaba con jocosidad; antes de poder ubicarse el autobús arranco a gran velocidad cayendo en la cama más cercana, todas las camas se balanceaban con el movimiento frenético del vehículo, ¡ninguna estaba fija!, ¿cómo podían si quiera dormir esos magos?, el autobús no seguía el sentido de las calles, se movía de forma frenética y veloz, dando giros por donde quiera, no respetaba las luces de los semáforos.
- Mnmn y ¿a dónde te diriges bonita?
-Al caldero chorreante en Londres.
El autobús noctambulo se dirigió a su nuevo destino a gran velocidad, Harriet se enteró que el autobús podía moverse con tal libertad porque estaba embrujado para no ser detectado, ningún muggle podía verlo, aunque si se cruzaba con uno debía frenar para evitar accidentes y frenaba de forma tan abrupta que la pelinegra terminaba aplastada al cristal de las ventanas…deseaba tanto un cinturón. Cuando logro estabilizarse se fijo que Stanley hojeaba el diario el profeta, en el titular se hallaba la fotografía de un hombre de cabello negro ondulado hasta la barbilla, sosteniendo un papel con números, gritando, cuando pregunto quien era el individuo, el joven le informo que era el infame Sirius Black, un asesino que logró escapar de Azkaban, fiel partidario del que no debe ser nombrado. Después del agitado viaje que a Harriet le pareció eterno y luego de golpearse unas cuantas veces más contra la ventana del autobús, por fin llego al caldero chorreante, bajo prometiendo no volver a subir a menos que sea una emergencia, ese autobús propinaba una paliza que ni el quidditch lograba.
En la acera le esperaba un brujo con un aspecto nada agraciado, pero de modales humildes, estaba ahí para llevarla con el ministro de magia, quien la esperaba dentro del establecimiento, Harriet sintió que su corazón quería salir por su garganta, sabía que debía responsabilizarse de sus acciones, pero no creyó que el castigo seria tan pronto.
El caldero chorreante lucia diferente de noche, desolado e inquietante; a paso veloz fue conducida donde se encontraba el actual ministro de magia, Cornelius Fudge… en ese instante agradeció en silencio a Hermione por obligarla a conocer a las principales figuras públicas más importantes de la comunidad mágica, ahora al menos sabia como seria su verdugo y podría comunicarse con él por su apellido. Al llegar a la habitación donde estaba Fudge, la pelinegra noto un gran escritorio, una mesa con dos sillas, una chimenea, una librería con títulos que Harriet no pudo distinguir.
-Harriet Potter, es un placer conocer por fin a la niña que vivió, mi nombre es
-Cornelius Fudge, ministro de magia… señor, por favor, puedo explicación …no fue mi intención hacer magia fuera del colegio, no pude aguantar la ira explotar en mi cuando Marge Dursley insulto a mis padres. Difamo a mi padre asegurando ser un desempleado alcohólico y comparo… comparo a mi madre con una vulgar perra señor, perdí los estribos, pido perdón, pero creo que cualquier mago o bruja hubiese hecho lo mismo señor.
El ministro de magia la miro completamente impactado, Harriet se felicito por dar esa información, necesitaba jugar todas sus cartas sino quería ir a Askaban…el hombre recupero su semblante y procedió a tranquilizar a la niña, informando que no la expulsarían del colegio ni iría a Azkaban por un accidente, era casi normal que las brujas más jóvenes aun no controlen su magia y justo por eso se creó Hogwarts, también le dijo que hallaron a su tía, la desinflaron, borraron la memoria del incidente a los muggles que la vieron flotar y hablaron con sus tíos, quienes la perdonaron, podía volver a Privet Drive con la condición que pasara las vacaciones de navidad y pascua en Hogwarts.
“Oh no, no volveré ahí jamás, me las arreglare sola por mi cuenta”
El ministro le aconsejo que no saliera sola, porque ahora había un peligroso criminal suelto que aseguro pronto detendrían, incluso le regalo los libros que necesitaría para ese año y pago por su estadía en el calero chorreante, incluía 3 comidas diarias hasta el 01 de septiembre.
Harriet agradeció ser absuelta y alabo la compra de útiles escolares que realizo el ministro, volviendo a agradecer; el hombre se mostro satisfecho con la actitud educada que tenia la niña y la despidió con una sonrisa para que se alojara en la habitación número 11, sus pertenencias ya estaban ahí, incluido Hedwing. Ya era tarde así que no perdió el tiempo y se metió en la cama, estaba exhausta por el agitado día vivido, por lo que se durmió casi al instante.
Notes:
En el anterior capitulo olvide mencionar que la canción que Harriet canta para enfrentarse al Basilisco es Don't cry del grupo Guns N' Roses, me pareció que le daba como anillo al dedo....hahaha clásico error de principiante; ahora entiendo porque existen los editores.
¡¡Nos vemos el próximo miércoles bellos lectores!! ;)
Chapter 10
Summary:
Harriet vivirá un poco de paz antes de volver a Hogwarts... lamentablemente gracias a las advertencias de Arthur Weasly la niña que vivió deberá volver a luchar por su vida.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Al día siguiente despertó completamente repuesta, aunque aún le dolía el cuerpo por culpa de los bruscos movimientos del autobús noctambulo, desayuno en el primer piso mientras conversaba con Tom, el administrador de ese lugar.
- Entonces ¿un mago o bruja puede hospedarse por semanas o meses aquí?
- Si tiene el dinero suficiente para pagar no veo porque negarme a brindar el servicio de hospedaje.
La niña termino de desayunar sin hacer más preguntas, quizá podría hospedarse ahí el próximo año, cuando tenga la oportunidad debía sacar más oro de su bóveda familiar. El ministro de magia indico que solo podría salir acompañada de alguien, Harriet estaba sola, decidió no usar la capa de invisibilidad y no tentar a la suerte, acababa de esquivar el peligro de ser expulsada, así que paso sus días intercambiando cartas con sus amigos y estudiando los cursos de primer y segundo año, gracias a muchas horas de estudio podía responder las preguntas del profesor Snape sin quedar en ridículo, pasar tanto tiempo con Hermione había hecho que adoptara algunas de sus metas, como no ser inferior académicamente solo por crecer con muggles sin saber nada de magia por años a comparación de los niños mágicos que le aventajaban por naturaleza, debía de seguir esforzándose para no ser menos…le molestaba que Malfoy la sobrepasara en algunas materias y aguantar la fea sonrisa en su fea cara arrogante.
Cuando se sentía cansada organizaba su baúl, limpiaba la jaula de su lechuza, pulía su escoba, hasta boto a la basura toda la ropa que le obligaban a usar sus tíos y las reemplazo por todas las ropas que Lavender, Fay y Parvati le regalaban por navidad y cumpleaños, era lo suficiente para hacer un nuevo guardarropa, luego de las comidas deambulaba un poco en le bar leyendo los periódicos mágicos, solo debía tapar su cicatriz con su flequillo y nadie repararía en una pequeña niña pelinegra, eso era tan refrescante como usar su capa de invisibilidad. Los días pasaron y a finales de agosto casi muere de un ataque al corazón al ser sorprendida por los gemelos Weasly mientras desayunaba, lo poco que sabia era toda su familia estaba de viaje por lo que no intercambio cartas con Ron.
- Ganamos el gran premio anual Galleon Draw del profeta- dijo emocionado Ron mostrando una fotografía donde posaban todos los Weasly frente a las pirámides, incluido Scabbers.
- Dirás papá - le corto Fred.
- Aprovechamos la oportunidad de visitar a Bill, así como las pirámides princesa, hay encantos y maldiciones increíbles- aporto George.
Luego de que todos terminaron de desayunar fueron al callejón Diagon a comprar los útiles que faltaban de los hijos Weasly, una nueva varita para Ron tenía al pelirrojo feliz, Harriet aprovecho la oportunidad para ir Gringotts y sacar una generosa cantidad de oro, para no perder su llave la ato a una cadena alrededor de su cuello y guardo debajo de su polo, después de comprar los útiles y libros todos comenzaron a vagar en pareja entre las tiendas, Harriet compro todos los regalos de cumpleaños que necesitaba para sus amigos; en el almuerzo ella pago el consumo total de los Weasly como forma de agradecimiento por los regalos de cumpleaños de ese año.
Tras terminar el almuerzo Harriet fue llamada por Arthur Weasly para charlar, su mirada denotaba que el asunto era urgente y no podía esperar más.
-Harriet, hay personas en el ministerio que se oponen firmemente a lo que te diré, pero creo que es mejor que lo sepas, la ignorancia jamás será buena; Harriet, corres grave peligro…
Mientras era informada que Sirius Black estaba demente y quería matarla para que Voldemort vuelva a alzarse y retomar su poder, Harriet maldijo su mala suerte, esperaba que ese año su vida sea tranquila, como la de cualquier alumno de Hogwarts que solo se preocupa por aprobar… ese año volvería a luchar por su vida.
Y después de la cena fue sorprendida por una sonrojada Ginny… se notaba ansiosa, en vacaciones había tenido tiempo de pensar y recordar más detalles cuando estuvo en la cámara de los secretos.
- Harriet… Cuando estuve inconsciente me perdí de varias cosas, pero… ¿acaso había una sirena junto al Basilisco?
- ¿Sirena? - pregunto Harriet completamente confundida.
- Tengo un leve recuerdo del eco de una voz en mi cabeza que me persiguió todo el verano, era una hermosa voz que cantaba una triste canción que jamás oí.
- ¡Oh! - dijo Harriet ahora sonrojándose, no creyó que su voz sea algo fuera de lo común, solo era una niña repitiendo hermosas canciones- No había una sirena, solo yo, cante Don’t cry del grupo Guns N’ Roses, son artistas muy reconocidos en la comunidad muggle… a veces canto cuando una situación es demasiado de afrontar…el Basilisco quería morir, estaba ciego, no quería que se valla del mundo con solo el recuerdo de oscuridad y dolor, además la canción me dio la fuerza de poder hacer ese acto impuesto que no deseaba realizar.
- ¡Oh! - ahora fue el turno de sonrojarse furiosamente a Ginny.
El silencio reino mientras las niñas lucían sonrojadas.
- ¿Qué les pasa? - pregunto de la nada Fred- Están tan rojas como tomates.
- Harriet tiene una hermosa voz hermano- dijo casi gritando feliz por su descubrimiento- parece una sirena, ¿la oyeron cantar?
- Oh sí, es como si te atrapara y no pudieras pensar en otra cosa más- dijo alegre George.
Harriet se volvió completamente roja, sentía que en cualquier momento se derretiría, Fred le sonrió y amablemente cambio de tema, ese año Ginny cursaría al segundo año y podía presentarse para las pruebas de quidditch, poco a poco su pelo volvió a ser negro y sus mejillas dejaron de quemar.
- Y si terminas en el equipo te sorprenderás escucharla cantar en el partido de apertura, lo hace desde el primer año- afirmo George.
- ¿A si? ¡Eso suena genial! - dijo Ginny- ¿y que canción canta?
- Pues es…
Harriet volvió a sonrojarse, parecería que hoy su cuerpo dejaría de ser solido para convertirse en líquido, la estaban adulando, no estaba acostumbrada a los elogios.
Cuando el primero de setiembre llego todo el clan Weasly y Harriet partieron a la estación de tren para tomar el expreso, sortearon a unos pocos muggles que caminaban por la estación casi vacía solo para poder descansar en las bancas, luego sin que nadie los viera entraron uno por uno a la plataforma 9 ¾ , topándose con el familiar tren rojo. La estación estaba más abarrotada que nunca, había muchos nuevos niños mágicos ansiosos por asistir a Hogwarts, pero aun así logro ver a Hermione y se reunieron en un gran abrazo.
- ¡Mione, tienes un gato!
- ¡Si!, su nombre es Crookshanks- respondió orgullosa Hermione.
- ¡Es hermoso! - afirmo Harriet mientras lo acariciaba, escucho como la jaula de su lechuza sonó de repente – Tranquila Hedwig, solo lo estoy saludando, sabes que eres mi consentida.
Esas palabras lograron calmar a la lechuza que ululo feliz.
Los niños comenzaron a despedirse de sus padres para subir al tren y antes que parta la señora Molly se acerco corriendo llevando a Scabbers en sus manos para darle a Ron, quien lo creía extraviado.
- Scabbers se ha vuelto este año más raro, de por si no parece una rata sino un gato, siempre durmiendo y escabulléndose por donde quiera…pero ahora huye de mí y está obsesionado con morder todos los pergaminos a su vista.
- Quizá aun este asustado de volver a Hogwarts y sufrir por los hechizos de trasformación, ya sabes, cuando tu varita estaba rota y los hechizos no te salían bien- dijo Hermione.
- Chicos, todos los vagones están lleno… en el ultimo solo hay un hombre durmiendo, deberemos compartir el espacio con el- dijo Harriet.
Los niños se instalaron en el ultimo vagón, guardaron sus baúles y se pusieron cómodos, Harriet sentía que debía ponerles al tanto con todo lo que sabía de Sirius Black, así que aprovecho a que el adulto con ropa remendada por varias partes estaba dormido, cerró las puertas del compartimiento y procedió a informarles la situación. Los niños comenzaron a hacer teorías, luego en medio del viaje merendaron, y dieron una pequeña siesta; justo cuando anocheció el tren escarlata freno intempestivamente, jamás había parado en medio del camino y para aportar mayor misterio a la situación la temperatura empezó a bajar hasta casi poder ver el vapor de su respiración, las luces se apagaron sorpresivamente y una fuerza invisible sacudió el tren, pareciera que algo muy pesado hubiese subido al tren, el frió siguió creciendo hasta congelar las ventanas y líquidos… todo se fue al demonio cuando una sombra se paro en su vagón y abrió la puerta, no tenia piel, sino solo huesos emulando una mano, una raída capa negra lo cubría por completo.
Notes:
Sé que es un capitulo corto, prometo compensarlo bellas personitas, nos vemos el próximo miércoles... Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 11
Notes:
Harriet es atacada por una misteriosa criatura oscura en el tren escarlata, nuevos maestros integraran la plana docente, uno de ellos Remus Lupin, un hombre que oculta muchos secretos. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
El trio de oro contuvo la respiración cuando un ser vestido con túnica negra raída empiezo a levitar hacia ellos. Poseedor de la estructura básica de una persona, pero definitivamente no es humano, su sola presencia enfría aún más el vagón, Harriet no puede evitar temblar, el calor escapa por sus poros, y por alguna razón la criatura oscura giro a su dirección y comenzó a quitarle el aliento, provocando que Harriet se sintiera cansada y triste, la criatura no paro y siguió robándole la voluntad de mantenerse en pie, poco a poco todos sus recuerdos felices se evaporaron, como si todas las cosas buenas que le sucedieron jamás hubiese pasado, y empezó a oír el grito de una mujer a la distancia… muy débil, su visión comenzó a desenfocarse pero no lo suficiente como para notar como el adulto dormido se levantó de un salto y uso un hechizo para repeler al ente con una poderosa luz blanca, la pequeña bruja intento mantenerse despierta, pero se sentía tan cansada que fue casi imposible no sumergirse en la oscuridad; el grito que antes se escuchaba lejano ahora resonaba en su cabeza.
Cuando despertó unos minutos después descubrió que el adulto que la salvo trabajaría en Hogwarts como profesor, la criatura que la ataco era un Dementor, un ser sin alma, guardianes en Azkaban, se alimentaban de la felicidad de las personas y definitivamente no deberían haber subido al tren. Le dio un chocolate para que se recuperarse mientras se aseguraba que todos los alumnos estuvieran bien; sus amigos la miraban preocupados mientras ella preguntaba por el grito de una mujer, desconcertada se enteró que nadie había gritado, de hecho, solo ella se había desmayado, causándole un sonrojo profundo… si nadie grito ¿Qué fue lo que oyó?
Al bajar del tren se encamino casi corriendo a unos carruajes que la llevarían a Hogwarts, caía una lluvia tan fuerte que casi no podía ver por caminaba y menos donde guardaba su baúl, cuando estaba casi por subir al fin a tomar asiento noto que los carruajes eran jalados por sombras sin forma definida y no hacían ruido alguno… cuando el frio pudo más que la curiosidad subió al carruaje, se sorprendió al notar lo suave que eran los asientos. Ya instalados, secos y listos todos los alumnos esperaron con paciencia la ceremonia del sombrero seleccionador, ese año hubo más alumnos nuevos de la casa de Hufflepuff y Gryffindor; en medio de la selección Malfoy la llamo, ella lo ignoro, pero el pelirrubio fue insistente.
- Potter, Potter… ¿es cierto que te desmayaste en el tren?
Harriet giro la cabeza tan rápida que temió por un momento romperse algo porque el movimiento brusco le dolió, el niño rubio sonrió satisfecho por tener al fin su atención, su sonrisa creció cuando vio como la niña se sonrojaba hasta que todo su pelo era color rojo fuego.
- ¿Cómo…como lo supiste? - dijo Harriet con las mejillas rojas. No temía decir cada vez que se le presentase la oportunidad que tenía mala suerte de vivir con parientes abusivos, no la avergonzaba en absoluto, no era su culpa después de todo y secretamente esperaba que alguien escuchase sus gritos de ayuda y la sacara de ese ambiente toxico; pero desmayarse era enteramente su culpa, había sido débil y fue la única en todo el tren que sufrió ese percance.
-No lo escuches Harriet- dijo Hermione quien se sentaba a su lado, abrazándola suavemente por los hombros el hiso girar para que su atención vuelva a la mesa de Gryffindor.
Harriet la miro agradecida, pero al darle la espalda al niño no logro ver la expresión enojada en su pálido rostro, mirando amenazadoramente a Hermione.
- ¿Cómo se enteró? - pregunto a sus amigos susurrando.
- Ignóralo- dijo Ron.
- Debo decir que el rojo en tu pelo te sienta bien princesa- dijo George- combina con tus ojos, aunque el color negro encuadra tu rostro como si fuese de un marco se tratase… ¿Sabes por qué cambia solo tu pelo?, ¿Puedes cambiar otra parte de tu cuerpo?
Los gemelos se la pasaron casi todo el tiempo hablando, acaparando la atención de Harriet, solo se callaron a la hora de comer y cuando su abuelo les dio una advertencia sobre los Dementores.
“Cuídense de los Dementores, manténganse alejados, no los provoquen o reten; por órdenes del ministerio de magia este año custodiarán Hogwarts tras la fuga del peligroso prisionero Sirius Black… debo advertirles que son criaturas que no diferencian entre el enemigo y una persona inocente”
- ¡Harriet!, amiga, ¿Qué pasa?,¿Por qué me ignoras? - pregunto Lavender con el ceño fruncido.
Harriet paro de pensar en las advertencias del director, ya la cena había terminado y se encontraba en el dormitorio de niñas, al parecer Lavender había estado hablando con ella.
- Lo siento Lav… estaba pensando en Hagrit como profesor en cuidado de criaturas mágicas, creo que será genial- respondió Harriet ocultando sus preocupaciones.
- Oh, seguro que lo será, he notado que no es aterrador ni bárbaro, sino amable; también hay otro profesor de defensas contra las artes oscuras- aporto casi susurrando la tímida Fay.
- ¿Creen que será bueno? - pregunto genuinamente curiosa Parvati.
Antes de poder decir algo la puerta se abrió de golpe, revelando a una feliz Hermione, su rostro resplandecía de orgullo, como si hubiese sacado las mejores notas en todo Hogwarts, al ver a las niñas cambiadas cómodamente con pijamas y hablando trato de colarse en la conversación.
- Lo siento, estaba con la profesora McGonagall preguntando por las materias electivas… ¿cuál es el tema de conversación de esta noche?
- Los nuevos profesores de este año- respondieron al unísono las 4 niñas.
Hermione se puso rápidamente el pijama para participar en la plática, interesada porque esa ves si podría aportar algo, no como cuando platicaban de chismes, el tema favorito de Lavender.
- Yo creo que el profesor Lupin será un excelente docente- dijo Hermione.
- ¿Y eso por qué? - pregunto tímidamente Fay.
- Me salvo en el tren de un Dementor sin pestañear… se gano mi confianza- dijo Harriet.
Soltar esa noticia hiso que las 4 niñas quisieran saber todos los detalles de ese accidente, nunca habían visto a un Dementor y Harriet era una fuente disponible de información; así que mientras contaba los sucedido con ayuda de Hermione, Lavender aprovecho la oportunidad para intentar domesticar sus pelos por tercer año consecutivo, la niña de risos había aprendido nuevos trucos de belleza por parte de su madre y sus primas, completamente decidida a que Harriet no pareciera una bruja que acababa de bajar de una escoba y Hermione una bruja que perdió la batalla con su pelo tupido. Al finalizar el relato Lavender logro domesticar el pelo de las niñas en un 50% para gran frustración.
- No puedo creerlo, ¡se supone que esta ves funcionaria!
- Tranquila Lav, hiciste un gran trabajo, nunca pensé que mi pelo podía tener forma…- dijo Harriet impresionada tocando su pelo, estaba tan suave.
- Si Lavender, es sorprendente- dijo Hermione mientras se miraba al espejo- Tienes que enseñarme cómo hacerlo.
La frustración de Lavender disminuyo luego de los elogios, pero ella aun no estaba satisfecha.
- Es hora de tomar medidas drásticas, en vacaciones tendré que preguntar a cada mujer de mi familia por sus secretos de belleza…es hora de revisar mi árbol genealógico.
Las niñas se rieron por la determinación de Lavender, poniendo tanto esfuerzo en cosas triviales cual detective, pero muriendo de aburrimiento en tareas escolares obligatorias.
A la mañana siguiente Harriet despertó y vio la cama de Hermione vacía… eso era raro, generalmente Hermione la despertaba para ir juntas a la biblioteca y repasar las clases antes de tomar el desayuno; decidió no darle importancia al asunto y se preparo para un nuevo año de clases, se demoro demasiado con el hechizo para domar el pelo, Lav lo había hecho parecer tan fácil, luego fueron las 4 niñas a desayunar, Hermione estaba acabando su ración cuando se las unieron hasta que el clásico grupo de niños y niñas nuevos se presentaron ansiosos de conocer y estrechar la mano de la niña que vivió, recordándole tanto a su autonombrado hermano menor Colin Creevey que por cierto ahora que lo veía estaba cabizbajo ¿Qué le pasaba?, el año pasado ya la había fotografiado 20 veces dejándola casi ciega por tanto flash. Aunque ella no disfrutaba el protagonismo de estrella a la cual estaba sometida, algo que jamás pidió, sabía que debía ser amable con los niños nuevos, en especial con los niños nacidos de muggles; ella sabía lo asustados que podían estas por ser lanzados sin paracaídas a un mundo nuevo.
- Nos vemos en clases chicas- dijo Hermione levantándose con todas sus cosas cuando estaban en medio de la comida.
- Eh…si claro Mione- respondió por todas Harriet, desconcertada, aun había tiempo de sobra para la primera clase, pero su amiga parecía el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas, siempre carente de tiempo, como si llegara tarde. Estaba feliz de ver a Hermione menos estresada por probar siempre ser la mejor desde que platicaron en primer año antes de ser atacadas por un troll, pero ahora…pareciera que su inteligente amiga había retrocedido.
Era jueves y según su horario la primera clase seria adivinación, todos los alumnos que habían elegido esa materia optativa estaban muy entusiasmados, en especial el grupo de niñas de tercer año de Gryffindor, incluida Harriet, siempre le había causado fascinación el futuro, si ya todo estaba escrito en piedra o cada uno podía elegir y moldear su camino; pero la docente era una extraña mujer con el pelo super tupido, anteojos de aumento desmedido, collares, pulseras y una ropa que le recordó a los hippies, se dedicó a hablar cosas sin sentido por más de 10 minutos.
- Puras tonterías- dijo Hermione en un susurro molesto, asustando a Harriet y Ron, que no la vieron llegar a pesar de que la inteligente bruja acabo su desayuno primero para dirigirse a clase.
- ¿En qué momento llegaste? - susurro Ron con el ceño fruncido por ser asustado.
- ¿Yo?, he estado aquí todo el momento- dijo Hermione mientras abría su libro.
Luego de mas extrañas palabras la profesora les hablo de los temas que tratarían a lo largo del curso y para probar que era una pariente lejana de una famosa vidente, comenzó a leer la palma de las manos de unos cuantos alumnos, siempre presagiando cosas horribles o desdichadas… el entusiasmo de Harriet por la materia se desinflo como un globo pinchado por una aguja.
La clase siguiente fue trasformaciones, y gracias a que Harriet repasaba sin parar la parte teórica pudo junto con Hermione realizar el ejercicio correcto del día, transformar una tetera en una tortuga, la clase acabo leyendo un poco del tema de animagos, Harriet se preguntó en que animal acabaría convirtiéndose, soñando despierta y mientras se dirigía a la siguiente clase se preguntó que permisos debía de sacar en el futuro para ser un animago registrado, por lo que les dijo la profesora McGonagall tener la habilidad de transformarse sin autorización del ministerio de magia equivaldría a terminar en Azkaban. En pociones se ganó una mirada aprobatoria del severo profesor Snape por hacer la segunda mejor poción para confundir de toda la clase, la primera fue obviamente de Mione, pero aun así no pudo evitar sonreír con orgullo al profesor, aunque la relación con el tétrico profesor fue mejorando con los años, aun no podía entender las interacciones que tenían, en especial las miradas que le daba, como si Harriet fuera un fantasma del pasado…lo mas singular de todo era que mientras su relación académica con el profesor mejoraba tras largas horas de estudio teórico, la de Malfoy empeoraba, al punto de hacer mal sus pociones, mirando molesto al profesor, como si le hubiese robado algo; eso era tan extraño porque desde el prime día de clases Malfoy siempre pareció ser favorecido por Snape y ahora parecía un niño mimado rebelándose ante su padre por motivos inentendibles.
Las clases de defensas contra las artes oscuras fueron la sorpresa del día, el profesor Lupin se dedico a repasar conceptos básicos de los anteriores años, como si supiese que los anteriores profesores no llegaron a completar la materia ni impartir tan bien las clases, ganándose el respeto del alumnado por su consideración silenciosa; las clases acabaron con una lista de criaturas oscuras que tratarían ese año. La última clase optativa, cuidado de criaturas mágicas fue la clase que mas ansiaba llevar, ¡su gigante amigo ahora sería su profesor!, para ello todos se dirigieron al bosque prohibido, el lugar donde Hagrit había designado para dar clases.
- No puedo creer que Dumbledore contrate a ese hombre como profesor, le diré a mi padre, la educación en Hogwarts se ha vuelto tan mediocre que contratan tontos para dar clases- dijo Malfoy.
- ¡Cállate Malfoy! - rugió Harriet molesta por el insulto a su gran amigo.
El rubio sonrió al darse cuenta que tenía la atención de la pequeña pelinegra, corto la distancia que los separaba mirándola de pies a cabeza, sus ojos brillaban con diversión cuando se acerco tanto a la niña, invadiendo su espacio personal; pero esta vez la bruja no retrocedería, hacerlo seria como retirar sus palabras, así que lo enfrento con el ceño fruncido… el tiempo paso tortuosamente lento, ella no retrocedía y él no dejaba de sonreír fascinado por quien sabe qué. Hasta que de repente el rubio retrocedió rápidamente con una mueca de miedo en su rostro, grito Dementor apuntando detrás de Harriet, asustando a toda la clase que giro para defenderse, pero resulto ser una broma pesada departe del niño Slytherin, quien junto con sus otros amigos se pusieron la capucha de sus túnicas y simularon ser unos Dementores, haciendo sonrojar a la pelinegra.
Afortunadamente fue sacada de esa situación por Mione, que la llevo junto con los Gryffindor y para mayor suerte Hagrit retorno del bosque, llamando a todos para iniciar su clase, junto a él estaba la razón de su momentánea ausencia, un hermoso pero peligroso Hipogrifo, una criatura mitológica mitad caballo y mitad grifo, parecía un caballo con alas pero con la cabeza y las patas delanteras de un águila, al cual Hagrit llamo Buckbeak… Harriet estaba tan impresionada con la criatura que no se dio cuenta que la clase entera había retrocedido cuando Hagrit había pedido un voluntario para la clase. La criatura era temperamental y peligrosa, por lo que la niña tuvo que seguir al pie de la letra las instrucciones de Hagrit para evitar cualquier accidente, ganándose el respeto de la criatura, y justo cuando creyó que la experiencia peligrosa había terminado, fue levantada como si de un muñeco se tratase al lomo de Buckbeak para montarlo y perderse en el cielo; el animal debió sentir su miedo porque la hiso volar por bellos paisajes… Harriet pensaba que volar con la escoba era lo mejor del mundo, pero el Hipogrifo le enseño lo equivocada que estaba, volar con la criatura se sentía tan liberador y feliz que no pudo contener un grito de jubilo seguido de carcajadas. Cuando Buckbeak descendió a tierra, los alumnos aplaudieron por la valentía de la pequeña bruja al montar tan peligro animal, Hagrit la ayudo a bajar y la niña le agradeció por el increíble paseo con una gran sonrisa.
- Oh, esto es una tontería, no eres mas que un ave estúpida- dijo Malfoy mientras se acercaba al Hipogrifo sin mostrar educación.
El ser mitológico se enfado por el petulante niño rubio, estiro sus alas en señal de molestia, levanto sus patas delanteras y se dispuso a atacar a Malfoy, pero una pequeña sombra se movió rápidamente hasta colarse delante del molesto animal, siendo un escudo improvisado, coloco sus brazos protegiendo su cabeza, el animal rasgo su brazo derecho, haciéndola volar al suelo; se escucho el chillido de todos los alumnos, pero el que sobresalió de todos fue el de Hermione.
- ¡HARRIEEEEEEET!
Notes:
Siempre pensé… ¿Y qué pasaría si Malfoy no hubiese sido herido?, ¿Tal vez menos drama? Pues ya lo veremos, nos vemos el próximo miércoles 😊
Chapter 12
Summary:
Clases cada vez más complejas, una mejor amiga que apenas tiene tiempo de comer e increíbles temas en defensa contra las artes oscuras marcaran el inicio de su año escolar.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Harriet soltó un gemido de dolor mientras observaba desde el suelo como Hagrit alejaba al animal de ella, estableciendo gran distancia, Hermione corrió hacia ella seguida de Ron.
- ¡HARRIET!, ¡¿Qué hiciste?!
- Lo siento Mione, mi cuerpo... mi cuerpo se movió sin mi permiso, pero no duele tanto; creo que Buckbeak me reconoció y disminuyo la fuerza de ataque a solo un rasguño.
- ¡No!, ¡No puedes ser indulgente con esto!, ¡Nos vamos a la enfermería ahora mismo!
Sin esperar mas la levanto del suelo mientras Ron la sostenía por el brazo sano, antes de retirarse Harriet le dedico una mirada reconfortante a Hagrit, que se veía pálido y triste.
- Estaré bien profesor, es solo un rasguño, esto no es nada comparado con subir al autobús noctambulo, me estrelle de cara 3 veces con la misma ventana- dijo con una carcajada intentando restar peso a la situación.
El gigante profesor no cambio su rostro mortificado, aunque el ambiente entre el alumnado se volvió menos tenso, cuando la pelinegra fijo su mirada hacia Malfoy vio que al niño lucir consternado, al verse observado por ella cambio su cara por una llena de furia.
"Niño raro, no deberías verme así luego de salvarte... No, yo soy la rara... arrojarme sin pensar tan temerariamente para salvar a ese bullying; Malfoy tenía razón... soy una maldita San Potter"
Ya en la enfermería fue recibida por una Madame Pomfrey con una mirada desaprobatoria.
- Pequeña, es el primer día de clases escolar... ¿y ya estás aquí?
- Fue un pequeño accidente Madame Pomfrey, fue culpa mía.
- ¡No!, no lo fue... esta bien, lo fue, pero a la vez no- dijo frustrado Ron intentando explicarse - ¿Por qué te interpusiste entre el hipogrifo y Malfoy?
- No lo sé... fue igual a pestañear, puro instinto.
- Pues deberías dominar ese instinto Harriet, no quiero que vuelvas a salir herida y menos por alguien que no lo merece- dijo Hermione con el ceño fruncido.
Tal como pronostico Harriet la herida resulto ser superficial, pero Madame Pomfrey la retuvo en observación hasta la hora de la cena. Si Hermione y Ron habían resultado enfadados por su actuar, eso empalidecía en comparación con los alumnos de su casa; la veían como si hubiese hecho algo terrible, como si los hubiese traicionado y Harriet ato cabos... ella era un león que había salvado a una serpiente, su enemigo por naturaleza. Molesta por tan infantil comportamiento se subió a su silla y pidió la atención de todos los Gryffindor
- Sé que todos están molestos porque ayude a un estudiante de Slytherin, pero no estoy avergonzada en absoluto de hacerlo, él necesitaba ayuda y actúe como la Gryffindor que soy: valiente y honorable, completamente temeraria sin medir las consecuencias de mis actos, no vi el color de su uniforme, solo una persona que necesitaba ayuda, aunque debo decir que la herida causada solo fue un rasguño que dejara una cicatriz casi invisible en mi brazo... actué como un verdadero Gryffindor y si alguien tiene problemas con eso, no debería estar en la casa del León.
Harriet espero alguna replica o tal vez algún alumno que la retara a duelo por sus palabras, pero el alumnado no dio indicios de peleas; de hecho, las miradas molestas cambiaron a admiración cuando entendieron el motivo de sus acciones. Así que ignorando las nuevas miradas ceno en silencio. Ya en el dormitorio sus tres amigas recalcaron que ellas si estaban orgullosas por actuar tan valientemente, tal como su fundador Godric Gryffindor lo haría.
- Además dañar a un chico tan guapo como Malfoy debe ser un crimen mortal, créeme al decirte que la belleza de ese niño volverá loca de amor hasta a las mas cuerdas cariño- dijo Lavender como si de una profecía se tratase.
Harriet la vio fijamente e hizo una mueca como si hubiese mordido un limón, arrugando su rostro, mientras las 4 niñas reían de su cara, la pelinegra pensó que definitivamente Draco Malfoy jamás, jamás, jamás la volvería loca de amor.
La semana de clases paso sin mayores incidentes salvo historia de la magia, un buen curso dictado por un aburrido profesor fantasmal, que hacía dormir a casi todos los alumnos, Harriet aprendió los años anteriores por repasar las clases en la biblioteca con Hermione; dudaba realmente que alguien prestara atención a la clase... definitivamente debería hablar con su abuelo y razonar para cambiar de docente, seguro que muchas brujas o magos estarían felices de ocupar el puesto de profesor. La siguiente semana de clases Harriet noto algo extraño con Hermione, antes pasaban sus horas libres en la biblioteca y luego paseaban por las orillas del lago en compañía de Ron, pero ahora Hermione siempre estaba ocupada, ya no la esperaba para ir a la biblioteca; se le notaba más tensa, con más tareas que cualquier alumno, devoraba las comidas, tenía el apetito insaciable de Ron y a pesar de ser la primera en abandonar el gran comedor siempre llegaba tarde a clases.
- ¿Mione? - le pregunto un día cuando almorzaban- ¿Estas bien?, te noto nerviosa y cansada.
- Estoy bien Harriet, gracias, es solo que este año resulto un poco más intenso de lo que creí, pero adoro cada clase- dijo Hermione dándole una sonrisa cansada.
Hermione devoró su ración y dijo que tenia trabajo que hacer en la biblioteca alejándose rápidamente, su inteligente amiga tenía tanta prisa por retirarse que olvido a su gato en el gran comedor. El animal miro a Harriet y luego a Hermione que acababa de cruzar la entrada.
- Te entiendo amigo, yo también me siento un poco abandonada
-¡Eh! - dijo Ron ofendido- ¿Y yo que?
- Lo siento Ron- se disculpo con una sonrisa- Olvide que mi caballero de brillante armadura siempre estará a mi lado.
Ron se sonrojo como si de un tomate se tratase, Fred que esa tarde decidió sentarse un poco más cerca de ellos junto con su gemelo comenzó a reírse sonoramente del estado de Ron hasta casi las lágrimas, pero George permaneció en un silencio sepulcral; nadie pareció notar eso salvo un niño rubio de ojos grises, que frunció el ceño fuertemente ante la escena.
Harriet sabía que cada año académico traería temas más complicados que estudiar, por eso leyó con anticipación los libros que el ministro le regalo en el caldero chorreante, pero había temas que no importaba cuanto leyese, la parte practica lo era todo; como por ejemplo los Boggart en defensas contra las artes oscuras, el profesor Lupin había capturado a uno y ahora cada alumno debería enfrentar sus peores miedos, pensar en algo gracioso y gritar "Riddikulos" para repeler a la criatura. El primero en enfrentarse al Boggart fue Neville, su miedo personificado fue el profesor de pociones Severus Snape, pero luego de una sugerencia por parte del profesor Lupin, el niño grito "Riddikulos" lanzando el encantamiento con su varita y el severo profesor fue vestido con prendas que solo una abuela podría usar; se escucho risas por parte del alumnado, pero la mas fuerte de todas fue de Malfoy, gozando el extraño espectáculo. Harriet lo miro con una ceja levantada y el niño le mostro una sonrisa con todos sus dientes.
Luego siguió Ron enfrentando su miedo a las arañas gigantes colocándole patines, Harriet lo felicito mientras se unía a la fila de alumnos deseosos por enfrentarse al Boggart, aunque fue empujada por alumnos de su propia casa terminando casi al final, los Slytherin estaban a un lado, esperando pacientemente y sin tanto alboroto su turno. Harriet puedo ver los mayores temores de sus amigas y compañeros de casa, de Lavender una serpiente cascabel gigante, Parvati momias, Hermione la profesora McGonagall informándole que fallo en todo, Seamus una Banshee, Dean una mano mutilada... cuando se dio cuenta ya era su turno, la niña trago con dificultad, ¿Cuál seria su peor miedo?, ¿los Dursley?, ¿tal vez solo Petunia?,¿o tal vez Voldemort?, dejo de pensar cuando por fin el Boggart, que estaba demorando demasiado, se trasformo en un Dementor al mismo tiempo que el profesor Lupin salto delante de ella, al ser interrumpido el Boggart cambio de forma para reflejar el mayor temor del intruso profesor, transformándose en una hermosa luna llena; el docente uso el hechizo Riddikulos y lo trasformo en un globo desinflado. Guardo al Boggart y finalizo la clase prometiendo que los alumnos restantes terminarían de practicar el hechizo la próxima sesión... Harriet quiso preguntar porque se interpuso entre ella y el Boggart, pero el profesor abandonó rápidamente el salón de clase.
El 09 de setiembre, Harriet le regalo a Hermione banderitas post it mágicos que compro en el callejón Diagon, eran trasparentes pero estaban hechizados para responder a la voz del mago o bruja y colorearse según el nivel de importancia del tema, rojo si el tema era muy importante, amarillo para datos curiosos, morado para fuentes bibliográficas, azul para ingredientes mágicos extraños, verde para plantas a tener cuidado en herbología... y muchos mas colores que su inteligente amiga podía decidir cómo organizar; esperaba que le durase lo suficiente para varios años. Hermione le agradeció sumamente complacida, pero en pocos días ya había usado casi la mitad, haciendo sospechar a Harriet, ¿exactamente en cuantos cursos se había matriculado ese año?
Los días pasaron y Harriet aprovecho sus horas libres para estudiar en la biblioteca con una agitada Hermione, pronto empezarían las prácticas de quidditch, debía dar buen uso de su tiempo, las clases de encantamientos se pusieron mas serias al tratar temas como contra hechizos, en herbología estudiaron las propiedades de vainilla de viento y sus mareantes esporas, astronomía exigía que ese año realizaran un mapa astral y adivinación con su dramática docente estaba empezando a molestar un poco a Harriet, en especial la clase de tesomancia, donde la mujer grito ver un "Grim" en su taza, el peor augurio que uno pueda recibir; a la pequeña bruja no le asusto las palabras de la mujer, ella solo veía una forma rara en su taza... pero enterarse días después que Sirius Black fue visto en Escocia le helo la sangre, sentía que el demente mago estaba cazándola, pero él no podría entrar en Hogwarts, ¿verdad?
La visita al pintoresco pueblo de Hogsmeade se realizo un día nublado, Harriet no podía ir por no contar con el permiso firmado de su tutor legal, así que se quedo sola en la puerta del colegio, observando tan absorta como sus amigos se alejaban, que no vio como alguien se acercaba a ella.
- Si fueras mi amiga Potter podrías ir a Hogsmeade... mi oferta sigue vigente- dijo sonriendo, mirándola con intensidad.
- Y también la mía Malfoy- dijo Harriet con seriedad, ignorando lo cerca que el niño estaba de ella- cuando dejes de comportante como un matón, supremacista de sangre idiota.
La sonrisa engreída de Malfoy murió al instante, aunque se quedó unos segundos más mirándola con un brillo extraño en sus ojos antes de retirarse con sus guardaespaldas matones.
Abandonada, se puso a caminar sin rumbo; recorrer el colegio era más fácil ahora que casi todos se habían ido, todo estaba tan despejado... hasta que vio al profesor Lupin, apresuro su caminar para alcanzar al adulto, tenía preguntas que ya no podían esperar como ¿Por qué no la dejo enfrentar al Boggart cuando todos los demás, hasta el presumido de Malfoy ya lo había hecho?,¿acaso hiso algo que la considerara débil?, ¿creía que se volvería a desmayar?
- No Harriet, estas equivocada; creí que tu miedo más profundo seria... seria...
- ¿Voldemort?
-Si.
-Al principio pensé en él, pero luego recordé el incidente del tren y...
Al parecer el miedo mas grande de Harriet era el miedo mismo, mientras caminaban rumbo al colegio el profesor compartió anécdotas de sus padres; James Potter era un joven con talento para meterse en problemas, excelente mago y buscador, Lily Evans era una mujer encantadora, inteligente y sumamente gentil. Harriet escucho atentamente sin interrumpir, amaba saber un poco mas de ellos de forma tan personal en comparación con los libros de historia, hubiese sido un sueño crecer junto a ellos... pero ese privilegio le fue arrebatado por Voldemort.
Los días pasaron y un día mientras desayunaba casi se atoro con su jugo de calaza al ver que la prensa estaba haciendo un show con su accidente del Hipogrifo, de alguna forma la información se coló al exterior y una tal Rita estaba escribiendo artículos escandalosos sobre lo peligrosos que eran las criaturas mágicas, otros artículos señalaban que la comunidad mágica estaba muy indignada por el ataque a la niña que vivió; molesta y sin poder hacer nada más, retiro su suscrición del diario El Profeta... Si Newt Scamander la viera seguro la hechizaría, él famoso magizoologo había trabajado toda su vida por demostrar que las criaturas mágicas merecían ser protegidas, no exterminadas, y ahora gracias a la niña que vivió el trabajo de su vida corría peligro.
Suspiro mientras veía a Hermione correr a clases y Ron bromear con Seamus, paseo su vista por su mesa para ver si alguien la miraba de forma diferente por las noticias del periódico hasta que se topo con Colin, el niño que la veía como una hermana mayor, pero algo había cambiado en él, ya no se veía alegre ni tenía la cámara colgando en el cuello como antes, ahora casi siempre tenia la mirada cabizbaja y parecía asustado.
- Colin, ¿Qué ocurre? Te noto triste, tu mirada pegada al suelo cuando caminas y palideces de miedo cuando giras por los pasadizos... ¿estas bien?
El niño la miro asombrado, como si fuese la primera en notar que aun estaba asustado por el ataque del Basilisco, aun tenia miedo de caminar solo y ver al monstruo a la cara... a esos mortales ojos amarillos.
- Pero Colin, ya no hay nada que temer, el Basilisco está muerto... ¿no me crees?
- ¡NO!, no es eso; es solo que... es solo que yo aún tengo miedo... valla Gryffindor que soy ¿no? - dijo el niño dándole una mirada herida, avergonzado de tener miedo en una casa de valientes.
El niño no le dio oportunidad a Harriet de decir una palabra más porque escapo lo mas lejos que pudo y ella entendió, no lo persiguió y lo dejo solo; necesitaba idear algo para que el niño se sintiese mas seguro. Lamentablemente su plan demoraría un poco mas porque la temporada de quidditch había llegado y con ello la selección de puestos obligatoria de cada año, nuevos jugadores se incorporaban para reemplazar a los jugadores mayores que ya no podían jugar, la agilidad y velocidad de Ginny Weasley fue alabada por Wood, dándole el puesto de cazadora.
- ¡Bien hecho Ginny! - corrió a abrazarla Harriet luego que la pelirroja bajase de su escoba, sonrojándola en el proceso- ¡Entraste en el equipo!
- ¡Si!, ¡Bien hecho Ginny! - dijo George mientras se colaba al abrazo.
Fred se reía de las payasadas de su gemelo, pero aun así también felicito a su hermana y se unió al extraño abrazo de 4 sin parar de reír.
Wood estaba decidido a ganar la copa de quidditch ese año, era su último año jugando como capitán y deseaba cumplir su más grande sueño, por lo que los hacia entrenar 3 veces a la semana; Harriet debía poner su plan en marcha o las practicas aumentarían a 5 veces por semana y ella no podría ayudar a Colin... necesitaba colarse a la cámara de los secretos para tener una prueba solida de la muerte del Basilisco y necesitaba ayuda de un adulto.
Notes:
Feliz año lindas personitas, ¡que todas sus metas se cumplan!; un miércoles más y un nuevo capítulo tal como prometí. Nos vemos la próxima semana. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 13
Summary:
Harriet deberá realizar una visita necesaria a la cámara de los secretos con la persona menos pensada, un incidente obliga a todos a dormir en el gran comedor y un caballeroso Cedric Diggory la sorprenderá tras el juego inaugural de quidditch tormentoso.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Y de todos los adultos en quien confiaba, su abuelo, Albus Dumbledore siempre solía estar ocupado, era una figura muy importante en el mundo mágico, se decía que aconsejaba a grandes líderes mágicos mundiales con cargos importantes, también confiaba en la líder de su casa, la profesora McGonagall, pero ella era demasiado recta en algunos asuntos, los profesores Sprout, Flitwick eran una opción más segura pero siempre estaban detrás de sus alumnos, se tomaban muy en serio ser jefes de sus casas y por eso eran adorados hasta por ella; las opciones de le agotaban. Tenía muchas dudas con respecto al Basilisco, como ¿qué hacer con el cadáver gigantesco?, ¿debería enterrarlo como lo hacían las personas con sus mascotas?, ¿Qué haría el magizologo Newt Scamander?
Armada de valor Gryffindor fue una tarde a solicitar ayuda a la persona que sabía podría responder todas sus dudas.
- Profesor Snape... ¿Podemos conversar un momento por favor?, tengo preguntas y una solicitud que hacer- dijo ella sonrojada, felicitándose por al menos controlar el color de su pelo, aún seguía negro azabache a pesar de sentirse avergonzada.
El hombre de negro la miro con una ceja levantada, si bien su relación académica había mejorado, él nunca dio cabida para que ella la tratase con tanta confianza, hacerle una solicitud era muy osado de su parte, la niña lo sabía, el sonrojo en sus mejillas la delataba, pero cuando la niña le hablo de la cámara de los secretos y el Basilisco muerto, el hombre accedió a acompañarla; era el jefe de Slytherin y entrar a la cámara era el sueño de todo alumno de la casa verde.
Al entrar al baño de niñas y abrir la puerta secreta tras los caños, Harriet indico que debían deslizarse en una especie de tobogán no tan limpio para bajar al subterráneo para encaminarse a la cámara, Snape bufo colocando los ojos en blanco; el hombre la miro negándose a obedecer a la niña y antes que ella pueda refutar, lanzo un hechizo de levitación en los dos y bajaron sin ensuciarse la ropa. La niña lo miro asombrada pero el profesor solo camino delante de ella con el hechizo Lumus en su varita; el silencio se volvió tenso e incómodo, en ese lugar ella había temblado de miedo al saber que se enfrentaría al monstruo de Salazar Slytherin y aunque sabía que el Basilisco estaba muerto, no podía dejar de sentir miedo al caminar por oscuros, fríos y deteriorados pasadizos, Harriet probó con tararear una canción y al ver que el profesor no parecía irritarlo empezó a cantar Creep de Radiohead casi en un susurro aunque en ese espacio su voz hacía eco increíble, Creep era la canción más escuchada ese verano por los adolescentes de Privet Drive mientras ella cuidaba el jardín de Petunia. Canto y canto hasta llegar a la entrada de la cámara, donde volvió a hablar en Pársel para abrirla.
Harriet vio al profesor Snape asombrarse por estar en el escondite de Salazar Slytherin, no podía ocultar su fascinación al avanzar a los pies de la estatua gigante y maravillarse con el cadáver mítico del Basilisco. Harriet recogió el colmillo con el que destruyo el diario, guardándolo en el bolsillo de su túnica, pero al ver el gigantesco cadáver Harriet se sintió sumamente incomoda y sin ordenar sus pensamientos hablo casi a trompicones.
- ¡No fui yo la responsable de su muerte!... solo era una niña de 12 años que se topó con un animal deseoso de morir.
El profesor no dijo nada, se limitó a mirarla y luego a examinar el cadáver, le informo que podía vender al Basilisco por partes, era una criatura valiosa para maestros de pociones, creadores de varitas, sanadores mágicos y cientos de magos estarían interesados en pagar un alto precio por un pedazo del rey de las serpientes, el dinero total le daría una fortuna.
- ¿Eso sería correcto?,¿partirla en miles de pedazo y venderla?
- Tú la mataste Potter, lo que hagas con su cuerpo es tu decisión.
Ella medito su elección, venderla para que miles de magos hicieran buen uso del cuerpo o enterrarla para fertilizar la tierra, en la oscuridad... tal como cuando aún vivía en la cámara, sola.
- Vendámosla a tantos magos y brujas que necesiten el cuerpo profesor, pero ¿cómo la trasportaremos?
- Magia Potter, magia- bufo, exasperado porque la niña olvidara la magia y por tanto los usos de esta en capaces y experimentadas manos.
Cuando Snape comenzó a meter a la criatura en uno de sus bolsillos, Harriet tuvo que ocultar su sonrisa tras sus manos, el hombre se veía tan gracioso haciendo una tarea imposible... pero cuando el cuerpo del Basilisco empezó a caber en su bolsillo y a desaparecer poco a poco, fue el turno del profesor de no reírse de la perpleja niña ahora pelirroja, cuya boca abrió graciosamente hasta que todo el cuerpo del inmenso animal termino en su bolsillo.
- Eso fue increíble... ¡¿Cómo lo hizo?! - chillo Harriet sin poder contener su emoción.
El profesor respondió a todas las preguntas del encantamiento de extensión indetectable que Harriet hacia mientras abandonaban la cámara, rumbo al baño de niñas, Harriet memorizo todas sus respuestas, ese encantamiento le sería muy útil en el futuro. El profesor los levito al baño de niñas y realizo en hechizo de limpieza al uniforme de Harriet.
-Gra... gracias profesor Snape- dijo asombrada, a comparación de la primera vez que bajo esta vez apenas se había ensuciado y no dio importancia alguna, simplemente dio por hecho que debía ensuciarse la ropa cada vez que debía bajar a la cámara.
- Si caminas tan sucia los alumnos sospecharan que te metiste a las tuberías, no tienes idea lo mucho que el estado de tu ropa delata... no sabes cuanta información das sin proponértelo Potter.
Sonaba como la frase de un espía, no era necesario que el profesor se tomara esos cuidados con ella, Harriet miro al hombre sin entender porque se comportaba así; después de salvarla el primer año y velar por ella en la enfermería estaba claro que el adulto era amable, pero estaba empeñado en que nadie se enterase de eso.
- Es usted una persona amable... ¿Por qué no deja que el resto lo vea? - Pregunto Ella sin pensar.
Él se detuvo y la miro como si lo hubiese insultado, pero ella no dio su palabra torcer y su mirada jamás flaqueo.
- Debes tener hambre Potter, empiezas a decir sandeces, apresurémonos a llegar al gran comedor antes que se acabe la comida o muy pronto dirás que Dumbledore es un mago oscuro.
Harriet soltó una risa y acepto permanecer en silencio, ese hombre era todo un misterio, pero ella no lo presionaría a más, ya fue demasiada charla por el año. Mientras se dirigían al cenar fueron sorprendidos por Malfoy, respiraba de forma entrecortada, como si estado hubiese estado corriendo; al verlos frunció fuertemente el ceño hacia el profesor Snape, por el rabillo del ojo Harriet pudo ver como el profesor cruzaba de brazos ante la actitud del niño.
- Con que aquí estabas Potter, holgazaneando... si te importara un poco tu casa sabrías ya del ataque que sufrió Gryffindor.
La niña se tensiono de golpe, alguien había atacado su casa, alguien había pasado las fuertes protecciones de Hogwarts.
- ¿Qué fue lo que paso Malfoy?? - pregunto la niña con miedo de saber el nombre de la víctima.
El pelirrubio no respondió a la pregunta, en lugar de eso se dedicó a sonreír satisfecho con la inquietud de la pelinegra, gozaba de toda su atención y su tranquilidad pendía de su respuesta.
- Habla ya Malfoy- le regaño Snape.
El niño miro al adulto con amargura y luego cambio su mirada al ver a la niña; de forma aburrida y arrastrando las palabras conto lo sucedido, Sirius Black había intentado entrar a la sala común de los Gryffindor y al no poder había rasgado frustrado el cuadro que protegía la entrada.
Profesor y alumna se encaminaron a buscar a la jefa de casa de los Gryffindor, pero antes de que la niña pudiera dar 3 pasos, la mano de Harriet fue capturada por la de Malfoy.
- El director ordeno que todos los alumnos dormiríamos en el gran salón... te sugiero cubrirte- dijo mirándola como si quisiera decirle algo más.
El profesor Snape la separo de su fuerte agarre.
- Muchas gracias por decirnos TODO lo que sabe señor Malfoy, ahora si me permite, me llevare a la señorita Potter con su jefe de casa... Vámonos Alfarero.
- Si señor- dijo ella de inmediato.
Cuando estuvieron a una distancia considerable del rubio, Harriet se aventuró a preguntar.
- Señor, ¿Qué le ocurre a Malfoy?
- Solo ignóralo niña... el joven Malfoy se ha vuelto un enigma que no tienes la necesidad de resolver.
Harriet obedeció y se separó del maestro de pociones para entrar a la sala común de los leones, dentro estaba abarrotada por todos los alumnos de rojo, cada uno recibiendo un saco de dormir con sus pijamas puestas y hacían grupos para ir al gran comedor; nadie debía caminar solo, todos deberían seguir a los prefectos o premios anuales, nuevos toques de queda serian impuestos hasta nuevo aviso. Ella fue a su habitación donde sus amigas estaban terminando de alistarse, al verla llegar Hermione casi la derribo.
- ¡¿Dónde estabas Harriet?! - dijo Hermione con los ojos brillando de miedo- ¿Tienes idea lo preocupadas que estábamos?
La niña se disculpó, explicándole que estaba con el profesor Snape mientras el ataque sucedía, tenía dudas que solo un maestro de pociones podía resolver y tan concentrados estaban que se apenas se dieron cuenta que perderían la hora de la cena si seguían charlando.
- Eso explica por qué no se les vio en la cena- dijo Fay reflexionando.
Listas, con el pijama puesto y los sacos de dormir en mano todas se encaminaron al gran salón, este había sido adecuado para alojar a todos los alumnos, desapareciendo las mesas y sillas, dejando espacio para que duerman los alumnos.
- Linda pijama Potter- dijo Malfoy al verla entrar, sonriendo, mostrando sus perfectos dientes blancos.
Ella lo ignoro; si, claro que su pijama era lindo, era un regalo de Lavender por su cumpleaños pasado, camisón manga larga blanco de algodón con encaje en el cuello, mangas y dobladillo con volantes. Hermione la sostuvo del brazo mientras se dirigían a la zona de niñas Gryffindor; casi todos Ravenclaw y Hufflepuff ya se encontraban ahí, excepto los Slytherin, quienes resultaron demorarse más en llegar al salón. Dormir no fue fácil, no estaba acostumbrada a escuchar tantas respiraciones, así que se obligó a pensar en el fantasmal profesor de historia, en su voz adormecedora y sin darse cuenta se quedó dormida.
Los profesores intentaban dar sus clases con normalidad, Wood le robaba tiempo 3 veces a la semana, y por alguna extraña razón el profesor Lupin era reemplazado por el profesor Snape una vez al mes, era bastante visible que el sombrío profesor parecía enojado de hacer ese intercambio, pero dictaba las clases con eficiencia; temas más avanzados, sin respetar el orden de las sesiones, irritando a Hermione, dejando largas tareas de investigación acerca de hombres lobo... Harriet se obligó a no soltar un suspiro frustrado, contradecir al profesor o mostrar desobediencia era como cavar su propia tumba; lastima para sus compañeros leones que no pensaron así y terminaron con menos puntos. Por un momento el severo profesor la miro, esperando alguna rabieta al dejar grandes deberes en temporada de quidditch, pero la niña le devolvió la mirada serenamente; al no haber más interrupción el profesor siguió con la clase dándoles la espalda. En esos instantes un ave de papel voló en dirección de Harriet, ella busco al responsible y se topó con la mirada brillante de Draco, al desdoblar el papel observo un dibujo en movimiento de ella montada en su escoba siendo alcanzada por un rayo, la niña le lanzo una mirada fría mientras el niño sonreía; esos días se habían caracterizado por ser fríos y lluviosos, malas condiciones para el partido inaugural de quidditch, Gryffindor contra Hufflepuff... Slytherin había presentado un cambio de fecha porque su buscador aún se encontraba herido tras enfrentarse a un salvaje Hipogrifo.
"Mentiroso Malfoy, ¡tú no sufriste daño alguno!", pensó Harriet con amargura, las serpientes habían huido del partido por las malas condiciones climáticas.
El día del partido inaugural fue frio y lluvioso; Wood como todos los partidos, le dio el permiso de cantar Eye of Tiger a la pequeña pelinegra, ella tuvo que alzar la voz para que la motivadora canción del grupo Survivor no muriera con el rugir del viento. Ginny la escucho absorta, aplaudiendo con fuerza cuando termino la canción, su cara ya no se veía pálida de miedo por los nervios de su primer partido en el equipo; pero al llegar al campo de juego fueron sorprendidos por fuertes ráfagas de viento, lluvia y truenos ... el viento era tan fuerte que los jugadores eran tirados a los lados, Harriet creyó que saldría volando sin necesidad de una escoba cuando la fuerza del viento aumento. Si no fuese por George quien la sujeto firmemente a él mientras caminaban por la fangosa cancha, Harriet hubiera terminado como la tía Marge.
- ¡Gracias! - dijo gritando Harriet para escucharse en medio de tantos truenos, roja como un tomate por no tener la suficiente masa corporal para mantenerla firmemente en tierra.
- ¡De nada princesa voladora! - respondió George también a gritos, pero sonriendo radiantemente.
Wood estaba estresado, eran las peores condiciones meteorológicas para jugar y Hufflepuff este año había mejorado como equipo, contaban con un nuevo prometedor capitán que a la vez era su mejor buscador: Cedric Diggory.
Harriet vio que pese al frio y la lluvia todos los Gryffindor habían venido a apoyarlos, lástima que sus gritos de apoyo no se escucharan por todos los truenos. La lluvia hiso que buscar la snitch dorada sea casi imposible, al pasar buena parte del tiempo de juego Wood pidió tiempo fuera para que todos pudieran descansar unos minutos, Hermione aprovecho el descanso, se coló dónde estaba el equipo y le pidió prestada a Harriet sus gafas deportivas y las encanto con “Impervius”, gracias a eso al volver al juego Harriet pudo esquivar a una bludger impidiendo que la golpee por tercera vez seguida, el encantamiento repelía el agua y la niebla de su visión, permitiéndole poder buscar la snitch. Al pasar los minutos el clima empeoraba, una jugadora de su equipo perdió el control de su escoba al incendiarse por un trueno, oportunamente el Quijudge estaba cerca para salvarla evitando un mortal accidente.
Harriet daba vueltas casi frenéticamente sin lograr visualizar el objeto alado, hasta que vio al buscador de Hufflepuff salir a gran velocidad fuera de la cancha, por lo que los siguió rápidamente, el objeto caprichoso volador nunca se había alejado tanto del campo de juego, ascendiendo a gran velocidad hacia las nubes peligrosamente oscuras. A pesar que la bruja pelinegra voló raudamente, el buscador de Hufflepuff estaba a segundos de alcanzar la snitch; pero de la nada un rayo pego al objeto alado, alcanzando indirectamente al joven, electrocutándole en el acto. Harriet vio con perplejidad como el joven caía al vacío, estaban tan lejos de la cancha que nadie podría ayudarlo; así que olvidando la snitch se lanzó en picada a salvarlo, Cedric se acercaba demasiado rápido al suelo, pero ella logro llegar primero, tomándolo por la túnica. El chico pesaba y hasta inconsciente se rehusaba a soltar su escoba, con gran esfuerzo Harriet logro aterrizar a tierra firme, se bajó de su escoba y prácticamente salto para ver el estado del buscador, respiraba lentamente, pero al menos no se rompió nada. Harriet volvió a elevarse con rapidez para atrapar la snitch y terminar con el infernal juego… mientras más rápido terminara más rápido ayudarían al buscador; estaba segura que el objeto alado estaba cerca de esas nubes peligrosas, cargadas de electricidad, voló a gran altura rogando a Merlín que ningún rayo le cayera porque nadie la salvaría. Patrullo el cielo hasta ver una nube oscura con la forma del Grim helándole la sangre, aunque no por mucho porque por fin logro visualizar la snitch y comenzó a perseguirla velozmente, pero el objeto se alejó a mayor altura, donde el frio era excesivo, tanto que su escoba y gafas deportivas comenzaron a congelarse, copos de nieve bailaban a su alrededor… pero había algo extraño, ningún clima helado le perforaba el alma con miedo irracional, tenía la misma sensación de cuando fue atacada en el tren, solo se había sentido tan enfermamente desesperanzada con una criatura oscura…
“Dementores”
Se suponía que debían custodiar Hogwarts, ¿acaso se había alejado tanto del campo de juego?, sin pensar en nada mas huyo a la cancha por ayuda, eran demasiados. Esquivo con gran agilidad 2 que se interpusieron en su camino, intento con velocidad demencial perderlos, pero estaba acorralada, habían más Dementores de los que podía contar, el miedo amenazo con congelarla… pero se recuperó y voló velozmente al campo de juego. Cuando al fin logro visualizar la cancha de quidditch un Dementor apareció de la nada, quitándole el aire, succionándole los recuerdos felices; mareada retomo su marcha, pero con menor velocidad, cosa que aprovecharon las criaturas para alimentarse de ella. Intento zafarse, lográndolo a duras penas, sentía que su fuerza menguaba, un solo pensamiento reinaba en su mente “llegar al campo de juego”, sentía demasiado miedo, el corazón rebotando frenéticamente en su pecho, pero cuando otro Dementor le arrebato sus recuerdos, se quedó sin energía, sus extremidades dejaron de responderle soltando su escoba y callo hacia el vacío .El viento corto su rostro y mientras caía en picado rodando en el aire comenzó a oír la voz de una mujer gritando, su vista comenzó a oscurecerse pero escucho una segunda la voz, la de un hombre adulto gritar unas palabras extrañas… ella conocía esa voz, era su abuelo; su cuerpo estaba completamente mojado, entumecida y cansada, la inconciencia la golpeo antes de sentir el impacto de la caída.
Cuando Harriet recobro la conciencia sintió reposar su cuerpo en una mullida cama, oyó a un montón de voces hablar al mismo tiempo acerca de su estado, intento abrir los ojos pero no pudo, su cuerpo pesaba demasiado… o quizá solo no tenía energía para moverse; volvió a intentar abrir los ojos lográndolo por fin, mirando a sus amigos y compañeros de quidditch, todos con caras preocupadas, hiso una broma intentando aligerar el ambiente pero luego de enterarse del resultado desfavorable del partido y ver a su escoba hecha trizas fue ella quien necesito una broma.
Minutos después Madame Pomfrey alejo a todas las visitas, Harriet necesitaba reposo y se quedaría esa noche a dormir en la enfermería en observación junto con otros heridos; además muy pronto seria hora de la cena y con ella el toque de queda, todos se fueron a regañadientes, Harriet estaba tan cansada que se durmió en el acto tras su partida. En medio de la noche fue despertada por el capitán de Hufflepuff, Diggory.
- Lo siento Harriet por despertarte, pero esto es urgente.
- ¿Diggory? - pregunto ella aun media adormecida.
- Llámame Cedric.
- Solo si tú me llamas Harriet.
- Hecho.
- Mi padre me enseño que dar las gracias no puede esperar. Gracias por atraparme en lugar de perseguir la snitch, eso fue muy honorable de tu parte. Aunque debo apelar que mi condición aun no es buena, lo siento, te desperté en medio de la noche… usualmente tengo mejores modales.
Cedric estaba sentado en una cama desocupada al lado suyo, aun con la escasa iluminación de las velas ella pudo distinguir que su estado no era el mejor, pero, aun así, el joven ponía como prioridad agradecer, haciendo sonreír a la niña.
- ¿Cómo te sientes?
- Como si me hubiese quedado dormido bajo el sol, me quema todo el cuerpo…pero Madame Pomfrey lo hiso más soportable.
Luego el capitán de los tejones comenzó a despotricar por el resultado del partido, él quería volver a jugar por un resultado más justo, pero Harriet se negó con cortesía, admirando la increíble persona que era el mayor. No fue hasta que Madame Pomfrey se acercó a la enfermería cuando dejaron de conversar para ponerse a descansar.
Repuesta, Harriet se levantó con rapidez para desayunar y no llegar tarde a clases, se despidió del Cedric con una sonrisa; en el comedor fue recibida con algarabía por sus amigas y equipo de quidditch, solo había alguien que no se alegró por su regreso, demasiado sumido en su tristeza, el cabizbajo Colin… era hora de poner en marcha su plan; así que cuando lo vio en su hora libre ella prácticamente lo acorralo y sin decir una palabra lo arrastro a un lugar poco frecuentado del castillo.
- ¡Harriet!,¿Qué pasa?, ¿Por qué me trajiste aquí?
- Por esto.
Y saco de su túnica un colmillo de Basilisco, el niño ahogo un grito de sorpresa y temor.
- ¿Qué es...?, no; ¿de quién es eso?
- Fue.
- ¿Fue?
- Así es, el dueño del colmillo está muerto... lo asesine el curso pasado, baje a la cámara de los secretos para recoger esto. Te lo doy como prueba tangible de su muerte; ya no tienes nada que temer Colin.
El niño la miro fascinado, luego avergonzado y al final rompió a llorar, Harriet lo consoló con un fuerte abrazo.
-Gra... Gra... Harriet, ¡YO!
- Shhh, ya paso; ya paso.
Se quedaron un buen rato abrazados hasta que Colin dejo de llorar y se repuso, agradeciendo sinceramente la prueba.
- Prometo cuidarlo con mi vida.
- Es solo un objeto, tú decides que hacer con eso.
- ¡Puedo usarlo como un collar!
Harriet se rio de las ocurrencias del niño. Fue increíble ver a Colin ser el centro de atención continua por casi un mes seguido, había vuelto a ser el de antes, alegre y risueño; escucho rumores acerca de alumnos que habían ofrecido una fortuna por el colmillo, pero Colin se negaba a venderlo por más exorbitante precio que le ofrecieran.
Notes:
Miércoles y otro capítulo subido, en este capítulo expandí mis propias versiones de los hechos, como que paso con el Basilisco, el rescate de un electrocutado Cedric al estar demasiado alejados del campo de juego y el temeroso Colin que aún le asustaba caminar solo por los pasillos. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 14
Summary:
Un mágico mapa acaba en las manos de Harriet, una revelación la hará llorar cegándola con ira y la desaparición de Scabbers amenaza con destruir la amistad entre Ron y Hermione.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Diciembre llego y con ella una nueva semana para visitar Hogsmeade llego; Harriet ya no podía aguantar la frustración por prohibirle conocer la aldea donde todos sus amigos se divertían, así que con o sin permiso ella visitaría el pueblo escondida bajo su capa de invisibilidad. Pero antes de poder alejarse del colegio fue arrastrada por los gemelos al interior, ella lucho por unos momentos hasta que se dio cuenta de algo... ¿Cómo la habían capturado si ella era invisible?
La respuesta le fue dada por los pelirrojos, mostrándole un pergamino que contenía un mapa de Hogwarts detallado que daba la ubicación exacta de cada persona en el colegio, había pasajes secretos que los gemelos habían memorizado para hacer bromas y escapar inmunes de castigos, el secreto tras su éxito por años; el mapa era tan poderoso que no se dejaba engañar por ninguna capa de invisibilidad, fantasmas o poción multijugos. Los gemelos estaban ahí para regalarle "el mapa del merodeador" y así ella pueda visitar Hogsmeade sin problema alguno.
- ¡Gracias gracias gracias chicos! - casi grito Harriet de la emoción dándole un beso en la mejilla a Fred que lo recibió con una carcajada.
- Oye, ¿y yo, princesa? - reclamo George.
Riendo, Harriet beso la mejilla del pelirrojo.
- Antes que te vayas princesa, debemos decirte cómo funciona el mapa, así como las reglas que creamos para este.
Harriet los miro sorprendida, nadie creería que los gemelos pudieran ponerse serios en algún asunto, el mapa tenía más peso de lo que creía. Primero le enseñaron como activar el mapa, solo debía recitar unas palabras tales como "juro solemnemente que mis intenciones no son buenas" y luego al terminar de usarlo decir "travesura realizada", haciendo que el mapa de desvanezca y sea a vista de cualquiera un simple pergamino.
- Ahora princesa... las reglas que nosotros inventamos: Uno, no lo uses para espiar a las personas en su dormitorio, todos merecen privacidad especialmente en la noche.
- Dos, no abuses del gran poder en tus manos, no lo uses en contra de indefensos, amigos o familia... a menos que tengas un hermano llamado Percy y por lo tanto molestarlo este más que justificado.
- Tres, no te obsesiones con vigilar solo a una persona, no te obsesiones con saber el paradero de cualquier alumno, hay más en la vida que solo observar el mapa- dijo Fred viendo a George de reojo.
- ¡Cuatro! - casi grito George y siguió recitando las reglas- el mapa es mágico, pero trátalo con cuidado y escóndelo de Scabbers, esa rata está obsesionada con morder pergaminos... para ir a la aldea te recomendamos este pasaje.
Así que siguiendo el consejo de los gemelos se escabullo por un pasaje secreto llegando con rapidez a Hogsmeade; se escondió bajo la capa y comenzó a caminar en silencio por las calles pintorescas que solo había de lejos cuando volvía a Hogwarts, había muchas cabañas y tiendas mágicas con velas encantadas colgando de los árboles... era un pueblo totalmente mágico de Gran Bretaña, por lo que no había nada que enmascarar, todos podían caminar libremente sin temor a mostrar su magia. Ella entro a una Honeydukes y cogió una caja de bolas de chocolate, lo metió rápidamente bajo su capa y se retiró no sin antes pagar el precio por estas; mientras comía sus dulces busco a sus amigos con poco éxito, justo cuando se iba a dar por vencida recordó a Hermione hablar maravillas sobre la casa más embrujada de Gran Bretaña, la casa de los gritos, hablaba tanto de esta que gracias a eso Harriet pudo llegar con facilidad sin pedir indicaciones.
Al llegar vio a Ron y Hermione ser molestados por Malfoy, que iba acompañado por sus matones amigos, y al escuchar la palabra "sangre sucia", Harriet estallo en furia, arrojándole bolas de nieve con toda su fuerza. En medio de la confusión de los Slytherin, ella se acercó con sigilo a estos, le bajo los pantalones a uno, mientras que al otro le dificulto la visión, pateo al niño a solo estaba en calzoncillos escuchando la risa de Hermione y al otro lo mareo jalándole por la chalina hasta quedar en el suelo, en medio de su ataque Malfoy resbalo con el niño calzoncillos, Harriet se abalanzó a Malfoy, quitándole el gorro, despeinándole su perfecto peinado y luego arrastro su cuerpo por los pies hacia la casa de los gritos; para vista de cualquiera pareciera que un fantasma arrastraba al heredero Malfoy. Cuando a Harriet se dificulto avanzar porque Malfoy intentaba ferozmente librarse de ella, recordó los programas de televisión que su primo solía ver a menudo, historias de personas cazando fantasmas, convencidos de que los fantasmas podían mover objetos, hacer ruido sin explicación, causar moretones, arañazos y mordidas; ella tenía la capa puesta, podía arañarlo pero sería infructuoso, por lo que eligió la última opción, así que salto con rapidez hacia su estómago para sorpresa del niño al sentir el peso invisible, bajo el cuello de su caro suéter y lo mordió por el pulso, se retiró rápidamente cuando escucho un grito nada varonil y tuvo que taparse la boca para no soltar sonoras carcajadas al ver la cara tan chistosa del niño: completamente verde, con lagrimitas saltando de sus ojos. Malfoy huyo con rapidez seguido de sus asustados amigos.
- ¿Qué fue lo que le hiciste a Malfoy para que chillara así? - pregunto Hermione cuando se quitó la capa rebelando una sonrisa feliz.
- ¡Lo mordí!, tal como hacen los fantasmas no amigables, o al menos según creencias muggles.
- Eso explica porque estaba muerto de miedo, tenía una expresión enferma, ¡como si vomitaría en cualquier momento! - dijo Ron riéndose, mirando con admiración a Harriet.
Los tres volvieron a la aldea mágica, caminaron enseñándole sus tiendas favoritas a Harriet quien estaba escondida bajo su capa, hasta que llegaron a las tres escobas, una posada y taberna famosa en el pueblo, escucharon al ministro de magia Cornelius Fudge y la profesora McGonagall, quienes pasaban por ahí hablar de Sirius Black y Harriet, por lo que la pelinegra se escabullo hacia ellos mientras ignoraba las protestas de Hermione por espiar la conversación de los adultos, aprovecho las quejas de la propietaria del bar Mademe Rosmerta por lo mal que iba su negocio con tantos Dementores deambulando por los alrededores, y entro al bar silenciosamente. Sus amigos intentaron seguirla, pero una cabeza parlante encogida les dijo que estaba cerrado, al menos para los niños.
En el bar escucho que Sirius Black era amigo íntimo de sus padres, pero también era el espía de quien-no-debe-ser-nombrado, cuando sus padres se escondieron en una casa secreta, Black los traiciono dándole la ubicación exacta al mago tenebroso y huyo, dejando un camino lleno de sangre muggle que desafortunadamente vivían cerca del escondite de sus padres y desintegrando a un tal Peter Pettigrew del cual solo encontraron un dedo, aún ahora nadie sabía gran cosa de ese desafortunado mago, un amigo de los Potter, se rumoreaba... lo peor de todo es que sus padres le tenían tanta confianza a Black que lo nombraron su padrino.
Sin importarle las sutilezas, Harriet salió rápidamente del bar, necesitaba aire, paso al lado de sus amigos quienes se sentaron a esperarla, pero solo Hermione se dio cuenta de su huida. Se alejó del pueblo, de las cabañas, de las tiendas, hasta llegar a un valle, donde se puso a llorar por el principal responsable de la muerte de sus padres; el responsable de sus maltratos infantiles en Privet Drive tenia nombre y rostro... si tan solo ese hombre no hubiese sido el espía de Voldemort ella habría podido vivir una infancia feliz. Sollozo más fuerte bajo la capa, abrazándose, intentando buscar consuelo, sintiéndose miserable; debió llorar muy fuerte porque sus amigos terminaron encontrándola, Hermione le quito la capa, mirándola preocupada.
- Oh Harriet... ¿Qué fue lo que escuchaste?
La llorosa niña conto toda la conversación que oyó en las tres escobas, paro de llorar cuando se dio cuenta que las lágrimas no solucionarían nada; algo nuevo floreció reemplazando a la tristeza, ira, caliente y amenazadora.
- Lo matare- dijo ella con determinación, roja de furia, desatando sin querer su magia en forma de ondas de viento- Me está buscando, ¿no es así?, ya no lo temeré... ¡Si viene a mi lo matare!
Molesta, se alejó de sus amigos bajo la capa de invisibilidad, estaba liberando magia descontrolada, no quería hacerles daño, así que se fue a Hogwarts por el pasaje secreto, no paro hasta llegar a su habitación y llorar con mayor soltura aprovechando que se encontraba vacío. Tenía que volverse fuerte para enfrentarse al asesino de sus padres.
Una tarde libre de las estrictas prácticas de quidditch por fin el profesor Lupin dio cabida para las clases particulares contra los Dementores, ella había suplicado por ello y después de razonar el docente accedió, ella era como un imán para esas criaturas oscuras, la afectaban más que a cualquiera por los horrores que había vivido. Aprendería un hechizo avanzado, no cualquier mago podía realizarlo, debía evocar un recuerdo feliz, alzar la varita y gritar "Expecto Patronum". Su recuerdo de montar una escoba por primera vez fue insuficiente contra el Dementor que al final termino siendo un Boggart, el mismo que no pudo enfrentar clase. Tras recuperar la conciencia al desmayarse, con ayuda del profesor eligió un mejor recuerdo... aunque no era real, recordó cuando en primer año vio a sus padres en el espejo de Oesed, retuvo ese sentimiento feliz en su mente y realizo el encantamiento Patronum, enfrentándose con el Boggart-Dementor, de la punta de su varita broto una luz blanca que inundo toda la habitación, haciendo retroceder al ser oscuro hasta volver a ocultarse en el ropero. El profesor Lupin la felicito, por dominar el hechizo tan rápido, solo los magos verdaderamente diestros y fuertes lograban esas hazañas; haciendo hinchar de orgullo el corazón de la pequeña pelinegra.
Scabbers siempre se caracterizó por 2 cosas, dormir y desaparecer largos periodos de tiempo. Era una rata con un espíritu de gato indomable, siempre fue así, hasta con Percy; los niños debían de buscarla y retenerla contra su voluntad en la clase de trasformaciones, donde debían practicar encantamiento con sus mascotas, nada peligroso que atente su vida. Ron jamás se había preocupado por sus desapariciones, después de todo su rata siempre regresaba por comida... pero desde que llego el endemoniado gato de Hermione a Hogwarts, Ron andaba preocupado, el gato siempre lo miraba amenazadoramente, más de una vez lo salvo de sus garras, renegando por el despiadado gato. Por eso, cuando paso la hora de comer y Scabbers jamás apareció, supuso lo peor.
- Scabbers no está, nunca volvió para que lo alimentara, ¡estoy seguro que tu gato lo despedazo!
- ¿Qué?, ¿Crees que Crookshanks comería esa rata fea?, ¡Ja!, estás loco Ron.
Ron se puso rojo de furia y Hermione no dio su palabra a torcer.
- Yo alimento muy bien a mi gato, no tiene necesidad de buscar alimento fuera cuando lo tiene todo por mi... tu mencionaste que tu rata llevaba mucho tiempo en tu familia ¿no?, doce años. Quizá murió por algún pasadizo y por eso nunca llego a la hora de comer- dijo Hermione intentando hacer entender a Ron la inocencia de su gato con puro raciocinio y lógica.
Pero cada palabra parecía enfadar más al joven mago, deformando su amigable rostro.
- Eres la niña más insensible que conozco, no te volveré a hablar hasta encontrar a Scabbers, vivo o muerto- dijo Ron con el ceño fruncido en su roja cara, alejándose para seguir buscando a su rata.
Harriet, quien se había limitado a observar la pelea se dio cuenta que su amiga comenzó a temblar, cuando se acercó a ella se sobresaltó al verla llorar, las palabras de Ron le dolieron más de lo que creyó.
- No llores Mione- dijo Harriet abrazando a Hermione- a veces Ron puede ser un gran tonto... no lo justifico, pero perdió a su mascota y está muy volátil; no creas ni una palabra de lo que te dijo. Tu eres una niña muy sensible, solo mírate, las palabras injustas te hacen llorar, te gusta vestir con prendas rosas, poner flores en tu escritorio del dormitorio ¡y dominaste muy bien el hechizo para domar tu pelo!
- Oh Harriet... pero por que se comparta así conmigo, no tiene pruebas sólidas, pero se cree el verdugo de Crookshanks- dijo Hermione aun llorando, fundida en los brazos de Harriet.
- Porque a veces es un tonto sin remedio, ¿puedes creer que en segundo año no sabía lo que significaba el término "Coranáptico"?
Hermione rio frenéticamente, limpiando sus lágrimas, olvidado su tristeza.
- Yo estaré contigo hasta que Ron encuentre a su rata y te pida disculpas; hasta entonces mantente alejada de él- aconsejo Harriet.
- Esta bien- acepto Hermione- Pero recuerda Harriet que en este periodo llevo más responsabilidades y...
- Esta bien, estaré contigo en todas tus horas libres, ¿ok?, si tienes que ir a otro lugar no te detendré... además yo también estaré ocupada ¿Te conté que Wood nos hace practicar 5 veces por semana? Está obsesionado con ganar la copa de quidditch este año y ...
Las niñas conversaron tomadas de las manos hasta llegar a la biblioteca y hacer sus deberes en un agradable silencio.
Fiel a su palabra, Ron dejo de hablar con Hermione, entristeciendo a la niña, pero Harriet se esforzó por llenar esos espacios incomodos. Pasaron las semanas y Harriet ya no pudo soportar ser el pegamento entre sus amigos, así que saco un as de su manga, una historia que podría romperían el hielo, su pequeña aventura con el profesor Snape en la cámara de los secretos.
- ¡¿Volviste a bajar, pero ahora con Snape?!
- Eso fue lo que dijo Ron, ahora cállate que quiero saber qué fue lo que hicieron- dijo Hermione.
- ¿No lo entiendes verdad?, ir con el jefe de la casa de las serpientes al escondite de Salazar Slytherin debió de sentirse como navidad para él, ¡No lo merece!, es un abusivo con los Gryffindor y...
Ron paro de hablar al darse cuenta que estaba rompiendo su promesa por Scabbers, miro a Harriet y la vio sonreír victoriosa.
- No debes hacer promesas tontas Ron, ahora... ¿quieren saber lo que hicimos abajo?
- ¡SI! - gritaron Ron y Hermione.
-De acuerdo... pero primero quiero oír una disculpa tuya Ron hacia Hermione.
-No.
- Lo que sucedió abajo involucra al Basilisco- dijo lentamente Harriet mirándolo astutamente.
- ¡Discúlpame Hermione!
Las niñas se rieron, compartiendo una mirada cómplice, los niños eran fácil de manipular si pulsabas los botones correctos.
Hermione acepto las disculpas y Harriet procedió a contar con muchos detalles como el profesor la ayudo, enfatizando que le profesor era más complejo de lo que creían, había bondad en él, pero lo mantenía oculta.
- ¡Pero es muy malo conmigo y Neville! - argumento Ron indignado por la supuesta bondad.
- También lo era conmigo, ¿recuerdas?, pero me esforcé mejorando y estudiando para cambiar su opinión, si deseas puedes hacerlo... por cierto, Hermione y yo nos hemos dado cuenta que estas mejorando en los cursos donde usas varita, ¿no es así Mione?, compártele tu teoría.
- ¿Teoría?
- Veras, tu antes hacías magia con una varita heredada por tu hermano, pero esa varita debió aceptarte a regañadientes, y por lo tanto los hechizos no eran tan potentes como lo son con tu nueva varita que juro fidelidad verdadera por ti; realizar magia con una varita que no te acepta es de por si brillante y ...
Harriet vio con una gran sonrisa como sus amigos volvían a ser los de antes, superando la tonta pelea... ¿ahora, donde podía estar esa escurridiza rata?
Los días pasaron y Harriet no pudo encontrar nada, molesta apuñalo su desayuno hasta reducirlo a pequeños pedazos de comida; cuando fue drásticamente interrumpida por Fay con el periódico del día en la mano, iban a sentenciar a pena de muerte al Hipogrifo que se atrevió a atacar a la niña-que-vivió, ocurría en un fin de semana. Harriet palideció y busco con la mirada a Hagrit en la mesa de profesores, tenía los ojos hinchados por llorar y un pañuelo en la mano, el profesor Flitwick intentaba consolarlo.
A Harriet se le partió el corazón ver tan triste al amable hombre gigante... era su culpa, si ella no hubiese intervenido ¿habría sido todo igual?
Por la noche no pudo dormir, la culpa le quito el sueño, así que en lugar de revolcarse en su cama saco el mapa del merodeador y se puso a memorizar los pasajes secretos; pero se quedó sorprendida al ver el nombre de una persona que llevaba más de una década muerta: Peter Pettigrew.
No estaba tan lejos de la sala común, así que con varita en mano y mapa en la otra salió disparada a su encuentro. Corrió y corrió hasta llegar a un pasadizo lleno de cuadros, ignoro la queja de las pinturas, su corazón latía muy rápido, abarcando toda su concentración, Peter Pettigrew venía a ella a gran velocidad, por lo que se preparó para defenderse en caso de ser necesario... pero algo raro paso, según el mapa ella había sido rebasada por el hombre, que se dirigía por donde ella llego. Se quedó inmóvil mientras seguía ignorando a los cuadros, ¿Cómo era posible que la rebasara y ella no pudo verlo?, vio por el mapa que mientras Peter Pettigrew se alejaba el profesor Snape venia hacia su dirección, así que se apresuró a recitar la frase "travesura realizada" para que el mapa desaparezca, dejando un pergamino vacío. Y justo a tiempo, porque el profesor ya se encontraba cerca de ella; se veía enojado, exudaba rabia y un aura oscura, lo que obligo a Harriet a intentar excusarse.
- Profesor, no lo entiende, tengo un buen motivo para caminar a estas horas, yo vi...- se calló a último momento sosteniendo el mapa en alto.
- ¿Qué viste Potter?, ¿qué pobre escusa darás hoy?,¿Acaso te crees tan superior y con el derecho de romper las reglas cuando te dé la gana?... ¿y qué es lo que tienes en la mano?
Harriet no sabía qué hacer, contarle la verdad equivaldría a perder el mapa y la confianza de los gemelos.
- ... no es nada señor, solo un pergamino vacío- Harriet decidió mentir, era el camino más seguro después de todo.
-Yo decidiré que es... ¡Rebela tus secretos! - dijo Snape apuntando la varita al pergamino, notando como aparecían letras en el mapa- Léelo Potter.
Harriet se fijó en las letras surgidas de la nada, poniéndose pálida.
- No lo leeré señor.
- ¿Qué?, ¡¿Cómo te atreves a contradecirme?!
- Este pergamino lo insulta señor, es denigrante... ¡yo no leeré eso! - dijo la niña con las mejillas roja por desobedecer al profesor.
El hombre la miro sin ira a los ojos, ahora de una forma peculiar, era la misma mirada que le daba cada vez que hacia una buena pócima o cuando respondía bien a una pregunta difícil; una mirada de añoranza... y ella no entendió porque, ¿acaso algún familiar querido se parecía a ella?
No pudo seguir intentando adivinar al severo hombre que vestía de negro porque el profesor Lupin llego a su rescate, llevándola de vuelta a la sala común de Gryffindor. Si ella creía que el profesor Snape daba miedo enojado, se equivocó; fue impactante ver al pacifista y amigable profesor Lupin reprendiéndola con severidad, prácticamente podía sentir su ira brillando mientras escuchaba sus regaños por salir en toque de queda habiendo un asesino suelto, despotrico diciéndole que era una desagradecida por olvidar el sacrificio que realizaron sus padres para mantenerla viva, le arrebato el mapa de las manos, decomisándolo y prometió no volver a cubrirla si volvía a exponerse tan temerariamente al peligro, sin medir las consecuencias de sus actos.
- ¡Profesor Lupin, escúcheme por favor! - grito ella frustrada y desesperada por dar a conocer su versión de sus actos, debía de hablar ya porque pronto llegarían al cuadro de la dama gorda- Me disculpo por salir a tan altas horas de la noche, pero apareció un nombre en el mapa que no tenía sentido, quería ver con mis propios ojos la anomalía del mapa... pensé que el mapa estaba averiado y solo quería corroborar mi creencia.
- El mapa nunca miente, ¿a quién viste en el mapa?
- Un Peter Pettigrew.
- Imposible... es esta muerto.
- Yo también lo pensé, si usted dice que el mapa no miente, entonces ese hombre se encuentra en Hogwarts. Buenas noches profesor Lupin.
Harriet desaprecio tras el cuadro de la dama gorda dejando a sus espaldas a un atónito profesor, se escabullo al dormitorio, donde dormían pacíficamente todas sus amigas, escucho a Hermione roncar levemente y suspiro pesadamente, su mejor amiga aun no le decía que le pasaba; pero Harriet no la presionaría a hablar, la esperaría, el tiempo que sea necesario.
Notes:
Feliz miércoles, ¡un capítulo más acercándonos al final del tercer libro!, este capítulo explora un poco acerca de la amistad del trio de oro… Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 15
Summary:
La clase de adivinación causa molestias a Hermione que jamás sintió con ninguna clase, la sentencia del Hipogrifo destroza el corazón de Hagrit, Scabbers increíblemente quisquilloso y el Grim asecha al trio de oro…todo en un solo día.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Adivinación era una materia cuestionable, en el dormitorio de niñas de Gryffindor de tercer año era un tema bastante polémico, Harriet y Hermione no ocultaban su desdén por el curso, mientras que Lavender y Parvati defendían la materia con pasión, la tímida Fay se mantenía neutral.
- ¡La profesora es una vidente real! - exclamaba Lavender después de cada clase.
- No, claro que no, la adivinación es un arte muy imprecisa... ¡Como el horóscopo! - refutaba a Hermione.
- Hey, con el horóscopo no te metas Hermione- decía Parvati.
- Si te esforzaras un poco más entenderías la complejidad del futuro Hermione- susurro Lavender- ¿y tú qué opinas cariño?
- Espero que sus profecías no sean reales, siempre que "lee mi futuro" describe terribles desgracias... solo quiero una vida tranquila- respondió Harriet con sinceridad.
En la siguiente clase de adivinación, Harriet noto que Hermione hiso un gran esfuerzo por mejorar, pero las feas palabras de la docente la enfurecieron, saliendo en medio de clase molesta, tumbando la bola de cristal... lo peor de todo era que la profesora no parecía entender su actitud, no tenía empatía ni media sus palabras, solo las disparaba sin importar los resultados, sin importar si heria a alguien o no. Al acabar las clases Harriet corrió por las escaleras para buscar a Hermione, pero se topó con la esfera de cristal, debía retornarla a clases, cuando le pidió el favor a Ron este se negó categóricamente; al parecer los niños también odiaban adivinación. Suspirando regreso sola al salón y dejo la esfera en una mesa; pero justo cuando se iba retirar fue sorprendida por la profesora Trelawney. La mujer se veía pálida, respiraba de forma entrecortada, Harriet temió estar en presencia de un ataque o enfermedad, pero la mujer le tomo fuertemente de los hombros y hablo con una vos raposa, diferente a la voz usualmente cantarina que usaba siempre.
"El señor tenebroso esta solo y sin amigos... abandonado por sus seguidores... su vasallo a estado encadenado por doce años... hoy antes de media noche... El vasallo se liberará... e ira a reunirse con su amo... y el señor tenebroso se alzará de nuevo... más grande, más terrible que nunca... con la ayuda de su vasallo... ¡Esta noche el vasallo se reunirá con su amo!
La mujer la soltó para toser sonoramente mientras la pequeña niña respiraba de forma acelerada, sin entender que le había pasado a la profesora, esta al verla no entendía que hacía en clases si ya había acabado. Temblando se retiró a su siguiente clase, trasformaciones. No se despidió de la docente, tenía miedo.
Finalizando el quinto periodo, cuidado de las criaturas mágicas, quedaban pocas horas para la ejecución de Buckbeak, el trio dorado decidió acompañar a Hagrit en tan difícil momento, pero mientras se dirigían a la cabaña del gigantesco hombre no pudieron ignorar a Malfoy, que se colocó por una colina donde podría ver la ejecución, el niño rubio se regocijo del suceso y alardeo a sus amigos matones, que se quedaría con la cabeza del animal y lo usaría para decorar la sala común de Slytherin. Harriet estalló en ira, pero fue Hermione quien se acercó con grandes zancadas hacia Malfoy y entre gritos coloco la punta de su varita en la garganta del niño; si no hubiese sido por las palabras sensatas de Ron, Hermione hubiera hechizado sin duda al Slytherin. Cuando quedo claro que ella no lo hechizaría, Malfoy se burló de ella junto con sus amigos; pero nadie espero que Hermione se girara rápidamente dándole un puñetazo en la cara. Avergonzado por ser herido por una niña nacida de muggles, de la forma más muggle posible, se retiró rápidamente. Harriet vio a Hermione con orgullo y Ron, como si la viera por primera vez.
- ¿Estuvo mal? - pregunto Hermione, sonando casi arrepentida.
- ¡No!, estuvo brillante- dijo Ron sonrojado, sonrojando a Hermione.
- Eso fue GENIAL, Mione- aporto Harriet sonriendo, mientras por el rabio del ojo veía a Malfoy desparecer, susurrando amenazas.
Ya en la cabaña de Hagrit, el trio se felicitó por acompañar al gigante profesor, el hombre era la definición exacta de la tristeza, con ojos tan hinchados y un pañuelo completamente mojado.
- Oh Hagrit... ¿hay algo que podamos hacer?
- No hay nada que se pueda hacer- dijo Hagrit rompiendo a llorar.
Hagrit tenía un corazón tan grande como su gigante altura, Harriet no soportaba verlo tan triste... las lágrimas eran su debilidad.
- Deben irse ya, no quiero que vean la ejecución- dijo él, volviendo a sollozar.
- No, estaremos contigo hasta el final- dijo Hermione decidida.
Pero de la nada, un jarrón que estaba cerca a la ventana se rompió, Hermione se acercó para ver que estaba pasando, encontrando una piedra con una espiral en el centro, Harriet se acercó a la ventana sin notar nada raro, pero al darle la espalda una piedra le cayó en la cabeza; volteo rápidamente para hallar al culpable, pero en lugar de eso vio al ministro de magia acercarse a la cabaña de Hagrit, junto con un verdugo y su abuelo, que se enfrasco en una conveniente charla señalando las nuevas plantaciones alrededor del colegio, dándole tiempo para correr ¡Debían huir ya!
- Antes que te vayas llévate tu rata, Ron, ¡debes cuidar mejor a tus mascotas!
Mientras huían por la puerta trasera de la cabaña, Harriet vio a un resignado Hipogrifo encadenado por el cuello, esperando a su muerte, los ojos de Harriet picaron, mientras Hermione le dedico una mirada molesta a Ron, había sido tan difamaba por nada, su rata seguía viva y Ron le devolvió la mirada, su rostro completamente rojo, tal como su colorido pelo.
- Lo siento Hermione- susurro, debían escapar y no ser vistos ni escuchados.
Hermione no dijo nada, pero acepto la disculpa con una sonrisa.
Los niños se hallaban escondidos detrás de las gigantescas calabazas en el huerto de Hagrit, intentando oír lo que decía el ministro, nada bueno... ellos estaban ahí para cumplir con la sentencia del Hipogrifo.
De la nada Ron se giro de improviso, Harriet y Hermione lo miraron extrañadas.
- ¿Qué pasa Ron? - pregunto Harriet.
- Creí oír algo... supongo que me equivoque.
- Vámonos, subamos la colina o el ministro nos vera- apuro Hermione.
Desde la distancia, en la cima de la colina frondosa de árboles, el trio de oro pudo ver como el verdugo bajaba con fuerza su guadaña, hacia donde supusieron el cuello de hipogrifo, por suerte la frondosidad de los árboles les tapo el cuerpo de la criatura, Hermione rompió a llorar, siendo abrazada por Ron quien no despegaba la vista del verdugo. Harriet ya no pudo controlar la picazón de sus ojos, dejo que las lágrimas fluyeran libremente, Buckbeak fue una increíble criatura que cometió un error propio de su naturaleza, volar en su lomo había sido un honor, un feliz y hermoso recuerdo que mantendría guardado en su mente por siempre.
Cuando se dispusieron regresar al castillo porque ya se acercaba el anochecer, Scabbers se retorció en la mano del pelirrojo y lo mordió, huyendo hacia el bosque. Ron corrió para atraparlo, mientras las niñas lo seguían; el niño tuvo que prácticamente lanzarse para atrapar a su escurridiza rata, sentándose en el césped. A Harriet se le corto la respiración al darse cuenta que su amigo se hallaba muy cerca del Sauce Boxeador, el malvado árbol que casi los mato el año pasado.
- ¡Ron!, ¡Correeee!
El niño giro hacia Harriet, pero empalideció de miedo señalando hacia la espalda de las niñas.
- ¡El Grim! - indico con su dedo índice, gritando.
Las niñas voltearon rápidamente, había un gran perro de color negro, mirándolas amenazadoramente con los colmillos descubiertos listo para atacar... ¡Era el mismo perro que Harriet vio en Privet Drive antes de subir al autobús noctambulo!
Lanzando un rugido y mostrando los dientes, el perro corrió a su dirección. Todo ocurrió en cámara lenta, a Harriet no se le ocurrió ningún hechizo para defenderse, su mente estaba en blanco, giró para ver a Hermione, su rostro blanco fantasmal delataba que estaba tan asustada como ella... sabían usar y manejar magia, pero en momentos de peligro, seguían pensando como muggles. Sin saber que más hacer Harriet abrazo a Hermione, poniéndose de escudo entre el perro y su amiga. La niña pelinegra espero sentir los dientes filosos morder su cuerpo, pero el dolor jamás llego, de hecho, fue sorprendida por una brisa, el perro las había esquivado para ir directo hacia Ron, mordiéndole la pierna y arrastrándolo a los pies del árbol mortal.
-¡Ron! - gritaron ambas niñas mientras corrían hacia él.
El niño forcejeo con el perro, intento aferrarse al suelo, pero fracaso por la fuerza con que era jalado y por solo usar una mano, la otra estaba sosteniendo firmemente a Scabbers contra él.
- ¡Harriet!, ¡Hermione!, ¡Ayúdenmeeeeee! - grito Ron con desesperación alzando su mano para que alguien lo sujetara.
-¡Ron! - Harriet se lanzó con los brazos extendidos para intentar atrapar a Ron.
Pero el perro lo jalo hacia una parte hueca en la base del Sauce Boxeador, fracasando con el rescate.
- ¡HARRIEEEEEEEEEEET!- grito el niño desapareciendo en la oscuridad del árbol.
- ¡ROOOOON!- gritaron las niñas aterradas.
Desesperadas intentaron entrar por el vacío tronco del árbol, pero una rama del árbol les golpeo a traición y sin aviso, terminando en el otro extremo del Sauce, magulladas y doloridas.
El Sauce se retorció amenazadoramente, advirtiéndoles alejarse, pero las niñas no podían hacer eso, oyendo los gritos de Ron resonar, avanzaron sin medir las consecuencias, intentando esquivar lo mejor que pudieron las ramas, justo cuando creyeron poder entrar en el espacio vacío, el Sauce las ataco con 2 ramas simultáneamente y luego más ramas viniendo por todos lados, Harriet no pudo esquivar todo y termino siendo lanzada con fuerza por los aires, hasta aterrizar dolorosamente de espaldas, con algunos cortes en su rostro, dejándola momentáneamente aturdida. Escucho el grito de Hermione, estaba montada sobre una rama, el Sauce sacudía sus ramas en un intento de sacársela de encima, haciéndole girar y golpeándola a su paso.
-¡Hermione! - chillo Harriet, saco su varita, apunto al Sauce y grito - ¡¡Glacius!!
El árbol de retorció violentamente al sentir el hechizo congelante brotando de la punta de la varita de Harriet, y antes de sufrir mayor daño arrojo a Hermione sobre Harriet; las niñas huyeron hacia la parte hueca del árbol por donde desapareció Ron, cayendo al interior del Sauce.
- ¿Crees que el Sauce este bien?, no quería congelarlo, solo pararlo...
- Te detuviste antes de causar un daño mortal, estará bien- respondió Hermione levantándose para dejar de aplastar a Harriet tras su aparatosa caída.
El interior del Sauce Boxeador conducía hacia un pasaje que crecía hasta poder caminar erguido sin problemas; las niñas avanzaron sin pensar en los peligros y corrieron siguiendo los gritos de Ron, mientras más avanzaba, más evidente se hacía que había un pasaje secreto subterráneo, que dirigía al interior de una especie de casa en ruinas, las ventanas estaban tapadas con maderas, los muebles eran viejos y estaban arañados, marca de garras reinaban por todas partes, ni las paredes o escalera por donde se encontraban subieron se salvaron del ataque de las garras, todo la casa tenía gruesas capas de polvo.
Hermione se acerco a una de las ventanas para ver el exterior, soltando un jadeo de sorpresa.
- Estamos en las afueras de Hogsmeade, ¡estamos en la casa de los gritos!
Las niñas avanzaron más rápido al escuchar los gritos de Ron; corrieron hasta llegar a una habitación abandonada, donde se encontraba en un rincón el niño pelirrojo, sosteniendo con fuerza a su rata.
- ¡Ron!, ¿¿estás bien??- pregunto Hermione arrodillándose para estudiar la herida.
- Ron, ¿y el perro? - cuestiono Harriet.
- ¡Ahí! - exclamo Ron, apuntando a sus espaldas- ¡Es un animago!
Las niñas giraron lentamente, siguiendo con la mirada la huella de las patas del animal hasta que cambiaron a huellas humanas, pertenecientes a un delgado, andrajoso hombre, vestido con ropas a rayas negras y un saco obviamente robado.
Era Sirius Black.
Harriet se paralizo, impactada, procesando lo que estaba delante de ella, Black la estaba persiguiendo desde Privet Drive. Hermione reacciono saltando delante de ella con los brazos extendidos, como un escudo humano.
- Si va a matar a Harriet, ¡tendrá que matarme primero!
- No… solo un ser morirá esta noche.
Harriet despertó de su entumecimiento, escapo de los protectores brazos de Hermione y se abalanzo al prisionero mientras gritaba amenazas de muerte, tumbando al hombre contra el sucio suelo, sentándose en su tórax, inmovilizándolo y colocando la punta de su varita en el cuello del hombre. Sentía que el raciocino se le nublaba por tanta ir, tenía al traidor que delato a sus padres, era su deber como hija vengar la muerte de sus padres… pero por más que la varita le apretaba el cuello, el prisionero nunca tembló de miedo, al contrario, se puso a reír.
- ¿Y tú me mataras Harriet? - sonrió Black ampliamente, mostrando una dentadura descuidada.
Harriet sintió que la ira se esparcía por todo su cuerpo, su pelo se tiño a rojo sangre; amenazo al mago, pero este no se intimidaba, en lugar de eso reía y reía… el hombre estaba demente. Empuñando su varita con renovada convicción, se dijo a si misma que no mostraría piedad por un demente asesino, cuerdo o no, ese hombre moriría esa noche. Pero antes de poder decir algo su varita salió volando de sus dedos hacia un rincón de la habitación, alguien la había desarmado sorpresivamente, furiosa busco al responsable con la mirada, y hayo al profesor Lupin, con la varita en alto le indico se retirara, al no hacerlo fue arrastrada por Hermione hacia una esquina de la habitación, donde se encontraba Ron, al final Harriet obedeció a regañadientes, no sin antes recuperar su varita…tenerla botada se sentía como tener una parte de su cuerpo tirada en el suelo.
- Valla, valla Sirius Black, luces muy andrajoso… por fin tu carne refleja tu demencia interna- dijo Lupin, apuntando su varita hacia Black.
El hombre seguía tirado en el suelo, no parecía impresionado, su sonrisa creció más, sin temor de provocar al mago.
- Pues tu eres experto en demencia interna… ¿No, Remus?
El profesor bajo su varita, sonrió y levanto a Black del suelo para terminar dándole un abrazo… un gran abrazo como solo los amigos verdaderos podían darse al reencontrarse luego de un largo periodo de tiempo separados.
A los tres niños se les helo la sangre, como si un Dementor hubiese ingresado a la habitación sin que se hubiesen percatado nadie.
- ¡Lo encontré!, ¡Esta aquí, es hora que muera! - dijo Black frenético.
Harriet sintió que la fuerza de la gravedad aumento de golpe, amenazando con fundirla al polvoriento suelo… traición. Su pelo volvió a ser negro de golpe; la ira se esfumo, como si hubiese sido ahogada por el nuevo sentimiento. Jamás habría pensado que el amable y compresible profesor Lupin, quien accedió a darle clases particulares para poder defenderse de los Dementores, la traicionara de forma tan vil. Sus oídos pitaron, mientras que Hermione fue la voz de la indignación que sentía, la niña de tupido cabello se sentía tan furiosa que rebelo el delicado secreto del profesor, era un hombre lobo.
- ¿Hace cuánto que lo sabes?
- Desde que el profesor Snape nos dejó el ensayo.
El docente en lugar de enojarse se mostró satisfecho por el ingenio de Hermione, pero Black paro la charla, frenético, quería muerte y sangre; ya no estaba dispuesto a perder un minuto más de su tiempo, ya había esperado demasiado, 12 años en Azkaban, su mirada dejo de mostrar locura para pasar a un dolor puro.
- Muy bien, acaba con su vida; toma- dijo Lupin entregándole una varita a Black- No tienes idea lo que pase para poder recuperar tu varita… pero antes, Harriet necesita saber el porqué de tus acciones.
- Yo sé porque- grito ella, obteniendo la atención de los dos adultos- Mataste a mis padres, ¡MURIERON POR TU CULPA!
- No Harriet- dijo Lupin con seriedad mortal- No fue él…un hombre traiciono a tus padres, pero fue un hombre que hasta hace poco pensé que estaba muerto.
- ¡¿Quién lo hizo?!- demando Harriet con la varita apuntándolos.
- ¡Peter Pettigrew! - ladro Black con asco- ¡Y esta en esta habitación justo ahora!... ¡Vamos, vamos Peter!, ¡Aparece!, ¡Aparece! ~ ~
- ¡Expelliarmus! - grito una nueva voz, desarmando a Black Y Lupin … ¡Era el profesor Snape!
¿Cómo logro llegar ahí?, el trio de oro lo miro boquiabierto, pero el severo profesor solo tenía ojos para los dos adultos, hablándoles con una familiaridad conocida, Snape los odiaba de la forma más pura que se puede odiar a alguien y estaba macabramente satisfecho por llevar a Black a Azkaban para que los Dementores le den el mayor de los castigos, “el beso”
- ¡Severus, por favor! - rogo el profesor Lupin- Te equivocas.
- Después de ti- dijo Severus indicándole a Harriet hechizar al prisionero, al asesino de sus padres.
Harriet avanzo lentamente con la varita en mano apuntando a Black, el hombre se veía turbado, ahora si tenía miedo; el corazón de la pelinegra latió dolorosamente deprisa, sus mejillas se tiñeron de rojo y su pelo se coloreo de rojo. Cualquiera que la conociera sabía que para ser una bruja tenía una extraña peculiaridad, su pelo cambiaba a rojo cuando tenía emociones intensas tales como ira, rabia, arrepentimiento y vergüenza.
- ¡Expelliarmus! - grito Harriet y a último segundo cambio la dirección de su varita, hacia aun sorprendió profesor Snape, lanzándolo a un rincón de la habitación, destrozando un mueble, dejándolo inconsciente…. Ahora no podría volver a ver al profesor a la cara sin avergonzarse; se obligó a dejar esos pensamientos atrás, no era el momento.
- ¡Harriet, ¿Qué hiciste?!- jadeo Ron.
- ¡Atacaste a un maestro! - grito Hermione.
Ignorando a sus amigos Harriet avanzo con la varita apuntando a Black, necesitaba respuestas.
- Háblenme de Pettigrew.
- Estudio con nosotros, creíamos que era nuestro amigo- dijo con rapidez Lupin.
- No…El murió, ¡Black lo mato! - refutó Harriet.
- ¡Eso fue lo que pensé!... hasta que mencionaste verlo en el mapa.
Harriet aflojo el agarre en su varita, bajándola un poco, miro a Black, la mirada enloquecida había desaparecido y fue reemplazada por raciocinio.
- ¿Te diste cuenta no? El mapa no miente, jamás se equivoca. Peter Pettigrew está vivo... ¡y está ahí! - dijo Black señalando hacia Ron.
- ¡¿Qué?! ¿Por... por qué yo? - dijo el pelirrojo sin entender que pasaba.
- ¡No tú!, ¡Tu rata!
- ¿Scabbers?
- Scabbers lleva en mi familia...
- ¡Doce años!, una larga vida para una simple rata... le falta un dedo, ¿cierto? - dijo Black mientras se acercaba al pelirrojo.
- ¿Y eso que?
-Lo único que quedo de Pettigrew fue su...-
- Dedo, el cobarde se lo corto para que pensaran que estaba muerto y luego se trasformó en una rata.
- Demuéstrame- pidió inflexible Harriet.
Pese a las protestas de Ron, Scabbers le fue arrebatada, al ponerla en el suelo huyo de inmediato, Black y Lupin lanzaron hechizos para obligarlo a salir de su forma animago, pero la rata era escurridiza, esquivaba con rapidez todos los hechizos, y justo cuando parecía que escaria impune, un hechizo lo alcanzó de lleno, transformándole en un hombre gordo, poco agraciado, con grandes dientes amarillos, pelo sucio, enormes uñas y horrible olor. Los adultos obligaron al hombre rata a confesar la verdad, el repulsivo hombre intento justificar su traición, alegando que tuvo miedo e hiso todo por sobrevivir, incluso se atrevió a pedir piedad a Harriet desesperado por su muerte inminente a manos de sus ex amigos.
Black y Sirius tomarían justicia por su propia mano esa misma noche, aun después de muchos años les dolía la muerte de los Potter como si hubiese sucedido ayer, justo cuando estaban punto de asesinarlo Harriet los detuvo, una parte de ella quería muerte para el traidor... pero otra, su parte más racional rugía por justicia, la muerte no era un castigo digno sino un escape injusto, deseaba más que nada el mundo que ese apestoso hombre se pudriera en Azkaban.
Notes:
Otro capítulo más del What if… versión Harriet Potter, gracias por leer y esperar. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 16
Summary:
Revelaciones, tracción y venganza; el amable profesor Lupin y su aterradora trasformación y el tiempo como único aliado para salvar a dos inocentes será la única esperanza de Harriet.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Los adultos obedecieron a regañadientes, en especial Black, parecía que se derrumbaría en cualquier momento, Harriet lo entendió, la idea de vengarse de Pettigrew debió de ser lo único consuelo al que se aferró para no perder la cordura en Azkaban. Harriet lo miró con pena.
Ataron fuertemente al hombre rata con cuerdas y salieron de la casa de los gritos, adentrándose al pasaje secreto del sauce Boxeador, Harriet y Black ayudaron a Ron a trasladarse mientras el niño gemía de dolor y el profesor Lupin vigilaba a Pettigrew con la varita en alto.
- Lo siento niño por herir tu pierna, no quería hacerte daño, solo quería a la rata- dijo Sirius.
Para poder salir del sauce Boxeador ilesos, Lupin piso un nudo situado en la base del árbol, para que no les atacara, inmovilizando todas sus ramas; dejaron a Ron en el césped mientras Black se alejó para ver la figura de Hogwarts con su cálida luz, rompiendo la oscuridad de la noche.
- Vuelvo en un rato… ¿estarán bien? - preguntó Harriet.
- Si, ahora ve con él- dijo Hermione.
Harriet se acercó a Black, este le confesó que añoraba su libertad, no ocultó su desdén por el hombre rata.
- Fue muy noble lo que hiciste con Peter… no se lo merecía.
- No creo… no creo que a mis padres hubieran querido que sus amigos se conviertan en asesinos, así sea para vengar su muerte, el castigo más digno es que el obeso adulto se pudriera en Azkaban. Muerto, la verdad muere con él, vivo tu eres libre.
Black la miró esforzándose por absorber sus palabras, pero aún tenía mucho rencor guardado, llevaría tiempo liberarse de ese feo sentimiento… no ayudaba escuchar las patéticas súplicas de Pettigrew resonando por el bosque.
Había pasado poco tiempo después de todas las revelaciones, pero Harriet no podía dejar de sentir pena por el delgado hombre, había sido encarcelado 12 años en una de las más peligrosas cárceles mágicas por un crimen que jamás cometió, ¿Por qué no dijo nada?, naturalmente no pudo callar su curiosidad y cuestionó al mago.
- Por… ¿por qué no dijiste nada, por que no alegó inocencia?
- No me hicieron ningún juicio Harriet, me encerraron de inmediato; no opuse resistencia, sentía que me merecía el castigo por haber defraudado a mis mejores amigos.
Harriet se mordió los labios para evitar preguntar por su familia y el apoyo que debió tener. Había pasado un gran tiempo en la biblioteca y podía decir sin temor a equivocarse que Sirius pertenecía a un grupo de familia muy antigua, orgullosa de su legado mágico desde que casi empezó a haber magos en el mundo, junto con otras familias también de origen antiguo que se hacían llamar los sagrados 28... ¿acaso lo habían dejado a su suerte?
Ese hombre estaba tan solo como ella.
- No sé si lo sepas- interrumpió Black los pensamientos de Harriet- Pero cuando naciste James y Lily me hicieron tu padrino.
- Lo sé.
- … yo entendería si quieres quedarte con tus tíos; pero si quieres un lugar diferente… pues- Black no pudo completar su frase, estaba muy nervioso.
- ¿Qué? ¿Vivir contigo? - jadeo Harriet.
- Bueno pues; solo fue una idea, yo entendería si no quieres…
Harriet estaba tan sorprendida que sintió cerrarse la garganta de forma abrupta, ¡Necesitaba demostrarle al mago lo equivocado que estaba!, ya que no podía hablar, giró rápidamente hacia el hombre y lo abrazó fuertemente, intentando expresar aquello que no le salía con palabras. Frunció el ceño con preocupación al notar lo delgado que era el hombre. Black al principio se tensó, había estado privado de contacto humano por 12 años, pero luego de unos instantes le devolvió el abrazo con firmeza.
- Si… si quiero vivir contigo, ¡Me encantaría padrino!
Los ojos de Sirius se iluminaron con alegría; aún estaban fuertemente abrazados cuando oyeron gritos aterrados de sus amigos, para mala suerte esa noche había luna llena y el profesor Lupin comenzaba a sufrir la transformación de hombre lobo, al parecer había cometido el descuido de no tomar una pócima para evitar su cambio. Sirius intentó en vano hacer entrar en razón a Lupin, la transformación era inminente; Pettigrew aprovechó el incidente para agarrar la varita de Lupin, intentó hacer un contrato de fidelidad, pero fue detenido por Harriet con un hechizo de desarme.
Pettigrew le sonrió mientras volvía a su forma de animago, con sus enormes dientes amarillos y escapo al bosque prohibido. Harriet intentó ir tras él, pero Hermione la detuvo, la transformación del profesor Lupin seguía peligrosamente en curso… dolorosa de ver, la piel del profesor se rompía por pedazos mientras Sirius intentaba frenar a su amigo. Cuando la transformación se completó arrojó al delgado hombre con fuerza lejos de él.
Los niños estaban aterrados, no sabían de ningún hechizo que pudiera vencer a un hombre lobo, se abrazaron esperando lo peor. De pronto Harriet sintió un olor extraño, humedad y libros viejos cortando el aire, abrió los ojos al sentir que alguien la zarandeaba con fuerza.
- Te tengo Potter- siseó el profesor Snape, quien apareció de la nada.
- Profesor…- susurro Harriet con el pelo rojo teñido de vergüenza, pero la cara azul de miedo- Detrás de usted.
El hombre de nariz aguileña giró y de inmediato usó su cuerpo para cubrir a los niños del peligro que se hallaba a sólo dos pasos de ellos. El licántropo gruñó amenazadoramente y antes de que el profesor Snape pudiera pensar en algún hechizo de defensa, el aire fue cortado por las garras de la criatura nocturna golpeando al profesor en lugar del trio dorado, su varita salió volando a la oscuridad.
El hombre se incorporó lentamente, el ataque lo dejo aturdido, pero seguía vivo y justo cuando el licántropo volvía a alzar las garras para atacarlos, emergió de la oscuridad un gran perro negro, atacando ferozmente al hombre lobo.
Era Sirius.
Mientras la violenta pelea se realizaba, el profesor Snape se puso de pie, volviendo a cubrir al trio dorado con su cuerpo, brazos extendidos.
A medida que pasaban los segundos, el hombre lobo tomo ventaja de la pelea, la escasa fuerza de Sirius fue una desventaja, aterrado de esa verdad el perro le mordió las piernas al licántropo, intentando alejar a la criatura de los niños, sin importar arriesgar su vida.
Harriet sintió que se le helaba la sangre al entender el plan de Sirius, viéndolo impotente alejarse cojeando con la peligrosa criatura a cuestas.
- ¡Sirius! - grito Harriet.
Y sin importar los impotentes gritos del profesor Snape, se safo del firme agarre con que era sostenida y corrió hacia su padrino… ¡No podía dejarlo ir cuando recién lo había encontrado!, ¡Se supone que vivirían juntos!
- ¡Ven aquí Potter!
A pesar que debió ser un gran grito, Harriet apenas lo escucho, se había alejado muy rápido persiguiendo a Sirius, agradeciendo ser muy ligera para correr y cuando por fin lo alcanzo, lo vio aullando de dolor, maltrecho… ya no tenía energía para defenderse, el hombre lobo se preparó para darle el golpe final, pero Harriet no lo permitiría.
- ¡Aléjese de Sirius, profesor! - grito Harriet desesperada lanzándole las piedras que estaban por sus pies, sin medir el peligro al cual se exponía.
La criatura rugió con rabia no contenida hacia su dirección dejando al perro negro para atacarla, asustando a la pelinegra, la iba a asesinar y mañana no lo recordaría. Congelada de miedo, se obligó a sacar su varita e intento defenderse, pero mágicamente se escuchó un aullido lejano, insistente, distrayendo al licántropo, obligándolo a seguir el llamado, dejándola milagrosamente ilesa, sola, con el corazón latiendo rápidamente.
Cuando se fijó en Sirius, este apenas podía mantenerse en pie, tenía tan poca energía que abandono su forma de animago y se alejó al sur del bosque prohibido, tambaleante. Harriet lo siguió sin dudarlo, hasta llegar al claro del bosque, donde encontró a Sirius tumbado a orillas del lago negro, se veía mortalmente pálido, tenía muchos cortes por todo su cuerpo y sangraba profusamente.
Corrió hacia el temiendo lo peor, el hombre se veía peor de cerca, pero aun respiraba débilmente.
- ¡Sirius!, ¡Sirius, resiste! - grito impotente, sus ojos pican.
De repente el aire se enfría, el lago negro de congela, Harriet tirita de frio notando su aliento transformarse en vapor al salir de su boca; no es la única, Sirius también tiene frio. El cambio abrupto de temperatura la inquieta, pero lo que termina por romper sus nervios es el grito aterrado lastimero de su padrino lanzado al ver el cielo… Dementores.
No podía contarlos, nunca había visto tantos Dementores juntos en un solo lugar; uno de ellos se acercó rápidamente hacia ellos, Harriet lanzo el hechizo Patronus, intentando retener un recuerdo feliz para alimentar la magia. Uno a uno los Dementores fueron chocando, arremetiendo contra su Patronus… como si quisieran derribarla; al final el hechizo acabo y con ella su única protección contra las hambrientas criaturas oscuras.
Uno a uno se alimentaron de Harriet y Sirius, sus gritos de dolor resonaban por todo el bosque, con la respiración temblorosa la niña rezo por ayuda, pero estaban tan alejados de todos, que nadie la escucharía, por más gritos de dolor que lanzara, por más que la garganta le ardiera de dolor, nadie vendría a ayudarlos.
Gritaron y gritaron, Harriet perdió la noción del tiempo, mantener los ojos abiertos estaba convirtiéndose en algo difícil, hasta que un Dementor absorbió con demasiada fuerza a Sirius, paso de lanzar el grito más lastimero que escucho en su vida a estar mortalmente quieto. Una luz cálida y brillante salió de la boca de Sirius.
El mago dejo de respirar.
El Dementor se acercó a la bolita de luz, atraído como polilla al fuego. Aunque Harriet aun le faltaba mucho conocimiento del mundo mágico, ella podía decir sin temor a equivocarse que esa cálida luz era el alma se Sirius… y el Dementor tenía toda la intención de consumirla.
-…No… aléjate de esa alma; tu… sabana… sucia negra flotante - Harriet intento distraer al Dementor insultándolo, pero su voz era tan débil que dudo por un momento haber sido escuchada.
Pero la criatura si la escucho, dejo el alma para que otro la consumiera y se acercó a Harriet dispuesto a succionarle el alma.
“Si me desmayo ahora no me dolora, ¿cierto?”, pensó Harriet, viendo el peligro muy de cerca a la cara. Cerro los ojos esperando lo peor, pero los abrió cuando sintió una luz. Al enfocar su vista hacia el origen de la luz, en un extremo del claro observo una de las cosas más bonitas que a sus trece años tuvo la oportunidad de ver, un hermoso y elegante ciervo hecho de luz, detrás del increíble animal había una persona, con la gran luz blanquecina que emitía el ciervo apenas podía distinguir a duras penas la silueta de su salvador, túnicas de Gryffindor, cabello negro indomable, jeans y zapatillas.
La niña cayó en cuenta que el grácil ciervo era un Patronus Corpóreo.
Iluminó el bosque con una cálida luz blanca, ahuyentando el frío y a todos los Dementores con una poderosa magia, Harriet sentía esa magia tremendamente familiar. Al fijarse en Sirius, se alegró de ver como su alma regresaba de su cuerpo, el mago volvió a respirar. Harriet intentó mantener los ojos abiertos para ver a su salvador, pero su vista comenzó a desenfocarse… estaba tan cansada, el peligro pasó, la adrenalina desapareció y sucumbió a la inconsciencia, aunque no quisiera.
En medio de la oscuridad pudo escuchar los jadeos de un hombre, como si hubiese corrido un largo trayecto, luego el olor de humedad y libros viejos la golpeó de lleno, sintió como la cargaban gentilmente y no pudo evitar decir la palabra que quería brotar de ella desde ver al brillante ciervo.
- … Papá - susurró débilmente.
La persona que la cargaba se tensó, pero luego la cargó con mayor fuerza, apretándola contra sí casi dolorosamente… casi, sino fuera por el hecho que Harriet adoraba el contacto humano que le fue privado por casi toda su vida, suspirando feliz se dejó caer en una profunda inconsciencia.
Cuando después de lo que solo sintió pasar solo 5 minutos, fue despertada abruptamente.
- … ¿Papá? - susurro soñolienta.
- ¿Papá? - dijo Hermione confundida- No Harriet. Soy yo, Hermione.
- Mione… ¿Y Papá?, ¿Dónde está? El alejo a los Dementores, lo vi en el lago.
- ¡Harriet!, ahora no es el momento de desvariar, ¡Es Sirius!, ¡Está en problemas!
Esas palabras le quitaron todo el sueño de golpe.
- ¿Qué quieres decir? - dijo mientras se levantaba de la cómoda cama, percatándose que estaba en la enfermería y sus heridas tratadas. Ron también se encontraba ahí, su pierna estaba vendada- ¿Van a matarlo?
- No… es peor, mucho peor…los Dementores le van a sacar el alma.
- ¡¿Qué?!- jadeo Harriet. Ese era el peor castigo en el mundo mágico, sacar el alma a una persona equivaldría a consumir su alma y dejando atrás el cuerpo como un cascarón vacío, un destino peor que la muerte, el equivalente a un estado vegetativo en el mundo mugle.
Las puertas de la enfermería se abrieron de golpe, al parecer estaban encerrados con llave en la enfermería, revelando al director Dumbledore.
- ¡Hoyuelos! - dijo aliviado el anciano acercándose rápidamente a la cama donde descansaba la niña- Estas despierta mi niña.
El anciano la abrazo, pero la niña se despegó con rapidez de su abrazo, su mente trabajando a mil.
- ¡Abuelo!... Señor, tiene que hacer algo, ¡Sirius es inocente!
- Así es director, tiene que evitarlo- recalcó Hermione.
El anciano no entendía nada, el trio dorado explicó los acontecimientos de las últimas horas lo mejor que pudieron y cuando por fin comprendió lo ocurrido, no pudo prometer liberar a Sirius pese a ser inocente, tenía una historia muy fantástica incluso en el mundo de la magia, sin Pettigrew como evidencia, a ojos de la comunidad mágica, seguiría siendo culpable.
Harriet lo miro con tristeza, siempre había creído de Dumbledore era un hombre que podía resolver cualquier problema y ahora su única esperanza para salvar a Sirius se había esfumado… sentía sus ojos picar, amenazándola con llorar en cualquier momento.
Antes de retirarse para cerrar con llave la enfermería, retrocedió y comenzó a hablar de una forma muy extraña, como si estuviera dando un mensaje en clave que Harriet no entendió.
“… Sirius Black está en la celda más alta de la torre oscura, conoce las reglas señorita Granger, no deben ser vistos… y si les va bien regresaran antes de la última campanada. Si no, las consecuencias serán de verdad espantosas, si tienen éxito más de un inocente se salvará… son necesarios tres giros”
Antes de cerrar las puertas de la enfermería Dumbledore soltó otra frase que Harriet no entendió.
“Si tienen dudas donde comenzaron puede ser un buen lugar para empezar… suerte niñas”
- ¿Qué? - soltó Harriet al ver marchar al director.
- ¿De qué demonios está hablando Dumbledore? - cuestiono Ron.
Harriet se sentía tan perdida como Ron, ambos esperaban una explicación.
- Tú no puedes venir, estás herido- repuso Hermione mientras sacaba un extraño collar, la cadena de oro muy fina y larga. Estiró la cadena alrededor del cuello de Harriet, uniéndolas.
- ¿Es un reloj de arena? - Harriet se fijó en la peculiar forma del colgante, era tan curioso que enseguida quiso tocarlo.
- Si lo tocas me enfadaré- gruñó Hermione.
La pelinegra bajo la mano de inmediato, mientras miraba a su amiga dar vueltas a la manija del reloj de arena; no pudo callar el grito de sorpresa al sentir manchas y colores borrosos pasar rápidamente frente a ella, su abuelo moviéndose de forma errática como si alguien hubiese usado un control remoto y seleccionado la opción de retroceder escenas, vio cómo llegó a la enfermería en brazos del profesor Snape, luego vio a Madame Pomfrey vendar a unos alumnos y jadeo cuando el cielo se volvió pálido, la noche había retrocedido y ahora se encontraban solas en la enfermería.
- ¿Qué pasó? - preguntó Harriet confundida y mareada- ¿Dónde está Ron?
- Hemos retrocedido tres horas… ¿Dónde estábamos hace tres horas?
- ... ¿Con Hagrit?
- ¡Entonces andando! - Hermione corrió sin esperar nada, obligando a Harriet a seguirla.
Harriet quien no entendía nada exigió una explicación mientras corría para alcanzar a su enigmática amiga.
- Mione, ¡Mione!, ¡Quiero respuestas!
Pero la niña no paró de correr hasta llegar a una de las salidas del colegio, escondiéndose en la pared observando algo, Harriet quien llegó jadeando a su lado fijó su mirada hacia lo que observaba su amiga atentamente; tuvo que llevarse la mano a la boca con rapidez para no soltar un grito de sorpresa al verse a sí mismos encarando a Malfoy.
- Somos nosotros… Esto no es normal.
Como si recién hubiera recordado que Harriet la acompañaba, Hermione la escondió tras los muros, explicó que había usado un giratiempo para retroceder el tiempo, tres horas antes; el increíble artefacto le fue entregado a principios de año por la profesora McGonagall para que pueda asistir a todas las clases electivas sin perder ninguna clase… era un aparato muy poderoso pero peligroso, exigía al propietario la máxima responsabilidad para moverse en el tiempo sin alterar la historia.
- ¿Era por eso que parecías tan cansada, hambrienta y estresada?
Mala pregunta, se reprendió Harriet, pareciera que había tocado una fibra sensible en Hermione sin darse cuenta.
- No es el momento de responder preguntas… concéntrate Harriet, Dumbledore quiso que regresáramos a este momento y creo que quiere que cambiemos algo- dijo Hermione escondida viendo como su doble del pasado daba un puñetazo a Malfoy en la cara.
- Ame ese movimiento.
- Gracias- dijo Hermione sonrojada- Ocúltate, ¡Viene Malfoy!
Cuando el niño rubio se alejó, las niñas avanzaron rápidamente a la cabaña de Hagrit y se escondieron por las calabazas gigantes del huerto, mientras Hermione se devanaba los sesos intentando encontrar la razón del porque el Dumbledore les hizo retroceder tanto, Harriet señaló a tres figuras que se acercaban a la cabaña de Hagrit
- Son el ministro, el director y el verdugo- nombró Hermione susurrando- ¿Por qué no salimos?
Hermione agarró una de las piedras del huerto y noto que tenía una extraña forma de espiral en su centro y de repente hizo algo super extraño, lanzo esa piedra a la cabaña de Hagrit, luego de unos segundos volvió a lanzar otra piedra pero esta vez le dio en la cabeza a la Harriet del pasado.
- Eso dolió- gimió Harriet recordando el dolor de cabeza.
- Lo siento - susurro Hermione viéndola arrepentida- Pero era necesario para que sacaras la cabeza y veas que el ministro estaba en camino.
Ver a sus dobles del pasado era una de las cosas mas raras que Harriet había experimentado en el mundo de la magia, un presentimiento le advirtió que esa noche seria larga…
Notes:
Feliz miércoles…Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 17
Summary:
Si tienen éxito más de un inocente se salvará… Harriet y Hermione viajan al pasado por unas cuantas horas para obedecer las palabras del director.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El trio dorado del pasado huyo del Ministro por la puerta trasera de la cabaña, por lo que Hermione y Harriet huyeron a los arboles cercanos cruzando el huerto, las niñas sacaron las cabezas tras los arboles viendo como sus dobles se escondían detrás de las calabazas gigantes de Hagrit.
- Me alegro que Ron al fin se disculpara- dijo Harriet susurrando.
- A mí también- respondió Hermione sonrojada- A veces puede ser un gran tonto, pero al final hace algo que recompone las cosas y ...
El niño pelirrojo del pasado se giró de improvisto hacia su dirección, las niñas se escondieron lo más rápido que pudieron tras los árboles.
- ¿Qué paso Ron? - pregunto la Harriet del pasado.
- Creí oír algo... supongo que me equivoque
- Vámonos o el Ministro nos vera- apuro la Hermione del pasado.
Las niñas siguieron escondidas hasta que el trio dorado se alejó a la cima de una colina.
- ¡Ya se lo que quiso decir el director!, ¡La frase de salvar a más de un inocente!, ¡Debemos salvar a Buckbeak!, por eso nos hiso retroceder tanto en el tiempo - exclamo Hermione de pronto.
Harriet la miro impresionada, había dado por sentada la muerte del Hipogrifo, pero ahora que retrocedieron horas en el tiempo, las posibilidades de cambiar el futuro eran posibles.
- Salvémoslo y hagamos que Sirius huya en el Hipogrifo - dijo Harriet saliendo de su escondite junto con Hermione.
Para frustración de las niñas, el Hipogrifo estaba resignado a morir, no cooperaba con ellas para su escape, solo estaba sentado esperando su muerte; fue la inteligencia de Hermione, quien convenció a la criatura de seguirla con carnada, huyendo todos a los árboles.
La fuga del Hipogrifo causo diversas reacciones en los adultos, irritación en el Ministro, alegría en Hagrit, una sonrisa misteriosa en Dumbledore e irritación en el verdugo que impotente lanzo su guadaña a una calabaza del huerto. Luego en el mayor silencio posible las niñas y la criatura fueron hacia el Sauce Boxeador y a gran distancia esperaron, viendo como Sirius jalaba a Ron hacia el interior del árbol, la entrada secreta hacia la casa de los gritos. Se vieron a sí mismas entrar, luego a Lupin y después de un tiempo al profesor Snape.
Esperaron y esperaron hasta ver salir a todos del interior del sauce, Harriet le comento a Hermione que ese año al finalizar las clases no volvería con los Dursley, sino que viviría con Sirius. Cuando la trasformación Lupin se realizaba y Pettigrew huyo con su forma de animago.
La Harriet viajera en el tiempo se alejó de su escondite y corrió hacia el traidor, pero fue derrumbada al suelo por su inteligente amiga.
- ¡Suéltame Mione!, ¡Se está escapando!
- No puedes intervenir, ¡Cosas malas sucederán si alteraras el futuro!
- ¡Ya lo estamos alterando!, ¡qué más da alterarlo un poco más! - gruño Harriet, moviéndose para sacarse de encima a Hermione.
- ¡No puedes ser vista Harriet!, cosas horribles pasan cuando un viajero del tiempo ve a su yo del pasado... ¡Hasta la muerte!, piénsalo, ¿Qué pensarías si vieras a una persona exactamente igual a ti?, algo malo, verdad; ¿Quieres ser asesinada por ti misma?, si sales ahora incluso contando la verdad es posible que mueras a mano de tu propia varita.
Harriet dejo de retorcerse y Hermione la libero.
- Se escapa Mione... esto es tan injusto.
- Centrémonos en salvar a tu padrino Harriet, a eso vinimos, salvar a más de un inocente.
A regañadientes la pequeña bruja obedeció, se sacudió la tierra y césped del cuerpo, se quitó las hojas del pelo y se hiso un moño bajo, ese día no uso los trucos de belleza para el cabello de Lavender y su pelo volvió a ser tan indomable como siempre, saliendo disparado por todos lados en su cabeza... su tía Petunia odiaba ese peinado, le decía que parecía un niño flacucho, Harriet se había acostumbrado a solo peinarse así cuando ella no le veía, era más fresco que hacerse una cola alta.
Luego las niñas vieron como el profesor Snape protegía al trio dorado con su cuerpo, mientras Sirius en su forma de animago atacaba con fiereza al licántropo, pero por su maltrecho estado no pudo rivalizar, por lo que mordió las patas de la bestia para distanciarlo de los niños, la Harriet del pasado se libró de la protección del profesor Snape y corrió para ayudar a Sirius, arrojando piedras al hombre lobo.
- Eso fue muy imprudente Harriet- reprendió Hermione viendo la escena desde su escondite.
- No lo pensé, lo siento; soy demasiado temeraria... confió en exceso en mi suerte.
El hombre lobo se acercó amenazadoramente hacia la Harriet del pasado gruñendo.
- Algo extraño está pasando, el profesor Lupin ya debió alejarse de mi al escuchar unos aullidos lejanos...
La feroz criatura se acercó un paso más y levanto las garras hacia una pálida pelinegra.
¡Auuuuuuuuuuuuu! - soltó de la nada Hermione.
- ¡Mione!, ¿Qué haces?
- ¡Te salvo!, ¡Auuuuuuuuuuu!
El licántropo giro hacia donde estaban las niñas, abandonando a la Harriet del pasado para ir tras los aullidos.
- Ahora viene por nosotras- a Harriet le tembló la voz.
- No lo pensé, ¡Corre!
Las pequeñas brujas corrieron tan rápido como les fue posibles, sus gargantas ardiendo por el esfuerzo de respirar apresuradamente, sus piernas adormeciéndose, pero obligándose a continuar ... hasta que Hermione resbalo con una de las raíces de un árbol, cayendo dolorosamente.
-¡Hermione! - chillo Harriet.
La niña pelinegra derrapo, giro y corrió a toda velocidad hasta llegar donde Hermione, interponiéndose como escudo humano entre el hombre lobo y su mejor amiga.
- ¡Retroceda o no me contendré! - grito Harriet con la varita en alto.
La peligrosa bestia emitió rugidos furiosos y levanto la pata mostrando sus filudas garras, listas para destriparla. Harriet se obligó a pensar en lo hechizos más peligrosos que conociera ... pero no podía hacerlo, no tenía la energía ni determinación para atacar a uno de sus profesores favoritos, solo podía defender a Hermione con su cuerpo. Fue Buckbeak quien salvo a las niñas de la mortal criatura nocturna, hiriéndolo con sus garras delanteras de águila, ahuyentando al licántropo.
- Pobre profesor Lupin; ha tenido una mala noche- se lamentó Harriet viéndolo perderse en la oscuridad del bosque.
De la nada la temperatura comenzó a bajar rápidamente, al alzar la vista al cielo las niñas vieron cientos de Dementores volar a las orillas del lago negro.
- ¡Van por Sirius!, ¡Papá! - exclamo Harriet y corrió hacia donde sabía que se encontraría su padrino, el claro del bosque.
- ¡Espera Harriet!
Pero los gritos de Hermione no fueron escuchados, Harriet corrió hasta llegar al extremo por donde se encontraba Sirius y su doble del pasado; escondiéndose tras los árboles para no ser vista por ningún Dementor y poder ver a la persona que realizaría el Patronum Corpóreo, a su padre.
Las niñas escucharon los gritos de Sirius y la Harriet del pasado cada vez que un Dementor se alimentaba de ellos.
- Es horrible Harriet- susurro Hermione viendo la escena.
- No te preocupes, papa llegara pronto...
Mas gritos de dolor resonaron en el bosque, creando un eco fantasmal.
- En cualquier momento, ya lo veras, aparecerá... Ahí, justo ahí- señalo Harriet a la orilla del lago que se encontraba delante de ellas.
Más y más gritos se escucharon.
- Nadie vendrá Harriet ...
- ¡Vendrá!, él vendrá.
- ... Harriet; Ambos están muriendo.
Cuando Harriet se vio a si misma intentando distraer al Dementor para que no consuma el alma de Sirius; supo lo que tenía que hacer, abandono su escondite, corrió hacia la orilla del lago que antes señalo, alzo su varita, retuvo en recuerdo feliz en su mente y grito "Expecto Patronum", de la punta de su varita salió una inmensa cantidad de luz y un hermoso ciervo hecho de luz obligo a los cientos de Dementores a alejarse del bosque. Vio a su yo del pasado forzando la vista para ver a la persona que lanzo el hechizo y luego desmayarse al ya no tener energías para mantener los ojos abiertos.
Cuando el hechizo acabo, la pequeña bruja pelinegra se sintió muy agitada, alfo cansada; si no hubiese sido por Hermione, quien la arrastro para ocultarse en los árboles, habría sido vista por el profesor Snape. El adulto había llegado corriendo jadeando a la orilla del lago directamente hacia la Harriet del pasado, había revisado sus signos vitales y luego soltado un suspiro de alivio; hechizo a Sirius para hacerlo levitar a su lado y cargo con cuidado a la niña desmayada, sonrojando a Harriet tras recordar sus palabras al estar en un estado de semi inconciencia.
- Tenías razón - susurro Hermione, impactada viendo la escena- El profesor Snape en el fondo es una buena persona.
- ... Qué vergüenza Mione, ¡Le dije papá cuando estaba inconsciente! - susurro Harriet mortificada, sonrojada como un tomate, su pelo cambio a rojo de golpe- Nunca más podré volver a verlo a la cara sin sonrojarme.
Hermione aguanto una carcajada con las manos sobre la boca, decirle padre a un profesor era algo vergonzoso que solo pasaba en primaria. Luego que el profesor abandono el bosque, las niñas abandonaron su escondite y se dirigieron al castillo con Buckbeak siguiéndoles el paso. Harriet explico a su amiga que todo ese tiempo creyó ver la silueta de una persona de Gryffindor, con el cabello negro alborotado y magia tan familiar, asumiendo automáticamente que su padre era quien la salvo, pero cuando se dio cuenta que nadie vendría corrió a hacer el hechizo, confiada en que lo lograría porque ya lo había visto antes.
- Tía Petunia siempre decía que parecía un niño cuando me hacía un moño bajo, odiaba ese peinado- Harriet se tocó las puntas de su rebelde cabello.
- Perdóname que lo diga así Harriet, pero parece que a tu tía le falta un poco de cerebro para no poder diferenciar un niño de una niña- refuto Hermione molesta.
Harriet rio sonoramente, sintiendo como todos los recuerdos horribles de su tía quejándose de su apariencia se desvanecían por las palabras de su mejor amiga.
- Gracias Mione - dijo Harriet conmovida, dándole un beso en la mejilla a una sorprendida niña de pelo tupido.
- Ayyy Harriet…- dijo Hermione sonrojada sonriendo.
Para ir donde se encontraba Sirius debían de montar al Hipogrifo, cosa que Hermione odio, la niña tenía miedo a las grandes alturas, Harriet la aferro fuertemente hacia sí, rezando internamente que no grite o todos sabrían su plan de fuga. Hermione no grito todo lo que duro el vuelo, tras llegar a la celda más alta de la torre oscura, bajar y encontrar el lugar donde se hallaba Sirius, la inteligente niña destrozo la puerta con un poderoso hechizo, “Bombarda”
Todos abandonaron la torre montando el lomo de Buckbeak, Sirius sonriendo tras ser rescatado gozando la sensación de volar.
Aterrizaron en una zona poco transitada del catillo, descendieron de la criatura, Sirius les agradeció, pero debía huir, aún era un prófugo de la justicia buscado por los Dementores.
- ¡Pero tú eres inocente!, ¡Esto es tan injusto!, se supone que viviríamos juntos, quizá jugar quidditch y pasar las tardes contándome de mis padres y … - Harriet no pudo seguir hablando más sin que su voz se quebrara, tuvo que romper el contacto visual cuando sintió sus ojos arder, no quería que su padrino la viera llorar- Quiero ir contigo …
- Quizá después, por ahora mi vida es impredecible… viviré en las sombras hasta encontrar un buen refugio, seré cazado siempre, no… no quiero esa vida para ti; tú debes estar aquí.
- ¡Pero tú eres inocente!
- Pero tú lo sabes y eso es más que suficiente para mi…creo que ya te lo han dicho- dijo Sirius agarrando con suavidad la cara de Harriet- pero luces igual que tu padre.
Harriet sonrió, no escuchaba muy seguido esas palabras, a la niña se le calentó el corazón saber que no solo era copia de su madre.
- Menos los ojos- continuó Sirius- sacaste los ojos de tu madre.
La niña sonrió radiantemente, amaba ser una mezcla de sus dos progenitores, verse al espejo e intentar adivinar que rasgos serian de su padre y cuáles de su madre.
- Es cruel que pasara más tiempo con tus padres y no contigo… pero entiende- dijo Sirius mientras tomaba ahora las manos de la niña con delicadeza- quienes nos aman jamás nos dejan y siempre estarán en tu corazón.
Sirius tenía que irse ya, pronto se darían cuenta de su ausencia y comenzarían a perseguirlo, debía huir; pero Harriet no podía soltar sus manos, sentía que la esperanza de un mejor futuro se le deslizaba por los dedos.
- ¿Estarás bien?, ¿Dónde te ocultaras?, ¿Puedo visitarte en vacaciones?, ¿Puedo escribirte?
Sirius noto su ansiedad y la abrazo.
- Estaré bien, me se cuidar, aun no sé dónde me refugiare, no es seguro para ti encontrarnos demasiado pronto o que te escriba… estoy seguro que el ministerio interceptara cualquier lechuza extraña, es muy posible que intervengan la tuya. Yo estaré bien …prométeme que tú también te cuidaras.
- Lo prometo, no tienes nada de qué preocuparte, tengo mucha suerte, siempre hay personas que me cuidan… hasta en las sombras, ¡El profesor Snape me salvo la vida varias veces! - Harriet sintió una imperiosa necesidad de decir que había bondad en ese hombre, tras ver como casi se matan en la casa de los gritos.
Sirius la miro como si le hubiese crecido una cabeza extra, la incredulidad escrita en su rostro.
- ¿Qué paso entre ustedes tres? - se aventuró a preguntar la niña.
- Esa historia puede esperar Harriet, es hora de partir- dijo Sirius, abrazándola una vez más, con prisa, Harriet le abrazo tan fuerte como pudo.
Antes de volver a montar al Hipogrifo, Sirius agradeció a Hermione el salvarlo, alabando sus conocimientos mágicos, hinchando el pecho de la niña con orgullo. La pequeña pelinegra observo a su padrino alejarse montado en la quisquillosa criatura, hasta desaparecer de su vista, pero Hermione la arrastro hacia la enfermería; era hora de regresar o de lo contrario se meterían en problemas. Jadeando llegaron a las puertas de la enfermería, justo cuando el director se estaba retirando, vio a las niñas sin sorpresa alguna… como si esperara su llegada.
- ¿Y bien? - El anciano pregunto.
- Esta hecho señor- respondió jadeante Hermione.
- Está libre, lo hicimos director- aporto Harriet.
- ¿Qué cosa? - pregunto aparentemente confundido el anciano- Buenas noches niñas.
Sin entender la actitud del director, las niñas entraron a la enfermería, en el momento justo cuando sus dobles regresaban al pasado con el giratiempo de Hermione, dejando a Ron atontado. Se quedaron en observación esa noche en la enfermería a cargo de Madame Pomfrey mientras el escandalo se desataba fuera, el Ministro y el profesor Snape rabiaban por la fuga de Sirius, el hombre de negro entro furioso a la enfermería que estaba bajo llave, vociferando explicaciones, seguro que el trio dorado estaba implicado en la fuga de Sirius, pero al ver a Harriet sonrojada con el pelo rojo, se calmó y abandono el lugar refunfuñando molesto.
El fin de semana muchos alumnos aprovecharon para visitar Hogsmeade, pero el trio dorado estaba aún cansado de todas las aventuras ocurridas de un solo día, por lo que se quedaron comentando lo sucedido.
- Esto es para no creerlo, demasiado fantástico - dijo Ron colocando todo su peso en Harriet, aun cojeaba levemente tras la mordida de Sirius en su pierna.
- ¿No te enseño nuestra madre modales Ron? - pregunto George salido de la nada- ¿Cómo puedes ser tan bruto de aplastar a la princesa con todo tu peso?
- Modales Ron- canturreo Fred- Y por cierto hermanito, ¿Qué es tan fantástico?
Ron y Hermione miraron a Harriet, comunicar los sucesos pasados era su decisión, la niña pelinegra conto lo sucesos pasados, narrando solamente la inocencia de Sirius, enfatizando en el verdadero responsable de la muerte de sus padres, Peter Pettigrew y su lucha con cientos de Dementores creando un Patronos Corpóreo; omitiendo las partes más comprometedoras, como la capacidad de Sirius para convertirse en animago, su viaje con el giratiempo de Hermione, la naturaleza del profesor Lupin y la huida de Sirius con el Hipogrifo.
- ¿Hiciste un Patronum Corpóreo? - jadeo Ron sorprendido, aún no había escuchado esa parte de la historia.
- ¿Quién es Peter Pettigrew?, jamás había escuchado ese nombre... espera, espera, espera, ¿ese no era un estudiante que pasaba mucho tiempo con Percy? - pregunto Fred.
- ¿Sirius Black es inocente? – pregunto George.
Notes:
Otro capítulo más subido, gracias por leer bellas personas, ya nos acercamos al final del tercer libro ... Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 18
Summary:
La injusta realidad del hombre lobo, el último partido de quidditch, el fin del periodo escolar y una promesa hecha en agosto deberá ser cumplida.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Fue ese día cuando los gemelos con apoyo de Lee Jordan crearon “Potter Vigilancia”, un boletín informativo donde escribieron todo lo que Harriet les conto, el primer tiraje conto con un modesto número de cien copias con un entusiasta precio de dos Sickles, inesperadamente tuvo un éxito rotundo de ventas… a los adolescentes les encantaba los chismes y el drama, respiraban eso; los tres Gryffindor volvieron a sacar más copias. Cuando los chicos quisieron pagarle su parte, ella los rechazo cortésmente, alegando que lo único que quería era que todo el mundo supiera la verdad; era muy posible que no le creyeran, pero al menos ese año sembraría la semilla de la duda en los estudiantes y por el momento eso sería suficiente. Dumbledore tenía razón, su historia era demasiado increíble incluso para la comunidad mágica. Pero al menos las conversaciones furtivas en el gran comedor se debatían acerca de la inocencia de Sirius.
Cuando Harriet quiso darle las buenas noticias al profesor Lupin, como poco a poco los alumnos empezaban a cuestionar la culpabilidad de Sirius, se encontró al adulto empacando sus cosas; al parecer el profesor Snape había comentado su naturaleza a unos cuantos Slytherin y ellos se habían encargado de esparcir la noticia hacia todo el alumnado, los padres de los niños de la casa de verde habían lanzado un grito al cielo y exigían su renuncia.
- El profesor Snape no tenía derecho a divulgar un asunto tan personal- renegó Harriet- Él es una buena persona en el fondo, siempre cuidándome desde las sombras, ¿Pero… por qué los detesta tanto?
- Esa es una historia para ser contada en otro momento pequeña.
El corazón de Harriet latió de forma dolorosa, esas fueron las mismas palabras que le dijo Sirius antes de perderse en la noche.
- Pero abuelo… digo; el director Dumbledore lo defenderá ante el comité de padres, el podrá…
- Dumbledore ya ha arriesgado suficiente por mi… además la gente como yo estamos acostumbrados a ese tipo de reacciones.
Harriet lo miro con pena, era un buen docente con un problema que se escapaba de sus manos, él no podía controlar los ciclos lunares y por lo que sabía, la pócima para evitar transformarse en hombre lobo era excesivamente costosa, las ropas que el profesor usaba eran de baja calidad y con múltiples remendares por todos lados; el hombre había llegado sumamente delgado, sin color en las mejillas y ahora tenía un mejor aspecto, más robusto y vivo. Temía por su futuro.
Las emociones de la niña debieron estar a flor de piel porque el adulto entendió su sentir, por lo que intento distraerla revolviéndole el cabello cariñosamente.
- Me entere que llamas abuelo al director, eso sí que es ser osado niña, no hay dudas que eres digna hija de tu padre.
Harriet se sonrojo violentamente, si el profesor Lupin sabia del fraternal trato con el director, significaba que otros docentes también lo sabían.
- Es usted… es usted el mejor profesor de defensa contra las artes oscuras que ha tenido el colegio por años- afirmo Harriet con firmeza.
- Gracias, pero ahora ya no soy tu profesor, y como tal no siento remordimiento de devolverte el mapa del merodeador… y no te sientas triste por mi situación Harriet, como dije antes, las personas como yo… estamos acostumbrados a esto.
- No debería ser así; el mundo mágico debería cambiar su trato hacia los hombres lobo, ¡Tiene usted más talento mágico que cientos de magos!
Lupin volvió a revolverle el cabello con cariño.
- Algo me dice que no será la última vez que nos veamos- dijo Lupin.
- Espero que sí, profesor… ¿Puedo escribirle?
El adulto afirmo, Harriet sin aviso alguno salto para abrazar al profesor, al principio el delgado hombre se quedó quieto como una estatua, pero luego correspondió al abrazo. La niña era impulsiva, seguía sus instintos y abrazarlo era una forma de evitar que su corazón latiera dolorosamente; dos figuras potencialmente paternas arrancadas por azares incontrolables del destino en un periodo de tiempo demasiado corto.
Los días pasaron lentamente para Harriet, quien se la pasaba mirando el cielo pensando en Sirius, atenta a los ciclos lunares rezando por el bienestar del profesor Lupin, entrenando como casi profesional cinco veces a la semana para el partido contra Ravenclaw, cuidando de no descuidar sus estudios y evitando mirar a la cara al profesor Snape por miedo a convertirse en un tomate con piernas.
Hasta que llego la segunda semana de marzo, y con eso el fin de semana donde se enfrentarían a Ravenclaw, secretamente Harriet estaba nerviosa por volar sin su infalible Nimbus 2000, pero lo oculto con maestría, hasta que un inesperado paquete llevado por lechuza arribo un viernes en el desayuno al gran comedor.
El paquete tenía una forma alargada con base achatada, algo extraña, cuando Harriet lo abrió por presión de los niños de su grado se topó con una hermosa escoba, de buen material, a ojos de cualquiera esa escoba debía de tener un precio excesivamente caro de compra. Escucho jadeos de asombro.
- ¡Es una saeta de fuego!, ¡La escoba más veloz del mundo! - chillo emocionado Ron.
- ¿Quién lo manda? - pregunto sonriente Harriet.
- No tiene remitente… pero vino con esto- dijo Hermione mostrándole una pluma de Hipogrifo.
Harriet sonrió radiantemente y lanzo una rápida una mirada cómplice a Ron y Hermione, mientras el resto del alumnado veían con ilusión la escoba, pidiendo permiso para montarla después de Harriet. La niña corrió sonriendo a montar su nueva escoba, comprobando de primera mano que la publicidad no mentía, era tan veloz que simplemente se dejó llevar, riendo en el aire. Al terminar de hacer maniobras se sentía con renovada confianza, segura que vencería a cualquier rival; bajo de la escoba, la cedió a uno de los tantos niños que ansiaba volar por turnos y al ver a Malfoy, el buscador de las serpientes en un rincón observando, le sonrió mostrando todos los dientes, el pelirrubio solo bufo exasperado alejándose con sus secuaces.
El partido contra Ravenclaw se dio en condiciones frías pero claras, Harriet se sorprendió que en ese equipo solo la buscadora Cho Chang fuera la única chica. El partido inicio con Gryffindor dominando el partido por 80 puntos, pero Ravenclaw se recuperó con 30 puntos ganados rápidamente. Harriet voló veloz buscando la snitch dorada, algo frustrada porque se le escapo dos veces, Cho parecía igual de molesta; cuando las chicas lograron vislumbrar el dorado objeto alado se lanzaron en picado para conseguirlo, el corazón de Harriet latió con ansiedad al ver que Cho la alcanzaría primero por estar más cerca al snitch, pero la buscadora freno en seco temblando de miedo, Harriet busco con la mirada el motivo de su miedo, vio a Dementores cerca al campo de juego. Sin pensarlo demasiado Harriet lanzo el hechizo Patronum, pero en lugar de ver a las criaturas flotar alejándose rápidamente, sucedió exactamente lo contrario; se movieron torpes, como si el Patronum los hubiese cegado, Harriet no entendía que pasaba hasta que se dio cuenta que no eran Dementores sino Malfoy y su pandilla intentando sabotear el partido. El hechizo de Harriet perdió fuerza, ya no sentía felicidad sino rabia, prácticamente rugió gritando al rubio que se alejara o no se haría responsable de volverlo ciego. Al final Gryffindor derroto a Ravenclaw, Harriet logro vislumbrar por cuarta vez la snitch dorada, atrapándola rápidamente, festejando ruidosamente en la sala común tras la victoria.
Los días siguientes fueron un frenesí en la vida de Harriet: horas extra de estudio porque los exámenes estaban cerca, entrenamiento arduo de quidditch y parloteo a todas horas de la credibilidad de “Noticias Rayo”, los gemelos publicaron más copias, todo el mundo había visto su Patronum en el juego de quidditch y cada vez más alumnos dudaban de la culpabilidad de Sirius, Harriet rezaba para que esa información no solo se quedara en Hogwarts sino también se expandiera a sus viviendas cuando el periodo escolar termine.
El primer sábado después de vacaciones de Semana Santa llego y con ello el partido final contra Slytherin, si ganaban tendrían la ansiada copa de quidditch la cual Oliver moría por obtener, si ganaban todas las horas de entrenamiento arduo que paso de cinco a todos los días a la semana valdrían la pena, Harriet atraparía primero la snitch por su equipo y para vengarse de Malfoy.
A pesar que el equipo rojo tenía el apoyo en tribuna de 3/4 del alumnado, Slytherin inicio feroz el partido, Johnson anoto la primera, Flint arremetió contra ella, pero Fred la defendió lanzándole un bate al chico de verde, que terminó estrellándose, haciéndole sangrar; sanciones fueron repartidas a cada pocos minutos parte de ambos equipos, no parecía un juego sino una batalla, golpes, codazos, anotaciones inesperadas, bludgers al estómago, penales. Harriet necesitaba encontrar la snitch dorada, pero Malfoy había decido seguirla, literalmente, se agarró a su saeta de fuego; cuando el niño vio el objeto alado se despegó de Harriet y voló hacia él, pero Harriet lo rebaso con rapidez tomando la snitch con sus fríos dedos, poniendo fin al juego, trayendo la victoria para su equipo, todo el alumnado vitoreo a Gryffindor quien por fin de muchos años gano la copa de quidditch.
El capitán del equipo, Oliver Wood se bajó de su escoba rápidamente y alcanzo a Harriet quien ya se encontraba en la cancha y la hiso girar por los aires, contento de por fin haber realizado su sueño, luego Harriet volvió a girar, pero en los brazos de George Weasley, luego en los de Fred… cuando se dio cuenta todo el equipo la estaba haciendo girar… la niña parecía la mascota del equipo, demasiado pequeña para que alguien pueda tener reserva alguna, a ella no le molesto eso, se sentía contenta de ganar la copa, pero tantos giros empezaban a causarle mareos. Esa noche hubo una fiesta en la sala común de Gryffindor, con autorización de la profesora McGonagall, quien no oculto su orgullo por su casa. Harriet sentía que su pecho reventaría de alegría, le encantaba ver a la gente feliz.
Junio sorprendió a los alumnos que no se sentían listos para los exámenes, excepto a los que habían estudiado con anticipación, a pesar de que Hermione Granger era una de las alumnas que más estudiaba, siempre se ponía demasiado ansiosa ante las calificaciones…su Boggart era el fracaso; Harriet tuvo que calmarla cantando Top of the Word de los increíblemente talentosos hermanos The Carpenters, al terminar la niña de pelo tupido respiraba con normalidad y en sus ojos volvía a ver la agudeza intelectual que le caracterizaba.
- Le devolveré el giratiempo a la profesora McGonagall, no creo poder volver a llevar tantos cursos sin sentirme presionada, debo elegir los mejores y descartar los menos importantes.
- Es una sabia decisión Mione, estoy muy orgullosa de ti- sonrió Harriet observando como Hermione maduraba un poco más, segura una vez más, que su inteligente amiga en el futuro seria alguien muy importante en la comunidad mágica; ansiaba verlo.
Los resultados fueron publicados a quincenas de junio, demostraron que Hermione seguía liderando las notas más altas de todo el grado, seguida de cerca por alumnos de la casa Ravenclaw, Harriet y Malfoy sacaron puntajes altos similares, seguido de más alumnos Ravenclaw, Slytherin, Hufflepuff y Gryffindor. Harriet ubico con la mirada a Malfoy, este se miraba molesto perder en puntaje contra Hermione, cuando el niño se sintió observado y busco quien lo miraba se topó con el verde de los ojos de Harriet, la niña le sonrió burlonamente haciendo rabiar al pelirrubio.
- Apuesto que tus calificaciones bajaron por no hacer las pócimas que el profesor Snape indicaba en clase - molesto Harriet aun sonriendo.
El niño no dijo nada, se limitó a hacerle una mueca y se retiró con sus secuaces, si Harriet no burbujeaba de felicidad, al finalizar el año y ver que su casa había ganado la copa de las casas, había hecho que prácticamente saltara de felicidad, se realizó otra fiesta en la sala común de Gryffindor, Harriet bailo con Colin al ver que el niño solo se dedicaba a tomar fotos, también bailo con sus compañeras de cuarto hasta dolerle los pies, ebria de felicidad y triunfos continuos; inclusive bailo con los alumnos que se quejaron del ruido de la fiesta tras el cuadro de la dama gorda, liderados por Malfoy. A pesar de ser pequeña logro dominar al niño que termino sonrojado de lo que ella creyó ira; la niña se carcajeo sumamente complacida, el mejor año de Gryffindor sin duda alguna.
Con la confianza hasta el cielo visito la oficina del director después del desayuno, lo que tenía que decir era tan importante que había sacado cita para no ser interrumpida. Dijo la contraseña, ascendió por la escalera caracol de piedra móvil, toco la puerta, espero la debida autorización para entrar y saludo cordialmente al director.
- Hoyuelos, deberías estar empacando y no aquí… ¿Qué ocurre? - dijo Dumbledore sin entender su presencia y tanto formalismo.
- Abu.. Director, sé que no es apropiado lo que diré, pero… ¿podría buscar otro maestro que dicte el curso de historia de la magia? Por favor, en esa clase todos duermen por la forma monótona de hablar del profesor fantasma Cuthbert Binns. Director, la historia no debe ser un tema tomado a la ligera, solo si aprendemos de los errores del pasado podremos no repetirlos hoy y dejar un mejor futuro para las próximas generaciones.
El viejo director la observo como si la mirara por primera vez, intentando reconocer a la infantil niña que lo obligo a ser familia, dándose cuenta que la pelinegra estaba madurando.
- Poco a poco estas dejando de ser una niña Harriet, estoy seguro que te convertirás en una bruja formidable; entiendo, hablare con el profesor Binns, abriré una nueva vacante de docente. Gracias por tu sincera opinión mi niña.
Harriet abrazo al anciano, agradecida de ser escuchada y aliviada de no haber arruinado su relación familiar, amaba el aroma del adulto: a caramelo de limón, sol y magia; aunque a ciencia cierta no sabía cómo podía distinguir los dos últimos olores, intuía que así debían de oler. Le agradaba mucho que Dumbledore siempre pareciera una estrella brillante, con sus túnicas extravagantes, energía alegre y gran lucidez mental; muy diferente a cualquier anciano de Privet Drive. Lo abrazo con más fuerza, era el único familiar que le quedaba, pero era tan mayor… ¿Cuánto tiempo más podría seguir abrazándolo?
Al llegar la hora de abordar a los trenes para volver a Privet Drive, Harriet estaba terminando de maquinar sus planes, ese año sería diferente, su sublevación estaba asegurada. Cuando el tren arribo a la abandonada estación de trenes, visualizo a su tío Vernon sumamente incomodo mientras trazaba distancia con un alegre Arthur Weasley.
- ¡Te llamare por los mundiales! - grito Ron luego de que Harriet fue liberada del abrazo de Molly Weasley, los gemelos y Ginny.
- Prométeme que responderás mis cartas- pidió Hermione.
- Claro que si- dijo Harriet sonriendo.
Se alejó de sus amigos mientras se despedía fervientemente con las manos, Vernon le arranco el baúl mientras ella se quedaba con la jaula de su lechuza, caminando en silencio, planeando lo que ocurría en la noche.
Sus familiares siempre le habían dicho que era una oportunista, desagradecida, insaciable... ellos siempre habían puesto candados en las alacenas, refrigeradora y cualquier lugar que alberge víveres; la habían privado de comida, ahora veía las consecuencias en su pequeña estatura y menuda figura. El Ministro le informo que podía volver a casa al terminar el periodo escolar, ya que sus familiares la habían magnánimamente perdonado. Pero ella tenía otros planes, se comportaría exactamente como sus tíos creían fervientemente que era; espero a que todos se durmieran, en la madrugada cogió toda la comida que debieron darle todos esos años y lo guardo en su baúl encantado, fue a la habitación del matrimonio y cogió el dinero que debieron usar en ella cuando se enfermaba o salía herida de los ataques de su hijo, rompió el peine con el cual Petunia le arranco mechones de pelo con violencia, corto los cinturones con el cual Vernon la azotaba, y boto a la basura el control remoto de la tv que tanto gustaba su primo.
- Hasta nunca familia Dursley, jure no volver a vivir aquí y yo cumplo mis promesas- susurro Harriet con una sonrisa triunfal, cerrando la puerta con cuidado de no hacer ruido.
Afuera el cielo empezaba a clarear, Harriet no tenía miedo, se escondería en el mundo muggle, todo el año escolar había estado cambiando una suma suficiente de dinero mágico por dinero muggle, ella estaría bien. Lo único que extrañaría de Privet Drive seria a los adolescentes y sus canciones a todo volumen, pero ahora ella podía comprar unos discos con toda la música que quisiera ¿no? El futuro pintaba muy esperanzador; se alejó en silencio sonriendo entusiasmada por su nueva vida. Era hora de levantar la varita y tomar el loco autobús noctambulo.
Esa misma madrugada a miles de kilómetros, un hombre obeso de aspecto descuidado corre por una desolada calle, hasta llega a una casa abandonada, cuenta sus pasos desde la entrada hasta llegar al descuidado jardín.
"Uno, dos, tres, cuatro... Trece", Jadea Tenso de Repente.
Con una extraña rama entre las manos, apunta a la tierra y murmura:
"¡Defodio, defodio, defodio!"
La tierra sale desprendida del suelo mágicamente, hasta llegar a cava un profundo agujero de trece metros en el abandonado jardín, con la respiración pesada levita el objeto enterrado; un palo de madera sucio que flota hasta sus manos. Renovado de energía nerviosa, limpia el sucio objeto con esmero y cuidado, dejándolo reluciente; para sus movimientos frenéticos, observa con miedo y fascinación la madera de tejo de 34 cm que oculto con gran esmero hacía muchos años, en la noche que lucho por sobrevivir a cualquier costo.
"Mi señor"- susurro el hombre rompiendo el silencio - "Mi señor estará muy feliz cuando le devuelva su varita tras su desaparición en la casa de los Potter... ¡Voy a su encuentro mi señor, espéreme!"
Notes:
Fin del tercer libro lindas personitaaaas. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 19
Summary:
La libertad tiene un lado que Harriet jamás considero, pero la buena suerte le sonreirá al final.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La vieja mansión de los Ryddle siempre había sido una fea cicatriz para un pueblito tan pintoresco como Hangleton, ubicada en la cima de una pequeña colina, era un cementerio arquitectónico del cual nadie podía deshacerse, no había permisos suficientes para demoler la casa y construir una nueva, y aunque milagrosamente se convirtiera en unos condominios, nadie en su sano juicio pagaría por vivir en ella, no después de los acontecimientos sangrientos que ocurrieron tras esas paredes.
Frank Bryce trabajo como jardinero para la familia Ryddle cuando estos fueron hallados cruelmente asesinados hace 15 años, fue declarado como principal culpable, pero puesto en libertad por falta de pruebas y aun hasta la actualidad seguía cuidando con esmero el jardín de sus fallecidos amos. Vivía en una humilde casita, el cobertizo, ubicada en un extremo alejado de la finca de los Ryddle. Por años niños y adolescentes dificultaban su labor, arruinaban el cepted que con tanto esmero trabajó, arrojaban piedras a las ventanas rompiéndolas y por las noches los más osados entraban a la mansión a fumar y tomar alcohol. Frank los odiaba, hacían más difícil su vida y gracias a ellos era conocido en el pueblo por ser “el anciano jardinero cascarrabias que grita a los niños”
Una noche vio unas luces encendidas en la segunda planta de la mansión, maldiciendo a los adolescentes que lo obligaban a salir de su cómodo refugio, abandono el cobertizo y partió a la mansión con una linterna en mano.
Entro por la puerta principal, guio sus pasos con ayuda de la linterna al segundo nivel, subiendo con furia las escaleras, camino hacia la habitación donde escapaba la luz, la puerta estaba entreabierta y en lugar de ver adolescentes malcriados intoxicados, se topó con personas extrañas, con nombres extraños y conversaciones aún más extrañas.
- Necesitamos a la niña, es esencial para el plan Colagusano, Harriet Potter debe morir… acaso osas contradecirme- hablo alguien sentado en un sillón que se hallaba cerca a la chimenea, Frank no pudo ver de quien se trataba, le daba la espalda después de todo.
- NO, Mi señor, yo nunca… yo… ¡Soy su más fiel sirviente! - chillo un hombre obeso, de apariencia nada agraciada y enormes dientes amarillos.
- Mi señor, no se preocupe, deje todo en mis manos, le prometo que el plan saldrá como desea, le entregare a Potter así sea con mi último aliento- dijo un hombre delgado, de cabello negro, arrodillándose frente al sillón.
- Yo creo que su retorno sería más rápido si no usara a la niña, Mi señor - volvió a hablar el obeso hombre.
- ¿Escucho acaso una muda suplica por su vida?... ¿acaso te has encariñado con la mocosa?, ¡Colagusano! - grito la persona que reposaba en el sillón.
- ¡No!, ¡No Mi señor!, ¡Nunca!, ¡Yo solo le sirvo a usted!... Hare todo lo que me ordene y callare mi tonta boca- chillo de miedo aquel que debía ser “Colagusano”
- Harás bien cumplir tus palabras sino quieres despertar mi ira y cortarte esa inútil lengua… ahora, mi fiel seguidor, no olvides de enviar la señal; muero por ver a nuestros colegas después de tanto tiempo.
Frank dejo de prestar atención cuando vio a una enorme serpiente pasar por su lado, se le helo la sangre del miedo, paralizándose como una estatua; espero algún ataque, pero esta se limitó a avanzar dejándolo atrás para entrar a la habitación y reposar en el sillón donde se hallaba el que creyó el jefe del grupo. Oyo como la serpiente siseaba y para sorpresa de Frank fue entendida por el líder, lo único que se veía de este era una pequeña mano demacrada, no más grande que la de un bebe, a Frank le dio nauseas sin entender la razón.
- Amigos, Nagini me informa que al parecer tenemos compañía indeseada tras la puerta… aunque esta podría ser una excelente oportunidad para practicar el uso adecuado del sufrimiento muggle para magia oscura. Lo esencial es causarle el máximo dolor posible y antes que la vida abandone su demacrado cuerpo, les mostrare algo increíble.
Frank retrocedió asustado, aunque no entendía toda la conversación, definitivamente capto la esencia, planeaban torturarlo hasta la muerte; su instinto de supervivencia se activó, abandono la puerta y corrió al pasadizo. Debía huir, ser más rápido, llegar a las escaleras, volver a su cobertor y llamar a la policía; era viejo, quizá moriría pronto, pero no esa noche, no a manos de esos dementes. Justo cuando se encontraba bajando las escaleras algo extraño sucedió, en lugar de alejarse termino siendo arrastrado al cuarto por una fuerza invisible, aterrizando dolorosamente de cara en el ahora limpio suelo.
- Ayyy… - se quejó Frank de dolor, obligo a sus brazos a levantarse rápidamente- ¡¿Quiénes son ustedes?!, ¡Esta es la mansión de los Ryddle!, ¡No pueden estar aquí!
- ¡Como te atreves a gritarle a mi amo!, ¡Como! – grito el delgado joven de mirada enloquecida- ¡Esa insolencia se paga con la muerte instantánea!
- Tranquilízate fiel seguidor, todo a su debido tiempo… ahora, Colagusano, inmoviliza al viejo muggle por las extremidades, quiero su torso despejado.
Frank quiso ver al cruel ser que dictaba esas órdenes, pero en un parpadeo estaba atado en el suelo con cuerdas en sus extremidades… ¡Nadie se había acercado a colocárselas, solo habían aparecido de la nada!
- Ahora presten atención, este conocimiento lo obtuve cuando viaje por el mundo en busca de aprender más de las artes oscuras, no pienso repetirlo nuevamente y ensuciar la habitación… primero, silenciaremos al viejo.
Se escucho unas extrañas palabras y Frank se dio cuenta horrorizo que no podía gritar, no porque no lo intentara, sino porque no escuchaba su propia voz salir de su garganta, como si alguien hubiera apagado esa capacidad de expresión. Empezó a temblar incontrolablemente.
- El siguiente paso- dijo la persona que estaba en el sillón, con tal frialdad de estar explicando una clase aburrida, como si no le interesase el valor de la vida humana- es bastante libre, espero su creatividad, el objetivo es que cada fibra del anciano grite de dolor; no, no usaremos maldiciones, no podemos generar un ápice de distracción del sujeto con nuestra magia. Debemos recrear un sufrimiento puro, esta daga será suficiente para ese propósito. Deberán detenerse cuando la vida se le va de los ojos; solo ahí les mostrare algo interesante.
- Mi señor, permítame hacerlo- se ofreció el delgado hombre, sus ojos rebosantes de excitación, como un estudiante entusiasmado ante nuevos conocimientos.
Frank, sin voz, empezó a llorar.
- Adelante muchacho.
Un extraño sonido metálico perforando con precisión su objetivo resonó por el cuarto sin aviso.
El delgado joven clavo la daga en el estómago del anciano, la sangre broto copiosamente. Frank grito de dolor, aunque aun no podía escuchar su voz, contorsionándose, lagrimas corrían libremente en su rostro, grito y grito, pero ningún sonido se escuchó. Se retorció, intento liberarse, pero sus ataduras no cedían. Dejo de retorcerse cuando sintió como volvían a apuñalarlo. Mas sangre comenzó a brotar de su cuerpo.
“Basta…”, “¡Por favor!”, “¡Deténganse!”
El joven volvió a apuñalarlo, Frank lanzo un grito mudo de dolor, su cuerpo se sacudió.
“Basta”, “¡Por favor, por piedad, paren!”
El sonido de carne siendo cortada volvió a oírse, una y otra vez, más sangre inundo la habitación; el joven con una sonrisa macabra y curiosidad en los ojos comenzó a hurgar en sus entrañas, jugando con ellas. Frank no queria ver, no podía ver, sus lágrimas distorsionaron su visión, dejando espacio para un mundo distorsionado.
“Alguien que me ayude…”, “¡Por favooooor!”
A miles de kilómetros, en un pequeño cuarto, una joven de pelo negro rebelde se despierta abruptamente, se cae de su cama, gatea con desesperación hacia el baño y vomita; arroja todo lo que tiene en el estómago una y otra vez hasta solo sentir solo sentir la amarga bilis en su boca. Temblando, con lágrimas en los ojos, se arrastra de vuelta a la habitación y se desploma en la suave alfombra; su cicatriz en forma de rayo duele demasiado, como fuego en su cabeza. Tiene miedo de tocarse el estómago, miedo a hallar profundos cortes o sus entrañas sobresaliendo. Asustada, adolorida y mareada termina desmayada en el suelo.
Toc toc
- ¿Harriet?, pequeña… ¿Esta todo bien?
Una mujer mayor de pelo cano toca la puerta, nadie abre, no obtiene respuesta alguna y empieza a asustarse; saca un manojo de llaves e inserta la dorada a la cerradura. Abre la puerta, la habitación está en completa oscuridad, cortinas cerradas, un ácido olor flota en el aire y después de unos segundos tras los cuales los ojos de la mujer se adaptaron a la oscuridad, logra vislumbrar la figura de una niña desmayada sobre la alfombra en medio de la habitación.
- ¡Harriet! - chillo la mujer asustada, corriendo por la niña.
La pelinegra abrió los ojos con miedo a sentir dolor, pero este había desparecido; se concentró en la persona que estaba delante suyo, una mujer pelo gris con cara preocupada.
- Señora Elise… ¿Le ocurre algo malo?
- ¿Qué si me ocurre algo malo?, ¡Por el amor de Dios, niña!, ¡Eres tú quien perdió el conocimiento del medio del suelo!, ¡¿Quieres que llame a emergencias?!
Harriet con ayuda de la señora Elise logra ponerse de pie.
- Discúlpeme por asustarla señora… yo solo… solo estaba apreciando la suave alfombra que tiene.
- No es gracioso Harriet, ¿Qué paso?
- Disculpe señora; solo fueron pesadillas… unas realistas pesadillas- no quería tocarse el estómago.
La mujer corto la poca distancia que las separaba y le dio un cálido abrazo, la casi adolescente se hundió en su regazo.
El cómo Harriet había logrado encontrar a la señora Elise fue un gran golpe de suerte tras una gran travesía londinense; al huir de los Dursley ningún hotel quiso alojarla, necesitaba el permiso de los padres para que la aceptaran, por lo que la niña pasaba sus días arrastrando su baúl, explorando Londres, comprando discos, ropas, subiendo al tren, recorriendo iconos históricos ,comiendo apropiadamente en restaurantes y probando comida callejera deliciosa, visitando bibliotecas y museos, pero por las noches, cuando todos regresaban a sus casas, busco lugares que nadie en su sano juicio pasaría las noches: Iglesias. La primera semana durmió en St. Martin-in-the-fields, iglesia enorme, por lo que leyó en sus paredes, esta era anglicana, estilo neoclásico; a esas alturas de su vida Harriet era una experta en forzar cerrojos, habilidad perfeccionada sin magia a través de los años para poder comer más que migajas de los Dursley cuando su estómago quemaba demasiado. Días después se enteró que la iglesia tenía un alberge, al visitarlo se dio cuenta que no había niños, solo mayores de edad y ancianos; no podía arriesgarse a ser vista, reportada, enviada a un orfanato, o peor: volver con sus horribles familiares. Cuando un día se quedó dormida por más tiempo de lo normal en las bancas y el personal de la iglesia reparo en su presencia, Harriet tuvo que huir oculta con su capa de invisibilidad.
Rotaba de iglesia cuando sentía que el personal colocaba más cerrojos a la puerta, como adivinando su presencia; recorrió Soho donde comió comida cara pero deliciosa, Covent Garden llena de teatros, Farringdon donde durmió en la iglesia San Bartolomé, Angel resulto ser un barrio animado mas comercial, Hackney la sorprendió con su increíble parque London Fields, decida a alejarse de Surrey llego en tren a Stratford en Newham y durmió en la pequeña Wanstead Baptist Church, abordo un tren y se bajo en Woodford sorprendida de ver que mientras mas se alejaba del centro de Londres la naturaleza reclamaba su lugar, hasta llegar a Chingford
Fue en una de sus tempranas salidas de Chingford United Reformed Church, en Buxton Road, Waltham Forest, a inicios de julio, cuando una mujer mayor con canas en el pelo reparo en su presencia en la calle. Harriet podía huir, pero por alguna extraña razón no lo hiso.
- Niña… ¿Por qué parece como si acabaras de despertar?, ¿Pasaste la noche aquí?, ¿Dónde están tus padres?
Harriet, quien se valía de su intuición para confiar en las personas, observo amabilidad en la mujer, compresión y un aire maternal como el de Molly Weasley.
- Señora, mis padres murieron… vivía con mis tíos hasta que me cansé de sus abusos y hui de su casa; tengo amigos, pero no quiero molestarlos ni ser una carga, tampoco quiero terminar en un orfanato, puedo valerme por mi misma, lo he hecho bien hasta ahora.
- ¿Desde cuándo estas en las calles?
- Casi desde quincenas de Junio… me avergüenzo y al mismo tiempo enorgullezco de decir que tome lo que me pertenecía antes de huir, suficiente comida de sus alacenas que debieron brindarme en lugar de privármelas cerrándolo con candados, y dinero que debieron gastar en mi cuando enferme o me accidente por culpa de su hijo. Fui maltratada desde que tengo memoria, encerrada debajo en la alacena debajo de las escaleras, desnutrida y golpeada por mi primo; me cansé de eso y hui de esa casa.
La anciana la vio impactada por tan sincera confesión.
- ¿Cuál es tu nombre niña?
- Harriet Potter.
- El mío Elise Biton, judía, sobreviviente del holocausto nazi, toda mi familia está muerta; si no tienes donde dormir puedes venir a mi casa.
Ahora fue el turno de impactarse a Harriet, judía y nazis… segunda guerra mundial; tal vez la pelinegra era una bruja, pero se aseguraba de tener conocimientos básicos del mundo muggle, sabia de las guerras mundiales, pero aun no entendía como la codicia del hombre podía desencadenar esos sucesos tan sangrientos.
- No te hare daño niña, eres una sobreviviente de un infierno, como yo… mi deber es ayudarte y algo me dice que tú nunca me harías daño… ¿Me equivoco?
- No señora.
Quizá la suerte no era tan mezquina con la pequeña pelinegra como creyó; quizá después de pasar tanto dolor este terminaba en un bonito arcoíris.
Hogwarts era su arcoíris, y ahora la señora Elise se convertía en su segundo multicolor.
La anciana la llevo a su vivienda estaba ubicada entre Chingford Plain y Whitehall Plain, en Ranger Road, frondosos bosques reclamaban su espacio en la creciente Londres moderna. Su casa tenía dos pisos de estilo campestre con un poco de glamur victoriano, techos de teja marrones, que se extendían hacia las chimeneas, enterándose luego que no funcionaban porque la casa tenia termostato, la puerta y ventas eran de color blanco, la fachada pintada de color gris azulado, flores como tulipanes, lavandas, hortensias, girasoles y árboles frutales se extendían por todo el jardín, una cerca de madera pintada de blanco rodeaban la gran propiedad, lo más cautivador de todo eran las rosas trepadoras blancas que crecían con ayuda de soportes por toda la puerta principal, expandiéndose hasta las ventanas.
La hermosa casa estaba medio oculta tras la densa vegetación, un buen lugar donde un niño podría crecer corriendo sin límites… o un adulto pasar su jubilación, los vecinos eran casi inexistentes. Y aunque estaba un poco alejada del centro de Chingford, la mujer mayor contaba con un viejo Land Rover Defender para movilizarla a donde sea.
Elise se ganaba la vida tomando fotografías, sus clientes variados, desde grandes empresas, hasta personas celebrando ocasiones especiales; pero lo que más amaba fotografiar era la naturaleza.
Cuando la mujer vio su lechuza blanca, Harriet supo que debía decirle parte de su historia omitiendo la magia: le explico que el animal fue su primer regalo que recibió en su cumpleaños número once por parte de un tío lejano que no sabía que tenía.
“Perdón por meterte en mis mentiras Hagrit”
Más que un animal la consideraba su primera amiga.
- Su nombre es Hedwig, es muy inteligente, esta entrenada para siempre volver a casa… Señora Elise, ¿Podría mi lechuza salir a la intemperie cuando lo necesite?
- Claro que si pequeña, si tuviéramos vecinos cercanos seriamos la envidia del vecindario, cualquiera puede tener un perro o un gato… ¿Pero una lechuza?, es una magnifica ave… ¿Puedo fotografiarla?
Harriet asintió fervientemente con la cabeza, agradecida de la compresión de la mujer mayor hacia su ave. También le conto que gracias a su tío lejano se enteró que estaba inscrita en un prestigioso internado en Escocia, le informo que el centro de estudio tenía su propia movilidad ferrovía la cual ella sabía cómo llegar.
- Deberé salir el primero de setiembre para comenzar el ciclo escolar y volveré a mitad de junio, estaré ahí por nueve meses exceptuando vacaciones por fiestas, en los cuales podre volver si así me lo permite.
- Claro que sí, pequeña… oh, ¡tengo muchos lugares que deseo mostrarte!… ahora, ¿Qué tal una tarta de melaza?
- Si señora Elise.
- Dime solo Elise, por favor.
Harriet intercambio cartas con sus amigos como ningún verano, si Elise la vio recibir paquetes, cartas y pergaminos no dijo nada al respecto, admirando a la niña por su increíble discreción. Paso su cumpleaños número 14, rodeada de regalos de sus amigos, compañeras de habitación, Hagrit, su abuelo Dumbledore; la vieja dama Elise la llevo al teatro y después a conocer partes de Londres que no pudo acceder por cargar su baúl.
“Siempre es bueno saber dónde una está parada, donde puede haber comida y agua gratis en caso de emergencia… lugares secretos donde esconderse del mundo solo por un rato. Quizá no veamos tantos lugares estos días como quisiéramos, pero podemos intentarlo cuando regreses de tu internado. Desocupare mi agenda para estar libre, te sugiero que hagas lo mismo; no me gustaría llevar a una pequeña escolar llena de tareas, Inmortalizaremos el momento tomándonos unas fotos”
A mediados de agosto, intercambiado cartas con Ron, este le informo que su padre iría a visitarla a Privet Drive y pedir permisos a los Dursley para que pueda asistir a los mundiales de quidditch, a Harriet se le fue el color del rostro, inmediatamente respondió la carta, informando que ya no vivía en Surrey sino en Ranger Road, Chingford, en la casa de su ahora protectora abuela materna.
“Perdone señora Elise por meterla en mis mentiras”
Aviso que la casa donde se hospedaba no tenía chimenea sino calefacción eléctrica, por lo que pidió reunirse frente al caldero chorreante, en una cafetería con temática vintage, segura de que agradaría mucho al señor Weasley, lo mantendría distraído y con surte no se le escaria ninguna información del mundo mágico.
Ahora venía la parte la parte difícil; hacer real su mentira, convencer a Elise para ser su abuela materna. Aprendió su rutina y la abordo en el momento donde estaba más relajada: cuando tomaba fotografías de Primrose Hill.
- Elise, el padre de mi mejor amigo quiere conocerte - soltó después de que la mujer tomara las fotografías suficientes de un bello atardecer.
- Oh, claro, claro… No tengo nada de qué preocuparme, ¿verdad?
- Absolutamente nada… a-escepcion-que-menti-diciendoles-que-eras-mi-abuela-materna-para-no-preocuparlos- soltó atropelladamente Harriet casi sin respirar.
Un silencio denso se instauro entre las dos féminas.
- Aunque no lo creas, entendí cada palabra que dijiste Harriet.
Mas silencio reino en el ambiente.
“Me he pasado de la raya, la señora Elise está molesta”, pensó Harriet, con la vista clavada en el césped, “Me botara de su casa, con justa razón…”
Pero los pensamientos de la pelinegra fueron interrumpidos por el sonido de unas carcajadas, eran de Elise, quien reía tan fuerte que comenzó a lagrimar. Harriet se quedo quieta intentando entender la actitud la mujer de pelo gris.
- Nada mal niña, entiendo perfectamente… pero debes atenerte a las consecuencias que tendrá en nuestra convivencia; las cosas cambiaran, repercusiones inevitables ¿sabes cómo eso cambiara nuestra relación?
A Harriet se le enfrió el estómago, trago saliva para poder responder.
- No, no lo sé señora Elise.
La mujer de pelo gris la miro fijamente, los últimos rayos de sol le daban un aspecto mortalmente serio.
- De ahora en adelante… ¡Me llamaras Abuela Elise! - se carcajeo la mujer nuevamente.
La pelinegra la miro boquiabierta.
- ¿Está de acuerdo? - chillo Harriet incrédula.
- Claro que sí, ¿Por qué no? - exclamo la anciana- Esto va a ser divertido… la vida es demasiado corta para no abrazar la diversión pequeña, a estas alturas de mi vida no puedo desperdiciar ninguna grata experiencia; jamás tuve hijos, jamás espere que una pequeña niña pelinegra se cuele en mi vida y me llame abuela. Pero lo acepto gustosa. Tendrás que soportar mis apodos cariñoso cariño, ese es mi precio.
Las dos mujeres se quedaron observándose fijamente mientras el anochecer llegaba, con sus increíbles tonos morados y azules.
- Muchas gracias, abuela Elise.
- No hay de que pastelito.
La reunión con los Weasley fue todo menos horrible, a pesar de lo distraído que se mostraba Arthur Weasley por todos los objetos muggle que decoraban el local, centro su atención suficiente para llevar a cabo una charla decente y pedir autorización a la tutora de Harriet para llevarla a los mundiales de quidditch.
- ¿Quidditch?
- Sinónimo de soccer- dijo apresuradamente Harriet.
- Lo siento, yo de deportes no entiendo mucho, en general no me gustan las competencias, me entristece ver los rostros apenados de los derrotados; pero si deseas ir puedes hacerlo pastelito, solo prométeme que te cuidaras y no te despegaras de tus amigos, ¡Debes ser como un patito siguiendo su bandada!... oh, eso me recuerda al incidente de 1992, cuando 29000 patitos de goma trasportados en buque por el Pacifico se perdieron…
- ¡¿Qué?!, ¡¿29000 patitos de goma perdidos?!- grito Arthur Weasley.
Las siguientes horas los adultos se dedicaron a especular donde podrían estar los patitos de goma náufragos. Harriet expulso en aliento que no sabia que estaba reteniendo, los nervios desaparecieron de su cuerpo y procedió a unirse a la charla de los adultos, Ron los miraba a todos con la cara aburrida. Al final, la reunión después de todo salió bien.
El día antes de las finales de quidditch llego, y con eso la partida de Harriet y para sorpresa de esta se dio cuenta que una parte de ella sentía pena de dejar a Elise sola en casa; en el poco tiempo que estuvieron juntas Harriet había desarrollado un fuerte apego por ella, por su figura maternal.
- Volveré- dijo con firmeza abrazándola al despedirse.
El señor Arthur la esperaba en la entrada de la casa, el hombre había llegado volando en escoba usando un hechizo de invisibilidad casi todo el trayecto, lo dejo cuando llego a la casa de Elise. Harriet agradeció por no tener vecinos cercanos, vivir en medio de una frondosa vegetación y que Elise no se haya enterado del arribo del señor Weasley, por estar en su cuarto oscuro, revelando fotografías.
- Aquí te espero buñuelo- la canosa mujer abrazo con fuerza a la pequeña pelinegra. Harriet pudo sentir su corazón latir calmadamente.
Alejados de la casa, Harriet se percató de lo cansado que parecía el padre de Ron, por lo que ofreció guardar la escoba y llegar hasta llegar al Caldero en el autobús noctambulo. El adulto pareció aliviado, Harriet alzo la varita y el icónico bus de dos pisos azul llego rápidamente, se apresuro de pagar el trasporte y busco un lugar donde no se golpeará tanto… pero fue en vano, el auto la sacudió de un lado a otro con brusquedad, aunque el señor Arthur la salvo de los más dolorosos golpes. Al llegar al Caldero Chorreante, usaron la chimenea del administrador Tom para llegar a la madriguera, donde fueron recibidos con alegría por los hijos y la matriarca Molly Weasley.
- Se supone que es mi amiga- se quejo Ron, cuando sus hermanos se pusieron a hacer planes para actividades que incluían a Harriet hasta el anochecer, casi excluyéndole.
- No seas tontín Ron, recuerda que eres mi caballero de brillante armadura, estarás a mi lado en cada aventura que tenga- sonrió Harriet.
Ron se puso rojo, los demás Weasley se rieron de su apariencia, excepto George, que frunció levemente el ceño y se alejó con su gemelo a buscar las escobas en el cobertizo. Los Gryffindor volaron por turnos, cuando llego la hora de las comidas principales, las niñas se retiraron dejando a los chicos jugar libremente para ayudar a la señora Weasley.
- Estas adoptando mucho de las manías de Hermione, cada vez que tienes tiempo te veo con un libro en las manos- comento Ron después de la cena.
- Este año mi meta personal es ganarle a Malfoy no solo en quidditch o la copa de las casas, sino también en los puntajes académicos- explico Harriet con un brillo travieso en los ojos esmeralda.
- Entonces no interrumpas Ron- replicaron los gemelos, desordenando el pelo de su hermanito.
- Ya no pensaba hacerlo- se quejó el Weasley menor, zafándose de sus manos.
Luego de unos minutos apareció Hermione en la chimenea rodeada de fuego verde, sorprendiendo a todos los presentes, salió sacudiendo la ropa empolvada, saludando a todos, seguida del señor Arthur.
- ¡Mione!, ¿Tú también iras? - salto con alegría Harriet a abrazar a su mejor amiga.
- Claro, es una experiencia completamente nueva que me ayudara a aprender más del mundo mágico; además mis padres estuvieron de acuerdo.
Esa noche Harriet y Hermione durmieron en la cama de Bill.
- Aun no puedo creer que te hayas mudado con una completa extraña… ¡Y muggle! - susurro cuando las luces se apagaron.
- ¡Mione! - susurro Harriet de vuelta- ¡Es una mujer encantadora, sorprendentemente honesta!, ¡Y es una sobreviviente del holocausto nazi!, no hay nadie que valore más la vida que ella.
- Si, si, lo detallaste en tus cartas… pero no puedo evitar preocuparme.
- Pues no te preocupes, vivir con ella es un billón de veces mejor que estar con los Dursley - y para poner fin a la conversación Harriet abrazo a Hermione, el sueño la vencía y pronto caería en la inconsciencia.
No noto el sonrojo creciente en el rostro de Hermione.
- Ay mi Harriet- escucho apenas antes de caer dormida- Simplemente no puedo evitar preocuparme por mi mejor amiga.
Despertaron con las primeras luces del amanecer y diligentemente bajaron las escalares para ayudar a preparar la primera comida del día.
- Amo a mis chicos, Merlín lo sabe; pero como me hubiese gustado tener más de una hija en mi familia- dijo la señora Molly luego de su ayuda con el desayuno- Hora de despertar a los chicos… ¿Creen que podrían avisarles que el desayuno está listo?
- Claro señora Weasley, yo despertare a Ron- se ofreció rápidamente Hermione desapareciendo escaleras arriba.
La señora Molly soltó una suave carcajada, un extraño brillo recorrió sus ojos, Harriet no entendía su comportamiento.
- Querida, por favor tu ayúdame con los gemelos- pidió amablemente
- Por supuesto señora Weasley.
- Dime solo Molly por favor.
- De acuerdo señora Molly.
Harriet avanzo al cuarto de los gemelos, toco varias veces, pero nadie abrió, frustrada se apoyó en la puerta pensando como despertarlos sin invadir su habitación, hasta que sintió la puerta abrirse; habría caído de bruces si un par de brazos no la hubieran atrapado en el aire.
- ¿Princesa? - pregunto sorprendido un joven larguirucho sin camiseta con la cara soñolienta.
- ¿Quién es, George? - pregunto un adormecido Fred quien se asomó a la puerta, tampoco traía camiseta.
- La única dama en esta casa que tiene la delicadeza de tocar puertas y no invadir habitaciones - respondió George sonriendo- ¿Hora de irnos princesa?
- Así es, pero primero desayunaremos.
- ¿Qué tal un abrazo de buenos días? - salto alegremente Fred.
- Ignóralo. Ya bajamos princesa- George forzó a Fred a alejarse de Harriet para poder cerrar a puerta y cambiarse, sus equipajes estaban listos desde ayer a petición de la matriarca Weasley, pero debían darse prisa, partirían pronto.
- No tarden, su madre se enfadará - recalcó Harriet, no deseaba ver de nuevo a un dragón enfadado.
Mientras todos se apresuraban para terminar el desayuno Harriet solo podía pensar en los mundiales de quidditch, ¿Cómo sería?, ¿Dónde se realizaría?, ¿Venderían souvenir de su equipo favorito?, ¿Qué estrategias usarían para vencer a sus rivales?, ¿Cómo serían los jugadores profesionales de quidditch?, ¿Cómo volarían los buscadores?, ¿Que escobas usarían?
Tan metida estaba en sus pensamientos que ignoro la cara de sueño de Ron, el largo abrazo asfixiante de la señora Molly tras su partida y definitivamente ignoro la larga caminata a la cual todos se embarcaron, ignoro el peso de su mochila y el sudor que se acumulaba en su espalda, tanto entrenamiento de quidditch con Wood había aumentado su resistencia física.
- Papá...- se escuchó la débil voz de Ron - ¿A dónde vamos?
- No tengo idea, pero no falta mucho para llegar.
A Harriet le dio ganas de reír histéricamente, faltaba tan poco para que asista a los mundiales de quidditch que sentía todo su cuerpo hormiguear de alegría.
Pararon solo para almorzar y siguieron caminando hasta llegar a una zona llena de árboles frutales, casi desolado... sino fuera por un hombre de mediana edad, con una enorme mochila de viaje, que tras ver al grupo grito alegremente.
- ¡Arthur!, creía que nuca llegarías, ¡Ya es tarde!
- Hola James, siento el retraso, alguien se quedó dormido y demoro en acabar de almorzar- respondió Arthur mirando a su hijo menor, Ron se sonrojo de vergüenza- Chicos, les presento a Amos Diggory, compañero de trabajo en el ministerio, nos acompañara a los mundiales...
De la nada cayo un gran bulto del árbol, un apuesto chico de piel perfecta, nariz respingada, cabello castaño y gran altura se alzó con rapidez.
- Y este apuesto chico es su hijo, Diggory...
- ¡¿Cedric?! - grito sorprendida Harriet.
- Hola a todos... hola, pequeña rayo- saludo sonriendo Cedric Diggory.
Notes:
Otro miércoles y otro capítulo subido, perdonen que sea tan extenso de lo normal, decidí expandir la historia para explorar como pasaría Harriet sus días en Londres y las dificultades que podría tener, presentando a la señora Elise como apoyo necesario… vamos, Harriet solo tiene 14 años, necesita ser cuidada apropiadamente. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 20
Summary:
Mundiales de quidditch, motín inesperado y una visita necesaria al callejón Diagon.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
- Oh, conoces a mi hijo; un placer concerté Harriet Potter- se presentó Amos Diggory.
- El placer es todo mío señor.
- Pueden conversar mientras avanzamos, ya es tarde.
El grupo de magos avanzo mientras charlaban unos con otros, cuando atardecía por fin llegaron a su destino: la cima de una colina despejada, donde solo había una vieja bota.
- ¡Atención!, Atención, quiero que todos se coloquen alrededor de la bota y la sujete, ahora mismo, pronto cerraran las entradas- informo enérgico el señor Weasley.
- ¿Qué?, ¿Por qué debemos tocar esa sucia bota? - pregunto Hermione.
- Es un Traslador- informo George.
- ¿Un qué? - Harriet no entendía el término.
- Apresúrate princesa, o nos dejaran atrás- insto Fred.
Arrodillados, todo el grupo toco la vieja bota, de repente Harriet sintió ser elevada por los aires, girando con rapidez, como si se hubiese metido en un remolino sin enterarse, ráfagas de viento aullaban en sus oídos, la realidad se convirtió en manchas de colores; agarro con mayor fuerza la bota por miedo a caer, aunque de una forma inexplicable sentía que eso no sucedería, su mano parecía magnetizada al harapiento objeto. Después de unos momentos se escucha la voz del señor Arthur ordenando que se suelten.
- ¡¿Qué?! - Chillo el Trio de Oro al Mismo Tiempo.
- ¡Si nos soltamos nos caeremos! - grito Hermione.
- Estarán bien niños, ¡Suelten el Traslador! - respondió Arthur
- ¡Esto no me gusta! - chillo Hermione, pero aun así soltó el Traslador al igual que Ron, sus gritos se perdieron en el aire.
- ¡Mione!, ¡Ron! - grito Harriet aferrándose a la bota con más fuerza, aterrada.
Poco a poco los magos fueron soltando la bota y cayendo hacia donde les llevara el viento, Harriet solo los veía paralizada.
- ¡Niña, suéltate ya! - insto Amos Diggory.
- Esta asustada papa... ¡Harriet, todo está bien! - llamo Cedric.
El apuesto joven la cogió en sus brazos, obligándole a soltar la bota, Harriet jadeo asustada, pero Cedric la sostuvo fuertemente en su pecho y mientras el resto de los Gryffindor caía estrepitosamente al suelo sin causarse daños severos, Amos, Arthur, Cedric y una sorprendida Harriet, se deslizaron con gracia por el aire, hasta tocar el suelo.
- ¿Cómo hicieron eso? - pregunto Harriet al ver como los adultos caminaban en el aire.
- Solo salimos de la magia del Traslador, cuando eres novato generalmente caes de bruces al suelo, pero con más experiencias aprendes a dominar la caída y sales del Traslador como si caminaras sobre el aire.
Todo el mundo se recompuso, se encontraban en un espacio abierto, el cielo se empezó a teñir de naranja; se podía escuchar desde lejos el sonido de miles de campistas, avanzaron a esa dirección topándose con un paisaje campestre lleno de innumerables carpas.
- ¿Dónde estamos?
- En algún lugar de Inglaterra, uno alejado de cualquier comunidad muggle, con potentes hechizos repelentes de curiosos y seguridad excepcional para la comunidad mágica... bienvenidos chicos al campamento de los mundiales de quidditch- anuncio feliz Arthur Weasley.
- Bueno amigo, aquí nos separamos- dijo el señor Amos, dándole la mano a su compañero de trabajo - Suerte Arthur.
- Suerte Amos, adiós Cedric.
- Nos vemos chicos, hasta pronto Harriet- se despidió Cedric.
- ¡Hasta luego! - se despidieron todos, mientras Harriet era arrastrada de la mano por George hacia el campamento donde se quedarían.
Cuando llego a la pequeña tienda de acampar, Harriet dudo seriamente que tantas personas puedan caber en tan pequeño espacio. George debió adivinar sus pensamientos por lo que soltó una gran carcajada.
- Ahora princesa, prepárate para maravillarte, ven conmigo; No, no me sueltes la mano, te daré un tour por el campamento y te enseñare donde dormirás.
Y sin esperar respuesta, el pelirrojo la metió a la estrecha tienda de acampar, que para sorpresa de la pelinegra era realmente espaciosa y acogedora: camas, sillones, una mesa con sillas para cada campista... magia expandible, como el bolsillo del profesor Severus o su baúl encantado para que quepa todo su material escolar, hasta su saeta de fuego.
- Adoro la magia- suspiro Harriet, Fred quien ya estaba dentro sonrió al escuchar su comentario.
Luego de dejar sus pesadas mochilas y comer una cena ligera, se dirigieron al estadio donde se desarrollaría el juego, Hermione le informo que los magos tardaron casi un año en construirlo, el estadio tenía la capacidad para alojar cien mil magos y brujas, lleno de hechizos repelentes de muggles. La forma arquitectónica del estadio era ovalada, el color predominante era blanco, los asientos se distribuían alrededor del campo, con innumerables filas que llegaban hasta el borde mismo de la construcción, una tela color blanco perla con forma de pañuelo arrugado cubría el cielo para proteger a los asistentes de posibles lluvias, una blanquecina luz salía de este iluminando el lugar, burbujas que parecían tener luz propia volaban libremente alrededor del estadio y sus asistentes añadiendo iluminación extra; en cada extremo del campo había tres aros de portería de 15 metros de altura. En un extremo superior del campo, una enorme pizarra fue colocada para ver el marcador, anuncios de los patrocinadores brillaba en esta cada 10 minutos: Nimbus 2000, cerveza de mantequilla, jugo de calabaza y el banco Gringotts relucían.
- ¿Papá, falta mucho para llegar a los asientos?, nos tocó hasta arriba...- se quejó Ron por seguir subiendo escaleras sin parar.
- Muy poco Ron, ya casi llegamos.
Al desplazarse hacia otra fila y subir más tramos de escaleras, Harriet noto un par de cabezas rubias tan pálidas como el sol en invierno.
"Oh, no, no, no"- pensó Harriet mientras se hacia la desentendida y sutilmente miraba en dirección de los rubios, Draco Malfoy acompañado de su padre caminaban altivamente - "Aquí hay más de cien mil magos, pero tengo la mala suerte de toparme con ese tonto... espero que nuestros asientos estén lejos de él"
Cuando el chico no reparo en su presencia, Harriet soltó un suspiro de alivio... Malfoy hijo debió tener el mejor oído de todos los presentes porque giro abruptamente hacia su dirección.
"Rayos"
Cuando Lucios Malfoy fijo su mirada en lo que había captado la atención de su hijo, se sorprendió de ver a Harriet, esta decidió desconectarse de la realidad porque sabía que solo insultos saldrían de su boca y se imaginó en su nuevo lugar feliz: Primrose Hill, la hermosa colina en el extremo norte de Regent's Park; sin escuchar a los magos se escabullo hacia más peldaños.
- Tu disfruta...- dijo Lucios sacando a Harriet de sus pensamientos, atajando su paso con un bastón- Mientas puedas. Vámonos Draco.
Una amenaza de muerte, la clásica forma como la familia Malfoy se comunicaba con ella.
Respiro lentamente, ignoraría a los Malfoy, completamente decidida a no arruinar su noche. Siguió a los Weasley hasta llegar a las últimas filas, justo a tiempo para el inicio del partido. Múltiples globos y confetis rojos, blancos y verdes volaron por los aires. Los participantes se presentaron volando, todos montaban Nimbus 2000, el equipo de Irlanda vestía con túnicas verdes, nombres plateados en sus espaldas casi brillaban, un alegre Leprechauns fue la mascota del equipo, una proyección bailando graciosamente en el aire hiso reír a los asistentes, pero al cabo de pocos momentos fue desvanecida por el equipo búlgaro, que traspaso sobre la proyección con sus veloces saetas, haciendo maniobras en el aire, las Veelas eran las mascotas elegidas del equipo que vestían túnicas tojas, el nombre que resalto entre todos los gritos fue: "Viktor Krum"
Según muchos magos, el muchacho era el mejor buscador del mundo.
El ministro de mágica Cornelius Fudge dio inicio desde su palco privado el inicio de la final del mundial de quidditch. El primer punto del partido fue para Irlanda, gracias al cazador Troy, pero Bulgaria se recuperó rápidamente gracias a Ivannova, mientras Viktor Krum engaño al buscador de Irlanda para que terminara estrellándose al suelo, gracias a los sanadores, en pocos minutos regreso al partido; tal pareció que esa maniobra molestó a los jugadores irlandeses porque comenzaron a sacar ventaja del juego, el marcador estaba a su favor, un 130 a 10, hasta que llego una falta para el equipo de verde. Minuto a minuto el partido comenzó a ponerse más violento, Quigley envió a una bludger hacia Krum, rompiéndole la nariz. Con bravura, el joven estrella se repuso cuando vio la snitch al mismo tiempo que Lynch, el buscador de Irlanda; voló con rapidez que le recordó a Harriet un rayo, pero a pesar de que Krum agarro primero el dorado objeto, Irlanda gano el partido por tener 170 puntos y Bulgaria solo con 160. Los irlandeses dieron una vuelta conmemorativa para honrar a sus competidores por todo el estadio antes de celebrar alegres.
Harriet entendió por qué a la señora Elise no le gustaba los deportes, cuando Harriet jugaba quidditch solo se preocupaba por ganar y festejar... jamás vio a su oponente derrotado; los búlgaros se veían tan tristes que dolía verlos por mucho tiempo, en especial cuando ella apoyaba a Bulgaria, se prometió se esforzaría porque su equipo en Hogwarts conmemorar primero al equipo vencido y solo luego festejaría.
Al abandonar el estadio y regresar al campamento, los magos aún continuaban las celebraciones por parte de los fanáticos de Irlanda, todos están tan animados que las chicas tuvieron que mantenerse pegadas e ir detrás de los chicos para no perderse.
Al llegar su propia tienda de acampar Ginny y los gemelos seguían festejando el triunfo de su equipo favorito, pero Ron defendió a Viktor Krum como el mejor buscador del mundo.
- No hay nadie como Krum, la forma como vuela es increíble.
-¿Krum? - pregunto Hermione.
- Creo que Ron está enamorado de Krum- rio Ginny.
Harriet dejo de escucharlos cuando sintió más algarabía fuera de la carpa, y no fue la única, el señor Weasley le hiso una señal de ir a ver el motivo de tanto ruido.
- No lo entienden, vuela como un ave... ¡Es como un artista!
- ¡Nuestro Ron está enamorado! - Celebro Jorge.
- ¡Oh Viktor, mi corazón late por ti! - Canturreo Fred.
- ¡Oh Krum, Krum, Viktor te amo! - Cantaron al mismo tiempo los gemelos.
Harriet volvió a oír ruidos, esta vez identificando explosiones y gritos.
- Parece que los irlandeses festejaran toda la noche...
Arthur Weasley apareció agitado en la entrada de la carpa, su rostro totalmente pálido, como si hubiese visto un fantasma.
- ¡No son los irlandeses! - grito el señor Weasley agitado- ¡Debemos irnos ahora!
La voz que siempre sonaba pacifica ahora emanaba autoridad y miedo, sin preguntar la razón todos salieron del campamento, todos excepto Hermione quien se puso a recoger sus libros.
- ¡Mione!, ¿Qué haces?, ¡Debemos irnos!, juro que te comprare todos tus libros si salimos ahora mismo.
- ¡No!, ¡Son mis libros Harriet!, ¡Tienes anotaciones y separadores que ningún libro nuevo puede tener!
Impotente, Harriet se mordió los labios mientras ayudaba a Hermione guardar todos los libros, de reojo vio que todos los Weasley habían dejado sus cosas por salir rápido, así que usando toda la velocidad que la caracterizaba al montar una escoba, guardo en su mochila todas las más valiosas pertenencias de la familia pelirroja, se metió la mochila a la espalda y jalo a Hermione del brazo para abandonar la carpa. Afuera reinaba un caos lleno de fuego, cientos de carpas ardían ferozmente, no pasaron tres segundos desde que abandonaron la tienda de acampar de los Weasley cuando estalló en llamas, Harriet sintió como hielo la sangre, si hubieran salido tres segundos más tarde habrían sido heridas de gravedad... un escalofrió amenazo con paralizarla al pensar en las personas que podrían aun estar en sus carpas
"¡Pelirrojos, pelirrojos, busca a personas pelirrojas!" - se dijo Harriet.
A su atrás Hermione lloraba de miedo, y no era la única, cientos de magos de todas las edades gritaban aterradas huyendo de las explosiones y el fuego de las carpas.
- Harriet, ¿Qué está pasando?, ¡¿Dónde están los Weasley?!
"Pelirrojos", "Grupo de personas pelirrojas"
- Todo es mi culpa, ¡Nos separamos de ellos para recoger mis libros!
Mas explosiones viniendo de todos lados, magos y brujas corriendo como una estampida humana, aterrados, huyendo de los ataques impartidos por personas con máscaras en la cara con capuchas y túnicas negras de vestimenta. Harriet sostuvo la mano de Hermione con mayor fuerza, instándola a seguirle el paso veloz. Los enmascarados siguieron lanzando más ataques... pisándole los talones.
"¡Grupo de personas pelirrojas!", "¡Maldición Harriet!, ¡Eres la buscadora de Gryffindor!", "¡Debes hallarlos!", "¡Ahora!"
Mas explosiones y gritos aterrados inundaron el campo abierto, pareciera que el enemigo se encontraba en todas partes al mismo tiempo, uno de los enmascarados encapuchados lanzo un potente hechizo que exploto con potencia cerca de ellas, los magos delante suyo de precipitaron a todos lados huyendo aterrorizados, la fuerza de la multitud fue demasiada, Hermione soltó la mano de Harriet mientras era arrastrada por cientos de magos alejándose del peligro.
-¡HARRIET! -
-¡HERMIONE! - grito Harriet, impotente.
Corrió detrás de la multitud, intento desesperadamente meterse, llegar al medio de esta para liberar a su amiga, cuando un fuerte golpe en la cabeza la aturdió, desmayándola en el césped.
Cuando recobro la conciencia se dio cuenta que estaba sola, el antes alegre e impresiónate espacio lleno de magos de todas partes del mundo estaba reducido a cenizas, humo y destrucción... ¿Dónde estaba Hermione?, ¿Dónde estaban los encapuchados? Tragando saliva, intento alejar el miedo de su mente, saco su varita de un bolsillo oculto que cosió en su casaca y avanzo intentado encontrar a alguien. Hasta que a lo lejos vio la silueta de un hombre, se acercó hacia el adulto sin que este se percatara de su presencia y lo vio apuntar su varita hacia su antebrazo izquierdo, susurrando palabras inentendibles. Algo resplandeció en el cielo y Harriet alzo su mirada, era una imagen, una bruma de humo verdoso gigante de un cráneo que abría la boca de la cual salía una lengua en forma de serpiente que se enroscaba sobre sí misma.
"¿Qué demonios es ...
Harriet ahogo un grito de dolor, su cicatriz ardió en su frente, amenazando con tumbarla; su instinto de supervivencia se activó, se mordió los labios para obligarse a moverse, si esa imagen le provocaba un intenso dolor de cabeza, significa que el adulto que lo hiso era peligroso. Se obligó a retroceder lentamente y alejarse, lo estaba haciendo bastante bien hasta que tropezó con unas ruinas de un campamento destruido, aterrizando en sus posaderas, atrayendo la atención del hombre. Harriet se incorporó de golpe y vio con miedo como el misterioso adulto estaba a solo unos metros de ella.
- ¡Aléjese! - grito Harriet intentando intimidar al hombre con una bravura que no sentía.
Pero no funciono, de hecho, el hombre alzo su varita contra ella para lastimarla, y lo hubiera hecho sino fuera porque más figuras venían con rapidez hacia su dirección, a Harriet se le hundió el corazón creyendo que serían los encapuchados de negro; pero a medida que se acercaban y el humo de despejaba la joven pudo ver túnicas y ropas de vestir, al volver la vista hacia el peligroso hombre lo vio huir.
"¿A dónde se...
¿Harriet?
Se oyó una joven voz masculina.
- ¿Cedric?, ¡¿Qué haces aquí?!
- Tus amigos te están buscando, me ofrecí a ayudarlos.
Harriet se habría sonrojado sino fuera porque Cedric la arrojó al suelo al escuchar a los magos lanzar hechizos hacia su dirección, ¿Qué estaba pasando?
- ¡Paren!, ¡Paren!, ¡Ese es mi hijo!, ¡PAREN! - la voz alarmada de Amos Diggory freno los ataques- ¿¡Que haces aquí, Cedric?!
- Estaba buscando a Harriet para poder regresar al Traslador, estaba perdida padre.
Un hombre mayor, pálido, con bigote gris y ropas de vestir oscuras se acercó con rapidez hacia los jóvenes magos y zarandeo a Harriet con fuerza.
- ¡¿Tu hiciste la marca tenebrosa?!
- Bartemius, ¡Es solo una niña! - la defendió un agitado señor Weasley que llego corriendo hacia ellos.
- ¿Y tú!, ¡¿Joven, tu hiciste la marca tenebrosa?!
- No señor.
- ¡Bartemius!, ¡Es mi hijo!, ¡No puedes estar hablando en serio! - grito indignado Amos Diggory.
- Los encontramos en la escena del crimen, debajo de la marca, ¡Solo ellos pueden ser los responsables!
- ¡Señor!, yo vi quien hiso eso- dijo Harriet señalado al cielo- Al darse cuenta de mi presencia me persiguió, me hubiese atacado sino hubieran llegado, era un hombre y huyo hacia el norte.
- ¡Aurores!, ¡Andando!, ¡Quiero al responsable!
El grupo de magos y el hombre mayor que la zarandeo se alejaron hacia donde Harriet señalo.
- Harriet, ¿Dónde estabas?, ¡Te buscamos por todas partes!
La boca de Harriet se movió con vida propia.
- ¡Mione!, señor Arthur, ¡¿Dónde está Hermione?!, ella estaba conmigo hasta que la multitud nos separó.
El señor Weasley la tranquilizo, al parecer habían encontrado a Hermione luego de separarse, llevándola a un refugio improvisado, donde esperaron por familias a usar el Traslador. Los Diggory, los Weasley, una llorosa Hermione que se negaba a soltar la mano de Harriet, volvieron a usar el Traslador y se separaron en la misma zona frondosa lleno de árboles frutales.
Harriet y Hermione aún tenían tiempo para regresar a Chingford, por lo que a la mañana siguiente aprovecharon para ir con los Weasley a comprar su lista escolar; la señora Molly insistió que todos no se alejaran demasiado, aun nerviosa tras el ataque del mundial de quidditch. Los responsables ya tenían nombre, pero nunca fueron capturados: Mortifagos, seguidores más fieles de Voldemort. Y aquella imagen verdusca en el cielo era la marca que usaban para provocar miedo, pues significaba muerte, y verla encima de tu casa al volver del trabajo era un sinónimo de locura dolorosa.
- Nunca entenderían ese horrible sentimiento, son demasiado jóvenes; realmente jamás quiero que lo entiendan- les había dicho Arthur Weasley.
Harriet saco dinero de Gringotts y todos fueron juntos a comprar los materiales que necesitaban ese año.
- Solo falta... ¿Ropa de gala?,¿Mione, porque nos piden algo así?
Como si hubiese invocado a modistas, Harriet fue rodeada por más de una docena de brujos y magos muy entusiasmados, saltaba a plena vista que eran muy versátiles en confecciones.
- ¡No tiene idea cuanto tiempo espere este momento, señorita Potter! - dijo Madame Malkin
- ¡Y yo, señorita Potter! - un mago de pelo puntiagudo se interpuso en su visión- Seria todo un honor vestirla.
- ¡He estado trabajando en el diseño de su vestido todo el verano! - se enorgulleció una bruja de pelo lila.
- Le aseguro que los clásicos cortes le sentaran bien- sentencio un brujo anciano.
- Tengo el color ideal que le sentara a la perfección- chillo una bruja joven de pelo azul.
- Le aseguro que mis creaciones realzaran su belleza- otra bruja grito a su lado, intentando ser escuchada.
"¡¿Qué está pasando aquí?!"
Notes:
Otro miércoles y un nuevo capítulo subido :). Olvide mencionar, hermosas personitas, que una buena heroína necesita un buen villano para poder brillar… así que Voldemort será más temible, tendrás más escenas oscuras y provocara miedo, mostrara porque fue y es temido. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 22
Summary:
Una extraña solución para las ropas de gala, una riña inesperada y una gran noticia en el banquete de bienvenida escolar cambiaran el año de todos los alumnos de Hogwarts.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La pequeña pelinegra no entendía nada hasta que Madame Malkin le explico que Hogwarts tendría un evento formal que requería ropa de gala, todos los modistas más prestigiosos de Diagon estaban más que dispuestos para crear su vestido. Harriet había visto muchas películas adolecentes para saber que probarse y elegir un vestido drenaría toda su energía y tiempo, aun debían volver a la madriguera para almorzar y luego volver a Chingford con Elise. Una idea brillo en su mente, bajo el rostro para que nadie viera como se alzaba la comisura de su boca en una sonrisa traviesa, respiro lentamente y alzo la vista a los modistas.
- Muchas gracias por su consideración, pero temo no poder aceptar sus vestidos, sé que son increíbles maestros costureros, puedo verlo a simple vista- usando la voz más suave que tenía, Harriet vio como el pecho de cada mago y bruja se hinchaba de orgullo - Pero temo decir que, de moda, colores o telas no sé nada; mis parientes solo me vestían con ropa viejas que su hijo ya no usaba.
Decir eso encendió un gemido de indignación colectiva, Harriet tomo aire para continuar, tenía la atención de todos en su mano.
- Por lo que me gustaría el apoyo de mis amigas: Hermione Granger y Ginny Weasley, si crean vestidos para ellas amen, entonces elegirte al modista que confeccionara mi vestido con total libertad creativa, usare su vestido, promocionare el nombre del diseñador y pagare el triple del costo del vestido original- Harriet dejó de hablar mirando fainada las caras fascinadas de los moditas- Sera el primer vestido que usare en mi vida, les agradezco de antemano todos sus esfuerzo, sé que será precioso.
Como si de un concurso se tratase, todos soltaron gritos entusiasmado de júbilo, emocionados por el reto, abandonaron a Harriet para centrarse en sus amigas atiborrándolas de preguntas. Soltando una carcajada silenciosa, Harriet se las apaño para escabuirse sin que nadie repara en su presencia y fue a una tienda que había frecuentado mucho en junio, una vieja tienda de pociones. Entro y fue recibida como siempre por Becky, la joven dependiente la saludo animada, pero le informo que, debido al incidente del atraque de los Mortifagos, el ministerio estaba restringiendo la venta de los ingredientes para hacer la poción.
- Lo siento pequeña, pero solo me quedan 10 pociones... sino fuera por el control del ministerio con los ingredientes tras el ataque de los Mortifagos, podría venderte cincuenta pociones para que puedas caminar por las calles sin que los magos y brujas te detengan por un autógrafo o saludos de más caras y nombres de los que uno puede recordar- suspiro triste Becky.
Otra mentira que Harriet había inventado.
Le había dicho a la dependiente que ser Harriet Potter comenzaba a ser cansado y que deseaba las pociones para poder andar con libertad en las calles; también le había pedido de favor, una mochila con extensión indetectable para poder usarlo en el mundial de quidditch... porque usar una mochila normal pesaría mucho y ella era una niña muy pequeña con bajo rendimiento físico.
Becky se creyó todas sus mentiras.
Y gracias a ella había conseguido muchas pociones multijugos que envió a Sirius para evadir a sus persecutores, y la mochila de extensión indetectable la lleno con todo el chocolate que encontró en Diagon, ropa abrigada, muchas túnicas nuevas, alimentos enlatados y comidas para calentar... solo tendría una oportunidad para agradecer sus lecciones y la mochila era necesaria. Se dijo a si misma que Sirius no tendría problemas tan graves como Lupin con problemas financieros, le compro después de todo una carísima saeta de fuego... y por lo que investigo era el último descendiente de los Black.
"Ojalá que encuentre una buena chica... aunque eso parece imposible, es el hombre más buscado por el ministerio de magia y ninguna dama voltearía a mirarlo; debían probar su inocencia primero"
Salió triste de la tienda con 10 pociones multijugos en el su poder, se consoló de haber enviado a Sirius su capa de invisibilidad cuando se mudó con Elise; llego a la zona donde dejo a sus amigas con los modistas, aún era un caos de telas y colores, pero ya habían tomado sus medidas y bastante información, se coló sin que nadie se diera cuenta de su ausencia. Cuando terminaron regresaron todos a la madriguera donde Harriet ayudo a preparar el almuerzo, suspirando.
- ¿Por qué esos suspiros tan triste princesa? - pregunto George salido de la nada.
- Parece que algo te preocupa ... ¡Oh!, gracias por el vestido gratis de Ginny con los modistas en Diagon- Fred sonrió.
- Oh, no hay nada que agradecer; solo espero no poner mucha presión sobre los hombros de Ginny, tendrá que pasar sus días eligiendo vestidos.
- Ella ama hacer eso- respondieron al unísono los gemelos, haciendo reír a Harriet.
George se acercó a Harriet y la vio intensamente, Harriet le devolvió la mirada sin entender.
- Gracias por salvar nuestras cosas en el campamento cuando fuimos mundial de quidditch.
- De nada.
- Pero no vuelvas a exponerte al peligro así- termino de hablar frunciendo el ceño.
Harriet se sintió perpleja, entendía a qué se refería, sinceramente esperaba que nadie le reclamara por sus temerarias acciones y le sorprendió que George, quien jamás se tomaba nada en serio le diera una reprimenda. La ira bailo en su estómago, la molestia floreció e su piel.
- Lo que hice porque quise... ¿Porque me riñes?, ¡Salve muchos de tus inventos de bromas que con tanto esmero creaste!
- ¡¿Y si te pasaba algo malo?!
- ¡Ya he tenido mala suerte por crecer con los parientes que me toco!
- Hey, hey, hey, cálmense- salto Fred en medio de los dos- Lo que mi hermano quiere decir es que debes evitar ponerte en peligro adrede.
Molesto como nuca había visto Harriet a George, bufo exasperado y se alejó de la cocina, Molly Weasley, que había presenciado toda la conversación no dijo nada.
Cuando llego la hora d despedirse, el gemelo no apareció; eso enfureció más a Harriet, pero intento ocultarlo sonriendo en exceso y tomando la mano de Hermione. Al llegar al caldero chorreante, los padres de Hermione ya se encontraban ahí, esperando a su hija.
- Mamá, Papá ¿Podemos llevar a Harriet a Chingford?, ella vive ahí.
- Oh no, no, muchas gracias, pero es necesario, puedo volver por mi cuenta.
- Insisto- Hermione no dio su brazo a torcer.
- Oh claro tesoro, Harriet es tu preciada amiga, claro que podemos llevarla a su casa- dijo la madre de Hermione.
Mientras Harriet agradecía se perdió el intenso rubor de Hermione.
En el trascurso a la casa de Elise, Hermione agradeció por el nuevo vestido de gala para Hogwarts.
- Si te soy sincera, o se cómo se ocurrió, supongo que ser tu amiga hace que también me vuelva súper brillante.
- ¡Ay Harriet, que cosas dices! - una sonroja Hermione se derritió con las palabras de Harriet.
- La verdad, eres la bruja más brillante de nuestro grado, ¡de toda nuestra generación!, ¡Ganas en puntajes hasta a los más eruditos Ravenclaw!
- ¡Ya para Harriet! - Hermione se sonrojaba más y más a cada alago de Harriet.
Los padres de Hermione se rieron por la tímida actitud de su hija.
La pelinegra no entendía porque su mejor amiga no aceptaba los halagos... ¡Esa era la mejor parte de hacer las cosas bien!
Al llegar donde Elise, se despidió de los Granger y corrió hacia la casa de Elise, esta se encontraba en la puerta en la puerta esperándola, con los brazos extendidos... a Harriet le dolió ver esa imagen, una adulta dándole la bienvenida con genuino cariño. No pudo evitarlo, corrió hasta ella. Directo a sus brazos.
- Pequeña, te extrañé tanto, tanto, tanto; que me sorprendí a mí misma.
- Yo también abuela Elise- Harriet le devolvió el abraso con la misma intensidad, sus ojos picaban, pero no de tristeza.
Esa noche Harriet se quitó el mal sabor de la pelea con George con un festín de tarta de melaza.
Los días volaron en compañía de su abuela Elise, la mujer siempre estaba activa y Harriet estaba más que dispuesta a ayudar en lo que necesitara, cargar sus trípodes, ayudarle con su reflector plegable la o cargando simplemente los objetos de iluminación.
El 01 de setiembre llego, Elise la llevo a la vieja estación de trenes con su infalible Land Rover Defender, disculpándose reiteradamente no verla partir, debía entregar unas fotografías a primera hora de la mañana. Así que dejando a Harriet en la puerta, Elise condujo a Londres, perdiéndose de su vista; Harriet agradeció llegar temprano, así corría menos peligro de encontrarse con los Dursley, cruzo la barrera mágica arrastrando su baúl con ruedas, subió al escarlata tren y escogió un vagón, espero a sus amigos y respiro aliviada cuando el tren se supo en marcha. Después de horas de recorrido la vendedora con su carrito lleno de los dulces llego a su vagón, Harriet se sintió hambrienta, vivir con Elise había acostumbrado a su estómago a estar siempre lleno. Con prisa y dinero en los bolsillos salió del vagón topándose con Cedric Diggory quien acababa de comprar la última rana de chocolate, el Hufflepuff se dio cuenta de la decepción en su rostro y cedió cortésmente su dulce.
- ¡Oh, no!, no te preocupes, ¡No tengo hambre! - Harriet casi grito, sonrojada, esforzándose para que su pelo no la traicionase coloreándose a rojo, como la vergüenza que sentía.
Escapo de vuelta a su vagón, cerrando la puerta tras de sí, sonriendo como tonta cuando tomo asiento.
"Es oficial, Harriet Potter está enamorada de Cedric Diggory"
Mientras sus amigos hablaban de los incidentes en los mundiales de quidditch, acerca de los Mortifagos, la marca tenebrosa y la seguridad mágica que fue burlada en sus propias narices, Harriet se la paso pensativa como el apuesto joven Hufflepuff había robado su corazón sin haberse dado cuenta. El chico no solo era arrebatadoramente apuesto, sino que tenía una belleza interna atrayente, fue justo al querer repetir el partido de quidditch el año pasado cuando se enteró que fue atacada por Dementores, paciente cuando la sostuvo con delicadeza en sus brazos mientras ella estaba asustada de caer por el Traslador, leal cuando la busco después del ataque de los Mortifagos sin importar el peligro al cual podría exponerse y tan considerado en ceder su dulce anteponiendo su apetito por ella.
"Flechada ante un auténtico Hufflepuff"
Suspiro lentamente, de ahora en adelante debía domar sus emociones y evitar que su extraño cabello delatara su vergüenza.
Al llegar a los carruajes que la llevarían a Hogwarts ignoro las sombras que jalaban de estos, abrazo a sus amigas, saludo a sus compañeros y fue fotografiada por Colin después de un largo abrazo. Una vez sentados en el gran comedor Harriet se dio cuenta que ese verano muchos alumnos se habían estirado, y las chicas lucían más curvilíneas... "La pubertad", pensó mientras la ceremonia del sombrero seleccionador se daba, desconectándose, pero aplaudiendo mecánicamente a cada alumno de primero que termino una de las casas de Hogwarts. Pocas veces prestaba atención a su cuerpo, aún seguía siendo la chica de su generación más pequeña, su cuerpo seguía siendo delgado, pero unas tímidas curvas estaban desarrollándose tan silenciosamente que apenas notaba el cambio. Sintió como algo feo trepaba por su garganta: envidia.
No era la primera vez que la sentía, de hecho, cuando estaba con los Dursley y estos salían de paseo familiar, Harriet se quedaba sola en casa sintiendo envidia por ser dejada atrás, envidia por siempre estar sola, envidia por no tener padres... antes que ese feo sentimiento siga creciendo hiso lo que siempre hacia, retenerlo y empujarla hacia abajo. Después de todo ya no importaba nada, había conocido a una gran mujer, Elise la cuidaría y ella también, eran sobrevivientes.
Tan metida estaba en sus pensamientos que se sorprendió de ver una mano en su campo de visión. Era uno de los gemelos Weasley quien ya había acabado de cenar.
- Tierra llamando a princesa, ¿Estas bien?
- Si... solo un poco pensativa, ¡Oh!, un nuevo corte de pelo.
- ¡Si!
- De por si es difícil diferenciarlos, ya casi lograba diferenciarlos y ahora se cortaron el pelo; tendré que iniciar de nuevo - se quejó Ron.
- Ha ha ha- rio el gemelo- ¡Esfuérzate entonces!
Harriet miro a Ron sin entender.
- La verdad era muy fácil adivinar quién es quién, ¿Quieres escucharlo? - Harriet volteo a ver al otro gemelo, quien tenía una actitud malhumorada
- Quiero- respondió el.
- Fred tiene una cara más redondeada mientras que el rostro de George es más alargado; Fred tiene una cicatriz en la ceja izquierda- Harriet se paró de su asiento y se acercó al gemelo arisco, alzo su mano y toco con gentileza el cuello del muchacho- Y George tiene un lunar único en el cuello, su voz es más suave mientras que de Fred más gruesa.
Harriet retrocedió un paso respetando el espacio personal de George.
- Y George tiene un gran corazón como para perdonar a una chica impulsiva que no piensa en las consecuencias de sus actos.
Fred la veía impresionado, George con un rubor en el rostro que Harriet no supo comprender.
“Bueno, al menos ya no parece molesto; invadir su espacio personal fue osado… no volveré a hacerlo”
El momento fue interrumpido por Malfoy quien insulto a los Weasley y provoco a Harriet; hasta que Dumbledore pidió atención porque tenía que comunicar noticias, presento a la nueva profesora de Historia de la magia Sophie Wilson despertando la curiosidad del alumnado, también informo que el nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras seria Alastor Moody, susurros se escucharon por todo el comedor, pero Dumbledore no paro de hablar dando un anuncio que enfado a todo el alumnado: ese año nadie jugaría quidditch. Los reclamos no se hicieron esperar, todos los alumnos indignados por prohibir su deporte favorito.
El cielo del comedor, antes oscuro interrumpió las palabras de Dumbledore con truenos y relámpagos… como si estuviera enfadado por algo, asustando a los alumnos; pero un hechizo lanzado desde un rincón del comedor calmo por la fuerza el cielo, dejándolo despejado, los alumnos giraron hacia quien lanzo el hechizo.
- ¿Quién es él?
- ¡Es Alastor Moody!
- ¿Qué?
- ¿No estaba retirado?
- ¡Es el mejor auror de todos!
- Se dedicó a cazar magos tenebrosos luego de quien-sabes-quien desapareciera.
- ¡Es una leyenda!
Los parloteos se hicieron más fuertes a medida que el hombre con más cicatrices en el rostro y la piel expuesta de su cuello y manos de las que se pudiera contar con solo un vistazo caminara por medio del comedor en dirección a la mesa de profesores, era un hombre mayor, desaliñado, le faltaba un pedazo de nariz, uno de sus ojos fue reemplazado por uno giratorio mágico, cojeaba de una pierna.
- Mione- susurro Harriet- ¿Por qué no se curó las heridas con magia?
- Cuando eres herido por magia oscura ningún sanador podrá curar con normalidad la herida- respondió Hermione con otro susurro.
El cazador de Mortifagos se acercó al director quien recibió afectuosamente…
- Gracias por venir, viejo amigo- agradeció Dumbledore.
- Estúpido techo- refunfuño Moody.
Harriet sabía que su abuelo era alguien muy importante en la comunidad mágica, pero moría de curiosidad por saber en qué circunstancias esos dos hombres se conocieron; aunque una visita al despacho de su abuelo no haría mal a nadie, ¡deseaba tanto saludar a Fawkes!, compro unas golosinas que un dependiente de callejón Diagon dijo gustar mucho a los fénix.
Dumbledore informo que Hogwarts fue elegido como sede del famoso Torneo de los tres magos, emocionado a todo el mundo, que olvidaron la suspendió de quidditch; los competidores llegarían el 31 de octubre, emocionando a todo el mundo.
Había algo extraño con Alastor Moody, siempre que Harriet lo veía estaba tomando algo de una petaca en lugar de tomar bebidas disponibles de la mesa de docentes.
- Harriet, Harriet- llamo Lavender.
“No creo que sea jugo de calabaza”
- ¡Harriet!
La pelinegra dio un salto de susto en su asiento, Lavender, su querida amiga la llamaba con fervor, parecía muy entusiasmada de algo.
- ¡Harriet!, ¡Este año definitivamente te domare!, ¡Vamos a la recamara! - chillo la chica de pelo con rizos castaños.
Los alumnos que escucharon a la joven jadearon de sorpresa, otros se atoraron con sus bebidas, alrededor de Harriet se escuchó como tosían, inclusive la mesa de los Slytherin, Theodore Nott se rio audiblemente.
- ¡¿Qué?!- chillaron Hermione y Ron.
- ¡Por fin conseguí un hechizo para domar tu rebelde pelo!, no perdamos más tiempo, ¡Vamos! - grito entusiasmada Lavender.
Sin esperar nada más agarro a Harriet de la mano y se la llevo a la sala común de Gryffindor, no sin antes gritar que esperaba también a Hermione debía apresurarse en acompañarlas.
- Eres muy amable Lav pero yo estoy bien así…- fue lo último que se escuchó de la pelinegra al desaparecer del gran comedir.
- ¡Vale Frigus! - grito Lavender, apuntando su varita hacia el cabello de Harriet, realizando movimientos verticales rápidos.
Harriet, quien ya se encontraba en pijama, sentada en su cama, sintió que su pelo se humedecía levemente, de repente su flequillo le tapo la vista.
-Retrete...
- ¡Tijeras!, ¡Necesito tijeras Parvati! - grito emocionada Lavanda.
- ¡Aquí! - aprecio Parvati a la velocidad de la luz, con el objeto afilado en la mano.
Le saco los lentes, colocándolo en su mesita de noche, Lavender corto el flequillo de Harriet, el largo necesario para poder ver sin problema alguno. Al terminar le volvió a colocar los lentes, retrocediendo unos pasos para poder ver su obra, mientras Hermione, Fay, Parvati se acercaron a su lado, mirando atentamente a Harriet.
- ¿Ocurre alfo malo? - pregunta ella.
AAAAAAAAAAAAAAAYYYYY
- ¡¿Qué ocurre?! - pregunto asustada Harriet.
- ¡Quedaste divina! - grito la ahora ya no tan tímida Fay.
- ¡Como una moneda reluciente! - gimió Parvati.
- Estas hermosa Harriet- confirmo Hermione- Lavender, ¿Cómo lograste esa hazaña?
- Cogí los pelos de Harriet de su almohada el año pasado hasta lograr tener un mechón y en vacaciones les pedí a las mujeres de mi familia un hechizo para peinar ese mechón, una a una fracasaron hasta llegar a mi abuela paterna, ¡Me enseño mucho!, definidamente frecuentare más a esa sabia mujer, ¡Ahora es tu tuno Hermione!
Cuando lavender termino con Hermione, Harriet entendió el entusiasmo de sus amigas, Hermione no solo estaba más bonita, sino que se veía como una versión nítida, como si todo ese tiempo la habría visto borrosa pero ahora "relucía" con claridad.
- Si fuera un chico, definitivamente me tendrías a tus pies Mione- la boca de Harriet se movió por su cuenta.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY-chillaron Fay, Lavender y Parvati, sus gritos resonaron por toda la habitación asustando a Harriet por segunda vez al día, perdiéndose el gran sonrojo de Hermione.
Notes:
Otro miércoles y otro capítulo subido, gracias por leer hermosas personitas.
