Chapter 1
Notes:
Cada capítulo de esta historia puede contener muertes/asesinatos. Añadiré etiquetas antes de cada capítulo con las advertencias para no herir la sensibilidad de nadie.
Advertencia: muerte/asesinato, abuso/negligencia de menores.
Chapter Text
Llevaba teniendo 100 años desde hacía 20 años, ¿y por qué? ¿Por qué, qué persona en su sano juicio iba a creer que tenía 120 años cuando apenas aparentaba 70 años? Y no hablaba de 70 años con cojera y alzheimer. Harriet Potter no era cualquiera vieja chocha, oh no, sino alguien que había perdido el miedo al qué dirán. Desde que Voldermort había muerto había rehecho su vida, se había puesto a trabajar, se había casado, había tenido familia, se había jubilado… Había hecho todo lo que se suponía que tenía que hacer y luego lo que había querido. Aprendido todo y más.
Con el paso del tiempo cada vez era más fácil que le importara menos la opinión de los demás, ovejas que eran la mayoría de ellos. La verdad es que no era porque le importara que no le creyeran si decía que tenía 120 años. Decía que tenía 100 porque quedarse con la gente era uno de sus pocos placeres a “su edad”, como le recordaba su nieta cada vez que se le metía entre ceja y ceja que tenía que comportarse como una abuela “normal”. Ella respondía con una súbita sordera selectiva hasta que se cansaba y la daba por perdida.
Claro está, sabía que tarde o temprano su jubilación iba a llegar a su fin. Lo que no pensó era que iba a llegar tan temprano. No se murió dramáticamente traicionada por su supuesta mano derecha como Dumbledore, ni murió en combate al haber sido impactada por un ridículo hechizo Expeliarmus después de darle a alguien por el culo durante largos años como Voldemort, ni se murió en su cama tranquilamente después de haber sufrido una enfermedad pulmonar tan extraña que había resultado incurable como George… No, el destino tenía una humillación preparada para ella como castigo por haberse reído hasta haberse roto una costilla en la Gala del año pasado después de haber propiciado una serie de catastróficas desdichas con los productos de broma de los Weasley.
Un día de verano se encontraba jugando con sus nietas más pequeñas, pintando las paredes con tizas de colores, comiendo comida basura, sacando su ropa y usándola como disfraces. El ático era un verdadero vertedero, pero a Harriet no le importaba porque sus nietas eran felices entre el desorden y a ella, con 120 años y pudiendo arreglar el estropicio con un movimiento de mano, tampoco es que le importara mucho. Horas más tarde habían progresado del ático a la sala de juegos de la segunda planta hasta que Caroline tuvo la genial idea de jugar al pilla-pilla.
Lo que no predijo fue el estúpido muñeco de plástico dejado como si nada en el segundo escalón de la escalera. Salió corriendo, riendo, con su nieta persiguiéndole lo más rápido que sus piernas de 6 años le permitían y, como no, tropezó. Antes de que pudiera darse cuenta de la precaria y penosa situación se golpeó la cabeza contra la barandilla de piedra y se quedó inconsciente al instante, cayendo y chocando contra los 25 escalones restantes de mármol cuando, de estar consciente, habría detenido la caída con un chasquido de dedos. En uno de esos golpetazos se partió el cuello como si fuera de mantequilla y ahí acabó su larga existencia.
Voldemort no había sido capaz de matarla incontables veces, sus tíos, que habían intentado de forma pasiva y activa de deshacerse de ella, tampoco, el cerberus, el basilisco, las acromántulas, el dragón, los inferis, Nagini, los criminales a los que había dado caza… Nada había sido capaz. Le había matado una simple escalera de mármol. Al contrario de lo que hubiera especulado no se encontró con nadie al otro lado del místico velo donde todos los mortales vivos, no sabía por qué, pensaban que les aguardaba alguien una vez muertos. Simplemente parecía que la habían metido en una lavadora gigante cuyas vueltas le provocaron unas nauseas espantosas. Después de lo que parecían ser siglos, paró y vio una tenue luz a la vez que los chillidos de una mujer le hicieron estallar los oídos.
Totalmente sorprendida, pues no había tenido tiempo de procesar su muerte ni el posterior viajecito del demonio, se encontró en silencio, esperando averiguar qué estaba pasando. Estaba envuelta de una sustancia líquida, algo pegajosa y casi creía poder notar un roce de piel contra su cuerpo que, ahora que lo pensaba, estaba desnudo. De repente sintió como todo se contraía alrededor de sí y poco a poco era casi empujada hasta que fue atando cabos y se dio cuenta, como si la hubieran abofeteado, que la estaban pariendo. Así sería su sorpresa y estupefacción que cuando salió al exterior estaba callada como en un velatorio.
—¿Qué le sucede? —preguntó una voz y reconoció las palabras a pesar de que habían sido pronunciadas en japonés pero, si de algo le había servido ser auror, tener dinero y tiempo, era aprender idiomas—. ¿¡Por qué no está llorando!?
La voz femenina preguntó con cansancio, pero rápidamente empezó a gritar de nuevo y comprendió que estaba volviendo a parir. Tenía un hermano o hermana. La sensación era tan extraña. Nunca había tenido familia de sangre viva, a parte de la que ella había engendrado, y ahora se encontraba al alcance de su madre, con un hermano en camino y, seguramente, los brazos en los que acababa de ser depositada eran los de su padre.
—No le sucede nada —arrulló una voz femenina pero áspera con la edad—. Algunos bebés no lloran.
—Le tomaré la palabra, Biwako-sama —susurró con voz encandilada una voz masculina.
Entonces escuchó los llantos poderosos de otro bebé y los sollozos de felicidad de su madre.
—Mira, Minato…
—Os estoy viendo, Kushina.
Sintió sus párpados cansados, como si alguien estuviera forzosamente presionándolos para que se cerraran y cayera rendida. Lo hizo en poco tiempo pero no sin antes enterarse de que ahora, supuestamente, se llamaba Seina Namikaze. Había varias cosas que casi le quitaron el sueño. Primero, había muerto y renacido prácticamente al mismo tiempo. ¿Cómo era posible? ¿Acaso el cuerpo del bebé que habitaba no había tenido alma? Segundo, tenía un hermano pequeño, un hermano… No sabía cómo encajar la noticia. Al final se durmió y pensó que ya tendría tiempo de asimilarlo todo. O eso creía.
Poco tiempo después, y quería decir pocos minutos después, despertó forzosamente. Con sus ojos entelados apenas pudo comprender qué estaba sucediendo. Se sentía totalmente indefensa con sus extremidades pequeñas y poco coordinadas, su visión comprometida y su magia fuera de su alcance. Tenía algo dentro, algo parecido a la magia, pero al mismo tiempo totalmente diferente. Tan diferente que le era imposible determinar cómo usarlo cómo ella quería. Como mucho podría haber causado algún destrozo como hacían los niños pequeños cuando su magia se rebela accidentalmente.
Los gritos y rugidos eran ensordecedores y se preguntó si realmente quería saber lo que estaba pasando. Su hermano lloraba a su lado escandalosamente mientras ella se mantuvo quieta, intentando captar algo, lo que fuera. Después de lo que pareció una eternidad sintió como algo se introducía dentro de ella y aunque quería chillar y preguntar qué demonios estaba pasando solo gorgoteó y lloró incapaz de usar sus recién estrenadas cuerdas vocales.
Días más tarde, cuando pasó toda aquella pesadilla y volvió a recuperar la consciencia de lo que parecía un periodo constante de sueño, se enteró de que sus padres habían muerto. Vaya. Menuda sorpresa. A pesar de haber escuchado la despedida de sus nuevos padres albergaba la esperanza de que, de alguna forma, se hubieran salvado, pero el destino existía para joderle la vida en cualquier dimensión. Lo siguiente que comprendió era que ella y su hermano habían sido enviados al orfanato porque al parecer nadie podía adoptarles ya que su existencia o, mejor dicho, la identidad de sus padres era un gran y terrible secreto y el hecho de que fueran adoptados por uno de sus múltiples amigos era un no-no.
No había escuchado una sarta de idioteces en más de un siglo pero claro, con exactamente 5 días de edad cómo iba a quejarse. Después se enteró de que residía en una aldea ninja y que sus padres habían sido ninjas y lo mejor de todo era que su difunto padre había sido el ninja más poderoso de la aldea. Wow. Se sentía como en una película de esas que le gustaban al gordo zopenco de su primo Dudley, aunque esto era la vida real y estaba más jodida que la protagonista.
Así fue como se encontró despertándose día tras día junto a su hermano, a quién no habían osado separar de su lado debido a las increíbles pataletas y berrinches que era capaz de hacer cuando alguien pensaba incluso alimentarlo fuera de su alcance. No sabía cómo, pero, o su hermano mellizo era un genio o bien el hecho de ser mellizos tenía algo que ver con que notara su presencia. Cuando meditó sobre ello, como no tenía nada más que hacer salvo mirar las paredes de lo que suponía era papel raído del orfanato y observar por la ventana, agudizando la visión al límite, la idiotizante pared del mismo edificio de al lado, día tras día, se dio cuenta que si lo intentaba a consciencia era capaz de saber dónde estaba Naruto aun con los ojos cerrados. Quizás Naruto, con su mente infantil y sus sentidos atrofiados le era más fácil localizarla que ella a él, que no podía parar de pensar y era tan consciente de su alrededor que a veces pasaba por alto la presencia inocente de su hermano.
Poco a poco los días pasaron e intentó captar todo lo que podía de su alrededor, pero la verdad es que apenas sabía nada nuevo. Las matronas del orfanato evitaban todo lo posible entrar en contacto con ellos y cuando lo hacían era para alimentarlos, cambiarles los pañales y bañarlos. Era un ritual en el cual no se intercambiaba palabra, quizás porque ellos eran demasiado jóvenes para hablar. Aun así, le quedó clara cuál era su nueva situación cuando una de las chicas la llamó “demonio”. Es más, estaba segura que la habría intentado ahogar sino fuera porque el orfanato estaba siendo vigilado por una presencia escondida de la cual era consciente gracias a ese extraño poder que tenía en el interior y que de vez en cuando, llena de curiosidad, tocaba con sus metafóricos dedos internos.
Cuando pasó un mes le dio por preguntarse si seguiría teniendo sus barreras mentales y, cuando se dio cuenta que seguían en pie, se dedicó revisarlas. Para su sorpresa, después de ver que todo estaba intacto, se percató que había dos puertas que antes no estaban. Ver las escaleras de mármol detrás de la primera puerta le hizo soltar una carcajada irónica pero no fue difícil, después de crear un avatar mental de su antiguo yo, bajar las escaleras para ver qué misterio le aguardaba allí abajo. A pesar de sus 120 años lo que vio la dejó muda de la sorpresa durante unos cuantos minutos.
Allí abajo, tras una pared de lo que parecían ser los barrotes rojos más grandes que había visto en su vida y cuya “puerta” era un simple sello que podría confundirse con un amasijo de runas sino fuera porque estaba en japonés y no conocía el diseño, había un zorro gigantesco. Su pelaje era naranja oscuro, casi pardo, y tenía 9 colas que yacían plácidamente a su alrededor. Cerró la boca cuando notó que la tenía abierta y retrocedió lo más silenciosamente posible hasta las escaleras, intentando no despertarlo.
Naturalmente, cuando emergió de sus alcantarillas mentales, reforzó la puerta con runas y todos los hechizos protectores que conocía hasta que, cuando acabó, se dio cuenta de que había usado la magia cuando, en un principio, había sido incapaz de notar su presencia al nacer. Lo primero que había notado era esa extraña energía tan abundante en su interior que quizás, ahora que lo pensaba, había eclipsado a su magia. Tal vez, era más fácil usar la magia en su mente ya que estaba acostumbrada a ello y con un avatar mental adulto podía tener el control sobre su cuerpo que no tenía en la realidad…
Fuera como fuera dio gracias por ello y se dijo que debía meditar sobre el nuevo descubrimiento. La segunda puerta era, para su sorpresa, un pasillo directo a la mente de Naruto. Al parecer su mellizo también era mínimamente mágico porque, de lo contrario, ¿cómo podía explicar dicho conducto mágico? Aunque, pensándolo bien, quizás se debía a su magia.
Cuando recorrió la mente de Naruto se dio cuenta que realmente era un bebé. No sabía qué había esperado, pero se quitó un peso de encima al ver que la inocencia de su hermano todavía no estaba del todo comprometida. Ver la puerta idéntica en la mente de su hermano le hizo sentir un deje de pavor. Bajó las escaleras y, tal y como había pensado, allí estaba ese zorro pero su pelaje era notablemente más claro que el de su demonio interior. Se preguntó seriamente en qué se habían metido sin quererlo su hermano y ella con tan solo días de vida.
Salió de allí como si le estuviera persiguiendo Filch y su estúpido gato en una de sus noches en Hogwarts, corriendo. Pasó horas pensando sobre el asunto. Estudiar esa extraña energía que se había convertido en su fuente principal de poder pasó a segundo plano pero, por más que se estrujaba el cerebro, las únicas pistas que tenía para resolver el misterio era esa extraña sensación el día de su nacimiento donde sintió como algo era introducido dentro de ella y el hecho de que las matronas los llamaban continuamente “demonios”.
La respuesta la encontró una semana más tarde cuando, con un mes recién cumplido, se encontró en los brazos de un señor mayor al que todos llamaban Hokage-sama. Por la deferencia que le tenían debía ser alguien importante pero ni siquiera él se dio cuenta que la bebé que sostenía en brazos y no lloraba estaba agudizando lo más posible el oído para enterarse de todo lo que pudiera.
—Las matronas del orfanato cuidan adecuadamente de los bebés, Hokage-sama, a pesar del obvio odio y resentimiento —informó un ninja a pesar de que solo podía notar su contorno arrodillado en el suelo.
—¿Por qué lo dices?
—Frecuentemente llaman demonios a los bebés, señor, y hablan entre ellas cuando creen que no puedo escucharlas.
—Mmm… Ya veo —suspiró el viejo—. Sin embargo, este es el destino que les espera desde que Minato decidió sellar cada mitad del Kyubi en sus mellizos. Para bien o para mal no podemos hacer nada mientras no actúen directamente para dañarlos.
—¿Y qué hay del secreto? Toda la aldea rumorea sobre el paradero del demonio. Las matronas están intentando influenciar a los niños más mayores para que filtren la información.
—La enfermera culpable del delito está ya siendo interrogada —habló duramente el Hokage y la pasó a los brazos del ninja, que se levantó—. ¿Por qué no le das este pergamino a la matrona jefe? Me gustaría hablar con ella del asunto.
—Así lo haré, Hokage-sama.
Y así fue como ató cabos. Un demonio al que su padre había partido en dos de alguna forma, con algún ritual, y al que había encerrado sendas mitades en sus hijos. A pesar de que quería odiarle no pudo ni sentir una pizca de resentimiento. Había perdido los escrúpulos hacía muchos años y la habían jodido tantas veces que había aprendido a coger su enfado y usarlo para cosas más productivas, como vengarse y salir victoriosa de cualquier situación.
Además, su padre no le había parecido una mala persona durante el poco tiempo que le conoció así que estaba segura que había hecho lo que había podido en una situación desesperada. Si no había matado al zorro seguramente sería porque no habría podido. Lo único que le había quedado era encerrarlo en algún lugar y por lo visto lo primero que se le había pasado por la cabeza habían sido sus recién nacidos. Qué vida más perra, se dijo.
Al menos ahora tenía una segunda oportunidad para vivir. Con un hermano. Con nuevos poderes que descubrir. En un nuevo mundo. No podía quejarse, la verdad. Había vivido su antigua vida plenamente y no tenía remordimientos. Su familia estaba a salvo, tenían una gran y cuantiosa herencia y eran felices. No podía pedir más al morirse jugando con sus nietas, las hijas de sus nietas en realidad, y disfrutando hasta el último segundo. Y sí, había muerto de un traspié en la escalera, pero al menos no había sufrido durante meses como George antes de morir sedado hasta las cejas. Estaba claro que no podía rechistar sobre cómo acabó todo.
Con esa epifanía fue como empezó realmente su nueva vida y dentro de sí nació de nuevo ese sentimiento travieso que la impulsaba seguir adelante y, lo que es más, arrasar con esa nueva realidad que ahora llamaba vida y, quizás, quedarse con la gente mientras lo hacía. Empezando por las matronas del orfanato.
Si algo había aprendido con 3 hijos, 6 nietos y 13 bisnietos era cómo se desarrollaban los bebés. ¿Quién había sido la pardilla que, jubilada, había cuidado durante largas y tediosas horas de sus nietos? Harriet Potter. ¿A quién le habían vomitado, estornudado, escupido, meado y cagado encima una o un trillón de veces? A Harriet Potter. Sí, tenía un par de cosas claras sobre el crecimiento de un bebé así que sabía que con un mes a penas debería comportarse como un vegetal con ceguera casi total que llora y se caga encima. De solo pensar que tendría que estar así, fingiendo, durante mucho tiempo se le revolvió el estómago y se dijo que tarde o temprano iba a fallar y cometer un desliz que iba a ser visto por el guardián invisible del orfanato. Así pues, era más fácil dejar ver que no era un bebé normal para que poco a poco se hicieran la idea de las travesuras en nombre de Loki que iba a realizar en poco tiempo. Así podría fingir que su comportamiento de adulto era más bien una genialidad en un bebé.
No obstante, a pesar de querer moverse su cuerpo era un estorbo todavía. Hasta que no tuviera 4 o 5 meses iba a ser imposible tan siquiera sentarse así que se resignó a esperar que esos meses pasaran rápido porque si no se iba a volver loca de remate. Mientras tanto, pensó mirando el techo grisáceo de su habitación, se dedicaría a lo único que podía hacer: descubrir cómo usar su nuevo poder y entablar conversación su demonio interno.
—¡Hola! —saludó Harriet, Seina, bajando las escaleras mentales—. Por fin despiertas de tu sueño. Has estado haciendo mucho ruido aquí adentro. ¿Estás bien?
—Mmm… Tú también harías ruido si te metieran dentro de un miserable humano como tú —espetó la mitad oscura del Kyubi, que había despertado hacía un par de días y se había desfogado a los 4 vientos cuando creía que nadie lo escuchaba—. Aunque, ahora que te veo… Curioso, muy curioso. ¿Dónde está la mocosa en la que me han metido, mujer?
Harriet sonrió. Había estado debatiéndose sobre si aparecer con su nueva forma, presentándose como una niña con un cerebro más desarrollado, pero al final había descartado esa opción. No sabía mucho sobre los demonios de los que hablaban en esta dimensión, pero no creía que el Kyubi lo fuera o, al menos, que fuera el tipo de demonio que ella conocía en su dimensión de origen. Teniendo eso en cuenta, y el hecho de que parecía que iba a tener al demonio en su interior el resto de sus días, sabía que si quería ganar su confianza y tener algún tipo de relación que no acabara en tragedia tenía que ser sincera.
—Yo soy esa mocosa. Este es mi anterior cuerpo, el cuerpo donde morí hace poco más de una semana.
Kyubi miró como cambiaba de apariencia, enseñándole su rostro actual, con una ceja alzada, pero pareció creerla.
—Te reencarnaste en la mocosa del Cuarto.
— No sé quién es el Cuarto, pero supongo que hablas de mi padre, a quien, al parecer, le debemos nuestro aspecto mi hermano y yo.
—Te pareces a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre.
Harriet sintió como su corazón daba un vuelco al escuchar esas palabras. Las mismas que le habían perseguido durante años. Era curioso que su destino volviera a repetir los antiguos patrones. Ni muriendo y renaciendo en otra dimensión era capaz de dejar el pasado atrás. Seina. Ese era su nuevo nombre. El nombre que sus padres, una vez más sacrificados por el bien común, le habían dado con amor. Dio gracias por haber vivido una vida plena porque, de lo contrario, las similitudes entre sus dos yo la habrían traumatizado durante años. Ahora, aunque no lo pareciera, era una vieja que estaba curada de espantos. Cambiar de nombre, de hogar, de padres, de poderes… no era nada nuevo para ella.
—No es la primera vez que me lo dicen. Mi nombre era Harriet, ahora me llamo Seina. Sé que nuestras circunstancias no son las mejores, yo siendo un bebé indefenso y tú un demonio atrapado aquí dentro… pero si algo he aprendido en mi anterior vida es a sobrevivir.
Los ojos rojos y enormes del zorro la siguieron atentamente mientras ella se acercaba a su jaula.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó finalmente, recostándose sobre sus patas y acercando sus ojos lo máximo posible a los barrotes.
Harriet sonrió peligrosamente.
—Quiero cooperar.
Días más tarde, Harriet, no, Seina, había elaborado una rutina. Cuando estaba despierta interaccionaba como podía con su hermano, Naruto, que al parecer era igual de rubio que ella y quien, al contrario que ella, tenía 3 leves marcas paralelas en las mejillas que parecían ser una marca de nacimiento. También practicaba usando su nuevo poder que, en comparación con su magia, tenía unas reservas tan gigantescas que era capaz de esconder su núcleo mágico. Cosa que la dejó estupefacta ya que era una de las brujas más poderosas del planeta en su antigua vida. Descubrir que su magia seguía ahí era un alivio. De hecho, su magia parecía ser la que había alimentado el núcleo mágico de Naruto. Aunque, a su lado, era prácticamente poco más de un squib. No podría hacer grandes cosas como ella, pero al menos podría usar runas, aritmancia, pociones y otras ramas más pasivas.
Su chakra, que era como lo llamaba el Kyubi, era una energía mucho más liviana que la magia, casi como el aire. De hecho, la mejor analogía para explicar el chakra era como el aire que llena un globo. El chakra era liviano como un gas, sin forma por sí solo pero fácilmente moldeable una vez se sabía cómo introducir el aire en el globo. La magia, al contrario, era más densa, como la miel. Capaz de mantener la forma durante el tiempo suficiente para poder ser usada sin un hechizo. Por eso los niños, y algunos adultos, eran capaces de usar magia sin varita, a pesar de que era más fácil intentar moldear la magia para realizar hechizos con un foco mágico.
Lo más curioso de todo, era que nadie parecía ser capaz de detectar la magia. La primera vez que la usó para agrandar la jaula del Kyubi, de quién todavía no se fiaba del todo, el gigante zorro se mostró estupefacto.
—¿¡Cómo has hecho esto!? —preguntó el Kyubi y ella se encogió de hombros.
—Con mis poderes, obviamente. ¿No quieres que mejore tu jaula?
—¡Es imposible! ¡No he percibido tu chakra!
Harriet, no, Seina, dudó sobre si contarle la verdad, pero al final se dijo que era una cuestión de confianza. ¿Y a quién le iba a decir el zorro que realmente era una vieja metida en el cuerpo de un bebé con poderes diferentes al chakra?
—Es magia. En mi vida pasada yo era una bruja. La magia reside en el alma, ¿sabes? —explicó, conjurando un sillón y sentándose frente la mirada atónita del demonio—. Mi alma es la que está metida en este cuerpo.
—Así que no solamente tienes chakra sino también magia… ¿Qué más puedes hacer?
Seina sonrió ampliamente. Ante la mirada estupefacta del Kyubi agrandó la jaula, convirtió el techo en un cielo hechizado, el hormigón del suelo se transformó en tierra, piedra, hierba y bosque y apareció una montaña a lo lejos con un pico nevado del cual nació un río que acababa en un grandioso lago. El agua de las alcantarillas se desvaneció completamente y ese trozo de su mente se convirtió en un bosque a ambos lados. Para acabar, encogió al demonio y conjuró todo tipo de animales para que compartieran su jaula con él.
Se levantó de su sillón, conjurado en mitad de un prado ahora mismo, y se acercó a la jaula. Miró el pequeño zorro que ahora solo le llegaba a la cintura.
—¿Qué te parece tu nuevo hogar?
El Kyubi la miró con algo indescriptible en sus ojos rojos y luego se adentró en el bosque. Seina lo dejó irse sin más. No solamente le había destruido su visión del mundo, sino que le había tratado mucho mejor que ningún otro jinchuriki. Simplemente porque tenía el poder para hacerlo. Ahora mismo debía encontrarse en una encrucijada emocional: intentaba odiarla, pero ella no era la culpable de su encarcelamiento y, lo que es peor, era capaz de mejorar su vida si dejaba su antiguo resentimiento de lado pero, ¿cómo hacerlo si era lo único que conocía desde hacía años?
Se marchó de su mente, contenta al ver sus protecciones, y al haberse enterado de que la magia no dejaba rastro alguno, al contrario del chakra. El problema de usar su magia era que estaba siendo vigilada cada hora del día. Tarde o temprano podían darse cuenta de que algo pasaba, no necesariamente al notar su magia sino al ver los efectos de sus hechizos. Después de todo, si la matrona empezaba a tratarlos como a reyes cuando hasta ahora parecía querer ahogarlos, sería extraño. Aun así, eso dejaba bastante margen.
Para empezar, puso un hechizo localizador en su hermano Naruto. Como solo podía notarlo ella no se preocupó al usarlo. Después, usó un hechizo médico que le advertiría si Naruto estaba en peligro de muerte. El último hechizo que quería ponerle a Naruto era uno de protección, pero tenía un problema. Al contrario de los otros dos hechizos, ese hechizo haría brillar a su hermano un segundo. Irritada, se anotó mentalmente ponérselo en cuanto pudiera. Lo que sí que podía hacer era proteger la habitación donde dormían, un cuarto del tamaño de una caja de zapatos con una sola cuna que compartían entre ambos. Así, cuando irremediablemente se le cerraran los ojos del sueño, dormiría tranquila.
Se planteó proteger toda la habitación pero, finalmente, decidió usar su cuna. Después de todo, a pesar de los múltiples ninjas que los vigilaban, ninguno de ellos osaba cogerlos de su cuna salvo las matronas del orfanato. Aun así, puso un hechizo para alertarle si alguien con malas intenciones entraba en su cuarto. Si se encontraba en esa situación ya pensaría qué hacer. Eso era justamente lo que pensaba hacer con todo lo demás ya que, por el momento, lo único que hacía era dormir, comer y excretar.
Chapter 2
Notes:
Advertencia: abuso/negligencia de menores.
Chapter Text
El primer año de vida pasó rápidamente. Más de la mitad del tiempo estaba durmiendo así que, en lo que pareció ser un abrir y cerrar de ojos, llegó el siguiente octubre. Le parecía una broma mala que su mes más odiado era justamente el mes cuando nació en esta nueva vida. Por suerte, no habían nacido en Samhain o se habría puesto a llorar.
Para su poca sorpresa, el hechizo le alertó un par de veces de un intruso en su habitación, pero fue reducido al instante por los ninjas invisibles que los vigilaban. Eran anbus, por lo que pudo escuchar, y vestían todos con uniformes negros y grises y máscaras de animales con 2 agujeros para los ojos. Cuando los vio por primera vez se estremeció al darse cuenta del parecido con los mortífagos de Voldemort. Era algo espeluznante pensar que sus guardaespaldas eran justamente los esbirros más letales del Hokage, tal como lo fueron los mortífagos de Voldemort. La única diferencia entre ambos era la presencia más bien neutral de los anbus en lugar de la malicia que irradiaban los mortífagos. Aun así, como protegían a su hermano y a ella, se encogió metafóricamente de hombros. Hacía años que había perdido los escrúpulos así que no le importaba que asesinos a sueldo fueran sus protectores, mientras hicieran bien su trabajo.
A pesar de ese par de excepciones, el año pasó sin más. Luego pasó el siguiente año. Lo único bueno que pasó en ese tiempo era su relación con el Kyubi, a quién poco a poco parecía ablandarle el corazón con sus charlas infrecuentes y las mejoras continuas que hacía en su jaula cuando el demonio se lo pedía. Había pasado de odiarla a muerte a tolerarla con algo de confianza.
—¿Y dices que viviste más de 120 años? —preguntó el Kyubi, tumbado sobre la hierba a penas menos de un metro de distancia entre ambos—. ¿Cómo era ese otro lugar?
—Mucho más grande. Uno podía pasar su vida viajando y no lo habría visto todo —explicó ella, con la mirada perdida en sus recuerdos—. El mundo era mucho más avanzado también, pero la tecnología provocó un distanciamiento entre la gente que antes no existía, ni parece existir aquí.
—¿Y qué hay de los ninjas?
—No existían. Ni existían los bijuus como tú. Existía la gente normal y la gente mágica, así como múltiples animales y criaturas mágicas. Los humanos, no obstante, seguían siendo humanos. Temiendo y exterminando aquello que no entendían —sonrió tristemente—. Tienes suerte de no haber estado allí. No te habrían metido en el estómago de un bebé, eso seguro. Te habrían enjaulado mientras pensaban si matarte o utilizarse para sus propios fines.
—Humanos… —se mofó con rabia el Kyubi.
—Lo sé. Durante mi segundo año en la escuela de magia, Hogwarts, descubrí que podía hablar con las serpientes, ¿sabes? Lo descubrí por casualidad. No le di mucha importancia, pero a la gente no le parecía bien. El asesino de mis padres mató antes a mucha otra gente, provocando 2 guerras civiles. ¿Sabes cuál era una de sus habilidades?
—No me lo digas. Hablar con las serpientes. Ya veo. Te convertiste en una paria, ¿no es así?
—Así es. Solo tenía 12 años y había crecido con mi tía no mágica. ¿Qué demonios iba a saber yo de todo eso? Aun así, a pesar de que me convencieron para que yo misma me sintiera culpable por tener dicha habilidad, con el paso del tiempo me di cuenta de que solo era un idioma mágico.
—Humana. Cuéntame tu historia desde el principio —pidió el Kyubi, mucho más educado y cordial que antes.
—Tardaré un tiempo, pero creo que te parecerá interesante. Mi nombre era Harriet Potter, hija de James y Lily Potter. Cuando cumplí un año y medio, mis padres se encontraban escondidos bajo un encantamiento fidelus. Este encantamiento tiene la capacidad de…
Meses más tarde, cuando acabó de contarle con todo lujo de detalles toda su vida al Kyubi, desde que nació hasta que se casó, vio como el demonio era incapaz de mirarla con ojos cargados de odio. Harriet no había sido un demonio, pero en menos de 20 años había sido tratada muchísimo peor que el mismísimo Kyubi. Si alguien podía entender por lo que estaba pasando, enjaulado en su interior, era ella y viceversa.
—Los humanos te fallaron. Eso se les da muy bien —dijo, con un deje de resentimiento y tristeza—. Mi padre fue humano. Nos creó a mis hermanos y a mí. Durante un tiempo fuimos libres, pero a los otros humanos les atemorizaba nuestro poder. Eran incapaces de darse cuenta de que nosotros, seres de chakra puro, éramos igual de neutrales que la naturaleza.
—Los humanos siempre hemos sido muy hipócritas —le dio la razón Seina.
—Quizás algunos más que otros —le lanzó una mirada contemplativa—. Mi padre nos abandonó cuando más le necesitábamos. Suplicamos su nombre para que nos liberara, pero olvidamos que él también era humano.
—Lo siento.
—¿Por qué? No fue tu culpa. Igual que este encierro no es culpa tuya sino de tu padre, de aquellos antes de él que me encerraron en tu madre y de la persona que forzó la mano de tu padre, obligándole a encerrarme en ti.
—Lo sé, pero sé cómo se siente cuando alguien a quién admiras y amas te traiciona. Como parece que nunca más volverás a confiar en nadie, el dolor y la soledad que eso supone… Siento que otros humanos, gente de mi especie, sea incapaz de tolerar a criaturas como vosotros simplemente porque sois diferentes y tenéis más poder que nosotros. Siento que os traten como esclavos solo por haber nacido como sois, a pesar de que ninguno de vosotros haya pedido nacer.
El Kyubi escondió su rostro y Seina vio que parecía realmente emocionado. Entendía perfectamente por lo que había pasado el zorro porque ella había pasado por lo mismo. Ponerse en los zapatos de otro, ciertamente.
—...Humana. Mi nombre es Kurama.
—Mi nombre es Seina. Encantada de conocerte, Kurama.
Justo cuando se levantó para seguir alzando nuevas barreras mentales, como hacía cada noche mientras dormía, Kurama habló. Se giró, pero solo vio el perfil del zorro entre unos árboles alumbrados por las falsas estrellas.
—Seina. Gracias.
A partir de ahí, las cosas cambiaron. Como ya hablaban y andaban, las matronas empezaron a enseñarles a leer y escribir a órdenes del Hokage. Al principio se habían negado a hacerlo, pero una visita de los anbu y del Hokage les hizo cambiar rápidamente de parecer. Lo hacían de mala gana, pero eficientemente ya que sabían que estaban siendo vigiladas en todo momento. Seina intentó seguir el ritmo a los otros niños de su misma edad, asegurándose de ir un poco por encima para poder tener una excusa para ayudar a su hermano, a quien le costaba centrarse en una sola cosa con tanta energía que tenía.
Desde los 3 hasta los 5 años se dedicó a usar todo tipo de hechizos invisibles no solo para mejorar su estancia en el orfanato, como hechizos ambientales, sino también para asegurarse de tener la mayor cantidad de información posible. Básicamente, se dedicaba a espiar a todo el mundo. No solamente usaba hechizos sino también legeremancia en las matronas.
Sabía, de hurgar en las mentes de los demás, que los adultos conocían lo que tenían en su interior. No estaban enterados de los nombres de sus padres, pero eso tampoco les importaba. Estaban decididos a odiarlos ya que creían que, de una forma u otra, ellos eran el demonio y no sus celadores. Inútiles ignorantes. Aun así, estaba acostumbrada a tratar con incompetentes así que, poco a poco, manipuló sus mentes para que, en lugar de ser potencialmente violentas, las matronas se conformaran con tratarlos con resentimiento e indiferencia.
Cuando llegó una nueva matrona, joven y generalmente afable, no lo dudó ni un segundo. Antes de que pudiera interaccionar con ellos y mostrarse igual de resentida que las otras matronas, hincó sus dientes mentales. Vio como el Hokage la había interrogado antes de contratarla para la plaza en el orfanato y supo que podía usarlo a su favor, haciendo creer a Yumi que los mellizos Namikaze, a quienes todos llamaban Uzumaki, no eran realmente demonios sino un par de niños incomprendidos.
—Lo cierto es que sentía un débil resentimiento hacia nosotros. Ahora cree que su cambio de parecer es cosecha propia, y no cosa mía. Como va a ser un cambio gradual no se dará cuenta ni ella misma, y mucho menos los anbu.
—Muy útil, esta técnica tuya —apremió Kurama, cuando le comentó las noticias esa noche, como hacía desde años atrás—. ¿Piensas usarla para mejorar vuestra posición en el orfanato?
—Más comida y mantas no estarían mal —dijo ella fríamente, al acordarse de que todo lo que tenían Naruto y ella era siempre lo peor de todo de cada cosa—. El orfanato es un lugar seguro mientras estén los anbu. El problema es interno. Si puedo hacer de ella mi títere lo haré.
—Mmm… quizás el hecho de que os trate bien no les guste a las otras matronas… Ten cuidado.
Seina lo tuvo en mente, pero durante bastante tiempo no pasó nada. Salvo que Naruto quería jugar con ella a todas horas.
—¡Vamos, nee-chan! ¡Quiero jugar a ninjas renegados!
—Jugamos a eso ayer —evitó suspirar ella—. ¿No tienes que leer ese libro que te dio Yumi?
—¡Es que es muy aburrido!
Seina vio como Naruto cruzaba los brazos y cómo parecía vibrar de la energía.
—¿Por qué no vamos al parque? —dijo finalmente.
Lo cierto era que Naruto necesitaba mucho más ejercicio que ella ya que no tenía su disciplina mental. Ni siquiera sabía si quería enseñarle a meditar ya que se horrorizaba de lo que pudiera pasar si Naruto encontrara a su otra mitad de Kurama en su mente con solo 5 años. Era por eso que Naruto necesitaba cansarse el triple que un niño normal. Razón por la cual le había fabricado unas pesas para los pies y brazos y jugaban a algún tipo de juego cada día.
Sin embargo, jugar con los niños de su edad la agotaba. Chillaban, lloraban, se peleaban por cualquier cosa, no tenían miedo a partirse la cabeza contra el suelo, eran testarudos, inconscientes, ignorantes… Ciertamente, a sus 125 años mentales no estaba en la edad de jugar con niños pequeños salvo un par de horas a la semana. El problema era que Naruto quería jugar con ella todo el rato ya que era la única que lo trataba bien, su familia y con quien no tenía problemas para relacionarse. Si hubiera tenido menos paciencia, o menos edad mental, le habría dejado solo más a menudo, pero Seina sabía del peligro que corría su hermano inocente.
Era por eso que le daba parte de su comida cuando se quedaba con hambre y ella se encargaba de robar comida de varios niños sin que nadie se diera cuenta de que les faltaba una o dos hojas de lechuga, un par de trozos de pollo o una cucharada de arroz. Afortunadamente, como ningún niño se quejaba del robo salvo por el hecho de que seguían teniendo hambre, ninguna matrona la vigilaba a la hora de comer. Naruto comía una porción lo suficientemente grande para saciar su apetito y ella hacía exactamente lo mismo a costa de otros niños.
—La vieja Uruchi no nos ha dado postre —dijo Naruto un día, mirándola fijamente.
—Ah, ¿no? —sonrió, comiendo el postre tranquilamente.
Naruto frunció el ceño, mientras contemplaba de dónde lo había sacado, y luego se encogió de hombros, pero Seina se dio cuenta de que su hermano empezaba a darse cuenta de cosas que antes pasaba por alto. Un día, mientras ella se dedicaba a robar comida de otros niños como siempre, vio por el rabillo del ojo como Naruto tiraba su vaso, sin que se diera cuenta nadie, contra una pared. Todos se dieron la vuelta hacia el ruido así que Seina agarró un vaso de otro niño cuando predijo lo que iba a pasar.
—¿¡Quién ha sido!?
—¡Ha sido Naruto! —gritó un niño chivato. Seina suprimió las ganas de estrangularlo.
Las matronas se giraron, pero vieron como tanto ella como Naruto tenían sus propios vasos. Al niño se lo llevaron de la oreja por mentir y al otro niño al que ella había dejado sin vaso también, por romper platos.
—¿Por qué lo has hecho? —preguntó ella, con curiosidad, en el extremo opuesto de la cama individual que compartían.
—Vi acercarse a la vieja Mako hacia ti.
Seina comprendió, con algo de atónito, que Naruto había tratado de encubrirla. Miró a su hermano tumbado al otro lado de la cama, con los brazos bajo la cabeza, y sintió algo cálido en su interior. Sabía que no la habrían pillado porque llevaba puestos unos cuantos hechizos encima, pero decidió que no le quitaría mérito a su hermano cuando lo había hecho para salvarla.
—Gracias Naruto.
—¿Por eso me das parte de tu comida? —preguntó, extremadamente serio para tener solo 5 años.
—Sí. Yo puedo coger un poco de todos los platos sin que se den cuenta. Si tienen hambre siempre pueden repetir, pero no nosotros. ¿Desde cuándo lo sabes?
—Desde siempre —se encogió de hombros—. Eres mi hermana. Puedo sentirte siempre.
Naruto asintió y ahí se acabó esa conversación, pero Seina estaba algo atónita. ¿Sería posible que sus barreras mentales intercedieran con la conexión de la que hablaba Naruto? Había reforzado las barreras mentales de Naruto contra su Kurama pero no habría imaginado que, de alguna forma, eso afectaría a su lado del… enlace con Naruto. Como no tenía un adulto a quién preguntarle, se lo preguntó a Kurama.
—Mmm… Es posible. ¿Y dices que no puedes sentirle a menos que busques la conexión con él, al contrario de lo que hace Naruto?
—Así es.
—¿Por qué no intentas reforzar tu conexión con él desde dentro, además de proteger su mente contra mi otra mitad?
Al día siguiente, Seina lo intentó por la noche. Naruto estaba despierto, tumbado en la cama, cuando ella trasladó la puerta que conectaba a ambos a otro lado de su mente, construyendo un pasillo entre ambos. Vio como Naruto abría los ojos de golpe y supo antes de que hablara lo que pensaba decir.
—¡Calla Naruto! —pensó en dirección a su hermano y él cerró la boca en seco, mirándola fijamente—. ¿Me escuchas?
—¿Seina-nee? —preguntó dubitativo Naruto en sus pensamientos.
—Sí. Estamos hablando con nuestras mentes.
—¡Sugoi! ¿Cómo es posible?
—He estado pensando en la conexión de la que me hablaste.
Seina vio como Naruto no acababa de comprender lo que le estaba diciendo, pero asintió cuando le dijo que simplemente había aceptado “abrir” su lado de la puerta que los unía y que ahora podían hablar mentalmente. Por parte de Naruto, su mente era ahora más que nunca un libro abierto. No tenía filtro ni era consciente de todo lo que le enviaba sin querer. Por su parte, gracias a sus barreras mentales, era capaz de enviar exactamente lo que quería.
Se dio cuenta de que, a pesar de que pudiera entablar contacto con su Kurama, Naruto necesitaba tener barreras mentales para que, cuando creciera, tuviera su propia intimidad y no se vieran inundados por los sentimientos de ambos o acabarían siendo uno en dos cuerpos, si ella se despistaba o perdía por alguna razón sus barreras mentales.
—Podrías buscarle de noche, como haces conmigo, y explicarle la técnica mientras estáis en su propia mente.
—Quizás tengas razón. Si pudiera, sería más fácil que hacerle entrar a voluntad a su mente con la meditación. Lo que será más difícil es explicarle lo de su Kurama y a tu otra mitad explicarle quién soy.
—Para nada. Cuando llegue el momento ven a mí. Te daré algo y él lo aceptará.
—¿Un recuerdo?
—Exacto. Lo aceptará. Al fin y al cabo, somos el mismo.
Justo cuando Seina empezaba a enseñarle oclumancia a Naruto, fue cuando las cosas se torcieron. Kurama tuvo razón en pensar que a las antiguas matronas no les gustaría el trato de favor, si es que se podía llamar así, de Yumi con ellos. La habían contratado pensando que se desquitaría con ambos, como todas las demás, y no estaban dispuestas a que nadie los tratara bien.
Aquel día hubo una discusión y los niños fueron enviados a la cama antes de tiempo. Naruto y ella pegaron las orejas a la puerta para espiar a pesar de que ella era capaz de oír a más de 20 metros a la redonda con el hechizo que siempre llevaba activo cuando estaba despierta.
—Naruto, escucha —dijo ella, hablándole mentalmente.
—¿¡Cómo puedes ayudar a esos demonios!? ¿¡Acaso no perdiste tú también familia!?
—¡Esos niños no son demonios! ¡Sólo tienen 5 años! ¡No fue su culpa lo que pasó!
—¡CLARO QUE SÍ! ¡POR SU CULPA PERDÍ A MI HIJO!
—¡No sé cómo le miraría a la cara su hijo al ver que trata a los niños que debe cuidar como basura!
Escucharon el ruido de una bofetada y luego se hizo un silencio. Escuchó como alguien mayor jadeaba del esfuerzo y el sonido sorprendido de alguien más joven. Naruto la miró espantado y ella le cogió la mano.
—Vete de aquí y no vuelvas —siseó la vieja Uruchi.
—No. Solo el Hokage puede cesarme —dijo firmemente Yumi—. Hasta ese entonces trataré a esos niños como se merecen.
—¡HE DICHO QUE TE VAYAS!
Seina y Naruto escuchaban como se producía un altercado entre ambas, chocando con muebles, gritándose e insultándose. Seina escuchó el sonido característico de un cuchillo deslizarse por una superficie, como si alguien lo hubiera cogido de una superficie a toda prisa y, de repente, el sonido del viento y la carne contactar con la carne.
—Me temo que debemos intervenir —intercedió una voz apagada y supo que era uno de los anbu—. Tal y como le ha informado Yumi-san, solo Hokage-sama puede cesar a las trabajadoras de este orfanato. Debido a su comportamiento violento será interrogada e investigada. El orfanato queda a cargo de Yumi-san temporalmente y seguirá siendo vigilado por los anbu.
Escucharon como se llevaban a rastras a Uruchi, que gritaba y despotricaba no solo contra Yumi sino también contra ellos, y luego se hizo un tenso silencio. Seina desconectó a su hermano de su mente para seguir escuchando en silencio, pero supo que no iba a quedar así. La única persona a su favor era Yumi mientras que las otras 2 matronas estaban igual de enfadadas que Uruchi pero no osaban decir lo que pensaban en voz alta por miedo de que las escucharan los anbu. Idiotas. Si las estaba escuchando ella, qué no habrían escuchado ya los ninjas.
Al día siguiente, no solo había desaparecido Uruchi sino que también habían sido llevadas a ser interrogadas las otras matronas, incluida Yumi. Cuando pasaron 2 días, los que fueron llevados a ser interrogados eran Naruto y ella. Sorprendida, se encontró sentada delante del Hokage al lado de su hermano. Dejó que Naruto respondiera a las preguntas sobre cómo los trataban en el orfanato las matronas, los otros niños e incluso los visitantes poco frecuentes como el médico o el proveedor de alimentos.
—Os seré sinceros, niños —suspiró con aspecto cansado el Hokage—. El orfanato quizás no es la mejor opción para vosotros. Yumi-san solo es una persona y es la excepción a la regla. Aunque reemplace a las otras matronas puede ser que vuestra situación no cambie.
—¿Y qué podemos hacer? —preguntó ella, con el ceño fruncido.
A pesar de que Sarutobi no estaba intentando minimizar la gravedad del asunto tampoco les estaba ofreciendo una solución, y si él, que era la persona más poderosa de la aldea, era incapaz de remediarlo, ¿eso que suponía para su hermano y para ella?
—Podríais vivir en un apartamento por vuestra cuenta. Mis ninjas me han dicho que habéis demostrado gran responsabilidad y que sabéis cuidaros solos. Sé que es algo extraordinario, considerando que a penas tenéis 6 años, pero estoy convencido de que es lo mejor para todos.
—¿Y cómo vamos a pagar la comida y el apartamento? —preguntó, ignorando la incredulidad de que les estuviera dando un piso a un par de niños de 5 años.
—Tendréis una paga mensual de la cual se os descontará automáticamente el pago del apartamento. El resto del dinero será vuestro para la comida, la ropa y lo que podáis necesitar.
—¿Y las facturas? —preguntó ella, cuando vio que lo estaba simplificando demasiado.
El Hokage alzó una ceja, pero contestó.
—He llegado a un acuerdo con un arrendatario. Tiene pisos pequeños y antiguos que nadie quiere alquilar debido a las nuevas construcciones de los últimos años. Le he asegurado que ese piso sería alquilado durante al menos 5 años o hasta que os graduéis de la academia. A cambio, las facturas del agua y de la luz vienen incluidas en el precio del apartamento.
—¿De cuánto es la paga? ¿Y cuánto es el pago del piso?
—La paga son 10.000 ryo mensuales, de los cuales 4.000 se os descontarán para el piso.
Seina calculó el precio del piso. Supuestamente, un genin recibía en una misión D unos 5.000 a 50.000 ryo así que pagar solamente el piso cada mes supondrían un par de misiones. Sin embargo, era un precio barato considerando que podían hacer cada semana 1 o 2 misiones tipo D cuando se graduaran, y encima eran 2 personas.
—Me parece bien.
Seina acabó de resolver algunas dudas más, como cuándo recibirían el dinero, cómo lo recibirían, etc. Se marcharon acompañados por un ninja hasta su nuevo apartamento. El edificio era alto y de aspecto algo destartalado, quizás tendría 4 plantas. Ellos se encontraban en la planta superior, en el piso donde solo había otro apartamento. Entraron y lo primero que vio fue una diminuta entrada para dejar sus zapatos junto un pequeño armario empotrado, seguido de un pasillo corto que daba paso a un salón-cocina de tamaño medio. No era extremadamente grande pero lo suficiente para que la cocina y el salón estuvieran claramente diferenciados por el espacio y cupiera una mesa cuadrada para un par de personas. Al otro lado del salón, siguiendo la trayectoria del pasillo, había una habitación cuadrada con un par de camas individuales, una al lado de la otra, cubriendo una pared entera. La última puerta del piso, frente a la cocina y al lado del dormitorio, era un baño con una pequeña bañera y ducha, bastante modesto.
—¡Yatta! —gritó Naruto al verlo y entró corriendo, dejando tiradas sus zapatillas en cualquier lugar.
Seina bufó una risa y aceptó el monedero con el dinero y la llave del piso del ninja que los había acompañado. Vio como alguien había dejado sus pocas pertinencias en medio del dormitorio así que llamó a Naruto para que guardara sus pocas ropas en el armario doble que había en el dormitorio. Investigó los cajones y vio que alguien había comprado comida para durarles varias semanas, así como varios juegos de sábanas y mantas. También habían comprado toallas, una alfombrilla del baño y enseres para ducharse. Comprobó el dinero y vio que tenían los 6.000 ryo restantes así que se preguntó de dónde había salido todo eso. Aun así, se encogió de hombros y se lo tomó como un regalo del Hokage.
—¿Qué vamos a comer? —preguntó Naruto, quien normalmente pensaba con su estómago.
—¿Qué te parece un plato de ramen instantáneo? —dijo, quien no tenía ganas de ponerse a cocinar de buenas a primeras.
Mientras Naruto preparaba el plato instantáneo con una tetera conectada al único enchufe visible de la cocina, Seina se dedicó a poner todo tipo de hechizos en su nuevo piso. Para empezar, utilizó un hechizo modificado para que en lugar de silenciar el piso los escucharan hablando de cualquier tontería posible. Luego usó hechizos para cerrar todas las entradas al piso y otros encantamientos para suprimir el deseo de querer entrar a la propiedad en caso de tener malas intenciones, anclados a las ventanas y a la puerta.
No quería proteger demasiado el piso ya que si se veían incapaces de entrar a la propiedad es posible que hiciera levantar sospechas. Sin embargo, si usaba las intenciones individuales de cada visitante, aquellos que les deseaban mal no podrían entrar. Así pues, eso debería permitir la entrada a los ninjas del Hokage sin que resultaran heridos ni nadie sospechara nada.
—Deberíamos guardar el dinero en un lugar seguro —dijo Seina a su hermano.
—¿Aquí estará protegido? —frunció el ceño Naruto.
—Déjamelo a mí.
Naruto asintió y le entregó la comida.
—Me gustaría encargarme yo de manejar el dinero. Tenemos 6.000 ryo restantes al mes, eso significa que necesitamos gastar solo en comida y que podemos ahorrar el dinero restante.
—¿Cuánto puede costar la comida? —preguntó Naruto, totalmente desconcertado.
—No lo sé. Mañana iremos a mirar tiendas y a ver los precios. Así nos haremos una idea.
Quería comprar también un cofre pequeño para guardar el dinero. Con runas podría agrandar su interior y allí podrían guardar todo lo de valor, incluido el dinero. Tenía pensado también comprar otro monedero para que tanto Naruto como ella tuvieran una paga individual. Imaginaba que, si gastaba 3.000 ryo mensualmente en comida, quedarían 3.000 disponibles. Podían repartir entre 3 lo que restaba: 1.000 para cada uno y otros 1.000 para ahorrar. Si se organizaba bien estaba segura que podría ahorrar mucho más, sobre todo porque podía lavar la ropa y limpiar el piso con un hechizo y así se ahorraba comprar productos de limpieza, a pesar de tener una pequeña lavadora propia en el piso.
Al día siguiente, fueron a la academia como era habitual y luego pasearon por la aldea en busca de un mercado cerca de su piso. Dio gracias a Merlín por haber tenido la gran idea de hechizarse con un débil encantamiento para evitar a la mayoría, salvo a los más decididos a odiarles, mientras caminaban por las calles sin supervisión adulta. Incluso bajo el encantamiento podía notar un par de miradas cargadas de odio en su cogote. Por suerte, no pasó nada malo y pronto vieron su edificio sobresalir entre los demás.
—Mira Naruto. Ese es nuestro piso. Tenemos que investigar lo que hay alrededor.
—¡Genial! ¡Empezaremos por esta calle! —exclamó su mellizo y empezaron a caminar calle abajo—. ¡Una tienda de ramen!
Seina miró la tienda y vio que era más bien un tenderete con 3 asientos. Parecía un local rectangular sin espacio para mesas interiores. Por suerte, eso implicaba menos gente observándoles si algún día decidían comer allí. Vieron que había en la calle de atrás un pequeño mercado con una frutería, una carnicería, una pescadería y una tienda de productos importados. También, calles un poco más allá, había varias tiendas de ropa, una droguería, una tienda de armas, un dojo e incluso el centro veterinario.
Mientras iban pasando por delante, a pesar de tener el encantamiento activo, vio como algunos vendedores los miraban con desdén y supo que, de venderles algo, seguramente sería comida a punto de caducar, caducada y/o con el precio inflado. Evitó enviarles una mueca de desprecio como respuesta y se contentó sabiendo que esas personas no eran capaces de hacerle ningún tipo de daño. Simplemente tendría que comprar ella sola y usar su magia para cambiar de apariencia e influenciarlos para que le vendieran más barato lo mejor que tenían.
Por suerte, tenían ropa del orfanato que todavía les valía. Era ropa básica en colores oscuros y neutros pero, mientras les sirvieran, a ella ya le estaba bien. Sabía que pronto tendrían que comprar sus propios kunais para practicar así que pensaba pasarse por la armería para equipar su mochila y la de Naruto. Además, ahora que tenía dinero, quizás podía contratar unas clases extra en el dojo con tal de que los ayudaran a mejorar su taijutsu.
En la academia, como en todos lados, casi todos los profesores intentaban sabotearlos. Les daban material desactualizado, los castigaban a la mínima que les daban cualquier excusa válida para hacerlo haciéndoles perder tiempo de entreno fuera del colegio, cuando tenían alguna duda hacían ver que no los habían visto alzar la mano y cuando los otros niños se metían con ellos, quitándoles el almuerzo o robándoles los libros les decían que eran cosas de niños pero no los ayudaban a recuperar sus cosas.
Todo eso pasó los primeros meses al ser apuntados en la academia, al cumplir 6 años. Naruto intentó quejarse las primeras veces de semejante abuso, pero fue ignorado y castigado, para su enfado colosal. Aun así, su hermano, quien empezaba a comprender que su hermana tenía una serie de poderes secretos que él no tenía, se calmó cuando Seina se lo dijo. Después de todo, para ella era facilísimo duplicar un par de libros de los niños de clanes con un gemino o hechizar sus bentos para que nadie se diera cuenta de que estaban allí y pudieran quitárselos.
Cuando Naruto vio cómo se comportaba ella, quien sabía todos los trucos del libro para evitar ser castigada, empezó a imitarla y los profesores tuvieron que apretar los dientes al darse cuenta de que no tenían razones para castigarlos. El único problema de todo esto eran las dudas no resueltas y aprender a luchar. Seina había sido auror pero, aunque tenía algo de nociones de defensa personal, no era ni muchísimo menos experta como los ninjas. Simplemente, para un mago o bruja, no era necesario ese tipo de conocimiento. Las dudas, por otro lado, podía resolvérselas Kurama, para su atónito y diversión. El problema era que Naruto todavía no estaba tan avanzado en meditación como para entablar conversación con su propio Kurama así que no tenía a nadie que le ayudara como ella.
—He mirado los precios de la comida —informó Seina esa noche a su hermano—. Creo que por menos de 3.000 ryo podremos comer todo el mes. Si nos repartimos lo que queda entre los dos y guardamos un poco como ahorros podríamos vivir sin problemas.
Naruto jadeó de alegría.
—¿¡Y tendremos dinero cada uno!?
—Sí. Compraremos un monedero más y cada uno tendrá dinero que podrá gastar como quiera. Aun así, Naruto, si te quedas sin dinero un mes, no puedes coger de los ahorros, ¿me entiendes?
Su hermano asintió, jurando que no lo haría, y ella le creyó. Esa noche, cuando Naruto estaba totalmente dormido, miró los billetes que tenía y pensó en usar sus habilidades para copiar el dinero. Después de todo, era solo papel. Realmente preferiría no hacerlo, pero todo, y no era broma, todo en la aldea se pasaba de su paga mensual. Para empezar, solo 5 kunais valían 5.000 ryo si los compraba en pack, si los compraba uno a uno le salían por 1.500 ryo por cabeza. El hospital costaba 5.000 ryo si se producía ingreso y cada cura o remedio usado tenía un precio si la persona no era ingresada; al menos mientras no fueran genins, luego las estancias en el hospital no tendrían que pagarlas. Por no hablar de la comida o de la ropa.
Si un genin hacía una misión tipo D a la semana durante un mes, y poniéndose en la tesitura de que les pagaran lo máximo, al final de mes tendría un sueldo de 200.000 ryo. Podría pagarse un alojamiento propio en las zonas más baratas de la aldea y comer. Cualquiera pensaría que era bastante dinero, 200.000 ryo, pero si lo comparaba al precio de la vida en Konoha, las cosas cambiaban. Así pues, aunque a Naruto le pareciera una barbaridad que tuvieran 6.000 ryo mensualmente para ellos solos, realmente no eran gran cosa ya que el precio de la vida estaba por las nubes.
Podría probar a preguntar al Hokage si sus padres tenían alguna vivienda en su nombre pero, teniendo en cuenta de que no les habían dado una casa ya pagada eso querría decir que o no tenían una o no pensaban dársela. Si sus padres hubieran comprado un piso en Konoha, por mucho que hubiera sido destruido en el ataque de Kurama, seguirían contando con escritura de la casa y, al ser reconstruida la aldea, una casa nueva volvería a ser suya. Eso era una de las pocas cosas buenas que tenían las aldeas ninja. Quizás porque, de no ser así, con el número de veces que la aldea podía ser destruida en menos de 10 años nadie compraría una sola casa.
Poniéndose en el peor de los casos, Naruto y ella no tenían nada en propiedad. Hasta que no tuvieran algo suyo estarían dependiendo siempre de la influencia del Hokage para que alguien les alquilara un piso. Por lo que había visto de reojo en los escaparates de las inmobiliarias del vecindario, un barrio bastante bueno y muy cerca de la academia, un piso como el que alquilaban costaba algo más de 1 millón de ryo. Cosa que no tendrían ni ahorrando toda la vida con la paga que les habían dado.
Los vecindarios más alejados, a la periferia de la aldea, costaban como máximo un tercio de ese precio según lo que había oído con sus hechizos espía. Eso era más asequible, y más si compraban una casa que necesitara pocas reformas o algo similar que bajara el precio y que pudiera arreglar fácilmente con sus poderes. Aun así, eso significaría hacer muchas misiones y/o ahorrar todo lo posible, y todavía estaban en la academia así que solo podía ahorrar una miseria hasta que se graduara.
—¿En qué piensas nee-chan? —preguntó de improvisto Naruto y ella dio un salto.
—En que tenemos que ponernos las pilas y entrenar por nuestra cuenta. Nadie va a ayudarnos.
Naruto asintió, mirando al techo.
—¿Crees que nos graduaremos pronto?
—Ahora mismo no lo creo. Me he informado de los requisitos para graduarse y apenas nos están empezando a enseñar el henge.
—¿Podríamos practicar mañana? —preguntó Naruto y ella asintió.
—Mañana.
Chapter 3
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Los años pasaron viviendo en ese piso. La rutina era siempre la misma. Por la mañana iban a la academia y evitaban ser castigados mientras aprendían todo lo posible. Por la tarde, Seina resolvía las dudas de Naruto y ambos hacían los deberes para el día siguiente antes de merendar y holgazanear un rato. Luego, practicaban los jutsus que les enseñaban en la academia o repasaban temario durante una hora y media y luego otra hora y media de taijutsu siguiendo las instrucciones del dojo al que asistían un par de veces al mes cuando podían permitírselo. Cada noche, antes de acostarse, Seina y Naruto meditaban media hora. Poco a poco Naruto fue capaz de meditar sin quejarse, pero seguía siendo incapaz de entrar en su mente.
Los fines de semana por las mañanas, ambos hacían un inventario de la comida que les faltaba y Seina iba a comprarla bajo un encantamiento para que no la timaran. Como había varia gente que había pensado estafarla, no se sentía mal de estafarlos también con algunos billetes falsos que desaparecían en unos cuantos días. Con el paso del tiempo, sus ahorros, guardados en un pequeño cofre de madera que había protegido con runas, magia de sangre y encantamientos, empezaron a dar sus frutos. En menos de 2 años había reunido casi 40.000 ryo, de dinero real.
Individualmente, Naruto se había gastado parte de sus ahorros personales en ramen, en varias piezas de ropa con sapos y en regalos para ella. Incluso tenía un monedero, que ella hechizó, al que llamaba Gama-chan. Seina, por su parte, apenas había tocado el dinero que habían acordado como paga individual así que tenía otros 30.000 ryo apartados que podrían usar si los necesitaban. Después de todo, solo gastaba su paga personal para regalos para Naruto y algún que otro capricho suyo, como mejores productos de baño o algún que otro conjunto de ropa para sus ratos libres.
Cuando Naruto cumplió 7 años, empezó a enseñarle runas. Como sabía cómo funcionaba su hermano, le regaló un puzle con runas que ella misma había transformado a partir de unas cuantas piedras que encontró en el parque. Creó un juego de memorizar y velocidad con varias reglas para que, en sus ratos libres, pudieran jugar y Naruto lo aprendiera sin darse cuenta. En menos de 3 meses Naruto se convirtió en un experto identificando runas y qué runas iban juntas en según qué situaciones del “juego”.
Como Seina le había exigido hace años a su hermano que hiciera sus deberes con pincel, como se escribía antes la caligrafía japonesa, sabía que podría escribir las runas sin problemas. Además, si veía que las líneas no eran lo suficientemente pulidas, estaría ella para corregirle. Lo único que faltaba para que Naruto pudiera empezar a escribir secuencias rúnicas era explicarle para qué servían y qué patrones utilizar para escribirlas así que para navidad hizo otro juego para su hermano, pero esta vez con fichas de madera con los distintos diseños geométricos dibujados.
En cuanto Naruto aprendió a reconocer y a identificar para qué servían cada uno, pensando que era otro juego, lo sentó en la mesa para hablarle de qué era aquello.
—Naruto, ¿te acuerdas del juego de las runas? —preguntó ella, sacando el juego y poniendo cada “ficha” encima de la mesa. Su hermano asintió—. Solo quería decirte que no es un juego.
—¿¡Eh!? ¿Qué quieres decir nee-chan?
—¿Te acuerdas del fuinjutsu? —su hermano asintió con entusiasmo—. Las runas son similares. Es como aprender otro idioma: el fuinjutsu es japonés y las runas son otro idioma. Ambos se usan para hablar, pero su base es distinta. ¿Lo entiendes?
Naruto asintió y frunció el ceño.
—Entonces… ¿las runas se utilizan como el fuinjutsu?
—Exacto. Con estos 2 juegos te he enseñado la base sin que te dieras cuenta. Ahora que has memorizado esa información puedo explicarte cómo usarlas.
—¿¡Esto lo has aprendido en la biblioteca también!? ¡Sugoi! —exclamó Naruto—. No las había visto nunca antes.
—Eh… No, Naruto. No lo he aprendido en la biblioteca —evitó encogerse al darse cuenta de que había llegado la hora de la verdad.
Su hermano frunció el ceño.
—¿Esto tiene que ver con tus poderes… especiales?
Seina se sorprendió al escucharle, pero asintió.
—Ya veo… ¿Y cómo puedo usarlas yo si no tengo este poder?
—No tienes la misma cantidad de poder que yo, pero nuestra conexión, al ser mellizos, te ha permitido recibir un mínimo. Para según qué cosas, como las runas, diría que ese poco poder quizás te baste para hacerlas servir.
—¿Y cómo sabes todo esto? —preguntó Naruto, extrañamente serio.
—…Lo que voy a contarte no puedes decírselo a nadie, ¿vale? —suspiró ella y se preguntó si debería estar contándole la verdad a un niño de poco más de 7 años—. Cuando nací recordaba mi anterior vida. De alguna forma, mis poderes de aquella vida traspasaron a esta y, mediante nuestro vínculo, a ti también.
Se hizo un silencio mientras su hermano, de 7 años, intentaba asimilar lo que le estaba diciendo. Se miraron fijamente durante lo que le pareció una eternidad y luego Naruto se encogió de hombros y sonrió.
—Sigues siendo mi hermana solo que con super poderes.
Seina abrazó a Naruto sintiendo que se había librado de un peso que ni sabía que cargaba en sus hombros. Naruto la abrazó fuertemente, sintiendo sus emociones a través de su vínculo que ahora casi siempre estaba abierto pero cuyas voces estaban algo… apagadas, y supo que nada había cambiado. Se reincorporó en su asiento y sonrió a su hermano, aclarándose la garganta.
—Me gustaría enseñarte runas y otras cosas, pero iremos paso a paso.
Seina le estuvo explicando las bases de cada runa, a pesar de que su hermano ya había memorizado la explicación sintetizada de cada una y de los patrones geométricos. Le enumeró ejemplos de cómo podían usarse, para qué y qué podía salir mal si lo hacía deprisa y corriendo sin supervisión. También le entregó un diario de páginas en blanco que había hechizado para que tuviera infinitas páginas y protegido con runas para evitar que se malograra de cualquier modo.
—Aquí he apuntado toda la teoría que te estoy explicando y también ejemplos ya hechos de secuencias rúnicas.
—¡Sugoi! —susurró atónito Naruto mientras intentaba buscar la última página del diario y comprobaba que nunca podía llegar al final.
—Podrás tomar todos tus apuntes y notas en la misma libreta. Nunca gastarás todas las páginas ni se romperá ni podrán arrancar páginas, a no ser que las arranques tú queriendo. Es más, nadie verá lo que está escrito salvo que sean familiares directos de sangre —explicó con una sonrisa ante las lágrimas de excitación de su hermano—. Cualquiera que lo abra y lo lea pensará que es un diario personal de un niño. Yo tengo otro en el que apunto mis ideas y la información que recuerdo de mi otro yo.
—Wow… La magia es increíble…
—Lo es. Con mi ayuda no solo podrás usar las runas, que es como practicar magia sin varita, sino también podrás hacer bastantes pociones que no requieren magia y usar la aritmancia como método adivinatorio.
Naruto pareció estupefacto al darse cuenta de todo lo que podría hacer en cuanto aprendiera todo lo que ella sabía. Dio gracias por haberse interesado en estudiar por placer en sus 120 años, de lo contrario, estaba seguro de que ambos hubieran muerto o estarían viviendo una vida muy distinta. Como mínimo, Naruto sufriría malnutrición y sería el peor de la academia debido a los intentos constantes de sabotaje.
—Has usado tu magia antes, ¿verdad? —preguntó Naruto cuando sus pensamientos se encaminaron hacia el mismo lugar—. Por eso la mayoría de gente nos trata con indiferencia en lugar de con violencia, por eso vas tú sola a comprar y por eso nunca hemos sufrido ningún intento de robo.
—Así es. No solo eso, ese piso está protegido y nadie puede escuchar lo que decimos realmente cuando estamos aquí adentro. Por eso siempre te digo que te esperes a llegar a casa… ¿El cofre que compré de madera? Ahí es donde guardo todo nuestro dinero, nadie puede cogerlo. No me fío de que intenten quitárnoslo de la cuenta del banco si lo dejamos allí. También limpio el piso con hechizos, al igual que nuestra ropa, y hago que nuestra ropa dure más de lo que debería durar para ahorrar dinero.
—¿Y los kunais que encontraste? —preguntó Naruto—. ¿Realmente los encontraste?
Seina sonrió.
—Compré los primeros kunais para que nadie sospechara de dónde los había sacado y luego transformé varias rocas en las distintas armas y usé runas para que no se convirtieran de nuevo en rocas, por muy improbable que fuera. Lo mismo hice con la ropa. Nadie sabe exactamente qué compro en las diferentes tiendas así que puedo transformar ropa a partir de rocas o palos de madera. Así es como he ahorrado tanto dinero estos dos años.
—¡Increíble! ¡Eso quiere decir que tenemos armas y ropa ilimitadas! ¡Yatta!
Estuvieron hablando varias horas. Le explicó cómo había encantado la ducha para que saliera siempre agua a la temperatura que querían nada más tocar el grifo ya que el casero les había desconectado el calentador hacía meses. Cómo había usado sus poderes para que algunas comidas les duraran más y tiraran menos cosas a la basura. Cómo podía estudiar tanto, gracias a pergaminos duplicados que tenía en su poder sin que nadie se diera cuenta, si algunas veces los echaban de la biblioteca antes de tiempo… Lo único que no le contó fue como usó a Yumi, la matrona más joven del orfanato, para beneficiarlos.
Lo cierto es que su anterior vida le había enseñado muchas cosas. Uno no debía desconfiar de todos, pero tampoco ser confiado. Sabía que la gente se movía por varias cosas: dinero, sus seres queridos y por el miedo. Era por eso que había estado usando sus hechizos para espiar a la gente y robar sus secretos. Si alguna vez necesitaba chantajear a alguien, los Black le habían enseñado cómo. Era solo gracias a que espiaba a la gente continuamente que pudo evitar más de un altercado violento y era capaz de librarse del maltrato de los civiles adultos de la aldea. También le había servido para comprobar que, efectivamente, había ciertos profesores en la academia que deseaban echar a perder sus carreras como shinobi. Por no hablar su conocimiento sobre cómo podían salir de rositas sin acusarlos de copiar o de hacer trampas.
Por otro lado, si algo había aprendido viviendo con los Dursley era a pasar desapercibida, a racionar el poco alimento que le enviaban los Weasley y a prepararse para vivir cómodamente en la calle, si fuera necesario. Por no hablar de lo que había aprendido en su paso por Hogwarts: espera lo mejor, pero prepárate para lo peor. Dio gracias a Hermione por haberle enseñado que estudiar no era un castigo, como sucedía en casa de su tía, sino un regalo, cuando se acordó de todo el conocimiento que amansó en sus 120 años de vida.
El hecho de que Naruto no fuera el último de la clase sino el cuarto, tuviera ropa más que suficiente, comiera de forma equilibrada y no fuera tratado con violencia cuando caminaban por la calle era solo gracias a ella, y no lo decía de forma arrogante. Sabía que si dejaba de usar sus poderes las cosas serían muy distintas. Sin embargo, también veía cómo se acercaba su graduación, lenta e inexorablemente. Llegaría un día en que Naruto no la tuviera allí constantemente y sufría al pensar cómo sobreviviría si no le ayudaba ahora a ser auto suficiente.
Era por eso que estaba dispuesta a enseñarle runas, aun sabiendo que eso generaría muchas preguntas en Naruto y que quizás tuviera que decirle la verdad, como había pasado, y ponerse en peligro. Aun así, tenía al menos 3 años para enseñarle runas, pociones y, si podía, aritmancia, a un niño de 7 años. Se despreocupó pensando que tenía tiempo y que Naruto no era tonto.
Un día, como Naruto ya sabía de sus habilidades, pensó en comprar una tienda de campaña ninja para modificarla. Podría convertir su interior en una ciudad, si quisiera, pero se preguntó si era práctico considerando que los ninjas solo duermen en tiendas de campaña en circunstancias especiales. Aun así, necesitaba algún baúl o maleta donde pudiera guardar de forma ordenada todos los pergaminos que estaba copiando y que estaba guardando en una montaña en el cofre agrandado del dinero.
Al final, desistió. No tenían tantas cosas que guardar de forma secreta y lo último que quería era que, por algún motivo, descubrieran un baúl capaz de contener una ciudad entera. Aplazó esa idea hasta que Naruto y ella fueran al menos genin, pero empezó a modificar con hechizos y runas las típicas mochilas ninja que se ponían en la cadera y en la baja espalda. Normalmente, los ninjas estaban limitados respecto a qué cosas podían llevar a una misión y que tuvieran a mano, y no dentro de un pergamino. Si modificaba las mochilas, podría contener todo tipo de armamento al alcance de la mano en la mochila de cadera, y cualquier otra cosa, como ropa o medicina, en la riñonera de la espalda.
El peso no importaría. Tampoco podrían robarlas ni nada se rompería mientras estuviera dentro de la mochila. Sabía que sería una pieza esencial en el equipamiento de un ninja.
—¿Estás bien, Seina-san? —preguntó una voz seria y ella salió de su ensoñación.
Miró a Shino, a su lado derecho, y asintió. Lo cierto era que le aburrían las clases. Ser adulta en el cuerpo de una niña, por mucho que algunas cosas que aprendía fueran totalmente nuevas, era como hacer trampa. No solamente era la mejor kunoichi de su curso respecto a los exámenes teóricos sino también respecto al taijutsu. Después de todo, para ella memorizar e interiorizar temario con la ayuda de la oclumancia y de la biblioteca que tenía en casa, y que podía consultar cuando quería, era como coser y cantar. El taijutsu, por otro lado, era algo nuevo, pero con su mente adulta era capaz de distraerse muchísimo menos que los otros niños. Si a eso le sumaba el hecho de que sabía bastantes estrategias de combate, gracias a su pasado como auror, y que era capaz de predecir los ataques sin imaginación de los niños con los que asistía a clase… La academia era ridículamente fácil.
Lo único que la motivaba a seguir yendo era Naruto, aprender nuevas técnicas, como se llamaban en este mundo, y el combate físico y con armas. Si bien era cierto que era experta usando una espada debido a que la espada de Gryffindor no paraba de aparecérsele cuando estaba viva, no sabía cómo combinar el taijutsu acrobático de los ninjas al mismo tiempo que usaba el arma. Así que esas clases la interesaban bastante.
—Creí que íbamos a aprender algo más interesante —se quejó Naruto una vez, cuando les explicaron qué iban a enseñarles.
—Naruto, ¿no ves el potencial que estos jutsus tienen? —dijo ella, vibrando de la excitación—. Con el henge podemos transformarnos en cualquier cosa. Si bien es cierto que mucha gente es capaz de ver a través de un henge o darse cuenta de las diferencias si alguien se transforma en otra persona… ¿te imaginas transformarte en un objeto? ¡Podrías transformarte en unas vendas y usar el jutsu de intercambio para meterte en la mochila de tus enemigos! ¿Te imaginas lo que supondría si ese enemigo entra dentro de su territorio sin darse cuenta de que lleva a su enemigo encima y que le está introduciendo en su territorio protegido?
Los ojos de Naruto empezaron a abrirse con un brillo demencial al darse cuenta de que tenía razón. En cuanto le enumeró los muchísimos usos de las 6 técnicas que iban a enseñarle supo que lo tenía. Así fue como Naruto, sin tan siquiera tener que apremiarle a practicar, pasaba las horas practicando los jutsus de tipo E de la academia y luego los usaba para que nadie le pillara mientras se vengaba de los aldeanos con bromas y otras chiquilladas. Seina solo le pidió que no le pillaran, que nadie supiera que era él y que no hiriera a nadie. Todo lo demás, podía permitírselo.
Las mejores cualidades de su hermano eran su perseverancia y su creatividad. A pesar de no ser bueno hincando codos, sabía que una vez tuviera un maestro para su equipo mejoraría increíblemente. Después de todo, a Naruto le gustaba aprender haciendo. Lo mismo le había sucedido a ella, no porque le costara estudiar y retener la información, sino porque los Dursley la habían condicionado en cuanto al estudio. Hermione había necesitado casi 5 años para quitarle esos hábitos y, para ese entonces, no pudo estudiar runas ni aritmancia en la escuela debido a que ya habían pasado años desde que empezaron las clases optativas. Así que lo tuvo que estudiar por su cuenta en los años siguientes.
—¡Esto es una mierda! —gritó Naruto cuando practicó la creación de clones.
—Mmm… ¿Qué es lo que haces antes de liberar la técnica?
Ella era capaz de crearlos, pero necesitaba un control total sobre su chakra porque, de lo contrario, explotaban.
—Le añado todo el chakra posible —suspiró Naruto y ella sacudió la cabeza.
—Ese es el problema. No están pensados para tanto chakra. Es una técnica para niños de la academia.
—¡Eh! ¿Quieres decir que estoy añadiendo demasiado chakra?
—Exacto. Intenta poner lo mínimo al clon.
Naruto frunció el ceño y lo intentó, con la frente perlada de sudor, pero nada. El clon había mejorado de aspecto, pero seguía pareciendo un zombie.
—Creo que tendrás que hacer ejercicios para practicar el control de chakra. Lo leí en algún sitio… ¡Ahá! Mira esto —le enseñó el pergamino con las instrucciones y varios ejemplos—. Normalmente los alumnos de la academia no necesitan hacerlos para estas técnicas, pero tú y yo debemos tener demasiado chakra para según qué jutsus.
—¿Cómo es posible que tú si logres realizar un clon? —farfulló Naruto, mirando los diagramas con complejo de inferioridad.
—¿Te acuerdas de la oclumancia de la que te hablé? —dijo, cortando de raíz la situación—. Es por eso. Puedo medir el flujo de chakra que requiere un jutsu así nunca uso más o menos chakra de lo necesario. Mira esto.
Cogió una pluma de caligrafía y se la pegó a la frente con chakra, tal y como indicaba el pergamino. Para ella, cuyas barreras de oclumancia actuaban como un grifo que podía abrir y cerrar a placer, algo que había tardado años en aprender para esconder su magia y pasar desapercibida en sus misiones como auror, regular el chakra que usaba era tan fácil como respirar. No había imaginado que Naruto tuviera problemas con algunos jutsus debido a un exceso de chakra.
Ayudó a su hermano a empezar los ejercicios de chakra y le ordenó que ejercitara todas las horas posibles del día. En la academia cuando tenían clases teóricas, mientras comían y durante los ratos libres. En menos de 3 semanas, Seina vio una clara mejoría. Naruto pasó de enfurecer porque no podía mantener una sola hoja en la frente a llevar una continuamente y luego dos hojas. Con el paso del tiempo, el clon cada vez parecía menos un maniquí creado por un niño ciego de 5 años a parecerse más a Naruto.
—Naruto está mejorando mucho —habían dicho sus compañeros de clase, cuando les tocó demostrar sus habilidades.
—Ponía demasiado chakra a la técnica —comentó ella ante el comentario de Chouji.
—De ahí la hoja en el antebrazo imagino —bostezó Shikamaru y ella sonrió—. A este paso incluso podría graduarse antes.
Ella no dijo nada. Podría haberse graduado hacía tiempo, pero no quería dejar a Naruto solo y, aunque Naruto pudiera seguirle los pasos, no quería ponerse en peligro antes de tiempo. Hasta su graduación recibirían una paga mensual con la que no tenían que preocuparse por trabajar para vivir. Es más, estaban protegidos dentro de la aldea y podían aprender tranquilamente gracias a todo el tiempo libre que tenían. ¿Por qué adelantar su graduación si hasta los 11 años no tenían que presentarse al examen? Lo único que ganarían sería en prestigio y, aun así, ponerse en el punto de mira de ciertas personas no le interesaba ya que era potencialmente peligroso. No. No tenía sentido salirse del camino.
Vio a Shikamaru mirándola de reojo y ella le guiñó un ojo, perdiendo su expresión seria. Shikamaru carraspeó la garganta con un leve sonrojo y Seina sonrió más ampliamente si cabe. Niños, algunos eran adorables. Se preguntó cuál de ellos formaría parte de su equipo genin y se dijo que, mientras no la pusieran con alguna fan histérica de Sasuke, le daba igual. Su cabeza no soportaría semejantes gritos continuamente.
—¡Atención niños! Hoy toca examinar vuestro taijutsu. Espero que hayáis practicado en vuestros ratos libres.
De golpe, todos se pusieron a hablar y a vitorear al darse cuenta de que perderían unas horas de clase. Seina evitó rodar los ojos ante el comportamiento infantil de los otros niños y se levantó. En los años que llevaba en la academia no había perdido un solo combate y no pensaba dejar que le ganaron niños de 7 u 8 años. Para su sorpresa, el primer combate resultó ser Sasuke contra Naruto. No los había visto combatir antes pero, a juzgar por la mirada fría de Sasuke, no parecía que ninguno quisiera perder contra el otro.
El combate duró 10 minutos, durante los cuales ninguno parecía querer rendirse. Sasuke era más flexible y rápido que Naruto, pero su hermano tenía más resistencia y fuerza. Vio como Sasuke cambiaba de estrategia nada más darse cuenta en los primeros minutos y pasaba a atacar a Naruto con fintas y distracciones que, para su enfado, no funcionaron. Si había algo que le había enseñado a su hermano durante sus múltiples combates de práctica era como combatir contra alguien que usa trucos sucios.
—¡Parad! ¡El combate acaba a los 10 minutos con empate! —dijo Iruka-sensei y apuntó el resultado en su libreta.
Sasuke se negó a darle la mano a Naruto. Se fue con las manos en los bolsillos y aspecto resentido. Los otros niños hablaban del combate y algunos se quejaban de que Naruto había hecho trampas. Por fortuna, Iruka los silenció con una mirada y unas pocas palabras de reproche.
—Intentar despreciar los méritos de un compañero no es una buena cualidad de un ninja.
Seina se apuntó mentalmente los 3 catetos que habían insultado a su hermano, entre los cuales estaba Sakura, y se dijo que iban a desear no haber abierto la boca. Observó los otros combates con total atención y al rato le tocó a ella.
—Seina Uzumaki contra Ino Yamanaka.
Se adentró en el círculo y vio como Ino se apretaba la coleta con expresión algo nerviosa. Ambas tomaron posición y, cuando Iruka empezó el combate, Seina esperó a que Ino se lanzara sobre ella. Intentó amedrentarla lanzándole una bolea de puñetazos y patadas, pero ella simplemente los desvió, usando la fuerza de Ino en su contra. A los pocos minutos Ino se cansó puesto que no había acertado un solo golpe, había usado gran parte de su fuerza y, además, había recibido varios puñetazos en las costillas cuando Seina desviaba sus brazos y exponía su torso.
Cuando vio cómo jadeaba, intentando recuperar la respiración, se adelantó y empezó a lanzarle su propia bolea de patadas, puñetazos, rodillazos, codazos y más. Ino solo pudo ponerse a la defensiva, intentando que no la dejara K.O pero estaba cansada y Seina no tardó más que un minuto en dejarla en el suelo. En menos de 5 minutos ganó el combate.
—Ganadora de este combate: Seina Uzumaki.
Le tendió la mano a Ino y la ayudó a levantarse. Su contrincante parecía aliviada de que no se burlara de ella y la dejara en el suelo, quizás porque algunos niños hacían exactamente eso. ¿Qué podía ganar una persona de 127 años humillando a un niño pequeño? Lo extraño fue que, después de esa pelea, Ino se le acercó.
—¿Cómo aguantas tanto en una pelea? ¡No parecías cansada! —preguntó en la hora del almuerzo.
—Para empezar, yo no hago dieta —contestó tranquilamente y los chicos a su alrededor se rieron de sus palabras—. Ni siquiera sé por qué haces dieta si no lo necesitas. En segundo lugar, he guardado mi fuerza y he redirigido la tuya, usando los huecos en tu defensa para pegarte. Por último, no te he dejado recuperarte, eligiendo ese momento para mi contraataque, poniéndote a la defensiva.
—¿No crees que debería hacer dieta? —preguntó Ino y Kiba rio a su lado. Ella le dio un codazo que lo calló de golpe.
—Ino, eres de constitución delgada —empezó ella, con voz exasperada—. Además, estás entrenando para ser ninja. Tu metabolismo es mucho más elevado que mucha gente eso significa que necesitas comer más que un civil adulto. Si encima, en lugar de comer más, comes menos de lo que necesitas… ¿Entiendes por qué te cansas en seguida? ¡No tienes reservas!
Vio como Ino suspiraba, contemplando sus palabras. Como no se lo había dicho a malas y le había dado razones lógicas, Ino no parecía enfadada de su reproche. Cabizbaja, se sentó con Naruto y con ella, que casi siempre comían acompañados de Shikamaru, Chouji, Kiba, Shino e Hinata. Con un suspiro, Seina le presentó su bento y un par de palillos de reserva.
—Come.
Ino aceptó la ofrenda y le dio las gracias casi tímidamente. Comió la comida que había preparado para Naruto y para ella: arroz con salsa, pollo aliñado, una ensalada con zanahorias, atún y pepino y frutas que había pelado y cortado a modo de macedonia. Normalmente solían comer lo mismo, pero variando el primer plato. Había tardado un tiempo en aprender a cocinar platos japoneses pero, por suerte, sabía cocinar y podía seguir una receta.
—¿Dónde está Sasuke-teme? —preguntó Naruto y todos se encogieron de hombros.
—La última vez que le vi estaba saliendo de la academia en dirección al parque más cercano —suspiró Ino—. Vi a Sakura salir detrás de él.
—¿¡Y tú no estás allí!? —preguntó atónito Kiba y Seina le dio un leve tortazo en la cabeza—. ¡Hey!
—¿Acaso no sabes lo que es el tacto? —preguntó retóricamente.
—Kiba es incapaz de no meter la pata una vez al día —comentó Shino, examinando los bichos del árbol más cercano, con voz seria.
—¡HEY! ¿¡Pero yo qué os he hecho!?
—Lo cierto es que no tenía ganas de volver a pelear hoy con Sakura —confesó Ino, haciendo caso omiso de Kiba.
—Sabes que con vuestro comportamiento lo único que estáis haciendo es alejar más a Sasuke, ¿no?
Ino se encogió, mirando al suelo. Parecía que había perdido su normal carácter impetuoso después de su derrota en el ring.
—¿Es por eso que pasas de él, Seina? —preguntó Kiba masticando con la boca abierta—. ¿Para gustarle?
—¡Ew, Kiba, cierra la boca! —ordenó Ino, haciendo una mueca de asco.
Seina rodó los ojos y evitó llorar de exasperación. Cómo iba a gustarle un niño de 7 años. Shikamaru bufó una risa mientras Naruto le gritaba a Kiba que a su hermana nunca podría gustarle el bastardo de Sasuke.
—A Seina no le gusta Sasuke, Kiba —informó con un bostezo el Nara—. Es más, le es indiferente.
Los demás, para su atónito, asintieron. Incluso Ino. No pensaba que todos estuvieran de acuerdo pero, por lo visto, incluso niños de casi 8 años eran capaces de darse cuenta de su estado emocional.
—Creo que lo ha pasado muy mal. Eso no lo niego —dijo ella— pero, ahora mismo, Sasuke no tiene ninguna cualidad que me llame de ese modo.
—¿A qué te refieres? —preguntó Ino, confundida.
—Básicamente te está preguntando qué le ves al bastardo —cortó Naruto, comiendo el postre.
—Sin ánimo de ofender, pero básicamente sí —rio ella—. Sasuke es inteligente sí, pero también es frío y desprecia a prácticamente todos nosotros. Es solitario y desconfiado, y ansia poder. No son cualidades que busque en un novio.
—¿Y qué buscas en un novio? —alzó una ceja en su dirección Shikamaru, dejando de observar las nubes.
Seina no podía creer la conversación que estaban teniendo ahora mismo. Se preguntó si contestar una respuesta troll o decir la verdad pero, mirando a Ino, quizás si comprendía porqué Seina pensaba que unas cualidades eran mejor que otras desistiría en su interés inútil por Sasuke.
—Busco una persona que sea inteligente, confiable y respetuosa —pensó en voz alta—. Alguien con quién pueda hablar de cualquier cosa y que me escuche de verdad. Que sea buena persona.
Se hizo un silencio mientras todos acababan de comer y meditaban sus palabras. Ino, sobre todo, parecía estar pensando profundamente con el ceño fruncido. Shikamaru y Shino, no obstante, se giraron a mirarla con curiosidad y contemplación. ¿Quizás había sido una respuesta demasiado madura? Se encogió metafóricamente de hombros y guardó sus palillos en su bento vacío.
—S-s-son b-b-buenas c-cualidades, Seina-chan —dijo Hinata, con aspecto sonrojado y mirando a su hermano de reojo. Ella sonrió.
—Seguro que ambas encontraremos alguien así —guiñó el ojo.
Desde que empezaron la academia, Seina se había encargado de ir entablando amistad con este grupo de gente poco a poco. La primera persona que conocieron fue justamente Hinata cuando Naruto la salvó de unos abusones un invierno hacía años. Al principio, estar en presencia de Hinata la había irritado por su constante tartamudeo y esa timidez extrema pero, al poco tiempo, se dio cuenta de que era simplemente resultado de cómo la trataban en su propia casa. Enfurecida, se juró que la ayudaría a ganar confianza y a hacer que dejara de desmayarse con cualquier contacto social.
Ahora, a pesar de que seguía tartamudeando la frecuencia del tartamudeo había disminuido exponencialmente, su sonrojo ya no eclipsaba a los tomates y casi nunca bajaba la mirada o chocaba sus dedos en señal de incomodidad. Como con Neville cuando era niño, Seina había sido capaz de relacionarse con Hinata a través de sus gustos como la jardinería, el prensado de flores, la caligrafía o la medicina.
Algo similar había pasado con Shino quién no era tímido, pero sí solitario. Como no tenía miedo a los bichos, había sido fácil ganarse poco a poco su confianza hasta tal punto de que Shino siempre se sentaba a su lado o detrás de ella en clases. Por otro lado, Kiba y Chouji eran igual de sociales que Naruto así que no había tenido que hacer nada salvo cocinar unos cuantos pasteles y galletas.
Lo más sorprendente fue Shikamaru. De todos, fue el único que se acercó primero a ella, y no al revés. Le retó a una partida de shouji y, cuando le ganó después de una partida de casi una hora, pareció decidir que ella no estaba tan mal como amiga. Después de eso, se empezó a sentar detrás de ella, durmiendo al lado de Chouji, y luego durmiendo a su lado en la hora del almuerzo mientras Kiba, Naruto y Chouji jugaban con los columpios o a la pelota.
Más de una vez se preguntó cómo hubiera sido la infancia de Naruto sin ella allí para socializar con esos niños. ¿Hubiera sido capaz de despertar el interés de Shino? ¿Sería Hinata capaz de estar en presencia de Naruto un minuto sin desmayarse? ¿Estaría Shikamaru apartado de todos, salvo de Chouji, debido a su inteligencia? Eliminó esos pensamientos puesto que no servían para nada y caminó a clase.
A partir de ese momento, Ino dejó de hacer dieta y empezó a sentarse con ellos en lugar de perseguir a Sasuke. Sakura, extrañada, le enviaba miradas altivas al darse cuenta de que ya no tenía “competencia” pero Ino no parecía verla. Con la ayuda de Ino, prácticamente la persona más extrovertida de todos ellos salvo Kiba y Naruto, pudieron hacer que Hinata saliera más de su caparazón.
—Si tan solo pudiéramos regalarle ropa… —suspiró exasperada Ino—. Debe estar muriéndose de calor con ese chaquetón.
Seina asintió. Konoha estaba ubicada en el país del Fuego así que el clima era prácticamente mediterráneo, si lo comparaba con algo. Aun así, Hinata llevaba siempre una chaqueta con forro. Seguramente para pasar desapercibida debido a su timidez.
—¿Por qué no te dejas el pelo largo, Hinata? —preguntó Ino una vez, tocando el cabello oscuro de la Hyuuga.
—Mi padre dice que sería un incordio para mí en las misiones —habló calladamente Hinata, mirando al suelo y Seina le levantó la barbilla como de costumbre.
—No necesariamente tienes que llevarlo largo —dijo ella, como siempre la voz de la razón—. Podrías dejártelo hasta los hombros. Te quedaría muy bien y no te estorbaría a la hora de luchar.
Ino asintió fervientemente sin abrir la boca al ver que Hinata lo estaba contemplando. Al cabo del rato, Hinata accedió a dejárselo crecer un poco.
—Además, tener el pelo largo no significa nada —bufó Ino más tarde—. Mírame a mí. ¡Mira a Seina! ¡Nunca ha perdido un combate y tiene el cabello igual de largo que yo!
Seina lo tenía largo, aunque en una trenza triple, ya que había visto fotografías de sus padres y vio que su madre tenía el cabello extremadamente largo. Cuando iba a la peluquería bajo otra apariencia, solo se cortaba lo mínimo imprescindible y pedía que le escalaran el cabello. Al contrario del pelo pelirrojo de su madre Kushina, ella tenía el cabello dorado de su padre, al igual que Naruto. Los ojos azules de su padre Minato habían reaparecido en su hermano mientras que ella tenía los ojos violetas oscuros de su madre.
Naruto, cuando le enseñó por primera vez hace un año, las fotografías que había copiado de sus padres, se había puesto a llorar. Le había afectado tanto que incluso le pidió que cambiara el tono naranja butanero del chándal del que se había enamorado y había comprado por una chaqueta blanca con mangas negras y pantalones negros a juego. Seina accedió rápidamente. Había estado meses intentándole hacer cambiar de parecer sobre el color de sus ropas pero, según Naruto, mientras no fuera genin, usar naranja no iba a matarle en la aldea. A partir de ese momento, Naruto parecía más su hermano que nunca antes. Ambos llevaban pantalones oscuros, aunque ella vestía mallas, camisetas cortas a juego y una sudadera de colores claros, en su caso de color pastel turquesa.
Cuando cumplieron 9 años, Naruto consiguió por fin entrar en su mente, para su espanto. Ese fue el día en el que tuvo que hablarle de Kurama y de cómo habían muerto sus padres.
—¿¡QUÉ ES ESO!? ¿¡Y CÓMO HA LLEGADO AQUÍ!? ¡SEINA! —gritó Naruto y ella le calmó llevándoselo de allí.
—Eso se llama demonio. Es el Kyubi.
Naruto se quedó quieto como una estatua mientras comprendía por fin por qué los llamaban demonios alguna gente. Le explicó cómo recordaba la noche en que murieron sus padres y cómo Kurama atacó la aldea a órdenes de una persona que se hacía pasar por el difunto Madara Uchiha. Cómo a su padre no le quedó más remedio que sellar el demonio en ellos y dar su vida a cambio para que la aldea viviera.
Su hermano tardó 5 días en volver a dirigirle la palabra, para su irritación y dolor. ¿Qué podría haber hecho? ¿Contárselo cuando tenía 5 años? Al final, Naruto vino a ella con expresión culpable y dolida. Ese día se pidieron disculpas por tener su primera pelea de verdad y hablaron largo y tendido. Le explicó cómo había cultivado su propia relación con Kurama durante todo ese tiempo, cómo le había ayudado a pesar de estar metido en una jaula de la cual no podía sacarle así como así, y de cómo le ayudaba Kurama a ella cuando le pedía ayuda para cualquier cosa.
—Debes hablar con él —le recomendó—. Yo puedo ayudarle como he ayudado a su otra mitad, pero tú eres quién debe convencerle de que eres digno de su amistad.
Naruto asintió con expresión decidida y volvieron a su mente, donde la transformaron de una alcantarilla a su piso a petición de Naruto, rodeado del bosque de Konoha. Seina ayudó a su hermano en todo lo que pudo y se quedó cuando despertó a su mitad de Kurama. Le entregó el orbe que su Kurama le había dado y, aunque aprensivo, lo aceptó.
—Necesito pensar. Dejadme.
Se dio la vuelta y se adentró en la jaula, tal y como había hecho su propio Kurama. Naruto, desanimado al ver su reacción, suspiró.
—No esperarás que te acepte así sin más —susurró ella y se fueron de la mente de Naruto—. En los próximos días intenta explicarle tu vida y lo que sientes. Tiene que ver que no eres como los demás, que no lo odias.
—¿Cómo iba a odiarlo? ¡Si es una víctima más de aquel ataque! —aseguró Naruto.
Seina asintió. Lo cierto es que llevaba tiempo pensando sobre la información que le había dado su Kurama, el Kurama yin, y no estaba segura de que pensar. Para empezar, cuando nacieron un hombre con el sharingan se hizo pasar por uno de sus antepasados y usó a Kurama para atacar la aldea. Kurama estaba seguro de que su chakra no era el de Madara Uchiha así que, ¿quién era? Como llevaba una máscara y sólo se le veía un ojo no podía asegurar ni tan siquiera de que el atacante fuera un Uchiha. Podría haber sido cualquier persona con un ojo robado.
Sin embargo, todo dio un giro inesperado cuando empezó a escuchar rumores sobre un golpe de estado del clan Uchiha y, acto seguido, Itachi Uchiha mató a todo su clan y sólo dejó vivo a su hermano Sasuke. Con sus hechizos espía pudo oír como algunos se preguntaban cómo era posible que una sola persona hubiera matado a todos los adultos, incluso aunque hubiera tenido la ventaja de la sorpresa. Siendo además Itachi Uchiha, una persona supuestamente pacifista. Así pues, ¿sería posible que aquel enmascarado, supuestamente un Uchiha, estuviera relacionado con algo que pasó solo 6 años después? No lo sabía, pero estaba claro que algo más pasaba y que aquello no era un acto de locura transitoria de un genio quebrantado por la presión.
A raíz de ese momento, empezó a detectar presencia de ninjas escondidos. Algunos de ellos los vigilaban periódicamente a Naruto y a ella. Lo raro era que parecían ser anbu pero, por lo que escuchó de los otros anbu, los que les habían protegido en el orfanato, no parecían estar al corriente de que estaban allí. Lo único que pudo averiguar durante todo ese tiempo fue el nombre de Danzo que, sorprendentemente, resultó ser uno de los consejeros del Hokage.
—No he escuchado antes ese nombre —dijo Kurama, pensativo— pero debe ser alguien importante si es capaz de dar órdenes a ninjas de élite. Ten cuidado.
Kurama tenía razón. Aun así, como no parecían hacer nada más salvo vigilarlos, decidió que no necesitaba investigarlo activamente todavía. Siguió escuchando atentamente pero no descubrió nada más, salvo que parecían vigilar sitios clave.
—Deberíamos decírselo a alguien —le instó Naruto, cuando se lo contó.
—¿Y qué vamos a decir? "Hola, he descubierto a ninjas que nadie más parece ver y lo único que sé es que Danzo, el consejero del Hokage, tiene algo que ver". Incluso si fuera cierto, ¿cómo les digo que lo he descubierto? ¿Con mis cartas del tarot?
Naruto se desinfló al darse cuenta de que tenía razón.
—¿Y qué vamos a hacer?
—Nada. De momento no parecen tener malas intenciones, pero estaré vigilando.
Lo cierto es que ya estaba investigando por su cuenta todo lo que podía. Para empezar, había estado construyendo un árbol genealógico de los Uchiha para ver qué candidatos podían ser el hombre enmascarado, si es que realmente era un Uchiha. Según los recuerdos que ver de Kurama, parecía ser un adolescente cerca de la mayoría de edad, a juzgar por su voz y su físico. Aun así, como nadie hablaba ya de los Uchiha ni había demasiados registros públicos a los que pudiera acceder ella, lo del árbol genealógico se complicó más de lo esperado y tuvo que desistir por el momento.
Parecía que intentar resolver este misterio era más complicado de lo que hubiera podido imaginar…
Chapter 4
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Para cuando cumplieron los 10 años, Naruto había entablado también relación con el Kurama yang, había logrado reproducir las runas ya hechas él solo y también sabía fabricar alguna que otra poción médica. Seina, que había estado estudiando por su cuenta los pergaminos de la, ahora totalmente copiada, biblioteca aprendió no solo los jutsus de rango D sino también algún que otro de tipo C y protocolos médicos que insistió que Naruto aprendiera con ella.
Por suerte para Naruto, sus barreras de oclumancia en las que trabajaba cada noche, le habían ayudado a controlar exponencialmente su chakra y ahora era capaz de realizar técnicas que antes no podía con mucha más rapidez. En cuanto al dinero, habían logrado ahorrar unos 100.000 ryo para su hucha conjunta y, por separado, Seina había ahorrado 48.000 ryo mientras que Naruto había tardado en aprender a organizar su consumo y solo había ahorrado unos 15.000 ryo.
—Si pudiéramos ahorrar 50.000 más en un par de años podríamos comprar una de las casas de las afueras —había dicho Seina a su hermano—. He estado mirando las inmobiliarias de la periferia y por 180.000 ryo podríamos comprar una casa de una sola planta con un par de habitaciones y un pequeño jardín, lista para entrar a vivir.
Naruto asintió.
—Igualmente, hasta que no seamos genin no podremos comprar ninguna propiedad. ¿Crees que ahorraremos ese dinero?
—Si hacemos misiones 3 veces por semana tendríamos al mes unos 18.000 ryo brutos. En un par de meses podríamos ahorrar lo que nos quedase y recuperarnos un poco.
—¿Realmente crees que el viejo chocho nos echará de aquí? —pensó con tristeza Naruto y miró alrededor.
—Naruto, ¿en serio quieres compartir habitación conmigo toda la vida? —rodó los ojos ella—. Cada uno necesitamos nuestro espacio y no estaría mal poder tener un jardín para plantar lo necesario para nuestras pociones o para entrenar. Además, si compramos una casa para nosotros dos, podré protegerla como es debido y nadie lograría descubrir nuestra dirección, ni para atacarnos ni para espiarnos. Si hiciera lo mismo con un piso, la gente se preguntaría por qué no existe cierto apartamento.
—Usarías ese hechizo que me dijiste…el fidelus.
—Así es. Si lo hago, nunca tendríamos que preocuparnos por la seguridad. Solo yo puedo ser la guardadora del secreto y no pienso decirle a nadie dónde vivimos. Además, una vez seamos genin, seguramente el Hokage dejará de enviar a sus anbu para protegernos. Cada vez recibimos menos visitas, ¿lo sabías? Antes era una vigilancia diaria y ahora apenas tenemos una visita una vez al mes.
—Ya… y con los otros anbu raritos espiándonos quizás es lo mejor.
—Además, no necesitamos una casa enorme —dijo con una sonrisa—. Lo único que necesito es la base de la casa y un trozo de jardín. Luego puedo agrandar la casa y el jardín a nuestro gusto y podríamos añadir habitaciones o incluso una planta encima.
—¡No estaría mal tener una piscina! —exclamó Naruto, olvidando su melancolía cuando se dio cuenta de las posibilidades.
Seina cogió su libreta muggle, transformada de una piedra, e hizo una lista.
—Necesitaremos 2 dormitorios, 2 estudios, 3 baños, una cocina-comedor, un salón, una despensa-trastero, una biblioteca, una piscina, el jardín, quizás un invernadero y un huerto.
—Podríamos tener una habitación de invitados —pidió Naruto y ella levantó los ojos—. Sé que será secreta, pero… seremos parte de un equipo. Quizás podríamos invitar a gente de confianza.
—Está bien. Entonces pongamos 3 habitaciones de invitados y otro baño más. Mmm… Está claro que llamaremos menos la atención ante los invitados si añadimos como mínimo un piso además de agrandar la casa entera.
—Podríamos poner el huerto en la azotea —sugirió Naruto—. Así siempre tocaría el sol y no podríamos destruirlo accidentalmente si entrenamos en el jardín.
Seina asintió. Dibujó una casa con 3 pisos. En la planta baja dibujó una entrada pequeña, el salón-comedor, la cocina con acceso a la despensa-trastero, la biblioteca y un baño de invitados. En la segunda planta dibujó sus dormitorios con baño propio y ambos estudios. En la última planta, esbozó las 3 habitaciones de invitados y un baño completo de buen tamaño. En el jardín, dibujó una piscina rectangular a mano derecha separada por una hilera de árboles del resto del jardín, y rodeada de suelo de piedra.
Naruto, sonriente, fue haciendo ruiditos inconscientes de satisfacción al verlo.
—Ahorraré todo lo que pueda este año —le aseguró y ella prometió lo mismo.
—Tendremos que ir recogiendo rocas y material para que pueda transformarlo todo rápidamente cuando compremos la casa.
Acordaron ir recogiendo rocas y depositándolas en un cofre agrandado y sin fondo que iba a hechizar en cuanto lo comprara. Con un poco de suerte, tendrían suficiente material para amueblar ambas plantas y construir los distintos pisos. Con las runas fijarían los materiales, y el espacio, para evitar que volvieran a su estado original y, además, podrían desconectarse del sistema de agua y de la electricidad. No necesitarían tampoco calefacción ni limpiar la casa, ni otras muchas cosas que podía construir con runas para que Naruto usara, como una lavadora sin agua o una alacena refrigeradora con luz auto limpiable con multitud de compartimentos que evitarían que la comida se estropeara.
De solo pensar todo lo que podía hacer vibraba de la emoción. Quería una casa porque, una vez fuera suya, podría hacer que desapareciera y podría practicar toda la magia que quisiera sin poner en peligro a su hermano. Si algún día tenían familia lo único que tendrían que hacer sería construir otra casa idéntica al lado y, aunque compartieran jardín y piscina, no tendrían que pagar más dinero por algo que ya era de su propiedad.
Ese año, además de planear comprar una casa, llegó otro profesor a la academia. Su nombre era Mizuki y cada vez que lo veía sentía un escalofrío recorrer su cuerpo. Ese tipo fue el primer ninja en tener el placer de ser leído por su legeremancia. Cuando vio el odio que les profesaba y la avaricia, su plan de usarlos como chivo expiatorio para robar el pergamino con técnicas secretas de la aldea… Casi le dieron ganas de estrangularlo allí mismo, pero se conformó con dejarlo calvo, como había hecho con aquellos niños que acusaron a Naruto de hacer trampa, y luego planeó cómo usarlo a su favor.
El caso es que no podía reportarlo ya que no tenía pruebas y tampoco quería descubrir sus poderes mágicos así que solo le quedaba usar a Mizuki y hacer que le pillaran in fraganti. De hecho, fue Naruto quien le dio la idea.
—¿Por qué no robamos el pergamino y le echamos la culpa? —preguntó su hermano y ella le miró algo estupefacta—. Si lo hacemos bien, podemos hacer que confiese sin darse cuenta delante de otros profesores. Es más, debería robarlo yo solo. Nadie se tragaría que tú dejarías que te engañara alguien tan simple.
—Mmm… No está mal, Naru. Podríamos hacer que confesara delante de Iruka. Sí, nada mal. Además, me interesa saber qué técnicas hay en ese pergamino que desconocía.
Naruto bufó una risa.
—Querrás decir, copiar el pergamino.
—Cómo me conoces. Está bien. Esto es lo que haremos.
Planearon robar el pergamino antes de la graduación, diciendo que Mizuki les había dicho que era una prueba más del examen. Para Seina no fue difícil implantarle esa idea y poco a poco le fue manipulando para que pensara que el plan que estaba trazando era cosa suya, y no una invención de sus alumnos a los que quería engatusar. El día antes de la graduación, Mizuki se les acercó con su genial “plan”.
—Menudo idiota —rodó los ojos Naruto, con los brazos tras la cabeza mientras caminaban a robar el pergamino—. Nos vemos luego.
Seina asintió y se fue al lugar acordado. Naruto, con su brazalete de invisibilidad y silenciador, podría robar ese pergamino con los ojos cerrados. En menos de media hora ya lo tenía en su poder.
—Mira esto. ¡Es enorme! —exclamó Naruto al entregarle el pergamino que era tan alto como su torso y tenía un diámetro más grande que incluso su cabeza.
—Dámelo.
Lo copió y se metió el duplicado en su riñonera negra sin fondo. Luego, se volvió invisible y siguió a Naruto hasta el lugar de encuentro con Mizuki. Iruka, a quién le habían estado dejando pistas para que desconfiara de Mizuki, vio como su compañero profesor salía de la academia en dirección al bosque. Seina, quien se encontraba espiándolos, lo empujó mentalmente para que lo siguiera. Fue detrás de ambos, en silencio, y escuchó como Mizuki intentaba herir a su hermano contándole la verdad sobre el zorro de nueve colas. Observó cómo Iruka apretaba los puños, enfurecido, y salía al rescate de Naruto.
La situación no pasó a mayores. Lo único sorprendente fueron las decenas de clones de Naruto que, aburrido, había creado gracias a un jutsu que había aprendido al abrir el pergamino, para su exasperación.
—¿Dónde está tu hermana? —preguntó Iruka, cuando Mizuki fue reducido y dejado inconsciente.
—Seina debe estar paseando por la aldea o comprando algún libro —se encogió de hombros Naruto, como si nada—. No sabe que estoy aquí. Piensa que estoy en el apartamento.
Iruka suspiró. Cuando vio que no le iba a pasar nada a su hermano, Seina se fue despacio y se dirigió a la librería y a pasear por la aldea, tal y como había dicho Naruto. Sonriente, se fue a casa y empezó a preparar la cena. Cuando regresó Naruto lo hizo acompañado de Iruka pero, como su hermano le advirtió mediante su vínculo mental, no se sorprendió.
—Seina… Te devuelvo a tu hermano —suspiró con exasperación Iruka.
—¿Qué ha pasado?
—Dejaré que te lo cuente Naruto con todo lujo de detalles. Por suerte, no ha sido para tanto.
—¡Mizuki-teme ha intentado usarme para hacerse con un pergamino secreto! —comunicó Naruto, haciéndose el enfadado—. ¡Pero le dimos una paliza!
—Sí, algo así —rio Iruka—. Os dejo cenar tranquilos. Recordad, mañana tenéis vuestro examen de graduación a las 10 en punto. ¡No lleguéis tarde! ¡Hasta mañana!
—¡Adiós sensei!
En cuanto se cerró la puerta y las protecciones se reactivaron, Seina miró a su hermano.
—¿En serio has abierto el pergamino?
—¡Solo quería ver qué contenía! ¡No te lo vas a creer! ¡Mira esto! ¡Kage bunshin no jutsu!
Aparecieron 3 Narutos más idénticos a su hermano y Naruto le pidió que le dijera un número a la oreja a cada uno de ellos. Cuando desaparecieron en una pequeña nube de humo, Naruto sonrió.
—El número 10, 546 y 1001.
—¿Cómo es posible? —preguntó ella, asombrada.
—Todo lo que hagan mis clones puedo recodarlo. Además, solo desaparecen si les dan un golpe mortal o si los desactivo.
—¿Sabes lo que eso quiere decir? —susurró Seina conteniendo su emoción al darse cuenta del regalo que habían recibido casi sin quererlo gracias al idiota de Mizuki.
—¡Sí! ¡Piensa en cuántas bromas podremos gastar! ¡Podría tener coartadas perfectas, nee-chan!
—¡No, Naruto! Quiero decir que, si tu clon te traspasa todo su conocimiento, podemos usarlos para entrenar y estarás entrenando el doble con un solo clon.
Naruto la miró con la boca abierta al darse cuenta de que tenía razón. Esa noche se fueron a dormir pronto, después de que ella probara el jutsu, a pesar de que ambos estaban demasiados excitados con el descubrimiento como para irse a la cama.
Por suerte o por desgracia, al día siguiente finalmente había llegado el momento de su graduación. Iruka los llamó por orden alfabético.
—Shino Aburame.
—Hinata Hyuuga.
—…Shikamaru Nara…
—…Sasuke Uchiha.
Seina paró la pierna nerviosa de su hermano y le envió un mensaje mentalmente.
—Estate quieto.
—Naruto Uzumaki.
Seina se mordió el labio al ver bajar a su hermano, pero a los pocos minutos sintió la gran felicidad de Naruto a través de su vínculo y evitó suspirar de alivio.
—Seina Uzumaki.
Bajó algo nerviosa y se presentó frente a Iruka y a dos ninjas más que desconocía. Iruka le sonrió y le hizo un ademán con la mano.
—Bienvenida Seina. Nos gustaría que realizaras para empezar un henge.
Asintió y se transformó en su hermano sin problema alguno. Llevaba usando esa técnica y hechizos desde hacía años para comprar comida sin ser estafada. Vio como la examinaban y le daban el visto bueno para desactivar el jutsu, apuntando algo en sus notas.
—A continuación, queremos que realices un reemplazamiento de cuerpo.
—¿Con qué objeto? —preguntó ella.
—Con lo que quieras.
Miró alrededor y se centró en una papelera en la esquina. En menos de un instante se reemplazó con ella y apareció en el otro lado del aula. Volvió a reemplazarse con la papelera por segunda vez y sonrió al ver las miradas divertidas de los examinadores.
—Para finalizar, la técnica de clonación.
Usó la técnica de la academia y aparecieron un par de copias idénticas a ella. Los examinadores volvieron a fijarse en todos los detalles antes de pedirle que la deshiciera. Se quedó de pie, mucho más tranquila, al darse cuenta de que había sido extremadamente fácil.
—Bueno, Seina —sonrió Iruka—. Debo felicitarte. Has recibido un excelente en todas las técnicas demostradas, así como en taijutsu, los exámenes teóricos y el shurikenjutsu. Eres la primera kunoichi de la clase. ¡Felicidades! ¡Ya eres un genin!
—Muchas gracias, Iruka-sensei —agradeció, haciendo una reverencia y eligiendo la banda negra.
—Puedes irte. Mañana a las 10 horas tendréis que volver a la clase A1 para saber cuál es vuestro equipo.
Seina asintió y se fue con la banda ninja en su mano. Sonrió al darse cuenta de que ahora podrían mudarse del piso y comprarse una casa propia. Cuando salió al patio, donde la esperaban todos, sonrió a su hermano primero y luego a sus amigos.
—¡YATTA! —gritó Naruto y se abalanzó sobre ella.
—¿Cómo iba a suspender, Naruto? —preguntó con exasperación Ino—. Es la mejor de la clase.
Seina vio como Naruto había cogido la banda negra, igual que ella, y la llevaba ya atada a la frente, al igual que Shino, Kiba y Chouji. Ino la tenía atada a la cintura, Shikamaru en su brazo derecho e Hinata alrededor del cuello.
—¿Y bien? ¿Dónde vas a ponértela? —preguntó Naruto, sintiendo sus pensamientos.
—En el cuello, obviamente —sonrió, poniéndosela como Hinata—. Así tengo la garganta menos descubierta. Incluso podría salvarme la vida al ser de metal.
Ino se miró la banda en su cintura y se la quitó. —Ni lo había pensado. ¡Bien visto chicas!
Hinata se sonrojó levemente, pero sonrió. Se fueron todos al restaurante de la familia de Chouji, donde fueron invitados como celebración. Estuvieron un par de horas comiendo y luego se fueron cada uno a sus respectivas casas para celebrar con sus familias. Naruto y ella se fueron a su piso donde Seina había preparado un regalo para su hermano, idéntico a lo que ella se había comprado para sí misma.
—Ten Naru, esto es para ti —dijo, ofreciéndole la caja de cartón donde lo había guardado todo—. Yo tengo uno igual. Espero que te guste y te sea útil.
—¡Yo también tengo algo para ti!
Seina cogió el pequeño paquete que le entregaba Naruto y lo abrió excitada. Vio, para su estupefacción, un relicario plateado en una cadena a juego. Tenía forma redondeada, con un trébol verde de 4 hojas grabado. Cuando lo abrió, vio que había un espejo en lugar de una fotografía y frunció el ceño.
—¿Un espejo?
—¿Te acuerdas de los espejos que mencionaste que tenías en el otro mundo? —dijo Naruto, sonriendo de oreja a oreja—. Pues he logrado replicar las runas en este espejo. Así podremos comunicaros siempre que queramos o en caso de una emergencia.
Seina se quedó atónita. Nunca se había planteado hacer algo así porque vivía con su hermano, la única persona que conocía sus habilidades, y no tenía sentido. Además, podía hablar con él mediante su mente así que un espejo comunicador no sería extremadamente útil. Aun así, el hecho de que Naruto quisiera que lo tuviera significaba que, a pesar de su vínculo mental, quería hablar con ella. Debía haberle costado varios intentos ya que sabía que no era una secuencia fácil.
—Gracias Naruto. Me encanta.
—Los he probado así que sé que funcionan —se sonrojó su hermano ante sus palabras—. Bueno, voy a abrir tu regalo.
Seina vio como sacaba la riñonera, la funda de kunais hecha para el muslo, un pequeño maletín lleno de pociones, pomadas y antídotos que había ido fabricando y guardando bajo hechizos para que se conservaran intactos, la ropa nueva, las armas y una cajita de joyería que contenía varías cosas.
—Sugoi… ¡Me has puesto instrucciones! —rio Naruto al ver las instrucciones pegadas en la tapa del maletín de pociones.
—Así es. Si no las usas no pasa nada, hasta que no abras el precinto de cada vial no se romperá el hechizo que las conserva.
Le explicó los hechizos y runas que había cosido y puesto en la ropa, como sería prácticamente imposible que se destruyera y cómo estaban encantados para tener la temperatura adecuada según las condiciones meteorológicas. Las armas, a pesar de ser transformadas a partir de rocas, habían sido encantadas para que nunca se rompieran ni tuvieran que ser afiladas.
—Además, están conectadas a tu funda. Solo tienes que presionar el botón durante 3 segundos y aparecerán en sus compartimentos, listas para usarse. La riñonera por otro lado, no tiene fondo. Ahora mismo está vacía, pero le puedes meter todo lo que quieras. Para sacar alguna cosa solo tienes que meter la mano adentro y pensar en el objeto. Al igual que la ropa y las armas, es indestructible y nadie puede robártela sin ser electrocutado.
—Y supongo que, aunque me la roben, nadie podrá sacar nada sin mi sangre.
—Exacto.
—¿Podrías hacerme una copia de todos los pergaminos que has copiado? —preguntó Naruto—. Quizás los necesite alguna vez y me gustaría tenerlos en la mochila.
Ella asintió y sacó la caja de joyas.
—Esto de aquí te va a gustar.
—¿Son pendientes? —preguntó Naruto, mirando las pequeñas joyas plateadas acabada en bola.
—Así es. Uno de ellos te permitirá escuchar a unos 20 metros de distancia siempre que lo actives. Tendrás que practicar ya que es algo extraño. Otro de ellos es un detector de venenos, pero debes tener en cuenta las limitaciones: solo puede detectar el veneno a una distancia semejante al diámetro de tu cabeza, con el origen siendo el pendiente claro.
—Ya veo. Así que si me llevo algo envenenado a la boca o el aire está envenenado lo detectará, pero si alguien intenta envenenarme con una herida en la pierna, no lo sabré.
—¡Correcto! Cuando detecte algo lo notarás frío y vibrará un poco.
—¿Y la pulsera?
—No es una pulsera. Es una tobillera. Está hechizada para que nadie, salvo tu y yo, la veamos. Es un traslador, o lo será. Quiero anclarlo a la casa que compremos. Necesitaremos pensar una frase de activación.
Naruto tenía los ojos como platos.
—Ahora que lo pienso, creo que haré servir nuestro relicario como traslador también. El tuyo te llevará a mí, y al revés.
—¿Y podría llevar a personas conmigo? —preguntó Naruto saltando en su asiento.
—Mientras te estén tocando sí así que ten cuidado.
Seina le puso los pendientes a Naruto y dejó que investigara sus nuevas pertenencias.
También había comprado ropa para ella, viendo que sería más eficaz pasar desapercibida con ropas oscuras que con una chaqueta celeste. Se compró varios pantalones y mallas negras, unas botas cerradas en negro y varias camisetas de mangas y tirantes en colores oscuros. Compró también varios sujetadores ninja de color negro, gris y azul marino y una chaqueta de invierno reversible blanca por un lado y negra por el otro con relleno por dentro, así como gorros reversibles para clima helado y más de lo mismo con guantes y una braga de cuello. Para los climas más cálidos compró una chaqueta blanca de algodón por si la necesitaba para el desierto, y otra chaqueta con cremallera de color gris oscuro, casi negro, para el día a día que, además, tenía un par de bolsillos diagonales externos y un bolsillo interno, todos con cremalleras.
Por supuesto, no podía faltar las camisetas cota de malla que iban debajo de la ropa, las runas cosidas ni las decenas de encantamientos que había puesto en la ropa para que le duraran bastante tiempo y no se le quedaran pequeñas. Estaba segura que, con el paso del tiempo, se le irían ocurriendo más cosas que ponerles.
—Felicidades mocosa —dijo Kurama, cuando se lo contó esa misma noche—. Estaba seguro de que lo lograrías.
—Gracias Kurama.
—¿Qué vais a hacer ahora con vuestro piso? ¿Os mudaréis pronto? —preguntó el bijuu, que estaba al tanto de todo lo que planeaban.
—Mañana sabremos nuestro equipo, quizás estemos todo el día afuera así que hemos decidido que pasado mañana iremos a ver casas a la periferia. Hemos ahorrado casi 190.000 ryo en todo este tiempo así que podremos comprar algo —se encogió de hombros—. Hasta final de mes, dentro de 2 semanas, no tenemos que pensar si renovar el contrato de este piso o si nos mudamos.
—Humanos, siempre lo hacéis todo con prisas.
—¡Hey! No es culpa mía. ¡Me voy a dormir que aquí no me quieren!
Al día siguiente, Naruto la despertó a las 7 de la mañana.
—¡Narutoooo! —gimió ella al ver la hora—. Pero, ¿qué haces? ¡Faltan 3 horas para la reunión!
—¡No podía dormir, nee-chan!
—Ugh…
Se levantó y se fue a duchar. Cuando salió vio que Naruto ni siquiera atinaba a preparar el desayuno de la excitación así que lo envió a ducharse y ella preparó el desayuno y un bento, por si acaso. Desayunaron en silencio y descansaron en el sofá un rato hasta que se dio la hora de marcharse.
—¿Puedes creerte que haya llegado este día? —preguntó su hermano, vestido con las ropas nuevas.
—Sí. Era solo cuestión de tiempo.
Naruto rodó los ojos ante su exasperación. —¡No seas así, Seina! ¿No te da ni una pizca de curiosidad saber cuál va a ser tu equipo de los próximos años?
—Claro que sí, pero estamos a punto de averiguarlo. Puedo controlarme. Al contrario que tú.
Naruto sonrió, pero no le llevó la contraria. Entraron en la academia y vio que Naruto no era el único excitado. A pesar de faltar todavía 20 minutos para el tiempo acordado, la mayoría estaban presentes esperando mientras charlaban con sus amigos y compañeros. Se sentaron en los mismos asientos de siempre y Naruto no perdió un segundo en ponerse a hablar con Kiba, a su lado izquierdo.
—No sé qué hacemos aquí —bostezó Shikamaru, secándose una lágrima—. Si ya sé que me va a tocar con Chouji y con Ino.
—Podrían darnos una sorpresa —dijo Chouji, comiendo unas patatas fritas.
Ino suspiró y le dio la razón a Shikamaru. —No lo creo. La sorpresa será saber quién es nuestro sensei.
Esperaron el tiempo restante y luego aparecieron un par de jounins acompañando a Iruka, quien llevaba un pergamino en mano. Uno de ellos parecía estar enfermo y no paraba de toser, el otro era el hijo del Hokage. Iruka les llamó la atención para que se callaran y todos le obedecieron en tiempo récord.
—Bienvenidos a todos, chicos y chicas. Primero quería felicitaros por haber aprobado el examen y haberos convertido en verdaderos ninjas. Como sé que estáis deseando saber vuestro equipo, empezaré a leer vuestros nombres —carraspeó y abrió el pergamino—. Equipo 1: Hakuto Nohara, Sakura Haruno y Mamoru Ikebana. Vuestro jonin sensei es Hayate Gekko.
—¿¡QUÉ!? —gritó Sakura. Todos se giraron a verla, salvo quien deseaba que la mirara—. ¡NO ES POSIBLE!
—¡Sakura! ¡Deja de gritar como una niña pequeña! —le recriminó Iruka—. ¡Ahora eres una genin! ¡Compórtate como tal!
—Equipo 1. Venid conmigo —tosió el chico enfermo y todos le siguieron, a pesar de que Sakura parecía apunto de llorar.
Seina y sus amigos intercambiaron miradas una mezcla divertidas y exasperadas. Shikamaru parecía incluso irritado ante la actuación de Sakura, a pesar de que había sido predecible. Continuaron escuchando los grupos y vieron como aparecieron unos cuantos jonin sensei más. Hasta que llegó el equipo 7.
—Equipo 7: Sasuke Uchiha, Seina Uzumaki y Naruto Uzumaki. Vuestro jonin sensei es Kakashi Hatake.
Naruto y Seina se giraron de golpe a mirarse, sorprendidos, pero luego Naruto empezó a sonreír. Seina, mientras tanto, pensó en lo extraño que era que estuvieran juntos. Normalmente, los familiares no formaban equipo ya que era una debilidad. Si Naruto se viera en la situación extrema entre salvarla a ella, que era su hermana, o salvar a Sasuke, un desconocido pero necesario para la misión, ¿qué haría? Para Seina estaba claro. Salvaría a Naruto.
—Está claro que algo tiene que ver conmigo —comentó Kurama, hablándole mentalmente—. Quizás crean que vuestro sensei es capaz de controlar un posible “episodio” si me porto mal e intento salir… O, quizás, es más fácil controlar a un solo equipo con 2 jinchuriki que a 2 equipos distintos.
—¿Y por eso estamos los dos juntos?
—Podría ser. ¿Quién es ese Kakashi Hatake?
—Me parece haber escuchado algo de él. Escuché rumores sobre que decían que tiene un sharingan en uno de sus ojos.
—Entonces creo tener razón. El sharingan bien usado podría ser capaz de controlar a un bijuu. La única otra persona con semejante habilidad es el mocoso rabioso, Sasuke, y todavía no lo ha despertado, aunque, curiosamente, también está en tu equipo. Da qué pensar…
Seina se dio cuenta de que tenía razón. Frunció el ceño. ¿Estaban Naruto y ella en el mismo equipo con 2 personas que tenían el sharingan por si Kurama se alborotaba más de lo normal? A la vez, su sensei sería capaz de ayudar a Sasuke con su sharingan. Mataban 2 pájaros de un tiro. Algo muy común de la mentalidad ninja. Fuera como fuera, se dijo que daba igual. Por un lado, se alegraba de poder cuidar de su hermano y estar con él en su equipo.
—Equipo 10: Shikamaru Nara, Ino Yamanaka, Chouji Akimichi. Vuestro sensei es Asuma Sarutobi.
Volvió en sí y vio que todos sus amigos, salvo Naruto y ella, habían desaparecido con sus senseis. observó como Sasuke todavía estaba presente en el aula y comprendió que su nuevo profesor no había aparecido. Miró el reloj y vio que pasaban casi 25 minutos de la hora acordada. Perfecto. Kakashi Hatake debía ser el único ninja impuntual de la aldea.
Chapter 5
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Cuando el aula se vació, salvo por ellos tres, Iruka los miró con algo de lástima y diversión.
—Seguro que llegará pronto, chicos. No os desaniméis. Podéis quedaros aquí mientras tanto.
—¿¡Qué!? —exclamó Naruto, malhumorado—. ¿En serio tenemos que esperar a alguien tan impuntual? ¿Quién es ese Kakashi Hatake?
—Dejaré que lo descubráis vosotros mismos. ¡Ja ne!
Sasuke ahogó un suspiro que escuchó con sus oídos hechizados. Naruto se sentó de mala gana en su asiento y ella se recostó sobre la mesa. Poco a poco, la academia se vació. Solo quedaban los celadores y un par de profesores, por lo que pudo captar con sus oídos. Ellos, y el ninja del árbol. Lo había escuchado posarse hacía bastante rato pero no le había dado importancia. Quizás era uno de los anbus que los protegían. Entonces tuvo un presentimiento. ¿Y si realmente ese desconocido era su nuevo sensei?
—Naruto —llamó mentalmente a su gemelo y vio como centraba su atención en ella sin moverse—. Tápame de la ventana.
Su hermano se dio la vuelta en la silla, girando su torso en su dirección y la miró con una ceja alzada. Ella usó conjuró unas gafas y las hechizó con un encantamiento similar a los rayos X que le permitía ver a través de Naruto, de la pared y del árbol. Le vio sentado en una rama alta, apoyado contra el tronco, y mirándolos con detenimiento. Tenía el cabello plateado, su banda ninja tapándole un ojo y una máscara tapando la mitad inferior de su rostro, incluida su nariz. Vestía con el típico uniforme de jonin con pantalones negros, sandalias negras, vendas en los tobillos, camiseta de manga larga azul marino, el chaleco verde oscuro y unos guantes sin dedos de color negro.
Hizo desaparecer las gafas y vio como Naruto, quién había estado en su mente mientras ella miraba, fruncía el ceño. Al parecer había deducido él también quién era aquel hombre.