Chapter 23
Summary:
Nuevos profesores, clases cada vez más exigentes; la llegada de las escuelas mágicas para competir en el torneo de los tres magos y una muy necesaria herida que curar de Hermione que Harriet está dispuesta a tratar.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El inicio de su año académico empezó con historia de la magia, su profesora, Sophie Wilson, mujer delgada, piel caramelo, pelo negro, amante de los colores pasteles, era una increíble docente que sabía cómo hacer que la magia cobrase vida... literalmente, tenía figuritas de todas las especies mágicas, dio un repaso rápido de todo lo que habían estudiado con el profesor Binns, gárgolas, magos medievales, duendes, elfos, centauros, y gigantes fueron cobrando vida con el encanto "Locomotor", fascinando a los alumnos, luego hizo una introducción a lo que estudiarían ese año. "Rebelión de los duendes y guerras de los gigantes"
- No somos niños, que maestra tan infantil.
- Pero te quedaste boquiabierto viendo como hipnotizado las figuras- dijo Hermione- sinceramente agradezco que Dumbledore por un cambio de docente tan positivo.
- ¡Y nadie se durmió! - festejo Harriet.
En clases de encantamiento, practicaron hechizos estimulantes, fue una sesión muy animada; pociones siempre igual de intimidante, Harriet se hallaba avergonzada de haberlo llamado papá el año pasado y al mismo tiempo molesta porque el docente haya divulgado la verdadera naturaleza de Lupin haciendo que el hombre lobo renuncie y abandone Hogwarts... la cabeza se le lleno de preguntas ¿Se habría acabado ya la mochila llena de alimentos?, ¿Aun tendría chocolates?, ¿Cómo estaría Sirius?, ¿Cuánto de las pociones multijugos ya había usado?, tan metida estaba en sus pensamientos que no oyó la pregunta del profesor Snape.
- Disculpe, ¿Qué?
- ¿Se encuentra enferma señorita Potter?
- No señor.
- Entonces no veo impedimento que evite nombrar los ingredientes de la poción agudizadora del ingenio.
- Escarabajos machacados, bilis de armadillo, raíz de jengibre, bazo de tritón... bien hecha, la poción no solo hace que la persona piense con claridad, sino que actúa como antídoto para el encantamiento Confundus.
- Correcto, le recomiendo que preste más atención a clase; ahora tal parece que muchos se beneficiaran de la tarea de hoy: Poción Agudizadora de ingenio- dijo el profesor Snape arrastrando las palabras, sonando aburrido.
En Herbología aprendieron el encantamiento Herbivicus, usado para acelerar el crecimiento de las plantas, haciéndolas florecer.
"Sera el primer hechizo que haga cuando mi detector de magia se desvanezca... ¡el jardín de abuela Elise se verá estupendo!"
En trasformaciones la profesora McGonagall miro con orgullo a Hermione y Harriet, fueron las únicas en trasformar con éxito un erizo a alfiletero. La pelinegra por fin había logrado dominar el arte de las trasformaciones, requería una concentración absoluta, pensar en las formulas y las características de los objetos a cambiar. En clases de encantamiento, Harriet se esforzó por aprender el encantamiento convocador, grito Accio tan fuerte que casi se golpea con el objeto que voló con rapidez a su dirección; en astronomía aprendieron nuevos nombres y movimientos de estrellas... en cuidado de criaturas mágicas, Hagrit les presento un Escreguto de cola explosiva, intimidando a toda la clase. Cambio adivinación por estudio de runas antiguas, sorprendiéndose de ver a Malfoy en esa clase electiva. El joven pelirrubio quien le ganaba ahora por una cabeza de altura, sonrió altaneramente al verla.
- Tendrás que esforzarte por seguir de la materia Potter, has pasado todo un año en adivinación, mientras que este será mi segundo año en runas, estas atrasada en el curso y en lo que a mí respecta... Estoy sobre ti.
Theodore Nott se rio de las palabras del rubio, Harriet lo miro sin entender.
- Eso no es divertido- dijo ella frunciendo el ceño.
- Oh claro que lo es- Nott se acercó a ella y le cogió un mechón de su ahora manejable pelo, enrollándolo en su dedo- Solo que aun eres muy joven para entender chistes de doble sentido... y esos son los mejores.
- ¡Nott! - gritaron Malfoy y Hermione al mismo tiempo.
- Nott, suelta a Harriet.
- Theo, no pierdas el tiempo con Potter; las clases iniciaran pronto, tomemos asiento.
El pelinegro Slytherin soltó el mechón de pelo de Harriet para acariciarle la cabeza.
- Tu pelo cambio... está más manejable, más liso.
- Gracias a un hechizo, ¿Quieres la receta?
Nott soltó una gran carcajada y se retiró con un ceñudo Malfoy a su pupitre; Harriet, perdida, intento entender lo que acababa de pasar oyendo la conversación de lo Slytherin, pero apenas pudo escuchar palabras como "aun no entiende" o "verde como una manzana". Decidió no darle mayor importancia al asunto, tomo asiento con Hermione y se esforzó por ponerse al día... estaba segura que Mione la ayudaría con cualquier duda, usaría el tiempo que debió ser para practicar quidditch para nivelarse en runas.
La clase más esperada, defensa contra las artes oscuras, dictada por la leyenda Alastor Moody, hombre arisco que enseño las maldiciones imperdonables, fue dictada de forma práctica... aunque usarlas era un pase directo a Azkaban, al profesor no pareció importarle, y sinceramente nadie parecía dispuesto a delatar al auror leyenda. Empezó con la maldición "Imperius", lanzándolas a alumnos al azar, ordenándoles comportarse tontamente, imitar animales, y hacer proezas que parecían imposibles.
Cuando Moody vio a la pelinegra, apunto su varita sin dudar y la maldijo para que suba al escritorio de un salto, Harriet sintió como un extraño calor recorrió su cuerpo y una voz en su mente intento gobernar sus pensamientos, era la insistentemente voz del profesor Moody ordenándole hacer algo absurdo, ¡No tenía ningún sentido que salte encima del escritorio del docente!, llevaba falda por el amor a Merlín.
- No gracias señor- repuso educadamente, aunque su boca se sentía entumecida.
Los presentes se sorprendieron por su comportamiento, Harriet no entienda el porqué de sus actitudes, aunque se sentía algo lenta física y mentalmente, su cuerpo se movía tan lento como si estuviese bajo el agua y su agudeza mental igual... era frustrante.
- Dije que salte al escritorio, ahora- repitió Moody volviendo a lanzar el maleficio Imperius.
- No lo hare profesor, no es adecuado- respondió Harriet, esta vez con mayor claridad.
El ex cazador de Mortifagos la vio impresionado, al igual que el resto de la clase, la lucidez volvió al cerebro de Harriet y entendió porque todos se veían sorprendidos, ella fue la única de la clase en oponerse al maleficio.
- La primera en luchar contra el maleficio, espero que todos lo intenten tan bien como ella, ahora un poco de historia básica... este maleficio dio muchos dolores de cabeza al ministerio, en la primera guerra mágica muchos magos y brujas alegaron estar bajo la influencia del maleficio Imperirus cuando siguieron las órdenes de ustedes-saben-quien. La gran duda es ¿Cómo saber quién no engaña? Neville Lonbontong, nombre otro maleficio.
- Existe... existe el maleficio Cruciatus- respondió intimidado el joven.
- El maleficio del dolor, provoca un dolor intenso en la victima, si se usa por mucho tiempo tiene la capacidad de romper nervios y mentes. Practicarlos con ustedes seria de mal gusto...
El profesor se acercó a su escritorio cojeando, pero apoyado de un largo bastón de madera, llego hasta unos los recipientes de vidrio y extrajo un ambipligio, lo encanto para que aumentara de tamaño, más grande que la palma de su mano para que pueda ser apreciado por todos los alumnos; lo coloco frente a Neville y grito:
¡Crucio!
El arácnido se retorció de dolor, por primera vez en su vida Harriet escucho el grito de dolor de un ser que creyó sin voz, doloroso de escuchar y de ver, Hermione salto de su asiento en defensa de la criatura y Neville, quien se veía blanco como una sábana. El docente paro el hechizo, tomo al arácnido entre su mano y lo coloco encima de un libro de Hermione.
- Tal vez pueda decirnos el ultimo maleficio imperdonable.
Hermione no respondió verbalmente, se limitó a negar con la cabeza.
- ¿No?... - Moody apunto su varita a un débil arácnido y grito- ¡Avada Kedavra!
Una luz verdusca paralizo al arácnido... estaba muerto.
- El maleficio asesino, solo una persona ha sobrevivido y está en este salón.
El docente se acercó a la persona de quien hablaba, Harriet Potter, este le miró fijamente y procedió a tomar un trago de su pateta.
- Eso fue horrible- dijo Harriet mientras descendían por las escaleras a la siguiente clase.
- Con razón son imperdonables, ¡No debió hacerlos en clase! - protesto Hermione.
- ¿Y vieron a Neville? Parecía que iba a llorar en cualquier minuto; me pregunto porque tanto impacto, pensé que le gustaba la herbolaria no los insec...
El trio de oro se quedó quieto cuando notaron a Neville en la escalera, miraba a la ventana, pero más parecía perdido en sus pensamientos, ignorando por completo la presencia de los Gryffindor.
- Neville...- Hermione intento consolarlo, pero fue interrumpida por el profesor Moody que apareció de la nada, agitado, invitándolo a tomar un té calmante, preocupado por su reacción en clase y decidido a mostrarle algo tan interesante que estaba seguro lo haría salir de su letargo, arrastrando al callado chico a su lado, volvieron al salón de clase.
"Así que no esta tan chiflado como para no sentir empatía"- pensó Harriet viéndolos desaparecer escaleras arriba.
Los días pasaron, Harriet aprendía nuevos hechizos y estudiaba runas antiguas en sus horas libres, extrañaba el quidditch, pero secretamente agradecía tener más tiempo, runas era más complicado de lo que creyó, letras parecidas, símbolos casi igual con significado completamente diferente, comenzaba a frustrar a Harriet.
- Es simple si mantienes la mente abierta Harriet- consolaba Hermione en sus sesiones de estudio en la biblioteca.
- Mione, tu eres brillante, no pretendo alcanzarte académicamente- suspiro Harriet- me basta con ser mejor que Malfoy y patearle su petulante trasero sin violencia ahora que no hay quidditch.
Hermione rio, Harriet sonrió mostrando todos sus dientes y la bibliotecaria Madame Pince frunció el ceño exigiendo silencio.
Hasta que por fin el esperado 31 de octubre llego, todos los alumnos vieron maravillados aparecer en el cielo un carruaje azul claro tan grande como una casa, pero hermoso como salido de un cuento de hadas siendo jalado por docena de caballos blancos alados, otros gritaron de asombro al ver un barco salir de debajo de las frías aguas del rio que colindaba con Hogwarts, desplazarse sin daño alguno, parecía un buque de aspecto esquelético con inmensas velas. Esas eran las escuelas competidoras.
En el banquete de Halloween, Dumbledore presentó a los competidores: las increíblemente atrayentes bellas señoritas de la Academia Beauxbatons, quienes se presentaron con elegancia, ataviadas con lindos vestidos azules acompañado de unos gorritos encantadores también azules, se movían con tanta gracia que no hubo alumno en Hogwarts a quien no encantaron, incluido Harriet, esas encantadoras mujeres debían ser míticas sirenas y no simples brujas, cuando de repente sintió que alguien la miraba, incomoda buscó al responsable hasta hallar a Malfoy, que la miraba molesto; Pansy Parkinson estaba súper pegada a él como si de una enredadera se tratase.
“¿Y a él que le pasa?”, “Si le molesta tanto ser estrangulado por Parkinson… ¿Por qué se ve molesto solo conmigo? Los Malfoy no saben expresarse adecuadamente”
Luego entraron los alumnos de Instituto Durmstrang, mostrando fuerza y agilidad, con maniobras difíciles de ejecutar tras sus pesados abrigos y gorros; si los competidores querían causar impacto, definitivamente lo lograron, los directores saludaron cordialmente a Dumbledore, la directora de la Academia Beauxbatons era una mujer más grande que Hagrit, Madame Olympe Maxime; mientras que el director de Durmstrang, Igor Karkarov, hombre de mediana edad con la dureza de haber soportado mucho en su vida saludo a Dumbledore con un abrazo, viejos conocidos definitivamente.
El festín fue más variado de lo normal, con comidas exóticas del país de origen de cada escuela competidora.
Desde la distancia Harriet pudo ver en la mesa de profesores como Hagrit actuaba con torpeza frente a la directora Maxime, la mesa de profesores interactuó con los docentes de los colegios competidores, hasta el profesor Snape tenía un mejor semblante, conversando relajadamente con el director Karkarov.
- Esta vez los elfos se lucieron. ¿No, Mione?
- Ellos siempre se lucen Harriet… lástima que no gocen de sueldo.
Hermione se enteró gracias a Ron que eran los elfos domésticos quienes preparaban siempre todas las comidas de Hogwarts y cuando se enteró que estos no cobraban nada, decidió hacer una huelga de hambre pacifica, pero cuando eso no parecía ayudar a su causa, fundo la plataforma élfica de defensa de los derechos obreros, P.E.D.D.O si se abreviaba. Ahora que su estómago salió de la huelga de hambre pacifica Hermione comió como un náufrago, cuando Ron hiso un ademan de molestarla, Harriet con velocidad digna de la buscadora de Gryffindor entrelazo sus manos con la del pelirrojo, captando su atención de inmediato, que giro a mirarla.
- Shhh, no hagas comentarios negativos… Viktor Krum podría oírte Ron.
Decir eso tuvo un efecto más que mágico en Ron, quien se comportó con propiedad y educadamente… a Harriet le enterneció el corazón al verlo tan ilusionado, lástima que Krum estaba rodeado de fans, pero pareció que solo estar en el mismo lugar que su ídolo era suficiente para su pelirrojo amigo.
- Si este año no peleas ni una vez con Hermione tal vez pueda conseguirte su autógrafo- insinuó Harriet.
- ¿Puedes hacerlo? - Ron abrió los ojos muy sorprendido.
- Eso espero... Soy la niña que vivió, eso debe servir para abrir puertas ¿no?, aunque el chico parece muy intimidante si soy sincera.
- Eres la favorita de Snape, podrás con Krum- afirmo Ron llevándose con propiedad su ultimo pedazo de carne de su plato, comer con modales hizo que sea el último en terminar su cena.
- ¿Qué?, ¿Cómo que la favorita?, Ron estas muy confundido, el favorito del profesor Snape es Malfoy.
Antes de que Ron pueda replicar, Dumbledore se levantó de la mesa de profesores y explico en qué consistiría el torneo de los tres magos: pruebas desafiantes no apto para asustadizos, hechas para llevar al límite al competidor; el ganador obtendría la gloria eterna, un premio monetario y la copa de los ganadores. Una de las reglas del torneo fue dicha por el representante del ministerio, el jefe de seguridad mágica, Bartemius Crouch, quien informo que por seguridad se decidió que solo participarían alumnos no menores de 17 años.
Dicha regla hiso que todos los menores de 17 protestaran audiblemente con abucheos y gritos, Dumbledore callo a los alumnos pidiendo silencio, luego procedió a enseñar el cáliz de fuego, indicando que solo las personas que estuvieran dispuestos a someterse a grandes peligros podrían colocar sus nombres en un pedazo de pergamino y arrojarlas al cáliz.
“El cáliz de fuego permanecerá en el gran comedor por una semana, tiene siete días para poder pensarlo con calma y decidir, una vez puesto su nombre como competidores no habrá marcha atrás, si son elegidos deberán participar, aunque tengan miedo. Dentro de siete días el cáliz de fuego elegirá a los ganadores, uno de cada escuela mágica… ¡Tres competidores peleando por la gloria eterna!”
La emoción del alumnado se escuchó en formas de aplausos y gritos alegres.
Y mientras los días pasaban rápidamente, muchos alumnos colocaron sus nombres en pedazos de pergamino, ávidos de gloria y honor.
Una gran peculiaridad que Harriet noto fue las dos escuelas mágicas invitadas tenían sus propios docentes, y fueron habilitadas nuevos salones de clases, estar lejos de sus terrenos no impedía que aprendieran, se tomaban muy en serio la educación mágica.
El cáliz permaneció en el gran comedor, sus llamas azules pacientes de recibir el pergamino que cualquier alumno desee participar. Día y noche, quieto, recibiendo y esperando, brillando en la oscuridad cuando las velas del gran comedor se pagaban y todos se iban a dormir, momento en el cual la silueta de un hombre ingreso en el gran comedor, cerro tras de sí las grandes puertas, evitando que el grito que lanzo apuntando su varita al brillante objeto se escuchara por todo el castillo.
Cuando llego la fecha límite para participar en el torneo, solo quedaban curiosos alumnos sentados, refugiados de la lluvia torrencial de noviembre, viendo a los ultimo valientes echar su nombre bajo el fuego. Cedric Diggory llego acompañado de sus amigos, que lo alentaron a llegar al cáliz, Cedric cruzo una extraña línea blanca flotante, coloco su pedazo de pergamino, viendo como el cáliz consumía su nombre, aceptándolo como participante, todo el alumnado incluido Harriet y sus amigos, aplaudieron con alegría… aunque muy dentro suyo temía que el apuesto Hufflepuff tuviera que enfrentar peligros más allá de sus capacidades.
Cedric la vio y se acercó a ella sonriendo, desordenando su cabello cariñosamente, ignoro sin desearlo a Ron y luego se alejó de ella para ir con sus amigos.
“Es amable como un hermano mayor…. Eso duele”- suspiro triste Harriet.
- La gloria eterna… asombroso, en tres años podríamos ser elegidos- soñó Ron.
- Que te elijan a ti, no a mí.
- ¿Qué?, ¿Por qué no…- Ron se chocó con Neville quien casi suelta un libro que tenía entre las manos, el muchacho estaba tan ensimismado que apenas susurro una vaga palabra: “increíble”
- Ron, ¿No escuchaste a Dumbledore?, ¡Los participantes pondrán en peligro su vida!, su capacidad mental y física será puesta a prueba… ¿Y si te enfrentan con tu peor miedo?, ¿Si de alguna forma rebuscan en tu cabeza y te enfrentan con Aragón?... el torneo parece emocionante a simple vista, pero es peligros, lo suficiente para que un representante del ministerio esté involucrado.
- ¡Correcto!, al fin alguien con cerebro- afirmo Hermione- Ahora aprovechemos el tiempo para planear como liberara los elfos de Hogwarts, tomen asiento, PE.D.D.O aún tiene un gran trabajo por delante que no se hará solo.
A Harriet le pareció admirable el comportamiento de Hermione, aunque por lo que sabía los elfos amaban servir a los magos, considerándolo un gran honor… ¿Cómo Hermione podría cambiar una mentalidad como esa?
Salió de sus pensamientos cuando escucho a los gemelos alardear de haber logrado encontrar el método para burlar la prohibición de edad, asegurando poder colocar sus nombres en el cáliz; Hermione sonrió burlonamente pero se mantuvo en silencio y Harriet entendió el motivo de esa mueca, la primera vez que Harriet había visto esa línea blanca que rodeaba al cáliz había girado a preguntar directamente a su amiga, ella le informo que aquello era la línea de la edad, puesta por Dumbledore para evitar que los menores de 17 colocaran sus nombres en el cáliz.
- Ese hombre es un genio- silbo Harriet.
Hermione se quedó callada observando a los gemelos tomar una poción para envejecer unos cuantos años, quizá la Hermione de primer año abría alardeado de su conocimiento con los hermanos Weasley, pero la Hermione de cuarto año era mucho más tranquila, ya no sentía la necesidad de ir corrigiendo a todo el mundo, porque entienda que equivocarse también era una gran lección. Los gemelos cruzaron la línea de la edad, colocaron sus nombres y celebraron su hazaña ante el alumnado, pero a pocos segundos fueron expulsados por los aires hasta aterrizar en el suelo, donde se pelearon luego de ver los efectos de su poción, habían envejecido demasiado surgiéndoles grandes barbas y pelo blanco, el alumnado divertido del resultado apoyo la pelea de dos ancianitos refunfuñados. Pero todos se callaron al ver a un grupo de Durmstrang, entrando al gran comedor, liderados por Viktor Krum, acompañándolo al cáliz, este coloco su nombre y vio arder su pergamino, siendo aceptado como competidor, sus amigos de su escuela mágica festejaron a su estrella. Los jóvenes de Durmstrang se retiraron detrás de Krum, pero este detuvo momentáneamente su andar para observar a Hermione, coloreándose levemente las mejillas y Harriet no pudo evitar susurrar emocionada cuando el búlgaro se retiró:
- Mione, ¡Mione!, ¡Le gustas a Krum!, por Merlín, ¡Le gustas!
- ¿De qué hablas Harriet? - Hermione dejo su pergamino lleno de ideas de como liberar a los elfos, para centrarse en Harriet.
La ojiverde parpadeo como confundida, había sido muy clara con Mione, pero esta no parecía entender y menos darse cuenta de lo que acababa de suceder.
- ¡Mione!, debes estar bromeando… ¿No te diste cuenta que Viktor Krum se sonrojo cuando te vio?
Ahora fue Hermione quien parpadeo sin entender a Harriet.
- ¿Krum?
- Si.
- ¿Viktor Krum?
- ¡Si Mione!
Hermione se echó a reír como si Harriet le hubiese contado la broma más divertida del mundo.
- Mione, no es gracioso.
- Claro que si… ¡¿Yo?!, ¿Gustarle a una súper estrella?
Harriet frunció el ceño, ahí estaba el más grande defecto de Hermione, floreciendo ante ella, un defecto escurridizo que estaba latente desde el primer año, su incapacidad para aceptar elogios, su errada visión acerca de su aspecto físico, “insuficientemente femenina”, como para interactuar más con la población femenina, incapaz de tener simples charlas triviales … y ahora creer que nadie podía llegar a interesarse en ella en un aspecto romántico.
Era hora de arrancar esas feas creencias, por la raíz, sin anestesia; su mejor amiga valía la pena.
- Eres hermosa.
Hermione paro de reír histéricamente y se quedó viendo a Harriet sin entender el repentino cambio de conversación.
- ¿Qué Harriet?
- Dije eres hermosa y muy atractiva.
- Harriet, basta, esto tampoco es gracioso.
- No digo cosas graciosas, digo la verdad; eres hermosa, atractiva, inteligente.
- Harriet basta, basta.
- Hermosa, atractiva, inteligente, bondadosa.
- ¡Basta! - Hermione se levantó de su asiento con intenciones de abandonar el gran comedor, pero Harriet fue más rápida, como una buena buscadora de Gryffindor, atrapo la mano de Hermione, la obligo a volver a su asiento y la abrazo.
- No sé el cual fue el problema que origino esto Mione, no lo sé, pero sé que ya no debes evadir halagos, sentirte incomoda ante elogios, creer que no puedes tener charlas triviales con otras chicas o creer que ningún chico interesante puede fijarse en ti. Puedes tener todas esas experiencias positivas, mereces halagos, cada uno de ellos solo por ser tú.
Hermione intento luchar, liberarse de sus brazos, pero Harriet no cedió.
- ¡Suéltame!
- ¡No!, estaré siempre a tu lado Mione.
- Eres muy terca.
- Esto me recuerda cuando nos hicimos amigas en el baño, el primer año... ¿Qué recuerdos no?
La tensión en el cuerpo de Hermione se esfumo, reemplazada por risa; era tan fresca y sincera que Harriet también rio. Las dos chicas Gryffindor esperaron sentadas hasta la cena, con las manos entrelazadas, apoyada la una con la otra.
- No tienes que contarme que paso Mione si no quieres, lo único que quiero es que aceptes mis halagos porque son verdaderos, querida amiga súper inteligente.
Hermione volvió a reír... ahora ya no de forma histérica. Sea lo que sea que ataba a Hermione ya no estaba más en ella, era como si se hubiese quitado un gran peso de los hombros.
Notes:
Un pequeño paréntesis para la evolución de Hermione. El próximo capítulo tratara más de la selección de ganadores. Gracias por leer, nos vemos el próximo miércoles bellas personitas. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 24
Summary:
La selección de los competidores para el torneo de los tres magos, la inesperada cuarta competidora, los celos de Ron, apoyo sorpresa y una mala periodista.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Poco a poco el gran comedor se fue llenando de más estudiantes, todos apiñados para escuchar el nombre de los ganadores. Dumbledore acompañado por los maestros, directores de las escuelas competidoras y el jefe de seguridad mágica dio inicio a la selección del cáliz, el primer pedazo de pergamino que expulso fue de la estrella del quidditch Viktor Krum, representando a Durmstrang; por parte de la academia de magia para señoritas la ganadora fue Fleur Delacour y el ultimo pedazo quemado de pergamino, representando a Hogwarts Cedric Diggory.
Harriet aplaudió, como todos los alumnos, por el joven Hufflepuff; se decía que el cáliz elegiría solo a los mejores alumnos representes de cada colegio mágico, lo suficientemente fuertes para superar las pruebas, pero ella no pudo evitar sentir preocupación por el amable joven, apretujándole el corazón.
“No me gusta ver la cara de los vencidos, es muy doloroso”-recordó Harriet las palabras de Elise.
Esperaba que lo único horrible que debía enfrentar fuera la derrota… pero ¿Y si le pasaba algo malo?, Y si no podría con los desafíos?, ¿Y si una prueba atentaba contra su vida y la hermosa luz de sus ojos se apagaba? Ahí estaba uno de los tantos defectos de Harriet: un espiral descendiente de preocupaciones; así que hiso lo de siempre, enterarlas muy dentro suyo. Sacudió la cabeza, centrándose en el presente y aplaudió con renovado entusiasmo al ver como Cedric se dirigía a la zona de ganadores, un anexo al gran comedor, lugar donde se dirigieron los otros dos campeones.
Mientras Dumbledore mostraba al resto del alumnado el premio del torneo “La copa de los tres magos”, dio la espalda al cáliz de fuego, perdiéndose el extraño brillo emitido por sus llamas azules; solo cuando nota al profesor Snape mirar sorprendido fijamente al objeto mágico detrás suyo, deja de hablar para prestar atención al cáliz, acerándose a tiempo para coger en el aire un pedazo de pergamino quemado, con genuina curiosidad y sin entender que está pasando, lee el contenido del pergamino.
- Harriet Potter…
Es apenas un susurro, pero en medio de un silencio sepulcral las palabras son escuchadas a la perfección. El anciano hombre busca con la mirada a la nombrada.
Desde su asiento Harriet no da crédito a sus oídos, debió haber escuchado mal; simplemente no puede ser.
- Harriet Potter- vuelve a llamar Dumbledore, esta vez en su voz no hay un ápice de duda, esta vez gira su cabeza, buscando a la pelinegra; no es el único, todos los presentes también intentan ubicarla.
A Harriet se le corta la voz, quiere gritar, esconderse y huir al mismo tiempo.
Los susurros no se hacen esperar.
Su corazón da volteretas en su pecho, a lo lejos escucha a Hagrit negar la realidad repetidamente.
- ¡Harriet Potter! - grita Dumbledore.
La pequeña bruja siente como electricidad recorrer todo su cuerpo, su abuelo jamás la había gritado; Hermione la obliga a levantarse de su asiento, la cara de su mejor amiga esta pálida de miedo… ¿Cómo estaría su propio rostro en esos momentos? Avanza lentamente, se siente mareada, su cuerpo demasiado rígido le impide caminar con normalidad, demasiada perdida en su pánico como para notar la mirada sombría de Ron; siente como si estuviera soñando, la más horrible de sus pesadillas… no, no la más horrible, al menos unos locos no juegan con sus entrañas en este, pero tener la mirada de todo Hogwarts, profesores, fantasmas y colegios invitados viéndola como una criminal la asfixiaba.
Cuando llega al lado de su abuelo, no hay rastro de calidez usual, sus ojos azules zafiro la observan de forma meticulosa, no pronuncia palabra alguna, se limita a entregarle un pedazo de pergamino quemado que contiene escrito su nombre; ella lo coge con una temblorosa mano. Harriet lo mira asustada, sus ojos comienzan a humedecerse, quiere gritar, clamar su inocencia, pero es incapaz de abrir su boca un centímetro.
El anciano director le señala hacia la dirección donde debe retirarse, el mismo lugar donde se encuentran los demás ganadores de las escuelas mágicas.
Avanza mecánicamente, forzando cada paso, su cuerpo nunca se sintió tan pesado, se obliga a seguir la ruta; poco a poco el tenso silencio se rompe, alumnos de todas las escuelas comienzan a quejarse tachándola de tramposa.
“He aquí a la niña que vivió, ahora dejare de serlo para ser llamada la niña tramposa”
Su cerebro maquinaba en su contra, dividido, una parte imaginando los peores escenarios y la otra intentando entender qué demonios estaba pasando, ¡Ella jamás coloco su nombre!
A duras penas logra llegar a la parte superior del gran comedor, la zona de los profesores, todos de pie, mirándola fijamente, instintivamente fijo su mirada en el docente más cercano, el profesor Snape.
“¡Ayúdeme!” quería gritar, quería llorar… su vista ya vidriosa comenzaba a deformar el mundo, lloraría en cualquier momento.
El profesor Snape lo miro perplejo y sumamente pálido.
Fue la profesora McGonagall quien debió ver que se derrumbaría en cualquier momento, quien vino a su rescate, la tomo del hombro con suavidad y la acompaño hacia la sala de ganadores, sacándola del gran comedor.
Harriet intento agradecer, pero su voz seguía sin poder salir.
- Respira Potter, por Merlín, ¡Te estas poniendo azul!
La joven obedeció, no se había dado cuenta que había estado retenido el aliento, ¿Desde cuándo?... aun se sentía mareada.
La docente la hizo descender por un pasaje desconocido.
- Solo avanza Potter, estaré en un momento contigo.
Harriet asintió mecánicamente hasta llegar a unas negras rejas que se abrieron solas ante su presencia, entro, la habitación estaba llena de trofeos, en los rincones, en los estantes; tal parecía ser la habitación de trofeos de Hogwarts, el techo alto habría hecho que se congelase sino fuera por una chimenea, que llenaba el espacio de un agradable calor.
La primera persona que reparo en su presencia fue la bella Fleur Delacour, luego Viktor Krum y al final Cedric, la cara de Harriet debió de ser impactante porque el joven cambio su rostro de sorpresa a preocupación en un milisegundo. No tuvieron tiempo de hablar porque una horda de magos adultos se dirigió hacia el recito liderados por Dumbledore, gritos y gritos llenaron la sala; asustada Harriet retrocedió, pero Dumbledore la acorralo en un pilar, sujetándole por los hombros, unos cuantos trofeos se cayeron a los pies de la joven, pero eso no distrajo al anciano, quien le pregunto si ella había colocado de forma directa o indirecta su nombre en el cáliz, solo la soltó cuando vio sinceridad en su mirada asustada.
- Ni siquiera era mi letra señor- grazno Harriet, aliviada de recuperar por fin su voz.
- ¡Miente!, seguro manipulo el cáliz para que la aceptara como competidora- bramo Madame Maxime.
- No pudo hacerlo, el cáliz de fuego es un objeto muy poderoso, se necesita de magia avanzada y conocimiento que no posee, es imposible- la defendió Alastor Moody.
- Hablas como si supieras mucho del tema Moody, no será que tu…
- Mi trabajo es pensar como lo haría mi enemigo- Alastor se acercó a Igor Karkarov de manera amenazante.
- ¡Ya basta!, peleare no nos ayuda en nada- Dumbledore separo a los magos que parecían profesarse una enemistad del pasado – Tú eliges Barty.
Todos los magos y brujas presentes giraron con expectativas al nombrado, pero él ya tenía una decisión clara.
- Las reglas son absolutas y la decisión del cáliz irrefutable, la señorita Potter no tiene opción, es desde ahora una de las competidoras para el torneo de los tres magos.
Harriet vomitaría en cualquier momento.
Los directores de Beauxbatons y Durmstrang reclamaron airadamente, sumamente molestos por la desventaja numérica, los cometarios mordaces y miradas airadas la abandonaron para centrase en el jefe de seguridad mágica, haciendo que Harriet respirara con normalidad, Cedric aprovecho el momento para acercase a ella.
- ¿Cómo lo hiciste?, ¿Cómo pusiste tu nombre en el cáliz?
- No lo hice- dijo Harriet.
Y sin poder contenerlo más cedió a la presión y se puso a llorar, sin hacer ruido, tal como lo hacía cuando tenía miedo en la alacena de los Dursley y el canto no era suficiente. Cedric la abrazo hasta que dejo de temblar y llorar. No se dio cuenta del tiempo trascurrido hasta que se percató que los magos y brujas se retiraban de la sala.
- ¿Estas mejor? - Cedric la observo atentamente.
- Sí, gracias; perdón por mojar tu uniforme- susurro mortificada Harriet.
- Te creo- Cedric coloco una mano en la coronilla de Harriet, desordenándole el pelo cariñosamente- No pusiste tu nombre en el cáliz… una joven al borde de un ataque de pánico no puede ser una mentirosa; tu no pusiste tu nombre.
El corazón de la pelinegra latió alegre, un sonrojo dio color a su antes pálido rostro; el chico que le gustaba le creía, no la despreciaba. Tuvieron que abandonar pronto la sala de ganadores porque pronto sería el toque de queda.
En la oficina del director, el viejo mago sacaba hilitos plateados de su mente con ayuda de su varita y los arrojaba a una especie de fuente. McGonagall caminaba de un lado a otro, no podía quitarse de la mente que el asunto del cuarto ganador era sumamente sospechoso.
- A mí también me parece más que una coincidencia director Dumbledore, pero si queremos llegar al fondo del asunto y encontrar al culpable, debemos dejar que Potter compita.
- ¿Ofrecerlo como carnada?, te estas escuchando Severus, ¡Potter es una niña, no un pedazo de carne!
Un suspiro resignado se oyó en la oficina, salido de Dumbledore, quien acepto la sugerencia de Severus.
- Alastor.
- ¡Si?
- Vigila a Harriet de cerca… y que no te vea. No quiero más cargas o preocupaciones en sus hombros, ya tiene demasiados.
- Claro que sí, viejo amigo.
- ¿Cómo lo hiciste? - pregunto Ron en la sala común de Gryffindor, una pregunta que todos querían hacer, pero se detenían al ver los ojos hinchados de la pequeña pelinegra.
- ¿Hacer qué?
- Olvídalo.
Un escalofrió recorrió el cuerpo de Harriet, vio a Ron y luego al resto de los Gryffindor… incluso en su casa todas la veían como una impostora.
- Ron… no quise que pasara.
- Pudiste haberme dicho, ¡Pudimos colocar nuestros nombres juntos!
- ¡Yo no puse mi nombre!, ¡No seas tonto!
- ¡Si!, ¡Eso es lo que soy!, ¡El tonto amigo de Harriet Potter!
- ¡RON!, no quiero la gloria eterna… no lo entiendes, ¡Mi vida estará en peligro!
- ¡Mentirosa! - grito Ron acercándose a Harriet amenazadoramente.
- ¡Ron Weasley! - chillo Hermione, separándola de Harriet.
Todos los Gryffindor eran testigos como la amistad del trio dorado era puesto a fuego, Ron, rojo de furia, se retiró a la habitación de chicos.
En medio de la sala común George Weasley estaba tan quieto como una estatua, mirando la escena con su gemelo al lado.
- Por favor, ya fue demasiado con un Weasley por hoy- y sin esperar respuesta alguna se fue a su habitación, seguida de cerca por Hermione.
La pelinegra permaneció acostada encima de su cama, con su hermosa pijama blanca, sin moverse, sin hablar; un silencio tenso se instauro en la habitación de chicas de cuarto año que nadie sabía cómo romper. Pero Lavender Brown no era exactamente nadie, así que abrió la boca.
- Pero mira el lado positivo de esto, cariño- dijo Lavender.
Harriet se levantó de su cama, mirando incrédula a su amiga de pelo rizado manejable.
- ¿Esta pesadilla tiene un lado positivo? -pregunto horrorizada Harriet.
- Claro que sí, ¡tu pelo se veía espectacular, manejable y hermoso!… me atrevo a decir que lo tenías mejor que la ganadora de las Beauxbatons.
La tensión que Harriet sintió en el cuerpo se rompió tras las palabras de Lavender, la miro fijamente y sin poder controlarse comenzó a reír; las demás jóvenes se le unieron… solo Lavender podía hacer esa clase de comentarios. Rio tanto que se cayó de la cama, termino en el suelo, pero no dejo de reír, rio tanto que las lágrimas comenzaron a opacaban su visión, rio tanto que se olvidó del mortal torneo y termino echada en la alfombra sosteniendo su estómago, dolía como si hubiese hecho ejercicios abdominales de quidditch, Harriet se fijó en el resto de sus amigas, todas estaban como ella, en el suelo, dobladas de risa…. Si, estaba en un gran lio, tendría que luchar por su vida una vez más, pero mientras las tuviera a ellas, al final todo saldría bien.
La desconfianza de Ron dolió como una bludger directo en el pecho, pero el apoyo que sintió de sus amigas fue como medicina para su adolorido corazón.
Los días pasaron y si no fuera por sus amigas, Harriet se abría sentido como en segundo año, cuando era vista como una paria por hablar Pársel; aunque ahora era una paria por participar en el torneo sin cumplir la norma de edad, las chicas de su vida la defendían como un escudo contra el rechazo del alumnado.
Ron dejo de hablarle.
- No hagas caso a la escuela Harriet, ahora debes enfocarte en cosas más importantes, meter tu nariz en los libros… tus rivales saben más magia que tú, estás en desventaja estratégica, debes pasar cada minuto de tu tiempo libre estudiando y practicando hechizos de defensa, tu vida podría estar en peligro- sentencio Lavender mirando con seriedad a Harriet.
Parvati, Hermione y Fay se quedaron sorprendidas por la actitud madura de la joven de risos castaños, la misma que no se tomaba nada en serio, ni las tareas dejadas por los profesores o los exámenes finales.
- Pero cariño, yo me encargare de tu look para cada prueba, te verás fabulosa, serás la envidia de cualquier tonto que este ahora en tu contra.
Ahí estaba, la vieja Lavender apareció, la seriedad de antes desapareció y las chicas estallaron en carcajadas.
- Lavender tiene razón Harriet, desde ahora nos dedicaremos a estudiar todo de nuevo…profundizaremos en encantamientos y defensas contra las artes oscuras.
- ¡Oh!, puedo conseguirte pócimas vigorizantes- se ofreció Fay.
- Puedo pedirles a mis padres aceite de lavanda cosechado y hecho artesanamente por nosotros en el verano, ¡es muy relajante! - agrego Parvati.
Harriet las miro y con sinceridad dijo:
- Las amo, gracias… no sé qué haría sin ustedes.
Fay se sonrojo furiosamente, Lavender y Parvati sonrieron complacidas y Hermione le devolvió la mirada sin pena alguna, pero con una gran sonrisa.
Días después, cuando Harriet fue llamada a abandonar la clase de pociones bajo la atenta mirada de todos y conducida a la sala de ganadores, jamás espero encontrarse con los otros competidores; no entendía que pasaba hasta que Cedric le comunico que uno de los más populares reporteros del profeta solicito su presencia para una entrevista.
- ¿Y no pudo esperar a que acabara las clases para la entrevista?
Cedric la miro con sorpresa, no se le había ocurrido esa posibilidad.
Harriet vio a la reportera, mujer baja de cabello rubio lleno de rizos cortos, demasiado maquillada, vestida con un traje apretado verde chillón y tenía un rostro… un rostro extrañamente conocido; había visto ese rostro en una columna del profeta.
- Muy bien, ahora señorita Delacour y señorita Potter, las quiero sentadas en esos sillones blancos. Señor Diggory, detrás de Potter; señor Krum, usted ira detrás de la señorita Delacour… así, ¡Perfecto!, ahora es tiempo de la fotografía; sonrían chicos, esto saldrá en la primera plana del profeta.
“Rita Skeeter”
Una mujer que manipulaba los sucesos y convertía las noticias en grandes tragedias; la razón por la cual se desafilio del diario Profeta.
- Bien, bien… ¿Quién será el primero al cual entrevistare?,¿Quién será el primero? Vamos, no sean tímidos, mis lectores desean saber todos sus secretos… ¿Que sea la más joven? Perfecto.
- No hablaré con usted- negó Harriet- Usted es una mala reportera, distorsiona la información, la manipula, miente. Y le sugiero a todos los presentes cuidar su lengua frente a esta mujer.
Todos los presentes se sorprendieron por las palabras de Harriet, pero Skeeter lo tomo como la broma más divertida del mundo y sin esperar nada, jalo a Harriet en contra de su voluntad a un pasadizo cercano, obligándola a entrar en un armario donde guardaban los suministros de limpieza.
- Aquí es más íntimo, ¿No lo crees?
- ¡Es un armario!
- Así te sentirás como en casa.
Harriet la miro frunciendo el ceño, no le gusto esa comparación, pero fue muy impactante ver qué mundo mágico sabía que Harriet Potter, la niña que vivió, dormía en alacenas… ¿Qué más sabían de ella?, ¿Se abrían enterado de que Harriet defendía la inocencia de Sirius Black?, ¿Qué pensaban de la negligencia con la que fue criada?
- ¿Harriet Potter? - Rita Skeeter chasqueo los dedos cerca de su cara para llamar su atención.
Harriet frunció más el ceño más profusamente, tronar los dedos solo servirá para llamar la atención de los perros.
- ¿Me oyes Potter?, repito mi pregunta, ¿Cómo te sientes al competir con jóvenes que son mucho más versátiles en el arte de la magia, maduros física y emocionalmente que tú?
- No daré ninguna declaración.
- ¿Disculpa?
Notes:
No sé qué paso la anterior semana como para confundirme de día, supongo que muchas cosas en la cabeza un error que no volveré a cometer; gracias por esperar una semana mas y leer mi fic… hasta el próximo miércoles. Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 25
Summary:
Sensacionalista periodista, un encuentro inesperado a media noche y un leve vistazo la primera prueba de los tres magos, desalentaría a cualquiera; lo único bueno era que por cada cosa mala en la vida de Harriet la buena suerte recompensaba con milagros inesperados.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
- ¿Qué es lo que acabas de decir? -Skeeter no cavia de sorpresa.
- Dije que no daré ninguna declaración... ¿Le es difícil entenderme?
- ¿Por qué?
- Tal parece que no me escucho en la sala de ganadores, así que lo repetiré, no pienso brindar ninguna entrevista a tan mala reportera que distorsiona la información para volverla sensacionalista, ¡Por su columna y falsas noticias los magos decidieron ejecutar a un inocente hipogrifo el año pasado!
- ¿Así que todo esto es por un simple hipogrifo?
Harriet sintió rabia viajar por su cuerpo, desde sus pies hasta la punta de su pelo, coloreándolo de rojo.
- Una vida, pequeña o grande sigue siendo una vida, yo respeto eso … tal parece que usted no; me desagrada su manera de pensar.
Sin esperar nada mas Harriet se retiró del armario.
- ¡Esto no impedirá que escriba de ti, mocosa! - grito Skeeter.
Harriet siguió avanzando a la salida, ignorando la luz del flash, no voltearía ni una vez, no le daría el gusto a esa mujer.
- ¡Mione! - dijo de repente Harriet, tras una montaña de libros.
La nombrada la miro sin comprender, también rodeada de libros. Las chicas se pasaban cada tiempo libre estudiando, si Harriet no habría estado acostumbrada a repasar cada año los cursos se habría rendido con ese intenso ritmo de estudio. Madame Pince las riño, solicitando silencio en la biblioteca.
- ¿Qué pasa? - susurro Hermione.
- Me enfoque tanto en mí que olvide darle unos bocaditos a Hedwig y saludar a Fawkes… ¿Podemos tomarnos un descanso de 45 minutos por favor?
- Solo si me traes unos bocaditos a mi también.
- Hecho- sonrió Harriet- Chocolate con menta por contrabando en el acto.
Harriet troto hacia la lechuzeria, alimento a Hedwig con chucherías lechuziles y luego canto Fly me to the Moon, de Frank Sinatra, recordando como su abuelo le dio esa idea.
“- Me gusta que me visites a menudo mi niña y hablo por Fawkes también; pero habrá días donde mi oficina estará cerrada, días en los que deba de salir por asuntos académicos, días donde la puerta este cerrada y días donde no gozaras de mucho tiempo como mimar a Fawkes… escuche rumores de que posees una hermosa voz, los fénix se sienten atraídos por cantos hermosos; podrías usar tu voz para llamar a Fawkes de cualquier parte del castillo. Hay una leyenda en mi línea sanguínea, que dice que un fénix siempre acudirá al llamado de un Dumbledore, en especial si este se encuentra en peligro.
- Pero yo no soy una verdadera Dumbledore.
El anciano la miro con el ceño fruncido, molesto por sus palabras.
- Esta bien- Harriet alzo las manos en son de paz- La costumbre, la costumbre, lo siento abuelo.”
Una brisa cálida seguida de un canto la regreso al presente, Fawkes había llegado, era hora de darle unas extrañas plantas de hojas naranjas moteadas de rojo, que según el vendedor era el aperitivo favorito de los fénix, descubierto por el famoso magizoólogo Newt Scamander; ¡A Fawkes le encanto! Justo cuando estaba a punto de retirarse fue interceptada por una gran lechuza oscura de aspecto salvaje, traía un mensaje de Sirius, la citaba para reunirse en la sala común a media noche… a Harriet se le acelero el corazón, ¿Cómo entraría al colegio sin ser descubierto?
Volvió a la biblioteca con los aperitivos que consiguió gracias a Dobby y siguió estudiando, a cada hora más cerca a la media noche se le tensaba el estómago de los nervios, le hubiese encantado contárselo a Hermione, pero no hubo oportunidad... últimamente siempre estaban rodeadas por sus amigas de dormitorio, en especial de Lavender, quien se convirtió en su estilista personal, quien después de ver que el profeta podía entrevistarle en cualquier momento, se dedicó a embellecerla con complicados encantos que Harriet no tuvo espacio en su mente para memorizar.
- Tú no te preocupes por los trucos de belleza, estarás impecable en todo momento; no dejaremos que el profeta nos vuelva a pillar desprevenidas- canturreaba decidida Lavender.
Cuando llego la hora acordada salió sigilosamente del cuarto de chicas y espero en la sala común. En uno de los rojizos sofás alguien había dejado su copia del profeta, en esa edición hablaban del torneo de los tres magos, había hojas y hojas comentando de los participantes; aunque sabía que era una mala idea abrió el periódico… a veces era curiosa hasta el borde del masoquismo.
- La campeona asustadiza- susurro Harriet, Skeeter había tomado una fotografía suya dando la espalda a la cámara, con el pelo rojizo, huyendo de ella, sin voltear atrás -Harriet Potter, la famosa niña que vivió de 12 años, logro una vez más una hazaña que los magos comunes no podrían: Colarse al torneo de los tres Magos… Lástima que la audacia Gryffindor que la impulso a colocar su nombre en el cáliz de fuego se desvanezca con el pasar de los días. La pequeña niña esta tan asustada que apenas y pudo pronunciar palabra alguna, miedo y lágrimas deforman su infantil rostro-
Harriet paro de leer, aplasto el periódico en sus manos sin importar de quien fuera, hasta convertirlo en una bola de papel gigante y furiosa lo arrojo al fuego de la chimenea.
Psssss
La pelinegra detuvo su rabiar para concentrarse en la chimenea, era usual escuchar crepitar la madera cuando era consumida por el fuego, pero el sonido que salió de esa era demasiado humano para su gusto.
Psssssssss
Fascinada y sin pensar en nada, Harriet se acercó a la chimenea, justo a tiempo para poder ver como la leña y brazas comenzaron a formar un rostro familiar, uno que reconocería en cualquier lugar.
- ¡Sirius! -Harriet grito sorprendida pero inmediatamente se tapó la boca, era media noche, todos dormían, hacer ruido era peligroso y estúpido, tenía que proteger a Sirius - ¿Cómo...?,Esto es peligroso!, pero por Merlín, como te extrañe.
Sirius se veía angustiado y sonaba angustiado, aunque Harriet le aseguro que no coloco su nombre en el cáliz, su rostro permaneció preocupado, le compartió la teoría de un infiltrado en Hogwarts, solo alguien que deseaba herirla seriamente pudo ingresarla como competidora.
- ¿Un infiltrado en Hogwarts?... esto es casi tan horrible como mi pesadilla antes del mundial de quidditch.
- ¿Pesadilla?,¿Por qué no lo mencionaste antes?, me mandas pociones multijugos, gracias por cierto… pero nunca mencionaste alguna pesadilla- Sirius frunció el ceño, las leñas crepitaron, pedazo de brasas volaron en el aire- ¿Tu pesadilla estaba relacionada con Voldemort?
La joven pelinegra lo miro sorprendido.
- ¿Lo era? - insistió Sirius.
- Si…
- No me extraña, cuéntame tu sueño, pero se concisa, mi tiempo por este medio es limitado.
Harriet conto la pesadilla lo más abreviado posible, omitió la parte de como esos retorcidos seres jugaron con las entrañas del anciano jardinero, Sirius no necesitaba saber eso, resumiéndolo solo en “tortura”
- Esto no me gusta… ¿No reconociste al otro tipo de tus sueños?
- No, lo siento, solo note que era el más joven de los cuatro... pero no importa, porque es solo un sueño, jugarretas de mi cerebro inconsciente, ¿Verdad, Sirius?
- Si… solo es un sueño. Pero debes mantenerte alerta Harriet, primero el ataque en el mundial de quidditch y ahora esto, definitivamente hay un infiltrado en el castillo, podría ser el ex Mortifago ahora director Igor Karkaroff, podría ser Barty Crouch que después de enviar a su propio hijo a Azkaban dejo de tener un corazón; desconfía de cualquiera porque quien puso tu nombre definitivamente no es tu amigo.
- No estoy lista para esto Sirius- la respiración agitada de Harriet delataba su nerviosísimo con todo el asunto del torneo.
- No tienes elección pequeña- se lamentó Sirius.
Ambos se sobresaltan al oír unos pasos bajar las escaleras de piedra.
- Alguien viene- susurra atropelladamente Harriet con miedo -Tienes que irte ya, por favor.
- Estaré bien, pero tú debes mantener a tus amigos cerca- respondió Sirius con otro susurro.
Los pasos se escuchaban cada vez más cerca, Harriet afirmo con la cabeza erráticamente e intento dar a Sirius una sonrisa tranquilizadora, aunque solo le salió una mueca forzada, para luego darle la espalda y cubrir con su menudo cuerpo la chimenea, topándose sorprendida con Ron.
- ¿Con quién estabas hablando?
Después de semanas Ron por fin le dirigía la palabra y valla en que circunstancias, que agrio giro de los acontecimientos.
- ¿Qué? - Harriet no pudo evitar sorprenderse.
- Dije que con quien hablabas; escuche voces.
Harriet dio una mirada tentativa a la chimenea, el rostro ardiente de Sirius había desaparecido.
- Te lo diría sino hubieras traicionado mi confianza Ron.
El larguirucho joven la miro boquiabierto, impactado por sus palabras.
- Se suponía que éramos amigos, los amigos no se guardan secretos- chillo el pelirrojo indignado.
- Eso es porque los amigos confían los unos de los otros… y tú no confiaste en mí en el asunto del cáliz de fuego.
- ¡Esas deberían ser mis palabras!, ¡Me dejaste!, ¡Lo hiciste todo sola!
- ¡Yo no puse mi nombre en el cáliz, Ron cabeza dura!
El joven pecoso se ruborizo de furia y avanzo a grandes zancadas hacia la pequeña bruja.
- ¡Me dejaste atrás para perseguir la gloria eterna tu sola hipócrita! - dijo presionando su dedo índice en la clavícula.
Harriet frunció el ceño y con rapidez agarro la mano de Ron, la tomo entre las suyas, entrelazando sus dedos.
- Eres mi brillante caballero de armadura reluciente Ron Weasley, ¿Realmente crees que te dejaría atrás?,¿A ti?, mi primer amigo.
La expresión de Ron cambio, pero seguía rojo como un tomate.
- Olvídalo…
- ¿Aun no me crees? Mi caballero…
Ron se zafo de su agarre, el color de sus mejías competía con el de su rojo pelo,
- ¡No! - chillo él sin importarle que sea media noche.
Y así como vino se fue, solo cuando lo escucho alejarse por completo, Harriet corrió a la chimenea, pero su llameante padrino no había vuelto a aparecer.
- Mantén a tus amigos cerca- Harriet susurro observando la mano que entrelazo la de Ron- ¿Así se acabara nuestra amistad, Ron?
Neville Longbottom era conocido por no ser conocido, retraído, pésimo con la magia, amar la botánica y no seguir modas, Harriet estaba bastante agradecida de que al igual que Colin sus reacciones con el cáliz fueran solo de sorpresa y no de celos; como su abuelo diría “las más desafortunadas situaciones quienes probaban de que estaban hechas las personas” y mientras descansaba un momento leyendo encantamientos de años avanzados con la esperanza de encontrar formas de defenderse, apoyada en una árbol a orillas del lago negro, Neville la acompañaba recolectando plantas acuáticas que sabía que podía conseguir gracias al libro que el profesor Moody le había prestado.
Cuando su relativa paz fue interrumpida por pisadas, tres alumnos, conto Harriet en su cabeza sin voltear, no dispuesta a perder el tiempo con ellos pues seguro venían a molestarla por el torneo, agarro con fuerza su varita dispuesta a defenderse de ser necesario; pero al escuchar las voces de Hermione, Ron discutir, guardo con disimulo su arma. Vio a Neville mirar ensimismado hacia esa dirección y pensó que Ginny debió ser la tercera pisada que oyó, una verdad silenciosa era que el torpe Gryffindor gustaba de la hermana menor de Ron. Sin esperar más se levantó del césped limpiándose los jeans y se acercó a su mejor amiga.
- ¿Qué pasa Mione?
Intentar entender sus palabras fueron un reto, pero pudo ver el trasfondo luego de unos momentos de dificultad.
- Entiendo, Ron quiere decirme algo sin dirigirme la palabra- Harriet lo miro fijamente- Esto es demasiado infantil amigo… hasta para ti. Hola Ginny.
- Hola Harriet.
- ¡Nos vamos! -impuso Ron, rojo, retirándose con las chicas.
Neville se acercó a ella.
- No entendí- confeso.
- Descuida, es simple, Hagrit quiere verme, la verdad es algo que yo también quería, hace mucho que no lo visito…
- ¿Y tú capa de invisibilidad? - pregunto Hagrit, saliendo a la oscuridad nocturna abandonado su cabaña, dirigiéndola al bosque prohibido, desconcertándola; creía que la invitaría a tomar el té.
Harriet se mordió el labio, aunque Hagrit era de confianza a veces el gigante hombre era muy boca floja, incapaz de guardar secretos, no podía decirle que le dio la capa a Sirius para que camine sin peligro por Gran Bretaña o donde se encontrase.
- Lo siento Hagrit, no la traje, ¡Estoy aprendiendo nuevos encantos para desaparecer por cortos periodos de tiempo sin la capa!, debo practicar para las pruebas y la usare en caso de emergencia.
- Ohhh, no hay duda de que piensas en todo.
- Lo intento… Hagrit, te peinaste.
- ¿Me da mal?
- No, al contrario, te ves deslumbrante… ¿Quién es la chica?
- ¿Q… qué?, ¿Qué te hace decir eso?
- Intuición femenina- respondió Harriet con el rostro serio.
- ¿Intuición femenina? - Hagrit no pudo ocultar su sorpresa.
- Es broma, solo es simple deducción -Harriet retuvo una sonora carcajada con sus manos- peinado que te sienta bien, ropa elegante, flores en el pecho… Hagrit, te ves radiante y me alegro por ti.
Harriet vio a su gigante amigo sonrojarse, realmente estaba feliz por él, era un ser único pero solitario refugiándose en las criaturas mágicas, el amor lo volvía alegre y la directora Máxime parecía ser una buena dama de pies a cabeza, la compañera ideal.
- Ya casi llegamos, usa el hechizo para desaparecer ya.
La pequeña pelinegra se lanzó el encantamiento desilusionador, la cual la trasformaba en una especie de camaleón humano, magia avanzada de quinto año, sorprendiendo a Hagrit, quien le indico que lo siguiera. Caminaron en silencio hasta llegar a una zona menos poblada de árboles, una gran figura envuelta en telas moradas los esperaba… era Madame Máxime.
- Hagrit… ¿Qué es lo que querías mostrarme?, cuando hablamos te note muy exaltado.
- Olympe, sígueme, no te arrepentirás.
Harriet siguió a la alta pareja, hasta llegar a un claro, lleno de magos cuidando enormes jaulas, rugidos y fuego salían de estas. Harriet casi se cae de espaldas cuando entendió lo que veía.
Dragones.
La primera prueba consistía en derrotar a dragones.
Cuando Madame Máxime se retiró para ver más de cerca a las mortales criaturas, Harriet finalizo su hechizo de camuflaje y se acercó a Hagrit.
- Dragones, ¿Es en serio Hagrit?, ¡¿Nos harán pelear con esas peligrosas criaturas?!
- No son tan malos Harriet, solo son criaturas incomprendidas.
Una de las jaulas se tambaleo peligrosamente y una gran llamarada de varios metros de altura salió disparada al aire, un rugido molesto sobresalía del resto.
- Aunque he de admitir que ese Colacuerno Húngaro sí que da miedo. Ron casi se desmaya cuando lo vio.
- ¿Ron?
- Si, su hermano Charly trabaja con dragones, ayudaron a traerlos hasta acá, ¿No te lo dijo?
- No… no, ni siquiera me habla apropiadamente.
Harriet miro con miedo hacia las jaulas… ¿Cómo diablos iba vencer un dragón?, eso no había en ningún libro de magia.
Cuando los Slytherin liderados por Draco comenzaron a repartir botones con mensajes positivos para Cedric, pero horribles para Harriet, Fay Dunbar fue la primera en correr al despacho de Dumbledore para exigir el decomiso de todos los botones, luego Hermione, seguida de Lavender, después Parvati. Poco a poco nobles Gryffindor como Ginny, Neville, Colin desfilaron por el despecho del director indignados de que nadie haga nada con el bullying tan abierto que sufría silenciosamente Harriet. Fue suficiente para que cada profesor decomisara cada botón en Hogwarts.
“Tengo tanta suerte en mi vida… como si por cada mala cosa que pasara la buena fortuna se apiadara de mí y me pusiera a las personas correctas en mi camino”
Era hora de compartir su buena suerte, era hora de decirle a Cedric acerca de los dragones como parte de la primera prueba.
Notes:
Miércoles de actualización, wiiiii. Siempre pensé que no era justo que Harry sufriera cosas que bien podían ser evitadas, como los botones de “Harry apesta”, algún profesor debió hacer algo, ¿no? Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 26
Summary:
Una peculiar trasformación a un enemigo, consejos útiles antes de la primera prueba y el terror como enemigo del pensamiento lógico.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Si había un momento del día en el que Hermione se sentía más aletargada, física y mentalmente, era sin duda después del almuerzo, y al parecer Harriet también lo sabía, porque cuando la vio terminar de comer se acercó a ella con la cara levemente avergonzada.
- Mione…
- ¿Si, Harriet?
- Sé que debemos seguir estudiando, pero… pero… pero sino alerto a Cedric de la primera prueba no podré concentrarme en nada. ¿Podemos encontrarnos en la biblioteca en 40 minutos?
Hermione levanto una ceja.
- ¿Tanto tiempo?
- Tu sabes… acabamos de comer… no me gusta correr con el estómago lleno, además Hogwarts es muy grande… no sé dónde se encuentra en estos momentos.
Hermione achico su mirada, hacia buen tiempo se había dado cuenta que a Harriet le gustaba Diggory, realmente la entendía, el joven era un encanto de persona, su pequeña amiga pelinegra estaba experimentando del primer amor, sonrojándose cada vez que lo veía, buscándolo con la mirada en el gran comedor, en los pasadizos y en las fotografías del Profeta... Harriet sabía exactamente donde se encontraría Diggory después de almorzar.
- Entiendo- dijo Hermione sonriendo- Entonces nos vemos en 40 minutos.
Sonriendo radiantemente, Harriet se alejó casi brincando hacia la salida del gran comedor, directo al patio del medio.
Su alegría por reunirse con Cedric se vio opacada por los botones “Potter apesta”, que algunos alumnos aún seguían llevando, Harriet sabía que los botones eran decomisados a diario, pero de alguna forma se multiplicaban con el pasar de las horas; dejo de trotar alegre para trotar esquivando a los alumnos más osados que bloqueaban su camino mostrando con burla los botones y su negativo mensaje. Cuando diviso a Cedric rodeado de sus amigos en el jardín, avanzo con renovada energía.
- Oh, ¡Ahí está la tramposa!
- Lee mi botón Potter.
- Amigo, creí que ya habías botado esa porquería- riño Cedric.
Harriet se centró solo en el guapo joven para intentar ignorar a sus intimidantes amigos.
- Cedric, ¿Podemos hablar? - pidió dócilmente Harriet.
- Nuestro ganador no quiere hablar con una tramposa como tú.
- Lárgate tramposa.
- ¡Ya basta! - Cedric se interpuso entre ella y sus amigos- ¿Qué les pasa?, no tienen idea chicos…. Conversemos Harriet.
Se alejaron un poco del grupo Hufflepuff, Harriet se pinchó las palmas con sus uñas para evitar sonreír tontamente por la cortesía de Cedric, no era momento ni lugar para fantasear, debía concentrarse e intentar dar la noticia de la forma más delicada posible.
- Dragones- dijo ella, mandando al diablo la delicadeza, simplemente no había forma de ser delicada con ese asunto- Es la primera prueba, ¡Hay uno para cada uno!
El color en el rostro varonil del joven despareció, Harriet no lo culpo en absoluto.
- ¿Hablas en serio? - Cedric no cabía en su perplejidad.
- Nunca bromearía con algo como esto… no a ti- susurro Harriet, con un fuerte sonrojo en su rostro.
“Por Merlín, contrólate Harriet, ¡están hablando de dragones!”
- Krum y Fleur… ¿Lo saben?
- Estoy segura que sí, no me pareció justo que tu seas el único desinformado en todo este asunto.
Cedric se quedó callado, el grupo de Hufflepuff lo llamaba con insistencia para que volviera con ellos y se alejara de la Gryffindor traidora, el silencio del joven comenzó inquietar a Harriet… ¿Estaría molesto por no avisarle antes?, ¿Demasiado asustado como para abandonar el torneo?, ¿La odiaba?, ¿Estaba de acuerdo con sus amigos?, ¿Acaso él …
- Gracias- dijo por fin Cedric- Eres… eres excepcionalmente amable.
El elogio la tomo desprevenida, la vergüenza la arrolló como un bus, su cara se coloreo de rojo al igual que su pelo, cada centímetro de su cuerpo hirviendo de vergüenza. Ver el rostro impresionado de Cedric por el color de su pelo no ayudo a calmar su sonrojo.
- ¡Cedric!, vámonos.
- Lo siento, mis amigos me llaman, no olvidare esto. Gracias pequeña rayo- dijo Cedric dándole una sonrisa radiante.
“Me derretiré de vergüenza, ahora mismo, abandonare mi forma sólida para ser un simple liquido”
Vio alejarse a Cedric con su grupo de amigos, toco sus mejillas… aún estaban calientes, no pudo evitar sonreír tontamente; sentía como si la gravedad se hubiese aligerado, como si hubiera comido la tarta de melaza más dulce de su vida. Tan abstraída en su mundo se encontraba que ignoro a Ron deliberadamente, en su mente no cavia espacio para furia o tristeza, solo para la hermosa sonrisa de Cedric… se sentía como estar bajo el sol en noviembre, hasta que una nube gris la obligo a volver a la realidad.
- Hey Potter, ¿Por qué esa cara?
Draco Malfoy, su verdugo personal Slytherin, se hallaba trepado en un árbol, sentado como un rey en su trono, la miraba con suspicacia y burla nada disimulada.
- Mi padre y yo apostamos, le dije que no durarías ni diez minutos en el torneo- el pelirrubio salto del árbol con elegancia, cual felino, sin romper el contacto visual con Harriet, su sequito estaba a los pies del árbol, ahora a su lado- ¿Qué crees que dijo?, que no dudarías ni cinco.
El grupo de Slytherin rieron con la broma de su líder.
- Lindo cabello, por cierto- dijo Malfoy invadiendo su espacio personal, como siempre, enroscado un mechón pelirrojo de Harriet entre sus dedos- Rojo… aunque lo prefiero de negro.
Harriet molesta se soltó de su agarre, se obligó a cambiar su pelo a negro, ¡Hacia solo unos minutos estaba en el cielo y ahora estaba en el infierno, con su demonio personal!, la ira bailo en su cuerpo.
- ¡No me importa lo que diga tu padre, Malfoy!, eres vil y traicionero, uno de los mayores matones que conozco… ¿Por qué no puedes parar?, ¡¿Por qué no simplemente me dejas en paz?!
Malfoy retrocedió, mirándolo desconcertado, jamás había esperado un ataque de rabia.
- ¿No puedes cambiar?, entonces copia un poco más a nuestro ganador, al mejor de Hogwarts, Cedric Diggory… él es un gran prospecto de ser humano, él es…-Harriet se sonrojo- él es… Por Merlín, ¿Qué estoy haciendo?,¿Intentando cambiarte?, si quieres ser tan patético como quieres ser, todo depende de ti, niño mimado.
Harriet se alejó del grupo de muchachos, dándole la espalda al rubio, no se dio cuenta que fue una mala idea hasta que el profesor Moody la salvo de ser hechizada a traición por Malfoy, en represaría el tutor lo trasformo en un hurón blanco, mientras lo levitaba de arriba abajo, gritando que odiaba a los magos que atacaban por la espalda.
La pelinegra y el resto de los alumnos que paseaban por el jardín estallaron en risas, el profesor le guiño un ojo, Harriet solo pudo seguir riendo… el hombre era justo, excéntrico, pero justo.
La presencia de una horrorizada profesora McGonagall distrajo a Moody del castigo al hurón, haciéndolo levitar varios metros de altura, el larguirucho animal se retorció en el aire, chillando asustado, cayendo directamente en el pecho de Harriet, sorprendiéndola. La pelinegra lo atrapo instintivamente antes que este terminase en el suelo, cupo a sus reflejos de buscadora y sostuvo con firmeza al asustado hurón en su pecho, maravillándose del suave pelaje blanco y sus diminutas patitas que tocaban sus crecientes pechos, ruborizándose al recordar que el hurón era Draco Malfoy, el animal debió de sentir la blandura donde estaba apoyado y atacar cabos, porque tras un instante después, se quedó quieto como si de una estatua de tratase, ¡Todo ese asunto era tan bizarro!
Cuando la profesora trasformo a Malfoy a humano de nuevo, Harriet no pudo evitar caer al suelo, incapaz de soportar el peso del ahora joven anguloso rubio encima suyo, ¡Pesaba!... cuando noto donde tenía las manos Malfoy, este se retiró de ella tan rápido como si hubiese tocado fuego y huyo seguido de sus amigos.
- ¡Lo siento Potter!, estaba tan molesta con Moody que olvide quitarte a Malfoy antes…
- Descuide profesora, solo me aplasto un poco, nada mortal- Harriet sonrió para recalcar que en realidad no la guardaba rencor alguno.
La docente la miro con cariño, pero había algo más en sus ojos, ¿añoranza?, no pudo adivinar qué porque la mujer ya estaba mandando a los alumnos que estaban en el jardín a sus respectivas clases. Harriet aprovecho que el alumnado abandonaba el jardín para correr hacia el profesor Moody y agradecerle por defenderla de Malfoy, este acepto su agradecimiento, pero la llevo a su oficina… tenía que hablar con ella con urgencia.
Cada oficina cambiada adaptándose al gusto del docente, la del profesor Moody era sobria y lleno de artilugios mágicos, Harriet supuso que de sus épocas de auror, en una mesa, en el centro de la oficina, un objeto llamo su atención, un espejo, que luego supo era un reflector de enemigos. En un rincón de la habitación había un gran baúl, lleno de cerrojos, a la joven le crispo los nervios oír como un bramido salía de este, el baúl se retorció salvajemente … como si algo intentara escapar.
- ¿Qué es…?
- No me lo creerías ni aunque te lo dijera- Moody la miro fijamente, esperando una réplica que jamás llego- Ahora, la razón por la cual te traje aquí es para preguntarte cual será tu estrategia para vencer al dragón… sé que lo sabes, Dumbledore se preocupa por tu bienestar, me pidió que te observara Potter.
Así que su abuelo no la había dejado tan sola como creyó en un principio.
- Yo… bueno, yo… aun no lo sé señor. Hablamos de una criatura muy peligrosa, no hay exactamente libros que enseñen como matar uno, solo como cuidarlos o diferentes usos que se le pueda dar a sus restos.
- Claro que no hay un libro para eso Potter, la prueba está hecha para desafiarlos, medir tu audacia, tu destreza, tu ingenio… dime Potter, ¿Cuáles son tus habilidades?
Harriet se mordió la mejilla interior mientras pensaba en la respuesta.
- La verdad jamás pensé en sobresalir en algo, solo quería… solo quería nivelarme con los demás magos y brujas de mi año.
- Pero no solo te nivelaste, los superaste en algunas materias Potter. Piensa en que eres buena.
- Volar, trasformaciones, encanto… defensa con las artes oscuras- dijo en un susurro recordando todas las veces que tuvo que luchar por su vida- Pero señor, no se nos permite competir con nada más que nuestras varitas.
- Y con una sola varita puedes hacer de todo, convocar objetos, torcer la física, modificar la realidad, volar en el aire.
- ¿Profesor?
- El miedo nubla tu juicio Potter, eres joven, pero posees más magia y talento de lo que crees… más magia de lo que muchos magos pueden apenas soñar- dijo el hombre mirando fijamente su cicatriz en forma de rayo- Solo puedo aconsejarte niña, decirte como enfrentar al dragón seria hacer trampa, deshonesto. Piensa bien en mis palabras Potter, no quisiera que te lastimases gravemente en la primera prueba.
Harriet abandonó la oficina del profesor con el estómago tenso del miedo, la primera prueba sería el martes por la mañana, huir no era una opción, Hogwarts era su hogar, por lo que enfoco su atención su atención en entender las palabras rebuscadas del profesor, el hombre quería ayudarla, eso era obvio, pero también era cierto que el miedo llenaba cada pensamiento lógico en su mente.
Inhala, exhala.
Pero no entendía sus palabras, ¿Qué significaba?
Inhala, exhala.
Sus manos dejaron de temblar para su sorpresa.
Inhala, exhala.
Las palabras del profesor volvieron a su mente
“Convocar objetos, torcer la física, modificar la realidad, volar en el aire”
Inhala, exhala.
“Accio, trasformaciones, encantamientos, vuelo”
El profesor Moody trataba de ayudarla, le dio el primer empujón, ahora el resto dependía de ella… debía redireccionar sus estudios con Hermione en esas materias y hacer una visita obligatoria a la profesora Sophie Wilson. Su instinto le decía que era vital hacer la visita ese mismo día.
Harriet jamás sintió que los días pasaran tan rápido, la semana previa a la prueba estaba consumiéndose tan rápido como pergamino ardiendo por el fuego, volcaba toda su energía nerviosa en seguir perfeccionar sus hechizos, casi no dormía y menos comía.
- Cariño- dijo Lavender una noche antes de la competencia- Mis trucos de belleza son infalibles, lo sabes, pero no puedo trabajar cuando mi modelo parece quiere echar a perder todos mis esfuerzos al no dormir o comer lo suficiente.
- Lo siento Lav… solo, no puedo hacerlo. No tengo hambre, siento la garganta cerrada, el estómago tenso en todo momento y por las noches escucho latir mi sangre en mis oídos.
- Tiene miedo Lav- Parvati recrimino a la pelo rizado - Déjala en paz.
- Harriet, ¿Qué haces cuando tienes miedo? - pregunto amablemente Fay.
La pelinegra abrió ampliamente los ojos, impactada de haber olvidado aquello que siempre la ayudaba cuando tenía miedo.
- Cantaba canciones cuando mis tíos me abandonaban en la alacena, también cantaba antes de iniciar la temporada de quidditch… ¿Por qué olvide que podía cantar para alejar el miedo?
- Quizá… quizá porque esta situación sobrepasa el nivel de miedo normal- aventuro a responder Parvati.
- No nos importaría escuchar alguna canción Harriet- instaron sus amigas.
Harriet se hecho en la cama, pensado, cientos de canciones venían a su mente, confundiéndola. Jamás le había pasado eso.
- No puedo elegir ninguna- suspiro frustrada la pelinegra.
- No tienes ganar de cantar una canción alegre, es normal- dijo Hermione- ¿Por qué no pruebas con una canción de amor? Por ejemplo.
- ¡Oh!, eso sería ideal, nunca escuche una canción de amor muggle… ¿Cantarás una canción de amor muggle verdad?
Harriet asintió con la cabeza aun pensando.
“¿Amor?,¿Por qué no?... hacía mucho que no canto notas cálidas”
You're just too good to be true
I can't take my eyes off you
You'd be like heaven to touch
I wanna hold you so much
At long last love has arrived
And I thank God I'm alive
You're just too good to be true
Can't take my eyes off you
Las letras salían con fluidez de su boca, aunque de repente se sintió muy cansada, como si todas las noches que paso en vela le exigieran descansar.
Pardon the way that I stare
There's nothing else to compare
The sight of you leaves me weak
There are no words left to speak
But if you feel like I feel
Please let me know that is real
You're just too good to be true
I can't take my eyes off you
El mundo comenzó a desdibujarse, su cuerpo cargado de cansancio comenzó a sentirse pesado. Cerro los ojos, incapaz de mantenerlos abiertos, su voz perdió potencia, trasmitía cansancio.
I love you baby
And if it's quite all right
I need you baby
To warm the lonely nights
I love you baby
Trust in me when I say
Escucho a sus amigas bostezar, sentía como el sueño la arrastraba, como una poderosa corriente.
Oh bebé bonito
No me derribes, rezo
Oh bebé bonito
Ahora que te he encontrado, quédate
Y déjame amarte, nena...
Déjame... Te quiero...
Intento luchar contra la corriente, pero fue en vano, el sueño la venció, no pudo terminar la canción.
A la mañana siguiente Harriet fue la primera en despertar, se sentía repuesta, casi podía sentir su magia latir al compás de su sangre.
- Estaré bien, no tengo que matar al dragón, solo burlarlo y protegerme de sus llamas, he practicado hechizo; tengo un plan A, B y C en el peor de los casos- susurro, dándose ánimos.
La competición se daría en un estadio al aire libre construido especialmente para la prueba, Harriet desayuno con renovado apetito, luego fue preparada por Lavender, cuando termino Harriet parecía una muñequita de porcelana con traje deportivo... su amiga de pelo rizado tenia sin duda alguna, talento para la magia de belleza.
- La mejor peinada y maquillada, con un estilo natural, ¡Supera esto Fleur Delacour!
Harriet la abrazo y al resto de sus amigas de habitación con caras preocupadas, cuando busco a Hermione con la mirada, noto su ausencia... había desaparecido después de leer un mensaje de una lechuza en el gran comedor, prometiéndole alcanzarle luego, ¿Dónde y que estaría haciendo?
Abandono Hogwarts acompañada por la profesora a McGonagall quien la guio hacia una carpa oculta a la vista de cualquier alumno.
Cuando llego noto a Krum, Delacour y Cedric, pálidos de nervios, a lo lejos se escuchaba la voz de su abuelo, quien debía encontrarse en el palco del estadio dando la bienvenida a los espectadores así como dando instrucciones de medidas de seguridad necesarias. Ver a los competidores mayores tensos, como una cuerda que amenazaba con romperse en cualquier momento hiso que toda la reciente valentía de Harriet se esfumara.
Notes:
Olvidé mencionar que, a comparación del libro o película, decidí extender el plazo donde los alumnos podían meter su nombre… si es un torneo tan peligroso, 7 días me pareció un plazo ideal para pensar todo el asunto con mayor calma.
Para este capítulo Harriet canta Can´t take my eyes off you de Frankie Valli, recomiendo escuchar la versión de Reneé Dominique, más acústica que la original y es justo lo que buscaba, recuerden que Harriet se encontraba cansada luego de una semana estresada intentando vencer dragones. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling. Hasta el próximo miércoles.
Chapter 27
Summary:
La primera prueba ya está aquí, Harriet deberá usar todo su ingenio para salir viva… y si todo sale bien, aprender a bailar.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Si la semana previa a la primera competición había trascurrido increíblemente rápida, los minutos previos a esta habían sido dolorosamente eternos. A Harriet siempre le gustaba clasificar las cosas, lo que sentía por Cedric era como volar sin escoba, la ira se sentía como fuego que la quemaba de adentro para afuera y el miedo como el paralizante frio de diciembre… en esos instantes se sentía como una estatua cubierta de nieve, no ayudaba ver al resto; el miedo era contagioso, todos sabían a que se enfrentarían, demasiado jóvenes para correr tal peligro.
Harriet sintió como la temperatura de sus extremidades bajaba, enfriando sus dedos, intento entrar en calor moviéndose por una esquina de la carpa, hasta que escucho como alguien la llamaba; antes de entrar en pánico mayor al pensar que podría ser su preocupado padrino, Harriet volvió a escuchar la voz, era femenina y pertenecía a su mejor amiga.
- Harriet, ¿Eres tú?
- ¿Mione?, ¿Qué haces aquí?
- Me cole… quería, quería verte… lo siento por no alcanzarte antes, ¿Cómo te sientes?, ¿Bien?
Harriet no respondió, no quería mentir o preocupar a su amiga y sabía que si abría la boca solo empeoraría las cosas.
- Tienes que concentrarte- prosiguió Hermione luego de su silencio- Después tienes que…
- Que enfrentar al dragón, esquivar sus ataques, no dejar que me coma o me rostice viva.
Harriet se culpó al instante de la mala elección de palabras cuando escucho el sollozo de Hermione, antes de poder disculparse fue sorprendida por esta, quien entro intempestivamente a la carpa y la abrazo. La pelinegra se limitó a devolverle el abrazo, su amiga siempre había sido un apoyo incondicional, lo había robado muchas veces… estaba segura que, aunque se enfrentase a la misma muerte, Hermione estaría a su lado, susurrándole hechizos de ataque y defensa.
Cuando de la nada una luz cegadora, seguida de una nube de humo blanco y un sonido de un flash de cámara la saco de sus pensamientos, separándose de Hermione; en la entrada del campamento se encontraba Rita Skeeter, con una expresión de haber descubierto la revelación del año, a su lado la acompañaba un fotógrafo con expresión aburrida, su infaltable libreta flotante y pluma mágica que escribía sola tomaron nota de cada palabra sensacionalista.
- Ahhh, ¡Jóvenes enamoradas!, que… moderno- dijo regocijada la rubia mujer.
- ¿Espere… que? - jadeo Harriet sorprendida.
- Mis fuentes me informaron que pasabas gran parte de tu tiempo con la señorita Granger, ¡Y ahora todo tiene sentido! - chillo la mujer feliz, atrayendo la atención de los ganadores.
Delacour la veía con curiosidad, Krum con una expresión de molestia y Cedric… por Merlín, Cedric la veía con orgullo, como si estuviera feliz por “su relación con Hermione”
- Oiga, yo solo soy su amiga- Hermione intento razonar con Skeeter.
- No tienen por qué ocultarlo chicas, ahora son tiempos modernos, su amor será aceptado… ¡Esta será una gran noticia!, más grande que cualquier primera prueba- sonrió Skeeter- La niña que vivió lesbi-
- Usted no debe estar aquí- rugió Krum, abandonado su litera que colocaron para cada campeón en la carpa- La tienda es para los campeones… y sus amigos.
Skeeter lo vio con un brillo en la mirada, en lugar de intimidarse, sonrió al joven búlgaro estrella de quidditch, accedió a retirarse a un lado no sin antes fotografiarlo. Justo en esos instantes Dumbledore llego, seguido del jefe de seguridad mágica y los directores de las escuelas competidoras, pero al ver a Hermione la invito a retirarse. Las Gryffindor se dieron una última mirada angustiada mientras Skeeter reía a lo bajo.
Barty Crouch les entrego por sorteo a cada campeón una copia del dragón en miniatura al cual debían enfrentarse, Delacour batallaría con un dragón gales verde común, Krum contra un dragón bola de fuego chino, Cedric debía vencer a un dragón hocicorto sueco y Harriet pelearía contra el dragón restante, un Colacuerno húngaro.
“Claro, el más mortal… porque no me sorprende”, pensó con amargura y desesperación la pelinegra. Dumbledore le apretó el hombro fraternalmente, intentando darle apoyo emocional, a Harriet casi se le humedecen los ojos, “Es cierto, el abuelo no dejara que me pase nada mortal”
- Estos representan a los dragones que enfrentaran, al cual se les dio una tarea: proteger el huevo de oro… su prueba es simple, recuperen el huevo, de no hacerlo no podrán pasar a la siguiente prueba y quedaran descalificados. El orden de los enfrentamientos será primero los alumnos de los colegios visitantes y luego los del colegio anfitrion; empezaremos con la señorita Delacour.
La hermosa pelirrubia se puso a temblar, su enorme directora le dio una mirada tranquilizadora y le hablo en francés.
- Buena suerte campeones- dijo Dumbledore- señorita Delacour al sonar el cañón usted debe-
BOOOOOM
Flinch, el celador de Hogwarts, había disparado el cañón adelantándose al director, la mala coordinación creo un pequeño caos, la carpa se meció amenazadoramente, los directores más altos se agacharon para proteger sus cabezas, los ganadores fueron pillados por sorpresa llevándose un innecesario susto de más, Dumbledore pareció arrepentido de dejar al squib dicha tarea y Skeeter aprovecho el momento para hacerse pasar como una damisela en apuros, aferrándose a Cedric, Harriet sintió que la ira descongelaba sus extremidades… ¡La sensacionalista periodista aprovechaba cada ocasión para salirse con la suya!, odio con cada fibra de su ser ver como toqueteaba a Cedric, pero el joven Hufflepuff se dio a respetar y con cortesía propia de él, la separo; la mujer parecía arrepentida de perder su guapo apoyo, pero le sonrió coquetamente.
“Delacour, Delacour, Delacour”, se escuchaba como los espectadores coreaban el nombre de la Beauxbatons, música y aplausos le daban la bienvenida a la primera prueba. Con un suspiro tembloroso y más azul de lo que Harriet jamás vio a una persona, la rubia avanzo para superar la primera prueba. Los adultos, incluida Skeeter abandonaron la carpa para dirigirse al estadio y ver el enfrentamiento, dejando a Krum, Cedric y Harriet solos, quienes, a pesar de no ver el enfrentamiento, si podían oír al comentarista narrando el encuentro.
Cada uno experimento la presión y el miedo a su manera, los minutos se estiraban como goma de mascar, Harriet sentía que debía hacer algo o en cualquier momento le saldría sangre por la nariz.
- Krum…
El aludido no parecía haberlo escuchado, ella no se ofendió, era posible que en esos instantes su vos fuera tan débil que apenas sería un susurro.
- Viktor Krum- intento llamarlo de nuevo.
El búlgaro esta vez si la escucho, giro su verdusco rostro por los nervios hacia ella.
- ¿Qué ocurre Harriet Potter? - su acento era marcado pero sus palabras entendibles.
- ¿Cómo es Bulgaria?
Krum la miro como si tuviera dos cabezas, Harriet noto que el color verdusco en su rostro desaparecía.
- ¿Qué?
Harriet inspiro, ignorando los cometarios que se escuchaba a lo lejos del enfrentamiento de Delacour contra el dragón gales verde.
- Bulgaria debe ser muy diferente a Inglaterra, ¿Verdad?
- Si… lo es…
- ¿Cómo es Bulgaria?
- Tenemos… tenemos grandes montañas, llanuras amplias… más de setenta playas hermosas, la novena catedral ortodoxa más grande del mundo ubicada en la capital “Alexander Nevsky”… somos excelentes deportistas… también tenemos extrañas formaciones rocosas que parecen pilares de una civilización antigua: Pobiti Kamani… tenemos un valle que se dedica únicamente al cultivo de rosas “El valle Kazanlak”… nosotros inventamos el yogurt… para decir no asentimos con la cabeza de arriba a abajo, para decir si giramos la cabeza hacia los lados.
- ¿Qué? - pregunto Harriet sonriendo- ¿Asientes, pero mueves la cabeza de forma negativa?
- Es parte de la historia de Bulgaria- respondió Krum con orgullo- Una forma de revelación ante ideas impuestas que…
Harriet se entretuvo escuchando al búlgaro, por un momento olvido la horrible realidad y la mortal prueba, hasta que fue el turno de Krum.
Cedric y Harriet le desearon buena suerte, antes de partir Krum se giró a Harriet, mirándola en silencio, ella no entendía hasta que pensó en las palabras de Skeeter.
- ¡No soy la novia de Hermione!, es mi mejor amiga, la hermana que jamás tuve- grito alarmada.
- No, no es eso Potter… aunque gracias por la información- dijo Krum sonrojado- Solo quería decirte gracias por la plática; me siento mejor ahora.
- Fue un placer- dijo Harriet con sinceridad- Suerte.
Krum abandono la carpa de campeones para ser recibido por el público con aplausos y música.
Si antes Harriet se había sentido mejor, eso se esfumo cuando escucho el rugido del
dragón bola de fuego chino al cual Krum enfrentaría. El frio volvió a apoderarse de sus extremidades, su corazón latió frenéticamente al darse cuenta que luego de Cedric, sería su turno. Cuando busco al Hufflepuff lo vio más pálido que Delacour; verlo tan asustado hiso que el corazón de Harriet dejase de latir con miedo para latir con ira, molesta con el dragón hocicorto sueco al que enfrentaría, molesta por lo que le hacía sentir… le apretujo el corazón verlo tan vulnerable… tenía que distraer Cedric ya.
- ¿Algún plan para poder defenderte del dragón? - pregunto ella.
Pero Cedric no contesto, demasiado abstraído en su miedo.
- Cedric…- Harriet se acercó a él y le cogió la mano- ¿Cedric?, respira Cedric, respira.
El apuesto joven la miro, tomo aliento y entrelazo sus dedos con las de ella.
- Tengo un plan, descuida- dijo mirando sus dedos entrelazados, como si fuera la primera vez que viera los dedos de otra persona- ¿Y tú?
- También- sonrió Harriet- ¿Tienes miedo?
- Si… muy pronto me llamaran.
- Deberías reposar en las literas que instalaron para cada campeón, guardar energías- sugirió Harriet.
- Sabia a lo que me metía y aun así tengo miedo- susurro con amargura Cedric.
- Te enfrentarás a un dragón, ¡Es natural sentirse aterrado!, sino tuvieras miedo tú me darías miedo.
Cedric soltó una carcajada mientras se echaba en su litera.
- Oí que cantas para calmar los nervios de los jugadores de tu equipo cada temporada de quidditch-
- Cantamos… todos cantamos- dijo sonrojada Harriet.
- ¿Puedes cantar para mí? - Cedric cerró los ojos, suspiro con pesadez, aún tenía miedo.
Cuando Harriet lo vio tendido en la litera, indefenso y tan confiado como para cerrar los ojos ante ella, no pudo negarse; se tragó la vergüenza y pensó en una canción.
- Solo se canciones muggles.
- Con eso será suficiente- respondió él, aun con los ojos cerrados.
I see trees of green
Red roses too
I see them bloom
For me and you
And I think to myself...
What a wonderful world
I see skies of blue
And clouds of white
The bright blessed day
The dark sacred night
And I think to myself...
What a wonderful world
The colors of the rainbow
So pretty in the sky
Are also on the faces of people going by
I see friends shaking hands
Saying "how do you do?"
They're really saying "I love you"
I hear babies crying
I watch them grow
They'll learn much more
Than I'll ever know
And I think to myself...
What a wonderful world
Yes, I think to myself...
What a wonderful world
Cuando termino de cantar, Cedric se hallaba dormido, la canción de Louis Armstrong “What a Wonderful World” era sin lugar a dudas mágica, con potencial de calmar hasta el más puro terror. Verlo tan indefenso despertó un instinto abrumador de protección, cuidarlo de todo mal y peligro.
- No puedo protegerte de un dragón, pero al menos velare por tu descanso, duerme; te despertare cuando sea el momento- susurro ella.
Harriet tarareo la misma canción hasta que fue el turno de Cedric. El Hufflepuff se levantó repuesto de su pequeña siesta, se sentía tan agradecido que le dio un beso en la frente a la pequeña bruja.
- Deséame buena suerte- se despidió el joven, sonriendo.
Harriet se quedó sola en la carpa, a pesar de que Cedric fue recibido con aplausos y música, como los otros campeones, la pelinegra no oyó sonido alguno… no estaba roja o avergonzada sino sorprendida. Cuando salió de estupor, corrió a echarse en la misma litera que Cedric, chillando de entusiasmo.
- Ahora puedo morir sin arrepentimientos- susurro feliz.
Cuando fue el turno de Harriet, a medida que abandono la carpa de ganadores, la cálida sensación que le dejo el beso de Cedric se esfumo, el miedo la invadió, cada parte de su cuerpo se tensó. Su respiración se aceleró y su corazón latió más rápido, su cuerpo se preparó para luchar.
Camino hasta llegar a la arena, llena de rocas, el ovalado estadio estaba repleto de espectadores, quienes la recibieron con aplausos y música, busco instintivamente el palco donde estaría su abuelo, hallándolo mortalmente serio. Cuando ubicó el huevo de oro y camino con inercia hacia este, pero fue sorprendida por el ataque de una cola llena de pinchos que casi le dio de lleno, sino hubiese esquivado el ataque en esos momentos estaría gravemente herida, como las destrozadas rocas… menos mal que el sonido del ataque se escuchaba primero antes de vislumbrar la cola del dragón, cuando el dragón volvió a atacarla con su cola, la pelinegra por puro instinto se arrojó a un lado, aterrizando dolorosamente de espaldas, golpeándose la cabeza, ignoro el dolor de la piel de su espalda rasgada por las rocas y se levantó buscando al dragón, el cual se hallaba en la entrada de la arena por donde ella ingreso.
“Clásico, el dragón más peligroso”, pensó.
El dragón era más atemorizante en su tamaño original, escamas negras, con más púas de lo que podía contar repartidos por su cabeza, cuerpo y cola, dos enormes cuernos de bronce sobresalían de su cabeza, ojos amarillos con pupilas verticales; no pudo contemplarlo más porque este arremetió contra ella sin piedad, cada latigazo con su cola era similar a una explosión. Harriet intentó huir, marcar la mayor distancia posible, pero el Colacuerno la siguió volando con sus grandes alas, aunque de forma limitada porque una cadena impedía su cercanía mortal. A pesar de intentar esquivar sus ataques llameantes, Harriet no pudo esquivar todos los latigazos del dragón, el peligroso animal era más rápido de lo que creyó, y termino siendo arrojada entre las piedras, golpeándose dolorosamente el cuerpo reiteradamente; se sentía como una muñeca de trapo a merced de un gigantesco niño mimado, siendo tirada de un lado a otro, casi podía sentir sus huesos romperse y su piel abrirse por numerosas partes de su cuerpo en un dolor no tan mudo.
“Concéntrate Harriet o esto terminara demasiado rápido… y no pienso darle gusto al niño de papi Malfoy”
Salto a un lado al ver como el dragón planeaba rostizarla viva, ocultándose tras las rocas, debía empezar a ejecutar su plan A, acercarse a un metro del huevo de oro sería suficiente; pero antes…
- ¡Acción saeta de fuego! - grito, apuntando su varita a la torre de Gryffindor.
Con rapidez, ignorando el dolor en su cuerpo, concentro toda su energía en el siguiente hechizo.
- ¡Locomotor rocas! - apunto a las rocas cercanas desprendidas del ataque del Colacuerno con su cola, creando un desfile de rocas bailantes de todos los tamaños, el plan A consistía en distraer al dragón.
El Colacuerno no pareció muy feliz del espectáculo y comenzó a derretir cada roca saltarina, mientras Harriet aprovecho para correr hasta el huevo dorado, su distracción fue insuficiente, el dragón la alcanzo más rápido de lo que creyó, no alcanzaría a robar el huevo, cuando sintió la luz del ataque de una llamarada del dragón, estiro su brazo lo más que pudo y grito.
- ¡Geminio! - tocando el huevo con la punta de su varita, luego rodo a un lado para cubrirse del fuego del dragón.
“- Profesora … necesito su ayuda, por favor, se la teoría del encantamiento locomotor, pero no logro mover los objetos, por favor, debe enseñarme. Es un asunto de vida o muerte.
La docente se le quedo mirando, sorprendida.
- ¿Ayuda?, ¿Cómo podría ayudarte saber ese hechizo Potter?
- Es parte de mi plan para la primera prueba, ¡por favor!, necesito aprender sus increíbles hechizos de clase; fueron la inspiración para mi plan.
La bruja adulta comprendió sus palabras, y acepto ayudarla, eso no sería hacer trampa, solo ayudarla a enfrentar los peligros; tal como el ex profesor Remus Lupin lo había hecho al enseñarle el encantamiento Patronus… historia que se enteró gracias a los otros profesores de Hogwarts.
- ¿Te gustaría aprender otro encanto?
Eso no estaba en los planes de Harriet, pero pensó que tener más conocimiento no estaría de más.
- Encantamiento Geminio, pero la sociedad mágica lo cataloga como maleficio, para este hechizo deberás tener máxima concentración y finalizar el encantamiento o los objetos se multiplicarán hasta el infinito…”
El huevo dorado comenzó a multiplicarse, primero dos, luego cuatro, luego treinta hasta que Harriet salió de su escondite y aprovecho el estado desorientado del dragón para coger el huevo original al cual no había dejado de mirar, finalizó el hechizo y corrió lejos de la bestia antes de morir calcinada, su fiel saeta de fuego llego por ella. Harriet brinco y se alejó de las llamas a gran velocidad, alejarse con su escoba era el plan B.
El Colacuerno olfateo los huevos dorados aun desorientado con la abrumadora cantidad salida de la nada, el público estalló en aplausos, música de algarabía resonó en sus oídos, pero la pelinegra seguía en estado de alerta, observando con atención al dragón, lo único que la separaba del peligroso animal eran una cadena y metros de distancia que impuso con su escoba en el aire…. Sostuvo con fuerza el huevo de oro mientras escuchaba su corazón latir.
El comentarista la alabo, Dumbledore dio por finalizada la competición con una voz aliviada, pero Harriet seguía inquieta, alerta… algo en su interior la obligaba a permanecer atenta, aunque no entendía porque, la razón de su nerviosismo se vio respondida unos segundos después cuando el dragón termino de olfatear los huevos dorados y soltó un rugido molesto… se había dado cuenta que los objetos dorados eran falsos. Gruñendo y mostrando los colmillos amenazadoramente, emprendió vuelo en dirección a Harriet, la cadena que lo ataba cedió ante la fuerza de sus alas y la distancia se acorto demasiado rápido para el gusto de Harriet.
Todo el mundo grito de miedo, se suponía que la competencia ya había acabado, los celadores del Colacuerno intentaron detenerlo, pero el animal estaba tan colérico por el engaño, que fue imposible detenerlo, enfocado en asesinar a la pelinegra, dejo atrás a los guardias.
La pequeña pelinegra al darse cuenta que nadie la ayudaría, huyo volando rápidamente por instinto a un lugar seguro: Hogwarts. Pero la neblina tan densa casi izo que se choque con el castillo oculto por las nubes.
“Necesito perderlo, necesito perderlo, necesito perde-
Harriet esquivo por los pelos una llamarada de fuego que el Colacuerno lanzo en su dirección, quemando la punta de su escoba, pero sin afectar milagrosamente su vuelo.
Intento perderlo entre la neblina, pero cuando casi perdió su escoba por ser sorprendida por la cola del dragón que la lanzo a una de las torres del castillo, se dio cuenta que no podría detenlo; así que uso su plan C: se lanzó un encantamiento desilusionador, confundiéndose con su entorno y voló a la arena a pedir ayuda… rogo por que los estudiantes hayan sido evacuados en caso que todo se salga de control y tener la menos cantidad de heridos.
“Abuelo, abuelo, abuelo…”
A mitad de vuelo diviso a una horda de magos volando escobas en busca del dragón prófugo, pero ella no paro; no pararía hasta llegar con Dumbledore.
GRUAAAAAAAA
Un escalofrió le recorrió la espalda, gritos de magos intentando contener al dragón se escucharon a lo lejos, pero ella no paro, el instinto la obligaba a volar más rápido. Y menos mal porque, aunque ella era parcialmente invisible el dragón la estaba alcanzando basándose en el olor que despendía. Cuando logro divisar el estadio, voló con renovada energía, más veloz que nunca al punto de dificultarle respirar; se alegró de ver que su abuelo había evacuado a los alumnos a una gigantesca carpa encantada, con docentes custodiando la entrada… volver a Hogwarts era muy peligrosa en esos momentos.
Harriet finalizo su encanto y con toda la energía que le quedaba después de varios hechizos, su mano estaba temblando, tomo aire y grito a todo pulmón.
“Abueloooo”
GRUUUUAAAAAAAAAAAA
El mundo se movió en cámara lenta, Harriet se giró para encontrarse con un rabioso Colacuerno, demasiado cerca de ella, ¿Cómo?, si ella había volado hasta casi no poder respirar. Demasiado agotada para seguir huyendo de las llamas que comenzó a crear; busco desesperada los ojos azules de Dumbledore, este le devolvió la mirada con pánico y un extraño brillo de culpa que no entendió.
Cuando sintió el calor aproximándose a ella, cerró los ojos, esperando sentir la piel en llamas… pero el dolor jamás llego. Sintió como alguien la abrazaba protectoramente, al abrir los ojos se sorprendió de encontrarse de pie con la saeta de fuego tirada a un lado y el huevo de oro aferrado en sus brazos, no entendía que pasaba hasta ver al profesor Snape, quien de una desconocida forma la había alejado del peligro, el hombre lucia agitado, como si hubiese corrido una maratón. El dragón gruño molesto de haber sido engañado una vez más y voló en dirección de la pequeña pelinegra, Snape la coloco detrás de él, dispuesto a protegerla a pesar de lucir cansado, pero fue el profesor Moody quien detuvo al dragón atándolo con las cadenas más gruesas que Harriet había visto en su vida. Cuando el dragón quiso romper las cadenas, más profesores lanzaron el mismo hechizo, parando por fin a la bestia.
- Magos y brujas restantes- grito el comentarista- El Colacuerno ha sido atrapado y Harriet Potter aún tiene el huevo dorado consigo, por tanto, ¡Pasa a la segunda prueba!
Poco a poco el estadio se fue llenando de estudiantes curiosos que celebraron la victoria de la pelinegra.
Harriet apenas presto atención a los espectadores, demasiado cansada, su cuerpo paso factura de las quemaduras, raspones y un par de huesos rotos, la adrenalina que la mantenía de pie y alerta se había esfumado, el letargo la venció; se apoyó en el profesor Snape porque ya no tenía energías y le grito unas palabras, aunque más sonó como un susurro.
- Quiero ir a la enfermería…
Luego perdió el conocimiento.
Cuando abrió los ojos se dio cuenta que estaba en la enfermería, había dormido por más de un día entero, se alegró de estar inconsciente cuando sus huesos volvieron a soldarse, evitando sentir el horrible dolor del segundo año, aun así, Madame Pomfrey le enyeso el brazo izquierdo para evitar movimientos bruscos hasta que termine su recuperación. Se entristeció cuando se percató la hora, caía la primera hora de la noche, se había perdido gran parte de las clases. Cuando volvió a su sala común se sorprendió de ver que los Gryffindor había hecho una celebración en su honor por ganar su primera prueba.
La pelinegra tuvo sentimientos encontrados con la fiesta en su honor… fue hecha por las mismas personas que la despreciaron desde el principio, solo un puñado de Gryffindor estuvo a su lado incondicionalmente, los demás eran unos hipócritas, pero luego de que su vida corriera peligro en las garras de un dragón, Harriet dejo de darle mayor importancia a cosas banales como el resentimiento y decidió darles a todos una segunda oportunidad. En medio de la fiesta apareció Ron para disculparse por no creerle desde antes.
- ¿Verme luchar por mi vida por fin te hiso ver la realidad? - no podía evitar aun estar dolida con su mejor amigo, los demás Gryffindor fueron fáciles de perdonar porque eran unas caras conocidas pero ninguno amigo propio en el sentido de la palabra.
Ron se notó mortificado, Harriet suspiro con cansancio, el daño ya estaba hecho y su disculpa era una forma de retomar su amistad.
- Te perdono Ron Weasley … solo si haces que George me perdone.
- No necesitas pedirle a Ron eso, te perdono princesa- dijo George salido de la nada, acompañado de su gemelo, se colaron a la plática -por alguna extraña razón, una fuerza invisible siempre está intentando ponerte en peligro… parece que siempre estaré preocupado por ti.
- Lo siento, sé que es frustrante… pero hare lo posible para dejar de ser un imán de calamidades- Harriet respondió con una sonrisa sincera.
- Ohhh, esto es hermoso, volvemos a ser los de antes- festejo Fred- Ahora princesa, ¿Por qué no abres ese huevo? Morimos por ver que hay dentro.
Todos los alumnos de la casa del león asintieron, Harriet obedeció, pero al hacerlo se llevó una sorpresa dolorosa auditiva, del huevo dorado salía un sonido tan espantoso como el llanto de una mandrágora, por lo que lo cerro en el acto.
“Se supone que el huevo me daría una pista para la segunda prueba… ¿Qué clase de pista hay en un sonido tan horrible como ese?”, miro a Hermione y esta le devolvió la mirada tan intrigada como se sentía en esos momentos. Salió de en un aprieto para entrar en otro.
A la mañana siguiente Harriet fue la última en despertarse, por lo que casi corrió al gran comedor, siendo recibida por miradas curiosas, risas tontas y la más letal mirada de odio que Malfoy alguna vez le haya dedicado. Sin entender el comportamiento del alumnado, Harriet tomo asiento junto a sus mejores amigos… Ron se veía algo molesto, aunque intentase disimularlo y Hermione lucia genuinamente enojada.
- ¿Qué alguien me explique qué está pasando aquí? Por favor.
- Es el diario el Profeta- dijo Ron con el ceño fruncido- Escribió que Hermione y tu son… son novias.
- ¿Rita Skeeter?
- Si.
- Esa mujer solo escribe basura- se defendió Harriet.
- Pero hay una foto que lo afirma- refuto Ron cogiendo el diario de la mesa- ¡Mira!
- ¿Foto?...
En primera plana, rodeada de palabras sensacionalistas, estaban Hermione y ella fundidas en un abrazo, hasta que el flash de la cámara las hacia separarse abruptamente. El titular escandaloso narraba el amor oculto de las jóvenes Gryffindor, en como la niña que vivió había encontrado el amor en su mejor amiga… y en como Hermione tenia sentimientos encontrados por Viktor Krum. Jamás había leído tanta basura en una sola página y no pudo evitar reír, sorprendiendo a sus amigos y unos cuantos alumnos a su alrededor.
- Esto es demasiado bizarro que raya la comedia… me recuerda a las novelas que tía Petunia amaba mirar. Innecesarios triángulos amorosos y demasiado drama.
- ¿No te molesta? - gimió Hermione
- ¿Después de haber sobrevivido a un Colacuerno? No, en absoluto. La gente puede hablar lo que quiera de mí, halagos o basura, eso no cambiara quien soy yo. Ya no necesito la aprobación de terceros, ya encontré a mi familia: Hermione, Ron, Lavender, Parvati, Colin, Neville, Ginny, Fred, George, el señor y señora Weasley, mi abuelo y su abuela- los aludidos que se encontraban presentes la miraban sorprendidos, sonrojados y admirados- Además si fuera chico, ¡Obvio que Hermione seria mi novia!
La mesa de los leones estallo en carcajadas, mientras una avergonzada Hermione regañaba a una sonriente Harriet, hasta que una lechuza pequeñita interrumpió el momento entregando un paquete a Ron, un extraño disfraz lleno de volantes y encajes decolorados, un fuerte olor a naftalina emanaba de este. Las chicas de la mesa se pusieron a conversar frenéticamente, en especial Hermione y Ginny.
- ¿Qué es eso? - pregunto curiosa Harriet.
- Creo que es de Ginny, pero la lechuza debió confundirse al entregarme el paquete- respondió Ron.
- Oh, claro que no- se defendió Ginny- Hermano esa es tu ropa de gala para el baile de navidad.
- ¿Baile? - preguntaron Ron y Harriet con pánico en su voz.
- Oh si, ¡El baile en honor al torneo de los tres magos!, una celebración en honor a la competencia mágica auspiciada por Hogwarts- explico Neville.
A la mete de Harriet vinieron los recuerdos de modistas entusiasmado en el callejón Diagon.
-Ah... entiendo- dijo pensativa Harriet- ¿Ya tiene sus vestidos chicas?
- Ya los tenemos, no queríamos preocuparte por el tema, no cuando tenías la primera prueba, pero ya tenemos varias propuestas de un diseñador en específico.
- ¿Su vestido? - pregunto Lavender- Disculpen, pero yo soy la encargada de su look, el vestido debe tener mi aprobación, muéstrenme las opciones señoritas.
Las chicas se enfrascaron en charlas de colores, telas, cortes, escotes, encajes, brillos, dada la complejidad del tema Harriet dejo de prestar atención.
- Prefiero que un dragón me devore a usar esto- se quejó Ron.
- Oh vamos amigo, tenemos mágica, ¡Y se cocer!, te ayudare con tu ropa.
- ¿Lo dices en serio? - El muchacho resplandecía de ilusión.
- Claro, para eso están los amigos... pero no se mucho de moda, quitare los volantes y lazos, pero será un traje bastante simple.
- Con que sea negro y blanco, sin volantes es más que suficiente para mí, ¡Gracias, gracias, gracias!
Antes de preocuparse por no saber bailar, la profesora McGonagall los cito una tarde en un aula vaciar para enseñarles a bailar, luego de carcajearse por la cara de Ron al bailar junto con la bruja mayor, la mente de Harriet divago... aun no tenía idea de cómo descifrar el huevo de oro.
Notes:
Miércoles de actualización , gracias por leer hermosas personitas. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 28
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Aviso
Querida y bellas personitas, sé que me tocaba subir capitulo porque hoy es miércoles, pero tontamente salí de viaje y olvide mi usb donde estaba listo el capítulo para publicar... sí, soy de las que usan usb aun para guardar sus avances, pero pensé que ustedes se merecían más que unas disculpas, así que intente dibujar y pintar a pulso con mouse dos ilustraciones de lo que vendría a ser Harriet Potter. Sepan que no volveré a cometer este descuido, subiré el capítulo que les debo el domingo, día de retorno a mi ciudad natal. Hasta entonces, espérenme un poquito más.
Ok-----Parece que no puedo compartir imágenes con ustedes y tampoco recuerdo mi d. a, como para entrar. Muchos errores un solo día ¡Nos vemos el domingo por la tarde!
Notes:
Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter 29
Summary:
El baile de navidad ya está aquí, Harriet conseguirá una pareja inesperada y se llevará más de una sorpresa a lo largo de la noche invernal.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El baile de navidad requería que los estudiantes vallan en parejas… cualquiera pensaría que al ser una campeona o ser la niña que vivió, iba asegurarle una cola de chicos preguntando por ser su pareja de baile, pero los artículos de Rita Skeeter habían calado hondo en la población masculina. A Harriet no le preocupo si su sexualidad se ponía en duda, pero Skeeter también había dañado la reputación de Hermione.
- Mione… ¿Tienes pareja para el baile? - pregunto después de desayunar.
La inteligente bruja se sonrojo.
- ¡OH, la tienes!, me alegro por ti- festejo con sinceridad Harriet, aunque una pequeña parte suya anhelaba ir con su amiga y ahorrarse todo el drama de búsqueda de pareja- ¿Se puede saber con quién iras?
El sonrojo de Hermione se intensifico.
- Con Viktor Krum- susurro.
A Harriet se le escapo una carcajada de alegría.
- Me alegra que Krum no crea las mentiras de Skeeter… es un chico inteligente, me cae bien.
- A mí también- dijo sonrojada Hermione.
A medida que los días pasaban, entre apretujarse los sesos para captar alguna pista del huevo dorado, horas extra de auto estudio para seguir perfeccionando hechizos de defensa solo para sentir estar logrando algo, días de discusión con Lavender, Ginny y Hermione acerca del vestido ideal para la gala de navidad; Harriet apenas tenía tiempo para reparar el traje de Ron, desvelándose por las noches y sintiéndose soñolienta los días siguientes. Cuando termino de lavarse la cara por millonésima vez para espantar el sueño, fue encarada por Theodore Nott rumbo a la biblioteca para alcanzar a Hermione.
- ¿Es cierto Potter?, ¿Eres lesbiana? - pregunto con genuina curiosidad el pálido chico de cabello negro.
Harriet lo miro de mala gana.
- ¿De verdad preguntas eso?, ¿Y tú tienes neuronas, Nott?
En lugar de ofenderse, el joven Slytherin le dio una gran sonrisa, acercándose a ella lo suficiente como para enroscar un mechón de su largo pelo negro en su dedo, enrollándolo sin prisa ni pena.
- No lo eres… solo quería asegurarme; Skeeter escribe de eso cada día, tan insistentemente que uno comienza a dudar de la veracidad, es como un niño arrancándose la costra para verse sangrar, morboso pero intrigante, en fin, ¿Tienes ir con quien ir al baile?
La mente de Harriet divago en recuerdos: el rechazo que intentaba por todos los medios ser cordial hacia las chicas que la invitaban al baile, las disculpas de Colin y Neville por no poder acompañarla porque era la oportunidad perfecta de invitar a las brujas que gustaban… y hablando del amor, recordó cunado se armó de valor para invitar a Cedric al baile, pero el joven Hufflepuff ya no estaba disponible.
“Que estúpida, claro que tiene pareja… es el legítimo ganador, el mejor de todos nosotros”
- Estarás bien Harriet, apuesto que tienes una cola de pretendientes tras tuyo- había dicho el apuesto ganador.
- De hecho, no, Skeeter se dedicó con tesón a publicar artículos para hacer creer a mundo mágico que soy lesbiana… las chicas son hermosas, adoro como huelen, admiro su porte, pero a mi… a mí me gustan los chicos, en especial uno- dijo ella viéndolo fijamente sonrojada, la esperanza y la vergüenza floreció en el rostro de Harriet por la indirecta confesión inesperada.
- ¡Oh!, chico afortunado- celebro Cedric.
La esperanza se marchito; el guapo Hufflepuff no entendía indirectas.
- ¿Potter?, ¿Potter me escuchas? - llamo Nott.
La pelinegra parpadeo, recordando la pregunta de Nott.
- ¿Quieres acompañarme al baile? - cuestiono intrigada- ¿Por qué?
- Porque será divertido en más de un sentido.
- ¿Divertido? - Harriet no comprendía nada.
- Ganar a unos cientos de chicos que quieren invitarte al baile, pero por creer a una mediocre reportera idiota, ni si quiera se acercaron a preguntarte, a interesarse por tu verdad, por tu versión; quiero volver locos a todos los leones por ver a su princesa en manos de una serpiente… y fastidiar a un decrepito mago. Además, seguramente te verás arrebatadoramente hermosa, me gustan las cosas bellas… gano por todos lados.
- No soy una cosa.
- Perdón, me exprese mal; me gusta la belleza… ¿Qué dices, aceptas? - pregunto Nott con una sonrisa.
Harriet pensó en su respuesta, nadie esperaría que leones y serpientes conviviesen de manera pacífica por un simple baile… Theodore Nott parecía ser un agente del caos, ¿Sería prudente aceptar su oferta?, ¿Y si los Gryffindor se escandalizaban y la dejaban de hablar?
- ¿No quieres?
Harriet se fijó en el chico, parecía que la energía divertida comenzaba a desaparecer de su cuerpo, le dio pena verlo desinflarse… pero había algo más profundo en los ojos del chico que solo buscar problemas, ¿Rebeldía tal vez?
- Acepto- dijo ella- Por cierto, ¿Sabes quién empezó con la rivalidad entre serpientes y leones?
Nott pareció complacido y sorprendió. No esperaba esa pregunta.
- Creo que los fundadores.
- ¿Crees que alguna vez se termine?
- Solo si todos cambia sus ideologías… eres interesante niña que vivió, más que solo un empaque bonito.
Harriet no pudo evitar sonrojarse por sus palabras, el joven Slytherin era guapo, alto, delgado, con ojos claros, cabello negro, perfil perfecto y una linda sonrisa… aunque la veía como un científico vería una nueva especie, con un brillo de descubrimiento revelador.
- Tu también, Theodore Nott.
- Llámame Theo.
- Y tu Harriet.
Los días en que el trio dorado no estaba junto por que las chicas pasaban demasiado tiempo en la biblioteca, Ron pasaba el rato con otros chicos de su año, como Seamus o Neville, intentando cada día conseguir una linda chica para invitar al baile. Después de su copiosa cena, el pelirrojo se quejó de su desgracia por aun no conseguir pareja para el baile de navidad… cuando de repente vino a su mente una revelación y se giró a sus amigas que charlaban del huevo de oro y las interrumpió.
- Harriet, Hermione, ustedes son chicas…
- ¡Que observador! - ironizo Hermione.
- Una de ustedes vengan conmigo al baile… si para un chico es vergonzoso ir solo, para una chica seria deprimente y un poco pate-
- Ron, debes aprender a escuchar tus palabras- siseo Harriet con rabia- A veces puedes ser un gran tonto.
- Harriet y yo no estamos solas- agrego Hermione con enfado- ¡Ya lo veras!
Hermione abandono su cena a la mitad, roja de rabia y algo más que alerto a Harriet a seguirla casi corriendo a la salida del gran comedor, ignorando sin desearlo a George, que estaba en el recibidor con intenciones de hablar algo serio.
- ¡Lo siento George, debo ir con Hermione, luego hablamos! - dijo para desaparecer a la sala común de Gryffindor.
Harriet encontró a Hermione en su cama, golpeando la almohada… lloraba. La pelinegra se quedó en silencio, pero a su lado hasta que la inteligente bruja se calmó.
- ¿Con quién van ir al baile chicas? -pregunto Lavender con la cara iluminada por la curiosidad.
Todas ya estaba con sus pijamas, listas para dormir.
Una a una fue nombrando sus parejas de baile hasta llegar el turno de Hermione.
- Viktor Krum.
¡AAAYYYYYYY! - Lavender, Parvati y Fay chillaron si poder contener su emoción.
- ¿Y tú Harriet?, ¿Y tú Harriet? - pregunto entusiasmada Parvati.
Harriet las vio con un poco de envidia, todas iban con chicos quien como mínimo las hacían sonrojar… menos ella.
- El chico con quien ansiaba ir ya está apartado.
- Ohhh, fruta prohibida- dijo Lavender.
- ¿Es Cedric Diggory? - pregunto Fay.
- ¿Soy tan obvia? - se sorprendió Harriet.
- Literalmente brillas frente a él.
- ¿Si no iras con el… entonces con quién? - pregunto géminamente curiosa Hermione.
- Con Theodore Nott- Harriet cerró los ojos, no queriendo ver sus caras de desaprobación.
¡AAAYYYYYYYYY!, de todas formas, escucho sus gritos.
- ¿No les molesta? - Harriet abrió los ojos, insegura.
- ¿Por qué? Es muy guapo- suspiro Lavender.
- No hay ninguna regla que impida a dos miembros de diferentes casas asistir al baile juntos- explico Fay.
- O poder ser amigos- dijo Parvati refiriéndose a su gemela Padma que estaba en Ravenclaw.
- Pero, aun así- intervino Hermione- No creo que seas la pareja más popular del baile.
- ¡Pero sí que atraerás las miradas! - celebro Lavender- ¡Debo esforzarme en un look que te haga resaltar como una pintura hermosa con ese bombón de marco!
Los jóvenes se rieron ante el comentario de la chica pelo ondulado, Harriet sintió que la pequeña presión en su pecho por su desaprobación se desvanecía. No importa si el colegio entero la odiaba, ya lo habían hecho antes… mientras tuviera a sus amigas, ella estaría bien.
Las semanas antes del baile de navidad fue frenética, Harriet se escabullo a la lechucería para enviar más pociones multijugos, más dinero muggle y bocaditos a Sirius, pero antes de abandonar la lechucería tuvo una conversación incomoda con Cho Chan, la pareja de Cedric, (lo sabía gracias a Lavender), se notaba que a ella también le gustaba el guapo Hufflepuff.
El día del baile las chicas apenas comieron en sus tiempos libres.
- No hay tiempo, ¡No hay tiempo! - chillaba Lavender.
Harriet pensó que ese día en particular Lavender parecía el conejo de Alicia en el país de las maravillas, y sinceramente tenía razón, la joven de risos la arrastraba de un lado a otro. La pelinegra nunca pensó que arreglarse seriamente tomara tanto tiempo, ni que hubiera tantos procedimientos estéticos necesarios, como depilarse todo el cuerpo, hasta zonas que no sabía que se debía depilar… y eso fue antes de desayunar. Sentía tanta incomodidad después de eso, las telas que siempre usaba para vestirse de forma rutinaria y cómoda, ahora se sentían casi como vestir lija.
- Debí depilarte ayer- susurraba Lavender pensativa- Sigamos luego con el bozo, cejas y rostro.
Dolor… la belleza era dolor, Harriet prefirió ser una chica con vellos a volver a experimentar eso, sentía como si le arrancaran la piel con cera.
La perfumaron en puntos estratégicos, discutieron de que peinado le sentaría mejor, hasta que eligieron una trenza espiga.
- ¿Y ustedes?, ¿No deberían alistarse?
- Nos alistaremos… pero vestirte y peinarte es muy divertido- suspiro Parvati.
- Ahora entiendo a Lavender- afirmó Fay.
- ¿Verdad?, es como abrir una caja misteriosa y maravillarse por lo que hay dentro… además Harriet, es la primera vez que vas a un evento formal, ¡Todas queremos ayudar!
Lavender la maquillo de forma natural, a gusto de Harriet, quien amaba el maquillaje ligero a comparación del maquillaje cargado, sentía que era pesado, casi como usar una máscara y por más que se veía al espejo no podía reconocerse … aprendió a admirar a chicas que si podían soportar el peso de las pestañas postizas y labial cargado. Dobby les trajo bocaditos para no ir con el estómago vacío al baile.
- ¿Por qué las chicas se preocupan tanto por su apariencia? - pregunto Ron viendo los asientos vacíos de casi todas las chicas a la hora del almuerzo.
- Lo dice quien tiene el traje de su TIA ABUELA- rio Seamus.
- ¡Ey! - replico Ron ofendido- Era arcaico, pero ahora gracias a Harriet es moderno y en color blanco y negro
- Ella es todo un encanto, ¿Verdad?
- Si… lástima que sea lesbiana.
- Como decía- interrumpió Ron, no queriendo hablar de la sexualidad de su amiga- Si tuviera que usar ese horrible traje me mataría… pero ahora matare a Neville por salir con mi hermanita.
Cuando llego a la hora de elegir el vestido, Harriet se inclinó por el favorito de casi todas, blanco como la nieve, pero con detalles dorados que parecían pequeñas alas de quidditch repartidas por todo el escote en forma de corazón, Harriet se abría sentido desnuda sino fuese los de encajes que le cubrían los brazos hasta los nudillos y el pecho … aunque dejaba al descubierto sus hombros; el largo de la falda le llegaba hasta la tibia y era vaporoso, lleno de gasa que se movía con cada paso, sus zapatos de tacón eran completamente dorados. Por un momento pensó que se pasaría la noche cayendo de bruces, hasta que Hermione la tranquilizó para que camina sin miedo, esos zapatos estaban encantados para que se no tuerce el pie o resbalara.
- Guauuu… mujeres muggles matarían por estos zapatos.
- Oh, ¡Solo falta los laureles dorados en tu cabecita para terminar!
Cuando Harriet se miró al espejo, no se reconoció, su reflejo mostraba a una adolescente delicada, femenina y realmente deslumbrante… le mostro un lado que pensó que tenía.
Harriet agradeció a cada bruja dándole un abrazo de corazón, reiterando las gracias una y otra vez.
Cuando las Gryffindor estuvieron listas, bajaron en grupo hacia el gran comedor.
Ron había conseguido a última hora como pareja a la gemela de Parvati, Padma Patil, la estudiosa Ravenclaw no estaba interesada en asistir… pero luego de enterarse que sería de asistencia obligatoria, tuvo que ir con el único chico que aún estaba disponible, vestía un traje típico de su cultura.
- Pobres… apuesto que Harriet y Hermione están solas llorando en su habitación.
- ¿Qué quieres decir con eso? - pregunto Neville, nervioso de pronto bailar.
- Piénsalo, ¿Por qué no nos dijeron con quienes vendrían?, Porque nos habríamos burlado de ellas, porque nadie las invito; yo las invite, pero fueron muy orgullosas.
- Tal vez vengan juntas… como la pareja que son- insinuó Seamus.
Una agitada profesora McGonagall los interrumpió, preguntando por Harriet.
- En manos de Lavender- respondió Padma- Desde la mañana.
- Debe apertura el baile junto con los demás ganadores, ¡Es la tradición!
- No creo que lo sepa- dijo Ron.
Pero antes de que la profesora estalle en un ataque de nervios, Padma señalo a las escaleras, luciendo anonadada, apenas pudo pronunciar.
- Lucen hermosas…
Como si de la primavera se tratase, cinco hermosas jóvenes brujas de Gryffindor bajaron la escalera, imponiendo su presencia; era como ver florecer a las ahora jóvenes brujas, dejando atrás su faceta de niñas para siempre, embobando a los alumnos que estaban a los pies de la escalera.
- ¿Están seguros que Potter es lesbiana?, porque si no lo es fui un estúpido por no invitarla.
- Es Potter y Granger… lucen preciosas.
- ¿Dunbar siempre fue tan linda?
- Patil y Brown se ven hermosas, están cogidas de las manos como Potter y Granger, pero no son pareja… ¿Están seguros que Potter es lesbiana?
- Lo comienzo a dudar amigo, no con esa aura tan… tan inocente.
- ¡Potter aquí estas! - interrumpió los murmullos la bruja mayor- ¡Llegas tarde!, apresúrense, cada ganador reúnase con su pareja.
Viktor Krum le ofreció galantemente su brazo a Hermione, alabándola por su apariencia haciendo sonrojar a la inteligente bruja. Y con razón, Hermione parecía una hermosa flor rosada andante, un capullo abriéndose, mostrando una bella flor floreciente.
- ¿Y su pareja señorita Potter? - cuestiono la profesora McGonagall.
- Aquí- casi grito Nott, y se acercó a Harriet- Estas arrebatadoramente hermosa, superaste mis expectativas.
La pelinegra frunció el ceño.
- Ey, es un halago, es un halago, relájate… perdón, me exprese mal. Te ves como la encarnación de la luz.
Harriet se sonrojo… si Nott pensaba que se veía bien, ¿Qué pensaría Cedric?
McGonagall reunió a las cuatro parejas, todas deslumbrantes, los más tardones apenas pudieron saludar a los que llegaron temprano, los campeones fueron dirigidos con rapidez a la entrada del gran comedor, donde todos el alumnado y docentes de las tres escuelas mágicas se hallaban. Cada pareja fue recibida con música y aplausos, Harriet iba al final con Nott como pareja y esta no pudo evitar soltar una carcajada al ver la cara de shook de la población masculina, como si se hubiesen perdido una gran oportunidad… ir con el atractivo Nott había sido un gran acierto. Después de ese instante nadie volvería a creer a Skeeter sobre su sexualidad.
- Te dije que sería divertido- se carcajeo Nott, sujetándola con delicadeza, dándole un guiño a Malfoy.
El gran comedor había sido adaptado para simular el espíritu de navidad, en lugar de las clásicas velas y cielo despejado lleno de estrellas, ahora el techo simulaba nubles blancas y de estas caía nieve que desaparecía antes de tocar el suelo, telas platinadas colgaban del techo al suelo, guirnaldas de hiedra y muérdago estaban por todos los rincones, las paredes habían sido encantadas para simular un paisaje invernal, escarcha plateadas cubrían los muebles y el suelo, las mesas rectangulares habían desaparecido, reemplazadas por mesas redondas pequeñas al lado de las paredes rebosantes de bocaditos, bebidas y estructuras de hielo iluminadas con farolitos que alumbraban el espacio, tres arboles gigantes bañados de nieve, se encontraban en la parte final del espacio donde antes estaba la mesa de profesores, un paraíso mágico de invierno.
Había un gran espacio vacío para la pista de baile, donde terminaron colocándose las cuatro parejas para el primer baile de apertura. Harriet se propuso centrarse solo en el baile, ignoraría sanamente a Cedric… verlo tan apuesto en ropas de gala con otra chica era doloroso; por el momento tenía otras cosas en que preocuparse como recordar los pasos de baile, no pisar a su pareja y no hacer el ridículo frente a todas las miradas dirigidas hacia ella.
- Tranquila Harriet- dijo Theodore llamando su atención mientras con una mano sujetaba su cintura y con la otra su mano- Solo sígueme, tranquila, yo te guiare.
- Nunca he asistido a eventos como estos… ¿Y si te piso?, ¿Y si terminamos en el suelo?
- No te compliques- dijo Theodore sonriendo, unos hoyuelos aparecieron en sus mejillas- No pienses en eso… un baile no es nada en comparación de burlar un dragón, ¿Verdad?
Harriet asintió, por un momento había olvidado que a su corta edad había logrado hazañas que sus compañeros jamás enfrentaron… Había sobrevivido a los peligros reales en el mundo mágico, y ahora estaba temblando por peligros ficticios.
- Divirtámonos Theo.
- Así se habla, te prometo que no te caerás ni me pisaras.
La dulce melodía estilo vals sonó, el miedo de Harriet a hacer el ridículo desapareció cuando Nott la guio con maestría, haciendo juego de manos de forma natural, haciéndole girar y levantándola brevemente en el aire, ¡Era más divertido de lo que creyó!
- Tenías razón Theo, ¡Esto es divertido!
- ¿Verdad?
- Pero… ¿No soy pesada de levantar?
Nott se carcajeo por casi medio minuto, poco a poco más parejas se iban sumando al baile, el director Dumbledore con la profesora McGonagall, el director Igor Karkarov con una docente de su propia escuela y alumnos con sus respectivas parejas.
- ¡Eres más liviana que una escoba! - dijo Nott con pequeñas lagrimas tras su carcajada.
Y aunque era un chiste muy Slytherin, Harriet no pudo evitar reírse, entreteniéndose tanto que olvido a Cedric, hasta que al pasar la noche la velada se animó con la actuación del grupo musical Las Brujas de Macbeth, desde lejos escucho los gritos alegres de Parvati y Lavender, grandes admiradoras.
Mientras Harriet baila al compás del grupo, Malfoy la empujo, Nott lo noto y la alejo hacia el extremo de la pista de baile, pero el pelirrubio fue insistente, volviendo a empujarla, por lo que Nott propuso un descanso necesario.
- Perdónalo… Draco es un buen chico, algo mimando, pero él-
- Seguro quiere mi lugar como campeona de Hogwarts- lo interrumpió Harriet, suspirando con enojo.
Nott no la contradijo, pero le dedico una mirada irónica, como si ella estuviera perdiéndose una parte importante de la historia.
- ¿Qué pasa? - pregunto ella.
- Nada Harriet, aun estas tan verde como una manzana.
- ¡Ey! - Harriet golpeo el hombro de Nott juguetonamente.
- ¿Qué tal un ponche? - propuso el pelinegro sonriendo, unos hoyuelos aparecieron en sus mejillas.
- Ideal- suspiro cansada Harriet.
- Volveré antes que digas “quidditch”
Harriet lo vio desaparecer hacia las bebidas y busco un asiento disponible, diviso a Ron, quien estaba peleando con Hermione… Con paso rápido se acercó a ellos para intentar entender el motivo de la riña.
- …Es el enemigo- dijo Ron refunfuñando.
- ¿El enemigo?, ¡Eras tu quien moría por un autógrafo!, Viktor es solo un amigo.
- Se nota que quiere más que una amistad, ¡Lo veo en sus ojos!
- ¿Qué está pasando? - interrumpió Harriet.
- Y tú…- Ron giro a su dirección, con la cara enfadada- ¡Debería darte vergüenza!,¡Aceptar a una serpiente como compañero de baile!
- ¿Vergüenza?, ¿Por qué?, muchos de los alumnos vinieron con otros de casas diferentes.
- Pero no Gryffindor y Slytherin, ¡No nos mezclamos!, ¿Qué demonios te pasa?, ¡Pudiste haber venido conmigo!
- …- Que infantil, pensó Harriet- Nott me invito primero.
- Debiste rechazarlo.
Harriet suspiro profundamente, cuando su querido amigo Ron estaba molesto se convertía en una irracional masa roja, estar cerca de él era como estar cerca de una bomba a punto de explotar dolorosamente; rogaba que el tiempo lo ayudase a madurar y se dé cuenta que esa actitud infantil estaba bien para un niño de once, pero no para un adolescente de catorce años… razonar con su amigo enfadado era tan imposible como atrapar la lluvia con los dedos.
- ¿Qué tal si alcanzamos a nuestras parejas de baile Mione?, tengo hambre, ¿Tú no?
El cambio de tema pareció sorprender a la Gryffindor.
- La gente no ha parado de preguntarme por el diseñador de mi vestido, ¿Y a ti?
- Tam… también.
- Es muy hermoso por cierto, elegiste muy bien, te favorece, pareces una hermosa flor abriendo sus pétalos en primavera. ¡Oh! y el vestido de Ginny es encantador; ustedes tienen muy buen gusto para…
La única forma de sobrevivir a la ira de Ron era marcar distancia hasta que la rabieta del pelirrojo se eclipsara, tal como Padma se había dado cuenta, abandonándolo para ir a bailar con su gemela. Así que se alejaron de su pelirrojo amigo, hablando de los vestidos y el diseñador, Harriet recordó que pronto debía cumplir su palabra y pagar su deuda.
Luego de que el grupo bebiera ponche y bailar más, Harriet sintió mucho calor, por lo que se escuso para salir fuera a refrescarse un momento. Casi al instante de abandonar la calidez del castillo se arrepintió no por el frio de la noche nevada, sino por las parejitas acarameladas que la veían con malos ojos, interrumpiendo su momento romántico… Harriet avanzo por el patio empedrado hasta perderlos, a salvo de la nieve, sin desearlo, escucho una conversación entre el profesor Snape y el director Karkarov, sin comprender nada excepto el miedo en la voz del hombre búlgaro, cuando los magos adultos abandonaron el patio se ocultó para no ser castigada por andar de hurtadillas. A lo lejos vio a el profesor Moody ir hacia el castillo cojeando… él también había oído la conversación. Harriet se quedó completamente sola.
- ¿Escuchando conversaciones Potter?
Harriet brinco del susto por la varonil voz aparecida de la nada.
- Malfoy… ¿Qué haces aquí?
- Me aburrí, ahí dentro no había nada que llamé mi atención, así que salí.
- Y esa es razón suficiente para volver a entrar, hasta luego Malfoy- Harriet se apresuró a emprender marcha, aunque el clima era bajo cero, ella no tenía frio, la ropa debía estar encantada para protegerla del frio; era de la presencia del rubio de quien huía.
- ¿Tanto me desprecias? - pronuncio el pelirrubio apretando los dientes- Como para alejarte tan rápido de mí.
- ¿Es en serio?, ¡Tú me habrías hechizado por la espalda sino fuera por el profesor Moody!
- ¡Porque me humillaste!, soy un Malfoy, no un Diggory, ¡Soy superior, parte de los sagrados 28!
- ¡Oh!, perdón por pensar que la edad sirve para madurar y no solo para envejecer, perdón por pensar que al crecer también puedes cambiar, ¡Olvide que eres tan inamovible como una roca!
- Cuida tu boca Potter- siseo el joven rubio con las venas levantadas del cuello por el enfado.
- Incapaz de cambiar… como una roca- silabeo Harriet sin miedo.
Se dio cuenta tarde que estaba siendo infantil, gritándole a su bullying personal con la esperanza de que la deje en paz… quizá madurar también significaba dejar de intentar luchar por causas perdidas… los sagrados 28, estúpidos magos que se creían superiores… como Vernon y Petunia, los mejores seres humanos, según ellos.
Tan concentrada estaba en sus cavilaciones que olvido prestar atención a su entorno, cuando estuvo a punto de alcanzar la puerta para entrar a la calidez del castillo, escucho un grito amargo a su espalda.
¡Imperius!
La maldición la golpeo como una ráfaga de aire caliente, por un instante Harriet se quedó paralizada… Después de que su nombre salió de la copa y se convirtió en una participante oficial del torneo, Harriet hiso lo imposible por no sobresalir más, participaba muy poco en clase, respondía solo cuando era necesario y hasta fallaba a propósito algunos hechizos, no queriendo ver más miradas de odio, se obligó a fingir que le afectaba la maldición Imperius, sobresalir equivaldría a despertar más celos en sus compañeros. Ahora, Malfoy la había hechizado con una maldición imperdonable para que ella le obedeciera… ese rubio podría acabar en Azkaban con un tronar de sus dedos.
- Ven a mi- dijo Malfoy interrumpiendo sus pensamientos.
Harriet decidió obedecer por el momento para entender qué diablos queria ese bastardo con cara de ángel, se giró, intento mantener la cara neutra y se prometió que le patearía la entrepierna si la obligaba a hacer algo denigrante.
Cuando Harriet llego al fin a su lado, Malfoy invadió su espacio personal, como siempre… pero esta vez la abrazo, se sintió pequeña en sus brazos, maldijo su desnutrición en una edad donde la alimentación era vital para crecer grande y fuerte, mientras escuchaba a Malfoy suspirar en su coronilla, no le importo que sus dorados laureles le rasparan la barbilla masculina.
Arggg… era como ser abrazada por un horno humano.
Permaneció abrazada por el rubio por demasiados incomodos minutos, hasta que el joven la soltó caminando lejos de ella, como si su cercanía lo afectara, luego miro a todos lados asegurándose que aún estaba solos en el amplio patio, cuando volvió a mirarla tenía las mejillas sonrosadas y la mirada vidriosa.
- Bésame.
Harriet puso su mejor cara de póker, pero no pudo evitar tensarse, ¡¿Ese idiota hablaba en serio?!, ¡Definitivamente le pateare la entrepierna! Decidida se acercó a para golpearlo, pero Malfoy retrocedió; el idiota creyó que lo iba a besar.
- Para… olvídalo; no puedo hacerlo- Malfoy la vio intensamente, en sus ojos había una mezcla de miedo y arrepintiendo- ¿Por qué te comportas de forma tan difícil?, ¿Sabes cuantas chicas matarían por mi amistad?, ¿Tienes idea cuantas chicas maldecirían por un beso mío?, ¿¿Por qué tu no??, ¡¿Por qué?!
“Porque tengo un cerebro con neuronas muy activas que me hace tomar buenas decisiones”
- Ven, no es necesario que hagas nada, solo quédate a mi lado un poco más.
Harriet aun manteniendo una expresión facial vacía, obedeció, Malfoy poso sus manos en su rostro, mirándola con detenimiento, casi como si estuviese memorizando su rostro, le dio un beso en la frente y volvió a abrazarla posesivamente, cubriéndola del frio clima.
“Acabas de salvar tu descendencia, Malfoy”
- ¿Por qué tienes que ser tan encantadora?, ¿Tan sobresaliente?, odio ver cómo te llevas bien con todos, ¡Con todos!, brujas, magos, animales, medio gigantes, criaturas mágicas, ¡Hasta con Snape!... Granger no es tu novia, soy un estúpido por creerle a Skeeter, Theo tenía razón.
“Oh, lo siento ¡Por comportarme apropiadamente! niño egocéntrico, jamás había tenido amigos, Hogwarts es lo mejor que me ha pasado en la vida y no pienso arruinarlo… si, eres un idiota y Theo tiene mala suerte por adoptarte como amigo”
Instantes o eternidad después Malfoy por fin la soltó, le ordeno volver al gran comedor no sin antes despedirse de ella besando su mano.
Arggg
Con la supuesta maldición “finalizada”, Harriet se encamino al gran comedor, pronto acabaría la celebración, pero aún se veía a unas cuantas parejas bailando en la pista, busco a sus amigos y los encontró… discutiendo de nuevo, abandonando el paisaje invernal.
- Pues ahora sabes la solución… en el próximo baile ten valor de invitarme en lugar que alguien más lo haga… ¡Y no como tu último recurso! - dijo Hermione con la voz quebrada.
- Pero si… si ni siquiera estamos hablando de eso… -Ron parecía genuinamente incómodo, miro a todos lados buscando zafarse de la conversación, hasta que se percató de Harriet.
Hermione siguió su línea de visión topándose con la pelinegra, sus perspicaces ojos estaban aguados y la cara sonrosada de rabia.
- ¿Y tú dónde estabas?
Harriet se puso verde al recordar al Slytherin.
- En el infierno.
- ¿Qué? - Hermione pareció desconcertada por la respuesta.
- Te diré todo, pero prométeme que no enloquecerás… aunque primero debemos despedirnos de nuestras parejas Mione. Vamos.
Sin esperar más Harriet jalo a Hermione con los chicos, Krum y Nott estaba enfrascados en una charla de quidditch cuando se acercaron a despedirse.
- ¿Te retiras tan pronto Harriet? ¿Qué voy a hacer sin ti?, ¿Sin tu verde mirar y tu exquisita belleza?
- Theo, el baile terminara a media noche, solo falta cinco minutos para eso- Harriet se carcajeo por la teatralidad del Slytherin y pensó en Sirius, ese chico tenía el mismo aire travieso que su padrino, por el rabillo del ojo vio como Krum besaba la mano de Hermione como forma de despedida- Gracias por el baile, fue divertido.
- Igualmente.
Con delicadeza Nott tomo la mano de Harriet y de forma teatral la beso.
- ¡Hasta nuestro siguiente encuentro, bella dama!
- Hasta nuestro siguiente encuentro, Slytherin sorpresa.
Nott no dejo de agitar su mano en señal de despedida hasta que Harriet se perdió de su vista, la pelinegra camino con Hermione directo a su habitación, ansiando su suave cama.
- ¿Mione, querías que Ron te invitara?
- ¿Qué?... No, ¡Claro que no!
- Entonces ¿porque estabas llorando?
- Porque, ¡Porque Ron es un idiota!
- Entiendo...-Harriet vio como el ánimo de su amiga decaía, decidió no presionarla más- Pero sabes que no entiendo, ¿Por qué no me duelen los pies? Estuve bailando con tacos toda la noche por primera vez en mi vida, según las películas adolescentes muggles en estos momentos debería estar caminando descalza quejándome de dolor en mis pies.
- Oh, eso es por el revolucionario calzado mágico que llevas, hechizado no solo para mantenerte en tierra sino para evitar cualquier dolor por uso prolongado.
-M.A.G.I.C. O- chillo Harriet entusiasmada haciendo reír a Hermione con su reacción.
Para sorpresa de nadie fueron las primeras en llegar al dormitorio, Harriet aprovecho la privacidad para contarle lo ocurrido con Malfoy, su inteligente amiga olvido por completo la tristeza que sentía al no haber sido invitada por Ron, la tristeza muto a ira iracunda contra el pelirrubio, instándola a denunciarlo con Dumbledore.
- Prometo que si vuelve a hechizarme correré hacia el director... además recuerda que mentí en clases fingiendo ser víctima de la maldición, decir que siempre engañe al profesor Moody no sería inteligente, me apoyo en la primera prueba, no puedo prescindir de cualquier apoyo futuro. Además por su expresión arrepentida estoy casi segura que no volverá a hechizarme... supongo que le peso la conciencia, se sintió mal y por eso me abraso.
- No creo que solo por eso Harriet.
- ¿Por qué razón más?, él quería humillarme, mandonearme y luego sus neuronas lo pensaron mejor y se arrepintió, fin del asunto- Harriet termino de abotonarse el pijama, bostezando sonoramente- Ahora a dormir Mione... aún no sé cómo descifrar el huevo dorado, necesito tener la mente lúcida.
Hermione le dio la misma mirada que Theo cuando hablaban de Malfoy, pero Harriet estaba muy cansada como intentar adivinar que pista se estaba perdiendo. Así que se tapó hasta el cuello con las cálidas mantas y se durmió casi de inmediato.
Notes:
Una sincera disculpa por el inconveniente del miércoles hermosos lectores, como compensación este fue un capítulo más largo de lo habitual. Nos vemos este miércoles. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Capitulo reeditado luego de ver demasiados horrores ortográficos.
Chapter 30
Summary:
Una ayuda inesperada para descifrar el huevo de oro, celos inesperados de abuelo y el inicio de la segunda prueba.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Su noche de descanso fue interrumpida por pesadillas que la levantaron con un grito, las mismas del verano en la casa de Elise; estaba feliz de casi haber olvidado el contenido onírico hasta esa noche, donde ahora ella era el anciano, ahora la torturaba y jugaban con sus entrañas, temblando, como si aún estuviera con sus captores se tocó el estómago… sin rastro de daño alguno, respiro entrecortadamente, recordando que compartía habitación. No estaba sola, tenía que controlarse, lástima que su estómago pensaba de forma diferente.
Avergonzada se fijó si había despertado a alguien más, pero todas dormían plácidamente, excepto Mione, que por supuesto la había escuchado y se había acercado a ella para comprobar que se encontrara bien. Su mejor amiga la consoló, limpio su desastroso vomito sin asco y se quedó con ella hasta que volvió a sumergirse en la inconciencia.
Hermione creyó que la pesadilla fue por el dragón de la primera prueba o Malfoy, hasta que Harriet le explico con todo detalle el macabro sueño. Solo así su mejor amiga dejo de mirar al rubio Slytherin como si lo fuera a hechizar en cualquier momento de la manera más dolorosa posible.
- Pero no significa nada… solo es un sueño horriblemente realista- intento restar asunto Harriet al tema, mientras caminaban con lentitud por el puente cubierto- La competencia está a la vuelta de la esquina y aun no descubrí ninguna pista del huevo dorado.
Harriet se inclinó en una de las barandas de madera del puente, mirando el abismo bajo ella.
“Si me caigo… No podré participar, ¿verdad?”
Hermione la miro frunciendo el ceño, como si adivinar sus pensamientos.
- Ni se te ocurra- la reprendió frunciendo el ceño- Tengo la teoría de que quien no participe en el torneo una vez que el cáliz arrojo su nombre como ganador, será maldecido de gravedad; no hay otra explicación por el cual Dumbledore o el señor Crouch te permitieran participar en un evento tan temerario.
- Creo que ya es tarde para pensar en eso Mione… me pregunto si los demás ganadores ya resolvieron el acertijo… ojalá Cedric lo haya resuelto- suspiro soñadoramente Harriet.
De la nada Hermione se tensó y dio una excusa vaga para alejarse al patio de la torre del reloj casi trotando con una sonrisa en sus labios.
- ¿Qué le pasa?
- ¡Pequeña rayo!
Harriet giro la cabeza reconociendo a lo lejos la voz de Cedric.
“Oh, ya entiendo… Mione se alejó para darnos privacidad”
- ¿Cómo estás? - pregunto Cedric sonriendo.
- Muy bien, gracias por preguntar- “Que lindo es cuando sonríe”
- Creo que no te agradecí por haberme avisado de los dragones.
- ¡Oh! - Harriet se sonrojo- Ni lo menciones, tú hubieras hecho lo mismo por mí.
- Exacto… ¿Conoces el baño de los prefectos del quinto piso?
Harriet asintió, aunque no entendía nada.
- No es mal lugar para tomar un baño- dijo el apuesto Hufflepuff muy cerca al oído de la pelinegra. Harriet sintió que su rostro pasaba de rosado a rojo a gran velocidad debido a su cercanía.
- Eh… ah… ¿Qué?
- Lleva tu huevo y…- Cedric retrocedió unos pasos, alejándose y le guiño el ojo- Medita todo con agua caliente.
El joven se retiró de vuelta al castillo, mientras Harriet lo observaba marchar sin entender que había pasado.
“¿Bañarme en el baño de los prefectos…?”
A pesar de no entender que es lo que decía Cedric, Harriet corrió a su habitación por una mochila con toallas, sandalias y ropa de cambio, saltándose por primera vez una clase de herbología. Corrió hacia el quinto piso, directo al baño de prefectos, sorprendiéndose del tamaño del espacio, mucho más grande que el baño de chicas en la torre de Gryffindor. Lleno la enorme bañera con dulces fragancias, produciendo una generosa cantidad de espuma, decidió bañarse con la ropa interior puesta, pero la cantidad de burbujas le tapo el cuerpo por completo, suspiro relajada y paseo la vista por el baño, hasta toparse con el objeto dorado… ¿Acaso el vapor revelaba algo escrito en el?, se estiro y examino el huevo por todos los ángulos esperando notar un cambio, suspiro derrotada sintiéndose decepcionada al no encontrar nada nuevo.
- ¡Hola Harriet! - chillo de la nada una voz femenina.
Asustada por el grito sorpresa, Harriet soltó el huevo al agua y antes de morir de miedo por creer dañar el huevo, noto que este emitía una leve luz dorada.
- Cuanto tiempo sin verte Harriet… Oh, estas usando ropa interior.
Harriet la miro parpadeando como un búho, se alegró tomar medidas extras de privacidad.
- Siento no poder visitarte más seguido Myrtle, las materias optativas, las clases y los peligros constantes me mantienen ocupada.
- Oh si, ¡También las travesuras!, ¿Verdad?
- ¿Travesuras?
- Suelo pasear por las tuberías del colegio, algunas son pequeñas y otras tan grandes como caber la mitad de mi cuerpo flotante… y encontré restos de poción multijugos, ¿Te estas portando otra vez mal, Harriet?
- ¿Poción multijugos?, yo no fui… ¿No será que lo preparo un profesor para demostrar en clases sus efectos?, ¿Cuántas veces encontraste esos restos?
- Muuuuuuuchas veces- canturreo Myrtle.
- ¡Myrtle, esto es serio!, ¿Por qué no le dijiste a alguien más de tu hallazgo?, ¿No te parece sumamente extraño todo ese asunto?
- No… no mucho, supongo que, es porque estoy atascada… no estoy del todo ni en el mundo de los vivos ni en los muertos. La vida de los vivos está repleta de problemas y de los muertos tan insustancial que apenas se nota el pasar del tiempo… a veces siento que no hay nada que me conecte a tu mundo.
- Somos amigas, aun estas conectada a este mundo que también es tu mundo.
- ¡Ay, Harriet!, que linda eres… las burbujas se desvanecen y el huevo dorado no para de brillar. Si yo fuera tu abriría el huevo, eso hizo el apuesto ganador de Hufflepuff.
Harriet obedeció no sin antes tomar una profunda respiración, bajo el agua abrió el huevo y oyó una dulce voz cantar.
Donde nuestras voces suenan ven a buscarnos,
que sobre la tierra no se oye nuestros cantos;
nos hemos llevado lo que más valoras
y para encontrarlo tienes una hora.
Harriet tosió, volviendo a inhalar aire al salir a la superficie, intentando grabar todas las palabras en su mente.
- Sobre la tierra no se oye nuestros cantos… criaturas acuáticas… ¡En el lago negro!
- ¡Que lista!, al chico apuesto le tomo más tiempo descifrarlo, casi se habían acabado sus burbujas.
- Espero que respetes la privacidad Myrtle- refunfuño molesta Harriet.
- Oh claro que sí, ¡Me tapo los ojos!
- Bueno… algo es algo; ahora voltéate que voy a salir.
- ¡Pero si llevas ropa interior!
- Que es blanca y ahora trasparente… necesito privacidad.
- Ok, ok.
A la hora de la cena, Harriet les conto a sus amigos su descubrimiento, salió de un embrollo solo para meterse en otro… ¿Cómo iba a aguantar por una hora la respiración?
- Lo tengo, ¡Neville! - exclamo Ron, feliz.
Las chicas no parecieron entenderlo.
- Estos días ustedes han estado tan metidas en la biblioteca, que he tenido más tiempo para pasar con los chicos, Neville a cada hora hablaba acerca de plantas mágicas gracias a un libro viejo… generalmente solo asiento para darle a entender que lo escucho; pero hay plantas realmente interesantes que es imposibles no prestar atención, como las branquialgas, que al ingerirla permite a un ser humano respirar bajo el agua.
- Nada mal caballero estratega, recuérdame comprarte todo el carrito de dulces al volver a Londres… planeaba amanecerme en la biblioteca buscando una solución- sonríe Harriet aliviada, Ron le devolvió la mirada, orgulloso por el reconocimiento.
- Pero a estas horas… ¿Cómo conseguirán branquialgas? - pregunto Neville, quien oyó su nombre en la conversación.
Fueron los últimos en cenar intentando buscar una solución, hasta que Hermione vio como los platos desaparecían mágicamente.
- Harriet, ¡Los elfos!, seres mágicos poderosos pero menospreciados, ¡Pueden trasportarse a donde quieran! - salto Hermione de su asiento.
- ¡Es cierto!… Tengo un buen amigo que podrá conseguirlo que casualmente trabaja aquí- Harriet sintió como la esperanza bañaba su cuerpo- ¡Dobby!
Con el dinero necesario para la compra e indicaciones detalladas por parte de Neville para adquirir la planta correcta, Dobby se retito feliz de poder ayudar a su salvadora Harriet Potter. Esta le agradeció a cada uno con un beso en la mejilla mientras discutían que criaturas podían ser un desafío cuando este bajo el agua, recomendándole alejarse del calamar gigante, no provocar a las Selkies y usar los hechizos de defensa del año pasado que el profesor Lupin les enseño de ser necesario si se topaba con los Grindylow.
Después de un corto periodo de tiempo Dobby regreso con las branquialgas, aunque Neville no pareció complacido con el color, pues el libro mencionaba que la planta debía de ser gris verdoso pero el elfo había traído una azul verdoso.
- Funcionará, pero no creo que dure una hora, esta planta parece otra variedad, misma especie, pero diferente efectividad… deberás superar la prueba en menos de una hora Harriet- recomendó Neville.
- Lo tendré en mente, gracias Neville y muchas gracias Dobby.
Harriet sintió un nudo en el estómago, debía ser rápida o podría ahogarse.
Esa noche mientras Lavender se lamentaba por no poder obtener permiso para modificar el enterizo traje de baño que usaría Harriet para la competencia bajo el lago, la pelinegra repaso en su mente los hechizos que el ex profesor Lupin les había enseñado, la debilidad de los Grindylow eran sus dedos frágiles, quebrarlos era una apuesta segura para zafarse de ellos, pero le dio asco al recordar el sueño donde la torturaban, no quería hacer daño a ningún ser vivo. Si sus amigas vieron la palidez en su rostro por el miedo que le provocaba la segunda prueba, no dijeron nada y actuaron tan normal como cualquier otra noche.
La mañana de la segunda prueba amaneció ventosa, los cielos grises no ayudaban a los ánimos de Harriet, comer el desayuno fue como masticar arena, difícil de tragar por los nervios; cuando estaba a punto de terminar su comida la profesora McGonagall apareció en su mesa pidiendo la presencia de sus amigos, Ron y Hermione, estos se mostraron confundidos, pero obedecieron siguiendo a la docente, antes de abandonar la mesa prometieron alcanzarla luego, alentándola desde las bancas. Por el rabillo del ojo vio como otros dos magos adultos llamaban a dos estudiantes más a seguirlos.
“Qué raro” pensó Harriet, pero no le dio más importancia, su mente estaba distraída por los nervios.
Moviéndose con rigidez, Harriet subió hasta su habitación compartida para alistarse, la prueba comenzaría pronto, traje de baño, toalla, sandalias, bata y ropa de cambio para cuando finalizará la prueba, todo empacando en una mochila regalo de su abuela Elise.
Abandono el castillo rumbo al lago negro flaqueada por Lavender, Fay y Parvati… no había rastros de Ron o Hermione, pero confiaba que sus amigos la animarían desde las tribunas que habían colocado a las orillas de las frías aguas del lago, aunque estas estaban cada vez más repletas de entusiasmados espectadores. Dudo reconocerlos entre tantas personas.
- Oigan, esto es muy interesante… pero ¿Cómo veremos a Harriet si está bajo el agua? - pregunto Parvati.
- Oí rumores de que Dumbledore creo una manera ingeniosa de resolver el problema… una especie de bola de cristal plana- Fay señalo hacia la parte superior del lago negro, una especie de pantalla de cristal gigante, pero en lugar de cables, de esta salían tubos gruesos de vidrio que apenas tocaban el agua pero transportaban una especie de vapor del lago, en el artefacto de vidrio solo se proyectaba algas y profundidades submarinas verdosas- Supongo que la imagen se volverá más clara cuando los competidores estén bajo el agua, quizá hasta muestren a los ganadores y toda su travesía bajo el agua.
- Ese mago es asombroso- silbó Lavender sorprendida.
Harriet se sintió más segura, si algo malo pasaba su abuelo la ayudaría.
- Aun no sé cuál puede ser “lo que más valoro”, no sé qué pudieron haberse llevado- dijo Harriet intrigada.
- Tal vez… ¿Alguna reliquia familiar?
A Harriet se le hundió el estómago al imaginar que la única fotografía de sus padres este en esos instantes dañándose bajo el agua, el cuerpo le pico ansioso de sumergirse al lago y rescatar su preciado tesoro.
- Recuerda Harriet- Neville aprecio a su lado trotando- Debes comer las braquialgas cuando la competencia este por iniciar, es posible que tengas menos de una hora.
- Entendido Neville, gracias- Harriet sonrío para intentar tranquilizar a su amigo, con una pequeña nerviosa bruja pelinegra era suficiente.
La profesora McGonagall la separo de sus amigos para llevarla a una plataforma donde se encontraban los ganadores esperando. Harriet comenzó a sentir la presión de la competición, sintió las manos entumecidas, el corazón palpitar rápidamente en el pecho… sintió que tendría un ataque de nervios sino hacia algo, así que se puso a tararear en voz baja para tranquilizarse.
El señor Crouch se acercó a los ganadores ordenándoles prepararse para la competencia, quitándose sus batas, los hombres vestían camiseta sin mangas y shorts, las mujeres trajes enterizos de baño con los colores de sus colegios y casas. Harriet desvió la mirada para mirar a Cedric quien se encontraba a su lado, sonrojándose irremediablemente, nunca había visto tanta piel al descubierto del apuesto Hufflepuff, el miedo fue reemplazado por la vergüenza. El joven se percató de su mirar y se acercó a ella.
- Harriet… tu pelo esta rojo, ¿Por qué esta vez?
La pequeña bruja había estado tan embobada viendo a Cedric que había olvidado controlar sus emociones… su delator pelo se había vuelto rojo, como sus mejillas.
- Oh… pues… porque, porque…- Harriet pensó que decir la verdad no la mataría, además se enfrentaría a más peligros que simples palabras, podría morir si las cosas salían mal, no tenía nada que perder más que la vergüenza absoluta, así que tomo una profunda respiración para poder expresar sus palabras con claridad- Porque yo me sentí impresionada con tu traje de baño… rebela mucha piel.
De lejos Harriet escucho una explosión seguida de una carcajada, lejanamente la identifico como la risa de Theo.
- Oh… aun eres tan pequeña Harriet, esto es solo un bañador- dijo Cedric sonriendo, mirándola con amabilidad, mientras le acariciaba la cabeza cariñosamente.
Harriet volvió a oír otra explosión y más carcajadas de Theo, pero en ese instante en todo lo que podía enfocarse era en Cedric, para ella ese momento, vistiendo solo un bañador de licra que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, era muy íntimo… aunque el Hufflepuff no tuviera idea de sus sentimientos. Habría soltado las hasta la varita si 1. No la tuviera amarrada en el muslo con un estuche especial, regalo el profesor Moody de sus épocas como auror, y 2. Si Dumbledore no habría aparecido dando grandes zancadas, interponiéndose entre los jóvenes como si de una barrera humana se tratase, invitando amablemente a Cedric alejarse unos metros para comenzar la competencia. A pesar de su actitud alegre y a pesar de darle la espalda para cubrirla de Cedric, Harriet noto que su abuelo estaba molesto.
Cedric se alejó deseándole buena suerte, Harriet tuvo que asomar su cabeza tras la imponente figura de su abuelo para agradecer al tejón y desearle suerte. Dumbledore permaneció fijo como una roca inamovible hasta de él joven se alejó.
- Abuelo… ¿Está todo bien?
El director giro a su dirección, parecía tan sorprendido como ella por su actuar.
- Si… si mi niña… ¿Tal vez nervios?
- Oí rumores de tu invento- dijo Harriet señalando la pantalla de cristal gigante- ¿Cuándo lo hiciste?
- Cuando fuiste seleccionada como ganadora.
- ¡Oh!, ¡Abuelo!
Sin importar que tres escuelas mágicas estuvieran presentes, Harriet abrazo a Dumbledore con tanto cariño como podía, el anciano le devolvió el abrazo con la misma intensidad.
- No tienes que ganar pequeña... solo mantente a salvo- susurro Dumbledore después de abrazarla- No hay deshonor cuando huyes para salvar tu vida, sino valentía porque eliges vivirla.
- Lo tendré en mente abuelo, gracias.
El director de Hogwarts se alejó de la pelinegra para comenzar a narrar en que consistiría la segunda prueba, una hora para recuperar su tesoro, luego de estarían solos frente a los peligros submarinos.
Harriet mastico a toda prisa las branquialgas, sabían fatal, gomosas e insípidas, parecían tentáculos de pulpo... difíciles de triturar y aun mas de tragar.
- La prueba comenzará al sonar el ca-
BOOOOOOOM
Argus Filch volvió a hacer sonar el cañón antes de tiempo, los tres campeones mayores se lanzaron al agua sin dudarlo, mientras Harriet aun en la plataforma comenzó a sentirse enferma, tragar las branquialgas le corto la respiración de golpe, temió haberse atragantado con la viscosa planta, pero el profesor Moody, quien estaba cerca de ella, La empujo sin dudar al agua. Harriet grito, pero ningún sonido salió de su boca, hasta que toco el agua... se sorprendió de en lugar sentir dolor por las frías aguas, estas se sintiesen sorprendentemente refrescantes, entrar al agua fue como un bálsamo para todos sus males, la cabeza dejo de darle vueltas, podía respirar con normalidad una vez más... noto cambios en su cuerpo, agallas debajo de sus orejas, membranas entre todos sus dedos y sus pies se habían alargado, hasta parecer aletas de buzo.
Feliz por el resultado de las branquialgas, Harriet nado a la superficie notando que era muy veloz bajo el agua y dio una voltereta en el aire, el público la ovacionó, pero ella solo lo había hecho para mostrarle a sus amigos que se encontraba bien.
Ya más concentrada se enfocó en explorar el lago negro y buscar "su tesoro", a pesar que el lago tenía poca visibilidad por sus aguas verduscas, Harriet podía ver con gran claridad y no necesitaba parpadear, sin dudarlo se adentró en las profundidades, tenía menos de una hora para cubrir gran terreno, el lago negro era inmenso.
Notes:
Otro miércoles y promesa cumplida, capitulo subido, hasta el próximo miércoles bellas personitas, Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
… Dos explosiones por la interacción entre Cedric y Harriet, ¿Pueden adivinar quién fue el responsable?, yo sé que siiiii. Fue muy divertido imaginarme la cara del culpable.
Chapter 31
Summary:
Ciudades submarinas, rescate del tesoro y una noticia inesperada en el diario el profeta.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El paisaje submarino era oscuro, neblinoso y extraño, el silencio presionaba sus oídos, a pesar de tener buena visión, mientras más se sumergía a las profundidades del lago solo podía ver a tres metros a la redonda, por lo que debía andar con cuidado para no toparse con sorpresas, mientras nadaba vislumbro bosques de algas ondulantes, formaciones rocosas cubiertas con barro. Bajo el agua perdió la sensación del tiempo, se alegró de no encontrar peligros, ningún calamar gigante, sirenas, Grindylow o tritones… pero tampoco se topó con ningún ganador.
Se sumergió más y más, pequeños peces plateados la esquivaron, el agua se volvió más opaca, aunque con sorpresa vio una zona alejada emitir un brillo gris, instintivamente siguió la luz, al encontrarse tan lejos tuvo que acelerar para llegar. Sintió que había estado nadado por casi 20 minutos, se maldijo por no llevar un reloj acuático, pero ya era tarde para lamentaciones. Cuando por fin llego hasta las grises luces, vio con sorpresa que parecían construcciones de civilizaciones submarinas.
No se equivocó cuando empezó a nadar en sus “calles”, se vio rodeada de casas de piedra sin labrar cubiertas de algas, algunas casitas estaban tan elaboras que hasta tenían jardines y Grindylow como mascotas atados con cuerdas de algas a una roca, rostros de sirenas y tritones curiosos se asomaron por las ventanas, de aspecto completamente diferentes a los relatos infantiles que Harriet había escuchado, las criaturas marinas tenían piel cetrina y cabello revuelto verde oscuro largo, ojos amarillos, dientes partidos y grandes colas de pez plateadas. Algunos agarraron unas lanzas dispuestos a protegerse si ella resultaba ser hostil, por lo que Harriet se limitó a sonreír y tararear para intentar calmarse… se sentía como una intrusa en tierras extranjeras.
Hasta que por volvió a oír el canto que oyó al abrir el huevo de oro.
Donde nuestras voces suenan ven a buscarnos,
que sobre la tierra no se oye nuestros cantos…
Sin dudarlo Harriet siguió las voces, nado hasta que llego a una versión submarina de una plaza de un pueblo pintoresco, en el medio de esta había sirenas y tritones cantando para atraer a los campeones.
Nos hemos llevado lo que más valoras…
Cuatro cuerpos flotaban, con los ojos cerrados y las manos extendidas, como si durmieran, de sus bocas salina una hilera de burbujas, todos atados de un pie para no salir flotando a la superficie, a Harriet le fallo la respiración por primera vez al acercase y notar quienes eran…
Y para salvarlo tienes menos de media hora.
Si no te apresuras tu tesoro se quedará aquí abajo por siempre criando algas…
Hermione, Ron, Cho Chang y una niña pelirrubia no mayor a ocho años.
Cuatro personas para cuatro ganadores.
Harriet sintió que el pelo se le coloreaba de rojo intenso por la furia que sentía… ¡¿Quien en su sano juicio hace una competencia donde se debía rescatar personas?!, se supone que ella rescataría un objeto, una prenda, un tesoro, ¡No las personas más importantes de su vida!, ¿A quién se supone que debía salvar si tanto Ron como Hermione eran tan preciados para ella?
Los tritones y sirenas parecían burlarse de ella al notar su indecisión, Harriet nado a los alrededores de la plaza para buscar a los demás competidores, ¿Por qué tardaban tanto?, la preocupación sustituyo a la rabia, sus mejillas y pelo volvieron a su color habitual.
Volvió con los cuatro cuerpos he intento calmarse y analizar la situación. La niña pequeña tenía un parecido a Fleur, ella debía ser quien la rescataría…al ver a Chang el corazón le latió dolorosamente, la hermosa asiática debía de ser el tesoro de Cedric.
“¿Cuándo sucedió eso?”
No, no era momento de preguntas sin respuestas.
Liberaría a sus dos amigos y salvaría a los demás si los otros ganadores no llegaban, haría los viajes que sea necesarios, nadie se quedaría cultivando algas. Comenzó con Ron al este encontrarse en un extremo, desenrosco las sorprendentemente resistentes cuerdas de algas con dificultad, cuando acabo el cuerpo de Ron floto unos centímetros por encima de todos, balanceándose ligeramente por el flujo de agua, como si la esperara para subir a la superficie. Cuando empezó a preocuparse de si las branquialgas soportarían tantos viajes de rescate, Cedric apareció nadando a toda prisa, uso el encantamiento diffindo para cortar la cuerda verdusca, hiso un ademan de tiempo para que Harriet se apresurara y salió disparado a la superficie.
“Diffindo… y yo desenroscando la cuerda como un muggle, que vergüenza”
Cuando se acercó a Hermione para salvarla, sirenas y tritones la amenazaron para que la soltara, apuntándole con lanzas puntiagudas.
- ¡Solo uno!, ¡Llévate el tuyo!
- Pero ella también es mi amiga- intento razonar la pelinegra.
- Llévate el tuyo, ¡Deja el resto!
- ¡Solo uno!
- ¡No la dejare aquí! - grito enfadada Harriet.
Se escuchó gritos de las sirenas porque una gran figura se acercaba rápidamente, espantando a los tritones que tenían rodeada a Harriet. Era una especie de tiburón, pero con cuerpo de humano, la pelinegra reconoció el uniforme que vestía el extraño ser, ¡Era Viktor Krum!
Harriet suspiro de alivio al ver que su mejor amiga era rescatada y llevada a la superficie… ahora solo faltaba la ganadora Delacour.
Espero y espero… no había rastros de la bella ganadora.
Ya pronto se cumplirá la hora.
Todos se quedarán aquí abajo por siempre criando algas...
"Debió algo de sucederle", pensó Harriet así que, sin tiempo pensar o dudar, Harriet lanzo el encanto diffindo hacia la cuerda verde que ataba a la pequeña niña, liberándola.
- Pero ¿qué...? - Dumbledore veía lo que sucedía bajo el agua, igual que todos y no podía creer que Harriet, su pequeña niña lo desobedeciera. La entendía, quería salvar a todos... ¡Pero esas solo eran mentiras de las sirenas!, ¡Ellos jamás abandonarían a ningún alumno para que criara algas!
No tuvo más tiempo para enojarse porque Cedric Diggory emergió con la estudiante Cho Chang; joven de Hufflepuff, demasiado mayor para posar sus ojos en una niña como Harriet.
Tragándose sus celos de abuelo que no sabía que tenía, se obligó a bajar a la plataforma más cercana al agua con Crouch para ayudarlos. Para cuando llego a la base el joven estrella Krum había arribado con la estudiante Granger, siendo celebrado por su colegio con gran alegría, vitoreo y música hicieron olvidar a los espectadores momentáneamente lo que ocurría en el fondo del lago, todos demasiados distraídos festejando, excepto la ganadora Delacour, que comenzó a sollozar conmovida. Dumbledore siguió la línea de visión de la joven bruja, se giró a la pantalla de vidrio y lo que vio lo alarmo, el miedo latió en su viejo corazón.
Harriet cogió a los dos alumnos de los brazos y comenzó a ascender, demasiado lento ahora que no podía usar las manos y vio alarmada como las membranas de sus dedos comenzaron a desaparecer lentamente... La planta mágica abandonaba sus efectos acuáticos, lentamente comenzaba a perder las branquias. Los cuerpos inconscientes se sentían pesados de cargar... los tritones furiosos por ser ignorados liberaron a los Grindylow, atacándola. Harriet impulso con toda la fuerza que pudo a Ron y la pequeña niña rubia hacia la superficie para salvarlos de la furia de los demonios acuáticos, se alegró al ver como sus cuerpos ascendían a la superficie, donde el agua se volvía más clara al ser tocada por la luz del opaco día. Gritando de furia por ser burlados, las criaturas de agua verde pálido comenzaron a atacarla, rodeándola, empujándola.
- ¡Basta!, ¡No quiero romperles los dedos! - grito Harriet.
El miedo comenzó a entumecerle las articulaciones, las membranas de sus dedos desaparecieron, al igual que las branquias de su cuello, comenzó a faltarle la respiración. Pero eso no impidió a los Grindylow seguir atacándola, no tenían piedad alguna.
-¡Paréntesis! - Grito de nuevo, pidiendo clemencia.
Groso error, trago agua, sintió como se le inundaba los pulmones, empezó a marearse por la falta de aire, tres Grindylow se colgaron a sus pies, arrastrándola de vuelta a las profundidades marinas... El miedo cerceno su corazón, la ira bailo en sus venas.
- ¡YA BASTA! - volvió a gritar, sin importar las consecuencias, creando sin desearlo una explosión mágica.
El estallido paralizo a sus atacantes, dejándolos malheridos, se alejaron de ella gritando.
Harriet había tragado mucha, los pulmones le ardieron protestando por oxígeno, pero ya no tenía energías para seguir intentado nadar a la superficie, hundiéndose como un peso muerto a las profundas aguas del lago negro... por un momento el dolor desapareció, los bordes de su visión comenzaron a desdibujarse, la inconciencia amenazaba con tragársela viva.
¿Así moriría?, ¿En la oscuridad con un silencio ensordecedor?... ¿Pero que importaba ya?, se sentía demasiado cansada y ahora podía descansar.
Para siempre.
Cerro los ojos. Ya no quería seguir intentando, solo quería dormir.
Pero a pesar de estar bajo el agua, a punto de darse por vencida, Harriet sintió un tirón en su corazón al darse cuenta de todo lo que dejaría atrás.
"No tienes nada"- dijo una maliciosa voz en su cabeza- "Hora de descansar"
Era cierto, los Dursley jamás derramarían una lagrima por ella.
"Así es, ahora cierra los ojos"
El tirón en su corazón se hiso más fuerte, abrió los ojos... las palabras que le decía su mente eran engañosas, tenía más que a los Dursley ahora: Ron, Lavender, Parvati, Fay, Ginny, los gemelos, Neville, Cedric, Colin, Theo, Hagrit, el señor y señora Weasley, Lupin, Sirius, Dumbledore, Elise y su mejor amiga Hermione.
Se esforzó por recobrar la conciencia y recordó que cuando se encontraba en peligro, siempre la habían salvado... era su turno de salvarse.
- ¡¡Ascendio!!
Su varita la impulso a gran velocidad hacia la superficie, con gran suerte termino en la plataforma más cercana al lago, pero había algo extraño... no podía respirar.
"¿Por qué?..."
La multitud enloqueció al verla llegar, aplaudiendo y vitoreando con gran emoción, en especial la casa Gryffindor, mientras la ganadora se ponía más pálida a cada momento, sin notar lo que realmente ocurría. Escucho música, gritos de alegría y celebración, pero un grito a lejos, muy muy lejos sonó diferente, sonó a genuino pánico.
¿Quién? - pensó Harriet, entrando en la negrura inconciencia.
Fue Hermione quien llego casi volando a su lado junto con Dumbledore y el profesor Snape percatándose que la pelinegra se estaba ahogando. La inteligente bruja de pelo castaño le dio primeros auxilios, ayudándola a expulsa el agua de sus pulmones.
Tosiendo fuertemente Harriet volvió a respirar.
- Mi.. Mio...
- Shhhh, respira Harriet, calla y respira- dijo Hermione, con ojos llorosos, evidenciaba que había estado llorando.
Dumbledore se agacho a su lado, cubriéndola con su bata, Hermione se sacó su propia toalla que le cubría la cabeza para secarle el pelo.
- ¿Estas... estas bien? - pregunto Harriet tocando la cara húmeda de su mejor amiga, su rostro se trasformó en un rio de lágrimas.
- ¡Oh, Harriet!, ¡Me tenías muerta de preocupación!, creí que... ¡Creí que! - Sollozo Hermione, abrazándola fuertemente.
Harriet correspondió a su abrazo, ignorando los puntajes tras la competencia.
Había sido tan idiota por creer que no tenía nada porque vivir, tenía amigos, familia encontrada y una casi hermana que se estaba ahogando en lágrimas a su lado. Prometió no volver a rendirse y luchar por su vida.
Harriet y los demás ganadores se cambiaron con ropas secas en una carpa instalada para los ganadores, con todas las medidas de privacidad posible para que no vuelva a entrar la prensa del profeta. Se despidió de Cedric felicitándolo por quedar en primer lugar, él le devolvió las felicitaciones por estar en segundo lugar, salvar a la hermanita de Delacour la había hecho acreedora a puntos extra por parte del jurado y muchos besos en las mejillas por parte de las rubias hermanas.
- ¡Méritos más allá del deber! - vitorearon los gemelos Weasley- ¡Así se hace princesa!
En medio de regreso al castillo, Harriet tuvo un pequeño intercambio de palabras con el señor Crouch.
- Cuando se pierde a la familia, ya nada es igual...- dijo él, meditabundo- Pero la vida continua, ¿No?
Harriet no sabía a qué perdida en especial se referiría, pero entendía lo que significaba un duelo perfectamente, demasiado dolorosamente temprano en su caso.
- Si tus padres estarían vivos... estarían muy orgulloso, eres tan pequeña pero feroz; como un verdadero Gryffindor ¿Has pensado que harás luego que termines tu educación?, tienes mucho potencial pe-
-¡oh! - grito el profesor Moody de repente- Conversaciones del futuro con la señorita Potter, Cornelius... No querrás que trabaje para el ministerio, ¿verdad?, ¡el último chico que trabajo ahí desapareció!
El mago mayor no pareció entender el odio palpable que Moody profesaba hacia él... fueron compañeros en búsqueda de la paz por largo periodo de tiempo en la primera guerra mágica, experimentaron desfragmentaciones y desgracias demasiado dolorosas para recordar. Mirándolo sin reconocerlo, el señor Crouch se alejó caminando de vuelta a Hogwarts.
- ¿Profesor? - pregunto Harriet completamente perdida.
- Tus amigos te esperan junto con el gigante guardabosque hija, ve con ellos- dijo Moody, alejándose por el mismo camino lleno de árboles en el cual se había adelantado el señor Crouch.
- Esta bien, gracias- Harriet avanzo hasta llegar a la dirección que el profesor previamente indico.
Harriet volvió al castillo con sus amigos y el un poco ebrio Hagrit, que tras la victoria de Harriet había festejado tomando toda su petaca con su mejor licor, hasta que comenzó a dificultarse el habla. El gigante hombre se la paso cantando, feliz, soñando con que la pequeña pelinegra sostuviera la copa de los tres magos, tan risueño estaba que no controlo sus extremidades, arrojando sin desearlo su gran petaca por los aires, aterrizando a varios metros de ellos.
Harriet se ofreció a recuperarlo, pero al casi llegar al objeto, se resbalo cayendo de bruces al suelo, sacándole un gemido adolorido. Algo molesta por el dolor, busco con la mirada al responsible de su tropiezo aun en el suelo.
Hasta que lo encuentra.
Y se queda tiesa.
Retrocede lo más que puede usando sus manos y pies, suelta sin proponérselo una honda de magia helada, congelando todo a unos metros a su redonda.
-¿Harriet? - pregunta Ron- ¿Por qué te demoras tanto?
El pelirrojo se gira hacia Hermione, en buscando su cooperación, pero ella ya tenía la vista puesta en la pelinegra, sintiendo la magia de su amiga desequilibrada. Hermione luce alerta, como un animal que se percató de un peligro mortal, aunque no lo pueda ver.
- ¿Estas-
AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH
Ese día el profeta tiene que trabajar horas extra por dos grandes noticias que ocupan la primera plana: la segunda prueba del torneo de los tres magos, y el asesinato del mago Barty Crouch, cuyo cuerpo que fue encontrado por una catatónica Harriet Potter en el bosque prohibido al dirigirse a Hogwarts luego de la prueba donde quedo como segundo lugar.
Notes:
Capitulo algo corto, pero explora el lado oscuro de Harriet, a veces tu peor enemigo está en tu cabeza… Nos vemos el próximo miércoles. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 32
Summary:
Memorias de Dumbledore, tercera prueba y una propuesta desesperada.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Harriet canto para llamar al fénix de su abuelo a la lechucería mientras visitaba a Hedwig, no se atrevía a enviar ningún mensaje a Sirius, no estaba loca, sabía que toda ave en el aire seria inspeccionada; tampoco se atrevía a acercarse a la dirección, muy mala idea, pues a cada hora estaba abarrotada de importantes magos y brujas por la muerte del señor Crouch en terrenos de Hogwarts.
Tras la llegada del fénix, esta se dedicó a acicalarlo mientras recordaba los eventos del día sombrío después de la segunda prueba, cuando encontró el cadáver del jefe de seguridad mágica, fue inmediatamente citada al despacho de Dumbledore, pero al llegar escucho sin desear una conversión acalorada entre su abuelo y el ministro de magia, Cornelius Fudge.
- Esto es absurdo Cornelius- gritaba Dumbledore- ¡Debemos cancelar el torneo y buscar a los responsables!, ¡Nadie está a salvo!
- El torneo no se disolverá, ¡No daré un paso al lado como un cobarde! - Fudge grito más alto, intentando superar a Dumbledore.
- Señores, me temo que esta conversación ya no es privada- intervino Moody, señalando la puerta. La presencia de Harriet puso en pausa la pelea, pero el mensaje es claro, el torneo seguía en pie. Fudge aprovecho la presencia de la pequeña pelinegra para huir de la oficina de Dumbledore, pero este le siguió el paso, saliendo de la oficina, no sin antes tranquilizar a Harriet.
- Espera un momento Harriet, toma unos dulces, no tardo en volver- dejándola sola en la oficina.
Lo que paso después aun la avergüenza.
Siempre se había sentido muy cómoda en el despacho de su abuelo, siempre podía tocar o explorar lo que quisiera, tanto así que cuando vio una parte nueva, una especie de mini fuente… la exploro sin pensar en las consecuencias, más tarde se enteró que había metido la cabeza en un pensadero, que la llevo al pasado, a una de las memorias de su abuelo, cayendo sentada a su lado. La sorprendió verlo años más joven, aunque aún tenía barba y gusto por túnicas excéntricas, se asustó cuando él no la escucho y de hecho la traspaso.
Antes de híper ventilar, su atención fue robada por gritos de quien parecía ser una versión más joven del señor Crouch, sentado en un estrado, vestía ropas parecidas a las de un juez, pero sin peluca. Harriet exploro con la vista el espacio cavernoso, sin ventana alguna, alumbrado con fuego de las antorchas colocadas en las paredes, magos y brujas con togas estaban sentados observando lo que parecía ser una especie de juicio, Harriet apenas reconoció unas cuantas caras, entre ellas la del profesor Moody y la odiosa Skeeter quien debía representar a la prensa… pues el juico era nada más y nada menos que a los Mortifagos.
Se atraganto cuando apareció el director Iván Karkarov en medio de la habitación, atado y encerrado en una jaula con pinchos que amenazaban con traspasarlo. El hombre lucia desalineado y sumamente delgado, con ropa de prisionero. Cantaba nombres como si fuese un canario, nombres de otros Mortifagos para intentar salvar su vida.
- Otro Mortifago que fue fiel servidor del señor oscuro fue Severus Snape- dijo Karkarov desesperado, temblando, ya había dicho todos los nombres pudo, pero el jurado tenía conociendo previo de estos, mucho de los Mortifagos ya habían sido capturados o estaban muertos… su información se estaba volviendo inútil, inservible.
Harriet siempre escucho rumores de que el profesor de pociones había servido a Voldemort, pero no creyó que fuera real. Sintió como su estómago se hundía a sus pies… Si servía Voldemort ¿Por qué siempre intentaba protegerla de peligros mortales?
A su lado, Dumbledore suspiro, pero se levantó como un resorte para confrontar la acusación.
- El consejo es consciente de la evidencia que proporcione demostrando que Severus Snape fue un Mortifago, pero que antes del declive de Lord Volde-
- ¡Es mentiraaa!, era un esbirro del señor tenebroso- grito Karkarov desesperado porque se le acababan las oportunidades de librarse de Azkaban.
- Se convirtió en nuestro espía pese al riego que corría y él ya no es un Mortifago- Dumbledore ve de reojo al jurado, Fudge asiente, Karkarov no es el primer Mortifago que intenta hundir a Snape, las pruebas que presento Dumbledore son suficientes para apelar inocencia.
- ¡Es mentiraaa!, ¡Mentiraaaaaa!
- Sileeeeeencio- grita molesto Fudge- Ya que el testigo no proporcionó información que sea relevante ¡Se cierra esta sesión!
Los magos se acercan para escoltar al prisionero de vuelta a Azkaban, pero el hombre ríe, la sala piensa al unísono que el mago perdió la razón.
- No no no…- Karkaroff respira con dificultad después de reír- Se de alguien más…
- ¿Qué sabe? - dice impasible Fudge.
- Su nombre…
- Continúe- lo alienta Fudge
- Esta persona participo en la captura y tortura de los Aurores ¡¡Alice y Frank Longbottom!!
Harriet se quedó sin aliento, ¡Estaban hablando de los parientes de Neville!
- Nombre, ¡Deme el maldito nombre!
- Barty Crouch… Jr- sonrió Karkaroff, esa información era su mejor carta.
Los presentes soltaron gemidos de sorpresas, el Mortifago estaba acusando al hijo del jefe de seguridad mágica de cargos brutales. El joven nombrado, molesto por ser delatado, se acercó hasta el prisionero con intenciones asesinas, pero fue detenido por Alastor Moody, quien actuó con la rapidez de un rayo, haciéndole perder el conocimiento. Cuando Barty Jr recupero la conciencia ya estaba siendo detenido por un grupo de Aurores que saltaron para darle caza.
- ¡Quítenme sus asquerosas manos de encima! - forcejeaba inútilmente, al ver al juez, una sonrisa desquiciada se dibujó en su rostro- Hola padre…
El hombre parecía devastado, como si su alma abría abandono su cuerpo, como sí que en cualquier momento se derrumbaría, pero recordando que toda su vida se había esforzado por caminar por el lado de la luz y cazar magos tenebrosos, recobro la compostura y con el corazón roto miro a su único vástago. Pronuncio palabras que marcarían un antes y un después.
- Tú no eres mi hijo… yo no tengo hijos.
El joven se retorció, molesto por las palabras de su progenitor.
A Harriet ese rostro se le hacía atemorizantemente familiar… tembló sin poderse controlar.
“¡Ya no quiero estar aquí!” grito ella, aunque nadie la ollera, pero milagrosamente logro salir del pensadero y termina cayendo en el suelo del despacho del director. Para mayor vergüenza repara que el anciano dueño del recuerdo fue quien la arranco del pensadero.
- La curiosidad no es mala mi niña, pero debes tener cuidado…- este la ayuda a pararse y continua- Este es un pensadero, me sirve para mirar con una preceptiva diferentes hechos pasados. Siento que todo está conectado, pero justo cuando creo estar cerca de resolver el misterio, este se escapa entre mis dedos… es frustrante.
- Abuelo- Harriet interrumpe al anciano, no puede quitarse el joven rostro de su mente y al igual que el anciano siente que es importante comunicar su inquietud- Abuelo, ese joven, Barty Crocuh Jr, ¡Yo lo vi antes!, ¡En mis pesadillas!
- ¿Pesadillas?
Harriet tuvo que disculparse casi de inmediato cuando vio la mirada herida de Dumbledore por no contarle que sufría esos episodios y guardarse todo en silencio; pero la mirada dolida del anciano cambia al enterarse el contenido onírico desagradable, un brillo de entendimiento se apodero de sus ojos. No pudo preguntar que epifanía surgió en su mente porque el mago la envió a su dormitorio al ser bastante tarde. Después del incidente con el señor Crouch habían redoblado la seguridad y el toque de queda era estricto.
De regreso a la sala común de Gryffindor oye sin desearlo una conversación entre el director Karkaroff y el profesor Snape, mientras pasaba por el almacén de pociones, el hombre extranjero mostraba su brazo asustado.
- ¡Ha vuelto! Y ahora no lo puedes negar.
Harriet apenas logra vislumbrar por el espacio de la puerta abierta y la distancia en la que se encontraba, una mancha negra, parecido a un tatuaje viejo en el antebrazo izquierdo del director Karkaroff, habría podido si quiera distinguir la figura sino fuese porque el profesor Snape se interpuso en su línea de visión.
Al ver los fríos ojos del jefe de la casa de Slytherin, Harriet sabe que está en problemas por escuchar conversaciones ajenas, por lo que intenta huir a su torre, pero es detenida casi en el acto por el docente. Para su sorpresa no la castiga por oír su plática con Karkaroff, sino por robarle ingredientes para la preparación de pociones multijugos.
Harriet entendía la desconfianza depositada en ella, después de todo estuvo involucrada en el robo de sus ingredientes con Hermione y Ron al crear la poción multijugos para saber quién era el heredero de Slytherin en segundo año… pero le dolió que el docente siguiera desconfiando años después.
- No fui yo profesor… sé que después del segundo año no confía en mí, pero yo no fui. Odio cuando me acusan de cosas que no hice, debe creerme. Yo no robe sus ingredientes, no tengo nada contra usted… ¿Si lo tuviera le abría enseñado la cámara secreta de Slytherin?, ¿O le tendría la plena confianza de entregarle al basilisco para su venta y esperar recibir las ganancias totales cuando crea sea necesario?
El profesor levanto una ceja nada convencido.
- ¿Y la vez que me aturdiste en la casa de los gritos?
- No había tiempo para explicaciones y aunque se las hubiera dado, usted no me habría creído… demasiado fantástico hasta para el mundo mágico.
Snape suelta un suspiro exasperado.
- Mejorare mi seguridad en el almacén, pero si vuelvo a encontrar ingredientes faltantes, un poco de veritaserum se filtrará en tu bebida de calabaza Potter… Y por las neuronas que pareces poseer sabrás que esa poción hará que cantes todos tus secretos.
- ¿Lo haría?… ¿A pesar que le digo que yo no fui? - Harriet se sintió traicionada e ignorada, el profesor no la escuchaba, la ira burbujeo en sus venas, su pelo se tiño de rojo y a ella no le importo, ¡Se suponía que ese adulto siempre la estaba cuidado desde las sombras!, ¡Y ahora la amenazaba!
A su mente vino las palabras de Myrtle la llorona como un eco, pero ese conocimiento no pudo detener las palabras de ira brotar de su boca.
- ¡Hágalo!, pero le aseguro que desperdiciara su pócima profesor, ¡Yo no le robe nada!… ¡¿No se da cuenta que persigue a la persona equivocada?!, alguien en esta escuela está tomando la poción multijugos, ¡alguien nos está engañando!, Myrtle la llorona me dijo que vio restos de la pócima en las alcantarillas cuando paseaba y-
- Silencio Potter, ni una palabra más- firme como una montaña, el mago no retrocedió ni se enfadó ante los alaridos de la pequeña bruja- Es increíble cuan convincente puede llegar a ser tus mentiras; ahora no quiero escuchar una sola palabra tuya hasta que lleguemos a la entrada de tu sala común. Es bastante tarde, tu “abuelo” me embrujaría si se entera que te deje caminar sola.
- Pero profesor-
- Silencio o te hechizare Potter.
Molesta por no ser escucha, Harriet caya, aprendiendo que la ira también puede ser silenciosa… tan enfadada estaba que no se da cuenta que el profesor Snape aminora la velocidad de sus pasos para que ella pueda caminar sin la necesidad de trotar.
- La matare- murmura siniestramente Hermione, arrugando el periódico el Profeta.
Harriet para de comer sus huevos revueltos del desayuno para ver interrogativamente a su inteligente amiga, pidiendo una explicación a sus palabras, pero la respuesta llega en forma de más lechuzas. Todas traían mensajes de odio hacia Hermione en repercusión a los chismes de Rita Skeeter.
- Aun no puedo creer que la gente le crea… se nota que la gente mágica es muy crédula- suspiro Harriet.
- No es solo eso Harriet… de alguna manera logra publicar un poco de verdad en medio de tanto chisme, ¿Cómo lo hace?
Sabe a qué se refiere Hermione y la verdad también le intriga la respuesta, la mediocre reportera publicaba noticias que sucedían dentro de las paredes del castillo, pero jamás se la veía cerca, ¿Cómo sabía que había faltado a herbología o que se había quedado dormida en clases (sueños muy escalofriantes de tumbas y cementerios, por cierto) o que paraba más tiempo que nunca en la biblioteca?
¿Acaso tenia alumnos espiando para ella?
- A pesar de todo el odio que recibes por culpa de esa bruja- señala Ron a Hermione- al menos este año has sido amada por escarabajos, cada vez que te veo tienes uno encima… ¡Mira, hay uno en tu hombro justo ahora!
- Sácamelo sácamelo sácamelo- chillo Hermione asqueada.
- Tranquila Mione, yo me encargo.
Harriet le quito el escarabajo a Hermione del hombro, se acercó a la ventana más cercana del gran comedor y con una puntería envidiable, lanzo al insecto fuera del castillo.
- ¡Se libre!
Por la ventana vio que el escarabajo había desplegado sus alas, alejándose de la pelinegra zumbando.
Las semanas pasaron, la tercera prueba llego con el mismo miedo atenazándole el estómago, Harriet apenas pudo comer, se retiró a paso lento para vestirse con su uniforme deportivo para la ocasión, Hermione a su lado le repetía los hechizos más efectivos de defensa, Lavender en cambio se dedicó a darle color a su rostro y embellecerla; Harriet la miro agradecida, para muchos quizá sus trucos de belleza eran superficiales e innecesarios pero esa era la forma en la que ella la ayudaba, sus otras amigas del cuarto le tomaron de las manos. Al caer el sol todas juntas caminaron a los terrenos del estadio de quidditch que fueron reemplazados por un enorme laberinto donde se realizaría la tercera prueba, los ganadores debían buscar la copa de los tres magos en medio de un laberinto cambiante, lleno de obstáculos personalizados para cada mago, la pantalla de cristal estaba instalada en la entrada del laberinto, todos los asientos de las tribunas estaban llenas de espectadores de las tres escuelas, profesores, directores y familiares de los competidores que habían pasado todo el día con sus hijos, veían solo una densa neblina y el verde de las paredes del laberinto.
- ¿Pueden creerlo?, si mi hijo gana la copa, no solo ganara el torneo de los tres magos, sino también ganara a Harriet Potter- se escuchó la voz de Amos Diggory sobresalir entre la multitud, ebrio de orgullo por su hijo.
- Ya lo veremos Amos, Harriet es una niña formidable- decía Bill Weasley, quien junto con su madre habían pasado parte de la mañana acompañando a la pelinegra en representación de sus padres.
- Oh… Harriet es una niña hermosa que crecerá para convertirse en una gran bruja, el resultado de esta competencia empalidecerá en comparación del afortunado mago que se convertirá en su esposa, abra colas de pretendientes tras ella, ¡Colas!, te lo aseguro Amos.
- Harriet Potter de Diggory…- piensa en voz alta Amos Diggory.
- Oh, ¡Pero que avaricioso que eres! - reclama una molesta Molly Weasley- No solo deseas que tu hijo gane la copa de los tres magos, ¡Sino también quieres que obtenga la mano de Harriet!, mis hijos podrían ser unos perfectos candidatos también.
- Discúlpalo Molly, Amos está un poco ebrio de euforia- intenta apaciguar las aguas la señora Diggory.
Avergonzada de que al parecer tener una gran habilidad para escuchar conversaciones ajenas, Harriet camina más rápido hasta llegar al laberinto, se despide de sus amigas para ser acompañada por Dumbledore a la entrada de la arena, los otros directores están pegados a sus ganadores, hasta que su abuelo los llama a todos para darles las indicaciones de la prueba.
- En el laberinto no habrá dragones ni criaturas marinas… ahí enfrentaran algo mucho más desafiante. Las personas estando ahí dentro se trasforman, sus miedos más oscuros se manifestarán…- susurro Dumbledore a los campeones- Si pueden busquen la copa, pero sean cautelosos, o podrían perder la razón en el trayecto.
Harriet traga saliva, sus manos comenzaron a sudar copiosamente y el estómago a dolerle. Su abuelo se aleja para aclarar su voz y gritar.
- Campeones, ¡Prepárense!
Los padres y directores se alejaron de los ganadores deseándoles suerte, dándoles espacio para que se encaminen a las entradas del laberinto.
- Suerte hijo- Amos Diggory abraza con cariño a Cedric.
La pequeña bruja pelinegra observa esa muestra de cariño, sedienta de repente por aliento fraternal, se acerca a Dumbledore, quien gira a tiempo para recibir su abrazo.
- Hoyuelos… lanza chispas rojas de tu varita si necesitas ayuda… prométeme que te cuidaras- susurra Dumbledore abrazándola.
- Lo prometo abuelo- Harriet lo abraza con más intensidad. Miedo mezclándose en lo que debió de ser un fraternal abrazo. Siempre creyó que los abrazos lo solucionaban todo, pero siente tanto miedo que no quiere soltar a uno de los magos más poderosos de todos los tiempos... quiere que la protejan, se siente como una niña de once otra vez.
¿Qué clase de peligro enfrentaría en esa prueba?
Mordiéndose la mejilla interior, Harriet se obliga a soltar la seguridad de los brazos de su abuelo.
Este gira para indicar el inicio de la competición.
- A la cuenta de tres. Uno-
BOOOOOOOOOOOMM
Argus Filch, conserje de Hogwarts, volvió a hacer sonar el cañón antes de tiempo. La música y vitoreo de alegría no se hacen esperar. Dumbledore suelta un suspiro exasperado mientras gira para ver a los campeones entrar en el laberinto, aunque su mirada se enfoca en una pequeña bruja pelinegra.
- Suerte mi niña- susurra él.
Lo último que ve Harriet antes de desaparecer en el laberinto es la mirada preocupada en el rostro de su abuelo… y una seña del profesor Moody, quien con mímicas le indica que debe ir a la izquierda. Ella lo ve sin entender.
Avanza unos pasos hasta ver con sorpresa que la entrada por la que cruzo se cierra, la música y algarabía de los espectadores es silenciada de golpe. No escucha otra cosa más que el sonido de su corazón en sus oídos. Se obliga a avanzar, a pesar que todo su cuerpo quiere correr por donde entro, cortar las plantas que la separan de todos y renunciar a la competencia… después de todo ella jamás coloco su nombre en el cáliz... pero es una Gryffindor, hacer eso sería un insulto a su casa.
Avanza con la varita en alto, alerta a cualquier peligro.
El silencio es incómodo y desesperante, pero ni loca se arriesgaría a si quiera tararear una canción, todo su cuerpo esta tenso, todas las notas estarían rotas antes de salir de su garganta… sin contar que delataría su ubicación a cualquier enemigo al asecho.
Camina y camina, gira hacia un pasaje, pero se topa con que no hay salida, regresa por donde vino, busca otro camino y no logra vislumbrar ninguna copa mágica… más niebla espesa nubla su campo de visión.
- Esto es tan frustrante- susurra apretando los dientes.
- Oh sí que lo es – confirma su pesar una voz femenina.
Harriet gira con rapidez y apunta su varita hacia la presencia junto a ella, sorprendiéndose de toparse con una bruja delgada, ojos verdes, cicatriz en forma de rayo en la frente, cabello negro alborotado, anteojos gruesos reparados con cinta adhesiva, ropas viejas de segunda mano cortesía de su primo Dudley… era ella. Bloqueando su camino.
- ¿Qué…?
- ¿Qué estamos haciendo aquí en primer lugar? - pregunta Harriet de pelo alborotado- ¿Por qué estamos aquí?, ¿Dónde está tía Petunia?
- ¿Qué...? - ya lo pregunto, pero se siente incapaz de decir otra cosa.
- No podemos estar fuera de la casa, tía Petunia nos castigara, ¡Vámonos!, ¡No me gustan sus castigos!
- ¿Quién eres? - Harriet aprieta su varita, apuntando a su doble.
- Ya para de decir cosas sin sentido. Soy tu, soy una huérfana que vive en un armario debajo de las escaleras de los Dursley, chica sin valor y desagradecida que nunca puedo hacer nada bien, desfigurada por una cicatriz, con padres que prefirieron las drogas que a su propia hija.
- No, no… ¿Por qué dices eso? - la Gryffindor sujeta la varita en alto, las palabras de su doble duelen.
- Porque lo soy, una chica podrida, inútil que no merece cariño ni abrazos… me crece el pelo rápido como mala hierba y recibo golpes de cucharon la cabeza por parte de tía Petunia por mi rareza. Soy una carga
- No- la Gryffindor apretó los dientes molesta, el agarre en su varita se hiso más intenso.
- Un problema, no merezco ayuda, los fenómenos como yo no merecemos felicidad.
- ¡No, no lo somos!
Harriet recordó que este debía ser una prueba… Había pasado algo similar en primer año con sus amigos para salvar la piedra filosofal.
- Mientes.
- No lo hago.
Pero, ¿Cómo se vencería de esa Harriet?, la última vez la había enfrentado con lógica, y el espectro había desaparecido en humo y ceniza. En cambio, esta Harriet se negaba a esfumarse.
- Soy mala, si fuera buena mis padres me habrían criado… si fuera buena cada año me despedirían en el tren… ¡Si fuera buena papá y mamá me hubieran abrasado antes de meterme al laberinto como lo hicieron los padres de Cedric!
Ahí estaba… esa criatura no era un ente malvado que debía derrotar, era su lado oscuro, la parte más oscura de su corazón… la misma vocecita que le había susurrado rendirse y entregarse a la muerte en la segunda prueba.
- Si muero nadie lloraría por mí.
- No… te equivocas- Harriet guardo su varita -Lo siento, yo te cree sin darme cuenta, pero ya es hora de aceptarte, no negarte y actualizarte.
La Harriet con ropa deportiva con los colores de Gryffindor, se acercó sin miedo a su versión con las ropas viejas de Dudley.
- Lamento no pedir ayuda más seguido, creer que debo solucionar mis problemas yo sola...- susurro la Gryffindor abrazando a su doble- Lamento haber creído tantas mentiras… ya no sufras más, ya no estamos solas… Abuelo, Mione, Ron y todo el mundo mágico que agradece nuestra existencia y nos espera afuera.
- No nos esperan, somos huérfanas, estamos solas- la Harriet de ropas viejas no forcejaba, pero tampoco devolvía el abrazo, sino que estaba quieta como una estatua.
- No; ya no estamos solas Harriet, tenemos mucho por que vivir, amigos que abrazar, familia a la cual tranquilizar, muchos lugares que conocer, cientos de canciones que escuchar y memorizar…- Harriet, abrazo más fuerte a su doble, y soltó una pequeña carcajada por las palabras que brotaron de forma natural de su boca- Y un chico que tal vez aun podamos conquistar.
Los hombros de la Harriet que vestía ropa usada temblaron, al principio la Gryffindor creyó que su doble temblaba por sollozos, pero al separarse la vio sonreír, temblaba de risa. La sonrisa más pura que Harriet vio en su vida.
- Es cierto- le dijo su doble comenzando a brillar- Aun podemos salir de aquí… Quiero ir a casa, con Elise.
- Así será- prometió Harriet.
- Gracias- la figura brillo y brillo, hasta desparecer en un montón de chispas.
El camino volvía a estar libre una vez más. Sin miedo y con varita en mano, Harriet comenzó a correr, en búsqueda de la copa.
Buscar la copa en un laberinto que cambia constantemente no es nada divertido, piensa cansado Cedric, no importa cuando corra, o intente memorizar el camino, las escurridizas plantas son todo un reto hasta para un Ravenclaw. Tiene la espalda mojada y el rostro cubierto de sudor por caminar en círculos sin llegar a vislumbrar la copa… el sonido de la maleza moviéndose lo alerta, ¡El laberinto se rehace de nuevo y él está parado en el lugar del cambio!, con toda la rapidez posible corre para no quedar atrapado por los muros del laberinto, debe usar la fuerza para arrancar raíces que amenazan con atraparlo.
No puede evitar preguntarse cómo le estará yendo al resto, en especial a una pequeña bruja peli negra.
Harriet sigue trotando, cada vez más perdida, sin llegar a ninguna parte, cuando de repente oye un grito femenino.
Era Delacour.
Como estudiante de la casa honorable león, corre para auxiliar a la bruja, cuando está a metros de distancia su instinto Slytherin de auto preservación aflora, obligándola a aminorar el paso, avanza con cuidado hasta sentir pisadas ir en su dirección; asustada se escondió en una frondosa pared del laberinto, ignoro las ramas que le pinchaban el cuerpo y raspaba su rostro, esconderse tras la maleza era vital. Retuvo la respiración cuando vio una figura pasar con un Lumus en su varita, reconociendo a Viktor Krum… pero estaba diferente, sus ojos antes negros ahora eran grises opacos, como si estuviera embrujado. Aun sin entender que pasaba Harriet espero hasta que Krum desapareciera para salir de su escondite y correr hacia Delacour, encontrándola desmayada, cientos de raíces la cubrían, jalándola a ser parte de las paredes del laberinto. La pequeña pelinegra corrió y corto las raíces con sus manos.
Necesitaba ayuda y la necesitaba ya.
Alzo su varita y lanzo chispas rojas al cielo como señal de auxilio.
Un elfo apareció y se llevó a la estudiante desmayada tan rápido como apareció.
El laberinto volvió a cambiar, Harriet huyo cayendo dolosamente de espaldas, y corrió hasta que vio un pequeño resplandor azulado a lo lejos… debía ser la copa de los tres magos.
Corrió sin pensar en nada más que alcanzar la copa, pero un grito conocido la freno, el grito de Cedric, olvidando la copa giro en búsqueda del Hufflepuff. Corrió hasta hallarlo revolcándose de dolor en el suelo, Viktor Krum estaba usando la maldición crucio en él.
Con la varita en alto, sin disminuir la velocidad, Harriet grito sin dudar.
- ¡Expelliarmus!
Krum cayó al suelo por la fuerza de su hechizo, aterrizando a un lado inconsciente, a un lado Cedric volvió a respirar con normalidad, pequeños jadeos de dolor salían de su boca.
- Cedric, ¡Oh Dios, Cedric!… tranquilo, ya paso.
El muchacho se incorporó con esfuerzo, Harriet se arrodillo a su lado, sosteniendo sus manos.
- Ya paso.
Cedric se veía pálido, enfermo.
- Él uso… él uso un imperdonable.
Se zafo del agarre de Harriet y fue hacia Krum, con grandes zancadas. Ira burbujeaba en todo su cuerpo.
- ¡Uso una maldición imperdonable en mí! - grito colérico con la varita apuntando al inconsciente mago, ansioso de venganza.
Harriet brinco hacia el Hufflepuff, intentando apartar su amenazadora varita hacia el Durmstrang.
- ¡No!, ¡No, espera!, ¡Esta hechizado Cedric!
- ¡Déjame en paz! - grito colérico Cedric, la ira nublando cualquier pensamiento lógico, empujando a Harriet lejos de él… pero la pequeña bruja volvió a tomar su brazo para desviar cualquier ataque.
- ¡Esta hechizado Cedric!, sus ojos opacos son clara señal de ello, ¡No sabe lo que hace!, sino estuviera hechizado ¡Yo misma lo habría encantado de la manera más dolorosamente posible! - grito Harriet aferrada al brazo de Cedric.
La ira en la voz de Harriet saco del trance en el que se encontraba Cedric, el muchacho se obligó a tomar respiraciones profundas para intentar tranquilizarse.
- Nunca creí que él me maldijera… parecía tan correcto-
- No fue él… alguien lo manipulo, pero ¿Quién y por qué? - Harriet alzo su varita y lanzo chispas rojas al cielo. De inmediato llego otro elfo y se llevó al inconsciente búlgaro.
- Perdón por arrojarte al suelo.
- No pensabas con claridad, tranquilo, no me hiciste daño… ¿Pero aun te duele la maldición?
- Ya no tanto- informo Cedric, pero aun temblaba.
- Me alegro- Harriet sonrió aliviada- Debes ir a la enfermería después de ganar la copa… la vi por ahí- Harriet señalo al norte- ¿Vamos?
- Se supone que esta es una competición Harriet… ¿Por qué me ayudas?
- Porque eres tu- dijo Harriet mirando el suelo, como si fuese la cosa más interesante de ver.
- ¿Qué significa “Porque soy yo”? No lo entien-
El laberinto volvió a cambiar, los jóvenes tuvieron que huir para no quedar atrapados en la maleza del laberinto.
Lejos del peligro, Harriet grita emocionada señalando el camino.
- ¡Cedric!, la copa, ¡Por ahí, por ahí!
Juntos corrieron en dirección del brillante y lejano objeto, pero a medida que se acercaban a este, las paredes del laberinto comenzaron a crecer, decenas de raíces amenazaban con atraparlos. Harriet tuvo que usar muchas veces el encantamiento diffindo para escapar de ellas.
Cuando dejo de oír las pisadas de Cedric, giro alarmada buscándolo, hallándolo a unos metros de distancias, luchando contra raíces que se enroscaban en su cuerpo, su varita se hallaba a un lado, demasiado lejos del mago.
- ¡Harriet! - grito el joven por ayuda.
No pensó, actuó. Corrió muy rápido, con la varita en alto, grito el encantamiento reducto para frenar a las raíces que tras su ataque dejaron de crecer y enrollarse en Cedric.
- Dififno, diffindo, ¡Diffindo!
Harriet apunto solo a las raíces con precisión, evitando cortar el cuerpo de Cedric, ayudándolo a salir de la trampa de raíces.
- ¿Estas bien? - dijo Harriet aún está sacándole cualquier raíz pegada al cuerpo.
- Si… si… Por Merlín, gracias.
Harriet sonrió orgullosa de su actuar.
- No dudaste ni un segundo … en ayudarme.
- Nunca dudaría en ayudarte, Cedric- Harriet desvió la cabeza, otra vez estaba siendo brutalmente sincera y confesando sus sentimientos.
El Hufflepuff la ve fijamente, y reparo en algo que siempre había estado presente pero que noto por primera vez claramente.
- ¿Por qué eres tan buena conmigo?... se supone que somos rivales, pero siempre me apoyas, primero contándome de los dragones, luego cantaste una canción en la carpa de ganadores para tranquilizarme, esperaste por mí en la segunda prueba a pesar que llegaste primero con las sirenas, ahora me indicas donde está la copa… no luchas jamás, evitas que haga locuras llevado por la ira y siempre me ayudas con ferocidad.
Harriet solo miraba el suelo, como si fuese la cosa más interesante del mundo, pero era imposible ocultar su sonrojo. Cedric le hizo una pregunta y ella tenía que responder.
- Pues… eso, veras… Cedric, yo…
Pero fue interrumpida por una fría corriente de aire y el cambio abrupto del camino, el laberinto estaba rehaciéndose de nuevo.
- ¡Corre! - grito Cedric.
Ambos estudiantes corrieron hacia adelante, fuera del peligro, donde por coincidencia se encontraba la resplandeciente copa.
- ¡Toma la copa Cedric!
- No, ¡Me salvaste!, ¡Cógela Harriet!, rápido.
- ¡No!, cógela tú, yo no la necesito, ¡Estaré bien!
Harriet retrocedió unos pasos del brillante objeto, dándole la preferencia a Cedric, cuando el Hufflepuff estuvo a punto de agarrar una de las asas de la copa, retrocedió abruptamente, la cogió de la cintura con una mano y con la otra la maniobro para que tocara la copa.
- ¡Juntos! - grito Cedric.
Harriet abrió los ojos como platos, no era momento de sonrojarse, pero no pudo evitarlo al sentir el agradable toque de Cedric y su cercanía, el apuesto chico tan pegada a ella era demasiado era su joven corazón que dio volteretas en su pecho de emoción, el estómago se le lleno de mariposas… y una extraña sacudida, sintió los pies despegarse del suelo, un torbellino de colores bailó en su visión y el viento le desordeno el cabello. Sin entender que pasaba se aferró con fuerza a Cedric y cerró los ojos evitando gritar.
Era una extraña y familiar sensación.
Una que no sentía desde el mundial de quidditch.
Luego de unos segundos sintió que los pies daban contra el suelo, pero flaqueó y callo de bruces, con Cedric a su lado.
- ¿Qué paso?, ¿Dónde estamos? - Harriet se paró rápidamente, intento ubicarse… no podía ver las montañas familiares que rodeaban el castillo. Sea donde aterrizaron no estaba nada cerca de Hogwarts.
- La copa… era un Traslador- afirmó Cedric viendo al objeto brillante tirado a un lado.
El lugar en el cual habían aterrizado era un oscuro y descuidado cementerio, lleno de lapidas sin cuidar y estatuas conmemorativas referentes a la muerte, una pequeña capilla a un lado era lo más cercano a su vista. No había montañas, solo una pequeña colina se alzaba a la izquierda, en la ladera se distinguía la silueta de una enorme mansión, que en mejores tiempos debió ser magnifica.
Si de por si Harriet se sentía incómoda caminando entre las lapidas que les recordaban a sus sueños, su estómago amenazó con hacerla vomitar al reconocer la edificación, su cuerpo tembló de forma incontrolada, tropezó con sus propios pies y aterrizo en una tumba, en medio de su ataque de pánico pudo leer el nombre de la tumba.
Tom Ryddle
1905-1943
Electricidad recorrió el cuerpo, puro pánico en sus venas.
- Cedric… ¡Debemos irnos ya!, ¡Ahora!
El joven Hufflepuff reconoció la voz alterada de Harriet y se acercó casi trotando a ella.
- ¿Harriet?, ¿Qué pasa?, ¿De qué hablas?
- ¡Cedric Diggory, coge la copa ya! - Harriet se abrazó, no podía dejar de temblar.
No debían estar aquí, no debían estar aquí, ¡No debían estar aquí!
- Estas temblando, ¿Qué ocurre Harriet?
Cedric la veía sin entender, como si ella hablara otro idioma, Harriet impotente, temblando como una hoja en otoño, tomo la mano de Cedric y lo obligo a avanzar a la copa. Cuando están a solo unos metros del brillante objeto una figura encapuchada salió de la capilla, por la forma en la que se movía y la postura de sus brazos, parecía llevar algo pequeño envuelto en mantas, tan pequeño como un bebe. La pequeña figura giro a su dirección y sin previo aviso el dolor en su cicatriz la atravesó como un rayo, el dolor era el más intenso que hubiera sentido en su vida, la varita se le resbalo de los dedos, las rodillas se le doblaron, soltó la mano de Cedric y cayó al suelo, sintiendo que la cabeza le iba a estallar.
- ¡Harriet!, ¿Qué sucede?
- Toma la… ¡Toma la copa!
La figura encapuchada se acercó a ellos lentamente, Cedric al notarla se puso en poción de defensa, protegiendo a Harriet con su cuerpo.
- ¡¿Quién es usted?!, ¿Qué es lo que quiere? - grito Cedric, con el cuerpo tenso, reconociendo el peligro.
Aun con el dolor ensordecedor, Harriet escucho a lo lejos una fría y aguda voz ordenar.
- Mata al intruso- dijo el bulto, sin un ápice de duda.
El tiempo se ralentizó, Harriet vio como al encapuchado se le caía la tela negra, rebelando un rostro conocido, era el traidor Colagusano, este alzo su varita y movió los labios, pronunciando la maldición asesina, un brillo verde broto de su varita.
Ignorando el dolor agonizante de su cabeza, Harriet brinco hacia Cedric, ambos cayeron al suelo con un ruido sordo, por el rabillo del ojo vio el rayo verde volar por sus cabezas.
- ¡Para!, ¡No lo hagas!, ¡No déjalo en paz! - chillo Harriet desesperada- Hare lo que quieras, ¡Pero déjalo en paz!
Un extraño ruido resonó en todo el cementerio, una especie de gorgoreo que apenas pudo asociarse con una risa hueca ... venida de aquel extraño bulto pequeño en brazos de Colagusano.
- Aw, ¿Es amor lo que veo, Colagusano?, la niña Potter ama a ese muchacho, jajajaja.
Harriet tembló, la voz chillona era la misma que en sus sueños, sentado en el sofá viejo, enseñando métodos de tortura.
- ¿Qué?, ¿Yo te gusto, Harriet? - Cedric no pudo evitar preguntar.
Harriet estaba demasiado asustada como para sonrojarse, le habría encantado tener esa conversación en otro lugar donde sus vidas no peligraran... todo se sentía tan irreal.
- ¿Juras lealtad hacia mí, Potter? - Pregunto el Bulto, con voz silbante y chillona, una cabeza casi humana se asumo tras las mantas.
- Solo si lo dejas en paz, solo si lo dejas ir... hare lo que quieras, pero déjalo ir- suplico ella.
- Tu respuesta es tan inusual como interesante Potter- él bebe más extraño y feo del mundo le sonrió, como si disfrutara las palabras de la pelinegra.
Harriet sintió asco del ser, pero haría lo que sea necesario con tal de proteger a Cedric... así sea aliarse con el mismo demonio.
Notes:
Un capítulo bastante largo… lo reconozco…. Pero con una sorpresa al final. Hasta el próximo miércoles bellos humanos. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling
Chapter 33
Summary:
Traición, priori incantatem y el dolor desgarrador de un padre.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Creyendo llegar a un acuerdo, Harriet giro hacia Cedric. Aun le estallaba la cabeza de dolor, pero se las arregló para sonar tranquila.
- Vete de aquí Cedric, toma la copa y huye- susurro ella.
- No me iré sin ti.
- Por Merlín, debes irte, ¡Vete!, ¡Tienes una familia que te espera!
- Tu también, ¡No te dejare aquí!
Colagusano soltó una carcajada audible, mientras veía con sus pequeños ojos a la pareja de estudiantes, el pequeño bulto en sus brazos también rio.
- Colagusano… deja ir al muchacho.
Como si de la cosa más divertida se tratase, el obeso adulto afirmo con la cabeza repetidamente, sumamente entusiasmado.
- Entendido mi señor.
El dolor volvió a la cabeza de Harriet como una estampida, era tan fuerte que deseaba agacharse y vomitar todo lo poco que comió en el día, pero se forzó a sonreír e intentar calmar a Cedric.
- Ve a casa Cedric… yo te alcanzare después, lo prome-
- ¡Avada Kedavra! - grito Colagusano de la nada.
…Cuando estuvo deambulando por Londres, no solo se dedicó a hacer turismo, sino también a culturizarse, paso un par de días en la biblioteca leyendo de todo un poco, una de las cosas que más le sorprendió leer fue que pese a Hollywood y sus películas con explosiones por doquier, en el espacio no había posibilidad de emitir sonido alguno, la razón era porque no había aire, medio para trasmita el sonido… todo ahí arriba era frio y silencioso.
Frio y silencioso.
La luz verde de la maldición asesina dio de lleno a Cedric a traición.
Frio y silencioso.
El apuesto joven no hiso ruido alguno, solo se tensiono, abrió los ojos con sorpresa aun mirando a Harriet y salió expulsado a un rincón del descuidado cementerio.
Frio y silencioso.
Harriet sentía que estaba en el espacio, expulsada a gran velocidad sin enterarse. Fue incapaz de moverse, de ver donde había aterrizado Cedric. Habían usado la maldición asesina en él, la muerte era el único resultado… pero sentía el cerebro entumecido y el cuerpo pesado… le faltaba el aire.
¿Pero era normal no? Después de todo estaba en el espacio.
Sus rodillas cedieron, su cuerpo cayó al suelo, en cuclillas.
- Ce… dric.
A pesar que sus oídos pitaban, pudo oír risas lejanas. Venían de los otros seres que estaba en el cementerio.
- Cumplí mi promesa Potter, “Lo dejé ir”
Ha ha ha ha ha ha ha ha.
- ¿Qué tan ingenua puedes ser niña?, te di una oportunidad cuando tenías once años, pero mi generosidad tiene límites, aunque fui magnánimo al cumplir tu último deseo. Te sugiero que escojas mejor tus pala-
AAAAAAAAAAAHHHH, ¡Asesino!, ¡Asesino!, ¡ASESINO!
La tierra tembló, una ráfaga de magia ardiente estallo, Colagusano retrocedió unos pasos asustado, sosteniendo con fuerza el bulto en sus brazos sintiendo la ira de la bruja.
- ¡Te matare bastardo!, ¡Te matare, te matare, te matareeee- rugió Harriet, loca de rabia, pelo rojo como sangre, corrió hacia su varita, la apunto a los magos y volvió a gritar- ¡Te matare!, ¡Bombar-
- Ahógala Colagusano- susurro el bulto con rapidez.
El obeso hombre levanto la varita y sin pronunciar palabra alguna convoco una bola de agua que se le pego a Harriet como un casco. La pequeña pelinegra intento zafarse, retorcerse, arrancarse la burbuja, pero esta no cedía, se sentía pegada a su cabeza. Cuando intento usar su varita, la boca se le lleno de agua.
- No la liberes hasta que pierda el conocimiento… quiero matarla con mis propias manos, tal vez jugar con su cadáver. Ya veremos el estado de mi humor. Inicia el ritual ahora mismo.
- Como ordene mi señor- Colagusano se notaba incomodo, pero de todas formas obedeció.
Las fuerzas de Harriet menguaron, pero sintió como la elevaron y aprisionaron en una estatua con forma de ángel de la muerte.
La burbuja de agua en la cual tenía la cabeza encerrada distorsionaba la realidad y opacaba el sonido, pero reconoció como un caldero gigante comenzó a hervir… iban a hacer una poción.
- Hazlo ahora- ordeno la pequeña figura.
- Si mi señor.
Colagusano coloco con todo el cuidado que pudo al bulto pequeño desnudo dentro del caldero gigante y comenzó a susurrar.
“El hueso del padre… tomado sin permiso”
En medio de su borrosa visión por estar atrapada en una prisión de agua, Harriet noto como un pedazo de hueso de la tumba en la cual había caído, salía flotando para terminar siendo metido en el caldero.
“La carne… del sirviente… entregada voluntariamente”
AAAAHHHHH
Colagusano se había cortado la mano entera y la había arrojado al caldero, si Harriet habría estado en sus plenos sentido habría vomitado.
“Y.. y.. y la sangre del enemigo…”
A pesar que puntos negros comenzaron a bailar en la visión de Harriet, pudo ver la silueta de Colagusano acercarse con el mismo cuchillo que había usado para rebanarse la mano, apuntándole.
“Tomada por la fuerza”
Colagusano hurgo con la daga en el antebrazo izquierdo de Harriet, quien no grito porque tragaría agua, el dolor la espabilo, sangre copiosa empezó a escurrir de su herida, el obeso mago traidor baño el cuchillo con el líquido rojo y se acercó al caldero.
“Resucitará… al señor... tenebroso”
Y vertió la sangre, sacudiendo con fuerza el fluido carmesí al caldero.
El caldero que contenía un espeso y extraño líquido, comenzó a colorease de rojo, y luego a incendiarse, el metálico objeto levito unos metros en el aire y comenzó a cambiar de tamaño, a agrandarse y deformarse, adoptando la figura humana de un pálido hombre con rasgos serpentinos, sin nariz más que unas finas rejillas, carente de pelo, ojos rojos reptilianos, boca sin labios, incisivos más largos de lo normal, uñas tan grandes como garras, venas verdes y moradas marcaban todo su cuerpo. Inmediatamente conjuro unas telas negras como vestimenta, iba sin zapatos.
Era un humano sin ser un humano, aterrador para cualquiera que lo viera.
Voldemort había renacido.
Harriet agradeció estar en esa trampa de agua, evitando gritar asustada… se le estaba acabando el oxígeno.
Voldemort camino sin hacer ruido alguno hasta un temeroso Colagusano.
- Colagusano… Mi varita- exigió.
- Aquí esta, amo, ¡Lo oculte por años bajo metros y metros de tierra en el jardín trasero de los Potter!
- Mnm, me complaces. Ahora, levanta el brazo.
Colagusano levanto el muñón ensangrentado.
- ¡Oh mi Señor! - el ahora pálido hombre obeso por la amputación sangrante se alegró al ver que su amo recompensaría su perdida- Gracias amo… muchas gracias.
Voldemort lo miro con enojo, Colagusano retrocedió, su rostro se puso aún más pálido.
- Ese no idiota, el otro- siseo molesto el hombre serpiente.
Tomando el antebrazo del traidor, Voldemort pincho su varita para hacer la marca tenebrosa en el cielo, una enorme calavera a la cual le salía una serpiente de la boca.
- Veamos, veamos… ¿Cuántos vendrán? - Voldemort sonrió, impaciente, pero con voz suave- ¿Y cuantos serán lo suficientemente locos para no hacerlo?
Harriet sintió que todo se desdibujaba, tenía agua en los pulmones, sintió un leve dolor en la frente, seguramente habría sido un dolor espantoso si la oscuridad no hubiera amenazado con tragársela, el reptiliano hombre reparo en ella, se acercó rápidamente y metió la mano en la burbuja de agua, rompiéndola.
- Aun no puedes morir Potter- a pesar de estar semi inconsciente, a Harriet le recorrió un escalofrió por la columna cuando sintió al hombre acariciar su mejilla, un dolor abrasador la hiso gritar, su tacto dolía como si la quemara viva- No tienes mi permiso para morir… No puedes ser tan maleducada. Creí que Dumbledore te había enseñado mejores modales.
Sonriendo de satisfacción por provocarle dolor, se alejó lentamente.
- Lindo lugar, ¿No crees Potter?, esa mansión de la colina perteneció a mi sucio padre muggle, de quien mi madre se enamoró. Nos dejó antes de que naciera porque odiaba la magia de mi madre, y esta murió poco después de darme a luz… Creí que era un ser inservible cuando lo mate, pero me ha servido para mi resurrección. Contarte todo eso de la nada… parece que la edad me vuelve más sentimental.
De repente el aire se llenó de sonidos de capaz, uno a uno figuras encapuchadas de negro fueron llenando el cementerio. Harriet quien poco a poco regresaba de la inconsciencia por casi morir ahogada, pudo apenas entender nombres de los fieles Mortifagos que llegaron a su llamada: Avery, Macnair, Crabbe, Goyle, Nott y Lucios Malfoy.
Se arrastraron y besaron la capa y pies de Voldemort, pero no fue suficiente, Voldemort los castigo con la maldición Crucios, alabo a los que se quedaron en Azkaban antes que renunciar a él, prometió matar a quienes no asistieron y premiar a su más leal Mortifago que se encontraba en Hogwarts moviendo los hilos para que todo resultase como él quería. Luego recompenso a Colagusano por serle de utilidad reemplazando su muñón ensangrentado por una mano de plata, advirtiéndole que su lealtad no vuelva a flaquear o no será tan magnánimo la próxima vez.
Cuando volvió a percatarse en la presencia de Harriet, Voldemort se dedicó a explicar lo que había sucedido esa noche donde lo perdió todo, hace 13 años cuando Lily Potter había dado la vida por su hija, brindándole una protección inquebrantable, magia antigua y solo por eso su maldición había retobado contra el mismo, dejándolo reducido a más que un espíritu errante, esperando que alguno de sus Mortifagos lo encuentre y ayude a renacer.
- El amor… el amor puede ser un gran dolor de cabeza, ¿Verdad Harriet? - dijo el hombre mientras con un pie sucio tocaba la cara de Cedric.
- ¡No lo toque! - grito Harriet completamente consiente gracias a la ira que exploto en su cuerpo.
- Lastima… era tan apuesto… quizá habría vivido si no le abrías entregado tu corazón. Otra vida que arrebataste, Potter.
Sabía que era una vil mentira, dicha para causarle culpa y más dolor; pero no podía evitar sentir una espina de duda en el pecho y unas grandes ganas de llorar. La ira que sentía se enfrió de golpe.
- La niña que sobrevivió, que gran mentira es tu leyenda… pero ahora rectificare ese error, las cosas han cambiado, como lo notaste antes, ya puedo tocarte. Déjame el placer de recordártelo.
Voldemort le sujeto con fuerza la barbilla, obligándolo a mirarlo.
Harriet grito de dolor, los dedos del hombre parecían hechos de lava, pequeñas lagrimas amenazaron con escapar de sus ojos.
- ¿Sorprendida verdad?, del cómo puedo tocarte cuando antes me habría quemado y desintegrado. Es porque parte de tu sangre corre en mis venas anulando la protección de tu madre… aun no puedo creer que una bruja haya usado un truco tan inteligente pero osado… por Salazar, detenido por una mujer. Ahora remendare las cosas pequeñas bruja, coge tu varita, es hora de corregir errores, coge tu varita.
La estatua que antes la aprisionaba la libero, Harriet cayó al suelo.
- Toma tu varita Harriet, tómala, ¡Tómala ya!
Harriet se levantó y corrió para coger su varita, con fuerza por el miedo que sentía estar frente al asesino de sus padres y cientos de magos. Voldemort la veía como un gato veía a un ratón.
- Primero, la etiqueta por supuesto… luego ¿Qué tal un poco de control?, ¡Imperio!... ¡Arrodíllate ante mi Potter!
Los oídos de Harriet pitaron mientras sentía la maldición, ¡Tenia una pequeña ventaja entre manos!, Voldemort no sabía que era inmune… si tan solo pudiera coger la copa.
Vio de reojo el cuerpo de Cedric, definitivamente debía llevarse consigo.
No lo dejaría con ellos.
Le daba nauseas pensar en lo que podrían hacerle.
Tomo una respiración, todo su cuerpo temblaba.
- ¡Dije que te arrastres hacia mí y beses mis pies! - grito Voldemort.
Harriet se movió, pero para correr en búsqueda del cuerpo de Cedric, cuando alzo su varita para convocar la copa, Voldemort como experto duelista se adelantó a sus movimientos y grito.
¡CRUCIO!
La delgada bruja grito de dolor, soltó su varita y cayó al suelo.
¡Crucio!, ¡Crucio!, ¿Planeabas dejarme Potter?, ¡¿Tan rápido?!
Harriet grito mientras los Mortifagos reían, sentía un dolor cegador, como si sus huesos hirvieran a fuego y su carne atravesada por cientos de cuchillas; se revolcó en el suelo de forma incontrolable, incapaz de soportar tanto dolor. Grito y chillo, lagrimas escaparon de sus ojos.
Voldemort dejo de maldecirla, Harriet volvió a respirar con normalidad, su cuerpo no le respondía, temblaba, adormecido por el dolor. Intento levantarse, pero apenas pudo rodar en el suelo.
- De pie, de pie… vamos, tus padres estarían muy orgullosos… en especial tu sucia madre muggle.
Harriet se golpeó la frente contra el suelo para espabilarse y quitarse el adormecimiento producido por el dolor. Molesta, se levantó de un salto y grito.
¡Expelliarmus!
Pero el hombre serpiente era diestro en el arte de la magia, no solo esquivo el hechizo, sino que se las apaño para devolverle el hechizo como si de un bumerán se tratase. Harriet termino en el suelo golpeada por su propio hechizo.
- Voy a matarte Harriet Potter, voy a destruirte… te provocare tanto dolor que me suplicaras matarte- dijo Voldemort, inclinándose hacia Harriet- Me bañare con tu sangre, te descuartizare en cuatro partes y las repartiré por todos los rincones de Londres así como los territorios que someta, exhibida en señal de derrota y lección. Tu cabeza se quedará en mi despacho… ya quiero que suceda, ¡Ya quiero que suceda!
A Harriet le pico los ojos pensando en el atroz destino que tendría su cuerpo, jamás enterrado de una forma digna, jamás encontraría la paz.
- A partir de hoy nadie jamás volverá a cuestionar mis poderes… a partir de hoy si hablan de ti solo dirán de cómo me suplicaste morir… y yo, como soy piadoso te complací, ¡Levántate!
No era un imperio, pero Harriet sintió como era jalada hacia arriba, hasta que sus pies volvieron a tocar el suelo, aterrada por su destino cogió su varita y corrió a esconderse tras una cripta. Eso despertó la ira de Voldemort, quien lanzo un hechizo que por poco la alcanza, destrozando parte de una lápida donde se escondía.
- ¡No vuelvas a darme la espalda!, ¡Quiero que me veas cuando te mate!, ¡Exijo ver cuando la luz escape de tus ojos!
Esconderse rodeada de enemigos no serviría de nada, pero ¿Cómo osaría enfrentarlo si su cuerpo no paraba de temblar?
Harriet quería llorar, prometió luchar por su vida, pero frente al hombre serpiente, su magia parecía tan insignificante.
Cedric…
Papá, Mamá…
¡No!, no tendría miedo, no le daría esa satisfacción, no mancharía la memoria de quienes asesino.
Se tragó el miedo mientras mutaba a rabia… Si Voldemort no existiera ella habría sido inmensamente feliz.
Con el pelo rojo, enfadada por la existencia del hombre, salió de la cripta que la refugiaba con la mirada en alto para enfrentar al genocida.
Quizá estuviera lleno directo a su muerte, pero lo haría como toda una Gryffindor, Voldemort ya no vería miedo en sus ojos… ya no.
- Como usted quiera- siseo Harriet enfadada.
Voldemort la miraba complacido, como si fuese su juguete favorito. Ambos alzaron sus varitas y gritaron hechizos diferentes.
¡Expelliarmus!
¡Avada Kedavra!
La luz roja de Harriet y los rayos verdes de Voldemort chocaron entre si al mismo tiempo en medio del aire, la pelinegra sintió su varita vibrar como si la recorriera una descarga eléctrica y aunque ella quisiera soltarla, no podía, se sentía pegada a su mano. Las luces rojas y verdes cambiaron para volverse doradas, y por lo que parecía, ella no era la única afectada, Voldemort parecía sorprendido del actuar de su varita. De la nada miles de ramificación de la conexión se desprendieron, trazando un arco por encima de ellos y se entrelazaron a sus alrededores.
Los Mortifagos los veían sin entender como debían actuar, ¿Tal vez atacar por la espalda a la niña que vivió?
- ¡No hagan nada!, ¡Quietos!, yo mismo acabaré con ella.
Guijarros de luz salieron disparados de la varita de Voldemort y se posaron alrededor de ellos, adoptando formas humanas pero fantasmales, hechas de humo y luz.
- ¡Aguanta Harriet! - grito una familiar voz masculina.
Era la voz de Cedric.
Harriet atónita dirigió su mirada hacia dónde venía la voz.
Ahí estaba Cedric Diggory, impasible y tranquilo… verlo traslucido, flotando en el aire, le hizo soltar un gemido de dolor, su cara se deformo en un rictus dolor y sus mejillas se bañaron de lágrimas.
- ¡Ceeedric!- chillo ella, con la vista nublada de lágrimas- ¡Ceeedric!
El apuesto joven se limitó a darle una sonrisa tranquila.
No hubo tiempo para poder decir más porque otra figura se solidifico, ¡Era el anciano que Voldemort, Colagusano y Crouch Jr. habían torturado!
- ¡Maldito hombre!, ¡Me asesinaste y torturaste!, ¡Muchacha, no te rindas!
Un par de luces más salieron de la varita de Voldemort, rebelando la figura de una bruja adulta que comenzó a insultar al hombre serpiente, otras dos luces en cambio se posaron al lado de Harriet, impactada la pequeña bruja vio como adoptaban la figura de un hombre y una mujer.
Eran su padre y su madre.
Harriet volvió a chillar y llorar al mismo tiempo.
- Mi bebe… que grande estas- dijo una mujer de pelo largo.
- Mamá.
- Hija- dijo James Potter, susurrando con voz lejana- Cuando la conexión se rompa debes correr hacia el traslador… lo detendremos por un momento para darte tiempo de huir, ¡Pero solo por un momento!, ¿Entendiste?
- Papá… entendí, entendí
- Pequeña rayo- llamo Cedric- Llévate de mi cuerpo por favor y dáselo a mi padre.
- Nunca te dejaría aquí- gimoteo Harriet en respuesta.
Que amargo era todo eso, ver a sus padres y a Cedric por última vez.
Por última vez.
Grito como si le hubiesen hecho un crucius, tanto dolor condensado en un solo momento era demasiado para cualquiera…
- Esto terminara pronto hija, deberás romper la conexión. Suéltala esta lista, suéltala… ¡Suéltala mi bebe, ahora! - grito su madre.
Harriet rompió la conexión y corrió hacia el cuerpo de Cedric. Tenía una oportunidad efímera en sus dedos, ¡No podía desperdiciarla! Los fantasmas de humo y luz revoletearon gritando en dirección de Voldemort. Temblando Harriet alzo la varita y grito.
¡Accio copa!
La copa voló por los aires hasta que ella la cogió por una de sus asas, lo último que vio fue la expresión de odio puro del hombre serpiente al darse cuenta que Harriet se le escaba de entre los dedos en medio de un torbellino de viento y colores. Lo último que escucho fue el enojado grito del asesino de sus padres, mientras se aferraba al frio cuerpo del chico a quien había entregado su corazón.
De repente música y vítores de alegría inundaron sus oídos.
Habían vuelto a Hogwarts, cayo de bruces con Cedric bajo ella. El olor a césped le lleno los pulmones, la cabeza le daba vuelta sin parar, el horror sufrido y el agotamiento emocional la habían dejado sin energía, pegada al cuerpo de Cedric, arrojo la copa lo más lejos de ella y se permitió llorar libremente como no pudo en el cementerio.
¡No pudo hacer nada!
¡No pudo salvar a Cedric!
¡No fue suficiente!
Grito de dolor y de pena, sintió como la tristeza era un golpe físico muy real, dejándola más adolorida si podía ser. Hermione una vez le había comentado que cuando a alguien le rompían el corazón, la mente interpretaba ese dolor de forma tan real como si de una herida física se tratase.
Harriet sentía que se desangraba.
Sentía como una mano invisible cercenaba su corazón.
Escucho el grito horrorizado de Delacour, pero aun así no dejo de llorar. De repente alguien la tomo en brazos, olía a caramelo de limón, luz y magia.
- Abuelo…
Su relación siempre había sido cordial y familiar, pero en esos momentos lucho por zafarse de su cálido abrazo para volver al pecho de Cedric. El anciano intento separarla, captar su atención, entender que había pasado; rodeándola hasta llegar frente a ella y agachándose para estar a su altura.
- Mi niña, ¿¿Qué paso??
- Por Merlín, Dumbledore, ¿Qué pasa? - Fudge se acercó corriendo al sentir que algo no iba bien.
A estas alturas la música se había detenido y ya nadie aplaudía, sintiendo definitivamente algo no estaba bien, casi temerosamente unos cuantos se acercaron para ver que estaba pasando.
Harriet tenía un nudo en la garganta, incapaz de explicar todo lo que paso en los últimos minutos, pero debía decirlo, forzar a su mente a crear oraciones con sentido.
- Abuelo… Voldemort ha renacido, ¡Mato a Cedric!, ¡Mato a Cedric! AAAAAAAH
Volvió a aferrarse al cuerpo del Hufflepuff, llorando a mares. Dumbledore la miro petrificado.
- Cedric me pido que trajera su cuerpo… no podía dejarlo con ellos, ¡¡No podía!!
- Tranquila Harriet, ya paso… ambos están-
- Voldemort mato a Cedric, ¡Lo mato a traición!, ¡A traición!, le jure lealtad si lo dejaba ir. No fue suficiente, ¡No pude salvarlo!
- ¡Que despejen la zona! - grito Fudge, ordenando la evacuación de los espectadores a los aurores, Snape y Minerva se acercaron sin entender y el ministro les susurro- El muchacho está muerto.
Los docentes se apresuraron a ir donde Harriet, pero no podían hacer nada mas que mirar el cadáver de una joven promesa Hufflepuff.
- ¡Déjenme pasar!, ¡Déjenme pasar!, ¡Soy su padre, ese es mi hijo! - sin esperar a su esposa, que se había quedado petrificada en su asiento, Amos se abrió paso en medio espectadores curiosos hasta llegar donde se encontraba su hijo- Déjenme pasar, ES MI HIJO
Sintió que su corazón dejaba de latir, su querido primogénito estaba tendido en el suelo, blanco como un fantasma, con el rostro inerte y el cuerpo rígido.
- Es mi hijo… es mi muchacho.
Amos Diggory se dobló de dolor al ver que su hijo estaba muerto.
- Mi hijo…
El mago no podía creer lo que veía… cuando lo vio por primera vez, al salir del cuerpo de su amada esposa, se juró que lo protegería de cualquier amenaza aunque tiempos inciertos se vivían por el reinado de terror del que no debe ser nombrado, Cedric fue una llama de esperanza diaria en su vida, lo vio crecer con orgullo, demostrando ser un mago ejemplar y talentoso. Siempre con un brillo vivas y aventurero en su rostro.
Cedric era su gran llama de fuego, que eclipsaba todo y hacia hinchar su pecho de orgullo.
Ahora ese brillo se había esfumado del rostro de su hijo.
Jadeo, gimió, lloro, grito, se jalo los pelos, se arañó la cara… pero no era suficiente para expresar todo su dolor. Acuno el cuerpo de su hijo, antes tan cálido y ahora tan frio. No tenía sentido, nada tenía sentido, todo había sido tan… tan…
Cruel, forzoso y repentino.