—¿Es ese nuestro jonin sensei? —preguntó y ella se encogió de hombros antes de asentir—. ¿Qué está haciendo allí en lugar de presentarse ante nosotros?
—¿Quizás está observando para ver cómo nos comunicamos entre nosotros? O a lo mejor probando nuestra paciencia. O ambas cosas.
—¿Le decimos algo al bastardo?
—He traído un bento para los 3. Quizás podemos ofrecerle comida mientras esperamos. Así Kakashi-sensei verá que estamos dispuestos a relacionarnos con él y que tenemos paciencia suficiente como para no perder los estribos.
—Me parece bien. Háblale tú, a ti te odia menos.
Seina sonrió y sacó su bento de la riñonera encantada. Naruto se sentó correctamente en su asiento, dejándola a la vista del desconocido, y ella miró a Sasuke en primera fila.
—¿Sasuke? He traído un bento para mi equipo, si quieres podemos comer los 3 mientras esperamos a Kakashi-sensei.
Sasuke la miró fijamente y luego al bento que había dejado encima de la mesa. Pasaron unos minutos en silencio, pero como vio que no parecía que fuera a aparecer el susodicho, se acercó a ellos y se sentó sin mediar palabra. Le entregó unos palillos nuevos y los 3 se pusieron a comer. Dio gracias a Merlín porque Naruto se hubiera mordido la lengua mientras Sasuke se debatía si comer con ellos o no.
Almorzaron durante casi una hora, sin prisas, hasta que el desconocido bajó del árbol y se encaminó hacia la academia. A los pocos minutos, tal y como había pensado, apareció por la puerta y los llamó.
—Equipo 7. Seguidme —y desapareció después de apuntar con un dedo al techo.
—¿Está en la azotea? —preguntó Naruto y ella asintió. Sasuke la miró y echó a andar—. A qué esperamos entonces.
—¿Percibes el chakra? —preguntó Sasuke, entablando repentinamente conversación.
—No exactamente. Podría si quisiera, pero realmente tengo un buen oído.
Naruto sonrió ante su broma y no dijo nada. Sasuke parecía algo incrédulo. Sin embargo, cuando descubrieron a Kakashi-sensei en la azotea, la miró con una ceja alzada.
—Por fin estáis aquí, equipo 7. Os habéis tomado vuestro tiempo.
Su único ojo gris se posó unos segundos en cada uno y, cuando la miró a ella, Seina alzó una ceja ante su descaro. Por un momento, la expresión seria de Kakashi-sensei cambió e intuyó un amago de sonrisa que fue rápidamente controlado.
—Bueno, ya que estamos aquí por qué no nos conocemos un poco. Presentaos y contadme lo que os gusta, lo que odiáis y vuestros deseos de futuro.
—¿Por qué no empiezas tú? —preguntó Sasuke, enviándole una mirada irritada.
—Está bien. Mi nombre es Kakashi Hatake. Cosas que me gustan y cosas que odio… No me apetece contaros eso. Mis sueños de futuro… nunca he pensado en ello.
Seina no pudo suprimir una risa de incredulidad al darse cuenta de que no les había dicho exactamente nada, salvo su nombre que ya lo sabían. Naruto, con un tic en el ojo, parecía más irritado que Sasuke y ella si cabe.
—¡PERO SI NO NOS HAS DICHO NADA! —gritó. Seina sintió sus hombros sacudirse de la risa.
—Tú, el emo, te toca —dijo, como si no le hubiera escuchado. Tuvo que suprimir otra carcajada—. No tenemos todo el día.
—Mi nombre es Sasuke Uchiha. Lo que yo tengo no es un sueño porque voy a hacerlo realidad. Voy a matar a una cierta persona y a restaurar a mi clan.
Se hizo un silencio en el cual todos miraron a Sasuke, que miraba al infinito, y Seina no pudo evitar rodar los ojos ante la respuesta de su compañero. Se giró a mirar a su nuevo sensei, sacudiendo la cabeza lentamente con algo de incredulidad, y Kakashi-sensei pareció ignorar a Sasuke y mirarla a ella.
—Mi nombre es Seina Uzumaki. Me gustan muchas cosas. Odio a la gente con prejuicios e intolerante. En cuanto a los sueños… Mmm… Tener un pokémon en la vida real.
Sasuke la miró de reojo, confundido ante la mención de un pokémon, y Kakashi pareció sonreír tras su máscara con una ceja alzada.
—Y, por último, el otro rubio.
—Mi nombre es Naruto Uzumaki. Me gusta mi hermana, el ramen y aprender nuevas técnicas. Odio el tiempo de preparación de la comida y la gente estúpida. Mi sueño es convertirme en Hokage para que la gente tenga que tragarse sus palabras.
Seina le dio unas palmaditas en el hombro. Kakashi-sensei los miró a los 3 de nuevo y suspiró.
—Está bien. Mañana tendréis un test para ver si sois capaces de ser genin. Si lo falláis volveréis a la academia. Si aprobáis, os convertiréis en mis genin.
Seina apretó el brazo de Naruto cuando supo que iba a quejarse, acto que no pasó desapercibido ante los ojos, el ojo, de su sensei. Kakashi-sensei se levantó y se inclinó sobre ellos con aspecto amenazador.
—Os espero mañana a las 5 de la mañana, en el campo de entrenamiento 33. Yo de vosotros no desayunaría, o lo vomitaréis.
Desapareció en un remolino de hojas y se quedaron allí unos segundos. Supo que se había ido, aunque también podría haber estado demasiado lejos como para escucharlo con sus hechizos.
—¿Alguien va a hacerle caso? —preguntó Seina—. Yo pienso comer. Es mejor vomitar que morirse de hambre. Además, ¿no dicen en la academia que siempre hay que comer?
—Crees que nos está probando —dijo Sasuke, cuando comprendió sus palabras.
—Eso creo. Fijaos. Hasta ahora ha estado probando los fundamentos que nos enseñan en la academia: ser pacientes antes de entrar en combate, saber guardar secretos e información confidencial, el hecho de comer… Incluso, según se mire, está probando si somos capaces de desobedecer una orden de un superior.
—Entonces, ¿no deberíamos hacerle caso?
—Naruto, somos ninjas, pero seguimos teniendo voluntad propia. Si te dicen que te tires de un puente sin razón aparente y sin necesidad alguna, ¿lo harías? —rodó los ojos Seina—. Kakashi-sensei no parece alguien muy corriente. Tengo la sensación de que quiere que pensemos con la cabeza en lugar de seguir sus órdenes como borregos.
—Me parece bien —asintió Sasuke—. Creo que tienes razón. Nos veremos mañana en el campo de entrenamiento.
—Hasta mañana Sasuke.
Seina y Naruto, viendo que tenían más tiempo del esperado, comieron en el estante de ramen y luego fueron a visitar la inmobiliaria del barrio de la periferia.
—Usa el henge para cambiar de aspecto. No queremos que nos estafen. A esta gente no le importa quién seamos mientras seamos ninja y tengamos el dinero, pero mejor no arriesgarse.
—Está bien.
Entraron en una de las inmobiliarias y ojearon las fichas informativas con fotografías de cada casa. Se les acercó un agente por la espalda y se dieron la vuelta a mirarle.
—¡Bienvenidos a Inmuebles Maki! ¿En qué puedo ayudaros?
—Estamos buscando una propiedad independiente con jardín. Nuestro precio máximo es de 190.000 ryo.
—Habéis venido al lugar adecuado. Tenemos varias propiedades que podrían interesaros. Sentaos.
Seina y su hermano se sentaron y vieron cómo les sacaba varias fichas cuyo precio era inferior a su presupuesto. Vio unas cuantas que necesitaban varios arreglos por bastante menos dinero de su presupuesto, también había una casa con mucho terreno que solo tenía una planta.
—¿Qué os parece alguna de estas? —preguntó el agente—. Si me explicáis vuestros requisitos podemos ir descartando algunas.
—Para empezar, nos gustaría que cualquier reforma fuera solo cosmética —dijo ella, viendo como Naruto no tenía ni idea de qué decir—. Al menos una cocina, un baño, 2 habitaciones, un salón-comedor y el jardín. Ah, y que no sean de madera.
—Creo que tenemos un par de esas. Están bajo vuestro presupuesto, pero no están amuebladas. Eso es lo malo.
Les enseñó un par de casas. Ambas tenían 2 plantas y un amplio jardín. Una tenía la fachada blanca con los marcos de las ventanas marrón caoba a juego con la puerta. Vio las imágenes de dentro de la casa y, como era esperar, se dio cuenta que la distribución era prácticamente la misma que la de su piso, pero tenía una entrada de tamaño medio con un armario y zapatero, y la cocina estaba separada del salón-comedor con un muro de un metro, si no se equivocaba con las medidas. La cocina era grande, lo suficiente como para tener una isla de tamaño modesto, y estaba cargada de armarios. La planta baja tenía un baño completo, pequeño, y en la planta de arriba había otro baño completo más grande y 3 habitaciones. El jardín estaba en bastante mal estado, pero tenía un tamaño decente.
La otra casa tenía también 2 plantas, aunque parecía más antigua por su aspecto oscuro. La distribución de la casa era prácticamente idéntica pero, como era más pequeña, en lugar de tener 3 habitaciones había 2, una más grande con su propio baño privado. El jardín era más grande que la otra casa, aunque en igual de mal estado.
El coste era de 180.000 ryo la primera y 165.000 la segunda. Se dio cuenta, además, que las casas parecían estar en direcciones opuestas en la aldea. Mientras que la primera parecía estar situada en una colina al oeste de la entrada principal de Konoha, la segunda casa estaba cerca del río y parecía estar tras otra colina.
—¿Qué te parecen?
—Me gusta más la primera —coincidió Naruto y ella asintió—. Podemos amueblarla fácilmente con tus habilidades y podríamos entrar a vivir sin tener que reparar nada, salvo limpiarla y arreglar el jardín.
—Además, no sé si te has fijado en su ubicación en el mapa, pero la segunda casa se encuentra en una zona de sombra. Quizás por eso el precio es mucho más barato a pesar de estar más cerca del centro.
—¿Podríamos ir a ver la primera casa? La casa blanca.
El agente, un joven de aspecto simpático con el cabello moreno y ojos castaños, asintió. —Está relativamente cerca. Podemos llegar en 10 minutos andando.
Esa misma tarde visitaron su primera casa. Para su sorpresa, a ambos les encantó. Estaba bastante lejos del centro, pero con sus habilidades podrían plantarse rápidamente en cualquier sitio. Además, no necesitaba ningún arreglo, como había dicho Naruto, y se encontraba en un barrio donde las casas vecinas estaban bastante alejadas, estaban rodeados de un claro y un poco más allá tenían el bosque. Por si fuera poco, el sol parecía darle a todas horas debido a que no tenía pisos al lado que le pudieran hacer sombra.
Cuando acabaron el tour Naruto casi botaba de la excitación. —¿Qué te parece? ¡A mí me gusta! ¡Mira cuánto sol y cuánto terreno! ¡Podemos ver parte de la aldea desde esta altura!
Seina asintió y se giró al agente, Makoto. —¿Cuándo podríamos firmar los papeles?
—¿Así que os ha gustado? ¡Estupendo! Podemos firmar esta misma tarde, si tenéis el dinero en efectivo o en un cheque. Cerramos dentro de 2 horas así que podéis arreglar el papeleo si fuera necesario. Solo necesitamos comprobar que vuestra licencia ninja es válida y el dinero.
Seina asintió, sin mencionar que tenía el dinero encima. Fueron de vuelta la inmobiliaria y Makoto se sentó en su rincón, como antes.
—¿Debo suponer que tenéis el dinero en efectivo?
—¿Es muy normal? —preguntó Naruto, cuando vio que no parecía sorprendido.
Makoto se encogió de hombros, sonriendo. —Los ninjas muchas veces no se fían de nadie. Estamos acostumbrados a recibir pagos en efectivo. Si me permitís vuestras licencias de ninja, empezaré el papeleo.
Seina y Naruto le entregaron sus licencias civiles. Eran diferentes a las licencias ninja. Solo tenían el código de registro ninja y los nombres. Como los civiles no acostumbraban a interaccionar con los ninjas, a pesar de que pudieran saber su nombre, no llegaban a asociarlo con el aspecto de un ninja. Todo el papeleo de los ninjas, además, no era archivado nunca en oficinas civiles, sino que se traspasaba a las oficinas ninja para proteger la identidad de los shinobis así como las direcciones de sus casas, entre otras cosas. De ese modo, los shinobi de la aldea podían respirar tranquilos e interaccionar con los civiles sin que su seguridad estuviera comprometida.
Mientras Makoto acababa de rellenar el papeleo, sacó el dinero y contó los fajos necesarios.
—Está bien. Aquí tenéis. Firmad con vuestro nombre y vuestra huella.
Seina leyó todos los datos y vio que estaba todo correcto. Incluso usó sus poderes, pero no encontró nada raro. Firmó con su nombre y su huella y luego Naruto hizo lo mismo. Mientras tanto, Makoto estaba contando con una máquina especial el dinero. La transacción apenas duró media hora.
—Aquí os dejo la llave de vuestra nueva casa. La documentación será archivada esta misma tarde, como es habitual. Os doy una copia del contrato y de toda la documentación que deberéis guardar.
Se la metió en la riñonera, junto con la llave, y se levantó seguida de su hermano
—¡Un placer haber hecho negocios con vosotros! ¡Que disfrutéis de vuestra nueva casa!
Salieron de allí sin más. Casi no podía creérselo. Si bien es cierto que las transacciones en las aldeas ninja eran muy rápidas, estaba acostumbrada a la burocracia de su antiguo mundo. Nunca habría imaginado que saldrían con una casa el primer y único día de visita a una inmobiliaria. Había pensado que, seguramente, necesitarían un par o más de días para decidirse y comprar.
—¡Yatta! ¡Tenemos casa propia, nee-chan! —exclamó Naruto cuando estuvieron lejos de la agencia—. ¡Vayamos a verla!
Ella asintió. —Quiero poner unas protecciones para que nadie pueda colarse mientras arreglamos el tema del piso.
Cuando llegaron a su piso esa noche, estaban reventados. No solo habían protegido la casa nueva, sino que también habían comprobado que su documentación había sido entregada en la oficina correspondiente, tal y como les prometió Makoto.
—Nuestro alquiler se acaba en 2 semanas —le recordó ella a su hermano—. Tendremos que aprovechar para mudarnos y amueblarlo antes de que acabe el mes.
—Podemos usar los clones para limpiar la casa y arreglarla. En menos de un día seguro que lo conseguimos —dijo Naruto, comiéndose el arroz y la carne—. Además, antes de amueblarla podríamos agrandarla.
—No solo eso. La planta baja es prácticamente como la queríamos, a falta de una despensa-trastero. Sin embargo, la segunda planta tiene 3 habitaciones y un baño… Podemos cambiar la puerta del baño adentro de una de las habitaciones fácilmente y la habitación restante puede ser uno de los estudios. Lo más difícil será construir un baño en la habitación de uno de los dos.
—¿Y cómo haremos la tercera planta?
—Eso es fácil. Simplemente tengo que agrandar el espacio de forma vertical y añadir el suelo, separando una planta completamente nueva arriba. Lo que faltará es crear una escalera acorde.
—¿Crees que podrás hacerlo en 2 semanas?
—Sí. Ahora que lo pienso, la segunda planta es justamente cómo queremos que sea la tercera planta en nuestro esbozo… Quizás podríamos dejarla tal y como está y hacer nueva la segunda planta a partir de la primera planta.
—Bueno, te lo dejo a ti —rio Naruto, algo confundido—. ¿Necesitarás más piedras para los muebles?
—De momento creo que tenemos bastante. Hemos acumulado lo suficiente como para hacer 2 plantas nuevas. Quizás incluso nos sobre —entonces suspiró—. Deberíamos preparar el bento y el desayuno para mañana. Tenemos que despertarnos muy temprano.
Naruto gimió al recordarlo y luego la ayudó a preparar la comida. Más tarde se ducharon y se acostaron.
Cuando se despertó juraría que solo había cerrado los ojos hacía 5 minutos. Se despertó antes que Naruto, quien estaba rendido del día anterior, y calentó el desayuno antes de despertar a su hermano. Para su desgracia, la zona en la que habían quedado estaba bastante lejos así que tuvieron que correr para llegar en media hora.
—Al menos así calentamos antes de llegar —dijo ella, pero Naruto estaba más dormido que despierto.
Cuando llegaron se encontraron a Sasuke recostado en un árbol. Como era de esperar, el profesor no estaba. Ni siquiera escuchó nada raro con sus oídos encantados.
—Buenos días, Sasuke.
—Uzumaki —asintió secamente con la cabeza.
—Puedes llamarme Seina si quieres.
—Y a mí Naruto.
—A ti te llamaré dobe, si no te importa —dijo, casi bromeando, en tono seco y frío. Seina no pudo contener una carcajada al ver el rostro de su hermano.
—…¡Teme! —Naruto suspiró profundamente pero no dijo nada más—. ¿No podrías usar algún hechizo para saber si está aquí o no?
—No está —contestó, después de usar uno de sus hechizos para detectar presencias.
Naruto gimió de frustración y se tiró al suelo. Por suerte hacía calor a pesar de ser tan temprano así que ambos cerraron los ojos y se relajaron. Notó la mirada penetrante de Sasuke en su cara antes de que apartara los ojos hacia otro lado. Pasó el rato y casi se durmió de lo tranquilo que estaba el bosque. Se dieron las 8 y Kakashi-sensei no apareció. Una hora más tarde, Naruto, Sasuke y Seina se encontraban comiendo cuando escuchó el sonido de unos zapatos chocar contra una rama.
—Está aquí —le dijo a su hermano, pero Naruto hizo ver que no la había escuchado.
Guardaron sus cosas y se pusieron a la sombra para resguardarse del sol. Solo cuando se dieron las 10 apareció Kakashi-sensei leyendo un libro naranja que Seina sabía que era porno.
—¡Llegas tarde! —recriminó Naruto con un grito que debieron escuchar hasta en la torre del Hokage.
Sasuke le envió una mirada asesina a su nuevo profesor mientras que Seina alzó la ceja suprimiendo una risa al escuchar sus excusas de mierda. ¿Un gato negro? Kakashi Hatake era un troll de cabeza a los pies. Empezaba a caerle bien.
—Bueno, comencemos el ejercicio. Tenéis un par de horas, hasta el mediodía, para quitarme cada uno una de estas campanas —explicó, mostrándoles unas pequeñas campanas que se ató en la cintura del pantalón—. El que se quede sin campana no solamente lo ataré a uno de esos postes, sino que comeré frente a él y, además, será devuelto a la academia. ¿Alguna pregunta? ¿No? Pues podéis empezar.
Seina y Sasuke se escondieron mientras Naruto retaba a Kakashi-sensei a un combate cuerpo a cuerpo. Seina vio como esquivaba todos los ataques con una increíble velocidad, leyendo todavía su libro porno como si nada, y como mandaba a su hermano volando hacia el río. Usó esa distracción para acercarse a Sasuke, a quién podía escuchar perfectamente.
—Sasuke —susurró Seina y le hizo una seña para que se acercara—. Esto es una trampa. Solo hay 2 campanas y somos 3 personas.
—Está claro que tu hermano se irá de vuelta a la academia —aseguró, sin darse cuenta de lo que trataba de decirle.
—No seas bobo —rodó los ojos ante su estupefacción—. ¿Cuántos equipos genin conoces que solo tengan 2 genin y su maestro jonin?
—…Ninguno —pensó en voz alta Sasuke.
—¿Y cuál es el lema de Konoha? Algo que nos han repetido mil veces en la academia.
—…¿La voluntad de fuego?
—¿Qué? No —evitó carcajearse al escuchar la dubitativa respuesta—. El trabajo en equipo. Kakashi-sensei sigue probándonos. Debemos quitarle esas 2 campanas trabajando en equipo, de lo contrario es imposible que podamos hacernos con una de forma individual. Ni 50 genins recién graduados serían capaces de acabar con un ninja de élite.
—Debo reconocer que tiene sentido, pero cómo vamos a explicárselo al dobe… Está ahí afuera peleando contra Kakashi-sensei.
—Está recabando información —sonrió Seina—. Tranquilo, ya sabe lo que planeamos.
—Está bien.
—Retirada Naruto. Debemos formular un plan junto a Sasuke. Deja unos cuantos clones para distraerlo mientras tanto —le envió mentalmente a su gemelo y luego miró a Sasuke—. Vamos, busquemos un lugar seguro para hablar los 3.
—No se despega de ese maldito libro —gruñó en voz baja Naruto cuando estuvieron los 3 juntos—. ¡Me ha dicho que no piensa soltarlo hasta que se entere de que pasa al final del capítulo! ¡Ni siquiera me estaba prestando atención! ¡Ugh! Si supiera de qué va, podría joderle la trama. ¡A ver quién se reiría entonces!
—Mmm… ¿Cuánto tiempo tenemos? —pensó en voz alta ella, teniendo una genial y malvada idea.
—Poco más de una hora —informó Sasuke.
—Tengo una idea. Quizás no funcione, pero podemos intentarlo —sonrió de forma traviesa al imaginarse la cara de su sensei—. Naruto, envía a uno de tus clones a comprar el libro que está leyendo Kakashi-sensei. Si tanto le importa el contenido, no querrá que le digamos qué pasa en el capítulo final. Se tendrá que tapar las orejas y, si es capaz de leer los labios, cerrar los ojos.
Sasuke y Naruto sonrieron ampliamente, con malicia, al escucharla.
—Ya veo. Así no nos escuchará ni nos verá mientras avanzamos hacia él.
—Aun así, es algo arriesgado. ¿Qué pasa si nos quedamos sin tiempo? —preguntó Sasuke.
—Eso es fácil —les dijo Naruto—. Lo único que tenemos que hacer es retrasar la hora del reloj un par de horas. Si lo mantenemos distraído ni se dará cuenta de qué hora es hasta que no suene la alarma.
Sasuke miró a Naruto como si no lo reconociera. Convencido, Sasuke aceptó el plan y decidió atacar a Kakashi para que no sospechara nada. Naruto transformó a uno de sus clones en un adulto para que fuera a comprar el libro con el dinero que le tendía Seina y luego se unió a Sasuke para distraer al profesor. Seina aprovechó para volverse invisible y cambiar la hora del reloj. Luego, mientras su hermano y Sasuke entretenían a Kakashi-sensei, se dedicó a minar de trampas el campo de entrenamiento por si necesitaran un plan B.
—Mmm… me pregunto dónde está Seina —musitó en voz alta Kakashi, pasando de su hermano y Sasuke.
Justo cuando estaba a punto de descubrirse, escuchó los pasos del clon y se apresuró a encontrarse con él en la línea de árboles antes de que el jonin se diera cuenta de su presencia.
—¡Lo tengo Naruto!
—¡Retirada teme!
Naruto y Sasuke desaparecieron a su punto de encuentro y luego apareció ella con el libro naranja en la mano. Leyó la última página del libro lo más rápido posible para hacerse una idea de lo que estaba pasando y asintió. Se guardó el libro en la riñonera y sonrió. Saltaron de su escondrijo y rodearon a su profesor.
—Ah… por fin os decidís a atacar los 3 —asintió Kakashi con expresión aburrida—. Ya era hora.
—¿Atacar? —preguntó ella con una sonrisa inocente que hizo que Kakashi-sensei entrecerrara los ojos en su dirección y se pusiera recto—. ¿Por qué íbamos a perder el tiempo cuando eres mucho mejor que nosotros?
—¿Y cómo se supone que me quitaréis los cascabeles si no me atacáis? —preguntó Kakashi-sensei, sonriendo con su único ojo, con el mismo tono irritante que usó ella.
—Siendo más listos que tú. ¿Qué te parece esto? —metió la mano en la riñonera y sacó el libro naranja que Kakashi-sensei estaba leyendo—. Es un libro recién publicado. Creo que no has llegado al final, ¿verdad?
—Maa, maa… E-espera un momento Seina —intentó calmarla Kakashi-sensei, palideciendo—. Esos libros no son para niños pequeños. ¿Por qué no me lo das?
—¿Por qué no? ¡El dependiente me dijo que Icha Icha Paradise es un cuento sobre Koyuki y su hermanastro! ¡Y Koharu sabe usar el fuego, ves! Aquí dice que está muy caliente —zarandeó el libro, abierto por el final, haciéndose la idiota—. ¿Quieres que te lo resuma?
—¡Un momento! ¡E-e-espera! —dijo Kakashi, con el rostro rojo como un tomate, llevándose las manos a las orejas. Seina sonrió aguantando la risa, incapaz de creer lo nervioso que estaba el jonin.
—¡KOYUKI APRETÓ CON FUERZA EL TESORO CONTRA SU VOLUPTUOSO PECHO Y KOHARU LA MIRÓ EMBOBADO, PENSANDO EN LAS NOCHES DE PASIÓN QUE HABÍAN PASADO JUNTOS Y-
—¡NO! No, no, no… ¡Mierda! —gritó y cerró el ojo mientras tarareaba en voz alta para no escucharla.
—…-Y CUÁNTAS VECES HABÍA TOCADO ESOS PECHOS! ¡AUN ASÍ, EL TESORO DE LA HARPÍA ERA SUFICIENTE PARA SEPARARLOS!
Sasuke y Naruto miraron con el rostro en blanco a su jonin sensei y le quitaron los cascabeles sin que intentara si quiera defenderse. Cerró el libro con un fuerte golpe. Se lo metió en la riñonera y esperó con una sonrisa maníaca a que Kakashi-sensei abriera los ojos. Pasaron 5 minutos antes de que se diera cuenta de que no estaba hablando. En cuanto vio que había guardado el libro, se incorporó y vio que había perdido los cascabeles.
—No es posible —susurró, indignado e incrédulo.
—¡ES TOTALMENTE POSIBLE! —gritó Naruto con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Tendrías que haber visto tu cara!
Kakashi-sensei se sentó en la hierba, frente a ellos, y respiró profundamente. Miró el reloj con expresión confundida y vio que marcaban las 11 de nuevo.
—¿Las 11 todavía? Imposible. ¡Habéis cambiado la hora!
—Mientras Naruto y Sasuke te distraían —dijo ella, sacando su bento medio comido ante la mirada atónita del jonin.
—¿Realmente me has leído el final? —preguntó, algo temeroso.
—Ah… quién sabe —sonrió la misma sonrisa que les había dedicado cuando excusó su tardanza.
Kakashi-sensei bufó una risa de sorpresa y cogió el bento que había traído para compartirlo con ellos, a pesar de que ya estaban comiendo.
—Me habéis ganado. De forma sucia, además.
—¿Desde cuándo un ninja gana un combate limpiamente? —preguntó Naruto. Kakashi-sensei lo miró y lo ignoró.
—Me duele la cabeza de estar con vosotros, pero… habéis trabajado en equipo. A pesar del plan tan poco ortodoxo, habéis conseguido las campanas. ¡Estáis aprobados!
Poco rato después, el equipo entero caminaba hacia la aldea. Como siempre, Naruto y Sasuke discutían sobre algo mientras que Seina caminaba al lado de Kakashi-sensei quien, por primera vez, no llevaba el libro porno en la mano.
—¿Realmente has comprado tú el libro y te ha dicho el dependiente todo eso? —preguntó a escondidas el ninja.
Seina se carcajeó al ver que parecía preocupado. —¡Claro que no! Mandé a un clon de Naruto bajo un henge. El dependiente seguramente ni siquiera se dio cuenta a quién le estaba vendiendo el libro.
Kakashi-sensei la miró sorprendido y suspiró. —Debí habérmelo imaginado. ¡Un momento! ¡Eso quiere decir que me has engañado! ¡Te has inventado lo de Koharu y lo del cuento de Koyuki!
Seina suprimió la risa al ver la cara del jonin. ¿Creía realmente Kakashi-sensei que era el único troll del equipo? ¡Oh, pobre hombre!
—¿Qué has hecho con el libro? —preguntó finalmente.
—Me lo he guardado. Lo leeré cuando tenga tiempo.
—¿¡NANI!? —gritó Kakashi-sensei. Naruto y Sasuke se giraron a mirarlos—. ¡Ese tipo de libros no es para alguien tan…joven!
—Kakashi-sensei —rodó los ojos ella—. Soy una adolescente, no una monja de clausura. Además, por lo que he ojeado del libro el argumento es bastante cutre pero el porno no está mal.
Su sensei se volvió a poner rojo como un tomate al escucharla. Estuvo callado el resto del camino. Seina creyó por un momento que le había provocado un aneurisma cerebral con sus palabras. Justo cuando se iban a despedir, se giró a mirarlo.
—Por cierto, ¿cuándo es tu cumpleaños?
—¿Para qué quieres saberlo? —preguntó con curiosidad el jonin.
Ella se encogió de hombros. —Los equipos son prácticamente familia, ¿no es así? Me hace feliz darle regalos a mi familia siempre que puedo.
—El 15 de septiembre —dijo Kakashi-sensei, sin dudarlo un segundo y ella sonrió.
—¡Hasta mañana, Kakashi-sensei! —se despidió Naruto.
—Hasta mañana —sonrió Seina en su dirección y se dio la vuelta para seguir caminando al lado de Naruto y Sasuke.
Notó la mirada de su profesor en su cabeza y se preguntó qué estaría pensando.
Chapter 6
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Los siguientes días, después de que Kakashi-sensei los aceptara como su primer equipo genin de la historia, significaron el inicio de su carrera como ninja. Misiones tipo D.
—Bueno equipo. ¡Vayamos a por nuestra primera misión! —les dijo Kakashi-sensei el primer día con una sonrisa—. ¡Seguro que será excitante!
—Seguro… —masculló Naruto, quien sabía bien qué tipo de misiones les esperaba durante bastante tiempo.
—Equipo 7 presentándose para su primera misión —informó el jonin al Hokage y al chunin que le acompañaba.
—¿Oh? ¿Seguro que estáis preparados para vuestra primera misión? —les preguntó bromeando, claramente contento de verlos—. Que no se hable más. Daikoku.
El chunin asintió y empezó a hojear sus registros. Sacó una hoja y se la entregó a Kakashi-sensei.
—Aquí tenéis. Una misión tipo D para limpiar el río de basura. La paga es 50.000 ryo por persona.
Naruto gimió al escucharlo, pero no dijo nada. Kakashi-sensei aceptó la misión y salieron de la torre del Hokage.
—¿Cuándo vamos a empezar a entrenar contigo? —preguntó Seina, que sabía que las misiones de tipo D no iba a ayudarlos en absoluto a mejorar en nada salvo a coordinarse como equipo.
Kakashi-sensei le echó un vistazo.
—Maa… Podríamos ir al campo de entrenamiento más tarde si queréis.
Ellos asintieron más contentos de escucharlo.
—Imagino que os han enseñado en la academia como hacer un informe, ¿no es así? —ellos volvieron a asentir—. Genial. A partir de ahora haréis vosotros 3 los informes de todas las misiones.
Seina suspiró. Debió haberlo visto venir. Igualmente, no era gran trabajo hacer un informe de una misión de rango D y, con que hicieran uno por equipo, sería más que suficiente por el momento. Miró la aldea con algo de pereza y caminó con su equipo hasta la zona más próxima al nacimiento del río.
—Bien. Ya estamos aquí. Iremos limpiando siguiendo la dirección del agua. Podéis organizaros como queráis, pero antes de pasar al siguiente tramo de río tiene que estar limpio, ¿entendido?
—Lo que quieres decir es que nosotros limpiaremos y tú te pondrás a leer tu libro porno, ¿no? —preguntó ella, exasperada.
—¡Seina! —enrojeció Kakashi-sensei, sin poder tragarse un gemido de vergüenza—. Esas cosas no se dicen.
—¡Pero si eres tú el que está leyendo una novela erótica en público! —la defendió su hermano a la vez que recriminaba los malos hábitos de Kakashi-sensei.
—¡Hasta luego! ¡Ganbatte! —Kakashi-sensei le ignoró completamente.
Al unísono gimieron de frustración al verlo desaparecer. Seina escuchó como realmente se había sentado en una rama del árbol más cercano, en lugar de haberlos abandonados. Realmente le sorprendía gratamente darse cuenta de que, para ser un jonin de élite, le avergonzaba que le hablaran de sus novelas eróticas.
—¿Cómo lo hacemos? —suspiró Sasuke y miró el río con ojos desconfiados.
—Os propongo un trato —dijo ella—. Naruto y yo usaremos clones de sombra para limpiar el río de arriba abajo. Con una docena cada uno tardaremos muy poco en limpiarlo entero. A cambio, tú harás todos los informes de las próximas 10 misiones.
—De las próximas 5 misiones —regateó sin pensarlo Sasuke.
—8 misiones.
—6 misiones.
—7 misiones.
—Trato hecho —aceptó Sasuke y Naruto asintió.
—¡Kage bunshin no jutsu!
De una nube blanca aparecieron una treintena de clones, suyos y de Naruto, y se pusieron a limpiar tal y como ellos ordenaron. Seina, Sasuke y Naruto se tumbaron en la hierba, pero solo 15 minutos más tarde esa porción de río fue limpiada y tuvieron que levantarse. Dieron un repaso al río antes de caminar más abajo, viendo como los clones iban limpiando a medida que se movían. Al final, la misión consistió en pasear lentamente en la orilla del río mientras sus clones lo limpiaban y se llevaban las bolsas al punto de destrucción. En menos de 3 horas habían acabado.
En cuanto recuperó las memorias de sus clones se estremeció al recordar la de mierda que había en algunas zonas del río, sobre todo en las más aisladas donde la gente se sentía más valiente de tirar basura sin que nadie los viera. Sasuke hizo el informe tal y como acordaron, sentados en el estante de ramen, y se lo entregó a Kakashi-sensei.
—¿Habéis acabado ya? —pregunto Daikoku, mirando la hora—. Estoy impresionado.
—Afirmativo. Aquí tienes el informe —entregó Kakashi-sensei el pergamino.
El chunin lo revisó y lo aceptó como correcto. Les firmó un cheque con su paga a cada uno y salieron de allí sin más.
—¿Cómo se siente vuestra primera misión?
—Mojada —se quejó Naruto quien, como ella, recordaba las horas que había estado zambullido en el agua.
Vio los labios de Kakashi-sensei rizarse en una sonrisa, suspirando. No podía creer que su primera misión hubiera sido justamente de las que más pagaban y, posiblemente, la peor de todas. Bueno, al menos habían recuperado gran parte de sus ahorros.
—Como todavía son las 4 de la tarde podemos ir un par de horas a entrenar. Mi idea es intercalar un día de misión con un día de entrenamiento. Así, mensualmente haréis unas 15 misiones de media, como mínimo.
—¿Y qué vas a enseñarnos? —preguntó Sasuke.
—Creo que empezaremos por saber cuál es vuestro nivel individual. Como imagino que os habréis dado cuenta, el equipo 7 está pensado para ser un equipo de combate. Otros equipos como, por ejemplo, el equipo 8, se especializará en el rastreo.
—¿Y el equipo de Shikamaru y los demás? —preguntó Naruto.
—¿Captura e interrogación? —preguntó ella, pensando en las habilidades de sus amigos.
—Así es.
Cuando llegaron a su campo de entrenamiento preestablecido, el 33, se sentaron en la hierba para seguir hablando de las expectativas del equipo.
—Como os iba diciendo. Este equipo es un equipo de combate. Eso significa buen taijutsu, buen ninjutsu, buen genjutsu. Mejorar vuestro taijutsu será lo más fácil. Por lo que sé de vosotros, los 3 sois bastante buenos en ese aspecto. Os enseñaré distintos tipos de lucha que no se ven en la escuela y mejoraremos vuestras cualidades físicas —les aseguró Kakashi-sensei—. Respecto al ninjutsu… me gustaría que me dijerais qué jutsus sabéis hasta la fecha. Mañana traeré un papel especial que me permitirá saber vuestras principales naturalezas de chakra, si es que tenéis más de una, y buscaré ninjutsus para que podáis practicar. En cuanto al genjutsu, mediré vuestra resistencia y luego ya hablaremos.
—¿En serio? —sonrió excitado Naruto y Kakashi-sensei asintió—. Está bien. Vale… ¿qué jutsus sé? Los de la academia, obviamente, el kage bunshin y el kanashibari. También es estoy a punto de aprender el shunshin.
Kakashi-sensei y Sasuke miraron a Naruto con sorpresa. El jonin se recuperó rápidamente, pero Sasuke parecía estar preguntándose cómo había aprendido Naruto todo eso si a veces se comportaba como un payaso en clase. Era fácil olvidar que su hermano había quedado el cuarto del curso. Kakashi-sensei la miró a ella con un ademán de cabeza.
—Yo he conseguido usar el shunshin, al contrario que Naruto. Además de las técnicas que ha mencionado Naruto también sé un par de genjutsu: magen narakumi y magen kokoni arazu.
—¿Sasuke?
—Yo sé usar los jutsus de la academia y jutsus de fuego.
—Genial. Por curiosidad, ¿alguno de vosotros sabe subir por las paredes usando chakra en los pies?
Naruto y ella asintieron, para estupefacción de Sasuke. Kakashi-sensei no parecía sorprendido después de todo lo que había escuchado.
—¿Y caminar sobre el agua?
—Hasta ahí no hemos llegado.
—Está bien. Ahora os pondré bajo gentjutsu. Cronometraré cuánto tardáis en deshaceros de él.
Seina esperó y esperó y esperó, pero no pasó nada. Notó la presencia de un chakra ajeno chocar contra sus barreras mentales y, evitando mostrar sorpresa, se dio cuenta de que no estaba atrapada en una ilusión porque el chakra de Kakashi-sensei no podía penetrar en su mente. Miró a su hermano de reojo y parecía haberse zafado rápidamente del genjutsu, al igual que Sasuke.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó Naruto mentalmente—. He caído en su genjutsu, pero sabía que estaba en una ilusión desde el principio.
—Las barreras mentales impiden que el chakra llegue al cerebro. No ha logrado ponerme bajo el genjutsu debido a eso —contestó ella, hablándole también mentalmente—. No tienes magia activa para repeler su ataque, pero tus barreras te permiten percibirlo.
—Curioso —cortó su conversación Kakashi-sensei, alternando miradas entre Naruto y ella—. Naruto, has salido del genjutsu casi al instante al igual que Sasuke. Y Seina… He sido incapaz de ponerte bajo mi genjutsu. De Sasuke me lo esperaba, siendo un Uchiha, pero vosotros, ¿cómo lo habéis hecho?
Naruto y ella intercambiaron miradas.
—¿Qué le decimos? —preguntó su hermano, algo nervioso.
—Nada —dijo ella—. No lo sé. Sabía que Naruto tiene cierta inmunidad ya que practiqué con él las ilusiones, pero como Naruto no sabe todavía usar genjutsu contra mí no tenía ni idea de que yo…
—¿De qué pareces ser inmune? —acabó su frase Kakashi-sensei—. ¿Te importa si uso un genjutsu más poderoso, Seina?
Ella asintió. No era la única que sentía curiosidad de lo que acaba de descubrir. Vio como Kakashi-sensei intentaba ponerla bajo su genjutsu una vez más. Esta vez notó una presión mayor contra sus barreras, pero no fue suficiente para penetrar su mente ni para tener que defenderse activamente. Kakashi-sensei cesó su intento y luego volvió a probar con otro genjutsu más poderoso todavía. Sucedía exactamente lo mismo. A medida que aumentaba la complejidad y poder del genjutsu, más presión sentía contra sus barreras mentales pero el chakra no podía penetrar sus protecciones mágicas.
En realidad, ahora que lo pensaba tenía mucho sentido. Por lo que sabía del genjutsu, el chakra de su enemigo intentaba atacar su sistema nervioso central que, justamente, se encontraba en su cerebro donde se encontraba su mente y donde tenía las barreras mentales construidas. Por lo tanto, su cerebro estaba a rebosar de magia, al igual que, en menor medida, su cuerpo. Si el chakra ajeno no podía llegar a su cerebro, no había ilusión. No se había dado cuenta de ello hasta ahora.
—Eres inmune —confirmó Kakashi-sensei—. He usado genjutsus de rango A y S y ni has pestañeado.
—Podía sentirte intentando entrar en mi cabeza —informó ella y Kakashi-sensei frunció el ceño.
—Es decir, que además de ser inmune puedes percibir el genjutsu. Eso te será muy útil, a ti y a tus camaradas —sonrió el jonin y luego se giró a mirar a Naruto—. ¿Y tú? ¿Cómo lo has hecho?
—Creo que tengo parte de la protección contra el genjutsu que tiene Seina. Podía notar tu chakra en mi cabeza, pero no ha sido suficiente para no caer en la ilusión.
—Ya veo. Percibir ese chakra extraño en tu cerebro ha sido suficiente para que te dieras cuenta de que estabas en un genjutsu y pudieras salir de él rápidamente —asintió el jonin—. Está bien. Sasuke y tú entrenaréis para mejorar vuestro tiempo de respuesta contra un genjutsu. Cuando menos lo esperéis os pondré bajo genjutsu y tendréis que salir de él.
Para finalizar, ordenó que usaran sus armas para acertar varias dianas y les hizo luchar solo con taijutsu contra él. Cuando acabaron, Seina estaba deseando darse un baño en la diminuta bañera de su piso al que pronto dirían adiós.
—¿Cuándo pondrás la casa bajo el fidelus? —preguntó Naruto mientras cenaban en pijama.
—Mañana después del entrenamiento. Oficialmente, la casa es nuestra así que podemos hacer lo que nos dé la gana con ella.
—Aquí ya no queda nada —musitó Naruto mientras miraba las pocas cosas que tenían en el piso—. Podríamos entrar a vivir mañana mismo.
—Si es lo que quieres —asintió ella. No pasaba nada por irse 10 días antes de que se acabara su contrato de alquiler—. Normalmente solo tendríamos que hablar con el casero, pero teniendo en cuenta cómo conseguimos el piso será mejor ir directamente al Hokage. Después de eso, pondré la casa bajo el fidelus.
Como todos los muebles del piso eran del casero, lo único que tenían para mudarse era la ropa, algún utensilio de cocina que habían comprado, el baúl de materiales para construir y el cofre con sus ahorros y los pergaminos copiados. Todo había cabido en su riñonera así que el piso estaba tal cual lo encontraron al entrar a vivir hacía más de 5 años.
—En cuanto nos vayamos de aquí recuérdame que quite todas las protecciones.
—Podríamos dejarle un regalo al viejo —sonrió maliciosamente Naruto—. ¿Qué tal un encantamiento para atraer a bichos en este piso?
—Nah —le dijo ella—. El piso no tiene la culpa ni los próximos inquilinos, pero tengo una idea.
Al día siguiente, se encaminaron de vuelta al campo de entrenamiento. Pasaron la mañana entrenando taijutsu y luego Kakashi-sensei les dio unos papeles especiales para saber su naturaleza de chakra.
—Rayo —dijo Sasuke, mirando su papel como si le hubiera traicionado.
—Viento —sonrió Naruto, recordando lo que habían leído de su padre.
—Y agua —acabó ella, viendo su papel mojado.
—Interesante —musitó en voz alta su profesor—. A pesar de que el viento y el rayo no suelen combinarse, ambos elementos pueden combinarse con el agua. Por ejemplo, si combináis el agua y el rayo, no solamente el rayo tendrá más alcance, sino que el agua se volverá paralizante según la potencia del rayo. Algo similar sucede con el viento y el agua, al combinarse es posible crear un tifón.
—¡Sugoi! —exclamó Naruto y luego intercambiaron miradas entre los 3.
Seina y Naruto fueron esa misma tarde, después de pasar todo el día en el campo de entrenamiento, a hablar con el Hokage. Por fortuna, pudieron pasar a verle sin que tuvieran que concertar una cita.
—Ah, Seina, Naruto. ¿Cómo os va con vuestro nuevo equipo?
—¡Genial! Kakashi-sensei nos va a enseñar nuevos jutsus y a caminar sobre el agua.
—Pensaba que, por su reputación, iba a costar más convencerle de enseñarnos, pero al final no ha sido para tanto —dijo ella, quien sabía bien lo que pensaban de Kakashi-sensei algunos.
—Me alegro. Kakashi es un gran ninja. Aprenderéis mucho de él.
—¡Hai!
—¿Y bien? ¿En qué puedo ayudaros?
—Queremos terminar con el contrato de alquiler del piso —informó ella. Vio como el Hokage no parecía sorprendido en absoluto.
—Ya me lo imaginaba. Vi que comprasteis una casa en la periferia. No está nada mal. Debió ser duro ahorrar todo ese dinero —sonrió con un atisbo de orgullo el Hokage—. ¿Esperaréis a que se acabe el contrato o queréis entregar ya la llave?
—Tenemos que coger un par de cosas más, pero mañana mismo podemos dejar el piso.
—Está bien. Le notificaré del cambio a vuestro casero. Solo tendréis que dejar la llave en su despacho y ya estaría.
—¡Muchas gracias jiji! —dijo Naruto y Seina bufó una risa ante el mote.
—Adiós jiji —se despidió ella con una sonrisa traviesa al ver el rostro exasperado del Hokage.
Tal cual se cerró la puerta escuchó silencio y supo que tenía algún tipo de fuinjutsu a modo de barrera. Sabía, puesto que no era la primera barrera con la que se topaba al espiar, que si quería podría perforar con su magia las protecciones sin que se dieran cuenta. La magia, en este caso, actuaba como unas gafas de rayos X. Aun así, prefirió no hacerlo con el Hokage.
—¿Por qué le has dicho que tenemos algo que recoger? —preguntó Naruto cuando se adentraron por la aldea hasta el piso.
—¿No te acuerdas de nuestro pequeño plan? —le recordó mentalmente—. Cuando acabe con él, nuestro querido casero no tendrá una ducha en condiciones nunca más. Cada vez que quiera agua a una temperatura le saldrá a la temperatura contraria. Lo gracioso será que el muy idiota creerá que es el calentador, y no la ducha en sí.
Naruto estalló en carcajadas. Algunos lo miraron con una sonrisa, algo insólito, y otros con indiferencia. Esa noche, mientras todos dormían, se adentró en el apartamento del casero en la primera planta. Estaba tan desprotegido que cualquiera podría haberle matado.
—Civiles… —pensó al verlo dormir y roncar a los cuatro vientos.
Hechizó la ducha tal y como le había prometido a Naruto y luego, pensándoselo mejor, encantó el piso para que se ensuciara más de lo habitual. Además, usó una maldición en el casero para que se quedara calvo de por vida.
—¿Lo has conseguido? —preguntó Naruto, quien estaba esperándole en la cama.
Ella asintió. Le explicó lo que había añadido de más y Naruto tuvo que morderse el puño para no aullar de la risa. Se fueron a dormir con una sonrisa en la cara.
La semana pasó rápida entre la novedad de hacer misiones, entrenar con un jonin y mudarse a su propia casa.
—Parecéis más cansados de lo normal —les dijo Kakashi-sensei a Naruto y a ella.
—Nos estamos mudando —contestó Naruto— y haciendo reformas en la nueva casa.
Kakashi-sensei alzó una ceja, pero no preguntó más.
—Bueno, quizás os anime saber que hoy tenemos una misión muy especial —sonrió el jonin y todos ellos gimieron al escucharle. Kakashi-sensei pareció suprimir una risa—. Es una tradición en la aldea.
La misión especial resultó ser capturar a la mascota de una noble al borde del histerismo. Sinceramente, a Seina no le extrañaba que el gato hubiera huido con la cola entre las patas. Por fortuna, era algo fácil de llevar a cabo y encima les pagarían 20.000 ryo.
—¿Y bien? ¿Cómo lo hacemos? —dijo Naruto y vieron como Kakashi-sensei sacaba su libro porno y procedía a pretender que estaba ignorándolos.
—Déjamelo a mí.
Usó un hechizo localizador modificado, que solo funcionaba cuando se sabía qué o quien se estaba buscando, y vio como aparecía ante sus ojos un hilo dorado. Echó a caminar y Sasuke y Naruto la siguieron, confundidos pero dispuestos a seguirle la corriente. Tardó solo 10 minutos en encontrar a Tora subido a un árbol.
—Ahí está —dijo, señalándolo—. ¿Algún plan?
Sasuke y Naruto intercambiaron miradas.
—Podemos rodearlo con vuestros clones y usar un poco de comida para atraerlo hasta donde queramos.
—¿Se puede usar genjutsu en los animales? —preguntó ella de repente.
Sasuke y Naruto la observaron fijamente. Ella desvió su mirada hacia Kakashi-sensei, pero le vio apostado contra una pared, leyendo su libro sin tan siquiera devolverle la mirada. Sabía que lo estaba haciendo intencionadamente.
—¿Por qué lo preguntas? —preguntó Sasuke.
—Podríamos usar genjutsu para hacerle creer que hay comida y luego cogerlo sin más —se encogió de hombros—. Así no sabría que estamos a punto de capturarlo.
—Inténtalo —asintió Naruto y ella hizo los sellos manuales necesarios.
Se centró en el gato. Le hizo creer que la comida más deliciosa del mundo estaba en la base del árbol y que no había nadie más allí. Vieron como Tora se quedaba quieto, mirando a la nada, y Sasuke le dio un codazo a Naruto.
—Cógelo, dobe.
—Cógelo tú, teme.
—¡Queréis coger al gato de una vez! —cortó ella con exasperación.
Al final lo cogió Naruto. Mantuvo al gato bajo la ilusión hasta que llegaron al punto de encuentro, en la torre Hokage. Kakashi-sensei, que no había abierto la boca hasta el momento, les lanzó una mirada contemplativa. Seina desactivó el genjutsu. Vio como Tora parecía confundido, manso en los brazos de su hermano, hasta que se dio cuenta de que no estaba en su árbol. Intentó huir, siseando y aullando, pero no le sirvió de nada. En cuanto le escuchó, su dueña vino corriendo como una exhalación.
—¡Mi querido Tora-chan! ¿¡Dónde has estado!? ¿¡Por qué has escapado, querido!?
—Buen trabajo equipo —susurró Kakashi-sensei cuando recibieron las gracias de la cliente y ésta se fue con el gato en brazos.
—¿Ya estáis aquí? —preguntó otro chunin, mirando la hora—. ¡Y ni siquiera parecéis heridos! ¡No está mal!
Seina se cuestionó la eficacia de los otros equipos si no eran capaces de capturar a un animal doméstico en menos de una hora. Se preguntó si realmente estaría poniendo las cosas demasiado fáciles para su equipo pero, ¿por qué no iba a usar sus poderes si eran útiles y podía usarlos sin que nadie se diera cuenta? Sabía que tarde o temprano alguien se daría cuenta de que, además del chakra, tenía algún tipo de kekkei genkai como Sasuke. Era muy probable que alguna misión se torciera, quizás poniendo sus vidas en peligro. En ese supuesto, ¿elegiría mantener su secreto a costa de una vida? Sabía que era imposible.
Lo único que podía hacer, tal y como le había aconsejado Kurama, era mantener el secreto de su reencarnación, así como el hecho de que seguía teniendo magia, e ir soltando poco a poco pedazos de información. Las runas podía hacerlas pasar por un tipo de fuinjutsu inventado por ella, así como las pociones y pomadas. Después de todo, los ninjas inventaban continuamente técnicas y medicinas nuevas. El problema eran algunos de sus hechizos, maldiciones y conjuros. Estaba claro que debería escoger muy bien qué habilidades guardar en secreto, y cuáles no.
Además, para alguien experto como Kakashi-sensei, darse cuenta de algunas inconsistencias era normal. Estaba claro que, si no lo había hecho ya, pronto se daría cuenta de que sus riñoneras y bolsillos no eran normales. Cómo su ropa parecía ser indestructible, cómo sus armas reaparecían en sus manos cuando no habían ido a recogerlas, cómo parecían tener un oído sobrenatural, cómo hablaban entre ellos mentalmente…
—Ha sido una buena idea, usar genjutsu contra Tora —los apremió Kakashi-sensei—. Ningún equipo antes ha pensado en ello, que yo sepa.
—¿Por qué no? —preguntó Naruto—. Realmente era la opción más efectiva.
—Pocos genin piensan fríamente con la cabeza en sus primeras misiones —sonrió Kakashi-sensei— y mucho menos tienen conocimientos suficientes de genjutsu para hacer algo así. Bueno, equipo. Como hemos acabado muy rápido esa misión tenemos tiempo para entrenar.
Caminaron hacia una zona lejana del río. Kakashi-sensei explicó cómo subir a los árboles con chakra y cómo caminar sobre el agua. Seina, frunció el ceño y lo intentó sin mucho éxito. Su hermano parecía más perdido aún.
—Imagina que estás subida en unos zancos, sumergidos en el agua —dijo Kakashi-sensei, acercándose a su lado—, pero en lugar de madera están hechos de chakra. Poco a poco, este zanco se va reduciendo hasta que llega un punto donde no es necesario usarlo. ¿Me explico?
Seina lo miró, sorprendida, y luego asintió. Tenía más sentido que lo que había estado probando. Visualizando justamente unas chanclas transparentes de chakra, pudo lograrlo a la primera.
—¡Yatta! —rio ella y Naruto se cayó de nuevo al río—. Mira esto Naru.
Le envió una imagen mental de lo que había funcionado para ella y vio como Naruto lo conseguía acto seguido. Escuchó el sonido pensativo, ronco, de una garganta a su lado y cuando se dio la vuelta vio que Kakashi-sensei la estaba mirando con una ceja alzada.
—Curioso —sacudió la cabeza—. Pruébalo de nuevo sin usar tanto chakra.
Tardó solo media hora en aprender el truco para caminar fácilmente por el agua. Su hermano, pudiendo ver sus memorias, tardó apenas 5 minutos más. En ese tiempo Sasuke había logrado subir el tronco de un árbol corriendo antes de lanzarse de nuevo al suelo. Por lo que podía ver, estaba segura de que lo conseguiría en un par de horas. Además, estaba segura de que continuaría practicando a solas cuando nadie pudiera verlo.
De repente, Kakashi-sensei usó un genjutsu y Naruto cayó al agua por enésima vez y Sasuke se tropezó contra el árbol, cayendo de cara a la hierba. Pocos segundos después, su hermano reapareció gritando improperios.
—¡Podrías haberte esperado, Kaka-sensei! ¡Podría haberme ahogado! —gritó su hermano, totalmente irritado.
—Pero no lo has hecho —sonrió con el ojo el mencionado—. Veo que Sasuke ha conseguido aprender el truco para caminar por los árboles con chakra. Mientras él practica y luego empieza a aprender las bases para caminar por el agua vosotros 2 haréis algo distinto.
Sacó un par de pergaminos pequeños y les lanzó uno a cada uno. Seina lo abrió y vio que eran instrucciones de jutsus de agua.
—¿De dónde has sacado esto? ¡Busqué en la biblioteca y no encontré ni uno! —exclamó con sorpresa y excitación.
—Son de cosecha personal —contestó. Seina lo miró impresionada—. Son los más fáciles. A medida que vayáis aprendiendo os iré enseñando otros más difíciles.
Seina sonrió de oreja a oreja y luego miró a su hermano. —¿Clones?
—¡Clones, dattebayo!
—¿Clones? —preguntaron Sasuke y Kakashi-sensei a la vez—. ¿Estáis usando los clones para aprender?
Kakashi-sensei parecía atónito. En los pocos días que lo conocía nunca lo había visto tan visiblemente sorprendido como en ese momento. Sasuke, mientras tanto, parecía confundido sobre porqué iban a usar clones para aprender un jutsu.
—Los clones que ellos usan no son los típicos de la academia —le informó Kakashi-sensei—. Son capaces de luchar y aguantar ciertos golpes y, cuando explotan, las memorias regresan al yo original.
—Lo que quiere decir que pueden usarlo para acortar el tiempo aprendiendo cualquier cosa —terminó Sasuke, asombrado—. Seina. ¿Podrías enseñarme esta técnica?
—¡Un momento, vaquero! Si no se enseña en la academia es por algo —intercedió el jonin—. El consumo de chakra de esta técnica es elevadísimo. Incluso yo solo puedo crear unos 20 a la vez, teniendo bastante reserva de chakra. Al contrario que ellos dos que parecen haber invocado a 50 por cabeza como si nada.
—¿Qué? —exclamó Sasuke, luego se giró a mirarlos con ojos como platos—. ¿Cómo es posible?
—Es posible por 2 motivos: somos Uzumaki y los jinchuriki del Kyubi —contestó Seina, cuando vio que Kakashi-sensei no pensaba contestarle.
Se hizo un silencio mientras Sasuke interiorizaba sus palabras. Los observó con sus ojos negros pero, finalmente, pareció concluir que no era algo relevante salvo por el hecho de que él no podría usar esa técnica igual que Naruto y que ella hasta que no hubiera agrandado sus reservas de chakra con entrenamiento.
—¿Cómo es posible que ambos tengáis el Kyubi? —preguntó, frunciendo el ceño.
Naruto y ella intercambiaron miradas. Si le explicaban cómo era posible tendrían que explicar también cómo lo sabían. Seina tendría que reconocer que se acordaba de todo, incluso de que fue su propio padre el que selló el demonio en su interior.
—Tarde o temprano tendrás que empezar a confiar alguno de tus secretos a tus compañeros. De lo contrario, ¿qué clase de equipo seréis? —habló Kurama, intentando ayudarla—. Además, si les cuentas lo que pasó, de que puedes recordar lo que viste, podrás informarles sobre el desconocido. Ese falso Madara.
—Naruto tiene la mitad yang del Kyubi y yo la mitad yin —dijo finalmente.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó totalmente serio Kakashi-sensei—. Esa información es confidencial.
—Lo recuerdo todo.
Kakashi-sensei palideció al escucharla. Parecía más afectado de lo normal y se preguntó por qué. Naruto y Sasuke observaron a su jonin sensei, quien se sentó en la hierba casi derrotado.
—Tú… ¿te acuerdas de aquel día? —le preguntó casi temeroso. Ella asintió—. Entonces, ¿lo sabes?
—¿Sé el qué? ¿Qué nuestra madre era Kushina Uzumaki, la esposa del Cuarto Hokage? ¿Qué Minato Namikaze era nuestro padre? —lanzó ella—. Los escuché morir, ¿cómo no iba a saberlo?
Sasuke parecía totalmente fuera de lugar, algo incómodo ante la conversación, pero incapaz de marcharse. Naruto, por otro lado, estaba más serio que nunca mientras escuchaba sus palabras. Ya lo había oído, y visto, antes así que no era nada nuevo para él. Eso no significaba que no fuera duro revivirlo. Kakashi-sensei, curiosamente, parecía el más afectado de todos. Ni siquiera había recuperado el color de piel.
—¿Por qué estás tan afectado? —preguntó Naruto intuyendo sus pensamientos.
—Vuestro padre… era mi sensei —les confesó—. Solo tenía 14 años recién cumplidos cuando murió el último integrante de mi equipo.
Durante unos segundos, nadie movió un dedo. Luego, viendo su pesar, Seina acabó abrazándolo despacio como si fuera un animal salvaje herido. Notó como se quedó paralizado entre sus brazos y luego se relajó, estrechándola entre sus brazos. Enterró su rostro en el hombro de su sensei, quién ahora resultó ser el protegido de su padre, abandonado a su suerte. Sabía, puesto que había investigado sobre el jonin, que su propio padre se suicidó y que su madre murió incluso antes que su padre. Ni siquiera había pensado que el equipo genin de Kakashi-sensei pudiera estar muerto al completo. No podía imaginar por lo que habría pasado, todos esos años sin nadie de confianza a su lado. Sin familia.
Volvió en sí cuando notó una de las manos acariciarle el cabello mientras seguía apretada fuertemente contra él. Sintió la presencia de Naruto a su lado, su mano puesta en el hombro contrario de Kakashi-sensei, dándole apoyo a ambos. El jonin carraspeó la garganta y Seina se apartó, sentándose a su lado en la hierba.
—Kakashi-sensei… —susurró ella al darse cuenta de que podría descubrir todo el pastel si se equivocaba confiando en él—. Aquella noche… había alguien más.
Su profesor le alzó la barbilla para que le mirara a los ojos y ella se limpió el par de lágrimas que se habían escapado a su control. Había recuperado su color de piel habitual y parecía serio.
—¿A qué te refieres? ¿Alguien más aparte de tus padres y de los ninjas que ayudaron a tu madre con su parto?
—Está aquí Sasuke, nee-chan. Quizás sea mejor no mencionar a Madara Uchiha en su presencia.
¡Mierda! Ni había pensado en eso. Miró a Naruto y luego a Kakashi-sensei y, sorprendentemente, a pesar de no haber dicho nada, el jonin entendió su mirada.
—Ven. Buscaremos algo de comer y beber —le tendió la mano y ella se levantó—. Vosotros dos, seguid practicando caminar sobre el agua. Regresaremos en unos minutos.
—Eso ha sido una mala excusa —dijo ella cuando estuvieron lejos de ser escuchados—. Creo que Sasuke sabe que siempre llevo comida encima.
—¡Maa! Pero yo no tenía por qué saberlo —sonrió Kakashi-sensei y le guiñó un ojo antes de ponerse serio—. ¿Qué es lo que no has querido decirme delante de él?
—Aquella noche, alguien haciéndose llamar Madara Uchiha atacó a mis padres y le sacó el bijuu a mi madre.
Kakashi-sensei paró en seco y se giró a mirarla. —¿Estás segura de eso?
—Si le dices que sí te preguntará cómo lo sabes. Peor aún si le dices que no era el verdadero Madara Uchiha.
—¿Entonces qué hago? ¡Ahora ya he descubierto el pastel! —frunció el ceño ella, algo nerviosa por no habérselo pensado mejor.
—¿Seina? —preguntó Kakashi-sensei y vio que la estaba observando de cerca, como si estuviera descifrando un código bomba.
Ella gimió de frustración y suspiró. —Me van a meter en una celda por esto… ¡Está bien! Puedo hablar con mi mitad del Kyubi.
—…¿Qué? —preguntó, atónito, su sensei y luego sacudió la cabeza—. Pues claro. Por qué no. Y, por lo que he visto, también puedes hablar mentalmente con tu hermano gemelo, ¿no es así?
Seina suspiró de nuevo y eso fue suficiente para que lo aceptara como cierto.
—Creo que vamos a tener una larga charla, Seina —dijo Kakashi, más calmado de lo esperado—, pero no aquí. En un lugar más seguro.
Chapter 7
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
La “charla” de la que hablaba Kakashi-sensei sucedió esa misma tarde, en la torre del Hokage. Dio gracias porque Naruto estuviera con ella puesto que al Hokage le acompañaba quienes parecían ser los padres de Ino y Shikamaru.
—Kakashi me ha contado que puedes recordar todo lo que has vivido, Seina —empezó con voz sosegada el Hokage y ella asintió—, y que te acuerdas de lo que pasó la noche de vuestro nacimiento. Hoy intentaremos comprender qué pasó esa noche con la ayuda de tu sensei, de Shikaku Nara e Inoichi Yamanaka. ¿Podrías explicarme qué sucedió?
—Aquella noche recuerdo haber nacido primero, minutos antes que Naruto. Minutos después de haber nacido él, un desconocido entró en el… sitio donde estuviéramos y cogió a Naruto. Mi visión era borrosa, pero escuché varios gritos. Murieron al menos 2 personas, que yo escuchara, allí dentro: Biwako y Taji. Mi padre rescató a Naruto y luego nos cogió a mi madre y a mí y nos llevó a otro lugar pero, antes de eso, fuimos atacados de nuevo por este hombre y el Kyubi fue extraído del sello de mi madre… Atacó a la ciudad bajo órdenes del desconocido mientras mi padre se despidió de nosotros antes de intentar detenerlo. Finalmente, usó el shiki fujin y selló una parte en Naruto y otra en mí.
Se hizo un silencio pesado mientras interiorizaban sus palabras e intentaban no desmoronarse. Vio como el Hokage pareció envejecer de golpe al escuchar su relato.
—¿Cómo sabes qué ese desconocido era Madara Uchiha? —preguntó Shikaku, con expresión seria.
—El mismo desconocido dijo que se llamaba así justo después de extraer al Kyubi.
—Crees que no era él —afirmó Shikaku y ella asintió ante tal afirmación—. ¿Por qué?
—El Kyubi ha sentido antes el chakra de Madara Uchiha. Él me lo dijo. Además, la voz de la persona… era un hombre, pero parecía ser un adolescente o un adulto joven. No creo que fuera muy mayor.
—¿Te importaría si “miro” esa memoria, Seina? —preguntó Inoichi y ella se encogió de hombros.
Preparó su mente y su memoria para la intrusión de Inoichi y dejó que se adentrara en su mente, sin salirse del camino. Escuchó, junto al padre de Ino, lo que pasó aquel día. Cuando le vio dispuesto a salir de su mente, le cogió de su metafórica mano y tiró de él. Le presentó otra memoria. La memoria de Kurama de aquel día. Minutos más tarde, Inoichi salió de su mente con la frente perlada de sudor y el rostro pálido.
—¿Inoichi? ¿Qué puedes decirnos? —preguntó el Hokage, inclinándose en su asiento.
—Tiene razón. Escuchó todo lo que pasó aquella noche —y luego se giró a mirarla a ella con expresión atónita—. Me has enseñado la memoria del Kyubi. ¿Cómo has hecho eso?
—Siempre he tenido control sobre mi mente —se encogió de hombros—. Medito desde hace años.
Shikaku y Kakashi-sensei suprimieron una risa incrédula que Naruto no pudo evitar. El Hokage, por otro lado, parecía sorprendido.
—Seina… ¿eres capaz de interactuar con el Kyubi sin que te ataque? —preguntó y ella asintió.
—Llevo años hablando con él. Sabe que yo no le sellé, apenas era un bebé. No me tiene resentimiento por eso.
El Hokage miró a su hermano.
—Yo también puedo hablar mi mitad, jiji. Seina-nee tiene razón. El Kyubi no es tan malo. Simplemente está enfadado porque lo sellaron hace años.
—Bueno… —suspiró el Hokage—. Ya hablaremos de eso en otro momento. El sello está intacto así que sé que no puede influenciaros ni salir. Inoichi, ¿podrías describir lo que has visto?
—El Kyubi no reconoció al enemigo como Madara Uchiha debido a que conocía el chakra del susodicho y, al compararlos, supo que mentía. A pesar de esto, el desconocido se identificó como Madara Uchiha ante Kushina-hime. Era un hombre de cabello corto y rebelde, de color moreno, tez de piel pálida a juzgar por una mano sin guante, altura aproximadamente 1.75 cm y 60 kg de peso, voz joven, complexión atlética y esbelta. Vestía unos pantalones y camiseta oscuros y una túnica negra con capucha. La única pieza distintiva era una máscara blanca con líneas horizontales negras con un solo agujero para el ojo derecho, en el cual se podía observar un sharingan. El Kyubi no observó nada más sobre el enemigo antes de ser dominado por el sharingan.
—Quiero un dibujo del desconocido lo antes posible —ordenó el Hokage—. Shikaku, suponiendo que la memoria del zorro sea cierta, ¿qué posibilidades hay de que sea Madara Uchiha y que el Kyubi esté mintiendo?
—No podemos descartarlo completamente, pero debemos tener en cuenta que en ese entonces tendría 74 años. Suponiendo que lo que ha visto Inoichi sea cierto y que la voz que escuchó Seina, la única prueba confiable de todo este embrollo, verificada por Inoichi, sea realmente de un adolescente o joven adulto… Diría que no es Madara Uchiha. El hecho de que llevara la cara tapada también resulta extraño, así como que solo usara uno de sus ojos. ¿Qué persona se identificaría con su nombre y, a la vez, escondería su rostro bajo una máscara? Puede haber sido por un número de razones pero, en conjunto, no parece tener sentido.
El Hokage asintió y se dirigió a ellos. —¿Hay algo más que deba saber? ¿Alguna otra memoria o recuerdo que pueda sernos útil?
Seina pensó un rato en ello, pero no se acordaba de haber escuchado nada más sobre aquel incidente. Negó con la cabeza.
—Los no anbu —dijo Naruto y todos se giraron a mirarle, pero su hermano la observaba a ella—. Los ninjas que nos espiaban y espiaban el hospital y la torre.
—¿No anbu? —preguntó Kakashi-sensei, quien había estado callado apostado a su lado como una estatua—. ¿A qué te refieres, Naruto?
—Eran ninjas parecidos a los anbu, pero nuestros anbu nunca parecían tener contacto con ellos —explicó Seina, encogiéndose de hombros—. Lo único que escuché de ellos fue algo de una base y el nombre de Danzo.
—Como es uno de los consejeros de jiji no le dimos importancia.
Shikaku parecía a punto de tirarse por la ventana.
—Muy problemático… ¿Estáis seguros de eso?
—¿Y cómo lo sabéis? —preguntó exasperado Kakashi-sensei.
—Lo oímos —dijo Seina—. Naruto y yo somos muy buenos pasando desapercibidos cuando queremos.
—¿Cómo creéis que hemos gastado tantas bromas sin que nos pillen?
Kakashi-sensei exhaló exasperado mientras los demás sonreían. El Hokage se encendió la pipa con un jutsu de fuego mientras Inoichi intentaba no reír de la cara de cansancio de Kakashi-sensei. Aun así, sintió como una mano le apretaba el hombro en señal de apoyo y sonrió.
—Creo que vas a estar muy ocupado en el futuro, Kakashi.
Minutos más tarde, después de responder unas cuantas preguntas más, el Hokage los echó de su despacho y Kakashi-sensei se marchó con ellos.
—Así que bromas, ¿eh? —suspiró de nuevo—. ¿Por qué presiento múltiples dolores de cabeza?
Naruto se carcajeó, apoyando su cabeza en sus brazos cruzados, y ella sonrió.
—Si no llegas 3 horas tarde no hará falta que te preocupes, Kakashi-sensei —le aseguró Seina—. ¿Qué vamos a contarle a Sasuke? Está claro que sabe que sucede algo.
—Tendremos que contarle la verdad. Quizás Sasuke pueda ayudarnos a identificar al agresor, si realmente es un Uchiha. Además, si no confiamos en nuestros compañeros de equipo, estaremos destinados al fracaso.
—¿Y sobre lo…otro?
—De eso no os preocupéis. Si oís o veis algo extraño, decídmelo inmediatamente pero no intentéis nada por vuestra cuenta, ¿entendido?
Naruto y ella asintieron. —Sensei… ¿puedes hablarnos de nuestros padres?
Kakashi-sensei no pareció escucharlos durante un rato, pero luego alzó la vista al cielo y empezó a hablar. Les explicó lo brillante que era su padre como ninja además de buena persona, como su madre era testaruda y apasionada y una gran maestra de fuinjutsu. Les habló de algunas misiones que habían hecho, de todo lo que le habían enseñado y cómo lo habían acogido, sobre todo su padre, cuando su padre Sakumo se suicidó.
Al escuchar su voz triste y melancólica Seina le tocó levemente el brazo y Kakashi-sensei le dirigió una diminuta sonrisa. Se despidieron en el centro y Naruto y Seina se encaminaron hacia su casa, la cual había sido puesta finalmente bajo el fidelus.
—Vaya día… —suspiró cansado Naruto. Se tumbaron en el sofá—. Necesito hacer cualquier otra cosa y olvidar que ha pasado todo esto.
—¿Por qué no seguimos con nuestra reforma? Todavía quedan un par de horas de sol.
—¡Yosh! ¿Qué hacemos?
Seina cogió la libreta muggle que tenía justamente para hacer borradores y vio lo que habían apuntado. A penas habían limpiado toda la casa de arriba abajo y habían empezado a quitar las malas hierbas del jardín delantero de la casa. Realmente podría hacerlo todo ella sola, pero Naruto quería implicarse así que le dio un par de tareas. Miró todo lo que tenían por hacer.
—Está bien. ¿Qué te parece arreglar el jardín? Tendrás que quitar todas las malas hierbas, cortar el césped y luego hacer un hoyo para la piscina.
—¿De cuánto debe ser este hoyo?
—¿Qué te parece 4 x 8 metros y 2 metros de profundidad? —preguntó ella—. Ese es un buen tamaño para nadar.
—¿Te dejo la tierra apilada en un montón? Podríamos usarla para nuestro huerto.
—Mmm… tienes razón. Te haré un barril sin fondo para que la metas allí mientras no la usemos. Yo intentaré añadir la segunda planta y hacer las separaciones de cada habitación.
Por suerte, el otro día, después de esconder la casa, ya había agrandado horizontalmente la propiedad, colocando unas cuantas ventanas más para que entrara más luz. Ahora, lo único que tenían que hacer era agrandarla verticalmente y luego remodelar los espacios. Transformó uno de los troncos en un barril de madera, y lo hechizó para que no tuviera fondo. Naruto lo cogió y se dispuso a arreglar la parte acordada.
Dio gracias a los Weasley por haberle enseñado a construir una casa mágica porque, de lo contrario, no tendría ni idea de cómo hacerlo. Agrandó verticalmente las paredes y vio como los peldaños de la escalera se agradaban. Cuando midió la longitud exacta del alto que querían en sus habitaciones, empezó a agregar las vigas de hierro que había preparado con anterioridad. Como todo el material transformado, había sido originalmente una enorme piedra convertida en metal y reforzada con runas.
Tardó casi una hora en arreglar los peldaños de la escalera, añadiendo uno más entre cada peldaño alargado, y en colocar las vigas de forma recta y segura. Luego, hizo el techo de la planta baja a partir de grandes placas de yeso blanco, pegadas a las vigas con magia permanente y runas. Rellenó el hueco entre las vigas y el nuevo techo de piedras que luego transformó en hormigón. Encima colocó las tablas de parqué idénticas a las del resto de la casa.
—¡WOW! —exclamó Naruto cuando vio como colocaba las últimas piezas de madera en el suelo de la nueva segunda planta—. ¡Está quedando increíble!
—¿Ya has hecho toda la faena? —preguntó sorprendida ella, alzándose del suelo.
—Nah. Mis clones están terminando de cavar el agujero del suelo. Creo que solo vamos por la mitad. El jardín ha sido cortado y las malas hierbas retiradas.
—Si acabas antes puedes cavar los agujeros para los árboles alrededor de la parcela y el tramo entre la piscina y el resto del jardín.
Naruto asintió. —¿Necesitas ayuda por aquí?
—No. Con mis clones solo tengo que hacer el trabajo mágico —negó ella. Los clones no podían hacer magia, pero le ahorraban mucho tiempo así que todo iba viento en popa—. Sabes, he estado pensado que quizás es mejor dejar el tejado como está.
—Mmm… sí quizás es demasiado trabajo. Podríamos poner el huerto en jardín delantero.
—Eso estaba pensando. Podemos pegarlo al muro delante de la casa y no molestaría. Seguiríamos teniendo bastante jardín delantero entre la casa y los huertos junto al muro.
—Cierto.
Naruto volvió al jardín y Seina aprovechó para acabar el día de duro trabajo colocando los muros de carga verticales, separando cada estancia. Quizás se habían pasado un poco, pensó para sus adentros. Cada planta debía de tener al menos 150 metros cuadrados. Más que suficiente para lo que querían. Por suerte, nadie sabía los metros exactos que compraron en la inmobiliaria, ni de terreno ni edificados, así que no se preocupó. Tampoco es que fuera a invitar a mucha gente a su casa.
—No está mal —dijo Naruto, cuando dieron un repaso a todo lo que habían hecho—. A este paso acabarás de construir la planta mañana mismo.
—Faltará pintarla, amueblarla, decorarla, poner las luces mágicas, añadir las ventanas, las puertas y los baños. No creo que lo acabe en menos de 3 días.
—Pues yo he cavado el hoyo de la piscina y los hoyos de los árboles que pensamos plantar. El jardín está saneado y faltará construir las separaciones para el huerto.
—Los parterres.
—¿Qué?
—Así es como se le puede llamar a las separaciones del huerto, del resto del jardín.
—Parterre. Vale. Lo que decía. ¿Qué árboles quieres que compre? No estaría mal poder recoger nuestra propia fruta.
—Pregúntale al vendedor los árboles frutales de este clima y compra uno de cada —se encogió de hombros—. ¿Has dejado las paredes del hoyo de la piscina lisas?
—Yep.
—Entonces mañana acabaré la piscina. Solo necesito revestir las paredes con hormigón y luego elegir un diseño para las baldosas. ¿De qué color quieres que se vea el agua de la piscina?
—¡Celeste! ¡No! ¡Turquesa! —Naruto le envió una imagen de una playa tropical.
—Mmm… Me parece bien. Será mejor que vayamos a cenar y a dormir.
Al día siguiente, se encontraron con que Kakashi-sensei había aparecido a las 8 de la mañana, en lugar de llegar una hora tarde. Atónito, Naruto no podía creerlo hasta que vio que se disponía a hablar con Sasuke sobre el fiasco de Madara. Tardó exactamente una hora en regresar con su compañero de equipo. Mientras tanto, los dejó con un clon para que pudieran practicar taijutsu, con las pesas en brazos y pies, y shurikenjutsu, que incluía kunais, shuriken y senbon.
—Dejemos que se calme —les dijo Kakashi-sensei, cuando vieron a Sasuke apretar los puños del enfado—. Un par de luchas y se le pasará.
El jonin usó sus clones para calmar a Sasuke mientras los observaba practicar sus nuevos ninjutsus. Seina y Naruto lo practicaron como siempre: añadiendo más chakra del necesario y disminuyendo el flujo hasta conseguir la técnica. Eso, más la visualización y el correcto mezclado de chakra, supuestamente eran suficientes para realizar la técnica correctamente.
—¡Suiton: suidan no jutsu!
Expulsó el chakra por la boca y, para su estupefacción, vio como el chakra se convertía en un cañón enorme de agua que acabó produciendo un pequeño lago en mitad del campo de entrenamiento. Paró el chorro desestabilizando su chakra y se secó las gotas de agua que habían salpicado en sus mejillas.
—¡SUGOI! —gritó Naruto al verlo, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Ha sido increíble! ¡Ahora me toca a mí!
Seina vio como Naruto usaba una técnica similar, pero de naturaleza de viento. Dio gracias porque estuviera apuntando hacia otro lado al ver como un árbol se partía en dos. Vio a lo lejos como sus clones practicaban los otros dos jutsus: una esfera de agua con látigos que atravesaban a múltiples enemigos y un escudo de agua capaz de proteger a su creador y empujar a sus enemigos.
—Kakashi-sensei, ¿podríamos aprender algún jutsu médico? —preguntó al darse cuenta de que, si los atacaban y ella quedaba inconsciente, estaban jodidos.
—Mmm… Buena pregunta. La verdad es que yo no tengo ni idea de jutsus médicos —confesó, ignorando sus cejas alzadas—, peerooo… Podemos pedir clases en el hospital.
—Ah, ¿sí? ¡Genial!
—¿Te gustaría que preguntara por ti, Seina? —ella asintió—. ¿Y vosotros dos?
—Nah, mi control no es tan bueno como el de Seina. Además, lo que aprenda ella me lo acabará enseñando a mí.
Sasuke miró a Seina, pidiéndole con los ojos que no le forzara a ir al hospital a pesar de querer aprender nuevas técnicas. Ella rodó los ojos y asintió.
—¡Está bien, cretinos! ¡Iré yo sola!
Estuvieron el día entero entrenando los nuevos ninjutsus, taijutsu contra los clones del jonin, esquivando genjutsus y enseñándole a Sasuke el shunshin además del jutsu paralizante. Cuando deshizo todos los clones de sombra sintió como sus barreras mágicas se resentían al recibir en un solo segundo la información de 50 clones distintos. Se dijo que, la próxima vez, los iría desactivando poco a poco. Aun así, mientras caminaba hacia su casa al lado de Naruto, sonrió al darse cuenta de que había practicado hasta la perfección 3 jutsus distintos.
—Quiero practicar estos jutsus con una sola mano y en silencio —dijo Seina a su Naruto, mientras merendaban en el salón—. Si lo logro podría serme muy útil.
Naruto asintió, sorbiendo los fideos instantáneos de ramen. Cuando acabaron de merendar salieron al jardín dispuestos a acabar con la piscina.
—¿Qué te parece esta medida? Es la que acordamos.
—Está perfecto Naru. Puedes ir a comprar los árboles mientras yo acabo por aquí.
—¡Me llevo el monedero de los ahorros! ¡Ja ne!
Seina ni se giró, despidiéndose con la mano por encima de su cabeza. Sacó unas cuantas piedras y empezó las obras. No tardó ni 20 minutos en dejar las paredes lisas y grises con el hormigón transformado. Luego, puso las baldosas de un color turquesa pálido en el interior de la piscina, y unas baldosas de tacto rugoso de color marfil rodeando la piscina para poder andar y no resbalarse. Por último, añadió una escalera con 2 peldaños de metal que fijó con varios encantamientos y unos soportes alrededor de la piscina donde iría enganchado un cobertor, de ser necesario taparla. Usó runas en las baldosas interiores para que el agua no se contaminara y siempre estuviera templada, y más runas en la escalera para que no se oxidara.
Cuando Naruto llegó con un montón de clones cargando árboles, Seina ya había llenado la piscina entera con su nueva técnica de agua.
—Wow… ¡Es increíble! ¡Y enorme! —exclamó Naruto, dejando su árbol en el primer hueco que vio.
Los clones de Naruto plantaron los diferentes árboles, todavía jóvenes, y luego ella usó la magia para hacerlos crecer unos cuantos metros.
—¿Una higuera? —preguntó ella, mirando el árbol—. Está claro que no sabes cómo crecen los higos.
—¿De qué hablas? ¿Los higos no se podían comer? —preguntó confuso Naruto.
—Bueno, de forma muy resumida, las avispas hembra ponen huevos dentro de los higos y luego viene el macho y los fecunda —explicó y evitó reír ante la cara horrorizada de Naruto—. Luego la avispa muere dentro del higo.
—¿¡NANI!?
No era técnicamente correcta, la explicación, pero para lo que necesitaba saber Naruto era más que suficiente. Estaba claro, por su expresión de asco, que no iba a comer ni un solo higo.
—Los higos podemos regalárselos a Sasuke —asintió Naruto, mirando al árbol—. Seguro que le gustan.
Seina se rió y dejó que Naruto acabara de plantar y regar los árboles. Fue a la segunda planta y puso las ventanas en sus sitios correspondientes, transformando las piedras en vidrio. Luego hizo los marcos de las puertas y ventanas, colocó las puertas, separó las habitaciones con paredes y sus respectivos rellenos, y modificó las lámparas con runas.
Mientras tanto, Naruto había construido los parterres en la parte delantera de la casa y había ido a comprar semillas de plantas que usaban para sus pociones. Por fortuna, uno de los trabajos por placer de jubilación de Hermione y Draco había sido reemplazar los ingredientes mágicos con otros más comunes así que, salvo algunas pociones más complejas que no usaría, la mayoría de pociones médicas podía fabricarlas en casa con plantas comunes. A pesar de que la efectividad no era la misma.
—No sé qué haría sin ti Hermione… —susurró y sonrió, mientras empezaba a preparar la cena.
—¿Qué es lo que falta por hacer en la segunda planta? —preguntó Naruto, secándose la frente con el brazo.
—Faltará poner las paredes de cada habitación del segundo piso y el baño entero.
—Y amueblarlo.
—Exacto. Vete pensando qué es lo que quieres en tus dos habitaciones.
—¿Dónde vamos a poner el invernadero? —preguntó Naruto, robando un trozo de zanahoria del plato.
—Sinceramente, dejaría el invernadero para más adelante —se encogió de hombros—. Siempre que queramos podemos añadir otra habitación en la primera planta.
Naruto asintió.
—Ahora que lo pienso, nos sobra una habitación de invitados. Podríamos convertirla en algo.
Se quedaron en silencio, meditando qué podían poner allí. Seina pensaba poner en su estudio una pared completa con estanterías para pergaminos y libros. Una estación para preparar pociones con su armario inventario que ocupara otra pared entera y un escritorio.
—Podríamos poner una armería. Con todo el equipamiento para las misiones y demás.
—Mmm… No es mala idea. Pensaba tener una pared en mi estudio para las armas, pero en realidad es mejor tenerlo todo en un mismo sitio —musitó Naruto—. ¿Qué es lo que queda por hacer en la tercera planta?
—Tenemos que añadir las runas en el baño para eliminar residuos, de limpieza, las runas de los grifos y lámparas.
—Está bien. Lo haré yo mañana mientras tú terminas la segunda planta.
—Perfecto. Quedará hacer lo mismo en la primera planta y crear una despensa en la cocina. La nevera podemos quitarla y crear una alacena refrigeradora con runas.
—Queda más de lo que pensaba.
—Tampoco tanto. Yo creo que en 3 días acabaremos toda la casa.
Cenaron en silencio, cansados, y se fueron a la cama.
Al día siguiente les esperaba otra idiotizante misión de rango D.
—¿Qué tenemos que hacer? —preguntó Naruto, aburrido—. ¿Arrancar las malas hierbas de todos los jardines de Konoha?
—No. Pintar las paredes del nuevo hotel de Konoha. Por poco aciertas, Naruto.
Kakashi-sensei ni los miró. Tenía el rostro enterrado en su libro, el que parecía estar releyendo de nuevo, y caminaba con tranquilidad hacía el departamento de misiones. Seina suspiró de aburrimiento. Sabía que era un rito que todos los genin hicieran misiones de este tipo. Eran necesarias para ahorrar, familiarizarse con su equipo y poder entrenar diariamente con su jonin sensei sin la presión y el peligro de una misión normal. Aun así, no eso no significaba que estuviera cansada de tener que pintar, limpiar y rescatar animales. Por lo menos le pagaban mucho más de lo que cobraría un civil.
—¿Por qué la gente contrata a ninjas para hacer este tipo de trabajos? —preguntó ella—. Cualquiera podría pintar una pared.
—Ya, pero poca gente lo hace en unas pocas horas. Un trabajo de pintura de este tipo podría suponer un par de días de trabajo, así como la necesidad de contratar a más de 3 personas y el alquiler de escaleras u otros materiales que los ninjas no hacemos servir —contestó Kakashi-sensei, pasando de página—. Además, la presencia de ninjas siempre supone una disuasión a posibles saboteadores.
Seina alzó una ceja, meditando sobre lo que acababa de escuchar. Si el dueño pintara él mismo las paredes no tendría que contratar a nadie, por mucho que tardara una semana en pintarlo todo. Lo único que parecía tener algo de sentido era lo de la disuasión. Se encogió de hombros y aceptó la explicación. Recibieron el pergamino con los detalles de la misión y se encaminaron hacia el hotel recién construido. En seguida vio que la madera de la fachada necesitaba al menos una capa de barniz.
—¿Y este sitio es nuevo? —preguntó Naruto, con su habitual tacto. Seina le dio una colleja—. ¡Hey!
—Esas cosas se piensan, no se dicen, Naruto.
—Mira que eres dobe —se burló Sasuke, adentrándose en el hotel.
—¡Pero si no he dicho nada malo!
—Chicos —les llamó la atención Kakashi-sensei y todos se callaron.
Vio como hablaba con el dueño, quien parecía muy contento de verlos. Después de una pequeña charla de cortesía, el dueño les explicó lo que quería y les entregó el material. Como había 3 plantas se repartieron una cada uno de buenas a primeras.
—Seina —llamó Sasuke antes de que pudiera irse—. Hagamos un trato.
Seina sonrió de oreja a oreja al escucharlo. Sasuke había hecho los informes de las otras 2 misiones y todavía le quedaban 5 más hacer según lo pactado. Estaba claro que se había acostumbrado a dejarlos hacer el trabajo duro mientras él se tomaba el tiempo libre para hacer el informe.
—5 más —dijo y ella se partió de risa al darse cuenta de que tenía razón.
—10.
Sasuke suspiró. —Está bien, otros 7 informes.
—¡Yay! —vitoreó Naruto, que prefería hacer el trabajo y ahorrarse la escritura.
—Un momento, chicos —bufó una risa Kakashi—. No podéis evitarle siempre el trabajo a Sasuke negociando quién escribe los informes.
—¿Por qué no? —le reprochó Naruto y Sasuke asintió con los brazos cruzados—. ¿No forma parte de ser ninja negociar?
—Eh… Sí, pero eso no tiene nada que ver. ¿Cómo sabrá Sasuke pintar una pared de su casa en el futuro, por ejemplo? —intentó hacerlos entrar en razón Kakashi-sensei. Todos le miraron incrédulos.
—Ya, porque para pintar una pared hace falta ser experto en ingeniería —se rió Seina, al escuchar el penoso argumento de Kakashi-sensei.
—Además, contrataría a un equipo genin —dijo ladinamente Sasuke, con una sonrisa arrogante.
Naruto y Seina se carcajearon al escucharlo y al ver el rostro exasperado de Kakashi-sensei. Sabía por qué intentaba que Sasuke cooperara pero, siendo misiones de rango D, no servía para prácticamente nada que perdieran el tiempo cuando con los clones agilizaban la faena. No sacaban nada como equipo si Sasuke ayudaba a pintar una mísera pared. Asimismo, al compartimentar el trabajo, sí que estaban actuando como equipo, coordinándose y repartiendo tareas de la forma más eficiente.
—Bueno… que conste que lo he intentado —dijo al aire el jonin y volvió a enterrar el rostro en su libro.
—Te sumaré las misiones a tu lista de informes —aseguró Seina, ignorando a su maestro, y luego creó una decena de clones.
No tardaron ni un par de horas en terminar de pintarlo todo. Mientras tanto, Sasuke y Kakashi-sensei se sentaron en una mesa para hacer el informe y leer el libro, respectivamente. Seina no pudo reprimir la sonrisa durante todo el día al notar la harmonía en su equipo y pensó que quizás Kurama tenía razón cuando dijo que debía confiar más en ellos si quería que fueran un equipo de verdad.
—Yo siempre tengo razón, enana… —bromeó Kurama. Volvió a sonreír.
—Hai, hai.
Chapter 8
Notes:
Advertencia: abuso/negligencia de menores
Chapter Text
Acabó la semana y empezó marzo. Seina y Naruto finalizaron las obras en su casa y amueblaron a su gusto los dormitorios, estudios y los baños. Plantaron semillas de plantas necesarias para sus pociones y los árboles frutales que compró Naruto. La habitación libre, antes de invitados, fue reconvertida en una armería/enfermería donde añadieron también una despensa de pared a pared con todas las pociones que iban produciendo y el baúl agrandado sin fondo lleno de pergaminos.
Cuando terminaron de decorar y amueblar toda la casa casi lloraron de alivio. Finalizó la renovación añadiendo los toques finales con runas y hechizos y se tiró de cabeza a la piscina.
—¡BOMBA VA! —gritó Naruto, tirándose en un bañador conjurado al agua. Salió a tomar una bocanada de aire antes de seguir gritando—. ¡Esto es INCREÍBLE!
Seina rió al ver la alegría y felicidad de su hermano, que nunca antes había tenido un hogar propio, al contrario que ella. Miró al cielo, pensando en sus segundos padres, y les prometió que cuidaría de él. Una ola de agua en su cara hizo que tosiera.
—¡Qué haces Naruto!
—¡Estás demasiado seria!
—¿Seria? Toma esto —y usó el nuevo jutsu para proyectarle un mini chorro de agua a la cara—. ¡Suiton: suidan no jutsu!
—¡ARGH! ¡ESO ES TRAMPA! —gritó Naruto, protegiéndose la cara con los brazos.
Estuvieron jugando largo rato, hasta que se les arrugaron los dedos y empezó a rugirles el estómago de hambre. Prepararon la cena y comieron hablando de la casa, de la aldea, de las tiendas más cercanas para comprar comida y de las misiones.
—Estoy harto de hacer siempre las mismas misiones de rango D —masculló Naruto, comiéndose su porción de ensalada—. ¿Por qué no podemos hacer algo más interesante?
—Kakashi-sensei es quién decide si estamos preparados para una misión de mayor rango —se encogió de hombros Seina—. A quien tienes que convencer es a él.
—¿Cómo no vamos a estar preparados, Seina-nee? —le preguntó irritado—. Por lo que me dicho Ino a ellos todavía les están enseñando a caminar por los árboles y ni siquiera entrenan con pesas para mejorar su taijutsu.
—Mmm… Sí. La verdad es que es algo raro —pensó en voz alta Seina—. Al principio tuve la impresión que tendríamos que rogarle a Kakashi-sensei que nos entrenara. ¿No te acuerdas de aquel día? Llamó a Sasuke emo y se mostró totalmente distante.
Naruto pensó en ese día y asintió cuando se dio cuenta de que tenía razón.
—¿Será por qué le vencimos al día siguiente? —preguntó dubitativo Naruto. Ella se encogió de hombros.
—Podría ser… en realidad no, no lo creo. Me da la impresión de que se dio cuenta que tratándonos como a todos los demás genins no iba a funcionar. Le ganamos cambiando la hora del reloj y usando su libro porno contra él —bufó una risa y Naruto sonrió ampliamente—. Eso es lo último que habría hecho un equipo genin normal.
Seina, pensando un poco en ello, se dio cuenta de que el propio Kakashi Hatake no era un jonin normal. Si lo comparaba con los otros jonin era obvio de que Kakashi-sensei no solo era mucho más brillante, sino que también parecía más distante. Diferente. ¿Se sentiría él así o eran imaginaciones suyas? Quizás había visto algo en ellos que le recordaba a su antiguo equipo, a él mismo. De lo que estaba segura era de que el día en que cogieron esos dos cascabeles algo cambió respecto al Kakashi del día anterior.
—Me voy a la cama, estoy agotado —le dijo su hermano y ella asintió.
—Hasta mañana Naru.
Al día siguiente, Seina bostezaba mientras caminaba al lado de Naruto hacia el campo de entrenamiento. Naruto, que parecía haberse tomado una bebida energética en lugar de un vaso de leche, no paraba de hablarle de su plan para hacer que Kakashi-sensei les diera una misión de rango C.
—Ugh, Naruto. Sabes que a mí me da igual hacer una misión D o C. A quién tienes que convencer antes que a Kakashi-sensei es a Sasuke —bostezó con algo de aburrimiento—. Si no estamos los 3 de acuerdo, no creo ni que Kakashi-sensei se lo plantee.
—¿No podrías hablar con él ahora? Kakashi-sensei tardará una hora en venir, tenemos tiempo.
—No. Tú eres el del plan. Habla tú con Sasuke.
—Ugh. Está bieeen. Hablaré con el teme.
—¿Hablar de qué, dobe? —preguntó una voz a sus espaldas.
Seina vio que Sasuke les había alcanzado y le dejó un hueco en medio para que pudiera hablar con Naruto mientras ella intentaba despertarse del sopor matutino. Sasuke, como no, ignoró su generosa ofrenda y caminó a su lado izquierdo, dejándola entre medio de ambos idiotas. Pasó los siguientes minutos escuchando como, entre insultos, se ponían de acuerdo para presionar a Kakashi-sensei a que les diera una misión que no consistiera en una tarea doméstica.
—Sabéis que solo hemos hecho como 8 misiones, ¿verdad? Hay equipos que tardan meses antes de que su sensei acepte una misión así para sus genin.
Naruto y Sasuke gimieron de frustración.
—¡Pero tú de qué lado estás!
—Del lado de déjame dormir —gruñó ella y se tiró en la hierba, usando su riñonera como almohada.
Como sabía que Naruto estaba despierto y presente, y que Kakashi-sensei tardaría en aparecer, cerró los ojos dispuesta a dormir. Entonces tuvo una idea. ¿Podrían sus clones dormir, estando ella dormida? ¿Podrían dormir estando ella despierta y luego enviarle el “sueño” que habían recuperado sin que ella tuviera que dormir? De ser así, podría estar varios días despierta. Interesante.
—Qué demonios… Kage bunshin no jutsu.
Naruto y Sasuke pararon de discutir. Vieron como el clon de Seina se posicionaba como ella en la hierba, dispuesta a dormir.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó incrédulo Sasuke.
—Un experimento. Despertadme cuando llegue.
Y se durmió.
Abrió los ojos de golpe cuando notó como alguien le movía el pie suavemente. Miró sus alrededores y vio a Kakashi-sensei cernirse sobre ella con aspecto divertido. Naruto le recriminó, por enésima vez, que llegaba tarde mientras ella se estiraba y se sentaba en la hierba, bostezando. Su hermano resultó ser un clon de Naruto dejado a su lado.
—Lo sé, Naruto. He visto a una anciana y he tenido que parar a ayudarla. Ya sabes cómo es —agitó una mano, como si eso lo explicara todo, el muy troll—. ¿Buena siesta, Seina?
—Increíble —luego miró a su clon y vio que estaba dormido—. Huh. Eso sí que es raro.
Desactivó el clon y, de repente, se notó con más energía aún. Alzó una ceja viendo que, efectivamente, había funcionado.
—No me digas que has usado al clon para dormir el doble…
La voz de Kakashi-sensei le sacó de sus cavilaciones y ella sonrió, sin decir nada. El jonin la miró fijamente, con esa expresión que empezaba a reconocer como desconcierto y atónito, y luego sacudió la cabeza.
—¿Y bien? ¿Ha funcionado?
—Sí. ¡Ahora estoy mucho mejor! —escuchó a lo lejos los gritos de Naruto y el choque de kunais—. ¿Están entrenando Naruto y Sasuke?
—Eso parece —alzó una ceja Kakashi-sensei. Se dio cuenta de que estaba mirando como ella se había girado en dirección al sonido—. Vamos a buscarlos. Hoy voy a enseñaros algo nuevo.
—Ah, ¿sí? ¿Qué es?
—¿Qué es el qué? —preguntó Sasuke, apartando con la mano la cabeza de Naruto y descansando su postura.
—¡Kenjutsu! —dijo con una sonrisa Kakashi-sensei—. Sé que hasta ahora sólo habéis usado las armas de la academia, pero me gustaría que eligierais otra arma con la que practicar. Uno nunca sabe cuándo va a necesitar algo de mayor alcance que un kunai. Además, vais a tardar mucho en aprender a manejar otra arma y a ser competentes así que he pensado que cuanto antes empecemos, mejor.
—¡Sugoi! —exclamó Naruto, encantado con la idea—. ¿Qué armas podría coger? ¿Una espada? ¡No! ¡Un martillo!
—Tiene que ser algo manejable, Naruto —sacudió la cabeza el jonin. Miró a Sasuke y a ella—. ¿Y vosotros? ¿Qué os llama la atención?
—Una katana —dijo Sasuke.
—Mmm… No lo sé. Me gustaría algo que no ocupara mucho sitio y que pudiera atacar con velocidad.
—Una espada corta o un wakizashi podría serte útil —dijo Kakashi-sensei, examinándola de arriba abajo—. Acostumbran a medir 60 cm así que podrías llevarla encima sin problema. Es el doble de larga que un tantö así que la distancia entre tu enemigo y tú será mayor. Además, como no es tan larga como una katana, es perfecta para combate en espacios cerrados.
—Me gusta cómo suena.
—Está bien. Iremos a la armería ahora mismo. Seina y Naruto podéis dejar unos cuantos clones aquí y practicar vuestra puntería mientras tanto.
El camino hasta la armería fue algo largo pero, por suerte, no había nadie allí cuando llegaron. No era la primera vez que entraba puesto que había comprado shurikens y kunais, antes de hacerlos ella en casa, y también papel explosivo y otras cosas. Vio las paredes repletas de distintas armas y sus ojos se fueron a las armas cortas, tal y como señaló Kakashi-sensei, mientras que Naruto era incapaz de decidir qué era lo que quería.
—¿Tú de nuevo, Kakashi? —preguntó el dependiente con una sonrisa—. ¡Y acompañado de tus genin! Nunca pensé que llegaría este día.
—Chicos, os presento a Daisuke, ninja retirado y herrero de profesión. Daisuke, estos son Naruto, Sasuke y Seina, mis genin —los presentó, tocándoles las cabezas—. Estamos aquí porque necesitan algún tipo de arma para aprender kenjutsu.
—Encantado equipo Kakashi. Habéis venido al lugar correcto. ¿Y bien? ¿Qué tipo de arma queréis?
—Sasuke quiere una katana.
—Con su constitución podría empuñar una perfectamente —asintió Daisuke y se giró a mirar las armas—. Quizás te sirva alguna de estas.
Seina los dejó mirando las espadas mientras ella se acercaba a explorar las armas cortas. Había de muchos tipos, desde guadañas cortas a bastones, lanzas e incluso hachas y mazas. Un hacha tampoco estaría mal ya que también le serviría para talar madera, pero sería más engorrosa a la hora de llevarla encima. Un mal gesto y podría cortarse. Además, no necesitaba un hacha para cortar madera. Vio los tantö de los que habló Kakashi-sensei, pero pasó de largo. Eran poco más grandes que un kunai. Necesitaba algo más contundente. Entonces vio un arma perfecta.
Tenía la empuñadura típica de la katana, negra y plateada, así como la característica curvatura de la hoja. La diferencia era la longitud del arma, mucho más corta. Cogió el arma de la pared y la desenvainó. Notó el peso en su mano pero, aunque pesaba, podía sostenerla sin problemas. La volvió a enfundar al mismo tiempo que los pasos del desconocido se acercaban por su espalda.
—¡Ah! Veo que has descubierto el wakizashi —dijo el herrero, con un ademán de cabeza—. Buen ojo. Es perfecta para ti. ¿Te gusta esta? ¿Cómo la sientes?
—Es perfecta.
Examinó la funda negra y vio que tenía cerca de la empuñadura unas cuerdas para poder atársela en la cintura. Ya sabía dónde pensaba atársela.
—¿Cuánto cuesta? —preguntó Seina.
—Unos 55.000 ryo.
—Me la quedo.
Se acercó a Sasuke, quien parecía estar anonadado con una katana bastante larga, y esperó a que Naruto se decidiera por fin a elegir un solo ítem. Al final, eligió un ninjato. Básicamente era un wakizashi, pero más largo. Salieron de allí con sus nuevos juguetes. Seina no tardó ni un segundo en atarse el wakizashi a la riñonera, poniéndose el arma entre la cintura y la mochila para que no bailara con sus pasos. Además, no había sitio más seguro puesto que nadie se la podía quitar salvo ella.
—Bueno chicos, ahora viene la parte divertida.
Cuando llegaron, desactivó los clones y esperó a que el jonin les diera nuevas indicaciones.
—Sentaos, sentaos… Empezaré hablando de cómo cuidar vuestras nuevas armas, así como todo lo que se me ocurra que debáis saber —informó. Naruto gimió de frustración, pero no dijo nada—. Luego pasaremos a la parte práctica.
Seina escuchó atentamente cómo debía cuidar su arma. Cómo afilarla, cómo limpiarla, cómo desenvainarla y enfundarla, dónde no podía llevarla atada, dónde se la podía atar para aumentar la velocidad y fuerza al empuñarla… Kakashi-sensei sabía muchísimo más de lo que había imaginado sobre armas. No solamente sobre katanas, arma predilecta de muchos ninjas, sino también sobre espadas y el wakizashi. Seina, a pesar de haber recibido clases de espada durante años en su anterior vida, aprendió cosas que no sabía. Sin duda, Kakashi-sensei había pasado años practicando y notando las pequeñas diferencias que le daban ventaja a la hora de usar un arma en combate real.
—Está bien. ¡Ha llegado la hora esperada! ¿Quién quiere ser el primero?
—¡YO! —gritó Naruto, como un niño pequeño a punto de recibir un premio.
Sasuke rodó los ojos, pero no se quejó. Ambos vieron, sentados en la hierba, como Kakashi-sensei le indicaba qué postura debía tener para empuñar su ninjato y le enseñaba unos cuantos combos. Luego hizo lo mismo con Sasuke, enseñándole además a tener en cuenta la longitud de su hoja respecto a su cuerpo adolescente.
—Te ha tocado, Seina —sonrió Kakashi-sensei.
Ella se levantó del suelo y adoptó su postura habitual de cuando blandía la espada de Gyffindor. Kakashi-sensei alzó una ceja al verla, pero solo asintió.
—No está mal. Mueve un poco tus pies para acortar tu postura —dijo y ella hizo lo que le ordenó—. Tu forma sería perfecta si estuvieras blandiendo una espada de la longitud de la katana de Sasuke o si fueras más alta, pero con el wakizashi debes tener en cuenta la reducida longitud de la hoja. De lo contrario, perderás el equilibrio más fácilmente.
Asintió. Su profesor pasó a explicarle unos cuantos combos y luego cogió un tronco del suelo. Lo blandió un par de veces como una espada y tomó la misma postura que Sasuke, quien practicaba a pocos metros. Le hizo una señal con la mano para que le atacara. Ella se sorprendió, pero luego se encogió de hombros. Blandió el wakizashi un par de veces para acostumbrarse a su peso y a su tacto y luego se lanzó contra el jonin.
Perdió la noción del tiempo. De repente, era como estar de nuevo en sus entrenamientos en la mansión Potter. Tardó unos minutos en notar las diferencias del arma y a compensarlo de forma automática, sin parar de atacar a Kakashi-sensei. El jonin, por otro lado, parecía estar muy concentrado en su combate. Intercambiaron golpes, fintas, puñaladas, golpes bajos, altos… No paró un segundo de mover su cuerpo para evitar que Kakashi-sensei tuviera más posibilidades de golpearla.
—Detente —dijo finalmente, cuando vio que no parecía estar cansada—. ¿Dónde has aprendido a combatir así?
Ella se encogió de hombros, enfundando el arma. Se dio cuenta de que tanto Naruto como Sasuke parecían haber parado su entrenamiento y estaban observando atentamente su enfrentamiento. Kakashi-sensei no dijo nada más ante su respuesta, pero ella sabía que no lo iba a olvidar. Aun así, le hizo el favor de no indagar más sobre el asunto y la felicitó.
—Lo has hecho bien. Puedes llegar a ser una experta en kenjutsu en relativamente poco tiempo si sigues a este ritmo.
—Gracias, Kakashi-sensei.
—En cuanto a vosotros dos… por lo que he visto necesitáis entrenar duro, pero creo que tardaréis poco tiempo en tener un buen nivel.
Ese día practicaron con sus nuevas armas durante horas. Al final del día, Kakashi-sensei le dio otros 3 ninjutsus a cada uno para aprender el siguiente día de entrenamiento. Sasuke, quién ya era capaz de usar el shunshin y el jutsu paralizante, aceptó de buena gana los ninjutsus de naturaleza rayo que le dio el jonin. Parecía estar determinado a alcanzarlos a ambos, sobre todo a ella. A Seina no le importaba. Le había enseñado el jutsu paralizante y también el kage bunshin, aunque Sasuke todavía no tenía suficientes reservas para crear más de un par de clones la mitad del tiempo.
—¡Descansad mucho, pequeños genin! —se despidió Kakashi-sensei esa tarde—. Mañana tendremos una nueva misión. ¡A las 8 en punto en el departamento de misiones!
Kakashi-sensei desapareció usando el shunshin, para la confusión de todos ellos.
—Parecía tener prisa.
—Hn —dijo Sasuke, como si nada. Luego se volvió hacia ella con una expresión que había empezado a comprender—. Seina… ¿Podrías enseñarme a luchar como tú con la katana?
—¡HEY! ¡A mí también! —gritó Naruto, que no quería quedarse atrás.
Seina suspiró. Sabía que iba a decirles que sí simplemente porque Sasuke se había esforzado en pedirle ayuda. Al principio, cuando empezaron a ser un equipo, Sasuke se mostraba totalmente distante con ellos. Cuando vio como Seina, y Naruto, lo sobrepasaba en algunas cosas, estuvo un par de días decidiendo sobre si acercase o no a ella; quién no era su eterno rival, al contrario que su hermano, ni una de sus histéricas fans. Como no quería que pensara que no podía confiar en ella, se ofreció a ayudarle antes de que pudiera pedírselo, en lugar de obligarle a preguntar él mismo. Sabía que para alguien tan orgulloso como Sasuke debería hasta dolerle pedirle ayuda. De hecho, cada vez que lo hacía se mostraba reticente pero como no se burlaba de él, ni siquiera Naruto, poco a poco le costaba menos relacionarse con ellos dos y salir de su caparazón.
En estos momentos el equipo pendía de un hilo, hecho que había más que recalcado a Naruto para que no metiera la pata con Sasuke. Cualquier movimiento en falso y Sasuke retrocedería como un perro callejero asustado. Lo sabía porque ella había sido así hacía muchísimos años. Sasuke había sido un niño cuando vio como su hermano mataba a todo su clan. Como ellos, no tuvo familia que lo acogiera sino anbus que le cuidaban desde lejos o, al menos, lo observaban. Aprendió a cuidarse él mismo sin ayuda de los demás. Lo triste de Sasuke era que no tenía una hermana gemela para recordarle que no estaba solo. Era desolador pensar que la única familia que le quedaba a Sasuke era justamente el asesino que le arrebató a todos los demás familiares.
En la academia, Sasuke se aseguró de estar solo, seguramente por miedo a relacionarse con alguien y poder perderlo. Quizás también porque estaba acostumbrado a no depender de nadie para nada. Allí, como nadie lo forzaba a trabajar en equipo, pasó los años alejado de todos. Sin embargo, ahora se encontraba obligado a estar en un equipo y a interactuar con Naruto y con ella. Sorprendentemente, Sasuke estaba intentándolo. Si ellos dos la cagaban ahora, justo la primera vez que Sasuke se exponía a la gente desde hacía años, sabía que algo terrible podría pasar. Era por eso que no podía rechazarle, no en las cosas importantes. Así pues, solo pudo responder una cosa.
—Está bien. No sé si seré de mucha ayuda, pero podemos practicar.
Sasuke asintió, visiblemente menos tenso.
—¿Cuándo podemos empezar?
—Podemos practicar mañana después de la misión —pensó ella en voz alta—. ¿Dónde vives? Podríamos a entrenar en un sitio menos alejado del campo 33 que nos venga bien a ambos.
—Vivo en el complejo Uchiha.
Seina paró en seco, en shock. Sintió, antes incluso de ver la expresión de Naruto, el sentimiento de horror que le heló el cuerpo. Sasuke, al ver que habían parado de andar, los miró por encima de hombro con una ceja alzada. Casi parecía no entender por qué estaban atónitos y espantados.
—¿Por qué? —preguntó, casi temerosa de tocar la fibra sensible de su compañero.
Sasuke miró al frente, dándoles la espalda, y estuvo largo rato sin decir nada.
—Esa casa es el único recuerdo que me queda de mi familia.
—No. No, no, no… —negó ella, incapaz de dejarlo estar.
—Es tarde. Deberíamos irnos a casa —la interrumpió y se echó a andar como si nada.
Seina y Naruto le vieron perderse entre la gente. Notó a través de su vínculo como Naruto ya no estaba horrorizado, sino profundamente triste. No era el único. Era la primera vez en su nueva vida en la que tenía ganas de sollozar de verdad. Ahogó las lágrimas y empujó el nudo de la garganta lo más lejos posible. Cuando llegaron a su casa no pudo contenerse, desbordada gracias a las emociones idénticas de Naruto. No supo cuánto tiempo estuvo tratando de secarse las lágrimas que no cesaban de caer de sus ojos.
—Este mundo es una mierda —pensó en voz alta.
—¿Qué vamos a hacer, Seina-nee? ¡No podemos dejar que viva allí!
Se quedó pensando en cómo remediar la situación. Sasuke estaba viviendo en la casa donde habían muerto sus padres a mano de su hermano y parecía ser que NADIE era capaz de darse cuenta de que era una terrible idea. Enfureció al darse cuenta de que le habían dejado allí, abandonado. Quizás hubiera sido a petición del propio Sasuke pero, demonios, ¿no hubiera sido mejor no trastornar a un niño y aguantar un berrinche? Pensó en cómo superó ella la muerte de sus padres, en los pocos recuerdos que tenía y tuvo una idea.
Naruto la miró lleno de esperanza al sentir el cambio drástico en sus emociones.
—Sasuke se siente ligado a esa casa por sus recuerdos. Eso es lo que ha dicho. Lo único que tenemos que hacer es darle otra cosa que le recuerde a sus padres y que le permita salir de esa casa.
—¿Cómo qué?
—Cómo un album de fotografías —dijo ella, que sabía que las fotografías de ninjas no eran muy habituales en este nuevo mundo—. Quizás tenga alguna, pero los shinobis no acostumbran a fotografiarse demasiado, por motivos de seguridad.
—¡Yosh! ¡Tenemos que conseguir fotografías de los padres de Sasuke! —y se dio la vuelta en dirección a la puerta. Seina lo agarró de la chaqueta y rodó los ojos—. ¡Hey!
—Espera Naruto. ¿De dónde vamos a sacar las fotografías? Quizás sería mejor esperar a mañana y pedir la ayuda de Kakashi-sensei. Además, ya es muy tarde. ¿Qué haríamos ahora con ese álbum si no podemos dárselo hasta mañana?
—¡No! —gritó Naruto, con expresión seria y encarándose a ella—. ¡No podemos perder tiempo! Cada hora que pasa es una hora que está rodeado de esos malos recuerdos. ¿No eras tú la que decía que tenemos que incluir a Sasuke y ayudarlo a sentirse normal de nuevo? ¡Tenemos que ayudarlo ahora! ¡No dentro de 3 días!
Seina miró sorprendida a Naruto. Casi no podía reconocer al payaso bromista al ver sus ojos azules serios y llenos de determinación. Pensó en lo que acababa de escuchar, en las palabras sabias de su hermano, y se dio cuenta de que estaba en lo cierto. ¿Qué importaba si era tarde? ¿Qué importaba si costaba encontrar esas fotografías? Demonios, quizás era demasiado vieja para acordarse de cómo era ser joven e impetuosa como su hermano.
—Tienes razón.
Se dio la vuelta y salió por la puerta. Ni siquiera sabía por dónde empezar. Por suerte, Naruto parecía haber tenido una epifanía porque se encaminó hacia la torre Hokage y envió unos cuantos clones por la aldea.
—Los he mandado a la biblioteca, a la academia y a los archivos antiguos. Quizás encontremos algo allí.
—Podríamos mandar a algún clon al clan Uchiha —pensó en voz alta, poniéndose las pilas ella también al sentir las emociones de su gemelo—. A lo mejor alguna de las otras casas tenga fotografías.
Cuando llegaron a la torre del Hokage apenas había gente. No era muy tarde pero el sol ya se estaba poniendo. La secretaria, al verlos, avisó al Hokage y luego los hizo pasar. Dio gracias al cielo porque no hubieran tenido que pedir una cita previa. Algo bueno debía tener ser ellos dos después de tragar tanta mierda.
—¡Naruto, Seina! ¡Qué alegría veros! ¿Qué sucede?
—¡Jiji, Sasuke sigue viviendo en casa de sus padres! —gritó nada más entrar Naruto—. ¿¡Cómo has podido dejar que se quedara allí!?
El Hokage pareció encogerse de pesar y suspiró.
—No fue idea mía, os lo aseguro. El consejo pedía que esas tierras fueran requisadas, al no vivir nadie en ellas. Si bien es cierto que es mucho terreno que puede ser usado para alojar a muchos aldeanos, sigue perteneciendo a la familia Uchiha. A Sasuke.
—Y si Sasuke vive en la propiedad, legalmente no se le puede requisar —espetó Seina, que acababa de comprenderlo todo.
—Así es. Se le planteó esta posibilidad a Sasuke y no quiso que las tierras de su familia, la casa de sus padres, fuera vendida.
—¿¡Le hablasteis de esto a Sasuke, cuando tenía 6 años, después de que supiera que toda su familia estaba muerta!? ¿¡Estás loco!? —gritó Naruto, furioso como nunca antes.
Seina vibraba de la ira. Era peor de lo que creía. Hacerse con las tierras de un clan, a pesar de no estar extinto, aprovechándose de un niño indefenso. Intentando presionar al Hokage y al propio Sasuke para que se marchara de allí por su propio pie cuando fuera incapaz de seguir soportando esa casa para luego quedarse con todo el pastel. Escuchó los dientes de Naruto rechinar del enfado y supo que debía calmarse, o estallaría.
—Cálmate. No vamos a dejar que pase —le aseguró y entonces tuvo una idea.
—¿Qué estás pensando? —preguntó Naruto, sintiendo su malicia y su exaltación.
—En que el complejo Uchiha debe desaparecer bajo el fidelus una vez Sasuke se mude de ahí.
Naruto lo comprendió al instante, viendo sus pensamientos, y empezó a reír como un maníaco. El Hokage le miró alarmado y Seina le obligó mentalmente a que se callara lo más rápido posible. Después de las últimas semanas, lo último quería era que pensaran que necesitaban una evaluación mental.
—Pregúntale sobre las fotografías de los padres de Sasuke —dijo ella, que no tenía fuerzas para más enfrentamientos.
Seina escuchó en silencio como Naruto pedía ayuda al Hokage para reunir fotografías de los padres de Sasuke. Por suerte, el Hokage les proporcionó unas cuantas fotografías que, curiosamente, guardaba en uno de los archivadores al lado de su mesa. Naruto, cuando salieron de la torre, le informó de que sus clones habían conseguido otras pocas en la academia, de cuando eran niños y graduados, y en los archivos, de la boda de Fugaku y Mikoto Uchiha.
—Vamos a ver si ha encontrado algo mi clon —le dijo Seina, encaminándose hasta el complejo Uchiha con Naruto.
—Ten —le entregó Naruto varias piedras del suelo—. Para el álbum y el retrato.
Cuando llegaron allí las luces de los pisos y casas estaban prendidas, y había poca gente en las calles. Seina aprovechó que el complejo Uchiha era prácticamente una ciudad fantasma para transformar los materiales en el álbum y el cuadro.
—¿Qué te parece esta fotografía? —le preguntó a su hermano, poniendo en el cuadro la fotografía de boda de los Uchiha—. Parecen felices.
Naruto asintió. Seina escuchó a sus clones acercarse a ella y vio como tenían unas pocas fotografías más que añadió al álbum. Cuando lo tuvieron todo a punto, se adentraron en el complejo Uchiha en busca de la única casa con luz. Seina y Naruto miraron alrededor, viendo las grandes manchas de sangre que el tiempo no había podido borrar. Se preguntó si alguien sería capaz de vivir así eternamente sin volverse loco.
—Mira, allí está.
Vio la casa de 2 plantas a lo lejos. Iluminada levemente por la luz de una ventana en la planta inferior. Incluso aun levemente iluminada parecía un hogar desolado. ¿Cómo lo hacía Sasuke, para vivir así? No podía imaginarse haber vivido en Godric’s Hollow, sola, durante años. No le extrañaba que no pudiera relacionarse con normalidad como los otros niños, si vivía en la casa donde asesinaron a sus padres desde los 6 años. Cuando llegaron a la casa, Seina tocó un par de veces a la puerta. Se hizo un silencio frío mientras esperaban a que Sasuke abriera la puerta, pero no se abrió. Naruto la miró extrañado. Seina tocó la puerta de nuevo, más fuerte.
—¡Sasuke! ¡Abre! —gritó Naruto y escuchó el eco de su voz resonar por las calles vacías.
Escuchó como Sasuke caminaba hacia la puerta, primero dubitativo y luego con paso firme. Abrió la puerta con expresión totalmente sorprendida.
—¿Qué hacéis aquí?
—Venimos a buscarte —le contestó ella con voz firme—. Ten.
Le entregó el álbum y el marco con la foto de boda. Sasuke lo cogió, confundido, y luego se dio cuenta de lo que era. Enmudecido, contempló la fotografía de sus padres sonriendo a cámara. Naruto, intranquilo, vibraba en su sitio mientras esperaba a que Sasuke dijera algo, pero éste solo se quedó mirando la fotografía fijamente.
—Queremos que vengas con nosotros. A casa —siguió ella, incapaz de aguantar un segundo más allí.
—¿Qué?
—¡No vamos a dejarte solo, Sasuke teme! ¡Así que olvídalo!
—Dobe, ni siquiera sabes de lo que hablas —le dijo Sasuke, pero con aspecto abatido más que enfadado.
—Sí que lo sabemos —cortó ella y Sasuke la miró, nuevamente sorprendido—. Hemos ido a hablar con el Hokage. Sabemos lo que sucede. Por favor… coge todas tus cosas, ven con nosotros y confía en mí. Estas tierras seguirán siendo tuyas hasta que decidas lo contrario, y ni un segundo antes. Te doy mi palabra.
Seina y Sasuke se miraron. Sintió como el corazón le latía fuertemente. No solamente estaba nerviosa por una negativa de Sasuke sino por lo que iba a hacer. Delatar un secreto. ¿Desde cuándo se había vuelto tan desconfiada con mostrar sus habilidades? Era incapaz de creer que, si demostraba de lo que era capaz, alguien no intentara usarlo en su contra. Durante tantos años, en el mundo mágico, habían hecho de ella lo que habían querido. Incluso Dumbledore la había sacrificado. Cuando tuvo poder propio para defenderse por todos los medios se dio cuenta de lo que era la verdadera libertad y se juró que nadie podría someterla nunca más. Juramento que cumplió hasta su muerte. Y, sin embargo, en este nuevo y extraño mundo, volvía a ser débil y a estar a merced de otros. Quizás-
—Está bien —dijo Sasuke y ella pestañeó, perdiendo el hilo de sus pensamientos—. Dadme 15 minutos.
Naruto y ella respiraron hondo, aliviados, y escucharon como Sasuke se movía por la casa recogiendo sus cosas y guardándolas en pergaminos. En menos de 15 minutos, Sasuke apareció por la puerta con varios rollos de pergamino, una mochila y su nueva arma. Salieron de la propiedad y, después de asegurarse de que no estaban siendo observados, Seina se giró hacia los muros del estado Uchiha.
—Fidelio —entonó y el hechizo empezó a cobrar vida.
Supo, por los pensamientos de Naruto y el jadeo de sorpresa de Sasuke, el momento en que lo había conseguido. Luego, metió la mano en la riñonera e hizo ver que buscaba un papel y un bolígrafo. Cogió los instrumentos conjurados y escribió la dirección del complejo Uchiha que percibía en su alma.
—Ten. Lee esto.
Sasuke cogió el trozo de papel y leyó la dirección de su propiedad, todavía estupefacto. Luego, atónito, vio con ojos como platos como aparecían las casas frente a sus ojos.
—¿Q-qué es esto? —susurró—. ¿Genjutsu?
—No. Es una técnica que permite esconder algo bajo un secreto. Yo soy la portadora de ese secreto y la única que puede decir a los demás dónde está tu propiedad. Básicamente, es como si hubiera metido todo esto en una dimensión de bolsillo a la cual yo solo puedo dar acceso.
—¿Eso quiere decir que nadie sabe dónde está ahora el c-c-
—No puedes decirlo. Solo yo —le recordó y Sasuke paró de intentarlo—. Ahora nadie recuerda, salvo nosotros 3, donde está. Así que, por mucho que intenten requisar estas tierras, no podrán ya que ni siquiera podrán encontrarlas. Ni siquiera aunque busquen la dirección en el registro. Todo rastro se ha esfumado.
Los labios de Sasuke temblaron y luego se fueron agrandando lentamente en una sonrisa de oreja a oreja que acabó siendo una carcajada tras carcajada. Cuando se recuperó minutos después, algo de su anterior frialdad había desaparecido. Seina y Naruto hicieron ver que no había pasado nada extraordinario.
—Vamos. Me muero de hambre —ordenó Naruto.
—¿Has cenado ya?
—No. No tenía hambre.
Seina sintió la compasión de Naruto. Entabló conversación en lo que quedaba de recorrido, preguntándoles qué querrían cenar y qué pensaban sobre la misión del día siguiente. Cuando llegaron a su casa, Seina le contó el secreto de la propiedad y vio como Sasuke observaba impresionado la mejorada casa de 3 plantas.
—Pasa. Estás en tu casa, teme.
—Puedes coger una de las habitaciones de la tercera planta para ti —le dijo Seina—. Esa misma planta tiene un gran baño completo que usarás tu solo. Decora la habitación como quieras, es tuya.
Sasuke fue a dejar sus cosas y ellos empezaron a preparar la cena. Se dio cuenta, estando al lado de Naruto y poniendo el arroz a hervir, que ya se le había pasado el enfado y el horror que había sentido hacía una hora antes. Caray, lo rápido que podían cambiar las cosas. Cenaron entre bromas y discusiones ridículas entre Naruto y Sasuke. Más tarde, derrotados, se fueron a dormir.
Naruto entró en su cuarto luego de decir buenas noches. Ella, a punto de hacer lo mismo, sintió una mano cogerle el brazo. Miró a Sasuke y vio que la observaba con algo que no supo identificar, además de agradecimiento y alivio.
—Gracias.
—Eres del equipo, y el equipo es familia. No tienes que darme las gracias.
Sasuke miró al suelo, contemplativo y triste, y ella se le acercó para darle un abrazo. Se quedó helado entre sus brazos hasta que, como Kakashi-sensei, se relajó y la abrazó, escondiendo su rostro en su cuello. Seina hizo ver que no notó las lágrimas que caían sobre su piel, y le apretó más fuerte.
—Ya no estás solo.
Chapter Text
A la mañana siguiente, Sasuke y Seina se encontraron primero en la cocina, ya vestidos.
—Buenos días, Sasuke —sonrió ella—. ¿Qué te ha parecido tu cuarto?
—Está bien.
—Estoy preparando el desayuno y los bentos. Si quieres luego podemos enseñarte la casa entera.
—Que cocinen los clones, nee-chan, y vayamos a enseñársela.
Seina, que no acostumbraba a usar clones para cocinar sino la magia, asintió. Dejó a un par clones cocinando y fueron a dar una vuelta por la casa. Le enseñaron primero los huertos bajo el muro de entrada, el jardín rodeado de árboles frutales, el porche exterior de la parte trasera y la piscina.
—Tenéis una piscina —afirmó, sorprendido—. ¿Cuánto os ha costado todo esto?
—La hicimos nosotros. También arreglamos el jardín, plantamos los árboles e hicimos los huertos.
—Y la segunda planta acabamos de construirla ya que no estaba terminada.
—¿Habéis hecho todo esto en menos de un mes? —preguntó incrédulo, pero luego pareció comprenderlo—. Claro, los clones. Pero, ¿cómo sabíais cómo hacerlo?
—Llevábamos tiempo planeando comprar una casa y, debido a nuestro presupuesto, sabíamos que tendríamos que hacer reformas —se encogió de hombros puesto que era cierto—. Así que hace bastante tiempo que nos informamos de cómo hacerlo y ahorramos el material.
Le enseñaron el baño del primer piso, salón-comedor, la gran despensa y la pequeña lavandería. Luego dieron un tour por la segunda planta, enseñándole por encima sus habitaciones y los estudios. Sasuke se fijó con una ceja alzada en la pared entera llena de pergaminos y el caldero sobre la estación de pociones, pero no dijo nada. Finalmente, le mostraron la otra habitación de invitados, que ya había visto seguramente, y la armería.
—¿Qué te parece? —preguntó saltando de orgullo Naruto.
Sasuke sonrió levemente.
—Está bien.
—¿¡Qué!? ¿Cómo que “está bien”? —y empezaron a discutir de nuevo.
Seina ahogó una risa. Viniendo de Sasuke, quien a veces contestaba a preguntas con un “Hn” y era una de las personas más negativas que conocía, “está bien” era un gran cumplido. Desactivó a sus clones cuando vio que habían acabado y que solo quedaba emplatar la comida. Aceptó la ayuda de Sasuke para preparar los bentos mientras Naruto ponía en la mesa los platos y vasos. Comieron en silencio y luego recogieron las cosas rápidamente.
—Deberíamos irnos, es casi la hora —dijo ella, viendo el reloj de pared.
—Ya veréis como acabamos con otra misión de rango D —se quejó de nuevo Naruto.
—¿No habíais acordado que hablaríais con Kakashi-sensei? —preguntó, aburrida del tema.
—Hoy mismo se lo recuerdo.
—Hn. No creo que nos haga caso.
—¡Tendrá que escucharnos, dattebayo!
Seina rodó los ojos. En cuanto vieron a Kakashi-sensei notaron que parecía estar más alegre de lo normal, eufórico más bien. Naruto, con su tacto habitual, no pudo contenerse.
—¿Y a ti qué te pasa? ¡Actúas como Sakura-chan!