Abrazo el cuerpo de su hijo con fuerza, impotente de poder procesar el dolor… su hijo, quien cuando nació era la cosa mas hermosa, maravillosa y pequeña que vio en toda su vida, su hijo a quien había leído cientos de cuentos, su hijo a quien había consolado cuando tenía pesadillas, su hijo…
NOOOOOOOO
El grito del padre de Cedric es desgarrador, sale de lo más hondo del hombre, como si el dolor que siente tuviera vida propia, grita cortando la noche, no hay fibras de ningún corazón que deje indiferente de la agonía que siente.
NOOOOOOOOOOOOOO
Esa noche ninguno de los presentes duda que ese hombre amo a su primogénito.
Aun a metros de distancia Harriet podía oír sus lamentos, los gritos le ponen la carne de gallina, los pelos de punta, le recorre un escalofrió en la espina dorsal y la congela.
Te falle Cedric, te falle, piensa Harriet mientas es arrastrada por el profesor Moody para alejarse de la escena, quería quedarse con Cedric; pero ya no tenía energías para oponerse a nadie… se sentía como una marioneta a la cual le cortaron los hilos. Se sentía tan cansada, solo quería escapar del dolor y soñar…
Quizá todo era una pesadilla.
Quizá estaba dormida en su cálida cama y pronto Hermione la despertaría.
Tan desconectada de la realidad se sentía que no se dio cuenta que el profesor Moody no la llevaba a la enfermería… sino a su oficina.
Notes:
No me odien gente, pero la muerte de Cedric es canon, aunque nos duela Rowling la creo para demostrar la crueldad y la poca importancia que de Voldemort a la vida humana… Nos vemos el próximo miércoles.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 34
Summary:
Espía rebelado, lágrimas de dolor y un peculiar escarabajo.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Intentaron separar al padre de su hijo de la arena, el tumulto se disparó cuando el mago dejo de gritar de dolor y se dedicó a seguir el cadáver de su hijo, abrazándolo. Dejando a los espectadores con miles de preguntas en la cabeza, todos hablando a la vez de lo que acababa de ocurrir.
- Profesor…- Draco apareció agitado casi trotando hacia Snape- Profesor Snape, ¿Y Potter?, todos los campeones fueron atendidos por personal calificado que esperaban a los ganadores por si resultaban heridos o necesitarían ayuda inmediata, ¿A dónde se fue ella?
- ¡Se fue con el profesor Moody! - grito para ser escuchado en medio de tanto alboroto George Weasley, salido de la nada - Ella debió de ir a la enfermería, tenía sangre en la ropa y heridas visibles, debía ser curada. No acabar siendo arrastra por un profesor, sin importar que sea una leyenda en el mundo de los Aurores.
- La seguimos el paso, pero el profesor Moody nos amenazó con hacernos un imperdonable- dijo Fred- ¡Harriet debe ir a la enfermería!
A Snape también se le hacía raro la ausencia de Potter, si Alastor quería tranquilizarla debió de solo alejarla unos metros, no llevarla al castillo. No saber su condición exacta no ayudo en nada a calmar una floreciente intranquilidad.
- ¿Hacia dónde se la llevo?
- Creemos que hacia su oficina- respondieron los gemelos al unísono.
Al mago no le complació la respuesta, se sintió inquieto, desesperado… como si debería estar al lado de la pelinegra.
- ¡Director! - grito para alejarse de los estudiantes- ¡Minerva!
Si algo le había enseñado sus años de espionaje, era que siempre debía hacer caso a sus instintos. Y sus instintos le gritaban que fuera tras la pequeña niña de dolorosos ojos verdes y sonrisa dulce.
El profesor Moody cerró la puerta con cerrojos, condujo a una temblorosa Harriet hacia el fuego de la chimenea de su oficina, mientras preguntaba por su herida, por cómo se sentía estar frente al señor tenebroso.
Harriet no entendía porque le hacia esas preguntas, ¿Tal vez porque era un gran Auror?
- ¿Profesor? - pregunto ella al verlo temblar y respirar con dificultad- ¿Esta bien?
- ¿Había otros? - ladro el hombre cuando se calmó- ¿Había otros, en el cementerio… había otros?
- Yo no… yo no- un frio recorrió la espalada de Harriet- Yo no he dicho nada sobre un cementerio.
“Uno de mis más leales Mortífagos está en Hogwarts, me ha servido moviendo los hilos para que todo mi renacimiento ocurriera, el será recompensado con grandes honores”
“¿Te estas portando mal Harriet?”
“Si vuelven a desparecer ingredientes de mi almacén un poco de poción de la verdad terminara en tu jugo de calabaza”
Harriet sentía que su mundo se desdibujaba, la información de meses condesada en un momento. La verdad saliendo a flote a la luz.
- Maravillosas criaturas son esos dragones…- la cara del profesor Moody era un mueca desdeñosa- ¿Crees que ese miserable te habría advertido si yo no se lo hubiese sugerido?
Moody comenzó a buscar de forma errática entre sus cajones sin parar de hablar.
- ¿Crees que Cedric Diggory te habría dicho que abrieras el huevo en el agua si yo no se lo hubiera insinuado?
- ¡Lo habría hecho aun si usted se hubiese mantenido callado! - salto Harriet a refutar la afirmación.
El mago mayor dejo de buscar para acercase a Harriet y hacer mayor énfasis en sus palabras.
- ¿Crees que Neville Longbottom te habría mencionado las branquialgas si yo no le habría dado el libro adecuado?, ¿Eh?, ¿Eh?
- Usted puso mi nombre en el cáliz de fuego… usted hechizo a Krum…- Harriet retrocedió un paso- ¿Quién es usted?
- Ganaste porque me lo propuse, terminaste en el cementerio porque así estaba planeado y el objetivo se logró- sin delicadeza alguna el mago alzo la mano herida de Harriet y presiono el corte que Colagusano origino, Harriet grito- ¡La sangre que corre por tus venas también corren por las de él!
El hombre la soltó para oler su sangre y posteriormente lamer sus dedos ensangrentados, la pequeña bruja intento poner la máxima distancia del hombre, pero este giro para encararla.
- Imagina como me recompensara cuando sepa que de una vez por todas- el hombre tembló, pero volvió a recomponerse sin dejar de cortar la distancia que los separaba- destruí a la gran Harriet Potter… oh, no solo el cuerpo, sino también la mente… hay formas específicas para torturar mujeres, ¿Lo sabias?
Harriet se quedó muy quieta, como una estatua, con los ojos abiertos de sorpresa.
- ¿Q…que?
- Eres muy bonita, yo lo gozare, cada rictus de dolor… pero tu sufrirás y cuando me pidas morir por voluntad propia, ¡El señor oscuro me recompensara mi peso en oro!, ¡Le daré mis memorias de lo ocurrido! Ahora- dijo cortando más la distancia que los separaba- No te muevas, esto será tan fácil como desojar una margarita.
La piel del mago se hincho por unas zonas y tembló de forma incontrolable. Harriet aprovecho el momento para escapar, pero la puerta tenía demasiados cerrojos que fueron un elemento que retraso su huida, el viejo mago la alcanzo en el pasillo y la obligo a volver a entrar a su oficina.
Harriet grito por ayuda pero todo el mundo estaba en la arena de la tercera prueba, nadie podía oírla.
Harriet lucho, se agarró con fuerza al marco de la puerta, dio patadas en el aire, grito y grito; pero el mago al final logro meterla a su oficina con pura fuerza bruta, tumbándola al suelo.
- Planeaba jugar y tomarme mi tiempo- dijo el alzando su varita hacia Harriet quien intentaba alejarse de él por todos los medios
“Ayuda”, Harriet comenzó a temblar.
- Pero agotaste mi paciencia, será rápido y más doloroso que un Crucio- el mago movió su varita, cortando la piel y ropa de Harriet.
“Que alguien me ayude”, recordar el Crucio le aguo la visión, no le importo sangrar o tener la ropa hecha jirones.
-Te arrepentirás no dejarme disfrutar, te arrepentirás haber vencido al señor oscuro.
“Por favor… alguien… ayúdeme”, se sentía como un deja vu, la escena era igual como cuando torturaron al anciano en verano, un sueño cumpliéndose, donde ahora era ella quien sufriría un gran dolor.
- Te romperé y nadie podrá volverte a armar Potter… ¿Tus últimas palabras?
- ¡ABUELOOOOO!- chillo Harriet aterrada, abrazándose, liberando magia descontrolada.
Como si el destino se apiadase de ella, escucho la voz de Dumbledore al mismo tiempo que lanzaba un hechizo con el cual explotaba la puerta, entrando a la velocidad de un rayo, aturdiendo a Moody.
- Minerva, cuida a Harriet- dijo Dumbledore mientras apretaba la garganta de Moody que ya había recobrado la conciencia, con una mano y con la otra le apuntaba a la cabeza, chispas rojas amenazantes salían de su varita. La ira bailaba en sus entrañas cuando vio de reojo el estado de Harriet- Minerva…
La bruja salió de su estupor y recompuso la ropa de Harriet, antes casi desnuda.
Solo cuando vio al mago ponerse azul por falta de oxígeno, Dumbledore volvió a ordenar.
- Severus.
El maestro de pociones, quien en todo momento se mantuvo centrado en el mago de rostro azul vertió un contenido trasparente como agua hacia con parsimonia.
- Traga- dijo secamente Dumbledore, aflojando su agarre- ¿Sabes quién soy?
- Al… Al… Albus Dumbledore- dijo jadeando por aire el mago quien ya no tenía tan mal semblante.
- ¿Eres Alastor Moody?, ¡¿Lo eres?!
- N..n..no.
- ¿Esta aquí?
- …
- ¿¿Esta en esta habitación??- Dumbledore volvió a apretar el cuello del mago, privándolo de oxígeno, se acercó a su odio y susurro- Te aseguro que será mejor que cooperes, estoy realmente enojado contigo… hablar prolongará tu tiempo de vida.
Pero el viejo mago, a quien de repente comenzó a hinchársele la piel, no dijo nada… quien lo delato fue el ojo mágico del verdadero Alastor Moody, señalando el gran baúl que se encontraba en un rincón.
- Minerva, Harriet, aléjense- ordeno Dumbledore.
El profesor Snape abrió el baúl, mientras la profesora Minerva colocaba protectoramente detrás de ella a Harriet, las brujas no avanzaron ni un ápice mientras los magos veían dentro del baúl… Era el verdadero Alastor Moody, demacrado, delgado y casi vivo, se encontraba muy dentro de lo que parecía ser metros de profundidad del baúl encantado entendible, aun así se las ingenió para pedir disculpa por no haber estado más en “alerta permanente”
- Si ese es el verdadero profesor Moody… ¿Entonces quién es el impostor? - pregunto Harriet sin esperar una respuesta, al menos no inmediata.
La oficina si bien estaba llena de raros objetos de la época de cazador de magos tenebrosos del verdadero Alastor Moody, también estaba desordenada, llena de botellitas, frascos, tubos y petacas, el profesor Snape olio una de estas y reconoció el clásico olor a poción multijugos.
- Ahora sabemos quién te ha estado robando- comento Dumbledore, con la varita en alto, apuntando al impostor- ¡Aguarda un momento viejo amigo, te sacaremos de ahí!
El falso Moody comenzó a temblar incontrolablemente, gruñidos y quejidos salían de su boca, incapaz de seguir usurpando el aspecto del viejo Auror, su rostro se hinchaba, deformaba, el pelo comenzó a cambiarle de color, el ojo mágico salió expulsado al suelo, la vieja piel cambio por una más joven, cuando el efecto de la poción multijugo se desvaneció, un joven mago se revelo, sudoroso tras pasar por el cambio a su verdadero aspecto. La curiosidad de Harriet la traiciono, abandono el refugio de la profesora McGonagall y se acercó al mago como en un trance… ella lo había visto antes, primero en sus pesadillas de verano y luego en las memorias de su abuelo. El había torturado al anciano jardinero y a los padres de Neville.
- Barty Crouch… Jr.
Como activado por un resorte, el mago se levantó de un salto, intentando atacar a Harriet.
- ¡Harriet! - grito Dumbledore que noto el peligro y la alejo protectoramente en sus brazos del enloquecido hombre, mientras el profesor Snape y la profesora McGonagall apuntaban sus varitas amenazadoramente al mago, para establecer una distancia segura.
Pero el impostor mago no parecía asustado, de hecho parecía feliz, mostro su marca tenebrosa completamente formada, el señor oscuro había vuelto a la vida, había superado a la muerte y había regresado de entre los muertos.
- Notifiquen a Azkaban, encontramos a su prisionero- dijo Dumbledore alejándose con Harriet
- ¡Me recibirán igual que un héroe! - grito Barty sin miedo a la prisión.
- Tal vez… pero yo no tengo tiempo para héroes- respondió Dumbledore sin dejar de caminar a la salida, ahora también siendo acompañado por la profesora McGonagall.
Antes de abandonar el recinto, Harriet escucho que el profesor Snape hacia una pregunta extra a Barty Jr.
- ¿Qué tan bueno eres con los Obliviate? Me gustaría darte un regalo antes de que vayas a Azkaban, tú sabes… Un presente de docente a docente.
Harriet fue curada de casi todas sus heridas, había algunas que necesitarían tiempo para sanar por completo, como las cicatrices de los cortes a la que fue expuesta, una muñeca rota cortesía de Barty Crouch Jr y un corazón que sentía abierto y sangrante.
Una vez repuesta Harriet intento posponer una dolorosa conversación, no quería ver a los Diggory, no quería ver a los padres de Cedric y rememorar su derrota, su perdida, su dolor… pero debía hacerlo, sin importar que volver a contar sucesos pasados era como estrujar su corazón, literalmente. Sus padres merecían saber la verdad.
Una tarde por fin se armó de valor y les conto absolutamente todo.
Cuando termino de contar lo que sucedió en el cementerio, estaba llorando nuevamente y no era la única, el matrimonio Diggory la veía con ojos brillantes y mejillas húmedas por el camino de lágrimas incontrolables de tristeza.
- ¡Lo siento…! - dijo Harriet hipando por el llanto- Lo siento tanto, debí… ¡Debí hacer más!, ¡Debí ofrecer más que mi lealtad!, debí… debí suponer que no nos dejarían ir tan fácil. Lo siento tan... tantooo
Harriet sentía que moriría de tristeza, ahogada en sus propias lágrimas, cada segundo peor que el anterior. Pero los Diggory, temblando en llanto se acercaron y la abrazaron, fundiéndose en un abrazo tembloroso.
- No pudiste hacer nada pequeña, nada…. Mi hijo, mi muchacho- gimió Amos Diggory.
- Nadie te culpa Harriet, ¡El asesino es Voldemort! - sollozó colérica la señora Diggory.
La pequeña bruja perdió la noción de tiempo, en medio de ese abrazo, pudo compartir su dolor, sentir que no estaba sola. La muerte de Cedric dolía como si se hubiese tirado de la torre de astronomía, pero ahí estaba, en medio de dos adultos tan rotos de dolor como ella, sintiendo que pese a ahogarse en lágrimas, hinchárseles los ojos como dos esferas sobresalientes del rostro y tener la nariz tan roja como si fuese invierno, el dolor poco a poco se volvía más soportable… como si pese a haber caído estrepitosamente al suelo, se estuviera rearmando de nuevo.
Pero había una parte suya que nunca volvería a ser la de antes.
Su corazón.
Por siempre habría un doloroso espacio vacío que ella no se molestaría en llenar u ocultar, la memoria de Cedric, su primer amor.
Aunque sentía que la tristeza por la muerte de Cedric era asfixiante y sabía que jamás desaparecería por completo, una idea bailo en su mente , por lo que se forzó a salir de su cama, buscar a los gemelos Weasley y pagarles el dinero que gano como campeona del torneo de los tres magos, dinero que no quisieron recibir los padres de Cedric, para hacer nuevos tirajes del boletín “Noticias Rayo”, donde ella detallo lo ocurrido con el torneo de los tres magos, la verdadera razón de la muerte de Cedric y la resurrección de Voldemort. Los gemelos aceptaron el trato y en tiempo récord ya se encontraba en circulación, completamente gratis para quien desease la versión de los hechos de Harriet.
Desato un gran alboroto en el colegio y escuelas vecinas.
Ser una ganadora de los tres magos le sirvió para saltarse los exámenes y mientras sus amigas estudiaban Harriet se dedicaba a dormir, saltarse las comidas porque no tenía hambre y realizaba cualquier actividad de forma mecánica… El hueco en su corazón era tan pesado y la dejaba sin energías.
Los días pasaron y en un parpadeo llego la ceremonia de clausura por fin del año escolar.
- Harriet… querida, deberías bajar a desayunar, o se acabaran los postres- dijo Lavender viendo a Harriet en cama.
Los ojos antes brillantes de Harriet, estaban opacos por algo más que sueño.
- No tengo hambre risos- dijo Harriet cerrando los ojos- Vallan ustedes.
Fay, Lavender, Parvati intercambiaron miradas nerviosas.
- Harriet… debes ir, hoy no hay ganador de la copa de las casas… todo Hogwarts está decorado de luto. Estoy segura que Dumbledore dirá unas palabras… debes cerrar tu ciclo de dolor- intervino Hermione firme, pero mordiéndose los labios.
La menuda bruja pelinegra de ojos verdes levanto el torso de su cama, observando a sus amigas de habitación, quienes lucían preocupadas por su bienestar. Todas habían intentado a su manera hacerla sentir mejor, como Parvati ofreciéndole te de lavanda extra puro para sueños profundos, Lavender cada noche le colocaba un extraño gel para deshincharle los ojos y Fay siempre tenía bocaditos para compartir a cualquier hora.
La verdad era que aunque se sienta mal aún estaba viva, y estaba preocupando a sus amigas de habitación.
- Resérvenme un asiento, me cambiare y bajare.
Las jóvenes Gryffindor asintieron alegres mientras desaparecían por la puerta.
- Si no bajas en cuarenta minutos subiré por ti- susurro Hermione.
Harriet sonrió, quizá todas sus amigas la trataban como si de un cristal se tratase, pero Hermione sabia cuando ser suave y cuando ser firme.
Se baño y cambio con rapidez, justo cuando estaba a punto de salir se chocó con el pecho de un hombre fanático a vestir túnicas de colores extravagantes… que ahora vestía de negro.
- A… ¿Abuelo?
- Pequeña… ¿Puedo pasar?
Tomaron asiento en una de las camas ahora desocupadas pero ordenas, un orgullo silencioso por tener amigas de habitación tan limpias y ordenadas bailo en su pecho.
- Este año te puse en gran peligro, mi niña, lo sien- empezó Dumbledore rompiendo el silencio.
- No fuiste tu abuelo… ¡Fue Voldemort!, ¡Fue ese infeliz! - rugió Harriet- Todo fue parte de su plan… Hermione me explico que el cáliz formaba un contrato mágico con el participante, del cual no se podía romper sin esperar seria consecuencias, no podías sacarme del torneo ni usando todas tus influencias. Ni se te ocurra pensar que tuviste algo que ver, no fue tu culpa.
- Deberías escuchar tus propios consejos pequeña, con respecto a la muerte de Diggory.
Harriet se encrespo como un gato alerta.
- Es diferente, pude salvarlo pero falle por ser una bruja incompetente.
- No digas eso- Dumbledore la corto- Sobreviviste y volviste a Hogwarts, mi niña.
- Pero Cedric no.
Dumbledore suspiro, la bruja frente él era muy terca y aún estaba demasiada fresco el dolor de la perdida. Harriet noto su expresión por lo que decidió cambiar de tema.
- Vi en el cementerio a mis padres, abuelo… junto con otras personas que Voldemort había asesinado… junto con Cedric, pero eran trasparentes y flotaban… como si fuesen ecos de lo que fueron.
- Priori Incantatem…- susurro Dumbledore impresionado- ¿Viste a tus padres?, ¿Reaparecieron?
Harriet afirmo con la cabeza, feliz, esperanzada… quizá podría aprender una forma de volver a verlos. A Dumbledore le dolió romper esa sonrisa entusiasmada, pero debía ser firme y claro, o su pequeña niña corría el riego de aventurarse hacia rincones oscuros de la magia con tal de volver a interactuar con su familia, cometiendo un peligroso error… uno en el cual él tenía mucha experiencia.
- No hay magia que pueda traer a la vida los seres que amamos Harriet… no como tan plenamente originales fueron.
La esperanza vívidamente reflejada en el rostro de pequeña bruja se marchito con sus palabras.
- Tiempos difíciles nos esperan mi niña, donde debemos escoger entre lo que es correcto y lo que es fácil… pero recuerda esto: no estás sola
Hermione, Ron, Lavender, Parvati, Fay, Colin, Neville, Ginny, Fred, George, el señor y señora Weasley, Theo, Hagrit, Seamus, Sirius, abuelo y abuela… y todo mundo mágico que agradecían su existencia por detener el reinado de miedo de Voldemort, susurro su mente.
- Abuelo…
Anciano y joven se fundieron en un abrazo, lo suficientemente largo como para notar que luego de despedirse del director, Hermione se encontraba en la sala común, esperándola.
Bajaron casi corriendo, Harriet se había perdido el desayuno, pero no importaba, Fay siempre tenía bocaditos para ella en sus bolsillos y Dobby podría darle alguna bebida caliente. Cuando llegaron al gran comedor noto los cambios que Hermione le había mencionado, telas negras desde el techo al suelo decoraban las paredes, todos los docentes estaban vestidos de negro y las cálidas velas y cielo encantado había desaparecido, cientos de sillas habían sido colocadas en columnas, que estaban casi llenas por estudiantes y todo el personal docente. La gran mesa de los profesores había desaparecido, en su lugar solo estaba la silla del director y un atril con las velas apagadas en señal de respeto.
- Hoy sentimos una terrible perdida- Dumbledore se levantó de su asiento para dirigirse a todos los presentes, una vez que el gran salón se llenó- Cedric Diggory era como saben un trabajador incansable, infinitamente honesto… y lo más importante, un fiel, fiel amigo. Por tanto creo que tienen derecho a saber cómo murió… si, a Cedric Diggory lo mato Lord Voldemort… el ministro de magia no quería que se los dijera. Pero él no hacerlo lo considero un insulto a su memoria… el intenso dolor que sentimos por ante esta perdida me recuerda, nos recuerda, que aunque venimos de diferentes lugares y hablamos diferentes lenguas, nuestros corazones laten como si fueran uno solo… dados estos sucesos, los lazos de amistad que hemos formado este año serán más importantes que nunca, recuerden eso y Cedric Diggory no habrá muerto en vano… recuerden eso y honraremos a un chico que fue justo y honesto, valiente y fiel hasta el último momento.
Los estudiantes de las escuelas invitadas se retiraron, Krum rogando porque Hermione le escribiese en el verano, Delacour besando repetidamente a Harriet en las mejillas jurando devolverle el favor por salvar la vida a su pequeña hermana.
Todos se apiñan para ver desaparecer al gran barco de los Durmstrangs bajo las frías aguas del lago que rodeaba el castillo y volar el gran carruaje azul tirado por enormes caballos alados blancos de las Beauxbatons, perdiéndose en el cielo luego de unos minutos.
- Todo cambiara a partir de ahora, ¿No? -dijo de pronto Hermione.
No había que ser un genio para saber que las cosas serían más peligrosas ahora que Voldemort había renacido.
Harriet se prometió ser más fuerte, para no perder a nadie más.
Debía sacudirse los retazos de tristeza en su corazón ya.
- Prométanme que me escribirán- rogo Hermione intentando centrarse en algo positivo.
- Yo no, sabes que no escribo- dijo Ron.
- Oh por favor amigo, no es tan difícil, lo haces hasta para el profesor Snape… ¿O acaso te gusta demasiado mi querida bellísima amiga como para no poder juntar dos palabras?
Ron se puso rojo al igual que Hermione y se pusieron a despotricar contra ella, Harriet comprobó que el sarcasmo era un buen aliado para situaciones tensas.
Una vez los baúles empacados, el trio de oro se dirigió a los carruajes que los trasportarían hacia la estación. Harriet paro en seco al notar con claridad unos caballos reptilianos casi esqueléticos… pero nadie reparaba en su presencia.
Al diablo.
Si eran seres hostiles malvados ella no se defendería… una pequeña parte de su mente sentía culpa por estar viva mientras que Cedric no. Así que avanzo sin sacar la varita de su estuche, lentamente; las criaturas de pesadilla la ignoraron.
Con el agarre firme de Hermione, al ver que se había quedado atrás, guiándola hacia el carruaje simplemente fue imposible investigar qué clase de especie eran.
¿Siempre habían estado ahí, tirando de los carruajes?, ¿Por qué no los vio en primer año?, ¿O acaso se había vuelto loca y veía cosas que nadie más?
- Apresúrate Harriet o el tren nos dejara- insistió Hermione intentando espabilarla.
Luego de despedirse de Hagrit, Harriet encontró a Ron preocupado por la sonrisa siniestra de Hermione.
- ¿Qué paso esta vez?, ¿Lo convertirás en un hurón pelirrojo, Mione?
Esa pregunta desato las risas incontrolables del trio de oro.
- Nunca olvidare como Malfoy rebotaba por los aires como castigo por querer maldecirte por la espalda- dijo después de un tiempo Ron, con lagrimas en los ojos tras las carcajadas.
- Ni yo… ya no deberíamos llamarlo Malfoy sino señor hurón- propuso Harriet.
- ¡Me encanta! - celebro Ron fascinado.
- Entonces Mione… ¿Qué es lo que tienes en ese frasco? - pregunto con genuina curiosidad Harriet.
- Oh… es solo el origen de todos mis problemas, ¿Qué me recomiendas hacer?
- Por lo que veo es un escarabajo… ¿Cómo puede un escarabajo ser el origen del mal? - cuestiono Harriet mirando al insecto- Hola pequeñito… ¿O pequeñita?
- Es un animago no registrado, es Rita Skeeter.
- EHHHHHHHHHHHH… ¿Cómo lo sabes? - pregunto Ron y Harriet al mismo tiempo.
- Cada vez que ocurría cosas de las que escribía, siempre había un escarabajo rondando cerca de nosotros, al principio me pareció coincidencia, luego se me hiso raro ver a Malfoy hablándole a un escarabajo de Harriet… al final la atrape en la enfermería, husmeando entre tus heridas, comportamiento nada propio de un insecto, delatando su propia naturaleza, rebelando la imagen completa del rompecabeza. Le pedí al maestro Flitwick una lista de los animagos registrados, Skeeter no se encontraba presente, tener la capacidad de trasformación y no regístrala en el ministerio conduce a perder la libertad en Azkaban. Hechice el frasco para que ella no pueda romperlo.
- Caballero, el origen del mal, delante nuestro… ¿Qué deberíamos hacer?
- Se me ocurre un par de cosas… pero creo que el mejor castigo es entregarla a los gemelos para experimenten con ella sus artículos de broma.
- Oh, no, paren ustedes dos. No harán eso… solo la mantendré encerrada un corto tiempo y la liberare con la condición de que deje de escribir puras tonterías en el profeta por un año- sentencio Hermione.
- Me parece bien- apoyo Ron- Si alguien debe hacerse responsable de ese molestoso insecto eres tú, Hermione.
El alago sonrojo a Hermione, provocando un intenso sonrojo en Ron. Harriet tapo el frasco que contenía al escarabajo con los dulces que compro del carrito y regalo a Ron tal como prometió, aunque se comió una rana de chocolate mirando el paisaje frente a su ventana.
Al bajar del tren fueron recibidos por los padres de los magos. Sorprendida ese año Harriet avanzo con sus amigos a las puertas de la estación, sin miedo de ver rondar a los rencorosos Durley.
Quizá ellos se habían olvidado de ella, como ella lo había hecho.
El trio de oro se despidió, los padres de Hermione volvieron a llevarla a casa de Elise, quien como el año pasado volvió a abrirle la puerta de su cálido hogar y abrazarla con todo el corazón. Como si compartieran sangre.
- Estoy en casa abuela…
- Bienvenida retoño- dijo Elise.
Notes:
¡Y con esto terminamos el cuarto libro!… gracias por leer, nos vemos el próximo miércoles, con el quinto libro y nuevos cambios del What if Harry Potter fuera mujer… y la orden del Fenix.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 35
Summary:
Aire antes de la combustión, ataque de Dementores y el cuartel de la orden del fénix.
Notes:
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A pesar que Elise la había recibido con el corazón abierto, Harriet noto que la señora de avanzada edad y pelo blanquecino, volvía a hacer alarde de su discreción y paciencia, cuando por las noches tenía pesadillas con la muerte de Cedric y el renacimiento de Voldemort.
- Saldremos de Londres, tengo muchos lugares que llevarte antes de que inicien tus clases- había propuesto Elise a mitad de julio al verla tan demacrada- Verás diversos paisajes y tomaremos hermosas fotografías… necesitas estirar las alas, pudin.
Elise no había mentido, a la mañana siguiente salieron en la vieja Land Rover Defender a recorrer los puentes de los suspiros en Cambridge, tomaron fotografías al museo de Manchester, la llevo a Brockhole on Windermere, tomaron fotografías a la ciudad vieja de Edimburgo y cogieron un tour para Glasgow. Harriet había intentado buscar las familiares montañas de Hogwarts, estaba después de todo en algún lugar de Escocia… pero no pudo encontrar rastros del castillo.
“Debe estar muy en lo profundo, escondido entre las montañas, difícil de llegar obviamente, para la protección de magos y brujas”, pensó Harriet.
Aunque se sentía culpable de admitirlo, Harriet se había sentido revitalizada con cada lugar que visitaban, como una planta seca a la cual riegan con abundante agua.
- Gracias por el viaje abuela Elise- había dicho a finales de Julio Harriet.
- ¡Feliz cumpleaños pastel de calabaza! Desempaca, hare tu pastel favorito en un instante… ¡Aun tienes un regalo que abrir!, el envoltorio rebela la forma del regalo pero puedes fingir sorpresa.
Por un momento temió que sus amigos enviasen sus lechuzas al lugar donde se encontraría ese 31 de julio, pero Elise había sido muy oportuna al sugerir volver por tener fotografías suficientes para su portafolio, prometiendo visitar luego otros lugares.
Las lechuzas con sus amigos habían sido escasas, a pesar que prometieron escribir, apenas y se mantenían comunicados. Presentes por su cumpleaños fue lo único que recibió de ellos… ni una carta significativa preguntando como estaba después de lo sucedido o alguna noticia tras el regreso de Voldemort.
Harriet se sentía tan frustrada, incomunicada del mundo mágico, arrepentida por cancelar su suscripción del diario el profeta y rabiosa por no tener cable en casa de Elise.
Las noticias solo hacen que nos preocupemos y demos vueltas en círculo sin llegar a nada…. No pagare para preocuparme, si hay algo urgente lo sabré por otras personas o periódicos, la tv solo dice noticias sensacionalistas… ya no es como antes.
- ¿Y si quieres ver películas? - preguntaría Harriet.
- Tengo todos los VHS que necesito, solo buenas películas… A ti que te encanta escuchar y cantar canciones modernas, ¿Sabias que David Bowie protagonizo “Laberinto” pero aun así la crítica y el público no aprecio su trabajo?, las personas de hoy ya no son como antes.
- ¡¿Queee?!, ¿El actuó en una película? - desde que lo escucho cantar con Queen en la canción Under Pressure lo había buscado y se había prendido de su voz.
- En varias de hecho, mi dulce nube de azúcar, desde hoy impongo una nueva tradición… ¡Todas las noches que estemos en casa veremos una buena película!
- Me encanta la nueva tradición- festejo feliz Harriet.
Ver “Laberinto” fue como ver una película hecha por magos, sabia que estaba prohibido rebelar el secreto mágico, pero esa película era tan mágica que Harriet apostaría su mano derecha a que muchos de los involucrados tenían un poco de sangre mágica en las venas como para crear una historia tan fascinante.
- Abuela… me gusto el rey de los nomos, Jared- dijo al acabar de ver la cinta.
- Te gusta David Bowie porque desprende una aura sensual y animal; y no solo a ti nena, ese hombre es una delicia a la vista.
- ¡Abuela!
- Es la verdad… pero dulce bombón, prométeme que no dejaras que la belleza masculina eclipse tu juicio, no entregues tu corazón a un chico malo solo porque es guapo.
Harriet memorizo sus palabras, ella sabía desde más antes que debía ser mas inteligente y jamás enamorarse de la apariencia, la efímera belleza. Jared era cautivador, gracioso y romántico en la escena del baile con Sarah… pero su amor era dañino… no puedes pedir que una persona te ame y a la vez te tema… mucho menos prometer que serás su esclavo. No es sano.
- Lo prometo abuela- dijo con convicción Harriet, recordando como la belleza de Malfoy no la había abrumado nunca.
- Mañana veremos “Una historia sin fin”
- ¿Es buena?
- Si un día conozco a tus parientes, les atropellare con mi Land Rover. Esa película es una hermosa historia que todo niño merece disfrutar.
Sin Elise, sus ocurrencias y películas, Harriet abría enloquecido de furia al no saber nada del mundo mágico, pero luego de su cumpleaños Elise la llevo a Dublín, la ciudad de los grandes escritores en Irlanda, donde se quedaron hasta mitad de agosto, pues Elise había enfermado de gripe, la más fea de todas: Gripe de verano.
Volvieron a Chingford de inmediato, la anciana necesitaba reposo.
- Lamento haber acortado los vacaciones- susurro Elise con la garganta inflamada.
- Viaje más este año de lo que jamás habría soñado abuela, no debes pedirme disculpas. Muchas gracias.
- Hay un mundo que espera ser explorado pequeña… intentemos verlo antes que sea muy tarde.
Harriet se encargó de cuidar a la anciana mientras entregaba las fotografías, descubrió que la mujer era una figura reconocida en su campo, fotografías simples pero con perspectivas atrayentes y trabajo bien cuidado.
La pequeña bruja se trasportaba en buses, trenes y si el lugar de entrega era cercano, iba en la bicicleta que Elise le había regalado en su cumpleaños.
Para una entrega en particular tubo que coger un tren y llegar al palacio de Westminster, luego se dirigió a Embakment para volver a coger el tren en una estación cercana, pero se congelo en la calle A 302, frente a una tv que mostraba las noticias del día.
“Nada bueno sale de mirar noticias, solo miedo y desolación”
Harriet inmediatamente entendió a lo que su abuela se refería. Inmóvil, no podía hacer nada más que ver a la reportera presentar un ataque extraño en Surrey.
El feliz matrimonio Durley y su único hijo, residentes del numero 4 de Privet Drive, en Little Whinging, Surrey, fueron atacados cerca a la entrada de su casa a plena mañana… en estos momentos se encuentran en el hospital de Londres recibiendo tratamiento, los médicos están desconcertados de su actuar lloroso y catatónico. La policía no encontró el motivo del ataque, la vivienda no parece saqueada, los vecinos jamás notaron-
Harriet sintió de pronto como si tuviera el corazón en la garganta, algo había atacado a sus parientes, alguien había ido a Privet Drive y la habría encontrado si ella no se hubiese escapado de ese infierno llamado casa, ella se había salvado solo porque no se encontraba en Surrey.
“Voldemort…”
La ultima vez que lo había visto colérico en el cementerio porque ella logro escapar de sus garras y fatales planes.
Había intentado ser fuerte, había rogado por pociones a Madame Pomfrey para no soñar pesadillas ni preocupar a los que le rodeaban… pero la medibruja solo le dio una dosis pequeña de “poción sin sueños” para no volverla dependiente. Harriet se había esforzado por retomar su vida en honor a Cedric, vivir los días que él ya no podría con una sonrisa a veces forzada en la cara… pero saber que Voldemort se encontraba en el mundo muggle cazándola… se sentía como un ciervo asustado frente a un automóvil.
Empezó a respirar entrecortadamente.
¿Cómo sabia Voldemort donde vivía?
Su vista comenzó a desenfocarse.
¿Acaso sus Mortífagos lograron colarse al Ministerio?
Se tambaleo a la pared más cercana, la increíble vista del Big Ben no ayuda a parar el inicio de un ataque de pánico, sudor frio le recorría la frente y las manos.
¿Acaso la buscaría por todo Londres?, ¡¿Elise correría gran peligro si ella se quedaba a su lado?!, ¿A dónde iría para esconderse hasta volver a Hogwarts?, ¿Qué… que… que haría?
- Ey, ey- escucho como alguien la llamaba a lo lejos- ¿Estas bien?
Harriet se concentró en respirar con normalidad y enfoco su vista a la voz que la llamaba.
Era un chico de la misma edad que Harriet, alto pero delgado, pelo castaño rizado, vestido de negro, ojos azules delineados, piel dorada, un piercing en el labio y un aro en la oreja destellaban en el sol de la tarde.
- Respira, eso es, respira, ¿Qué diablos te ocurrió? Empalideciste de repente y casi te desmayas.
- ¿Quién… eres tú?
- Solo un buen samaritano, y tu debes ir a casa y reposar.
- Si… si… solo, debo coger el tren.
- ¿Y qué te derrumbes a mitad de la estación?, oh no, iremos en taxi.
- ¿Iremos?
- Así es… podrías desmayarte en el taxi, necesitas a alguien a tu lado hasta que llegues a tu casa.
- Vivo en Ranger Rd, Chingford.
- No es tan lejos, puedo costearme el taxi… digamos que nací en una familia acomodada.
Si alguien lo viera en la calle definitivamente no creería que el joven con rulos salvajes, delineado de ojos, vestimenta negra, piercing y accesorios plateados fuera hijo de una familia acomodada.
En bus, tren, taxi o escoba, ella quería ir a casa.
- Gracias- acepto quedadamente, aun temblorosa.
El joven de negro tomo un taxi y se dirigieron a Ranger Rd, Harriet agradeció el aventón al desconocido muchacho, pero se bajó unas cuadras antes, recordando que debía ser mas precavida y se dirigió con paso veloz a la casa de Elise.
- ¡Espera! - el chico de negro abandono el taxi- ¡Tu nombre!, dime tu nombre.
- ¡Gracias por traerme a casa!, pero aquí nos separamos, a mi abuela no le gustan las visitas sorpresa- dijo Harriet sin dejar de avanzar a paso veloz.
- Diablos, eres rápida para ser tan pequeña, ¡Tu nombre!, ¡Solo dímelo y me iré!
Harriet paro y giro para enfrentar al desconocido.
- Si tú me dices tu nombre, yo te diré el mío.
El chico pareció incomodo de repente.
- Mi nombre solo trae problemas- dijo el rascándose la cabeza- No me gusta decirlo.
Harriet abrió los ojos con sorpresa.
- ¿Qué? - aunque Harriet se tapó la boca, una carcajada se le escapo de la boca- ¡Eres igual que yo!
- ¿Qué? - esta vez fue el turno del chico de piel dorada sorprenderse- No entiendo… Pero ahora quiero tu nombre y tu número telefónico… mi nombre es Jar-
Pero el joven no pudo terminar la oración porque de la nada el caluroso día cambio de golpe a uno frio, lleno de nubes que cubrieron el sol, un frio viento azoto la pradera.
- ¿Qué demonios?, hoy fue el día más caluroso del año, ¿Y ahora esto?
Harriet reconoció el abrupto cambio de temperatura, lo había vivido en su tercer año en Hogwarts demasiadas veces para alguien de su edad.
- De… Dementores- susurro ella.
- ¿Demente qué? - grito él, pues el viento comenzó a aullar por la fuerza con que corría.
Solo esas criaturas oscuras podían desprender tal frio, con el poder de volver frio hasta el más caluroso día en cuestión de minutos.
¿Y ahora que haría?, estaba prohibido hacer magia fuera de la escuela, ¡Y menos en la presencia de un muggle!
Debian de escapar a la casa de Elise.
La habilidad de mantenerse con vida del ser humano era asombrosa, aunque el chico de piel dorada no podía ver a los Dementores, si sabía que había un peligro difícil de ignorar en el aire.
- ¡Sígueme!, ¡Corre! - grito Harriet.
- ¿Qué?
- ¡Corre!
Al ver al chico temblar, indeciso, Harriet le cogió de la mano y lo obligo a correr rumbo a la casa campestre de dos pisos de Elise.
Se encontraba en el peor escenario posible, cazada por Dementores, con un muggle a rastas, dirigiéndose a su refugio secreto donde estaba una enferma anciana muggle recuperándose de la gripe.
Simplemente no podía ser peor.
La oscuridad ganaba terreno segundo a segundo, la casa se Elise parecía una isla en medio de la oscuridad. Jadeando y con los pulmones ardiéndole y las piernas rugiendo por un descanso llegaron. Harriet cerro la puerta con seguro, retrocedió aun con la respiración entrecortada… cerrar una puerta de madera no era la mejor manera de defenderse, retrocedió con el corazón saltándole del pecho frente al peligro inminente que se avecinaba.
- ¿Qué está pasando?, ¡¿Qué está pasando?! - grito el chico de piel dorada y ropa negra.
- Por favor, has silencio- gimió Harriet asustada- Has silen-
La puerta se abrió de golpe, figuras voladoras encapuchadas de negro entraron a gran velocidad, invadiendo la sala y volcando objetos.
- ¿Qué ocurre?, ¡¿Tienes fantasmas en tu casaaa?!
Harriet se mordió los labios, alzo la varita con firmeza, pero antes de decir el hechizo uno de los Dementores la agarró del cuello arrastrándola a la pared mas cercana, haciéndola levitar varios centímetros de altura.
- ¡Ah!, ¡Por Dios!, ¡Diablos, estas levitando!, ¿Qué hago, que hago?, ¡¿Cómo se exorcizaba a los fantasmas?!
El joven de negro, como cualquier muggle, no podía ver a los Dementores, y aunque los quisiera atacar no pudo hacer nada, porque uno de ellos lo tumbo al suelo y comenzó a extraerle recuerdos felices, tal como lo hacia la criatura que tenia acorralada en la pared a Harriet.
La vista de la pelinegra comenzó a nublársele por falta de aire y energía, pero aun así por el rabillo del ojo vio como los Dementores subían al segundo piso, buscando más personas para alimentarse.
¡Elise!
A pesar de ser ahorcada por el Dementor, Harriet no soltó su varita, se obligo a pensar en recuerdos felices: sus amigos, la rica tarta de melaza de Elise y Malfoy como hurón.
- ¡Expecto Patronum! - chillo Harriet con todo el aire que le quedaba en los pulmones.
Un hermoso ciervo plateado brillante se manifestó y arremetió contra las criaturas oscuras que ocupaban la casa, haciéndolos huir.
- ¿Harriet? - llamo Elise bajando del segundo piso- ¿Miel, eres tú?
La pequeña bruja guardo su varita con rapidez en una funda oculta dentro de su ropa y se obligo a fingir que todo estaba bien.
- Estas tan pálida como la luna… ¿Espera… que hace él aquí? - cuestiono Elise, señalando al chico de negro, su dorada piel había perdido color.
- Es… es una larga historia.
- Harriet, ¡Es el hijo del primer ministro!, ¿Qué hace él aquí? - dijo alarmada, acercándose al muchacho inconsciente.
- Es… es realmente una larga historia.
- Deberás contarme todo cuando vuelva, llevare al chico al hospital para estabilizarlo. Tu quédate aquí, no salgas, ¿Entendido?
- Si…
Elise y Harriet cargaron al hijo del primer ministro al Land Rover, Harriet se quedo en la entrada viéndolos desaparecer entre la maleza y la frondosa naturaleza.
Mientras ordenaba el caos de la sala, una lechuza llego con un vociferados, era del ministerio de magia, castigándola por hacer el encantamiento Patronum frente a un muggle, expulsándola de Hogwarts y sancionándola con romper su varita.
- ¡Fue un caso de vida o muerte! - grito Harriet indignada al aire- ¿Y cómo diablos saben que hice un Patronum, mas no que fui atacada y forzada a defenderme?
En el trascurso de la noche mas lechuzas llegaron con cartas, sus amigos, Sirius, y el señor Weasley le escribieron preocupados por los acontecimientos. Secretamente se alegro que Elise no estuviera en casa para preguntar porque Harriet era tan amada y visitada por lechuzas.
Los mensajes en general eran que no saliera de casa… Después de tanta libertad, Harriet se sentía de vuelta en la alacena. Sus nervios se crispaban a cada hora que pasaba, no ayudaba que su abuela no le avisa por teléfono la condición del hijo del primer ministro. Justo cuando empezaba a rayar la histeria, Harriet fue sorprendida por una comitiva de magos, todos en escoba, aterrizando en el hermoso jardín de Elise.
- Creí que vivía en Privet Drive- murmuro una mujer.
- Tú y muchos- respondió un hombre de voz sedosa.
- Es la casita más acogedora que vi en mi vida, parece salida de un cuento- afirmo una voz femenina.
- Concéntrense, dejen de hablar y entremos- dijo una voz varonil bastante familiar.
Harriet corrió a la puerta principal con la varita en alto, aunque no pudiera hacer hechizo alguno no planeaba morir sin defenderse y dar pelea, el pomo giro y la puerta se abrió intempestivamente.
- ¡Alto! - grito Harriet, valiente como una Gryffindor, aunque no podía ver a los intrusos por la brillante luz que salía de la punta de la varita de una bruja- ¿Qué quieren?, ¿Quiénes son?
- Tonks, bájale el brillo a tu Lumus, la niña no puede ver nada.
- Oh, ¡Lo siento!, culpa mía, culpa mía- dijo quien respondía al nombre de “Tonks”
Una vez que la luz perdió la intensidad Harriet se sorprendió de ver a la voz que se le hacia familiar, ¡Era el profesor Moody!, a su lado una bruja de pelo chicle la miraba con ojos brillantes, una bruja mayor delgada la sonreía, y dos magos, uno alto moreno y otro mas bajo piel ceniza, la miraban con gran interés, otros forzaban sus cuellos para poder ver un pedazo de ella.
- Un placer concerté Harriet Potter, mi nombre es Kingsley Shacklebolt, la bruja de pelo peculiar es Tonks, él es Dedalus Diggle, y ella Emmeline Vance, Sturgis Podmore y Hestia Jones.
- ¡Es un honor, niña que vivió! - casi gritaron a coro, toda la comitiva muy emocionada.
- Estamos aquí para llevarte a un lugar secreto seguro, hasta esperar tu audiencia con el ministerio.
- ¿Audiencia? - pregunto Harriet sin entender.
- Eres la niña que vivió, una figura pública mundial, no pueden castigarte sin un juicio a apropiado, no toda la gente de mundo mágico es tan cerrada de mente … quieren escuchar tu versión de los hechos antes que nada.
- Ahora alista tus cosas, nos vamos de aquí en 10 minutos- dijo Moody.
- ¿A dónde?
- Al cuartel de la orden del fénix- respondió el viejo mago, su ojo mágico azul eléctrico se movía por todos los ángulos detectando posibles peligros- No estas a salvo aquí.
Harriet pensó en los Dementores y se le helo la sangre.
- ¿Y las personas que viven aquí?
- Estarán a salvo mientras no estés aquí.
Esas verdades le golpearon el estómago inesperadamente… ¿Eso significaba que no volvería para fiestas o feriados largos?, ¿O que no volvería jamás a ver a su abuela Elise?
- Por favor, al menos déjenme escribir una nota a mi tutor para que no muera de mortificación por mi paradero, no mencionare donde me ocultare.
- Que sea breve Potter- acepto Moody- Nos queda 9 minutos para abandonar esta casa, Tonks, ayúdala a empacar.
- ¡Si maestro!... lo haremos en 7 minutos.
Mientras Tonks se sorprendía de lo ordenado que era su habitación, Harriet se dedico a garabatear en una hoja una apresurada nota de disculpas por escapar en medio de la noche, informando que pasaría el resto de sus vacaciones con un pariente.
Gracias por todo abuela Elise.
Escribir el final de la nota le pico los ojos como si cortara cebollas. Pero no había tiempo para llorar, se apresuro con Tonks a meter todas sus pertenencias en su baúl encantado, libero a Hedwig susurrándole que la alcanzara, metió la jaula vacía mientras Tonks levitaba toda su ropa, libros, objetos personales al baúl, luego lo bajo levitándolo.
El medio por el cual llegarían al cuartel secreto seria por escobas, solo así Harriet no seria detectada por el ministerio de magia. Al principio a Harriet le había fascinado esa idea, pero Moody los hiso elevar muy por encima de la ciudad, ella ni nadie iba con ropa adecuada para soportar el frio aire del vuelo, en medio de la marcha los magos y brujas estaban poco a poco congelándose.
- ¡Bajemos maestro!, o moriremos congelados- chillo Tonks.
- ¡Solo un poco más y llegaremos a Cambridge!, ¡Avancen!
Harriet quería gritar, para llegar a Cambridge pudieron ir en tren sin la necesidad de morir de hipotermia… le dolían los dedos, le asusto verlos azules, el resto de la comitiva no parecía mejor que ella.
Cuando por fin descendieron a Cambridge, Harriet reconoció que se detenían en Stourbridge Common, un hermoso parque frondoso… jamás había visto nada mágico dentro de sus terrenos cuando se aventuró con Elise en julio, mucho menos un cuartel, y la confundió que todos avanzaran hacia un espacio vacío cerca del lago.
- El cuartel está protegido bajo el encantamiento Fidelio, solo los que tienen el permiso del guardián del secreto pueden ver la casa, ten, lee esto solo para ti, no te asustes después al verlo arder- indico Moody.
Harriet obedeció sin objetar.
Mansión Black, Common Common, hogar de la orgullosa familia Black, miembros de los sagrados 28.
- ¿Qué? - dijo Harriet sin entender lo que acababa de leer, inmediatamente el pedazo de papel combustionó en sus manos sin hacerle daño alguno.
- Bienvenida señorita Potter, al cuartel de la orden del fénix- dijo Kingsley, señalando al frente.
Harriet dejo escapar un grito de sorpresa cuando vio como una enorme mansión oscura gótica se manifestaba ante sus ojos, edificio suntuoso y por lo que parecía debió de ser lujoso en sus mejores tiempos, con un enorme jardín descuidado, le daba la bienvenida abriendo sus rejas oscuras.
- ¿Qué…?, ¿Cómo?, ¿Encantamiento Fidelio?
- Pasemos, ahí te reunirás con tus amigos.
- ¿Ron y Hermione están aquí?
- Pasa, pasa, no es seguro estar fuera esta noche, ¡Alerta permanente! - dijo Moody.
Al entrar la casa pareció todo menos acogedora, pasadizos llenos de telarañas, iluminación pobre, partes de la pared corroídas por hongo de alguna tubería averiada, olor a polvo y moho le incomodo la nariz de inmediato. Se tenso cuando a lo lejos escucho susurros.
- Con permiso, Potter- dijo Moody, para pasar por el corredor, junto con los demás magos y brujas que se despidieron de Harriet como si de una estrella adolescente se tratase.
Se dirigían hacia donde se originaban los murmullos.
- El ministerio se esconde bajo la almohada para protegerse.
- El problema es que se hace más fuerte a cada minuto, ¡Hay que actuar ahora!
Por la puerta abierta vio a Sirius, su padrino, quien estaba discutiendo con Lupin, el señor Weasley estaba a su lado con cara mortificada, y otros magos que no tubo el tiempo de identificar. Por un breve periodo de tiempo sus miradas se cruzaron, Harriet sonrió ampliamente, deseando de inmediato haber usado un moño, amaba cuando su padrino la comparaba con su padre, como pocos lo hacían… aunque con el vuelo extremo que había recorrido, dudaba que su pelo estuviera tan manejable como lo hacía Lavender. Pero el encuentro fue interrumpido por la señora Molly Weasley quien cerró la puerta, impidiéndole el acceso a cualquier conversación o visita.
- ¡Harriet!, pequeña, ¡Qué bueno que estas bien! - dijo la señora Weasley, abrazándola- ¿Tienes hambre?, disculpa pero temo que tendrás que esperar hasta que termine la reunión- Al ver que la pequeña bruja quería objetar, la señora interrumpió- ¡No!, no hay tiempo para explicaciones, sube las escaleras e instalarte con las niñas, la segunda puerta a la derecha.
La mujer prácticamente la arrojo escaleras arriba, pero Harriet obedeció. Al adentrarse en la mansión todo parecía ser igual de lúgubre, lleno de telarañas y suciedad, mientras subía las escaleras lo que más le impacto fue ver cabezas de elfos domésticos clavadas en las paredes, como si de trofeos se tratase. Antes de poder gritar, escucho murmullos venido de un viejo elfo doméstico, que insultaba a los que estaban en la casa, cuando Harriet paso por su lado, el elfo de nariz caída y orejas peludas largas, con ojos pequeños, cuerpo menudo y el trapo más andrajoso que se haya topado en su vida, la vio de mala manera.
- Buenas noches, mi nombre es Harriet Potter… ¿Trabaja para la familia Black?, puedo pedirle por favor que no use esas palabras horribles, mi madre nació de muggles y fue una de las brujas más valientes de la historia mágica. Por favor, no lo use, me hiere.
El viejo elfo la vio como si tuviera dos cabezas.
- Kreacher…- dijo una voz de mujer mayor salida de la nada, asustando a Harriet- ¿Quién te habla?
- Es la niña que vivió, ama- dijo el viejo elfo dirigiéndose a un cuadro que tenía una pesada tela encima.
- Ohhh, niña sucia, nacida de madre de sangre sucia.
- Señora, no diga eso, es muy hiriente de su parte- Harriet frunció el ceño.
- ¡Esta es mi casa!, ¡Aquí mando yo! - grito del cuadro, haciendo caer la tela.
El grito de la mujer mayor la obligo a taparse los oídos, Kreacher intento por todos los medios hacerla tranquilizar, pero fueron Ron y Hermione quienes aparecieron bajando las escaleras a su rescate, quienes colocaron la pesada tela, cubriéndola, acallando un poco sus gritos.
- ¡Sube Harriet!
- ¡No se callará hasta que el elfo la vuelva a dormir!
Una vez que escaparon del cuadro gritón, fue recibida con calidez por sus amigos, Ron y Hermione quienes querían saber del ataque de los Dementores, de la audiencia del ministerio y su expulsión… Harriet respondió de forma vaga, ira bailando en su estómago, ella había estado incomunicada y perdida de las noticias del mundo mágico, ¿Y ellos querían la información de inmediato?, se sintió mezquina, ella merecía un poco de respuestas para variar.
- ¿Qué es este lugar?, ¿La mansión de los Black?
- Y actual cuartel de la orden del fénix- dijo Ron.
- Es una sociedad secreta, Dumbledore la fundo en la primera guerra mágica para luchar contra ya sabes quién- informo Hermione.
- ¿Y no pudieron habérmelo contado en una carta?... todo el verano estuve sin noticias- siseó Harriet.
- Hubiéramos querido, ¡En serio que sí! ...- dijo desesperado Ron, notando la ira de Harriet- Pero es que… pero es que…
- ¿Pero qué? - presiono Harriet.
- ¡Dumbledore nos hiso jurar que no te dijéramos nada! - respondió agitada Hermione.
- ¿Dumbledore les hiso jurar eso?, ¿Pero, por qué?... no tiene sentido, es estúpido… privarme de información… a mi quien vio a Cedric morir y a Voldemort resucitar… quien peleo con ese hombre serpiente…- Harriet se sentó en el mueble mas cercano a su lado, una cama- Esto no tiene sentido, Dumbledore es un mago inteligente… ¿Por qué dejarme aislada de mundo mágico?
Sus cavilaciones fueron cortadas al escuchar un ruidito proveniente de la ventana.
- ¡Hedwig! - grito contenta de ver a su querida lechuza blanca, abriendo la ventana y dejando su brazo para que se posara la lechuza- Debiste haber tenido mucho frio pero llegaste a salvo, bien hecho.
- Esa ave es el diablo, me pico la mano esperando respuestas a tus cartas- gimoteo Ron.
Harriet acaricio mecánicamente a su lechuza, volviendo a sentarse en la cama, mirando las manos heridas de los adolescentes, algo frio le envolvió su estómago, borrando la calidez que sintió de ver a sus amigos… vio complacida el daño hecho en los dedos de sus amigos, tubo que morderse los labios para no soltar un cumplido a Hedwig.
- Quería respuestas, no pueden culpar a Hedwig, ¡Solo hacia su trabajo! - dijo con las cejas fruncidas.
- ¡Princesa!, ¡Llegaste! - dijo George salido de la nada, sonriendo radiantemente, sentado a su derecha.
- Sabia que eras tú, ¡Escuche el dulce sonido de tu voz! – ahora fue el turno de Fred, salido de la nada, quien aterrizo sentado a su izquierda- Pero a pesar de tu dulce timbre vocal… ¿Quieres escuchar algo muy muy interesante?
Harriet sonrió y afirmo positivamente, alegre de haber sido sacada de la fea pelea con sus amigos, había estado tan molesta que ni siquiera reparo en la presencia de Ginny… que vergüenza.
- Perdón Ginny… no te vi.
- Descuida Harriet- dijo la pelirroja ruborizada- Me alegro que estés bien, todos estábamos muy preocupados por el ataque de los Dementores, no entendemos como lle-
Las chicas se pusieron a charlar mientras seguían a los gemelos, que llevaron a todos los interesados a escuchar la reunión que aún se desarrollaba en lo que debía ser la sala de la mansión y con unas orejas extensibles, captaron retazos de conversación.
- Si no fuera por Harriet, no sabríamos que Voldemort regreso… ella ya no es una niña, Molly.
- Pero aún no es una adulta, Sirius… ella no es James.
- No es tu hija
- Es como si lo fuera… ¿A quién más tiene?
- ¡Me tiene a mí!
-Que paternal eres, Black… tal vez Potter crezca y se convierta en un criminal como su… padrino.
¡El profesor Snape!, jadeo en silencio Harriet al reconocer su voz, George le giño un ojo entendiendo su reacción.
- ¡Tú no te metas en esto Quejicus!, tal vez engañaste a Dumbledore de tu supuesta regeneración, ¡Pero sé que no es cierto!
Crookshanks, el gato de Hermione bajo al primer piso y comenzó a estirar las garras para atrapar la oreja entendible.
- ¿Y porque no se lo dices?
A pesar que los gemelos quisieron espantar al gato, las palabras del profesor Snape fue ultimo que pudieron escuchar, porque el felino se comió el aparato mágico.
- Hermione, detesto a tu gato…- refunfuño Ron.
- Crookshanks, ¡Eso no se hace! - gimoteo Hermione.
La reunión de la orden acabo y todos cenaron en la cocina, al ya no haber impedimentos Harriet corrió a los brazos de Sirius para saludarlo, había pasado años desde que se abrazaron de forma debida.
“¡Me tiene a mí!”
Recordar esas palabras calentaba el corazón de Harriet… quizá ya no podría volver con su abuela, pero aun tenia a su legitimo padrino con ella. Aun tenia un lugar donde volver y refugiarse.
Notes:
Otro miércoles humanitos, y empezamos con el quinto libro… y si, si, cambie la casa de los Black por otra, y es que siempre me imagine que gente tan obsesionada de sangre jamás se atrevería a convivir con muggles, sin importar cuan hermosa sea la casa en cuestión. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 36
Summary:
Noches de fuga, la audiencia de Harriet y pequeñas revelaciones.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La mansión era tan grande que todos los miembros de la orden pudieron cenar con comodidad la deliciosa comida de Molly Weasley en la cocina.
El profesor Snape se retiró después de la junta, casi corriendo a la puerta principal de la mansión, ella no pudo evitar mirarlo retirarse, con su capa negra flotante de forma dramática. Hace unos momentos la insulto, se burló de su padrino Sirius, el mago era un Mortífago reivindicado por Dumbledore, miembro de una sociedad secreta que luchaba contra Voldemort.
“Me pregunto cuantos vendrán… ¿Y cuantos estarán tan locos como para no hacerlo?”, había preguntado Voldemort en el cementerio.
Definitivamente el profesor Snape no había aparecido entre las tumbas… ¿Habría sido castigado?, ¿Aun seguiría extrañamente determinado a protegerla de entre las sombras?, si era obvio que no tenía una opinión favorable de ella, ¿Por qué continuaba protegiéndola de grandes peligros?
Incapaz de preguntar nada, solo lo observo retirarse.
- Sirius no es un criminal… buenas noches, profesor- susurro ella, girando para volver a la cocina, perdiéndose como el maestro la miraba de reojo y soltaba un suspiro cansado.
En la cena, mientras Tonks hacia reír a los magos y brujas con su increíble habilidad metamórfica, cambiándose la nariz por una de cerdo o de pato, Harriet se entero que el ministerio la había acusado con demasiado rigor por una situación de magia indebida.
- No entiendo… ¿Qué tiene el ministerio contra mí?
Los presentes se mostraron visiblemente incomodos, nadie quería rebelar esa información. Harriet frunció el ceño.
- Muéstrenle el diario el profeta… de todas maneras se enterará- dijo Moody, impasible.
Harriet frunció el ceño aun mas profundamente al leer en el diario que el ministro había lanzado una gran campaña mediática contra Harriet, llamándola “La niña que mintió”
- También han atacado a Dumbledore… Fudge esta usando todo su poder e influencia en el profeta para desacreditar a cualquiera que diga que el señor tenebroso regreso.
- Pero... ¿Por qué? - las mejillas de Harriet se calentaron por la ira que sentía.
Resulta que el mundo de los adultos podía llegar a ser tan frágil como el mundo de los niños, el ministro de magia estaba paranoico, creyendo que su abuelo quería robarle el puesto… el hombre en cuestión había perdido el sentido común, el miedo lo tenia paralizado, le nublo el juicio y se empecino en creer una mentira “El señor tenebroso no había vuelto, todo estaba bien”
- El miedo hace que la gente haga cosas terribles Harriet… la ultima vez que Voldemort tomo el poder casi destruyo todo lo que mas valoramos- dijo el ex profesor Lupin en un tono sombrío, no era el único que pareció doler recordar malos tiempos- Ahora que regreso supongo que el ministro hará cualquier cosa para evitar enfrentarse… a la horrible verdad.
Sirius complemento la charla, informando que Voldemort había estado reclutando su viejo ejército, más que solo magos o brujas, abarcaba toda clase de criaturas; la orden también estaba intentando reclutar fuerzas, Charlie Weasley, miembro de la orden estaba reclutando voluntarios en Rumania, Hagrit partió con Madame Olympe a lejanas montañas para visitar a los gigantes… y la orden estaba segura que Voldemort andaba buscando algo más.
- Sirius…- Moody siseo como advertencia para que Black guardase silencio.
- Algo que le falto la última vez…- dijo Sirius, ignorando a Moody.
- Algo... ¿Algo como un arma? - presiono Harriet, sedienta de información.
- NO, ¡Ya basta! - grito molesta la señora Weasley- Es solo una niña, ¡Si le dices algo más tendrás que unirla a la orden de una vez!
- ¡SI!, quiero unirme, ¡Si Voldemort tiene un ejército, peleare!
Sirius se mostro complacido con su respuesta guiñándole un ojo, Harriet sonrió radiantemente, todos los Weasley lucían preocupados, los demás miembros de la orden incomodos por presenciar riñas domésticas, era obvio que la matriarca Weasley quería a Harriet como una pequeña hija, pero ahora la niña de pelo negro podía ser adoptaba legalmente por su padrino.
Dumbledore le dijo que el amor era la fuerza mas poderosa del mundo… al ver a la señora Weasley y Sirius peleando por ella, no dudo las sabias palabras de su abuelo.
Harriet solo pudo soportar un día de tensión en esa mansión polvorienta, siempre llena de trabajos mágicos domésticos y criaturas oscuras ocultas, los Black tenían aparatos de magia oscura por todas la mansión, el ambiente en ese lugar era tenso, hasta los siempre alegres Weasley tenían serios problemas de familia con el engreído de Percy que dio la espalda a su humilde familia para buscar la gloria junto al ministerio, el elfo Kreacher la miraba como si de un fantasma se tratase, sus amigos lucían aun incomodos a su lado… ¡Ese cuartel no era una casa, era una prisión!
¡Oh, por Merlín…! y Sirius creció en ese lugar, con esa mujer gritona del cuadro extrema purista de sangre.
Necesitaba salir.
Respirar mas que el seco aire del jardín… pero la orden lo prohibió.
Una noche que Moody salió para reunirse con Dumbledore, Harriet corrió hacia Sirius, quien lucia casi tan infeliz como ella.
- Vámonos de aquí por algunas horas Sirius… no soporto este lugar, ¡Necesito aire real!, ¿Usaste mis regalos? - dijo ella susurrando.
- … - Sirius la vio sorprendido, pero luego soltó una pequeña carcajada que sonó como un ladrido- ¡Oh, no sabes cuánto me sirvió!, a veces es aburrido ser solo un perro todo el tiempo, detesto a las malditas pulgas… usar la vieja capa de tu padre fue algo… que jamás pensé volver a vivir.
- Para mi cumpleaños la vendedora de la tienda de pociones me regalo todo un set de multijugos, ¡Hora de salir de esta prisión! - dijo Harriet destellando alegría- Recolecte pelos de unas cuantas personas que nos servirán… podemos irnos ahora mismo, aprovechando que Moody no está. Si la poción se acaba me esconderé en mi capa y tu te trasformaras en perro, ¡No nos pasara nada malo!
No fue difícil sacar a Sirius de la mansión de los Black, Molly Weasley siempre estaba ocupada coordinando la limpieza y las comidas, rogo a Ginny que la cubriera, su amiga y admiradora acepto sin chistar después de que Harriet le conto su plan con las pociones multijugos… y un miedo genuino por Sirius que no se lo había dicho a nadie más.
- Ginny, Sirius estuvo encerrado 12 años en una prisión por un crimen que no cometió… esta casa parece una cárcel… no me gusta su aspecto, aunque limpio y sano, aunque alimentado y vestido… Sirius no parece feliz, ¡Parece que hubiera vuelto a prisión!... por favor, cúbreme… ¡Ayúdame a sacarlo unas cuantas horas de aquí!
- Lo hare- dijo afirmativamente la joven de mejillas sonrosadas- Pero deberás volver antes que Moody.
- Envíame una lechuza con noticias de su llegada.
- Así lo hare- sonrió Ginny, feliz de poder ayudar a su heroína.
La delgada bruja de lentes sin cristal y pelo negro amarrado en un mono, secretamente se alegró de alejarse de sus amigos, pero tener ese sentimiento la asusto… hasta que se distrajo paseando por Cambridge. Harriet adopto la apariencia de un niño rubio de pelo rizado y Sirius la de un hombre joven de aspecto asiático.
Sirius le presento un lado que no vio con Elise, el mago había crecido en esas tierras, le enseño a ver la ciudad desde su mismo centro, haciéndola subir a la iglesia de Great Saint Mary, entraron por un pasaje secreto y subieron los 123 escalones para llegar a la cima de la torre.
- Este era mi refugio secreto favorito cuando mi madre reventaba mis oídos con sus quejas… nunca fue suficiente para ella- dijo Sirius con la mirada perdida en el horizonte.
A Harriet le provoco un nudo en la garganta.
- Siento mucho escuchar eso; todo niño merece ser amado…- dijo Harriet pegándose a su lado.
- Lo se… siento mucho haber corrido por Peter en lugar de ir a tu cuna y sacarte de los restos destruidos de tu casa… tu tampoco tuviste una buena infancia… por mi culpa.
- Mi tía Petunia y tío Vernon fueron los culpables, no tu. Supongo que cada ser vivo tiene su pequeña dosis de mala suerte en su vida, ¡Pero a nosotros nos dieron porciones dobles! - rio Harriet, con el aspecto de niño rubio parecía un pequeño querubi, contagiando el buen humor al joven hombre asiático que estaba a su lado.
- Bien dicho… ¡Eres la digna hija de James! - dijo este, acariciándole la cabeza.
- Cuéntame más de mis padres- pidió Harriet ilusionada.
- Oh… por dónde empezar. Por el inicio, claro está… veras cuando conocí a James… el apenas era un niño con lentes, delgado y cabello alborotado, pero supe por el brillo de sus ojos y su personalidad tan similar a la mía, que ese niño se convertiría en uno de mis mejores amigos, cuando-
El pequeño niño rubio sonrió toda la noche escuchando el relato del hombre asiático, feliz… hasta que la poción perdió el efecto y tuvieron que volver “a casa”, Harriet bajo la capa y Sirius trasformado en un enorme perro negro… Esa noche y la siguiente, salieron a recorrer ocultos Cambridge, unas noches eran jóvenes de la misma edad, otras personas mayores, otras mujeres extranjeras latinas y otras noches humildes granjeros; siempre fueron alertados por Ginny cuando Moody retornaba temprano al cuartel. Al volver a la mansión, Harriet besaría reiteradamente en los cachetes a la pelirroja por regalarle otra maravillosa noche con su padrino, mientras la pequeña Weasley se reía feliz de haber ayudado a su heroína… después de todo, aun guardaba una gran deuda por ser salvada en su primer año de las fauces de Tom Ridley y su fatídico diario.
Lo único que mas odiaba de estar encerrada en esa mansión como si de una alacena gigante se tratase, era el hecho de las pesadillas, terrores nocturnos casi a diario.
“Solo es estrés Harriet… enfrentaras una audiencia con un ministro que te odia; nada mortal”, se decía la pelinegra, intentando restar importancia a los sueños, después de todo, apenas recordaba algo de esos episodios oníricos, solo un largo pasadizo que se extendía tras ella. No podía significar nada, ¿Cierto?
La fecha de su audiencia para alegar inocencia llego más rápido de lo que creyó, el tiempo era realmente extraño, dolorosamente lento en la mansión e injustamente rápido cuando recorría la ciudad con Sirius.
- Todo estará bien Harriet- le dijo Sirius al despedirse de ella en la puerta de la mansión Black, Moody planifico el viaje en tren, la escoltaría el señor Weasley- No te expulsaran, no perderás la varita, eres inocente.
Harriet lo abrazo para intentar tranquilizarse… se sentía tan nerviosa como si enfrentara una prueba del torneo de los tres magos. Pero debía ser fuerte, las personas que mas apreciaba la miraban con mortificación.
- Si, Sirius… como dijo John Lennon: “Al final, todo saldrá bien. Si no está bien, no es el final”
- ¿Quién es John Lennon? - pregunto confundido Ron.
- Oh Dios… eres igual que Malfoy- suspiro Harriet.
- ¡Ey!, sin insultos, compañera.
- Ron, Harriet quiere decir que-
- Se nos hace tarde- interrumpió el señor Weasley- Moody lo tiene todo cronometrado, no me gusta hacer enfadar a esa leyenda. Nos vamos ahora mismo Harriet.
Aunque el señor Weasley la debía escoltar al ministerio de magia que le informaron, se encontraba en el corazón subterráneo de Londres, Harriet tubo que guiar a un inexperto señor Arthur para tomar el tren, hacer las paradas correctas y ayudarlo a ubicarse en las calles muggles.
- Trenes bajo tierra… sí que son ingeniosos estos muggles, ¿Verdad, Harriet?
- Mucho… creo que hay mucha sangre Squib corriendo por el mundo, ¿Qué otra explicación podría haber para gente que no conoce la magia pero crea cosas increíbles?
El señor Weasley la miro como si Harriet hubiese dicho la epifanía del siglo, pero no pudo explicarse porque llegaron a un rincón desolado de viejos edificios, con una cabina telefónica roja que tenía un letrero de avería telefónica, “de uso exclusivo para los visitantes” había susurrado alegremente el patriarca Weasley.
Ambos entraron en la estrecha cabina roja, el señor Weasley metió una moneda y la cabina telefónica comenzó a descender hacia lo que Harriet supuso el subterráneo ministerio mágico, dejándolos al final de un larguísimo y esplendido vestíbulo con el suelo de madera oscura muy brillante, mientras recorrían el lugar la ojiverde noto que todas las paredes y techos estaba cubierto de madero oscura pulida, a los lados habían cientos de chimeneas doradas que aparecían a los magos tras fuertes resplandores de humo verde.
Avanzaron con la multitud de empleados del ministerio, unos con cara de sueño, otros tambaleantes llevando demasiados pergaminos a cuestas, otros con maletines raídos y demasiados leyendo el profeta, hasta que llegaron al medio del abovedado amplio espacio subterráneo, donde destacaba una fuente de agua, con las figuras de un viejo mago, una bella bruja, un centauro, un duende y un elfo esculpidos en oro, de los cuales brotaban agua, aviones de papel avanzaban en grupos y se perdían rumbo a las oficinas que se apiñaban en pisos y pisos que debían albergar las oficinas de los trabajares del ministerio, todos eran conectados por un elevador que se movía a todos lados, desafiando la lógica, un espectáculo hermoso si Harriet no hubiese estado tan ansiosa por su audiencia.
Cuando fue su turno de entrar en los locos elevadores, Harriet no pudo evitar ver como una docena de aviones de papeles levitaban encima de su cabeza.
- Son memos departamentales- explico animado el señor Weasley- Antes usábamos lechuzas… pero sus restos eran un verdadero dolor de cabeza.
Kingsley, quien entro rápidamente al elevador, susurro al señor Weasley información de ultimo momento: Su hora de la audiencia había sido adelantada para ese mismo instante.
Harriet sintió que las mejillas y el pelo amenazaba con coloreársele de rojo… había salido con dos horas de anticipación por sugerencia de Moody, y a pesar de eso, el ministro se las ingeniaba para hacerla llegar tarde.
“Ser minúsculo y pequeño… ser irracional… desperdicio de sangre mágica”
Harriet detuvo sus pensamientos al ser consciente de las feas palabras hacia el alto funcionario del gobierno.
“¿Qué me pasa?’’
Pensó en lo que sintió en el cuartel de la orden del fénix, los feos sentimientos contra sus queridos amigos, eran por todas las frustraciones acumuladas al estar incomunicada del mundo mágico… ¿Pero ahora esto?, si, era racional estar enfadada con el ministro por querer atacarla tan directamente… pero no era normal hablar como si fuera una purista de sangre.
El loco ascensor descendió y descendió, Harriet sintió como se iban adentrando más a las profundidades subterráneas, hasta que salieron del ascensor y caminaron por estrechos corredores labrados de piedra, atrás quedaron las muestras de lujo y poder. En uno de esos corredores, vieron a Fudge hablar con el señor Malfoy, pero antes de poder entender el contexto de su plática, el señor Weasley la llevo a las puertas de donde se llevaría el juicio.
- Pon atención Harriet, durante la audiencia no hables mas que para responder…
Harriet no respondió, no le salía palabras de la garganta.
- Cálmate, no has hecho nada malo, “La verdad padece, pero no perece”
La pelinegra abrió los ojos, sorprendida.
- …Santa Teresa de Je-
Pero Harriet no pudo acabar su oración porque un mago salido de la nada la llevo a rastas al interior del cavernoso juzgado, alejándola del señor Weasley. La hicieron sentar en medio de la sala, rodeada de muchos de magos con túnicas de colores negros y rojos, Harriet reconoció el lúgubre lugar como el sitio donde habían interrogado a Igor Karkarov.
- Audiencia disciplinaria del 22 de agosto por delitos cometidos por Harriet Lily Potter, que reside en Prive drive número 4, Little Whinging, Surrey- grito Cornelius Fudge, ministro de mágica, vestido de túnicas negras, en medio de un alto atril de madera vieja.
“¡Little Whinging, Surrey…!, mi antigua dirección, ¿¿No saben que ahora vivo en Chingford??”- pensó Harriet, confundida.
- Inquisidores, Cornelius Fudge, ministro de magia-
- ¡Testigo de la defensa! - grito una conocida voz varonil, quien llego en medio del juicio, interrumpiendo al ministro- Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.
Harriet sonrió al anciano hombre, pero este la rodeo, pasando de ella, encarando al ministro, al parecer su abuelo había sido aun mas precavido de tiempo que Moody, llegando tres horas antes al ministerio… nadie le dijo que se cambio la hora o el lugar de juicio. El anciano siempre risueño lucia visiblemente molesto.
- Los cargos…- dijo después de ver fijamente a Fudge.
- …Hacer un encantamiento Patronum en la presencia de un muggle- dijo Fudge, retomando su temple y colocándose unos lentes de lectura- ¿Niegas haber conjurado dicho Patronum, Potter?
- Era un caso de vida o muerte.
- ¿Estabas consciente de que esta prohibido usar magia fuera de la escuela, mientras no tengas 17 años?
- Señor, ¿Acaso no me escucho?, era una emergencia…
- ¡Que insolencia! - chillo una mujer con túnica negra y cara de sapo.
- Señorita Potter, debe usted saber que el ministerio se preocupa por el secreto de nuestro mundo mágico, secreto que mantiene nuestro mundo a salvo, secreto que nos esforzamos por cuidar día a día, secreto que usted quebranto… ¡Lo sabemos porque usted lleva consigo un hechizo rastreador de magia!, permítame recordarle que cuando un menor de edad hace magia sin autorización frente a un muggle, el rastreador se activa, alertando al ministerio de su uso indebido.
- ¿Cómo sabe que fue frente a un muggle? - Harriet intento ganar tiempo y explicaciones.
- Fácil, hay magos y brujas observando los rastreadores de magia de menores de edad… cuando un mago o bruja adolescente hace magia frente a un muggle, la magia del rastreador que normalmente debería ser plateada y brillante, se vuelve gris y opaca… y los trabajadores del ministerio encargados de ese departamento mandan mensajes de alarma al departamento de regulación mágica.
- ¿Entonces… saben que hice un Patronum frente a un muggle y no atacan cavos del por qué hice ese hechizo?
- Brujas y magos del Wizengarden- comenzó Fudge, ignorándola completamente.
- ¡Yo solo lo hice por los Dementores! - grito Harriet, harta de ser ignorada.
Los magos y brujas rompieron en murmullos.
- ¿Dementores… en Little Whinging?- pregunto una bruja por todos.
- Oh si… los muggles no pueden ver Dementores, muy conveniente señorita Potter- se burló Fudge.
- ¿Conveniente? - Harriet se encrespo- No miento, eran casi media docena y si yo no me hubiese defendido no estaría aquí-
- ¡BASTA!- grito Fudge, alzando su mano- Lamento interrumpir lo que seria una fantástica historia bien ensayada… pero ya no puedes presentar ningún testigo de ese increíble evento…
¡Testigo!, Harriet quería gritar de impotencia, ¡Ella no tenía ningún testigo en esos aterradores momentos!
- Si me disculpa ministro- dijo Dumbledore, cortando al ministro y los pensamientos de Harriet- Pero si hay… un testigo.
Mas murmullos se elevaron en el aire de todos los presentes, Fudge se mostro visiblemente desconcertado, no esperaba un movimiento tan astuto de Dumbledore… y Harriet no entendía quien podría ser “el testigo” de quien hablaba su abuelo.
- Que pase de una vez- ordeno Fudge- Potter, levántate y despeja el asiento para tu testigo.
Harriet se levantó con el corazón pitándole los odios, ¿Quién la había visto mientras peleaba por su vida?, ¿Sabría Dumbledore que había escapado de Privet Drive?, ¿Desde cuándo?, ¿Cómo supo él del testigo misterioso?
Los únicos que estuvieron presentes ese aterrador día, fueron los Dementores, el hijo del primer ministro británico y-
Una figura femenina cruzo las puertas entrando con convicción dentro del cavernoso espacio poco iluminado, acompañada por Dumbledore. Era una mujer mayor, de pelo cano, delgada y de ojos oscuros normalmente amables, que ahora se encontraban fruncidos, sin miedo ante lo desconocido. Avanzo con la barbilla en alto, hasta sentarse en medio de la sala.
Harriet reconoció a la mujer de inmediato.
Era Elise.
“¡¿Qué está haciendo Elise aquí?!”
Harriet sabia que las personas tenían muchos secretos, ella los tenia con Elise, y la canosa mujer también, al esconder su número de guerra bajo blusas manga larga.
Pero jamás imagino que su abuela Elise resultara ser una Squib.
Con aplomo, la menuda mujer conto como vio al menos cinco Dementores apagar un hermoso día soleado: ella se recuperaba de una gripe, estaba en su habitación en el segundo piso, pero pudo sentir como la felicidad se evaporaba en el primero, donde se encontraba Harriet junto con un vecino muggle, hubiera sido atacada si Harriet no hubiese hecho un poderoso Patronum de forma corpórea, salvándola junto al vecino muggle.
- Pero, ¡Oigan! - dijo Fudge interrumpiendo a Elise- Los Dementores no llegarían hasta un suburbio muggle y atacarían a un mago… eso es muy poco probable.
- Es bastante obvio que alguien envió media docena de Dementores para atacar a Harriet.
- ¡Absurdo! - volvió a gritar la misma mujer con cara de sapo- ¡Acaso está diciendo que el ministerio está detrás de este ataque!... Oh no, claro que no, tonta yo, seguramente lo entendí mal, ¿Verdad, director Dumbledore?
- Alguien tuvo que dar la orden para el ataque, sugiero una extensa investigación del tema- dijo Dumbledore sin caer en los juegos de la mujer cara de sapo y se acerco al atril con paso firme hacia Fudge, tan cerca como pudo porque necesitaba decirle algo con urgencia- Cornelius, por favor, te ruego que recapacites, hay evidencia el retorno del señor oscuro… ¡Esconderse no ayudara al ministerio!
- ¡Él no ha vuelto! - chillo Fudge, rojo de furia.
Dumbledore lo miro decepcionado, y retrocedió, aun tenia un papel de defensa que realizar.
- Con respecto a Harriet Potter, la ley dice que se puede hacer magia frente a un muggle si la situación es de vida o muerte, como lo relato la señora Elise Biton, Harriet no tenía alternativa alguna, su vida peligraba.
- La ley puede cambiar Dumbledore- siseo Fudge.
- Claramente… ahora enjuiciamos a una jovencita como si fuera una criminal en lugar de que sea solo entrevistada por la jefa encargada de uso indebido de magia en menores de edad, nos tomamos tareas que no nos corresponden como expulsarla de Hogwarts cuando eso solo lo puede decidir el director de esa escuela mágica y amenazamos con romper varitas, cuando lo normal sería una leve sanción… todo un circo incongruente en un espacio reservado para interrogatorio donde antes se juzgaban Mortífagos.
Esta vez, todos los magos y brujas testigos del juicio no pudieron callar sus murmullos, el asunto era sumamente extraño, y Fudge, por más que pidió silencio y golpeo su martillo al atril, no pudo callarlos por varios minutos.
Era demasiado obvio que Cornelius Fudge estaba enojado con Harriet Potter y aprovecharía cualquier accidente como escusa para expulsarla del mundo mágico, a nada mas que la niña que vivió… ¿Si la trataba así a ella, como seria el trato para los demás magos y brujas sin la fama de haber sobrevivido a la maldición asesina?
Fudge debió de notar el cambio de ambiente, porque redujo su hostilidad, luego de los votos, Harriet fue indultada de todos los cargos. Cuando ella quiso alcanzarlo para agradecerle la defensa, el viejo mago la ignoro por completo… prácticamente voló a la salida del cavernoso lugar.
“Abuelo…”, pensó Harriet, con el corazón en la mano, “¡Esta molesto!”
- Harriet Lily Potter- dijo una voz femenina, acercándose a ella a toda prisa- ¡Aquí estas!
- ¡¿Abuela?!
Las féminas se fundieron en un abraso, a Harriet le pico los ojos volver a oler la agradable esencia de claveles que su abuela emanaba.
- Creí que nunca te volvería a ver- chillo Harriet con los ojos vidriosos.
- Eso debería decir yo, pequeña saltamontes, ¡Te fuiste a mitad de la noche! - replico Elise, gimoteando.
- Vinieron por mí, no podía negarme ni hacer nada… ¿Entonces eres una Squib?
- Así es… todos tenemos secretos Harriet, es normal y está bien.
- Entonces cuando nos vimos por primera vez… ¿Sabías quién era?
- Si… también sabía que no eras feliz en “Tu casa”, leí que te quejabas en Hogwarts de tus parientes muggles, me enfade de saber que dormías en la alacena, rece porque escaparas un día de esos… cuando te vi, tan fuerte e indomable salir de la iglesia en la cual parecías haber pasado la noche, sabia que tenia que ayudarte. Porque eras una sobreviviente, como yo.
- ¿Y cómo conociste a Dumbledore?
- Bombón, es uno de los magos mas famosos del mundo, es imposible no conocerlo… Cuando te abri las puertas de mi casa, me comunique con él de inmediato y me dijo que lo mejor era que no te revelara mi descendencia mágica.
- ¿¿Por qué??
- Creo que quería sembrar esperanza en ti… esperanza de que no todas las personas con sangre muggles son malos. Yo tengo mitad de sangre muggle, ¿Te parezco mala?
- No abuela- respondió sin dudar Harriet.
Dumbledore sabía que desde su cuarto año vivía con Elise… ¿Entonces por qué seguían diciendo que vivía con los Dursley?, la mujer mayor le conto de su protección de privacidad, Dumbledore había movido sus influencias con viejos conocidos para que el ministerio siguiera pensando que vivía en Privet Drive, la casa de Elise solo era conocida por los miembros de la orden, mientras que Surrey era de conocimiento público. Harriet necesitaría todos los lugares posibles para esconderse ahora que Voldemort había vuelto.
- ¡Y también hechizaron mi casa con encantamientos protectores!, oh pequeña saltamontes, esto es tan emocionante, ¡Si deseas puedes volver a mi casa cuando quieras!
- ¿En serio?, ¿Puedo volver?
- Si así lo deseas- dijo Elise sonriendo.
- ¡Lo quiero!
Esa noche la señora Weasley hiso una copiosa cena en honor a Harriet, todos estaban alegres, hasta habían invitado a la señora Elise al cuartel de la orden.
El frio sentimiento en el estomago que cargaba Harriet, desapareció mientras celebraba con la orden del fénix su victoria frente al ministro de magia.
Notes:
Otro miércoles humanitos, este capitulo me explaye en crear momentos íntimos pero necesarios entre Sirius y Harriet. El próximo capitulo abarcara mas de la película. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 37
Summary:
Feos sentimientos, niña rubia de soñadores ojos grises, caballos de la muerte, la suma inquisidora Dolores Umbridge y la propuesta de Hermione.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Al día siguiente Elise tuvo que volver a su hogar en Chingford. Ahora que el secreto entre joven y anciana había acabado, la mujer de canoso pelo prometió comunicarse con Harriet con lechuzas el tiempo que trascurriera en Hogwarts
- No creas que me mantendrás fuera de tu vida, eres mi nieta- dijo Elise sin un ápice de duda.
- Y tú eres mi abuela- respondió sonriendo Harriet.
El destino de las dos mujeres era incierto, pero Elise siempre tendría la puerta de su casa abierta para la bruja pelinegra de lentes sin cristal.
Pronto iniciarían las clases, pero por prohibición a la orden Harriet no piso el callejón Diagon ese año. Realmente no le importo, los adultos le comprarían su material educativo y Harriet era feliz cuando se fugaba de la mansión Black con Sirius.
Y más pronto que tarde el primero de setiembre llego, una comitiva de magos partiría en tren escoltándola, porque nadie quería volver a volar y convertirse en un trozo de hielo mágico. Sirius quiso acompañarla, pero Moody se opuso por ser “demasiado arriesgado, poniendo toda la operación en riesgo”
- Por favor Auror Moody- Harriet sabía que decirle profesor irritaba al hombre- Sirius necesita salir de esta mansión… para él esto es una segunda prisión. Un baúl gigante… sufre de estrés por encierro de un crimen que jamás cometió. Puedo prestarle mi capa de invisibilidad o puede acompañarnos como perro, no está registrado como animago, nadie más que la orden sabe de su habilidad, ¡Por favor!
Hablarle tan directamente a un mago que casi lleno Azkaban por su cuenta era arriesgado, pero Sirius merecía la pena correr cualquier riesgo. Moody la miro como si mirase a un fantasma y sonrió.
- Eres igual a James, siempre volviéndome loco con Black… está bien, tu padrino ira en la comitiva.
Los magos y brujas desentonaron en el mundo muggle, salieron temprano y se movieron con prisa por los vagones, hicieron una parada obligatoria para llegar a la vieja estación abandonada donde Harriet tomaría el tren escarlata. Padres despidiéndose de sus hijos por todos lados, Sirius había adoptado su forma animaga de enorme perro negro.
- Prometo volver al cuartel para navidad… intenta divertirte sin mi- Harriet se arrodillo para susurrar al perro negro- Moody estuvo encerrado en un baúl por casi un año, si razonas con él y le explicas lo que significa para ti la mansión te dejara salir. Te quedas con la capa.
- ¡Guaf!, guaf guaf, ¡Guaf!
- Yo también te quiero Canuto- Harriet abrazo al perro negro, enterrando su rostro en el suave pelaje del can.
El perro le lamio la cara haciendo reír a Harriet. Luego se despidió de la comitiva y subió con sus amigos al tren escarlata… aunque permanecieron juntos apenas unos minutos, Ron y Hermione habían sido elegidos como prefectos ese año, y como tal tenían deberes nuevos, como ver que todo estuviera en orden, en especial con los niños de primer año.
“Entiendo que Hermione haya sido elegida prefecta, no hay nadie más capaz que ella para ese papel… ¿Pero Ron?, podrían haberme escogido a mí a falta de magos competentes… que desperdicio de sangre magi-”
Harriet se mordió los labios para evitar completar la oración.
¡¿Qué diablos está mal conmigo?!- pregunto frustrada a un vagón vacío.
Apoyo su frente a la ventana y se quedó dormida, hasta que fue despertada por Ginny para que se supiera el uniforme pues pronto arribarían.
Saliendo de la estación, camino empujando su baúl hasta que fue molestada por Malfoy… usualmente ella lo ignoraría, pero en esa ocasión la furia le lleno las venas en un instante, su pelo se coloreo de rojo y saco su varita con gran velocidad.
- ¡Como te atreves a molestarme!, ¿No sabes cuan magnánima fui al no contar al mundo el nombre de los Mortifagos que estaban con Voldemort cuando los llamo tras resucitar?, ¿Quieres saber a quienes vi?, te doy una pista… ¡Tenia un horrible bastón con la cabeza de una serpiente plateada!
Malfoy empalideció y se retiró gritando con sus compinches que la bruja había perdido la razón, como el profeta aseguraba.
Harriet apunto su varita al rubio, pero fue detenida por Hermione, quien llego corriendo hacia ella.
- ¡Harriet!, ¡No puedes hechizar por la espalda!
- Compañera tranquila- Ron la obligo a que baje su varita- Es Draco Malfoy, ¿Recuerdas?
Harriet suspiro con rabia pero se obligó a calmarse y moverse hacia los carruajes… casi había olvidado su descubrimiento de hace meses.
Los esqueléticos caballos reptilianos.
Solo ella los veía, otra rareza… Tal vez si se estaba volviendo loca, y esas criaturas de pesadilla era el resultado de un lento descenso hacia la locura.
- Por curiosidad… ¿Alguien ve algo raro? - Harriet intento sonar despreocupada, soltando la pregunta hacia nadie en particular.
Sus amigos la veían sin entender, Neville quien se unió a Ron, cargando una extraña planta, también pareció confundido.
- Yo no veo nada- dijo él.
“Es oficial, Harriet Potter, te volviste loca”
- ¿Te refieres a los lindos caballitos de rojiza mirada? - dijo una joven de desordenado cabello rubio, un año más joven que Harriet, vestida de manera estrafalaria, con el uniforme de Ravenclaw, subida en los últimos carruajes vacío.
Su nombre era Luna Lovegood, chica de mirada soñadora y marginada, amiga de Ginny. Parecía que la joven tenía la cabeza en las nubes y hablaba de seres que nadie conocía mientras iban rumbo a Hogwarts.
En el gran banquete de apertura, el director Dumbledore presento a dos nuevos docentes que se unirían a las filas del plantel, la profesora Wilhelmina Grubbly Plank reemplazo de Hagrit como profesor de cuidado de criaturas mágicas y Dolores Umbridge como profesora de defensa contra las artes oscuras.
- Es la cara de sapo- susurro Harriet a sus amigos- Estaba loquita por quitarme la varita y expulsarme de Hogwarts.
En medio de la charla habitual de apertura de Dumbledore, algo nunca visto sucedió: la mujer trabajadora del ministerio que vestida de rosa fingió una molesta tosecita, interrumpió al director y dio una aburrida charla acerca de su presencia. Fue tan larga y tediosa que muchos se desconectaron… parecía una clase del ex profesor fantasma Binns.
- No lo entienden- dijo Hermione, luego del discurso de la mujer cara de sapo y el poco interés que Harriet y Ron mostraban por la trabajadora del ministerio- Significa que el ministerio se está metiendo con Hogwarts.
- ¿Quieres decir que Dumbledore fue obligado a aceptar a esa mujer como profesora?, ¿El ministerio lo obligo a aceptar a Umbridge?
- Así es… Hogwarts no se pudo zafar del ministerio, la presencia de la bruja es como un pulpo con tentáculos- afirmo Hermione.
- Pues para mi parece más un sapo que un pulpo- dijo Ron.
El trio de oro se carcajeo del cometario de Ron.
En la sala común de Gryffindor, Harriet fue tratada de manera fría, el ambiente siempre cálido ahora parecía el polo norte. Sus amigas de habitación estaban inusualmente calladas y compañeros de grado así como superiores la veían con recelo. La pelinegra de ojos verdes presiono para saber que ocurría, al final Seamus hablo por todos: sus parientes habían leído el profeta y las habían aconsejado cortar su amistad con ella.
- Mi madre no quería que regrese a Hogwarts este año, por tu culpa. El profeta dice muchas cosas sobre ti… y también de Dumbledore.
- ¿Y tú mama las cree? - Harriet sintió una fría sensación en los pies.
- Pues no hubo testigos cuando murió Cedric.
La ira trepo por su estómago, no hiso falta ver su cabello para saber que estaba rojo como sangre.
- Entonces sigue leyendo el profeta como tu tonta madre y te dirá lo que quieras saber.
- ¡No te atrevas a hablar así de ella! - grito Seamus.
- Llámame mentirosa- dijo Harriet apuntando su varita hacia Seamus- Y te daré tu merecido.
- ¡Alto! - Fay se interpuso en medio del enfrentamiento- Alto, pelear no es la solución.
- Miente, y ahora me amenaza- dijo Seamus alzando su varita en dirección de Harriet- Si quieres pelea, pelea tendrás. Quítate Dunbar, ¿O acaso le crees?
- ¡Le creo! - dijo la bruja de menuda apariencia, quien antes era demasiado tímida como alzar su propia vos- Si Harriet dice que vio el retorno del señor tenebroso, yo definitivamente le creo.
- ¡Y yo! - Lavender corrió en dirección a Fay- Esta niña es incapaz de mentir.
- Lavender… esa no es una buena defensa- Parvati alcanzo a su mejor amiga- Déjame hablar. Brujas y magos de todas las edades presentes, ¡Les recuerdo que ella es la niña que vivió!, por el amor de Merlín, ¿En serio creen que ella jugaría con el retorno del señor oscuro?… ¿No se dan cuenta del extraño patrón que rigüe la vida de Harriet?, año tras año ella esta envuelta en sucesos que para muchos de esta habitación… y me incluyo, nos habría resquebrajado. Difamada al creer que era la heredera de Slytherin, difamada por hablar Pársel y enviar al monstro de Salazar a dar caza a hijo de muggles, difamada cuando ella no coloco su nombre en el cáliz de fuego, difamada por ser elegida campeona de Hogwarts, difamada en el profeta por Rita Skeeter… ¡Difamada de su sexualidad por amor a Merlín?, y luego al finalizar el año siempre, sieeeempre se provo que ella era inocente. No necesito ser vidente para saber que todos ustedes se arrepentirán al finalizar el año por creer al estúpido profeta.
- Así es- salto Ron con ellas- Apuesto que el mismísimo ministro de magia se disculpara con ella.
- ¡Yo apuesto que renunciara al cargo! - dijo George.
- ¡Y yo a que también pedirán disculpas públicas a Dumbledore!, ¡Hagan sus apuestas! - canturreo Fred.
- ¡Un Sickle por aquí! - chillo Ginny, segura de ganar mas dinero del que apostaba.
- ¡Dos Sickles por acá! - grito Colin, sabia ver una oportunidad de negocios y no iba a desperdiciar a la suerte sonriéndole.
Mientras los gemelos anotaban el nombre de sus amigas de habitación para las apuestas, Harriet miro a los demás alumnos con mirada de hielo.
“Los creí mejores que rumores…”
- ¡Harriet! - Colin la saco de sus pensamientos- Déjame presentarte oficialmente a mi hermano menor, ¡Este es Dennis!... saluda Dennis.
- Oh cielos, ¡Es un honor Harriet Potter!, mi hermano no hace nada más que hablar de usted en casa- dijo un niño muy parecido a Colin, era obvio que eran hermanos.
- Dennis, esa información no es necesaria.
- Tiene toda su pared de la habitación con fotos de Hogwarts y de usted.
- ¡Dennis!
- Yo respetare su privacidad, aunque no me molestaría si me regala un colmillo de Basilisco.
- ¡Es suficiente!, déjame llevarte a tu habitación- grito Colin, con las mejillas rojas.
Harriet vio a los chicos hasta desaparecer escaleras arriba. Los celos invadieron su corazón, ¿Cómo habría sido tener una hermana o hermano?
- Habrían estado solos- respondió una voz en su cabeza.
- Pero juntos- susurro Harriet.
Quinto año de educación mágica, eso significaba T.I.M.O.S, titulo indispensable para usar magia… aunque Harriet sabía que debía preocuparse por eso, no podía evitar pensar en los sueños que cada noche la atormentaban: un largo pasadizo de madera pulida negra, una puerta que moría por abrir pero que cada mañana despertaba molesta por no poder saber que había detrás del pedazo de madera. Claro que al pasar las clases, el sueño era más fácil de ignorar, todos los profesores se pusieron de acuerdo con dejarles cantidades alarmantes de tareas, como una especie de repaso de todo lo que estudiaron hasta el momento.
Harriet abría empalidecido de miedo si no habría estado repasado los cursos por cuenta propia y con Hermione en la biblioteca desde el primer año.
- ¿Ya te dije que te amo, Mione?, gracias a tus horas de estudio podre jugar quidditch sin preocuparme demasiado por dar mis T.I.M.O.S- dijo sonriente luego de salir de encantamientos.
- Oh, no, eso es tu propio merito Harriet- dijo Hermione, feliz por los halagos.
- Pero estuviste siempre conmigo para responder todas mis dudas… Eres la bruja más encantadora que conozco.
- Ay Harriet… Que cosas dices.
- La verdad- Harriet sonrió más intensamente, abrazando a Hermione- Pero no quiero ir a clases de defensa contra las artes oscuras.
- No debes saltarte las clases, no le des el poder de afectarte a esa mujer- Hermione frunció el ceño.
- Solo por ti, prefecta favorita- suspiro derrotada Harriet, los halagos a su inteligente amiga no lograron su objetivo.
Defensas contra las artes oscuras resulto tan horrible como intuyo. La trabajadora del ministerio resulto ser una maestra insufrible, siempre con una sonrisa en la cara, impuso cero practica de magia.
- Van a aprender defensa contra las artes oscuras de una manera segura y sin riegos- hablo Umbridge, sonriendo.
- Está usted loca… no usar magia, ¡En un curso donde la magia lo es todo!, ¿Cómo nos prepara para los peligros del exterior?, ¿Qué hará el ministerio cuando Voldemort tome el poder?
El salón se sumió en el silencio, Harriet escucho susurros de la clase, había insultado a un profesor y confrontaba a un trabajador de ministerio frente a todos… y lo más extraño era que se había sentido tan bien insultarla.
- Les explicare a todos… les han dicho que cierto mago tenebroso ha vuelto… eso es mentira- dijo Umbridge sin romper su sonrisa.
- Mentira es la ropa rosa que usa… Dios, derrite mis ojos- Harriet bufo exasperada.
Se escucho risas por parte de los alumnos.
- Esta castigada señorita Potter- alzo la voz Umbridge para hacerse escuchar.
- Lo vi resucitar, luche contra él… ¡Mato a Cedric! - grito molesta Harriet.
- La muerte de Cedric Diggory fue un accidente trágico- corto la docente.
- No, no, fue homicidio- Las mejillas y cabello de Harriet se colorearon de rojo- Voldemort lo hiso, usted lo sabe-
- ¡Basta! - chillo Umbridge, respiro entrecortadamente y volvió a sonreír a Harriet - Esta castigada, la veré hoy al finalizar sus clases en mi oficina.
Una carcajada broto de sus labios, como si saboreara algo delicioso. Puso los pelos de punta a más de uno en clase. Pero por alguna razón, a Harriet no le importo su sádica sonrisa.
“Debe ser la adolescencia… o quizá esa mujer es tan patética que no merece mi temor”, pensó Harriet.
Nadie volvió a quejarse y comenzaron a leer el libro creado por el ministerio para el curso.
Harriet toco la puerta de la profesora Umbridge, cada docente personalizaba la oficina que ocupaba, y la bruja cara de sapo no fue la excepción. Su oficina estaba decorada de rosa, muebles rosas, ladrillos rosas, cortinas rosas, juego de té rosa y platos con imágenes de gatos móviles colgados en las paredes sin espacio a dudas que informaba el amor de la bruja por los mininos.
- Es una bonita oficina… lástima que sea de una horrible persona. Apuesto que su Patronum, si es que lo tiene, es un gato.
- ¡Siéntese ahora mismo!
El castigo consistiría en escribir en pergamino “No debo decir mentiras”
- No me ha dado tinta- dijo confundida Harriet, cuando la docente solo le alcanzo una laborada pluma y un vacío pergamino.
- Oh, no la necesita.
- Claro que lo necesito, ¿O ya se acabó mi castigo?
- Escriba ahora mismo la frase en ese pergamino.
- Como voy a escribir si no tengo tinta, señora- bufo Harriet.
- ¡Ahora mismo!
Sin entender a la bruja docente, Harriet comenzó a escribir, cuando sintió un dolor ardiente en el dorso de su mano, dejo de escribir. Observo con asombro como unas palabras bañadas en fino rubí surgían de la nada.
“No debo decir mentiras”
Harriet no entendía que pasaba, el dolor era incomodo, hasta alzo la mirada y vio la sonrisa feliz de la docente, gozar su dolor.
- Usted sabe que se merece el castigo, las niñas malas merecen ser castigadas.
- Dolores Umbridge… es usted una bruja retorcida, ¿Disfruta esto, no?
- Vuelva a escribir hasta que el mensaje se le grabe en la cabeza- ordeno la docente.
- Oblígueme- reto Harriet.
- ¡Vuelva a escribir!
- Para volver a ver su asquerosa cara de gozo, puaj, no, ni loca- Harriet agarro la pluma y se la metió al bolsillo de la túnica, se alejó del escritorio de Umbridge- Aunque el profeta este bajo el poder del ministro de magia, aun soy Harriet Potter. Aun soy la niña que vivió, detuve a Voldemort cuando solo era un bebe… miles de magos y brujas de todo el mundo están a mis pies como agradecimiento. Si se enteran que su salvadora fue torturada por una trabajadora del ministerio me pregunto… ¿Me pregunto qué harían contra el ministro?... Y contra usted, ¿No sería divertido ver que harían?, quizá la metan a Azkaban.
- No puede hacer eso- chillo Umbridge, la sonrisa sádica en su rostro desapareció.
- El profeta no es el único medio de comunicación del mundo mágico… soy un ser especial, una celebridad, superior a su sucia sangre, puedo y lo hare si me da la gana… No me tientes Dolores, últimamente no tengo paciencia- Harriet giro el pomo de la puerta con la mano herida- Mi benevolencia tiene un límite, me llevo tu pluma como evidencia de tu abuso. No te interpongas en mi camino sádica bruja o tu pequeño estatus como servidora del ministro se ira al drenaje, te verías adorable con una ropa de prisionero de rayas negras, por torturar a la niña que vivió, ¿Tal vez consigas un beso de Dementor?, ¿No sería romántico?
Al ver a la mujer de rosa perder el color en su rostro, Harriet soltó una sonora carcajada.
Camino de regreso a su sala común, saboreando el éxito.
“¡Esta no eres tú!”- dijo una vocecita en su cabeza.
Harriet ignoro esa voz, al llegar a la sala común de Gryffindor, vio a sus amigos Ron y Hermione platicando de tareas, cuando Hermione accedió ayudar a Ron con la introducción de un curso, este se desvivió en halagos hacia su inteligente amiga y su inteligente amiga se sonrojo violentamente.
Fue en ese preciso instante que Harriet se dio cuenta que a Hermione le gustaba Ron.
Se sintió un poco tonta por descubrirlo recién, desde primer año había notado que se llevaban diferente, con mayor pudor, al punto de evitar abrazos… Que ciega había estado, aunque por lo que veía sus amigos no estaban mejor que ella.
Tiempo, quizá el tiempo ayude a su miopía amorosa.
Y entonces ella se convertiría en la tercera rueda… estorbando.
¿Eso significaba que dejarían de ser sus amigos?
¡No, no quiero! – chillo una voz en su cabeza
- ¿Harriet?, Harriet, ¿Me escuchas? - Ron se encontraba delante suyo… ¿En qué momento se había acercado tanto?
- Ron, no invadas su espacio personal- resondro Hermione- ¿Harriet, estas bien?
- Si… Si, perdón… me perdí en mis pensamientos- se disculpó Harriet.
- ¿Todo bien con Umbridge?
- Oh… si, todo bien- respondió Harriet… aun le dolía la herida.
- ¿Qué tiene tu mano? - pregunto Hermione al notar la mueca de dolor en el rostro de la pelinegra.
- Nada- respondió siseando Harriet, ocultando su mano herida… una parte de ella quería gritar a Hermione por ser tan observadora y notar su debilidad.
De la nada los gemelos aparecieron a los lados de Harriet.
- Esta mano - dijo George, frunciendo el ceño pero cogiendo con delicadeza la mano herida de Harriet.
- ¡Te torturo! - grito molesto Fred al ver cicatrices en forma de letras con pequeñas gotitas de sangre.
- ¿Y ustedes de donde salieron?… creí que estaban vendiendo sus invenciones para que sus clientes faltaran a clases- cuestiono Ron.
- Sabes que estamos apegados a Harriet- dijo George, abrazándola por la derecha.
- Si oímos que le pasa algo malo es normal preocuparnos por ella- dijo Fred, abrazándola por la izquierda- Pero princesa, no debes dejar que esa bruja te torture o perderé los estribos, la hechizare y me expulsaran.
- Ya me encargué de ella- dijo Harriet sonriendo, recordando el pálido rostro de la bruja con cara de sapo- Creo que creyó que aceptaría sus maltratos por tener mucho orgullo y aguantaría el dolor en silencio.
- Oh bien, me gusta esa sonrisa- dijo Fred sonriendo- Te vengaste, bien bien. No dejes que nadie te haga daño jamás.
- Jamás - pidió George, mirándola con intensidad.
- Jamás - prometió Harriet.
Harriet se prometió que lo que sucedió en la oficina de Umbridge jamás seria contado.
Se había comportado de forma horrible. Si, Umbridge no era la persona mas fácil de tratar, la había torturado con esa extraña pluma laborada… pero hablarle así…
Le recordó a Voldemort.
Tratar a la bruja cara de sapo de esa manera, la había hecho sentir emocionada, como si estuviera volando en su saeta de fuego.
Y se sentía enferma.
Sola.
Incomprendida.
Ahí estaba, en la cálida sala común de Gryffindor, sintiéndose más sola que nunca, a pesar de estar rodeada de buenos amigos. Teniendo secretos por primera vez con Hermione, Ron y con miedo a presentar cualidades de un mago oscuro.
Ver a sus amigos felices la ponía celosa y asqueada a la vez.
Dio una escusa vaga y se fue a la cama.
No participo en las clásicas pijamadas organizadas por Lavender… fingió estar dormida. Comía rápido para internarse en la biblioteca, cuando Hermione llegaba, Harriet huía y no participaba en clases.
Una mañana escribió a Sirius con el nombre clave de “Canuto”, soltando todas sus frustraciones, termino su carta con:
“A pesar de estar en Hogwarts me siento mas sola que nunca… Se que tú me entiendes, sal a perseguir carros, no te quedes en casa, diviértete por mí.
Te quiere, H”
Las clases continuaron, Harriet era la definición perfecta de una gata arisca, alejada del resto, huraña y con el ceño fruncido casi permanente. Las clases de cuidado de criaturas mágicas fue para alegría de todos menos mortal a comparación de las clases impartidas por Hagrit, la maestra Plank era cuidadosa y muy profesional para molestia de Harriet, todos los alumnos la preferían. Una clase en particular, la bruja mayor enseño lo que eran los Thestral, seres que casi nadie pudo ver a excepción de ella y Theodore. El joven mago mostro asco al ver comer a los caballos reptilianos.
- Criaturas incomprendidas, tachadas injustamente como mal presagio… solo los que vieron la muerte serán capaces de verlos- dijo la maestra.
- Parecen de pesadilla, ¿No es así, Harriet?, creo que me gustaría ser ciego en estos momentos- susurro el joven Slytherin.
- Oh, no digas eso Theo… según Luna Lovegood son lindos- defendió Harriet.
- Tu eres linda… esos seres son de terror- refuto bufando Theodore.
- Ustedes dos, silencio o se les descontara puntos a sus casas- reprendió la maestra Plank.
Esa tarde después de clase se escapó de sus amigos para volver al bosque y ver a los Thestral con mayor detenimiento. Se sorprendió de ver a Lovegood descalza, alimentado a los reptilianos caballos.
- ¿No tienes frio? - pregunto Harriet preocupada por la joven sin el calzado adecuado, cuando ya se acercaba el invierno.
- Un poco… Escuche rumores de que intentaste defender a los Thestral en tu clase de cuidado de criaturas mágicas, eso fue muy amable de tu parte. Son muy amables pero usualmente la gente los evita por ser muy…
- Diferentes- Harriet completo la frase, entendiendo perfectamente el sentimiento- Así que… ¿Tú has visto morir a alguien?
- A mi madre- la joven de cabello rubio desgreñado la miro fijamente- Puedo verlos porque vi a mi talentosa madre morir a los nueve años… le encantaba experimentar pero uno de sus encantamientos salió mal.
- Siento mucho tu perdida- Harriet le sostuvo la mirada, sus palabras eran sinceras.
- Si… fue horrible, cuando pienso mucho en eso me siento muy triste, pero tengo a papá… Por cierto ambos te creemos, el retorno del señor tenebroso.
Harriet miro fijamente a los Thestral, frunció el ceño, ira bailando en su estómago.
- Al parecer ustedes son los únicos que creen en mis palabras- dijo la pelinegra.
Lovegood saco una manzana y la arrojo hacia un joven Thestral.
- Yo no lo creo… pero supongo que es así como él lo quiere- refuto Lovegood sin ápice de duda.
- ¿A qué te refieres? - pregunto descolocada Harriet.
- Si yo fuera quien tú sabes, quería que te sientas aislada de los otros, porque logrando que te sientas sola no eres una gran amenaza… Te he visto Harriet Potter, últimamente alejada del resto; si sigues así caerás en sus planes.
Ravenclaw… esa bruja no estaba loca, sabia demasiado hasta el punto de estar un paso delante de las personas, quizá por eso la marginaban.
- Luna Lovegood, eres un genio… y tú ya lo sabes- afirmo Harriet- ¿Verdad?
La bruja solo le dedico una de sus miradas soñadoras.
- Dime Luna.
- Y tu dime Harriet.
Conocer a Luna Lovegood se sintió como tomar medicina, necesaria y urgente; debía volver a integrarse a Hogwarts, superar el extraño sentimiento de infelicidad y pena. Debía volver con sus amigos.
Esa misma noche en la cena pidió disculpas a Ron, Hermione y sus amigas de habitación por su extraño actuar.
- Debe ser la adolescencia Harriet- dijo comprensible Ron.
- Oh el periodo- canturreo Lavender.
- Urggg, nada de platica femenina mientras yo este aquí, por Merlín- gimió Ron.
- ¿Tal vez el estrés por los T.I.M.O.S?- se aventuró a preguntar Fay.
- Yo recibo una lechuza semanal de mis padres preguntando por mis estudios de la prueba- se quejó Parvati- Deberíamos estar buscando novios, no con la nariz en los libros…
Las jóvenes se pusieron a charlar, Hermione no expreso nada, pero Harriet la conocía muy bien como para saber en lo que pensaba.
“Pesadillas…” estaba literalmente escrito en la cara de su inteligente amiga.
Su reciente adquirida paz se desmorono al Umbridge ser promovida por el ministro de magia como suma inquisidora… mas poder para esa arpía bruja cara de sapo.
Excelente, justo lo que faltaba en la vida de Harriet, mas mala suerte.
La bruja era una nube oscura cubriendo Hogwarts, prohibiendo cosas, poniendo nuevas reglas como decretos, Harriet casi se le va encima cuando Umbridge falto el respeto a la profesora McGonagall… la hubiese hechizado si Hermione no la detenía.
- No dejes que te afecte- susurro Hermione.
- Mione, Umbridge es como una plaga… ¡Ni los profesores la soportan! - refuto Harriet.
- Eso es obvio, esa mujer interrumpe en sus clases y hace observaciones impertinentes; apuesto que no eres la única que quiere vengarse de ella.
- La odio… está arrebatando la magia a Hogwarts- susurro Harriet.
- Pienso lo mismo querida amiga- le respondió susurrando Hermione.
Umbridge era insufrible, una bruja sin corazón y falsa sonrisa…. Y por lo que sabría luego, una amante infringir dolor a otros. Coloco reglas en cuadros hasta llenar por completo el muro de avisos escolares, arrebataba la alegría a cada pasadizo que caminaba, imponía decretos educacionales a cada hora…
El colmo de su poder fue cuando comenzó a despedir maestros, la desafortunada alma tocada por su poder autorizado por Fudge fue la profesora de adivinación Sybill Patricia Trelawney, expulsada con todas sus pertenecías. Verla tan desamparada en medio del patio empedrado, despertó la compasión en Harriet y de todas sus amigas, en especial Lavender y Parvati, que se pusieron a llorar en silencio… apreciaban a la docente porque en tercer año había hecho una profecía a Lavender que termino cumpliéndose, admirándola como poseedora de una visión del futuro real.
Aunque todos los alumnos la observaban amontonados con genuina curiosidad, un despido en medio del año escolar nunca había pasado… renuncias y desapariciones del docente casi finalizar el año si, pero despidos, nunca.
Ahora que Umbridge era la suma inquisidora, desafiarla seria un poco complicado, no por la bruja en cuestión, sino por el rango que poseía en el colegio.
La profesora Trelawney se puso a llorar sonoramente, no tenía donde ir, había vivido por décadas en el castillo a tal punto de considerarlo su hogar. Fue la profesora McGonagall quien acudió a consolar a la vidente, que se derretía en sollozos, la jefa de casa de Gryffinfor parecía dispuesta a mostrar su desagrado a la trabajadora del ministerio, pero antes que las brujas se enfrascasen en una pelea, llego el director Dumbledore, ordenando a McGonagall escoltar de vuelta a Trelawney de vuelta a su dormitorio. El anciano mago si bien reconocía que Umbridge podía despedir a los docentes, no podía desterrarlos.
- Ese poder, el poder de desterrarlos de aquí, sigue siendo del director- Dumbledore la miro con seriedad, pero la mujer sapo mantuvo firme su sonrisa.
- Por ahora…- Umbridge sonrió aun mas de lo que un rostro humano convencional podría.
Era una arpía y Dumbledore lo sabía, el objetivo del ministro estaba claro: mando a su trabajadora más letal para quitarle el puesto como director.
- Todos- dijo Dumbledore girando para encarar a los curiosos estudiantes- Es hora de volver a clases.
Harriet se separó de Hermione para correr tras Dumbledore.
- Director, ¡Director! - grito Harriet para llamar la atención del anciano mago, pero lejos de escucharlo este camino mas veloz.
Desapareciendo tras los muros rumbo a su oficina. Lugar que por mas que tocaba la puerta, nunca en lo que iba el año pudo entrar… antes era tan fácil de ingresar como si fuera una segunda sala común, pero ahora era inaccesible como una bóveda de Gringotts.
“Está molesto y por eso me ignora… está molesto por no decirle de mi fuga de los Dursley en Privet Drive”, pensó Harriet, los ojos le picaron mientras se quedaba en la completa soledad en el recibidor. “Esta muy molesto… ¿Eso significa que dejara de ser mi abuelo?”
Harriet sintió que unas lagrimas se le escaparon y las limpio con su manga con una furia inusitada. Era hora de volver a clases y no estaba dispuesta a que la vean llorar.
Esa noche en la sala común de Gryffindor, el trio de oro soltó sus frustraciones hablando pestes de Umbridge con libertad, hablando de las extrañas desapariciones que habían remecido mundo mágico… para variar culpaban a Sirius como principal responsable. Hablaron y hablaron hasta notar que no había nadie más con ellos.
- Horrible gárgola, ¡Se está apoderando del colegio! - dijo Hermione masticando un chocolate con menta.
- ¡Y no la podemos acusar porque su jefe es Fudge! - grito Ron, con la boca llena de rana de chocolate.
- ¿Y si la acusamos a alguien mas grande que el ministro?, algún órgano de poder independiente- propuso Harriet comiendo una grajea que sabía a algodón de azúcar.
- ¿Acusarla por ser una loca bruja que nos hace la vida imposible?, no creo que nos escuchen solo por eso… necesitamos pruebas sólidas- reflexiono Hermione.
Pero antes de alguien poder responder un sonido atrajo su atención.
“Pssssssss”
Harriet corrió hacia la chimenea, sonriendo, ella reconoció ese sonido, venia de nada mas que su padrino, estaba usando la chimenea para comunicarse con ella.
- ¡Sirius!, que alegría verte… ¿Estas bien? - pregunto Harriet, arrodillada a los pies del fuego.
- Cachorra, estoy bien, quería verte después de leer tu carta- dijo un llameante Sirius, Harriet se mordió los labios, había sido muy depresiva en esa carta- ¿Cómo esta todo por ahí?, ¿Qué está haciendo Umbridge?, ¿Les esta enseñando a matar mestizos?
- ¿Matar…?, de hecho no nos deja practicar magia en absoluto.
- No me sorprende… el último informe de la orden dice que Fudge no quiere que aprendan a combatir.
- ¿Qué cree que haremos con ese aprendizaje?, ¿Formar un ejercito y arrebatarle el puesto? – Ron estaba flipando.
- Si, eso es exactamente lo que cree, que Dumbledore está armando sus fuerzas para atacar al ministerio; se está volviendo más paranoico y temeroso cada día. Bloquea toda verdad en todo momento… la orden no quería que supieran esto, pero Voldemort esta avanzando, las desapariciones son obra suya, ¡Así comenzó todo la última vez cuando tomo él poder!… se está haciendo más fuerte-
De la nada Sirius dejo de hablar, abrió los ojos sorprendido, una mano regordeta apareció debajo de las brasas, con el objetivo de atrapar a Sirius.
El mago tuvo que cortar la comunicación para huir.
- ¡Alguien casi atrapa a Sirius! - chillo asustada Hermione.
- ¡Vámonos a nuestros cuartos ahora mismo! - ordeno Ron.
- ¿Qué…?
- Harriet, ¡Vámonos! - Hermione la tomo de la mano y la obligo a avanzar, dejando atrás la sala común.
“No me pude despedir de él ni él de mi”, pensó con tristeza Harriet, viendo desaparecer la regordeta mano, “Umbridge, te detesto”
Los días pasaron y Hermione, frustrada por no aprender nada en defensas contra las artes oscuras, propone que Harriet enseñar a cualquier interesado clases extra para no estar indefensos por si Voldemort los atacara.
- Debemos aprender a defendernos… ¿Y quién mejor que tú, Harriet? Una bruja que para su edad paso por muchos peligros que otros ni imaginan.
- Excepto los estudiantes que compraron “Potter vigilancia” … ellos tienen una idea básica de tus habilidades- dijo Ron.
- Chicos, olvidan que todo el mundo mágico cree que estoy loca… Una persona loca no puede enseñar, no deben bromear de esa manera conmigo.
- No es una broma -Hermione puso una expresión seria.
- ¿Y quienes estarían en este grupo de estudio secreto? - pregunto Ron.
- Aun no lo sé… magos y brujas que deseen aprender a defenderse, pero no pensé en nombres específicos- medito Hermione.
- ¿Alumnos de solo nuestra casa? - Harriet levanto una ceja.
- Seguro que muchos Ravenclaw y unos cuantos Hufflepuff- aporto Ron.
- ¿Y qué hay alumnos de Slytherin? - cuestiono Harriet.
Un silencio tenso reino entre los tres.
- Debes estar bromeando- dijo Ron, nada divertido- ¿Quieres que las serpientes se unan a nuestro grupo secreto para aprender a defendernos?
Ron la encaro, molesto de si quiera hacer una invitación; Hermione se veía indecisa.
- No a Malfoy ni sus matones amigos, por supuesto- se defendió Harriet- Pero si a otros… Los alumnos de Slytherin no son todos malos, hay excepciones a quienes podría interesarles las clases.
- NO- grito Ron- ¿No lo entiendes?, nos delatarían a la primera oportunidad que tuvieran. Hermione dijo que seria un grupo de estudio secreto. Las serpientes no son buenas para guardar secretos… ¡No son buenas para nada!
- Retráctate- Harriet gruño- Merlín fue un estudiante directo de Salazar y aun así fue un notable mago de la luz. Si quieren que enseñe deberán incluir al menos tres Slytherin.
- ¿Tienes alguno en mente? - pregunto Hermione.
- Nott, Zabini y Greengrass- Harriet bajo el tono de su voz- Son los Slytherin más íntegros que conozco, aunque Greengrass tiene una hermana menor, quizá se anime a venir también… ¿Saben cuál es el dicho de los Slytherin?
- No- Ron frunció las cejas.
- Si te ganas el aprecio de los Slytherin… estos mataran por ti.
- Oh, y quieres asesinos en nuestro grupo de defensa- bufo Ron.
- No- suspiro Harriet cansada de la actitud de Ron- Admiro su lealtad inquebrantable sin importar las consecuencias de ofrecer tan abiertamente su corazón. Son muy pasionales, mientras que nosotros, los Gryffindor somos leales; los Ravenclaw te guían cuando estas perdido con su sabiduría y los Hufflepuff son incansables trabajadores de lo correcto sin esperar recibir nada a cambio… Si queremos defendernos, cada casa importara a la hora de la batalla.
- Los Slytherin no tienen corazón- negó Ron.
A Harriet comenzó a dolerle la cabeza, Ron era buen mago pero muy terco.
- Ya saben mis condiciones para enseñar defensa… piénsenlo y luego me informan su decisión, no como adolescentes, sino como las brujas y magos que son.
Harriet se alejó de sus amigos, para ir a visitar a Hedwig y cantar para llamar a Fawkes. Hacía tiempo que no lo veía… tenia bocaditos para sus amigos animales.
“Unidos seremos mas fuertes… es hora de comenzar a romper viejas enemistades”, pensó Harriet, rumbo a la lechuceria.
Notes:
Feliz miércoles, nuestra pequeña Harriet decide empezar a romper la enemistad de casas, siguiendo el consejo de Luna, así que prepárense para otro cambio: habrá estudiantes de Slytherin en el ejército de Dumbledore. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling… el capitulo fue algo largo, para compensar el anterior.
Chapter 38
Summary:
Creación de alianzas, clases del ejército de Dumbledore, interrogaciones de Umbridge y lealtades inesperadas.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Por una semana Ron no le dirigió palabras a Harriet.
Usualmente ella era la mediadora del trio dorado, pero en esa ocasión, se sentía como una cajetilla de fósforos, apunto de explotar por cualquier motivo.
La ira de Ron reflejada en sus mejillas constantemente rojas de indignación por compartir clases de defensa con alumnos de la casa Slytherin simplemente no le importaba a la pelinegra.
“Me abandonaste en el cuarto año, no me creíste cuando te expliqué que no puse mi nombre en el cáliz de fuego… por mí se te pueden quemar las mejillas de furia-
- ¡Basta! - grito Harriet en su cabeza.
Estaba rodeada de amigos pero no entendía porque había tanta rabia en ella todo el tiempo; rabia y pena, aun lloraba en las noches por Cedric.
- Basta, concéntrate en lo que es importante… ¡Ser el puente entre Slytherin y las demás casas, en especial los Slytherin! - Harriet se obligó a respirar lentamente, intentando calmarse.
En el octavo día de huelga de Ron, este por fin rompió su silencio y le hablo en el desayuno.
- Ha sido idea tuya involucrar a los Slytherin, no es justo pedirle a Hermione que les ruegue entrar al grupo… si los quieres como aliados deberás hablar personalmente con ellos y asegurarte que no traicionen al grupo secreto de defensa.
Hermione miro a Ron con orgullo y mejillas sonrojadas, admirada de verlo al fin madurar.
- Cierto… mi culpa. Hablare con ellos y me asegurare de su lealtad antes que nada. Me agrada que al fin maduraras un poquito más Ron... Quizá si maduras lo suficiente seas un buen esposo para mi querida Mione, futura ministra de magia.
Ver a sus amigos sonrojados como tomates, hablando entrecortadamente intentando negar sus palabras hiso que Harriet soltara grandes carcajadas… Hacía mucho que no reía tan sinceramente.
Harriet uso el mapa del merodeador para buscar a Nott, mago que era actualmente su excéntrico dramático amigo; ideal para iniciar. Lo encontró leyendo plácidamente en la torre del reloj.
- Hola Theo… que coincidencia encontrarte… por aquí… - dijo Harriet agitada, luego de subir las escaleras de la torre a toda prisa.
El atractivo joven despego los ojos de su libro para observarla.
- Si… que coincidencia Harriet. ¿Qué te trae esta hermosa tarde a mi escondite predilecto? - sonrió él, un hoyuelo se formó en su mejilla izquierda.
- Necesito tu ayuda- dijo con sinceridad la pelinegra.
- ¿Ayuda?, ¿Estas bien?, ¿Estas herida?... no pareces herida- Theodore dejo de sonreír para examinarla con la vista intentando encontrar alguna lesión.
- No, estoy bien- ahora Harriet sonrió- Necesito tu ayuda para comenzar el proceso de integración de la noble casa Slytherin a Hogwarts. Quiero que tú y tus mejores amigos me ayuden a dejar atrás los viejos rencores de los fundadores, las divisiones de casas y la falsa superioridad de estas.
- ¿Perdón?, ¿Como se supone que logres algo así?
- Integración y un propósito en común- respondió Harriet muy segura- Umbridge no nos deja practicar magia de defensa contra las artes oscuras, Hermione propuso formar un grupo de estudio secreto para aprender magia. Quiero que te unas a nosotros con tus mejores amigos.
Theodore se levantó de su asiento, cerro su libro y camino hacia Harriet, acorralándola en la pared de piedra, invadiendo su espacio personal.
- ¿Cómo sabes que no te traicionare?, ¿Cómo sabes que no te delatare con Umbridge en la primera oportunidad que tenga? - Theodore se acercó mucho a Harriet.
Sus narices casi se tocaban.
- No lo harás- Harriet no retrocedió, no se dejó intimidar por su postura de poder- Porque eres mi amigo y creo en ti.
- Mi padre es un Mortífago…- susurro Nott, múltiples emociones bailando en sus ojos- Respondió al llamado del señor tenebroso, volvió a sus pies jurando lealtad, ¿Cómo sabes que no te entregare al viejo mago oscuro para salvar mi propia vida cuando las cosas se pongan feas?
Harriet sonrió, Theodore intentaba ser intimidante, amenazante, irguiéndose en toda su altura; pero ella podía ver a través de su máscara… ahí solo había un niño asustado.
- Porque sé que tú no eres tu padre- Harriet levanto su mano y acaricio la mejilla de Nott- No corresponde a los hijos cargar con los pecados de los padres… debiste tener unas vacaciones más horribles que las mías. Lo siento, si hubiera sido más fuerte, si hubiera escapado, Voldemort no habría obtenido mi sangre… no habría resucitado y tú no te habrías vuelto obligado a cargar con múltiples noches de insomnio.
Las palabras parecieron romper algo en Theodore, sus ojos brillaron de lágrimas. Harriet lo abrazo, ofreciendo consuelo, el mago la envolvió en sus brazos, ocultando su rostro y su vulnerabilidad a la pelinegra en su hueco del cuello … quería sollozar pero tenía mucho orgullo. Harriet acaricio su suave pelo rizado y comenzó a cantar suavemente.
When you were here before
Couldn't look you in the eye
You're just like an angel
Your skin makes me cry
You float like a feather
In a beautiful world
I wish I was special
You're so fuckin' special
But I'm a creep
I'm a weirdo
What the hell am I doin' here?
I don't belong here
El joven Slytherin sollozaba audiblemente al llegar al coro de la canción, por lo que Harriet aumento la fuerza de su voz, en un intento por permitirle privacidad para que pudiera soltar tantas emociones reprimidas… era obvio que no había contado a nadie todo lo que le estaba pasando, ni a sus mejores amigos.
I don't care if it hurts
I wanna have control
I want a perfect body
I want a perfect soul
I want you to notice
When I'm not around
So fuckin' special
I wish I was special
But I'm a creep
I'm a weirdo
What the hell am I doin' here?
I don't belong here.
Theodore la abrazo como si fuera un salvavidas, su cuerpo temblaba notoriamente, pero Harriet no paro de cantar.
She's running out the door (run)
She's running out
She run, run, run, run
Run.
Los sollozos de Nott se calmaron, dejo de temblar, dejo de abrazarla como un oso hambriento, volvió a ser el mago cortes que la trataba con delicadeza.
Whatever makes you happy
Whatever you want
You're so fuckin' special
I wish I was special
But I'm a creep
I'm a weirdo
What the hell am I doin' here?
I don't belong here
I don't belong here
Nott por fin se había calmado cuando termino de cantar Creep, de Radiohead en una versión acústica.
Pero aun así Harriet siguió acariciándole la espalda, brindándole suaves masajes… cuando de repente se escuchó como alguien terminaba de subir todas las esclareas de la torre del reloj y se aproximaba velozmente hacia ellos.
Era Draco Malfoy.
Con su atractivo rostro pigmentado de rosado por el esfuerzo de correr escaleras arriba. Al verlos juntos frunció fuertemente el ceño.
“¿Qué hacía él ahí?” - se preguntó mentalmente Harriet.
Escucho susurrar algo a Theodore, cuando el joven levanto el rostro de su hombro no tenía rastros de lagrima alguna o de ojos hinchados por el llanto.
Por Merlín… necesitaba conocer el nombre de ese hechizo. Porque definitivamente el mago había llorado, lo sabía porque su hombro estaba mojado.
Nott volvió a murmurar algo más y de repente Harriet sintió como la humedad en su uniforme desaparecía.
- Debes enseñarme esos hechizos- susurro Harriet al fascinante mago.
- Luego- prometió Theodore, guiñándole el ojo.
- ¡¡¿Qué demonios están haciendo aquí arriba, solos?!!- rugió Malfoy, molesto, enseñando los dientes.
“Guau, si parece un dragón… su madre acertó colocándole el nombre correcto”- pensó Harriet.
- Lo siento amigo, me entretuve de más… no entiendo por qué tu enfado, no rompimos ninguna regla o toque de queda.
- Así es Malfoy… ¿Qué te pasa a ti? - pregunto confundida Harriet.
Malfoy los miro como si tuviera daga en los ojos.
- Sepárense y dejen de abrazarse, decreto educacional numero 31… brujas y magos no están permitidos acerca a menos de 30 cm de otro. Perderán puntos, respetare las reglas como prefecto que soy… - replico mordaz Malfoy.
- Oh vamos amigo, no puedes culparme por abrazar a Harriet… - Algo pareció brillar en los ojos de Theodore y no eran precisamente lágrimas, una sonrisa traviesa bailo en sus labios- Es tan suave, adorable y hermosa, que no me pude resistir a sus encantos.
- Theodore…- Malfoy lo miro con frialdad.
- Tiene las curvas perfectas en los lugares adecuados- sonrió Theodore, abrazándola con delicadeza.
- ¿Theo?- Harriet no entendía que pasaba por la mente de su amigo Slytherin.
- Y huele delicioso... Tal vez le proponga ser la madre de mis hijos, una joya como ella no es para una sola noche sino para toda la vida- Para afirmar sus palabras, Nott beso el cuello de Harriet, cerca de la yugular.
Harriet soltó un gemido de sorpresa… ¡Ese lugar le daba cosquillas!
- Theodore Nott, más vale que corras- rugió Malfoy, molesto como nunca lo vio Harriet.
El Slytherin de cabello negro rizado se alejó riéndose, antes de desaparecer levanto un pulgar hacia arriba a Harriet, gritando “Aceptooo”
Harriet sonrió sorprendida ¡El joven Slytherin había aceptado su propuesta de pertenecer a su grupo secreto de defensa contra las artes oscuras!... Ojalá pueda convencer a sus amigos para que unirse e ir todos juntos a la reunión secreta que Hermione planeaba en-
- ¡Imperius! - grito Malfoy, “Hechizándola”- Quédate quieta y olvida todo lo que sucederá en los próximos cinco minutos… sería más tiempo pero debo ir a asesinar a un amigo.
“¿Qué?”- Harriet no entendía porque demonios Malfoy le había lanzado un imperdonable cuando era más que obvio que el origen de su enfado había escapado corriendo bajando las escaleras de la torre.
- Quieta- “Ordeno” Malfoy, para proceder a acercarse, eliminar su espacio personal y abrazarla.
“Urggg, porque a mí”- se lamentó internamente Harriet, esforzándose por permanecer con una cara neutral.
¿Acaso era una especie de juego?, ¿Una rivalidad por cuantas chicas conquistaban?, ¿Cosas de hijos únicos que ella desconocía?... Pero ese infierno solo duraría cinco minutos como Malfoy “Ordeno”, se consoló Harriet, aguantando las ganas de vengarse y hechizarlo.
- Hueles como ese idiota- murmuro Malfoy.
“Pues literalmente se deshago conmigo”- pensó Harriet, aunque no noto ningún olor diferente en ella…
- El maldito se atrevió a lamerte- mascullo el rubio.
“Fue un beso, no una lamida… aunque eso me sorprendió tanto como a ti, casi me rio”- replico en su mente Harriet.
- Borrare eso- dijo decidido Malfoy.
“¿Borrar?, ¿A qué te refieres con bo-”
Malfoy le lamio la yugular, Harriet brinco de la sorpresa y se clavó las uñas a las palmas para evitar reírse.
- Listo, borrado… Ya pasaron cinco minutos, hora de dejarte ir- informo Malfoy, satisfecho.
“Para que vayas a asesinar a tu amigo… que juegos tan retorcidos tienen los hijos únicos”- pensó Harriet.
Y sin más, Malfoy corrió escaleras abajo, gritando por Nott.
- Fiiiiiu, por poco me rio. Malfoy es un idiota, volvió a “maldecirme”, volvió a lanzarme un imperdonable. Iré de inmediato con abue-
Harriet se cortó en el acto, aunque quisiera hablar con el viejo mago, este mantenía sus puertas herméticamente cerradas para ella.
Estaba sola en eso, Malfoy había ganado… Y Hogwarts tal vez celebre pronto un funeral.
Harriet se rio, era divertido enojar a Malfoy; verlo convertirse a un rosado oscuro de furia le arrancaba carcajadas. Quizá los juegos de Theo no eran tan enfermizos como pensó en un principio.
Pero ser besada y lamida era excesivo, ella no era un hueso o barra de chocolate. Debía hablar con su amigo de uniforme verde y explicarle que no le gustaba ser metida en sus juegos Slytherin.
La primera reunión para formar parte el grupo secreto de estudio, se dio en octubre, una mañana de un nublado sábado, Hermione propuso aprovechar la salida típica a Hogsmeade para citar a los interesados en una taberna no tan concurrida como las tres escobas y no por ende no parecer sospechosos. El punto de reunión se dio en la posada menos concurrida de toda la aldea mágica lugar alejado de las calles centrales.
Ver al anciano dueño de la taberna a los ojos le recordó demasiado a los azules ojos amables de su ex abuelo; una punzada de dolor le presiono el corazón y giro la mirada para dedicarse a observar el lugar. Entendiendo de inmediato la poca a nula clientela en la taberna, lugar lúgubre por el cual casi no entraba luz del día debido a las capas de mugre en las ventanas, suelo tan sucio que más parecía tierra acumulada por falta de limpieza, mesas y sillas con unas cuantas velas alumbraban el espacio… un fuerte olor a cabras completaba el tétrico lugar.
- ¿No podrías haber elegido una mejor taberna? - Ron se veía disgustado de estar en ese lugar.
- ¡Ron!, el dueño está a unos metros, ¡No puedes hablar así!, es de mala educación- resondro Harriet.
- Busque un lugar alejado donde no levante sospechas un grupo de alumnos reunidos - se defendió Hermione.
- Me pregunto- dijo nerviosa Harriet- ¿Cuántos vendrán?
Ahora que estaban en el punto de reunión, Harriet no podía evitar sentir mariposas en el estómago, ¿Ella, enseñando?, ¿Podría hacerlo bien o sería más como el profesor Snape?, ¿Las personas que vendrían estarían de acuerdo en aprender con “La loca del profeta”?
Cuando el lugar comenzó a llenarse de estudiantes, la garganta de Harriet se había cerrado.
- Mione… futura ministra de magia… no puedo hablar- susurro nerviosa Harriet.
Hermione se veía tan nerviosa como Harriet, pero el halago la calmó.
- Tranquila, comenzaré yo- informó Hermione.
Esperó a que los estudiantes tomaran asiento, pidió unas bebidas para los asistentes al dueño del establecimiento para que no los echara y con un aplomo admirable se dirigió a los presentes… justo cuando se preparaba para hablar aclarándose la garganta, la puerta de la taberna se abrió, revelando a cuatro magos y brujas. Alumnos de Slytherin.
Murmullos llenaron la taberna al ver a los magos de la casa de verde, la mitad de ellos se veían indecisos a pasar y arrepentidos de estar en ese mugriento local.
- Hola… bueno… ya que todos estamos reunidos es hora de empezar…- Hermione esperó a que los cuatro Slytherin se sentaran juntos en un rincón de la taberna para oírla- Saben a lo vinieron, por un maestro… alguien con experiencia en defensas contra las artes oscuras- Hermione recorrió la mirada por los espectadores.
- ¿Por qué? - preguntó Ernie Macmillan.
- ¿Por qué crees? - ironizó Ron- Porque quien tú ya sabes regresó… tonto.
- Eso dice ella- refuto Zacharias Smith.
- Y lo sostiene Dumbledore- defendió Hermione.
- Lo dice porque ella lo dice, ¿Dónde están las pruebas? - contrataco Smith.
Harriet los miraba con sentimientos encontrados, aunque la ira ganaba terreno en su corazón.
- ¿Y si Potter nos dijera más sobre la noche que murió Diggory? -propuso Michael Corner.
Molestia, el sentimiento que gano en el corazón de Harriet fue la molestia, eliminando el miedo que sentía por hablar en público. Se levantó de un salto y se dirigió a los alumnos.
- No voy a hablar sobre Cedric…- a Harriet se le quebró la voz, frunció el ceño molesta- Si vinieron a eso váyanse ahora.
Harriet les dio la espalda.
No lloraría en público.
Definitivamente no lo haría.
- Vámonos Hermione, solo soy un circo para ellos- susurro Harriet.
- Espera Harriet, no puedes irte tan-
La taberna, llena de casi 24 alumnos comenzó a llenarse de susurros, pero una voz se destacó del resto, una pregunta inteligente de una brillante bruja de pelo rubio desordenado y excéntricos collares.
- ¿De verdad sabes hacer el encantamiento Patronum? - pregunto Luna Lovegood.
Callando en el acto todos los murmullos de los estudiantes.
Harriet dejo de fruncir el ceño y miro sorprendida a la rubia de ojos soñadores.
- Si, yo la he visto- afirmo Hermione.
- Lo leí de “Potter vigilancia”, creí que eran fantásticas historias inventadas por los gemelos Weasley… no sabía que podías hacerlo de verdad- dijo Dean Thomas
- Y mato al basilisco con la espada de Gryffindor que está en la oficina de Dumbledore en su segundo año- aporto Colin.
- ¡Me rescato de las garras de ese monstruo! - chillo Ginny.
- Y peleo con cien Dementores a la vez en su tercer año- dijo Ron.
- Sin contar que sobrevivió a un dragón, pruebas acuáticas, y el laberinto del torneo de los tres magos- dijo Neville.
- Y peleo tres veces contra ya saben quién, saliendo viva en cada enfrentamiento- se enorgulleció Hermione.
Los murmullos de admiración no se hicieron esperar. Pero Harriet no se sentía cómoda con los elogios, de hecho se sentía como una impostora, tomando crédito del esfuerzo de otros para si… como una versión femenina pequeña del ex profesor Lockhart.
- ¡Basta! - encaro a los estudiantes, esperando que cese el parloteo- Verán, eso suena sencillo cuando lo dicen así… pero la verdad es que solo fue suerte… algunas veces no sabía lo que hacía y siempre tuve ayuda.
- Es simple modestia…- dijo Hermione cortándola.
- No Mione, no… Enfrentar a esas cosas en la vida real no es lo mismo que en la escuela… si te equivocas en clase lo intentas al día siguiente… pero en el mundo real, cuando estas a un segundo de que te maten o de ver a un amigo morir frente a tus ojos… - a Harriet se le aguo la vista- No tienen idea de los que es.
Harriet dejo de observar a los estudiantes y se sentó en la sucia silla de madera, mirando fijamente el suelo.
- Por eso te necesitamos… para tener la oportunidad de defendernos de ya sabes quién- dijo Hermione con suavidad.
Harriet pestaño repetidamente para evitar llorar.
- ¿Él ha vuelto? - pregunto el joven Dennis Creevey.
- …Si- respondió Harriet- Lo hiso y cada día se vuelve más fuerte.
Esas fueron las palabras necesarias para que Cho Chang, Marietta Edgecombe, los hermanos Creevey, Dean Thomas, Seamus Finnigan, los gemelos Weasley, Lee Jordan, Ginny Weasley, Neville Longbottom, las gemelas Patil, Lavender Brown, Dean Thomas, Seamus Finnigan, Luna Lovegood, Ernie Macmillan, Alicia Spinnet, Zacharias Smith, Anthony Goldstein, Katie Bell, Susan Bones, Michael Corner, Justin Finch-Fletchley, Terry Boot, Angelina Johnson, Blaise Zabini, Theodore Nott, las hermanas Greengrass, y Hannah Abbott se unieron a lo que sería: el ejército de Dumbledore, anotando su nombre en un pergamino que Hermione trajo para la ocasión.
El trio de oro espero a que todos se retiraran para hablar con los cuatro Slytherin, si bien habían anotado sus nombres en el pergamino de Hermione, aún se mostraban distantes e indecisos.
-Theo, gracias por venir… gracias hermanas Greengrass y Zabini por unirse. Gracias por ayudarnos a dar el primer paso para abolir las riñas entre casas- dijo con sinceridad Harriet.
- No hay de-
- Potter, convenciste a Theo para que se una a ti… pero deberás saber que los Slytherin somos realistas, la rivalidad entre las casas no desaparecerá solo por integrarnos a una clase clandestina…- dijo Zabini.
- Si esta clase nos pone en peligro nos retiraremos, no te debemos fidelidad, solo estamos aquí para aprender- dijo ferozmente Daphne Greengrass, con los brazos en jarra, intentando parecer más grande.
- Lo entiendo… son asombrosos… por eso los elegí. Son igual que Theo, no muestran frialdad o arrogancia, no son extremistas de sangre- dijo Harriet sonriendo con amabilidad- No son mezquinos, tienen un corazón muy grande pero se esfuerzan por ocultarlo con palabras que pueden sonar rudas si no se entiende el contexto: Zabini siendo la voz de la razón y Greengrass siendo sincera desde el inicio, con una pose defensiva… pero la verdad solo proteges a tu hermana menor cubriéndola con tu cuerpo.
Theo sonrió con orgullo, Astoria Greengrass sonrojándose detrás de su hermana mayor, Daphne y Zabini la miraban como si la menuda bruja pelinegra tuviera dos cabezas. Harriet no pudo evitar soltar una carcajada por sus rostros.
- ¿Qué les dije?, ella es diferente a cualquier alumno- dijo Theodore, guiñando un ojo a Harriet.
- Nos comunicaremos pronto para acordar un lugar secreto ideal para practicar magia, así como el día y hora donde todos puedan asistir sin perjudicar sus clases- informo Hermione.
- Hecho, nos vemos ahí-dijo Theodore retirándose con sus amigos de la taberna.
Ron dejo de fruncir el ceño y silbo.
- No sé cómo lo haces, pero no pares Harriet… a veces da miedo como logras poner a tu lado hasta a los Slytherin más toscos- dijo Ron.
- Su habilidad para hacer amigos es una de sus más grandes cualidades- presumió Hermione de su mejor amiga.
El trio de oro se carcajeo, la bruja pelinegra vio por el rabillo del ojo como un tipo completamente vendado como si fuera una momia, abandonaba rápidamente la taberna.
Esa misma tarde Umbridge lanzo un nuevo decreto educacional.
Decreto educacional numero 68
Quedan disueltas todas las organizaciones estudiantiles, quien no acate este decreto será expulsado.
A Angelina Johnson casi le da un ataque enterarse que no podría ser la capitán de quidditch sin presentar una montaña de permisos para poder jugar como normalmente se hacía. La profesora McGonagall también se notó muy molesta por el polémico decreto.
Una tarde mientras caminaban para su siguiente clase, Neville les informo que encontró un lugar extraño que apareció de la nada mientras pensaba un lugar para practicar las clases secretas.
- Era un muro normal y de repente se convirtió en una puerta laborada de madera- dijo confundido el joven mago, sin entender lo que pasaba.
- OHHHH- chillo Dobby, asustando al trio y Neville- ¿Encontraron la sala de los menesteres?
- ¿La sala de los menesteres? - pregunto Harriet recuperándose del susto- ¿Qué es eso Dobby?
- Un lugar secreto encantado que aparece ante alguien que necesitas ayuda y siempre está equipada para sus necesidades.
- Neville, llévame a la sala de menesteres- pidió Harriet.
La sala de menesteres se hallaba en el séptimo piso justo en frente de un tapiz de Bárnabas el Chiflado, para hacerla aparecer se debía pasar frente a la pared despejada con la mente en claro de lo que se necesitaba.
Si Harriet pensaba que encontrar el lugar ideal para las clases era difícil, el nivel de dificultad empalidecía cuando se trataba de coordinar fecha y hora con los 32 integrantes, había alumnos con cursos extra curriculares, actividades de prefecto de sus mejores amigos, prácticas de quidditch que debía asistir con la estricta capitana Angelina Johnson y montañas de deberes para sus T.I.M.O.S
- Moriremos de viejos antes de empezar tu primera clase- decía derrotado Ron.
- Oh, no; aun debemos ver a Mione convertirse en ministra de magia… solo debemos crear una coordinación adecuada, justo como un juego de quidditch. La oportunidad de reunirnos aparecerá y la atraparemos.
La oportunidad apareció más pronto de lo que creyeron gracias a la ayuda de Luna, que estudio los horarios de todos los integrantes y hallo el tiempo perfecto de encajar las clases secretas.
El salón de los menesteres se acondiciono a un cuarto gigante de entrenamiento, con muñecos de madera tamaño humano para practicar hechizos de ataque. Harriet empezó la clase enseñando su hechizo que la salvo varias veces de la muerte: Expelliarmus.
- Puede parecer sencillo… y ofensivamente fácil para otros, pero gracias a este hechizo estoy delante de ustedes. Cada uno intentará aturdir a los muñecos de madera, no se frustren si el hechizo no les sale bien, la ira desequilibra la concentración para este hechizo… y para todos en general- instruyo Harriet.
Cada estudiante se puso a practicar el hechizo, en poco tiempo algunos ya mostraban dominio de desarme, mientras que otros no lograban avances. Harriet aumento la dificultad para los prodigios y se dedicó a guiar a los que se atrasaban.
- Estas moviendo la varita de manera errada- señalo Harriet a Colin- Observa, el truco está en la muñeca y su giro.
- Risos, si no sostienes con fuerza tu varita siempre saldrá expulsada- informo a Lavender.
- ¿Esa varita… te eligió o la heredaste? - pregunto a Neville al ver la incompatibilidad en el hechizo- ¿Puedo sugerirte visitar una tienda de varitas?
- Concéntrate, deja de pensar en otras cosas y siente tu energía conectar con la varita- instruyo a Cho.
- Intenta visualizar el hechizo antes de lanzarlo- sugirió a Daphne Greengrass
- Muy bien Luna- felicito a la joven rubia bruja.
- Hechizo perfecto Mione- sonrió Harriet guiñando un ojo a su mejor amiga.
- Debes ser más veloz, ese hechizo se caracteriza por el factor sorpresa- corrigió a Corner
- Si dominaste el desarme, entonces aumenta la potencia de tu hechizo para provocar destrucción- ordeno a Zabini.
- Alto, no debes mover tan brusco tu varita, sino con firmeza y rapidez- enseño a Spinnet.
- ¿Lanzaste el hechizo para desarmar o aturdir? - cuestiono a Smith.
- Realiza la mayor cantidad de hechizos, quiero ver cuál es tu limite, tienes mucho poder mágico- elogio a Ginny.
Harriet parecía una abeja volando de flor en flor, se sentía tan bien poder ser de utilidad y por fin sentirse como ella misma después de tantos meses de desconocerse.
Las clases aburridas con Umbridge dejaron de ser frustrantes… no por la bruja cara de sapo, sino porque ahora existía una maestra real que los guiaba con paciencia a todos por igual.
A pesar de tomar precauciones para no ser descubiertos como entrar a la sala de menesteres en pequeños grupos para no levantar sospechas, Filch logro notar como los estudiantes en el séptimo piso subían pero no bajaban por horas y al buscarlos jamás lograba dar con ellos.
- El siguiente hechizo que aprenderán será Desmaius, les aseguro que será uno de los que más útiles de su arsenal- dijo Harriet en una tarde de clases, caminando entre los alumnos- Sera el que más usaran para defenderse de los peligros exteriores, es esencial que lo dominen. Necesitare un voluntario para poder mostrar el efecto del uso correcto, ¿Alguien-
- ¡Yo! - grito Dennis Creevey entusiasmado.
A su lado, Colin lo veía molesto, tenía la mano alzada como voluntario, pero su hermano menor se le habían adelantado.
- Ok- sonrió Harriet- Dennis por favor, colócate en el lado opuesto de la sala. Chicos, colóquense a los lados, no quiero que nadie salga dañado.
A pesar de ofrecerse como voluntario, el niño Dennis comenzó a dudar y ponerse nervioso por ser objeto de las miradas de los estudiantes.
- Movimiento con la varita de forma vertical, color que emanará la varita luz roja, efecto aturdir a la víctima- repaso Harriet- Adelante Dennis, intenta tu mejor tiro.
Dennis trago saliva y alzo la varita.
- ¡Desmaius! - grito el niño moviendo la varita de forma vertical con fuerza.
Su ataque fue tan potente que lanzó al niño para atrás mientras que Harriet fue arrojada de espalda varios metros al suelo, cayendo estrepitosamente en el piso de piedra… tuvo que tener mucho cuidado para que su falda no rebelara su prenda interior, se alegro de usar incomodas pantis negras ese día.
- Bien… muy bien- dijo Harriet levantándose del suelo- En serio, muy bien hecho Dennis.
La clase aplaudió, Harriet ordenó practicar duelos improvisados en parejas. Los que pusieron el ejemplo pasando al frente fueron Hermione y Ron, donde para sorpresa de nadie, Hermione terminó lanzando a Ron al suelo, ganando el duelo mágico.
Ron se puso rojo por ser derrotado.
- Caballero de brillante armadura, Hermione es una excelente bruja… recuerda que le dio un puñetazo en la cara a hurón blanco en el tercer año- susurró a Ron, consolándolo.
Recordar el golpe de Hermione hacia el rubio levanto el ánimo del pelirrojo, haciéndolo reír.
Filch estaba decidido a atrapar a los estudiantes que desaparecieron tras los muros de piedra del séptimo piso, al punto de hacer guardia y hasta cenar sentado, esperando ver a los alumnos. Pero sus intentos eran en vano, la sala de los menesteres se adecuaba los peligros del exterior, creando una salida extra por la zona lateral… zona que no vigilaba Filch, escapando todos a salvo.
Una tarde, Umbridge impuso otro decreto.
Decreto educacional número 82
Todos los estudiantes serán sometidos a interrogatorios sobre supuestas actividades ilícitas.
Con Umbridge interrogando alumnos, una estresada Angelina Johnson como capitana de quidditch que casi Umbridge no la deja crear el equipo de Gryffindor por sus reglas tontas, montañas de tareas por parte de los profesores para sus T.I.M.O.S, elección de hechizos para las clases clandestinas, Harriet estaba casi agradecida por el caos en su vida… eso la mantenía cansada y por ende no tenía pesadillas, solo sueños extraños, donde ansiaba abrir una puerta de madera negra.
- Escuche que les hace pasar a su oficina y les pregunta cosas mientras beben té- informo Hermione a Harriet con urgencia, el día de su interrogación era esa tarde.
- La última vez le amenacé Mione, dudo mucho que la gárgola me invite té… pero descuida, estaré bien. ¡Como desearía una grabadora!
- ¿Qué es una grabadora? - pregunto Ron.
- Un objeto muggle que te permite registrar las ondas sonoras sobre un soporte magnético, el más preferido por todos son el casete.
- ¿Qué es un casete? - dijo más confundido Ron.
- Es el formato de grabación de sonido, es una caja plástica delgada, más pequeña que la palma de una mano, con dos carretes y una cinta magnética.
- No entiendo- Ron sentía que le hablaban en otro idioma.
- Un invento muggle que me habría permitido capturar la conversación que tendré con cara de sapo aplastado, pudiendo hacer escuchar a otros el abuso de esta hacia mi… hubiera sido la evidencia perfecta de su sadismo.
- Intenta poner tu mente en blanco… no pierdas la paciencia ni caigas ante sus provocaciones- aconsejo Hermione.
-Es más fácil decirlo que hacerlo, hasta la profesora McGonagall tiene peleas casi diarias con esa mujer- suspiro frustrada Harriet.
- Nunca dije lo contrario- recalco Hermione- Solo… prométeme que te cuidaras, ¡Y no la obedezcas si te obliga a usar su pluma sangrienta!
- Te lo prometo Mione.
La tarde llego, al ir a la oficina de Umbridge, vio con ansiedad que la vieja gárgola había reservado su tarde solo para interrogarla a ella personalmente y sin prisas.
“Demonios…”- Harriet sudo frio por la anticipación del encuentro- “Va en serio”
Umbridge le hizo pasar a su oficina, tan rosa e infestada de platos de gatitos como recordaba la última vez que vino.
- Un placer tenerte de vuelta Potter- dijo sonriendo la aterradora mujer.
- No puedo decir lo mismo- suspiro cansada Harriet.
La trabajadora del ministerio perdió por un momento su sonrisa, molesta por la actitud de Harriet, hasta que se puso a servir té en una taza rosa.
- Solo charlaremos Potter, ¿Por qué no pruebas este exquisito té?, es de mis preferidos- ofreció Umbridge una taza que llego levitando a las manos de Harriet.
- Preferiría un zumo de calabaza, ¿No tendrá uno por ahí?
- He dicho que tomes el té- ordeno Umbridge.
- ¿Qué tal cerveza de mantequilla?
- ¡Toma él te ya!
- Está bien, está bien… Dios, este té debe tener mucha cafeína, eso es obvio al ver su comportamiento- refuto Harriet.
- ¡Ahora, Potter!
Harriet tenía el presentimiento que el dichoso té sería peor que la pluma sangrienta.
“No puede envenenarme… no puede hacerlo. Tengo amigos que se darían cuenta de mi ausencia”
Harriet intento burlar a la mujer, fingiendo tomar el brebaje, pero Umbridge era astuta… no le importaba cuanto tiempo llevara Harriet la taza a su boca, al final de la charla quería la taza vacía. Harriet se vio obligada a tragar el contenido de la taza. Para su sorpresa no le provoco ningún malestar… el té no sabía a nada extraño o peligroso.
- Ahora Potter, ¿No hay algo que te gustaría decirme?
Al principio Harriet no noto nada diferente… hasta que el brebaje de Umbridge comenzó a calentarle el cuerpo, relajando sus extremidades y su boca. Era una sensación parecida a cuando le lanzaban un Imperius, como si el hechizo imperdonable se hubiese trasformado en un líquido. Harriet recordó una de las amenazas del profesor Snape en su cuarto año.
“Poción de la verdad, tres gotas son suficientes para que rebeles todos tus secretos…”
- Si… su té es muy relajante, de repente tengo un poco de sueño, ¿Me podría dar la receta?, seguro que con este brebaje dormiré muy bien todas las noches y evitare pesadillas- dijo Harriet.
“Cara de sapo vertió poción de la verdad en el té…”
Umbridge perdió la sonrisa de la cara… esa no era la respuesta que esperaba.
Harriet pensó que si era capaz de luchar contra un Imperius, también debía ser resistente a la poción de la verdad. Luchar contra los efectos del brebaje era difícil, se sentía arrastrada por una corriente invisible y su lengua parecía querer brincar de su boca.
“No diré nada comprometedor, no diré nada comprometedor, ¡No diré nada comprometedor!”
- No, no, no, bebe más té, bebe más…. Eso es, toda la taza- ordeno Umbridge.
Harriet bebió más té.
- Empecemos de nuevo: me refiero a que si usted tiene un secreto difícil de guardar- presiono Umbridge.
“No diré nada comprometedor, no diré nada comprometedor, ¡No diré nada comprometedor!”
- Si… me… me gustan sus platitos de gatos, ¿Me regala uno?, tiene como cincuenta… También… también le digo cara de sapo aplastado, pero no es su culpa, es culpa de la genética y-
- ¡Silencio! - chillo Umbridge perdiendo nuevamente su sonrisa, sus mejillas estaban rojas por la rabia que sentía- Potter, rebela tus más profundos secretos ahora mismo.
La boca de Harriet quiso hablar de todo lo que paso esos meses, pero Harriet se obligó a no ser arrastrada por la poción.
“No diré nada comprometedor, no diré nada comprometedor, ¡No diré nada comprometedor!”
- Creo que es una profesora terrible, no tiene madera de docente… creo que la muerte de Cedric poco a poco me duele menos… creo que mis mejores amigos se casaran y yo seré la tercera rueda… creo usted es una de las peores cosas que le paso a Hogwarts…. y que su té me está provocando mucho mucho muchoooo sueño- Harriet bostezó sonoramente, felicitándose mentalmente por no decir nada comprometedor y solo otras verdades… la poción era poderosa pero Harriet con esfuerzo controlo su boca- Tengo sueño… ¿Pero no es muy temprano para dormir?
La vieja bruja clavo sus uñas en las manos de Harriet en un afán de obtener su atención. Aun así, a pesar del dolor, la pequeña bruja tenía dificultad para mantener los ojos abiertos.
- ¿Manejas un grupo clandestino de estudiantes? - chillo molesta Umbridge.
“No diré nada comprometedor… no diré nada comprometedor…”
- Los estudiantes… no son carros para manejarlos- Harriet se rio de su tonto chiste, pero la dificultad para mantener los ojos era persistente- Tengo sueño profesora… ¿Puedo dormir un momento?
Umbridge dejo de arañar las delicadas manos de Harriet, rebelado ocho media lunas con sangre muerta debajo.
A Harriet no le importo, moría por dormir unos minutos, sentía la mirada vidriosa, apenas pudo escuchar las palabras de Umbridge.
- Creí que si te daba media frasco de veritaserum aflojarías la lengua… parece que te causé una sobredosis… debí darte tres gotas, como a cualquier alumno.
Harriet cerro los ojos, apoyo su cabeza al hombro.
- ¡Potter!, ¡Potter! - grito Umbridge sacudiéndola por los hombros, haciendo que la pelinegra abra a duras penas los ojos- ¡Despierta!, terminamos, ¡Vete de mi oficina!
-Tengo… sueño- se quejó Harriet.
- Ve a tu cama a dormir- ordeno Umbridge.
Antes que pudiera replicar, Harriet fue arrastrada hacia la salida, terminando el los pasadizos de Hogwarts.
“El suelo se ve muy… cómodo…. Tengo sueño… muero por dormir”
Harriet intento caminar a su torre, pero apenas podía mantenerse consiente, caminar era titánico cuando no había energía para mover las piernas, su visión se desenfocaba y se tornada oscura por los bordes. Intento alejarse, pero sentía que no había avanzado mucho.
Hasta que su visión la traiciono volviéndose por unos segundos todo negro.
Caería al suelo y dormiría para siempre en el pasadizo… Pero el golpe del impacto contra suelo de su cuerpo jamás llego, alguien la había atrapado.
- Gra… cias- susurro Harriet a su salvador. Estaba tan cansada que apenas no pudo identificar quien la tenía atrapada en sus brazos con tanta delicadeza.
Al ver la capa verde y sentir la falta de curvas del cuerpo que la atrapo, dedujo que su salvador era un alumno de Slytherin… No tenía energías para levantar la cabeza y ver a su salvador, ¿Quizá era Theo?, ¿O tal vez Zabini?
- ¡Potter!, ¿Qué ocurre?, ¿Estas bien?
Harriet se sentía bajo el agua, todo se desdibujaba a su alrededor y apenas entendía las palabras de quien la tenía en brazos. Lo único que parecía funcionar bien era su olfato. Registro un olor a manzanas.
- Bien… estoy… estoy bien. Solo… tengo mucho… sueño- respondió quedadamente Harriet.
A partir de ahí, Harriet entro en un estado de inconsciencia que la soltaba de vez en cuando, la pelinegra apenas pudo ver pedazos de lo que ocurría a su alrededor: el Slytherin que la atrapo la llevo cargando en sus brazos como si de una princesa se tratase a gran velocidad como si huyera de la muerte, Harriet cerro los ojos. Al volver a abrirlos se encontraba en la enfermería, sintió como le acariciaban la mejilla y una sensación cálida en la frente, escucho gritos de preocupación y capto pedazos de conversación, al parecer alguien la había intoxicado y su cuerpo había intentado protegerse desconectándose del mundo, entrando en un estado de inconsciencia.
Cuando tuvo fuerzas para abrir los ojos parecía ser de día, oyó el canto de los paritos, pero se sentía muy cansada como para moverse e ir a clases.
- Duerme Potter- ordeno la medibruja- Ahora todo está bien.
Harriet obedeció feliz… dormir por unas horas era lo único que quería. Se sumergió de lleno en la oscuridad de la inconsciencia.
Se despertó en la noche, Hermione y Ron estaban a su lado. Cuando su mejor amiga la noto despierta, esta se arrojó sobre la pelinegra.
- ¡Oh, Harriet!, ¡Me tenías muy preocupada! - chillo la inteligente bruja con lágrimas en los ojos.
- Mione…- la voz de Harriet estaba ronca, abrazo a su amiga intentando tranquilizarla- ¿Qué paso?
- Te intoxicaron compañera- informo Ron- Tu magia intento pelear y se desconectó de todo, haciéndote caer en la inconsciencia… Dormiste por tres días.
- ¡Tres días! - exclamo Harriet- Yo sentí que apenas pasaron unas horas… He perdido mucho tiempo… Angelina me va a matar por faltar a las prácticas de quidditch.
- ¡Te envenenaron! - chillo Hermione, apartándose de Harriet- ¿Quién fue?
Harriet no recordaba que alguien le diera una pócima extraña… solo una taza de té…
- Cara de sapo aplastado… en medio de mi soñolienta escuche que uso medio frasco de poción de la verdad… Creo que quería que le rebelara todo que pudiera.
Sus amigos perdieron el color en sus rostros.
- ¡Esta demente!, ¡La poción de la verdad está regulada por el ministerio y prohibida su uso en lugares no aprobados!, ¡Tres gotas son más que suficiente para interrogatorios!
- ¡Te pudo suceder algo peor que dormir por tres días!, ¡Debes denunciarla!
- ¿A quién?, Dumbledore no me habla, ya ni puedo entrar a su oficina… y Fudge nunca me creería, recuerden que para el mundo soy la niña que mintió. Estamos solos en esto chicos.
- Pero…- dijo sin entender Ron- Antes lo tuteabas y hasta escuche como lo llamabas cariñosamente abuelo, ¿Qué paso?
- Eso mismo me pregunto… me ha ignorado desde el juicio en el ministerio.
Para quitar la cara de derrota de sus amigos, Harriet les conto con lujo de detalle lo ocurrido en la oficina de Umbridge, sacándole risas. Una parte de ella estaba furiosa con cara de sapo pero otra estaba orgullosa por resistir los efectos de la poción de verdad. El ejército de Dumbledore estaba a salvo… al menos por ahora. Debian de seguir aprendiendo antes de que Umbridge los atrapara.
Pero las cosas se complicarían con cada interrogación estudiantil … Umbridge sabia del ejército de Dumbledore y ahora intentaba cazarlos.
- El momento que más temíamos llego compañeros, Umbridge interrogara a todos los alumnos para intentar dar con nosotros… este grupo de estudio se está volviendo peligroso. A partir de ahora priorizare su seguridad, son libres de retirarse de las clases si sienten que no pueden sobrellevar la presión… Umbridge es una bruja sádica, goza el sufrimiento ajeno; temo que les hagan daño. Las horas de clases se-
- No puedes hablar en serio.
- Eso sería lo que cara de sapo quiere.
- No le puedes dar el gusto.
- Si nos retiramos ella ganaría.
- Debemos practicar y deshacernos de Filch.
Harriet se sorprendió de las reacciones de los alumnos, no querían dimitir.
- Utilizo una pluma sangrienta conmigo, sin importarle que sea “la niña que vivió”- dijo Harriet, sosteniendo en alto a vista de todos, la pluma laborada de Umbridge- Es posible que los torture para conseguir información. Entienda, no los pondré en peligro… creo que me interrogo con veritaserum.
Murmullos estallaron en la sala de menesteres de preocupados estudiantes.
- Y aun así te resististe, no nos delataste… el veritaserum no es infalible, por eso no se usa mucho en los juicios del ministerio- dijo Nott- Oí el rumor que te dio medio frasco, esa poción dura 28 días en ser preparada, apuesto que te tomaste toda nuestra ración… Estaremos a salvo del veritaserum al menos por casi un mes, no nos pasara nada malo. Los que teman de la poción pueden ofrecerse como voluntarios para los interrogatorios, apuesto que Umbridge priorizara sus turnos creyendo que traicionarán al grupo.
- Creo poder tolerar un poco de peligro si las clases siguen tan educativas como hasta ahora Potter- dijo Zabini, dando un paso al frente.
Los alumnos lo veían impresionado, Slytherin que no huían del peligro.
- Y puedo tolerar unos minutos de dolor… si esa vieja bruja quiere interrogar a todo Hogwarts solo tendrá minutos para conversar con cada estudiante- razono Astoria Greengrass.
- Puedo quejarme con mis padres si algo malo nos pasa- aporto la mayor de las Greengrass- Debo de admitir Potter, que nunca en mi vida pude aturdir algo… quiero seguir aprendiendo.
Nott soltó una risa feliz y se paró al lado de sus amigos.
- Harriet, los que quieren decir mis mejores amigos, es que estos cuatro miembros de la casa Slytherin te juramos lealtad, no delataremos la existencia de este grupo secreto. Si cara de sapo nos captura, no será por uno de nosotros.
Los estudiantes presentes estaban anonadados por ese extraño suceso, no todos los días veías a un Slytherin hacer una declaración de lealtad tan abiertamente. Harriet se acercó al grupo de verde, parándose frente a Nott.
- Un Gryffindor moriría por ti- Harriet tendió la mano a Nott.
- Un Slytherin mataría por ti- Theodore estrecho la mano de Harriet con firmeza pero delicadeza.
- Muchas gracias, Theo, Zabini y hermanas Greengrass.
- Así que ni se te ocurra disolver el grupo de estudio- dijo Zabini, cruzándose de brazos.
- No lo hare- dijo Harriet con sinceridad, giro hacia los demás alumnos- ¿Qué me dicen compañeros, desean seguir o retirarse del grupo de estudio?
La respuesta fue clara, los Gryffindor tenían demasiado orgullo y rabia contra Umbridge como para dar un paso al costado, los Ravenclaw ansiaban conocimiento… aunque Harriet pudo ver que unos cuantos estaban inseguros y sentían cierta presión. Con los Hufflepuff ni siquiera tuvo que preguntar, los hurones eran trabajadores incansables de lo correcto y justo, su sentido del deber les instaba a aprender y proteger al que necesitara ayuda.
- Entonces el grupo de estudio no se disolverá, ninguno desea retirarse, muchas gracias por mantenerse firme contra la tiranía de Umbridge. Ahora, Hermione acaba de crear un ingenioso sistema de comunicación para reunirnos sin la necesidad de lechuzas o recados: Galeones encantados. Cedo la palabra a Hermione para les explique cómo funciona su invento.
- Gracias Harriet… verán, como estaremos bajo vigilancia, pensé en un método instantáneo de comunicación a través de un objeto, un galeón falso, el cual-
A los Ravenclaw no pareció gustarles una comunicación parecida a la que usaba Voldemort para comunicarse con sus Mortífagos, después de todo Hermione se había inspirado en el sistema de la marca tenebrosa, pero no discutieron la efectividad del método.
Notes:
Otro capítulo actualizado en otro hermoso miércoles, si… extenso de nuevo… léanlo con paciencia hermosos humanitos, deje volar mi imaginación, debo crear alianzas y momentos hilarantes que servirán para el futuro... Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 39
Summary:
Brigada inquisitorial, clases de oculmancia, navidad en la mansión Black, fuga masiva de Azkaban y el ataque a la sala de menesteres.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Los días pasaron, más tareas y decretos educacionales. Los galeones falsos que se calentaban en sus bolsillos señalando la fecha y hora de reunión para las clases de defensa.
- Gracias a todos por asistir a otra clase, gracias Hermione por los galeones, son fantásticos. Hoy practicaremos el maleficio de rechazo Flipendo contra los muñecos de madera... sé que es un hechizo que debimos aprender en primer año, pero nunca desprecien un hechizo por su sencillez. Quienes terminen de dominar el hechizo, recordarán el encantamiento Verdimillious hasta llegar a su versión más poderosa, terminarán con Fumos, muy útil para dificultad la visibilidad de su atacante... Ahora que Umbridge está cazándonos debemos aprender y recordar la máxima cantidad de hechizos útiles en duelos, estoy segura que dominarán los hechizos. Todos ustedes tienen gran potencial.
Harriet vigilaba a cada estudiante, unos como siempre progresaban rápidamente, pero otros aun tenían dificultades para dominar el hechizo Expelliarmus, como Neville. Eso no era normal.
- ¿Neville, esa varita te escogió o la heredaste? - Harriet pregunto a su amigo que se veía frustrado por no ser capaz de lanzar el hechizo.
- Me aconsejaste buscar otra... pero mi abuela no lo permitirá, esta varita le pertenecía a mi padre, era un Auror muy fuerte... se espera que sea como él, aunque no tenga idea como lograr esa hazaña.
- Estoy segura que podrías realizar mejores hechizos con otra varita... no quiero faltarle el respeto a tu padre, pero no puedo evitar notar incompatibilidad mágica. Ron también heredo una varita de sus hermanos mayores y sus hechizos no eran tan buenos como cuando tuvo su propia varita en tercer año. Prométeme que lo intentaras -Harriet noto dudas en Neville, por lo que se apresuró en agregar- No eres un mal mago, solo es tu catalizador de magia... no es adecuado para ti... piénsalo, ¿Sí?
- Hablare con mi abuela...- prometió Neville.
Harriet asintió y se alejó del joven mago para dirigirse a los demás estudiantes. Luego de un tiempo prudente la pelinegra hablo en vos alta.
- Bien, nos separaremos en grupos, quienes terminen con los hechizos seguirán con La maldición de parálisis de cuerpo entero: Petrificus Totalus. Asegúrense de colocar unas colchonetas detrás de quien realizaran el hechizo, no quiero heridas evitables- dijo Harriet, mostrando el rincón de la sala de menesteres que hiso aparecer mágicamente colchonetas a petición de la pelinegra.
Sabían que estaban siendo buscados por Filch, pero eso no evito que los gemelos Weasley se vengaran del conserje dándole golosinas de broma. Harriet aprobó la noción mientras no los atrapasen o pusieran en peligro.
- ¿Por quién nos tomas princesa?, sabemos movernos por el castillo más que ninguno- refutaron los gemelos.
Montañas de tareas, prácticas de quidditch casi diario por el partido contra Slytherin, interrogatorio a sus amigos... días demasiado tortuosos, hasta que Umbridge saco un nuevo decreto.
Decreto Educacional número 98
Los estudiantes que deseen unirse a la brigada inquisitorial para subir sus notas, inscríbanse con la suma inquisidora.
Solo los Slytherin se unieron a esa organización.
Se los podía identificar entre sí mediante una pequeña insignia plateada que relucía en el pecho de cada integrante, marcadas con una "I". Los integrantes eran: Draco Malfoy, Gregory Goyle, Vincent Crabbe, Pansy Parkinson, Millicent Bulstrode, Graham Montague, C. Warrington, Argus Filch, Warrington, la Sra. Norris.
Su nivel de autoridad era mayor que de los prefectos, pudiendo quitar puntos con gran soltura.
- Draco es mi amigo... pero a veces se comporta como el más grande idiota de la tierra- dijo Theodore cuando salían de clases clandestinas de defensa- Pero he de admitir que hacía mucho tiempo no veía a su grupo tan orgulloso de ser reconocidos... aunque sea el reconocimiento de una bruja cara de sapo. Se dice que antes que llegaras a Hogwarts, Slytherin arrasaba con reconocimientos que los alumnos de verde se esforzaban por sumar día a día para ganar la copa de las casas.
- No entiendo- dijo Harriet confundida. Su estómago rugía por comida luego de impartir clases.
- Él quiere reconocimiento, tanto como lo quiere tu amigo Weasley... los chicos son más fáciles de entender que las chicas... Hubieras visto el brillo de orgullo feliz en su cara y en la de sus amigos.
- ¡Pero es cara de sapo! - gimoteo indignada Harriet.
- Es reconociendo al final del día, una bonita insignia en su pecho, cerca al corazón- dijo Theodore.
Harriet se mordió los labios… así que los Slytherin estaban sedientos de reconocimientos, de victorias, de esmeraldas para su casa.
- Los habría convocado, pero... pero...
- Pero aún no están listos- concluyo por ella, Theo- Espero que algún día lo estén.
Ambos se separaron con sus respectivos grupos antes de llegar al gran comedor para evitar levantar sospechas, no era momento de crear caos, sino de pasar inadvertidos. Harriet no quería ni pensar si atrapaban a sus aliados Slytherin.
"Eso no pasará... nadie nos delatará", se decía Harriet cuando el miedo y las dudas trepaban a su estómago.
Las semanas pasaron, más reuniones secretas, entrega de pergaminos, el primer partido de quidditch contra Slytherin, insignias en forma de corona que insultaban a su mejor amigo por su nervioso vuelo frente a tanta gente... ese año por fin se había animado a jugar quidditch, pero el larguirucho joven era puro nervios, cantar antes del partido no ayudó mucho a calmarlo y todo era por el bullying que sufría por parte de la casa Slytherin, en especial por Malfoy que creo la frase: "Weasley es nuestro Rey", no por aprecio al pelirrojo, sino como burla a su desempeño al momento de jugar... Ron era bueno, pero fallaba al ser el centro de miradas de todo el estadio, la presión era demasiada para él.
Ese año Harriet se esforzó por acabar rápido el partido, encontró la snitch dorada a pesar que Malfoy estaba demasiado cerca de ella, su saeta de fuego le garantizo la victoria a los leones y con ello el fin de las burlas a Ron.
Cuando el partido acabo sucedió lo de siempre, dieron una vuelta conmemorativa para presentar sus respetos a su rival, luego bajaron de sus escobas y festejaron. En esa ocasión George la hiso girar en el aire cargándola por la cintura, casi monopolizándola... Malfoy quien se encontraba en la cancha provocó a George e insultó a Harriet, y no cualquier tipo de insulto, sino de los más hirientes. Malfoy se metió con la memoria de sus padres
El joven rubio de ojos grises pareció feliz cuando Harriet escapó de los brazos de George, solo para atacarlo de la forma más muggle posible. Pero el rubio era más alto y fuerte, termino esquivando sus puñetazos y de una extraña manera acabo abrazándola por la espalda, sosteniéndola con fuerza en sus brazos, Harriet pudo sentir su fuerte cuerpo atrapándola y un olor conocido...
Hasta que George se metió, golpeando la cara del rubio, provocando que Crabbe y Goyle se metieran a la pelea, Fred salto para ayudar a su gemelo. El caos reino cuando todos los jugadores de rojo y verde comenzaron a pelear, unos intentaban separarlos y otros llevarse a los heridos... tuvieron que venir muchos magos y brujas docentes para calmar la situación. ¿Resultado?
Umbridge castigo a Harriet prohibiéndole volver a jugar quidditch de por vida al ser la principal responsable de "provocar la pelea", decomisando su escoba.
- ¡No es justo!, ¡Malfoy la insulto primero! - se quejó George, sentado en el rosado sillón de Umbridge. Habían sido citados con cara de sapo por el suceso después del partido.
- Tengo reportes que ustedes, señores Weasley, también estuvieron involucrados en el incidente... se les decomisara de igual manera sus escobas- ordeno Umbridge.
- No es justo, ¡Ellos me defendieron! - chillo Harriet, indignada.
- Es una pena- Umbridge sonrió, no era una pena estaba mintiendo, adoraba hacer sufrir a Harriet- Pero mi decisión ya está tomada, ahora, fuera de mi oficina.
Expulsada... jamás volvería a jugar quidditch... y los gemelos Weasley también. Solo por defender la memoria de sus padres.
Decir que Angelina estaba molesta por perder a tres de sus jugadores de quidditch de un momento a otro, era decir poco... Harriet se sentido culpable por su querida capitana, pues debía buscar tres jugadores para reemplazarlos lo más pronto posible.
Odiaba a Umbridge por quitarle la alegría a Hogwarts, odiaba haber estropeado su relación con Dumbledore, odiaba haber sido suspendida de jugar quidditch, odiaba que la bruja tenga su hermosa saeta de fuego en su rosada oficina, odiaba los estúpidos decretos educacionales... pero cuando daba clases, Harriet se olvidaba de todo su odio y se centraba en brindar su ayuda a otros.
- Bien hecho, lo están haciendo bien... veo grandes progresos por aquí. Cuiden el movimiento de sus muñecas, mantengan el agarre a sus varitas firme. El trabajo duro es importante, pero hay algo más importante, la confianza en ustedes- Harriet corrigió el movimiento muñeca de Parvati y siguió hablando, supervisando a los alumnos- Piénsenlo de esta manera, todo gran mago y bruja de la historia comenzó un día sin ser más de lo que somos ahora, estudiantes... si ellos lo hicieron, ¿Por qué nosotros no?
La vigilancia de Filch se volvía más estricta con cada día, hasta el punto de seguir a estudiantes de forma sigilosa, escondido, para intentar ver lo que había detrás de los muros. Como la vez que junto con la pandilla de Malfoy siguieron a la soñadora Luna hacia la sala de menesteres, la bruja rubia entro sin problemas, la puerta se cerró detrás de ella y cuando la brigada inquisitorial corrió para dar con el grupo, la puerta se hiso más pequeña, cuando la abrieron terminaron tropezándose en un pequeño almacén de limpieza y escobas.
- ¡Desmaius! - grito Daphne Greengrass dando de lleno al muñeco flotante de madera.
- Expelliarmus- apunto Zabini causándole daño al maniquí.
- Expelliarmus- dijo Susan Bones atacando el muñeco.
- ¡Expelliarmus! - chillo Dennis Creevey,
- Expelliarmus- gritaron Dean Thomas y Seamus Finnigan al mismo tiempo.
Harriet sonreía con orgullo al ver como casi toda la clase podía realizar hechizos aturdidores mientras caminaba alrededor de estos, ese día todos se reunieron en circulo y lanzaban hechizos a un muñeco flotante de madera.
- Expelliarmus- intento Neville.
Aunque aún había rezagados, Neville debería seguir practicando.
- ¡Reducto! - grito Ginny, pulverizando al muñeco de madera.
Ginny se sonrojo por ser el objeto de miradas de todos los alumnos sorprendidos por su gran poder mágico, Harriet sonrió, Ginny era poderosa... quizá si no fuera tan fuerte no habría podido sobrevivir a Tom Riddle succionándole la energía con el diario en segundo año.
Mas pronto de lo que canta un gallo llego diciembre, decoraron la sala de menesteres con un árbol y burbujas doradas dándole vida a la sala. Navidad, blanca navidad y con ello un alto obligatorio a las clases clandestinas de defensa, los alumnos debían volver a sus casas a pasar las fiestas con su familia.
- ¡Expelliarmus! - grito Anthony Goldstein, dando de lleno a su compañero de práctica.
- Expelliarmus- chillo Katie Bell, emocionada de por fin controlar la fuerza del hechizo de manera correcta.
Harriet veía contenta el progreso de todos, ya casi todos dominaban el hechizo aturdidor.
- ¡Expelliarmus! - grito Neville... logrando desarmar por primera vez a su compañera de clase.
El mago se veía tan sorprendido de por fin realizar el hechizo de manera correcta que no pronuncio palabra alguna, la clase entera lo felicito, testigos de cuanto había batallado el joven de mejillas melón en lanzar el hechizo.
- Compañeros- dijo Harriet llamando su atención, notando la hora, era tiempo de acabar las clases- Es todo por ahora, nos volveremos a reunir después de las fiestas, sigan practicando el movimiento de varitas cuando estén en sus casas, recuerden que la magia requiere practica... y buen trabajo a todos, lo hicieron muy bien, estoy orgullosa de cada uno de ustedes.
La sala se llenó de aplausos, Harriet se sonrojo, pero acepto los elogios... se había esforzado, pero todos los demás también, por lo que aplaudió de vuelta a todos sus compañeros.
En un rincón de la sala de los menesteres, los estudiantes habían personalizado el muro con recorte de periódicos, escudos de las casas que pertenecían al ejercito... alguien había colocado la foto de Cedric y Harriet coloco la foto de la primera orden del fénix en su primera clase dictada.
Mientras los estudiantes se despedían dándole las gracias por las clases y deseándole feliz navidad, Harriet fue atraída hacia la fotografía de la orden, cuando llego al rincón, se dedicó a ver a sus padres.
- Mamá, papá, lo estamos intentando... ¿Están orgullosos? - pregunto Harriet, mientras tocaba la fotografía con la yema de sus dedos.
- Estoy segura que están muy orgullosos- dijo Cho Chan salida de la nada, asustando a Harriet- Lo siento, no quería asustarte...
- Oh, no, no me asustaste- mintió Harriet avergonzada de haber sido pillada con la guardia baja- ¿Tu colocaste la foto de Cedric?
La pregunta pareció descolocar a Chang, pero respondió con firmeza.
- Así es, yo lo hice.
- Gracias... no tengo ninguna fotografía de él... es bueno verlo, aunque sea de este modo- respondió Harriet mirando a Cedric, los ojos le picaron.
Para sorpresa de nadie, Chang aún se veía afectada por su muerte, fue su novio después de todo. Así que Harriet intento poner su dolor a un lado para consolar a una llorosa Chang, quien por rumores sabía que fue torturada por Umbridge hace unos días.
- Si te sientes mal debes compartir tus sentimientos con tus amigas, Edgecombe parece muy protectora contigo- aconsejo Harriet.
- Es una buena amiga, si... pero a veces... siento que la canso con mis mismas preocupaciones.
- Para eso están los amigos, para ayudarte a soportar cargas pesadas.
- Es cierto... eres muy buena bruja Harriet.
- ¿Buena? ... no lo creo. No soy muy yo últimamente... Le echó la culpa a la adolescencia.
Chang rio de las palabras de Harriet mientras la veía con amabilidad, hacía mucho que la Ravenclaw no reía de forma genuina. Abrazo a la pequeña bruja pelinegra de ojos verdes con lentes sin cristales como forma de agradecimiento... hasta que fue separada por uno de los gemelos Weasley, quien se la llevo unos metros lejos porque quería su autorización para darle pastillas vomitivas a Umbridge.
- George- escucho Chang reprender al gemelo, quien al parecer era George... ¿Como lograba identificarlos?, era un verdadero misterio para la Ravenclaw- ¡Estaba conversando con Chang!
- ¡Yo también quiero conversar contigo! - dijo el Weasley de forma infantil.
- Pero... - Harriet vio al gemelo con una mueca en los labios.
- Es Cho, Harriet; llámame Cho. Y puedes ir con Weasley, Marietta también me está esperando- dijo Cho, con una sonrisa.
Ahora entendía porque todos los magos y brujas orbitaban alrededor de la niña que vivió, no solo era por su estatus de celebridad mágica, sino porque Harriet Potter era como un cálido fuego que atraía como polillas a las personas... quizá lo más encantador era que la niña que vivió no tenía idea de lo magnética que era, no era vanidosa ni creída, sino amable y encantadora. La bella bruja parecía tener su propia gravedad y más de uno se veía atraída a ella, como niños queriendo atrapar la más exótica de las mariposas... y por lo que parecía, George Weasley miraba a Harriet como Cedric la había visto el curso pasado, con ojos de amor, ¿Su gemelo Fred sentiría lo mismo que él?...
Definitivamente pedir la mano de Harriet Potter sería tan complicado como una elección del ministro de magia.
- Buena suerte, Harriet Potter- susurro Cho al verla partir con Weasley, aun riñéndolo por separarla de ella.
- ¿Dijiste algo Cho? - pregunto Marietta al escucharla susurrar.
-Nada... vamos al gran comedor, muero de hambre- dijo Cho tomando la mano de su amiga, dirigiéndola a la cena.
Ya en la sala común de Gryffindor, Hermione y Ron preguntaron porque Chang se quedó rezagada al momento de abandonar la sala de menesteres.
- Aun esta triste... por la muerte de Cedric- dijo Harriet con la mirada pegada al suelo.
- Pero ya paso meses, ya debería de-
Ron se cortó en seco al ver la mirada letal de Harriet.
- Ron... ¿No entiendes como Chang se debe estar sintiendo? Llora por Cedric todos los días, atrapada en una tristeza que parece eterna, conflictuada de su lealtad con el ejército de Dumbledore porque el ministerio quiere despedir a su madre, asustada por reprobar en sus T.I.M.O.S porque le preocupa todo lo demás y no puede concentrarse en estudiar o memorizar.
Ron se rio con incredulidad.
- Una persona no puede sentir todo eso... ¡Explotaría! - dijo incrédulo el pelirrojo.
- Claro que puede sentir todo eso, menos tú, que tienes tanta sensibilidad como una piedra- afirmo Hermione.
Harriet esbozo una sonrisa, Ron se rio del chiste de Hermione y la inteligente bruja se permitió carcajearse de sus ingeniosas palabras.
- Hora de ir a la cama- sentencio Hermione, llevándose de la mano a Harriet al dormitorio.
Soñaba...
Lo sabía porque estaba de vuelta en el largo pasadizo de madera negra pulida, arrastrándose en busca de su objetivo.
"Voldemort busca algo más... algo que no tenía la última vez...", recordó las palabras de Sirius.
Atardecer, bolas de cristal con humo blanco dentro, cementerios.
"Harriet Potter, eres mía", oyó como Voldemort le susurraba esas palabras en su cabeza.
No le gustaba oírlo, así que se concentró en su sueño, en el largo pasadizo de madera pulida, tenía un objetivo en mente, atravesar esa puerta por fin de meses y meses deseándolo. Moria por saber que había detrás de ese pedazo de madera negra. Cuando entro por fin, Harriet quería llorar de alegría, por fin satisfacería su curiosidad que para ese momento se sentía como una horrible comezón. Oh... pero había un obstáculo para llegar a su objetivo... que frustrante... Un larguirucho mago pelirrojo. Nada que unas mordidas no puedan arreglar.
Así que se alzó en toda su gloria y mordió al viejo mago, tumbándolo al suelo con su eficaz ataque.
No te interpongas.
Mordió.
He esperado mucho para llegar aquí.
Volvió a morder, sangre bañaba el suelo de madera.
Por fin podre saber, por fin...
Mordió con más fuerza al mago pelirrojo, indefenso, su varita había volado hacia un lado, gemía de dolor.
¡Ya no molestes más!
Mordió hasta dejar de oír quejidos de dolor, solo se detuvo cuando el viejo mago dejo de moverse.
Esto te enseñara a no meter tus narices en asuntos más grandes que tú... Espera... ese pelo, esas ropas, esa varita... ¡¡Señor Weasley!!
Harriet se despertó gritando, asustando a sus amigas de habitación. Hermione salto hacia su cama en una veloz carrera.
- ¡¿Harriet?!, ¿Qué paso?
- Mate... mate al señor Weasly- dijo Harriet, hiperventilando, tenia el hermoso camison manga larga blanca de algodón de hada con encajes victorianos, regalo de Parvatti por su cumpleaños, empapado por el sudor que le corria en el cuello y espalda.
- ¿Hermione? - preguntaron asustadas sus amigas de habitación.
- Nos vamos con la profesora McGonagall ahora- ordeno Hermione sacando de la cama a una asustada Harriet.
Hermione la arrastro hacia la oficina de la profesora, toco con insistencia dada lo avanzada de la noche, hasta que la bruja les abrió la puerta, cambio su malhumorado rostro por uno lleno de preocupación al ver a Harriet y escuchar a Hermione. Las condujo con prisa hacia el despacho de Dumbledore mandando previamente un mensaje a traves de su patronus para despertar al director.
Harriet no dejo de temblar todo el recorrido hasta llegar por fin a la oficina.
Habia atacado mortalmente al señor Arthur Weasly, un mago que siempre habia sido muy amable y alegre con ella. Queria llorar... ¿Aunque todo era un sueño... ¿verdad? Entonces... ¿Por qué seguía sintiendo el sabor de la sangre en su boca?
- ¿En el sueño estabas parado junto a la víctima...? - pregunto Dumbledore dándole la espalda, pensativo - ¿O la veías desde arriba?
- No... era como si... como si... Director, ¿Puede decirme que está pasando? - pregunto asustada Harriet.
Pero Dumbledore la ignoro, converso con dos retratos, ordenando buscar a Arthur Weasley quien estaba de guardia esa noche y pedir ayuda a los Aurores, mientras que al retrato del ex director Fineas lo mando a la mansión Black para informar que el señor Weasly estaba gravemente herido y que sus hijos llegarían pronto a San Mungo por traslador.
- Director- intento llamar Harriet.
- Lo encontraron... fue grave- dijo el retrato que salió a buscar al señor Weasly- Pero creen que por la rápida ayuda y cuidados adecuados sobrevivirá. Lo bueno es que el señor tenebroso no obtuvo lo que buscaba.
- Director...- volvió intentar llamar Harriet al anciano mago de larga barba.
El hombre de blanca barba la ignoro.
- Ah que suerte- suspiro aliviado Dumbledore- Tenemos que hacer algo para-
- ¡¡Escúcheme!! - grito Harriet molesta, casi podía sentir que le ardia la mirada de rabia.
Pero su grito funciono, Dumbledore giro para mirarla, sorprendido.
"Se siente tan bien dejar de ser ignorada por fin"- dijo una voz en su cabeza- "Tal ves podria vengarse por haberla ignorado tanto tiempo cortándole esa estúpida blanca barba larga... o el cuello"
¡¡No!! - chillo Harriet en su cabeza. Ver el rostro lívido de preocupación en quien hasta hace poco considero su abuelo hiso que se arrepintiera de sus pensamientos al instante, ¿Qué demonios estaba mal con ella?
- ¿Qué...- Harriet respiro de forma entrecortada, no podía dejar de tener pensamientos contradictorios... se estaba volviendo loca, no podía concentrase en solo una cosa, hasta su pelo pareció confundido, estaba molesta... pero era una rabia extraña la que sentía, impidiendo la pigmentación roja de enojo-... ¿Qué es lo que me pasa?
En la oficina reino un silencio sepulcral, Harriet Potter acababa de gritar al más famoso mago de la luz de los últimos tiempos. Para Harriet ese momento se hiso eterno, ver la mirada dolida de Dumbledore la golpeo como un Crucio... quería hablar, defenderse, decir que últimamente no era ella misma... pero el nudo en su garganta era demasiado grande, por lo que no salió palabra alguna. La profesora McGonagall y Hermione la veían sorprendidas, pero no se atrevieron a hablar.
El silencio fue roto cuando las puertas de la oficina de Dumbledore se abrieron rebelando al profesor Snape.
- ¿Deseaba... verme, director? - dijo el hombre que vestía de negro, arrastrando las palabras y sorprendiéndose de ver la oficina llena de invitados poco frecuentes a esa hora de la madrugada.
- Severus... no podemos esperar, ni siquiera a mañana- dijo Dumbledore mirando a Harriet- De otra forma todos seremos vulnerables.
Sin decir palabra alguna, el profesor Snape cogió a Harriet de la mano y la arrastro hacia las mazmorras, bajando las escaleras con rapidez. En los últimos peldaños Harriet tropezó con su largo camisón, pero el profesor de pociones evito cualquier daño, atrapándola con maestría.
- Gracias- dijo Harriet y sin poder controlarse pregunto- ¿Por qué estamos llendo a las mazmorras?
El profesor no respondió, paso a su oficina, la hiso sentar en una silla.
- Hay una conexión entre la mente del señor tenebroso y la tuya...- informo por fin el docente dándole la espalda, mirando los frascos de pociones - Si en estos momentos él sabe de esta conexión o no, no lo sabemos... reza porque aún lo ignore.
A Harriet esa información le cayo como agua helada.
- Pero... pero si él lo sabe, entonces... él será... ¡Él será capaz de leer mi mente! - chillo Harriet asustada.
- Leerla, controlarla y destrozarla...- respondió Snape, girando para darle la cara- En el pasado era un placer invadir la mente de sus victimas creando visiones para torturarlas hasta la locura... solo después de extraer la ultima exquisita gota de agonia, solo cuando los tenia suplicando a morir, finalmente... los Mataba.
- ¿Cómo pudo seguir a ese monstruo? - Harriet jadeo por aire, imaginando a las victimas.
El docente no respondio, solo se acerco mas a Harriet.
- Solo tienes una solución: Oculmancia. Bien usado te protegera de su acceso o influencia. Te dare lecciones porque asi lo ordeno el director... en estas lecciones yo voy a intentar penetrar tu mente... tú intentaras resistirte. Prepárate- advirtió el profesor Snape.
"¿Prepararme, como...?, ¿Qué se supone que deba hacer?", pensó alarmada Harriet. Oculmancia era un nuevo termino en su vocabulario mágico.
Pero el docente ignoro su expresión confundida, alzo su varita y grito.
- ¡Legeremens!
Harriet se escuchó gritar, podía sentir una presencia entrando en su mente, viendo sus pensamientos: su escape en escoba hacia el cuartel de la orden cuando pensó que moriría congelada por la estrategia del Auror Moddy, la mansión Black, sus amigos dándole la bienvenida alegres después de estar incomunicados todo el verano, el Dementor que la ataco en la casa de Elise, las clases clandestinas de defensa, Voldermort en sus pesadillas, el ataque a los Dursley en la puerta de su casa, la puerta oscura que moria por abrir, Voldermort susurrando que ella era suya.
¡No le gustaba como su privacidad mental estaba siendo violada!
- Concentrate Potter- escucho ordenar al profesor Snape- Concentrate...
El mago volvió a invadir su mente, Harriet jadeo, tener a alguien husmeando en su mente se sentía tan incorrecto y molesto... y por lo que parecía, sería una lección que duraría toda la madrugada.
¡Ella quería irse!, ¡No le gustaba para nada como el profesor veía retazos de su vida!
Aunque claro, el profesor la ignoro y siguió presionando, reiterando que se concentrara, que no la dejara pasar a su mente.
¡¡Como si supiera hacerlo!!, ¡No le habia dado ninguna instrucción, la habia arrojado al agua sin salvavidas y ahora ella se ahogaba!
En algún momento, Harriet dejo de sentir la invasión... se habia desmayado por todo es estrés que habia acumulado en el día. Cerro los ojos y cuando los abrió se encontraba en su dormitorio en la torre de Gryffindor... sus lentes sin cristal estaban doblados en su mesita de noche. Aun no habia salido el sol, por lo que Harriet volvió a cerrar los ojos.
Usualmente cuando vivía con los Dursley, Harriet se quedaba en el castillo para evitarlos, pero después de conocer a Elise, ella pasaba los feriados de diciembre con la mujer de canoso cabello, muchas veces acampando en zonas naturales, con todo el abrigo y equipo necesario para no morir congeladas. En esta ocasión, Harriet pasaría las fiestas en el escondite de la orden del fénix, la mansión oculta de la familia Black.
El ambiente no era exactamente feliz, aunque la sala estaba decorada con un hermoso árbol de navidad y nieve en sus ramas, bolitas de cristal colgaban por todos lados. El señor Weasly seria dado de alta en plena víspera a navidad, la familia pelirroja se veía triste esperando su regreso. Su padrino se puso celoso porque Elise y Harriet se llevaban como una verdadera familia sanguínea, su carácter siempre jugueton se agrio en presencia de Elise.
Navidad por fin llego y con ellos mas personas en la tétrica mansión, toda la orden se reunió por unas horas para probar la cena casera de la señora Weasly que lucia radiante de alegría al tener a su esposo sano y salvo a su lado... bueno, aun tenia heridas en el cuerpo, un brazo roto pero vendado que sanaria en poco tiempo, parte del rostro aun tenia moretones por las mordidas del ataque, pero toda al orden lo habia felicitado con celos de sobrevivir a un ataque tan peligroso.
- No no no, magos y brujas, es necesario rectificar su actitud... Propongo un brindis, un brindis navideño, ¡Por la señorita Harriet Potter! - Arthut Weasly alazo su copa feliz, en dirección a Harriet- Sin la cual... yo no estaría aquí. ¡Por Harriet!
- ¡Por Harriet! - Todos los magos y brujas presentes alzaron su copa.
- ¡Por Harriet! - grito emocionada Elise, alzando mas su copa.
- Por Harriet- ladro Sirius, retando en silencio a la vieja mujer, alzando aun mas su copa que la anciana.
Harriet solo pudo quedarse tiesa, con la copa en su mano... era cierto que habia salvado al patriarca Weasly, pero tambien le habia hecho daño.
La cena trascurrio con mucha algarabia, intercambiaron regalos, se hiso competencias por ver quien podía beber mas, repetición de cenas y postres... pero Harriet se sintió alejada del cálido ambiente, perdida en sus pensamientos.
"-Pero... pero si él lo sabe, entonces él será... ¡Él será capaz de leer mi mente! - chillo Harriet asustada.
-Leerla, controlarla y destrozarla...- respondió Snape"
Harriet se mordio la mejilla interna recordando la primera lección de oculmancia... eso significaba que ¿Ella se estaba convirtiendo en mala?, ¡¿Por qué demonios tenia una conexión mental con Voldemort?!
Se sentía miserable, intento ocultar su sufrimiento a Elise, pero no podía escapar de sus inquisidores ojos, por lo que acabo con rapidez su cena de navidad y huyo de la mesa... Respiro lentamente para tratar de tranquilizarse mientras recorria la mansión, hasta llegar a un cuarto vacio con un tapiz de un árbol que abarcaba las cuatro paredes.
- Impertinente mocosa ahí parada como una temeraria...- hablo Kedrach, el viejo elfo doméstico de la familia Black, asustando a la pelinegra- Harriet Potter, la niña que detuvo al señor tenebroso... amiga de los sangre sucia y de los traidores de la sangre... si mi pobre ama lo supiera...
- Buenas noches elfo Kreacher, ya le dije que me ofende esos términos que tan despectivamente usa- Harriet se inclino hacia el viejo elfo- Por cierto, el tapiz de esta habitación es esquisito, ¿Pero que significa esas manchas negras que cubren ciertos rostros?
Como siempre, Kreacher la vio como si estuviera en presencia de una bruja loca, pero aun asi, giro la cabeza viendo el tapis.
- Este...- dijo el viejo elfo señalando el tapis- Es el noble árbol geneologico de la noble familia Black, la familia mas antigua y respetada de todo mundo mágico.
- Es... inmenso- dijo Harriet viendo las ramificaciones y descendencias.
- Claro que lo es, niñita tonta-
- ¡Kreacher!-se escucho de repente el grito enojado de Sirius- ¿Acabas de insultar a mi protegida?
- Oh no, no... Kreacher solo vive para servir a la mas noble familia Black- dijo con desden Kreacher, sin miedo a los catigos por hablar en ese tono al dueño de la casa, alejándose con rapidez.
- Disculpalo- pidió Sirius- Nunca fue muy amable... ni cuando yo era un niño... no conmigo al menos.
- ¿Con quien si era bueno? - pregunto con curiosidad Harriet.
- Con mi madre, por supuesto... con mi padre...- habia desprecio en las palabras de Sirus- Y con mi perfecto hermano menor, Regulus.
- ¿¿Tenias un hermano??
- Si... aun sigue en el árbol geneologico de los Black- señalo Sirus hacia una calavera, Harriet leyó el nombre "Regulus Black"- Y por aquí, mi trastornada prima Bellatrix Lestrange... Yo los odiaba a todos, con su mania por la sangre limpia.
Sirius toco un pedazo quemado del árbol, al lado de su hermano, en la leyenda decia "Sirius Black"
- Mi madre hiso esto cuando me fui de la mansión- había dolor en su rostro, recordando esas épocas- Cautivadora mujer... yo tenía dieciséis años.
A Harriet se le rompió el corazón verlo tan triste, por lo que se pego a él en un intento de consuelo.
- ¿A dónde fuiste?, ¿Cómo sobreviste a la calle si solo tenias dieciséis? - pregunto Harriet, apoyando su cabeza en el brazo, genuinamente curiosa por saber más de su padrino.
- Fui con tu padre, siempre fui bien recibido con los Potter... y mi tío Alphard Black me heredo una gran herencia, por lo que quede financieramente independiente de mis padres... estoy segura que por eso mi madre quemo su rostro del árbol geneologico. Tu padre fue como el hermano que nunca tuve, en ti veo mucho de él, Harriet... tú te pareces mucho a él.
Harriet se alejo de Sirius, antes amaba que la compararán con su padre, pero ahora la comparación era injusta… ella estaba cambiando, se estaba diluyendo en la nada.
- No estoy muy segura- refuto Harriet, mirando de forma cobarde el suelo- … Sirius, cuando estaba… cuando estaba soñando con el señor Weasley… yo era la serpiente… no me intereso atacarlo, con tal de que me dejará llevarme mi objetivo… de hecho sentí placer al deshacerme de ese viejo mago… Y después, en el despacho de Dumbledore… hubo un momento en el que quería que…quería… ¡Quería atacarlo!, ¡Quería ver el rojo de su sangre teñir su barba blanca!
Harriet respiro entrecortadamente, admitiendo al fin como se estaba sintiendo frente a otra persona, soltando todos sus miedos e inseguridades frente a un adulto de confianza.
- Esta conexión… entre Voldemort y yo… ¿Qué tal si eso se debe… a que me estoy volviendo como él?, es que estoy sintiendo tanta ira todo el tiempo- a Harriet se le aguaron los ojos, pero se obligo a seguir- Y si después de todo lo que ha pasado, ¿Algo esta mal dentro de mí?... ¿Y si me estoy volviendo mala?
Sirius se acerco a Harriet y limpio sus lágrimas.
- Quiero que me escuches con atención, Harriet… No eres una mala persona. Eres una buena persona a la que le han pasado cosas malas, ¿Esta claro? - Sirius hiso contacto visual con la joven bruja para asegurarse que lo entendia- Además el mundo no se divide entre buenas personas y mortífagos, todos tenemos luz y oscuridad en el interior… lo que importa es los caminos que tomamos… Eso somos en realidad… las elecciones que hacemos… elegir el camino de la luz o de la oscuridad.
Padrino y ahijada se quedaron abrazados, en silenecio, mientras escuchaban el eco de la cena navideña venida de la sala.
- Cuando todo esto termine, seremos una familia… ya verás como nos divertiremos. Recuperaremos el tiempo perdido. Los dos.
Los días pasaron, vivir en la tétrica masión Black fue mas facil que antes gracias a la cantidad de magos y brujas que pululaban el lugar, Elise y Sirius comenzaron a llevarse mejor después que la Squirt conversara serio y tendidamente con Black en una habitación privada.
Y con el correr de los días, se avecino la vuelta a Hogwarts, una pequeña comitiba de magos y brujas liderados por el auror Moody volvió escolatarla a la estación abandonada. Antes que se fuera Sirius le regalo un objeto plano pero mediano envuelto en telas rojas.
- ¿Qué es esto? - pregunto con curiosidad Harriet.
- Llevatelo a Hogwarts… es para que estemos comunicados… lo usaba mucho con tu padre cuando estábamos castigados en aulas separadas.
Harriet recordó que Umbridge vigilaba a Hedwig, incluso la habia lastimado solo para robar sus cartas y ver con quien se comunicaba… también recordó como su regordeta mano casi captura a Sirius cuando hablaban por la chimenea de la sala común de Gryffidor.
- Es peligroso Sirius, no quiero que te atrapen… Umbridge esta obsesiona con el control estudiantil- dijo temerosa Harriet- No quiero que debas volver a huir.
- Estare bien, necesitas un confidente cuando todo te pese mucho… déjame hacerlo por ti. Somos familia, ¿Recuerdas?
Sirius no la dejaría marcharse a Hogwarts sin llevarse su regalo.
“Esta bien, me lo llevaré, pero jamás lo abriré, Sirius permancerá seguro, en el escondite de la orden”, pensó Harriet.
- Esta bien, me lo llevaré… pero solo lo usaré en caso de emergencia- mintió Harriet.
- Con eso me conformo- sonrió Sirius, feliz por convencer a su protegida.
No hubo incidente alguno de regreso al castillo, a Harriet ni siquiera se le paso por la cabeza que algun vengativo Dursley estuviera en las viejas puertas de la estación esperando su presencia… viejos miedos infantiles superados, empalidecidos por nuevos miedos más reales y adultos.
Crecer apestaba.
Las clases seguían siendo grises, nuevas tareas para los T.I.M.O.S se impusieron a los de quinto año, celos a sus compañeros de quidditch por verlos volar en el aire mientras su hermosa saeta de fuego estaba empolvándose en la oficina de cara de sapo aplastado… gris, gris, gris. Hasta que una noticia la sacó de su aburrida rutina: Hagrit habia vuelto por fin a Hogwarts. Lavender y Parvati le avisaron que lo vieron de camino a su cabaña, humo de su chimenea reflejaba que el semi gigante estaba preparándose algo de comer.
El trio dorado corrio después de clases para atiborrar de preguntas a su gran amigo. Pero cuando llegaron, escucharon voces y se escondieron, intentaron mirar por las ventanas y lo que vieron no les gusto.
Hagrit estaba siendo interrogado por Umbridge.
A Harriet le recorrio un escalofrio por la espalda… era conocido que cara de sapo podía despedir maestros si esta lo quisiera. Por la mirada de odio que cruzaba el rostro de la obesa bruja con cara aplastada, sabia que le haría la vida imposible a Hagrit, buscando cualquier defecto para despedirlo.
- Le ordeno que me diga porque estuvo ausente tanto tiempo… ¿Dónde estuvo? - presiono Umbridge.
- Ya se lo dije, estaba recuperándome… cuidando de mi salud- dijo Hagrit, con un pedazo de carne en el rostro, estaba malerido, con sangre en la cara- Necesitaba aire fresco…
- Y como guardabosques este bosque es insuficiente para usted, ¿Verdad?… yo que usted no me molestaría en desempacar- amenazo la horrible bruja de rosa, para proceder a marcharse de la cabaña.
El trio de oro espero a que Umbridge se alejara para entrar y conversar con Hagrit, decenas de preguntas en sus cabezas querían ser contestadas.
- Esto es alto secreto, prométanme que no se lo diran a nadie sin importar que- dijo serio Hagrit.
- Lo prometemos- respondieron los tres Gryffindor.
- Estaba en una misión de la orden… se me confio una misión especial, buscar con Madame Maxime a los gigantes.
- ¿Y los encontraste?
- No son difíciles de hayar, la verdad… son muy grandes – respondió Hagrit con media sonrisa cansada- Aunque fue la travesía y la comunicación lo que en verdad fue difícil… si… Si no hubiera sido por Mademe Maxime no habría sobrevivido a los gigantes- Hagrit se saco el trozo de carne de la carne, la herida estaba hinchada- Los queríamos para que nos apoye en la guerra… pero no eramos los únicos que buscaban reclutarlos…
- Mortífagos- aseguro Harriet.
- Asi es- dijo Hagrit- Actue siguiendo las indicaciones de Dumbledore, les deje presentes… espero que eso sea suficiente para recordar su antigua alianza con el director.
- ¿Y ellos te hicieron esas heridas? - pregunto preocupada Hermione.
- No… no precisamente- dijo Hagrit, volviéndose a colocar el filete en el rostro.
Un frio aire paso por la cabaña, Hagrit se levanto a mirar la ventana… nubes negras cubrían el cielo.
- Esta cambiando el clima… como la última vez- dijo el semi gigante con el ceño fruncido- Una tormenta se avecina… debemos estar preparados.
La tormenta que decía Hagrit llego en forma de fuga en masa en Azkaban, nueve peligrosos magos y brujas liberados por un ataque externo, que destruyo parte de la famosa cárcel impenetrable. El ministro de magia culpaba a Sirius Black por el ataque ya que de entre los prófugos, su prima Bellatrix Lestrange figuraba como desaparecida… Lo que no parecía querer admitir era que esa misma bruja habia sido la Mortífaga mas peligrosa y leal de Voldemort.
Todos los estudiantes en el gran comedor leían el profeta, el misnitro de magia aseguraba que todo estaba bajo control, tenían a cientos de Aurores cazando a los prófugos… pero simplemente algo no cuadraba con la historia de Fudge.
- Esto es el colmo… Dumbledore le advirtió a Fudge que pasaría, ¡Prefiere que nos maten a afrontar la verdad de su retorno! - dijo indignada Hermione mientras se retiraban de desayunar.
- Y eso es lo que mas desea Voldemort, tiempo para recuperar toda su fuerza… es como si el ministro estuviera ciego- siseo la pelinegra, enfadada.
Avanzaron a paso veloz hasta que Seamus la llamo para una disculpa sincera, dándose cuenta al fin que el profeta mentia. Harriet acepto la tardía disculpa… mejor tarde que nunca, ¿No?
Usualmente, Harriet siempre llegaba antes con Hermione a la sala de menesteres para ir acomodando todo lo necesario para la clase que dictaría, pero ese dia en particular alguien se le habia adelantado. Cuando Harriet se acerco para ver de quien se trataba, se sorprendio de ver a Neville mirando la fotografía de la orden del fénix.
“Es cierto… sus padres formaron parte de la resistencia contra Voldemort en la primera guerra mágica”- pensó Harriet.
- Neville… ¿Estas bien?, tu rostro… tu rostro refleja tristeza- Harriet toco con suavidad la espalda de su amigo de mejillas durasno.
- Hace… hace catorce años, una mortífaga llamada Bellatrix Lestrange uso la maldición cruciatus en mis padres… los torturó para interrogarlos, pero… pero ellos no cedieron- Neville parecía un cascarón vacio- Me siento orgulloso de ser su hijo… pero no me siento muy seguro de que todos se enteren.
La fotografía mágica de los padres de Neville, sonrieron valientes y radiantes.
- Van a sentirse orgullosos Neville- dijo Harriet, tomando la mano de Neville- Te lo prometo.
Harriet paso la vista por los otros miembros de la orden, sus padres. Esa promesa la cumpliría, enseñaría todo lo que le habia salvado la vida… La clase de ese día seria invocación de patronus. Todos ya estaban listos para dar el siguiente paso.
Cuando los alumnos llegaron, Harriet empezó con prontitud a enseñar.
- Piensen en un poderoso recuerdo… el mas feliz que tengan en mente… dejen que los llene, alcen la varita, concentrence y griten: Especto Patronum.
Los alumnos intentaron, unos cuantos no pudieron ni siquiera hacer brillar su varita.
- Concentrate Seamus y elige un recuerdo mas feliz- indico Harriet mientras supervisaba a cada alumno.
- ¿George? - Harriet pregunto, segura que al menos habría luz en su varita, el rey de la diversión- Vamos, tu puedes.
- Especto Patronum- dijo el gemelo pelirrojo.
Harriet no se habia equivocado, ráfagas de luz salieron de su varita.
- Un patromum de cuerpo entero es el mas difícil de invocar- dijo Harriet caminando entre los estudiantes que lanzaban hechizos- Pero su forma de escudo puede ser igual de útil contra varios oponentes.
Ginny grito el hechizo y una forma corpórea salió de su varita, un bello caballo de luz.
- Fantastico Ginny- felicito Harriet, alegre por el progreso- Bien hecho. Compañeros, no lo olviden, sus patronum solo pueden protegerlos mientras esten concentrados… deben retener el recuerdo feliz sin importar que… ignoren los peligros, los miedos y concentrecen solamente en su recuerdo feliz… Asi que concéntrate Luna.
- Especto Patronum- grito Hermione, de su varita surgio una hermosa nutria hecha de luz.
- Bien Mione, otro patronum corpeo- felicito sonriendo a su mejor amiga, sin parar de caminar entre el alumnado.
Vio que si bien Neville tenia otra varita, aun batallaba para realizar hechizos.
El joven de veía frustrado. Harriet se acerco a el mago.
- Piensa en tu recuerdo mas feliz Neville- aconsejo Harriet.
- Urggg, de verdad lo intento Harriet- Neville lanzo el hechizo, pero solo una débil luz salió de su varita.
- ¿Puedo aconsejarte un recuerdo divertido?... ¿Como la vez en que trasformaste al profesor Snape en una version comica de tu abuela, en tercer año en las clases del profesor Lupin? - susurro Harriet, con ojos llenos de brillo de complicidad.
Neville dejo de sentirse frustrado para pasar a reírse a carcajada limpia. Harriet siguió supervisando el avance de los demás alumnos.
- Esto son cosas realmente avanzadas chicos… lo están haciendo muy bien- felicito Harriet, mientras veía como cada vez mas alumnos podían proyectar luces blancas con la punta de su varita- Si el recuerdo es insuficiente, no podrán invocar uno corpóreo, sigan intentando con todos sus recuerdos felices hasta hallar al indicado.
- ¡Expecto Patronum! - grito Ron, rojo de concentración.
De la varita de Ron, salieron ráfagas de luces blancas que se materializaron en un perro juguetón que comenzó a correr en la habitación, haciendo caer a Neville de espalda sin proponérselo.
- Expecto Patronun- dijo Luna con su voz tranquila. Luces blancas brillaron de su varita y una hermosa liebre se puso a dar saltos por el techo.
- Bien hecho Luna- felicito Harriet.
- Expecto patronum- intentaron las hermanas Greengrass, pero solo pudieron invocar una explosión de humo blanco.
- Van bien chicas, su hechizo las salvara deteniendo Dementores, pero aun no a repelerlos… son hermanas, seguro que tienen un montón de recuerdos felices, úsenlo y sigan intentando- aconsejo Harriet.
- Expecto Patronum-susurro Nott con concentración. De su varita salió un águila traslucida con brillo blanquecino, volando con gracia por los alrededores.
- Bien hecho Theo- felicito Harriet- Nada mal para un chico que ama meterse en problemas.
- Ese es mi encanto, preciosa- respondio sonriendo Nott.
- Sigan practicando, no se desanimen, lo lograran todo con practica, frustrarse no les ayudara en nada en este hechizo, mantengan la mente abierta y-
Harriet se callo de golpe al sentir un leve temblor.
El miedo se exparcio por la sala de menesteres, los patronum se extingieron… alguien intentaba entrar a la fuerza.
“Sala de menesteres, por favor, crea una puerta para que todos puedan huir a salvo”- rogo mentalmente Harriet. Unos de los muros se convirtieron en elaboradas puertas de madera.
- Rapido, ¡Salgan de aquí por la otra puerta!, ¡Es Umbridge! - ordeno Harriet con todo el aplomo que pudo.
Bumm
Los estudiantes la obedecierón, algunos gritando de miedo, otros cayéndose por correr a la carrera, los amables hurones ayudando a quien necesitaba.
Buumm
- ¿Y tu Harriet? - Theo habia llegado corriendo a su lado, sus tres amigos Slytherin estaban a su lado, con las varitas listas para defenderse.
- ¡Huyan!, yo estaré bien, ¡Lo prometo! - chillo Harriet deseperada.
- ¡Jure lealtat!, ¡Es mi honor lo que esta en juego!
- Tu lealtad es admirable, pero llegará un momento futuro donde necesitare tu aplomo… Ahora no, por favor, ¡Umbridge necesita solo un culpable!, ¡Solo mi fama podrá salvarme!
Los Slytherin se veían indecisos.
Buuummm
- ¡Por favor!, ¡Huyan hoy y peleen conmigo mañana, cuando una horda de magos y brujas quiera dañarme!,¡Huyan ahora mismo!- sollozo Harriet.
Nott grito de frustración y se llevo arrastrando con Zabini a las hermanas Greengrass hacia la salida de huida.
Buuuuummm
- Ustedes también chicos- ordeno Harriet a sus amigos, Ron, los gemelos Weasly, Hermione, los hermanos Creevey, Neville y Luna- ¡HUYAN!
- No te dejaremos sola- chillo Colin, su hermano menor parecía opinar lo mismo.
- De alguna forma, aunque huyamos nos atraparan- dijo George, serio.
- Muero de curiosidad por ver quien nos delato- aporto soñadoramente Luna.
- Yo te obligue a dar las clases, ¡Yo debo quedarme contigo! - ordeno Hermione.
- Y yo soy tu bri-
Pero Ron no pudo terminar su frase, la pared estaba cediendo a los ataques
Buuuuuummmm
- Esto demora demasiado, permítanme- Harriet escucho la voz de Umbridge detrás de los muros- Bombarda Maxima.
La pared cedió por completo, un enorme agujero estaba ahora en lo que fue antes la puerta de entrada de la sala de menesteres.
Por el rabillo del ojo vio a Hermione ocultar su pergamino donde habia anotado todos los nombres de los participantes en uno de sus bolsillos secretos de su capa y hacer una copia, rompiéndolo a una cuarta parte. La bruja inteligente aprovecho el humo de la explosión para correr a encubrir todos los recortes de periódicos, fotos, escudos y pertenencias privadas que delatarían a alumnos en especifico. Escondió en otro de sus bolsillos secretos el emblema de Slytherin y la fotografía de la orden del fénix.
- ¡Alto ahí! - chillo Umbridge de forma estridente - Entregame todos esos documentos señortira.
Hermione simulo ser solo una bruja asustada llorosa y obedeció a Umbridge... aunque había dejado solo un cuarto de pergamino aún se leía nombres de un par de alumnos que no se encontraban ahí, comprometiéndolos.
Todos los estudiantes fueron atrapados por la brigada inquisitorial… Uno de los matones de Malfoy sostenia por el brazo a Cho y Marietta.
Ellas las habían traicionado…
- No te resistas Potter y camina- dijo Malfoy lleno directamente hacia ella- Si pones resistencia solo te ira peor.
- Cuida tus palabras Malfoy- grito George- No te atrevas a hablarla así.
Pero Malfoy ignoro al larguirucho gemelo Weasly y cogió a Harriet por el brazo, en un fuerte agarre y la obligo a seguir a Umbridge. Iban en dirección al despacho de Dumbledore.
- Los vigile por semanas, ¡Y mira! - dijo Umbridge al ministro de magia, que llego a Hogwarts por polvos flu, escoltado por dos Aurores y su secretario, Percy Weasly- El ejército de Dumbledore demuestra lo que te había dicho desde el principio Cornelius.
Dumbledore estaba sentado en su escritorio, con apariencia despreocupada, escuchando a la bruja de rosa.
- Su campaña de mentiras sobre quien tú sabes no nos engañó ni por un momento- despotrico Umbridge- Vimos sus acciones por lo que son, una cortina de humo para poder obtener el control del ministerio.
Umbridge le paso el pergamino modificado de Hermione… y solo ahí noto algo que le removio el suelo, el título del grupo… a Hermione no se le ocurrió cambiar el nombre del grupo, demasiado preocupada por intentar salvar a los estudiantes con la protección segura del anonimato, habia olvidado algo importante.
El pergamino tenía un título que antes festejarón y ahora le quitaba el color a sus mejillas.
"Ejército de Dumbledore"
- Desde luego- dijo Dumbledore de forma tranquila.
- ¡NO!, profesora Umbridge, ¡él no sabía nada!, ¡Yo fui la quien creo el grupo-
- Es noble que trates de defenderme, Harriet- Dumbledore le corto, parándose del escritorio- Pero como lo han mencionado el pergamino dice claramente ejército de Dumbledore... No de Potter. Le pedí a Harriet que formara esa organización, yo y solo yo soy responsable de sus actividades.
- ¡Eso es mentira! - rugio Harriet, deseperada, Malfoy le agarro el brazo con mayor aplomo.
- Silencio Potter, solo cavarás tu tumba mas profundamente- susurro Malfoy cerca a su oido.
- Envíen una lechuza al profeta- ordeno Fudge- Tal vez pueda salir en la edición matutina, Borris, Shacklebolt, escolten a Dumbledore a Azkaban, a que lo enjuicien por conspiración y sedición.
Pero los deseos del ministro de magia se hicieron añicos cuando Dumbledore escapo con la ayuda de su fénix, lo último que Harriet vio del viejo mago fue un guiño.
No estaba molesto con ella, de hecho, parecía orgulloso.
La huida creo una explosión de fuego y luz, tumbando al suelo a los trabajadores del ministerio, Malfoy al ver el peligro se había movido dándole la espalda a la explosión, colocando protectoramente a la pelinegra en su pecho... Harriet distinguió un leve olor a manzanas.
- Guau- se escuchó decir a Shacklebolt, el mago de tez negra, luego de levantarse del suelo- Tal vez no le agrade ministro... pero no puede negar... que Dumbledore tiene estilo.
Harriet se separó de Malfoy para buscar a su ex abuelo. El lugar donde se originó la bola de luz y fuego estaba vacío.
Dumbledore había desaparecido.
Decreto educacional número 119
Dolores Jane Umbridge reemplazará a Albus Dumbledore como nueva directora de Hogwarts.
Notes:
Otro miércoles y otro capítulo algo largo subidoooo, gracias por leer. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 40
Summary:
Una sorpresa gigante, clases frustrantes de oculmancia, travesura final de los gemelos Weasley, una romántica declaración y una terrorífica visión en medio del T.I.M.O de historia.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El castigo para los que fueron encontrados en la sala de menesteres y cuyos nombres Hermione no pudo romper del pergamino falso, fueron usar las sádicas plumas de sangre para escribir sobre sus pieles: “No debo decir mentiras”
Harriet odiaba doblegarse frente a la sádica mujer, su piel era sensible… como la de cualquier chica, pero quien pareció más molesto por el castigo que ella fue George Weasley, que miraba fijamente a los ojos de Umbridge con desprecio e ira nada simulada mientras se escribía sobre su piel.
Umbridge sonrió radiantemente, gozando de su sufrimiento, sentada cómodamente detrás de su escritorio del aula de defensa contra las artes oscuras.
Al terminar el castigo, “todos los integrantes” del ejército de Dumbledore sangraban por el dorso de la mano. Cuando abandonaron el salón se encontraron con Cho y Marietta… La última lucia terriblemente molesta, en su rostro habían aparecido granitos que seguían un patrón, como si fueran letras. Harriet pudo leer la palabra “Soplón”, en su rostro sonrojado de furia.
- ¿Quién me hechizo? - grito furiosa a los estudiantes de manos sangrantes- ¡¿Quién lo hiso?!
- Yo lo hice- dijo Hermione, parándose al frente de la colérica bruja- Te sienta bien.
- ¿Cómo te atreves a hechizarme sin mi consentimiento? - grito Marietta- ¡No es legal!
- ¿Y traicionarnos lo es? - Harriet se metió entre las adolescentes- Responde, bruja.
- ¡No tuve elección!, ¡Si no le decía del grupo… Umbridge habría despedido a mi madre!, ¡Al igual que la madre de Cho!
La joven asiática tenía la vista clavada en el suelo.
- Lo siento… es mi culpa, yo obligue a Marietta a asistir e inscribirse en el ejército de Dumbledore… ella no quería pertenecer a las clases de defensa clandestina desde el inicio… lo siento… si no la hubiera obliga-
- Vámonos chicos, Madame Pomfrey nos ayudará a parar el sangrado de sus heridas más rápido… estoy segura que solo quedara una fina cicatriz en sus manos, más fina que la cicatriz que tengo en la frente- Harriet ignoro y dio por cerrada la conversación con las Ravenclaw, tenía otros asuntos más urgentes en mente, como cuidar a sus amigos.
El grupo se alejó rumbo a la enfermería, lo último que escucharon las Ravenclaw fue la afirmación distante pero alegre de Luna Lovegood.
- Mira el lado positivo Harriet… ningún Slytherin te traicionó.
Risas y carcajadas resonaron por el pasillo, perdiendo su potencia a medida que se alejaban.
- Lunática Lovegood- dijo roja de rabia Marietta.
Ya que Potter era fuerte y Granger tan inteligente como una Ravenclaw, desfogaría toda su ira con esa horrible niña pelirrubia.
- Vámonos Cho… leí en un libro que este hechizo no tiene solución, solo desaparecerá con el tiempo, ¡Qué vergüenza!, ¿Cómo se supone que iré a clases o comeré en el gran comedor? - al no oír respuestas de su amiga, Marietta giro la cabeza, buscándola- ¿Cho?
Su amiga está a su lado, pero pareciera como si estuviera a kilómetros de distancia.
- ¿Cho?... ¿Estás bien?
Cho Chang no está ni cerca de estar bien. Se arrodilla en el suelo y rompe a llorar. Culpa pura corre por su sangre. Sus gritos de lamento asustan a Marietta, quien intenta calmar a su desconsolada amiga.
Con Dumbledore prófugo, Harriet se convierte en una masa andante de culpa y preocupación, sus amigos intentan vanamente echarse la culpa de las clases clandestinas de defensa, pero no hay palabras que saquen de la preocupación a Harriet, el ministro incluso se atrevió a poner una gran suma de dinero como recompensa a quien atrape a Dumbledore.
La palabra culpa se ve claramente en el rostro de Harriet, culpa por haber puesto ese nombre al grupo de defensa, culpa por haber sido atrapada, culpa porque Dumbledore perdió su puesto de director y ahora una tirana bruja ocupaba su lugar.
“Todo es mi culpa… sino hubiera aceptado dar clases, Dumbledore aun sería el director…”
Una tarde, mientras el trio dorado está terminando de almorzar, un ratón blanco, uno de los animales entrenados de Hagrit aparece con un mensaje, su semi gigante amigo necesitaba con urgencia verlos de inmediato.
Tenía un favor muy importante que pedir a sus queridos amigos Gryffindor… antes que Umbridge lo despidiera como maestro y guarda bosques. La rechoncha mujer cara de sapo tenía marcado los pasos de Hagrit, anotando sus errores y hablándole como si fuera un idiota que no podía captar oraciones. No había que ser un adivino para saber que pronto Hagrit seria exiliado de Hogwarts.
El trio dorado y Hagrit tuvieron que caminar muy al norte en búsqueda de lo que Hagrit quería mostrarles… Nada más impensable que un gigante.
- ¡¿Qué demonios Hagrit?!- chillo Ron asustado al ver lo que creyó enormes arboles moviéndose a su dirección.
- Es mi hermano… lo encontré cuando fui en búsqueda de los gigantes… lo hubieran visto, el más pequeño de todos… los demás gigantes lo trataban mal… tenía que traerlo conmigo o habría muerto a manos de los más grandes… ¡Grawpy, vine con amigos!
El gigante que vestía un raído chaleco y taparrabos se aproximó corriendo al trio dorado, tumbando a Hagrit en el proceso; los adolescentes retrocedieron, abrían sido arrollados si Hagrit no habría atado uno de los pies del gigante a un árbol.
- Es inofensivo- dijo Hagrit acercándose a los Gryffindor- Un poco impetuoso y juguetón, pero-
Grawp extendió la mano con la cual cogió a Hermione, levantándola varios metros del suelo, la bruja grito, Ron intentó atacar al gigante golpeándolo con una rama que termino añicos sin lograr daño alguno, Harriet no pudo levantar su varita ante un familiar de Hagrit y el semi gigante gritaba a su hermano que se comportara. Fue la misma Hermione quien se salvó, ordenando al gigante soltarla.
- ¿Estas bien? - pregunto Ron, cuando Hermione fue dejada en el suelo.
- Si…- afirmo Hermione.
El gigante intentó jugar con Hermione haciendo sonar una campana.
- Puede cazar su propia comida… compañía es lo que le faltará cuando… cuando me echen de Hogwarts.
Nadie lo contradijo, Hagrit sabía que era objeto de odio de Umbridge y que ahora que era la nueva directora, los días en Hogwarts de Hagrit estaban contados.
- Prométanme que lo cuidarán… que velarán por él… es mi única familia.
La cara llorosa de Hagrit impidió cualquier negativa.
Cuando volvieron a su sala común, el trio dorado no sabía exactamente como cumplir su promesa.
“Te pareces a tu padre”
Harriet recordó cuando vio a sus padres la primera vez en el espejo de Oesed, su madre era como una versión adulta de ella, tan inalcanzablemente hermosa que Harriet sabia jamás podría igualar… pero su padre tenía un encanto alcanzable, heredo su negro pelo salvaje que Lavender se esforzaba por domar, una mirada avellana traviesa y una barbilla desafiante a meterse en problemas… si, ella más como su padre… si tan solo usara moño más seguido, tal vez podría emular-
- Estas sentimental…
La pequeña Harriet de once años con aspecto de espantapájaros giro en dirección a la nueva persona que apareció en el espejo de Oesed, un hombre con una nariz aguileña y ceño fruncido le devolvió la mirada.
Era el profesor Snape.
Harriet gimoteo y con toda la fuerza de concentración que pudo, hecho al intruso de su mente, de su más preciado recuerdo.
- Es… es… es personal- Harriet tenía dificultad para hablar, el esfuerzo la había dejado sin aire.
- No para mi…
Harriet lo miro con ojos súper abiertos, completamente indignada.
- Ni para el señor tenebroso- termino la frase Snape- Si no mejoras.
La pelinegra lo miro con odio, el mago se acercó a ella, su negra capa floto detrás de él, Harriet retrocedió aun sentada, pegándose al espaldar de su silla… ¿Acaso todo Slytherin no sabían respetar el espacio personal?
- Cada recuerdo que tenga acceso es un arma en tu contra- siseo Snape- No durarías ni un minuto si él invade tu mente.
- No sé cómo hacerlo, no se co-
- Eres igual a tu padre… arrogante, flojo- el mago se separó de ella dándole la espalda, una mueca de desdén cruzo su rostro.
Harriet brinco de la silla, molesta por el insulto contra su progenitor.
- No diga nada en contra de mi padre- ladro Harriet.
- Débil- la ignoro el mago.
- ¿Débil?, ¡No es cierto!
Snape volvió a darle la cara.
- Entonces demuéstralo, controla tus emociones, disciplina tu mente.
- No se co-
- Legeremens - Snape apunto su varita hacia la pelinegra.
El frio laberinto del torneo de los tres magos, el medio hermano de Hagrit, Sirius en su tercer año con ropas de reo despidiéndose para huir de los Aurores, la desaparición de Dumbledore con Fawkes en una explosión de luz y fuego, la infantil actitud de George en la sala de menesteres, Voldemort viéndola con ojos hambrientos de sangre, el ataque en el ministerio al señor Weasley, la fotografía de sus padres bailando en medio de un paisaje otoñal, la cara de Sirius gritando en el profeta en su tercer año, un largo corredor con madera pulida negra, estantes polvorientos, atardecer, bola de cristal, un Slytherin corriendo con ella en brazos rumbo a la enfermería luego de su interrogatorio con Umbridge, su reunión con Sirius en la oculta mansión Black, el cálido abraso entre padrino y ahijada.
- Me das asco…
Harriet gruño, molesta… Íntimo, todo lo que el docente veía era demasiado íntimo.
La ira burbujeaba en su estómago.
- ¡Ya basta! - Harriet se levantó con dificultad de la silla.
- ¿Y a eso llamas control? - se burló el profesor.
- Ya trabajamos mucho, ¡Quiero descansar!
La bruja recorrió la oficina, dirigiéndose tambaleante a la salida.
Pero el profesor la abordo, bloqueando su camino, lucia molesto por gritarle.
- ¡El señor tenebroso no está descansando! - a pesar de ser un grito, Snape se las arregló para mostrar desdén arrastrando las palabras-Tú y Black se parecen tanto… tontos sentimentales, siempre llorando sobre lo injustas que han sido sus vidas… tal vez no hallan notado, pero la vida no es muy justa… tu bendito padre lo sabía y siempre nos lo recordaba.
- ¡Mi padre fue un gran hombre! - Harriet grito molesta sin importarle enfadar al mago.
Pero el profesor de negra vestimenta estaba más molesto que ella.
- ¡Tu padre fue un cerdo! - furia brillaba en su rostro.
Sin delicadeza alguna, la jalo de su capa para arrojarla a la silla y seguir con las clases.
“¡¿Un cerdo?!”- Harriet gruño, mostrando todos sus dientes.
- Legere-
- ¡Protego! -chillo Harriet, la ira bailaba por todo su cuerpo.
Solo quería detener al mago… jamás espero sentir como de repente era succionada sin su permiso… arrastrada a abrir una puerta, jamás quiso girar el pomo, este término abriéndose sin que ella presionara nada.
Ve Hogwarts, pasadizos y uniformes distintos a los que se usan actualmente, ve como un joven pálido, delgado, de pelo negro grasiento camina… no, huye, al parecer es víctima de bromas pesadas de algún matón de turno… el escenario cambia, el mismo joven de pelo negro está sentado en una esquina de una destartalada casa, ve a dos adultos pelearse… A Harriet se le parte el corazón entender que ese joven tiene problemas tanto en Hogwarts como en su propia casa… El escenario vuelve a cambiar, el joven escapo de casa y está sentado en un valle, hay un lago y un árbol que lo acompañan mientras lee una pequeña montaña de libros.
Harriet se acerca a él, no sabe porque, pero le parece conocido… comienza a ver cada detalle, el joven usa prendas demasiado grandes y viejas para su tamaño, haciéndolo parecer más pequeño, sus preciados libros están desgastados y viejos, cuando ve su rostro se sorprende de encontrarse con la expresión más pura de tristeza.
- Oye… todo estará bien… se solucionará- dijo ella sin poder controlar su boca.
El joven gira a su dirección y el rostro cambia a uno feliz, Harriet escucha como alguien se aproxima detrás de ella. La curiosidad le gana y gira para ver quién era la persona cuya presencia era tan poderosa como para borrar su expresión de dolor.
- Li-
¡Es suficiente!
Se escucha un grito de la nada. Harriet se asusta y rompe el hechizo.
- ¿Qué…? - la pelinegra no acaba de entender que paso… hasta que ve al profesor, luce agitado y pálido, apoyado en su escritorio.
“Harriet Potter, acabas de entrar en la mente de tu profesor y ver parte de sus recuerdos del pasado… y para tu mala suerte, no eran ni de lejos los recuerdos más agradables”
- Profesor, yo no-
Snape se levantó del escritorio donde estaba apoyado al recuperarse de la intrusión y avanzo a grandes zancadas a Harriet, la alzo del cuello de la capa hasta que la bruja apenas pudo tocar el suelo con la punta de sus pies y la miro con odio nada disimulado.
- Tus lecciones han acabado.
- Yo-
- Vete.
Snape soltó su capa, Harriet volvió a tocar el suelo y retrocedió creando distancia.
- Lo siento… no quise entrar en su mente, solo quería protegerme, no sé cómo-
- Vete.
- Profesor, no puede cortar las lecciones… ¡Aun no domino oculmancia! - chillo indignada Harriet- ¡No puede castigarme así!, sino corto la conexión con Voldemort… él… él podrá controlar mi cuerpo… ¡Todos estaremos en peligro!, ¡Seré como el caballo de Troya!
- Vete.
- Me iré ahora, pero volveré por mas clases, mejoraré, aunque aún no sé qué significa dominar la mente… no le diré a nadie de su pasado ni, aunque me hagan un Crucio… yo también fui maltratada de niña, pero conocí a mis amigos y-
- ¿Me darás una charla motivacional acerca del poder del amor y la amistad, del como esa magia ayudo a que superar a tu estúpida familia muggle, tonta niña Potter? Vete ahora mismo, tus lecciones han finalizado.
Harriet se sintió tan avergonzada por las palabras del profesor que sus mejillas se calentaron de vergüenza y el pelo se le tiño a rojo sangre… el amor y la amistad fueron su salvavidas cuando sentía que se ahogaba en su triste vida… esa era la razón por la cual accedió a tomar esas frustrantes y dolorosas clases, para proteger su mente y proteger a quienes amaba… ahora que había cometido un error monumental al invadir la mente de su profesor, quedaba expulsada del curso y aun no había aprendido a cerrar su mente… quería llorar de frustración, aún era una amenaza andante… ¿Cómo se supone que podría dormir en la misma habitación que sus amigas sin temer cerrar los ojos y que Voldemort se apoderara de su cuerpo mientras estaba inconsciente?, ¿Cómo podría permanecer cerca a sus amigos sin la esperanza de dejar de sentir oleadas de odio repentinas que le daban ganas de sacar su varita y destruir todo?
Había fallado, no podía proteger a las personas del castillo más de lo que podría haber protegido al señor Weasley en sus sueños… su última oportunidad se le escurrió entre los dedos… le pico los ojos y clavo la vista al suelo de la mazmorra. Debía huir, ocultarse del mundo donde no dañara a nadie en un lugar pequeño y restringido…
“Dentro de una alacena”
“Si… debo escapar de Hogwarts, solo así no haré daño a nadie… solo así estarán a salvo”- pensó Harriet mientras avanzaba a la salida de la oficina, con una nueva resolución en mente- “Ir donde Elise no es una opción, tampoco puedo ir a la mansión oculta de los Black, pero debo irme hoy mismo… me esconderé bajo mi capa, recuperaré mi escoba, cargare mi baúl, volaré al sur y-
- No huiras de Hogwarts- dijo el profesor Snape detrás suyo.
Harriet, sorprendida, gira hacia el adulto. En ningún momento sintió que haya usado legirimancia en ella.
- Eres muy fácil de leer Potter… Ni se te ocurra huir de Hogwarts.
- ¿Por qué no?, si me quedo aquí solo lastimare a quienes me importan… podría herir a cualquiera y ni siquiera darme cuenta que sucedió… estas clases eran mi última esperanza, pero me las niega por un accidente.
- No has mostrado signos de mejorías desde que comencé a enseñarte.
- Es porque no tengo idea de lo que me ordena, ¡No se cómo poner la mente en blanco!, cada vez que me dice que no piense en nada pienso en todo, no puedo frenar mis pensamientos, no es como el aire… no fallo apropósito sino porque no sé cómo hacerlo, ¡Me ha lanzado al agua para enseñarme a nadar y jamás se ha dignado de decirme exactamente como realizar esa proeza!, así que si… es hora del plan B, huir para mantener a todos a salvo.
- Si estas afuera sin supervisión y protección es probable que el señor oscuro te asesine en un parpadeo… eso sería demasiado estúpido hasta para ti.
- ¿Qué le importa?, usted me odia - dijo confundida Harriet.
Snape la miro con ese extraño brillo en sus ojos que mostraba cuando ella tenía el pelo rojizo, añoranza y dolor. A la mente de Harriet vino el recuerdo que acababa de invadir, cuando el mago era solo un niño flacucho, cuando estaba solo refugiándose bajo el árbol con sus libros, recordó como cambio su cara de tristeza por una de alegría… antes de ser expulsada de la mente del profesor giro la cabeza con curiosidad y lo último que vio fue una figura pequeña dueña de un largo cabello rojo.
“No le importo yo… le importa la niña pelirroja de su pasado… cuando cambio el color de mi cabello lo hago evocar al pasado, cuando su vida era un asco. Debió de querer mucho a esa niña como para verla reflejada en mí, aunque me deteste”
- ¿Volverá a darme clases? - cuestionó Harriet.
- Si… y esta vez a un nivel cero, en el cual puedas entender- prometió el hombre.
- No le diré a nadie lo que vi hoy- dijo Harriet viendo con determinación a Snape- Buenas noches profesor, hasta la próxima lección.
Harriet cruzo la puerta y desapareció de la mazmorra.
Al caminar de vuelta a su sala común, Harriet noto como los gemelos Weasley consolaban al joven Dennis Creevey, que recientemente fue torturado con la pluma de sangre de Umbridge.
- Ya, ya, tus manos se pondrán bien, no es tan malo como parece- intento animar Fred.
- Me… me duele… ayyy ayyyy- sollozo Dennis.
- Ya, ya pasará, pronto será solo una cicatriz, mira- dijo George, mostrando su mano- La nuestra casi ni se notan.
- Si, el dolor desaparece después de un rato.
Umbridge apareció solo para regocijarse del dolor, pues en su retorcida mente el niño merecía ser castigado.
- Sabes George, siempre he creído que nuestro futuro está más allá del desarrollo académico- dijo Fred, mirando marchar a Umbridge a su oficina.
- Fred, yo pienso exactamente lo mismo.
Harriet giro la cabeza con rapidez a su dirección.
- No estarán pensando lo que creo, ¿Verdad? - dijo Harriet, preocupada- No pueden abandonar la escuela, ¡Su madre los mataría!
- Awww, te preocupas por nosotros- Fred sonrió con todos sus dientes.
- ¡Claro que sí!, no quiero ir a sus funerales.
- Awwww, ¿Me extrañarías si ya no me ves por el castillo? - George invadió el espacio personal de Harriet.
- Los extrañaría todos los días- respondió Harriet con sinceridad. Se le haría muy extraño no ver a los gemelos Weasley en el castillo, pero sabía que se graduarían antes por ser mayores y era algo que debía estar aceptándolo.
Tan concentrada estaba en sus pensamientos que no noto como George la tenía abrazada por la cintura, haciéndola girar.
- Escuchaste eso Fred, ¡Ella me va a extrañar! - canturreo George, soltando sonoras carcajadas.
- Dijo que nos va a extrañar a los dos, George.
- ¡George, bájame!, Dennis aun nos necesita.
- Ups- dijeron a coro los gemelos.
Todos juntos regresaron a la sala común de Gryffindor, donde estaban Ron siendo ayudado por Hermione a terminar los últimos pergaminos de tareas por los T.I.M.O, muy pronto sería junio y con ello los exámenes. A Harriet no le podría importar menos, tenía los conocimientos necesarios en la cabeza, la ansiedad por los exámenes era real pero no de vida o muerte como la necesitaba imperiosa de mejorar en oculmancia si quería dejar de sentirse como una pistola cargada con gatillo sensible.
Los exámenes eran miedos infantiles, pero temer a ser usada como un títere por Voldemort cuando menos lo piense era el mayor miedo real que ocupaba su mente todo el tiempo.
Un día antes de las pruebas de los T.I.M.O.S. Harriet tuvo que cantar varias veces a Hermione para que dejara de temblar tanto.
- Lo harás bien Mione, eres la futura ministra de magia… harás cosas increíbles, mejorarás el mundo mágico y yo te ayudaré como jefa de los Aurores.
- ¿Cómo lo sabes?, ¿Cómo puedes estar tan segura?
- Porque no hay mejor bruja calificada para el puesto que tu… al menos no en Hogwarts.
Las pruebas para los T.I.M.O.S. se dio en el gran comedor, que había sido adaptado con carpetas individuales para todos los alumnos de quinto año. Umbridge vigilaba sentada en el asiento del director a los alumnos que se mantenían en silencio llenando sus pruebas, solo el sonido de las plumas rasgando el papel se escuchaba… hasta que de la nada un golpe resonó en la puerta del gran comedor, luego otro y otro, cada vez más sonoro.
Umbridge se levantó y cruzo de prisa el gran comedor para reñir a quien estuviese haciendo ese ruido, pero al abrir las puertas solo se encontró con una chispa de luz que luego de burlarla entro al comedor y exploto como un fuego artificial. Poco sabia ella que ese era solo el preámbulo del espectáculo principal de los gemelos Weasley, que interrumpieron los T.I.M.O. volando en sus escobas, arrojando las pruebas al aire, cubrieron el cielo encantado de nubes con cientos de fuegos artificiales de todas las tonalidades, creando un espectáculo colorido. Umbridge intento vanamente parar a los magos, pero ellos eran muy rápidos, Fred lanzo unas chispas vengativas a la brigada inquisitorial y George fue especialmente malo con Malfoy, cuyo fuego artificial lo persiguió hasta que estuvo completamente asustado.
Luego de carcajearse, los gemelos Weasley lanzaron un dragón furioso hecho de chispas rojas, doradas y humo hacia Umbridge.
Ver escapar a Umbridge desesperada a la salida del gran comedor mientras era perseguida por un dragón centellante fue una de las cosas más graciosas que Harriet presencio en su vida, se rio tan fuerte que se le escaparon las lágrimas. Justo cuando Umbridge cruzo las puertas del gran comedor, el dragón la atrapo, explotando en cientos de chispas que a la vez rompieron todos los decretos educacionales que estaban colgados en la pared de la entrada.
Los gemelos volaron al patio empedrado mientras eran seguidos por los alumnos de quinto y otros curiosos que habían salido después de oír todo el alboroto en el gran comedor. Los Weasley siguieron lanzando chispas de luces y realizaron malabarismos con sus escobas, encantando a los alumnos que solo podían reír y aplaudir, en medio de la algarabía George descendió su escoba para acercase a Harriet.
- ¡Lo que acaban de hacer es valiente pero Umbridge los castigará hasta el fin de los tiempos, George! - grito Harriet intentando hacerse escuchar en medio de tanto ruido- ¿Cómo se supone que te libraras del casti-
- ¡Te amo! - grito George con una sonrisa, silenciando a Harriet.
De lejos Harriet oyó el sonido de otra explosión, una sonora carcajada bastante familiar y de repente pudo notar el peso de las palabras del pelirrojo.
- ¿Qué? - fue lo único que pudo brotar de sus labios, sorpresa pura escrita en su rostro.
- ¡Dije que te amo, Harriet Potter! - George se veía radiante, Harriet no sabía si era por las luces de los fuegos artificiales, por su brillante sonrisa o porque de repente dejo de ser el hermano mayor de su mejor amigo para convertirse en lo que siempre había sido y ella no se había dado cuenta: un apuesto joven mago.
Harriet solo lo podía ver con una mezcla de emociones donde primo la vergüenza, coloreando sus mejillas de rubor rosa, era su primera declaración de amor, en medio del patio empedrado, bajo cientos de fuegos artificiales y gran parte de la población de Hogwarts.
- ¡George! – llamo a gritos Fred, volando cerca de su gemelo- ¡Es hora!
- ¡Si! - respondió George, dándole una mirada cargada de emociones a Harriet- Es hora de escapar, ¡Te veo luego, princesa!
- ¡Nos vemos, princesa! - se despidió Fred mientras ascendía a los cielos con su escoba, al lado de su gemelo.
Mientras se alejaban Harriet capto retazos de conversación.
- ¿Lo hiciste?
- Claro que sí.
- ¿Y qué dijo?
- No me quede a esperar la respuesta, tonto.
- Sabes que solo te di la ventaja porque eres mi hermanito menor ¿No?
- A veces es un problema ser gemelos, tenemos los mismos gustos en chicas…
Ya a gran altura, los gemelos lanzaron su ultimo fuego artificial, una gran y brillante “W” cubrió los cielos de Hogwarts, dieron unas últimas piruetas en el aire y luego se alejaron con rapidez al atardecer, montados en sus escobas.
Años posteriores, aun se hablaría de la legendaria hazaña de los Weasley, el cómo retaron a Umbridge, tiranía combatida con diversión y una romántica confesión a Harriet Potter antes de salir volando a la libertad perdiéndose en los cielos de Escocia.
A pesar que un genocida estaba sediento por esparcir toda su sangre al suelo, Harriet aun debía vivir pensando a futuro, con esperanza de llegar a tener una vida adulta, escoger una carrera y el trabajo que le ayudaría a subsistir cuando terminara sus estudios académicos... aunque no tenía idea a lo que deseaba dedicarse. En la segunda semana de junio, semana de orientación vocacional, por cosas que no entendió en una pelea de la profesora McGonagall y Umbridge, Harriet termino con la promesa de la jefa de su casa con convertirla en la mejor Aurora que el mundo haya visto.
“Si no escoges tú, otros lo harán por ti”, pensó Harriet.
- Tienes talento y mente, gran poder mágico, serás una gran Aurora, Potter- aseguro McGonagall- Podrás tener el puntaje necesario para poder aspirar a ese puesto, me aseguraré personalmente de presentarte a los magos adecuados para tu formación.
- No había pensado en mi futuro profesora… pero ser Auror parece un buen plan si logro sobrevivir a Volde-
- Lo harás Potter - corto la estricta docente- Todos lo haremos.
- ¿Se imagina a cara de sapo cuando me vea convertida en Auror?, apuesto que se pondrá verde de celos.
- ¿Cara de sapo?
- Oh, disculpe profesora… todos los estudiantes le decimos así a Umbridge, por su rostro, nos recuerda al anfibio.
- No debería decir ese tipo de cosas a un docente, señorita Potter, es descortés… es hora que vayas a tus clases, dese prisa- la mujer giro la cara para mirar la ventana.
- Si, profesora McGonagall- dijo Harriet obedeciendo en el acto.
Al salir de la oficina, Harriet escucho las sonoras carcajadas que soltó la profesora, nadie toleraba a esa horrible bruja, ni siquiera la estricta McGonagall, cuando giro a ver la ventana de su oficina Harriet capto una sonrisa difícil de ocultar. Había hecho reír a su jefa de casa.
En la tercera semana de junio, en su prueba de historia de la magia, Harriet termino de llenar todo su pergamino sin problema alguno, para no parecer una creída decide esperar a que más alumnos terminen su examen para recién entregar el suyo, aprovecha el tiempo para echar una pequeña siesta… hasta que tiene una visión repentina: se encuentra en una habitación tan grande como una catedral, con poca visibilidad, llena de estanterías que guardaban polvorientos objetos esféricos, tantos pasillos pero bien enumerados, el numero 97 era su objetivo, al entrar y llegar al final del pasillo vio a dos figuras, una contorsionándose en el suelo como un animal herido y otra de pie apuntando su varita hacia el caído.
- Cógela Black, coge la profecía por mi… solo tú puedes cogerla- siseo Voldemort.
- No… no lo haré. No… tendrás que matarme para conseguirlo- a duras penas hablo Sirius, tumbado en el polvoriento suelo.
- Jugare contigo si eso es lo que quieres… cortare cada tendón y vena de tu cuerpo… ensuciare el suelo con tu sangre traidora, después de todo tenemos muchas horas de diversión luego de aburrirme con el Crucio…. Oh, no tienes idea de cuanto dolor puede soportar el ser humano- Voldemort se agacho al lado del hombre- No tienes idea de las torturas y su poder… pero hoy aprenderás, Lord Voldemort es generoso… hoy aprenderás.
Con un rápido movimiento de varita Voldemort mutilo la mano izquierda de Sirius, su grito de dolor inundo la enorme habitación.
- Ese es un dolor medio, sino me das la profecía con la mano que aun te queda, experimentaras de propia mano- Voldemort se rio silbante de sus palabras- Experimentaras el dolor más puro… me suplicaras morir.
- Ahh, ahh… arggg.
La sangre salía copiosamente del muñón ensangrentado de Sirius.
- Vamos Black… coge la profecía… cógela y acabare con tu sufrimiento como el mago piadoso que soy… estamos solos y nadie te salvará. Coge la profecía y sálvate.
- Ahh, arggg, maldito… ¡Que te den por el cu-
Voldemort se levantó de un salto y piso el muñón ensangrentado de Sirius. El mago grito de dolor mientras más sangre escapaba de su cuerpo.
- Respuesta equivocada… bien, bien… será mejor que empecemos, el dolor mejorará tu lengua… ¡Oh, pero que fantástica idea tuve!, ¿Qué tal si te corto la lengua?, eso nos evitara escuchar tus horribles palabras- Voldemort apunto su varita a la cara del mago- Ahora, quietooo o por accidente esto acabara más rápido y podría decapitarte… ¿No quieres eso aun, verdad?- Voldemort comenzó a caminar alrededor de Sirius- No, no, claro que no… no sin entregarme la profecía primero… ahora, deja de retorcerte, quieto, abre la boca… ábrela.
Sirius enseño sus dientes, Voldemort volvió a pisar el muñón ensangrentado del mago y un grito de dolor resonó por todo el lugar.
-¡Diffindo!
¡PARAAAAAAAAA!
Harriet se había caído de su escritorio y se encontraba tumbada en el suelo, sudaba copiosamente y la cicatriz en su frente le ardía como fuego.
Todos los alumnos habían dejado de llenar sus exámenes para mirarla con curiosidad.
- ¿Qué es lo que le pasa, señorita Potter? - pregunto el anciano examinador de los T.I.M.O.
-Yo…- Harriet se había levantado de un salto, mala idea, la realidad se tambaleo a sus pies- Yo… necesito… necesito aire. Ya terminé mi prueba.
Harriet intento caminar pero su visión le fallo.
- También termine mi prueba profesor- dijo de la nada Malfoy- Como líder miembro de la brigada inquisitorial, mi deber me obliga a mantener el orden en el colegio… la patética escena de estrés por los T.I.M.O de Potter está distrayendo a los alumnos. La llevare a la enfermería para que mis compañeros puedan proseguir su examen.
Harriet escucho como Theo se puso a reír y comenzó a aplaudir.
“¿Y a él qué le pasa?”
El examinador estuvo de acuerdo, Harriet se mordió los labios para evitar protestar y accedió a que Malfoy la saque del gran comedor, necesitaba hablar con sus amigos, quienes ya no se encontraban ahí… y recordar la visión solo le hiso temblar, distorsionando su camino. Se habría caído si Malfoy no la habría guiado.
Luego de unos minutos el aturdimiento por la visión se había ido para que un dolor en el tórax y una preocupación latente llenaran el lugar. Ella no podía ir a la enfermería, ¡Ella debía buscar a sus amigos!, ¡Necesitaba hablar con alguien de lo que vio!
- Suéltame Malfoy, no iré a la enfermería- Harriet intento zafarse de Malfoy, quien la tenía sujeta de la cintura.
- Iras Potter, eso no está en discusión- Malfoy la arrastro sin detener su andar.
- No necesito ir a la enfermería, ¡Ya estoy mejor! - Harriet uso sus dos manos para zafarse de Malfoy, pero su agarre parecía de hierro.
- ¡He dicho que no está en discusión!, ¡Algo muy raro te paso en el T.I.M.O!
- ¡Y a ti que te importa mi “patético ataque de pánico” !, me odias Malfoy, ¡Ya deja de jugar!, ¡Tengo que reunirme con mis amigos, es de vida o muerte!
Malfoy, cansado de que Harriet se retuerza e intente huir de él, la carga estilo princesa… al tenerla entre sus brazos se sorprende de lo ligera que es.
- Deberías comer más Potter… hasta una lechuza pesa más que tú.
- ¡Malfoy, bájame! - Harriet chilla, horrorizada.
- Y no te odio Potter, de hecho, es lo con-
¡Suéltala Malfoy!
La pareja gira en dirección del grito, es Ron Weasley, esta rojo de furia igualando la tonalidad de su cabello, tiene la varita apuntando a Malfoy. Hermione a su lado ve la escena con los ojos muy abiertos.
No todos los días ves a un Slytherin cargar a un Gryffindor y menos Malfoy a Potter, acérrimos enemigos declarados desde el primer día de clase.
Malfoy no duda en su agarre, de hecho, se aferra más a Harriet de lo posible.
- Su querida amiga se desmayó en los T.I.M.O, solo la llevaba a la enfermería como líder de la brigada inquisitorial que soy, mi debes es velar por el orden en Hogwarts.
Los Gryffindor parecen sorprendidos, pero Ron sale de su estupor y camina hacia la pareja.
- Y yo soy un prefecto de la casa de Gryffindor, mi deber es velar por los estudiantes de MI casa, es MI compañera la que tienes en brazos, te ordeno como prefecto dármela, yo la llevare a la enfermería.
- No lo sé Weasley… eres tan delgado y pequeño, ¿Cómo sé que no te caerás con el peso de Potter?
Harriet se puso roja de vergüenza y se zafo con éxito de los brazos de un distraído Malfoy.
“¿Quién hasta hace poco dijo que debía comer más?”
- Me encuentro mucho mejor ahora, no necesito tu ayuda Malfoy. Chicos vámonos- Harriet camino sin esperar a sus amigos, directo a su sala común.
- Harriet, por ahí no se va a la enfermería- riño Hermione.
- ¿Quieres que te cargue? - pregunto Ron.
- No no no, estoy bien chicos…- Harriet recuerda la visión y su cuerpo tiembla de forma incontrolable- Algo paso y necesito privacidad para contarles, ¡Padfoot está en peligro!
- ¿Cómo que en peligro?
- Harriet… hiciste lo que creo que hiciste.
Malfoy se queda quieto, mirando como el trio dorado se pierde de su vista, rumbo a su sala común. El joven rubio mira sus palmas, las abre y cierra, el calor del cuerpo de Potter abandono sus manos desde que se zafo de él… se siente como un niño codicioso, queriendo atrapar el aire, queriendo más. Incluso se atrevió a usar el maleficio imperio contra ella para poder tenerla cerca.
- Estoy enfermo…- suspira con pesar el joven pelirrubio.
Harriet Potter nunca sabría lo estúpido que podía llegar a ser, “un cobarde emocional”, tal como lo decía Theodore cada vez que explotaba de furia en un arrebato mágico al ver como Harriet se alejaba cada vez más y más de él.
- Muy… muy enfermo.
Cabizbajo, sintiendo el peso de la tristeza en sus hombros, Malfoy se aleja a pasos lentos, rumbo a su dormitorio.
Notes:
Otro capítulo subido en otro bello miércoles… espero que los cambios del What if sean de su agrado, estoy mezclando partes de libro con los de la película… y por supuesto, el lado bad ass de Voldemort es obligatorio, perdón a los que pueda incomodar, perdón humanitos de estómago sensible, pero repito es obligatorio escribir esas escenas, recuerden que Voldemort era el más temido y seguido por ser el más sádico, mientas que Grindelwald era seguido por ser encantador.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 41
Summary:
El arma secreta de Dumbledore, la furia de los centauros y amistades que no dejaran partir sola a Harriet al ministerio.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
- Harriet-Hermione sonaba insegura- Tu visión… no creo que fuera real… son las cinco de la tarde, ¡Aun hay muchos magos y brujas en el ministerio!
Harriet hiperventilaba, las extremidades les picaban.
- Si- aporto Ron- Sirius está a salvo en el cuartel de la orden.
La pelinegra caminaba en círculos en la rojiza alfombra de la sala común de Gryffindor, mordiéndose los dedos, ansiosa.
- No, no ,no… si lo habrían visto… ¡Morirá desangrado si no voy al ministerio a rescatarlo!, ¡Voldemort le amputo la mano!- chillo desesperada Harriet.
- Harriet, ¿Cómo sabes que no es una trampa de quien tu sabes para una emboscada?, ¿Cómo sabes que no es una trampa para atraparte?
- No me quedaré aquí Mione, ¡Yo sé lo que vi!... si tú lo hubieras visto estarías tan desesperada como yo, ¡Lo está torturando!
- ¡Por favor, antes de correr al ministerio primero comunícate con la mansión Back!, ¡Puede ser una trampa!, solo … solo llama a la mansión Black por Sirius y si él no está… ya veremos que hacer después.
- No podrá, cara de sapo intervino todas las chimeneas- dijo Ron.
- Pero no la suya, iremos a su despacho, usaremos su chimenea- sentencio Hermione.
Harriet dejo de caminar en círculos.
- ¿Cómo…?
- Oh… ¡Ya entendí!, ¡Distracción!
- Con ayuda de los miembros del ejército de Dumbledore más leales: Neville, Ginny y Luna- informo Hermione.
- No… no podemos involucrarlos- Harriet dio un paso atrás.
- ¿Involucrarnos en qué? - pregunto Neville quien entro con Ginny a la sala común.
- En distraer a Umbridge para que abandone su despacho para usar su chimenea, es un asunto de vida o muerte- informaron a los dos Gryffindor.
Antes que Harriet pudiera negar su ayuda, Ginny hiso un patronus para llamar a Luna por apoyo, mientras se discutía la treta a usar contra la directora.
-No me gusta esto… ¡Podrían meterse en problemas serios por ayudarme! - intento razonar Harriet.
Pero el plan ya había sido puesto en marcha.
Una vez que el trio dorado vio salir corriendo a Umbridge de su oficina, ingresaron inmediatamente a ella, Harriet intento comunicarse con la mansión Black, pero para su mala suerte la casa estaba vacía, solo Kreacher el viejo amargado elfo domestico se encontraba para recibir su llamada.
- El amo Black no se encuentra… salió a dar uno de sus paseos y aun no regresa, ¡Ya no molesten más! - murmuro Kreacher y de repente giro hacia las escaleras, cortando la comunicación.
Harriet vio impotente como las llamas consumían los leños, la desesperación volvió a trepar por su cuerpo.
- Esto sí que es mala suerte- se lamentó Ron, acariciando la espalda de Harriet, intentando que su atónita amiga se aleje de la chimenea.
- Oh no… esto sí que es buena suerte-
El trio dorado giro hacia la voz femenina que hablo de imprevisto, asustándolos.
Era Umbridge.
Ella y su brigada inquisitorial habían atrapado a sus amigos…
Umbridge obligo a sentarse a Harriet en su silla de su rosa oficina para interrógala, mientras sus amigos eran retenidos por los miembros de la brigada inquisitorial.
- Querías ir con Dumbledore, ¿verdad? - Umbridge se agacho hasta quedar frente a frente a Harriet.
- No.
Plaff
Un sonido resonó en la habitación, gemidos de sorpresa escaparon de los presentes. Umbridge había cacheteado a Harriet Potter. El golpe había sido tan fuerte que los lentes sin luna volaron del rostro de Harriet a un lado del escritorio de Umbridge.
- ¡Mientes! - chillo Umbridge- ¡¿Dónde está Dumbledore!
- No.… no lo sé… está prófugo, ¿Recuerda?
Plaff
El mismo sonido se volvió a escuchar, Umbridge volvió a golpear la misma mejía herida de Harriet tan fuerte con su gruesa mano llena de anillos, que un hilito de sangre escapo de la comisura de sus labios.
- ¡Mientes!
Harriet la miro furiosa, furiosa con la sádica bruja por recurrir a la violencia y molesta consigo misma por sangrar frente a su agresora, su cabello se coloreo de rojo por la ira que sentía. Pensó que si hubiera nacido como hombre su piel no sería tan delicada, deseo ser uno en ese instante.
- Ultima vez, Potter, ¿Dime donde se esconde Dumbledore?
- Púdrase- Harriet la miro con el ceño fruncido, Umbridge la golpearía si decía la verdad, un insulto era su mejor opción para desquitar toda la rabia que sentía.
Umbridge se vio furiosa, levanto la mano para golpear a Harriet, la pelinegra cerro los ojos esperando el ardor en su mejilla nuevamente, pero el golpe nunca llego... El salvador de la pelinegra fue el profesor Snape, quien había detenido el golpe en el aire, sostenido la muñeca de la directora.
- ¡¿Qué cree que está haciendo, profesor Snape?
- Harriet Potter es una celebridad, directora… lastimarla más podría poner en riesgo la imagen del colegio frente a los ojos del mundo mágico… algo que perjudicaría la imagen del ministro Fudge y la suya...
Harriet vio atónita al hombre de negro, sino la odiaría juraría que la estaba protegiendo.
“No… no me protege a mi…. Solo le recuerdo a la niña de rojiza cabellera de su difícil infancia”- pensó Harriet.
- Ahora… llego la hora de respuestas, quieran dármelas o no- dijo Umbridge, sacándola de sus cavilaciones- Profesor Snape, ¿Ha traído el veritaserum?
“Me interrogará de nuevo… ¡Y esta vez no sé cómo podre burlarla!”, pensó temerosa Harriet.
- Temo que agoto mis reservas interrogando alumnos, usando mi última poción con las alumnas Marietta Edgecombe y Cho Chang.
- Ohhh, después de todo no nos delataron, sino que fueron obligadas a hacerlo- dijo Luna con su tono soñador de siempre.
- ¡Silencio! - ordeno Umbridge.
- A menos que quiera envenenarla, y le aseguro que la comprendería si quiere hacerlo… no puedo ayudarla- dijo Snape retirándose a la salida de la oficina.
El profesor Snape era miembro de la orden, recordó Harriet, desesperada intento crear un mensaje cifrado
- Tiene a Canuto… ¡Ambos están el lugar que usted ya sabe! - chillo la pelinegra, desesperada por ayuda… “Cáptelo, descífrelo, ayúdelo”
Cuando Umbridge pregunto por sus extrañas palabras, el docente se mostró desentendido e indiferente, retirándose de la oficina.
Las esperanzas de Harriet por ayuda de un adulto se hicieron añicos en su cara.
- Bueno… no me dejas opción Potter- Umbridge se puso a caminar en círculos en su oficina, pensando en su siguiente movimiento- …Ya que esto pone en peligro al ministerio, no tengo otra alternativa… la maldición Cruciatus te aflojará la lengua.
- ¡Es ilegal! - grito de inmediato Hermione.
Pero la sádica bruja regordeta no pareció importarle, demasiada enfocada en sus planes, romper las leyes mágicas no era un problema para ella, con firme decisión apunto su varita a Harriet, quien empezó a temblar al recordar el dolor de la maldición cuando Voldemort la torturo en el cementerio.
Harriet cerró los ojos, apretó los dientes para no darle el gusto de gritar, cuando de repente el grito de Hermione por una supuesta arma secreta para enfrentar al ministerio capto toda la atención de la obesa bruja.
- ¿Arma?, ¿Cuál arma? - Umbridge alejo su varita de Harriet, el color en Hermione volvió a su rostro.
- El arma con el cual Dumbledore planea derrotar al ministro… oculta muy al norte en el bosque prohibido.
- Llévenme a ella- ordeno Umbridge.
Ingresar y recorrer el bosque prohíbo en esos momentos, cuando el ministerio había recortado los dominios de los centauros, era una pésima idea; tan molestos estaban que Hagrit casi fue atado por estos una tarde… y ahora tres brujas se adentraban al norte por un objeto inexiste.
Harriet entendió casi de inmediato la treta de Hermione, pero ¿Hasta cuándo podrían seguir ganando tiempo y engañar a la infame bruja?
Minuto a minuto el engaño de Hermione se caía a pedazos, como un castillo de arena alcanzado por el mar.
Lo peor vino cuando la adulta bruja se dio cuenta del engaño al jamás llegar a ver la supuesta arma. Molesta por el engaño, alzo la varita contra ellas, Harriet se colocó delante de Hermione con los brazos abiertos para proteger a su amiga, pero Umbridge se distrajo al ser observaba por un centauro. La regordeta sádica bruja lo insulto, el centauro le lanzo una flecha que la bruja desvió y contrataco lanzando una cuerda que comenzó a ahorcarlo.
- ¡Maldito semi humano, criatura de intelecto inferior, como te atreves a atacarme! - chillo Umbridge.
- ¡¿Qué demonios le pasa?!, ¡Se está poniendo azul! - Harriet avanzo al centauro y grito- ¡Finite incantantem!
La cuerda que asfixiaba al centauro cedió, permitiendo respirar al ser mágico.
- ¡Osas desafiarme Potter!, ¡Finalizaste mi hechizo!
- Eso no era un hechizo, eso era una muestra de su sádico ser, ¡Horrible y sanguinaria bruja! - grito indignada Harriet.
- ¡Es suficiente!, ¡Suficiente consideración de mi parte! - Umbridge apunto su varita a Harriet, estaba tan cerca que no había forma de evitar el hechizo - ¡Crucia-
Pero la maldición no pudo ser lanzada porque Grawp apareció de entre los árboles y cargo a Umbridge de su rosado abrigo, alzándola varios metros del suelo. La bruja perdió su varita en el suelo, los centauros se acercaron molestos a esta, intentado arrebatársela al gigante, quien después de segundos se dio cuenta que Umbridge no sería su amiga, soltándola. La sádica bruja cayó al suelo y fue atrapada por los centauros quienes la tomaron de los brazos… lucían terriblemente enfadados.
- ¡Suéltenme, suéltenme!, ¿No saben quién soy yo! - al no obtener las reacciones que esperaba, Umbridge miro a Harriet y grito- ¡Potter!, has algo, ¡Diles que soy inofensiva!
Harriet, quien estaba delante de Hermione presenciando la revuelta, miro con fríos ojos a la mujer y con una sombría sonrisa dijo:
- Lo siento profesora… no debo decir mentiras.
Umbridge palideció, los centauros se la llevaron pese a sus gritos e insultos.
- Una tonta mujer hasta el final… mira que seguir insultando a los seres que la tienen bajo su poder- dijo Hermione viendo desaparecer por las profundidades del bosque a la manada de centauros.
- Efectivamente- asintió Harriet- Espero que reciba lo que merece.
Más tarde Harriet aprendería que debía cuidar sus palabras, los centauros eran criaturas maravillosas pero orgullosas, cualquiera con información básica lo sabría, insultarlos y estar a punto de asesinar a uno haría el perdón de esa raza algo imposible. Umbridge aprendería de primera mano la ira de los centauros.
- ¡Gracias Grawp!, ¡Buen chico! - grito Hermione al gigante.
Este se alegró tanto del cumplido que se puso a aplaudir y saltar, causando temblores en el bosque.
Las brujas se despidieron del gigante, corrieron al colegio, donde fueron sorprendidas por sus amigos quienes lograron escapar de la brigada inquisitorial dándole dulces broma de los gemelos Weasley.
- Pastillas vomitivas… brillante- se sorprendió Hermione.
Ron se sonrojo, Hermione al ver su reacción lo imito.
- Oigan amigos- dijo Harriet mirando a Luna, Ginny y Neville- Y futuro par de esposos- dijo la pelinegra mirando ahora a Hermione y Ron- No es que no aprecie su ayuda, pero debo ir al ministerio yo sola para rescatar a Sirius.
- ¿Cuándo lo entenderás?, estamos juntos en esto- chillo Hermione.
- El ejército de Dumbledore era para hacer algo bueno, ¿O solo eran palabras? - dijo Neville, serio como pocas veces se veía.
- Tal vez no tienes que hacerlo tu sola Harriet- dijo Ron, tomándole la mano.
Harriet se sintió conmovida, todos sus amigos se veían reacios a dejarla ir sola al ministerio, a pesar que habían sido informados de lo temerario que podía llegar a ser. Le picaron los ojos y parpadeo repetidamente para espantar las lágrimas.
- Sera muy peligroso… ¿Aun así quieren acompañarme al ministerio?
- Somos el ejercito de Dumbledore, luchamos por lo que es justo. Es justo rescatar a un inocente de un agresor- dijo Neville.
- Concuerdo con el chico de mejillas melón- dijo Luna, provocando un sonrojo en Neville.
- Pero… ¿Cómo llegaremos a Londres? - pregunto Ron.
Harriet analizo la situación, su escoba estaba decomisada en el despacho de Umbridge, muchos de los presentes no tenían escobas propias… y tomar el tren parecía imposible, ¿Cómo llegarían a Lon-
- Volando, por supuesto- dijo Luna soñadoramente, cortando los pensamientos de Harriet.
- ¿Cómo?, ¡Londres está muy lejos para volar en escoba!, sin contar que no sabemos la ruta exacta y-
- Thestral- respondió calmadamente Luna.
Montar sobre los Thestral fue temerario, pero para casi todos sus amigos fue una verdadera locura, ¡No podían ver en que se subían, pero si sentir su calor corporal! Harriet y Luna ayudaron a todos a subir a las incomprendidas criaturas aladas. Todos se veían incomodos y asustados, pero no desistieron en seguirla.
Hicieron una formación donde Luna dirigía y Harriet se permitió ir al final para vigilar a sus amigos y poder llorar con soltura, conmovida por la fidelidad de todos, que en los momentos más desesperantes mostraban sus verdaderos colores, amistad por encima de miedo.
Harriet los adoro, a cada uno de ellos, mientras se limpiaba la mejilla surcada de lágrimas.
Notes:
Lo sé, capitulo bastante corto, lo sé… he estado ocupada y dando un vistazo al infierno. Prometo que el próximo miércoles el capítulo será más largo. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 42
Summary:
Llegada al ministerio, corazón roto, duelo de la luz y oscuridad y miedos haciéndose realidad.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Harriet guio al grupo de magos y brujas hacia la entrada de visitantes del ministerio, se bajaron en la calle donde había una vieja cabina telefónica que quedo chica al ejército de Dumbledore, entraron a duras penas, sumamente apretujados como si de sardinas se tratasen y descendieron bajo tierra hasta llegar a las instalaciones del ministerio, caminaron por el largo y esplendido vestíbulo con el suelo de madera oscura muy brillante, chimeneas doradas en todas las paredes a lo largo del espacio, hasta llegar a una fuente circular con estatuas doradas que bordearon con rapidez, Harriet se encontró casi corriendo hacia el ascensor, ¡No había nadie en el ministerio!
- ¿A dónde? - pregunto la mecánica voz del ascensor cuando todos los alumnos ya estaban dentro del ascensor.
- Al departamento de misterios- dijo Harriet sin un ápice de duda.
Una vez que llegaron al piso en mención, Harriet se hayo con una desagradable sorpresa, había demasiadas puertas que jamás vio en sus sueños. Todos comenzaron a abrir las puertas para ayudar a Harriet, pero solo pudieron hallar cosas más extrañas a cada minuto: cerebros flotantes en recipientes enormes, plantas que parecían insectos, extraños objetos que nadie se atrevió a tocar por temor a que estén malditos, ¡Hasta encontraron la habitación de los granos de arena con el cual funcionaba los giratiempos!, pero no lograron encontrar a Sirius… Hasta que Harriet reconoció una puerta en específico, la misma que había visto en sueños.
Entro con cautela, pero decidida a salvar a Sirius, el grupo de alumnos se sorprendió con el tamaño de la habitación, tan grande como una catedral llena de polvo, había repisas por todos lados llenando el gran espacio, enumeradas, con miles de esferas empolvadas desprendiendo un brillo fantasmal que hacía muy poco para guiarse en medio de tanta oscuridad.
Los jóvenes encendieron sus varitas, los Lumus les ayudaron a ver con mayor claridad.
¿Qué quería Voldemort conseguir de estas esferas llenas de polvo y telarañas?, Harriet no lo sabía.
Sin esperar más, Harriet corrió hacia la sección 96, donde vio a Sirius ser torturado por Voldemort, pero cuando llego al fondo del pasaje estaba vacío. Ni una gota de sangre había en el lugar.
- No lo entiendo- Harriet busco desesperada a Sirius- ¡Debería estar aquí!
- Harriet- lo llamo de repente Neville- Esta esfera tiene tu nombre.
La pelinegra se acercó al objeto esférico que señalaba Neville, instintivamente la cogió, dentro la niebla comenzó a moverse, casi suelta la esfera cuando oyó una voz salir de esta.
“La única criatura con poder para derrotar al señor oscuro se acerca… nacido de padres magos que lo desafiaron tres veces, nacido cuando muere el séptimo mes…. Y el señor tenebroso lo reconocerá como su igual, pero la criatura tendrá un poder que el señor tenebroso no conoce… pero ninguno de los dos vivirá si el otro sobrevive”
Esa voz… ¡Era la voz de la profesora Trelawney!, ¿Por qué decía esas palabras?, ¿Por qué esa esfera de cristal tenía su nombre?, ¿Por qué estaba el objeto en ese empolvado lu-
- Harriet- llamo Hermione, sonaba realmente asustada a apuntando al frente del pasaje.
Su miedo estaba bien fundado, un par de sombras humanas vestidas con túnicas negras con capuchas y máscaras de esqueleto se acercaban a ellos, acorralándolos.
Una figura destaco del resto, aproximándose a Harriet, al bajarse la capucha y sacarse la máscara revelo su identidad: Lucius Malfoy.
- ¿Dónde está Sirius? - pregunto Harriet con la varita en alto.
- Potter, ya deberías aprender la diferencia entre los sueños y la realidad- dijo el mago adulto- Solo viste lo que el señor tenebroso quería que vieras… Ahora dame la profecía.
- ¡La romperé si se acerca! - grito Harriet, molesta consigo misma, había caído en la trampa de Voldemort y ahora todos sus amigos estaban en peligro.
Una risa maniática se escuchó de repente.
- ¡Ella sabe cómo jugar! - una bruja se burló, era hermosa a la vista con rulos negros salvajes, pero si prestabas más atención, podías ver lo podrida que estaba- La linda y pequeña bebe Potter.
- Bellatrix Lestrange- dijo Neville, con amargura.
- Neville Longbottom, ¿verdad? - la bruja lo miro de pies a cabeza y sonrió- ¿Cómo están tus padres?
- Mejor… ¡Ahora que los vengaré! - Neville apunto su varita a la bruja, encolerizado.
Harriet lo detuvo, Bellatrix apunto su varita al Gryffindor, lista para atacar.
- Todos vamos a calmarnos- pido Lucius, alzando las manos- Solo queremos esa profecía.
- ¿Por qué Voldemort necesitaba que yo la tomara?, pudo mandar a cualquier Mortífago por ella.
- Se atreve a decir su nombre… ¡Se atreve a decir su nombre!, ¡Sangre sucia maldita! - chillo exasperada Bellatrix.
- Solo tiene curiosidad Bellatrix- dijo Lucius intentando tranquilizar a la enloquecida mujer- Las profecías solo pueden ser tomadas por las personas sobre las cuales han sido hechas… es una suerte para ti… ¿Nunca te has preguntado cual es la razón de la conexión entre tú y el señor tenebroso? - Lucius avanzo hacia el grupo lentamente con cada palabra- ¿Por qué no pudo matarte cuando eras solo una niña?
Harriet vio por el rabillo del ojo como sus amigos se ponían ansiosos, al igual que Lucius varios Mortífagos se acercaron a ellos, acorralándolos por todos lados.
- ¿No quieres saber el secreto de tu cicatriz?, las respuestas que Dumbledore te negó están ahí, Potter, en tu mano… todo lo que debes hacer es dármela y conocerás la verdad.
Más y más Mortifagos llegaron salidos de la oscuridad, alzando sus varitas al grupo de estudiantes.
- He esperado 14 años para esto- dijo Harriet mirando la profecía.
- Lo sé- dijo Lucius con voz paternal, como si hablara con una niña.
- Esperare un poco mas- Harriet retrocedió un paso y grito a sus amigos- ¡Ahora!, ¡Desmaius!
- ¡Desmaius! - gritaron sus amigos.
El hechizo dio de lleno a Lucius, pero logro conjurar un escudo que lo salvo, otros cuantos Mortífagos no tuvieron la misma habilidad, recibiendo el hechizo sorpresa. Harriet guio a sus amigos a la salida, pero fueron emboscados por Lucius.
- ¡Dame la profecía! - demando el adulto pelirrubio.
- ¡Hacia otra estantería, ahora! - ordeno Harriet.
En medio de su huida el grupo se separó, pero cada uno libro duelos contra Mortifagos que se atravesaran de la mejor forma posible que pudo, el problema mayor surgió cuando el grupo tuvo que huir de unos estantes que habían sido destruidos al ser volcados por la magia de Ginny, creándose un efecto domino, donde los estantes chocaban unos con otros y las bolas de cristal se volcaban al suelo. El grupo huyo y corrió, enfrentando a los Mortífagos por todos lados en los cuales intentaban perderlos: en la habitación de extraños cerebros donde evitaron ser estrangulados, en la habitación jungla siendo ayudados por las plantas insecto y terminaron lanzando hechizos para defender sus vidas en la habitación del enorme reloj de arena, destruyendo las arenas del tiempo, convirtiendo un Mortífago en bebe y a otro en anciano. Corrieron y corrieron hasta llegar a un foso que tenía un viejo arco de piedra en el medio, alrededor de este había gradas, Harriet sabía que debían seguir corriendo, pero no puede evitar sentirse atraída hacia el arco. Se sintió como una polilla siendo atraída hacia la luz.
- ¿Escuchan eso? - les pregunto a sus amigos- Esas voces… ¿Comprenden lo que dice?
- Yo no escucho voces Harriet, ¡Vámonos de aquí! - pido temerosa Hermione.
- Yo también las escucho- dijo Luna, tan herida por los duelos como lo estaban todos.
- Harriet, solo es un viejo arco… ¡Por favor Harriet! - ahora suplico Ron, desesperado. Debían seguir moviéndose o los encontrarían.
Pero fue demasiado tarde, los Mortífagos los encontraron y capturaron, dejando sola a Harriet con la profecía en la mano.
- En realidad creíste…- dijo Lucius acercándose a Harriet, caminando alrededor de ella- ¿De verdad eres tan ingenua para creer que unos niños lograrían… detenernos?
Harriet se maldijo, habían perdido segundos valiosos de huida por detenerse a mirar un viejo arco de piedra.
- Esto es simple, querida Potter- Lucius estiro la mano hacia Harriet- Dame la profecía ahora o veras a tus amigos morir.
No había otra salida, todos estaban en brazos de los Mortifagos con las varitas amenazadoramente en el cuello, Hermione lloraba, Ron estaba rojo por el fuerte agarre del Mortifago, Luna parecía aturdida, Ginny temblaba.
- ¡No se lo des Harriet! - grito Neville.
- Desperdicio de sangre- chillo Bellatrix, quien tenía a Neville atrapado- ¡Crucios!
Neville cayó al suelo gritando de dolor.
- ¡Basta!, ¡Para!, ¡Has que pare y te daré lo que quieras! - chillo Harriet mirando impotente como Neville se retorcía de dolor.
- Bella…
- ¡Pero me estaba divirtiendo! - gimoteo la mujer- Argg, está bien, parare.
Neville dejo de retorcerse, tenía lágrimas en los ojos, pero aun así fue capaz de ver como Harriet entregaba la profecía a un eufórico Malfoy.
La profecía era lo que mantenía al grupo de estudiantes con vida, Harriet sintió como la esperanza abandonaba su cuerpo, sin la profecía no podía negociar nada más.
- Ya la tienes, déjalos ir, por favor- suplico ella.
- ¿Y por qué….- reflexiono de repente Lucius- ¿Por qué solo llevarle la profecía si puedo llevarte con él?, seré recompensado… entregándole a la niña que vivió, su más grande error.
- Iré a donde quieras, pero debes dejar ir a mis amigos – Harriet intento negociar, ganar tiempo.
- No tienes derecho a exigir nada- siseo Lucius.
- Son solo niños, no mayores que tu hijo… ten corazón, mátame a mí, pero déjalos ir- Harriet susurro, intentando convencer al mago- Por favor, deja que regresen con sus padres.
- Merecen la muerte tanto como tu… ¡Se burlaron de nosotros! - Lucius grito, jalando un mechón negro de Harriet.
- Nunca nos burlamos, solo escapamos, solo queríamos vivir- Harriet ignoro las lágrimas de dolor por el dolor en su cuero cabelludo- Por favor, déjalos ir… por favor, déjalos volver a casa.
Pero Harriet no obtuvo ninguna respuesta ya que las puertas de abrieron y entraron miembros de la orden del fénix con las varitas en alto, el más rápido de todos, Sirius, que uso la trasportación para llegar a Harriet y dar un puñetazo en la cara a Lucius.
- Eso te enseñara a mantener las manos alejadas de mi ahijada- dijo Sirius viendo como a Lucius rodar.
Sirius la alejo del fuego cruzado de los otros miembros de la orden: Moody, Lupin, Tonks y Kingsley, pero en medio de su huida pudo ver como la profecía se rompía sin que Lucius pudiera hacer nada más que gritar de frustración.
Mortifagos contra la orden del fénix, Tonks levantando a Neville y llevando a los estudiantes a un lugar seguro, mientras duelos, luces y explosiones se daban por todas partes.
- Escucha- hablo Sirius- Quiero que ustedes salgan de aquí.
- ¿Qué?, ¡No!, ¡Yo me quedare contigo!
- Harriet, lo has hecho muy bien, pero yo me encargare ahora.
No hubo tiempo para seguir discutiendo porque Lucius comenzó a atacarles y un Mortífago se unió a él. Sirius impidió que un ataque dañara a Harriet lanzando un Protego, Harriet aprovecho la defensa para lanzar un ataque, en un parpadeo ella y Sirius estaban luchando codo a codo contra sus adversarios. Los demás miembros de la orden también luchaban ferozmente, la risa lunática de Bellatrix se escuchaba mientras se batía en duelo, Lupin se enfrentaba a dos a la vez, Moody demostró porque era considerado una leyenda auror derrotando a varios Mortifagos simultáneamente.
A la par Sirius logro derrotar al Mortífago que se unió a Lucius, este al verse en desventaja numérica intento usar una maldición con cuerdas, tal como hizo Umbridge con el centauro horas antes, por lo que Harriet lanzo un Expelliarmus para impedir su ataque.
- ¡Así se hace, James! - grito alegre Sirius.
Harriet sintió que el pecho se le inflaba de orgullo, Sirius no parecía darse cuenta de sus palabras, siguió atacando a Lucius hasta quitarle la varita, el hombre rubio alzo las manos en señal de rendición y Sirius solo lo mando a volar, había tenido piedad de un hombre que minutos antes la había amenazado de muerte.
Sirius le sonrió a Harriet y ella le devolvió la sonrisa.
Surgida de la nada aparecido Bellatrix, con su mirada enloquecida, lanzo un rayo de luz hacia Sirius, quien recibió de lleno el traicionero hechizo… todo paso tan rápido, pero ver el rostro de su apuesto padrino abandonar la sonrisa para pasar a la sorpresa absoluta hiso que el corazón de Harriet latirá más lento y doloroso.
“¿Por qué se ve así?, ¿Qué contenía el ataque?”
No hubo tiempo para pensar más, Sirius se estaba cayendo al arco de piedra, lo último que vio en su rostro fue una mezcla de miedo y sorpresa, antes que su cuerpo desapareciera detrás del arco. Harriet no entendía porque Bellatrix celebraba como si fuera una gran victoria, Sirius solo debía levantarse y salir de ese pedazo de roca… ¿Pero por qué no lo hacía?
Sin entender que pasaba, Harriet avanzo en dirección de Sirius, pero fue detenida por Lupin.
- Suélteme, ¡Tengo que ayudar a Sirius!, ¡Solo Merlín sabe que hechizo le lanzo Lestrange para no poder levantarse!, ¡Suélteme!
- Se ha ido, Harriet, se ha ido- dijo Lupin, pálido.
- ¡NO!, ¡Sirius!, ¡Sirius, sal ya!
- Harriet…
- ¡Él está detrás del arco!, ¡Sirius, ya voy! - Harriet intento con todas sus fuerzas escapar de Lupin.
- No Harriet… Sirius se fue, cayó en el arco… las personas que caen al arco no pueden volver… ese es el arco de la muerte- Lupin hablaba de forma entrecortada, como si pronunciar cada palabra le provocara un gran dolor.
- ¡Mentira!, ¡Escuche voces, voces que salían de ese arco!
- Eran las voces del más allá, solo los que vieron la muerte pueden escuchar esas voces.
Harriet sintió que las piernas le fallaban y su corazón acelerarse, su cerebro intentaba procesar la información del mago adulto.
- No… no puede ser verdad, él… él está detrás del arco, solo que no puede levantarse, ¡Sirius!, ¡Sirius di algo!¡No es divertido!
- Harriet, ¡Él se ha ido!... se ha ido- Lupin intento razonar.
- No… no es cierto, él… él no puede estar muerto.
El tiempo volvió a ralentizarse, vio a Lupin como aguantaba las ganas de llorar, vio como mas maldiciones y explosiones sucedían a su alrededor, pero para ella solo eran ruido sin sentido, Sirius había muerto, sintió las mejillas húmedas percatándose que estaba llorando, cada respiración se le hacía más dolorosa que la siguiente, pensó que dejar de respirar aliviaría todo lo que estaba sintiendo, había caído por un precipicio y ya no sentía la gravedad de la tierra.
Sirius había muerto por su culpa, había ido al ministerio a salvarlo, para evitar perderlo, pero había caído en la trampa de Voldemort y ahora...
Su padrino había muerto.
Hahahahahahaha.
La enloquecida risa de Lestrange la devolvió a la realidad… ¡Bellatrix asesino a Sirius!, ¡Merecía morir!
Como pudo se zafo de los brazos de Lupin y corrió en dirección a Bellatrix, quien huía al vestíbulo al ser los Mortífagos claramente perdedores contra la orden del fénix. Lupin corrió detrás de ella, pero fue detenido por un Mortífago que había herido a Tonks y Kingsley.
Yo mate a Sirius Black, yo mate a Sirius Black- canturreó Bellatrix mientras huía, su meta era las doradas chimeneas del ministerio.
Harriet corrió tras la huidiza bruja, tan rápido que sus piernas ardieron en protesta, corrió y corrió hasta por fin tener a la Mortífaga a solo unos metros de ella.
- ¿Bonita Potter quiere atraparme? - la mujer se burló- Hahahahaha.
Harriet sintió una ira indescriptible recorrerle el cuerpo como un rayo, y sin un ápice de duda apunto su varita a la bruja y grito:
¡¡Crucio!!
Lestrange dejo de reírse y termino tumbada en el suelo, el efecto de la maldición imperdonable había sido de solo segundos, pero los suficientes para que la lunática bruja dejara de reírse de Harriet, para empezar a verla con miedo.
Harriet, parada delante de ella no bajo su varita, sabía muy bien que hechizo usar, lo ansiaba, cada centímetro de su cuerpo quería asesinar a esa mujer.
“Tienes que desearlo…”
La pelinegra comenzó a dudar, su mano tembló visiblemente mientras su respiración se aceleraba
“Harriet, ella lo mato… se lo merece”
Era verdad, esa bruja se lo merecía, pero, ¿Pero porque comenzó a dudar?
“Conoces el conjuro Harriet, hazlo…”
La pelinegra se obligó a dejar de temblar, no se atrevió a pestañear, mirando a la asesina de su padrino. Quería matarla, pero algo le decía que no volvería a ser la misma si cobraba su ansiada venganza. Un frio viento le rozo la nuca, y oyó la misma voz que últimamente se metía en sus pensamientos.
“Hazlo”
Bellatrix dejo de mirarla con miedo para comenzar a reír.
Esa voz que siempre se interponía en sus pensamientos se materializo a sus espaldas, Harriet giro, era Voldemort.
- ¡Hazlo! - ordeno Voldemort.
- Todo esto es tu culpa, todo…- dijo Harriet mirando a Lestrange- Mereces la muerte y yo te la daré.
Harriet alzo su varita hacia Lestrange pero en lugar de apuntar su ataque contra ella, giro de último momento hacia Voldemort, pero el mago era un experto duelistas, anulando su ataque en un parpadeo, despojándole de su varita.
- Que débil…- dijo decepcionado Voldemort- ¡Y este es la criatura que me derroto!, ¡Maldita sea la magia antigua!
Sin varita ni forma alguna de protegerse, la pelinegra maldijo su suerte… ahora estaba desprotegida contra el hombre que quería su cabeza desde bebe. Intento parecer fuerte y no muerta de miedo como se sentía; había miembros de la orden en el tenebroso espacio del arco de roca, pero no llegarían a tiempo para salvarlas… y enfrentarse a Voldemort era sentencia de una muerte segura. Lo mejor sería que nadie la buscara o solo hallaría el mismo destino que Sirius.
- ¿Últimas palabras, Potter? - Voldemort apunto su varita hacia Harriet.
- ¿Últimas palabras? - Harriet se rio, histérica de miedo y rabia- Que benevolente de su parte… sí, tengo unas palabras para usted… Puede matarme, ya me quito a toda mi familia… ya no me queda nada… pero que va saber usted de la eterna soledad, nada. No sabe lo que es crecer sola encerrada, con hambre y frio… Así que hágalo, máteme, reúname con Sirius.
Algo pareció aflorar por un segundo en Voldemort, un sentimiento muy humano para un mago que lucía como un monstruo de pesadilla, aunque desapareció tan rápido como llego. De repente Voldemort dejo de verla para prestar atención a quien llego por una de las chimeneas del ministerio.
Era Dumbledore.
Harriet sintió como la esperanza volvía a su cuerpo, si Dumbledore estaba ahí, entonces todos saldrían vivos de es-
- ¡Avada kedavra! - grito Voldemort apuntando a Harriet la maldición asesina.
Harriet sintió que el pánico la invadía, se quedó pegada al suelo, ella era rápida pero no sería suficiente para esquivar el ataque directo, moriría. Cerro los ojos, esperando sentir un dolor mortal, pero el ataque jamás llego, Dumbledore había animado a una estatua de la fuente, la bruja de dorado material, que salto para protegerla, el ataque le arranco la cabeza.
El corazón de Harriet martilleó de miedo ante casi morir.
- Fue tonto que vinieras esta noche Tom, los Aurores vienen hacia acá- Dumbledore dijo con tranquilidad inquietante, aunque de lejos Harriet pudo notar sus hombros tensos y postura rígida.
Dumbledore estaba molesto.
- Cuando lleguen ya me abre ido y tú… muerto estarás.
Bellatrix aprovecho para escapar por una de las tantas doradas chimeneas del ministerio, Harriet fue arrojada hacia un rincón, la estatua de bruja dorada sosteniéndola firmemente contra la pared la resguardaba de cualquier peligro.
- ¡Confringo! - grito Voldemort, lanzando la maldición explosiva en dirección del mago de larga barba.
Pero Dumbledore creo con rapidez un escudo.
- ¡Duro imparable!- Dumbledore lanzo el hechizo en dirección a Voldemort.
Voldemort lo anulo con un movimiento de varita… o eso creyó, pues la mano con la cual anulo el hechizo comenzó a convertirse en piedra.
- ¡Expulso! - Dumbledore apunto su varita hacia Voldemort, sin darle chance a que se recuperé del anterior ataque.
Voldemort voló por los aires, expulsado por la onda expansiva, su mano era completamente de piedra y el hechizo se extendía lentamente hacia todo su brazo.
- ¡Finite incantatem! - Voldemort intento parar el hechizo, pero no funciono.
- No podrás hacer nada Tom, una vez que se lanza esa maldición no para hasta convertir todo el objeto tocado en piedra. Es tu fin… pero sinceramente mereces mas que solo la muerte.
Voldemort siseo y miro con enfado al viejo mago.
- Un mago de la luz usando magia oscura… me sorprendes Dumbledore, creí que estabas muy por encima de ese tipo de bajezas.
- Para ti Tom, perfeccioné hechizos y los convertí en maldiciones, morirás convertido en roca. Hora de enfrentar tu más grande temor.
- ¡No!
Voldemort apunto a su hombro y se amputo todo el brazo… unos segundos más y se abría expandido al hombro.
Harriet vomito al ver la sangrienta escena, el monstruoso mago, pálido por la mortal herida, se apresuró a parar el sangrado y reemplazo su brazo por una de acero.
- No… no moriré, he vencido a la muerte, soy superior a esta, soy superior a todos… inclusive a ti.
Voldemort lanzo rayos a las estatuas doradas restantes, el mago, el centauro, el duende y el elfo se precipitaron a Harriet, la bruja dorada intento pararlos, pero era cuatro contra uno, una pelea perdida, por lo que la pequeña pelinegra ayudo lanzando Expelliarmus a las doradas estatuas.
- No tengo debilidades, tu si- se burló Voldemort al ver a su oponente correr para ayudar a Harriet- Oh no, ¡No me des la espalda!
Voldemort invoco una serpiente de fuego, que habría alcanzado a Dumbledore sino fuera por Fawkes, quien voló y se comió el ataque que acabo con su vida presente, reduciéndolo a solo fuego, cenizas y plumas, había renacido de nuevo y no era más que un polluelo en el suelo.
- ¡Fawkes! - chillo Harriet, esquivando a las estatuas para ir tras Fawkes.
- ¡Finite incantatem! - rugió Dumbledore.
- ¡Los volveré a encantar!, ¡Lo sabes! - grito Voldemort.
Dumbledore movió su varita y las estatuas desaparecieron, dejando solo a la bruja dorada sin cabeza que lucía deteriorada.
Con una velocidad increíble Dumbledore corrió hacia el hombre serpiente y uso su varita como si blandiera una espalda, cortando a Voldemort, este apenas pudo esquivar el ataque. Molesto por volver a sangrar ante Dumbledore, voló por encima del viejo mago de la luz y le lanzo serpientes a las que previamente agrando hasta convertirlas en gigantes para que atacaran por todos lados. La estatua bruja de oro volvió a colocar a Harriet en la pared, resguardándola lejos del conflicto, mientras que Dumbledore luchaba contra las serpientes gigantes.
- ¡Es tu fin viejo mago!, ¡Tu fi-
Pero Voldemort no pudo terminar su oración porque una mano más grande que las serpientes hecha con las baldosas negras del ministerio emergió del suelo, lanzando a las serpientes al aire y atrapando a Voldemort.
- Aun no Tom.
Cuando la mano quiso aplastarlo hasta morir, Voldemort escapo con dificultad, volando en el aire, la mano gigante de piedra lo persiguió pero al ver que su viejo creador tenía problemas con las serpientes gigantes, decidió aplastarlas con el puño. El viejo mago reapareció en el atrio del ministerio, donde había aterrizado Voldemort, visiblemente afectado por la lucha contra la mano gigante.
Una respiración después los dos magos corrieron a gran velocidad hacia el otro, usando sus varitas como espadas, Dumbledore intentó congelarlo, mientras que Voldemort usaba fuego maligno para liberarse del ataque. El monstruoso mago comenzó a correr en círculos y rodear a Dumbledore, lanzando fuego maligno por todas las direcciones, pero el viejo mago uso un escudo que lo cubrió por completo, repelió los ataques con hielo oscuro, creando una pesada neblina y se movió a gran velocidad hacia la silueta de su oponente, blandiendo su varita al aire, cortando por la mitad el brazo de Voldemort.
- ¡Es el de acero! - se burló Voldemort, zafándose del viejo mago y reconstruyendo su brazo de metal- ¡Atrapado!
Tarde se dio cuenta Dumbledore que en medio de la neblina Voldemort aprovecho para mover agua de la fuente de las estatuas, haciéndolas trepar por la pared para lanzar su ataque, atrapando a Dumbledore en una prisión esferica de agua.
Por la cara de Dumbledore, Harriet sabía que el oxígeno no le duraría lo suficiente.
La mano gigante de piedra no podía ayudar a su creador por aun seguir peleando con las serpientes que intentaban derribarlo, enrollándose en este.
- ¡Ayúdalo! - pido Harriet a la bruja dorada sin cabeza- ¡Ayuda a mi abuelo, por favor!
La bruja dorada se lanzó como un resorte en dirección de Voldemort, quien la destruyo en un parpadeo haciéndola trizas, pero distrayéndose en el proceso, lo cual aprovecho Dumbledore para escapar de la prisión de agua, cayendo al suelo, tosiendo copiosamente.
Antes que Voldemort pudiera atacarlo, Dumbledore lanzo una maldición que convirtió el suelo donde estaba parado el hombre serpiente en brea, atrapándolo en una prisión química.
- No podrás salir, es una trampa movediza de brea, mato a miles de dinosaurios que no pudieron escapar ni con su increíble fuerza.
Voldemort se retorció, pero no pudo salir de la brea.
- No necesito escapar de tu trampa, ¡Necesito destruirla!
El hombre serpiente blandió su varita mientras gritaba, provocando un gran corte de quince metros de largo y profundidad incalculable, Dumbledore tuvo que aparecerse cerca a Harriet, mientras la tierra temblaba bajo sus pies para resguardarla, guiándole a una zona donde el suelo no se desmoronara por el corte.
Cuando el viejo mago busco a su enemigo, solo pudo encontrar un abismo y su trampa de brea vacía… Voldemort había huido.
- Escapo… Rápido Harriet, debes irte de este lugar- apresuro Dumbledore.
Harriet asintió aunque no podía parar de temblar, había visto el enfrentamiento de dos grandes magos y no pudo evitar sentirse cohibida frente al poder de quien llamaba abuelo. Avanzo hacia el viejo mago, hasta que sintió como la realidad se comenzaba a deformar, sus piernas temblaron y cedieron ante su peso, cayendo de rodillas en el polvoriento y destrozado suelo. El cuerpo le comenzó a arder como si fuera quemada viva y sintió que la cabeza se le partía en dos.
- ¡Abuelo!, ¡Me duele! - dijo Harriet retorciéndose en el suelo, agarrándose la cabeza- Mi cabeza, ¡Siento que va a estallar!, ¡Ayúdame!
Dumbledore se arrodillo al lado de Harriet, sin entender que pasaba, la pequeña joven grito de dolor, lagrimas se le escaparon de los ojos, hasta que de la nada paro de moverse frenéticamente, su respiración volvió a la normalidad, pero aun se quedo tumbada en el suelo.
- ¿Harriet?, ¡¿Qué ocurre pequeña?!- Dumbledore pregunto asustado al ver la palidez en el semblante de la niña que se había robado su corazón.
La pelinegra sonrió y abrió los ojos, eran rojos carmesíes.
- Has perdido… abuelo- la pelinegra soltó una carcajada enloquecida- ¡Ahora ella es mía!
La carcajada resonó por todo el atrio del ministerio, tan enloquecida como la de Lestrange, Dumbledore sintió un escalofrió recorrerle todo el cuerpo, era miedo, su más grande temor había ocurrido justo en su cara.
Notes:
Otro miércoles y otro capítulo subido… si humanitos, me di licencia de alargar la pelea y crear mas hechizos que no estaban en la película… ¡El cielo es el límite! Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 43
Summary:
Batallas en el ministerio, aceptación de la muerte y una razón para luchar.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
A Harriet le gustaba cuando los Dursley se iban de vacaciones, eso significaba que tendría un poco de paz para ella en esa infernal casa; claro, todo iba bien hasta que los días pasaban y la poca comida que dejaban comenzaba a escasear. Cuando los días se convertían en semanas Harriet tenía cada vez menos energía… si no habría visitado a la señora Figg, su vecina, amante de los gatos y experta en tener su despensa llena, habría muerto de inanición. Pero había días en que no tenía energía ni para cruzar la puerta, y se quedaba durmiendo en su alacena gran parte del día. Su habitación no tenía nada de valor, por eso un día cuando estaba demasiado hambrienta y volvió tras rogar por comida a su vecina, se sorprendió de ver a un hombre encapuchado vistiendo con túnica negra dentro de la alacena.
- ¿Quién…?
- Así que a esto te referías- dijo el hombre sin dejarle de terminar su oración- A tu mundo…
El hombre toco los objetos de su alacena, Harriet sintió que se metía con sus memorias sin entender bien lo como la sabia.
- Deja de tocar mis pertenencias…- dijo la pequeña y desnutrida niña con el pelo enmarañado- No se siente bien.
- Para domar una mente es necesario ver todos los recuerdos.
Poco a poco la alacena se comenzó a llenarse de más cosas, objetos, fotos, libros que el intruso no dudo en examinar.
- ¡Suéltalo! - dijo Harriet al ver al hombre coger sin cuidado la fotografía de sus padres- ¡Es privado!
El hombre arrojo el portafotos al suelo y se acercó a la pequeña pelinegra que estaba en la sala.
- No hay nada privado en ti para mí, olvida si quiera esa palabra… Eres mía Potter- el hombre encapuchado le alzo la barbilla para que lo vea directamente- Me perteneces.
A pesar que Harriet intentaba ver la cara del hombre, la larga capucha lo hacia difícil.
- ¿Quién eres?, no puedes decir eso, suena mal, podría denunciarte e irías la cárcel- Harriet intento zafarse de los fríos dedos que retenían su barbilla.
El hombre la soltó solo para reír audiblemente, como si Harriet hubiese dicho un gran chiste.
- Una Gryffindor hasta el final, ¿No?
- ¿Gryffindor?
La pequeña niña pelinegra sentía que estaba olvidando algo importante, algo se le estaba escapando de entre las manos pero no sabía que… sentía como si estuviera intentando recordar un sueño.
“¡Harriet!, ¡Pequeña!, ¡Lucha!”
La niña pego un salto del susto, una voz la llamaba, pero al buscar la fuente del sonido se percató que no había nadie más en la casa.
- ¿Qué?, ¿Quién me llama?
- Olvídalo- dijo el hombre vestido de negro, haciendo un ademan con las manos- Olvídalo todo.
- ¡Harriet! - grito Dumbledore- ¡Sé que estás ahí!, ¡Despierta!, ¡Lucha!
- Harriet, Harriet, despierta, hahahaha- se burló la bruja ojos sangre y cabello negro- Que emotivo, que cursi, que débil.
- ¡Harriet!
- ¡Ella no te escucha! - grito la bruja sonriendo- La encerré y no hay forma que salga de ahí.
-¡¡Harriet!!- grito Dumbledore desesperado, intentando hacer reaccionar a su querida nieta.
- Solo hay una forma en que la deje ir… y es matándola. Ya que la muerte no significa nada para ti… entonces mátala- la bruja sonrió mostrando todos sus dientes, ansiosa por el resultado.
- ¡¿Quién eres?!, ¡Vete!, los Dursley llegarán en cualquier momento y llamarán a la policía- chillo la niña pelinegra.
- Eres demasiado habladora, me irritas… es hora de cerrar tus ojos para siempre.
- ¿Qué?
El hombre de túnica saco una varita y apunto a una pequeña niña pelinegra confundida.
- Cierra los ojos para siempre Potter, ¡Ahora!
Una luz roja salió de la varita del hombre y golpeo a Harriet, quien se retorció de dolor cayendo al suelo, grito y grito, pero el hombre no se detuvo.
- ¡Anula la posesión ya! - rugió Dumbledore.
- Nadie me da órdenes anciano- siseo la pelinegra, sus ojos rojos destellaban rabia.
- ¡Harriet!, ¡Harriet, despierta!
La bruja frunció el ceño y arrojo la maldición asesina al Dumbledore, quien lo esquivo con rapidez.
- ¡Te dije que no despertará!, ¡Si quieres liberarla debes matarla!, ¡Mátala y demuestra la clase de mago que eres realmente!
- ¡Harriet!
- ¡Es en vano, anciano! - la bruja hambrienta de sangre, corrió sonriendo macabramente hacia el anciano mago, blandiendo la varita como si de una espada se tratase.
- ¡Basta!, ¡Me duele! - chillo la niña pelinegra jadeando de dolor, tumbada en el suelo de la sala- ¡Basta!
- Esto inicia recién, Harriet Potter- el hombre se bajó la capucha, revelando al intruso.
- Vo… Voldemort-
- Ahora, ¡Cierra tus ojos para siempre! - Voldemort apunto su varita a Harriet.
La niña respiro entrecortadamente, temerosa se volver a sentir dolor, pero el dolor llego de todos modos.
AHHHHH- chillo la ahora adolescente pelinegra, retorciéndose de dolor en el suelo.
¡Despierta Harriet!
Ecos de una voz que no paraba de gritar por ella resonaron en la sala de los Dursley nuevamente.
Sintió el tiempo ralentizarse… cuando una epifanía vino a su mente.
“Ya no tengo ocho años…. Ya no vivo con los Dursley… Yo, yo abandoné su casa, encontré a Elise… amigos, familia con la cual no comparto sangre…”
- Que débil... que vulnerable… Mírame -dijo Voldemort parando de atacarla- Te reflejas en mí, lo sé, mi más grande error y aun así tan igual a mí, hablas Pársel, tienes un poder inmenso del cual aún no tienes idea y sabes que muy dentro tuyo debiste estar en Slytherin.
¡No importa el parecido que tengan, sino como se diferencian!
“Estudio en Hogwarts… soy una bruja… Enseñé para el ejército de Dumbledore…y ellos me siguieron al ministerio… fui a salvar a Sirius... a salvarlo… pero, ¡No, no pude salvarlo!”
La sala de los Dursley comenzó a inundarse mientras Harriet lloraba de tristeza. Voldemort pareció confundido.
- No pude salvarlo, no pude salvar a Sirius…
El agua comenzó a inundar toda la casa rápidamente hasta llegar a la altura de la cintura de Harriet.
- Si… Sirius- sollozo Harriet, ignorando por completo a Voldemort- ¡Sirius!
De repente el agua se volvió caliente, lastimando a Voldemort.
- ¡Basta! - grito el mago oscuro, el agua lo estaba quemando.
- Siriuuus- Harriet siguió llorando, sus lágrimas inundaron con mayor rapidez la casa de los Dursley.
- ¡He dicho que basta! - rugió Voldemort, el agua ya le llegaba al pecho.
Al ser ignorado intentó usar su varita para callar a Harriet, pero el agua comenzó a solidificarse a su alrededor, imposibilitando su ataque. Sin poder defenderse, atacar o casi moverse, Voldemort salió de la mente de Harriet antes de quemarse vivo.
Harriet siguió llorando hasta que ya no pudo mantener la respiración en la casa inundada y también salió de su mente, encontrándose acostada en el dañado piso del ministerio, Dumbledore estaba arrodillado a su lado, tenía heridas nuevas que antes no estaban cuando peleo con Voldemort.
Parpadeo para quitar las lágrimas de sus ojos, se sentía muy cansada y triste.
- Sirius…- pronuncio quedadamente.
- Que débil- le respondió una voz masculina- Ofrecer tu corazón, crear vínculos y amistades, eso solo lo hacen los débiles… mírate, un charco de lágrimas ante la pérdida de Black.
Por el rabillo del ojo Harriet vio al ejercito de Dumbledore, sus queridos amigos y Dumbledore, unos cuantos miembros de la orden del fénix, demasiado rígidos como si el tiempo se hubiese congelado.
- Si… duele como un Crucio en mi corazón-Harriet se obligó a hablar a pesar de sentir boca seca y la garganta como lija- Pero prefiero este dolor, el haber conocido a mi padrino y tener amigos a el dolor de la soledad… tu eres el débil, nunca conocerás el amor ni la amistad.
- Esa una de las cosas más estúpidas que oí en mi vida- Voldemort apunto su varita a Harriet- Ahora, muere, mi más grande error. Tonta, tonta niña… ahora lo perderás todo.
Pero antes que pudiera lanzar el hechizo varias chimeneas brillaron lanzando luces verdes, polvos flu, de las que aparecieron Aurores y el ministro de magia, Dumbledore aprovecho la confusión del mago oscuro para arrastrar a Harriet a su regazo, intentando protegerla.
Voldemort gruño de rabia al ser descubierto y se obligó a desaparecer en nubes negras del atrio del ministerio.
- Ha… ha vuelto- dijo Fudge, pálido como una fantasma.
Los sucesos que pasaron después fueron como pedazos de información que Harriet no tuvo ganas de procesar, sintiéndose como una mera espectadora: la discusión de Dumbledore y Fudge, donde gano su abuelo, siendo de nuevo director de Hogwarts y pidiendo como requisito que Dolores Umbridge pase como mínimo un año encerrada en Azkaban por torturar a sus alumnos con plumas de sangre, enseñando la mano cicatrizada de Harriet, Fudge acepto mientras las heridas de la niña que vivió se mantuvieran como un secreto o debilitaría la imagen de ministerio; Harriet recuerda a varios camarógrafos tomándole fotos junto a Dumbledore… recuerda que su abuelo la saco de ahí y termino en la enfermería.
Se entregó al sueño como un sediento en el desierto, durmió y durmió, ignorando las voces que venían a verla, voces de sus preocupados amigos, durmió y siguió durmiendo ignorando sus lágrimas y su corazón herido, ignorando sus pensamientos y sentimientos. Mantuvo los ojos cerrados ignorando los obsequios de sus amigos, ignorando el tiempo, el día y la noche, las palabras amables, el hambre o el futuro.
Harriet Potter nunca había dormido tanto en su vida.
Hasta que era hora de salir de la cama de la enfermería, pues la ceremonia de finalización de año había llegado, una amable Madame Pomfrey la saco con palabras amables y le dio de beber una pócima para reavivarla, poción que hizo más ligero su cuerpo, pero nada en su corazón.
Llego a su cuarto, pero nunca a la ceremonia y se quedó tumbada en su cuarto, ignorando el mundo, o lo intentó hasta que Hermione le apresuro para que termine de empacar.
- Empacar… ¿Para donde, Mione?,¿A dónde iré?, ya no puedo regresar con Elise y no quiero volver a la casa de Sirius.
Decir su nombre dolía, rapaba su garganta como vidrio roto, parpadeo para evitar llorar, no importara cuanto lloraba, cuan inflamados estén sus ojos, siempre tenía nuevas lagrimas que derramar.
- Puedes venir conmigo- ofreció Parvati- Mi casa es grande y ruidosa.
- O conmigo, soy hija única- dijo Lavender.
- Chicas- dijo Fay con rapidez- Sus intenciones son buenas, pero debe decidirlo Harriet.
Antes de poder pronunciar palabra alguna, la puerta de su dormitorio sonó, Hermione confundida corrió a ver quién tocaba, rebelando a Dumbledore.
- Buenos días señoritas… veo que todas las Gryffindor de quinto año estaban aquí.
Harriet se levantó de su cama notando recién ese hecho, se había aislado del mundo y había ignorado a su alrededor… sus amigas no habían ido a la ceremonia, se habían perdido el desayuno.
- No… no comieron...
- Lavender y Parvati nos trajeron suficiente comida para todas, incluso hay para ti… si deseas comer, claro… queríamos estar contigo- dijo Hermione.
Harriet quería llorar, sus amigas eran las mejores.
- Señoritas, debo pedir que empaquen sus cosas, es hora de irse a casa- Dumbledore con un movimiento de varita empaco las pertenencias de sus amigas a sus respectivos baúles- Es imprescindible tener una charla con la señorita Potter a solas.
Las estudiantes no dudaron en obedecer al director, si alguien debía conversar con Harriet para ayudarla a despegar sus zapatos de la tristeza, Dumbledore era él mago más sabio y poderoso del último siglo, ideal candidato.
- Te esperare en los carruajes- le dijo Hermione al cerrar la puerta de la habitación.
Dumbledore no dijo nada, esperando que Harriet inicie la conversación, pero la bruja se sorprendió de no poder expresarse con fluidez con quien antes considero un abuelo… empieza a temer que se moleste con su silencio, pero se calma al ver su cara impasible y relajada. Más tranquila, se lame los labios agrietados y toma una bocanada de aire, preparada para hablar.
- Direc-
- Abuelo- interrumpió Dumbledore- Yo soy tu abuelo, Harriet. Te pido que me llames de forma apropiada.
El viejo mago sonrió, Harriet no le devolvió la sonrisa, se le hacía difícil hacer eso y en lugar de hacer una falsa mueca se fijó en un detalle inquietante, las heridas de Dumbledore en la cara y manos.
- Estas herido.
- Si… pero sanare pronto gracias a Madame Pomfrey, solo serán cicatrices.
- Esas heridas no estaban la última vez que te vi, cuando luchaste en el atrio del ministerio.
El viejo mago no respondió, solo se dedicó a tocar un anillo que estaba en su meñique.
- Te herí… y maté a Sirius.
- ¡No!, no Harriet. No eras tú cuando blandiste la varita contra mí.
- Fue mi culpa- Harriet gruño, su pelo se volvió rojo.
- Pequeña… no fue tu culpa.
- ¡No se atreva a decir lo contrario! - Harriet se levantó de un salto de la cama en la cual estaba recostada, confrontando al mago- ¡Todo lo fue!, ¡Ser pésima en oculmancia!, ¡Caer en la trampa de Voldemort!, ¡El asesinato de Sirius!, ¡Él fue al ministerio por mí!... por mi… por mi culpa, ¡Y la posesión de Voldemort en mí, que termino con heridas en ti, abuelo, que debieron haber sido hechas con magia oscura para no sanar con rapidez!
La magia de Harriet salió disparada en ráfagas destructoras que dañaron todo el dormitorio, pero el anciano mago permaneció impasible.
- Entiendo cómo te sientes, pequeña.
- ¡No, no sabe cómo me siento!, ¡Así que no se atreva a contradecirme!
Las ventanas estallaron por la ráfaga de magia, las cortinas y colchas se volvieron retazos rotos de tela, los muebles astillados y rotos, nada se salvó de la ira de Harriet.
- Todo…- Harriet respiro entrecortadamente- Todo es mi culpa.
- No, es mi culpa- Dumbledore se sentó en una de las destrozadas camas- Sabia que solo era cuestión de tiempo antes de que Voldemort supiera de la conexión de ustedes… creí… creí que, al distanciarme de ti, como lo he hecho todo el año, él tendría menos interés y por lo tanto tu estarías más protegida.
Harriet se quedó sin energías para seguir expulsando magia de forma incontrolada, sentándose también en la cama junto a su abuelo, hablaron un largo rato de todo lo que no pudieron en el año: la profecía, la criatura elegida, la muerte de uno a manos del otro, el amor puro que se esfuerza por evitar dolor, la inexistencia del destino y el libre albedrio, de cómo Voldemort la marco como su igual cuando la escogió como la criatura elegida de la profecía para acabar con él, ignorando a otro bebe que cumplía con esa descripción: Neville Longbottom. Profecía que uno de sus seguidores escucho cuando salió de los labios de Trelawney al momento de una entrevista para trabajar como profesora en Hogwarts en un bar de Hogsmeade… pero su seguidor no termino de escuchar toda la profecía por ir corriendo donde su líder, razón por la cual necesitaba la profecía completa para asegurar su reinado de terror en el mundo mágico y alzarse nuevamente sin temor a nada.
- Eso significa que debo matarlo… ¿Qué soy la criatura elegida? - pregunto con temor Harriet.
- Solo si aceptas serlo, aunque no eligieras serlo, ten la seguridad que muchos pelearan contra él y el mundo se alzara por la libertad, derrocando tarde o temprano a la opresión. Es de naturaleza humana, pasa con los magos, brujas y muggles… hay valores nuestros no negociables.
-Y yo estaría con ellos, luchando- Harriet no dudo en responder.
- Y eso te hace la elegida- sonrió con benevolencia el mago anciano- Decisiones, eso es lo que somos… nosotros elegimos nuestros caminos, no el destino.
Dumbledore le informo que cuando bajase del tren Elise la estaría esperando para llevarla a casa, vivienda que había sido movida ladrillo por ladrillo a otra zona de gran Bretaña alejada de ojos muggles curiosos, repleta de encantamientos de protección mágica. Con un movimiento de varita termino de empacar las pertenencias de Harriet, hasta notar un sonido extraño dentro del baúl.
- ¿Pequeña… porque tienes un espejo roto envuelto en tela roja? - pregunto confundido el anciano.
- ¿Espejo?, ¿De qué hablas abuelo?
Cuando Dumbledore izo levitar dicho objeto, Harriet se percató que ese era el objeto que Sirius le había regalado al volver a Hogwarts tras vacaciones, un objeto para llamar a Sirius ya que las chimeneas estaban vigiladas, y ella de prometió nunca usarlo, evitando poner a su padrino en peligro. Estaba roto en tres pedazos.
- Eso… era un objeto que me dio Sirius, no sabía lo que era… nunca lo desenvolví de las telas rojas…
Dumbledore le dio la mirada más triste que hasta ahora Harriet había presenciado.
- Mi pequeña…
- ¿Qué es ese objeto, abuelo?, ¿Por qué Sirius me daría un espejo? - a Harriet se le seco la garganta.
- Este espejo… es un objeto mágico que te permite comunicarte con su gemelo… debo suponer que con Sirius… él lo usaba mucho con tu padre cuando estaban castigados en salones diferentes para charlar sin que nadie se diese cuenta.
- ¿Q.. qué?
Harriet agradeció estar sentada en la cama o hubiera colapsado en el suelo, su cuerpo comenzó a temblar y las lágrimas opacaron su visión.
- ¿Qué…? - volvió a repetir sin ser capaz de decir otra cosa.
- Harriet, tu no lo sabias… ni siquiera desenvolviste el objeto- Dumbledore se apresuró en decir.
- Tu… tuve la oportunidad de… de comunicarme con Sirius al alcance de mi mano… y la deje ir…
- Pequeña… no lo sabias, ¡Solo querías que tu Sirius estuviera a salvo!
- ¡Tanto que olvide su regalo y ahora está muerto por mi culpa!, oh Dios, oh Sirius- Harriet volvió a llorar con renovada fuerza.
Dumbledore al ver a su nieta derrumbarse frente a sus ojos, se abalanzo hacia ella, abrazándola con fuerza.
- No, no, no pienses de esa manera Harriet Potter- Dumbledore sintió su túnica mojarse con las lágrimas de Harriet y su delgado cuerpo temblar violentamente- Hiciste todo por amor, tengo entendido que hiciste su vida más llevadera, le regalaste pociones multijugos para que camine libremente… le diste tu capa… lo sacaste casi todas las noches cuando estuvieron en la mansión Black… si alguien no debe sentirse culpable, eres tu… hiciste lo mejor que pudiste con cada fibra de tu corazón… cuando iba al cuartel podía notar la diferencia… eras como una luz para él… estoy seguro que romperías su corazón si te viera así, si fuera un fantasma.
- ¿Sirius… puedo hablar con el fantasma de Sirius?
- No amor… los fantasmas son almas atrapadas en el plano terrenal porque tuvieron asuntos pendientes que los ataron en este plano. Sirius partió libre, sin cadenas que lo ataran al mundo de los vivos… ¿Entiendes?, si, su muerte fue abrupta e injusta… pero él se fue sin resentimientos, culpa o pena… Él sabía que aun tienes algo parecido a una familia que moriría por ti si es necesario… amigos, Elise y yo. Él se fue tranquilo porque sabía que no estarías sola.
Harriet se quedó más tiempo en los brazos reconfortantes de su abuelo…. Olía a limón, sol y magia, aunque no sabía a qué olía los últimos dos olores en realidad.
- Entonces… ¿No lo mate?
- No cielo, solo fue una serie de eventos desafortunados que desencadenaron esta tragedia.
- Soy… ¿Soy inocente? - Harriet se sentía incrédula.
- Tan inocente como cuando llegaste a este mundo, amor.
- Prométeme que tú nunca me abandonaras abuelo, promételo- susurro Harriet.
- No puedo hacerlo cariño, la muerte es parte natural de la vida… pero prometo estar velando por ti, ya sea frente a chicos que irán tras ti o al frente de Mortífagos, prometo dar mi vida para proteger la tuya-
- ¡No quiero eso abuelo!
- Pequeña- Dumbledore acaricio la cabeza de Harriet- Aunque muera, aun tienes todo un mundo que ama tu existencia, aun tienes amigos y familia que, si bien no une lazos de sangre, si lazos de amor... No temas a la muerte, solo es una amiga que nos espera al final de la aventura llamada vida.
- No me gusta...
- Y, aun así, esta trabaja diligentemente todos los días... Piénsalo, sería muy aburrido la inmortalidad, eso nos privaría de nuevas experiencias.
- Sigue sin gustarme- refuto Harriet.
- Aun eres muy joven, mi pequeña... lo entenderás con el tiempo. Ahora, debes partir, la señorita Granger debe estar muerta de preocupación por tu demora.
- Si abuelo...
A regañadientes, Harriet se despegó de Dumbledore, extrañando su calidez y seguridad de inmediato... sentía que, si esos brazos la abrazaban, nada malo la dañaría. El anciano la acompaño hasta la puerta del colegio, abrazándola como si fuera un oso, deseándola buen viaje y seguro retorno, asegurándole que, aunque ella no se diera cuenta, estaría protegida.
Harriet se dirigió casi trotando donde Hermione con su baúl levitando, colocando detrás del carruaje tirado por Thestrals, ahora no solo su cuerpo se sentía ligero, sino su corazón; sintió que se sacó oscuros sentimientos que la asfixiaban y ahora podía respirar con normalidad nuevamente.
El viaje en carruaje estuvo lleno de charlas alegres por parte de sus amigas de habitación, en el tren sus amigos se portaron con tacto, pero felices de volver a ver sana a Harriet. El amor... para variar su abuelo tenía razón, el amor era la fuerza más poderosa de todas, y ahí, en medio de su vagón a rebosar de amigos, Harriet se dio cuenta de algo que Voldemort no posea: Algo por que luchar.
Se acercaban tiempos difíciles, pero Harriet se volvería más fuerte para protegerlos a todos, debía derrotar a Voldemort y salvar a todos quien amaba.
Mientras se prometía eso, Harriet se quedó dormida, una sonrisa adorno su cara y no la abandono hasta llegar con Elise, quien la recibió con los brazos abiertos en la plataforma 9 <>/<> y lágrimas de felicidad en la cara. Era la primera vez que alguien que una adulta la recogía con el corazón en la mano, sinceramente feliz por su retorno. Anciana y adolescente se abrazaron largamente en una abarrotada plataforma llena de familias que recogían a sus amados hijos. Harriet se sintió igual al resto, amada y protegida.
- Vamos a casa pequeña, vamos.
- Si abuela.
Notes:
Otro miércoles, fin del quinto libro… nos vemos el próximo miércoles con el sexto libro yujuuuuu… si, si, lo sé, hice cambios en el enfrentamiento de Harry y Voldemort en su mente mientras lo poseía, pero vamos, cada vez que veo a Voldemort detrás de esa pantalla verde con nubecitas oscuras me da mucha risa; siempre hay mejores maneras de meterte en la mente de tu oponente.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 44: Sorry
Chapter Text
Lo siento bellas personas, estoy con gripe.... La creatividad escurre de mi., ¿algún consejo para el dolor de garganta de casi 9 dias? Tendrán que esperar hasta el viernes, prometo que valdrá la pena.
Chapter 45
Summary:
Ataque a muggles, visita a un viejo profesor de pociones y sorpresa en los vagones.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Elise estaba preocupada y extrañamente triste.
Y Harriet no solo lo decía porque ese año no terminaron las vacaciones que Dumbledore tan amablemente les obsequio con trasladores especiales hacia Ámsterdam, Paris, Madrid, Portugal como si secretamente la quisiera fuera de Londres o al menos lo más lejos posible por el máximo periodo de tiempo… pero, retornando a su abuela, esta volvió a pescar gripe de primavera, llorando copiosamente en medio de Madrid.
- Abuela… cálmate, sanaras. Yo entregare tus trabajos a la dirección que necesites, estaremos bien. Aunque te he visto mucho con el profeta en mano, sé que estas preocupada… vi como llorabas cuando intercambiabas cartas con Dumbledore.
- Oh, no querida, no, no, no puedes andar sola por Londres.
- No si tomo poción multijugos y me hago pasar por ti- guiño Harriet.
- Pequeña…- Elise soltó sonoras carcajadas hasta terminar en una tos seca, cortando su buen humor- Esta bien, está bien… todo estará bien mientras tu estés a salvo.
- Y tú, abuela… ahora vámonos a casa, podremos volver a Portugal el próximo año; ahora necesitas reposo, el sol de Madrid no ayuda en nada a tu fiebre.
- Si, pequeña.
Su nueva vivienda se hallaba ubicada en Newyears Green, muy bien oculta tras Breakspear Rds… o al menos esa era la dirección que debían informar a cualquiera que preguntase, su verdadera dirección estaba en Denham, al noroeste de Londres, poco habitada, con montón de espacio verde, perfecta para ocultarse. Dumbledore no quería que nadie más que personas contadas con los dedos supieran de su verdadera dirección, eso incluía al ministerio. Para ambas mujeres funcionaba el cambio, lo suficientemente cerca para tomar el tren, comprar suministros y víveres e ir con facilidad a Denham Medical Centre Green.
Cuando Harriet volvió de Hogwarts en junio y oyó a una alegre Elise contar como ahora vivirían en un refugio mágico pero con la apariencia de su hogar, Harriet esperaba ver una versión moderna de la casa, grande fue su sorpresa al llegar que se quedó con la boca abierta, ¡Era una réplica fidedigna de su hogar y hasta se habían tomado la molestia de copiar cada flor del hermoso jardín a la perfección!
Así que abandonaron Madrid y llegaron a Denham, donde las protecciones las reconocieron y las dejaron ingresar. Cuando Harriet vio con mejor semblante a su abuela, volvió a respirar con normalidad, la medicina y alimentación la habían hecho una progresiva recuperación.
Todo iba bien hasta que salió disfrazada de Elise gracias a la poción multijugos la última semana de agosto y se llevó varios frascos en su mochila para el camino, entregó los trabajos a las direcciones que indico previamente su abuela y regreso cruzando el rio Tamesí por el nueve puente peatonal… aunque el día debía ser caluroso por la época del año, Londres nunca se vio más gris a los ojos de Harriet. Al menos Denham tenía más color que ofrecer, por lo que camino presurosa a casa, inquieta porque sentía el efecto de la pócima abandonar lentamente su cuerpo, aunque confiada porque aún tenía tiempo, tomaría un trago de poción al terminar de cruzar el puente del milenio, inaugurado hace poco. O al menos ese era el plan hasta que el puente colapso… y como no, si un Mortífago estaba destruyendo las vigas principales
Harriet en el disfraz de Elise, vio como al agresor, parecía más animal que humano, se alejaba riendo después de crear caos.
Las personas corrieron para salvar su vida, Harriet huyo con el resto al inicio del puente para salvarse de caer en el Tamesí con todo el concreto destruido, levanto con prisa a los que habían caído, insto a huir a los más lentos por el miedo, hasta que vio a un joven al cual los pedazos destruidos de las vigas le habían hecho un profundo corte el muslo, dejándolo sin posibilidades de huir. Como toda Gryffindor noble hasta el final se acercó al joven y lo obligo a cojear lo más rápido posible, ¡Eran las ultimas personas en huir y Harriet casi podía sentir el suelo romperse en sus pies! Cuando una rajadura surgida delante de ellos amenazó con hundirlos junto al concreto, Harriet se obligó a saltar, impulsando su cuerpo hacia el externo del puente, el joven grito de dolor por caer de golpe al suelo, pero habían logrado escapar de la destrucción por poco y ya se encontraban a salvo.
Harriet se sentó en el suelo, sudorosa por el esfuerzo, vio impactada como el puente por el cual hace poco caminaba tranquila, ahora estaba en las heladas aguas del Tamesí, de la magnífica obra solo quedaba escombros y polvo.
- ¡Tu!
Una voz la saco de sus pensamientos.
Harriet giro, encontrándose de lleno con el joven a quien había salvado de morir: un joven que amaba vestir de negro y usar accesorios palteados… el hijo del primer ministro de magia.
- ¿Tu?... espera, ¿Cómo es que me reconoces?, se supone que estoy disfrazada…
Harriet lo entendió cuando vio su cuerpo, la picazón que antes sintió había pasado y volvía a tener su cuerpo adolescente.
- Yo… yo te he visto antes… antes, si… yo te conozco, ¡Te conozco! - el joven se acercó arrastrándose a una sudorosa Harriet- Yo jamás olvido caras, pero… ¿Por qué olvide la tuya?
Antes de poder decir nada, el joven se desmayó, a su atrás estaba Kingsley, guardando su varita de miradas muggles.
- Harriet Potter… ¿Se puede saber qué haces aquí? - Kingsley sonaba molesto, sorprendiendo a Harriet.
- Yo…- Harriet se sentido de repente como una niña que sermonean, su estómago se tensó nervioso como si la hubieran pillado haciendo algo malo- Yo… yo tome precauciones, ¡No sabía que se caería el puente!
- No se “cayo”, lo destruyeron- corrigió de inmediato Kingsley.
Harriet vio como el mago se acercó al joven que vestía de negro y examinaba de cerca.
- Debemos llevarlo al hospital, ¡Podría morir desangrado!, ¡Es hijo del primer ministro!
- Lo sé Potter, trabajo con su padre.
- ¿Q… qué?
- Dame 15 segundos, llevare al chico al hospital y luego tú y yo volveremos a tu refugio. Podrás preguntarme lo que quieras.
El mago desapareció con un puff llevándose al herido hijo del primer ministro, Harriet apenas espero unos segundos hasta que Kingsley retorno y se alejaron del destrozado puente, mientras sirenas y policías comenzaban a llegar. La platica con Kingsley fue la más informativa e impactante del mes, ¡Había una comunicación fluida entre el primer ministro Muggle y el ministro de magia!, al parecer era algo que sucedía desde ya varias generaciones.
- ¿Y el estatuto del secreto mágico? - pregunto Harriet sin poder contenerse.
- Solo en este caso se hacen excepciones… si lo piensas bien ningún ministro muggle ha revelado la existencia de los magos… y es que decir que fue visitado por gente mágica en su primer día lo haría quedar como un lunático que solo tuvo suerte de ganar el puesto. Arriesga mucho el decir la verdad.
- Si…- Harriet reflexiono en silencio mientras sentía como el automóvil con el cual Kingsley la había llevado hasta casa frenaba frente al jardín de Elise.
La canosa mujer se veía tan pálida como su blanquecino pelo, lagrimas asomaban de su rostro.
- Oh mi niña, ¡Oh mi niña!, ¡No debí mandarte sola a Londres!
- No lo sabias abuela, pero estoy bien; Kingsley me trajo a casa- Harriet corrió a los brazos de la anciana, dándole un fuerte abrazo- Estoy un poco sucia pero sin herida alguna.
- Oh joven Kingsley, muchas gracias, gracias.
- Fue un honor Madame Elise.
Cuando Elise se calmó y paro de temblar, resurgió con una pequeña sonrisa.
- Bueno, ve a asearte un poco, hoy viene Dumbledore a cenar- informo Elise.
- ¡Dumbledore!
- Bueno, yo me marcho- anunció Kingsley- Hasta luego señorita Potter, hasta luego Madame Elise.
- Gracias por traerla a salvo Kingsley.
- Creí que estaríamos más seguras… camufladas en el mundo muggle que en el mágico- susurro Harriet.
- Se equivocó, los Mortífagos desaparecen magos y brujas a diario y desprecian a los muggles sin temor a atacarlos en plena luz del día, por lo que...
- Ningún lugar es seguro- concluyo Elise.
- Excepto su hogar, tiene los mejores encantamientos de protección, lo sé porque yo ayude con la réplica de su hogar, cada ladrillo tiene una ruma mágica… es la casa más segura de todo Londres.
Y sin más, Kingsley desapareció en un sonoro “´Ploff”
La noche llego, Dumbledore arribo apareciendo delante de su jardín y toco la puerta, una canasta gigante de fruta en la mano izquierda y una sonrisa alegre en el rostro disuado a Harriet a preguntar que le pasaba en su mano derecha, se veía oscura y enferma.
Cenaron como si siempre lo hubiesen hecho, como si fuesen una gran familia feliz, mientras la cena terminaba Dumbledore le rebelo que ahora que su padrino había muerto, todas sus posesiones le pertenecían, cuentas en Gringotts, casas, mansiones, tierras y el viejo elfo domestico Kreacher.
- No lo quiero… ¡Me engaño!, me dijo que Sirius había salido a uno de sus tantos paseos, ¡Pero solo estaba encerrado en su cuarto!
- Harriet… Sirius… no fue el ser más amable con el elfo.
- Bueno, es titánico ser amable con una criatura como esa.
- ¡Harriet! - riño Elise- Todas las criaturas mágicas merecen respeto.
- Pero abuela… -Harriet la miro a los ojos, pero la vieja mujer no cedió ni un centímetro a su ceñida mirada- Esta bien…
- Como decía, todas sus posesiones te pertenecen ahora, púes te nombro su ahijada, su heredera… ten- dijo Dumbledore entregándole un anillo negro- Este es el anillo de los Black, eres la actual y única heredera que queda de la noble casa Back… ya no queda más miembros.
Harriet apretó los labios y parpadeo con rapidez para evitar llorar, tomo el anillo y lo apretó en su mano para ocultar sus temblores.
- Y ahora… Elise, es hora de llevarme a Harriet a la misión secreta que te comenté en las cartas.
- Jure que la protegerá- titubeo Elise.
- Con mi vida- declaro sin dudar Dumbledore.
- ¿Qué? - Harriet seguía la conversación sin entender nada- ¿Qué está pasando?
- Saldremos por unas horas Harriet- informo Dumbledore- Tu presencia es necesaria para la misión… trae tu capa de invisibilidad, quiero reducir los riesgos al mínimo.
Harriet obedeció mientras veía cada vez más pálida a su abuela.
“Así que por esto Elise lucia terriblemente preocupada”, ato cabos Harriet.
- Abuela- dijo Harriet con la capa en la mano- Estaré bien, ¡El abuelo me protegerá!, ya lo escuchaste.
- Pero…
- Si hay alguien que puede protegerme de cualquier mal es Dumbledore, el mago más poderos del último siglo.
- Agradezco el voto de confianza deposita en mi- dijo Dumbledore, humildemente- Ahora es tiempo de partir.
- ¿Y el traslador?- pregunto Harriet buscando algún viejo objeto.
- Oh no, aparecernos ahí.
A Harriet se le puso verde el rostro, nunca antes había experimentado con esa magia, pero los libros decían que todos los primerizos vomitaban a causa del mareo. Así que Harriet se tragó su miedo y cabeceo de forma afirmativa.
Dejaron atrás a Elise, Dumbledore camino con Harriet hasta la entrada de la casa, directo al hermoso jardín, el mago le ofreció su mano izquierda.
- Sujétate fuerte pequeña.
- Abuelo… ¿Qué le paso a tu mano derecha?
- Oh, un descuido; tranquila, todo ya está controlado. Ahora respira profundamente.
Harriet quiso replicar el cambio de tema, pero se sintió arrastrada por una extraña sensación, una fuerte presión en su cuerpo que le quito la respiración. Antes de asustarse sus pies tocaron tierra firme.
Harriet se sintió instantemente enferma y vacío el contenido de su estómago en el suelo, completamente avergonzada, pero Dumbledore lo limpio con un movimiento de varita como si no hubiese pasado nada.
- ¿Dónde estamos? - Harriet no se atrevió a ver al anciano, pero este ya se encontraba con la varita en alto, atento al más mínimo ruido sospechoso.
- En un pintoresco pueblo muggle- Dumbledore la guio hacia adelante.
Para ser un pueblo muggle estaba un tanto deshabilitado, poco concurrido… y oscuro, muy oscuro. A Harriet se le puso los nervios de punta, y saco su varita, tan tensa como una cuerda, dispuesta a defenderse en caso de que algo malo pasara.
- Tranquila Harriet, hoy solo visitaremos a un querido viejo amigo… aun así, quédate a mi lado y ponte la capa.
La pelinegra obedeció en el acto.
Abuelo y nieta avanzaron hacia una casa, la más grande de todas, pero con una marca tenebrosa encima de su tejado, las ventanas estaban rotas y las puertas abiertas. Harriet se obligó a no temblar mientras cruzaban las puertas de la destruida casa, avanzaron con cuidado por restos de una sala que en mejores tiempos debió de ser magnifica, sillones y mesas tiradas a un lado, un piano roto y estantes llenos de objetos con valor familiar desparramados en el suelo. Harriet no entendía que hacían ahí, la casa estaba completamente deshabilitada, quien viviera ahí ya se había marchado, pero con paso firme el anciano mago se acercó a un sofá y pincho su varita.
De inmediato como si de un resorte se tratase el mueble chillo, parándose en todo su esplendor, ¡Había una persona dentro del mueble!, pero ¿Como sabia…
- ¿Abuelo… como lo detectaste? - Harriet no pudo evitar preguntar asombrada, quitándose la capa de invisibilidad… para cualquiera pasaría como un simple mueble y su abuelo lo había picado con su varita seguro de que encontraría algo más que simple relleno de espuma.
- Soy muy hábil detectando magia, pequeña.
- ¡Por la barba de Merlín, Dumbledore!, ten más cuidado, ese era mi cuerpo no el relleno del sofá- la indignación del robusto mago con disfraz de sillón cambio al ver quien acompañaba al viejo mago- Oh por Merlín… ¡Es Harriet Potter!, un gusto, soy Horace Slughorn.
- ¿Qué te parece si primero arreglamos este desorden? - pregunto casual Dumbledore.
- Si, si- respondió aun distraído el mago robusto mirando la cicatriz de Harriet.
Con un movimiento de varita la lujosa casa volvió a su esplendor. Al parecer el viejo amigo de su abuelo era un famoso pocionista, que estaba escapando de los Mortífagos que ansiaban reclutarlo a sus filas hace casi un año y él robusto pequeño mago escapaba de ellos escondiéndose en casas de muggles que se ausentaban por semanas.
- Nunca me quedo en un solo lugar por más de una semana… - declaro orgulloso Slughorn por las medidas de seguridad que tomaba.
El resto de la noche el robusto mago con disfraz de sofá se la paso viéndola con ojos brillosos, como un niño que ve por primera vez un exótico escarabajo, despegando su mirada solo para confrontar a Dumbledore acerca de seguir firme con el rechazo de una solicitud.
- ¿Solicitud? - pregunto curiosa Harriet.
- Así es, ¡Me rehusó! Y no importa lo que hagas, no cambiaras mi opinión- declaro cerrado Slughorn.
- Entiendo querido amigo… ¿Puedo usar el baño? – pregunto Dumbledore cortando la conversación del pocionista.
- Si… claro- Slughorn no pudo esconder su desconcierto, pero aun así señalo con una mano el lavado.
Harriet se quedó sola con el pequeño mago, conversaron un poco hasta que Harriet vio una esquina con fotografías mágicas, “La repisa de los ganadores”, informo el mago, mostrando con orgullo a numerosas figuras mágicas famosas quienes había tenido el placer de enseñar cuando fue maestro en Hogwarts… había de todo: periodistas, grandes capitanes de quidditch, personas ejemplares y reconocidas. Harriet paseo su vista por las fotografías hasta hallar a su madre.
- Oh si, la bella y talentosa Lily, muy impresionante bruja y más un impresionante al ser nacida de padres muggles.
Harriet frunció el ceño.
- Con todo respeto señor, mi mejor amiga es nacida de muggles y aun así es la mejor de todo mi año.
- Oh no, no, no, no lo tomes así… Es puro asombro.
- La sangre no manda en el talento y esfuerzo mágico.
- Si, así es Potter, no tienes idea cuantas horas estuve detrás de los calderos, fracasando y experimentando una y otra vez… cuantas horas de practica e insumos usados… todo para volverme uno de los mejores pocionistas del mundo, ¡Claro que sí!
Harriet presto mayor atención a la fotografía en movimiento de su madre… Slughorn no desaprovechó la oportunidad para hablar y decir lo mucho que se parecía a su madre.
“No, no lo soy… ella es inalcanzable”, negó Harriet en silencio.
- Excepto el pelo, es igual de indomable que el de…
- Mi padre- completo Harriet orgullosa la oración- Lo sé.
- Si… el talentoso e irreverente Potter, un buen chico al final del día.
Harriet siguió viendo las fotografías esperando ver a su padre, pero termino topándose con una fotografía que mostraba a un joven muy parecido a Sirius.
- ¿Quién…?- Harriet no pudo terminar la oración, la garganta se le había cerrado de la sorpresa.
Slughorn se acercó a ella para entender su comportamiento hasta lograr ver el motivo de su reacción.
- Ohhh, el joven Regulus Black, inteligente joven aunque algo callado… era un placer enseñarle, tenía una mente de esponja sedienta… fui el jefe de la casa Slytherin hace mucho, si tan solo Sirius hubiese terminado seleccionado en la casa de las serpientes en lugar que en Gryffindor, habría enseñado a toda la familia Black… una pena, una pena en verdad.
El robusto mago se mostró triste, Harriet no sabía si era por no haber logrado tener como pupilos a todos los Black o por la prematura muerte de Sirius.
- Horace- llamo de la nada Dumbledore, alzando una revista con la mano izquierda- ¿Me puedo llevar esto?, me gusta las revistas de tejido.
- Si… si claro… pero no se van, ¿O sí?
- Tus palabras fueron claras amigo mío, rechazas mi solicitud y lo entiendo, quería tener el placer de verte una vez más antes de volcar toda mi atención en proteger el colegio con nuevas rumas de protección de mi inventiva… me habría gustado mucho que un personaje tan celebre como tu vuelva a enseñar. Eres como mi nieta- Dumbledore abrazo a Harriet con la mano izquierda para dar énfasis a sus palabras- única en verdad… Bueno, ¿Nos vamos, hija?
- ¿¿Nieta??- casi grito de sorpresa Slughorn.
- Así es… una historia realmente interesante para contar, tal vez en otra ocasión, pero ahora me temo que es tiempo de que Harriet regrese a su hogar.
- Si…- Slughorn lucia desconcertado e insatisfecho, pero se comportó con educación- Si… lo entiendo.
Harriet salió de la casa conducida por Dumbledore, intentando entender lo que acababa de suceder, una visita rápida hacia un famoso pocionista… su abuelo lo quería como profesor de pociones, lo que planteaba una gran duda:
“¿Por qué el abuelo está buscando otro docente en el área de pociones?, ¿Acaso el hosco profesor Snape estaba imposibilitado de enseñar?”
Antes de poder formular todas sus preguntas en voz alta, Slughorn apareció trotando tras la pareja, aceptando volver a enseñar en Hogwarts pero con mejores condiciones laborales, como un enorme despacho y el doble de sueldo. El director acepto gustoso su incorporación, retomando su camino con su nieta.
Dumbledore al ver el rostro lleno de preguntas de Harriet, le informo que era imperativo que su viejo amigo enseñase ese año en Hogwarts, llevarla fue su idea para tentarlo… el robusto mago era conocido por tener fama de ver grandes futuras proezas mágicas, no enseñar a la niña que vivió hubiese sido como negar a un cazador a atrapar un ser mitológico.
Y con un Puff, Harriet volvió a aparecer frente a la casa de Elise, en esa ocasión controlo mejor su estómago para no volver a vomitar. Elise quien los había estado esperando sentada en el jardín corrió hacia Harriet con los brazos abiertos, su cara antes pálida de preocupación volvió a la normalidad al tener a la pelinegra en sus brazos. Todo iba bien hasta que Dumbledore sugirió que Harriet podía pasar los últimos días de vacaciones en la madriguera.
- Me rehusó- dijo Harriet- Elise está enferma, no la dejaré sola.
- Podrías ir pequeña- Elise aprobó la idea- No hay nada malo con visitar a los amigos, por mi parte me sentiría más aliviada sino estas cerca de mí… no quiero contagiarte mi gripe… carga viral, ya sabes.
- Pero abuela…-Harriet intento discutir.
- Estaré bien hija. Somos sobrevivientes, luchadoras, fuertes como roble, ¿Recuerdas?
Elise prácticamente alisto sus maletas para ver partir a su nieta en la mañana, escoltada por Tonks, un miembro de la orden. Llegar a la madriguera siempre había sido como un bálsamo para el alma de Harriet, ese caótico lugar fue el segundo hogar que amaba visitar, siempre encantado y mágico… podía permitirse respirar tranquila, dejaba de ser lo que el mundo esperaba y solo se convertía en una adolescente riendo con sus amigos y conversando de diversos temas mientras ayudaba a la matriarca de la casa con cualquier ayuda necesaria.
Pero en esa ocasión hasta en la madriguera se podía notar que nadie se mantenía indiferente frente a los sucesos exteriores, todo mundo mágico tenía una opinión que dar en el asunto de los Mortífagos atrapados en el ministerio el pasado junio, la prensa hacia especial énfasis en Lucius Malfoy y revoloteaba como buitres hambrientos en los miembros restantes de los Malfoy, Narcisa y Draco… por primera vez desde que Harriet tenía memoria sintió verdadera pena por el pelirrubio menor, el joven se veía desgraciado en todas las fotografías, como si el peso de sus elecciones lo hubiera alcanzado enfrentándose a nuevas realidades, su padre encerrado en Azkaban y su madre rota como una estatua.
Harriet aparto la mirada del periódico, decidida a no pensar más en ese asunto. No iba a empezar a sentir empatía por su bullying personal, no, claro que no.
Narcisa Black moría cada día en silenciosa preocupación por su pequeño hijo, tras el fracaso de su esposo en una misión especial del señor oscuro, su hijo, su pequeño dragón pagaría las consecuencias de los fallos de su esposo.
Pero Draco era solo un niño.
Todo el asunto de la guerra aproximándose la convertía en un manojo de nervios.
Ningún niño debería formar parte de las guerras… sonaba hermoso en teoría pero nadie respetaba dicho pensamiento en la práctica.
Día a día notaba como su pelo encanecía de tanta preocupación, ella a quien siempre se le enseño que las apariencias lo eran todo, después de experimentar una nueva realidad y demasiadas noches en vela aprendió a valorar lo único que en realidad importaba: su familia, su esposo… y su hijo.
Fue la preocupación quien la hiso correr a visitar a la única persona en quien aún confiaba para proteger a su hijo, Severus Snape, el padrino de su hijo. Claro que no esperaba que su hermana Bella la acompañase, retando a Snape a un juramento inquebrantable, donde el hosco mago prometió cuidar a Draco y protegerlo de cualquier peligro… y terminar cualquier misión imposible que se le otorgara a su hijo.
El padrino de su hijo acepto, sin titubear.
Esa noche, después de un largo tiempo, Narcisa Malfoy por fin pudo dormir en paz.
No había nada que gustara más a Harriet que ir al callejón Diagon, la magia y hordas de magos y brujas siempre alegraba el corazón de la pelinegra, pero visitar el callejón en esa ocasión fue muy diferente y hasta triste… muchos negocios estaban cerrados, otros destruidos, Gringotts estaba resguardado con muchos Aurores, el callejón lucia desolador. Pero había una tienda que parecía brillar con luz propia, la tienda de bromas de los gemelos Weasley, desafiando el desolado ambiente mágico.
Entrar en ella era un deleite visual, había tanto para ver que los ojos te quedaban cortos.
- ¡Princesa! - gritaron los gemelos al ver a Harriet, se acercaron presurosos hacia la joven-¡Llegaste!
Harriet corrió hacia los larguiruchos jóvenes a abrazarlos, desde que abrieron su tienda ya no volvían a la madriguera a dormir. Pero fue George quien la retuvo más tiempo en sus brazos haciéndola girar por los aires.
- ¿Recibiste mis regalos por tu cumpleaños? - pregunto George sonriendo, dejándola al fin en el suelo.
- Si George, muchas gracias por toda una canasta llena de sortilegios Weasley, los usare con sabiduría
La respuesta hiso reír al pelirrojo, mientras Harriet notaba una vez más en que el joven era realmente atractivo, joven que antes se le había confesado, joven al quien aún no había respondido adecuadamente… esos meses habían sido todo menos introspecciones de sus sentimientos, ¿Qué era lo que ella sentía por él?
No lo sabía, la muerte de Sirius lo había eclipsado todo.
- Princesa- dijo George, mirándola fijamente- Lo siento por lo de Sirius… debieron ser meses realmente duros.
Harriet asintió con la cabeza y clavándose las uñas a las manos, no podía llorar, no en ese instante.
- Bueno- Fred apoyo su peso en Harriet- ¿Quién quiere un tour?, como principal inversora es hora que veas como se administró tu dinero, pequeña princesa empresaria.
Y mientras sus amigos se quedaron viendo los productos de sortilegios Weasley, Harriet fue llevada por toda la tienda de los gemelos Weasley que lucían tan entusiasmados como dos niños pequeños con la primera nevada, derritiendo la tristeza de la pelinegra.
“Los amo a los dos por ser tan amables conmigo… ¿Pero eso será suficiente para George?”, Harriet no pudo evitar pensar.
Las horas pasaron y el grupo debía volver a la madriguera, hasta que Harriet vio como los miembros restantes de la familia Malfoy junto con otros magos de oscura túnica se dirigían a zonas más sombrías del callejón Diagon, la pelinegra podría haber dejado las cosas pasar y seguir su camino, pero la actitud tan sospechosa del rubio hiso que sus pies se movieran con vida propia y lo siguieran, hasta el punto de sortear pasadizos oscuros y rincones deshabitados, hasta trepar a un techo con sus amigos para ver en que se estaba metiendo ahora Malfoy. Una parte de ella esperaba verlo en una especie de ritual para convertirse en Mortífago, pero otra no quería estar ahí y saber nada. Cuando lo vio inspeccionar un armario negro, dentro de Borgin y Burkes casi se sintió decepcionada, hasta que el trio dorado tuvo que esconderse de repente pues el mago que había destruido el puente del milenio en Londres giro de la nada a su dirección.
- Ese… ese era Fenrir Greyback- dijo más tarde Ron, en la seguridad de la madriguera.
- ¿Quién es él? - pregunto Hermione.
- El más sanguinario hombre lobo de los últimos tiempos.
- ¿Qué hacia ese hombre en una tienda junto a los Malfoy?
- No lo sé… pero debemos mantenernos lo más alejado posible de él… tiene la fea costumbre de morder niños para convertirlos en hombres lobos y alejarlos de sus familias mágicas- Ron se veía pálido, sus pecas relucían en su rostro.
- Eso es bárbaro- se quejó Hermione- Fragmentar familias…
- Y ahora sirve a Voldemort- suspiro con pesadumbre Harriet- Estoy segura que Draco es o pronto se convertirá en un Mortífago.
Sus amigos la vieron como si no creyeran que el molestoso rubio podría atreverse a hacer algo tan peligroso como eso, pero la intuición de Harriet le decía que debía mantener un ojo pegado en Malfoy todo el año.
Fue esa misma intuición, quien la hiso tomar una decisión osada en el tren el primero de setiembre, infiltrarse en los vagones de los Slytherin y espiar a Malfoy con su capa de invisibilidad, su querida amiga Hermione que hacía las veces de voz de su conciencia estaría ocupada siendo prefecta, ayudando en el tren, que no notaria su ausencia.
El plan iba bastante bien, creo una distracción con uno de los sortilegios Weasley y logro entrar en el vagón del rubio pisando sin querer los dedos de Goyle y trepo hacia los compartimientos desocupados encima de los asientos… pero en el trascurso del viaje Malfoy no dijo nada comprometedor, solo se le veía sumamente orgulloso y seguro de sí mismo.
Al momento de arribar, Harriet espero a que todos abandonaran el vagón para poder salir, una de sus piernas se había acalambrado por lo que caería vergonzosamente de bruces. Con una paciencia infinita vio como los Slytherin abandonaban el tren, hasta que el ultimo de las serpientes, Malfoy, se encamino hacia la puerta con un lento andar, o al menos eso creyó, hasta que lo vio cerrar la puerta y bajar las cortinas de todo el tren con un movimiento de varita.
- ¿Qué acaso tu mami no te enseño a no escuchar conversaciones ajenas…? - el rubio pregunto con una voz cortante.
A Harriet se le erizo el bello de la nuca, había sido descubierta... ¿Pero por qué recién la encaraba?
Antes que Harriet pudiera alzar su varita, Malfoy ya la había inmovilizado, tumbándola al suelo del vagón, un encantamiento paralizante la tenía en manos del rubio.
- Estaba pensando en romperte la nariz, en venganza por mandar a mi padre a Azkaban- dijo Malfoy, agachándose cerca a Harriet- Pero recordé que la herida sanaría tarde o temprano, así que optare un recordatorio permanente.
El rubio le acaricio el rostro, a pesar de estar paralizada Harriet sintió los fríos dedos del pelirrubio. El mago la miraba de forma peligrosa, casi podía ver un brillo de locura en sus grises ojos, mientras seguía acariciándole el rostro, su pulgar termino en sus labios, las pupilas se le dilataron y un escalofrió invisible recorrió la columna de Harriet.
- Ya no soy un niño Harriet- susurro Malfoy, muy cerca de su rostro- Ni tu tampoco…
Malfoy se acercó aún más a su rostro, Harriet pudo apreciarlo con gran detalle como nunca, ese varonil demonio era hermoso en toda regla de la palabra, aunque sus brillantes ojos grises dilatados no le daban buena espina.
- Por lo que oí- Draco siguió susurrando- Los labios de una mujer son muy preciados, algo que vuelve los besos sumamente cursis.
Harriet tembló de miedo desafiando el hechizo, Draco Malfoy no podía estar hablando en serio, ¿Verdad?, pero su demonio personal se dio cuenta del sutil movimiento inquieto que escapo de ella y luego de poner cara de tonto, se destornillo de risa.
- Actúas como si jamás hubieras besado a alguien… pero no puede ser cierto, ¿No?
“No puedo responderte porque me inmovilizaste, tonto rubio”, pensó con molestia Harriet.
- Ohhh no, no, no- Malfoy se alejó un poco para reírse largamente- Increíble… tienes a más de la mitad del colegio tras tuyo, chicos y chicas, que matarían por tus labios… y aun así, ¿No has dado tu primer beso?
El rubio se rio más, lagrimas comenzaron a opacar su visión, si Harriet no estuviera atrapada en un hechizo, la risa del joven podría haberle parecido a la de un inocente niño.
- Esta es la mejor venganza del mundo- exclamo Malfoy, sonriendo - Tomare tu primer beso, Harriet Potter.
Y así, petrificada, sintiéndose como una estatua, tirada en medio de un vagón vacío con las cortinas cerradas Draco Malfoy le dio su primer beso y además robado… ¡Qué horror!
Pero, ¿Así era como se sentían los besos?, ¿Cálido pero húmedo?
Cuando el rubio paro de besarla, Harriet vio como el mago lucia feliz, resplandeciente y radiante, como si hubiese comido el dulce más delicioso del mundo o ganado un importante partido de quidditch.
- Yo siempre consigo lo que quiero Potter- dijo él mientras acariciaba con suavidad su mejilla, su siempre pálido rostro lucia ruborizado- Y ahora más que nunca, que se me ha otorgado un gran honor.
Y volvió a besarla.
Harriet quería estrangularlo por el descaro de volver a besarla sin su consentimiento, pero no pudo evitar preguntarse a qué clase de honor se refería Malfoy, ¿Acaso hablaba de haberse convertido en un Mortífago?
Sus pensamientos se interrumpieron cuando el mago le mordió con fuerza el labio inferior haciéndola sangrar al instante.
- Esto es por mi padre, Potter- dijo Malfoy sin aliento, acariciándole el rostro como si fuera la cosa más delicada del mundo… como si no le abría destrozado el labio hace unos instantes.
Malfoy era una contradicción, un puzzle que ella jamás armaría.
Volvió a besarla una vez más antes de separarse de ella y cubrirla con su capa de invisibilidad, deseándole buen viaje de vuelta a Londres.
“¡Que cabrón!”- chillo indignada en su mente Harriet.
Impotente y sin poder hacer nada, rezo porque alguien la sacara del hechizo de Malfoy… alguien, quien sea, se apiadase de ella, no quería perder su primer hogar.
Notes:
Lo prometido es deuda, nuevo capitulo subido… prometo no volver a dejar que sucesos externos influyan en el fic. Es invierno en mi país, pero les recomiendo a todos abrigarse… aun me duele la garganta, esta inflamada como si tuviera una canica pegada, espero que la medicina solucione mi problema.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 46
Summary:
Inicio de clases, el milagroso libro de pociones, los padres de Voldemort.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La siempre soñadora Luna fue su heroína de la noche, salvando a Harriet gracias a unas gafas mágicas que permitían ver tras encantamientos mágicos.
Pero no fue la única en notar su ausencia, en la estación una preocupada Tonks respiro aliviada al verla descender del tren, ella había sido designada para custodiarla hasta Hogwarts, por lo que las tres brujas se embarcaron a pie hacia el castillo. Lo más extraño de todo era que la siempre alegre metamorfomaga bruja caracterizada por su irreverencia chispa vivas, se encontraba decaída y triste.
“Quizá esta triste por la muerte de Sirius”- se aventuró a pensar Harriet.
En las puertas enrejadas de la entrada del castillo fueron recibidos por el profesor Snape, que no perdió la oportunidad de reñir a Harriet por su tardanza e intercambiar palabras con la bruja de pelo antes rosa ahora marrón apagado, interacción que la pequeña bruja pelinegra no termino de entender.
Para sorpresa de las brujas estudiantes, ese año se realizó una detallada inspección de sus pertenencias, “Sin excepciones, Potter”, dijo el profesor Flitwick. Al alzar la vista se percató que no eran las ultimas estudiantes en ser registradas, Draco Malfoy estaba teniendo un poco de problemas al querer ingresar con un gran mueble oscuro, al parecer su colección de ropa había aumentado ese año y se veía con la necesidad prescindir un mueble más grande. Al sentirse observado por Harriet, le sonrió altaneramente y le lanzo un beso volado.
Harriet sintió que un escalofrió recorrerle la columna vertebral como un rayo, decidiendo que el episodio en el tren jamás paso.
Harriet y Luna se separaron al llegar al gran comedor, cada una a sus respectivas mesas, la pelinegra fue recibida por una mortificada Hermione que exigía saber porque se había tardado tanto y que le había pasado en el labio inferior que se encontraba en proceso de cicatrizar, algo lento ya que Harriet abría la herida cada vez que hablaba.
Verde como un musgo, la pelinegra pensó que el requisito para fingir olvido era no pensar y menos hablar del tema a olvidar, pensó que vomitaría de nervios por ser el objeto de miradas curiosas de sus amigos, hasta que su abuelo se colocó en la tarima del director y comenzó su discurso de apertura anual, presento al Horace Slughorn como maestro de pociones y al profesor Snape como profesor contra defensa de las artes oscuras.
La mesa de los Slytherin estallo en aplausos, por fin su jefe de casa enseñaría el curso por el cual siempre había pedido plaza y extrañamente se le negaba.
Dumbledore también informo los motivos por el cual se les reviso el baúl: precauciones extras para la seguridad ese año, pues tiempos oscuros estaban cerniéndose sobre ellos y la mejor arma que tenían eran los estudiantes sentados en el gran comedor.
- Llegara el día en que los colores de su casa no importen, sino el bando que elijan pertenecer… son jóvenes, aún están formándose, pero llegara el día donde deban hacer elecciones que cambiaran sus vidas… ese día conocerán una camaradería innegable, ya no habrá Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff o Ravenclaw… ese día serán solo magos y brujas luchando por lo que creen correcto… y si alzan su varita contra sus amigos, entonces sabrán que eligieron el bando incorrecto. Ustedes son la futura generación mágica, brotes nuevos, sangre fresca en una sociedad mágica imperfecta, elijan proteger y crear, no destruir y asesinar, elijan mejor que Tom Riddle… son más que la creencia de sus padres o imposiciones de costumbres algo obsoletas. Son la futura y brillante generación que tuve el placer y privilegio de ver crecer… Luchen por lo que es correcto, no por lo que es fácil y les prometo que cada docente de este castillo se sentirá orgulloso al ver la clase de personas que llegaran a convertirse. Luchen y jamás dejen que su voz muera en silencio. A su salud.
Dumbledore alzo su dorada copa, los profesores siguieron su acción y varios estudiantes espabilaron aun impactados por la seriedad del discurso.
- ¿Soy yo…? - susurro Fay en la mesa de los leones- ¿O eso sonó…
-…Como una despedida? - completo Parvati.
- Si… pero, no puede haber otro director en Hogwarts… el ministerio pidió disculpas por calumniarlo el año pasado, su puesto no corre peligro, es todo suyo- dijo Lavender luego de vaciar su copa.
- No tiene sentido- comento Ron.
- Quizá solo esta nostálgico… la edad, ya saben- Hermione intento parecer despreocupada con respecto al viejo mago.
- Si… la edad- Harriet intento restarle importancia al mal sabor de boca que las palabras de su abuelo le dejaron, miro su copa aun llena, no tenía apetito ni sed.
Dumbledore no podía dejar de ser el director de Hogwarts, ¡No podía!, y no le importaba sonar como la mayor egoísta del mundo, su abuelo aun podía trabajar, su retiro estaba aún a años de suceder… a su abuelo aun le quedaba muchos años de vida, era el mago más poderoso del mundo después de todo… la muerte tendría que esperar más décadas para llevárselo.
Quizá hasta Dumbledore la entierre a ella, si las cosas van mal ese año.
Esa noche Harriet agradeció con cada célula de su cuerpo la interacción de las Gryffindor en su clásica pijamada, donde hablaron de todo lo que les ocurrió en las vacaciones. Todas participaron en la pijamada, hasta Hermione, nombrando los lugares a los que visito junto con sus padres… la plática iba bastante bien hasta que Fay comenzó a cambiar el tema de las vacaciones por asuntos románticos, emocionando a Lavender y Parvati.
- Este año todos los jóvenes de Hogwarts se ven arrebatadoramente hermosos- chillo emocionada Fay- Es como si hubieran florecido.
Harriet se rio del comentario de su antes tímida amiga. Todas habían crecido y cambiado tanto… pero su esencia seguía integra.
- Concuerdo contigo querida- afirmo alegre, Lavender- Bendito estirón adolescente, ahora ya no los veo desde abajo… y ya se quién será mi enamorado este año.
- Mnmmm, Lavender al ataque- rio Parvati.
- Ohhh, como si tú no escogieras al objeto de tus amores el primer día de clases- refunfuño Lavender.
- No; me tomo todo un mes de búsqueda y selección- Parvati mostro todos sus dientes en una sonrisa triunfal- Deberías hacer lo mismo.
- Cada una tiene sus métodos querida… ¿Qué me dices tú, Harriet?
Harriet se encontraba comiendo unas grajeas de sabores, al escuchar la pregunta de Lavender, la grajea se le atoro su garganta, atragantándola de inmediato. Hermione al verla azul corrió hacia ella y le realizo la maniobra de Heimlich.
- ¡Harriet!, Dios, ¡Respira! - chillo asustada Hermione.
El dulce salió de su garganta y Harriet volvió a respira con normalidad.
- Harriet, ¿Quieres ir a la enfermería? - pregunto preocupada Fay.
- No, no… estoy bien… solo… me atore; pero estoy bien- Harriet intento restar importancia al asunto… el accidente más tonto de su vida.
- Nena-dijo Lavender después de unos segundos al ver mejor a Harriet- ¡Pasas más tiempo en la enfermería de lo que deberías pasarla en citas!... Estoy segura que siquiera has dado tu primer beso… y yo veo a decenas de estudiantes babeando por tus huesitos.
Harriet rio mirando cariñosamente a Lavender, solo ella podía arrancarle risas incontrolables tras un accidente.
- Rizos, no puedes culparme por eso… es como si la muerte de persiguiera, y créeme que no es como si disfrutara ser acechada por esta.
- Touché nena… pero es un nuevo año… nueva oportunidad para comenzar de cero, hora de tener tu primer enamorado. Ay, ¡Que emoción!, ¿A quién elegirás?
- Rizos… no tengo la cabeza precisamente en cosas románticas en estos momentos-intento disuadir Harriet.
- Pero los tendrás, ¡Hay un festín de bellezas que pasean delante de ti!… deberás elegir, tal como dijo Dumbledore.
- Dumbledore dijo de bandos- refunfuño Harriet.
- Bueno, el amor también es un campo de batalla… y deberás elegir quien te acompañara en el baile de la vida.
- Si usaras esa mente en tus cursos…-se burló Parvati.
- Ay Parv… ¡No me molestes!
La noche trascurrió con temas acerca de quien les parecía el muchacho más guapo del colegio, a quienes tendrían en mente como futuros novios y que tipo de requisitos debía tener el mago dueño de sus corazones. Cuando Lavender anuncio que ese año iría tras cierto pelirrojo, Harriet vio como Hermione empalidecía.
Pero había muchos pelirrojos en Hogwarts… No podía estar hablando de Ron… ¿O sí?
La semana de clase fue la más relajada de todas las que recordaba la pelinegra de lunas sin lentes y pelo manejable gracias a Lavender. Los que si se notaban ajetreados eran los prefectos, cuyas tareas eran guiar a los de primer año en todas sus dudas… el castillo podía llegar a ser intimidante y confuso los primeros días, las escaleras cambiantes era siempre un gran problema y el fantasma bufón Peeves siempre pesado era un dolor de cabeza que uno debía aprender a esquivar.
Harriet debió de verse muy despreocupada porque llamo la atención de la profesora McGonagall al verla con Ron siendo destrozada en ajedrez mágico. El joven lucia radiante tras cada victoria, no ayudaba que Harriet lo alabara como la mente más ingeniosa tras el ajedrez del último siglo.
- ¿Potter… no deberías estar en pociones? - llamo la profesora.
- No alcance el puntaje necesario profesora, se requería de un excelente para llevar la materia este año.
- Si… así era con el profesor Snape, pero el profesor Slughorn acepta puntajes menos estrictos, le sugiero que corra a clases o llegara indebidamente tarde.
- Si, profesora- respondió más por costumbre que por desear llevar la materia. Ella había perdido el amor por el curso… bastante segura estaba que se debía al amargado profesor de pociones que parecía tener una fascinación por hacerla quedar en ridículo.
- Y llévese a Weasley con usted- agrego la profesora, molesta por que el mago holgazaneara.
- ¿¿Qué??- chillo Ron.
- Si, profesora- volvió a decir en automático, tomando la mano de Ron para correr a clases.
Harriet odiaba la impuntualidad, por eso siempre llegaba temprano a todas sus clases, odiaba ser el objeto de mirada de los alumnos puntuales… y eso fue lo que paso al llegar a las clases de pociones, donde fue recibida con alegría por el profesor.
- ¡Potter!, me tenías inquieto…. Oh, vienes acompañado- el profesor Slughorn intento adivinar quien era el mago que se hallaba a su lado.
- Ron Weasley, señor- se presentó el pelirrojo- Pero soy pésimo en pociones… una amenaza, mejor me voy.
-Tonterías, ¡Te educaremos!, cualquier amigo de la señorita Harriet es amigo mío…. Ahora clase, saquen sus libros.
Un problema más, como ninguno de los dos pensaba llevar pociones ese año, no compraron libro alguno, pero el profesor lo soluciono indiciándoles el armario donde siempre había libros que alumnos olvidaban y jamás reclamaban. Así que mientras el profesor mostraba diversas pociones y pedía voluntarios para reconocer las propiedades de cada una, los tardones Gryffindor abrieron el armario en búsqueda de libros, encontrado solo dos, uno en perfectas condiciones y otro tan viejo con un empastado sumamente gastado, Harriet y Ron se vieron a las caras antes de competir en el armario por el mejor libro, luchando con velocidad y fuerza. Cuando Harriet con esfuerzo comenzó poco a poco a ganar el libro en perfectas condiciones, Ron la beso en la mejilla, distrayéndola lo suficiente para que suelte el libro… detrás suyo se escuchó el sonido de un caldero estrellándose al suelo y la conocida risa de Theo, Harriet estaba demasiado molesta como para escuchar las disculpas de Malfoy por el incidente. Así que mientras Ron salía con una sonrisa victoriosa en su rostro y un libro en perfecto estado en su mano, Harriet rabiaba por quedarse con el libro viejo, golpeando a Ron con este. Pero el mago solo le guiño el ojo, feliz por salirse con la suya.
Cuando Harriet tomo asiento en la mesa que quedaba libre, se limitó a escuchar la clase sobre la poción Amortentia, la poción de amor más poderosa del mundo, oliendo diferente para cada persona, proyectando el objeto del amor a base de olores muy característicos y particulares.
La pelinegra vio como casi todas las brujas intentaban oler un poco de la poción, acercándose lentamente a esa.
- La Amortentia no crea amor de verdad- señalo Slughorn-Sería imposible… pero si crea un poderoso enamoramiento u obsesión... por esa razón, es posible que sea la poción más peligrosa de este salón- para enfatizar sus palabras el mago cerro el caldero que contenía un líquido rosa con vapores en forma de corazón, alejando a las curiosas brujas que deseaban olerlo.
- Señor-dijo Parvati, señalando un frasco pequeño de líquido trasparente - No nos ha dicho que hay en esa
- Ahhh si- Slughorn pareció contento por la pregunta- Esto que ven aquí, magos y brujas, es una curiosa poción llamada Felix Felicis… aunque es más comúnmente conocida como-
- Suerte liquida- se adelantó Hermione sin poder contener sus palabras, completamente maravillada por ver tan elaborada poción en físico.
- Si señorita Granger, suerte liquida… complicada de hacer, desastrosa sino la hacen bien… un trago y tendrán éxito en todo lo que se dispongan hacer… eso hasta que pasen los efectos.
Toda la clase miro con codicia el frasco pequeño con liquido trasparente, Harriet pensó que esa poción llego muy tarde a su vida… si tan solo Sirius o ella la habrían bebido en junio... La pelinegra dejo de estar ausente al sentir el codo de su mejor amiga entre sus costillas, espabilándola a volver su atención a clases, el profesor Slughorn había lanzado un reto, preparar la poción “Filtros de muertos en vida”, receta en la página diez de los libros, el ganador tendría el Felix Felicis.
- Les advierto que solo un estudiante ha logrado preparar una poción con la calidad para reclamar el premio- dijo el profesor, sonando quisquilloso, pero retomo su alegre humor unos segundos después- No obstante suerte a todos, ¡Empiecen a mezclar!
Los estudiantes se dispersaron, presurosos por comenzar y ganar el premio. Harriet con parsimonia, espero a que los competidores estudiantes le dejasen el paso libre para sacar los insumos necesarios, ¡Hasta el despreocupado Nott parecía que ansiaba la pócima!
“Suerte liquida… si, es tentador, pero problemático. La persona que gane la poción será objeto de celos, suerte para ese ser vivo”, pensó Harriet colocando los insumos en su mesa de trabajo y prendiendo su caldero, “Al menos debo parecer que intento competir, mnmn… ¿Qué?, ¿Propiedad del príncipe mestizo?”
Harriet busco con la mirada al dueño del libro, dándose cuenta tardíamente que: 1. Nadie en el salón se llamaba así y 2. Ese libro parecía muy viejo, su dueño debió haberlo abandono a su suerte hace años y ella había tenido la suerte de dar con él.
Otra cosa que noto era que el libro tenía anotaciones y modificación de pociones, había paginas donde el dueño del libro había tachado párrafos enteros y en otras páginas había apuntes a toda prisa. Cuando Harriet intento seguir las indicaciones del libro le fue imposible cortar un grano de sal fosforo, el dueño al cual Harriet comenzó a tutear como “Príncipe”, sugería ignorar el corte y centrarse en aplastar el grano, la pelinegra probó con obedecer la sugerencia y vio maravillada como brotaba un líquido del grano, que rápidamente vertió a su caldero, Hermione quien estaba cerca suyo le riño por modificar la receta, a lo que Harriet solo le guiño un ojo. El resto de la clase la pelinegra se dedicó a obedecer al príncipe, ignorando las indicaciones del libro originales.
Como resultado Harriet fue la única que logro completar y hacer de forma perfecta la receta de muertos vivientes, cuando oyó decir al profesor que una sola gota podría matarlos a todos en ese salón, Harriet sintió como si hubiera cargado con un arma lista para disparar, alejándose medio paso de su creación.
- Oh no se avergüence señorita Potter, ¡Es usted alguien nato para las pociones!, sí, claro que si… Tome, felicidades- dijo el profesor dándole el frasco de suerte liquida- Dele un buen uso.
Slughorn se puso a aplaudir, feliz por haber descubierto a una bruja con gran talento para las pociones, unos cuantos alumnos copiaron su ejemplo, Nott fue el único Slytherin que celebro a Harriet… después de todo los pensamientos de la pelinegra fueron ciertos, el ganador no solo recibió el Felix Felicis sino también todos los celos de los participantes.
“Te amo y te odio, príncipe mestizo”, pensó Harriet, contrariada.
En el trascurso de la semana fue citada por su abuelo para tener una conversación, lo encontró sentado en su asiento detrás del escritorio, meditabundo, mirando un anillo que guardo de inmediato al verla entrar.
- El profesor Slughorn está muy impresionado con tus habilidades en pociones- informo el mago.
- Oh… exagera, abuelo- Harriet jamás contaría a nadie que había adquirido un fantástico libro, poco a poco comenzaba a apreciar más al príncipe.
- ¿Y tus actividades extracurriculares?
- Si todo va bien, seré una prometedora aurora en el futuro- sonrió orgullosa Harriet.
- He notado que pasas mucho tiempo con la señorita Granger… y el joven Weasley… escuche rumores acerca del joven pelirrojo… ¿Tienes algo con Ron Weasley, hoyuelos?
- ¿Qué?... abuelo, que asco, ¡Es como un hermano para mí! - la tez de Harriet se volvió verde, provocando la risa Dumbledore.
Pero el anciano mago no detuvo su interrogatorio.
- ¿Y qué me dices del joven Draco Malfoy?
- ¡¿Qué?!- Harriet no pudo evitar exaltarse- Abuelo, debemos ir a la enfermería, esa mano herida te está afectando… estas diciendo puras tonterías.
- Tengo ojos hoyuelos, ojos que ven como el joven Malfoy siempre está a tu alrededor.
- Porque somos enemigos mortales- gruño Harriet.
- Parece más una abeja revoloteando sobre una flor… y no es el único.
- No te entiendo abuelo- a Harriet le estaba empezando a preocupar que la salud mental de su abuelo se viera comprometido por tener una mano herida.
- Es hora de “la charla”, hoyuelos.
- … ¿La charla?
- Si, es mi deber- dijo Dumbledore, con firmeza.
Cuando el cerebro de Harriet comprendió las palabras de su abuelo, Harriet se puso azul, literalmente. Para calmarse se puso a acicalar a Fawkes, el fénix de Dumbledore.
- Abuelo…- dijo después de dejar al ave mítica, mirando con seriedad al mago- No necesito “la charla”. Se cómo funciona los aparatos reproductivos y todo lo que implica, lo he sabido desde que leí un libro de biología en una librería muggle… agradezco tu preocupación pero por favor, no hablemos de ese temas, ¡Por Merlín, ni siquiera he dado mi primer beso!- de pronto, Harriet recordó el incidente con Malfoy en el tren, desanimándola- Bueno… ya me lo dieron, pero estuve petrificada, ¡Así que no cuenta!, me convertí en una estatua por segundos… no, eso no cuenta.
- ¡¿Qué?!- ahora fue el turno de exaltarse de Dumbledore.
“Que idiota soy…”, pensó Harriet, con el pelo tan rojo como su rostro por la vergüenza que sentía.
Calmar al mas poderoso mago del último siglo requirió cada onza de carisma por parte de la pelirroja, lo único bueno es que Harriet se libro de “la charla”. Y aunque su vida no tuviera espacio para escenarios románticos, si tenia las cosas claras con respecto a su pareja ideal… definitivamente era alguien que esperaría; en esos momentos ella estaba mas enfocada en rebelar que Malfoy era un Mortífago con un plan entre manos, no tenia tiempo para pensar en besos o chicos. Definitivamente el mago que desease su corazón debía esperarla: aún tenía un genocida tras sus espaldas sediento de sangre, aun debía vengar la muerte de sus padres… y cumplir la profecía.
Harriet Potter no tenía cabeza ni corazón para los chicos… al menos no en ese momento, que tras cada sesión con Dumbledore se daba cuenta de su papel en la guerra, ella era solo una pieza más del tablero, la campeona de la luz, sí… pero una pieza que debía luchar por algo más grande que su vida.
En las sesiones con Dumbledore, usaban el pensadero, para vislumbrar los recuerdos de su abuelo, quien se había dedicado a buscar todo lo relacionado con Voldemort, con la esperanza de hallar su mayor debilidad, rastreándolo desde sus orígenes. La madre el mago oscuro, Merope Gaunt, vivió en una sucia choza con sus abusivos y deformes parientes Sorvolo Gaunt y su hermano Morfin, quienes vivieron en Hangleton. A Harriet le dio sentimientos encontrados enterarse que el asesino de sus padres fue concebido con Amortentia por parte de la madre, quien se había obsesionado de un increíblemente apuesto adinerado muggle llamado Tom Riddle Sr, aprovecho que sus abusivos familiares fueron encarcelados en Azkaban para hechizar al apuesto muggle con la poción de amor para que se case con ella y fugarse a Londres… pero tal como el profesor Slughorn enseño, esa pócima no creo amor verdadero, solo obsesión por el apuesto muggle hacia la bruja.
Cuando Merope Gaunt dejo de darle Amortentia luego de trascurrir más de un año de casados y un bebe en camino, confiada en haber creado amor de verdad y cansada de las mentiras, el apuesto Tom Riddle Sr la abandono, sin impórtale su estado de gestación avanzada y volvió a la mansión de sus padres.
La bruja atormentada le recordó a si misma cuando vivía con los Dursley, entendía su desesperación por que alguien la sacara del infierno en el que vivía con su viejo padre y loco hermano, pero la poción y obsesión hacia el apuesto muggle fue un precio muy alto que la dejo sumida en una profunda depresión luego de su abandono. No tenía a nadie más en el mundo, su familia la repudio al enterarse que estaba esperando un hijo por parte de un muggle, los Gaunt eran supremacistas de sangre, endogámicos hasta los huesos por estúpidas creencias de pureza de sangre, orgullosos descendientes de Salazar Slytherin, pero tanta endogamia había hecho pure sus genes y maltrecho su descendencia, naciendo con defectos de nacimiento y problemas congénitos, enfermos física y mentalmente.
Merope Gaunt solo conoció sufrimiento, huyo y vivió como pordiosera en Londres, con el relicario familiar de los Gaunt y un bebe en el vientre, vendió su tesoro familiar a un bastardo mago codicioso que solo le dio migajas por tan valioso objeto, estafándola. La bruja paso hambre y frio, cansada de toda su mala suerte, el noveno mes de gestación busco ayuda en un orfanato, dando a luz a Tom Sorvoro Riddle, sin energías para más pues la depresión había inutilizado su magia, se entregó a la muerte una hora después de la concepción, pero con una sonrisa en el rostro al darse cuenta que su hijo era igual de hermoso que su padre muggle. El niño se quedó solo en el orfanato Wool, a cargo de la señora Cole.
- Si ella… si Merope Gaunt hubiese tenido mas fuerzas para criar a su hijo… si no hubiera muerto en el parto… quizá el mundo no habría conocido a Voldemort.
- Puede ser pequeña… puede ser, pero esas son memorias de un evento pasado, no sacamos nada queriendo cambiar el pasado, solo nos queda el presente. Nos volveremos a ver para seguir viendo los recuerdos ligados a Voldemort.
- Si, abuelo.
- Y seguirás tomando clases con el profesor Snape para perfeccionar la oculmancia- anuncio Dumbledore.
“¿Perfeccionar?, ni siquiera logro iniciar”, pensó con amargura Harriet.
- Si, abuelo- aunque afirmo más por costumbre que por estar de acuerdo.
Harriet paso la noche ausente en la pijamada de las Gryffindor, su mente seguía atrapada recordando a Merope, joven mujer que vestía harapiento vestido gris, pelo negro, lacio sin brillo, rostro de toscas facciones, pálido, nada agraciada, bizca al igual que su hermano… una mujer que por malas decisiones de sus generaciones pasadas vivió en una choza a pesar de tener sangre de uno de los fundadores de Hogwarts, joven mujer que solo conoció desgracias y maltratos, bruja que coloco todas sus esperanzas de felicidad en un muggle al cual hechizo y que luego la abandono sin importarle su vientre lleno. La depresión debilito su núcleo mágico y a pesar de haber dado a luz a un hermoso niño, este no fue suficiente para que decida seguir luchando, entregándose voluntariamente a la muerte.
No ser suficiente… Voldemort no fue amado lo suficiente, ni siquiera por su madre.
Notes:
Otro capitulo subido… demore por hacer pociones de sueño 😊
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 47
Summary:
Explorando el pasado de Voldemort, misión imposible y selección del equipo de quidditch de Gryffindor.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
- Me encanta ser alumno de sexto… ¡Este año tendremos un montón de tiempo libre!, horas enteras sin clases extras- Ron miro a Harriet y sonrió - Podremos pasar ese tiempo descansando y jugando ajedrez.
Harriet se rio de las ocurrencias de Ron, mientras Hermione lo reprendía por tener una actitud tan despreocupada, después de todo, ese año estudiarían E.X.T.A.S.I.S, eso significaba montañas de tareas.
- Estudiaremos cada día como si tuviéramos exámenes, las clases serán mas demandantes que nunca- profetizo Hermione.
Y así fue, Hermione como siempre tenía razón, encantamientos exigía hechizos no verbales, defensa contra las artes oscuras les exigía aprender a resistir la maldición Imperius, herbología pedía trabajar con plantas tentáculo venenosas, trasformaciones con complicadas mutaciones… si no fuese por el príncipe mestizo, Harriet hubiera tenido serios problemas con pociones. Sin olvidar que ese año seria capitana de quidditch, tendría clases extra de oclumancia con el profesor Snape, su abuelo le mostraría el pasado de Voldemort para intentar buscar una debilidad… y aun estaba la profecía bajo sus hombros que a veces se sentía como un peso físico amenazando con hundirla en la desesperación.
Si no hubiese pasado tiempo con Hedwig y acicalando al fénix de su abuelo, Harriet Potter se habría vuelto loca por la presión.
Una tarde, Dumbledore la cito a su oficina, usaron el pensadero, el recuerdo compartido fue cuando su abuelo conoció a Voldemort a la edad de once años en el orfanato Wood, el niño desconfió de inmediato de la versión más joven de un Dumbledore cuya barba recién estaba creciendo, solo cuando le revelo su verdadera naturaleza mágica dejo de estar a la defensiva. Harriet se sintió apenada al ver al futuro mago tenebroso delgado por falta de comida, recordándole a ella cuando vivía en la alacena, el niño vestía delgadas prendas que apenas lo protegían del frio, en su habitación solo había un viejo catre y unas delgadas colchas, no era suficiente para el invierno. En ese simple cuarto no parecía haber nada de valor, unas cuantas prendas y siete objetos que Tom Riddle robo a sus compañeros de orfanato, cosa que noto Dumbledore.
- Me pertenece, me los gane- Tom se mostro orgulloso de su fuerza.
- Abusar de débiles niños sin magia no es motivo de orgullo, Tom- regaño Dumbledore.
- ¿Quién dijo que eran débiles?
- Posees habilidades especiales que esos niños carecen.
- Si… soy diferente… soy superior.
El joven Dumbledore del recuerdo frunció el ceño, el niño pareció notar que no era la respuesta correcta, por lo que se apuró en cambiar de tema.
- ¿Le comenté que hablo con serpientes?, son fantásticos seres parlantes…
El recuerdo acabo con el adulto mago sorprendido por las palabras del niño, mientras la señora Cole, mujer que dirigía el orfanato, lo invitaba a retirarse. Harriet salió del recuerdo, abandonando el pensadero.
- ¿Lo supiste abuelo?... de solo mirarlo… ¿Sabías que él…
- ¿Se convertiría en el mago tenebroso de hoy?... no, no lo sabía.
Dumbledore le conto a Harriet como Tom Riddle se convirtió en un gran y talentoso mago cuando estudio en Hogwarts, no había maestro que no cayera en sus encantos, el futuro mago tenebroso tenia un carisma y magnetismo como pocos alumnos poseían. El profesor que mas impactado quedo con él fue el profesor Slughorn, quien tenia un talento y fascinación por reclutar estudiantes prometedores, creando una red de contacto con importantes figuras mágicas.
- Pero… Tom Riddle no estaba en “su vitrina de los ganadores”- dijo Harriet confundida.
- Y nunca lo estará, pero si paso muchas horas con el profesor en su selecto grupo de estudio, fui testigo de sus reuniones, gran mayoría estudiantes de Slytherin, futuros Mortífagos. Harriet, como te informe antes, me he dedicado a rastrear el pasado de Voldemort con el fin de ganar esta guerra y solo me falta un importante recuerdo para entenderlo todo, la pieza de rompecabeza final, sin ese recuerdo estamos ciegos frente al peligro, no puedo expresar cuan importante es que tu consigas ese recuerdo para mí.
“Hacer lo correcto, no lo mas fácil”, pensó Harriet, entendiendo su papel en la guerra, debía volverse cercano a Slughorn, tanto que este dispuesto a entregarle el recuerdo que suprimía y no estaba dispuesto a compartir, ni siquiera con su abuelo, el mago mas poderoso del ultimo siglo. Conseguir el recuerdo definiría el éxito de la guerra.
Harriet sintió que la gravedad aumentaba mientras afirmaba con la cabeza al viejo mago… hoy iría al cuarto de los menesteres y se volvería ronca cantando, sino lo hacía se quebraría.
Harriet Potter no podía volverse loca antes de la guerra.
Pero algo extraño sucedió ese día, cuando quiso entrar unas niñas de primero huyeron al verla… no esperaba eso, no había rumores malos de ella ese año y cuando quiso abrir la puerta para entrar la sala de menesteres esta no cedió, dejándola en el pasadizo.
“¿Qué está pasando?”, se pregunto Harriet, quien confundida se alejo a la lechuzeria para mimar a Hedwig y cantar para desahogarse… Imagine era la única canción que se le vino a la cabeza, John Lennon siempre tenía la magia para calmarla.
Esta vez es mi momento, ahora yo soy quien sobresaldrá, quien se convertirá en una figura importante, el mundo estará a mis pies y nadie se opondrá a mis deseos… Nadie.
Draco Malfoy caminaba en la sala de menesteres buscando el objeto que el traería la gloria a él y su familia, un objeto peculiar y ahora olvidado, de moda en los tiempos donde el que no debe ser nombrado estaba en su apogeo, un objeto que si lograba reparar seria la pieza clave para el honorable renacimiento de su familia.
El armario evanescente.
Un mueble que el había traído a Hogwarts, que paso a regañadientes la inspección, que solo dejaron pasar al creer que necesitaba mas espacio para su ropa y que no vieron problema al este no funcionar, años de descuido habían estropeado su funcionamiento mágico. Él debía repararlo, esa era su segunda misión… la primera era tan difícil que le estaba provocando noches de insomnio.
“Debo hacerlo, tengo que lograrlo… de lo contrario… de lo contrario… no quiero ni pensar lo que ocurrirá sino logro la misión que se me encomendó. Debo hacerlo y traer honor a mi familia… y convertirme en un mago a quien nadie se oponga.”
Formar un equipo para quidditch ese año recaía en las manos de Harriet, capitana al encontrar una insignia en su carta de Hogwarts ese año junto con todos los libros que debía de comprar, conservando su puesto como buscadora. Por algún desconocido motivo justo ese año había más estudiantes interesados en unirse al equipo, había tantos que incluso ni pertenecían a Gryffindor. Harriet tuvo que ponerse seria, separar a los prometedores de los de primer año, quienes esperanzados de jugar como ella, fracasaron en sus pruebas de resistencia y dominio de escoba.
Después de dos horas, muchas quejas, varias rabietas por un modelo de escoba y accidentes con dientes rotos, Harriet por fin tenía tres cazadoras: la confiable Kathie Bell, el hallazgo sorpresa Demelza Robins y la prodigiosa Ginny Weasley. Luego de media hora más, de espantar a un grupo de magos amontonados a mitad del campo junto con otro grupo que ni trajo escobas, Harriet logro seleccionar a Jimmy Peakes y Ritchie Coote, eligiéndolos como golpeadores. Cuando fue el turno de elegir a un guardián, los finalistas fueron Ron y Cormac McLaggen, joven rubio petulante que siempre quería imponer sus ideas, menospreciándola como capitana y retándola, al punto que Harriet debía imponer todos sus pequeños centímetros de altura y no retroceder cuando el rubio mago discrepaba con ella… sino hubiera sido por Ginny, Harriet habría perdido los estribos y lo habría embrujado con placer.
Harriet rezo para que McLaggen fallase en las pruebas, deseaba a Ron como golpeador, pero en las pruebas no había favoritismo, la entrada era por talento mágico, por eso cuando vio al rubio mago fallar de forma extraña, no dijo nada al respecto; cuando fue el turno de Ron y paso raspando las pruebas, Harriet estaba tan feliz que corrió hacia él cuando bajo de su escoba, besándolo sonoramente en la mejilla, felicitándolo por pasar la prueba y dándole la bienvenida al equipo. Tan feliz estaba que se perdió la mirada de odio que le dedico McLaggen, las sonoras carcajadas de Hermione al ver el rostro de Ron tan rojo como su pelo y el pálido rostro mortificado de Lavender Brown, quien como varios alumnos curiosos, se hallaba sentados en las bancas del campo de quidditch.
Notes:
Lo sé, lo sé… tarde y corto… si, últimamente la cosa llamada vida esta algo complicada. Lo único que puedo decir es que trabajare desde ahora para el siguiente capítulo que tendrá como mínimo 10 hojas, ¿Ok?, ok.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 48
Summary:
Collar maldito, cena del grupo de Slughorn, partido de quidditch.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Los días siguientes Ron se pavoneo el haber ganado a McLaggen.
- Por cierto, le gustas Hermione, a Cormac- dijo Ron como si hablara del clima.
Harriet espero expectante la reacción de su mejor amiga mientras ojeaba el libro del príncipe, había numerosas notas a mano con divertidos hechizos muy útiles si estabas en problemas.
- Es un bruto- dijo Hermione fingiendo leer el profeta.
Ron pareció no importarle escuchar la respuesta de la inteligente bruja, provocando un mudo enojo por parte de la fémina, la pelinegra leyó que el príncipe anoto de forma apresurada una palabra, “Sectumsempra”, hechizo que no recordaba haber leído en ningún libro… y aunque la curiosidad le picara como una necesidad física y ansiara preguntar a Hermione por el termino, sabía que no era bueno preguntarle cosas cuando estaba molesta, aunque su táctica no sirvió cuando Ron comenzó a comentar que ahora parecía una copia de Hermione por andar con la nariz pegada al libro de pociones avanzadas.
- Deberías de devolver el libro- dictamino Hermione.
- No, claro que no, que tonto lo haría, es el mejor de la clase… hasta es mejor que tú. Slughorn cree que es un genio.
Hermione paro de fingir leer el periódico para mirar con el ceño fruncido a Ron.
- ¿Qué? - pregunto sin entender Ron.
- Me gustaría saber de quién era- Hermione estiro su mano hacia Harriet para que le diera el libro.
La pelinegra se negó, queriendo guardar todos los secretos del libro solo para ella… percatándose recién que a su rutina en Hogwarts había agregado dos acciones mas de forma automática: tener la nariz pegada al libro y vigilar por las noches, cerrando sus cortinas, con el mapa del merodeador a Malfoy, esperando atraparlo infraganti en alguna acción que lo delatara como Mortífago.
Pero ahora que lo pensaba… Malfoy ese año se había mantenido bastante tranquilo, ya no la hostigaba a ella ni a sus amigos, como si su atención habría sido captada por algo más. Definitivamente ocultaba algo y ella lo descubriría.
Tan metida estaba en sus pensamientos que no noto como Ginny, con una sonrisa juguetona, le arrebato el libro, preguntando por el dueño original: “El Príncipe Mestizo”
- No lo sé… alguien que estudio aquí hace mucho tiempo… el libro es algo viejo, el encuadernado frágil y gastado. No lo sé.
Una de las cosas que tampoco se había percatado era la actitud de la siempre alegre Lavender Brown, quien comenzó a evitarla como si de la peste se tratase… ya no se celebraban las míticas pijamadas en el dormitorio de las Gryffindor. Parvati, quien era la mejor amiga de la bruja pelo rizado, se mostraba del lado de su amiga, dándole su apoyo pero mirando con pena a Harriet. Y Fay, la antes tímida niña, estaba demasiado ocupada con su primer enamorado, viviendo una luna de miel eterna.
“La adolescencia y sus hormonas”, pensó Harriet, alegre de que el trio de oro este excepto de esa clase de dramas.
- No has soltado ese libro por mas de cuatro semanas, prácticamente duermes con el… ¿Y no quieres saber quién es el príncipe mestizo? - pregunto irritada Hermione mientras iban de camino a las tres escobas, en su visita usual hacia Hogsmeade en fin de semana.
- No es que no quiera saber Mione… solo que me rendi de buscar al propietario… debe de ser todo un mago adulto en estos momentos.
- O bruja- dijo Hermione- Pues yo no, por ello fui a la biblioteca y… y nada relevante, unos cuantos apellidos con Prince, Elizabet Prince, capitana de gobstones en 1941… pero ninguna pista más.
El trio de oro siguió especulando mientras se dirigían hacia las tres escobas, mientras Harriet les decía todo de las sesiones en el pensadero con Dumbledore.
- Necesito ese recuerdo, para ello debo volverme cercana a Slughorn… y yo que lo evadía porque me veía como una tarjeta coleccionable- se lamentó Harriet.
El camino estaba lleno de nieve, el frio helaba sus rostros y manos, Harriet se alegro de haber comprado ropas con runas mágicas de calefacción, aunque la magia no podía protegerla del frio que sentía en el rostro, como hielo mordiéndole la nariz. Para cuando llegaron a las tres escobas tenia la nariz tan roja como Rodolfo el reno… secretamente Harriet Potter odiaba el frio.
Cuando llego a la posada, se quito el abrigo a toda prisa, la caminata la había hecho sudar, cuando vio a Ron rojo como un tomate mirando fijamente su polo blanco, se sonrojo al notar que el material textil que vestía se volvía trasparente al sudor. Así que se tapo con su abrigo el pecho a toda prisa, cuando busco con la mirada si alguien más la había visto, se topo con los ojos grises de Malfoy, abiertos de par en par, tan sorprendido se encontraba que había soltado un maletín negro.
Harriet frunció el ceño, intentando dejar de sonrojarse frente a su rival, Malfoy recobro la compostura, recogió su maletín y se dirigió al fondo del local, desapareciendo de su vista, mientras Ron despotricaba contra el actual novio de Ginny, su pequeña hermana.
- Ella es hermosa, no entiendo porque te comportas así- dijo Hermione- Besarse es natural y tiene todo el derecho de experimentar en el amor… Si tu y yo nos besáramos ella no daría el grito al cielo.
Ron se sonrojo por las palabras de Hermione, esta al verlo casi imaginarse sus palabras también se sonrojo.
- Ustedes son adorables, serán uno de los más tiernos matrimonios en el mundo… ¿Puedo ser la madrina? - Harriet sonrió con todos los dientes, poniendo mas rojos a sus amigos.
- Siempre los mismos chistes, Harriet- dijo Ron, aun rojo, intentando restar peso a las palabras de Harriet.
- Hermione y Ron se van a casar, y yo seré la madrina, Hermione y Ron tendrán muchos bebeees- canturreo la pelinegra.
- Cállate Harriet- Hermione intentó taparle la boca a Harriet, pero esta la evadió con maestría.
- Hermione y Ron se quieren besar, se quieren mucho y se van a casar… Deberías de proponerte pronto Ron u otro te la podría robar.
- ¡Ya cállate Harriet! - chillaron Ron y Hermione, rojos como tomates.
- Y dicen las mismas oraciones al mismo tiempo, ¡Es amor de verdad! - se mofo Harriet.
- Tu mejor amiga a veces es irritable- rumeo Ron.
- Como si no fuera también la tuya…- suspiro Hermione.
El problema de como volverse cercana a Slughorn fue solucionado casi mágicamente, cuando este le propuso pertenecer al exclusivo grupo selecto de estudio, que se reunía en su casa de Slytherin en fechas específicas para merendar y hablar diversos temas.
- Sera todo un honor, profesor- Harriet sonrió a Slughorn, feliz por solucionar su problema.
- Tú también estas invitada Granger- Slughorn, quien se notaba un poco mareado, hecho sin desear un poco de su bebida a Hermione.
- Claro, será todo un placer señor- Hermione se limpio la mancha de la bebida con rapidez.
Un problema menos pero que rápidamente fue sustituido por otro cuando se hallaban de regreso al colegio: Katie Bell, la dulce y pacifica Gryffindor un año mayor que ellos, fue víctima de un ataque, que la hizo volar en el aire y gritar de dolor, para luego caer en picado al suelo cubierto de nieve. Cuando el trio dorado quiso darle alcance, Hagrit apareció ordenando que nadie la tocara, la Gryffindor se retorcía con los ojos en blanco para segundos después quedarse tan tiesa como una roca.
- ¡No toquen ese collar!, solo la envoltura, pero no tengan contacto con ese objeto, esta maldito.
En la oficina de McGonagall, Leanne, estudiante Hufflepuff con la cual Katie se encontraba al momento del ataque, conto lo sucedido sin entender el actuar de su amiga, la cual se encontraba grave pero viva, bajo cuidado de madame Pomfrey. Conto también que el objeto maldito debía ser entregado a una persona en específico: al director Dumbledore. Leanne intento disuadir a Katie de hacer esa extraña entrega y en medio de la riña la envoltura se rompió, teniendo contacto directo con los dedos de Katie. McGonagall agradeció su testimonio y la mando a su casa.
- ¿Qué opinas, Severus? - pregunto McGonagall al ver llegar al pocionista a su oficina.
- Creo que la señorita Bell tiene suerte de estar viva.
- La hechizaron- sentencio Harriet- Conozco a Katie, no mataría ni a una mosca… si le estaba llevando eso al director no lo hacía conscientemente.
- Si…- McGonagall concordó con la pelinegra- La hechizaron.
- Fue Malfoy- Harriet afirmo sin dudas.
Sus amigos la vieron como si hubiera cometido el mayor error de su vida, pero ella los ignoro.
- Esa es una acusación muy seria Potter- McGonagall la miro con una seria expresión.
- Eso es cierto- Snape se mostro receloso, como si lo hubiera insultado- ¿Tienes pruebas?
- No… pero, solo lo sé- Harriet sentía que cada palabra pronunciada solo la hundía más… Había actuado sin pensar, groso error si estas frente a Severus Snape.
- Solo lo… sabes- Snape avanzo lentamente hacia ella- Nuevamente nos asombras con tus dones Potter, dones que simples mortales solo soñarían con poseer.
- Severus…- advirtió McGonagall.
- Que grandioso debe ser saberse la criatura elegida, ¿Verdad?
Harriet se sintió avergonzada por ser tan bocazas y no tener argumentos sólidos, su pelo se le coloreo a rojo fuego.
- ¡Severus! - McGonagall corto los insultos de Snape- Es tarde, todos, es hora de ir a la cama.
El trio de oro se retiró, Harriet casi corriendo, molesta con todos… ella sabia que Malfoy tramaba algo, ¡Pero cuando lo buscaba en el mapa del merodeador se le escurría como agua entre los dedos!, frustrándola en demasía.
Esa noche se propuso a espiarlo con mayor detenimiento, pero sus planes fueron interrumpidos por Lavender, quien de repente la incluyo en las conversaciones de pijamadas… el tema: Chicos.
- ¿Quién te parece el chico más atractivo de Hogwarts? - pregunto sonriente Parvatti.
- Bueno…- Harriet no tenía una respuesta, miro a Hermione en busca de ayuda pero su estudiosa amiga se hallaba demasiado concentrada leyendo un libro auxiliar de pociones- No lo sé.
- ¿Qué me dices de Ron? - pregunto Lavender con la mirada en el suelo.
- Bueno… Ron es atractivo- dijo afirmativamente mientras jugaba con el peluche en forma de snitch dorada que alguien anónimamente le regalo en san Valentín el año pasado…- Pero todos los Weasley en general lo son, como George y Fred.
Decir esa verdad en voz alta la sonrojo intensamente, algo brillo en los ojos de Lavender, y a la vez algo desapareció, aunque la pelinegra no entendía que. Lavender dejo de estar distante y comenzó a tratarla como antes, dejando a un lado su extraño comportamiento de las ultimas semanas… como si Harriet le hubiese arrebatado algo que era suyo por derecho.
- ¿Te gusta los gemelos? - le pregunto Lavender con los ojos brillosos de esperanza.
Harriet se sonrojo como nunca mientras Lavender sonreía de lado a lado.
- ¿O Ron?
Harriet hizo una cara de asco.
- Risos, crecimos juntos, pase muchos veranos en su casa, es como un hermano para mí.
- ¿Y si le gustas tú? - Lavender le dio una mirada penetrante, dura, decidida. Harriet nunca la había visto así.
- No lo creo, estoy segura que también me ve como hermana… además para el amor tienes que tener un buen ojo y aunque lo perdone en cuarto año, nunca olvidare su fea forma de tratarme en el torneo de los 3 magos… Si sobreviví fue por las mujeres que están en esta habitación- y para afirmar su oración Harriet abrazo a Lavender con toda la gratitud que sentía por esa bruja.
Lo que sea que molestase a Lavender a lo largo de las semanas, en ese instante se evaporo por completo y con un suspiro correspondió al abrazo de la pelinegra.
- Risos, prométeme que tú también tendrás buen ojo para el amor, no escojas a un chico solo por ser guapo, fíjate que hay dentro de él, huye de los inseguros y narcisistas, busca alguien que celebre tus logros, que te haga crecer.
- Crecer…Lamentablemente no hay magia disponible para el problema de tamaño, Harriet- dijo Parvati sonriendo.
Harriet la miro sonrojada y le arrojo una almohada en el pecho, pero termino riéndose junto con el resto de las chicas del dormitorio. Las amaba y aunque sabía que algún día acabaría su formación mágica y con ello el colegio, definitivamente las quería para siempre en su vida.
La cena de Slughorn fue deliciosa, los postres eran deliciosos pero los temas de conversación aburridos, el profesor se dedicó a interrogar a cada integrante, Harriet se sorprendió de no ver a Malfoy o Nott, hasta que se dio cuenta que el pocionista no quería estar involucrado con ningún alumno relacionado con los Mortífagos, lo cual explicaba la ausencia de muchos Slytherin.
- Y dime Granger- Slughorn centro su atención en la bruja de antes tupido cabello- ¿A que se dedican tus padres?
- Son dentistas, señor- respondió en el acto Hermione.
- Y eso… ¿Se considera peligroso en el mundo muggle?
- Bueno…- Hermione se mostró insegura, a comparación de los otros estudiantes, el empleo de sus padres carecía de glamur.
Era hora de intervenir de Harriet.
- Mas que peligroso, es un trabajo que requiere templanza e inteligencia profesor Slughorn, sin los dentistas los muggles sufrirían de dolores tan severos como un cruciatus.
- Oh, eso es muy impresionante- dijo asombrado el pocionista Slughorn.
Hermione miro a Harriet agradecida por ayudarla. Tener como amiga a la niña que vivió tenía sus beneficios, toda palabra de halago pesaba el doble o el triple si brotaba de los labios de la pelinegra, así como toda crítica y desdén colocaría a cualquiera como una paria, por suerte Harriet era una bruja que nunca abusaba de ese poder… de hecho, se olvidaba de su estatus social y anhelaba una vida tranquila.
A pesar de haberse librado de la presión social, Hermione se mostro incomoda mientras no despegaba su mirada de su postre.
- ¿Mione?, ¿Ocurre algo malo? - pregunto sin entender la actitud de su mejor amiga.
- No, nada… Estoy bien Harriet- Hermione se apresuró a responder.
Su mejor amiga mentía, cuando averiguo porque, lo entendió en el acto, el responsable de su estado de ánimo era Cormac McLaggen, quien comía su postre helado de forma sugerente, sin despegar su mirada de Hermione.
“Qué asco”
Había mejores magos que ese bastardo, como los hermanos Creevey, o el rebelde Theodore Nott… hasta su némesis, Draco Malfoy tenia mas clase con sus ataques, nunca la atacaría de forma tan vulgar en público.
La reunión del “Club de las Eminencias” no tuvo más percance, excepto la tardía incorporación de Ginny Weasley, quien según conto Hermione en susurros a Harriet, tenía problemas con su actual enamorado, los ojos de la pelirroja estaban hinchados y rojos.
“Oh… el doloroso momento cuando una relación tiene problemas”- pensó Harriet, comiendo su segundo plato de postre.
Cuando por fin la reunión termino, Harriet ansiaba correr a consolar a la pelirroja, darle todo el apoyo a quien consideraba una hermana menor, pero esa era uno oportunidad de oro para comenzar a volverse cercana, así que se conformo con abrazar a Ginny, susurrarle palabras de aliento y darle un montón de besos en las mejillas, los suficientes para hacerla reír. Harriet espero a que el salón se vaciara para platicar con Slughorn, pero desgraciadamente el viejo pocionista se dio cuenta hacia donde iba el rumbo de la conversación cuando empezó a preguntar por los años académicos de Voldemort, siendo un estudiante de Slytherin en tiempos donde el era el jefe de esa casa, por lo que dejo de mostrarse bonachón y adopto una postura precavida.
- Si… fui su profesor, como muchos magos y brujas lo fueron, en esos tiempos Tom era un estudiante talentoso, aunque algo callado, comprometido con ser un mago de primera, como muchos otros que he conocido… no muy diferente a ti, de hecho. Si el monstruo estuvo ahí, oculto en el disfraz de Tom Riddle, yo nunca pude verlo… Pero ya es tarde, es hora que te vayas Potter.
Y aunque aún conservaba su tono de voz suave, su postura y actitud lo decía todo: el profesor no hablaría del pasado de Tom Riddle.
Llego noviembre, comienzo de días nevados y el primer partido de quidditch, a pesar que Harriet prometió a Dumbledore volverse cercana a Slughorn este comenzó a evitarla como si tuviera una enfermedad contagiosa, por lo que frustrada la pelinegra dedico todas sus fuerzas y concentración en entrenar a su equipo para ganar a los Slytherin, sintiendo la presión por ser quien dirigiera al equipo a la victoria… casi le da un infarto cuando Ron le dijo una noche antes del partido que renunciaría, Harriet tuvo que amenazarlo con maldecirlo hasta terminar el año si se atrevía a dejarla sin guardián.
El estrés como capitana era algo que pesaba por toneladas… entendiendo perfectamente a su estricto ex capitán Oliver Wood.
Por lo que a la mañana siguiente Harriet bajo a desayunar con un plan en la cabeza y una botellita peculiar en su bolsillo. Ver a Ron sin devorar su desayuno era tan anormal como si Voldemort tuviera nariz, su rostro estaba verde, las canciones de burla “Weasley es nuestro rey” no ayudaba en nada.
- ¿Qué tal la reunión con Slughorn? - pregunto Ron, intentando distraerse a sus amigas.
- Aburrida… aunque el postre fue delicioso- dijo Hermione.
- ¡Chocolate! - afirmo Harriet con la cabeza.
- Slughorn está preparando otra para navidad… y tenemos que llevar a alguien- informo Hermione.
- Y supongo que tu llevaras a McLaggen- farfullo Ron.
- ¡Aj!, retráctate Ron, que asco, no, no, no- chasqueo la lengua Harriet, recordando la actitud del mago en la reunión de Slughorn- Deberían ir juntos, como los esposos que serán ya es hora que-
Pero Harriet no termino su oración, Lavender la interrumpió para desearla la mejor de las suertes a Ron.
“Ahora que lo pienso… Lavender a estado dándole mas platica a Ron, que otros años… Aprovecho cualquier momento para saludarlo, se mostró más cercana en la sala común con pequeñas platicas y fue a todas las practicas de quidditch… cosa que nunca hacia”, Harriet sintió como si se encontrara frente a un puzzle casi armado, faltando solo una pieza para poder ver la imagen completa.
- Me retiro, después de este partido McLaggen puede ocupar mi puesto.
- Como quieras- dijo Harriet sin perder la compostura, aunque por dentro se mostraba disgustada el solo imaginar a ese funesto Gryffindor como compañero de equipo- ¿Jugo?
- Si… gracias.
De la nada la soñadora Luna se sentó en la mesa de Gryffindor, casi todos ya habían acabado de desayunar.
- Hola a todos- saludo la rubia, quien tenía un impresionante tocado con la forma de un león en la cabeza- Ron, te ves terrible… ¿Es por eso que le echaste una poción a su bebida, Harriet?
La pelinegra sonrió con complicidad mirando a Luna.
- Nada se te escapa, ¿Verdad, querida Luna?
Luna sonrió feliz por el alago, Hermione al ver un pequeño frasquito vacío reconoció el envase de inmediato.
- Suerte liquida… Es ilegal usarla en competencias- Hermione frunció el ceño a Harriet- No puedo creer que rompas las reglas del deporte que amas. No te atrevas a tomar esa copa, Ron.
La pelinegra solo sonrió, guiñando un ojo, mientras Ron tomaba sin dudar la bebida.
- Te podrían expulsar por eso Harriet- Hermione era una combinación de sentimientos, enojada, preocupada, temerosa y decepcionada.
Harriet no pudo soportar verla así, por lo que la abrazo para tranquilizarla, antes de soltarla le susurro.
- Tranquila Mione, no haremos trampa… te explicare todo después de ganar- Harriet se alejo de Hermione para ir con su equipo a los cambiadores, no sin antes darle un sonoro beso en la mejía.
El equipo de Gryffindor canto con gran energía “Eye of the tiger” y salieron a jugar, Ron se mostro confiado tras beber la pócima, el miedo y las dudas lo habían abandonado, jugo como un profesional con gran dominio de su escoba y acrobacias temerarias, no dejo pasar ningún tiro por los tres aros a sus rivales serpientes, a pesar de que el clima era frio por la nieve, Ron parecía brillar, pronto el estadio comenzó a tararear la canción que antes era burla “Weasley es nuestro rey”, se volvió un festejo de celebración ante las salvadas del pelirrojo.
En el aire, la capitana pelinegra de Gryffindor noto dos cosas mientras buscaba la snitch dorada, el grupo de quidditch de Slytherin no estaban completos, les faltaba su guardián Vaiser y su buscador Malfoy, la ausencia de los dos jugadores estaba afectando seriamente el desempeño del equipo verde. De repente Harriet entiendo porque se sentía tan tranquila buscando la snitch, su verdugo personal estaba ausente, inquietando a la pelinegra.
Después de todo, ¿Qué era tan importante como perder la oportunidad de molestarla con total libertad, escusándose tras el deporte?
“Debe estar haciendo algo oscuro”- pensó Harriet, volando alrededor del campo del quidditch- “Aprovecho el partido para moverse con libertad, sin testigos curiosos de sus acciones…”
Harriet se sintió terriblemente inquieta, pero la algarabía tras ganar el partido contra Slytherin la distrajo por completo, la sala común festejo la victoria aplastante contra su tradicional enemigo, todos ovacionaban a Ron, como un verdadero Rey.
- No debiste de haberle dado la poción, va en contra de las reglas- dijo aun molesta Hermione.
- Así como lanzar un Confundus a McLaggen en plena selección de puestos- ironizo Harriet pero mostrando una sonrisa orgullosa.
- No es lo mismo- se defendió Hermione.
- ¡Estoy bromeando Mione! - Harriet alzo las manos en señal de rendición- Secretamente no quería a McLaggen en mi equipo, no sabe lo que es el respeto al capitán, así que gracias por sacarlo del quidditch.
- Pero, este partido… Ron hiso trampa.
- Oh no Mione- Harriet saco la verdadera poción de Felix Felicis.
Hermione contuvo un chillido de sorpresa.
- ¡No echaste nada!... pero Ron creyó que sí.
- Efecto placebo, una maravilla, perdón por no contarte antes, se me ocurrió esa idea en la madrugada. Nunca le faltaría el respeto así al quidditch… somos Gryffindor, el honor es nuestro sello de casa.
Antes de poder responder, Hermione se quedo mortalmente callada, viendo con los ojos muy abiertos como Ron era besado por Lavender mientras el resto de la casa aplaudía por el pícaro guardián.
“Hay no…”- Harriet sintió que por fin aparecía la última pieza del extraño comportamiento de Lavender, su querida amiga de ondulado cabello se había fijado en Ron, por eso actuaba de forma tan extraña.
Cuando giro para ver a Hermione, esta ya se hallaba a metros de distancia, huyendo de la escena adolescente. No había que ser un genio para saber que lloraba y tenía el corazón roto. Así que sin dudarlo, Harriet corrió para alcanzarla e intentar de alguna forma consolarla y ayudarla a unir las piezas de su corazón.
Notes:
Lo sé, es tarde… es jueves de hecho, pero últimamente he trabajado doble turno y no he tenido energía para escribir… si, suena a escusa, pero a veces el mundo laboral es demandante. Intentare ser mas puntual para la próxima queridos humanitos.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling
Chapter 49
Summary:
Drama adolescente, la manzana verde y la fiesta de Slughorn.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La encontró llorando, sentada en un rincón del patio empedrado, había invocado unas aves cantoras que disimulaban el sollozo de la intelectual bruja y sin dudarlo la pelinegra corrió a abrazarla, sentándose a su lado.
- Lo siento mucho, Mione… no… no lo vi venir- Harriet continúo abrazándola, intentando trasmitir apoyo moral- ¿Desde cuándo te comenzó a gustar tan profundamente que tu corazón se tambaleara de forma dolorosa por él?
Hermione paro de llorar y se separo de los brazos de Harriet, pero la pelinegra entrelazo sus manos en un firme agarre.
- No lo sé…- Hermione reflexiono, intentando responder la pregunta- Creo… creo que solo paso… años de estar tan cerca, de sortear peligros juntos… de tener cualidades que yo carezco: alegría desbordante, libertad de expresión, confianza, aunque sus notas no sean las mejores… él es como mi otra mitad, mi complemento…. Creo que lo vi como mas que un niño escandaloso cuando se sacrifico por nosotras en el primer año, cuando intentamos rescatar la piedra filosofal y se ofreció como escudo humano.
“La flecho desde el primer año y con el pasar del tiempo su amor fue creciendo”- pensó Harriet, entendiendo el dolor de su amiga.
- Si… tú te quedaste con el mientras yo corría por la piedra…- Harriet entrelazo sus manos con las de su mejor amiga- Ay Mione, Ron… Ron es un tonto que no es consciente de tu sincero amor… Si yo fuera un chico, ten la seguridad que seria menos despistado que mi pelirrojo amigo.
El comentario hiso reír a Hermione, de repente unas risas y pisadas interrumpieron en el jardín empedrado… eran Ron y Lavender, quienes se mostraban tan acaramelados que Harriet sentía que se le podrían los dientes por la dulzura que esparcían. Y mientras Lavender las miraba con una sonrisa enorme de felicidad, a Ron se le borro la sonrisa con la cual llego, mostrándose incómodo.
- Ups, perdón por interrumpir- dijo Lavender al ver a las Gryffindor juntas- No me importan si son lesbianas, son mis amigas y cuentan con mi apoyo…. Además ¡El amor es tan hermoso!, vámonos Ro ro.
La bruja de pelo rizado abandono el jardín empedrado esperando que el mago lo siguiera.
- ¿Qué? - Ron pregunto con una seriedad mortal- ¿Ustedes dos…
Pero Hermione no estaba de humor para tontos comentarios, con un “Opugno” mando a las aves a atacar a Ron, este al ver el ataque abandono el patio empedrado, cerrando la puerta de conexión con el corredor. La ira de Hermione se apago con lagrimas de tristeza, el amor de su vida era un completo tonto.
- Mione…
- Como quisiera ser como tu Harriet… ser una bruja con el corazón libre… no amar a ningún mago adolescente ciego.
- Mi corazón fue capturado, hace años…. por Cedric.
- Harriet, no era mi intención, yo-
- No, tranquila… todos amamos Mione, todos entregamos nuestros corazones sin darnos cuenta si quiera, pero eso no nos deja el corazón mas pequeño, sino que lo agranda, lo expande…
Hermione la miro sin ocultar la admiración por sus palabras.
- ¿Desde cuando mi mejor amiga se había vuelto tan sabia?
- Desde que nos volvimos amigas… es como si tu inteligencia se me pegara- dijo Harriet haciendo sonreír a Hermione- Lo siento por lo de Ron, a veces hay personas muy ciegas en el amor… pero sabes que, si yo fuera un chico jamás te haría llorar, si fuera un chico te cantaría todas las noches canciones de amor, me ganaría el cariño de tus padres para que no me asesinen cuando les arranque de tu hogar con un anillo en la mano.
La intelectual bruja no pudo mas y se carcajeo sonoramente, completamente divertida de las palabras de su mejor amiga.
- Eres mi mejor amiga, cántame algo- pidió Hermione.
- ¡A sus órdenes, capitán!
I was petrified
Kept thinking I could never live without you by my side
But then I spent so many nights thinking how you did me wrong
And I grew strong
And I learned how to get along
And so you're back
From outer space
I just walked in to find you here with that sad look upon your face
I should have changed that stupid lock
I should have made you leave your key
If I'd have known for just one second you'd be back to bother me
En medio de la canción Hermione se coló, haciendo sonreír a Harriet.
Go on now, go
Walk out the door
Just turn around now
'Cause you're not welcome anymore
Weren't you the one who tried to hurt me with goodbye?
Did you think I'd crumble?
Did you think I'd lay down and die?
Oh, no, not I
I will survive
Oh, as long as I know how to love
I know I'm still alive
I've got all my life to live
And I've got all my love to give
And I'll survive
I will survive
Hey, hey
Cuando terminaron de cantar la primera estrofa de la canción de Gloria Gaynor, “Survive”, las brujas se dieron una mirada cómplice y estallaron en carcajadas. Los muggles tenían excelentes canciones para todas las ocasiones, incluidas para los desamores.
Lo que los muggles ni mundo mágico aun no tenían era una formula secreta para sobrevivir a los dramas adolescentes. Hermione dejo de hablar con Ron, Harriet sentía una tensión constante, apoyar a uno seria traicionar a otro, así que eligió seria neutral, debía cuidar sus palabras y postura frente a sus amigos.
Hasta que llegaba la hora de ir a la cama, donde Lavender y Hermione debían compartir habitación y espacio. Harriet sentía como si estuviera en la guerra fría… casi podía ver el vapor de su respiración salir en tan frio ambiente.
“Amanece ya, amanece ya… tengo frio”, rogaba mentalmente todas las noches la pelinegra.
Cuando pasaba el rato con Ron, este se mostraba complacido de tener a Lavender como enamorada, cuando pasaba el tiempo con Hermione, esta despotricaba que no le interesaba nada de lo que haga Ron.
- No me importa para nada- dijo Hermione mientras tomaba un libro de la biblioteca- Yo creí que iríamos juntos a ala fiesta de Slughorn, pero dadas las circunstancias tuve que hacer otros planes.
- ¿Otros planes? - susurro Harriet.
- Si, ¿Por qué?
- Pensé… pensé que como ninguna de las dos tiene pareja, podíamos ir juntas, como amigas.
La cara de Hermione cambio a una de frustración al reconocer el gran error que cometió.
- ¿Por qué no se me ocurrió eso?, arggg
- ¿Con quién iras? - cuestiono Harriet.
- Es una sorpresa- respondió Hermione.
Harriet la miro preocupada, su invitado no debía de ser la mejor sorpresa como para que su mejor amiga colocara una cara amarga. Hermione al notar la cara de preocupación de Harriet, intento cambiar el tema de conversación.
- Creo que Dennis Creevey quiere darte una poción de amor- susurro Hermione, señalado a un rincón de la biblioteca conde se encontraba el mago.
- ¿Qué?, ¿Dennis?... Mione, es un niño… tres años menor que yo.
- Y eso no detiene sus ambiciones- sonrió Hermione, pensando en cómo su hermosa amiga era inconsciente de todas las miradas que atraía, siendo bastante ciega en ese aspecto, la razón por la cual había tantos interesados en jugar quidditch ese año era porque Harriet será la capitana y Dennis no era el único con la cabeza en las nubes por su mejor amiga. Hermione estaba segura que más de uno aprovecharía el momento de descuido de la pelinegra para vaciar poción de amor en su jugo de calabaza… debía de estar muy atenta ese año a todo lo que bebiera Harriet.
La bruja pelinegra observo de reojo a Dennis, quien poco a poco se estaba trasformando en un apuesto adolescente, pero… ¿Darle Amortentia?, la misma poción con la cual fue concebido Voldemort.
- Mione… usar Amortentia … ¿No se supone que es ilegal?, eso me quita el libre albedrío, ¿No?
- Te hará actuar como tonta un par de horas… seguro que lo compro en sortilegios Weasley, por lo tanto, no es la pócima original sino una ligera. La verdadera poción es muy difícil de hacer y está prohibida de realizar.
- Pero darme Amortentia … ¿A mí? - Harriet se sentía asustada, confundida, alagada al mismo tiempo- Creo que debe de tener mucho tiempo libre con sus asignaturas electivas… mientras que Colin está en plenos T.I.M.O.S. con demasiada información que retener… ¿Me pregunto qué diría Colin?
- Creo que lo mataría- sonrió Hermione- ¿Hoy tienes clases con el profesor Snape de Oclumancia?
- …Si, lo había olvidado.
- Pues no llegues tarde. Ya sabes como es el profesor respecto a la puntualidad… y ve al baile de Slughorn con alguien más, alguien que te agrade, alguien interesante.
- Lo intentare Mione.
Las clases de Oclumancia con el profesor Snape fueron pésimas, como el año pasado, pues no importa cuanto dijera el profesor que vaciara su mente… su mente parecía tener vida propia y desobedecerla.
- Parece que ni lo intentas- dijo el profesor, frustrado ante el nulo avance de Harriet.
- Lo intento, pero es más difícil que memorizar libros o ingredientes… mi cabeza siempre esta llena de todo, como un torbellino.
- Pues controla tu torbellino mental o el señor oscuro podrá entrar más fácil en ella y dominarla… ¡Leglimancia!
Harriet sentía como su mente era abierta de par en par, una fuerza invisible se abría paso a la fuerza en sus memorias
Harriet mandando mas dulces y meriendas al ex profesor Lupin por lechuza, Elise volviendo a enfermarse ese año, Dumbledore visitándola y llevándola a conocer a Slughorn, la mano herida de su abuelo y la vaga promesa de contarle lo sucedido algún día el motivo de su herida, las peleas adolescentes de Ron y Hermione, Cedric…
- ¡Basta!, por favor, eso es privado y doloroso- Harriet temblaba tras el esfuerzo de sacar a Snape de su mente
- Sino mejoras serás un peligro para todos Potter, sino mejoras serás solo una marioneta que el señor oscuro podrá manejar sin problema alguno… Vete y regresa cuando muestres mejoras, o solo desperdiciaras mi tiempo.
La delgada bruja casi fue sacada a patadas de las mazmorras, demasiado cansada tras una hora de oponer resistencia mental y fracasar estrepitosamente. Snape siempre penetraba su mente con facilidad… pero ahora que lo pensaba con tranquilidad…
“Hasta ahora no siento la misma conexión mental con Voldemort como el año pasado”
Harriet rogo porque su rival haya perdido el interés de manipularla. Debía de mejorar o todo estaría perdido para ella y quienes amaba.
Frustrada con Oclumancia, Harriet comenzó a hacer los hechizos que el príncipe había anotado con tinta. Una noche en la sala común de Gryffindor provo con un peculiar hechizo en Ron, quien termino boca abajo mientras su pie colgaba por una fuerza invisible, quedando suspendido en el aire, el pelirrojo se rio completamente emocionado por el hechizo mientras Lavender gritaba escandalizada.
- Harriet, ese hechizo no es divertido- riño Hermione alzando la voz para opacar los gritos de Lavender- Es un hechizo claramente oscuro.
- ¡No lo es! - Harriet refuto al instante la acusación- El príncipe es genial.
- Es peligroso, pero no lo ves, parece gracioso, pero no es así.
Hermione cerro su libro de forma abrupta y se retiro a su dormitorio sin decir palabra alguna a Ron.
- Y, por cierto, pronto será 20 de diciembre… - dijo Hermione mientras subía las escaleras de piedra rumbo al cuarto de brujas de sexto año.
Harriet suspiro frustrada, descifrando el mensaje de su amiga: “Apresúrate y consigue una pareja para la cena de Slughorn”. Se despidió de Ron y siguió a Hermione, recordando los sucesos fallidos de conseguir pareja. Lo había intentado con Colin, pero el joven mago tenia que volver a casa con rapidez pues su padre había enfermado; le propuso a Nott, pero el Slytherin de sonrisa rebelde la rechazo.
- Lo siento, me encantaría acompañarte… pero Slughorn es quien organiza esa fiesta. Así que no cuentes conmigo preciosa.
Harriet luego de meditarlo un momento entendió las palabras del mago, su padre, al igual que el padre de Malfoy habían sido arrestados y llevados a Azkaban luego de ser atrapados en el ministerio la pasada primavera y Slughorn había decidido vetar a cualquier hijo de Mortífagos involucrados, sin importar su talento mágico… una verdadera injusticia que los hijos paguen por los pecados de los padres.
- Lo entiendo, gracias por tu respuesta sincera, Theo.
- Encontraras a alguien más, bonita… tienes como media escuela tras tus huesos.
- ¿Tú también Theo?,¿Por qué todos me molestan con la misma broma? -Harriet frunció el ceño y apretó los labios.
- No es una broma, es la verdad… pero aun estas tan verde como una manzana.
Theodore se despidió de la pelinegra de manera teatral, besando la mano de la bruja, haciéndola reír en el acto
Mientras Harriet desayunaba y se dedicaba a sopesar su mejor opción como pareja de cena, su atención fue atraída hacia un grupo de Ravenclaw que estaban haciendo bullying a una rubia de mirada soñadora, pero esta con gran temple se dedicaba a comer su budín.
¡Ahí estaba!, ¡Su solución a todos sus problemas!
Asistiría a la cena de Slughorn con Luna Lovegood.
Así que termino su desayuno y se apresuro a ir a la mesa de los Ravenclaw explicar a Luna su situación y la cena.
- Por favor, por favor, ven conmigo Luna… no quiero ir a esa fiesta de estirados sola- rogo Harriet.
La rubia le devolvió la sonrisa, el grupo que antes le hacía bullying se quedó conmocionado.
- Claro que acepto tu propuesta… ¿Cómo debo ir vestida?
- Bueno… es una cena para presumir… debes vestirte de gala o con un traje de noche- ato cabos Harriet.
- Ok.
- Nos encontraremos en el quinto piso… no me dejes plantada- rogo Harriet, volviendo a hacer reír a la rubia.
- No lo hare- prometió Luna.
- Bien. Es una promesa- suspiro con tranquilidad Harriet.
Y así, un 20 de diciembre, Harriet y Luna se encontraron en el quinto piso, Harriet con un hermoso vestido cortesía de los sastres que compitieron por vestirla para la gala del torneo de los tres magos, pero que al perder decidió dárselo como obsequio, el vestido era largo con cuello v, sin mangas, color rosa oro, corte de sirena, pero con doble falda de tul, flotando con gracia a cada movimiento de la pelinegra.
- Estas muy bonita, Harriet- elogio Luna mirándola- Muy bonita.
- Lo mismo digo Luna, tu vestido es muy original… ¡Acabamos coordinando colores como una pareja!, ¡Rosa oro!, me encanta los tres niveles de tu vestido.
- Muchas gracias.
- Ok, encaminémonos ya.
A medida que recorrían el castillo rumbo al sexto piso y entraban por pasajes que el profesor Slughorn había indicado en su invitación, Luna no pudo evitar preguntar.
- ¿En qué parte del castillo estamos?, no lo reconozco, he recorrido mucho el castillo ampliamente, de día cuando no tengo clases y de noche cuando camino dormida y aun así no reconozco estos pasajes.
- ¿Caminas dormida?
- Si, por eso duermo con zapatillas.
- Eso es muy inteligente- elogio Harriet.
La fiesta se daría en el despacho de Slughorn, al llegar vieron que el lugar había sido decorado con telas verdes, carmesí y dorado, daba la impresión de encontrarse dentro de una enorme tienda, aunque algo abarrotada, una luz rojiza salida de una lámpara dorada que iluminaba el lugar colgada en el centro de la habitación. En el lugar no solo se encontraba “El club de las eminencias de Slughorn”, sino también magos y brujas mayores y varios viejo magos fumando pipa.
Hermione y ella habían llegado a la misma conclusión, “El club de las eminencias” solo era una fachada para recolectar prometedores magos, esperar a que el tiempo hiciera su trabajo, hasta verlos convertidos en grandes figuras mágicas y solo ahí Slughorn cosecharía a esos alumnos como valiosos contactos mágicos y aprovecharía para pedirles jugosos favores.
Sabía que debía ganarse a Slughorn, aunque su última conversación sobre Voldemort la había alejado un poco del profesor y ser la capitana de quidditch había creado distancia, Harriet debía hacer entrenar a su equipo y dejar el nombre de Gryffindor en alto, perdiéndose unas cuantas cenas de Slughorn, pero Hermione le advirtió que no podía perderse su fiesta de navidad o eso significaría perderlo como fuente del recuerdo de Voldemort.
Entendía su papel en la guerra, pero también tenia una vida propia y latentes preocupaciones. Cuando no asistía a las cenas de Slughorn por estar demasiada cansada tras prácticas de quidditch para fingir interés con estirados comentarios, se las dedicaba a espiar a Malfoy, percatándose de su ausencia al no ubicarlo el mapa del merodeador, apareciendo horas después rumbo a las mazmorras… todo el asunto con el rubio no le daba buen presentimiento. Pero era necesario ir al menos a un par de cenas del profesor, después de todo le había prometido a su abuelo obtener ese recuerdo de Slughorn.
“Ser una espía apestaba, solo se veía cool en las películas”, pensó Harriet.
“Hacer esa misión casi imposible apestaba, no fue tan cool como creyó al inicio”, pensó Draco.
Entendía su papel en la guerra, le fue asignada una misión, reparar el armario evanescente y él lo acepto gustoso. Jamás imagino que reparar el objeto mágico le drenara tanto tiempo y magia, tiempo en el cual podría haber jugado quidditch o molestar a cierta pelinegra de ojos verdes sin lunas que hoy se veía especialmente hermosa con ese vestido… una oportunidad de oro perdida.
Frustrado, Draco Malfoy aprovecho el silencio del castillo para dirigirse a la sala de menesteres, después de meses y meses de reparar el armario, hoy se vería los resultados de su esfuerzo, hoy debía dar el paso crucial para probar el funcionamiento del objeto mágico, la primera etapa consistía en trasportar objetos sólidos. Así que metió al armario una manzana verde y cerró la puerta.
- Armonia Nectere Pasus- pronuncio Draco el encantamiento.
“Vamos funciona, funciona pedazo de madera, ¡Funciona!”
El corazón de Draco latió con miedo y no era para menos, en esos instantes un grupo de Mortífagos estaban esperando la prueba de sus esfuerzos. Luego de unos segundos, con respiración contenida, Draco abrió el armario, encontrándolo vacío… ¡La manzana había desaparecido! Mareado de alivio, el mago volvió a cerrar el armario y recito el hechizo de traslado. Unos segundos después escucho algo dentro del armario, cuando lo abrió descubrió la manzana que coloco antes… pero estaba mordida.
Había funcionado, el armario evanescente ya era capaz de trasportar objetos.
Draco cayo al suelo cansado, sus nervios hecho trisas; meses de estrés, de dudas en sus capacidades mágicas, de caminar sin rumbo fijo con solo la esperanza y el miedo de compañía habían funcionado y rendido sus frutos.
Lo había hecho, lo había logrado.
Rio con alegría, Draco rio a carcajada limpia, un gran peso de sus hombros fue evaporado. Ebrio con su triunfo recordó de repente a una hermosa pelinegra ojos verdes caminar al despacho de Slughorn vestida de gala. Sus pies se movieron hacia esa dirección.
¿Y que si no fue invitado?, era un Malfoy, no necesitaba invitación alguna.
- Harriet, niña, sí que te gusta el suspenso, creí que no vendrías- dijo Slughorn estrechándole la mano, dándole la bienvenida a su fiesta.
- Siento el retraso profesor, una amiga mía no quería soltarme hasta estar impecable para su fiesta.
- Y sí que lo estas, te ves como una joya reluciente.
- Muchas gracias profesor.
Harriet no se sorprendió en lo más mínimo que Slughorn ordenase a un fotógrafo inmortalizar el momento con una foto.
“Directo a la repisa de ganadores”, pensó Harriet, agradeciendo mentalmente a Lavender por dejarla presentable en un corto periodo de tiempo.
La pelinegra suspiro viendo como Slughorn se alejaba luego de conseguir su preciada fotografía.
- ¿Bocadillos? - interrumpió un joven mago vestido de blanco, los mozos de la fiesta.
- Gracias- Harriet acepto y luego se sorprendió cuando vio la cara del mago- ¿Neville?
- Hola Harriet… ayudo a Slughorn para puntos extra, Merlín sabe que los necesito… no entre “Al club de las eminencias”- dijo melancólico Neville.
- Mejor… así no abusara de ti en el futuro- susurro Harriet, haciendo reír al mago.
-Tienes razón… bueno, te dejo o estos bocaditos no se repartirán solos.
Harriet vio partir a Neville y decidió ir a la zona de bebidas por un jugo de calabaza, hasta que escucho como alguien la llamaba, alguien que estaba escondida tras las telas verdes de decoraciones que colgaban del techo. Curiosa por el insistente llamado, Harriet se acercó al rincón por donde escuchaba el llamado, alzo las cortinas y se metió en el pequeño espacio.
- ¡¿Mione?!- chillo sorprendida Harriet.
- Shhhhhh- Hermione tapo la boca de su mejor amiga, susurrando con firmeza- No grites Harriet, ¡Me estoy escondiendo!
- ¿De quién?
- De Cormac.
La bruja de pelo negro hiso una mueca.
- ¿McLaggen es tu pareja?, ¿Lo invitaste a él?
- No lo pensé bien, ahora me doy cuenta que fue un error… creí… creí que si venia con él podría poner celoso a Ron.
- Mione… poner celoso a tu interés romántico no es nada inteligente… es muy infantil.
- Lo elegí con ira en la mente, cometí un error, nuble mi raciocino y ahora pago las consecuencias- Hermione se abrazó a si misma- McLaggen me acorralo en un muérdago y hui de él… ¡Parece que tiene más tentáculos que un pulpo!
Harriet izo una mueca apretando los labios, McLaggen era un estúpido mago mimado con influyentes padres que no sabia de respeto y comisura.
De repente las telas verdes se movieron a un lado y apareció un mozo ofreciendo bocaditos.
- ¿Dragon tártara?
- No, ahora no, gracias- dijo Hermione vigilando el salón por si aparecía McLaggen.
- Mejor así… te deja un aliento horrible- informo el mozo.
- Pensándolo mejor, dame la bandeja entera… si con esto logro alejar a McLaggen.
Hermione comenzó a comer los bocaditos a toda prisa, hasta que vio a Cormac ir tras ella, huyendo a la vez que el mago entraba en su escondite, dejando la bandeja de bocaditos levitando en el aire.
- ¿Mione?, creo que se fue a empolvar la nariz- mintió la pelinegra al mago.
- Tu amiga es muy escurridiza, ¿No?, siempre hablando, bla bla bla.
La bruja pelinegra frunció el ceño, molesta por las palabras del mago y alegre porque Hermione huyera exitosamente.
- Aunque, pensándolo bien, te vez muy bonita hoy- Cormac dio un paso más cerca a Harriet.
- Gracias- la pelinegra lo dijo por modales y no porque le agradara el chico.
-De nada- el mago sonrió mientras tomaba un bocadito de la bandeja levitante, comiéndolo de forma sugestiva-Veo que viniste acompañada de una chica… pero eres una chica, Potter, ¿Por qué?
McLaggen avanzo otro paso hacia Harriet, acorralándola poco a poco.
- ¿Por qué no? - Harriet no retrocedería, estaba siendo retada, como sucedió en las prácticas de quidditch… ella no retrocedería ni se dejaría amedrentar por nadie.
- No me gusta que las chicas bonitas como tu se arruinen al gustarles otras chicas- Cormac alzo la mano y acaricio el rostro de la bruja.
Estaban muy cerca.
- ¿Qué?, ¿Arruinada?, ¡¿Crees que amar a otra chica me arruinaría?!- chillo Harriet enfadada, sentía como su pelo se pigmentaba a rojo por la ira que sentía.
Pero eso no pareció importarle a McLaggen, quien siguió hablando.
- Yo te puedo curar- prometió él.
- ¡Curar! - Harriet casi grito con indignación.
- Si, dame solo una oportunidad…- dijo Cormac mientras avanzaba otro paso mas hacia la bruja, rozando su cuerpo, aprisionándola-… y te ensañare que los hombres son mejores que las mujeres… me preferirás a mí que, a ellas, niñas que babean por ti no tienen oportunidad alguna contra un hombre como yo… no sabes lo que te pierdes.
El mago, sin despegar la mirada ni retroceder un centímetro, cogió otro bocadito de la bandeja flotadora, comiendo de forma provocativa.
La bruja ahora pelirroja estaba tan molesta que pequeñas chispas salían de sus dedos, ansiosos por sacar su varita y maldecir al asqueroso mago… hasta que se dio cuenta de lo que comía, sonriendo con malicia.
- Y yo no sabía que te gustaban los testículos de dragón- dijo la bruja con voz sedosa- Ya casi te terminas la bandeja de bocaditos.
McLaggen se quedó congelado, pero ya era demasiado tarde, los bocaditos ya están en su estómago. De repente las cortinas de verde se abrieron, mostrando a un malhumorado profesor Snape, McLaggen se despegó de la pelirroja, retrocedió unos pasos y vomito en los zapatos del estricto profesor.
“Está muerto”, pensó Harriet, complacida.
- Esto te va a costar un mes de castigo McLaggen- dijo Snape con todo el asco del mundo.
El atlético Gryffindor de buena cuna se quedó callado, aceptando el castigo, la pelirroja bruja sonrió agradecida al adulto mago.
- Vámonos Potter.
- Sí, profesor- Harriet lo siguió sin dudar, saliendo del escondite de Hermione. No se molestó ni una vez en ver la expresión de frustración de McLaggen.
El docente la guio a un rincón apartado de la fiesta, informándole que tenía un mensaje de Dumbledore, el director partió de viaje y retomaran sus sesiones después de las fiestas.
- ¿De viaje?, ¿Sabe a dónde fue?
- No soy su secretaria Potter, no sé por dónde se mueve.
- Si… disculpe… por cierto, gracias por salvarme de McLaggen… es un horrible mago- Harriet se abrazó recordando al adolescente, de forma macabra prefería los besos de Malfoy a la interacción con McLaggen.
“Increíble los efectos que puede causar un mago”, pensó la pelinegra.
- Yo no buscaba salvarte Potter, solo debía trasmitir un mensaje- resoplo Snape.
- Pues hacer eso me salvo, así que gracias- Harriet sonrió feliz al mago.
Pero este le dio una mirada aburrida y aunque estaban en buenos términos, la protegía cuando era necesario y le dio su parte por la venta del basilisco, había una duda que la mantenía despierta en las noches, duda que solo el ex maestro de pociones podía disolver.
- Profesor…- Harriet se aventuró a preguntar- Ahora que Vold… el que no debe ser nombrado volvió… ¿Usted se encuentras bien?, debí de preguntar antes, pero hace 2 años el que no debe ser nombrado prometió tortura para quienes no asistieron a su llamado, usted jamás llegó al cementerio… me refiero, a que usted está haciendo el papel de espía doble, ¿Verdad?, ¿Está usted bien?, ser espía de ese monstruo… sus nervios deben estar al límite.
Snape se sorprendió de las deducciones de Harriet, fue una emoción fugas, porque volvió a adoptar su máscara de frialdad y aburriendo.
- Eso no te importa, Potter.
- No, tiene razón… pero, no puedo evitar preocuparme por las personas que necesitan ayuda.
De nuevo las emociones escaparon del rostro del docente, este dejo de mirarla con hastío para darme una mirada de melancolía, la miraba sin ver, como si su mente estuviera en otro lado.
Pero de un momento a otro la fiesta fue interrumpida por Argus Filch, gritando que tenía un mago colado que aseguraba tener invitación, pero no estaba en la lista de invitados.
- Está bien, me cole, no tengo invitación alguna, ¿Contento? - farfulló Draco Malfoy, el mago que se coló sin éxito.
En un parpadeo Snape ya estaba al lado del mago rubio.
- Yo lo acompañaré afuera- dijo el mago de eternas túnicas negras.
- Claro… profesor- Malfoy le dirigió una mirada de puro enojo, el tono de su voz delataba sarcasmo.
Mientras Snape guiaba a Malfoy a la salida y Slughorn ordenaba retomar la música, el rubio mago le dedico una mirada de reproche que Harriet no entendió.
Pero su instinto le ordeno seguir a los Slytherin, uso un hechizo del príncipe para evitar hacer sonido al trasladarse y para mayor seguridad, se hechizo para camuflarse con las paredes.
- Tal vez hechice a la chica Bell, tal vez no… que le importa- despotricó Malfoy.
Pero el profesor Snape no tenía paciencia para los maleducados, cogió al mago del cuello de su camisa y lo estrello contra la pared.
- ¡Juré protegerte! - rugió Snape- Hice el juramento inquebrantable.
- No necesito protección, fui elegido para esto, ¡De entre todos, yo!, no le voy a fallar-Draco se liberó del mago.
- Tiene miedo Draco, tratas de ocultarlo, pero es obvio- Snape presiono- … déjame ayudarte.
- ¡No!, ¡Fui elegido!, ¡Es mi momento!
Escondida, Harriet sintió como un peso invisible se apoderaba de su corazón, Draco Malfoy se había vuelto un Mortífago… dejo de ser un enemigo de escuela para convertirse en un mago que podría asesinarla si recibía las ordenes de Voldemort.
Dejo de ser un enemigo declarado para convertirse en un enemigo real.
Y por alguna razón que no terminaba de entender, a Harriet le molesto tener la razón al afirmar que el rubio mago era un Mortífago con un plan en mente… pero ese a las palabras del profesor Snape, la pelinegra confiaba en el docente, después de todo la había protegido muchas veces, si de verdad sirviera lealmente a Voldemort la habría matado hace mucho tiempo.
Notes:
Capitulo algo largo por libertad de explayación: Snape aun dará clases privadas de Oclumancia, el objetivo es desmitificar la visión perfecta de los merodeadores en el arco de Snape… ya llegaremos a esa parte pronto.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling
Chapter 50
Summary:
Conviviendo con los Weasley, invitados inesperados y charlas con Dumbledore.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El viaje en tren tras las vacaciones fue incomodo en más de un sentido, los compartimientos estaban llenos, por lo que el trio dorado se vio obligado a compartir espacio, tensando el ambiente. Harriet se esforzó por crear platica entre sus amigos, pero estos se mostraban molestos e indispuestos a conversar.
- Oigan… ¿Saben que es un juramento inquebrantable?
- Una promesa que no puedes romper- respondió Ron.
- Si… ya había deducido eso Ron- dijo Harriet insatisfecha por la respuesta- … ¿Pero-
La pregunta murió en sus labios cuando Lavender apareció tras la puerta de su vagón y empaño el cristal con su aliento, dibujando un corazón y sus iniciales.
- Te echaré de menos Ro Ro, te escribiré diario, esperare tus cartas- Lavender sonrió como solo una persona enamorada puedo hacerlo- Felices fiestas chicas.
Dicho esto, la bruja de pelo rizado desapareció.
Hermione cerro su libro con fuerza y abandono el vagón, Harriet suspiro cansada de todo el drama.
- Sé que soy irresistible- dijo Ron- Pero Lavender exige demasiado contacto físico… se está volviendo insoportable de tratar. Demasiado demandante para mi gusto.
- Está enamorada, Ron y es joven… el amor joven te hace actuar como tonto. Pero si ya no te agrada sugiero que termines con ella, nadie merece estar con alguien solo por no tener nada mejor que hacer.
Harriet abandono el vagón para buscar a Hermione. La encontró haciendo sus deberes como prefecta, supervisando que todos estuvieran en orden… así era Hermione, trabajaba para evitar pensar en lo que le incomodaba. Harriet le ayudo mientras platicaban de sus planes por vacaciones.
- Mis padres y yo iremos de viaje… ¿Y tú?
- Pasare las fiestas en la madriguera con Elise.
- ¿Ya está mejor de salud?
- Por las cartas que intercambiamos afirma que si…
- Es normal que los adultos mayores enfermen más frecuente que los jóvenes o adultos, sus defensas ya no son las mismas, pero una buena alimentación con adecuados nutrientes debería ser suficiente, ¡Oh!, podrías suplementarla con vitaminas y-
Las brujas conversaron ampliamente hasta llegar a Londres, donde fueron recibidos por sus familiares. Elise y Harriet se fueron con la pelirroja familia Weasley, escoltados por miembros de la orden.
- Abuela… te ves pálida- Harriet frunció el ceño.
- Oh, querida, últimamente ya no sale el sol en Londres, ni en nuestra casa.
La respuesta no pareció satisfacer a la pelinegra.
- Pero abuela… pareces enferma y en las cartas aseguraste que no.
- Querida, los cambios de clima son mi talón de Aquiles.
- Podrías tomar equinacia, zinc, vitamina c.
- Es una fantástica idea, pequeña- elogio Elise- Los compraré luego, ¿Ok?
Al llegar a la madriguera esta ya estaba decorada con un ambiente navideño, adornos móviles en las botas y nieve en las guirnaldas. En plena noche buena, mientras invitados de la orden llegaba, Harriet espero ver a Snape, pero al jamás llegar, recordó sus palabras al confrontar a Malfoy. La curiosidad le pico como una necesidad física y se acercó a Ron quien estaba en la mesa de bocaditos.
- Ron… ¿Qué pasa si rompes un juramento inquebrantable?
El pelirrojo termino de comer el bocadito para responder la pregunta.
- Te mueres- afirmo, serio como pocas veces se lo veía.
- ¿¿Qué??, ¿Cómo que te mueres?
- Es un juramento peligroso que te obliga a cumplir tus palabras.
En esos momentos se escuchó un Plop en el aire, apareciendo los gemelos Weasley.
- ¡Feliz navidad familia! - saludo Fred.
- Disculpen la demora, hoy hubo mucha clientela, se nos hizo tarde- se disculpó George.
Ambos venían con las manos llenas de regalos para todos que dejaron en el árbol, saludaron a la orden y al acercarse a Harriet le llenaron de besos las mejillas, haciendo sonreír a la bruja.
- Entonces… ¿De qué conversaban? - indago George.
- Del juramento inquebrantable- respondió Ron.
- Oh… eso me trae recuerdos- dijo Fred, poniéndose nostálgico- Verdad, George.
- Si… aún recuerdo cuando quisimos hacer a Ron un juramento inquebrantable.
- ¿Ustedes qué? - Harriet se horrorizo.
- Si...- George se mostró culpable- Sucedió cuando teníamos 7 años y Ron 5, pero papá nos detuvo.
- Mi nalga izquierda nunca volvió a ser la de antes… - reconoció Fred- Nunca había visto tan molesto a papá.
- Ni yo.
“El hechizo es peligroso pero fácil de realizar… tan fácil que dos niños de 7 pudieron realizarlo”- pensó Harriet.
- ¿Y hay alguna forma de romper el juramento? - cuestiono Harriet.
Los tres Weasley se miraron entre sí.
- ¿Por qué el repentino interés, princesa? - pregunto George.
- Debo contarles algo, pero también deben estar presentes los miembros de la orden.
Y así, Harriet informo la conversación que escucho entre Snape y Malfoy. Las reacciones fueron diversas.
- Eso siempre incomodo a Sirius, su lealtad ambigua- dijo Tonks.
- Tenerlo como espía del señor oscuro es estratégico- contrarresto Moody.
- Espía doble, no confió en el- gruño George.
- ¿Voldemort eligió a Draco Malfoy para una misión? - preguntó Lupin.
- Si, eso fue lo que escuche- afirmo la pelinegra.
- Y… ¿No has pensado que tal vez Snape estaba fingiendo ofrecer ayuda a Draco para averiguar lo que trama?
- Podría ser, si ese mago no fuera tan descortés y cortante, ¡Nunca habla más de lo necesario! - chillo Molly Weasley.
- Es cierto- afirmo Kingsley - Nunca confraterniza con nadie.
- Todo esto se resume en si confían en el juicio de Dumbledore o no- corto Moody.
- Dumbledore confía en Snape, por lo tanto, yo también- afirmo Lupin.
Harriet se mordió los labios, confundida con las reacciones y la verdadera lealtad del jefe de la casa de Slytherin.
- Dumbledore se puede equivocar- gruño Fred.
- Y Malfoy se comporta de una manera sospechosa- agrego Harriet.
- Estas obsesionada con encontrar un culpable- bufo Lupin.
- ¡Claro que no! - chillo la pelinegra.
- ¡Claro que sí! …- Lupin respiro hondo intentando calmarse para hablar a la bruja pelinegra de forma tranquila, enfadarse con un adolecente nunca solucionaría nada- Escucha Harriet… desaparecen personas a diario, el profeta está censurando las verdaderas cantidades de víctimas por órdenes del ministerio para intentar calmar a la población mágica… hay muy pocas personas en las que podamos confiar… y si no podemos confiar entre nosotros… estamos perdidos.
- Parece un salto de fe- susurro Harriet.
- Muchas cosas son así- suspiro Kingsley.
En el trascurso de la noche se evitó volver a tocar el tema, la cena aligero el ambiente, nadie podía mostrarse enfadado luego de comer los deliciosos potajes de la señora Weasley. Hasta la anciana Elise tenías mejor semblante.
La mañana de navidad fue despertada por un entusiasmado Ron tocando la puerta de la habitación que compartía con Elise, lástima que su entusiasmo decayó al ver el presente de Lavender, un extraño y nada varonil collar.
- Tendrás que usarlo o rizos se pondrá muy triste- advirtió Harriet.
- ¿Cómo sabes que este collar no es para ti?
- Porque este año Lavender me regalo ropa interior.
Decir eso en voz alta provoco que las mañaneras personas que estaban en la sala se sonrojasen, es decir Ron y los gemelos.
- ¿Cómo sabe tus medidas? - cuestiono George, tan rojo como su cabello, evitando por todos los medios ver el contenido de la rosada caja.
- Porque ella me midió- informo Harriet.
- ¿Y qué tal una modeladita? - pidió Fred con rapidez.
Fred, el gemelo más intrépido y osado se recuperó de la impresión y comenzó a coquetear con la pelinegra ya que su gemelo parecía demasiado tímido para eso… y claro, sus hermanos menores se le abalanzaron encima intentando estrangularlo.
- ¡Puerco! - chillo Ron.
- ¡Prometiste que esperarías tu turno!, ¡Me cediste el primer movimiento!
- George… no estás haciendo gran movimiento que digamos- dijo Fred en tono aburrido.
Harriet se distrajo de su discusión abriendo sus regalos, Elise le había regalado una hermosa pulsera con esmeraldas que Harriet quiso devolver de inmediato por su alto valor monetario, pero la anciana no acepto retorno alguno, sus amigas de dormitorio le habían obsequiado regalos que toda bruja adolecente amaría, Mione libros como siempre, la señora Weasley un suéter, Ron una rana de chocolate, los gemelos una canasta de sus mejores productos, Ginny cera de escoba… y Kreacher unos encantadores gusanos.
- Tengo que hablar con ese elfo- gruño Elise al ver los gusanos- Nadie se mete con mi nieta sin severas consecuencias.
En el transcurso de la mañana nuevos invitados llegaron, los hijos mayores del matrimonio Weasley, Bill, Charly y una sorpresa inesperada: Fleur Delacour. La bruja de origen francés seguía tan bella como siempre y al ver a la pelinegra ojos verdes se lanzó hacia ella dándole reiterados besos en las mejillas, mientras Ron la veía con celos por no recibir los besos de tan bella bruja. Bill se había enamorado de ella tras trabajar en Gringotts y al saber que la bella bruja sentía lo mismo que él, se habían comprometido, había planes de boda no muy lejano.
Por un momento pensó que la cercanía de Fleur hacia ella molestaría a Bill, pero este solo sonreía complacido al ver lo expresiva que era su futura esposa.
Amor verdadero- pensó Harriet- Que no cela ni duda… me pregunto… me pregunto si alguna vez lograre tener ese privilegio… si tendré tiempo para eso.
Su cabeza giro hacia los gemelos, los magos se dieron cuenta de su mirar y le guiñaron el ojo, Harriet se sonrojo.
Quizá… quizá cuando toda la guerra acabe
Por la tarde la madriguera recibió la visita de dos invitados inesperados, el ministro de magia Rufus Scrimgeour y su asistente Percy Weasley, con cara de querer estar en cualquier lugar menos cerca a su familia. El ministro con la apariencia de un viejo león pidió hablar a solas con Harriet.
- Privada mi bastón imaginario- bramo Elise- Es menor de edad, un adulto debe estar presente en la conversación. Ella no está sola.
Harriet sonrió con orgullo y cariño a la anciana squib, los gemelos festejaron su protección con aplausos, aunque solo por un periodo corto de tiempo. Tener a la oveja negra de la familia requería una charla privada con todos los miembros Weasley, dejando a la pelinegra con la anciana.
- Ahora que su voluntad se ha hecho…- dijo Scrimgeour mirando a Elise de lado, pero enfocándose en Harriet- Seré directo, la imagen actual del ministerio es débil, necesitamos a Potter para dar una imagen sólida y segura, una que muestre a la única sobreviviente del que no debe ser nombrado trabajando a la par con el ministerio por un mejor mañana. Todo registrado por el profeta.
- ¿Qué? ...- jadeo sorprendida Elise.
Harriet no pudo decir nada, demasiado impactada con las palabras del mago, querían usar como un pañuelo descartable, después de que hace menos de un año la misma institución se había dedicado con tesón a desprestigiarla llamándola “La niña que mintió”
- Esta bromeando, ¿Cierto? - dijo Harriet luego de salir de su estupor- Luego de lo ocurrido el año pasado…
- ¡Mi nieta jamás será usada de forma tan vil! - rugió Elise.
- Con todo respeto señora, esa decisión debo oírla de Potter y solo de Potter.
La anciana frunció el ceño, Scrimgeour espero impasible la respuesta de la pelinegra.
Harriet sabia su papel en la guerra, y ser usada de forma tan descara por quienes la traicionaron en el pasado no estaba en sus obligaciones. Tomo aire, abrió la boca y pregunto.
- ¿Cuál es el estado actual de Dolores Umbridge?
El ministro parpadeo sorprendido por las palabras de la pelinegra, palabras que no eran lo que quería oír.
- ¿Que?
- Pregunte cual es el estado de Dolores Umbridge. La última vez que la vi fue cuando Dumbledore la rescato de los centauros en el bosque prohibido. En el atrio del ministerio, Dumbledore le dijo a Fudge que como requisito para volver a ser director de Hogwarts debían encerrar a Umbridge en Azkaban como mínimo un año por torturar a los alumnos.
Harriet mostro con furia su cicatriz en el dorso de la mano, “No debo decir mentiras”
El ministro pareció atacar cabos.
- Se cumplió la petición de Dumbledore, además él personalmente estuvo detrás del caso hasta ver a Umbridge en Azkaban, encerrada desde fines de junio.
La pelinegra sonrió, orgullosa de su abuelo, el mago se había encargado en persona de Umbridge.
- Es un alivio… una bruja sádica menos en el mundo libre- suspiro Harriet.
- ¿Apoyara al ministerio?
- No.
El mago no dijo nada, pero parecía una esperar una explicación menos monosílaba. Harriet se la dio.
- Apoyar a quienes me atacaron no sería lógico, sino una locura, todo mundo mágico se daría cuenta que mentiría… además aun siento el dolor de la pluma de sangre de Umbridge en mi piel.
Scrimgeour lucio más cansado, las preocupaciones eran un peso palpable en sus hombros.
- Entiendo- suspiro el ministro- Sabia que no aceptarías, pero tenía que intentarlo. Los magos y brujas que trabajan en el ministerio solo son personas Potter, llenos de errores y defectos… pero eso no justifica el comportamiento de Umbridge. Te prometo que como ministro tendré mayor filtro de selección para un personal adecuado.
Bruja y Squib quedaron boquiabiertas. Habían esperado que el actual ministro de magia sea altanero o caprichoso como un niño al no obtener lo que quería, cegado por el poder y las circunstancias, pero el mago era un hombre con temple de acero.
- No quiero interrumpir más su feriado- dijo Scrimgeour levantándose del sofá- Me retiro.
- ¿Con Percy Weasley?, ¿En feriado? - pregunto Elise.
- Las cosas están demasiado álgidas para que el ministro tenga feriados… y si, lo más probable es que me retire con Weasley hijo.
- Tenga cuidado- dijo Harriet recordando el comportamiento lame botas de Percy con Fudge- Es un idiota.
- Mantengo a los idiotas bajo mi ala, con la esperanza de que un día dejen de serlo- suspiro el ministro- Solo espero que cuando recapacite no sea demasiado tarde. Él se puede quedar acá, si así lo desea y confraternizar con su familia… pero es un idiota, haría más daño que bien.
Las mujeres asintieron de forma afirmativa, Percy, oveja descarriada de un humilde matrimonio Weasley, quien había roto lazos familiares desde el año pasado al creer en Fudge que, a su propia sangre, mudándose a Londres, y a pesar de llegar en junio al atrio del ministro y ver con sus propios ojos a Voldemort, jamás se disculpó con su familia, demasiado avergonzado al ver que tuvieron siempre tuvieron razón, actualmente seguía trabajando como asistente junior del ministro.
Los tres salieron al exterior de la madriguera, Molly Weasley abrazaba fuertemente a su hijo, los demás pelirrojos solo lo veían con mala cara.
- Disculpen por interrumpir su celebración, es hora de retirarme- dijo Scrimgeour.
Molly se despegó de su hijo para dirigirse al ministro.
- ¿No desea comer algo, ministro?
- Muchas gracias, pero no, tengo el tiempo medido, las fiestas no pueden ser un motivo de descanso para mí, no ahora al menos… Pero Percy puede quedarse.
La señora Weasley resplandeció de felicidad, los hijos Weasley pusieron cara de asco y Percy se puso tan verde que parecía apunto de vomitar.
- ¡Si!, ¡Que se quede! - chillo Molly.
- ¡No!, ¡Señor ministro, debo ayudarlo! - dijo Percy incómodo.
- El único que me puede ayudar es Albus Dumbledore y él no está disponible…- Scrimgeour se acercó a Percy y con voz lúgubre continuo- Niño, deberías ser más hombre y disculparte con tu familia, estamos en una guerra, pueden morir mañana y tú te volverás loco de culpa por ser tan idiota. Quédate y regresa a trabajar cuando las fiestas se acaben.
El ministro se alejó con una leve cojera, años de auror, luchando contra magia oscura le habían pasado la factura.
Todos los presentes en la madriguera y hasta una curiosa Fleur, esperaron alguna acción de Percy, pero este luego de segundos inmóvil cual estatua, espabilo, se puso rojo como un tomate y corrió detrás del ministro, parecía alegre de dejar atrás a su familia, provocando la ira de los gemelos y Ginny, quienes le lanzaron puré de nabos mientras huía.
A lo lejos pareció verse al ministro lamentar su presencia, pero los dos desaparecieron con un Plop.
- ¿Señor Weasley, recibió mi lechuza? - pregunto Harriet.
Había estado intercambiando cartas con el patriarca de los Weasley debido a la actitud de Malfoy, sugiriendo que inspeccionen su mansión en busca de pruebas sólidas que lo incriminen.
- Intervenimos su casa, pero el ministerio no encontró ningún artefacto maligno fuera de lo común.
Le platicó a Harriet del viaje de Dumbledore, tan secreto que ni el ministerio conocía de su paradero actual, dio nueva información del objeto que vio manipular a Malfoy en Borgin and Burkes, un objeto llamado el armario evanescente: muy usados en el pasado, cuando Voldemort estaba en el poder, cuando los Mortífagos iban tras los magos estos desaprecian en el armario por horas. Objeto mágico poderoso, capaz de trasportarte a casi cualquier lugar, pero su principal defecto es que eran engañosos y temperamentales.
- ¿Lograron decomisar el armario que está en Borgin and Burkes?
- No, para poder decomisar un objeto mágico debe haber una prueba sólida que avale la acción. El caprichoso objeto sin su gemelo no es nada más que un viejo pedazo de madera empolvado, inofensivo.
La información fue valiosa pero insuficiente para Harriet… ¿De qué le servía a Malfoy un viejo armario que no tenía su gemelo?
La cena navideña aligero el ambiente, Molly Weasley ese año se había lucido, la mesa parecía un gran buffet, Harriet se sintió orgullosa de haber donado para la comida… comer gratis le parecía incorrecto, especialmente de parte de una familia tan buena y humilde como los Weasley. Fue un festín perfecto, inclusive Dobby había llegado a ayudar con la comida y repartiendo bocaditos a todos los invitados en el trascurso de la noche.
Cuando vio al elfo comer le recordó a “su propio” elfo doméstico, que la odiaba.
- Dobby, después de comer, ¿Puedes hacerme un favor?
- Lo que usted quiera Harry Potter- dijo el elfo entusiasmado.
- Lleva un poco de comida a Kreacher… debe estar solo hablando al cuadro de la madre de Sirius.
Los ojos de Dobby brillaron con emoción.
- Harry Potter se preocupa por ese malhumorado elfo, ¡Harry Potter es tan buena!, ¡Tan magnánima!
- Oh no, no soy magnánima, solo… lo imagine solo en esa lúgubre casa y me dio lastima.
El elfo acabo más rápido su ración y se fue llevando comida a Kreacher a la mansión oculta de los Black.
Un Plop se oyó en el aire.
- ¡Awwww!, eso fue muy considerado de tu parte, princesa- dijo Fred apareciendo de repente, sentándose a su lado izquierdo del sofá.
Otro Plop se volvió a oír en el aire.
- Eres muy considerada para alguien que es horrible contigo, princesa- dijo George, frunciendo el ceño, este aterrizo en el asiento derecho del sofá.
- ¡Pero esta solo! - se defendió Harriet.
- Nunca cambies, princesa- George la abrazo por la derecha.
- Siiii- Fred la abrazo por la derecha.
Encerrando a la pelinegra en una maraña de brazos y torsos.
¡Cof cof!, se escuchó la toz de una mujer. Era Elise.
- Jovencitos, mi Harriet no está hecha para ser un sándwich humano, mantengan una respetable distancia- dijo Elise frunciendo el ceño.
Los gemelos palidecieron y obedecieron a la anciana Squib, esta los obligo a abandonar el sofá para sentarse junto con su nieta.
- ¿Cuáles son sus intenciones con mi nieta, jovencitos? - pregunto Elise, encarando a George.
Ron, quien estaba comiendo los últimos bocaditos de la cena, se atoro al oír a Elise, Ginny corrió a él cuándo lo vio ponerse de color azul, dándole maniobrar de primeros auxilios, Bill y Charly esbozaron muecas burlonas y se desaparecieron en la madriguera, deseando buenas noches a las pocas personas que quedaban en la sala.
Por primera vez desde que Harriet conocía a los gemelos, estos se quedaron inmóviles y sin palabra que decir.
- ¿Di… Disculpe? - hablo Fred.
- Dije que cuales son sus intenciones con mi nieta, jovencitos… siempre que los veo están demasiado cerca de mi nieta para mi gusto, ¿Qué es lo que quieren de ella?
Ginny por fin logro que Ron escupiera el pedazo de pastel de carne que te quedo atorado en su garganta, volviendo a respirar con normalidad.
- Señora Elise, ¡Que cosas dice! - chillo Ron.
- Ron, Ginny- dijo Fred, interrumpiéndolo- ¿Pueden dejarnos solos por unos momentos? Por favor.
Fred se veía mortalmente serio, por lo que los menores Weasley obedecieron sin chistar.
Elise se mantuvo firme en su resolución, Harriet quería desaparecer por la vergüenza que sentía.
- Yo…- comenzó George, pálido- Yo… no pensé que mi comportamiento fuera inapropiado hacia su nieta, después de todo, ella me gusta.
- A mí también me gusta- dijo rápidamente Fred- Pero la sociedad mágica es monógama, así que cedi la preferencia a mi hermano. Solo si es rechazado, entonces yo comenzare el cortejo apropiado… pero no puedo evitar estar cerca de ella si tengo la oportunidad en ma-
- ¡Ok! - Harriet estaba sumamente roja- ¡Ya es muy tarde, hora de dormir!, buenas noches a todos.
Harriet tomo la mano de la anciana y la llevo hasta la habitación de Percy, ahora vacía para cualquier visita. La pelinegra cerró la puerta con la velocidad de un rayo.
- ¡Abuela! - chillo mortificada Harriet.
- ¡Bebe! - remedo Elise con una sonrisa- Los siento, pero eso fue tan adorable, ¡Fueron tan sinceros!, hasta usaron una palabra arcaica, ¿Qué joven dice “cortejar” hoy en día?, me agradan esos chicos.
- Abuela…
- Perdón mi niña, interrogar a futuros novios de una hija o nieta era algo que jamás pensé tener el privilegio de hacer, ¡Fue tan divertido!
Harriet sentía que sus mejillas iban a explotar de la vergüenza que sentía.
- Pero abuela… - gimoteo Harriet.
- ¡Son muy guapos!, algo mayores, pero sin lugar a dudas sus hijos serán muy fotogénicos.
- No digas esas cosas abuela-Harriet se tapó la cara con las manos.
- Es la ley de la vida… bueno, casi para todos. No importa que elijas, tienes mi apoyo.
Los invitados se retiraron al avanzar la noche, los últimos en retirarse fueron Lupin y Tonks, pero el mago al cruzar la puerta de la madriguera adopto una postura de tensión.
- ¿Pasa algo? - pregunto Arthur.
- Nada Arthur… es solo que ya se acerca temporada de Luna llena… dejare de patrullar hasta ser más estable, lo siento.
- No es tu culpa, sino que Greyback por morderte en tu cuna como venganza contra tu padre- defendió Tonks a su lado- Si algún día lo tengo en frente lo matare.
Tonks amaba a Lupin con pasión, pero el mago no correspondía a sus sentimientos, no porque no la amara, sino porque no veía futuro a su relación y no quería imposibilitar a que la bruja viviera una vida normal. Pero la metamorfa bruja ya había superado la etapa del rechazo y decidió seguir adelante hasta que el mago deje de tener miedo.
Enero llego, y con ello el retorno del año escolar. Para este punto de su vida Harriet ya se había acostumbrado a ser escoltada por la orden y estar “Siempre alerta”, como diría el auror Moody.
Pasar tiempo con los Weasley la había hecho olvidar momentáneamente el drama con Ron y Hermione. Lavender se pegó a Ron en cuanto lo vio, Hermione se encerró mentalmente en sus deberes de prefecta y se alejó a la biblioteca. Harriet debía pasar gran parte de su tiempo consolándola, estudiando y agendando prácticas de quidditch a su equipo.
Una tarde Colin la sorprendió entregándole un mensaje de Dumbledore, era hora para retomar sus sesiones en el pensadero.
Y a buena hora, Harriet era una bomba de preguntas: ¿Qué recuerdo en específico de Slughorn debía obtener?, ¿Abría forma de saber el año y mes exacto?, ¿Qué podía hacer si el hombre parecía evadir todo tema relacionado a Voldemort?
- Todas tus preguntas se resumen a esto- dijo Dumbledore mostrando un vial- Este recuerdo te dirá todo.
El recuerdo en cuestión mostraba a un adulto profesor Slughorn y un joven increíblemente atractivo Tom Ryddle, conversando tras la cena del “Club de las eminencias”, el joven presiono al maestro para que le dé información de una magia muy oscura llamada Horrocrux, pero de repente el recuerdo comenzó a tornarse borroso, lo último que vio antes de salir del recuerdo fue a Slughorn botando a Ryddle de su despacho, indignado por osar preguntar un tema tan macabro a un respetuoso profesor como lo era él.