—Eh… ¿De quién hablas?
—De una fan de Sasuke. Mmm… ahora que lo pienso, Naruto tiene razón.
—Para vuestra información —les dijo alzando la nariz al aire, mofándose—. Ayer el autor de- Un autor famoso me firmó un libro.
—¿Hablas de Jiraiya? —preguntó ella y el jonin dio un pequeño traspié del que se recuperó al instante.
—No se te escapa una, Seina.
—¿Quién es ese Jiraiya?
—Es el autor del libro porno de Kakashi-sensei.
El mencionado enrojeció al ver como las personas más cercanas lo miraban escandalizado. Seina, que lo había hecho apropósito, apretó los labios para no reír. Naruto no fue tan compasivo. Incluso Sasuke parecía sonreír a su lado, apartando el rostro para que no le vieron con sus hombros sacudiéndose de la risa.
—¡Niños de hoy en día! —se excusó Kakashi-sensei con una risa falsa, cogiéndola de los hombros y caminando más deprisa. Luego le susurró a tono de grito—. ¡Esas cosas no se dicen en público!
—Vale. No hablaré más de tu libro porno cerca de otra gente —rodó los ojos y Kakashi-sensei gimió de frustración al escucharla mencionarlo de nuevo—. ¿Realmente lo lees o haces ver que lo lees?
Kakashi-sensei la miró y luego observó un segundo a Naruto y Sasuke detrás de ellos, a lo lejos, riendo. Pareció debatirse intensamente sobre si contestar con una mentira o no pero, como había empezado a suceder, decidió decantarse por la verdad en lugar de la respuesta troll. Quizás porque sabía que ella no creía la mitad de tonterías que decía para despistar a los demás.
—Muchas veces lo uso de escudo, es cierto.
—¿Por qué? ¿Para qué no se te acerque la gente y te hable?
—Con el libro en la mano, solo se me acerca la gente decidida —se encogió de hombros Kakashi-sensei, y se hizo un silencio reconfortante.
Seina caminó al lado de su sensei, dando gracias por haberle tocado Kakashi-sensei como jonin de su equipo. No sabía si era gracias a él o cosa de todos, pero la armonía del equipo era un alivio. Sabía, puesto que Iruka-sensei se lo había comentado a Naruto, que estaban sorprendidos de que Kakashi-sensei los hubiera aceptado. Al parecer, eran su primer equipo genin entre incontables reprobados.
—Kakashi-sensei…
—¿Sí?
—Me alegro de que tú seas nuestro jonin-sensei —le confesó.
Kakashi-sensei enlenteció su marcha y, cuando se dispuso a mirar su cara, solo captó el final de una expresión algo conmovida antes de que sonriera.
—¿Algún día dejarás de sorprenderme?
—¿Sorprenderte de qué? —le preguntó ella, que no entendía por qué había cosas que le parecían tan extrañas.
¿Acaso se había comportado de forma tan distinta con él en comparación a los demás? Lo único que había hecho había sido consolarlo cuando se encontró al borde del colapso y decirle que lo apreciaba. Se sintió triste al darse cuenta de que, quizás, nadie lo había consolado en mucho tiempo. Mientras ella pensaba todo esto, el jonin sacudió la cabeza y le revolvió el pelo como pudo, considerando que, esta vez, lo tenía recogido en un moño despreocupado.
—Kakashi-sensei, sabes que si lo necesitas estamos aquí para ti, ¿verdad? —le dijo seriamente.
—¿Y tú? ¿Sabes tú que yo estoy aquí para ti? —le preguntó su profesor y ella se sorprendió—. A veces pareces intentar cargar con todo tú sola. Espero que algún día confíes más en mí porque te aseguro que no te traicionaré. Hasta ese entonces, voy a ganarme tu confianza, Seina.
Entraron al departamento de misiones acto seguido. Mientras tanto, ella intentó recuperar su normal serenidad después de oír las palabras de Kakashi-sensei. Le había hablado de forma distinta. No era Kakashi-sensei hablando con su genin, sino Kakashi Hatake hablando con Seina Uzumaki. Sabía que era imposible que no se diera cuenta de lo diferente que era a veces a Naruto, simplemente por su edad mental. Así que no lo había escondido ya que era cansado y doloroso fingir que era otra persona, una niña de 11 años cualquiera. Sin embargo, Kakashi-sensei, Kakashi, quería ganarse su confianza sin exponerla primero, a pesar de que sabía que era diferente. Nunca antes, ni en su anterior vida, le había sucedido algo así.
Cuando tenía un secreto que ocultar, Hermione y Ron estaban allí para preguntarle y sonsacarle la información. A veces eso la había puesto de muy mal humor porque nadie respetaba su privacidad. Y sí, eso le había salvado la vida un par de veces, pero también la había deshumanizado durante toda su adolescencia ya que todos tenían un trozo de ella, arrebatado en contra de su voluntad, menos ella. En su adultez, se acostumbró a guardar sus secretos, incluso información que no tenía por qué ser secreta, porque sentía que debía compensar esa sensación de no ser dueña de sí misma que había sentido siendo niña. La única razón por la cual no se quedó sola y alejó a todos sus seres queridos cuando pasó por esa etapa fue darse cuenta, con horror, de que se estaba comportando como Dumbledore. Eso le ayudó a corregir su comportamiento hasta convertirse en una persona normal y funcional. Eso, y terapia.
Ahora, Kakashi-sensei le había quebrado las defensas como si nada. Como si no fuera la primera persona en querer su confianza sin esperar absolutamente nada a cambio. Maldito Kakashi-sensei. Naruto le tocó el brazo discretamente al notar sus convulsas emociones y ella se serenó. Se dio cuenta de que estaban frente al chunin de turno y que Kakashi-sensei estaba aceptando una misión de la cual no había escuchado ni una sola palabra.
—Es otra misión de rango D. Tenemos que hacerles la compra a todas las abuelas de un edificio.
Seina asintió con la cabeza y dejó de pensar en lo que acababa de pasar. Ya tendría tiempo esa noche, en su cama, de meditar sobre la memoria mientras trabajaba en sus barreras mentales.
—Bueno, equipo 7. Tenemos varias compras que realizar —dijo Kakashi-sensei, cogiendo fajo de dinero y la lista de cada abuela—. Quizás necesitemos visitar varias tiendas para comprar al menor precio.
Sasuke se giró a mirarla, Naruto sonrió ampliamente y Kakashi-sensei se encogió con un suspiro.
—7 más.
—Hecho —Sasuke ni intentó regatear.
—Kage bunshin no jutsu —aparecieron 10 clones suyos y procedió a darles la mitad de las listas y el dinero—. Ya sabéis. Encontradme cuando hayáis terminado.
Los otros 10 clones de Naruto salieron corriendo detrás de los suyos. Kakashi-sensei, en lugar de sacar su libro y acompañarlos a algún lugar para no hacer nada mientras tanto, cerró el porno de golpe y se puso recto.
—Está bien. Como veo que tenemos mucho tiempo muerto, vayamos a entrenar. Nos vemos allí —y desapareció.
Seina usó el shunshin sin pensar, seguida de su hermano y Sasuke.
—Bien, bien. Hoy practicaremos kenjutsu. Aumentaremos un par de quilos vuestras pesas en brazos y piernas. Kage bunshin no jutsu. Perfecto —dijo Kakashi-sensei, viendo el par de clones—. Cada uno de vosotros peleará contra mí usando vuestra nueva arma. Cuando los clones acaben de comprar, terminaremos la misión y tomaremos un descanso para comer. ¿Preguntas?
—¿Cuándo podremos practicar los nuevos ninjutsus? —preguntó Sasuke.
—Mañana practicaremos ninjutsu y taijutsu. Por cierto, Seina, el hospital ha accedido a enseñarte unos cuantos iryo ninjutsus. Tendrás que pasarte por allí esta tarde. Me han confirmado que pueden darte clases un par de horas 2 días a la semana, si te parece bien y te aceptan.
—¿En serio? —dijo ella, que casi lo había olvidado. El jonin asintió.
—¿Cómo vais con el genjutsu? —preguntó Kakashi-sensei, mirando a Naruto y luego a Sasuke.
—He conseguido aprender los genjutsus que me enseñó Seina —afirmó Sasuke.
—Yo todavía no —frunció el ceño Naruto.
—No pasa nada. Poco a poco. Bueno, empecemos a entrenar.
La siguiente hora pasó volando. Hizo varios clones y atacó a su sensei con palos y el wakizashi, sabedora de que no iba a poder hacerle mucho daño. Kakashi-sensei, al contrario de lo que habría esperado, la forzó al límite. Haciéndola saltar, rodar, fintar, agacharse, esquivar. Otra vez. Cada golpe acabó pesándole más y más y se dio cuenta de que el nuevo peso en los brazos y piernas le estaba pasando factura. Por fortuna, cada vez que explotaba uno de sus clones aprendía una pizca más. Ajustaba un poco su postura, apretaba más la empuñadura de su arma cuando lo necesitaba, minimizaba sus movimientos al caer para no perder fuerzas…
—Alto —dijo Kakashi-sensei y todos se detuvieron.
Seina estaba respirando profundamente, casi jadeando del cansancio, y vio que no era la única. Desactivó los clones y se tumbó en la hierba, rendida. El jonin les hizo beber agua y comer unas barritas de cereales que, por cierto, estaban asquerosas. Anotó mentalmente, mientras se la comía, que cocinaría otras que supieran mejor que las que se comerciaban.
—Mirad, ahí están vuestros clones —les informó Sasuke, apuntando a lo lejos.
Seina ni alzó la cabeza del suelo. Cuando tuvo a los clones a su lado hizo que dejaran las bolsas en el suelo y le entregaran el cambio a Kakashi-sensei antes de desaparecer.
—El pepino está rebajado —les informó, recuperando esa pizca de información de su clon.
Kakashi-sensei bufó una risa. Dejó que descansaran un rato, y que Sasuke redactara el informe, y luego les hizo levantarse para acabar la misión. Tardaron media hora en dar las bolsas a sus propietarias y cobrar la misión.
—Creo que, a partir de ahora, usaremos este tiempo para entrenar —les comentó el jonin—. Después de todo, si vuestros clones os hacen la faena tenemos tiempo de sobra para hacer otras cosas. ¿Qué os parece ir a comer ramen?
—¡Yatta! —exclamó Naruto, repentinamente más animado.
Así fue como acabaron comiendo ramen en lugar de los bentos que habían preparado. Cuando pensó en ello, se dio cuenta de que Kakashi-sensei casi nunca comía con ellos, a menos que fueran a comer a algún restaurante. Se preguntó si realmente era por cuestiones de seguridad, cosa que no tenía pinta, o porque no tenía bentos como ellos.
—Kakashi-sensei. ¿Por qué nunca traes un bento para ti como nosotros? —le preguntó, con el ruido de fondo de fideos siendo sorbidos.
Naruto y Sasuke le miraron, sorprendidos y claramente curiosos. Llevaban intentando ver la cara del jonin desde el primer día pero, para su desgracia, Kakashi-sensei era demasiado rápido para descubrir su rostro. Era de esperar viniendo de un ninja de élite. Seina ni siquiera había entrado en el juego de su hermano y Sasuke. Para empezar, sabía lo irritante y odioso que era que no respetaran tu privacidad y, en segundo lugar, estaba claro que no conseguiría ver la cara de su maestro a no ser que él lo deseara.
—Ah… Lo cierto es que soy de esa clase de gente incapaz de cocinar un solo plato.
Naruto se mofó de él mientras Sasuke entrecerraba los ojos en su dirección, sin creerle. Seina no sabía si confiar en su respuesta, la verdad. Entonces se dio cuenta de que, quizás, no se refería a incapaz porque era un cocinero pésimo, sino incapaz por otro motivo. A lo mejor cocinar le traía malos recuerdos, o le hacía acordarse de que nadie cocinaba para él desde hacía años ya que su padre se suicidó, o cualquier otro trauma que tuviera, que no parecía tener pocos. No metió el dedo en la llaga, pero volvió a tomar una nota mental para preparar un bento extra a partir de ese día.
Naruto, que había estado percibiendo sus pensamientos debido a que no había cerrado el vínculo por cansancio, frunció el ceño. A veces Naruto se comportaba como el crío que era: irrespetuoso, sin tacto, deseoso de probar su valía… Sabía que gran parte de la madurez que demostraba normalmente era debido a la conexión que compartían ya que, cuando ella meditaba sobre algo y se daba cuenta de cosas que escapaban a la joven comprensión de su hermano, Naruto aprendía de golpe algo nuevo. Se daba cuenta del porqué de muchas cosas gracias a que ella se daba cuenta de ello y, compungido, se prometía no volver a meter la pata. Otras veces, la madurez que tenía Naruto era cosecha propia y la sorprendía hasta a ella.
Vio como sorbía los fideos mucho más despacio, en un silencio que no pasó desapercibido ni para Sasuke ni para Kakashi-sensei. Sasuke lo miró confundido por su cambio radical de actitud, pero el jonin supo en seguida qué había pasado y la contempló a ella. Seina se encogió de hombros, comiendo su ramen de soja. Kakashi-sensei alargó su brazo por encima de su cabeza, y de la de Sasuke a su lado, y revolvió el pelo de Naruto, que estaba sentado en la otra punta para tener sitio para sus más de 5 boles de ramen vacíos, y contando.
—No todos los ninjas saben cocinar, cabeza de chorlito.
Naruto sonrió, aceptando la disculpa implícita, y se irguió en su asiento. Después de comer, Kakashi-sensei siguió hablándoles de estrategia militar y formaciones de equipo. Cuando llegó la hora de que se fuera al hospital a por esas 2 horas de clase, Kakashi-sensei la acompañó hasta el cruce de caminos que llevaban al hospital.
—Naruto acabará aprendiendo —le aseguró, sin reprocharle nada.
—Lo sé. No le he dicho nada, simplemente ha percibido mis pensamientos —le contestó y vio como alzaba una ceja en señal de pregunta—. A veces la gente esconde lo que quiere decir realmente diciendo parte de la verdad.
Kakashi-sensei comprendió que ella no le había creído cuando dijo que no sabía preparar ni un solo plato. Miró al cielo, como cogiendo fuerzas para hablar de ello, pero Seina le ahorró tener que contestar y ponerse en un aprieto emocional.
—Hasta mañana, sensei.
—…Hasta mañana, Seina —dijo finalmente el jonin, viéndola marcharse parado en mitad de la calle.
Las 2 horas en el hospital se pasaron volando. Primero tuvo que demostrar que su control de chakra era bueno, pasando un par de pruebas que aprobó sin más. Luego, le enseñaron su primer ninjutsu médico. Una especie de bola médica que podía dirigir por encima de las heridas, curándolas a su paso.
—Sirve para heridas superficiales e intermedias. Con este jutsu no podrás curar heridas graves ni sangrados internos. Para casos graves necesitarás otro jutsu, que te enseñaremos más adelante, y en casos de vida o muerte es necesario un equipo de 3 o 4 médicos, mínimo —le explicó Mina-senpai.
—¿Existe algún jutsu para extraer veneno? —preguntó ella, que era lo que más le preocupaba.
—Así es. Antes de enseñártelo me gustaría que aprendieras sobre anatomía, fisiología y citología.
Seina alzó una ceja y cogió la montaña de libros que le entregaba la médica. Ojeó los libros por encima y vio que no era para tanto. Una de sus nietas había sido cirujana así que no era la primera vez que escuchaba hablar de células ni algo parecido. Es más, ella misma había estudiado bastante ciencia para graduarse a distancia de sus estudios muggles, después de mucho insistir de Hermione. Incluso había asistido a la universidad para estudiar psicología y criminología, carreras que le sirvieron muchísimo en su trabajo como auror.
—Me gustaría que empezaras a leerte el libro de citología primero —le indicó—. La semana que viene, el martes, te haré preguntas sobre el texto. Espero que te esfuerces al máximo. Si me impresionas consideraré enseñarte 2 horas cada día, en lugar de un par de días a la semana. ¡Pero solo si me impresionas! ¿Está claro?
—¡Hai!
Pensaba hacer que se le cayeran las bragas de la impresión. Salió de allí habiendo aprendido su primer jutsu médico y con 3 libros de más de 300 páginas cada uno. No estaba preocupada, a pesar de todo. Había estudiado mucho más en mucho menos tiempo para sus exámenes finales en la universidad muggle y allí ni siquiera tenía sus clones de sombra. En cuanto llegó a casa vio que no había nadie todavía así que dejó a un clon haciendo la cena, se duchó y se puso a estudiar. Duplicó el libro de citología 20 veces e invocó 20 clones. Hasta que no memorizara y entendiera cada concepto no pararía.
Horas más tarde, Naruto entró por la puerta seguido de Sasuke. Parecían más cansados que ella. En cuanto la vieron levantaron una mano, sin aliento, y se tumbaron en el sofá.
—Parece que venís de un maratón —comentó, alzando una ceja por encima del libro.
—Kakashi-sensei nos ha obligado a correr unas cuantas vueltas alrededor de Konoha.
—¿Y eso? —preguntó ella, sorprendida—. ¿Qué habéis hecho?
—El dobe de Naruto. No paraba de quejarse por lo de la misión de rango C —se quejó Sasuke, con una mueca de fastidio—. ¿Qué has hecho en el hospital?
—Me han enseñado un ninjutsu médico para heridas superficiales e intermedias. La semana que viene me pondrá a prueba de conocimientos teóricos.
—Pff… Mejor tú que yo, nee-chan.
Rodó los ojos y continuó leyendo. El clon le indicó que la cena ya estaba lista y se desvaneció en una nube de humo. Naruto y Sasuke fueron a ducharse y ella continuó leyendo.
—Kakashi-sensei ha escuchado a Naruto hablar sobre mi situación —le informó Sasuke, minutos más tarde, cuando apareció con el pijama y el pelo húmedo—. Creo que intuye que no vivo allí.
—Da igual —se encogió de hombros—. Kakashi-sensei no va a obligarte a regresar, aunque sepa la verdad y, aunque el consejo te pida explicaciones y les tengas que decir que te has mudado, no va a cambiar en nada.
—¿Estás segura? —preguntó Sasuke y ella asintió—. Está bien.
—Además, tarde o temprano, era obvio que Kakashi-sensei iba a enterarse.
—¿Enterarse de que tienes poderes especiales? —dijo Sasuke, como si nada, y empezó a poner el mantel y los vasos. Vio como alzaba una ceja—. No es como si estuvieras intentando esconderte de nosotros. Hasta la fecha, no te he visto meter algo en tu riñonera y, sin embargo, te he visto sacar un bento del tamaño de la mochila, un termo lleno de agua que no has rellenado nunca en mi presencia, un diario, varios trozos de pergamino, bolígrafos, un kit médico… ¿Quieres que siga?
A ella le entró la risa floja al escucharlo. Visto desde ese punto de vista era obvio que su riñonera no era muy normal. Sasuke sonrió esa mueca arrogante que volvía locas a algunas de sus fans y sirvió los platos.
—¿Qué quieres por una de esas?
—¿Quieres una riñonera como la nuestra? —le preguntó sonriente—. Te costará hacer el desayuno mañana.
—Hecho.
Seina recogió sus cosas y mandó a sus clones a estudiar a su cuarto. Mientras cenaba, escuchando las historias de Naruto, con algún que otro comentario de Sasuke, les prometió que les enseñaría mañana mismo el ninjutsu médico. Pensar en la riñonera y funda de kunais que iba a hacerle a Sasuke, como regalo de bienvenida a casa, le hizo recordar a Kakashi-sensei. Sin duda, la riñonera y la funda de kunais serían muy útiles para cualquier ninja pero, si se lo regalaba como a Sasuke, posiblemente tendría que explicarle cómo lo había hecho. Quizás incluso llegaría a oídos del Hokage.
Lo mismo le sucedía con las pociones y pomadas. Tenía pociones que eran 10 veces más eficaces que las píldoras para recuperar energía o sangre, y sin la mayoría de efectos secundarios. Sin embargo, si empezaba a distribuirlas, se preguntarían de donde había sacado dicho conocimiento. ¿Qué les iba a decir? ¿Qué las había creado ella de la nada? Por eso estaba tan interesada en aprender en el hospital. En cuanto demostrara tener un buen nivel teórico, y si se interesaba por estudiar venenos y antídotos, a nadie le sorprendería que empezara a crear sus propias medicinas. Por mucho que los impresionara con lo eficaces que son. Pero, para eso, necesitaba que la aceptaran en el hospital como aprendiz.
La mayoría de pociones, no obstante, podían ser producidas por cualquier ninja, pero las runas requerían magia para ser activadas. Naruto podía usar algunas secuencias sin su ayuda. Algunas otras, más complejas, las activaba ella al principio. Luego se mantenían gracias al chakra ambiental, que en este mundo sustituía a la magia como energía natural, a pesar de no ser exactamente lo mismo. Eso significaba que nadie podría usar las runas sin que ella las activara, por mucho que supieran cómo dibujarlas.
—Tarde o temprano sabrán que tienes una kekkei genkai que Naruto no tiene —habló Kurama y dio un bote—. Hasta ahora te han pasado por alto gracias al payaso naranja de tu hermano, pero ya has oído al emo. En menos de un mes te ha calado un mocoso de 11 años.
—Eso es porque no quiero tener que esconderme toda mi vida. Si hubiera querido no me habría pillado porque habría usado hechizos sobre él para confundirlo —le recordó ella.
—Entonces, ¿a qué estás esperando para decirle a tu profesor que tienes una kekkei genkai?
—A ser más fuerte. Kakashi-sensei puede protegerme hasta cierto punto, pero no es el líder de esta aldea, y no sé si me fio del Hokage. Mira cómo ha abandonado a Sasuke a su suerte en el complejo Uchiha después de todo lo que pasó allí, en lugar de plantarle cara a sus consejeros. O cómo dejó que la aldea entera supiera que nosotros somos tus jinchuriki, poniéndonos en peligro… Parece que el Hokage siempre elige la opción que conlleva evitar las máximas confrontaciones posibles, pero a veces eso es a costa de las personas a las que debe proteger.
—Está claro que su poder se agota o bien alguien está intercediendo desde las sombras. Quizás ambas cosas. Te recuerdo que él se retiró hace años, dando paso a tu padre. No debería estar en el mando desde hace tiempo. Es demasiado viejo para enfrentarse a los verdaderos problemas de una aldea ninja.
—Lo sé. ¿Entiendes por qué no puedo arriesgarme todavía a desvelar según qué cosas? Sasuke es diferente, él es un genin y no responde ante el Hokage como lo hace Kakashi-sensei. Además, sé que no me traicionaría después de lo que hice por él —y ahí estaba el quid de la cuestión. Kakashi-sensei estaba bajo el mando del Hokage, por mucho que no quisiera traicionarla a lo mejor se vería obligado a hacerlo.
—Crees que Kakashi podría traicionarte si no le queda más remedio.
—Exacto. Sin embargo, algo he aprendido en mis 131 años de vida, ¿sabes? —pensó con un deje travieso que no pudo evitar—. No tengo por qué decirle directamente nada. Puedo dejar que lo vaya deduciendo por su propia cuenta. Si no tiene pruebas factibles, aunque sepa la verdad, no se verá obligado a reportarme hasta que el Hokage no le pregunte directamente sobre mí.
—¿Y crees que Kakashi no iría a contarle sus sospechas al Hokage?
—Eso creo. Es más, creo que se ha dado cuenta de esto que te acabo de contar. Por eso no me pregunta para que yo no tenga que mentir ni decirle la verdad. Fue él quien me dijo que se ganaría mi confianza. No creo que hable de dejarle leer mi diario íntimo. Solo le contó al Hokage lo del falso Madara Uchiha porque Naruto y yo posiblemente estemos en peligro, así como la aldea entera. En cuanto se lo conté supe que el Hokage iba a saberlo ya que guardarse esa información hubiera sido traición, y peligroso.
—Mmm… Quizás tengas razón. Por lo que he visto de él puedo decir que no es un ninja cualquiera.
Seina suspiró y deseó que Kurama tuviera la razón. De lo contrario, no sabía cómo podía desencadenarse todo.
Chapter Text
Al día siguiente, Seina le entregó la riñonera a Sasuke así como la funda de kunais. Deseó no haberle pedido nada a cambio a Sasuke porque él sí que no sabía cocinar. Miró las gachas, o lo que se supusiera que fueran, y observó de reojo a Naruto cuando giró su cuchara en el aire y vio como el desayuno se iba desprendiendo como gelatina, con rostro horrorizado. Sasuke estaba comiendo su propio bol, en silencio, como si nada.
—A lo mejor sabe bien —le dijo ella a Naruto—. Hay platos que parecen una pesadilla y luego son comestibles.
—Ah, ¿sí? Pues pruébalo tú, genio.
Cogió un poco en su cuchara y se lo metió lentamente en la boca. Tuvo que esforzarse por no escupirlo. Naruto sintió sus emociones y se mordió la lengua para no reírse de ella. No se podía describir con palabras. Estaba templado, grumoso y líquido a la vez, soso, pero con un regusto a cartón que no supo de dónde había salido, y algo más que era indescriptiblemente horrible. No podía comérselo.
—Nee-chan, necesitamos una distracción para deshacernos de este plato infernal.
—Está bien. Crearé una distracción y haré desaparecer el contenido. Haremos ver que nos lo hemos comido. Intenta comer, aunque sea una cucharada para que no se dé cuenta.
—Ugh… Está bien.
Masticó despacio lo que tenía en la boca y lo desvaneció antes de que pudiera hacerse bola. Se concentró e hizo sonar un golpe en la ventana de la cocina. Los 3 escucharon y se giraron al unísono. Aprovechó el momento para desvanecer la comida. Naruto se llevó el bol a los labios, como si lo estuviera comiendo de golpe, y ella se metió la cuchara de nuevo en la boca.
—No estaba mal. ¿Cómo se llama el plato?
Sasuke la miró extrañado.
—Eran cereales.
—Ah…
—¿¡En serio!?
—Me voy a vestir —dijo Sasuke, recogiendo sus cosas y limpiándolas en el fregadero.
Seina y Naruto se quedaron sentados en la mesa, viendo como subía las escaleras. En cuanto escucharon sus pasos en el tercer piso dieron un salto y fueron corriendo a la nevera, que realmente era una alacena mágica. Se comieron unas tostadas con embutido y unas piezas de fruta.
—Nunca más —le dijo Naruto, con el rostro algo verde—. ¿Cómo ha conseguido que leche y cereales se conviertan en semejante…cosa?
—No lo sé, pero debemos darle otras tareas que no sean cocinar, o nos matará.
—¿Estáis listos o qué? —preguntó Sasuke, apareciendo por la puerta minutos después.
—Sí, vamos.
Echaron a caminar hasta el campo de entrenamiento. Naruto llenó el silencio con su típico monólogo, quejándose y hablando excitado del entrenamiento a la vez. Seina no acababa de entenderlo. Sasuke, por otro lado, lo ignoró completamente. Kakashi-sensei, que ahora solo llegaba media hora tarde, apareció en mitad del camino con una bolsa abultada. Naruto se acercó a mirar qué había dentro pero el jonin lo esquivó fácilmente.
—Ah, ah. Nada de eso —chasqueó con la lengua.
—¿Qué llevas ahí, Kakashi-sensei?
—Maa… Lo veréis enseguida —les dijo, sonriendo con el ojo—. Os encantará.
Lo que se suponía que iba a encantarles fueron un par de cadenas con esposas en ambos extremos. Seina cogió una y miró al jonin, pensando en qué podría estar planeando. Cada vez que entrenaban con sus locos planes acababan rendidos, aunque aprendían mucho más de lo que hubieran imaginado de entrada.
—Quiero que os encadenéis los tres con una de estas. Por los tobillos —sonrió maliciosamente.
—¿¡Nani!? —gritó Naruto—. ¿¡Qué nos quieres hacer, pervertido!?
Sasuke sopló una risa y luego cogió la cadena de su mano para encadenarse un tobillo. Seina suspiró, cogió el otro extremo y se encadenó a Sasuke. Naruto gimió de frustración, pero se encadenó a su otro lado.
—¿Y ahora qué?
—Ahora intentaréis aguantar durante media hora y luchemos sin trucos sucios: solo taijutsu, ninjutsu y genjutsu. Si os dejo inconscientes a los 3, gano.
—¿Y si ganamos nosotros?
—Os invitaré al yakiniku en nuestra próxima salida.
Se miraron entre ellos, dándose cuenta de lo que se les venía encima, y luego hicieron un corrillo para hablar entre ellos. Seina dejó que sus clones se encargaran de estudiar los libros de texto, practicaran los ninjutsus de agua del otro día y afinaran su puntería con los shuriken. Naruto, sin quedarse atrás, la copió.
—¿Seina-nee? ¿Puedes silenciar nuestra conversación? —preguntó Naruto.
—¡Pues claro! —movió levemente el dedo índice y puso el muffliato en marcha—. Vale, chicos, no puede oírnos.
—¿No puede oírnos? —preguntó sorprendido Sasuke y luego le lanzó una mirada—. Ya veo. Imagino que sabe leer los labios así que intentemos que no nos vea la cara.
Ellos asintieron y acercaron sus cabezas para taparse los unos a los otros.
—¿Qué vamos a hacer?
—Bueno, necesitamos una forma de comunicarnos —pensó ella en voz alta—. Naruto, tú y yo podemos hablar mentalmente, pero Sasuke es un problema.
—¿Vosotros dos podéis hablar mentalmente? —volvió a preguntar Sasuke—. ¿Sabes qué? Me da igual. ¿Tenéis alguna idea?
—Varias, de hecho… Podríamos usar algún tipo de código hablado para hacer referencia a algún tipo de movimiento pero, a medida que vayamos usándolo sabrá anticiparse a nosotros —les dijo—. También podríamos hacer señales imperceptibles, como he leído que hacen los anbu, pero al estar encadenados uno al lado del otro es poco eficaz. Tendría que estar mirándote para saber qué quieres decirme.
—¿No hay alguna forma de conectarnos con Sasuke? —preguntó Naruto y ambos se giraron a mirarle, sorprendido—. Si pudiéramos hablar con él mentalmente problema resuelto, ¿no?
—¿Se puede? —le preguntó Sasuke, con ojos relucientes.
—Mmm… La verdad es que nunca lo he probado —musitó ella.
Nunca había necesitado hacer algo así. La única vez que estuvo conectada con alguien fue durante las clases de oclumancia y con Naruto. ¿Cómo podría lograrlo? Tendría, obviamente, que entrar en la mente de Sasuke y crear algún tipo de puente mental entre ambos, pero no sabía si podría acabar siendo permanente o si requeriría mucha magia… No lo sabía. Por primera vez en mucho tiempo estaba en blanco.
—¿Te importa si pruebo algo, Sasuke?
Sasuke le indicó que prosiguiera y ella le miró a los ojos. De repente, estaba en la mente de Sasuke, quien no tenía ningún tipo de protección salvo las innatas defensas de cualquier mente e, incluso estas, parecían más débiles de lo normal. Para alguien como ella, esas barreras eran virtualmente de papel. Por suerte, sabía cómo estaba conectada con Naruto así que fue a esa parte de la mente de Sasuke e intentó crear una puerta entre Sasuke y ella. Le costó más de lo esperado. La mente de Sasuke no podía rechazarla porque ni siquiera sabía que estaba allí, pero tampoco contribuía en nada en ayudar a crear dicha puerta. A los minutos, después de cargar el cerebro de Sasuke con su magia, la puerta llena de runas no se desvaneció. Salió de la mente de Sasuke, dejando la puerta abierta, y volvió a la realidad para, acto seguido, entrar en su propia mente. Para su sorpresa, lo había conseguido. Se preguntó si cualquier mago o bruja podría hacerlo con alguien sin barreras naturales, de intentarlo.
—¿Sasuke? —le preguntó mentalmente y él dio un bote al escucharla en su cabeza.
—…¿Seina? —preguntó él, mirándole a la cara y ella asintió.
—¿Estás hablando con él? —preguntó Naruto y Sasuke dio otro bote.
Aunque Naruto no estaba conectado directamente a Sasuke, sí que lo estaba a ella, y Seina lo estaba a Sasuke. Eso quería decir que, mientras tuviera abierta ambas conexiones, podrían escucharse a través de ella, a pesar de que Sasuke estaba pensando que Naruto se escuchaba más “lejos” que ella.
—¿Dobe? Esto es increíble —dijo Sasuke, impresionado, y como estaban en su mente pudieron percibirlo fácilmente.
—¿Y ahora qué hacemos para pelear sin que nos elimine durante media hora? —preguntó ella—. Seguimos encadenados.
—¿Vamos a empezar algún día de estos? —les preguntó una voz a sus espaldas y se giraron a la vez.
Naruto le sacudió una mano y Kakashi-sensei suspiró, sacando su libro porno. Seina percibió la risa que Sasuke no iba a dejar escapar ante la exasperación de su sensei. Naruto, quien lo sintió también, sonrió. Entonces empezó a urdir un plan y, en cuanto lo pensó, Sasuke y Naruto lo supieron antes incluso de que ella lo explicara mentalmente.
—Está bien. Podemos usar genjutsu, ninjutsu y taijutsu. Somos 3 personas y, justamente, podemos combinar 2 de nuestras naturalezas de chakra.
—He conseguido realizar los 3 jutsus, aunque necesito algo de práctica —le informó Sasuke incluso antes de que le preguntara cómo iba con sus ninjutsus de naturaleza rayo—. Quieres combinar 2 ataques cada vez, variando para que él no pueda predecirlo.
—Exacto. Pongamos el ataque 1: Naruto y yo combinamos viento y agua, y tú usas genjutsu. Kakashi-sensei lo esquiva. Ataque 2: taijutsu por parte de Naruto y tú, yo uso genjutsu. Algo así.
—Y los clones para distraer y llevarlo donde queramos —dijo Naruto cuando captó su idea improvisada.
—Me parece perfecto. Necesitamos que una sola persona lidere nuestros esfuerzos sino será un caos... ¿A suertes, Seina? Está bien.
Planificaron un poco las combinaciones y luego se dieron la vuelta. Kakashi-sensei cerró al instante el libro. Claramente los había estado esperando. Observó sus posturas confiadas. La sonrisa arrogante de Naruto, los ojos confiados de Sasuke y su ceja alzada a modo de reto. Vio como Kakashi-sensei sonrió.
—Muy bien pues. Empecemos.
—Antes de nada, Kakashi-sensei. ¿Puedes elegir un número: 1, 2 o 3?
Kakashi-sensei alzó una ceja, sin entender para qué lo quería, pero les siguió la corriente.
—El 2.
—Te tocó Sasuke. Buena suerte.
—¡Menudo bastardo con suerte! —dijo Naruto y luego ignoró el pensamiento de Sasuke de que él había elegido el número 1 antes que los demás.
—Estamos listos.
Kakashi-sensei se abalanzó sin dudarlo sobre ellos y todos se apartaron de un salto hacia detrás al sentir los pensamientos de Sasuke. Estuvieron un rato defendiéndose con taijutsu de los ataques de Kakashi-sensei, como habían planeado, mientras se acostumbraban a luchar como uno y dejaban que Sasuke liderara el grupo entero. El jonin notó en seguida su coordinación, entrecerrando su único ojo, y luego cambió de táctica. Desapareció. Los oídos de Naruto y Seina no captaron nada y Sasuke instó a que se escondieran.
Seina notó el genjutsu la primera. La conexión totalmente abierta entre los 3 les proporcionó su misma protección. Seina escuchó el crujir de una hoja detrás de ellos y todos saltaron de la rama, viendo como impactaban unos cuantos kunais. Kakashi-sensei les siguió la estela, saltando tras ellos. Supo lo que iba a hacer Sasuke así que alzó las manos para usar su jutsu suiton de mayor alcance.
—¡Suiton: suidan no jutsu!
—¡Raikyü!
—¡Kage bunshin no jutsu!
El único ojo de Kakashi-sensei se agrandó de la sorpresa al ver el enorme cañón de agua cuyo interior conducía una gigante esfera de rayo dirigirse directamente hacia su cara. Como pensaron, se intercambió por una rama y luego les atacó por la espalda. Los clones de Naruto interceptaron el ataque, protegiendo su punto muerto. Sasuke usó el genjutsu paralizante y, mientras Kakashi-sensei lo deshacía fácilmente, los clones de Naruto le instigaron mientras el propio Naruto le lanzaba un tornado de aire en su dirección seguido de otro cañón de agua. Sin embargo, el tifón no fue tan fácil de crear como el primer ataque y Kakashi-sensei se escapó de nuevo cambiando por uno de los clones de Naruto.
Escucharon el aire entre los dedos del jonin, mientras formaba sellos encima de sus cabezas, y Sasuke los instó para que usaran el shunshin y se escondieran de él. Escaparon un segundo antes de que una bola de fuego interceptara contra el suelo que habían pisado. Recuperaron el aliento tras una roca, escondidos por un arbusto, y Seina volvió a notar el genjutsu, muchísimo más poderoso que el anterior. Sasuke y Naruto cerraron los ojos, refugiándose en su mente, hasta que Seina deshizo la ilusión interrumpiendo el chakra. Un chasquido le indicó que habían delatado su posición.
Volvieron a saltar y, mientras lo hacían, tuvo una idea que Sasuke utilizó. Usó de nuevo el jutsu de agua e hizo ver que intentaba darle a Kakashi-sensei cuando realmente lo único que quería hacer era inundar el claro donde estaban luchando. Naruto distrajo acto seguido al jonin mientras Sasuke lanzaba los senbon rodeando el terreno, escondidos entre los arbustos, unidos unos a otros con alambre conductor. El taijutsu de Kakashi-sensei les hizo retroceder justo donde querían y, en cuanto volvió a pisar el suelo, usaron el shunshin para desaparecer a la vez que Sasuke electrificaba el charco que estaba pisando su adversario.
Cogiéndole desprevenido, se quedó paralizado un segundo y lograron sorprenderle con taijutsu apareciendo de entre la nube provocada por los clones que habían sido electrocutados por Sasuke. Solo contactaron un par de puñetazos en sus costillas cuando la patada de Kakashi-sensei los hizo volar de nuevo entre árboles. Naruto abrazó a ambos y luego se intercambió por uno de los clones que habían escondido en otra parte con anterioridad.
Sin aliento, Sasuke les ordenó distraer al jonin mientras ellos se recuperaban unos minutos escondidos bajo genjutsu. Casi 5 minutos más tarde, Kakashi-sensei se hartó de combatir con sus decenas de clones y desapareció. Sasuke les hizo levantarse de golpe y Seina escuchó al mismo tiempo el sonido casi imperceptible de la tierra rodar por una mano. Naruto saltó una milésima demasiado tarde y una mano le cogió el tobillo desde el suelo. Al mismo tiempo, Sasuke lanzó un shuriken cargado de electricidad y Kakashi-sensei lo esquivó, permitiendo que Naruto se escapara del enterramiento. Volvieron a usar el shunshin, pero Kakashi-sensei ya estaba allí cuando aparecieron. A penas comprendió qué iba a suceder cuando sucedió, y perdió el conocimiento.
Cuando regresó en sí le dolía la cabeza. Sasuke estaba sentado en la hierba, con expresión irritada, mientras que Naruto estaba roncando a su lado.
—Hemos perdido, ¿verdad? Ugh.
—En cuanto despierte a Naruto hablaremos de vuestra derrota.
Seina gimió.
—No hace falta que nos lo restriegues en la cara.
—Considéralo el karma por haber usado mi libro contra mí —Kakashi-sensei se puso a reír, sí, a reír, sin arrepentimiento y Sasuke le lanzó una mirada asesina, pero ella solo pudo sonreír—. Naruto, hey. ¡Naruto!
Vio como Naruto despertaba después de que Kakashi-sensei le empujara con el pie. Miró a ambos lados, alerta, y luego se dio cuenta de que había estado inconsciente. Se tumbó de nuevo en la hierba después de soltar un quejido profundo.
—¡Casi le teníamos!
—No ha estado mal. Tengo que reconocer que me habéis impresionado bastante —los felicitó el jonin, con un tono sorprendido de voz—. Sabía que estando Seina de por medio no os costaría poneros de acuerdo, pero creí que tardaríais más en coordinar vuestros ataques teniendo en cuenta la limitación de movimiento. Habéis hecho un buen uso de vuestros conocimientos de ninjutsu, taijutsu y genjutsu, pero habéis centrado toda vuestra estrategia en una sola baza.
—¿A qué te refieres? —preguntó Naruto.
—A que Kakashi-sensei se ha deshecho de Seina, una vez que ha descubierto cómo nos comunicábamos, y luego nuestro plan se ha ido a la mierda porque no había plan B —sintetizó Sasuke, frustrado.
—Exacto. A pesar de que vosotros dos habéis intentado cargar con Seina lo teníais francamente crudo: no solo es la única que puede mezclar su naturaleza de chakra con la vuestra para potenciar ataques, también es la única que sabe ninjutsu médico, la única inmune al genjutsu y… la única capaz de conectaros mentalmente entre todos. ¿Me equivoco?
Los tres se mantuvieron en silencio, lo que básicamente era como afirmar que tenía razón.
—Una vez sabido esto. ¿Qué podríais haber hecho para que la pérdida de Seina no supusiera el fin de vuestro ataque en equipo?
—Si Sasuke y yo supiéramos librarnos del genjutsu más rápidamente no necesitaríamos la inmunidad de Seina-nee.
—Está bien. Mejora número 1. ¿Algo más, Sasuke?
—Podríamos aprender ninjutsu médico, como Seina, para evitar la debilidad de tener a un solo médico en el equipo.
—Podríamos habernos comunicado Sasuke teme y yo sin necesitar a Seina.
—Mejoras 2 y 3. No está mal —asintió Kakashi-sensei—. Cuando hagáis misiones reales es muy probable que en combate uno de vuestros compañeros caiga. Si esto hubiera sucedido fuera de la aldea, estaríais muertos. No lo digo para desanimaros, sino para que os fijéis en los puntos que tenéis que mejorar. Hasta ahora, estas últimas semanas, he visto a 3 genin entrenar muy duro por su cuenta, pero poco como equipo. Incluso ahora, los clones de Seina están leyendo citología por sí solos y Naruto practica él solo ninjutsu.
—¿Y qué podemos hacer? —preguntó ella, disgustada al darse cuenta de que tenía razón.
—Fácil. Tenéis que eliminar esas debilidades de las que os he hablado y trabajar como equipo. También tenéis que entrenar para saber qué hacer si uno o dos de vosotros se queda inconsciente. ¿Qué es lo que haríais, si os encontráis en territorio enemigo cargando con ambos de vuestros compañeros? No solo eso —les explicó Kakashi-sensei—. No es lo mismo si Seina se encontrara sola, cuidando de vosotros dos, que Naruto o Sasuke. Estas diferencias, debéis encontrarlas y estudiarlas. Antes de hacer una misión de tipo C o superior, debéis trabajar en equipo de verdad.
—Entonces… no vamos a hacer una misión C mañana, ¿no? —suspiró desanimado Naruto.
—Hagamos una cosa. Os daré 5 días para entrenar y repetir el ejercicio. Si conseguís aguantar media hora la próxima vez, al día siguiente aceptaré una misión de rango C.
—¡Yatta! —exclamó Naruto y luego se giró a mirarlos—. ¿A qué esperamos? ¡Tenemos que entrenar!
Sasuke, Seina y Naruto se pusieron a hablar sobre qué pensaban hacer, y luego continuaron entrenando. Ese día fue el más duro de todos en cuanto al entrenamiento. Hasta ahora nunca habían practicado tantas habilidades a la vez y, de repente, se encontraba luchando con el equipo usando todo lo que tenía a su disposición. Salvo la magia. Aun así, a pesar de no haber pasado ni una hora desde que dejaron de luchar, se dio cuenta de lo mucho que había aprendido esa misma tarde.
—Tenemos que aprovechar que vivimos juntos para entrenar más —les dijo Sasuke—. Kakashi tiene razón cuando dice que no podemos confiar al 100% en una sola estrategia, pero tampoco descartaría entrenar todas nuestras habilidades disponibles ahora mismo.
—Quieres aprender a luchar conectados mentalmente —afirmó ella y Sasuke asintió—. La verdad es que yo también lo iba a proponer. En muchas situaciones poder hablar mentalmente sería invaluable. Lo único que tenemos que evitar es depender de ello.
—Exacto. Estaba pensando en nuestros puntos débiles. En mi caso, son mis reservas de chakra. En el caso de Naruto es el genjutsu y en tu caso es el taijutsu.
—Es curioso —pensó ella en voz alta, tirada en el sofá como un trapo—. Si te fijas, entre los 3 cubrimos las debilidades del equipo.
—Ugh… no sé cómo tenéis ganas de seguir hablando de esto —se quejó Naruto, sentado encima de sus piernas.
—Hablamos de esto, dobe, porque Kakashi-sensei nos ha dicho sin decirlo que podríamos llegar a ser un gran equipo. Tal y como acaba de comprender Seina, somos un equipo muy balanceado. Mira a los otros equipos, ¿cuántos de ellos han hecho en menos de un mes lo que hemos hecho nosotros? —rodó los ojos Sasuke, curiosamente hablando más que nunca antes.
—Esto es lo que querías, ¿no? Hacerte fuerte. Dijiste que querías matar a alguien. Imagino que hablabas de tu hermano…
Naruto alzó la cabeza de golpe, mirándola primero a ella y luego a Sasuke.
—¿Es cierto?
El rostro de Sasuke se ensombreció ante sus palabras, pero Seina quería airear la situación. Sasuke estaba a punto de obsesionarse con ser más fuerte. No porque pensara solo en el equipo sino por su deseo de matar a su hermano. Si le dejaba sin más sabía que podía salirles el tiro por la culata.
—No quiero matar a mi hermano —negó él, con un gruñido—. Voy a matar a mi hermano.
—Está bien. Prométeme algo. Prométeme que no harás ningún tipo de tontería. ¿Quieres hacerte fuerte? Me parece perfecto, pero con nosotros. ¿Quieres matar a tu hermano? ¡Genial! Pero nosotros estaremos ahí contigo. Nada de correr tú solo detrás de él. Prométeme que usarás tu cabeza, fríamente, y que no nos dejarás atrás. Si somos un equipo ahora también lo somos dentro de un año o cuando nos encontremos a tu hermano. ¿Entendido? De nada sirve perder el tiempo si luego nos dejas para ir por tu cuenta.
Seina y Sasuke se miraron un rato largo. Entonces, tuvo una idea y abrió la conexión entre ambos. Por segunda vez en ese día, se encontró compartiendo su mente con su hermano y con Sasuke. Le dejó comprender lo que pensaba y lo que sentía, para que entendiera que no estaba hablando por hablar. Cualquier otro le habría intentado retener, decirle que su hermano era demasiado fuerte para él, que dejara su captura a otros departamentos ninjas de Konoha… Seina le estaba diciendo que si ese era su deseo le matarían, tendría su venganza, triunfaría sobre su hermano, pero con ellos al lado y siendo más listos. Usando el sistema y no enfrentándose con todo el mundo como hacía a veces Sasuke. Solo era cuestión de tiempo.
Si alguien entendía a Sasuke y su deseo de venganza era ella. No solamente Voldemort mató a Lily y a James, sino el falso Madara asistió en la muerte de Minato y Kushina. Y Seina le mataría. Después de torturarle unas semanas.
—Te lo prometo.
Seina y Naruto asintieron, y ella tomó una decisión. Si no fuera porque había visto el interior de Sasuke, cada molécula que lo formaba, ni se lo hubiera planteado. Sintió la curiosidad de su compañero de equipo cuando percibió su resolución.
—Bañémonos, cenemos y luego te contaré una historia —le aseguró.
Sasuke asintió y cada uno fue a ducharse a sus respectivos baños mientras un par de clones había la cena.
—¿Estás segura? —le preguntó Naruto, cuando supo que había decidido contarle la verdad a Sasuke.
—Sasuke está al borde del precipicio, Naruto. ¿Acaso no has sentido esa chispa de obsesión esta tarde? Si no hacemos nada para remediarlo en lo único en lo que pensará es en matar a su hermano, a toda costa. Él cree que nadie es capaz de entenderlo, y tiene razón. Mientras sea el único huérfano que perdió su familia a manos de alguien cercano, nadie será capaz de entenderle. Mis propios padres fueron traicionados por uno de sus mejores amigos. A pesar de no matarlos él con sus propias manos su muerte fue culpa suya. Mi familia de sangre, con la que crecí, me odiaba hasta tal punto en que creo que me habrían matado si hubieran sabido que mi gente no los vigilaba. Sasuke y yo somos parecidos en cierto modo. Necesita saber que alguien lo entiende. Cuando vea mis recuerdos sabrá de lo que le hablo y, quizás, aprenderá de mis errores. Además, si no lo ayudamos nosotros, ¿crees que alguien lo hará?
Naruto no dijo nada, pero su rostro estaba tremendamente triste al oírla. Percibió como su hermano gemelo se sentía mal por no haber estado allí con ella, en su otra vida, apoyándola. Desolado porque tuviera que ser solo ella la que sintiera esa pena. La abrazó unos segundos, ambos tomando fuerzas del otro, y luego se fueron a duchar. Cenaron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos. Antes de lo previsto, llegó el momento que le había prometido a Sasuke.
—Lo que voy a enseñarte… quizás creas que estoy loca, pero esta es mi segunda vida —le dijo y Sasuke la miró sorprendido—. Recuerdo perfectamente mi vida anterior. En ella yo era una bruja y, cuando morí, nací en este cuerpo con mi alma intacta así que sigo teniendo mi magia.
—De no ser por todo lo que he visto creería que estás loca pero no puedo negar que eso contesta muchas dudas que tenía. ¿Y tú, dobe?
Naruto sacudió la cabeza.
—Yo no tengo magia, pero sí que tengo mi conexión con Seina desde que nacimos.
—Quiero que veas mi anterior vida —le explicó Seina—. Creo que comprenderás muchas cosas y seguramente aprendas algo.
—¿Por qué?
—El que ignora la historia está destinado a repetirla —le avisó ella—. Quizás aprendas de mis errores y aciertos.
—…De acuerdo.
Se sentaron en el sofá, los 3, y Seina abrió su vínculo con Sasuke y Naruto de par en par. Le enseñó todo. Desde el recuerdo de la muerte de sus padres y sus gritos de súplica, su abuso a manos de sus tíos, sus años en Hogwarts, Sirius, la persecución a la que estuvo sometida, la guerra, las muertes, la traición de algunos amigos, el dolor, su sacrificio… la recuperación, su relación con George, su familia, sus estudios, su carrera como auror, su muerte.
Cuando acabó de mostrarle sus memorias, Seina le mostró lo que pensaba de él, de lo que había hablado con Naruto. De cómo no iba a permitir que se convirtiera en un monstruo, como su hermano, consumido por la venganza. De cómo sabía que, a pesar de ello, necesitaba tomarse la justicia por su mano, y de cómo lo entendía.
Sasuke estuvo mucho rato asimilándolo todo, con los ojos cerrados. Seina y Naruto percibieron como Sasuke se estaba derrumbando al comprender que no estaba solo, que ella le comprendía de verdad. Irremediablemente, no pudo parar sus sollozos cuando empezaron. Seina le abrazó y Naruto, algo incómodo porque no sabía si Sasuke le aceptaría, le tocó un hombro como hizo con Kakashi-sensei, pero luego Seina le arrastró al abrazo.
Esa noche durmieron en el sofá.
Chapter 11
Notes:
Advertencia: tortura, menciones de violación, muerte/asesinato
Chapter Text
Al día siguiente Kakashi-sensei notó el cambio en Sasuke al instante. Quizás era porque no parecía asesinar con la mirada de vez en cuando a la gente que le irritaba, o cómo ahora caminaba más cerca de ellos sin tan siquiera meter las manos en los bolsillos para distanciarse o cómo, cuándo sonreía, a pesar de ser una sonrisa diminuta era genuina. No solamente Sasuke estaba diferente. También Naruto, que ahora parecía menos propenso a gritarle a Sasuke e incluso cuando le llama “teme” lo hacía con un tono distinto.
Fueron a por una misión, como era habitual, y acabaron aceptando una para borrar unos grafitis en varios edificios de apartamentos. Una vez más, los clones se encargaron de la soporífera tarea mientras ellos se dirigían al campo de entrenamiento. De repente, tuvo un deja vu y se dio cuenta de que el día de hoy era prácticamente una copia del anterior.
Miró a sus clones repasando citología y aprendiendo histología. Vio los clones de Naruto y los suyos atacar a Kakashi-sensei, usó los mismos ninjutsus, practicó nuevos movimientos de taijutsu y kenjutsu… Horas más tarde empezó a aprender los 3 nuevos ninjutsus de agua que le había entregado el jonin y, para su sorpresa, un genjutsu nuevo. Horas más tarde regresaron al departamento de misiones a cobrar su paga por limpiar esos grafitis.
Así pasaron los días hasta que llegó el martes y su rutina cambió. Fue al hospital dispuesta a dejar asombrada a Mina-senpai. En seguida supo que no iba a ser difícil. Las preguntas de citología que contestó con total claridad y entendimiento, de forma concisa, pero sin carecer de ningún punto clave, hicieron que alzara una ceja ante la sorpresa. Luego, cuando pudo ligar preguntas de citología con fisiología, Mina-senpai se dio cuenta de que no solo había leído el primer libro, sino los otros también. Le empezó a avasallar a preguntas, haciéndola dibujar diagramas e incluso sacó modelos anatómicos para que le identificara los órganos y le explicara ampliamente las características celulares, fisiológicas y anatómicas de cada uno.
—¿Cómo es posible? —le preguntó Mina-senpai, cuando ya no supo qué más preguntarle, atónita—. ¿Tenías algún tipo de conocimiento previo?
—Sí. En la academia nos dan anatomía así que me interesé y estudié por mi cuenta —se encogió ella ante la plausible mentira—. Además, puedo usar como 50 clones con el kage bunshin para estudiar.
Los ojos de la médica brillaron y casi parecía apunto de sacudirla de la excitación. Cogió los libros que le había devuelto, y que ya había duplicado para su colección, y le entregó 5 libros más. Vio, por sus portadas, que se trataba de libros de química, de venenos, de enfermedades y de microorganismos patógenos. Sonrió al darse cuenta de que Mina-senpai le estaba allanando el camino justo hacia donde quería ir.
—Creo que iré a comprar un libro sobre botánica —musitó, dejando que la médica la escuchara, hojeando las páginas de la guía de venenos.
—Cuanto más conocimiento tengas, más fácil será que practiques ninjutsu médico y que sepas cómo, por qué y cuándo debes usarlo —le animó Mina-senpai y ella asintió—. ¿Te viene bien empezar mañana tus clases de iryo nintjusu?
—Me parece perfecto. Quizás pasado mañana nos vamos a una misión de rango C —le avisó, pensando ganar esa apuesta mañana y aguantar los 30 minutos.
—No pasa nada. Yo también soy shinobi, lo entiendo. Cuando estés en la aldea déjamelo saber.
Salió de allí con nuevos textos por leer. La mayoría de los cuales, salvo el de química, eran nuevo conocimiento para ella. Casi estaba hasta excitada. Cuando llegó a casa, lo primero que hizo fue ponerse a estudiarlos y hacer la cena antes de que a Sasuke se le cruzaran los cables e intentara cocinar él. Esa tarde, cuando volvieron del entrenamiento, se sentaron en el jardín para aprender el ninjutsu médico que sabía.
—De momento solo sé este, pero me ha dado más libros y ha aceptado a enseñarme —les confesó.
—Un jutsu médico es mejor que ninguno —le dijo Sasuke, sorprendentemente parecía querer apaciguarla.
—El teme tiene razón, nee-chan. ¿Cuáles son los sellos?
Seina les enseñó los 3 sellos necesarios para realizar el jutsu, les explicó cómo moldear su chakra y cuándo usar el jutsu. Usó su kunai para hacerse un corte poco profundo y dejó que Sasuke practicara primero. Para la poca de sorpresa de todos, después de un par de intentos consiguió crear la esfera sanadora, aunque tardó unos intentos más en hacerla lo suficientemente grande como para que no perdiera tanto chakra al intentar curarle el corte.
Naruto, al contrario, necesitó bastantes más intentos y la ayuda de sus clones para practicar un jutsu que requería muy poco chakra y un control fino, pero al final lo consiguió.
—Ugh. No sé si este tipo de jutsus me merecen la pena.
Sasuke le dio una colleja.
—¿Qué vamos a hacer Seina y yo si nos quedamos inconscientes y tú eres el único que puede ayudarnos, dobe? Ni siquiera te está obligando a leerte sus libros, idiota, solo a que sepas cuándo y cómo usarlo.
—¡UGH! ¡Odio cuando dices cosas con sentido! —se quejó Naruto, pero no negó que tenía razón.
—Será mejor que nos vayamos a la cama pronto —cortó ella, desactivando todos sus clones—. Si queremos aguantar mañana contra Kakashi-sensei, claro.
Naruto, que era el que más quería esa misión de rango C, se despidió como una exhalación y se fue a dormir. Sasuke hizo un sonido de burla y luego se fue a su propio cuarto.
A la mañana siguiente, Kakashi-sensei les esperó con las cadenas en el campo de entrenamiento. La media hora se pasó más rápida de lo esperado.
Una vez más, usaron su conexión mental para trabajar por equipos pero, como habían trabajado el genjutsu de Naruto, las reservas de chakra de Sasuke y su taijutsu, aguantaron un poco más. Como la otra vez, Kakashi-sensei intentó dejarla inconsciente pero, al contrario que la otra vez, cada uno de ellos había entrenado para protegerse los unos a los otros, usando el jutsu de intercambio con clones a modo de escudo. Cuando pasaron los 30 minutos, Kakashi-sensei les hizo parar.
—Habéis aguantado los 30 minutos. Felicidades —sonrió el jonin—. Tal y como prometí, mañana pediré una misión de rango C para el equipo.
—¡Por fin! —gritó con ojos llorosos de la emoción Naruto y Seina suprimió una risa.
—Ahora hablemos de la pelea. Para empezar, buen trabajo puliendo las deficiencias del otro día. He notado como esta vez has sido tú Naruto, el que se ha deshecho del genjutsu solo. Sasuke, has mejorado notablemente tu resistencia. ¿Has estado entrenando por tu cuenta?
—He empezado a nadar regularmente —le informó—. También realizo pequeños ejercicios de chakra durante el día así poco a poco voy aumentando mis reservas.
—Todavía tienes muchos años para finalizar tu crecimiento. Recuerda que muchos chunins y jonins no son capaz de producir un solo clon de sombras la mitad de las veces —le aseguró Kakashi-sensei y luego la miró a ella—. Por último… Seina. Aunque eras competente con el taijutsu que se enseña en la academia, has mejorado usándolo más creativamente. Recuerda: un ninja predecible es un ninja muerto. Por último, quería felicitaros por vuestro uso comedido del ninjutsu. Normalmente, cuando los genins y chunins empiezan a aprender ninjutsu creen que la solución a cualquier pelea es emplear ninjutsu. Solo quería recordaros que la mayoría de ninjutsus requieren bastante chakra y tiempo para moldearlo así que, algunas veces, os toparéis con enemigos con los que el ninjutsu no es la mejor opción. En cualquier combate, vuestra mejor baza es usar todas vuestras habilidades de forma eficiente y competente cuando se requiera, es decir, usar la cabeza ante todo.
—¿Vamos a seguir combatiendo así?
—No. Este ejercicio me ha servido para que os deis cuenta de vuestras deficiencias al trabajar como equipo y, a su vez, obligaros a combatir como equipo. Ahora que ya sabéis vuestras debilidades y habéis ejecutado un plan para contrarrestarlo ya no es necesario. A partir de ahora pelearemos sin las cadenas, pero empleando el mismo método: genjutsu, ninjutsu y taijutsu. Entrenaremos por separado vuestro kenjutsu durante un par de semanas más y luego lo incluiremos en el ejercicio.
Estuvieron practicando kenjutsu esa tarde, tomándose un descanso del duro entrenamiento, y luego cada uno practicó con uno de los clones de Kakashi-sensei algo que debían mejorar. Seina acabó practicando taijutsu. Sin duda, el hecho de que en su vida anterior no tuviera ni idea de cómo luchar salvo unas pocas clases de defensa propia y mucho menos combatir con chakra, le estaba pasando factura. En la academia había sido la mejor kunoichi en taijutsu por unas cuantas razones. Para empezar, las otras niñas estaban más interesadas en Sasuke que en aprender. Hinata, que era la única que podría haberla derrotado, tenía poca confianza en ella misma como para intentar hacerle daño. Por no hablar de que Seina tenía su madurez mental que le ayudaba a no distraerse y a comprender más rápido las clases.
En comparación con Sasuke, a quien sin duda le habían enseñado taijutsu su clan antes de morir, y Naruto que era impredecible a pesar de comportarse como un payaso algunas veces, era bastante peor. Si a eso le sumaba el hecho de que Kakashi-sensei era experto en taijutsu, más rápido, más fuerte y más experimentado… No le llegaba a la suela de los zapatos. Por suerte, que el taijutsu fuera su punto débil era algo fácil de arreglar. Solo necesitaba entrenar, entrenar y entrenar. De ser posible con distintos adversarios para no volverse predecible. Como ahora tenían mucho dinero extra se prometió a sí misma tomar clases semanales en uno de los dojos de la aldea.
Acabó agotada del entrenamiento. Se preguntó cómo es que alguna vez había creído los rumores de que Kakashi-sensei era de los ninjas más relajados. Maldijo para sus adentros y se levantó como pudo de la hierba. Cerró los ojos cuando la información que habían aprendido sus clones apareció en su memoria y se dijo que iba a tomarse un descanso durante la misión de rango C. Como mucho estudiaría uno o dos libros y no invocaría a 20 clones.
—Buen trabajo, equipo 7. Acordaos, mañana tendréis vuestra primera misión de rango C. Intentaré que me den alguna fuera de la aldea para que adquiráis experiencia lejos de Konoha así que estad preparados para unos cuantos días fuera.
—¿En serio? —preguntó Naruto con un tono de voz normal que denotaba su cansancio—. ¡Sugoi!
Se arrastraron hasta casa, hablando de lo que iban a necesitar. Naruto parecía querer llevárselo todo y, como no tenían límite de espacio, Sasuke ni siquiera se mofó de él, sino que asintió estando de acuerdo. Era una lástima que todavía no estuviera dispuesta a mostrar sus poderes porque si no habría modificado una tienda de campaña ninja para convertirla en una tienda de campaña mágica. Aunque, ahora que lo pensaba, podía crear una de ellas sin la necesidad de usarla. Se anotó mentalmente la idea y abrió la puerta delantera. Hogar, dulce hogar.
—¿De qué creéis que se tratará la misión? —preguntó al aire Sasuke, mientras cenaban.
—¡A lo mejor se trata de rescatar a alguien famoso!
—Ni lo sueñes, dobe. Normalmente se trata de investigación, capturar ladrones o proteger a gente poco importante.
—¿Por qué nunca me dejas soñar? —Naruto hizo un sonido de quejido—. Por lo menos saldremos de la aldea y veremos cosas nuevas.
—En eso tienes razón. Sinceramente, no creo que sea nada muy especial. A penas hemos empezado a entrenar como genin.
—Solo espero que no se trate de proteger a alguien insoportable —casi suplicó Sasuke, estremeciéndose al imaginarlo.
—¿Cómo Sakura y la antigua Ino? —se mofó ella y Sasuke volvió a estremecerse.
—No vuelvas a decir eso en voz alta.
—Bueno, gente —bostezó ella—. Creo que voy a ir a dormir pronto. Estoy destrozada.
—Yo también —asintió Sasuke.
—Buenas noches, Seina-nee.
Los dejó hablando y se fue a dormir. Estaba tan cansada que cayó espatarrada con brazos y piernas estiradas y se durmió prácticamente al instante.
Al día siguiente, recibieron su primera misión de rango C. Se trataba de una misión escolta pero, en lugar de un par de fans de Sasuke, tenían que proteger a un constructor de puentes. Nadie relativamente importante, al parecer. Tazuna, que así era como se llamaba, los miró de arriba abajo.
—No parecéis muy fuertes —se quejó y Kakashi-sensei tuvo que ponerle la mano en el hombro a su hermano.
—¡Repite eso!
—Lo que tu digas, mocoso. Solo necesito que me protejáis hasta llegar al país de la Ola para que pueda construir mi puente.
—Le aseguro que mi equipo está capacitado —afirmó Kakashi-sensei cordialmente—. Podemos partir cuando quiera.
Tazuna no dijo nada más y echó a caminar con Kakashi-sensei al lado. Naruto, Sasuke y Seina caminaron detrás de ellos después de una señal del jonin. En cuanto salieron de la aldea Seina tuvo que contener su emoción. Se sentía como una niña pequeña a punto de hacer su primer viaje en familia fuera del país. Minutos después, la excitación se desvaneció levemente al ver la lentitud a la que se estaban moviendo por un camino donde solo había tierra y bosque a cada lado. Escuchó como Kakashi-sensei hablaba con el cliente, manteniendo una conversación ligera sobre materiales de construcción, y bostezó.
A su lado, Naruto estaba prácticamente dormido mientras caminaba y Sasuke parecía totalmente aburrido. No supo cuánto tiempo estuvieron andando por el mismo camino, viendo todo el rato el mismo paisaje, escuchando a Tazuna hablar alegremente sobre los precios del metal… Dio gracias por haber cosido runas en todas sus prendas porque, de lo contrario, vestir de negro y gris con el calor que hacía le habría provocado una lipotimia. No sabía cómo Kakashi-sensei podía soportarlo.
—Ugh. ¿Cuánto tiempo más creéis que tardaremos en salir de este bosque?
—No lo sé Naruto, pero no vayas a empezar a preguntar cada 10 minutos o te estrangulo —le aseguró.
Sasuke bufó una risa, pero pareció estar de acuerdo con ella. Naruto bostezó y Seina bostezó con él. Después de lo que parecían ser horas más tarde, todavía en el país del Fuego, sucedió algo interesante. Estaba medio dormida gracias al sonido relajante del viento en las hojas, los insectos y los pájaros cuando, de repente, su hechizo agudizador de oído que había usado anteriormente para espiar, y que había reducido a solo 5 metros para no desconcentrarse llevándolo siempre activo, captó algo. Era el sonido de dos pares de chanclas apoyarse casi imperceptiblemente contra la rama de un árbol a su mano izquierda.
—Knock, knock —llamó ella mentalmente a sus compañeros y, aunque no se giraron a mirarla, supo que estaban prestándole atención—. No estamos solos. Mano izquierda, 2 ninjas sobre la rama de un árbol. ¡Ah! Acaban de moverse hacía adelante.
Naruto se tocó el pendiente haciendo ver que se estaba rascando. Por desgracia, su hermano no se había acostumbrado todavía a escuchar desde la distancia a la cual había programado el hechizo sin marearse al poco rato así que solo lo activaba cuando quería espiar a alguien. Escuchó, como ella, el sonido de unas respiraciones desconocidas a poca distancia que cesaron segundos después. De no ser por el hechizo nunca lo habría descubierto hasta que no hubieran atacado, si es que ese era su propósito.
Justo cuando iba a abrir la boca para avisar a Kakashi-sensei de lo que pasaba con una de sus frases en clave, pasaron al lado de un charco. Sasuke fue el primero en darse cuenta de que era extraño ver un charco con el sol que hacía, y entonces Seina comprendió que iban a atacarlos por la espalda. Como era de esperar, en cuanto dieron un par de pasos en la otra dirección, dejando el charco atrás, escuchó el sonido de las gotas arrastrarse por la ropa y vio a Kakashi-sensei girarse con el rostro totalmente serio.
Unas cadenas metálicas, encadenadas cada extremo en los brazos de lo que parecían ser ninjas con la banda del país de la Niebla, intentaron encadenar al jonin. Cuando le vio envuelto de arriba abajo con cadenas supo que se había intercambiado con algún objeto cercano.
—¡Kakashi-sensei! —gritó Naruto cuando los ninjas parecieron matar al jonin con sus cadenas.
—¡Naruto! Formación alrededor de Tazuna —cortó ella y el vínculo todavía abierto entre los 3 calmó a Naruto cuando se dio cuenta de que estaba segura de que Kakashi-sensei estaba vivo.
Rodearon al cliente y vieron cómo, a penas un segundo después, los dos ninjas reaparecían justo delante de dónde Naruto había estado de pie. Sasuke saltó y usó un kunai para clavar la cadena el tronco de un árbol. Mientras Naruto y ella cambiaban la formación para proteger a Tazuna contando con uno menos, Sasuke se postró encima de los ninjas enemigos y les quitó el brazal donde las cadenas estaban atadas, separándolos. Con los ojos brillando de la ira, dejaron atrás a Sasuke y se abalanzaron sobre ellos. Como estaba protegiéndole la espalda a Tazuna y no podían verla, aprovechó para usar un genjutsu, haciéndoles creer que estaban algo más cerca de ellos de lo que realmente estaban y para que así atacaran al suelo un metro más allá. Naruto, al ver que habían caído en su genjutsu, los desplazó hacia atrás con una patada voladora que impactó en ambas de sus caras.
Justo cuando Sasuke saltó por las espaldas de sus enemigos para rematarlos, Kakashi-sensei se dignó a aparecer y los dejó a ambos K.O con un doble lariat. Luego les dio un vistazo rápido a todos y al cliente.
—Por fin te dignas a aparecer —le recriminó Sasuke, quitándose el polvo inexistente de su camiseta azul marino.
—Quería comprobar que no había ninguno más y ver cómo os las apañabais —le informó Kakashi-sensei, con total serenidad—. Buen trabajo equipo. Deberíamos interrogar a estos dos.
Kakashi-sensei ató en el tronco de un árbol a ambos ninjas, rebuscando en sus bolsillos para ver si tenían alguna información confidencial pero, desafortunadamente, no eran tan idiotas. Con un algodón impregnado de alcohol, el jonin los despertó.
—¡Buenos días ninjas de la niebla! Por qué no me decís el motivo de vuestro ataque.
Uno de ellos hizo un sonido sarcástico y arrogante pero no dijo nada, apartando la cabeza en una clara negativa.
—¿Cómo pudiste leer nuestro movimiento? —le preguntó el otro y Seina rodó los ojos.
—Considerando el sol que hace, el hecho de que no haya llovido en días y la temperatura… no va a haber un charco en el suelo —les informó el jonin—. Hasta mis genin se han dado cuenta.
—¿Lo sabías? —preguntó Tazuna, el único que no se había enterado de nada—. ¿Por qué pusiste a luchar a los mocosos?
Kakashi-sensei se encogió de hombros.
—Si hubiera querido podría haberlos matado. Está claro que o bien van tras nosotros o bien le siguen la pista a usted, Tazuna. Me gustaría averiguar la razón. Sasuke, Naruto. Proteged a Tazuna mientras yo interrogo a estos dos. Seina, tú conmigo.
Seina evitó alzar una ceja de la curiosidad. Entonces se dio cuenta de que Kakashi-sensei sabía que sus compañeros de equipo estaban claramente conectados a ella en ese momento y que podrían escucharlo todo sin dejar de proteger al cliente y evitar que éste viera, y oyera, el interrogatorio. Sasuke y Naruto hicieron lo que les pidió sin rechistar, llevándose a Tazuna bajo un árbol unos metros más allá para que no viera lo que iba a suceder. Vio como uno de los enemigos la miraba, con ojos entrecerrados, y como el otro no perdía de vista a Kakashi.
—¿Y bien? ¿Vais a decirme la verdad por las buenas o por las malas? —les preguntó Kakashi-sensei.
—No vamos a decirte nada, escoria de la Hoja.
—Por las malas, entonces.
—¿Piensas torturarnos delante de tu genin? —rio maliciosamente uno—. Siempre creí que sois unos cobardes. He leído sobre ti, y sobre tu padre. Hizo bien en suicidarse. Un ninja como ese en el país de la Niebla habría perdido su cabeza por traidor.
Seina, irritada por los insultos que estaba recibiendo su aldea, ella y su profesor, miró a Kakashi-sensei con una petición en los ojos. Vio como inclinaba la cabeza, con ojos fríos, y se adelantó hacia el ninja. Le cogió por debajo de la ceja, apretando en la vena supraorbitaria con todas sus fuerzas. El ninja aulló de dolor, retorciéndose en sus cadenas, pero ella no dejó de apretar. Era una forma fácil de hacer sufrir a alguien debido a la cantidad de nervios que tenía la zona, lo sensible que era y lo fácil de presionar que resultaba. Sintió una mano en su hombro y dejó de apretar.
—Me equivoqué —jadeó el ninja—. Tu genin tiene más cojones que tú. ¿Seguro que es de Konoha? Ese pelo rubio y ojos violetas son más comunes en Kumo.
—Empezad a hablar o lo siguiente que haga dolerá mucho más.
—Da igual que te lo digamos. No saldréis con vida de esta si seguís protegiendo a ese viejo.
—Tú mismo acabas de reconocer que quizás no eres tan listo como crees. ¿Por qué no dejas de hacernos perder el tiempo y nos dices lo que queremos saber? —dijo ella, aburrida, irritándolos para que cometieran un fallo.
—¡Que te jodan, pequeña zorra! ¡Tienes suerte de que esté aquí atrapado! ¡De lo contrario no creo que te gustara lo que te haría si lo supieras! —le espetó, mirándola con una mueca de arriba abajo lascivamente. Ew.
Kakashi-sensei se movió tan rápido que ni lo vio. El ninja al que había torturado gritó de dolor cuando el jonin le dio un puñetazo lleno de fuerza en el ojo que ella había usado para torturarle. Cuando dejó de revolverse, aullando de dolor, vio que Kakashi-sensei le había reventado un ojo. El contenido de su orbe y sangre brotaron por su mejilla. Ugh. Menos mal que tenía experiencia en estas cosas o habría vomitado como estaba haciendo Naruto.
—Me estoy cansando de vosotros y solo hemos empezado. No necesitáis ambos ojos para hablar, ¿qué tal si te lo quito con un palo? —dijo Kakashi-sensei, alzando con un pie un palo cercano y cogiéndolo al vuelo con una mano.
—¡Está bien! —gritó el otro ninja, viendo a su camarada sangrar—. Gatou nos ha enviado a cargarnos al viejo. No quiere que construya ese puente porque sus negocios se verían afectados y, además, perdería el control del país de la Ola.
—¿Gatou? ¿Gatou el empresario?
—Sí, ese.
—¿Qué podéis decirme de él?
—No mucho. Nos contrató a nosotros y a muchos otros ninjas renegados y mercenarios. No metemos las narices en sus negocios con la pasta que nos está pagando. Simplemente hacemos lo que dice. En cuanto sepa que hemos fallado enviará a otros.
Seina escuchó como Kakashi-sensei acababa de interrogarlos. Por desgracia, genuinamente no parecían saber nada. Solo se dedicaban a obedecer y a cobrar, como cualquier ninja. Cuando acabó el interrogatorio, Seina supo lo que venía a continuación. Regresar a la aldea con los prisioneros, finalizando la misión, o bien seguir adelante después de ejecutarlos. Kakashi-sensei volvió a dejar inconscientes a los dos prisioneros y llamó a atención a los demás para que se acercaran.
—Esto se ha vuelto una misión de tipo B, como mínimo. Se supone que iba a ser una simple protección hasta que llegara al país de la Ola y terminara su obra… De haber sabido que ninjas iban tras usted esta misión hubiera sido mucho más cara —le dijo el jonin, mirando impasible a Tazuna que solo pudo agachar la cabeza—. Tendrá sus razones, pero mentir de esta forma causa muchos problemas. Estamos haciendo más de lo que deberíamos.
—¿Deberíamos regresar? —preguntó ella, viendo que Sasuke y Naruto eran demasiado orgullosos como para plantearse si la misión se les había quedado grande.
Kakashi-sensei observó a ambos chicos, viendo lo mismo que ella, pero suspiró.
—Os dejaré esta decisión a vosotros. ¿Quién está de acuerdo con regresar a la aldea? —nadie levantó la mano—. ¿Quién está de acuerdo en continuar con la misión?
Naruto y Sasuke levantaron la mano y ella se encogió de hombros cuando Kakashi-sensei alzó una ceja en su dirección. Le daba igual una opción u otra. El jonin asintió, entendiéndolo, y se giró a Tazuna.
—Está bien. Aceptamos continuar protegiéndole, pero vamos a necesitar toda la información que tenga.
Les hizo esperar bajo el árbol mientras él se encargaba de ejecutar a los prisioneros, metiendo sus cuerpos en un pergamino. Durante la siguiente hora, Tazuna los puso al día sobre lo que había sucedido en la Ola desde hacía unos cuantos años. Como su hija y su yerno habían perdido su casa, cómo el empleo había caído en picado y cómo habían aparecido todo tipo de maleantes… Les habló sobre Gatou quién, al principio, parecía que iba a revolucionar el mercado laboral del país debido a su gran fortuna y su interés por abrir nuevos negocios.
—Mirad, estamos a punto de llegar —les dijo Tazuna, cortando su relato y apuntando a lo lejos donde se veía el mar—. Nos estará esperando un amigo mío con un bote. Si alguien puede llevarnos hasta la Ola sin que nadie lo sepa es él.
Seina, Naruto y Sasuke vieron aparecer a otro hombre. Estaba metido en un pequeño bote, anclado en la orilla, esperando en silencio. Kakashi-sensei se presentó ante él y luego los presentó a ellos. El barquero, de aspecto tosco y serio, solo asintió y los hizo meterse en el bote. Vio como empujaba la embarcación de la orilla y cogía el remo, manteniéndose de pie para divisar más lejos.
—Hay algo más que tenéis que saber —les dijo Tazuna, en voz baja—. Es sobre Gatou. Ese hombre, al contrario de lo que creímos al principio, no era de fiar. Poco tiempo después descubrimos que realmente es tan rico por sus trapos sucios. En secreto vende drogas y artículos ilegales con la ayuda de los ninjas y mercenarios que contrata. Pensamos que quería ayudar a la Ola, pero al final resultó que nuestra pobreza era obra suya. Todo con tal de apoderarse del país.
Se hizo una pausa mientras miraban el puente de Tazuna, que apareció entre la niebla como un fantasma. Vieron que estaba a medio construir, tal y como pensaban.
—Esto es a lo que Gatou teme ahora, a la construcción de este puente.
El barquero remó y dejaron el casi finalizado puente detrás. Escucharon como Tazuna y su amigo hablaban de coger el camino más largo para despistar a sus enemigos, usando la vegetación para camuflarse mar adentro. Poco después llegaron a su destino sin problemas. Desembarcaron en una zona llena de árboles y vieron como Tazuna se despedía del barquero, que desaparecía entre la vegetación y la niebla sin más.
Chapter 12
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato
Chapter Text
Seina dio un repaso auditivo a la zona, ampliando el hechizo a los 20 metros originales, pero no escuchó nada. Justo cuando se iba a dar la vuelta le pareció escuchar la respiración de algo detrás de unos arbustos y Naruto, escuchando a través de ella, lanzó un kunai sin pensárselo. No pasó nada. Escuchó el sonido de lo que parecía ser un animal pequeño y, al acercarse todos, vieron un conejo blanco aterrorizado, clavado en el tronco del árbol por una oreja.
—¡No! ¡Casi mato a un pobre conejo! —lloró Naruto, quitando el kunai con cuidado y entregándole el petrificado conejo para que lo sanara—. ¡Seina-nee, ayuda!
Seina curó al conejo y vio a través de los ojos de Sasuke el rostro pensativo de Kakashi-sensei, que miraba al conejo con curiosidad. De golpe, se dio cuenta de que era un conejo totalmente blanco. Recordó las clases de la academia sobre la fauna y la flora de cada región y supo que no era un espécimen autóctono, lo que significaba que alguien lo había importado de otra zona o bien la misma persona había emigrado de una zona lejana trayendo con él o ella el conejo.
—¡Agachaos! —gritó Kakashi-sensei y todos le obedecieron. Sasuke incluso derribó a Tazuna.
Una enorme espada voló donde habían estado sus cabezas y luego se clavó en un tronco. Escuchó unos pies posarse sobre la hoja de la espada y, al alzar la cabeza, vio a un ninja de aspecto psicótico. Iba medio desnudo, vistiendo solamente unos pantalones grises y unas vendas en la cara y cuello que le tapaban hasta la nariz. Sus ojos estaban abiertos, como si estuviera excitado, y las pupilas estaban empequeñecidas. Parecía totalmente loco, o drogado. Quizás ambas cosas. Tardó unos cuantos segundos en ubicarle pero, gracias a su redada en la biblioteca de Konoha, supo que se trataba de un ninja del país de la Niebla. Un espadachín. Zabuza. Suponía que ahora no se trataba solo de un espadachín famoso sino también de un ninja exiliado.
—Poneos en formación. Proteged a Tazuna y no os metáis en la pelea.
Le hicieron caso, recuperando la formación alrededor del cliente, y vieron cómo se destapaba por primera vez el ojo que siempre tenía escondido. Naruto logró ver su ojo, estando más cerca de él, y se dieron cuenta de que tenía un sharingan con 3 astas.
—Por fin puedo ver el famoso sharingan. Me siento honrado. Dicen que esos ojos no solo pueden leer y derrotar ninjutsu y genjutsu, sino también pueden copiar las técnicas de su oponente. Es lo que más miedo da —musitó en voz alta el enemigo, mirando fijamente a su jonin-sensei—. Cuando fui miembro de los asesinos de la Niebla robé un poco de información sobre ti, y eso es lo que decía. El hombre que ha copiado más de 1000 técnicas ninja. Kakashi Hatake.
—¿Cómo es posible que Kakashi-sensei tenga ese ojo? Solo algunos miembros del clan Uchiha logran despertarlo —pensó para sus adentros Sasuke y todos le escucharon.
—Si eso es así entonces ese ojo claramente no es suyo —contestó ella y Sasuke pestañeó sorprendido.
—¿Crees que lo robó? No. Claro que no. Crees que alguien se lo dio. Alguien del clan Uchiha.
—Es la razón más lógica. Tratándose de Kakashi-sensei no le veo capaz de robar un ojo a un camarada.
—¿En serio se puede hacer eso? —preguntó Naruto, atónito—. ¿Y qué hizo con su otro ojo?
Seina se encogió mentalmente de hombros. No tenía ni idea pero, a juzgar por la cicatriz que había visto Naruto, parecía haber sufrido un corte grave en ese ojo. Cuando pasara todo podrían preguntarle la verdad, si es que se dignaba a darles una respuesta.
—Ya hemos hablado suficiente —cortó Zabuza, agazapándose sobre la hoja de su espada—. El caso es que tengo que matar a ese viejo. Tú tienes que protegerle. Así que parece que tendré que ganarte primero.
Saltó de la hoja de su arma y se llevó a su espada consigo hacia la orilla del mar. Vieron como formulaba un sello y desaparecía entre la niebla.
—Primero vendrá a por mí así que tened mucho cuidado —les informó por lo bajo Kakashi-sensei.
Vieron cómo se llevaba las manos para formar un sello y Seina entrecerró los ojos. ¿Estaba haciendo la misma de antes? ¿Cambiarse por un clon y esconderse? Tenía sentido, sobre todo si tenía razón al decir que iría a por él primero y esperaba un ataque directo. De repente, empezaron a sentir una presencia asesina que dejó helados a Naruto y a Sasuke. Ella, quien había estado a punto de morir múltiples veces a manos de criaturas mágicas como dementores, o a manos del mismísimo Voldemort, pudo soportarla usando la magia para proteger sus barreras mentales. Sasuke y Naruto, al darse cuenta, se refugiaron en su mente, y pudieron relajar sus posturas petrificadas. Tazuna, traumatizado y blanco como el mármol, no tuvo tanta suerte.
—No os preocupéis. Os protegeré, aunque muera —les dijo Kakashi-sensei sin tan siquiera girarse a mirarlos.
Acto seguido su profesor fue partido en dos horizontalmente. Naruto dio un pequeño grito de horror, pero en seguida vieron que era un clon. Tal y como suponía. Un kunai apareció en la garganta de Zabuza y vieron a Kakashi-sensei aparecer detrás de él.
—Ríndete.
—No me vas a ganar con esas técnicas. Aunque me has sorprendido. Llamaste mi atención hablando con tu clon y tú te escondiste. ¡Sin embargo, yo tampoco soy tan fácil de derrotar!
Seina observó algo exasperada como Zabuza comentaba la jugada, pero luego vio como aparecía Zabuza detrás de Kakashi-sensei, poniéndole otro kunai en la garganta. Demonios. El primer Zabuza explotó, demostrando que era un clon de agua. Acto seguido Zabuza blandió su espada por la espalda de Kakashi-sensei y éste se agachó contra la tierra para evitar ser decapitado. Intentó darle una patada por la espalda y Kakashi-sensei aprovechó para usar su propia pierna y lanzar la espada lejos. Ambos se separaron, poniendo distancia entre ellos.
Mientras tanto, ella aprovechó la pelea entre ambos para crear unos cuantos clones que escondió entre las ramas y arbustos más cercanos. Les había dicho que no pelearan y que protegieran al cliente, pero sus clones podrían serle de ayuda sin que ellos se pusieran en peligro. Zabuza pivotó sobre la espada clavada en el suelo y se abalanzó sobre Kakashi-sensei, que saltó para evitar la espada y fue lanzado al mar. Antes de que pudiera tocar el agua, que parecía ser el elemento preferido del enemigo, Seina usó a uno de sus clones con el henge de Kakashi-sensei para intercambiarlo de sitio. Dio gracias por haberlo hecho ya que, en cuanto su clon disfrazado del jonin sacó su cabeza para respirar fue apresado por Zabuza en una especie de burbuja de agua.
—¿Cómo te has dado cuenta? —le preguntó Sasuke, blandiendo un kunai.
—Le escuché hacer demasiados sellos como para tratarse de un simple clon de agua —le informó ella que, a pesar de no haberlo visto, la niebla no escondía el sonido del viento al realizar distintos sellos ninja.
—Luego acabaremos con esto —le aseguró, con una mano metida en la burbuja—. Ahora tengo que ocuparme del anciano. Mizu bunshin no jutsu.
Seina escuchó el monólogo del clon de Zabuza, quién estaba emperrado en decirles que no eran ninjas de verdad ya que no habían matado a gente como él, bla bla bla. Cuando acabó de intentar humillarles desapareció y ni siquiera le dio tiempo a escucharlo cuando vio su pierna estirada dispuesto a darle una patada a su hermano en la cabeza. Por suerte, apareció Kakashi-sensei y lo desvió. El rostro de Zabuza fue un poema. Tuvo que morderse la mejilla para no reír.
—¡Tú! ¡Imposible! —saltó hacia atrás y echó un vistazo al Kakashi-sensei metido en la burbuja—. ¿Otro clon? ¡Y yo que creía que no ibas a volverme a engañar!
—Deberías haber estado más atento —dijo Kakashi-sensei y vio como sus clones salían de varios lugares del bosque con el rostro de su maestro, atacando a Zabuza—. No volveré a caer en la misma técnica.
Kakashi-sensei intercambió unos combos de taijutsu y, cuando Zabuza se alejó hacia el mar viendo que no estaba ganando la pelea, le siguió. Supo por uno de los clones destruidos que Kakashi-sensei les había dado instrucciones para disfrazarse de él y no atraer la atención hacia ella, dejándole creer que había sido él quién le había esquivado. Seguramente, para evitar humillarlo y que no la atacara por despecho. Vieron como Kakashi-sensei siguió a Zabuza hasta el mar y cómo usó su sharingan para copiar los movimientos del enemigo sello por sello.
—¡Suiton: suiryuu-dan no jutsu!
Seina vio con ojos brillantes como dos enormes dragones de agua se estrellaban uno contra el otro, haciendo que la técnica se neutralizara por si sola.
—¡Coged a Tazuna! —les advirtió cuando vio el agua dirigirse hacia ellos.
Naruto cogió al cliente y todos saltaron hacia detrás, posándose en una de las ramas más cercanas. Seina dio un vistazo rápido al constructor de puentes, pero parecía demasiado asustado como para abrir la boca. Vio que Naruto y Sasuke estaban más atentos a la pelea de Kakashi-sensei que de proteger al cliente así que los reprendió mentalmente. Naruto creó varios clones para cubrir sus espaldas y luego siguieron viendo como Kakashi-sensei copiaba cada gesto y cada sello del enemigo, irritándolo y frustrándolo visiblemente.
—¡No vas a poder ganarme, estúpido mono! —gritaron ambos a la vez y Zabuza enfureció.
Seina notó el instante en el cual Kakashi-sensei empezó el genjutsu. Zabuza estaba tan enfadado con que todos sus ataques fueran inútiles que ni se dio cuenta.
—¡Suiton: daibakufu no jutsu! —usó Kakashi-sensei y Zabuza al verlo pareció más temeroso que enfadado.
Una gran ola de agua se dirigió repentinamente en dirección a Zabuza, empotrándolo contra un gran tronco. Kakashi-sensei no dudó en clavarlo al árbol con unos cuantos kunais estratégicos. Justo cuando alzó un kunai para acabar con Zabuza, unos senbon se clavaron en su cuello. Sasuke, Seina y Naruto se giraron a ver al ninja en lo alto de una rama. Frunció el ceño al darse cuenta que el ruido del agua le había impedido escucharlo y que, por un segundo, habían estado desprotegidos. Se anotó mentalmente modificar el hechizo de auras para poder usarlo en misiones y evitar una debilidad como esta.
Zabuza, mientras pensaba, cayó al suelo. Muerto. Escuchó como se detenía su corazón y se relajó levemente. Kakashi-sensei comprobó el pulso en el cuello de Zabuza y se puso en pie, mirando al otro ninja que vestía con una especie de kimono verde y naranja y llevaba una máscara estilo anbu de la Niebla.
—Muchas gracias. Llevaba tiempo buscando a Zabuza para matarlo.
—Debes ser un cazador de Kirigakure.
—Así es. Mi tarea era cazar al ninja perdido Zabuza Momochi. Con vuestro permiso, yo me encargaré de este cadáver.
El ninja cogió a Zabuza y se esfumó. Kakashi-sensei suspiró y se bajó la banda ninja para cubrir su ojo. Los clones de Naruto se desactivaron y bajaron al suelo húmedo con el cliente, que parecía haber vuelto en sí.
—Bien hecho, equipo. Vamos. Tenemos que llevar a Tazuna a su casa.
—Lo siento mucho, chicos —dijo Tazuna, riendo seguramente de la adrenalina—. ¿Por qué no venís a mi casa y os relajáis un rato?
Acto seguido, Kakashi-sensei se desmayó. Seina pestañeó sorprendida al verlo. Se acercó rápido a su cuerpo, pidiendo mentalmente que la taparan de Tazuna, y usó un hechizo médico para comprobar su estado de salud. Se dio cuenta de que estaba totalmente agotado. Tenía un par de cortes y contusiones, pero nada grave.
—Está exhausto —les informó, para el alivio de todos—. Tendremos que cargar con él.
—Déjamelo a mí, nee-chan —dijo Naruto y ella asintió.
—¿Y bien, Tazuna-san? —le instó Seina a Tazuna—. ¿Puede indicarnos dónde está su casa?
—C-claro. Seguidme.
Tardaron media hora en llegar a casa del constructor de puentes, donde fueron recibidos por su hija.
—¡Padre! Pero, ¿qué ha pasado?
—Nada grave, Tsunami —la abrazó Tazuna y luego los presentó—. Estos son el equipo de Konoha que contraté. Sasuke, Naruto y Seina-san.
Tanto Sasuke como Naruto se dieron cuenta de que no los había nombrado con honoríficos y le enviaron miradas irritadas. Seina, mientras tanto, sonrió al ver que su presencia había intimidado lo suficiente al viejo para que la respetara. Llevaron al jonin a un cuarto de invitados, donde les dieron a todos futones para dormir en vista de que Kakashi-sensei estaba totalmente K.O y no tenía pinta de despertarse pronto.
—Os dejaremos descansar un rato mientras preparamos la comida —les informó la hija y ellos asintieron.
Los dejaron solos y Seina se acercó a Kakashi-sensei. Como no quería quitarle la ropa estando inconsciente, usó un hechizo médico para curarle las heridas.
—Parece que el sharingan consume mucho de su chakra —dijo Sasuke—. No debería estar inconsciente después de usar solo 5 jutsus.
—Lo tenía activado cuando alzó su banda —pensó en voz alta Naruto, recordando el momento.
—¿Será posible que no pueda desactivarlo? —preguntó Sasuke, mirándola a ella.
Ninguno de los tres supo cómo responder a esa pregunta. Le alzó la banda y vio que, a pesar de estar desmayado por falta de energía, el sharingan seguía activo. Tenía razón. No podía desactivarlo. Usó un hechizo diagnóstico localizado en su ojo para intentar averiguar qué sucedía y vio, comparando ambos orbes, como parecía que el sharingan había sido trasplantado de forma algo chapucera. Los nervios ópticos estaban conectados correctamente, de lo contrario no podría ver ni procesar información, pero era como si el trasplante hubiera quedado a medias. Quizás la persona que lo hizo no tenía ni idea de cómo trasplantar un ojo especial.
—¿Puedes ayudarle? —le preguntó Naruto, quien había estado siguiendo el hilo de sus pensamientos.
—Creo que sí. Comparando ambos ojos puedo ver que el trasplante del globo ocular en sí es correcto, pero parece que la parte del sharingan no fue trasplantada.
—¿A qué te refieres?
—Es como si trasplantar un ojo especial requiriera 2 trasplantes: uno para el ojo en sí y otro para… conectar el sharingan al cerebro, por así decirlo.
—Tiene sentido —comentó Sasuke—. El sharingan no es simplemente un ojo.
—Voy a intentarlo.
Usó su magia para tratar el estrés físico provocado por el sharingan y luego, como no tenía ni idea de dónde iba conectado el sharingan al cerebro, simplemente dejó que el sharingan usara su magia como conducto y se conectara él solo al cerebro, cosa que era imposible únicamente con el chakra de Kakashi-sensei. La magia, no obstante, era más sensible y tenía vida propia. Seina simplemente estaba actuando como una muleta para el sharingan.
—¡Creo que lo has conseguido! —exclamó Naruto—. Mira su ojo.
Abrió los ojos y vio como el sharingan había desaparecido, dejando paso a un ojo negro en lugar del gris oscuro de los ojos de Kakashi-sensei. Volvió a tratar la zona con un hechizo y luego le cubrió el ojo.
—¿Por qué se lo cubres? —preguntó su hermano, confundido—. Ahora podrá usarlo sin desmayarse. Ya no tiene porqué esconderlo.
—Mira que eres dobe. Si la gente le ve así le harán preguntas sobre quién se lo ha curado después de tanto tiempo —le dio una colleja Sasuke a Naruto—. Si Seina se lo esconde quizás Kakashi-sensei no se dé cuenta hasta dentro de un tiempo y así ni siquiera él sabrá cómo ha pasado con seguridad.
Dejaron que Kakashi-sensei durmiera tranquilo y se tumbaron un rato, luego de que ella protegiera la habitación de invitados para evitar sorpresas. Se despertó de su improvisada siesta al notar la presencia de alguien en la puerta. Escuchó los pasos característicos de Tsunami y se levantó.
—Seina-san. ¿Cómo está su sensei?
—Está bien. Le he curado las pocas heridas que tenía. Solo es cuestión de que recupere su energía.
—¿Crees que podría comer?
—Probaré a despertarlo.
Cogió la bandeja de comida que le entregaba Tsunami e hizo que Naruto despertara con un clon a Kakashi-sensei. No tuvo que tomar tantas molestias porque, aunque se despertó, estaba más indefenso que un gatito recién nacido y no pudo atacarle.
—Kakashi-sensei, tenemos comida para ti. ¿Puedes sentarte? —le preguntó y vio como el jonin lo intentaba, pero sin éxito—. No pasa nada. Pasadme esos cojines.
Elevó el tronco de Kakashi-sensei para que no se ahogara con la comida y, cuando estaba recostado casi sentado, cogió la cuchara para darle de comer. Antes de quitarle la máscara alzó una ceja en su dirección, preguntándole silenciosamente si quería que lo hiciera. Kakashi-sensei asintió lentamente y ella le cogió la máscara, bajándosela suavemente hasta la barbilla. Se quedó impresionada. Al contrario de las teorías alocadas de Naruto y Sasuke, Kakashi-sensei era guapísimo. Sasuke y Naruto le dieron intimidad al jonin para que no se incomodara, marchándose de la habitación.
—Ahora entiendo por qué llevas máscara —bromeó ella—. Para no tener un club de fans como Sasuke, ¿verdad?
Kakashi-sensei rio cansadamente, aceptando el cumplido sin más, aunque pudo ver un leve sonrojo en la tez pálida de su maestro. No dijo nada más al respecto, quitándole hierro al asunto. Seina le dio de comer la sopa de pescado, el bol de arroz con salsa de soja y una fruta y luego le secó la boca con una servilleta. Le volvió a poner la máscara firmemente en su sitio.
—Gracias, Seina.
Ella asintió e invocó a un par de clones.
—Los dejaré aquí por si acaso.
—Está bien. Creo que intentaré quedarme despierto unos minutos. Tengo que pensar algo…
Volvió a asentir y se levantó. Mientras comía con la familia de Tazuna pensó en el puente y cuánto tardaría en acabarlo. Había visto que le faltaba relativamente poco, pero con los ninjas mercenarios de ese tal Gatou y con Kakashi-sensei convaleciente quizás estarían más tiempo de lo previsto en la Ola.
—¿Sabéis cuánto tiempo necesitará para recuperarse vuestro sensei?
—Ni idea, viejo —Seina le propinó otra colleja, para la risa de Tsunami—. Nunca antes le habíamos visto así.
Seina pensó en la poción vigorizante que tenía en su riñonera. Demonios. Si le daba una de esas un par de veces sabía que recuperaría rápidamente el chakra perdido. Si a eso le sumaba el hecho de que parecía que su ojo ya no consumía su chakra, seguramente en un par de días estaría de pie.
—¿Crees que Kakashi-sensei va a necesitar esa poción? —le preguntó Sasuke y ella se encogió de hombros.
—Zabuza está muerto, pero según lo que ha dicho Tazuna, Gatou ha contratado a más ninjas. No sé si podrá continuar el puente con solo nosotros 3 protegiéndole.
Al final, lo que le convenció a darle la poción fue la afirmación de Kakashi-sensei, que seguía despierto cuando regresaron al cuarto de invitados, de que Zabuza estaba vivo.
—¿¡Cómo es posible!? —preguntó Naruto—. ¡Tú mismo comprobaste que estaba muerto!
—Lo sé, y no tenía pulso, pero con los senbon se puede detener el corazón temporalmente. Lo que me ha llamado la atención fue el hecho de que el cazador no quemara su cuerpo allí mismo —les explicó, para que le entendieran—. Se fue con el cadáver. Eso es algo insólito.
—Crees que no se lo llevó para quemarlo en otro lado —afirmó Sasuke—, sino para revivirlo.
—Exacto. Estoy bastante seguro de que volveremos a ver a ambos. Por suerte, vuestro entrenamiento es bastante avanzado. No veo qué cosas nuevas podría enseñaros ahora para enfrentarnos a él. Lo único que podemos hacer es esperar a que me recupere.
—En cuanto a eso… —suspiró ella y sacó el vial que tenía preparado—. Es una poción vigorizante.
—¿De dónde has sacado eso? —le preguntó Kakashi-sensei, sorprendido—. ¿Te la dio Tazuna?
—No. La hice yo —el jonin la miró con curiosidad y sorpresa—. Teniendo en cuenta cómo nos tratan algunos a Naruto y a mí hace tiempo que hago pomadas y pociones.
—¿Y dices que con esa poción recuperaré la energía?
—No del todo, pero es un comienzo.
—Está bien.
Seina le ayudó a tomárselo y vio como Kakashi-sensei abría casi imperceptiblemente el ojo. No había probado las píldoras soldado que comían los ninjas, que tenían la misma función que la poción, pero por su reacción debía estar funcionando. Kakashi-sensei la observó, de nuevo tumbado sobre el futón.
—¿Dónde has aprendido a hacerla?
—Libros de la biblioteca, del hospital, experimentos… —se encogió de hombros—. Tengo unas cuantas recetas que funcionan.
—Hablaremos de ello cuando lleguemos a Konoha —le aseguró Kakashi-sensei y ella asintió—. ¿Cada cuánto puedo tomarme uno de esos?
—Una vez al día. Mañana te daré otro.
Suspiró y creó como 10 clones para leer los libros del hospital que había traído con ella. Ahora que había mentido sobre cómo había adquirido el conocimiento para hacer algo así sabía que la única opción que le quedaba para que no la pillaran era tener ese conocimiento de verdad.
Chapter 13
Notes:
Advertencia: menciones de abuso/negligencia de menores, menciones de esclavitud, menciones de muerte/asesinato
Chapter Text
Al día siguiente, Kakashi-sensei estaba mucho mejor. Como Seina había enmudecido su vínculo con Naruto y Sasuke para descansar sus mentes, nadie se dio cuenta salvo ella de lo sorprendido que parecía Kakashi-sensei de su pronta recuperación. Seina fue sometida a un par de miradas de soslayo, contemplativas, pero no le interrogó.
—Al final vas a tener razón con tu teoría… —pensó Kurama, levemente incrédulo.
—Ya te lo dije… Además, sabe que he empezado a estudiar en el hospital y que tengo a los clones para aprender más rápido. Ahora mismo deberá estar preguntándose cuán de mi genio es realmente gracias a lo que he aprendido o debido a mí misma. Eso le mantendrá ocupado hasta que lleguemos a Konoha.
Escuchó como Kurama suspiraba, aburrido.
—¿Estás bien?
—Como si no lo supieras. No está mal este sitio que me has creado, pero ver a tu maestro pelear me ha hecho darme cuenta de lo que me pierdo.
—¿Perderte de qué? Si la gente te viera por ahí, matando a ninjas exiliados, se cagarían encima del pánico.
—Qué explícita eres. No necesito ir yo por ahí. Estás tú aquí.
—¿A qué te refieres entonces?
—¿No te has preguntado nunca por qué, además de Mito Uzumaki, otra gente se selló voluntariamente a los bijuus en su interior? ¿Qué sacaban teniéndonos con ellos?
Seina paró en seco. Lo cierto es que siempre había pensado que los jinchurikis existían por el ansia de poder de los países ninja. Mito Uzumaki supuestamente se selló en su interior a Kurama porque no le quedaba más remedio ya que estaba siendo manipulado para atacar a Konoha a manos de Madara, pocos años después de la creación de la aldea. Pero, ¿por qué lo hicieron los demás? Seguramente, un factor importante sería hacerse con otro bijuu para no ser más débiles que Konoha…
—Y, sin embargo, esa solo es una parte de razón. La verdadera razón es que, si el jinchuriki es capaz de controlar y dominar a su bijuu, tendrá a su disposición un verdadero pozo, prácticamente ilimitado, de chakra que usar contra sus enemigos.
—Eso es inhumano —espetó ella—. Ahora lo entiendo todo. No erais más que una herramienta. Un arma.
—Así es. Lo más gracioso de todo es que ningún humano es capaz de dominarnos. Encerrarnos, sellarnos… sí. Nunca dominar. Si os damos nuestro chakra es porque queremos.
—¿Eso es lo que quieres? ¿Qué luchemos juntos?
—Cuando yo era joven luchábamos al lado de nuestro padre y creador. Sé que algunos de nosotros se niegan a interactuar con los humanos, mucho menos daros nuestro chakra, pero tú eres distinta. Lo he pensado durante largos años, aquí metido. Observándote. Me dejaste ver tu pasado y ahora estoy viendo tu presente. Harriet Potter. Seina Namikaze. Hasta que llegaste tú no encontré a nadie digno de mi poder. Quiero luchar a tu lado.
Seina continuó desayunando, como si nada, pero en su fuero interno estaba teniendo una gran batalla por no mostrar su atónito. Había pensado que tendría a Kurama en su interior durante años, sin desenlace previsible a la vista, pero nunca que podrían colaborar de forma activa más allá de que ella fuera su carcelera. Lo pensó, masticando despacio y mirando a la nada, y luego se dio cuenta de que no tenía por qué negarse. Ni siquiera quería negarse. Nunca le había parecido bien que Kurama no pudiera hacer nada más que ver el mundo a través de sus ojos pero, si tenía razón y de alguna forma podía dejarlo salir sin que se rompiera el sello, ¿por qué no?
—Está bien. ¿Cómo podemos hacerlo? —le preguntó con excitación.
—Primero regresa con vida a la aldea, luego ya hablaremos. De ser necesario, viendo cómo se está desenvolviendo esta misión tuya, te daré mi poder. Probaremos qué sucede por primera vez, si fuera necesario.
—Gracias Kurama.
—De nada, enana.
Seina evitó sonreír al darse cuenta de que, después de todo, Kurama no podía esconder el afecto que sentía por ella en su voz. Se preguntó qué pensaría de todo esto la mitad yang dentro de Naruto.
—Bueno equipo, hoy seguiréis practicando lo que ya hemos aprendido —les dijo Kakashi-sensei, levantándose despacio de la silla—. Tazuna me ha informado de que cerca de la casa hay un río así que podréis practicar caminar por el agua, cosa que no os vendrá nada mal considerando donde estamos.
Pasaron todo el día entrenando taijutsu, ninjutsus y caminar sobre el agua y los árboles. Kakashi-sensei ni sacó su habitual libro, simplemente se dedicó a mirarlos sentados sobre un tronco, dándoles indicaciones si lo requerían, pero conservando sus fuerzas. El río en el que practicaron era bastante grande e incluso parecía tener peces así que a Naruto se le ocurrió otro entrenamiento.
—Ne, Kakashi-sensei, ¿podrías enseñarnos a pescar?
—Quizás en otro momento Naruto. Solo hemos venido a coger agua y a practicar.
—Aww, pero estamos aburridos de tanto practicar.
Kakashi-sensei suspiró y luego cogió un palo del suelo. Se lo lanzó a Naruto.
—Está bien. Empezaremos por la forma más simple. Afila ese palo y párate en medio del río. Quédate quieto y espera a que te ignoren los peces. Cuando se acerquen a ti intenta ensartarlos.
—¿Y no sería mejor una red? —preguntó ella, yéndose a sentar en una roca al lado de Sasuke.
Kakashi-sensei se encogió de hombros.
—Tenéis que saber todos los métodos. Un palo es más fácil de encontrar en un bosque que una red.
—Pero… podría usar cualquier cosa y transformarlo en una red con el henge —dijo ella y Kakashi-sensei sorprendido.
—Uh. Bien visto. Pues ya sabes. Te toca.
Seina suspiró y se levantó. De haberlo sabido no habría abierto la boca. Cogió una piedra de buen tamaño y, en lugar de transformarla en una red, la transformó en una jaula como de cangrejos. Buscó algún gusano y lo ató con un hilo. Se puso lejos de Naruto, quién estaba mirando el agua fijamente, y metió la jaula. No tardó ni 5 minutos que un pez picó y ella cerró rápidamente la tapa. Sacó la jaula y sonrió de oreja a oreja. Naruto la miró con expresión irritada. La jaula regresó a su forma original cuando dejó de alimentar el jutsu con chakra.
—Lo dicho. Fácil —comentó y le tiró el pez a Sasuke que lo cogió antes de que pudiera darle en la cara.
—¡Hey!
Kakashi-sensei sacudió la cabeza y aceptó el pez, matándolo con el borde de un kunai.
—Se los daremos a Tazuna para que puedan cocinarlos.
Horas más tarde, Naruto pescó varios peces con su método y se dio por vencido ante su jaula. Regresaron al campamento que habían montado temporalmente a pocos metros de la casa de Tazuna y le entregaron los peces a éste, quién apareció por allí para por la tarde para ver cómo estaba Kakashi-sensei.
—Podéis iros a duchar y quitaros el olor a río y a pescado —les sonrió Kakashi-sensei.
Sasuke, el único que no se había atrevido a pescar, les sonrió con burla y se quedó sentado al lado del fuego que Tazuna había empezado. Al parecer, a pesar de tener la casa al lado, iban a disfrutar de la experiencia de una misión al aire libre. Entraron en la casa y vieron a Tsunami cogiendo unos platos para ellos y alguna que otra especie para cocinar.
—Tened. Toallas limpias para cada uno. Solo hay un baño así que os tendréis que turnar.
—Muchas gracias, Tsunami-san.
Naruto dejó que entrara ella primera a ducharse. Se quitó el sudor, el polvo y la mugre bajo las uñas con un suspiro de alivio. A pesar de que su ropa no podía ensuciarse gracias a sus runas, nada le impedía sudar. Acabó de ducharse y se cambió de ropa, cogiendo otro conjunto similar y ropa interior de su riñonera. Esperó a que Naruto se lavara. Mientras se secó el cabello con una toalla y, cuando apenas estaba un poco húmedo, se lo ató en una coleta alta.
—Por fin limpio —exhaló fuertemente Naruto, sonriendo—. Vamos, que me muero de hambre.
—Ya somos dos.
Naruto y Seina regresaron al campamento, el pequeño claro entre los árboles que eligió Kakashi-sensei cerca de la casa. Cuando llegaron, hambrientos, vieron como la cena parecía estar hecha con una sonrisa en los labios. Tazuna y Kakashi-sensei hablaban en voz baja, sentados en un par de piedras, mientras Sasuke estaba afilando unos kunais.
—¿Qué vamos a cenar? —preguntó Naruto, dándose unas palmaditas en el estómago.
Kakashi-sensei se giró a mirar a Sasuke.
—Pues no lo sé. Ha cocinado Sasuke. ¿Qué dijiste que ibas a preparar?
—¿¡QUÉ!? —gritó Naruto a los cuatro vientos, con los ojos saliéndose de sus cuencas. Ella le pisó el pie derecho—. Q-quiero decir, que qué extraño que Sasuke haya cocinado sin que Seina le obligara con uno de sus tratos.
—Es una pena Sasuke —dijo ella, con el rostro completamente afligido—, pero estoy a dieta.
—Y yo no tengo hambre —se disculpó Naruto—. Hemos picado hace un segundo comida de la cocina así que estoy lleno.
Tazuna parecía confuso, pero Kakashi-sensei los miró con el rostro en blanco y el bol de comida humeante que Sasuke había preparado en la mano. Sasuke, asintiendo ante sus disculpas, se puso a comer como si nada. Kakashi-sensei lo observó de reojo. Cuando Tazuna dio el primer bocado, se detuvo y miró a Sasuke pensativamente, y luego continuó comiendo, pareció decidir que no había de lo que preocuparse. Como era habitual, ni Naruto ni Seina le vieron meterse la cuchara en la boca, pero sí que supieron que lo había hecho, con su velocidad de jonin, cuando lo vieron palidecer. Kakashi-sensei los miró con su ojo derecho cargado de traición.
Seina se mordió las mejillas, pero sintió como su labio se estremecía intentando reír. Sasuke, como siempre, comió absorto en su propio mundo sin darse cuenta de que Kakashi-sensei no parecía haber probado más de una cucharada. Sinceramente, prefería esperar un par de horas a que todos estuvieran dormidos para comer algo que acercase a la infernal olla con comida preparada por Sasuke. Naruto y ella se tumbaron, evitando reír, y dejaron que los otros cenaran en silencio. No supo si Kakashi-sensei estaba comiendo la cena o no hasta que, un par de horas más tarde cuando se fueron a dormir, los fulminó con la mirada al verlos comer uno de sus bento al lado de un dormido Sasuke Uchiha.
—¿Cómo sabíais que Sasuke…?
—¿Qué la comida que hace Sasuke podría considerarse un método de tortura? —dijo ella, sonriente.
Kakashi-sensei ahogó una carcajada, tosiendo.
—Ya probamos algo antes —contestó Naruto, comiendo de su bento—. Con una sola vez nos quedó claro que la cocina no es su punto fuerte.
—Ten Kakashi-sensei.
Le entregó un bento, uno de los tantos que tenía preparados y mantenidos frescos en su riñonera, y el jonin lo aceptó. Pareció a punto de preguntar, pero al final negó con la cabeza y empezó a comer. Cenaron pasada la media noche.
—¿Lo has cocinado tú, Seina? —ella asintió—. Eres una buena cocinera.
—Apuesta a que ahora cualquier cosa te parecería bien —se rio en voz baja ella y Kakashi-sensei negó con la cabeza.
—Lo digo en serio. Es de las mejores comidas que he probado.
Naruto asintió a su lado y ella aceptó el cumplido. Le entregó otra poción vigorizante antes de dormir y el jonin se la tomó sin más. Se sintió contenta de que confiara en ella para que no lo envenenara, considerando que no parecía haber probado tan siquiera si era o no un veneno.
Al día siguiente, apareció un mocoso que no habían visto hasta el momento.
—¡Inari! ¡Saluda a estos ninjas que protegieron al abuelo!
Inari los miró con cara de pocos amigos, usando su sombrero de paja para esconderse.
—Mama, estos van a morir —los señaló con el dedo y Naruto enfureció—. No pueden contra Gatou.
—¿¡A quién crees que le hablas mocoso!? ¡Si no fuera por Kakashi-sensei- —Seina le dio un codazo, haciéndolo callar—! ¡Hmp!
—Si no queréis morir mejor marchaos.
—¡Inari! —le llamó su madre, escandalizada y avergonzada de su comportamiento.
—Me voy a mi cuarto a ver el mar —y se fue.
—Vaya. Se parece a ti de joven, Sasuke —dijo Seina y Sasuke le dio una colleja que la hizo reír.
—Perdonadle…
Naruto, enfadado, se encaminó escaleras arriba. Seina y Sasuke le vieron ir mientras Kakashi-sensei aceptaba las disculpas del abuelo y la madre del enano emo. Pocos minutos después, ambos escucharon llorar a Inari a través de Naruto y, con su hechizo agudizador, Seina le escuchó también llamar a su padre muerto.
—Equipo 7 —les llamó Kakashi-sensei—. Hoy acompañaremos a Tazuna al puente y supervisaremos su protección mientras lo construye. Preparados para partir.
—¿Cómo vamos a hacerlo? —preguntó Sasuke—. ¿Nos vamos a repartir por el puente?
—Exacto. Uno de nosotros acompañará a Tazuna y los otros estarán desplegados por el puente. Debido a vuestra conexión podréis comunicaros sin tener que estar cerca. Yo observaré desde lo alto así, si pasa algo, solo tendréis que captar mi atención y podré leeros los labios y observar el peligro antes de tiempo.
Aceptaron las órdenes y caminaron detrás de Tazuna. El puente, por la mañana, estaba lleno de gente de aquí para allá. Seina fue observando a la gente, pero lo único extraño que vio fue las caras de resignación y desesperanza de los aldeanos. Era como si les hubieran quitado las ganas de vivir. Se apoyó contra un tramo del puente, evitando sentarse por si tenía que actuar rápido, y vio como Tazuna trabajaba. Al poco rato, un hombre de aspecto cansado y serio se le acercó.
—Yo lo dejo, Tazuna.
—¿¡Qué!? ¿¡De qué hablas!? —le preguntó su cliente, entre enfadado y sorprendido—. ¡Tenemos que acabar con este puente Mizuki!
El mencionado negó con la cabeza y Tazuna le dejó ir. Frunció el ceño al darse cuenta de que los propios trabajadores del puente habían empezado a abandonar la obra, quizás por presiones externas. Horas más tarde, Tazuna acababa su jornada. Kakashi-sensei apareció a su lado y se juntaron con Sasuke y Naruto. Fueron dirigidos a una tienda de alimentación y todos vieron como apenas había unas cuantas patatas y alguna que otra fruta en todo el mercado.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Naruto, sorprendido.
—Como ya dije. El país de la Ola es muy pobre. En nuestras tierras la mayoría de cultivos no crecen. Esto es lo que podemos cultivar. Tampoco tenemos dinero para importar tanta comida de fuera así que…
En estado de shock, Naruto no contestó. Vieron como Tazuna pagaba una cantidad ingente por llenar una sola bolsa de comida. Se le revolvió el estómago al darse cuenta de que les habían dado de comer 3 veces ya en casa de Tazuna, cuando seguramente sería muy difícil para ellos alimentarse. Captó la mirada de Kakashi-sensei y este asintió sin que tuviera que decirle nada.
—Tazuna-san, no se preocupe por alimentarnos. A partir de ahora nosotros nos ocuparemos de nuestras necesidades —le aseguró el jonin. Tazuna suspiró con tristeza, pero asintió, visiblemente más aliviado.
Cuando volvieron a su casa el mocoso los vio y se fue corriendo.
—¿Qué le pasa a ese mocoso, en serio? —preguntó Naruto, enfadado y curioso a la vez.
—Hubo un hombre hace tiempo que lo trataba como a un hijo a pesar de no ser de su sangre. Se convirtió en su padre y en el marido de mi hija. Lo llamaban el héroe de la Ola —les explicó, cogiendo una fotografía donde habían arrancado a una tercera persona—. Se impuso a Gatou y dio esperanza a mucha gente, pero fue asesinado. Desde ese entonces, la palabra valentía dejó de existir para esta gente y para Inari.
Les explicó como reparó un embalse que había colapsado y como luego Gatou lo capturó y mató, cortándole ambos brazos ante toda la aldea, para desmoralizarlos. Como, desde ese día, Inari perdió la fe. Tazuna se secó las lágrimas, colocando de nuevo la fotografía en la repisa, y los dejó solos.
—Ese Gatou… —gruñó Naruto—. ¿Por qué no se han deshecho de él?
—Con los ninjas que tiene contratados no creo que nadie de esta aldea pueda tocarle un solo pelo…
—Pues yo me hago otra pregunta —pensó ella en voz alta—. El puente está casi terminado. ¿Por qué ha permitido Gatou que alcance este punto de construcción? ¿Por qué no atacar antes a Tazuna? O mejor, ¿por qué no destruir el puente? Si lo va destruyendo repetidamente al final se darán por vencidos los aldeanos sin tener que matar a nadie. ¿De dónde sacarían el dinero para comprar nuevos materiales y reconstruirlo, si apenas pueden alimentarse?
—Buena pregunta Seina. La verdad es que también me lo replanteé al ver el puente la primera vez. Tampoco sabemos a ciencia cierta qué pasará con el puente una vez finalizado, estando Gatou vivo.
—¿Te refieres a que podría ser destruido una vez esté finalizado? —preguntó Sasuke.
—Es posible. Si lo destruye al estar completo, no solo habrá hecho gastar material y mano de obra a Tazuna sino que también los desmoralizará más aun al haber cantado victoria antes de tiempo.
—Así que este puente corre peligro mientras Gatou esté vivo.
—Me temo que sí.
—Entonces, ¿qué hacemos aquí? —preguntó enfadado Naruto—. ¿De qué sirve esta misión si vamos a dejar que acaben el puente y luego nos iremos, sin saber qué pasará con esta gente?
—¿Y qué podríamos hacer, Naruto? —le preguntó Kakashi-sensei, con expresión seria.
—¡Podríamos derrotar a Gatou!
—¿Derrotar o matar? —lo presionó—. Nuestra misión era proteger a Tazuna hasta que llegara a la Ola, y la hemos cumplido. Aceptamos protegerle mientras construye el puente a pesar de ser una tarea extra no remunerada, y estamos cumpliendo.
—¿Y ya está? ¿Simplemente porque no esté en nuestras órdenes no vamos a hacerlo? Ya estamos haciendo más de lo previsto. ¿Qué supondría hacer algo más?
—¿Dónde dice en nuestras órdenes que debemos proteger este puente y a los aldeanos? Si hiciéramos todo lo que estás pidiendo estaríamos aquí bastante tiempo. Los problemas no los podemos solucionar en un abrir y cerrar de ojos simplemente por ser ninjas de la Hoja. Hay situaciones complejas, como esta, que requieren de tiempo y esfuerzo, y nuestro deber es servir a Konoha.
—¡Y Konoha no es una aldea ninja cualquiera! ¡Si lo fuéramos seríamos como la aldea de la Niebla, con sus horribles graduaciones de la academia!
—¿Es así como te vas a comportar cada vez que hagamos una misión C o superior cuando nos topemos con un problema que se salga de nuestra jurisdicción? —le preguntó Kakashi-sensei y luego los miró a ellos, que estaban escuchando en silencio—. ¿Qué pensáis de todo esto?
Sasuke la miró a ella y Seina suspiró.
—Entiendo a ambas partes. Naruto no quiere irse dejando a esta gente a su suerte, y al puente desprotegido. Por otro lado, nos estamos jugando el tipo protegiendo este puente para que luego lo destruyan sin más cuando nos marchemos, cuando es algo que no estaba en nuestras órdenes. Así que, en parte, tiene razón al preguntarse si podríamos hacer algo más… de perdidos al río —se encogió de hombros ella—. Aun así, también entiendo tu parte. Elegimos continuar con la misión, pero nunca aceptamos ayudarlos de forma indefinida. No solamente porque requieren bastante protección sino porque un conflicto así podría tardar en resolverse mucho tiempo y ni siquiera somos los más adecuados para esta tarea. Además, tampoco podemos ablandarnos en cada misión. La gente tiene muchos problemas. Si intentáramos solucionar cada situación que se nos presentara en cada misión no acabaríamos nunca.
—Estoy de acuerdo —dijo Sasuke—. Creo que debemos eliminar a Gatou. Si no lo hacemos, ¿para qué hemos aceptado proteger a Tazuna y al puente mientras se está construyendo?
—¡Ves! —exclamó Naruto, con una sonrisa triunfal.
—Espera dobe, no he acabado de hablar. Solo estoy de acuerdo en esta situación puntual pero, en lo demás, Seina y Kakashi-sensei tienen razón. Solo porque a ti te toque la fibra sensible el drama personal de la gente no significa que debas sacrificarlo todo por ellos. Somos ninjas, no santos.
Naruto, visiblemente enfadado, volvió a sentarse. Kakashi-sensei no rebatió sus argumentos. Más bien parecía pensativo, contemplando el problema.
—Entiendo vuestros puntos y creo que tenéis parte de razón. Si fuera fácil deshacerse de Gatou lo haría, pero debemos tener en cuenta varios factores. Para empezar, está sumamente protegido. En segundo lugar, no sabemos si alguien del país del Fuego tiene intereses con él y podría resultar perjudicado si le eliminamos, repercutiéndonos a nosotros. Y, en tercer lugar, tampoco sabemos si, después de matarlo, tiene algún aliado que pueda vengarse de la Ola por su muerte, haciendo que nuestro trabajo sea en vano.
—¿Dirías que alguien del país del Fuego tiene intereses con Gatou? —preguntó ella, quien ya se imaginaba como resolver el problema.
Kakashi-sensei lo pensó durante unos minutos, seguramente intentando acordarse de los negocios de Gatou en el país del Fuego.
—Lo cierto es que nadie importante. Gatou es originario del país de la Niebla, por lo que sé. No creo que sus intereses hayan llegado todavía al país del Fuego.
—Entonces alguno de sus esbirros tiene que matarle. Si lo hace, nadie apuntará un dedo a Konoha y el país de la Ola no debería porqué sufrir represalias. A su vez, no tendríamos que ponernos en peligro intentando eliminarle.
Su equipo contempló sus palabras con algo de sorpresa.
—¿Y cómo piensas hacer que uno de sus ninjas mercenarios se vuelva en su contra? —preguntó escéptico Kakashi-sensei—. Nadie aceptaría un trato así sin pagarle mucho dinero. Es prácticamente un suicidio. A no ser… que no hables de usar a alguien voluntariamente…
Sasuke y Naruto, no obstante, comprendieron cómo pensaba hacerlo. Solo necesitaba usar el imperius y, posiblemente, algunas runas de sumisión. Con eso, seguramente ni el ninja más testarudo podría evitar ser sometido por ella. El problema era explicarle a Kakashi-sensei cómo pensaba hacerlo. Estaba claro que una habilidad así era imposible de esconder en la situación en la que se encontraban. Sobre todo, porque quién tendría que capturar o distraer a uno de los ninjas era el jonin, si quería acercarse lo suficiente como para usar la maldición. Debió haber estado demasiado tiempo callada, pensando, porque Kakashi-sensei le llamó la atención con expresión sorprendida.
—Seina… ¿Por qué tengo la impresión de que podrías hacerlo?
Fue la primera vez que le preguntó, aunque no directamente, sobre sus habilidades. Nerviosa, se preguntó si la había cagado ofreciendo una salida. Lo cierto era que no quería destruir la inocencia de su hermano ni la armonía del equipo, sobre todo cuando tenía medios para remediar sus problemas. Aun así, estaba claro que no se lo había pensado bien.
—¿Quieres que os dejemos a solas para hablar? —le preguntó Sasuke y ella se lo pensó.
—Enana, estaba claro que tu secreto iba a ser descubierto una vez fueras un ninja de verdad —le dijo Kurama—. Quizás sea el momento perfecto para poner a prueba a tu profesor. Te dije que lucharíamos juntos. Si esto se tuerce puedes contar conmigo.
Una mano en su hombro la devolvió a la realidad. Vio que era Kakashi-sensei, con rostro conciliador. Parecía que había decidido no presionarla más pero, justamente por eso, supo que quería decírselo. Kurama tenía razón. Eran un equipo y Kakashi-sensei había prometido ganar su confianza. Quizás no tenía por qué decírselo todo todavía, pero podía decirle lo de sus poderes. Así, si llegara a según qué gente, nadie sabría del todo la verdad.
—No pasa nada, Seina.
—¿Podéis dejarnos, por favor? —le preguntó a Naruto y Sasuke.
Kakashi-sensei vio cómo se iban de la sala de invitados, dejándolos solos, pero no dijo nada. Se mantuvo sentado frente a ella, dándole tiempo para que hablase cuando estuviera preparada.
—Tengo una kekkei genkai.
—…Tienes una kekkei genkai —repitió él, asintiendo despacio—. Naruto no la tiene, ¿verdad?
—No.
—Está bien. ¿De qué se trata?
—Tengo una segunda energía con la que puedo… modificar, por así decirlo, la realidad como yo quiero.
El jonin la miró durante largo rato, asimilando sus palabras.
—¿Puedes ponerme unos ejemplos?
Seina alzó una mano y conjuró una rosa roja. Se la entregó a Kakashi-sensei, que no había pestañeado desde hacía un minuto, y vio como la examinaba. La tocó, la olió, se pinchó un dedo con uno de los pinchos…
—Es real. ¿Cómo es posible? No he pestañeado. Apareció de la nada.
—Puedo hacer muchas cosas —cogió la rosa y la convirtió en un gato.
Kakashi-sensei no salía de su asombro. Cogió al gato, vivo, que maullaba y se restregaba contra su chaleco, y lo examinó sin pestañear.
—Eso solo es una mísera parte de lo que puedo hacer —dijo ella, mirando al animal. Kakashi-sensei la observó, con el gato en brazos—. Puedo invocar cosas de la nada, transformar una cosa en otra, puedo hacerme invisible, teletransportarme, aumentar mis sentidos, leer mentes, explotar materia, reconstruirla… puedo hacer muchísimas cosas.
—¿Cuáles son tus límites? —preguntó, con rostro serio.
—Ninguno, mientras tenga imaginación y poder. Las cosas más complejas no son tan fáciles como es, por ejemplo, invocar esa rosa, pero puedo crear la forma de hacerlo, si lo intento.
—Ya veo. Ahora empiezo a comprenderlo todo, ¿sabes? Para empezar, lo que me llamó la atención por primera vez fue tu mochila que, extrañamente, parece ser más grande de lo que es. También está tu vínculo mental con Sasuke, tú afiladísimo oído capaz de escuchar a más de 20 metros de distancia, tú forma de detectarme a pesar de ser yo un ninja de élite, la forma en que percibes las presencias de ninjas ocultos como los anbu…
>> ¿Sabías que visité vuestro piso y la casa de Sasuke el día después de aceptaros como equipo? Lo curioso de todo es que un par de semanas después, cuando os mudasteis, intenté visitar vuestra nueva casa para comprobar que estabais bien y resultó ser imposible de localizar. No solamente la dirección desapareció del registro, a pesar de que leí la dirección un día después de que os comprarais la casa, sino que era físicamente ilocalizable. Ni siquiera recuerdo dónde está. Imagínate mi sorpresa, cuando el Hokage me informó de vuestra visita a su despacho en busca de fotografías de los padres de Sasuke. Por una corazonada, intenté visitar su casa otra vez y resultó que también había desaparecido. Os busqué por toda Konoha. Unas 3 veces.
>> Después de eso, visité al casero de vuestro antiguo piso para ver si tenía alguna pista sobre vuestro paradero pero, dejando de lado su inusual paranoia sobre que la ducha estaba maldita, no pareció saber nada de vosotros. Ahora me cuestiono si ese hombre tenía razón, y tuviste algo que ver. No sería la primera vez que alguien se queda calvo a tu alrededor, ¿no es cierto? Desistí de encontraros ya que, incluso cuando os seguí para ver dónde vivíais, era incapaz de localizaros. Incapaz de ver la casa.
>> Por no hablar de Mizuki, quién supuestamente engañó a tu hermano, a pesar de que has confesado leer las mentes de los demás. ¿Realmente le engañó, o lo manipulaste? Supongo que tengo varias preguntas, pero me gustaría saber, para empezar, qué… jutsus has usado con tu kekkei genkai hasta ahora.
—Wow. No eres tonto, está claro —aplaudió ella, con una sonrisa de oreja a oreja al escucharle—. Tienes razón en todo. Para empezar, empecé a leer las mentes de las matronas del orfanato cuando empezaron a llamarnos demonio. Luego de eso, fuimos puestos en ese piso, pero nuestro casero era un verdadero bastardo. No pudo desconectar la luz ya que todos los pisos estaban conectados al sistema de red, pero sí que lo hizo con el calentador de la ducha que iba con gas, no electricidad. Usé mis poderes para tener agua caliente así que nunca le reporté ya que sabía que no serviría para nada.
—Y cuando os fuisteis te vengaste —afirmó Kakashi-sensei y ella asintió.
—También leí las mentes de algunos civiles, sobre todo los mercaderes, para que no nos timaran cuando compraba pero, con mis poderes, era fácil que no se dieran cuenta de quién era realmente a quién le estaban vendiendo. No me supuso gran problema. El verdadero problema eran los ninjas. Esos que nos espiaban, y algunos instructores de la academia. Empecé a usar mi audición aumentada para evitar jaleos y peleas ya que algunos, a pesar de poder repeler a la mayoría, estaban empeñados en odiarnos y asaltarnos. Por casualidad, escuché a esos ninjas hablar de Danzo. Como no hicieron nada, salvo espiarnos, los dejé estar.
—¿Habrías hecho algo si os hubieran atacado?
Seina rio con malicia sin poder evitarlo, pero no dijo nada. Realmente no sabía lo que habría hecho si le hubieran tocado un pelo a Naruto. Quizás los habría torturado hasta dejarlos irreconocibles, o les habría destruido la mente en busca de información. A lo mejor los habría usado contra el propio Danzo, si es que él era el jefe de todos ellos. Quién sabía. Su maestro pareció entenderlo y no siguió preguntando.
—Luego estaban los profesores de la academia. Intentaron sabotearnos durante años con material viejo pero, para mí, fue fácil duplicar unos cuantos libros y armas. Cuando no fueron capaz de castigarnos por mala conducta empezaron a ignorarnos. Hasta que llegó Mizuki.
—El chunin que intentó robar el pergamino del Primer Hokage.
—Ese. En seguida noté sus malas intenciones cuando nos miraba así que le leí la mente. Por lo general, no suelo leer las mentes a no ser que sea absolutamente necesario ya que respeto la privacidad de los demás y tampoco quiero ver lo que piensa la gente, pero Mizuki… fue absolutamente necesario. Pensaba usarnos como chivo expiatorio para robar el pergamino y luego eliminarnos. El muy idiota…
—Así que le manipulaste e hiciste que Iruka lo pillara en el acto, para que no tuviera ningún tipo de coartada.
—Así es.
—¿Tienes copiado el pergamino? —preguntó Kakashi-sensei, mirándola fijamente. Ella sonrió—. Imagino que si te pido que me lo devuelvas me darás una copia.
—Tranquilo, ni siquiera Naruto puede tocarlo. No lo he leído, salvo lo que leyó mi hermano por aburrimiento.
—Supongo que no puedo pedirte más… —suspiró Kakashi-sensei—. ¿Y qué hay de la casa de Sasuke?
—¿Sabes la situación de las tierras de los Uchiha? —le preguntó Seina. Su maestro asintió—. Obviamente, cuando nos dimos cuenta de que vivía allí y por qué, no íbamos a dejarlo pasar. Escondí su localización para que nadie pudiera encontrarla, y venderla, y para que Sasuke pudiera mudarse sin que nadie lo supiera ni le obligara a dar su propiedad. Mi casa nueva está bajo el mismo jutsu, se podría decir. Nadie, salvo Naruto, Sasuke y yo, sabemos dónde está así que nadie puede atacarnos. Cosa que me parecía necesaria, visto lo visto.
—Ya veo —sonrió ampliamente Kakashi-sensei—. Chica lista.
—En cuanto a la poción que te he dado, eso no tiene nada que ver con mis poderes. Simplemente es una combinación de hierbas y otras cosas. Cualquiera podría hacerlas. Por último, respecto a nuestra ropa que, como habrías visto, nunca se ensucia ni rompe, he usado una especie de fuinjutsu, pero con mis poderes.
—¿Y ya está? ¿Qué hay de la comida que no perece metida en tu riñonera?
Ella se encogió de hombros.
—La tengo en una especie de limbo temporal así que no perecerá nunca mientras no abra la tapa del bento.
—Maa. Tus poderes son realmente útiles. Lo sabes, ¿verdad? En realidad, me alegro de que los hayas escondido porque seguro que, de saberse, mucha gente te habría intentado utilizar o secuestrar. Supongo que por eso siempre eres tan reticente a hablar de ello.
—Así es.
Se hizo un silencio cómodo mientras ambos intentaban interiorizar la conversación pesada que acababan de tener. Por suerte, Kakashi-sensei no parecía horrorizado de sus poderes sino más bien curioso y sorprendido. Seina sintió como si se hubiera quitado un peso de encima. Metió su mano en la riñonera y sacó una riñonera del color del chaleco jonin, vacía, que había hecho junto a la de Sasuke pensando en su maestro.
—Ten. Esto es para ti.
Kakashi-sensei cogió con delicadeza la bolsa encantada, obviamente imaginando que no era una mochila normal y corriente. Le entregó también la funda de kunais hechizada y un maletín médico lleno de pociones, vendas, pomadas, utensilios y demás.
—Pensabas contármelo… —susurró Kakashi-sensei, observando la mochila con la mirada perdida.
—Dijiste que estarías ahí para mí —dijo ella y el jonin levantó la mirada—. Que te ganarías mi confianza.
—Así es. Gracias por haber confiado en mí Seina.
Ella asintió ante la silenciosa reiteración de Kakashi-sensei sobre no traicionarla. Le explicó cómo usar la funda de kunais y la riñonera, y le habló de las varias pociones y pomadas que había preparado. Kakashi-sensei parecía cada vez más excitado ante las posibilidades de lo que podía hacer con su magia. Era como un niño pequeño con un nuevo juguete.
—Ah, y una cosa más. Me gustaría modificar tu chaleco y tus kunais —le dijo ella—. Eres el único de nosotros sin protección extra.
—¿Modificarlo cómo? —preguntó interesado su maestro.
—Armas que no se parten ni hace falta afilar y ropa impenetrable.
—Tú… ¿puedes hacer que algo sea impenetrable?
—Mira esto —le pidió e intentó usar un kunai para perforar su chaqueta sin éxito alguno.
—Increíble. Puedes llamar a Naruto y a Sasuke, si quieres.
Seina asintió y llamó a los chicos, que estaban entrenando en el jardín trasero. Kakashi-sensei se quitó el chaleco, vistiendo solo su jersey azul arrapado que no dejaba absolutamente nada para la imaginación, y ella sacó sus herramientas de costura. Estuvo cosiendo las runas bajo la mirada curiosa de Kakashi-sensei y Sasuke, quién a pesar de llevar ropa hechizada no había visto cómo lo hacía. Estuvieron hablando mientras ella trabajaba. De vez en cuando veía al jonin posar su mirada sobre la riñonera y el maletín médico, con una expresión difícil de explicar.
Horas más tarde, cenaron cada uno los bentos que había traído en compañía de la familia de Tazuna, como si nada hubiera cambiado, pero las cosas no podían ser más diferentes. Finalmente, todos en su equipo estaban enterados de sus poderes. Sentía como si se hubiera quitado un peso de encima que no sabía que la retenía. Dio gracias, en silencio, una vez más porque Kakashi-sensei fuera su maestro y porque no la hubiera rechazado como habrían hecho algunos.
Chapter 14
Notes:
Advertencia: esclavitud, muerte/asesinato, suicidio
Chapter Text
—Está bien, equipo 7. Necesitamos un plan para deshacernos de Gatou —dijo Kakashi, al día siguiente cuando había asimilado la charla del día anterior—. Seina. ¿Cuál era tu idea?
—Básicamente puedo imponer mi voluntad en alguien con mis poderes y obligarle a hacer lo que yo quiera.
—… —se hizo un silencio mientras contemplaban sus palabras—. Pensaba que iba a ser un plan más complejo. ¿Estás segura que puedes usarlo en un ninja? ¿Cómo funciona?
—Tendría que tocarle con mis poderes. De ahí a que necesite que se quede suficientemente quieto para acertar.
—Ya veo. Necesitas mi ayuda para capturar con vida a uno lo suficientemente fuerte como para que pueda llegar hasta Gatou y matarlo.
Ella asintió y Kakashi-sensei lo pensó durante unos minutos. Acto seguido, empezó a preguntarle cuánto duraría la técnica, si alguien sería capaz de advertir la diferencia, si podrían zafarse de su control, si percibirían su ataque… Le dolía la cabeza de pensar tanto en la maldición imperius.
—Está bien. Quiero que lo pruebas en mí. Quiero sentirla —le dijo Kakashi-sensei y todos le miraron con atónito.
—¿Estás dispuesto a que te haga mi esclavo, aunque sea un solo minuto? —le preguntó incrédula.
—Confío en ti.
Confianza. Todo se reducía a eso. Después de todo, ambos estaban intentando confiar el uno en el otro. Kakashi-sensei sabía prácticamente todos sus secretos porque ella había confiado en él. Ahora, Kakashi-sensei estaba intentando confiar en ella. Quizás fuera intencionado, para demostrar lo entregado que estaba a ganar su confianza, quizás fuera por la misión… pero, igualmente, era algo insólito para un ninja someterse así ante alguien, incluso alguien cercano.
—Está bien —asintió ella e intercambiaron miradas. En ese instante lo hizo—. Imperio... Aplaude.
El jonin se relajó bajo la maldición y, aunque intentó zafarse de su control, no era rival para la magia. En menos de unos segundos empezó a aplaudir. Sasuke y Naruto lo miraron, con una sonrisa divertida, y Seina levantó el imperius.
—Vaya… Nunca había sentido algo igual. Te he notado, pero no he podido resistirme.
—Puedo ser más delicada —le aseguró—. Como me has dado permiso quería que supieras cuándo iba a pasar.
—Pruébalo otra vez sin que me dé cuenta.
Ni acabó la frase, prediciendo lo que iba a decir, que miró a Kakashi-sensei y usó la maldición mentalmente. Hizo que se levantara, que diera unas cuantas vueltas en la habitación y se sentara.
—¿Ya está? —preguntó el jonin.
—Sí.
—¿Ahora lo has sentido, Kakashi-sensei? —le preguntó Naruto con curiosidad.
—No lo ha sentido —dijo su maestro y Sasuke lo miró extrañado—. Sigue bajo mi influjo.
Las cabezas de Naruto y Sasuke se giraron a mirarla y entonces dejó al jonin libre. Kakashi-sensei pestañeó y la observó en silencio.
—Wow… Con ese jutsu serías capaz de sacarle los secretos a cualquiera.
—Lo sé, pero no voy a usarlo en mis camaradas —dijo ella. Kakashi-sensei asintió. Confianza.
—Si lo haces de esta manera nadie notará que está siendo manipulado. Siendo una técnica que puedes dejar activa a pesar de la distancia podrías usarlo en cualquier ninja de Gatou. ¿Podrías volverte invisible?
Seina usó el brazalete encantado que tenía para eso. No solamente la volvía invisible, también ocultaba su olor, el sonido, el calor y su presencia. Kakashi-sensei alzó una mano y ella se la tocó. Dejó que su maestro le cogiera la mano y examinara el espacio donde supuestamente estaba, con rostro excitado.
—Es increíble —susurró y luego le pidió que volviera. Le apretó levemente la mano y se la soltó—. Está bien. Esto es lo que vamos a hacer, equipo 7. Protegeremos a Tazuna para que acabe el puente. Si tenemos suerte, antes de que eso suceda Gatou enviará a sus ninjas para evitarlo. Acabaremos con ellos y dejaremos preferentemente al más fuerte para que Seina lo someta y lo use para acabar con el mismo Gatou. Si no tenemos suerte, Gatou esperará a que se acabe el puente y nos marchemos antes de actuar. Si eso sucede, nos esconderemos y vigilaremos el puente. En cuanto lo vuelvan a atacar, realizamos el plan anterior.
—¿Y qué pasa si tardan demasiado en atacar el puente? ¿Cuánto tiempo vamos a esperar aquí?
—No creo que se demore mucho. Pensad que ya envió a Zabuza. No parece dispuesto a esperar mucho tiempo. Aun así, si no tengo razón, crearemos unos cuantos rumores sobre falsos negocios entre la Ola y otro país que interfieran con sus negocios. Eso lo empujará a actuar.
Asintieron ante el plan y recogieron sus cosas para acompañar a Tazuna al puente. Como el otro día, estuvieron presentes durante toda la mañana evitando que nadie saboteara el trabajo pero, aparte de unas cuantas riñas entre trabajadores descontentos y nerviosos, no pasó nada. Estaba claro que la gente del pueblo no era peligrosa. Ni para Tazuna ni para la integridad del puente. Gatou era el único problema pero, con él, solo podían esperar.
—Hay algo que no me dijiste, ¿verdad? —le preguntó Kakashi-sensei cuando regresaron de nuevo a casa de Tazuna.
—Sí, pero no es nada que me afecte. Algún día te lo contaré —aseguró ella.
—De acuerdo. Solo quería darte las gracias nuevamente por confiar en mí. Sé que debió ser duro para ti—sonrió Kakashi-sensei.
—No era cuestión de confiar en ti, sensei. Tú no eras el problema. No sé cómo, pero siento que harías cualquier cosa con tal de protegernos… Sin embargo, no todo el mundo haría lo mismo y tú eres una sola persona.
Kakashi-sensei meditó sus palabras y asintió con expresión seria. Cuando llegaron a la casa Tsunami ya había preparado la comida para su familia y Seina sacó unos cuantos bentos. Por suerte había preparado comida suficiente para un mes, a pesar de las críticas sobre ser una exagerada de Naruto, de lo contrario no sabía cómo se alimentarían durante mucho más tiempo.
—Aaah… —suspiró Tazuna, masajeándose el cuello—. Estoy cansado de trabajar en el puente.
—Te esfuerzas demasiado, papá —le reprochó su hija.
—Bueno, al menos ya está casi terminado.
Apareció el mocoso y Seina supo por su expresión que estaba a punto de estallar. Naruto, tumbado sobre la mesa, lo miró con una ceja alzada.
—¿¡Por qué os estáis esforzando tanto!? ¡Por mucho que entrenéis y protejáis a mi abuelo no podéis derrotar a los hombres de Gatou! ¡No importa cuánto os esforcéis! ¡La gente débil siempre perderá ante la gente fuerte! —gritó el niño a su equipo, a pesar de no haber abierto la boca aun ninguno de ellos.
—Cállate. Nosotros no somos como tú —le dijo Naruto, más serio que nunca.
—¡Cállate tú! ¡No sabes nada sobre este país! ¡Eres un entrometido! ¿¡Qué carajo sabes tú de mí!? ¡Tú y yo somos diferentes! ¡Tú estás siempre alegre y haciendo el payaso! ¡No conoces el verdadero dolor!
—¿Es por eso que pretendes ser el protagonista de una tragedia y lloras todo el día? —rio secamente Naruto, poco impresionado—. Un idiota como tú puede simplemente seguir llorando. ¡Llorón!
Inari salió corriendo de la casa para el descontento de su madre. Los demás, empezaron a cenar, sin saber si Inari regresaría.
—Seguid cenando, chicos. Ahora vuelvo —les dijo Kakashi-sensei.
Seina le vio marcharse tras Inari. Naruto y Sasuke solo asintieron y siguieron comiendo, hablando con Tsunami y Tazuna del puente y de Gatou. Ella, curiosa, agudizó el oído en dirección al porche. Escuchó como Kakashi-sensei se sentaba en la madera.
—No creo que Naruto haya dicho eso con rencor. Tazuna nos habló de tu padre. Al igual que tú, Naruto y Seina perdieron a su padre, y a su madre, el mismo día de su nacimiento. No solo ellos perdieron a sus padres, también Sasuke perdió a los suyos con 6 años. La verdad es que mi equipo tiene un pasado difícil y duro, como tú.
—¿Eh? —hizo un sonido incrédulo Inari—. Pero nunca los he visto quejarse o llorar.
—Seina y Sasuke son fuertes y Naruto intenta que la gente lo reconozca, ese es su sueño. Seguramente, estén cansados de llorar. Conocen el sentido de ser fuerte, como tu padre. Este equipo entiende mejor que nadie tus sentimientos.
Dejó de escuchar a Kakashi-sensei, pero no olvidó su última frase. No había dicho Seina, Sasuke y Naruto sino “este equipo”. Se había incluido a él también. Siguió comiendo la cena con la mirada perdida en el bento. Cuando regresó Kakashi-sensei, solo, se sentó en su sitio, delante de ella. Escuchó como Inari parecía estar debatiéndose, entre suspiros y pasos indecisos, sobre si entrar o no. Miró al jonin, que estaba comiendo con su habitual rapidez para no mostrarles el rostro, y Kakashi-sensei le devolvió la mirada. Estaba claro que ambos sabían que había espiado la conversación. Asintió imperceptiblemente, como si quisiera dejarle ver que estaba bien, y ella alargó una pierna y le tocó un pie. No iba a preguntarle delante de todos, pero al menos quería que supiera que no estaba solo con su dolor. Todos sus genins le comprendían.
Retiró lentamente el pie pero, para su sorpresa, Kakashi-sensei alargó un poco su pierna y dejó su pie al lado del suyo, a mitad de camino entre los dos, mientras cenaban. No pudo suprimir una sonrisa mientras escuchaba como el jonin se unía a la conversación, acabándose el bento sin que nadie le viera.
Al día siguiente, tuvo un mal presentimiento. Algo le decía que su periodo de tranquilidad había pasado. Se lo comunicó a su equipo, a pesar de no tener pruebas.
—Mmm… Lo cierto es que aproximadamente una semana es lo que tardaría en recuperarse Zabuza de esas lesiones —pensó en voz alta Kakashi-sensei—. Estad atentos hoy.
Dejaron la casa atrás, esperando que todo fuera igual que el día anterior, pero solo con llegar al puente vieron a unos cuantos muertos en el suelo. Tazuna se acercó corriendo a sus trabajadores, horrorizado, mientras Kakashi-sensei y los demás intentaban percibir alguna presencia. Justo cuando el jonin se giraba a mirarla, seguramente para instarla a usar alguno de sus poderes, sintió una presencia con malas intenciones rozar las protecciones que había puesto en la habitación de invitados de la casa de Tazuna.
—¿Qué sucede? —preguntó el jonin, viendo su rostro preocupado.
—Alguien ha entrado con malas intenciones a la casa de Tazuna —le susurró.
Acto seguido empezó a aparecer una niebla que ya habían visto antes y Kakashi-sensei ahogó un gruñido de frustración, dándose cuenta de que iban a ser atacados justamente cuando Tsunami e Inari estaban en peligro. Se debatió en silencio qué hacer un par de segundos y luego se giró a mirarla.
—Ve con ellos, Seina. Infórmame a través de Naruto y espera órdenes.
—¡Hai! —usó el shunshin y desapareció de allí.
Tardó apenas unos segundos en llegar a la casa de Tazuna y vio como dos ninjas, seguramente mercenarios de Gatou, se llevaban a Tsunami a rastras. Justo cuando iba a intervenir, apareció Inari. En el acto más valiente que había visto en el niño hasta la fecha gritó a los agresores que soltaran a su madre.
—¡Cállate mocoso, o recibirás!
—¡Soltad a mi madre, idiotas!
Ambos ninjas, irritados con el niño, dejaron a Tsunami atada en el suelo sin miramientos y se abalanzaron con las katanas desenvainadas. Usó el kawarimi para intercambiar a Inari con un tronco cercano.
—¿¡Kawarimi!? —se giraron al escuchar como depositaba a Inari junto a su madre, ahora libre de ataduras—. ¿¡Quién demonios eres tú, mocosa!?
—Nadie interesante —sonrió ella al darse cuenta de que tenía una gran oportunidad.
Con un par de clones que había escondido nada más llegar, los dejó inconscientes de un golpe en la cabeza. Realmente algunos ninjas hablaban demasiado.
—Naruto, Sasuke. Habéis visto todo esto, ¿no? Informad a Kakashi-sensei de que tengo a 2 ninjas inconscientes para nuestro plan.
—……Dice que lo intentes. Nosotros estamos luchando contra Zabuza y un tal Haku. Órdenes de Kakashi-sensei: protege con la casa de Tazuna y ordena a Tsunami y a Inari que se queden dentro. Cuando acabes, regresa al puente.
—Entendido —enmudeció la conexión levemente y se giró a mirar a Tsunami, quien apretaba contra su pecho a su hijo con fuerza—. Órdenes de Kakashi-sensei. Deben quedarse dentro de la casa hasta nuevo aviso. Pondré una barrera alrededor de la propiedad para que ningún ninja pueda entrar, pero no deberán salir, ¿entendido?
—Hai, Seina-san. Muchas gracias por habernos salvado.
—Deprisa, tengo que regresar al puente —les instó a que entraran dentro y protegió la casa con unas cuantas barreras mágicas que apenas tardó unos minutos en alzar—. Y ahora vosotros… Imperio. Imperio… Comportaos de forma normal. Matad a Gatou y a sus mercenarios. Intentad que no os descubran hasta matar a Gatou. De ser descubiertos, usar todos los medios para eliminar al máximo número de mercenarios de Gatou y a Gatou. Rennervate.
Vio como ambos ninjas abrían los ojos y como se levantaban sin atacarla. Se dieron la vuelta y se fueron en dirección a la base de Gatou. Con un poco de suerte, ese hombre estaría muerto antes de finalizar el día. Se giró y usó el shunshin de vuelta al puente. Cuando llegó observó la situación durante unos segundos. Vio a Sasuke, con lo que parecía ser el sharingan activado y bastantes de rasguños propios de los senbon dentro de una especie de cúpula de hielo, a Naruto atacando al que debía ser Haku, apostado dentro del hielo, sin moverse delante de Tazuna y a Kakashi-sensei pelear contra Zabuza. Vio el kunai de su hermano ser interceptado por una mano de carne y hueso acompañada de medio cuerpo, como si Haku hubiera sacado su brazo y parte de su torso fuera del hielo. Supo que era su oportunidad.
Usó el shunshin de nuevo y le dio un puñetazo con todas sus ganas. Haku salió despedido del hielo, inconsciente debido al stupefy que usó al tocarle en su ataque.
—¿¡Cómo es posible!? ¿¡Qué le has hecho!? —gruñó una voz a sus espaldas, cuando vio a su aliado tumbado en el suelo inconsciente y la técnica de hielo desaparecer.
Vio cómo le lanzaba unas cuantas shuriken para matarla, pero antes de que pudiera defenderse, Sasuke se le adelantó, desviando con sus propios shuriken las armas de Zabuza. Seina ató a Haku y se aseguró de que no despertaría a menos que ella le reviviera o hasta dentro de 5 o 6 horas. Antes de que pudiera seguir atacándola, Kakashi-sensei se abalanzó contra él para desviar su atención.
—¿Está muerto? —le preguntó Naruto, a pesar de que presentía que no.
—No. Solo inconsciente.
—Me habría gustado probarme contra él —chasqueó la lengua Sasuke, cogiendo al prisionero y dejándole al lado de Naruto, que creó a un par de clones para vigilarlo.
Vieron como Zabuza y su maestro intercambiaban combos de taijutsu hasta separarse nuevamente.
—Pensé que Haku era una buena arma. Una máquina de matar sin temor ni sentimientos. Creí que tu equipo era basura pero, quizás, me equivocaba —masculló Zabuza—. Tendré que matarlos para enmendar mi error.
Kakashi-sensei intentó alzar su banda ninja para usar el sharingan, pero Zabuza arremetió contra él con un kunai. Seina aguantó un gesto de dolor al ver cómo su sensei paraba la puñalada dirigida hacia su cara con la otra mano. Demonios, tendría que haberle puesto las runas en toda la ropa y no solo en el chaleco.
—¿Otra vez el sharingan, Kakashi? No podrás vencerme una segunda vez de la misma forma.
—No hay peor ninja que alguien fanfarrón —le contestó Kakashi-sensei y se levantó finalmente la banda ninja.
En cuanto lo hizo Seina supo que debería haberle comentado lo de su curación. ¿Cómo podía haber sido tan idiota? ¡Pues claro que iba a usarlo otra vez! Se preguntó con la mente en blanco cómo Kakashi-sensei sería capaz de usar ese ojo desactivado, si ni siquiera era consciente de la diferencia cuando, para su atónito, vio como el ojo negro se convirtió en el sharingan. Exhaló profundamente dándose cuenta de que había dejado de respirar. No tenía ni idea de lo que había pasado, pero dio gracias a Merlín porque no le hubiera quitado semejante ventaja en la lucha contra Zabuza a Kakashi-sensei.
—Ya sé cómo funciona ese ojo tuyo, Kakashi. En nuestro anterior combate Haku llegó a tiempo para observar el final y contarme todo lo que descubrió del sharingan —le informó Zabuza—. Ahora ya sé cómo derrotarte.
La niebla volvió más densa que nunca antes. Seina, Sasuke y Naruto rodearon a Tazuna antes incluso de que Kakashi-sensei se lo pidiera.
—¡Proteged a Tazuna! —les gritó y luego se quedó quieto mientras intentaba averiguar el paradero de Zabuza.
—¡No veo nada! —gritó Naruto en su cabeza.
—Calla Naruto, déjame escuchar —le ordenó ella rápidamente y cerró los ojos.
Se dio cuenta un segundo antes de que apareciera ante ellos de que iba a atacarlos. No sabía si Kakashi-sensei lo había escuchado como ella o previsto porque apareció frente a ella, que cubría la espalda a Tazuna, e interceptó el ataque de espada de Zabuza con el pecho. Ahogó un grito al darse cuenta de que, de no haberle cosido esas runas, ahora mismo estaría malherido.
—¡Imposible! ¡Te he dado! —gruñó sumamente enfadado el ninja de la Niebla. Acto seguido, desapareció.
—Pareces creer que he sobrevivido en este mundo solo con el sharingan. Fui miembro de los anbu. No soy un simple ninja que sólo sepa copiar técnicas… Déjame que te muestre mis propias técnicas.
Seina vio con una sonrisa como Kakashi-sensei invocaba a lo que parecían ser distintas razas de perro que, guiados por el olor de su sangre en el kunai de Zabuza, se abalanzaron sobre él dejándole preso. La niebla se fue disipando lentamente y, ahora que Naruto podía ver dónde estaban cada uno, usó un jutsu de viento para acabar de despejar el puente sin herir a nadie.
—Tu nombre, desertor de Kirigakure, no tardó en llegar a los oídos de Konoha. Intentaste matar al Mizukage pero tu golpe de estado fracasó y tuviste que huir con tus compañeros. Intentas reunir dinero para lograr tu venganza mientras huyes de los cazadores de ninjas. ¿Me equivoco? —le preguntó Kakashis-sensei al mismo tiempo que empezaba a moldear el chakra y realizar sellos—. Por eso trabajas para escoria como Gatou. Eres peligroso. Intentas matar a Tazuna, cuyo puente es la única esperanza de su pueblo. Tú ambición exige demasiados sacrificios de otra gente.
De la mano de Kakashi-sensei apareció una especie de rayo que le cubría el brazo. Saltó hacia Zabuza con la intención de matarlo cuando éste se zafó de los perros más pequeños y torció su torso para evitar un impacto directo en su corazón. Malherido, Zabuza se cogió el estómago jadeando, pero siguió atacando a Kakashi-sensei, o intentándolo al menos.
—Ya no puedes seguir —le dijo el jonin—. He bloqueado tus brazos y estás perdiendo mucha sangre. Pronto ni tu jutsu de agua será capaz de mantenerte con vida.
Zabuza cayó al suelo, de rodillas, y su mirada se desvió hacia Haku, quien todavía estaba atado e inconsciente.
—Al final… parece que tenías razón sobre mi futuro. Solo me espera la muerte.
—Déjale ir, Seina —le pidió suavemente su maestro y ella revivió al ninja.
Tardó un par de segundos en darse cuenta de dónde estaba y del estado de su “amo”. Usando el kawarimi se deshizo de sus ataduras y se postró ante Zabuza con rostro horrorizado.
—Haku… —llamó el ninja exiliado justo en el momento en que sentían múltiples personas acercarse a ellos.
—¿Ese es…Gatou? —preguntó Sasuke y luego la miró—. ¿No se supone qué…?
Ella se encogió de hombros. Antes de que pudieran preguntarse qué había salido mal con su plan, Gatou chasqueó los dedos y tiraron los cadáveres de los ninjas que había puesto bajo el imperius a los pies de Zabuza.
—¿¡Creías que podrían matarme!? —le gritó Gatou a Zabuza—. Te enteraste de que no pensaba pagarte, ¿no es así? Tu plan ha fracasado, aunque me has hecho perder a muchos hombres. Pensaba matarte rápidamente, pero esto lo pagarás caro. Empezando por ese chico tuyo.
Por el rostro cada vez más blanco de Zabuza se dio cuenta de que Gatou lo había estado usando y pensaba deshacerse de él en cuanto pudiera para no tener que pagarle. Haku creó un clon para sostener casi totalmente a Zabuza y poder defenderse de ser necesario. Luego miró a Gatou con un brillo de odio en los ojos.
—¡No voy a permitir que acabéis con mi amo!
—Míranos. ¿Crees realmente que escaparéis de esta con vida? —preguntó con sarcasmo—. Si os dejo ir acabaré muerto. No es nada personal, solo son negocios. Ya me entendéis.
Haku sacó un arma de su kimono y se abalanzó sobre el empresario. En ese momento Seina supo que no estaba pensando con claridad porque era obvio que no podría acabar con Gatou fácilmente, rodeado de mercenarios como estaba. Quizás el impacto de ver a Zabuza al borde de la muerte después de recuperar la consciencia había sido más impactante de lo que pensó.
—¡Espera Haku!
Haku no le hizo caso. Logró matar a algunos ninjas que rodeaban y protegían a Gatou pero no logró rematar su antiguo cliente, a pesar de apuñalarlo en el hombro con el kunai. En menos de un par de minutos, Seina vio con algo de horror como Haku perdía la vida intentando proteger a Zabuza.
—Niño —llamó Zabuza y se giraron a mirarle—. Préstame uno de tus kunais, quieres.
Naruto caminó hasta su lado. Luego, el equipo 7 acompañado de Tazuna, el constructor de puentes, observó como Zabuza moría intentando vengar a Haku usando un kunai en la boca. Por suerte, los ninjas que usó bajo el imperius parecían haber derrotado a bastantes mercenarios porque, cuando se dispuso a huir de Zabuza, no tuvo suficientes efectivos para evitar ser asesinado a pesar de que Zabuza estaba claramente al borde de la muerte debido a las heridas de Kakashi-sensei.
—…Lo siento, Haku —escuchó Seina y todos vieron como caía muerto al suelo.
Los pocos mercenarios que quedaban parecían debatirse entre enfrentarse a ellos o huir después de la muerte de su patrocinador. Cuando vieron a los aldeanos, encabezados por Inari, levantar sus palos y garrotes a lo lejos, corriendo hacia el final del puente, se dieron la vuelta y echaron a correr.
Seina miró a sus compañeros de equipo. Sasuke parecía neutral ante lo que acababa de pasar, pero Naruto estaba a un segundo del borde del llanto. Pensaba en las palabras de Haku al principio de la pelea, como se veía el arma de Zabuza y no como una persona, en lo que sufrió en país por los poderes que tenía y en cómo Naruto no le había podido ayudar en nada.
—¡Abuelo! —gritó Inari y Tazuna se abrió paso entre ellos para coger a su nieto.
—¿No se suponía que debía estar en su casa? —preguntó con un suspiro exasperado Kakashi-sensei.
Seina vio su mano ensangrentada y se la cogió. El jonin le dejó hacer. Le quitó el guante y le lavó la herida antes de desinfectársela. Luego, usó el iryo ninjutsu para cerrarle la herida algo profunda. Acabó aplicándole una pomada para evitar que quedara cicatriz antes de darle el guante arreglado con un simple hechizo.
—Como nueva. Gracias Seina —le sonrió Kakashi-sensei, apretándole el hombro.
Vio como Sasuke se curaba a sí mismo donde podía y acabó curándole las heridas de la espalda. Por suerte, Naruto apenas tenía un par de rasguños, como ella.
—¡Nos habéis salvado! —gritó Inari, sonriendo radiantemente.
Naruto se disculpó por sus palabras del día anterior mientras todos caminaban de vuelta a la aldea. Estuvieron un rato recibiendo las gracias de los aldeanos antes de ir a casa de Tazuna. Seina quitó las protecciones y todos se sentaron en las sillas del comedor con suspiros de cansancio.
—Muchas gracias por lo que habéis hecho por este país —les dijo Tazuna con una reverencia—. Nunca lo olvidaremos.
Kakashi-sensei aceptó las gracias cordialmente y la oferta de quedarse una noche más para descansar. Se turnaron para ducharse y luego comieron sus bentos en la parte trasera, mirando al mar.
—Al final todo se ha resuelto —dijo Kakashi-sensei— y nadie ha salido herido.
—Espero que puedan usar el puente para mejorar sus vidas, ahora que no están amenazados.
Naruto miró las olas, comiendo casi de forma automática. Seina se recostó en su hermano, dándole apoyo al darse cuenta de que la muerte de Haku y Zabuza le habían afectado de verdad. Sasuke, al otro lado, le tocó su rodilla con la pierna. Seina intentó cambiar de tema.
—Así que fuiste anbu, Kakashi-sensei. ¿Cómo es ser anbu? ¿Qué máscara llevabas? Y, lo más importante, ¿cuándo nos vas a presentar a tus ninken?
El jonin rio al escucharla.
—¿No puedes imaginar qué máscara llevé?
—¿La de perro?
—Así es.
—Uh —pensó ella en voz alta, dándose cuenta de algo—. Literalmente eras el perro del Hokage.
—…Se podría decir que sí —reconoció Kakashi-sensei—. Ser anbu fue duro. Las misiones siempre tienen cierto riesgo de muerte pero, a la vez, aprendes mucho.
—¿Y cuáles son los requisitos? —preguntó Sasuke. Ambos miraron curiosos al jonin.
—¿Estáis interesados en ser anbu? —preguntó con expresión seria.
—Por lo menos quiero llegar a ser jonin —informó ella y Naruto y Sasuke asintieron.
Kakashi-sensei se quedó en silencio, contemplando el horizonte azul. Por un segundo pensó que iba a disuadirla de pensar tan siquiera en entrar en anbu, pero no lo hizo.
Al día siguiente, finalizaron la misión en la Ola y pusieron rumbo de vuelta a casa.
Chapter Text
La vuelta a Konoha supuso volver a la normalidad como si la misión de rango C convertida en rango A no hubiera pasado. Kakashi-sensei, nada más volver, les dio un par de días de descanso en los cuales aprovechó para interrogarla en la privacidad de su propia casa. Naruto y Sasuke, que no fueron invitados a la casa de Kakashi-sensei, seguramente por paranoia del ninja, se dedicaron a holgazanear en la piscina mientras a ella la avasallaban a preguntas.
—¿Quieres algo de beber? —le había dicho el jonin y ella aceptó un té y unas galletas—. Ahora que estamos a punto, empecemos. Dime, ¿me…curaste tú mi ojo izquierdo?
—Sí. Siento no haberte dicho nada al día siguiente. Cuando te vi usarlo con Zabuza supe que había sido un error que podría haberte costado la vida. Lo siento —se disculpó ella, afligida.
—No voy a decir que no fue un error de tu parte no informarme de ello, pero veo que has comprendido tu fallo y sé que no volverás a hacerlo —aceptó el jonin. Seina asintió—. En cuanto me desperté supe que algo había cambiado. Como no sentí el gasto de chakra habitual procedente del sharingan activado supe que debía ser mi ojo.
—Así que lo supiste desde el principio…
—Sí. Fuera lo que fuera que hicieras logró conectar de forma natural el sharingan a mi cerebro. Solo fue cuestión de practicar como activarlo. Por ello te doy las gracias. Quizás algún día tendré una excusa para no tener que taparme ese ojo, cosa que será una gran ventaja para mí.
—De nada, Kakashi-sensei.
—Dejando eso de lado. Me gustaría que me hablaras de las medicinas que has creado. ¿Qué puedes hacer con ellas?
Le estuvo explicando las pociones que podía fabricar: la poción vigorizante, antídotos, antiparálisis, bálsamos contra el dolor, removedor de golpes, poción calmante, para dormir, enjuague bucal, poción envejecedora, fertilizante, fungicida, solución fortificante, gas sofocante, laxante, solución limpiadora, esencia de locura, poción oculus, del olvido, pasta de dientes blanqueadora, filtro de la paz, pasta para quemaduras, poción reabastecedora de sangre, sueño sin sueños, para la tos y venenos, etc.
—Podría hacer un libro, con las recetas y los usos —se encogió ella, ante la mirada atónita del ninja.
—Me parece bien. ¿Y qué hay del jutsu que esconde vuestra casa?
—Podría ponerlo en esta casa, si quieres —le ofreció para que viera cómo era—. Básicamente, tu casa entraría en una especie de dimensión de bolsillo donde solamente yo tengo la “llave”, siendo la guardadora del secreto, para abrir la puerta a otra gente. Es decir, que mientras yo no le diga a nadie dónde está tu casa, salvo a ti, nadie sabrá donde vives ni podrá localizarte. Ni siquiera tú, que eres el propietario, serías capaz de desvelar el secreto a otra persona. Solo yo podría. Eso es lo malo, que cada vez que quieras invitar alguien a tu casa necesitarías pedírmelo, o mostrarles un papel con la dirección. Aunque eso sería más peligroso…
—Ya veo… Imagino que yo no puedo ser el guardador del secreto, como tú dices, porque no tengo tu poder —ella asintió—. Igualmente, me parece un jutsu increíble. Además, yo no traigo a gente a mi casa.
Seina alzó una ceja ante tal confesión. ¿Le estaba diciendo que no se acostaba con nadie en su casa? En realidad, no le extrañaba del todo porque la casa de un ninja era su santuario pero, aun así, le costaba de creer. Después de todo, ella estaba allí. El jonin debió comprender su incredulidad porque sus labios se estiraron en una sonrisa tras su máscara.
—Sé lo que estás pensando, pero es cierto. Nunca he tenido una relación seria en mi vida y las relaciones físicas que he tenido son más bien esporádicas. Muy esporádicas. No valen tanto la pena como para poner en peligro mi hogar. Por no hablar de que no tengo familia de sangre. Tú misma deberías saberlo. Pusiste tu casa bajo semejante jutsu.
—Lo sé, pero ni siquiera pensé en ese punto. Mi mayor motivación era la seguridad de Naruto y la mía, una vez no tuviéramos vigilancia de los anbu. Y, por cierto, nosotros somos tu familia. No todas las familias comparten genética.
—Lo sé, por eso he dicho “de sangre” —Kakashi-sensei suspiró al escuchar los motivos siniestros por los que tenía su casa bajo el fidelus.
Le estuvo preguntando sobre las limitaciones. Si alguien podría buscarlo con insectos, con animales invocados, con el olor, mapeando la zona, si podrían atacar la casa físicamente, etc. Las preguntas de su maestro incluso le dieron que pensar a ella, que estaba acostumbrada a usar el hechizo.
—¿Por qué no vienes a ver nuestra casa? —le preguntó al final—. Sasuke y Naruto están de acuerdo con decirte el secreto. Así verías qué sucede cuando te lo cuento y luego decides si quieres o no que te lo ponga aquí.
—Me parece bien.
Estuvieron hablando durante horas sobre las runas y hechizos, o jutsus, que podía hacer con la magia. Kakashi-sensei era el primero, desde la última vez que habló con Hermione, que le hacía preguntarse el cómo de las cosas y pensar más allá de sus limitaciones. Cuando no tuvo más que preguntarle salieron en dirección a su casa que, curiosamente, no estaba muy lejos. Cuando llegaron a la puerta de entrada, Seina le dio el papel con la dirección anotada. El único ojo de Kakashi-sensei se agrandó al ver cómo, de la nada, aparecía una casa grande de 3 plantas rodeada por un muro de metro y medio de piedra gris. Seina hizo desaparecer el papel y le indicó que podía pasar.
—¡Naruto, Sasuke! ¡Estoy en casa! —llamó ella, entrando por la puerta que siempre se mantenía abierta.
—¡Seina-nee! ¡Se lo has contado a Kakashi-sensei! Sabía que pasaría —exclamó Naruto desde el sofá.
—Hn. Kakashi-sensei —saludó Sasuke, leyendo uno de los pergaminos copiados de la biblioteca.
Naruto se levantó y los acompañó por el tour de la casa, explicándole lo que habían hecho para repararla. Kakashi-sensei, mientras tanto, parecía algo estupefacto tanto por el hechizo como por la supuesta renovación. Le enseñaron todos los espacios hasta acabar en la segunda habitación de invitados.
—Es impresionante, chicos. Habéis hecho un gran trabajo —felicitó él, con una sonrisa orgullosa.
Seina observó como miraba las paredes color verde oscuro de la gran habitación. Las grandes ventanas con marcos caobas, la enorme cama de matrimonio con cabecero de la misma madera, el baúl con mantas dobladas a los pies de la cama, el escritorio bajo una ventana hechizada a un lado de la habitación, la puerta que llevaba al vestidor y armario, las cortinas color crema a juego con las sábanas, la ventana con asiento para leer en el otro lado y el gran mueble mitad estantería mitad almacenamiento.
—Esta habitación es tuya —le dijo Naruto, sonriendo de oreja a oreja.
—¿Qué? ¿E-en serio? —preguntó sorprendido Kakashi-sensei, girándose a observarlos—. ¿Por qué?
—Pensábamos tener cuartos de invitados para nuestros compañeros de equipo. Sasuke iba a usar un cuarto de invitados cada vez que nos visitar. Luego se mudó y ahora es su habitación definitiva —le explicó ella.
Su maestro no dijo nada, pero asintió. Naruto, que ya había visto la expresión del jonin, se marchó a retar a Sasuke a un partido de piscina. Seina evitó sacudir la cabeza ante el poco aguante de Naruto en algunas situaciones serias. Vio como Kakashi-sensei se sentaba en la ventana de lectura, mirando al jardín y viendo como Sasuke y Naruto se peleaban por la pelota.
—Esos dos… Al principio creí que su rivalidad podría acabar muy mal —le confesó. Seina se sentó al otro lado del asiento, mirando a sus compañeros de equipo—. Naruto tiene suerte de tener alguien de total confianza en su equipo y Sasuke de que no seas una de sus fans.
Seina se carcajeó. Era cierto.
—…Creo que… si Sasuke hubiera seguido en esa casa, las cosas hubieran sido muy diferentes —susurró Kakashi-sensei—. Así que gracias por ayudarle.
—Es de mi equipo, como tú. No iba a dejarle allí. Si lo hubiera necesitado, le habría arrastrado hasta su cuarto tirándole de los pelos —le aseguró y Kakashi rio al imaginarlo.
—No creo que le hubiera hecho mucha gracia.
—Quizás no al principio —se encogió de hombros—, pero luego habría visto que allí no estaba bien. Si tenerlo aquí no le hubiera ayudado después de un tiempo… Entonces lo habría dejado ir. No se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado.
Durante unos minutos no dijeron nada. Kakashi-sensei parecía digerir que tanto Naruto como Sasuke o ella estaban bien. Se dio cuenta de que, a lo mejor, se habría preocupado por ellos todo este tiempo sin saber dónde estaban viviendo por si pasaba algo. A su vez, después de comprender esa pizca de información, se volvió a dar cuenta de otra cosa. Kakashi-sensei era nefasto para hablar de sus sentimientos. Si les hubiera dicho que estaba preocupado ellos no lo habrían dejado en las sombras de la misma forma.
—Sabes, a veces pienso que os he fallado —le dijo Kakashi-sensei, cerrando los ojos—. Sois mi equipo y ninguno de los tres teníais la situación más estable, ni la más saludable. Debería haber insistido al Hokage para que sacara a Sasuke de allí, o que me permitiera contactar con vosotros.
—Tú… pues claro. Eras anbu —pensó ella, sorprendida—. ¿Estuviste vigilándonos?
—No. No me lo permitió por un conflicto de intereses —le informó su maestro. Vio como apretaba la mandíbula del enfado—. El Hokage sabe que habría matado a esas matronas y a los ninjas que intentaron secuestraros… y a la mayoría de niños que os hacían la vida imposible. Para qué mentir.
—Te mantuvo lejos —suspiró ella.
Se dio cuenta de lo difícil que debió ser para Kakashi-sensei. No solamente perdió a su maestro, su padre, sino que le impidieron proteger a su descendencia a pesar de que, seguramente, se sentía obligado a velar por ellos. Sabiendo esto, algo le decía que Naruto y ella no estaban solo en su equipo por Kurama, sino también porque él lo quiso. Tenía mucho más sentido, ahora que lo pensaba. Volvió a suspirar cuando se dio cuenta de la preocupación que debió haber sentido cuando desaparecieron del mapa, justo después de quedar a su cargo.
—Lo siento. Si hubiéramos sabido todo esto… creo que te habríamos dicho algo para no preocuparte.
—No pasa nada, Seina. Lo entiendo.
Seina se inclinó a abrazarlo porque, aunque lo entendiera, podía imaginarse cómo se había sentido. En parte, por su culpa. Kakashi-sensei no se quedó helado como la otra vez. La abrazó al instante, recostándola sobre su pecho. Se quedó allí un buen rato, tumbada sobre Kakashi-sensei, entre sus piernas, la cabeza recostada sobre su hombro y la nariz pegada a su cuello, tapado por su jersey. Al poco rato, sintió la mandíbula del jonin apoyarse sobre su cabello. Supo, por los brazos que la rodeaban fuertemente, que, aunque quisiera, no podría zafarse. Cerrando los ojos, escuchando a Naruto reír de fondo, se dio cuenta de que tampoco le importaba demasiado no poder escapar.
Cuando se despertó supo que había pasado bastante tiempo por el color del cielo a través de la ventana. Se dio cuenta al instante de que seguía en la misma posición en la que se había dormido de improvisto pero, sorprendentemente, no era la única que había dado una cabezada. Alzó un poco la mirada, pero el peso de la cabeza de Kakashi-sensei le impidió moverse a menos que quisiera despertarlo. En ese momento se dio cuenta de otra cosa más. Nunca se había sentido tan bien en los brazos de alguien desde la muerte de su antiguo marido, George, hacía ya unos 47 años.
Como si la hubieran abofeteado, tuvo una enorme epifanía. Le gustaba Kakashi-sensei. Allí, entre sus brazos, con una mano escondida entre sus estómagos y la otra posada su pecho, se dio cuenta de que sentía que había conectado con él. No era una joven insípida ni insegura. Estaba bastante segura de que la conexión que sentía era mutua porque, ahora que lo pensaba, Kakashi-sensei la trataba diferente respecto a Naruto y a Sasuke. No solamente eso, la trataba diferente a todos los demás. Él mismo había confesado que nunca llevaba a nadie a su casa y, sin embargo, la había invitado a ella cuando podrían haber hablado en cualquier otro sitio.
De repente, todos esos roces le vinieron a la cabeza. La vez que le tocó el hombro en señal de apoyo, cuando le acarició el cabello, cuando la abrazó, cuando la cogió de los hombros para caminar con ella, cómo se había apostado a su lado ante el Hokage como si quisiera cogerla y huir, ese apretón en su mano como si no quisiera dejarla, las miradas cómplices, las sonrisas que no suprimía ante ella, los silencios reconfortantes y llenos de entendimiento, cómo le había buscado el pie para recostar su pierna a su lado sin que nadie lo viera, la confianza que le tenía… Demonios. ¿Cómo no se había dado cuenta antes?
Pensó en qué hacer durante unos minutos, sin prisas, y al final decidió no hacer nada. Este año cumpliría 12 años y Kakashi-sensei celebraría sus 25 años. Tenía exactamente 13 años más que ella y, encima, era su maestro. Aun así, Seina no tendría eternamente 12 años ni sería su subordinada de la misma forma durante mucho tiempo. Además, tampoco se conocían de hacía demasiado tiempo, a pesar de la conexión casi instantánea que sintió con él. Cerró los ojos y se dijo a sí misma que si tenía que suceder, sucedería.
—Estás despierta… —susurró una voz profunda cerca de su oído. Hizo un sonido de confirmación, incapaz de abrir la boca—. Deberíamos bajar a cenar.
—Mhmm…
Ninguno de los dos se movió. Una mano en su espalda se movió hasta acariciarle el cabello. Suspiró de placer. Posó su mano libre en su brazo, mucho más accesible que su pecho cubierto por el chaleco, y sintió el calor de Kakashi-sensei bajo la palma de su mano. Enterró más aun su rostro en su cuello, incapaz de dejarle ir, y sintió como el brazo restante que la rodeaba la apretaba más si cabe contra él.
—¡La cena está lista! —escuchó el grito de Naruto y evitó derramar lágrimas al sentir como se quebraba el momento.
Kakashi-sensei dio un pequeño suspiro y, durante un breve instante antes de deshacer esa burbuja, le cogió la mano en su brazo y la entrelazó con sus dedos. Sintió unos labios besarle la cabeza y supo que debía moverse. Se levantó y la mano de Kakashi-sensei dejó la suya.
—Espero que no haya cocinado Sasuke —dijo ella con un tono divertido—. ¿Al final querrás que use este jutsu para esconder tu casa?
Se giró a mirarlo por primera vez en varias horas y Kakashi-sensei asintió.
—Hoy es demasiado tarde. Mañana si te parece bien —se estiró él, haciendo crujir algún que otro hueso—. ¿De verdad os parece bien darme esta habitación en vuestra casa?
—Claro que sí —le dijo firmemente ella, para evitar cualquier duda—. Puedes entrar por la ventana o por la puerta cuando quieras. No hace falta que llames al timbre ni nada.
Después de eso, no volvió a preguntar. Cenaron en equipo, como habían estado haciendo durante días en la última misión, y hablaron de lo que les esperaba en su entrenamiento ahora que todos estaban al tanto de sus habilidades.
—Sabéis, quiero hacer una tienda de campaña ninja como las riñoneras —les dijo ella, comiéndose el postre.
—¿A qué te refieres? —preguntó el jonin—. ¿Más grandes por dentro?
—Quiero meter una casa dentro de la tienda —sonrió ella de oreja a oreja.
—¿En serio? —preguntó casi excitado Sasuke—. ¿Cuándo crees que la tendrás hecha?
—¡Un momento! ¿En serio puedes hacer algo así? —preguntó Kakashi-sensei algo incrédulo—. Sería una gran herramienta para cualquier ninja.
—De hecho, ya tengo la tienda de campaña comprada y he empezado a hacer una lista de lo que quiero que tenga. Puedo meter una ciudad ahí adentro si quiero.
—Espera un momento… —dijo algo exasperado Kakashi-sensei—. ¿Me estás diciendo que para ti las limitaciones de espacio no significan nada?
—Eso mismo. Si quieres que tenga algo especial puedes decírmelo, lo haré.
Kakashi-sensei sacudió la cabeza con una risa algo histérica. Pronto Kakashi-sensei dejaría de preguntarse si cualquier cosa que hacía o podía hacer era remotamente normal y aceptaría sus poderes. Había aceptado su vínculo mental, su riñonera, su invisibilidad, el fidelus y aceptaría la tienda de campaña mágica. Era un ninja de élite, no un hombre cualquiera.
Durante las siguientes semanas de abril, Kakashi-sensei pareció enloquecer con su régimen de entrenamiento. Siguieron haciendo misiones de rango D después de la desagradable sorpresa que tuvieron con Tazuna, y entrenando cada día una media de 10 horas. Gracias a los clones, incluidos los clones de Sasuke quien había aumentado drásticamente sus reservas de chakra con el entrenamiento, aprendían a un ritmo exponencial. Ni siquiera Mina-senpai estaba sorprendida de su progreso, es más, se dedicó a inundarla de información y cada día practicaba un jutsu médico nuevo.
Sasuke, con su nuevo sharingan, empezó a entrenar con Kakashi-sensei para dominar su dojutsu. Su magia, o mahō, como la llamaban ahora el equipo 7 a falta de un nombre para su “nueva” kekkei genkai, fue entrenada también en combate. Aunque sabía que apenas estaba rozando la superficie. Solo la usaba para transformar material en animales, en escudos, en armas, deshacía kunais en aire cuando intentaban atacarla, usaba hechizos paralizantes, elementales, trampas, invisibilidad. Nunca antes se había sentido tan poderosa y fuerte como se sentía ahora.
Por desgracia, su apretado horario de entrenamientos, los habían convertido en unos parias sociales. El único grupo que no se relacionaba con ningún otro salvo para intercambiar unas pocas palabras si se encontraban en la calle. Aunque, tampoco es que los otros grupos tuvieran mucha más relación entre ellos…
Mayo pasó rápido, con la misma rutina, hasta que llegó finales de junio. Para ese entonces, Kakashi-sensei pasaba más tiempo en su nueva habitación y en casa con ellos que en su propia casa. A penas usaba su casa para dormir al principio y, cuando se dio cuenta de que no tenía por qué dormir solo, pasó a hacerlo en su nuevo dormitorio. Cada día que pasaba, Kakashi-sensei estaba menos distante con el equipo, sonreía y reía más y parecía menos apático con la vida, en general.
—Otra misión más realizada —dijo Kakashi-sensei, con el libro porno en mano—. Estáis hechos unos expertos.
Seina bufó una risa. Cualquiera podría ser ninja si las misiones fueran pintar casas y cuidar a mocosos de 5 años. Escucharon el sonido de un halcón y vio como Kakashi-sensei miraba de reojo al pájaro, cerrando el libro de golpe.
—Creo que entregaré yo mismo el informe, si no os importa —Sasuke le dio el pergamino—. Nos vemos pronto chicos, tenéis la tarde libre.
Desapareció con un shunshin. Los 3 se quedaron allí parados intentando comprender qué acababa de pasar.
—Quizás es una misión para Kaka-sensei —bostezó Naruto.
—No lo creo. A lo mejor es algo importante.
Seina escuchó el sonido de unos pasos detrás. Se giró y vio una roca cuadrada con un par agujeros para los ojos que parecía seguirlos. Supo por lo que escuchó que había 3 niños pequeños allí adentro. Naruto y Sasuke, viendo que no les estaba haciendo caso, siguieron su mirada. Sasuke alzó una ceja, con el rostro en blanco.
—¿Eh? ¿Una piedra cuadrada?
La caja salió volando y un niño pequeño que se parecía a Asuma Sarutobi apareció de dentro. Iba acompañado de un niño al que se le caía un moco y una niña que parecía que la habían peinado con los ojos cerrados. Pobrecillos.
—¡Ajá! ¡Te he pillado jefe!
—Oy, dobe, ¿quiénes son estos?
—¿No será el niño del que me hablaste? ¿Konohamaru? —preguntó ella y Naruto asintió.
—¿¡Te hemos sorprendido, jefe!?
—¿Por qué te llama jefe? —le preguntó con tono de burla Sasuke.
Seina vio con el rostro en blanco como el niño procedía a gritar y a retar a Sasuke antes de pisar su larguísima bufanda verde y caerse de cara contra el suelo. Miró de reojo a Naruto. Vio su cara de exasperación a la vez que se inclinaba para ayudar a levantarse a Konohamaru. De golpe, vio aparecer por una esquina a un chico algo mayor que ellos acompañado de una chica rubia. Vestía de pies a cabeza de negro y tenía el rostro maquillado y el cabello escondido con una capucha que le recordó a la figura de un gato. La chica con 4 coletas, por el contrario, vestía una especie de vestido tipo kimono, corto y de color lila, con un obi rojo. Afiló los ojos y vio que tenían protectores ninja de Sunagakure.
—¡Hey, vosotros! ¿Qué hacéis aquí? —llamó Naruto al darse cuenta de lo mismo que ella.
—Ugh. No soporto a los mocosos —dijo el de negro, lanzándoles una mirada—. Veo que tienes ganas de molestar.
—Respóndele —ordenó Sasuke cuando vio como no habían contestado.
—¡Tampoco soporto a los niños fanfarrones como tú!
Seina vio cómo se quitaba de la espalda un gran bulto cubierto por vendas y lo dejaba en el suelo. La chica, nerviosa, llamó al tal Kankurou para que no usara lo que supuestamente tenía ahí guardado.
—Está aquí —la voz de Kurama la sobresaltó—. Uno de los míos.
—¿¡Un bijuu!? No, debes hablar de otro jinchuriki. ¿Es uno de ellos?
—No, pero se acerca.
Escuchó el sonido de unas sandalias posarse contra un árbol y alzó la vista para examinar la nueva presencia. Era un niño de su edad, vestía de negro y rojo y llevaba una gran calabaza en la espalda que, por el sonido y teniendo en cuenta la banda ninja, debía ser arena o algo similar. Era pelirrojo y tenía los ojos verdes azulados, con un kanji que rezaba “amor” grabado en su frente. Además, estaba pálido como la leche y tenía unas ojeras profundas, como si llevara muchísimo tiempo sin dormir.
Todas las miradas se giraron hacia él y el tal Kankurou y la chica palidecieron. Seina se sorprendió al ver el miedo desnudo en sus rostros. Era tan visible que ni siquiera necesitaba percibir sus emociones.
—¿De dónde ha salido? ¡No lo he percibido! —dijo Sasuke, alerta.
—Es él. El jinchuriki de mi hermano Shukaku. El bijuu de una cola.
—¡Seina-nee, Sasuke! ¡Dice Kurama que ese de rojo es el jinchuriki del Ichibi!
—¿¡Qué!? —preguntó Sasuke y ella asintió mentalmente.
Escucharon como el recién llegado mandaba a callar a Kankurou bajo amenaza de muerte. Luego, se transportó con lo que parecía ser arena hasta el suelo y les dio la espalda, dejando claro que no creía que fueran una amenaza para él. Sintió la chispa de irritación y enfado de su hermano y Sasuke al darse cuenta de ello.
—¡Un momento! ¿Por qué motivo estáis aquí? —les preguntó de nuevo Sasuke.
—¿De verdad no os habéis enterado? —les preguntó la chica y les enseñó una identificación.
Seina usó un hechizo para poder leer lo que decía desde tan lejos y vio que la susodicha se llamaba Temari de la Arena y era una genin de Sunagakure cuya identificación era necesaria para los exámenes de chunin. Mientras Temari les hablaba del examen, Seina escuchó 3 pares de pies posarse sobre otra rama.
—¿Qué os parecen? —dijo una voz masculina en voz baja.
—Hum… no son gran cosa… Será mejor que nos fijemos bien en el del pelo negro de Konoha y en el pelirrojo de Suna.
La confrontación se deshizo por sí sola, pero algo de todo aquello le puso los pelos de punta. Quizás era el jinchuriki de Sunagakure o quizás los otros tipos que los espiaban y planeaban algo con Sasuke. Fuera como fuera, se dijo que iba a estar muy atenta.
—Vamos, será mejor que regresemos a casa —les dijo—. He escuchado algo interesante.
Les mostró lo que había escuchado mientras caminaban. Sasuke frunció el ceño al ver el interés de esos desconocidos para con él. Naruto, preocupado y enfadado, se mordió la lengua para no decir nada mientras pudieran ser oídos. Cuando llegaron a la casa vieron que los esperaba Kakashi-sensei sentado en la mesa del comedor.
—¿Qué era eso tan importante que tenías que hacer? —le preguntó impaciente Naruto y Sasuke le dio una colleja—. ¡Hey! ¡Cómo si a ti no te picara la curiosidad!
—Os he propuesto para los exámenes de chunin —les comunicó sin más Kakashi-sensei.
Pararon en seco al escucharlo. Le dio los formularios a cada uno, les explicó dónde sería y cuándo tendrían que presentarse. Mientras los clones hacían la comida, se sentaron a hablar de sus posibilidades de ascender y ganar.
—Creo firmemente que podéis pasar sin mucho esfuerzo. He estado investigando el nivel de los otros equipos y vosotros sois los mejores sin duda.
—Mmm… Así que no mentía esa chica —pensó en voz alta Sasuke.
—¿Qué chica?
—Nos hemos encontrado con un equipo genin de Suna —le dijo Seina—. Según Kurama, uno de ellos es el jinchuriki del Ichibi. Es un chico pelirrojo de ojos verdes, lleva una calabaza que parece contener arena y un kanji grabado en la frente con la palabra “amor”. Sus compañeros genin son Temari de la Arena y un tal Kankurou.
—¿Estás segura de eso? —preguntó con el rostro serio el jonin, poniéndose recto—. Si es así debo informar al Hokage.
Ella asintió. Vio cómo se levantaba para marcharse y ella le cogió del brazo antes de que desapareciera.
—Una cosa más. Había otro equipo espiándonos. Parecían tener interés por este chico y por Sasuke.
Su maestro entrecerró los ojos al escucharlo y asintió. Los dejó solos mientras iba de nuevo a la torre para reportar lo que acaba de escuchar. Miraron los formularios con algo de reticencia y excitación.
—¿Qué os parece lo de los exámenes?
—Creo que deberíamos hacerlo. Estamos preparados.
—¡Muy preparados, dattebayo!
—Creo que leeré los pergaminos en busca de alguna mención de exámenes de chunin. Quizás nos dé algo de ventaja.
—Te ayudaremos —cortó Sasuke—. Con los clones será tarea fácil, y cualquier cosa que sepamos es una ventaja.
Así es como los encontró Kakashi-sensei, media hora después, en la biblioteca/armería rodeados de pergaminos y libros.
—¿Qué es todo esto?
—Estamos leyendo sobre los exámenes de chunin —le dijo Naruto—. ¡Cuánta más información posible, mejor!
—Huh. Bien pensado Seina.
—¡Hey! —exclamó Naruto indignado—. ¡Podríamos haberlo pensado Sasuke o yo!
—No creo. Tú eres demasiado impulsivo y Sasuke muchas veces no tiene en cuenta los pequeños detalles. No. Esto es cosa de Seina, claramente.
—Hn —le lanzó una mirada asesina Sasuke sin muchas ganas.
Comieron y discutieron lo que habían leído. Por suerte, había algunos relatos sobre pruebas de chunin en otros países. Parecía haber varios denominadores comunes.
—Es decir, que van a examinarnos de las bases ninja: conocimiento, hacer trampas, proteger alguna cosa, robar alguna cosa, hacerlo en un periodo x de tiempo… Sinceramente, este examen puede estar chupado —dijo ella, que veía mil formas de salir totalmente ilesos y acabar el examen en menos de un día.
—¿Por qué lo crees? —le preguntó Kakashi-sensei—. Hay gente muy fuerte en estos exámenes. Si os confiáis puede que os llevéis alguna sorpresa.
—Lo sé, pero yo tengo una kekkei genkai que básicamente es la mayor carta trampa de la historia y, no solo eso, estoy conectada a Naruto y a Sasuke. Si tuviera que interrogar a alguien en el examen simplemente tendría que leerle la mente u obligarle a contarme sus secretos. Puedo hacer que nos volvamos invisibles, dejar inconsciente a alguien desde lejos, robarles cosas sin que se den cuenta y reemplazarlas por copias exactas… Incluso podemos llevar nuestro equipamiento habitual. Así que puedo llevar comida de sobras en mi riñonera y no tener que exponerme a cazar ni pescar. Por no hablar de que puedo volver a varios de mis competidores en contra de mis rivales, usándolos para allanar el camino.
Naruto y Sasuke la miraron con el rostro en blanco. Luego intercambiaron miradas.
—Está chupado —declaró decidido Naruto y Sasuke asintió—. Con Seina nadie puede ganarnos.
—Eso significa que tendremos que protegerla sea como sea.
—Tengo que hacerte un brazalete de invisibilidad, Sasuke. Hasta ahora no lo has necesitado, pero creo que va a ser muy útil en el examen.
Kakashi-sensei suspiró mientras los escuchaba planear el examen una semana antes de tiempo. Para ella estaba claro el desenlace de los exámenes. No pensaba perder así que tenía que ganar a toda costa. Con la magia y su chakra era como quitarle una piruleta a un niño, siempre y cuando usara la cabeza. No podía negar que había campos en los que todavía era más débil en comparación con alguna gente pero, a medida que se hacía más fuerte, empezaría a tener pocos rivales. Al final no sería cuestión de poder, sino de inteligencia. Por suerte, la experiencia que tenía la ayudaba de forma tremenda. De lo contrario, sería carne de cañón como otros genin a pesar de sus poderes.
Esa semana no hicieron misiones. Como solo iban a ser 7 días de examen, prepararon el triple de comida por si acaso y guardaron porciones idénticas en cada una de sus riñoneras. A Sasuke le hizo el brazalete y le enseñó a usarlo. Como estaba modificado, podían verse entre ellos como si fueran medio transparentes así que con un par de días de entrenamiento se acostumbró sin problemas a él. Toda la ropa y las armas tenían ya runas y hechizos así que no tuvieron que hacer gran cosa salvo comprobar que tenían todas las armas necesarias en sus fundas y en la riñonera, y hacer el inventario de pociones. Estuvieron practicando iryo ninjutsu por si fuera necesario e incluso consiguieron un mapa bastante detallado del bosque de la muerte, donde se hacía el examen práctico cada año que tocaba en su aldea, en uno de los pergaminos antiguos de la biblioteca de Konoha.
—Creo que no podemos prepararnos más —dijo ella.
—¡Yosh! ¡Estamos listos para el examen, equipo 7!
Chapter Text
Para cuando llegó el día del examen, Seina estaba hasta ansiosa por hacerlo. Kakashi-sensei les deseó suerte y se despidió.
—Estaré observando.
—¿Eso quiere decir que todos pueden ver lo que sucede dentro? —preguntó al aire Sasuke.
—Supongamos que sí y vamos más seguros.
Caminaron hacia el lugar del examen. Hicieron la cola junto con un montón de candidatos de todas las aldeas. Cuando llegó su turno, entregaron sus formularios para que comprobaran que eran válidos, y los dejaron pasar una vez les devolvieron la solicitud.
—El aula de examen es la 301 —les informó uno de los procuradores del examen.
Subieron las escaleras y vieron como un montón de gente se arremolinaba ante un aula. Seina, al mirarlo, solo pudo leer aula 201 pero notó al instante el genjutsu.
—Vámonos. Estamos en la segunda planta. Esos deben ser chunins del examen.
Sasuke miró por el hueco de las escaleras y se dio cuenta de que tenía razón. Vieron, antes de marcharse, como un par de genins de Konoha eran asaltados por los que bloqueaban la puerta. Naruto rechistó los dientes, pero Seina lo cogió del brazo y lo arrastró escaleras arriba.
—Podríamos haber ayudado.
—No seas idiota, dobe —le siseó Sasuke—. Ahora todos estamos compitiendo por ganar. En los únicos en quién puedes confiar es en nosotros dos.
Naruto suspiró, cabizbajo, pero Seina le dio la razón a Sasuke. Tarde o temprano se darían cuenta del genjutsu, no era para tanto. Escucharon unos gritos mientras se dirigían al examen y vieron que era Sakura y un chico con el pelo negro en forma de bol y unas cejas enormes.
—¡ME DAN ASCO ESAS CEJOTAS QUE TIENE! —gritó Sakura, tapándose la cara para no mirar al chico.
—¡Aléjate de Sakura! —exclamó el que parecía ser un compañero de equipo de la susodicha.
Sasuke, Seina y Naruto pararon a mirar cómo peleaban. A pesar de su apariencia, el cejas sabía taijutsu. Vio de reojo a Sasuke con su sharingan activado y percibió que estaba copiando sus movimientos. Por fortuna para el compañero de Sakura, una tortuga gigante los separó y luego apareció un jonin que parecía literalmente el padre del cejas. Ambos vestían un horrible mono verde y naranja que dejaba bastante poco a la imaginación.
—¡Qué bonito es ser joven! —dijo el adulto.
Sasuke desactivó el sharingan de golpe, el rostro pálido.
—Hay cosas que uno no quiere recordar por siempre… —le comentó y se giró huyendo deprisa.
Llegaron, finalmente, al aula. Nada más entrar vieron la cantidad de gente que había, esperando realizar el examen.
—¡Seina, Naruto! —llamó una voz. Era Ino, sonriendo de oreja a oreja—. ¿Vosotros también hacéis el examen? Debí haberlo imaginado.
—¡Entonces estamos todos! —exclamó una voz a sus espaldas.
—¡Kiba y Akamaru!
—Hola de nuevo, Seina-chan —la saludó Hinata—. N-Naruto-kun y Sasuke-san.
—Te has dejado crecer un poco el pelo —le sonrió ella al ver su melena por los hombros—. Te queda genial, Hinata.
—¡SASUKE! —gritó una voz y todos se giraron de golpe—. ¡Por fin te encuentro!
Sakura se abalanzó encima de Sasuke y éste dio un paso al costado en el último momento, dejando que cayera al suelo. Ino observó a Sakura como si no la conociera, con rostro horrorizado.
—¿Así era yo? —preguntó con algo de temor.
—Sí —le contestaron Shikamaru, Naruto, Shino, Kiba y Chouji a la vez.
—Por favor, matadme.
Seina notó múltiples miradas en su cogote y supo que el numerito de Sakura no les estaba haciendo ningún bien. Ni siquiera había empezado el examen, pero la gente ya estaba nerviosa. Para muchos de ellos no sería su primer intento así que debían notar la presión de aprobar por encima de todo. Estaba claro que ellos, unos genins, estarían en la diana de más de uno.
—Estamos llamando la atención.
Shikamaru y Shino miraron con disimulado desdén a Sakura. Justo cuando parecía que iban a reprenderla, una voz cortó el aire entre todos ellos.
—Hey. A ver si os calláis un poco. Esto no es ningún juego —les recriminó un chico vestido de negro con gafas y pelo cenizo—. Me llamo Kabuto. Os aconsejo que miréis a vuestro alrededor. Todos están muy nerviosos y algunos tienen poca paciencia así que yo me andaría con cuidado.
Sacó unas cartas ninjas y se dispuso a darles información gratis sobre los distintos candidatos. Seina vio como la mayoría parecían encantados de escucharle, pero a ella le pareció extraño.
—Un poco raro, ¿no? Tiene mucha información. ¿De dónde ha salido este genin? No recuerdo haberle visto por la aldea antes.
—Algo raro es…
—Además, su chakra no es como el de los demás genin. Es más fuerte de lo que parece.
—Bueno, según él se ha presentado 9 veces al examen —le recordó Naruto, que había estado escuchando de cerca a Kabuto.
—No lo sé. Hay algo que no me cuadra. ¡Hey! ¡Esa voz la reconozco! —dijo ella.
Todos callaron y escucharon al mismo ninja que los espió hacía semana, al que ahora identificaron como ninja del Sonido. No sabía qué planeaban hacer pero, según sus palabras, parecía que pensaban atacarlos.
—Será mejor que nos apartemos de aquí. La idiota de Sakura ha llamado demasiado la atención.
—Concuerdo con Sasuke.
Se apartaron hacia una esquina de la sala, a un par de metros, sin que nadie se diera cuenta. Desde lejos escucharon como sus compañeros de academia preguntaban sobre distintos ninjas y hablaban sobre sus habilidades. Poco después, escuchó el sonido de alguien acercarse rápidamente y vieron como uno de los ninjas del Sonido daba un puñetazo al aire delante de la cara de Kabuto. Las gafas se le partieron en pedazos y luego empezó a vomitar.
—¿¡Qué ha sido eso!? ¡No le ha llegado a impactar!
—Creo que han manipulado el sonido para desequilibrar a Kabuto. La pérdida de equilibro repentino debe haberle provocado el vómito —dijo ella con curiosidad—. Será mejor que no nos acerquemos a ellos.
—¡Hey! ¡Vosotros del Sonido! ¡No podéis hacer lo que os dé la gana antes del examen! —dijo una voz a sus espaldas.
Se volvieron a girar y vieron a otro ninja de Konoha acompañado de múltiples ninjas. Era un hombre alto, corpulento, que vestía de gris y llevaba una gabardina negra junto con un pañuelo negro tapando su cabeza. Su rostro, severo y serio, estaba marcado por varias cicatrices.
—Gracias por esperar. Mi nombre es Ibiki Morino y soy el encargado de la primera prueba de este examen. A partir de ahora comienza el examen. Primero, deberéis entregar uno a uno vuestras solicitudes y se os asignará un número de asiento al azar. Cuando estéis sentados se os explicará las normas de este examen.
Hicieron cola para que les entregaran el examen y les dieran asiento durante unos minutos. Cuando le tocó a ella vio que le habían dado un asiento 3 filas más atrás de su hermano y bastante lejos de Sasuke, quién estaba en cuarta fila. Escuchó atentamente las normas y se dio cuenta de que todos iban a tener que realizar el examen bien o perderían.
—¡Estamos acabados, nee-chan! —gritó Naruto mentalmente.
—Espera, Naruto —rodó los ojos ella ante su histerismo—. ¿No has escuchado las normas? Tenemos 10 puntos de salida. Si no contestas ninguna pregunta quiere decir que no te restarán ningún punto.
—¡Eso significa que ya tenemos 30 puntos! ¡Estamos aprobados!
—Mira que eres dobe... Está claro que otros equipos se habrán dado cuenta y usarán esa estrategia de ser necesario. Eso significa que debemos sacar más de 30 puntos ya que no sabemos cuántos equipos pueden pasar a la siguiente ronda.
—Ugh. ¿Queréis animarme o hundirme?
—Tranquilízate. Primero debemos mirar si los exámenes son los mismos. Si son los mismos podemos resolver un examen entre los 3 de ser necesario.
—…¿Y si son distintos?
—Dale la vuelta a tu examen, dobe —vieron a través de los ojos de los demás y se dieron cuenta de que estaban observando lo mismo—. Tenemos suerte. Ahora veamos si es muy difícil.
Seina leyó las preguntas, pero incluso ella, que había leído bastantes pergaminos de la biblioteca y era la mejor de clase, supo que era un examen de dificultad media para la mayoría de genins. De haberlo tenido que hacer solo Naruto estarían perdidos.
—¿Crees que puedes resolver las preguntas más difíciles, Seina?
—Mmm… necesitaré repasar mis memorias. Dadme 5 minutos —les dijo, viendo que habían pasado otros 5 minutos desde que empezaron el examen.
Mientras estaba buscando respuestas en sus memorias, Sasuke empezó a pensar en las reglas y Naruto se fue poniendo progresivamente más nervioso.
—¿No creéis que es muy raro? —preguntó de golpe Sasuke, mirando de reojo a los ninjas apostados a ambos lados del aula—. Están muy pendientes de nosotros. Como si supieran que vamos a copiar.
—¡Cualquier copiaría en un examen como este! —le recriminó Naruto, irritado—. ¡Uno tiene que ser súper listo para aprobarlo!
—¡Pues claro! ¡Eso es! —les dijo Sasuke, excitado por haberse dado cuenta—. Mirad las normas. Nos RESTAN puntos cada VEZ que nos cogen copiando y tenemos 10 puntos de entrada.
Seina evitó gemir de frustración. Pues claro. Malditos ninjas fulleros.
—¿Quieres decir que quieren que copiemos? ¡Creí que había dicho que no debíamos copiar!
—Tenemos 4 intentos, Naruto. Si nos quitan 2 puntos por cada vez que nos pillan copiando y solo suspendemos cuando llegamos a 0, eso significa que nos están facilitando que copiemos. Solo que lo hagamos sin que nos pillen 5 veces o nuestros 10 puntos de partida se convertirán en 0.
—Exacto.
—¡Yosh! ¿Cómo lo hacemos?
—Seina, ¿puedes leer las mentes de la gente sin estar cerca? Alguien de toda esta gente debe saber al menos una respuesta.
Seina miró su examen centrándose en un punto en blanco. Usó la legeremancia pasiva para ver si era cierto que alguien sabía las respuestas. En seguida se dio cuenta de que había un par de personas que no se sentían como los demás genin. Estaban confiados y llenos de determinación, como los otros ninjas que los vigilaban, salvo uno de los chunin que literalmente no era humano. No pensaba, ni sentía. Se estremeció y lo evitó. Con interés, agudizó su oído mental para escucharlos y se dio cuenta de que no eran genin.
—Eso es. Deben ser topos con las respuestas —la voz de Sasuke la distrajo unos segundos y tuvo que recobrar la concentración.
—Pregunta número 1: traduce este código. Veamos…
Seina empezó a copiar la respuesta del chunin, al igual que Sasuke y Naruto. Poco a poco, rellenaron los huecos de las respuestas e incluso les sobró tiempo. Su hermano parecía al borde del llanto de lo aliviado que estaba por haber pasado el examen. Incluso habían descifrado la última pregunta en blanco.
—Por un momento pensé en usar el sharingan para copiar los movimientos de alguno de delante. Al menos así me aseguro de que las respuestas son ciertas y de que nadie me vio copiar.
—Mejor. No queremos que nadie sepa todavía lo de tu sharingan.
—¿Crees que nadie se habrá enterado? —preguntó Naruto con escepticismo.
—No lo sé, pero mejor no revelar ningún as bajo la manga, por si acaso.
—Muy bien, candidatos. Ha acabado la hora del examen. Empieza la última pregunta. Podéis elegir si contestarla o no pero, si decidís no contestarla, vuestros puntos quedarán reducidos a 0. Estaréis suspendidos.
Naruto la miró de soslayo por encima de su hombro. Tenía el rostro firme mientras escuchaban como algunos se retiraban del examen por la presión. Poco a poco, el aula se fue vaciando hasta que solo quedaron unos míseros 26 equipos.
—Muy bien. Estáis aprobados.
—¿¡Qué!?
—¿¡Y qué hay de la décima pregunta!?
Escucharon a Ibiki hablarles de los deberes de ser chunin y de lo que debía hacer y ser un ninja. Seina, la verdad, desconectó hasta que la ventana se rompió y apareció una kunoichi con una enorme pancarta. Acabaron por ir al bosque de la muerte, como era de esperar, y escucharon las instrucciones de Anko, la segunda examinadora. Cogieron los formularios aceptando los riesgos y empezaron a rellenarlos.
—Lo que hay que hacer es ir a por los novatos —escuchó una voz a lo lejos.
—Parece que nos está permitido matarlos así que será sencillo.
Naruto, Sasuke y Seina se quedaron helados al oírlo. Intercambiaron miradas, observando discretamente a los ninjas de lo que parecía la aldea la Hierba y prometieron evitarlos. La examinadora les explicó la segunda parte antes de enviar a cada equipo a por los pergaminos en secreto.
—¿Lo dirán en serio? —preguntó Naruto con nerviosismo.
—Calla Naruto, tengo que concentrarme.
Seina usó de nuevo la legeremancia para intentar averiguar qué pergaminos tenía cada equipo. Para su mala suerte, fueron llamados el tercer grupo y enviados a una puerta lejana así que no pudo escuchar más que un par de veces quién tenía qué pergamino, uno de ellos igual que el suyo y el otro a manos del jinchuriki del Ichibi.
—No ha salido como esperaba. No tenemos información —chasqueó la lengua Sasuke.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Naruto, minutos antes de empezar la segunda prueba.
—Deberíamos usar la invisibilidad tan pronto estemos dentro. Habéis escuchado a esos de la Hierba y también están los del Sonido, que algo quieren de Sasuke… Puedo usar un jutsu para buscar un pergamino de la tierra, pero no será instantáneo. A medida que el otro equipo se vaya moviendo deberemos seguirlos a ellos.
—No pasa nada. Hagamos una cosa. Consigamos ese pergamino sea como sea, no importa a quién se lo saquemos —les dijo Sasuke y Naruto frunció el ceño—. Ya sé que algunos fueron compañeros nuestros en la academia, pero estamos compitiendo y, además, tienen 5 días para hacerse con otro pergamino. Si se lo quitamos rápidamente les daremos más margen para que puedan buscar otro.
—…Está bien —aceptó Naruto cuando comprendió que ella estaba de acuerdo—, pero nada de hacerles daño.
—Te lo prometo. Simplemente los dejaré inconscientes y nos quedaremos con el pergamino. Antes de irnos los reviviré y así no estarán en peligro.
—¡Que empiece la segunda prueba!
La puerta se abrió y caminaron despacio, observando el lugar. Vieron cómo se cerraba detrás de ellos la verja de metal.
—Ya no hay vuelta atrás.
—¿Quién querría dar vuelta atrás?
—Vamos, sigamos con el plan. Busquemos un lugar decente para activar el brazalete.
Se escondieron en unos arbustos enormes y activaron la invisibilidad. Observó cómo Naruto y Sasuke se volvían translucidos y levantó un pulgar. Ambos asintieron.
—Será menos peligroso ir por los árboles. Así cubriremos nuestras espaldas —dijo Sasuke y subieron a la rama más cercana—. Te toca Seina.
Conjuró un palo y se lo puso en la mano, en forma de brújula. Buscó el pergamino de la tierra y la rama empezó a girar.
—Está en esa dirección. Antes que nada, dejadme que active otro de mis jutsus. Así percibiré la presencia de cualquier persona.
Se hechizó con un encantamiento modificado para detectar auras y comprobó que funcionaba en sus compañeros de equipo.
—¡Sugoi! —exclamó Naruto al ver un brillo dorado rodear su forma física.
—¿Puedes ver a través de la materia?
—Sí, a una distancia de unos 30 metros. Con mi oído y esto deberíamos saber si alguien está cerca o escondido.
—Genial. Vayamos a por ese pergamino.
A paso ligero, siguieron la pista del pergamino más cercano. En mitad del camino, el palo cambió de sentido. Seina paró en seco para dejar que su falsa brújula se estabilizara.
—¿Qué sucede?
—Hay otro equipo con un pergamino más cerca que el equipo anterior.
—Está bien. Sigamos al más cercano.
Tardaron un par de horas en dar con un equipo con el pergamino que necesitaban. Cuando vio quienes eran tuvo que evitar una risa sarcástica. Eran los ninjas del Sonido, justamente uno de los equipos que querían evitar.
—Ya que estamos aquí tenemos que quitarles el pergamino —insistió Naruto y Sasuke le dio la razón.
—¿Tienes alguna forma de dejarlos K.O. sin acercarnos?
No contestó. Simplemente, usó su magia para hacerlos dormir poco a poco. Los ninjas intentaron zafarse cuando se dieron cuenta de que estaban perdiendo la consciencia, pero Sasuke y Naruto los interceptaron al vuelo. Se produjo una pelea corta en la que los ninjas del Sonido intentaron resistirse al ataque pero, para su mala fortuna, no hubo jutsu de sonido que pudiera acabar con su encantamiento de sueño embrujado y tampoco podían ver a Sasuke y a Naruto para contraatacar. En menos de 5 minutos, estuvieron roncando como nunca antes.
Sasuke le registró los bolsillos y sacó un pergamino naranja de un pantalón. Se lo lanzó a ella y Seina lo guardó en su riñonera como al otro pergamino.
—¡Genial! Solo hemos tardado menos de 3 horas. ¡Yatta!
—Vayámonos de aquí. No me gustaría que nos pillaran esos de la Hierba.
—Usa el mismo jutsu para encontrar la torre —le instó Sasuke—. Vamos.
Subieron de nuevo a los árboles y se fueron lo más rápido posible de allí. Se toparon con un par de equipos, pero ninguno percibió su presencia. Para su mala fortuna, cuando empezaron a escuchar el río de fondo, se cruzaron con el equipo que no querían ver.
—Quedémonos quietos y dejemos que se vayan.
—Parecen estar merodeando esta zona. Si nos quedamos mucho tiempo quizás nos descubran.
—¿No podrías influenciarlos para que se larguen, nee-chan?
—No sé por qué, pero hay algo raro en esta gente. No quiero llamar la atención más de lo necesario.
Sasuke asintió, frunciendo el ceño.
—Está bien. Esperaremos a que se marchen. En algún momento tienen que irse.
Estuvieron esperando casi una hora, viendo como ponían trampas y preparaban lo que parecía ser un campamento para más tarde. Tenía que admitir que la zona que habían elegido era increíble. Estaban escondidos bajo las raíces enormes de un árbol, cubiertos por maleza y arbustos. Podrían estar los 5 días perfectamente escondidos, intentando tenderle una trampa a un equipo incauto sin que los vieran.
—Vamos a buscar a esos niños —dijo el del pelo lacio y moreno con una sonrisa extraña en el rostro que le erizó el bello. Vio cómo se relamió los labios con la lengua—. No deben estar muy lejos.
Su equipo observó cómo se marchaban en dirección este, dejándolos solos. Seina ahogó un suspiro y asintió a Naruto para que siguiera andando despacio entre las trampas. Tardaron otra media hora en salir de allí sin pisar una sola trampa. Por suerte, era solo cuestión de cuidado debido a que habían visto dónde estaban.
—¡Veo la torre! —exclamó Sasuke—. No hay nadie a la vista. Ahora es el momento.
A pesar de que el río al lado de la torre era realmente un sitio perfecto para poner trampas, al parecer ningún equipo había llegado hasta ahí en las poco más de 4 horas que llevaban dentro del bosque. Tardaron otros 20 minutos en llegar a su destino pero, por suerte, no pasó nada.
—Desactivemos el brazalete en esos arbustos.
—¡Ah! Por fin hemos llegado —sonrió de oreja a oreja Naruto, cruzando los brazos tras su cabeza.
—Menos mal que hemos acabado antes de que anocheciera —suspiró ella—. La mayoría de bichos salen a cazar de noche y no me gustaría estar ahí todavía.
—Hn. Nos hemos preparado demasiado. Al final no ha sido para tanto.
Entraron adentro y vieron que literalmente estaban solos. Echaron un vistazo por todos sitios hasta llegar a una especie de sala enorme con una pancarta colgada en una pared.
—Creo que tenemos que abrir ambos pergaminos a la vez.
—Ten Naruto, Sasuke —les entregó los pergaminos—. A la de 3… ¡1, 2 y 3!
Empezó a salir humo de ambos pergaminos. Los lanzaron lejos pero, al final, resultó ser una simple invocación.
—¿¡Iruka-sensei!? —preguntó riendo Naruto—. ¿Qué haces aquí?
—He venido a daros un mensaje y a felicitaros por haber llegado hasta aquí —sonrió Iruka-sensei.
El equipo 7 escuchó las palabras del chunin sobre liderazgo y humanidad, y dejaron que se fuera luego de haberse comido unos fideos con él. Los siguientes 5 días fueron un aburrimiento total. Los únicos que estaban allí con ellos eran los 3 genins de Suna, quienes no tenían ni un solo rasguño para su sorpresa. Al segundo día llegó el equipo de Hinata y al tercer día el de Ino.
—¿Cómo es posible que no tengáis ni un solo moratón? —refunfuñó Shikamaru, mirándolos con atención.
—Solo tardamos como 4 horas en llegar —se encogió de hombros—. Tuvimos suerte de encontrar un equipo al poco rato de iniciar la prueba que justamente tenía el pergamino contrario.
—Che… Menuda suerte.
—¿Y qué os pasa a vosotros? —le preguntó Ino al equipo de Hinata, que estaba más callado de lo normal.
—… En el bosque… vimos como el genin de Sunagakure mataba a un equipo con su arena —les susurró Kiba. Akamaru se estremeció.
—¿Mató a 3 personas? —preguntó atónito Naruto, con el rostro pálido.
—Usó la arena de su calabaza para comprimirlos —les explicó Shino—. La sangre voló por todos lados.
El equipo 7 y el equipo 10 intercambiaron miradas preocupadas ante tal brutalidad. Era normal que algunos murieran pero, ¿matar de esa forma? Seina miró de reojo al pelirrojo, apartado de todos en el otro lado de la gran sala. Sin duda, era peligroso. Se fijó también en la ausencia de los ninjas de la Hierba y se preguntó dónde estarían. Por lo que había visto, no eran unos genins normales y corrientes, ¿sería posible que hubieran sido descalificados de alguna forma? Fuera como fuera, respiraba más tranquila sin ellos allí.
—Felicidades a todos los equipos que habéis conseguido llegar hasta aquí —dijo el Hokage, cuando se acabó el periodo de examen—. Ha sido difícil, pero habéis demostrado tener lo que hace falta.
Seina vio a Kakashi-sensei por primera vez en casi una semana, al lado del Hokage. Les sonrió a los 3 casi imperceptiblemente, ignorando al clon de Lee a su lado.
—…Este examen es el lugar en el que se comprobará la capacidad de vuestras aldeas y aquí es donde debéis mostrar todas vuestras fuerzas. En este examen os jugáis la vida por una razón. La misma por la que pelearon vuestros predecesores: obtener un sueño lleno de valor. Antes de iniciar la tercera prueba deberá haber una preselección.
—¿¡Qué!?
—¿¡Cómo nos dicen eso ahora!?
—¡Silencio! ¡Habéis pasado demasiados las dos primeras pruebas! —cortó un jonin al lado del Hokage, con aspecto severo—. Nuestro tiempo es limitado así que debemos rechazar a algunos ahora mismo.
Seina escuchó las quejas y gritos de los otros genin con aspecto serio. Le daba igual. Combatir aquí o delante de público le era indiferente.
—¡No es justo! ¡No tenemos tiempo para prepararnos! —gritó su hermano.
—Piénsalo Naruto —le instó ella rodando los ojos—. Nosotros hemos estado 5 días descansando y comiendo bien. La mayoría de ellos están mucho peor que nosotros físicamente. Para nuestro equipo eliminar ahora a la mitad de los candidatos es lo que más nos favorece.
—Hn… —contestó Sasuke, dándose cuenta de que tenía razón—. Tiene razón. Es lo mejor que nos ha podido pasar.
—¡Yo me retiro!
Todos se dieron la vuelta. Era el rarito de Kabuto, alzando la mano para retirarse con una sonrisa. Seina y Sasuke le miraron con rostro neutral mientras que Naruto no podía creerlo.
—Este tío… ¿Se ha presentado 9 veces al examen y justamente cuando está cerca de subir de categoría se elimina a sí mismo sin tan siquiera intentarlo? —se preguntó ella y Naruto frunció el ceño al comprender la incoherencia—. Algo huele mal.
—No lo perdáis de vista.
—¿Alguien más? ¿No? Pues empecemos con la preselección. Serán peleas individuales. Pelearéis hasta que uno de los dos muera, pierda el conocimiento o admita su derrota.
Vieron como señalaba a una gran pantalla en lo alto. Para su sorpresa, no se hicieron de rogar y en menos de un par de segundos aparecieron los nombres de los primeros contrincantes.
—Sasuke Uchiha vs Yoroi Akado.
Seina y Naruto miraron de golpe a Sasuke, que parecía estar vibrando en su sitio de las ganas que tenía de luchar. Todos se retiraron hasta el nivel superior para ver la pelea. Sintió antes de verle la presencia de Kakashi-sensei a su lado, apoyado sobre la barra metálica.
—Estará bien —les dijo con total seguridad.
Observaron cómo Sasuke usaba su sharingan para esquivar y leer los ataques de Yoroi, quién intentaba absorber su chakra con un jutsu en su mano. Estuvieron casi 10 minutos intercambiando golpes y ataques con kunais pero, desgraciadamente para Yoroi, Sasuke era mucho más rápido y tenía el sharingan. Usó el combo de Lee que había copiado para rematarlo en el aire.
—Esos movimientos… son parte de una técnica de Guy.
—¿De quién? —preguntó Naruto, confundido.
—Ese jonin vestido de verde.
—Ah, el clon de Lee.
Seina ahogó una risa al ver como Kakashi-sensei le daba una colleja a Naruto. Acto seguido, le tocó a Shino combatir. Sasuke, una vez curado, subió las escaleras para reunirse con ellos.
—¡Bien hecho, teme!
—Felicidades, Sasuke.
—¡Ew! ¿Es eso un brazo? —escucharon la voz de Ino, minutos más tarde.
Efectivamente lo era. Shino acabó el combate sin muchas complicaciones. Vieron luego a Kankurou usar marionetas para ganar su propia lucha y luego, finalmente, le tocó a ella. En cuanto vio el nombre de Ino supo que era cosa del destino.
—Nos enfrentamos otra vez, Ino.
Ambas bajaron al ring sin prisas, una al lado de la otra. Cuando pisó el ring Seina sintió los típicos cosquilleos de una batalla. Ino la miró un par de metros más allá.
—Voy a darlo todo de mí.
Ella asintió, pero no pudo prometer lo mismo. Si lo hiciera, podría matar a Ino en menos de 5 segundos. Cogieron postura de taijutsu y esperaron a que Anko diera la orden.
—¡Hajime!
Seina saltó hacia Ino, dispuesta a darlo todo dentro de un límite. En seguida, no obstante, se dio cuenta de lo dispar que eran sus niveles. A pesar de que los demás genins habían entrenado duro, no habían entrenado con Kakashi-sensei. Las boleas de golpes y patadas que le lanzó impactaron en gran medida, obligando a Ino a la defensiva. Por más que intentaba atacarla, Seina era demasiado rápida para que lograra darle un golpe. Ino saltó hacia detrás, aumentando las distancias, y le lanzó un shuriken. Seina lo desvió con otro shuriken. Decidió acabar la pelea antes de que pudiera hacerse daño tontamente cuando vio cómo se preparaba su técnica especial del clan Yamanaka.
Usó el shunshin y apareció detrás de ella. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que iba a pasar, la dejó inconsciente con un pinzamiento en el cuello. Cogió a Ino para que no se desplomara a peso muerto contra el suelo y la apoyó despacio.
—¡Sugoi, nee-chan! —gritó Naruto desde el segundo piso. Le envió una sonrisa divertida.
—Ganadora del combate: Seina Uzumaki.
Dejó que los médicos se llevaran a Ino y que le realizaran un chequeo. Como era de esperar, apenas tuvieron que curarle un rasguño y la enviaron de vuelta. Naruto le hizo un hueco entre Sasuke y él, felicitándola de nuevo. Sasuke asintió en dirección, muy concentrado en el siguiente combate.
—Buen combate, Seina —le apretó el hombro Kakashi-sensei, situándose detrás de ella y abriendo su libro porno de nuevo.
—Gracias, Kakashi-sensei —le sonrió alzando la vista.
Los siguientes combates pasaron rápidos. El más corto de todos, detrás del suyo, fue el de Shikamaru que usó sus sombras contra la rival para hacer que se diera un cabezazo contra la pared. Entonces, finalmente llegó el combate de Naruto contra Kiba.
—¡Por fin! —exclamó Naruto, bajando al ring de un salto.
—¡Eso digo yo! ¡Me estaba aburriendo!
—Hn… Menudo par de idiota —Seina rio ante las palabras de Sasuke.
El equipo 7 observó atentamente una lucha de lo más igualada. A pesar de que Naruto era más rápido y tenía más resistencia, Kiba contaba con Akamaru. Intercambiaron golpes mientras su hermano, sorpresivamente, intentaba ganar de la forma más justa posible. Hasta que invocó a un solo clon y empezó a usar el henge para confundir a Kiba.
—Vamos Naru… —susurró desde las gradas.
Se encogió al ver como Kiba dejaba inconsciente a su propio ninken y luego sacudió la cabeza cuando se dio cuenta de que Naruto había usado el mismo truco 2 veces para tener la espalda de Kiba a su alcance. A pesar de eso, Kiba pudo zafarse de la pelea de taijutsu y usó un último ninjutsu de su clan.
—¡Está bien! ¡Tú te lo has buscado! —le dijo Naruto, irritado—. ¡Kage bunshin no jutsu!
En cuando escuchó esas palabras, supo que la pelea había terminado para Kiba. Unos minutos después, Kiba caía en redondo y era llevado en volandas en una camilla.
—¿¡Lo habéis visto!? ¡Se lo dije, dattebayo!
—Felicidades Naru.
—No ha estado mal, dobe.
—Maa… todos mis genins han pasado a la final. Estoy muy orgulloso de vosotros, equipo 7.
—Gracias, sensei.
Acabaron de ver los combates mucho más aliviados. El único que le dolió ver fue el de Hinata contra su primo Neji, quien parecía dispuesto a matarla. En más de una ocasión estuvo a punto de gritar, pero se mordió la lengua para no hacerlo. Por suerte, Naruto gritó el doble para darle ánimos a Hinata. Seina gruñó, inclinada sobre la barandilla, al ver la sangre brotar de la boca a su amiga. Las manos de Kakashi-sensei la pusieron en su sitio suavemente, a pesar de que no iba a saltar e interferir en la pelea. Una mano del jonin se quedó firme en su hombro. Sintió un tic en el ojo al escuchar las palabras llenas de malicia y arrogancia de Neji.
—Ese tío necesita una buena paliza —le dijo a Naruto—. Ojalá me tocara contra él en la final.
Cuando tocó el combate Gaara vs Lee el equipo entero se inclinó para verlo. Al principio, parecía que Lee iba ganando, pero luego… la arena de Gaara fue más poderosa que el taijutsu y la velocidad del ninja de Konoha. Hasta que Lee demostró tener una baza escondida.
—…La próxima puerta será la última —le dijo Lee a Gaara, después de abrir 3 puertas corporales.
—Oye, Guy. No pretenderás que… —le preguntó sorprendido Kakashi-sensei al jonin de verde—. ¿Harás que este niño abra las 8 puertas?
—Así es. Es capaz de hacerlo.
—El chico no tiene porqué demostrarte nada más. No es un asunto personal… todo tiene un límite. ¡Vas demasiado lejos, Guy!
Pero ni Lee ni Guy le escucharon. La velocidad de Lee era tal que casi no podía distinguirlo. Gaara recibió una paliza desde todos lados pero, aun estando en el suelo con su armadura de arena rota, fue capaz de destruirle el brazo y la pierna izquierda. Observaron en silencio como se lo llevaban en camilla, no sin antes escuchar la noticia que le daba el médico a Guy-sensei.
—Este chico… nunca más podrá ser ninja.
—N-no puede ser… —susurró Naruto—. ¿¡No podéis hacer nada!?
—Naruto —le llamó Kakashi-sensei, pero su hermano no le escuchó—. Ya basta. Se ha jugado la vida para poder enfrentarse a vosotros. No lo olvides.
Poco después, acabaron los combates. Esa misma tarde, aunque cansados, el Hokage los apartó para anunciarles a sus contrincantes para la próxima ronda. Seina miró el número 7 en su mano y luego al ninja momia del Sonido con el número 8.
—¡Ajá! —rio Naruto, al ver que tenía el número 1 y peleaba contra Neji.
—Me ha tocado contra el tío de la arena.
—¿Cómo vamos a entrenar durante un mes? —preguntó Naruto a Kakashi-sensei, al salir del campo de entrenamiento.
—Maa… A Sasuke lo entrenaré yo para que aprenda a usar su sharingan. A ti, Naruto, te he encontrado a alguien metódico que ampliará tus conocimientos en todo.
—¿Y yo? —preguntó ella.
—A ti te entrenará un viejo amigo.
Asintió, vibrando en su sitio de la excitación. Un mes entero entrenando, sin misiones. ¿Podría considerarse unas vacaciones?
Notes:
Bueno. Creo que ha llegado el momento de hablar de la pareja de Seina.
Esta historia la pensé para que fuera un Seina/Kakashi porque, como muy bien han dicho algunos en los comentarios, Seina le saca más de 100 años a la gente de su edad y, por como la estoy escribiendo, sería como poner a un niño pequeño con un adulto. Sinceramente, Shikamaru sería el "único" con quien podría emparejarla ya que su genialidad contrarresta la experiencia de Seina pero, aún así, no noto ese feeling. No sé si me entendéis.
Otro personaje que tengo en mente es Itachi. Itachi es físicamente mayor que Seina, un genio como Shikamaru y también tiene un trágico pasado cosa que lo acerca a lo que vivió Seina. Es prácticamente la misma premisa que Kakashi, por eso es la única persona, salvo Kakashi, con quien noto que podría emparejar a Seina.
Ahora mismo estoy en una encrucijada. Para que os hagáis una idea: ya tengo escritos 52 capítulos y sé muy bien por dónde va a ir esta historia PERO todavía no he llegado al punto donde no podría cambiar a Kakashi por Itachi... De hecho, ya sé cómo escribiría la historia a partir de decidir definitivamente si se queda con uno u otro. Si se queda con Itachi la historia será más dramática, si se queda con Kakashi habrá menos drama.
También había pensado hacer una historia alternativa, después de acabar esta historia, donde escribiría qué habría sucedido de haberse quedado Seina con la otra persona. Quizás sea solo un capítulo AU muy condensado, quizás una historia... No lo tengo claro. Lo que sí tengo claro es que ahora mismo no me decido por uno o por el otro. Más que nada porque había escrito la historia con Kakashi en mente, pero Itachi también me gusta mucho para Seina. Así pues, muy a mi pesar, creo que lo dejaré en vuestras manos.
Os daré 2 semanas para decir en vuestros comentarios si os gusta más Seina/Itachi o Seina/Kakashi. Si hay empate, escribiré mi pareja inicial Seina/Kakashi. Obviamente, si nadie vota también escribiré lo que tenía pensado.
Chapter 17
Notes:
Advertencia: abuso/negligencia de menores, menciones de intento de asesinato de menores, intento de asesinato.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Al día siguiente, Naruto y Seina iban a conocer por primera vez a sus respectivos maestros temporales mientras Sasuke se quedaba en casa descansando, o eso era lo esperado.
—¿¡EEEH!? ¡TÚ! ¡EL PERVERTIDO CARA DE PALO!
—¿Pervertido cara de palo…? —se preguntó Kakashi-sensei, incrédulo.
Seina sintió una vena dolerle en la cabeza al ver quién era el nuevo maestro de Naruto.
—¡Una vez hice mi sexy no jutsu y este tío se desmayó de tanta sangre que perdía!
—¿Tú sexy no jutsu? ¿Qué técnica es esa?
—NA-RU-TO… —siseó Seina—. Te dije que NUNCA hablaríamos de eso y que NUNCA volverías a hacer esa técnica, o te partiría ambas piernas.
Kakashi-sensei la miró, sorprendido, y el nuevo maestro de Naruto se sonrojó violentamente. Su jonin sensei alzó una ceja en su dirección al ver la reacción de todos, y ella exhaló fuertemente, apretando los dientes de la ira.
—Es un jutsu creado por Naruto donde se convierte en una chica desnuda. Como somos gemelos, su forma femenina soy yo, aparentemente dentro de unos años. ¡No solamente le enseñó esa técnica a Konohamaru, el nieto del Hokage, sino que se la mostró a este PERVERTIDO!
—…
—Hahaha —rio Naruto con algo de miedo al ver el rostro de Kakashi-sensei.
—¿Por qué no hablamos un momento a solas, Ebisu? —dijo tranquilamente Kakashi-sensei, cerrando su libro porno de golpe, con una sonrisa falsa.
El mencionado lo siguió sin poder evitarlo. Se fueron tan lejos que no pudo escucharlos, cosa que obviamente era intención de su maestro. Cuando regresaron, Ebisu estaba pálido como la nieve y parecía no poder mirar en su dirección. Naruto dio un salto cuando Kakashi-sensei le apretó un hombro. Supo, por su vínculo, que la fuerza con la que le apretaba rayaba lo doloroso.
—Y tú. Nada de usar ese jutsu, ¿me entiendes? —le susurró peligrosamente en la oreja—. No querrás que Seina te parta las piernas, ¿verdad?
—H-h-hai, Kakashi-sensei.
Kakashi-sensei lo soltó, claramente enfadado, y luego miró hacia un árbol. Seina se giró a mirar a su nuevo instructor. Vestía de forma idéntica a los demás jonin, pero llevaba una especie de armadura facial a ambos lados de la cara. Tenía el cabello castaño y los ojos oscuros y, por lo general, parecía un ninja afable.
—Ah, Tenzou. Llevas justo a tiempo —Kakashi-sensei le pasó el brazo por los hombros—. Esta es Seina.
—Encantada de conocerte, Tenzou-sensei —e hizo una reverencia.
—Lo mismo digo, Seina. Vamos, hablaremos un rato a solas sobre tu entrenamiento.
Seina se despidió de Naruto, quién todavía estaba discutiendo con el tal Ebisu, y de Kakashi-sensei. Caminó al lado de Tenzou-sensei hasta llegar a un campo de entrenamiento nuevo, mucho más apartado de la aldea.
—Este es el campo de entrenamiento que suelo utilizar. Aquí tendremos privacidad para entrenar sin que nadie te espíe. Antes que nada…
Seina contempló, sorprendida, como usaba el mokuton. ¿Tenzou-sensei era un Senju? Pensaba que no quedaba ninguno en la aldea desde hacía años.
—Sé lo que estás pensando, pero no, no soy un Senju —sonrió Tenzou-sensei—. Mis poderes fueron un efecto colateral de un experimento.
—¿Alguien experimentó en ti? ¡Eso es inhumano! —gruñó ella, indignada.
—Lo es, pero estoy vivo y tengo esta gran habilidad así que no todo fue miseria. ¿Sabes para qué usó Hashirama Senju el mokuton?
—Para crear los bosques de Konoha.
—Y para controlar al Kyubi.
Seina alzó una ceja al darse cuenta de por dónde iban los tiros. Se acordó de cómo le comentó el deseo de Kurama a Kakashi-sensei y como, en lugar de poner el grito en el cielo, se mostró pensativo. Ahora entendía una de las razones por las que estaba entrenando con Tenzou-sensei. El examen de chunin era una excusa perfecta para darle esa oportunidad y, a la vez, poder centrarse en ayudar a Sasuke con el sharingan. No solo eso, les estaba dando a Naruto y a ella experiencia con otros ninjas de élite. Suprimió el deseo de chasquear la lengua al darse cuenta de que, una vez más, la mentalidad práctica de los ninjas la pillaba desprevenida.
—Quieres que entrenemos con Kurama —afirmó ella, diciendo el nombre del Kyubi por primera vez en voz alta ante un desconocido.
—¿Kurama? ¿Hablas del zorro de nueve colas?
—Así es. Tiene nombre, y sentimientos, como las personas.
—Algo me comentó Kakashi-senpai de tu situación, pero nunca imaginé que tuvieras, de verdad, una relación con tu… huésped.
—Pregúntale cómo piensa hacerlo. ¿Te quitará el sello? ¿Lo modificará?
—Kurama pregunta cómo piensas hacerlo, si me quitarás el sello o lo modificarás.
Tenzou-sensei la miró con el rostro en blanco, pareciendo algo siniestro.
—Puedes hablar con él —ella asintió—. Eso quizás facilite las cosas. Pienso modificar el sello para permitir un mayor flujo de su chakra.
—Si lo que dice es cierto podrás tomar gran parte de mi chakra. Deberás acostumbrarte a él o de lo contrario podría corromperte y hacerte perder la consciencia, transformándote en una especie de híbrido entre un humano y yo.
—¿Y si lo logro?
—Entonces mantendrás tu forma humana, pero tendrás mi poder a tu disposición.
—Pero, aun así, tú no tendrás acceso al mundo libre —dijo ella, confundida—. ¿Existen más pasos para entrenar contigo?
—Por supuesto. Una vez controles ese estado, tendrás que liberarme del sello —Kurama leyó su preocupación al escucharlo—. Seguirás siendo mi jinchuriki, a menos que alguien me extraiga de ti, pero podré salir y entrar a placer y darte todo mi poder.
—Vaya… veo que tengo trabajo por delante.
—¿Seina? —la llamó el jonin y ella volvió a la realidad—. Estabas hablando con él.
—Me ha dicho todo lo tengo que hacer. Me queda un largo camino.
—Dejemos de lado al- a Kurama, un rato. Kakashi-senpai me ha dado un informe completo de tus habilidades para que pueda ayudarte de forma más eficiente. ¿Qué es lo que sabes de tu oponente?
—Utiliza el sonido para atacar y es bastante veloz. A parte de eso, sé poco de sus habilidades. Le vi dar un puñetazo en el aire y partirle las gafas a un genin. También le hizo vomitar a pesar de que el ataque no impactó físicamente.
—Mmm… Ya veo. La mejor opción será que entrenes tapándote los oídos, de esta forma tendrás ventaja y sus ataques no serán tan efectivos. A su vez, mejoraremos tu velocidad y tu taijutsu, y entrenaremos también el ninjutsu. Me ha dicho senpai que tienes naturaleza de agua, pero no estaría mal que tuvieras a tu disposición otro tipo de técnicas. Yo mismo soy experto en ninjutsus de agua y tierra así que espero poder ayudarte en eso.
—¿No entrenaremos en genjutsu?
—No. Solo disponemos de un mes y, al parecer, eres inmune al genjutsu de Kakashi-senpai así que dudo mucho que un genin de Oto pueda vencerte con una ilusión. Debido a que ya le sacas ventaja en ese campo será mejor que nos centremos en otras cosas. Por otro lado, volviendo a lo de Kurama… Me gustaría modificarte el sello y empezar a trabajar también con su chakra. Si entrenamos duro podrías tener muchísima ventaja en la pelea.
—¿Cuándo empezamos? —preguntó ella, botando en su asiento.
—Ahora.
Tenzou-sensei hizo que combatiera contra él usando todas sus habilidades. Salvo la magia, Seina lo dio todo. No supo cuánto tiempo estuvo luchando contra el jonin, pero estaba decidida a no perder en 10 minutos. Por suerte, entrenar con Kakashi-sensei le había hecho bastante más fuerte que hacía solo 5 meses y parecía que incluso estaba sorprendiendo a su nuevo sensei.
—Me has impresionado —la felicitó con una sonrisa—. Veo que no será muy difícil entrenarte. Ahora que ya sé cuál es tu nivel empezaremos a entrenar de verdad.
Hicieron un horario para el mes entero antes de empezar a entrenar. Seina se despidió mentalmente del tiempo libre y de las clases en el hospital hasta nuevo aviso. Pensaba entrenarla unas 12 horas al día. No sabía si aplaudir su dedicación o echarse a llorar. No había empezado y ya estaba cansada. Aun así, no iba a rendirse. Esta oportunidad no la tendría nunca más en la vida: poder entrenar con un jonin diferente a su jonin-sensei durante un mes sin misiones ni otras obligaciones.
Ese mismo día entrenaron con los clones, tal y como había hecho desde que dejó la academia. Unos cuantos entrenaban kenjutsu y shurikenjutsu, otros pocos taijutsu y entrenamiento físico de resistencia y velocidad y el último grupo, que además contaba con ella en persona, ninjutsu. Entrenar sin oír nada era bastante incómodo, pero con sus hechizos para ver auras, y su percepción de chakra, podía contrarrestar esa desventaja.
Cuando acabaron el día, Tenzou-senpai la examinó en busca de heridas y la dejó ir.
—Mañana modificaré tu sello y empezaremos a trabajar también con el chakra de Kurama. Buenas noches, Seina.
—Hasta mañana, sensei.
Al llegar a su casa, vio cómo era la última en aparecer por la puerta.
—Por fin vuelves —la llamó Naruto y ella solo gimió de cansancio—. ¿Cómo ha ido con ese tipo, Tenzou?
—Genial. Quiere que entrenemos 12 horas al día, ¿te lo puedes creer?
—¿¡Qué!? ¿Tantas horas? ¡Casi no vamos a verte!
—Tampoco es que nos vayáis a ver ni a Kakashi-sensei ni a mí así que… —se encogió de hombros Sasuke.
—¿Os vais el mes entero? —preguntó ella, interesada.
—Me temo que sí —suspiró Kakashi-sensei y se tocó el pelo, pensativo—. Tengo que contaros algo de lo que está pasando así entenderéis el porqué de mis decisiones.
—¿Qué está pasando? —preguntó Naruto, frunciendo el ceño—. ¿Por qué está todo el mundo tan raro?
—Al parecer esos 3 ninjas de la Hierba que os encontrasteis en el examen no eran realmente ellos. Fueron suplantados por un ninja exiliado de Konoha, Orochimaru —alzó una mano cuando vio sus expresiones horrorizadas—. Por lo que hemos podido descubrir planeaba hacerse con Sasuke. Por suerte para todos nosotros, el hecho de que hayáis pasado tan rápido la prueba os ha salvado la vida.
Seina y Naruto miraron al instante a su compañero de equipo, que estaba blanco como la leche.
—¿A qué te refieres? ¿A secuestrarlo? —preguntó ella.
—A hacerse literalmente con su cuerpo, con el sharingan. Lo que está claro es que Orochimaru está infiltrado en Konoha.
—Ya veo… Te estás llevando a Sasuke lejos del peligro.
—Así es. El hecho de que pueda ayudarlo con su sharingan es otra motivación más, pero sí. Aquí no está seguro. Orochimaru se esconde, no sabemos dónde, pero está esperando a que cometamos un error. El otro día Guy, el maestro de Lee, vio a ese tal Kabuto merodeando el hospital. No sabemos con exactitud qué hacía allí debido a que escapó, pero está claro que algo tramaba y que trabaja con Orochimaru.
—Sabía que ese tío no era de fiar —siseó ella, al recordar la falsedad en el rostro de Kabuto.
—¿En serio? —preguntó, sin poder creerlo, Naruto—. ¡Parecía de lo más normal!
—Es un ninja, Naruto. Los ninjas sabemos cómo pasar desapercibidos. O deberíamos —le echó una mirada puntiaguda a su hermano—. Otra razón por la cual me voy a encargar del entrenamiento de Sasuke es su rival. Gaara. Definitivamente es el jinchuriki del Ichibi. Lo peor de todo es que no tiene el mismo control sobre el bijuu que tenéis vosotros. Sólo en el bosque mató a 3 genins y desde ese entonces ha atacado a otros ninjas. Ese genin es una bomba de relojería. Por suerte, gracias a vuestro aviso y nuestra vigilancia no ha muerto nadie fuera del examen. Todavía, al menos...
—¿Cómo va a acabar todo esto? —preguntó Seina, a quien todas estas coincidencias no le gustaban para nada.
—De momento, el examen proseguirá como está establecido. Cada uno de vosotros tendrá la protección permanente de un jonin hasta que pase el mes. Luego, ya se verá. Ah, una cosa más. Sé que puede pareceros injusto pero, durante este mes, no salgáis solos a ningún lado salvo para entrenar con vuestro jonin-sensei. La aldea está llena de desconocidos, algunos de ellos muy peligrosos.
Naruto y ella asintieron. Estuvo pensando en las palabras de Kakashi-sensei. Cenó, se duchó y se fue a dormir. Los siguientes días fueron prácticamente una copia los unos de los otros. Sasuke y Kakashi-sensei no estaban. Ella se despertaba, desayunaba y se iba al campo de entrenamiento donde se pasaba las siguientes 12 horas entrenando, con una hora para comer su bento con Tenzou-sensei. Por la noche, llegaba a casa. Cenaba, se duchaba y se iba a dormir. Naruto, quien se levantaba algo más tarde que ella, solo la veía por las noches, y apenas tenían tiempo de hablar de sus entrenamientos con las bocas llenas.
Lo único que cambiaba día tras día era lo mucho que estaba aprendiendo. Para el quinto día, había mejorado bastante su kenjutsu y taijutsu, y había aprendido 2 ninjutsus de tierra: el jutsu de ocultación en roca que tanto usaba Kakashi-sensei y el jutsu de muralla de tierra. Para aumentar su velocidad, Tenzou-sensei le añadió algo más de peso a sus pesas, y para aumentar su resistencia y el nivel de musculatura del cuerpo entero, la obligaba a nadar durante horas contra corriente, usando una roca atada a ella con una cuerda para forzar sus límites.
—Me parece muy interesante el nivel al que avanzas —le dijo una tarde, mientras descansaban media hora—. Con la gran cantidad de clones de sombra que puedes invocar a la vez podrías aprender todos los ninjutsus que sé en un año, o menos, a este ritmo. La única limitación del ninjutsu es saber moldear el chakra, practicar y tener reservas de chakra, y tú cumples todos los requisitos para hacerte experta.
—¿Quieres decir que podría saber muchísimos ninjutsus? —respiró profundamente, tumbada en la hierba.
—Así es. Dentro de unos años podrías convertirte en un verdadero monstruo del ninjutsu. Si a eso le sumamos que eres inmune al genjutsu y que cada día que pasa eres mejor en kenjutsu y taijutsu podrías llegar muy lejos como ninja. Que no te extrañe si te intentan reclutar para anbu en poco tiempo.
—Hn.
Por no hablar de cómo pensaba ser un buen ninja médico, usar su magia y practicar con Kurama. Sí, podría llegar muy lejos.
—De hecho, si hubieras nacido en la segunda guerra ya serías una ninja veterana a tu edad, no habrían malgastado tu talento en la academia durante 6 años —sacudió la cabeza al pensarlo—. Vamos. Se acabó el descanso. Deja que tus clones sigan entrenando ninjutsu mientras te enseño como usar trampas con el elemento tierra.
Se levantó a rastras y tomó fuerzas para la segunda parte del día. Tenzou-sensei era igual de estricto que Kakashi-sensei cuando entrenaba de verdad. A veces, casi no notaba la diferencia entre ambos hasta que se daba cuenta de que Kakashi-sensei era bastante más bastardo atacando. Se preguntó si habrían formado equipo juntos alguna vez.
Ese mismo día, Naruto le habló por primera vez de un tal ero-senin.
—¿Cómo es posible que atraigas a todos los ninjas pervertidos de la aldea, Naruto? —preguntó ella mientras cenaban—. ¿Y cómo dices que se llama?
—Creo que ha dicho Jiraiya.
—Huh —dijo sorprendida. ¿Sería posible…?—. ¿Y dices que ha aceptado entrenarte?
—¡Así es! ¡Va a enseñarme muchas cosas! ¿Sabías que es capaz de invocar a los sapos?
—Mmm… parece mejor que el pervertido número 1 —pensó ella en voz alta.
A los pocos días, Seina volvió a tener noticias del mencionado. Por lo visto, estaba intentando enseñarle a Naruto a extraer chakra de Kurama forzándolo a interaccionar con él a partir de un peligro de muerte.
—¿Me estás diciendo que te ha tirado por un acantilado? —siseó ella, al escuchar las palabras excitadas de Naruto, quien claramente no se daba cuenta del peligro—. ¿Y qué habría pasado si no hubieras podido usar el chakra de Kurama para salvarte? ¿Por qué no simplemente te ha modificado el sello para que puedas acceder a él?
—Eh… No creo que sepa que podemos relacionarnos con Kurama-yin y Kurama-yang.
—Mmm… ¿Podrías darle esto a ese pervertido de mi parte? —le pidió ella con voz dulce.
Escribió una pequeña carta con un hechizo de broma y una cuenta atrás. ¿Quién se había creído que era ese Jiraiya? Por lo que tenía entendido, era un gran ninja y experto en fuinjutsu así que… ¿Por qué emplear métodos drásticos? Sabía que Naruto no le había dicho nada sobre Kurama porque era un secreto que, además, compartía con ella. Aunque tampoco parecía que Jiraiya se hubiera interesado por preguntar si quiera a Naruto si había tenido un incidente antes con Kurama. ¿Quizás se pensaba que, como no había pasado nada antes, tendría que forzar la conexión entre ambos? Menudo idiota. Eso le pasaba a Naruto por dejar al sensei que Kakashi-sensei le buscó. Estaba segura que, perversión a un lado, Ebisu sabía perfectamente qué podía y qué no podía hacer con su hermano.
Al día siguiente, como era de esperar, Naruto se carcajeaba durante la cena mientras le explicaba cómo Jiraiya parecía una drag queen con el maquillaje sobre cargado y el cabello rosa chicle que Seina le había dado de regalo por casi matar a su hermano. Esperaba que le gustara porque le duraría una semana entera. Lo más gracioso de todo, pensó con malicia, era que él mismo no era capaz de notar la diferencia en su apariencia.
—Tendrías que haber visto la cara de la gente —lloró de la risa Naruto mientras le explicaba la historia con un hilo de voz—. Una persona incluso se chocó de cara contra una farola.
Seina lo vio todo a través de los pensamientos de Naruto. Acabó llorando al ver el maquillaje de labios gruesos, la sombra pesada y el pelo pomposo de color rosa fluorescente. Salvo ese incidente, en el que la carta de Seina fue ignorada totalmente, no sucedió nada más. Pasó la primera semana, luego la segunda semana y llegó la tercera semana.
Nada más llegar al campo de entrenamiento supo que algo iba mal a juzgar por la expresión seria del jonin.
—¿Qué sucede?
—Me temo que tu hermano está en el hospital.
—¿¡Qué!? —gritó ella. Acaba de verlo hacía un par de horas—. ¿Cómo es posible? ¡Tengo que ir a verlo!
—Te acompañaré hasta la aldea.
—¿Cómo te has enterado?
—Cuando vengo caminando por aquí paso delante del hospital. Le vi acompañado de Jiraiya-sama esta mañana.
—Ese…viejo —siseó ella—. ¡Otra vez él!
—¿Otra vez?
—Hace unas semanas tiró a Naruto por un acantilado para forzarle a usar el chakra de Kurama.
Tenzou-sensei suspiró profundamente al escucharlo.
—Yo hablaré con él, Seina. Está claro que no está al tanto de vuestras habilidades.
Naruto estaba inconsciente. Al parecer, había usado demasiado chakra, incluso para él. Estuvo toda la tarde acompañando a su hermano, pero no se despertó. La médica le aseguró que se despertaría en 2 o 3 días y que no le quedarían secuelas, afortunadamente. Por desgracia, el idiota de que estaba ayudando a su hermano a entrenar se presentó el segundo día justo cuando ella visitaba a su hermano. Nada más verle sintió como se le entrecerraban los ojos de la ira. Jiraiya se paró en el marco de la puerta y la contempló como si hubiera visto un fantasma, pero se repuso rápidamente.
—Ah, tú debes de ser la hermana. Seina.
—Y tú debes de ser el idiota que casi mata a mi hermano, 2 veces.
Jiraiya se rio con un deje culpable en la voz y se tocó la cabeza.
—Sí. Me temo que el cabeza de chorlito no tiene remedio. Siempre va al límite.
—Para eso están los senseis, para ayudar a sus alumnos a no sobrepasarse —le dijo ella, con un desdén que pudo esconder bastante bien.
El ninja, de enorme cabellera gris y vestido de un kimono gris y rojo con pantalones a juego y sandalias de madera, volvió a suspirar.
—Sí. La verdad es que hace mucho tiempo que no enseño a nadie. Debería pedirle disculpas a tu hermano.
—Solo enséñale como es debido y no dejes que le vuelva a pasar —le pidió ella, intentando ser más cordial al ver su rostro culpable.
—¿Me partirías las piernas si no lo hago? —le preguntó él, recordando su carta, con curiosidad.
—Hn. Después de esto último, lo de tus piernas sería el menor de tus problemas —susurró ella, acariciando el pelo a su hermano. Le miró por encima del hombro con rostro serio y le giró la cara, despachándolo claramente de allí.
Al tercer día, Naruto se despertó como si no hubiera pasado nada. A pesar de la convalecencia de su hermano, Tenzou-sensei no le había dado más que una hora al día para ir a verle así que aprovechó para acercarse al hospital justamente después de comer. Para su sorpresa, Naruto estaba despierto y vestido de calle.
—¡Nee-chan!
—¡Naruto! ¡Estás despierto! —exclamó ella, acercándose a su cama rápidamente—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien. Solo necesitaba recuperarme unos pocos días —le aseguró su hermano—. Creo que me pasé entrenando.
—Si no fuera porque estás en el hospital te daría una colleja. ¿¡Sabes que me enteré de que estabas aquí por Tenzou-sensei!? ¡Ese pervertido ni se acercó a decírmelo!
—Veo que estáis muy animados —dijo Shikamaru, claramente divertido.
Ambos se giraron a mirarle. Llevaba una cesta de fruta en la mano como regalo.
—¿Fruta? Yo le he traído ramen —bufó una risa Seina.
—¿¡En serio!? —gritó Naruto, poniéndose de pie de golpe.
Shikamaru y Seina vieron como Naruto engullía los fideos mientras le explicaba que, en realidad, la fruta era para Chouji que también estaba hospitalizado debido a un empacho. Otra vez. Adolescentes… no comprendían sus límites.
—Está aquí —la avisó Kurama—. El otro jinchuriki.
Seina agudizó el oído y escuchó el suave sonido de la arena. Era tan extraño en Konoha que no tardó en encontrar su ubicación en el hospital. Su rostro repentinamente serio fue suficiente para que Shikamaru se diera cuenta de que algo sucedía.
—¿Qué sucede?
—El ninja que mató a esos 3 en el bosque, está aquí —le informó.
—¿¡Qué hace aquí!? —preguntó nervioso Naruto.
Salieron de la habitación y vieron al pelirrojo entrar en una habitación.
—¡Ese es el cuarto de Lee! —dijo Shikamaru con expresión preocupada.
Caminaron rápidamente hasta allí y vieron como la arena se arremolinaba entorno a Lee. Gaara del Desierto estaba prácticamente inclinado sobre él, observándole con una expresión fría y sin sentimientos. Naruto, como no, fue el primero en abrir la boca ordenándole que se apartara de Lee.
—¿Por qué estás aquí?
—Para matarlo.
—¿¡Qué!?
—¿Para qué? ¡Ya lo derrotaste! ¿Tienes algo personal contra él?
—En absoluto —les dijo, como si nada—, pero deseo matarlo.
—PERO, ¡QUÉ DICES! ¿¡ESTÁS MAL DE LA CABEZA!? —gritó Naruto, incapaz de comprender lo que estaba escuchando.
—Cálmate Naruto. ¿No ves su mirada? No hay forma de razonar con él —le dijo ella al mismo tiempo que Shikamaru le ordenaba que se callara.
—¡Somos 3 contra 1! ¡Vete de aquí!
Seina suprimió un gemido de frustración. Naruto no iba a dejar que atacara a Lee, pero tampoco estaba dándose cuenta del peligro que corrían todos.
—¡Calla Naruto! —siseó Shikamaru, cogiéndole de la camiseta—. ¿No te das cuenta de que tiene un poder monstruoso?
—Seina y yo tenemos nuestros propios monstruos —le cortó—. No podrás con nosotros.
Shikamaru abrió la boca de nuevo, pero Seina le cogió la mano cuando vio como la expresión de Gaara cambiaba. Parecía haberse olvidado momentáneamente de Lee y eso fue suficiente para ella. Quizás Naruto podría convencerle hablando de que se fuera. Shikamaru la observó con rostro algo temeroso y ella le apretó la mano para transmitirle seguridad. No iba a dejar que murieran, aunque tuviera que revelar sus poderes. Shikamaru se relajó levemente a su lado.
—¿Un monstruo? A mí me pasa lo mismo. Cuando nací acabé con la vida de mi madre en el proceso y mi padre se aseguró de que me convirtiera en el shinobi más fuerte. Hizo de mí un monstruo desde el instante en que nací.