- Abuelo- dijo Harriet buscando a Dumbledore- ¿Por qué el recuerdo comenzó a verse extraño?
- Porque ese es un recuerdo del profesor Slughorn, claramente manipulado antes de entregármelo… este podría ser el recuerdo más importarte que he conseguido… y es una mentira.
- ¿Por qué el profesor Slughorn manipularía su propio recuerdo?
- Sospecho que por vergüenza- Dumbledore dejo de mirar el pensadero para fijarse en Harriet- Te pedí que te acercaras a Slughorn y lo hiciste pequeña, todo era por este recuerdo… debes conseguir el verdadero recuerdo de cualquier manera.
- …Abuelo… no tenemos tanta amistad… parece que sospecha mis segundas intenciones.
Dumbledore se alejó del pensadero y comenzó a caminar en círculos en su oficina.
- Presiento que este recuerdo es vital, hoyuelos… vital para vencer a Voldemort… sin el estamos a ciegas. La victoria de la guerra depende de este recuerdo… siento mucho poner este peso en tus hombros, pero no puedes fallar… debes conseguir ese recuerdo, pequeña.
“Ser una espía es un asco”, pensó Harriet con ansiedad retorciéndose en su vientre.
Harriet intento priorizar la recolección del recuerdo del profesor Slughorn sobre todas sus actividades, pero tan solo nombrar la palabra “Horrocrux”, hiso que el viejo mago se mostrara arisco, como un gato callejero.
- Dumbledore te pido que me interrogaras, ¿verdad? – gruño Slughorn- Dímelo.
- Eh... bueno- Harriet no había esperado sus palabras, no tenía respuestas que dar.
- Debo pedirte que te retires Potter, la clase a acabado.
La pelinegra intento abordarlo una y otra vez, pero cada vez que si quiera intentaba conversar a solas con el mago, este huía de su presencia como si tuviera una enfermedad contagiosa.
Decir que la pelinegra se estaba poniendo ansiosa con el pasar de las semanas por no conseguir avances algunos con el recuerdo era decir poco.
Una noche, al volver a su sala común de un fracasado intento por hablar con Slughorn, te topo con Ron, mirando la noche por una de las ventanas de la torre... tenía una cara extrañamente feliz, como si hubiera arrasado toda la comida del gran comedor.
- Es realmente hermosa, ¿No? - dijo embobado Ron- La luna.
- Eh... sí, sí que lo es... ¿Estas bien amigo?
La bruja pelinegra noto que Ron tenía una caja de chocolates en el regazo.
- ¿Comiendo un bocadillo nocturno?
- Si... estaban en la mesa de la sala común, con una nota dedicada para ti, cogí unos pocos, no pensé que te molestara.
- No lo hace, descuida- Harriet no tenía ánimos para comer chocolate.
- ¡No dejo de pensar en él, Harriet!, es perfecto.
- Disculpa, me perdí... ¿De quién hablamos? - pregunto Harriet sin entender.
- ¡De Creevey Dennis!, ¿De quién más? - bufo Ron.
Notes:
¿Se dieron cuenta que no coloqué el ataque de los Mortifagos a la madriguera?, pensé: “El ataque no suma nada a mi historia, así que me centrare en cosas que para mí dieron colocar en la película, pero por falta de tiempo no lo hicieron.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 51
Summary:
Amortentia en chocolates, envenenamiento de Ron, lucha en el cuarto de baños de Myrtle.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Los pocos alumnos que quedaban en la sala común de Gryffindor a esa hora de la noche se quedaron mudos antes las palabras del pelirrojo Weasley.
- Ron- rompió el silencio Harriet- No sabía… no sabía que eras gay… que, por cierto, no tiene nada de malo… pero, ¿Cuándo exactamente sucedió?, ¿Cuándo empezó a gustar-
- ¡Desde que lo vi! - corto Ron, ilusionado.
Los Gryffindor que escucharon la conversación estallaron en risas por el entusiasmo del pelirrojo mago, Harriet se mordió el pulgar intentando encontrar sentido a la situación.
- ¿Crees que sepa que existo? - gimoteo Ron ignorando las risas.
- Eres tan largo como una rama, ¡Apuesto que sabe que existes! - grito Ginny con una sonrisa para hacerse escuchar en medio de las risas de los Gryffindor.
Ron, molesto, arrojo la caja de chocolates a su hermana menor, casi dándole en la cara a Harriet si esta no lo hubiera esquivado con maestría de buscadora. De la caja cayo la nota con la cual venia el regalo.
- No es gracioso, ¡Estoy enamorado! - grito furioso Ron.
- Tranquilo Ron, está bien, lo amas…. ¿Pero y Lavender? - Harriet busco a su amiga de pelo rizado, respirando con tranquilidad al no verla en la sala- ¿Cómo puedes amarlo?, no han intercambiado ni tres palabras seguidas… ¿Lo conoces al menos?
Las palabras de la bruja entristecieron al pelirrojo, pero luego de unos segundos levanto la cabeza, sus ojos brillaban de emoción.
- ¿Puedes presentármelo? - suplico Ron.
Sin esperar respuesta alguna, Ron dejo de prestar atención a las risas de su entorno y se fue a la ventana para mirar la luna con cara embobada.
Harriet levanto del suelo la nota con la cual había venido los chocolates, al desdoblarla lo entendió todo. Unos cuantos amigos de Ron se acercaron a este para preguntar con muecas de diversión acerca de su repentinamente enamoramiento. Harriet aplasto la nota con molestia, si Ron no hubiera comido los chocolates primero, entonces ella estaría en ese estado, en medio de la rabia una idea brillante llego a su mente.
- Vámonos Ron- dijo Harriet, llevándose al mago a la salida de la sala común- Te voy a presentar a Dennis Creevey.
- ¿A dónde van? - pregunto Ginny
- ¡A matar dos pájaros con un tiro! - exclamo sonriendo Harriet.
A la pelinegra no le gustaba la idea de usar a sus amigos para su propio beneficio, pero esa era una oportunidad de oro para acercarse a Slughorn… y la usaría. Luego se disculparía con Ron regalándole dulces.
Corrió junto con Ron hacia la oficina de Slughorn, toco la puerta con urgencia, pero el docente al ver quién era casi cerró la puerta… si Harriet no hubiera explicado con rapidez la situación. El profesor los dejo pasar a regañadientes.
- No entiendo… tu misma podrías crear el antídoto para eso en un santiamén, Harriet- dijo Slughorn buscando los ingredientes necesarios para la poción.
- Decidí…- adúlalo Harriet, ¡Adúlalo! - Decidí dejarlo en manos de un experto como lo es usted, profesor.
De la nada, Ron abrazo al profesor, sonriendo como un tonto y murmurando palabras románticas dirigidas a Dennis.
- Bien pensado- dijo Slughorn.
Mientras el docente se dedicaba a preparar la poción, Harriet se disculpó por “El malentendido” que los alejo, el viejo mago robusto acepto sus disculpas.
- ¡Harriet!, ¡Prometiste llevarme con Dennis!, ¡Él no está aquí! - grito Ron furioso.
-Ron… tranquilo, cálmate- Harriet lo sentó en el sofá de Slughorn, frente a la chimenea- Si te tomas ese brebaje te llevare a ver a Dennis, ¡Se dé un lugar secreto donde estudia en la biblioteca!
Ron dejo su mal humor en un santiamén para volver a tener una cara embobada.
- ¡En serio! - Ron chisporroteaba de felicidad.
- Sí, pero deberás tomar el brebaje que el profesor Slughorn preparo con tanta amabilidad.
- Te ayudara a no tener tantos nervios cuando te reúnas con Dennis.
Contento y crédulo, Ron tomo el brebaje hasta la última gota, después de unos segundos dejo de estar bajo los efectos de la Amortentia, sin recordar porque estaba en la oficina del profesor Slughorn.
- ¿Qué diablos me paso?
- Una poción de amor- dijo Harriet masajeando la espalda de su amigo en un movimiento reconfortante.
- Si- aporto Slughorn- Una muy fuerte, además.
- Me… me siento muy mal- dijo Ron.
- Necesitas algo que te anime- propuso Slughorn.
El docente les ofreció algo para beber, tenía mucho en su despensa, desde la conocida cerveza de mantequilla hasta tragos con nombres exóticos que Harriet jamás había oído hablar. Como la bruja no sabía que elegir, el docente tomo la iniciativa, destapo una pomposa botella y las sirvió en tres copas.
- ¡Por la vida! - brindo con una sonrisa Slughorn, chocando su copa con la de Harriet.
Harriet sonrió, su plan había salido a la perfección, el mago ya no la repelía como si tuviera viruela de dragón, pero a ella no le gustaba el olor que desprendía esa bebida. Antes de que Slughorn preguntara porque no tomaba su copa, Ron se desmayó… le salía espuma por la boca y todo su cuerpo temblaba de forma incontrolable.
- ¡Ron! - Harriet soltó su bebida y corrió hacia su amigo- ¡Ron!
El mago no respondió, sus ojos se voltearon hasta quedar blancos, su cuerpo se sacudía con mayor violencia.
- ¡Profesor! - chillo Harriet, asustada- ¡Profesor!, ¡Haga algo!
- No entiendo que paso…
Slughorn estaba pálido, demasiado impactado para reaccionar, la mente de Harriet trabajo con rapidez, entendiendo la situación.
“No va a ayudarme… Ron se está muriendo de envenenamiento, pero Slughorn no va ayudarme”
De un brindo la pelinegra se levantó corriendo a el estante de ingredientes para pociones, su mano temblaba mientras se obligaba a moverse con rapidez.
“Vamos, vamos… ¡Maldición!, ¡¿Dónde está ese ingrediente?!”
A cada segundo se podía escuchar que los espasmos de Ron disminuían.
“¡Maldición, maldición, maldición!”
Sudor helado comenzó a correr por su frente, el corazón de Harriet latió con terror, la idea de perder a su mejor amigo era… ni siquiera podía pensar en una palabra que definiera esa idea. La pelinegra abrió cajones sin molestarse en cerrarlos, abrió alacenas, frascos, cajas, hasta que al fin encontró el único ingrediente que podría salvar a cualquiera que sufriese envenenamiento: Un bezoar.
Con el ingrediente en mano corrió hacia Ron, le obligo a abrir la boca y tragar el bezoar.
- ¡Trágatelo Ron, trágatelo! - chillo Harriet.
Pero el pelirrojo estaba mortalmente pálido y quieto, asustada Harriet lo sacudió de los hombros.
- ¡Ron, respira! – sollozo Harriet- ¡Ron!
Unos segundos de miedo mortal después, el pelirrojo por fin respiro, Harriet rompió en llanto.
- ¡Ron! - chillo Harriet, abrazándolo- ¡Ron!
El mago, débil, se esforzó para corresponder al abrazo.
- No… no entiendo… ¿Qué… paso?
- Shhh, no hables, ahorra energía, iremos a la enfermería ahora mismo- ordenó Harriet.
La pelinegra cargo en sus hombros a Ron, solo cuando pareció que la bruja tendría problemas para trasportar a tan larguirucho mago, Slughorn espabilo, ofreciendo su ayudar rumbo a la enfermería. Al verlos Madame Pomfrey corrió a ayudarlos.
- Por el amor a Merlín, ¡¿Qué paso?!- grito Pomfrey.
- Envenenamiento… le di un bezoar hace 14 minutos.
- Hiciste bien Potter… déjenlo en la cama, lo estabilizare… Slughorn, necesito que llame al director y a su jefa de casa.
- Si…- el mago aun parecía ido, pero obedeció con pasos tambaleantes, desapareciendo tras las puertas.
A los pocos minutos Slughorn volvió con el director, la profesora McGonagall, Ginny Weasley, Hermione Granger y Severus Snape. La menor de los Weasley corrió tras su hermano con lágrimas en los ojos.
- ¡Ron! - grito Ginny al su lado su hermano.
- Estaba bien hace solo unas horas… ¿Cómo paso esto? - sollozo Hermione al lado de Ron.
Harriet explicó con detalle lo sucedido en la oficina de Slughorn.
- Bezoar- reflexiono Dumbledore- Bien pensado Harriet, debes estar orgulloso del rápido actuar de tu estudiante, ¿Cierto Slughorn?
- Si… si- aunque asintió, Slughorn parecía aun ausente, ignorando el elogio.
Cuando McGonagall quiso saber el origen de la botella, Slughorn les conto que lo recibió de forma anónima, como un regalo, al ser una bebida tan fina creyó que lo mejor sería regalarlo al director.
Harriet giro la cabeza hacia la conversación de los magos, topándose con los ojos azules de Dumbledore.
“Alguien… alguien quiso envenenar al abuelo… ¡Por segunda vez!”
El nuevo miedo de la pelinegra fue interrumpido por el drama adolecente cuando Lavender entro a la enfermería.
- ¿Dónde está?, ¡¿Dónde está mi Ro Ro?!, ¿Pregunto por mí? - chillo Lavender, pero la preocupación murió para dar paso a los celos al ver a Hermione al lado de la cama de Ron- ¿Qué haces tú aquí?
Quizá Lavender no sea un genio en las materias mágicas, pero si sabía cuándo a una chica le gustaba un chico y podía decir sin miedo a equivocarse que Hermione estaba enamorada de Ron, por lo que no perdió el tiempo y la confronto.
- …. Soy… soy su amiga- dijo débilmente Hermione luego que Lavender presumiera su posición como enamorada.
- No me hagas reír- bufo Lavender- ¡No se han hablado en semanas!, supongo que quieres reconciliarte porque se ha vuelto interesante.
- ¡Fue envenado Lav! - gimió indignada Harriet.
- ¡Tonta niña cursi! - grito Hermione- Y para tu información, ¡Siempre me pareció interesante!
Antes de que alguien pueda decir algo, Ron comenzó a susurrar un nombre que para decepción de Lavender no era el suyo, sino de Hermione. La Gryffindor de rizado cabello manejable quedo atónita y salió llorando a toda velocidad de la enfermería.
- Ahhh, ser joven y sentir el agudo aguijón del amor- dijo Dumbledore tras ver la escena- Bueno… vámonos todos, el joven Weasley está en buenas manos.
Los profesores obedecieron, retirándose, la medibruja le dio una manta a Hermione para evitar el frio de la noche.
- ¿Ya era hora, no crees? - dijo Ginny, feliz del giro de los sucesos, no le caía tan bien Lavender como Hermione, después de tanto tiempo verlos juntos se le hacía extraño si quiera pensar que su hermano podría tener a otra bruja como compañera.
- Si…- afirmo Harriet, viendo a la pareja- Después de todo, serán esposos algún día.
- Ya no digas nada- corto Hermione, sonrojada.
Harriet obedeció con una sonrisa y se fue a los dormitorios de Gryffindor, escoltada por McGonagall, cuando llego encontró a Lavender llorando copiosamente, siendo consolada por Parvati y Fay.
Por un momento había olvidado el drama que le esperaba en los dormitorios.
Con un suspiro se acercó sin dudarlo a la llorosa bruja, ofreciéndole todo su apoyo moral.
- Lo siento Lav… Ron es… Ron es un tonto complicado, ¿Qué le viste exactamente?
La pelinegra aprovecho la ausencia de Hermione para hablar con libertad, Lavender la miro con los ojos brillantes por las lágrimas.
- Es… es guapo- respondió- Inteligente, atlético, ¡Es el rey Weasley!, ¿Cómo no amarlo?... ¿Cómo tu no lo amas?, siempre estas pegado a él…
- Porque me abandonó por celos en el cuarto año en el torneo de los tres magos, no creyó que jamás puse mi nombre en el cáliz, a comparación de mis increíbles amigas de habitación.
Lavender dejo de llorar, mirando fijamente a Harriet.
- Lo… lo había olvidado.
- Ron es un buen amigo, pero es humano, risos y definitivamente no es el único mago en Hogwarts, eres preciosa, seguro que encontraras a un mago que te valore.
- Siii- dijo Fay- ¡Tu verdadero príncipe!, ¡Como el mío!
- ¡Pero me duele chicas!, ¡Me duele su rechazo! - sollozo Lavender.
- Llora, desahógate, enfurécete, come chocolate, recupérate y sigue adelante Lav… Me rompe el corazón ver tus ojos hinchados.
- Ay Harriet- dijo Lavender volviendo a sollozar- ¡Que bonitas palabras dices!
Harriet estuvo tan ocupada consolando a Lavender esa noche que no tuvo la oportunidad de abrir el mapa del merodeador, si lo hubiera hecho habría visto a Draco Malfoy dirigiéndose a la sala de menesteres, desapareciendo del radar del mapa.
El alivio que sintió en diciembre se había evaporado con el pasar de los días, como nieve derretida, Draco debía seguir esforzándose en sus misiones, una de estas avanzaba lentamente mientras la otra estaba estancada, dándose cuenta tarde que aceptar la tarea había sido estúpido y suicida… pero debía de hacerlo, su familia dependía de él.
Draco invoco un ave, lo metió al armario evanescente, cito el conjuro, al abrir el armario el ave había desaparecido; respiro profundamente antes de pronunciar el hechizo de funcionamiento nuevamente, abrió la puerta del armario y encontró al ave muerta… alguien le había cortado el cuello.
Después de que Ron fuera dado de alta, devorando el desayuno en el gran comedor como si no hubiera mañana alegando que moría de hambre, comió y comió hasta que sintió la mirada de Lavender, se veía molesta, un escalofrió recorrió el cuerpo de Ron y creo nieve sin proponérselo, molestando a Hermione por mojar su libro.
- Cuéntame otra vez- pido Ron nervioso a Hermione- ¿Cómo dices que termine con ella?, cosa que agradezco, pero temo, ¿Qué le hice para enojarla tanto?
Hermione se desinflo cuando se dio cuenta que Ron había olvidado todo lo ocurrido en la enfermería.
- Ron- dijo Harriet sin captar la plática por estar metida en el libro de opciones avanzadas- ¿Puedo practicar un hechizo del príncipe en ti?
- Claro.
- ¡No!, el príncipe mestizo es oscuro, ¡No me gusta!
- Pero…
- No le hagas caso, Harriet, ¡Puedes practicar cualquier hechizo del príncipe conmigo!
Y así lo hizo, cuando grito “Palalingua”, Harriet vio impresionada como a Ron se le había pegado la lengua al paladar, impidiéndole hablar. Pelinegra y pelirrojo se miraron antes de estallar en risas mientras Hermione les veía completamente molesta.
- Ese príncipe es una mala influencia para ti Harriet, ¡Desaste del libro ya!
- El príncipe es genial, ¡Estas celosa!
“Cuida tu boca, bruja”
Gritar esas palabras desato la ira en Hermione, pero tercamente Harriet no dio su palabra a torcer… se sentía poderosa ignorado por primera vez los sentimientos de su mejor amiga… y era muy extraño. Hasta que fueron interrumpidas por Fay, quien chillo con entusiasmo apuntando a la entrada del comedor.
- ¡Harriet! ¡Harriet! ¡Es Katie Bell!
- ¡Oh!, ¡El equipo ahora estará completo! - rio Ginny al ver a la jugadora faltante del equipo de quidditch.
Harriet giro la cabeza a la dirección donde apuntaban, como saliendo de un trance, corrió hacia la bruja compañera de casa.
- Katie… ¿Cómo estás?
“No, eso no es lo que quiero saber”
- Sé lo que me preguntaras Harriet… pero no sé quién me hechizo- Katie miro al suelo, esforzándose por evocar recuerdos, sin éxito alguno- He… he tratado de recordarlo… pero por más que lo intento no lo consigo.
Katie se quedó callada mirando a una dirección fija, Harriet siguió su línea de visión hasta toparse con la de Malfoy.
“Fue él…”
Como si el mago rubio pudiera leer su mente, se retiró del comedor a paso veloz.
El instinto de la pelinegra se activó, y siguió al pelirrubio, lo siguió y siguió hasta toparse con el baño abandonado de niñas donde habitaba sui amiga fantasmal Myrtle. Con paso lentos recordó de repente retazos de conversaciones que tuvo con la posterguéis semanas antes.
- Estoy enamorada Harriet!
- ¿De quién?
- ¡Del chico más guapo y sensible del colegio!
- Oh… felicidades, ¿Eres correspondida?
- Lo seré si sigue visitándome, parece duro por fuera, pero por dentro es sensible, ohhh, lo conozco como nadie… suele venir a mi baño y llora, yo lo consuelo, ¡Es mi otra mitad!
- Pero… está vivo Myrtle … ¿Cómo se supone que funcionará?
- No lo sé, ¡Pero el amor de verdad encontrara la manera!
Harriet avanzo con pasos silenciosos hasta el baño, Myrtle estaba consolando a quien lloraba con amargura y miedo en el lavado, había abierto los caños para evitar que sus sollozos se escucharan. El mago más guapo y sensible del colegio a ojos del posterguéis era Malfoy.
“Las chicas eran a veces tan tontas como para solo enamorarse de las apariencias, incluidas las muertas”
Harriet avanzo sin un ápice de compasión y cruzo miradas con el mago a través del espejo.
- Se lo que le hiciste, Malfoy- pronuncio Harriet con claridad- Fue una maldición.
El mago dejo de llorar y giro con brusquedad hacia la pelinegra, atravesando al fantasma femenino.
- Potter… ¿Qué haces aquí?
- Tranquilo Draco, Harriet suele venir a visitarme… Harriet, ahora tengo visitas, vuelve en otro momento- dijo Myrtle, nerviosa, pues sabia de la enemistad de ambos, todo el castillo lo sabía.
- ¿Por qué la embrujaste? - presiono Harriet, ignorando a la fantasma- ¿Qué estas planeando, Malfoy?
- Eso no te incumbe- Malfoy levantó la varita a su dirección- ¡Vete!
- No hasta tener respuestas- Harriet desenfundo su varita.
- ¡Chicos, tranquilos! - pidió Myrtle.
- ¡Vete Potter! - rugió Malfoy.
- ¡¿Por qué quieres matar a Dumbledore?!
Malfoy rechino los dientes, alzo su varita y lanzo el primer hechizo, Harriet lo esquivo con maestría, luego lanzo un ataque, pero fue esquivado por el rubio; mago y bruja pelearon destruyendo el baño sin impórtale los gritos desesperados de Myrtle, quien levitaba de un lado a otro intentando pararlos, pero fracasando estrepitosamente.
- ¡Basta chicos!, ¡Ya basta! - grito Myrtle impotente.
Pero nadie paraba, Harriet sentía una rabia ciega, ataco al mago con todos los hechizos mortales que conocía, pero poco a poco su reparto se acababa.
"¡Él quiere matar a mi abuelo!, ¡Lo mataré, ¡Lo matare!"
Después de cinco minutos de ataques, explosiones y destrucción a la propiedad privada, el baño lucia destrozado, agua cubría casi todo el suelo por tuberías rotas, delatando la ubicación del oponente, justo cuando Harriet se estaba quedando sin más hechizos de ataque, recordó el manual de pociones, el príncipe había escrito un hechizo reservado solo para enemigos, así que sin dudarlo decidió usarlo y grito al ver a Malfoy.
- ¡Sectumsempra!
La efectividad del ataque fue inmediata, Malfoy fue arrojado al suelo mojado fuera de su línea de visión, al ver que no se reponía del ataque, Harriet avanzo hacia donde había caído, con la varita en alto, alerta ante alguna sorpresa de su enemigo, pero al verlo aún tumbado gimoteando incoherencia bajo su varita, tranquila... pero al acercarse más entendió que no eran incoherencias las que escapaban del mago sino gemidos de dolor, su pecho tenía profundos cortes que inundaron el baño a rojo intenso.
Draco Malfoy se estaba desangrando y ella lo había hecho con un simple movimiento de varita.
-¡Draco! - chillo Myrtle volando en círculos, asustada, llorando- ¡¿Qué hiciste, Harriet!?
Para la pelinegra el mundo comenzó a hacerse más pequeño, tanto que solo cavia el mago a quien ataco tan mortalmente. Con el corazón latiéndole en la garganta corrió hacia el pelirrubio y se arrodillo a su lado.
-Lo... lo siento- Harriet coloco sus temblantes manos en el pecho del rubio, intentando parar la sangre- Yo... no sabía... ¡Decía reservado para enemigos!, ¡No sabía del daño que podía causar!
Por más presión que ejercía Harriet, la sangre en el pecho de Malfoy no dejaba de salir. La bruja se maldijo por no ser hábil con hechizos de curación, solo había leído la materia, pero jamás practicado, demasiada centrada en defenderse y atacar como para practicar curación.
La sangre no paraba, Malfoy lucia como una pálida sabana, Harriet sentía que su cordura se iba con cada gota de sangre.
- Lo siento, lo siento, lo siento, ¡Oh, por Merlín, como lo siento!, ¡Malfoy, lo siento tanto!
Las manos de Harriet temblaron con mayor violencia al notar que los gimoteos de dolor de Malfoy se volvían más débiles.
- ¡Se está desangrando, Harriet! - chillo Myrtle - ¡A este paso morirá!
- ¡No!, ¡Malfoy, no puedes morir!, ¡Despierta! - grito Harriet.
Pero el mago no parecía escucharla, Harriet sentía como la vida del mago se le escapaba de las manos.
- Lo siento, ¡Malfoy, despierta, lo siento, lo siento...!
Su cabello ahora rojo se le pego a la humedad de su rostro, había estado llorando y ni siquiera se había percatado de ello.
-Ma... ¡Malfoy...! - chillo Harriet impotente- ¡AYUDA!
Una sombra cruzo el baño con rapidez, Harriet vio unos zapatos negros, unos pantalones negros y una negra capa siendo empapada por el inundado suelo.
-Potter, ¡¿Qué hiciste?!
Harriet levanto la vista, parpadeó para poder ver entre las lágrimas, reconociendo la figura del profesor Snape.
-Pro... profesor Snape- la asustada mente de Harriet demoro en ordenar sus pensamientos- ¡Profesor!, ¡Debe ayudar a Malfoy!, ¡Se esta muriendo!
- Retírate- ordeno Snape.
Harriet obedeció de inmediato, dando espacio al docente.
- ¡Lo siento, no sabía que el hechizo que le lancé era magia oscura!, ¿Estará bien?, ¿Se repondrá?, ¿Cómo puedo ayudar?
- Cállate Potter- siseó Snape cortando a la bruja- Ya hiciste suficiente.
- Pero, profesor, yo no sabía que ese hechi-
- Vete- gruño Snape- ¡Vete Potter o te maldeciré para poder curar a Draco en silencio!
La bruja se limpio la cara y obedeció al docente, aunque sus piernas temblaran se obligo a escapar fuera del inundado baño.
Esa noche no pudo pegar el ojo, su corazón latía con miedo e incertidumbre acerca del futuro que tendría si Malfoy moriría por la gravedad de sus heridas.
"Me enviaran a Azkaban... asesine a una persona... no soy tan diferente a Voldemort... Soy un asco... soy una asesina"
Su mente imaginaba los peores escenarios posibles haciéndole temblar de ansiedad, por eso, cuando la madrugada inicio, Harriet se escapo de los dormitorios con su capa de invisibilidad rumbo a la enfermería, desplazándose en silencio, sus pies se movieron con gran velocidad hasta llegar a su meta, solo una cama estaba siendo ocupada en todo el enorme recinto y era por Malfoy, al verlo estable pero vendado, un peso invisible desapareció de su pecho, permitiéndole respirar con normalidad.
El mago estaba dormido, no había mueca de dolor en su rostro, pero aun estaba pálido, tan blanco como las vendas que le cubrían el pecho que ella corto tan profundamente.
Harriet se acerco a la cama del mago quitándose la capa de invisibilidad.
- Lo siento Draco Malfoy... Jamás pensé herirte de tan sanguinaria forma... ni en mis sueños más locos.
La bruja saco de su bolsillo un tulipán amarillo y lo coloco en el pecho del mago, en el lenguaje de las flores, el tulipán representaba una disculpa. Luego volvió a ponerse su capa y huyo del lugar.
- Dame el libro de pociones avanzadas Potter- pidió Snape, quien había castigado a Harriet por la pelea con Malfoy cada sábado hasta terminar las clases.
- ¿Mi... mi libro, señor?- Harriet sudo frio, nunca espero esa petición.
- ¿Acaso no me exprese con claridad?, entrégame tu libro de pociones avanzadas.
-Pei... Pero, señor... no lo tengo conmigo en estos momentos.
Mentía, siempre cargaba el libro del príncipe con ella... aunque después de lo sucedido con Malfoy no lo había vuelto a abrir, sentía como si hubiera estado jugando con una serpiente y el incidente le mostro sus peligrosos colmillos, tenía miedo de quien era el príncipe... encantador, inteligente y sumamente peligroso.
Snape bufo molesto, como si Harriet fuera demasiado tonta como para entender sus palabras.
- Tráelo Potter, ve a tu dormitorio y tráeme el libro.
El corazón de Harriet callo al suelo, si le mostraba el libro perdería la oportunidad de ser excelente en pociones y descubriría que uso magia oscura contra Malfoy, pero Snape parecía decidido a obtener el libro, por lo cual Harriet obedeció, salió de la mazmorra a toda marcha... y fue hacia Ron para rogarle el préstamo momentáneo de su libro de pociones avanzadas, pero este se encontraba en su cuarto, por lo que los dos corrieron a gran velocidad a los cuartos de los chicos de Gryffindor. Una vez obtenido el libro, Harriet corrió al cuarto de menesteres, se escabullo entre la pila de objetos abandonados y sucios, hasta que vio una estatua con una ridícula peluca adornada con una tiara en la cabeza y escondió el libro del príncipe debajo de la estatua y salió a gran velocidad rumbo a las mazmorras para cumplir su castigo.
- ¿Es este tu libro, Potter?
Harriet se limpió el sudor que le corría por la frente, su espalda estaba mojada por el esfuerzo de correr por todo el castillo.
- Si... señor... ¿Hay... algún problema?
- Si, el problema es que eres un asco para mentir- Snape pronuncio esas palabras con desprecio- A menos que tú seas Ron Weasley.
Snape señalo una hoja donde Ron había escrito su nombre como dueño del libro de pociones.
Al ver su gran error, Harriet sintió una presión invisible en su nariz amenazándole con hacerla sangrar en cualquier momento.
- Lo siento profesor.... Mi libro estaba indispuesto, yo-
- Ya basta, solo eres escusas Potter, tiempo que no perderé contigo. Ahora, espero que hayas practicado la Oclumancia.
- Eh... lo he hecho señor, pero mis avances son aún muy pocos.
- Eso lo decidiré yo, prepárate Potter... Legilimens.
Harriet intento frenar el ingreso de su mente al profesor Snape, pero el mago era implacable, su magia parecía olas gigantes inundando todo a su paso, como un tsunami... La pelinegra perdió de nuevo y el mago entro en su cabeza. Retazos de su vida corriendo en su cabeza.
La cena de Slughorn y el horrible McLaggen, la precaria salud de Elise, la visita del ministro a la madriguera para usarla cual mascota, conversaciones con el señor Weasley, la declaración de los gemelos, sesiones en el pensadero con Dumbledore, Amortentia en la caja de chocolates de Dennis que Ron termino comiendo, la botella envenenada para Dumbledore, el bezoar, las lágrimas de Lavender, el extraño sentimiento egoísta que rondaba en su cabeza, las palabras de Katie Bell, la pelea con Malfoy en el baño abandonado, el miedo por perder el libro de pociones que la orillo a correr por todo el castillo ocultándolo en-
- ¡Ya basta! - chillo Harriet, expulsando con dificultad a Snape de su mente, temerosa de que vea el escondite.
- Si no controlas tu mente, nada será privado, Potter- gruño Snape.
- ¡Lo intento!
- ¡No lo intentas lo suficiente! - grito Snape, viéndola de pies a cabeza- Tus pequeños avances son insuficientes a estas alturas.
Harriet se sonrojo con violencia, hacia unos minutos había estado tan orgullosa de sus avances en Oclumancia y en unos segundos el profesor Snape la había hecho sentir insignificante.
- ¡Me esforcé! - riño Harriet- Practicar Oclumancia me quita mucho tiempo, tengo muchas cosas que hacer, muchas responsabilidades que-
- Oh, perdoné usted, olvidé que eres una estudiante especial, alguien que goza de una preferencia exclusiva... tan arrogante, como tu padre.
- ¡No hable mal de mi padre!, ¡Estoy cansada de que siempre hable pestes de mi padre!
- ¿Pestes?, jajaja, que graciosa Potter- Snape la miro achinando los ojos de furia- Esa palabra no es suficiente para describirlo, tu padre era un cerdo y Sirius era igual, ambos hechos del mismo asqueroso molde.
- ¡Ya cállese! - a Harriet le dolió las palabras del profesor, aun lloraba por Sirius en las noches más silenciosas.
- ¡Legilimens!- grito Snape.
- ¡Protego!- grito al mismo tiempo Harriet, ya no dejaría que Snape viera nada en su cabeza.
Era un hechizo barrera, un escudo de protección... si el encantamiento se realizaba de forma perfecta podía redirigir el ataque al agresor. En ese caso Harriet fue arrojada a la mente del estricto profesor de pociones.
Lo que vio la dejo sin aire, un joven Snape siendo molestado tanto en el colegio como sufriendo abuso doméstico en su destartalada casa, siempre sin paz, en su casa era violentado por un hombre muy parecido a él, su padre, supuso Harriet y en el colegio era molestado por cuatro magos... demasiado inquietantemente familiares magos.
- ¡Expelliarmus!- grito un mago de pelo negro desordenado con gafas.
El ataque desarmo a un joven Snape quien no hacía nada malo, solo leía unos libros en la sombra de un árbol.
- ¡Bien hecho, James! - Celebro un joven apuesto de pelo ondulado.
¡¿James?! ...Papá... papá??, ¡¿Sirius?!
James hiso levitar a Snape por los aires boca abajo, los estudiantes que estaban cerca celebraron el acto coreando "Quejicus", alentando a James.
- Atención a todos, ¿Quién quiere ver los calzoncillos de Quejicus?
- ¡Oh!, esto es tan divertido- chillo un mago obeso de largos dientes- ¿No crees, Lupin?
Pero el adolecente de pelo castaño con rasguños en la cara no dijo nada... aunque tampoco detuvo la agresión, demasiado centrado en su libro. Todos rieron cuando James bajo los pantalones a Snape a plena vista de todos y por estar levitando Snape no pudo hacer nada más que ponerse rojo de la rabia y vergüenza, agitando los brazos, gritando con impotencia
- ¡Suficiente!
Con ese grito, Harriet fue forzada a abandonar la mente del docente. Asustada, confundida y tambaleante, la pelinegra se apoyó en una de las paredes de la oficina del profesor, los recuerdos de Snape aun pegadas en sus retinas.
"¿Su padre era un abusivo como Malfoy?, ¿Torturaba a magos inocentes como pasatiempo?, ¿Sirius siempre fue un matón?, ¿Por qué Lupin no los detenía?"
Tenía demasiadas preguntas, sentía que el suelo de todas sus creencias hacia los hombres más importantes de sus vidas se resquebrajaba, quería llorar, huir, arrancarse los pelos, arañarse la piel. Quería vomitar y ocultarse en el hoyo más profundo del mundo.
- No volveré a darte lecciones de Oclumancia jamás, vete Potter.
- Yo... lo, lo siento.
- ¡Vete ahora mismo!
- Lo siento, por mi padre, por los recuerdos, por todo... lo siento.
Snape le dio la espalda, apretando los puños tan fuerte hasta volverlos blancos.
- Vete... o te maldeciré.
Harriet obedeció, el mundo se deformo mientras corría directo al dormitorio de Gryffindor asqueada de si misa por ver esos recuerdos, asqueada nueva información rebelada, asqueada porque ya no sabía en quien confiar.
Ella solo quería dormir, olvidar todos sus problemas y dormir. Y eso es lo que hizo sin importar la humedad de su almohada a causa de sus lágrimas.
Notes:
Miércoles y otro capítulo subido pese a vientos y marea… coloque el recuerdo de Snape recién aquí para desmificar la figura de Sirius ahora en muerte…
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 52
Summary:
Suerte liquida, revelaciones y cazando Horrocrux.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Querido Lupin
Presencie un recuerdo del pasado, donde mi padre atormentaba a un joven profesor Snape, vi a Sirius alentándolo, a ti sin hacer nada para detener el ataque, no contare a Colagusano porque no vale la pena gastar tinta en él.
¿Qué les paso?, ¿Siempre fueron así?, ¿Atacando a quien no hacía nada malo?, ver ese recuerdo me revuelve el estómago, siento que no los conozco realmente, ya no sé qué pensar, ya no se en quien confiar… ni sé por quién llore desde junio pasado.
Por favor, responde con rapidez.
Sinceramente Harriet.
La bruja ato su carta a la pata de su blanca lechuza y le ordeno entregarla a Lupin.
- Necesito su respuesta, no regreses sin ella, muérdelo si es necesario, por favor Hedwig, confió en ti.
La lechuza hincho su pecho con orgullo, sobo su cabeza en la palma de Harriet y abandono la lechucería rumbo hacia su destino.
- Confió… en ti.
Harriet se acomodó su chalina y partió hacia el gran comedor, pronto servirían el desayuno.
A pesar que exigió respuestas inmediatas, Hedwig no apareció los días siguientes, deprimiéndola; se dedicó a dormir en lugar de estudiar o hacer los deberes, alarmando a sus amigas de habitación. Fue la antigua tímida Fay quien la encaro.
- ¿Hay algo que pueda hacer por ti, Harriet?, ¿Estas bien?, te la pasas durmiendo.
Eran las cinco de la tarde y Harriet estaba tumbada en su cama.
- Estoy bien…. Solo… decepcionada. Fay, creí… siempre creí sin cuestionarme nunca la integridad de dos magos… me enojaba si alguien los difamaba… pero resulto que vivía una mentira.
Fay intento comprender las palabras de Harriet, deduciendo que era lo que provocaba dolor a su querida amiga.
- ¿Te refieres a que ya no sabes en quien confiar?
- Si.
Fay se sentó en la cama de Harriet.
- Aunque no lo creas, te entiendo. Hace semanas descubrí que mi príncipe era todo menos perfecto… terminamos.
Harriet se incorporó de un brinco en su cama.
- ¿Qué?, pero… ¡Todo parecía bien contigo!, jamás te vi llorar…
- Cada uno asume su dolor de forma particular- Fay cerró los ojos, reflexionando- Lavender llora hasta que sus ojos están atan hinchados que apenas puede ver, Hermione se obsesiona con sus deberes y estudios, Parvati compra cosas compulsivamente, tu duermes evadiendo la realidad… y yo paso horas en la cocina de Hogwarts molestando a los elfos por devorar los postres deliciosos postres que preparan.
Las últimas palabras de Fay arrancaron risas en la pelinegra.
- Así que solo te queda reponerte y seguir adelante. Las decepciones son parte de la vida, pero tú decides cuando te afectan, si te quedas en el oyó de la depresión o sales a flote… porque aún hay vida que vivir.
Con lágrimas no derramadas, Harriet abrazo a la bruja, reconociendo cuanto había madurado desde primer año.
- Gracias, eres increíble.
- De nada… todos lo somos, pero se nos olvida.
La pelinegra salió de su depresión retomando su vida escolar, prácticas de quidditch en las que solo puede dirigir mas no jugar por estar castigada por Snape todos los sábados hasta que se acaben las clases tras herir a Malfoy, cantidades alarmantes de tareas acumuladas, sin contar las temidas sesiones de aparición a cargo de empleados del ministerio, con el riesgo de la desfragmentación por traslado opacan su querido mes de abril.
Una noche, cuando termino un pergamino espacialmente largo, Hedwig llego con la carta de Lupin. Harriet la desenrosco de su lechuza y con las manos temblando abrió la carta, leyéndola con rapidez.
Querida Harriet
No sé de quién fue el recuerdo que viste… si, James era de adolecente un mago tan rebelde como Sirius; pero cambiaron Harriet, maduraron… James decidió ser más que un matón para superarse y ganarse el amor de tu madre. Sirius maduró con la guerra, su hermano menor sirvió a los Mortifagos y murió años después, sus padres murieron años posteriores por la tristeza de perder a su hijo preferido, siendo así Sirius el ultimo Black de su familia. No desperdiciaré tinta hablando de Pettigrew…. Y yo deje odiar al mundo, deje de depreciar mi naturaleza, aprendí a aceptarme gracias a mis mejores amigos.
James se portaba horrible con Snape porque él también se portaba horrible con nosotros, era una enemistad mutua.
No te pido que los perdones, sino que los comprendas, los humanos somos complicados, a veces tontos, a veces sabios, pero todos tenemos la capacidad de mejorar, todos sin excepción… y te lo dice alguien que creyó nunca tener amigos.
Con aprecio, Lupin.
Harriet termino de leer la carta y se limpió la cara con la manga de su chompa, las lágrimas que escaparon de sus ojos amenazaban con mojas su pergamino.
“Si… todos podemos mejorar, hasta los más tontos… solo se necesita voluntad y con un poco de suerte seres menos infelices que ayer”
Harriet se quedó congelada, había tenido una epifanía de la nada.
- ¿Todo bien, Harriet? - pregunto Hermione al verla llorar.
- …Suerte.
- ¿Qué?
- Mione, ¡Suerte!
- Perdona, pero sigo sin comprender.
- ¡La única forma de obtener el recuerdo que Slughorn rehúsa darme es con la suerte a mi favor!
- Si…- Hermione la veía sin entender- Dijiste que estaba reacio a entregarte ese recuerdo… así que supongo que debes tener mucha suerte…
- Mione- susurro Harriet luego que la bibliotecaria le hiciera la señal de silencio- Tengo la pócima de suerte liquida.
Hermione se tapó la boca para evitar gritar, había olvidado por completo que su mejor amiga poseía tan fabulosa pócima.
El trio dorado planeo y estudio el horario del docente, eligiendo el día adecuado para que Harriet lo encare, una tarde donde el docente estaba libre.
- Recuerda- dijo Hermione- Luego de tomar la poción deberás buscas a Slughorn en su oficina… a estas horas debe estar merendando.
- Si…- intervino Ron, nervioso- Aún no puedo creer que me hallas engañado con el asunto de la pócima… pero, suerte Harriet.
La pelinegra sonrió, pidiendo una disculpa muda, trago saliva y abrió el frasco, el miedo por la incertidumbre la inundo.
“¿Sabrá bien?, ¿Podré obtener el recuerdo?, ¿Por cuánto tiempo funcionaria la pócima?, ¿Se dará cuenta Slughorn que use la pócima?, ¿Lo lograre?”
Con una respiración temblorosa bebió la poción dejando la mitad.
- ¿Por qué no tomas toda la poción?, quizá funcione mejor si te acabas el frasco- pregunto Ron.
- No… reservo medio frasco de suerte liquida para ustedes- dijo Harriet entregándole la pócima a Hermione- Úsenla si están en peligro de muerte…. Intenten compartir con cuantos puedan… tantas medidas de seguridad me dan mala espina… como si algo malo amenazará con entrar al castillo.
Mago y bruja lo juraron, obedeciendo a la pelinegra.
- Y…- pregunto Ron luego de unos segundos- ¿Te sientes diferente?, ¿Mas suertuda?
Harriet se examinó, no se sentía particularmente diferente, hasta que de repente sintió la cabeza despejada y el cuerpo ligero, lucida y feliz. Los pies de Harriet se movieron con iniciativa propia y un pensamiento paso por su mente y la pelinegra sintió la obligación a obedecerlo.
- Iré a ver a Hagrit- anuncio emprendiendo el recorrido.
Sus amigos lucieron consternados, quisieron hacerle cambiar de opinión y centrarse en los planes originales, pero por alguna razón Harriet ansiaba ir hacia esa dirección.
- Chicos, debo ir con Hagrit- Harriet se alejó, pero antes de desaparecer les tranquilizo- Confíen en mí, sé lo que hago… o la pócima lo sabe, todo saldrá bien… debo irme ahora. Nos vemos luego.
Harriet avanzo hacia la puerta principal, pronto anochecería y por medidas de seguridad todas las puertas del castillo se cerraban a esas horas, pero de igual forma sus pies se movieron hacia la salida, encontrando la puerta milagrosamente abierta… alguien había salido y había olvidado cerrarla para suerte de Harriet. Sus pies la llevaron hacia el vivero y encontró al profesor Slughorn recolectando hojas a hurtadillas, este al verse descubierto se llevó un gran susto.
- No pienses mal Harriet, estas hojas valen mucho, no hago negocios en el mercado negro, mi único interés por estos ingredientes es académico- se defendió Slughorn.
- En lo personal- interrumpió Harriet- Estas plantas siempre me han dado miedo… bueno, lo dejo recolectar sus ingredientes. Con permiso señor.
La pelinegra avanzo unos metros cuando fue llamada por Slughorn.
- Harriet…- Slughorn parecía confundido- ¿Exactamente como saliste del castillo?
- Por la puerta del frente… voy a ver a Hagrit, profesor de cuidado de criaturas mágicas, es un buen amigo… hace mucho que no lo visito. Si no le molesta, voy a verlo.
Harriet retomo su andar, unos pasos después, oyó a Slughorn llamarla.
- Harriiiet- dijo Slughorn sacando la cabeza del vivero.
- Señooor- dijo Harriet, inclinando la cabeza.
- Ya casi anochece, ¿Eres consciente de que no puedo dejar que andes afuera tu sola?
- Entonces puede acompañarme señor- propuso Harriet y sin esperar respuesta alguna retomo su camino.
Slughorn, que no parecía muy convencido, acepto a regañadientes. Ambos se encaminaron a la casa de Hagrit, pero lo encontraron antes, llorando por una araña gigante tan tiesa como una tabla que Harriet reconoció al instante, Aragog, rey de las arañas… o era.
- Por la barba de Merlín… ¿Es una acromantula de verdad? - pregunto Slughorn.
- Y está muerta, señor- aporto Harriet.
- Santo Dios, ¿Hagrit cómo pudiste matarla?
- ¿Matarla?, ¡Éramos amigos! - se defendió Hagrit, lagrimas escaparon de su rostro.
- Oh, cuanto lo siento- se rectificó Slughorn- No tenía idea de-
- No… no te preocupes… no eres el único- Hagrit se limpió sus lágrimas con un pañuelo- Las arañas son criaturas incomprendidas… son los ojos, incomodan a las personas.
- Sin mencionar los colmillos- dijo Harriet, haciendo gestos con las manos, simulando colmillos.
- Si… también eso.
- Hagrit- interrumpió Slughorn- No quiero ser insensible, pero el veneno de acromantula es muy difícil de conseguir… ¿Me permitirías extraer un frasco o dos?, por motivos académicos, claro.
- Pues…- Hagrit volvió a limpiarse las lágrimas con su pañuelo- Pues creo que ya no le servirá de nada.
- Eso es precisamente lo que digo- celebro entusiasmado Slughorn.
Mientras el profesor recolectaba el veneno, Hagrit alababa a su amigo arácnido. Al finalizar Slughorn pregunto si podía dedicar unas palabras a la criatura muerta.
- Si…- acepto Hagrit lloroso.
- ¿Era padre de familia? - cuestiono Slughorn.
- Oh si- respondió sonriendo Harriet, recordando que sus cientos de hijos casi la devoran junto con Ron en su segundo año.
Slughorn medito un momento y empezó su discurso.
- Hasta la vista…
- Aragog- informo Hagrit, secándose las lágrimas con un pañuelo que ya estaba completamente mojado.
- ¡Hasta la vista, Aragog!, rey de los arácnidos…
El llanto de Hagrit fue más audible, Harriet le tomo de la mano, dándole apoyo moral.
- Tu cuerpo decaerá, pero tu espíritu perdurará y tus amigos humanos buscaran consuelo por la pérdida que han sufrido…
Hagrit sollozo audiblemente, Harriet se mantuvo a su lado, sosteniendo firmemente su mano.
- ¡Adiós Aragog!, rey de los arácnidos, ¡Cuya larga y fiel amistad jamás olvidaran los que te conocieron!
Luego Hagrit les invito a su cabaña, Slughorn quedo impresionado con todas las cosas que Hagrit recogía del bosque prohibido, para el docente eran ingredientes difíciles de conseguir, ideal para pociones, todas al alcance de su mano a un módico precio que Hagrit acepto, se sirvieron bebidas con alcohol y le dieron té a Harriet, pasaron las horas hablando de la vida de Aragog, desde que era tan pequeño, el cómo arribo a Londres en el bolsillo de un viajante, y Hagrit la crio en el castillo dentro de una caja hasta que por un incidente tuvo que dejarlo ir al bosque prohibido.
- Lo hubieran visto de pequeño, no más grande que un pekinés, ¡Que un pekinés!, así de pequeño- Hagrit había dejado de llorar al empezar a marearse, la bebida estaba haciendo efecto.
- Que ternura…- dijo Slughorn, con mejillas sonrojadas por el alcohol- Una vez tenía un pez, se llamaba Francis, mi pez dorado, yo lo quería mucho… un día baje a la sala y… se había esfumado… puff.
- Pero que extraño- dijo Hagrit parando de tomar.
- Si…muy extraño, pero, ¡Así es la vida!... supongo, la vas viviendo y de repente ¡Puff!
- Puff- repitió Harriet.
- Puff- Hagrit dejo su copa en la mesa y se durmió en la silla donde estaba, roncando sonoramente.
Harriet y Slughorn se quedaron en un silencio que nadie rompía, excepto los ronquidos de Hagrit, de repente Slughorn le narro como apareció Francis en su vida, un pétalo que se trasformó en un pez, un regalo de Lily Potter. Cuido al pez dorado con gran aprecio hasta que una mañana al bajar a su sala vio que la pecera estaba vacía… la noche anterior Lily Potter había muerto a manos del señor oscuro, la razón de la desaparición del pez fue que la magia estaba vinculada con la bruja, muerta ella el pez desapareció.
- Sé porque estás aquí, Harriet… pero no puedo ayudarte… seria mi ruina.
- ¿Sabe porque sobreviví la noche que me hicieron esto? - Harriet mostro su cicatriz con forma de rayo- Fue por mi madre, porque se sacrificó por mí, se rehusó a hacerse un lado… su amor fue más poderoso que Voldemort
- No digas su nombre.
- No le temo al nombre ni al mago detrás de él, ya me quito mucho, no le temo, lo odio… Sé que usted tiene una reputación que cuidar, lo entiendo… Años de trabajo serian mancillados por un error que ocurrió hace mucho tiempo… pero señor, estamos hablando de Voldemort… Y estoy segura, sin ver el recuerdo verdadero, que lo manipulo señor… el monstruo estaba ahí, pero no lo vio… nadie podía, el monstruo era demasiado encantador para ser descubierto por ojos poco entrenados. Aun así, le suplico que me entregue el recuerdo verdadero, señor, Dumbledore piensa que sus memorias contienen una pieza clave para ganar la guerra.
Slughorn parecía asustado, aun reacio a compartir el recuerdo original.
- Señor, soy la criatura elegida, solo yo puedo destruir a Voldemort… pero para hacerlo debo saber que le pregunto Tom Ryddle hace tantos años en su oficina y necesito saber lo que usted lo dijo… sea valiente profesor, valiente como mi madre.
Slughorn comenzó a sollozar.
- Sino la deshonrará- siguió Harriet- Sino habrá muerto… sino la pecera permanecerá vacía para siempre.
El mago se limpió las lágrimas, saco de su bolsillo un frasco.
- Por favor… no pienses mal de mí cuando lo veas… no tienes idea de cómo era él en ese entonces.
- No lo hare señor y le aseguro que Dumbledore tampoco pensará mal… solo lo sabremos nosotros tres, nadie más sabrá de esto, lo juro- prometió Harriet.
Aliviado, Slughorn saco el recuerdo de su mente con la punta de su varita y lo deposito en el frasco. Ambos volvieron al castillo, donde se despidieron cada uno hacia un destino diferente, se habían perdido la cena, pero nadie tenía hambre.
- Buenas noches señor.
- Buenas noches Harriet.
Slughorn se dirigió a su oficina y Harriet simulo dirigirse a la torre de Gryffindor… hasta que cambio de dirección rumbo a la oficina de su abuelo, corriendo.
- Lo conseguí, abuelo, ¡Tengo el recuerdo verdadero! - chillo Harriet feliz.
Dumbledore sonrió con orgullo y ambos corrieron al pensadero, metiendo la cabeza para ver el recuerdo sin alterar de Slughorn.
- Estaba en la biblioteca un día, en la sección restringida y leí algo que me llamo la atención sobre una magia muy particular… se llama según recuerdo, Horrocrux… vi el termino y no lo entendí.
- No sé lo que lees Tom, pero eso es oscuro, muy oscuro en verdad.
- Y… por eso le pregunto, quien más capacitado para responder preguntas de la mágica que el mejor profesor de Hogwarts.
Aunque Slughorn estaba siendo adulado para orillarlo a responder, el mago lucio incómodo.
- Un Horrocrux…- respondió lentamente Slughorn- Un Horrocrux es un objeto donde una persona esconde una parte de su alma.
- Ohhh, fascinante, solo usted sabe cómo matar las dudas de un alumno… pero no entiendo cómo funciona, ¿Podría explicarme, por favor señor?
Slughorn parecía asqueado del tema, pero siguió hablando.
- Uno divide su alma y esconde una parte en un objeto, así estarás protegido si fueras atacado y tu cuerpo destruido.
- ¿Protegido?
- La parte oculta de tu alma sigue viviendo… ósea que no puedes morir
- Y… ¿Cómo se divide el alma, señor? - Tom le dio la espalda al profesor acercándose a la chimenea, aunque intentaba disimularlo, la voz de Tom sonaba extasiado.
- Creo que ya sabes la respuesta Tom.
- Asesinando
- Si… asesinar fragmenta el alma porque es una violación a la naturaleza.
- ¿Solo se puede dividir el alma una vez?... ¿No podría ser en siete?
- ¡Siete!, por la barba de Merlín, Tom; ¡¿No es bastante malo matar considerar matar a una persona?!, dividir el alma en siete pedazos.
El silencio no tranquilizo en nada a Slughorn.
- Todo es hipotético, ¿No es cierto, Tom?, ¿Académico?
Tom volteo a mirarle directamente, con una sonrisa en los labios.
- Por supuesto señor…- la sonrisa de Tom se hiso más grande- Será nuestro secreto.
Slughorn perdió el color en el rostro y miro al estudiante con miedo, había descubierto al monstruo debajo de la belleza demasiado tarde.
Al terminar de ver los recuerdos, Dumbledore se sentó en un peldaño que daba a su escritorio.
- ¿Abuelo?, ¿Estas bien?
- Si… si pequeña, estoy bien.
Harriet gruño, molesta.
- Odio que me mientan y más las personas que amo, estas pálido abuelo… y algo me dice que no es solo por el recuerdo.
Dumbledore se rio de la expresión molesta de Harriet, la bruja hizo un mohín con sus labios.
- ¡Abuelo, esto no es una broma!
- Perdona, hoyuelos… tu rostro enfadado da ternura, no hay duda de que te convertirás en una hermosa bruja.
Dumbledore se levantó de las gradas y comenzó a caminar en círculos pensativo.
- El recuerdo que obtuviste hoyuelos, arrojo información valiosa, gracias a ti se con certeza que Voldemort tuvo éxito creando los Horrocrux.
- Por eso no murió a pesar de recibir la maldición asesina…- Harriet siente que se abre la tierra debajo de sus pies, su mente trabajando rápidamente para entender la situación.
- Así es… Voldemort tuvo éxito y creo sus Horrocrux, el hombre está obsesionado con burlar a la muerte y me temo que creo más de uno.
- Y… ¿Y cómo sabremos cuales son exactamente?
- Podrían ser cualquier cosa, objetos muy ordinarios- el viejo mago fue a su escritorio, seguido de cerca por la joven bruja- Un anillo, por ejemplo, o un libro.
Dumbledore mostro los dos objetos, evitando tocar el anillo.
- El diario de Tom Ryddle…- a Harriet se le seco la garganta...
- Un Horrocrux, sí. Hace cuatro años, cuando salvaste a Ginny Weasley, me trajiste esto… yo sabía que era otra clase de magia… muy oscura, muy poderosa… pero hasta ahora no sabía que tan poderosa.
- ¿Y el anillo?
- Era de Merope Gaunt, la madre de Voldemort… difícil de hallar y aún más difícil de destruir- Dumbledore mostro su mano herida.
- ¡Abuelo!, tu mano se ve peor que en verano cuando buscaste a Slughorn en ese pueblo muggle… ¡Es por la magia oscura!, solo ese tipo de magia no puede curarse… pero, ¡Eres una figura conocida en todo el mundo mágico!, ¡Estoy segura que algún mago podrá ayudarte con esa herida!
- Harriet, concéntrate, yo me ocupare de mis lesiones… Acabamos de toparnos con una información que puede ser la clave para derrotar a Voldemort.
- Si, lo siento abuelo, pero prométeme que te encargaras seriamente de esa lesión tuya.
- Buscare al mejor mago para que me ayude, lo prometo. Ahora, centrémonos, si logramos encontrar todos los Horrocrux y destruirlos, destruiríamos a Voldemort.
- Pero… pero ¿Cómo podremos encontrarlos?... Están escondidos, ¿no?
- Es verdad, pero la magia, en especial la oscura-
Harriet quiso tocar el anillo reliquia de la familia Gaunt, pero al tocarlo sintió como si se conectara al objeto, el anillo giro rápidamente y una serie de imágenes paso por la cabeza de la bruja: Nagini siempre letal, Tom Ryddle cometiendo su primer asesinato matando a su padre muggle creando el Horrocrux del anillo que poseía el patriarca Gaunt, los siete objetos que quito a los niños del orfanato, una vieja foto de una playa demasiado gris para un día de campo de los huérfanos de Wood, el deterioro de Tom Ryddle a cada Horrocrux que creaba, perdiendo su belleza, siendo cada vez el monstruo que era por dentro.
- … deja rastro- Dumbledore termino la frase, mirando mortalmente preocupado a Harriet, que por un momento había abandonado sus cálidos ojos verdes, adoptando los sangrientos rojos de Voldemort, aunque fuera solo un parpadeo, fue suficiente para encender todas sus alarmas mentales.
- ¿Por eso estabas tan ausente este año, abuelo?
- Si… y creo que encontré otro… pero esta vez no puedo destruirlo solo…
- Te ayudare abuelo, lo destruiremos, hare lo que se necesite hacer.
Dumbledore la miro con orgullo.
- Una Gryffindor hasta los huesos, ¿Verdad, hoyuelos?
Harriet sonrió radiante con el cumplido, le gustaban los cumplidos cuando venían de personas que realmente le importaban.
- Yo te mandare a llamar, ahora regresa a tus actividades académicas, hoyuelos.
- Si, abuelo.
Pero era más fácil decirlo que hacerlo, Harriet les conto todo lo sucedido a sus amigos a la primera oportunidad que tuvo con la debida privacidad, sintiendo que estaba caminando sobre hielo, de repente las pruebas de aparición dejaron de ser una alternativa para ser una necesidad, mejorar en magia no verbal se volvió una urgencia, las victorias de quidditch en mayo sin su presencia como capitán no la entristecieron, los castigos de Snape inútiles y tortuosos dejaron de carecer de importancia real, las fiestas de celebración perdieron su atractivo, las charlas vocacionales parecían ser reservados para estudiantes con mayor futuro que ella, los exámenes y las tareas palidecieron de prioridad, ya nada parecía importar como antes, su corazón latía de nervios al saber que en cualquier momento podría ser llamada por su abuelo a ayudarlo a destruir el Horrocrux… si destruían todos los Horrocrux, ella podría derrotar a Voldemort volviéndolo mortal.
Cuando de repente mientras Harriet preparaba una poción, compartiendo el libro de Hermione, se le ocurrió un pensamiento fugas.
- El príncipe mestizo…- susurro Harriet a nadie en particular.
Pero Hermione la escucho, ella no era nadie en particular, sino la mejor bruja de su grado.
- ¿Extrañas el libro del príncipe? - cuestiono Hermione frunciendo el ceño.
- No… pero, Mione… ¿Y si… y si todo este tiempo estuve con el libro de Tom Ryddle?, después de todo su madre era una bruja y su padre un muggle… solo alguien tan cruel como Voldemort pudo crear el hechizo que mando a Malfoy a la enfermería por días… ¿Y si el libro es un Horrocrux?
Soltar ese tipo de comentarios en clases de pociones fue una mala idea, Hermione perdió el hilo de su concentración arruinando su pócima, perdió el color en su rostro, pero Harriet estaba segura que no era por fallar en su brebaje.
- ¿Señorita Granger, está bien? - pregunto Slughorn.
- Si, si profesor, solo… de repente me siento un poco mareada… ¿Po… podría llevarme Harriet a la enfermería por favor?
- Oh, sí, sí, claro. Vayan ahora mismo.
- Gracias señor.
Hermione se apoyó en Harriet y abandonaron el salón, cualquiera que la viera pensaría que no mentía, se veía físicamente enferma.
- Debes decirle a Dumbledore- dijo mientras se encaminaban a la dirección- ¿Por qué no le dijiste nada del príncipe?
- Porque recién se me ocurrió hace 5 minutos.
- Sabía que ese príncipe era un mago oscuro… pero no pensé a tal magnitud… ¿Dónde escondiste el libro?
- En la sala de los menesteres… al parecer no fui la única estudiante de Hogwarts en esconder cosas, ¡Había columnas de objetos que otros estudiantes ocultaron!, tan basta que temí perder el libro, por eso lo coloqué dentro de una alacena, debajo de un feo busto de estatua, le coloqué una vieja peluca y tiara como señal diferenciadora.
- ¿Peluca y tiara?
- Pensé que era lo mejor para diferenciar mi objeto oculto de los demás.
- Mmm, cuestionable.
El plan se arruino cuando fueron atrapadas por Filch y su gata, abandonado la ruta de la dirección por la de enfermería para justificar el andar caminando en los pasillos en plena horas de clase. Harriet nunca había odiado al celador de Hogwarts como en esa ocasión.
-Tranquila Harriet- susurro Hermione, intentando calmarla al verla con el pelo rojo- Podrás intentarlo luego.
“Luego”, se volvió demasiado largo, las cosas cotidianas y ahora sin tanta importancia como antes enterraron a Harriet en la urgencia a realizarlas. A inicios de junio, Harriet se quería arrancar el cabello de frustración, cada vez que intentaba colarse a la oficina de su abuelo, este no estaba presente.
“Está buscando Horrocrux sin mi… ¡Y podemos tener uno justo en el mismo castillo”
Escribirle una carta sería demasiado tonto, revelando información crucial… no, jamás lo haría… solo le quedaba esperar, practicar magia defensiva para intentar dejar de temblar, pulir sus escudos mágicos y practicar con esmero magia curativa, frecuentando la enfermería cuando ni siquiera Hermione podría ayudarla, ¿Quién mejor que una medibruja para resolver todas sus dudas medicas?
Tan centrada estaba en mejorar, que cuando Dennis Creevey llego a ella un miércoles por la tarde, recordó el asunto con los chocolates llenos de Amortentia.
- Creevey… que sorpresa verte aquí… te la has pasado evitándome desde el incidente de los chocolates- Harriet cruzo los brazos, pero con la varita siendo sostenida por su mano dominante.
- Si… lo siento Harriet… actué como un verdadero idiota… Colin me embrujo una semana con la maldición de piernas pegadas.
- Colin es un buen chico.
- Le gustas, ¿Lo sabes?
- Claro, como una hermana.
Dennis suspiro audiblemente.
- Y justo por eso te mande esa caja de bombones, a veces puedes ser muy ciega Harriet.
Harriet bajo los brazos, confundida.
- No soy ciega, tengo buena vista- se defendió.
- Si, si lo que digas… acerca de los chocolates, me doy cuenta ahora que hice mal… pero fue debido a mi desesperación. Desde que estas en Hogwarts ha habido rumores de ti, de todo tipo, he sabido discernir, descuida, tengo neuronas… pero es inquietante saber que hasta ahora jamás has tenido enamorado, o jamás se te ha visto más apegada a los chicos del colegio como otras chicas de tu edad.
La pelinegra volvió a cruzar los brazos, defensiva.
- No me importa si todo Hogwarts les indigna mi poca vida amorosa… Hay cosas más importantes que drama romántico en estos momentos, Dennis. Se mi papel en esta guerra, año tras año mi vida corrió peligro, no tengo tiempo para el amor… no ahora.
- ¿Y después? - ilusionado Dennis no pudo evitar preguntar.
- Si hay un después… si… creo que podre pensar en chicos al finalizar la guerra.
- Entonces solo debo mantenerme con vida y aún tengo una oportunidad, ¿Verdad?
La bruja quería enfadarse por el descaro del mago más joven que ella, pero una risa broto de sus labios, incontrolable y fresca.
-Tú no te das por vencido, ¿Cierto?
- No con las cosas que realmente importar, y por lo que veo, mi hermano está muy bien solo idolatrándote, conformándose con amarte de lejos…pero yo no. Prometo jamás jugar sucio con Amortentia, me ganare tu cariño de forma limpia.
Dennis saco un pergamino sellado de su bolsillo.
- Por cierto, Dumbledore me mando para darte esto- dijo extendiendo con la mano una carta sellada.
La sonrisa de Harriet por los halagos del joven mago murió de inmediato, como si nunca habría estado ahí en primer lugar.
- ¿Harriet?, ¿Estas bien? - pregunto Dennis preocupado.
Y no era para menos, todo el color en las mejillas de Harriet se había evaporado.
- Si… no… es complicado- titubeo Harriet, pero recibiendo la carta con rapidez.
- ¿Puedo ayudarte en algo?
- Si… mantente a salvo… y cuida a tu hermano… no salgan del castillo a hacer alguna travesura… hoy no… Y busca a Hermione y Ron, diles que carguen con ellos mi poción… diles que se mantengan alertas.
- ¿Qué?, ¿Por qué dices eso?, ¿Harriet?
Pero la bruja ya se encontraba en moviendo, con el objetivo de refugiarse y escapar de todos en un pasadizo vacío; lee la nota con avidez, Dumbledore la citaba ese mismo miércoles para que le acompañe en las primeras horas de la noche a realizar lo acordado.
Harriet sintió que el piso se movía, cayendo al suelo de forma irremediable.
- Oh, niña, ¿Estas bien?
Escucha una vos femenina llamarla.
- ¿Profesora Trelawney? - Harriet gira buscando su vos.
- Si… oh, por Merlín, tienes un pésimo aspecto.
La docente ayudo a pararse a Harriet.
- ¿Qué ocurrió? - pregunto la maestra de adivinación.
- Acabo… acabo de enterarme de algo impactante… creo que me cuerpo colapso de la impresión.
Trelawney vio la carta de Dumbledore. Harriet agradeció que los mensajes siempre estuvieran encriptados.
- Oh… ya veo. Al fin te enteraste, ¿Verdad?
Harriet no entendía a que se refería la profesora, pero le siguió la conversación asintiendo con la cabeza.
- Así es - afirmo Harriet.
- Como lo siento… a veces cuando tienes el don de la adivinación este surge y no puedes controlarlo… es decir, me alegro haber hecho esa profecía en mi entrevista con Dumbledore hace tantos años para que me contrate como docente en Hogwarts… pero aun hoy me arrepiento de haber soltado esa información en un lugar tan público.
Harriet camino, ya sabía esa información desde el año pasado.
- Ohhh, no sabes cuánto llore al enterarme que Snape me escucho y se fue a contarle la parte que escucho a quien no debe ser nombrado… Pero al menos no escucho toda la profecía completa, ¿No?, fue algo agridulce si lo piensas con la cabeza fría.
A la bruja menor le fallo la fuerza en las piernas, sintió de repente que el aire se volvía más espeso, como melaza, imposibilitando respirar con normalidad.
- Como sea- Trelawney pareció percatarse de que sostenía una botella de licor- Oh, olvide ocultar esto… me distraje al toparme a Malfoy en la sala de menesteres, parecía muy feliz, como si estuviera festejando… ¿M pregunto que le pasara?
- Si…- grazno Harriet- Profesora… debo… debo ir un momento al baño. Que tenga una bonita noche.
Y mientras Trelawney se preguntaba si había dicho algo malo, Harriet corrió al baño abandonado del segundo piso y vomito todo su almuerzo, vomito hasta que solo arrojo amarga bilis. La fantasma del lugar no le dirigía palabra desde el incidente con Malfoy, pero eso no evito que la mirara con pena y más cuando Harriet lloro a gritos, destruyendo parcialmente el baño con ráfagas de magia furiosa que se le escapaban del cuerpo… los pocos que pasaron por esa zona creyeron que era el fantasma del baño, quejándose y haciendo sus desplantes como siempre.
“Él le contó a Voldemort de la profecía… sino no fuera por él mis padres seguirían vivos”, “Es un espía doble para lavar su conciencia”, “Jamás me protegió porque le preocupara, sino por culpa”
Harriet lanzo un tempus y vio la hora, seis de la noche, hora de encontrarse con Dumbledore.
“La pena deberá de esperar, ahora debo de actuar por algo más grande que la amarga ira”
Y se encamino al lugar cita, la torre de astronomía, alegrándose de haber borrado la hinchazón de sus ojos con el hechizo de Theo. Por un egoísta momento pensó tomar lo restante de la suerte liquida, pero la pócima sabía que lo mejor era que sus amigos la tomaran, además, estaría con Dumbledore, el mago más fuerte del mundo… más fuerte que Voldemort.
Ella estaría bien.
Todo saldría bien.
En medio del ascenso a la torre de astronomía, escucho dos voces discutir.
- Nunca has considerado que pides demasiado, que das demasiado por hecho… nunca ha cruzado por tu brillante mente de estratega que ya no quiero seguir haciendo esto, que ya estoy cansado de esto.
- Si lo he pensado o no es irrelevante, no estoy negociando contigo Severus, aceptaste, tenemos un acuerdo y espero que lo cumplas.
- No quiero hacerlo, ya no puedo más, siento que me derrumbare en cualquier momento y aún falta mucho para acabar.
- Deberás encontrar las fuerzas necesarias, porque todo ya está en marcha, no puedes correr o huir, no de tus propias palabras… no hay nada más que discutir.
Harriet escucho de repente como unos pasos bajaban con rapidez por los escalones, más rápido de lo que creyó, Snape estaba frente a Harriet.
- Escuchando a hurtadillas, Potter- siseo el docente.
- Solo la mitad, señor…- gruño Harriet, olas de ira bañaron su cuerpo al recordar las palabras de la profesora de adivinación, pigmentando irremediablemente su pelo de rojo.
El hombre la miro sin entender, sin abandonar la frialdad que lo caracterizaba.
- Tan arrogante como tu padre…
- Si… pero al menos él mejoró por mi madre… ¿No es eso bueno, señor?, gracias a él pude nacer.
Snape abandono su fachada fría y la miro con un profundo enojo, ojos negros brillando con furia, agarrando con fuerza su varita hasta poner sus nudillos blancos.
- Agradezco que por mucho tiempo me halla protegido, pero ya no necesito más de sus servicios. Debe estar… cansado, señor.
- Potter, cuida tu lengua- siseo Snape, la frialdad que lo caracterizaba se bañó de ira- Los accidentes con varitas son más comunes de lo que crees-
- ¿Harriet? - llamo Dumbledore- Sube por favor, tenemos mucho que hacer.
- Si, director- avanzo los últimos peldaños sin mirar atrás, feliz por poner la mayor distancia con el ex maestro de pociones.
No se molestó en despedirse por pura educación del docente. Los modales básicos con los cuales ella trataba a todo el mundo habían muerto para ese detestable mago de negro.
- ¿Paso algo en las escaleras, hoyuelos? - pregunto Dumbledore al ver las mejillas y el pelo rojo de su nieta.
- No es nada abuelo… solo me topé con el profesor Snape.
- ¿Te trata mal? - sorprendido, Dumbledore alzo visiblemente las cejas.
- Trata mal a cualquiera que no sea de Slytherin, en especial a Neville…- Harriet callo un momento y medito sus palabras siguientes- Abuelo… me entere que Snape conto la profecía a Voldemort. Fue él quien corrió a contarle la mitad de la profecía, ¿verdad? - Harriet comenzó a sollozar- … por su culpa Voldemort se obsesiono con derrotar a quien naciera a finales de julio.
Dumbledore corrió a abrazarla, tan protectoramente como pudo.
- Si… fue él. Planeaba informarte luego… en un mejor momento.
- Ese vil mago detestable, ¡Lo odio!, ¡Todo lo que he pasado lo origino él!, ¡Mis padres murieron por su culpa!
- Si… es un hombre con gran pecado que pagar.
- ¿Es por eso que me cuidaba?, ¿Que me protegía?
Dumbledore no respondió nada.
- No quero nada venido de él… nada.
- Harriet…
Harriet abrazo con mayor fuerza a Dumbledore.
- A veces- dijo Harriet, tragando audible, era un desastre de fluidos lagrimosos- A veces desearía que mamá no se haya enamorado de papá… que papá nunca haya cambiado por ella… y ser desconocidos… así, así jamás habría nacido… así se habría evitado tanto sufrimiento.
- No, Harriet- Dumbledore intento separarse de ella para mirarle a los ojos, pero la bruja abrazo al mago con mayor fuerza.
- Así mamá estaría viva, papá también… Sirius jamás habría sido encerrado en Azkaban ni asesinado por Bellatrix… Cedric habría ganado la copa de los tres magos, se abría librado de la muerte...- Harriet sollozo con fuerza- ¡Abuelo, todo es mi culpa!
Dumbledore ejerció mayor presión y se separó de la pelinegra.
- Harriet, pequeña, nada de lo que ha pasado es tu culpa.
- Murieron por mi culpa- gimió con dolor Harriet.
- No… créeme, no es tu culpa. Tu jamás alzaste tu varita contra a ellos… jamás. Solo un verdadero culpable sabe reconocer a un verdadero inocente.
- ¿Abuelo?... ¿Qué quieres decir? - Harriet se limpió las lágrimas.
- Cada uno tenemos una historia detrás, hoyuelo… Snape no es el único que ha hecho cosas terribles en su vida.
- Tú no podrías haber hecho algo peor que Snape, abuelo- dijo completamente segura.
- Si… si lo hice- dijo Dumbledore, su rostro perdió la alegría que lo caracterizaba.
- No, sea lo que sea, estoy segura que no es tu culpa.
- Igual que tu madre desbordas gentileza, un rasgo que las personas siempre subestiman me temo - Dumbledore le acaricio la cabeza, desordenándole el pelo- Es hora hoyuelos, es tiempo de buscar el Horrocrux... El sitio al cual viajaremos hoy es extremadamente peligroso, te prometí que podrías acompañarme y me apego a esa promesa, pero con una condición: debes obedecer sin cuestionar cualquier orden que te dé.
- Si abuelo.
- Necesito saber que entiendes lo que te digo, si te digo que te escondas, te escondes, si te digo que corras, corres. Si te digo que me abandones para salvarte debes hacerlo.
- Acepto las dos condiciones, la tercera no, no está en juicio si quiera. Nunca te abandonare, abuelo.
Dumbledore suspiro con cansancio.
- Abuelo, eres un gran mago, el mejor… y yo he estado practicando mucho para esto. Los dos saldremos victoriosos de esta guerra. Sé que los magos tienen una larga esperanza de vida… quizá hasta, hasta- Harriet se ruborizo y miro al suelo - Quizá hasta puedas conocer a mis hijos… si todo sale bien hasta puedo colocarle tu nombre… Oh, para eso tendría que elegir uno de tus muchos nombres.
Harriet no pudo evitar reírse de los nervios, una risa que contagio a Dumbledore.
- Eso sería un honor, hoyuelos.
- Y eso no pasara si te abandono. Así que no pienses que te abandonare… eres mi familia, nunca se abandona a la familia.
- Si… - dijo Dumbledore mirándola a los ojos- No se abandona a la familia. Saldremos juntos de esto, pero si las cosas se complican, huye sin mí, sálvate.
Dumbledore explico que usarían la aparición para llegar hasta una playa en Inglaterra, donde tras investigaciones dedujo que Voldemort escondió un Horrocrux en una cueva al cual habían asistido de niño con otros dos huérfanos cuando hubo una excursión…
- Sospecho que Voldemort escondió todos sus Horrocrux en sitios que debieron significar algo… y en objetos específicos de trascendencia emocional que solo él sabe.
- Pero abuelo, creí que no podíamos aparecernos en los terrenos de Hogwarts, que justo por eso se creó una carpa espacial parta que los alumnos de sexto puedan practicar ese tipo de magia.
- Bueno, ser director tiene sus privilegios.
Harriet se carcajeo sonoramente, Dumbledore sonrió achinando sus ojos.
- Bueno, es fantástico ser la nieta del director.
El viejo mago estiro la mano a Harriet y ella la cogió con decisión. Inmediatamente después sintió como un remolino tirara de su ombligo, presionando su realidad, pero antes de siquiera sentirse enferma, sus pies tocaron un suelo rocoso, el frio aire le obligo a abrir los ojos, olio la sal y el viento le despeino el cabello. Se encontraban en la playa más triste que un adulto podría elegir para visitar con huérfanos, ni un árbol en kilómetros, ni un trozo de hierva o arena, sino puras piedras y rocas. La luna y estrellas les dieron la bienvenida.
- Tendremos que nadar hasta esa cueva- apunto Dumbledore con el índice.
El mar era bravo, sus olas furiosas chocaban con el peñasco y rocas, produciendo rugidos constantes, emprendieron un peligroso descenso hacia la orilla por el peñasco donde aparecieron, las olas bañaron la cara los caminantes con pequeñas gotas saladas. Harriet agradeció aprender a nadar por su cuenta después de que Dudley la arrojara a las piscinas siendo solo una niña de seis años.
- Abuelo… no quiero sonar maleducada, pero… ¿Por qué no nos apareciste en la misma cueva?
- Porque la cueva está protegida con múltiples encantos, uno de ellos no permite la aparición en sus terrenos.
- Oh… entiendo, ¿Entonces saltaremos cuando llegáremos a la base del peñasco y nadaremos hasta la cueva?
- Así es.
Cuando el cuerpo de Harriet toco el agua, sus pulmones se negaron a respirar por segundos, el agua estaba tan helada que la pelinegra pensó que se ahogaría, pero al ver avanzar a Dumbledore con diligencia como si fuera más joven, Harriet apresuro su nado para alcanzarlo. Cada brazada era más difícil que la anterior, su cuerpo amenazaba con entumecerse y las olas no ayudaban en nada.
Llegaron tiritando a la cueva, Dumbledore los seco con un simple movimiento de varita, magia no verbal. Harriet se enorgullecía que decir que no le temía ya a casi nada más que perder a sus seres amados, pero a medida que se adentraban en esa cueva, sintió como cada parte de su cuerpo luchaba para no avanzar más, temerosa a la creciente oscuridad, como presintiendo el peligro que aguardaba si seguía adelante.
Caminaron hasta una parte estrecha de la cueva, Dumbledore se detuvo, y comenzó murmurar un lenguaje inelegible, toco la máxima cantidad de paredes rocosas, pasando sus dedos negros sobre la áspera superficie, hasta que al fin se detuvo en una en particular.
- Esta es, la puerta que nos acercará a la cámara final… Mnm, pero que primitivo.
- ¿Qué pasa abuelo?
- Para poder entrar debemos ofrecer un sacrificio… imagino que de sangre- Dumbledore miro la piedra como si se sintiese más decepcionado de Voldemort- Una vez más Voldemort cree que no hay cosas peores que el daño físico.
La idea era debilitar al enemigo para que se rindiera en la búsqueda, cuando Harriet se ofreció para hacerlo, Dumbledore se adelantó a ella, cortando su antebrazo, una luz plateada después el líquido escalara baño la piedra.
- ¡Abuelo! - chillo Harriet asustada, la sangre salía copiosamente y no parecía querer detenerse.
- Tranquila Harriet, es solo un rasguño. Me curare de inmediato.
Y así lo hiso el mago más poderoso del último siglo se curó en un santiamén con un movimiento de varita.
La especie de puerta rocosa que absorbió la sangre desapreció, dando paso a un espacio más oscuro.
- Después de mí, hoyuelos.
A medida que se adentraban Harriet dejo de escuchar las olas, el silencio se instauro como principal acompañante solo interrumpido por las pisadas de los dos caminantes, cada vez más la oscuridad se cernía en todos lados, seria tenebroso e imposible de transitar si no hubieran invocado Lumus con su varita. Caminaron hasta llegar a un enorme lago que parecía no tener fin, a lo lejos una pequeña luz verde espectral era lo único que sobresalía de tanta oscuridad…. Pero a pesar de usar el Lumos, la oscuridad no desaprecia, no del todo, parecía más densa, casi palpable. Sudor frio paso por la nuca de Harriet y se obligó a respirar con normalidad.
El corazón de Harriet latía con miedo a cada paso, casi podía sentirlo en la garganta, no quería acercase a ese lugar, por nada del mundo, la oscuridad no era normal, se sentía mortal, macabra, amanzánate. Abría enloquecido de miedo si Dumbledore no estuviera a su lado.
- Abuelo… ¿Debemos ir hacia ese lugar?
- Si, hoyuelos.
A Harriet le recorrió el cuerpo un escalofrió pensando en nadar en esas oscuras aguas.
- Abuelo… no quiero nadar ahí… se siente como si hubiera algo malo esperará a que me asome para asesinarme.
- Y haces bien- dijo Dumbledore que comenzó a caminar con una mano alzada, como si estuviera buscando algo- Cruzaremos el lago, el Horrocrux debe estar en el medio del lago… pero debe haber forma de llegar ahí, alguna forma con el cual Voldemort pudo cruzar este lago… La pregunta es ¿Qué uso y donde esta?
Dumbledore estiro su mano, como si tocara el aire, hasta que eufórico por encontrar algo invisible al ojo humano, golpeo su varita en una dirección particular, luego de unos segundos Harriet vio como el impasible lago como cristal negro comenzó a moverse, como si algo brotara de las profundidades, una cadena verde salió disparada a la superficie, Dumbledore la cogió con rapidez.
- Debemos jalar la cadena.
Harriet rápidamente le quito la cadena de las manos al anciano y comenzó a jalar con fuerza, pesaba, como si estuviera intentando hacer emerger un-
- Un bote…- jadeo la bruja.
Un pequeño bote no más grande como para caber dos personas, surgió ante ellos, rompiendo la superficie del agua.
- ¿Cómo lo supiste, abuelo?
- La magia siempre deja rastros, sube con cuidado hoyuelos, no toques el agua por nada del mundo.
La bruja obedeció, no hubo que remar porque el bote avanzo solo, impasible, cruzando el lago apenas causaba movimiento, hasta llegar a la fuente de la luz verde, venida desde lo alto de la especie de isla pequeña rocosa, no más grande que la oficina de Dumbledore. A Harriet se le crispo los pelos del cuerpo al llegar, una energía oscura casi palpable despedía desde el centro de la isla. Mago y bruja caminaron hasta ella, topándose con una especie de fuente, parecido al pensadero de Dumbledore, asomaron la cabeza, encontrando una vasija llena de agua color esmeralda, emitiendo la luz verde fluorescente que vieron al llegar a la cámara principal.
Dumbledore quiso tocar el agua de la vasija.
- ¡No lo toques, abuelo!
- No puedo- dijo Dumbledore sonriendo al ver la preocupación amorosa de Harriet- No más de tu.
Sin entender Harriet quiso tocar el agua, pero se topó con una especie de barrera invisible, como aire sólido, que no le permitía tocar el agua, sin importar cuan duro empujara, el escudo invisible nunca cedió.
- Permiso, hoyuelos… el Horrocrux debe estar dentro, debajo de todo el líquido - Dumbledore la alejo unos pasos de la fuente y comenzó a hacer movimientos con su varita, intentando romper la barrera.
Luego de unos minutos, suspiro con cansancio. La barrera seguía igual.
- He probado con todos los conjuros, he intentado mutarla, desaparecerla, separarla, escarbarla, levantada, no puedo obligarla a cambiar su naturaleza… solo me queda una idea.
Con un movimiento ondulante de varita, apareció de la nada una copa.
- Solo puedo concluir que… desaparecerá si es bebida.
- ¿Qué?, ¡No!, ¡No tomaras esa cosa, abuelo!
- Es lo único que queda, hoyuelos.
- Abuelo, ¡Esa cosa verde podría matarte!, no te dejare tomar esa poción.
- No me matara, pequeña- Dumbledore sonrió, intentado trasmitir tranquilidad.
Harriet frunció el ceño con preocupación.
- Estamos hablando de un genocida, abuelo...
- Tan arrogante para creer que es el más fuerte del mundo - Dumbledore miro el agua esmeralda- Quien tomara esta poción no moriría, no inmediato desde luego, estoy seguro que Voldemort lo quería vivió para exigir como había dado a parar con su Horrocrux... Esta poción no me matara.
Harriet quiso replicar, pero Dumbledore la callo con un movimiento de mano.
- Ahora... beber esta poción podría paralizarme, podría olvidar a que vine o podría tener alucinaciones, causarme tanto dolor que suplicaría la muerte la muerte... no debes hacer caso a lo que te diga. Sera tu deber Harriet, que termine toda la poción, aunque tengas que vertérmelo por la garganta a la fuerza, ¿Entendido?
- ¿Por qué yo no? - pregunto enseguida Harriet.
- Porque yo soy más viejo, más astuto y mucho menos valioso.
Harriet rio sin risa, con un nudo en la garganta de emociones.
- No digas eso abuelo, eres muy valioso para mí.
Dumbledore le sonrió con amabilidad, a pesar de que la luz verde de la pócima alumbrara la pequeña isla, los ojos azules del mago seguían reflejando el cielo.
- ¿Tengo tu palabra de que me ayudaras a terminar la poción? - pregunto tan serio como nunca Dumbledore.
- ¿No podría-
- ¿La tengo?
- Si, pero-
- Tu palabra Harriet.
- Yo... está bien, pero...
Antes de que la pelinegra pudiera refutar, Dumbledore bajo la copa al líquido verde, como si la barrera jamás hubiera estado presente, llenando la copa rebosante de pócima.
- A tu salud, hoyuelos- de un trago el líquido de la copa fue bebido.
Harriet contuvo la respiración, temerosa de los efectos, Dumbledore se apoyó a la fuente, el agarro tan fuerte que la punta de sus dedos se volvieron blancos.
- ¿Abuelo?, ¿Abuelos, estas bien?
Pero Dumbledore no respondió, su rostro estaba tenso, como si aguantará en silencio el dolor, no la miro. Volvió a sumergir la copa hasta de rebosar del líquido verde y tomo con rapidez, cuando iba para su cuarta copa colapso, derrumbándose temblando de forma incontrolable en el suelo.
- ¡Abuelo!, oh Dios, ¡Abuelo!, ¿Estas bien?
Tenía los ojos fuertemente cerrados, sudaba copiosamente y no podía dejar de temblar.
-No... ya no quiero más...- su voz sonaba asustada, como jamás había oído Harriet.
Harriet miro perdidamente hacia la ahora cara blanca de quien afectuosamente llamaba abuelo, nariz encorvada, lentes de medialuna y arrugas que había aprendido a amar... y no supo que hacer.
-Mnmn... abuelo... Pero tú... tú me dijiste.
- Ya... ya no más- pido Dumbledore- No más...
Temblando, Harriet tomo la copa con las manos de Dumbledore, quería botar ese líquido y llevarse a su abuelo con madame Pomfrey, pero si lo hacia el sacrificio del viejo mago seria en vano.
-Solo... solo un poco más, abuelo, un trago más.
Asqueada y odiándose por lo que iba hacer, Harriet dio de beber al viejo mago el líquido verde. Dumbledore gimió de dolor, retorciéndose mientras la pelinegra se acercaba a la fuente y llenaba la copa nuevamente.
-No... no quiero- gimió el viejo mago- No.... no puedes obligarme.
- Todo... todo está bien, abuelo- dijo Harriet, agarrando la copa con las manos temblorosas- Esta bien, estoy aquí.
- Que se detenga.... ¡Que se detenga! - gimió Dumbledore.
- Si... si, si... esto será lo ultimo que bebas- Harriet vertió contenido del líquido esmeralda en la boca abierta de Dumbledore.
El mago grito, el sonido hiso eco en todos los alrededores de la cueva.
- No, no, no, no... yo no puedo... no hagas eso, te lo advierto, ¡Detente!
Dumbledore miraba a todos lados, jadeaba de miedo, asustado como nunca antes lo vio, chillando de miedo a cada dos segundos.
- ¡Estas bien, abuelo!, ¡Estas bien! - Harriet lloraba, era la sexta copa de obligaba al anciano a beber- No sé lo que ves, pero no es real, ¿Ok?, nada ocurre, estas a salvo, solo estamos los dos aquí, nadie más.
Harriet dejo la copa en el suelo, limpio las lágrimas de Dumbledore con sus manos, acunando su rostro... parecía un niño asustado.
- Estamos bien, no es real, solo tú y yo estamos aquí, abuelo... no te obligare a tomar más de esa asquerosa poción, ya no más dolor.
La bruja saco su varita, la sujeto con fuerza y la apunto al viejo mago tumbado en las rocas.
"Por favor, por favor, funciona"- pensó Harriet y tomando aire grito.
- ¡Reparifors!
Una luz dorada cubrió a Dumbledore, calmando sus temblores.
- ¡Reparifors, reparifors, reparifors! - grito Harriet el hechizo curativo.
Para poder realizar magia curativa eran esenciales dos cosas: concentración total y donación de grandes cantidades de magia. Harriet lanzo tantos hechizos curativos como pudo, terminando jadeante como si hubiera corrido una maratón, sus pies se tambalearon y se sujetó con fuerza a las rocas.
- Estarás bien abuelo... estarás bien... no te curará del todo... pero te dará un mínimo de alivio- jadeo la bruja.
El viejo mago tenía un mejor semblante, pero mantenía los ojos cerrados, su respiración dejo de ser errática para ser lenta y constante. Harriet sonrío orgullosa, sus hechizos habían funcionado y habían aliviado un poco a su abuelo. Recogió la copa del suelo y camino hasta la fuente, llenando a rebosar del líquido verde
- ¡No me obligues por favor! - grito asustado de repente Dumbledore al ver la copa llena- Dijiste... ¡Dijiste que no me darías más de ese líquido infernal!
Harriet sostuvo la copa con firmeza y le dio a Dumbledore una sonrisa tranquilizadora.
- Así es - Harriet sostuvo la copa con fuerza, su mano comenzó a temblar, el miedo la invadió de repente, pero se obligó a no perder la sonrisa- No te obligare a tomar más de ese líquido... esto- dijo ella alzando la copa- Es para mí.
Y la bruja se llevó el oscuro liquido verde a la boca, bebiendo sin respirar hasta dejar la copa vacía.
Notes:
Miércoles, hermoso miércoles, nuevo capítulo subido…. Si, algo largo. Tuve más tiempo esta semana así que saqué el jugo a las horas.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 53
Summary:
El calvario de la poción sádica, una estrella que se apaga y sed de venganza.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Cuando el líquido bajo por su garganta, Harriet sintió que en cualquier momento moriría de dolor, cada gota se sentía como tragar pedazos filosos de vidrio, cortando su garganta en el proceso, soltó la copa y se apoyó en la fuente, intentando respirar con normalidad, su cuerpo temblaba de forma incontrolable… ¡Y su abuelo había tomado tanto de esa sádica poción!, no había duda que Dumbledore era el mago más poderoso del último siglo.
Temblando, Harriet recogió la copa del suelo pedregoso y lo lleno del líquido verde esmeralda, cuando quiso beberla su cuerpo se paralizo, su mano no avanzo hacia su boca, rehacía a obedecerla, cada centímetro de su ser se negaba a volver a pasar por el dolor que aún seguía sufriendo, uso cada gramo de fuerza de voluntad para llevar la copa a sus labios, vertiendo el líquido en su garganta y beber todo de golpe.
Se arrepintió en el acto.
Grito de dolor, la cueva hizo eco de su dolor. Harriet sentía que no era vidrio lo que bebía sino acido, el estómago el ardió como si dentro suyo habría un incendio, las piernas cedieron contra su peso, derrumbándose contra las rocas, jadeo de dolor, lágrimas y sudor escapaban de ella copiosamente y por el borde de los ojos comenzó a ver sombras.
“No es real, no es real… Solo Dumbledore y yo estamos aquí… esas sombras no son reales”
Dos copas, apenas había logrado beber dos copas y ya quería mandar al diablo la misión, escapar con su abuelo y beber grandes cantidades de agua para aliviar el ardor con el cual quemaba sus entrañas… pero no podía, no cuando la horrible poción poco a poco descendía de volumen al estar bebiéndola. Debía ser fuerte.
Respiro, intentando calmarse, controlarse, pero el dolor seguía presente, volviendo cada cierto tiempo para sumergirla en el mar de dolor, sombras oscuras bailaban en su visión pero ella se negó a verlas.
- Maldición…- jadeo Harriet, sudorosa, limpiándose las lágrimas- ¡Maldición!
Golpeo su puno con la fuente, esperando despertarse de la pesadilla. No funciono, de hecho, el dolor en su mano era tan insignificante que palidecía frente a la pócima.
“Las mujeres tenemos mayor capacidad para aguantar el dolor…”
Harriet lleno la copa, temblaba tanto que apenas pudo llenar la mitad, no quería volver a tomar de la poción, ni siquiera una sola gota.
“Soportamos dolores cada mes…”
Harriet acerco la copa medio llena a su cara, su mano temblaba visiblemente como si tuviera mucho frio, lagrimas escaparon de sus ojos y sus dientes castañeaban de miedo por el próximo dolor que se expondría voluntariamente.
“Las mujeres somos fuertes, tan fuertes…. que solo nosotras… podemos dar vida”
La bruja llevo la copa a sus labios, sus dientes castañearon con mayor fuerza, sollozos escaparon de sus labios.
- Por favor, por favor… tu puedes, toma una copa más… una más… Las mujeres somos fuertes… soportamos el dolor en silencio cada mes… una copa más… una.
Abrió los labios y llorando bebió el líquido.
Su vista se oscureció y la bruja se desmayó.
Cuando Harriet volvió a abrir los ojos, por alguna extraña razón en lugar de ver luz, seguía en oscuridad, intento recordar que había pasado hasta que un grito de dolor la trajo a la realidad.
- ¡No!, no… aléjese, ¡Mátame!, déjalos a ellos y mátame a mi… todo es mi culpa. Todo es mi culpa.
Harriet se levantó de golpe, reconocería ese timbre de voz en cualquier lugar del mundo con los ojos cerrados, aunque sonara tan asustado y adolorido.
- Abuelo… Por Merlín, ¡¿Cuánto has bebido?!, ¡¿Cuándo te has despertado?!
No hubo respuestas, Dumbledore colapso en la fuente, pero se sujetó con fuerza a esta, negándose a caer y volver a perder la conciencia.
- Déjalos… déjalos en paz… ¡Todo es mi culpa! - sollozo Dumbledore.
- Abuelo, abuelo, mírame- Harriet se inclinó para que Dumbledore no tuviera más opción que verla- No hay nadie más aquí… Por favor, por favor, ya deja de beber eso.
Pero Dumbledore la ignoro y temblando volvió a llenar la copa, bebiendo con lentitud.
Grito con dolor palpable, Harriet lloro porque sabía a qué dolor se estaba enfrentando.
- ¡Para abuelo!
- No los lastimes, ¡No los lastimes!... por favor, es mi culpa, mi culpa… lastímame a mí en lugar de a ellos, ¡Mátame!
Dumbledore tenía los ojos fuertemente cerrados, sudaba copiosamente y temblaba de pies a cabeza.
Harriet volvió a lanzar hechizos curativos, pero le faltaba concentración y esperanza, sus hechizos eran como ponerle bandita a una herida sangrante… simplemente insuficientes.
Así que tomo la copa con rapidez y lo lleno de líquido verde, sintió la copa raspar el fondo de la vasija, sin un segundo para pensar en el dolor que le esperaba, llevo la copa a sus labios y bebió con avidez. El dolor no se hiso esperar, la bruja grito como si sus entrañas estuvieran ardiendo al rojo vivo. Todo amenazaba con volverse negro de nuevo, la inconciencia estaba a la vuelta de la esquina, esperándola, mientras como Dumbledore, se agarraba con fuerza de la fuente.
“Duele, duele, duele, duele, duele, ¡Duele!”
Su mente comenzó a jugar en su contra recordándole lo que su cuerpo gritaba a cada segundo, gimiendo de dolor, intentó llenar la copa… faltaba tan poco para acabar la sádica poción… no podía rendirse a esas alturas… pero jamás había ansiado tanto en su vida como abandonar esa misión y dejar el Horrocrux en la cueva. Había llenado la copa, pero su brazo se negó a moverse.
Eso era todo, Harriet Potter no podía beber más.
La pelinegra se puso a llorar con fuerza… y el sonido debió despertar del trance de dolor en el que se encontraba Dumbledore, porque abrió los ojos y le quito la copa, bebiéndolo todo. El mago soltó la copa en el rocoso suelo y callo con fuerza al suelo.
Lo que más alarmo a la bruja fue no escuchar ningún grito de dolor, Dumbledore estaba silenciosamente callado. El miedo apretujo el corazón de Harriet y abandono la fuente para correr al lado de su abuelo.
Lo encontró mortalmente quieto.
- ¡Abuelo! - chillo asustada Harriet.
Harriet intento lanzarle un hechizo de curación, pero había un problema, por más que lanzaba el hechizo nada brotaba de su varita.
Se había quedado sin energía para compartir por tanto dolor, en su cabeza escucho como un eco lejano las palabras de Hermione cuando estudiaban en la biblioteca.
“La razón por la que un mago o bruja sumamente heridos no pueden curarse a sí mismos es por el nivel de magia y concentración. El dolor interfiere con la magia al igual que la concentración, un mago herido solo piensa en el dolor que sufre… es por eso que la mejor sanación será la de alguien con mejor estado que el herido, con conocimientos claros y gran cantidad de magia para compartir”
- No, no, no- gimoteo Harriet asustada al ver que su abuelo no abría los ojos- Abuelo, ¡Abuelo, despierta!, ¡Despierta!
La bruja zarandeo los hombros del viejo mago, lágrimas de puro terror escapaban de sus ojos.
- ¡Abuelo!, ¡Despierta, por favor!, ¡No me dejes!
Cuando Harriet vio que el pecho de Dumbledore volvía a moverse, respirando nuevamente, lloro de alivio.
- Abuelo… abuelo… me, me asustaste- el llanto de la pelinegra fue acompañado con hipo, dificultándole el habla- Creí… creí… ¡Ay, abuelo!
La bruja abrazo al mago, temblando… el mago no pudo devolverle el abrazo, demasiado débil como para levantar el brazo.
- Agua…- susurro Dumbledore- Hoyuelos… a… agua.
- Agua… ¡Agua!, ¡Entendido!, espera un momento por favor.
Harriet corrió a la fuente, la vasija ahora vacía revelaba un relicario, la bruja lo guardo en el bolsillo de sus jeans y lanzo el hechizo Aguamenti, llenando parcialmente la vasija… pero cada vez que intentaba llenar la copa con el trasparente líquido, este desaparecía inexplicablemente de la copa.
- Harriet…- la voz de Dumbledore sonaba más débil que antes.
- Si… espera un momento más abuelo, por favor, algo extraño sucede, pero lo resolveré… ¡Aguamenti!-
Lanzo el hechizo de forma correcta, la vasija se llenó de agua pura, pero por más que Harriet intentaba cogerla, esta desaparecía de la copa.
- ¡Aguamenti!- grito con rabia, la vasija se rebalso de agua pero la copa seguía vacía.
La bruja miro con enojo la fuente, era como si algún hechizo impidiera que el cazador del Horrocrux pudiera beber agua pura, para matarlo lentamente de deshidratación. La poción le dejo la garganta seca… no podía si quiera imaginar cómo estaría sufriendo Dumbledore.
- A… a… gua.
Harriet debía conseguir agua, de cualquier forma, a cualquier costo en ese preciso instante… y solo había una forma.
El oscuro lago cual cristal negro.
- A... gua.
Con el corazón rebotándole en la garganta, Harriet avanzo a la orilla de la pequeña isla, estiro la mano al lago y lleno la copa, para su alivio, el agua de la copa no desapareció. Entusiasmada, regreso en sus pasos cuando de repente cayó al suelo rocoso, rapándose las rodillas y manos, la copa yacía vacía y el agua se drenaba por las rocas. Confundida y temerosa busco con la mirada que le hiso tropezar.
Su grito de terror resonó por toda la cueva.
Una criatura de piel enfermizamente blanca, con forma humana pero solo esqueleto y piel putrefacta con ojos nublados, uno de sus ojos colgaba de su cara deforme, el poco pelo que poseía se le pegaba a la cara como una segunda piel, piezas dentales incompletas, lengua colgada en estas, la tenía cogida por el tobillo.
- ¡Sectumsempra! - chillo la bruja apuntando su varita a la oscura criatura.
Libre, se paró con el corazón latiéndole a toda carrera, escucho sonido de chapoteos acercándose a la pequeña isla, el sonido venia de todos lados, apunto con su varita con un Lumus previo hacia donde venía el sonido, más criaturas surgían del oscuro lago, desesperada por la cantidad y poca visión, Harriet lanzo un Lumus Máximo al cielo. Sintió el corazón paralizarse de miedo al verse rodeada de ellos, decenas, y decenas de ellos brotaban del lago, su amenazadora presencia no parecía tener fin.
- Inferi…- jadeo horrorizada Harriet, eran demasiados… el miedo trepando por todo su cuerpo.
Grito hechizos de defensa, pero por cada criatura que derrotaba otras más la reemplazaba, sus esfuerzos de luchar uno a uno parecían vanos.
- Harriet…- escucho Harriet en medio de sus hechizos la débil voz de Dumbledore- Harriet…
Al girar a su dirección vio como una de las criaturas estaba demasiado cerca de él, estriando sus podridos dedos.
- ¡Sectumsempra! - grito con rabia Harriet.
Por su vista lateral vio como otros seres trepaban la orilla acercándose a ella.
Estaban rodeados por los inferi que solo parecían multiplicarse, salidos de las profundidades del lago.
- ¡Desmaius!, ¡Desmaius!, ¡Expelliarmus!, ¡Sectumsempra!
No importaba cuantos hechizos lanzara, las criaturas estaban tomando el control del terreno.
- Harriet...- volvió a llamar Dumbledore.
La bruja estaba tan ocupada, lanzando la máxima cantidad de hechizos posibles para frenar el avance de esas criaturas, que no se percató de que Dumbledore no le pedía que lo defendiera, sino que le alcanzara su varita, arrojada a unos centímetros de su lado, tan cerca del mago, pero demasiado débil como para moverse a ella.
- ¡Desmaius!, ¡Expelliarmus!, ¡Petrificu-
Pero las criaturas no le dejaron terminar el hechizo, arrastrándola al lago. Harriet intento defenderse, pero por cada monstruo que vencía aparecían más arrastrándola al lago.
- ¡Suéltenme! - grito Harriet, retorciéndose, intento ver a su abuelo, pero eran tantas las criaturas que se encontraban en la pequeña isla que no pudo ver nada más que sus putrefactos cuerpos.
Harriet luchaba por zafarse, daba codazos, golpeaba con su puño a los rostros y cuerpos deformes, pero ya la habían arrastrado a las orillas del lago, cuando fue metida a este, la pelinegra lucho con mayor ansiedad para salir a la superficie. Un par de las criaturas la tenían agarrada por los hombros y los pies, arrastrándola a las profundidades… se quedaría sin oxígeno pronto… moriría ahogada y seria otra de los cadáveres protegiendo la fuente.
Hasta que algo extraño sucedió, una de las criaturas de pesadilla comenzó a pelear con las quien la tenían prisionera y aunque la pelinegra no entendía ese cambio, ayudo al inferius a vencer a los esqueletos con piel, lográndolo con mucho esfuerzo. Cuando fue libre, Harriet miro con detalle a su salvador, él a comparación de otros inferi conservaba facciones más humanas, abundante pelo negro, rostro completo y ojos más oscuros que de los demás monstruos, incluso vestía una túnica negra… podría pasar como un mago cualquiera sino fuese por lo hinchada de su piel a causa del agua, de hecho, su rostro aristocrático que en el pasado debió de ser hermoso de finas facciones se parecía un a-
“Sirius…”, pensó Harriet conmocionada sin importarle que el oxígeno se le acababa peligrosamente.
El cadáver le sonrió y le devolvió la varita que se le cayó luchando con los monstruos descompuestos y antes de poder pensar algo más, ambos vieron como de repente la oscuridad era cortada por luz naranja en la superficie, bolas de incandescente luz penetraron el lago como meteoritos, atacando a los inferi que huían de estas nadando velozmente a las profundidades del lago. El único que no huía era su salvador con apariencia demasiado humana, de hecho, alzo las manos, como si esperara que el carmesí y oro lo tocara, mientras sus iguales huían el ansiaba la luz, y cuando esta lo toco, su salvador cerro los ojos con una sonrisa, deshaciéndose en diminutas motas de polvo calcinadas.
Sin tiempo para pensar, Harriet se apresuró a nadar a la superficie, lo que vio la hizo derramar lágrimas en su mojado rostro, era Dumbledore quien había lanzado un poderoso hechizo de fuego, movía el brazo en grandes círculos y el fuego lo obedecía como una mascota, creando un gigantesco anillo de fuego que alejaba a todas las putrefactas criaturas cadavéricas de la isla pequeña.
El fuego ondeaba con sus movientes, obedeciéndolo, la fuerza del fuego le desordenaba la túnica, el cabello y la barba del mago… aun así, Harriet nunca lo había visto más esplendoroso, brillante, grandioso que en esa ocasión.
Ese era Albus Dumbledore, el mago más fuerte de la de historia, que aun en su estado más débil era capaz de lanzar poderosos hechizos.
Harriet se apresuró a retornar a la orilla y corrió hacia él.
- Hoyuelos- la voz Dumbledore era débil, como si hubiera gastado todas sus fuerzas en el magnífico hechizo, alarmando a Harriet- Hoyuelos… vámonos de aquí.
Ambos caminaron a la orilla y subieron al bote, Harriet salto a ayudar a Dumbledore, que se tambaleaba peligrosamente. Ya sentado, Dumbledore ordenó al fuego dejarlos transitar por el lago, este se separó obedientemente en dos grandes columnas de fuego, a Harriet le recordó a un pasaje de la biblia, cuando Moisés abría el mar en dos para escapar del faraón.
En bote se movió solo, Dumbledore se veía tan pálido como las criaturas que dejaban atrás y demasiado callado, asustando más a Harriet.
- Todo está bien abuelo, pronto saldremos de aquí… todo está bien… aguanta un poco más.
Llegaron a la orilla, Dumbledore bajo el brazo que sostenía su varita y el fuego desapareció, saliendo del bote a duras penas con ayuda de la pelinegra.
Ninguna criatura de pesadilla los siguió.
- Todo estará bien abuelo… nos recuperaremos… todo saldrá bien- dijo Harriet cargando el mayor peso de Dumbledore, colocando el brazo sano alrededor de sus hombros, caminando de regreso por la cueva.
Caminaron hasta que una enorme roca corto su camino.
- Es la puerta… se… se debió sellar… de nuevo. Harriet… pásame… tengo… tengo un cuchillo en mi túnica… bolsillo derecho…
- No hables abuelo, ahorra energía. No necesitamos un cuchillo, esta vez yo daré mi sangre, tengo unos cortes cuando luchaba con los inferi que me arrastraron por las piedras filudas al lago.
Harriet salpico su sangre a la roca y esta acepto el sacrificio, desapareciendo en el acto. Jalo al mago y caminaron abandonando el oscuro recinto.
- Todo estará bien abuelo… falta poco- dijo Harriet repetitivamente- Solo un poco más… solo debemos nadar y salir de la cueva… Todo saldrá bien.
Dumbledore, quien no había hablado todo el camino, abrió la boca, su voz, apenas audible llego a los oídos de Harriet en medio del silencio mortal.
- No… no estoy preocupado- a esas alturas su voz era apenas un susurro- Estoy… contigo.
Harriet soltó un gemido de dolor silencioso mientras sus lágrimas escapaban copiosamente de sus ojos.
Se decía que, en momentos de máximo estrés, el cuerpo funcionaba de maneras misteriosas, en peligro mortal el cuerpo liberaba adrenalina que era capaz de proezas increíbles, súper fuerza, inteligencia y velocidad. Algo así le sucedió a Harriet cuando su mente hiso clic y un pensamiento vino como un tren a toda velocidad.
La bruja tomo una respiración profunda y grito.
- ¡¡Dobby!!
A veces las grandes desgracias comienzan con un simple suceso, en el caso de Draco Malfoy todo comenzó con dos órdenes, que debía cumplir por supervivencia, aunque se rompiera en el proceso… por supervivencia de su familia y la suya.
Con una respiración temblorosa, Draco pronuncio.
- Armonia nectere pasus.
Luego de unos segundos escucho voces dentro del armario, ese viejo pedazo de madera que sería la perdición de Hogwarts.
Él era egoísta, protegería el bienestar de sus padres por encima de todo…. Hogwarts podía arder con sus estudiantes dentro y a él no le afectaría.
Draco debía creer eso.
Pero entonces, ¿Por qué escapaban lágrimas de sus ojos?
Pasos y voces lo devolvieron a la realidad, el sonido aumentaba dentro del armario, acercándose a gran pisa. Draco huyo fuera de la sala de menesteres y lanzo un hechizo que había estado practicando, un hechizo rastreador.
- Llévame donde esta Albus Dumbledore.
Elfos domésticos, los mas subestimados seres mágicos capaz de trasportase sin límites, seres humildes que Harriet estaba segura que Voldemort también subestimaría, no molestándose en crear una barrera mágica especial para ellos.
El aire se enrosco en sí mismo y de repente Dobby apareció ahí, vestido con un montón de gorros que Hermione había insistido en hacer a mano para liberar a los elfos domésticos de Hogwarts, pero estos lo habían visto como un insulto, rehusando a limpiar la sala común de los Gryffindor, fue Dobby quien se encargó de recolectar y vestir los tejidos hechos a mano. Al verlo vestido de forma tan estrambótica, Harriet habría soltado una carcajada sino estaría en esa la situación de pesadilla al tener a Dumbledore a su lado con una respiración débil.
- ¡Harriet Potter! - chillo Dobby asustado, Harriet debía verse terrible como para que el elfo reaccionara así- ¿Qué paso?
- Es una larga historia, Dobby, prometo contarte luego, pero ahora debes ayudarnos trasportándonos al castillo.
- A… a… a la torre de astronomía- gimoteo Dumbledore.
- ¡No!, ¡Abuelo, debemos ir a la enfermería!, ¡O a San Mungo!
- No… no…- el mago abrió los ojos y miro al elfo- Dobby, por favor… a… la… torre-
Dobby chillo de miedo al ver tan débil al mago y obedeció a pesar de las negaciones de Harriet. En un parpadeo llegaron a la ventosa torre de astronomía.
- Bien… bien hecho, Dobby… bien hecho… Ahora ve a dormir… no le digas a nadie lo que viste hoy… a nadie.
El elfo obedeció desapreciando con un Plop en el aire.
- Abuelo, ¡Debemos ir a la enfermería!
- No… Severus.
- ¿Severus? - Harriet gruño el nombre, recordando el odio recién adquirido por ese mago.
- Trae a Severus aquí… Harriet.
- ¡No, abuelo!, ¡Snape no!, debemos ir con Pomfrey ahora mismo.
- Harriet Potter… busca a Severus Snape ahora mismo.
Su abuelo jamás la había llamado con su nombre completo, de forma tan seria y distante… no al menos desde el torneo de los tres magos… escucharlo llamarla de manera tan formal la hiso encogerse en sí misma, el mago estaba completamente serio que no dejaba espacio para discusiones.
- …A… abuelo…
El mago no respondió, pero la miro fijamente, sin parpadear. Su voluntad pese a su debilidad no retrocedió ni un ápice.
- Despiértalo… - continuo Dumbledore- Dile lo que ocurrió… tráelo aquí.
- Abuelo… Snape es-
- Tráelo, ahora… no hables con nadie más… Severus, Harriet, tráe a Severus.
Mordiéndose las mejillas internas, Harriet obedeció al mago que se hallaba tan débil que estaba casi echado en el piso, apoyado a una columna de la torre.
- Esta bien, abuelo… Hare lo que pides, espérame aquí un momen-
Harriet no termino de completar su frase al escuchar como explosiones y gritos resonaban en Hogwarts, paralizándola de miedo… como si bajo sus pies se desarrollara una pelea, de la nada la puerta principal de la torre de astronomía había sido abierta y alguien subía corriendo los escalones.
- ¿Qué?... ¿Qué está pasando abuelo?, ¿De quién fue ese grito?, ¿Quién está subiendo la torre?
- Hechizo rastreador- jadeo Dumbledore, obligándose a sentarse al lado de la columna.
- ¿Hechizo rastreador? - confundida pregunto ella- ¿A quién quieren encontrar?
Ambos vieron pequeñas chispas doradas mas pequeñas que un grano de arena, que brincaba al lado de Dumbledore
- A mí- dijo el viejo mago sin un ápice de duda.
Otro grito resonó en el aire seguido de más explosiones alertando a Harriet. Con gran esfuerzo, Dumbledore se puso de pie, apoyándose en la columna para que soportase todo su peso.
- Pero, ¿Qué está pasando?, Hogwarts es el lugar más seguro del mundo… no entiendo abuelo… ¿Quiénes están luchando abajo?, ¿Quién te buscaría a estas horas…? Y ¿Por qué?
- Rápido, escóndete Harriet- ordeno el mago.
- ¿Qué?, ¿Esconderme?, ¡No! - chillo la bruja, indignada.
- Escóndete abajo, ve por la escalera secundaria, no hables ni te dejes ver por nadie… pase lo que pase es imperativo que te quedes abajo.
- Ni siquiera lo pienses abuelo… hay una pelea bajo nuestros pies, no te dejare solo, además estas muy débil.
- Has lo que te digo, Harriet.
- No te dejare solo, abuelo. Por favor, por favor, déjame quedarme a tu lado, ¡Si es un enemigo lo enfrentaremos juntos!
Dumbledore la miro fijamente mientras el frio viento nocturno les revolvía el pelo y la ropa.
- Lo lograremos juntos abuelos, ¡Juntos!
Los pasos sonaron más cercanos, alertando a Harriet quien se colocó detrás de Dumbledore, con la varita agarrada firme a su mano.
- Estaremos bien, abuelo. Bien.
- Lo sé, hoyuelos, lo se…perdón por esto.
Antes de que la pelinegra pudiera siquiera girar, sintió como era levantada varios centímetros en el aire y trasportada hacia el penúltimo piso de la torre de astronomía, por la escalera secundaria que su abuelo pidió esconderse, una vez ahí sus pies tocaron el suelo, pero ella no podía moverse ni hablar, solo estar quieta, oculta entre las sombras.
“¡No!, ¡Abuelo, no!”-chillo Harriet en su mente, impotente.
- Me temo, hoyuelos, que hay cosas que uno debe hacer solo… y este es el caso. Te quiero a salvo. Gracias por ser mi nieta por seis años, fue un honor.
“¡Abuelo!, ¡No te atrevas a despedirte!, ¡No!”
El viejo mago veía a través de los espacios de los tablones de madera que conformaban el suelo de la torre de astronomía, a la paralizada joven bruja, ojos abiertos a mas no poder, mejillas y cabello rojo fuego.
- Esa poción… digamos que no era muy saludable… si… no me encuentro con todas mis fuerzas, pero estaré bien, sea cual sea el desenlace. Viví una larga vida, hice más amigos de lo que mi yo más joven podría soñar… también cometí grandes errores, que a pesar de los años aun me pesan.
El invasor de la torre se oía cada vez más cerca, la pelea parecía casi pareja abajo, pero Dumbledore no paro de hablar.
- En caso de que lo peor ocurra, necito que sepas… que… cuando te vi por primera vez, en tu primer año, tan pequeña, la mas pequeña de todos los alumnos, un instinto que permaneció largamente dormido en mi despertó, protección hacia una bruja indefensa… lamento haberte enterado tarde que tus tíos y primos hacían de tu vida un infierno. La única razón de entregarles tu custodia fue porque Petunia era la hermana de tu madre, mientras vivieras en esa casa muggle estarías protegida con la sangre de tu madre que aún vivía en la de tu tía… Te expuse al dolor y peligro desde antes de Hogwarts, lo siento mucho.
“¡Deshaz el hechizo!, ¡Deshazlo, abuelo!”
- Cuando me enteré que escapaste de esa casa, me sentí orgulloso y preocupado al mismo tiempo… quizá no tengamos la misma sangre, pequeña hoyuelos, pero nunca dudes que eres una Dumbledore de corazón.
El invasor ya estaba cerca, Harriet podía sentir su presencia en el antepenúltimo piso.
- Te quiero hoyuelos… se fuerte y valiente, mi pequeña nieta- dijo sonriendo Dumbledore, mirando al suelo entre los espacios de tablas, a una pequeña bruja pelirroja- Reitero, ha sido todo un honor ser tu abuelo.
“¡¡Abuelo!!”- chillo en su mente y pese al hechizo, comenzó a llorar copiosamente sin hacer ruido alguno- “¡No te despidas, estarás bien!, ¡Estarás bien!”
Pronto el intruso llego al ultimo piso de la torre de astronomía, con ello se llevó toda la atención del viejo mago, un Slytherin que apuntaba su varita hacia el corazón de Dumbledore.
Era Draco Malfoy.
- Buenas noches Draco- dijo Dumbledore con voz amable- ¿Qué te trae aquí en esta bella noche de primavera?
- ¿Con quién está?, ¡Lo escuche hablar! - grito Malfoy, completamente tenso, sin dejar de apuntar su varita al viejo mago.
- Suelo hablar solo en voz alta- resto importancia, Dumbledore- ¿Alguna vez te has hablado a ti mismo, Draco?
Harriet presencio lo que ocurría por las rejillas de los tablones de madera, a duras penas podía ver la expresión de Malfoy, notando cambios que había pasado por alto, el mago rubio había bajado drásticamente de peso, volviéndolo más anguloso, ojeras contantes se asomaban bajo sus ojos y el color de su piel era tan pálido como los horribles inferí que habían enfrentado en la cueva pedregosa.
- Draco… tú no eres un asesino- dijo con lentitud Dumbledore.
- ¡¿Cómo sabe lo que soy?!... he hecho… cosas horribles- Malfoy pronuncio con dificultad.
- ¿Cómo maldecir a Katie Bell, esperando a la vez que ella me entregara un collar maldito?, ¿Cambiar una botella de agua miel por una adulterada con veneno? - bufo Dumbledore- Perdóname Draco, pero pienso que esas acciones fueron tan débiles que no las hiciste de corazón.
- ¡El confía en mí! - grito colérico, Malfoy.
Con desesperación, el mago rubio enrolló su ropa, rebelando una marca negra en su antebrazo, casi resaltando en la pálida piel, la marca tenebrosa.
- ¡Fui elegido!
Abajo, la pelirroja bruja escuchaba a la perfección la conversación, abría gritado en otras circunstancias sino estuviera inmovilizada, ¡Sus sospechas fueron siempre reales!, ¡Draco Malfoy se había convertido en un Mortífago!, ¡Y planeaba acabar con su abuelo!
El rostro del sabio viejo mago se torno serio a la luz del nuevo descubrimiento, viendo casi con pena al joven rubio.
- Déjame facilitártelo- Dumbledore saco su varita.
Pero el rubio lo desarmo con mayor rapidez. El anciano estaba demasiado débil como para tener los mismos reflejos que antes… la varita voló a manos del joven mago.
Si fuese una ocasión normal, en circunstancias tranquilas, Malfoy hubiera notado un muy ligero dolor en el dedo izquierdo, algo que repercutiría en el futuro de los presentes.
- Muy bien…- celebro Dumbledore, como si lo elogiara por hacer una tarea particularmente difícil, pero con la vista clavada en su varita, percatándose de algo que solo los ojos bien entrenados podían hacerlo- Muy bien.
De repente se escuchó como gran parte de la lucha aminoro el estruendo, como si el grupo de invasores se dividiera y parte de estos se dirigiera corriendo a la torre de astronomía.
- ¿Cómo? - pregunto Dumbledore mirando hacia donde venia el ruido, mirando unas escaleras aun vacías- ¿Cómo lograron burlar mis barreras?, puse mas seguridad este año que en cualquiera de los anteriores.
- Armario evanescente- dijo Malfoy apuntando con dos varitas a Dumbledore- Una escondida en la sala de menesteres.
- ¿Y su gemelo?
- En Borgin and Burkes… forman un pasaje… todo ocurrió bajo sus narices.
- Que ingenioso- aunque Dumbledore elogio al mago, su rostro mostraba preocupación genuina… si tan solo habría estado mas presente en el castillo… si tan solo habría escuchado más las preocupaciones de su nieta… entonces, tal vez, nada de eso habría pasado.
Dumbledore abandono la columna en el cual se apoyaba dar un paso más cerca de Malfoy.
- Hace años- comenzó a relatar el viejo mago- Conocí a un joven que tomo muchas decisiones equivocadas… Malfoy, permíteme ayudarte.
- ¡No quiero su ayuda!, ¡¿Qué no lo entiende, estúpido anciano?!, ¡Debo hacerlo! - Malfoy se oía temeroso y asqueado al mismo tiempo- ¡Debo matarlo!... o él los matara… o él me matara.
- Pero, tienes miedo muchacho… quitar una vida no es tan fácil como pensabas, ¿Verdad?
Dumbledore retrocedió hasta apoyarse sutilmente en la columna de la torre, sus piernas estaban demasiado débiles para cargar su propio peso. Por la escalera principal observo como cuatro personas entraban a toda prisa.
- Vaya… ¿Qué tenemos aquí? - dijo Bellatrix siendo la primera en llegar al último piso de la torre.
La bruja de pelo ondulado negro lucia complacida al ver la escena, su sobrino había desarmado al mayor oponente de su líder, apuntándole con dos varitas.
- Bien hecho, Draco- dijo Bellatrix dándole un beso en la mejilla.
- Buenas noches, Bellatrix… esto amerita presentaciones, ¿No lo crees? - dijo Dumbledore.
- Me gustaría, Albus- respondió con voz sedosa Bellatrix- Pero me temo que no tenemos tiempo… Hazlo, mi querido sobrino.
Pero el joven mago rubio solo podía respirar pesadamente, sus manos temblaban visiblemente.
- No tiene las agallas… igual que su padre- dijo un hombre alto de aparecía musculosa.
- Greyback, no puedo decir que sea un gusto tenerte aquí… Es increíble que Draco te haya dejado entrar a la escuela, lugar donde están muchos de sus amigos.
- ¡Yo no sabía que vendría! - se defendió Malfoy.
- Así es, yo me ofrecí como voluntario al asalto a Hogwarts, aquí hay tantas gargantas jóvenes que destrozar… ¿Por cierto, donde esta tu bonita nieta, viejo?, la garganta mas hermosa… apuesto que quedaría preciosa con mordidas y sangre.
“¡Inténtalo maldito, quizá muera, pero no sin antes daré la paliza de tu vida!”- grito en su mente la pelinegra de ojos verdes.
Harriet se sintió tan molesta y asqueada que se perdió la reacción de su abuelo y Malfoy ante las palabras del hombre lobo, viéndolo con repulsión.
- El niño Malfoy no puede hacerlo- sonrió Greyback, mostrando sus dientes amarillos- Déjame hacerlo a mi manera, déjame romperlo en pedazos.
Por primera vez, Dumbledore lucio temeroso frente a ese destino, ser destrozado por un hombre lobo y morir con una agonía de dolor, lentamente, hasta que la sangre deje de escapar por su cuerpo lleno de mordidas le empalideció aún más el rostro.
“¡No!”- chillo Harriet que comenzó a intentar romper el hechizo paralizante de su abuelo a por pura fuerza bruta mágica- “No, no, no, no”
- No- impuso su palabra Bellatrix- El señor tenebroso dijo que mi sobrino debe hacerlo, ¡El tendrá ese honor!
Con alegría Harriet vio como los dedos de su mano se libraron del hechizo… pero era tan poco su avance, tan poco para ayudar a su abuelo que estaba rodeado de Mortifagos… si tan solo hubiera miembros de la orden para ayudarlo… pero todos estaban abajo, peleando con otros invasores… De nada le servía mover la mano, su boca seguía paralizada… ¡Si tan solo fuera mejor en romper hechizos!, ¡Si tan solo fuera mejor en hechizos no verbales!
Estaba tan molesta consigo misma que su cabello rojo empezó a arder, con toda la ira que sentía, como una vela en la oscuridad… ¡Quizá eso podría servir de distracción con los Mortífagos y su abuelo podría aprovechar la distracción para recuperar su varita!
Pero antes de siquiera emitir un mayor brillo, Harriet sintió que alguien le tapaba el cuerpo con una pesada tela negra, dejando solo un pequeño espacio libre para el rostro de la joven bruja. Cuando Harriet enfoco al culpable de frustrar sus planes se topo con el profesor Snape.
- Shhhh- susurro él con la varita en alto.
Harriet lo vio con los ojos abiertos de sorpresa, ¡Un miembro de la orden!
“Ayude a mi abuelo, ¡Por favor!”- chillo Harriet mentalmente, rezando para que el mago entendiera la situación.
El hombre asintió con la cabeza, no sin antes cubrir los mechones rojo fuego que escapaban de la tela negra con la que la oculto, dejándola de vuelta oculta en las sombras. Por un momento antes de alejarse, el mago giro hacia Harriet, por un momento su fría expresión siempre acompañada de desdén no estaba presente en su rostro… por un momento dejo de ser su amargado profesor de pociones, por un momento dejo de ser el delator espía de Voldemort y se convirtió solo en un hombre; un hombre con una triste expresión en la cara.
“¿Qué…?”
Pero el mago ya estaba en camino hacia las escaleras para subir al último piso.
- Este es tu momento Draco, hazlo- ordeno Bellatrix- ¡Adelante Draco!, ¡Ahoraaa!
Malfoy se veía tan asustado, ya no estaba pálido sino verde, su respiración era temblorosa, sus rasgos tensos como una cuerda y su cuerpo temblaba… sabía que debía hacerlo, pero… no podía, ¡No podía!
- No- se escuchó como un gruñido bajo, una voz tan fría que el dueño solo podía ser una persona.
- Severus…- dijeron los Mortífagos.
A Harriet el corazón le martilleaba tan fuerte que sintió que se escaparía por su garganta, ¿Podría el profesor Snape enfrentar a tantos Mortífagos a la vez?, supuso que el único que escuchaba el latido furioso de su corazón fue Dumbledore, porque fijo su vista en ella.
- Severus- pronuncio audiblemente Dumbledore, que para esos momentos ya apoyaba todo su peso en la columna de la torre, sus piernas no podían dejar de temblar, pero la túnica ocultaba su debilidad y el estómago le ardía como si se incendiase por dentro.
Su voz capto la atención del ex profesor de pociones, que se encontraba mirando las ranuras del suelo de madera, viendo apenas a Harriet.
Todos los magos y brujas presentes lo vieron con atención, esperando su siguiente movimiento… ¿A que amo entregaría su lealtad el hombre que siempre vestía de negro?
- Severus… por favor- susurro Dumbledore, quien ya no tenía energía para nada.
A Harriet se le paro el corazón de miedo, era la primera vez que oía suplicar al viejo mago…. ¡Su condición debía ser peor de lo que creyó como para pedir ayuda!
El mago nombrado avanzo hasta el viejo director, su aura era tan cargada de rabia que los Mortífagos se apartaron de su lado, dejándole el camino libre. Mostrando los dientes, como un animal rabioso, alzo su varita y grito con el mayor asco posible.
- ¡Avada Kedavra!
El tiempo pareció relanzarse para Harriet, quien vio salir de la varita de Snape la horrible luz verde y darle de lleno en el pecho a Dumbledore, el impacto hiso que el viejo mago saliera volando del último piso de la torre y callera en picada desde lo alto. Lo ultimo que vio de él antes de caer fue su estrambótica alegre túnica de colores, su larga barba y blanquecino pelo.
Todo se volvió difuso para ella, no grito a pesar que el hechizo de su abuelo había desaparecido, en algún momento había caído al suelo sin hacer ruido alguno, en algún momento escucho gritar de alegría a Bellatrix y lanzar la marca tenebrosa al cielo, en algún momento los Mortífagos junto con Malfoy habían bajado a toda velocidad ignorándola por estar oculta entre las sombras, en algún momento oyó a Malfoy arrojar la varita de su abuelo cerca suyo y ella, como un acto de reflejo ella lo había alcanzado, abrazando el pedazo de madera cera a su corazón.
- No…- susurro ella- No… esto… esto es un sueño… un sueño. Dumbledore… no puede- Harriet jadeo por aire, se le dificulto respirar con normalidad, estaba llorando copiosamente, inundando su visión con lágrimas, temblaba como si estuviera ahogándose- No puede ser… no… no… no...
Volvió en si al oír las puertas de la torre cerrándose, ¡Los Mortífagos estaban escapando!
Se arrancó la tela negra del cuerpo, guardo la varita de su abuelo en el bolsillo oculto de su suéter y casi voló bajando las escaleras de tres en tres para perseguir a los Mortifagos. Corrió y corrió ignorando todo lo que sucedía a sus alrededores, con la atención fija a un solo punto y tratando de esquivar los ataques que aun continuaban en el primer piso, ignoro los gritos que la llamaban para que no corriera al bosque prohibido, lugar por donde escapaban el enemigo… pero ella no era la de siempre, era pura rabia, ira, enojo, una bruja con rastros de lagrima en la cara y el pelo rojo cual fuego… una bruja con un solo objetivo en mente: Venganza.
Para las personas presentes en el furor de la batalla que la vieron correr como un furioso rayo rojo, ella no parecía humana, ni bruja… parecía una deidad sedienta de sangre, la diosa de la guerra persiguiendo a sus presas.
Las piernas le ardían, el aire le raspaba la garganta, sus pulmones apenas podían soportar su feroz carrera, pero ella no aminoraría su ritmo hasta alcanzarlos. Jadeante e imparable, corrió y corrió sin importarle la desventaja numérica a la que se enfrentaría, la ira cegó cada pensamiento razonable en su mente… Sentía que una parte suya había muerto y la otra anhelaba el frio abrazo de la muerte, prefería no sentir nada a sufrir tanto dolor, sentía como una mano invisible había cercenado su corazón… quería morir y alcanzar Dumbledore donde sea que acabara la vida y empezara la muerte.
Pero antes de eso mataría al asesino se Dumbledore.
Cuando por fin diviso al grupo de Mortifagos que huían a toda prisa de Hogwarts, pasando por la cabaña de Hagrit. Harriet grito, con toda la rabia que sentía raspando su garganta, su voz era más animal que humana.
- ¡¡Snape!!, ¡¡El confiaba en usted!!
Snape y Malfoy giraron hacia su dirección.
Cuando Harriet estuvo más cerca del grupo de Mortifagos, pudo ver que intentaban hechizar Hagrit, el gigantesco hombre intentaba defenderse, los hechizos no le hacían tanto efecto gracias s su genética y piel dura, pero estaba sangrando por la mejilla.
La loca Bellatrix, enfadada por no provocarle el daño esperado comenzó a incendiar la cabaña, Hagrit grito, dando alaridos de preocupación pura: su fiel amigo perruno aún estaba dentro de la cabaña.
- ¡No tienen corazón!, ¡No tienen corazón! - grito Hagrit, malherido- ¡Basta!, ¡Por favor!
- ¡Traidor! - rugió Harriet, para hacerse escuchar mientras los Mortífagos peleaban contra Hagrit, colérica al ver a Fang en peligro… todo era culpa de Snape- ¡Traidor!
Malfoy la veía sin comprender como la pelinegra pudo enterarse tan rápido de todo, pero Snape lo obligo a correr fuera de las protecciones y huir con los Mortífagos. Obedeció, aun aturdido por los últimos sucesos…. Nunca había visto los ojos esmeraldas tan furiosos, ansiando sangre, ni siquiera cuando se enfrentaron el baño abandonado del segundo piso.
- ¡Stupefy!
Lanzo Harriet, pero Snape esquivo con maestría.
- ¡Expeliarmus! - chillo Harriet sin dejar de apuntar al mago- ¡Petrificus totales!, ¡Confundus!
Pero Snape siguió esquivando cada uno de sus hechizos.
Gruñendo, Harriet apunto a la cabeza del mago y grito.
- ¡Engorgio!
Con un movimiento de varita, Snape invoco un escudo que lo protegió del ataque, magia no verbal.
- ¡Pelee, cobarde! - grito Harriet acercándose cada vez más a Snape- ¡Pelee!
La magia no verbal requería concentración, pero Harriet estaba demasiado fuera de sí, colérica al notar que el hombre solo repelía sus ataques. La joven bruja alzo su varita para seguir atacando a Snape, cuando de repente un rayo rojo le dio de lleno, mandándola a volar al césped, provocándole dolor.
“¿Cuándo…?, no vi que la varita de Snape se moviera”
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el lacerante dolor del maleficio fue demasiado como para siquiera pensar, haciéndola gritar mientras Bellatrix reía con su enloquecida risa sádica.
- ¡No! - grito Snape a Bellatrix- Ella le pertenece al señor oscuro.
Bellatrix le dirigió un gesto obsceno y termino la maldición, dejando jadeante a Harriet después de gritar de dolor.
- Pero…- dijo Greyback, acercándose a los magos, sonriendo con satisfacción- El señor oscuro no esta aquí… nos podemos divertir un poco, ¿No lo creen, amigos míos?
- Si… eso suena tentador- rio uno de los Mortífagos, Harriet lo reconoció como un prófugo de Azkaban- Me uno.
Snape le dio la espalda a Harriet, para encarar a los Mortífagos, aun así Harriet noto tensión en su cuerpo.
- Esa no es nuestra misión.
- Nunca se enterará, Severus… no la dejare loca de dolor como los Longbotton- se defendió Bellatrix.
- Y yo no le morderé tan fuerte- prometió sonriendo con sus amarillos dientes, Greyback.
- Imaginen…- dijo una Mortífaga de pelo castaño mugriento, jadeando de emoción- ¿Cómo nos recompensara el señor oscuro si aparecemos en el cuartel con su enemiga?... ¡Nos recompensara con nuestro peso en oro!
- ¡Llevémosla con nosotros, Severus! - grito un Mortífago.
- ¡No! - grito Hagrit, quien había sido atado con cuerdas e inmovilizado con rocas que le aplastaban el gigante cuerpo- ¡Déjenla en paz!
- No se nos dio esa orden- siseo con fuerza Snape, intentando mantener el liderazgo del grupo-¡Debemos obedecer las instrucciones iniciales del señor tenebroso!
- Nos amará, Bella- dijo la bruja de castaño cabello sucio, caminando muy cerca de Bellatrix, casi susurrándole al oído- Te amará, Bella.
Como si esas fueran palabras tuvieran un poder especial, Bellatrix se sacudió como si un rayo le hubiese pegado el cuerpo y con las mejillas sonrosadas, asintió fervientemente.
- He tomado una decisión- chillo sonriendo feliz Bellatrix- Nos llevaremos a bonita Potter al cuartel en estos precisos instantes.
- ¡Noooooo! - chillo asustado Hagrit, su grito se escucho por todo el bosque prohibido.
Notes:
Actualización prometida como cada miércoles. Si… de nuevo me explaye hehehe.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter Text
El corazón de Harriet latió con miedo ante la decisión de Bellatrix, pero cerro los ojos aceptando su destino… estaba demasiado cansada para seguir adelante… ansiaba reunirse con Dumbledore… con sus padres… con Sirius y Cedric.
No lucho cuando Greyback la cargo sobre sus hombros como si fuera un costal y no un ser humano, tampoco lucho cuando escucho los gritos desesperados de Hagrit. La pelinegra se sentía como si callera a un abismo sin fondo… hasta que algo paro su caída, un temblor, devolviéndole a la realidad y un renovado instinto de supervivencia afloro en ella.
Intento soltarse de Greyback, pero este le sujeto con mayor fuerza.
- ¡Quieta preciosa o te morderé! - gruño el hombre lobo mostrando sus dientes amarillos.
El temblor lejos de cesar aumento de intensidad, de hecho, parecía como si el epicentro fuera en su dirección.
- ¡¿Qué está pasando?!- grito Bellatrix.
El suelo tembló con mayor violencia a cada segundo, el sonido de la tierra partiéndose alarmo a los Mortífagos, a duras penas Harriet pudo ver como los arboles cedían ante lo que le pareció una montaña en movimiento… pero, una montaña no podía tener ojos ni cara, ¿Verdad?
JAAAAGIIIIIIII
Con casi cinco metros de altura, Grawp, el medio hermano gigante de Hagrit apareció al escuchar sus gritos desesperados por el bosque prohibido.
- ¡Un gigante! - chillaron los Mortífagos.
- ¡Nunca se nos dijo nada de un gigante! - grito Bellatrix, alarmada.
Grawp comenzó a atacar a los Mortífagos que estaban cerca de Hagrit y luego libero a su hermano la prisión de piedras cargándolo con una mano a varios metros de altura. Mientras eso sucedía, Harriet aprovecho el caos para liberarse de Greyback y correr hacia Grawp.
- Jaieee, Jagiiii- dijo el gigante, batiendo un árbol hacia los Mortífagos- ¡No lastimar a Jagiii, a Jaieee!
Poco podía hacer las maldiciones de los Mortífagos al enorme ser de cinco metros.
- ¡Vámonos ya!, ¡El ministro no debe tardar en llegar!, ¡Corran! - ordeno Snape en medio del caos.
Los Mortífagos obedecieron, nadie podía ganar a los gigantes tan fácil… Harriet Potter se les había escurrido de los dedos, pero la misión principal estaba completa. Así que corrieron a la entrada de Hogwarts, hacia las rejas para así poder aparecerse en su guarida.
Y a pesar de estar a salvo, cuando Harriet vio huir a Snape, la ira retomo a su cuerpo como un golpe físico, abandonando el resguardo de Grawp para correr hacia el asesino de su abuelo.
- ¡Harriet!, ¡No corras tras de ellos! - grito Hagrit aun en la mano de Grawp, incapaz de soltarse.
Pero ella no obedeció y corrió tras Snape, cuando lo diviso se dio cuenta que era el último en retirarse, como si estuviera esperando a más Mortífagos restantes.
- ¡Snapeee! - rugió Harriet, sorprendiendo al hombre, quien creyó dejarla atrás- ¡Pelee, cobarde!, ¡Pelee!
Harriet se concentró y lanzo un hechizo no verbal para congelar al mago, pero este lo esquivo, parecía ligeramente sorprendido de por fin verla lanzar hechizos no verbales después de haber fracasado en clases. Gruñendo la bruja alzo la varita, apunto a una roca gigante y la lanzo hacia el mago, pero este partió en dos la roca con un corte perfecto con la punta de su varita; si Harriet intentaba atacar con fuego, Snape la repelía con agua, intento volver un pantano el suelo, pero Snape lo volvía solido de un rápido movimiento. Furiosa comenzó a lanzarle ataques con su varita que el mago esquivaba, como si estuviera listo parta cualquier ataque.
- ¡Lumus Máxima! - chillo Harriet, rompiendo su racha de magia no verbal.
Snape pareció confundido, aunque cegado, Harriet aprovecho la oportunidad y se concentró para lanzar un hechizo no verbal, cortando la máxima cantidad de ramas de los árboles que estaban cerca de Snape lanzándolos hacia él a gran velocidad, cuando el Lumus se extinguió, Snape se dio cuenta de la trampa de Harriet y apenas pudo gritar.
- ¡Protego!
El mago creo un escudo para la parte superior de su cuerpo que lo protegió de las ramas, Harriet corrió para alcanzarlo, su escudo solo lo protegía en cierta medida, dejando su pecho expuesto, con una gran bocanada de aire, Harriet apunto su varita al corazón del asesino y sin poderlo evitar grito.
- ¡Cruci
Pero el mago no le dejo terminar su maldición, expulsándola por los aires, cayendo dolorosamente al suelo de espaldas.
- ¿Usando magia oscura, Potter?, valla, no eres todo luz, ¿Cierto?
Harriet grito de frustración, revolcada en el suelo, ¡Se había esforzado, pero no era suficiente!, intento ponerse de pie, pero fallo, cayendo de rodillas apoyada en sus antebrazos al verde césped.
- ¡Maldición, maldición, maldición! - grito ella llorando copiosamente, arrancando toda hierva que estuviera cerca suyo, arañando el suelo, rompiéndose unas cuantas uñas en el proceso.
Harriet estaba colérica por ya no tener más energía para lanzar hechizos o maldiciones, solo su pelo seguía rojo sangre, se golpeó la frente una y otra vez sin importarle hacerse sangrar mientras lloraba de rabia, completamente impotente… ¿Por qué era tan débil?
- ¡Maldición! - chillo golpeando la tierra con sus puños una y otra vez- ¡Maldición!
Snape la observaba en silencio y al ver que ya no era una amenaza retomo su camino hacia las rejas de Hogwarts. Harriet lo vio irse, se levantó a duras penas tambaleándose y grito.
- ¡No me dé la espalda!, ¡Esto no se ha acabado! - chillo ella, se limpió las lágrimas con rapidez y alzo su varita en dirección del mago, reunió toda la energía que le quedaba y gritó- ¡Sectum
Pero el mago no la dejo terminar su maldición, lanzándola varios metros atrás, Harriet aterrizo dolorosamente de espaldas, por unos segundos dejo de respirar, el impacto la había dejado sin aire. Por el rabillo del ojo vio como el mago se acercaba a ella.
- ¿Te atreves a usar mis propios hechizos contra mí, Potter? - dijo Snape arrastrando las palabras.
Harriet lo vio desde el suelo, tendida en el césped sin entender nada… ¿Qué tenía que ver él con el principie?, y ¿Cómo sabía Snape del libro de pociones con hechizos peligrosos si se había esforzado por ocultarlo en la sala de menesteres?, de la nada una revelación vino a su mente, haciéndole abrir los ojos con sorpresa.
“No…”, jadeo internamente Harriet.
- Si… - dijo Snape que pareció leer la mente de Harriet- Yo soy el príncipe mestizo.
Primero considero al príncipe como un genio de las pociones, su letra era muy bonita y sus anotaciones eran un descubrimiento, un tesoro esperando por ella a cada página; cuando hirió a Malfoy vio al príncipe con nuevos ojos: intimidante temor. Pero por alguna enfermiza razón no quería renunciar al libro, era oscuro pero atrayente, como una polilla que se acercándose demasiado al fuego y por ende a su perdición, por eso considero como posible dueño del libro a Voldemort, era lo más lógico luego de ver los recuerdos en el pensadero de Dumbledore, madre maga y padre muggle… pero, ¿Snape ser el príncipe mestizo?
Esa información fue impactante por decir menos.
Harriet cerró los ojos concentrándose, los recuerdos de la infancia de Snape vinieron a su mente… su madre era una bruja, una que recién Harriet recordó a Hermione mencionar como una Slytherin capitana del equipo de gobstones de Hogwarts, bruja no muy agraciada y rostro tiste, que se había enamorado de un muggle el cual odiaba la magia, y por ende la maltrataba a ella y a su hijo, Severus Snape, su madre se llamaba Eileen Prince.
- Prince… príncipe mestizo…- susurro Harriet.
Snape se acercó a ella y pateo su varita lejos para evitar un ataque a tracción, su larga capa negra ondeo en el aire, el ex profesor de pociones se caracterizaba por tener la capa tan larga que ondeaba en el aire arrastrándose por el suelo y por ello se había ganado el apodo de “el murciélago de las mazmorras”. Antes que el hombre se alejara más de Harriet, esta aun tendida en el suelo le agarro con fuerza de la capa.
- ¡No se valla!… aún no he terminado… con usted- jadeo Harriet, el dolor por la muerte de Dumbledore se sintió, más real que nunca- Él confiaba en usted… Dumbledore confiaba ciegamente en usted… lo defendía de quienes dudaban en la orden… y usted… usted… lo, lo asesino…
Harriet sollozo como si sufriera un ataque físico, grito de dolor, pero el mago no respondió.
- ¡¿Por qué?!- grito con palpable dolor la bruja, lagrimas nublaban su visión deformado su realidad, como si estuviera bajo el agua- ¿Por qué?
La bruja agarraba la capa con fuerza del mago, sus manos no podían dejar de temblar al igual que su cuerpo, debió de verse muy patética porque Snape se hinco a su lado.
- Él creyó en usted… creyó que todo su espionaje a favor de la orden se debió a que delato a mis padres contándole la profecía a Voldemort… él creyó que la culpa fue suficiente para apoyar al bando de la luz… creyó en su arrepentimiento.
Pero el mago no dijo nada, solo aparto la mano de la bruja de su capa negra.
- Diga algo… por favor- gimió Harriet.
Su vista estaba borrosa a causa de las lágrimas, desde el suelo, a pesar que parpadeo para ver con mayor nitidez solo pudo observar a duras penas al mago cubierto de oscuridad nocturna, esa noche el brillo de la luna había sido eclipsado por nubes y hacía mucho habían abandonado la única luz del bosque prohibido, la cabaña en llamas de Hagrit. Severus Snape no dijo nada, era solo una sombra más del bosque, sin expresión alguna y sin más se marchó, haciendo crujir las hojas a cada paso, rebelando que pronto llegaría a una zona donde Harriet no podría alcanzarlo.
Harriet se quedó en el suelo, tirada, llorando copiosamente, golpeando la tierra con sus puños, jalándose el cabello, muerta de dolor y furia. No quería pensar lo que pasaría al llegar a torre de astronomía… pero debía hacerlo. Se levanto, llena de barro en la cara, manos, rodillas y se encamino como un zombi hacia la torre, con la garganta seca, cada paso era difícil de dar, a pesar que se movía parecía como si jamás llegaría, hasta que por fin vio la silueta de la torre y con ello diviso que un grupo de espectadores amontonados formando un circulo, rodeando a quien antes fue el mejor director de Hogwarts, a quien antes ella había llamado abuelo.
A medida que avanza, sus piernas comenzaron a temblar como si se expusiera a un frio atroz, la planta de sus pies fría como hielo, sabe lo que encontrara, pero debe avanzar, a pesar de que lloro gran parte de la noche, se da cuenta que aún tiene más lagrimas que dar, siente una presión dolorosa en la nariz y un nudo en la garganta al ver la túnica de colores extravagantes resaltando de la multitud como siempre. Al lado del mago caído, hincada de rodillas, la profesora McGonagall derrama lagrimas silenciosas mientras acomoda el cuerpo de Dumbledore, la caída le rompió los huesos y ciertas partes estaban en ángulos raros.
Harriet se acercó admirando la obra de su jefa de casa, ahora su abuelo tenía el cuerpo recto, como si estuviera dormido, temblando Harriet se arrodillo a su lado, alzo las manos para cruzar los brazos de Dumbledore en su tieso pecho y limpio la sangre que escurría de la boca del anciano con la manga de su propio suéter.
Se quedo arrodillada a su lado, mirando el familiar rostro que había aprendido a amar, lo observo con gran detalle mientras se limpiaba las lágrimas, quería saciarse de sus rasgos pues pronto dejaría de verlos, quería gravarse cada arruga, memorizar cada centímetro de su rostro para que cuando cierre los ojos pudiera seguir viéndolo, había que organizar un funeral apropiado y digno para el mejor mago de la historia… funeral, otro golpe de la horrible y nueva realidad… su abuelo nunca más la miraría con sus ojos color cielo, nunca más escucharía sus frases cargadas de diversión, ni enterraría su cara en su pecho, ni lo escucharía reír, ni la protegería todos que la querían hacer daño, no volvería a oler la magia ni el sol en él, ya no sentiría su cálida palma en su cabeza ni le convidaría dulces caramelos de limón, ni le regalaría presentes en navidad o en sus cumpleaños, ni ella a él. En algún momento Harriet dejo de llorar en silencio para sollozar audiblemente.
- Harriet- escucho como alguien la llamaba- Debes ir a la enfermería.
Poco a poco más personas se habían reunido a los pies de la torre de astronomía, llantos se escucharon de Hagrit, profesores y alumnos.
- No… todavía no- respondió Harriet, con voz apagada- A… Aún no he terminado.
El mundo de Harriet se deformo en machas aguadas, veía sin ver, su vista antes nítida ahora estaba opaca y sentía como si se ahogara… la tristeza era el océano.
- Ven Harriet…- pidió con amabilidad la voz.
- ¡No! - grito la bruja, negándose a moverse un centímetro de Dumbledore- ¡Aun no he terminado de memorizar su rostro!
Pero la mancha a su lado no volvió a obligarla a alejarse, sino que se hinco hacia ella y la abrazo, un olor de pinto mezclado con menta la golpeo de lleno.
- Theo…- susurro ella en los brazos del Slytherin al reconocer su olor, sus ojos seguían nublados de lágrimas.
- Estoy aquí, tranquila… también acaban de llegar tus amigos- susurro de vuelta él.
Tener a alguien sosteniéndola, abrazándola, hiso que el corazón de Harriet latiera con renovado dolor, sollozando con más fuerza. Tan ida con el dolor se sentía que apenas pudo ver con claridad como los espectadores maestros y estudiantes alzaban sus varitas proyectando una luz cálida en medio de tanta oscuridad, el brillo de cientos de varitas fue suficiente para borrar la marca tenebrosa del cielo. La memoria de Dumbledore era más fuerte que el mal.
- Mi… mi abuelo… fue asesinado por Snape- gimió con dolor Harriet- A pesar que le pregunte la razón, que le grite una respuesta… él jamás me la dio.
- Lo siento muchísimo.
- Malfoy… Malfoy se convirtió en un Mortífago…
Harriet sintió como Theo se tensó ante esa información, abrazándola con mayor fuerza en su pecho.
- Es un idiota- gruño Theo- Un idiota tamaño del estadio de quidditch.
- Harriet- llamo Hermione, acuclillada a su lado- Hora de ir a la enfermería.
Harriet se sentía muy cansada, si le hubieran dicho que saltara por un puente, ella hubiera obedecido. Como notando la debilidad de la pelinegra, Hermione la ayudo a ponerse en pie y coloco una de sus manos sobre sus hombros, guiándola hacia la enfermería.
- ¿Dónde está Ron? - pregunto Harriet a mitad de camino.
- Eh…
- ¡¿Paso algo malo?!, ¿Fue atacado?
Hermione le tranquilizo diciendo que tomaron sorbos de su poción suerte liquida cuando escucharon las primeras explosiones y gritos, eso les ayudo a enfrentar a los Mortifagos con los que se toparon mientras intentaban poner a salvo a los desafortunados espectadores nocturnos, intentaron compartir con la máxima cantidad de personas, pero no fue suficiente poción para los miembros de la orden que patrullaban esa noche por pedido de Dumbledore, Bill Weasley se había enfrentado a Greyback y había resultado herido en el proceso, Ron estaba en la enfermería al igual que toda su familia pelirroja. Mientras recorrían el último tramo para llegar a la enfermería Harriet le conto todo lo ocurrido a Hermione, desde Malfoy acorralando a su abuelo abriendo el armario evanescente para dejar pasar al enemigo, hasta los Mortifagos siendo asustados por Grawp y su sed de ira que la llevo a confrontar a Snape y enterarse que era el príncipe mestizo… le conto todo a excepción de la búsqueda y recolección del Horrocrux, eso podía esperar hasta más tarde.
Al llegar a la enfermería los miembros de la orden y los Weasley rodearon a Harriet desesperados por saber que había pasado, la pelinegra cedió las palabras a Hermione para que les contara lo sucedido mientras caminaba directamente hacia la medibruja Madame Pomfrey.
- Señora… necesito su ayuda- pidió antes que el mundo se difumine y diera vueltas. La oscuridad se la trago.
A lo lejos escucho gritos y unas voces llamar su nombre, pero ella ya había cerrado sus ojos, estaba exhausta como jamás lo había estado, con el estómago ardiendo por la sádica poción que protegía el Horrocrux, heridas en el cuerpo y unas cuantas maldiciones que no pudo esquivar pero que la adrenalina y venganza habían restado importancia. Era tiempo de descansar y curarse… quizá cuando abriera los ojos se daría cuenta que había estado viviendo una pesadilla y su abuelo se encontraba bien.
Cuando Harriet volvió a abrir los ojos, estaba en su cama, en el dormitorio de las Gryffindor, las cortinas que una vez Dumbledore había quemado por el color y diseño le dieron la bienvenida.
- Un sueño…- dijo suspirando de alivio Harriet, sentándose, apreciando la luz que entraba por las ventanas- No… una horrible pesadilla.
- ¡Harriet!, ¡Despertaste! - Hermione corrió a su lado abandonando un libro en su mesita de noche.
- Si…- dijo Harriet, estirándose, se sentía completamente descansada, había dormido bien- Perdón, me quede dormida, ¿Me esperaste demasiado para ir a la biblioteca?, ¿Sabes qué hora es?
- … ¿Q… qué? - grazno Hermione, pálida.
- Tuve un sueño horrible, Mione… horrible en verdad- Harriet bostezo, sintiéndose de repente cansada, deseaba volver a la cama solo por cinco minutos más - Soñé que asesinaron a mi abuelo… que horrible pesadilla.
Hermione parecía completamente impactada, digiriendo sus palabras, sus labios estaban tan apretados que habían perdido el color rosa característicos en ella.
- Ha… Harriet- comenzó Hermione con la mayor delicadeza posible, no se le oía así muy a menudo- E… eso… eso no fue un sueño… tampoco una pesadilla… Eso fue la realidad, eso paso de verdad… lo siento mucho.
Lagrimas se derramaron con gran velocidad en el rostro de la pelinegra.
- Te… tenía la esperanza… de que… de que… solo fuera una pesadilla- sollozo Harriet, sintiendo que se le desgarraba el corazón.
Hermione con lágrimas en los ojos la abrazo con fuerza, Harriet se enterró en su pecho y la abrazo como si la vida se le fuero en ello. Grito, lloro, maldijo, insulto, hasta que respirar dejo de doler, lloro hasta que el dolor la adormeció y sus ojos estaban tan hinchados como pelotas de tenis y su nariz tan roja como si hubiera estado expuesta al frio de diciembre.
Su mejor amiga le conto que había estado en la enfermería siendo tratada de urgencia, su cuerpo y núcleo mágico habían estado en el límite más peligroso de lo que cualquier alumno jamás había llegado, durmió por tres días perdiéndose el magnífico funeral de Dumbledore, donde figuras de todo el mundo llegaron a mostrar su respeto ante su memoria y todas las especies mágicas, hasta las ermitañas como los centauros y sirenas habían estado presente en el homenaje hacia el viejo mago. Perro la habían traído a su habitación al estabilizarla y ser cuestión de tiempo que despertase, después de todo la enfermería también había cerrado al acabar el ciclo de clases.
- Ya no me queda nada, Mione- la voz de Harriet salió raposa luego de tanto llanto y gritos.
- No es cierto… entiendo que te sientas así, pero aun tienes amigos… tienes a tu abuela Elise, que, aunque es mayor y posiblemente muera antes que tú, quiero que recuerdes que siempre, siempre, siempre me tendrás a mí. Harriet Potter, prometo no morir antes que tú, prometo no hacerte pasar este dolor nuevamente al menos en lo que respecta a mí, sobreviviré a esta guerra cueste lo que cueste, tomo la batuta del dolor de la muerte porque ya has cargado con ella demasiadas veces en tu joven vida.
- Mione…- Harriet respiro entrecortadamente, esa era una promesa pesada y difícil de cumplir.
- Lo prometo, como futura ministro de magia que no moriré en esta guerra… y te suplico, mi querida amiga, que tú tampoco lo hagas… cuando vea tu ataúd quiero verte tan arrugada como una pasa y enterarme que tu deceso fue cuando dormías.
Harriet no respondió, demasiado conmovida, dejo de derramar lágrimas de tristeza para derramar lágrimas de emoción.
- Así que debes prometerme, Harriet, que superaras esto- Hermione se limpió las lágrimas de la cara y se aclaró la garganta, entrelazando sus manos con la pelinegra- Porque la tristeza mata, y no quiero perder a dos grandes seres mágicos en un pequeño periodo de tiempo … no quiero perder a mi mejor amiga.
Como la pelinegra no podía hablar porque sentía un enorme nudo en la garganta, solo puedo afirmar con la cabeza.
- Casi todos se fueron a sus casas después del funeral de Dumbledore, pero Ron y yo nos quedamos, queríamos estar contigo hasta que despiertes.
Cuando Harriet se levantó de la cama se sintió de repente tan débil que debió apoyarse en Hermione, está la sostuvo con firmeza mientras gritaba la presencia de Dobby, rogándole comida para Harriet, el elfo obedeció de inmediato e hiso aparecer un banquete en la sala común.
Ron, quien estaba ahí no entendió la gran cantidad de comida que surgió de la nada hasta que vio a Harriet bajar apoyada de Hermione.
- ¡Harriet! - corrió a ayudar a Hermione- ¡Dormiste por días!, ¡Me tenías preocupado que casi no toque alimento alguno!
Harriet descubrió que las palabras de Ron aun provocaban risas en ella… si, superaría esta prueba de luto, honrando la memoria de su abuelo y grabando todos los buenos momentos en su corazón… al final todo estaría bien.
- Lo siento, caballero…- se disculpó Harriet con una sonrisa en los labios y luego miro a sus dos amigos- Chicos, debo decirles algo muy importante.
Aunque estaban solos en la sala común de Gryffindor, Harriet uso un hechizo silenciador, el tema de los Horrocrux era secreto de máxima seguridad. La pelinegra les conto lo ocurrido en la cueva donde Voldemort escondió el guardapelo de Salazar Slytherin, así como la importancia de estos para vencer en la guerra.
- ¡¿Y el guardapelo?! - grito Harriet con ansiedad y miedo corriendo por sus venas de haberlo perdido.
- Lo tengo yo… se te callo la joya cuando te desmayaste en la enfermería- dijo Hermione.
Harriet respiro con tranquilidad recibiendo el guardapelo de las manos de Hermione
- Pero, Harriet- dijo Hermione con los ojos muy abiertos y miedo en la facciones- Después de escuchar tu historia de los Horrocrux, este guardapelo… este guardapelo no es de Salazar Slytherin…
Harriet no había tenido tiempo de examinar la reliquia, pero al darse cuenta de las diferencias con el guardapelo original, le tembló la mano haciendo caer de golpe el objeto.
Ron, también palideció al atacar cabos, pero fue el único que se percató de algo que las brujas obviaron por estar muy impactadas.
- Chicas… algo salió del guardapelo… una especie de pergamino super pequeño.
Con gran velocidad Hermione recogió el guardapelo y el pergamino, lo desdoblo y leyó en voz alta.
Al señor oscuro
Sé que llevare mucho tiempo muerto cuando leas esto, pero quiero que sepas que fui yo quien descubrió tu secreto. He robado el auténtico Horrocrux e intentare destruirlo lo antes posible. Acepto la muerte, con la esperanza de que cuando usted se enfrente a su destino vuelva a ser mortal una vez más.
R.A.B.
Los ánimos del trio dorado fueron apagados como si de una vela azotada por el viento se tratasen.
- ¿R.A.B?- pregunto Hermione.
- No lo sé, Mione, pero él tiene el Horrocrux real… todo fue en vano- Harriet se limpió con furia las lágrimas que cayeron de sus ojos- Todo…
Nadie hablo por un buen rato, demasiados perdidos en sus pensamientos. Con un suspiro tembloroso, pero con resolución, Harriet anuncio.
- No volveré a Hogwarts el próximo curso- Harriet sabía cuál era su papel en la guerra, y ya era tiempo de presentarse a su deber- Me dedicare a buscar los Horrocrux, solo así podre derrotarlo, solo así ganaremos la guerra.
- Yo voy contigo- dijo Hermione de inmediato.
- Y yo, no te dejaremos andar por ahí, sola, en medio de tantos peligros.
- Agradezco su ayuda, pero ya lo dijiste Ron, será muy peligroso. No quiero involucrarlos en esto.
- Muy tarde Harriet, esta guerra no es solo tuya.
- Si, todos estamos involucrados. Deja de ser tan terca y acepta nuestra ayuda- dijo Ron.
- ¿Y si las cosas se ponen muy difíciles? - cuestiono Harriet arrugando su pijama con sus manos, temerosa del futuro y sus complicaciones
- Estaremos juntos- prometió Hermione, entrelazando sus manos con la pelinegra.
- Juntos- prometió Ron sumándose a las manos entrelazadas de sus amigas.
De la nada se escuchó un aleteo por la ventana y de esta cruzo un ave de rojizas y doradas plumas.
- ¡Fawkes! - jadeo Harriet- Oh, Fawkes, lo siento mucho, tú también perdiste a Dumbledore.
El fénix lanzo un chillido que parecía de dolor y se posiciono en el brazo de Harriet para que esta la consolara.
- Si… Lo siento mucho, querido amigo- dijo Harriet, sollozando.
Harriet se dedicó a acariciar al ave mientras Hermione alistaba su baúl para volver a Londres, casi nadie estaba en el castillo y ese día salía el último tren que los llevaría a la ciudad.
- Oigan- dijo Ron, mirando como el fénix no se despegaba de Harriet, ni siquiera cuando pronto subirían al tren escarlata- ¿Qué sucederá con el fénix de Dumbledore?
- Fawkes no es un objeto, Ron… es una magnifica ave mitológica, ahora que Dumbledore no está, será libre de escoger sus próximas vidas.
El ave chillo como si afirmara y estuviera de acuerdo con Harriet.
- Escucha- Harriet susurro al ave- Deberás cazar tu propia comida, el próximo año no regresaré a Hogwarts… así que esta es un adiós, querido amigo.
El fénix chillo, su nota amarga parecía decir que no estaba de acuerdo con Harriet.
- Ok, ok, ¿Qué tal un hasta luego?
Fawkes cabeceo alegremente y luego estiro las alas, volando lejos de Harriet, hacia Hogwarts. Ya en el casi vacío tren, Harriet se dedicó a mirar en dirección al castillo, aunque desde la estación era difícil mirarlo, pero la añoranza seguía presente, no volvería para cursar el séptimo año, ya no era una estudiante sino un soldado más en la guerra.
"Buscare los Horrocrux, abuelo. Los encontrare todos y los destruiré... lo juro"
Cuando el tren partió y perdió de vista hasta la estación, Harriet tomo asiendo al lado de Hermione y se quedó dormida hasta llegar a Londres. Cuando arribaron a la estación los miembros de la orden la acompañaron a la casa de Elise, informándole que se encontraba un poco mal de salud y por eso no había llegado a recogerla. Se despidió de sus amigos y se subió en un vehículo de la orden, la condujeron hasta la casa oculta de la vieja squib, esta al verla llegar corrió como si de una joven se tratase para abrazar a la pelinegra.
- Oh, mi dulce niña... me entere de la muerte de Dumbledore, mi más sentido pésame- dijo la anciana abrazándola con fuerza.
Harriet correspondió al abrazo con renovada energía.
- Muchas gracias, abuela...
Si... la vida era efímera y era posible que hasta Elise muriera antes que ella, es por eso que Harriet se prometió vivir con intensidad cada día que le regalar la vida y el destino.
- ¿Tomaste tus vitaminas? - pregunto Harriet, después del largo abrazo.
- Se me olvido... las tomare en estos precisos instantes.
Harriet cerró la puerta del lugar que había aprendido a llamar hogar.
Viviría los días que le quedan como simple estudiante con gran intensidad antes de salir al mundo de caza y apreciaría los pequeños detalles que uno suele pasar por alto por estar acostumbrados a estos, como la tarta de melaza que Elise había acabado de hornear y la fila de películas que la anciana había comprado para ver en lo que le restaba del verano. Casper encabezaba la lista.
Con una sonrisa, Harriet coloco la película y partió la tarta de melaza... Un descanso era más que necesario antes de cazar los Horrocrux.
Notes:
¡Fin del sexto libro!, gracias a todas las hermosas personitas que siguen cada miércoles el fic, a pesar de mis horrores ortográficos.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 55
Summary:
Separaciones, despedidas y huidas.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Señalar los errores de otros era lo más fácil que pueda haber en el mundo, Scrimgeour estaba tan seguro que podría mejorar el papel del ministro de magia frente a la actual guerra, lo hiso en cierto modo, pero cada día era más incierto que el anterior, mutable y cambiante, cada día se descubría que había menos magos y brujas en la que podía confiar. Los cambios que instauró fueron insuficientes y sin siquiera percatarse estaba cometiendo los mismos errores que su predecesor al intentar defender la imagen del ministerio de magia, era más fácil aparentar una fachada sólida que intentar cazar Mortífagos, intentar encarcelarlos se sentía como intentar atrapar el aire.
Había arrestado a cientos de magos y brujas sospechosos, pero muchos habían estado bajo el maleficio imperius sin idea de quien pudo habérselos lanzado.
Cada día sentía como si caminara sobre hielo quebradizo, pero debía aparentar que era digno de confianza como para caminar con fuerza, la única roca en el cual podía apoyarse y confiar ciegamente, Albus Dumbledore había muerto y con ello casi toda esperanza en su corazón, los ánimos de mundo mágicos parecían igual de deprimentes, el único que podía plantarle cara a Voldemort ya no estaba para detenerlo, ahora el funesto mago tenebroso era libre para aterrorizar el mundo mágico y muggle, asesinando y desapareciendo a quien quisiera.
- Son tiempos sombríos, eso es innegable, nuestro mundo quizá jamás ha enfrentado una amenaza más grande que esta- dijo Scrimgeour, volviendo a prestar atención a la rueda de prensa que convoco -Pero le diré esto a toda a la ciudadanía, nosotros, sus abnegados sirvientes, continuaremos defendiendo sus libertades y repeliendo a las fuerzas que quieren arrebatárselas… Su ministerio permanece fuerte.
A pesar de que el profeta intentaba ser optimista con las palabras del ministro de magia, las noticias no podían ocultarse ante tanta evidencia, ataques constantes se cometían a diario, el patrón escalofriante de los ataques diarios era especialmente a familiares de magos y brujas nacidos de muggles, los Mortífagos odiaban a los mestizos y ahora sin Dumbledore que los frenara, el mundo era inseguro para los “Sangre sucia”.
- Hermione, es hora de desayunar- se escuchó gritar a su madre desde el primer piso.
- Ya voy mamá- respondió Hermione en su habitación, sosteniendo con fuerzas un bolso de cuencas, su más grande orgullo.
Londres estaba en alerta roja, y hasta sus padres podrían resultar heridos, por lo que Hermione tomo una drástica y difícil decisión.
- Obliviate… - dijo cuando estuvo cara a cara con sus padres, lanzándole el hechizo con su varita.
Hermione Granger estaba manipulando la memoria de sus padres para que olvidaran que tenían una hija bruja, les ordeno mudarse, a Australia, para que estén a salvo. Luego de eso prácticamente corrió a la calle, huyendo de su propia casa que ahora no era suya, inconscientemente sus pies la llevaron a una dirección, una que siempre le recibía con los brazos abiertos.
A la madriguera, pensó Hermione, el único refugio donde resguardarse.
- Mi querida niña, hay algo que debo decirte- dijo Elise a Harriet.
Ese verano habían permanecido en su casa refugio, Harriet no había salido ni una sola vez para surtir la despensa, Elise se había encargado de comprar tanta comida cómo fue posible, como si enfrentarían periodos de escases y había tomado un descanso de su trabajo, todo era tan gris que nadie requería servicios de una fotógrafa, aunque esta sea veterana y famosa.
- La magia alimenta a la magia… pero la vida de un squib es menos corta que la de una verdadera bruja.
Un rayo que presagiaban una tormenta cayó por un momento a la vieja squib, ruidosa lluvia mañanera comenzó a caer.
- No entiendo abuela- dijo Harriet, no le gustaba el tono de voz de Elise.
- La primera vez que te vi, cuando salías de esa iglesia, parecías tan fuerte y pequeña al mismo tiempo, como una gatita que había pasado por mucho pero que se defendería con uñas y dientes de cualquier peligro…- Elise paro de hablar, deteniéndose para respirar, últimamente debía de hacer pequeñas pausas para absorber más aire.
Harriet había intentado llevarla al hospital, pero la anciana se había negado alegando que ya había asistido mientras ella estaba en Hogwarts y que debían hablar de eso.
Ahora la anciana estaba hablando y Harriet no quería escucharla… pero debía hacerlo, sin importar el contenido de sus palaras.
- Ese día, un médico me dio una respuesta contundente de muchos exámenes que se me realizo, un resultado para el dolor incesante que sentía por años y que preferí ignorar pero llego un punto donde era imposible hacer esa proeza… me dijo mi cuerpo tenía una insuficiencia severa de glóbulos blancos, encargados de fortalecer y cuidar el cuerpo… tenía leucemia, cáncer, en etapa terminal… me dijeron que pusiera “mis asuntos en orden” mientras me recetaban medicamentos para el dolor… era tan tarde que ningún tratamiento médico me curaría. Yo acepté mi destino, pero al conocerte sentí que al menos… al menos debía ayudar a alguien antes de partir… de hacer algo bueno antes de morir… al pasar tiempo juntas, sentí… sentí que el dolor se iba… como una flor marchita a quien la riegan después de un largo tiempo de sequía…
Harriet no podía decir nada, solo escuchaba muda las palabras de la anciana.
- Día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año se me regalaba más tiempo de vida, gracias a ti… tu magia alimentaba mi pequeño y casi invisible núcleo mágico… pero este cuerpo como la de cualquiera tiene fecha de caducidad... fecha que alargue por años y que ya es hora que respete.
- … ¿Q… qué?
- Mi niña, es hora de que parta… aunque mi núcleo mágico brille como veinteañera, mi cuerpo… mi cuerpo ya no puede seguir albergando mi alma. Es hora que nos separemos, querida nieta.
- Magos y brujas, les doy la bienvenida por reunirse a mi llamado con tan poca anticipación.
Voldemort caminaba con parsimonia, su ejército se volvía cada vez más grande con el pasar de los días, seguros de su vitoria ahora de Dumbledore había muerto.
Unirse al bando ganador era de inteligentes y de supervivientes natos.
- Están presentes los lideres principales de cada grupo de un ejército que clama por torcer las leyes mágicas a su favor, a favor del más fuerte. Aplastaremos toda rebelión y subyugaremos a los sucios muggles, purificaremos al mundo a través del dolor.
Aplausos estallaron en el cuartel principal que Voldemort, la mansión de los Malfoy, usada como punto de reunión estratégico.
- Jamás verán a una serpiente prostrase frente a un ratón, sino devórala por ser su alimento, es lo natural. Las leyes mágicas protegen a los muggles…. ¡Como si esos asqueroso seres necesitarán protección!
Su séquito rugió en aprobación, aplaudiendo con mayor fuerza.
- Peleen por mí, peleen junto a mí, y les ofrece la gloria que nos pertenece a cada uno de nosotros, la magia dominara frente a la inmundicia humana, la magia pura y limpia… hermanos y hermanas, síganme hasta el final, purifiquemos este asqueroso mundo desde el más pequeño bebe muggle hasta el más anciano humano.
Magos y brujas aplaudieron, unos chillando de alegría y otros creando chispas rojas por la euforia que sentían.
- El dolor, poderoso amo, el dolor purificara a los rebeldes-
Voldemort calló y dirigió su mirada hacia un recién llegado que se sentó con prisa ocupado el sitio vacío de sus generales.
- Severus, bienvenido amigo mío… empezaba a preocuparme de tu ausencia, creí que te habías extraviado.
- Nunca, mi señor. Tengo importantes noticias, logre obtener información de Potter.
- Ohhh, ya veo; tu tardanza está justificada… Harriet Potter, la niña que vivió… o debo decir, la mujer que vivió, pronto será una adulta, ¿Verdad?
- Así es, mi señor.
- Debemos capturarla antes que su rastreador se desactive por mayoría de edad… - Voldemort sonrió, la piel de su rostro se le pego al hueso mostrando más a una criatura que a un ser humano - Aunque es tan pequeña e insignificante que el termino mujer le cabe grande- suspiro Voldemort.
Harriet Potter, su mayor descuido, su mayor error… cada vez que intentaba atraparla se le escurría de los dedos, la primera vez que ocurrió ese fenómeno sintió ciega ira, la segunda, furia asesina, en siguientes ocasiones la emoción había mutado a hambre: se sentía como una serpiente hambrienta y la pelinegra era la única que podía saciar su hambre.
A veces se preguntaba, ¿Qué pasaría si la convirtiera en su mascota personal?, si la profanara y rompiera de tal forma de ya no ver el brillo de sus ojos verdes esmeraldas… Oh, seguro que sus impertinentes padres se retorcería en sus tumbas de la impotencia y rabia con todo lo que le haría a su hija… si, ahora lo veía, ahora entendía las palabras del viejo Dumbledore, había cosas peores que la muerte y su querida nieta las conocería antes de morir en sus manos, planeaba devorar todo de ella, desde su espíritu hasta la última gota de sangre que extrajera de su frio cadáver… ¿Qué color adoptaría su bonito cadáver?
Tenía destinos oscuros para su cadáver, la volvería un Inferius a su disposición, a su lado, la niña que nunca debió de vivir.
- Tienes noticias- dijo Voldemort centrándose en el presente- Dímelas.
- Sucederá este sábado al anochecer.
Murmullos se escuchó en todo el salón.
- Yo escuche otra versión, mi señor- dijo un Mortífago- A un auror se le escapo que la niña Potter no será mudada hasta el 30 de este mes, día antes que cumpla la mayoría de edad.
- Esa pista no es cierta- refuto Snape- La oficina de Aurores ya no participa en la protección de Potter… sus allegados creen que nos hemos infiltrado en el ministerio.
- ¡En eso tienen razón! - festeo un mago, provocando la risa de los presentes.
- No hay edificio que no podamos infiltrarnos- rugió con alegría una bruja.
Mas risas y aplausos se escucharon por la elegante sala de los Malfoy.
- ¿Qué opinas tú, Pius? - Voldemort cedió la palabra, escuchar otros puntos de vista era parte de un buen liderazgo.
Después de todo, hasta los magos más patéticos podían legar a ser útiles.
- Uno escucha muchas cosas, mi señor… si la verdad es parte de ellas no queda claro.
Voldemort rio, complacido de la inteligencia en las palabras del mago, uno de sus seguidores más útiles, no por nada terrateniente.
- Hablas como un verdadero político… creo que nos resultaras muy útil, Pius, ¿Tal vez como futuro ministro de magia en nuestro nuevo régimen?
El mago prácticamente brillo de orgullo, un peón feliz era un peón que trabajaba mejor, básica conducta humana.
Nagini se enrosco al lado de Voldemort, el deslizamiento de su piel en el fino suelo de madera de los Malfoy era lo único que cortaba el silencio, todos los Mortifagos esperaban las palabras de su líder.
- ¿A dónde llevaran a la muchacha?
- A una casa de seguridad, probablemente a la de alguien de la orden- Snape hablo sin dudar- Me han dicho que se le ha dado toda clase de protección posible… una vez resguardada seria poco práctico atacarla.
Bellatrix se ofreció como voluntaria para matar a Potter, Voldemort la elogio, pero recalco que él y solo él mataría a Potter. Informo también que necesitaba una nueva varita, ya que la suya era gemela con el mismo núcleo que la varita de Potter, podía atacarla, pero no matarla.
- ¿Quién quiere el honor de cederme su varita? - preguntó en voz clara y firme.
En el mundo de la magia, ceder la varita era lo mismo que perderla de las manos, degradando a la bruja o mago en cuestión, dejándolo a ojos todos como un débil ser.
Voldemort se paró al lado de Lucios Malfoy, su antiguo terrateniente ocuparía tan deshonroso puesto, le arrebato la varita, obligando a esta a un nuevo contrato de fidelidad y luego lanzo su primer hechizo con su nueva varita, levitación, hacia una bruja bastante herida, colocándola boca arriba en el centro de la mesa donde estaba todos los tenientes de su sequito, levitando como una muñeca rota.
- Para quienes no la conozcan- dijo Voldemort presentando a su invitada- Hoy nos acompaña Charity Burbage, hasta hace poco enseñaba en la escuela de magia y hechicería de Hogwarts, el curso que dictaba era ciencias muggles… una autentica amante de los sucios muggles.
Todos los Mortifagos vieron con desprecio a la bruja cuando recalco que la ahora ex docente creía que no había diferencias entre muggles y mágicos.
- ¡Blasfemia! - uno de los magos de ropas oscuras mostro sus dientes amenazadoramente.
- ¡Herejía! - gritaron los hermanos Carrow al unísono.
- ¡Déjeme asesinarla, mi señor! - grito enloquecida Bellatrix.
Voldemort sonrió, sus seguidores estaban bien entrenados para responder de forma adecuada a los comandos básicos, como perros; movió la cabeza de forma afirmativa.
- ¿La quieren castigar? - sonrió Voldemort.
- ¡Si! - rugió el grupo de magos y brujas, más parecidos a animales sedientos de sangre que racionales humanos.
- ¿La corregirán antes de darle el gozo de la muerte?
- ¡Si! - todos respondieron enloquecidos, eufóricos, frenéticos.
- Entonces, adelante- dijo Voldemort finalizando su hechizo de levitación, la bruja cayo en medio de la mesa- Purifíquenla con el dolor… quiero sus sobras para Nagini.
Voldemort se retiró sonriente, mientras escuchaba los alaridos de dolor de la bruja, por el rabillo de sus ojos vio a una pálida Narcisa llevarse a su hijo fuera de la sala, dejando solo a Lucios, quien a comparación de otros se hallaba sentado en la silla como si no pudiera moverse… otro mago que no se sumó a la purificación fue Snape.
No les diría nada, pasaría por alto sus acciones… al menos por el momento.
Mas gritos de dolor resonaban por toda la mansión Malfoy, haciendo que Voldemort se pierda en sus pensamientos… cuando por fin atrape a Potter: ¿Cuáles serían las notas de dolor que ella cantaría?, ¿Cómo se vería cubierta de sangre?... seguramente sería un digno espectáculo. Sintió la garganta seca, sus colmillos dolían, ansiaba enterrarlos en la suave piel de la bruja, hundir sus fauces en una zona tan delicada como el cuello y desgarrarlo.
Se le había escapando tantas veces… esta vez ella seria suya.
Soltar ese tipo de noticia hiso que Harriet evadiera a Elise casi toda la semana y apenas le dirigiera palabras, se sentía molesta con la anciana por privarle de información tan vital, por creerla incompetente con ese tipo de noticia. A medida que los días pasaban y veía más débil a la anciana se daba cuenta de lo infantil que había estado actuando.
El fin de semana llego y Harriet se acercó a Elise, lentamente, las palabras de la anciana la habían entumecido como si recién las hubiera pronunciado.
- ¿Cuánto tiempo? - su cerebro trabajaba a velocidad para adaptarse a su situación.
- Pronto, hoy o tal vez mañana… ayúdame a llegar a mi habitación, por favor.
Bruja y squib subieron a la segunda planta, al lugar indicado, la simple pero elegante habitación de Elise, con cuidado la acostó dentro de su cama y la arropo.
- ¿Por qué no me dijiste antes? - Harriet rehusaba ver a la anciana, ira llenando su cuerpo, se sentía tan traicionada- … Me mentiste.
- Nunca dije que fuera inmortal… ya no se puede hacer nada, viví más de lo que los doctores me sentenciaron… no quise decirte nada después de la muerte de Dumbledore. A tan corta edad, pero con más dolor que cualquiera.
La anciana vio como la hermosa joven bruja temblaba, ojos brillantes anunciaban ríos de lágrimas, demasiado tiesa al lado de su cama.
- Ven, siéntate a mi lado, pequeña calabaza.
La bruja pelinegra obedeció sentándose de inmediato en la suave cama.
- Esto iba pasar, cielo… soy más vieja que tú.
- Pero no tan pronto, ¡No tan rápido!
Elise cogió la mano temblorosa de Harriet.
- Estoy preparada para irme… llorarás, te sentirás triste, pero lo superarás… tiene toda una vida por delante; de eso se trata la vida, lo veo ahora, tan claro como el cristal… Solo somos invitados que en algún momento luego de haber vivido nos toca retirarnos, como los invitados que somos.
La pelinegra comenzó a sollozar, Elise le acaricio la cabeza, tocando sus suaves cabellos negros.
- Querida, Dumbledore entrelazo las protecciones de la casa con la vida del dueño con un mínimo de magia, las protecciones funcionaron, aunque la dueña de esta casa era solo una squib… pero si yo muero todas se desactivan… esta casa dejara de ser invisible, ya no será seguro estar aquí… deberás huir a la madriguera… pero antes de partir recibe mi obsequio adelantado.
La anciana señalo una pequeña caja verde que estaba en su mesita de noche.
Harriet vio la caja, trago saliva, su garganta hormigueaba; el ultimo regalo de cumpleaños que su abuela le daría.
- …gracias, abuela.
- Ábrelo pequeña, te será útil.
La bruja se tragó todas las ganas de chillar de dolor, se limpió las lágrimas con su suéter y abrió la caja, rebelando un pequeño un pequeño peluche en forma de un gato negro no más grande que su mano con ojos verdes, en la pancita del felino había un cierre.
- La pancita del gato esta encantada con extensión indetectable, lo suficientemente para albergar medianos objetos… Lupin devolvió tu mochila cuando estabas en Hogwarts hace meses… llené tu mochila con todos los productos enlatados que pude conseguir en las tiendas locales… pero aún hay mucha comida en casa…. Empaca todo y luego mete la mochila dentro del gato negro… huir con la mochila es un buen plan, pero si te atacan de repente no tendrás tiempo de correr tras esta, así que ten al gato siempre cerca de ti, ocúltalo en tu brasier sino tienes bolsillos… nunca te muevas sin él, ¿Entendido?
- Entendido.
- Siempre debes estar preparada…. Tener suministros suficientes puede hacer la diferencia entre dormir sin hambre y sin frio, resguardada, a salvo… aún hay mucho espacio en la mochila para tus artículos personales… no te olvides de llevarte toda la comida de la casa, vacía la refrigeradora, llévate toda el agua que puedas.
Harriet se metió el peluche de gatito negro en uno de sus bolsillos de sus jeans y se hecho al lado de Elise cogiéndole las manos.
- Tengo… tengo mucho sueño- anuncio Elise, los ojos siempre vivaces estaban adormilados- Lleva colchas, cielo… mantas y ropa abrigada...
La bruja no respondió, pero afirmo con la cabeza.
- Llévate botas que no resbalen al barro… no olvides de llevarte toda la comida, ya sabes que odio que las cosas se desperdicien.
La bruja volvió a cabecear mientras agarraba con mayor fuerza las manos de la anciana.
- También… también deberás llevarte nuestros artículos para acampar al aire libre… ¿Me oíste, pequeña?
A su lado, la pelinegra cabeceo de forma afirmativa, mojando la almohada con sus lágrimas y apretando los dientes.
- ¿No me dejaras oír tu dulce voz?
La bruja pelinegra, tensa como una cuerda de violín, negó con la cabeza de forma frenética, sabía que si abría la boca solo saldría gemidos de llanto, no quería que Elise la viera derrumbarse.
- Había una vez…- narro de repente Elise- Una pequeña niña bruja que fue amada desde el día que nació, pero ser la criatura elegida hiso que perdiera a sus padres a manos de un oscuro mago, su madre se sacrificó dándole una gran protección de amor que desintegro al mago oscuro cuando quiso atacar a la niña…. Sin padres ni abuelos, se buscó quien pudiera cuidarla, cometiéndose un gran error al dejar la tutela a unos malvados tíos, estos la hicieron llorar y la encerraron en la alacena…. Pero la niña era fuerte y su magia poderosa; fue invitada a un colegio especial para seres especiales como ella, donde hiso amigos de todos los tamaños y colores…. Y a pesar que su vida corría peligros año tras año porque el mago oscuro volvió a la vida, ella resistió, forjando un espíritu fuerte… después de unos años escapo de sus malvados tíos y se encontró con una anciana con flores en la cabeza y una cámara en el bolso, ofreciéndole un lugar donde vivir.
Niña y anciana vivieron felices como una familia, pero el tiempo paso, las amenazas del mundo se hicieron más presentes y la muerte toco de manera pacífica la puerta de la anciana, está la recibió con cortesía y tranquilidad, a pesar que haría un viaje sin retorno, sabía que su querida ahora adolecente bruja, estaría bien… no solo era la bruja elegida para acabar con el mal del mundo, sino su más grande orgullo, una joven a quien había aprendido a llamar “nieta”, era fuerte, valiente y resplandecía como oro…. Y la adolecente dejo ir a la anciana a los brazos de la muerte prometiendo que en mucho mucho mucho tiempo después la alcanzaría.
- Cántame algo- pidió la anciana cuando estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta de su casa, acompañada de la muerte.
- Por supuesto- dijo la bella joven, con una sonrisa en la cara.
La joven bruja canto dulces melodías mientras la anciana se iba con la muerte, tranquila y sin miedo.
- No me gusta tu historia, abuela- declaro Harriet con voz cortada.
- Aun eres demasiado joven para comprender el significado de la historia…
Anciana y adolecente pasaron la mañana y tarde acostadas, una al lado de la otra, con las manos entrelazadas y la respiración tranquila, adormecidas con sus propios pensamientos.
Harriet sabía de forma racional que Elise debía morir antes que ella, así lo dictaba la naturaleza, pero no pensó tan pronto.
- Harriet, mi niña- llamo Elise en el trascurso de la noche- Cántame algo.
La pelinegra estallo en llanto, deformando su rostro por el dolor que sentía.
- A… ¡Abuela! - sollozó con fuerza, temblando, agarrando con mayor fuerza las manos de la anciana.
- Cántame… algo - pidió la anciana con una sonrisa cansada.
Pese al dolor que estallaba en su pecho, un segundo más doloroso que el otro, impidiéndole respirar con normalidad, Harriet se obligó a calmarse, se aclaró la garganta, se limpió la nariz que comenzaba a gotear con la manga de su suéter y pensó en laguna canción que describiera lo que sentía, se lamio los resecos labios, cerró los ojos y pensó en los que perdió y en la quien pronto perdería.
Love of my life, you've hurt me
You've broken my heart, and now you leave me
Love of my life, can't you see?
Bring it back, bring it back, don't take it away from me
Because you don't know what it means to me.
Elise se rio, su risa antes fresca como menta ahora era apagada, como si una estrella se apagase, amaba Queen, en especial esa canción, Harriet la vio y siguió cantando.
Love of my life, don't leave me
You've taken my love and now desert me
Love of my life, can't you see?
Bring it back, bring it back, don't take it away from me
Because you don't know what it means to me.
You will remember when this is blown over
And everything's all by the way
When I grow older, I will be there at your side
To remind you how I still love you…I still love you… I still love you
Harriet se limpió las lágrimas que impedían ver a Elise con nitidez, la anciana cerro los ojos, aun con una sonrisa en la cara.
Back, hurry back, please bring it back home to me
Because you don't know what it means to me…
Elise permaneció quieta, el subir y bajar de su pecho se detuvo, pero Harriet no paro de cantar, derramo lagrimas con libertad, la voz se le deformo a causa del llanto pero siguió adelante.
Love of my life
Love… of my life…
Las manos de la anciana comenzaron a enfriarse, pero Harriet no se apartó de lo que ahora era un cadáver, de hecho, siguió cantando la misma canción hasta sentir la garganta ronca; la oscuridad cubría todo, apenas entraba algo de luz nocturna, pero la vista de Harriet se había acostumbrado a esas condiciones, por la que ubico sin miedo a equivocarse la mejilla de Elise, le dio un beso sin sorprenderse de lo frio que se sentía la piel de quien en vida había aprendido a amar y se alejó con pasos tembloroso a su cuarto, predio la luz, tuvo que parpadear repetidamente para adaptar sus ojos a la brillante luz blanca luego de estar tantas horas solo con la luz natural de la noche.
La última voluntad de su abuela era que tuviera un respaldo de emergía, por lo que a pesar de desear enterrarse en su cama y llorar hasta perder la conciencia, se concentró en obedecerla, comenzando a empacar todo lo que pudo, corrió llenando su mochila con toda la comida de la casa, dejo la refrigeradora vacía, empaqueto todos los edredones que pudo, metió ropas abrigadas, botas y zapatos cerrados, empaco productos de higiene femenina y aseo personal, también un botiquín de primeros auxilios muggle, todos los artículos de acampar que pudo, dos sacos de dormir por si las dudas y toda la ropa de uso diario que pudo. Incluyo a su mochila todas las casacas de Elise, quería que un pedazo de ella para acompañarla en su huida y búsqueda de los Horrocrux.
Guardo la mochila en su pequeño peluche de gato negro y se lo metió al bolsillo de su casaca roja, corrió hasta la puerta principal, giro la manija y salió por la puerta… golpeándose la cara con el hombre más grande de Londres, olía a tierra y bosque.
- ¡¿Hagrit?!
Notes:
Love of my life pertenece al increíble grupo Queen, arte auditivo. Elise debía morir, anciana y ultimo familiar que le queda a Harriet, la cuenta regresiva para perderlo todo a empezado, a medida que se desarrolle el fic, se verán más cambios… aunque es un capitulo algo corto… la próxima entrega tendrá mas hojas para su deleite :)
Y si… hice algo turbio a Voldemort, pero esa era la meta, darle una retorcida personalidad, algo que pecaron en no mostrar en las películas.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 56
Summary:
Seis Potter y un guardián, mayoría de edad y boda interrumpida
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
- Hola Harriet, ¿Creciste este verano?
- Harriet, ¿Estuviste llorando? - Ron apareció detrás de Hagrit.
- Valla, parece que alguien ha madurado y es capaz de reconocer las sutilezas en el rostro de una mujer- ironizo Hermione con una ceja levantada mirando a Ron.
- Oh, no me molestes- gruño rojo Ron.
- Sí, sí, gran progreso, ahora pasen todos adentro o nos mataran en la entrada- Moody avanzo cojeando con ayuda de su bastón con actitud malhumorada.
Mas magos y un par de brujas entraron a la sala de Elise, con mayor luz Harriet pudo ver quiénes eran las casi trece personas que ingresaban, el señor Weasley maravillado con los objetos muggles de Elise, los gemelos pelirrojos coqueteando abiertamente con ella, Kingsley quien debía estar protegiendo al ministro había reasignado sus prioridades al presentarse para protegerla, Bill Weasley repuesto después del enfrentamiento en Hogwarts con unas cicatrices en la cara en forma de arañazos, Fleur Delacour su bella prometida la saludo con besos repetidos en las mejillas, Lupin y Tonks quienes la sorprendiendo al ya ser esposos luego de que el hombre lobo superara sus inseguridades como para formar su propia familia a pesar de su naturaleza y discriminación social, todos conocidos a excepción de Mundungus Fletcher, ladrón por el bajo mundo y admirador de la pelinegra.
Todos habían venido a trasladarla a un lugar seguro.
- Elise estuvo en constante comunicación con la orden y Dumbledore, todos sabían que estaba muriendo y con ella las protecciones de esta casa…. este collar- Kingsley mostro un dije, de color escarlata apagado- Mostraba sus signos vitales… antes brillaba tenuemente, ahora está apagado por completo, esa fue la señal para salir a buscarte de inmedito... Sentimos tu perdida, pero debemos abandonar este lugar. Ya no es seguro.
Ron y Hermione pasaron sus manos sobre los hombros de la pelinegra, dándole todo el apoyo moral que podían dadas las circunstancias
El plan para sacarla de esa casa lo concibió Moody por sugerencia de Mundungus, pero modificado para confundir aún más al enemigo, siete de ellos tomarían pociones multijugos adoptando su apariencia y huirían en escobas y Thestral, Harriet aún tenía el localizador mágico, por lo que el ministerio sabría si se aparece en cualquier lugar del mundo y con ello también lo sabría Voldemort.
- No, no lo permitiré, no pueden tomar esa poción y convertirse en mí, ¡No!
- A mí no me disgusta- dijo George, sonriendo.
- Si… tengo miles de ideas si me quedara atorado en tu cuerpo- Fred le guiño un ojo de forma juguetona.
- Todos saben los riegos y lo han aceptado- dijo Moody interrumpiendo el coqueteo.
- No todos- dijo Mundungus- Técnicamente yo fui obligado.
- ¡Silenció Mundungus! - gruño Moody.
- No…- Harriet sintió una mala corazonada con el ladrón- Él no quiere arriesgar la vida por mí, deben excluirlo de esta locura… reconozco la traición cuando lo veo.
- Sabe mucho Harriet- dijo Lupin, intentando ser la voz de la razón- Y fue su idea.
- Pero no quiere estar aquí… Gran auror Moody, deje a Mundungus fuera de esto… si lo que le molesta es que el mago sabe demasiado, entonces use una promesa inquebrantable para que no hable nada de lo sucedido en la orden ni de lo que sucederá aquí.
El grupo de magos y brujas se veían indecisos, el plan solido estaba mutando delante de ellos.
- Si llevamos a un cobarde, nos dará la espalda cuando vea peligrar su vida… su traición robara segundos que no pueden ser desperdiciados si nos enfrentamos al peligro. Aunque no me guste que arriesguen su vida por mí, lo mejor sería solo seis Potter y un vigilante, usted auror Moody, como líder del equipo, apoyo extra así las cosas van mal.
Los argumentos de la pelinegra eran sólidos, Mundungus acepto hacer el juramento con tal de salir de la misión, Moody aceptó a regañadientes y Lupin fue testigo del juramento. Una vez hecho, el mago ladrón desapareció, sonriendo de oreja a oreja.
- Seis Potter y un guardián…- Moody odiaba los cambios a última hora de sus planes, pero la pelinegra tenía razón- Potter, tu cabello.
Harriet corto un pequeño mechón de su pelo y se lo entrego a Moody, quien lo hecho a la poción que ya tenía lista en un frasco trasparente, el líquido de inmediato emitió un brillo dorado.
- Valla, es un bonito color- elogio Hermione y luego se sonrojo al ver que los menores Weasley la miraban con cara interrogativa, esperando una explicación- La poción cambia de color según la persona que uno se trasformara… la he visto adoptar feos colores grises y marrones oscuros.
- ¿Y qué me dices del sabor? - pregunto pícaro Fred.
- Pues…- Hermione se sonrojo, sin saber que decir.
- ¡Silenció! - ordeno Moody- Tenemos el tiempo en nuestra contra, beban esto ya.
Los elegidos para transformarse en Harriet fueron los gemelos Weasley, Fleur, Ron, Hermione. Mientras la trasformación se daba Kingsley se acercó a la pelinegra de verde mirada.
- Ve por tus cosas, empaca para no volver, lleva tu lechuza y despídete de tu abuela, luego de trasladarte hare los arreglos necesarios para enviarla a un cementerio muggle… cuando todo esto termine, cuando ganemos y puedas caminar con libertada por las calles podrás visitarla una vez más.
Harriet obedeció y subió a su habitación mientras oía la discusión que se llevaba en la primera planta, parte del plan de Moody era que todas las Potter vistieran igual.
- Debemos desvestirnos, ¿Si no, como iremos todos vestidos iguales?
- Ni se te ocurra, Fred- gruño con voz mandona una pelinegra…. Debía de ser Hermione- Hay encantamientos para cambiarse la ropa sin desvestirse.
- Oh, que aburrida- chillo quien debió de ser George...
- Deben respetar el cuerpo de Harriet- hablo otra Harriet.
- El encantamiento también será para ti Ro Ro- corearon dos Harriet.
- ¡Claro que sí, tontos!, ¡Es mi mejor amiga! - la pelinegra se sonrojo avergonzada.
- En Francia usamos ese tipo de encantamiento muy a menudo- informo una Harriet que jugaba con las gafas que le dieron- ¿Por qué estos lentes no tienen cristal?
- Para resaltar su atractivo- respondieron dos Harriet al mismo tiempo, sonriendo, como si fuera lo más obvio del mundo.
La pelinegra original cerró la puerta de su habitación, aislándose de las voces del primer nivel de la casa. Aunque ya tenía todo lo vital para sobrevivir por semanas y meses fuera, decidió que la existencia de su bolso extensible seria secreto, por lo que cogió una mochila muggle y la lleno con artículos conmemorativos, de valor más emocional que funcional. Lleno la mochila con todos los regalos de cumpleaños que recibió, pijamas, libros, vestidos y zapatos mágicos, golosinas para lechuzas, pero después de pensarlo detenidamente decidió no llevar consigo la jaula de Hedwig. Cerro su mochila y se dirigió a la habitación de Elise.
- Una gran comitiva vino por mí, abuela... me voy… No te preocupes por tu cuerpo, será enterrado en un cementerio como debe de ser, te visitare a donde sea que Kingsley te lleve.
Harriet peino los blancos cabellos de la anciana con la mano, la arropo dejándola abrigada, como si necesitara resguardarse del frio, aunque su cuerpo se sintiese como hielo y salió cerrando la puerta, sin hacer ruido alguno.
Cuando bajo con su mochila noto a cinco versiones suyas vestidas de forma idéntica, jeanes azules oscuros, poleras rojas y chalinas azules. Viajarían en grupos de dos, Harriet iría con Hagrit en la moto de Sirius adaptada para dos, misma con la cual la había llevado al mundo muggle cuando solo era un bebe, Ron iría con Tonks, Hermione con Kingsley, George con Lupin, Fred con su padre y Bill con su futura esposa, Fleur.
Todos estaban listos para partir, Harriet con rapidez llamo su lechuza, esta voló a su mano.
- Hedwig- dijo Harriet, mientras caminaba con los magos a la puerta de la casa- Querida amiga, es hora de liberarte, mi vida es ahora peligrosa, será mejor que busques otra bruja a quien servir o vuelvas a la naturaleza.
El ave ululo, un chillido disconforme salió de su pico.
- Si… no te gusta la idea- Harriet acaricio la cabeza del ave- Pero no quiero ponerte en peligro… quizá cuando todo esto acabe nos volveremos a encontrar.
En el jardín de Elise, Harriet alzo su mano, lista para dejar ir a su lechuza.
- Se libre, mi querida amiga, libre.
Con un ululo, Hedwig emprendió vuelo y la pelinegra la vio partir, le dolía verla perderse en la oscuridad del cielo nocturno, pero era lo mejor… solo así su lechuza estaría a salvo.
- Ya conocen el plan- dijo Moody colocándose frente a todos, algunos montaban escobas y otros thestrals- Si uno cae los demás seguirán adelante.
- Sostente Harriet- dijo Hagrit haciendo rugir la moto.
- Uno- conto Moody.
Teslas golpearon sus patas al césped bien cuidado de Elise.
- Dos.
Hagrit apretó el acelerador del vehículo, un rugido salió de la moto de Sirius.
- ¡Tres!
Magos y brujas montados en escoba salieron disparados al aire, la moto de Sirius no se quedó atrás, Hagrit acelero tanto que dejo de tocar el suelo y se elevó en el aire, los thestrals galoparon extendiendo sus alas y elevándose con gracias, siguiendo a los demás en el cielo.
Moody trasformo su bastón en una escoba y siguió a la comitiva, voló cerca de la moto de Sirius, que quedo rezagada frente a los demás que ya habían ganado altura con rapidez y se encontraban más allá de las nubes, de repente su ojo mágico apunto al cielo, frunció el ceño y gruño como un viejo sabueso, alejándose a gran velocidad hacia el firmamento.
- ¿Qué le pasa…? - se preguntó Harriet.
Todo paso demasiado rápido, cuando Hagrit los elevo traspasando las nubes, se vieron envueltos en una pelea desigual, decenas de Mortífagos se cernieron sobre el grupo, superándolos en número, pero a pesar de estar rodeados, la orden les daba lucha, huyendo, intentando perderlos y lanzando ataques a la vez.
Al ver a los recién llegados, un grupo de Mortífagos fueron hacia ellos, Hagrit acelero e intentó perderlos, mientras Harriet lanzaba todos los hechizos de defensa que conocía. En medio de la huida vio al auror Moody en medio un gran grupo de Mortífagos, haciéndolos frente, luchando con varios al mismo tiempo, parecía un viejo león, magnifico, mortal y amenazador, el azote viviente de los Mortífagos en la primera guerra mágica.
Pero por cada enemigo caído otros venían a reemplazarlos, aunque el león era formidable, era injustamente superado en número, recordándole a Harriet cuando lucho con los inferí en la oscura cueva de la inhóspita playa… pero ahí no estaba Dumbledore para salvar el día.
- ¡Harriet, despierta! - grito Hagrit, un ataque le dio a la espalda, pero su naturaleza de semi gigante lo protegió- ¡Defiéndete!
La pelinegra espabilo y alzo su varita lanzado ataques a sus enemigos, aunque se defendía una pequeña parte de ella se preguntó, ¿Cómo verían los muggles este ataque nocturno?, después de todo el cielo brillaba con rayos verdes, rojos y blancos.
Cuando Dumbledore lo busco para convertirse en maestro de defensas contra las artes oscuras, Moody creyó que sería bueno un cambio de su aburrido retiro, cuando Barty Jr. lo secuestro, una parte que creyó dormida en el volvió a la vida, el instinto de supervivencia lo mantuvo cuerdo cuando vivió encerrado en su baúl por casi un año, su corazón latió con un renovado ritmo de cazar magos tenebrosos, uniéndose a la orden sin duda alguna, como en la primera guerra mágica. Cuando se enteró de la muerte de Dumbledore, se prometió que, si la muerte venía a buscarlo, se llevaría a cuanto Mortífago tuviera al frente… no moriría sin luchar.
Su enemigo le superaba en número y le lanzaban maldiciones tras maldiciones, pero el solo sonreía como desquiciado.
- ¿Eso es todo lo que tienen? - grito él- ¡¿Eso es todo?!, ¡No es suficiente!
Un rayo rojo fue lanzado a su cabeza, él lo esquivo, pero sufrió un corte en la frente, sino se abría movido, le abrían cortado la cabeza.
- ¡Mas! - rugió- ¡Se necesita más para acabar conmigo!
Con un movimiento de varita asesino a su agresor y quienes se hallarán más cerca de él.
- ¡Hagamos que hoy lluevan Mortífagos! - chillo enloquecido, ebrio de valentía al saber que su final se acercaba- ¡Vengan todos a la vez!
Esa noche, Moody rompió records al acabar con tantos Mortífagos en un periodo corto de tiempo, él era un auror, asesinar se consideraba la última alternativa, su deber fue siempre llevarlos a juicio y llenar Azkaban…. Pero esa noche, era un animal sin correa ni cadenas, libre para hundir sus dientes y garras en su enemigo.
- ¡Miserable! - chillo una bruja con mascara blanca en la cara y túnicas negras en el cuerpo.
La enmascarada lanzo un rayo rojo a toda velocidad, Moody no pudo esquivarlo, la maldición le corto la mano izquierda, el dolor floreció en su cuerpo de inmediato, no pudo evitar gritar de dolor. Colérico lanzo un ataque que mato a su agresora.
- Esa no era mi mano dominante… ¡Tontita!
Rabioso siguió asesinado a quien estuviera delante suyo, hasta que vio a Voldemort volando sin escoba alguna, dirigiéndose hacia la dirección donde vio huir a Harriet en la moto de Sirius.
- Oh, no…. ¡No huyas de mí!
Moody se abrió paso lanzando maldiciones imperdonables a diestra y siniestra, ciego de impotencia, no podía morir sin enfrentarse a su más grande enemigo.
- ¡Voldemort! - rugió.
El nombrado, que volaba con pura fuerza oscura, se detuvo y giro en dirección de quien se atrevía a llamarlo.
- Vaya, vaya, vaya… pero si es el gran auror Alastor Moody. Te estrecharía la mano, pero veo que no la tienes.
Sin detener su vuelo, Moody le arrojo la maldición asesina, pero el hombre serpiente la esquivo con rapidez, el rayo verde paso a su lado, insignificante y nada mortal.
- Siempre quise capturarte… por años… esa fue mi meta personal.
- Y morirás sin conseguirlo por lo que veo... estas casi muerto, sino te asesino yo, lo hará tu muñón sangrante, te ves pálido por tanta pérdida de sangre, auror.
Moody alzo su varita en dirección a su enemigo, Voldemort lo imito, ambos apuntando al corazón de su oponente, listos para lanzar un solo ataque mortal, tal como se hacía en el pasado, quien realizara el ataque primero sería el ganador del duelo.
- Buenas noches, auror- dijo Voldemort, con la varita apuntando al mago.
- Buenos días, tirano- respondió Moody, sonriente, viejas palabras antes de iniciar el duelo a muerte tan antiguo, donde solo el más habilidoso quedaría vivo, tal como se hacía en la edad media pero ahora ya nadie lo hacía por lo peligroso que resultaba.
- ¡Hagrit! - grito Harriet luego de lanzar otros hechizos de defensa, perdiendo por un momento a los Mortífagos- ¡Debemos volver para ayudarlos!
- No puedo, Harriet, ¡Ordenes de ojo loco!
Hagrit presiono un botón azul, fuego salió por el tubo de escape y la moto aumento la velocidad, dejando atrás a los Mortífagos, mientras descendían hacia una carretera concurrida de Londres. Si Hagrit planeaba despistar a los Mortífagos mezclándose con los vehículos muggles, no funciono… no todas las noches se veía conducir una moto ruidosa como un dragón acoplada para un pasajero extra con un sidecar, conducido por el hombre más grande de Londres. Paso lo esperado, los Mortífagos los alcanzaron y comenzaron a lanzar explosiones, sin importar si en el proceso herían a los muggles que conducían sus vehículos.
Hagrit se metió en un túnel, con la esperanza de perderlos, el semi gigante maniobro para no chocarse contra ningún muggle al ir en sentido contrario, cuando dos grandes buses rojos vinieron al mismo tiempo hacia ellos, Hagrit maniobro la moto para conducir por el techo del túnel, Harriet tuvo que agarrarse con fuerza al sidecar o habría caído al estar de cabeza. Justo cuando iban a salir del túnel, uno de los Mortífagos logro aturdir a Hagrit, quien a pesar de tener la piel tan dura como una roca, ya había recibidos varios ataques a lo largo de la huida, el hechizo fue la gota que derramo el vaso y logro ponerlo inconsciente.
De inmediato, Harriet tomo el volante de la moto, forzándolo a levitar para mantener a salvo a los muggles de las explosiones mágicas.
Ya a gran altura, diviso un ave de blanco plumaje de aspecto familiar.
- ¡Hedwig! - grito sorprendida.
La lechuza voló a su dirección y al ver a su dueña en peligro, se lanzó en picada para atacar al Mortífago con sus garras, pero este se zafó y luego de unos segundos alcanzo a la moto de Sirius, cuando estuvo a unos metros de altura, apunto su varita a la pelinegra, ansioso de sangre, no le importo la orden principal de su líder y grito.
- ¡Avada kedavra!
Un rayo verde voló en dirección a Harriet, ella vio como el tiempo se ralentizaba, el rayo venía a ella tan rápido que esquivarlo parecía una tarea imposible, especialmente porque tenía las dos manos manejando la moto, no había tiempo para maniobrar la moto y huir del ataque.
Estaba acabada, recibiría la maldición y caerían con Hagrit desde las alturas.
Cerro los ojos, esperando sentir dolor, pero después de unos segundos los volvió a abrir al oír un chillido. Era Hedwig, se había interpuesto entre el Mortífago y ella, recibiendo el ataque asesino.
- ¡¡Hedwig, no!!
La hermosa lechuza blanca cayó en picado, inerte tras la maldición asesina, desapareciendo tras las nubes.
- ¡Expelliarmus! - Harriet lanzo el hechizo al asesino de Hedwig.
Sintió una gran satisfacción al ver que su ataque dio de lleno al Mortífago y este caía en picada, perdiéndose en la oscuridad de la noche. Otro Mortífago que la seguía, de repente se alejó de ella, dejándola libre por un breve momento, hasta que sintió la cicatriz de su frente arderle y soltó un grito de dolor. Ese dolor solo podía significar una cosa, Voldemort se acercaba.
Mientras más se acercaba, más dolor sentía, paralizándola y haciéndola doblar en dos, apenas consiente de manejar la moto, las manos le temblaban, pero ella solo podía aferrarse a manejar y sostener su varita, Hagrit seguía inconsciente.
Antes de saber si quiera quien se hallaba cerca suyo, su varita se apropió de su brazo, lanzando fuego dorado, sin entender que pasaba, Harriet enfoco su vista hacia quien fue dirigido el hechizo: volando sin escoba, como una nube oscura, con la piel pálida lampiña y ojos rojos, se hallaba a unos metros suyos el hombre serpiente, la causa de toda su tristeza, Voldemort. Tenia la mano sosteniendo la varita que arrojaba fuego verde.
Sus hechizos chocaron, rojo contra verde, pero su varita de acebo fue más fuerte, quebrando a la otra y haciéndola explotar, sorprendiendo a Voldemort. Harriet aprovecho esa oportunidad y presiono el botón azul que antes vio accionar a Hagrit, la moto rugió, fuego salió de su tubo de escape y salió disparada a toda velocidad, perdiendo a Voldemort.
Este, molesto por que su presa se escapase nuevamente de entre sus dedos, libero magia explosiva que destruyo las antenas y redes de energía, dejando a los muggles sin luz.
La velocidad de la moto era tanta, que a Harriet se le hacía difícil respirar, pero a medida que los segundos pasaban, el dolor en su cicatriz disminuía. Estaban a salvo.
Al menos por ahora.
Cuando la híper velocidad de la moto, fuego de dragón acabo, Hagrit reacciono y tomo el control del vehículo, temblando, Harriet se lo cedió. Con dificultad por la velocidad en que iban, Hagrit intento aterrizar en una pradera, pero la velocidad fue tal que se necesitó un estanque con lodoso suelo pegajoso para solo así recién frenar la enorme moto.
Ella intento reconocer el lugar, jamás había estado ahí, se supone que iban a la madriguera. Malheridos, bruja y gigante salieron del estanque dejando la moto atrás, grande fue su sorpresa cuando avanzaron a la única casa que había en kilómetros y descubrió a una pareja mayor, un hombre de amable apariencia y una mujer-
- ¡Bellatrix! - grito Harriet, alzando su varita para defenderse.
- ¡No, no!, ¡Potter, ella es mi esposa! - grito el hombre mayor- ¡Es Andrómeda Tonks!
La mujer se quedó callada, parecía que había esperado su reacción.
- Bellatrix… - dijo después de unos segundos tensos la mujer- Bellatrix es mi hermana.
Aunque Harriet guardo su varita para no ofender a los dueños de la casa, no pudo evitar estar tensa y alerta… ¡La mujer era una versión idéntica a la demente Mortífaga!, claro, había diferencias sutiles como el color de cabello, en lugar de negro era rubio… y la expresión de su rostro carecía de locura, pero hasta no poner sus manos en un Traslador que los llevaría a la madriguera, no pudo respirar con tranquilidad.
- No eres la única que reacciona así- dijo Hagrit, cuando aterrizaron cerca a la madriguera luego de usar el Traslador mágico, un peine de cerdas suaves- La mayoría es receloso al conocer a Andrómeda… es igual a Bellatrix, pero solo por fuera, por dentro son completamente diferentes. Justo por eso fue repudiada por su familia, los Black… se casó con un mago que según ellos solo llevo deshonra a su árbol genealógico, Ted Tonks, nacido de muggles. Los Black siempre fueron radicales con la pureza de sangre… Andrómeda sufrió mucho, pero jamás se arrepintió de sus decisiones, ama la familia que hiso con Ted, está orgullosa de su hija y es miembro de la orden.
- ¿Su hija es Tonks? - pregunto Harriet, mientras veía como la madriguera se veía más cerca a cada minuto.
- Si.
- Vaya… familia luchando contra familia. Eso sí que es trágico.
- Así es- afirmo Hagrit.
A solo unos metros de la madriguera, vio como dos figuras pelirrojas salían de la casa a recibirlos.
- ¿Qué paso? - pregunto angustiada Molly Weasley- ¿Dónde están todos?
Harriet sintió como si le hubieran golpeado el estómago.
- Nadie… ¿Nadie ha vuelto? - jadeo con sorpresa la pelinegra.
- Nos cayeron encima, Molly- dijo derrotado Hagrit.
Harriet pudo ver como la matriarca Weasley se rompía por dentro al ver sus ojos brillar de lágrimas, pero intento aparentar fortaleza, era la madre de una familia, tenía que ser fuerte.
- No pudimos hacer nada… fue una emboscada desde el inicio…
- Vamos adentro, tratemos sus heridas primero- ordeno Molly.
Harriet se quedó quieta, el peso de las consecuencias de disfrazarse como ella comenzó a pesar demasiado dificultándole el caminar.
- Tonks… papá… Fred- gimoteo Ginny, quien, a diferencia de su madre, no ocultaba sus sentimientos.
Aunque le hubiera encantado consolar a la pelirroja, Harriet sentía como si tuviera algo atorado en la garganta, impidiéndole hablar. Antes que la desesperación haga picadillos su corazón, Harriet noto un resplandor y luego se escuchó un grito, la calmada voz de Lupin se había trasformado en una de desesperación, gritando por ayuda.
Harriet corrió hacia Lupin, estaba malherido, pero cargaba de un brazo a George, quien tenía los ojos cerrados y la cabeza llena de sangre.
- Oh Dios, oh Dios, oh Dios- chillo Harriet, colocando la mano de George sobre sus hombros para ayudarlo a entrar a la madriguera.
George necesitaba asistencia médica, pero por ahora solo podían confiar en los cuidados de la matriarca Weasley, quien al ver a su hijo corrió a su lado. Hagrit y Lupin dejaron al herido en un sofá para que sea atendido por su madre.
Harriet solo podía ver a George, sangraba y le faltaba una oreja, alguien la había cercenado. Tan concentrada estaba en el herido, que no se percató que Lupin volteo a ella y con ambas manos le jalo del cuello de la polera roja hasta acorralarla en la pared de un rápido pero doloroso movimiento.
- ¡¿Qué haces?!- chillo Ginny, asustada al ver el comportamiento de Lupin.
- ¡Lupin, suéltala! - grito Hagrit.
Lupin los hiso callar y con su varita apunto a Harriet, quien estaba quieta de la confusión.
- ¿Qué objeto… me dio Harriet Potter… tras terminar mi año como docente en Hogwarts? - rugió Lupin con la varita brillando, a solo unos segundos de lanzar un hechizo.
Harriet nunca había temido del mago, siempre lo vio como una figura intelectual y pacífica, ahora, que la veía como una enemiga, le dio por primera vez miedo, casi podía ver el salvaje hombre lobo que había dentro de este.
- ¿Qué… que le pasa, profesor Lupin? - Harriet respiraba con dificultad, el mago la tenía presionada contra la pared de forma dolorosa.
- ¡¿Qué objeto?!- grito Lupin, ansioso por una respuesta, zarandeándola en el proceso.
- ¡Una mochila! - grito Harriet, asustada.
Lupin dejo de mirarla como el enemigo, dejo de apuntarla con la varita y dejo de presionarla a la pared, Harriet pudo respirar con normalidad… el hombre lobo siendo contenido, el hombre pacifico volviendo a tomar el control de la situación. Lupin retrocedió unos pasos, calmándose, explico que fueron traicionados desde dentro de la orden, Voldemort sabía que la trasladarían esa misma noche.
- Quería ver que no fueras una impostora… lo siento, Harriet.
La pelinegra acepto las disculpas, entendiendo su comportamiento.
Luego se escuchó como un aterrizaje, Lupin corrió fuera de la madriguera con varita en mano, Hagrit y Harriet lo siguieron, divisaron a Kingsley y Hermione, malheridos, pero a salvo, cuando Harriet quiso ir por su amiga, Lupin la detuvo y apunto su varita a la pareja de recién llegados. Pero no fue el único, Kingsley también había sacado su varita, apuntando a Lupin.
- Las ultimas… palabras que nos dijo a los dos Albus Dumbledore antes de morir- exigió Kingsley, con la varita apuntando el corazón de Lupin, tan mortal y filoso como un cuchillo.
- Son necesario solo tres personas para resguardar bien un secreto… aunque todo parezca perdido no significa que sea el fin… hay algo grande gestándose lentamente que nos asegurará ganar la guerra… cuiden a mi nieta- respondió Lupin, recordando la última vez que hablo con el viejo director.
Satisfecho con la respuesta, Kingsley bajo su varita.
- ¿Qué te delato? - pregunto el mago de oscura piel, mirando a Harriet.
- Creo que…- Harriet aun digería las últimas palabras de su abuelo, la última oración casi le provoco soltar lagrimas- Hedwig, mi lechuza… murió recibiendo una maldición asesina en mi lugar… me salvo la vida.
Kingsley cabeceo, entendiendo la situación. Luego de unos segundos, poco a poco todos fueron llegando, Bill y Fleur, Tonks y Ron, y luego de unos interrogatorios, Harriet fue libre de ir a abrazar a sus amigos, mientras que Tonks abrazaba a su esposo. Hoy todos habían esquivado a la muerte, Harriet quería llorar, pero esta vez de felicidad.
Cuando llegaron Fred y Arthur Weasley, Harriet recordó que George estaba herido, por lo que junto con sus amigos se apresuró para volver a la madriguera.
Molly había limpiado la sangre que antes bañaba la cara de George y se las había ingeniado para detener el sangrado, ahora se podía ver con mayor claridad la falta de la oreja izquierda. Fred al verlo había corrido hacia este, arrodillándose a su lado, los demás miembros de la orden entraron a la sala y vieron al herido, pero dándole su espacio.
- ¿Cómo te siente George? - pregunto Fred, cogiéndole la mano.
- Como... queso- respondió George abriendo un poco los ojos.
- ¿Cómo? - Fred no entendía.
- Queso… como queso…- George abrió los ojos para ver a su gemelo y sonreír, alzo la mano y señalo su herida- Tengo agujeros, Fred, ¿entiendes?
Fred le recrimino el mal chiste.
Harriet sonrió limpiándose las lágrimas, George estaría bien, ya estaba empezado a bromear. Observo que los demás miembros de la orden parecían aliviados, pero noto algo.
- ¿Y el auror Moody?
Ya había pasado mucho tiempo desde que todos habían llegado a salvo, el viejo auror era el único que faltaba.
- Mataron a ojo loco- informo Bill.
Tonks, con los ojos abiertos de sorpresa giro su cabeza hacia el pelirrojo, no era para menos, Moody había sido su tutor cuando se formó como aurora.
- ¿Cómo… como lo sabes? - pregunto Harriet, aun incrédula del fatal desenlace del auror.
- Lo vi, Harriet… lo vi luchando contra una gran cantidad de Mortífagos… aunque los vencía recibía daño por la espalda, cada vez más herido a cada minuto… - Bill conto recordando lo que presencio- Se enfrentó con Voldemort… recibió la maldición asesina en el pecho y cayó del cielo… eso fue lo último que vi antes de escapar con Fleur en el Thestral.
Se escuchó el sollozo de Tonks, Lupin consoló a su esposa abrazándola.
El ánimo de los presentes se oscureció, todos tristes por la noticia.
Habían herido a George y matado al segundo líder de la orden… Harriet sentía que todo era su culpa.
Escaparía.
Harriet escaparía de la madriguera para no poner a nadie en peligro de nuevo. Así que espero a que todos se durmieran y sin hacer ruido salió de la casa de los Weasley con mochila en el hombro y varita en mano, cuando solo se había alejado unos metros, una voz la detuvo.
- ¿Te iras?
Asustada por haber sido descubierta, Harriet giro hacia la voz.
- Fred…
- ¿Te iras, así?, en medio de la noche, sin despedirte siquiera… como si huyeras.
- Debo hacerlo, si me quedo aquí estarán en peligro…- Harriet no se atrevió a mirar los ojos de Fred.
Nunca había sido difícil conversar con el alegre gemelo pelirrojo, pero en esos instantes se sentía como una niña que fue pillada rompiendo un valioso jarrón.
- No hoy, no después que George dio su oreja por ti.
Harriet se apretó las manos hundiendo las uñas en las palmas, nunca la voz de Fred había sonado tan seria, tan contundente, no aceptaría una negativa como respuesta.
- Fred… hicieron daño a George por estar disfrazado como yo… mataron a Moody… Hedwig murió protegiéndome… esta noche fue sangrienta por mi culpa.
- No, esta noche fue sangrienta porque alguien dentro de la orden nos traiciono- afirmo Fred- Y tú, princesa, no tienes la culpa. No eres la espía, no es tu culpa.
La pelinegra comenzó a derramar lágrimas silenciosas, mordiéndose el labio para evitar soltar algún gemido de dolor. Fred al verla temblar se acercó a ella y sin dudar un segundo la abrazo, Harriet a pesar de haber crecido un poco ese verano, se sintió pequeña en sus brazos, pero devolvió el abrazo, aferrándose al mago que le brindaba consuelo.
Lloro y lloro hasta que sintió como poco a poco se sentía cada vez más liviana.
Sin decir palabra alguna, Fred la llevo de la mano de vuelta a la madriguera.
Los días siguientes antes que termine el mes de julio la señora Molly Weasley se empeñó en separar al trio dorado, siempre mandando a hacerles tareas irrelevantes, como espantar a los gomos de jardín, limpiar la granja y otras necesarias como desempolvar sillas, lavar manteles, limpiar la vasijas y copas… tareas relacionados con la boda de Bill y Fleur programada para el primero de agosto y todas realizadas sin magia, lo cual quitaba demasiado tiempo y energía. La señora Molly siempre los vigilaba y supervisaba, cada tarea los mantenía alejados a gran distancia, dejándoles cansados y con los músculos adoloridos.
Constantemente la señora Weasley preguntaba a Harriet por sus planes a futuro, intentando extraerle información, sinceramente le era un poco molesto pero la pelinegra entendía por completo su actitud, preocupada por una niña a quien vio crecer y consideraba parte de su familia. Pero su abuelo ya lo había dejado claro, “Son necesario solo tres personas para resguardar bien un secreto”, rebelar la existencia de los Horrocrux sería como decirle a Voldemort en la cara que sabía cómo derrotarlo; había un espía dentro de la orden, no podía ser tan imprudente. Definitivamente obedecería su abuelo, aunque este estuviera muerto.
Los interrogatorios cesaron el 31 de julio, la señora Molly tuvo esa delicadeza al ser su cumpleaños y con ello la llegada de su mayoría de edad, todo el día Harriet espero sentir algo que le indique que el rastreador mágico había sido desactivado, pero eso nunca paso; quizá el proceso era indoloro. Al verse el espejo podía ver la diferencia entre la niña delgadísima de la alacena y su versión actual, más grande, aunque no tanto como cualquier bruja de su edad, ya no se le veían los huesos debajo de la piel, su pelo y uñas ya no se quebraban, gracias a Elise y Hogwarts había superado sus déficits nutricionales. Con su mayoría de edad se despedía para siempre de la niñez.
Harriet siempre se había enorgullecido de no ser materialista, a pesar de que ahora tenía más bóvedas y títulos, más oro que cualquier bruja de su edad, siempre se mantenía humilde, pero ese año le sorprendió la falta de regalos, uno creería que sus amigas le abarrotarían de presentes al ser su mayoría de edad, pero los únicos presentes que consiguió fueron de las personas que estaban en la madriguera, hasta Hagrit le había dado un obsequio, una pequeña bolsita de cuero no más grande que su gigante mano hechizado con el encantamiento de extensión indetectable, la cual Harriet agradeció con un sincero abrazo. Los bolsos extensibles siempre eran un útil regalo.
¿Pero el presente de sus amigas y amigos de Hogwarts?, diablos, creía que hasta el cuarteto de Slytherin le daría algo como presente, el cumpleaños número 17 era casi tan importante como cumplir once años.
No… no se quejaría, ella nunca se quejaría de la falta de regalos… ella no era Dudley.
Así que paso la tarde de su cumpleaños con una sonrisa, mientras agradecía la hermosa torta que la señora Weasley le había preparado en forma de snitch dorada tan grande como una pelota de playa. Cuando le cantaron y partieron el pastel, Harriet se quedó en el jardín, sentada, momentáneamente librada de las tareas e interrogatorios de la matriarca Weasley, tan solo mirando el cielo.
- No se olvidaron de ti, princesa- dijo George, vendado en la zona izquierda donde fue atacado, tenía un pedazo de pastel en su plato.
- ¿Perdón? - Harriet se sorprendió de no oírlo llegar hacia ella.
- Tus amigos de Hogwarts no se olvidaron de ti, princesa… vi que toda la mañana estuviste pegada a la ventana mirando el cielo, como si esperaras lechuzas.
Harriet se sonrojo, nuevamente un gemelo Weasley la había pillado desprevenida.
- Bueno… yo… solo-
- Aunque quisieran enviarte cartas o presentes por tu cumpleaños no podrían, la madriguera fue encantada para que nadie pueda rastrear tu presencia, ni las lechuzas ni Voldemort. Tiene fuerte hechizos protectores encima.
La bruja se sonrojo con mayor fuerza, su pelo se coloreo de la vergüenza que sentía, había sido tan infantil al pensar que sus amigas y amigos se habían olvidado de ella.
- Mama está empeñada para que no converses con Ron y Hermione… Los separa a cada oportunidad que los ven juntos, ¿Por qué?, tienes una misión, ¿no?, de Dumbledore.
Harriet no respondió, el ocaso brillaba frente a ellos y ella solo se quedó mirando las hierbas secas del suelo, había sido un verano caluroso a pesar de los días grises; no podía decirle a nadie de los Horrocrux, ni siquiera a George.
- George… lo siento… no puedo decirte nada. Dumbledore me dijo que no rebelara nada…
- Lo entendiendo… pero desearía que no te enfrentes al mundo tu sola. Sabes que puedes contar conmigo, ¿No?
La pequeña bruja despego la mirada del suelo y vio a los ojos al mago, pero su atención se lo llevo la venda que cubría su herida.
- Lo sé- Harriet estiro la mano y con la yema de los dedos toco suavemente la venda- Te hicieron esto por mi culpa… pudiste haber muerto por mi culpa.
El pelirrojo mago cogió su mano con delicadeza, entrelazando sus dedos.
- Yo lo elegí, tu nunca me obligaste.
- No quiero que nada malo te pase- susurro temerosa Harriet.
- Ni yo a ti...- respondió también susurrando George.
El sol se ocultó tras unas colinas, los colores nocturnos, morados y violetas comenzaron a pintar el cielo, pero la pareja de magos no se separó, de pie, uno frente a otro, con las manos entrelazadas. Harriet sintió que ese momento era el más íntimo que paso con un chico, superando con crecer al asqueroso McLaggen y los besos robados de Malfoy. Las manos de George eran cálidas, haciéndola sonrojar, llenando su estómago de una calidez que solo obtienes al estar bajo el sol.
- Eres fuerte- dijo George, rompiendo el mágico momento, pero aun sin soltarla- Pero quiero protegerte, ¿Es eso malo?
- Todos los que intentaron protegerme están muertos, George. Hace años dijiste que te gustaba… para ese entonces nunca había pensado en chicos porque estaba más ocupada salvando mi vida… jamás te di una respuesta, ahora te la doy: No soy una buena elección para entregar tu corazón. Estar cerca de mi cerceno tu oreja, no quiero pensar que pasaría si somos pareja.
- Puedo defenderme, lo sabes- refuto George.
- Voldemort está cazándome… si te pierdo a ti, creo que también perderé la capacidad de sonreír.
George comenzó a ponerse ansioso, Harriet lo quería, pero estaba demasiado asustada, cerrándole por completo su corazón en su nariz.
- No me perderás.
- Eso no lo puedes asegurar… ni siquiera Dumbledore me pudo asegurar más años de vida.
Casi podía oír las bisagras del corazón de Harriet cerrándose.
- Si tienes tanto miedo jamás amaras a nadie- declaro George, dolido.
- No pienso ser así siempre… quizá cuando ganemos la guerra pueda dejar de sentir tanto miedo de perder a los que amo, ¿No crees?
- Y romper el hechizo que creaste a tu alrededor…. Me asegurare de ser el primero que veas al despertar de tu largo sueño, para que así te enamores perdidamente de mí, como en los cuentos.
Harriet se rio de las palabras del pelirrojo, aliviada por ya no escuchar dolor en su voz.
- Yo distraeré a mamá, tu ve con Ron y Hermione, tienes cara de querer decirles cosas en privado.
- Gracias, George… eres el mejor.
Y así lo hizo el gemelo pelirrojo, distrajo a su madre lo suficiente para que Harriet les contara que después de la boda de Bill y Fleur, escaparía de la madriguera para ir a buscar los Horrocrux.
- Sola- declaro.
- De nuevo con esa idea- refuto Hermione, molesta.
- ¡Sera muy peligroso! - chillo Harriet con frustración- ¡No sé cuánto tiempo me demoraré ni donde están!
- Y por eso te cubriéramos la espalda- la confronto Ron.
- ¡Podría sucederles algo malo!... jamás me perdonaría si algo malo les pasa. No quiero perderlos.
- Si te escapas sin nosotros nos perderás para siempre- Hermione la vio sin pestañear, con una seriedad mortal.
Ron parecía pensar lo mismo. Después de un silencio incomodo, Ron hablo.
- Me dijeron que mañana tomaras una poción multijugos, adoptaras la apariencia de una prima lejana, para que puedas asistir a la boda de Bill, recuerda que estas aquí de forma anónima.
- ¿Prima?
- Así es… se levantará una carpa en el jardín para que se realice la boda, vendrán familiares de Fleur y casi todos nuestros parientes Weasley… será un día muy agitado.
- Entiendo- dijo Harriet.
El primero de agosto llego, las brujas ayudaron a Fleur con los preparativos de la novia, los Weasley recibieron a los invitados que fueron llegando toda la mañana, Harriet permaneció fuera de foco, oculta en el cuarto de Percy, con el diario profeta en la mano, casi podía sentir chispas en los dedos al leer que la infame Rita Skeeter había publicado un libro escandaloso que aseguraba desvelar los oscuros secretos de Dumbledore… pero también había artículos que hablaban a favor de su abuelo, no todo el periódico era basura.
- Maldita bruja… debía haberte aplastado cuando solo eras un insecto- gruño Harriet camino en círculos por el cuarto.
- ¡Harriet!
La pelinegra se giró a la puerta, alarmada por el grito de su mejor amiga.
- ¿Mione?, ¿Qué pasa?
Hermione corrió tan rápido a la habitación de Percy, donde se ocultaba la pelinegra, que tuvo que tomar aire para poder hablar.
- El… ministro…. El ministro… de magia… ¡Acaba de llegar y te está llamando!
- ¿Qué?
- Bueno… también nos está llamando a su presencia Ron y a mí.
Harriet y Hermione se escabulleron de la madriguera sin ser vistas para hablar con el ministro, como la casa estaba abarrotada de invitados, se reunieron en una carpa secundaria que instalaron para la boda que servía como almacén. Cuando llegaron vieron que habían apartado en una esquina cajas, bebidas, enormes paquetes para poder albergar a cuatro personas sentadas en comodidad. Un incomodó Ron estaba ya sentado, al verlas entrar respiro aliviado.
Harriet no pudo evitar preguntarse como sabia el ministro que ella estaba escondida en la madriguera si se suponía que su estadía era un secreto.
- Me comuniqué con el líder de la orden para saber su paradero, señorita Potter, es esencial lo que debo de decirle.
Las pelinegra se sonrojo, su cara era un libro abierto, demasiado fácil de leer.
El ministro Scrimgeour estaba ahí para dar lectura al testamento de Dumbledore, que les había dejado objetos con su última voluntad, a Hermione un libro titulado los cuentos de Beedle el bardo esperando que le sea educativa, a Ron su desiluminador de su propia creación que tenía la capacidad de absorber la luz de un lugar y devolverlo con solo un clic, parecido a un encendedor plateado, a Harriet el anillo que siempre portaba que tenía una “D” como inscripción, reliquia de los Dumbledore, Harriet lo abrazo y se obligó a no llorar, el ministro también le entrego otro objeto, la primera snitch que atrapo en su primer partido, para que le recuerde la recompensa de la perseverancia… pero el ministro le entrego a través de un pañuelo, evitando el contacto.
“Las snitch tiene memoria táctil… si el abuelo dejo algo oculto dentro de este objeto dorado, saltará a plena vista a mis manos… dejará de ser un secreto”
Con sudor recorriéndole la espalda, Harriet estiro la mano para coger el esférico objeto.
Pero para su sorpresa nada paso, la snitch permaneció sin movimiento alguno.
- Dumbledore también te dejo otro objeto, la espada de Goldin Gryffindor… por desagracia Dumbledore no tenía derecho a regalar la espada, como un importante artefacto histórico le pertenece a-
- A Harriet… le pertenece a Harriet- interrumpió Hermione- Llego a ella cuando más lo necesitaba, en la cámara de los secretos al enfrentarse contra el basilisco-
- La espada puede aparecer ante cualquiera que sea digno de portarla señorita Granger, pero eso no les hace dueños de esta… y en todo caso la ubicación actual de la espada es desconocida, la espada desapareció - informo Scrimgeour - De antemano me disculpo por haber demorado en entregarles los objetos… muchos magos y brujas querían examinarlos más de cerca.
Pero Harriet no presto más atención al oír que la espada de Gryffindor había desaparecido, ¿Quién la tendría y para que la querría?
- Eso es incorrecto- gruño Hermione- Casi más de un mes… tuvieron entre sus manos estos artículos por casi más de un mes.
- El ministerio de magia es más que solo su servidor, múltiples jefes de cada área votaron por examinar los objetos…. aunque mi cargo es alto, no es infalible ante los demás departamentos, no pude hacer nada, el ministro de magia no es un tirano, no puede imponer su voluntad al resto.
Harriet se colocó el anillo de su abuelo en su mano izquierda y apretó la snitch en su mano.
- Entiendo, gracias ministro- Harriet estaba aún confundida por recibir la snitch dorada… entendía el anillo, ¿Pero la snitch?, francamente había veces que no entendía a su abuelo.
- Es muy madura para tu edad, señorita Potter- Scrimmage no pudo evitar decir en voz alta, sorprendido por la actitud de la pelinegra, había esperado algún berrinche por la apropiación de los objetos, pero ella había respondido de forma pacífica.
- Tuve que madurar a la fuerza, señor.
Scrimgeour suspiro, era una verdad innegable, se recostó en la silla de forma poco elegante, estaba cansado, el último mes se había dedicado a cazar a sospechosos, pero su cacería no parecía tener fin, y lo más frustrante era que todos juraban estar bajo el maleficio Imperio, lo cual no llevaba a ninguna parte, sin nombres ni sospechosos mas que Voldemort. Sentía que estaba cada vez más en desventaja contra el enemigo, y ahora no podía ni confiar en su propia gente… al igual que la primera guerra mágica.
- No sé qué pretende señorita Potter, sinceramente esperaba algo al entregarle la snitch, me dijeron que el año pasado pasaste mucho tiempo con Dumbledore, ¿Te rebelo algún plan para acabar con Voldemort?, ¿Te dijo algo importante?
Ni Harriet ni sus dos amigos dijeron palabra alguna, aunque sabían la respuesta.
- Esta guerra no la puede ganar sola, señorita Potter- declaró Scrimgeour luego de unos segundos de silencio entendiendo la situación- Él es muy poderoso, necesitamos aliarnos, unir fuerzas.
- Sé a lo que me enfrento, señor, después de todo ese monstruo me arrebato a casi todas las personas que amo.
De nuevo se instauro el silencio, siendo solo interrumpido por todas las voces de más invitados quienes llegaban para la boda.
- Es un día especial por lo que veo, perdonen mi intromisión, es hora de retirarme- dijo el ministro para proceder a levantarse de su asiento, rumbo a la salida de la carpa.
- ¿No se quedará señor? - pregunto Ron levantándose también de su asiento.