Escuchar esas palabras, a pesar de que ya sabía que era el jinchuriki de Suna, fueron como un balde de agua fría. Se encogió ante el dolor que rezumaba cuando hablaba de cómo su padre había intentado matarle incontables veces y de cómo los únicos lazos que sentía por su familia eran de odio y deseos de matar.
—Yo no soy más que una terrible arma al servicio de la aldea, manejada con la mayor de las precauciones. Como una reliquia del pasado que debe ser eliminada… Entonces, ¿para qué he venido yo a este mundo?
Escuchó como había buscado una razón para vivir, para no estar muerto en vida, y la había encontrado matando a todas las personas que se cruzaran en su camino. Matar a aquellos que querían matarle, le daba un sentido a su vida. Una vez más, se preguntó en qué mundo había renacido. Un mundo donde los padres destruyen las vidas de sus hijos todavía en el vientre de sus madres, un mundo donde la gente eran piezas de ajedrez para jugadores en las sombras, fácilmente reemplazables… Aunque, visto así, quizás no era tan diferente a su antiguo mundo.
—Te equivocas —le dijo. Todos se giraron a mirarla—. No estás solo. Tu padre es una basura humana. No debió tratarte así. Sin embargo, tú padre es la excepción, no la regla. La verdadera familia te quiere, seas como seas.
—…
—Mira a Naruto y a mí —continuó cuando vio que había captado su atención—. Somos como tú.
—Vosotros… ¿sois jinchuriki? —le preguntó, atónito, y por primera vez presenciaron algo más que odio y sed de sangre.
—Así es. Durante muchos años nos despreció mucha gente, algunos todavía lo hacen, incluso intentaron matarnos en el orfanato unas cuantas veces… Por suerte, nos teníamos el uno al otro. Porque los lazos de sangre no son siempre odio y muerte, a veces son más que eso. Tuviste mala suerte con la escoria que se hace llamar tu padre, pero no tiene por qué ser así si cambias.
—…¿Cambiar? —le preguntó, como si no supiera que era eso.
—La familia no nace, Gaara, se hace —le contestó ella, lo más suavemente posible—. Solo tienes que buscar gente que te acepte y verás que no es necesario probar tu existencia matando a gente inocente.
—Nadie me aceptaría en Sunagakure —le dijo, con un deje irónico y cargado de odio—. Estoy destinado a estar solo, ser odiado y un monstruo. Después de todas las muertes… ¿quién lo haría?
—Yo lo haría.
—Y yo.
Shikamaru parecía más despierto que nunca, escuchando por primera vez la verdad sobre la existencia de Naruto y ella. Gaara, por otro lado, parecía haber perdido la sed de sangre. La arena volvía lentamente a la tinaja, como si lo estuviera haciendo inconscientemente. Seina escuchó a Guy-sensei moverse al fin, cuando dejó de hablar, y aparecer por la puerta.
—Ya está bien. Dejad descansar a Lee en silencio —les pidió el jonin.
Gaara tomó una decisión y se fue, mirándolos por última vez por encima del hombro. Dejaron a Guy-sensei con Lee y se fueron a la habitación de Naruto. Seina vio que apenas tenía unos minutos más para estar con su hermano antes de ir a entrenar de nuevo con Tenzou-sensei. Shikamaru parecía dudar sobre si abrir boca o no para preguntarles algo pero, al final, suspiró y calló.
Notes:
No esperaba que se petara tanto el tema del romance así que estoy sorprendida. Las votaciones continuan hasta el siguiente capítulo, por si alguien se anima a votar... Aunque está bastante claro:
Kakashi: 24
Itachi: 5
*NS/NC: 4*Gente que no ha votado o que prefiere un trío (que no voy a hacer porque me explotaría la cabeza intentando encajarlo en esta historia).
Chapter Text
Durante la siguiente y última semana de entrenamiento, sintió de vez en cuando unos ojos en su cogote. Ninguno de los hechizos que tenía activo le mostraron a alguien cerca pero, por lo visto, no fue la única que percibía algo extraño porque los últimos días cambiaron de lugar de entrenamiento. Antes de que se diera cuenta, llegó el día del combate.
—¡No puedo CREERLO! —acabó gritando de la emoción Naruto y ella alejó su oído—. Por fin ha llegado el día.
—Tranquilízate o perderás todas tus fuerzas antes de empezar.
Escuchó como su hermano hablaba por los codos sobre su combate con Neji. Cómo iba a ponerlo en su lugar, a vengar a Hinata, a aprobar el examen… Observó cómo la mayoría de aldeanos se dirigían al estadio para presenciar los combates y, de golpe, sintió su estómago bailar con los nervios habituales al darse cuenta del público que iba a verlos. Demonios. Más de 130 años después y seguían sin gustarle las masas.
Al entrar, siguieron las flechas hasta la zona de candidatos al examen. Vio que eran de los últimos en llegar, a pesar de que sobraba tiempo. Observó a los ninjas allí presentes y se dio cuenta de que Sasuke no estaba. Deseó fervientemente, suplicando que solo fuera un mal presentimiento, que Kakashi-sensei no hiciera de las suyas presentándose una hora tarde. Naruto empezó a hablar con Shino y Shikamaru, sin tan siquiera darse cuenta de la ausencia de su compañero de equipo. Rodó los ojos. Sintió una mirada en el cogote y supo que debía ser Gaara. Se giró. La observaba con rostro neutro, contemplativo. Ella asintió en su dirección. Con algo de sorpresa, vio como Gaara le devolvía el gesto casi imperceptiblemente.
—Podéis pasar a la arena, chicos y chicas —les informó un jonin—. Poneos en fila y mirad al público. Están aquí para veros.
Seina se tragó un suspiro y se puso al lado de Naruto. Supo, antes de verlo, que Gaara se había puesto a su lado. Escuchó las normas del combate, básicamente las de la última prueba, y notó el momento en que Naruto se daba cuenta de que Sasuke no estaba. Se giró a mirarla, con una clara pregunta en los ojos, y ella se encogió de hombros.
—¡Hey! Estaos quietos y mirad al frente —le dijo a Naruto el jonin.
Los echaron a todos de allí salvo a Naruto y a Neji. Se cruzó de brazos, escuchando como la multitud vitoreaba a los concursantes, y vio como Naruto y Neji empezaban a intercambiar golpes. Tenía que admitir que Neji era muy bueno. Poco a poco empezó a ponerse nerviosa al ver cómo Naruto quería ganar de nuevo usando taijutsu contra el Hyuga, intentando alargar el combate para darle una lección. Vio como impactaban algunos junken con puños apretados.
Escuchó como Neji le contaba su historia a Naruto para el atónito de todo el estadio. Dirigió su mirada hasta Hinata, para ver su rostro, cuando se dio cuenta de que no estaba. Ni estaba Kiba, que había estado sentado a su lado. El rostro del padre de Hinata, por otro lado, estaba impasible mientras escuchaba a su sobrino hablar de la muerte de su padre.
—¡Vamos Naruto! ¿¡A qué estás esperando!? —pensó para sí misma, dando gracias que Naruto no pudiera escucharla en ese momento.
—¡No eres más que un cobarde! —le espetó su hermano, limpiándose un poco de sangre del labio—. ¡Y te derrotaré!
Estupefacta, vio como Naruto usaba el chakra de Kurama sin miramientos. Qué poco discreto era su hermano. ¿Para qué usarlo si no lo necesitaba? ¡Podría haber derrotado hacía rato a Neji con su ingenio! Aun así, observó interesada como Naruto, recubierto por el chakra de Kurama, desaparecía en un alarde de velocidad que los dejó a todos impresionados. Los clones fueron de esperar. Lo que le hizo reír fue ver cómo dejó K.O. a Neji con un simple túnel después de que uno de sus clones se hiciera el muerto y el Hyuga cantara victoria.
—¡Ha ganado! —gritó ella, pero no se la escuchó entre el gentío—. ¡HA GANADO!
Abrazó por el cuello con cada brazo a Shikamaru y Shino. No podía creerlo. Los soltó y se inclinó rápidamente sobre la barandilla, haciendo caso omiso de los otros participantes que miraban algo nerviosos la arena ahora que se había acabado el primer combate.
—¡INCREÍBLE NARUTO!
—¡Nee-chan! ¿¡Lo has visto!? ¡He ganado! —gritó Naruto cuando llegó corriendo a su lado y se le tiró encima.
Ambos rieron. Poca gente creía en su hermano y ahora todos se habían tragado sus palabras. Solo esperaba su turno para hacer exactamente lo mismo. Observó por encima del hombro de Naruto las caras sorprendidas de mucha gente, con algo de su sed de venganza saciada. No había mejor recompensa que demostrar que nada les había impedido ser los mejores, a pesar de las malas intenciones de mucha gente.
—¿Dónde está el teme?
—Todavía no ha aparecido. A este paso tendrán que cancelar el combate.
Naruto miró de reojo a Gaara, que esperaba contra una pared con rostro impasible. Vieron como parecía producirse una conversación algo intensa en el palco de los Kage que, para sorpresa de todos, acabó con el aplazamiento del combate. ¿Acaso iban a dejar que Sasuke luchara a pesar de llegar tarde? No tenía mucho sentido, teniendo en cuenta que la puntualidad era algo necesario en un ninja y era un factor evaluable del examen. Parecía que querían ver la lucha, más que otra cosa.
—¡El combate entre Gaara del Desierto de Sunagakure y Sasuke Uchiha de Konohagakure queda aplazado! ¡Siguiente combate: Shino Aburame de Konohagakure vs Kankurou del Desierto de Sunagakure!
—¡Me retiro!
—¡EH! —exclamó Naruto al darse cuenta que Shino había ganado por defecto—. ¡Menuda injusticia!
Seina, sin embargo, se dio cuenta de que le tocaba a ella.
—¡Ganador por defecto: Shino Aburame! ¡Siguiente combate: Seina Uzumaki de Konohagakure vs Dosu Kinuta de Otogakure!
—¡Pégale una paliza a ese! —le vitoreó Naruto.
Aceptó las palabras de ánimo de sus amigos y luego bajó a la arena, poniéndose los tapones discretamente mientras disimulaba con su cabello. Dosu la miró con un solo ojo visible, sin pestañear, como si no pudiera esperar para hacerla pedazos. Leyó los labios del jonin encargado de esa parte, que les recordaba las reglas, activó el hechizo de auras y el encantamiento para silenciarse. Así como otros para protegerse los oídos, por si acaso.
—¡Hajime!
Seina saltó hacia atrás, esquivando a Dosu, y creó un clon para distraerle al mismo tiempo que, usando su mejorada velocidad, se metió bajo tierra y aparecía en lo alto de la rama del árbol sin que se diera cuenta.
—Kirigakure no jutsu.
Una niebla espesa cubrió toda la arena mientras ella creaba más clones colocados estratégicamente bajo tierra y entre los arbustos. Se puso los puños de acero y empezó a embestirle junto con uno de sus clones cada vez. ¿Quería un combate de sonido? Ella iba a darle uno. Ni siquiera lo vio venir. Cada vez que pensaba en contraatacar usando el sonido, ella se intercambiaba por uno de los clones, golpeándolo por la espalda. Tardó en darse cuenta de que los clones eran los únicos que hacían ruido intencionadamente para que se girara y quedara desprotegido ante su verdadero yo. Eso, y que parecía que sus jutsus de sonido no tenían ningún tipo de efecto en ella. No solo llevaba tapones sino varios hechizos.
Justo cuando vio que saltaba, escondiéndose donde sabía que había un árbol, se intercambió con el clon escondido y apareció en el suelo.
—Doton: shinju zanshu no jutsu.
Lo enterró hasta la nariz y le remató dándole un golpe en la cabeza. Despejó la niebla desactivando el ninjutsu y también se deshizo de sus clones cuando vio que el árbitro se había dado cuenta de que había ganado. No sabía cuánto había durado el combate, pero presentía que no habían sido ni 10 minutos.
—¡Ganadora del combate: Seina Uzumaki! —le vio decir.
Se dejó los tapones para no tener que escuchar al público y subió hasta la terraza donde le esperaba Naruto, saltando como si acabara de ganar él de nuevo. Se quitó los tapones, viendo cómo le estaba hablando. Ella solo entendió una de cada tres palabras, de lo excitado que estaba.
—¡Increíble! ¡Has ganado! ¡Aunque no hemos visto nada, pero has ganado!
Shikamaru se carcajeó al escucharlo. Shino la felicitó y ella aceptó el abrazo de Naruto.
—Parecía que le estabas dando una paliza —le informó Naruto—. ¿Tenías tapones? Menos mal porque se ha cabreado bastante cuando no podía darte ni un solo golpe y ha empezado a insultarte.
—Huh. Técnicas baratas —pensó ella en voz alta. Como si los insultos de un niño de 12 años la fueran a ofender o cabrear—. Suerte Shikamaru.
El mencionado solo suspiró y bajó a la arena como si estuviera a punto de ser ejecutado, con los hombros caídos. Observó el largo combate entre ambos hasta que Shikamaru se cansó y se retiró, para el atónito de su hermano y su sorpresa. ¡Si casi lo tenía!
—¡Mira que eres flojo, Shikamaru! —gimió Naruto a su lado.
—Parecía poco dispuesto a pegar a su contrincante —musitó Shino embutido en su chaquetón a pesar de ser agosto.
Seina suspiró mientras escuchaba como la gente gritaba el nombre de Sasuke, deseosos de verle pelear. Rodó los ojos ante la indignación del público. Escuchó la voz de Gaara asegurar que Sasuke vendría y, por primera vez, se preguntó si sería mejor que Sasuke no apareciera. Justo cuando creía que iban a esperar un rato largo, apareció Sasuke en mitad de la arena acompañado de Kakashi-sensei.
—¡LLEGAS TARDE, TEME! ¡ESPERO QUE NO SE TE HAYA PEGADO ESA COSTUMBRE DE KAKASHI-SENSEI!
—Mira que eres idiota —suspiró Sasuke, mirándolos desde abajo con una leve sonrisa.
—¡Os habéis perdido nuestros combates, cretinos!
—Voy a por algo de beber, nee-chan. ¿Quieres algo? —ella negó con la cabeza.
—¡Candidato Gaara del Desierto, baja aquí! —le gritó el árbitro.
Seina se giró a mirarlo justamente cuando, el que suponía era su hermano mayor, abría la boca.
—Oye Gaara… Sobre el plan, ten… —su hermana le tapó la boca con una mano.
—No le hables ahora —le susurró al oído—, o te matará.
Seina frunció el ceño al escucharlo. ¿De qué plan hablaba? Observó mientras Gaara baja a la arena el público cuchichear y vitorear el nombre de Sasuke, a pesar de no conocerle ni saber si era o no un buen ninja.
—¡Seina-nee! —le gritó mentalmente Naruto y ella abrió su vínculo—. ¡Tienes que ver esto!
Vio el recuerdo de Naruto donde Gaara bajaba las escaleras y era increpado por un par de ninjas de Kirigakure para que perdiera y así pudieran ganar una apuesta. Observó con algo de esperanza como los había ignorado hasta que, uno de ellos, inconscientes del peligro, le cogió el hombro cuando Gaara pasaba por su lado haciéndoles caso omiso. Supo en ese mismo instante lo que iba a ver. Los ninjas fueron asesinados como si nada al mismo tiempo que Gaara se agarraba la cabeza, como si sufriera una terrible migraña.
Seina dirigió la mirada preocupada a la arena.
—Ya ha empezado… Esto no es bueno —escuchó confundida el susurro de Kankurou.
—¡Vayamos a hablar con Kakashi-sensei! —le dijo Naruto, regresando.
—Tengo que dejarte, Shino. Hasta luego.
Se dio la vuelta y salió corriendo en busca de su hermano y su sensei. Llegó allí en menos de 5 minutos. Junto a Kakashi-sensei estaba el equipo 10, Lee y Guy-sensei.
—¡Lo va a matar! —le aseguró Naruto a Kakashi-sensei, pero este no parecía preocupado—. ¡No sabes lo que hemos visto!
—Sasuke estará bien. Hemos llegado tarde por una razón.
Kakashi-sensei le sonrió a Naruto, intentando reconfortarle sin mucho éxito. Luego la vio a ella. En ese momento no se sentía demasiado caritativa con el jonin. Después de todo, Sasuke no era su único discípulo. Todos habían recibido el apoyo de sus senseis, aunque fuera con su mera presencia, salvo Naruto y ella. Algo en su cara debió de dejarle ver que no estaba contenta con él porque dejó de sonreír con una pizca de confusión. Se apartó del grupo, acercándose al borde de la barandilla, y observó cómo Sasuke le daba una paliza a Gaara usando una velocidad increíble.
Todo pareció decantarse a favor de Sasuke, hasta que usó una especie de rayo en la mano para atacar a Gaara, quien se había refugiado en una esfera de arena. Entrecerró los ojos al ver el rostro algo asustado de su compañero de equipo quien parecía no poder sacar su brazo de la defensa de Gaara.
—¡Sasuke! —gritó Naruto a su lado, dándose cuenta de lo mismo—. ¡Le va a arrancar el brazo!
Sin embargo, para el alivio de todos, Sasuke se liberó de alguna forma. No sin antes quedar malherido de su brazo izquierdo. El suspiro de alivio fue tan profundo que no pudo esconderlo. Justo en ese momento, empezó a sentir el típico cosquilleo del genjutsu en sus barreras mentales.
—¿¡Genjutsu!? —preguntó mentalmente Naruto y luego se refugió con ella en su mente al ver que era un genjutsu capaz de dominarlo—. ¡Todos se están durmiendo!
—Está claro que algo está pasando. Mira en la arena. Los hermanos de Gaara han bajado a recogerlo.
Escuchó el sonido de unas armas volar por el aire en varias direcciones. Naruto y ella se agacharon, viendo como las hojas de metal cortaban el aire justo donde habían estado sus cabezas. Observaron como Kakashi-sensei y Guy-sensei desviaban los ataques de quienes parecían ser anbus de Konoha. Cuando vio como uno de ellos se lanzaba contra su hermano preparó la maldición mortal en su puño y lo interceptó con un shunshin. El misterioso anbu cayó muerto al suelo, volando unos metros para atrás a peso muerto debido a su golpe.
—¡Mira! ¡Sasuke va tras Gaara! —exclamó Naruto, mirando a la arena.
Kakashi-sensei le escuchó y lo comprobó de reojo.
—Seina, Naruto. Despertad a Shikamaru e id tras Sasuke. Ya sabéis que no puede quedarse solo.
Llegaron hasta donde estaba tendido Shikamaru.
—¡Si estás despierto! —le gritó indignado Naruto—. ¿¡Qué hacías aquí tumbado haciéndote el dormido!?
—Vamos, no tenemos tiempo de charlas —cortó ella antes de que pudiera abrir la boca Shikamaru.
Naruto usó el shunshin incluso antes que ella al darse cuenta de sus pensamientos. Seina cogió a Shikamaru en brazos, ignorando su grito de indignación y sorpresa, y luego fue tras Naruto en dirección a donde había escapado Sasuke.
—¿Puedes localizarle? —le preguntó mentalmente.
—Tengo un hechizo localizador en su brazalete y en el pendiente. Sígueme.
Dejó a Shikamaru en el suelo y los 3 salieron corriendo tras Sasuke. Pudieron ver su espalda a lo lejos, adentrándose en el bosque. Por todos lados se escuchaba el sonido característico de las armas ninja chocar unas contra otras, los gritos de dolor y quejidos moribundos. Por suerte, todos los civiles estaban durmiendo así que no había gritos de pánico ni estampidas por las calles. Activó el hechizo para ver las auras y se dio cuenta de que a Sasuke lo seguían lateralmente al menos 9 personas.
—¡Mierda! ¡Tendremos que deshacernos de ellos si queremos alcanzar a Sasuke!
Entraron en el bosque y esos ninjas no tardaron ni 5 minutos en cortarles el paso. Shikamaru suspiró y paró en seco.
—Id vosotros. Yo los retendré.
Seina lo observó fijamente y asintió. Renovaron la marcha, dando gracias por no llevar las pesas puestas, y en poco rato alcanzaron a Shino acabando con Kankurou.
—¡Está herido! —le dijo su hermano, como si no lo viera ella misma.
—Su marioneta estaba envenenada —le informó Shino. Seina suspiró escuchándolo.
—Ve, Naruto. Te alcanzo en unos minutos.
Su hermano la dejó a solas con Shino sin mediar palabra. Por suerte, Shino no rechazó su ayuda médica así que se dedicó a curarle las heridas y le dio una poción antídoto que ella misma había fabricado.
—¿Desde cuando eres experta en iryo nintjusu?
—¿Experta? —bufó una risa, acabando de curarle—. No. Simplemente tomo clases en el hospital por lo que pueda pasar. Menos mal que lo hice. ¡Ya está! En pocos minutos debería hacerte efecto el antídoto.
—Gracias Seina.
—Dejaré un par de clones contigo por si acaso. Tengo que irme. Si caminas en la dirección por la que hemos venido deberías encontrarte a Shikamaru.
Shino asintió.
—Suerte.
Seina saltó en dirección a Sasuke y Naruto. Cuando llegó, Sasuke parecía malherido y exhausto, jadeando sobre una rama casi incapaz de moverse. Naruto, al contrario, estaba intercambiando golpes con un Gaara medio transformado.
—¡Cura a Sasuke, nee-chan! ¡Yo me encargo de él! —le dijo Naruto. Notó como ella estaba irritada por quedarse atrás de nuevo—. Tú intentaste hablar con Gaara, ahora me toca a mí, por favor.
—Está bien. No mueras.
—Gran consejo —jadeó con una risa Sasuke y, aunque no lo dijo, supo que había echado de menos sus discusiones—. ¿No tendrás una de esas pociones?
—Stupefy —lanzó ella el hechizo en dirección Temari del Desierto—. Sí. Ahora te doy una.
Cogió a Sasuke y le dio la vuelta, recostándolo contra un tronco algo más lejos de la pelea de Naruto contra Gaara. Le entregó la poción vigorizante y, acto seguido, le curó las heridas. Frunció el ceño cuando llegó al brazo izquierdo. Parecía como si las células de su brazo estuvieran… ¿electrocutadas? Encontró también un comienzo de daño nervioso en el brazo que supo que no podría curar con el iryo ninjutsu que conocía hasta ahora.
—No debería haberlo usado una tercera vez hoy —le informó Sasuke—, pero no tenía más remedio.
—Por suerte para ti tengo lo que necesitas —suspiró ella. Buscó la poción necesaria y se la dio—. Tómate esto.
Minutos más tarde, después de que empezara a hacer efecto la poción creada para aliviar el cruciatus, los nervios del brazo estaban como nuevos. Usó un hechizo para aumentar la tasa de renovación celular en su brazo y, poco a poco, sintió como aparecían células nuevas y desaparecían las células dañadas. Sintió la quemazón que le estaba produciendo a Sasuke curarle tan deprisa pero, si la invasión seguía durante días, no podía permitirse dejarlo malherido.
—Ya está —suspiró ella. Usó una pomada antiinflamatoria en el brazo—. Puedes usar el brazo con tus técnicas normales. Nada de ese jutsu nuevo.
—Se llama chidori. Mira a ese dobe —apuntó con la cabeza a Naruto—. Algún día nos va a inundar con tantos clones.
Sasuke y ella vieron como los incontables clones de Naruto atacaban a Gaara, quién ahora era una especie de mapache de 2 metros hecho de arena. Sin duda, esa era la forma del Ichibi en miniatura. ¿Así era cómo supuestamente se vería si el chakra de Kurama la corrompía durante los entrenamientos? De repente, Gaara-Shukaku abrió la boca en un alarido. Sintió una grandiosa concentración de chakra y se alzó una nube de humo que no fue suficiente para esconder la respiración de una bestia gigantesca.
—… ¿En serio Naruto está discutiendo sobre beber sake con un sapo gigante? —preguntó exasperado Sasuke.
Seina gimió de frustración pero, al parecer, algo cambió porque el enorme sapo bajo los pies de su hermano desenfundó su arma y se lanzó contra Shukaku. Sasuke y Seina vieron, estupefactos, como Naruto y su invocación luchaban contra bijuu.
—No es malo, tu hermano —admitió Kurama, quién estaba presenciando la pelea, excitado—. Veo que está intentando despertar al jinchuriki. Si lo consigue, acabará todo.
Observó la técnica de viento de Shukaku impactar contra la técnica de agua del sapo con el corazón en un puño. Por suerte, el sapo saltó por los aires sin que Naruto corriera peligro. Kurama y ella vieron como la invocación se transformaba en él bajo un henge y cogía con sus enormes garras a Shukaku.
—¡Vamos Naruto! —gritó ella, al ver que Gaara estaba más cerca que nunca de su hermano.
Vio, a través de los ojos de Naruto, cómo le daba un puñetazo certero. Sin embargo, no despertó.
—¡Está usando el chakra de mi otra mitad!
Un segundo después, Gaara despertaba de un cabezazo de Naruto, cargado de chakra demoníaco. A su vez, ambos clones que dejó con Shino se desactivaron, aportándole información. Vio como Shino se reencontraba con su padre, quién le dio las gracias por curarle, y se marchaban en dirección a la aldea.
—Vamos, Seina, han caído al suelo.
Sasuke saltó del árbol y ella creó un clon para que cogiera a la prisionera. Apoyados contra un árbol, vieron como Naruto y Gaara se pegaban un último puñetazo antes de caer rendidos. Seina suspiró, escuchando cómo Naruto reafirmaba sus palabras del hospital y como le demostraba a Gaara que no por ser un jinchuriki significaba estar solo.
—¡Hey! ¡Deja a Temari en el suelo! —dijo una voz a sus espaldas. Era Kankurou, hablando con su clon. ¿Cómo demonios había escapado de las ataduras de Shino?
—No. Es una prisionera —se negó ella y usó el shunshin para aparecer detrás de él y dejarle inconsciente como su hermana—. ¿En serio creía que íbamos a dejar que se fueran así sin más?
—Idiotas. ¿Puedes crear un par más de clones para coger a Naruto y a Gaara?
Seina cogió a su hermano y al otro jinchuriki y se encaminaron de vuelta a la aldea. Estaban tan cansados que, a pesar de no haberse visto en un mes, Sasuke y ella no intercambiaron palabra. Cuando llegaron al límite del bosque vieron como la mayoría de luchas habían terminado.
—¡Mira! ¡La barrera que había en el palco del Hokage ha desaparecido por fin!
—¿Qué hacemos con estos? —preguntó al aire Sasuke, mirando por encima de su hombro a los hermanos de Suna.
—Deberíamos encontrar a alguien de mayor rango.
Tardaron poco tiempo en darles los prisioneros a un anbu cercano. Cargaron con Naruto en busca de Kakashi-sensei, viendo como todo parecía haber terminado. Se preocupó por Shikamaru, a quién no había visto en mucho rato, hasta que lo vio acompañado por Asuma-sensei cerca de un corrillo de gente que rodeaba un cuerpo en el suelo.
—¿Qué estará pasando?
Kakashi-sensei percibió su presencia y caminó hasta ellos, examinándolos en busca de heridas. Alzó una ceja en dirección a Naruto.
—Está exhausto. No le queda chakra —le dijo ella secamente—. ¿Qué está pasando?
—El Hokage ha muerto.
Les explicó cómo, al parecer, el Kazekage era en realidad Orochimaru disfrazado desde el principio. Cómo había sido imposible ayudar al Hokage mientras combatía contra él en el tejado del estadio. Cómo, ahora, estaban indefensos ante cualquier invasión.
—Las cosas han empezado a cambiar. Pronto tendremos un nuevo Hokage. Quién sabe qué pasará.
Al día siguiente, después de casi día y medio sin dormir, la aldea volvía a estar de pie. Los cadáveres fueron recuperados, los heridos curados y hospitalizados, los civiles volvieron a sus casas y los atacantes fueron apresados e interrogados. Lo único que quedaba era interrogar a los prisioneros, reparar los daños de los edificios y aumentar las defensas de la aldea para evitar una invasión oportunista.
En fila, entre sus compañeros de equipo, observó el funeral del Hokage con la mirada perdida. Cómo había cambiado todo tan rápido, no acababa de entenderlo. De repente, sintió como si hubieran llegado al fin de una etapa de sus vidas, pero no supo a dónde se dirigían a partir de ahí. Eso la preocupó porque algo le decía que debía preocuparse, y rara vez se equivocaba con sus presentimientos…
Notes:
Definitivamente, ha ganado Kakashi/Seina.
Chapter 19
Notes:
Advertencias: menciones de abuso/negligencia de menores, menciones de muerte/asesinato, menciones de suicidio, menciones de delito de odio acabado en suicidio.
Chapter Text
Cuando regresaron a casa los 3 juntos Seina dio gracias por vivir en un lugar apartado del centro y al otro lado de dónde habían visto las invocaciones de Orochimaru. La casa había resistido a la invasión como si no hubiera sucedido nada. Se sentaron en el sofá, respirando hondo. No estaba particularmente exhausta pero sí que notaba el cansancio mental del último mes.
—¿Por qué estabas enfadada con Kakashi-sensei? —le preguntó Naruto de repente.
—¿Qué? Ah, eso. Naruto, todos los otros senseis estaban allí para ver el combate de sus genins. Si hubiera venido una sola hora antes, podría habernos visto luchar —rodó los ojos al darse cuenta de que ni se le había pasado por la cabeza a Naruto, estando ella allí para verle.
—En parte ha sido culpa mía —le contestó Sasuke—. El chidori es una técnica de rayo compleja. En lugar de tener efecto en el ambiente, lo tiene en mi brazo. Ya has visto cómo me ha quedado después de usarlo 3 veces el mismo día. Le pedí antes de venir que tuviéramos un combate de calentamiento para usarlo por primera vez ayer.
No tenía ganas de discutir así que se limitó a contestarle con una especie de gruñido cansado. ¿Y qué si se lo había pedido Sasuke? Kakashi-sensei era grandecito para mirar la hora y darse cuenta de que iba a perderse el combate de 2 de sus genins. Además, el combate de Naruto no había sido precisamente a las 8 de la mañana. ¿En serio no podían haberse despertado un poco antes para tener ese calentamiento? Sinceramente, le parecían meras excusas. Si hubieran sido atacados por el camino o Sasuke se hubiera lesionado lo habría entendido perfectamente pero, ¿un calentamiento? Podría haberse negado.
Otra parte de ella, la que era una vieja metida en el cuerpo de una adolescente, se preguntaba por qué le daba tantas vueltas al asunto. Quizás porque Kakashi-sensei no parecía haberse dado cuenta de porqué estaba enfadada ni les había pedido disculpas a su hermano y a ella. Básicamente, aunque fuera de forma inconsciente, los había despreciado a favor de Sasuke. Tal vez, le dolía tanto porque había decidido confiar en él. Asimismo, Kakashi-sensei le había prometido ganarse su confianza así que cualquier desliz le parecía una montaña en lugar de un grano de arroz.
—Me voy a dar un largo baño. Si no salgo en unas cuantas horas no os preocupéis, no he muerto.
Se levantó y los dejó en el sofá. Preparó su baño con esencias relajantes mientras se duchaba y se quitaba la mugre de esos dos días. Limpia, entró en el agua y casi lloró del alivio. No supo cuánto rato estuvo en el agua, hechizada para que estuviera siempre a la temperatura óptima, relajándose y trabajando en sus barreras mentales.
—Espero que no asciendan al emo antes que a Naruto y a que a ti —le dijo Kurama—. Entonces sí que se nos habrán meado encima.
—¿Por qué lo dices?
—No solamente ha llegado tarde, cosa que debería haberlo descalificado, sino que no ha acabado su combate en la arena. Tampoco ha demostrado mejores cualidades que tú o tu hermano en los exámenes escritos.
De solo pensarlo se enfadó. Sería la ley de Murphy, como siempre, que a Sasuke le ascendieran y a ella no.
—Y en cuanto a Kakashi… ha metido la pata. Por suerte no ha sido nada grave. ¿Qué piensas hacer con él?
—No lo sé. Supongo que dependerá de la próxima vez que nos veamos. Lo único que quiero es que se dé cuenta de su error. Si espera a que yo le diga qué me pasa querrá decir que no es capaz ni de ponerse en mi piel así que confiar en él podría ser un error. Aunque, ¿cómo espero que sepa qué sucede si no se lo digo, si es incapaz de ver por si solo dónde ha fallado?
—Un poco tarde para reconsiderar si puedes confiar en él, ¿no?
—Claro que no. Tengo muchas formas de hacer que no hable sin matarlo o esclavizarlo.
—Y la gente cree que yo soy el más peligroso... —se mofó Kurama—. Hablando de peligro. ¿Viste a ese mocoso pelirrojo transformado en mi hermano? Eso es a lo que me refería. Perder el control debido a mi chakra.
—Por suerte no ha pasado mientras entrenábamos.
—No. Me imagino que tus poderes y tu experiencia te han ayudado. Por suerte, has completado el primer paso del entrenamiento sin problemas.
Seina sintió las barreras mágicas dar paso a otra persona y supo que Kakashi-sensei había vuelto. Cerró los ojos, se despidió de Kurama y empezó a meditar de nuevo para no pensar en nada.
Horas más tarde, bajó en pijama de su habitación. Ni siquiera se había recogido el pelo, como era su costumbre. Estaba tan cansada, y algo harta, que no tenía fuerzas suficientes para seguir su habitual rutina. Cuando llegó al salón-comedor vio que no era la única que se había duchado y cambiado. El único que parecía estar alerta era el jonin. Kakashi-sensei la observó calladamente unos segundos, como si quisiera decir algo, pero sacudió la cabeza.
—Al fin estamos todos aquí.
—¿Qué sucede?
—Nada. Solo quería asegurarme de que estabais bien —le dijo Kakashi-sensei—. Estos últimos días no han sido precisamente fáciles.
—¿Está comprobado que fue Orochimaru? —no le extrañaría que alguien se hiciera pasar por Orochimaru haciéndose pasar por el Kazekage. Esta gente estaba totalmente loca.
—Me temo que sí. No solo mató al tercero, sino también al cuarto Kazekage. Usó a Sunagakure para invadir Konoha.
—¿Y qué pasa ahora con nuestra alianza? —preguntó ella.
—Los consejeros del antiguo Hokage y los jonin a cargo de los distintos departamentos han asumido el mando temporalmente, hasta que se elija al nuevo Hokage. Ellos han decidido renovar la alianza, debido a que Suna estaba siendo liderada por alguien que no era su verdadero líder para llevar a cabo esta invasión, a cambio de ciertas compensaciones.
Así que Gaara y sus hermanos seguramente iban a ser liberados.
—¿Y qué va a pasar ahora con el equipo? —preguntó Sasuke, yendo al quid de la cuestión.
—Todavía están valorando a los candidatos del examen. Seguramente tendremos noticias en un par de días. Si alguno de vosotros es ascendido, empezará a hacer misiones con otros miembros de Konoha, además de con el equipo. Si, por ejemplo, nos faltara un miembro, podría añadirse otro genin de forma temporal hasta el próximo examen. Normalmente, los equipos genin suelen trabajar juntos el resto de sus vidas salvo en algunas misiones puntuales.
Seina creó un par de clones para que hicieran la cena mientras interiorizaba las palabras de Kakashi-sensei. ¿Apenas llevaban 7 meses fuera de la academia y el equipo posiblemente estaba al borde del colapso?
Poco tiempo después, cenaron antes de irse a la cama, o eso pretendía.
—Seina, ¿puedo hablar contigo? ¿A solas? —preguntó su sensei. Luego envió miradas directas a su hermano y a Sasuke, que huyeron de allí.
—¿Qué pasa?
—Estás enfadada —afirmó Kakashi-sensei.
—No es cierto —le dijo finalmente, cuando pensó si lo estaba. Estaba decepcionada.
Kakashi-sensei suspiró. Vio como parecía encogerse levemente sobre sí mismo. Quizás no era la única que podía leer mentes.
—Ya veo.
—¿Cómo te has dado cuenta? —le preguntó ella, cruzándose de brazos.
—Alguien me recordó lo idiota que soy a veces. Lo siento. Debería haber estado ahí para Naruto y para ti.
—¿Y por qué no estuviste?
—He pensado en eso estas últimas 24 horas. Solo puedo decirte que sabía que Sasuke corría un grave peligro ese último mes, y que entrenarlo era vital. Cuando me pidió entrenar una última vez ayer por la mañana no pude negarme.
Asintió. Era justamente lo que había imaginado pero, aun así, solo habrían tenido que acabar ese estúpido calentamiento una hora antes y todo habría cambiado. Por no hablar de que Sasuke no había sido el único que corría peligro. Todavía se acordaba de esa mirada llena de odio en los ojos de Gaara, mientras decidía si escucharla o matarlos a todos en el hospital. De no haber sucedido en el hospital, en la habitación de Lee, quizás no habría intervenido Guy-sensei, cuya presencia acabó por disuadir del todo a Gaara. Quizás, Shikamaru y su hermano estarían muertos si ella no hubiera estado allí en aquel preciso momento para impedirlo con sus poderes, y con sus palabras. Dejó de pensar en ello al notar cómo se le desbocaba el corazón al imaginárselo.
—Buenas noches, Kakashi-sensei.
—¡Espera! Seina… ¿no vas a decir nada?
—¿Qué quieres que diga? No puedo evitar sentirme cómo me siento —se encogió de hombros—. Sé que lo de Sasuke era necesario, me alegro que esté vivo y que le hayas ayudado, pero eso no quita que no era el único a tu cargo. Además, de no ser por Guy-sensei quizás no estaría aquí hablando contigo. Orochimaru no era el único loco infiltrado en la aldea, ¿sabes?
—¿A qué te refieres? —le preguntó con rostro serio.
—Nada importante —rodó los ojos. No sabía por qué, pero su preocupación ahora la irritaba irracionalmente—. Buenas noches.
Al día siguiente, Seina y su equipo tenían el día libre. Los ninjas de mayor rango se estaban encargando de limpiar el final de la invasión mientras que los genins, sin sus senseis disponibles, habían sido ordenados a no interferir ni entrometerse. Básicamente, como no había personal para encargarse de ellos y garantizar su seguridad, Seina no tenía que pintar más paredes de civiles por el momento. Naruto decidió aprovechar el calor que hacía para pasarse el día en la piscina y Sasuke se dejó convencer a los pocos minutos. Seina, no obstante, quería ver cómo había quedado la villa y qué tiendas habían desaparecido.
Caminó durante horas por la aldea, sin prisas, sin ponerse ni siquiera el hechizo que acostumbraba a usar para andar por Konoha. La mayoría de ellos habían visto cómo había peleado así que imaginaba que no iba a ser atacada por ninguno de ellos, a menos que tuvieran el deseo de suicidarse. Tal y como pensó, poca gente la miraba mal. La mayoría incluso parecían entre sorprendidos y culpables, como si se hubieran dado cuenta hacía 2 días que realmente era una niña normal y corriente, y no un demonio sediento de sangre. Algunos incluso parecían admirar sus habilidades, según lo que escuchó con su hechizo espía.
Entró en una librería con la intención de comprar alguna novela para sus ratos libres pero, curiosamente, vio que el libro que dominaba las estanterías era otro libro porno. Icha Icha Violencia, para ser exactos. Ojeó la portada roja y sacudió la cabeza. Cogió un par de libros más de botánica y zoología y se marchó. Estaba ensimismada hojeando una enciclopedia completa de plantas cuando escuchó la voz Iruka-sensei cada vez más cerca.
—No me extraña, Kakashi. Por lo visto ya te lo dijo Kurenai, pero claramente no lo entiendes.
—¿El qué no entiendo? Sé que debería haber estado ahí —suspiró—. Creí que nos daría tiempo a entrenar una vez más pero, cuando me di cuenta, vi que llegábamos tarde. Casi no llegamos ni a su propio combate.
—Tienes un problema con la gestión del tiempo, eso está claro. Sabía que algún día acabaría pasándote factura, por suerte no ha muerto nadie —le dijo Iruka-sensei, con tono irritado y algo resentido—. Respecto a Naruto y Seina… Hay mucho ahí de lo que hablar.
—Tengo tiempo Iruka. No pienso irme hasta saberlo todo.
—Está bien, tú lo has querido. He estado pensándolo durante muchos años y creo que tengo una visión completa de su situación. Para empezar, perdieron a sus padres el mismo día de su nacimiento. No solo eso, fueron convertidos en- ya sabes, el mismo día. Repudiados por todos por algo que había hecho su propio padre. Luego, crecieron en un orfanato donde, al parecer, han intentado asesinarlos un par de veces y, según lo que se le ha escapado a veces a Naruto, era habitual que Seina le diera parte de su comida y robara la comida de otros niños para no quedarse con hambre.
—…¿Qué? —preguntó su maestro en un hilo ahogado de voz. Iruka-sensei lo ignoró.
—Para colmo, las matronas del orfanato les profesaban un claro odio a ambos. Odio que fomentaron en los otros niños hasta tal punto que fue mejor darle un piso y una paga a un par de niños de 5 años que dejarlos en el orfanato. Vivieron solos durante años, Kakashi. Mientras los demás niños no tenían que preocuparse por absolutamente nada, incluido Sasuke hasta la muerte de sus padres, Naruto y Seina se apañaron ellos dos solos para sobrevivir. No tenían a nadie que les hiciera un mísero bento. ¿Quién crees que era la única persona que vitoreaba y felicitaba a Naruto cuando había algún combate en la academia o aprobaba algún examen escrito, y viceversa?
Escuchó como Kakashi-sensei parecía gemir de dolor y culpa al escuchar las palabras punzantes de su profesor de academia, pero al chunin parecían haberle dado cuerda. No paró de hablar a pesar de que Kakashi-sensei parecía claramente hundido, a juzgar por lo que escuchó.
—Cuando los pusieron en tu equipo temí por ellos. Sabía cómo eras y pensé que serías incapaz de tener una relación competente pero, por fortuna, me equivoqué. Creí que actuarías como lo haces siempre, pero vi cuánto habían crecido en tan poco tiempo, y que parecíais un equipo de verdad. De algún modo te ganaste la confianza de Seina Uzumaki quién, junto con Sasuke Uchiha, debió ser la persona más distante y desconfiada, aunque madura, de la academia.
—…Y justo cuando necesitaba demostrar que estoy allí para ellos en un momento decisivo de su carrera ninja, llego tarde con Sasuke a ambos combates. Sasuke, a quien me he dedicado a entrenar a solas durante un mes, dejando de lado a Naruto y a Seina.
—Exacto. Creo que algunos podrían pensar que existe favoritismo en tu equipo. Después de todo, los otros jonin sensei estuvieron allí para ver todos los combates, y tú no te presentaste a ninguno salvo al del genin al que habías entrenado personalmente.
Sacó unas gafas conjuradas de su riñonera y aplicó el hechizo para ver de lejos y a través de la materia. Vio como Kakashi-sensei, a pesar de tener el rostro prácticamente todo cubierto, estaba pálido y parecía que lo habían apuñalado. Hincó los codos en la mesa, tapándose la cara al darse cuenta de porqué Seina estaba tan decepcionada y herida. Se guardó las gafas y se fue.
—…Bueno. Al menos ahora ya te entiende.
—Lo cierto es que me alegro de que le haya preguntado a Iruka-sensei. Ahora me siento mejor.
—Su dolor te reconforta. Mmm… —dijo Kurama, percibiendo sus sentimientos—. Supongo que así te aseguras de que se lo pensará dos veces antes de volverlo a hacer.
—Quiero buscar a Tenzou-sensei. Me gustaría seguir con nuestro entrenamiento.
—Dudo mucho que te dejen quitar el sello dentro de la aldea. Menos ahora, cuando todo el mundo está en estado de alerta y durmiendo con un ojo abierto.
Seina suspiró al darse cuenta de que tenía razón. Al final, como no tenía nada más que hacer en la aldea, se fue para casa. Cuando llegó, Naruto y Sasuke ya no estaban en la piscina sino practicando genjutsu con el sharingan de Sasuke.
—¿Ya has vuelto? —le preguntó Sasuke, desactivando su dojutsu—. ¿Cómo estaba la aldea?
—Llena de gente yendo para aquí y para allá, intentando volver a la normalidad. Mucha gente estaba reconstruyendo algunas casas semi derrumbadas.
—En realidad… ahora que lo pienso, no fue una verdadera invasión —pensó Naruto en voz alta.
—¿Por qué lo dices?
—Creo que confundes destrucción con invasión —cortó ella, sabiendo qué iba a decir sin tan sin quiera usar su vínculo—. Cuando invades algo es para quedártelo. ¿Para qué quieres una aldea destruida?
Naruto cerró la boca de golpe. Sasuke le dio una colleja mientras rodaba los ojos. El resto del día pasó sin más. Kakashi-sensei no cenó con ellos, pero sí que durmió en su cuarto. Seina miró al techo. Quizás había sido demasiado dura con todo, a pesar de saber que Kakashi-sensei también había estado solo y que tenía sus propios traumas. A lo mejor era su psicóloga interior la que la empujó a no evitar sus sentimientos y a hacer que el jonin no pudiera enterrar la cabeza en la arena como un avestruz, forzándolo a enfrentarse a la realidad. Aunque, quizás, Kakashi-sensei se habría dado cuenta de lo que pasaba realmente si le hubiera explicado qué estaba pasando con pelos y señales…
Ese era un gran problema de los ninjas en este mundo. Tenían trabajos muy duros para la psique pero, a la vez, parecían no tener a un psicólogo con quien hablar de sus sentimientos o problemas. La mayoría presentaban comportamientos… digamos excéntricos que, estaba segura, eran fruto de traumas relacionados con sus carreras. Por poner un ejemplo, el mismo Kakashi-sensei había admitido leer o pretender leer porno en público para crear un distanciamiento con la sociedad. Prefería que le vieran con malos ojos antes que relacionarse con la gente para evitar tener que sentir algo fuera de lo que él consideraba normal y para tener una excusa cada vez que se cansaba de interactuar con la gente.
Por lo que sabía, el único departamento que se parecía más a una consulta de psicólogo era el departamento de evaluación psíquica y sus funciones no eran servir de psicólogo sino evaluar si el ninja podía volver a las misiones activas después de alguna misión fallida traumática, en la que el ninja hubiera sido torturado y/o hubiera presenciado tortura de sus compañeros. Era por eso que no podía dejar pasar por alto lo que pasó. Prefería forzarlo ahora, cuando era un asunto menor, que tener que hacerlo cuando la situación fuera extrema. Aun así, también era fallo suyo no decirle porque estaba enfadada porque estaba claro que Kakashi-sensei no iba a averiguarlo por sí solo si no lo había comprendido antes, para empezar.
Justo cuando se estaba durmiendo, sintiendo sus párpados pesados cerrarse poco a poco, un pequeño toque en la puerta la despertó de golpe. Por los hechizos de la puerta, supo que era Kakashi-sensei, para su sorpresa. Abrió la puerta antes de que pudiera irse y contempló a su maestro. Vestía el pijama, como ella, si es que a unos pantalones finos de chándal y una camiseta de manga corta, ambas prendas negras, podían considerarse pijama. Como era de esperar, también llevaba la máscara facial, pero nada más.
—¿Podemos hablar?
Se hizo a un lado, invitándole a pasar, y luego cerró la puerta. Se sentó en la cama y Kakashi-sensei se sentó en los cojines encima del baúl a los pies de la cama. Durante unos minutos se quedaron en silencio hasta que, al final, el jonin alzó la cabeza.
—He estado pensando en toda esta situación. Después de nuestra última charla era obvio que me estaba perdiendo algo así que tuve que… pedir ayuda. Tuve una conversación con Iruka que me abrió los ojos —dijo Kakashi-sensei—. Os he fallado como jonin-sensei a tu hermano y a ti, pero sobre todo a ti. Te aseguraré que me ganaría tu confianza, pero ya he metido la pata. Lo único que puedo decirte es que lo siento de veras.
—Meter la pata es normal —le aseguró ella, con calma— y también lo es pedir ayuda. Solo quería que comprendieras porqué me sentía así. Supongo que también es culpa mía haberme enfadado sin decirte porqué estaba enfadada. Simplemente me parecía algo tan lógico que…
—Que creías que no era necesario que me lo detallaras —asintió con un suspiro el jonin, pasando una mano por su cabello rebelde—… Lo cierto es que… siempre he tenido problemas para conectar emocionalmente con los demás. Cuando era un niño me gradué muy pronto de la academia y eso me separó de los otros niños de mi edad durante un tiempo. Era un genin, pero a la vez no sentía que perteneciera con los genins, ni tampoco con los niños de academia que todavía estaban aprendiendo cosas que yo aprendí hacía años. Hasta que llegó tu padre y me convertí en su aprendiz. Con él fue con la única persona, además de con mi padre quién tuvo una infancia parecida a la mía, con quien me sentí comprendido, pero luego…
—…¿Luego? —le preguntó suavemente, viendo su rostro triste mirando a la nada.
—Luego mi padre se suicidó. Le salvó la vida a un compañero de equipo en lugar de completar una misión. Esa misión fallida fue la que desencadenó la tercera guerra. En la aldea la mayoría lo repudiaron por ello. Durante un tiempo incluso yo creí los insultos de los aldeanos y pensé que mi padre era escoria por haber fallado. Sin nadie que lo apoyara, acabó suicidándose. Lo encontré yo. Su muerte me cambió, para mal, de hecho. Pensé que si mi padre hubiera seguido el protocolo a raja tabla él habría cumplido la misión, la guerra no se habría desencadenado y la aldea no le habría repudiado así que tampoco se habría suicidado, dejándome solo. Si me hubieras conocido en esa época, no me habrías soportado.
Escuchó como reía algo amargamente al recordarse a sí mismo. Seina no pudo soportarlo más y le cogió la mano. Kakashi-sensei no la rechazó. Le apretó la mano y se tomó unos segundos para recuperar el aliento.
—Después de eso, llegaron Rin y Obito, mis compañeros de equipo. Obito era el peor de la clase y un payaso. Siempre llegaba tarde a todos lados y estaba visiblemente enamorado de Rin. Rin era una buena kunoichi, interesada en la medicina pero, desafortunadamente para Obito, no lo veía de esa forma.
—Déjame adivinar, ¿estaba más interesada en ti? —preguntó ella, suprimiendo una risa.
—Sí, a pesar de que yo en aquel entonces no le hice el menor caso. Estaba obsesionado con el código ninja así que salir con alguien no entraba en mis planes, y mucho menos con mi compañera de equipo. Hubiera sido una debilidad flagrante. Más aun siendo ninjas poco experimentados en mitad de la guerra. Además, tampoco veía a Rin de esa forma.
—Imagino que eso a Obito le debió de sentar fatal.
Kakashi-sensei sonrió tras su máscara, dándole la razón silenciosamente.
—Él y yo éramos como el día y la noche. Yo era puntual, el mejor de mi promoción, el interés romántico de Rin, frío, distante, arrogante… Obito, sin embargo, llegaba tarde, era el peor ninja de su promoción, solo un amigo para Rin, pero también era cercano, amable y humilde a pesar de ser un Uchiha.
—¿Era pariente de Sasuke?
—Sí, pero incluso en su clan no era bien visto. Los Uchiha siempre han sido todo lo contrario a lo que él representaba y, peor aún, Obito no activó el sharingan antes de convertirse en chunin. Básicamente, para algunos era una total decepción —Kakashi-sensei suspiró y se hizo un silencio mientras recordaba las memorias del pasado—. Cuando me convertí en jonin, Minato-sensei me dejó a cargo de mi equipo para realizar una tarea clave para Konoha en la guerra. En esa misión perdí mi ojo izquierdo y secuestraron a Rin. Yo pensaba realizar primero la misión y luego rescatar a Rin, pero Obito me convenció de lo contrario. Me dijo que aquellos que abandonan una misión son escoria, pero que los que abandonan a sus compañeros son peor que escoria… Tenía razón.
>> Rescatamos a Rin, pero no fue fácil. En esa lucha Obito me salvó la vida, empujándome fuera del alcance de un jutsu de roca, pero quedando él medio sepultado bajo ésta. Ni Rin ni yo pudimos salvarlo. Antes de morir, Obito me entregó su ojo con el sharingan que, por fin, había activado. Poco tiempo después, Rin volvió a ser secuestrada. Kirigakure pretendía usarla para destruir Konoha, sellándole un bijuu y liberándolo una vez llegara a la aldea. Rin lo supo y me pidió que la matara, pero me negué. En la confrontación con Kirigakure usé el chidori para asesinar a uno de sus anbu, pero Rin saltó delante de mí. Cuando ganamos la guerra no supe qué hacer con mi vida y me uní a anbu, donde estuve largo tiempo, incapaz de enfrentarme a la realidad.
Ella no pudo evitar un sonido de sorpresa al darse cuenta de que Kakashi-sensei, sin quererlo, había matado a su compañera de equipo meses después de perder a su otro compañero de forma violenta. Poco a poco iba completando el puzle que representaba a su maestro. Un niño prodigio que se sentía diferente y era tratado de forma distinta a los otros niños, uno que no encajaba realmente en ningún sitio. Un maestro capaz de entenderle que, finalmente, acabó muriendo protegiendo a la misma aldea que repudió a su padre, llevándolo al suicidio. Un equipo que había muerto como efectos colaterales de una guerra que muchos atribuían a su padre solo por ser buena persona. Por no hablar de la desconexión y el peligro que debió sufrir siendo anbu.
—Intentabas morir —le dijo finalmente y Kakashi-sensei se quedó quieto. Finalmente, asintió despacio—. ¿Cómo pudo hacerte eso Rin? ¿Por qué obligarte a matarla, sabiendo lo que eso supondría para ti? Podría haberse cortado el cuello ella misma. Podría haber saltado en mitad de otra pelea para que otro la ejecutara.
Se sintió llena de ira ante la cobardía y poca empatía de la compañera de equipo de Kakashi-sensei.
—…
—Nunca lo habías pensado, ¿verdad? Seguro que todo este tiempo, en mayor o menor medida, has estado culpándote de su muerte porque fue tu jutsu el que la mató. Y anbu… anbu fue la mejor opción de intento de suicidio de tu parte: alta probabilidad de morir luchando por tu país. Oh, Kakashi-sensei… la gente es tan idiota… ¿Cómo pueden creerse esos rumores de ti?
—A veces soy incapaz de seguir tus razonamientos —le confesó el jonin—. ¿A qué te refieres?
—La mayoría solo ve tu libro y que llegas tarde, saben que eres un buen ninja, pero no miran más allá, pero fíjate. La gente condujo a tu padre al suicidio y, sin embargo, no estás resentido con ellos, a pesar de que lo entendería. Sobreviviste a la muerte traumática de Obito, de quien al final te hiciste amigo y al que recuerdas cada vez que piensas en tu ojo izquierdo, y a la muerte de Rin, quien en lugar de tener valor de suicidarse por la aldea de otra forma, prefirió usarte para morir sentimentalmente, aunque eso supusiera destruirte emocionalmente después de todo lo que habías sufrido hasta ese entonces.
>> Aun así, a pesar de que fue Kirigakure el instigador de todo esto y lo sabes, no mostraste odio hacia Zabuza, quien fue ninja de Kirigakure. Te uniste a anbu, en lugar de suicidarte como tu padre, porque eres más fuerte que él. A pesar de que tu conducta suicida te llevó a aceptar ser un anbu, tu deseo de proteger la aldea fue suficiente para dar lo mejor de ti en cada misión. Estoy segura de que pensaste que solo morirías si tenías que hacerlo, y ni un segundo antes. Contabas con que la elevada peligrosidad de las misiones fuera suficiente para matarte, para sacrificarte, por este país, porque sabías que no ibas a perder la vida con tus propias manos.
>> Y tú actitud. Llegar tarde, el libro, tus bromas excéntricas… todo eso son formas de distanciarte y protegerte de la gente pero, a la vez, son recuerdos de Obito, ¿no es así? El ninja que llegaba siempre tarde, al que todos miraban con desprecio y creían que era un rarito porque no era el típico Uchiha. El chico que dio la vida por ti, el que te aceptó cuando nadie, salvo nuestros padres, lo había hecho.
—…
Kakashi-sensei parecía incapaz de decir nada ante sus palabras. Estaba quieto, como petrificado, mirándola con su único ojo agrandado de la sorpresa. Entonces, le vino en mente otro pensamiento.
—¿Pediste tú al Hokage que nos pusieran a Naruto y a mí en tu equipo?
—…No exactamente. Le comuniqué que no podía ser el jonin-sensei de un equipo con uno de vosotros, sabiendo que el otro hermano estaba a cargo de otro jonin.
—Me lo imaginaba. No solamente puedes entrenar a Sasuke, un Uchiha, debido a tus conocimientos del sharingan sino también tener en el mismo equipo a ambos hijos de tu antiguo sensei. Fue una buena manipulación del Hokage para que, por fin, aceptaras a un equipo de genin. Seguramente porque quería distanciarte de anbu. Se la jugó bastante. Nuestra presencia podría haberte hecho distanciarte, dejándonos de lado, o podría haber sucedido todo lo contrario.
—¿Y crees que lo consiguió?
—¿Qué si lo consiguió? —rio ella—. Pues claro que sí. ¿No has visto nuestro desempeño como genin en estos últimos 7-8 meses? Somos los mejores en comparación con los otros equipos. No solo eso, has sido capaz de exponerte a nosotros, tratándonos como si fuéramos una familia.
—Hasta que-
—Eso fue solo un pequeño error—le cortó ella—. Kakashi-sensei, te perdono, y siento haber sido tan dura contigo.
—No tienes porqué disculparte. Lo necesitaba.
—Entonces estamos en paz.
—Seina… ¿de verdad crees todo lo que has dicho sobre mí?
—¿Sobre qué eres más fuerte que tu padre? ¿Sobre qué la gente es idiota y no conoce tu valía de verdad? ¿Sobre qué no fue culpa tuya la muerte de Obito ni de Rin? Sí, Kakashi-sensei. Ya te lo dije una vez: me alegro de que seas nuestro jonin-sensei. Algo pude deducir de nuestro trabajo como equipo pero, ahora que sé todo esto, sé que todo lo que he dicho es verdad. Sinceramente, estoy sorprendida de que, a pesar de todo, no te hayas rendido y no seas un psicópata como lo son algunos. Eres una buena persona. Te admiro.
El rostro de Kakashi-sensei era un poema encriptado. Antes de que pudiera empezar a descifrarlo, se encontró entre los brazos del jonin. No lo escuchó llorar ni se sacudió contra ella, pero juraría que notó una tímida lágrima caer sobre su cabeza. Cerró los ojos al darse cuenta de que lo había echado de menos a pesar de no haberse ignorado ni distanciado físicamente. Era como si todo volviera a la normalidad. Sin embargo, este abrazo era mucho más cercano que el anterior. Ahora ya no tenía un chaleco contra su rostro sino una fina camiseta de algodón cubriendo su pecho, y las manos ya no estaban protegidas por guantes sino desnudas.
No supo cuánto tiempo estuvo apretada contra su pecho pero, esta vez, hizo lo posible por no dormirse y perderse ni un solo segundo. Una mano le acarició el cabello y tuvo que ahogar un suspiro de placer, sintiendo la otra mano abierta en su espalda. Sin poderlo evitar, le rodeó ella también con sus brazos, enterrando totalmente su rostro en su pecho.
—Debería dejarte dormir —murmuró, pero no la dejó ir.
Seina lo sabía. Sabía que no podía hacer más que dejar que se marchara porque, aunque mentalmente y emocionalmente era una persona adulta, físicamente no lo era. Después de todas las charlas que había tenido con su maestro, era obvio que Kakashi-sensei estaba al corriente de eso. Así pues, como no tenía ganas de echarlo todo a perder, se separó poco a poco y él la dejó ir. Incluso antes de que pudiera decir nada más, Kakashi-sensei le dio las buenas noches y se marchó, como si quedarse un segundo más fuera suficiente para hacerlo cambiar de opinión. Se durmió con una sonrisa en los labios.
Chapter Text
Al día siguiente, había dormido tan profundamente que incluso llegó la última al comedor. Naruto, nada más verla, le dejó saber que Kakashi-sensei se había disculpado con él de todo corazón por haberse perdido su combate. Sasuke, mientras tanto, parecía estar avasallando a preguntas a Kakashi-sensei sobre contratos de invocación después de saber que el propio jonin tenía invocaciones tipo perro.
—¿Y dónde podemos encontrar uno de esos? —le preguntó Sasuke.
—¿No tenía el clan Uchiha un par de contratos?
—Sí, pero preferiría no tener el mismo contrato que el bastardo de Itachi —siseó Sasuke. Kakashi-sensei alzó las manos en señal de paz.
—Podría preguntar si alguien sabe de algún pergamino, si estás interesado —le dijo Kakashi-sensei intentando calmarle. Sasuke asintió—. ¿Qué te parece a ti la idea de Sasuke, Seina?
—¿Sobre tener todos invocaciones diferentes? —se encogió de hombros—. Puedo hacer lo mismo con mis poderes y sin contrato. Es más, podría prepararlas antes de la batalla y tenerlas en un pergamino de invocación. Mmm… no es mala idea. Me lo apuntaré en mi lista.
—¿En serio? —le preguntó Naruto con ojos brillantes—. ¡Podrías tener un dragón!
—¿De qué lista hablas? —preguntó Kakashi-sensei con curiosidad, pero todos le ignoraron.
—Podrías hacerme uno para mí —afirmó, y pidió, Sasuke que parecía apunto de babear—. Dobe, tú ya tienes tu propio contrato. Ahora te aguantas.
—¡HEY! ¿Por qué no puedo tener ambas cosas?
—¿Hola? —saludó con la mano el jonin—. ¿Alguien puede hacerme caso?
Seina se rio en su cara al ver cómo su hermano y Sasuke seguían ignorándolo.
—Con mi lista me refiero a las cosas que quiero hacer e investigar con mis poderes. Mi próximo objetivo es, o era supongo, hacer esa tienda de campaña ninja. No creo que tarde mucho —invocó su diario de la nada para apuntar la nueva idea.
Kakashi-sensei la miró con el rostro en blanco.
—Está bien. Mientras no sea nada peligroso.
Sacudió la mano, restándole importancia. No era peligroso ya que sabía exactamente cómo construir la tienda a su gusto. Si tuviera que hacerlo desde cero sin idea alguna quizás alguna explosión sería inevitable. Como sabía que tarde o temprano podrían ser enviados en misiones separadas, estaba pensando en hacer 4 tiendas distintas. Lo que necesitaba era saber qué iba a poner en cada una de ellas. Una vez hiciera una, las otras serían coser y cantar.
—Seina, deja de maquinar un momento y prestadme todos atención. Ayer Jiraiya-sama me indicó que quería hablar contigo, Naruto. No me dijo exactamente qué quería pero, posiblemente, esté relacionado con el nuevo candidato Hokage, Tsunade-sama.
—¿Quién es esa mujer?
—Junto con Orochimaru, Tsunade-sama y Jiraiya-sama formaron parte del equipo 7 a cargo del Tercer Hokage. Jiraiya-sama me ha dicho que ha rechazado el cargo así que, por lógica, si los consejeros han contactado con él sobre la plaza vacante, quiere decir que Tsunade-sama es la candidata al puesto.
—¿Y qué tiene que ver conmigo?
—Ahora mismo Tsunade-sama no está en la aldea. Desde hace años, para ser exactos. Seguramente Jiraiya-sama quiera que lo acompañes a buscarla.
—¿EH? ¿¡En serio!? —preguntó Naruto con excitación, pero luego se desinfló—. ¿Y qué pasa con el teme y Seina-nee?
—Por mí no te preocupes, Naru. Voy a retomar mis estudios en el hospital.
—Seina y Sasuke seguirán entrenando conmigo también.
—Hn.
—Bueno chicos, tengo que irme. Hoy tenéis que ir a la torre del Hokage dentro de 2 horas para que os informen de los exámenes de chunin. Mucha suerte, chicos.
—¿¡Qué!? —gritó Naruto, pero Kakashi-sensei se fue en un remolino de hojas—. ¡Siempre hace igual!
—Supongo que ya habrán deliberado los resultados. Después de todo, solo había 10 combates.
—Y el mío ni acabaron de verlo —gruñó irritado Sasuke.
Las siguientes horas fueron un suplicio. Naruto estaba demasiado excitado como para sentarse así que se fueron caminando hasta la torre y pararon en varios establecimientos para comprar algunos dulces, a pesar de que su hermano no necesitaba más motivos para no parar quieto. Cuando llegó el momento inevitable fueron a la torre del Hokage, que parecía tener más vida que nunca. Se encontraron con Shikamaru, quién parecía irritado por tener que estar allí.
—¿Vosotros también? Falta Shino.
—No. Estoy aquí.
Shikamaru y Naruto dieron un bote al darse cuenta de que estaba apoyado en la pared, oculto tras una planta. Sasuke bufó una risa al ver el rostro conmocionado de Naruto.
—¡Casi no te veo!
—…Lo sé.
—Deberíamos ir pasando. Son casi las 12 en punto.
Cuando entraron en el despacho del Hokage, vieron que Neji ya estaba allí. En lugar de una persona sentada en la silla del Hokage, había 3 personas esperándolos de pie. Uno de ellos el comandante de los jonin, Shikaku Nara, otro era el árbitro de los exámenes y la última persona parecía ser una anciana, consejera del antiguo Hokage.
—Bienvenidos de nuevo, candidatos a chunin. Estáis hoy aquí para recibir vuestra valoración final, la que decidirá si estáis o no preparados para ascender de rango. Debido a nuestras nuevas circunstancias, seremos nosotros los que decidiremos por mayoría si aprobáis o no. Empecemos —les informó el árbitro—. Primer candidato: Neji Hyuga.
Seina escuchó algo nerviosa como le denegaban su ascenso. Le explicaron que, en ambos combates, contra Hinata y contra Naruto, se dejó llevar por sus sentimientos, decidiendo irracionalmente cómo seguir su combate en lugar de apartar sus emociones. Cómo fue derrotado por Naruto porque no había sido capaz de darse cuenta de la valía del rival, creyendo que era mejor que él. Sasuke la miró de reojo, algo conmocionado por las palabras duras pero honestas de Shikaku Nara.
Después de Neji, le tocó a Naruto. Para la decepción de ambos, también fue rechazado. El motivo de su rechazo fue alargar ambas peleas, poniéndose en peligro y mostrando innecesariamente su uso del chakra de Kurama cuando, obviamente, podía haber finalizado rápidamente el combate usando su ingenio y los clones sin tener que revelar una habilidad importante como esa. Sobre todo, porque era un jinchuriki y lo había puesto de manifiesto delante de toda la aldea y de los visitantes que lo desconocían para algo tan simple como para un ganar un combate en un examen de chunin.
Shino fue el tercer denegado, simplemente porque ganar un combate por defecto no era suficiente para analizar y valorar sus habilidades y los valores necesarios para ser chunin. Al igual que Shino, Sasuke también fue denegado por no haber conseguido acabar el combate debido a la invasión y por haber llegado tarde, cosa que no era aceptable para un ninja.
Cuando le llegó su turno, estaba hasta nerviosa.
—Quinto candidato: Seina Uzumaki.
—Seina-san, después de analizar y valorar ambos combates, el primero contra Ino Yamanaka y el segundo contra Dosu Kinuta, debemos concluir que eres apta para el rango de chunin —le informó Shikaku. Seina ahogó un suspiro de alivio—. No solamente tuviste en consideración las habilidades de ambos contrincantes y te preparaste adecuadamente, sino que luchaste de forma eficiente, empleando solo las técnicas requeridas para ganar, sin alargar en ninguno de los casos el combate. Tu buen juicio te permitió evitar riesgos, denegar información de tus habilidades a tus enemigos y derrotarlos con el menor esfuerzo posible usando la lógica. Cualidades que un buen chunin debe tener. Felicidades, chunin Uzumaki.
Seina hizo una reverencia, sin poder creerlo. A pesar de no verles las caras, supo que Naruto estaba sonriendo ampliamente y que Sasuke se sentía orgulloso de ella en su fuero interno. Shikamaru, el último candidato, también fue ascendido a pesar de haber perdido. El hecho de que hubiera sabido sus limitaciones fue suficiente para asegurarle el ascenso ya que, de haber tenido un poco más de chakra, podría haber ganado fácilmente, demostrando las mismas cualidades que ella.
Shikaku les indicó cuando y donde podrían recibir su nuevo uniforme de chunin. Seina, cuando bajó de las nubes, se dio cuenta de que había llegado el momento que tanto temía. ¿Ahora qué iba a pasar con el equipo 7? Se marcharon de la torre del Hokage dispuestos a ir al yakiniku a celebrarlo entre todos.
—¿Qué creéis que pasará ahora con nuestros equipos? —preguntó Naruto.
—Seguramente Seina y yo continuaremos en el equipo 7 y 10 respectivamente —pensó Shikamaru—. Apenas somos genins de hace 7 meses. Además, el equipo de Neji tiene una baja en Lee. Quizás podrían suplir nuestros equipos, si tenemos alguna misión, con Tenten y con Neji.
Estuvieron hablando un poco de la invasión, de cómo habían soltado a los hermanos de Suna, de los destrozos en sus clanes y del nuevo Hokage que tenía a todos en vela. Justo cuando iban a marcharse, aparecieron Asuma-sensei y Kurenai-sensei.
—¿Asuma-sensei? —preguntó sorprendido Shikamaru. Al ver sus rostros se volvió serio—. ¿Qué ha pasado?
—Equipo 7, seguidme —ordenó Asuma-sensei sin mediar palabra.
Ellos se levantaron al instante, despidiéndose de sus amigos y dejando su parte del dinero en la mesa. Shikamaru le envió una mirada, pero ella no supo qué demonios estaba pasando tampoco así que alzó una ceja a modo de respuesta. Echó a caminar, liderando el grupo con Kurenai-sensei detrás de su equipo. Seina supo que algo malo debía estar pasando, de lo contrario, 3 genins no estarían siendo escoltados en su propia aldea por 2 jonins que no eran su maestro.
—¿Qué demonios está pasando? —preguntó Naruto, igual de directo que siempre.
—Aquí no.
Seina se dio cuenta de hacia dónde se dirigían porque sabía qué había en esa dirección. Era la casa de Kakashi-sensei que ella misma había puesto bajo fidelus. Cuando llegaron allí supo que nadie, salvo ella, veía nada. Justo cuando iba a preguntarse qué estaban haciendo allí, apareció Guy-sensei cargando a Kakashi-sensei, quien parecía al borde del colapso. A penas podía mantener sus ojos abiertos y tenía la piel ceniza.
—¡Kakashi-sensei! —gritó Naruto antes de que ella pudiera abrir la boca—. Pero, ¿¡qué ha pasado!?
—Seina, diles el secreto, por favor —le pidió con un tremendo esfuerzo Kakashi-sensei en un hilo de voz.
Seina obedeció al instante. Sabía que si se lo estaba pidiendo era por algún motivo de peso. Sacó un trozo de papel y apuntó la dirección. Dejó que el papel circulara entre todos ellos y luego lo desvaneció dentro de su riñonera para que nadie se diera cuenta. A pesar de que sabía que era algo sorprendente, ningún jonin dijo nada ante la casa que acababa de aparecer. Guy-sensei entró con Kakashi-sensei a cuestas y todos lo siguieron.
—Esperad aquí —les dijo Asuma-sensei.
Minutos más tarde, cuando pasaron a la habitación de Kakashi-sensei, vieron cómo le habían quitado las armas, el chaleco y todo lo innecesario. Seina vio como los observaba con las pocas fuerzas que le quedaban, como queriendo asegurarse de que estaban allí. Ella se sentó a su lado en la cama y le cogió la mano. Percibió la sorpresa de los jonin ante su gesto. Quizás pensaban que era demasiado osado o, tal vez, estaban asombrados cuando Kakashi-sensei no la apartó. Notó un débil apretón en la mano.
—Mientras estabais en la torre del Hokage Kurenai y yo hemos descubierto a 2 criminales de rango S merodeando por la aldea. Uno era Kisame Hoshigaki y el otro… Itachi Uchiha.
Naruto se giró de golpe a mirar a su amigo mientras que Seina abrió su vínculo para que no estuviera solo, mirándolo de reojo. Al sentirlo, su hermano hizo lo mismo. Entre ambos, lograron calmar la ira irracional de Sasuke hasta que el enfado se diluyó lo suficiente como para no nublarle el juicio. Igualmente, era imposible no ver lo tenso que estaba. Una vez más, los otros jonin, salvo su maestro, miraron algo sorprendidos a Sasuke por su autocontrol.
—¿Qué quería ese bastardo? ¿Lo habéis capturado?
—No. Ha escapado. Al parecer va tras Naruto y Seina.
—¿¡Cómo!?
—¿Y qué le ha pasado a Kakashi-sensei? —preguntó ella, yendo al quid de la cuestión.
—El mangekyou sharingan. Una especie de sharingan más avanzado —le contestó su maestro—. Lo usó para torturarme mentalmente durante 3 días.
—…¿Durante 3 días? —siseó enfadada.
—¿En serio no vamos a hablar de lo que hemos visto con esta casa y ese papel? —preguntó casi divertida Kurenai-sensei—. ¿Es por eso que has pedido que te traigamos aquí y que acompañemos a tus genin hasta tu casa? No era un genjutsu así que, ¿qué era?
—Olvídalo Kurenai, y ni una palabra de esto.
—Yosh, si Kakashi no quiere decírnoslo por algo será. Guardaré tu secreto, mi eterno rival.
—Qué remedio —suspiró Asuma-sensei y luego asintió Kurenai-sensei.
—Aquí Itachi no puede encontrarlos. Al menos, mientras no sepamos que hacer están seguros.
—¿Y qué va a pasar con el viaje de Naruto? —preguntó ella—. ¿No iba a viajar con ero-senin?
—¿Ero-senin?
—El viejo pervertido —contestó Naruto, explicando absolutamente nada nuevo.
—Se refieren a Jiraiya-sama.
Los otros jonin se rieron momentáneamente al escucharlo, aunque Kurenai-sensei parecía enfadada de pensar en el pervertido espía de baños termales. Seguro que había tenido más de un encontronazo con el viejo.
—Lo cierto es que el hecho de que os quedéis aquí los 3, no solo vosotros 2, pone en peligro a la aldea. No sabemos qué quieren, pero no debe ser nada bueno.
—Sin embargo, si os vais, Itachi irá detrás de vosotros. No sabemos si puede tener más aliados allí afuera que pudieran sobrepasar a Jiraiya-sama para hacerse con vosotros.
—Entonces, ¿en qué quedamos?
—Lo mejor sería dividir sus esfuerzos. Dejar que Naruto esté a cargo de Jiraiya-sama y que Seina se quede aquí con Sasuke, bajo supervisión. Si se quedan contigo, Kakashi, mientras te recuperas no creo que pueda hacerse con ellos.
—Tendremos que avisar a Shikaku-sama de esta posible solución.
—Y hablar con Jiraiya-sama. Deberíamos pedir que viniera ahora para hablar de ello.
—Que uno de vosotros se acerque a él más tarde —pidió con voz claramente exhausta su jonin sensei.
—¿No crees que es algo importante y urgente? Quizás deberíamos incluirlo en esta conversación.
—Ahora no es el momento, Kurenai —la reprendió firmemente Kakashi-sensei con un deje irritado en la voz que no había escuchado antes, a pesar de que parecía al borde de la inconsciencia.
—Por supuesto —acató la susodicha con gracia, haciendo una leve reverencia como disculpa.
—Dejadme hablar con mis genin a solas, por favor.
Seina vio cómo se iban todos los jonin, dejándolos a solas con Kakashi-sensei. Usó su magia para silenciar la habitación después de ver la mirada de su maestro. Ella asintió. Conjuró un par de sillas para que Naruto y Sasuke se sentaran a su lado, más cerca de Kakashi-sensei.
—¿Puedo examinarte? —le preguntó ella.
Kakashi-sensei asintió así que usó tanto iryo ninjutsu como hechizos médicos. Le curó las pocas heridas superficiales que tenía y le dio una poción vigorizante cuando vio los niveles energéticos de su paciente. Aun así, estaba claro que ese nuevo sharingan le había afectado mentalmente.
—¿Cómo te sientes?
—Mejor. Aun así, pesar de que mi cuerpo está recuperado, mi mente no lo está. A no ser que tengas otro remedio para eso.
—Podría echarte un vistazo mental.
—Un- Ya veo. Eres capaz de leer las mentes. Si crees que servirá de algo, adelante.
Le miró fijamente a los ojos, a pesar de no necesitarlo realmente, y se adentró con facilidad en su psique. Como pensaba, a pesar de no estar hurgando, pudo ver cómo tenía una mente brillante pero llena de soledad. Notó como si toda ella estuviera resentida después de esos 3 días de pesadilla así que usó su magia para contrarrestar el efecto del chakra en su sistema nervioso central. Poco a poco, fue expulsando el chakra residual, extraño, de la mente de Kakashi-sensei, suavizando también las zonas magulladas por traumas anteriores y por Itachi. Cuando acabó, Kakashi-sensei estaba durmiendo y su rostro ya no tenía esa expresión algo desolada de antes. Usó otro hechizo para asegurarse que tuviera un sueño profundo sin sueños y se levantó, dejando la mano del jonin debajo de la colcha.
—¿Ya está curado? —le preguntó Naruto.
—Si hubiera aguantado sin dormirse podría haberle preguntado pero, viendo que está dormido y que he hecho todo lo que he podido en su mente, diría que sí.
—Salgamos a hablar con los otros —les pidió Sasuke, que había estado callado durante todo el rato.
Seina quitó el hechizo silenciador y abrió la puerta.
—Ah, habéis vuelto. ¿Cómo está Kakashi?
—Está durmiendo.
—Perfecto. Es justo lo que necesita —les dijo Asuma-sensei—. Nosotros nos vamos a ir. Vamos a hablar con la gente al mando para ver qué hacemos así que, hasta ese entonces, no salgáis de la casa. ¿Entendido?
Vieron cómo se marchaban sin más. Se hizo un silencio mientras interiorizaban todo lo que acababa de pasar y el hecho de que estaban prácticamente retenidos en la casa de Kakashi-sensei hasta nuevo aviso.
—No puedo creer que él esté aquí… ¿Qué querrá con vosotros?
—Solo hay dos posibilidades —dijo ella, que lo había estado pensando antes—. Está aquí porque somos tus compañeros de equipo o porque somos los jinchurikis de Kurama.
—No sé qué es peor —masculló Naruto.
—Sin duda lo segundo, dobe —le dio una colleja Sasuke y rodó los ojos—. ¿Crees que os llevarán a un spa si os atrapan?
—¿Y ahora qué hacemos?
—No podemos hacer nada. Asuma-sensei tiene razón al pensar que aquí estamos seguros, pero si salimos a fuera somos un blanco fácil y podríamos en peligro a mucha gente.
—¿Y Kakashi-sensei? ¿Cuándo crees que va a despertar?
—No despertará hasta dentro de 6 horas como mínimo. He usado mis poderes para que pueda dormir sin pesadillas.
Sasuke suspiró al escucharla y se sentó en el sofá. Seina sentía como estaba todavía enfadado, a pesar de poder controlar sus impulsos asesinos. Sabía que no estaba a la altura de su hermano. Ninguno de ellos lo estaba salvo quizás Kakashi-sensei, pero le jodía tener que esperar a reclamar su venganza. Lo que necesitaba Sasuke, y Naruto, era algo que los distrajera. Por suerte, tenía consigo su riñonera, como era habitual.
—¿Qué os parece si usamos el tiempo libre para adelantar algunas cosas? —preguntó ella.
Eso fue suficiente para que les picara la curiosidad.
—¿A qué te refieres?
—Estaba pensando en la idea de tener nuestro equipo de invocaciones. Lo del dragón no fue una mala idea Naruto. Vuela, corre, nada, escupe fuego y sus escamas son más resistentes que el metal. Además, las debilidades que tiene las puedo eliminar fácilmente con runas y hechizos.
—Quiero uno de esos —pidió Sasuke, como un niño pequeño—. ¿Cuál es el límite?
—¿Y cómo funcionaría? —le preguntó su hermano.
—¿Sabéis cómo funciona un pergamino de invocación?
—El pergamino está conectado a otro ser que va a ser invocado y éste es transportado hasta el pergamino o mediante los sellos manuales que realice el invocador —explicó Sasuke y Naruto asintió.
—Mmm… tiene sentido. Cuando firmé el contrato de ero-senin pude usarlo para invocar a un sapo, aunque era un renacuajo.
—Y luego usaste los sellos en tu pelea contra Gaara —asintió Seina—. Básicamente así funciona el contrato y el pergamino invocador, pero el animal invocado tiene que venir de algún lugar.
—Ni lo había pensado… —Naruto la miró con estupefacción.
—Quieres decir que debemos tener un lugar donde dejar nuestras invocaciones —dijo Sasuke, viendo cuál era el problema.
—No lo entiendo… —se rascó la cabeza su hermano. Sasuke rodó los ojos.
—Naruto. Si queremos invocar a un dragón del tamaño de una casa no vamos a invocarlo de la nada, debe estar hecho antes de ser invocado. Imagina. Yo creo un caballo para invocarlo y lo dejo en nuestro jardín. En un combate fuera de la aldea uso el jutsu de invocación y lo invoco. El caballo desaparece de nuestro jardín y aparece donde yo estoy, pero luego debe regresar y ocupar un espacio físico.
—Entonces… ¿no podemos crear algo enorme para invocarlo? —preguntó totalmente decepcionado Naruto—. ¡Ya sé! ¿Por qué no construimos una caseta o algo en el jardín y la expandes por dentro? ¡Podríamos dejar allí todas las invocaciones!
—No es mala idea, dobe. ¿Qué es lo que podría caber allí adentro?
—Por el espacio no hay problema.
—¿A qué esperamos entonces?
—Está bien —sonrió Seina y sacó su libreta muggle—. Lo que tengo claro es que todos queremos un dragón…
Durante las próximas horas, estuvieron planeando sus equipos de invocación. Necesitaban tanto animales gigantes para grandes ataques como animales pequeños para infiltraciones, así como animales medianos que pudieran cargar con ellos y algunas personas más sin ocupar demasiado espacio. También necesitarían animales que volaran, que nadaran y que pudieran correr. Por suerte, tenía mucho material en su mente que podía usar.
—¿Qué tal si nos centramos en la lista de invocación de una persona primero? —dijo ella—. Ahora tenemos claro más o menos lo que necesitamos y también estamos de acuerdo que un dragón sería una buena invocación.
—Empecemos por ti —contestó Sasuke y Naruto no se quejó—. Además del dragón, ¿qué invocarías que fuera útil?
—El dragón me sería útil para volar y atacar desde el cielo, pero es poco discreto así que, o bien tendría otro dragón mucho más pequeño que pudiera llevarme volando, o bien podría tener un abraxan, un pegasus o un thestral. Básicamente, son caballos algo más grande que los caballos normales y, además, tienen alas para volar. Creo que me decanto más por lo segundo.
—Sí. Es más útil un caballo en el terreno que un dragón y, si además puede volar, mejor.
—Luego, tendría a algún tipo acuático: uno para atacar a lo grande y otro para transporte. Así que me decanto por un kraken gigante y por un kelpie.
—El kraken es un calamar gigante, ¿no?
—Algo así, sí. El kelpie es un caballo marino. Ahora mismo tengo 4 en mi lista. Necesitaré algo más pequeño que pase desapercibido. Creo que usaré varios tipos de pájaros pequeños según la zona, para que no llamen la atención, y lo mismo con insectos para que puedan llevar mensajes y espiar. Eso qué puede suponer, ¿20 o 25 animales más?
—Necesitas más invocaciones para luchar en tierra. Prácticamente el 80% de las luchas son en tierra y, de momento, solo tienes al caballo.
—Lo sé. Estaba pensando en un basilisco, un gryffin y unas cuantas acromántulas.
Naruto y Sasuke se estremecieron al recordar de sus memorias a las enormes arañas que hablaban. Al final, hacer su lista fue bastante fácil ya que, como no tenía limitaciones de espacio, podía tener el zoológico entero si se lo proponía. De hecho, la idea de Naruto tenía mérito y le había hecho pensar en Newt Scamander, a quien conoció en la boda de Luna y Rolf. Ese hombre no solo era un gran magizoólogo sino también un genio con los encantamientos. Había creado una maleta con un mundo entero adentro para salvar a sus criaturas así que, ¿por qué no hacer lo mismo? Podría llevar la maleta empequeñecida y cargada de animales, dentro de su riñonera, y así en un aprieto podría usarlos sin tener que invocarlos. Además, si algún día le destruían la casa, cosa que podía suceder más a menudo de lo que le gustaría, no perdería su investigación ni sus criaturas ya que las llevaría encima.
—En realidad es mejor así —pensó en voz alta Sasuke—. Aunque deberíamos hacer que las riñoneras fueran invisibles.
—No tiene mucho sentido hacerlas invisibles —negó ella—. Es más fácil encantarlas para que, cualquiera que quiera quitárnosla, se confunda y olvide hacerlo. Lo que sí que debería hacer invisible es el traslador que tenemos en forma de collar y, además, deberíamos construir alguna fortificación lejos de Konoha por si sucediera lo peor.
—¿Y cómo vamos a hacer eso?
—Tiene razón. Si Konoha cae en algún momento nuestros trasladores no servirán para nada. Estaríamos entrando directamente en territorio enemigo.
Antes de que pudieran seguir divagando, alguien entró en la propiedad. En cuanto ella lo percibió, Naruto y Sasuke se pusieron alerta. Sabía que no tenían nada de lo que preocuparse. Solo podían ser los jonin-sensei de antes. Para su poca sorpresa, fue Asuma-sensei. Observó a todos ellos en el suelo, sentados sobre cojines entorno a la mesa de café, y la libreta y varios pergaminos duplicados de la biblioteca esparcidos por todos lados.
—Veo que os habéis entretenido. ¿Hay noticias de Kakashi?
—Sigue dormido.
—¿Cuándo vamos a poder salir de aquí? —preguntó hastiado Sasuke.
—A eso venía a hablaros. En resumen: mañana Naruto partirá con Jiraiya-sama en busca de Tsunade-sama. Hemos esparcido unos cuantos rumores para que crean que Seina va con ellos. Eso debería ser suficiente para que Itachi se aleje de la aldea. Mientras tanto, Seina y Sasuke os quedaréis aquí hasta nuevo aviso. Seina, como ahora eres chunin, y tienes entrenamiento médico, tú nueva misión será vigilar a Kakashi y sus posibles recaídas. Sasuke queda a tu cargo hasta que Kakashi recupere la consciencia y te releve. ¿Entendido?
—Hai.
—Naruto, tú vienes conmigo. Te llevaré hasta Jiraiya-sama y partiréis mañana por la mañana.
Naruto asintió sin mucho ánimo. Asuma-sensei los dejó hablar unos minutos antes de irse con Naruto, quién parecía indeciso sobre si sentirse excitado por el viaje, temeroso por lo que pudiera pasar y enfadado porque se tuvieran que quedar atrás cuidando ellos solos de su sensei. Sin más, Naruto se fue y se quedaron Sasuke y ella a solas, esperando a que Kakashi-sensei se recuperara.
Notes:
Por cierto... He encontrado un dibujo increíble de Sakimichan (deviantart) para que os hagáis una idea de cómo me imagino a Kakashi si fuera de "carne y hueso". Sé que lo vais a disfrutar. :)
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Chapter 21
Notes:
Advertencias: menciones de muerte/asesinato, intento de secuestro.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Entraron en la habitación de su maestro y se sentaron en las sillas, vigilando los posibles efectos secundarios del sharingan de Itachi. Ahora que no estaba Naruto y que estaban callados, Seina empezó a preguntarse unas cuantas cosas que no le encajaban con respecto a Itachi. No era la primera vez que lo pensaba, pero siempre tenía algo que hacer más importante que pensar en el misterioso hermano de Sasuke.
—Me alegro de que no hayas ido como un idiota tras tu hermano —le confesó ella.
—Hn. Por un momento lo pensé, pero… te hice una promesa.
—Lo sé.
—A veces creo que dudas —la miró directamente Sasuke al percibir sus sentimientos indecisos.
—No dudo sobre ayudarte a matar a tu hermano, si eso quieres, pero dudo de que realmente sepamos de verdad lo que pasó aquella noche.
Los ojos de Sasuke se entrecerraron automáticamente, irritado, como cada vez que alguien le recordaba el asesinato de su clan. Sin embargo, él la conocía y sabía que no diría nunca nada como eso tan alegremente de no tener serias dudas. Eso fue suficiente para que Sasuke no montara en cólera. Eso y su vínculo semi abierto.
—¿A qué te refieres?
—¿No te parece extraño, toda la situación? Para empezar, ¿cuántos miembros dirías que tenía tu clan la noche que murieron? ¿20, 30, 50?
—No lo sé exactamente, pero era una cifra elevada, quizás 50.
—Está bien, pongamos que 50 miembros. Tú hermano en aquel entonces no tenía ni 14 años y, a pesar de ser un genio, seguramente tu clan tendría ninjas de élite con el sharingan y con mucha más experiencia que tu hermano. ¿Ves a dónde quiero llegar? ¿Cómo pudo una sola persona matarlos a todos sin acabar gravemente herido? Podría haber usado veneno o genjutsu para facilitarle las cosas pero, ¿en serio ninguno de ellos se dio cuenta y opuso resistencia? Tampoco creo que los hubiera pillado desprevenidos a todos, como mucho al primer par de personas a las que atacase. La probabilidad de que sucediera alguno de estos escenarios es bajísima.
—Estás sugiriendo que él no actuó solo —pensó en voz alta Sasuke, con el rostro más severo que nunca.
—Sinceramente, si analizamos la probabilidad de cada escenario, todo apunta a ello.
—Pero todo el mundo cree que lo hizo él solo. Ni siquiera los otros ninjas nombran a nadie más cuando hablan de… la masacre.
—Y eso es lo que más me hace dudar de toda esta situación. Que yo sepa, la investigación de lo que pasó la llevó a cabo anbu y los mandos más cercanos al antiguo Hokage así que tiene sentido que todas las otras personas crean que tu hermano los mató a todos en un arrebato de locura porque esa es la única información “fiable” que tienen.
—Pero eso no significa que la información que tenemos sea la verdad…
—No, para nada… Luego está el hecho de que te dejara con vida en lugar de matarte, ¿por qué? Sé que te dijo que te hicieras fuerte si querías matarle y que usaras tu odio pero, ¿qué sentido tenía si Itachi realmente actuó en un momento de locura? Cuando escuché y vi tu memoria de aquel día… me pareció extraño como lo dijo. No parecía estar burlándose de ti, no parecía… No lo sé. ¿Un maníaco excitado por una pelea con su hermano en un futuro? No. Parecía que realmente, de corazón, quería que te hicieras fuerte para que le derrotaras. Creo firmemente que eso es lo que quiere tu hermano.
—¿Por qué iba a querer eso? ¿Por culpabilidad? ¿Por qué no suicidarse y ya está?
—Si tengo razón… me imagino que sería porque si te deja con vida, a su hermano pequeño, y luego le matas tú, de alguna forma sentirá como si expiara sus pecados. Si se suicidara, solo sería un cobarde y te dejaría con un trauma de por vida, pero si te dejaba vivo y luego tú consigues vengar a tu clan matándole, él habrá podido redimirse de lo que hizo.
—Entonces, ¿¡por qué hacerlo!? ¿¡Por qué intentar redimirse de algo que él mismo había hecho!?
—…
—Sea lo que sea que estés pensando, dímelo, por favor —le pidió casi en una súplica Sasuke.
—¿Verdad que no tiene nada de sentido la situación? —dijo ella, suspirando—. Sin embargo, tiene más sentido si partiéramos de la base de que él hizo lo que hizo sin quererlo.
—…¿Qué? —preguntó en un hilo de voz Sasuke, totalmente desconcertado—. ¿Sin quererlo? Te refieres… ¿a que alguien le obligó? ¿A que fue ordenado matar a mí clan?
—Le he estado dando muchas vueltas y es la opción más factible con la información que tenemos. Mira, te contaré lo que creo que pasó desde el principio —se aclaró la garganta y puso en orden sus pensamientos durante unos segundos—. Para empezar, de algún modo Itachi fue convencido para matar a tu familia, quizás chantaje u órdenes de alguien. La cuestión es que aceptó matar a tu clan, pero a cambio de dejarte a ti con vida. De lo contrario, estarías muerto. Seguramente contó con ayuda aquella noche, cosa que explicaría cómo es posible que todos murieran y que Itachi saliera prácticamente ileso. Luego, se aseguró de que no sucumbieras a la depresión usando tu odio contra él para darte una razón de seguir viviendo. No solamente te ayudó a ti a salir adelante, sino que se aseguró que su propia muerte no fuera a manos de otra persona, sino cosa tuya. Eso sería suficiente para aliviar su culpa de haber matado a su familia.
>> Seguramente pensó que, una vez consiguieras matarle, podrías curar el trauma de la muerte de tu familia ya que habrías cumplido tu objetivo de la infancia y de la adolescencia: matar al asesino de tus padres. Una vez los hubieras vengado, podrías crear tu propia familia, asegurándote de que el nombre Uchiha no se perdiera. Lo mires como lo mires, Itachi sale vencedor: cumple con las órdenes o el chantaje, pero el clan Uchiha sigue siendo bien visto gracias a ti al matarle y, a pesar de haber sido casi extinto, volverá a aumentar en números en un futuro si tienes hijos.
—¿Y por qué no advertir al clan de que alguien le ordenó o le estaba chantajeando con matar al clan? —preguntó Sasuke, aferrándose a lo último que quedaba por resolver.
—Muy fácil. ¿Crees que tu clan se hubiera quedado sentado esperando su muerte? No, claro que no. Si realmente alguien quería que tu familia dejara de existir lo hubiera logrado tarde o temprano por otros medios sin la ayuda de Itachi. No, Itachi habría perdido la única ventaja que tenía. Si tu clan lo hubiera sabido y hubiera atacado, pongamos que al Hokage, ¿crees que los otros ninjas de Konoha se hubieran quedado de brazos cruzados? Seguramente eso habría supuesto la eliminación de todos vosotros, incluidos Itachi y tú. Haciéndolo como lo hizo, se aseguró de que tú vivieras.
—¿Cuán segura estás de lo que acabas de decir? —dijo Kakashi-sensei quien, claramente, no estaba durmiendo desde hacía rato.
Seina y Sasuke dieron un bote. Demonios, ni su hechizo había captado el cambio en los latidos de su maestro ni en su respiración. Se giraron a verle y observaron cómo se sentaba con un poco de dificultad, con expresión seria.
—Bastante. Cuando sucedió todos hablaban de ello, como es normal. Con mis poderes escuché todo tipo de conversaciones, pero a todos los que conocían o habían visto a Itachi les parecía extraño que hiciera algo así. Según ellos, era el Uchiha más humilde de todos y siempre muy amable y, a pesar de las presiones a las que estaba sometido, siempre tenía tiempo para cuidar de su hermano. Básicamente, nadie hablaba mal de él. La mayoría se preguntaba si la presión de ser hijo del líder del clan y de ser un prodigio ninja podrían haberle pasado factura, pero ninguno hablaba de él como un asesino psicópata sino como un ninja traumatizado.
>> Además, hay 2 cosas que me hacen dudar si realmente es culpable: lo primero, y que había olvidado hasta ahora, es la memoria de Sasuke… Cuando Itachi lo atacó… parecía haber estado llorando. No tiene sentido. Parecía destrozado por lo que acababa de hacer. Cosa que solo tiene sentido de haberlos asesinado involuntariamente. Lo segundo… Itachi era anbu, ¿no? ¿Cómo lo habéis encontrado tan fácilmente hoy en Konoha si se sabe todos los escondrijos de la aldea? ¿Por qué confesó que iba tras nosotros pudiendo callárselo? ¿Quién sería tan idiota como para decir algo así? ¿No se supone que Itachi es un genio?
—…Ya. Itachi no era de los que sucumben bajo presión —suspiró Kakashi-sensei—. Kurenai y Asuma lo percibieron comiendo en un restaurante y luego cerca del río en las afueras… Ahora que lo pienso…
—¿Crees que Seina podría tener razón? —le preguntó de inmediato Sasuke.
—Me temo que sí. Nunca había pensado en ello a fondo. Itachi fue anbu a mi cargo. Aun así, no le conocía bien. Siempre fue muy distante, aunque cordial. Cuando lo hizo yo seguía en anbu así que no tuve tiempo para pensar en ello. Simplemente acepté la versión que dieron los otros compañeros que investigaron el caso. De hecho…
—De hecho, ¿qué? —le presionó Sasuke.
—Toda esta situación. Lo que ha descrito Seina… no es como actuaba el Tercero.
—Entonces, ¿quién podría haber presionado así a Itachi? —preguntó ella, que había creído, a pesar de no haberlo dicho explícitamente, que había sido una orden del Hokage. ¿Quién era tan poderoso como el Hokage para que Itachi obedeciera sin rechistar?
—Danzo.
—¿Danzo? ¿El mismo Danzo?
—¿Quién es él? —preguntó enfadado Sasuke—. ¿Podría hacer algo así?
—Danzo era el líder de un departamento anbu llamado raíz. El Cuarto Hokage ordenó que el grupo se deshiciera y, durante un tiempo, así fue. Cuando murió, Danzo volvió a las andadas. Durante un tiempo incluso trató de reclutarme a mí con la esperanza de usarme para espiar al Tercero.
—¿Espiar al Hokage?
—Danzo quiso matarlo, pero le tendí una trampa.
—¿¡Qué!? —exclamó ella al escucharlo—, ¿y todo esto lo sabía el Tercero?
—Así es.
—Pero, ¿cómo sigue con vida ese tal Danzo? —preguntó Sasuke, incrédulo.
—Era un amigo de la infancia del Tercero, quizás le resultaba imposible deshacerse de él. Tal vez Danzo era de utilidad para el Hokage, a pesar del peligro que representa.
—No me lo puedo creer… El Tercero era un idiota —pensó en voz alta Seina—. ¿Y qué hacemos? Por lo visto, es una persona poderosa con ansias de poder.
—No hacemos nada —les dijo Kakashi-sensei firmemente—. Primero esperaremos a que tengamos un nuevo Hokage. Debo reunir unas cuantas pruebas y personas para corroborar esta historia, solo así se meritará una investigación sobre el asunto.
Sasuke miró a través de la ventana del dormitorio. Podía sentir como estaba hecho un lío de sentimientos. Sabía que lo que le había comentado le había roto completamente la visión que tenía sobre lo que pasó y sobre su hermano. Lo peor de todo era que Kakashi-sensei parecía estar de acuerdo con el hecho de que la verdadera personalidad pacifista de Itachi no encajaba con lo que creía todo el mundo y, además, tenían un candidato perfecto sobre quién podría haber usado a su hermano para hacer algo así.
—Mmm… Sí que es raro, sí—pensó en voz alta el jonin.
—¿El qué?
—Lo que ha dicho Seina antes. Tiene mucha razón. ¿Por qué alguien que vivió en la aldea y que además fue anbu y sabe todos los escondites, se pondría a comer en un restaurante en mitad de la aldea sin esconder su presencia?
—Crees que se dejó ver —reiteró sus palabras Sasuke—. Hn.
—Ya había pensado lo extraño que fue que le percibieran, sobre todo Kurenai quien no lo conocía, y que luego reapareciera al otro lado de la aldea cuando, supuestamente, iba en busca de tu hermano y de ti —Kakashi-sensei miró a Sasuke, pensativo—. Aunque… si lo que ha dicho Seina es cierto... Puede ser que no estuviera aquí por ellos sino como excusa para ver cómo estabas tú, Sasuke, después de la invasión y del vacío de poder que supone la muerte del Tercero. Cuanto más lo pienso, más obvio me parece. Por cierto, ¿dónde está Naruto?
—Asuma-sensei se lo ha llevado con ero-senin —contestó ella—. Me dejó a cargo hasta que recuperaras la consciencia. ¿Cómo estás?
—Estoy mucho mejor. No sé qué has hecho, pero ha funcionado.
—Básicamente saqué el chakra de Itachi de tu cerebro y reparé las zonas dañadas de tu mente con mis poderes.
Kakahi-sensei asintió, como si lo que acababa de decirle fuera algo totalmente habitual.
—Gracias, Seina. ¿Crees que podrías contrarrestar de alguna forma el sharingan? Creo que no será la última vez que nos veamos. De hecho, ni siquiera sé cómo he salido consciente de su jutsu.
—¿Acaso no te acuerdas de que usé runas para proteger tu banda ninja?
—¿Estás diciendo que mi banda me protege del genjutsu? —preguntó estupefacto Kakashi-sensei.
—Está claro que no del todo, pero algo te ha ayudado protegiéndote la cabeza —contestó ella encogiéndose de hombros.
—Entonces, con tus poderes es posible parar su genjutsu, ¿no?
—Mmm… Si te pusieras unas gafas creo que podría hacerlo fácilmente —pensó ella, luego le habló mentalmente a Sasuke—. ¿Existen las lentillas en este mundo?
—No. Creo que muchos shinobi usan el chakra para poder ver mejor. Otros llevan gafas.
Seina sacó su diario y se apuntó hacer unas lentillas permanentes con un hechizo corrector de visión. Se le acumulaban las cosas por hacer. Kakashi-sensei miró su diario momentáneamente pero no le preguntó.
—Lo de las gafas me parece bien. No me importa ponérmelas para combatir con ellas.
—Podría hacerlas irrompibles y que también sirvieran para ver de noche, como rayos X y visión telescópica… ¿Qué más podría ponerle? Ah, sí, repelente de agua y suciedad.
—¿Puedes hacer unas gafas con rayos X sin usar rayos X? —le preguntó Kakashi-sensei, levemente sorprendido—. Si lo supiera el hospital te darían un beso. De hecho… Quizás podríamos comentárselo a Tsunade-sama para que te pagaran por tus creaciones. Los Uzumaki son expertos en fuinjutsu así que a nadie le sorprendería demasiado que empezaras a crear inventos de ese tipo.
—Es una buena idea… Quiero hacer algo que le encantará al departamento de interrogación —sonrió de oreja a oreja al pensar en la silla de la verdad o la pensadera. Notó la presencia acercarse a las barreras mágicas de la casa—. Está aquí Asuma-sensei de nuevo.
—Que pase, por favor. Voy a ducharme mientras tanto.
Ya había usado un hechizo para limpiarle cuando le trató sus heridas, pero dejó que se fuera a la ducha para relajarse un poco, sin hacer comentario alguno. Seina abrió la puerta un segundo antes de que Asuma-sensei pudiera hacerlo. Lo dejó pasar.
—Tu hermano ya ha salido de la aldea con Jiraiya-sama. Al parecer, no ha habido problemas. ¿Cómo está Kakashi?
—Está duchándose.
—¿Duchándose? —se giró de golpe a mirarla—. ¡Ni siquiera debería poder moverse durante días!
Ella se encogió de hombros. Que pensara lo que quisiera. Entonces salió Kakashi-sensei, vestido con el uniforme, pero sin el chaleco. Sasuke lo siguió detrás.
—Asuma. Gracias por hacerme caso antes.
—Como si hubiera podido negarme—bufó una risa sarcástica Asuma-sensei—. Me imagino que tu nueva chunin te habrá contado lo que ha pasado esta tarde.
Kakashi-sensei se giró de golpe a mirarla, con expresión complacida.
—¿Por qué no me habías dicho que te han ascendido, Seina? Enhorabuena, chunin Uzumaki.
—Muchas gracias, sensei —contestó ella formalmente, haciendo una reverencia—. No creí que fuera relevante considerando la situación.
—Tus logros siempre son relevantes —negó Kakashi-sensei y luego se giró a mirar a Asuma, que observaba la escena con una ceja alzada—. ¿Es cierto que Itachi se ha alejado ya de la aldea?
—Eso parece. Tanto él como su compañero han sido avistados alejándose de Konoha. Jiraiya-sama está avisado del posible peligro —Asuma-sensei los miró disimuladamente, y Kakashi-sensei comprendió qué quería decir.
—Puedes hablar delante de ellos. Siempre acaban enterándose de todo —se encogió de hombros su sensei.
—Si te parece bien —aceptó Asuma-sensei—. Un equipo de anbus ha sido despachado para seguirles la pista. Con ellos tras esos 2 seguramente no se acercarán a Naruto.
Kakashi-sensei habló un rato más con Asuma-sensei, asegurándole que estaba mucho mejor y que no necesitaba ir al hospital, para estupefacción del otro jonin. Entrada la noche, su maestro le pidió dejar un clon en su propiedad y trasladarse a su casa donde ni siquiera Asuma-sensei ni los demás sabían de su existencia.
—Sabía que si me llevaban al hospital y luego resultaba que podías curarme me preguntarían cómo lo habías hecho y me vería obligado a mentir. Además, el hospital no es un lugar seguro para vosotros. No solamente Itachi y su compañero podrían haberos atacado, también Orochimaru podría haber aprovechado para hacerse con Sasuke y, por lo visto, también tenemos que preocuparnos de Danzo mientras no vuelva Jiraiya-sama con Tsunade-sama. Ahora mismo, esta casa es más segura todavía que mi casa así que estaremos aquí mientras me recupero totalmente.
—Empezaré a hacer la cena —suspiró Seina y creó un clon—. Creo que voy a retomar mi anterior rutina de estudio.
—Algo de normalidad no nos iría mal, no. ¿Y tú Sasuke? ¿Por qué no entrenas tu kenjutsu con Seina? Puedo daros consejos desde mi asiento.
—Me parece bien.
—Genial. Empezaremos mañana.
Empezaron a cenar, algo extrañados porque no estuviera Naruto con ellos, y le explicaron lo que les habían dicho en la torre del Hokage sobre sus valoraciones del examen de chunin. Kakashi-sensei suspiró al escuchar cómo, al haber llegado tarde y no haber completado su examen, no se le permitía ascender a pesar de que hubiera sido apto. Cuando escuchó el motivo por el que no habían ascendido a Naruto frunció el ceño.
—Naruto necesita aprender sutileza y a dejarse llevar menos por los sentimientos —suspiró de nuevo, comiendo el postre—. No puede identificarse tanto con cada rival o acabará herido, o peor.
—Lo sé, pero a ver cómo intentas enseñarle eso —dijo ella—. Estoy convencida de que, si no fuera porque Sasuke y yo a veces estamos literalmente conectados a su mente, no corregiría su comportamiento la mitad de las veces.
—El dobe pasa la mitad del tiempo pensando en cómo puede salvar a sus enemigos en lugar de pensar cómo derrotarlos. Es demasiado sensible.
—Eso es porque, hasta ahora, no os habéis encontrado a nadie irredimible de verdad. Alguien que sea verdaderamente mala persona, no importa cuántas oportunidades le deis o cuánto os esforcéis en ayudarle. En cuanto se encuentre con alguien a quien no pueda ayudar, alguien dispuesto a mataros, veréis cómo reacciona. A Naruto no le quedará otra que hacer lo que debe hacer, si quiere salvar a sus seres queridos —les dijo Kakashi-sensei—. Eso será la dosis de realidad que necesita.
—Supongo que tienes razón… Incluso Zabuza resultó ser una persona decente al final, y Gaara no es más que fruto de su infancia. No se pued-
—¡Nee-chan! —gritó Naruto mentalmente y Seina dio un bote en su asiento—. ¡Está aquí, el hermano de Sasuke!
—¿¡Naruto!? —preguntó mentalmente Sasuke, maldiciendo.
—Naruto dice que Itachi los ha alcanzado —informó ella a su jonin-sensei, quien dejó su bol en la mesa y le prestó toda su atención.
—Supongo que me estará escuchando —dijo Kakashi-sensei, calmadamente, sin tan siquiera preguntar si era cierto o no. Luego miró directamente a sus ojos, como si pudiera hablar con su hermano—. Naruto, ¿está Jiraiya-sama peleando con él? ¿Dónde estáis? ¿Puedes percibir a un equipo de anbus? Escóndete y no ataques directamente o te capturarán.
—El pervertido no está peleando con él, Naruto cree que está bajo genjutsu ya que sintió la ilusión hace apenas un par de minutos. Ha usado su brazalete para pasar desapercibido e Itachi no ha sido capaz de verlo dentro de la habitación. Están en una posada de la Ciudad Shukuba. Parece que están solos ya que no puede oír a ningún otro ninja.
—Bien. No desactives el brazalete ni intentes sacar del genjutsu a Jiraiya-sama. Pueden estar esperando a que vayas a por él. Escóndete y espera refuerzos. Un equipo de anbu está pisando los talones a Itachi y Kisame. Deberían llegar pronto allí. ¿Escuchas algo más?
—No, solo a alguien que se mueve por la posada, al parecer, en su búsqueda. ¡Espera! ¡Parece que el pervertido se ha zafado del genjutsu! ¡Está peleando con ambos en la entrada de la posada! —tanto Sasuke como ella se concentraron en Naruto para poder ver a través de sus ojos. De repente, no estaba en su casa sino en Shukuba y era Naruto—. Puede verlo por la ventana. Quiere ir a ayudarle, pero sabe que podría ser un estorbo así que ha mandado a bastantes clones para igualar la pelea. Jiraiya parece haber invocado a un enorme sapo. Están peleando. Parece estar intentando atraparlos en su interior. Itachi está usando un sharingan algo extraño. Tiene que ser el mangekyou sharingan del que hablabas. Pretende irse ya que no quiere pelear y está bajo de chakra, o eso dice, ha usado unas llamas negras para poder escapar. Naruto los escucha irse en dirección oeste.
Seina pestañeó, regresando a su cuerpo. Era la primera vez, desde sus entrenamientos en equipo, que compartía un cuerpo con varias personas a la vez. Vio como Kakashi-sensei se relajaba progresivamente en su asiento, tomando aire. Se dio cuenta que la cucharilla que había usado para el postre estaba algo doblada.
—Está a salvo, ¿no es así? Genial. Crisis resuelta. ¿Qué está sucediendo ahora?
—Naruto se ha reencontrado con el pervertido quién, al parecer, ha sido engañado con el genjutsu de una mujer —dijo ella, irritada porque la seguridad de su hermano estuviera comprometida por la conducta lasciva de un viejo—. Por suerte, ambos están bien. Jiraiya le ha ordenado que duerma mientras él hace guardia esta noche. Naruto está escuchando llegar al supuesto equipo anbu, pronto lo escuchará también Jiraiya.
Minutos más tarde, el pervertido tomaba contacto con el equipo de refuerzos de Konoha y Seina se quedó más tranquila. Sasuke, quien había estado tenso en su asiento, se relajó al escucharlo también.
—Será mejor que vayamos a descansar, aprovechando que todos estamos bien.
—¿Cuánto tiempo vamos a quedarnos aquí? —preguntó ella.
—Ahora que sabemos que Itachi no está en Konoha parte del peligro ha pasado, pero hasta que no logre recuperarme totalmente me gustaría que os quedarais aquí —les informó Kakashi-sensei—. De momento, gracias a Asuma y los demás altos cargos, no tenéis misiones así que tomadlo como un descanso. En cuanto me recupere volveremos a tener esta conversación.
Seina les dio las buenas noches y se fue a darse un largo baño. No tenía misiones hasta nuevo aviso así que decidió relajarse y reiniciar sus estudios del hospital que había tenido aparcados durante un mes.
Al día siguiente, se despertó algo más tarde de lo habitual y, aun así, fue la primera en bajar a preparar el desayuno. Dio gracias porque Sasuke no hubiera tenido la gran idea de despertarse antes para cocinar él. Mientras cocinaba ella, para variar, dejó que unos 30 clones retomaran sus textos académicos del hospital y practicaran los iryo ninjutsu que ya sabía. Con algo de sorpresa, se dio cuenta de que empezaba a saber más jutsus médicos que ninjutsu.
—Buenos días, Seina.
—Buenos días, Kakashi-sensei.
—¿Ya estás estudiando? —preguntó mirando por la ventana sus clones en el jardín—. Un poco pronto, ¿no?
—Tenía ganas de hacer algo. Después de desayunar estaba pensando en investigar lo de las gafas contra el genjutsu pero, meditándolo, me he dado cuenta de que no son realmente necesarias. El genjutsu afecta al sistema nervioso central, es decir, al cerebro. Cuando me hablaste de la idea y me dijiste de usar unas gafas, ¿lo dijiste porque el mangekyou sharingan solo es efectivo cuando te miran a los ojos?
—Así es. Se puede combatir con los ojos cerrados contra alguien con esos ojos.
—¿Cómo es posible? —se preguntó ella a sí misma—. Para realizar un genjutsu no debería ser necesario el contacto visual.
—El mangekyou sharingan es diferente —le explicó Kakashi-sensei—. Yo mismo tengo un tipo de mangekyou distinto al de Itachi así que sé las bases de cómo funciona. Como todos los genjutsus, afecta al sistema nervioso central pero, a diferencia de los genjutsus normales, cada tipo de mangekyou puede realizar una ilusión distinta única al ojo de cada portador. Es decir, no necesita sellos ya que el ojo en sí es capaz de realizar la ilusión actuando como un jutsu pre-cargado.
—¡Pues claro!
Básicamente, el mangekyou sharingan era como una varita con un encantamiento prefijado capaz de lanzar un número finito de hechizos. En el caso de Itachi, al parecer era capaz de torturar mentalmente a alguien haciendo creer a su cerebro que el tiempo se movía mucho más despacio de lo que realmente lo hacía. Por eso no necesitaba sellos, el ojo en sí actuaba como el sello manual y el “jutsu” solo se activaba con el contacto visual. Salvo este inconveniente, el genjutsu actuaba técnicamente como cualquier otro genjutsu, una vez su chakra llegaba al cerebro. Si no se producía contacto visual, el chakra sería incapaz de llegar a la diana y la víctima no caería bajo el genjutsu.
Ahora entendía por qué Kakashi-sensei había pensado en unas gafas pero, ciertamente, para ella no era necesario. Mientras el mangekyou actuara como cualquier otro genjutsu, daba igual que Itachi mirara 50 veces a los ojos de su maestro, podría proteger su mente de chakra ajeno y Kakashi-sensei sería tan inmune al genjutsu como ella. Le explicó todo esto para ver qué pensaba.
—Mmm… Así que podrías protegerme del genjutsu de forma externa, protegiendo mi cerebro, no mis ojos.
—Exacto.
—¿Y cómo lo harías? ¿Cómo el pendiente que llevan los chicos?
—¿El pendiente que lleva quién? —preguntó Sasuke apareciendo por la puerta.
—Estamos hablando de cómo hacerle inmune al mangekyou. Lo de los pendientes puede funcionar perfectamente—le dijo Seina—. No sería tan engorroso como unas gafas y puedo hacer que nadie pueda quitártelo con malas intenciones.
—Es una buena idea, aunque creo que desviaría la atención poniéndome unas gafas.
—El problema es que no tenemos cómo probarlo con un genjutsu tan fuerte como el del mangekyou sharingan.
—¿Cuán de segura estás de que puede funcionar?
—Un 99%. El 1% siendo un tipo de genjutsu que no funciona afectando al cerebro.
Kakashi-sensei alzó una ceja ante su seguridad, pero pareció creerla. Cogió uno de los múltiples pendientes que había comprado para hacer pruebas, una barra de metal con una pequeña bola plateada y se fue a su estudio a realizar los hechizos y rituales rúnicos necesarios. Había hecho tantos de esos para su familia que no tardó ni 20 minutos.
—Lo único que falta es que pongas una gota de sangre en el pendiente —le informó a su maestro, quien había seguido a un clon hasta su estudio—. No me gustaría que dejara de llegarte tu propio chakra al cerebro, después de todo.
—¿Estás ligando el pendiente a mi sangre? Ingenioso. Así ninguna otra persona, salvo un clon genéticamente idéntico a mí, podría ponerme bajo genjutsu, ¿no?
—Eso es. Bueno, un clon tuyo y cualquiera cuyas intenciones sean ayudarte. Había pensado en dejarlo en cualquiera que no tuviera malas intenciones contra ti específicamente, pero eso te dejaría expuesto a caer en un genjutsu siempre que no hubiera sido activado contra ti específicamente, y solo hubieras caído en él por error… Ah, y te he preparado otro pendiente. Con este podrás usarlo como nosotros, para escuchar de muy lejos.
—Bien pensado —se cortó el dedo con un senbon y dejó caer una gota en el pendiente, viendo cómo era absorbida por las runas—. ¿Cuánto alcance tiene este pendiente?
—Unos 30 metros, como el mío. Siéntate, te haré el agujero.
En menos de 5 minutos, Kakashi-sensei tenía una oreja perforada con 2 pendientes idénticos, uno encima del otro. Le estuvo explicando cómo algunos materiales, como el titanio que había usado para esos pendientes, no eran capaces de contener tanto poder como otros minerales, y cómo era mucho más efectivo usar materiales naturales a unos transformados o conjurados. Un material que había crecido en la tierra, cargado de magia o de chakra, era mucho más útil que algo que ella había creado con las moléculas del ambiente, a pesar de tener la misma composición química.
—Por eso estoy intentando ahorrar para comprar distintos tipos de materiales y ver cuál es más efectivo para mis jutsus —le dijo, enseñándole los diferentes materiales que había comprado en pocas cantidades para hacer experimentos teniendo en cuenta que no existía “magia” como tal en este mundo.
—Es decir, que si encuentras un material suficientemente… ¿fuerte? Podrías poner más de un jutsu tuyo en la misma pieza de joyería en lugar de usar 2 pendientes distintos.
—Exacto.
—Tienes trabajo por delante… Bueno, intenta ponerme bajo genjutsu.
Seina usó varios genjutsu pero, para la excitación de Kakashi-sensei, nada funcionó.
—Ahora entiendo lo que querías decir. Es como si sintiera la presencia física de algo chocar con mi cerebro y, sin embargo, ni siquiera tengo que repeler tus intentos. Esto es algo enorme, Seina. Muchas gracias por el pendiente, y por el regalo.
—De nada.
—¿Cómo se activa el jutsu espía?
—Ah, sí. Tengo que activarlo yo la primera vez. ¿Quieres que lo haga ahora?
—Mejor en el jardín.
Minutos después, dejó a Kakashi-sensei probar su nuevo juguete en el jardín mientras ella se iba de nuevo a su estudio a crear su primer animal de invocación. Miró su lista de animales pero, a pesar de que había estado evitando los sentimentalismos, sus ojos se fijaban a cada rato en el punto que rezaba “lechuza nival”.
—¿Por qué no? —suspiró ella.
Dio gracias mentalmente al universo por ser experta en magia sin varita desde hacía 30 años y empezó a transformar una de las rocas que había guardado en el baúl sin fondo en la forma de Hedwig, que conocía a la perfección. No tardó nada en examinar a su vieja amiga, comprobando que estaba perfecta. Acto seguido, empezó a ponerle los encantamientos y runas para hacerla indestructible, más fuerte de lo normal y más ligera. Luego, usó su sangre para vincularla a ella, para poder controlarla con el pensamiento y las intenciones. Lo último que hizo fue animarla, dándole voz y los sonidos normales de cualquier otra lechuza.
La lechuza, que parecía totalmente real y no un arma que pensaba invocar que podría matar a cualquiera con sus afiladísimas garras mágicas, ululó y batió las alas, posándose sobre la repisa de la ventana para mirar a fuera. Durante un segundo pensó en llamarla igual que su antigua lechuza pero, en su fuero interno, no pudo ya que no era la misma salvo una invención suya.
Los ojos dorados se posaron en los suyos, sintiendo las emociones que ella sentía. Ululó suavemente y volvió a volar, posándose ahora sobre su hombro y pellizcando como había hecho su lechuza hacía más de un siglo. Le faltaba el sello que serviría para invocarla pero, como todavía no tenía la maleta que era donde pensaba meter a todas sus invocaciones y donde residiría la otra mitad del sello de invocación, la dejó libre sabiendo que no se iría lejos de ella.
Horas más tarde, Kakashi-sensei la llamaba para que bajara a comer.
—¿Qué has hecho toda la mañana ahí metida? —preguntó Sasuke, comiendo famélico lo que había preparado ella esa mañana para el medio día.
—He empezado con nuestro plan. Mira esto —Seina llamó mentalmente a su invención, que estaba reposando sobre una percha frente a su ventana en su cuarto, y escuchó como volaba hasta ella.
Tanto Kakashi-sensei como Sasuke vieron como la lechuza se posaba en su hombro, arreglándole el cabello rubio. Los ojos dorados de su nueva lechuza se posaron en Sasuke y luego en Kakashi-sensei. Cuando ululó, su maestro dio un imperceptible bote.
—Parece tan real…
—¿De dónde ha salido? —preguntó Kakashi-sensei.
—Ah, no me acordaba de que estabas dormido cuando hablamos de ello.
—¿Hablar de qué?
Le comentó todo lo que pensaban hacer con el tema de las invocaciones y cómo habían decidido que era más fácil crear sus propios equipos con los animales más útiles que usar un solo contrato. Decir que estaba atónito cuando comprendió que no era real sino una transformación suya era un eufemismo.
—Estoy impresionado.
—He empezado con los animales más pequeños. De momento tengo todos los pájaros ya hechos, solo falta animarlos, pero necesito comprobar los sonidos de cada uno para que sean verídicos. Además, necesito una maleta para llevar a cabo nuestro plan. Podemos hacerte alguno, si quieres.
—En realidad tengo mis propias invocaciones.
—¡Es verdad! ¡Ya ni me acordaba! —exclamó ella, encantada—. ¿Podemos conocerlos? ¡Me encantan los perros!
—Supongo que tengo suficiente chakra para esto… Kuchyose no jutsu.
Se hizo una nube de humo en mitad del comedor y, de repente, pudo ver el cuerpo pequeño de un pug de color pardo y ojos marrones. Tuvo que morderse la lengua para no gritar de la emoción al ver algo tan adorable.
—¡Yo, Kakashi! Hacía tiempo que no nos llamabas —el pug se giró a mirar a Sasuke y a ella con detenimiento—. ¿Quiénes son ellos?
—Pakkun, estos son Sasuke y Seina, miembros de mi equipo.
—Encantado.
—¿Puedo acariciarte? —le preguntó ella.
Pakkun no contestó. Saltó en su regazo y dejó que le acariciara las orejitas y la cabeza. Vio como la olfateaba.
—Pakkun… —lo regañó Kakashi-sensei.
—Hueles bien.
—Gracias… supongo —dijo ella aguantando una risa.
Estuvo toda la tarde con Sasuke creando sus invocaciones. Cuando llegó la noche, la casa estaba llena de pájaros, ratones, gatos, perros, conejos e insectos correteando de aquí para allá, para el entusiasmo de Sasuke y el asombro de su maestro.
—¿Crees que podré mandar un clon mañana a comprar un par de cosas? —le preguntó Seina a Kakashi-sensei.
—Mañana podremos salir todos. Con esa segunda poción vigorizante que me has dado ya estoy casi al 100%. Tendré que ir a la torre del Hokage a reportar así que no sé si volveré pronto. Sasuke y tú podéis tomaros el día libre para entrenar o seguir con vuestro proyecto, pero siempre dentro de la aldea.
—¡Genial!
Notes:
Hey.
Sé que es raro que actualice un lunes, pero voy a empezar a actualizar 2 veces por semana o no acabaremos esta historia hasta dentro de 2 años al ritmo al que subo los capítulos. Os dejo un nuevo capi para alegraros la semana.
¡La cosa se va poniendo cada vez más ardiente!
Chapter Text
Al día siguiente, no solamente compraron los maletines de mano, sino que Seina también fue al hospital para reanudar sus estudios. Sasuke, aburrido porque no podía ir al bosque a entrenar estando solo debido al peligro que corría, se fue a dar una vuelta por la aldea durante el par de horas que ella estaba en el hospital, acompañado de su clon.
—Veo que has vuelto. Te echábamos de menos —le dijo Mina-senpai—. Felicidades por tu ascenso.
—Muchas gracias, Mina-senpai.
—Bien, empecemos. ¿Te has leído ya los libros que te di? —vio como asentía con una sonrisa algo malvada—. Entonces, toca ponerte a prueba. Veamos…
Pasó una hora entera sometida a la más rigurosa de las examinaciones pero, como era de esperar, la pasó. Supo que, de no tener a sus clones, habría tardado años en llegar al punto donde estaba ahora. Por suerte para ella, tenía chakra suficiente como para crear tantos clones como quisiera para leer esos textos. En la siguiente hora, le enseñó a preparar varios venenos con sus antídotos, para su sorpresa. Pronto no sería muy extraño que le enseñara las pociones que había creado, las más fáciles al menos.
—Avanzas muy rápido. Llevas bien la teoría así que, a partir de ahora, pasaremos a la parte práctica. Hemos empezado por los venenos más fáciles. Creo que tardaremos un par de semanas en acabar esta parte. Para la otra semana, empezaremos con las recetas de ungüentos y medicinas. Te daré un solo libro con recetas por si quieres ir leyéndolo.
Mina-senpai le dio el libro, bastante más fino que los tochos de texto que había leído hasta ahora, y le explicó que, una vez acabaran con la parte de formulación y de laboratorio, seguirían con los iryo ninjutsu. Salió del hospital y se fue en busca de Sasuke que, para su sorpresa, estaba con Shikamaru y su equipo.
—¡Hey! Casi no nos hemos visto en meses —saludó ella, llegando al parque donde estaban sentados.
—¡Seina! Felicidades por tu ascenso. Shikamaru nos lo contó todo.
—Sí, felicidades —le dijo Chouji, entregándole una bolsa de patatas—. Aunque no esperábamos otra cosa.
—Gracias chicos. ¿Cómo habéis estado estos días?
—Pff… Mi padre casi nunca estaba en casa —empezó Ino—. Tenía mucho trabajo en el departamento de interrogación así que me he pasado todos los días trabajando en la floristería.
—Igual —bostezó Shikamaru—. Al menos parece que las cosas se están relajando, aunque está sucediendo algo extraño.
—¿Extraño? —preguntó Sasuke—. ¿A qué te refieres?
—Solo tienes que ver cómo actúan algunos jonin. Está pasando algo más.
—Se referirá al ataque de Itachi, lo de Orochimaru y todo eso —le dijo ella—. Su jonin sensei está al corriente de todo, pero no sé si les ha dicho algo.
—Tiene sentido.
—Por cierto, ¿dónde está Naruto? —preguntó Chouji—. Hace tiempo que no hablamos.
—Está con el pervertido Jiraiya —le dijo ella—, buscando a Tsunade-sama.
—¿Y qué hace con él? —preguntó Shikamaru—, y solo. Siempre estaba contigo.
—Yo me he quedado para seguir con mis prácticas en el hospital.
—¿Estudias en el hospital?
—Sí. Alguien tiene que hacerlo, teniendo en cuenta que nadie en mi equipo tiene la menor idea de iryo ninjutsu.
—Quizás también debería apuntarme —pensó en voz alta Ino, claramente preocupada por lo que había dicho—. ¿Es muy difícil?
—No. Aunque he estado usando los clones para agilizar el estudio, de lo contrario hubiera tardado mucho más —le comentó con sinceridad.
—Lo que traducido significa que no es fácil —bostezó de nuevo Shikamaru—, pero puedes hacerlo Ino. Creo que se te daría bien.
—¿Tú crees? ¡Sí, voy a intentarlo! ¡Podríamos decírselo a Hinata! ¿Te imaginas?
—¿Y qué hay de Sakura? —preguntó Chouji—. Creí que eras amiga suya.
—Lo soy, pero Sakura… no creo que esté hecha para ser ninja —suspiró Ino—. Aprobaron el examen teórico de chunin gracias a su cerebro pero, luego en el bosque… Uno de sus compañeros de equipo quedó muy mal herido y el otro se retiró de la vida ninja después de presenciar la muerte de otro equipo rival. Sorprendentemente, Sakura es la única que está indecisa sobre continuar o no, ¿sabéis? Me ha dicho que le han ofrecido trabajo en el escuadrón de criptoanálisis.
—¿En serio?
—Sí, sí. Al parecer, Sakura no copió en el examen, sino que contestó ella sola todas las preguntas.