- Oh no… al ministro nadie puede verlo festejando en tiempos de guerra, debe estar liderando no bebiendo… aunque el ministerio se esté cayendo en pedazos no dejare mis deberes… supongo que acato el refrán muggle: El capitán se hunde con su barco.
A pesar de cojear por la edad y sus enfrentamientos en su época como jefe de auror, Scrimgeour conservaba una elegancia antigua, como un viejo león, haciendo que su cojera sea elegante con su andar.
Harriet no pudo evitar sentir pena por el mago, ella tenía a sus amigos, pero el ministro a nadie.
- Señor- llamo Harriet cuando el ministro cruzo el umbral, a un paso de la salida, deteniéndolo- Sé que todo se ve desfavorable pero no pierda las esperanzas. Ganaremos al final… solo… solo debe resistir y confiar.
Scrimgeour no puede evitar esboza una sonrisa genuina, hace meses que no sonríe de verdad, pero no se burla de las palabras de la bruja, sino de un recuerdo, esperanza tenas, le recuerda a un querido viejo amigo.
- Aunque no tengas sangre Dumbledore en tus venas, hablas igual que Albus, como si fueras su nieta legitima… Buena suerte señorita Potter, en lo que a mí respecta, esta reunión jamás paso… no tengo idea de donde está escondida.
Scrimgeour se alejó de la carpa, cojeando.
- Hasta luego, ministro Scrimgeour - dijo Harriet, aunque era probable que el mago no le escuchase.
Verlo caminar, colina arriba, metido en sus propios pensamientos, le hiso notar algo a Harriet… el ministro había venido solo a verlos.
Ya no confiaba en nadie.
Harriet volvió a sentir pena, el mago era un líder que ya no confiaba en quienes debía liderar. Sus amigos la sacaron de sus cavilaciones al indicarle que debían alistarse pues pronto seria la hora de la boda. Deseándole al ministro buena suerte, Harriet se escabullo a la madriguera sin ser vista y tomo la poción multijugos, adoptando la apariencia de una bruja pelirroja de gran altura y ojos grises. Se vistió con un sencillo vestido azul, y a falta de bolsillo guardo el peluche de gato negro en su brasier… casi podía oír la voz de Elise diciéndole lo orgullosa que se sentía al obedecerla y ser precavida, como una sobreviviente.
La boda trascurrió dentro de una enorme carpa blanca y con cientos de invitados, unos cuantos miembros de la orden, otros invitados extranjeros por parte de Fleur, Madame Máxime para alegría de Hagrit, invitados ancianos y otras jóvenes celebridades, como Víctor Krum, quien coqueteaba abiertamente con Hermione, poniendo celoso a Ron.
Harriet no pudo evitar preguntarse si alguna vez tendría una propia, Fleur se veía bellísima y no solo por su hermosa apariencia y espectacular vestido blanco, sino por la alegría que desbordaba al unir su vida con Bill Weasley. Ambos eran la definición de felicidad al unir sus vidas con quien amaban.
- No estés celosa, Harriet, estoy segura que tú también tendrás una boda fantástica- dijo Luna, apareciendo a su lado.
- Eres muy amable Luna... espera… se supone que estoy disfrazada, ¿Cómo me reconociste?
- Por tu olor.
- ¿Mi… olor?
Luna se rio, moviendo su delgado cuerpo en su capa amarilla.
- Es broma… lo deduje por tu andar, por tus tics, por verte conversar animadamente con Ron y Hermione, como siempre lo haces… Seguro que un hombre lobo no puede ser engañado por la poción multijugos… también los perros y seguramente las parejas enamoradas.
- Claro…
La lógica de Luna era excepcional, aunque no sabía si la última oración seria cierta… a veces ella habla de criaturas que no existían, con propiedades fantásticas, motivo por la cual Hermione no apreciaba su compañía al considerarla demasiado fantasiosas hasta el punto de rozar la mentira.
- Por cierto, me mordió un gomo de jardín- dijo risueña Luna, mostrando su mano herida- Estoy tan feliz.
- Luna, necesitas atención medi-
Pero de la nada, tan silencioso como Luna apareció un hombre rubio con cabello desordenado rozándole los hombros, vestido de una túnica amarilla chillón. Era bastante obvio de quien era familiar, tenía los mismos ojos soñadores que los de su descendiente.
- La saliva de gomo es muy benéfica, te felicito hija… ¿Oh, una amiga? - pregunto el mago rubio viendo a la pelirroja - Un gusto señorita, Xenophilius Lovegood editor de “El quisquilloso”, quienes, a comparación de los tontos del Profeta, apoyábamos sin dudar a Dumbledore en vida y ahora en muerte apoyamos a Harriet Potter por completo.
Aunque Harriet presto atención a las palabras del rubio mago, no pudo evitar mirar el extraño colgante plateado que tenía el padre de Luna, precia un ojo de reptil dentro de un triángulo.
A Harriet le pareció un hombre tan soñador y pacifico como su hija, por eso, momentos más tarde no entendió porque de la nada el siempre respetable Víctor Krum busco pelea con el señor Lovegood.
- ¡¿Cómo se atreve a usar ese símbolo en una boda?!- grito furioso Krum, siendo detenido por dos magos.
Xenophilius lo miro como si el que no entendiera nada en realidad fuera la estrella de quidditch húngara, retirándose lo más lejos del joven mago.
A lo largo de la tarde y primeras horas de la noche, Harriet tuvo que tomar varios frascos de la poción multijugos, bebió y comió, bailo con los gemelos Weasley que coquetearon abiertamente sin importar los susurros de los espectadores, también ayudo en lo que pudo y converso con unos ancianos que debido a su edad estaban sentados solos.
Le recordó a Elise, pero eran más ancianos de ella, los magos tenían gran longevidad a comparación de muggles y los squib.
Converso con un viejo anciano mago, Elphias Doge quien había escrito un emotivo artículo en el profeta, homenajeando a su abuelo, miembro de la orden del fénix y amigo de Dumbledore.
- Contraje de niño viruela de dragón, cuando entre en Hogwarts ya estaba curado, pero la enfermedad me dejo secuelas en la piel… Albus fue el único que no se alejó de mi ni me trato como un marginado… el mejor amigo que puedes desear tener. Íbamos a recorrer el mundo juntos, pero la muerte de su madre lo impidió, él era el mayor de los Dumbledore, se quedó para ser el nuevo jefe de familia… sentí pena por él, tenía tanto potencial que una vida corriente parecía un desperdicio, cuidar a su tosco hermano Aberforth, amante de las cabras no era nada espectacular.
- ¿Hermano? - pregunto Harriet, con voz ronca debido a la poción multijugos.
- Albus era un hombre muy reservado, niña, muy reservado desde muy joven- dijo el anciano.
Una bruja, de traje rosa con sombrero de plumas rosada y delineado rosa se rio del comentario, estaba bastante cerca como para haber oído toda la conversación.
- No desesperes Elphias, tengo entendido que Rita Skeeter ha escrito un libro rebelando todos sus secretos, en ochocientos paginas nada menos.
- Todo lo que Rita Skeeter escriba es basura- dijo Harriet de inmediato- Cualquiera con dos neuronas lo sabría, comprar el libro sería un desperdicio de dinero.
- ¿Pero y si extrajo esa información de la cabeza de Bathilda Bagshot?
- ¿Qué tiene que ver la mas grande historiadora de magia en este asunto? - preguntó Harriet sin entender.
- Es suficiente Muriel, cállate- gruño Elphias a la anciana.
- Bathilda Bagshot vivió toda su vida en el valle de Godric- dijo Muriel ignorando al anciano mago- Convirtiéndose en su vecina cuando los Dumbledore se mudaron luego de que el patriarca fuera encerrado en Azkaban por asesinar a tres muggles… fue todo un escándalo. Honestamente muchacha, realmente nadie lo conocía en verdad.
Elphias gruño, ofendido por las punzantes palabras de la anciana bruja.
- ¿Y eso es malo? - pregunto Harriet mirando a nada en particular.
- ¿Qué? - pregunto Muriel.
-Tener secretos, ser reservado, cualidades de cualquier persona… ¿Es eso malo?, ¿Tener secretos?, habla como si usted no tuviera secreto alguno.
Muriel frunció el ceño y se tensó, parecía un flamenco molesto.
- Es una figura pública, no puedes culpar que la gente tenga curiosidad por su vida.
- Lo que no puedo creer es que aun haya personas que lean a Rita Skeeter, es el demonio con tacones, una arpía empalidece a su lado… usted la admira, por lo que veo, ¿Pero sabía usted que toda la información que consigue es de cuestionable obtención?
Harriet sabía que no debía decir más palabras, hasta que recordó que fue Hermione quien prometió no revelar su forma de animaga… mas no Harriet.
- Basta, basta… se nota que eres una fan de Dumbledore; pero no permitiré que ataques así a una periodista que solo hace su trabajo- chillo Muriel.
- Esa bruja no es una periodista, solo una sensacionalista amarillista, su trabajo y palabras son basura- antes de que la anciana Muriel pudiera chillar de desaprobación, Harriet soltó la información, sonriendo- Pero… ¿Qué se puede esperar de una bruja que no ha registrado su forma animaga en el misterio?, así es señora, esa bruja que usted parece tanto admirar es una vil animaga no registrada, adoptando la asquerosa forma de un feo escarabajo.
Elphias no pudo evitar carcajearse al ver la cara sorprendida de Muriel, le guiño un ojo a Harriet en señal de aprobación.
Harriet se fue a la zona de bocaditos y comió hasta sentir que la acides en su boca desaparecía, la vieja Muriel podía ser una dama adinerada, pero su mente era estrecha y simple. Le molestaba y entendía perfectamente porque los gemelos la colmaron de bromas hasta no volver a presentarse en las navidades para visitar a su sobrina Molly Weasley.
Fue en medio de la noche, cuando de repente un patronus arribo en la carpa, contenía la voz de Kingsley, informando que Voldemort había tomado el ministerio, instando a huir a todos los magos y brujas pues ahora estaban en peligro.
Decir que se desaté el caos era poco, gritos asustados por parte de las jóvenes generaciones, desapariciones rápidas por parte de quienes habían vivido la primera guerra mágica, previstos, aunque tuvieran avanzada edad.
El corazón de Harriet latió con miedo, sus dedos se entumecieron y su cuerpo se movió con pesadez, demasiado lento para su gusto, solo tenía una cosa en su mente, el bienestar de sus mejores amigos.
Ron... Mione...
Debian de huir lejos, encontrarlos, pero parecía una proeza imposible, había demasiadas personas gritando y corriendo, sin saber qué hacer. Justo cuando comenzó a marearse por la presión del miedo, los Mortífagos invadieron el lugar, destruyendo todo a su paso, creando explosiones y quemando la carpa en el proceso.
¡Ron, Mione!
Había demasiadas cabelleras pelirrojas, Harriet veía sin ver, el cabello color castaño era el segundo color más común en el lugar, desesperada comenzó a buscarlos por el color de ropa, Hermione vestía de rojo y Ron...
¿Qué vestía Ron hoy?
El pánico comenzó a afectar su mente, haciéndole olvidar pequeños detalles.
Pero no todos huían, los miembros de la orden comenzaron a defenderse de los ataques, valerosamente logrando así salvar a varios magos y brujas aterrados.
Harriet estaba a punto de llorar cuando fue prácticamente arrastrada por los gemelos Weasley, guiándola hacia Ron y Hermione quienes también la estaba buscando.
- ¡Corran!, ¡Váyanse ahora! - gritaron los gemelos al unísono.
Lo último que Harriet vio antes de desaparecer gracias a Hermione, quien la cogió fuertemente de la mano, fue el rostro tenso de preocupación de los gemelos Weasley.
Estaba tan asustada que ni siquiera pensó en darle las gracias o despedirse de ellos. Al aterrizar en una concurrida calle de Londres, lejos del peligro, rodeado por cientos de muggles que vivían su vida sin problema alguno, se arrepintió en el acto de huir y dejar a los Weasley solos.
Notes:
Otro miércoles y otro capítulo más subido, muchas gracias por leer, en serio queridos humanos, ya vamos más de un año juntos, aprecio a cada alma que se digna en leer mis escritos… son más de cincuenta capítulos, peor en mi defensa son siete libros y ocho películas hahaha.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 57
Summary:
Buscando un refugio, la historia del desafortunado Regulus Black, un aliado inesperado y la ubicación del guardapelo de Salazar Slytherin.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El trio dorado caminaba por la concurrida calle muggle de Londres, sin rumbo fijo, hasta que varios chicos comenzaron a coquetear con las brujas, Hermione se veía hermosa con el vestido rojo, pero Harriet había recuperado su verdadera apariencia, quedándole el vestido demasiado grande y escurriéndole por los hombros.
- Iremos a una cafetería y usaremos el baño para cambiarnos- sentencio Hermione luego de que Ron le diera su saco para cubrir a Harriet.
- ¿Cambiarnos?, ¿Con que exactamente?, yo no traje nada de la madriguera.
- Tengo todo lo básico que necesitamos en mi bolso de cuencas… pero, creo que tú también, ¿Verdad, Harriet?
La pelinegra sonrió, como el gato Cheshire de Alicia en el país de las maravillas.
- Nada mal de la futura ministro de magia, Mione.
Ron las vio sin entender. Harriet confeso que hace años le habían regalado una mochila con encantamiento de extensión indetectable.
- Pero no traes tu mochila contigo… ni siquiera el monedero de cuero que te dio Hagrit en tu cumpleaños, que también tenía ese encanto.
- Pero traigo esto- dijo Harriet señalado su pecho.
- ¿Tu corazón?
A pesar de lo asustada que había estado hacia solo unos minutos, Harriet no pudo evitar reír casi histéricamente. Se sacó el pequeño peluche de gato, el regalo de Elise y les explico las ordenes de su abuela antes de morir.
- Vaya- silbo Ron impresionado- Esa anciana sí que era precavida.
- Y eso explica porque tenías tan pocas pertenencias en la madriguera- concluyo Hermione.
- Así es- cabeceo Harriet en señal afirmativa, orgullosa de su abuela.
El trio dorado entro a una cafetería, se cambiaron en los baños con ropa más cómoda, aunque Ron se quejó con Hermione por empacarle pantalones demasiado pequeños, con un bufido Harriet agito su varita agrando la prenda para cesar las quejas del pelirrojo.
- Deberías decir “Gracias Hermione por empacar mis cosas”, no quejarte Ron- gruño Harriet.
Ron se sonrojo por su comportamiento infantil.
- Lo siento Hermio-
- Esa no es la forma de tratar a tu futura esposa- siguió riñendo Harriet.
- ¡Y justo cando pensé que habías dejado esa broma en el pasado! - bufo Ron, con la piel roja de la vergüenza.
Se sentaron, eran los únicos clientes de la cafetería, cuando la moza vino a tomar su pedido los tres pidieron capuchino y esta se dirigió a la cocina a preparar las bebidas dejándolos solos, pero mientras hablaban de que hacer a continuación ahora que Voldemort había tomado el ministerio y por ende ningún lugar mágico seria seguro, la cabeza de Harriet comenzó a zumbar… Elise siempre le había dicho que tenía gran intuición, dicha habilidad había hecho posible sortear demasiados peligros y salir con vida.
Por eso, sin dudar alzo su varita contra dos grandes hombres que habían entrado a la cafetería… pero aún no habían ordenado nada.
- ¡Agáchense! - grito Harriet mientras conjuraba un escudo para cubrir a sus amigos.
El escudo hizo que la explosión rebotara y destruyera unas mesas del local, Hermione espabilo y con rapidez comenzó a lanzar hechizos, seguida de Ron. Lucharon como un equipo, esquivando ataques y lanzando explosiones, eran tres contra dos, los superaban en número y eso fomentó la confianza para ganar el enfrentamiento con relativa rapidez. Despidieron a la única trabajadora de la cafetería, cerraron las persianas y apagaron casi todas las luces, Hermione, temblado uso un hechizo desmemorizador contra los dos Mortífagos para que olvidaran al trio dorado.
Ron asumió que Hermione temblaba por el enfrentamiento contra los Mortífagos, Harriet en cambio achino los ojos, sabía que Hermione no temblaba por eso, ella era una bruja muy capaz para defenderse, fue el hechizo lo que le provoco temblar… hablaría en privado con ella. Así que mientras terminaba de hechizarlos, Harriet lanzo un “Accio” a toda la comida, fruta y postres de la cafetería que estaban aún en buenas condiciones, se llevó todo lo fresco y dulce recodando que Elise solo había provisto la alacena de alimentos no perecibles. Dejo billetes en la caja como compensación por lo tomado.
Salieron lo más rápido del lugar sin entender como los habían ubicado tan rápido, nadie tenía los rastreados consigo al ser ya mayores de edad, caminaron con la cabeza gacha por Regent’s Street, o al menos las brujas lo hicieron, Ron por su parte o podía dejar de mirar el centro de Londres con cara embobada, distrayéndose con cada valla publicitaria.
- ¿A dónde iremos? - pregunto él después de un rato.
- No podemos volver a la madriguera, tampoco a la casa de Elise… los Mortífagos deben de saber que buscaras refugio, deben de estar en guardia esperando capturarte… - declaro Hermione- Debemos ocultarnos y crear un plan.
Las palabras de Hermione eran sensatas… pero, ¿Dónde podrían hallar un lugar seguro para esconderse?, todos los lugares parecían ser tan peligrosos como una prisión en vida.
- Prisión…- susurro Harriet.
- ¿Qué? - pregunto Hermione captado el susurro de su mejor amiga.
- ¡Una prisión en vida!, ya sé dónde ocultarnos Mione- sonrió Harriet.
- ¿En Azkaban? - pregunto el pelirrojo con cara de preocupación, como si eso fuera lo último que quisiera en la vida.
- ¡En la mansión oculta de los Black!
- Cambridge- recordó Hermione, temerosa- Está lejos, no sé si podremos aparecernos hasta ahí…
Hermione era la mejor de los tres en lo que magia se refería, pero aun dudaba de sus habilidades y la aparición podía ser desastrosa si no se realizaba de forma correcta.
- Tomaremos trenes, aprovecharemos para descansar en el proceso…estaremos bien… dudo que los Mortífagos nos busquen en vagones muggles.
La lógica de Harriet fue irrefutable, los tres fueron a la estación más cercana en Piccadilly Circus, tuvieron que volver a tomar el tren una vez llegado a Bishop’s Stortford para así con el tercer tren llegar a Cambridge, una vez llegaron a la estación, se retiraron a un lugar poco concurrido del recinto y tomados de las manos se aparecieron en la entrada de la lúgubre mansión.
Era una apuesta arriesgada, después de todo algún traidor de la orden pudo haber revelado a Voldemort la existencia de esa mansión como el cuartel de la orden el fénix, por eso, cuando entraron, el trio dorado oro estuvo alerta ante cualquier movimiento, para su sorpresa al cruzar las puertas solo fueron recibidos por una especie de fantasma de un mago viejo de larga barba y blanquecinos cabellos, con ojos blancos y expresión furiosa.
Era Dumbledore y grita a todo pulmón la palabra “Asesino”
- ¡Finite incantatem! - grito Hermione, temblando.
El espectro que resulto ser una ilusión desaprecio dejando solo una nube de polvo atrás, alguien había dejado esa trampa por si el cuartel era invadido.
- Apuesto que fue Moody… ese hombre puede ser muy ortodoxo… o quiero decir, lo era- dijo Ron, aun pálido de miedo.
Aun alertas, el trio dorado recorrieron juntos la mansión Black en busca de más trampas o peligros, luego de inspeccionar rigurosamente cada espacio respiraron con mayor tranquilidad al saberse únicos en la mansión.
Esa noche, Harriet soñó que Voldemort torturaba a Ollivander, ya había tenido un sueño parecido en la madriguera, pero ahora Voldemort lo torturaba por según el mentirle, pues su varita había estallado cuando se enfrentó contra Harriet.
- No lo sabía señor, ¡No sabía que pasaría eso! - grito asustado el viejo fabricante de varitas.
- Estas con vida solo por la información que puedas proveer… sino muestras más utilidad te torturaré hasta que me pidas muerte. Y créeme si te dio que las pequeñas torturas que te afligen hasta ahora fueron solo un juego de niño.
- No señor- lloro Ollivander - ¡No lo haga!
- Entonces dime lo que quiero saber…- siseo Voldemort a unos centímetros de la cara del viejo mago- Dime…
Harriet despertó sudando, asustada por la visión, decidió no contarle nada a sus amigos, no quería que Hermione le riñera por dejar ingresar a Voldemort a su cabeza.
En la sala Black, las brujas comenzaron a hacer un inventario de lo que tenía mientras desayunaban lo que Harriet cogió de la cafetería.
- Esto es mucho- dijo Ron, alegre por las provisiones de Harriet y sus colchas, sacos de dormir y equipo de acampar- No pasaremos hambre por meses.
Las horas pasaron, el trio dorado ordeno la mansión para poder habitar en ella, alguien había rebuscado entre los cajones, faltaban varios objetos, la mansión Black había sufrido un robo. Por la tarde Harriet tuvo la impulsividad de ir al cuarto de Sirius, donde encontró el mismo desorden, por casi media hora se dedicó a ordenar todo sin magia, habían pertenencias de Sirius en sus épocas como escolar de Hogwarts, había decorado su cuarto de la manera más Gryffindor posible con tal de hacer enfadar a sus padres y sublevarse a su creencia de pureza de la sangre, también encontró cartas que habían intercambiado con sus padres antes de ser traicionados por Colagusano, demostrando cuan cercanos eran, hasta su padre le había regalado una foto donde aparecía ella de un año, montando feliz una escoba de juguete mientras era seguida de cerca por su madre, con las manos cerca de ella por si resbalaba.
A Harriet le picaron los ojos y al estar sola se dio el lujo de llorar con libertad.
Los extrañaba a todos, a sus padres a pesar de no recordarlos, a Sirius y sus risas que parecían ladridos, a Cedric con su moral intachable, a Dumbledore y la seguridad de su presencia, a Hedwig y su suave plumaje blanco, hasta extrañaba al auror Moody y su persistente cautela.
Cuando termino de revolcarse en sus lágrimas, Harriet salió del cuarto, pero una habitación le llamo la atención.
- ¡Hermione! - grito de repente.
La nombrada corrió hacia ella, pálida de miedo por el grito de su mejor amiga, Ron venia cerca casi pisándole los talones con la varita levantada en defensa.
- ¿Qué paso, Harriet? - pregunto temerosa Hermione, inspeccionado a su amiga.
- ¡Mira la puerta! - señalo Harriet-¡Mira las iniciales!
Regulus Arcturus Black
- R.A. B - susurro Ron.
Harriet saco el pergamino que encontraron dentro del guardapelo falso, R.A.B era el hermano menor de Sirius, un Mortífago, orgullo de sus padres supremacistas de sangre y responsable de robar el Horrocrux original.
- ¿Lo habrá destruido?... - se preguntó Hermione.
- Era un Mortífago, ¿Cómo pudo traicionar a su jefe robándose un pedazo de su alma?... no tiene sentido- dijo Ron, pensativo.
Harriet tampoco entendía nada, ¿Como un seguidor podría darle la espalda a su líder y con ello a sus creencias familiares arraigadas desde niño?
El trio dorado intento especular las posibles razones mientras cenaban, cuando un ruido los alerto, Ron con gran temple prácticamente salto al ruido con varita en mano, capturando al responsable.
- ¿Kreacher?
El elfo se veía tan sucio y malhumorado como siempre. Harriet sintió ira calentar su estómago al recordar que el elfo le había ocultado la ubicación de Sirius, hace años, cuando creyó que estaba siendo torturado por Voldemort en el ministerio.
- ¿Estabas espiándonos? - gruño Harriet- ¿A quién planeas informar nuestra conversación?
- Kreacher no estaba espiando- se defendió el viejo elfo- Kreacher vive aquí…
La ira que sentía Harriet por el elfo coloreo su pelo de rojo.
- Ahora esta casa me pertenece a mí, este ya no es tu hogar, después de la guerra quemare el retrato de la horrible madre de Sirius… ya no vivirás aquí- dijo Harriet, su voz goteaba prácticamente veneno.
Si lo que quería era castigar al elfo, lo logro, el vejo Kreacher se puso histérico.
- NO, NO, NO- pidió chillando Kreacher.
Harriet solo veía complacida la desesperación el elfo.
- ¡Harriet, basta! - pidió Hermione alarmada del vengativo comportamiento de su amiga- Basta, ¿No ves que lo haces sufrir?
- Esa es la idea- dijo Ron, quien también guardaba resentimiento al elfo, era demasiado fácil encariñarse con Sirius.
- Kreacher puede ayudarnos con la ubicación del guardapelo, ¿Recuerdas que Sirius te conto que Kreacher lo odiaba y solo era amable con su hermano menor y su madre?
Aunque Harriet entendía el razonamiento de Hermione, no pudo ocultar su ira, su pelo siguió rojo cual gotas de sangre.
- Kreacher- hablo Hermione con suavidad- Tu amo Regulus tenía un guardapelo similar a este, ¿Verdad?, ¿Sabes dónde está o si logro destruirlo?
Las amenazas y el mal trato habían hecho más inaccesible al gruñón elfo. Solo al ver las consecuencias de sus actos, Harriet obligo retroceder a su ira, su cabello dejo la coloración roja y se obligó a respirar lentamente para calmarse.
- Kreacher…
Harriet necesitaba con desesperación el guardapelo, debía de abrirse con el elfo y mostrar sinceridad en sus palabras, dejando a un lado el resentimiento que sentía por la criatura.
- …perdí con quien viviría en paz cuando la guerra acabase… lo perdí y me llene de ira, de desesperación y culpa… no lo entenderías Kreacher, pero yo-
- Kreacher lo entiende- interrumpió el viejo elfo- Lo entiende a la perfección.
Y por un momento el harapiento elfo dejo de mirarla de forma molesta y enloquecida, sus ojos se posaron en ningún objeto en particular, en la nada, como perdido en sus pensamientos.
- ¿Lo entiendes? - pregunto Harriet, incrédula.
- Si…
Harriet miro al elfo con mayor atención, estaba tan flaco que se podía ver sus costillas, su harapienta ropa era más un simple sucio taparrabo, todo el mundo abría sentido lastima de su estado de no ser por su filuda lengua y punzantes palabras llenas de insultos.
- Cuéntame- pidió Harriet, aun incrédula de tener algo en común con el grosero elfo.
- El amo Regulus es… fue… fue el mejor mago de todos los tiempos… Era el mago más amable que cualquiera pudiera tener el honor de conocer… muy educado, el orgullo de sus padres, a comparación de su hermano mayor… el amo Regulus era el mago a quien todo elfo sueña con servir… El mejor amo del mundo, Kreacher siempre lo servía con alegría... cuando termino Hogwarts y se unió a los Mortífagos, todos estuvieron muy orgullosos, el noble hijo menor respetaba las tradiciones y era un soldado intentando mejorar el mundo de los magos, luchando por cosas grandiosas… pero Kreacher podía ver más de cerca que cualquiera la verdad, a solas el amo Regulus comenzó a verse triste… al principio Kreacher pensó que el motivo de su tristeza era debido a que su rebelde hermano mayor quien había desertado de la familia Black… pero a medida que los meses y años pasaban la tristeza del amo se hacía más visible… Kreacher se convirtió en un confidente secreto… mi amo dudaba de cada batalla que libraban, magos contra magos, mucha sangre se estaba derramado para gusto del amable corazón del amo Regulus… Entonces, un día el que no debe ser nombrado pidió un elfo para una misión, eligiendo a Kreacher y aunque el amo Regulus no estaba de acuerdo, nadie podía decirle “no” a su líder.
Kreacher dejo de hablar y comenzó a temblar, Hermione convoco una manta y cubrió al elfo, Kreacher no se negó ni la insulto, aceptando en silencio la manta.
- Sigue- pidió Harriet con la garganta seca.
- El que no debe ser nombrado me llevo a una playa, la más triste que Kreacher haya visto, sin ninguna vegetación o arena, todo eran piedras…
Harriet trago saliva, sabía a qué playa se refería, sentía como si se hubiera trasportado ahí.
- Me hiso nadar hasta una cueva, caminamos hasta llegar a una pared rocosa… me hirió y baño la roca con mi sangre, la roca desaprecio luego de unos segundos… Kreacher tenía miedo del señor oscuro por lo que no curo su herida. Nos adentramos más y más a la cueva, todo era oscuridad pura, a pesar que el señor oscuro alumbraba con su varita, el recinto parecía tragarse la luz… era como si hubiera algo más oscuro que simple falta de luz… Kreacher tenía mucho miedo pero nadie a quien decírselo… luego el señor oscuro hiso aparecer de las aguas un pequeño bote… subimos y este comenzó a moverse hasta llegar al medio del lago, donde había una pequeña isla pedrosa… el señor oscuro trasformó un grupo de piedras en una especie de atrio con una fuente, recito palabras oscuras y de repente un líquido esmeralda lleno la vasija que sobresalía de las rocas… intento meter su mano, desaparecer el agua, removerla y más hechizos, pero el agua verde jamás se movió. El señor oscuro lanzo una carcajada… estaba feliz… luego… luego…
Kreacher comenzó a sudar, como si el recuerdo de lo sucedió aun le afectara. Harriet sintió pena por primera vez de la criatura… con la manga de su suéter le limpio el sudor, casi podía oír los latidos asustados del elfo, igualándose con los suyos. Kreacher la vio sin ver realmente, aun metido en el recuerdo y continuo su historia.
- Luego… el señor oscuro obligo a Kreacher a tomar de… de toda el agua esmeralda…
Harriet no pudo más y derramo lagrimas silenciosas, entendiendo el dolor que la pobre criatura debió de haber pasado.
- Toda… toda el agua…- Kreacher no lloraba, demasiado perdido en el recuerdo- Fue lo más doloroso que Kreacher hiso en toda su vida… cuando Kreacher no quería tomar más porque sentía como se quemaba por dentro y sombras aterradoras comenzaron a acercase, el señor tenebroso castigo a este elfo azotándolo… Kreacher veía cosas horribles y pedía piedad al señor tenebroso, pero este me miraba con asco y volvía a cortarme la piel, obligando a Kreacher a seguir bebiendo.
- Tomaras toda la pócima, horrible criatura, ¡La tomaras porque para eso estas aquí! - me dijo el señor oscuro, arrastrando la voz, como si estuviera aburrido.
- Kreacher se estaba muriendo, pero el señor tenebroso solo se aburría porque no tomaba con rapidez la dolora agua esmeralda… Kreacher grito y grito de dolor, pero el señor oscuro solo bostezaba… cuando Kreacher no pudo tomar más, el mago oscuro me lanzo un imperio… a pesar que el cuerpo de este elfo temblaba por el dolor y las sombras aterradoras a mi alrededor, la mano y boca de Kreacher trabajaron en conjunto para tomar más y más de la esmeralda agua.
El viejo elfo paro de hablar y se detuvo en ver a Harriet, que derraba lagrimas silenciosamente.
- Cuando Kreacher termino de tomar toda el agua esmeralda- dijo Kreacher, continuando su relato- El señor oscuro deposito dentro de la vasija el hermoso relicario de Salazar Slytherin, luego volvió a recitar palabras oscuras y la vasija volvió a llenarse de líquido esmeralda… y sin mirar atrás se subió al pequeño bote… dejando a Kreacher sediento y viendo sombras aterradoras… Kreacher… Kreacher tenía mucha sed y a pesar que el señor oscuro se había llevado la única luz que alumbraba tan sombrío lugar, Kreacher se arrastró por las piedras hasta llegar a las orillas del lago… Kreacher sentía que ardía por dentro, quería desesperadamente agua… cuando Kreacher la tomo, unas manos lo acorralaron… jalando a este elfo hacia las profundidades… Kreacher intento luchar, pero estaba muy débil… pero, pero Kreacher no quería morir… quería volver con el amo Regulus, con el amable amo Regulus… así que Kreacher se teletrasnsporto a la mansión oculta de los Black… lo último que Kreacher vio antes de desmayarse fue al amo Regulus corriendo hacia su elfo… era la imagen viva de la preocupación.
El trio dorado espero a que el elfo siguiera relatando su historia, dándole el tiempo necesario para continuar.
- El amo Regulus me cuido… velo por mi… pero, aunque Kreacher fue curado ya no volvió a ser el mismo… Kreacher se volvió malhumorado, gritaba a las sombras que lo atormentaban y siempre tenía ardor estomacal… el amo Regulus dijo que lo que bebí era una pócima oscura muy fuerte destinado a dar muerte a quien la tomara… pero mi amo me salvo… Cuando el amo pregunto a Kreacher por lo ocurrido, su buen elfo le conto todo lo ocurrido.
- Lo sabía, lo sabía, partió su alma… aquel relicario debe de contener un pedazo de él, es por eso que pelea tan temerariamente, no le teme a la muerte… esto confirma las palabras que dijo, demasiado confiado en que solo él sabría de la existencia de los Horrocrux- dijo el amo Regulus.
- Kreacher no lo entendió y tampoco entendió porque semanas después el amo Regulus le pidió que le llevara dentro de la cuerva, a la isla de piedras donde estaba esa nefasta poción esmeralda… debí de ser más inteligente… Kreacher debió verlo venir- los ojos de Kreacher comenzaron a brillar por la acumulación de lágrimas- … El amor Regulus, oh, el amable amo Regulus.
- ¿Debiste venir verlo qué? - pregunto Ron sin poder contener su curiosidad.
- Que el amo Regulus traicionaría al que no debe ser nombrado y se llevaría lo que oculto, reemplazándolo con otro relicario… oh, mi pobre amo Regulus.
- ¡¿Te obligo a beber de la pócima?!- se escandalizo Hermione.
Los ojos del viejo elfo dejaron de brillar por las lágrimas, miro a la bruja de pelo rizado con odio, como si fuera el ser más estúpido del mundo.
- No… Regulus Black… Regulus Black tenía un corazón muy grande para hacer un acto tan cruel- dijo Harriet, atando cabos.
Kreacher dejo de mirar mal a Hermione para posar sus grandes ojos en Harriet.
- Así es, niña que vivió… Kreacher vio impotente como…- la voz de Kreacher se distorsiono al recordar - Como… ¡Como el amo Regulus bebía toda la sádica poción esmeralda!... Kreacher quería beber por su amo… Kreacher bebería mil veces de esa pócima por su amo… pero el amo Regulus tenía un corazón muy amable, prohibió a Kreacher tomar siquiera una gota… Vaso a vaso, el amo Regulus se rompía con cada trago… el amo lloraba, gritaba y pedía a Kreacher ayuda para tomar hasta la última gota de horrible liquido… su cuerpo temblaba tanto que ya no era capaz de mantenerse en pie… Kreacher le ayudo a tomar la pócima mientras el amo Regulus se revolcaba de dolor… Kreacher nunca se había sentido tan asqueado de si mismo.
- Kreacher- me dijo el amo- Mi querido Kreacher… debes destruir el relicario de Salazar… nunca digas que paso aquí a nadie… ni siquiera a mi familia, no importa si lo exigen o lo ordenan… te lo pido como un amigo, guarda este secreto ante todos…
Harriet estaba demasiado impactada para seguir llorando, aunque escuchaba sollozar audiblemente a Hermione quien no podía parar de llorar… todo este tiempo Sirius y Regulus habían luchado del mismo bando… siempre habían sido aliados, pero jamás se habían enterado.
Eso era tan triste y tan injusto al mismo tiempo.
- Después de tomar toda la poción y darme el guardapelo, el amo Regulus ordeno a Kreacher irse para destruirlo… Kreacher no quería irse… Kreacher le grito que volvieran a la mansión para sanarlo… pero el amo Regulus ya estaba en las orillas del rio, bebiendo del agua, intentando calmar el ardor en su cuerpo… Kreacher corrió hacia el amo Regulus y lo libro del inferius que amenazaba con ahogarlo, pero no era el único ser oscuro… el amo había perturbado su descanso y ahora estaban ascendiendo para llevárselo… Kreacher fue atrapado por ellos…
El elfo comenzó a híper ventilar, movía los ojos de forma enloquecida, como si se háyase en la cueva al ladro de esos monstruos.
- Todo sucedió tan rápido… Kreacher no pudo con tantos, pero escucho los gritos del amo ordenándole que volviera a la mansión y destruyera el guardapelo… Kreacher intento con todas sus fuerzas zafarse de los inferí… eran demasiados… Kreacher se esforzó por no perder de vista al amo… pero de un momento a otro el amo Regulus había desparecido, había…- la voz del viejo elfo se distorsiono por el dolor- ¡Había sido arrastrado por esas calaveritas criaturas a la profundidad del lago!… Kreacher jamás lloro tanto en su vida como ese día…
Para cuando el viejo elfo se quedó en silencio solo se podía oír el llanto de Hermione; Ron y Harriet lloraban silenciosamente.
- El amo Regulus me ordeno destruirlo… pero no importo cuantas veces lo intento, Kreacher no pudo destruir el guardapelo… contenía magia oscura, demasiado para ser destruido con hechizos convencionales… Le falle al amo Regulus… le falle.
El viejo elfo saco un papel pequeño, doblado cuidadosamente en cuatro, era una fotografía mágica que mostraba a un simpático joven de pelo negro y sonrisa triste, Harriet no pudo evitar mirar la fotografía, cuando algo hiso clic en su mente, ya había visto a ese mago, dos veces de hecho, una en la repisa de ganadores de Slughorn y la otra…
- Dentro del lago…- Harriet sentía como si estuviera uniendo piezas de rompecabezas, su mente trabajaba a toda prisa para poder pronunciar palabras con sentido- Lo vi… ¡Vi a Regulus Black dentro del lago de la cueva!… Nosotros también fuimos a esa cueva, Kreacher, mi abuelo tomo casi toda la poción y al finalizar me pidió agua y por más hechizo aguamenti que lance el agua desaparecía antes de tocar los labios de Dumbledore, me desespere e intente darle el agua del lago… despertando sin proponérmelo a los Inferi… Dumbledore estaba muy débil, no podía protegerse, yo intente repelerlos, pero eran demasiados… me arrastraron a la fuerza al agua… justo cuando pensé que moriría ahogada en las profundidades del lago, un inferius dio la espada a los suyos, tenía la apariencia de un mago de pelo y túnicas negras, de piel pálida y ojos grises, al verlo me recordó un poco a Sirius… él me ayudo, ataco a los inferi que me sumergían… gracias a él pude flotar de regreso a la orilla… el inferius que me salvo era Regulus Black.
Kreacher lanzo un gemido de dolor y se puso a llorar copiosamente, nadie lo juzgo.
- Mi amo Regulus… mi amable amo Regulus sigue ahí… todo este tiempo ha seguido ahí… dormido en la oscuridad, prisionero del señor oscuro…
Hermione dio su pañuelo al viejo elfo, este lo acepto y comenzó a secar sus lágrimas, pero parecía imposible, sus ojos eran enormes y el pañuelo se empapó con rapidez de sus lágrimas.
- No…- dijo Harriet, recordando- Mi abuelo creo fuego, un anillo de fuego gigante que expulsaba llamas en el aire y bajo el agua… estaba tan asustada que olvide el punto débil de esos monstruos, fuego, luz… Regulus no se apartó del fuego, a comparación de otros Inferi, sino que lo recibió con los brazos abiertos, sonriendo… se desintegro en chispas doradas…
El elfo se puso a sollozar más audiblemente.
- Mi amo… mi amo fue liberado… ¡Por fin mi amo es libre! - chillo Kreacher a moco suelto- ¡Es libre!
Según los libros de magia, para hacer inferi era necesario que el alma de la víctima quedara atrapada en su cuerpo, siendo logrado solo con una muerte muy traumática, convirtiéndose así en un zombi de la oscuridad que renegaba de la luz… pero era solo con la luz que podían librarse y morir liberando su espíritu.
- Si- dijo Harriet- Regulus Black ahora es libre.
Kreacher sollozo con fuerza, sus ojos antes apagados y amargos, ahora estaban enrojecidos por el llanto.
- ¿Cómo puede Kreacher pagar a Harriet Potter por salvar al amo Regulus? - pregunto el viejo elfo después de calmarse, aunque aun soltando lagrimas silenciosas.
- Fue mi abuelo quien salvo a Regulus, si quieres agradecer a Dumbledore entonces defiende lo que él creía, la paz entre magos y muggles… No nos delates con ningún pariente Black o quienes antes pertenecieron a la familia Black, como la señora Narcisa o Bellatrix.
El elfo se limpió las lágrimas, conjuro un hechizo de limpieza sobre sí mismo quitando capas de mugre, dejándolo presentable al igual que su taparrabos, ahora inmaculadamente blanco, con un tronar de sus dedos saco levitando una ropa de Harriet, un suéter rojo con la letra “H” al frente… y se lo puso encima como prenda de vestir, quedándole grande. El trio dorado lo veía sin entender.
- Kreacher jura bajo esta prenda roja, que servirá a Harriet Potter en todos los años que le queden de vida.
Poco se sabía de la vida y costumbres de los elfos mágicos, pero la alianza entre magos y elfos había surgido de una promesa: servir, los magos servirían protegiendo al elfo y dándole un hogar y el elfo serviría en casa, con todos sus poderes y corazón, el pacto se sellaba cuando el elfo tomaba una prenda de quien serviría y la usaba como vestimenta, con orgullo.
Y aunque Harriet no entendía porque Kreacher tomaba una prenda suya, acepto ceder su ropa.
- Espera- pidió Harriet.
De su mochila saco unas zapatillas rojas, tenían más valor sentimental que utilidad, pues fueron las primeras zapatillas que compro al escapar de la casa de los Dursley.
- Toma- dijo Harriet colocándole las zapatillas al elfo y hechizándolas para que se encogiera a su talla- Si sigues caminando descalzo siempre tendrás frio.
Kreacher la miro con los ojos abiertos de sorpresa, Harriet Potter sin saberlo estaba completando el antiguo ritual de fidelidad entre magos y elfos, calzando al elfo… el elfo se vestía con una prenda del amo que jura lealtad y el mago, o bruja en ese caso, calzaba al elfo con sus propias manos, prometiendo así cuidar al elfo y toda su descendencia futura.
- Kreacher se viste…- dijo el elfo, palabras del viejo ritual que ahora nadie practicaba.
Harriet lo vio con las cejas levantadas, pero sintió la imperiosa necesidad de completar la oración, su boca se movió por si sola mientras su cerebro brillaba con un pensamiento fugas.
- Y Harriet te calza…
El elfo la vio con los ojos brillando de emoción, entre los elfos domésticos se rumoreaba que nadie podía hacer los rituales antiguos porque ya no quedaban magos o brujas que supieran como terminar la oración de fidelidad, Harriet Potter lo había completado. Por primera vez en muchos años Kreacher sonrió.
Harriet le devolvió la sonrisa, Hermione veía sorprendida lo que pasaba y Ron… Ron estaba en shock de ver sonreír al amargado elfo.
A partir de ese día parecía que Kreacher se había librado de una pesada carga, dejo de maldecir para atender con aprecio al trio dorado, hasta a Hermione, pero daba mayor preferencia a Harriet y ella sentía una especie de conexión con el elfo, a pesar que se negaba, siempre le ayudaba con lo que necesitara. En su tercer día en la mansión Black, Harriet dio su primera orden al elfo, detestaba mandar, se sentía como arena en la boca, pero Kreacher estaba feliz de realizar cualquier petición suya.
- Tareas, llamémoslo tareas, no ordenes- pidió Harriet, intentando negociar con el elfo- No, no, ¡Misiones!, eso es.
- ¿Misiones? - pregunto confundido Kreacher.
- Mientras preparábamos la comida dijiste que Mundungus Fletcher se había llevado el guardapelo de Salazar Slytherin, ¿Recuerdas?
- Kreacher recuerda- el viejo elfo sacudió la cabeza de forma afirmativa, frenéticamente.
- Tu misión, con la cual me ayudaras mucho al ser una increíble criatura mágica, será traer a ese mago a la mansión.
Kreacher gruño.
- Mi señora… ese hombre solo es un-
- Vil ladrón- completo la frase Harriet, su pelo se pigmento de rojo- Entiendo tu rabia… robo muchos de los objetos de los Black, dejo la mansión boca abajo llevándose las cosas más valiosas… tomo cosas que no son suyas y muy posiblemente haya obtenido un valor monetario inferior a lo que vale en realidad.
El elfo miro con orgullo a la bruja, había hecho bien en hacer un ritual de fidelidad, Harriet Potter nunca lo traicionaría, nunca le rompería el corazón ni le trataría mal, respetaría sus creencias.
- Cuando todo esto termine… cuando ganemos la guerra, tu misión será recuperar todos los artículos de la familia Black.
Kreacher no pudo evitar reír de alegría, había servido gran parte de su vida a los Black y aunque no había un contrato de fidelización, había tomado cariño a cada integrante Black que lo trataba dignamente.
- Pero por ahora necesito recuperar el guardapelo, necesito quitarle al ladrón ese importante objeto… tráelo ante mí.
- Sí, mi señora, lo hare, así le tome a Kreacher días, traeré al ladrón aquí.
- Llévate mi bolsita pequeña de cuero, tiene agua y comida, por si la búsqueda se alarga más… no quiero que pases hambre, Kreacher.
- Es muy amable, mi señora- dijo Kreacher aceptando la bolsa de extensión indetectable.
El elfo se fue haciendo una reverencia.
El trio dorado se quedó a la espera del ladrón, pero pasaron días y Kreacher no volvía. Harriet caminaba de un lado a otro, preocupada.
- Hey, es un elfo gruñón y tiene comida, estará bien- le consoló Ron.
- Sí, Harriet, él estará bien… son otros por quienes deberías preocuparte- dijo Hermione.
- ¿Por quienes?
- Por los magos y brujas nacidos de muggles o mestizos… ahora que los Mortifagos han tomado el poder… no creo que sean especialmente buenos con ellos… apuesto que hay toda una cacería afuera.
- Mione- dijo de repente Harriet recordando- ¡Tus padres!, ¡Debes advertirles a tus padres!
Hermione se quedó mirando el suelo, apenada.
- Ellos están a salvo… en Australia.
- ¿Se fueron?... ¿Sin ti? – pregunto incrédulo Ron.
- Claro, después de todo ellos nunca tuvieron una hija bruja… son solo una feliz pareja muggle. Están a salvo.
Ron veía a Hermione sin entender, pero a Harriet esa información la sacudió como un rayo., entendió la situación de inmediato.
- Mione…
Su inteligente amiga se mordió los labios para evitar llorar.
- Ay Mione… como lo siento- Harriet corrió a abrazar a su amiga- Todo estará bien… ellos están a salvo y cuando todo esto acabe los buscaremos, juntas.
Ron exigió una explicación al ver las lágrimas de Hermione, Harriet conto lo que Hermione no podía, ella había embrujado a sus padres para que la olvidaran y así estar a salvo de los Mortífagos, pero no se había detenido ahí, sino que les ordeno irse a Australia para que estén completamente a salvo, después de todo la guerra mágica estaba siendo realizada con vigor en Reino Unido.
- Oh…- dijo Ron, entendiendo al fin- Repito lo que pensé de ti en primer año, eres grandiosa pero aterradora.
El comentario lejos de molestar a Hermione le saco unas risas involuntarias.
- Pero Ron tiene razón… ¿Cómo estarán los demás?, ¿Ese año habrá Hogwarts?
Harriet abrazo con mayor fuerza a Hermione.
- Puede que si… pero apuesto que ya sin la magia de antes, no con Voldemort en el poder.
A pesar que la mansión Black estaba oculta, Ron, que se encargaba ese día de la vigilia aviso a dos sujetos misterios andar por los terrenos de la mansión.
- Son Mortífagos- dijo Harriet sin ápice de duda- Estuvieron en el asalto a Hogwarts, en la torre de astronomía cuando Snape asesino a Dumbledore.
- ¿Pero, como?, ¿Cómo llegaron aquí?
- Puede…- dijo Harriet con miedo a que los magos ingresen a la mansión- Que quizá estén barriendo cada zona y llegaron a Cambridge solo porque así fueron asignados.
El trio dorado se mantuvo alerta mientras veían a los hombres tras las cortinas, la mansión Black contaba con poderos encantamientos de privacidad, nadie que no sea invitado a saber la ubicación podría entrar en la casa, por lo que por el momento estaban a salvo.
Claro que todo su alivio se cortó en la noche, cuando oyeron la puerta abrirse, como buena Gryffindor impulsiva que era Harriet corrió a atacar al intruso, Ron y Hermione le pisaron los talones tras su espalda, pero antes de lanzar un hechizo el mago desarmo con rapidez al trio dorado.
- Soy yo…
El recién llegado se quitó la capucha de túnica raída marrón, rebelando su apariencia.
- ¡Profesor Lupin! - chillo con sorpresa Hermione.
- Buenas noches, con que aquí estaban- dijo Lupin, sonriendo.
Harriet recogió las varitas del suelo y se los entregó a sus respectivos dueños.
- ¿Qué hacía aquí, profesor Lupin? - pregunto Harriet- ¿Cómo sabía que estaríamos aquí?
- Los estaba buscando. Los he estado buscando desde el incidente en la boda de Bill y Fleur… sé que Dumbledore les dejo una misión y estoy aquí para apoyar- declaro el hombre lobo.
Hermione y Ron se alegraron de conseguir un nuevo aliado, cuatro varitas eran mejor que solo tres contra los Mortífagos, Harriet también se alegró, Lupin era un mago poderoso, pero había algo que le molestaba… aunque no sabia que.
Lupin saco publicaciones del diario el profeta para actualizar al trio dorado de la situación en Reino Unido, las especulaciones que antes habían compartido no estaban muy lejos de la realidad, con Voldemort en el poder y sus Mortifagos en el ministerio, todos los magos y brujas que no formaban parte de los sagrados 28 fueron investigados, sin contar que solo los magos y brujas de sangre pura eran tratados con dignidad, solo estos podían tener una vida relativamente tranquila y solo ellos podían estudiar en Hogwarts. Lo que no se esperaban, nadie de hecho, era ver a Dolores Umbridge en el periódico como una de las principales autoridades en el nuevo ministerio.
- ¿Cómo… como paso esto? - gruño Harriet con el pelo y mejillas rojas de rabia- ¡Se supone que estaba en Azkaban!
- Azkaban está vacío ahora…- informo Lupin- Se rumorea que ella ofreció sus servicios… hay personas que solo persiguen el poder sin importar quién sea el líder, solo les importa el status.
Harriet aplastó el periódico en sus manos, enojada.
- Harriet- dijo Hermione, intentado calmarla- ¿Qué tal si preparamos el desayuno?
Harriet dejo el periódico en la mesa mientras preparaban el desayuno para cuatro personas. Se aseguró de darle doble porción al hombre lobo, lucia deteriorado, agradeció la comida y no dejo ni migajas.
Mientras desayunaban el hombre lobo les conto acerca de la comisión de registros de hijos muggles, departamento que manejaba Umbridge, sub secretaria del ministro de magia Pius Thicknesse, un Mortifago de confianza de Voldemort. Públicamente se dedicaban a interrogar a los nacidos de padres muggles y verificar la pureza de su sangre, así como la obtención de habilidades mágicas, pero su verdadero propósito era encarcelar y degradar a estos nuevos magos, llamándolos ladrones de magia…. Se rumoreaba que quien no se registrara atendría consecuencias graves, es por ello que muchos habían decidido exiliarse, escapando del nuevo ministerio de magia.
- Los acompañare en su misión, no es necesario que me digan de que trata- dijo Lupin al terminar de comer- ¿Hacia dónde vamos?
El trio se vio entre sí, ¿Cómo se supone que los ayudaría en su misión sin enterarse de la búsqueda de los Horrocrux?
- Lupin- dijo Harriet, intentando cambiar de tema, le daba vergüenza decir en voz alta que no tenía idea por donde buscar- ¿Y Tonks?
- En casa de su madre Andrómeda… está en un estado delicado y necesita reposo.
- ¿Está enferma? - pregunto de inmediato Hermione.
- No, no precisamente enferma… de hecho, está embarazada. Su madre y padre la están cuidando, se volvieron muy sobreprotectores cuando se enteraron de su embarazo.
El trio dorado se quedó en silencio por unos momentos hasta estallar en felicitaciones, aunque Lupin no se veía muy feliz por este hecho, al contrario, parecía triste y enojado. El cerebro de Harriet comenzó a hacer conjeturas y no pudo evitar preguntar.
- Ser padres es una bendición, pero no pareces feliz, Lupin, ¿Qué ocurre?
El hombro lobo lo miro irritado, como si se ahogara con palabras no dichas, pensamientos acumulados sin expresar.
- Le arruine la vida, Harriet… Arruine la vida de Tonks y le arruine la vida al bebe… podría ser como yo, un licántropo… Todo es mi culpa, no debí casarme con ella para iniciar.
Harriet recordó lo infeliz que se veía Tonks el año pasado, al principio lo atribuyo su tristeza a la muerte de Sirius, pero después se enteró que era por el rechazo de Lupin hacia ella, no había nada más doloroso que un corazón enamorado roto.
- Estoy segura- dijo Harriet recordando la cara triste de Tonks- Que ella sabía las consecuencias y las acepto porque te ama.
- Ella es impulsiva, no tiene idea de lo que es vivir con el rechazo continuo- dijo Lupin.
- Oh, sí la tiene, ella sabe de rechazo… a tal punto de afectar su patronus- objeto Harriet.
- ¿Cuál es tu punto? - gruño Lupin por el rumbo de la conversación.
- Mi punto es que no necesitamos a un cobarde como tú en nuestra misión- dijo Harriet mirándole a los ojos.
Ron y Hermione la miraron con la boca abierta, incrédulos a las palabras de la pelinegra peinada con un moño desordenado.
- ¿Qué? - dijo atónito Lupin- ¿Cobarde, yo?, después de que los busque por días exponiéndome al peligro frente a los Mortifagos…
- Y brindar tu ayuda en una misión que podría ser suicida…- dijo Harriet con la voz tan fría como pudo- Prefieres huir y morir que asumir la responsabilidad de ser padre… Tonks está embarazada, necesita todo el apoyo de su esposo…
- Harriet… - Lupin gruño en advertencia enseñando sus dientes, estaba enojado.
- Pero estas aquí, ofreciéndote ante una misión peligrosa, todo por miedo- siguió adelante Harriet, sin miedo, sabía que eran necesarias las duras palabras que pronunciaba- ¡Deberías estar con ella!, ¡Eso es lo que un verdadero hombre hace, asumir la responsabilidad y quedarse junto a su dama!, ¡Cuidar a su bebe!, ¡Lunático cobarde!, ¡Cobarde!
Lupin no respondió verbalmente, sino que, cegado por la ira, lanzo un hechizo no verbal a Harriet que termino siendo lanzada dolorosamente a la pared.
Sus amigos gritaron, no habían esperado ese tipo de reacción de un hombre tan racional como Lupin y corriendo a auxiliarla.
- ¡Eres un idiota, James! - grito Lupin con la varita apuntando a la pelinegra.
Molesto, el licántropo abandono el refugio de la orden, dejando solos a los tres magos. Adolorida aun en el suelo, Harriet soltó una risa.
- Estás loca- declaro Ron, molesto por su actuar- ¿Por qué le dijiste todo eso?, ¡Nos iba a ayudar!
- Pero no por las razones correctas, solo por miedo a ser padre… no quiero ese tipo de ayuda, no cuando fui amada por mis padres al punto de dar sus vidas- dijo Harriet levantándose del suelo.
- Entiendo tu actuar, Harriet- dijo Hermione- Aunque era un aliado valioso lo confrontaste por Tonks y su bebe… pero debiste ser más amable, la sociedad mágica no ve con buenos ojos a los licántropos, es natural para el profesor Lupin estar tan asustado.
Harriet fue a la sala y se recostó en el mueble, aun adolorida.
- Tenía que ser ruda, Mione… no podía dejar al bebe sin su padre, por más miedo justificado que tenga él, estanos en peligro constante ahora que sin nariz está en el poder, podríamos morir en cualquier momento, ya no tiene tiempo para tener miedo… Espero por el bien de su familia que lo supere y vuelva con Tonks, lo necesita tanto, ¿Puedes creerlo?, la próxima generación floreciendo ante nosotros…- dijo Harriet con ilusión.
- Lo creo- dijo Ron- Lo que no entiendo es por qué te llamo “James” al atacarte.
- Porque debí recordarle a mi padre… era un poquito irritante cuando era un adolecente.
- ¿Y cómo sabes eso tú? - pregunto Hermione.
- Por relatos de terceros…- dijo Harriet, poniendo fin a la conversación.
Después de días el trio dorado vio que los Mortífagos que patrullaban la zona se alejaron por fin, todos respiraron con tranquilidad y se permitieron más iluminación en la mansión, así como libertad para hacer más ruido. Las horas trascurrían con lentitud y los días pasaban sin cambio alguno, el trio intentaba hacer hipótesis de cuáles serían los siguientes Horrocrux.
- El primer Horrocrux fue el diario de Tom Ryddle que Harriet destruyo con el colmillo de basilisco- dijo Hermione.
- El segundo Horrocrux fue el anillo de la familia Gaunt que Dumbledore destruyo, pero a un alto costo.
- El tercero es el guardapelo de Salazar Slytherin… - dijo Harriet.
El trio se miró a los ojos.
- Objetos pequeños o grandes, pero todos con significado- concluyeron al unísono.
Ahora entendía Harriet porque Dumbledore la había llevado todo el año pasado al pensadero con las memorias y pistas de la vida de Voldemort, pero habían abarcando tantos años y los objetos que pudo elegir Voldemort para guardar su alma podrían ser cualquier cosa que parecía una misión imposible adivinar con exactitud la naturaleza del objeto.
- ¿Pero cuantos Horrocrux son en total? - pregunto frustrado Ron.
- Siete- respondió al instante Harriet- Deben ser siete… cuando era niño y adolecente estaba obsesionado con ese número.
- Puede ser, el número siete es poderos en numerología- dijo Hermione recordando las clases de artimancia.
- Entonces nos falta hallar cuatro… puedo con ese número- suspiro Ron.
Una tarde, mientras Harriet les contaba a sus amigos con gran detalle cada memoria que su abuelo le mostro en el pensadero con la esperanza de arrojar alguna pista del siguiente Horrocrux, como el primer trabajo de Tom Ryddle o como años cuando ya había profundizado en magia oscura arruinando su bello aspecto regreso a Hogwarts deseando el puesto de profesor de defensa contra las artes oscuras y maldiciéndolo al no conseguirlo, se oyó de repente el sonido característico de una aparición en el aire, Harriet prácticamente voló hacia la dirección de donde venia el ruido de un forcejeo, el comedor, encontrando a Kreacher y Dobby reteniendo a un mago de calva pronunciada.
- Mundungus Fletcher- gruño Harriet.
- ¡Suéltenme elfos domésticos!, ¡Quítense de mi encima! - grito el mago.
- Harriet Potter, ¡Que gusto, cuando tiempo! - dijo Dobby, que intentaba inmovilizar la pierna del mago.
Harriet controlo sus emociones, primero debía asegurarse del estado de los elfos, sonrió con alivio al ver que ambos se encontraban bien.
- Como mi ama a solicitado, Kreacher vuelve con el ladrón- dijo el viejo elfo.
- ¡Suéltenme! - exigió Mundungus cayendo al suelo por tropezar con sus propios pies a causa del agarre de los elfos.
Al ver que el mago ladrón levantaba la varita en dirección al trio dorado, Hermione espabilo y desarmo al mago.
- ¿Dobby?, ¿Qué haces aquí? - pregunto Ron.
- Dobby vio a Kreacher en el callejón Diagon, al oír el nombre Harriet Potter, Dobby decidió ayudarlo a capturar al mago ladrón.
- Kreacher no necesitaba ayuda.
- Pero la ayuda siempre es buena, Kreacher- dijo Harriet, con amabilidad, aceptar ayuda era algo que también a ella le había costado.
- ¡No soy un ladrón! - grito Mundungus- ¡Soy proveedor de objetos raros y maravi-
Mundungus paro de hablar, Harriet había cruzado de un brinco la mesa de la sala, lo único que lo separaba del mago calvo y abalanzó hacia él con tal rapidez que este no había podido esquivarla, derrumbando la torre de libros de Hermione y diarios que Lupin olvido en la mansión.
- ¡Lo eres, no lo niegues! - Harriet gruño, se había sentado en el regazo del hombre para inmovilizarlo, con una mano le jalaba del cuello de la camisa y con la otra le apuntaba a la garanta con la varita- ¡Pusiste la mansión boca arriba y te llevaste lo más valioso de los Black!
- ¡Ellos tienen bóvedas repletas de oro!, ¡Lo que cogí no son ni migajas!
Harriet apretó con mayor fuerza la camisa del mago, sintiendo su garganta en su mano.
- No es el valor monetario de los objetos que robaste lo que me importa, ¡Sino el valor emocional!, ¡Son reliquias de los Black que pasaron de generación en generación, vil ladrón!, ¡Y lo devolverás!
- Las vendí… las vendí casi todas… no hay forma de recuperarlas…- Mundungus se estaba poniendo pálido, Hermione había atado sus manos por lo que no podía quitarse de encima a la pelirroja bruja.
- Soy la heredera de los Black y te ordeno que devuelvas cada objeto que robaste… sino lo haces mi elfo te hará vivir un infierno en vida- la voz de Harriet estaba deformada por la ira, sentía como esta chocoreaba por su piel- Los devolverás todos, cada cubierto, cada plato, cada objeto… todo.
Kreacher soltó una risa enloquecida de felicidad y afirmó que cumpliría las ordenes de su ama, había orgullo en sus ojos al ver a la bruja pelirroja.
- Y empezaras con el guardapelo- ordeno Harriet, deleitándose al ver como el ladrón ahora adoptaba el color azul en su rostro- Dámelo...
Mundungus siempre se había sentido orgulloso de afrontar la vida sin miedo, era un ladrón, corría más peligros que un mago convencional por todo lo que hurtaba, pero no se arrepentía, era una buena forma de obtener dinero fácil, así que aprendió a reírse del miedo… pero cuando su vida fue amenazada por nada más que la legendaria niña que vivió, sintió un vacío en el estómago, como si cayera al vacío, los ojos de la bruja reflejaban odio puro y un deseo voraz por acabar con su vida, cuando comenzó a asfixiarse se dio cuenta que esa bruja era igual a Voldemort… ¿Cómo es que no lo había visto hasta ahora?, él apoyaba al bando de la luz porque era inteligente, pero sabía reconocer a los que servían a la oscuridad. Harriet Potter podía ser la rumoreada “Criatura elegida para vencer al señor tenebroso”, pero había algo oscuro en ella, casi podrido y él lo sintió cuando sui vida fue amenazada… por primera vez en mucho tiempo tuvo miedo, motivo por el cual canto todo lo que quiso oír la pelirroja, le dijo que lo regalo a una horrible bruja amante de vestir rosa como trueque para no ser arrestado por no tener su documentación en orden, pero lo perdono a fin de obtener el guardapelo.
- ¿Quién era esa bruja? - Harriet se apartó del ladrón al ser separada por Hermione, quien vio el estado del mago- ¡¿Quién?!, ¡Habla!
- No… no…- Mundungus respiraba entrecortadamente después que Harriet lo asfixio- No lo... ¡No lo sé!
El mago de calvicie pronunciada se tocó la garganta con sus manos al ser recientemente liberadas de sus ataduras, sentía dolor palpable por la presión a la que fue sometido, clavo su vista en el suelo intentado respirar con normalidad, hasta que vio una fotografía familiar en el diario el profeta.
- Por… por ella- señalo el periódico- ¡La bruja que está al lado del actual ministro de magia!
Si pensó que dar esa información lo salvaría, se equivocó al ver como las pupilas de la pelirroja se empequeñecían.
- Vete- rugió Harriet mirando al suelo- Kreacher, llévalo fuera de mi vista.
- Sí, mi señora- dijo Kreacher haciendo una reverencia
- ¡Espera!, ¡Te di información valiosa!, ¿Olvidaras la amenaza de devolver los objetos de los Black?, ¡Ya los vendí!, ¡Será imposible!
Harriet se acercó al mago, dándole la espalda a sus amigos, Mundungus retrocedió volviendo a sentir temor… a veces no controlaba su boca o su avaricia.
- Los cogiste sin permiso, los devolverás porque es lo correcto- Harriet dejo de mirar al suelo, para mirar fríamente al mago- Aun si muero, los devolverás todos… todos… o me aseguraré como última voluntad que lamentes tu existencia… cada hora… cada día...
Mundungus se congelo de miedo, los siempre verdes ojos de la bruja comenzaron a tornarse carmín por la zona del iris. El viejo elfo domestico lo tomo de la mano y sintió como era trasportado perdiéndose en el espacio… si, Harriet Potter se parecía mucho a Voldemort.
- ¡Maldición! - grito Harriet, colérica- De todas las personas, ¡Tuvo que dárselo a ella!
Esas eran pésimas noticias para el trio dorado.
- Debemos aceptarlo y pensar en cómo se lo arrebataremos- dijo Hermione, comprendiendo la rabia de su mejor amiga- Es todo lo que podemos hacer por el momento…
- Pero al menos… - dijo Ron- Al menos sabemos dónde está, ¿Verdad?, algo menos que buscar.
Harriet se obligó a calmarse, su pelo dejo de ser rojo para volver a ser negro.
- Si… algo menos que buscar… algo nuevo que recuperar- Harriet pronuncio las palabras con voz apagada.
Esa noche nadie ceno, nadie tenía apetito luego de saber el paradero del verdadero Horrocrux.
Debían emboscar al Umbridge, debían de asaltar el ministerio de magia para recuperar el guardapelo.
Hermione como siempre ideó un plan, la ejecución y perfeccionamiento demoro más de dos semanas... hubiera demorado más si Hermione no se hubiera puesto a crear una poción multijugos desde que llegaron a la mansión, con ayuda de Kreacher vigilaron la entrada de ministerio, el viejo elfo los transportaba en la mañana a Scotland Place, usando la capa de invisibilidad estudiaban a los magos y brujas, el plan de Hermione para recuperar el guardapelo era usar la poción multijugos en tres funcionarios importantes del ministerio como para que puedan caminar sin problemas por todo el edificio buscando el Horrocrux.
Una mañana casi a finales de agosto, cuando Kreacher le entrego el diario que tomaba a hurtadillas de otros magos, Harriet fue sorprendida al ver la primera plana del profeta: una enorme lista con los nombres de hijos muggles requeridos para interrogación, Harriet casi quema con las manos el periódico al leer el nombre de Hermione en la enorme lista.
- Hey hey, tranquila- Ron surgió detrás suyo, viendo humo salir de los dedos de Harriet- Hermione te matara si quemas su única fuente de información con el mundo mágico... aunque esté controlado por el nuevo ministerio.
Harriet se tranquilizó, a veces su amigo decías cosas muy inteligentes.
- Siempre pensando en tu esposa, eso es muy considerado de tu parte, Ron- dijo Harriet con una sonrisa sincera- Hermione es una chica con suerte.
Mientras Ron enrojecía, Hermione apareció por el umbral de la puerta con las cejas levantadas.
- ¿Me llamaban? - cuestiono la inteligente bruja, escuchando su nombre en la conversación.
- Ya basta con tus chistes, Harriet- pido Ron, tan rojo como un tomate- Hermione no es mi esposa.
- ¿Acaso no te gusta?, he visto como la miras cuando ayudamos a Kreacher con las comidas... y por última vez, no es chiste- declaro con seriedad Harriet- Deberías afrontar tus sentimientos antes que sea tarde.
Hermione se sonroja al entender el rumbo de la conversación, Ron no estaba mejor que ella.
- Ella es inteligente, leal y hermosa, es todo el paquete que un mago puede desear en una bruja... si yo fuera un chico, a estas alturas ya sería mi novia.
Y sin más, Harriet se retiró a pasar la noche en el cuarto de Sirius, dejándoles toda la libertad y privacidad para hablar. Rezo porque sean sinceros y confiesen sus sentimientos antes que sea tarde, pronto llegaría el dos de septiembre, fecha en la cual se infiltrarían en el nuevo ministerio, la misión más peligrosa con cincuenta por ciento de posibilidades de éxito y fracaso.
Los días pasaron lentamente, Harriet noto que Ron y Hermione se trataban con mayor timidez, dedujo que aún no se habían confesado, pero al menos ambos ya entendían lo que significaban el uno para el otro.
Notes:
Otro miércoles de actualización. Me tome la libertad de crear teorías de los inferi y costumbres de los elfos… el próximo capítulo promete volar las mentes. Gracias por leer.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 58
Summary:
Infiltración al ministerio, recuperación del Horrocrux, huida estrepitosa y una sorpresa inesperada.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Cuando el primero de setiembre llego, el trío dorado se sintió miserable, si fuera un año convencional ya estarían a bordo del tren escarlata rumbo a otro ciclo estudiantil en Hogwarts, pero no, estaban en la oculta mansión de los Black, escondidos como fugitivos por culpa de Voldemort y la cereza del pastel fue enterarse gracias al profeta que el nuevo director de Hogwarts era Severus Snape.
- ¡Eses asesino!, ¡¿Director?! - gruño Ron.
- ¡Es el colmo de la hipocresía! - chillo Hermione.
- Todo esto... es por culpa de Voldemort, si el nunca hubiera renacido Dumbledore nunca habría muerto- dijo Harriet, las palabras sabían cómo arena en su boca por la furia que sentía.
No pasó ni unos minutos cuando vieron por las ventanas la presencia de unos magos de túnica oscura que antes no estaban presentes.
- Mortífagos- sentencio Hermione, sin un ápice de duda - Pero ¿cómo?, no hicimos nada en especial para delatar nuestra ubicación.
- Estamos...- Harriet se lamió los labios, sintió su garganta se reseca por el súbito miedo de ser atrapados - Estamos a salvo, no nos encontrarán, pero... pero aun así no hagan mucho ruido... solo mantengan la iluminación necesaria... estaremos bien, no pueden hallar la mansión Black por los encantos de protección de la orden.
Sus amigos obedecieron, esas noches todos durmieron juntos en la sala de los Black, no solo por la amenaza de los Mortífagos a solo unos metros, buscándolos, sino porque la mañana siguiente se infiltrarían en el ministerio. Era hora de recuperar el relicario de Salazar Slytherin.
Harriet cerró los ojos pero apenas pudo dormir, cuando noto el alba por la ventana, se levantó sin hacer ruido alguno y se dirigió a una alacena que estaba llena con los alimentos que Harriet había traído, con manos temblorosas guardando casi toda la comida, botellas de agua y pastillas purificadoras, fue a la habitación de Sirius que había usado para dormir esos días y empaco todas sus ropas abrigadas, zapatillas, colchas, sacos para dormir y su tienda de campaña, guardo todo en su mochila y después la metió dentro del pequeño peluche de gato, guardándolo en su bolsillo... si las cosas salían mal, Harriet haría lo imposible para que sus amigos huyeran con el peluche y ella se quedaría como señuelo, ganaría tiempo de cualquier manera para que Ron y Hermione puedan escapar.
Las manos de Harriet hormigueaban y su corazón latía frenéticamente al pensar en esa posibilidad, el miedo comenzó a enfriar sus dedos y el instinto de supervivencia que la habían mantenido con vida todo este tiempo no estuvo de acuerdo, pero ella lo haría si fuera necesario.
Con un suspiro tembloroso camino en silencio rumbo al dormitorio de Regulus Black, había autorizado a Kreacher usar ese dormitorio como propio, en honor a los años que sirvió a los Black y como recuerdo del amo que lo trato con dignidad.
Apenas tuvo que tocar, el elfo abrió casi al instante la puerta. Harriet se arrodilló delante suyo para estar a la altura de su cara, miró sus grandes ojos y con voz clara le encomendó una nueva misión: buscar refugio en Hogwarts en caso que ella no volviera a la mansión Black.
- Mi ama volverá, Kreacher la esperará- dijo el elfo rehusando escuchar las palabras negativas de Harriet.
- Kreacher, mi misión es peligrosa, no puedo asegurar volver, pero me dolería demasiado saber que pese a mi ausencia seguirás aquí solo, por eso deberás ir a Hogwarts... ningún Mortifago vigilará las cocinas ni notará otro elfo más... eso sí, debes quitarte mi suéter, llama mucho la atención. Deberás ser casi invisible para mantenerte a salvo... esa será tu nueva misión.
El elfo rehusó obedecer sus palabras, Harriet no podía odiarlo, parecía un niño asustado y temerosos, como si hubiera perdido a sus padres, Harriet le acarició la cabeza con cariño.
- No te quedes aquí solo, Kreacher, prométeme que iras a Hogwarts, por favor... dame una preocupación menos.
- Sino vuelve es porque algo salió mal, no porque atraparon a mi señora... Kreacher promete esperarla en Hogwarts.
Harriet sonrió, el terco elfo había accedido a obedecerla, hasta que un grito femenino se robó su atención.
- ¡Es hora de levantarse, Ron!
Esa voz definitivamente le pertenecía a Hermione.
- Estoy... estoy despierto- le respondió Ron, por la voz ronca Harriet dedujo que aún estaba adormilado- Solo... solo cinco minutos más.
Harriet suspiro, una parte de ella se sentía aliviada por tener a sus amigos a su lado para tan peligroso plan, pero otra parte se revolcaba de miedo provocándole dolores en el estómago al pensar en todos los peligros que tendrían que enfrentar. Nadie desayuno, nadie tenía hambre, sus cuerpos y estómagos estaba demasiados tensos como para recibir comida, ni siquiera Ron, quien siempre estaba hambriento. Kreacher prometió esperarlos con un abundante almuerzo a su vuelta y tomados de las manos, los cuatro se trasportaron con ayuda de Kreacher a Scotland Place
- Buena suerte, mi señora- dijo Kreacher antes de desaparecer rumbo a la mansión oculta Black.
Hermione forzó la cerradura de un edificio que lucía abandonado y ahí esperaron a sus tres víctimas, los habían estudiado por semanas y elegido por sus puestos: Mafalda Hopkirk, Reginald Cattermole y Albert Runcorn.
Aturdieron a sus víctimas dejándolas inconscientes, les quitaron las ropas así como los zapatos y se las pusieron dándose la espalda como mínima medida de privacidad, demasiado temerosos como para sentir otra emoción como la vergüenza pero recordando usar el sentido común, cogieron un par de cabellos y lo introdujeron a sus respectivas pociones, adoptaron la apariencia de los magos y los tres se encaminaron a la entrada para servidores del ministerio, los baños subterráneos de Scotland Place, información suministrada por Ron al ser su padre un trabajador del ministerio, a las chicas les pareció que la forma de entrar era asquerosa, pera era la única forma de infiltrarse: entrar a un cubículo luego de esperar un turno, subirse al inodoro y jalar la cadena.
Harriet ahora en el cuerpo de Albert Runcorn no pudo evitar hacer una mueca de asco al sentir la humedad del agua del inodoro mojar sus pies, la entrada al ministerio estaba bien protegida de los muggles, nadie con sentido común se metería voluntariamente al escusado. Tomando una respiración profunda agarro la cadena, la pelinegra en el musculoso cuerpo del mago que usurpaba cerró los ojos y tiro la cadena. Sintió que era expulsada a toda velocidad hacia el sur, luego de unos segundos, cuando abrió los ojos se dio cuenta que había llegado a una de las chimeneas del ministerio, la humedad en sus pies había desaparecido por arte de magia.
Con un andar torpe, pues aún no se acostumbraba al pesado cuerpo del secretario del ministro de magia, Harriet camino siguiendo a los otros trabajadores del ministerio, una cantidad inusualmente baja a comparación de sus otras visitas a la institución, ignoro el miedo que comenzaba a trepar por sus pies y se obligó a seguir caminando mezclándose con los trabajadores, busco a Hermione y Ron sin lograr encontrarlos, recorrió el largo pasillo de ladrillos negros pulidos, hasta llegar al centro del recinto, notando el mayor cambio del lugar: la hermosa fuentes de oro que representaba a todas las razas mágicas había sido reemplazada por estatuas negras de un mago y una bruja sentados en laborioso tronos y bajo los pies, en la base del monumento una representación demasiado detallada de personas siendo aplastadas por el peso de los tronos de los magos, todos sumidos con expresiones de dolor, alguno intentaban escapar abriéndose paso con las manos, otros habían aceptado su destino y se dejaban aplastar. Tan grotesco y gráfico que Harriet retrocedió un paso.
Tan ensimismada estaba que no se había dado cuenta que una bruja menuda se había acercado a su lado.
- Es horrible - le dijo la bruja a su lado, casi en un susurro por miedo a ser escuchada.
Harriet giró hacia la bruja de rostro asustado y apariencia menuda, era Hermione adoptando la apariencia de Mafalda Hopkirk.
- ¿Acaso son...? - dijo Harriet con la voz masculina del mago que usurpaba.
- Muggles, si... como les gustaría tenerlos.
Ron disfrazado de un alto mago castaño apareció a su lado.
- Oigan- dijo, pegado a sus amigas- Me está dando miedo.
Las brujas estaban igual de asustada que el castaño mago, Harriet trago saliva y pregunto.
- Mione, ¿Cuánto dijiste que durará el efecto de la poción multijugos?
- No lo dije - respondió Hermione con sinceridad.
"Perfecto", pensó Harriet, el estómago se le tenso de nervios.
EL trío dorado avanzó hacia el ascensor más cercano, pero fue detenido por un mago rubio de aspecto rudo.
- Cattermole - dijo este abriendo las rejas del ascensor- Sigue lloviendo en mi oficina, ya son dos días.
Ron, espabilo cuñado Hermione le golpeo en las costillas, ahora él era Cattermole y debía responder a quien parecía tener asuntos con el cuerpo que usurpo.
- Pues... intenta con un paraguas.
Esa respuesta pareció completamente incorrecta, el hombre rubio frunció el ceño y hablo como si destilara veneno.
- ¿Sabes que voy abajo, no Cattermole?
- ¿Abajo? - preguntó Ron sin entender.
- A interrogar a tu esposa... Mira, si la pureza de la sangre de mi esposa estaría en duda y el jefe del departamento de seguridad mágica necesitará una reparación... creo que la haría mi prioridad. Tienes una hora.
El mago rubio dejó que las puertas mecánicas del ascensor se cerraran dejando al trío dorado a solas, Hermione apretó un botón al azar y el ascensor comenzó su alocado camino, dando giros bruscos hasta bajar de forma lineal.
- Oh por Merlín, ¿Qué voy a hacer?... ¡Mi esposa está sola ahí abajo!
Harriet miró atónita a Ron, esas palabras abrían sido divertidas si otra fuera la situación.
- Ron... - dijo Harriet con grave voz de hombre- Tú no tienes esposa.
El hombre de castaño cabello corto con casi calvicie lo miro, abrió los ojos como platos y se sonrojo.
-Oh... Sí.
De repente, el ascensor se detuvo abriendo sus puertas hacia un piso del ministerio.
- ¿Qué hago para detener la lluvia? - preguntó desesperado el Mago Larguirucho.
- Prueba con finite incantatem- recomendó Hermione- Baja Ron, este es tu piso.
Ron salió del ascensor con pasos temblorosos, no quería separarse de las brujas.
- ¿Y si no funciona? - pregunto temeroso girando hacia sus amigas.
Pero estas no pudieron darle respuesta alguna, el ascensor volvió a cerrar sus puertas, Hermione presiono el botón para ir al piso del personal de apoyo y así comenzar su loco recorrido.
- Yo digo… que si no encontramos a Umbridge en una hora nos retiremos, busquemos a Ron y volvamos otro día.
Hermione con la aparecería de Mafalda asintió fervientemente, aliviada de irse de ese lugar.
Las puertas de metal se abrieron, una mujer pequeña rechoncha vestida completamente de rosa, con una prominente chalina rosa esponjosa apareció ante ellos.
Era Dolores Umbridge.
- Oh- dijo esta al ver a las personas dentro del ascensor- Mafalda, veo que Travers te envió, bien, iremos abajo.
Aunque Harriet aún no se acostumbraba ver a su mejor amiga con la apariencia de otra bruja, por el rabillo del ojo pudo ver como esta se tensaba, tan sorprendida de ver a Umbridge como ella.
Umbridge entro en el ascensor y vio al musculoso mago con una ceja levantada.
- ¿Albert, no vas a salir?
“Correcto”, pensó Harriet.
Con pasos soso, pues aún no se acostumbraba al musculoso cuerpo de Albert, la pelinegra abandono el ascensor, apenas dio unos pasos cuando escucho el cierre de sus puertas mecánicas, lo último que vio antes de que el ascensor desapareciera fue la cara asustada de Mafalda Hopkirk.
“Respira, Harriet, respira y cálmate”, se ordenó Harriet mientras con un andar aun soso emprendía la búsqueda hacia la oficina de Umbridge, existía una gran posibilidad de que el Horrocrux estuviera en ese lugar… la otra posibilidad era que lo tuviera puesto en esos momentos. Harriet tembló ante esa posibilidad.
Decidió dejar de pensar negativamente y emprendió con mayor velocidad la búsqueda, recorrió pasillos, numerosas oficinas a su derecha e izquierda, pero ninguna con el nombre de cara de sapo en ellas.
Como guiándose por pura intuición, se adentró aún más en el pasadizo, hasta llegar a una zona donde numerosos magos y brujas duplicaban artículos políticos a favor de la pureza de la sangre mágica sentados en simples escritorios, delante de ellos había una de las oficinas más grandes que vio hasta el momento, con puertas decoradas con oro fue imposible no leer:
Dolores Umbridge
Sub secretaria del ministro
Jefa de la comisión del registro de nacidos de muggles
Harriet rechino los dientes con furia al ver el ojo mágico del auror Moody en la puerta, vigilando a los magos y brujas parta que trabajen sin descanso.
A pesar que Albert Runcorn era conocido de Umbridge, ella no podía entrar como si nada en la oficina de un alto rango, por lo que rebusco en su bolillo izquierdo y saco varios detonadores trampa, regalo de los gemelos cuando abrieron su tienda hace años, los dejo caminar hasta que estallaron creando caos, no contenta, uso un poco de polvo peruano de la oscuridad para cegar a quienes estuvieran en su rango de visión. Segura en la oscuridad, saco el ojo de Moody de la puerta y forzó la cerradura para entrar en la enorme oficina mientras las brujas gritaban y los magos intentaban disolver la oscuridad.
La oficina era tan enorme como se vislumbraba por fuera y muy elegante, ignoro el pésimo gusto de decoración de Umbridge y busco y busco, pero no encontró rastros de guardapelo alguno, se dio cuenta antes de rebuscar el último cajón del escritorio no sentir ninguna “presencia o rastro” del Horrocrux, pero aun así insistió en su búsqueda con una ligera esperanza de éxito, su abuelo tenía razón, la magia oscura dejaba rastros… ¿Sus amigos podrían sentir también esa extraña energía emanando en el lugar?, les preguntaría luego del salir del ministerio.
Lo único relevante que encontró en la oficina de Umbridge fue un enorme folio con miembros de la orden del fénix, así como posibles integrantes, cuando hojeo la carpeta se mordió los labios al ver las fotografías de su abuelo y el auror Moody tachadas en rojo, como si… como si se hubieran liberado de una gran peste. También había una fotografía de ella, un expediente la catalogaba como extremadamente peligrosa, “La indeseable número uno” estaba escrito en rojo y había una jugosa recompensa por su cabeza.
Furiosa, abandonó la oficina, no podía quedarse por más tiempo, el caos de los detonadores bomba ya había sido controlado y habían disuelto el polvo de la oscuridad, su salida de la oficina de la sub secretaria fue muy obvia, por lo que tuvo que hacerse la desentendida y sorda ante las preguntas de un mago que la vio abandonar la oficina, alejándose con rapidez de las puertas doradas, rumbo al ascensor donde presiono cualquier botón. El ascensor se movió frenéticamente hasta llegar a un piso y abrir sus puertas, donde un alto mago de pelo castaño con un poco de calvicie, mojado de pies a cabeza como si hubiera estado expuesto a una lluvia torrencial entro haciendo sonar sus zapatos con cada paso que daba, chorreando de humedad.
- Buenos días - dijo él, saludando a Harriet con la apariencia de Albert Runcorn.
Harriet se abría reído si la situación no fuer atan tensa y peligrosa.
- Ron…- aunque aún Harriet no se acostumbraba a su nueva voz, siguió hablando - Soy yo.
El mojado mago giro hacia ella con los ojos abiertos de sorpresa.
- ¡¿Harriet?!, por Merlín, olvide como te veías… ¿Y Hermione?
- Con Umbridge, en la sala de interrogatorios… abajo.
Ron pulso el botón para descender, el loco ascensor los sacudió de un lado a otro y descendió en picada hacia abajo, hasta que las puertas se abrieron y ambos, tensos como cuerdas a presión, abandonaron el ascensor. Solo había un largo corredor como único camino por lo cual era imposible perderse, ese nivel no tenía el esplendor como los pisos superiores, de hecho, apenas el piso estaba pavimentado, las paredes aun conservaban su rocosa forma original.
En medio del camino hacia la sala de interrogatorios, dos magos vestidos de negro llevaban a rastras a un joven mago que suplicaba piedad, aludiendo la pureza de su sangre, pero sus palabras no detuvieron a los hombres de negro quienes sin dudar siguieron arrastrándolo, Ron se tensó ante la injusticia, quería ayudar al hombre, pero Harriet lo detuvo, por más que le doliera presenciar esa escena ellos estaba ahí para recuperar el guardapelo y ganar la guerra, solo así lograrían ayudar a ese mago y todos los que seguramente ya estarían presos por descender de muggles.
Mientras más se acercaban a la sala de interrogatorio, más cavernoso y frio se volvía el ambiente.
Las puertas estaban abiertas, por lo que entraron lentamente, apenas avanzaron unos pasos, pero fue suficiente para poder ver en su totalidad el espacio, la sala de interrogación era circular y cavernosa, iluminada con unas cuantas antorchas, casi vacía a excepción de un par de magos como testigos sentados, Corban Yaxley estaba recostado en una laborada silla negra, como si estuviera aburrido de las incesantes palabras de Umbridge quien se encontraba sentada en el lugar que le correspondería al juez de turno, despotricando sin cesar contra una menuda bruja en la base de la sala, sentada en una simple silla de madera, Hermione con la apariencia de Mafalda estaba escribiendo todo lo que decía cara de sapo, sentada muy cerca de ella. Lo que helo la sangre de los recién llegados fue ver que por encima de ellos volaban con parsimonia Dementores, por un techo que no parecía tener fin, siendo solo detenidos por el patronus de Umbridge.
Ahora se entendía porque hacia frio en ese lugar.
Pero… Harriet sintió una magia oscura, igual a la que sintió al sostener el diario de Tom Ryddle cuando tenía doce años y no sabía de la existencia de los Horrocrux.
- Aquí esta - susurro Harriet a Ron con la varonil voz de Runcorn.
Cuando Umbridge noto a los recién llegados, paro su discurso de odio contra la menuda bruja, la esposa de Cattermole.
- Regi- dijo Mary al notar la presencia de su marido.
Los ojos de todos los que aún no se percataron de los recién llegados se posaron en Ron y Harriet.
Harriet comenzó a sudar, se suponía que debían pasar inadvertidos, recordó que era una impostora, ahora ella era Albert Runcorn, mago que servía a Umbridge con gran fidelidad, supremacista de sangre, una escoria, debía aparentar y respetar su disfraz, por lo que con renovada convicción empujo sin dudar a Ron con fuerza para que entrara por completo al recinto, casi haciéndolo tropezar.
- Gracias Albert- dijo Umbridge, complacida.
Mientras cara de sapo seguía con su hostil interrogatorio llamando a la esposa de Cattermole “Ladrona de magia”, acusándola de robar la varita con la cual llego al ministerio. La delgada esposa de Cattermole intento dar su versión de los hechos, demostrar su inocencia, pero Umbridge era tan inaccesible a escuchar como una roca, solo oyendo su propia voz.
- Si lo soy… - dijo Mary Cattermole, casi llorando de miedo, Umbridge la estaba condenando sin piedad- Regi, Regi diles que si soy una bruja…
Ron al lado de la menuda bruja llorosa solo pudo afirmar con la cabeza ante Umbridge.
Harriet, como hipnotizada dio un par de pasos más cerca de Umbridge, casi dando la espalda a la pareja Cattermole, ubicando el guardapelo en el cuello de la obesa bruja de rosa vestimenta.
- Es un hermoso collar, sub secretaria- dijo Harriet con la ronca voz de Runcorn- Muy hermoso en verdad, parece una reliquia.
Umbridge sin entender porque su leal ayudante interrumpía su interrogatorio, respondió con las cejas fruncidas.
- Gracias Albert- Umbridge toco el guardapelo con sus dedos- Es una reliquia familiar, muy valiosa, heredados solo a los primogénitos.
- Parece muy costoso - dijo Harriet acercándose un paso más hacia la bruja de rosa- Muy valioso.
- Y muy antiguo- dijo Umbridge, mordiendo el anzuelo de Harriet- Lo tiene mi familia desde que llegaron a Reino Unido, hace cientos de años, siempre partidarios de la pureza de la sangre.
Harriet empezó a sentir como el cuerpo le hormiguea, clara señal que el tiempo de la poción multijugos se acababa. Saco de su brazo su varita, tomándola por los dedos.
- ¿Qué estás haciendo Albert? - dijo Umbridge percatándose de que el mago tenía empuñada su varita.
- Mientes Dolores- dijo Harriet con la voz distorsionada, la poción abandonado su cuerpo poco a poco- Ese guardapelo le pertenece a Salazar Slytherin y dudo que tú seas de sangre pura… si todo lo que sale de tu boca son mentiras.
Umbridge palideció de repente, su patronus comenzó a parpadear, amenazando con desaparecer.
- ¿Cómo…-
- Y no se deben decir mentiras… - Harriet casi podía sentir el dolor mudo de su cicatriz en su brazo con las líneas que pronuncio cortesía de Umbridge- ¡Ahora!, ¡Desmaius!
Harriet lanzo el hechizo contra Umbridge, Ron contra el rubio mago jefe de seguridad mágica, Corban Yaxley, Hermione aun con la apariencia de Mafalda aprovecho la confusión para arrancarle el guardapelo del cuello a Umbridge, arrojándoselo a Harriet que ya había recuperado su verdadera forma.
El patronus en forma de gato desapareció al aturdir a Umbridge.
Había un conocimiento general básico al momento de lanzar hechizos y era que según la fuerza del mago a quien se hechizara podría haber un efecto rápido o lento de duración, como por ejemplo Yaxley, este era un Mortifago fuerte, por lo que comenzó a recuperar el conocimiento demasiado rápido.
Los Dementores se arrojaron a los que estaban en la sala de interrogatorio, ahora que no había un patronus que los detuvieran eran libres de alimentarse a su gusto.
- ¡Es Harriet Potter! - exclamo Martha Cattermole, observando como Albert Runcor había desparecido siendo reemplazado por una bella bruja adolecente pelinegra de ojos verdes.
Harriet se colocó las gafas sin lunas, guardo el guardapelo, tomo la mano de Hermione y la obligo a correr hacia la salida.
- Sí, ¿Verdad? - dijo Ron con la apariencia de Cattermole jalando a “su esposa” hacia la salida, siguiendo a las brujas pues varios Dementores venían por ellos- Hay que contárselo a los niños.
Las cuatro personas corrieron a toda prisa por el largo corredor apenas iluminado hacia el ascensor dorado, su única salida para huir de los Dementores. Corrieron escapando de las oscuras criaturas que los perseguían volando tras ellos, tras llegar al ascensor dorado, Ron cerro las puertas con rapidez, pero los Dementores intentaron alcanzarlos aun con las rejas metálicas de por medio, estirando sus cadavéricos brazos huesudos, ansiosos por alimentarse de ellos, la temperatura bajo casi de golpe, los cuatro magos y brujas del ascensor comenzaron a ver su aliento mientras los Dementores comenzaban a alimentarse de sus recuerdos felices, eran demasiados y cada vez se amontonaban más en las rejas del ascensor.
Harriet se sentía desesperanzada y sin energía, pero no podía rendirse ahí, no moriría en un profundo hoyo sin luz, por lo que se obligó a retener un recuerdo feliz, alzo su varita hacia las criaturas oscuras y grito.
¡Expecto Patronum!
Su hermoso ciervo hecho de luz salió de la punta de su varita, atacando con sus cuernos a los Dementores, estos retrocedieron repeliendo la brillante luz, el ciervo galopando enfrentando la oscuridad. Hermione aun con la apariencia de Mafalda apretó un botón del ascensor y este comenzó su largo camino hacia la superficie, hacia la planta principal del ministerio.
Cuando el dorado ascensor abrió sus rejas permitiéndoles salir a la monotonía laboral de los trabajadores magos y brujas el cambio de escenario fue casi abrupto si se comparaba con la escena de terror que vivieron en el subsuelo. Los cuatro abandonaron el ascensor, por el rabillo del ojo Harriet no pudo evitar notar que Hermione había recuperado su verdadera identidad.
“Mierda”, pensó Harriet mordiéndose los labios. Se encontraban en el peor escenario posible.
Las brujas sudando frio y con la cabeza gacha caminaron rumbo a las chimeneas de la entrada un largo recorrido que era mejor iniciar ya, mientras a su atrás Ron daba instrucciones a “su esposa” para abandonar el país con sus hijos, Mary, con lágrimas en los ojos, conmovida por los recientes acontecimientos beso a “su esposo”, pero cuando el beso termino quien estaba delante suyo definitivamente no era su “Regi”
- ¿Qué? ...- Mary no pudo evitar decir, sorprendida, retrocedió dos pasos del extraño joven pelirrojo.
Y no era la única, Harriet veía la escena con los ojos súper abiertos y Hermione tenía la boca abierta de la impresión.
Tan ensimismadas estaban que no se habían percatado de la presencia del verdadero Cattermole quien recuperado la conciencia y ahora estaba abriéndose paso ante ellas, solo con calcetines, bivirí y calzoncillos.
- ¿Mary? - pregunto el verdadero Reginald Cattermole- ¿Quién es él?
- Es… - dijo Ron, recuperándose de la impresión, jamás había esperado un beso- Es una larga historia. Mucho gusto.
Ron huyo, Harriet y Hermione le siguieron de cerca, Hermione se quitó los zapatos de Mafalda para poder correr mejor y Harriet corto a toda prisa los pantalones de Runcorn hasta la altura de sus tobillos para poder correr sin tropezar.
Los tres corriendo rumbo a la entrada del ministerio con la esperanza de poder huir, pero no paso ni cinco segundos cuando un mago noto la presencia de la bruja pelinegra y grito.
- ¡Es Harriet Potter!
Su grito alerto a los que estaba a su alrededor y estos comenzaron a buscar a la nombrada.
- ¡Ahí está!, ¡Ahí está! - dijo una bruja viendo correr a la “Indeseable número uno”
Pronto más magos y brujas fueron conscientes del suceso, tanto el personal que trabajaba en el ministerio y así como simples visitantes que necesitaban atender algunos asuntos burocráticos, magos jóvenes, brujas mayores, hombres con grandes portafolios, mujeres con cantidad de documentos para ser firmados, visitantes con el cabello rojizo, negro y plateado, cabello rizado y liso, casi todos bien vestidos como toda sangre pura debe de ser según los supremacistas de sangre.
- ¡Va por allá! - grito otro mago señalando la posición de la pelinegra- ¡Es Harriet Potter!
El trio dorado corrió a toda velocidad escapando, pero las chimeneas para abandonar el ministerio aún estaban muy lejos, a Harriet el corazón le latía en los oídos, el miedo trepaba en su cuerpo a cada segundo entumeciéndole las extremidades. Habían sido irremediablemente descubiertos y eran superados en número.
- ¡Atrápenla! - se escuchó decir a un mago- ¡Atrápenla!
Un grupo de codiciosos magos intento detener a Harriet para obtener la recompensa, pero ella los aturdió dejándolos inconscientes…
Si podrán…- pensó Harriet, dándose ánimos para dejar de sentir miedo- Si podrán escapar de esa, solo debían de-
Un rayo rojo paso por encima de su cabeza, destruyendo parte del nuevo monumento del ministerio. Hermione giro sin dejar de correr para ver quien había lanzado el ataque.
- ¡Es Corban Yaxley! - chillo asustada.
Los rayos rojos volvieron a hacer su aparición, explotando parte del monumento, el suelo y hasta hiriendo a magos que tuvieron la desdicha de cruzarse en su camino. El trio dorado intento esquivar lo mejor que pudo, aumentando la velocidad de su huida y defendiéndose en el proceso.
- Es Harriet Potter, ¡Atrápenla!
Pronto todos los que estaban en la planta principal se dieron cuenta de lo que estaba pasando: Harriet Potter se había infiltrado en el ministerio.
- ¿Harriet? - pregunto incrédulo en voz alta un apuesto joven pelirrubio platinado, pero con notables ojeras negras bajo sus grises ojos.
El joven intento ver entre todo el caos, explosiones y gritos por parte de los transeúntes fue lo único que diviso, hasta que la risa de su padre le distrajo.
- Esto no podría ser más perfecto, Harriet Potter en el ministerio… ¡Hasta parece un regalo para recuperar mi antigua vida! - grito un hombre de largos cabellos rubio platinado y sonrisa casi enloquecida- ¡Vamos Draco!, ¡Capturemos a Potter antes que Yaxley y llevémosla al señor oscuro!, ¡Todo volverá a ser como antes!
A pesar que el trio dorado corría con todas sus fuerzas, Yaxley quien venía caminando poco a poco los estaba alcanzado, caminaba y lanzaba ataques, explosión tras explosión, sin importar si hería a otros magos y brujas inocentes, Harriet giro mientras lanzaba un ataque que el habilidoso Mortifago repelió, con pánico vio que detrás de él venían más magos siguiendo a su líder, entre las cabelleras de sus perseguidores resalto el color rubio platinado. Impotente por una distracción y, Harriet apunto su varita hacia una pila de panfletos creando un torbellino de papeles, detuvieron a los avariciosos magos y personal de seguridad mágica, pero Yaxley se liberó de estos y continuo su casería.
Y no fue el único, dos magos de cabellera rubio platinado salieron de entre los papeles y siguieron persiguiéndola a mayor velocidad por estar rezagados.
Harriet, sin dejar de correr a la salida, volvió a lanzar un hechizo que el Mortifago volvió a esquivar, por su vista panorámica Harriet vio que los rubios magos que la perseguían eran los Malfoy, quienes se acercaban demasiado para su gusto.
Cuando Yaxley noto que sus presas se acercaban a las chimeneas, dejo de caminar para comenzar a correr, con un movimiento de varita fue cerrando chimenea tras chimenea para impedirles escapar, pero eran demasiadas y los prófugos muy rápidos, cuando noto a los Malfoy detrás suyo, tuvo que dejar su ego para gritar:
¡Cierren las chimeneas!
Los Malfoy obedecieron, las doradas chimeneas del largo corredor de ladrillos negros pulidos comenzaron a cerrarse con el movimiento de sus varitas de los rubios, barrotes tas barrotes atraparon a quienes llegaron recién al ministerio ignorantes a lo que ocurría, el sonido metálico del encierro imposibilitando el escape hacia las chimeneas más cercanas se escuchaba a cada segundo, disminuyendo la posibilidad de escapar del trio dorado.
- ¡Corran hacia la que aún está abierta!, ¡Corran hacia la del fondo! - grito Hermione con voz aterrada, señalando una chimenea en específico.
Lucios no iba permitir que escaparan nuevamente de sus manos y con ello la oportunidad de volver a la seguridad de su vida como terrateniente del señor oscuro, por lo que apunto su varita hacia la chimenea que la bruja de pelo rizado había señalado… pero algo extraño paso, en lugar de ver barrotes en la chimenea, salió disparado hacia la pared del corredor, chocando dolorosamente contra los ladrillos pulidos.
Ningún hechizo de los prófugos le había alcanzado, ¿Cómo es que había recibido un Stupefy?, furioso busco al responsable con la mirada, hallando a su hijo con la varita levantada hacia él.
Le había lanzado en hechizo no verbal.
Antes de poder siquiera decir una palabra, Malfoy corrió con frenesí a una velocidad impresionante tras Yaxley, quien ya estaba por alcanzar al trio dorado.
Todo sucedió en cámara lenta para el patriarca de los Malfoy.
Ve a Potter correr y llegar por fin a solo unos pasos de la única chimenea abierta que quedaba en todo el largo corredor de la entrada del ministerio, ve como Potter gira la cabeza buscando a sus amigos, ve como Draco ataca por la espalda a Yaxley, ve los siempre ojos verdes de la bruja pelinegra abrirse con sorpresa, la ve cruzar miradas con su hijo mientras da un paso más cerca de la chimenea, ve como los amigos de Potter corren para estar a solo unos pasos del dorado medio de transporte mágico, ve como su hijo también corre para entrar en la chimenea, ve como Yaxley se recompone luego del ataque de su hijo y colérico corre para alcanzar a los jóvenes… ve a Potter brincar en la chimenea, seguido de sus amigos, su hijo y Yaxley.
Hay un brillo cegador de las llamar verdes antes de que Lucios pueda ver con claridad nuevamente… no queda nadie en la chimenea, todos habían desaparecido.
La aparición siempre se había sentido como si alguien la jalara del ombligo, obligándola a pasar por un tubo fino a través del espacio, Harriet sintió la incómoda sensación dos veces mientras se aferraba a Hermione, a su vez podía sentir como alguien se aferraba a ella en medio de la oscuridad por la cual se realizaba la aparición, creyó que era Ron, pero en medio de la aparición escucho gritos masculinos, el que más le alarmo fue el de Ron… sonaba herido.
Cuando la oscuridad desapareció, Harriet pudo volver a respirar con normalidad, había aterrizado boca abajo en tierra firme, cielo despejado y ramas de árboles casi desnudas, las hojas de otoño amortiguaron su caída, Hermione debió de haberla soltado porque no estaba a su lado. De repente se rebusco en los bolsillos, encontró su peluche en forma de gato, pero no el guardapelo, asustada se sentó de golpe y comenzó a buscar el Horrocrux entre las hojas naranjas, encontrándolo a solo unos metros suyos... debió haberse caído del bolsillo del abrigo de Runcorn cuando aterrizo tan abruptamente en lo que parecía ser un enorme bosque.
Harriet se quitó el enorme abrigo y comenzó a buscar a sus amigos, los divisos a solo unos metros, Ron estaba acostado, con el hombro y parte del pecho expuesto y Hermione estaba sollozando a su lado, murmurando cosas, Harriet tuvo que acercarse para lograr entender sus palabras, camino atontada sin entender que estaba pasando, los gemidos de dolor de Ron le hicieron sudar frío.
- Estarás bien Ron, estarás bien- escucho sollozar a Hermione.
Esta al ver a la pelinegra le grito que le pasara de su bolso "Esencia de Díctamo", temblorosa, Harriet obedeció lanzando un accio para poder encontrar el objeto en medio de una bolsa con encantamiento de extensión indetectable. Prácticamente voló hacia Hermione dándole el frasco de poción curativa.
Algo estaba mal, algo estaba muy mal y entendió todo cuando vio el brazo de Ron, abierto y casi arrancado del hombro, entendió los gritos y sollozos de Hermione.
Ron se veía grave... Y Harriet solo quería vomitar de la impresión. Jamás había visto una lesión como esa.
- ¿Qué... que le paso? - pregunto asustada por la condición de Ron, sus quejidos de dolor le cercenaron la cabeza- ¿Creí que volveríamos a la mansión oculta de los Black?
Hermione destapo la botella y con un gotero procedió a verter la esencia sobre la herida abierta de Ron.
- Fuimos - dijo sollozando Hermione a la par que seguía aplicando la poderosa poción curativa- Fuimos, pero Yaxley me tenía del brazo... ¡Y vio la sala de los Black!, ¡No podíamos quedarnos!, nos traje aquí... ¡Pero Ron sufrió despartición!
Las gotas esparcidas en el hombro partido de Ron comenzaron a hacer efecto, volviendo a juntar el tejido muscular, hombro y brazo juntos de nuevo, quedando solo una fina cicatriz en la piel.
- Está bien...- dijo Hermione de forma consoladora a Ron, acariciando con suavidad sus cabellos pelirrojos- Ahora estarás bien.
Tan enfocadas estaban las brujas con la impactante herida de Ron, que no notaron a una cuarta persona en el bosque hasta que Hermione se alejó un poco para colocar encantamientos de protección, solo ahí las brujas notaron su presencia : los ojos grises abiertos con enormes ojeras bajos estos, dientes apretados, rostro pálido, manos fuertemente cerradas en puños a sus costados, sentado en el suelo lleno de hojas secas, ensuciando su traje negro visiblemente caro, desencajando con la maleza y los casi desnudos árboles otoñales, Draco Malfoy parecía contener la respiración, incapaz siquiera de parpadear.
Notes:
Cha cha chaaan, ¡Los diferentes cambios del what if empiezan ahora! ¿Qué hará el trio dorado con Draco?, ¿Cuáles son las verdaderas intenciones del Slytherin?, pues no se pierdan el próximo capítulo subido como cada miércoles en esta plataforma.
Gracias por leer.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 59
Summary:
Confrontaciones, rutinas y Patronum.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
- Protego totalum - dijo Hermione, alzando su varita y blandiéndola al aire - Repello muggletum….
Aunque los encantamientos de protección eran increíbles por crear barreras trasparentes en el aire, escondiéndoles de ojos indeseables, una increíble demostración de magia, Harriet y Ron no podían apartar la vista de Draco Malfoy, este volvía a tener la misma confianza que antes, parado con los brazos firmemente cruzados en el pecho. Hermione había insistido que primero debían colocar las protecciones para no volver a tener el incidente en la cafetería muggle de Londres, le decomisaron su varita que ahora descansaba en el bolsillo de Harriet quien aun vestía el pantalón de Runcorn y solo cuando las barreras protectoras estuvieron colocadas, el trío se encaro al Slytherin.
Debían hacer algo con el mago.
- Yo digo que le borremos la memoria y lo dejamos inconsciente a kilómetros de nuestro refugio - dijo Ron, mientras era vendado por Hermione, debía mantener cuidado con su brazo aun en recuperación.
La actitud altanera de Malfoy desapareció por completo.
- ¿Qué?, ¿Estás loco, Weasley?, ¡No pueden olvidarte!... es un hechizo muy complejo y nefasto si se realiza de forma incorrecta. No pueden hacerlo.
- Podemos- dijo con rapidez Hermione - Sé a la perfección ese hechizo.
Ante tal declaración el mago pelo plateado pierde de golpe el poco color en sus mejillas, sabe que la bruja nunca alardea de sus habilidades porque sí, sus palabras siempre tienen fundamento y peso.
Harriet hace una señal a sus amigos para que guarden silencio, estos obedecen al instante, a pesar de ser la más pequeña de todos los presentes, su presencia impone respeto.
- Draco Malfoy- empezó Harriet, mirando al mago sin parpadear - ¿Por qué nos seguiste?, ¿Qué es lo que quieres?... ¿Cuáles son tus verdaderas intenciones?
El mago volvió a recomponerse, al menos la bruja que siempre consideró como el líder del trío lo dejaría hablar.
- Estoy aquí por mis propios intereses, Potter.
- ¿Viniste como espía de Volder-
- ¡Claro que no! - gruño molesto Draco, interrumpiendo a Ron - Al contrario, los seguía porque sabía que su fuga del ministerio tenia que ser parte de un plan para contribuir a su caída y quiero unirme.
Ron a pesar de estar herido comenzó a caminar de un lado para otro, como un león encerrado en una jaula, adrenalina haciéndole olvidar el dolor.
- ¿Cómo sabemos que dices la verdad? - dijo el pelirrojo - ¿Cómo sabemos que no nos traicionaras a la primera oportunidad que tengas?, ¿O que este no es un plan bien elaborado, hacerte pasar por “un aliado” y luego entregarnos a los Mortífagos?
Harriet entrecerró los ojos, las palabras de Ron tenían fundamento, después de todo Malfoy era ahora un Mortífago, su enemigo en el mundo real, con una horrible marca en el antebrazo que delataba a que bando pertenecia, aunque su presencia no era intimidante, de hecho el apuesto mago parecía tenso y confuso… le recordó cuando lo vio llorar en el baño de Hogwarts el curso pasado, ¿Cuáles eran sus intenciones reales?, ¿Era un enemigo disfrazado o un potencial aliado?
- Ron tiene razón - dijo Harriet en tono glacial, mirando al mago peli plateado sin pestañear- ¿Por qué deberíamos confiar en ti, Mortífago?... Te pasaste todo el año anterior intentando matar a mi abuelo, hasta que fuiste superado por Snape .
Draco retrocedió un paso, como si las palabras de Harriet le hubieran golpeado el estómago.
- ¿Co- como lo sabes?
- Estuve ahí, en el último piso de la torre de astronomía, vi cómo le arrebataste su varita, la vi brillar en tus manos apenas un parpadeo de tiempo… le arrebataste la posibilidad de defenderse.
A Harriet se le corto la voz al recordar esa noche de pesadilla, Draco avanza un paso hacia adelante, el mismo que retrocedió, y con decisión hablo.
- Si estuviste ahí debiste ver que baje mi varita antes que llegaran los demás Mortífagos a la torre de astronomía… No tenia elección, Potter, mi familia iba a ser asesinada si no cumplia con la misión que el señor tenebroso me asigno, matar a Dumbledore … ¡No tuve elección, pero al final no pude hacerlo!... Si estuviste presente debes saber que baje mi varita.
-¿Harriet? - pregunto Hermione con su varita empuñada en su mano, en caso de defensa.
- Es cierto…- respondió Harriet- ¿Así que quieres ayudarnos a derrotarlo y por eso nos seguiste?
- Así es, después de… después de tanta mierda que he visto ya no quiero seguir sirviéndolo - Draco cerro los ojos y casi tembló ante los recuerdos de tortura publica que era obligado a presenciar - Yo no soy mis padres, que están inmersos en sus creencias, que han cedido su casa para escenarios de pesadilla de los cuales no quiero hablar… mis padres lo apoyaron desde antes de mi nacimiento y que ahora no pueden salir de sus garras, en cambio yo… yo aún puedo elegir… y elijo no seguirlo .
Si de algo Harriet se enorgullecía era en juzgar a las personas, aunque su abuela Elise fundamentaba su buena elección de amigos gracias a su intuición. Ver los desesperados ojos asustados de Malfoy y escuchar sus razones fue suficiente para saber que no había intenciones ocultas en él, su instinto de sobrevivencia permaneció dormido. No era un traidor.
- Draco Malfoy ha cambiado de bando - declaro Harriet sin un ápice de duda.
El nombrado pareció respirar con mayor tranquilidad tras escuchar su veredicto, casi derritiéndose le alivio.
- Pero - prosiguió Harriet - No confió en ti y habló en nombre de mis amigos tambien… tu cambio fue muy abrupto y sorpresivo, ni en un millón de años se me habría ocurrido pensar que lucharíamos en el mismo bando… La confianza es algo que se gana, no que se pide. Gánate la confianza de mis amigos, Draco Malfoy.
Draco no dijo nada, pero cabeceo en señal afirmativa.
- Un Gryffindor moriría por ti - dijo Harriet estirando su mano hacia el rubio.
Este, al ver la mano de la pelinegra se acerca a ella a gran velocidad.
- Un Slytherin mataría por ti - dijo Draco entrelazando la mano con la de Harriet.
“Es tan pequeña pero siempre tan cálida” , pensó Draco con un ligero sonrojo casi imperceptible en su pálida piel.
- ¡¿Qué?! - chillo incrédulo Ron, cortando los pensamientos de Draco - ¿Lo dejaras seguir con nosotros?, ¡No confió en él, Harriet!, ¡Puede ser un espía!
Draco se obliga a soltar la mano de Harriet con una mueca de disgusto, Hermione quien siempre estaba atenta a lo que ocurría a su alrededor noto este hecho pero no dijo nada. Solo miro a su mejor amiga con una ceja levantada, lo cual significaba que quería una explicación logica ante su comportamiento.
- Sé que es peligroso, Ron, años de enemistad no se borraran en un instante... pero podemos dar el primer paso ahora mismo para lograr un pequeño cambio, a todos nos une el mismo propósito: derrotar a “sin nariz”- Harriet noto como Malfoy se tensaba pero no le dio mayor importancia y siguió hablando - Dime, Ron, ¿Cuándo fue la última vez que golpeaste a tu padre?
- ¿Qué? - Ron la miro atónito por el súbito cambio de tema - ¿Qué dices Harriet?, yo nunca golpearía a mi padre.
- Pues Malfoy lo hizo... cuando estábamos en el ministerio y huíamos rumbo a las chimeneas, ataco a su padre y Yaxley para darnos más tiempo y huir por la única chimenea abierta... ¿Si aún sirviera a “sin nariz” creen que nos habría ayudado?
Ron y Hermione se quedaron en silencio, impresionados con la revelación.
- Alzar la varita contra tu gente, contra tu familia… debe significar algo, ¿No? - dijo Harriet, rompiendo el silencio.
- Significa todo - dijo Draco ante el silencio de los Gryffindor.
Y como nadie tenía más réplicas que dar, Harriet procedió a sacar su mochila del pequeño peluche de gato negro, abrió el cierre y gracias al encanto indetectable pudo sacar su carpa de acampar lo suficientemente grande para dos personas.
- ¿Cómo haremos con la distribución para dormir? - pregunto Harriet mirando su carpa.
- Yo traje la carpa que usaban mis padres al acampar, lo suficientemente cómoda para tres personas.
Las brujas comenzaron a sopesar sus opciones.
- ¿Tal vez podríamos dividir las carpas para ambos géneros?, ¿Los chicos en una carpa y las chicas en otra? - dijo Hermione.
- ¡Me rehusó a dormir con Malfoy! - grito de inmediato Ron.
Se escucho un suspiro molesto de Malfoy, pero no dijo palabra alguna.... Se estaba conteniendo.
- Yo puedo dormir con él si eso es un problema - dijo Harriet de forma casual, realmente no podría importarle menos.
Por el rabillo del ojo vio a Malfoy casi tropezar con sus pies.
“Lo odia pero se contiene… el chico está madurando” - pensó Harriet, admirada.
- Olvídalo - chillo Ron, sonrojado - Yo dormiré en la misma carpa que él.
Draco se aclara la garganta, el trío lo miro.
- O… - dijo Malfoy - Tengo una idea, pero necesito mi varita. Sino aceptan mi propuesta, no me ofenderé.
Harriet saco la varita de Draco del pantalón de Runcorn y frente a unos tensos Gryffindor se la devolvió. Sin alguna sutileza, Ron y Hermione empuñaron sus varitas, listos para defenderse y atacar al Mortífago si lanzaba algún ataque.
Pero nada malo broto de la varita del apuesto pelo platino, al contrario, con gran habilidad hechizo la carpa de Hermione volviéndola tan grande que podía albergar a diez personas con comodidad.
- O podemos dormir todos juntos en una misma tienda de gran tamaño, yo respetare su espacio y me mantendré siempre en el extremo de la tienda de acampar.
Harriet entró en la tienda, Malfoy no había mentido, la tienda era ridículamente espaciosa que hasta podrían cocinar y colocar una mesa para las comidas. Draco entró junto a ella, sus amigos no se quedaron atrás, pero el pelo platino estiro su varita hacia Harriet, aceptando el hecho de no portar su varita, al menos por el momento.
- Bien hecho, Malfoy - dijo Harriet alzando la mano para guardar la varita en los amplios bolsillos del pantalón de Runcor.
- Draco - dijo el pelo platino sin soltar su varita.
- ¿Eh? - Me pregunto Harriet sin entender.
- Llámame Draco, Potter - dijo el mago soltando su varita y mirándole a los ojos, sin pestañear.
Y mientras la bruja lo miraba intentando comprender sus palabras, Draco no pudo evitar mirar de lado hacia los amigos de la pelinegra, Granger con la boca abierta en forma de “O”, mientras Weasley había soltado su varita de la impresión… habría sido gracioso, si otras fueran las circunstancias.
- Entiendo - dijo Harriet, interrumpiendo sus pensamientos - Ahora eres más Draco que Malfoy, respeto eso. Ahora que estamos en el mismo bando puedes llamarme Harriet.
Draco soltó un suspiro derrotado, por su vista periférica vio a Granger golpearse la frente con la palma de su mano, mientras Weasley tenía la mandíbula desencajada.
El resto del día las brujas hicieron un inventario de lo que tenían, comestibles y pertenencias variadas, tenían suficientes sacos de dormir, comida y agua, no sufrirían de comida al menos todo septiembre… ¿Pero y luego?
En la tarde, después del almuerzo, las brujas cambiadas con sus propias ropas intentaron destruir el medallón, pero por más que intentaron todos los hechizos más mortales de su repertorio, el guardapelo seguía intacto, frustrándolas.
Con un gruñido, Harriet se coloco el guardapelo, el metal estaba mortalmente frío, como si fuera un pedazo de hielo.
- ¿Qué haces? - Le pregunto Hermione, casi alarmada.
- Tenemos que mantenerlo a salvo hasta que veamos como destruirlo.
Draco, quien se había mantenido al margen no pudo evitar preguntar el por qué querían destruir el guardapelo de Salazar Slytherin, una reliquia que debería ser cuidada por formar parte de la historia mágica, pero antes de que alguien pudiera decir una palabra, Harriet se adelantó.
- Draco, destruirlo es parte de nuestra misión, una misión de alto secreto, solo tres personas deben conocer la existencia del mismo, ese era el plan de mi abuelo y así se quedará. Apreciamos tu ayuda, pero no te diremos en que consiste la misión. Como el aliado que dices ser, espero tu compresión.
El trío estaba casi seguro que una rabieta saldría del mago, muy propio del Slytherin cuando algo no marchaba según sus planes, pero la rabieta jamás llego.
- Lo acepto - dijo en cambio Draco- Dumbledore… Dumbledore nunca se equivocaba, debe ser muy importante su misión, respeto su deseo.
Sus amigos vieron asombrados como el Slytherin había madurado, pero por alguna extraña razón Harriet comenzó a sentirse vacía, como si la increíble trasformación de Draco no fuera importante, no sentía nada más que cansancio.
- Me voy a dormir - declaro Harriet, sintiendo como de repente algo le succionaba su energía.
Harriet entró en la tienda de camping, cogió un saco de dormir y lo hecho en el suelo, se tumbó con rapidez sobre él, sintiéndose miserable, sin esperanzas, la ausencia de los que ya no estaban con ella le peso en el corazón, rebusco entre sus pertenencias privadas casi con urgencia el último regalo de Sirius, uno que había roto sin saber que era el espejo que usaba cuando eran castigados con su padre en Hogwarts, quedándose con parte de los rotos fragmentos, lo cogió con cuidado de no cortarse y lo abrazo con fuerza a la par que se echaba en su saco de dormir, hundiéndose casi de inmediato en la inconciencia.
Soñó que Voldemort torturaba a un viejo mago con acento búlgaro, quería un objeto suyo con desesperación, Harriet entró en la mente de Voldemort, el hombre se llamaba Mykew Gregorovitch.
- ¡Yo no la tengo! - chillo el viejo mago, luego de recuperarse del Crucio de Voldemort - ¡Me la robaron hace mucho!
La respuesta enfureció a Voldemort, quien entró en la mente del anciano para ver quien había robado el objeto deseado… ahí lo vio, joven, apuesto con la belleza que solo la juventud puede dar, de cabellos rubios dorados largos hasta la altura de los hombros. , piel blanca, ojos de diferentes colores pero con una mueca de malicia en los labios, era la viva imagen de un ángel pecador.
- El muchacho - volvió a hablar Mykew - ¡Grindelwald me la robo!, ¡Ya no la tengo!, ¡Lo juro por mi vida!
Enfurecido, Voldemort realizó un movimiento de varita y de repente Gregorovitch levito a varios metros del suelo, tembló y lanzó un sonoro grito de puro dolor. Horrorizada, Harriet vio como las venas de las manos del viejo mago comenzaron a abandonar el cuerpo del viejo fabricante de varitas.
- ¡Baila, Gregorovitch!, baila para compensar tu descuido… - siseo Voldemort.
Con otro movimiento de varita del hombre serpiente, Gregorovitch comenzó a convulsionar, perdía sangre a raudas y se retorcía como un gusano, el dolor era cegador, parecía una muñeca de trapo, una marioneta, solo que en lugar de cuerdas, era movido por sus propias venas.
Voldemort era un maestro en la tortura… ver la escena la dejo enferma y temblando pero lo que le helo la sangre de la pelinegra era su mueca que simulaba una sonrisa sin labios. La sesión de Gregorovitch recién estaba iniciando… el hombre serpiente volvió a mover su varita, las venas de los brazos y pies del viejo mago comenzaron a tirar de él, Voldemort no lo abandonaría hasta sacar todas las venas de su cuerpo.
Era demasiado, Harriet no quería ver eso…
¡Ya basta! - chillo ella, impotente, aunque nadie de la habitación la escuchara - ¡Bastaaa!
Despertó con su propio grito, se sentó casi de un salto y vomitó todo su almuerzo. Temblando se tocó las muñecas, asegurándose de tener las venas en su lugar.
- Creí que ya no te sucedió.
Temblando, enfoco su vista en la voz femenina que presencio todo, Hermione, su inteligente amiga que nada se le escapaba.
La pelinegra se obliga a respirar con normalidad, se abraza a si misma mientras su mejor amiga limpiaba sin asco su desastre.
- ¿Que Paso? - pregunta Hermione, sentándose en el saco de dormir de Harriet, esperando su respuesta.
- Torturo… torturo macabramente a Mykew Gregorovitch… morirá, Mione, no hay duda alguna que morirá.
- ¿El famoso fabricante de varitas bulgaro?
- Si… enfureció de rabia por no obtener un objeto de Gregorovitch… no se lo que es… fue hurtado por un joven mago cuando el fabricante era joven… no se lo que es pero lo quiere con desesperación… como si su vida dependiera de ello .
Un silencio solo cortado por la radio de Ron que tomo prestado de su padre, enumerando la lista de desaparecidos del día era lo único que oía en el bosque. Harriet gruño hacia la fuente del sonido.
- Tranquila - dijo pacíficamente Hermione - Eso lo calma.
- Me pone los nervios de punta - riño Harriet- ¿Está esperando buenas noticias?
- Creo que espera no escuchar malas noticias- dijo Hermione viendo de donde venia el sonido.
Harriet se levantó de su saco de dormir y comenzó a caminar en círculos por la tienda de campamento, irritada ante el giro de los acontecimientos.
- ¿Ron podrá aparecerse?
- Imposible en su estado… sabes bien que eso sería peligroso.
- ¿Cuándo estará bien para aparecerse?
- Apenas acaba de ser tratado con Dictamon, aun no es recomendable la aparición… diría que necesitamos esperar varias semanas. Hasta entonces deberemos movilizarnos a pie… intentar adivinar que podrían ser… buscarlos y-
- No es suficiente- dijo Harriet, interrumpiéndola.
- ¿What? - pregunto confundida Hermione.
- No es suficiente, no es suficiente, ¡No es suficiente! - grito Harriet.
El cabello negro de la bruja se pigmento a rojo, toda ella ardía de rabia, pero una pequeña voz en su cabeza se alarmo al ver la expresión herida en el rostro de Hermione.
- ¡Quítatelo! - chillo Hermione con fuerza, levantándose abruptamente del saco de dormir, señalo el guardapelo que colgaba del cuello de Harriet y volvió a gritar- ¡Que te lo quites!
Molesta, Harriet obedeció y le entrego la joya casi gruñendo.
Cuando el frío guardapelo dejó de tocar su piel, Harriet sintió como si de repente volviera a ser ella misma, la ira desapareció de golpe, su pelo volvió a ser negro.
- Mione… yo… lo siento. No quise gritarte… no sé qué paso.
Hermione la vio sin rencor.
- ¿Mejor? - Me pregunto deduciendo que el Horrocrux provocó su ira.
- Mejor - afirmó Harriet, sacándose las gafas sin cristal y sobándose el puente de la nariz - ¿Y Draco?
- Afuera, siendo vigilado por Ron.
Harriet repuesta se sentó en su saco de dormir.
- Tendremos que tomar turnos para cuidar el guardapelo... turnos de un día y una noche, el uso prolongado es demasiado peligroso - dijo Harriet volviendo a colocarse los lentes.
- Opino lo mismo - dijo Hermione, colocándose el guardapelo - ¿Hacemos la cena?
Con una sonrisa, Harriet obedeció, la cena fue copiosa, casi un festín, después de todo ahora eran cuatro personas. A lo largo de la cena, Harriet vio con admiración que el carácter de Hermione no cambiaba en absoluto.
El Horrocrux debe romper el carácter del usuario - dedujo Harriet- Hermione es increíblemente fuerte.
Con el estomago lleno y la noche en todo su apogeo, el trío dorado decidió por seguridad hacer turnos de vigilancia, después de que todo eran prófugos buscados por todo el país con jugosas recompensas, no podía descuidar su seguridad.
- Hare la primera guardia, dormí por la tarde, no tengo sueño - se ofreció Harriet.
- Y yo la acompañare - declara Draco.
Harriet miro con sorpresa al Slytherin, Hermione se cubrió los labios con su mano y Ron alzo las cejas con curiosidad.
- Estoy seguro que se sentirán incomodos con mi presencia, en especial la primera noche… ¿Qué mejor ayuda que vigilar el bosque ante intrusos?
El trío aceptó, las palabras del mago tenían lógica, lo que no tenía lógica era la expresión de Hermione, quien tenía una mueca en los labios, como si retuviera una sonrisa, la misma mueca que hacía cuando conocía la respuesta de una pregunta pero daba la oportunidad de responder a otros compañeros de clase.
Sin querer profundizar en la respuesta, Harriet entró a la carpa a coger mantas y casacas para protegerse del frío de la madrugada, también se llevó la calefacción a gas de Elise.
- No me gusta - dijo Ron mientras cogía un saco de dormir y se tumbaba con cuidado sobre este.
- Pero al menos intenta ser de ayuda - dijo Hermione mientras colocaba su saco de dormir a una distancia prudente de Ron - ¿Deseas cobijas extra, Ron?
- ¡Fue nuestro enemigo como hace menos de unas horas! - chillo exasperado Ron.
- Y ahora está en nuestro bando de la guerra, caballero - dijo con paciencia Harriet, comprendiendo a la perfección la actitud de su mejor amigo - Quiere cambiar… este podría ser una gran oportunidad para comenzar a abolir la enemistad entre Gryffindor y Slytherin, la unión de las casas por un enemigo real.
El pelirrojo inflo sus mejillas, un mohín de rabia dominaba sus facciones.
- Estaremos bien - dijo Harriet sonriendo - No te aproveches de Mione, caballero, ambos dormirán en la misma carpa pero primero debes darle el anillo, amigo mío… no te aproveches de tu futura esposa.
Con un chillido de indignación, Ron se metió con rapidez dentro de su saco de dormir mientras Hermione invocaba una cortina para colocarse su pijama, tan roja como un tomate. La bruja pelinegra se carcajeo y abandona la carpa, cerca de la entrada estaba Draco esperándola, este al verla se levanto del suelo y la ayuda con las vultuosas mantas.
- Harriet - llama a Hermione desde la entrada de la carpa.
La nombrada se acercó, mientras Draco colocaba una manta en el suelo para protegerlos del frío del suelo.
-¿Mione?
Hermione se mordió los labios, quería expresarse pero, ¿Y si solo estaba confundiendo las cosas?
- Na-nada - dijo al final - Hasta mañana, Harriet.
-Hasta mañana, Mione- respondió la pelinegra sin entender la actitud de su mejor amiga.
Harriet se acerco al rubio y de entre las mantas saco una casaca azul, con un movimiento de varita la adapto a su tamaño y se la entrego, el mago acepta con gratitud tan útil prenda.
- Puedes quedártela - dijo Harriet mientras se sentaba en la manta que Draco tendió en el suelo - Solo viniste con lo que tienes puesto, un atuendo elegante pero nada práctico para huir si te cazan.
- Gracias - respondió Draco mientras se colocaba la casaca, luego tomo asiento cerca de Harriet.
La bruja permaneció en silencio, oyendo el ruido de la naturaleza, el ulular de las aves nocturnas y el canto de los grillos, era una noche con muchas estrellas… recordó a Hedwig y sus suaves plumas, recordó que odiaba estar enjaulada.
“Le habría encantado volar en este bosque y cazar en plena noche-
- ¿Qué es eso? - pregunto Draco, rompiendo el cómodo silencio y apuntando al calentador que usaba Elise en las excursiones al aire libre para evitar sentir frío.
- Es un aparato muggle que usan los campistas, calentador de gas con asa para acampar y protegerse del frio, mi abuela me dejo varias latas de gas para su funcionamiento, las cuales dupliqué… no quería llamar la atención con el humo de una fogata convencional por lo cual preferí usar el calentador. Nos protegerá del frío y nos dará luz.
- Los muggles... - dijo Draco, lamiéndose los labios - Los muggles son increíblemente creativos.
Harriet sonriente, disfrutando de sus palabras, un gran suceso de un mago perteneciente a “Los sagrados 28”
- Así es… son creativos, como los magos que crean increíbles hechizos… No hay mucha diferencia, la ciencia y la magia… van de la mano.
Draco no respondió, demasiado absorto en el calentador a gas.
Un cómodo silencio se instauro entre los dos, ambos arropados con mantas que les cubrían el cuerpo, definitivamente el frío no seria problema esa noche. Harriet cerro los ojos recordando las noches de camping con su abuela Elise, aunque no estuviera presente fisicamente, sentía su presencia en el aire, en cada pertenencia suya, en cada provisión y en cada botella de agua… la estaba cuidando y velando hasta cuando ya no estaba viva.
- Lo siento - dijo de repente Draco, aun ensimismado mirando el aparato muggle.
Harriet abrió los ojos y giró para encarar al mago, sin entender su disculpa.
- ¿Por qué?
- Por el beso forzado que te robe el año anterior en el vagón del tren…
Harriet se tensó, sus mejillas adoptaron un fuerte color rosa y por un momento perdió su capacidad para hablar de forma coherente. Jamás había esperado que el rubio le pidiera disculpas, la confesión la tomo desprevenida.
- Des… descuida, estaba tan ocupada luchando por mi vida que lo olvide por completo.
La respuesta estaba hecha para ser diplomática, pero el efecto en el Slytherin no fue lo que esperaba… parecía dolido.
- Hey - llamo Harriet, sacudiéndole el brazo al no obtener respuesta - Eras un idiota el año pasado, ahora eres mejor, ya no sirves a sin nariz, estás en nuestro bando, ¡Todo está bien!
Harriet notó que el mago agacho la cabeza y comenzó a temblar ligeramente.
- ¿Draco? - llamo con preocupación Harriet - ¿Estás bien?
El mago comenzó a temblar más, cuando levantó la cara hacia Harriet esta se sorprendió de ver como intentaba ocultar una enorme sonrisa.
- ¿Sin nariz?, ¿Es así como llamas al señor oscuro? - pregunto soltando la carcajada que no podía seguir conteniendo.
La bruja se sonrojo, sin muecas desdeñosas Draco Malfoy se veía arrebatadoramente guapo, a su mente vino Lavender y su profecía acerca del mago que “Volvería locas de amor hasta a las más cuerdas”
- Eh…- dijo Harriet, recordando que el mago había hecho una pregunta y ella aún no había respondido - Si… él no tiene nariz… ¿Y te fijaste en lo que viste constantemente?, parece un saco de patatas negro, una bolsa de basura sin perfume, raja de los muggles pero se viste peor que ellos… como un pordiosero.
Draco estallo en risas incontrolables al escucharla, se doblo y termino recostado en el suelo, riéndose como un niño, había lagrimas en sus ojos por la fuerza de sus risas.
- Mi estomago… hay, mi estoma… jajajaja, me matas Harriet… ¡Bolsa de basura!, jajajaja.
Y mientas el mago se carcajeaba con libertad, Harriet no pudo evitar mirarlo ensimismada, ahí no había un peligroso Mortífago con un plan en mente buscando ganar su confianza, ahí, bajo el cielo nocturno estrellado había solo un chico que había tomado malas decisiones. Si, había sido malcriado por sus padres, un error común de padres que amaban demasiado a sus hijos, había crecido con ideas impuestas desde que tuvo uso de razón por apellidarse “Malfoy”.
El era tan inocente como cualquiera en esa guerra y sin poder evitarlo, Harriet se unió a la carcajada de Draco.
- Da asco mirarle a la cara, parece un villano de cuentos para niños, ¡Alguien debería decirle que se saque esa cortina negra encima del cuerpo! - rajo ella.
Draco se rio tan fuerte que se doblo en dos abrazando su estómago, rio tan fuerte que se estaba quedando sin oxígeno, Harriet no estaba mejor que él.
- ¡¿Quieren dejar de hacer tanto ruido?! - chillo Ron desde la entrada de la tienda de camping - ¡Se supone que deben vigilar el exterior y no contar chistes!
Harriet, desde el suelo solo le dio una sonrisa agotada, le dolía el estomago luego de tantas carcajadas.
- Lo siento Ron - dijo ella - Ya no bromearemos… descansa, tienes una herida que regenerar.
Ron los dejo solos con un sonoro bufido cerro con fuerza la carpa.
- No sabía que tenías esa clase de opiniones, Harriet - dijo Draco, sentándose en la manta, acomodando la colcha para abrigar todo su cuerpo.
- Supongo que se me pego de los gemelos - dijo casual la bruja, tapándose también con su colcha.
- Si…- dijo quedadamente Draco.
El silencio volvió a reinar sobre ellos, las horas pasaban con lentitud, Harriet bostezo pero era Draco quien no podía permanecer despierto, sus grandes ojeras delataban la ausente calidad de sueño que su cuerpo necesitaba.
- Duerme Draco, yo me encargo de la guardia nocturna - susurro Harriet.
El mago negó con la cabeza la oferta, intentando espabilar y quitarse el sueño.
- Draco Malfoy, tienes unas ojeras gigantes, te ordeno que duermas ahora mis-
Pero Harriet no pudo terminar su frase, Draco se había desplomado en sus piernas, confirmando las sospechas de Harriet: el mago llevaba varias noches sin dormir. Con un suspiro Harriet lo acomodo en sus piernas de tal manera que estuviera cómodamente acostado, Draco había sido forzado a presenciar torturas, era natural sufrir de insomnio, por un momento Harriet se preguntó si el mago se despertaría con pesadillas, pero ver una pequeña sonrisa en su rostro descarto la idea por completo. Al parecer el mago podía conciliar sueños tranquilos y felices en su presencia.
Qué curioso - pensó Harriet.
Los días pasaron de forma rutinaria, caminaban por pequeños pueblos muggles buscando, Harriet intentaba sentir la presencia de algún Horrocrux y al barrer la zona sin algún hallazgo productivo descansaban para comer, al anochecer instalaban la carpa con los debidos hechizos de protección necesarios y se turnaban la vigilancia cada noche al igual como el Horrocrux.
Harriet odiaba usar el guardapelo, sentía como si usara gafas de la infelicidad a cada minuto causándole amargura y desaliento.
Cada vez que veían enemigos se ocultaban o usaban hechizos de camuflaje, aunque en uno de los pueblos muggles se toparon con una alarmante cantidadnte de Dementores, quienes por órdenes del nuevo ministerio también se habían unido a la cacería, Harriet con gran habilidad uso su ciervo hecho de luz de enormes astas para arremeter contra los seres oscuros, logrando huir de estos.
- ¿Cómo lo haces? - pregunto Draco la noche que le toco hacer guardia con Harriet.
- ¿Hacer qué? - pregunto Harriet sin entenderlo.
- Crear un Patronum corpóreo, el nivel de dificultad raya lo absurdo- suspiro con derrota Draco.
Harriet recordó que lo había excluido de sus clases de defensa particular por estar en “La brigada inquisitorial”, decirle sobre el grupo clandestino de estudio habría sido el fin del mismo, no podía arriesgar a su grupo solo por uno, además el antiguo Draco era un cretino.
- Si deseas puedo enseñarte como realizar un Patronum corpóreo - se ofreció Harriet, mirando las estrellas, lista para un rechazo.
Pero el rechazo nunca llegó.
- ¿En serio? - pregunto Draco con los ojos abiertos de sorpresa.
La bruja lo observaba, las enormes ojeras del mago habían desaparecido casi por completo, a pesar de que descansaba en el suelo y comía alimentos enlatados muggles, no había hecho ningún escándalo, no preguntaba que buscaban con ahínco en cada pueblo muggle que llegaban ni respondía a las ofensas de Ron cuando este usaba el guardapelo, lo cual había sorprendido gratamente a la pelinegra.
La evolución del nuevo Draco era fascinante de presenciar, como ver a una flor abrir sus pétalos al mundo… claro, increíble de ver mientras no llevara el Horrocrux encima, esa cosa le quitaba el color a todo y la dejaba como un cascaron vacío.
Y por eso, saco de su casaca roja la varita del mago pelo platino, estiro la varita hacia su propietario original y sin duda alguna dijo.
- Ten, te la regreso, te la ganaste.
Draco la miro absorto, como incrédulo de volver a tener su varita entre sus manos en un corto período de tiempo. Pero estiro la mano para recibir el objeto mágico.
- No me defraudes - susurro Harriet.
Draco, en lugar de tomar su varita, fue más allá, cogiendo la mano de Harriet.
- No lo hare… ya no.
Si Harriet se sorprendió no lo demostró, pero si aprendió algo, Draco ya no era un horno humano, sus toques habían cambiado, ya no se sentía incomodo sino cálido, la incomoda humedad en sus palmas de las manos había desaparecido para ser reemplazada por delicadeza, cada toque que le daba le recordaba a un jardinero cuidando sus flores. El niño mimado que las arrancaba para sí mismo privando su belleza al mundo había desaparecido.
- ¿Podrás enseñarme a pesar de que no tenga un recuerdo feliz? - pregunto el mago, avanzando más cerca de Harriet, sin soltar su mano.
La bruja lo miro confusa, todo ser humano debía de tener al menos algún recuerdo feliz.
- Sé que las últimas semanas en tu casa no fueron las más alegres que digamos, pero estoy segura que debes tener muchos recuerdos felices… creciste con tus padres que te colmaron de amor-
- Que condicionaron su amor a cambio de seguir sus creencias “Malfoy”
Harriet se mordió los labios, el mago tenía razón.
- Tuviste muy buenos amigos en la escuela-
- Que solo mis padres aprobaron, más conexión estratégica que otra cosa.
La bruja se estaba quedando sin ideas.
- Tuviste un montón de chicas a tus pies-
- Solo les atraía mi imagen y mi apellido, nadie me conoció realmente.
Harriet presionó la varita de Draco con sus manos, los argumentos de recuerdos felices comenzaron a escasear.
- Fuiste un gran buscador de Slytherin y lo sabes-
- Siempre me derrotabas.
La pelinegra suspiro derrotada, ya no se le ocurriría nada más.
- Pero no todo fue miseria, tienes razón - dijo Draco, acariciando con delicadeza la mano de Harriet- Hubo una chica que nunca cayo a mis pies, inteligente, hermosa y bondadosa… podía hacerse amigo hasta del más hosco mago.
Harriet levantó la mirada, animada por las palabras del mago.
- ¡Bien!, ¡Ahí lo tienes!, usa el recuerdo de tu enamorada, retenlo en tu mente, alza tu varita y grita Expecto Patronum- instruyo Harriet.
- Nunca dije que fuera mi enamorada - aclaro Draco - Pero la amo, solo que es muy lenta en cuestiones del amor.
Draco soltó la mano de Harriet y tomo su varita con los dedos.
- Ufff, te entiendo. A veces no sé cómo logran andar por la vida siendo tan ciegos en el amor.
El pelo platino se rio, mirando a Harriet mientras ella inflaba el pecho con orgullo por hacer reír al Slytherin… de hecho no se reía con nadie más que con ella.
Qué raro - pensó Harriet.
- Si, de alguna forma se las apaña para seguir viviendo, pero sabes… - Draco dio un paso más cerca a Harriet- Eso forma parte de su encanto.
- Eres un masoquista, Draco - dijo Harriet con un mohín de disgusto en los labios - Lo normal es huir del dolor, ¡No abrazarlo!
Draco se alejo de la pelinegra, respetando su espacio.
- Los magos complicados somoss, bueno, ¿Empezamos?
-Sí.
El resto de la madrugada, Harriet enseñó a Draco a realizar un encantamiento Patronum, pero lo único que brotaba de la punta de la varita del mago era una luz blanquecina, frustrando al mago.
- Hey - dijo Harriet intentando consolarlo - Es un hechizo difícil, será más difícil si te frustras.
- Pasamos horas y solo sale vapor de mi varita - farfulló Draco- Casi puedo ver los primeros rayos del sol pero mi avance apesta.
- ¿No estás pensando en tu chica? -pregunto Harriet.
Draco se sonrojo.
- Pienso en ella, pero mas pensamientos invaden mi mente… el asunto con ella es mas complicado de lo que crees.
Colocando una mano en su barbilla, Harriet intenta encontrar una solución.
- ¿Dijiste que la amas, no?
- Mucho… pero a la vez temo que algo malo le pase, con este nuevo régimen- confeso Draco con las mejillas sonrojadas.
¡Un amor imposible!, ¡La chica que amaba debía ser mestiza o “sangre sucia”!. .. Casi podía oír la voz emocionada de Lavender en su cabeza de enterarse el secreto de Draco.
- Ese es el problema - dijo Harriet en cambio - Para este encantamiento debes de solo pensar en ella y no en los posibles futuros que aun no pasan, te preocupa su bienestar, eso es normal… pero por unos momentos necesito tu atención total en ella : Piensa como se conocieron, cuales fueron sus primeras palabras, piensa en lo primero que llamo tu atención y lo ultimo que termino de atrapar tu corazón… piensa en el sonido de su risa o la forma de como se ve su rostro cuando el viento mueve su cabello… piensa como se ve cuando es bañada por el sol o bajo la nieve… piensa en lo adorable que debe verse al tener las mejillas y nariz sonrojadas por el frío… solo piensa en ella.
Draco cerro los ojos, su rubor había desaparecido y con voz clara pronuncio.
- Expecto patronum.
Una de las cosas que más le gustaba a Harriet tras enseñar los encantamientos de guardianes, era ver las hermosas formas corpóreas que adoptaban tras los felices recuerdos, animales que se veían magníficos hechos de luz, siempre era un espectáculo hermoso. Por eso, cuando la curiosidad se abrió camino, se esforzó por ver entre tanta luz cegadora, frunció el entrecejo tratando de distinguir lo que era… parecía un caballo, galopaba en silencio pero con una elegancia innata, dio vueltas por el bosque hasta llegar a ella y agachar la cabeza, como si quisiera que lo mime. Solo teniéndolo tan cerca Harriet pudo notar algo extraño… el caballo tenía-
- ¿Astás?
Había errado, no era un caballo lo que surgió de la varita de Draco, sino un ciervo elegante hecho de luz con unas prominentes astas como su Patronum…
- Tu Patronum... tu Patronum es un ciervo, Draco.
Al alzar la vista tras acariciar a la criatura, vio al mago sonrojado, todo su rostro estaba pigmentado de rosa pálido, eso era demasiado si uno recordaba que su piel era pálida como la nieve.
Pero fueron interrumpidos por Ron y Hermione quienes ya se habían levantado, el sol había roto el alba y otro día de búsqueda comenzaba. Hermione, quien siempre era la más observadora de todos, noto como el Patronum de su mejor amiga desaparecía de golpe… estaba sonrojada, con los ojos abiertos como platos ante alguna revelación, pero lo que más le sorprendió fue que esta se ofreciera a ser la quien portara el guardapelo ese día. A Hermione no le desagradaba los cambios de planes, pero había hecho un horario especial, sumamente cuidadoso para que nadie llevara tan peligroso objeto en el cuello por demasiado tiempo y aun no era su turno.
- Por favor, Mione… por favor – suplico nerviosa Harriet.
Sin poder negarse ante los ojos a los cuales Hermione era débil, le entrego el collar, vio como su mejor amiga se lo coloco con una rapidez urgente y luego, como si de una vela se tratase, la vio perder su vitalidad… pero un ligero sonrojo aun resistía a desaparecer de sus mejillas. Inspecciono con la vista a Malfoy, quien también tenía un ligero sonrojo… y ato cabos. Algo había pasado.
Hermione odiaba cuando Harriet o Ron usaban el guardapelo, porque se volvían una masa de negatividad con piernas, pero ese día, Harriet permaneció con un sonrojo en sus mejillas y actitud tímida, casi pegada a ella.
¿Qué demonios había pasado mientras su mejor amiga y el Slytherin habían hecho guardia?
- Mione - dijo Harriet al finalizar otro día de búsqueda infructuosa- ¿Puedo usar el guardapelo también mañana?
Hermione frunció el ceño.
- Ni hablar, no y no está en discusión.
Harriet comenzó a hacer mofletes, aun no sabia si lo hacia de manera inconsciente o era parte de su estrategia para conseguir lo que quisiera.
- Por favor, Miooone… yo… - Harriet suspiro, derrotada - El medallón… al menos por estos momentos me calma y me deja pensar con claridad… necesito tiempo para pensar… solo un día más. Necesito aclarar mis pensamientos.
“¿Qué pensamientos?”- quiso preguntar Hermione, pero no realizo la pregunta, solo la miro con una pequeña sonrisa en los labios, le recordaba tanto a su yo de doce años que cayo enamorada frente al encantador profesor de defensas contra las artes oscuras. .
- Entiendo - dijo Hermione - Pero solo por un día más, luego le toca a Ron… ¿O era a mí?
Harriet casi brinco de alegría ante la noticia.
- Y recuerda…- dijo Hermione ante la reacción de la pelinegra - Ocultarte de tus propios sentimientos nunca será la solución… me lo enseñaste cuando tenias once, una noche de Halloween, ¿Recuerdas?
La pelinegra recordó el suceso, parecía como si hubiera pasado demasiado tiempo desde ese incidente… había demostrado honor al ir tras una llorosa Hermione y valor al quedarse con ella tras el ataque del troll.
Un día más, solo un día más y ya no huiría de sus sentimientos.
Encararía a Draco por unas respuestas más que necesarias.
Notes:
Lo sé… no respeté mi horario de publicación, pero la idea del Patronum de Draco vino de la nada, ¡Tenia que escribirlo!, siempre se me hiso triste que el rubio no tenga uno propio… además ayudaría con su desarrollo como personaje… El ritmo es algo lento, lo siento, quería enfocarme un poco más en la evolución de Draco. El próximo capitulo respetara más la esencia de la película.
Gracias por leer.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 60
Summary:
Los efectos de portar el Horrocrux, conversaciones sinceras y una visita necesaria al valle de Godric.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
- No te parece extraño - dijo Ron mientras caminaban hacia ningún lugar particular, como todos los días - Dumbledore te dijo que las destruyeras… Pero no te dijo como hacerlo.
Harriet, quien ese día le tocaba llevar el guardapelo no dijo nada, solo lo miro de lado, mordiéndose los labios para no decir nada hiriente y apuro el paso para dejar al trío de lado. Ya no le importaba nada, ni la dirección a la cual debían dirigirse, ni sus constantes preguntas sin respuestas por parte de Draco que ahora era él quien huía de ella.
- Ella no sabe lo que hace, ¿Verdad? - dijo Ron a Hermione.
Hermione reflexiono su respuesta, jugo con su varita intentando ganar tiempo para responder de forma racional, últimamente los ánimos en el grupo no iban muy bien.
- Ninguno de nosotros – afirmo ella luego de unos segundos sin ápice de duda.
Cuando Harriet se quitó el guardapelo al acabar su turno y se lo entrego a Ron al ser el siguiente portador, entró a la tienda de campamento para sacar mantas pues esa noche le tocaba vigilancia con Draco pero Hermione la detuvo anunciando un cambio de rondas.
- ¡¿Por qué?! - chillo casi de inmediato Ron.
La pelinegra también quería saber la razón pero nunca exigiría una respuesta.
- Porque tengo preguntas de defensa contra las artes oscuras que ya no pueden esperar ser resueltas - dijo Draco, respondiendo por la bruja - Granger me comento que en quinto aprendió mucho tras las clases clandestinas y tengo dudas… Ella es como una biblioteca, solo un tonto no aprovecharía la oportunidad de aprender con ella.
Ron gruño, molesto como nunca entró con rapidez a la tienda de campamento gigante, Harriet lo siguió, obligándose a controlarse mientras se metía a su saco de dormir, fue difícil conciliar el sueño cuando su mente se empeñaba en gritar: ¡Era ella quien enseño! al grupo clandestino las lecciones de defensa!, ¡Debía de preguntarle a ella!
Dejo de rodar en su saco cuando presto real atención a sus pensamientos, ¿Desde cuándo le importó el reconocimiento de Draco? A su mente volvieron a venir las palabras de Lavender.
“Ese chico volverá loca de amor hasta a las más cuerdas”
Se congelo ante ese pensamiento, ¿A ella no podía gustarle el Slytherin, verdad?, solo era su ego herido quien se revolcaba en su miseria, ¿No?... y si así era, entonces ¿Por qué se sintió miserable no tener? al rubio “revoloteando a su alrededor” como siempre solía hacerlo en cada oportunidad que tenía. Cerro los ojos pero su mente divago hacia una de las conversaciones que tuvo con su abuelo el año pasado antes de centrarse en el pasado de Tom Riddle… Una conversación paternal que su abuelo no parecía poder esperar a dar.
- ¿Y qué me dices del joven Draco Malfoy?
- ¡¿What?! - Harriet no pudo evitar exaltarse- Abuelo, debemos ir a la enfermería, esa mano herida te está afectando… estás diciendo puras tonterías.
- Tengo ojos hoyuelos, ojos que ven como el joven Malfoy siempre está a tu alrededor.
- Porque somos enemigos mortales - gruño Harriet.
- Parece más una abeja revoloteando sobre una flor… y no es el único.
- No te entiendo, abuelo- a Harriet le estaba empezando a preocupar que la salud mental de su abuelo se viera comprometida por tener una mano herida.
¿Acaso su abuelo veía más que ella en el terreno amoroso de su propia vida?, se había acostumbrado tanto a la presencia de Draco que su repentina huida hacia ella la confusión. Ya sea de día y al parecer de noche, huía, ahora estaba más al lado de Hermione, siempre hablando en susurros que irritaban a Ron.
Los días se transformaron en semanas, semanas donde Draco y Hermione consolidaron una amistad cortes, a tal punto de tutearse y reír de sus propios bromas.
Fue ahí cuando Harriet lo entendió, era su mejor amiga el amor prohibido de Draco, ¡Que ciega había estado!, siempre que la molestaba en el colegio también se metía con sus amigos, “Revoloteaba a su alrededor”, como diría su abuelo para poder acercarse a Hermione sin levantar sospechas.
“Lástima que la bruja ya está casada” - pensó Harriet sonriendo hacia nadie en específico.
Sintiéndose recompuesta y con lo que creyó “el ego” menos herido, se centró en cosas más importantes, ahora que Draco ya no necesitaba molestarla para poder acercase con libertad a su mejor amiga renovó su atención en los Horrocrux. Ron tenía razón, su abuelo le dijo que debía encontrarlos pero no como destruirlos.
“¿Y si la respuesta está en los objetos dejados en el testamento?”
- ¿Ron, puedes prestarme el objeto que te heredo mi abuelo? - pregunto en medio de la caminata.
El pelirrojo, extrañado, obedeció por inercia.
Esa tarde y parte de la noche Harriet intentó encontrar algún mensaje en clave.
- Gracias Ron - dijo ella la mañana siguiente.
No había nada extraño en su artefacto.
- Mione - Harriet giro hacia su mejor amiga, quien paro de repente su charla con Draco - ¿Puedes prestarme el objeto que te dejo mi abuelo?
A pesar de que Harriet intentó buscar algún significado del cuento de los tres hermanos, o ver algún rastro de tinta extra en alguna hoja, señalando una palabra en particular, no logro encontrar nada.
Derrotada vio como los días pasaban, dudando que su snitch dorada tuviera un mensaje relevante para destruir los Horrocrux. Harriet estaba atrapada era un rompecabezas que no podía armar, después de todo no se puede destruir un objeto con un libro, un traga luces o una snitch… si tan solo le hubiera preguntado más, si tan solo abrían tenido más tiempo quizás no se sentiría. tan perdida como en esos momentos, con una carga pesada que odiaba portar cada día.
Cuando el diecinueve de septiembre llego, Harriet se esmeró en celebrar el cumpleaños de su mejor amiga, creando un banquete especial.
- ¿No hay mucha comida? - se pregunta Hermione preocupada.
- Estaremos bien, podemos multiplicarlo, ¿Verdad?
Hermione sonriendo agradecida, pero todo mago que usaba esa magia sabía que la comida multiplicada carecía de los mismos nutrientes y sabor que una normal… el enemigo infantil de Harriet, el hambre, se acercaba lentamente.
Cuando octubre llego las raciones y el agua comenzaron a escasear poco a poco y los efectos de llevar el Horrocrux comenzaron a ser más evidentes con creces. Harriet llego a detestar con cada centímetro del cuerpo su turno usar el objeto tan frío como el hielo, pero no podía obligar a sus amigos a usarlo por más tiempo de lo acordado. Las caminatas no llevaban a nada, se escondían siempre en bosques o lugares alejados de cualquier sitio muggle concurrido, sin pistas y con raciones disminuyendo las peleas con gritos eran constantes, todos se estaban rompiendo poco a poco, hasta Hermione.
- Creí - dijo Draco a Harriet luego de otra discusión del trío dorado - Creí que si querían lograr lo imposible al menos deberían estar unidos… trabajar juntos… ya sabes.
- Cállate Draco- dijo Hermione.
El mago se mostró dolido por las palabras de la bruja intelectual que llevaba el guardapelo ese día.
- Hey - le dijo casi susurrado Harriet a Draco, no soportaba ver rostros tristes, ni de su ex enemigo- Está un poco molesta hoy, pero mañana estará bien, te apuesto una cerveza de mantequilla.
- No me hables de comida, por favor… - pidió Draco de forma lamentable- Extraño comidas con consistencia o beber más que agua.
Esa noche la guardia estaba a carga de Ron, por lo que Harriet tuvo tiempo de sobra para pensar en las palabras de Draco… si no conseguían más comida vivirían a base de agua y frutos del bosque.
A más de quincenas de octubre los oscuros pensamientos pesimistas de la pelinegra se hicieron realidad, el cuarteto mágico comenzó a sentir los estómagos vacíos, el cuarteto comenzó a buscar plantas y frutos del bosque para llenar sus estómagos.
- Me arde el estómago - dijo Draco de forma lamentable mientras seguían caminando sin rumbo fijo, ocultos en el follaje de bosques, lejos de miradas indiscretas.
- Podríamos… podríamos comenzar a pensar en la idea de cazar pequeños animales, sazonarlos, rostizarlos para poder comerlos - propuso Hermione.
Los demás pararon de caminar para verla con sorpresa dibujada en el rostro y una lluvia de preguntas salieron disparadas hacia la bruja inteligente.
- ¿Y quién los cazara? -Pregunta Ron.
- Eh...
- ¿Quién lo asesinará? -pregunta Harriet.
- Bue...bueno...
- ¿Quién los despellejara y sacara sus viseras? - preguntó Draco.
- Pues… ¡No lo sé! - chillo con frustración Hermione - ¡Pero si no hacemos algo terminaremos comiendo corazones de árbol y raíces duras!
Una discusión volvió a surgir, más frecuente que nunca con el estómago vacío, como un bosque seco con incendios constantes por el calor abrasador. Draco había recuperado su semblante, ya no había ojeras gigantes pero sus mejillas estaban hundidas, Hermione parecía a punto de desaparecer tras su ahora frondoso cabello y Ron se veía como un zombie, puntiagudo y filoso. Se estaban muriendo de hambre.
Cuando fue el turno de Ron de hacer guardia, el hambre no dejo dormir a Harriet, quien se removía inquieta en su saco de dormir, cuando escucho el sonido lamentable del estómago hambriento de Draco, una decisión paso por su mente, inquebrantable y testaruda.
“A la mierda, la vida es un riego; no dejare que mis amigos mueran de hambre”,
Ella odiaba el hambre, lo había conocido desde niña, pero a pesar de odiarlo ya estaba acostumbrado a verle la cara, ¿Pero y sus amigos?, ¿El Slytherin mimado por sus padres habría carecido de alimentos alguna vez en su vida?, no , ellos no sabían lo que era pasar hambre por meses y odiaba el sonido que salía de sus estómagos, el rugido delatador que indicaba insuficientes calorías ingeridas… odiaba ver como pasaban hambre.
Así que ideo un plan, espero a que Ron se durmiera, salió a hurtadillas cuando el alba comenzaba a asomarse en el firmamento, su plan era arriesgado: aparecerse en refugios donde sabía que podría conseguir alimentos y llevarse toda la comida que pudiera, pagando en efectivo por lo que tomaría y volver lo más antes posible al campamento. Y así lo hiso, escape de un dormido Ron, camino unos metros para no hacer ruido alguno y con la capa de invisibilidad Puesta se apareció en un albergue de Londres, oculta, forzó la cerradura, cogió toda la comida que pudo, dejo el dinero y volvió a aparecerse en otro centro de ayuda para desamparados.
Arraso con tres albergues por prevención y porque no pensaba bien con hambre que sentía, con la mochila en el hombro y sosteniendo con fuerza la capa volvió a aparecer en el campamento, había intentado ser rápido pero el tiempo le había ganado, las personas en la carpa había despertado pero lo que la asusto fue ver la cara de su pelirrojo amigo.
Decir que se veía furioso era quedarse pequeño.
- ¡¿A dónde fuiste?! - le ladro - Burlaste mi guardia.
- Ron… yo… solo fui por un poco de comida…
Draco y Hermione salieron de la carpa tras escuchar los gritos.
- ¿Harriet?, ¿Qué ocurre?, ¿Por qué los gritos?... ¿Por qué llevas la capa y la mochila extensible en tu hombro?
- Se fue, ¡Abandono el refugio! -Ron grito.
- ¡Lo hice para buscar comida!
- ¡Olvidas que eres la más buscada del nuevo ministerio?, ¡Eso fue peligroso!, ¡Porque cree que nos escondemos hasta de los pueblos muggles!
La bruja de mordió la mejilla interna, Ron tenía razón pero ella solo había accionado por algo más grande que ella.
- ¿Te has visto últimamente en los reflejos de espejos o ríos?, apuesto que no. Yo… yo estoy acostumbrada a pasar hambre, lo he hecho desde que vivía con mis tíos, es casi normal poder ver mis costillas bajo mi piel, pero… pero ustedes no… Ron… te ves delgadísimo, a Hermione se le están hundiendo las mejillas y el estómago de Draco no deja de sonar de hambre…
- ¡¿Así que después de todo te mueves como un sirviente por comida, porque al señorito Malfoy le ruge la pancita?!
Draco gruño, odiando el rumbo de la conversación.
- ¿De todo lo que dije solo escuchaste la última parte? - jadeo Harriet sorprendida.
Ron parecía estar a punto de contratar cuando Hermione impuso su voz, ordenando parar la pelea, lo más importante era hacer un nuevo inventario de lo que Harriet consiguió y alimentarse primero de suministros frescos perecibles. Tan ocupadas estaban las brujas creando el inventario como para olvidar hacer el cambio de turno para el relevo del guardapelo de Salazar.
Había muchos alimentos perecibles por lo que se dieron un festín ese día, terminando con dolor de estómago por forzar de repente a sus pequeños estómagos a comer grandes cantidades de comida de golpe.
Otro día más paso sin que Harriet sintiera presencia alguna de los Horrocrux, por la noche el grupo acordó no hacer turnos de vigilancia porque el clima era hostil, ningún Mortífago o carroñero saldría a buscarlos con una tormenta tan fuerte como la que comenzó desde la tarde. .
El grupo solo podía mantenerse resguardado bajo la carpa, seguros, a la espera de que la mañana siguiente dejara de llover o dificultaría su viaje. Luego de la preparación de la cena hecha por las brujas al ser estas las únicas del grupo que sabían cocinar y medir la cantidad exacta de insumos para que estos duraran el mayor número de días, el ambiente se animó luego de la cena decente después de semanas de hambruna, Ron se dedicaba a jugar con el objeto desiluminador que le dejo Dumbledore mientras Draco leía un libro guardado distancia del trio dorado, Hermione comenzó a jugar con el pelo de Harriet, creándole una trenza, Harriet adormilada por la cantidad de comida solo se Dejo hacer.
De un momento a otro Hermione dejo de peinarla para correr de repente a su bolso de cuencas y sacar un libro de historia de la magia… necesitaba estar segura antes de revelar su epifanía.
- La espada de Gryffindor… ¡Esta hecha por duendes!
Harriet la miro y parpadeo confundido se acercó a su mejor amiga.
- Eh… si, ¿Por?
- ¡Harriet, acaso ya lo olvidaste!, la hoja de la espada está hecha para que ni el polvo ni el tiempo la oxiden, solo absorbe lo que la hace más fuerte.
- Si, historia de la magia, primer año… pero sigo sin entender.
Hermione suspiro con pesadez, con Draco con cerca no podía decir con libertad sus pensamientos.
- Destruiste el diario con un colmillo de Basilisco.
- Mione... olvidas que vendí al Basilisco - confeso Harriet - No quería que su cadáver se pudriera en la oscuridad... ya no queda nada en la cámara de los secretos.
Hermione se lamio los labios grabando esa información.
- Bueno… pero lo derrotaste en tu segundo año… con la espada de Gryffindor - con los ojos brillantes, Hermione susurro - Su hoja esta bañada con su veneno, ¿Verdad?, después de todo el basilisco abrió sus fauces para que le dieras fin , la espada rozo sus dientes.
La pelinegra se quedó tiesa de la sorpresa, ¡Eso tenía sentido!, quizás su abuelo anterior que no podría encontrar tiempo para contarle como destruir los Horrocrux, pero se aseguraría de ayudarla con su última voluntad. Se le aguaron los ojos, pero se los restregó con rapidez, Elise no era la única que la seguía cuidando después de muerta.
- Eres brillante - declarao sin un ápice de duda, con una enorme sonrisa en el rostro - Como se suponía de la futura ministra de magia.
Hermione aceptó el cumplido pero no pudo evitar sonrojarse.
- Es pura lógica - dijo Hermione, intentando restar importancia, preocupada al ver una mueca de pregunta en la cara de Harriet - ¿Pasa algo?
- Si - suspiro con derrota la pelinegra, mirando el suelo - Solo hay un enorme problema con eso…
Harriet recordó que un grupo de viajaron magos, que huían del nuevo ministerio se toparon en su camino, pero no los vieron por las protecciones en su campamento, creyéndose solos en el enorme bosque el grupo de magos se puso a conversar mientras descansaban, las palabras. que más le llamo la atención al trío dorado fue enterarse de que la espada de Gryffindor había sido robada, su desaparición había aparecido en apenas una columna pequeña en el profeta, como una noticia menor.
De repente la luz de la carpa de acampar fue succionada, dejando en oscuridad a los magos y brujas. Unos pasos se acercaron a la zona donde estaban ellas.
- Si… un enorme problema… robaron la espada.
La luz volvió, Ron el regreso a su lugar con el desiluminador de Dumbledore.
- Si… todavía estoy aquí… pero continúa, no quiero arruinar su diversión.
Ron se veía molesto, como si algo le incomodara, como si fuera una tetera a punto de explotar.
- ¿Qué te pasa? - Me pregunto Harriet, sin entender el comportamiento de su mejor amigo.
- ¿What? - Ron rio sin una pisca de diversión - No pasa nada… no según ustedes.
Harriet dio un paso tentativo hacia Ron, y no fue la única, Draco abandonó su libro para acercarse al trío, reconociendo la voz enfadada del Weasley, lo cual solo significaba peleas… aunque mantuviera una distancia respetable del trío se había esforzado por lijar asperezas, empezar de cero pero siempre había estado cerca en las peleas en caso que estas subieran de tono y dejaran de ser solo palabras.
- ¿Tienes algo que decir, Ron? - pregunto con cautela Harriet, intentando conservar la diplomacia - Escúpelo.
El pelirrojo hiso una mueca de falsa sonrisa, pareciera que todas las palabras de la pelinegra solo lo ofendían.
- Ok, “Lo escupiré”, pero no esperes que este agradecido porque ahora hay otra maldita cosa que buscar.
- Creí… creí que sabias a lo que te enfrentarías al seguirme para destruir los Horro… los objetos- se corrigió Harriet, no pudo revelar información vital cuando Draco estaba tan cerca de ellos.
- Si… yo también creí saberlo - sarcasmo puro destilaba de la boca del pelirrojo.
El mensaje era claro “No sabes lo que haces, me arrepiento de estar contigo”
- ¿Qué quieres que haga? - pregunto Harriet en modo defensivo- Intento sentirlos, lo intento con todas mis fuerzas, repaso en mi mente cada pedazo de su vida buscando pistas, pero por más que caminamos no encuentro nada… intenté que no pasaran tanta hambre como yo lo hacía cuando era Niña, intenta que no faltara agua en la mesa… ¿Eso no cuenta?
Las sinceras palabras de Harriet no parecieron conmover ni un pelo al pelirrojo, quien se veía más molesto a cada minuto.
- Solo creí que después de tanto tiempo habríamos logrado algo… ¡Creí que sabias lo que hacías, que Dumbledore te habría dicho algo super secreto que ni debías de contarlo a nosotros!, creí que tenías un plan.
- Les dije cada palabra que mi abuelo me dijo a mi… y por si no notaste ya encontramos un Horro… un objeto.
- Si - siseó Ron, con una risa amarga - Y estamos tan cerca de destruirlo como de encontrar los otros, ¿O no?
Hermione avanza con rapidez hacia Ron, con los ojos muy abiertos.
- No… no hicimos relevos del guardapelo - dijo con voz alarmada - ¡Has tenido ese objeto demasiado tiempo en tu cuello!, Ron, ¡Por favor, quítatelo!, no dirías esas palabras sino lo llevaras puesto desde ayer.
Pero el mago no la obedeció, huyo de sus dedos para seguir encarando a la pelinegra, casi empujándola.
- Y de repente - continuo Ron - ¡Dejas entrar a una serpiente a nuestro refugio!, comparte nuestra comida, agua, ropa abregada, ¡Lo dejar dormir en la misma carpa!
- Ron - Harriet intentaba controlarse, apretando las manos, ya habían tenido esa discusión, creyó que el asunto estaba zanjado - Él ya no lo sigue, no es un espía.
Pero las palabras irritaron a un más al pelirrojo.
- Estas ciegas - niega con vehemencia- ¡Ambas!, ¡El hecho que seamos “del mismo bando” no significa que deban ser amigos!, dejan que las tutee como si la enemistad de más de seis años no existe. Ríen con él, comparten la misma botella de agua, hacen guardias juntos y lo tratan como si no fuera un Slytherin, ¡Las ha hechizado!, ¡Malfoy es el enemigo!... soy el único que lo ve, el único.
Harriet cierra los ojos, pero siente como la ira la invade, es débil frente a personas con la mente cerrada, personas que creen tener la razón en todo, como si la realidad estuviera errada y ellos correctos. No necesita abrir los ojos como para sentir como las raíces de su pelo comenzaban a cambiar a rojo.
- Sabes porque escucho la radio a cada momento, cada hora, todo el tiempo… - prosiguió Ron, haciendo abrir los ojos a la bruja de pelo cambiante - Para verificar que no digan el nombre de Ginny, o el de Fred, o el de George, oh el de mamá.
- ¿Y cree que yo no lo escuchó? - contratacó Harriet - ¡¿Qué no sé lo que sientes?!
- ¡No!, ¡No sabes lo que siento! - Ron grito rojo de furia, explotando - ¡No lo sabes!, ¡Obligas a ancianos a ser “Tus abuelos”!, Dumbledore te acepta porque fue un viejo loco como una cabra, que al ser el mago más fuerte de todos podía hacer lo que quisiera sin que nadie se le opusiera y Elise era una squib que quería hacer algo bueno con su vida antes de morir… abuelo, abuela , Harriet Potter, tan desesperada por una familia… nunca te lo dije pero creo que ya es hora que lo sepas: suena patética llamando a Dumbledore “Abuelo” … suena patética para ser nuestro líder.. ¡Pero eso no cambiara la realidad, no importa a cuantos ancianos obligues entrar en tu vida, tus padres están muertos!, ¡Muertos!, ¡ ¡Tú no tienes familia!
Harriet y Hermione permanecieron inmóviles con los ojos abiertos como platos, demasiado atónitas para poder decir algo, esas palabras eran veneno puro, el pelo de Harriet se volvió a ser negro de golpe y el tiempo pareció ralentizarse, lo único que Harriet podía escuchar era el sonido. de su corazón revotando en su pecho, sonido que se escuchaba con claridad en sus oídos casi más fuerte que la lluvia, la cara se le volvió roja mientras sus extremidades se enfriabanon… fue como recibir una dolorosa maldición directa al corazón.
Antes de poder responder, algo se movió de entre las sombras, Harriet parpadeo solo un segundo y al siguiente Draco se había lanzado con furia nada contenido hacia el mago pelirrojo larguirucho, tumbándolo dolorosamente en el suelo.
- ¡Retíralo! - rugió Draco zarandeando los hombros al pelirrojo mago caído - ¡Retíralo!
- ¡Basta Malfoy! - Ron intento quitarse de encima al mago, fallando, lo tenía muy bien apresado.
- ¡He dicho que lo retira! - exigió alterado Draco, sacudiéndolo por los hombros al larguirucho mago- ¡Retira lo que dijiste de Harriet, o te golpeare de la manera más dolorosa posible!, ¡Con mis propios puños!
- ¡Inténtalo bastardo! - grito Ron, gruñendo.
Hermione corrió para separar a los magos, quienes comenzaron a darse golpes con los puños, Harriet espabilo y ayudó a su mejor amiga a separarlos, lográndolo a duras penas.
- Si eso es lo que cree, ¡Entonces lárgate, Weasley! - grito Draco mientras era retenido por Harriet, quien usaba todo su cuerpo para evitar que el rubio saltase a dar más golpes al pelirrojo.
- ¡Eso no lo decide tú! - Grito Ron, quien era retenido por Hermione.
- Lárgate, Ron - dijo Harriet aún impidiendo que Draco golpeara a quien creyó su amigo, su cabello se volvió rojo, como la sangre - Vuelve con tu madre si quieres… eres libre de dejar de pasar frío, incomodidades y hambre… solo un tonto si sigue a “una líder patética” … pero ahora eres libre, ahora puedes hacer lo que quieras.
El pelirrojo lo miro y gruño, con furia se sacó el guardapelo y lo tiro al suelo, luego agarro las pocas pertenencias que tenía, sin vergüenza cogió la tienda de camping de Elise y se retiró, pero justo cuando estaba por salir giro en dirección a Hermione.
- ¿Y tú?, ¿Vienes o te quedan?
Hermione abrió la boca son sorpresa, la estaba invitando a dejar a su mejor amiga, a su búsqueda de los Horrocrux y la derrotada de Voldemort. Su mirada viajo de la pelinegra al pelirrojo.
- Ron… yo…
Pero el pelirrojo solo suena, con malicia.
- Bien, ya entiendo… Rita Skeeter no se equivocó después de todo, ¿Verdad?
Eso fue un golpe bajo, la cara de Hermione Lucia como si le hubieran golpeado en el estómago.
- ¿O es por Malfoy? - gruño Ron, mirando con el ceño fruncido al mago que nombro - Claro… Todo es parte de su plan… de su hechizo.
Sin decir más el pelirrojo abandono la carpa gigante, seguido por una llorosa Hermione quien le suplicaba que recapacite y volviera con ellos. Pero por más que Hermione suplico, Ron no retrocedió, sino que avanzo entre la lluvia, perdiéndose en la espesura del bosque.
- ¡Ron!, ¡Vuelve por favor!, ¡Ron!
Los gritos de Hermione eran más sonoros que la misma lluvia que caía con mayor intensidad.
- Iré por ella - declara Draco - No puede enfermarse, no tenemos medicinas en el inventario y si sigue bajo la lluvia enfermara.
- Si…- dijo quedadamente Harriet.
Pero ni Hermione ni Draco volvieron tan rápido, Harriet se limpió las lágrimas de pura ira que sentía por el pelirrojo, la había herida y hacia llorar a Hermione, cada sollozo de su mejor amiga se sentía como una puñalada en su corazón. Recogió el guardapelo del lugar donde Ron lo había arrojado, justo un tiempo para ver entrar a Hermione, quien pidió el turno de llevar el objeto.
- Mione… no creo que sea lo mejor… no ahora – confeso indecisa Harriet.
- Dámelo - dijo Hermione, empapada con lágrimas en los ojos - No quiero sentir nada… por favor.
Harriet acepta, entendiendo el sentimiento, le entrego el guardapelo a la vez que seca su pelo y ropas de la lluvia a la cual se había expuesto su inteligente amiga y vio como esta se dirigió a su saco de dormir.
Harriet se mordió el labio de rabia y solo paro cuando sintió sangre en su boca.
A la mañana siguiente levantaron la carpa, guardaron sus cosas y los tres de la mano se aparecieron en otro lugar. Por seguridad nunca se quedaban mucho tiempo en un solo lugar, por lo que las posibilidades de volverse a ver con Ron se redujeron a cero por ciento.
Al llegar a uno de los lugares a los cuales Elise la llevaba para acampar, Hermione se sentó en la primera roca grande que encontró y se puso a llorar. Harriet se mordió los labios con ira dirigida hacia su ex amigo pelirrojo, quien hacia sufrir a su mejor amiga y tragándose todo lo que sentía comenzó a colocar las protecciones necesarias para estar seguros mientras Draco armaba la tienda de campaña. Hermione se metió a su saco de dormir y permaneció acostada todo el día y la noche, rehusando probar alimentos, Harriet tuvo que usar todos sus encantos para lograr que su mejor amiga comiera al menos la cena.
En la noche, Harriet hiso guardia con Draco, con un susurro aprovecho la privacidad para agradecerla por defenderla de Ron.
- Nunca… nunca creí que mi mejor amigo tuviera esos pensamientos de mi - dijo Harriet en un susurro - Estaba tan sorprendida, anonadada y dolida al mismo tiempo que mi cuerpo se congelo al sentir todo al mismo tiempo…
- Era lo justo - respondió con otro susurro Draco, entendiendo que debían ser cuidadosos con el tono de su voz por Hermione, quien se la había pasado llorando desde que llegaron - Se comporto como un verdadero idiota.
- Si…- afirmo Harriet - Pero he de admitir que nunca espere que alguien como tú lo atacara de forma tan bárbara… como un muggle. Guardare esas imágenes en mi mente para siempre.
Draco sonrió, Harriet casi pudo ver un ligero sonrojo en su rostro.
Otro día paso y Hermione se rehusó a quitarse el relicario, suplicante, no quería quitárselo y volver a sentirse como si le hubieran arrancado un pedazo de su corazón, por lo cual Harriet acepto su uso continuo.
Las caminatas se habían reducido a solo lo estrictamente necesario, ciega sin saber dónde seguir buscando Harriet creyó oportuno no seguir gastando energía sin motivo relevante, por lo que pasaban mucho tiempo en la tienda de acampar, escuchando los sollozos de Hermione por el pelirrojo… Hermione se hacía pedazos y ella había suprimido la ira que sentía por el mago larguirucho pecoso enfocándose en consolar a su mejor amiga, pero era incapaz de borrar sus grandes cantidades de lágrimas… La pelinegra nunca se había sentido tan inservible, tan insignificante como en esa ocasión.
Draco se ofreció a hacer guardia nocturna, dejando a las brujas solas en la tienda de acampar, el sollozo de Hermione era tan lastimero que el Slytherin prefería huir, le deseo suerte a la pelinegra en silencio mientras tomaba su puesto de vigilia.
- Mione - Harriet susurro acercándose a su mejor amiga, que no había salido de su saco de dormir desde que llegaron - Mione… Ron estará bien… Sabe cuidarse, tuvo cinco hermanos mayores, se llevó la carpa de mi abuela, volverá a la madriguera. Él estará bien.
Harriet le limpio el rostro lleno de lágrimas. Hermione nunca se había visto tan fatal, mientras su mejor amiga se dejaba limpiar, Harriet vio brillar el relicario de Slytherin.
“¿Cuántos días ha tenido Mione el relicario en su cuello?”, el pensamiento alarmo a la pelinegra.
- Harriet… Ron me abandono…. Le suplique, le grite que no se valla pero… solo se fue.
La bruja inteligente de tupido cabello se sentó en su saco, sus ojos estaban tan hinchados que apenas podía abrir los completamente.
- Me dejo, Harriet. Sin pena, sin asco… solo me dejo atrás a pesar que me dejaba la garganta en cada grito que daba… me dejo atrás mojándome bajo la lluvia.
El cabello de Harriet se pigmento a rojo, furiosa una vez más con el pelirrojo, a veces Ron podía ser un gran idiota, pero esta vez se había llevado el trofeo al más idiota del año.
- Estoy contigo, Mione - dijo Harriet arrodillada, abrazándola - No estás sola.
“Obligas a ancianos a ser tu familia, Harriet Potter tan desesperada por una familia… pero deberías aceptarlo ya, ¡Tus padres están muertos!, ¡Tú no tienes familia!”
Harriet recordó las venenosas palabras de Ron y rechinó los dientes con furia.
- Si… así es - dijo Hermione, abrazándola de vuelta con una fuerza inusual, como si quisiera fundirse en su cuerpo - ¿Por qué no naciste hombre?, serias mi chico ideal, tú nunca me harías llorar… nunca me romperías el corazón.
La bruja de pelo cambiante se paralizo ante esas palabras y actitud de su mejor amiga, separándose sin entender.
- ¿Mione?
Hermione entrelazo sus manos, sosteniéndola cerca de su pecho.
- Siempre estas a mi lado cuando te necesito, me consuelas si alguien más me hace llorar, me sacas risas incontrolables con humor inteligente… tan sabia y a la vez tan ingenua… puedes ver luz en personas llenas de sombras… nunca me dejarías atrás, ¿Verdad?, nunca me romperías el corazón, ¿Verdad, mi Harriet?
El pelo de Harriet perdió el color de la furia, confundida.
- Eres mi mejor amiga, Mione… nunca te dejaría ni te haría daño, lo sabes.
Hermione soltó las manos de Harriet y acuno el rostro de la pelinegra, con los pulgares comenzó a rozar las mejillas de la pelinegra.
- Amigas… si - Hermione bajo una de sus manos de tal forma que sostuvo la barbilla de la pelinegra y comenzó a acariciarla - Solo una amiga… que triste… ¿Quieres que te cuente un secreto?
Sudor frio comenzó a correr por la espalda de Harriet, Hermione se comportaba de forma extraña, nunca la había visto así… comenzó a asustarse un poco, por su cuello vio destellar un extraño brillo metálico.
- No creo que sea el momento, Mione… ¿Pero qué tal si me das el guardapelo?, ya es hora de mi turno.
Pero Hermione hiso caso omiso de sus palabras y siguió acariciándole el rostro.
- Me gústate, Harriet. Hace años, me gustaste mucho - sonrió Hermione, pero había algo oscuro detrás de esa mueca - ¿O me sigues gustando ahora?
La revelación dejo inmóvil a la pelinegra, tan quieta que Hermione aprovecho para tocarla más íntimamente, rozando con la yema de su pulgar los suaves labios de Harriet.
¡¿Acaso este es un efecto de llevar tanto tiempo el Horrocrux?!- chillo Harriet en su mente- ¿Estaba Hermione desvariando?, sus ojos no tenían el brillo agudo de lógica y reaccionó que la caracterizaba. Parecía un cascaron vacío y extraño con la forma de su mejor amiga.
- Ron se fue… se siento tan sola y triste, como si me hubieran arrancado un pedazo de mi corazón, me siento vacía, incompleta… tu siempre me ayudas y proteges a si sea a coste tu propia seguridad… tan honorable… tan mía… mi Harriet, ayúdame, llena este vacío… llena mi corazón.
La mirada de Hermione se volvió opaca mientras rompía distancia física con Harriet, obligándola a acercase al tener su rostro en sus manos… su mejor amiga la iba a besar. La pelinegra espabilo, pero cuando quiso separarse reparo que no podía moverse.
“Me… me lanzo un hechizo no verbal paralizante”
A medida que Hermione se acercaba a sus labios hacia ella, el reflejo del guardapelo se burló de la situación, brillando con mayor intensidad. No podía hacer nada, estaba atrapada, el miedo tenso aún más su inmóvil cuerpo, ella amaba a Hermione pero amiga, como la hermana que jamás tuvo, no como amante. Asustada intento con desesperación cerrar los ojos, no quería ver como su lazo de amistad se torcía para jamás volver a ser el mismo.
Ya no volverían a ser las mismas… su amistad se acabaría…. Harriet casi lloro frente a ese pensamiento.
Pero luego de unos temerosos latidos en sus oídos, el beso jamás llego.
Aun asustada pero más que nada curiosa, Harriet abrió los ojos.
Draco sostenía en brazos a una inconsciente Hermione, quien parecía aturdida. El hechizo se rompió y Harriet volvió a moverse con normalidad, se acercó a su mejor amiga y le arrebato el guardapelo.
- Nadie más usará ese infernal collar desde hoy- ladro Draco, sumamente molesto.
Harriet no lo contradijo y espero una discusión por el casi beso que casi se dio con la bruja de sus amores, pero Draco había entendido la situación, la reacción de Hermione era el devastador efecto de llevar puesto el collar de Salazar por demasiado tiempo… un corazón roto potenciaba el efecto del macabro guardapelo.
Ambos metieron al saco de dormir a Hermione, quien a pesar de tener los ojos cerrados lucia increíblemente apacible.
- ¿Etas bien? - pregunto Draco.
Harriet aun atonita por los acontecimientos casi brinco de susto al oír la voz de Draco, no esperaba más conversaciones por el momento.
- Si… sí, estoy bien aunque aún impactada - Harriet intentó sonreír para dar validación a sus palabras, pero solo le salió una extraña mueca en el rostro.
Ella solo quería olvidar el asunto, Draco pareció notar su cambio de actitud y una pequeña alarma sonó en su cabeza al ver los brillantes ojos verdes de la pelinegra brillar, ella quería llorar.
- No, no lo estas; vamos a dar una vuelta por los alrededores, ahora- mando él.
Caminaron unos metros lejos del campamento, cuando Harriet se derrumbó, temblando sin poder controlarse, sintiendo como si años de amistad se tambalearan frente a sus ojos.
Draco se arrodillo frente a la bruja intentando consolarla.
- Me iba a besar - dijo Harriet, temblando.
- Lo sé - Draco la abrazo, intentado parar los temblores.
- ¡Dijo que le gustaba! - sollozo confundida Harriet.
- Lo escuche - con delicadeza, Draco limpio las mejillas de la bruja.
- Dime que todo es por la culpa del estúpido collar.
- No puedo asegurar eso… se nota que te ama pero solo como una hermana, no tiene los ojos de un amante cuando te ve, a comparación de cuando ve a Weasley… aunque eres muy fácil de gustar, tienes a media escuela babeando por ti - con un susurro, Draco agrego - Puedes incluirme en sus filas.
Harriet paradero para aclarar su visión distorsionada por las lágrimas.
- Pero… pero… lo que dices no tiene sentido, a ti te gusta Hermione.
Draco se golpeó la frente con la palma de su mano.
- Por Merlín, eres la bruja más despistada del mundo, rayas lo exasperante.
El miedo por el suceso pasado con Hermione comenzó a diluirse como miel sobre agua, ahora toda su atención estaba dirigida a Draco… el chico era un auténtico rompecabezas y ahora, ¿Un mujeriego?
- Alto ahí, alto ahí - Harriet se zafó de sus brazos, dio unos pasos hacia atrás estableciendo distancia - ¡Tú mismo dijiste que te gustaba Hermione, y por andar preocupado en su seguridad no podías concentrarte en hacer tu Patronum de forma corpórea!
Draco suspiro y se levantó donde antes había estado arrodillado, avanzando unos pasos hacia la bruja.
- ¿Cuándo exactamente te dije que Hermione me gustaba?, no recuerdo haberte dado ningún nombre… confundiste las cosas. Ella jamás me ha gustado.
La bruja se sonrojo de vergüenza, había sacado deducciones demasiado rápido.
- Eres la bruja más despistada y lenta en cuestiones del amor, eso es obvio, no entiendes de sutilezas o pistas, mucho menos indirectas, así que seré claro: Me gustas Harriet Potter.
Las mejillas de Draco se sonrojaron ante su confesión, mientras la boca de Harriet se abría ante la sorpresa.
- ¿Eh?, ¿Qué?, ¿Es una especie de broma Slytherin?, ¿O juegos de primogénitos?
Con un suspiro frustrado, Draco comenzó a acariciar su frente.
- Sabia que eras lenta, pero esto raya lo absurdo… No es un chiste Harriet, me gustas… desde primer año.
- Eeeeeeh - chillo incrédula Harriet, se sentía como si estuviera en otra realidad, como si de repente las cosas más bizarras ocurrirían de un momento a otro como algo normal. Intento notar algún cambio a su alrededor, arboles con diferentes colores o Voldemort con tutu rosa. Nada, todo permanecía igual que antes.
- Solo… solo paso y si te soy sincero sucedió sin que me lo propusiera… fue como quedarse dormido. Cuando te vi en la tienda de Madame Malkin tan pequeña pero tan independiente como una adulta, me llamo de inmediato la atención tus brillantes ojos verdes, mi color favorito… Cuando me entere tu nombre, ansiaba estar cerca de ti, pero rechazaste mi amistad… te odie, me dije que encontraría otro color favorito que admirar… ese año intente vengarme por la humillación de tu amistad, preferiste a un Weasley por encima de un Malfoy, no tienes idea los estragos que me causaste. Cada vez que intentaba sacarte de mi mente, hacías algo y volvías a convertirte en el centro de atención: la jugadora de quidditch mas joven del ultimo siglo, el altercado con el troll en el baño de niñas en Halloween… ¿Cómo dejar de pensar en ti si todo el colegio tenia tu nombre en sus labios?, me enamore irremediablemente.
Harriet frunció el ceño, sin miedo y casi ladrando de furia afirmo:
- Mientes Draco, ¡Mientes!, te portaste más idiota a cada año que pasaba. Esa no es una actitud que se esperaría de un mago enamorado.
El mago miro al suelo, avergonzado, era el momento de ser responsable por sus acciones.
- Si… entiendo tu ira, era un niño de once que descubrió el amor y actuó de la manera más infantil posible… solo pensaba en llamar tu atención de cualquier manera así sea de mala manera… Me apunte al equipo de quidditch para acercarme a ti, te molestaba cada vez que te veía para que giraras hacia mi… me carcomía de molestia ver que te llevaras tan bien con todos, hasta con el profesor Snape, ¡Y el jamás había sido amable con ningún estudiante, ni con la casa que era jefe!, siempre odiando a los ineficientes en pociones y de repente apareces tú y su trato varia, no pude evitar ponerme celoso y redoblar mis intentos por captar tu atención, retando infantilmente a mi padrino y haciendo pociones desastrosas… te moleste cuando fuiste atacada por los Dementores en el tren… jamás te agradecí por protegerme del hipogrifo, demasiado molesto por mi propia estupidez haya ocasionado una lesión en ti, ¡El hipogrifo te habría asesinado sino hubiera medido su fuerza al reconocerte!, quería su cabeza aunque fuera mi culpa… cuando me entere del ataque de Black a tu casa fui corriendo a buscarte, temeroso de tu integridad, pero ardí en celos al verte conversando amenamente con Snape…. enterarme que por seguridad todo el alumnado dormiría bajo vigilancia en el gran salón supero los celos, no quería que nadie te viera en pijama, una prenda tan personal, tan íntima y aun así agradecía a Black la oportunidad de verte con camisón… te veías tan hermosa como una princesa de cuento de hadas, el color blanco te sienta bien, fui el primer Slytherin en llegar para poder verte sin parecer muy obvio.
Harriet no podía hacer nada más que mantener la boca abierta de la sorpresa por las palabras del pelo plateado.
- Intenté posponer el partido inaugural por el mal tiempo, pero nadie me escucho y retiraron a Slytherin sustituyéndolo por Hufflepuff, humillado por ser ignorado termine contando a mis compañeros de casa que Slytherin no jugaría porque su buscador aún tenía el brazo herido… cuando te vi jugar temí que un rayo te pegara, cuando te vi caer de tu escoba siendo perseguida por Dementores mi corazón se paralizo y volvió a latir con normalidad cuando Dumbledore te atrapo en el aire… me comporte como un idiota cuando participaste en el torneo de los tres magos, los botones fueron idea mía como respuesta por ver cómo te habías enamorado de Diggory, conté chismes para desprestigiarte a Rita Skeeter y casi me caí de espaldas cuando esta afirmo que eras lesbiana con argumentos muy sólidos, perdiéndome la oportunidad de invitarte al baile inaugural del torneo… Theo me advirtió, me dijo que antes de escuchar a un desconocido debía preguntarte a ti, pero no le hice… soy un verdadero idiota.
A pesar de la confesión y explicación, Harriet no cabía en su asombro, de repente recordó un suceso en la segunda competencia del torneo.
- La explosión mágica que oía a lo lejos en la tribuna… la risa de Theo…
Draco se sonrojo aún más, viéndose adorable.
“¿Adorable?... ¿Draco adorable? -chillo sorprendida mentalmente Harriet.
- Si… ese incidente… - susurro Draco, como si no quisiera contra más pero debía ser sincero, después de todo se estaba confesando - Digamos que conserve los binoculares del mundial de quidditch, los use para ver tus competiciones con claridad… y enfurecí al ver que Diggory te tocaba de forma tan casual.
- Fueron dos explosiones - recalco Harriet.
- El Hufflepuff te tocaba demasiado y tu parecías un cachorro feliz… no pude controlarme.
En medio de todo lo que había pasado en esos días, la deserción de Ron y la tristeza de Hermione, ver a un mago tan orgulloso como Draco convertirse lentamente en tomate, aceptando sus errores fue increíblemente refrescante y gracioso, Harriet no pudo evitar sonreír y carcajearse, estaban a buenos metros del campamento por lo que Hermione no la escucharía y rio como no lo había hecho en lo que le pareció una eternidad. Draco no lo tomo bien.
- ¿Te ríes?, estoy aquí, abriéndote mi corazón y siendo increíblemente sincero, ¿Y te ríes?
Harriet no pudo parar de reír por las caras graciosos que hacia el rubio, pero se las apaño para hablar.
- ¿Así… así que te gusto?
- Si, me gustas y no es para reírse, ¿Tienes idea de lo complicado que es amar “a mi enemiga”?... Intente por todos los medios dejar de amarte, pero cada vez que lo intentaba…- Draco bajo el sonido de su voz, menor que un susurro pero aun así Harriet podía oírlo - Lo intente tantas veces pero solo lograba lo contrario, recordar a la perfección el día que mi corazón termino en tus manos.
La bruja había dejado de sonreír, cavilando cuando exactamente había hecho algo diferente que había logrado enamorar a Draco, por más que rebusco en sus recuerdos no logro encontrar nada. Curiosa, no pudo controlar su boca y pregunto.
- ¿Cuándo paso eso?
Draco despego la mirada del suelo para ver los ojos verdes que lo habían cautivado.
- En primer año, cuando nos castigaron por andar fuera del toque de queda, ustedes con Hagrit y yo espiándolos, nos impusieron la sanción de ir bosque prohibido por la noche a buscar una criatura herida.
Harriet recordó ese castigo, pero seguía sin entender como eso podría haber ocasionado sentimientos en el mago.
- Soy un Malfoy, toda la vida se me enseñó a ser mejor que el resto por la pureza de mi sangre, siempre me daban solo lo mejor y complacían cualquier capricho mío… ir al bosque me hiso probar por primera vez el miedo, no fue agradable, solo quería huir a un lugar seguro, nunca podría decir en voz alta mis debilidades, era un Malfoy que debía cuidar mi apellido como hijo único, pero tenía tanto miedo que mis manos no podían dejar de temblar… tú lo notaste pero no te burlaste, sino que intentaste animarme y te pusiste a cantar… ¿Dices que quieres saber cuándo me enamoraste? fue cuando escuche tu voz… cuando te escuche cantar… fue como si hubiera encontrado mi lugar en el mundo, fue ahí que mi corazón termino de pertenecerte… fue con esa canción de amor que te quedaste con mi corazón.
Harriet entrecerró los ojos, incrédula.
- ¡Pero si me dijiste que la canción te desagrado! - chillo ella.
- Fingí, Harriet, no podía decirte que terminaste de flecharme, no podía decirte que tu mirada me desarmaba y tu sonrisa me inmovilizaba, que tu voz era el sonido más hermoso que escuche en mi vida y que deseaba más que nada tu mano en matrimonio, que solo a ti te veía como la futura madre de mis hijos… me abrías considerado un demente.
Ahora era el turno de sonrojarse de Harriet, Draco Malfoy era un mago tan intenso y en ese tiempo solo tenía once años.
El mago, viendo el efecto que tenía sus palabras, prosiguió queriendo englobar su confesión.
- Harriet Potter, eres el recuerdo que uso para hacer mi Patronum.
La bruja se sonrojo y su pelo se pigmento a rojo, Draco no estaba mejor que ella, tan rojo que parecía una competencia por quien se convertía en un tomate primero. Pero el mago dio unos pasos tentativos hacia la pelirroja bruja, con todo el valor que pudo invadió su espacio personal, alzo la mano y acaricio con delicadeza la mejilla de la bruja.
- Te amo, Harriet Potter.
La bruja, sonrojada como nunca, movió la boca como un pez buscando aire, ninguna palabra salía de su boca.
- No tienes que decir nada - dijo Draco con voz apagada, soltando su mejilla para poder abrazarla, con tanta delicadeza como si temiera que se rompiera - Solo quería decirlo, contuve mis sentimientos por tantos años que sentía como si me ahogara, Hermione me dio el valor para confesarme… me dijo que tenías el derecho de saberlo… en caso de que algo malo ocurra, no había más tiempo para la timidez… y tenía razón, como siempre, no quiero morir con arrepentimientos y quedarme atrapado en este mundo como un fantasma.
“¡Así que de eso conversaban cuando pasaban tanto tiempo juntos!”
Harriet sintió que iba a derretir por la vergüenza del amor de Draco, no ayudaba que lo estuviera abrazando, oliendo su elegante aroma corporal… manzanas.
Harriet pego un salto de sorpresa, una epifanía brillo en su mente, reconociendo ese olor.
- Fuiste tu…- susurro mientras Draco se separaba de ella para entender porque había saltado de la nada- Fuiste tu quien me llevo a la enfermería en quinto año cuando salí mareada de la oficina de Umbridge.
- Dirás intoxica - corrigió Draco - Si, fui yo… no me tomes como un acosador, pero me relajaba tenerte en la mira y estaba nervioso por lo que la sádica bruja podía hacerte. Mis preocupaciones fueron fundamentadas al verte temblorosa… sino habría estado ahí solo Merlín sabría que daño habría hecho la pócima en tu cuerpo.
La sonrojada bruja comenzaba a ver el panorama completo, Draco siempre la molestaba cuando estaba con sus amigos ansioso de llamar su atención, explotaba de rabia si lo comparaba con otro chico al punto de maldecirla por la espalda, la obligaba a un mayor contacto físico a medida que pasaban los años… de repente un pensamiento cruzo su mente.
- Entonces… entonces, ¿Cuándo nos infiltrarnos en el ministerio…
No sabía cómo continuar, pero Draco pareció entender su pregunta incompleta.
- Esos meses estaba en oscuridad por lo que pasaba en mi hogar, gritos y torturas me estaban trasformando en un ser sin la capacidad de sentir algo… cuando te vi fue como volver a sentir el sol en mi rostro… de repente todo se volvió tan claro: debía protegerte, cuidarte, por el bien de mi corazón y la comunidad mágica… mi lugar estaba a tu lado.
Draco entrelazo los dedos con la pelirroja… ella seguía muda por tanta revelación.
- Draco…- comenzó Harriet, intentando ordenar sus pensamientos - Draco, yo… yo.
No sabía que decir, Draco solo sonrió.
- Shhh, está bien. No necesitas responder mi confesión, yo decidí decirlo de forma voluntaria… cuando la guerra acabé y te encuentres más calmada, entonces solo ahí me darás una respuesta.
Para afirmar su devoción, Draco beso el dorso de la mano de la bruja.
- Soy bueno esperando, espere por años, ¿Qué son unos meses más? - Draco soltó la mano de Harriet para rebuscar entre sus bolsillos- Toma, mi secreto culposo, será incomodo caminar solo con el ruido de nuestras pisadas, esto aliviará la incomodidad; pero debes cuidarlo, lo tengo desde que te oí cantar en el bosque ansioso por saber mas de las canciones que cantaste… lo oculté de mi familia y mis compañeros de casa, cuídalo.
Harriet examino “el secreto culposo” de Draco, un walkman. Ver el reproductor musical en las manos del mago ex supremacista de sangre, dibujo una enorme sonrisa en su rostro.
- Me sorprendes Draco, eres un mago lleno de sorpresas.
Las palabras hincharon con orgullo el pecho de Draco.
- Y si usas “sonorus” en el espacio donde deben ir los audífonos, la música saldrá como si el walkman tuviera altavoces… el volumen dependerá de la potencia del hechizo sonorus, un susurro para volumen bajo y un grito para volumen alto, ¿Entiendes?
Harriet, ahora más calmada afirmo con la cabeza, prometiendo cuidar su secreto y agradeciendo su confianza.
Pasaron la noche haciendo guardia, arropados, escuchando a bajo volumen las canciones que Draco tenía en su poder, sorprendiéndose de su gusto muy similar a ella. Cuando menos se dieron cuenta ya había amanecido, el único sonido diferente venia de la carpa.
Hermione había despertado.
- ¿Quieres que te acompañe? - se ofreció Draco al ver como la mirada de Harriet iba hacia la carpa.
- No, gracias… ahora ella es mi mejor amiga, no me hará daño.
Draco no parecía muy convencido por lo cual le dijo que gritara si necesitaba ayuda, Harriet agradeció mientras caminaba con el walkman rumbo al campamento, tenía una idea, por lo que manipulo el reproductor para llegar a la primera canción.
Cuando entro, vio a Hermione en un rincón, se estaba meciendo, arrullándose como si sufriese un gran dolor, Harriet se asustó de ver tan rota a su mejor amiga, avanzo unos pasos hacia ella.
- ¡Detente!, ¡No te me acerques! - chillo Hermione aterrada.
Harriet se detuvo en seco, asustada por el tono de vos de su amiga.
- Mione…- dijo Harriet con la voz estrangulada - Soy… soy yo.
Hermione se jalo el pelo, como asegurándose de estar despierta… había tenido pesadillas toda la noche pero al despertar se dio cuenta que no habían sido pesadillas sino que todo fue real.
- Sé que eres tú y por eso te digo que no te acerques a mí, ¡Soy peligrosa, Harriet!
- ¿Pe-peligrosa?
- ¡Te forcé!... – grito Hermione con desesperación - Te hechice, te paralice… te- te hice daño… yo te hice daño… soy peligrosa.
Harriet negó con vehemencia.
- ¡No, Mione!, ¡No me hiciste nada!, Draco te aturdió, te desmayaste y caíste en sus brazos, ambos te metimos a tu saco de dormir… no eras tú en esos momentos, llevabas mucho tiempo con el guardapelo… pero al final no me hiciste nada.
Hermione comenzó a sollozar tanto que su pelo se pegó a sus húmedas mejillas.
- Harriet… lo siento… lo siento por todo lo que te hice, con o sin guardapelo… soy peligrosa. Lo mejor será que no te acerques mucho a mí.
La pelinegra abrió los ojos como plato, sorprendida por las palabras de su mejor amiga, quería romper su amistad de casi siete años.
- Oh no, no lo permitiré, Mione eres más que mi amiga, ¡Eres la hermana que siempre soñé!
Antes de que Hermione pudiera refutar, Harriet reprodujo la primera canción del walkman de Draco y lanzo el hechizo sonorus, dejo el reproductor en el suelo y por toda la carpa comenzó a sonar el sonido del órgano de iglesia in crescendo hasta que después de unos segundos se oyó una progresión de dos guitarras con un ritmo alegre, Harriet alzo las dos manos al cielo mientras se movía al ritmo de la canción de George Michael, Faith.
Well, I guess it would be nice if I could touch your body
I know not everybody has got a body like you, oh
- ¿Harriet? - pregunto Hermione al verla bailar de forma tan graciosa, como si fuera un bufón…Pero la pelinegra no paro sus movimientos, sino que siguió el ritmo de la música.
But I gotta think twice before I give my heart away
And I know all the games you play because I play them too
Harriet hiso un ademan cómico de disparar una fecha hacia su propio corazón, una mueca de dolor falso hiso sonreír a Hermione.
Oh, but I need some time off from that emotion
Time to pick my heart up off the floor
Harriet se arrodillo e hiso como si recogiera su corazón del suelo, desempolvándolo, moviendo los hombros exageradamente.
Oh, when that love comes down without devotion
Well, it takes a strong man, baby
But I'm showin' you the door
La pelinegra sin dejar de bailar doblo su brazo para tocar sus bíceps y mostrar “su fuerza”, pero hizo un gesto con la cara como si llorara al no hallar tantos músculos como creyó, haciendo reír a Hermione.
'Cause I gotta have faith
I gotta have faith
Because I got to have faith, faith, f-
I got to have faith, faith, faith
Con una enorme sonrisa, Harriet corrió hacia Hermione, invitándola a bailar con ella. Hermione riendo, acepto.
Baby, I know you're askin' me to stay
Say, "Please, please, please don't go away"
You say I'm givin' you the blues
Harriet meneo las caderas e hiso un gesto con las manos para expresar locura.
Maybe, huh, you mean every word you say
Can't help but think of yesterday
And another who tied me down to loverboy rules
Hermione comenzó a moverse como si hiciera una ola, haciendo sonreír a Harriet, el objetivo del baile era hacer los movimientos más divertidos contra el contrincante, un juego de baile, ganaba quien más payasadas hacía.
Before this river becomes an ocean
Before you throw my heart back on the floor
Harriet hiso el moonwalk de Michael Jackson, Hermione se destornillo de risa, entendiendo la imitación.
Oh, oh baby, I reconsider my foolish notion
Well, I need someone to hold me
But I'll wait for somethin' more
Hermione comenzó a bailar como si fuese un robot, sacudiendo su cuerpo para luego para de forma estática y volver a comenzar en otra dirección, creando un movimiento no fluido típico de un robot.
Yes, I gotta have faith
Ooh, I gotta have faith
Because I gotta have faith, faith, faith
I gotta have faith, faith, faith
Las brujas comenzaron a aplaudir al ritmo de la música, sudorosas pero sonrientes.
I'll just have to wait
Because I've got to have faith
I gotta have faith
I've got to, got to, got to have faith
Harriet comenzó a bailar como si corriera contra maratonistas invisibles, trotando alrededor de la tienda de acampar, Hermione rio sonoramente.
Before this river becomes an ocean
Before you throw my heart back on the floor (I just got to have faith)
Hermione movió los pies como si matara cucarachas, Harriet aplaudió carcajeándose del ingenio de su mejor amiga.
Oh, oh baby, I reconsider my foolish notion
Well, I need someone to hold me
But I'll wait for somethin' more
Harriet meneo el cuerpo a la par que estiraba las manos como si matara zancudos, escucho la risa de su mejor amiga casi tan fuerte como la misma música.
'Cause I gotta have faith
Ooh, I gotta have faith
Hermione elevo los brazos y movió las caderas como si jugara con un ula ula invisible.
Because I gotta have faith, faith, faith
I gotta have faith, faith, faith
Harriet se tumbó al suelo de espalda y comenzó a mover a mover sus brazos y piernas como si cavara, su paso definitivo: el ángel de nieve. Destornillo de risa a Hermione quien termino doblada de risa en el suelo, cerca de ella, se reía tanto que le dolía el estómago y pequeñas lagrimas asomaron por su rostro, aun así, se sentía repuesta, como si fuera Superman que cargo energías al tomar el sol.
- Lo siento Harriet - dijo después de unos minutos al recuperar el ritmo normal de su respiración mientras otra canción sonaba por toda la carpa - Fui débil y se hice daño.
La nombrada giro hacia Hermione.
- Llevabas con el guardapelo demasiado tiempo, no eras tú en esos momentos sino el Horrocrux de sin nariz… lo vi brillar, como si absorbiera tu energía… debí quitarlo en esos momentos, perdóname tu a mí por exponerte a ese objeto maligno. Eres como mi hermana… no podría enojarme contigo aunque me lanzaran un imperio.
Hermione, aun en el suelo lanzo una carcajada, el sonido era limpio y relajado, como si se hubiera quitado un gran peso de encima.
- Te perdono si tú me perdonas- respondió Hermione.
- Hecho - asintió Harriet mirándola a los ojos- Perdonémonos.
Los días pasaron y el trio se movió hacia otro lugar, colocaron los encantamientos de protección al instante y con noviembre a cuestas, el grupo se volvió más cuidadoso con las raciones, hacia más frio y con ello el incremento de hambre, pero no bajarían la guardia frente al riego de acabar sus raciones, no pararían de multiplicar sus provisiones hasta el límite. Si algo caracterizo esos días fue que el grupo se volvió más unido, ya sea porque Draco se había confesado a Harriet agradeciendo a Hermione por darle valor para esa hazaña o también por la decisión de guardar el peligroso collar en la bolsita expansible de cuero de Harriet, los días eran pacíficos y agradable, cada día se alejaban más al norte, decididos a barrer todos los puntos cardinales que pudieran, milagrosamente no se toparon con grandes peligros.
Había carroñeros, sí, pero las protecciones funcionaban de maravilla, tranquilizando a los magos fugitivos, días pacíficos se estiraban como chicle ante ellos… si tan solo las noches fueran tan pacíficas… Casi todas las noches, Harriet soñaba con Voldemort, el tenebroso mago intentaba atrapar al ladrón del objeto que deseaba de Gregorovitch.
Comenzó a ofrecerse como voluntaria para más turnos de vigilancia nocturna por miedo a esos sueños, sin nariz estaba asesinando por pura frustración a los desgraciados que no podían informarle del paradero del ladrón, el mago tenebroso se tomaba su tiempo para infligir el máximo dolor posible, torturándolos hasta la locura. Ella no quería seguir viendo eso.
Hermione y Draco cedieron su deseo sin preguntar el motivo, ambos respetando su voluntad.
Cuando diciembre llego, para no morir de frio por la nieve, Draco se ofreció a crear runas mágicas para evitar el frio, pero al ser un hechizo tan complicado y extenso por la cantidad de las ropas que debía hechizar, Hermione lo ayudo. Aunque los días parecían igual, no había avances significativos en su búsqueda de Horrocrux, Harriet comenzó a desesperarse de su lento actuar, si tan solo su abuelo estaría vivo ya habría encontrado otro Horrocrux.
Harriet saco de sus pertenencias la snitch dorada que le dejo Dumbledore, debía haber un secreto silencioso en los objetos heredados, como por ejemplo la espada de Gryffindor que “le heredo”, de alto valor histórico por tener magia de duende, necesaria para poder destruir los Horrocrux, pista que Hermione termino descubriendo… pero, ¿Un libro, una snitch dorada?, no lo entendía… hasta que de repente recordó que la primera vez que atrapo la snitch casi se la trago. Con el corazón latiéndole en la garganta, aguantando la respiración por los nervios, Harriet se colocó la snitch en los labios… si la snitch tenía memoria sensorial, entonces… ¡Entonces descubriría un secreto silencioso de su abuelo!
- Si estas tan aburrida como para besar una snitch… - dijo Draco, sentado en su saco de dormir manipulando su walkman, viéndola de lado - Entonces te aviso que mis labios están disponibles.
La bruja rio de su broma y de ver aparecer unas letras en el esférico objeto.
“Me abro al cierre”
- Tal vez luego - sonrió Harriet abandonado la tienda, en busca de Hermione para compartir su hallazgo.
Para su sorpresa, Hermione también había descubierto una pista en el libro, una extraña marca, un ojo de reptil dentro de un triángulo, Harriet se llevó la mano a la boca para evitar chillar, ella había tenido el libro en manos y había ignorado ese símbolo, explico en susurros que ya había visto el símbolo en el padre de Luna, lo llevaba como un collar en la boda de Bill y había ocasionado una pequeña pelea con Víctor Krum por el significado de este. Las brujas charlaron toda la tarde intercambiando teorías acerca de donde podría estar el próximo Horrocrux, Draco les dio privacidad y uso su walkman con volumen alto para que puedan hablar con libertad. Al llegar la noche anunciaron el próximo lugar de aparición.
- Con todo respeto… pero están locas… ir al valle de Godric es suicida, ¡Debe haber cientos de Mortífagos rondando las calles!
- Es… es necesario Draco - dijo Harriet comprendiendo la actitud del pelo platino - Si no fuera importante no nos expondríamos a tal peligro.
- No me gusta - gruño Draco- Eres la más buscada del país, te reconocerán… deberás como mínimo modifica tu apariencia.
- Ya no hay tiempo para hacer una poción multijugos - dijo Hermione.
- No es necesario la poción, basta con cambiar el color de nuestra apariencia original, cambiar el pálido color de nuestra piel por tonos más bronceados, el color de nuestro pelo, el de nuestros ojos. Ya que no hay poción multijugos al menos… intentar ser “Menos nosotros”
Así lo hicieron, se hiso un plan para visitar el balle de Godric eligiendo una fecha donde todos estarían ocupados como para notar a tres jóvenes magos, 24 de diciembre, usarían la noche para ocultarse de ojos inoportunos.
Empacaron todo y se pusieron en marcha al caer la noche, cambiaron sus apariencias lo más que pudieron y se aparecieron en el valle de Godric, las brujas tenían la teoría de que debía haber un Horrocrux en ese lugar pues fue ahí donde sin nariz casi murió y Bathilda Bagshot era conocida residente del pueblo… tal vez Dumbledore antes de morir le dejo la espada, y planeo meses después entregársela mientras el mundo creía que se trataba de un robo.
Era urgente visitarla y preguntar.
Caminaron juntos por una de las calles poco transitadas del valle, en un momento Harriet se detuvo y sus pasos la llevaron a un cementerio, con el corazón palpitándole en los oídos, la ahora pelo castaño camino entre las tumbas, si sus padres habían muerto en el valle de Godric, entonces sus cuerpos debían estar en ese lugar, comenzó a buscar caminando sobre nieve acumulada, limpiando la nieve de las tumbas para poder leer a quien pertenecían, Hermione la ayudo buscando en otra parte no tan alejada del cementerio. Draco al ver la actitud de las brujas comprendió su actuar, se acercó hasta Harriet y le susurró que él sabía dónde estaban, la bruja se dejó guiar tomada de la mano, nerviosa por presentarse ante la tumba de sus progenitores, aquellos que la amaron tanto que no dudaron protegerla con su vida.
Harriet se llevó una mano a la boca al llegar frente a sus padres, lagrimas silenciosas comenzaron a correr por su rostro. La tumba de sus padres era la mejor cuidada de todo el cementerio, llena de flores y obsequios que descasaban a los pies de un monumento de piedra dirigidos en su honor, una hermosa bruja, un mago de apariencia traviesa y un bebe en sus brazos representaba a los Potter. En la lápida blanca como mármol estaba el nombre de sus padres, sus fechas de nacimiento y muerte y una inscripción que casi brillaba en la oscuridad.
“El ultimo enemigo que será derrotado es la muerte”
Era una bonita lapida, hecha con el mismo material de la tumba de su abuelo.
Harriet deshizo su encantamiento de color de piel, cabello y ojos, quería presentarse ante sus padres como era realmente.
- ¿Qué haces? - le pregunto Draco alarmado.
- Aquí fue donde nací - dijo Harriet avanzando hacia la tumba blanca, soltando la mano de Draco- No vendré como otra persona.
Harriet se arrodillo a los pies de la tumba, sollozo mientras limpiaba los copos de nieve que habían cubierto levemente los nombres de sus padres, luego solo se quedó en silencio, mirando la estatua y llorando sin hacer ruido alguno. Hermione y Ron cancelaron sus encantamientos de apariencia, también querían presentarse ante los padres de la pelinegra como eran realmente, conjuraron rosas blancas y las colocaron junto con los demás arreglos florales a los pies del monumento. Luego de unos minutos más Harriet se recompuso, Hermione la levanto del suelo y Draco le quito la nieve de sus rodillas.
- Buenas noches señor y señora Potter, que su descanso sea pacifico - dijo Draco, a la tumba.
Hermione espabilo y también se despidió.
- Cuidare mucho a su hija, no se preocupen padres de Harriet - prometió Hermione, nerviosa, como si hablara con celebridades.
Fue Hermione la primera en notar que una persona los estaba observando desde una de las tumbas.
- Es solo una anciana - dijo Draco avanzando unos pasos hacia el desconocido para poder ver con claridad - Pero… pero no cualquier anciana… Es Bathilda Bagshot.
Harriet y Hermione se miraron a los ojos, casi comunicándose sin palabras, ¡Bathilda Bagshot había sido amiga de la familia de Dumbledore, quizá ella tendría la espada!
- Sigámosla - ordeno Harriet, con una sonrisa en la cara - Nos dará un objeto importante, ¡Estoy segura que así será!
Draco no entendía a que se refería la pelinegra, pero había aceptado obedecer y no preguntar.
Los sucesos en la casa de la historiadora de magia más famosa del último siglo le hiso reconsiderar su posición… cuando entro a la casa sin iluminación de la vieja bruja, su instinto de supervivencia se activó, olía fatal, como un cuerpo en descomposición, él sabía reconocer ese olor por las veces que tuvo que soportarlo en la mansión Malfoy, por eso intento estar cerca de la pelinegra mientras Hermione se dedicaba a explorar la enorme biblioteca de la dueña de la casa.
- Draco, espera aquí… Bagshot desea hablarme en privado.
Con el pelo de su nuca erizado, Draco a regañadientes obedeció, vio como joven y anciana desaparecían rumbo al segundo piso, sin gustarle la extraña actitud de la hosca anciana, Draco subió las escaleras en silencio. Tenía una sensación incomoda en el estómago que crecía en ausencia de la pelinegra, ¿Qué estaba haciendo?, ¿Su amor lo estaba volviendo sobre protector?, ¿Acaso ya había perdido la cabeza como Theo solía decir? Cuando iba a mitad de ascenso se obligo a intentar relajarse, dejar de ser paranoico y pensar de forma racional, cuando escuchó el grito aterrado de Hermione en la primera planta y luego el siseo característico de Nagini al atacar en la segunda planta, justo donde Harriet había entrado con la vieja historiadora, el hielo recorrió sus venas.
Y luego se desato el infierno.
Notes:
Recién ahora veo mi error, volví a subir el capítulo porque estaba incompleto, perdón.... nunca había fayado de esa manera, tendré mayor cuidado.
Gracias por leer hermosas personitas y seguir conectados a este fic cada miércoles, ¡Son mágicos!Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 61
Summary:
Veneno, el infame libro de Skeeter y una cierva hecha de luz en el bosque de Dean.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La casa de la historiadora apenas tenía luz, sino fuera por el Lumus de los invitados sería pura oscuridad total, por lo que fomento en gran medida a que los sucesos siguientes parecieran sacados de pesadillas, Draco subió a toda velocidad el último tramo de escaleras, se encontró con la puerta cerrada, escucho ruidos de forcejeos, gritos y siseo tras esta, la adrenalina hiso que la derrumbara de una patada olvidando usar magia, al entrar vio como Nagini desarmo a Harriet con pura fuerza bruta, tumbándola en el suelo. La serpiente debió notar la presencia de Draco porque se distrajo lo suficiente para permitirle a Harriet escapar y buscar refugio tras un mueble.
- ¡Diffindo! - grito Draco apuntando su hechizo a la serpiente.
Nagini recibió el hechizo, pero gracias a sus duras escamas no le hizo gran daño, molesta, la serpiente lo aturdió golpeándole con fuerza a la pared, dejándolo semi inconsciente. Siseando volvió a centrar su atención en su objetivo, la niña que vivió, esta intentaba protegerse tras una silla, alzándola para crear la mayor distancia posible… solo un simple pedazo de madera que destrozo fácilmente con las fauces abiertas, impulsando todo su peso en el ataque, destrozando la pared y mordiendo a su presa a la misma vez.
Se escucho un grito de dolor, Draco recobro el sentido y corrió a la fuente del sonido, la pelinegra intentaba zafarse de Nagini, la serpiente la tenía atrapada por la cintura y el pecho, la estaba asfixiando mientras mordía su brazo izquierdo, Harriet mortalmente pálida intentaba desesperadamente zafarse, golpeándola con fuerza con un pedazo de ladrillo de la destrozada pared… pero no era suficiente.
- ¡Reducto! - chillo Draco dirigiendo el ataque a la serpiente- ¡Reducto!, ¡Reducto!
Las escamas de la serpiente eran duras pero no infalibles.
Nagini siseo de dolor, molesta soltó a Harriet y se arrastró hacia su agresor, se elevó en toda su gracia, amenazante, mortal, abrió sus fauces y salto con rapidez hacia el impertinente mago. Su velocidad lo tomo por sorpresa, conjuro un escudo, pero era demasiado lento para la serpiente, lo mataría antes de saber que había pasado. Pero antes que los colmillos tocaran al mago, un rayo rojo voló por los aires para dar de lleno a la serpiente, provocando una explosión que destruyó el suelo de madera donde se hallaba el reptil, cayendo así a la oscuridad del primer piso.
Hermione apareció en el umbral de la puerta con la varita en dirección donde la serpiente había caído, Harriet adolorida se levantó del suelo y se acercó a los magos, buscando su varita en la oscuridad, con un “Accio” Hermione la recupero por ella.
El trio miro el agujero por donde había caído la serpiente y con mórbida curiosidad asomaron la cabeza, lentamente y casi aguantando la respiración, curiosos por el destino del reptil.
- ¿Esta… está muerta? - pregunto Draco.
Curiosa por no poder ver nada, Harriet sosteniendo con fuerza su varita a la par que sujetaba su brazo herido, asomo más su cabeza por el vacío, al no oír nada soltó un suspiro de tranquilidad.
- Parece que esta inconsien-
Pero antes de siquiera completar la frase, la serpiente salto hacia su dirección con las fauces abiertas, Draco se precipito a Harriet arrojándola al suelo lejos de los colmillos del reptil, se escuchó un sonido de madera partirse, pero no hubo tiempo para ver que era, Hermione lanzo un ataque llameante a Nagini haciéndola retroceder nuevamente al primer nivel. Harriet y Draco se incorporaron, pero la bruja pelinegra perdió la estabilidad, se sentía mareada y la mordida en su brazo ardía como llamas.
- ¡Nos vamos, ahora! - grito Hermione.
Y sin esperar nada la intelectual bruja lidero la aparición, a cada minuto que pasaba la pelinegra bruja comenzaba a sentirse peor, recordó vagamente la mordida que sufrió por parte del basilisco en su segundo año, la extraña sensación de intoxicación corriendo por sus venas, entonces ato cabos tocando su brazo herido.
- Veneno…- susurro solo para ella, el veneno de Nagini estaba haciendo efecto, una sola mordida estaba haciendo estragos en su cuerpo.
Hermione quien termino de colocar las protecciones la escucho.
- ¿Qué?, ¿Qué pasa Harriet?
La vista de la pelinegra se desenfoco, por el rabillo del ojo vio que Draco ya había terminado de armar la carpa. Harriet intento caminar hacia la carpa armada, creyendo que quizá descansar le ayudaría a recuperarse pero no dio ni dos pasos cuando perdió la conciencia, su cuerpo cayo en el suelo cubierto de nieve y hojas secas.
- ¡Harriet!
El grito de sus amigos fue lo último que escucho antes de perderse en la inconciencia.
Cuando volvió a abrir los ojos lo primero que vio fue el techo de la carpa de acampar, reconoció su saco de dormir, alguien la había acostado y colocado encima mantas extra. Intento incorporarse, pero le dolía el cuerpo como si la hubieran golpeado.
- Tómatelo con calma - oyó ordenar una voz masculina - Estuviste inconsciente por todo un día… Hermione te curo con una poción para venenos… sino hubiera tenido esa poción entre sus pertenecías no sé qué habría ocurrido.
- Draco - la voz de Harriet salió rasposa, como si no la hubiera usado en mucho tiempo.
El mago se hallaba sentado en un cojín al lado de la pelinegra, tenía una vasija con agua y telas en los bordes. Con delicadeza como si temiera que se rompería regreso a la pelinegra a su saco de dormir, arropándola, le tomo de la mano y beso su palma con devoción.
- Tuviste fiebre toda la noche a pesar de los cuidados de Hermione, un efecto secundario del veneno… tu cuerpo intentaba eliminar a la fuerza cualquier rastro de veneno elevando su temperatura… cuando paso los treinta y nueve grados Hermione te coloco paños húmedos en tu frente para bajar la fiebre, me encargo vigilar tu temperatura mientras ella hacía guardia nocturna… pase la noche poniéndote paños húmedos en tu frente hasta que dejaste de tener fiebre.
Harriet sintió como el mago temblaba al contar lo ocurrido, después de todo la tenía sujeta de las manos. Algo cálido se esparció en su pecho.
- Duerme un poco más - aconsejo Draco, acunando sus manos - Aún es temprano, no salió ni el alba… duerme.
La bruja obedeció sumergiéndose en la oscuridad nuevamente.
Cuando volvió a abrir los ojos, su estómago rugió ante el olor a comida, por la falta de canto de las aves y la posición del sol dedujo que Hermione había hecho el almuerzo, se levantó repuesta pero hambrienta, su mejor amiga al verla salir de su saco de dormir corrió a abrazarla con lágrimas en los ojos, aliviada. A pesar de ser diciembre y el paisaje en el bosque de Dean era solo nieve y desnudos árboles, los tres armaron la mesa para comer fuera de la tienda de acampar, Draco coloco su walkman de fondo con volumen bajo, Rain del grupo Dragon sonaba rompiendo el ruido de los cubiertos y platos.
Pero al terminar de comer, a pesar de tener los estómagos llenos y tener el Horrocrux en la bolsita de cuero con extensión indetectable que Harriet portaba como un collar para no perder de vista el peligroso objeto perdiendo así gradualmente su poderosa influencia negativa, las brujas tenían el ánimo por los suelos, se habían expuesto a tanto peligro para nada, no había ningún rastro alguno del Horrocrux o de la espada de Gryffindor
- Tal vez deberíamos quedarnos aquí - dijo Hermione recogiendo los platos - Y envejecer… escondernos de la guerra, huir de gran Bretaña, hacia el sur, hacia un país libre de su influencia donde no llegue su ma-
- No - corto Draco, molesto con las palabras de Hermione - ¿No lo ves?, sino lo detenemos aquí, su reinado de terror será mundial. Cuando estaba con mi padre en las reuniones de sin nariz me enteré que cada país a los alrededores estaba formando grupos de resistencia para defender sus libertades en caso que el señor oscuro avance hasta sus territorios… también escuché que se rumoreaba de voluntarios de todas partes del mundo partiendo para ayudar a la orden del fénix… sino lo detenemos aquí, no habrá lugar seguro en el mundo, para seres mágicos y muggles por igual.
Draco coloco en la mesa un libro, avergonzado conto que lo había hurtado de la casa de Bathilda Bagshot, Harriet casi gruño al ver el autor de la publicación, la infame Rita Skeeter, mientras Hermione lo veía con indignación, como si hubiera golpeado a un niño.
- Tengo un punto - se defendió Draco - Aunque sé que no tengo voz o voto en su misión… yo… sin desear escuche una conversación… acerca del robo del fabricante de varitas Gregorovitch.
Las brujas se tensionaron, avergonzando aún más al mago.
- ¡No fue a propósito!- intento defenderse Draco, avergonzado - Pero cuando la chica que me gusta comenzó a alabar la apariencia del joven ladrón no pude evitar poner atención a su descripción: ojos de diferentes colores, cuerpo atlético, piel sin imperfecciones, cabellos rubios cual rayos de sol con una mueca pecaminosa de sonrisa… ¡Por Merlín, Harriet!, ¡Lo llamaste ángel pecador!, no puedes enfadarte por ponerme celoso, me diste motivos para escuchar la conversación… cuando dijiste su nombre me diste un rostro a quien odiar, tan celoso que olvide oír ese nombre antes… Grindelwald.
El mago abrió el libro buscando una página en concreto, luego giro el libro para mostrárselo a las brujas.
- Muchos opinan que fue el predecesor del señor oscuro, pero él no lideraba con miedo sino con ideales románticos y discursos cautivadores, rumores decían que tenía un carisma increíble, podía llegar a convencer a todos con su gran labia… Gellert Grindelwald parece coincidir con la descripción que admiraste, en su época más joven por supuesto… Actualmente debe ser más viejo que Dumbledore… creo.
Hermione se golpeó la mano con su frente.
- ¡Grindelwald!, ¡Pero que descuidada fui, lo olvidé por completo!... Dumbledore lo enfrento en 1945, una batalla que se dice fue legendaria, ambos eran excelentes en la magia, fue un duelo digno de admirar, dando como vencedor a Dumbledore… ¿Cómo pude olvidarlo?
Harriet observo la fotografía del hermoso joven mago, ciertamente calzaba con la descripción que compartió con Hermione, pero esa foto ya la había visto en el álbum familiar de la historiadora de magia, ¿Por qué Bathilda Bagshot tendría una fotografía de tan infame mago?
- Si este es Grindelwald … ¿Quién es el joven que está a su lado? - pregunto Hermione.
- Dumbledore - aseguro Draco - Según leí, Grindelwald era tan conflictivo con las artes ocurras que fue expulsado de Instituto Durmstrang, quedándose con el único familiar que tenía… esta vivía en el valle de Godric.
- ¡¿Bathilda Bagshot y Gellert Grindelwald son parientes?! - chillaron las brujas, esa información no estaba en ningún libro de magia.
- Así es… y fue en el valle de Godric cuando Grindelwald conoció a Dumbledore, se convirtieron en vecinos y se estableció una gran amistad casi de inmediato.
La bruja pelinegra sin cristales en los lentes no pudo evitar mirar con desprecio el libro.
- Lo escribió Rita Skeeter… ese libro está lleno de mentiras sobre verdades.
- Entonces - dijo Hermione - Tendremos que discernir e intentar adivinar que son mentiras y que son verdades.
El grupo paso la tarde y parte de la noche leyendo y debatiendo, ¿Qué el segundo hijo de los Dumbledore estuviera obsesionado con las cabras?, que importaba, ¿Qué los Dumbledore se mudaron al valle luego de que el patriarca atacara a tres muggles?, el hombre debía tener razones de peso, ¿Qué Dumbledore y Grindelwald se llevaran tan bien hasta el punto de parecer amantes?, cuestionable, Harriet rezaba que fuera una mentira, no quería pensar en cuanto debió de sufrir su abuelo al ver el camino de la oscuridad que su amante eligió recorrer, ¿Qué Dumbledore no era todo luz porque apoyaba las ideas de Grindelwald por las cartas que Skeeter logro conseguir con su puño y letra?, el jovencito de la fotografía al lado de Grindelwald parecía ser alguien fuerte pero destilaba pura inocencia, la juventud estaba llena de errores, al final lo único que importaba era que había luchado la mayor parte de su vida por el bando de la luz.
Le habría encantado conversar con su abuelo de su pasado y saber su historia de sus propios labios y no de los escritos de una calumniadora bruja.
Cuando terminaron de debatir ya era de noche, cenaron y Harriet se ofreció a hacer guardia nocturna.
- ¿Alguien vio mi varita?
Con una cara apenada, Hermione le entrego su varita… estaba partida en dos.
- Creo que lo rompí cuando te aleje de Nagini - confeso Draco, apenado - Pero puedes usar mi varita, estoy seguro que te será fiel… después de todo ya tienes mi corazón.
Hermione se carcajeo de la cara sonrojada de Harriet.
- Valla Draco Malfoy, tu no pierdes el tiempo.
- Ya no tengo tiempo para vergüenzas- dijo Draco, pero su rostro sonrojado delataba lo contrario, se estaba muriendo de pena por sus sinceras palabras.
La intelectual bruja los vio con un poco de envidia.
- Son una pareja adorable - declaro ella - Supongo que Draco hará guardia a tu lado, ¿Verdad?
El mago no respondió, solo cabeceo. Harriet entro a la carpa para preparar todo lo necesario para la guardia, Hermione le dedico una mirada picara antes de meterse a su saco de dormir.
- Es tan divertido molestarlos, ahora entiendo cuando lo hacías con Ron - sonrió Hermione, echada en su saco - Puedo acostumbrarme.
- Oh Mione, basta - Harriet se alejó de su mejor amiga rumbo a la entrada del campamento, oyendo a lo lejos su risa.
Harriet y Draco se acomodaron alrededor del calentador de gas con asa para acampar de Elise, el silencio era cómodo, pero había una timidez impropia en Harriet, incómoda por el silencio y saberse el objeto de los amores de Draco, intento entablar una conversación banal.
- Entonces… tu patronus es un ciervo, tenemos el mismo patronus… ¿Sabes que habría sido genial? Que tu patronus sea un dragón.
El mago rio, adivinando el rumbo de la conversación.
- Porque mi nombre es Draco, que ingeniosa…
La bruja rio, tapando su enorme sonrisa con sus manos.
- No te tapes - pidió de repente Draco - Tu risa es hermosa.
La risa murió en sus labios, Harriet se avergonzó tanto que su pelo se coloreo de rojo.
- Lo siento - dijo Draco - No quiero ponerte incomoda, pero no puedo seguir callando lo que siento por ti… me siento como una presa rota, no puedo detener el torrente de sentimientos que fluyen por ti.
Sintiendo morir de vergüenza, Harriet se tapó el rostro con su pelirrojo pelo, como si de una cortina se tratase.
- Perdón por haberte molestado todos estos años llamando tu atención de forma errónea- dijo de repente Draco.
Harriet se descubrió la cara sonrojada, el mago estaba disculpándose y sinceramente ella también tenía mucho por lo cual pedir disculpas, después de todo las peleas requerían de dos individuos atacándose mutuamente.
- Pues… perdóname tu a mí por haberte asustado en tercer año frente a la casa de los gritos, te arrastré por la nieve, me senté en tu regazo y te mordí… pero para mí defensa, insultaste a mis amigos, te lo mercerías.
Draco se sonrojo, el recuerdo del incidente brillo en sus ojos y sin evitarlo se tocó la yugular.
- Perdón por el ataque que sufriste con el hipogrifo por mi culpa.
- Perdón por reírme del golpe en la cara que te dio Hermione al burlarte de la muerte del hipogrifo- dijo ella.
- Perdón por crear en cuarto año los botones de “Potter apesta”, perdón por hechizarte por la espalda.
- Perdón por reírme hasta las lágrimas de tu trasformación a hurón- dijo Harriet.
Sonrojado de vergüenza, Draco contrataco.
- Perdón por aterrizar sobre tus pechos al recuperar mi forma humana.
Harriet se sonrojo, Draco estaba sacando su lado vengativo Slytherin.
- Pues perdóname tu a mí por llamarte todo el año “Señor hurón”
Draco suspiro, Slytherin o no, nunca ganaría contra ella, ¿Pero, eso realmente importaba?
La pelinegra decidió que ya era suficiente de burlas y cambio el giro de la conversación.
- Gracias por protegerme de cara de sapo en quinto año llevándome a la enfermería cuando me intoxico y gracias por cubrirme de la explosión mágica que dejo la huida de mi abuelo con su fénix.
- Protegía mi corazón, no tienes de que agradecerme - en un susurro Draco continuo - Sabes, oler la Amortentia en el sexto año rectifico más mis sentimientos por ti… arrojaba lógica sobre mi loco enamoramiento.
Harriet dejo de mirar el calentador de gas para enfocarse en el mago y verlo, con genuina curiosidad abrió la boca y dijo.
- ¿Por qué?, ¿A que huele tu Amortentia?
Draco alzo una ceja, medio divertido de la inocente actitud de la pelinegra.
- ¿Tu a que crees?
La bruja colocó una mano en su barbilla y medito, buscando la respuesta a la pregunta, la Amortentia variaba de olor para cada individuo, componiéndose en general de gustos y recuerdos.
- Mnmn… ¿Ropa cara?
Draco soltó una pequeña carcajada y miro a los ojos a la pelinegra.
- Manzanas verdes, el tapiz del salón principal de la mansión Malfoy y… y torta de melaza. Tu turno.
Harriet abrió los ojos como platos y giró con rapidez la cara hacia el calentador. Draco espero con paciencia su respuesta, ella se lo debía después de todo él había sido honesto.
Lamiéndose los labios y con las mejillas sonrojadas, ella respondió.
- Tart… trata de melaza, cera de escoba y … algo frutal.
Con la boca abierta y la cara sorprendida, Draco se acercó a la bruja… había esperanza brillando en sus ojos.
- ¿Algo frutal?... ¿Uvas?
Harriet siguió con la mirada clavada en el calentador, avergonzada.
- No.
El mago avanzo un poco más hacia la bruja.
- ¿Naranjas? - pregunto él.
Harriet volvió a lamerse los labios resecos, sentía que de repente el corazón le latía de nervios, como si volviera al cuarto año, al torneo de los tres magos y debería de enfrentarse a algo más grande que ella, algo que lo cambiaria todo.
- No - volvió a responder ella.
Draco se sentó un poco más cerca de ella al punto de tocarse las rodillas, pero ella no se apartó. La esperanza que nació como una chispa comenzó a crecer como un incendio.
- ¿Duraznos?, ¿Peras?, ¿Sandillas?
La bruja negó con la cabeza, cohibida de girar hacia el mago, sintiéndose muy consciente de su agradable cercanía, de su calor corporal.
- ¿Mangos?, ¿Fresas?, ¿Piñas?
Una negación con la cabeza fue lo único que salió de la bruja pelirroja.
Con el corazón latiéndole a toda velocidad, Draco pregunto con la voz casi tapada por el nudo en su garganta creada por la ansiedad, una pregunta qué ya no podía seguir reteniendo.
- ¿Manzanas verdes?
Un latido.
Y luego otro.
De repente la pelinegra abrió los ojos ampliamente, como si hubiera tenido una epifanía, y así lo era. Harriet se había llegado preguntar más de una vez cual era el olor de la fruta en su Amortentia, las notas acidas y frescas siempre la había confundido, pero al escuchar el nombre de la fruta en cuestión todo tomo gran claridad.
- Si…- respondió ella, tan sorprendida que no cabía vergüenza en sus pensamientos - ¡El olor frutal que siempre había olido eran manzanas verdes!, ¿Cómo es que no pude reconocerlo antes?, era un olor tan fácil de identi-
La bruja dejo de hablar al ver el rostro del mago.
De repente se sintió como si se hubiese sumergido a un rio sin darse cuenta, consciente súbitamente de que siempre fue arrullada por una suave corriente que la arrastraba con lentitud de las arenas del reloj, ver el rostro de Draco sonrojado causo ese efecto en ella. Y no solo estaba sonrojado, sino que sonreía ampliamente… decir que Draco estaba feliz era poco, el mago resplandecía de felicidad, su expresión era tan dulce y genuina que le otorgaba un aspecto etéreo, casi divino, angelical. Harriet se sintió como una polilla hipnotizada por la luz que profesaba… era incapaz de apartar los ojos de él.
Draco alzo una mano y acaricio con suavidad la mejilla de la bruja.
- Esas son excelentes noticias, significa que tengo esperanzas, ¿No?
Se quedaron en silencio, Harriet se dejaba acariciar absorta ante la mirada más pura de amor que un hombre le dedico, le agradaban sus caricias, se sentían tan bien en su rostro que le recordó a la primera vez que voló en su escoba.