—Ya veo —cortó Shikamaru—. A Sakura se le da muy bien la parte teórica de ser ninja, pero fatal la parte práctica. Aun así, alguien con un cerebro orientado hacia el estudio a pesar de ser un nefasto ninja de campo no puede ser desperdiciado.
—Exacto.
—¿Y qué hará? —preguntó ella, acabándose las patatas.
—Se lo está pensando, pero creo que acabará aceptando… Una oportunidad así, con un trabajo estable y seguro donde puede brillar que además está bien pagado es difícil de rechazar —se encogió de hombros Ino—. Lo único que la retiene a no aceptar es no poder ser un ninja “de verdad”, según ella.
—Me alegro por ella —dijo Chouji—. Además, es un trabajo esencial. No tiene por qué avergonzarse de no hacer misiones de campo como los demás.
Estuvieron hablando un rato más y luego Seina y Sasuke se marcharon a casa con sus compras. Cuando llegaron, Kakashi-sensei todavía no había vuelto así que se pusieron manos a la obra con las maletas mientras sus clones leían el libro de recetas.
—¿Qué es lo que tienes que hacer con la maleta? —preguntó Sasuke con curiosidad.
—Primero, tengo que agrandar el espacio interior. Eso es muy fácil. Instalaré unas escaleras para poder entrar, pero no veremos nada al principio ya que no hay luz propia. Una vez estemos adentro. y podamos ver cuánto espacio tenemos, la cuestión será reforzar la maleta para que no colapse. Luego, tendré que repartir el espacio en diferentes hábitats y podremos asentar a los animales. Una vez esté todo completo, pondremos el sello de invocación dentro de la maleta.
—¿Si realmente no están vivos, por qué hacerles hábitats? —preguntó Sasuke.
—Porque es más bonito así, obviamente.
—Hn —bufó una risa.
—Además, siempre que te apetezca visitar o relajarte, por ejemplo, en el desierto, podrías entrar en tu maletín y disfrutar sin correr peligro. Por no hablar, de que pienso hacer una zona cerrada donde podemos dejar a prisioneros. Estaba pensando en unas celdas donde, nada más entrar, el prisionero entre en una especie de coma del que no pueda despertar. No he acabado de retocar esa idea. No me gustaría que pudieran usar chakra dentro de la maleta y nos la destruyeran desde dentro.
—Buena idea. Quizás podrías hacer un par de grilletes en lugar de una celda que induzca un coma… De la celda uno puede escapar, pero de los grilletes, con tus poderes, lo dudo mucho.
—Bien pensado, Sasuke. Bueno, eso lo dejaremos para el final. Primero a lo que vamos.
Así fue como los encontró Kakashi-sensei horas más tarde, cuando al parecer recorrió la casa entera en su búsqueda y vio el maletín en el suelo de su estudio. Seina lo escuchó caminar hacia ellos y se giró a verle. Kakashi-sensei parecía incapaz de hablar. Se quedó parado, contemplando la lejanía, como si estuviera viendo el cielo por primera vez.
Lo que estaba observando era una enorme selva que se extendía a lo lejos y que parecía no tener fin, con su propia cascada gigantesca a unos cuántos de cientos de metros, los ríos, incontables árboles y plantas bajo el sol abrasador y esa humedad asfixiante característica. Seina había puesto los hábitats uno al lado del otro sin separarlos físicamente. La idea era que casa clima cambiara gradualmente a otro, como en la naturaleza, pero dentro de su maletín. Solo había creado un par de hábitats: el desierto y ahora la jungla, pero pensaba llegar hasta el ártico. Esta parte, sin duda, era su magia más increíble en este nuevo mundo.
—¿Te importa si investigo la zona? —preguntó Kakashi-sensei y ella hizo un ademán para que se adentrara en la selva.
Minutos más tarde regresó a la zona de entrada, donde habían puesto la “casa” entorno a la escalera de entrada.
—¿Cómo es posible? ¿Cómo has hecho todo esto en horas? ¡Nada es igual!
—Eso es porque añadí aleatoriedad al hacerlo. Partí de la base de qué fauna y flora existe en cada ecosistema y luego dejé que creciera como quisiera el terreno marcado.
Kakashi-sensei sacudió la cabeza mientras la escuchaba. Suponía que, para un ninja, la magia era algo increíble. Los jutsus eran algo fuera de lo normal para cualquier civil, pero estaban calculados y pensados al milímetro. La magia carecía de esos límites. Para alguien brillante en las artes ninjas como su maestro, ver lo que podía hacer la magia debía de destruir sus nociones preconcebidas cada vez. Se sentó a su lado y contemplaron en silencio como las criaturas que había creado para rellenar el paisaje, que no estaban ancladas a ella con magia de sangre, siseaban, cantaban, volaban, nadaban y corrían. Los animales que usaría para invocar, al contrario, eran una fuente de información para ella ya que, en parte, eran ella. Podía saber dónde estaban, qué hacían y experimentaban y, en cuanto pusiera el sello a la maleta, podría invocarlos a placer.
—Naruto se va a poner furioso —dijo de golpe Sasuke, con una sonrisa—. Se está perdiendo lo mejor de todo.
—Creo que ver todo esto será suficiente para apaciguarlo —negó Kakashi-sensei—. Vamos, ¿habéis comido?
—Uh, no. Se nos ha pasado, la verdad.
—Yo tampoco he comido. ¿Qué os parece que os invite a algún restaurante?
Salieron de casa en dirección al restaurante de la familia de Chouji. Kakashi-sensei les explicó cómo, mientras Naruto estuviera afuera, no tendrían nuevas misiones. Al parecer, como ahora era chunin, nunca más tendrían misiones de rango D. Una vez volviera Naruto, la idea era que ella siguiera formando parte del equipo durante un año más para aclimatarse a las misiones de rango C con un equipo conocido. Además, también se esperaba que ella tuviera misiones de rango C y B con otros ninjas debido a su ascenso.
—En el siguiente año, Sasuke y Naruto seguirán entrenando para el próximo examen de chunin y tendrán un compañero temporal con el que presentarse al examen.
—¿Y luego?
—Una vez seáis todos chunin, seguiréis bajo mi mando, pero también tendréis a otros comandantes jonin si fuera necesario. A su vez, se espera que lideréis algunas misiones con otros chunin. El momento en que todos os convirtáis en jonin, si es lo que deseáis, seguiréis estando bajo mi mando por defecto ya que seré el ninja veterano del equipo cuando trabajemos en equipo. Aun así, es más probable que tengáis que liderar equipos con chunin o genin que seguir bajo mi mando ya que sería una pérdida de recursos.
—Es decir, que hasta que no seamos todos jonin seguiremos siendo el equipo 7 en gran parte.
—Exacto. Siempre seguiremos siendo el equipo 7 por mucho que paséis a trabajar con otros ninjas. Hay veces donde el equipo que formáis de genin es el más óptimo. Mirad a los padres de vuestros amigos, son uno de los mejores equipos de Konoha, el equipo Ino-Shika-Cho y son todos jonin. Si existe alguna amenaza poderosa, seguramente formaremos equipo ya que es lo más efectivo debido a nuestros años de trabajo grupal. Sobre todo, vosotros 3.
—Mmm… Tiene sentido —pensó ella en voz alta. Sintió como sus preocupaciones se desvanecían ante las palabras de su maestro.
—Eso era lo que queríais, ¿no? Ser jonin —les preguntó y ambos asintieron—. Lo conseguiréis, estoy seguro.
—¿Crees que el dobe llegará a ser Hokage?
—Puede ser. Naruto es fuerte y tiene muchos aliados de la nueva generación que le apoyarían.
—Si el dobe lo consigue intentaré ser el comandante de anbu —dijo Sasuke, para sorpresa de todos.
—¿En serio? —preguntó ella, que nunca había escuchado a Sasuke a hablar de sus aspiraciones—. No está mal. Te pega.
—¿Y tú, Seina?
—Supongo que intentaría hacerme cargo del hospital —se encogió de hombros.
—Si lo conseguís, tendréis 3 posiciones de gran poder en la aldea —comentó Kakashi-sensei, con voz orgullosa—. Aunque, Sasuke, si quieres ser el comandante de anbu tendrás que formar parte de ellos y tener una tapadera. Lo sabes, ¿verdad?
—Lo sé. Era mi intención. Además, no estaría solo. También estaría Seina.
—¿Qué? —vio cómo se giraba de golpe a mirarla—. ¿Quieres entrar en anbu? Creí que solo lo estabas pensando.
Seina lanzó una patada bajo la mesa a Sasuke, viendo con satisfacción como se estremecía de dolor al contactar su pie con su espinilla. Lo de anbu lo había pensado hacía tiempo, pero no estaba decidida. Si se lo ofrecían, quizás aceptaría, pero sabía que su hermano estaría preocupado por ella hasta tal punto que seguramente la seguiría.
—Podría hacer muchas cosas siendo anbu —se volvió a encoger de hombros—. Ya sabes.
—Lo sé, por eso me preocupa. Cuanto mayor es tu tasa de éxito, mayor son tus posibilidades de ser enviado a una misión.
—No vamos a morir, si esa es tu preocupación —dijo Sasuke, con poco tacto—. Entre Seina, el dobe y yo haríamos un buen equipo en anbu.
—¿Los tres queréis entrar en anbu? —suspiró Kakashi-sensei.
—Naruto no quiere exactamente pero tampoco quiere quedarse atrás.
—Típico de tu hermano… De cualquier modo, no os precipitéis. Tenéis tiempo.
Seina no le recordó la edad a la cual aceptaron a Itachi en anbu, o la edad a la que ingresó él mismo también. Después de todo, parecía preocupado por ellos. Viniendo de alguien como él, quien siempre intentaba parecer distante, le resultó dulce que no quisiera perder a su equipo entero en anbu. Comieron lo que quedaba de la deliciosa comida y se marcharon de vuelta a casa después de dar un paseo, seguramente no muy recomendable por motivos de seguridad, por la aldea.
Los siguientes días sin Naruto pasaron más despacio de lo normal. Ni Sasuke ni ella querían contactar con él para que pudiera disfrutar la experiencia a solas. Si necesitaba algo estaba claro que podía pedirla él solo, como había hecho. Además, con sus mañanas en el hospital y el entrenamiento de kenjutsu y taijutsu en su jardín por las tardes, tenía los días completos. Poco a poco parecían volver a la normalidad, casi como si no hubiera sucedido nada extraño.
Seina, en sus ratos libres, se dedicó a acabar el maletín. A juzgar por el tiempo que necesitaba para hacer un solo hábitat, sabía que no acabaría totalmente el proyecto hasta finales de agosto, dentro de unas 2 semanas. Además, también quería escribir su propio recetario para poder mostrarle su investigación a Mina-senpai. Si le entregaba los ensayos detrás de cada poción con explicaciones y sus propiedades, sabía que podría empezar a comercializar las pociones. No ganaría lo mismo en comparación con venderlas al mejor postor, pero se quedaba más tranquila pensando que podía salvar vidas en su aldea. Además, sabía que Konoha tendría el monopolio de las medicinas lo que supondría un aumento de civiles a la aldea para pedir los servicios del hospital y también negocios con empresas, lo que significaba riqueza para la aldea, y para su familia.
Aun así, hasta que no tuvieran nuevo Hokage tenía tiempo para preparar la defensa de su proyecto médico. De hecho, estaba algo nerviosa por presentar su libro de recetas ya que ella no había sido maestra de pociones, al contrario que Draco y, años más tarde, Hermione. Su fuerte en pociones consistía en la reproductibilidad de sus pociones con buenas instrucciones o, lo que es lo mismo, siempre que seguía las instrucciones correctas podía hacer una poción perfecta.
El problema de esto era que nunca se había molestado en estudiar a fondo porqué una poción tenía qué ingredientes y cómo podía sustituirlos por otras materias. Su máximo conocimiento de pociones estaba centrado en pociones médicas porque eran necesarias para vivir, más teniendo hijos traviesos, y porque su carrera como auror las había requerido. Eso quería decir que pociones más complejas como, por ejemplo, veritaserum o la poción multijugos estaban totalmente fuera de su alcance ahora ya que no tenía ni idea de cómo reemplazar los ingredientes mágicos. Un fastidio pero, al final, era mejor lo que sabía que nada. Por suerte, los ninjas tenían conocimiento sobre botánica que podía usar para sus pociones. Aunque preveía sufrir bastantes fracasos en su camino por reproducir todas las medicinas mágicas que conocía.
Por lo menos tenía su amplio conocimiento en encantamientos, transformaciones y runas gracias a sus maestrías. Las 2 primeras las cursó debido al sentimentalismo de sentirse más cerca de su madre y su padre respectivamente mientras que la maestría de runas fue por interés propio después de escuchar durante 15 años a Hermione y a Bill hablar sobre las runas en cada comida familiar. Obviamente, también tenía su maestría en defensa y artes oscuras, algo necesario para ascender en el departamento de seguridad mágica, que cursó nada más salir de Hogwarts para que nadie pudiera quejarse de su ascenso dentro del cuerpo y acusarla de favoritismo. Una pena que la mayoría de conocimiento, salvo los hechizos, no le sirvieran de nada en este nuevo mundo sin criminales ni criaturas mágicas.
Salió de sus pensamientos con un bostezo y pasó página para seguir escribiendo su ensayo de pociones. Le quedaba poco así que decidió hacer un esfuerzo final a pesar de que debería bajar a cenar. Minutos más tarde, como era de esperar, la llamaron a cenar. Suspiró, pero dejó lo que estaba haciendo.
—¿Cómo llevas lo del recetario? —le preguntó Kakashi-sensei.
—Estoy a punto de acabar. Si me quedara un rato en mi estudio lo acabaría hoy, pero creo que prefiero dormir.
—No tienes prisas —le recordó su maestro y ella asintió—. Estaba pensando en presentaros a alguien experto en kenjutsu. Habéis mejorado muchísimo y creo que necesitáis a otro contrincante para mediros.
—¿De quién se trata? —preguntó Sasuke.
—De Yugao. No creo que la conozcáis. Hace poco casi pierde a su pareja en la invasión así que creo que hacer algo como esto podría ayudarla a evadirse.
—¿Quieres decir que vamos a salir de aquí para practicar a fuera? —preguntó ella.
—Sí. Con Yugao allí seremos 2 jonins vigilando el terreno y, además, sé que podéis protegeros.
—¿Y qué hay de Orochimaru?
Seina asintió con la cabeza. ¿No estaban haciendo todo este paripé para que no pudieran hacerse con Sasuke? Kakashi-sensei suspiró al escuchar la pregunta de su alumno.
—Lo cierto es que todo está tranquilo. Pensamos que, si hacemos ver que habéis vuelto a la rutina normal, quizás descubramos un espía, un topo o algo similar.
—Básicamente, planeas usar de cebo a Sasuke mientras nos enseñas kenjutsu.
—N-… bueno, sí, para qué mentir —Sasuke tosió una risa al escucharlo.
—Me parece bien.
Al día siguiente, por la tarde, conocieron por primera vez a Yugao. En cuanto la vio Seina percibió su dolor y su determinación, así como sus deseos de venganza. Eso era problemático, como diría Shikamaru. Si lo que dijo Kakashi-sensei era cierto, la pareja de Yugao había quedado en coma a manos de algún esbirro de Orochimaru o a manos de algún ninja de Suna, con quienes tenían una alianza. Solo esperaba que fuera lo primero porque de ser el culpable uno de sus aliados de Suna no iba a poder cobrarse su venganza.
—Yugao, te presento a mi equipo: Sasuke Uchiha y Seina Uzumaki.
—Un placer conoceros —les aseguró Yugao, con una pequeñísima sonrisa—. ¿Qué os parece si empezamos?
Pocos minutos después, Seina contempló como su compañero de equipo y la jonin se batían en duelo con sus respectivas espadas. A su lado, su maestro observaba con detenimiento la pelea sin decir una palabra. Casi media hora después donde Sasuke lo dio todo para intentar hacer sangrar a su oponente, Yugao paró la pelea sin un pelo fuera de su coleta.
—Te toca, Seina-san.
Desenvainó su wakizashi pensando en cómo contrarrestar el hecho de que su espada fuera algo más corta que la de Yugao pero, antes de que pudiera hacer nada más que asumir su postura habitual, Yugao se abalanzó sobre ella. Dejó de pensar y se concentró en la pelea. Combatir era como un duelo mágico. Sentía como entraba en una especie de trance donde confiaba en su cuerpo y sus habilidades, sin tener que pensar 2 veces cada acción y perder valioso tiempo. Se dio cuenta que Yugao era una verdadera experta de kenjutsu, igualada a su jonin-sensei. La diferencia entre los estilos era obvia. Mientras que Kakashi-sensei tenía un acercamiento casi militar en la precisión de sus movimientos, Yugao parecía bailar con su espada.
Sabía que, si no quería perder estrepitosamente, tendría que ser impredecible. Así pues, cuando comprendió como combatía y estaban a punto de chocar sus espadas de nuevo, usó su wakizashi para, en lugar de parar la hoja de Yugao, desviarla por su costado derecho. Giró su cuerpo en sentido contrario sobre sí mismo, usando su wakizashi para protegerse de la espada contraria mientras rodaba y, cuando la tuvo de espalda de su rival frente a ella en un movimiento que no duró ni una milésima de segundo, la atacó con el wakizashi usando el mismo impulso del giro.
A penas su espada hizo contacto con el hombro derecho de Yugao, haciéndola sangrar, que una patada hacia atrás de la jonin surgió en su dirección para hacer que se distanciara de ella. Para mala fortuna de Yugao, había entrenado con el ninja más impredecible de todos: Naruto. Usó el wakizashi para apoyarse en su hombro, hiriéndola más aun y usando su cuerpo como punto de apoyo para saltar en el aire y esquivar su patada. Yugao se inclinó hacia delante y rodó hacia un lado, alejándose de su hoja, y ella la siguió sin darle tiempo a reaccionar ya que había ganado la ventaja.
Su preciada ventaja, no obstante, duró unos segundos ya que Yugao era mucho mejor espadachín que ella. Pocos minutos después la tenía de nuevo contra las cuerdas, jadeando.
—Alto.
Se detuvieron al instante. Recuperó la respiración. Yugao se miró el hombro que sangraba moderadamente y luego la observó a ella.
—Me has impresionado. Los dos. Tenéis lo que tiene que tener un buen espadachín. Sasuke, eres rápido y fuerte y tu resistencia es envidiable para tu edad. Además, usas de forma eficiente todos tus movimientos sin ser predecible. Seina, por otro lado, también eres muy rápida y flexible. He notado que tus golpes son fuertes pero, sobre todo, impredecibles. A pesar de ello, logras de alguna forma ser eficiente como Sasuke. Tenéis estilos algo distintos, pero creo que podré enseñaros algunas cosas.
Sasuke y Seina asintieron ante sus palabras. Kakashi-sensei se acercó a mirarle el hombro a Yugao.
—No es grave, pero es un buen corte.
—Puedo curártelo, Yugao-sensei —la susodicha sonrió al escucharla y asintió.
Se lo desinfectó y se la curó en cuestión de minutos. Usó su magia para facilitar que no cicatrizara y dejó que Yugao inspeccionara su obra.
—¿También sabes iryo ninjutsu? —le preguntó con una expresión dolida, como perdida en los recuerdos.
—Viendo la de heridas que suceden en un entrenamiento, pensé que sería útil —se encogió de hombros.
—Gracias, Seina-san.
—Puedes llamarme Seina.
—Sasuke.
Yugao inclinó la cabeza, aceptando sus ofrendas. Se fueron del campo de entrenamiento hacia la aldea. La jonin se despidió en una encrucijada y los dejó solos. Seina miró su espalda.
—¿Por qué parece tan triste? —preguntó Sasuke, de golpe.
—Ya os conté lo de su pareja… —suspiró Kakashi-sensei, pasándose una mano por el pelo—. Antes de ser atacado por un ninja de Sunagakure, ya sufría algún tipo de patología pulmonar desconocida que el ataque agravó. Los médicos lo tienen en coma inducido con respirador las 24 horas del día… Creen que si lo despiertan podría sufrir un ataque y morir.
—¿Y no podría hacer nada Tsunade-sama? Dicen que es una médica legendaria.
—Eso es lo que está esperando Yugao pero, hasta ese entonces, reza porque no le pase nada en el hospital antes de que llegue…
—Vaya… —dijo Seina—. Bueno, por lo menos hay esperanza.
—De momento sí.
Al día siguiente, entraron en la última semana de agosto. Seina acabó por fin de escribir su recetario y de memorizar el que le había dado Mina-senpai. También finalizó la primera maleta, para el asombro de Kakashi-sensei y Sasuke. Entonces, como si la hubieran abofeteado, se acordó de que el cumpleaños de Kakashi-sensei era el día 15 de setiembre.
—¿Qué le podemos comprar? —le preguntó a Sasuke dentro de la maleta, donde sabía que no podía escucharlos.
—¿Me lo preguntas a mí? Tú eres la que puede hacer literalmente cualquier cosa con tus poderes.
—¡Ya pero no se me ocurre nada! Le haría otra maleta, pero no tiene pinta de querer unas invocaciones como las nuestras teniendo a sus perros.
—No, pero le gustó lo de tener un espacio como este dentro de algo pequeño —dijo Sasuke, abriendo los brazos como si pudiera abarcar toda la tundra delante de sus narices—. Quizás podrías hacerle algo así.
—Mmm… A lo mejor tienes razón… Sabes, creo le haré una tienda de campaña mágica. ¡Perfecto! ¡Tenemos que empezar a planear qué poner adentro!
—Un momento. ¿Crees que lo tendrás acabado en tan poco tiempo?
—Ugh… definitivamente no. Creo que tardaría como mínimo un mes, quizás más.
—Entonces puedes darle el regalo para navidad —suspiró Sasuke con exasperación.
Asintió sin prestarle mucha atención. Si no tuviera la riñonera le podría dar una pero, como ya tenía eso así como un kit médico y las fundas de armas y los pendientes, lo único que podía darle que no tuviera él pero que tuvieran Sasuke y Naruto era el brazalete. Al mismo tiempo, no le parecía un regalo como tal sino un arma, algo útil, pero ¿qué podía regalarle además que fuera solo para él? Sus pensamientos se dirigieron a los perros que tenía como invocación y se dio cuenta de que, quizás, podía mezclar ambas ideas.
—Conozco esa expresión. ¿En qué estás pensando? —preguntó Sasuke, sacándola de su ensoñación.
—En un cerberus.
—¿Eso… no era el perro de 3 cabezas?
—Exacto. Estaba pensando en que puedo darle una sola invocación de la misma temática que sus ninken.
—¿Le vas a regalar un perro gigante de 3 cabezas? —preguntó de nuevo Sasuke, con el rostro en blanco—. Cualquier otra persona le regalaría una bufanda o algo así.
—Eso es un regalo de mierda —dijo ella, indignada.
—Si tú lo dices. Espero para mi cumpleaños algo enorme, que lo sepas.
—¿No te pareció bien los pendientes y el traslador que te di para tu cumpleaños? —le preguntó retóricamente, con una carcajada.
—Hn.
Seina sonrió. Maldito Sasuke…
Chapter 23
Notes:
Advertencia: mención de negligencia de menores, mención de intento de asesinato, mención de tortura.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
A partir de ese momento empezó su proyecto cerberus por su cuenta. El perro de 3 cabezas podría agrandarse o encogerse a órdenes de Kakashi-sensei, y no solo eso, podría separarse en 3 cuerpos independientes. Sería prácticamente indestructible y podría usar su olfato tal y como los demás perros para buscar a sus presas. También le había puesto clúster de runas para que pudiera usar algunos hechizos a orden de Kakashi-sensei, como un hechizo para crear un escudo protego, unos hechizos modificados para que pudiera andar por todo tipo de superficies que, curiosamente, tuvo la idea de añadir gracias al recuerdo del retrato de Walburga Black, y un par de hechizos elementales.
Llegado este punto, se dio cuenta de que ninguno de los animales que había creado para ella los había creado pensando que pudieran usar el chakra, cosa que era imposible, pero sí que podía imitar los efectos del chakra con hechizos. Tendría que volver a modificar a sus creaciones para que parecieran ninkens como los de Kakashi-sensei o los sapos de Naruto.
—¿Qué raza se supone que es este perro? —le preguntó Sasuke, días después, cuando el perro estaba totalmente finalizado.
Seina alzó la mirada de la boca abierta de una de las enormes cabezas.
—Es un dóberman modificado. Los normales tienen manchas de color pardo, pero este es totalmente negro. Estaba pensando en ponerle los ojos rojos para impresionar.
—Nah. Siendo todo negro pasará mejor desapercibido.
—Ya, eso es lo que he pensado. Bueno, voy a ver qué tal.
Estuvo probando los hechizos del perro, haciendo que se encogiera, agrandara, separara, que escupiera fuego, agua y viento según la cabeza.
—¿Se supone que debe hacer eso? —preguntó Sasuke viendo como partía de un zarpazo una piedra como si nada.
—Claro, tiene las garras modificadas. Lo que falta ahora es animarlo con sonidos ya que no tiene cuerdas vocales.
Casi una hora más tarde, acabó finalmente su proyecto. A penas faltaban 5 días para el cumpleaños de Kakashi-sensei y, para su alegría, parecía que también estaba a punto de llegar Naruto, de quién casi no sabía nada desde hacía semanas.
—¿Y ha dicho exactamente cuándo regresaría? —le preguntó su sensei.
—No lo sabe. No me quiere decir qué ha estado haciendo, dice que es una sorpresa.
—Diría que el dobe no quiere preocuparte.
—Mmm… Bueno, solo queda esperar.
Esa misma tarde, Seina apartó a Sasuke hacia su estudio y puso un hechizo silenciador en la habitación.
—¿Qué vamos a hacer para el día de su cumpleaños?
—¿A qué te refieres? ¿Qué si vamos a hacerle una fiesta? —le preguntó Sasuke con el rostro en blanco, sin comprender la pregunta—. Seina, es un ninja de élite, no un niño de 5 años.
—No hablaba de una fiesta. ¿Cómo íbamos a invitar a sus amigos, si es que considera a alguien su amigo, aquí? —rodó los ojos ella—. Estaba pensando en invitarle comer a algún lugar y luego prepararle un pastel para dárselo aquí. A ti no pudimos hacerte una fiesta porque tu cumpleaños fue justamente en el mes de entrenamiento de chunin, pero te invitamos luego a comer, ¿o no lo recuerdas?
—Eso tiene más sentido —pensó Sasuke en voz alta, ignorando la segunda parte de su argumento como si nada—. Podríamos invitarle a algún restaurante y que también aparecieran los otros jonin. Parecía llevarse bien con Asuma y los otros. Podemos hablar con él a ver si sabe a quién podemos invitar.
—Mañana enviaré un clon a hablar con Asuma-sensei o alguno de ellos mientras esté en el hospital.
Al día siguiente, Seina usó uno de sus clones para reservar una sala privada en el restaurante de los Akimichi. No era precisamente barato, pero tenían bastante dinero ahorrado y solo eran como 3 días al año de cumpleaños que planear así que se lo podían permitir. Una hora más tarde, en el hospital, su clon se deshizo y le llegó toda la información de golpe.
—…Y en el caso de las píldoras de soldado usaremos estos moldes para que mantengan la forma. La misma composición de la mezcla se solidificará adquiriendo forma de pastilla. Aunque el sabor no es el mejor del mundo y pierde cierta efectividad.
—¿Y por qué no usar una cápsula de gelatina? —preguntó ella—. Podríamos ahorrarnos el disolvente sin perder el principio activo y la eficacia aumentaría.
Mina-senpai pestañeó en su dirección un par de veces, como si no la comprendiera.
—¿A qué te refieres con cápsula?
—Pues eso. Una cápsula —movió la mano en el aire, como si fuera obvio.
—No, explícate.
—Has usado alguna vez gelatina o agar para cocinar, ¿no? —preguntó y vio como Mina-senpai negaba con la cabeza—. ¿En serio? ¿Nunca?
—Los ninjas no acostumbramos a cocinar, Seina. Tenemos cosas más importantes que hacer o estamos demasiado cansados o, simplemente, nadie nos ha enseñado nunca a cocinar y somos pésimos cocineros. Salvo contadas excepciones —le explicó.
Seina se acordó de Sasuke y tuvo que morderse la lengua para no asentir fuertemente.
—Huh… Vale. Pues la gelatina es un ingrediente en cocina que se extrae del hueso, entre otras fuentes, y el agar se extrae de las algas. Básicamente, es un compuesto que al añadir agua forma una especie de pasta viscosa a la que se puede dar forma. De ahí a que se use en cocina, sobre todo en pastelería —le explicó ella, pensando si estaba cometiendo un error en hablarle de algo común de lo que no tenía ni idea una ninja cualificada—. Podríamos hacer una cápsula que contuviera adentro el principio activo en polvo. De esa forma, cuando llegara la cápsula al estómago se disolvería, liberando el contenido como una píldora normal, pero sin la necesidad de mezclar el principio activo en un disolvente, ganando así eficacia, pero sin perder funcionalidad.
—…Si lo que dices es cierto estaríamos mejorando las píldoras de soldado enormemente —dijo con un tono de sorpresa Mina-senpai—. Está bien. Como falta media hora para acabar la clase iremos a la aldea a comprar un poco de este material. No tengo ni idea de dónde comprarlo así que contaré con tu ayuda.
—Hai —asintió ella.
Se encaminaron hacia la aldea. No podía creer que esta gente no supiera lo que era el agar cuando la cocina japonesa tenía cientos de platos con algas. Aunque, pensando en las palabras de Mina-senpai, quizás era menos sorprendente de lo normal. Sasuke era un puñetero desastre cocinando y Kakashi-sensei, las veces que cocinaba, era más bien un cocinero regular y simple. Ahora lo que pensaba, los cocineros del restaurante Akimichi, a pesar de venir de una familia de ninjas, no eran ninjas. No se lo había planteado antes pero, al parecer, había tanta desconexión entre el sector civil del ninja que, aunque le parecía absurdo, resultaba en casos como este donde los ninjas no sabían qué usos tenía la gelatina.
Para ella, que estaba acostumbrada a tomar todo tipo de medicinas, desde bebidas a pastillas sin cápsula y otras con cápsula, no le había parecido extraordinario. Para un ninja, cuya tecnología estaba todavía bastante anticuada respecto al mundo del que provenía y que, además, confiaban más en jutsus médicos que en técnicas instrumentales y aparatología… Bueno, quizás era más entendible.
—Aquí es —le dijo ella, señalando a una tienda cerca de su antiguo piso—. Por lo menos, la última vez que vine tenían.
—Entremos.
Paseó por los pasillos esta vez sin ningún tipo de hechizo pero, para su sorpresa, casi nadie la miró dos veces. Fue directa al pasillo de pastelería y vio lo que buscaba fácilmente.
—Es esto.
—Ya veo… ¿Y con estas tiras podremos hacer las cápsulas?
—Claro, solo hay que seguir las instrucciones.
Compraron como 10 paquetes para poder hacer bastantes pruebas y se despidieron algo antes de que dieran las 2 horas de clase. Mina-senpai le aseguró que lo probarían al día siguiente y que, de funcionar, le llevaría su descubrimiento al jefe del laboratorio para que pudiera analizarlo. Mientras caminaba de vuelta a casa, pensó en las memorias de su clon. Vio cómo tanto Asuma-sensei como Guy-sensei estaban dispuestos a ir a la fiesta sorpresa y, según ellos, también irían unos cuantos compañeros más amigos de Kakashi-sensei. Al parecer, su clon, a consejo de Guy-sensei, había reservado una habitación mediana con la comida y bebida incluida.
Por fortuna, Sasuke y Naruto estaban dispuestos a colaborar con el precio así que al final no era tanto dinero. Además, no había sabido que el restaurante ofrecía servicios de cumpleaños así que el pastel al final había sido incluido en el menú.
—¡Hola nee-chan! —gritó una voz. Seina paró en seco.
—¿Naruto?
—¡Estamos en la puerta principal, dattebayo!
Se dio la vuelta con una sonrisa y se encaminó hacia la puerta más grande de la aldea. Primero vio la cabellera plateada y enorme del gran pervertido Jiraiya y luego vio a su hermano, quien parecía hablar con una mujer joven rubia con 2 coletas y una impresionante delantera que estaba llamando la atención a más de un hombre, y mujer. También iba con ellos otra chica, más joven aun, con el cabello corto y moreno, cargando con un cerdito en brazos.
—¡Nee-chan! —exclamó Naruto al sentirla y salió disparado a abrazarla—. ¡No puedo creer que haya pasado un mes sin verte, Seina-nee! ¡Ven, ven! ¡Te tengo que presentar a la vieja Tsunade!
Seina no pudo reprimir una risa al escucharlo. Vio como todos se giraban en su dirección. Jiraiya le asintió con la cabeza, sabiendo que ella no le tenía mucho respeto, pero la chica morena le sonrió. La vieja Tsunade resultó ser la mujer rubia despampanante.
—¿Oh? ¿Está es tu hermana, cabeza hueca?
—Menos de un mes y ya te conoce a fondo, Naru —dijo ella con una sonrisa divertida al ver el rostro irritado de su hermano—. Encantada de conocerla, Tsunade-sama.
—Llámame Tsunade mientras puedas —suspiró la mujer—. Esta es mi ayudante, Shizune.
—He escuchado hablar mucho de ti, Seina-san —la saludó la otra mujer—y de Sasuke.
—¿Acabas de salir del hospital? —le preguntó su hermano y ella asintió.
—He ido a comprar unas cosas con Mina-senpai.
—¿Estás enferma? —preguntó de golpe Shizune, con rostro preocupado.
—No. Estudio con Mina-senpai en el hospital todas las mañanas.
—¿Quieres ser un iryo ninja? —le preguntó con interés Tsunade.
Los ninjas de la puerta le entregaron la documentación a los recién llegados, permitiéndoles pasar. Echaron a andar aldea abajo, seguramente hacia la torre del Hokage. Seina, como no tenía nada que hacer, los acompañó.
—Me gustaría saber de todo, no solo ser iryo ninja —dijo ella—. No veo por qué debería limitarme a una sola rama de conocimientos.
—Seina-nee lleva mucho tiempo estudiando medicina —la alabó Naruto—. Hace sus propias pociones y otros mejunjes.
—¿Oh? Muy interesante. Me gustaría ver tu trabajo, sino te importa —le dijo Tsunade.
Seina sabía que solo le estaba siguiendo la corriente, seguramente no imaginaba que pudiera hacer algo realmente importante o útil pero, en ese preciso instante, se dio cuenta de que tenía una oportunidad de oro gracias a su hermano. Le daría una copia del recetario que había escrito para enseñárselo a Mina-senpai y dejaría que juzgara su trabajo.
—No me importa. Pensaba darle una copia de mis apuntes a Mina-senpai, del hospital, para que le echara un vistazo. Ahora que lo pienso… se me ha olvidado dárselas —suspiró ella, al darse cuenta de que era cierto—. Bueno, se las daré mañana.
Sacó el libro, duplicado, de su riñonera y se lo entregó a Tsunade. Vio como lo ojeaba con su asistente, y aprendiz, Shizune. Tardó pocos minutos en alzar la mirada por encima del libro para fijarse de nuevo en ella, como sabía que haría. Shizune siguió leyendo alguna que otra página, con el rostro sorprendido.
—¿Has probado algo de eso?
—Sí. La poción vigorizante. Se la tuve que dar a Kakashi-sensei cuando nuestra primera misión de rango C se convirtió en una de rango A, después de que se quedara exhausto por usar el sharingan.
—¿Cuántas dosis le diste?
—Una por día durante 2 días.
—¿Y cuánto tardó en levantarse? —preguntó clínicamente la médica.
—Al día siguiente.
—¿Al día siguiente? —le preguntó, pestañeando ante su respuesta. Ella asintió—… Déjame que me instale y lo lea con detenimiento. Supongo que tienes preparadas muestras de cada uno. Cuando puedas, tráemelas.
—¿Qué habéis hecho este mes? —le preguntó Naruto, aburrido de tanta charla médica.
—Hemos estado practicando kenjutsu y taijutsu con Yugao-sensei, una colega de Kakashi-sensei. Además, esta mañana hemos preparado la cena de cumpleaños. Le habrás comprado algo, ¿no?
—En realidad no. Le he pedido a ero-senin que me dé unos cuantos manuscritos de Icha Icha sin publicar.
—¡Buena idea! —dijo ella, sorprendida—. Seguro que eso le encantará.
—¿Y tú? ¿Y el bastardo?
—Sasuke le dará algún tipo de licor bastante caro a consejo de Asuma-sensei, y yo… Ya te lo enseñaré. Cuando veas lo que he estado haciendo se te caerán los calzoncillos al suelo.
Escuchó una carcajada abrupta a sus espaldas ante sus palabras.
—Así que es el cumpleaños del mocoso de Kakashi, ¿no? —preguntó Tsunade con una sonrisa—. Ya no es un mocoso, después de todo…
—Supongo que a tu lado cualquiera es un mocoso —dijo Jiraiya, obviamente sin pensárselo.
El puñetazo fue tan rápido y poderoso que el hombre salió volando, incrustándose en una pared cercana. Seina tuvo que ahogar una carcajada asombrada al verlo gemir de dolor.
—¡Buen golpe! —sonrió ella con un atisbo de maldad—. Aunque yo le habría dado en la entrepierna.
—¡Tsunade-sama! —exclamó Shizune, exasperada y preocupada.
Tsunade empezó a reír al escucharla mientras que el pervertido palideció. Naruto no parecía sorprendido por lo que acababa de pasar, seguramente porque no era la primera vez que veía algo semejante.
—Me has caído bien. Quizás la próxima vez apunte más bajo.
—Genial. Me gustaría verlo.
—¿Tantas ganas tienes de ver a Jiraiya sufrir?
—Ese pervertido canoso casi mata a mi hermano entrenando y luego casi hace que maten a mi hermano, otra vez, estando bajo su cargo —siseó ella, haciendo caso omiso del bufido de risa de Tsunade ante el mote de Jiraiya.
—¡Hey! ¡Solo formaba parte del entrenamiento! —se defendió Jiraiya—. ¿Y cómo iba a pensar que las mujeres que flirteaban conmigo eran obra de un genjutsu de Itachi? ¡Nunca lo hubiera imaginado de él!
Seina sintió como se le rizaban los labios del enfado, pero no dijo nada. Tsunade miró a su colega con exasperación e irritación. Al final, Shizune lo ayudó a zafarse de la pared y prosiguieron la marcha. Estuvo poniéndose al día con su hermano sobre lo que había visto y comido, los lugares en los que se había hospedado que valían la pena visitar de nuevo, el entrenamiento… Sabía que había algo gordo que no le estaba diciendo, por las miradas de los adultos, pero supo que tarde o temprano se lo diría. Seguramente, cuando estuvieran con Kakashi-sensei y Sasuke.
—Bueno, chicos. Nos despedimos aquí. Nos veremos pronto —les dijo Jiraiya.
—Acuérdate de traerme tus ensayos —le recordó Tsunade—. Estaré por… aquí, imagino.
—Lo haré.
—¡Adiós vieja!
—¡Naruto!
Caminaron de vuelta a casa a paso rápido. Al parecer, Naruto no solo quería contarles todo lo que había pasado sino también ver lo que había hecho en su ausencia. Cuando llegaron a la casa, solo estaba Sasuke.
—¿Hn? Dobe, cuánto tiempo —le saludó como si nada.
—Teme, ¿¡cómo que cuánto tiempo!? —gruñó Naruto y ambos empezaron a discutir.
Suspiró y empezó a preparar la comida. Era como si no hubiera cambiado nada. Cuando llegó Kakashi-sensei, un rato más tarde, no parecía sorprendido de ver a Naruto con ellos.
—¿Cómo ha ido tu viaje con Jiraiya-sama?
—¡Genial! ¡He aprendido una técnica nueva que creó mi padre! —les explicó. Kakashi-sensei la miró a ella de reojo—. Se llama ransengan. Usa la naturaleza de tipo viento para hacer una esfera con cuchillas que gira muy rápido sobre mi mano.
Continuó explicando con todo lujo de detalles cuán difícil había sido aprenderla, la apuesta que había hecho con Tsunade y el collar que le dio a cambio cuando consiguió aprenderla en menos de una semana. Seina escuchó a su hermano con una sonrisa complacida. A veces, como ahora, se sentía mucho mayor. Como si en lugar de ser su hermana gemela fuera su hermana mucho mayor. Escuchar a Naruto y ver su expresión infantil le hacía recordar en esos momentos la diferencia de madurez entre ellos. A pesar de tener una buena cabeza sobre sus hombros, Naruto seguía siendo un niño. Un niño ninja, pero un niño, al fin y al cabo.
—¿Y qué es lo que querías contarnos que no me has dicho antes? —preguntó finalmente.
—Ugh, sí. En el viaje, además del teme de Itachi, nos atacó Orochimaru y Kabuto.
Seina suspiró al escucharlo. Kakashi-sensei interrogó extensamente a su hermano mientras Sasuke y ella escuchaban en silencio todo lo que pasó. Cómo Tsunade había drogado a Jiraiya, cómo casi la convenció Orochimaru para que se uniera a él usando la muerte de su hermano pequeño y su difunta pareja como tentación, cómo Orochimaru no pudo usar sus brazos… Lo peor de todo, al parecer, Naruto lo dejó para el final.
—Kabuto casi me mata con un jutsu médico así que la vieja Tsunade tuvo que salvarme.
—…¿Qué? —siseó ella, antes de que pudiera comprender que había abierto la boca—. ¿A qué te refieres con salvarte?
—Según Shizune, Kabuto me causó una… ¿arritmia? Sí, eso. En el corazón.
Seina tembló en su asiento de la ira. De todas las veces que su hermano había estado cerca de morir, ninguna vez había sucedido nada grave. Hasta ahora. Oh, cómo deseaba tener a Kabuto a su alcance y apretar su garganta con ambas manos hasta que se le salieran los ojos de las cuencas, llenos de miedo al comprender que iba a matarlo. No. Antes le torturaría por intentar quitarle al último vínculo de sangre que la unía a este mundo. Usaría todas las maldiciones que sabía, una a una, hasta que le suplicara morir. Se reiría de su miedo mientras le rompía cada uno de los huesos de su cuerpo y le quitaba la piel con un pelador de patatas, a la vieja usanza. Le-
Una mano se posó en su hombro y le cortó el hilo de los pensamientos. Era Kakashi-sensei apretándole el hombro. Se aclaró la garganta y con un imperceptible movimiento de mandíbula apuntó a Naruto y a Sasuke, quienes estaban pálidos en sus asientos con las pupilas contraídas del terror. Volvió en sí al darse cuenta de que ella había hecho eso sin querer. Usó sus barreras mentales para respirar hondo y el momento pasó sin más. Vio como su equipo recuperaba el color y se prometió no volver a perder los estribos de esa manera. Mataría a Kabuto, pero nadie tenía porque verse perjudicado por su ira.
—Tendré que darle las gracias a Tsunade por haberte salvado —dijo ella, arreglando la cuchara que había doblado sin darse cuenta.
—…En el futuro, recuérdame no enfadarla —le susurró Naruto a Sasuke, quién asintió secamente. Les dio una patada bajo la mesa—. ¡OW!
—¡Hey!
—Mañana es el ascenso de Tsunade-sama al poder —les dijo Kakashi-sensei, como si nada—. Tenemos que estar allí para verlo a las 10 de la mañana.
Acabaron de comer sin más sorpresas. Naruto se fue a dar un baño y a echarse una siesta mientras Sasuke y Kakashi-sensei desaparecían al jardín para hacer vete tú a saber qué. Ella se fue a su estudio para proseguir creando sus criaturas de invocación. Se pasó toda la tarde dentro de la maleta. Cuando salió, ya se había hecho de noche. Vio por la ventana de la cocina como Sasuke y Naruto entrenaban en el jardín a lo lejos, pareciendo 2 motas de color volando. Escuchó antes de verle, a Kakashi-sensei postrarse a su espalda.
—Veo que no te ha molestado que Jiraiya-sama le enseñara esa técnica a Naruto.
—¿Por qué iba a molestarme? —alzó una ceja ella—. ¿Por qué es una técnica de mi padre que solo la sabe Naruto porque solo se ha molestado a enseñársela a él ese pervertido?
—Como siempre dando en el clavo.
—Para empezar, no es una competición. Además, es una técnica de tipo viento. No es mi mayor afinidad. Por no hablar de que no necesito saber un jutsu para sentirme hija de mis padres. Si quisiera, podría usar algo similar al hiraishin, o mejor.
—¿En serio? Pues claro. Eres Seina Uzumaki.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—No sé si te has dado cuenta, pero tú y tu hermano parecéis lograr siempre lo imposible. Cada vez que me dices que puedes hacer algo, me lo creo.
—Si tú lo dices…
Kakashi-sensei sacudió la cabeza, cruzándose de brazos y apoyándose a su lado en la encimera mientras se preparaba un té.
Al día siguiente, todos presenciaron el ascenso de Tsunade a Quinta Hokage. El ambiente nervioso y preocupado de las últimas semanas, cuando todavía no tenían un claro líder, se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. La mayoría estaban encantados no solo con tener un nuevo Hokage sino con que fuera un Hokage relativamente joven y un ninja poderoso. Seina, al igual que mucha otra gente, respiraba aliviada ante su presencia.
Por lo que había podido percibir de ella, Tsunade no solo era poderosa sino también inteligente y una mujer que no se dejaba pisotear. Eso era justamente lo que necesitaban. Con ella en el poder, otra gente con menos escrúpulos se vería obligada a dar unos pasos atrás, permitiendo que Naruto y ella estuvieran más seguros dentro de la aldea. Si Tsunade fuera capaz de investigar y resolver los asuntos que dejó a medias el Tercero se convertiría en su Hokage favorita, y le haría la ola si fuera necesario.
Escuchó los murmullos excitados y las celebraciones que iban a empezar para conmemorar su ascenso y no pudo evitar una sonrisa al contagiarse de ese optimismo general que flotaba en el ambiente. Vio a Shizune a lo lejos y supo que era el momento idóneo para entregarle las muestras de pociones, pomadas y demás que había preparado. Sabía que si no se lo entregaba a ella tendría que esperar bastante para ser recibida por la nueva Hokage.
—¡Shizune-san! —llamó ella, alejándose de su equipo.
—¡Seina-san! Un gusto verte de nuevo, ¿quieres saludar a Tsunade-sama?
—No. Sé que estará muy ocupada. Solo venía a entregarte lo que le prometí para que puedas dárselo de mi parte, si no te importa.
—Por supuesto que no. Se lo daré en cuanto estemos a solas, no te preocupes.
—Gracias.
Volvió con su equipo, quienes la estaban esperando, y salieron de la multitud. Dio gracias que el ascenso a Hokage no coincidiera con el cumpleaños de Kakashi-sensei, de lo contrario, habría sido más difícil reunir a todos los amigos de su maestro para comer.
—Aaah, por fin todo vuelve a la normalidad —suspiró profundamente su hermano.
—No lo creo, Naruto —cortó el jonin—. Aunque no lo parezca, Tsunade-sama se enfrenta a muchos retos. Para empezar, su ascenso es debido a una invasión fallida que nos ha dejado con una alianza temblorosa. Por no hablar de los criminales que están reapareciendo en nuestras fronteras, como Itachi y Kisame. A pesar de las apariencias y del alivio general de la aldea, tiene mucho trabajo por delante.
Seina y Sasuke asintieron, comprendiendo la situación. Por suerte, todo eso no era de su incumbencia ya que no eran más que ninjas de bajo y medio rango. Otros más competentes se encargarían de analizar e investigar todo lo que sabían, ella ya no podía ni quería hacer más a no ser que se lo ordenaran.
—¿Cuándo podremos empezar a tener misiones de nuevo? —preguntó ella.
—¿Y a entrenar?
—Pronto —suspiró Kakashi-sensei—. La aldea no puede permitirse un parón de las misiones mucho más tiempo, y vosotros no podéis estar atados a la aldea cada vez que estéis en peligro.
—¿¡Eso quiere decir que volveremos a trabajar como antes!? —preguntó excitado Naruto y su maestro asintió—. ¡Yatta!
—Mañana retomaremos el entrenamiento. Hablaré con las personas pertinentes a ver si podemos hacer alguna misión.
Seina dio gracias al cielo. A pesar de que aguantaba bastante bien, sin quejarse, quedarse en la aldea eso no significaba que quisiera quedarse recluida en ella para el resto de su vida. Ser un jinchuriki era peligroso así que, tarde o temprano, correría peligro. Era algo lógico, redundante y muy probable. Lo único que podía hacer era volverse más fuerte para que nadie pudiera con ella. De nada servía quedarse en la aldea con la cabeza gacha hasta que pasara el peligro porque, para ella, nunca iba a acabar. Al parecer, Kakashi-sensei y los demás habían tenido que reconocer esa verdad o, al menos, darse cuenta de que ya no podían seguir protegiéndolos en Konoha. Si su equipo entero corría peligro, el equipo entero tendría que entrenar hasta ser prácticamente invencibles.
Sintió la determinación de su equipo a través de su vínculo medio abierto. Los últimos 2 meses habían sido extraños. No solo habían estado separados, sino que habían estado entrando con diferentes senseis y apenas se habían visto para cenar. Al menos Naruto y ella. Habían combatido ante toda la aldea, habían sufrido una invasión, había muerto gente, tenían nuevo Hokage, había reaparecido el hermano de Sasuke, Naruto había huido de la aldea y había sido atacado, ella había sido ascendida a chunin y habían sido confinados en la aldea por su propia seguridad. Con razón estaba deseando volver a la rutina anterior.
Al día siguiente, fueron a entrenar todos juntos por primera vez en mucho tiempo. Tuvieron varios combates para ver el nivel que tenían ahora y, para la poca sorpresa de todos, vieron como habían mejorado muchísimo. Kakashi-sensei los tuvo repasando todo lo que habían aprendido hasta ahora, así como practicando taijutsu y kenjutsu.
—Veo que tendré que aumentar el nivel ya que nuestros anteriores entrenamientos se han quedado obsoletos —les dijo Kakashi-sensei, sin tan siquiera sacar una sola vez el libro porno—. Definitivamente los 3 estáis al nivel de los demás chunin. En los exámenes que viene, si aprendéis de vuestros errores de este último examen, ascenderéis con total seguridad.
—¿Cómo vamos a entrenar a partir de ahora? —le preguntó Sasuke.
—Tenéis una buena base tanto de taijutsu, kenjutsu, shurikenjutsu, ninjutsu y genjutsu. Quizás de lo que más flojeáis sea esto último. Lo único que podéis hacer ahora para seguir mejorando es entrenar en cada área con distintos oponentes e ir aprendiendo lo máximo que podáis respecto a jutsus —se encogió de hombros Kakashi-sensei—. Voy a ser brutalmente sincero con cada uno de vosotros. Naruto y Sasuke, vuestros puntos fuertes son el taijutsu y el ninjutsu mientras que vuestros puntos débiles son el genjutsu y el kenjutsu. Seina, por otro lado, sigues teniendo el mismo punto débil que antes, el taijutsu mientras que sus puntos fuertes son claramente el ninjutsu y el kenjutsu, y el genjutsu por el simple hecho de que eres inmune.
—¿Y qué puedo hacer? —preguntó irritada ella, que seguía siendo la peor en ese ámbito.
—Creo que tu problema es que necesitas contrincantes difíciles con estilos diferentes al mío. Aun así, a pesar de que sea tu punto débil, no significa ni mucho menos que tu taijutsu sea deficiente —le aseguró su maestro—, al igual que el kenjutsu de Sasuke o el genjutsu de Naruto. Simplemente, es vuestra habilidad más floja. Lo que tenéis que preguntaros es, ¿en un futuro os veis usando o pensáis usar estas habilidades habitualmente? Si la respuesta es sí, entonces debéis entrenar más duro en estas áreas. Si, por el contrario, la respuesta es no, o raramente, quizás os sirva lo que sabéis hasta ahora o no os interese gastar tanto tiempo entrenando estas habilidades.
—Me niego a ser mediocre en ningún campo —refutó ella sin tener que pensárselo dos veces—. ¿Con quién puedo combatir?
—¡Eso! ¡Ni de coña vamos a rendirnos, Kaka-sensei! —exclamó su hermano y Sasuke asintió.
—Está bien. Seina, hablaré con Guy para ver si puede ayudarte. Es experto en varias formas de taijutsu así que podrá enseñarte todo lo que quieras y más. Naruto y Sasuke, vamos a seguir trabajando con vuestro kenjutsu más de lo que hemos hecho hasta ahora. En cuanto al genjutsu, voy a enseñaros varios jutsus. No obstante, este es un campo que depende mucho de vosotros y de vuestra imaginación. Lo que voy a enseñaros es cómo hacer un genjutsu, las bases de su funcionamiento, y luego todo dependerá de vosotros. Si aprendéis eso, el genjutsu no será vuestra debilidad nunca más.
—¿Cuándo empezamos?
—Siempre tan impaciente, Sasuke. De cualquier modo, empezaremos ahora mismo.
Kakashi-sensei empezó a explicarles cómo moldear el chakra para un genjutsu, qué dianas podían atacar del cerebro, cómo debían imaginar el genjutsu para que fuera lo más real posible, etc. Mientras le escuchaba se dio cuenta de algo que había pasado por alto. El genjutsu usaba chakra para afectar al sistema nervioso central, es decir, al cerebro en sí. Eso lo sabía desde hacía años. De lo que se había olvidado era que en el cerebro sucedía prácticamente todo.
Que ella supiera, todos los genjutsus trataban de hacer creer a la víctima una “ilusión”, por así decirlo. Es decir, el genjutsu atacaba las zonas de la mente correspondientes a los sentidos, para hacer creer al cerebro que estaba presenciando algo que realmente no era real. Por ejemplo, aquel genjutsu que pusieron en los exámenes de chunin para hacer creer a todos que un aula del segundo piso era un aula del tercer piso, había sido posible porque los sentidos de las víctimas habían sido manipulados para creer que era cierto.
Eso significaba que, si ella podía manipular según qué zonas del cerebro, podía controlar a alguien desde lejos y no solo eso, podía matarlo usando su propio cerebro en su contra. Después de todo, podía hacer creer al cerebro, por ejemplo, que estaba inhalando o tomando según qué sustancia. El cerebro produciría algunas moléculas como consecuencia a esa “inhalación” y, en casos extremos, podría envenenar o intoxicar al cuerpo de la víctima con las sustancias fabricadas en exceso controladas por su propio cerebro. No solo eso. Podía modificar los sentidos del cerebro para producir pérdidas de equilibrio reales, entre otras muchas cosas, que le darían el tiempo suficiente a ella para rematar a alguien si fuera necesario.
Eso quería decir que el “genjutsu” realmente no era una ilusión sino una manipulación cerebral. Los ninjas no tenían ni idea de la mina de oro que tenían entre manos. Quizás porque no tenían psicólogos o psiquiatras que hubieran estudiado el cerebro de la forma en la que ella lo entendía, o quizás porque a nadie se le había ocurrido usar un genjutsu de esa forma. Apuntó en su diario, junto con todo lo que acababa de pensar, que debía comprar un par de libros de fisiología o algo similar para ver si podía estudiar por su cuenta.
—Casi sale humo, Seina —le paró en seco sus pensamientos el jonin—. ¿Qué estás apuntando tan deprisa?
—Si funciona ya os lo diré —se carcajeó con una risa malvada.
Vio de reojo como Naruto y Sasuke se estremecían. Seina, al contrario, siguió apuntando. Si podía usar el genjutsu como creía podría también usarlo de forma médica para influenciar a los cuerpos de sus pacientes a que se regenerasen ellos mismos. ¡Tenía que investigarlo!
—Um… Ya, bueno, lo que iba diciendo —carraspeó Kakashi-sensei—. Ahora que ya sabéis cómo funciona me gustaría que probarais vosotros de crear un genjutsu. No corre prisa así que tenéis tiempo de pensar en todos los detalles. Dejando eso de lado, me gustaría que siguierais aprendiendo ninjutsu así que os he traído más jutsus para que vayáis entrenando. Además, he traído también ninjutsu de diferentes naturalezas de chakra para ver cuál es vuestra naturaleza de chakra secundaria.
Seina acabó probando un jutsu de cada naturaleza y se dio cuenta que prácticamente tenía la misma afinidad por todas ellas que por el agua. No la sorprendió demasiado ya que, con su magia, le sucedía lo mismo. Podía usar hechizos elementales de todo tipo, ¿por qué iba a ser diferente con el chakra? Sasuke, y menor medida Naruto, por otro lado, tenía una gran afinidad por el fuego y, en tercer lugar, por la tierra. Kakashi-sensei, al comprobarlo, les prometió enseñarles todos los ninjutsus que sabía durante el siguiente año.
Cuando regresaron a casa, sudados y exhaustos, se bañó pensando en lo que iba a tener que aprender. Se había dado cuenta que había sido algo complaciente. Incluso en la academia había pensado que tenía tiempo para entrenar y hacerse fuerte, a graduarse más tarde pero, en realidad, ¿qué la retenía a entrenar el triple? Quería aprender todos los ninjutsus posibles, quería ser un gran médico, experta en genjutsu, taijutsu y kenjutsu, quería incorporar su magia en el combate. Quería ser la mejor. Solo así se lo pensarían 2 veces antes de atacarla. ¿Por qué se había estado escondiendo tanto? ¡No quería pasar el resto de su vida mirando por encima del hombro o calculando qué podía hacer o qué tenía que esconder para no llamar la atención! ¿Para eso vivía? ¿Para estar escondiéndose? No.
Las cosas iban a cambiar, y si eso significaba tener más enemigos… Bueno. Mataría a cualquiera que intentara hacer daño a su familia. Mataría a todos sus enemigos, uno tras otro, hasta que se dieran cuenta de que era mala idea interponerse en su camino. Hablaría con su equipo antes de decidir nada pero, incluso en ese instante, ya sentía como si se hubiera quitado un peso de encima.
Cuando bajó a cenar, no pudo contenerse ni un segundo.
—Quiero dejar de esconder mi kekkei genkai —dijo ella.
Se hizo un silencio mientras todos contemplaban sus palabras. Kakashi-sensei les indicó que se sentaran en la mesa.
—Ya veo. No me sorprende —le comentó—. Cada vez ocultas menos tus habilidades. Sabía que tarde o temprano estarías cansada de mirar siempre por encima de tu hombro y de medir tus acciones.
—¿Y qué puedo hacer? —le preguntó ella.
—Seguir como hasta ahora. Ir introduciendo poco a poco inventos y mostrando habilidades. No tienes prisa. Puedes pensártelo con calma.
Seina asintió. Sintió la pierna de Sasuke tocar la suya bajo la mesa, recordándole que no estaba sola. Al igual que la presencia reconfortante de su hermano a su lado quién, a pesar de estar callado, sentía la determinación de apoyarla en su fuero interno. Hiciera lo que hiciera, tenía a su nueva familia.
Notes:
Hola de nuevo.
Gracias por vuestros comentarios. Solo quería daros unas previews de los próximos capítulos ya que me lo habéis mencionado en comentarios y no quería dejaros con la duda.
1. Pronto volverá a aparecer Orochimaru. Ya veréis como la invasión solo es el principio respecto a Orochimaru, y otros villanos de Konoha.
2. Gaara reaparecerá. Varias veces de hecho. Recibirá el abrazo que necesita, os lo prometo.
3. Tsunade hace su debut en este capítulo y será un personaje principal de ahora en adelante. Ya lo veréis.
4. Para los fans de Itachi... Habrá redención para él, y puede que os explote la cabeza en un futuro lejano (muy lejano) con los plot twist.
5. Y Kakashi... Ah... Solo digo una cosa: el capítulo 31 os gustará. Es el punto y aparte de una nueva forma de interacción entre Seina y Kakashi.¡Estad listos para que la historia avance!
Chapter 24
Notes:
Advertencia: mención de tortura, mención de muerte/asesinato
Chapter Text
Al día siguiente llegó el cumpleaños de Kakashi-sensei. Para darle una sorpresa, todos le dejaron creer que lo habían olvidado. Pasaron la mañana estudiando el nuevo ninjutsu y creando genjutsu, a petición de ellos, para no tener que pasar por la casa a ducharse antes de ir al restaurante. Kakashi-sensei aceptó, seguramente algo extrañado.
—Naruto, empieza a fingir —le dijo Sasuke, con un toque mental.
—Entendido. ¡Pfff! Me muero de hambre —gimió su hermano, tirando la pluma a la hierba y tumbándose—. ¡Ahora mismo me comería un plato enorme de ramen!
—¿Ramen? A mí me apetece más la comida de los Akimichi —dijo ella.
—A mí también.
—Eeh… bueno, supongo que comer donde Chouji no está tan mal —se limpió la baba Naruto y su estómago gruñó de verdad ante la incredulidad de Sasuke.
—¿Por qué no lo dejamos por hoy? —intercedió Kakashi-sensei—. Podemos ir al restaurante. Yo invito.
—¿¡En serio!?
Recogieron las cosas y se encaminaron a la aldea. Naruto se encargó de distraerlo con su verborrea habitual mientras Seina y Sasuke le seguían la conversación para distraer a su maestro. Cuando llegaron, Seina le hizo un gesto discreto a uno de los empleados, que estaba al corriente de la sorpresa. Supo en seguida cuando Kakashi-sensei empezó a olerse que algo pasaba cuando los acompañaron a una de las salas en lugar de comer en el restaurante, aun así, no le dio tiempo a preguntar ya que Naruto abrió de golpe la puerta. A simple vista, Seina conoció a varias personas con las que incluso ella había tenido contacto, como a los otros jonin sensei, a Tenzou y a Yugao.
—¡YOSH KAKASHI! ¡MUCHAS FELICIDADES, MI ETERNO RIVAL! —gritó nada más abrirse la puerta Guy-sensei.
—¡Sorpresa! —exclamaron varias voces.
Seina vio el rostro claramente sorprendido de Kakashi-sensei, quien estaba recibiendo felicitaciones, apretones de mano, palmaditas en la espalda y lo que parecía ser un abrazo doloroso de su “eterno rival”. Cerró la puerta tras ellos y le empujó para que se sentara en la punta de la mesa, donde los otros ninjas habían dejado hueco para ellos 4. Seina se sentó a mano izquierda con Sasuke a su lado izquierdo y Naruto al frente, al otro lado de Kakashi-sensei.
—Hacía tiempo que no comíamos todos juntos —dijo otro jonin. Era el árbitro de los combates finales de chunin, Shiranui si mal no recordaba—. ¿Cómo has estado Kakashi?
—Sorprendentemente bien —le contestó. Algunos parecían incluso asombrados por su respuesta—. ¿Y vosotros?
Seina, Naruto y Sasuke estuvieron escuchando en silencio como la mayoría de jonins, y seguramente algún que otro anbu, se ponían al día. Era obvio que Kakashi-sensei llevaba bastante tiempo sin socializar con gente de su edad, por lo que estaban escuchando, así que se alegró de que hubieran podido darle eso. Mientras tanto, miró la carta para pensar qué pedir. Cuando llegó el camarero y empezó a anotar sus pedidos, Kakashi-sensei se inclinó hacia ella.
—Esto es cosa tuya, vuestra, ¿verdad? —le preguntó en voz baja.
—¿Qué te hace pensar eso? —preguntó suprimiendo una sonrisa.
—Casi me trago vuestro numerito de que estabais muertos de hambre —rodó los ojos con una risa—, y yo que pensaba pagar…
—¿¡Kakashi pensaba pagar!? —exclamó un hombre con el cabello moreno y gafas de sol, sentado al lado derecho de Naruto.
—¡No me lo creo!
—¡Claramente no es Kakashi!
Seina y Naruto se rieron del jonin a quien estaban avasallando mientras Sasuke sonrió con sorna al escuchar las pullas contra su maestro. Era extraño y divertido ver cómo se relacionaba con sus compañeros de academia y amigos de su edad. Después de todo, Kakashi-sensei solo tenía 24 años. ¿Quién lo iba a decir?
—¡Hey! ¡Kakashi-sensei cada vez llega menos tarde! —le defendió Naruto con una risotada—. Ahora solo llega 15 minutos tarde.
—¡Imposible!
—Naruto tiene razón —asintió ella—. Incluso saca menos veces su libro porno en público.
—¡Seina! —exclamó con un gemido derrotado Kakashi-sensei, sonrojándose—. ¿Qué te dije sobre hablar de eso en público?
—¡Pero si estás con tus amigos! —se defendió ella, suprimiendo una carcajada.
Los amigos de Kakashi-sensei empezaron a reírse al ver su rostro y cómo Sasuke asentía seriamente ante las palabras de Naruto y ella. Vio a más de uno secarse un par de lágrimas de risa. Un par de camareros entraron con la comida y las bebidas, serenando de nuevo el ambiente, y ella aprovechó para darle un codazo reconciliador a Kakashi-sensei. Era obvio que Naruto y ella le estaban tomando el pelo para amenizar el ambiente. El libro porno, después de todo, no era un secreto sino un arma sin filo de su maestro.
—Así que vosotros sois el equipo de Kakashi —les sonrió otro jonin de pelo castaño y ojos oscuros, con una característica cicatriz diagonal en su rostro—. Me llamo Raido. Un placer conoceros.
—A mí ya me conoceréis, soy Genma.
Los demás se presentaron en orden, sonriéndoles, y ellos asintieron respetuosamente, ante el rostro complacido de su maestro.
—Jamás pensé que Kakashi aceptaría a un solo equipo genin. ¡Imaginad la sorpresa cuando me tocó ser vuestro árbitro! —les habló Genma. Acto seguido miró a Kakashi—. Estuve impresionado con ellos. Los has enseñado bien.
—Casi todo es mérito suyo.
—¿Y cómo pasasteis el examen de Kakashi? —les preguntó Asuma-sensei—. Por lo que he escuchado, ningún equipo ha conseguido nunca quitarle esos cascabeles.
Seina y Naruto empezaron a reír al unísono al recordarlo mientras que Kakashi-sensei agachó la cabeza, avergonzado, y Sasuke sonreía de nuevo con sorna. Eso fue suficiente para picar la curiosidad de todos sus amigos. Naruto abrió la boca para contar gustosamente la historia, pero el jonin le tapó la boca con una mano al instante, para el asombro, y diversión, de los otros ninjas.
—¡Oh! ¡Esto pinta bien! —rio Raido.
—Básicament- ¡Hmp! —empezó ella, pero fue silenciada también.
—Usamos el final de su libro porno recién publicado —cortó Sasuke—. Como no quería saber el final, cerró los ojos y se tapó los oídos.
—…
Se hizo un silencio sepulcral al escuchar las palabras de Sasuke. Apenas duró 3 segundos que todos empezaron a desternillarse de la risa ante el rostro de mortificación del ninja de élite, ex anbu de Konoha. Vio como Guy-sensei lloraba contra el suelo, exageradamente, al escuchar como su rival fue ganado de forma tan cutre. No era el único llorando de la risa.
—¡No me lo puedo creer! —se carcajeó Aoba, cogiéndose el costado.
Vieron como la mayoría estaban demasiado ocupados riendo como para hablar, para el horror de Kakashi-sensei. Al final, suspiró y empezó a sonreír él también. Seina sabía que no estaba realmente avergonzado de lo que pasó, a pesar de haber preferido mantenerlo en secreto. Le daba la impresión de que, en su fuero interno, le importaba un poco su reputación de persona “serena” y “cool”.
—Sí, debo admitir que me ganaron de forma sucia. ¡Incluso cambiaron la hora del reloj! —suspiró con una sonrisa, explicando lo que pasó con indignación. Eso fue suficiente para que volvieran a llorar de la risa los que se habían calmado—. Ya decía yo que se me estaba haciendo largo el examen.
—Veo que sois tal para cual —les sonrió Kurenai-sensei—. Solo tú podrías tener a un equipo de genins igual de trols que tú.
—¡HEY! —gritó Naruto—. ¡No es nuestra culpa si a Kaka-sensei le falta imaginación!
—¿¡Kaka-sensei!?
Seina y Sasuke asintieron, para la diversión de los otros jonin. Kakashi-sensei suspiró de nuevo, pero aceptó las risas a su costa. Se pusieron a comer y charlaron de todo un poco. Estaba claro que los amigos de Kakashi-sensei estaban intentando relacionarse con ellos, su equipo, explicándole todo tipo de cosas de su maestro sin ahondar demasiado en los recuerdos tristes.
A Naruto no le costó absolutamente nada entablar conversación con todos, al igual que ella simplemente por su experiencia, pero Sasuke se mantuvo prácticamente al margen de todas las conversaciones prefiriendo escuchar y sonreír cuando algo le parecía gracioso. Ese mediodía vio a Kakashi-sensei como nunca antes, y se preguntó por qué no quedaba más a menudo con sus colegas. ¿Quizás tanta interacción le drenaba? No lo sabía, pero estaba satisfecha de haber preparado algo así con sus compañeros de equipo.
Cuando llegó el postre, un enorme pastel de cumpleaños, empezaron a darle los regalos que habían comprado para él. Estaba claro que no se lo había esperado, pero vio cómo se recuperó de la sorpresa rápidamente. Aceptando los paquetes de sus colegas, que resultaron ser material ninja, libros, algún pergamino con un jutsu nuevo descubierto en una misión e incluso comida delux para sus ninken. Los últimos en entregarle los regalos fueron ellos, su equipo, y se dio cuenta de que los otros lo habían hecho a propósito.
—Hn —le dijo Sasuke, con su sequedad habitual.
Kakashi-sensei desenvolvió el regalo. Vio como Sasuke le había dado un licor de los que le aconsejó comprar Asuma pero, a juzgar por la botella, parecía añejo. Como si lo hubieran estado guardando años. Percibió en los pensamientos algo avergonzados de Sasuke de que parecía antiguo porque era antiguo. Era una de las botellas que guardaba su padre en su antigua casa. Seina lo miró con asombro porque, a pesar de haber pedido ayuda a uno de los amigos de Kakashi-sensei, le había dado un toque personal como había podido, entregándole algo valioso para él.
Vio como el jonin examinaba también la botella con atención, dándose cuenta de lo mismo. Por suerte, la expresión en el rostro de Sasuke fue suficiente para que no le preguntara allí delante de todos si la había sacado de dónde imaginaba que la había sacado. La guardó con cuidado en su bolsa.
—Muchas gracias Sasuke. Lo guardaré para una ocasión especial.
—¡Toma esto, Kakashi-sensei! —casi le lanzó el paquete Naruto, excitado por ver su rostro, desviando la atención de Sasuke a propósito.
—¡Una edición limitada! —dijo Kakashi-sensei, ojeando las páginas—. ¡Y firmado! Gracias Naruto.
—Kakashi y sus Icha Icha —escuchó el murmullo de Kurenai-sensei.
—¡Hey! ¡A mí también me gustan! —le regañó Anko, para estupefacción de la otra mujer.
Seina cogió su paquete. No era el verdadero regalo ya que ni tenía ganas de explicar de dónde lo había sacado, ni cabía en el restaurante, ni quería quitarle una baza sorpresa a Kakashi-sensei. Le entregó a su maestro un brazalete de invisibilidad y una nota a modo de “vale” para que supiera que tenía un regalo más por canjear en secreto. Vio como leía primero la nota, alzando una ceja con curiosidad, y luego abría la caja acolchada que contenía el fino brazalete plateado.
—¡Vaya, Kakashi! —silbaron más de uno, mirándolos a los dos con diversión. Ella rodó los ojos con una exhalación divertida.
—Puedes probártelo si quieres —luego miró a los que se habían reído y les guiñó un ojo—. Los siguientes creo que los venderé, si os interesan.
—¿Estás segura? —le preguntó Kakashi-sensei, recordando la conversación que tuvieron ayer. Ella asintió decidida—. Está bien.
Se lo puso en el brazo izquierdo y lo activó con una gota de sangre. Para el atónito de los demás ninjas de su rango, Kakashi-sensei pareció desaparecer ante todos ellos. Eso fue suficiente para serenarlos a todos. Vio como intentaban percibirlo y desvanecer un genjutsu inexistente con una sonrisa en los labios. Al cabo de unos minutos, Kakashi-sensei desactivó el brazalete.
—¿¡Qué ha sido eso!?
—¡No estaba!
—Un brazalete de invisibilidad —respondió ella y les mostró el que llevaba ella también—. Fuinjutsu.
—¿Estás diciendo que has podido eliminar la presencia de alguien con fuinjutsu y un simple brazalete activado con sangre? —le preguntó incrédulo Genma. Sus ojos brillaron como un niño pequeño en una juguetería—. Quiero uno.
—¡Un momento! —llamó la atención de todos Kakashi-sensei—. Primero debo hablar con Tsunade-sama. Espero que sepáis conteros hasta ese entonces.
—¡Tienes nuestra palabra, Kakashi! —le aseguró Guy-sensei, alzando su pulgar y quitándole hierro al asunto.
Los ninjas asintieron, callando de repente ante sus palabras, pero siguieron mirando especulativamente tanto el brazalete como a ella. Los 3 jonin sensei que habían visitado la casa de Kakashi-sensei, en particular, la miraban con curiosidad. Al parecer, se habían empezado a dar cuenta de que, quizás, aquello no era un genjutsu sino fuinjutsu. Le daba igual lo que creyeran. Por mucho que intentaran replicarlo no podrían realizar el hechizo.
Unas horas más tarde, se despidieron de todos para dejar el restaurante. Caminaron despacio hacia la casa, hablando de los regalos que le habían dado a Kakashi-sensei. Cuando llegaron, Seina casi no podía contenerse de la excitación. Quería ver qué cara ponía al ver su verdadero regalo.
—¿Es ahora cuando debo intercambiar mi vale? —le preguntó bromeando el jonin, agitando el trozo de papel.
—Ven. Está por aquí.
Todos subieron a su estudio. Naruto y Sasuke habían visto el regalo, pero no querían perderse la cara de Kakashi-sensei cuando lo viera por primera vez, en su estado expandido. Kakashi-sensei alzó una ceja cuando le hizo un ademán para que bajara por la escalerilla de la maleta. Caminaron fuera de la casa hasta uno de los hábitats. Pudo percibir al cerberus antes de verlo.
—Está ahí delante, girando esa roca —le dijo ella, con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Debería temer por mi vida?
—¡Vamos Kakashi-sensei! ¡No seas miedica! —le gritó Naruto. Seina lo empujó por la espalda.
Supo el momento en que lo vio al escuchar su respiración sorprendida. No le extrañaba. En su forma real el cerberus medía más de 7 metros de alto. Si a eso le sumaban las 3 cabezas y su aspecto oscuro podía llegar a ser bastante intimidante. Seina silbó, llamando la atención del perro, y caminó hasta ellos sin hacer un solo ruido gracias a las runas apropiadas.
—¿Qué clase de… bestia es esta? —preguntó Kakashi-sensei.
—Pensé que podría serte útil una invocación como las nuestras —le dijo ella. Sacó un pergamino donde había apuntado todo lo que podía hacer y se lo entregó—. Ten. Aquí encontraras información de todos los jutsus que puede hacer.
Kakashi-sensei cogió el pergamino como si fuera hecho de cristal, mirando de reojo al cerberus que esperaba sentado a sus pies. Aun sin estirarse era más grande que la casa entera.
—Primero tenemos que activarlo con tu sangre y, a partir de ese momento, deberías poder invocarlo y usarlo como una extensión tuya. Es extraño y fascinante, ya lo verás.
Le enseñó dónde debía poner su sangre, pero después dejó que aprendiera él solo lo que significaba estar conectado con un animal de ese tipo. Por su propia experiencia, debía estar sintiendo a través del cerberus, como si fuera una extremidad más de su cuerpo. Naruto, Sasuke y Seina vieron con una sonrisa como Kakashi-sensei se montaba sobre el enorme perro y se perdía en mitad de la montaña dentro de la maleta.
—Vamos. No creo que aparezca hasta dentro de un rato —les dijo Sasuke, con un bostezo.
Se marcharon de la maleta, dejándole la puerta de salida abierta.
—¿Qué queréis hacer? —preguntó Naruto—. Podemos entrenar un rato en el jardín.
—Yo creo que me quedaré aquí en mi estudio. Quiero hacerme un horario para todo lo que quiero hacer e investigar.
—¿No te cansas nunca de estudiar, nee-chan?
—No es estudiar si te interesa —rodó los ojos ella.
—Yo me voy a dar un baño en la piscina —sentenció Sasuke, saliendo de su estudio.
—¡Hey! ¡Espera! ¡Yo también vengo!
Seina los despidió con la mano, sentándose sin mirar cómo se iban en su gran escritorio. No había mentido cuando había dicho que quería organizarse un poco los días.
Para empezar, tenía sus estudios del hospital que incluían, además, las pociones. Con Kakashi-sensei tenía su entrenamiento general y también el desarrollo de genjutsus. Asimismo, quería probar su teoría de los genjutsus y la manipulación cerebral. Por no hablar de que tenía que empezar las maletas de Naruto y Sasuke, así como la construcción de sus invocaciones y la tienda ninja mágica. Tenía que pensar, además, qué comprar para el cumpleaños de Naruto en menos de un mes y también quería modificar la planta de invitados que, llegados a este punto, ya no era de invitados. Quería añadir un baño a las habitaciones de Sasuke y Kakashi-sensei y, si podía, un estudio para cada uno, así como cambiar de lugar la armería para ponerla en la primera planta.
Tenía demasiadas cosas por hacer. Debía hacerse un horario y relegar tareas que pudieran hacer sus clones para tener más tiempo libre. De lo contrario, se volvería loca y se quemaría antes de tiempo. Así pues, creó unos cuantos clones para que siguieran memorizando los textos del hospital y las enciclopedias de botánica y de zoología que había comprado. Le pediría a Mina-senpai libros médicos para poder estudiar por adelantado las áreas que le interesaban manipular del cerebro, a pesar de que tenía bastante conocimiento gracias a sus estudios de psicología. Nunca estaba de más ampliar y repasar conocimiento.
Por otro lado, ¿qué podía comprarle a Naruto? La opción más clara era hacerle su maleta y las invocaciones pero, ¿le daría tiempo? Ese era el quid de la cuestión. Casi todo tendría que hacerlo ella ya que sus clones no podían usar su magia así que sería un trabajo arduo y lento, pero tenía todavía 25 días por delante. Podía intentarlo. Se lo apuntó en su diario. Se apuntó también varias ideas para crear genjutsus nuevos. No pudo contener la sonrisa siniestra al pensar en usar un genjutsu donde los protagonistas fueran inferis y un lago oscuro en Kabuto.
—Vuelves a tener pensamientos sombríos. Podía sentirte incluso dentro de la maleta —le dijo Kakashi-sensei a su espalda, subiendo las escaleras—. ¿A quién quieres matar ahora?
—Estaba pensando en los genjutsus que quiero llevar a cabo —le contestó, cortando de raíz su instinto asesino—. En Kabuto, de ser posible.
—Ah, Kabuto… No sé si compadecerme de él —se mofó Kakashi-sensei—. Seina. Gracias por el regalo, ambos regalos. Nunca habría imaginado algo así. Te aseguro que lo usaré.
—De nada, Kaka-sensei —bromeó ella, usando el mote de su hermano.
—Tú también no —bufó una risa—. Ya tengo suficiente con Naruto. Por cierto, espera un segundo. Tengo algo que darte.
Se fue en un remolino de hojas del estudio y volvió a aparecer de menos de un minuto. Llevaba consigo un paquete envuelto con un trapo. Se lo entregó a ella que, intrigada, lo cogió dándose cuenta de que, por el peso y el tacto, parecía ser algún tipo de arma. Desenvolvió el paquete y, con un jadeo, vio que eran las famosas armas de su padre. Cogió uno de ellos en la mano, con delicadeza, al recordar a su padre usando uno de estos en los recuerdos de Kurama. Miró a Kakashi-sensei sin saber qué decir.
—Quería darte algo especial como regalo por tu ascenso —le explicó al ver la pregunta en su rostro—. Quise esperar a después de los exámenes para pedírselos al Tercero pero, desafortunadamente, murió así que he tenido que esperar a que Tsunade-sama aceptara el cargo para poder reclamarlos.
—¿Quieres decir que hay existen cosas de mis padres que no nos han dado? —preguntó con un siseo.
—Me temo que no. Tus padres no vivían en la mansión del Hokage sino en una casa alquilada, y ésta fue destruida en el ataque. Lo único que se pudo salvar fue lo que tenían tus padres encima cuando murieron. En el caso de tu madre nada ya que era el día de su parto, en el caso de tu padre sus armas…
Seina tragó al escuchar que todo lo de sus padres estaba perdido. Ya lo había imaginado, pero tener una confirmación era duro de asumir. Su mirada volvió a los kunais personalizados de su padre. Con estas armas sería capaz de teletransportarse como ella cuando se aparecía, usando fuinjutsu. De solo pensarlo se le ocurría una infinidad de usos. Dejó las armas con cuidado en su escritorio y cogió su diario. Investigaría también cómo sacarle el máximo partido a este jutsu, y volver a practicar su aparición.
—Gracias, Kakashi-sensei —le dijo con sinceridad. Dejó el diario y le dio un fuerte abrazo.
Su maestro la abrazó contra él momentáneamente. Entonces se apartó, acordándose de Naruto.
—¿Por qué dármelas a mí? —preguntó ella, mirando su rostro.
—¿Y no compartirlas con tu hermano? Para empezar, él no tiene naturaleza de tipo rayo necesaria para este jutsu y, además, ya tiene algo de vuestro padre.
—El rasengan.
—Exacto. Es curioso, pero Naruto se parece muchísimo más a vuestra madre mientras que tú compartes más características con tu padre. Ambos estarían orgullosos de vosotros dos.
Seina asintió con una sonrisa. Nunca se había parado a pensar a quién se parecía más ya que no conocía a sus padres. Si Kakashi-sensei, quién era el alumno y aprendiz de su padre, le decía algo así debía ser cierto. Aun así, dudaba que su padre fuera un mago reencarnado en un ninja.
—Si uso estos kunais no habrá forma de esconder quién soy… —pensó ella, al darse cuenta del problema.
—Cierto, pero después de nuestra charla de ayer y viendo cómo cada vez escondes menos tu kekkei genkai… ¿vas a dejar que eso te pare?
—No.
—Entonces no tiene sentido preocuparse por si lo descubren o no. Simplemente tienes que hacerte lo suficientemente fuerte como para que, aunque lo sepan, no sean capaces de hacerte daño los enemigos de tu padre.
Volvió a asentir. Kakashi-sensei tenía razón. No tenía sentido preocuparse antes de tiempo por algo que podía o no pasar. Lo único que podía hacer ahora era empezar a usar tanto el chakra como su magia mientras combatía. Algo que todavía no había probado desde que habló con su equipo ayer por la noche sobre su nueva determinación de dejar de esconderse. Cuanto más lo pensaba, más ganas tenía de entrenar con ellos y demostrarles todo lo que era capaz. En lo único en lo que había tenido razón Voldemort era que la magia es poder, y cuán cerca estaba de enseñarles a todos lo cierto que era.
Chapter 25
Notes:
Advertencia: mención de tortura.
Chapter Text
Al día siguiente, Seina se encaminó a sus clases del hospital como era habitual. Lo que resultó curioso fue encontrarse tanto a Mina-senpai esperándola como a Shizune, la aprendiz de la nueva Hokage. En cuanto la vieron, la hicieron pasar rápidamente al aula de prácticas que usaban para sus clases.
—Seina-san, te estábamos esperando —la saludó Shizune y ella asintió—. Tsunade-sama ha estado estudiando el recetario que le diste y yo he probado las muestras que le distes.
—¿El veredicto?
—Son un 120% más eficaces, de media, de las medicinas de las que disponemos actualmente. De eso estaba hablando ahora mismo con Mina-san.
—Solo he tenido tiempo a hojear el libro que me diste ayer, pero yo también estoy impactada —le aseguró la mencionada, sacando su copia—. No sé cómo es posible que hayas hecho todo esto en tan poco tiempo estudiando nuestros libros, pero debo felicitarte.
—Tsunade-sama te diría lo mismo de estar aquí, ¡y ella es muy exigente! —le aseguró Shizune con una gran sonrisa—. De hecho, he tenido que obligarla a quedarse en su oficina, pero quería hablar contigo personalmente. Como está tan liada con su nuevo cargo me ha mandado a mí a examinar tu conocimiento, si estás dispuesta a ello, y se ha ofrecido a enseñarte personalmente.
—Tienes un don, Seina —intercedió Mina-senpai—. Te he estado enseñando lo que he podido hasta ahora con el tiempo que tenemos pero, de ser tú, no desaprovecharía esta oportunidad.
—Me parece bien —dijo ella, algo nerviosa pero excitada al mismo tiempo—. ¿Cuándo empezamos?
Pasó las siguientes horas siendo cuestionada por Shizune, tal y como había hecho Mina-senpai hacía meses. Seina no se acobardó ni contuvo en ninguna respuesta, demostrando su valía por todo lo alto. De ninguna forma quería perder la oportunidad de que la propia Hokage le enseñara lo que sabía. Cuando Shizune se quedó sin cuestiones que preguntarle, se sentó en el taburete con expresión asombrada y excitada.
—Mina-san tenía razón —sacudió la cabeza Shizune—. Tu conocimiento es impecable. Tienes un don. Hablaré con Tsunade-sama esta misma tarde. Mañana pásate por aquí como de costumbre y tendré noticias suyas.
—Muchas gracias —hizo una reverencia. Recogió sus cosas y salió del hospital con una sonrisa enorme.
Se fue directa al campo de entrenamiento donde sabía que su equipo estaría esperando para entrenar con ella. Cuando llegó a las 10 en punto vio cómo era la primera en aparecer. Creó unos cuantos clones para calentar de mientras, pero no pasaron ni 5 minutos cuando vio el cabello rubio de Naruto brillar con la luz del sol.
—¡Yo! —saludó Kakashi-sensei, cerrando su libro y guardándoselo—. ¿Qué tal ha ido tus clases médicas?
—No he hecho clase. Shizune me ha estado examinando. Dice que Tsunade-sama me enseñará personalmente si la impresiono.
—¿¡En serio!? —exclamó Naruto, lanzándose encima de ella.
—Estoy seguro de que habrá quedado impresionada —le aseguró su maestro—. Enhorabuena, Seina.
—Hn —le dijo Sasuke y la ayudó a levantarse del suelo.
—Ya verás su cara cuando le dé unas gafas de rayos X —sonrió ella de oreja a oreja, haciendo reír a Kakashi-sensei—. Bueno, ¿empezamos a entrenar o qué?
—¡Cuánta prisa de repente!
—Ahora que no me voy a contener tanto quiero ver qué pasa —se encogió de hombros, en referencia a su magia.
—Mmm… Está bien. Lucharemos tú y yo. No te contengas.
—Huh… Mmm… Vale —pensó ella en voz alta. Ni de coña iba a usar algunos hechizos o maldiciones.
Kakashi-sensei alzó una ceja, seguramente interpretando correctamente su tono dubitativo, pero no la retó a usar todo su poder. Quizás porque ni él estaba seguro de lo que podía hacer.
—¿Por qué no hacemos una cosa? Enviaré primero mis clones y no te cortes.
—Me parece bien.
Vio como Kakashi-sensei creaba un solo clon y se retiraba del campo junto a Naruto y Sasuke. Seina usó todos los hechizos necesarios para darse ventaja, la mayoría de ellos eran usados habitualmente en misiones de campo por los aurores. Lo único que delataba dónde estaba era la hierba pisada bajo sus pies, lo único que el brazalete de invisibilidad no era capaz de hacer desaparecer. Aun así, se desapareció escondiéndose cerca de un árbol mientras el clon de su maestro intentaba buscarla adquiriendo una postura de taijutsu.
Empezó conjurando una bandada de decenas de pájaros para distraerlo, haciendo que le atacaran. Luego conjuró todo tipo de animales para que saltaran sobre él. Vio cómo se deshacía de ellos, algunos con mayor dificultad. Pensó en cómo seguir pero, queriendo ver si realmente era capaz de sentir su magia o no, le lanzó un hechizo decapitante. Como era una maldición incolora, ni se dio cuenta e impactó. El clon se desvaneció en una bola de humo, para el asombro de su equipo.
—¿Acabas de cortarle la cabeza a mí clon? —preguntó con una sonrisa incrédula en los labios Kakashi-sensei—. Impresionante. Ni lo he visto venir. Otra vez.
Invocó otro clon para ella y, desde su escondite, pensó en qué hacer. Ya había comprobado su teoría. Ahora quería comprobar otra cosa, pero dudó sobre si hacerlo. ¿Qué pasaría si usaba la legeremancia a modo de genjutsu? En el caso de que funcionara y dejara, por ejemplo, catatónico al clon… ¿Qué sucedería cuando regresaran esas memorias a Kakashi-sensei? Cuando lo intentó con algo menos agresivo, se dio cuenta de que el clon no tenía cerebro. Literalmente era un agujero negro conectado a Kakashi-sensei. Interesante. Dejó esa línea de ataque. Empezó a mandarle otros hechizos, algunos de broma y otros más malevolentes hasta que, rato después, Kakashi-sensei la detuvo.
—… Naruto, Sasuke, vosotros empezad a entrenar con mi clon. Tengo que hablar con Seina un segundo.
Seina siguió a Kakashi-sensei más adentro del bosque. Usó todos los hechizos que conocía para asegurarse de que estaban solos y que nadie los iba a escuchar, ni a leer los labios, y se sentó en un tronco caído frente de su maestro.
—Cuando me dijiste que tus límites eran el poder y la imaginación no sé si te creí del todo… Quizás no me di cuenta de lo que suponía —le dijo con rostro serio—. Puedes leer mentes, esclavizar a gente, decapitarlos, hacerlos explotar… Creo que será mejor que te pregunte qué es lo que no puedes hacer por más que lo intentes.
—Revivir a los muertos —le contestó con sinceridad, después de pensárselo—, y supongo que producir amor de verdad.
—… ¿Esa es tu única limitación? —le preguntó con total atónito—. ¿Cómo sabes que puedes hacer todo lo demás?
—Ya te lo dije.
—Sí, poder e imaginación, pero quiero saber cómo lo haces ya que no es un jutsu.
—Ya te dije que tengo una energía secundaria —suspiró ella—. Como el chakra, pero no necesito sellos. Simplemente pienso en algo, y lo hago.
—A ver si lo he entendido. Me estás diciendo —empezó Kakashi-sensei exasperado— que tienes una kekkei genkai totalmente nueva que ni siquiera usa chakra. Una que, al parecer, no podemos percibir.
—Sí.
—Dios… —respiró hondo—. Vamos a tener que entrenar mucho, Seina. Espero que lo sepas. Nadie puede saber de todo lo que eres capaz, ¿me entiendes? Jutsus decapitantes los que quieras, pero si vas a esclavizar a alguien que no se entere nadie. Hay algunas habilidades que deberán ser un secreto.
—Lo sé. Confío en ti —le dijo con palabras por primera vez—, por eso te he enseñado un poco de todo. Bueno, eso y porque quería ver qué pasaría.
Kakashi-sensei pareció más animado al escucharla, pero seguía teniendo una expresión seria, y quizás hasta temerosa de lo que pudiera pasarle si se enteraban de la totalidad de sus poderes. Se quedaron sentados allí un rato más. Ella esperando a que le dijera lo que estaba pensando y su maestro mirando a la nada con rostro contemplativo, como si estuviera pensando a mil por hora.
—Creo que tendré que replantearme como entrenar la totalidad de tus poderes. Si la mayoría de tus habilidades son como ese jutsu imperceptible no podrás usarlo en el entrenamiento. Sinceramente, esas habilidades tuyas tan destructivas no son necesarias para misiones de rango C.
—Está bien. Usaré jutsus, digámoslo así, menos peligrosos.
—Menos peligrosos —bufó una risa Kakashi-sensei—. ¿Cuáles dirías que son tus jutsus más peligrosos?
—¿En qué sentido? ¿Para matar a alguien o sin matarlo?
—…Para matar.
—Mmm… Se me ocurren muchas formas de matar a alguien: desde hacer que le hierva la sangre, usar fuego maldito, hacer que explote, volverle del revés, dejarle sin oxígeno, convertirlo en un objeto… No lo sé. Todo lo que se te ocurra.
Los Blacks habían sido una verdadera mina de información y, curiosamente, su familia paterna tampoco se había quedado atrás, a pesar de su buena reputación. Kakashi-sensei la miró con el rostro en blanco y asintió.
—Todos esos jutsus, guárdatelos para el combate real. Si te encuentras frente a un enemigo al que matar, puedes usarlos. Volvamos al entrenamiento. Creo que hasta nuevo aviso entrenaras tus otros poderes con mis clones.
Asintió. Cuando volvieron al claro vieron como Naruto y Sasuke estaban luchando contra un par de clones. El entrenamiento empezó de nuevo, esta vez sin usar su invisibilidad, y los clones de Kakashi-sensei volvieron a atacarla. Como podían verla la pelea se igualó. Se limitó a usar transformaciones y conjuros, así como hechizos menos peligrosos intercalados con ninjutsu y taijutsu. Era la primera vez que luchaba contra Kakashi-sensei usando prácticamente todo su poder. Notó en seguida la diferencia porque el jonin parecía estar conteniéndose mucho menos de lo habitual. Si no fuera por sus hechizos no podría verle de lo veloz que era.
Harta de saltar fuera de su trayectoria y de evitar puñetazos, decidió practicar su aparición de nuevo. Desapareció del sitio donde estaba a punto de recibir un golpe y reapareció por su espalda. Lo intentó, pero no pudo zafarse del hechizo invisible. Usando un hechizo de levitación le dejó colgando del pie en el aire para su atónito. Los otros clones se adaptaron a sus apariciones sin pestañear. Poco tiempo después de eso, todos los clones fueron derrotados y otros nuevos ocuparon su lugar.
Seina no pudo parar de sonreír todo el rato. Se estaba divirtiendo como nunca antes. Casi siempre que entrenaba con los otros aurores se contenía y, aunque ahora también lo estaba haciendo, era obvio que Kakashi-sensei era mucho mejor contrincante que ningún mago o bruja.
—Detente.
Paró de atacar, cayendo de pie en la hierba entre las nubes de humo de los clones. Recuperó el aliento después de todo el esfuerzo que había hecho durante tanto tiempo. Demonios, tenía que entrenar más su resistencia mágica. Naruto y Sasuke cayeron rendidos en la hierba, después de haber combatido como ella contra los clones del jonin, y Kakashi-sensei se sentó delante de ellos.
—Tenemos que integrar los poderes de Seina al grupo. Eso significa más entrenamiento en equipo. Ya sé que os encanta —se carcajeó el jonin ante el gemido de Sasuke.
Empezaron a entrenar de nuevo después de comer. Kakashi-sensei parecía haber cambiado repentinamente el chip. Irónicamente tenía la sensación de estar haciendo un intensivo. El problema era que no tenía del todo claro que tuviera un fin previsible.
Al día siguiente, a las 8 de la mañana en el hospital, no solo le esperaba Mina-senpai y Shizune, sino también Tsunade-sama. La hicieron pasar sin mediar palabra al aula del día anterior, sintiendo una especie de deja vu, y ella se sentó en su asiento.
—He analizado el recetario, tus muestras y he recibido tu valoración de Shizune —le dijo de buenas a primera la Hokage—. Estás más que capacitada para servir en el hospital y aprender todo lo que sé. Sinceramente, me has impresionado como poca gente antes. Quiero ofrecerte ser mi aprendiz, si así lo deseas.
—Sería un gran honor que aceptaría encantada, Tsunade-sama.
—Perfecto —sonrió la Hokage—. A partir de ahora, yo reemplazaré a Mina en tus estudios. Ya me ha comentado tu uso de clones para estudiar así que quiero que te aprendas todo esto.
Le señaló una verdadera montaña de libros que la hicieron pestañear de atónito. Aun así, no se quejó. Tsunade-sama asintió complacida ante su silencio, y luego siguió detallando su plan de estudio. En seguida se dio cuenta del salto de calidad entre Mina-senpai y la Hokage.
—Como veo que tu conocimiento de iryo ninjutsu es intermedio vendrás conmigo a la operación de Lee, de ser posible, o a otra de igual complejidad. Simplemente quiero que veas a lo que puedes aspirar.
—Hai.
—Además, usaré una de tus pociones. Esa que repara los nervios. Creo que con la combinación de mi experiencia operando y tus pociones Lee se recuperará mucho más rápido de lo previsto.
—Tengo algo que quizás ayude —le dijo, sonriendo. Sacó las gafas que había hecho a propósito.
—¿Unas gafas? —le preguntó, cogiéndoselas de la mano con expresión confusa. Entonces se las puso y jadeó de la sorpresa—. ¿¡Cómo es posible!?
—¿Tsunade-sama? —le preguntó Shizune.
—Pruébatelas, Shizune.
—¡Imposible! —exclamó Shizune mirándose su propio brazo.
Sabía que debía estar viendo su propio tejido. Las gafas no solo actuaban como la visión de rayos X traspasando carne, sino que permitían contemplar las muestras con su coloración real, con las estructuras iluminadas por un hechizo. Esas gafas habían sido su proyecto para su maestría de runas, pero la idea había sido puramente Hermione. Con estas gafas, y la cadena de tiendas de George, se habían convertido en la familia mágica más rica del Reino Unido.
—¿Cómo es posible? —preguntó al aire la Hokage, examinando las gafas con ojo de halcón.
—Fuinjutsu —le dijo ella.
Todas las miradas se dirigieron a ella, asombradas.
—Tú… has hecho unas gafas de rayos X sin rayos X con fuinjutsu —rio Tsunade-sama encantada.
—Me gustaría hablar en privado, con Kakashi-sensei presente de ser posible —dijo ella.
La Hokage la miró unos segundos, analizando su petición, y luego asintió.
—Vamos, haré que venga a mi oficina.
Minutos más tarde, se encontró en la oficina de Tsunade-sama. Estaba mucho más despejada, salvo por los archivadores y el mobiliario esencial. Incluso habían pintado las paredes de un color beige en lugar de dejarlas verdes. Kakashi-sensei apareció poco después. Al verla allí a solas con la Hokage pareció comprender de qué se trataba.
—Bueno, ya estamos todos —empezó la Hokage viendo como Kakashi-sensei mandaba una mirada al techo—. ¿Alguien me va a decir qué pasa?
—¿Podría alzar las barreras de seguridad, Hokage-sama? —le pidió el jonin. La Hokage le hizo caso, curiosa—. Gracias. Iré directo al grano. Seina tiene una nueva kekkei genkai.
—¿Una kekkei genkai? —preguntó la Hokage, mirándola a ella con sorpresa—. Entonces, ¿las gafas no están hechas con fuinjutsu?
—Solo puedo activarlas yo con mi kekkei genkai —le dijo ella—, pero es como fuinjutsu.
—Ya veo.
—Seina no solo ha hecho esas gafas. Otro de sus inventos es este brazalete —le enseñó el discreto brazalete plateado—. Con él me vuelvo invisible. Nadie es capaz de detectarme. Ni por el chakra, ni por el olor, la temperatura, sonido. Nada.
—Vale —asintió lentamente—. ¿Y qué más puedes hacer?
—De todo. Invocar cosas de la nada, transformar cosas en otras cosas, crear barreras, hacer desaparecer cosas… Mira esto —le dijo ella, metiendo el brazo entero en su riñonera.
—¿¡Cómo es posible!?
—El interior es más grande que el exterior.
Tsunade-sama pestañeó con los ojos bien abiertos. Intentó deshacer un genjutsu inexistente, sin éxito alguno. Kakashi-sensei aprovechó el momento de silencio para ponerla al corriente de todo lo relacionado con Naruto y con ella. Desde su conexión con Kurama, los anbus de Danzo, el desconocido que atacó la aldea, su kekkei genkai… Decir que la Hokage parecía exasperada era quedarse corto.
—Ya veo. Gracias por la información, Kakashi. Mañana se suponía que debía tener otra reunión con el comandante jonin y los comandantes de otros departamentos. Imagino que de eso quería hablarme.
—Hay una cosa más…
—Sorpréndeme —suspiró la Hokage, apoyando la cabeza sobre una mano—. ¿De qué se trata?
—Posiblemente Itachi Uchiha sea inocente.
—… ¿Tienes pruebas de eso?
—Solo circunstanciales. No quería llamar la atención mientras no estuviera aquí.
—Ya veo. Has hecho bien. Preséntate mañana en la reunión con Shikaku. Si lo que dices es cierto, vamos a necesitar ayuda para desentrañar todo esto —entonces la miró a ella—. En cuanto a tu kekkei genkai, tal y como te ha dicho Kakashi, ten cuidado sobre lo que muestras. Las medicinas y los objetos con fuinjutsu están bien, pero guárdate todo lo demás de mientras. Por otra parte, como veo que tus inventos son de gran utilidad, creo que será mejor que arreglemos algún tipo de contrato para subministrarte el material, y una paga por comisión, a cambio de dichos inventos. ¿Te parece bien que hable de ello con las cabezas de departamento mañana? No de todo, solo de tus inventos.
—Me parece bien. De hecho, estaba esperando algo así ya que tengo muchas ideas que me gustaría probar.
—Perfecto.
Se marcharon de allí más aliviados, sobre todo su maestro. Le pasó un brazo por los hombros, viendo como ella también parecía menos tensa que antes, y caminaron fuera de la torre de la Hokage.
—Has hecho bien en llamarme. Quería hablar con ella justamente de eso —le apremió su maestro—. Ahora por lo menos tienes el apoyo de la Hokage. Bien jugado.
—Lo sé —asintió ella con un suspiro—. Lo cierto es que me sentía hasta culpable por guardarme todo lo que puedo hacer considerando que podría ayudar bastante.
—Lo sé. Por eso no dije nada el otro día en contra—le dijo, haciendo alusión a su charla—. Vamos. Los otros nos esperan para entrenar.
Fueron de vuelta al claro donde entrenaban normalmente. Pasaron la mañana entrenando ninjutsu, para la alegría de Naruto.
—Estos jutsus de fuego son más complicados de lo que parecen —se quejó Naruto, tirándose a la hierba.
—Eso es porque estás acostumbrado a usar naturaleza de viento. Ya verás que, cuanto más practiques, más fácil será —le recomendó Kakashi-sensei—. Ah, casi lo olvidaba. Naruto y Sasuke, acordaos de vuestro chequeo médico pasado mañana por la tarde en el hospital.
—¿Eeeeh? ¡Pero si estamos perfectamente!
—Nuevas órdenes de la Hokage. Eso es lo que pasa cuando la líder es médico —se encogió de hombros Kakashi-sensei—. Si quieres quejarte, ya sabes.
—¡Sí, claro! ¿A caso tengo cara de idiota? ¡Si me quejo me enviará al hospital de un puñetazo!
Kakashi-sensei y Sasuke se rieron en su cara. Seina, quien ya había sido examinada, rodó los ojos. Solo era un mero trámite. Aun así, debía reconocer que quizás tenía razón con lo del puñetazo. Suprimió una risa al ver el rostro horrorizado de su hermano.
—Tampoco es para tanto, Naru.
—Déjalo. Es tan dobe que no puede soportar ni 5 minutos en el hospital sin quejarse —se burló Sasuke.
—¡Retira eso, teme!
—¿Para qué abro la boca antes de tiempo? —suspiró Kakashi-sensei.
Se encaminaron de vuelta a la casa, con el estómago rugiendo del hambre y sudados del entrenamiento. Pasó la tarde estudiando uno de los libros que le había entregado Tsunade-sama. Ella y sus múltiples clones, para el aburrimiento de Naruto. Al menos, esa era su intención pero, después de una hora atosigándola, Naruto la convenció para que siguieran trabajando en sus invocaciones creadas.
—Tus clones puedes estudiar por ti, nee-chan, pero no pueden acabar con esto —le había jurado por enésima vez.
—¿No será que quieres que acabe con mis invocaciones para ponerme a crear las tuyas? —le preguntó ella con irritación.
—Je, je… —se tocó la cabeza su hermano con un sonrojo—. ¿Quizás?
—Hn. Dobe.
Percibió los pensamientos de Sasuke sobre cómo casi no la veían fuera del entrenamiento y desistió. Tenía razón. Entre el hospital, sus investigaciones y el entrenamiento no tenía tiempo para estar con Naruto y con Sasuke sin estar trabajando en algo. Con Kakashi-sensei fuera de la casa haciendo vete tú a saber qué, estaban solos para holgazanear.
—¿No os sentís extraños? —preguntó Sasuke, quitándole las palabras de la boca—. Es como si, a pesar de intentarlo, las cosas no volvieran a la normalidad del todo.
—Tienes razón. Siento como si estuviera a punto de pasar algo malo —les confesó Naruto—. El problema es que no sé el qué ni cuándo. ¡Me vuelve loco!
—Quizás sea una mezcla de ambas —se encogió de hombros ella—. Quizás las cosas no vayan a ser como antes y, a la vez, sigamos en peligro. ¿Quién sabe?
—Me molesta no poder hacer nada para no sentirme así —masculló Sasuke—. Ni siquiera me acuerdo de la última misión que tuvimos.
—El teme tiene razón. Quiero volver a hacer misiones de nuevo. No soporto quedarme aquí durante más tiempo —se quejó Naruto.
—Tú eres el menos indicado para abrir la boca, dobe —le siseó Sasuke—. ¿Quién fue de los 3 el que se fue durante un mes por ahí mientras el resto del equipo se encontraba aquí, metidos en casa como prisioneros?
—¡Sabía que tarde o temprano me lo echarías en cara! —gimió Naruto—. Además, ¡casi me muero! ¡No sé de qué te quejas!
Seina suspiró cuando vio como empezaban a discutir de nuevo sobre quién lo había pasado peor. Consiguió separarlos, amenazando con volver a coger sus libros de texto si no se callaban, y empezaron a trabajar en las invocaciones. Naruto, que podía usar las runas, fue el encargado de tallarlas en la roca mientras que Sasuke, con el sharingan activado, copió a su hermano para agilizar el proceso. Ella simplemente se encargaba de darles forma, animarlos y activar las runas cuando estaban listas. En menos de 5 horas quedó satisfecha con la cantidad de criaturas que tenía ahora a su disposición.
—¡Creo que podemos acabar en un par de días a este ritmo! —dijo Naruto, usando los clones para tallar las runas.
—Podría ser.
—Seina, por mí puedes dejar mis invocaciones en tu maleta —le habló Sasuke—. Personalmente, no creo que le dé mucho uso a una maleta solo para mí.
—Entonces, ¿no quieres una maleta?
—No estaría mal tener todo esto pero, siendo prácticos, con una maleta, la tuya, para el equipo entero es más que suficiente. Sería más práctico para Naruto y para mí tener esas tiendas de campaña modificadas en un futuro, cuando tengamos misiones con otra gente.
—Ugh… El teme tiene razón. Mientras podamos invocar a nuestras invocaciones no tengo problema con que se queden aquí, si a ti no te importa.
Seina pestañeó ante la decisión madura de sus compañeros de equipo. Si bien es cierto que no era rápido crear una maleta, tampoco es que le supusiera mucho trabajo. Aun así, si tanto Sasuke como Naruto estaban de acuerdo con compartir el espacio en su maleta a ella le parecía perfecto. Intuyó el pensamiento de Sasuke de que, de este modo, tendría más tiempo libre en lugar de dedicar más tiempo a algo innecesario. Le dio una palmadita en el hombro, comprendiendo de dónde salía su preocupación y su decisión, pero no dijo nada.
—Está bien. Entonces podemos centrarnos en acabar todas las invocaciones.
—¡Yosh! ¡Intentemos acabarlas hoy! —animó Naruto. Tanto Sasuke como ella asintieron.
Así fue como los encontró Kakashi-sensei horas más tarde, cuando apareció por la escalera. Se quedó viendo el enorme dragón rojo que le había gustado a Sasuke y que ella le había creado a partir de unas cuantas piedras enormes.
—Veo que habéis hecho grandes progresos.
—Mañana acabaremos con este proyecto —le dijo ella, suprimiendo un bostezo.
—A propósito. He estado hablando con Tsunade-sama sobre lo de tu hermano, Sasuke…
—…¿Y bien?
—Al parecer ha estado buscando los archivos de tu familia en los antiguos documentos del Tercero.
—¿Y qué ha encontrado?
—Esa es la cuestión. Alguien los ha robado.
—¿¡Qué!? —gritó Naruto—. Pero… ¡eso significa que algo raro pasa! ¡Teníamos razón!
—No sé si teníais razón en todo, pero está claro que hay alguien que no quiere que Tsunade-sama lea esos archivos. Solo faltan los documentos a partir de un año antes de la masacre así que, si Tsunade-sama no hubiera estado buscándolos expresamente, no se habría dado ni cuenta ya que el archivador no está totalmente vacío.
Seina frunció el ceño mientras el equipo meditaba sobre lo que acababan de aprender. ¿Qué sentido tenía robar los papeles sin más? Ella habría dejado una copia falsa para que nadie sospechara nada. Eso le habría dado más tiempo, de ser ella la culpable de todo este meollo, para evitar que la pillaran. A no ser que el culpable estuviera totalmente confiado de que nadie iba a mirar esos archivos o que pensara que tenía más tiempo para reemplazarlos por falsificaciones o, simplemente, fuera tan arrogante como para no importarle que supieran que algo extraño estaba pasando al robar esos archivos… ¿Cuál opción era la buena? No lo sabía.
—¿Y cómo sabemos que esos papeles existían para empezar? —preguntó ella, dando se cuenta de que, quizás, no los habían robado.
—Existían —suspiró Kakashi-sensei, revolviéndose el pelo pensativamente—. El personal restringido encargado de la administración de documentos ya lo ha confirmado. Estaban en la misma oficina del Hokage. Eso quiere decir que alguien sustrajo esos archivos un periodo de tiempo corto: desde la muerte del Tercero hasta el ascenso de la Quinta Hokage.
—¿Y por qué tenía el Hokage esos archivos secretos en su oficina? —preguntó Sasuke, malhumorado.
Hasta ahora no había abierto la boca, pero percibía que sus sentimientos eran contradictorios. Por un lado, se alegraba de forma casi culpable de tener motivos para creer en la inocencia de su hermano pero, por otro lado, estaba enfadado de que los indicios sobre la inocencia de Itachi le hicieran replantearse cómo sentirse acerca del asesino de su familia. Había creído durante tanto que Itachi era el culpable que ahora no sabía cómo sentirse con exactitud.
Si a eso le sumaba el hecho de que alguien estaba confabulando, incluso ahora, contra su familia… Seina también estaría furiosa. Lo único que impedía a Sasuke montar en cólera y acuchillar a todo el que le mirara mal era saber que tanto Seina como Naruto, y ahora Kakashi-sensei, no iban a dejarlo estar hasta que se supiera la verdad. Y era cierto. No pensaba parar hasta que tuvieran un claro culpable con pruebas de verdad. Incluso si tenía que usar sus poderes para averiguarlo.
—Seguramente pensaría que estaban más seguros en su oficina que en el archivo… Curiosamente tenía razón. Solo han sido robados tras su imprevista muerte —les explicó el jonin.
Seina frunció el ceño mientras pensaba en quién podría haber robado esos documentos. Ahora era obvio que tenían un enemigo en la aldea. Después de todo, Sasuke no iba a parar hasta saber la verdad y Seina sabía que el culpable no iba a dejar que lo pillaran así sin más. Tarde o temprano, una confrontación entre ambos era inevitable.
Chapter Text
Al día siguiente Tsunade-sama le entregó el contrato del que habían hablado, para su asombro. Una vez más, la poca burocracia de las aldeas ninja la sorprendió. Aunque, en vista de que realmente las aldeas ninjas eran una dictadura militar, no sabía por qué le seguía asombrando.
—Tu maestro ha corroborado que todo esté correcto. Solo falta que tú leas el contrato y firmes. Llévatelo a casa y tómate un par de días para repasar los puntos.
—Hai.
—Vamos a empezar con tu entrenamiento. Shizune me ha hablado de todo lo que puedes hacer así que no volveré a valorar tus conocimientos teóricos. Espero que te leas los libros y si te surgen preguntas te las resolveré al día siguiente. A partir de ahora, la mitad de tus horas en el hospital se invertirán en tratar a pacientes. Cuando no estés conmigo asumirás el papel de las enfermeras, ya te explicarán ellas qué requieren de ti. Cuando esté yo en el hospital me seguirás mientras trato a casos difíciles. ¿Entendido?
Seina asintió firmemente. Básicamente había adquirido un rango similar al de un médico interno. Ya sabía lo que iba a pasar. Se encargaría de pacientes con afecciones que ella supiera tratar y luego aprendería como la sombra de la Hokage. En realidad, lo prefería a estar en la misma clase día tras día. Eso le ayudaría a interaccionar con la gente, cultivando una buena imagen, y también le daría experiencia.
Escuchó como le explicaba cómo tomar notas para la historia clínica de los pacientes, tareas administrativas y de inventario, mantenimiento de aparatos, procedimientos y protocolos, etc. La mayoría eran cosas lógicas que ya había estudiado tanto en este mundo como en el anterior. Tsunade-sama acabó presentándola al personal sanitario, explicándoles su rol en el hospital, y la dejó con ellos para que empezara a familiarizarse con el personal y el hospital.
—Bienvenida Seina-san —la saludó la enfermera jefa, Sanoka, con una sonrisa—. Tsunade-sama nos lo ha explicado todo. Hoy estarás conmigo para poder evaluarte. En cuanto sepa lo que sabes hacer podré asignarte algunos pacientes a ti. Empecemos.
Seina siguió a la enfermera por toda la planta. En cuanto vio a los primeros pacientes supo que no iba a ser para tanto. La mayoría eran civiles que habían tenido algún accidente o que sufrían afecciones leves. Se pasó el resto de la mañana desinfectando, curando heridas, aliviando catarros y alergias, recolocando huesos dislocados y administrando tratamientos. Ah, y realizando informes médicos.
—Pensé que iba a llevarte mucho más tiempo —le apremió Sanoka—. Lo de tus clones ha sido una buena idea.
—Estoy acostumbrada a usarlos para ahorrar tiempo —se encogió de hombros—. Si trato a alguien y, a la vez, realizo el papeleo no tendré que sentarme luego a hacerlo.
—Ojalá pudiera hacer lo mismo —suspiró la enfermera.
No era un ninja médico así que todo el trabajo que ella había hecho en un par de horas le habría ocupado el resto del día. Para empezar porque no usaba chakra para tratar a los pacientes y, en segundo lugar, porque luego tenía que ocuparse de la documentación en sus ratos libres. Los ninjas médicos se encargaban de casos más graves y de otros ninjas. Después de todo, los enfermeros y médicos civiles no estaban entrenados para esquivar kunais de ninjas malheridos.
—De cualquier modo, te felicito por el trabajo realizado. A partir de ahora te encargaré los casos más graves de la planta: heridas abiertas, huesos rotos, etc. Eso aligerará el trabajo de todos nosotros de forma más eficiente. Informaré a Tsunade-sama de mi decisión.
—Gracias.
Salió del hospital sin más. A pesar de haber estado toda la mañana ocupada no se sentía cansada. Podría haber recorrido todo el hospital curando a la mayoría sin problema alguno. Entre sus iryo ninjutsu y sus hechizos médicos había pocos casos que no pudiera resolver de buenas a primeras en las plantas civiles del hospital.
Cuando llegó a casa Naruto y Kakashi-sensei habían hecho la comida mientras que Sasuke estaba poniendo la mesa.
—¿Qué tal ha ido en el hospital? —le preguntó el jonin.
—Bien. Ahora estoy tratando a gente en el hospital —se sentó pesadamente delante suyo en la mesa.
—¡Eso es genial! —se alegró Naruto—. ¡Adiós a los libros de texto!
—Ya me gustaría —rio ella—. Tsunade-sama me dio una montaña de libros. De hecho…
Invocó a unos cuantos clones para que leyeran mientras ella comía. Esos libros no se leerían solos. Sasuke rodó los ojos al verlo y parecía que Kakashi-sensei quería hacer lo mismo, pero se contuvo. Naruto gimió de exasperación al verlo.
—¿Y qué vais a hacer todas las mañanas, ahora que estoy en el hospital?
—Entrenar —dijeron al unísono Naruto y Sasuke. Kakashi-sensei sopló una risa.
—Me temo que no. Ahora que Seina estará todas las mañanas en el hospital durante más horas entrenaremos por la tarde. Podéis tomaros la mañana para descansar o para practicar a solas.
—¿Y tú qué vas a hacer? —preguntó malhumorado Naruto—. ¡Podríamos entrenar!
—Naruto, tengo más vida que entrenar con vosotros dos —rodó los ojos el jonin—. No solamente soy vuestro profesor, también sirvo a la aldea como el jonin que soy.
Su hermano suspiró al oírlo, pero dejó de quejarse. Seina no sabía qué hacía cuando no estaba con ellos, pero imaginaba que ahora debería ser algo relacionado con esos papeles robados. Sasuke le echó una mirada de soslayo al percibir sus pensamientos.
—Sasuke, me gustaría tener acceso a los documentos de tu clan —le pidió Kakashi-sensei.
—¿A qué te refieres?
—Creo que está pidiendo visitar las casas —le dijo ella, viendo que el jonin no se acordaba de la dirección del complejo Uchiha—, seguramente para ver si tu familia guardaba algún documento.
—Exacto. Como la casa de tus padres está bajo el jutsu de Seina sé que nadie ha podido robar nada en todo este tiempo y, antes de que tú te fueras de allí, estabas siendo vigilado por los anbu así que no creo que nadie haya podido entrar allí sin ser detectado. Si hay algún tipo de archivo que podamos consultar será de gran ayuda.
—Está bien —aceptó Sasuke—. Que Seina te diga el secreto.
Kakashi-sensei se giró a mirarla y ella asintió. Conjuró un papel y un bolígrafo y apuntó el secreto del complejo Uchiha. Su sensei lo leyó y luego lo redujo a cenizas.
—Esta misma noche iré a echar un vistazo.
—¿Se habló de esto en la reunión? —le preguntó Seina, comiendo un trozo de carne.
—No. Ahora mismo Tsunade-sama quiere evitar a toda costa de que la información sobre que está investigando lo que sucedió se filtre. Después de todo, tenemos la certeza de que alguien quiere taparlo todo. No sería descabellado pensar que está siendo espiada o que hay algún traidor entre nosotros.
—Mmm… Si tuviera más tiempo podría hacer unas cuantas cosas para el departamento de interrogación.
—Yo de ti hablaría con Tsunade-sama de este problema —le aconsejó el jonin—. Entre el hospital y los entrenamientos no tendrás tiempo para cumplir con el contrato.
Seina frunció el ceño al darse cuenta de que tenía razón. Acabó de comer y luego sacó el contrato que le había entregado la Hokage. Kakashi-sensei confirmó que ese era el contrato que él había repasado en su nombre esa misma mañana. Le estuvo hablando de los puntos del contrato y le aconsejó que esperaba a hablar sobre su falta de tiempo antes de firmarlo.
—Mañana por la tarde, mientras Naruto y Sasuke están en el hospital para su chequeo, entrenaremos kenjutsu si te parece bien. Luego retomaremos el entrenamiento normal.
Un rato después, empezaron su entrenamiento diario que consistía en, básicamente, entrenar como si estuvieran en un combate real contra él usando todo lo que tenían a su disposición. Se sintió satisfecha al ver cómo había conseguido aprender varios ninjutsus de cada naturaleza de chakra y cómo había mejorado enormemente su taijutsu después de incontables sesiones contra Kakashi-sensei. Cuando se fue a tomar su baño habitual sintió como el jonin se iba de la casa. Seguramente a investigar el clan Uchiha.
Por lo que había visto, tendría para rato. El clan Uchiha no era precisamente pequeño sino el más grande de Konoha, o quizás el segundo con más terreno y edificios. Se despreocupó de ese asunto, sabiendo que Kakashi-sensei estaría bien, y solo, mientras lo investigaba. Se relajó en la enorme bañera.
—Aaah. Esto es vida —musitó para sí misma dentro de las aguas con sales minerales a la temperatura perfecta.
Eso le recordó su misión de ponerle un baño privado a Sasuke y Kakashi-sensei. Se sentía hasta culpable de estar disfrutando a solas de un baño cuando ambos compartían un lavabo. Enorme, pero compartido. Aprovecharía la tarde del día siguiente para hacerlo, si podía. Desistió mentalmente de crearles un estudio a cada uno, considerando que sus habitaciones eran lo suficientemente grandes como para que montaran uno dentro si querían. Menos trabajo, se dijo. Salió de la bañera una hora más tarde y se quedó rendida en la cama sin tan siquiera cenar.
Al día siguiente, Tsunade-sama replanteó su horario en el hospital.
—Irás un día sí y un día no, 4 horas al día —le dijo finalmente—. Eso te dejará tiempo para descansar y poder realizar tus inventos en tu tiempo libre. Ah, por cierto. Me olvidé de decirte que recibirás una paga por tu servicio en el hospital. Haré que te recalculen el sueldo según tu categoría y el tiempo trabajado. Recibirás la paga mensualmente.
Seina se sorprendió. No había esperado cobrar nada pero, ahora que lo pensaba, ya no solo estaba estudiando sino también trabajando. Suponía que era justo que le pagaran por ello.
—Hai. Gracias por todo, Tsunade-sama.
—No hay de qué —sonrió la mujer—. Hoy vuelve al hospital de nuevo. Haré que Shizune hable con la supervisora para que tenga en cuenta tu nuevo horario.
Seina salió de la torre de la Hokage. No solamente había aceptado suplir con sus inventos a las fuerzas shinobi sino que había conseguido cambiar su jornada en el hospital de 3 a 4 días, dependiendo de la semana. Todo esto cobrando 2 pagas independientes. Estaba tan emocionada que no pudo contener la sonrisa durante todo el camino. Si bien no les faltaba dinero para vivir, siendo 4 personas en la casa las que proporcionaban dinero para comer, le gustaba tener algo fijo dentro de la aldea además de las posibles misiones.
—Buenos días, Seina —llamó un enfermero al verla—. Puedes registrar tu llegada aquí. ¿Cómo te fue ayer el trabajo?
Estuvo hablando un par de minutos, viendo que todavía no era la hora de entrada, y luego se fue a cambiar de ropa a por el uniforme blanco que usaban en el hospital y que le habían dado ayer. Pasó las siguientes 4 horas tratando a todo tipo de pacientes. La mañana pasó sin más. Cuando salió del hospital, al medio día, fue directa a casa. Para su sorpresa no había nadie así que dejó a un par de clones haciendo la comida mientras ella iba a su estudio.
Quería estudiar el fuinjutsu que su padre puso en los kunais modificados para poder replicarlo. Si bien ella podía desaparecerse sin la necesidad de fuinjutsu, la técnica de su padre y del Segundo presentaban ciertas ventajas. Para empezar, no tenía un límite de personas a las que podía “teletransportar” con el jutsu antes de que se produjeran heridas y, además, podía teletransportar lo que quisiera sin la necesidad de teletransportarse ella también. De hecho, eso era lo más increíble del jutsu. Su padre lo había usado, al parecer, para desplazar las bijuu dama de Kurama lejos de la aldea. A ella se le ocurrían mil formas de usarlo de forma similar.
Por ejemplo, podía plantar sellos por todo el mundo y luego teletransportarse allí en un segundo, agilizando las misiones. Si usaba los sellos de esta forma estaba claro que podría salir de un aprieto sin problemas. Además, podía usarla en sus enemigos, teletransportándolos a alguna trampa mortal previamente alzada o alejándolos de la batalla, haciéndolos aparecer en mitad del océano. El inconveniente de la técnica era la poca información que tenía sobre cómo funcionaba y el gasto de chakra. Para ella el segundo factor no era algo de lo que preocuparse, pero no saber cómo funcionaba era un inmenso problema.
No tenía manuscritos de su padre y él tampoco le había enseñado la técnica completa a nadie así que tendría que buscar información del jutsu del Segundo Hokage. Ya sabía que en los pergaminos de la biblioteca pública no estaba así que tendría que buscar en otro lugar. Justamente cuando estaba revisando los ninjutsus que les dio Kakashi-sensei se acordó del pergamino robado.
—Aquí estás —sonrió al poner encima del escritorio el enorme rollo de pergamino—. Veamos…
Desenrolló poco a poco el pergamino, leyendo las técnicas y se quedó impresionada. El kage bunshin era la última técnica escrita. Con razón su hermano la había aprendido. Era la primera que vio. Menuda suerte. Había otras técnicas sorprendentes. Como barreras de chakra, genjutsus, jutsus robados de otras aldeas e incluso una técnica de resucitación que le puso los pelos de punta. Después de un rato encontró lo que buscaba. Hiraishin no jutsu.
—…Cabe recalcar que este jutsu, al contrario de lo que uno podría pensar, usa el principio de las invocaciones en lugar de ser una modificación del jutsu de cuerpo parpadeante. Una vez se “marque” a alguien, o a algo, quedará marcado para siempre. Es importante tenerlo en cuenta ya que si, por error, usamos este jutsu para transportarnos hasta alguien que esté bastante lejos podríamos experimentar un agotamiento de chakra debido a la distancia que podría matarnos instantáneamente. Debido a esto, es recomendable practicar con distancias cortas e ir aumentando la distancia entre transportes para saber el chakra que requiere del individuo este jutsu.
Seina continuó leyendo, excitada, las palabras del Hokage. Realmente era un genio. Sintió la presencia en las barreras mágicas y supo que tendría que dejar su investigación para más tarde.
—¡Estamos en casa! —gritó Naruto, como si no pudiera escucharlo.
—Voy —dejó el pergamino tal y como estaba y cerró la puerta—. ¿Dónde habéis estado?
—Estábamos en el dojo —le contestó Sasuke.
—Buena idea —les dijo, impresionada.
—¿Dónde está Kakashi-sensei?
—No lo sé. Llevo un rato aquí y no ha aparecido —se encogió de hombros.
Estuvieron hablando un rato, esperando a que llegara su maestro a comer. Seina les comentó lo que había leído en el pergamino prohibido pero, sorprendentemente, ninguno de los dos parecía interesado en la técnica. Sasuke porque no quería morir agotando su chakra y Naruto porque no tenía la naturaleza adecuada para usar el jutsu, para su desgracia.
—¡Yo! —saludó Kakashi-sensei, entrando por la puerta—. Veo que estáis todos aquí.
—Te estábamos esperando, Kaka-sensei —rodó los ojos Naruto.
—Dadme 5 minutos.
Empezaron a comer mientras escuchaban a Naruto y a Sasuke hablar sobre el entrenamiento en el dojo más cercano. Kakashi-sensei no les contó nada sobre la investigación en el complejo Uchiha pero, a juzgar por su rostro, no había sido en valde. Seina se acordó de los baños que pensaba añadir de repente. Maldijo por haberlo olvidado. Podría haber usado el tiempo a solas para hacerlo. Bueno, lo haría esa misma tarde si podía.
—Te dejo descansar una hora —le dijo a ella el jonin—. Luego empezaremos el entrenamiento.
Asintió. Todos se fueron a sus respectivos dormitorios a descansar un rato, salvo ella. Volvió al estudio para practicar el sellado. Le parecía impresionante que Tobirama hubiera podido crear un jutsu que permitía sellar algo de forma instantánea. Aun así, eso implicaba que el jutsu de teletransportación era, en realidad, 2 jutsus secuenciales. Increíble. Usó una piedra de las que había recogido para hacer este tipo de pruebas y usó el sello. Solo necesitó un par de intentos para regular el flujo de chakra y hacer que no explotara debido al sello.
—Ahora viene lo gracioso… —musitó para sí misma, tirando la piedra por la ventana hacia el jardín.
Se mentalizó de lo que iba a hacer hasta que, irritada y excitada, se dio cuenta de que para esto podía usar un clon ya que no necesitaba magia. Con muchos menos miramientos invocó a varios clones para probar el hiraishin. Algunos explotaron debido a la aceleración con la que aparecían en el punto marcado. Así fue como se dio cuenta de que usar más chakra de lo permitido, aumentaba la velocidad sí pero también las posibilidades de deterioro del usuario. Probó su teoría con un jarrón de porcelana conjurado, haciéndolo aparecer en el jardín, y vio como se hacía trizas nada más aparecer.