Era como un patronus líquido, calentándole el corazón por dentro.
- Sabes… - dijo de repente Draco en un susurro - La flor que me diste cuando peleamos el año pasado en el baño abandonado del segundo piso, la hechice para que jamás se marchitara, desperté cuando me la diste aunque mantuve los ojos cerrados… por alguna extraña razón tengo un excelente oído cuando se trata de ti, puedo escuchar hasta tus suspiros en medio de una multitud o tus canciones en donde sea que estés... siempre corría y te escuchaba oculto, deleitándome en el anonimato, viéndote mimar al fénix de Dumbledore… el señor oscuro tiene una enferma fascinación con causar dolor, la promueve e incentiva entre todos sus Mortifagos, participar es opcional pero verlas obligatorio, con cada asesinato sentía que perdía mi esencia, pero cada noche antes de dormir me encerraba en mi dormitorio con tu flor, la olía hasta calmarme y te recordaba… evitaste que pierda mi humanidad y cordura.
Harriet sentía que cada palabra de Draco se adentraba en su alma, como abriéndose paso a su corazón.
Ese hombre ya no era un Mortifago, sino un hombre que la adoraba con la fuerza abrazadora del sol.
La bruja sintió que una fuerza invisible la inclinaba hacia los labios del mago, el pelo platinado pareció sentirse igual porque se inclinó al mismo tiempo. Entrecerrando los ojos, con el corazón latiéndole a toda prisa y el estómago lleno de mariposas, Harriet comenzó a cerrar los ojos consiente de la realidad: iba a besar a Draco Malfoy y sinceramente lo deseaba como nunca había deseado nada en su vida.
Pero antes de cerrar los ojos vio una luz plateada acercarse a ellos en medio del bosque.
“¿Qué es eso?”
El corazón de Harriet volvió a latir con normalidad, el sonrojo en sus mejillas desapareció y las mariposas en su estómago se esfumaron.
- Draco - Harriet lo llamo en un susurro, esquivando los labios del mago - Draco, hay algo en el bosque.
Con los ojos entrecerrados el mago respondió.
- Estamos a salvo con las protecciones colocadas - Draco acuno el rostro de Harriet en sus manos- ¿Dónde estábamos…?
Draco intentó besarla de nuevo, Harriet colocó sus manos sobre los labios del mago, frenándolo.
- ¡Draco, despierta!, parece … parece un patronus corpóreo.
Con un suspiro frustrado, Draco soltó el rostro de Harriet, pero entrelazo sus manos y observo la luz a la cual se refería la bruja.
- Si - afirmo Draco mientras besaba las manos de Harriet - Parece… parece una cierva hecha de luz.
- Draco, debemos seguirla.
Pero el mago no parecía querer despegarse de ella.
- ¡Draco!
Con un nuevo suspiro de desgana, Draco obedeció, soltando las manos de la bruja; si algo caracterizaba al joven mago era a no obedecer órdenes de nadie, pero la hermosa bruja pelinegra dueña de su corazón no era nadie.
Ambos, presurosos siguieron al animal hecho de luz que se movía con gracia y delicadeza hasta llegar a las orillas del lago de Dean, camino por el agua congelada y se sumergió a las profundidades. Draco invoco un Lumus, Harriet limpio con las manos la superficie llena de nieve que cubría el lago, deseosa por saber por qué la cierva se sumergió y despareció en esa dirección, lo que vio la dejo sin habla, ¡Era la espada de Gryffindor!
- No hay nadie en el bosque… ¿Quién pudo hárbelo invocado hasta este lugar?, no tiene sentido… espera, te vi con un pedazo de espejo de doble sentido, quizá alguien nos está espiando y… ¡¿Qué estás haciendo?!
Draco grito de vergüenza al ver a la pelinegra sacarse la ropa con rapidez.
- Me desnudo, nadare y recuperare la espada.
- ¡Espera, espera!, ¡El lago está congelado, la temperatura del agua debe ser bajo cero!, ¡No puedes meterte al lago, así como así!, ¡Puedes morir congelada!
Harriet se quitó su suéter, quedando solo en polo y pantalón, su gorro, chalina, casaca y ahora suéter estaba esparcidos en la nieve.
- Entonces - dijo Harriet sin parar, desabrochando sus jeanes - Sera mejor que vallas al refugio por toallas, mantas y bebidas calientes, lo necesitare al salir del lago… ve Draco, no parare de desvestirme hasta quedar en ropa interior y creo que no estamos listos para eso, ¿Verdad?
Sonrojado como un tomate, el mago comenzó a alejarse a regañadientes, una mueca de vergüenza dominaba sus facciones.
- Cinco minutos, tienes cinco minutos para realizar tu loco plan de rescate. Sino acabas en cinco minutos te sacare del lago sin importar tu desnudes.
El mago se alejó trotando al refugio, Harriet sonrió sin poder evitarlo, Draco se estaba convirtiendo en un verdadero dragón, posesivo con su tesoro. Siguió quitándose la ropa hasta quedar solo en ropa interior y con la pequeña bolsa de cuero atado en su cuello conteniendo el Horrocrux, el aire invernal la izo tiritar de frio.
Con uno de sus zapatos rompió a la fuerza la superficie de lago congelado, lo suficientemente grande para poder entrar sin problema alguno, con una respiración profunda se sumergió a las heladas aguas, tuvo que morderse el labio para evitar gritar, el agua se sentía como agujas contra su piel, su cuerpo se entumeció casi de inmediato, moverse era difícil, por lo que solo tendría un intentó para recuperar la espada.
Usando toda su fuerza buceó hasta llegar a la base del lago, pero justo cuando las puntas de sus dedos rozaron la espada, el Horrocrux dormido en la bolsa de cuero despertó, reaccionó con violencia alejándose a la superficie, ahorcando en el proceso a Harriet, quien con desesperación intentó zafarse del tirón en su cuello, pero el Horrocrux era inflexible, ahorcándola con mayor violencia.
Mientras más luchaba la bruja con liberarse más la asfixiaba el maligno objeto, su lucha acabo con el aire en sus pulmones, por lo que con desesperación intento salir del lago, pero en medio de su forcejeo perdió la entrada por donde se había sumergido, por lo que frenéticamente intento crear una nueva salida, pateo y golpeo con los puños la superficie del lago congelado, pero sus fuerzas eran insuficientes para quebrar el hielo, su cuerpo estaba entumecido por el frio y el borde de su visión comenzaron a oscurecerse, de tanto forcejeo el agua acabo entrando a sus pulmones, se estaba ahogando… cuando Draco volviera por ella ya estaría muerta.
Su visión comenzó a desenfocarse, pero antes de sumergirse en la inconciencia vio una sombra humana caminar sobre el hielo.
¿Acaso era Draco?
En cuestión de segundos la persona sobre ella rompió la superficie del lago congelado sin dañarla y se sumergió a las heladas aguas, cogió la espada con una mano mientras con otra sacaba a la bruja hacia la superficie. Arrastro a la semi inconsciente bruja hacia las orillas del lago congelado, pero a pesar de estar en la tierra firme el pecho de Harriet no se movía, a cada segundo se ponía más pálida y azul.
- ¡Vamos, respira!, ¡Harriet, respira!, ¡¿Qué hago, que hago?!
La figura borrosa comenzó a sacudir a la pelinegra de los hombros, intentando que respire, al no suceder nada comenzó a palmearle la garganta y el pecho, pero Harriet seguía sin respirar, su tez se coloreaba peligrosamente a azul. Antes de cerrar los ojos vio como otra sombra se precipitaba sobre su salvador, tumbándolo en la nieve.
- ¡¿Qué crees que haces?! - gruño con violencia la persona que acababa de llegar.
- ¡No puede respirar, se está ahogando, solo quería ayudarla! - se defendió asustada la persona que la saco del lago.
De repente la bruja sintió como alguien le dio aplico maniobras de primeros auxilios, ayudándole a expulsar el agua de sus pulmones. Harriet tosió copiosamente expulsando el agua de sus pulmones.
La vista de la pelinegra volvió a enfocarse, Draco la sostenía con fuerza, él había hecho las maniobras de primeros auxilios… pero entonces, ¿Quién la había sacado del lago?
De pie, parado sobre la nieve, un joven larguirucho pelirrojo la veía sonrojado, el rubor en sus mejillas desaparecía las pecas que la pelinegra sabía que existían, más de una vez había intentado contarlas y había fayado en el proceso.
- Ron…- jadeo sorprendida, temblando de frio.
Draco salió de su propio estupor y cubrió el casi desnudo cuerpo de la bruja con mantas, el agua había hecho que las prendas interiores se le pegaran aún más al cuerpo como una segunda piel… Luego de taparla con mantas le sirvió té caliente mientras con rapidez, pero delicadeza, seco el largo pelo negro. Gracias a sus atenciones Harriet dejo de temblar incontrolablemente, la bruja uso la varita de Draco para vestirse con magia, Draco la arropo con las mantas que trajo del campamento.
- ¿Cómo llegaste aquí? - pregunto Draco.
- Por el patronus de Harriet, lo vi caminar por el bosque y lo seguí.
- No era mío… mi patronus es un ciervo con astas - informo Harriet.
Un tenso silencio se instauró entre los Gryffindor, Draco con el ceño fruncido no hizo nada por aligerar el ambiente, aun enfadado por las horribles palabras hacia la pelinegra, por lo que no disimulo su expresión de desagrado al pelirrojo.
- Destruyamos el relicario, ahora - dijo Harriet recogiendo la espada de la nieve.
- ¿Qué?, ¿Ahora? - pregunto con sorpresa Ron.
- Si, ahora - sentencio Harriet y le tendió la espada al pelirrojo- Yo lo abriré y tú lo destruirás.
- ¿Qué?, ¿Yo?, ¿Por qué yo? Esa cosa me afecta más a mí de los tres, no puedo hacerlo.
Molesta, Harriet clavo con fuerza la espada al suelo, con el cabello rojo como la sangre encaro al pelirrojo.
- ¿A qué volviste, Ron Weasley?
El nombrado se quedó callado, Harriet espero su respuesta con el ceño fruncido.
- Volví... volví porque no podía dejar de pensar en ustedes.
- Aja, porque crees que estamos embrujadas por Draco, ¿Verdad?
Ron pareció mortificado, recordando que esas fueron las palabras que dijo al pelear con la bruja antes de abandonarlas.
-No... no es eso. Estaba preocupado por los peligros que enfrentarían solas... fui un idiota por dejarme influenciar por el guardapelo... vine hasta aquí para disculparme. Nunca debí decir todas esas cosas hirientes sobre tu familia... lo siento.
Harriet frunció el ceño aún más fuerte y se acercó a Ron dando grandes zancadas, una vez a su lado alzó su mano, hizo un puño y golpeó con fuerza el estómago del pelirrojo. Este jadeo con dolor, sorprendido por el golpe, se dobló de dolor.
- Esto es por tus horribles palabras - gruño Harriet.
Ron la vio doblado de dolor, sosteniendo su estómago, estando a la altura de la pelirroja. Esta volvió a alzar su mano, el mago cerró los ojos esperando otro golpe, pero este jamás llego, con curiosidad Ron abrió los ojos, la ahora pelinegra le acaricio la cabeza con suavidad, desordenándole el cabello en el proceso.
- Y esto es por volver... tonto caballero - dijo Harriet con una mueca en los labios, era el nacimiento de una sonrisa.
El mago abrió los ojos conmovido por el perdón de su mejor amiga.
- Cof cof.
Draco carraspeo sonoramente para recordarles que aún estaba presente, mirando un poco celoso la escena que se desarrollaba frente suyo.
- Hora de destruir el guardapelo - dijo Harriet empuñando la espada de Gryffindor y entregándoselo a Ron.
- Pero... es un artefacto histórico con gran valor para la casa Slytherin, no estoy de acuerdo con su actitud vandálica - se quejó Draco.
- Ahorco a Harriet ahogándola en el lago congelado - dijo Ron con la espada en mano.
- Destruyámoslo ya - gruño molesto Draco.
Notes:
Gracias por leer otro capítulo como otro miércoles, algo corto, lo sé… el trabajo, el trabajo. Hasta la próxima actualización humanitos.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 62
Summary:
A un paso de ganar la guerra, visita necesaria a Xenophilius Lovegood y captura de los jóvenes magos.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
A pesar de que Harriet advirtió que el objeto intentaría defenderse, nada preparo a las tres personas del bosque para la explosión mágica llena de oscuridad que broto al abrir el guardapelo.
“He visto tu corazón, Ron Weasley, y es mío”
Esa era la voz de Voldemort.
Y tal como predijo Harriet, el Horrocrux comenzó a defenderse atacando moralmente a Ron, escupiendo todas sus inseguridades y debilidades. Aunque Harriet deseara ir donde Ron, ayudarle y sacarlo del trance en el que se encontraba, la fuerza de la ráfaga oscura la tenía clavada al suelo, al igual que Draco, incapaces de moverse un centímetro si quiera.
El Horrocrux comenzó a crear figuras fantasmales con aspecto de Harriet, Draco y Hermione, que comenzaron a insultar a Ron, a menospreciarlo escupiendo sus más grandes temores.
- ¡Es mentira, Ron! - chillo Harriet tras las figuras fantasmales - ¡Destrúyelo!, ¡Destruye el guardapelo!
Pero Ron solo seguía arrodillado, inmóvil, aceptando cada palabra dañina, lagrimas brotaron de sus ojos, hasta que de repente las figuras fantasmales comenzaron a besarse entre sí… lo que resulto contraproducente al final, pues enfureció al pelirrojo dándole el valor para lanzarse al Horrocrux. , blandir la espada de Gryffindor y destruir el relicario con un grito de rabia.
El oscuro remolino de magia desapareció, Draco y Harriet se incorporaron mientras Ron jadeaba sentado bajo la nieve, como si destruyera dicho objeto le hubiera costado gran cantidad de energía.
Los Gryffindor se vieron a los ojos y esbozaron una sonrisa, habían destruido un Horrocrux, estaban a un paso más de ganar la guerra.
- Qué raro - dijo Draco al acercarse al guardapelo - Weasley blandió la espada al guardapelo… pero está intacta.
Harriet y Ron se acercaron a Draco quien sostenía la reliquia de Salazar. Al tocarlo Harriet no sintió mal alguno, ahora era un simple collar.
- Quédatelo Draco, ahora solo es un collar inofensivo, una reliquia de tu casa… particularmente no me gustaría ver la espada de Gryffindor abandonada en el olvido, ahora que la reliquia está libre de mal es hora que vuelva a Hogwarts, donde pertenece.
El pelo plateado agradeció el honorable gesto de la pelinegra y contento se colocó el objeto sobre el cuello.
Quien no estuvo contento fue Hermione al ver a Ron de vuelta en el campamento, de no haber sido por Draco y Harriet, hubiera hechizado al pelirrojo hasta el fin de los tiempos… pero eso no le salva de la rabia de Hermione, quien, herida por el abandono, lo golpeo con lo que tenía a la mano: la mochila de Ron y las hojas secas con nieve bajo sus pies. Al ver el guardapelo en el cuello de Draco, Hermione se sintió estupefacta, reparo además en la espada de Gryffindor que Ron tenía en la mano.
- ¿Lo destruyeron? -pregunta Hermione.
- Es una larga historia - dijo Harriet, asintiendo.
- No creas que esto cambia nada - gruño Hermione a Ron, emprendiendo camino hacia el campamento.
Ron, quien hasta ese momento había permanecido callado, se defendió, explicando que quiso volver en cuanto se fue, Reunión valor tras la pelea, pero cuando regreso ellos ya no estaban ahí, por lo que se dedicó a buscarlos, camino y escape de carroñeros. robándoles su comida para no morir de hambre, estuvo tentado de volver a la madriguera pero no lo hiso, cuando de repente, en navidad mientras se ocultaba en un bar, escuchó la voz de Hermione llamándolos desde el desiluminador, curioso lo presiono y una luz Salió del artefacto y floto hasta el pecho de Ron, entrando en él…. de alguna manera que no podía explicar, esa bola de luz le dijo que se apareció en el bosque de Dean, y así lo hiso, espero en la oscuridad nocturna por alguna pista hasta que vio a lo lejos el patronus de Harriet y lo siguió corriendo, llegando justo a tiempo para sacarla del lago, donde se estaba asfixiando.
- ¿Asfixiando? - pregunto Hermione alertada mirando a Harriet.
- Como dije, es una larga historia, les contare todo mientras desayunamos- dijo Harriet.
Fiel a su palabra, la pelinegra se dedicó a contar lo ocurrido mientras comían, emitiendo claro esta sus conversaciones privadas con Draco. Al terminar de comer, Hermione se alejó con Draco para llenar todas sus botellas con agua del lago congelada.
- ¿Hasta cuándo estará molesta? - dijo Ron, notando la ausencia de Hermione en la carpa.
- No puedes molestarte con ella por estar molesta, dijiste cosas horribles y la dejaste llorando mientras te suplicaba volver… solo sigue hablándole la bola de luz en tu corazón y se calmara.
- Fui un gran idiota - dijo Ron, derrotado, con los hombros hundidos.
-Si - afirmo Harriet - Un gran idiota, pero juro que si en su boda te emborrachas al punto de no recordar ese día especial yo te maldeciré hasta que seas tan viejo como mi abuelo.
Ron la miro asustado, la bruja pelinegra aún tenía hambre de venganza y si cometía otro error ganarse su perdón no sería nada fácil. Tomo nota mental de jamás perder el conocimiento al lado de Hermione o su vida adulta peligraría.
- Esto te sonara alocado - dijo Ron, cambiando la conversación en un afán de salvar su integridad - Pero creo que por eso me lo dejo Dumbledore… sabía que algún día necesitaría volver.
Para nadie era secreto el carácter explosivo del pelirrojo, aun así, que Dumbledore tomara esas medidas extra para sorprender a Harriet… su abuelo la seguía cuidando aun en muerte.
Ron viendo que la pelinegra no tenía varita, le dio una que había robado de los carroñeros, estos demás decían que hacer un contrato de fidelidad era sumamente difícil, la varita prácticamente exigió una gran cantidad de sangre para aceptarla como nueva maestra.
- Necesito hablar con ustedes - dijo Hermione, con varias botellas en mano seguida de Draco.
La bruja dejo el agua en un rincón, fue hacia el libro de Rita Skeeter, había tenido una epifanía, las cartas que Dumbledore intercambiaba con Grindelwald tenían una peculiaridad, un ojo reptil encerrado en un triángulo, símbolo que también vio en una tumba del cementerio. de Godric al buscar la tumba de los padres de Harriet.
- Lo he pensado, esta marca está en todas partes, no deja de aparecer, presentimiento que es importante… Quiero visitar al padre de Luna por mayor información.
La casa de los Lovegood estaba a solo unas colinas de la madriguera, por lo que no fue difícil llegar, ubicada cerca de Ottery St. Catchpole, vivienda de color oscuro con forma cilíndrica en la cima de la colina, parecía una torre de ajedrez gigante. .
Al tocar su puerta, un desalineado Xenophilius Lovegood intentó deshacerse de ellos, empalideció de ver a las cuatro personas más buscadas del país en la entrada de su casa, Harriet tuvo que suplicarle por ayuda. Solo ahí, el dueño de la casa y editor del quisquilloso, los dejo pasar.
Tomaron asiento en la sala, ubicado en la segunda planta, un espacio desalineado lleno de diversos objetos desordenados, el objeto que más llamó la atención de Hermione fue un cuerno de Erumpent, montado en la pared, en extremo peligroso por provocar explosiones, debía ser Tratado con precaución y no como objeto decorativo. El señor Lovegood les sirvió te, a pesar de los adolescentes delgados apreciaban cualquier comida o bebida adicional a sus estrictas raciones, a ninguno le gusto el horrible sabor del té.
- ¿Y Luna? - pregunto Harriet, notando la ausencia de la joven bruja, después de todo eran vacaciones de navidad, ella debería estar en casa.
- En el prado, recogiendo flores - aseguro el señor Lovegood - Dígame, como puedo ayudar, señorita Potter.
Harriet le explico que necesitaban información del símbolo que uso en la boda de Bill y Fleur, el símbolo que ocasiono una riña con la estrella húngara Víctor Krum, como si recordara ese incidente el hombre de pelo platino desalineado rebusco en su cuello mostrando el objeto al que se refería.
- Lo que quiero saber es… ¿Qué es? - dijo Harriet.
- Es el símbolo de las reliquias de muerte, claro- aseguro el adulto mago rubio de pelo andrajoso.
- ¿Las que?
- Las reliquias de la muerte… supongo que conocen el cuento de los tres hermanos.
Hermione presurosa sin espera respuesta alguna se puso a leer el cuento del libro que le dejo Dumbledore, trataba de tres hermanos magos que lograron cruzar un río demasiado traicionero donde cientos de viajeros se ahogaban, creando con magia un puente, pero antes de pasar una figura. encapuchada bloqueo su camino, era la muerte, defraudada por ver como los tres hermanos la habían burlado. Astutamente la muerte fingio felicitar a los tres hermanos por su magia regalándole premios a cada uno por ser lo bastante listos al evitarla, el hermano mayor pidió la varita más poderosa del mundo, la muerte se la fabrico de un árbol de sauco que estaba cerca, el segundo hermano pidió el poder de traer a seres amados desde la tumba, la muerte tomo una piedra del río y se le entrego, el tercer hermano, el más joven y humilde pidió que le permitiera irse de ese lugar evitando que la muerte lo siguiera , de mala gana la muerte corto un pedazo de su propia túnica y se la entregó al menor.
Ya con sus premios en mano, los tres hermanos se separaron, el mayor viajo a un poblado distante a enfrentarse con un mago quien una vez lo había humillado derrotándolo, matándolo sin dudar, ebrio con el poder que le había dado la varita, presumió ser invencible… pero esa noche mientras dormía, otro mago le robo la varita y le corto el cuello de lado a lado, y la muerte reclamo al primer hermano. Mientras el segundo hermano fue a su hogar, tomo la piedra y tal como la muerte le enseño, giro el objeto tres veces en su mano, para su deleite la mujer con quien quiso casarse antes de su repentina muerte apareció frente al él, pero pronto se volvió triste y fría, pues ya no pertenece al mundo de los mortales, llevado a la locura por su tristeza, el segundo hermano se quitó la vida para estar con ella y la muerte se llevó al segundo hermano. Al tercer hermano la muerte lo busco por muchos años, pero no pudo encontrar, solo cuando llegó a una edad muy avanzada, el hermano más joven se quitó el manto de invisibilidad y se lo heredo a su hijo, recibió a la muerte como una vieja amiga y fue con ella con gusto, dejando esa vida como iguales.
- Y ahí lo tienen, las reliquias de la muerte - dijo Xenophilius Lovegood.
- Perdone, pero no entiendo - dijo Hermione.
El señor Lovegood busco pergamino y tinta y comenzó a explicar a la par que dibujaba.
- La varita de sauco, la varita más poderosa jamás creada - el mago rubio dibujo una línea, representándola - La piedra de la resurrección -dibujo un círculo dentro de la línea - Y el manto de invisibilidad - el hombre dibujo un triángulo que encerraba los anteriores dos dibujos - Juntos forman las reliquias de la muerte, juntos crean el amor de la muerte.
- Es la marca de la tumba que vi en el valle de Godric - dijo Hermione - Señor, ¿Los Peverell tienen algo que ver con las reliquias de la muerte?
El hombre de repente se puso nervioso, miro a Draco y camino hasta donde estaba el té.
- Sí…. – respondió Xenophilius, distraído- Ignotus, Cadmus y Antioch son vistos como los dueños originales de las reliquias, ellos inspiraron el cuento… Oh, pero su se té enfrió… Ahora vuelvo…
El hombre desapareció rumbo al primer piso, donde estaba la cocina.
- Vámonos de aquí - gruño Ron - No pienso beber más de esa cosa sea fría o caliente.
Los cuatro adolescentes bajaron las escaleras hasta el primer nivel, agradeciendo la ayuda.
- Olvido el agua - dijo Ron.
-¿El agua? - pregunto el dueño de la casa.
- Para el té - dijo Draco, Xenophilius Lovegood se estaba comportando más raro que de costumbre.
El dueño de casa río por su olvido y corrió a colocar la tetera a hervir.
- No importa, de todos modos, ya nos vamos- dijo Hermione.
Esas palabras fueron el detonante para enloquecer al adulto mago, arrojando la tetera al suelo prohibiéndoles irse, Draco instintivamente se colocó delante de Harriet, el hombre rubio era peligroso, por el rabillo del ojo vio que Ron hacia lo mismo con Hermione.
- ¿Señor? - pregunto Harriet desde la espalda de Draco.
- No se irán, no pueden irse… son mi única esperanza… para volver a verla… para recuperar a mi Luna.
Xenophilius se acercó a la pareja de magos, Draco instintivamente se irguió con toda su altura, intentando imponer su presencia y alzando su varita para que el rubio no se acercara más, Harriet estiro la mano e hiso que Draco bajara su varita, alejándose de su protección, necesitaba saber que había pasado con la soñadora Ravenclaw.
- ¿Qué fue lo que paso? -pregunta Harriet.
El mago desalineado sollozó, recordando lo ocurrido.
- Jamás volvió a casa para navidad… nunca bajo del tren… me dijeron que me lo gane por escribir en su contra… mi Luna… la secuestraron… mi hija…
El rubio mago lloroso estiro la mano hacia la pelinegra, apartando su flequillo para poder ver su icónica cicatriz en forma de rayo.
- Pero a la que quieren en verdad… es a ti - dijo Lovegood.
- ¿Quién la secuestro? -pregunta Harriet.
- Voldemort… - dijo el hombre de pelo rubio desaliñado con los ojos abiertos de miedo.
Un grito aterrado resonó por toda la casa, era Ron, pálido de miedo.
- ¡No digas su nombre! - Ron grito, aterrado- ¡Debemos irnos ya!
Pero antes de que alguien pudiese decir algo la casa comenzó a ser atacada, explosiones destruyeron las ventanas, pedazos de concreto volaron por los aires, el grupo intentó buscar refugio tras los muebles de la casa.
- ¡Debemos irnos! - grito Draco.
- ¡No! - se negó Harriet- ¡Debemos quedarnos hasta que los Mortífagos nos vean o creerán que el señor Lovegood mintió!, ¡Podrían torturar a Luna por la información de su padre!
- ¡Estás loca! - Tranquilo Ron.
Las explosiones no se detuvieron, los Mortífagos entraron presurosos a la casa.
- ¡La tengo!, ¡Tengo a Potter!, ahora devuélvame a mi hija, ¡Regrésenme a Luna! - grito enloquecido Xenophilius.
Los Mortífagos lo aturdieron dejándolo en el suelo y comenzaron a buscar a la nombrada, Harriet escapo de su escondite y comenzó a atacar a los Mortífagos, sus amigos la siguieron, pero no contaron que eran superados en número, lo que creyó ser una buena idea. Rápidamente comenzó a ser una batalla mortal… Hasta que, en medio de la trifulca, Hermione apunto su varita al segundo piso donde recordó estar el cuerno Erumpent.
- ¡Cubranse! - grito Hermione - ¡Esto será ruidoso!
El resultado fue una gigantesca explosión que acabo con gran parte de los Mortífagos. Aturdidos, con restos de la casa por la explosión, los cuatro adolescentes se tomaron de la mano mientras desaparecían de la casa destruida.
El grupo aterrizo con descubierto en un bosque de grandes árboles.
- Traicionero cobarde, ¡Ya no podemos confiar en nadie! - chillo Ron furioso, tras levantarse del suelo.
- Secuestraron a su hija, Ron, la raptaron porque él me apoyaba... El señor Lovegood está desesperado - defendió Harriet - Comenzare a poner los hechizos de protección.
Harriet se alejó un poco para comenzar a colocar los encantamientos, mientras Hermione buscaba un buen lugar para comenzar a armar el campamento, Ron comenzó a explorar el lugar mientras Draco se limpiaba las hojas de su ropa al haber aterrizado boca abajo.
- Si, si, desesperado, ¡Harriet, te iba a entregar a Voldemort! - grito exasperado Draco.
Se oyó un chillido cortando el silencio del bosque, reflejaba pánico puro… volvió a provenir de Ron.
- ¿Qué ocurre? -pregunta Hermione.
El pelirrojo comenzó a temblar, su tez se puso pálida, resaltando las pecas de su rostro.
- ¡No digas su nombre! - chillo Ron - ¡Hay una maldición vinculada a su nombre!, cada vez que uno lo dice en voz alta, Mortífagos y carroñeros son alertados de la ubicación del hablante… fue así como nos atraparon en la cafetería muggle de Londres, fue así como Llegaron tan rápido a la casa del señor Lovegood… vámonos, ¡Vámonos de aquí!
Pero antes de decir otra palabra, los cuatro adolescentes estaban rodeados por un enorme número de carroñeros.
- Hola bonita - dijo el quien parecía el líder apoyado cómodamente en un árbol, sosteniendo el bolso de cuencas de Hermione que había quedado a un lado tras la aparición.
La primera en correr fue Hermione, luego Ron, Draco jalo a Harriet quien se había quedado conmocionada al ver que estaban atrapados, sus amigos estaban alejándose, usar la aparición era imposible en esas circunstancias, no podía abandonarlos, por lo que solo quedaba correr. Pero por más que intentaron huir fueron alcanzados, los carroñeros lanzaron explosiones para aturdirlos, los cuatro adolescentes intentaron esquivar los ataque y seguir corriendo, pero estaban en desventaja numérica. Uno de los ataques dejo paralizado a Ron, otro de los ataques que estaba dirigido para la pelinegra fue repelido por Draco, pero un carroñero aprovecho su punto ciego para aturdirlo, cuando solo quedaban fugitivas las brujas, Hermione noto que eran las únicas huyendo y pronto las alcanzarían, desesperada, levanto su varita y apunto al rostro de su mejor amiga.
Un maleficio punzante fue lo que arrojo a Harriet al suelo, perdió la conciencia unos segundos, segundos en los cuales entró sin desearlo a la cabeza de Voldemort.
Gellert Grindelwald, Grindelwald, Grindelwald… después de meses de cacería al fin lo había encontrado en el último lugar en el mundo donde creyó que podía estar: una vieja prisión hecha por el propio Grindelwald que sirvió para encarcelar a los que en antaño se opusieron a su régimen.
- Gellert Grindelwald - Voldemort des voló sin escoba hasta una lúgubre cárcel - Te encontré…
Lejos de tener miedo, el viejo harapiento mago despertó y sonriendo al verlo, estaba desnutrido y le faltaban varios dientes.
- Sabia que vendrías algún día aquí, tonto muchacho - dijo sonriendo Grindelwald.
- Dámela anciana, dámela y perdonare tu vida - siseo Voldemort.
- ¿Cómo darte algo que ya no poseo?, ya no tengo lo que quieres.
- ¿Y dónde está?, dime quien la posee.
Grindelwald solo río, como si no estuviera frente a un mago tenebroso sino frente a un niño caprichudo.
- ¿Por qué debería darte información de tan poderoso objeto mágico?, no tienes ideales poderosos por cual luchar, solo piensas en ti mismo… no eres un líder solo eres un niño berrinchudo, me niego a decirte donde está la varita del destino.
Voldemort se alzó en toda su gracia, energía oscura salía de él, muestra del enfado que sentía.
- ¡Dímelo Gellert Grindelwald, o te asesinare de la forma más dolorosa posible!
Lejos de asustarse, Grindelwald rio a carcajadas.
- Ya estoy muerto tonto niño, solo mírame.
El hermoso aspecto de antaño en Grindelwald había desaparecido por completo, el viejo mago ahora estaba harapiento, calvo, desnutrido, con el cráneo pegándose al rostro y gran cantidad de dientes habían desaparecido.
- La varita, Gellert Grindelwald, ¡Te exijo que me digas quien tiene la varita del destino! - grito Voldemort - Tú serás responsable de acortar o algar tu vida. Responde, dime quien tiene la varita.
El viejo mago río ante el comportamiento de Voldemort.
- ¡Mátame, Voldemort!, ¡No me importa morir!, ansió el niño descanso eterno… pero con mi muerte no conseguirás lo que buscas… hay tantas cosas que no entiendes, tonto. La varita de sauco jamás será tuya… enfádate, enloquécete, pierde el control de tus emociones y mátame ya, mocoso idiota.
Como si Grindelwald predijera el futuro, en un arrebato de ira, Voldemort asesino al viejo mago. Exploto la última torre donde estaba Grindelwald con toda la rabia que sentía, tantos meses de persecución no le llevaron a ningún resultado.
Harriet volvió a abrir los ojos, despertando de la inconciencia, sintió un dolor punzante en el rostro y en su cicatriz, como cada vez que se metía en la mente de Voldemort, pero en lugar de quejarse por el dolor ocasionado por su mejor amiga informado. que las reliquias eran ciertas y no un cuento de niños.
- La está buscando, Mione - dijo Harriet mientras Hermione le quitaba los lentes sin cristal - Fue hasta Gellert Grindelwald y lo mato por no decirle dónde esta varita de sauco, la varita del destino.
La pelinegra solo pudo decirle eso pues el grupo de carroñeros los habían alcanzado, acorralándolas y reteniéndolas, tenían a Ron atrapado, sujeto por los carroñeros, mientras los lejanos captores de Draco se acercaban lentamente al grupo, como si uno de ellos tuviera dificultad para caminar. . Uno de los carroñeros sujeto bruscamente a Hermione provocándole dolor, explotando de furia, Ron ordeno que la soltaran, pero el enemigo le dio un fuerte golpe en el estómago, inmovilizándolo de dolor.
- ¡No le hagan daño! - Chillo asustada Hermione al ver herido a Ron.
- A tu novio le va a ir peor sino aprende a controlar su boca… debe aprender pronto a comportarse o recibir algo peor que un golpe al estómago - anuncio el líder de los carroñeros.
El líder al ver a Harriet no pudo evitar soltar una mueca de impresión, no era para menos, su cara estaba hinchada, sus hermosos rasgos estaban deformados, la extraña había afectado a sus parados, a tal punto que solo podía ver con un ojo. El maleficio punzante era la única forma que Hermione encontró para distorsionar su apariencia y protegerla.
- ¿Y a ti que te ocurrió, fea? - dijo el líder sin apartar la vista de la pelinegra - Mnmm… ¿Cómo te llamas?
- Petunia… Petunia Dursley - dijo Harriet, diciendo el primer nombre que se le ocurrió, mientras otro carroñero inspeccionaba sus bolsillos y encontrando su nueva varita y quedándosela para sí.
Harriet gruño, le había costado mucho ganarse la fidelidad de su nueva varita.
Por órdenes del líder, los carroñeros comenzaron a rebuscar los bolsillos de los adolescentes, capturando sus varitas, Harriet se alegró de tener su bolso de gato negro en un bolsillo oculto tras su espalda, tras su capucha… pero, habían guardado la espada de Gryffindor. en el bolso de cuencas de Hermione.
- Oh, bonita espada - dijo un carroñero que rebusco en el bolso de su mejor amiga- ¡Me la quedo!
“Mierda…”, pensó Harriet, intentando vanamente liberarse del fuerte agarre de su captor, la espada era indispensable para destruir los Horrocrux.
Comenzaron a buscar los nombres falsos que el trío dorado les había dado, pero no estaban en la lista del ministerio a capturar.
- Aquí no hay ninguna Petunia Dursley - dijo un carroñero luego de revisar la lista por segunda vez.
- Oíste, fea, no estás en la lista - dijo el carroñero que retenía a Harriet - ¿Por qué no quieres que sepamos quién eres?
- La lista está mal, ya dije quién soy - con valor Harriet se aferró a sus mentiras.
El líder de los carroñeros deja de olerle el cabello a Hermione para caminar en dirección a la pelinegra. Se acercó más hasta invadir su espacio personal y aparto su flequillo azabache con la punta de su varita para ver su frente, buscando la icónica cicatriz, lo cual era difícil de vislumbrar al estar su rostro tan hinchado, deformando todas sus facciones, incluida la frente. .
- ¡No los toques! - rugió una voz masculina.
Era Draco, que venía con sus dos captores, uno de ellos tenía el hechizo de piernas de gelatina, por lo cual le era difícil caminar.
- Ohh, por fin llegaron - dijo el líder ignorando al mago adolescente - ¿Qué le paso a sus piernas?
- El niño bonito recibió todo mi ataque, pero tuvo energías para lanzarme esta maldición, ¡Deshazla! - chillo molesto el carroñero.
- Enseguida - el líder movió su varita y las piernas tambaleantes del carroñero fueron a recuperar sus fuerzas - Así que tenemos a un revoltoso, ¿Eh?... ¿Y te gusta la fea? Puajj
- ¡Cállate! - grito Draco colérico.
El líder se alejó de Harriet, como si de repente repara en algo, acercándose a Draco, una sonrisa broto de sus labios al reconocerlos, y como no hacerlo, después de todo antes trabajaron para el mismo señor tenebroso, los Malfoy habían ofrecido una gigantesca. recompensa por su hijo. Él era la joya bien pagada que ansiaba atrapar.
- Cambio de aviones… no llevaremos a estos al ministerio - anuncio el líder, sonriente mostrando sus dientes amarillos - Iremos ahora mismo al cuartel central.
Draco se puso pálido mientras el líder sonreía con mayor ahínco.
- Hora de volver a casa, niño bonito.
El grupo y los adolescentes capturados aparecieron en la entrada de la mansión atravesando las rejas negras, los suntuosos jardines y caminaron hasta llegar a la lujosa parte frontal, atravesaron las pesadas puertas hasta llegar a la zona de reuniones. El destino fue piadoso con los jóvenes rebeldes, Voldemort no estaba presente, pero si los Malfoy y Bellatrix Lestrange.
- ¡Hijo mío! - chillo de emoción Narcisa Malfoy al ver a su hijo.
La bruja madre corrió a abrazar a su hijo, apartándolo del carroñero.
- Devuélvele su varita - ordeno la matriarca de la mansión - Ahora.
- Claro, señora - dijo el líder los carroñeros - Traje a su hijo sano y salvo, como pidió, ahora pido yo mi recompensa.
Pero Narcisa lo ignoro y se dedicó a mirar a su hijo, su querido Draco había regresado al fin a casa… ahora podría dormir sin sentir que enloquecía.
- Draco - dijo Lucios, reuniéndose con su esposa - Jovencito, ¿Tienes idea lo que hiciste?, ¡Nos torturaron por tu dimisión!, es un milagro que tu madre no este loca…
- Sé controlar la fuerza de mis hechizos Lucios- dijo Bellatrix, acercándose al trío de oro, rodeándolos - Sé calcular los daños que quiero proporcionar, nunca volvería loca a mi propia hermana… después de todo no es culpa de Cessy tener un hijo traidor.
Draco palideció, sus mayores miedos ocultos se hicieron realidad, temía que su madre fuera torturada por su culpa y así ocurrió.
- Lo siento, madre… jamás… jamás quise ponerte en peligro - dijo Draco con la voz quebrada de dolor - Yo, solo… solo.
- ¡Basta! - interrumpió Bellatrix - Su reunión familiar puede esperar, hora de trabajar.
La bruja de pelo negro ondulado se acercó a Harriet y la sostuvo de la mandíbula con fuerza.
- ¿Qué le paso en la cara?
- No lo sabemos - dijo uno de los carroñeros - La encontramos así en el bosque.
- Mnmm, parece un maleficio punzante… Alguno de ustedes el hechizo, ¿verdad? - más que pregunta era una aseguración de la diestra bruja - Dame la varita de Granger, es un hechizo complicado y según su historial, esa sangre sucia es buena con la magia.
Bellatrix lanza una sonora carcajada al comprobar que sus especulaciones eran ciertas, el último hechizo realizado por la joven bruja era una maldición punzante.
- La quisiste disfrazar, sangre sucia, pero es conocido por todo el mundo que Potter viaja escondiéndose con sus dos mejores amigos… y por lo que se ve, con el desertor Draco Malfoy…
Los padres de Draco se tensaron y viendo a los ojos se comunicaron sin palabras, era esencial librar a su hijo de los castigos que le impondrían por dimitir.
- Draco - dijo Narcisa en un susurro - Hijo mío, dime que todo esto, tu fuga, tu dimisión fue solo un plan para capturar a Potter… diles Draco, diles que sigues en nuestro bando.
- Draco - susurro Lucios - ¿Planeaste ganarte la confianza de Potter para traicionarla cuando fuera el momento oportuno?, lo hiciste, ¿Verdad?, jamás te atreverías a atacarme por defender al enemigo.
Aunque los dueños de la mansión susurraban, sus palabras eran escuchadas por todas las personas que estaban en la sala. Bellatrix, cansada del drama familiar alzo a la deforme pelinegra del pelo, provocándole un grito de dolor que tenso a Draco.
- Draco, ¿Es esta Harriet Potter? - Bellatrix apunto con su varita al cuello de Potter, un movimiento en falso y la mal - ¿Eres aun de los nuestros, un espía al servicio del señor tenebroso, o te aliaste con los sangre sucia?
- Yo... yo...
El joven pelo platino no podía hablar de forma correcta, tenía tanto que decir ya la vez tanto miedo de enfrentarse a sus padres.
- Draco - Lucios lo jalo del cuello más cerca a la pelinegra - Solo una palabra, “Si” , solo necesito que digas esa palabra… si somos nosotros quienes le entreguemos a Potter al señor tenebroso, nos perdonara, ¡A todos!, nuestras vidas volverán a ser como antes, ¿Entiendes?
Lucios acaricio con nerviosismo el pecho de Draco, intentando apelar a sus sentimientos para poder tener de nueva la gracia de Voldemort.
- No olviden a quien lo atraparon en realidad, ¿Verdad, señor Malfoy? - aporto el líder de los carroñeros.
El dueño de la mansión apretó la mandíbula, cansado de cómo era tratado ahora que ya no era el terrateniente principal del señor oscuro.
-T e atreves a hablarme así, sucio carroñero, ¡En mi propia casa!
Narcisa lo alejo de Draco, sus gritos no iban a ganar nada con Draco.
- Amor - dijo Narcisa, encaminándolo donde estaba la deforme pelinegra - Debes asegurarnos que quien está frente a nuestro es Potter, tenemos que estar 100% seguros de su identidad para poder llamar al señor oscuro.
- Narcisa tiene razón, Draco, si llamamos al señor oscuro y esta bruja…- Bellatrix jalo el cabello de Harriet, provocando un sonido lastimero de su parte - No resulta ser Potter, ¡Nos matara a todos!
Los carroñeros al escuchar el peligro que corrían comenzaron a impacientarse.
- Señores, solo queremos nuestro pago por Draco Malfoy, pueden quedarse con los otros magos, no nos importa… dennos la recompensa por el mago y nos iremos de aquí - dijo el líder de los carroñeros.
Lejos de enfadarse, Bellatrix dejo de jalar el pelo de la pelinegra y se acercó al grupo mercenario con una carcajada enloquecida.
- Si… se les dará su debida recompensa… hombres que solo persiguen el dinero y no la gloria o el honor… Carroñeros, con sed de oro y-
La bruja dejo de hablar por la sorpresa que se llevó, la espada de Gryffindor estaba en posesión de uno de los desalineados carroñeros.
- ¿Qué es eso?... ¿Cómo la obtuviste?- pregunto ella.
- Estaba en el bolso de la bruja bonita cuando los registramos… pero ahora es mía- dijo con orgullo el carroñero, mostrando la espada.
Esas palabras desataron la ira de Lestrange, quien de un movimiento de varita asesino al mago, un carroñero sorprendido arremetió contra la enloquecida bruja, pero esta lo ahorco con maestría, el líder del grupo intentó frenar a la bruja pero sus ataques fueron repelidos por la experta duelista, siendo maldecido juntos con otros que se sumaron a la pelea. Lestrange podía lidiar con todos a la vez, pero su concentración estaba en la espada, así que luego de maldecirlos con infinito dolor, les perdono la vida ordenándoles desaparecer en segundos o pintaría el piso de mármol con su sangre. Valorando más su propia vida que el oro, el grupo de carroñeros huyo de la mansión Malfoy.
- Cessy, ¡Encierra a la fea y al pelirrojo en el sótano! - demando Bellatrix sosteniendo la espada de Gryffindor - Voy a tener una conversación con la sangre sucia, ¡De chica a chica!
Narcisa obedeció, jalo a los adolescentes hacia las entradas del sótano, donde estaba Colagusano, para que los encerraran.
- ¡No! - chillo Ron, sabiendo que nada bueno le sucedería a Hermione al lado de la enloquecida supremacista de sangre Lestrange- ¡Déjala!
- ¡Avanza, enamorado! - chillo Colagusano- ¡No es momento de ser el héroe!, ¡Hora de conocer tu nuevo hogar!
Sin delicadeza alguna, Colagusano arrojo a los adolescentes dentro del sótano, estos cayeron de bruces al suelo.
- ¡Que vamos a hacer! - chillo Ron, desperado - ¡No podemos dejar a Hermione sola con esa loca!
El corazón de Harriet latía a pura fuerza de terror, ¿Debió de negociar su entrega por la libertad de sus amigos?, ¿Habría alguna posibilidad de salir del infierno en el que estaban?, ¿Si gritaba ahora revelando su verdadera identidad, podrían sus amigos conservar sus vidas?
El torbellino enloquecido de pensamientos en la mente de Harriet se detuvo al escuchar la suave voz de Luna, quien salía de la oscuridad, Ron con el artefacto heredado de Dumbledore ilumino el oscuro espacio, más personas encerradas salieron a la luz, entre ellos el viejo fabricante de varitas Olivando y un duende de Gringotts. Una repentina oleada de alivio cruzo el pecho de Harriet al ver a la soñadora Ravenclaw en una pieza, lastimada y desnutrida como todos los que estaban en el sótano… pero viva.
- Esa espada debería estar en mi bóveda en Gringotts - dijo Bellatrix mirando con odio a Hermione - ¿Cómo la obtuviste?
Hermione, temblando de miedo, intentando explicar que no sabía cómo se habían hecho con la espada, simplemente apareció y ya.
La respuesta no pareció complaciente a la bruja de cabello ondulado negro, que con un movimiento de varita la levito unos metros en el aire y luego la soltó, como una muñeca a la cual le cortaron las cuerdas que sostenían. Hermione se retorció en el suelo de dolor.
- ¡Basta!, ¡No le hagas daño! - preguntó Draco, impotente al ver sufrir a la Gryffindor.
- Silencio Draco - pidió Lucios a su hijo, sintiendo que la ira de Bellatrix debía estar bien fundamentada pero aún sin entender el porqué de la preocupación por un artefacto histórico, y la única forma de saber la razón era seguir escuchando a la bruja, aunque eso significara volver a presenciar una asquerosa tortura.
No le molestaba los ideales de una sociedad pura de sangre, pero lleva las palabras a la práctica removía sentimientos en el patriarca de la familia… lo más inteligente seria ganarse el favor del señor oscuro, pero su estómago se revolvía al saber que aún debían masacrar a más sangre sucias que habitaban la tierra… las aberraciones continuarían hasta deshacerse del último, ¿Llegaría vivo para ese entonces?, los planos de Voldemort fueron siempre la dominación mundial pero apenas llevaban un país conquistado y estaba cansado de toda la sangre derramada.
No era momento de pensar en eso, se dijo Lucios, debía enfocar toda su atención en sacar la mayor información que pudiera de la bruja torturada.
- ¿Qué otro objeto más…- dijo Bellatrix acercándose a la joven bruja que volvió a recobrar el conocimiento luego de la caída- ¡¿Qué otro objeto más sacaron tú y tus amigos de mi bóveda?!
- No… no sé qué más- sollozo aterrada Hermione- No sé qué más, ¡Por favor!, ¡Déjeme ir!
Sin importar dañar a la bruja más joven, Bellatrix se sentó en el estómago de Hermione, sacándole el aire de golpe, la bruja de cabello ondulado se acercó al rostro de la sangre sucia mejor para verla mejor.
- No te creo, sangre sucia - dijo Bellatrix analizando el rostro de Hermione - No te creo, ¡Habla ya!
El terrateniente de Voldemort comenzó a blandir su varita como si de una espada se tratase y corto superficialmente la piel expuesta de la bruja en el suelo. El chillido de dolor de la joven bruja no se hiso esperar.
- ¡Basta!, ¡Tía, para, por favor! - grito Draco al ver a Hermione sangrar superficialmente - ¡Basta ya!, ¡Ella no miente, no le hagas más daño!, ¡No sacamos nada de tu bóveda!
- ¡Draco, silencio! - ordeno Narcisa, acorralando a su hijo con sus brazos.
- ¡No!, ¡No, madre!, ¡Ya estuve demasiado tiempo en silencio! - Draco se liberó del agarre de su madre - ¡Dejen ir a Hermione ahora mismo!
- ¡No le grites a tu madre! - riño Lucios, acercándose a su esposa- ¡Así no te crie!
Bellatrix paro de cortar la piel de la joven bruja, así solía empezar sus torturas largas, cortes superficiales como cuando te cortas con una hoja, esas heridas eran tan dolorosas como los cortes profundos, muy útiles para aflojar lenguas en interrogatorios largos, pero a pesar que amaba torturar no pudo evitar distraerse ante la pelea de los Malfoy.
- Tú dices, padre - continuo Draco - Que si entregamos a Potter todo será igual… pero debes salir ya de esa fantasía padre, ¡Nada será igual!, ¡Con Harriet o sin Harriet ya nada será igual!
El matrimonio Malfoy se quedó helado ante las palabras de su hijo, muy secretamente y resguardado con oculmancia en sus mentes, ese pensamiento no hacía más que aparecer ante cada muerte y tortura que presenciaban.
- La llamas por su nombre - noto Bellatrix - A Potter, la llamas por su nombre… y también a esta sangre sucia... la llamas por su nombre… ¿Qué te hicieron, Draco?, ¡¿Qué te hicieron?!
Bellatrix, enfurecida descargo su rabia en la bruja que tenía a su merced.
Los gritos no se hicieron esperar, la joven bruja gritaba de dolor mientras que Draco suplicaba que se detuviera, siendo retenida por sus padres para no interferir en la tortura.
Los gritos resonaron por toda la mansión, llegando hasta el sótano, poniendo el pelo de punta de los Gryffindor, Ron, desesperado comenzó a gritar el nombre de Hermione a través de la reja por la cual entraron.
- ¡Hermione!, ¡Hermione!, ¡Hermione! - chillo Ron, sacudiendo la reja vanamente, pues no la movió ni un centímetro.
- ¡Tenemos que hacer algo! - grito Harriet, con lágrimas en los ojos.
- No se puede salir del sótano, ¡Ya intentamos de todo! - respondió el duende.
- Esta encantada, señorita Potter, no se puede salir, solo entrar- dijo Ollivander.
Harriet se desesperó, llorosa se tapó los oídos, impotente, cada grito desgarrador le taladraba el corazón y la mente.
- ¡Hermione! - siguió gritando Ron - ¡Hermione!
Debian rescatarla, salir del sótano… ¿Pero cómo?, los veteranos capturados ya habían intentado de todo. De repente saco su peluche de gato, saco su mochila y comenzó a buscar algún objeto que les ayude a salir de esa situación, tiro su capa de invisibilidad, la carpa de acampar, la snitch dorada, sus casas y mantas, ¿Provocar un incendio? con el calentador a gas de Elise?, ¿Intentar romper la reja con su abre latas?... todo demoraría demasiado, ¡Nada serviría para recatar a Hermione a tiempo!
Frustrada, arroja su mochila al suelo, un trozo de tela roja escapa de esta, volando por los aires y cayendo al suelo sin hacer ruido. Curiosa, Luna se acerca a la tela y la desenrolla para saber que había dentro de esta.
- Que curioso objeto llevas aquí, Harriet - dijo Luna sosteniendo el espejo roto, con cuidado de no cortarse.
Aun desesperada, Harriet tomo por inercia el objeto con sus dedos, el espejo de doble sentido, el último regalo de Sirius, angustiada, sin importar quien estuviera detrás, Harriet imploro ayuda, cuando vio un ojo igual de azul que su abuelo sollozo por piedad. , informando donde estaban.
- Te daré lo que quieras, pero por favor, ayúdanos, ¡Están torturando a mi mejor amiga! - Chillo Harriet, llorando.
El espejo de doble sentido por donde apenas veía el ojo azul de repente corta la comunicación, Harriet se sintió como todas sus esperanzas cayeran al suelo, pero al escuchar como alguien se acercaba bajando las escaleras hacia donde estaban, guarda todas sus cosas con gran velocidad en su mochila y la metió dentro del peluche, mientras Ron regresaba a dejar el sótano a oscuras, tal como cuando llegaron. Cuando la reja se abrió mostrando a Colagusano, Harriet ya tenía el peluche guardado bajo su capucha.
- Quietos - ordeno Colagusano con la varita listo para atacar - ¡Tu, duende, ve conmigo!
- Peter- llamo Ron - Peter, por favor, ayúdanos, ¡Hermione está siendo torturada!, ¡¿Qué no la escuchas?!
El obeso mago sonriendo con malicia.
- ¿Por qué debería molestarme?, ex amo Weasley, yo ADORO las torturas.
Con una sonrisa siniestra, Colagusano cierra la reja, llevándose al duende.
- ¡Maldito! - chilla Ron, sacudiendo la reja- ¡Te cuidamos por doce años!, ¡Doce!
Pero para ese punto Colagusano se encontró a medio camino de las escaleras, ignorando olímpicamente a Ron.
- Ron, ilumina el sótano por favor - pidió Harriet.
La luz brota del desiluminador, al mismo tiempo que se escucha el sonido característico de una aparición, el grupo de magos ve atónitos como un elfo de vestimenta blanca y calzado pequeño aparece frente a ellos. Al ver a Harriet la criatura mágica soltó un chillido de alegría ya la vez de sorpresa por su rostro inflamado.
- ¡¿Dobby?!, pero que…- Harriet tiene que contener su voz para no enfriar de emoción- ¿Qué haces aquí?
- Dobby vino a rescatar a Harriet Potter, por supuesto… ¿Harriet Potter está bien?, su cara esta…
- Descuida Dobby, fue un hechizo de Hermione para camuflar mi cicatriz, para proteger mi identidad y no me entregarán tan rápido a sin na- Harriet carraspeó - A el señor oscuro.
- ¿Puedes aparecer dentro de esta habitación sin problemas? - pregunto incrédulo Ron - ¿Puedes llevarnos contigo?
- Claro que si- dijo el elfo seguro de sus habilidades.
- Perfecto- susurro aun incrédulo Ron.
Harriet se arrodillo a la altura de Dobby para poder mirarlo a los ojos, sus enormes ojos que trasmitían las emociones que sentía.
- Dobby, por favor amigo mío, debes llevar al señor Ollivander y Luna fuera de esta prisión, a algún lugar seguro de la orden.
- No a la mansión oculta de los Black - dijo de repente Ron - A estas alturas todos los Mortífagos ya deben de conocer su paradero y esperar a que volvamos… conozco un lugar mejor: hay una cabaña oculta en los afueras de Tinworth, Cornwall, confíen en mí, ese es un lugar seguro.
Dobby tomo nota mental del lugar al cual trasportarse.
- Cuando esté listo, señor - dijo Luna.
- Si - afirmó Ollivander acercándose al elfo.
- ¿Señor? - los ojos de Dobby se agrandaron de alegría - ¡Señor!… ella me cae muy bien.
Nadie había llamado al elfo con propiedad y respeto, nadie además del trío dorado, alegrando a Dobby. Este tomo la mano de la rubia bruja y el harapiento Ollivander y prometió volver en seguida para liberarlos; unos segundos después ya había desaparecido con los magos.
Solo ahí, en la soledad del sótano de los Malfoy, Harriet reflexiono y no pudo evitar preguntar en voz alta.
- Ron… ¿Quién le dijo a Dobby que estábamos en el sótano de los Malfoy?
- No lo sé, Harriet… quizás Dobby y Kreacher te han estado buscando por todos lados y Dobby dio primero con tu ubicación… no lo sé, solo sé que quiero salir de aquí.
Harriet dejo de pensar, ella también quería salir de ahí.
Notes:
He notado algo extraño humanitos, a pesar de publicar en mi país el miércoles por la noche, el fic no llega a subirse hasta la madrugada del jueves… por lo que tendré que publicar mas temprano esta historia sino quiero faltar mi juramento de actualización. En fin…
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 63
Summary:
Fuga de la mansión Malfoy, despedida de un pequeño amigo y profanación a una tumba.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Habían estado caminando todo enero, febrero y parte de marzo, a la intemperie, con el cielo como techo bajo sus cabezas, sin límites de frontera alguna, estar encerrados de repente, atrapados en un lúgubre sótano se sentía casi claustrofóbico. No ayudo en nada los ecos de los gritos de Hermione llegar hasta ellos perforando sus oídos.
Harriet se apretó las manos, uñas cortando sus palmas, impotencia corriendo en sus venas, ¡Debían rescatar a Hermione ya!
La ausencia de Dobby como esperanza entre tanta oscuridad comenzaba a pesar, ¿Por qué demoraba tanto?, ¿Cuántos minutos habían pasado?, ¿Habría encontrado un lugar seguro?
De repente unos pasos se escucharon, alguien volvía a bajar las escaleras, con rapidez Ron absorbió la luz con el desiluminador de Dumbledore para que el sótano permaneciera en la oscuridad original en la que se encontraba.
- ¡Ollivander! - grito Colagusano - Ven conmigo, ¡Ahora!
Los Gryffindor comenzaron a sudar, Ollivander ya no se encontraba ahí, ahora estaba a salvo gracias a Dobby.
- ¡No me hagas entrar o te torturaré antes que puedas ser interrogado! - chillo Peter con la varita en alto.
Al ver que no había repuesta, Colagusano avanzo unos pasos por el sótano, cuando se adentró en el oscuro espacio, Harriet salida de las sombras intento atacarlo, lanzándose a él en un ataque sorpresa, el obeso mago se defendió, ahorcándola con su mano plateada, Ron salto de las sombras intentando liberar a Harriet, pero Peter golpeo al pelirrojo con su mano de carne y hueso dejándolo semi inconsciente en el suelo. El adulto traidor bien alimentado estaba ganando frente a unos adolescentes que se alimentaban estrictamente lo necesario para subsistir y no morir de hambre.
La mano de metal de Peter comenzó a apretar con mayor fuerza el cuello de Harriet, privándola de aire.
- Mal…dito - susurro Harriet a falta de aire, puntos negros comenzaron a bailar en sus ojos, pronto perdería el conocimiento - ¡Te salve… te salve la vida cuando Sirius y Lupin querían asesinarte!, ¡Me debes la vida... Peter Pettigrew!
Colagusano dejo de apretar con fuerza la garganta de Harriet, permitiéndole respirar con normalidad, alejando la inconciencia que amenazaba con tragársela, mientras un adolorido Ron se levantaba del suelo… de repente la mano de metal abandono la garganta de la pelinegra y ataco a su dueño, Peter, estrangulándolo.
Fue un horrible espectáculo lo que presenciaron los Gryffindor, un hombre siendo estrangulado por su propia mano de metal mientras este intentaba librarse a la fuerza con su mano de carne y hueso.
- ¡¿Por qué se está ahorcando a sí mismo?! - chillo Ron, viendo como Colagusano comenzaba a ponerse azul, babeaba, chillando agudo, con los ojos abiertos como platos, no podía rivalizar con la mano de metal.
Harriet aun jadeante, sosteniendo su adolorida garganta, se las ingenió para hablar.
- Esa mano… se la dio sin nariz al resucitar… debió… debió de sentir la deslealtad de Peter al dudar en arrebatarme la vida… recuerdo que sin nariz dijo que ante el próximo desliz de Colagusano no sería magnánimo…
Se oyó un sonido como a algo rompiéndose, la mano de metal había roto la garganta de Peter, ahora el obeso mago estaba muerto, tendido en el sótano de los Malfoy.
- Sé que era nuestro enemigo… sé que incriminó a Black y engaño am i familia por doce años… pero… pero… que horrible forma de morir - dijo Ron, pálido como una sábana blanca.
- Concuerdo contigo - dijo Harriet.
De repente los adolescentes escucharon el clásico sonido de una aparición, era Dobby quien apareció en las escaleras, al ver a Colagusano tirado, creyéndolo aturdido, sugirió que alguien tome su varita, la necesitarían si querían salir de la mansión.
- Lo hare yo - se ofreció Ron.
Adolescentes y elfo subieron las escaleras en silencio, en la sala Bellatrix estaba interrogando al duende acerca de sus pertenencias en su bóveda de Gringotts, como el duende no pudo proporcionarle ninguna información valiosa, Bellatrix comenzó a cortar la piel de su cara sin magia, solo con una daga.
- ¡Mientes duende!, ¡Dime quien más entro a mi bóveda! - chillo enloquecida de rabia Bellatrix.
- El robo pudo haber ocurrido desde hace meses o semanas… me tienen aquí desde hace semanas, razone Lady Lestrange, no hay forma de saber lo que pasa en el mundo exterior si estoy encerrado en el sótano de la mansión Malfoy-
- ¡Te atreves a contradecirme! - chillo enfadada Bellatrix - ¡Te enseñare a educar esa lengua tuya!
Y sin remordimiento, con un movimiento veloz de su daga, como si fuera un látigo, cortó una oreja del duende, este grito de dolor y se tapó la sangrante herida con la mano.
- Considérate afortunado duende, he matado a muchos por menos… pequeño afortunado bastardo… aún me sirves con vida.
Bellatrix camino hasta una bruja que estaba tendida en el suelo, con la cara empapada de lágrimas y cortes superficiales en toda su piel expuesta, sangraban apenas, pero a la bruja le dolía tanto que prefería no moverse un centímetro, en el dorso de su brazo, Bellatrix había escrito “Sangre sucia” … las letras aun sangraban.
- En cambio, tu, pequeña sangre sucia - dijo Bellatrix - Ya no me sirves para nada… hora de morir, error de bruja.
Ron no pudo seguir aguantando ver herida a Hermione y sin pensar, arremetió contra Bellatrix usando la varita de Colagusano, logrando arrebatarle su varita, Harriet de un salto la tomo en el aire. Al ver que la pelinegra batallaba para realizar un contrato de fidelidad y por ende no podía usar la varita de la Mortífaga, Draco abandono el agarre de sus padres y se colocó como un escudo protegiendo a la pelinegra, blandiendo su varita, a la vez que se enfrentaba a sus padres quienes comenzaron a atacarlos.
- ¡Quítate Draco! - chillo Lucios - ¡Quítate, ahora!, ¡Ya basta de juegos!
- ¡No es un juego, padre!, ¡Nunca lo fue!
Enfrentamiento de un hijo contra sus padres, siendo apoyado por Ron para ser un duelo parejo comenzó a desarrollarse en la sala donde Draco había crecido, un lugar donde antes él pensó como su hogar, explosiones y escudos se dejaban ver, luces y chispas, aturdimientos y hechizos sin verbalizar para lograr un factor sorpresa que el oponente debía esquivar. La varita de Lestrange no aceptó la sangre de Harriet, por lo que era un peso muerto en la pelea, refugiada tras sus amigos, Draco se concentró en hacer sus escudos más grandes ante cada ataque de sus padres para cubrir a la pelinegra.
- ¡Alto! - chillo Bellatrix - ¡Alto o le rebano el cuello a esta sangre sucia!
En medio de la pelea, Bellatrix había interceptado a Hermione y la retenía como prisionera, su daga estaba pegada a su cuello, un hilo de sangre escapo de la piel de la joven bruja retenida.
- Suelten sus varitas o la sangre sucia se muere… ¡Suelten sus varitas ya!
El trio de jóvenes magos obedeció, Lucios cogió sus varitas del suelo, reteniéndolas.
- Vaya, vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí?, Miren nada más, pero si es bonita Potter - dijo riendo Bellatrix, el maléfico punzante había desaparecido de su rostro - Y esta como nueva otra vez, justo a tiempo para el señor tenebroso… Draco, esta será la última vez que perdone tu rebeldía adolescente, llama al señor oscuro, te daré el honor de llamarlo… llámalo, vuelve a nuestro bando, o muere con los traidores.
- ¡Draco! - gimió con miedo Narcisa - ¡Draco, llámalo, por favor!, ¡Se te perdonara todo, solo debes llamarlo!
- Alivia el corazón de tu madre, Draco - dijo Lucius, avanzando un paso hacia su primogénito- Vuelve a nosotros, hijo… o morirás de la forma más dolorosa posible, ¿Crees que quiero ver tus entrañas esparcidas en la mansión?... ¡El cuerpo de mi propio hijo profanado!, obtendrás la muerte segura si sigues en el bando de Potter.
El joven rubio se colocó con más ahínco delante de Harriet, intentando protegerla, aunque no tuviera varita alguna. Era hora de enfrentar sus mayores temores, si moriría lo haría con la cabeza levantada, diciendo la verdad y protegiendo su corazón.
- Prefiero morir hoy por mis ideales correctos que vivir una vida llena de deshonra al lado del señor oscuro, ¡¿Qué no lo ven?!, es una batalla perdida, ¡La libertad es un derecho! - grito Draco, sin miedo al enfrentarse a sus padres - Aun pueden cambiar de bando, papá, mamá, ¡Aun podemos recuperar verdaderamente nuestras vidas y aspirar a algo mejor que vivir en el miedo por un maniati-
Draco paro de hablar cuando una daga se le clavo en el brazo, derrumbándose en el suelo, los gritos preocupados de sus padres y Harriet no se hicieron esperar.
- ¡Bella! - chillo Narcisa con lágrimas en los ojos - ¡¿Qué hiciste?!
- Ataque a mi enemigo, claro está - dijo la bruja sacando otra daga para colocarla en el cuello de Hermione.
Harriet arrodillada, apoyo a Draco en su pecho, la herida comenzaba a sangrar copiosamente, temblando intento calcular los daños, susurrando con lágrimas que la herida no comprometía ningún órgano vital, calmando al adolorido mago con promesas de detener el sangrado y sanarlo.
- ¡Es mi hijo al quien dañas! - rugió Lucios, con miedo y rabia en los ojos - ¡Mi hijo!
Bellatrix rio de forma enloquecida, sus risas rebotaron en las grandes paredes de la mansión, dando un efecto a ecos escalofriante.
- Narcisa, Lucios… ustedes no tienen hijos - dijo Bellatrix mirándolos de forma amenazadora - Ahora, volviendo al indeseable número uno, es hora de llamar al señor oscuro… Llámalo Lucios, ¡Llámalo!
El patriarca Malfoy temblaba, llamar a su líder equivaldría a matar directamente a su hijo con sus propias manos, ¿Cómo diablos podría vivir con ese peso en su mente?, lo más probable era que perdiera la cordura antes que su esposa.
- ¡He dicho que lo llames, Lucios! - grito enloquecida Bellatrix - ¡Llámalo!... o acaso… ¿Acaso seguirás los mismos pasos de dimisión que tu hijo?... ¿A que bando perteneces, cuñado?, ¡¿A cuál?!
Antes de que Lucius pudiera contestar a una de las brujas preferidas del señor oscuro, un ruido chillón metálico se oyó en la sala, el ruido provenía del techo, todos los presentes de la sala vieron como un elfo domestico estaba sentado en la costosa lámpara Arana colgante de cristales, desenroscando la pieza central que sostenía la lámpara para que esta callera al suelo… justo donde estaba Bellatrix.
Cuando la Arana callo, Bella corrió para evitar morir aplastada por el pesado objeto, soltando a Hermione, quien corrió donde se encontraban sus amigos y un herido Draco, refugiándose en los brazos de Harriet mientras Ron aprovechaba el caos y le arrebata sus varitas a Lucios Malfoy a base de un fuerte golpe en la quijada que lo dejo aturdido. Quien también aprovecho el caos de la destrucción fue el duende, que corrió con la espada de Gryffindor hacia los jóvenes magos y el elfo doméstico.
- ¡Maldito elfo! - chillo Bellatrix - ¡Pudiste matarme!
El elfo, quien apareció delante del grupo rebelde giro para encarar a la loca bruja.
- Dobby nunca quiso ha querido matar… - dijo el elfo con su clásica voz aguda - Dobby solo quería mutilar o lesionar de gravedad.
Narcisa en un intento por controlar la situación blandió su varita, pero de un chasquido el elfo le quito su varita antes de siquiera poder lanzar un conjuro, sorprendiendo a las antiguas hermanas Black.
- ¡Te atreves a quitarle la varita a una bruja! - chillo Bellatrix con rabia nada contenida - ¡¿Cómo te atreves a desafiar a tus amos?!
Esas palabras encendieron orgullo en los ojos del elfo, y tan claro como el cristal declaro.
- Dobby no tiene amos, ¡Dobby es un elfo libre!, Y Dobby vino a salvar a Harriet Potter y sus amigos.
El elfo estiro las manos hacia los nombrados, era hora de escapar, el grupo capturado lo entendió y todos sin excepción tomaron las manos del elfo al mismo tiempo. Dobby cerró los ojos concentrándose en el lugar a aparecer.
Harriet sonrió cuando sintió la familiar sensación de tirón en el ombligo, pronto la pesadilla acabaría, pero antes de dejar de sentir el suelo bajo sus pies un sonido metálico la desconcertó, sonido que venía desde la dirección donde se encontraba Bellatrix, segundos después la oscuridad la rodeo, como si estuviera en un túnel y al siguiente segundo el grupo cayó estrepitosamente al suelo, separándose.
Lo primero que sintió Harriet fue la arena húmeda mojando su rostro y toda su piel expuesta, empapando su ropa al caer recostada boca abajo, luego el olor a salitre característico del mar le hiso abrir los ojos, se levantó aun atontada y comenzó a buscar a sus amigos.
- ¡Hermione!, ¡Hermione!, ¿Estas bien?
La inteligente bruja se hallaba arrodillada en la arena, pequeñas gotas de sangre escapaban de su rostro y manos, siendo abrazada por Ron quien ni bien abrió los ojos salto a cuidar a la bruja.
- Estamos bien, Mione, estamos bien… ¿Y Draco? - pregunto aterrada Harriet.
- Aquí…
Dijo el nombrado caminando hacia Harriet, agarrándose el brazo, aún tenía la daga de su tía clavada profundamente.
- Oh, por Merlín… - dijo Harriet al acercarse y ver con más detalle la herida - Te curaremos, estarás bien, estarás bien… Hermione tiene una poderosa poción para cerrar heridas… aunque ahora que lo recuerdo uno de los carroñeros le quito su bolso de cuencas… pero… pero estarás bien… te curaremos como podamos y-
- Harriet - dijo Draco, pálido de dolor - Estoy bien, duele, pero ya dejo de sangrar.
La pelinegra comenzó a fijarse donde cayeron, se suponía que era un lugar seguro, alguien debía de ayudarlos, habían aterrizado en la orilla de una playa de cielos grises para ser primavera, vegetación bordeaba la costa, a lo lejos vio una cabaña, así como a dos personas acercarse a ellos. Todos habían escapado de la mansión Malfoy, hasta el duende de Gringotts, quien sostenía con codicia la espada de Gryffindor… todos estaban a salvo gracias a Dobby.
- Dobby - dijo Harriet, buscándolo, debía de agradecerle tanto - Dobby, ¿Dónde estás?
- Harriet… Potter - respondió el elfo con voz débil - A… aquí.
Sin entender que le pasaba, Harriet camino en dirección al elfo, este estaba inclinado, como si cubriera su estómago. La bruja camino con mayor prisa al ver sacudirse con violencia los delgados hombros del elfo.
- ¿Dobby?, ¿Qué ocurre-
La pregunta murió en sus labios al mismo tiempo que el elfo descubría su pecho, rebelando una de las dagas que Bellatrix, daga que se encontraba clavada profundamente en su pecho, sangrando y manchando su prenda de vestir blanca a carmesí. Temblando, Dobby agarro la daga y se la quitó, grave error, más sangre comenzó a brotar con fuerza de su pecho.
- Do… Dobby, no, no, no…
El elfo perdió fuerzas en sus piernas, Harriet corrió para atraparlo antes de que el elfo cayera a bruces en la húmeda arena, Dobby soltó la daga empapada con su sangre, su prenda comenzó a colorearse con más prisa de rojo, como si alguien hubiera dejado un caño abierto.
- Estarás bien Dobby… estarás bien, resiste - chillo Harriet, sosteniendo el cuerpo del elfo con fuerza - Resiste, resiste, ¿Si?, querido amigo, te vamos a curar… resiste, ¿Si?
Pero Dobby no pudo responder con palabras, gemidos adoloridos salían de su boca.
- ¡Alguien, ayuda!, ¡Que alguien me ayude! - chillo Harriet.
Se suponía que era un lugar seguro, alguien debería venir y ayudarlos, ¿No?
- ¡Auxilio!, ¡Ayuda!, ¡Por favor! - grito.
Pero nadie vino.
¿Por qué nadie venia?, ¡Se suponía que ese era un lugar seguro!, ¡Alguien de la orden debería estar por esa lejana cabaña!
- ¡Ayuda!, ¡Alguien, por favor!
Sus amigos solo la veían con lágrimas en los ojos, Draco, pálido por dolor, camino hasta una llorosa Harriet.
- ¿Por qué nadie viene? - sollozo Harriet con la garganta adolorida por los gritos - ¡¿Por qué?!
- Luna, quien llego antes que nosotros, dijo que los dueños de la casa no están presentes, estamos en un lugar seguro, pero estamos solos, Harriet… Al ser la menos herida Luna se quedó en la cabaña con Ollivander a espera de los propietarios.
Desesperada, Harriet intento detener el sangrado usando como torniquete la propia mano de elfo bajo la suya.
- Vayamos a esa cabaña… deben de tener pociones sanadoras, llevare a Dobby - anuncio Harriet, limpiándose las lágrimas con su hombro.
Pero Dobby apoyo su cabeza al pecho de Harriet y negó, demasiado cansado para hablar, no quería abandonar la playa.
- ¿Dobby? - pregunto Harriet, viéndolo sin entenderlo.
- Dobby no quiere… no quiere irse de la playa - dijo Dobby con los ojos cerrados, como aguantando el dolor.
Aunque Harriet aún no se había levantado de la arena, sintió como si las fuerzas abandonasen su cuerpo.
- Dobby - dijo Harriet, tragándose las lágrimas - Te curaremos, pero debemos irnos ahora… volverás cuando tus heridas se curen, pasaras todo el tiempo que quieras en esta playa, pero por ahora debemos irnos a esa cabaña y comenzar a curarte, te pondrás bien, ¿Ok?… solo resiste, ¿Si?, ¿Lo harías por mí?, resiste un poco más.
- Es una playa… tan hermosa… para estar con amigos - dijo Dobby abriendo los ojos.
- Lo es, Dobby, volveremos, ¡Volveremos! pero debemos curarte primero, por favor… por favor…
El elfo, con delicadeza aparto su mano de la palma de Harriet, como si requiriera gran fuerza de su parte alzo su mano teñida por su propia sangre para coger el dedo índice de Harriet, la bruja inmediatamente cerro sus dedos en la pequeña mano del elfo, estrechándola.
- Dobby… esta… feliz… de estar con su amiga… Harriet Potter - Dobby dio una pequeña sonrisa, demasiado cansado como para poder sonreír adecuadamente, cansado y con mucho frio, demasiado frio.
- Dobby, Dobby… eres el mejor elfo del mundo - dijo Harriet sollozando besando la frente de la criatura, arrullándolo, pegándolo más a su cuerpo- Dobby.
El elfo dejo de sonreír, los labios y lágrimas de Harriet le habían quitado el frio, ahora solo quería descansar… solo unos minutos… o tal vez horas. Soltó la mano de la pelinegra y cerró los ojos. Solo dormiría un momento, el arrullo de la bruja hiso que sumergirse en la inconciencia fuera más fácil.
- ¿Dobby? - Harriet pregunto al sentir la ausencia del agarre del elfo - ¿Dobby?
- Se ha ido, Harriet - dijo Draco, arrodillándose al lado de la pelinegra.
La pelinegra tembló, sosteniendo con mayor fuerza el cuerpo ensangrentado de Dobby, lloro con libertad, desgarrándose la garganta, recordando cuando en segundo año la salvo de Lucios Malfoy.
- ¡Dobby es un elfo libre!, ¿Cómo puede Dobby agradecerle a Harriet Potter?
- No vuelvas intentar salvarme, Dobby - sonrió Harriet al agradecido elfo.
La bruja deformo sus rasgos al sollozar con más fuerza, lagrimas escapaban copiosamente de su rostro, todos la dejaron desahogarse, hasta el duende de Gringotts pareció lamentar la muerte de quien minutos antes lo había sacado de la mansión Malfoy.
- Debemos enterrarlo- dijo Luna, quien apareció trotando, arrodillándose frente a Dobby.
- Si…- dijo Harriet, hipando, con los ojos hinchados por las lágrimas - Aquí, a las orillas de esta playa… solo aquí deberá reposar su cuerpo. Lo sepultare como se debe, sin magia.
- Si… Draco, debes tratar esa herida, los dueños de la cabaña acaban de llegar.
Harriet se levantó, cargando al elfo, sosteniéndolo con fuerza en su pecho y sin esperar, comenzó a caminar hacia la cabaña, sabía que el grupo la seguiría, no tenía cabeza para nada más que la criatura en sus brazos.
Criatura que por más que la tuviera abrazada comenzaba a ponerse helada.
Los dueños de esa cabaña eran Bill y Fleur, quienes al ver a los heridos comenzaron a curarlos lo mejor que pudieron, afortunadamente tenían pociones medicas de emergencia, por lo que con un buen descanso todos se repondrían. Así que mientras el resto recibía atención médica, Harriet se dedicó a buscar el lugar adecuado para enterrar a Dobby.
Sin varita a la mano, Harriet se dedicó a cavar con las manos, el cielo comenzó a oscurecer y Harriet por fin dejo de pensar de forma obsesiva en las reliquias, la urgencia por saber de ellos había sido reducido por el dolor a la perdida, solo oyendo las olas del mar y su respiración jadeante, poco a poco, a coste de uñas rotas, fue haciendo un oyó en la dura y fría tierra, hasta que Draco la detuvo.
- Te harás más daño si sigues así - luego le tendió una varita que reconoció a la perfección - Ten, usa mi varita permanentemente, yo me quedare con la de mi madre… a Dobby no le habría gustado que te hicieras daño haciendo su tumba… déjame ayudarte.
Y dejando a la bruja sentada en la tierra, Draco, con el brazo vendado comenzó a cavar con un atizador de los dueños de la cabaña.
- Pero… estas herido.
- Se curará, además solo es el brazo… lo tuyo es más grave, el corazón - afirmó Draco sin dejar de cavar.
A los pocos minutos llego Ron y ayudo a terminar de cavar un profundo hueco, Harriet se quitó la casaca y envolvió al elfo con esta, Bill Weasley llego con un sombrero en la mano y tapo la cara del elfo. Mientras lo enterraban, Harriet pensó que Dobby se merecía un funeral tan grandioso como el de su abuelo, sollozando por la injusticia de su muerte y humilde tumba. Mientras Luna decía el elogio para el elfo, todos los presentes, incluido un débil Ollivander, una repuesta Hermione y un ceñudo duende aun aferrado a la espada de Gryffindor, mostraron sus respetos.
Quizá Dobby no tuviera una gran comitiva para despedirlo en muerte, pero las nueve personas rodeando su tumba jamás olvidarían el valor del elfo. Cuando la humilde ceremonia acabo, Harriet pidió estar sola. Todos comprendieron que necesitaba tiempo y la dejaron sentada frente a la tumba.
Realizo un rápido contrato de vinculación con la varita de Draco, esta apenas le pidió sangre para aceptarla como maestras, demostrando los profundos sentimientos del pelo rubio claro por ella, tan presentes hasta en su varita, una extensión del mago.
Con su nueva varita hiso levitar una gran roca plana blanca y tallo lo mejor que pudo un epitafio en él.
“Aquí yace Dobby, un elfo libre”
Acomodó la roca como si fuera una lápida y con sus propias manos la clavo con profundidad a la tierra, para que ninguna ráfaga de viento lograse mover el sencillo monumento. Luego se sentó y sintió apenas la ira de Voldemort por su escape, el dolor a la pérdida de su pequeño amigo la tenía entumecida, sus ropas estaban manchadas con la sangre como un recordatorio permanente. Las primeras estrellas comenzaron a aparecer en el firmamento, el frio se incrementó, pero Harriet estaba demasiada centrada en sus pensamientos como para preocuparse en su propio bienestar.
¿Y si pescaba un resfriado?
Que importaba ya, pensó Harriet con amargura.
Pero eso nunca ocurriría, no con Draco quien apareció silenciosamente tras de ella y le colocó una manta, abrigándola.
- Te resfriaras - dijo él, tomando asiento en el suelo junto a ella.
Harriet abrazo la manta sobre ella, su cuerpo agradeció dejar de sentir frio.
- Si… perdón - dijo Harriet, mirando fijamente la tumba de Dobby.
- ¿Le hiciste una lápida? - pregunto Draco - Quedo bien para ser manual… cuando acabemos con esta guerra podremos moverlo al valle cementerio del valle de Godric y-
- No - dijo Harriet, aun sin despegar su mirada de la tumba - A Dobby le gustaba esta playa, será mejor dejar descansar su cuerpo en un lugar tan pacifico como este…
Draco comprendió y asintió afirmativamente.
- Sé que quieres estar sola…- dijo Draco, casi en un susurro - Pero te ves tan desolada que me duele verte tan triste, ¿Puedo abrazarte?
La bruja no dio respuesta verbal, solo cabeceo, dando permiso al apuesto joven, quien la sostuvo con fuerza y al mismo tiempo con delicadeza. Pasaron parte de la noche en silencio mientras Harriet miraba la tumba y sin poder evitarlo más lagrimas silenciosas escapaban de sus ojos, comprendiendo el peso de la ausencia de su gran amigo, ya no escucharía más su cantarina voz, ni vería sus enormes ojos expresivos, ni vería su orgullosa actitud al ser un elfo libre con derecho a sueldo... lo había conocido desde que tenía doce años y desde ese instante el elfo estaba empecinado en protegerla.
Y ella jamás pudo devolverle el favor.
Harriet se pasó la siguiente hora chillando de arrepentimiento.
Los días siguientes, Harriet durmió, su método favorito para evadir la realidad, en sueños podía ver a Cedric, a Sirius, a Dumbledore, a Dobby y a sus padres, en sueños ella aún vivía en el valle de Godric, en sueños ella aun asistía a Hogwarts, donde no había un maniático genocida intentando asesinarla cada año, sus mayores preocupaciones eran los cursos, la notas y sobrevivir a los bullying de turno, siendo siempre rescatada por Cedric, en sueños Dobby aun conservaría su actitud desafiante frente a los magos ansiando su libertad, Dumbledore lo acogería en el castillo y le daría trabajo en las cocinas de Hogwarts donde ella pasaría casi todos sus fin de semana, en sueños Sirius y ella se escaparían de la actitud protectora de sus padres y recorrían el mundo mágico con su estridente moto, intercambiando cartas con sus amigos gracias a Hedwig, su magnífica lechuza blanca, en sueños sus padres trabajarían para el ministerio, grandes amigos del auror Moody y Susan Bones…
- Harriet, hora de comer…
Lentamente, gracias a sus amigos, dejo el mundo de los sueños para volver a la dura realidad, la guerra que debían ganar y los Horrocrux que aún faltaban destruir.
Ella conocía su papel en esa guerra, pero a veces era tan pesado que dormir era más fácil que cazar los Horrocrux… pero ahora, gracias a Bellatrix, tenían una pista del siguiente Horrocrux, oculto en la bóveda de la desquiciada bruja, en Gringotts. El trio dorado se centró los días siguientes en hacer un plan para invadir el banco mágico.
- Es una locura - susurró Ron para no ser escuchados, la casa de Bill era grande, pero debían seguir manteniendo el secreto entre los tres.
- Lo sé - respondió Hermione, igual en un susurró - No hemos hecho nada más que locuras desde que salimos por los Horrocrux.
- Locura o no, esto nos garantizara ganar la guerra, debemos hacerlo - susurró Harriet.
- Sera mejor que empiece a preparar la poción multijugos - dijo Hermione.
- Puedo pedirle a Bill que nos consiga unos cuantos pelos para transfórmanos… pero ¿Cómo conseguiremos el cabello de Bellatrix? - dijo Ron, con duda fundamentada.
- En medio de su tortura dejo caer algunos en mi ropa - informo Hermione - Lo de bueno es que gracias a que le arrebataste nuestras varitas al padre de Draco no tendremos que acostumbrarnos a nuevas varitas, nuestros hechizos saldrán a la perfección… Y no solo eso, sino que tenemos la varita de Bellatrix Lestrange, eso debería apoyar el plan y reforzar la farsa.
- Pero Harriet no tiene varita…- contradijo Ron.
- Draco me dio la suya, él usara la varita de su madre - aporto Harriet.
Ron le dio una mirada como si aún no se acostumbrará a la presencia del rubio.
- ¿Nos acompañará a Gringotts también?
- Claro, dudo mucho que deje sola a Harriet - dijo Hermione - Se está convirtiendo en su sombra personal… aprovecha cualquier oportunidad para estar cerca de ella… me recuerda a cuando estábamos en Hogwarts.
Antes de que Harriet se volviera tan roja como un tomate, cambio el tema de conversación hacia las reliquias de la muerte, haciendo énfasis en la varita de sacudo, la varita de sangre, la varita del destino.
- Si Grindelwald no le dijo a sin nariz la ubicación de la reliquia... entonces aún tenemos oportunidad de derrotarlo al acabar con su último Horrocrux - dijo con optimismo Harriet.
Hermione mordió su dedo pulgar, un tic nervioso cuando no quería decir malas noticias.
- Dilo, Mione - presiono Harriet.
- Creo... Creo que sé quién tiene la varita de sauco...
- ¿Quién? - preguntó expectante Ron.
- Si sin nariz rastreo a Grindelwald como último propietario de la varita de sauco, fundamentando su búsqueda en el más invencible mago de esas épocas... lo más lógico es pensar que su varita esté en manos de quien lo derrotó en el apogeo de su poder.
Harriet sintió como si su estómago se hundía, como si se para frente al vacío absoluto, la compresión de la verdad brillo en su mente de forma alarmante, miró a Hermione horrorizada.
- No...- susurro apenas.
- ¿Qué? - dijo Ron sin entender - ¿Puede alguien decirme quién tiene la varita de sacudo?
- Lo tiene el único que lo venció, el único que se opuso a Grindelwald en un duelo que se dice fue legendario - dijo Hermione, expectante.
- ¿Quién? - preguntó con ansias Ron.
- Dumbledore... - dijo Harriet con la voz quebrada y el pecho apretándole dolorosamente.
Si sus hipótesis eran correctas, más pronto que tarde vería en su mente al asqueroso mago oscuro violar el descanso de Dumbledore, profanar su cuerpo y arrancar su varita de sus rígidos dedos.
Más temprano de lo que desearía jamás, en uno de sus sueños, vio cómo Voldemort destruye la tumba de su abuelo y le arrancha la varita de sauco.
Ahora, Voldemort tiene la varita más fuerte del mundo. Se ha vuelto en un enemigo aún más difícil de vencer.
A Harriet le da asco sentir su excitación por el triunfo al obtener la varita del destino.
Notes:
Capítulo algo corto… con esto terminamos la primera parte del séptimo libro y película :)
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 64
Summary:
Asalto a Gringotts, huida en drago y la furia de Voldemort.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Pasaron casi todo el mes de marzo y abril ideando un plan para poder invadir Gringotts, pero para ello deberían contar con el apoyo del duende Griphook, el mismo que le enseño su bóveda por primera vez cuando tenía once años, quien tras su curación su comportamiento se volvió agrio y demandante, queriendo una habitación propia y servicio de comida en la habitación.
- ¿Cómo es que obtuvieron la espada? - pregunto el duende al trio de oro cuando este fue a “su habitación”
- Es complicado - dijo Harriet, intentando decir solo lo estrictamente necesario al duende - ¿Por qué creyó Bellatrix que la espada estaba en su bóveda?
El duende la miro y sin pensarlo mucho le dio la respuesta.
- Es complicado.
El mensaje era claro, si tú no me dices que pasa, yo tampoco te diré que ocurre, era necesario un intercambio real de información, Harriet lo entendió, casi mordiéndose los labios dijo:
- La espada se nos presentó en un momento de necesidad, nunca la hurtamos.
La bruja miro fijamente al duende, esperando la respuesta a la pregunta que antes planteo.
- Hay una réplica de la espada en la bóveda de Madame Lestrange, replica bastante aceptable pero falsa al final de día.
- ¿Quién llevaría una espada falsa a la bóveda de Lestrange?
- Un profesor de Hogwarts, director actual sino recuerdo mal.
- ¿Snape? - chillo Ron con sorpresa.
Esa fue una información valiosa pero extraña, ¿Por qué el asesino de Dumbledore, aliado del señor oscuro llevaría una espada falsa a la bóveda de Bellatrix?, Harriet intento apartar ese pensamiento de su mente para analizarlo luego, lo más importante era entrar en Gringotts y eso solo sucedería si Griphook los ayudaba, pero el pago que pedía era excesivo, deseaba de vuelta para su gente la espada de Gryffindor.
- No puede tenerla - chillo Hermione con indignación - Es un artefacto histórico, perteneciente por derecho a Goldric Gryffindor.
- Esa espada fue hecha por duendes, pertenece a mi gente - refuto ceñudo Griphook.
- Pertenece a Gryffindor, pago el oro acordado por la espada - siguió debatiendo Hermione.
- Y se respetó su uso en vida, en muerte el trabajo debe volver a manos de los fabricantes originales.
Ron y Harriet suspiraron, era un hecho conocido que los tratos comerciales y ventas de artículos mágicos variaban demasiado cuando los creadores eran duendes, seres que a pesar de haber cobrado lo acordado por el articulo vendido esperaban el retorno de su obra al morir su comprador.
- Griphook - dijo Harriet - No puedes tener la espada a cambio de ayudarnos… esa espada es imprescindible para ganar la guerra, ¿No quieres que se cuente en los libros de historia como fue que una creación de los duendes ayudo a los magos a vencer al señor oscuro?, ¿No te suena mejor el honor que el objeto?
El duende achino sus ojos, mirando con odio no contenido a la pequeña bruja pelinegra.
- Lo dice quien tiene más bóvedas en Gringotts que todos juntos de los que están en esta casa podría llegar a soñar.
- Si es oro lo que quieres, puedes quedarte con todas mis bóvedas - dijo de inmediato Harriet.
Ron abrió la boca de sorpresa, ahora que Harriet había heredado apellidos tenía una fortuna que le aseguraba no trabajar por el resto de su vida y ofrecía tanto oro como si no valiese nada.
- No quiero tu oro, Potter - dijo Griphook, ceñudo.
- ¿Entonces qué quieres?
- La espada.
Hermione se golpeó la frente con la mano de pura frustración, Ron soltó un bufido molesto. El duende era muy testarudo.
- Si te damos la espada… es muy posible que esta guerra nunca acabe, ¿Es eso lo que quieres?... nadie tendrá paz en este mundo, muggle y mágico, incluida tu gente.
Harriet intento razonar, la guerra era un monstro que no respetaba razas.
- Mi gente estará bien… sobreviviremos… después de todo, les somos útiles a todos los magos y brujas.
Las esperanzas de la pelinegra se marchitaron, Griphook era igual que el anterior ministro de magia, cerraba los ojos ante el peligro inminente… pero necesitaba su ayuda para poder entrar al banco, solo él sabía la manera de ingresar sin ser atrapado.
- Esta bien… - dijo con derrota Harriet.
- ¡¿Qué?! - soltaron indignados sus amigos al mismo tiempo.
- Si nos ayudas a entrar a Gringotts sin ser detectados la espada será tuya - siguió hablando la pequeña bruja.
Los ojos del duende brillaron de codicia y apretó con mayor fuerza la espada en su pecho.
- Trato hecho, los ayudare a entrar- dijo Griphook estrechando la mano de Harriet.
Los tres Gryffindor abandonaron el cuarto donde se hospedaba el duende, casi de inmediato interrogaron a la pelinegra por su decisión.
- Si tiene la espada, ¿Cómo destruiremos los Horrocrux? - chillo Ron, rojo de rabia.
- No podemos entregarle la espada, Harriet - dijo Hermione - O esta guerra jamás acabara.
- Pensare en algo - prometió Harriet - Lo resolveré… hallaré la forma de destruirlos… lo resolveré chicos…
Claro que era más fácil decirlo que hacerlo, para cuando llego la quincena de abril aún no había descubierto la forma de salir de ese problema… y si… ¿Y si engañaba a Griphook con un duplicado de la espada?, ¿O si lo hechizaba por la espalda y se llevaba la espada?, ¿O si intentaba lanzarle un olvidium?, ¿O si le lanzaba una maldición imperdonable?
Debió de ser muy obvia con sus cavilaciones como para que el dueño de la casa, Bill Weasley la apartara una tarde a advertirle que no debía meterse en problemas con el duende de Gringotts.
- Son seres muy rencorosos Harriet… no debes engañarlos nunca, sé de lo que hablo, trabajé ahí, pude ver de cerca lo que le hacían a quienes se atrevían a engañarlos - le dijo.
Esas palabras sumaron mayor peso a sus preocupaciones, la pelinegra paso los días inquieta, mordiéndose las uñas por pura ansiedad, después de todo habían acordado invadir Gringotts el primero de mayo y ella aun no tenía la solución al dilema de la espada.
Pero, una tarde de abril, mientras pulían el plan de infiltración al banco mágico, Remus Lupin apareció en la puerta de la cabaña, anunciando con alegría que Tonks había tenido un hijo, el hombre lobo no cabía de felicidad, resplandecía de alegría al saberse padre, una emoción que jamás pensó tener con la vida tan difícil de medio mago que tenía, al ver al trio dorado se acercó a Harriet con grandes zancadas, a pesar que Draco mostro una postura defensiva, Harriet no se movió ni un musculo, el mago adulto tenía una sonrisa dulce en su rostro, no le haría daño.
- Harriet, oh, Harriet, no sabes cuánto te agradezco el no aceptarme dentro de tu misión… sino me hubieras gritado mis faltas jamás habría vuelto con Tonks… y me habría privado la alegría de ser padre, de acompañarla todo el proceso de parto. Perdón por aturdirte, gracias por darme valor para volver con mi esposa.
La pelinegra solo sonrió, aceptando las disculpas del ex profesor de defensa.
- Me alegro tanto por ti, Lupin, ¿Puedo saber cómo se llamará?
La pregunta hiso que una risa de alegría saliera desde el pecho del mago.
- Ted Lupin… mi hijo se llamará Ted Lupin… Por Merlín, aun no puedo créelo, ¡Tengo un hijo!
Bill abrió una botella de licor caro, reservado para ocasiones especiales, sirvió a todos los presentes una copa y brindo por el hijo de Lupin, una noticia buena en medio de tantas desapariciones e injusticias levanto la moral del grupo.
A pesar de desparramar alegría, Lupin debía volver con su familia, Harriet lo acompaño hasta la orilla de la playa, el aire marino pareció despertar del trance de felicidad en el cual se encontraba Lupin, porque como si de repente recordara algo muy importante, paro de caminar para girarse a la pequeña bruja y le propuso a Harriet ser la madrina de su hijo.
- Por supuesto que acepto - dijo sonriente Harriet - Seria todo un honor.
Lupin soltó una carcajada, el hombre parecía estar en las estrellas, aun impresionado por tener una criatura con su sangre, hasta que de repente noto algo que la euforia no le había dejado ver.
- ¿Por qué esta Draco Malfoy aquí? - dijo Lupin señalando al mago, que estaba a dos metros de ellos.
El aludido no respondió, demasiado avergonzado por su actuar de no dejar a Harriet sola a donde quiera que valla, a la bruja le pareció tierno verlo sonrojado mirando el suelo.
- Es un aliado valioso - dijo Harriet sin dudar - Nos ayudará a ganar la guerra… ya no obedece a sus padres ni sus ideales.
Lupin comenzó a olfatear el aire, en dirección del mago, abriendo los ojos con sorpresa.
- Ten cuidado Harriet…
De inmediato, Harriet adoptó una postura defensiva.
- Me defendió de sus padres y Bellatrix, él ya no es nuestro enemigo.
Lupin siguió olfateando el aire, sus ojos se volvieron agudos.
- No es esa clase de peligro lo que me preocupa - dijo el hombre lobo - Pero… el chico huele como tu padre cuando veía a tu madre.
Y sin más, Lupin desapareció con un puff, rumbo a su hogar.
- ¿Harriet? - pregunto Draco al verla con el rostro y pelo rojo - ¿Estas bien?
Con el corazón martilleándole en el pecho, Harriet respondió débilmente que se encontraba bien y sin más camino de vuelta a la cabaña.
“Él huele como mi padre al ver a mi madre… él me ama de verdad”
Pensar eso hiso que el pecho de Harriet se llene de una cálida sensación, en todo el trascurso del día, no pudo evitar sonreír.
Los días pasaron y más pronto de lo que les gustaría llego mayo y con ello el día donde se colarían al banco mágico, los cabellos necesarios para la poción multijugos ya estaban listos, hasta Draco quien no sabía a donde irían se encontraba serio, como preparado para lo que sea que venga, acepto sin replicar el horrible sabor de la poción multijugos, transformándose en un pelirrojo, el mismo el cual Harriet se había trasformado para ir a la boda de Bill y Fleur, mientras Ron se transformaba en un carroñero y Hermione en Bellatrix, Harriet iría oculta en su capa cargando a Griphook. Se alejaron de la cabaña del matrimonio Weasley, cerca de la tumba de Dobby para aparecerse en mundo mágico.
- Recuerde Griphook, ayúdennos a entrar y la espada será suya - dijo Harriet, el miedo comenzaba a trepar por sus pies, pero como la líder que era debía mostrar fortaleza.
El duende no respondió, solo cogió con más fuerza la espada, sus ojos brillaban con codicia.
Hermione les apareció hasta un callejón poco transitado del Diagon, si antes ese lugar se veía triste por todas las tiendas cerradas y falta de magia, ahora era lúgubre, todas las puertas del callejón estaban cerradas, incluida la tienda de sortilegios Weasley. Luego de una reprimenda por Griphook hacia la actitud de Hermione como colegiala mas no Mortífaga, se encaminaron al banco.
Pasaron las puertas sin mayor percance, con el corazón latiéndoles de prisa del miedo que sentían, pero al momento de pedir el permiso para poder entrar a las bóvedas el duende principal sospecho y se retiró para traer a su supervisor.
- Lo saben, saben que ella no es la verdadera Lestrange - susurro Griphook oculto junto a Harriet en la capa invisible de la bruja.
Las palabras de Griphook fueron confirmadas luego de unos minutos cuando un duende viejo de mayor rango pidió ver la su varita, así como la llave, Hermione trato de aparentar indignación para no entregar lo requerido, despertando las sospechas de los guardias que custodiaban el banco, Harriet se acercó con rapidez al viejo duende y sin temor lanzo la maldición Imperio.
“Déjanos pasar, condúcenos a las bóvedas”- susurro Harriet.
Le asombro ver como salió un fino humo verde, apenas imperceptible, que volvió volátil al antes exigente viejo duende, así que todo el grupo subió a uno de los carritos del banco y se trasportaron a gran velocidad hacia lo más profundo del Gringotts. A medida que descendían Harriet se quitó la capa de invisibilidad y la guardo en su peluche de gato, oculto en un bolsillo de su casaca.
- ¡¿Por qué no dejamos de descender?! - grito Harriet para hacerse escuchar en medio del ruido del carrito y la fuerza del viento.
- ¡Las bóvedas más antiguas se encuentran casi en la base misma del banco!, ¡Por seguridad! - respondió Griphook, luego vio con los ojos abiertos hacia una dirección es especifico - Por Merlín, lo olvide…
- ¡¿Olvidar que?! - pregunto Harriet.
Pero el duende no pudo terminar su oración porque el carrito paso tras una cascada, el agua baño a todos los ocupantes, luego un sonido estridente salió del vehiculo, abrió sus puertas y giro sobre sí mismo, expulsando a todos sus ocupantes al vacío, todos gritaron, si Hermione no hubiese hecho un conjuro que frenara su caída, habrían terminado hecho papillas en la base de Gringotts. Todos se levantaron, admirados de llegar a lo más profundo del banco, ¿Cuan alejados de la superficie estaban?, cuando Harriet reparo en sus amigos, estos habían vuelto a su verdadera apariencia.
- Olvide mencionar que en Gringotts hay medidas de seguridad para anular engaños, los carritos reconocen el engaño y arrojan al impostor al vacío… a menos que sean diestros en el arte de la magia, ningún ladrón sobrevive a la caída.
- Podrías avernos advertido antes - gruño molesto Draco.
- Por primera vez concuerdo con Malfoy - dijo Ron - No “olvides” mencionar futuros peligros con anticipación porque si no-
Pero Ron no pudo seguir riñendo a Griphook porque el viejo duende de mayor rango había salido de la maldición imperius armando un escándalo gracias a las mágicas aguas, por lo que Harriet tuvo que maldecirlo nuevamente.
- Nombrare los futuros peligros de forma oportuna - prometió Griphook - Ahora, síganme, aún falta camino que recorrer si queremos llegar a la bóveda de los Lestrange.
El grupo obedeció, Griphook lidero el camino, llevándoles por direcciones que solo él conocía en el cavernoso lugar, sino habría sido por el duende, el grupo se habría perdido en medio del cavernosos inmenso lugar que no parecía tener fin, caminaron en silencio por un tiempo, hasta que el duende hiso un ademan de pare, habían llegado a un espacio circular tan grande como una enorme basílica cuyo techo no parecía tener fin, sostenida por gruesas columnas talladas del mismo material que las piedras subterráneas, el ademan del duende era por quien residía en tan espacio lugar: un dragón completamente blanco, amarrado con una gruesa cadena en el cuello dormitaba, obviamente aburrido de estar en las profundidades de la tierra. La reacción del grupo fue quedarse en silencio absoluto.
- Un dragón… Ironbelly ucraniano…- susurro Ron, impactado.
- ¿Cómo demonios pasaremos un dragón sin morir quemados por sus llamas? - gruño Draco, pálido de miedo.
- El dragón en una medida extra de seguridad para las bóvedas más antiguas, si lo pasamos estaremos más cerca de la bóveda de los Lestrange - explico Griphook - Solo hay una forma de pasarlo sin morir en el intento.
El duende camino hacia una de las columnas y saco tres campanas, uno para el mismo y los otros lo entrego con rapidez a los magos, el dragón ya había despertado y se preparaba para atacar.
- Sonido - Griphook agitando la gran campana - El dragón está entrenado para sentir dolor cada vez que escucha ruido.
Draco y Ron se sumaron a Griphook y agitaron las campanas, el dragón paro su ataque y comenzó a rugir molesto, pero no hizo ademan alguno de atacar, al contrario, comenzó a encogerse sobre sí mismo, como si sintiera gran dolor.
- Son unos barbaros - dijo Hermione al ver como el dragón tenía miedo y rugía como si sufriera.
Pero fue ignorada por Griphook, quien los hiso avanzar más rápido por una largo pasadizo y paro en una puerta en específico, al no tener llave uso la palma de la mano del viejo duende de rango superior para abrir la puerta. Como aun no estaban tan lejos del dragón, el grupo se metió corriendo a la bóveda, las últimas personas que entraron casi se quemaron con las llamas que el dragón lanzo a esa dirección, si las puertas de la bóveda de los Lestrange no se hubieran cerrado habrían sufrido graves quemaduras.
- Lumus - dijo Harriet.
Luz blanca salió de la punta de su varita, el resto de sus amigos la imitaron, la bóveda de los Lestrange era inmensa y llena de objetos de gran valor, oro por todas partes y joyas preciosas rebosaban en cada rincón, le recordó a la cueva de los cuarenta ladrones, rebosante y esplendida, pero buscar el Horrocrux en cada objeto les tomaría toda la vida.
- ¿Esta aquí, Harriet? - pregunto Hermione - ¿Puedes sentirlo?
Harriet siguió caminando, adentrándose más en la bóveda, buscando.
- Esta aquí - declaro ella - Pero no lo veo… necesito unos minutos…
Mientras Harriet giraba apuntando con su varita cada objeto con magia oscura, los cuales eran demasiados, confundiéndola, Ron no pudo evitar maravillarse con tanto oro bajo sus ojos, cuando vio un objeto familiar, no pudo estirar la mano y cogerlo, alzándolo para mostrarlo al grupo.
- Miren, una tiara hecha por duendes, mi amargada tía Uriel tiene una de estas, le presto a Fleur para su boda y… ¡Auch!
Ron no pudo terminar su oración, la tiara le había quemado la mano y por acto reflejo lo soltó, impactado el pelirrojo vio como la tiara comenzó a multiplicarse.
- ¡No toquen nada! - aviso muy tarde Griphook - Los objetos están hechizados para multiplicarse en caso de robo, quemándolos con el contacto físico.
Asustada, Hermione retrocedió, chocando con una mesita llenada de tesoros, haciendo caer sin proponérselo unas copas y platos de fina plata… y estos también comenzaron a multiplicarse.
- ¡No los toque! - intento defenderse Hermione.
- Lo hiciste al chocar con la mesa - dijo Griphook, pálido por la multiplicación de objetos.
- ¡Harriet, apresúrate a encontrar lo que debas!, ¡Todos estos objetos queman demasiado! - grito Draco, los objetos le quemaban los pies y tobillos.
Para suerte del grupo, Harriet había dado con el Horrocrux, estaba en una copa, gracias a los libros de historia, reconoció la copa como el objeto histórico de Helga Hufflepuff… pero estaba en la parte superior de una montaña de objetos, no podría llegar a la copa sin tocar otros objetos.
- ¡Hermione, la espada! - pido Harriet.
Una llorosa Hermione, adolorida por los objetos que no hacían más que multiplicarse hasta llenar casi a la mitad de la bóveda le lanzo la espada de Gryffindor, Harriet la cogió en el aire mientras que intentaba hacerse paso por todos los objetos que no hacían más que multiplicarse, el Horrocrux estaba en un rincón, los objetos amenazaban con enterrarla viva mientras su piel expuesta era quemada por cada objeto multiplicado que tocaba su piel, Harriet ignoro el dolor, mientras se estiraba para intentar alcanzar con la espada la asa de la copa de Helga Hufflepuff, pero era difícil cuando todos los objetos no hacían nada más que multiplicarse, casi tapándole la vista.
- ¡Harriet! - grito Draco, luchando con los objetos, haciéndose camino para alcanzar a la pelinegra.
Ron intentaba en vano apartar los dolorosos objetos de su cuerpo, multiplicándolos a mayor velocidad, al igual que Draco.
- ¡NO! - ordeno Hermione - ¡No se muevan más, o moriremos enterrados por oro!
Esta al ver a los duendes, inmóviles, apenas estaban rodeados de los dolorosos objetos, dedujo que si seguían moviéndose morirían aplastados.
Todos se habían quedándose quietos, los tesoros de los Lestrange eran tantos que los tenían hasta sus pechos, quemándoles la piel con ampollas dolorosas, pero de quien no se veía ni la cabeza era de la pelinegra.
- ¡Harriet! - llamo Draco, muerto de la preocupación al no verla - ¡Harriet!
Antes que Draco desobedeciera las ordenes de Hermione, sumergiéndose entre los dolorosos objetos dorados para buscar a la pelinegra, Harriet surgió de entre la montaña de tesoros, saltando con todas sus fuerzas, intentando salir del gran cumulo que la atrapaba, pero sin un soporte firme entre sus pies resbalo cayendo de bruces, deslizándose por el gran cumulo de tesoros y lingotes de oro, quemándose la piel expuesta y parte de las mejillas.
- ¡Harriet! - chillo Hermione por el estado de su mejor amiga.
En medio de su caída, Harriet dejó caer la copa de Hufflepuff, rodando por el cumulo de tesoros, antes de tener un ataque de pánico, el objeto histórico profanado por Voldemort cayó a los pies de Griphook, a Harriet le dio mala espina el brillo en sus ojos, ¿Acaso los duendes tenían una fijación especial por las reliquias mágicas?, ¡Él no podía quedarse con la copa de Helga Hufflepuff!
- ¡Tenemos un trato, Griphook! - grito Harriet para hacerse escuchar entre tanto ruido de los tesoros multiplicándose.
El duende la miro con frialdad sin importar que cada vez más tesoros enterraban al grupo de magos.
- ¡La copa por la espada! - exigió Griphook.
La pelinegra se mordió los labios de frustración mientras oro y joyas quemaban la palma de su mano, no había forma de escapar de la codicia del duende, quien astutamente se había mantenido cerca a la salida, pero al escuchar los gritos de dolor de sus amigos, todo se volvió claro como el cristal, la seguridad de sus amigos valía más que cualquier reliquia de Gryffindor.
Así que Harriet le lanzo la espada a Griphook, este cogió la espada, casi abrazándola con codicia y sonrisa triunfal, luego tiro la copa de Hufflepuff de vuelta hacia la bóveda de los Lestrange, Hermione, con reflejos digno de una buscadora profesional, salto para coger la copa antes de que se pierda entre la cantidad abrumadora de objetos.
- ¡Ayúdanos Griphook!
Griphook la miro con sus pequeños ojos oscuros, cogió con más fuerza la espada, como si temiera que se vaya volando y abrió la boca.
- El trato, señorita Potter era ayudarlos a entrar a Gringotts…. Jamás dije nada sobre sacarlos de aquí.
Harriet abrió los ojos como plato, sorprendida por las palabras del duende, quien solo sonrió cruelmente mientras usaba al viejo duende para abrir la puerta de la bóveda y salir de ahí.
- ¡Tú! - chillo Harriet colérica, mejillas y cabellera rojo cual sangre, intentando hacerse camino en medio de tantos objetos dorados, usando todo su cuerpo para avanzar centímetro por centímetro, gateando sin importar el dolor de las quemaduras que sentía con cada movimiento - ¡No puedes hacer eso!
Harriet solo quería ponerle las manos encima al infeliz duende, pero este ya había cruzado las puertas de la bóveda, girando sobre sus talones para verla una última vez.
- Ya lo hice… Potter.
La bruja pelirroja gruño de rabia mientras redoblaba sus esfuerzos para alcanzarlos, aumentando la velocidad de multiplicación de los tesoros a cada movimiento, la bóveda rebosaba tantos tesoros que parte de estos se desparramaron tras las puertas, impidiendo que la bóveda se cerrara de forma correcta.
Al ver a Griphook huir, seguido por el viejo duende que aún tenía la maldición imperius sobre él, la rabia de Harriet se apagó por todo el dolor que sentía, los objetos dorados la habían vuelto a enterrar en un ataúd de dolor, los gritos de dolor de sus amigos le decían que no estaban mejor que ella, los objetos los aplastarían y quemarían vivos, ¡No podían morir así!, por lo que se obligó a arrastrarse hacia donde debía estar la puerta.
- ¡Arrástrense! - ordeno Harriet a gritos - ¡Todos, arrástrense hacia la puerta!, ¡Guíense con el sonido de mi voz!
A pesar que el grupo tenía gran dolor por los objetos que les sacaban ampollas a cada segundo, obedecieron. Fue Harriet la primera que salió de la bóveda al hallarse más cerca a la puerta, luego Hermione y después Ron y Draco. Todos tenían ampollas por quemaduras que lucían dolorosas, se preguntó por un momento si ella se vería igual de adolorida.
Si el grupo pensó que salir de la bóveda seria sinónimo de estar a salvo, estabas equivocados, guardias que habían oído la alarma del carrito bajaron hasta las bases mismas de Gringotts, buscándolos, corriendo para darles alcance por donde el grupo había ingresado, solo deteniéndose cuando estuvieron en la sala del dragón blanco. Griphook con la campana se abrió camino esquivando al dragón para llegar a los guardias y señalar a los “magos ladrones”, dando su ubicación exacta. Lástima que el viejo duende al no estar en todos sus sentidos no agarro campana alguna, siendo atacado por el dragón y quemado en segundos, dejando solo cenizas.
- ¡Por Merlín! – jadeo Ron impresionado, viendo los restos del viejo duende.
- Tantos guardias y un enorme dragón… ¿Cómo los burlaremos?, nos superan en número y no parecen amiga-
Draco no pudo terminar la oración porque, aun a larga distancia, los guardias habían comenzado a atacar, lanzando ataques que el grupo tuvo que esquivar ocultos en las paredes cavernosas del banco.
- ¿Qué hacemos? - pregunto Harriet, temerosa, con un brazo protegiendo su rostro de los pedazos pequeños de rocas que salían disparados por las explosiones - ¿Hermione, alguna idea?
La nombrada asintió.
- Se me ocurre algo… si… pero, ¡Es una locura!
- La locura suena mejor parta mí que ir a prisión - dijo Draco, cubriéndose de los ataques.
Hermione tomo una respiración honda para darse valor para sus siguientes acciones.
- Cúbreme Harriet…. ¡Reducto! - grito Hermione apuntando a la baranda que daba con a la sala del dragón, después de todo la bóveda de los Lestrange abarcaba dos pisos por su gran tamaño.
Harriet sin entender, uso aguamenti para distraer a los guardias, mientras veía anonada como Hermione corría a gran velocidad hacia la baranda destruida para luego saltar y aterrizar en el lomo del dragón blanco.
- Por Merlín… - susurro impactado Draco.
- ¡Esa es mi mejor amiga! - chillo Harriet, orgullosa de Hermione por tan osado plan para salir de ahí - ¡A montar al dragón!, ¡Ahora!
Los magos la siguieron mientras Harriet corrió para brincar a la espalda del dragón, escamas duras y frías amortiguaron su caída, para fortuna de los cuatro jóvenes magos, la bestia mítica no pareció molestarse de su presencia, cada uno se agarró por las púas que tenía el dragón en la espalda para no caer de él. Cuando Draco vio como los guardias y duendes intentaron usar las campanas para controlar a la bestia, uso el encantamiento “Accio” en todas las campanas y luego las arrojo lo más lejos posible de ellos. Harriet le sonrió por pensar tan ingeniosamente en medio de tan difícil situación, Draco le devolvió la sonrisa con gusto.
Al ver a tantas personas, duendes y guardias, el dragón comenzó a escupir fuego y rugir, haciendo temblar el lugar. Hermione al ver que el dragón estaba limitado por una gruesa cadena que lo ataba al suelo, lanzo un hechizo para destruirlo, cuando la criatura noto que podía moverse con más libertad de la que estaba restringida aumento con entusiasmo la ferocidad de sus ataques, quemando a quienes no se protegieran a tiempo, aprovecho el caos y el miedo de quienes lo custodiaban para escapar, trepando por las paredes rocosas hacia un haz de luz que indicaba la superficie.
En su camino tras ascender rompió la parte del riel donde venía el carro lleno de refuerzos para controlar el dragón, el vehículo salió volando, cayendo en picada, perdiéndose en el abismo de Gringotts. Pero eso no paro al animal, quien escalo cada vez más rápido al sentir la luz del sol.
Usualmente la vida en el banco mágico, Gringotts, se caracterizaba por ser rutinaria, llena de papeleos y transacciones bancarias, por lo que cuando un temblor sacudió el lugar, no pudieron evitar mirarse entre sí sin saber cómo proceder. El temblor no hiso más que aumentar y movió las lujosas lámparas de cristal por la intensidad del movimiento, los más jóvenes se levantaron de sus cubículos y fueron los primeros en huir cuando el piso del corredor se abrió, rebelando un enorme dragón blanco, mientras los más viejos solo podían ver pasmados algo tan inaudito que jamás había ocurrido en la historia del banco mágico.
Pocos por no decir casi nadie pudo ver que el peligroso dragón cargaba con cuatro jóvenes magos.
El dragón no paro de trepar, rompiendo el techo ovalado de cristal de Gringotts con tanta facilidad como si fuera papel, todo ese tiempo, los cuatro jóvenes magos solo podían cubrir sus cabezas, concreto y cristales rotos cubrían sus prendas y sus cabellos.
Cuando el dragón termino de salir del banco, reposo cansado en el techo que se agrieto al no estar hecho para soportar dragones prófugos, el dragón jadeaba audiblemente tras su escalada a toda prisa, ansiando libertad.
- ¿Y ahora qué? - susurro Ron con miedo a ser escuchado por el dragón y morir quemado.
- El dragón está cansado - respondió Draco con un susurro - Podríamos aprovechar para brincar y esca-
- ¡Reducto! - grito de improviso Hermione, apuntando su varita a la cola del dragón.
La reacción del animal fue gruñir de dolor, estiro sus enormes alas y tomo vuelo, destruyo unas cuantas chimeneas mientras ganaba altura, elevándose sobre Londres. Por un momento Harriet se preguntó si el nuevo ministerio se tomaría la modestia de modificar la memoria de todos los muggles que vieran al gran dragón blanco volando sobre sus calles.
“No lo creo”, le respondió su mente.
El dragón batió sus alas elevándose sobre la ciudad, Harriet estiro el cuello para ver cuánto se habían alejado de la ciudad y por ende de los que la perseguían, vio con sorpresa que ahora Londres parecía un mapa gris y verde, el dragón era increíblemente veloz, habían ganado altura rápidamente. La bruja lanzo una plegaria para que el dragón no chocara con ningún avión y se permitió sentir alivio, habían salido de una situación potencialmente peligrosa gracias al cerebro de Hermione, con un suspiro tembloroso, se recostó con mayor comodidad en el dragón mientras el frio aire le refrescaba las ampollas y quemaduras. Las alas del dragón se movían como molinos gigantes, la pelinegra se quedó hipnotizada por el movimiento.
Dejaron la ciudad y pueblos aledaños atrás, el dragón estaba apuntando hacia la naturaleza, valles y ríos, por eso, cuando notaron que el dragón comenzó a descender, rumbo a las praderas para beber agua, Harriet ordeno a sus amigos que debían brincar a las frías aguas antes que el dragón tocara tierra, sería su fin quedarse hasta el final en la espalda de la criatura.
Cuando el dragón descendió más cerca del agua, Harriet dio la señal para abandonar el dragón.
- ¡Ahora, brinquen ya!
La pelinegra fue la primera en saltar para guiar al grupo, no contó con la fría temperatura del agua casi le arrancara el oxígeno a la fuerza, aunque sus ampollas dejaron de doler por el frio, lo que tampoco conto fue que su mente se viera arrastrada hacia Voldemort, la cicatriz le ardió como si estuviera hecha de fuego puro.
- ¿Son todos los duendes que trabajan en Gringotts? - pregunto él.
- Todos mi señor - le aseguro Bellatrix.
- Muy bien Bella.
Mientras la bruja enloquecida reía por las palabras de alago que le dedico Voldemort, este comenzó a caminar por la sala de los Malfoy, rodeando a los duendes capturados.
- Siempre he creído que cada criatura mágica tiene un papel en el mundo - Voldemort comenzó a hablar, su discurso fue escuchado por los temerosos duendes y sus terratenientes- Los magos estamos para vigilar el cumplimiento de estas… así como para castigar las fallas. Se supone que Gringotts es el banco más seguro del mundo mágico, ¿Verdad?
Sus Mortifagos apoyaron la noción, era historia que magos y duendes no se llevaban bien, por lo que encender llamas de conflicto era demasiado sencillo.
- Y si ese es el caso, ¡Pueden decirme cómo demonios robaron un objeto de la bóveda de Lestrange!
El grito de Voldemort resonó con fuerza, estaba después de todo molesto al enterarse que el objeto más valioso del banco había desaparecido: La copa de Helga Hufflepuff.
- Por siglos los magos han aguantado su avaricia y extraños pensamientos a la hora de crear herramientas mágicas, los aguantamos porque eran útiles para la sociedad mágica, pero si ya no pueden ni cumplir su labor básica con nuestro mundo, entonces solo son un desperdicio de espacio… un error que debe ser corregido, ¡Hermanos míos!- dijo Voldemort, girando hacia sus aliados- ¡No solo limpiaremos el mundo de los sangre sucia, sino también de los errores!, estamos viviendo el sueño de hacer una mejor sociedad mágica, pero ¿Cómo la mejoremos si seguimos con los mismos errores a cuestas?, ¿Qué hacemos con los errores?
A una sola voz, los terratenientes de Voldemort contestaron.
- ¡Los eliminamos!
- Así es, hermanos - Voldemort camino al grupo de duendes que se habían arrinconado entre sí, en medio de la sala, sin pena el mago levanto la varita y la uso como si fuera una espada, abriendo a un duende por la mitad- ¡Por una mejor sociedad mágica libre de avariciosos duendes!, ¡Vivan el sueño conmigo!
Los duendes gritaron de terror mientras el duende asesinado caía al suelo, dejando un charco de sangre, aunque quisieran defenderse su número era superado por el enemigo.
- Háganlos sangrar y sufrir, quiero ver el suelo de la mansión llena con su sangre - ordeno Voldemort.
Lo que sucedió después fue la masacre de cada duende de las maneras más sádicas posibles, decapitaciones, mutilaciones, entrañas esparcidas por el suelo, extracción de ojos, lenguas, dientes, todo era rojo, rojo, rojo. Los Mortifagos gozaban de cada muerte y ansiosos iban por el siguiente duende, parecían animales salvajes, solo ahí, en medio de gritos de dolor por parte de los duendes y risas enloquecidas de sus seguidores, Voldemort se permitió mostrar rabia ante los celadores de Gringotts, rabia por su ineptitud al custodiar bóvedas, rabia por no cumplir su papel “Como uno de los lugares más seguros del mundo” sin contar Hogwarts, donde había ocultado otro pedazo de su alma, había confiado en ellos y había sido traicionado, la copa, su Horrocrux había desaparecido y todo olía a que fue Potter. Cuando Nagini se acercó luego de haber comido a unos cuantos duendes, Voldemort hablo en pársel.
- La niña ha descubierto nuestro secreto, Nagini.
- ¡Quien se cree ella para poner sus sucias manos en las pertenencias de mi señor! - Nagini se enrosco de la furia que sentía, siseando de forma peligrosa.
- Una impertinente, claro está… pero, ¿Cómo lo descubrió?
Mientras Nagini pensaba en una respuesta, más gritos de dolor se escucharon en la sala, otro duende más que perdía la vida. La sangre salpicaba hasta las paredes y costosas cortinas. Rojo, rojo, rojo.
- Quizá… quizá fue el viejo Dumbledore… solo él pudo averiguarlo, pero ya está muerto mi señor- siseo Nagini.
- Si… si, podría ser Nagini, solo Dumbledore podría descubrirme, después de todo él se quedó con el diario que deje a Lucios, uno de mis Horrocrux que Potter destruyo sin saberlo… pero el viejo ya está muerto y tras su muerte debió dejar la pesada carga de encontrar más Horrocrux a Potter… como un títere.
Voldemort camino pensativo, notando que su orden fue cumplida, el piso de la sala de los Malfoy rebosaba con la sangre de los traidores e incompetentes duendes, refrescando su planta de los pies… bueno, al final al menos los codiciosos duendes servían para algo.
- Vámonos Nagini, debo de ponerte a salvo - dijo Voldemort aun en pársel.
Tan enfocado estaba en sus Horrocrux que Voldemort no pudo notar dos cosas: los Malfoy no habían participado en la masacre de los duendes, demasiado pálidos, consternados por el horroroso espectáculo desarrollándose en su mansión… y un duende si oreja sostenía la espada de Gryffindor con todas sus fuerzas aun de muerto… espada que de repente desapareció de forma imperceptible.
Harriet se obligó a impulsarse a la superficie de las heladas aguas, el oxígeno retenido en sus pulmones se le había acabado y necesitaba con urgencia respirar, fue la última en asomar su cabeza fuera del agua. Su mente estaba frenética por lo que había visto, no podía vomitar en medio de tanta agua sin ensuciar a sus amigos, cuando Hermione tomo el liderazgo ordenando nadar a la orilla más cercana, Harriet obedeció temblando… y no era por el frio que la rodeaba.
Cuando salieron del agua, Hermione le encaro, preguntando qué pasaba.
- ¿Volviste a entrar en su mente? - dedujo ella al verla tan descompuesta.
- ¿Entrar en su mente de quién? - preguntó Draco.
- Harriet, ¡No debes dejarlo entrar! - riño preocupado Ron.
La bruja se abrazó a sí misma, rojo, rojo, rojo, no pudo evitar temblar. Draco sin pensarlo un segundo se acercó a Harriet e intentó compartir un poco de su calor corporal pasando un brazo sobre los hombros de la pequeña bruja, abrazándola y pegándola a él, Harriet le vio agradecida.
- Está molesto, asesino a los duendes de Gringotts... nunca me pareció más peligroso que ahora. Estoy segura de que redoblara sus esfuerzos por encontrarnos... quiere de vuelta la copa.
Draco la abrazo con mayor fuerza.
- Debemos ir a Hogwarts - declaro Harriet - Por lo que vi, dejo la copa en Gringotts al creer que era el segundo lugar más seguro del país, escondió otro objeto maldito en Hogwarts.
Sus amigos la vieron como si declara sus inminentes capturas.
- Si lo que dices es cierto, Harriet - comenzó Hermione - Entonces será imposible llegar sin ser vistos, no con la seguridad aumentada.
- Pero está ahí, Mione, en Hogwarts... debemos correr ese riesgo si queremos ganar la guerra.
- Oh, por Merlín, ya estamos muertos - gimoteo Ron, dramáticamente.
- Iré donde sea necesario para acabar con esta guerra - declaro Draco - Pero primero debemos sacarnos las ropas mojadas... si queremos asaltar Hogwarts debemos estar en excelente condición física.
- Eso digo yo - refuto Ron - A invadir Hogwarts entonces.
Hermione se río de la actitud infantil de Ron, a pesar de estar del mismo lado aun guardaba la costumbre de rivalizar con el Slytherin, mientras Harriet solo podía pensar en los futuros obstáculos que pronto enfrentarían... el delicado agarre de Draco le hiso recordar que cada integrante del grupo poseía valiosas habilidades que ayudarían a sortear los peligros venideros.
Ella tenía amigos, quizá no tenía un ejército de seguidores como Voldemort, pero sus amigos eran la razón por la cual ella aún se mantenía de píe a pesar de todas sus pérdidas.
Estarían bien... si estaban juntos podrían lograr lo imposible.
Notes:
Otro miércoles de actualización, gracias por leer.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 65
Summary:
Aberforth Dumbledore al rescate y llegada a Hogwarts.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
A pesar que el grupo había aparecido a las afueras de Hogsmeade esa misma noche, en una zona alejada de la aldea mágica para una mayor precaución, Voldemort se les había adelantado colocando mayor seguridad mágica y grandes grupos de carroñeros merodeando por la zona, como esperando su llegada. Prácticamente tuvieron que correr, buscar refugio entre las sombras, todas las puertas estaban cerradas y al igual que las cortinas.
- Debimos crear un mejor plan - susurro Hermione, asustada de tantos enemigos - Ha sido una pésima idea.
Explosiones destrozaron el refugio en el cual se escondían, una humilde casa que lucía abandonada en las afueras de la aldea. Los cuatro intentaron contratacar, aturdían a unos cuantos, pero más carroñeros tomaban su lugar para reemplazar a los caídos, era una lucha injusta.
- Todos los planes que hemos hecho han fracasado, Mione… nos estamos quedando sin tiempo y sin nariz lo sabe.
Harriet se mordió los labios cuando a lo lejos vio que una casa abría sus cortinas y luego al ver la persecución volvía a cerrarlas con gran velocidad.
Nadie los iba a ayudar, nadie iba a arriesgar su seguridad por refugiar a nocturnos fugitivos.
- ¡Por aquí! - los llamo una voz masculina mayor.
La bruja pelinegra repelió otro ataque, alerta ante una trampa, pero cuando vislumbro por unos segundos quien los llamaba, bajo la varita con sorpresa y casi voló hacia donde estaba el desconocido.
- ¡Harriet! - susurraron Hermione y Draco para evitar gritar, alarmados por ver correr a la pelinegra por unos pasajes y desaparecer por una puerta.
Bruja y mago siguieron la ruta de la pelinegra, Ron para distraer a los carroñeros lanzo una poderosa explosión en una de las casas abandonadas más alejadas que pudo vislumbrar, el resultado dejo a la casa en llamas mientras figuras salidas de todas partes iban hacia el fuego. Cuando Ron alcanzo al grupo, no pudo evitar sonrojarse por la mirada de admiración que le dedico Hermione por su movimiento inteligente.
- Harriet - recrimino Draco cuando encontró a la nombrada dentro de lo que parecía un sótano - No puedes correr hacia extraños solo porque estos te llaman.
- No… no era un extraño… era mi abuelo…
Los tres magos jóvenes miraron a Harriet con consternación.
- Harriet… Dumbledore está muerto…- dijo Hermione.
La nombrada se dedicó a explorar el sótano, apenas tenía iluminación, pocos muebles básicos llenaban el lugar, pero lo que le llamo la atención fue un enorme cuadro de una joven pálida de grandes ojos asustadizos.
- Harriet - llamo Ron - Mira esto… este reflejo es tuyo… te veo aquí…
La bruja se acercó al espejo, le recordó demasiado al espejo que le regalo Sirius en su quinto año, pero este estaba completo, a comparación del suyo completamente en pedazos… de hecho, parecía ser del mismo material que el suyo. Con rapidez y cuidado saco un pedazo de su espejo de su pequeño peluche de gato negro, un escalofrío recorrió su columna vertebral al ver que eran espejos gemelos… alguien la había estado viendo todo ese tiempo…
- ¿Acaso se volvieron locos, niños tontos? - gruño la voz que la había llamado hasta ahí - Como se les ocurre venir aquí, ¿Tienen idea de lo peligroso que es?, ¡Esta lleno de carroñeros!
Los cuatro giraron hacia la voz que los reñía, un hombre un poco más joven que Dumbledore, con los mismos ojos azules, con largos cabellos grises y barba blanca, pero sin lentes de luna ni túnicas extravagantes, descendió hasta el sótano con bebidas y alimentos… se parecía mucho al ex director de Hogwarts.
- ¿Usted es… Aberforth Dumbledore? - dijo Draco, sosteniendo su varita en posición de ataque, acercándose sin disimulo a Harriet, colocándose delante de ella.
El hombre asintió, el trio dorado abrió los ojos con sorpresa, Dumbledore era un mago con larga vida y grandes misterios, que siempre prometía a Harriet revelarlos algún día, día que jamás llego.
- ¿Usted mando a … a Dobby a la mansión Malfoy? - pregunto Harriet, viendo el espejo, recordando ver unos ojos azules en el sótano de los Malfoy.
Aberforth, dejo la comida en la mesa y respondió afirmativamente, cuando pregunto por Dobby, Harriet le informo su muerte protegiéndolos tras la huida, el canoso mago entristeció pues le parecía el único elfo con cerebro que conoció en años.
- ¿Cómo consiguió el espejo? - pregunto esta vez Hermione, con la agudeza mental que le caracterizaba.
Harriet presto especial atención, el espejo debía estar en posesión de Sirius no en las manos de un completo extraño.
- Tuve la suerte de comprarlo en el callejón Diagon, me lo vendió Mundungus Flecher.
La ira bailo en el estómago de Harriet, enrojeciendo sus mejillas y coloreando su pelo de rojo.
“¡Ese bastardo mago ladrón!, ¡No tenía derecho a vender las pertenecías de Sirius! … lo mataría con sus propias manos”
Harriet sacudió la cabeza, intentando alejar esos pensamientos, no era momento de planear un asesinato sino de entrar en Hogwarts, aun recordaba el miedo de Voldemort al saber que el Horrocrux que alojaba su alma en el colegio de hechicería podría ser destruido… y a juzgar por sus pensamientos, el siguiente Horrocrux debía estar relacionado con Ravenclaw, después de todo ya había profanado dos reliquias de dos fundadores… quizá la espada de Gryffindor se salvó de sus garras por estar en el despacho de Dumbledore.
- Albus me dijo que te enojarías mucho si sabias que yo tenía la reliquia de Black, Potter…pero-
- No estoy enojada con usted - aclaro Harriet al hombre mayor - Estoy enojada con el ladrón… debí de ser más precavida cuando Dumbledore me dijo que herede sus bienes… no creí que existieran seres tan viles también en mundo mágico, creí ingenuamente que solo existían ladrones en el mundo muggle.
- La maldad existe en ambos mundos, Potter… Coman, por Merlín, están delgados… aunque podrían estar peor… lo han manejado bastante bien para ser unos prófugos.
Mientras Ron, Hermione y Draco se abalanzaban en la mesa para comer, Harriet, quien había dominado hace mucho el arte de soportar el hambre, hablo con Aberforth acerca de los movimientos de la orden.
- La orden se acabó… quien tú sabes gano y cualquiera que diga lo contrario es solo un pobre iluso.
- ¿Qué? - preguntaron Harriet y Draco al mismo tiempo - ¿Y los grupos de magos que viajaron del exterior para ayudar?
- Así como se crearon aliados externos, quien tu sabe también recluto seguidores externos para igualar las fuerzas enemigas… Por lo que sé el señor oscuro tiene gran ventaja numérica, ventaja que aplasto la anterior semana una trifulca que buscaba invadir su cuartel general… pocos sobrevivieron… fue un gran golpe que disolvió la orden.
Esa información les fue negada al estar en la casa de Bill y Fleur.
Los cuatro jóvenes magos sentían como la esperanza se les escurría de los dedos.
- No… no puede ser… no cuando estamos tan cerca de derrotarlo…- susurro Harriet, la impresión había borrado todo rastro de ira en su cuerpo - No pueden ser toda la fuerza rebelde… aún debe haber más, ¿Verdad?
El viejo mago la veía como una niña que no entendía las cosas sencillas de la vida.
- Debe haber más grupos rebeldes… quizá solo se ocultaron… esperando el momento de atacar de nuevo.
- Niña, presencie de primera mano la batalla, fue una masacre, dudo que estén esperanzados por otra lucha desesperanzadora.
- Aun hay esperanzas… solo… solo debemos entrar a Hogwarts y destruir un objeto trascendental del que no debe ser nombrado… Dumbledore nos dejó un trabajo que hacer.
El viejo mago farfullo palabras ilegibles, Harriet se quedó viéndolo, esperando su respuesta.
- No me digas… - comenzó Aberforth, modestia en cada palabra pronunciada - ¿Es bueno?, ¿Sencillo?
Se suponía que era su hermano, ¿Por qué hablaba como si su misión le incomodara?
- Es lo correcto - respondió Harriet - Necesitamos entrar al castillo para cumplir con ese trabajo.
Esas palabras parecieron causar más enojo en Aberforth.
- Lo que mi hermano les dio no es un trabajo, es una misión suicida… hazte un favor muchacha, ve a casa, así vivirás más.
- ¡Dumbledore me confió esta tarea, fue su última voluntad! - chillo con indignación Harriet.
- ¿Y crees que puedes confiar en él? - contrataco colérico Aberforth - ¿Por qué piensas que puedes creer en lo que te dijo mi hermano?... ¿Qué tan bien lo conociste, niña?, le decías abuelo, pero, en el tiempo que lo conociste ¿Alguna vez menciono mi nombre?, ¿O menciono el de ella? - Aberforth señalo el enorme cuadro de la niña con cara asustadiza y complexión débil.
- ¿Y por qué mi abuelo abría de contarme toda su vida?, ¿No es natural tener secretos?, ¿Acaso no lo tiene usted?, hasta quien tú sabes tiene secretos, Dumbledore los descubrió y gracias a eso estamos a pasos de ganar la guerra… no fue perfecto, pero nadie lo es.
- Que respuesta tan infantil - bufo Aberforth - Una pequeña niña que llama como nieta, que manda a buscar objetos valiosos para ganar la guerra exponiendo su vida a múltiples peligros, todo por un hombre muerto que al parecer no le dijo por dónde empezar… esto es tan clásico de Dumbledore, colocar a las personas que aprecia en medio del peligro solo importándole sus planes… Pero mientes niña y no solo a mí, sino también a ti misma… y eso es lo que hacen los tontos, tu no me das la impresión de ser tonta Harriet Potter.
La bruja solo podía ver incrédula al hombre, ¿En realidad era hermano de su abuelo?, compartían mismos rasgos físicos, sí, pero sus pensamientos eran tan diferentes, el hombre viejo delante suyo parecía amargado, un huraño en toda la palabra de la expresión, tan diferente al bondadoso carácter de Dumbledore.
- Así que pregunto otra vez - dijo Aberforth acercándose a la bruja pelinegra - Debes tener una razón.
Aberforth se quedó en silencio, esperando la respuesta de la joven bruja, a Harriet le recordó un poco a su tía Petunia cuando hablaba de su madre, ambos adultos se expresaban con rencor de sus hermanos, recordó el infame libro de Skeeter, el como una tarde ella y sus amigos intentaron discernir entre mentiras y verdades, el comportamiento del viejo mago le aseguraba que los escritos acerca de la pésima relación entre los hermanos eran ciertas.
- No me interesa que sucedió entre usted y su hermano - dijo Harriet mirándolo a los ojos de Aberforth sin pestañear - O que usted se diera por vencido… Yo confiaba en el hombre que conocí, hombre que me acepto como su nieta sin tener una pisca de su sangre, tampoco me interesa saber de los chismes de Skeeter, ¿Y que si se alió a magia oscura de joven?, fue cándido frente a un manipulador Grindelwald, ¿Pero no lo fue todo un continente?, se dio cuenta de su error y paso casi toda vida luchando por el bando de la luz, eso es lo verdaderamente importante, no un error que cometes sino la vida que eliges… su hermano siempre lo decía, que somos las elecciones que tomamos. Como un Dumbledore, le pido que elija ayudarnos, debemos entrar al castillo… aun sin su ayuda entraremos… estamos cerca de ganar esta guerra y no nos detendremos solo por su cobardía.
Harriet sabía que estaba siendo descortés, prácticamente había insultado a su salvador, pero estaba empeñada en salvar al mundo mágico y cumplir una profecía. Muy al contrario de lo que pensó, Aberforth sonrió, como si le agradara la respuesta de la bruja, volteo hacia el cuadro y con voz amable le susurro unas palabras, el efecto fue un movimiento afirmativo de la joven en el cuadro, caminando en su pintura y perdiéndose entre el paisaje.
- ¿A dónde le envió? - pregunto Ron.
- Volverá pronto - respondió simplemente Aberforth, recogió los platos vacíos al igual que las bebidas y subió las escaleras, dejando al cuarteto solo.
- Toma - dijo Draco a Harriet, alcanzándole uno de los snacks que trajo Aberforth - Perdón por tan poco, Weasley prácticamente se comió todos mientras bebía lo que trajo el hermano de Dumbledore.
- Eyyy - chillo con indignación Ron - Estaba hambriento y era gratis, solo los más veloces ganan más raciones.
Harriet rio por las ocurrencias del pelirrojo, hasta que Aberforth volvió a bajar al sótano, ahí Hermione curiosa como siempre no pudo evitar preguntar por la joven que desapareció tras su cuadro, Aberforth rebelo que era su hermana, Ariana Dumbledore, quien murió muy joven.
- Lo siento mucho - dijo Hermione con sinceridad, por recordarle al mago un evento tan emotivo.
- Mi hermano sacrifico muchas cosas en su búsqueda al poder, incluyendo Ariana… y ella le era devota a él… él le dio muchas cosas, menos tiempo.
De inmediato, a la mente de la pelinegra volvió el infame libro de Skeeter, quien narraba la muerte temprano de la única hija del matrimonio Dumbledore.
- ¿Por qué dice eso? - presiono Harriet, incrédula que su abuelo levantara varita contra su familia - Habla como si mi abuelo abría asesinado sin piedad a su propia hermana y no le creo, el ingenuo joven que posaba con Grindelwald poseía amabilidad en los ojos.
- Y también mucha ambición - rugió Aberforth - No sabes nada niña, nadie sabe nada… hubo un duelo… yo estaba molesto porque Albus pasaba demasiado tiempo con el tétrico Grindelwald, soñando utopías juntos.
- Por un bien mayor… - susurro Harriet recordando las cartas que intercambiaron el verano en que Grindelwald había llegado a la aldea de Godric, firmando un dibujo de las reliquias de la muerte.
- ¡Exactamente! - siseo Aberforth, asqueado por las palabras de la bruja - ¡Mi madre ya no estaba para controlar a mi hermana!, ¡Solo yo!, ¡Yo como figura en la cual mi pobre hermana podía contar!... era demasiada presión, pero amaba a mi frágil hermana… aun así, éramos dos hermanos que debían velar por Ariana… pero Grindelwald alejo a Albus de nuestro lado.
La voz del mago se quebró, memorias tormentosas corrían en su mente, viejos recuerdos dolorosos.
- Los encare, exigí que Albus regresara a la familia para ayudarme con Ariana… Grindelwald enfureció… creo que solo ahí Albus se dio cuenta que el bello joven no era un ángel sino un demonio… en un parpadeo, los tres estábamos lanzándonos peligrosos hechizos mortales… estaba dominado por la colera, no pensaba nada más que asesinar a Grindelwald y castigar a Albus… no escuche… no la escuche llegar y yo siempre la escuchaba sin importar donde estaba… no la escuche llegar… oh, mi frágil Ariana…
Los cuatro jóvenes magos no dijeron nada, solo podían escuchar impactados el relato del hombre mayor, Aberforth paso mucho tiempo en silencio, como si se hubiera congelado en el recuerdo vivido en su mente.
- ¿Qué paso? - pregunto Harriet, con cautela, queriendo hacer regresar al mago al presente.
- Ariana corrió hacia donde estábamos los tres y se metió en el medio intentando frenarnos… recibió un rayo verde y murió en el acto…
Un tenso silencio se instauro en el sótano poco iluminado de Aberforth.
- ¿Y de quien fue el hechizo que asesino a Ariana? - pregunto Hermione con los ojos abiertos, sin poder esperar a saber la respuesta... nunca había sido buena para retener sus dudas.
Aberforth se quedó callado unos segundos antes de responder.
- No lo sabemos, pudo ser cualquiera…
- Lo siento señor - volvió a disculparse Hermione
- A mi hermano nunca le interesamos genuinamente, nos abandonó por Grindelwald en solo un verano.
Harriet frunció fuertemente el ceño, ella sabía que el viejo mago se equivocaba y sin miedo casi grito, intentando controlar su ira.
- Dumbledore siempre pensó en ustedes, aunque no lo dijera abiertamente… él… - a Harriet se le quebró la voz al recordar el funesto día al perseguir el falso Horrocrux - Él los veía, mientras tomaba una sádica poción que le provocaba dolor y miedo, reales alucinaciones vividas lo atormentaron… lo vi rogando que no les hicieran daño, imploro que lo mataran a él en lugar de a ustedes… siempre creyó que era el mayor pecador del mundo… hasta el último momento rogo por dar su vida para asegurar la de ustedes… no lo entendí hasta ahora, al tomar la sádica poción veía a Grindelwald amenazar su bienestar y rogaba por usted y su hermana, rogaba por su vida y bienestar. Pensó en ustedes siempre.
Los ojos amargos de Aberforth se abrieron de sorpresa, impactado por la revelación.
Pero no pudo decir más ya que Ariana Dumbledore volvía de vuelta a su cuadro.
- ¿Con quién viene? - pregunto Ron.
Draco de forma instintiva se colocó delante de Harriet con la varita en alto.
- Alguien viene - declaro el rubio.
Cuando el gran retrato de la hija única del matrimonio Dumbledore se movió, revelo un pasadizo secreto, dentro de este apareció un joven golpeado, su rostro antes redondo ahora estaba mas alargado, pero con múltiples moretones, el cuerpo antes llenito y grueso había desaparecido, revelando una silueta alta y delgada, uno de sus pies cojeaba ligeramente… era Neville Longbottom, había pasado meses desde la última vez que lo vieron, el joven había cambiado, había madurado.
- ¿Neville? - pregunto Harriet y Ron al mismo tiempo.
- Si, soy yo… ha pasado un tiempo amigos.
- Estas… - Ron no sabía cómo completar su oración.
- ¿Destruido? - Neville rio apenas unos segundos, con una risa agotada - Estoy bien, no es nada… a comparación de otros, definitivamente estoy bien.
Aberforth tenía un pasaje secreto que conectaba el sótano de su taberna con un pasaje secreto a Hogwarts, tal parecía que Neville ya había usado ese pasaje varias veces porque no se sorprendió al llegar. Se mostró feliz de ver a sus amigos Gryffindor, pero la sonrisa se le borro del rostro al ver a Draco parado muy cerca a Harriet.
- ¿Por qué Draco está aquí? - pregunto sin rodeos Neville.
- Ahora es nuestro aliado - informo enseguida Harriet - Te lo juro, Neville, puedes confiar en él, tuvo cientos de oportunidades de traccionarnos pero no lo hiso.
Neville no pareció creer a Harriet, pero en tiempos tan desesperados como esos no podían desunirse ante el enemigo, cada aliado rebelde en sus filas era más importante que riñas de enemistad tras años. Los jóvenes magos se prepararon para entrar en el pasaje secreto, Neville iría adelante, siendo el guía, pero antes de seguir a Neville, Harriet le dijo a Aberforth que se comunicara con toda la resistencia que quedara, con todos los miembros de la orden aun vivos y los cite para la batalla final que se daría en Hogwarts.
- ¿Cómo lo sabes?, ¿Cómo sabes que será la batalla decisiva? - pregunto Aberforth.
- Porque me lo dice mi instinto, señor… Después de que destruyamos la inmortalidad de quien usted ya sabe, este será solo un humano más, cualquier buen duelista podrá derrotarlo… Él sabe que su régimen se acerca a su fin… está asustado, tiene miedo… yo pude verlo porque entre en su cabeza… Reunirá a todas sus tropas, atacara hoy, lo sé, querrá su debilidad de vuelta en sus manos.
- Solo soy el hermano arisco de Dumbledore, nadie me conoce, no responderán a mi llamado… pero si al tuyo.
- ¿Señor?
Aberforth convoco un objeto de vidrio ovalado, más grande que una bola de cristal y menos circular, parecía un huevo de cristal.
- Mi hermano era un gran inventor, me regalo esto en mi último cumpleaños – Aberforth señalo el objeto - Puede gravar imagen y audio… si necesitas ayuda te sugiero que la pidas, yo me encargare de multiplicarlo y llevarlo a los puntos estratégicos donde aún hay revueltas… Debes ser lo más genuina posible o creerán que es una trampa.
La cabeza de Harriet se sintió pesada, entendía las palabras de Aberforth, pero sintió el peso invisible de conseguir aliados en sus hombros, ¿Cómo demonios lo hacía Dumbledore?
Temblando, Harriet asintió, era una buena idea… se les acababa el tiempo, no podía temer por hablar con el mundo.
- Cuando quieras - dijo Aberforth.
No había ninguna luz verde que indicara alguna grabación, solo el mago presionaba las partes superiores del huevo de cristal, Harriet tomo una respiración profunda, se obligó a dejar de sentir miedo y miro con decisión el huevo. Hablo con convicción, pidiendo ayuda a todas las escuelas de hechicería y ministerios mágicos, rebelando que Hogwarts sería el campo de batalla decisivo para la lucha de la libertad, animo a cada mago y bruja que se uniera a combate, se despidió diciendo que ella los esperaría en la escuela a la cual iba en camino.
Cuando se acercó a sus amigos estos la miraron con orgullo, la bruja noto que su pelo se había vuelto rojo. Avergonzándose por sus sentimientos, intento distraer la atención puesta sobre ella preguntando lo que había pasado en Hogwarts ese año, Neville es conto que algunos Mortífagos como los Carrots eran unos sádicos que obligaban a practicar las maldiciones imperdonables con los de primer año, sin excepción, quienes se negaban eran torturados… lo único bueno era que Madame Pomfrey tenía excelentes pociones sanadoras.
- ¿Y cómo es Snape de director?
- Lo sabría si ocupara más el puesto de director… casi nadie lo ve, está ausente la mayor parte del tiempo.
Y mientras Neville les informaba el estado del colegio, Harriet noto como Draco no despegaba su mirada de ella, admirado, la veía con amor y respeto.
Harriet se sentía desnuda frente a la mirada de Draco, había una muda adoración en sus ojos… a pesar de transitar por un estrecho túnel cavernoso e ir a su siguiente batalla, la bruja sentía que mariposas revoloteaban en su estómago y las mejillas calientes.
- ¿Estas segura, Harriet? - pregunto Neville, parando de repente en una pared en concreto - ¿Sera hoy la batalla final?
La bruja salió de su burbuja rosa para poner atención en Neville.
- Lo estoy… como nunca, quien tú sabes vendrá aquí… lo vi en su cabeza.
Neville pareció suspirar con miedo, pero luego de unos segundos volvió a recobrar valor.
- Entonces llamare a todos los miembros del ejército de Dumbledore… me las apañare para que lleguen hacia Aberforth… vamos a divertirnos, ¿Cierto?
Los cuatro prófugos miraron impactados a Neville, su carácter antes temeroso había sido domado por la valentía, no tuvieron más tiempo para analizar al Gryffindor cuando este movió lo que parecía una puerta, abandonado el pasaje secreto de un salto, casi gritando de alegría anuncio a quienes debían estar delante del cuadro que tenía una sorpresa.
- Espero que no sea más comida de Aberforth - se escuchó la queja de una voz.
- Si… apenas la podemos digerir - dijo otra voz.
Neville rio y dio pase a los magos tras él, por un momento al trio dorado se le hiso difícil reconocer en que parte del castillo se encontraban después de todo no todos los días se veía un enorme espacio que había sido adaptado para albergar camas, muebles básicos, como si fuera un gran dormitorio, habían magos y brujas con ropas de calle, como si no estudiaran ahí, con pocas pertenencias, otros, con túnicas pero golpeados… era como una gran habitación para refugiados.
Solo ahí, Harriet lo entendió, ese debía ser la sala de menesteres adaptada para brindar ayuda a quienes necesitaran.
Pero antes de seguir analizando la situación, todos los presentes la reconocieron y corrieron hacia ella, felices de verla con vida, Harriet estrecho manos y abrazo a Parvati, Lavender y Fay, reconoció a Luna, Seamus y varios alumnos de su año, vio a alumnos mestizos quienes habían buscado refugio en Hogwarts como los hermanos Creevey, ¿Cómo se las habían ingeniado para llegar hasta el colegio?, Harriet pensó que Aberforth estuvo muy implicado con el traslado y ayuda de los mestizos no solo llevándoles a Hogwarts sino dándole alimentos. También había otros magos “sangre pura” apoyando a los refugiados, vio a muchos Hufflepuff y Ravenclaw, hasta McLaggen estaba ahí, quien le estrecho la mano de forma coqueta, hasta que Draco los separo… solo entonces la magia de su presencia se disolvió, notando así a sus amigos y a un estoico Draco Malfoy.
- ¿Qué hace el aquí? - se escuchó a muchas voces preguntar al mismo tiempo.
- ¡Es un espía!
- ¡Acaba de ver nuestro escondite secreto!
- ¡Que alguien lo atrape!
La multitud de estudiantes enardeció ante Draco, quien solo podía gruñir como un verdadero dragón acorralado, antes de poder defender a Draco, Harriet escucho como informaban de su llegada por la radio de forma encubierta “Cayo un rayo”
- ¡Alto todo el mundo! - ordeno Harriet usando un sonorus en su garganta - ¡Draco no es el enemigo!
Antes de responder a los alumnos escandalizados, Harriet corrió hacia el mago que trasmitía por radio su llegada, se disculpó antes de quitarle el micrófono y presentarse, dando su ubicación y pidiendo la ayuda de cada ser mágico para detener a quien no debe ser nombrado.
- Únanse a mi lucha y pelear a mi lado… su tiranía no solo afectará a gran Bretaña, sino que amenazará con expandirse hacia el mundo, debemos pararlo aquí antes que su mal abarque a cada país y rincón… duendes, elfos, centauros, hadas, vampiros, hombres lobo y todos los seres mágicos, necesitamos unirnos para combatirlo y retomar nuestro derecho hacia la libertad. Lo enfrentare hoy, únanse a mi ejército, pelen a mi lado, sangren conmigo, luchemos por nuestra libertad.
Harriet dejo el micrófono, los estudiantes la veían en silencio, demasiado impactados con sus palabras.
- ¿Qué está pasando, Harriet? - pregunto Lavender.
- Descubrimos la debilidad de quien no debe ser nombrado, es un objeto que está oculto, aquí, en Hogwarts… él vendrá con su ejército a recuperarlo, pero si lo encuentro y los destruyo antes, estaremos a un paso de ganar la guerra.
- ¿Y qué objeto es? - pregunto Fay.
- Una reliquia de Ravenclaw… un objeto pequeño y fácil de ocultar.
Se escucharon murmullos, intentando adivinar el objeto.
- ¿Estas segura que es una reliquia de Ravenclaw? - pregunto McLaggen.
- Como jamás lo he estado - aseguro Harriet.
- Pero…- dijo de repente Parvati sin poder ocultar su curiosidad - ¿Qué hace Malfoy contigo?
Harriet camino al lado de Draco, posicionándose a su derecha.
- Es un aliado que ahora está de nuestro lado, me está ayudando a destruir la debilidad del quien no debe ser nombrado y me salvo la vida en varias ocasiones.
La declaración pareció calmar al grupo quien dejo de ver a Draco como una potencial amenaza.
- La única reliquia de Rowena Ravenclaw que se me ocurre es su diadema perdida…- dijo Luna con su clásica voz soñadora.
Ron pareció farfullar de molestia, creyendo que Luna desvariaba hablando de cosas imposibles, hasta él sabia que ese objeto se había perdido en un punto del tiempo, ninguna persona viva lo había visto en siglos.
De repente Ginny apareció tras la puerta, había escuchado de la llegada de Harriet y prácticamente corrió para abrazarla, la hermana que jamás tuvo, informo además que por radios clandestinas había oído la aparición de huevos de cristal con la imagen de Harriet y como esta incentivaba a todos para luchar esa noche contra quien no debía ser nombrado.
- ¡Se están armando grupos rebeldes por todo el mundo!, ¡Vendrán a ayudar a Hogwarts!, ¡Tienes un ejercito que crece como el fuego, Harriet!
Los antes temerosos estudiantes refugiados comenzaron a celebrar, muchos comenzaron a elegir si pelearían o escaparían, pero Ginny aviso que todos los estudiantes habían sido citados en el gran comedor por órdenes de Snape sin importar el toque de queda.
- Eso fue rápido- susurro Draco- No solo aliados escucharon tu mensaje, también el enemigo.
Harriet asintió, las manos le hormigueaban, tendría que enfrentarse a Snape y sinceramente tenia sentimientos encontrados. Draco lo noto y le cogió la mano, sonriendo con amabilidad.
- No te dejare sola - aseguro el apuesto mago.
La bruja le sonrió con agradecimiento, sintiendo como su corazón se derretía por el cariño que el mago le profesaba. Tomo una respiración profunda y abandono con sus amigos la sala de menesteres rumbo al gran comedor.
Notes:
Capitulo corto y tardía publicación, lo siento, el trabajo en diciembre me succiona la energía creativa. Intentare ser más puntual queridos humanitos. Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 66
Summary:
Duelo en el gran comedor, aliados y en búsqueda de Helena Ravenclaw.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Snape había citado a todos los alumnos en el gran comedor pasado el toque de queda, necesitaba interrogarlos y con ese fin se habían retirado todos los muebles para que los estudiantes y profesores este de pie dividido en cuatro grupos por las cuatro casas, sin velas mágicas o el hechizo en el techo que simulando el cielo nocturno, el castillo parecía menos mágico y más tétrico, después de todo, los Carrow estaban en el lugar donde antes estaba la mesa designada a los profesores, vigilando a cada estudiante, sedientos por blandir sus varitas.
- Muchos deben estar preguntándose porque los mande llamar a estas horas tan entrada la noche… se me ha notificado que Harriet Potter lanzo un mensaje de Hogsmeade hacia los rincones mágicos del mundo, el contenido de este es un curioso mensaje es un levantamiento, invitando a todo ser mágico con magia a venir a Hogwarts para enfrentar al señor oscuro - comenzó Snape, susurros de incredulidad del alumnado no se hicieron esperar, estaban aislados y no tenían idea de la batalla que vendría, Snape alzo más la voz para hacerse escuchar - Y ahora, si cualquiera, estudiante o maestro pretendiera “ayudar” a la señorita Potter, será castigado de una manera consistente con la severidad de su infracción y aún más… cualquiera que esté al tanto de estos eventos y que evite confesar ahora será acreedor a un castigo igual…
La amenaza era clara, si ayudaban a Potter peligrarían su bienestar, todos los estudiantes callaron y posaron sus miradas al suelo mientras Snape caminaba entre ellos.
- Muy bien… si alguien de aquí sabe algo de los movimientos de Potter de esta noche, lo invito que pase al frente… ahora.
Snape detuvo su caminar en el grupo de Ravenclaw, presionando con su presencia a la casa que siempre sabia de todo, al no obtener nada más que miedo, dirigió sus pasos hacia los Gryffindor, hacia las mejores amigas de Potter y alegados… quisa si presionaba más a Longbottom este cantaría algo, era conocido por todos que este mago se había vuelto más valiente ese año, encabezando el movimiento rebelde de querer robar la espada de Gryffindor de su despacho como director. Así que presiono, caminado con lentitud hacia el grupo, pero el único sonido que brotaba en el gran comedor era el sonido de sus pasos.
Nadie iba a delata a Potter.
Antes de pensar en cometer alguna intimidación con el alumnado, unos pasos apresurados llamaron su atención y la de todos los presentes al salir de un rincón del gran comedor… Era Harriet Potter, tan delgada como cuando vivía con sus tíos muggles, con el pelo tan desordenado como si fuera un nido de pájaros, pelo rojo como el fuego, rostro lleno de rabia y ropa de calle que debió conocer mejores días y gafas sin cristal rayadas como si hubieran sobrevivido a grandes travesías desgastantes.
- Parece que a pesar de sus exhaustivas estrategias de defensa aún tiene un pequeño problema de seguridad - gruño Harriet a la par que las puertas del gran comedor se abrían en todo su esplendor - Y me temo que es bastante grave.
Los miembros que quedaban de la orden del fénix y aliados extranjeros entraron con las varitas alzadas… eran más de cincuenta, Ron, Hermione y Draco estaban al frente del grupo.
- Que agallas de tomar su lugar - gruño molesta Harriet con el pelo y mejillas rojas, estaba colérica con el mago quien una vez fue su profesor - ¡Dígale a todo el mundo lo que paso esa noche!, ¡Dígales como lo miro a los ojos!, al hombre que confió en usted… al hombre que le pidió ayuda… el hombre que le suplico ayuda y aun así lo mato, ¡Dígales!
Snape dejo de mirar a la bruja como si viera un fantasma, un espectro del pasado con ira en sus ojos y rabia en sus lágrimas; con rapidez el inmutable mago saco su varita, listo para atacarla, pero lo que nadie previo fue ver como Minerva McGonagall se apresuró a apartar a la pelirroja para tomar su lugar contra el director de Hogwarts. Gritos de los alumnos asustados se escucharon en todo el comedor mientras prácticamente todo el alumnado corría hacia las paredes para refugiarse del duelo improvisado con dos magos de gran poder mágico.
Al ver como McGonagall retiraba a Harriet a un lado para que no resultase herida, Snape bajo momentáneamente su varita, inseguro, pero cuando la bruja mayor no titubeo en iniciar el duelo, el mago volvió a adoptar una posición de ataque. Aunque la primera en atacar fue la bruja lanzándole un poderoso hechizo de fuego, Snape creo con maestría escudos mágicos que se quebraron por la intensidad del ataque, quedo claro que no era fuego común y corriente, sino lava, McGonagall trasformo la llama en lava a la par que atacaba avanzando un paso a la vez para arrinconarlo, pero realizar el poderoso hechizo consumía mucha magia por lo que la estricta bruja comenzó a atacarlo con fuego convencional, exhausta.
- ¡Baja tu varita, Minerva! - advirtió Snape esquivando los ataques que le lanzaba la bruja pero retrocediendo en el proceso.
- ¡Nunca! - grito ella.
McGonagall volvió a lanzar fuego por su varita, Snape contrataco con un hechizo de agua… pero a mitad de hechizo el fuego se trasformo en serpientes que hubieran mordido al mago si este no fuera uno de los más grandes duelistas de su generación, antes de que los colmillos toquen su piel, Snape hiso desaparecer a los animales. McGonagall aprovecho los segundos ganados para lanzar otro hechizo que ablando el suelo donde estaba Snape, luego intento convertirlo en piedra al estar pegado en el suelo lanzándole el encantamiento de endurecimiento, pero uno de los Carrow intervino en la pelea lanzándole una maldición imperdonable que apenas pudo esquivar, Harriet al ver la desventaja numérica se sumó al duelo y lanzo el hechizo incarcerous hacia la mortífaga que casi asesina a su jefa de casa, largas cuerdas salieron de su varita y se enroscaron en las muñecas de la Mortífaga haciendo caer su varita, el hermano de esta ataco lanzándole a la pelinegra gran cantidad de flechas que salieron disparadas en todas las direcciones sin patrón alguno de dirección para que esquivar fuera imposible, el corazón de Harriet tembló, no se le ocurría nada más que escudos pero hasta estos tenían un límite.
- ¡Orchideus! - grito Minerva.
Con un movimiento circular trasformo todas las fechas mortales en flores inofensivas que terminaron cayendo en el suelo del gran comedor.
- ¡No se metan! - gruño Snape a los Carrow - ¡Es mi pelea!
A regañadientes los hermanos mortífagos aceptaron, con un movimiento de varita McGonagall volvió a alejar a Harriet de su lado y nuevamente comenzó a atacar a Snape, fuego mortal salía disparado hacia el director de Hogwarts quien con gran habilidad lograba esquivar y repeler los poderosos ataques alzando fuertes escudos… de repente el fuego que lanzaba Minerva dejo de ser rojo y se trasformo en azul, luego en purpura y al final negro. Solo era sabido por pocas personas que la bruja mayor gozaba de experimentar empujando los límites de la magia para ver nuevos resultados, ese combate demostró sus más letales invenciones.
- Oscuro letal - dijo McGonagall volviendo a crear el fuego negro, su ataque más mortal, que drenaba más energía mágica que cualquier hechizo convencional… lo estaba reservando si alguna vez se enfrentaba con Voldemort.
Los escudos de Snape se quebraron, fuego negro quemo su túnica, pero siguió intentando repelerlo. Detrás de él los Carrow se preparaban para ayudarlo, pero el ataque de Minerva que Snape se esforzaba por esquivar dio de lleno a los hermanos Carrow, dejándolos inconscientes tirados en el suelo. El ejército rebelde convocado por Harriet avanzó hacia la pelea con la varita en alto, para sumar ayuda y capturar al mortífago. Una clara desventaja numérica… Snape sopeso sus posibilidades, la huida era el único camino que podía tomar, así que con velocidad corrió hacia los inconscientes hermanos Carrow, los cargo, rompió una de las ventanas del gran comedor y voló sin escoba hacia los cielos de Escocia.
- ¡Cobarde! - grito Minerva al verlo huir.
La bruja de carácter firme no perdió el tiempo en sucumbir a la ira y con un movimiento de varita ilumino el gran comedor encendiendo cada antorcha del recinto, alejando el frio de los muros. Los estudiantes de todas las casas, menos Slytherin festejan con gritos y saltos el destierro del infame director, pero antes de poder unirse a la celebración, Harriet perdió energía en sus piernas cayendo al suelo, le arde la cicatriz como si estuviera hecha de fuego, McGonagall sin dudar se acerca a ayudarla.
- ¿Potter, que pasa? - pregunto con preocupación Minerva.
- Es… es él - susurra Harriet, pálida como una sábana.
Los miembros de la orden y la resistencia automáticamente se pusieron en estado de alerta aun sin oír a la pelinegra, poco a poco cada estudiante deja de festejar sintiendo que algo no andaba bien, hay miedo en el aire cuando de repente se escucha un grito de una estudiante, McGonagall y Harriet se acercan al grito con renovada energía encontrando a una niña Hufflepuff retorciéndose de dolor.
- Por Merlín…- susurra pálida Minerva conteniendo un grito de horror por lo que ve y entendiendo lo que ocurría - ¡Finite incantatem!
Lo que sea que torturaba a la joven bruja desapareció, dejando a la estudiante inconsciente… luego otro grito se escuchó, proveniente de la casa de Ravenclaw, esta vez es Kingsley quien lanza el hechizo para detener el encantamiento.
- Magia a distancia… - susurra Lupin, quien estaba en el grupo rebelde que habían entrado al castillo y derrotado a los mortífagos y Dementores que custodiaban el colegio, al menos momentáneamente - Está usando magia a distancia para atacar a los que están en el gran comedor… solo los magos mas fuertes pueden realizar ese tipo de magia…
- ¡Finite incantatem! - grito Bill Weasley hacia un mago de Gryffindor que sufría un nuevo ataque.
Temerosos, los alumnos comenzaron a agruparse en el centro del gran comedor, cuando de repente los ataques aleatorios cesaron y una voz masculina que parecía un susurro dentro de sus cabezas, como si estuviera cerca a sus oídos comenzó a hablar.
“Ahora que ya tengo su atención, escúchenme atentamente, sé que muchos de ustedes querrán pelear… Potter ha iniciado un movimiento rebelde intentando llamar a magos de todos los lugares del mundo, muchos han venido porque creen que es sensato, piensan que protegen sus libertades… pero es una locura… entrégueme a Harriet Potter… háganlo y nadie saldrá lastimado”
El mensaje era escuchado por cada persona que estaba en el salón, profesores, alumnos, la orden del fénix y fuerzas rebeldes.
“Denme a Harriet Potter y dejare Hogwarts intacto, no perseguiré más a la orden ni a los rebeldes que se unieron contra mi… denme a Harriet Potter y todos serán recompensados… Tienen una hora”
El susurro con la voz de Voldemort desapareció, los estudiantes y maestros se quedaron callados, los magos y brujas rebeldes rompieron su formación, indecisos de como proceder, ¿Debian de irse?, ¿Debian de comenzar a prepararse para un inminente ataque entre los presentes porque preferirían salvar sus propias vidas?, ¿Quién entregaría a Potter al señor oscuro?, ¿Acaso lo aliados se atacarían entre ellos?
Harriet siempre había sentido que nada realmente malo podría pasarle dentro de las paredes de Hogwarts, pero en esos momentos se sentía indefensa, comprendiendo el peso de las palabras de Voldemort y la flamante recompensa por su captura, y ¿Quién no haría lo que sea por salvar su vida?, sus manos comenzaron a sudar mientras temerosa se quedaba quieta, una hora, todos tenían una hora para decidir si entregarla o no.
- ¡¿Qué están esperando?! - chillo Pansy, saliendo del grupo de Slytherin levantando su voz contra Harriet - Entréguenla, ¡Solo si la entregamos estaremos a salvo!
La traición demoro menos de lo que creyó la bruja pelinegra, sintió miedo e indecisión correr por su sangre, una cosa era enfrentarse a carroñeros y mortífagos pero otra era enfrentarse a alumnos que crecieron con ella así sea de otra casa y cuya relación no fuera tan buena… no importaba que dijeran o hicieran, Harriet era incapaz de levantar la varita con los jóvenes magos con quien compartió años de educación, comidas y juegos de quidditch… lo único que podía hacer era sostener su varita con indecisión y destino sentenciado.
Pero antes que Ron o Hermione pudieran contratacar y colocarse al lado de Harriet como barrera humana contra cualquiera que pensara en entregarla, una delgada figura masculina de pelo rubio claro salto al lado de la pelinegra, con la varita en alto y energía desbordando.
- ¡Alto! - rugió Draco, como si de un dragón se tratase mostrando los dientes, alzando su varita apuntando a Pansy y a quienes estaban más cerca a Harriet - ¡Si le tocan un solo pelo, los asesinare!
Pansy se quedo muda de la impresión, y no fue la única, después de todo era bien sabido por todo Hogwarts que Draco Malfoy siempre había rivalizado con Harriet Potter y era un seguidor mas del quien no debe ser nombrado, pero el bello mago defendía a Harriet como un dragón protegiendo su tesoro.
Cuatro magos salidos de Slytherin rompieron el silencio con el sonido de sus pisadas abandonado su casa para acercarse a Draco y Harriet, el rubio mago se tensó como una cuerda, apunto su varita hacia los magos de su casa, pero estos no se inmutaron y siguieron caminando con una sonrisa hacia la pareja.
- Ya te habías demorado, Draco - dijo Daphne.
- Creí que nunca tendrías el valor pero maduraste, amigo - dijo Zabini.
- Oh, que romántico, ¡El poder del amor! - Astoria suspiro, casi se podía ver corazones en sus ojos.
Draco gruño, pero eso no logro intimidar al grupo de Slytherin.
- Draco, amigo, cálmate - dijo Nott levantando las manos en señal de paz - Estamos de tu lado y de Harriet.
Ron y Hermione se habían colocado al lado de Harriet, entendiendo las palabras de Nott, después de todo habían estado juntos en clases clandestinas de defensa contra las artes oscuras hace años, pero lo que no esperaban es que los cuatro Slytherin se coloran frente a Harriet y Draco, un par de escudos mas para defender a Harriet.
- Ha llegado el momento de saldar nuestra deuda, preciosa - dijo Theodore - ¡Aquellos que quieran entregar a Harriet Potter al señor oscuro deberán pasar por mi cadáver!
Para reforzar sus palabras Nott alzo su varita contra la casa Slytherin, apuntando a Pansy quien no daba crédito a lo que veía, sus ojos se abrieron aun mas cuando vio como las hermanas Greengrass y Zabini copiaban al pelinegro, apuntando a la casa Slytherin.
Antes de que pasara una hora el gran comedor se convertiría en un campo de batalla si nadie hacia algo, gritos de indignación y chillidos comenzaron a reinar en el gran comedor, Harriet tembló sin saber como parar el inminente desastre pero Draco le cogió la mano y le sonrió tranquilizadoramente, la bruja se sorprendió del efecto que le causaba la sonrisa del mago, alejando el miedo y la ansiedad en su sangre… como un patronus.
Pero antes de poder seguir examinando sus emociones, mas alumnos se colocaron al lado de Harriet, Ginny, Luna, Neville, Seamus, los hermanos Creevey y el ejercito de Dumbledore, esto fomento a que los aliados con los que vinieron la orden también tomaran partido por Harriet acercándose a ella para protegerla. Todo el grupo fue rodeado a última instancia por los miembros de la orden del fénix que levantaron varitas para atacar a quien quisiera entregar a Potter.
La tensión fue rota cuando apareció corriendo Argus Filch gritando que había estudiantes fuera de la cama, McGonagall sin paciencia alguna lo mando a callar pues todos tenían permiso estar en el gran comedor.
- Aunque… su aparición fue muy oportuna - dijo Minerva mirando a la casa Slytherin - Quiero que escolte a la señorita Parkinson y a toda la casa de la serpiente fuera del gran comedor.
- ¿Y a donde quiere que los escolte? - pregunto Filch con su gata en brazos.
- Al calabozo - ordenó sin dudar McGonagall.
Gritos de alegría y celebración sonaron por todo el gran comedor, hasta algunos miembros rebeldes aplaudieron la decisión de la estricta bruja mayor, pero antes de que algún Slytherin mueva un pie para ir al calabozo, Draco llevo su varita a la garganta y lanzo un sonorus callando a todos.
- Para quien no lo sepa, mi nombre es Draco Malfoy… y ya no sirvo a quien no debe ser nombrado, ahora lucho con Harriet Potter porque ser un mortífago no era lo que siempre creí, lo que mis padres siempre creyeron…- la voz de Draco se corto pero se obligo a recobrar la compostura - El lugar que siempre creí mi hogar perdió su gloria al cometerse asesinatos diarios, vi a mis padres degradarse y marchitarse de miedo, prisioneros en su propia casa… Fui miembro de la casa Slytherin creyendo firmemente los valores de Salazar, la sangre pura pero me tome con otra realidad… con una horrible realidad…
Todos los magos y brujas de la habitación lo miraban sin entender, Draco trago saliva admirando como había magos como Dumbledore capaz de aguantar la fuerza de cientos de mirada sobre él sin inmutarse, pero debía continuar hablando.
- Lo que quiero decir… es que perdonen a los miembros de mi casa Slytherin y no los manden al calabozo - pidió Draco, mirando a todos, en especial a la estricta McGonagall - Solo son jóvenes estudiantes que aun no saben nada del mundo real… aun están en formación… en Slytherin se nos enseña a sobrevivir, a ser astutos, ellos solo se portaron así por su sentido de sobrevivencia… Salazar era un gran estratega pero perdió mucho a causa de los muggles y por eso solo permitió a magos de largas generaciones estudiar en su casa… mis compañeros actuaron mal pero fue solo por la visión de Salazar. Necesitan guía y no castigo. Aun son jóvenes inexpertos en un mundo que debe cambiar muchas de sus deterioradas ideologías… sangre sucia, los sagrados 28, pureza de sangre, todo fueron palabras de mis padres que repetía sin saber realmente su significado. Ahora lo sé porque experimenté el mundo real… pero mis compañeros no. Perdónelos por favor… solo repiten las palabras de sus padres.
- Pero fue usted joven Malfoy quien apunto su varita contra ellos amenazándolos de muerte - contrataco McGonagall.
- Y lo haría contra cualquier Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff… lo haría con cualquiera que amenazará el bienestar de Harriet… Busco la caída del señor oscuro con mas necesidad que cualquiera de ustedes.
Draco se acerco a Harriet y entrelazó la mano con ella.
- Busco la libertad de mi familia y proteger a Harriet Potter.
Murmullos se elevaron en el gran comedor, una masculina voz resalto entre todo el bullicio.
- ¿Por qué te interesa proteger a Harriet?
Las voces se apagaron, esperando con atención su respuesta.
- Fácil - dijo Draco con simpleza - La amo y la quiero en mi vida después de la guerra. La amo como la tierra ama al sol… la protegeré con todas mis fuerzas, astucia y vida si es necesario.
La respuesta sonrojo a Harriet, ahora era público: Draco Malfoy la amaba. El silencio lleno de incredulidad reino una vez mas solo roto por las felicitaciones de los cuatro Slytherin.
- Amigo, eso es tener las cosas claras e ir al grano, me gusta tu actitud - sonrió Zabini.
- Podríamos hacer la boda en-
- Ahora no Astoria - corto Dhapne con un suspiro - Concentremos en sobrevivir esta noche.
- Draco, te demoraste siete años en decir la verdad… amigo, si una chica te gusta vas hacia ella y se lo dices, no la hostigas por siete años llamando su atención erróneamente.
Las mejillas pálidas de Draco se pusieron rosa.
- Tenia once cuando paso, era muy infantil…- se escuso Draco.
- Si Draco, estabas verde como una manzana, aunque también Harriet - afirmo Theodore - Pero fue muy gracioso verte celoso año tras año. Supongo que mi disfrute personal acaba de finalizar.
Furioso y avergonzado Draco intento hechizar a Theodore para que se callara, pero al ver que el mago guardaba su varita, haciendo una señal de paz con las manos desnudas, el rubio desistió, después de todo había sido educado para ser un duelista ético y no había honor en vencer a quien no tenia la varita en su mano.
- Entonces… - dijo McGonagall cortando la conversación de los Slytherin - ¿Qué propone hacer con la casa de la serpiente?
- Evacuarlos… y no solo a ellos sino a todo alumno que no desee participar en la batalla… tenemos menos de una hora - respondió Draco.
- Conozco un pasadizo secreto para huir de Hogwarts sin ser vistos - ofreció Neville - Todos lo que no quieran formar parte de la batalla, síganme, los guiare - ofreció Neville.
Voces reinaron en el gran recinto, decidiendo que bandos de estudiantes se quedarían y otros que se irían comenzaron a formarse, no fue sorpresa que casi todos los Gryffindor se quedarían a pelear, pero los más jóvenes fueron casi expulsados a abandonar el colegio por ser demasiado pequeños, solo cinco Slytherin se quedaron en el gran comedor, incluido Draco, unos cuantos eruditos Ravenclaw se sumaron a la lucha y casi todos los Hufflepuff se ofrecieron de voluntarios para pelear, hurones buscadores de lo correcto. Draco los admiro, la pelea podría ocasionar muertes, era casi un hecho que saldrían heridos de la pelea, pero ahí estaban los Hufflepuff ofreciéndose como voluntarios por las causas correctas… la casa mas subestimada de Hogwarts era en realidad la mejor de las cuatro.
- ¿Qué pasa? - pregunto Harriet al ver al mago rubio ido.
- La mejor casa es Hufflepuff…. Recién lo noto ahora…- respondió él - Ofrecen su vida por lo correcto sin importar el miedo o la sobrevivencia.
Harriet dirigió sus ojos hacia donde miraba Draco, dándose cuenta de la cantidad de Hufflepuff.
- Si, la mejor casa, la mas subestimada… el abuelo lo decía todo el tiempo, que el error de todo enemigo era subestimar a la humildad de su adversario…
De repente la bruja dejo de hablar, una idea había llegado a su mente, si Voldemort estaba armado un ejército para invadir Hogwarts, entonces los magos rebeldes que llegaron con la orden serian insuficientes.
- Elfos…- susurro Harriet con los ojos abiertos frente a la revelación - Las criaturas mágicas mas subestimadas del mundo mágico… pero olvidadamente poderosas.
- ¿Harriet? - Draco la veía sin entender.
La nombrada corrió hacia McGonagall y pidió que todos los elfos de Hogwarts se trasportaran hacia los rincones del mundo mágico para captar magos rebeldes y transpórtalos hacia Hogwarts. Cuando la estricta bruja comprendió la idea, sonrió con orgullo a su alumna por la fantástica idea.
- Y también necesito tiempo… debo encontrar un objeto escondido en Hogwarts que nos asegurara la victoria.
- Entonces te lo daremos - prometió McGonagall con solemnidad - Has lo que debas hacer, asegurare el castillo.
Harriet agradeció a la bruja y antes de retirarse estrecho manos con los magos rebeldes que habían venido desde fuera, le sorprendió de ver a Víctor Krum junto con varios magos que habían asistido al torneo de los tres magos, también estaba Fleur con amigas suyas francesas, Adrián Pucey y varios ex alumnos Slytherin que ya se habían graduado quienes jamás hicieron trampa al jugar quidditch, casi una docena de vampiros, un pequeño grupo de centauros liderados por Firenze y varios magos y brujas que Harriet no pudo reconocer y que apenas pudo agradecerles el estar ahí, cuando de repente los elfos de Hogwarts habían aparecido con una nueva orden, buscar ayuda y traerla al castillo, al ver que un elfo no podría con una emboscado, varios magos se habían ofrecido a acompañar a las criaturas mágicas en caso que sufran un ataque o emboscada del enemigo.
Había esperanza en el aire, ver a casi todos los miembros de la orden con vida reavivo el optimismo en Harriet. Pero al ver a Tonks y Lupin, su mente le trajo un pensamiento fugas… ¿No se habían convertido recientemente en padres?, con pasos rápidos se acercó hacia el matrimonio.
- Lupin, Tonks… ¿Qué hacen aquí?, ustedes tienen un hijo… no pueden estar aquí.
Los jóvenes padres solo sonrieron, aunque en la profundidad de sus ojos ese miedo estaba latente.
- Insistí a Tonks que se quedara con nuestro bebe - dijo Lupin.
- Y yo insistí en acompañar a mi esposo en una peligrosa batalla… ¡No podía quedarme en casa sabiendo que mi esposo corría peligro de muerte… además no soy la única madre que llego a pelear, mira sino a Molly Weasley al lado de su esposo Arthur. De eso se trata el matrimonio, de estar en las buena y en las malas… Pero creo que tú tienes una misión que realizar, no pierdas tiempo hablando conmigo, tienes menos de una hora para que comience el ataque.
Menos de una hora y Hogwarts se convertiría en un campo de batalla… quizá muchos de los que estaban en el gran salón no sobrevivirían… vio a lo lejos como Percy Weasley arribaba con un elfo y otros magos y corría al lado de su familia para pedir perdón y luchar junto a ellos, vio al matrimonio Weasley llorar por recuperar a su hijo y a los gemelos reír estrepitosamente, vio a Ginny golpear de forma más muggle a su hermano mayor, mientras Bill abrazaba a Fleur. El miedo de no volverlos a ver la golpeo mentalmente haciéndole temblar las rodillas y con paso veloz se encamino a la salida siendo seguida por Draco, Hermione y Ron.
- ¡Señor Malfoy! - lo detuvo McGonagall.
Con los dientes apretados por sentir perder minutos valiosos de tiempo pero genuina curiosidad el nombrado se detuvo y giro para ver a la jefa de la casa de Gryffindor.
- Que gusto ver cuánto ha madurado, que gusto que este de nuestro lado… cuide a Harriet- dijo la estricta bruja con una pequeña sonrisa en la cara.
Draco abrió los ojos con sorpresa nada disimulada.
- Lo hare- juro Draco.
Los estudiantes se dispersaron hacia donde estaban sus dormitorios, unos para recoger sus pertenecías y huir de Hogwarts y otros para prepararse para la batalla mientras a cada minuto el castillo recibía a más aliados rebeldes venidos de todas partes del mundo gracias a los elfos, por el rabillo del ojo Harriet vio a lo lejos a viejos magos y brujas pero con aplomo, también a veelas y arpías, un numeroso grupo de duendes y mas elfos domésticos que tenían ropas extranjeras… un variado ejercito de casi todas las especies mágicas habían llegado a pelear.
- ¡Harriet! - llamo de repente Hermione con un grito - ¡Espera!
La pelinegra detuvo sus pasos en medio de la escalera para encarar a Hermione.
- Mione, no hay tiempo, ¿Qué ocurre?
Hermione se veía pálida, como si de repente se hubiera percatado de un hecho importante ignorado descuidadamente.
- ¿Cómo se supone que destruiremos los objetos malditos sino tenemos la espada de Gryffindor?
El corazón de Harriet cayo a sus pies, la cálida esperanza en su pecho se enfrió como si nunca hubiera estado ahí, Hermione como siempre tenía razón.
- No… no lo pensé- respondió medio aturdida Harriet.
- ¡Espera, lo tengo! - dijo de repente Ron con una sonrisa - ¡Harriet ya destruyo un objeto maldito cuando estaba en segundo año con un colmillo de Basilisco!... entremos a la cámara de los secretos y destruyamos la copa con un colmillo de Basilisco.
Hermione recupero el color en su rostro y casi abrazo a Ron por su certera idea… pero Harriet perdió aún más la esperanza.
- Chicos… olvidaron que en tercer año vendí su cuerpo… no queda nada en la cámara de los secretos… nada, ni un solo colmillo.
Ron y Hermione se vieron a las caras, habían olvidado por completo que Harriet había bajado a la cámara de los secretos con Snape para vender el cadáver para porcionistas o creadores de varitas… que ilusos habían sido. El miedo y la desesperanza se cernió en el grupo.
- Oigan… aún hay alguien en Hogwarts que tiene un pedazo del basilisco de Salazar… podemos separarnos en dos grupos… yo iré con Harriet como ayuda extra mientras Granger y Weasley van por el colmillo de Basilisco.
- Espera, espera, espera, ¿Quién tiene el colmillo de Basilisco en su poder?
Las memorias de Harriet habían obviado ese suceso, creyendo que todo estaba zanjado… había regalado un colmillo del rey de las serpientes a uno sola persona en todo Hogwarts que al obtenerlo no lo vendió ni por la cifra más extravagante de dinero.
- Colin Creevey… - susurro Harriet - Le di el colmillo de Basilisco y este lo uso con mucho orgullo como collar.
- Si nos separamos, ¿Cómo lograremos encontrarnos? Jamás vi tanta en gente en Hogwarts - dijo con genuina preocupación Hermione.
Harriet saco de su peluche de gato el mapa del merodeador y ordenó a sus amigos usar el mapa para ubicarla mientras estos prometieron destruir la copa de Hufflepuff.
- ¿Y adonde iras? - casi grito Hermione al ver a Harriet correr escaleras arriba seguida de Draco.
- ¡A la sala de Ravenclaw!, comenzare por ahí.
La pelinegra retomo su apresurado caminar mientras era seguido por Draco.
- Bueno…- dijo Ron al ver desparecer a Harriet entre la multitud de estudiantes - Sera mejor buscar a Colin y pedir cierto colmillo. Andando.
Hermione obedeció, bajando las escaleras rumbo al gran comedor donde vieron por ultima vez a Colin, quien peleaba con su hermano menor ordenándole abandonar Hogwarts pues era muy joven para unirse a la pelea, pero el menor Creevey se rehusaba a dejar el ejército de Dumbledore. Tan metido en sus pensamientos estaban Ron y Hermione que no vieron como Luna corría escaleras arriba, buscando a Harriet.
Mientras tanto seguían llegando más refuerzos al castillo, ahora jóvenes magos y brujas que tenían entre veinte y treinta años, quienes presurosos rodearon el castillo ubicando las entradas donde ya había grupos rebeldes preparados. Quien daba las ordenes era McGonagall, ubicando a Hagrit y su medio hermano gigante en la puerta principal, ordenando la destrucción de un puente cubierto a Neville y Seamus, mismo puente que unía el castillo con los pastizales de Escocia, debían deshacerse de ese puente para mantener a los mortífagos y carroñeros lo más alejados del castillo.
Neville se veía preocupado, si bien era bueno haciendo desastres, nunca los había hecho a propósito, y destruir un puente requería una gran predisposición de destrucción, aunque entendía la estrategia de la profesora.
- Yo lo puedo derribar - aseguro con confianza Seamus.
- Ese es el ánimo - felicito McGonagall - Ahora corran.
Los Gryffindor emprendieron camino hacia el puente, mientras todos los docentes de Hogwarts y miembros de la orden del fénix y viejos magos que se habían unido al ejercito de Potter salían al patio empedrado para ser la primera línea de defensa, los magos más jóvenes estaban dentro del castillo, siendo la segunda línea de ataque. Sophie Wilson salió con una enorme maleta en la mano, sus mejores figuras con seres mágicos que nadie podía controlar descansaban dentro de la maleta: gigantes, hombres lobos, gente de agua y criaturas fantásticas, Horace Slughorn tomando a toda prisa su poción felix felices para salir con vida de la batalla, Madame Pomfrey junto con varias medibrujas creando un espacio improvisado para atender a los enfermos en el cuarto pequeño que usaban los de primero para esperar y ser clasificados, Pomona Sprout levitando peligrosas plantas atrapadas en esferas listas para plantarlas, Wilhelmina Grubbly Plank con teslas entrenados a su lado, Firenze con un mayor grupo de centauros, Aurora Sinistra con un modelo del sistema planetario a pequeña escala pero parecía tener vida propia, Rolanda Hooch levitando cientos de quaffles y bludgers, Bathsheda Babbling con pergaminos viejos en las manos, Séptima Vector quien se puso a tallar números en todo el suelo que pudiera ver haciendo énfasis en el número 7 y hasta algunos instructores de los T.I.M.O.S.
- No podemos detener a quien ya sabes quién indefinidamente - dijo Flitwick, no había escudos irrompibles en la magia.
- Bueno, eso no significa que no podamos retrasarlo. Le prometí a Harriet tiempo y eso es lo que le daré… y su nombre es Voldemort, Fillius. Tratara de matarte de igual manera.
A lo lejos, en la oscuridad ya se podía ver como el ejercito de Voldemort llegaba, por lo cual Minerva no perdió el tiempo y mirando al castillo lanzo el encantamiento “Piertotum Locomotor”
El resultado fue un despliegue de soldados de piedra que siempre habían estado ahí y que nadie había reparado por considerarlos un motivo ornamental, casi una centena de enormes soldados de piedra comenzaron a desfilar rumbo a la entrada salidos de todas partes del castillo, algunos en buen estado y otros desgastados por el tiempo con pedazos de armaduras faltantes.
- ¡Hogwarts está en peligro! - dijo Minerva- ¡Vigilen las entradas, protéjanlos!, ¡Cumplan su deber para con la escuela!
Magos rebeldes, profesores y miembros de la orden vieron como los enormes seres de piedra se posicionaban delante de ellos, siendo la primera línea de ataque, aunque los soldados de piedra no sentían emoción alguna los magos, brujas y ejército rebelde no pudieron ocultar su alegría y vitoreo de emoción al ver la ayuda extra. Hasta Minerva sonreía, emocionada de haber realizado un hechizo tan majestuoso.
Flitwick alzo su varita al cielo y comenzó a conjurar protecciones, los demás profesores de Hogwarts lo imitaron, lanzando sus hechizos al cielo, los miembros de la orden del fénix y el ejército de Harriet también se sumaron a la creación del gigante escudo, Hogwarts era enorme, se necesitaba de cada ser capaz de lanzar protecciones si querían cubrir el área y proteger el castillo así como a quienes estaban dentro de este.
Era sin lugar a dudas un espectáculo increíble de ver, alejando a los Dementores que merodeaban por el castillo. No habría ser vivo que no se maravillara del increíble hechizo, un espectáculo que retraso la velocidad de Harriet al quedar impresionada por el enorme escudo de protección, retraso que Luna aprovecho para darle alcance, casi gritando ser escuchada.
- ¡Deja de correr y escúchame Harriet Potter! - demando Luna, con una voz seria que pocas veces usaba.
El tono demandante de la bruja hiso parar en seco a Harriet y por consecuencia a Draco.
- ¿Qué ocurre Lovegood? - pregunto Draco.
- ¿Recuerdan lo que dijeron en la sala de menesteres?, la diadema de Ravenclaw jamás fue vista por nadie con vida.
- Eso no significa que dejaremos de buscar - gruño Draco.
- ¿No lo entienden? - dijo Luna con impaciencia - Es obvio, ¡Deben hablar con los muertos!
De repente la visión que Harriet vio del fantasma de la hija de la fundadora de Ravenclaw tuvo sentido… Voldemort debió de usar su encanto para hacer que Helena Ravenclaw le dijera donde estaba la diadema y posteriormente corrompió el artefacto mágico al transformarlo en un Horrocrux.
- Eres brillante Luna, lo digo en serio. La mas brillante Ravenclaw de tu generación, por favor, guíame al fantasma de Ravenclaw.
Con una sonrisa enorme sonrisa Luna accedió, llevando a la pareja de magos en busca de la ultima persona que vio la diadema, después de todo, Helena había robado la diadema a su madre, celosa y codiciosa de la inteligencia de Rowena Ravenclaw… lástima que esa acción había provocado sangre y muerte, Helena había estado tan avergonzada por su actuar que se quedo varada en el plano terrenal tras morir, convirtiéndose en un fantasma, el fantasma de la casa de Ravenclaw.
Notes:
Lo siento chicos, demore mas de lo que creí, al ser un “What if….” Los cambios hacen que deba detenerme en ciertas partes a agregar mas cosas. Gracias por leer, subiere más la próxima semana.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 67
Summary:
Conversaciones con Helena, barreras, destrucción de la copa de Hufflepuff y calma antes de la tormenta.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
- Sigan este corredor, al final encontraran a Helena en un pequeño jardín, suele pasar mucho tiempo ahí - dijo Luna, indicando la dirección en cuestión.
- ¿No vendrás con nosotros? - pregunto Harriet.
- No, creo que es mejor así, creo que es mejor que solo uno entre en su refugio… es muy tímida.
- Iré yo, Draco, espera aquí- ordeno Harriet.
- ¡No!, no te dejare sola - gruño el rubio mago - Te esperaré cerca… no me veras, ¡Seré como un fantasma!
- Draco, ya escuchaste a Luna, Helena es tímida, debo hablar sola con ella… convencerla para saber el paradero de la diadema.
Sin esperar respuestas, Harriet abandono a sus amigos y casi troto hasta el abandonado jardín, tal como Luna predijo, el trasparente fantasma de Helena se hallaba sentada en una descuidada banca mirando el cielo nocturno.
En vida debió de ser una de las brujas mas hermosas en la tierra, por lo cual sorprendió a Harriet, abriendo graciosamente su boca, la fantasma se rio por el infantil comportamiento de la pelinegra lo que provoco que la pequeña bruja se sonrojara.
- ¿Madame Helena Ravenclaw?, ¿Hija de la fundadora Rowena Ravenclaw?
Decir el nombre de su madre le borro la sonrisa, Helena adopto una postura defensiva y la miro de pies a cabeza.
- ¿Eres amiga de Luna?
- Claro, la Ravenclaw más brillante de nuestra generación… Ella cree que puede ayudarme.
- ¿Buscas la diadema de mi madre? - cuestiono Helena, flotando sobre el jardín y escondiéndose detrás de un pilar.
El tono helado del fantasma no le dio buena espina, era el tono que usaban los adultos para negarle cosas.
- No busco la diadema por codicia de inteligencia… lo busco para purificarla… existe la posibilidad de que la destruya en medio de la purificación.
Helena le frunció el ceño, molesta por sus palabras, Harriet se mordió los labios, quizá decir “Destruiré un valioso objeto de tu madre” no era la mejor forma de ganarse el favor del fantasma.
- No puedo ayudarte por más amiga de Luna que seas… solo me ofreces promesas vacías, niña Potter.
La fantasma se alejo y Harriet tuvo que correr rogando por que se detuviera.
- ¿Así que ahí estas, Harriet Potter? - siseo Voldemort.
En un tiempo récord, Voldemort logro citar a su ejercito a las afueras de Hogwarts, solo lo mejor de lo mejor para combatir al ejército de Potter, la hermosa niña había resultado ser toda una avivadora de espíritus… justo cuando creía que había sembrado miedo en todo Inglaterra, tenía a Irlanda bajo sus pies y ya estaba preparando su ejercito para invadir Francia, el instigaste mensaje de Harriet reavivaba la llama rebelde en el corazón de muchos magos y brujas… y de mas criaturas insignificantes que el jamás sumaría a su ejército… Mataría a Harriet de la forma mas dolorosa posible, después de todo era el amo del dolor, pero antes exigiría respuestas por sus Horrocrux destruidos… luego la haría su mascota… siempre a su lado en cada país que gobierne.
- Nunca aprenden…- dijo Voldemort al ver el impresionante escudo que rodeaba el enorme colegio - Que lastima… no, no, no. Esto será más divertido… La última persecución a mi presa favorita, aquella que debió morir pero vivió… mi más grande error.
El escudo lucia fuerte y la cantidad del ejército de Harriet parecían ser mas que profesores y alumnos, habían soldados de rocas, viejos y maduros magos y brujas en cada rincón del castillo por la entrada principal, Voldemort estaba seguro que también estarían repartidos por las demás puertas del castillo y que la fuerzas más jóvenes estaban dentro de las paredes de piedra… ahí, dentro del castillo estaría ella… solo metros la separaban de su presa, una presa que subestimo desde el día que levanto varita contra ella y que ahora instigaba a las fuerza rebeldes con su titulo de “La niña que vivió”, ni el viejo Albus habría predicho algo como eso, un simple peón en el tablero del poder convirtiéndose en una reina, una figura que seguir… oh, pero pronto todo acabaría y él le partiría cada hueso de su cuerpo, ansiaba verla ahogarse con su propia sangre, ¿Qué clase de cara pondría?, ¿Acaso-
- Mi señor… - interrumpió sus pensamientos Pius Thicknesse - ¿Y si esperamos un poco?, no podemos ver a cuantos nos enfrentaremos mi señor… podrían haber colocado trampas por todos lados y-
Pius se callo al ver la mirada de Voldemort, sedienta de sangre, había interrumpido las cavilaciones de quien juro servir. Asustado dio tres pasos atrás y no despego la mirada del suelo.
Con una inhalación profunda, Voldemort hablo… era hora de dirigir sus tropas.
- Hogwarts tiene dos grandes puertas, la entrada principal y la salida por la parte trasera del castillo. Quiero que una cuarta parte de este ejercito valla hacia la parte trasera… el ejercito improvisado que convoco Potter no parece tener líder solo un motivo común, por lo que es posible que toda su fuerza de ataque importante se encuentre en la entrada principal… Es hora de luchar una vez mas mis hermanos, pero cuando todo esto acabe, tengan la seguridad que tendré el cadáver de Potter conmigo… Sobrevivan a esto mis hermanos y juntos sigamos peleando por un mundo justo para la magia, sobrevivan a esto y podremos ver hecho realidad nuestro más ferviente sueño: Magia controlado al mundo, seres superiores controlando a seres inferiores… ¡Seres superiores tomando lo que por derecho es suyo!
El ejército de Voldemort rugió, alentados con las palabras de su líder, la cuarta parte del grupo rompió filas y se dirigió a donde su líder señalo, mientras este con un movimiento de varita fue el primero que lanzo un hechizo destructivo hacia la implacable barrera, el resto de su ejercito hiso lo mismo, pronto cientos y cientos de hechizo volaron hacia Hogwarts, chocando con la barrera y creando grietas, fisuras… La barrera no lo detendría.
Nada podía detener a Lord Voldemort.
- ¡Por favor!, ¡Esta guerra se acabará si encuentro la diadema de su madre!
Esas palabras parecieron captar el interés de Helena, quien dejo de escapar para quedarse levitando en el segundo piso.
- …Otro juro destruirla, hace ya tantos años… un niño extraño con un nombre extraño… pero mintió.
- Tom Riddle… les ha mentido a muchos - estuvo de acuerdo Harriet.
Helena la vio con enojo y con una velocidad digna de un fantasma se acercó a Harriet, gritando, a casi centímetros de su rostro.
- ¡Ya sé que lo ha hecho!, ¡Y se quién es!, ¡Él lo profano con magia oscura! - grito colérica Helena.
- ¡Oiga, no le grite!
Se escucho una voz masculina llegar hacia las féminas brujas.
- ¿Draco?... ¿Qué haces aquí? - Harriet se preocupó que la presencia del rubio asustara a Helena.
- Te está gritando, ¿En serio esperabas que me quedara callado y lo aceptara? - Draco suspiro como si Harriet no comprendiera lo más básico del mundo.
Helena se alejó de Harriet, vio a los jóvenes y levito hasta el corredor del segundo piso, dándoles la espalda. La pelinegra decido discutir las acciones de Draco luego y se centró en la fantasma.
- ¡Espere!, ¡Juro por honor a quienes todos los que murieron por mí, que una vez me amaron, destruir la diadema de su madre, purificarla! - Harriet se acercó lentamente al fantasma que dejo de moverse interesada por sus palabras - Pero eso solo pasara si me dice donde esta… y usted sabe dónde está, ¿No, Helena?... tiene que decírmelo, por favor… Por favor…
La fantasma se giró para encarar a la pelinegra y luego comenzó a flotar alrededor de esta, como analizándola, Harriet se quedó quieta, dejándose observar.
- Qué extraño… - dijo al fin Helena tras terminar de observar a Harriet - Me recuerdas a él.
- ¡Como se atreve! - volvió a interrumpir Draco salido de la nada - ¡Retráctese!
Pero Helena lo ignoro olímpicamente y sin pudor alguno hiso el ademan de coger el rostro de la pelinegra, Harriet solo sintió frio.
- Muy dentro de ti… en una parte de tu alma… me recuerdas tanto a él.
Antes que Draco vuelva a lanzar gritos furiosos de desaprobación, Helena se alejó de Harriet y al estilo Ravenclaw le dio la información que requería en forma de acertijo.
- Esta aquí, en el castillo… donde todo está escondido. Si debes pedir jamás lo hallaras, si lo conoces solo necesitaras pedir…
Después de decir esas palabras, Helena desapareció sin oír las gracias de Harriet, el único sonido que se oía en todo el segundo piso era el suspiro frustrado de Draco.
- Ravenclaw, siempre acertijos, ¿Qué acaso no ve lo que está pasando?, ¡Hasta las pinturas huyeron de sus marcos en busca de refugio!, ok, ok, no dramaticemos y pensemos, ¿Tienes alguna pista, Harriet?
La pelinegra no escucho al rubio, demasiado atrapada en un recuerdo del pasado, ¡Y pensar que antes había considerado la diadema como un objeto viejo y polvoriento, sin valor alguno más que para señalar donde estaba el libro del príncipe mestizo que oculto hace años!
- ¡Se donde esta!, sígueme Draco.
Y sin esperar que el mago la siguiera comenzó a correr rumbo a la sala de menesteres, intentando recordar donde exactamente había visto por última vez esa ridícula tiara, después de todo ese día su mente estaba hecha un caos luego de que casi matara a Draco y la intimidación de Snape le obligo a correr, mas no en pensar.
“¿Dónde?, ¿Dónde?, ¿Dónde?, ¡¿Dónde?!”
Lo que nadie vio fue como Helena los observo irse oculta tras un pilar, había añoranza en sus ojos, por supuesto que sabia que estaba pasando, no era tonta, Voldemort invadiría Hogwarts para recuperar la diadema de su madre, artefacto que profano hace tantos años… pero ver correr al mago tras la bruja le recordó cuando otro mago corría por ella en vida y ella déspotamente lo rechazo, al actual fantasma de la casa de Slytherin de hecho, quien al ver la negativa de su afecto la asesino y loco de culpa se quito la vida con la misma arma que la mato, aun después de muerto llevaba sus sangre plateada en sus ropas… pero ese Slytherin no haría daño a Potter, la cuidaría con todo su corazón, como debe de ser y Potter jamás despreciaría su corazón, nunca lo pisaría sino lo atesoraría. Eso era obvio al ver las interacciones de los jóvenes magos.
- Que suerte tienen ustedes dos - murmuro Helena cerrando los ojos con lastima y luego desapareció en el aire.
- Dile a McGonagall que los magos, brujas de Francia y Alemania cuidaremos este lado del castillo - dijo Kingsley siendo acompañado por un grupo de magos mayores y jóvenes.
Al ver que la cantidad de enemigos era mas visible por los ataques que lanzaban, Kingsley se dio cuenta que estaban en seria desventaja numérica… todo el castillo lo estaba. Rogo por que sigan arribando los elfos con mas aliados o de lo contrario todos estarían acabados.
- Pensándolo bien… Dean, dile a McGonagall que no nos haría mal mas aliados por esta zona, quizá magos o duendes de Irlanda.
Dean, asustado por la gran cantidad del ejército de Voldemort obedeció de inmediato corriendo hacia McGonagall.
- La fuerza de tus convicciones determina tu éxito, no el número de tus seguidores - dijo Lupin, intentando calmar al líder de la desfragmentada orden del fénix.
- ¿Quién dijo eso? - pregunto curioso Kingsley.
- Yo - dijo Lupin mirando la enorme cantidad de enemigos.
- Es todo un poeta, ¿Cierto? - dijo con orgullo Tonks - Quizá si sobrevivimos a esta guerra lo obligue a publicar un poemario para que todo el mundo goce con sus palabras.
Lupin se ruborizo, Tonks sonrió con mayor amplitud mostrando todos sus dientes, cada ser que se unía a la lucha contra Voldemort sabia que se jugaba la vida en ello, pero Kingsley no pudo evitar sentir pena por los jóvenes padres que dejaron a su hijo en casa, un hijo que no tenia ni un año de vida, un hijo que no sabría como eran sus padres o el tono de sus voces. En silencio, Kingsley prometió que haría todo lo posible por al menos proteger a uno de ellos y salvarlo de la muerte si estuviera en su poder, al menos uno para que su hijo no crezca solo en el mundo. Ya había demasiados huérfanos… la guerra estaba creando cientos de huérfanos en todo el mundo.
Mientras, por otro lado del castillo, un grupo de rebeldes magos y criaturas mágicas liderados por los gemelos Weasley arribaron por unas murallas que rodeaban el castillo.
- ¿Estas bien, Fredy? - pregunto George al ver a su gemelo asustado por la cantidad de enemigos.
- Si…- contesto Fred, sin peso en sus palabras.
- También yo, gracias por preguntar - dijo George intentando parecer dramático, con el objetivo de distraer a su gemelo.
El resultado fue el esperado, Fred se rio y George se sintió orgulloso de arrebatarle el miedo.
- Ella no solo llego con sus amigos sino con el dragón rubio - dijo de repente Fred - La estas perdiendo hermano… y el dragón rubio también se confesó sin esperar respuesta alguna.
George no pudo evitar sentirse triste, después de todo él estuvo presente en el gran comedor. Fred, quien reconoció el golpe bajo contra su gemelo se disculpó de inmediato… pero George no necesitaba disculpa alguna.
- No importa a quien elija, lo importante es que sea feliz - dijo con solemnidad George.
- ¡Aw!, ese es mi sensible hermanito. Sera mejor que te olvides de toda esa sensibilidad cuando las barreras caigan… son demasiados- dijo Fred.
George suspiro, ese era su querido hermano Fred, alguien que atacaba a todos cuando tenia miedo, hasta a él, sin ponérselo claro está, sabía que Fred moriría por él.
- Todo estará bien… nada nos hará daño mientras estemos juntos - prometió George.
Fred sonrió mirando el suelo y luego a su gemelo, él sabía que a pesar de ser el mayor su pequeño hermano gemelo era el mas fuerte de los dos… y estaba secretamente orgulloso.
- Tienes razón, así que mas vale pegarte a mi lado toda la pelea.
- ¿Dónde?, ¿Dónde?, ¡¿Dónde demonios esta Colin Creevey?!- grito Ron, molesto al no encontrar al muchacho en cuestión. Ya habían buscado en el gran comedor y al no verlo corrieron a su antiguo refugio.
Hermione se golpeo la cabeza y saco de sus bolsillos de la túnica que Parvati le regalo al ver su ropa andrajosa… de hecho todos les habían regalado capas de segunda mano para cubrir sus rotas ropas con las cuales llegaron a Hogwarts. De entre los bolsillos saco el único objeto mágico que podría ayudarlos en ese problema.
- El mapa del merodeador, usemos el mapa para encontrarlo - dijo Hermione extendiendo el mapa en el suelo para ubicar al joven.
Buscar en el mapa siempre había resultado tarea difícil, después de todo había muchos nombres que leer en el castillo y los dibujos de pisadas no ayudaban pues distraían, en especial esa ocasión cuando mas personas salidas de la nada arribaban a Hogwarts como multiplicándose en el espacio.
- Hay demasiadas personas… Tomará mucho tiempo ubicarlo - dijo Ron, viendo cada nombre en el mapa.
- Sino lo encontramos no habrá fin para esta guerra, no podemos rendirnos - dijo Hermione con los ojos en el mapa - Creevey, Creevey, Creevey… ¡Ahí esta!
Encontraron el nombre de los hermanos en el baño abandonado del segundo piso de niñas, el baño de Myrtle la llorona, y corrieron hasta ellos, topándose con una escena bastante extraña: Colin había jalado a la fuerza a su hermano menor hasta ese baño e intentaba quitarle su varita para encerrarlo en el baño, no quería que su hermano menor participase en tan sangrienta batalla, todo mientras Myrtle la llorona se ponía en plan romántico con Dennis, prometiendo compartir inodoros.
- ¡Colin!, ¡Por el amor a Merlín, ahí estas! - grito Ron, con cansancio luego de correr hasta el segundo piso.
Colin se asusto y del miedo tiro la varita de su hermano y la suya por los aires. Luego al reconocer quienes lo llamaba, el susto cambio por convicción.
- No dejare a Dennis pelear en la batalla… él no participara. Estará a salvo en un lugar tan alejado del castillo como este baño… es demasiado joven. Mis padres no podrán soportar si morimos los dos.
- Colin, no es por eso que estamos aquí - dijo Hermione - No podemos explicarte ahora, pero necesitamos con urgencia el colmillo de Basilisco que Harriet te entrego en tercer año…
El joven Gryffindor la miro sin entender por qué requerían de “su más grande tesoro”
- ¿Mi collar? - pregunto Colin aun sin comprender el pedido.
- Te lo devolveremos - aseguro Ron - Cuando la guerra termine te devolveremos el colmillo. Lo juro.
El colmillo de Basilisco que Harriet le regalo en tercer año reposaba en el mismo lugar desde hace tantos años, en su cuello, amarrado por una tira delgada de cuero, cortesía de Hagrit. Aun sin entender, Colin afirmo y creyendo las palabras de los mejores amigos de su inalcanzable crush, se sacó el collar y les tendió el colmillo a sus mayores.
- Este colmillo me lleno de valor en los momentos mas oscuros… me dio fe para huir de los carroñeros con mi hermano menor y coraje para enfrentarme a muchos peligros, más de los que me creí posible…. Me salvo en más de una ocasión cuando no tenía mi varita a la mano… Deberán devolvérmelo, no por el valor monetario… no por eso… ahora el colmillo forma parte de mí.
Ron y Hermione comprendieron de inmediato el valor emocional del objeto y prometieron devolverlo a sus manos cueste lo que cueste. Con un rápido abrazo se despidieron, bruja y mago emprendieron camino hacia un lugar apartado del castillo para destruir la copa de Helga Hufflepuff, como si retrocedieran en el tiempo sus pasos los llevaron al unísono hacia el pasillo del tercer piso del lado derecho, lugar donde antes el perro de tres cabezas descansaba protegiendo la piedra filosofal.
Como las barreras que protegían el castillo eran fuertes, no cedían con facilidad, los gigante y acromántulas comenzaron a destruir el campo de quidditch dejándolo añicos mientras esperaban el verdadero combate, solo un poco más de tiempo e invadirían Hogwarts y asesinarían a todo aquel que perturbara el ideal colectivo: Reclamar el mundo para si mismos, asesinando a todo muggle en el acto, muggles que lo habían tenido todo y asesinaban al planeta sin pena ni gloria… ahora ellos gozarían del mismo destino que sus talados arboles y contaminados ríos. Solo debían esperar un poco más. No había barrera que su líder no podría destruir.
Mientras tanto el grupo de carroñeros y mortífagos que se habían dividido para entrar por la salida secundaria de Hogwarts por fin había arribado, solo debían de cruzar un puente cubierto donde para animo de muchos había escasa protección. Pero no contaron los fuertes encantamientos que cubrían el castillo, los mas sedientos de violencia, carroñeros y hombres lobo se precipitaron contra el puente intentando cruzarlo, pero todos los que tocaron las protecciones quedaron desintegrados en el acto.
- ¡Si! - grito desde el puente a solo unos metros de distancia Neville lleno de confianza al ver el poder del escudo, lo que alerto a un carroñero que obligo al grupo a detenerse… el mismo astuto carroñero que había atrapado a Harriet y sus amigos en el bosque llevándolos a la mansión de los Malfoy - ¡¿Ustedes y cuantos más?!
El líder del grupo de carroñeros solo sonrió a pesar de que sus allegados veían con temor la barrera.
- Mi señor destruirá esta barrera… y cuando lo haga, serás el primero que asesinare, niño. Recordare tu rostro.
La sangrienta promesa no flaqueo el animo de Neville, que no se movió ni un centímetro.
- Hazlo tu - dijo Ron, entregándole el colmillo de Basilisco a Hermione.
La bruja lo vio sorprendida y palideció de miedo, detestaba tocar los Horrocrux y todo lo que la obligaba a ser.
- No puedo - declaro ella.
- Si puedes - presiono Ron dejando la copa en el suelo, arrodillándose junto con Hermione en el suelo - Eres la bruja más poderosa de nuestra generación.
El alago de Ron devolvió color en las mejillas de la bruja y sin temor cogió el colmillo de basilisco que se encontraba en buena forma.
- ¿Intentara defenderse? - pregunto Hermione con el colmillo en alto, apuntando la copa.
- No lo sé… pero aquí no hay nada con lo que pueda herirnos - dijo Ron viendo el deshabitado espacio.
Les había parecido el lugar más tétrico de Hogwarts cuando tenían once, ahora que habían crecido y habían conocido que era el verdadero terror, la oscura y sucia habitación había perdido la fuerza del miedo infantil.
- Pero sea lo que pase, sea lo que salga, nos protegeremos - prometió Ron - Juntos.
Para afianzar sus palabras, sostuvo la mano de la bruja que no sostenía el colmillo. De repente recordó la confesión improvisada de Draco hacia Harriet y una idea clara le broto de la mente: Arrepentimiento.
- Hermione… en caso que no sobreviva esta noche… debes saber… saber que a lo largo de los años deje de verte como una amiga… no lo entendí de inmediato sino hasta estas alturas… soy un grandísimo tonto… siempre estuviste ahí, eras como un sólido pilar a mi lado… pero me equivoque al pensar, al creer que siempre estarías conmigo… eres una magnífica bruja que puede tener a cualquier mago a su lado… no lo entendía antes pero ahora si… Hermione, yo… yo… yo te a-
- Shhh - silencio Hermione, con las mejillas rojas cual tomate, sin despegar la vista de la copa - Sobreviviremos esta noche… lo haremos los dos…y podrás decirme lo que quieras… Ahora… ahora debemos centrarnos en destruir la copa.
Fiel a sus palabras, Hermione alzo aun mas el colmillo del basilisco y con un grito lo bajo con gran velocidad, empuñando sin dudar, clavándolo con fuerza hacia la copa.
El efecto fue inmediato, el cuarto se lleno de oscuridad y frías ráfagas de aire salidos de la copa, un grito sordo como si algo dentro de este objeto muriera, Ron se limitó a abrazar a Hermione, protegiéndole de cualquier amenaza con su propio cuerpo, tal como lo hiso en primer año con las peligrosas plantas de espinas rojas, Hermione enterró su rostro en el pecho del pelirrojo, esperando que el objeto muera.
Quienes también sintieron ese suceso fueron Harriet, quien casi pierde el equilibrio cayéndose al suelo sino fuera por Draco que la cogió al último segundo en el aire… y Voldemort.
¡Habían logrado destruir uno de sus Horrocrux dentro del castillo!
Colérico, lanza un poderoso ataque hacia el castillo, su rabia es tal que no para hasta ver las barreras destruidas… lo logra, claro está, es diestro en la magia, el mago mas poderoso del mundo y tiene la legendaria varita de sauco del destino… pero siente que algo esta mal con su nueva varita… como si no lo obedeciera por completo.
Todos los que estaban en Hogwarts vieron con temor como el gran escudo mágico se quemaba, destruyéndose por completo, dejándolos a merced del ejército de Voldemort.
Quienes también vieron este suceso fueron el grupo de carroñeros y hombres lobo que se encontraban en las afueras del castillo por un puente cubierto. El líder de los carroñeros vio como pedazo de magia quemada volaba de donde antes decenas de sus amigos habían sido pulverizados, así que con cuidado coloca solo un pie dentro del puente, respira con alivio y lanza una gran sonrisa a un pálido Neville quien reconoce el peligro al cual esta expuesto, la sangrienta amenaza rebota en sus oídos, no puede evitar retroceder un paso, luego dos, tres y al final correr cuando el grito del carroñero que juro matarlo impulsa a todo el grupo a entrar a Hogwarts.
La invasión al castillo ha comenzado.
Todos sus compañeros lo obedecen sin dudar en la muerte, ahora todo seria mas fácil sin el escudo mortal. El líder de los carroñeros encabeza el ataque, corre más veloz que todos a la par que lanzaba hechizos a Neville, quien hacia lo posible por esquivarlo en tan limitado espacio. Lo que nadie sabia es que Neville tenia un plan, solo debía de correr hasta llegar a la mitad del puente y todo estaría bien… ¡Solo debía correr sin importar que sus pulmones ardieran y sus piernas rugieran de dolor!, después de todo no se había recuperado del todo de la ultima tortura que le afligieron los Carrow.
“¡Corre Neville!, ¡Corre!”, se dijo a sí mismo el mago, “¡No puedes morir aquí, no sin activar la sorpresa!”
Al momento de alzar la varita y apuntarla hacia la mitad del puente, Neville fue atacado por la espalda por un maleficio aturdidor, pero la voluntad por realizar el hechizo lo mantuvo cuerdo a pesar del dolor y solo redoblo con mayor esfuerzo su huida.
- ¡Mueran! - grito Neville a la par que lanzaba un hechizo no verbal en la invención de Seamus, una que requería de fuego para funcionar.
Solo pasaron segundos cuando de repente el puente comenzó a colapsar, sonido de madera y destrucción callaron todos los gritos del enemigo, Seamus había colocado sus invenciones explosivas en partes vitales de la estructura que sostenía el puente levitando los artefactos explosivos de forma estratégica, provocando una reacción en cadena. Cuando el ejercito de Voldemort se dio cuenta de su táctica ya era demasiado tarde, casi todos se hallaban en el puente, los que quisieron huir regresando tras sus pasos fueron los primeros en caer al precipicio que rodeaba el castillo. Pero lo que no conto Neville fue que parte del puente también se estaba derrumbando en sus pies, sin importar cuan rápido corriera, casi podía sentir el fuego en los pies y la madera cediendo, crujiendo y partiéndose… no alcanzaría la zona segura que Seamus le indico llegar al ser el cebo del enemigo… pero no culpaba a nadie, el mismo se había ofrecido para ese papel y sabia las implicaciones del puesto… pero por más rápido que corrió el puente cedió y el antes cobarde Gryffindor, hostigado cada año por los Slytherin desapareció junto con la mitad del puente de madera con un grito de incredulidad.
- ¡Neville! - grito Ginny, que estaba junto con otros magos en el extremo del puente que aun estaba entero, aterrada al ver al valiente Gryffindor caer junto con todos los carroñeros hacia el abismo - ¡Neville!
Los gritos aterrados del enemigo cesaron, la explosión en cadena se acabó, solo humo y destrucción quedaron donde antes había un puente, el silencio lo gobernaba todo, no había rastros de Neville. Asustada Ginny se acercó lentamente hacia la parte del puente que aún quedaba intacta, maltrecha pero intacta, el punto al cual debió llegar Neville.
- ¿Neville? - casi rogo Ginny.
Al ver un brazo con una varita trepar, sosteniéndose con fuerza del puente, Ginny retrocedió un paso y alzo su varita de forma instintiva para protegerse, después de todo no sabia con exactitud si era su amigo o el enemigo quien surgía de las cenizas y la destrucción.
- ¿Neville? - volvió a preguntar Ginny.
Al no obtener respuesta, la pelirroja con el corazón en la boca avanza alerta unos pasos más, se tensa al ver salir otro brazo y casi suelta su varita de alivio al ver a Neville, herido, con sangre en la frente, pero vivo y sonriente a pesar de estar maltrecho.
- Eso salió bien - dijo este, saliendo de los escombros del puente y reuniéndose con los aliados.
- Oh mi niño, ¡No lo vuelvas a hacer!, ¡Casi me matas de un susto! - chillo una mujer mayor, saliendo del grupo de magos rebeldes que acudieron al llamado de Harriet.
Una bruja anciana pero con el porte de quien ha sabido sobreponerse a los duros golpes que da la vida.
- ¿Abuela? - pregunto incrédulo Neville al ver a la estricta mujer que lo crio - ¿Qué haces aquí?
- Escuche las palabras de Harriet Potter y vine a ayudar… Niño, ¡Eso fue muy imprudente!, ¡Casi se me sale el corazón!, eres una copia peligrosa de tus padres, ¡Lo digo en serio!
Para cualquiera que escuchara esas palabras, la conversación supondrían que una abuela esta riñendo a su nieto por ser tan indulgente con el peligro, pero para Neville fueron elogios, su abuela, la mujer que más le aterraba en la tierra siempre le había dicho toda su vida que era demasiado cobarde para ser hijos de tan increíble Aurores que plantaron cara a los más mortales magos del mundo… y ahora lo estaba comparando con ellos. El pecho de Neville se lleno de orgullo… por fin… por fin había llegado el momento en que su abuela lo veía como él siempre quiso ser, como sus valientes padres que no se dejaban amedrentar por nada.
- ¡Corran, por aquí! - grito Theodore a los últimos alumnos Slytherin rezagados - ¡La barrera cayo, huyan por este pasaje!
Los jóvenes Slytherin corrieron y se metieron en el pasaje donde había una joven dama de frágil aspecto.
- ¿Son todos nuestros compañeros de casa? - pregunto Zabini.
- Todos - dijeron al unisonó las hermanas Greengrass.
- ¿Y de las otras casas? - pregunto Theodore, ansioso por dejar la sala de menesteres y unirse a la lucha que pronto de se llevaría a cabo.
- Creemos que casi todos los que no quisieron ser tan locos como para quedarse en la batalla ya debieron haber huido - dijo Zabini - Es hora de enfrentarnos con nuestros padres.
- Esto será horrible… - dijo Daphne.
- Pero necesario, son dinosaurios con tontas creencias… es hora que sangre nueva lata en la sociedad mágica - dijo Astoria convencida de sus palabras.
Theodore miro a sus amigos, a pesar que sabia que todos estaban ahí por su propia voluntad no pudo evitar sentirse culpable por arrastrarlos a semejante peligro.
- Chicos…- Theodore se lamio los labios, su garganta se había cerrado involuntariamente, cosa que solo sucedía cuando estaba nervioso - Chicos… lo siento… yo les orille a todo esto… lo lamento.
- Iva pasar algún día- respondió con simpleza Zabini - La oscuridad no puede ganar a la luz.
- No me arrepiento estar aquí… aunque te entiendo por mi hermana menor- dijo Daphne - Pero-
- Pero su hermanita menor tiene voluntad propia y eligió quedarse a pelear a su lado - para mayor énfasis Astoria agarro la mano de su hermana mayor y la tomo con fuerza- Estaremos bien - declaró sin temor- Juntos.
Zabini y Theodore se acercaron a las hermanas y colocaron sus manos con las de ellas.
- Juntos- prometieron los magos - No nos separaremos.
- Ni un segundo - prometieron las brujas hermanas.
Con menos miedo que antes el cuarteto Slytherin se separó y emprendieron una veloz carrera hacia el patio de entrada de Hogwarts.
- ¡Opino que tendremos más oportunidades de vivir si nos quedamos cerca de un profesor! - declaró Theodore en plena carrera - ¡Opino McGonagall ahora que Draco hablo bien de los Slytherin seguro nos protegerá si estamos a su lado!
- ¡Hecho! - gritaron al unisonó los tres Slytherin sin restar velocidad a sus piernas.
Notes:
Feliz año 2024… vaya que pasa el tiempo, en especial cuando te diviertes, gracias s todos los lectores que esperan mi a veces no tan puntual publicación. Espero que logren todos sus metas queridos humanitos, yo por mi parte prometí no volver a comer dulces, galletas, helados, necesito mejorar mi cuerpo… el problema fue que “me despedí de todo lo que no volvería a comer” y termine dañando mis defensas, empecé el año con gripe. ¿Alguien tiene un secreto mágico para evitar que te pique la garganta, se te tape la nariz y te duela respirar?, si es así espero sus amables comentarios.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 68
Summary:
Batalla en Hogwarts, sala de menesteres y destrucción de la diadema de Ravenclaw.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La batalla comenzó con fuerza, las piedras se sacudieron mientras el ejército de Voldemort corría en dirección del indefenso castillo, gritos por parte de gigantes resonaron más que otro sonido. Al ser de gran tamaño los gigantes llegaron primero al puente de piedra, pero el sauce boxeador que había sido movido estratégicamente cerca de la entrada despertó al sentir como le pisaban las raíces y con rapidez atrapo a uno mientras que a otro lo golpeaba con sus ramas. Pero el árbol mágico fue insuficiente para parar la gran cantidad de enemigos, varios gigantes esquivaron al sauce, igual que los mortífagos y carroñeros para precipitarse al puente donde avanzaron sin dudar, donde fueron detenidos parcialmente por los soldados de piedra quienes atacaron con espadas y lanzas, mortífagos y carroñeros atacaron con explosiones que desintegraban sin piedad a los soldados de piedra.
La profesora Sprout, en un intento por ganar tiempo levito mandrágoras chillantes a dos metros sobre el puente, el resultado fue gran cantidad de enemigos desmayados por los llantos de las plantas, pero los gigantes, molestos por el chillido aplastaron con sus pies a las plantas lloronas, matando también en el acto a varios magos y brujas de negro, destruyendo parcialmente el puente de piedra.
Pero antes de poder festejar el retraso, los Carrow se escabulleron y con habilidad reconstruyeron el puente destruido.
- ¡Avancen! - gritaron al unísono a las tropas.
Mas hordas avanzaron hacia el puente, superando en número a los soldados de piedra, destruyéndolos y lanzándolos al precipicio que rodeaba al castillo, pero eso no freno su ataque de defensa, hasta la última estatua ataco perforando cuanta piel pudiera antes de ser vencido, cumpliendo con su deber.
Superado las defensas de piedra, el ejército de Voldemort logro atravesar el puente y entrar al patio de la entrada de Hogwarts, lanzando explosiones y rayos rojos a diestra y siniestra, haciendo retrocedes a loa aliados de la luz a las puertas del castillo.
- ¡Reorganícense!, ¡Todos los que no puedan luchar duelos múltiples, al castillo! - grito McGonagall.
Solo unos cuantos retrocedieron, gran cantidad de aliados se quedaron en patio a dar cara al peligro, Hagrit y su hermano gigante lideraron la ofensiva, uno blandiendo un paraguas rosado y otro un enorme garrote, oponiéndose a la multitud de enemigos como rocas sobresalientes en los ríos.
- ¡Ataquen, Thestral! - grito Hagrit a los invisibles animales que estaban volando en círculos.
Magos y brujas de negro comenzaron a ser derribados por seres invisibles, los que podían verlo comenzaron a intentar asesinar a los caballos alados pero los centauros fueron más rápidos, asesinándolos antes de alzar sus varitas.
- ¡Bien hecho Firenze!
- No soy solo yo… es toda mi gente - dijo Firenze mientras señalaba a los centauros que a última hora se habían unido a la batalla, todos preparaba sus arcos para lanzar más flechas - ¡Que quede gravado en la historia de los magos que los centauros ayudamos en sus guerras!
- Oh, ¡Apuesto a que nuestros nombres estarán escritos en piedra!
- Quieren concentrase y dejar de hablar, ¡Estamos en una guerra! - grito un vampiro luego de asesinar a un mortífago arrancándole la yugular.
Semi gigante y centauro dejaron de bromear para luchar con mayor concentración, pero por más que los Thestral y centauros se unieron, varios mortífagos los rebasaron, entrando al castillo, desatándose duelos mortales, explosiones, luces rojas y maleficios. Los miembros de la orden como principales líderes de la resistencia, enfrentando a más de dos carroñeros a la vez.
Habría sido un espectáculo increíble si eso no significa que cada duelista caído era un duelista muerto, cada mago, duende, bruja, criatura mágica, centauros, duendes, vampiros desplegaban todas sus habilidades para sobrevivir. La pelea era injusta, el ejército de Voldemort los superaba en número, pero eso no desalentaba al ejército de la luz, cada profesor desplegaba sus mejores técnicas, McGonagall blandía su varita y transformaba a todos sus enemigos en objetos y animales, estatuas y objetos diversos.
- ¡Es aterradora! - chillo Daphne al pisar sin desearlo a un mortífago trasformado en gusano poniendo cara de asco en el proceso - ¡Aterradora!
- ¡Reducto! - grito Theodore lanzando el hechizo a un carroñero trasformado en piedra- ¡Slytherin destruyan a los animales y estatuas que trasformo McGonagall!, ¡Ejercito de Dumbledore manténganse cerca a la profesora, solo está atacando mas no protegiéndose, ¡Creen escudos!
Zabini y las hermanas Greengrass obedecieron a Theodore desintegrando los animales y objetos, mientras cada integrante del ejército de Dumbledore hacia poderosos escudos.
- ¡Que los Gryffindor se dediquen a atacar! - propuso Colin mientras salía de la protección y se unía a McGonagall en batalla- ¡Las trasformaciones dejan vulnerable de McGonagall!, ¡Debe recargar energías!
El grupo de los leones acato la orden, cada uno lanzando los hechizos más mortales de su repertorio.
Un gigante al darse cuenta de las bajas, se precipitó con su gran garrote en dirección a la estricta bruja y los Gryffindor, su ataque era brutal y demasiado fuerte para ser parado por escudos mágicos pero antes que su garrote toque a los magos algo paso, el enorme gigante se detuvo, al buscar el culpable de dicha acción todos los jóvenes magos se quedaron sorprendidos de ver a un pequeño mago, ¡Había inmovilizado al enorme ser!
- ¡Profesor Flitwick! - grito con sorpresa Zabini.
- Arresto momentum…- susurro Filius volviendo a lanzar el hechizo, pues el gigante intentaba salir de su control.
Los carroñeros al ver que el gigante más grande fue detenido intentaron matar al jefe de Ravenclaw pero este con gran habilidad levito al monstruo y aplasto a los enemigos más lentos.
- Eso fue cool - dijo Luna, esquivando un rayo rojo - Buen movimiento.
- ¡Cuidado niña! - chillo Elphias Doge al ver llegar una manada de acromantulas en su dirección, lanzando múltiples explosiones.
Antonin Dolohov hechizo al gigante para que vuelva a ponerse de pie, aunque siguiera inconsciente con gran habilidad mágica lo convirtió en un títere, blandiendo su garrote e hiriendo a varios magos y brujas en el proceso. Las arañas gigantes aprovecharon para avanzar al castillo.
- ¡Basta!, ¡No nos ataquen!, ¡Su padre era mi amigo! - pidió Hagrit viendo como las arañas inmovilizaban a su hermano gigante.
-Haggiiiieee- chillo Grawp llamando a su hermano, indefenso ante la gran cantidad de arañas que se treparon a su cuerpo, asustándolo.
- ¡Basta! - suplico Hagrit a las arañas.
Pero las criaturas no pararon su ataque, sino que mordieron a Grawp y siguieron atacando a más magos.
- ¡Que alguien haga algo! - chillo con pánico Lavender al ver que eran superados en número.
Una figura avanzo corriendo con un maletín en la mano, arrojándolo al aire, dejando caer pequeñas figuras de madera.
- ¡Engorio locomotor!, ¡Ataquen!
El grito de la profesora de historia resonó con fuerza, con su varita y mucha energía mágica hizo crecer de golpe a todas las figuras de seres mágicos que usaba para enseñar sus clases evitando hacer dormir a los alumnos en el proceso: gigantes, centauros, sirenas, hombres lobo, arañas gigantes de madera, cancerbero el perro de tres cabezas y dos dragones. Todos atacaron a cuanto mortífago estuviera en su vista, pero limitados a su origen de madera, limitando los ataques de los dragones.
- ¡Profesor Slughorn, una poción de aliento de fuego, ya! - grito Wilson.
El jefe de la casa de las serpientes saco de prisa entre sus túnicas un frasco a la vez que se batía con carroñeros y lo lanzo hacia la docente de historia, está cogió el frasco en el aire, lo multiplico y se lo dio al perro de tres cabezas y sus dos dragones, el resultado fue más ataque al enemigo.
McGonagall sonrió con orgullo, las figuras le darían a Harriet más tiempo, seleccionar a Wilson como parte del personal de Hogwarts había sido una buena idea, con ese fugas pensamiento volvió a concentrarse para batirse a duelo y trasformar en objetos o animales a cuanto enemigo cruzase varitas.
Gritos de guerra de gigantes y explosiones lanzadas a diestra y siniestra sacudían el castillo, Harriet y Draco corrían como si escapasen del diablo, con una dirección fija, el séptimo piso, cuando Draco noto a que piso corrían lo entendió por fin.
- La sala de menesteres - dijo el mago.
- Si… Tom Riddle manipulo a Helena y debió ocultar el objeto aquí, un lugar tan rebuscado y poco conocido como la sala de menesteres.
Harriet se paró de espaldas tras el tapis de Barnabas el chiflado y se concentró pensando en la enorme habitación llena de objetos ocultos y empolvados por el tiempo. Cuando volvió a abrir los ojos una puerta se estaba manifestando delante suyo.
- Andando - dijo Harriet mientras abría la puerta.
Draco la siguió sin dudar.
Evitando sin proponérselo ver a los alrededores en busca de posibles enemigos, si habría girado la cabeza habría podido ver como cinco carroñeros los observaron desde una esquina, escondidos.
- Andando - dijo un carroñero con un parche en el ojo - Potter es mi recompensa, ustedes cojan a Malfoy.
- ¿Dónde está Harriet? - pregunto Ron con la varita en alto, alerta a cualquier movimiento enemigo - ¿Qué dice el mapa?
Hermione, quien buscaba con frenesí a Harriet en medio de tantos nombres, batallo para encontrarla, pero cuando por fin lo hiso esta había desaparecido en un corredor junto con Draco.
- No… no tiene sentido, ¡Desapareció del mapa!
Ron paro de caminar y con los ojos abiertos, como si hubiera tenido una epifanía, pregunto.
- ¿Dónde los viste por última vez?
- Séptimo piso - respondió sin dudar Hermione.
- Entraron a la sala de menesteres… ¿Pero por qué?, ¿Acaso la diadema esta ahí?, andando Hermione, al séptimo piso.
Ron troto, aun con una postura tensa, alerta ante cualquier peligro, Hermione lo siguió con el mapa en mano, admirada y alegre por su brillante deducción.
Harriet y Draco se adentraron a la inmensa sala que por generaciones había servido a estudiantes y maestros como almacén de objetos que fueron olvidados con el tiempo. Había tantos objetos que se había llegado a formar torres para poder seguir acumulando más objetos de contrabando, tantos objetos que comenzaron a frustrar a Harriet quien no recordaba el lugar donde vio la diadema, ¿Cómo había corrido ese día?, ¿Qué dirección tomo?, ¿Acaso había girado a la derecha dos veces y luego a la izquierda?, ¿Luego había ido al frente o habría vuelto a girar a la derecha?, asustada, Harriet comenzó a correr, intentando abarcar mayor espacio. El corazón le latía con puro miedo de no poder ubicar la diadema, miedo le congelaba el pensamiento racional, tenían poco tiempo.
Draco se mantuvo en silencio a su lado, dejándola concentrarse, pero no pudo evitar notar que la bruja que amaba estaba siendo invadida por miedo.
- Hey - Draco le llamo mientras trotaba a su lado - Lo encontraras… pudiste encontrar una copa de oro en medio de tantos tesoros en la bóveda de los Lestrange… lo encontrarás.
La bruja dejo de correr, había olvidado que casi podía sentir a los Horrocrux, ciertamente el miedo nublaba el juicio de cualquiera. Agradecida le sonrió a Draco y luego cerro los ojos, concentrándose, el único sonido en el inmenso lugar eran sus respiraciones, así que se concentró en oír más allá. Fue solo cuando dejo de tener miedo que oyó un peculiar sonido, uno horrible, como uñas arañando una pizarra. Incomoda, siguió el horrible sonido hasta llegar a la vieja repisa donde había escondido el libro del príncipe mestizo, un horrible busto de piedra con una ridícula peluca y una arcaica diadema.
- Ahí esta…
Antes que Harriet pudiera coger la reliquia una voz masculina la detuvo.
- Vaya, vaya, vaya, pero si es la indeseable número uno… Harriet Potter -dijo el carroñero con un parche en el ojo - Te encontramos pequeña bruja… suelten sus varitas, no pongan resistencia, vivos o muertos nos recompensarán igual.
- De ustedes dependen alargar sus vidas o acortarlas- chillo una bruja de raída apariencia.
Cinco contra dos, era una pelea injusta, estaban rodeados.
Gruñendo Draco bajo su varita, Harriet lo imito, pensando frenéticamente como salir de esa situación. Pero justo cuando estuvieron a punto de dejar sus varitas en el suelo fueron sorprendidos por una voz femenina que lanzo un poderoso hechizo que aturdió a dos carroñeros.
Una poderosa voz que Harriet reconocería hasta con los ojos cerrados.
- ¡Hermione!
- ¡Expeliarmus! - grito Hermione lanzando su ataque a los carroñeros aun de pie.
Un duelo se desato, Draco tiro a Harriet al suelo para evitar el fuego cruzado de las varitas, hasta que uno de los ataques derribo el feo busto que alojaba la diadema. La pelinegra vio con consternación como la diadema de Ravenclaw salía expulsada hacia una montaña de objetos empolvados.
Hermione y Ron atacaron sin dudar, con gran habilidad, al verse acorralado el enemigo esquivo sus ataques a la par que le lanzaban una maldición asesina, habrían matado a Hermione si esta no lo hubiera esquivado por un pelo. Ron, lleno de ira al ver como casi arrebataron la vida de la bruja que amaba, con un grito de “ella es la futura madre de mis hijos” y varita en mano se puso a perseguirlos, perdiendo casi su humanidad para parecer más un cavernícola, asustando a los carroñeros que corrieron para alejarse del furioso pelirrojo.
Hermione apenas pudo ocultar una sonrisa por el comportamiento de Ron para luego ayudar a Harriet a buscar la diadema que termino arrojada a una pila de objetos empolvados. Los tres estudiantes treparon entre el gran montículo de objetos, tiraron en el proceso cajas, sillas, alfombras buscando la diadema, hasta que después de segundos que se sintieron como horas Harriet pudo hallar la reliquia.
- ¡Lo tengo! - grito victoriosa Harriet.
- ¡Bien! - celebro Hermione.
Al descender nuevamente al suelo, no pudieron evitar escuchar los gritos de Ron, advirtiendo que corrieran… y no era para menos, estaba siendo perseguido por fuego.
- ¡Corran!, ¡Los babosos carroñeros lanzaron una maldición de fuego que se salió de control!
Al correr por el lado de Hermione, Ron le tomo de la mano y tiro de ella para obligarla a seguirlo. Draco y Harriet lo imitaron y huyeron. Los cuatro adolescentes corrieron lo más rápido que pudieron, pero el fuego crecía por todos lados, calcinando todo lo que tocaba, creciendo a cada segundo, provocando que la temperatura de la sala de menesteres se elevara peligrosamente. Harriet derribo pilas de objetos intentando ganar tiempo pero el fuego no hacía más que crecer.
- ¡Aquí! - grito Draco señalando un par de escobas viejas que aún no se habían quemado-¡Huyamos en las escobas!, ¡Elevémonos para buscar la salida!
El trio dorado obedeció, elevándose en el aire justo a tiempo antes de ser quemados vivos.
- ¡Por ahí está la salida! - grito Ron señalando la puerta de la sala.
El grupo se embarcó volando a gran velocidad hacia la salida, las escobas eran viejas, por lo que su huida no fue tan veloz como desearían pero eso no les impidió volar. Justo cuando estaban a punto de llegar, una gran pared de fuego se alzó del piso al techo, impidiéndoles seguir, pero Hermione creo con precisión un espacio libre de fuego por unos segundos para poder pasar. Todos lograron cruzar el obstáculo, ¡Por fin podrían llegar a la salida! pero a último momento una llamarada los desestabilizó de sus escobas, arrojándolos al suelo del corredor del séptimo piso.
En el suelo, Hermione rodo para ponerse de pie y arrojo a Harriet el colmillo de basilisco para dar fin al Horrocrux, la pelinegra lo entendió, coloco la diadema en el suelo, blandió el colmillo y con fuerza perforo la reliquia de Rowena Ravenclaw, pero el Horrocrux reacciono liberando energía oscura, desestabilizando a la pelinegra.
Draco, al ver el efecto que la diadema causaba en Harriet pateo la joya hacia la flameante sala de menesteres, fundiéndose al instante con el fuego. El pedazo del alma de Voldemort rugió con las llamas, colérico por su destrucción se lanzó hacia el corredor, habría quemado a los cuatro jóvenes magos si las puertas de la sala de menesteres no se habrían cerrado a tiempo.
La destrucción del Horrocrux fue sentida con claridad por Voldemort y Nagini, Harriet sin desearlo había entrado en la mente del oscuro mago, sorprendida de que el hombre serpiente desbordara emociones como miedo, incredulidad y fragilidad… prácticamente dándose cuenta de su mortalidad.
- Ven Nagini… debo ponerte a salvo - susurro Voldemort alejándose de su ejército.
- ¿Mi señor? - Thius no pudo evitar preguntar, confundido, al ver a su líder retirarse - ¿Cuáles son sus órdenes?
Voldemort estaba después de todo dirigiendo el ataque, organizando las tropas y dictaminando quienes atacarían por turnos, sin un líder el rebaño se sintió perdido.
- Que mi terrateniente más leal tome el mando en mi ausencia… Bella, dirígelos hacia la victoria.
Entusiasmada por las palabras de su líder, Bellatrix rio enloquecida de orgullo.
- ¡Lo hare mi señor!, ¡Gracias por confiar en mí!
Harriet abrió los ojos, aún estaba sentada en el corredor del séptimo piso.
- Es la serpiente…- dijo Harriet, temblando, con la cicatriz ardiéndole, sintiendo que se le partía la cabeza - El ultimo horro… el ultimo objeto oscuro es la serpiente.
Ron se arrodillo al lado de Harriet, instándola a entrar en la mente del mago oscuro para descubrir la ubicación de Nagini.
- Estas loco, ¡Ella no entrara en la mente de ese sádico! - grito Draco escandalizado.
- ¡A mí tampoco me gusta!, ¡Pero debemos matar a Nagini!... y Harriet puede ver donde se encuentra - confronto Ron.
La pelinegra entendía el punto de Ron, así que ignorando la pelea que se desarrollaba delante de ella volvió a sumergirse en la mente de Voldemort. Entrar en su mente siempre se había sentido como caminar entre la brea, pero ahora era como caminar en medio de un huracán, experimentando tantas emociones, tan diferente a su mente fría y calculadora.
Harriet se concentró más, su conciencia desapareció del séptimo piso y se trasladó a un lugar donde podía oír el sonido del agua y botes… parecía ser un cobertizo, siguió viendo el espacio hasta reconocer el puerto subterráneo por el cual había ingresado a Hogwarts el primer año.
- Mi señor… - escucho la voz de Lucios Malfoy intentando sonar tranquilizadora, pero el matiz de desesperación delataba lo contrario - No sería… ¿No sería más prudente detener el ataque y mejor buscar a la niña usted mismo? Estamos teniendo bajas importantes de nuestros principales aliados… acabo de ver al rey de los gigantes sucumbir, Dolohov tuvo que hechizarlo para que siga atacando, si los demás gigantes se enteran que manipulamos a su líder como si fuera una marioneta… entonces-
Un rayo rojo cruzo la habitación, Voldemort le lanzo un Crucio silencioso a Lucius, este se revolcó en el suelo de dolor, gritando por piedad.
- No necesito buscar a la niña… antes que termine la noche ella vendrá a mí, ¡¿Qué no lo entiendes?!
Lucius no entendería sus palabras, demasiado desbordado de dolor, solo gritaba y se retorcía en el suelo.
- No… no lo entiendes, el dolor nubla tus otros sentidos… pareces un asqueroso gusano. Desperdicio de sangre pura.
Voldemort dejo de infringirle dolor y se arrodillo al lado del mago caído.
- ¿Cómo demonios puedes vivir contigo mismo, Lucios?... patético mago… desperdicio de sangre mágica.
El mago rubio suplico disculpas, completamente humillado, pero eso no satisfacía en nada a Voldemort, su mente estaba en otro lugar después de todo.
- Al menos ten la misma utilidad que una lechuza… busca a Severus… mándalo a mi presencia.
Al ver que el mago rubio aun estaba en el suelo, recuperándose del Crucio, Voldemort gruño.
- ¡¡AHORA!!
Lucios abandono el cobertizo de un salto, alejándose del sádico mago. Harriet lo imito cortando la conexión mental.
- Esta… está en el cobertizo - anuncio ella, sobándose la frente, la cicatriz le ardía como fuego.
- Bien hecho - felicito Ron - En marcha entonces…
Pero Ron no se movió ni un centímetro, como si de repente hubiese recordado algo.
- ¡Kreacher! - grito el pelirrojo.
- ¿Qué pasa con él? - dijo Harriet.
- La batalla ya ha comenzado, ¡Seamus me dijo que vio a Kreacher en las cocinas de Hogwarts!, acato tu orden y vino al colegio por un lugar seguro pero ahora Hogwarts es un campo de batalla, ¡Tiene que irse junto con todos los elfos!
El grupo lo vio fijamente, todos se habían olvidado de los elfos por andar en la búsqueda de ganar la guerra, Hermione corrió a Ron y sin dudarlo se abalanzo a él, acuno su rostro y junto sus labios, dándole un sonoro beso.
Ron soltó su varita del impacto y abrazo a Hermione aceptando gustoso el beso, convirtiéndose en un tomate en el proceso.
Harriet sonrió feliz ante sus enamorados amigos, ¡Ya era hora, por Merlín!, mientras Draco bufaba.
- No me malinterpreten - se defendió el rubio - Que bueno que sean pareja y todo eso… pero eviten los besos al mínimo mientras estoy con ustedes.
- Malfoy, estamos en guerra, los besos se deben dar con mayor razón… ya no hay tiempo para vergüenzas - dijo Ron, aun atontado por el beso de Hermione.
- Lo sé, ¿Por qué crees que me confesé en el gran comedor?... es solo que verlos así, tan acaramelados… tan felices… despierta ciertos celos de lo que no puedo tener, ¿Sabes?
Draco miro con intensidad a Harriet, la bruja se sonrojo entendiendo las palabras del mago, pero, ¡No había tiempo!
- Primero iremos a las cocinas de Hogwarts y luego al cobertizo - ordeno Harriet, con el pelo rojo de vergüenza, comenzando a correr al primer piso.
Los demás la siguieron, Ron le dio una palmadita en la espalda de Draco, intentando animarlo.
- Habrá más tiempo cuando la guerra termine, Malfoy.
Ni en un millón de años se vería a un Malfoy ser animado por un Weasley, pero Draco acepto con gusto ese gesto, mientras Ron se escusaba mentalmente que tener a Hermione a su lado lo había hecho muy feliz y no soportaba ver a otros tristes, ni siquiera a su ex rival antes supremacista de sangre.
Notes:
No, no estaba muerta… solo en estado zombi. Me robaron el celular y con el seis años de mi vida… soy una estúpida por no vincular mi información con mi correo, supongo que eso me paso porque nunca me habían robado el celular… así que la tristeza era palpable y me dejaba sin energías para escribir, era como tener a un Dementor a mi lado por demasiado tiempo. Hasta que me di cuenta que volvió a ser miércoles… y ahora tenia problemas de conexión, mi laptop no reconoce el wifi de mi hogar, (antes usaba los datos de mi celular para compartir internet y publicar), por lo que recién me ven publicando.
En fin, perdón a todos quienes entraban para seguir leyendo esta historia. Ya estoy mejor. Me las ingeniare para ser más puntual el próximo miércoles, aun duele toda la información que perdí, todas las fotos de cumpleaños y familia, todos los videos que grababa a mis sobrinos desde que eran demasiado tiernos, las fotos de mi mascota desde que era bebe, todas las capturas de pantalla con gran significado para mí, se perdió todo, todo… pero ya no volveré a dejar que los Dementores se sienten a mi lado.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter Text
El primer piso era un caos, ataques, explosiones y rayos volando por todas partes pusieron a la defensiva al cuarteto de jóvenes magos. Harriet intentó abrirse paso a las cocinas de Hogwarts para liberar a los elfos, pero no conto que todo ser vivo y muerto se había unido a atacar a los intrusos, desde los elfos domésticos hasta los fantasmas, Kreacher parecía ser el líder del grupo de elfos que arremetían sin piedad a los carroñeros.
- ¡Ataquen! - gritaba Kreacher- ¡Por mi amo Regulus y por Harriet Potter!, ¡Por la libertad de nuestro mundo mágico!
Tan concentrados corrieron los pequeños seres mágicos que no vieron al grupo de Harriet.
- Bueno...- dijo Ron - Los elfos pelearan, ya tomaron su decisión.
Un rayo rojo obligó al grupo a mantenerse alerta nuevamente, defendiéndose de inmediato.
- Si. Vayamos al cobertizo - dijo Hermione perdiendo de vista a los elfos.
Aunque Harriet era una excelente buscadora a tal punto de distinguir pequeños objetos dorados voladores, no podía distinguir al ejército de Dumbledore entre tanto caos y explosiones, tampoco podía asegurar si las figuras derribadas eran aliadas o de estudiantes que decidieron quedarse en el castillo a pelear. Cada segundo que trascurría un caído nacía en medio de la batalla, por lo que con miedo a perder a amigos y personas importantes Harriet emprendió una veloz carrera hacia el cobertizo y para ello debía de cruzar el patio de la escuela, patio donde había más enemigos, patio que era el foco central de la batalla. Por el rabillo del ojo vio como sus amigos la seguían sin dudar.
Con varita en mano, tensa y alerta comenzó a cruzar el patio.
Casi se arrepintió cuando un gigante que parecía tener mayor raciocino que el resto la vio e intentó aplastarla, y lo habría logrado, era tan grande que escapar de su pie parecía imposible si no fuera porque de la nada otra figura pequeña logro desequilibrarlo.
- ¡Grawp! - chillo sorprendida Hermione.
- Amiiiigoooos - pronunció el medio hermano de Hagrit.
El gigante que reconoció a Harriet cayó al perder el equilibrio por culpa de Grawp, quien se veía tan pequeño a su lado, pero completamente decidió a pelear, con un enorme garrote en su mano... las posibilidades de ganar eran pequeñas, el trío dorado entendió porque Hagrid había decidido traer a su hermano con él y alejarlo de los salvajes gigantes: podían matarlo sin dificultad alguna al ser el más pequeño del grupo.
- ¿Qué están haciendo aquí? - Hagrid apareció tras su hermano, estaba herido y goteaba sangre - ¡Entren al castillo!
Pero antes de que alguien pudiera dar una respuesta, el enorme gigante enemigo se lanzó contra Grawp, tan molesto que había dejado su mazo atrás y había saltado sobre el pequeño gigante, con velocidad poso las manos enormes en la garganta de un asustado Grawp. Lo estaba estrangulando.
- ¡Suelta a Grawp! - grito con desesperación Hagrid.
Los gigantes eran fuertes, sus gruesas pieles no permitían que cayeran bajo hechizos o maldiciones tan fácilmente, a menos que seas un experimentado duelista no había mucho que hacer si te enfrentabas a un gigante más que huir.
Antes de que Grawp se pusiera azul, el gigante lo soltó al ser atacado por una sombra tan enorme como el mismo... era otro gigante, pero con el cuerpo de madera quien liberó a Grawp de una muerte segura.
- Esta... ¡Está hecho de madera! - declaro Hermione aun incrédula a pesar de ver el fenómeno a los ojos- ¡¿Por qué un gigante de madera nos está ayudando?!
- ¡Menos preguntas y más acción! - Grito a lo lejos una voz masculina.
Draco giro de inmediato al reconocer al dueño de la voz.
-¡Theo!
El gigante colérico ataco al enorme ser de madera, alzó su mazo y con fuerza descomunal partió a la figura en dos, astillas y pedazos de madera volaron por todas partes.
-Mierda - gruño, la profesora Wilson al ver como otra de sus figuras de madera era destrozada por el enemigo.
- ¡Terminen su misión! - gritaron las hermanas Greengrass que estaban bastante cerca de McGonagall.
- ¡Váyanse! - grito Zabini saliendo de los restos del gigante de madera que apenas pudo esquivar por completo.
Harriet reconoció a unos cuantos integrantes del ejército de Dumbledore, Colin luchando contra un mortífago, tenía el ojo derecho lleno de sangre, las gemelas Patil se batían a duelo con dos carroñeros, Luna en el suelo se hacía pasar como muerta para atacar sin ser vista, a lo lejos reconoció a un numeroso grupo de pelirrojos, debían de ser los Weasley que peleaban juntos cuidándose las espaldas. Todos peleaban, todos intentando ganar tiempo... todos los docentes liberando grandes cantidades de energía mágica para realizar complicados hechizos, su líder de casa, la profesora McGonagall nunca había parecido más mortal y salvaje, lanzando hechizos y cuidando al mismo tiempo de los estudiantes que la rodeaban.
- Vámonos- ordeno Harriet, obligándose a abandonar a sus amigos duelistas - Vámonos ya.
Harriet esquivo una explosión dirigida hacia ella por puro instinto y reflejos de buscadora, y sin miedo a perder su vida volvió a adentrarse al patio, después de todo solo habían recorrido la mitad, necesitaban salir para emprender la bajada hacia el cobertizo, hacia Nagini, el último Horrocrux, la pieza final para ganar la guerra.
Repelieron y aturdieron a muchos carroñeros, pero huyeron de una manada de acromántulas hacia las columnas del patio que rodeaban el claustro de piedra con la esperanza de perderlos, esquivaron más ataques mientras corrían y lanzaban hechizos defensivos al mismo tiempo, demasiado apresurados para ver quiénes eran los duelistas que los rodeaban, hasta que a Harriet se le helo la sangre al reconocer un grito femenino, girando la cabeza para buscar la ubicación del grito.
Lo que vio le saco el aire de los pulmones como si le hubieran golpeado el estómago, Lavender se hallaba de pie casi de puntillas, sosteniendo fuertemente su varita, con la cara en rictus de dolor, sangraba, Greyback la tenía atrapada del hombro, hundiendo sus filosos dientes en la joven bruja, traspasando las telas y haciéndola sangrar. Antes de que Harriet pudiera abalanzarse hacia el hombre lobo enloquecida de rabia, corriendo, pero avanzando casi nada como si estuviera en modo cámara lenta, Lavender atrajo aún más al hombre lobo sujetando con fuerza su casaca, abrió los ojos para mirar a su atacante y susurro.
- Estas muerto...
Lo que sucedió luego fue una enorme explosión, se sabía que a más cerca del oponente te encontraras más daño causaría el hechizo, la potencia y cercanía del oponente desintegró parte del cuerpo de Greyback matándolo en el acto, la explosión fue tan fuerte que mando a volar a Lavender, así como quienes estaban cerca de la escena. Incluyendo al cuarteto mágico.
La explosión destruyó parte de las columnas, enterrando parcialmente a Ron, haciendo perder la conciencia a Harriet, aturdiendo a Hermione y Draco, estos últimos se levantaron tambaleándose del suelo, con los oídos pitando. Demasiados atarantados.
Hermione fue hacia Ron mientras que Draco hacia Harriet, ambos tan concentrados en las personas dueñas de sus corazones que olvidaron ver al enemigo.
- Ron, tienes que levantarte - dijo Hermione sacando los restos de piedra que atrapaban al mago.
El pelirrojo se movió, liberándose de su prisión hasta que se dio cuenta que no podía mover la pierna izquierda, si bien se había librado de milagro de no morir aplastado evitando fracturas, pero su pierna era otra historia, dolía como el demonio.
- No puedo salir... estoy atrapado.
Draco llegó hasta Harriet ignorando el dolor ocasionado por la explosión y suspiro de tranquilidad al ver a salvo a la pelinegra inconsciente en el suelo, quien al parecer había hecho un hechizo protector al último nanosegundo del peligro. El mago se arrodilló y la levantó, en un abrazo.
- No vuelvas a hacer eso... no corras al peligro tan intempestivamente, te llevas mi corazón contigo, ¿Sabes?
Pero Harriet no abrió los ojos.
- ¡Malditos, mataron a Greyback!, ¡Mataron a nuestro líder! - Grito una bruja con ropa desprolija.
Al mago rubio comenzó a sudarle frío el cuello, Greyback era el líder de la manada de hombres lobo más grande de Escocia, matar al líder era ganarse el odio del resto de su manada, una grande que comenzó a rodearlos, así como también al Ron y Hermione.
Eran demasiados, estaban rodeados y sin posibilidad de ayuda, hace rato habían dejado la línea de defensa donde estaban sus amigos, profesores, magos y seres que vinieron a ayudar a Hogwarts.
Estaban solos.
Draco agarró con fuerza su varita mientras que con otra mano sostenía a una inconsciente Harriet, sopesando sus opciones, podría acabar con tres hombres lobos, pero los demás lo matarían sin piedad, por su vista periférica vio Hermione en pose de duelo, parecía igual que él sopesando todas sus probabilidades de salir ilesa.
- Merlín... ayúdanos - susurro un ruego al aire Draco.
- ¡Mátenlos, maten a esos cuatro, ahora! - Grito un hombre lobo.
El rubio mago sabiendo su destino, abrazo con ambas manos a Harriet y cerró los ojos esperando el dolor, intentando servir como escudo humano contra la horda de enemigos, cuando el dolor jamás llego, curioso abrió los ojos, por el rabillo del ojo vio que Ron y Hermione también seguían vivos, ¿Pero, que había pasado?
Milagros enviados por Merlín sucedieron esa noche.
El primer milagro fue el hipogrifo que en tercer año Draco se había encaprichado en asesinar por dañar su orgullo y herir a Harriet, ahora en medio de la noche se había presentado ante ellos, atacando a los hombres lobo con sus peligrosas patas y filudo pico, chillando de rabia. Los gritos de la manada de hombres lobo y el aleteo de la criatura mágica despertó a Harriet en los brazos del mago, quien solo podía ver incrédula como el magnífico animal los defendía.
- Buckbeak... - dijo Harriet, casi en un susurro.
El segundo milagro de la noche fue al auxilio hacia Ron y Hermione, atropellando a cuanto enemigo apareciere, con neumáticos gastados, pintura deteriorara y cristales rotos, pedazos de ramas en las ventanas y cientos de hojas secas en los asientos.
- ¡El carro de mi padre! - grito Ron con emoción al reconocer el deteriorado vehículo, que parecía más un elemento del bosque que una pieza mecánica - ¡Vino a ayudarnos!
En respuesta, el Ford se chocó con la columna que impedía a Ron escapar tumbándola al suelo, liberando al pelirrojo.
Y el tercer milagro de la noche fue ver llegar por el oeste cinco enormes figuras aladas rugiendo, eran dragones entrenados para atacar siendo montados por magos de ropas extranjeras y quien encabezaba la comitiva era un joven pelirrojo... ¡Era Charly Weasley!. Los dragones lanzaron bolas de fuego hacia los gigantes y rugieron al ser perseguidos por mortífagos en escobas, como mosquitos de río.
El cuarteto mágico aprovecho la ayuda para escapar de los hombres lobo y corrió a la entrada del colegio... hasta que de la nada la temperatura bajo de golpe, el cielo nocturno oscureció aún más, como si la oscuridad misma se habría tragado las nubes y estrellas. Una ráfaga helada inundo la entrada de Hogwarts.
- No puede ser...- jadeo Ron con incredulidad retrocediendo un paso - Son... son...
- Dementores- completo Harriet la oración.
Eran demasiados, tantos que parecía imposible contarlos, cuerpos cadavéricos con túnicas negras cubriendo el cielo nocturno, volando velozmente hacia ellos. Harriet alzó su varita lista para hacer un patronus, pero la cantidad de criaturas oscuras la asusto, nunca había visto tantos Dementores juntos, ni cuando vinieron por Sirius en su tercer año o en el ministerio tras aturdir a Umbridge.
La mano de Harriet tembló, impotente y temerosa ningún recuerdo feliz le vino a la cabeza, pero antes de que el grupo fuera atacado por los Dementores una luz cálida propio de un patronus repelió a la gran cantidad de seres oscuros que huyeron por el potente patronus.
Con sorpresa, los jóvenes magos vieron que el creador del poderoso hechizo era Aberforth Dumbledore. El huraño mago había decidido sumarse a la pelea a último minuto luego de esperar como guía hacia los grupos rebeldes que habían llegado a Hogwarts sin ayuda de los elfos.
- ¡Corran! - ordeno Aberforth - ¡Terminen su misión!, ¡Debemos ganar la guerra!
Sin desperdiciar el esfuerzo de todos quienes les habían permitido llegar hasta la entrada, el cuarteto mágico corrió hacia las escaleras, descendiendo por el risco del castillo para llegar al cobertizo.
Llegaron a las afueras de la cabaña con grandes ventanales de cristal, Harriet fue la primera en llegar y con eso escucho voces dentro, Voldemort y Nagini no estaban solos. Pidió silencio a sus amigos mientras se arrodillaba para pasar desapercibida, pegada a la pared para escuchar la conversación.
- Ha realizado magia extraordinaria con esa varita tan solo en las últimas horas, mi señor - dijo una voz masculina, sedosa y oscura.
Esa era la voz del profesor Snape.
Harriet retuvo un rugido de furia pero su pelo se coloreó a rojo sangre, ansiando venganza.
- No - gruño Voldemort, molesto - No, no. Yo soy extraordinario... pero la varita... se resiste a mí.
- No hay varita más poderosa en el mundo - declaro Snape - El mismo Ollivander lo dijo... hoy, cuando la niña venga la varita no le fallara. Puedo asegurarlo.
La bruja pelirroja de furia apretó los puños, colérica, tenía al asesino de su abuelo y no podía vengar tan injusta muerte. Snape era un traicionero doble agente, siempre lo fue, por eso Sirius lo odiaba.
- Le responde a usted y solo a usted- dijo Snape con un tono firme, destilando confianza.
Pero Voldemort adopto una actitud incrédula, el tono conciliador de Snape no parecía tener efecto en él.
- ¿Estás completamente seguro? - con parsimonia Voldemort comenzó a caminar alrededor de Snape - ¿La varita, de verdad me responde a mí?... Eres un hombre astuto Severus, debes entenderlo.
Curiosa por lo que parecía ser una riña entre amo y sirviente, Harriet intentó ver que ocurría dentro del cobertizo. Así que con cuidado asomo un poco la cabeza, notando como Voldemort parecía asechar a su siervo más leal.
- ¿A quién le da su lealtad en realidad? - siseo Voldemort alejándose de Snape.
- A usted, por supuesto mi señor - dijo sin dudar Snape.
Voldemort negó con la cabeza, una sonrisa macabra se le dibujó en la boca sin labios.
- No Severus... la varita de sauco no puede servirme bien porque no soy su verdadero amo... La varita de sauco le pertenece al mago que mata a su dueño anterior.
Voldemort se quedo en silencio para que Snape digiriera sus palabras, para que entendiera lo que sucedería. Pero Snape no cambió un ápice su expresión, por lo que Voldemort avanzo unos pasos en su dirección.
- Tu asesinaste a Dumbledore, Severus... Si tú estás vivo la varita de sauco no puede ser del todo mía... fuiste un sirviente fiel y útil Severus, pero solo viviré para siempre...
Por fin la expresión de Snape cambió, entendiendo su posición, más Voldemort no le dio tiempo para si quiera completar una frase, blandió la varita de sauco con una maldición no verbal y ocasionó un corte en la garganta en el tétrico ex profesor de pociones. Este abrió los ojos con genuina sorpresa y callo de espaldas a la pared del cobertizo de amplias ventanas de cristal por donde Harriet estaba contemplando la escena, obligando a la bruja a ocultarse, asustada al ver lo que estaba pasando.
"¿No puede ser verdad, no?, ¡¿Voldemort matará a su mortífago más leal?!, ¿El mismo quien hiso todo por él hasta asesinar a Dumbledore?, ¡¿Lo va a matar?!", pensó Harriet con mortificación. El miedo hiso que su pelo volviera a ser negro.
- Nagini... mátalo - ordeno casi con aburrimiento Voldemort.
No hubo gritos de piedad por parte de Snape, ni tampoco mórbida curiosidad de los cuatro jóvenes magos por ver lo que ocurría dentro, los ruidos de Nagini abriendo sus fauces, sus siseos al morder a Snape, el sonido de sus colmillos hundiéndose al cuerpo traspasando las capas de ropa, la sangre bañando las ventanas de cristal, la fuerza con la cual atacaba a tal punto de sacudir al mortífago y hacer temblar la pared del cobertizo.
Harriet se tapó los odios, sintiéndose asqueada y asustada por lo que estaba ocurriendo, fue Draco, pálido como una sábana, quien después de unos momentos le indicó que todo había terminado, Voldemort y Nagini habían abandonado el cobertizo.
La bruja pelinegra se sintió aliviada y decepcionada, aún no tendría que enfrentarse a Voldemort, pero se les había escapado Nagini de las manos.
Con mayor confianza se levantó del suelo y no pudo evitar mirar hacia las manchas de sangre que cubrían las ventanas de cristal del cobertizo, la figura oscura a la cual le pertencia estaba aún ahí, desparramado en el suelo. Por un momento Harriet no supo que hacer, ¿Debían de seguir buscando a Nagini o entrar a la cabaña?, ver a Draco temblando le hiso tomar una decisión. Entrarían, después de todo Snape era el padrino de Draco.
Pero entrar y ver al actual director de Hogwarts casi tendido en un charco de su propia sangre despertó sentimientos contradictorios en Harriet: el asesino de su abuelo estaba gravemente herido de muerte, al fin tendría su deseada venganza, pero en lugar de alegría Harriet solo sintió un hueco en su corazón... todo el tiempo que la protegió fue para entregarla a Voldemort, ¿No?... entonces, ¿Por qué su cabeza se sentía tan confusa?, ¿Acaso no alegrarse por la futura muerte era un insulto a la memoria de Dumbledore?
Y, aun así, con esos sentimientos contradictorios todo su cuerpo le grito para ayudar al hombre que se desangraba delante suyo. Así que guiada por su instinto Harriet se acercó a Snape e intento para la hemorragia, coloco sus manos en el corte profundo que le infligió Voldemort, pero era imposible detener el sangrado.
Snape gemía de dolor casi silenciosamente, se estaba muriendo, cuando fijo sus ojos en Harriet el pánico atravesó a la ahora confusa pelirroja quien se quitó la chalina que Parvati le dio en la sala de menesteres al llegar a Hogwarts y con manos temblorosas intento hacer un torniquete para detener el sangrado.
No era suficiente, ¡No era suficiente!
- ¡Draco, dame tu chalina, ahora! - grito con desesperación Harriet.
El nombrado quien se había quedado estático al ver a Snape desangrándose reacciono saliendo de su aturdimiento guiado por la voz de la pelirroja y le dio la chalina que también había obtenido en la sala de menesteres cortesía de sus amigos Slytherin.
Harriet uso la chalina de Draco para presionar el torniquete y vendar improvisadamente el cuello del profesor atándolo en un fuerte nudo, pero con el espacio suficiente para que pueda respirar.
“¿Por qué hago esto?, ¡Estoy traicionando la memoria de Dumbledore!”- se riño mentalmente Harriet, confusa y molesta consigo misma.
Draco se arrodillo junto a Snape.
- Padrino…- la voz de Draco se cortó sin poder evitarlo, sabía que Snape era un mortífago pero había sido más tiempo su padrino, su familia que su enemigo - Padrino Snape…
Los gemidos de dolor habían parado, ahora solo había un hombre pálido, muriendo y… derramando lágrimas.
- Tómalas - grazno Snape hacia Harriet, como si sus cuerdas vocales estuvieran magulladas - Tómalas.
Era una súplica, un tono que Harriet jamás reconoció, dejándola confundida.
- Tómalas… por favor - Snape señalo sus lágrimas.
Como si de un contra hechizo se tratará, Harriet salió de su aturdimiento.
- Dame algo - ordeno Harriet a Hermione - Rápido, un frasco, ¡Lo que sea!
Hermione materializo un frasco de cristal más pequeño que la palma de una mano y lo entrego con prisa a una alterada Harriet, quien al tener el objeto comenzó a recolectar las lágrimas de Snape.
- Se pondrá bien, señor… hemos parado la hemorragia principal… debe resistir hasta que la batalla se acabe…- Harriet comenzó a parlotear, nerviosa, intentando dar ánimos al mortífago - Usted es fuerte, sobrevivió a la mordida del perro de tres cabezas que custodiaba la piedra filosofal… descanse… espere por ayuda… en estos momentos todos están luchando, cuando ganemos… cuando ganemos vendré con ayuda… traeré a madame Pomfrey y-
- Potter - le corto Snape - Llévalas al… pensadero.
Harriet no entendía porque, aun así, apretó con fuerza el recipiente, teniendo cuidado de que ninguna gota escapase del frasco.
- Mi… mírame - susurro Snape.
La pelirroja obedeció, mirando sin entender al hombre sangrante, quien respiraba con dificultad. Él solo se quedó en silencio unos segundos, observándola. Harriet en medio de tanta confusión por fin pudo entender la mirada del docente… la miraba como si viera un fantasma, la miraba sin verla, como viajando al pasado.
- Te… te pareces… a tu madre.
Harriet abrió los ojos ampliamente, volviendo a sentirse perdida, ¿Qué tenía que ver su madre en todo ese asunto?
Pero no pudo pensar en nada más, Snape había dado un fuerte suspiro, como si la vida le abandonara y luego cerro lentamente los ojos.
- ¡Padrino! - llamo Draco, sacudiendo el hombro del mago adulto, pero este no respondió - ¡Snape!
Solo el sonido del lago golpeando los botes de primer año se oyó, el hombre de negro no respondió.
- ¿Esta…? - Hermione pregunto.
- Muerto - dijo Ron, viendo como el pecho del hombre no se movía, ya no respiraba.
Draco sollozo, perdido en sus recuerdos, quisa su padrino no era la persona más carismática y amable del mundo mágico, pero había veces que le mostraba un aprecio real más que su propio padre, secretamente siempre deseo ser el hijo del estricto maestro de pociones que ser el hijo de su padre quien ningún logro parecía ser suficiente.
Harriet, aun sosteniendo el frasco abrió los brazos ofreciendo consuelo a Draco, quien sin pensarlo se enterró en su pecho, sollozando audiblemente. El llanto del mago era dolor puro y contagio al trio dorado, en menos de lo que canta un gallo todos estaban derramando lágrimas silenciosas.
Enemigo o aliado, asesino o espía, Severus Snape sería un mago que jamás nadie olvidaría.
Notes:
Capitulo corto y tardío, lo sé, lo sé… estaba estancada en como contar la batalla de Hogwarts, pero en especial la muerte de Snape… sean sinceros, ¿Si podrían cambiar muertes, perdonarían a Snape?, ¿Moriría en esta historia o viviría?
Espero sus comentarios para tomar una decisión, gracias.Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 70
Summary:
Guerreros caídos, la verdad de Snape y aceptación del destino.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
De repente Harriet se tensa en los brazos de Draco de forma abrupta.
Algo andaba mal, la bruja pelinegra lo puede sentir en el aire.
“Han peleado con valentía…”
Era la voz de Voldemort, comunicándose nuevamente a través de sus cabezas. Su voz sonaba como un susurro, asquerosamente íntimo.
“Pero en vano… toda su pelea ha sido en vano”
El hechizo de Voldemort se escuchó ante cada ser vivo del castillo y los alrededores, no había aliado o enemigo que no sintiera las palabras en su cabeza.
“Yo no deseo esto… cada gota de sangre mágica derramada es una grave perdida… por lo tanto ordeno a mis fuerzas que se retiren… en mi ausencia dispongan de sus muertos con dignidad”
Harriet se despegó de los brazos de Draco, inquieta, sintiendo el vínculo con Voldemort casi palpable, como si tuviera al mago oscuro detrás suyo.
“Harriet Potter…”
A pesar que la bruja sabía que Voldemort había abandonado el cobertizo, no pudo evitar girarse, buscándolo, casi podía sentir el aliento del mago en su oído. Su cuerpo se crispo de asco.
“Harriet Potter…- continuo Voldemort, un susurro en su mente- “Esta noche permitiste que tus amigos murieran por ti en lugar de enfrentarme en persona… no hay peor deshonra que eso”
Las palabras del mago calaron en el alma de Harriet, impotencia y culpa recorren sus venas.
“Encuéntrame en el bosque prohibido y hazle frente a tu destino…”
Miedo enfrió las extremidades de Harriet hasta que de la nada sintió una calidez inesperada en la mano derecha, al buscar el origen del calor vio que Draco le había cogido la mano. El mensaje era claro: no iras con ese genocida.
“Si no acedes a esto, matare hasta el último hombre, mujer y niño que trate de esconderte… de mi”
De inmediato, como si Voldemort pudiera verla aparto con rapidez su mano de Draco, ignorando sin desear la mirada herida del rubio mago.
Una aplastante realidad invadió a la pelinegra recordándole su posición en la guerra, la indeseable número uno, peligrosa desde que nació, causando muertes a su alrededor como si de una bomba se tratase.
Sin decir una sola palabra el cuarteto mágico emprendió el ascenso al castillo por las escaleras que lo conectaban con el cobertizo. Pero al avanzar no veían más que destrucción.
- ¿Dónde están todos? - pregunto Hermione al ver el patio de la entrada desecho, pero vacío.
Caminaron adentrándose más al castillo, sus pasos en sincronía para llevarlos al gran comedor, donde salían voces. Sangre, llantos y susurros inundaban el espacio, Madame Pomfrey y otras medibrujas corrían de un lado a otro curando a los heridos… había demasiados heridos.
Y aún más muertos.
Harriet había visto la muerte antes, demasiadas veces para alguien tan joven como ella, pero caminar en medio de cuerpos tendidos en el suelo tapados solo con una simple tela blanca era una experiencia completamente diferente.
Era una masacre.
Cuerpos pequeños y grandes aun sangrando, tiñendo las telas blancas, olor a muerte y desolación en un lugar donde antes solo se servía delicias era un impactante contraste irreal.
La pequeña bruja pelinegra no se atrevió a contar a los caídos ni ver la forma de sus cuerpos por más de dos segundos seguidos… ella había llamado a batalla a los que estaban muertos.
Todo era su culpa.
La culpa pesaba más que la gravedad, Harriet sintió su cuerpo demasiado pesado, sus pasos demasiado lentos, mil pensamientos volaban en su mente, la cara de sus amigos, el rostro de los miembros de la orden del fénix, los aliados que llamo a pelear, todos ellos podían estar debajo de esas telas. Sintió tal presión en su cabeza que sintió sangrar la nariz.
Hasta que Ron se separó del grupo al reconocer unas cabelleras pelirrojas, icónicos de los Weasley, rodeando un cuerpo larguirucho y pálido tendido en el suelo, la cabellera roja era lo que más resaltaba del cadáver.
La compresión golpeo a Harriet al entender que es lo que veía, sus piernas se tambalearon y el aire se le quedo pegado a la garganta de forma dolorosa.
Había muerto un Weasley.
‘¿Quién…?’
Con el cuerpo entumecido, como si todo lo que pasara le ocurriera a otra persona y ella fuera una simple espectadora, se acercó al grupo de pelirrojos, tan cerca como sus temblorosas piernas le permitieron.
‘¿Quién había muerto?’
El andar de la bruja pelinegra era lento, aun se encontraba a distancia de la familia Weasley, pero lo suficientemente cerca para oírlos.
- ¡¿Qué paso?! - chillo Ron, demandando por una explicación- ¿Cómo?, ¡¿Cómo paso esto?!
George era quien más lloraba, casi a gritos siendo consolado en un fuerte abrazo por su padre, ambos temblando visiblemente.
La pelinegra el corazón se le cayó a los pies… ¿Acaso…? Busco con la mirada al otro gemelo, la familia Weasley lloraba, todos los hermanos visiblemente afectados, pero en medio de los pelirrojos no lo vio.
‘¿Dónde está Fred?’, pensó aturdida Harriet.
George paro de llorar, mirando a su pelirrojo hermano menor, con los ojos hinchados por derramar tantas lágrimas en un corto periodo de tiempo.
- ¡Explícate!, ¡¿Cómo paso esto?!, ¡Se supone que él nos odiaba!, ¡¿Por qué Percy está muerto?!
Las palabras de Ron aligeraron el espíritu de Harriet, la culpa dejo de sentirse tan sofocantemente pesada…
‘No es Fred… solo es Percy’, pensó Harriet con alivio y de inmediato la bruja se sintió horrorizada por ese pensamiento. Miro con mayor detenimiento el cuerpo caído, había un Weasley llorando en su pecho.
- Llego al castillo a última hora… dijo estar arrepentido- dijo George, intentando explicarse, todo lo que vio en el ministerio le abrió los ojos, se dio cuenta de su grave error al dar la espalda a su familia y volvió con nosotros… ¡Peleamos lado a lado contra mortífagos y carroñeros!, ¡Incluso hizo su primer chiste!... pero… pero justo cuando una explosión derrumbó una columna cerca de Fred desmoronando la pared… Percy… Percy se lanzó hacia Fred arrojándolo fuera del concreto… lo aparto de un salto del peligro mortal… recibiendo el daño... murió salvando a Fred… tomando su lugar.
La persona que estaba llorando en el pecho de Percy se levantó, era Fred, con la cara mojada por las lágrimas, Ron se precipito a abrazarlo con fuerza, asustado de casi perderlo en batalla y luego ocupo el lugar que Fred dejo vacío, abrazando fuertemente a Percy.
- Fue mi culpa…- grazno Fred, llorando, sin despegar los ojos de Percy.
George abrazo a Fred, consolándolo, aun asustado de casi perder a su gemelo.
- No, no lo fue… Percy quiso protegerte… eso es lo que hacen los hermanos mayores.
Pero Fred estaba reacio a aceptar esas palabras.
- No… no… ¡Fue mi culpa! - sollozo Fred, con voz herida - Bromee en plena batalla, ¡Me descuide! Y por eso Percy está muerto… por Merlín, ¡Como lo siento, Percy!
El matrimonio Weasley se abrazo buscando apoyo, Bill era consolado por su esposa Fleur, Charly quien se notaba visiblemente herido no se movió para buscar auxilio médico, Ginny era consolada por Luna, quien le susurraba palabras tranquilizadoras; todos con el corazón destrozado.
- Tonto, tonto, ¡Tonto!, ¡Cuando al fin volviste a nosotros se te ocurre morir! - chillo Ron abrazando con fuerza el pecho de Percy- ¡Eres un egoísta hasta el final!
Hermione sin poder evitarlo se acercó con prisa a la familia Weasley y abrazo a Ron por la espalda, dándole tanto apoyo emocional como puedo, acariciándolo con suavidad.
Sin poder sopórtalo, Harriet aparto la mirada de tan dolorosa escena, posando su mirada al suelo.
Grave error.
Había cadáveres de caídos en el suelo que aún no habían sido tapados con telas blancas, alumnos demasiado jóvenes Hufflepuff, magos y brujas con ropas extranjeras, varios pequeños cuerpos pequeños pertenecientes a los elfos, así como varios cuerpos grandes propios de los centauros… y fue un cuerpo en específico que la dejo inmóvil.
- Profesor… Lupin…
Uno de los mejores magos que se unió al plantel educativo de Hogwarts estaba tirado siendo abrazado por Tonks, el cuerpo del mago estaba torcido en un ángulo extraño, tenía los ojos cerrados y un hilo de sangre naciendo por la nariz y perdiéndose por su cuello.
- Tonto… eres el hombre más terco del mundo Lupin… te suplique que nos quedáramos juntos en todo momento…. Terco… ¿Qué le diré a nuestro hijo?
Aturdida, como si el dolor de Tonks quemara, Harriet se alejó unos pasos, chocando con Kingsley, por su vista periférica vio que Draco estaba buscando a sus amigos entre los cuerpos tumbados en el suelo.
- Perdón señor Kingsley - susurro Harriet, aun impactada por la muerte de Lupin.
Como si la llamaran, Tonks se irguió al oír el nombre del actual líder de la orden del fénix, dejando se abrazar a Lupin, la joven bruja madre se precipitó hacia el mago de tez oscura.
- ¡Tú!... ¡Tú me separaste de él!, ¡Me obligaste a dejarlo! - grito Tonks mientras sacudía al mago de la túnica - ¡¿Por qué?!, ¡Debiste dejarme morir junto a él!, ¡¿Por qué me separaste de él?!
Kingsley se dejó hacer, sin reaccionar a la furia de Tonks.
- Por tu hijo, aun te queda un hijo, Tonks… vive por él… esta guerra no necesita más huérfanos… déjalo al menos crecer con una madre a su lado.
Las palabras calaron en Tonks, la bruja dejo de irradiar furia para desmoronarse en lágrimas, Kingsley la abrazo, consolándola.
- Lamento no poder haber salvado a los dos… eran demasiados… lo siento.
Sin poder soportar el dolor de Tonks, Harriet giro la vista hacia otro lugar, encontrando a muchos miembros del ejército de Dumbledore heridos, alumnos de casas, así como los profesores tenían como mínimo un par de heridas, hasta McGonagall tenía un corte profundo en su mejilla izquierda, sangraba, pero aun así ayudaba a los más heridos, donando energía mágica.
Un grito masculino saco a Harriet de su estupor, busco al dueño de la voz y encontró a Dennis, hermano menor de Colin, el atrevido niño que quiso darle Amortentia en su sexto año, pero ahora no tenía esa picardía que lo caracterizaba, ahora se veía angustiado llamando en gritos a su hermano mayor.
- ¡Colin!, ¡Alguien ha visto a Colin? - pregunto Dennis, jadeando al correr por todo el castillo - ¡Lo he buscado por todas partes y no lo encuentro!, ¡El idiota me encerró en el baño para que no participe en la batalla!
Los que oyeron al joven mago guardaron silencio, solo uno se atrevió a acercarse al preocupado mago.
- Dennis…- Neville se acercó al joven mago, cojeando y con cortes en su rostro - Tu hermano… está ahí.
Neville señalo al suelo, a la pila de cuerpos de rebeldes caídos, nadie lo había cubierto con telas blancas, por lo que su cuerpo herido era visible a todo el mundo.
- No… no - gimió con dolor Dennis mientras se alejaba de Neville para ir hacia su hermano – No... Colin... no ahora… no después de sobrevivir tantos meses juntos escapando de carroñeros y mortífagos… no aquí… no en Hogwarts.
Dennis abrazo temblando el cuerpo de Colin, llorando copiosamente, lanzo alaridos de dolor que rebotaron por las paredes del gran comedor, instando a que los susurros de quienes lloraban a sus caídos sonaran con más fuerza, con mayor libertad, después de todo la tristeza era tan contagiosa como la gripe.
Harriet veía todo entumecida, todo era tan irreal, gritos de dolor por parte de Daphne Greengrass abrazando el cuerpo de su hermana menor Astoria mortalmente quieta, Zabini y Draco consolando a la devastada bruja, sollozos lastimeros de Parvati hacia Lavender que apenas respiraba siendo atendida por madame Pomfrey quien a la vez curaba a Theodore que tenia la pierna izquierda cubierta de sangre.
Sin poder soportar el dolor que flotaba en el aire y cercenaba su corazón, Harriet se alejó con rapidez hacia el único sitio donde podía hacer algo, lo que sea, con tal de dejar de sentirse como la asesina de todos los muertos: el despacho del director. Así que corrió con rapidez por los pasillos hasta llegar a la entrada tan familiar, rezo porque Snape no haya hecho modificaciones en el inmueble, aliviándose de ver el lugar casi igual a excepción de los artefactos de cristal, sin parsimonia alguna vacío las lagrimas rosadas por la sangre de Snape al pensadero, asomo la cabeza y fue trasportada hacia una pradera, dos niñas jugaban, una rubia de cuello alargado y otra pelirroja de ojos verdes, tan bonita como una muñeca.
- ¿Mamá?
Harriet no entendía que tenía que ver la infancia de su madre con el recuerdo de Snape. De repente vio como su madre hiso florecer un lirio de la nada, regalándolo a Petunia pero esta abofeteo la mano de una joven Lily y comenzó a jalarle del pelo, llamándola “fenómeno”, haciendo que su madre busque refugio tras un enorme árbol de manzanos, pero ninguna de las niñas conto que tras el árbol estaba escondido un niño pelinegro de ropas viejas demasiado grandes para su tamaño, que al ver a la niña pelirroja en problemas se coloco como escudo ante la abusiva niña rubia. Petunia al verse en desventaja numérica huyo del prado dejando a los niños solos.
El niño pelinegro cogió una manzana del suelo y con una sonrisa la levito hacia la niña pelirroja, el mensaje era claro: “Yo también soy mágico”
Una nueva amistad nació, Lily pasaba todas sus tardes de primavera de once años al lado del niño pelinegro, ambos tenían gran afinidad, como si se conocieran de toda la vida.
- Esta celosa porque ella es ordinaria y tu eres especial- afirmo el niño pelinegro, tumbado debajo del árbol, en el suelo lleno de hierbas, protegiéndose del calor del verano.
- Que malo eres, Severus - dijo la pequeña Lily.
Harriet miro atónita a los niños recostados bajo el árbol, comenzando a entender lo que veía, ¡Snape conocía a su madre desde niños!
Risas infantiles, tardes de murmullos acerca de su futuro en Hogwarts, debate por la elección de la mejor casa y especulación de cursos pasaron con rapidez delante de Harriet, hasta detenerse en una memoria especifica: el primero de setiembre, el viaje en tren a bordo del tren escarlata para comenzar el año, la charla nerviosa acerca de a qué casa terminarían perteneciendo, la emoción de un niño Snape por pertenecer a la casa Slytherin por considerarla la mejor junto, la esperanza de que Lily también sea asignada a esa casa, el encuentro con unos niños James y Sirius que entraron el vagón al escuchar su conversación, despotricaron contra Snape por su preferencia contra la casa de las serpientes llamando, una apodo burlón rimando con su nombre, apodo que le perseguiría toda al vida: “Quejicus”.
Rivalidad entre James y Snape floreciendo a tan temprana edad.
La ceremonia de selección donde a pesar de los deseos de Snape, Lily fue coloca en Gryffindor, separándose irremediablemente de casas, el amable corazón de Lily al desafiar los colores que los definían y continuar su amistad, el huraño carácter solitario que poseía Snape donde no tenía amigos de su casa pero aun así era mejor estar en Hogwarts que en su propio hogar, el cómo los merodeadores lo molestaban día a día, la furia de Snape por la ayuda de Lily haciéndole ver más miserable con los pantalones abajo, la destrucción de la amistad infantil, la elección de un camino oscuro antes que el amor a Lily y como esto impulso el amor entre Lily y James, su ascensión como mortífago, fiel lacayo de Voldemort que corrió hacia su amo al oír una profecía en un bar en el cual el se encontraba de pura suerte… profecía que más tarde sería su más grande arrepentimiento cuando Voldemort decidió que los Potter eran los padres del bebe que sería su destrucción.
- ¡Sálvalos, protégelos!, ¡Escóndelos a todos, te lo imploro!, Lily no podrá vivir sin su familia, ella es una flor y su familia es su sol… las flores se marchitan sin el sol, ¡Escóndelos! - suplico Snape al único mago que podría rivalizar con Voldemort.
Suplico a Albus Dumbledore, líder de la oposición rebelde contra su amo.
- ¿Y qué me darás a cambio, Severus? - dijo el líder de la orden del fénix.
Harriet vio al viejo mago sorprendida, el tono de voz de su abuelo era duro, su mirada brillaba sopesando todas las posibilidades… y estaba negociando su ayuda para salvar a sus padres.
- Lo que sea - aseguro Snape.
El recuerdo cambia, los Potter habían sido asesinados por Voldemort, Snape colérico con lagrimas en los ojos corre al encuentro de Dumbledore.
- ¡Dijiste que los mantendrías a salvo!, ¡Me mentiste!, ¡Te ofrecí mi cordura, ser un doble agente, mi vida y aun así la mataron!
El dolor por la muerte de Lily era visible, pero las lagrimas no lograron perturbar a Dumbledore, quien estaba mirando el cielo gris, pensativo.
- Lily y James confiaron en la persona equivocada, Severus… igual que tú.
El viejo mago muestra una su postura es de derrota, también esta afligido por la muerte de dos de sus miembros de la orden, estudiantes que vio crecer…pero debía mantenerse firme… aun la guerra no había acabado.
- La niña sobrevivió - informo Dumbledore.
- ¡No necesita protección!, el señor oscuro murió.
Dumbledore lo niega, completamente seguro.
- No… el señor oscuro volverá, sabes tan bien como yo que ningún otro mago forzó los limites de la oscuridad como él, degradándose en el proceso… el señor oscuro volverá, oh, claro que lo hará y cuando eso pase la niña correrá un terrible peligro… Se parece mucho a ella, Severus, aunque heredo el pelo indomable de su padre, así como el color de sus ojos.
Esa información hace que Snape deje de llorar.
- Si de verdad la amabas… protegerás lo que queda de ella- pidió Dumbledore.
Son solo necesarios unos segundos para que Snape tome una decisión.
- Que nadie se entere nunca.
- Si eso es lo que deseas, entonces nunca rebelare tu lado bueno, Severus.
- Dame tu palabra - exigió Snape.
- ¿Aunque arriesgues tu vida todos los días para protegerla?, eres un mago extraño… pero si eso es lo que deseas, nadie sabrá de mi tu amabilidad.
Mas recuerdos de Snape: la primera vez que vio a Harriet, niña delgada con gran parecido a su madre aunque poseía unos espantosos lentes circulares, era casi una copia exacta cuando su pelo se coloreaba a rojo por las emociones fuertes que sentía, la vez que tuvo que luchar indirectamente contra Voldemort para que no se callera de su escoba, como casi al terminar su primer año la encontró tirada con la piedra filosofal en la mano llevándola volando a la enfermería, como la vigilo mientras se recuperaba de su primer encuentro con la muerte, la vez cuando casi resulta herida en su segundo año por chocar con el Ford del señor Weasley contra el peligroso sauce boxeador disfrazando su preocupación con furia, o cuando se ofreció como árbitro para vigilarla en el torneo de quidditch y no volver a tener el percance del año pasado, o en su tercer año cuando hizo más rondas nocturnas para patrullar el castillo al estar suelto Sirius Black, intento protegerla de Lupin al este transformarse en hombre lobo, esa noche la volvió a encontrar tirada al lado de Sirius que apenas respiraba en las orillas del lago negro y corrió nuevamente a la enfermería acunándola en sus brazos, en su cuarto año le entrego las ganancias por el basilisco de Salazar Slytherin, sufrió una mortificación silenciosa que intento disimular con su máscara de frialdad al verla elegida como participante para el torneo de los tres magos demasiado joven como para colocar su nombre el cáliz de fuego, la protegió del dragón furioso en la primera prueba volando sin escoba colocándose como escudo humano, desquito toda su rabia por los sucesos del torneo con Barty Crouch Júnior al ver como casi abuso de su protegida, en quinto año se esforzó como nunca para enseñarle oclumancia al ser presa fácil de Voldemort, lucho contra sus impulsos homicidas al ver que Umbridge tenia una fascinación enferma con torturar a su protegida, alerto a la orden del fénix de una posible invasión al ministerio, en el sexto año sus nervios estaban al limite por servir como doble agente a Voldemort y Dumbledore, siguió intentando enseñar oclumancia a la pequeña bruja forzándola a defenderse pero su mente era demasiada inquieta, indomable hasta para su propia dueña, defendió a la pelinegra de McLaggen cuando noto demasiada cercanía a tal punto de invadir el espacio personal de la bruja en la fiesta de las eminencias de Slughorn, intento robarle información a Draco de su misión encomendada por Voldemort… vio a Lily en Harriet cuando mato a Dumbledore, vio la misma mirada herida y traicionada, confronto a la bruja repeliendo sus ataques, suspiro de alivio al ver a un gigante salvarla de los mortífagos y Bellatrix.
Los torbellinos de recuerdos giraron sin parar, casi mareándola por la velocidad de estos, hasta que paro en una memoria especifica.
- Bebe esto - dijo Snape a Dumbledore - Confinará la maldición de tu mano por un momento… pero se esparcirá Albus… es una maldición muy potente… no puedo anularla ni pararla, solo hacerla más lenta. Esta maldición te matará.
Harriet recordó que su abuelo le prometió contarle la historia de cómo se hirió la mano, ahora en los recuerdos de Snape, Dumbledore le relato que se había dedicado todo el verano a rastrear los orígenes de Voldemort, así como rastros de magia negra, encontrando un peculiar anillo en una cabaña destruida, cuando quiso ponérselo la maldición se esparció por su mano, adolorido busco ayuda en el único que podía confiar temas tan delicados como para no hacer preguntas.
- ¿Cuánto tiempo? - pregunto Dumbledore luego de tomar el brebaje.
- Tal vez un año… si somos optimistas.
Snape se alejo del viejo mago de larga barba, habían pasado muchos años en una camarería y cargando secretos que decir adiós a un viejo colega seria sin lugar a dudas doloroso.
- Deberías dejar todos tus asuntos en orden.
- Severus.
- Cuentas bancarias en Gringotts, casas y propiedades, objetos de valor monetario y emocional que debes tener luego de una larga vida vivida.
- Severus…
- Sobre todo despedirte de “tu nieta”, deberás encontrar una forma de decirle tal noticia sin romperle el corazón.
- No me ignores, Severus… no es momento de desvariar… debo seguir luchando hasta que la maldición acabe conmigo. Ambos sabemos que Voldemort le ordeno al joven Malfoy que me mate… pero si él falla, es lógico suponer que el señor oscuro recurrirá a ti.
Snape dejo de darle la espalda para mirarlo de forma interrogativa, sin entender su punto.
- Tú tienes que ser quien me mate, Severus… es la única salida. Solo así el señor oscuro confiara en ti completamente.
Snape se quedo tieso como una estatua, incrédulo por los planes del viejo mago.
El recuerdo se superpone sobre otro con un Dumbledore suplicante ante Snape en la torre de astronomía, Harriet nuca podría olvidar ese momento pues Dumbledore estaba débil luego de beber la pócima del falso Horrocrux en la isla del terror… ahora veía que su abuelo nunca le suplico su ayuda para librarse de sus atacantes sino le suplicaba que lo matara… que siguiera su plan hasta el último momento.
- Llegara el momento…
El recuerdo cambio al despacho del director.
- Llegará el momento en que Harriet Potter tendrá que saber algo… pero espera hasta que Voldemort este muy vulnerable.
El tono del anciano causa una desconfianza instantánea en Severus, es el tono que usa para dar malas noticias.
- ¿Qué debe saber?
Dumbledore comienza a caminar en círculos, una manía que tiene cada vez que esta pensativo… o le cuesta decir las cosas.
- En la noche que Voldemort fue al valle de Godric a matar a Harriet y Lily Potter se interpuso entre los dos, la maldición le reboto… cuando eso paso una parte de Lord Voldemort se adhirió a lo único vivo que tenia cerca… la misma Harriet… Por una razón Harriet habla con las serpientes, por una razón ve la mente de Lord Voldemort, como si estuviera conectada a él… una parte de Voldemort vive dentro de ella…
La mente de Snape comenzó a sopesar todas las posibilidades de acción con esa nueva información, se supone que debían derrotar a Voldemort… entonces eso significaba…
- ¿Y cuando llegue el momento… la muchacha deberá morir?
Dumbledore dejo de caminar en círculos, incapaz de alzar la mirada, solo podía ver el suelo, la boca demasiado pesada para pronunciar palabra alguna, pero debía responder esa pregunta.
- …Si… si… debe morir… por un bien mayor.
Snape se queda un segundo en silencio y al siguiente estalla en rabia.
- Todos estos años… todos estos años… ¡¿La protegí para nada?!, ¡¿Todo mi esfuerzo a la basura?!... todo mi sacrificio… - grito Snape, colérico - ¿La mantuviste viva para que muera en el momento apropiado?, ¡La criaste como un cerdo para el matadero!, ¡A quien osas llamar “nieta”!... ¿Cómo puedes dormir en las noches?… ¿Como puedes mirarle a la cara?... la maldición no solo corrompió tu cuerpo sino también tu alma.
Las palabras de Snape eran filosas, destilando veneno en cada silaba, temblaba de furia en cada oración, todo era tan… injusto.
- Has llegado a tenerle afecto, ¿Eh? - la voz de Dumbledore es apenas un susurro, sin energías para defenderse desde que descubrió el Horrocrux involuntario de Voldemort
Tales palabras hacen que Snape mueva su varita con rapidez y de esta salga un patronus corpóreo, una cierva hecha de luz brinca de un lado a otro, Dumbledore solo puede ver impresionado al hermoso ser plateado, este coge la espada de Gryffindor, la alberga dentro suyo y sale por la ventana, en espera de el momento adecuado.
- Lily…- dijo sorprendido Dumbledore.
La cierva de luz reflejaba el amor que aun profesaba Snape hacia Lily, tan solido como la ultima vez que la vio con vida, el amor que seguía latente sin importar su muerte. Era lo que lo mantenía cuerdo en los peores días de ser un doble agente… era su luz en medio de la oscuridad.
- ¿Después de tanto tiempo? - pregunto Dumbledore.
- Siempre - respondió sin dudar Snape.
Esa era la misma cierva que Harriet había visto en el bosque de Dean, cierva que la condujo al lago congelado donde estaba la espada de Gryffindor, el único artefacto capaz de destruir los Horrocrux
- Y cuando llegue el momento… ¿La muchacha debe morir? - volvió a preguntar Snape, aun incrédulo, aun buscando la manera de esquivar ese destino.
- Si… debe morir - Albus miro el suelo, reprimiendo sus emociones - Y Voldemort en persona debe hacerlo… eso es esencial.
El destino no podía evitarse, la única hija de Lily Potter debía morir, su ultimo recuerdo perecería igual que su madre a manos del mismo asesino, que cruel podía llegar a ser el destino. Todos esos años protegiéndola en memoria de Lily habían sido en vano. Esa noche Snape se emborracho hasta perder la conciencia, ignorando el mundo, sumido en su dolor.
El recuerdo acabo, Harriet salió del pensadero, se alejó de este como si quemara, no tenía fuerzas en sus piernas y se sentó en las escaleras del despacho, demasiado impactada a la vez que intentaba digerir toda la revelación que acababa de ver: ella era un Horrocrux… ella debía morir.
De repente se hiso muy consiente de su cuerpo, de las heridas sangrantes, del latido de su corazón, el aire pasando por sus pulmones y saliendo por su nariz, su estómago quemando por comida, el miedo congelándole las extremidades … nunca se había parado en pensar que gracias a tener un cuerpo había sorteado grandes dificultades de muerte, pero ahora debía de ir directo a la muerte sin luchar. Se sintió como un preso al cual le dictaminaron sentencia de muerte.
Debía encaminarse al bosque prohibido, a su cita con el destino.
La pequeña bruja abandono el despacho del director y se encamino a la salida de Hogwarts, al bajar las escaleras vio a tres figuras sentadas conocidas haciendo guardia, la bruja pelinegra tenía la esperanza de marchar sola a muerte dejándoles atrás, pero ahora debía de explicar muchas cosas. Estos al verla se levantaron y se aproximaron a ella.
- ¿Dónde estabas? - pregunto Hermione.
- Te creíamos en el bosque - dijo Draco.
Harriet siguió caminando a la salida, su cuerpo estaba en piloto automático cumpliendo su la última orden de su dueño.
- Es a donde voy ahora- declaro Harriet, bajando las escaleras.
- ¿Estas loca? - chillo Ron- ¡No puedes hacer eso!, ¡No puedes entregarte a él!
- Concuerdo con Weasley - dijo con rapidez Draco alcanzando a la bruja pelinegra - No des un paso más a la salida… encontraremos la forma de detenerlo… no vallas al bosque.
La pequeña bruja pelinegra paro de caminar, giro sobre sus pies para confrontar a sus amigos, era hora de una explicación.
- ¿Qué pasa Harriet? - pregunto Hermione al ver el semblante abatido de su mejor amiga.
Harriet intento responder, pero un enorme nudo le impedía expresarse con normalidad, Draco al ver que ya no tenia el frasco con las lagrimas de Snape saco rápidas conclusiones.
- ¿Fuiste al pensadero?... ¿Qué fue lo que viste en los recuerdos de Snape? - dijo Draco - ¿De qué te enteraste?
Con un suspiro Harriet se forzó a hablar sin importar la dolorosa presión en su garganta, tenía demasiadas emociones recorriéndola pero debía mostrarse fuerte frente a sus amigos… dejarles un buen recuerdo futuro.
- Snape siempre me protegió, hasta el final sirvió a la orden del fénix… no asesino a Dumbledore, sino que siguió las ordenes de este para ganarse la confianza total de Voldemort… todo era parte del plan de mi abuelo, un plan secreto.
Draco frunció el ceño.
- ¿Y por eso te ves impactada y pálida?… Como si fueras un fantasma... no te creo, hay más, viste más, ¿Verdad?
Sin poder controlarlo, Harriet esbozo una triste sonrisa, Draco era ciertamente brutalmente sincero, confrontándola y desafiándola… extrañaría su actitud retadora.
- Si, hay más… entendí porque escucho a los horro… a los objetos malditos de Voldemort…Creo que siempre lo supe… y ustedes también.
- ¿De qué hablas? - pregunto Draco, quien jamás había pedido explicaciones de la misión, pero ya no podía mantenerse al margen, sentía que algo se le escapaba.
Hermione rompió en llanto mientras Ron perdía color en su rostro.
- Para guardar un secreto es necesario únicamente tres personas... ahora que me iré eso te convierte en la tercera persona, Draco - dijo Harriet mirando el techo, en un intento por no llorar- Voldemort creo Horrocrux, objetos oscuros donde alojo parte de su alma para ser inmortal, mi abuelo lo descubrió y nos mandó a destruirlos, si destruimos todos los Horrocrux lo volveremos mortal y podremos ganar la guerra... pero hace años, cuando intento matarme y la maldición le reboto, su alma se adhirió a lo único vivo de la casa, yo... y sin proponérselo creo un último Horrocrux... Debo morir para ganar la guerra, debo morir para volverlo mortal nuevamente... y también Nagini, la serpiente es un Horrocrux.
- No es justo - lloro Hermione.
-No... esto no tiene sentido... No... no puede ser...- Draco no cavia en sí, impactado con tal revelación.
- Iré contigo- se ofreció entre jadeos Hermione.
El corazón de Harriet se calentó y con fuerza se restrillo los ojos para evitar llorar, Hermione, su mejor amiga, leal hasta el final... que suerte tenía de haberla conocido.
- No Mione... No... esto es algo que debo hacer sola... ustedes deben de enfocarse en matar a Nagini... mátenla y así solo quedará él.
Hermione en medio de lágrimas sin poder aguantar la tristeza corrió a abrazar a su mejor amiga, su casi hermana, a quien el cruel destino se la arrebataría, Harriet le devolvió el abrazo. Ron sin poder esperar su turno se precipitó sobre las brujas y las abrazo a ambas... el pelirrojo temblaba, hace unos momentos había perdido a su hermano Percy y ahora estaba a punto de perder a su mejor amiga.
-No... no, no, no, ¡Iré contigo Harriet! ... te acompañare al bosque - dijo con desesperación Draco- ¡Diremos que fue mi plan todo el tiempo, el entregarte a Voldemort!, ¡Nadie me hará daño si digo tal mentira... me rehusó a dejarte partir sola.
-Draco... no - se opuso Harriet.
- No, Harriet... ¡No está en discusión... no puedes negarme esto luego de darme semejante revelación.
La pelinegra miró a Draco con detenimiento, parecía salvaje, arisco, frenético, un verdadero dragón en todo el sentido de la palabra, definitivamente no aceptaría una respuesta negativa tan afablemente.
- Está bien - dijo Harriet - Me sentaría bien compañía antes de morir.
Bruja y mago se encaminaron en silencio a las puertas de Hogwarts, cruzaron el patio rumbo al cruel destino de la pelinegra, rumbo al bosque prohibido, a morir a manos del asesino de los Potter.
Notes:
Por fin una publicación temprana en un miércoles acordado… Humanitos, no pude matar a Tonks y Fred, siempre creí que Harry Potter ya tiene suficientes huérfanos de guerra, al menos el hijo de Lupin debería de tener a su madre y la redención de Percy podría ser también con la muerte, así que intercambie lugares… siempre me pareció doloroso la vida de George sin su gemelo, como si solo fuera media persona, incompleta tras la muerte de su otra mitad.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 71
Summary:
Despedidas, enfrentando la muerte y el mas allá.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
La pelinegra camino en silencio junto con Draco, el miedo a morir había sido momentáneamente reemplazado por la seguridad de su acompañante, y aunque la idea del mago era viable, Voldemort acababa de asesinar sin dudar a Snape, "mortífago" que le había sido tan útil... no había seguridad real de que este crea la mentira de Draco y por ende perdone su vida.
Debía al menos librar de la muerte segura al rubio.
- Draco... - comenzó Harriet, buscando las palabras para hacer comprender del peligro mortal que corría el mago con ella - Draco, gracias por acompañarme, pero-
- No - dijo de inmediato Draco, frunciendo el ceño - Ya dije que no te dejare ir sola... Me gustas Harriet, demasiado... no puedes esperar que me quede sentado sin hacer nada...
- Mato a Snape, Draco - Harriet intentó razonar - Tiene miedo de su mortalidad, ¡Es más peligroso que nunca!, ¡Puede matarte en un parpadeo!
Draco paro de caminar, Harriet lo imito.
- Me gustas, Harriet.
Harriet miró al suelo lleno de hojas.
- Destruidos los Horrocrux ganaremos la guerra. Habrá un mañana y un mejor futuro para todos, incluyéndote... seguro que puedes volver a enamorarte Draco... eres joven y guapo... - la bruja pestañeo con rapidez, sus ojos picaban ante la sola idea de imaginarse a Draco con otra mujer - Podrás superarme y seguir adelante con tu vida.
Decir esas palabras en voz alta dolían y sabían a vinagre, Draco había logrado redimirse y sin darse cuenta se había ganado su corazón en el proceso.
- No quiero - dijo Draco.
-Draco... aun eres joven... tienes toda una vida que vivir... puedes formar una familia, tener hijos... aun tienes tiempo. Yo te daré tiempo, a ti y toda la sociedad mágica... y me siento muy orgullosa de eso.
Pero ella aún tenía miedo.
Harriet alzó la mirada, mientras al mismo tiempo Draco agachaba la suya. Los ojos del mago brillaban, como si quisiera llorar.
- Esto es tan injusto... cuando por fin decido ser valiente y revelar mis sentimientos por ti... tiene que pasar esto- Draco se rastrillo los ojos con fuerza, Harriet trago saliva - Pero al menos... pero al menos déjame estar contigo hasta el final.
Ahora era Harriet quien sobaba con fuerza sus ojos, la bruja quería llorar, el amor de Draco era demasiado abrazador para su corazón sentenciado a muerte... se dio cuenta recién que la idea de tener una familia con el mago no habría estado mal si otras fueran las circunstancias... una casa llena de flores y niños, muchos niños, para compensar su solitaria infancia.
Pero eso era un sueño imposible... y debía espabilar ya.
- Draco - Harriet pronunció con claridad y con tono autoritario ordeno - Hasta aquí me acompañas, no permitiré que me sigas... así tenga que batirme a duelo contigo.
Draco suspiro.
- Temí que dijeras eso - Draco tenía la mano derecha oculta tras su espalda - Pero sigo firme en mi decisión, acompañare a mi corazón hasta el final.
Y sin dejar oportunidad alguna a Harriet para defenderse, Draco lanzó una maldición imperdonable a la bruja, un Imperio.
"Lo... ¡Lo volvió a hacer!, ¡Este chico nunca cambiara!"- pensó Harriet al sentir la energía del maleficio bañando su cuerpo.
Pero, Draco no sabía que Harriet era inmune a ese maleficio, una ventaja se abrió ante ella.
- Lo siento - dijo Draco, su cara apenada delataba que sus palabras eran sinceras - Pero no te dejaré ir sola... ahora, andando.
Harriet fingió estar bajo el maleficio, obedeciendo, pero solo dio cinco pasos antes de adentrarse más al bosque y lanzó un hechizo paralizante no verbal a Draco, sorprendiendo al mago. La velocidad del hechizo y la cercanía hiso imposible al mago defenderse o esquivar, quien se quedó tieso como una estatua, perdiendo el equilibrio y cayendo de espalda al suelo lleno de hojas secas.
- Sé lo que debes estar pensando - dijo Harriet, arrodillándose a su lado - "Le lance un Imperius, ¿Cómo pudo lanzarme un Petrificus Totalus?"
La bruja se quedó en silencio, sintiendo el sonido nocturno de bosque como una melodía... ahora que iba a morir todo cobraba mayor intensidad, mayor nitidez y claridad.
- Bueno... – siguió Harriet, concentrándose en el mago - Resulta que siempre fui inmune a esa maldición.
Los ojos del rubio se abrieron con sorpresa, desafiando el hechizo paralizante, sus mejillas se tornaron violentamente rosas.
- Si... mentí en cuarto año en las clases del falso Moody... ya tenía todo el asunto del torneo de los tres magos, no quería tener más miradas sobre mí, mostrar mi destreza con la maldición imperdonable solo me habría traído más problemas y ya estaba cansada - Harriet paro, contar esa historia se sentía ajena, como si le perteneciera a otra persona, un suceso pasado hace mucho mucho tiempo - Eso quiere decir que estuve consiente cada vez que me maldijiste, ¡Muy mal, chico bonito!
Las mejillas del mago se tornaron imposiblemente rojas, desafiando su tonalidad pálida. Para cualquiera que lo mirara Draco era la imagen misma de la vergüenza.
- Ya, ya - dijo Harriet acariciándole la cabeza al paralizado mago - Antes eras un tonto... ahora has cambiado, has madurado... lo siento por hechizarte, pero debo hacer esto sola... no quiero ponerte en peligro, me sentiría abatida si el chico que me gusta muere a mi lado... vive Draco, vive.
Harriet paro de acariciar la cabeza del mago, se aproximó al rostro del mago y le dio un casto beso en la mejilla.
"Esos labios pertenecerán a otra bruja... están prohibidos... no tengo derecho de tocarlos, aunque quiera.... no creare recuerdos dolorosos"
- Adiós, Draco Malfoy - dijo Harriet sonriendo, pestañeando con rapidez para evitar llorar.
Draco no era el único con el corazón partido en el bosque.
La bruja se levantó del suelo, Draco parecía luchar con todas sus fuerzas para deshacer el hechizo, pero Harriet había usado mucha energía mágica en el proceso, era el último hechizo que haría en su vida, magia para proteger, por lo cual el mago no podría romper el hechizo por sus propios medios... solo se rompería cuando ella muera y por lo tanto la energía mágica desapareciera.
Y sin mirar atrás, con las piernas temblando, el corazón partido y las mejillas mojadas por las lágrimas derramadas con libertad, Harriet avanzo a las profundidades del bosque. Sus pasos eran lentos, como si su cuerpo rehusara a morir, como si su cabeza entendiera que debía haberlo por el bien común, por su papel en la guerra, pero su cuerpo se rehusara a dejar de existir, sus temblorosas piernas la hicieron tropezar, tumbándola al suelo cubierto de hojas. Sintió que la resignación se iba para dar paso a la tristeza nuevamente, y en el suelo se puso a llorar con fuerza ante lo injusto que era el destino con ella, se levantó, pero sus pies temblorosos la volvieron a hacer caer. Se arrodillo, golpeo el suelo con los puños por la frustración que sentía, al ser insuficiente dejo sus puños y comenzó a golpearse la frente contra el suelo, colérica, rabiosa por no llegar ni a la edad de sus padres, por no haber vivido los años que a ellos se le negaron.
Volvió a golpearse la frente al suelo cubierto de hojas.
Ira corría en sus venas por no tener la oportunidad de cuidar los bienes de su familia, el dinero por el basilisco, los tesoros de Sirius.
Volvió a golpearse la frente al suelo.
Nunca se vestiría de novia, nunca tendría hijos. Lágrimas de tristeza escaparon con mayor vigor de sus ojos, no sabía si era por el dolor físico que se infringía o por el dolor de saber que nunca tendría descendientes ... le habría encantado tener muchos hijos, tantos como la señora Weasley... una casa llena de ruido, risas y travesuras.
Volvió a golpearse la frente al suelo
Nunca envejecería, nunca vería a Hermione convertirse en ministra de magia, no conocería a los descendientes de Ron, sus hijos jamás harían amistad con los hijos de sus mejores amigos, nunca le daría la capa de invisibilidad a la próxima generación de Potters... nunca volvería a ver a las personas que amaba... nunca podría explicarle a Kreacher el por qué lo volvían a dejar solo.
Volvió a golpearse la frente al suelo... y colapso, tumbándose al suelo.
La oscuridad nocturna la arrullo mientras volvía a llorar en silencio, sin energías para más que derramar lágrimas. Los minutos pasaron y Harriet se levantó, esta vez sus piernas habían dejado de temblar, pero su frente ardía de dolor.
Lo prefirió así, dolor físico a emocional.
Y volvió a adentrarse al bosque, sintiéndose como si ya estuviera muerta y fuera un fantasma ambulante. La bruja pelinegra había aceptado su muerte por completo.
En medio del recorrido sintió un revoloteo insistente en su bolsillo oculto donde albergaba su peluche de gato con encantamiento de extensión. Curiosa lo saco y de este salió disparada la snitch dorada, revoloteando a su alrededor y posándose en su mano, volviendo a leer la criptica frase.
“Me abro al cierre”
Harriet contuvo la respiración, una idea se formó en su mente, brillando como un foco.
Dumbledore les había dejado pistas en caso de no tener tiempo para hablar personalmente, pistas encriptadas, ocultas para que solo ellos con la conciencia necesaria pudieran descubrirlos, ahora las letras curvilíneas en la snitch dorada tenían sentido y claridad.
“Cierre… muerte”
- Estoy lista… para morir - dijo Harriet a nadie en específico.
Y beso el dorado objeto, con el corazón latiéndole en la garganta y curiosidad corriendo por sus venas, esperando encontrar el último objeto dejado por Dumbledore.
La snitch se abrió y de esta floto lentamente una piedra negra pequeña, podría pasar como una piedra convencional si no hubiera tenido el símbolo de las reliquias de la muerte gravada sobre esta.
- … ¿La piedra de la resurrección?
Como si estuviera en trance, Harriet hiso girar la piedra tres veces en su mano, tal como se hiso en la fábula de los tres hermanos, sin saber que encontraría. Cuando alzo la vista vio figuras humanas rodeándola, pero flotando, desprendiendo un brillo fantasmal que delataba su naturaleza, Harriet habría gritado de susto si no hubiera reconocido de inmediato a los recién llegados.
- ¿Mamá?... ¿Papá?
Lily Potter extendió su mano en dirección a Harriet, como si quisiera tocarla, la pelinegra casi corrió a ella, pero su mano traspaso el cuerpo de la adulta bruja. Su madre estaba delante suyo, y tal como sucedió con el espejo de Oesed no pudo tocarla.
Que amarga realidad vivía ella, creyó que al tener la piedra de la resurrección podría abrazarla, pero la magia de la reliquia solo mostraba el alma de los seres amados que ya no estaban en ese mundo.
- Que valiente has sido, mi cielo- dijo Lily, mirándole con amor y orgullo.
- Mamá…- Harriet intento reprimir sus lágrimas - ¿Qué… que hacen aquí?, ¿Todos ustedes… papá, Sirius, Lupin?
Lily sonrió, sus ojos brillaban, como si quisiera evitar llorar.
- Nunca nos fuimos- declaro la pelirroja bruja.
Las palabras de su madre la tomaron por sorpresa y no pudo retener por más tiempo las lágrimas… sus padres habían estado junto a ella todo ese tiempo, la vieron cuando era maltratada por los Dursley, la vieron cuando llego a Hogwarts, cuando se enfrentó a Voldemort, cuando fue atacada por los Dementores, cuando fue obligada a pelear en el torneo de los tres magos, cuando peleo con las mentiras del ministerio y torturas de Umbridge, cuando fue de caza por los Horrocrux… siempre habían estado ahí y por más que quisieran no pudieron comunicarse con ella.
Cuando Harriet se calmó y paro de llorar, giro hacia Sirius, su padrino que había atravesado el velo de la muerte en el ministerio.
- ¿Es… doloroso… morir?
- Es igual que quedarse dormido - declaro Sirius con simpleza.
El peso del miedo por la muerte disminuyo con esa información.
- Ya estas cerca hija - dijo James - Un poco más y todo acabara.
Harriet afirmo con la cabeza.
“Pronto todo acabara”, memorizo Harriet, como un mantra contra el miedo.
- Lo siento… jamás quise que ustedes murieran por mi…- dijo Harriet, aflorando su más grande temor, al ver que nadie la culpaba, continuo - Y Remus… tu hijo…
- Aun tiene una madre, ella le dirá porque murió su padre - Lupin parecía tranquilo por el futuro de su hijo, confiaba en Tonks para criar a un gran ser humano - Un día lo entenderá.
Harriet giro y vio a cada fantasma, por el rabillo del ojo busco a Dumbledore, pero este no estaba, al igual que Snape… quizá los fantasmas que mostraba la piedra de la resurrección eran los que había decido estar cerca de su ser querido.
- ¿Estarán conmigo? - pregunto Harriet, sintiendo que el tiempo se agotaba, no necesitaba lanzar un tempus para saberlo, su intuición le gritaba que se apresure.
- Hasta el final - declaro con solemnidad James Potter.
El asustado corazón de Harriet se calentó por sus palabras.
- ¿Y él no podrá verlos? - pregunto la pelinegra.
- No…- dijo Sirius y sonriendo se acercó levitado a la pequeña bruja y tocando su corazón - Nunca nos vera porque estamos aquí adentro.
Harriet instintivamente se tocó el pecho, el corazón le latía como loco y su boca se secó.
- Quédense conmigo… por favor- grazno la pelinegra.
Ahora fue el turno de Lily de acercase levitando a su hija.
- Siempre, mi niña hermosa.
Con el corazón latiéndole con frenesí, como si quisiera latir por todos los años que no podría, Harriet soltó la piedra de la resurrección, inmediatamente los fantasmas desaparecieron… pero Harriet sabia la verdad, sabía que no estaba sola. Nunca lo estuvo. Y avanzo con rapidez hacia su destino, esquivando a carroñeros supo que se estaba acercando a la guarida de Voldemort.
- No has señales de ella, mi señor - informo un mortífago a su líder.
El tiempo se había cumplido y Potter aún no había aparecido, poniendo nerviosos a los mortífagos, la ira de su líder era pagado con cualquier mago o bruja al azar, tarde se dieron cuenta que Voldemort no era tan calculador y frio como creyeron, solo era un mago con gran capacidad mágica, los arrebatos de ira y asesinato casual habían estado muy presentes en la hora trascurrida.
Se comportaba como un niño que no obtiene un dulce.
- Que lastima… que decepción…- dijo Voldemort - Estaba seguro que llegaría… creí que vendría a mí, dispuesta a dar su vida por los otros… parece que me equivoque. Espero que todos estén sedientos de sangre, porque una masacre nos espera en Hogwarts… maten tantos como puedan.
- Eso no será necesario, Tom. Ya estoy aquí.
La voz de Harriet resonó por el bosque, mortífagos y carroñeros se exaltaron al verla llegar tan silenciosamente como un fantasma, esquivando las trampas colocadas en el perímetro para custodiar su zona del bosque y evitar emboscadas.
- ¡Lo llamo por su nombre!, ¡Atrevida asquerosa sangre mestiza! - chillo Bellatrix colérica.
Harriet se mostró impasible, ella era un cordero que debía sacrificarse para ganar la guerra, su varita estaba guardad en uno de sus bolsillos, oculta a simple vista y ahí permanecería hasta que la encuentren y la sepulten; ya había llorado y colapsado, ahora solo miraría con valentía a la muerte, no dejaría que el asesino de sus padres vea el miedo en sus ojos o su cuerpo.
Asesino que se quedó mortalmente quieto al verla avanzar más y más… como una serpiente esperando el momento perfecto para atacar.
- ¿Harriet?, ¡No!, ¡Vete!, ¿Qué estás haciendo aquí? - chillo Hagrid al verla llegar.
- Amiiiiigaaa- coreo Grawp, reconociendo a la pelinegra y siendo consciente del peligro.
- ¡Cállense! - grito un carroñero.
Habían capturado a Grawp y Hagrid, sosteniéndolos con gruesas cadenas como si de animales se tratasen, varios mortífagos y carroñeros rodeaban a los gigantes tirando de las cadenas para evitar que se movieran. A Harriet le partió el corazón ver tan heridos a los hermanos, no podía explicar nada, solo darles una mirada tranquilizadora.
Visión que de repente cambio radicalmente, alguien la había tumbado al suelo y ahora ella solo veía la copa de los árboles y el cielo nocturno, cuando busco al responsable se le seco la garganta al ver a Voldemort encima suyo.
- Harriet Potter… - Voldemort se sentó en el estómago de la bruja, esta expulso a la fuerza el oxígeno en sus pulmones - La niña que vivió… viene a morir.
Harriet sintió miedo, una parte de ella quería sacar la varita oculta en su bolsillo y la otra quería huir lo más lejos del bosque, pero cerro los ojos en un intento de aislarse, no quería darle la satisfacción a Voldemort de verla asustada.
- Abre los ojos, niña - ordeno Voldemort - Quiero ver como la vida abandona esos bonitos ojos… Ahora, ¿Cómo debería matarte?, ¿Debería jugar contigo, romperte cada hueso del cuerpo, sacarte las uñas, cortarte la lengua, quemar tu piel, sacar tus órganos y expulsar toda la sangre que corre por tus venas? - pregunto Voldemort, como si fuese un profesor y la pelinegra una estudiante que debía responder sus preguntas - … ¿O debería matarte rápido, conservar tu cuerpo intacto y convertirte en mi mascota?, estarías a mi lado por siempre, retendría parte de tu alma y jamás dejaría que el sol toque tu piel, la luz… o el fuego.
Harriet se tensó sin poder evitarlo, estaba preparada para morir, pero no para agonizar y luego de horas por fin dejar el mundo.
- ¿Qué debería hacer contigo, Harriet? - Voldemort se acercó a su rostro, a Harriet nunca le pareció más monstruoso que en ese momento - ¿Qué debería hacer?
La bruja era libre de moverse, pero sentía tanto miedo por su futuro que tenía el cuerpo paralizado de terror, cosa que no pasó inadvertido por Voldemort, haciéndole soltar una carcajada enloquecida.
- Tienes miedo… lo sé.
Voldemort se pegó más a Harriet y comenzó a olfatearle el cabello.
- En cuestiones de muerte, hay mil formas de morir… tantas que no se cual brindarte. Me confundes, Harriet… y eso nunca había pasado.
Harriet se quedó quieta como una estatua, permitiendo que el hombre serpiente la oliera, sintiéndose asqueada: con ella por no defenderse y con él por acercarse sin su permiso.
- Si vas a matarme, hazlo ya… no huelas el cabello de otras personas, eso es demasiado intimo - Harriet se obligó a que su voz no se cortara o temblara, debía aparentar valentía hasta el final - Porque si vas a seguir oliéndome como un perro a un hueso… nos quedaremos toda la noche aquí. Apuesto que el té de tus mortífagos se enfriará.
Ahora fue Voldemort quien se quedó quieto, alejando su rostro del pelo de Harriet.
- Si me preguntas la forma de morir… me decantaría por la maldición asesina: limpia, rápida y efectiva. Mismo maleficio que usaste para matar a mis padres… eso sería poético y muy magnánimo de su parte.
Bellatrix, al igual que todos los presentes en el bosque no daba crédito a lo que oía, tanta insolencia brotando como agua de la pequeña bruja le hirvió la sangre, espero que su amo la castigara con las torturas más sanguinarias de su repertorio.
Pero en lugar de enfadarse, Voldemort rio, y no una risa pequeña sino una grande, como enloquecida, todos sus aliados temblaron al oír a su modesto y frio líder reír.
- Eres cómica frente a la muerte… que sorpresa - Voldemort volvió a reír - Nada mal de quien fue mi perdición… la mayoría se orina de miedo cuando nombro como los torturare hasta saciarme… pero tú no… eres diferente… No esperaba menos.
Voldemort se levantó y se alejó unos cuantos pasos de la pelinegra, esta se puso de pie de un brinco.
- Me hiciste reír, Harriet, definitivamente serás mi títere… estarás a mi lado mientras domino al mundo mágico y muggle. Dado a que soy magnánimo te complaceré, ¡Una maldición asesina será lo último que veras en vida de mi varita! …la misma que debió matarte hace tantos años… la misma que mato a tus padres y otros revoltosos que osaron desafiarme.
La pelinegra solo se mantiene en silencio, ya había arriesgado mucho con esas palabras y no quería que Voldemort cambie de parecer, la maldición asesina sonaba ideal a comparación de horas de agonía. Tomo una respiración profunda a la par que cerraba los ojos y obligaba a su cuerpo a quedarse quieto, su corazón martilleaba como loco en su pecho, temeroso de su final.
- ¡Avada Kedavra!
Voldemort lanzo la maldición asesina con ferocidad hacia la pelinegra, el juego del gato y el ratón había acabado, todo el bosque se ilumino con la luz verde de su magia asesina.
Blanco.
Todo lo que Harriet pudo ver fue blanco.
¿Así era como se sentía está muerto?, ¿Un limbo blanco?, ¿Dónde estaba el famoso túnel o las personas que amabas esperándote para llevarte al más allá?
Harriet enfoco más su vista y se levantó del suelo… estaba, ¿En una estación de tren?... y, ¿Llevaba un vestido blanco?
“¿Qué demonios?”
El lugar donde se encontraba parecía ser una estación de tren, misma estación desolada donde ella abordaba el tren para ir a Hogwarts… pero a la vez no era el recinto.
Con curiosidad comenzó a explorar el lugar, inmaculadamente blanco, asientos e infraestructura suelo y paredes de igual color, ¡Hasta las vías del tren eran de color blanco!, aunque no se divisaba ningún tren... ¿Acaso Voldemort le trasporto a otro lugar para torturarla?
“No, imposible, oí a la perfección como grito la maldición asesina y sentí el dolor en cada parte de mi cuerpo… hasta que dejé de sentir todo…”
De la nada un gemido adolorido llamo le llamo la atención, siguió el sonido que salía debajo de un asiento, se arrodillo y retuvo un grito de susto, su cuerpo brinco unos pasos atrás para alejarse de un deforme ser casi humano desnudo con llagas en toda su piel, pequeño solo piel sangrante y huesos afilados… era ese ser quien gemía de dolor quedadamente. La bruja no entendía lo que veía.
- No puedes ayudarlo…
Harriet levanto la mirada hacia la voz dolorosamente familiar, no tenía que verlo para saber de quien se trataba, voz amable que no había oído desde hace mucho, voz que siempre le había hecho sentirse segura, todas las dudas acerca de porque no le dijo que era un Horrocrux y rabia por omitirle información se disiparon, ya no importaba nada más que mirarlo a los ojos.
- Abuelo.
Harriet prácticamente corrió a abrazar a Dumbledore.
Y lo logro, no lo traspasa porque ahora ella también está muerta.
- ¡Abuelo!, ¡Por Merlín, como te extrañe! - Harriet no puede evitarlo y llora, sorprendiéndose que como fantasma pueda caminar, hablar y llorar.
Dumbledore la abraza casi con tanta fuerza como lo hace ella.
- Mi niña, que valiente has sido… que valiente.
Estuvieron un tiempo abrazados, hasta que Harriet rompió el confortable silencio, el ser de sangre y huesos aun le preocupaba.
- Abuelo… ¿Qué es eso?
El viejo mago no tenía que ver para saber a lo que se refería su nieta.
- Algo que no podemos salvar… no puedes salvar a quien no desea ser salvado.
- ¿Es… Voldemort? - pregunto con recelo Harriet.
- Así es… una parte de Voldemort fue enviada aquí para morir. Caminemos, pequeña.
Harriet obedeció, el lugar parecía infinitamente blanco, sin poder contenerse pregunto a Dumbledore acerca de ese blanquecino lugar, el viejo mago con túnicas blancas le dijo que al morir cada uno reflejaba un lugar seguro, el había despertado en Hogwarts, también de aspecto blanquecino, el limbo cambiaba según las personas, y más adelante del limbo estaba el paraíso, el lugar donde aguardaban los seres queridos.
- Supongo que entendiste… que tú y Voldemort han estado unidos por algo as que el destino desde aquella noche en el valle de Godric hace tantos años.
- Si… los recuerdos de Snape fueron contundentes, una parte de él vive en mí.
Decir esas palabras en voz alta sonaba asqueroso, Harriet no pudo evitar hacer una mueca.
- Vivía - la corrigió de inmediato Dumbledore - Acaba de ser destruida hace un momento por el mismo Voldemort… tú fuiste el Horrocrux que nunca planeo Harriet.
Un silencio tenso se instauro en los dos, el cabello de Harriet se coloreo a rojo, delatando sus sentimientos.
- Suéltalo pequeña - animo Dumbledore - Dime lo que piensas.
- ¿Lo sabias, abuelo? - reprocho Harriet - Desde que me viste, desde que nos conocimos… ¿Me criaste como un cerdo para el matadero?
Dumbledore bufo con modestia.
- Esas fueron las creencias de Snape, no las mías. No tenía nada de esto controlado… cuando me entere fue en tu sexto año al buscar los Horrocrux por todo el mundo y entender porque a pesar de ser una fantástica bruja tu alma parecía tener oscuridad… como el diario de Tom Riddle o el anillo de los Gaunt - Dumbledore le miro a los ojos - Nunca te considere un cerdo para el matadero… eras mi nieta y yo tu abuelo.
El cabello de la bruja volvió a su tonalidad oscura y lágrimas brotaron de sus ojos.
- Por un momento creí… creí… que nunca te importé…
- Creíste mal… solo fueron palabras dicha con furia por un hombre que se equivocó demasiado en su vida… Tenía la corazonada de que, si Voldemort alzaba varita contra ti, no morirías, solo moriría el pedazo de alma que él deposito en ti… pero no podía confiar esa corazonada a un hombre que estaba despechado por el dolor… Al final mi corazonada fue cierta, aun no estas muerta del todo pequeña, solo aturdida. Aún estas viva, respirando en el bosque prohibido.
Harriet no daba crédito a lo que oía, ¡Había recibido la maldición asesina por segunda vez y seguía viva!
- Tengo más resistencia que una cucaracha…- susurro Harriet.
Pero Dumbledore la escucho y rompió en carcajadas, Harriet sin poder evitarlo rio también. Ambos tomaron asiento en un banco blanco. Con esa información, Harriet sentía que la esperanza inundaba su cuerpo, pero al mismo tiempo una espina de tristeza se clavaba en su corazón, no volvería a ver a su abuelo. Sintiendo la inevitable separación, Harriet apoyo su cabeza en el hombro del anciano
- Entonces… entonces sigo viva…
- Si, así es.
- Voldemort tiene la varita de sauco.
- Cierto.
-Y la serpiente aún sigue viva.
- Si.
- No tengo con que matarla, abuelo. La espada de Gryffindor se la llevo un duende traicionero.
- Pero no olvides que la ayuda siempre será brindada en Hogwarts a los que se la merecen.
Dumbledore se levantó del asiento, dejando sola a Harriet.
- Abuelo…
- Lamento haberme ido tan abruptamente, pequeña, con tantas cosas sin decir… mis días estaban contados por la maldición del anillo de los Gaunt… pero viví una larga vida… hice amigos, aliados, mentores, me enamore y me rompieron el corazón… vi a muchas generaciones mágicas florecer delante mío… cometí equivocaciones pero aprendí de mis errores… luche por lo que creía importante, defendí a los débiles de tiranos… vi como la esperanza y vida brotaba de las cenizas… conocí a una decidida pelinegra de ojos verdes que me dio la oportunidad de ser familia sin estar relacionados de sangre… conocí lo que eran los famosos celos de abuelo al ver a mi pequeña nieta ser codiciada por apuestos magos…
- Abuelo… no te vayas…
Aunque estaba en una especie de limbo, Harriet no podía evitar llorar y sentir una presión dolorosa en su pecho.
- No compadezcas a los muertos, sino a los vivos, pequeña - dijo Dumbledore alejándose - Sobre todo a los que viven sin amor.
- Abuelo... no me dejes de nuevo.
Pero Dumbledore siguió alejándose.
-Ya debo irme, pequeña girasol.
- Abuelo... - Harriet no completó la frase, el dolor le apretó la garganta y las lágrimas le opacaron la visión.
Su abuelo había dejado de ser una figura concisa, gracias a sus lágrimas era ahora una sombra borrosa.
- ¡ABUELO!, ¡NO ME ABANDONES!
A pesar de los gritos, el viejo mago siguió caminando.
- Nunca te dejaré, mi querida nieta, pero ya debo irme... Siempre estarás en mi corazón y yo en el tuyo, la muerte solo es solo un plano no un muro... hasta que nos volvamos a ver, espero yo que, en un futuro muy muy lejano, cuando seas una anciana.
- Abuelo...
Harriet se limpió los ojos para ver partir a Dumbledore, no eran parientes consanguíneos pero el mago había calado hondo en su corazón; debía de dejar de comportarse como una niña berrinchuda y aceptar las cosas. Se despediría con propiedad y vería a la silueta de su abuelo hasta que esta sea apenas visible.
- ¡Saluda a la abuela Elise de mi parte! - Grito Harriet.
A lo lejos, escucho la risa de Dumbledore mientras seguía avanzando adelante, al mundo de los muertos, donde pertenecía... y de repente todo se volvió increíblemente blanco, tan brillante que la bruja tuvo que cerrar los ojos.
Notes:
Diablos, me hice tarde… Bueno, en mi país un es miércoles 9:30 de la noche…Arggg mejoraré.
Chapter 72
Summary:
Pensamientos de Draco en la oscuridad dentro del bosque prohibido.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Si alguien preguntara a Draco Malfoy cuando se enamoró de Harriet Potter, él respondería que fue una serie de sucesos que orillaron ese resultado… y todo empezó desde el inicio, cuando la vio por primera vez en la tienda de Madame Malkin, tan delgada, cabello negro alborotado como si acabara de bajar de una escoba, ropas descoloridas demasiado grandes para una niña tan pequeña, dueña de unos hipnóticos ojos verdes, su color favorito, oculto tras unas gafas feas; era tan peculiar que despertó su interés de inmediato, se acercó a ella por pura inercia, como si la niña tuviera el poder oculto de atraerlo cual gravedad.
Saber que la intrigante niña era mestiza lo desanimo por completo, había sido criado por sus padres con la firme creencia de la pureza de la sangre, estos jamás aceptarían su amistad, pero enterarse luego que la pequeña pelinegra era nada más que la niña que vivió hiso que su entusiasmo se renovará, ofreciéndole su amistad.
Tenía once años, actuó altivamente, impulsado por la codicia al tener a la niña al alcance de su mano… se sentía como atrapar a la mariposa más increíble del mundo. Por eso cuando lo rechazo y prefirió a un Weasley antes que, a él, estallo en rabia insultando la memoria de los padres de la niña que vivió… la mariposa había despreciado el apellido Malfoy, lo había despreciado a él, quien estaba acostumbrado a obtener todo lo que quería y se había alejado batiendo las alas lejos de él.
La odio por eso e intento ridiculizarla, vengarse de ella y los niños que escogió como amigos en cada oportunidad que tuviera, persiguiéndolos para delatarlos y meterlos en problemas.
Pero…
Pero cuando la escucho cantar el primer año en el bosque prohibido, sintió algo invisible enroscarse alrededor de su dedo anular… y cayo rendido a los pies de la niña que ignoraba como lo hacía sentir.
Desde entonces siempre tenía un ojo pegado a ella, suspirando en silencio, ocultando su enamoramiento con hostigamiento, sus celos con rabietas. Harriet era como el sol, la estrella más brillante del sistema solar, y Draco era un planeta que giraba alrededor de ella, atraído hacia ella de forma inevitable… pero no era el único… varios magos y brujas se sintieron como él. Era demasiado fácil enamorarse de la pelinegra.
¿Y qué hiso Draco?
A los más débiles los espanto, lanzándole hechizos cuando se acercaban demasiado a ella, con el tiempo funciono su hostigamiento, reducidos a solo fans mas no amenazas en potencia. El problema fue con los pretendientes fuertes, los Weasley, incluida la menor de la familia, los hermanos Creevey, Diggory, su mismísimo mejor amigo Theodore y otros que no quería pensar. Por lo que cambio su estrategia, ya no intimidaría a su competencia, sino que pasaría más tiempo en los ojos de la pelinegra.
Hiso mal en ponerse en su mira.
Se habían acostumbrado tanto a pelear cada vez que se veían que no encontraba otra forma de comunicación.
Tampoco ayudo ver que Harriet estaba perdidamente enamorada de Cedric Diggory, el perfecto alumno de Ravenclaw, el campeón elegido por el cáliz de fuego como el mejor de todo Hogwarts. Ver a la pelinegra con ojos soñadores dirigidos a Diggory lo impulso a crear los botones “Potter apesta”, tarde se dio cuenta que sus amigos Slytherin habían colocado otro hechizo sobre sus botones, mensajes de apoyo a Diggory… su venganza le salió caro.
Intento difamarla con una periodista del diario el Profeta llamándola débil y demasiado caritativa, pero termino creyendo las mentiras inventadas acerca de la orientación sexual de la bruja pelinegra.
“- ¿Al menos intentaste preguntarle si lo que dice Skeeter sobre sus gustos son ciertos? - le dijo una tarde Theodore al verlo caminar en círculos en la habitación que compartían.
- Oh, claro, ¡Que idiota soy!, Debería ir ahora mismos con Harriet y preguntarle si es lesbiana o no, porque me gusta mucho, demasiado… mi amor por ella quema con la fuerza abrazadora de mil soles y saber que no tengo oportunidad con ella me haría lanzarme de la torre de astronomía - dijo con sorna Draco.
- Esa es una buena idea - elogio Theodore sonriente.
Draco lo miro con desagrado, como si el mago frente a él no fuera su mejor amigo sino un reemplazo miserable… pero esos hoyuelos en sus mejillas y esa sonrisa torcida delataban que no era un impostor… a su mejor amigo le encantaban los problemas.
- Disfrutas de mi sufrimiento - declaro el rubio, tumbándose en su cama.
- No… solo que es muy gracioso tu actitud. Harriet te gusto desde primer año-
- Es Potter para ti - advirtió Draco, cortante.
- Y ahora estamos en cuarto año… ella no tiene idea de lo que sientes, tal como en primer año… estas estancado. Declárate ya Draco, o Diggory podría quitártela - bufo Theodore - Creí que los dragones cuidaban mejor sus tesoros… defraudas tu nombre, amigo.
Draco le arrojo una almohada con toda su fuerza hacia el mago, pero Theodore lo esquivo con maestría, como si estuviera acostumbrado a los ataques del rubio.
- Bueno, supongo que eso significa “lo hare cuando esté listo” ...- Theodore siguió presionando- Ya que no puedes preguntarle nada a Harriet-
- ¡Potter, Theo, es Potter para ti!
- Entonces iré con ella a sacarme esa duda de encima… y si todo resulto una difamación la invitare al baile.
El pelirrubio mago casi brinco de un salto de su cama.
- No te atreverías.
- Si lo haría, sabes mis gustos por las cosas bonitas-
- Harriet no es una cosa - gruño molesto Draco.
- Me exprese mal…- se defendió Theodore- ¿Te imaginas como reaccionaria mi padre al verme con la niña que vivió?, él, un ex mortífago… ¡Seguro que me deshereda!, ¡Seguro que le da un infarto al viejo senil!, gano por todas partes, amigo mío - sonrió Theodore”
Draco empezó su amistad con Theodore por tener el mismo estatus de sangre y antigüedad familiar, la amistad creció hasta la confianza y ahora Draco no temía decir que admiraba al sinvergüenza mago, siempre desafiando a su padre, siempre con una sonrisa torcida en la cara, siempre buscando problemas para desligarse de su apellido.
Lo odio al verlo de la mano con Harriet en el baile de apertura los tres magos.
Harriet se veía tan hermosa que verla en brazos de otro dolía como un Crucio.
Él debió de invitarla, tenerla en sus brazos, él debió hacerla bailar, girar, reír, entregarle ponche… se sintió codicioso y sediento por tenerla que la maldijo con un imperdonable para abrazarla.
Si existiera una forma de viajar al pasado, habría advertido a su yo más joven que le quedaban pocos años para llevar una vida normal, le habría advertido que deje de ser tan cobarde porque pronto asumiría papeles para los cuales no estaba listo y que debía aprovechar su presente para vivir con intensidad y sin miedo.
Cargo el peso de ser la cabeza de familia cuando su padre acabo en Azkaban al ser atrapado en el ministerio intentando robar una profecía, se desquito con Harriet por su amargo verano robándole su primer beso… recordar los suaves labios de la bruja aun lo hacía sentir mareado, como si montara una escoba por primera vez. Cuando la beso, sintió que la conexión invisible que la unía desde primer año en su dedo anular se solidificará como si de hierro se tratase.
Su apariencia le llamo la atención, su canto atrapo su corazón y sus labios lo sellaron a ella.
“Para siempre”, casi podía oír a su corazón jurar.
Pero…
Eran enemigos mortales, tanto en el colegio como en el mundo real.
Pero, aun así, ella lo atraía cual polilla a la luz.
Eran enemigos mortales, los bandos estaban firmemente marcados, luz contra oscuridad.
Y, aun así, desde que la escucho cantar se sumergió de forma clandestina en la cultura muggle musical, buscando el grupo y la canción, maravillándose en silencio por sus inventos y creatividad.
Eran enemigos mortales, Voldemort la quería muerta.
Y aun así se veía a si mismo protegiéndola, incapaz de imaginar un mundo sin Harriet Potter.
Por eso, cuando la vio en el ministerio, huyendo con sus amigos del actual jefe de seguridad mágica, tomo una decisión radical: había visto torturas, había visto sangre y muerte de personas que no conocía que le causaban insomnio todas las noches… definitivamente no quería ese cruel destino a la bruja que había robado su corazón… primero moriría o se arrancaría los ojos y oídos. Así que sin dudar ataco al mago que le daba caza y a su propio padre.
Y nunca se sintió tan libre.
Había elegido por cuenta propia al bando que pertenecería en la guerra.
Era una elección egoísta, pero era suya.
Amaba a esa bruja y ya estaba cansado de ser cobarde, podría morir en cualquier momento por darle la espalda a su familia y creencias, quería estar con ella así sea unos días, meses, años o toda su vida… si ella lo dejaba entrar. Por el momento le bastaba estar cerca de ella buscando objetos secretos pero vitales para ganar la guerra, ganándose cada día su confianza, reparando viejos rencores de años pasados
Pero cuando una de sus expediciones salió mal y recordó su mortalidad, el rubio mago declaro su amor a la pelinegra, no quería morir con arrepentimiento alguno. Declaro su amor sin esperar que la bruja le correspondiera, después de todo ella era el recuerdo que usaba para hacer su patronus, por eso cunado la pelinegra correspondió a sus sentimientos no pudo creerlo, al menos no de inmediato.
Saber que Harriet Potter lo amaba le hiso sentir en la cima del mundo.
Saber que Harriet Potter era un Horrocrux destinada a la muerte para ganar la guerra lo lanzo a las profundidades del averno.
Quiso acompañarla hasta el final y la bruja se rehusó, alegando por su seguridad… como si a Draco le importara su propio bienestar… sentía que moriría si ella lo hacía.
Desesperado le lanzó un imperio para obligarla a acompañarla hasta el final, pero Harriet lo inmovilizó, revelando para su mortificación su inmunidad frente a la maldición imperdonable que más de una vez el rubio le había lanzado.
Y lo dejó solo en el bosque para ir hacia Voldemort.
Para ir a morir.
Por más que Draco lucho no pudo deshacer el hechizo, tirado en el bosque no se dio cuenta cuánto tiempo había pasado al estar luchando contra esa magia hasta que pudo mover su cuerpo con normalidad, la compresión de la realidad lo golpeó como un rayo.
Solo había dos formas de salir de un hechizo paralizante:
- Que alguien externo deshaga el hechizo, o...
- Que el lanzador del hechizo se quede sin una gota de energía mágica... la única forma de que eso sucediera era que el corazón del sujeto mágico deje de latir.
Harriet Potter había muerto.
Draco sentía que moría con ella.
Porque nunca en su vida había sentido tanto dolor.
Lloro, con gritos de rabia, con gritos desgarradores, como si la muerte misma flagelara su alma... como si muriera.
Lloro y lloro, hasta que los ojos se le hincharon como canicas, lloro hasta que las lágrimas se le acabaron y se sintió muerto en vida, un fantasma errante en el bosque prohibido.
Y con pasos lentos regreso a Hogwarts.
Aun había una pelea en luchar.
Y él estaría adelante, como carne de cañón contra el ejército de Voldemort, sin miedo a la muerte porque no quería vivir en un mundo sin Harriet Potter.
- Ya voy, Harriet... espérame - susurro Draco, una promesa lanzada al aire, sin dejar de caminar al castillo, tarareando la canción que Harriet canto en primer año, take on me.
Notes:
Lo siento, no es miércoles y tampoco es un capítulo completo, sino una pequeña historia desde el punto de vista de Draco… quise subirlo por san Valentín, pero me demore… el trabajo aumenta en fiestas, fue una semana llena de trabajo duro, pero ahora seré más puntual, las festividades de mi país acabaron
Gracias por leer.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 73
Summary:
De vuelta a la vida y el discurso de Neville
Notes:
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Chapter Text
Los gritos alarmados de una mujer fue lo primero que Harriet escucho al volver tras recuperar la conciencia, volver de la muerte se sentía como despertar de un largo sueño, la mente de la menuda pelinegra se sentía aletargada, reconocer donde estaba y quien gritaba le tomo unos segundos, la compresión repentina de lo que ocurría casi le hace soltar un grito de impresión, tuvo que morderse los labios con fuerza, no era momento de revelar su única ventaja frente a la guarida del enemigo, debía seguir fingiendo su muerte, mantenerse inmóvil tirada en las hojas secas que cubrían el bosque prohibido.
Los chillidos de Bellatrix siguieron hasta que Voldemort recupero la conciencia, la maldición asesina lo había derribado al suelo, tal como a Harriet.
- No necesito tu ayuda, ¡No me toques, Bella! - gruño Voldemort, poniéndose de pie con esfuerzo.
Nadie de su ejército se atrevió a contradecirlo ni ofrecer más ayuda.
- Harriet… ¿Esta… está muerta? - pregunto Bellatrix.
El corazón de Harriet latió con fuerza, el miedo a perder la vida después de haberla recuperado la asusto haciendo latir su corazón de forma descontrolada, temía que alguien pudiera oír los sonoros latidos de su pecho que se le escapaban sin control.
“No te muevas, no abras los ojos, no respires con fuerza”, se dijo mentalmente Harriet.
- Narcisa - hablo Voldemort a la bruja que estaba entre sus filas de aliados - Comprueba su cadáver, ahora.
La matriarca de los Malfoy obedeció, acercándose silenciosamente al cuerpo tirado de la niña que vivió, la pequeña pelinegra inmóvil reposaba de lado, su cabello estaba lleno de hojas secas, adolescente enemiga principal de su líder y razón principal por la cual su propio hijo les dio la espalda… de todas las mujeres del mundo su Draco tuvo que enamorarse de la pequeña pelinegra.
Que desgracia, que infortunio, se lamentó la ex integrante de la familia Black.
Narcisa se arrodillo cerca de Harriet, contemplando con mayor detenimiento el interés amoroso de su hijo, ciertamente la adolescente bruja era hermosa. La rubia bruja estiro la mano para tocarle el cuello, dedos dirigidos directo hacia la yugular.
Y lo sintió latir.
Harriet cerro los ojos con mayor fuerza, temerosa de su destino ahora que Narcisa sabía que estaba viva, sintiendo como la suerte le abandonaba, estaba en un lugar repleto de enemigos, no tenía oportunidad alguna de salir viva de ahí.
Por una fracción de segundo Narcisa casi pega un brinco de susto, pero se obligó a controlar sus emociones mientras analizaba la situación: Harriet Potter estaba viva, a pesar de haber recibido la maldición imperdonable… por segunda vez, ¿Qué significaba eso?, ¿Acaso la niña que vivió era inmortal?... ¿Entonces su guerra estaba perdida?,¿Su líder jamás la vencería?
Todos los pensamientos de Narcisa fueron relegados a segundo plano cuando vio la varita de su hijo tirada en el suelo, como en trance la cogió con sus dedos, la varita de su Draco debió estar oculta en uno del bolsillo de la joven bruja y debió de salir volando al aire al recibir el impacto de la maldición imperdonable.
Su hijo…
Lo único que le interesaba realmente a Narcisa, lo único que realmente importaba desde que lo tuvo en los brazos el día que nació.
La madre bruja cogió con fuerza la varita de su hijo, sintiéndola tan familiar en los dedos y una resolución brillo en su mente: la guerra podía irse al carajo, ella buscaría a su hijo y abandonaría la lucha.
- ¿Está vivo? - susurro Narcisa tan bajo que Harriet apenas la oyó - ¿Draco, está vivo?
Sintiendo el corazón en la garganta por los nervios al verse descubierta, Harriet siguió manteniendo su fachada de muerta pero movió la cabeza de forma afirmativa para responder a Narcisa, tan imperceptible pero aun así la madre bruja comprendió la respuesta.
Con un rápido movimiento de dedos Narcisa guardo la varita de Draco en el bolsillo de la pelinegra a la vez que se ponía de pie y encaraba a su líder, a su hermana, a su esposo y todo el ejército, con voz firme, usando escudos poderosos de Oclumancia pronuncio:
- Está muerta.
La noticia fue celebrada por todo el ejército de Voldemort, gritos de algarabía opacaban los gritos de tristeza del medio gigante amigo de la pequeña pelinegra, mientras el gigante a su lado lo veía sin entender que ocurría.
- ¡Bonita Potter a muerto!, ¡Ha muerto! - chillaba eufórica Bellatrix, riendo de forma enloquecida.
- ¡Reorganícense! - ordeno Voldemort en medio del algarabío - Es hora de volver a Hogwarts, sin un símbolo por el que luchar la rebelión se apagara… es hora de hacerles saber que su llama revolucionaria a muerto, ya no tiene sentido luchar. Quien me desafío no pudo volver a escapar de la muerte… que el semi gigante cargue el cadáver… quiero que todos la vean muerta.
El ejército rugió con energía, todos comenzaron a alistarse para invadir el castillo, seguros de su victoria y cero bajas, mientras que Narcisa tuvo que ocultar su sonrisa, sus planes estaban saliendo a la perfección, volver al castillo facilitaría su búsqueda de Draco… si hubiera delatado a Potter otro sería el escenario, alejándola aún más de su hijo.
“Alla voy, mi Draco… espérame”- pensó Narcisa siguiendo la comitiva de magos que comenzaron a caminar lentamente hacia Hogwarts, después de todo tenían dos criaturas gigantes que custodiar que ralentizaban sus pasos.
Pero los antes fieros y rebeldes gigantes del bando de la luz ahora parecían dóciles, el más pequeño lloraba sosteniendo el cuerpo de la bruja pelinegra mientras que el más grande seguía de cerca al pequeño, llamándolo sin entender por qué lloraba.
“Oh, Hagrid”- pensó Harriet con el corazón encogido de tristeza al sentir a su amigo tan afligido, llorando copiosamente mojándole con sus lágrimas sin darse cuenta - “Lo siento Hagrid, pero no puedo moverme y consolarte… no aun… debo esperar el momento preciso”
Harriet no se atrevió a abrir los ojos, manteniendo el cuerpo inerte como si durmiera, pero el calor de un nuevo día se podía sentir en el aire, el frio se retiraba para dar paso a un nuevo día y la pequeña bruja se obligó a no sonreír, la guerra estaba a punto de acabar aunque Voldemort no lo supiera y una nueva era de paz se acercaba… tal como el amanecer.
Tímidos rayos de sol se colaron por el nublado paisaje escoses, Draco por fin había llegado al castillo, sentía como si la tristeza absorbiera la fuerza de su cuerpo perjudicando el movimiento de sus piernas, cruzo el patio destruido, su presencia no paso de inadvertida para quienes vigilaban la entrada del colegio, los actuales líderes del ejército de Dumbledore: Neville Longbottom y Ginny Weasley.
- ¿Malfoy? - pregunto Ginny.
Neville se acercó al rubio mago, cojeaba y tenía heridas en la frente, pero se había negado a recibir tratamiento al ver tantos heridos de gravedad.
- ¿Malfoy, donde esta Harriet?, siempre que te veo estas pegada a ella, ¿Dónde esta-
Pero Neville no pudo seguir interrogando a Draco porque al caminar sintió algo blando bajo sus pies, con inercia levanto el objeto sorprendiéndose al reconocer el raído material.
- El… el sombrero seleccionador… ¿Cómo llego aquí? - susurro Neville con sorpresa.
No hubo más tiempo para formular preguntas ni pensar en nada más porque todos los presentes notaron como el ejército de Voldemort se aproximaba hacia Hogwarts cruzando el maltrecho puente de piedra, la cantidad de enemigos caminantes creo una vibración en el suelo, tenían a un gigante prisionero así como un semi gigante lloroso que cargaba una pequeña figura pelinegra y Voldemort en persona encabezaba la comitiva.
Los sollozos de Hagrid helaron la sangre de los jóvenes magos, recordando que no importa lo maltrecho o herido que estuviera el semi gigante, este nunca derramaba lágrimas por dolor físico… sino de dolor emocional.
- ¿Quién es? - pregunto Ginny con voz temblorosa - ¿A quién carga Hagrid, Neville?, ¡¿A quién carga Hagrid?!
Los ojos de Draco picaron como si hubiera olido pimienta, Neville no se atrevió a responder.
Alumnos, profesores y aliados extranjeros salieron del castillo para saber que estaba pasando, todos se quedaron en silencio al ver a Voldemort aproximarse con su ejército, avanzando a paso firme hasta llegar al destruido patio.
- Harriet Potter…- dijo Voldemort frente al silencio sepulcral - ¡Esta muerta!
- ¡NO!
El lastimero grito proviene de Draco, que con pasos temblorosos avanzo por los escombros para acercarse al semigigante, una parte de él quería creer en un milagro, después de todo Harriet había sobrevivido a la maldición asesina cuando era un bebe, ¿Y si volvía a burlar a la muerte?, a pesar del dolor el rubio albergaba esperanza en su corazón, otra parte suya no podía creer las palabras del mago tenebroso… debía verlo con sus propios ojos…
Apenas dio unos cuantos pasos cuando pudo ver todo.
Vio a Hagrid, el semi gigante guardabosques llorar copiosamente sosteniendo con delicadeza el pequeño cuerpo de largo cabello negro rebelde. Harriet tenía los ojos cerrados y el cuerpo inerte, parecía dormida, pero estaba muerta.
Draco se derrumbó sobre sus rodillas cayendo al suelo lleno de restos del castillo, se lastima las rodillas en el proceso, pero él no lo siente… no siente nada, incapaz de apartar la mirada de Harriet.
El resto del bando de la luz tampoco oculta su sorpresa y tristeza, murmullos y sollozos inundan el espacio abierto.
Cada vez más personas se asoman del interior del castillo para ver lo que pasaba, quedando atónitos al ver el cuerpo inerte de Harriet.
- ¡Silencio! - rugió Voldemort.
Su ejercito tenia la ventaja numérica, el bando de la luz había sufrido bajas, hasta los dragones venidos desde de Rumania no habían sido rivales para los mortífagos, reduciéndolos a cadáveres.
- Silencio… muchedumbre tonta y sentimental… ¡Harriet Potter murió!... a partir de hoy su fe estará mejor conmigo
Nadie del bando de la luz hablo o sollozo más, como si el hombre serpiente les quitara la capacidad de sentir tristeza reemplazándolo por miedo.
- ¡Harriet Potter murió! - grito Voldemort con entusiasmo, soltando unas carcajadas, feliz por el suceso, su ejercito lo celebro lanzando carcajadas y chispas rojas al aire - Si… Llego el momento de su juramento, ¡Únanse a nosotros o morirán como ella!
Las palabras helaron la sangre de los Malfoy, Lucius movido por la desesperación ante la muerte de su hijo llamo a su primogénito, instándolo a unirse hacia su bando.
- Es tu ultima oportunidad hijo, jura lealtad y mi señor perdonara tu vida, ¡Ven aquí Draco, o morirás!
Todos los ojos se posaron en el nombrado, el joven mago aún seguía arrodillado entre los escombros, con la mirada perdida en el suelo, como si ignorara el llamado de su padre.
- ¡Draco! - llamo Narcisa - ¡Draco, ven con nosotros!, ¡Ahora!
Draco alzo la mirada hacia sus padres, sus ojos grises estaban rojos e hinchados por el llanto, su semblante reflejaba tristeza, la comisura de sus labios estaba tirados hacia abajo, mejillas sucias surcadas por lagrimas derramadas, el mago era la definición misma de la tristeza.
- Púdranse… los dos - respondió Draco con la voz ronca - Púdranse todos.
Los Malfoy vieron con sorpresa e incredulidad a su hijo, Lucios dejo caer su mano la cual antes había estirado para llamar a su hijo, convirtiéndolo en un puño de furia, su hijo estaba prácticamente entregándose a la muerte con los brazos abiertos.
- ¡Hijo, debes venir con nosotros ahora mismo!, ¡Por favor! - suplico Narcisa con lágrimas en los ojos.
- Silencio bruja… - ordeno Voldemort molesto - El niño ya escogió su bando.
Narciso lloro, desesperada, siendo consolada por su esposo.
De repente para sorpresa de todos, una figura del bando de la luz abandono sus filas y canino hacia el bando de Voldemort, cojeando por no tratar su herida.
- Bueno…- dijo Voldemort, sonando decepcionado - Debo admitir que esperaba algo mejor…
Su ejecito rio, parando el avance del joven mago herido.
- ¿Y cómo te llamas, jovencito?
- Neville Longbottom.
El ejército de Voldemort rio con fuerza, divertidísimos, en especial Bellatrix, pues era de conocimiento general que el matrimonio Longbottom habían sido fieros opositores de su líder y ahora su hijo venia a servir a sus filas, deshonrando a sus progenitores.
- Bueno… Neville, te encontraremos algún trabaja en nuestras filas.
- Quiero decir algo - corto Neville.
Voldemort mostro enfado, por un momento pensó en asesinar a tan impertinente mago, pero se controló, una ejecución a un futuro integrante de su ejercito seria muy mal visto, por lo cual le permitió hablar.
- Ilumíname, Neville…- siseo Voldemort.
Sin miedo al hombre serpiente, Neville hablo.
- No importa que Harriet este muerta…
- ¡Cállate Neville! - rugió Draco.
- ¡Las personas mueren a diario! - respondió Neville, apretando el sombrero seleccionador para darse fuerzas - Amigos, familiares… si… hoy perdimos a Harriet…
Sin poder evitarlo, Draco lloro en silencio.
- Pero sigue aquí- Neville señalo su corazón - Adentro… con Percy…
Los gemelos Weasley sollozaron ante la mención del nombre de su hermano.
- …Con Remus…
Y ahora fue el turno de gimotear de dolor de Tonks, siendo consola por Kingsley.
- Y todos los caídos… todos… todos…
Mas sollozos de magos y brujas que perdieron a sus seres queridos se dejaron escuchar, el dolor en el aire era palpable.
- ¡Todos... sus muertes no fueron en vano! - Grito el Gryffindor.
Augusta Longbottom sintió su pecho hincharse de orgullo, por un segundo creyó que su nieto se uniría al bando enemigo, que tonta había sido, ahora su pequeño dejaba de ser un mago asustadizo e inseguro para convertirse en un hombre que plantaba cara al mismísimo Voldemort.
- Oh, Neville - susurro Augusta – Te pareces tanto a tu valiente padre...
- ¡Voldemort! - grito Neville, sin miedo a llamarlo por su nombre- ¡Estás equivocado!, ¡El corazón de Harriet latía por todos... por todos nosotros!
Voldemort río burlándose del joven mago, encendiendo la ira de Neville, quien apretó el sombrero con furia y vio un destello plateado dentro del objeto mágico, recordando de repente su segundo año, cuando muerto de curiosidad preguntó a Harriet cómo había sido capaz de derrotar a un basilisco.
"- Fue con la espada de Gryffindor... Aunque el basilisco quería morir, lo cual facilitó todo... es imposible que una niña de doce años logre vencer al rey de las serpientes- dijo Harriet con sinceridad.
- Pero...- dijo Neville sediento por respuestas - Pero... ¿Cómo obtuviste la espada de Gryffindor?, ¿Bajaste a la cámara de los secretos con ella?
- No - negó Harriet - Obtuve la espada a través del fénix de Dumbledore, ¡Bajo hasta la cámara con el sombrero seleccionador!
- ¿El sombrero? - preguntó Neville sin entender.
Harriet sonrió con todos sus dientes, como si supiera un secreto.
- ¡El sombrero seleccionador tenía en su interior la espada!"
Con una sonrisa en los labios por el recuerdo, Neville metió la mano dentro del sombrero sintiendo el mango de la espada.
- ¡Esto no ha terminado! - grito Neville y al mismo tiempo saca la espada de Gryffindor del sombrero, empuñándola con determinación - ¡Tu reinado de terror acabara!, ¡Lo juro por la espada de Gryffindor que tengo en las manos!
Harriet no puede evitarlo y abre apenas los ojos lo suficiente para mirar a Neville, quien sostiene la espada de Gryffindor.
"Ya es hora", piensa ella.
Notes:
Mi trabajo apesta, horas extra humanitos, horas extra que me quitan la vida… lo siento por la tardanza.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 74
Summary:
Batalla dentro del Castillo, el juego del gato y el ratón y la venganza de Neville.
Notes:
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Chapter Text
Con la adrenalina corriéndole por las venas y el corazón latiéndole con anticipación, Harriet abandono los brazos de Hagrid de un salto cual felino, saco su varita de su bolsillo y con rapidez la dirigió hacia Nagini, cerca de Voldemort y grito.
- ¡Diffindo!
Pero el ataque de la bruja reboto hacia las tropas enemigas, Voldemort había colocado un hechizo de protección alrededor de la serpiente por lo cual no sufrió daño alguno… el Horrocrux seguía a salvo. Pero, al menos había roto su escudo protector.
“Harriet Potter… ¡Esta viva!”- chillaron cientos de voces a la vez.
Gritos de alegría por parte del bando de la luz, gritos de miedo por parte del bando de la oscuridad, incrédulos ante lo que veían, los amigos de Harriet se regocijaron de verla con vida y Draco…
Draco sintió que volvía a respirar con normalidad, sin poder evitarlo unas cuantas lágrimas de alivio y felicidad se le escaparon de los ojos, el amor de su vida seguía viva.
Y Voldemort sintió ira, ira caliente recorriendo sus venas, la joven bruja había sobrevivido por segunda vez a su maleficio asesino, se sentía tan insultado que la idea de divertirse con ella se evaporo, ya no quería hundir sus dientes en su suave piel y jugar con su cuerpo, sino que la quería reducida hasta la nada, como si jamás hubiera existido.
- ¡Presa insolente! - grito Voldemort, a la par que lanzaba un ataque llameante - ¡Muere!
Harriet lo esquivo protegiéndose con la infraestructura del patio empedrado, corriendo tras las murallas para evitar morir quemada. Tan furioso estaba Voldemort centrado solo en la pequeña bruja que descuido el estado de su ejército frente a la revelación, murmullos se elevaron en el aire.
“¡Harriet Potter está viva!”
“Pero recibió la maldición asesina…”
“Termino tumbada en el bosque”
“Todos lo vimos…”
- ¡Cállense! - ordeno Bellatrix, intentando controlarlos.
Pero los murmullos siguieron, convirtiéndose en gritos.
“¡Y aun así está viva!”
“Como cuando era un bebe…”
“¡Es inmortal!”
“¡Harriet Potter no puede ser vencida ni por la maldición asesina!”
“¡Esta es una lucha perdida!”
“¡No se puede asesinar a un inmortal!”
“¡Voldemort será derrotado y nosotros capturados!”
Como si de un catillo de naipes se tratara, la fidelidad del ejército de Voldemort se derrumbó y numerosos magos y brujas abandonaron las filas para huir.
- ¡¿Qué hacen?! - chillo Bellatrix, indignada - ¿A dónde van?, ¡¿A dónde creen que van?!, ¡Vuelvan, la batalla no ha terminado!
Pero los gritos de la bruja no detuvieron a la horda de carroñeros y mortífagos que abandonaron el lugar, corriendo para desaparecer de la batalla.
- ¡Vuelvan!, ¡Vuelvan!, ¡He dicho que vuelva! - chillo Bellatrix enloquecida al ver como el ejército de Voldemort se reducía drásticamente.
Como si de un animal hambriento se tratase que busca una presa, Bellatrix giro hacia los Malfoy, apunto su varita hacia Narcisa.
- ¡Tu, maldita traidora! - chillo Bellatrix - ¡Nos mentiste!, ¡Me mentiste!, ¡Te matare!, ¡Te matare!
Pero antes que Bellatrix pudiera hacer daño a su propia hermana, Draco se apareció delante de sus progenitores blandiendo su varita, lanzando rayos blancos que no lograron atinarle a la mortífaga.
- Lo siento tía…- se disculpó el rubio mago.
- ¡Ni siquiera me toco, niño estúpido! - se burló Bellatrix - ¡Fue el peor ataque que vi en mi vida!, tienes una pésima puntería-
- Mi hechizo no era para mi… sino para ellos - corto Draco - ¡Ahora, Hagrid!
Los rayos blancos que Draco lanzo cortaron las cadenas que detenían a Hagrid y su hermano gigante, libre de estas comenzaron su contraataque al ejército de Voldemort que aún estaba presente. Draco aprovechó la conmoción para huir con sus padres al castillo, al mismo tiempo que Harriet llegaba tras escapar de los ataques flameantes de Voldemort.
- Lo llevare al castillo, ¡Hay que matar a la serpiente! - dirigió Harriet.
- ¡Todos adentro! - ordeno McGonagall al bando de la luz - ¡Todos, agrúpense!
- ¡No te dejare hacerlo sola! - grito con indignación Draco.
- Este no es momento de una pelea - reprendió Ron a Draco.
Y ciertamente no era el momento que Draco antepusiera su sobreprotección hacia Harriet, el mermado ejército de Voldemort, liderado por él mismo en persona, se acercaba con prisa hacia las puertas principales lanzando maleficios a la par que avanzaban, aunque se habían dividido para controlar la situación, una parte importante se había quedado a luchar con Hagrid y su gigante hermano; los gigantes que antes los habían apoyado se habían retirado de la lucha cuando se dieron cuenta que su líder había muerto y debían de elegir un nuevo líder del grupo, las astutas acromantulas repararon que seguían a un líder equivocado retirándose de las filas, los licántropos siguieron a sus líderes hacia el bosque prohibido al darse cuenta que era una pelea perdida… el ejército de Voldemort ya no los superaban en números, el bando de la luz estaba casi parejo con el bando de la oscuridad.
Había una enorme posibilidad de ganar la guerra, en especial cuando solo un Horrocrux separa a Voldemort de la mortalidad y este aun no lo sabía.
- ¡Maten a la serpiente! - ordeno Harriet a la par que creaba un escudo para repeler los ataques enemigos.
- ¡Necesitamos la espada! - grito Hermione para hacerse oír entre tantos ataques.
Neville, impulsado por el valor repentino blandió la espada en dirección al enemigo, listo para luchar… su acción era temeraria.
- ¡Neville, no! - grito Ron.
Voldemort con un movimiento de varita expulso al mago hacia el interior del castillo.
- ¡Neville! - chillo con preocupación Augusta Longbottom corriendo hacia su nieto.
El Gryffindor fue arrojado al aire y la espada… desapareció antes de tocar el suelo.
- ¡Busquen la espada, recupérenla! - ordeno Harriet a la par que se adentraba al castillo.
Voldemort la siguió, su ejército invadió nuevamente el castillo luchando con el ejército de la luz, chispas rojas y verde volaron por los aires, escudos y destrucción estallaron por toda la primera planta del gran castillo, no había una sola alma que no luchase, estudiantes lanzando sus más mortíferos ataques, profesores que se batían en duelo con más de dos enemigos a la vez, voluntarios del extranjero combatiendo con carroñeros, los Weasley agrupados de tal forma que se protegían para no sufrir bajas, Tonks y Kingsley lanzaban hechizos con ferocidad cuidándose las espaldas, el ejercito de Dumbledore al frente de los estudiantes lanzando luces rojas a diestra y siniestra; inclusive los Malfoy luchaban codo a codo como una verdadera familia unida.
Mientras la batalla sucedía, Harriet corría con todas sus fuerzas rumbo a las escaleras principales, para intentar alejar a Voldemort de la lucha, pero justo cuando ascendía hacia el tercer nivel tropezó con unos pedazos de un muro destruido del castillo. La bruja intento salir del montículo pero de repente las piedras comenzaron a pegársele a las piernas.
- ¿Qué…?, ¡Suéltenme! - chillo la bruja.
Pero las piedras no obedecieron su exigencia, sino que comenzaron a presionar sus piernas perforando su piel. Harriet lanzo un grito de dolor, impotente y confundida al ser atacada por rocas, hasta que vio a Voldemort delante suyo y todo cobro sentido.
- ¿Cuántas veces tengo que matar a la misma bruja para librarme de su presencia?
El montículo de piedras comenzó a trepar por su cuerpo, presionando dolorosamente su estómago, pecho y brazos; pese a los gritos de dolor que la bruja lanzo, esta no soltó su varita. Justo cuando las piedras amenazaban con enterrarla viva y sepultarla en un sarcófago sangriento, Harriet uso el hechizo que antes no podía por los encantos del colegio.
“Aparición”
La bruja desapareció en un destello de luz blanca, aterrizando en las escaleras del segundo nivel, sangraba por los cortes de las piedras en su cuerpo. Harriet se arrodillo para revisar la herida que más dolía: su tobillo, sangraba como si hubiera sido atravesado por un cristal, su zapatilla roja se volvió más oscura por la zona del talón.
Maldiciendo, la pelinegra se puso de pie, sopesando el dolor al caminar.
“¿A dónde crees que vas? ...”, susurro una voz masculina en su oído, sujetándole la cintura dolorosamente.
Harriet pego un grito de miedo.
- ¡Agáchate hijo! - grito Narcisa al ver como a Draco casi recibe un rayo verde.
El joven mago rubio obedeció, en represaría Narcisa mando a volar al mortífago que tuvo la audacia de atacar a su vástago.
- ¡¿Qué te ocurrió?! - pregunto Lucios a la par que lanzaba una ofensiva contra dos carroñeros - ¡Estabas peleando muy bien!... y de la nada te paralizaste.
Draco recordó como un sentimiento de miedo helado recorrió su corazón, paralizándolo de sorpresa.
- Tengo que ir por Harriet, ¡Me necesita!
El matrimonio Malfoy miro a su único hijo con pena y resignación.
- De todas las brujas, tenia que ser Potter, ¿Verdad, hijo? - Narcisa abrazo a su hijo, con ojos brillosos a causa de nacientes lágrimas.
La despedida era inevitable, su hijo ya había tomado esa decisión hace meses pero ellos no lo habían aceptado.
- Ella no es el enemigo, madre. Nunca lo fue - afirmo Draco saliendo de los brazos de su madre.
- No mueras Draco, ¡Te lo prohíbo! - dijo Lucios abrazando a Draco con brusquedad - Eres mi único hijo… se supone que los hijos deben enterrar a sus padres, no al contrario.
Draco sintió la nariz picar y los ojos aguarse, el amor de sus padres por él era genuino, tan fuerte que pese a sus preocupaciones fundamentadas lo dejaban marchar libremente al peligro… el adolescente mago siempre creyó que el amor de sus padres era condicionado: serás querido y consentido si eres un buen hijo, si sacas buenas notas, si tienes un buen comportamiento como heredero orgulloso, si adoptas nuestras buenas creencias supremacistas de sangre. Sus padres le habían exigido todo eso, pero era por que creyeron correcto para convertirse en un orgulloso mago pero ahora habían superado todo eso mostrando que pese a todo lo amaban incondicionalmente.
“Tantos años de malentendidos”, pensó Draco con un nudo en la garganta.
- Ustedes tampoco mueran - dijo Draco abrazando a sus dos padres al mismo tiempo con ambos brazos - Todo esto acabara… y se nos perdonara todo… Harriet no permitiría que sus suegros pisen Azkaban.
- ¡Draco Malfoy! - chillo Lucios escandalizado.
- ¡Oh!, ¡Hermosos nietos! - rio alegre Narcisa limpiándose las lágrimas - ¡Quiero como mínimo 7!, siempre envide a Molly Weasley la cantidad de nietos que heredaría.
- ¡Narcisa Malfoy! - volvió a chillar Lucios, indignado con las mejillas rosadas - No es momento ni lugar para ese tipo de conversaciones.
Riendo, Draco beso la mejilla de sus padres sintiéndose de nuevo como un niño pequeño que sabe que es querido incondicionalmente y sin miedo se encamino lentamente a fuerza de varita hacia las escaleras del segundo nivel donde sentía que debía estar. Esquivando rayos y aturdiendo al enemigo se abrió paso hasta sentir que pisaba algo blando.
“¿El sombrero seleccionador?... creí que lo tenía Neville… pero, está vacío”- pensó Draco y al mismo tiempo recogía el objeto mágico, esquivaba ataques y noqueaba al enemigo.
- ¡Bombarda máxima! - chillo Harriet apuntando hacia su espalda, donde estaba Voldemort.
La energía del hechizo salió descontrolada por el miedo que corría en las venas de Harriet, por lo cual la explosión fue catastrófica, Harriet salió arrojada al aire mientras las escaleras eran reducidas a escombros, Voldemort voló alejándose de los peldaños destruidos y Harriet cayo junto con los restos de la escalera al primer piso. La bruja sintió como su estomago terminaba en su garganta a falta de gravedad y antes de pensar en un hechizo su cuerpo impacto contra las escaleras del primer nivel.
Perdió la conciencia unos segundos hasta que vio como Nagini se acercaba arrastrándose por las escaleras, pero la pelinegra se sentía sin fuerzas para defenderse, sintiendo que la caída le había roto una costilla.
Por el rabillo del ojo vio como Hermione y Ron se acercaban.
Debian acabar con el Horrocrux sin importar que, Harriet debía entretener a Voldemort hasta que eso sucediera. Así que tambaleándose, Harriet se aferro a su varita, concentrándose.
- ¡Atrápame, Tom! - grito Harriet retando a Voldemort quien aún se encontraba en el segundo nivel - ¡Atrápame e intenta matarme!, ¡Quizá esta vez si lo logres, como dicen los muggles “La tercer es la vencida”!
Antes de ver el brillo maniaco rojizo de ira en los ojos Voldemort, Harriet desapareció tras el destello de una luz blanca.
- ¡Harriet Potter! - siseo colérico Voldemort a la par que desaparecía en una nube oscura.
Tan cegado por la ira estaba el mago oscuro que olvido llevar a Nagini consigo, dejándola sola en las escaleras del primer piso, a merced de quien no vio: bruja inteligente de tupido cabello que al igual que Draco sintió peligrar a su mejor amiga y había abandonado la búsqueda de la espada por ayudar a la bruja, confiando que a falta del objeto mágico histórico el colmillo del Basilisco sea suficiente para acabar con la serpiente.
Pero Harriet había desaparecido provocando a Voldemort, dejándole a Nagini desprotegida.
Hermione lanzo una roca en dirección a Nagini para captar su atención pues el animal estaba empeñado en seguir a Voldemort a donde fuese que termino desapareciendo. La inteligente bruja volvió a lanzar otra piedra, esta vez golpeando el cuerpo de la serpiente, quien enojada siseo en su dirección y comenzó a arrastrase bajando las escaleras. La bruja respondió alejándose del animal a la par que veía a sus espaldas, Ron oculto sujetando con fuerza el colmillo del Basilisco.
No supo porque, pero Harriet se apareció en la torre de Astronomía… quizá porque ese lugar significo mucho en su sexto año, quizá porque creyó tener ventaja saltando hacia cualquier lugar al azar del castillo: la biblioteca, la cocina, su habitación… pero tantas apariciones le estaban agotando.
Antes que Voldemort la alcanzara, Harriet corrió a la par que pensaba otro lugar para aparecerse, pero justo cuando comenzó a saltar y sentir esa familiar sensación tirar su ombligo, alguien le agarro del tobillo herido, haciéndole gritar y devolviéndole a la torre de astronomía.
¡La habían detenido en plena aparición deteniéndola en el aire!, dejándola literalmente suspendida y sin gravedad.
Esa misma persona presiono del tobillo ensangrentado y como si se tratase de una muñeca de trapo, la arrojo con fuerza bestial al suelo de madera, haciendo que la madera crujiera y se rompiera. Harriet no tuvo tiempo si quiera de gritar porque ya se encontraba de nuevo sin aire en los pulmones por el golpe de caer.
- ¡Borrare tu nombre de la historia! - grito Voldemort - ¡Nunca jamás se sabrá quien fue Harriet Potter!, ¡Lo hare, así tenga que quemar todos los libros de historia del mundo!
Harriet escupió sangre de la boca, se intento incorporar pero su tobillo dolía demasiado más que su costilla rota y su varita estaba lejos de ella. Asustada de su final, se arrastro por el objeto mágico.
“Varita, ven a mí”, pensó Harriet cuando solo unos centímetros la separaban.
Y como si sintiera que su ama peligrara, el objeto mágico voló a las manos de la bruja. Temblando y con la adrenalina recorriéndole las venas, Harriet se curo superficialmente el tobillo, menguando el dolor al punto de que podría seguir huyendo.
- ¿Qué acaso tus padres no te enseñaron que es de mala educación no ver a las personas a los ojos en una conversación? - siseo Voldemort en el nivel superior - Que bruja más maleducada...
Antes de poder huir, Harriet fue sorprendida por retazos de telas negras que la atraparon, primero de las manos, luego de los pies y al final del cuello, inmovilizándola y haciéndola levitar hacia Voldemort.
- Oh, si… ya recordé, mate a tus padres. Nadie te enseño modales, pobre de ti… déjame educarte.
Voldemort sonrió al verla atrapada, pero la bruja aun se aferraba a su varita, como si la vida se le fuera en ello, soltar su varita equivaldría a perder la esperanza.
Nagini se arrastro hasta que los escalones del primer nivel acabaron, Hermione al mismo tiempo retrocedía guiándola lentamente por un pasaje alejado de la zona de batalla. La serpiente era letal, ya había asesinado a Snape, fallar equivaldría a la muerte y aunque Hermione no habían ideado un plan con Ron, debían asesinar a la serpiente ahora que no estaba resguardada por Voldemort.
- ¿Nagini, verdad? - dijo Hermione mientras retrocedía hacia el pasaje - Malfoy me dijo que comes personas, ¿No son muy grandes de tragar?
Nagini siseo, se alzo en toda su gloria dispuesta a atacar cuando sus sentidos animales le alertaron de un movimiento en su casi punto ciego, y de un feroz movimiento uso su cola como si de un látigo se tratase, atacando al mago que pensaba clavarle un colmillo en su largo cuerpo, lanzándolo al suelo, ocasionando que el mago pelirrojo soltara el colmillo y su varita al mismo tiempo.
Molesta por el cobarde ataque, Nagini se acercó al colmillo y con cola lo arrojo fuera del alance de los jóvenes magos, reconociendo la peligrosa energía que destilaba, y antes de dar oportunidad a la bruja de recuperar el peligroso objeto, la serpiente dirigió sus ataques al indefenso mago.
- ¡Ron! - chillo Hermione, corriendo a defender al pelirrojo, olvidando buscar el colmillo.
Aunque los ataques son cedían, poco a poco el bando de la luz comenzó a superar al ejercito de Voldemort, en especial cuando nuevos refuerzos extranjeros guiados por Aberforth llegaron, golpeando la moral del ejercito enemigo. Pero aun así había fieles seguidores que no se daban por vencidos, como la terrateniente de Voldemort, Bellatrix Lestrange, quien en su afán por asesinar a mas magos de la luz se enfrentara con tres a la vez.
- ¡Muy lentos, muy lentos! - chillaba Bellatrix - ¡Vete a tu choza, vieja Longbottom!
Con un estallido de magia oscura, Bellatrix hiso retroceder a sus tres duelistas quien apenas pudieron conjurar un escudo para protegerse del daño de forma exitosa, casi, si no fuera por la anciana que insulto Bellatrix. Augusta Longbottom cayó al suelo sujetándose el pecho al ser atravesada por energía tan dañina.
- ¡A mi abuela no, perra! - grito Neville a la par que corría con la varita en alto lanzando rayos rojos.
Bellatrix rio al esquivar los ataques del joven mago.
- ¡Retrocedan! - ordeno Neville a los tres duelistas que enfrentaban a Bellatrix - Esto es personal, nadie más que yo matara a esta bruja.
A Augusta Longbottom le brillaron los ojos de lágrimas, recordando tanto a su hijo antes de entrar a San Mungo, su brillante auror; había presionado tanto a Neville para que sea igual que su padre que había ignorado que su nieto no era igual a su progenitor, sino mejor.
- ¿Tú?, ¿Matarme a mí? - Bellatrix rio con todo su cuerpo, divertidísima como si hubiera oído el mejor chiste del mundo - ¿Y que se supone que vas a hacer?, ¿Me mataras de aburrimiento?
Neville comenzó a caminar alrededor de la mujer, cuando tropezó con uno de los montículos del castillo destruido, en el proceso varias monedas se le cayeron rodando hacia Bellatrix, quien rio nuevamente.
- Ni siquiera puedes caminar con propiedad, Longbottom… terminemos con esto.
Bellatrix comenzó a atacar a Neville con rayos rojos y verdes, este esquivo los maleficios saltando y dando volteretas, contratacando con hechizos que lanzaron tierra y agua a la bruja.
- ¡¿Eso es todo lo que sabes hacer?! - rio Bellatrix - ¡Lucha con propiedad, maldita sangre desperdiciada!
La bruja saco de la punta de su varita un látigo y comenzó a golpear a Neville, el mago intento esquivar a la par que le lanzaba tierra de olor apesto.
- ¡Basta!, ¡No soy una maldita planta!
Bellatrix atrapo con su látigo del cuello a Neville, quien a pesar de estar azul, sonrió y se las arregló para decir:
- Tú no… pero ellas sí.
Antes de poder entender que pasaba Bellatrix fue sorprendida por movimientos repentinos a su alrededor, de un momento a otro todo se volvió verde a su alrededor, como si se encontrara en el bosque prohibido, estaba rodeada de varios Geranio colmilludos, arbustos punta espina y arbustos fertilizantes.
La bruja soltó al mago para poder defenderse de las espinas que las plantas comenzaron a lanzar en su dirección y los mordiscos, quemándolas y cortándolas.
- ¿Es este tu brillante plan, Longbottom?, ¿Usar tontas plantas para-
Antes de poder avanzar un paso más, Bellatrix fue sorprendida por un Bubotuberculo, pisando sin proponérselo su cuerpo baboso, en represaría la planta le arrojo pus con olor fétido, la bruja molesta por la asquerosa sustancia desintegro a la planta.
- ¡¿Cómo te atreves?!- chillo Bellatrix oliendo a gasolina- Basta de juegos… te torturare de tal forma que quedes loco como tus padres, niño… serán una linda familia en San Mungo.
- ¿Sabías que hay condiciones muy particulares para cada planta? - dijo Neville ignorándola- Los arbustos florecen más rápido que las plantas más complejas… necesitan más tiempo.
Bellatrix miro a Neville como si estuviera loco, molesta por ser ignorada levanto su varita hacia este con la intensión de lanzarle un Crucio, pero su mano fue capturada por una especie de lazo.
- ¿Qué?
- Tentácula venenosa- explico Neville.
La planta espinosa comenzó a atrapar a Bellatrix, quien en su intento de liberarse solo la enfureció expulsando veneno de sus brotes. La malvada bruja soltó su varita en el proceso de huida infructuosa.
- ¡Esto no me matara, mocoso! - grito Bellatrix a pesar de ser mordida por los picos de planta.
- Claro que no… eso se lo dejo a esta planta- dijo Neville apuntando su varita a los pies de Bellatrix- ¡Geminio!
La sonrisa de Bellatrix se evaporo al reconocer que se trataba de la planta Snargaluff, las cepas cobraron vida al instante, de su parte superior brotaron tallos largos y espinosos, enredándose en las extremidades que la tentácula venenosa no apretaba, uno de los tallos se apretó en el cuello de la bruja, las espinas perforaron su piel.
- ¿Cómo…? - se las arregló Bellatrix para hablar al ser presionada por las plantas mágicas más peligrosas del mundo - Nunca te vi… conjurarlas…
- Nunca me caí - explico Neville, serio, viendo como las plantas apretaban cada vez mas las extremidades de la bruja.
Un brillo de comprensión se asomo en los ojos de Bellatrix.
- Las escondiste… en las monedas… fingiste caer, para rodearme con las plantas… me engañaste…
- Tu sola decidiste que creer… Me subestimaste, subestimaste al hijo de los mejores Aurores de la pasada década… esa fue tu perdición.
A mas fuerza hacia Bellatrix por salir de su prisión de espinas, más presión ejercían las plantas, al punto que uno de los tallos rompió el cuello a la bruja, asesinándola. El cuerpo de Bellatrix quedo inmóvil y su pecho dejo de moverse.
- Que nadie las provoque - advirtió Neville a los magos y brujas que comenzaron a amontonarse para ver a la bruja caída - Las plantas solo atacan ante provocación.
Neville se quedo inmóvil, viendo como por fin había vengado a sus padres.
- Oh, Neville… - dijo Augusta Longbottom mientras abrazaba a su nieto - Lo hiciste bien, hijo. Tus padres estarían orgullosos.
El mago abrazo a su abuela, juntos cerraban por fin una puerta dolorosa de rencor que no cavia en un futuro pacifico. Bellatrix Lestrange por fin estaba muerta y con ella todo el odio de los Longbottom.
“Lo hice, papá, mamá… lo hicimos juntos”- lloro Neville en silencio.
Notes:
Tarde…. Ya ni me reconozco… Por cierto, feliz curioso día, humanitos: ¡29 de febrero!
Nos acercamos a la parte final de este largo fic… siempre creí que Neville debió matar a Bellatrix luego de sufrir toda su vida por la enfermedad de sus padres y que mejor con peligrosas plantas mágicas.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling.
Chapter 75
Summary:
Batalla final y caídos de guerra.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Harriet no puede moverse, está atrapada a merced de Voldemort quien la miraba como estudiándola que parte de ella romper primero. La bruja intento escapar con una aparición antes de perder el conocimiento, pero como si Voldemort pudiera leer su mente este la arrojo hacia una pared, negándole su escape. Harriet termino de rodillas agarrándose su costilla rota, mientras Voldemort la mirada hacia abajo, como si fuese un insecto.
- ¿Qué fue lo que dijiste antes, Harriet?
Antes de que la bruja pueda responder Voldemort le propino una fuerte cachetada en la mejilla que la mando volando hacia el centro de la torre de astronomía, como si de una muñeca de trapo se tratase y no un ser humano.
- Oh, si… La tercera es la vencida…
Harriet gateo, intentando llegar al pilar donde Dumbledore se había apoyado al estar débil luego de tomar tanta poción venenosa por el falso Horrocrux en la cueva de los horrores.
- Aun no entiendo por qué sigues viva… pero tendré que seguir intentándolo, una y otra vez hasta que la muerte te acepte.
Voldemort volvió a cercarse a Harriet y propinarle una fuerte bofetada que le saco un hilo de sangre y la arrojo hacia un rincón de la torre.
Asustada, la bruja entendió porque el mago oscuro no la atacaba con magia sino con puros golpes físicos… quería matarla de la forma más muggle posible ya que al parecer la maldición asesina no funcionaba ante ella, la asesinaría sin magia con sus propias manos…
Harriet gateo hasta llegar a la columna donde Dumbledore se había apoyado a pesar de sufrir un dolor agonizante se había mantenido de pie frente al enemigo, debía ser valiente y fuerte como su abuelo, no era momento de tener miedo por su integridad, debía de seguir reteniéndolo hasta que sus amigos maten a Nagini. Así que Harriet intento distraer al mago oscuro.
- Tenias razón… cuando le dijiste al profesor Snape que la varita te fallaba… siempre te fallara.
Ira rojiza brillo en los ojos de Voldemort y con un movimiento de mano arrojo a Harriet hacia la columna en la cual se apoyaba, quitándole de golpe el aire en los pulmones.
- ¡Yo mate a Snape!, ¡La varita me obedece por matar a su antiguo amo! - grito Voldemort.
Harriet sintió un dolor punzante, su cuerpo se quejaba del maltrato y su costilla dolía como si se quemara desde dentro, aun así, se forzó a erguirse, de pie, apoyando su peso en la columna de la torre de astronomía.
- Y si… y si la varita no le pertenecía a Snape - dijo Harriet sujetándose la costilla dañada, aguantando el dolor - Y si… y su lealtad era hacia otra persona… Siempre se creyó que la lealtad era para quien asesinara a su antiguo amo… pero ¿Y si la varita eligiera no por muerte?, sino por algo que no posees: Amor.
Molesto por las palabras de la bruja, Voldemort volvió a azotar a Harriet contra la columna.
Una y otra vez y otra vez y otra vez.
Hasta escuchar el sonido característico de huesos rompiéndose. Solo ahí la dejo, viendo como el cuerpo de la bruja se deslizaba por la columna hasta el suelo.
Harriet sintió el sabor de la sangre en su boca y una calidez bajando por su cabeza, el dolor la aturdió, perdiéndose momentáneamente en la inconciencia, olvidando donde estaba… Moria por cerrar los ojos y dormir cinco minutos.
- ¡Intentas confundirme, niña!, ¡Pero sé la historia de la varita!, ¡Elige al más fuerte, siempre al más fuerte!
Sentada y casi semi inconsciente, Harriet pestañeo en un afán de expulsar el líquido caliente bajándole por el rostro tiñendo su ojo derecho de sangre.
- Y… ¿Qué… es… más… más fuerte… que el amor verdadero, Tom?
La bruja se apoyó en la columna para poder pararse, sus rodillas temblaban, pero se negó a morir sentada frente al asesino de sus padres, no cuando la revelación de la varita debía ser contada, no cunado Nagini aún seguía viva.
- ¿Acaso… acaso mi abuelo… mato… mato a Grindelwald?
Comprensión brillo en los ojos de Voldemort.
- ¿Qué es lo que quieres decir?
- La varita… la varita eligió a Dumbledore… no por ser el más fuerte… sino porque fue quien amo más… aunque a la persona equivocada… Por eso… nunca tendrás su fidelidad… la varita sabe que tu no amas a nadie… sabe que tú eres débil.
Jadeante de dolor, Harriet destruyo el techo de la torre para intentar aplastar a Voldemort, pero este lo esquivo, sin perder el tiempo, la bruja se lanzó del edificio e intento aparecerse en plena caída, pero Voldemort la atrapo en el aire y cayeron juntos, pero el mago oscuro la hiso levitar al poder volar sin escoba.
Harriet intentó escapar de sus brazos, infructuosamente pues se encontraba débil después de los azotes de Voldemort y cuando reparo que el mago oscuro no solo le retenía volando por los alrededores del castillo sino que al tener control del vuelo Voldemort la golpeaba con las paredes y techos que viera al alcance sin parar de volar haciéndole gritar de dolor.
Voldemort abrazaba a la pequeña bruja con tal fuerza como si deseara romperle todos los huesos, como una serpiente asfixiando su presa. Harriet en un intento desesperado de huir le mordió el brazo.
El resultado fue instantáneo, sorpresa e incredulidad, asco y furia, Voldemort se desconcentro parando de volar abruptamente y ambos cayeron al suelo, aterrizando rodando en el patio empedrado.
Harriet apenas tuvo tiempo de coger su varita pues Voldemort ya estaba lanzándole la maldición asesina, pero gracias a sus reflejos que le habían permitido sobrevivir tanto tiempo, la bruja lanzo al mismo tiempo un rayo rojo. Rayo verde y rojo se encontraron, enfrentándose, chipas doradas saltaban en medio de la conexión de poderes, pura energía mágica en el aire.
El ganador seria quien más energía pusiera a su hechizo, quien forzara al otro a rendirse frente al hechizo.
La fuerza mágica de Voldemort ejercida en su maldición asesina era tanta que para poder sostener su hechizo y luchar contra los rayos verdes, contra su fuerza mágica, Harriet tuvo que usar ambas manos para sostener su varita.
A cada segundo que pasaba las manos y varita de Harriet temblaban de forma incontrolable, como si no fuera capaz de oponerse a la fuerza de Voldemort por mucho tiempo más, sintiéndose entumecida, cansada y asustada. Contuvo un chillido de miedo al ver que su energía no era lo suficiente poderosa para seguir conteniendo su hechizo pues Voldemort poco a poco dominaba el espacio, haciéndole retroceder… el rayo verde comenzó a ser el color domínate en el duelo mientras el rayo rojo retrocedía segundo a segundo. Miedo e impotencia picaron en los ojos de Harriet, si eso seguía así moriría verdaderamente y ya no podría volver a la vida, era su alma la única que perdería y se quedaría en el limbo.
Pero debía seguir sosteniendo su hechizo hasta el final, así sea que lo final sea ver el horrible rayo verde.
“No me despedí de nadie esta vez…” - pensó Harriet mientas veía como el rayo verde de Voldemort ganaba terreno - “Lo siento chicos, esta vez moriré y no podré volver… Lo siento…”
La misma energía helada de miedo recorrió el corazón de Draco como si de un rayo se tratase por segunda vez del día, quien por fin había logrado salir de la zona donde estaba el ejército de Voldemort. Una energía invisible lo instaba a correr directo al patio, donde podía ver a Harriet de lejos luchar contra el mago oscuro… pero sus ojos no pudieron evitar notar como los mejores amigos de la pelinegra estaban siendo cazados por Nagini, Weasley estaba desarmado y Hermione intentaba infructuosamente defenderse lanzándole hechizo que no lograban dañar al Horrocrux.
Draco sintió que el tiempo se ralentizaba, dos opciones se abrían ante él: correr por Harriet o ayudar a los amigos de Harriet. De repente pedazos de recuerdos vinieron a su cabeza, recuerdos de meses pasados cuando eran fugitivos y dormían en una carpa mientras el rubio mago no sabía que buscaban.
“- Draco Malfoy ha cambiado de bando - declaro Harriet sin un ápice de duda.
El nombrado pareció respirar con mayor tranquilidad tras escuchar su veredicto, casi derritiéndose le alivio.
- Pero - prosiguió Harriet - No confió en ti y hablo en nombre de mis amigos… tu cambio fue muy abrupto y sorpresivo, ni en un millón de años se me habría ocurrido pensar que lucharíamos en el mismo bando… La confianza es algo que se gana, no que se pide. Gánate la confianza de mis amigos, Draco Malfoy.
Draco no dijo nada, pero cabeceo en señal afirmativa.
- Un Gryffindor moriría por ti - dijo Harriet estirando su brazo hacia el rubio.
Este, al ver la mano de la pelinegra se acercó a ella a gran velocidad.
- Un Slytherin mataría por ti - dijo Draco entrelazando la mano con la de Harriet”
El tiempo siguió ralentizado mientras Draco pensaba que Harriet se pondría muy triste y lo odiaría por no haber salvado a sus amigos al tener la oportunidad de hacerlo; cogió con fuerza el sombrero seleccionador mientras más recuerdos venían a su mente.
“- ¡Harriet, acaso ya lo olvidaste!, la hoja de la espada está hecha para que ni el polvo ni el tiempo la oxiden, solo absorbe lo que la hace más fuerte”
“- Necesitamos la espada de Gryffindor para destruir los Horrocrux”
Draco metió la mano dentro de sombrero a la par que cerraba los ojos, recordando la conversación que oyó decir una vez Harriet a Hermione en el tren, en su segundo año al volver para Londres.
“- ¿Entonces la espada se materializo frente a ti?, ¿Dentro del sombrero seleccionador? .... ¿Como los magos muggles que sacan conejos de sombreros de copa?
Harriet rio ante la comparación.
- Si, ¡Exacto!, Dumbledore me dijo que solo una persona verdaderamente valiente, osada y algo imprudente, un Gryffindor verdadero, puede empuñar la espada.
Draco abrió los ojos al sentir el mango de una espada y corrió…
Hacia Weasley y Granger que estaban acorralados, abrazados, aceptado su final, Draco corrió con la espada de Gryffindor en la mano.
Pero Nagini prácticamente estaba a segundos de clavar sus colmillos sobre ellos, por lo que Draco uso aparición para interponerse entre la serpiente y los magos… recibiendo los mortales colmillos en su brazo izquierdo, cayendo arrodillado por el dolor.
- ¡Draco! - gritaron Ron y Hermione al mismo tiempo.
El cuerpo del rubio mago hormigueo, sintiendo como el veneno de la serpiente entraba en su sistema sanguíneo, los colmillos de Nagini ardían como lava haciéndole pensar en nada más que dolor… pero debía acabar lo que comenzó.
Con un grito, Draco empuño con fuerza la espada e impulso su mano derecha para traspasar la cabeza de Nagini, quien aún lo mordía con fuerza impregnándolo de veneno. La espada de Gryffindor la traspaso como hierro caliente a mantequilla.
- Buenas noches… Nagini… - susurro Draco a la par que bajaba la espada.
Nagini exploto en cientos de pedazos de energía oscura, como si de una explosión de brea se tratase y Draco al perder su punto de apoyo termino tumbado en el suelo.
El implacable ataque de Voldemort vacilo, deteniéndose al sentir como una parte de su alma moría, haciendo que por consecuencia el ataque de Harriet cediera.
“Nagini… asesinaron a Nagini”, pensó Voldemort sintiéndose enfermo, mirando hacia la entrada del colegio, donde energía oscura se evaporaba en el aire.
Harriet no necesitaba tener una parte del alma de Voldemort para entender lo que ocurría, ella también había sentido un estallido de fuerza oscura… ahora Voldemort era mortal.
Como si Voldemort pudiera leer la mente de la bruja, sintiéndose colérico ante su reciente mortalidad, lanzo nuevamente su fulminante rayo verde, a la par Harriet se defendió lanzando un rayo rojo, ambos hechizos volvieron a conectarse y esta vez Harriet sintió a Voldemort debilitado, su ataque ya no era tan potente como antes.
“Puedo… ganar”, pensó Harriet a la par que intensificaba su hechizo haciendo que el rayo rojo supere al rayo verde.
Por más que Voldemort se esforzaba por arrojar más energía a través de la varita, esta comenzó a sublevarse, a brillar rechazando la energía del mago oscuro.
- ¡Nunca te perteneció, Tom! - grito Harriet - ¡Siempre le perteneció a Draco!, ¡Lo sé porque la vi brillar en sus manos, aceptándolo como nuevo amo!
- ¡Malfoy nunca tuvo la varita en sus manos!, ¡Mientes! - grito Voldemort.
Harriet presiono más su ataque ganando más terreno de lucha a cada segundo, ya no le temblaba la mano ni tenía miedo.
- ¡Claro que la tuvo!, ¿Acaso ya olvidaste que lo mandaste a matar a Dumbledore?, ¡Draco siguió tus ordenes, lo desarmo, aunque no quería hacerlo, reteniendo su varita! Y fue ahí cuando la varita lo acepto como su nuevo amo, ¡Porque Draco no hacia eso por ti, sino por sus padres… por amor a sus padres!, ¡La varita siempre acepta al más fuerte porque solo los más fuertes pueden amar!
La varita de sauco volvió a brillar, sublevándose ante Voldemort, rechazando al mago y por ende su hechizo, pero lo que hiso que su hechizo se detuviera por completo fue sentir que su mano dejo de responderle coloreándose los dedos de negro, como si el tejido mismo muriera a cada segundo, empezó por sus dedos y avanzando por toda su mano. Le era casi imposible sostener la varita de sauco entre tanto tejido muerto.
Harriet lo desarmo y agarro la varita de sauco antes que tocara el suelo… y de repente esta destello entre sus dedos soltando un brillo blanquecino, aceptándola como nueva ama.
- ¡¿Qué me está pasando?! - gimoteo Voldemort, la putrefacción de su cuerpo se extendió abarcando sus extremidades, coloreándose de rojo oscuro y gris.
- Te mueres Tom, ya no te queda ningún Horrocrux… Nagini fue el último Horrocrux que te ataba a este mundo… Yo fui el penúltimo, pero gracias a tu propia maldición asesina acabaste con ese pedazo tuyo que se aferró a mi hace mucho tiempo, en el valle de Godric.
Voldemort abrió los ojos ante la revelación.
- ¿Me estoy… muriendo? - jadeo Voldemort con dolor - ¿Y tú eras mi Horrocrux?
Voldemort comenzó a retorcerse, la putrefacción de su cuerpo se extendió a todas sus extremidades y con ella un dolor lacerante.
Harriet no respondió, en lugar de eso levanto las dos varitas que ahora estaban a su disposición apuntando a Voldemort, cerró los ojos y pensó.
“Por todas las personas muggles y mágicas que murieron bajo tu reinado de terror, por Regulus, por el auror Moody, por Scrimgeour, por Bagshot, por Colin, por Hedwig, por el Basilisco, por Percy, por el profesor Snape… por Lupin, por Sirius … por Cedric, por Dobby… por Dumbledore”
La bruja abrió los ojos, lágrimas de ira se deslizaron por sus mejillas a la par que su pelo se coloreaba de rojo por la rabia de la muerte de quienes no merecieron morir en esa guerra.
- ¡Por todas las personas que mataste! - grito Harriet a la par que apuntaba al tenebroso mago, ambas varitas brillaban y de estas salían chispas rojas - ¡Por mamá y papá!
Harriet lanzo dos rayos rojos hacia un debilitado Voldemort, desarmando y putrefacto quien no tuvo oportunidad de esquivar o defenderse, recibiendo de lleno el ataque.
El mago oscuro profirió un grito desgarrador, su putrefacto cuerpo apenas podía sostenerlo, recibir el ataque de lleno lo fulmino… pero al ver a la bruja llorosa dejo de gritar para comenzar a reír, tan maniáticamente como lo hacía Bellatrix.
“Harriet Potter… mi Horrocrux no planeado… tu y yo… no somos tan diferentes… ¿Verdad?... Todo tiene luz y oscuridad, ahora lo veo… inclusive tu… desearía que pudieras verte ahora mismo…”
Voldemort no paro de reír, haciendo que Harriet aumente la fuerza de su ataque hasta ver al infame mago oscuro explotar, reducido negras cenizas.
Jadeante, la bruja bajo ambas varitas, viendo como el mago que la quiso muerta desde que era un bebe por fin había abandonado el mundo. Las fuerzas de las piernas le fallaron y termino arrodillada en el suelo.
Rojo, Harriet sentía que el mundo perdió sus colores para ser monocromático… todo lo veía rojo. Si alguien hubiera estado a su lado habría visto que los hermosos ojos verdes de la bruja se habían pigmentando a rojo sangre.
- Por fin… - susurro Harriet con la garganta seca, secándose las lágrimas - Por fin está muerto… mamá, papá, Sirius, abuelo, Lupin; por fin Voldemort está muerto… los he vengado.
Harriet se quedó un rato más mirando el cielo, donde las ultimas cenizas de Voldemort se perdían en el horizonte, llevadas por el viento, saboreando su victoria mientras el mundo volvía a tener color y su cabello volvía a ser negro, liberando la ira oscura y peligrosa que tantos años había albergado en su corazón.
Con la varita de sauco comenzó a curarse las heridas más dolorosas, más sabia que debía esperar a tomar una poción que le ayude con los huesos rotos, pero eso no le impidió cerrarse las heridas y detener el sangrado.
- ¡Harriet! - chillo Hermione de la nada.
La nombrada se levantó como si de un resorte se tratase, Hermione sonaba desesperada y asustada, como nunca la oyó.
- ¡Aquí estoy! - grito Harriet mientras corría hacia su mejor amiga - ¿Qué ocurre, Mione?, ¿Por qué suenas tan aterrada?, ¿Estas bien?, ¿Ron está bien?
Hermione llego hacia Harriet, lloraba copiosamente, asustando a Harriet.
- ¡Es Draco!, ¡Se está muriendo! - chillo Hermione llorando - ¡Nagini lo mordió en lugar a Ron y a mí!, ¡Él le clavo la espada de Gryffindor, destruyo el Horrocrux, pero eso le costó la vida en el proceso!
El corazón de Harriet cayó a su estómago y su cuerpo se enfrió como si le hubiesen arrojado un balde de agua helada.
- ¿Qué…? - aunque el corazón de Harriet lo entendiera, su mente se apagó.
- ¡A correr!, ¡No hay tiempo que perder! - Hermione cogió la mano de Harriet y la obligo a correr.
Las brujas atravesaron el destruido patio empedrado a la par que se acercaron a un grupo de personas que rodeaban a alguien, chillidos de dolor venían desde dentro.
- ¡Con permiso, abran paso! - exigió Hermione haciendo que el grupo se abriera para ella y Harriet.
La vista de lo que veía hiso que Harriet recordara una conversación que tuvo con Elise
“- ¿Por qué no tuviste hijos, abuela?
- Porque el amor de mi vida murió, querida calabaza - respondió con simpleza Elise.
- Pero… me dijiste que eso sucedió cuando eras joven… La vida siguió pasando, abuelo… Pudiste enamorarte de otra persona y tener hijos… te aferraste mucho a tu primer amor.
- No me aferre - refuto Elise - Simplemente luego de perderlo me di cuenta que no habría nadie más el mundo para mí… es algo que tu corazón y mente sentencia al unísono, como un dictamen irrefutable, querida; tan simple como eso”
Ver a Draco tirado en el suelo, mortalmente pálido al punto que las venas de su cuerpo eran visibles hiso que las palabras de Elise tomaran sentido. No habría nadie más en el mundo que ocupara el espacio que Draco se había ganado en el a punto de constancia.
Harriet se arrodillo al lado del mago, Lucios Malfoy y Narcisa le hicieron espacio para que caviera, ambos padres tenían los ojos hinchados de tanto llorar.
- ¿Ha… Harriet? - llamo Draco, alzando la mano en su dirección.
- Aquí estoy - dijo Harriet tomando la mano del mago con rapidez, entrelazando los dedos- Aquí estoy…
- ¿Acabaste… con… Voldemort?
Harriet sollozo, dándose cuenta de lo torpe que había sido todos esos años que no entendió a Draco, el mago era un ser puro dentro suyo que aun en su lecho de muerte se preocupaba por el bienestar de los demás.
- Si - respondió Harriet sollozando - Si… se ha ido para siempre.
Tal afirmación provoco susurros de júbilo de parte del grupo que cada vez se hacía más grande rodeado a Draco.
- Eso… es genial… genial en verdad… ahora estarás a salvo…
Harriet sollozo aún más, aferrándose a la mano de Draco.
- Ahora todos estamos a salvo, todos, incluso tú, Draco.
- No… no lo creo Harriet… siento que muero- susurro Draco, sintiendo que las fuerzas se le iban hasta en hablar.
Harriet ahogo un chillido de tristeza.
- ¡Hagan algo! - demando Harriet con lágrimas en los ojos - ¡Ayúdenlo!, ¡Que alguien valla por Madame Pomfrey!
- Harriet - dijo la medibruja - Se intentó de todo, pero los recursos son escasos… las medicinas fueron destruidas por carroñeros en pleno combate… Los venenos deben ser tratados con pócimas, pócimas que no poseemos…Lo siento mucho, pero no puedo ayudar al joven Draco.
Narcisa grito de dolor en el pecho de su esposo, Lucios la abrazo con fuerza mientras derramaba lagrimas silenciosas y Harriet… Harriet sintió que se convertiría en una estatua de hielo.
- No… no puede ser… ¿Mione?
Hermione sollozo mirando a su mejor amiga.
- Debe… debe haber algo - Harriet sentía un fuerte déjá vu, sosteniendo la mano de Draco como lo hiso con Dobby- Be… ¡Bezoar!, ¡Que alguien traiga un Bezoar!
- Harriet - dijo Ron, con voz ronca - Los carroñeros quemaron la enfermería por órdenes de los mortífagos… como una estrategia táctica… No se salvó nada… Mamá y Ginny rebuscaron entre las cenizas para ayudar a los heridos sin encontrar nada útil… Lo siento.
Harriet se quedó paralizada y comenzó a temblar, como si la que enfrentara a la muerte fuera ella y no Draco.
- Hey… - llamo Draco, susurrando - Esta bien… no tengas miedo… estaré bien…
Llorando, Harriet bajo su vista hacia el pálido mago rubio, este le estaba sonriendo.
- ¿Te… te dijeron… que logre sacar la… la espada de Gryffindor…del sombrero… seleccionador?
- No, no hubo tiempo de que nadie me contara esa hazaña - dijo Harriet sin parar de llorar.
- Lo hice… y con la espada mate… a Nagini - Draco intentó reír, pero una repentina tos lo freno, sangraba - Lo hice… después de todo… no hay bando ni casas… todos somos iguales…
Narcisa lloro con renovada fuerza, sintiendo que la felicidad abandonaba para siempre su vida ante la idea de perder a su único hijo.
- Iguales… como los muggles… y sus fantásticas creaciones… y canciones…
Harriet no respondió, solo lloro, aferrándose a la mano de Draco como si la vida se le fuera en ello, oyendo el débil pulso del mago.
- Harriet…
La bruja no respondió, demasiado ahogada en su dolor.
- Harriet… - volvió a llamar Draco.
Harriet pestañeo con fuerza para poder ver a Draco con nitidez.
- ¿Sí?
- Por favor… termina… la canción de amor… que cantaste en el bosque prohibido… cuando teníamos once… siempre soñé… con escucharla completa de tus labios.
La pelinegra no tenía que preguntar a qué canción se refería, la sabia de memoria, abrió la boca y comenzó a cantar como si de un susurro se tratase, recordando la parte que faltaba ser cantada, la segunda estrofa.
So, needless to say
I'm odds and ends
But that's me, I'm stumbling away
Slowly learning that life is okay
And say after me
It's no better to be safe than sorry and
Take on me
Take me on
I'll be gone
In a day or two…
Draco dejo de gimotear de dolor, concentrándose en la pelinegra.
And all things that you say
Is it life or just to play my worries away?
You're all the things I've got to remember
You're shyin' away
I'll be coming for you anyway
El rubio mago soltó por un momento la mano de Harriet para limpiarle la sangre de la mejilla y la frente.
Take on me…
Take me on
I'll be gone
In a day or two…
La respiración de Draco se hiso más superficial, más lenta, Harriet le apretó la mano a la par se le limpiaba la cara, las lagrimas derramadas de forma incontrolable.
I'll be gone…
In a day or two
In a day or two…
- …Gracias - susurro Draco, cerrando los ojos.
Harriet sentía que moriría, desangrándose internamente, su corazón dolía como si lo hubieran arrojado desde el edificio más alto del mundo.
- Draco… no… no puedes irte…- sollozo con fuerza Harriet- No me dejes…
El mago sonrió y derramo lagrimas a pesar de tener los ojos cerrados.
- Te amo… Harriet Potter… siempre te amare… siempre…
El pulso de Draco se ralentizo, su respiración apenas era visible. La multitud presente solo podía ver impotente la escena, los padres del joven mago sollozaban audiblemente mientras su hijo se despedía de su primer amor, Hermione y Ron soltaba lágrimas de tristeza y hasta los Gryffindor que se habían quedado a luchar veían con nuevos ojos cargados de dolor a quien antes habían odiado.
- Draco… Draco… no me dejes… te amo… si me dejas te llevaras mi capacidad de amar… Draco…
El mago no respondió, su temperatura comenzó a bajar, apenas respiraba.
- ¡Draco! - chillo desesperada Harriet - ¡Draco!
Notes:
Actualicé al fin un miércoles. Gracias por leer queridos humanitos, la música que inspiro este fic es claro está Take on me, de los icónicos A- Ha.
¿Sera la muerte de Draco una redención para todo lo que hiso como antagonista de Harriet?, ¿La muerte también le arrebatara su segundo amor a la pequeña bruja pelinegra?... Pues lo sabrán el próximo miércoles a la misma hora, cha, cha, chaaaan.
Harry Potter pertenece a J.K.Rowling
Chapter 76
Summary:
Fin de la Guerra y cambios necesarios.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Antes de que Harriet se vuelva loca por el dolor de otra perdida en su vida, un estallido de luz dorada la regreso a la realidad. La multitud de aliados que rodeaban a la escena se alejaron con rapidez, asustados ante un posible ataque sorpresa, pero el estallido de luz descendió hacia Harriet… no era un ataque, era una criatura mágica, de grandes alas con plumas rojas y doradas, pico afilado y garras negras que emitía un agradable calor, la cola con plumas era tan grande que se mecía con cada aleteo.
La mágica criatura sin dudarlo voló hacia el brazo de Harriet, era pesado, pero tuvo cuidado de no hincar sus filudas garras en la bruja y acaricio cariñosamente su pico en el femenino rostro lleno de lágrimas.
- Faw… ¡Fawkes! - grito Harriet al reconocer a la mítica ave.
El fénix de Dumbledore, fénix que dejo el colegio al ya no tener un amo quien servir, Harriet nunca creyó verlo de nuevo, hasta que recordó las palabras de su abuelo.
“Hay una leyenda en mi familia, hoyuelos: se dice que un fénix vendrá a la ayuda de un Dumbledore si este tiene problemas… estoy seguro que Flakwers te ayudara si tienes problemas”
“A Fawkes le gusta tu canto, abandona con prisa mi oficina si te escucha cantar de lejos, ansioso por alcanzarte”
El fénix al ver que la bruja no responde a sus afectos por estar demasiada conmocionada por tantas emociones en un mismo día, dejo acariciar el rostro de la bruja con su pico y con elegancia bajo la cabeza, en señal de sumisión, dando a entender que aceptada a la pequeña pelinegra como nueva ama.
- ¡Harriet! - grito Hermione en un afán de espabilar a la pequeña bruja - ¡Las lágrimas de fénix!, ¡Las lágrimas de fénix!
Solo ahí, Harriet reacciono.
- ¡Fawkes, por favor, llora en el brazo de Draco!, ¡Fue envenenado!, ¡Tus lagrimas lo sanaran! - suplico Harriet - ¡Ayúdame por favor!
El fénix obedeció a su nueva ama de inmediato, derramando lágrimas en el brazo del rubio mago, tan rápido como pudo.
Todos los presentes esperaban el resultado conteniendo la respiración, pues Draco había dejado de respirar.
- Draco… Draco, vuelve… vuelve por favor - rogo Harriet sollozando, besando la mano del mago - Vuelve.
El fénix grazno en señal de haber terminado su trabajo, las heridas infringidas por Nagini se cerraron gracias a la as lagrimas del fénix, eliminando el veneno del cuerpo del rubio.
Mas Draco seguía sin abrir los ojos.
- ¿Draco? - susurro Harriet acercándose al pálido rostro del mago - ¿Draco?
El rubio mago no respondió.
- Draco… - lloro Harriet, derramando sus lágrimas en el pálido rostro del mago - No reacciona…fue… fue muy tarde… Draco…
De repente el numeroso grupo de magos que rodearon la escena jadearon de sorpresa, el matrimonio Malfoy dejo de llorar por algo que Harriet no pudo ver al estar tan pegada al rubio mago, milisegundos después lo entendió al sentir una mano en su cabeza… la mano de Draco, juntándola más a él.
- ¡Draco! - un grito de incredulidad bañado de alivio se escapó de los labios de la bruja- ¡Draco, estas vivo!
- Lo estoy desde que el fénix vertió sus lágrimas en mi… Buen trabajo Fawkes - elogio el rubio.
El fénix graznó un chillido agudo, feliz por el elogio.
- Oh, Draco, ¡Estas vivo! - sollozo de alegría Harriet, abrazando al mago quien la recibió gustoso, hasta que la bruja comenzó a atar cavos - Espera… espera.
La pelinegra lucho para salir de los brazos que la apresaban, el mago de mala gana la dejo ir.
- Eso quiere decir que… ¡Por minutos fingiste tu muerte! - chillo molesta Harriet.
Draco se levantó del suelo, sentándose y le dedico una sonrisa torcida, marca Nott.
- Fue mi venganza porque tuuuuu también fingiste tu muerte.
- ¡Tenía que hacerlo!, ¡Estaba rodeada de enemigos! - se defendió molesta Harriet - ¡Si tu madre no hubiera mentido asegurando ante el enemigo mi muerte, habría muerto en realidad, no estaría aquí!
El mago se sorprendió ante la revelación, mirando a su madre por una explicación, esta tenía los ojos hinchados de tanto llorar, pero aun así se las arregló para sonreír al ver a su hijo nuevamente con vida gracias al fénix de Dumbledore.
- Tenia que proteger a mi futura nuera - dijo Narcisa, limpiándose las lágrimas.
- ¡Narcisa Malfoy! - grito sonrojado Lucios - ¡Se más seria!, ¡Nuestro hijo acaba de regresar de la muerte!
Ver esa escena tan irreal de una familia que antes se creyó como enemiga, hiso que todo el mundo soltara risas. La tensión se había roto, la guerra había acabado, Voldemort estaba muerto y aunque aún tenían que enterrar a sus muertos y cuidar de sus heridos, no pudieron parar de reír por el fin de un largo tiempo de incertidumbre acompañado con muerte y la esperanza de tiempos de paz. Todos lanzaron chispas de colores al cielo, festejando el fin de tiempos de sufrimiento y desgracias.
Todos festejaban, alumnos, profesores, el ejército de Dumbledore, la mermada orden del fénix, aliados del extranjero, hasta los que habían perdido a sus seres queridos tenían sonrisas mezcladas con lágrimas.
El trio de oro se abrazó, llorando por la paz mientras Draco lo hacía con su familia y en un momento entre tanta algarabía, los cuatro jóvenes magos se miraron a los ojos y sin necesidad de comunicarse con palabras partieron lejos de la celebración.
Al cobertizo.
Si había un aliado a quien enterrar con todos los honores funerarios era a Severus Snape, el hombre que siempre había protegido a Harriet desde las sombras, por lo que los jóvenes bajaron al cobertizo a recoger su cuerpo… y lo que encontraron abajo en un charco de sangre los dejo atónitos, con un grito retenido en sus gargantas de asombro.
Severus Snape seguía vivo, aunque apenas respiraba.
- ¡Fawkes! - grito Harriet, asustada.
El majestuoso fénix se manifestó en una ráfaga de fuego y calor y voló directo a los brazos de Harriet.
- ¡Fawkes, ayúdanos!, ¡Llora en el profesor Snape!, ¡Él también fue atacado por Nagini!
- ¡Severus, resiste! - grito Draco arrodillándose al lado del mago mientras Harriet ocupaba el lado libre.
El fénix obedeció la orden de Harriet, llorando por todas las heridas que Nagini infringió, evaporando el veneno y cerrando el tejido, parando el sangrado.
- ¿Cómo… como sigue vivo? - pregunto pálido Ron - El veneno… de Nagini… debió de matarlo…
Hermione, la más perspicaz de todos soltó un grito al ver un objeto resplandeciente en una de las manos del docente, Draco cogió el objeto, era un frasco ahora vacío, lo olio con cuidado.
- Antídoto contra veneno de anfibios… - revelo Draco - Snape cargaba el frasco con antídoto como medida extra de seguridad.
Los cuatro jóvenes magos vieron como las heridas desaparecían como si de magia se tratase del cuerpo del espía de la orden, pero había perdido mucha sangre.
- Gracias Fawkes - Harriet acaricio al fénix por su gran trabajo - El profesor Snape requiere atención médica urgente, aun su garganta está destrozada.
La pelinegra rasgo un pedazo de su propia túnica, la zona más limpia que pudo e hiso un torniquete al mago en la zona donde aún sangraba, el cuello, haciéndole abrir los ojos.
- Levitémoslo, está muy débil para una aparición - asesoro Hermione.
- Profesor, se pondrá bien - dijo Harriet a la par que ponía fuerza en su vendaje improvisado deteniendo el sangrado del cuello - Ya todo acabo… nunca más tendrá que hacer de agente doble.
El temible profesor Snape, tan pálido como una hoja no emitió palabra alguna, pero la siempre mascarad de frialdad que lo cubría comenzó a descascararse, rebelando a un simple humano adolorido, tan humano como cualquiera.
- Debe tener las cuerdas vocales destrozadas - dijo Draco - No diga nada padrino, o seguirá desangrándose.
Lo único que parecía tener vida en el hombre de eternas capas negras, los ojos, miraron a los jóvenes magos con gratitud y luego Snape, cansado, cerró los ojos, hundiéndose en la inconciencia
- Vamos con Madame Pomfrey ahora mismo - ordeno Harriet.
Draco levito a su padrino y con cuidado salieron del cobertizo rumbo al gran comedor que estaba siendo usado como enfermería improvisada para atender a los heridos.
- ¡Por Merlín!, ¿Quieres que ayudemos a Snape?, ¡Pero si él asesino a Dumbledore! - grazno incrédula McGonagall, al verlos levitar al mago lleno de sangre.
Harriet duplico una cama y Draco coloco con cuidado al actual director de Hogwarts.
- Yo también lo creí así, profesora - dijo Harriet con calma - Pero el profesor Snape solo siguió las ordenes de Dumbledore, le ordeno que lo matara cuando fuese el momento adecuado… mi abuelo estaba maldito, tenía menos de un año de vida a pesar de los brebajes que Snape le daba para alargar esa cifra… Dumbledore hiso planes secretos y entre estos estaba que Snape fingiera ser un espía de Voldemort hasta el final… pero en realidad fue fiel a la orden… siempre fue fiel a nuestro bando.
Harriet se acercó a la cama donde reposaba Snape, Madame Pomfrey ya lo estaba atendiendo sin escuchar razones para curarlo, ella era una medibruja, una profesional que curaba a quien estaba herido.
- Cuánto habrá tenido que pasar… - dijo Harriet tocando el brazo del director de Hogwarts - Cuan al límite debieron de estar sus nervios como para hacer creer a Voldemort, un experto en Oclumancia, que seguía fiel a sus filas… cuanta información falsa tuvo que proporcionar para ganarse su confianza… No es un traidor… Severus Snape es tan héroe como los que vinieron hoy a luchar por la libertad mágica.
Mas medibrujas traídas por elfos de Hogwarts llegaron al gran comedor para brindar apoyo y comenzaron a seguir las instrucciones de Madame Pomfrey, Harriet se alejó para poder darles espacio para trabajar.
- Potter - llamo Pomfrey - Tú y tus amigos dormirán hoy acá, no es una sugerencia sino un aviso… no necesito lanzarles un hechizo para ver que tienen huesos rotos y tejido dañado.
Harriet agradeció la preocupación y prometió volver… pero antes tenía algo que hacer y emprendió camino fuera del gran comedor donde se encontró con Hagrid, disculpándose por hacerlo llorar, pero el enorme hombre no la culpo y le informo que su hermano gigante había vuelto al bosque prohibido a lavar sus heridas en el lago oscuro.
- ¿No necesita atención medica? - pregunto preocupada Harriet.
- No de inmediato, sus heridas no son mortales… Los gigantes tienen una increíble capacidad de curación, Grawp estará bien… ahora todos estaremos bien - aseguro Hagrid con una sonrisa.
Harriet sonrió, sintiendo la gran era de paz que llegaba.
- Bueno, será mejor que me ponga a construir mi cabaña - anuncio Hagrit con una sonrisa – Sin ayuda de Dumbledore hay mucho que reconstruir.
Hagrid se embarcó a las orillas del bosque prohibido y Harriet le deseo suerte, despidiéndose del hombre que le había hecho conocer la magia, la pequeña pelinegra se retiró a un lugar donde podría ordenar sus pensamientos, lejos de las voces y voluntarios extranjeros, alejándose del castillo hacia el puente de piedra que había logrado soportar la lucha. Había partes destruidas y restos de estatuas que antes habían rodeado el castillo protegiendo con rigor al colegio.
- ¿Qué ocurre, Harriet? - pregunto Ron al ver a la pequeña bruja apoyarse en el destrozado puente, viendo el paisaje escoses.
Sus amigos la habían seguido, claro estaba, Ron, Hermione y Draco, se erguían cerca de ella, en silencio.
- Solo… solo disfrutaba la paz.
Los tres jóvenes magos notaron que Harriet tenía la varita de sauco, los curiosos Gryffindor no pudieron guardar silencio ni por un minuto sedientos por respuestas.
- ¿Por qué a él no le funcionaba la varita de sauco?, ¿Es por qué Snape sigue vivo? - pregunto Hermione.
- No… es porque la varita le partencia a alguien más - explico Harriet.
Harriet explico la lealtad de la varita del destino, no se regía a la muerte como todos creían erróneamente sino al amor, revelando que la vio brillar momentáneamente en los dedos de Draco la noche de la muerte de Dumbledore, y su abuelo también se había percatado de eso, por eso lo había elogiado, como si de una gran hazaña se tratase.
- ¿La varita de sauco me acepto como su amo? - pregunto incrédulo Draco, recordando levemente un pequeño ardor en su dedo anular, pero estaba demasiado asustado ante la idea de quitar una vida como para sentir dolor físico.
- A si es, por eso no le funciono a Voldemort, pero cuando lo desarme, la varita me acepto como nuevo amo… la varita de sauco es mía - declaro Harriet.
La información de la revelación peso como una carga física, pero antes de que alguien pudiera decir algo, Ron se adelantó, casi tropezando con sus palabras.
- ¿Qué hacemos con ella? - los ojos de Ron brillaban de emoción.
- ¿Hacemos? - cuestiono Hermione.
- ¡Es la varita de sauco!, ¡La más poderosa del mundo!... con ella, serás invencible.
Harriet miro la varita, tan inentendida, tan poderosa y peligrosa, creada por la misma muerte, entregada con engaños como cebo para presas; su primer hechizo con esta fue matar a Voldemort, su segundo hechizo fue curar su cuerpo herido y su tercer hechizo fue reparar su varita rota que guardo en su monedero encantando en forma de gato.
- ¡Quedo como nueva! - chillo Hermione al ver la antes destrozada varita - Sí que es poderosa la varita de sauco… no habrá hechizos imposibles que lanzar con esta.
- Invencible - saboreo nuevamente las palabras Ron.
Harriet le devolvió la varita que antes usaba a Draco, pues era el dueño original de esta.
- No quiero ser invencible - dijo Harriet - Quiero paz… y tener la varita de sauco en las manos me pondrá en constante peligros de tontos magos y brujas cegados por el poder al descubrir que el cuento de los tres hermanos es real.
La pelinegra cogió con fuerza la varita de sauco.
- Tus servicios ya no son requeridos, varita. Te libero.
Y sin más explicación, Harriet partió la varita en dos, provocando jadeos de impresión por parte de sus tres amigos.
- La… la destruiste - susurro Ron, incrédulo.
- Es lo mejor para todos - respondió Harriet - Una parte reposara con mi abuelo, eternamente a su lado… y la otra la ocultare en un lugar donde nunca llega el sol… un lugar secreto donde solo yo sabré la ubicación… no quiero que otro futuro señor oscuro se alce al poder con la ayuda de esta peligrosa varita.
Harriet espero algún reclamo por sus acciones, al no haberlas se dejó caer en un pedazo de puente destruido que uso como asiento, Draco espabilo y se acercó a su lado, sentándose cerca suyo, entrelazando sus dedos.
- Si… tienes razón, es lo mejor para vivir tiempos de paz - Draco acaricio con sus dedos el dorso de la mano de Harriet.
Ron y Hermione se sentaron al lado de la pareja.
- ¿Y ahora qué? - pregunto Hermione.
Harriet contemplo el horizonte mientras el viento jugaba con su despeinado pelo, el lugar era tan pacifico como un día sin escuela, como si jamás hubiera sucedido un enfrentamiento contra el ejército de Voldemort, aunque el estado actual del castillo lo delataba.
- Aboliré el estatuto del secreto mágico - declaro Harriet sin un ápice de duda.
Ron y Hermione giraron con rapidez sus cuellos para mirar a la pelinegra, Draco soltó la mano de la bruja.
- ¡¿Qué?! - gritaron los tres al mismo tiempo.
- Revelare al mundo la existencia del mundo mágico.
Se instauro un tenso silencio de cinco segundos antes de ser roto.
- ¡No puedes hacer eso!, ¡Va en contra del estatuto! - chillo Hermione.
- ¡El estatuto está hecho para protegernos! - grito Ron.
- ¡Todo mundo mágico te repudiara! - aseguro Draco, visiblemente preocupado.
Pero Harriet siguió mirando el horizonte, segura de su decisión.
- Es lo mejor… cada cierto tiempo se alza un señor oscuro, ¿Verdad?... como si fuese cíclico… ¿Qué tienen en común, que tienen de atractivo que reciben el apoyo de mucha gente mágica? La esperanza.
Sus amigos la miraban sin entender.
- ¿Esperanza?, ¿Gellert Grindelwald y Voldemort sedujeron al mundo mágico con esperanza? - pregunto Hermione sin comprender.
- Así es, la esperanza de un cambio, Voldemort era un cambio en el sistema de magia, uno malo claro está, pero un cambio desesperado que quería la población mágica.
La pelinegra se levantó de su asiento improvisado, para poder ver a los ojos a sus tres amigos aun sentados.
- Si no abuelo el estatuto del secreto mágico… es posible que nuestros hijos y los hijos de sus hijos enfrenten al próximo señor oscuro… Debemos cambiar el sistema instaurado desde hace ciclos… ya no es funcional, tiene muchas fallas para seguir sosteniéndose… Los magos, brujas y criaturas mágicas están cansado de ser extranjeros en sus propias tierras, están cansados de esconderse y cuando ven a un mago prometiéndoles un cambio les creen… ¿No están ustedes también cansados del secretismo mágico?, ¿De volver a Londres en una estación deteriorada y abandonada?
Las palabras de la pelinegra tenían fundamentos sólidos, nadie podía refutar tan revolucionaria idea.
- Te odiaran - aseguro Hermione.
- Solo al principio - respondió Harriet.
- Tendrás cientos de opositores - declaro Ron.
- Y millones de aliados - recordó Harriet.
- Te querrán enviar a Azkaban - refuto Draco con un brillo de miedo en sus ojos.
- No si uso el estatus de celebridad que no pedí… y el estatus que ahora tendré por haber matado a Voldemort, salvadora de mundo mágico por segunda vez.
Nadie más hablo por unos minutos.
- Hablas en serio… realmente en serio - dijo Draco alborotándose el cabello, un tic nervioso que había cuando estaba preocupado.
- Muy en serio - respondió Harriet.
- Creí… creí que querías ser auror - dijo Ron, recuperando el color en sus mejillas - No ir en contra del sistema mágico.
- El sistema está mal, no vale la pena esforzarse por algo roto; somos la nueva generación que tomará las decisiones importantes, la sangre nueva de la sociedad mágica que fluirá por años, debemos cambiar tal como el siglo que viene en camino… ¿Estarán conmigo trayendo verdadera paz durable al mundo mágico?
Draco fue el primero que se acercó a la pelinegra.
- Así vallas a la luna, no te dejare sola, eres mi corazón Harriet Potter.
Y como para sellar tal declaración, Draco beso el dorso de la mano de Harriet.
- Arggg, ¡Deja de hacer eso Draco o vomitare! - grito Ron, asqueado de su muestra de cariño.
- Oh, sí comadreja, como si tu no tuvieras a Hermione; solo que yo soy más Gryffindor que tú y no me da miedo expresar mis sentimientos… ya no.
- ¿Qué dijiste rubio mal teñido? - grazno Ron.
- Ya basta, chicos - ordeno Hermione - Y yo que creí que tiempos pacíficos y aburridos recaerían en nosotros hasta marchitarnos… supongo que mi mejor amiga aún tiene mucho que dar al mundo.
Harriet sonrió hacia la intelectual bruja.
- El cambio hacia un nuevo sistema será más fácil porque mi mejor amiga se convertirá en ministra de magia, que suerte tengo.
- Puedo apoyar tu candidatura Hermione, los recursos económicos no deberían ser un problema… - pensó Draco en voz alta.
- ¿Hablan en serio?, Ni siquiera hemos terminado la escuela… que está destruida, por cierto - dijo Ron.
- Una donación con todo lo que se recaudó de la venta del cuerpo del Basilisco debería ayudar a una rápida reconstrucción - propuso Harriet - Debemos terminar nuestra educación si no queremos dar de que hablar a los futuros opositores que tendremos.
- Hay que empezar ya con las propuestas de leyes a derogar y leyes que implementar - Hermione prácticamente brillaba de emoción al pensar en un mejor futuro - ¿Cuándo planeas anunciar los cambios, Harriet?
Y mientras Ron se preparaba mentalmente para acompañar en su nueva aventura ahora en contra del viejo sistema del mundo mágico, no pudo evitar pensar que preferiría volver a montar un peligroso dragón a meterse en contra de su mejor amiga pelinegra y su intelectual novia… esas brujas tenían la capacidad para cambiar el mundo a fuerza de tesón. De lado miro a Draco, buscando apoyo para parar esa locura, pero el rubio mago estaba demasiado ensimismado dentro de su cabeza, trazando nuevos planes para proteger a su pareja.
- Que locura… tiempos difíciles nos esperan - dijo Ron sobándose la cara de frustración, él solo quería descansar y vivir en paz, luchar para cambiar el mundo.
- Difíciles sí, pero correctos… vale la pena luchar por ellos - dijo Harriet quien escucho su queja, dándole una sonrisa tranquilizadora - Estaremos bien porque buscamos paz, así que menos quejas esposo de la futura ministra de magia… hacemos esto por tus hijos y los hijos que nacerán libres en una mejor sociedad mágica.
El pelirrojo se sonrojo, Draco no pudo ocultar su vergüenza al escuchar la palabra hijos.
- Mi madre quiere que tengamos al menos siete, Harriet…
Y así, en medio de la destrucción de Hogwarts, cuatro jóvenes magos decidieron que lucharían por una paz perpetua, hablaron de propuestas, lanzaron ideas, refutaron viejas creencias, calcularon tiempos posibles de adaptación, pensaron en que conocimientos médicos podrían compartir, como poder proteger a las criaturas mágicas en caso que el hombre quiera corromper los santuarios mágicos, pensaron en los futuros problemas y brillantes soluciones, todos aportando ideas… cuatro jóvenes magos soñando con la paz.
Llevar las ideas abstractas a la realidad fue lo más complicado del meollo, plasmar del mundo de las ideas conceptos utópicos de integración fue casi como magia: hacer algo de la nada.
La noticia de la heroína de guerra que quería cambiar el mundo mágico aboliendo el estatuto provoco que la población mágica se dividiera en dos, unos la apoyaban y otros la veían con miedo.
Harriet paso su séptimo año en medio de estudios y conferencias explicando sus planes, ofreciéndose como puente entre mundo mágico y muggle, prometiendo seguridad a cada ser mágico.
- Las cosas ya no son como antes… nadie me quemaría hoy si digo que soy una bruja - aseguraba la pelinegra a la prensa.
Pronto todos los mestizos siguieron su ejemplo, cada familia muggle con descendencia mágica sabia del secreto de los magos, había una importante cantidad de personas no mágicas conocedores mudos y muchos squib que, aunque no tuvieran magia fueron importantes números a favor de la comunidad mágica y es que para ganar terreno en la sociedad debía de empezar por el núcleo mismo que la conformaba: La familia.
Y valla que había cada vez más nacido de muggles que apoyaron a la causa, en todo el mundo.
El camino a la compresión y el entendimiento fue pavimentado gracias a las familias de quienes antes fueron cazados. Dulce ironía, los mismos magos y brujas repudiados por Voldemort fueron la pieza central en la unión de ambos mundos.
El hijo del primer ministro muggle fue un gran aliado de Harriet en medio de la transición, asegurando que la cooperación mágica había existido desde el principio del tiempo, pero se mantuvo oculta por discreción y miedo.
- No podemos vivir por más tiempo ocultos - declaraba Harriet en las ruedas de prensa muggle - Debemos romper el ciclo del odio… acéptennos, déjennos caminar a su lado, no causaremos problemas, ¡Juntos podemos ayudarnos mutuamente!
El camino para la aceptación de ambos mundos tomo muchos años, años donde Harriet estuvo en medio de marchas, reuniones, asambleas, acuerdos, años donde gracias a sus esfuerzos continuos los muggles aceptaron a los magos y la gente mágica acepto a los muggles, años donde Hermione se convirtió en ministra de magia, Ron su mano derecha, Draco el apoyo donde se refugiaba cuando el peso del mundo era demasiado, años donde sus amigas se convirtieron en madres, años donde hablaron halagos y pestes de la pelinegra, años de detractores y aliados mundiales… días donde parecía que los avances retrocedían y días donde todo parecía ir viento en popa, implementaciones de sistemas que protegieran a ambos mundos, reuniones con líderes de los gremios mágicos, aboliciones de clasificaciones y estigmas de criaturas para una mayor igualdad mágica, reuniones con las casas antiguas del mundo mágico para revisión de anomalías o propuestas, reuniones que podía durar un par de horas o días enteros donde no se llegaban a acuerdos.
- …Tengo miedo de estar perdiéndola - susurro Lavender a nadie en particular, quien después de ser mordida por Greyback se había convertido a fuerza de pulso y habilidad en la líder la manada de hombres lobo de reino unido.
- ¿Hay algún miembro de tu manada desaparecida? - pregunto con rapidez Harriet.
- Tengo miedo de perderte, cariño… te la pasas trabajando siempre… no sueltes mi mano.
- ¡Es mi chica mujer loca, no tuya! - gruño Draco, quien siempre estaba al lado de Harriet como fiel esposo.
- Tu esposa, Draco - suspiro Harriet, contenta porque nadie más tenia percances con los muggles, ningún reporte de odio que manifestar.
- ¡Exacto! - grito Draco triunfal - ¡Mi esposa, así que déjala en paz!
La boda de Draco y Harriet fue sin lugar a dudas un viento fresco en medio de tantas tensiones y miedo a lo desconocido, a pesar que Harriet hubiera deseado una ceremonia pequeña e íntima, no pudo cerrar las puertas a sus aliados mágicos y muggles… aunque la pelinegra adoro ese día por unir su vida con el hombre que amaba, también lo uso como muestra de la igualdad del amor: brujas y magos amaban igual que los muggles.
Desde ese día la balanza hacia la equidad de los mundos se movió a su favor, bruja casada que sonreía para mostrar que en realidad todos eran iguales.
- Debo hacer que la relación funcione, amigo mío…. No te confíes porque estas casado… eso no te asegura nada - Theodore expreso sus palabras con concentración mirando a Draco, estaba presente en la reunión como único representante de la antigua casa Nott, donador de tierras para reservas mágicas de centauros y hombres lobo - La rutina no debe apagar nuestra relación… no debes tener miedo a tener hijos. Míranos a Lavender y a mí, mis hijos son preciosos… no puedes arruinar nuestra relación con Harriet… no quiero consolarte y escuchar tus canciones tristes.
- Tu no formas parte de nuestra relación, Theo… - volvió a gruñir Draco.
Harriet se rio, las reuniones eran cansadas pero muchos de sus amigos se estaban convirtiendo en los líderes de su rubro, Parvati le traía noticias de lo que ocurría en el mundo convirtiéndose en la mejor periodista de la época, Fay se convirtió en magizoologa y velaba por el interés de las criaturas mágicas, Neville creaba santuarios para las plantas mágicas y capturaba las más peligrosas encerrándolas en su vivero personal, el ejercito de Dumbledore había mutado para convertirse en piezas claves de la paz liderados por Luna, patrullando el mundo y la orden del fénix renació como los nuevos encargados de mantener el orden en los dos mundos, policías mágicos reemplazando a los Aurores, con un nuevo sistema venían nuevos títulos.
De entre tantas películas que Elise le había hecho ver a Harriet cuando era una adolecente, siempre se había sentido fascina con Pocahontas y no precisamente por el carismático John Smith, sino por las lecciones de la abuela sauce, el cómo las ondas del agua nacían tan pequeñas al principio, pero luego crecían abarcando todo a su paso. Harriet había empezado con el cambio y año tras año este se volvía más exponencial, los muggles, en especial los jóvenes veían con admiración a cada ser mágico, jóvenes que aún no habían sido corrompidos por pensamientos limitantes ni miedos sin fundamento. La transición hacia la convivencia de los dos mundos había iniciado difícil, tan lenta como el andar de un caracol, pero con los años había ido creciendo, no había lugar en el mundo donde no se sabía de la existencia de la magia.
- Es como si los muggles hubieran descubierto los aliens… es un pensamiento bastante cerrado, demasiado limitado si lo pensamos bien… dentro del universo apenas y somos visibles - repetía Hermione cuando las reuniones con muggles acababan - El hombre debe madurar.
Años pasaron, nuevas generaciones nacían, viejas morían y jóvenes maduraban, más niños mágicos nacían de familias muggles, más escuelas mágicas se aperturarón en cada país y hasta las criaturas mágicas parecían más libres con más santuarios, notando el cambio mundial. Muggles y magos compartieron conocimientos médicos, científicos, arquitectónicos; los bares que antes solo se verían en cuentos de J. R. R. Tolkien invadieron las calles en todas partes del mundo y cuando Harriet vio por fin los frutos de sus esfuerzos, lo entendió todo al fin: la magia era lo que la sociedad muggle necesitaba para estar completa, las guerras y la avaricia habían casi desaparecido, el espacio insatisfecho de las grandes capitales había sido llenado por maravillas… la magia nació como el espíritu de la sociedad, ocultarla había sido como una sentencia de muerte, la magia era agua y la civilizaron había estado por siglos sedienta. Las ciudades dejaron de ser gris para convertirse en espacios donde reinaba el verde.
“Ay, abuelo… como quisiera que puedas ver esto”, pensó Harriet limpiándose las traicioneras lágrimas de nostalgia que se le escaparon de los ojos, la pelinegra se encontraba en el mirador de Londres mientras un dragón entrenado tiraba de una canastilla llena de personas que reían de emoción, “Te habría encantado”
- ¿Harriet?, ¿Estas bien?
Harriet giro hacia la voz masculina que conocía tan bien, su esposo Draco la veía con preocupación.
- ¿Necesitas algo?, ¿Tienes algún antojo?, ¿Quieres que volvamos a la mansión?, ¿Podrás soportar una aparición en tu estado?
La pelinegra se río, su marido la trataba como un verdadero tesoro, siempre atento a sus necesidades.
- Estoy bien Draco, ¡Apenas tengo tres meses de embarazo!
- Tres fantásticos meses - Draco acaricio el vientre de Harriet, apenas y si había cambiado alguno - No puedo esperar otros seis... siento que me volveré loco... ¿Seré un buen padre?, ¿Mis hijos me querrán?, ¿Serán niñas o niños?... ¿Te comenté que mamá quiere siete nietos?
- ¿Y qué tal doce? - Harriet le lanzó, una mirada cómplice a su esposo.
-Hacer... doce...
El apuesto mago rubio se ruborizo con rapidez, pensando el peso de las palabras de su esposa.
- Doce... doce bebés... doce... Doce lindos bebes... doce...
Harriet rio por su rostro enrojecido, solo bromeaba con su marido un poco cansada por las quejas de Narcisa acerca de lo mucho que se dedicaba a la paz del mundo, pero nada a darle nietos.
Y Draco hizo lo único que pudo ante las sonrisas encantadoras de su esposa y la gran cantidad de familia venidera: Se desmayó.
- ¿Draco?, ¡Draco, es un chiste!, ¡No puedes desmayarte aquí! - grito Harriet intentando despertar al apuesto mago.
-Hacer... ce...- susurro ido Draco.
La hermosa bruja pelinegra dejo de intentar despertar a su esposo, lo acomodo en su regazo y siguió admirando el paisaje que jamás creyó presenciar, un grupo de visitantes la reconoció, pero en lugar de tomarle fotos, respetaron su privacidad limitándole a sonreírle. Harriet les devolvió la sonrisa, amando como también la gente habían cambiado para bien, era una figura pública, pero respetaban su distancia como si del papa se tratase.
- Esta vez la paz durará por muchas décadas - afirmo Harriet a nadie en particular.
Y aunque Harriet no era profeta, el panorama pacífico aseguraba sus pensamientos.
Notes:
Último capítulo del séptimo libro querido humanitos… pero no desesperen, que aún falta el epilogo
Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Chapter Text
El primero de setiembre llego con rapidez y nervios para los novatos magos y brujas de once años, como era tradición una nueva etapa escolar comenzó en Hogwarts, la mejor escuela de magia del país, Severus Snape había renunciado al puesto de director para retirarse en busca de paz que como espía se había privado cediendo el puesto a la bruja McGonagall, esta había llevado al colegio a fuerza de trabajo duro y competitividad a liderar el modelo de educación mágica.
- ¡Con permiso!, ¡Con permiso, nos hacemos tarde!
Familias de magos pedían permiso para transitar entre muggles curiosos que cada año rodeaban la estación de tren, la entrada de la plataforma seguía siendo exclusiva para gente mágica, pero la antes abandonada estación de tren había cambiado a mejor, creando negocios donde magos y muggles podían comprar suvenires de Hogwarts y dulces mágicos de Hogsmeade, el primero de setiembre era como navidad para los comerciantes de la estación: muchos compradores, muchas ventas.
- Con permiso por favor - pidió con amabilidad una mujer de pelo negro y ojos verdes, llevaba lentes, pero no había cristal alguno - Niños, no se separen.
Como si de Moisés se tratara abriendo el mar rojo, el cumulo de personas cedieron paso a la reconocida figura pública abriéndose en dos grandes partes, dejando espacio suficiente para que la reconocida fémina transite sin problemas.
- ¡Es Harriet Potter!
- ¡La niña que vivió!
- ¡La revolucionaria!
- ¡La que venció a la muerte dos veces!
- ¡La unificadora!
- ¡La gran madre mágica!
Harriet miro a la audiencia, muggles y padres primerizos con hijos de once años y les dio una sonrisa amigable, ganándose gritos de admiración como si de una súper estrella se tratase. La sociedad siempre le había clasificado con títulos desde que era una bebe, pero sin lugar a dudas el título que más le gustaba era la de gran madre mágica, y no era para menos pues resulto que Draco y Harriet eran tan compatibles como pocas veces se ve, sus genes se acoplaban de tal forma que la descendencia numerosa estaba asegurada, superando a los Weasley.
Harriet solo había bromeado acerca de la posibilidad de tener doce niños, pero el destino como siempre tenía sorpresas para ella, la broma casi se hiso realidad.
Justo cuando sus amigos y familiares se estaban preocupando por ausencia de niños en su matrimonio, nacieron las traviesas trillizas, callando cualquier comentario desdeñoso de la sociedad, las medibrujas aseguraron que debido a lo compatibilidad con Draco ella siempre tendría más de un bebe en su vientre. Y vaya que no se equivocaron.
Con el nacimiento de las trillizas Harriet había insistido mudarse a la casa de Elise, lugar campestre lleno de plantas y silencio urbano, llamaron a las niñas Lily, Narcisa y Elise, en honor a sus abuelas y a pesar de que las trillizas eran idénticas como gotas de aguas, sus personalidades no podían ser más diferentes: Narcisa había asumido el papel de hermana líder al ser la mayor, Lily era la niña más delicada del mundo y Elise siempre hacia payasadas para divertir a la familia.
Tres años después cuando nacieron los gemelos James y Lucy, el matrimonio Potter-Malfoy creo habitaciones extra en la casa, pero la hermosa casa de campo de Elise comenzaba a sentirse un poco pequeña para la numerosa familia, los padres de Draco ofrecieron su mansión como lugar ideal para que los niños crecieran y jugaran rienda suelta, Draco dudo, tenía malos recuerdos de sus años vividos como adolescente en ese lugar, pero sus hijos desconocían del oscuro pasado de la mansión, por lo que la oferta era tentadora, pues al haber tanto espacio Winky, la esposa de Kreacher podría criar con soltura de espacio a su pequeño hijo elfo, actualmente compartían habitación lo cual sería un inconveniente cuando él bebe elfo crezca.
Al escuchar que él bebe elfo se llamaría Dobby en honor al elfo más valiente del mundo, Harriet lloro toda la noche.
Dos años después cuando Harriet volvió a embarazarse la familia entera, incluido Kreacher, Winky y su pequeño hijo Dobby se mudaron a la mansión Malfoy, ya no había duda ni discusión alguna respecto a esa decisión, los nuevos integrantes del matrimonio fueron los cuatrillizos, nombrados Regulus, Sirius, Severus y Albus.
Todo el horror vivido en la mansión fue limpiado con las risas y travesuras de los pequeños magos y brujas, Narcisa, la mayor de las trillizas encabezaba las bromas, Elise daba ideas para volverlas divertidas, Lily siempre estaba atenta con un botiquín de primeros auxilios, James era demasiado tímido para integrarse a los juegos por lo que siempre debía ser jalado por sus hermanos menores Regulus y Sirius para unirse a los juegos, Lucy supervisaba a todos como si de un halcón se tratase dispuesta a atacar a quien se atreviera a dañar a su hermanos, Albus obligaba a Severus a dejar de leer para jugar. No había día en que la mansión estuviera en silencio, con la fortuna Potter-Black y Malfoy los niños vivían con gran libertad económica.
Draco Malfoy paso a ser sinónimo de virilidad masculina, el hombre adoraba el título y se regocijaba en él.
- Basta, Draco, ¡Pareces un pavo real! - se quejaba Harriet de la postura de Draco con la prensa.
- Querida, nuestros niños son el sinónimo de que fuiste hecha para ser mi esposa, mi compañera de vida, la magia te creo para mí, no puedes evitar que me regocije con cada hijo que me das… Además, fuiste tú quien dijo que tendríamos doce, aun no logramos ese número, pero no estamos mal… nueve niños en ocho años.
- Draco Malfoy, no soy una incubadora humana, ¡Solo estaba jugándote una broma!, ¡Nunca tendremos doce niños!
Pero menos de un año después Harriet había dado a luz a las gemelas Estela en honor a los Malfoy y su costumbre de llamar a sus hijos como estrellas y Magnolia nombre de una hermosa flor blanca en memoria de Lily Potter.
Los padres de Draco fueron los que más se beneficiaron del legado mágico de su hijo, era como si las creencias de sangre pura con la cual habían crecido, luchado y defendido se esfumaran con el nacimiento de cada nieto. Los ahora abuelos Malfoy parecieron florecer: Lucios se veía lleno de energía con una sonrisa orgullosa en la cara, siempre con dulces en sus bolsillos y Narcisa amaba quedarse con los niños, siendo parte activa de la crianza, en especial cuando los padres estaban muy ocupados en reuniones como para llegar a casa temprano; los niños aprendieron a amar a sus abuelos y cuando los juegos se acababan siempre buscaban a los magos mayores como bebes patitos, siguiéndoles a todas partes.
La mansión Malfoy nunca se había sentido más llena de vida, siempre había bulla, risas, ocasionales llantos y peleas, paredes pintadas de ala a ala, estallidos de magia accidental, pero al final del día todo estaba bien.
Se habían acostumbrado a vivir caóticamente, a amar a cada integrante de la familia, por eso, cuando las trillizas cumplieron once años, toda la familia se encontraba caminando con prisa hacia el andén 9 ¾
Era hora de abordar un tren con rumbo a Hogwarts.
Todos cruzaron la entrada secreta que separaba la estación llena de muggles curiosos rumbo al tren escarlata, Harriet lidero la marcha ayudando a llevar el carrito de Lily, Draco se hallaba en el medio explicando que no debían temer ser golpeados por la pared pues solo era una fachada y los abuelos Malfoy iban detrás de los niños vigilando que nadie se quede atrás y Kreacher, Winky y Dobby resguardaban los lados, los elfos habían insistido en despedirse y Harriet los había traído sin dudar, eran parte de la familia.
- ¿Estas bien, Lily? - pregunto Harriet a su delicada hija que dejo de avanzar mirando la pared de ladrillos rojos que habían atravesado.
- Si mamá, pero… ¿A qué hora vendrán todos?
Harriet acaricio el rostro de su hija de corazón bondadoso, siempre velando por el resto.
- Vendrán pronto, descuida, caminemos.
Harriet saludo a sus amigos ahora padres de familia que al igual que ella, acompañaban a sus hijos a un nuevo periodo escolar, hasta reconocer una familiar cabellera.
- ¡Risos! - grito con alegría Harriet llamando a su amiga.
- ¡Cariño! - respondió alegremente Lavender mientras avanzaba con rapidez hacia Harriet dejando a sus hijos atrás, no se preocupó porque se pierdan en medio de la multitud de familias, tenía un excelente olfato como mujer lobo y su esposo Theodore estaba detrás de estos, cuidándolos - Cariño, hace días que no te veía, ¡Dame un gran abrazo!
Las mujeres se abrazaron, Harriet había elegido a Lavender como madrina para sus mellizos, para las trillizas su primera opción fue Hermione, esta acepto sin importar lo ocupada que estaba con su trabajo.
- Si quieres que te rescate y te lleve conmigo guiña dos veces - susurro Lavender a la pelinegra haciéndole sonreír.
- Escuche eso - Draco intervino, alcanzando a Harriet, cargando a Magnolia, su última hija, tenía dos años y amaba dormir.
- Me encanta tu olor… mis sentidos del olfato aumentaron ahora que soy mitad mujer loba - dijo Lavender ignorando a Draco, olfateando el cuello de la pelinegra, haciéndola reír por las cosquillas que su respiración le provocaba.
- YA PARA - grito Draco separándola de su esposa.
- Fue mía antes que tuya - se quejó Lavender, con los brazos cruzados haciendo un mohín de disgusto.
- ¿Qué? - rugió Draco
- Que fue mi amiga antes que ser tu esposa… rubio - Lavender sonrió con todos sus dientes, tenía los caninos más grandes ahora que era licántropa.
- ¿Por qué siempre que se encuentran pelean? - cuestiono Harriet.
Lavender siempre canturreaba que salvaría a Harriet de las garras del dragón Draco, ya sea en reuniones internacionales o cuando se veían en la privacidad de sus casas, ocasionando ataques de celos de Draco.
- Porque amo la diversión, lo sabes cariño… - se defendió Lavender guiñándole un ojo.
- Si, si lo sé - suspiro Harriet.
Theodore llego con sus dos niños para frenar a su peculiar esposa.
- Belleza, sabes que molestar a Draco es asunto mío, ¿Debo patentarlo?
Freno a su esposa para poder molestar a su mejor amigo con soltura no sin antes saludar al matrimonio Potter-Malfoy y a los números niños del matrimonio, el caso de mayor número de hijos mágicos del siglo.
- Abuuuu - corrieron Regulus, Sirius y Albus detrás de su abuelo Lucios - ¡Dulces de contrabando!, ¡Dulces de contrabando!, ¡Nos estamos quedando sin energías!
- Nunca se quedarían sin energía a esta edad - repuso Severus Snape salido de la nada.
- ¡Padrino Snape! - corearon con alegría los niños.
Y corrieron a abrazar al estoico hombre que aun vestía de túnicas negras.
- Severus, que alegría verte, ¿Qué te trae por aquí? - dijo Lucios saludando a Snape con un apretón de manos.
- Es primero de setiembre, debía de despedirme de las trillizas con propiedad - respondió con simpleza Snape.
Draco y Harriet se apresuraron a saludar al mago de eternas túnicas negras, platicando de asuntos triviales hasta que Draco se dio cuenta que Lucios comenzó a sacar dulces de su bolsillo encantando donde alojaba los bocaditos de contrabando.
- Papá… - suspiro Draco frotando sus sienes con la mano que no cargaba a su hija - Aun no han almorzado, no más dulces hasta la comida, Kreacher y Winky prepararon algo especial, no arruinemos el apetito de los niños.
- Winky preparo un postre danzante, pero deben acabar primero su almuerzo - dijo Kreacher, intentando apoyar a Draco - Se ve delicioso, Kreacher espera con ansias comer el postre.
Sirius, Regulus y Albus dejaron de pedir golosinas de Lucios, sus ojos brillaban de emoción por probar el postre sorpresa de Winky.
- Kreacher, eres un excelente encantador de niños - elogio Lucios.
- Kreacher solo quiere ayudar a su familia - respondió el elfo.
- Y lo haces de maravilla - fue el turno de Narcisa de elogiar al elfo - Aunque Winky no se queda atrás.
La elfa se sonrojo por el halago y se escondió detrás de su esposo, aún tenía problemas con ser felicitada, la adulación no era lo suyo.
- ¡Ahí está la tía Hermione! - chillo con entusiasmo Elise, señalando a la bruja que estaba metros delante, despidiéndose de su hija Rose.
Ciertamente el matrimonio Weasley se encontraba presente ese día, Hermione abrazaba con fuerza a su pequeña hija Rose y Ron lloraba mientras se despedía.
- Cuídate del lazo del diablo… y de los chicos, cuídate de pociones… y de los chicos, no sueltes tu escoba en clases de vuelo o podrías lastimarte, ten cuidado con encantamientos… y con los chicos.
- ¡Basta, Ron!, nuestra pequeña va a estudiar no a meterse en una jaula con chicos salvajes - gruño Hermione en voz baja para no asustar a su hijo menor.
- ¡Los chicos son tan peligrosos como criaturas salvajes!
- Ron… tu eres un chico.
- ¡Por eso mismo!
Rose rio ante la actitud de sus padres, cuando vio a las trillizas las saludo con la mano y una gran sonrisa.
- ¡Vamos con Rose en el mismo vagón! - ordeno Narcisa, liderando a sus hermanas.
Decir esas palabras hiso que todos los hijos del matrimonio Potter- Malfoy se pusieran tristes, el alejamiento debido al internado era inevitable y los pitidos del tren avisaban que era hora de abordar.
- No quiero que se vayan… - lloro James.
- ¡Pueden estudiar en casa! - gruño Lucy, su melliza, molesta por ver a su frágil hermano llorar.
- Lucy, dentro de tres años tú y James también irán a Hogwarts, la educación mágica en ese colegio es la mejor del país… estudiar en casa no es una opción - dijo Harriet, intentando razonar con su sobreprotectora hija de ocho años.
- Además sus hermanas volverán para pasar las fiestas en la mansión - consolaba Draco a los niños que estaban aguantándose las ganas de llorar, en especial Lucy y Severus, podían ser duros por fuera pero realmente eran blandos por dentro.
- ¡Pero las extrañare mucho! - se quejó Severus.
- Pueden escribirles cartas todos los días - sugirió Narcisa.
- ¡No es lo mismo! - coreaban al mismo tiempo Sirius y Regulus.
- Niños, no hagan tanto escándalo o despertaran a su hermana menor - se quejó Draco, acunando a Magnolia, quien pese a todo el ruido seguía dormida.
Lucios Malfoy acunaba a Estela, quien a pesar de estar despierta no lloraba, solo balbuceaba sin entender el escándalo y el por qué sus hermanos estaban tristes.
Cuando el chofer del tren anuncio nuevamente que pronto partirían, los ocho hijos del matrimonio Potter, incluidas las niñas de dos años Estela y Magnolia quien despertó, se pusieron a llorar.
- ¡No se vayan!
- ¡No nos olviden!
- ¡¿Quién encabezara nuestras travesuras?!
- ¡Les escribiré, pero sino recibo respuestas iré por ustedes!
- ¡Narcisa!
- ¡Lily!
- ¡Elise!
Harriet suspiro mientras los Malfoy intentaban hacer que sus hijas e hijos dejen de llorar, Kreacher, Winky y Dobby ayudaron a consolar a los niños, una familia numerosa equivaldría también numerosos problemas y en esa ocasión llantos a todo pulmón.
- .... Cariño, parpadea una vez y te llevo conmigo - susurro Lavender a Harriet al ver la escena de llantos a moco tendido.
- Aléjate de mi esposa, mujer loca - gruño Draco.
Theodore rio a costas del sufrimiento de su mejor amigo.
- Oh, igual que en la escuela - festejo Theodore - Molestarte es tan divertido, no pasa de moda.
Draco le gruño al mago, quien más que su mejor amigo era su hermano… un hermano muy molestoso.
- Mamá…
La nombrada giro hacia Lily, quien se veía angustiada.
- ¿Qué pasa, Lily?
- Mamá, ¿Qué pasa si el sombrero seleccionador me aleja de mis hermanas? - Lily tenía los ojos brillantes por lagrimas contenidas - Hemos estado juntas desde que tengo memoria… ¿Qué hare si el sombrero me aleja de ella?, Narcisa y Elise son valientes, seguro que irán a Gryffindor, pero… pero yo no soy valiente… ¿Qué hare sin mis hermanas a mi lado?
Harriet vio miedo en la mirada de su bondadosa hija y se agacho para estar a su altura y poder verla a los ojos.
- Si el sombrero te aleja de tus hermanas harás nuevos amigos, mi querida Lily.
- ¿Y si nadie quiere ser mi amigo?, no soy tan fuerte como ellas, mamá… soy débil y miedosa…
- Quien ama es fuerte Lily, no conozco a otra niña de once años que ame con todo su corazón a sus hermanas que tú, al punto de nunca pelear con ellas… ni con tus otros diez hermanos, esa es una gran hazaña digna de hacer una estatua que diga “Lily, tiene once años y nunca peleo con sus hermanos”
La niña rio, tapándose la boca con la mano, un gesto delicado que imito de su abuela Narcisa y Harriet adoraba.
- No puedes dejar de ser tu solo porque tienes miedo, Lily… pero, escucha, si de verdad te importa tanto puedes escoger Gryffindor y seguir a tus hermanas, el sombrero toma tu elección en consideración.
- ¿De verdad? - pregunto con ilusión la niña.
- De verdad - sonrió Harriet.
¡Todos a bordo!, se escuchó como el chofer del tren llamaba a los últimos pasajeros.
- ¿Lista? - pregunto Harriet a su hija.
- Todavía no…
Lily abrazo con rapidez a Harriet y esta la envolvió en sus brazos, sintiendo tanto amor por su retoña tal como el día que nació.
- Lista - dijo Lily al separarse de su madre.
La niña sonría y Harriet estaba segura que lloraría toda la noche… pero debía sonreír hasta el final, sus trillizas debían llevarse un recuerdo feliz de su madre, ya sus hijos estaban derramando lágrimas por todos.
- ¡Lily! - llamo Narcisa, la hermana mayor - ¡Vámonos ya!, ¡Rose nos está esperando en el vagón!, ¡Se llenará si no nos apresuramos!
- ¡Ya voy! - respondió Lily jalando su baúl, siguiendo a Elise que la esperaba en la puerta del tren.
Las trillizas se instalaron en el vagón con vista directa a sus padres, las tres sonreían mientras se despedían de la familia entera, agitando sus manos con entusiasmo y gritando despedidas al mismo tiempo
- ¡Adiós abuelos!
- ¡Nos vemos pronto mamá y papá!
- ¡Adiós James, Lucy, Sirius, Regulus, Severus, Albus, Estela y Magnolia!
- ¡Adios Kreacher, Winky y Dobby!
- ¡Cuídate tío Snape!
- ¡Ahora Lucy dirigirá las travesuras!
- ¡Espero que hablen mejor cuando regresemos, Estela y Magnolia!
- ¡Sev, deja de leer tanto y diviértete!
- ¡Albus, cuida de James y Sev!
- ¡Mami, te quiero!
Harriet sintió que su sonrisa se quebraba y estallaría en llanto en cualquier momento.
- ¡Papi, que tía Lavender no te quite a mamá!
Pero las bromas de Elise le arrancaron la tristeza mientras Draco suspiraba con cansancio.
- Por culpa de esa mujer loca ya mi hija no me respeta…- se lamentó Draco.
La familia entera se rio del comentario del rubio mago.
El tren comenzó a alejarse, los niños y niñas abordo se despedían de sus padres moviendo las manos de forma vigorosa, Ron y Hermione se pusieron a llorar mientras su hijo Hugo suspiraba con hastió por lo melodramáticos que podían llegar a ser, Lavender y Theodore se despedían de sus hijos con sonrisas y besos volados, los abuelos Malfoy ocultaban sus lágrimas con encantamientos, James, Lucy, Sirius, Regulus, Severus y Albus se despedían con lágrimas vivas, Harriet y Draco se abrazaron, dándose mutuo apoyo pero teniendo cuidado de no aplastar a Magnolia.
- Sabia que este día iba llegar… - dijo Harriet con voz quebrada.
- Pero aun así duele demasiado su partida - completo Draco, con voz quebrada.
- Oh sí, es como si te arrancaran un pedazo del corazón - dijo Lucios mirando el tren.
- Y se fuera a bordo del tren… - termino la frase Narcisa, secándose una lagrima con su pañuelo - Sientes que te mueres por dentro, pero esa es la ley de la naturaleza… dolerá menos a medida que crezcan… al menos las tres niñas se cuidarán entre sí. Cuando mi Draco se fue a los once llore toda la noche.
- Es por eso que me niego tener desherencia, demasiado dolor para un corazón vivo – aseguro Snape.
- Creo que lloraré toda la semana - declaro Harriet, parpadeando para no llorar en la estación.
- Lloraremos - corrigió Draco.
El tren se alejó llevando a bordo a la nueva generación de niños mágicos, comenzando a volverse pequeño en el horizonte.
- Les escribiré todos los días… ¡Empezare ahora mismo! - prometió Severus dejando de llorar.
- Buen plan - elogio Snape.
- ¡A casa, todos les escribiremos! - ordeno Lucy, asumiendo el liderazgo de los hermanos.
- ¡A casa! - corearon los cuatrillizos.
- A casa - afirmo James, limpiándose las lágrimas del rostro.
- ¡Caaaasa! - gritaron las mellizas Estela y Magnolia, imitando a sus hermanos.
- ¿Tío Snape, tú también les escribirás? - pregunto James, cogiendo la mano de su abuelo.
- Oh, mejor que eso… les enviare un regalo - se jacto Snape.
- ¡¿Podemos mandar correspondencia?!- chillo Sirius, ilusionado.
- Claro que sí, amor; yo enviaba correspondencia a su padre interdiario en su primer año - informo Narcisa con una sonrisa.
- ¡Correspondencia!, ¡Correspondencia! - chillaron los cuatrillizos, incluido el reservado Severus.
Las familias mágicas abandonaron la estación, el matrimonio Nott se despidió de Harriet y Draco, el tren había partido y ahora apenas se podía ver su silueta al estar tan lejos, Lucios invito a Snape a tomar unas copas en su despacho a lo cual el mago de túnicas negras aceptó. Harriet vio que Hermione y Ron habían dejado de llorar.
- Siento que me muero - dijo Hermione a Harriet.
- Pues según mi suegra ese es un sentimiento bastante normal - dijo Harriet.
- Tu suegra es macabra - susurro Ron, pálido al enterarse que tendría que vivir con ese sentimiento por muchos años más.
Draco, quien se acercó a Harriet oyó el insulto y comenzó a pelear con Ron.
- Kreacher y Winky hicieron unos platillos especiales para reconfortar nuestro corazón roto, ¿Nos acompañan? – ofreció Harriet, intentando detener la pelea.
- Claro, pedí permiso en el trabajo porque sabía que este día dolería como un Crucio… pero subestime el dolor, esto duele más que un Crucio - dijo Hermione.
- Mi Rose…- seguía lamentándose Ron.
- Papá, aún estoy aquí, aun tienes un hijo - dijo Hugo - Como sea… mamá, iré con James.
Hugo corrió hacia James mientras le enseñaba sus cromos de la nueva colección de ranas de chocolate, James saco las suyas y comenzaron a intercambiar tarjetas.
- A veces creo que mi hijo me odia…
- Eso es porque malcrías demasiado a Rose - dijo Hermione.
- ¡Pero es una niña!, ¡Debo cuidarla del mundo!
- Corrección, no la malcrías, la sobreproteges…- riño Hermione.
Harriet rio ante el comportamiento de sus amigos quienes comenzaron a abandonar la estación, siempre discutiendo por pequeñas cosas, pero apoyándose mutuamente en decisiones cruciales.
- Harriet - llamo Draco, haciendo espabilar a su esposa - No te quedes relegada, vamos a casa.
La bruja se percató que eran los últimos en abandonar la estación, el tren estaba fuera del alcance visual, pero aun así Harriet se esforzó por ver lo que quedaba del tren.
- Buena suerte mis niñas, que tengan un fantástico primer año… cuídense mucho - susurro Harriet, un deseo lanzado al aire.
- ¿Dijiste algo? - pregunto Draco al no oírla bien.
Harriet sonrió negando con la cabeza, Draco cogió su mano, entrelazo sus dedos y juntos caminaron rumbo a la salida de la estación, sus padres y los elfos habían rodeado a sus niños para evitar perderlos en medio del cumulo de personas.
- ¿Quieres que cargue a Magnolia por ti? - se ofreció Harriet.
- No gracias, yo puedo, apenas pesa y ya se volvió a quedar dormida… además tú la cargaste por nueve meses en tu vientre, ¿Qué son unos minutos más en mi regazo?
La bruja de cabellera negra se rio.
- Oh, parece que tengo un esposo muy gracioso - elogio Harriet.
- Y yo tengo la fortuna de tener a la bruja más hermosa del mundo a mi lado.
Harriet se sonrojo con violencia, aun después de años de casados los cumplidos de Draco tenían ese efecto en ella, convirtiéndola en un tomate con piernas.
Draco comenzó a platicarle que debían de revisar la correspondencia de sus hijos e instarles a enviar objetos pequeños o su lechuza no podría cargar todos los paquetes, Harriet solo escuchaba asintiendo con la cabeza, sonriendo porque, aunque sentía que su corazón se desangraba aún tenía un esposo que la adoraba, ocho hijos que necesitaban de ella, una familia de elfos que cuidar, un presente donde la magia era aceptada y un futuro lleno de alegrías venideras.
Ya nadie corría escapando de la muerte, su vida no peligraba y ahora el mundo había cambiado para mejor, cada ser vivo exigía paz y eso no era negociable.
- ¿Harriet, me estas escuchando? - pregunto Draco al ver a la pelinegra metida en su mundo.
La bruja pestañeo regresando su atención a su esposo.
- Perdón querido, me distraje un momento.
Draco en lugar de molestarse por ser ignorado, sonrió.
- ¿Pensando en la paz? - pregunto Draco.
- Así es.
- Bueno, ya está aquí… no pienses más en ella, sino vívela.
Harriet sonrió con amplitud.
- Oh, parece que mi esposo no es solo gracioso sino también sabio.
- Puedo ser un poco de todo - se mofo Draco con el pecho inflado de orgullo.
Harriet río por las ocurrencias de su esposo, cogió con más fuerza la mano de Draco y se prometió ya no pensar de más, sino vivir el presente, que a fin de cuentas era lo único seguro en su vida.
- Te amo, Draco Malfoy.
- Y yo te amo más, Harriet Potter- Malfoy.
- ¡Mamá!, ¡Papá!, ¡Apresúrense! - grito Lucy, demandando velocidad.
- Esa niña heredo tu carácter - susurro Harriet.
- No, heredo el tuyo - se defendió Draco susurrando.
Riendo de manera cómplice, el matrimonio apresuró su andar para alcanzar a su numerosa familia y a sus amigos.
"Mamá, papá, abuelo, abuela... les habría encantado ver esto", pensó Harriet antes de arribar con sus hijos.
Los Malfoy, el matrimonio Potter- Malfoy, el matrimonio Weasley- Granger y la familia de elfos se embarcaron a la mansión Malfoy por una agradable comida en celebración por el primer año escolar de las trillizas.
- Papá se enamoró de mamá en su primer año... ¿Creen que algún niño nos quitara a nuestras hermanas? - preguntó James a nadie en particular.
- ... ¿Qué? - jadeo Draco, pálido ante esa posibilidad.
- Oh, no, ¡Mi Rose! - grito escandalizado Ron.
- Genial, un nuevo drama comienza...- susurró Hermione.
Harriet se rio mientras los hombres de la familia perdían la cabeza imaginando futuros escenarios donde las trillizas eran víctimas de niños descorazonados sin vergüenzas. La vida de Harriet Potter- Malfoy nunca sería aburrida y eso le encantaba.
Notes:
Este es el último capítulo queridos humanitos. Muchas gracias por leer mi historia por tanto tiempo, gracias por aguantar mis faltas ortográficas y mis actualizaciones tardías, este epilogo me resulto difícil de escribir, estaba un poco bloqueada toda la semana y por ende actualice tarde. Gracias a las personas que comentaron, no tienen idea lo feliz que me hiso leer sus mensajes, saber que les interesaba lo suficiente como para tener la delicadeza de escribir sus opiniones.
Este epilogo es el fin de nuestro maratón de las siete películas de Harry Potter, gracias por acompañarme hasta ahora.
Cuídense y sigan leyendo.
Gracias, gracias, gracias.
Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
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