—Interesante.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó la voz de Sasuke desde el piso superior.
—Probando el hiraishin.
Escuchó como Sasuke cerraba la ventana, con un bufido de risa, y siguió probando. Llegó un punto en que sus clones y los objetos delicados sobrevivieron el trayecto sin daño alguno, para su alegría. Lo repitió varias veces con distintos objetos para asegurarse de que era seguro y luego usó el jutsu ella. Era como pestañear. En un abrir y cerrar de ojos pasaba de un lado a otro, como si su cerebro no pudiera comprender lo que pasaba entre medias de lo rápido que sucedía todo. Lo que notó, en comparación con sus apariciones, era que esa sensación de mareo que experimentaban algunos no existía. Quizás porque no se sentía como estar metido dentro de una atracción de feria sino, más bien, como correr en línea recta a la velocidad de la luz sin chocar con nada por el camino. Mucho más cómodo para el estómago del usuario.
Se volvió a aparecer en su estudio, llamando a su hermano.
—¡Envíame un par de clones!
—Naruto y Sasuke tienen que ir al hospital —les recordó la voz apagada de Kakashi-sensei desde su habitación.
Debía tener la puerta abierta de lo contrario el hechizo silenciador no le habría permitido escuchar nada.
—Ugh… —se quejó Naruto, pero le envió los clones que pidió—. ¡Vamos teme! Cuanto antes vayamos, antes volveremos.
Escuchó como Sasuke suspiraba, pero salía de su dormitorio. Ella, mientras tanto, envió a un clon suyo con un clon de Naruto para ver si el funcionamiento era el mismo. Para su poca sorpresa, ambos clones aparecieron a la misma velocidad, pero a cambio de gastar más energía. Lo que significaba que, a medida que intentara transportar a gente u objetos más grandes tendría que aumentar el gasto de chakra. Usó un hechizo para saber a la distancia a la que se encontraba la piedra y creó una tabla en la que pensaba ir anotando sus experimentos con diferentes objetos y distancias.
—Veo que estás entretenida —le dijo Kakashi-sensei apareciendo por la puerta. Miró sus apuntes—. No creo que tu padre fuera tan concienzudo como tú. ¿Ese pergamino no es…? ¿Sabes qué? No he visto nada.
—Necesitaba información sobre cómo funciona el jutsu —se encogió de hombros—. Lo que no me explica es si un usuario puede usar los sellos de otros usuarios o solo los que él mismo crea.
—¿Por qué te interesa saberlo? —le preguntó Kakashi-sensei, apoyado en el escritorio a su lado, con curiosidad.
—Por lo que sé de la pelea, Kurama usó lo que él denomina bijuu dama en el ataque… Mi padre seguramente usó esta técnica para desplazar el ataque. Eso quiere decir que hay sellos de mi padre por ahí. ¿Y si hay algo importante escondido de mi padre, algo a lo que solo él tuvo acceso?
—Por lógica no deberías poder encontrarlo ya que la técnica usa el chakra del usuario y, estando muerto, este se desvanece.
—Pero no en el hiraishin —refutó ella con una sonrisa triunfal—. El primer paso de esta técnica es un jutsu de sellado permanente. Luego viene la teletransportación.
—¿Quieres decir que todo lo que se marca con esta técnica queda marcado para siempre? —preguntó Kakashi-sensei, sorprendido—. No lo sabía. Tu padre usaba esos kunais pre-sellados así que nunca le vi sellar nada más en combate. Al menos, estando yo presente.
—Podría hacer alguna prueba. Solo necesito que alguien use el sello en algún objeto.
—Quizás, pero en otro momento. Ahora te toca entrenar con tu wakizashi.
Suspiró, dejando sus cosas tal y como estaban. Bajó al jardín acompañado de Kakashi-sensei. Justo cuando estaba a punto de desenfundar su arma, notó como tanto Sasuke como Naruto se desconectaban del todo de su vínculo mental. Seina ahogó una risa cuando escuchó el motivo por el cual tanto Sasuke como Naruto querían desconectarse totalmente, de forma temporal, de su vínculo mental. Kakashi-sensei la escuchó y le alzó una ceja a modo de pregunta.
—Sasuke y Naruto —rio ella sin poder evitarlo—. Quieren silenciar el vínculo durante el chequeo en el hospital. Al parecer tienen vergüenza de que me entere de algo raro…
—Ya veo. Así que puedes desconectarte de ellos —Kakashi-sensei bufó una risa callada.
—Sí. Siempre me he preguntado por qué no nos has preguntado sobre el vínculo mental —le confesó ella.
—Quise hacerlo, sobre todo al principio —reconoció el jonin—. No es algo corriente y tiene sus desventajas, pero creo que es lo mejor que le podía pasar a Sasuke.
—¿Por qué lo crees?
—Tanto tú como yo vimos cómo era Sasuke antes de unirse a vosotros mentalmente. Estar conectado a alguien era justamente lo que necesitaba en ese momento después de tantos años de soledad. Además, imagino que vuestra conexión no os permite engañaros unos a otros, ¿no es así? —le preguntó Kakashi-sensei y ella asintió—. El no estar solo y, además, saber con total seguridad de que vuestras intenciones son buenas ha hecho que Sasuke se quite un peso de encima. De lo contrario, hubiera sido mucho más… reticente, digámoslo así, de aceptar según qué cosas.
—¿Por eso no intentaste impedir que siguiéramos conectados?
—¿Acaso ibais a hacerme caso? —rio Kakashi-sensei como si nada—. Aunque quisiera, tampoco podría impedíroslo. Además, sabía que tarde o temprano vosotros mismos pondríais limitaciones a vuestro vínculo mental. No creo que Naruto quiera saber algunas de tus intimidades, y viceversa.
—Ninguno de ellos dos están en ese punto —rodó los ojos ella haciendo que su maestro se atragantara al comprender a lo que estaba aludiendo—. Igualmente, ahora casi siempre tenemos el vínculo parcialmente cerrado. En lugar de escucharnos, percibimos emociones y la dirección de algunos pensamientos. Aunque cada vez es más fácil saber qué van a pensar casi antes de que lo piensen.
—Lo sé. Lo veo cada día en vuestros entrenamientos. La mayor parte del tiempo parecéis uno en 3 cuerpos.
—Bueno, basta de charla. ¿Empezamos o qué? —preguntó ella, impaciente.
Estuvieron un largo rato entrenando kenjutsu. Como se encontraba totalmente sola en su mente, por primera vez en bastante tiempo, le era más fácil centrar toda su atención en el arduo combate. Kakashi-sensei, por supuesto, no estaba aflojando la marcha sino todo lo contrario. Dio gracias por ello ya que vio como había mejorado notablemente desde que compró el wakizashi. Fue debido a su conexión mental que Kakashi-sensei la hirió horas más tarde en un brazo, cuando Naruto abrió de golpe la conexión gritando que no encontraba a Sasuke.
—Detente —le indicó Kakashi-sensei, viendo como la había herido al distraerse—. Déjame verlo. ¿Qué ha pasado?
—Naruto dice que no encuentra a Sasuke —le informó lo más rápido posible.
—Cúrate el brazo —le ordenó con voz autoritaria el jonin—. ¿Qué más dice Naruto?
Echaron a andar deprisa mientras ella se curaba el corte superficial con hechizos e iryo ninjutsu. Naruto, mientras tanto, estaba al borde del histerismo ya que no encontraba por ningún lado a Sasuke ni podía contactar con él mentalmente. Seina lo intentó también pero, o bien Sasuke estaba bloqueándolos totalmente, o estaba inconsciente. Se lo comunicó a su maestro mientras echaron a correr por los tejados en dirección al hospital. Vio como fruncía el ceño.
—¿Puedes localizar a Sasuke?
—En cuanto paremos de correr —le dijo ella.
—¡Nee-chan! —gritó Naruto, apareciendo en la puerta del hospital—. ¡No he podido encontrar al teme! ¡Nadie lo ha visto en el hospital desde hace rato! ¡No está aquí!
—Déjala un segundo, Naruto —le ordenó Kakashi-sensei.
Usó el hechizo localizador anclado al pendiente de Sasuke y vio como Naruto tenía razón al decir que no estaba allí.
—No está en la aldea. Se está moviendo muy deprisa en dirección norte.
—Vamos. Tenemos que informar a la Hokage de esto.
Tardaron un minuto en llegar a la torre de la Hokage y otros pocos minutos en ser atendidos debido a la gravedad del asunto. Tsunade-sama alzó una ceja al ver el rostro impasible del jonin y a Naruto morderse visiblemente la lengua para no empezar a gritar.
—¿Qué sucede, Kakashi?
—Sasuke ha sido secuestrado en el hospital. Seina le ha localizado fuera de la aldea moviéndose en dirección norte.
El rostro de la Hokage se ensombreció al escucharlo. Entonces Seina se dio cuenta de porqué. Al norte estaba Otogakure, donde supuestamente estaba Orochimaru. Apretó los puños de la ira al darse cuenta de que, muy posiblemente, había sido él quien había mandado secuestrar a su compañero de equipo. Naruto, con el vínculo totalmente abierto, lo entendió todo a la vez y se puso rojo de la ira.
—Shizune, llama a Shikaku Nara —le ordenó la Hokage a su asistente—. Dile que le quiero aquí de inmediato. Seina, tú y Naruto reunid a un equipo de 5 personas de rango genin o chunin.
—¿Va a mandar a mi equipo entero ahí afuera? —le preguntó con un deje irritado Kakashi-sensei—. Con el debido respeto, Tsunade-sama, podrían encontrarse con Orochimaru o con Itachi.
—Con el debido respeto, Kakashi —le devolvió la Hokage con un claro reproche—. Ya sabes cuál es nuestra situación aquí… Necesito a alguien que esté enterado de la situación que investigue lo que ha sucedido. Ya sabes de lo que hablo.
Kakashi-sensei no dijo nada a pesar de que claramente quería quejarse. La Hokage les instó a que se fueran en busca de su equipo, entregándoles un pergamino con sus órdenes. Naruto y ella se marcharon, dejando a su maestro con Tsunade-sama. Seina sentía que se le escapaba algo. Kakashi-sensei tenía razón al preguntarse si era lo correcto mandar a un equipo de 5 genins y chunins a rescatar a Sasuke sabiendo quién era el que lo había secuestrado. ¿Qué era lo que estaba evitando revelar la Hokage para preferir mandarlos lejos de la aldea en un momento como este?
Notes:
¡Ya mismo empieza la acción, chicos y chicas! Aun así, es una historia larga así que espero que estéis preparados para el slow burn.
Chapter 27
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato, abuso/negligencia de menores.
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Chapter Text
—¿A quién reclutamos? —preguntó Naruto nada más salir de la torre.
—No es como si conociéramos a muchos chunin —suspiró ella—. Deberíamos contar con Shikamaru y con nuestros amigos. Aunque sean genin sabemos trabajar con ellos y qué tipo de habilidades tienen. Manda a un par de clones en busca de Shino y Kiba. Nosotros vamos a por Shikamaru y Chouji. Imagino que alguno de ellos querrá venir.
Usó un hechizo para buscar a Shikamaru y se dio cuenta de que estaba en dirección al hospital. Corrieron hacia allí y le vieron hablando con Lee y Neji. En cuanto vieron sus rostros serios dejaron de saludar.
—¿Qué sucede?
—Han secuestrado a Sasuke. Tsunade-sama nos ha ordenado ir a rescatarlo. Tenemos que reclutar a un equipo de 5 personas —le dijo ella concisamente—. ¿Te apuntas? ¿Dónde está Chouji?
—Chouji tiene una indigestión —sopló una risa Shikamaru—. Estaba visitándole.
—¿Vienes o qué? —preguntó Naruto con impaciencia.
—Sí, sí. Qué remedio… —suspiró Shikamaru.
—Yo también quiero participar —les dijo Neji, incluyéndose en la conversación.
Seina y Naruto se miraron.
—Está bien. Nos vendrá bien el byakugan.
—Nos falta una persona —comentó Shikamaru—. ¿A quién más pensáis pedir ayuda?
—Nuestros clones están buscando a Shino o a Kiba.
Lee, en ese momento, se dio la vuelta con sus muletas y empezó a caminar de nuevo al hospital. Le vieron irse con expresión triste y desolada. Si no fuera tan urgente intentaría consolarle, pero ahora no era el momento adecuado. Neji le vio desaparecer con el rostro levemente preocupado. Entonces Seina se acordó de que hoy era la operación de Lee, de ser correctas sus analíticas previas. Demonios, iba a perdérselo.
—¡Yatta! —exclamó Naruto—. Kiba se apunta. Shino está en una misión con su padre.
—Perfecto. Ya somos 5.
—Nos está esperando en la puerta norte.
—¿Tenéis que coger algo de vuestra casa? —les preguntó Seina.
—No creo. Imagino que no durará mucho este rescate.
—No han ido muy lejos —dijo ella, sin importar que se preguntaran cómo lo sabía—. Podemos dar con Sasuke dentro de un par de horas como mucho.
Shikamaru alzó una ceja ante sus palabras.
—Siempre creí que tenías más de un as en la manga —reconoció el genio en voz alta—. Al parecer por fin voy a poder descifrarte.
—En tus sueños Shikamaru. Vamos. Estamos perdiendo tiempo.
Tenía la riñonera con todas sus cosas así que no estaba preocupada por tener que alargar la misión si fuera necesario. Corrieron a la entrada norte y vieron a Kiba esperando al lado de la mesa de control de entradas y salidas. Seina se acercó, asintiendo en su dirección, y le entregó el pergamino que le había dado Tsunade-sama al ninja. Lo examinó durante unos segundos y luego los observó a ellos. Se guardó el pergamino y dejó que registraran su partida.
—Buena suerte y buena caza —los despidió.
Asintieron y salieron de la aldea.
—Un momento, ¿quién es el líder? —preguntó Neji, mirando alternativamente a Shikamaru y a ella.
Intercambiaron miradas y Shikamaru asintió en su dirección. Seina, como vio que no pensaba amotinarse, se encogió de hombros.
—Yo, al parecer.
—¿Y cuál es nuestro plan? —preguntó Kiba.
—Ahora mismo Sasuke tiene uno de mis sellos así que sé dónde está —les informó, echando andar en esa dirección—. Llegaremos hasta él con una de mis invocaciones. En cuanto nos acerquemos investigaremos cuántos enemigos tenemos por delante y trazaremos un plan acorde con la ayuda de Shikamaru.
—Me parece bien.
—¿Tú también puedes invocar a sapos como Naruto? —preguntó Kiba.
—Vamos. Ahora lo veréis.
Casi estaba excitada por tener una excusa para usar a su colacuerno húngaro. Ese pensamiento le arrancó una sonrisa a Naruto por primera vez en horas. Neji, Kiba y Shikamaru los siguieron hasta un claro solitario.
—Kuchiyose no jutsu.
El enorme dragón de más de 20 metros de largo apareció batiendo sus enormes alas. Era una réplica perfecta del dragón que la atacó cuando tenía solo 14 años: grande, furioso, lleno de cuernos y espinas con sus ojos amarillentos posados con malicia sobre ellos. Escuchó el jadeo colectivo de sus compañeros de equipo, menos de Naruto, y dio un salto sentándose en la espalda de la gigantesca criatura.
—Vamos. ¿A qué esperáis? —rodó los ojos ella con una sonrisa.
—¿¡Un dragón!? —preguntó Shikamaru atónito—. P-pero, ¿qué? ¿¡Cómo es posible!?
—Pregúntale por el camino —le dijo Neji, saltando detrás de ella y recuperando rápidamente su compostura.
Naruto empujó a Kiba y a Shikamaru y luego saltó detrás de ellos. Seina alzó el vuelo en dirección a Sasuke. A juzgar por lo que podía percibir, los ninjas que tenían a Sasuke no habían aminorado la marcha desde que lo captaron en el hospital. A la velocidad a la que volaba su dragón, no obstante, tardarían bien poco en llegar. Lo que quería evitar a toda costa era que cruzaran la frontera del país, a pesar de que sabía que tardarían bastante tiempo en llegar a ese punto. Además, así su equipo evitaba cansarse por el camino, cosa que siempre era una ventaja.
—¿Cómo es posible? —preguntó Shikamaru a sus espaldas—. ¡Los dragones no existen!
—Existen ahora —le dijo ella, sin más.
—¿Por qué eso ha sonado a cómo si lo hubieras creado tú?
—Porque lo he creado yo —le contestó—. El fuinjutsu es muy útil, ¿no crees?
—¿Qué? ¿Esto es una construcción de fuinjutsu? Ugh, sabía que me dolería la cabeza al aceptar esta misión.
—¡Hey! ¡Cuidado con lo que dices de mi hermana! —la defendió Naruto al darse cuenta de porqué lo decía.
Se hizo un silencio tenso. Shikamaru casi echaba humo por las orejas de lo rápido que estaba pensando mientras que Neji, Kiba y Naruto estaban impacientes por entrar en combate. Ella simplemente quería que acabara todo y que Orochimaru se pudriera en Otogakure sabiendo que no había podido hacerse con Sasuke.
—Estamos acercándonos rápidamente hasta Sasuke —les comunicó, sintiendo la presencia más cercana de su hechizo localizador—. Voy a volar más arriba para que no nos detecten. Neji, ¿cuál es el rango de tu byakugan?
—Estamos demasiado arriba —negó el susodicho con el ceño fruncido—. Mi byakugan se especializa en los detalles cercanos, al contrario que Hinata.
—Está bien, mandaré a otra invocación para observar de más cerca —le dijo ella, sin problema alguno.
Invocó a un pájaro nativo de la zona, dando gracias por haberlo pensado, y lo envió delante de ellos.
—Deberíamos bajar justo en frente —le sugirió Shikamaru, hablándole en la oreja—. Así no caeremos en ninguna posible trampa.
Seina usó un par de encantamientos para que no los percibieran y luego aterrizó tras una colina. Echó un vistazo a su equipo, viendo que estaban bien, y les indicó que esperasen mientras recopilaba la información necesaria. Usó a un par más de invocaciones para aligerar la faena y, al poco rato, los vio.
—Son 4 personas. Tienen bandas ninjas de Otogakure. Parece que llevan a Sasuke dentro de un baúl blanco.
—¿Alguien reconocible? —preguntó Shikamaru.
—No. Parecen todos ninjas de rango medio. No nos ganan en número. Igualmente, Naruto y yo usaremos clones para nivelar la pelea si fuera necesario, pero intentaría usar el factor sorpresa y hacerlos caer en una trampa. También usaría tapones. Por lo que sé de las habilidades de mi rival en los exámenes de chunin usan el sonido para atacar. Shikamaru, ¿algo que decir?
—Es problemático —suspiró él—. No sabemos nada certero de sus habilidades. Concuerdo contigo en tomarlos desprevenidos. ¿Cuánto tiempo tenemos hasta que lleguen a nuestro punto?
—Quizás 10 minutos así que pongámonos manos a la obra. Tomad. Tapones —les entregó los tapones conjurados por si acaso.
Dejaron a Neji escondido en la copa de un árbol para que fuera su vigía mientras los demás preparaban el terreno. Seina usó por primera vez los kunais de su padre, envolviendo el claro en puntos estratégicos, y apostó a varias de sus invocaciones más pequeñas para que le dieran visión en todos los ángulos posibles. Shikamaru modificó el terreno con la ayuda de Kiba para crear las sombras que él quería mientras que Naruto escondió a un montón de clones en los árboles, y rodeando el perímetro.
Vieron como Neji les indicaba que se acercaban, en silencio. Ella se encargaría de recuperar a su compañero de equipo mientras los demás combatían con los ninjas, de ser necesario. En cuanto los tuvieron encima hizo una señal y Shikamaru los atrapó con sus sombras. El baúl con Sasuke dentro cayó al suelo. Justo cuando iba a hacerse con el baúl saltando con el hiraishin hasta él, alguien los atacó por la espalda apareciendo de la nada. Era un desconocido de aspecto enfermo. Vestía de blanco, tenía el cabello blanco y la piel pálida como la nieve. Sinceramente, parecía a punto de irse al otro barrio. Sin embargo, las apariencias engañan.
—¡Cuidado!
Seina creó una barrera de tierra entre ambos, protegiendo a su equipo de las armas del desconocido.
—¿¡Eso son huesos!?
—¡Atentos a Sasuke! —les llamó la atención ella.
—Demasiado tarde —dijo una voz al otro lado de la barrera.
El chico saltó por los aires, esquivando todas sus trampas, en dirección a Sasuke. Seina usó el hiraishin para llegar antes y luego intercambió a uno de sus clones por el baúl justo en el mismo momento que el desconocido se posaba encima de él.
—¡Ya no puedo retenerlos! —gritó Shikamaru con voz exhausta y nerviosa.
—¡Mocosos de mierda! ¿¡Creéis que somos unos ninjas cualesquiera!? —gritó un tío canoso vestido de lila.
Seina regresó con su equipo cargando con Sasuke.
—Cubridme —les ordenó.
Vio como el baúl estaba sellado con fuinjutsu. Maldición. Notó la mirada de Naruto y Shikamaru mientras Kiba y Neji hacían frente a los desconocidos.
—¿Puedes abrirlo?
—Está sellado con fuinjutsu. Voy a tardar un rato en sacarlo.
—¿Está ahí seguro?
—Afirmativo —dijo Neji.
Podía notar la runa localizador en su interior y sabía que no podrían haberle sacado el pendiente así que, lógicamente, Sasuke estaba adentro.
—¡Ataque entrante!
—¡Replegaos! —gritó ella. Le hicieron caso, saltando a su lado, y volvió a alzar otra barrera.
Notó como el ataque de lo que parecieron ser un montón de flechas solo era una distracción. Naruto cogió a Neji y al baúl al percibir sus órdenes y ella cogió a Shikamaru y a Kiba. Vio como su hermano saltaba en el aire, esquivando el ataque por el costado derecho, al mismo tiempo que ella caía al otro lado del claro usando el hiraishin con 2 pasajeros. Por desgracia para Naruto, el nuevo y quinto miembro estaba esperando justamente eso. Los vio desaparecer bosque adentro, perseguidos también por el ninja que había lanzado las flechas. Maldijo mentalmente al darse cuenta de que los estaban separando.
—Kage bunshin no jutsu —invocó 20 clones para dejarlos con Kiba y Shikamaru.
—¡Ve tras ellos! —le indicó Shikamaru cuando comprendió sus intenciones.
—¡Oh, no! ¡Tú no vas a ningún lado! —dijo un ninja que le sacaba 4 cabezas tanto de alto como de ancho.
Se abalanzó sobre ella con el puño cerrado alzado, dispuesto a quitarla del camino de un golpe. Seina no usó el justu de teletransportación sino que dejó que se acercara a ella y cuando estaba a punto de impactar con su puño usó la maldición mortal a boca jarro. El ninja no tuvo ni tiempo a abrir los ojos del pánico que cayó muerto al suelo, para el atónito de todos los presentes. Esquivó el puño usando el hiraishin antes de que impactara con su cara, a apenas un centímetro de distancia.
—¡Jirobo! —gritó una voz femenina—. ¡MALDITA SEAS!
—Hey. Vosotros dos pelearéis con nosotros —les llamó la atención a sus espaldas Shikamaru.
Los dejó atrás, corriendo a toda velocidad tras Neji y Naruto. Siguió el pensamiento de su hermano y vio como Neji había sido separado de su Naruto por el camino. Invocó unos pocos clones para que ayudaran a Neji y siguió camino al norte. Por suerte podía ver la pelea de Shikamaru mediante a sus invocaciones así que mandó a un par de pájaros en dirección a Neji por si necesitaba más ayuda.
—…-sengan! —escuchó con sus propios oídos. Supo que su hermano estaba cerca—. ¡DEJA DE SACARTE HUESOS!
Seina apareció en otro claro, este mucho más grande. Vio al chico enfermo usando sus huesos como armas con asombro. El baúl con Sasuke estaba apartado a un lado, esperando a ser cogido por el ganador. Naruto la vio aparecer e intercedió cuando el desconocido se abalanzó sobre ella. Dejó que lucharan mientras ella se acercaba al baúl. Examinó como pudo el fuinjutsu pero, a pesar de ser experta en runas, no tenía mucho conocimiento en sellos ninjas. Maldijo de nuevo en su mente. Usó las gafas conjuradas de rayos X para, por lo menos, asegurarse de que estaba su compañero de equipo allí adentro sano y salvo.
Le vio inconsciente, recostado sobre el interior de su caja. Tenía la respiración algo irregular y parecía estar sudando copiosamente pero, salvo eso, parecía bien. Seguramente le habrían drogado para que no se despertase antes de tiempo. Se estrujó la cabeza pensando cómo podría sacarle sin deshacer el fuinjutsu. Estaba claro que no podía usar el chakra sin saber las consecuencias que tendría sobre Sasuke así que se decantó por su magia. Pensó en invocar a Sasuke usando su pendiente de forma inversa y conectándolo a ella. Luego pensó en protegerlo mientras destruía el baúl y mandaba a la mierda las consecuencias hasta que percibió el pensamiento de Naruto de si no podría abrir el baúl con su magia.
—Pues claro… Menuda idiota soy —dijo en un susurro y usó el alohomora para abrir el baúl.
Vio como el fuinjutsu intentaba resistirse a su encantamiento pero, finalmente, se desvanecía ante el poder de su magia. El baúl se abrió. Sacó corriendo a Sasuke y destruyó el contenedor por si acaso. Supo entonces que debió ser un simple fuinjutsu para cerrar el baúl, de lo contrario, no las tenía todas consigo.
—¡Cuidado Seina! —le gritó Naruto. Se apareció a lo lejos con Sasuke en brazos a la vez que el árbol bajo sus pies explotaba—. ¡Teme!
—Encárgate tú de este, Naruto. Voy a examinar a Sasuke y luego a ayudar a Neji.
—Hecho.
Activó el brazalete de Sasuke y el suyo y se adentraron en el bosque. Subió a un árbol y dejó a su compañero de equipo tumbado. Usó un hechizo diagnóstico para ver qué le sucedía y comprobó cómo efectivamente estaba drogado hasta las cejas. Por suerte, no parecía que fuera a afectarle negativamente. Simplemente debía pasarse el efecto del somnífero. Le curó las pocas heridas que tenía, dándose cuenta de que estaba prácticamente inmaculado. Las leves heridas defensivas demostraban que se había intentado defender pero, obviamente, le habían sorprendido en el hospital cuando no tenía sus armas encima. Ni siquiera tenía su riñonera. Había sido un gran plan, para qué negarlo.
Sacó su maletín empequeñecido y lo dejó adentro con un par de clones. Uno para cuidar de él y otro para que se desvaneciera informándole a ella sobre si Sasuke sufría complicaciones. Salió en busca de Neji y le encontró malherido, pero en pie todavía. Tenía el byakugan activado y parecía estar peleando con un tío medio araña. Los ninjas estaban locos… Uno de sus clones se desvaneció reportando información. Alzó una ceja al darse cuenta de que usaba la telaraña que había por todos sitios para moverse así que cogió el hilo más próximo y usó un hechizo de fuego para destruirlas.
—¿Cómo estás? —le preguntó Seina, apareciendo a su lado. Neji ni la miró.
—¿Has destruido todas sus telarañas? —le preguntó.
—Sí —le puso una mano en la espalda y empezó a curarle.
—Gracias. Está escondido en alguna parte. Está usando mi punto ciego —le informó.
—Lo sé —dijo ella, que con su visión hechizada podía ver su aura perfectamente—. Puedo notar su presencia. Está a tus 5.
Neji se giró con la palma cargada de chakra al mismo tiempo que ella usaba el primer jutsu de agua que aprendió para arrancar el árbol sobre el cual estaba posado su enemigo de cuajo.
—Sal. No puedes esconderte de nosotros —le dijo ella calmadamente.
—Eso habrá que verlo… —escuchó el susurro de los árboles.
—¡A tus 6!
Neji desvió la flecha que intentaba darle en su punto ciego y Seina se desapareció detrás del ninja. Vio cómo se daba la vuelta al notarla en su espalda, pero fue demasiado tarde. De una patada lo lanzó hacia Neji, quien le esperó con una sonrisa maliciosa en los labios y el junken en las manos preparado para combatir en su terreno. Vio como Neji saltaba en su dirección, desactivándole unos cuantos tenketsus de su brazo derecho.
—¡ARGH! —intentó saltar hacia atrás, pero ella saltó a su encuentro de nuevo, enviándole de vuelta a Neji—. ¡AAH! ¡Maldito mocoso!
—No eres tan fuerte ahora que estás en mi rango, ¿verdad? —le preguntó Neji, cerrándole más puntos de presión de su torso.
De repente, el ninja de Otogakure sacó una flecha de su mano izquierda, la única que podía mover, e intentó clavársela a Neji en su costado derecho. Aun así, la visión de Neji fue suficiente para alertarle de lo que iba a suceder y el ninja salió despedido en los aires de un kaiten. Seina, aburrida, lo volvió a empujar a la técnica de Neji con sus clones. Sus invocaciones se desvanecieron al impactar con el kaiten, no sin antes asegurarse de que la cara de su enemigo se estampaba contra el chakra de su aliado. Vio como Neji aprovechaba, al salir de la técnica, para rematarlo con un par de dedos en la frente. El ninja enemigo se contrajo un par de veces y luego cayó de espaldas, sangrando por la nariz, la boca, los ojos y los oídos. Ugh.
—¿Situación? —preguntó Neji, recuperando el aliento y saltando a su lado.
—Tengo a Sasuke. Naruto está combatiendo al del pelo blanco. Shikamaru y Kiba estaban con la chica y el de lila. El otro está muerto... —pestañeó recopilando la información que acababa de recibir—. Vamos. Mis clones me acaban de informar de que la chica ha muerto, pero Kiba necesita ayuda médica. Déjame un segundo que recoja este cadáver.
—¿Y Naruto?
—Puede apañárselas —le dijo ella, que sabía que Naruto tenía un traslador anclado a ella si necesitaba huir—. Coge mi mano.
Neji le hizo caso sin dudar. Aparecieron acto seguido en el anterior claro mediante el uso del hiraishin. Vio como Shikamaru estaba luchando con el último contrincante mientras que Kiba parecía estar recuperando el aliento. Akamaru estaba en el suelo, inconsciente o muerto.
—¡Seina! ¿¡Puedes curar a Akamaru!? —le suplicó Kiba al verlos llegar.
—Neji, ayuda a Shikamaru. Yo me encargo de Kiba y Akamaru —ordenó, arrodillándose al lado del perrito.
Usó un par de hechizos diagnósticos para ver quién necesitaba más ayuda. Vio que Kiba tenía un par de costillas rotas, pero Akamaru parecía estar en peor estado así que dejó que un clon se encargara de su compañero y ella se encargó del perro. Tardó unos minutos en colocarle en su sitio los huesos desplazados y en curarle los huesos rotos con un iryo ninjutsu. Paró también una hemorragia interna leve y le cerró el corte en una de las orejas. Vio como había consumido algún tipo de sustancia así que no osó darle nada por los posibles efectos secundarios. Usó su magia para darle energía al perrito, pero dejó que descansara.
—Estará bien —le informó a Kiba y éste ahogó un llanto—. ¿Cómo te encuentras?
—Mucho mejor. Gracias. ¿Qué ha pasado con los demás?
—Hemos recuperado a Sasuke. Naruto está combatiendo con otro de ellos. Solo queda este vivo —le indicó con la cabeza al ninja partido en dos. Sacudió la cabeza al verlo—. Recojamos a los cadáveres. Quizás le sirva de algo a la aldea.
—Entendido.
Cogieron a la chica y a la montaña que había matado ella y lo metieron en el pergamino de los muertos. De repente, alzó la cabeza al darse cuenta de que Naruto no estaba solo. ¡Estaba con Gaara! Suprimió una sonrisa al darse cuenta del cambio del pelirrojo. Entonces sus invocaciones captaron a Temari y a Kankurou en el bosque, dirigiéndose a su dirección. Menuda casualidad.
—No estamos solos… —sonrió ella.
—¿Eh?
Justo cuando Kiba abría la boca para preguntarle de qué hablaba un gran vendaval se llevó por delante a las mitades del enemigo. Escuchó el sonido de las marionetas abalanzarse sobre una mitad. Neji y Shikamaru se cubrieron la cara, protegiéndose de las hojas y la tierra, saltando de allí en cuanto pudieron.
—¡Menuda sorpresa! —exclamó una voz femenina—. No pensaba que fuera a verte tan pronto, Nara.
—¿Qué hacéis aquí? —le preguntó Shikamaru.
—Por suerte estábamos llegando hoy a Konoha así que nos ha pedido ayuda vuestra Hokage —contestó Kankurou—, aunque no creo que os hiciera mucha falta…
Seina aprovechó el momento de charla para decapitar a la última mitad, que se estaba levantando, apareciéndose a su lado con la ayuda de los kunais de su padre y blandiendo el wakizashi afilado con su magia capaz de cortar hasta un árbol en dos. Sintió unas miradas en su cogote mientras guardaba los cadáveres en su pergamino.
—Gracias por la ayuda —les dijo, a pesar de que no habían servido más que de distracción—. Me alegra veros en mejores condiciones.
Temari y Kankurou asintieron, con expresión seria pero cordial.
—Lamentamos mucho lo que pasó.
—Eso es agua pasada —le restó importancia con la mano—. Después de todo, yo os arresté y os entregué al departamento de interrogación.
Kankurou, Shikamaru y Kiba soplaron una risa al escucharlo. Temari sonrió. Miró en dirección a Naruto, viendo como acababan de vencer al último enemigo.
—Gaara debe estar con tu hermano.
Ella asintió. Recogió todos los kunais, salvo uno.
—Será mejor que recojamos todas las trampas —les dijo—. Voy a por los demás. Quedaos aquí. Nos vemos en seguida.
De paso, aprovecharía para sacar a solas a Sasuke de su maleta. Apareció en el otro claro. Contempló con una ceja alzada como todo estaba lleno de arena y como el enemigo estaba muerto en el suelo. Naruto parecía hasta culpable de verlo sin vida.
—Estaba enfermo, nee-chan —habló sin tan siquiera girarse a verla—. ¿Cómo ha podido enviarle el bastardo de Orochimaru? ¡Estaba al borde de la muerte!
—No creo que le importe mucho a Orochimaru su gente —suspiró ella. Observó cómo Gaara la miraba al andar hasta su lado, inclinando la cabeza en su dirección—. Hola Gaara. Me alegra verte de nuevo.
—Seina… Quería veros a ti y a tu hermano para daros las gracias. Ayudaros es lo mínimo que podía hacer.
—No tienes que darnos las gracias —sonrió ella—. Eso es lo que hacen los amigos, ¿no?
—…Sí —sonrió levemente Gaara.
Los 3 miraron el cuerpo sin vida de su enemigo. Otro niño usado en manos de un adulto sin escrúpulos ni remordimientos. Le metió dentro del pergamino con cuidado. Casi no quería entregarlo a Konoha, sabiendo lo que iban a hacerle, pero tampoco quería dejarle allí solo como si no valiera nada. Al final, decidió cogerlo ya que, a pesar de ser joven, había querido matar a su hermano y seguía siendo su enemigo.
—¿Dónde está Sasuke? —le preguntó Gaara.
—Está en ese árbol. Está durmiendo. La droga tardará poco rato en dejar de hacerle efecto.
A pesar de que habían podido recuperarle sabía que Orochimaru no descansaría hasta hacerse con él. Solo por eso quería irse de allí lo antes posible. Naruto, sintiendo su preocupación, se puso recto.
—Vamos. Debemos regresar con los otros y volver a la aldea.
—¿Qué vais a hacer vosotros? —le preguntó Seina a Gaara.
—Nuestras órdenes eran apoyaros en combate —casi se encogió de hombros—. Supongo que deberíamos regresar a Suna.
—¿Por qué no venís con nosotros a Konoha? —le ofreció ella—. Seguramente Tsunade-sama prefiera hablar con vosotros en persona y así podríais descansar.
—Si no os importa, creo que aceptaremos la oferta.
—¡Genial! —exclamó Naruto—. Cojamos al teme y marchémonos de aquí.
Naruto puso a Sasuke sobre su hombro como un saco de patatas y luego le cogió de un brazo. Gaara aceptó su otra mano con algo de asombro, como si fuera la primera vez en mucho tiempo que iniciara un contacto físico por voluntad propia, y ella usó el hiraishin de nuevo. Aparieron en menos de un segundo al lado de Shikamaru y los demás, que pegaron un bote al verlos. Seina recogió el último kunai.
—Gaara ha aceptado regresar con nosotros a Konoha —les informó a todos—. Dejad que os cure las heridas y luego volvamos.
—¿Vamos a volver volando de nuevo? —preguntó con una sonrisa algo excitada en labios Kiba mientras veía como comprobaba que los demás estaban bien.
—¿Volando?
—Muy largo de explicar. Kuchiyose no jutsu.
Invocó de nuevo su dragón. Shikamaru ignoró los gritos temerosos e incrédulos de Temari y Kankuro y subió detrás de ella, seguida por su equipo y Naruto cargando en brazos a Sasuke. Gaara solo pestañeó un par de veces y subió a su lado de un salto. Dio un último vistazo al claro, comprobando que todo había vuelto a la normalidad, y alzó el vuelo. Llegaron a Konoha en poco tiempo. Por suerte, nadie había muerto ni estaban malheridos así que dejó que recuperaran fuerzas en silencio mientras el equipo de Suna intentaba comprender que estaban volando sobre un dragón que, supuestamente, no debía existir.
Paró cerca de la aldea y devolvió su invocación a la maleta.
—¡Nee-chan, creo que se está despertando! —le informó Naruto.
Todos se giraron a mirar cómo Sasuke se empezaba a revolver en los brazos de su hermano, quien le dejó en el suelo con cuidado. Seina le tocó la frente con un jutsu médico, pero comprobó que simplemente se estaba despertando. Le curó el dolor de cabeza antes de que pudiera abrir los ojos.
—¿Sasuke? ¿Puedes oírme?
—Ugh… ¿Qué demonios ha pasado? —preguntó el susodicho con la voz cogida.
—Te han secuestrado, pero ya estás a salvo —le aseguró—. Estamos cerca de la aldea.
Se incorporó como pudo, con la ayuda de Naruto, y aceptó el termo de agua que ella le entregó. Tosió un poco y le devolvió la botella. Le ayudó a levantarse y, entre Naruto y ella, le ayudaron a caminar hasta que pudiera quitarse totalmente el efecto de la droga.
Notes:
¡Hey!
Me he dado cuenta de que, quizás, debería poner algunas etiquetas con advertencias para no herir la sensibilidad de nadie. Es por eso que he cambiado la categoría a "explícita" y he añadido algunos tags más.
De antemano, diré que casi todos los capítulos tienen la posibilidad de que muera alguien así que voy a pasar de añadir esta advertencia antes de cada capítulo, pero tenedlo en cuenta. Después de todo, son ninjas y yo estoy intentando escribir una historia lo más realista posible. Revisaré la historia desde el inicio poniendo una advertencia en el primer capítulo.
Lo que sí que pondré son advertencias previas al capítulo relacionadas con tortura explícita, violaciones, sexo y alguna cosa más.
Podéis escribirme en los comentarios si tenéis alguna duda o pregunta, pero, de momento, no se me ocurre nada más.
¡Os dejo con otro capítulo!
Chapter 28
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Para su poca sorpresa, Kakashi-sensei salió de una rama nada más verlos a lo lejos. Los esperó al borde de la entrada. Su habitual postura despreocupada brillaba por su ausencia, así como el libro porno y el rostro sereno. Fruncía el ceño con los brazos cruzados, recto como una tabla de planchar.
—Demonios. Kakashi-sensei parece que va a salir corriendo si no nos damos prisa —le susurró Naruto, aun sabiendo que su maestro los podía escuchar perfectamente.
—Veo que habéis regresado todos a salvo —les sonrió el chunin de la puerta—. Buen trabajo. El registro.
Seina y los demás se registraron. Nada más dejar la pluma en la mesa Kakashi-sensei estaba allí a su lado para examinarlos a los 3 con ojo de halcón y luego, como si lo hiciera a mala gana, paseó su único ojo por los demás.
—Estamos bien —rodó los ojos Naruto.
—Es verdad —asintió Seina cuando vio como Kakashi-sensei la miraba a ella—. Sasuke debería ir al hospital por si la droga que le han administrado tiene algún efecto secundario pero, por lo demás, no ha pasado nada.
—Bien hecho, equipo —los felicitó, relajándose—. Llevaré a Sasuke al hospital. Id directamente a la torre de la Hokage.
Seina y Naruto le entregaron a Sasuke y vieron como desaparecía en dirección al hospital. Se giró a mirar a los demás, que miraban algo sorprendidos la escena.
—¿Os ha estado esperando todo el rato aquí? —preguntó Kiba.
—Tal vez… Estaba allí cuando Tsunade-sama nos dio esta misión así que sabía el peligro que podríamos correr.
—¿Peligro? —preguntó Neji.
—Quién intenta secuestrar a Sasuke es Orochimaru —les dijo ella, para la incredulidad de los otros—. Podríamos habernos encontrado con él.
—¿Y por qué mandarnos a nosotros? ¿A 2 chunin y a unos cuantos genin?
—Falta de efectivos —contestó Shikamaru sin tener que pensarlo—. Y quizás unos cuantos factores más…
—El caso es que estamos a salvo, hemos recuperado a Sasuke y hemos derrotado a 5 enemigos. No tiene sentido preocuparse más por ello —tranquilizó ella, caminando aldea adentro—. Vamos. Cuanto antes hablemos con Tsunade-sama, antes podemos ir a comer algo.
—¡Yatta! ¡Estoy deseando comerme un bol de ramen!
—¡De eso nada, Naruto! —gritó Kiba—. ¡Los demás también tenemos que caber en el restaurante!
—Por cierto, ¿cómo está Akamaru?
—Ha recuperado la consciencia. Está mucho mejor.
Escuchó como Naruto, Kiba y luego Kankurou discutían sobre dónde iban a comer mientras los demás caminaban en silencio delante. Vio como Temari y Gaara observaban la aldea con mucha más curiosidad que la última vez. Cuando entraron en la torre de la Hokage no los hicieron esperar. Estaba claro que Tsunade-sama estaba esperando su regreso.
—Me han dicho que Sasuke está en el hospital. Vivo. Buen trabajo equipo —les sonrió la Hokage—. Seina, informe.
Dio un paso al frente y empezó a explicarle lo que había sucedido de forma concisa y eficaz. Le entregó también el pergamino con los cuerpos para que los estudiaran y aceptó la nota para que recibieran su paga de la misión de rango B. Tsunade-sama, después de escuchar su reporte, se levantó y los examinó uno a uno, dándoles el visto bueno.
—Los has curado, ¿no es así? —le preguntó retóricamente viendo los desgarrones en la ropa—. Buen trabajo. Equipo de Sunagakure, una vez más gracias por vuestro apoyo. Podéis tomaros el día de descanso y regresar mañana a Suna, si lo preferís.
—Muchas gracias, Hokage-sama. Aceptamos la oferta —le agradeció Temari, cuando vio que Gaara no pensaba hablar.
Se fueron de la torre de la Hokage a recoger sus pagas. Naruto y Kiba no podían parar de sonreír al darse cuenta del dinero que iban a cobrar por unas cuantas horas de misión.
—¿Vais a ir al hospital? —le preguntó Neji—. Voy a ir a ver a Lee, si queréis acompañarme.
—Sí. Si queréis podemos quedar en una hora para cenar —les propuso ella—. Así nos dará tiempo a refrescarnos y a hacer lo que debamos hacer.
—¿Quedamos en el yakinuku entonces? —bostezó Shikamaru.
—¿Por qué no nos enseñas la aldea? —le pidió Temari a Shikamaru—. La última vez no vimos nada.
—…Problemático —suspiró Shikamaru, pero aceptó de mala gana—. Nos vemos allí en una hora.
Se despidieron cada uno por su lado. Neji, Naruto y ella fueron al hospital sin prisas. Cuando llegaron, Neji se fue en dirección a la planta de operaciones mientras que ellos esperaron en la sala de espera. Curiosamente, Kakashi-sensei no estaba allí.
—¿Crees que estará con el teme?
—No me extrañaría. Le han secuestrado en este mismo sitio…
Naruto frunció el ceño al escucharlo, mirando a todos lados con paranoia. Seina, no obstante, sabía que justamente en ese preciso instante el hospital debía ser mucho más seguro que antes. Estaba claro que tanto Tsunade-sama como los ninjas pertinentes habrían peinado el edificio de arriba abajo. Unos 10 minutos más tarde aparecía de nuevo Neji, con una leve sonrisa en los labios.
—¿Cómo está el cejotas?
—La operación ha ido bien. Se está recuperando —les confirmó—. Al parecer le ha suplicado a Tsunade-sama que le dejara ir en nuestra ayuda, pero no le han dejado salir del hospital, para su desgracia.
—No me extraña. Lo último que querría Tsunade-sama es que volviera a lesionarse el mismo día que le ha operado.
—¿Y qué hay de Sasuke?
—Ni idea —masculló Naruto, cruzándose de brazos—. Tampoco está Kakashi-sensei.
—Estarán haciéndole pruebas. Hemos quedado en el yakinuku dentro de media hora. Si quieres puedes ir a cambiarte de ropa mientras tanto.
Neji se miró el uniforme y asintió. Pocos minutos después de su partida apareció Sasuke, caminando por su propio pie, acompañado de Kakashi-sensei. Llevaba puesta la ropa con la que salió de casa, también su riñonera y sus armas. Si no hubiera vivido las últimas 4 horas no hubiera pensado que le habían secuestrado durante su chequeo médico.
—¿Y bien? —preguntó impaciente Naruto.
—Estoy bien, dobe —rodó los ojos Sasuke, irritado—. Ya no queda rastro del somnífero.
—Al parecer le querían intacto así que no le han hecho nada —les dijo el jonin escuetamente.
—¿Y cómo le han secuestrado en el hospital? —preguntó ella.
—Alguien usó un genjutsu para dormir a las enfermeras que preparaban los boxes para el chequeo y luego se hicieron pasar por uno de los sanitarios.
—Era un genjutsu sonoro —suspiró Sasuke—. A penas pude darme cuenta y empezar a defenderme cuando me pincharon en el cuello con una aguja.
—Seguramente fue la chica. Usaba genjutsus con su flauta. ¿Y ahora está seguro en la aldea?
—Sí. Luego os cuento.
—Genial. Vamos a ir a cenar con el equipo —le informó Naruto, con poco tacto.
—Lo he pillado —rodó los ojos Kakashi-sensei también, pero no pudo suprimir su sonrisa—. Os esperaré en casa.
Mientras caminaban hasta el restaurante, esta vez con Sasuke en medio a decisión de Naruto y ella, Seina empezó a cavilar sobre Orochimaru. Si Itachi era inocente, y tenía toda la pinta, y había visitado la aldea con la excusa de capturar a su hermano y a ella para cerciorarse de la seguridad de Sasuke… ¿por qué no pedirle ayuda contra Orochimaru? Podía usar una de sus invocaciones para buscarlo y entregarle una carta. Lo único que podía suceder era que se negara a hacer nada al respecto o, por el contrario, que hiciera algo para remediarlo. Lo mirara como lo mirara, no podía intuir nada negativo de avisar a Itachi de lo que pasaba en Konoha. Si es que no lo sabía ya…
—¿En qué estás pensando? —le preguntó Naruto, mirándola de reojo.
—Luego.
Sasuke la miró de soslayo también pero, como tenían la conexión al mínimo para darse espacio, no supo realmente qué estaba pensando. Llegaron 5 minutos antes de la hora al restaurante, pero vieron que tanto los hermanos de Suna, Shikamaru como Kiba ya estaban presentes. El único que faltaba era Neji, que apareció a la hora acordada con ropa nueva y el cabello húmedo.
—Suertudo… —murmuró Shikamaru por lo bajo con envidia.
Temari y Kankurou estaban hablando animadamente con Kiba, quien había dejado a Akamaru en casa o en el veterinario, mientras Gaara miraba por la ventana con rostro pensativo.
—¿Cómo estás? —le preguntó Neji cordialmente a Sasuke.
—Bien —y eso fue todo ante el tono irritado de su compañero de equipo.
—Seina y Naruto te rescataron en seguida —le informó algo divertido Shikamaru, observándola con ojos fijos—. Creo que podrían haberlo hecho sin nuestra ayuda, para serte sinceros.
—Hn.
—¡Hey! ¡Nosotros también ayudamos!
—Kiba, no seas idiota. ¿Acaso no viste como se desplomó muerto ese ninja sin que Seina le tocara? —rodó los ojos Shikamaru y luego la miró a ella—. Me pregunto cómo lo hiciste.
—Obviamente con un jutsu —dijo ella sin problemas, mirando la carta—. Hablando de jutsus letales… ¿No fuiste tú quién ejecutó a la chica? Vi como tenía el cuerpo lleno de agujeros. Solo pudiste ser tú con tus sombras.
Shikamaru y Seina se miraron fijamente, el uno delante del otro. Shikamaru sonrió pareciendo menos cansado que nunca. Seguramente sabía que ese “jutsu” tenía algo raro, quizás era otra pista más para él sobre el puzle que Seina presentaba tan interesantemente ante Shikamaru. Tarde o temprano, si no lo había hecho ya, deduciría que tenía otros poderes. Shikamaru era un genio, después de todo. Los demás miembros de la mesa observaron en silencio como se retaban con los ojos, sin abrir la boca.
Notó como tanto Sasuke como Naruto se inclinaban en su dirección sin darse cuenta, a punto de defenderla de ser necesario. Naruto irritado y Sasuke malhumorado. Shikamaru vio la expresión de su hermano primero, que claramente tenía el ceño fruncido en su dirección, y luego la postura rígida de Sasuke. Lo más interesante fue la mirada de soslayo de Gaara, sentado en diagonal, puesta en Shikamaru. Se encogió perezosamente, como era habitual en él, y eso fue todo. Kankurou suspiró hondamente.
—¿Qué demonios ha sido eso?
—Nada. Solo tenía curiosidad.
—Qué curiosidad más tensa —se quejó a modo de broma.
—Déjalo idiota —le dijo su hermana, rodando los ojos—. ¿Y bien? ¿Cuál es el mejor plato de la carta?
Cenaron y charlaron durante un par de horas. Neji parecía haberse quitado el palo del culo gracias a su derrota contra Naruto. Kiba, por otro lado, parecía ligeramente más calmado respecto al niño arrogante de los exámenes. Temari y Kankurou, al contrario, se habían quitado un obvio y grandísimo peso de encima mientras que su hermano, Gaara, ya no parecía un homicida al borde de un brote psicótico sino alguien en busca de redención. Casi no podía creer lo que había cambiado todo en menos de un par de meses.
—No sé vosotros, pero yo estoy rendida —dijo ella bostezando, un rato después cuando acabaron de comer.
—Y yo. Voy a ir a ver a Akamaru —asintió Kiba con rostro preocupado—. No ha estado mal la cena, tenemos que repetirla.
—Nosotros vamos a ir a la posada —se despidió Temari—. Nos marcharemos mañana por la mañana a las 8.
Se fueron despidiendo, cada uno yendo por su lado. Contempló las calles llenas de vida a pesar del cielo oscuro. Curiosamente no se sentía desprotegida dentro de la aldea, a pesar de que hubieran secuestrado a Sasuke dentro. Ahora que ya había pasado de nada servía ponerse a llorar. Lo único que tenían que hacer era remediarlo por si volvía a pasar y sabía cómo hacerlo fácilmente.
—Vamos. Quiero saber lo que sabe Kakashi-sensei —les instó Naruto.
—Después de esta charla voy a dormir tan fuerte —gimió ella, acordándose de que al día siguiente tenía la mañana libre para holgazanear.
Vio como Sasuke tenía los puños apretados, sintiéndose igual de irritado y enfadado que hacía horas. Odiaba que lo hubieran pillado desprevenido y hubiera tenido que ser rescatado. Sabía que él no iba a holgazanear mañana. Le imaginaba entrenando con más ímpetu si cabe para evitar volver a sentirse igual de indefenso. Lo cierto es que, de no haber caído en el genjutsu, se habría podido escapar fácilmente. Ya fuera combatiendo con ellos o usando el brazalete.
—Quiero uno de esos pendientes que tiene Kakashi-sensei —le pidió escuetamente Sasuke.
—Está bien. Mañana te pondré otro —aceptó ella sin cuestionarlo, sabedora de qué pendiente hablaba.
Sasuke había caído en un genjutsu a pesar de ser un Uchiha con el sharingan y de haber entrenado para no caer justamente en una ilusión. Debía de hervirle la sangre al pensarlo. Lo que había pasado esta tarde corroboró su teoría de que el genjutsu que no fuera “óptico” era incluso más peligroso. Sasuke no se había dado cuenta de lo que estaba sucediendo debido a que “nada” había cambiado, simplemente le habían hecho dormir manipulando su cerebro con una ilusión.
—Ah, chicos, ¿ya estáis aquí? Habéis tardado menos de lo esperado —los saludó Kakashi-sensei desde el sofá, cerrando su libro porno.
—Queríamos saber qué ha pasado mientras tanto —le explicó calmadamente antes de que Naruto pudiera abrir la boca para pedir respuestas como un energúmeno.
—Ya me lo imaginaba —suspiró Kakashi-sensei—. Como ya os he explicado, una persona se ha infiltrado en el hospital. Tsunade-sama ha ordenado que aumenten la seguridad de todo el edificio de aquí en adelante así que dudo que vuelva a suceder.
—¿Y por qué nos ha mandado a nosotros a rescatar a Sasuke con el potencial peligro que corríamos?
—Me temo que en la aldea tampoco estáis muy seguros, ninguno de vosotros. He estado investigando a Danzo a órdenes de Tsunade-sama. Los cabezas de departamentos con los que se reunió el otro día están enterados de todo y son de fiar, pero no saben cuántos topos puede haber en cada departamento ni quiénes son. Imaginad que Tsunade-sama hubiera mandado a un equipo para rescatar a Sasuke que resultara estar infiltrado por Orochimaru o Danzo —sacudió con la cabeza, suspirando—. Habrían saboteado la misión, dejando que pudieran escapar con él. De hecho, creen que es lo que puede haber pasado en el hospital. Alguien podría haber dejado que llegaran hasta Sasuke para sacarlo fácilmente del hospital. De no ser por vuestra conexión y por Naruto habríamos tardado mucho más tiempo en darnos cuenta.
—¿Y tú? Podrías haber ido tú —le preguntó Naruto.
—Eso es lo que hubiera preferido, pero alguien ha tenido que quedarse aquí para ver qué sucedía una vez se corriera la voz, extraoficialmente hablando, de que Sasuke había sido secuestrado. No quieren alertar a nadie de que se está investigando nada relacionado con la raíz así que decidieron darme esta tarea debido a que estoy al corriente, no soy un traidor y no trabajo en ninguno de estos departamentos.
—Tsunade-sama ha usado el secuestro de Sasuke como cebo para ver si alguien picaba…
—…¿Y? —preguntó impaciente Sasuke.
—Me temo que nada —dijo el jonin. Luego pareció pensar si decir algo o no—. Por lo que he escuchado Danzo ha estado intentando reclutar discretamente a un integrante de cada clan para sus fuerzas. Intentó reclutar a vuestro compañero de academia, Shino, hace unos años, pero no lo consiguió.
De repente, le vino a la mente Itachi. ¿Habría sido él reclutado por Danzo? ¿Cómo era posible que Danzo pudiera reclutar para su ejército paramilitar a shinobi de Konoha sin que los altos mandos de la aldea se dieran cuenta? A no ser, claro está, que el anterior Hokage hubiera estado al tanto de todo y hubiera mirado para otro lado o, por el contrario, hubiera sido tan incompetente que no se hubiera dado cuenta de nada, dándole carta blanca a Danzo igualmente. Era demasiado extraño, lo mirara como lo mirara.
—¿Por qué los clanes no se niegan a esta práctica? —le preguntó, dándose cuenta de algo muy importante—. Si Danzo tiene a un ninja de cada clan… ¿acaso no podría estar enterado de los secretos de todas las familias de Konoha?
—Es muy posible que así sea —asintió Kakashi-sensei, para la indignación de Naruto.
—Entonces, ¿sería posible que hubiera reclutado a Itachi para espiar a su clan y luego usara alguna información para chantajearlo?
—…También es muy posible —frunció el ceño el jonin—. De hecho, algo relacionado quería investigar. Quiero saber qué miembros de cada clan forman parte de la raíz y en qué misiones oficiales han participado y qué tipo de misión era. Suponiendo que toda la información esencial llega a oídos de Danzo tendré una buena idea sobre qué sabe de los asuntos restringidos de Konoha y en qué podría haber estado metido.
—¿Y no podríais interrogar a uno de los ninjas de Danzo? —preguntó Naruto.
—Para empezar, no sabemos quiénes son y, en segundo lugar, todos tienen un sello en la lengua que les impide largar los secretos de Danzo. Incluso la técnica de los Yamanaka no funciona ya que, seguramente, Danzo haya contado con la ayuda de uno de ellos para burlar su jutsu con el sello.
—¿Y yo? —le preguntó ella—. Podría intentarlo.
Kakashi-sensei la miró fijamente y suspiró de cansancio, cosa que le dio a entender que ya lo había pensado y que había apuntado esa posibilidad como último recurso. Ella sonrió ladinamente.
—Si no queda otro remedio te pediré ayuda. Aun así, primero debemos saber quiénes son los integrantes de la raíz. ¿Se te ocurre alguna forma de hacerlo, Seina?
—Eso es relativamente fácil —cortó ella—. Simplemente puedo leer los pensamientos de los ninjas o incluso podría usar como localizador el sello, si tuviera uno de muestra a mano.
—Intenta leer las mentes que puedas mientras haces vida normal, nada de ir en busca expresamente de ninjas desconocidos. Sobre lo segundo… mejor que no, todavía. ¿Podrías encontrar con tus poderes la base de Danzo sin exponerte?
—Seguramente. Usé este jutsu para encontrar la torre en el examen de chunin —conjuró un palo en forma de flecha de la nada y lo puso en la palma de la mano—. Esta en esa dirección.
Kakashi-sensei, Naruto y Sasuke vieron como la flecha giró en dirección sudeste. El jonin alzó la vista con una mirada cargada. Ella se deshizo de la flecha sabiendo qué quería.
—Ya sabes qué hacer.
—Me pondré a ello a partir de mañana —le prometió.
Solo necesitaba un mapa de Konoha y un hechizo. A medida que se fuera moviendo por la aldea podría ir cercando la búsqueda sin tener que ir a esa dirección expresamente. Haría lo mismo en el hospital y en la torre de la Hokage y en todos los sitios que pudiera usar el hechizo sin que nadie la viera. Se le acumulaban las cosas por hacer…
Al día siguiente, en lugar de holgazanear, se levantó con un gemido cansado. Para empezar, se acordó de que Gaara y sus hermanos se iban de la aldea así que fue a despedirlos junto con Shikamaru, para su sorpresa. Luego, se dedicó a hacerle el pendiente a Sasuke, quien se lo colocó sin mediar palabra, pero cargado de alivio antes de ir a entrenar con Naruto al jardín. Buscó el mapa de Konoha en sus archivos copiados de la biblioteca y descartó todo lo que había al oeste con el punto de origen siendo su casa. Se lo guardaría en la riñonera para cuando pudiera usar el hechizo discretamente.
Pasó la mañana en casa, a solas, añadiendo un baño en las habitaciones de Sasuke y Kakashi-sensei. Fue bastante fácil ya que solo agrandó el baño que compartían y luego partió en dos la estancia. Modificó la distribución para que la puerta se abriera dentro del dormitorio de Sasuke y luego creó otro baño para hacer lo mismo con Kakashi-sensei. Acabó incluso antes de que volvieran a casa.
Con una sonrisa, envió a un par de clones a preparar la comida mientras ella miraba el horario que hizo en su diario. Lo más urgente era pensar que le podía regalar a Naruto. Como ya no quería que perdiera el tiempo haciendo una maleta había descartado regalársela, así como la tienda de campaña mágica ya que era más bien algo necesario y no un regalo por placer. Sinceramente, estaba en blanco. Así la encontró Kakashi-sensei, mirando a la nada con el ceño fruncido sentada en el sofá.
—¿Qué sucede? —le preguntó sentándose a su lado y guardando el manuscrito que le regaló su hermano para su cumpleaños.
—Estoy pensando en qué regalarle a Naruto… —le confesó—. Algunas cosas me parecen útiles, pero no las encuentro un regalo como tal y luego hay otras cosas que sé que le gustarían pero que me parecen detalles más que regalos…
—En realidad, a quién tiene que gustarle el regalo es a tu hermano, ¿no? Por mucho que algo sea un simple detalle a tus ojos, si le gusta, ¿por qué no regalárselo?
—Supongo que sí —suspiró ella.
—Además, te quedan algo más de 15 días para comprarle algo. Seguro que se te ocurre algo.
—Hn. ¿Has pensado algo para regalarle? —le preguntó con curiosidad, viendo como sonreía—. Oh, eso es que sí.
—He hablado con Takeuchi. Le he pagado por adelantado una cantidad de dinero para que, a partir de su cumpleaños, pueda comer ramen gratis hasta el siguiente cumpleaños.
Seina empezó a reír al darse cuenta de que Kakashi-sensei era un genio y un trol a la vez. Había regalado a Naruto algo que sabía que iba a gustarle sin complicarse mucho la cabeza y, aun así, sabía que no debía haber sido barato pagarle la cuenta de ramen de un año entero. Además, por cómo había dicho lo de “hasta el siguiente cumpleaños” le hacía pensar que volvería a hacer lo mismo el año siguiente, ahorrándose pensar el qué regalarle de por vida.
—No sé por qué me sorprende.
Aun así, eso no significaba que estuviera más cerca de encontrar algo que regalarle a su hermano. Se derrumbó sobre el asiento del sofá con un incipiente dolor de cabeza y notó un toque en la pierna. Alzó la cabeza del cojín y vio como Kakashi-sensei se señalaba el regazo con algo de sorpresa. Se tumbó bien, en lugar de retorcida, y le puso las piernas por encima. Vio como sacaba de nuevo su manuscrito, leyendo el texto inédito y poniéndole una mano libre sobre las piernas como si nada.
A pesar de que debería estar pensando en el regalo de Naruto, no pudo evitar relajarse y dormirse. Se despertó de golpe, no supo cuánto tiempo después, escuchando las voces de Naruto y Sasuke discutir como siempre. Cogió un cojín para taparse la cabeza con un gemido de irritación, oyendo la risa contenida de Kakashi-sensei, quién todavía tenía su mano reposando sobre su tobillo y le había estado acariciando la pierna lentamente con el dedo pulgar.
—¡Ya hemos vuelto! —gritó Naruto, apariendo por la puerta.
—No hace falta que lo jures…
Kakashi-sensei volvió a reír silenciosamente, aunque pudo notarlo por el movimiento de su cuerpo.
—¿Qué hacéis ahí? —le preguntó su hermano, observándolos con una ceja alzada.
—Seina está intentando dormir, sin mucho éxito —le contestó calmadamente Kakashi-sensei, pasando una página del manuscrito— y yo estoy leyendo tu regalo.
—Uh. Pues yo me muero de hambre —se quejó Naruto.
—Vamos dobe. La comida ya está hecha —le indicó Sasuke desde la cocina—. Ten. Pon esto en la mesa.
Escuchó como Kakashi-sensei cerraba el libro, guardándolo, mientras Naruto y Sasuke ponían la mesa para comer. Se levantó en el último instante, sin quererlo, aceptando la mano de su maestro y ahogando un bostezo. Comieron tranquilamente pero, a pesar de su mañana relajada, nada iba a impedir que Kakashi-sensei los destruyera durante el entrenamiento de esa tarde.
—Iros a duchar —les recomendó el jonin, horas más tarde cuando ya era de noche—. Mañana tenéis un día más duro aún.
Naruto gimió de cansancio, pero los 3 le hicieron caso. Esa noche durmió como un tronco.
Notes:
¡Hey!
Aquí os dejo el último capítulo de esta semana.
Solo quería comentaros que ahora esta historia es parte de una serie. ¡Yay! Como veréis en la parte superior, o debajo de esta misma nota, podéis leer los "spin off" que voy a ir escribiendo a partir de la trama principal. Os he dejado una nota de autor en la parte inferior del primer spin off por si queréis más información.
¡Buenas vacaciones!
Chapter 29
Notes:
Advertencia: mención de negligencia/abuso de menores.
Chapter Text
A la mañana siguiente le tocaba turno en el hospital así que se fue de casa antes de poder ver a los demás. Cuando llegó allí, vio como Tsunade-sama estaba esperándola mientras charlaba con Sanoka. Nada más verla entrar por la puerta, sonrió en su dirección y la llamó con una mano.
—Buenos días, Seina. Estaba hablando con Sanoka sobre tu progreso —ella alzó una ceja, saludándola también y esperando algo más—. Dice que aquí haces un gran trabajo pero que no hay nada que te rete realmente.
—Aun así, me gusta el trabajo y tener experiencia —se encogió de hombros.
—Lo sé, es por eso que te he asignado como personal de emergencia de las plantas civiles junto con otros ninjas médicos pero, a partir de ahora, pasarás a la planta shinobi. De hecho, me gustaría que vinieras conmigo hoy a revisar un caso difícil ya que no pudiste estar presente en la operación de Lee.
—¿De qué se trata? —le preguntó mientras caminaban hacia otro lado del hospital.
—El paciente se llama Hayate Gekko. Supuestamente tiene una dolencia pulmonar crónica y, actualmente, está en coma inducido.
—¡Es el novio de Yugao! —exclamó ella, dándose cuenta de a quién iba a tratar.
—¿Le conoces?
—No. Conozco a su novia. De vez en cuando entrenamos kenjutsu. Está muy preocupada por él.
—Ya veo —sonrió Tsunade-sama, haciéndola pasar adentro—. Con un poco de suerte podremos saber que le sucede y curarle hoy mismo.
Llegaron a la habitación donde estaba siendo vigilado las 24 horas del día Hayate. Estaba en coma, como era de esperar, pero su tez era tan pálida que, si no fuera por su respiración y el sonido de su corazón en las máquinas, hubiera creído que estaba muerto. Tsunade-sama cogió el informe, mostrándoselo a ella para que pudiera leer a su lado. Seina leyó lo que estaba escrito atentamente.
—El paciente sufre de una dilatación anormal y persistente en los bronquios que remite cuando se le aplica tratamiento directo durante, al menos, unas semanas. Posiblemente esta alteración esté relacionada con la inhalación de gas tóxico hace al menos 5 años. La enfermedad cursa con tos crónica y expectoración productiva, sobre todo por la mañana.
Ojeó los valores de las analíticas, viendo que la mayoría eran normales salvo unos pocos. Para empezar, supo con lo que estaba leyendo que tenía una infección, seguramente en los pulmones. Podía deducirlo debido al historial de analíticas incluso antes de su coma inducido, donde la infección seguía presente. No era una médica cualificada, ni lo había sido en su anterior vida ya que nunca se presentó a los exámenes, pero recordaba leer algo de esto en una de las revistas médicas de Hermione. Si a eso le sumaba su nuevo conocimiento tenía una clara idea de lo que podía estar pasando.
—¿Y bien? —le cortó sus pensamientos Tsunade-sama—. ¿Qué podrías decirme?
—Que el gas tóxico que inhaló comprometió el aclaramiento mucociliar —le contestó puesto que todo apuntaba a eso—. Eso significa que la eliminación del moco no es eficaz y, además, estoy bastante segura que tiene una destrucción parcial o total de la pared bronquial cosa que supone infecciones recurrentes por contacto con las bacterias habituales inhaladas, lo que explicaría su analítica de sangre.
—…Bien visto —le dijo Tsunade-sama, observándola con sorpresa—. ¿Quieres valorarle tú primero?
—Claro.
Se acercó al paciente y usó primero iryo ninjutsu para intentar averiguar lo que le estaba pasando. En cuanto pasó su mano por encima de su pecho supo que estaba en lo cierto. Tenía los pulmones en muy mal estado. El gas tóxico le había destruido su capacidad para deshacerse de la mucosidad natural de forma correcta y, a la vez, le había debilitado el tejido pulmonar permitiendo que entrara en contacto con la flora bacteriana, lo que le causaba además infecciones oportunistas casi crónicas. Además, el segundo ataque en la invasión le había dejado con un colapso pulmonar y con algo más que no era capaz de distinguir con el jutsu debido a la afectación previa.
Usó un hechizo médico para averiguar en su totalidad que le pasaba. Apareció un pergamino desenrollado que cogió al vuelo y leyó como, además de la bronquiectasia que le había diagnosticado con el iryo ninjutsu, tenía también una condensación pulmonar por una inflamación de origen bacteriano. Demonios, con razón estaba en coma. Una sola tos y podría ahogarse.
—Definitivamente tiene bronquiectasia y condensación pulmonar.
—Déjame un segundo —le pidió Tsunade-sama, apareciendo a su lado con rostro serio.
Vio como comprobaba lo que ella misma había descubierto, a pesar de que había sido pasado por alto en los informes de los médicos al estar camuflado una enfermedad con otra. Tsunade-sama abrió los ojos y luego se puso sus gafas mágicas, observando el torso desnudo de Hayate.
—Tienes razón. Esa técnica que has usado… imagino que no se puede aprender.
—No.
—¿Puedo leer lo que pone? —le preguntó. Seina le entregó el pergamino—. Vaya. ¡Es como tener un informe diagnóstico completo!
—Quizás podría crear algún tipo de invento para que otra persona pudiera usar este jutsu —pensó ella en voz alta. Tsunade-sama se giró al segundo a mirarla—. Algún tipo de cama con fuinjutsu o algo así. No lo sé.
—Preséntate esta tarde a mi despacho y hablaremos de tus primeras órdenes. Sigamos con el paciente. ¿Cuál crees que es su tratamiento?
—Mmm… Va a necesitar la eliminación del líquido en sus pulmones así como un lavado pulmonar, la reparación de las paredes bronquiales y del aclaramiento mucociliar, reducción de la inflamación, antibióticos y la recuperación del surfactante pulmonar. Más o menos en ese orden. Luego mucho reposo.
—Estoy de acuerdo. Aunque los antibióticos empezaremos a dárselos ya —le dijo Tsunade-sama—. No queremos que la infección que tiene, además de crónica, se agudice mientras le tratamos todo lo demás. Gracias a tu jutsu sabemos con exactitud qué antibióticos darle así que pediré que me los traigan ya.
Pasó las siguientes 3 horas tratando a Hayate al lado de la Hokage. Tal y como prometió, le administró los fármacos pertinentes por vía parenteral y luego empezó con el tratamiento. Tsunade-sama se dedicó a limpiarle los pulmones y eliminarle el líquido mientras ella fortificaba sus paredes y tejidos bronquiales a la vez para evitar un colapso total del pulmón. Después de eso, cuando tuvo los pulmones totalmente limpios y el tejido regresó a la normalidad, le bajaron la inflamación de cada fibra de tejido, curándole también el tejido de las vías respiratorias altas que tenía afectados de tanto toser.
—Le daré, además, una poción para que recupere la sangre —le informó Tsunade-sama, apuntando el tratamiento en la documentación de Hayate—. Explícame el desarrollo del paciente.
—Si hemos hecho bien nuestro trabajo, la infección crónica que tiene ahora mismo debería desaparecer con el antibiótico y, además, debería ser la última infección que tiene debido a la bronquiectasia. Una vez se normalice su estado en uno o dos días, el surfactante debería ser producido normalmente por sus propios pulmones, reemplazando al surfactante artificial que le hemos administrado. Deberíamos hacerle un seguimiento diario para comprobar que no existen recaídas ni obstrucciones pero, en general, debería estar curado en unas 2 o 3 semanas.
—Te felicito —le sonrió la Hokage—. Realmente me has impresionado. Tienes razón. Su cuerpo, ahora que sus pulmones están de nuevo recuperados, deberían poder empezar a funcionar normalmente. El paciente Hayate Gekko queda asignado a ti. Con una revisión exhaustiva día sí y día no es suficiente, estando vigilado todas las horas del día.
—Hai —hizo una reverencia, aceptando el cargo—. Cuidaré de él.
—Sé que lo harás. Vamos, Shizune debe estar tirándose del pelo con el papeleo que le he dejado.
Seina no pudo suprimir una risa al imaginar a Shizune, con lo nerviosa y preocupada que era, con la documentación confidencial de la Hokage. Salió del hospital con una enorme sonrisa. No solamente habían salvado la vida de una persona, sino que Yugao estará muy contenta de saber que su novio despertará y, además, no volverá a tener complicaciones de pulmón nunca más.
—¿Y esa sonrisa? —le preguntó Sasuke nada más aparecer por la puerta.
—Me han trasladado a la planta ninja del hospital —les dijo, viendo como ya habían puesto hasta la mesa—. ¿Sabéis a quién hemos tratado hoy Tsunade-sama y yo? Al novio de Yugao.
—¿A quién? —preguntó Naruto, quien todavía no conocía a Yugao.
—Al jonin que siempre tenía aspecto de enfermo, el que era el maestro del equipo genin de Sakura.
—¡Ah!
—¿Y cómo está? —le preguntó con interés Kakashi-sensei.
—Curado. En unas semanas podrá salir por su propio pie del hospital.
—Son buenas noticias —sonrió Kakashi-sensei—. Yugao va a ponerse como loca.
—Esta tarde tengo que ir a hablar de nuevo con Tsunade-sama sobre el encargo —suspiró ella, acordándose de ese detalle—. No sé cuánto tardaré en volver.
—No te preocupes —le aseguró Kakashi-sensei—. Nosotros estaremos en el campo de entrenamiento.
Comieron tranquilamente, sin prisas, hablando sobre el rasengan que su hermano quería modificar en un futuro. Poco tiempo después de comer, se encaminó de vuelta a la torre de la Hokage para quitarse de encima cuanto antes su reunión. Cuando llegó allí, no obstante, le esperaba una sorpresa. Tsunade-sama no estaba sola, sino que también estaba Shikaku Nara, Inoichi Yamanaka, el que parecía ser el comandante anbu y el pervertido de Jiraiya.
—Ah, Seina. Llegas temprano —dijo al aire Tsunade-sama.
—No me dijo hora así que pensé que cuanto antes mejor.
—Pasa, pasa. Voy a alzar la barrera —contestó la Hokage y le instó a que tomara asiento en el sofá o en las sillas.
Jiraiya se sentó el primero en una de las sillas libres, seguido del anbu en otra silla. Ella, encogiéndose de hombros, se sentó en el sofá al lado de los padres de sus compañeros de academia. Tsunade-sama se sentó la última, en la silla restante.
—Al único al que no conoces debe ser al comandante anbu Ryu —le presentó la Hokage, con un ademán de cabeza al anbu sentado a su lado tapado de pies a cabeza por una túnica blanca y una máscara blanca con motivos de dragón—. A los demás ya los conoces.
—Encantada —le dijo al anbu, con una sonrisa divertida.
El comandante le inclinó la cabeza sin decir nada. Shikaku Nara, a su lado, se recostó cansadamente contra el sofá, cruzándose de brazos con pereza. Los demás parecían estar esperando a que la Hokage iniciara la reunión con expectación.
—Iré directa al grano. Kakashi me enseñó el otro día el regalo que le hiciste para su cumpleaños. Sé perfectamente que sería un gran recurso para la aldea distribuir de forma limitada algunos de esos brazaletes —Seina asintió ante sus palabras.
—Me gustaría ver primero el efecto de ese brazalete —habló por primera vez el anbu.
—Está bien —dijo ella y activó el brazalete.
Esta vez no hubo jadeos de sorpresa, pero sí miradas especulativas. Shikaku se puso recto lentamente, y luego extendió una mano hacia su dirección. Seina dejó que le tocara el brazo para asegurarse de que estaba allí. Observó como veían a Shikaku cogerle el brazo entre sus manos y cómo parecía estirar su chaqueta entre 2 dedos, todavía invisible. El anbu intentó salir de un genjutsu inexistente, así como Jiraiya, mientras que Tsunade-sama solo sonreía de oreja a oreja.
—Regresa.
—¿Qué ha sido eso? ¡Es como si no existiera! —pensó en voz alta entre alarmado y encantado Jiraiya.
—¿Qué más puedes hacer? —le preguntó el anbu—. ¿Podríamos encargarte una lista de cosas?
—Depende de lo que pidáis. Imagino que puedo tardar un tiempo en daros exactamente lo que queráis, pero no lo veo imposible. De hecho, estaba pensando algo para el departamento de interrogación.
—¿El qué? —preguntó con entusiasmo Inoichi.
—Una silla de la verdad o, por ejemplo, unos brazaletes que electrocuten al preso cada vez que dice una mentira. Algo así. También tengo que pensar en cómo convertir mi jutsu diagnóstico en algún aparato para que puedan usarlo en el hospital.
—¿Justu diagnóstico? —le preguntó Shikaku—. ¿Puedes saber todo lo que le sucede a alguien con un solo jutsu? Pruébalo en mí, por favor.
Seina le lanzó el hechizo, cogiendo al vuelo el pergamino y entregándoselo sin mirar. Observaron como Shikaku leía su propia historia clínica en silencio antes de posar sus ojos de nuevo en ella lentamente. Le entregó el informe a Inoichi, dejando que lo leyera con rostro asombrado.
—Creo que tú y yo deberíamos hablar largamente, Seina-san —le dijo Shikaku, con sus ojos chocolate brillando con la genialidad típica de los Nara.
—Si tanto vamos a hablar, llámame Seina —le pidió.
—Genial. Puedes llamarme Shikaku.
—Y a mí Inoichi.
—A mí puedes llamarme el gran guerrero Jiraiya —dijo el pervertido, abriendo los brazos con grandilocuencia y quitándole hierro a la charla.
—A ti te seguiré llamando ero-senin —le dijo cínicamente ella, provocando unas risas.
—Volviendo al tema. ¿Tenéis alguna petición para Seina? —preguntó la Hokage.
—Me gustaría tener un par de estos brazaletes —le pidió el anbu, sin pensarlo dos veces.
—A mí me gustaría saber cómo has escondido a la familia Uchiha —preguntó con una sonrisa Shikaku.
—¿A qué te refieres? —preguntó Jiraiya.
—Sabéis que los Nara comerciamos con los Hyuga, ¿no es así? El territorio de los Hyuga está al lado del territorio de los Uchiha pero, curiosamente, cuando Ensui visitó la última vez al clan Hyuga, y pasó por donde supuestamente está el, digamos, territorio de los Uchiha, fue incapaz de acordarse de su localización exacta. Es como si lo hubiera olvidado. Lo gracioso es que busqué en mis mapas, pero no aparecía —les explicó Shikaku mientras Seina sonreía más y más sin poder evitarlo—. Es como si hubiera desaparecido de todos lados. Incluso de mis recuerdos. En cuanto supe que tenías otros poderes y que Sasuke es tu compañero de equipo… Solo fue necesario sumar 2+2. Esto es cosa tuya, ¿verdad?
—Así es. La localización del clan Uchiha es ahora un secreto.
—Pero, ¿por qué? —le preguntó la Hokage.
—Porque el consejo obligaba a Sasuke Uchiha a vivir en la casa de sus padres a menos que quisiera tener que ceder involuntariamente sus tierras a la aldea —le explicó el comandante jonin.
—Tú… ¿has escondido la ubicación de algo de forma que nadie se acuerda de dónde está? —le preguntó el anbu sonando algo atónito—. ¿Qué cosas puedes esconder?
—Todo lo que quiera —sonrió—. La ventaja del jutsu es que nadie podrá encontrar nunca lo que esconda, pero la desventaja es que necesita que yo sea la guardadora del secreto, es decir, que yo soy la única que puede desvelar la ubicación de algo a alguien que desconoce el secreto.
—¿Sabes lo que esto puede suponer para Konoha? —preguntó totalmente serio Jiraiya.
—Lo sé perfectamente.
—Ya veo. Tu casa también es un secreto, ¿no? —le preguntó Tsunade-sama.
—Y la casa de Kakashi-sensei también.
—¿Qué más cosas tienes entre manos? —le preguntó Shikaku.
—Estoy intentando averiguar dónde está la base de Danzo y quiénes son sus integrantes.
Se hizo un silencio mientras interiorizaban sus palabras. Fue Shikaku, con poca sorpresa, el que se recompuso el primero con rostro calculador.
—Sin duda Kakashi te ha pedido que uses tus poderes. ¿Y bien? ¿Qué has descubierto?
—Sin exponerme mucho he estado triangulando la localización de su base. Se encuentra al este del hospital.
Inoichi intercambió miradas con Shikaku.
—Una vez más nos estamos yendo del asunto primordial —suspiró la Hokage—. Solo estamos aquí para hablar de los encargos que podemos hacerle a Seina.
—Tiene razón. Como ya he dicho antes, Seina y yo podemos hablar largo y tendido sobre sus poderes —asintió Shikaku—. De lo contrario, estaríamos aquí toda la tarde.
Tsunade-sama recondujo la charla de nuevo a sus inventos, pero Seina sabía que no habían olvidado lo que podía hacer. Notaba la mirada persistente, de vez en cuando, de todos ellos. Aun así, prefería hablar con una sola persona que tener que estar toda la tarde hablando sobre lo que podía y no podía hacer. Al final, Seina obtuvo una lista con su primer encargo de la aldea. Pensó que allí había acabado la charla pero, por sorpresa, no fue así.
—Bueno, ahora viene la segunda parte de esta reunión —suspiró la Hokage—. Jiraiya ha solicitado recopilar información sobre Orochimaru y ha pedido que tú le acompañes en una misión.
Seina se giró rápidamente a mirar con una ceja alzada al susodicho. ¿Quería que ella le acompañara?
—Veo que te estás preguntando por qué tú —le dijo Jiraiya—. Tengo un par de motivos para pedirte a ti. Para empezar, tus padres me pidieron que fuera tu padrino, así como de Naruto, pero veo que he hecho un pésimo trabajo. Con Naruto es fácil que me relacione, pero contigo es otra cosa muy distinta.
—…Ya veo. Tienes muchas cosas que aclararme, imagino —le respondió con un deje de enfado, posando sus ojos fijamente en los ojos oscuros de Jiraiya que la miraba con rostro culpable.
—…Así es. Por otro lado, con tus poderes, sé que puedes cuidarte solita y a la vez ser de gran ayuda en esta misión. Si no fuera Sasuke a quién quiere precisamente Orochimaru pediría a tu equipo al completo pero, en vista de las perspectivas, mejor que no.
—¿Y cuándo es esta misión?
—Mañana salimos, si te parece bien.
Seina miró a la Hokage, quien tenía la última palabra de todo, y ella asintió. Se volvió hacia Jiraiya y asintió también, aceptando la misión. Le daría una oportunidad a Jiraiya porque era su padrino, elegido por sus padres explícitamente, y porque no era realmente mala persona. Tampoco quería pasar el resto de sus días enfadándose con él por su comportamiento y por poner en peligro a Naruto así que ella también haría un esfuerzo en llevarse bien con él.
—Se ha hecho tarde. Será mejor que lo dejemos por hoy.
Salió de la torre de la Hokage acompañada por Shikaku e Inoichi.
—Cuando vuelvas de tu misión, me gustaría que te pasaras por mi casa —le pidió Shikaku—. En cuanto tenga una tarde libre te aviso.
—De acuerdo.
Se despidió de ambos hombros y salió en dirección al campo de entrenamiento. Por la hora, supuso que su equipo debería llevar al menos un par de horas entrenando. Cuando llegó, vio como estaban entrenando kenjutsu con sus respectivas armas.
—Yo, Seina. ¿Cómo ha ido la reunión? —preguntó Kakashi-sensei, cerrando su libro.
—Bien, bien… Shikaku quiere hablar conmigo a solas —se encogió de hombros— y al parecer mañana me voy de misión con el pervertido.
—¿Tienes una misión? —le preguntó Sasuke, tomándose un descanso del combate—. ¿A dónde?
—Luego os cuento —suspiró, frunciendo el ceño.
—Está bien. Vamos, te toca entrenar kenjutsu conmigo —le dijo Kakashi-sensei, guardando su libro y sacando su arma.
Así es como pasó el resto de la tarde. Distraída gracias a su equipo. Cuando llegó la hora de cenar, en casa, supo que iba a ser avasallada a preguntas. Les explicó todo lo que habían discutido en la torre de la Hokage y lo que supuestamente iban a hacer Jiraiya y ella.
—Así que por fin la Hokage decide investigar el paradero de Orochimaru… —frunció el ceño Kakashi-sensei—. Ten cuidado, Seina.
No le dio ningún consejo ni palabras de aliento. Siguió con la conversación, distrayendo la atención de su hermano preocupado con la promesa de realizar una misión ellos también de ser posible. Esa noche, mientras los demás se iban a la cama, se dedicó a preparar bentos para la misión y a repasar su inventario. Llevaba tiempo sin ir a ninguna misión larga así que no tuvo que cambiar gran cosa de su riñonera. Justo cuando acabó de recoger la cocina y se dio la vuelta para irse a dormir, escuchó los pasos característicos de su jonin sensei.
—Solo quería hablar contigo a solas antes de que fueras a dormir —le dijo.
—Vale. ¿Qué pasa?
—Simplemente quería recordarte que, de verte en un aprieto, uses todas las habilidades oportunas para sobrevivir, ¿de acuerdo? —le pidió firmemente, poniendo sus manos sobre sus hombros—. No importa que alguien se dé cuenta, importa que vuelvas sana y salva.
—Lo sé. Lo haré —le prometió, asintiendo.
Le abrazó, enterrando su rostro en su pecho momentáneamente, y grabándose su olor masculino en el cerebro. Sintió una mano acariciarle el cabello suavemente antes de que ella se apartara. Podría quedarse toda la noche de pie entre sus brazos, pero no creía que fuera lo más apropiado. Prefería dormir para poder soportar al pervertido de Jiraiya durante lo que durara la misión.
—Me voy a dormir. Necesito todo el descanso del mundo para hablar con el pervertido.
Kakashi-sensei se rio silenciosamente y ella lo notó al instante en su pecho. Se fue a dormir sin mirar atrás. Pudo notar como salía de la casa, con algo de curiosidad, y se preguntó dónde iría sin su vestimenta ninja a esas horas de la noche.
Al día siguiente, vio como Jiraiya le esperaba en las puertas de la aldea. Lo saludó con la cabeza cordialmente, viendo como la miraba de forma especulativa sin saber por qué, y luego se fueron de la aldea. Caminaron a buen ritmo durante bastante tiempo, sin decir nada, a pesar de que podría haber usado una de sus invocaciones para llegar más deprisa a su destino. Aun así, decidió tomar ese descanso en silencio como lo que era. Por desgracia, Jiraiya no estaba de acuerdo con caminar en silencio.
—Es curioso —empezó con tono interesado y pensativo. Seina no picó así que él siguió hablando—. Quizás te estarás preguntando de qué estoy hablando.
—En realidad no me interesa —cortó ella con tono aburrido.
—Lo que me produce curiosidad —le dijo, ignorándola completamente— es la visita que recibí ayer por la noche de Kakashi.
—…
—…Mmm… ¿No te pica la curiosidad? ¿Saber por qué me visitó?
—Seguramente para decirte que te metas las manos donde te quepan, viejo pervertido —le contestó ella calmadamente—. No sería la primera vez. Eso sí que es curioso. Considerando que, debido al libro de porno cutre que lee Kakashi-sensei, también podría decirse que es un pervertido en potencia.
Jiraiya balbuceó unas palabras incrédulas al escucharla. No sabía si porque había tildado a su novela como cutre o por llamarle pervertido y viejo en la misma frase. Vio cómo se ponía rojo de reojo, aguantando una risotada. Cómo le encantaba quedarse con la gente. Entendía perfectamente porque su anterior padre y sus amigos no se habían cansado de gastar bromas.
—…Kakashi me advirtió de que podría pasar —suspiró él por lo bajo, seguramente hablando consigo mismo—. Dejando la perversión de lado… Lo que a mí me parece interesante es que se tomara la molestia de buscarme, en privado, para… advertirme que me lo haría pagar si te sucedía algo malo.
—¿Y por qué es eso curioso? —se giró a mirarlo—. Yo misma te dije que te partiría las piernas si le sucedía algo a mi hermano. De momento, te has librado porque lo que pasó en Shukuba no fue cosa tuya sino de Kabuto y de las circunstancias. Haría lo mismo por Sasuke o por Kakashi-sensei. Mi equipo es mi familia.
—¿De verdad crees que podrías partirme las piernas? —rio con interés el pervertido.
Seina paró en seco en mitad del camino. Se giró lentamente a mirarlo de frente. No quería que tuviera ni la menor duda de lo que iba a decirle porque, por lo que estaba escuchando, no la había tomado en serio cuando le advirtió de lo que le sucedería si ponía a su hermano en peligro la otra vez. Miró fijamente a los ojos oscuros de Jiraiya, que se puso recto de golpe, dejando de reír. Sintió la ira de Kurama en su interior al darse cuenta también de que los estaba subestimando.
—Si quisiera no solo te partiría las piernas —le contestó, sin pestañear—. Como ya te dije… ese sería el último de tus problemas. Te lo aseguro. Créeme o no, me da lo mismo.
Reanudó la marcha a solas puesto que Jiraiya parecía estar clavado en su sitio. A los pocos segundos, el sanin carraspeó su garganta y caminó detrás de ella. Pudo notar la mirada fija del pervertido en su cabeza, pero lo ignoró completamente mientras caminaba en dirección al país de los Arrozales. Si pensaba usar el viaje para arreglar el ambiente entre ambos estaba claro que no lo había conseguido. No solamente la había puesto de mal humor con sus gilipolleces, sino que luego se pasó el día entero en silencio, quizás contemplando su amenaza. ¿Por qué no podría haber cerrado la boca desde un principio?
Por suerte, accedió a ir más rápido así que llegaron a la frontera al anochecer después de horas corriendo por los árboles.
—Paremos aquí a cenar y a dormir —le dijo sin más, entrando en una pequeña aldea todavía en su territorio.
Cenaron en silencio. Ella porque no quería hablar con él y él porque parecía estar eligiendo las palabras adecuadas para intentar entablar conversación sin que se tiraran de los pelos mutuamente. Al final, cuando le vio juguetear con los palillos, fruncir el ceño y ahogar algún que otro suspiro se hartó del silencio. Dejó su plato medio lleno en la mesa con un golpe sordo y le dio toda su atención.
—Di de una vez lo que quieres decir —le siseó al final con irritación.
—Lo diría, pero cada vez que abro la boca parece que meto la pata contigo. A lo mejor es preferible no decir nada.
—¡Metes la pata porque no te tomas nada en serio! Te dije que cuidaras de mi hermano y mira lo que pasó. Caíste en un genjutsu porque Itachi, I-TA-CHI —le recalcó despacio y mirándole fijamente— conocía tus vicios y los usó contra ti. ¿Acaso no te importa nada más que espiar a las mujeres y escribir esos libros porno? Mi hermano es el último lazo de sangre que me queda. ¿Entiendes por qué me resulta difícil dejarlo a tu cargo? ¡Él es una cabeza de chorlito la mitad del tiempo! ¡Necesita a alguien responsable con él! Además, si eres nuestro padrino… ¿dónde demonios has estado todo este tiempo mientras intentaban matarnos o cuando tuvimos que ir a vivir solos con 5 años porque nos echaron del orfanato? A Naruto puede ser que le encandiles con un par de jutsus que usaba mi padre, pero a mí no. La familia está ahí siempre, no cuando a uno le apetece. Así que no. No me parece curioso que Kakashi-sensei te haya visitado para recordarte lo que acabo de decir. Él es mi maestro y se preocupa por mí, cosa que te parece algo difícil de entender, por lo visto. ¿Por qué será?
Volvió a coger su plato con más fuerza de la necesaria y siguió cenando. Ya había conseguido enfadarla de nuevo. No sabía cómo lo hacía. Quizás era el resentimiento que albergaba en su interior. Se acordó de Sirius. Su anterior padrino al que metieron sin juicio en la cárcel el mismo día de la muerte de sus padres, el que estuvo más de una década en Azkaban recordando a sus amigos y a su ahijada para no volverse loco. El que se fugó de la cárcel, nadando durante días en las aguas heladas del océano, comiendo ratas y comida de la basura solo porque había visto a Pettigrew en una fotografía y sabía que era un potencial peligro para ella en Hogwarts.
¿Qué había hecho Jiraiya durante todos esos años? No había estado encarcelado ni era un ninja cualquiera. ¿Acaso había intentado tan si quiera tener la custodia de su hermano y la suya? Aun así, aunque le hubieran negado su custodia… ¿No podía enviar una mísera carta? ¿No podía decirles que existía? ¿No podía contactar con ellos y hablarles de sus difuntos padres a los que nadie hacía alusión? Naruto le había conocido por casualidad en Konoha. Ni siquiera habían sabido de su existencia gracias a él sino por mero azar. Ardía de la rabia al comparar a Jiraiya con Sirius, quien murió defendiéndola y vivió un verdadero infierno durante años para apoyarla, en lugar de marcharse del país para nunca más volver.
Jiraiya se había ganado a su hermano usando un jutsu de su padre como regalo. Eso había sido suficiente para Naruto, pero no para ella porque veía esa acción como lo que era. Un intento burdo y sin sustento de conectar con el hijo de su alumno. Lo sabía porque no lo había intentado con ella ya que ambos sabían que a Seina no podría comprarla tan fácilmente como a Naruto, quien tenía 11 años tanto física como mentalmente.
—¿Sabes por qué me es imposible aceptarte sin más? —le dijo antes de ir al baño a cambiarse la ropa para dormir—. Porque mientras tú estabas por ahí, seguramente espiando y acostándote con mujeres y escribiendo libros porno cutres, mi hermano y yo estábamos sobreviviendo solos en Konoha. Nuestros padres te eligieron a ti para que cuidaras de nosotros en caso de que no estuvieran, y cuando tuviste que hacerlo no estuviste a la altura. ¿Para qué demonios aceptaste ser nuestro padrino, entonces?
Se fue a dormir en su futón, dándole la espalda a Jiraiya, sentado sobre su futón a su lado. Hechizó su espacio por si acaso, a pesar de que sabía que no caería tan bajo como para tocarla, y lo ignoró. Ni siquiera apartó sus armas ni se quitó la riñonera. No confiaba en él ni se sentía segura con él. Le importaba una mierda si se daba cuenta de ello.
Chapter 30
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato, mención de tráfico de cuerpo (?)
Chapter Text
Se despertó al día siguiente sin sobresaltos. Vio como Jiraiya estaba despierto, con rostro algo cansado, en la misma postura que el día anterior, leyendo un pergamino. La miró un segundo con una expresión que no supo descifrar, pero ella no le devolvió la mirada. Se cambió de ropa y bajaron a desayunar algo. En bendito silencio. Luego, retomaron la marcha fuera del país del Fuego. En más silencio. Cuando pasó medio día Jiraiya abrió la boca.
—Lo que me dijiste ayer me ha dado mucho que pensar —le confesó con el tono más serio que había escuchado en él hasta la fecha—. Ciertamente os he fallado. Lo siento. Pensé que sería fácil volver, reconectar con vosotros, que no tendría que ahondar demasiado en mis… sentimientos y acciones. Con Naruto fue así pero no contigo. ¿Sabes cuál es mi trabajo como ninja?
—No.
—Soy un espía. El maestro espía de Konoha, podría decirse —le dijo. Seina alzó una ceja al escucharlo, pero no preguntó—. Es algo que empecé a hacer en las anteriores guerras y luego se convirtió en algo que me gustó. Para cuando tu padre se convirtió en Hokage, mi posición era firme. Cuando murió y os quedasteis huérfanos… Sabía que no podía llevaros conmigo sin poneros en peligro de forma constante. Además, tampoco quería sacaros de la aldea donde habían vivido vuestros padres porque ese era su hogar, vuestro hogar. Y, para qué engañarte, tampoco hubiera sabido cómo cuidar de 2 bebés. Ya sabes cómo soy. Un verdadero desastre.
—¿Y por qué no volviste a la aldea? ¿Por qué seguir espiando?
—Porque nadie tiene las conexiones que yo he creado durante más de 30 años. Las mujeres no son solo diversión sino también una parte de mi trabajo, aunque no lo creas. Además, no todos vuestros enemigos están dentro de la aldea. Vuestro padre enfureció a mucha gente de otros lugares…
Seina no dijo nada. Ahora que tenía una explicación coherente podía hasta entenderlo, a pesar de que eso no quitaba el hecho de que no había enviado una sola carta para decir que existía.
—¿Y por qué no visitarnos o mandarnos una carta? —le preguntó, insistiendo.
—… —suspiró, tocándose el cabello—. ¿Alguna vez has dejado algo para luego, porque eras incapaz de afrontarlo, hasta que, sin darte cuenta, ha pasado demasiado tiempo como para saber qué hacer con ese problema así que, simplemente, esperas que se solucione sin más como por arte de magia?
—Yo no dejo las cosas para después —le contestó ella. Había aprendido esa lección muy duramente durante su estancia en Hogwarts y luego en su juventud.
—Ya, bueno. Si algo conozco de ti es tu fortaleza. El problema es que hay gente que no tiene ese nivel de valentía e ímpetu. Alguna gente que se acobarda ante el dolor que saben que está por venir.
—Si algo sé es que los problemas no desaparecen ni se solucionan solos —le dijo con mucha más calma que antes—. ¿Volverás a hacer algo así?
—No. Me temo que no puedo seguir ignorando algunas cosas, por mucho que me cueste afrontarlas…
—Está bien. Acepto tus excusas de mierda. Te perdono, pero nunca vuelvas a hacerlo.
—¿¡Y ya está!? —exclamó el sanin a su lado, observándola como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.
—El perdón no es excusar el comportamiento del ofensor sino abandonar el resentimiento y contemplar al otro como un ser humano a pesar de sus errores —recitó las palabras de Hermione, mirándolo a los ojos para que supiera que estaba yendo en serio.
No sabía por qué esas pocas frases que intercambiaron fueron suficiente para hacerle cambiar de opinión. Tal vez porque sentía la sinceridad de su confesión y no se había intentado excusar, sino que había admitido haber fallado, ser un cobarde y querer cambiar. Eso era todo lo que se podía pedir cuando te pedían perdón. No era mala persona, a pesar de sus cuestionables decisiones. Si intentaba cambiar, Seina lo perdonaría de buena gana.
Notó las emociones convulsas de Jiraiya a su lado. No intentó leerlo. Dejó que pensara en silencio su conversación y que asimilara que le perdonaba. El siguiente silencio, aunque esperado, era totalmente diferente. Cuando cruzaron la frontera hacia el país de los Arrozales, Jiraiya le empezó a explicar qué hacían allí. Después de todo, estaban de misión.
—No sabemos con exactitud dónde está la base de Orochimaru, pero sabemos que está en este país.
—Podría usar mis poderes.
—Sí, porqué no. Intenta indicarnos la dirección y preguntaremos a los aldeanos que encontremos por el camino si saben algo de información relacionada con él.
Usó el hechizo para llevarlos hasta la dirección correcta y rectificaron el camino. Tardaron poco en llegar a la primera aldea, si es que se le podía decir así. El lugar no estaba abandonado, pero parecía el escenario de un thriller de terror. Podía notar la malicia que desprendía el lugar, como si alguna gente estuviera corrompida por algún motivo.
—Hay más vida en un entierro —habló ella.
—Lo sé, pero quizás podamos descubrir algo. ¿Tienes dinero?
—¿En serio me estás pidiendo dinero para ir a beber a algún tugurio de mala muerte? Seguro que te envenenan o algo por estilo. Además, ¿por qué he de darte yo MI dinero? ¡Tú cobras más que yo!
—¡Pues claro que no! ¿Quién me envenenaría? —preguntó retóricamente, ignorando su última pregunta.
—¿Cómo estás tan seguro? Que yo sepa Tsunade-sama pudo envenenarte fácilmente —rodó los ojos ante su indignación. Luego suspiró—. Ten.
Sacó un fajo de billetes falsos, conjurados, de su riñonera. Jiraiya los aceptó con una risita y luego le pidió que se quedara vigilando. Ella aceptó fácilmente la orden ya que no tenía ganas de adentrarse en una aldea tan siniestra. Estuvo sentada sobre la rama de un árbol hasta que escuchó como se acercaba alguien de forma algo torpe. Vio con su hechizo el aura dorada de lo que parecía ser una adolescente. Le lanzó un kunai para hacerla salir.
—¿Quién eres? —le preguntó.
No recibió respuesta. Simplemente sacó una bomba de humo y la lanzó en su dirección, huyendo rápidamente. Seina observó cómo se iba, preguntándose si debería haberla apresado, pero siguió las órdenes de Jiraiya de no llamar la atención con artes ninja. Además, algo le decía que volverían a verse. De lo contrario, ¿para qué acercarse a ella y dejarse ver antes de escapar? Algo olía mal.
Giró la cabeza cuando sus hechizos captaron el sonido inconfundible de las chanclas de Jiraiya corriendo rápidamente en su dirección. Le vio aparecer con expresión sorprendida hasta que vio el gentío que iba detrás de él, empuñando cuchillos y sartenes.
—Demonios…
—¡Corre!
—¡No hace falta que me lo digas dos veces! —gritó y echó a correr bosque adentro.
Estuvieron huyendo de los aldeanos durante un rato hasta que, finalmente, les dieron la espalda y encontraron una especie de lugar abandonado sobre una gran roca. Parecía un templo o algo similar pero bastante pequeño.
—Pero, ¿qué ha pasado? —preguntó ella, fulminándolo con la mirada.
—Nada importante. El caso es que no tenían información sobre Orochimaru.
—¿Y ahora qué?
—Tendremos que ir a la siguiente aldea. No tenemos ni idea de dónde está la entrada ni cuantos enemigos son ni nada.
—Yo me he encontrado con una chica, una ninja. Se ha dejado ver y luego ha huido.
—¿Oh? ¿Te ha atacado?
—No. Ha sido extraño. Creo que intentaba llamar mi atención.
—No bajes la guardia.
Jiraiya sacó un mapa y analizaron la localización de la siguiente aldea. Echaron a caminar después de recoger sus cosas. Tardaron bastante poco en llegar. Este otro lugar era todo lo contrario del anterior. Las calles estaban llenas de gente y las tiendas a rebosar. Solo entrar por la puerta presenciaron una pelea entre un par de borrachos que acabó con una ventana rota y un hombre inconsciente contra una pared.
—Bonito lugar —comentó sarcásticamente. Ante el silencio, se giró a mirar—. ¿En serio? ¿Otra vez?
—¿Conoces lugar mejor para saber los rumores de la aldea?
Rodó los ojos ante el escaparate de una mujer semidesnuda. Al final, Jiraiya le pidió que diera una vuelta por la aldea en busca de información. Quedaron más tarde en la colina más cercana, fuera de las calles bulliciosas. Ella dio la vuelta de rigor, usando la legeremancia para ver si podía descubrir algo de valor, pero nada. No había nadie pensando activamente en Orochimaru o, si los había, no estaban dentro de su rango. Cuando se cansó de dar vueltas como una idiota, viendo como algunas miradas empezaban a seguirla, salió de allí y fue al punto de encuentro.
Esperó un buen rato a solas. Curiosamente, sintió un deja vu cuando volvió a escuchar movimiento entre las hojas. Esta vez no le dio tiempo a lanzar el kunai que apareció la misma chica de la otra vez, postrándose en el suelo como si le doliera el hombro por una herida.
—¿Tú otra vez?
Intentó ponerse de pie para alejarse de ella, quién estaba caminando en su dirección, pero luego calló de nuevo al suelo con un quejido de dolor. Seina evitó levantar una ceja. ¿Qué tendría que ver su dolor en el hombro para no poder caminar? Estaba claro que era una actuación. Escuchó a unas cuantas personas más acercarse a su posición. Cogió a la chica al vuelo al mismo tiempo que los kunais de sus enemigos impactaron contra el suelo, justo donde había estado apoyada. Creó unos cuantos clones para deshacerse de ellos y luego salió corriendo en dirección al templo, con la chica en brazos.
—¿Quién eres? —le preguntó, dejándola en el suelo.
La chica se quitó el gorro, dejando ver cabello castaño anaranjado, y comprobó que estaba en lo cierto pensando que era joven y mujer.
—Me llamo Sasame Fuuma. Siento haberte confundido el otro día con una ninja de Oto —vio cómo se cogía de nuevo el hombro con expresión de dolor.
—Déjame ver tu herida —le ordenó, manteniéndola en todo momento en su rango de visión.
Sasame, si es que se llamaba así realmente, se quitó la camiseta y le dejó ver el corte. Seina lo observó con ojos críticos y vio como era un corte limpio, aunque algo profundo. Sin duda se lo habían hecho con un kunai. Aun así, algo de ese corte le pareció extraño. Era demasiado limpio. Parecía como si no se hubiera defendido. Miró el cogote de Sasame, quien le estaba dando la espalda, y le desinfectó y curó el corte a mano. No quería enseñarle sus habilidades ni curarla del todo, si realmente era su enemiga.
—¿Quiénes eran esos que nos han atacado? —preguntó ella.
—Son ninjas de Oto. Protegen la base de Orochimaru.
Sasame le estuvo explicando la situación. Como el señor feudal y su ambición abrieron las puertas a Orochimaru, como éste reclutó a ninjas de todos los clanes del país, como su primo Arashi había sido el elegido y cómo nunca regresó. Al parecer, Sasame era la única del clan Fuuma que seguía la pista a su primo y que no se había rendido. Mientras hablaba, Seina empezó a escuchar el repicar característico de las arañas que había sido grabado en su mente a fuego después de su encontronazo con las acromántulas.
Activó discretamente su hechizo, pero comprobó cómo estaban solas en la casa. Aun así, minutos después escuchó a unas 3 personas posarse en los árboles cercanos. Hizo caso omiso de las lágrimas de Sasame mientras se ponía de pie en el mismo momento en que la casa parecía derrumbarse bajo sus cimientos. Abrió la puerta y vio como estaba todo lleno de arañas y telarañas. Una risa maliciosa resonó por todo el lugar, saliendo de cada una de las arañas.
—¡Está usando el sonido de cada araña para esconder su posición! —le dijo Sasame, como si no lo supiera.
Hechizó uno de los kunais modificados de su padre para volverlo invisible y luego lo lanzó a lo lejos, sin que nadie se diera cuenta de dónde caía. Cerró las puertas de la casa.
—Vamos —cogió a Sasame del brazo bueno y la levantó deprisa.
Usó el hiraishin para escapar de la casa sin problemas, apareciendo a las espaldas de los enemigos.
—Quédate aquí —le ordenó en un susurro.
Bajó del árbol después de ponerle un localizador a Sasame sin que se diera cuenta. Usó el brazalete para pasar desapercibida y un jutsu de tierra para moverse por el suelo hasta sus enemigos. Vio que, efectivamente, eran los 3 de antes que las habían atacado. Decidió deshacerse primero del tipo de las arañas, apareciendo detrás de él y dejándole K.O. con un stupefy. Justo cuando los otros 2 se dieron cuenta de que algo estaba sucediendo, apareció Jiraiya con un enorme sapo invocado que los lanzó por los aires.
—¡Volvamos! —gritó uno de ellos, cogiendo al ninja que había dejado inconsciente y marchándose a toda prisa.
—¿Qué ha pasado? —le preguntó cuando estuvieron solos por fin.
—Parecían ir tras la chica, Sasame.
—¿Una chica? ¿Dónde está?
—Aquí.
Seina y Jiraiya se giraron a mirarla. Mientras estaban distraídos usó el hechizo para recuperar el arma que había lanzado por los aires.
—Veo que está derrumbada. Mmm… Será mejor que nos alejemos de aquí.
Se marcharon del lugar del combate con Sasame. Seina le explicó lo que la chica le había dicho con todo lujo de detalles.
—¿Fuuma? ¿Del clan Fuuma? He conocido a un tal Hanzaki en la aldea. Intentó robarme el dinero, pero les di una lección. Lo malo es que no tenían información.
—Él y sus esbirros traicionaron al clan —les explicó Sasame. Luego bajó la cabeza—. Yo puedo llevaros allí.
—¿En serio?
Seina la observó. No confiaba en ella, pero si tenía información aceptaría su ayuda. Echaron a correr siguiendo a Sasame. A penas tardaron 15 minutos en llegar a su destino, un lugar en lo alto de unas montañas cubierto de nubes.
—¿Cómo vamos a hacerlo? —preguntó ella—. No creo que podamos entrar a sí sin más.
—Creo que será mejor que comamos algo primero. Me muero de hambre —rio Jiraiya, sin poder contenerse.
Seina le miró con el rostro en blanco. Aun así, se dejó convencer porque ella también empezaba a sentirse hambrienta. Jiraiya sacó un bento que acabó compartiendo con las dos.
—Voy a hacer el té —dijo Sasame, con una sonrisa.
Se llevó unos bambús para llenarlos de agua un poco más allá. Seina la siguió con la mirada y luego alzó una ceja en dirección a Jiraiya, quién asintió en su dirección. Antes de que pudiera darse cuenta, se intercambió con un clon de sombras y observó desde la rama de un árbol. Por suerte ya había comido todo lo necesario así que aceptó el té de buena gana. Jiraiya y ella hicieron el cuento de caer dormidos encima de la comida, para la poca sorpresa de Sasame. Observaron como corría para avisar a sus compinches.
Por suerte para Sasame, pareció tener escrúpulos y se negó a que los “mataran”. De lo contrario, le habría cortado el cuello por intentar algo así.
—¡Aparta Sasame! —la golpeó uno de ellos.
Sasame salió volando al mismo tiempo que el ninja intentaba apuñalarlos con sus cuchillas. La cogió en el aire, viendo que estaba inconsciente, a la vez que los clones se desvanecían en una nube de humo.
—¿¡Kage bunshin!?
—Sabía que nos volveríamos a ver —les dijo, desde lo alto de una roca. Dejó a Sasame en el suelo.
—¡Desgraciada! —le espetó uno y se abalanzó sobre ella alzando sus dobles cuchillas.
Seina no tardó en darse cuenta de que eran bastante mediocres. Esquivó las puñaladas con el cuerpo, usando el mínimo movimiento mientras examinaba a su enemigo. Cuando se cansó de él, esquivó un ataque y le puso la mano encima con el stupefy cargado. Cayó inconsciente, para el enfado del otro ninja. Para su desgracia, Jiraiya lo mandó volando con el rasengan.
—Solo queda uno.
—Míralo, está ahí —le indicó Jiraiya.
Vieron, el uno al lado del otro, como se transformaba de un hombre con joroba a una chica con alas de chakra. Seina alzó una ceja ante lo que estaba viendo.
—¡Cuidado! —gritó Jiraiya al mismo tiempo que la chica lanzaba un cañón de chakra en su dirección.
Seina se abalanzó sobre el pervertido cogiéndole una mano y despareció con el hiraishin de forma holgada.
—Pero, ¿qué? ¡Has usado el hiraishin! —exclamó Jiraiya algo atónito desde la rama del árbol que había preparado con anterioridad.
—Luego hablamos de eso.
Vieron como la chica se tiraba al suelo, llevándose con ella en un chorro de luz a sus compañeros, pero dejando atrás a Sasame.
—Vamos. Quiero hablar con ella —le indicó Jiraiya.
Seina cogió a Sasame y la dejó contra el tronco de un árbol algo más allá. La despertó con un hechizo. Observó cómo los miraba atónita y conmocionada.
—¿Q-qué? —se preguntó a sí misma en voz alta—. ¿Cómo lo habéis sabido?
—Desde que llamaste a Hanzaki traidor. Me lo contó todo, ¿sabes? —le informó el pervertido, cruzándose de brazos—. Aunque creo que Seina no se fiaba de ti desde el principio.
—Eres muy mala actriz —le dijo secamente.
—Pero, ¿cómo? —le insistió entre preocupada e indignada por sus palabras.
—Para empezar, deberías haberte hecho el corte en la pierna en lugar del hombro. Eso haría más creíble el hecho de que no puedas “andar” sin que cargue contigo —suspiró ella viendo como realmente era una niña a la que habían manipulado—. Además, dijiste que me habías confundido con un ninja de Oto cuando claramente tengo puesta mi banda ninja en el cuello y sé que la viste, 2 veces de hecho.
Jiraiya suprimió una risa al ver el rostro rojo de vergüenza de Sasame ante sus palabras. Justo cuando agachó la cabeza vieron como sacaba un kunai, dispuesta a suicidarse. Jiraiya le dio un manotazo.
—¡Idiota!
—¿Qué vais a hacer conmigo?
—Deberíamos castigarte —el sanin la miró a ella—. ¿Tú qué opinas?
—Creo que solo quiere saber qué pasó con su primo —suspiró de nuevo—. Solo es una niña inconsciente.
—Está bien. Enséñanos la entrada a la base y luego regresa a la aldea, ¿entendido?
—H-hai.
Fueron tras ella, nuevamente, en dirección a la base de Orochimaru. La misión consistía en localizar dicha base y también investigar la razón por la cual Orochimaru estaba tan interesado en Sasuke así que imaginaba que tendrían que entrar adentro. Sinceramente, ¿qué sentido tenía que esta misión la realizara un sanin con una chunin recién estrenada? El rango de esta misión estaba fuera de su categoría. Demonios. No le pagaban lo suficiente para esta mierda.
—Está ahí —le cortó el hilo de los pensamientos Sasame, señalando una entrada que daba a una base claramente subterránea.
—Está bien. Tú regresa a la aldea. Nosotros nos encargamos de esto.
Jiraiya y Seina vieron cómo se daba la vuelta y desaparecía en el bosque. El sanin se giró a mirarla a ella.
—La base debe estar llena de trampas así que mandaré primero a una invocación para que investigue por nosotros.
—Buena idea, pero déjame a mí —le pidió—. Mis invocaciones están conectadas a mí así que puedo ver a través de sus ojos y, además, las he marcado con el shiki jutsu así que podremos aparecer en un lugar seguro con el hiraishin.
—¿Cómo es posible? —preguntó atónito Jiraiya.
—Mis invocaciones son creaciones mías —rodó los ojos—. Kuchiyose no jutsu.
Invocó a unos cuantos animales: desde ratones de campo hasta insectos. Con ellos podrían entrar en la base sin tener que arriesgarse, pudiendo ver primero lo que estaba sucediendo allí abajo y apareciendo en algún lugar resguardado sin activar ninguna trampa. Además, dejando un kunai sellado atrás podrían volver cuando quisieran usando también el hiraishin. Observó a través de sus ojos la entrada y luego un largo pasillo iluminado por la luz tenue de las velas. Era bastante tétrico, para qué mentir.
—¿Qué ves?
—Hay un pasillo largo que acaba en una sala donde hay 3 puertas. No hay ningún tipo de señal ni nada parecido. Estoy mandando a mis criaturas a cada lado. A ver qué encuentran.
Esperaron en silencio mientras ella, con los ojos cerrados, controlaba a sus invocaciones. El pasillo de la izquierda estaba a oscuras, pero podía ver una luz brillante al fondo. Cuando su ratón llegó vio a una chica de pelo moreno, largo y tez pálida vestida con un kimono tocar un instrumento musical encima de una plataforma de luz. No había nada salvo ella y los objetos con los que estaba interactuando así que desistió. Le contó lo que había visto a Jiraiya.
—Mmm… ¿Una mujer con un instrumento? ¿Para qué querría alguien así Orochimaru? Seguro que es uno de sus esbirros. ¿Qué hay de los otros pasillos?
—Dame unos segundos…
En el pasillo de la izquierda había un laboratorio con un montón de aparatos y libros de medicina. Había notas esparcidas por doquier.
—Creo que veo a alguien —le informó, notando como sus creaciones en el pasillo central se habían topado con una puerta abierta—. Parece ser Kabuto… Y Orochimaru.
—¿Estás viendo a Orochimaru? —le preguntó al instante.
—Huh… Creo que no es él —dijo finalmente—. ¿No se suponía que el Tercero había sellado sus brazos?
—Así es.
—Entonces no es él, o bien se los ha curado. Está usándolos como si nada.
—Debe ser una trampa. El verdadero Orochimaru, si es que estuvo aquí desde el principio, sabe que estamos aquí. ¿Qué hay de los otros esbirros que escaparon? ¿Los ves?
—No. No están por ningún lado.
—Entonces diría que son ellos disfrazados.
—Shh… Están hablando.
—¿Crees que picarán?
—Seguro que sí. Sasame está viva. Ella los guiará hasta aquí. Será fácil matarlos con esta nueva forma sin que se lo esperen. Eso le dará tiempo a huir a Orochimaru-sama.
—Efectivamente, son los esbirros de antes disfrazados de Kabuto y Orochimaru. Creen que Sasame nos conducirá hasta la base.
—Y tienen razón. De no ser por tu jutsu habríamos entrado.
—Al parecer Orochimaru ha huido —suspiró ella, no sabía si de alivio o de decepción.
—¿Hay algo más ahí abajo?
—Un laboratorio con papeles. Creo que lo han dejado deprisa y corriendo. De hecho, de no ser porque he mandado a una mosca no creo que hubiéramos podido entrar —le comentó—. Podría enviar a un clon a por los documentos.
—Está bien. Hazlo. Dejaremos a los otros allí abajo. No nos sirve de nada enfrentarnos a ellos si solo son unos esbirros de bajo rango.
Seina envió a un par de clones a la mosca que se había infiltrado por la ventilación en el laboratorio de Orochimaru. Observó cómo sus clones recogían todo lo que podían, sobre todo papeles y archivadores, antes de regresar a ella con el hiraishin.
—Vaya, vaya… ¡Cuánto material! —silbó Jiraiya, cogiendo la documentación de su clon—. Con esto tendremos a Konoha entretenida largo tiempo. Volvamos a la aldea. Dejaré unos cuantos talismanes explosivos para destruir esta base desde lejos.
Deshizo las invocaciones, pestañeando ante tanta información, y guardó los papeles en su riñonera ante la mirada atónita de Jiraiya. Se dieron la vuelta dispuestos a regresar por donde habían venido cuando Seina escuchó, y localizó, a Sasame esperarlos en el precipicio de antes.
—Ugh… Sasame nos espera arriba.
—Veo que me ha hecho caso —se quejó Jiraiya, dando un gran salto—. ¿No te dije que volvieras a la aldea?
—¡No pude hacerlo! ¡Quería saber qué le ha pasado a Arashi-ni-chan!
—No estaba allí —le contestó ella, encogiéndose de hombros—. Solo estaban los tipos de antes disfrazados de Orochimaru. Al parecer Orochimaru ha huido en cuanto se ha enterado de que estábamos aquí.
—¡Oh, no! ¡Esto es culpa mía! —lloró Sasame. Se le llenaron los ojos de lágrimas al intentar explicar cómo lo sabía—. ¡Me prometió verlo a cambio de entregaros!
—Ya veo… —suspiró Jiraiya—. Seguramente solo te usó y ni siquiera pensaba decirte si está allí abajo o no.
—¡Seguro que se lo ha llevado!
Seina y Jiraiya intercambiaron miradas incómodas al escuchar como lloraba a moco tendido. ¿Qué podían decirle para consolarla, sabiendo cómo era Orochimaru? Lo más seguro era que tuviera razón, o peor, que estuviera muerto y que por eso no lo hubiera visto en meses.
—Vamos. Regresemos a la aldea. Allí te esperan otros miembros de tu clan.
Se marcharon de la base de Orochimaru con un pequeño botín. Sasame, no obstante, parecía hundida por la noticia. Cuando llegaron a la aldea había parado de llorar, pero parecía al borde del colapso al darse cuenta de que todo lo que había hecho, incluso intentar drogarlos, no había servido para nada. Peor aún, casi era culpable de la muerte de 2 personas con sus actos.
—Qué alegría volver a verte Sasame —le dijo una mujer pelirroja a Sasame—. ¿Estás bien?
—No logré rescatar a Arashi-ni-chan…
—Oh, querida. Seguro que tarde o temprano aparecerá —le aseguró.
—Cuidaremos muy bien de ella, Jiraiya-sama —le aseguró el que parecía ser el líder de todos ellos.
—Seguro que sí —sonrió Jiraiya—. Vamos, Seina. Debemos regresar cuando antes.
—Hai.
Dejaron la aldea atrás, despidiéndose con la mano de la gente. Bueno, Jiraiya. Seina simplemente echó a andar en dirección a Konoha. La misión había durado menos de lo esperado. A penas había estado 3 días fuera de la aldea, pero se le había hecho eterno. ¿Quizás se había desacostumbrado a las misiones?
—¿Qué es lo que has visto en los papeles? —le preguntó cuando no pudo aguantar la curiosidad.
—Analíticas de sangre de varios ninjas. Creo que ya sé qué trama con seguridad —suspiró Jiraiya—. De tener razón, ya sé por qué quiere a Sasuke. ¿Sabes que es el sello maldito de Orochimaru?
—No me suena —frunció el ceño mientras pensaba si había escuchado algo de eso—. No. Nada.
—No me extraña. Es una técnica que ha creado Orochimaru. Utiliza chakra senjutsu para conferirle a su portador habilidades similares al modo sabio.
—El modo sabio… El uso de la energía física, espiritual y natural para aumentar las capacidades el usuario, ¿no es así?
—Exacto. Sabemos que usa esta técnica ya que selló a alguien en Konoha hace muchos años. Pudimos estudiar el sello a consciencia, pero no sabemos cómo lo hace ni porqué exactamente.
—Está claro que Orochimaru saca algo del sello. Si no tuviera ningún beneficio para él no creo que se molestara a darle “poder” a sus esbirros.
—Eso es obvio. Espero que con estas notas podamos descifrar el qué del todo.
—¿Y qué tiene todo esto que ver con Sasuke?
—A eso voy. Creo que el sello está conectado con otro jutsu de Orochimaru. El jutsu de reencarnación. Orochimaru lleva años obsesionado con la inmortalidad —dijo Jiraiya y Seina gimió al escuchar la descripción de alguien que podría pasar por el hijo de Voldemort—. No lo sabemos con seguridad, pero creemos que el sello es una salvaguarda de-.
—No me lo digas. Un trozo de su esencia metido en el sello que podrá usar para reencarnarse cuando le plazca y que, mientras exista, significará que Orochimaru está vivo de algún modo u otro —dijo ella con sorna, rodando los ojos.
—¿Cómo lo has deducido? —preguntó sorprendido Jiraiya.
—Coincidencia —suspiró ella y luego ahogó una risa histérica—. Fantástico. Así que quiere darle este sello a Sasuke para tenerlo como posible cuerpo, ¿no?
—Así es. Como ya dije. Quizás tengamos una confirmación segura con los papeles. Y más información detallada sobre cómo funciona porque, de momento, estamos en blanco.
Seina se encogió del cansancio. ¿Horrocruxes? No. No eran como los horrocruxes que ella destruyó hacia una vida, pero sí muy parecidos. Parecía que Orochimaru, de alguna forma, había logrado implantar algo de él en los cuerpos de sus víctimas para poder poseerlos. ¿Algo de su chakra? Todos los sellos podían deshacerse mientras se supiera cómo sin tener que provocar la muerte, al contrario que un horrocrux en una persona. Solo por eso sabía que no era un trozo de alma lo que les estaba implantando. Eso la consolaba más de lo que quería admitir.
—Será mejor que nos demos prisa y crucemos la frontera —le dijo Jiraiya—. Descansaremos esta noche en una aldea en el país del Fuego y continuaremos mañana el camino hasta Konoha.
Dicho y hecho. Tardaron otro día en regresar a Konoha. Cuando pasó por la enorme puerta de la aldea no pudo contener un suspiro de alivio al estar de nuevo en el hogar, dulce hogar. Regresó a casa luego de entregarle el informe y los papeles a Tsunade-sama, quien los recibió con una sonrisa sorprendida.
—Tómate el día libre mañana, Seina. Te lo has ganado.
Recibió la paga de la misión y regresó a casa. Por fortuna o por desgracia, la casa estaba vacía así que se fue directa a la bañera para relajarse.
Chapter 31
Notes:
Ya sé que estoy actualizando 2 días antes de lo esperado pero tomadlo como un momento de locura transitoria o un regalo con retraso de Pascua. Enjoy!
Advertencia: no del todo underage (pero casi)
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Horas más tarde, cuando todavía estaba en la bañera, notó la presencia de Naruto y Sasuke entrar en la casa.
—¿¡Has vuelto!? —le preguntó Naruto mentalmente.
—Así es. Estoy bañándome. Ahora bajo.
Salió de mala gana de su estupenda bañera y se vistió con su pijama. Bajó las escaleras y los vio sentados en el sofá.
—¿Qué tal ha ido? —le preguntó sin mediar palabra Sasuke.
—Bien, bien. Hemos encontrado la base de Orochimaru y varios documentos que deben estar leyendo ahora mismo.
—¿Ero-senin está vivo?
—Sí. De hecho, hemos llegado a una especie de tregua —le confesó ella.
—Hasta que no lo vea no me lo creeré.
—¿Estaba allí? —preguntó Sasuke, volviendo a la misión.
—Huyó. Mejor en realidad —se encogió de hombros—. No se sabe a ciencia cierta pero, al parecer, Jiraiya cree que quiere tu cuerpo para él. Para usarte como un… traje de carne, podríamos decir.
—¡Eww!
—¿Y eso por qué? —preguntó frunciendo el ceño Sasuke.
—Está obsesionado con la inmortalidad. Supongo que eres un cuerpo muy jugoso, teniendo el sharingan y siendo joven, y todo eso.
—¡Eww! —volvió a decir Naruto, con asco—. ¡Orochimaru está totalmente loco!
—Loco sí, pero es un genio también. Hay que tener cuidado con ese tipo de personas —le recordó. Bostezó sin poder evitarlo—. Creo que voy a ir a dormir pronto, chicos. Estoy muerta de sueño.
—¡Pero si no son ni las 9 de la noche! —le miró con ojitos de cordero degollado Naruto.
—Déjala en paz dobe —le dio una colleja Sasuke mientras rodaba los ojos—. No te va a pasar nada por no hablar con Seina un par de horas más antes de dormir.
—Buenas noches.
—Buenas noches, nee-chan.
—Hasta mañana, Seina.
Subió las escaleras y se tiró a la cama, revolcándose ante la comodidad de su confiable colchón. No había nada como estar en casa. Se durmió casi sin quererlo, plácidamente. Para su mala suerte, no estaba tan cansada como esperaba así que se despertó entrada la madrugada, habiendo recuperado la energía en su totalidad. Se refrescó un poco y bajó al salón con un par de libros para adelantar faena y preparar el desayuno. Cuando bajó las escaleras le sorprendió ver una tenue luz de una de las lámparas de pie al lado del sofá. Miró por la ventana y vio que estaba todo negro.
—¿Kakashi-sensei? —preguntó ella, pestañeando un par de veces al verlo en el sofá—. ¿Qué haces aquí abajo?
—Seina. Ya me han dicho que estabas en casa. Bienvenida —le sonrió tras su máscara—. No podía dormir.
—¿Llevas mucho rato? —le preguntó, yendo a la cocina a por un vaso de zumo o algo parecido.
—Un par de horas. ¿Qué estás haciendo tú despierta?
—Lo mismo. Quizás debería haberme esperado unas horas antes de irme a dormir ayer. Ahora no tengo sueño suficiente para seguir durmiendo —suspiró ella.
Volvió al salón con su vaso, sentándose a su lado. Vio como llevaba el pijama. Esta vez unos pantalones grises y una camiseta negra. Observó su máscara, presente incluso cuando estaba a solas. No llevaba la banda ninja así que podía ver sus ojos distintos. Uno de Obito, el ojo negro, y el otro suyo, el gris oscuro.
—¿Puedo preguntarte algo? —vio como asentía—. ¿Por qué llevas máscara facial? ¿Es una preferencia personal o es por algún motivo en particular?
—Mi primera máscara me la dio mi madre —le confesó—. Descubrió que tenía el olfato más desarrollado de lo normal y pensó que, cubriéndome la nariz, podría protegerme de ciertos olores. Luego, cuando murió, no quise quitármela ya que me recordaba a ella. Murió cuando tenía solo 4 años.
—Lo siento —le dijo ella ante tal confesión.
Le puso la mano en el brazo, apretándoselo un segundo antes de soltarlo y coger su vaso de zumo. Vio como la observaba beber con rostro apacible y le alzó una ceja inclinándole el vaso en su dirección. El jonin, sorprendentemente, no solamente no rechazó su ofrenda, sino que se quitó la máscara ante su expresión de asombro, y luego le arrebató el vaso de las manos.
—No hacía falta que te lo tomaras como un reto —bromeó ella.
—Ya me has visto la cara —se encogió de hombros—. Es más, me diste de comer. Creo que puedo soportar que me veas sin la máscara.
Le sonrió sin su máscara por primera vez. Se lo quedó mirando asombrada. Era la primera vez que veía su sonrisa en su totalidad, no solamente la intuía. Dejó el vaso encima de la mesita, pero no volvió a ponerse la máscara. Seina no pudo evitar sonreír ante su acto de confianza y, pocos segundos después, ante el brazo que le pasó por los hombros como si nada. Vio como torcía un poco el cuerpo en el sofá, poniéndose más de lado y bloqueando la lámpara a su espalda para que no le diera la luz en los ojos directamente, por muy tenue que fuera.
Seina no lo rechazó. Se recostó sobre él, aceptando la invitación como lo que era, y puso las piernas encima de las suyas quedando prácticamente sentada sobre su regazo. Cogió su camiseta con su mano restante a la vez que notaba como acababa de abrazarla contra su pecho, como si fuera lo más normal y fácil del mundo. Sintió el peso de su cabeza en la suya, cuando enterró su nariz en su cabello y, a pesar de no haber tenido sueño, sintió sus ojos cerrarse como si nada.
—¿Cómo es posible…? —susurró contra su cabello.
—¿El qué? —preguntó en un hilo de voz contra su pecho.
—Que me vuelvas loco como nunca nadie antes lo ha hecho —le confesó por primera vez—. Creí que era… defectuoso por no querer a nadie hasta que llegaste tú.
—No eres defectuoso —le regañó ella.
—Ah, ¿no? Seina, tienes solo 11 años, casi 12 —bufó una risa algo histérica—. Soy 13 años mayor que tú. ¡Un adulto y tú-…!
—No tendré 12 años eternamente. Ya lo sabes.
Seina lo abrazó más fuerte. Pensó en qué podía decirle para aliviar su preocupación. Para él, ella debía ser una especie de adulta metida en un cuerpo de niña que le confundía los sentidos. ¿Era una niña o la adulta que realmente era mentalmente? Imaginaba que esa dicotomía debía preocuparle y hacerle dudar de si estaba bien de la cabeza o no. Si realmente estaba enamorándose de ella, y así lo creía, Seina estaba segura que era de su personalidad adulta y no de su físico adolescente. El problema era que él no sabía qué es lo que había de diferente y especial en ella.
—Ha llegado el momento de que le expliques tu pasado… De lo contrario, dejarás que sufra debido a sus sentimientos hacia ti por nada —le dijo Kurama, viendo en qué tesitura se había metido.
—Tienes razón —pensó para Kurama y luego tomó fuerzas, enterrando su rostro en su pecho—. Tengo que contarte algo. Algo que solo saben Naruto y Sasuke debido a que compartimos la mente de vez en cuando.
—¿Por fin voy a saberlo todo? —preguntó con curiosidad Kakashi-sensei.
—¿Todo? —preguntó ella suprimiendo una risa complacida.
—Sabía que había algo más que no estabas contando.
—Creo que serás al último al que se lo cuente. Tiene que ver con una reencarnación. La mía, para ser exactos.
Kakashi-sensei se quedó en silencio. Seina puso en orden sus pensamientos. Cerró los ojos y respiró su aroma.
—Algo pasó cuando morí la última vez… Se supone que las almas no recuerdan lo que vivieron, pero yo desperté con mis recuerdos.
—Te reencarnaste en este cuerpo.
—Así es. Morí con 120 años. Es por eso que sientes que soy adulta —se separó de él sin quererlo para mirarle a los ojos, todavía entre sus brazos—. Tengo 132 años, Kakashi. Soy mayor que tú.
Kakashi-sensei la miró con estupefacción antes de ponerse a reír. Estuvo suprimiendo una risa durante varios minutos, abrazándola fuertemente de nuevo contra él como si se hubiera quitado un peso enorme de encima. Ni siquiera dudó en creer lo que estaba diciendo. Seguramente porque sabía que había algo raro en ella más allá de su kekkei genkai.
—¿Cómo moriste? ¿Y cómo te llamabas? ¿De dónde eras? —le preguntó con voz entusiasmada, como si fuera un niño pequeño.
—Mi nombre era Harriet Lily Potter-Black. Morí tropezándome con la escalera de mármol de mi casa. Lo sé… una muerte estúpida. Estaba jugando con una de mis nietas y tropecé con un juguete, me di en la cabeza quedando inconsciente al instante, de lo contrario podría haberme salvado con un chasquido de dedos. El resto es historia.
—¿Qué clase de nombre es Harriet? —preguntó con curiosidad.
—Un nombre de otro mundo, está claro.
—¿Otro mundo?
—Sí, uno sin ninjas, pero con magos y brujas. Yo era una bruja. Soy una bruja. Si algo sabíamos era que los poderes mágicos residen en el alma y las almas son las que se reencarnan —ella lo sabía mejor que nadie debido al horrocrux de su frente…
—Ahora lo entiendo todo. Tu kekkei genkai es la magia —dijo encantado, como un crío pequeño— y todo lo que sabes hacer ya lo sabías hacer en tu otra vida.
—Así es. Yo era maestra en varias artes mágicas. Por suerte, salvo alguna cosa, puedo usar todo lo que aprendí durante 110 años.
—Increíble…
—Oh, Kakashi. No tienes ni idea de lo que soy capaz —rio ella calladamente—, y ahora que además puedo usar el chakra… En cuanto sepa luchar con Kurama… Podría arrasar una villa entera yo sola sin ningún esfuerzo.
Kakashi-sensei se estremeció entre sus brazos, y volvió a enterrar su rostro en su cabello rubio como si nada.
—Gracias, por exponerte para mostrarme que no estoy del todo loco —le susurró con gratitud.
—Haría cualquier cosa por ti.
—Lo sé —murmuró en su cabello—. Y, por cierto, me gusta cómo suena mi nombre en tus labios.
Estuvieron hablando, en susurros, lo que quedaba de noche. Seina le contó todo lo que quiso saber y Kakashi-sensei le respondió a todas las preguntas que ella le hizo con total franqueza. Era como si la última, aunque más importante, barrera entre ambos hubiera sido destruida. Pasó toda la noche con el rostro descubierto, enterrado en su cabello o con su mandíbula acunando su frente, como si no quisiera dejarla ir. Solo cuando empezó a iluminarse el salón con las luces del amanecer, Kakashi-sensei la soltó poco a poco, no sin antes darle un beso en la cabeza.
—Yo también haría cualquier cosa por ti —le dijo en voz ronca con una seguridad total, poniéndole un mechón de cabello tras la oreja y posando sus labios lentamente sobre su mandíbula durante unos infinitos segundos que le supieron a poco.
Vio cómo se iba escaleras arriba, a ponerse el uniforme, mordiéndose la mejilla para no cogerlo del cuello y besarlo como quería hacer. Preparó la mesa y luego fue a cambiarse ella también. Pasó por el lado de un Sasuke prácticamente dormido antes de entrar en su cuarto. Se tumbó sobre la cama, enterrando el rostro en su almohada para que nadie viera la enorme y estúpida sonrisa que tenía en la cara. Se vistió rápidamente, llena de energía, a pesar de haber pasado las últimas 5 horas despierta.
Se volvió a encontrar a Kakashi-sensei en la escalera. Se sentía como una colegiala con su primer amor. Le sonrió, viendo como le devolvía el gesto. Le puso la mano en el hombro, bajando los escalones a su lado y separándose de ella cuando llegaron al comedor. Como era habitual, se sentó al lado de Naruto y Kakashi-sensei se sentó delante de ella. Sintiéndose valiente, posó su pie al lado del de Kakashi-sensei mientras hablaba con Sasuke, sentado delante de Naruto. Vio de reojo cómo no cambió de expresión al notar su pie, es más, sintió la pierna del jonin apoyarse en la suya.
—¿Queréis que prepare yo esta semana el desayuno? —preguntó de improvisto Sasuke.
Seina se quedó de piedra al escucharlo. Vio como Naruto se giraba despacio, pálido, seguramente horrorizado, en su dirección. Kakashi-sensei parecía no haber escuchado nada, pero su pie había parado de acariciar su tobillo. ¿Por qué todos la miraban a ella para que respondiera? Se aclaró la garganta ante lo que iba a hacer.
—No sé cómo decirte esto Sasuke… —empezó suavemente—, pero la cocina no es lo tuyo. Quizás sería mejor que nos repartiéramos las tareas de forma más eficiente, ya sabes, para que no tuvieras que cocinar. ¿O te gusta cocinar?
—Hn —contestó él. Seina aguantó un suspiro al darse cuenta de que no parecía decepcionado o dolido por sus palabras. Vio como empezaba a sonreír lentamente—. Sé perfectamente que cocino como el culo, pero me preguntaba hasta dónde ibais a llegar para no comer mi comida.
—¿Estás diciendo que todo este tiempo sabías que cocinas fatal y, aun así, nos diste de comer varias veces? —preguntó Naruto incrédulo, indignado y estupefacto a la vez.
Los hombros de Sasuke empezaron a sacudirse de la risa y sabía que se estaba riendo de ellos a pesar de tener el rostro agachado. Kakashi-sensei y ella lo observaron con el rostro en blanco, y ella con la boca descolgada.
—No me gusta cocinar así que pensé que, si os daba a probar mi comida al principio de todo, me relegaríais de esa tarea —les explicó y cuando alzó el rostro vio que sonreía de oreja a oreja—. Tendríais que haberos visto las caras, cuando os di aquellos cereales.
—¡MENUDO BASTARDO!
Seina no pudo reprimir más la risa y estalló en carcajadas. Luego pasó algo insólito. Sasuke empezó a reír con ella, llorando de la risa. Kakashi-sensei solo se encogió del alivio al ver que no iba a cocinar.
—La cara que puso Kakashi-sensei cuando probó aquel plato tuyo de pescado —rio ella, doliéndole el estómago.
Naruto se apoyó en la mesa, desternillándose al recordarlo, mientras Sasuke y ella se reían de Kakashi-sensei, quien solo atinó a suspirar exasperado.
—Gracias por recordarme aquel mal trago —bromeó el jonin—, y lo digo de manera literal.
—Tú me dijiste que estabas a dieta —se mofó Sasuke—. Tuve que morderme la lengua para no reírme en tu cara.
—Dios, menudo bastardo eres —sonrió ella—. Veo que Kurenai-sensei tenía razón. En este equipo somos todos unos trols.
—Bueno chicos. Voy a irme. Tengo una misión en solitario —les informó Kakashi-sensei.
—Ten. Llévate uno de mis bentos que preparé y no me comí —le dijo ella, entregándole la ración de comida.
—Gracias Seina.
—Vuelve pronto.
Kakashi-sensei le revolvió el cabello antes de desaparecer como si nada.
—¿Vosotros qué pensáis hacer? —preguntó ella—. Yo tengo el día libre así que aprovecharé para fabricar algunas cosas de mi encargo y dárselas a Tsunade-sama.
—Podríamos ayudarte —le dijo Sasuke—. Tampoco tenemos nada qué hacer.
—¡Yosh! ¿Por dónde empezamos?
Invocó la lista y el cofre lleno de material que le habían dado. Tenía que hacer al menos 20 brazaletes, 10 gafas de rayos X, 20 riñoneras sin fondo, averiguar una forma para que pudieran usar el hechizo diagnóstico y… ¿hacer una mesa indestructible? Se quedó en el último punto, pensando, hasta que se encogió de hombros. Eso era lo más fácil de todo.
—Tenemos trabajo por delante, pero creo que todo, salvo una cosa, podemos acabarla hoy.
—¿No puedes usar los clones para tallar las runas? —preguntó Sasuke.
—¡Es verdad! Casi lo olvidaba —se golpeó la frente con la palma de la mano—. Entonces, mientras vosotros os encargáis de grabar las runas yo pensaré cómo hacer que el hechizo diagnóstico pueda ser usado.
Así es como pasó la mañana entera. Escuchando como sus clones, Naruto y Sasuke completaban la primera etapa de runas sobre el material que ella les proporcionó después de transformar las materias primas en las gafas, el brazalete y la riñonera. Luego, cuando ya no tuvo nada más que transformar, pasó a pensar cómo podía diseñar el hechizo en forma de secuencia rúnica en algún objeto.
Para empezar, necesitaba que el hechizo estuviera conectado a algún objeto pequeño fácil de manejar. Quizás una varita de metal o un disco de madera. Lo único que necesitaba es que le cupieran las runas que quería escribir. Cuanto más energético fuera el material, menos tiempo necesitaría recargarse así que imaginaba que tendría que ser una varita de cuarzo y metal a la que pudiera tallar las runas bajo un mando metálico para que no intentaran estropearlas. Esa varita, a su vez, la conectaría a una bandeja específica para que tomara de allí el papel.
Lo intentó primero en un palo de madera pero, aunque funcionaba, percibió como la madera era débil para aguantar un uso prolongado. Aun así, lo que quería era saber si había escrito bien la secuencia rúnica y lo había conseguido.
—¿Cómo vas con eso? —preguntó Sasuke, mirando por encima de su hombro—. Nosotros ya estamos aquí.
—Dame un momento que lo pruebe —talló en el metal la secuencia y luego colocó de forma permanente la punta de cuarzo, que era la que daba poder al hechizo en las runas—. ¡Ta-chán! Déjame probarlo.
El pergamino salió de la nada pero, al contrario de su hechizo médico, era mucho más extenso. Demonios, se había olvidado de limitar el hechizo. En esas hojas estaba su historia clínica desde el nacimiento con todo lujo de detalles, no simplemente los rasgos generales.
—Quizás debería modificarlo —suspiró ella, pero Sasuke negó con la cabeza.
—No. Deberías dejarlo así —le aseguró su hermano.
—Bueno, a ver qué dice Tsunade-sama.
Acabó de activar los otros objetos que habían finalizado Naruto y Sasuke, y luego los probaron todos y cada uno.
—Parece que funcionan todos —sonrió Seina. Conjuró un cofre para meterlo todo y se levantó—. Voy a llevar esto a la Hokage. ¿Queréis venir?
—Creo que voy a entrenar —suspiró Sasuke.
—¡Y yo!
—Nos vemos luego entonces.
Salió de la casa en dirección a la torre de la Hokage. Como no tenía nada que hacer se tomó su tiempo. Vio como un par de pájaros sobrevolaban la aldea, con una ceja alzada, dándose cuenta de que era una señal para algún jonin. Se encogió de hombros y entró en el recinto, saludando con la cabeza a varios guardias. Notó sorprendida como el ambiente parecía cargado, nervioso, mientras esperaba su turno para que la recibiera Tsunade-sama. Escuchó con sus oídos hechizados como, al parecer, se habían fugado bastantes presos de una cárcel para ninjas criminales.
—¿Habéis escuchado eso, Naru, Sasuke? —preguntó mentalmente—. ¡Al parecer se han fugado todos debido a Mizuki!
—Lo sabemos. Nosotros estamos en el hospital —le dijo Sasuke—. Nos hemos encontrado en el río a 3 hombres medio ahogados, y ahora a Kakashi-sensei cargando con un par de prisioneros fugados.
—Huh. Menuda coincidencia.
—Estamos yendo a la torre, nee-chan.
Seina desconectó mentalmente de la llamada, dándose cuenta de porqué estaban tardando tanto en hacerla pasar. A los minutos, llegaron Tsunade-sama acompañado de su equipo entero. Kakashi-sensei sonrió en su dirección, dejándola entrar primero en la oficina.
—Vaya día… —suspiró la Hokage—. No me acordaba de lo que odio el trabajo de oficina. ¿El informe Kakashi?
—Aquí tiene, Tsunade-sama —le entregó el pergamino enrollado y levantó la mano, dispuesto a salir de allí.
—¡No tan deprisa! —le llamó la Hokage.
Seina suprimió una risa al darse cuenta de porqué había tenido tantas ganas de salir de la oficina. Vio su rostro cansado y exasperado antes de que se diera la vuelta de nuevo. Naruto y Sasuke observaron todo en silencio, como si no supieran que estaba pasando.
—Otra misión de rango S. Toma.
—…Hai —asintió con un suspiro. Seina le dio unas palmaditas en el brazo—. Hasta luego.
La puerta se abrió de nuevo, interrumpiendo la reunión antes de que pudiera irse. Era Iruka-sensei.
—¡Kakashi-sensei!
El equipo entero vio como Kakashi-sensei le daba a Pakkun, encargándole una de las tareas que le había dado Tsunade-sama como si nada. El jonin desapareció antes de que la Hokage pudiera pedirle algo más, no sin antes guiñarle el ojo descaradamente. Tsunade-sama suspiró, pero aceptó su partida.
—Me temo que tienes otra misión, Iruka. Sasuke y Naruto te acompañarán.
—¿Qué? ¿A dónde?
—Encuentra a Shizune y derrotad a Mizuki.
—¿¡Qué!? —gritó Naruto—. ¿Y qué pasa con Seina?
—A ella le tengo preparada otra misión —la Hokage dirigió sus ojos a su persona—. Ya sé que era tu día libre, pero no podemos permitírnoslo.
—Está bien. Solo venía a entregarle lo que me pidió —le dijo, levantando el cofre.
—Déjamelo aquí, gracias.
—¡Un momento! ¿Por qué estamos haciendo 3 misiones distintas? —insistió Naruto—. ¡Podríamos ir nosotros 3!
—¡Por qué lo digo yo, Naruto! —le espetó Tsunade-sama, dando un puñetazo en la mesa y haciéndola crujir—. Seina es más necesaria en otra misión, y punto.
Ahora empezaba a entender el motivo de la mesa indestructible. Sopló una risa inaudible y lanzó un hechizo a la mesa sin que nadie se diera cuenta. La Hokage los echó de la oficina a patadas, no sin antes cabrearse ante los modales de Naruto. Naruto y Sasuke le enviaron miradas decepcionadas antes de salir detrás de Iruka-sensei.
—¡ARGH! ¡ESTOS MOCOSOS! —gritó, cogiendo la silla y tirándola por la ventana ante la boca abierta de Seina.
El cristal cedió ante semejante fuerza bruta y la silla salió volando. Poco después, escucharon un tremendo golpe y a alguien chillar de dolor. Seina cerró la boca al darse cuenta de que tenía la mandíbula descolgada. Los ninjas estaban completamente locos. Lanzó un hechizo a la ventana, reparándola al instante, y Tsunade-sama se giró en su dirección con una sonrisa más calmada.
—Gracias por eso. No me gustaría tener que reemplazarla de nuevo.
—¡VOLVÍ A LA ALDEA DESPUÉS DE ENSEÑARLES CON MIS PUÑOS QUIÉN MANDA A ESOS PIRATAS!
Seina sintió como perdía energía ante la presencia altamente exuberante de Guy-sensei, quien abrió la puerta de par en par con otro tremendo golpe.
—¡Otro igual! —exclamó la Hokage, malhumorada. Luego se dirigió a su asistente—. Llama a los genin de Guy.
—Hai, Tsunade-sama.
—¿Eeeh? ¿Mis alumnos se van de misión? —preguntó Guy, con una sonrisa tan blanca que la deslumbró.
—Servirán bajo el mando de Seina —le informó Tsunade-sama, mirándola con ojos brillantes.
Escuchó como Guy-sensei y Tsunade-sama discutían como niños mientras esperaba a su equipo para una nueva misión. Cuando aparecieron Neji, Lee y Tenten, Seina estaba a punto de tirarse por la ventana detrás de la silla. En comparación con Kakashi-sensei, Guy-sensei tenía demasiada energía. Los 3 genins vieron su rostro exasperado y cansado, y sonrieron.
—Bien, equipo de Guy. Por fin llegáis aquí. Tengo una misión para vosotros. Tendréis que acompañar a 3 hombres de vuelta a Katabami y expulsar de la ciudad a la familia Kurosuki. Vuestra líder será Seina.
—¿Cuándo partimos? —preguntó Neji.
—Esta tarde. Una vez hayan descansado un poco en el hospital —les informó Tsunade-sama—. Aprovechad el tiempo para prepararos y salid de mi vista. Os esperaran en la puerta principal dentro de 3 horas.
—Hai —se volvió a su nuevo equipo—. Nos vemos luego.
Seina no se lo pensó dos veces y salió de allí con un suspiro. Empezaba a comprender porqué Kakashi-sensei huía de Guy-sensei. Era demasiado intenso. Antes de que pudiera poner marcha a su casa para comer tranquilamente, una mano le cogió del brazo. Supo, por lo que había escuchado, que debía ser Lee. Se tragó otro suspiro al darse cuenta de que tenía razón.
—¿Qué sucede?
—¡Ven, vamos a comer un ramen y te lo cuento! —le dijo, tirando de ella escaleras abajo.
Vieron pasar a un par de chunins con la silla de la Hokage antes de dejar la torre atrás. Seina se mordió la lengua para no reír. Fueron hacia Ichiraku, el estante favorito de su hermano, y se sentaron a comer un bol de fideos.
—¿Y bien? ¿Qué querías decirme? —le preguntó con curiosidad.
—Me ha dicho Guy-sensei que el tipo que lidera la aldea y los Kurosuki es uno de los Espadachines de la Niebla. Dice que se llama Raiga.
—Mmm… me suena de haberlo leído en el libro bingo.
Estuvieron comiendo en silencio. Lee porque parecía tener hambre y ella porque quería darle un repaso a sus memorias. No recordaba que el tal Raiga fuera muy importante, pero no podía quitarle hierro al asunto si Guy-sensei se había tomado la molestia de mencionárselo a Lee.
—Me voy a casa a recoger unas cuantas cosas. Luego nos vemos —se despidió temporalmente, poniendo su parte del dinero en el mostrador.
No necesitaba coger nada pero, en vista de que quedaban un par de horas para la hora de encuentro, podría holgazanear y ver cuántos bentos le quedaban bajo un hechizo en la riñonera. Aun así, nunca estaba de mal comprobar las cosas un par de veces. Por si acaso…
Notes:
Ha llegado el momento esperado. El punto y aparte... De ahora en adelante será otra cosa, my friends. Seguid esperando un slow burn, peeero....
Ah, y relacionado con los comentarios. Un par de cosas:
1. Esa historia es un slice of life, además de toda la trama principal, así que no esperéis que cada capítulo tenga explosiones y revelaciones existenciales. Es necesario un poco de contenido para que la trama sea realista. Quiero una historia que, cuando la leáis, podáis sentir lo que siente el protagonista. No quiero escribir el tipo de historia que salta de de momento excitante al siguiente momento excitante. Ya he escrito otras así y creo que escribirla de este modo es más inmersivo, por así decirlo. Si no os gusta entonces me temo que no os gustará esta historia porque va a haber mucho contenido más "tranquilo" y "aburrido". No pasa nada, no es para todos, y lo entiendo.
2. En cuanto al tag de "violación". No os preocupéis. No va a haber violación explícita, ni van a violar a Seina. Es más bien de cara a sus misiones y lo que pueda ver. No diré más para evitar spoilers. Solo puse la etiqueta así porque no tenía más espacio abajo para poner otra etiqueta. Además, cuando sea necesario, os avisaré con una advertencia antes de empezar el capítulo y os indicaré donde empieza la narración para que la podáis saltar si queréis.
Chapter 32
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato, secuestro de menores, maltrato/negligencia de menores, tortura.
Chapter Text
Cuando llegó el momento de salir de su casa suspiró de cansancio. Aun así, a pesar de sentir algo de pereza más propia de Shikamaru, una parte de ella estaba emocionada, como siempre. Le había pasado lo mismo cuando trabajaba como auror y tenía que hacer misiones de campo, y ahora no iba a ser diferente. Estar en el meollo de la cuestión era lo suyo.
Salió caminando hasta la puerta principal, a paso lento, y vio a lo lejos a Neji esperando. Estaba solo con quienes parecían ser sus clientes. La vio nada más llegar y asintió la cabeza en su dirección. Los 3 hombres se giraron. Ni siquiera sabía sus nombres.
—Seina. Estos son nuestros clientes.
—Buenas tardes. Mi nombre es Seina Uzumaki. Yo seré quien lidere este equipo en esta misión.
—¡Yosh! ¡Ya estoy aquí! —saludó corriendo Lee.
—¡Menudo entusiasmo! —suspiró cansada Tenten.
Seina escuchó atentamente los nombres de los clientes mientras los inspeccionaba. Estaba claro que uno de los tres no podía esperar salir de la aldea. Miraba en dirección a Katabami y se encontraba inquieto, más que los otros.
—Vamos. No perdamos tiempo.
Empezaron a andar en dirección al país de los Ríos, entre el país del Viento y el país del Fuego. Supo que no tardarían mucho tiempo en llegar así que mantuvieron un paso normal mientras Lee hablaba con los clientes con su alegría habitual. Neji y Seina se mantuvieron callados en la cola, dejando que el resto del equipo mantuviera la armonía con los clientes.
—¿Crees que encontraremos mucha resistencia? —le preguntó Neji.
—Seguramente. Si de verdad el líder es un Espadachín de la Nieble tiene que ser fuerte —se encogió de hombros—. Nuestra misión es echarlos de Katabami así que eso haremos, por las buenas o por las malas.
—Me preocupa Rokusuke —habló por lo bajo el Hyuga y ella asintió—. Parece demasiado inquieto.
—Lo sé, vigilémosle por si entorpece nuestra misión. Lo último que queremos es que se le ocurran ideas locas como actuar él solo sin nuestro permiso —dijo ella. Neji asintió, aceptando la orden como lo que era.
Pasaron las horas, caminando sin problema alguno en el camino, hasta que vio como los clientes empezaban a arrastrar los pies del cansancio.
—Paremos por aquí cerca a comer algo y a descansar —ordenó ella—. Neji, ¿puedes buscar algún sitio resguardado cerca?
—¡Byakugan! Hay un riachuelo cerca en un claro bastante seguro.
—Perfecto. Guíanos hasta allí y pararemos un rato.
Los clientes sonrieron al escucharlo, caminando con más ánimo. Vio en seguida la zona cerrada de la que hablaba Neji, perfecta para luchar de ser necesario. Dejó que los clientes se acomodaran en unas piedras mientras Neji comprobaba que estaban solos, y luego ella con sus hechizos. Puso unas barreras mágicas para alertarla de cualquier intrusión y sacó un bento para comer con ellos.
—¿Tú no comes, Lee? —le preguntó, viendo como estaba entrenando contra unos bloques enormes de piedra.
—¡Ahora vengo!
—Déjalo. No sé de dónde saca la energía —le confesó Tenten.
Seina sonrió, pero vio como Rokusuke se comía rápidamente unas bolas de arroz, como si eso fuera suficiente para meterlos prisa para volver a partir.
—¿Qué pueden decirnos de la familia Kurosuki? —le preguntó ella, haciendo caso omiso de la prisa del cliente.
—El líder, Raiga, apareció hace tiempo. Derrocó a los líderes anteriores y se hizo con el control del pueblo. Ahora, cada vez que alguien abre la boca en su contra o, simplemente, le apetece los coge y los entierra vivos.
—¡Está completamente loco! —dijo el otro—. Aun sabiendo lo que está haciendo, hace ceremonias como si estuvieran muertos e incluso llora en los funerales.
—El último en ser enterrado vivo fue Kanpachi —apretó los puños Rokusuke—. ¿Cuánto tiempo más vamos a descansar aquí? ¡Podríamos sacar a Kanpachi de la tumba!
—¿Cuánto tiempo hace de su enterramiento? —preguntó ella.
—…Unos 4 días.
—Olvídalo. Ya han pasado muchos días. Ya sé que es triste, pero… —le consoló otro cliente.
—Me temo que su compañero tiene razón —dijo ella con compasión—. Incluso aunque saliéramos corriendo, después de ese periodo de tiempo…
Se hizo un silencio pesado donde todos meditaban la muerte de un hombre a manos de un chalado. Estuvieron un rato más descansando hasta que vio que Rokusuke estaba poniéndose muy nervioso.
—Vamos. Continuemos.
Siguieron por el camino un rato más hasta que Lee dio un salto.
—¡Sé dónde estamos! ¡En el restaurante del curry de la vida!
—¿En el qué? —preguntó Tenten.
—Curry de la vida. Corrí por este camino durante 3 días mientras dormía —les explicó Lee, con los ojos entrecerrados del sueño—. Fue un milagro.
—Sí, claro —le dijo Tenten con una risa.
Lee jadeó al ver a una persona a lo lejos, corriendo hasta ella como si nada.
—¡Sanshou baa-san! —gritó Lee, saludando con el brazo mientras corría como un lunático.
—¡Cielos! —escuchó que decía la anciana al verlo.
Seina observó cómo los mineros miraban a una montaña cercana con expresión hastiada. Supo entonces que se trataba de la mina donde trabajaban. Habían llegado.
—Pasad, pasad —los apremió la viejecita, haciendo que se sentaran en la única mesa del restaurante—. Os traeré algo de curry.
Escuchó a medias como explicaba cómo se conocieron. Mientras hablaba, les puso a todos un plato de curry con un aspecto horrible. La salsa literalmente era negra y parecía hervir con vida propia. Seina no probó un solo bocado al ver la expresión torturada de los demás, salvo Lee. Hizo desaparecer la comida cada vez que se metía una cucharada la boca y dejó limpio el plato sin derramar una lágrima, para el asombro de todos.
—Es un monstruo… —susurró uno de los clientes, sonándose los mocos y cogiendo con manos temblorosas el vaso de agua.
—¿Y qué hay de Karashi? —preguntó Lee, cuando se recuperaron de la comida.
—Karashi se animó después de tu visita. Quiso hacerse fuerte así que se fue al pueblo para unirse a los Kurosuki —suspiró Sanshou.
Los ojos se le fueron directamente a Rokusuke y, como esperaba, se había quedado de piedra. Miraba a la pared de papel como si tuviera todas las respuestas a los misterios del universo, con los puños apretados y la mandíbula tensa. Claramente era un estorbo en potencia.
—¡Seina! ¡Tenemos que añadir a la misión rescatar a Karashi! —pidió Lee con expresión firme y suplicante.
—Está bien. Sanshou-san, ¿tiene habitaciones disponibles? —le preguntó ella. En cuanto la dueña asintió se giró a su equipo—. Cogeremos 2 habitaciones y nos quedaremos aquí hasta que esto se resuelva. Ya que estamos tan cerca de la mina y del pueblo, nos servirá como cuartel general mientras investigamos lo que sucede ahí fuera.
Seina pagó el dinero para las habitaciones, dándole un par de días por adelantado. En cuanto se separaron más tarde, cuando ya empezó a hacerse de noche, Seina envió a un par de clones a vigilar a los clientes. Neji, Tenten y Lee hablaban mientras ella meditaba en silencio qué hacer. Podría ordenarle al cliente que se quedara en su sitio o intimidarlo, pero esas tácticas no servían con alguien decidido y tozudo. Además, tampoco quería perder el tiempo intentándolo. Sería como intentar romper una pared a cabezazos.
Justo como pensaba, un rato más tarde cuando ya era totalmente de noche, uno de sus clones se deshizo para transmitirle la información pertinente mientras el otro clon se quedaba en la escena. Neji vio cómo se alzaba.
—¿Qué sucede?
—Rokusuke ha intentado escapar al pueblo —anunció ella—. Estaba segura de que lo intentaría así que estaba vigilándole con unos cuantos clones. Ahora está inconsciente. Iré a hablar con él cuando se despierte.
—¿Qué vas a decirle? —preguntó Tenten.
—Le pediré por las buenas que se quede aquí —se encogió de hombros.
De lo contrario, haría que su clon lo vigilara el tiempo que durara la misión. Lo último que quería era tener que cuidar de un civil rebelde que no se hacía caso de nadie y ponía a todos en peligro.
A la mañana siguiente, todos bajaron a desayunar mientras ella tocaba a la puerta de los clientes. Le abrieron con algo de sorpresa.
—Me gustaría hablar con Rokusuke-san a solas, por favor.
—Claro. Se acaba de despertar.
Entró en la habitación y cerró la puerta detrás de ella. Rokusuke, nada más verla, se mostró afligido. Quizás porque sabía que alguien lo había dejado inconsciente y lo había devuelto a la cama, a pesar de no haberla visto.
—Espero que no vuelva a intentar entrometerse en la misión —le dijo ella, mirándole fijamente y sin pestañear—. Sé que está preocupado por sus amigos, pero su imprudencia le habría puesto en peligro no solo a usted sino a la misión. ¿Lo entiende?
—Hai. Simplemente… no podía quedarme de brazos cruzados.
—Comprobaremos hoy si hay alguien vivo —asintió ella, viendo que esa era su preocupación—. Mientras tanto, quédese aquí.
Vio como asentía con rostro culpable. No le regañó más porque, aunque le jurara que no iba a salir de la habitación, Seina ya no se fiaba. Le dejaría unos cuantos clones a la vieja del curry, por si acaso. Bajó las escaleras sola, dejando que rumiara sobre lo que acababa de decirle. Neji alzó una ceja y ella asintió.
—Iremos al pueblo a observar el ambiente —les informó a los otros y a su equipo—. Quiero saber cuántos enemigos tenemos por delante, dónde se esconden, sus horarios, todo. Si su cabecilla es ese tal Raiga no creo que se vayan de aquí sin que lo eliminemos.
—¿Te refieres a… matarlo? —preguntó un cliente con expresión entre disgustada y horrorizada porque ellos tuvieran que mancharse las manos.
—Sí. Ya veremos.
Para Seina esa parecía ser la única opción viable de cumplir la misión. Si Raiga no hubiera sido un ninja, sino un civil, estaba segura que las cosas hubieran sido muy distintas pero, como no era así, no le veía cediendo el territorio que había conquistado sin pelear. Llegados a ese punto, Seina se vería en la tesitura de asegurar la seguridad de su equipo, y de la misión, lo que podía significar eliminarlo.
—Quédense aquí mientras nosotros vigilamos el pueblo. Vendremos en unas horas.
Salieron del restaurante dejando atrás a los civiles, y a sus clones escondidos. Dudó sobre si dejar una de sus invocaciones para ver en directo lo que estaba sucediendo pero, como al final solo eran 3 mineros y una anciana, desistió.
—Mirad, ahí hay un buen sitio para escondernos e investigar lo que sucede —señaló Neji. Seina volvió en sí y vio que tenía razón.
—Bien visto. Vayamos a espiar.
Estuvieron observando los puntos estratégicos donde parecían esconderse los esbirros de Raiga cuando empezaron a salir trabajadores de la mina. Seina supo lo que iba a suceder antes de que pasara al notar el vaivén exhausto de un anciano cargado de material. Escuchó los jadeos afectados de Lee y Tenten a su lado al ver como se derrumbaba del peso y del cansancio, y cómo se acercaban rápidamente los matones de los Kurosuki para amenazarle con una paliza si no se ponía en pie.
—¿Permiso para proceder? —le preguntó Lee, poniéndose de pie y mirándola con expectación.
—Ve —le permitió. Solo eran matones civiles así que Lee no tendría problema alguno.
—¡Vamos Lee! —le animó Tenten por lo bajo, viendo como pegaba una paliza a cada uno—. ¡Yatta!
Bajaron a la boca de la mina. El anciano, aterrorizado, le pidió a Lee que le pegara y cuando éste se negó empezó a pegarse él solo del miedo que tenía a que lo enterraran vivo. Sonó un gong al mismo tiempo que Lee le cogía la mano para detenerlo.
—¿Qué es eso? —preguntó Neji.
—¡Es otro entierro!
—¿Deberíamos interceder? —preguntó Neji, esperando sus órdenes.
—Mmm… Rescatemos al enterrado e intentemos hacernos con un esbirro para sacarle información. Ahora mismo, lo más preocupante es encontrarnos con el líder. Movámonos.
Saltó al aire en dirección al entierro seguida de sus compañeros de equipo. No tardaron mucho en llegar puesto que vieron la procesión de hombres en túnicas desde lejos, llevando un ataúd blanco en volandas. Lanzó varios kunais sellados en el cementerio, transportándose detrás de uno de los hombres que llevaba en hombros el ataúd. Le dejó K.O. de un solo golpe con el stupefy, y luego pivotó sobre él para hacer lo mismo con el otro.
El ataúd cayó al suelo al mismo tiempo que Neji y los demás pisaron el cementerio. Le dejó allí adentro, fuera quien fuera, mientras volaban los kunais. Por fortuna, el tal Raiga no estaba allí con ellos. Aun así, pudo notar una mirada en su cogote que le indicó que no andaba lejos. Justo cuando solo quedaba un maleante, Lee paró en seco.
—¿Qué sucede? —preguntó Tenten, blandiendo una vara de metal con la que había dejado inconscientes a varias personas.
—¡Es Karashi! —dijo Lee con una sonrisa.
La sonrisa, no obstante, le duró poco ante la actitud arrogante y cobarde de Karashi. Después de todo lo que había escuchado de Lee, le costaba creer que el hombre del que hablaba fuera esa basura andante. A juzgar por la mirada algo despectiva de Neji no era la única.
—¡Nadie te alaba por hacer curry! —gritó como un niño mimado. Evitó rodar los ojos—. ¡Tenía que hacerme un hombre y salir a conquistar el mundo en lugar de quedarme en un restaurante que apenas tiene clientes!
Lee le pegó un puñetazo, incapaz de contenerse.
—¡Lee! —exclamó Tenten, en shock.
—Deja que le hable —le pidió ella, viendo como Lee pretendía convencer a Karashi de que dejara sus pretensiones estúpidas y volviera con su madre.
Seina los dejó hablando y fue directa al ataúd. Abrió la tapa con un hechizo, viendo que contenía a un minero asustado al borde del llanto.
—Estás a salvo —le dijo ella, ayudándole a salir de la caja.
—¿Está bien? —le preguntó Tenten a sus espaldas.
—Sí, solo asustado. Atemos a esta gente. Haré que mis clones se los lleven a otro sitio, por si acaso…
No quería dejarlos allí para que alguien pudiera desatarlos. Por suerte, con el stupefy sabía que estarían unas 6 horas durmiendo. Hizo una ronda, atando y comprobando que todos estaban bajo el influjo de su encantamiento, y luego invocó a los clones. Envió a Karashi de vuelta al pueblo con sus clones y luego recogió sus kunais. Observó a Neji mirando a la distancia, encima de un acantilado.
—¿Crees que está ahí?
—Sí.
—Acabemos con esto ahora que está solo.
—¡Yosh! ¡Liberemos a Katabami!
Saltaron hacia allí, llegando al sitio indicado por Neji sin problema alguno. No le vieron, pero notaron su presencia.
—¡Sal de una vez! —le retó Neji—. Sabemos que estás ahí.
Empezó a formarse una niebla que Seina ya había visto antes. Ugh. Raiga luchaba como Zabuza, o eso parecía. Sabía cómo deshacerse de la niebla rápidamente, pero dejó que creyera que estaba protegido, esperando a que se revelase ante ellos para poder atacarle. Lee se lanzó contra él cuando vieron una silueta, aunque fue esquivado. Lo que no esperó de esa interacción fue la segunda voz, una voz infantil, que le chivaba el patrón de los movimientos de Lee, al parecer. Volvió a lanzar silenciosamente los kunais de su padre y empezó a moldear chakra.
—Futon: daitoppa —entonó mentalmente. Tomó una gran bocanada de aire y la expulsó a toda velocidad, despejando la cima en la que se encontraban—. ¡Ahora!
Le atacaron por todos lados, forzándole a coger sus armas de la espalda. Para la sorpresa de todos, esas armas eran capaces de lanzar rayos. Aun así, no era lo suficientemente rápido apuntándola con el arma como para darle mientras usaba el hiraishin a su alrededor. Escuchó como la voz, que provenía claramente de una especie de maleta en su espalda, le indicaba lo más rápido posible dónde estaba.
—¡Se te ha acabado hacer trampas, cretino! —le dijo, confundiéndolo y atacándolo por debajo en lugar de por la espalda.
El kunai de Tenten fue certero y la mochila cayó al suelo. Entre Neji y Lee fueron capaces de alejar a Raiga del bulto.
—¡Malditos seas! —gritó el criminal. Apuntó con ambas armas a la vez y cayó un enorme rayo.
Seina usó sus hechizos para asegurarse de que estaban todos bien mientras se teletransportaba justo delante de su enemigo, dándole un puñetazo con todas sus fuerzas junto con el stupefy que lo lanzó, casi sin querer, por la cornisa. Vieron como caía varios metros más abajo, chocando contra una roca y quedando sepultado por la misma piedra. No había sido su intención, pero aceptaba el final ocurrido.
—¡Es un niño! —dijo Neji con algo de sorpresa. Abrió la bolsa—. Eras tú el que estaba confundiendo mi byakugan, ¿verdad?
—¿Quién eres? —le preguntó Lee—. ¿Eres amigo de Raiga?
—No. Raiga y yo somos uno. Desde que me encontró.
—¿A qué te refieres? —preguntó Tenten.
El niño, que no tenía expresión alguna en el rostro, les contó su historia. Cómo le perdonó la vida Raiga, como lo cuidó, lo sacó de su aldea donde todos lo repudiaban… La historia le recordó repentinamente a Haku, lo poco que pudo escuchar sobre su devoción por Zabuza. Se preguntó por qué, una vez más, se encontraba con otro niño a quién le habían lavado el cerebro con unas cuantas buenas acciones antes de usarlo como un arma más.
—¿Qué hacemos con él? —preguntó Lee.
—Mis clones ya han dejado a los esbirros en un lugar seguro. A quien no he visto ha sido a Karashi.
—Ugh… —gruñó Neji, ante la sola mención de ese idiota—. Vayamos a ver qué ha hecho ahora.
—Nos llevaremos al niño con nosotros. Haré que un clon se lo lleve al restaurante.
Lee cargó con el niño en brazos. Durante unos segundos, miraron precipicio abajo al cuerpo semi enterrado de Raiga. Le pareció curioso que quedara sepultado como a la gente que él mismo había asesinado.
—¿Está vivo? —se adelantó Tenten.
Seina se giró levemente para ver su respuesta, pero Neji negó con la cabeza. Tras Neji, vislumbró parte del rostro del niño y le pareció ver un atisbo de sonrisa y el reflejo de esos ojos rojos. Evitó entrecerrar los ojos al darse cuenta de que, en lugar de triste, parecía contento. Miró el cuerpo de Raiga con un presentimiento. Cuando Lee, Tenten y Neji le dieron la espalda lanzó un stupefy al niño, dejándolo inconsciente al instante.
Usó el hiraishin para aparecer al lado del cuerpo. Solo le bastó con un hechizo médico para darse cuenta de lo que había visto el niño con sus ojos especiales. Raiga estaba vivo. Malherido, pero vivo.
—Lo siento, amigo, pero hoy no has tenido suerte —susurró ella. Hizo ver que le tocaba el pulso y lo mató con una maldición mortal. Luego le arrancó las espadas toca pelotas de las manos.
Regresó a la cima donde la estaban esperando con ojos cargados de curiosidad.
—No iba a dejarlas ahí abajo para que las cogiera cualquiera —se encogió de hombros—. Dame al mocoso. Haré que lo lleven al restaurante.
Con algo de cansancio, se encaminaron a la boca de la mina donde había mandado a sus clones antes. Cuando llegaron gimió de frustración al darse cuenta de que el idiota de Karashi parecía haberse revelado contra ellos de nuevo, liberando a los pocos matones de la primera pelea de Lee que no dejó inconscientes con su magia. Eso le enseñaría a no dejar el trabajo a medias, se dijo.
—Vamos. Acabemos con esto —suspiró.
Bajaron la colina esperando el ataque en cualquier momento. Justo cuando llegaron abajo dejaron caer unas enormes bolas de roca, dispuestos a aplastarlos. Lo esquivaron fácilmente, escondiéndose y dejando creer a todos que habían muerto.
—Hahahaha. Esos mocosos no deberían haberse metido con la familia Kurosuki.
Seina apareció detrás de él, tocándole el hombro un par de veces. Todos se dieron la vuelta ante el jadeo de sorpresa de su víctima.
—Hola gente —saludó ella con voz dulce—. Creo que es hora de que os vayáis a dormir. ¡Futon: daitoppa!
Reunió mucho más chakra que antes, irritada y exasperada porque no pararan de tocar los cojones estos civiles arrogantes y debiluchos, y los mandó a volar. Ni siquiera le dio oportunidad a su equipo de lucirse porque la bocanada de aire los estampó a todos contra la piedra, dejándolos K.O. a todos a la vez y haciendo que cayeran al suelo como marionetas sin hilos. Se giró hacia Karashi, quien ahora estaba pálido como la nieve al darse cuenta de que su estúpido plan se había disuelto en menos de 5 minutos.
—…Recordadme no enfadarla en un futuro —susurró Tenten a Lee y a Neji.
—Y tú… Veo que no has aprendido nada de lo que Lee te ha comentado antes —le dijo a Karashi, caminando en su dirección.
—¡Espero que estés preparado, Karashi! —le gritó un pueblerino, a la vez que todos se acercaban amenazantes hacia él.
—¡Si no lo hubiera hecho me habrían matado! —se defendió.
—¡Pues ahora seré yo quien te abra la cabeza con este martillo!
—¡Un momento! —gritó Lee, intercediendo en la pelea para defender a Karashi.
Seina observó desde lejos como Lee mediaba por Karashi, quien no se lo merecía, y cómo al final se resolvía todo gracias a la ayuda del anciano al que salvaron antes. Cuando se fueron, Lee le cogió fuertemente el brazo para llevárselo de allí. Mientras tanto, sus clones cogieron a la chusma de los Kurosuki y los maniató.
—Con estos ya hemos acabado —les dijo Seina—. Volvamos al restaurante.
—¡Hai!
Chapter Text
Cuando llegaron allí, la vieja les había hecho otro horrendo plato de curry. Seina suspiró mientras lo hacía desaparecer en su boca para evitarse una úlcera de estómago, y quizás de esófago. Observó cómo Karashi se reunía con su madre, aceptando su castigo al comer un curry aún peor que el suyo, sudando copiosamente y llorando de lo picante que era. El niño, por otro lado, seguía durmiendo bajo su hechizo.
—Ugh, cómo puedes comerte el curry sin desmayarte —le preguntó Tenten—. Creo que voy a tumbarme un rato para que se me calme el estómago.
Seina bufó una risa saliendo del restaurante. Se alejó lo suficiente, sentada en una rama, para que no pudieran verla comer ni Karashi ni su madre. Escuchó los pasos de Neji acercarse a ella.
—Ahora lo entiendo todo —rio Neji, subiendo a su lado.
—¿Quieres? —le preguntó mostrándole otro par de palillos.
—Si no te importa…
—Para nada —se hizo un silencio reconfortante mientras comían comida normal.
—No estaba muerto, ¿verdad? —le preguntó Neji de improvisto, mirándola de reojo.
—No. Vi la sonrisa del niño y sus ojos rojos. Sabía que él era capaz de confundir tu dojutsu así que me pregunté si no serían sus poderes residuales los que estaban confundiéndote una vez más. Tenía razón.
—Le has matado —afirmó Neji, con aplomo, pero sin acusarla.
Ella asintió. Neji no la había visto matar con la maldición mortal como Shikamaru y Kiba, pero si estaba presente cuando hablaron de ello. No era tonto así que podía sumar 2+2 como Shikamaru.
—¿Has sido tú la que ha dormido al mocoso?
—Así es. No quería que supiera lo que iba a hacer.
—¿Por qué? —alzó una ceja Neji, mirándola de frente.
—Porque quiero ver si el niño es un problema…
—Vas a dejar que piense que está vivo para ver qué hace a continuación. Vaya. Bastante retorcido. Nunca se me hubiera ocurrido —frunció el ceño Neji—, pero es lo más inteligente, y eficiente, dadas las circunstancias.
—No solo él. Karashi es alguien fácil de manipular. Le han comido la cabeza dos veces seguidas. Quiero ver qué sucede.
—Esperas que lo use para llegar a Raiga. Tiene sentido. ¿Crees que lo hará?
—Nadie más lo hará —contestó ella—. El niño es inteligente. Si plantea salir a escondidas, lo acabará pensando él también.
—¿Y qué hacemos si sucede?
—Raiga está muerto. Dejaremos que acepte su muerte como definitiva. Lo que haga después no es asunto nuestro. Por lo que he oído, la anciana planea quedarse con el crío. Quizás sea lo que necesita: saber por él mismo que Raiga no va a volver. En cuanto a Karashi, creo que tendremos que hablar seriamente con él. Las palabras de Lee parece que le entran por una oreja y le salen por la otra.
—Me has sorprendido —le dijo Neji minutos después—. Sabiendo como es tu hermano, nunca habría imaginado lo diferente que eres tú en comparación. A Naruto no se le habría ocurrido nada de esto.
—Naruto es demasiado bueno, mucho más que yo. Quizás demasiado para ser ninja.
—Nosotros somos la parte oscura, Seina. Siempre lo hemos sido y siempre lo seremos —le recordó Kurama.
—No lo decía como un defecto —la miró él con rostro serio—. Era un cumplido.
Seina suspiró. No sabía si era o no un cumplido de verdad, a pesar de lo que pudiera creer Neji. Estas maquinaciones las habría pasado por alto con la edad de Naruto en su antigua vida. De hecho, las había pasado por alto, costándole mucho dolor, sangre y lágrimas. Era por eso que quería evitar a toda costa cometer los mismos errores, usando su experiencia para ello.
Esa noche, cuando regresaron a dentro del restaurante, estuvo pendiente de lo que sucedía gracias a sus invocaciones. Vio cómo el mocoso convencía a Karashi para llevarlo hasta el cuerpo de Raiga. Abrió los ojos al mismo tiempo que Neji.
—¿Qué sucede? —preguntó Tenten, medio dormida.
—El niño ha escapado con Karashi.
—¿¡NANDE!? —gritó Lee. Tenten le tapó la boca haciéndolo callar—. ¡Tenemos que ir tras ellos!
Seina salió por la ventana y echó a correr, dejando una distancia prudencial. Como esperaba, los encontraron junto al cuerpo. Vieron desde lejos como lloraba abrazado a uno de los brazos fríos de Raiga.
—¿Crees que soy mala persona por no sentirme culpable? —le preguntó a Kurama mientras observaba impasible como Lee y Tenten acudían a consolar al niño y luego procedían a recriminar sus actos a Karashi.
—¿Por qué ibas a sentirte culpable? Ese mocoso y el tío del rayo eran tus enemigos. ¿No será que te sientes culpable de no sentirte culpable, enana?
—Quizás tengas razón…
—Yo siempre tengo razón. Además, solo porque sea tan joven no significa que no sea igual de peligroso que un adulto. Tú mismo sensei es la prueba factible de eso. ¿No fue genin con solo 5 años y mató a mucha gente poco después?
Las palabras de Kurama acabaron por calmarla. Dándose cuenta de que, en realidad, el niño estaría bien a cargo de alguien normal y creciendo sin ser un arma a manos de Raiga. Lo mirara como lo mirara, salía ganando. Volvieron a la aldea el día siguiente. Arrastrando a Lee lejos de otro plato de curry y dejando atrás a Karashi, a la abuela y al mocoso.
Cuando regresó a la aldea se enteró de todo lo que había pasado gracias a los cotilleos de los ninjas y de algunos civiles. Sonrió al escuchar como la misión de su hermano y Sasuke había sido todo un éxito.
—¡Por fin regresáis! —les dijo Tsunade-sama nada más verlos—. ¿Qué tal ha ido la misión?
Seina procedió a explicarle con pelos y señales todo lo que había pasado. Le entregó las armas de Kiri, viendo el rostro interesado de la Hokage, y aceptó las felicitaciones. Recogieron sus pagas y se marcharon de allí, no sin antes decirle Tsunade-sama que al día siguiente tendría que ayudar en el hospital debido a los heridos por la fuga de la cárcel.
—Ugh. Por fin libres —suspiró Tenten—. Estoy deseando darme un buen baño.
—Ya somos dos… Me voy por aquí. Hasta otra —se despidió ella, levantando una mano.
Llegó a casa bostezando. Cuando abrió la puerta vio como Naruto y Kakashi-sensei estaban preparando la comida mientras Sasuke arreglaba la mesa.
—¡Nee-chan! —llamó Naruto, abandonando la cocina para tirarse encima de ella—. ¡Ya has vuelto!
La avasalló a preguntas sin dejarle tiempo a responder. Sasuke le dio una colleja al mismo tiempo que rodaba los ojos. Vio por encima de la cabeza de su hermano como Kakashi-sensei sonreía en su dirección, moviendo algo en una sartén. Les explicó de nuevo todo lo que había pasado, para la excitación e interés de Naruto y Sasuke, sentada en la mesa.
—Veo que ha sido una misión relativamente fácil —dijo el jonin, poniendo la comida en los platos—. Casi que podrías haberla llevado a cabo tú sola.
—Nah. Sin Lee y los demás alguno tendría un par de huesos rotos. No os imagináis cómo era Karashi, por no hablar de uno de los clientes.
—Ya. Habría sido feo que mataras a tu cliente por ser un idiota —sonrió Sasuke ante la risa del jonin y Naruto.
Comieron y rieron, hablando de sus respectivas misiones. Recogieron la mesa y fregaron los platos. Justo cuando creía que tenían un rato los 4 para hablar y holgazanear, Kakashi-sensei se levantó.
—Bueno chicos. Tengo otra misión así que debo irme —les dijo Kakashi-sensei.
—¿Otra? —preguntó ella con sorpresa.
—Sí. La aldea está hasta arriba de misiones, por lo visto —suspiró él—. Tsunade-sama no para de explotarnos. De hecho, sé que esta tarde tiene algo especial preparado para estas cabezas huecas.
—¿Eeeh? ¿¡El qué!? —exclamó Naruto muy interesado.
—Ya lo veréis. ¡Hasta luego!
Eso “especial” de lo que hablaba Kakashi-sensei resultó ser una misión algo rara para los genins de Konoha. Por suerte para Shikamaru y para ella, se habían librado de cuidar de 3 estudiantes de la academia durante un día y medio. Shikamaru porque fue obligado a ayudar en la organización del evento ya que no era genin y ella porque tenía que trabajar en el hospital. Seina tuvo que desconectarse mentalmente para no escuchar las quejas de Sasuke y Naruto al darse cuenta de que iban a pasar la noche a la intemperie con enanos de 7 años, o menos.
A la mañana siguiente, fue directa al hospital después de desayunar a solas en casa. Kakashi-sensei seguía de misión mientras que Sasuke y Naruto no regresarían hasta la tarde. Así pues, cuando llegó al hospital vio el caos general en las plantas shinobi de menor gravedad.
—Pero, ¿qué pasa aquí? —preguntó ella, nada más verlo.
Había pacientes por todos lados, la mayoría con heridas moderadas, mientras que los ninjas médicos iban de arriba abajo rápidamente. Era la primera vez que veía semejante caos en el hospital.
—No tenemos suficiente personal médico en la aldea—le dijo una enfermera— y los civiles no podemos tratar a los ninjas así que hay muchos pacientes por tratar desde la fuga de la cárcel.
—Kage bunshin no jutsu. Ya sabéis lo que tenéis que hacer —evitó rodar los ojos ante la expresión sorprendida y ridículamente aliviada de algunos médicos y personal sanitario allí presentes.
Pasó las siguientes 4 horas tratando a un paciente tras otro. Desinfectó heridas, las curó, dio antibióticos, recolocó huesos, administró pociones, puso a dormir a algunos… Cuando acabó su turno vio los clones se desvanecieron a sus órdenes y recibió toda la información que había recopilado. Se dio cuenta de que, en las plantas civiles, a algunos de sus clones incluso le había dado tiempo de comprobar el inventario y ayudar con el papeleo de otros médicos. Los únicos que quedaban por curar eran los casos más graves que no se había atrevido a tocar sin el consentimiento de Tsunade-sama.
—Muchísimas gracias, Seina-san —hizo una reverencia quien parecía ser el jefe de departamento del ala este del hospital—. Sin tu ayuda habríamos tardado días en volver a la normalidad.
—Para algo me pidió que viniera Tsunade-sama —le dijo, quitándole hierro al asunto.
Se fue a casa con el estómago rugiendo del hambre. Como no había nadie allí con quien entrenar creó a unos cuantos clones para que avanzaran sus estudios médicos y otros para que siguieran fabricando inventos, adelantándose a la petición de la Hokage para ahorrar tiempo. Mientras tanto, sacó su diario para ver qué cosas tenía pendientes por hacer o investigar que ya ni recordaba.
—Mmm… Lo de las invocaciones ya está completado y con éxito —musitó para sí misma, tachando el ítem de la lista—. Lo mismo con la revisión del contrato y mis clones están leyendo los libros.
Entonces vio el siguiente punto y se quedó de piedra. El regalo de Naruto. Se había olvidado completamente de que cumplían años en octubre. Faltaban solo 7 días y seguía estando en blanco sobre qué comprarle o hacerle.
Horas más tarde, Naruto y Sasuke regresaron a casa arrastrando los pies del cansancio.
—Nunca más… —murmuró Sasuke, enterrando el rostro en un cojín del sofá.
—¿Qué ha pasado? —preguntó ella con curiosidad.
—Hn.
—Nunca seré profesor de academia, nee-chan —suspiró Naruto, tirándose en una butaca—. ¡Nos hemos perdido y encima nos llovió! ¡Menos mal que llevaba uno de tus bentos porque pasamos la noche en una cueva!
Seina suprimió una risa al escuchar las peripecias de su hermano. Por suerte, a pesar de haberse perdido como un tonto y haberse tenido que quedar a dormir en la intemperie, no había pasado nada. Salvo que a Sasuke esos niños le habían absorbido toda la energía.
—Y encima una de las niñas no paraba de gritar y sonrojarse cada vez que la miraba. Ugh. Matadme, por favor.
Naruto y Seina se rieron de él. No sabía por qué esperaba compasión si ninguno de los dos era uno de sus lunáticos fans.
—¿Por qué no os dais un baño mientras yo hago la cena? —se ofreció ella, poniéndose en pie.
Cenaron en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos o recuperando la energía. Ella no podía parar de darle vueltas a su última preocupación. ¿Ropa? ¿Armas? ¿Algún invento? No podía regalarle nada relacionado con ramen ya que Kakashi-sensei se le había adelantado, y ni siquiera sabía qué le había comprado Sasuke.
—Sasuke —llamó mentalmente, viendo como levantaba los ojos de su postre—. ¿Qué le has comprado a Naruto para su cumpleaños?
—Una yukata. No pudimos ir al festival de verano debido a los exámenes de chunin, pero recuerdo que dijo que le habría gustado. Nunca le he visto con ropa tradicional así que pensé que le haría falta uno. Hablé con Kakashi-sensei así que no pude comprarle nada de ramen, que hubiera sido lo más fácil.
Seina evitó suspirar al darse cuenta de que era un buen regalo. ¿Por qué no habría pensado en ello? Se fueron a la cama poco rato después. Justo cuando se metió en la cama notó como las barreras mágicas dejaban pasar a Kakashi-sensei así que se fue a dormir con una sonrisa en los labios al darse cuenta de que todos estaban bien.
A la mañana siguiente, Naruto había recuperado su energía habitual, para la exasperación de Sasuke quien todavía estaba holgazaneando en el sofá y no tenía ganas de entrenar con él.
—¡Está bien! ¡Iré yo solo! —exclamó saliendo de casa cuando ella rechazó ir a entrenar.
Le hubiera gustado ir, pero debía pensar qué comprarle antes de que se le echara el tiempo encima. Así fue como la encontró Kakashi-sensei, estirada con desánimo al lado de Sasuke en el sofá.
—Os veo llenos de energía —bromeó yendo a desayunar.
—Todavía no sé qué comprarle a Naruto —dijo ella sin levantar la cabeza del cojín.
—¿Todavía estás con eso? —preguntó Kakashi-sensei, cogiendo su bol con frutas cortadas y unas tostadas, y sentándose en la butaca en lugar de la mesa—. ¿Sabes qué? Podríamos ir a dar una vuelta por la aldea, a ver si se te ocurre algo.
—Supongo que es mejor que nada —suspiró ella, aceptando la oferta—. ¿Te vienes Sasuke?
—No… Deja que me recupere de lo de ayer —susurró, casi durmiendo.
Un rato más tarde, cuando Kakashi-sensei desayunó y se vistió, salieron a la aldea caminando. Se le hacía extraño tener tiempo libre para hacer absolutamente nada. Más cuando llevaba unas semanas sin ver más que unas horas a su maestro. Caminaron en un silencio reconfortante hasta llegar a los barrios más bulliciosos de Konoha.
—¿Un set de té? —le preguntó Kakashi-sensei mirando un escaparate—. O quizás, ¿ropa de cama?
—Ugh. No. Demasiado impersonal. Además, Naruto casi no bebe té.
—¿Algún libro? —Seina se giró a mirarle con ojos punzantes—. Ya. Mejor que no. Armas ya tiene. Sasuke le ha comprado ropa… ¿Y algo personalizado? Por ejemplo, pinceles y plumas y esas cosas.
—Mmm… Podría ser. A unas malas, puedo comprarle eso.
—Lo cierto es que me sorprende que no le hagas nada personalizado —le comentó Kakashi-sensei, mirándola de reojo.
—Lo pensé, pero lo que quería hacer era demasiado para el tiempo que tengo. Ahora tengo incluso menos tiempo.
—No te preocupes, seguro que se te ocurre algo. Naruto es un payaso en su fuero interno. Incluso si le regalaras un kunai de broma estaría encantado —la consoló Kakashi-sensei, pasándole un brazo por los hombros como si nada.
Ella se quedó de piedra en su sitio al escucharlo. ¡Pues claro! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? A Naruto le encantaba gastar bromas y ella había sido la propietaria junto con George de la mejor cadena de tiendas de broma de Europa y luego de América y Asia.
—Kakashi-sensei… eres un genio —le aseguró fervientemente.
No supo si lo que vio en sus ojos, quizás el brillo malicioso y divertido al recordar las antiguas bromas de George, pero se estremeció. Luego se encogió de hombros, haciendo ver que no había pasado nada.
—Lo sé —le dijo, con tono ligeramente arrogante. Ella le dio un puñetazo sin fuerza en el costado que ni intentó esquivar—. Ow.
—Tengo que comprar caramelos y unas cuantas cosas más —le dijo llena de energía. Le cogió de la mano y lo arrastró a la tienda más cercana—. ¡Ya verás su cara cuando lo vea! Hahaha.
—…Quizás debería haberme callado —musitó en voz baja para sí el jonin, dejándose llevar por ella.
Llegaron sin problemas a la tienda en cuestión. En cuanto vio que estaba llena de gente, más de la mitad siendo niños de edad inferior a los dobles dígitos, supo que Kakashi-sensei no querría entrar si podía evitarlo.
—Puedes esperarme aquí si quieres —le aseguró ella fuera de la tienda—. No tardo nada.
—Tómate tu tiempo —sonrió, sacando su libro porno para esperar él solo en la calle.
Seina se adentró entre el gentío. Cogió un montón de caramelos del mismo tipo para convertirlos en las cremas de canario y luego caramelos de diferentes tipos para mezclarlos y transformarlos en grajeas de todos los sabores. Prácticamente se llevó un kilo de caramelos, para la estupefacción de los clientes y la alegría de la dependienta.
Cuando salió, guardándose el enorme paquete en la riñonera, vio como Kakashi-sensei estaba mirando fijamente a quienes parecían ser Guy-sensei y Lee a pocos metros. Decir que “parecían ser” era una buena elección de palabras porque, obviamente, no eran sus cejotas favoritos. A no ser que Lee hubiera engordado 30 kilos en un par de días desde que le vio en la última misión.
—¿Quiénes son esos? —preguntó ella poniéndose al lado de su maestro.
—Vamos a averiguarlo —le contestó, echando a andar en silencio hasta llegar a la espalda de ambos impostores, que parecían estar señalando a la mansión de la Hokage—. ¡Yo! Guy, Lee. ¿Qué le sucede a la mansión de la Hokage?
—¡N-n-no es que busquemos información confidencial de Kono- —empezó el que estaba vestido de Lee.
—¡Idiota! —exclamó el otro, dándole un puñetazo y haciéndolo callar de golpe—. No le hagas caso. Hahaha.
Seina observó incrédula a los peores impostores y espías de la historia ninja. ¿De verdad creían estar engañando a alguien?
—Umm… —musitó Kakashi-sensei.
—Actúa con naturalidad —le susurró Guy-impostor, como si no pudieran escucharlo. Luego se dio la vuelta con una sonrisa brillante—. ¡Yo soy Guy!
—¡Y yo soy Lee!
—Guy y Lee, ¿eh? Os noto algo distintos —contestó Kakashi-sensei. Seina le miró de reojo, viendo como los estaba observando con el rostro en blanco, obviamente sin creerse una palabra.
—¡Son imaginaciones tuyas!
—¿No dijisteis que ibais a dar 5 vueltas a la aldea haciendo el pino, Guy-sensei? —habló ella con una sonrisa algo diabólica.
Ambos impostores se giraron a mirarla, como si no se hubieran dado cuenta de que estaba allí desde el principio. Se estremeció al ver la expresión algo lujuriosa de ambos espías. Ew. Kakashi-sensei se puso casi descaradamente delante de ella, tapándola con medio cuerpo, cuando cambió el peso discretamente de una pierna a la otra.
—No sé… Hay algo raro.
—¡AAH! —apuntó uno de ellos detrás de Kakashi-sensei—. ¡Hay una cometa volando y comiendo cerdo rebozado!
Seina no pudo suprimir una risa silenciosa de sorna. Kakashi-sensei se quedó unos segundos mirándolos fijamente, sin moverse, quizás porque la escusa era tan patética que era imposible de creer. Al final, se hizo el tonto y se dio la vuelta.
—¿Dónde? —los impostores salieron corriendo—. ¿¡Eeeh!? ¡No la veo!
Cuando se quedaron a solas Seina se giró a mirarlo con una ceja alzada.
—Patético.
—La verdad es que sí. Vamos a ver qué traman.
Siguieron su rastro por los tejados hasta una zona más residencial de la aldea. Bajaron a la rama de un árbol, dejando a los impostores en su rango de visión. Vieron como recuperaban el aliento y reían por haberlos “engañado”. Minutos después, cuando retomaron el camino a alguna parte, Kakashi-sensei y ella bajaron del árbol.
—Mmm… Deberíamos decírselo a Tsunade-sama.
—¿Quién se va a tragar que son Guy-sensei y Lee? —rodó los ojos ella.
—Cosas más ridículas he visto —le confesó él mientras caminaba a su lado hasta la torre de la Hokage.
—Bueno. Ha sido una mañana productiva. Ya sé lo que regalarle a Naruto y hemos descubierto a un par de espías. ¿Qué más se puede pedir?
Kakashi-sensei se rio. Seina no pudo evitar enviarle una sonrisa al percibir cuan de… contento se sentía Kakashi-sensei a su lado. Mientras llegaban a la torre Seina pensó en su relación casi platónica con el jonin. Si bien no quería cometer ningún desliz, digamos, físico eso no significaba que solo pudiera estar con él más que los momentos a solas que se presentaban por casualidad. No podían tener una cita normal y corriente, pero quizás podrían hacer alguna otra cosa. Sobre todo, porque cada vez le sabía a menos el poco contacto que tenían a solas. Simplemente, necesitaba más.
—Ah, Kakashi. ¿Qué sucede?
—En la aldea hay un par de tipos haciéndose pasar por Lee y Guy. Pensé que debería saberlo.
—¿Los echamos, Tsunade-sama? —preguntó Shizune.
—No, déjalos —la Hokage empezó a sonreír con malicia—. Esto va a ser divertido.
Seina se rio maliciosamente al comprender qué pensaba hacer con el par de catetos que deambulaban por la aldea. Durante un momento pensó en unirse al caos de la Hokage, pero viendo como Kakashi-sensei tenía el día de descanso, prefirió pasarlo con él en la medida de lo posible.
—¿Te apetece comer fuera? —le preguntó Kakashi-sensei nada más salir de la torre, adelantándose a ella—. Podemos probar algún restaurante nuevo.
—Me encantaría —sonrió.
Caminaron por la aldea, charlando de lo que les apetecía comer, y hablando de todo un poco. Un rato más tarde, vieron un restaurante de sushi que no habían visitado antes así que entraron. El interior le sorprendió puesto que los sillones redondeados con respaldos altos daban una grata sensación de privacidad, así como la luz de la lámpara de pared sobre la mesa hacía más íntimo el restaurante.
—No está mal —dijo ella, mirando la decoración de temática japonesa.
—¿Qué vas a pedir?
Estuvieron leyendo la carta e intercambiando opiniones de algunos platos. Minutos después, el camarero les tomó la orden. En cuanto se fue alzó un hechizo para que pudieran hablar tranquilamente. Kakashi-sensei alzó una ceja y ella asintió.
—Es muy útil, ese hechizo tuyo.
—En realidad no es mío. Se lo robé a uno de mis profesores más odiados, y el archienemigo de mi padre y de mi padrino —sonrió ella.
—¿Uno de los más odiados? —preguntó con interés Kakashi-sensei.
—Es una historia muy larga. En resumen, este hombre era el mejor amigo de mi antigua madre, pero en la escuela le lavaron el cerebro para que se uniera a una secta terrorista cuyo líder era muy parecido a Orochimaru. Quizás peor aún. Tanto este hombre como mi padre estaban enamorados de mi madre. Para mi padre, fue amor a primera vista a los 11 años. Durante años estuvo intentando que salir con ella, sin mucho éxito, hasta que un día a los 16 años mi padre humilló con sus amigos a este otro hombre. Mi madre quiso ayudarle, pero… Snape no quiso su ayuda. Reaccionó mal y lo pagó con mi madre.
—¿Le rechazó por vergüenza? —preguntó Kakashi-sensei, deduciendo lo que había pasado.
—Así es. La llamó sangre sucia delante de un montón de alumnos así que mi madre cortó su amistad con él. Poco después de eso, mis abuelos paternos murieron a manos de este terrorista y mi padre se vio forzado a madurar. Al final, acabó conquistando a mi madre, y el resto es historia.
—… ¿Qué es eso de sangre sucia?
—Un mago o bruja cuyos padres no son magos o brujas —contestó escuetamente—. Mi mejor amiga, años después, demostró que no existe tal cosa. Al parecer, las familias mágicas que tenían niños no mágicos, también llamados squib, los daban en adopción a familias civiles sin ni una sola gota mágica en las venas. Lo que no se dieron cuenta era que un squib con otro squib o un mago o bruja, puede tener descendencia mágica. Reaviva la kekkei genkai, por así decirlo…
—Así que algún ancestro de tu madre fue un squib de una familia mágica. ¿Y tu padre?
—Mi padre, al contrario de mi madre, descendía de una familia con un linaje de más de 1000 años. A gente como él los llamaban sangre pura. Lo mismo con mi padrino. De hecho, mi padre y mi padrino estaban emparentados. La tía abuela de mi padrino era mi abuela. Tanto mi antiguo padre como yo nos parecíamos más a la familia de mi padrino que a la de mi padre. No sé si es un gran cumplido, considerando que los Black estaban todos locos en mayor o menor medida.
Kakashi-sensei se rio al escucharlo, sin poder evitarlo.
—Ahora entiendo muchas cosas —bromeó.
—Tú ríete. Quizás no lo parece, pero con los años me he dado cuenta de que tengo el mismo carácter que ellos. Por desgracia. A mí padrino lo mató su prima, y yo casi mato a mi primo segundo.
—¿En serio?
—Sí. Tenían una casa de ciudad con una pared llena de cabezas de sus siervos —le explicó, viendo sus cejas alzadas con sorpresa—. Estaba llena de criaturas oscuras, armas envenenadas y malditas. Incluso las protecciones mágicas de la casa eran… malignas. Por algo se hablaba de la “locura de los Black”. Hasta encontré una vez un trozo de alma en un relicario. De todos los sitios que podría haberlo escondido…
—¿Qué? —preguntó Kakashi-sensei casi sin creerla—. ¿En serio?
—Sí. Mi propio padrino, a pesar de quererme y de haberse sacrificado por mí, manipuló a Snape para que se lo comiera un hombre lobo. Solo tenía 15 años. Por suerte, mi padre se enteró a tiempo y lo salvó.
—No me extraña que ese tal Snape estuviera resentido.
—A mí tampoco, pero eso no significa que tuviera que pagarlo conmigo —rodó los ojos ella—. Y, aun así, murió en mis brazos envenenado por el líder que había seguido durante toda su adolescencia.
Seina deshizo momentáneamente el hechizo al ver cómo se acercaba el camarero con su comida. La dejó en la mesa y se marchó. Volvió a activar el hechizo mientras miraba la comida.
—Casi no puedo creer que vivieras en un mundo totalmente distinto. Pensar que tu familia paterna tenía más de 1000 años cuando aquí las aldeas ninja tienen menos de un siglo…
—A veces no me parece que exista tanta diferencia entre ambos mundos, pero luego me acuerdo de lo que vi. Vi cosas maravillosas que nunca imaginarías, pero también cosas terribles. Mucho peores de lo que he leído, escuchado o visto aquí.
—…No sé si quiero imaginarlo.
Estuvieron hablando sobre su trabajo como auror y lo que había visto. Si bien era cierto que aquella noche hablaron de su vida, no entraron en mucho detalle sobre su adolescencia tumultuosa. Así que aprovechó, debido a su interés, para explicarle cómo pasó los primeros 17 años de vida al borde de la muerte. Cuanto más hablaba de las penurias que pasó hasta deshacerse de Voldemort, más fruncido tenía el ceño Kakashi-sensei, lleno de disgusto.
—Ni siquiera sé por dónde empezar… No me cabe en la cabeza en nivel de incompetencia, de negligencia…
—Lo sé. Tardé muchos años de terapia en asimilar todas las manipulaciones que me condujeron a mi primera muerte—confesó ella—, pero no podía cambiar el pasado. Bueno, en realidad eso es discutible, pero ya me entiendes.
Kakashi-sensei resopló una risa, sacudiendo la cabeza.
—Al final, entendí que podía seguir con mi vida y vivirla de verdad o bien podría seguir cargando con mi pasado y dejar que el resentimiento me jodiera los años que me quedaban por vivir. Me costó desprenderme de esas emociones. No te puedes imaginar cuánto. Hasta que un día George me dijo lo que él sabía que le diría su difunto hermano gemelo, de poder hablar con él desde la tumba: que viviera pensando que habían ganado a pesar de que mucha gente había intentado hundirlos, y que debía mirar al futuro y vivir plenamente o acabaría destruyéndose a sí mismo haciendo que aquellos que le habían matado ganaran la última batalla, a pesar de haber dado su vida porque no fuera así.
Se hizo un silencio mientras acababan de comerse la comida. Kakashi-sensei parecía perdido en sus pensamientos, mirando la mesa como si tuviera las respuestas a los misterios del cosmos.
—¿Vivir así no es aferrarse a la vida por despecho? —le preguntó finalmente.
—A veces, para sobrevivir, hacemos cosas que no son muy saludables —dijo ella—. Uno puede vivir por despecho hasta que encuentre otra razón para vivir, mientras sobreviva el tiempo suficiente. Difícilmente se pueden encontrar diferentes razones para vivir estando muerto.
—Si tenía dudas sobre tu edad creo que acabas de disiparlas —bromeó Kakashi-sensei.
—Uno no es sabio por ser viejo —sonrió ella.
—No. Supongo que no.
Pagaron y salieron del restaurante, viendo como todavía era bastante temprano. Conectó mentalmente con Sasuke y Naruto para ver qué estaban haciendo. No pudo evitar reír en voz alta cuando vio que Naruto estaba con los impostores de antes, tomándoles el pelo en las afueras donde los campos de arroz.
—¿Qué sucede?
—¿Adivinas quién está con los impostores ahora mismo?
—…No. ¿Naruto?
—Sí. De lejos creyó que eran ellos —se partía de risa mientras lo explicaba—, hasta que vio de cerca al supuesto Lee.
—…
—Sasuke está de misión con Hinata y Kiba. No creo que venga esta noche a cenar ni a dormir.
Kakashi-sensei sacudió la cabeza. Se encaminaron hasta casa, riéndose de las desaventuras de los espías, y charlando del regalo de Naruto. Cuando entraron por la puerta, una mano le cogió del brazo. Ella se giró algo sorprendida. Vio como el jonin parecía estar encontrando las palabras adecuadas para lo que quería decirle.
—No pretendo ser tan arrogante como para decirte que sé por lo que pasaste en tu vida anterior. Sé que eres fuerte, más de lo que imaginaba, y que aceptaste lo que te tocó en esa vida… pero quiero que sepas que, en esta vida, nos tienes a nosotros. Me tienes a mí, y que voy a hacer lo posible porque no te pase ni una décima parte de lo que te pasó.
—Lo sé —sonrió conmovida ante sus palabras.
Lo abrazó fuertemente, sin poder evitarlo, y se dejó abrazar durante unos minutos. Cuando se apartó, como apenas le llegaba por debajo del pectoral, le cogió del cuello del chaleco y tiró de él hacia abajo. Vio el rostro sorprendido de Kakashi-sensei cuando le bajó la máscara lo suficiente para darle un beso en la mejilla.
—Gracias.
Se dio la vuelta, subiendo las escaleras hacia su estudio. Tenía que marcharse de ahí o haría algo de lo que, tal vez, se arrepentiría. Pudo escuchar cómo se quedó allí durante largo tiempo, quizás sobresaltado de su osadía.
Chapter 34
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
—¡Bien! Aprendes muy rápido —la felicitó Tsunade-sama, al día siguiente—. Dentro de poco operarás tú sola sin soporte.
Seina asintió. Estaba aprendiendo todo lo que la Hokage sabía, y más. Había ciertas técnicas que ella conocía que ni siquiera sabía Tsunade-sama simplemente porque no requerían chakra sino intervención física. No había sido médico en su vida anterior, pero había tenido que hacer milagros ante algunas lesiones de compañeros durante algunas misiones.
Habían pasado 3 días desde su comida con Kakashi-sensei a solas. Unos 3 días donde todo su equipo estaba en misiones distintas fuera de la aldea, salvo ella. Se tomó el tiempo a solas avanzando en sus estudios teóricos y yendo cada día al hospital. Si algo no soportaba, era quedarse quieta. Cuando volvió a casa esa tarde, después de pasar prácticamente todo el día en el hospital, se encontró con Sasuke.
—¡Vaya! Creía que no volverías hasta mañana.
—No ha sido para tanto —le comunicó mientras merendaba algo—. Solo se trataba de capturar a un ladrón. ¿Dónde está el dobe y Kakashi-sensei?
—Naruto está de misión con Neji y Tenten en el país de los Pájaros. Kakashi-sensei creo que tenía una misión de rango A.
—¿Y tú? ¿Qué has estado haciendo? —le preguntó con interés, sentándose a su lado.
—He estado avanzando bastante en el hospital. De hecho, me quedan la mitad de los libros de texto que me dio Tsunade-sama hace un par de meses. Si no fuera por mis clones… sería bastante tostón, la verdad.
—Ugh. Está claro que yo no tengo tu vocación. Prefiero 10 misiones de rango S seguidas que estudiarme la biblioteca entera.
—En realidad, estos libros no son de la biblioteca. Son libros médicos —rio ella al ver su rostro—. Los pergaminos que copié de la biblioteca aún tengo que leerlos. Me leí solo los que me interesaban en ese momento.
—…
—Me temo que si quieres llegar a ser jonin tendrás que estudiar algunos libros —le advirtió ella, dándole unas palmaditas.
—Creo que empezaré a usar los clones mientras esté aquí… —suspiró Sasuke, dándose cuenta de que era mejor avanzar temario despacio que corriendo.
—¿Por qué no vamos en busca de alguien con quién entrenar? —le dijo Seina, cuando se hartó de hablar de estudiar.
—Quizás mañana —suspiró de nuevo Sasuke—. Estoy cansado de correr arriba y abajo detrás de un ladrón.
Seina se rio al escucharlo, pero aceptó su compromiso. Al día siguiente, fueron en busca de alguien con quién entrenar cuando fueron sorprendidos por Yugao y su novio Hayate.
—¡Seina! —sonrió la jonin al verlos. Tiró de Hayate hasta su lado—. Tsunade-sama me dijo que las dos tratasteis a Hayate. Muchísimas gracias.
—Gracias. Os debo mi vida —asintió Hayate. Parecía otra persona sin su aspecto enfermizo habitual.
—De nada.
—¿A dónde vais? ¿Algún día conoceré a tu hermano? —preguntó risueña Yugao.
—Está en una misión. No creo que tarde mucho en volver. Nosotros íbamos a ver si encontramos a alguien con quién entrenar —se encogió de hombros.
—¿Por qué no entrenáis con nosotros? —se ofreció sorpresivamente Hayate.
Yugao, aunque parecía que estaban en una cita, asintió. Quizás sentía que debía pagar de alguna forma el hecho de que Hayate estuviera vivo, y curado totalmente. Seina y Sasuke intercambiaron miradas dubitativas.
—Si os parece bien —aceptó Sasuke.
—Genial. Vayamos a nuestro antiguo campo de entrenamiento.
Caminaron por la aldea hasta la zona de bosque que ocuparon la otra vez. Hayate, que había sido el jonin sensei del equipo 1 de su promoción, estuvo explicándole cómo se disolvió su equipo mientras él estaba en el hospital.
—Cuando me desperté me encontré con que uno de mis alumnos estaba tan traumatizado que lo dejó nada más salir del bosque de la muerte —sacudió la cabeza— mientras que el otro estaba tan lesionado que, aunque pudiera volver a ser ninja, prefirió dejarlo antes incluso de saber su veredicto médico. La única que continúa siendo ninja es mi antigua kunoichi, pero ha preferido unirse a un escuadrón de inteligencia en lugar de seguir la trayectoria ninja habitual.
—Lo sabemos. Hablas de Sakura, ¿no? —preguntó ella retóricamente—. Lo cierto es que me alegro de que haya encontrado algo que le gusta y que haya decidido ser madura respecto a sus prioridades.
—Por un momento creí que iba a negarse a aceptar la oferta —intercedió Sasuke.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Hayate.
—Sakura es una de las fans de Sasuke —se giró a mirarle a él—. ¿No te acuerdas del berrinche que pilló cuando no la pusieron en tu equipo?
—Creéis que hubiera seguido siendo ninja de campo solo para estar más cerca de Sasuke —suspiró Hayate—. Sinceramente, por lo que sé de ella, no me hubiera extrañado. Tardé casi 2 semanas en hacer que dirigiera la palabra a sus compañeros de equipo al principio y que se pusiera a entrenar sin llorar.
Seina rodó los ojos ante la actitud de Sakura. Tampoco podía ensañarse mucho en ella porque solo era una niña, pero ciertamente con ese nivel de inmadurez ser ninja sería muy arriesgado para ella, y para sus compañeros.
En cuanto llegaron al campo de entrenamiento, Seina y Sasuke les hablaron un poco de sus habilidades y ambos jonin decidieron combatir contra ellos dos con todo. Así es como pasaron el resto de la mañana. Seina, que ya usaba el hiraishin sin miramientos, sorprendió más de una vez a Hayate. Estaba claro que era un experto en kenjutsu, pero Kakashi-sensei era mucho más todoterreno que él, y se notaba en lo que Seina y Sasuke habían aprendido. Entonces vio la oportunidad perfecta para probar algo en lo que había estado trabajando. Un nuevo genjutsu que afectaba al equilibrio.
Usó a Sasuke para taparse mientras moldeaba el chakra y realizaba los sellos manuales. Dirigió el chakra hacia ambos y, al instante, vio como funcionó. Ambos cayeron al suelo en redondo, con los ojos incapaces de mirar a un punto fijo por el mareo. Lo deshizo al instante cuando vio a Yugao a punto de vomitar. Saltó hacia ellos con el ninjutsu médico ya preparado. Aun así, no pudo hacer nada para ayudarlos. Tuvo que dejar que se recuperaran ellos solos a los pocos minutos.
—¿Q-qué ha sido eso? —preguntó con el rostro pálido, tumbada en el suelo.
—Un genjutsu.
—¿Un genjutsu? —preguntó Hayate, sentándose, con rostro atónito—. Pero, ¿qué os está enseñando Kakashi?
—Lo he creado yo —sonrió ella—. ¿No es genial?
—Podrías habernos matado a ambos —pensó en voz alta Yugao, recuperándose totalmente—. Por un momento… creí que iba a vomitar.
—Ibas a vomitar —le aseguró Sasuke, que había visto sus arcadas—. Seina paró el jutsu justo a tiempo.
—No es posible —negó con la cabeza Hayate.
—Sí que lo es —le refutó ella—, y tenía una teoría de porqué. Ahora que ya sé que estaba en lo cierto…
Sonrió de oreja a oreja, pensando en cómo podía usar el genjutsu para manipular o destruir a alguien.
—Creo que probaré los genjutsus que he creado en alguna misión.
Sasuke la miró y ella abrió su conexión para que no solo pudiera percibir sus pensamientos y emociones sino para que pudiera ver con exactitud lo que pensaba hacer, y cómo había llegado a esa conclusión. Le mostró su teoría sobre el cerebro y sobre lo que era en realidad el genjutsu, sobre cómo había usado el genjutsu para que los cerebros de Yugao y Hayate creyeran que estaban percibiendo una alteración sonora que culminó en una pérdida de equilibrio real.
—Me alegro de no ser tu enemigo —sacudió la cabeza Sasuke ante la confusión de ambos jonin—. Estás loca, pero eres un genio. Quiero que me enseñes a hacer eso.
Ella asintió. Yugao y Hayate, mientras tanto, dieron por concluida su sesión de entrenamiento. Seina se dio cuenta de que tanto Sasuke como ella habían aguantado bastante bien contra ambos, a pesar de que su “derrota” final solo fue una moneda al azar al usar su nuevo genjutsu. Notó lo sudada que estaba, después de varias horas sin parar de moverse, y juró que tomaría un largo baño.
Cuando llegaron a casa, para su sorpresa, se encontraron con Naruto y con Kakashi-sensei hablando en la mesa.
—¡Nee-chan, teme! ¿Dónde estabais?
—Entrenando, dobe —rodó los ojos Sasuke.
—¿Qué tal ha ido la misión? —preguntó ella.
—Bien. Nos encontramos con Kakashi-sensei en el país de los Pájaros.
—Fue una coincidencia, pero menos mal que estaba allí —suspiró el jonin—. La misión acabó siendo demasiado para 3 genins, aunque lo hicieron bastante bien hasta ese punto.
Les hizo prometer que le contarían todo después de ducharse así que prefirió no tomarse el ansiado baño para poder bajar cuanto antes al comedor. Cuando bajó vio como Sasuke ya se había duchado y cambiado, sentado en una silla con el cabello húmedo y descalzo. Naruto les explicó con todo lujo de detalles lo que había sucedido en la misión. Cómo habían tenido que investigar a un fantasma que después resultó ser alguien disfrazado, cómo protegieron al señor feudal de asesinos, etc.
—Vaya. Siempre te tocan las misiones más entretenidas —le dijo ella con una sonrisa.
Kakashi-sensei ahogó una risa. —Realmente no te perdiste nada. Naruto, como siempre, acabó complicándolo más con su incapacidad de dejarlo estar.
—¡Hey! ¡Gracias a mí descubrimos la verdad!
—Hn. Típico del dobe.
Seina escuchó como discutían con una sonrisa. Kakashi-sensei la miró por encima de la cabeza de Naruto, sonriendo ante su semblante relajado, y tocándole el pie bajo la mesa.
Para su desgracia, al día siguiente le dieron otra misión a su jonin sensei así que acabaron entrenando con Guy-sensei y con Lee. Pasó toda la mañana haciendo ridículos ejercicios de entrenamiento y de taijutsu, pero notó como había mejorado bastante después de haber practicado nuevos katas con sus clones. Guy-sensei incluso le indicó un dojo al otro lado de la aldea donde encontraría buenos rivales para que mejorara aún más su combate cuerpo a cuerpo.
—En ese dojo solo van jonins y otros ninjas. Seguro que te sirve de gran ayuda.
—Gracias, Guy-sensei.
—¡De nada, Seina-chan! ¡TENEMOS QUE ALIMENTAR LA FLOR ETERNA DE LAS SIGUIENTES GENERACIONES!
Pestañeó, huyendo lentamente de allí. Dio gracias en silencio a Lee por distraer a su maestro y se fue con su equipo. Al día siguiente, cuando solo quedaba un día para su cumpleaños, Tsunade-sama los mandó a una misión de improvisto. Por suerte, estaría con su equipo, además de Shino, de nuevo en una misión de campo. Por desgracia, se perdería su cumpleaños con Kakashi-sensei y los otros genins.
—¡Eeeeeh! ¿¡Vamos a estar de misión justo en nuestro cumpleaños!? —gritó Naruto—. ¡Menuda injusticia!
—¡A callar, Naruto! ¡Muchas veces las misiones tienen prioridad! —le lanzó una grapadora Tsunade-sama. Naruto la esquivó—. Además, cuando volváis tendréis unos cuantos días libres. ¿No te parece eso bien?
—Ugh. Supongo que sí.
—¿De qué se trata la misión? —preguntó ella antes de que pudiera cambiar de idea.
—Solo es una misión de investigación y eliminación. Tenéis que desplazaros al país del Mar e investigar sobre el monstruo Kaima. Como vuestro cliente está allí podéis partir cuanto antes. Seina, tú serás la líder del equipo. Shizune.
—El país del Mar está formado por varias islas —empezó Shizune, enseñándoles un mapa—. Últimamente atacaron y robaron varios barcos, el único modo de transporte. Los informes dicen que les atacó un monstruo marino.
—¿Así que nuestra misión será eliminarlo? —preguntó Naruto, más entusiasmado.
—No solo eso. Como el país del Mar no tiene aldea oculta cada mes paga mensualmente al país del Agua por su protección, pero hace poco el monstruo atacó el navío que enviaron al país del Mar.
—Imagino que deberemos proteger al siguiente barco y deshacernos de este monstruo —habló ella. Tsunade-sama asintió.
—Así mantendremos las buenas relaciones.
Seina cogió los papeles que le entregaba Shizune, guardándoselos en la riñonera. Salieron de la torre hasta el parque más cercano, para hablar unos segundos.
—¿Tenemos todo lo necesario? —preguntó ella—. Yo tengo unos cuantos bentos preparados, por si acaso. Aunque no sé si durarán toda la misión.
—Yo estoy listo.
—¡Y yo!
—Yo tendré que ausentarme 10 minutos a por mí mochila —contestó Shino con su tono habitual.
—Está bien. Puedes irte, Shino, te esperamos en la puerta en 15 minutos.
—Hasta ahora.
Se dieron la vuelta para ir a la puerta más cercana a su destino. Le resultaba algo absurdo pensar en la misión. Ni siquiera habían salido muchas veces del país del Fuego y, sin embargo, los habían mandado a todos al país del Mar con un mero mapa y un par de páginas de documentación. Básicamente, se tenían que buscar la vida. Si no fuera por los libros que leía y su experiencia mental estarían más perdidos que una almeja en un botijo. Aunque, viendo su rango de chunin, quizás no era tan descabellado.
Cuando llegaron, a paso lento, esperaron en la mesa de registro. Un par chunins que no conocía de nada los observaron unos segundos antes de volver a mirar a los transeúntes. Shino apenas tardó 10 minutos en presentarse en la puerta, seguramente porque tenía ya una mochila preparada para partir por si acaso. Registraron su partida y se pusieron en marcha. En cuanto dejaron la puerta de la aldea atrás, cogió los papeles que se había guardado.
—Vamos a ver la documentación que nos han dado —dijo ella—. Veamos… El centro del país del Mar es la Isla de Haha así que tendremos que ir hasta ahí en barco. Supuestamente los informes hablan de- ¿un monstruo mitad hombre, mitad pez? Huh.
—¿Qué? —preguntó Sasuke, acercándose a mirar él mismo lo que estaba escrito.
—¡Seguro que se han equivocado!
—O a lo mejor es un ninja con algunas modificaciones —dijo ella. Los ninjas en este mundo estaban igual de locos que los magos. No sería descabellado que sucediera algo así—. De cualquier forma, vayamos al puerto y preguntemos a los locales a ver si saben algo de eso.
—Deberíamos llegar en un par de horas a paso ligero —rumió Shino.
—Mientras lleguemos antes de la puesta del sol… No me gustaría encontrarnos por primera vez con ese monstruo de noche.
Pasaron el resto del trayecto en silencio, corriendo por los árboles. Tampoco es que fuera muy interesante, salvo por el hecho de que no tenían un adulto con ellos para cuidar del equipo. Por suerte, llegaron incluso antes de que anocheciera así que observaron la aldea portuaria desde lo alto de la colina.
—Aquella isla debe ser Haha —señaló Sasuke mirando el mapa y apuntando a la isla central.
—Bajemos. Tenemos que contratar a un barco para que nos lleve —dijo ella.
—¡Yosh! ¡Mi primer viaje en barco!
—…
En cuanto pisaron la aldea supo, por los murmullos, que todos se habían visto afectados por el monstruo. Pudo escuchar a varias personas quejarse de falta de comida y de la inflación de los precios. Incluso percibió una riña a lo lejos. No era algo fuera de lo normal. Cada vez que la gente sufría por comer aparecían este tipo de situaciones. Por desgracia, eso significaba que varios maleantes podrían intentar estafarlos al contratar el barco.
—Esto es lo que puedo darte —escucharon la voz de un hombre, frente a un restaurante.
La chica morena llevaba una mochila casi más grande que ella y tenía la cara llena de vendas. No solamente su aspecto era algo triste, sino que sus ojos reflejaban a la perfección esa desolación. Naruto, como no, no pudo evitar entrometerse cuando la situación le tiró de los hilos sensibles.
—¡Un momento! —dijo Naruto, caminando hasta ellos dos—. ¡Este pescado parece de calidad! ¿¡Cómo puede darle esa mísera paga!?
Seina escuchó las excusas de quién parecía ser el dueño del restaurante con rostro serio. Tal y como pensaba, todo el puerto estaba afectado por la situación. Aun así, la chica no abrió la boca para quejarse ni para agradecer a su hermano que la intentara defender. Simplemente bajó la cabeza más aun y salió corriendo.
—¡Hey! —llamó Naruto, echando a correr tras ella.
Seina le dejó ir. Sabía que volvería pronto una vez estuviera satisfecho o la chica rechazara explícitamente su ayuda. El señor, algo cotilla, empezó a contarles la historia de la chica. Una buceadora llamada Isaribi de la isla Haha que, tiempo atrás, desapareció junto a un montón de isleños. Por fortuna, o por desgracia, fue la única que reapareció así que todo el mundo la trataba con desprecio y desconfianza.
—¿Sabe dónde podemos contratar a un barco para que nos lleve a la isla de Haha? —preguntó al señor del pescado.
—No creo que consigáis que nadie os lleve —les dijo con sinceridad—. Mucha gente ha perdido sus embarcaciones y los pocos que conservan sus barcos ya no salen a navegar después del atardecer.
Miraron la puesta de sol que empezaba a producirse. Supo que, a pesar de haberlo intentado evitar, no habían conseguido lo que querían.
—¿Hay alguna buena posada por aquí? —le preguntó acto seguido.
Escucharon las direcciones del nativo y luego se marcharon. Seina y Sasuke vieron la confrontación que estaba presenciando Naruto en ese mismo momento, con ojos entrecerrados. Aquellos dos tipos no solo le daban mala espina, sino que le sonaban de algo. Vieron como la chica recogía sus cosas, ayudada por su hermano, hasta que levantó la cabeza para mirarle por primera vez y luego huyó de allí despavorida. Intercambió una mirada con Sasuke ante su actitud.
—Vayamos a buscar a Naruto —dijo ella—. Si lo que dice ese hombre es cierto, no conseguiremos que nos lleven a la isla.
—¿Y si mañana por la mañana tampoco logramos que nadie nos lleve a la isla? —preguntó Sasuke.
—Entonces iremos volando. Sinceramente, prefiero evitar un enfrentamiento esta noche. Más sabiendo que ninguno de los marineros expertos que hay en esta aldea se atreve a salir cuando anochece por miedo.
—Tiene sentido —asintió Shino—. Aunque quizás salir de noche sería una gran oportunidad para investigar.
—Mandaré a una de mis invocaciones —aseguró Seina—. Así sabré si hay algo de lo que preocuparse.
—Mira, ahí está el dobe.
—Nee-chan, ¿has visto eso? —preguntó enfadado—. ¿Por qué siempre tiene que haber abusones en todos lados?
—Enana… Acabo de recordar algo importante —le dijo Kurama, sobresaltándola—. Uno de esos tipos que ha visto el payaso de tu hermano, su voz, la hemos escuchado antes.
—¿Qué? ¿Estás seguro?
—Sí. En el combate del mocoso emo en los preliminares de chunin. Era uno de los supuestos genins en el equipo de Kabuto.
A Seina le dio un vuelco el corazón. Vio como estaban discutiendo sobre si merecía la pena o no seguir a la chica y supo que tenían que salir de allí.
—Vamos a la posada, chicos —ordenó ella.
Algo en su voz debió de alertarlos de que algo iba mal porque se callaron al instante. Encontraron la posada, si es que se podía llamar así, a primera línea de playa. Era una casa de dos plantas con un letrero en la puerta. A primera vista parecía otra casa cualquiera, como las casas a ambos lados que la rodeaban. Entraron en el hotel. Vieron un anciano acompañado por un niño pequeño.
—Bienvenidos a la posada Shirakigu. ¿En qué puedo servirles?
—Necesitamos una habitación —le pidió Seina—, para una noche, por favor.
El hombre les entregó la llave y ella pagó el dinero. La habitación era de tamaño mediano, tapizada con tatamis típicos, una ventana y una mesa pequeña baja. También había un pequeño armario de puerta corredera que contenía la ropa de cama y los futones.
—¿Y bien? —preguntó Sasuke, que sabía que algo sucedía.
Seina alzó un hechizo para que nadie pudiera espiarlos y luego corrió las cortinas celestes. Usó un par de barreras mágicas, por si acaso, y luego se sentó en el suelo.
—El hombre que ha visto Naruto… Es Yoroi.
—¿Yoroi? ¿Quién es ese? —preguntó Naruto.
—¿Cómo sabes lo que ha visto Naruto? —preguntó sorprendido Shino—. ¿Acaso… puedes ver lo que él ve?
—Estamos conectados —se encogió de hombros—. Somos gemelos.
—¿El mismo Yoroi con el que me enfrenté en los exámenes de chunin? —preguntó Sasuke con el ceño fruncido—. ¿Estás segura?
—Me lo ha dicho Kurama. ¿Por qué no le preguntas a tu mitad yang, Naruto?
—Mi Kurama casi siempre está dormido, dice que le aburro.
Seina evitó gemir de frustración. ¿Por qué siempre tenía que hacerlo todo ella?
—Sí, ese mismo.
—¿Por qué es tan importante? —preguntó Shino, quien no parecía enterado del todo de lo que pasó durante la invasión.
—Este tío era uno de los miembros del equipo de Kabuto en el examen —le informó Sasuke—. Luego resultó que Kabuto trabajaba con Orochimaru.
—Así que, por lógica, Yoroi seguramente trabaje para él.
—Exacto —asintió ella—. Eso puede significar que Orochimaru esté aquí y, tal vez, que el monstruo que estamos buscando sea cosa suya. Quizás uno de sus experimentos. Esto representa un grave peligro para Sasuke.
Todos se giraron a mirarle. Tenía los puños apretados, pero parecía estar sereno.
—¿Y qué hacemos ahora? —preguntó Naruto.
—Si nosotros le hemos reconocido seguramente ellos nos habrán reconocido a nosotros —dijo Shino con tono frío—. Deberíamos suponer que nos están vigilando.
—Exacto. Saldré ahora a escondidas y usaré a mis invocaciones para vigilar el mar y el puerto. Con un poco de suerte veré algo útil. Mientras tanto, deberíamos decidir si seguir con esta misión o rechazarla por el peligro que conlleva.
—¡No podemos dejar a esta gente así! —contestó Naruto de buenas a primeras.
—Naruto, piensa en Sasuke —le amonestó Shino—. Otros equipos pueden hacer frente a esta situación, pero Sasuke es un objetivo prioritario de Orochimaru.
—¿Tú qué piensas, Sasuke?
—…No hemos fallado una misión hasta ahora. No me gustaría fallar sin intentarlo —contestó Sasuke, para la alegría de Naruto—. Además, tú puedes sacarnos de cualquier apuro así que sé que estaremos bien.
Seina suspiró. No le faltaba razón. El traslador que le había dado, después del anterior susto, podía llevarla hasta él en un momento dado y también actuaba como una invocación inversa, invocando a Sasuke hasta ella. Así pues, en caso de que pasara lo peor, podría rescatarlo. Además, solo porque Orochimaru pudiera estar presente no significaba que fuera algo certero. No podían rechazar las misiones al mínimo atisbo de peligro. De hacerlo, ¿qué clase de ninjas serían?
—¿Cuáles son tus órdenes, Seina? —preguntó Shino finalmente.
—Si supiéramos con certeza que Orochimaru está aquí lo más razonable sería abortar la misión, pero concuerdo con Naruto y Sasuke. Tengo los medios para rescatarlo de ser necesario. Además, voy a dejar uno de mis sellos fuera de la aldea, en algún lugar seguro, por si necesitamos huir de inmediato.
Salió de la habitación con el brazalete de invisibilidad activado. Invocó a un par de pájaros. Uno para que soltara a lo lejos una de sus piedras selladas para el hiraishin y otro para que vigilara el mar y el puerto. Volvió sin ser vista a la habitación y se sentó contra una pared, visualizando el mar. Vio cómo, efectivamente, no había una sola embarcación navegando. Estuvo un buen rato ondeando las corrientes de aire, pero no encontró nada raro. Justo cuando llamó de vuelta a su pájaro, vio que algo se asomaba entre las olas. Era la chica que había seguido Naruto, Isaribi. Minutos después, salió del mar Yoroi, como si los hubiera estado esperando, y supo que había tomado la decisión correcta.
—No van a venir. Estarán escondidos como ratas. Quizás mañana tengamos más suerte… —dijo el otro chico a Yoroi.
—No, no queremos llamar la atención. Vamos. Tenemos que informar de esto.
Desaparecieron entre la niebla en dirección a una isla. Seina hizo que su gaviota volviera y, una vez escondida entre los árboles, deshizo la invocación. Cuando volvió en sí vio como Naruto y los demás habían sacado 4 futones y los habían preparado para dormir.
—¿Qué ha pasado?
—Nos estaban esperando —dijo ella, estirándose—. Lo curioso es que también he visto a la chica, Isaribi, nadando en medio del mar como si nada.
—¿No creerás…? —preguntó Sasuke, percibiendo la dirección de sus pensamientos.
—El monstruo era mitad pez, mitad humano —recordó Shino.
—No lo sé, pero sospechoso es. Los otros han hablado de informar a alguien. Está claro que aquí está pasando algo.
Escucharon como alguien llamaba a la puerta. Se giraron, con varias armas en la mano, pero resultó ser el anciano de antes. Al parecer, les esperaba una persona en la planta baja para hablar con ellos. El hombre que los hizo llamar fue Hitode, su cliente y, también, el responsable de la seguridad de los barcos que transportaban el dinero de los pagos al país del Agua.
—Lamento las molestias. No añadí en la petición de la misión nuestro punto de encuentro —se disculpó—. En cuanto me han informado de vuestra presencia, he decidido acercarme para hablar con vosotros.
—¿De qué se trata? —le preguntó ella, sentándose delante de él con sus compañeros a cada lado.
—Es sobre la salida de los barcos. Estaba prevista para mañana al mediodía, pero ha sido adelantada para mañana temprano. Mucha gente quiere reforzar nuestro acuerdo con el país del Agua así que nos hemos visto forzados a adelantar el viaje.
—Está bien. Nos presentaremos en el puerto a primera hora —le aseguró ella.
—El monstruo tiene ansiosos a los pescadores y marineros así que espero que puedan ayudarnos.
Seina asintió la cabeza ante su reverencia, seguida por su equipo. Subieron de nuevo a su habitación. Comieron uno de sus bentos y usaron el baño compartido antes de irse a dormir. Seina escuchó como su hermano se dormía, seguido de Shino, mientras pensaba en lo que había pasado esa misma tarde. Estaba claro que la misión era más compleja de lo que habían esperado. No solamente tenían que eliminar ese “monstruo” del que los marineros hablaban, sino que también empezaba a sospechar que era, en realidad, una persona. Por no hablar de que no eran los únicos ninjas de la aldea en ese mismo momento.
Si realmente Kaima era Isaribi, ¿qué podían hacer? La única opción que veía, en ese supuesto, era interrogarla para saber por qué estaba atacando los barcos pesqueros de sus vecinos. No sabía si quería seguir pensando en qué sucedería si ella era la culpable, pero lo cierto es que había varios factores que apuntaban a que ella era la que estaba provocando todo esto. Para empezar, el monstruo era claramente una persona con propiedades transformativas, seguramente un experimento. Después estaba el hecho de que ella fue la única que “regresó” o fue puesta en libertad después de su desaparición y, curiosamente, poco después apareció dicho monstruo. Por no hablar de que la había visto nadando tranquilamente en el mar, de noche, cuando nadie tenía el valor de adentrarse en el agua ni siquiera en barco.
—¿En qué piensas? —le preguntó Sasuke.
—Tenemos una sospecha razonable de que Isaribi es el monstruo del que la gente habla… El barco parte al amanecer y llevará el dinero que ha reunido Hitode. Lo más seguro es que intenten robarlo.
—¿Piensas tenderle una trampa?
—Creo que deberíamos seguirla. En cuanto se transforme o use algún jutsu que demuestre que ella es la culpable, la capturaremos. A su vez, deberíamos proteger el barco ya que es un blanco claro. Quizás el monstruo marino no actúe solo, quizás solo es un peón… Mmm…
Se durmió con el esbozo de un plan en mente. Empezaba a comprender qué tenía que hacer.
Notes:
Hey.
Os quería preguntar sobre las parejas de Sasuke y Naruto. Realmente no tengo ninguna idea respecto a ellos así que os lo dejaré a elegir votando en los comentarios. Dejaré de margen hasta el 15 de mayo. Iré haciendo un recuento/lista de vuestras propuestas cada vez que actualice.
Chapter 35
Notes:
Advertencia: mención de experimentación en humanos, muerte/asesinato.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Despertaron al día siguiente al alba. En cuanto vio que todos estaban más o menos conscientes, sacó un bento y mientras comían empezó a explicarles lo que había pensado.
—Tenemos un par de horas antes de partir así que esto es lo que vamos a hacer. Shino, Naruto. Vosotros 2 vais a encontrar a Isaribi y a seguirla. En el caso de que estemos en lo cierto y ella sea el monstruo marino quiero que la capturéis —les ordenó. Ambos asintieron con rostro serio—. Sasuke y yo iremos al puerto e intentaremos hablar con los nativos para averiguar algo sobre las desapariciones de las que nos habló el hombre de ayer.
—Planeas investigar la conexión entre el monstruo, Isaribi y las desapariciones —pensó en voz alta Shino.
—Así es. Después de la confrontación de esos ninjas ayer contra Isaribi tengo serias dudas sobre que ella esté robando y atacando a los barcos por voluntad propia. De ser así, en algún lugar tienen que tener la base estos ninjas que están usando a Isaribi.
—¿Y qué pasa con Orochimaru?
—No sabemos si está aquí o no, pero partamos de la base de que sí y tengamos cuidado. Si está en algún lugar, debe ser en el lugar donde se produjeron las desapariciones. Un motivo más para averiguar dónde está esa base.
—¡Yosh! ¡Partamos cuanto antes!
—Cómete la comida primero, dobe —rodó los ojos Sasuke.
Comieron con relativa prisa, llenos de energía y con ganas de salir de la posada. Naruto y Shino se despidieron de ellos para partir en busca de Isaribi mientras Sasuke y ella iban hacia el puerto. Había bastante gente para la hora que era, sobre todo teniendo en cuenta de que la mayoría estaban cagados de miedo por salir a faenar.
—¿A quién le preguntamos?
—Mmm… ¿Quizás a algún pescador?
—Disculpe —llamó Sasuke al primer pescador que encontraron—. ¿Sabe algo de las desapariciones de las que todo el mundo habla?
—¿Por qué lo preguntáis? —preguntó con desconfianza. Luego vio sus bandas ninja—. Ah, ninjas. No quiero hablar de eso.
—¿Podría decirnos al menos cuándo empezaron las desapariciones y cuándo empezaron a tener problemas con el monstruo marino? —preguntó ella.
—…Hace 10 años —masculló el hombre, cogiendo la red del suelo—. Un par de años después surgió el monstruo marino, y lo demás es historia.
Se marcharon de allí, viendo que no quería seguir hablando. Sasuke la miró de reojo.
—¿Por qué no le has preguntado sobre Isaribi?
—Porque debido a nuestro interés por ella podría haber llegado a la conclusión de que Isaribi es el monstruo y haberse tomado la justicia por la mano, entorpeciendo la misión. Además, hay mucha gente aquí a la que preguntarle. Podemos intercalar preguntas para que nadie sospeche lo que estamos intentando corroborar.
Así fue como preguntaron a unas cuantas personas, las que querían colaborar. La gente, presa del miedo, estaba muy reticente a abrir la boca. Al menos hasta que se enteraban de que su misión era deshacerse de aquello a lo que tenían tanto pavor. No fue sino hasta media hora antes de zarpar que tuvieron suerte. Dieron con una mujer acompañada de su madre anciana.
—Hubo una época en que nos quedamos sin peces así que tuvimos que probar suerte en la isla Kikai. Dice la leyenda que esa isla está llena de demonios y que todos los que se acercan a ella desaparecen.
Les explicó cómo ella y su marido probaron suerte en el arrecife de la isla. Al parecer, regresó a casa con un botín, pero sin marido. Lo curioso era saber que sucedió hacía 10 años. Justamente lo que les había dicho el primer pescador. Según otras tantas personas, Isaribi había regresado a la aldea entre 1 y 2 años después de su desaparición.
—Está claro que está relacionado.
—¡Nee-chan! —gritó Naruto justo en ese momento—. ¡Era ella!
—¿La habéis capturado?
—Ese tal Yoroi la ha cogido y se la ha llevado —gruñó su hermano.
—Venid aquí. No tiene sentido que la persigáis —les ordenó. Se giró a mirar a Sasuke—. Vamos a buscar el barco de Hitode.
Se encaminaron hacia el barco. Seina invocó discretamente unos cuantos pájaros para tener visión aérea con el fin de evitar sorpresas. Fue gracias a una gaviota conjurada que vio a Naruto y a Shino acercarse corriendo al puerto. Cuando estuvieron todos juntos, Naruto recuperó el aliento mientras le explicaba y le enseñaba lo que había pasado.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó su hermano.
—Ahora que ya sabemos que está relacionado muy probablemente ataquen al barco —asintió Shino.
—No solo eso. Definitivamente Orochimaru tiene algo que ver con todo esto.
—Pero tenemos una pista —le recordó Sasuke, dándole un codazo—. Las desapariciones se dieron alrededor de la isla Kikai. Seguramente ahí está la base.
—Posiblemente. Lo que nos interesa ahora es proteger a los barcos —recordó ella—. Creo que sé cómo hacerlo para que no nos ataquen. Lo único que tengo que hacer es que pasen desapercibidos.
—¿Genjutsu? —preguntó Shino.
—Digamos que sí…
Lo que pensaba hacer era subir a toda la tripulación a sus embarcaciones y luego usar un hechizo para desviar la atención. Eran bien fáciles de usar. De hecho, ella era una experta usándolos debido a su antigua e indeseada fama. Una vez llegaran a su destino y pudieran pagar el contrato ya no tendrían que ocuparse de los barcos ni de Hitode y podrían ir a por Isaribi y los demás.
—Vamos. Voy a explicarle a Hitode mi plan.
Hizo que se montaran todos en los barcos y luego puso el hechizo en cada uno de ellos. En seguida vio como la gente en tierra empezaba a mirar hacia otro lado, incapaces de ver lo que había delante de ellos. Saltó al barco y señaló a Hitode que podía zarpar. El viaje, gracias a su hechizo, pasó bastante rápido. Vio con sus gaviotas y otros pájaros cómo aparecía Isaribi transformada en mitad del mar, confundida por la falta de barcos. Luego, apareció también Yoroi y un tipo que vestía una bata blanca de médico. Acto seguido, bajo la mirada sorprendida de todos ellos, se transformó en otro monstruo marino.
—¡Mirad! —dijo un marinero, señalando al agua—. ¡Es el monstruo!
—¡No! ¡Hay 2 monstruos! ¡Allí!
Dio gracias por haber silenciado también las embarcaciones, mientras rodaba los ojos discretamente. ¿Acaso no sabían que ponerse a gritar solo hacía que llamaran la atención?
—¡Ahora es el momento perfecto! —les instó otro marinero.
—No. Sabemos dónde está su base. Nuestra misión ahora es proteger al barco y facilitar el pago al país del Agua —se negó ella—. Más tarde nos encargaremos de ellos.
Vio como algunos abrían la boca para quejarse y ordenarle qué hacer, con expresiones altivas. Sintió un tic en la ceja al darse cuenta de que la estaban despreciando porque era menor y, encima, mujer. Para disuadirlos, dejó escapar un leve instinto asesino. Todos palidecieron y cerraron las bocas de golpe. En cuanto se dio cuenta de los temblores y de cómo un hombre parecía apunto de mearse encima, desistió.
—Sabemos perfectamente cuál es nuestra misión —dijo Seina con voz sedosa, mirando por encima del hombro—. Como ya he dicho, nos encargaremos de ellos más tarde, cuando Hitode-san haya pagado a Kirigakure. Hasta ese entonces, prosigamos con el viaje sin llamar demasiado la atención.
Los marineros volvieron al trabajo en silencio, evitándola a ella y a sus compañeros de equipo. Vio como Sasuke les había lanzado unas miradas fulminantes, al igual que Naruto, y cómo Shino se había puesto recto como una estatua con el sol brillando en sus lentes negras. Seina se recostó contra el castillo de proa del barco, ignorándolos a medias.
—¿Qué vamos a hacer con su base cuando se realice el pago? —preguntó Sasuke.
—Tenemos que capturar al menos a Isaribi o nuestra misión no estará completa. Además, parece que hay otra persona con la misma transformación —suspiró ella, al acordarse de ello.
—¡Estoy seguro de que Isaribi es solo una víctima de todo esto! —exclamó Naruto.
—Baja la voz, dobe —le siseó Sasuke, dándole una colleja—. ¿Quieres que se entere el barco entero de que sabemos quién es el monstruo? Qué crees que le harían si lo supieran, ¿eh?
—Sasuke tiene razón. La gente del pueblo tiene un claro resentimiento contra ella —asintió Shino—. Si de verdad quieres salvarla lo mejor es que nadie sepa la verdad.
—Está bien. Haremos lo siguiente. Capturaremos a Isaribi, al otro tío transformado también intentaremos capturarlo. Los esbirros de Orochimaru. Yoroi y el otro tipo, a esos los eliminaremos o capturaremos. En el caso de que todo salga bien, entraremos en su base para averiguar si queda alguien vivo además de Isaribi.
—¿Crees que es posible?
—Han pasado 10 años, pero nunca se sabe —se encogió de hombros—. Además, intentaremos llevarnos toda la documentación posible si existe. Para finalizar, destruiremos la base para que no pueda volver a usarla.
—Genial. Ya tenemos plan —se estiró Sasuke, viendo cómo se acercaban a la costa.
—Voy a hablar con Hitode. Él es quien lleva el dinero así que tendremos que protegerle hasta que lo entregue. Quizás nos estén esperando en tierra.
Seina se acercó al hombre. Le explicó lo que iba a pasar: cómo lo iba a poner bajo “genjutsu” para que nadie le viera, cómo iba a acompañarle personalmente a entregar el pago mientras su equipo vigilaba los barcos y cómo finalizaría su parte de la misión en ese mismo instante. En cuanto Hitode pagara la cuota al país del Agua, su protección ya no sería cosa de su equipo, sino de los ninjas de Kirigakure.
Minutos más tarde, Seina y su cliente, ambos bajo el encantamiento desembarcaron discretamente rodeados de los demás. Estuvo a su espalda, vigilando con sus pájaros y con la visión que le proporcionaban Sasuke y Naruto con su conexión mental. Aun así, no pasó nada. En cuanto llegaron al punto de encuentro, desactivó el hechizo y le siguió adentro.
—¡Buenos días! —saludó de buen humor el cliente—. Soy Hitode, el encargado de los pagos.
—Veo que ha conseguido llegar —dijo un ninja de Kirigakure, con algo de sorna. Curiosamente no la miró con desdén por su edad, sino por ser de Konoha. Increíble.
Vestía el típico uniforme de Kiri, con una coraza y las protecciones a juego de gris oscuro y un jersey y pantalones del mismo color, aunque un par de tonos más oscuros. Tenía el cabello negro y ojos grises. Prácticamente no había nada especial en él, salvo su expresión seria y algo maliciosa. A su lado, le acompañaba su equipo. Un chico que miraba por la ventana desinteresado y otro chico de aspecto tímido con gafas y pelo blanco. Vio como desviada su mirada cuando ella les dio el repaso de rigor, algo sonrojado.
—Aquí tiene.
Seina estuvo muy pendiente de cómo contaba el dinero y de las posturas de los ninjas de Kiri. No es que tuvieran una guerra abierta, pero tampoco eran amigos. Aunque tampoco eran enemigos. Observó la espada llena de vendas en la espalda del chico tímido y, repentinamente, pensó en Zabuza y en Raiga. Evitó mostrar curiosidad, postrada en silencio al lado del cliente. En cuanto el jonin dio el visto bueno y se guardó el dinero, Hitode se giró hacia ella.
—Muchas gracias por su trabajo, Seina-san.
Ella asintió la cabeza, aceptando el agradecimiento.
—A partir de ahora nos encargaremos nosotros de su protección —le informó el jonin, con los ojos fijos en ella—. Si el equipo de Konoha es capaz de acabar con la amenaza, claro.
Sonrió sin poder resistirse ante las provocaciones infantiles del jonin. A pesar de tener 12 años, recién cumplidos, además, no significaba que fuera una niña. Se aguantó una risa para poder contestar.
—Gracias por preocuparse por nosotros —le dijo, divertida. Luego le guiñó un ojo—. Sé que esta noche no pegará ojo.
Hitode suprimió una carcajada que todos escucharon. Se guardó la coletilla que quería decir en voz alta sobre que ellos, al menos, no eran tan incompetentes. Le hizo una leve reverencia a Hitode y se marchó en un remolino de hojas. Prefería no darles la espalda mientras pudiera. Apareció al lado de Naruto y los demás, que esperaban aburridos a su llegada. En cuanto la vieron, sin el hechizo puesto, se pusieron rectos.
—Todo correcto. Ahora es cosa suya.
Quitó el hechizo de los barcos e ignoró las caras confundidas de algunos, que miraban a las embarcaciones preguntándose cómo no las habían visto llegar. Por suerte, el hechizo no funcionaba como la invisibilidad así que no era un choque tan fuerte como su brazalete.
—¡Me muero de hambre! —se quejó Naruto.
—Vayamos a comer a algún restaurante. Luego tendremos que seguir con la misión.
Comieron, como no, pescado. Evitaron hablar de la misión, conscientes de que no eran los únicos ninjas en Haha, así que comieron en silencio. Un rato más tarde, cuando todavía era pleno día, salieron en busca de algún lugar donde hablar a solas. Acabaron al otro lado del puerto, lejos de los barcos de Hitode donde estarían los ninjas de Kirigakure. Usó un par de hechizos para que nos los espiaran y se sentaron a hablar.
—Bien. Nos toca finalizar esta misión. Iremos directamente hasta la isla Kikai. Si es la base, tal y como pensamos, nos infiltraremos. Lo lógico sería que Yoroi, el otro tipo con bata e Isaribi estén allí así que será más fácil ir directamente al origen que ir cazándolos uno a uno.
—¿Cómo vamos a llegar a la isla? —preguntó Shino.
—Haré que una de mis invocaciones sobrevuele la zona y lance una piedra sellada. Luego nos transportaré allí mediante el hiraishin —les informó—. Como tengo otro sello en el primer puerto, una vez acabemos con la misión podremos regresar fácilmente con los prisioneros.
—Me parece bien —asintió Sasuke.
—Una vez que estemos en la isla Kikai haremos lo siguiente. Enviaré a unas cuantas invocaciones junto a los kikaichu de Shino para detectar trampas y esbozar un mapa de las entradas a la base. También comprobaremos si nuestros enemigos están ahí adentro. Una vez mis invocaciones encuentren un lugar a escondidas, nos transportaré allí adentro.
—¿Cuándo empezamos? —preguntó con ansias de combate su hermano.
—Ahora mismo. Kuchiyose no jutsu.
Apareció su confiable gaviota, de pie sobre una roca. Le entregó una piedra con el sello para el hiraishin y la mandó a volar en dirección a la isla Kikai, la más alejada de todas. Estuvieron un rato esperando a que su invocación llevara a cabo su cometido, con ella observando a medias lo que hacía cada vez que se concentraba. Media hora más tarde, la gaviota llegó a la isla. Ella la manipuló para que dejara caer la piedra en un pequeño claro rodeado por frondosos árboles. Dejó que se quedara por allí, observando la base enemiga.
—Vamos —se levantó ella.
—¡Por fin!
Deshizo los hechizos y dejó que cogieran sus manos y su brazo. Un segundo más tarde, aparecieron en la isla Kikai. Cogió el brazo de Shino, sujetándolo, cuando le vio tambalearse al soportar primera vez el jutsu teletransportador. Dieron un vistazo rápido a la zona dónde habían aterrizado, pero no había nada especial. Usó un palo y un hechizo para saber dónde estaba la entrada a la base, para el asombro silencioso de Shino.
—Ahí está —les indicó. Nada más bajar a las rocas vieron la entrada de una cueva—. Shino.
—Hai.
Envió a un par de insectos para que hicieran compañía a Shino. Observaron, desde las ramas de un árbol frente a la boca de la cueva, los túneles excavados dentro de la montaña.
—…-do! ¡Me dijiste que el barco partía hoy! —gritó una voz.
Seina hizo que su invocación se acercara para espiarlos más cómodamente. Abrió la conexión para que Naruto y Sasuke pudieran ver lo que estaba sucediendo. Shino debía estar escuchándolo todo, como ella, gracias a su kikaichu.
—¡Vi al mensajero con el dinero! ¡Se suponía que hoy tenían que zarpar esos barcos! ¡Se lo prometo, lo vi! —juró Isaribi, al borde del llanto.
—Lo siento, pero no has cumplido con lo que acordamos.
—¡Pero me prometió que me devolvería a la normalidad! ¡Le he dado todo lo que me ha pedido!
—Pero no esos barcos. Hemos perdido parte de nuestra financiación por tu culpa. Aun así, tendrás más oportunidades de remediarlo.
—¿Entonces me devolverá mi antiguo cuerpo?
—Claro. Hazlo bien, y me lo pensaré dentro de unas semanas.
Seina observó a las 3 personas en mitad del pasillo. Eran el compañero de Yoroi y el tío con la bata blanca, además de Isaribi. Estaba claro que estaban manipulándola y usándola para hacer el trabajo sucio a cambio de “devolverla” a la normalidad. Un chantaje en toda regla. Por cómo había hablado el médico no tenían la mínima intención de dejarla ir, ni de ayudarla. Aun así, ahora tenía claro que Isaribi era una víctima así que la capturarían sin hacerle daño. El tipo con la bata también debería ser capturado ya que, al parecer, él sabía o había sido el responsable del cambio de Isaribi. Seguramente tendría información de los experimentos de Orochimaru. En cuanto a los otros dos… eran prescindibles, pero intentaría capturarlos de ser posible.
—Voy a usar el hiraishin —les avisó ella, viendo como otra invocación había llegado hasta lo que parecía ser un laboratorio.
Cogió a su equipo y reaparecieron dentro de la base. Vieron, en silencio, los cadáveres transformados e irreconocibles de la gente desaparecida dentro de una especie de cubetas de vidrio, verticales, llenas de líquido. Al poco rato, escuchó los pasos descalzos de quien parecía ser Isaribi, detrás de ellos. Hizo un gesto y se escondieron a ambos lados de la entrada. La puerta se abrió y vieron como entró dentro, mirando de lado a lado. ¿Los habría detectado? No había usado ningún hechizo ni su brazalete así que podía ser posible.
Lanzó un kunai sellado al suelo, llamando su atención hacia el otro lado. Chasqueó los dedos para hacer que se girara de nuevo hacia ella, con expresión sorprendida y temerosa. Justo cuando alargó el brazo para coger una cuerda al lado de la puerta, Seina usó el hiraishin apareciendo en el kunai marcado, a su espalda, y la dejó K.O. La cogió antes de que pudiera tocar el suelo. Sabía que no despertaría en 6 horas al menos. Después de la última vez, pensaba asegurar que sus enemigos estaban realmente inconscientes con el stupefy.
—Ya tenemos a una —dijo ella en un susurro—. Está claro que no es ninja ni le han enseñado a usar sus poderes.
—¿Qué hacemos con ella? —preguntó Shino.
—No despertará hasta dentro de unas cuantas horas así que voy a esconderla en el puerto. Usaré el hiraishin para ir y volver en menos de un segundo. Ahora vengo.
Dicho y hecho. Apareció a las afueras de la primera aldea, donde su pájaro había lanzado otra piedra sellada, y la maniató, silenció y escondió bajo hechizos para que nadie pudiera encontrarla. Reapareció en su kunai del laboratorio. Vio como Shino y Sasuke estaban observando una losa del suelo, con aspecto interesado mientras Naruto vigilaba cerca de la puerta.
—Mi kikaichu ha encontrado una entrada. Puedo notar la corriente de aire.
—¡Bajemos! —exclamó en silencio Naruto.
—¿En serio queréis separarnos? —rodó los ojos ella—. Bueno, así perderemos menos el tiempo. Naruto y Shino, vosotros 2 juntos. Si pasa algo ya sabéis.
—Tira de esa cuerda, nee-chan —le pidió Naruto—. Quiero ver qué pensaba hacer.
Estiró de ambas cuerdas, sabiendo que quizás iba a arrepentirse. Una abrió la compuerta que estaban estudiando mientras que la otra levantó la pared. En cuando lo hizo, empezó a escuchar los gruñidos y rugidos de algunos animales que no había podido escuchar antes por la insonorización natural de la roca. Entrecerró los ojos al darse cuenta de que su hechizo espía se había quedado algo limitado así que usó el hechizo de auras para ver a través de las paredes.
—¡Nos vemos ahora! —dijo Naruto y se tiró por el agujero, seguido de Shino.
—…Mira que es idiota —suspiró Sasuke.
Seina usó 3 maldiciones mortales en lo que parecían ser leones enormes, o algo parecido, y vio como caían al suelo sin vida. Un poco anticlimático. Usó el hechizo para camuflarlos y desviar la atención, y salieron de nuevo al túnel. Caminaron en silencio, en dirección a sus invocaciones, que habían seguido al médico hasta otra sala. La puerta estaba entre abierta cuando llegaron, pero Seina volvió a coger a Sasuke del brazo y a usar el sello en su invocación para teletransportarse. En seguida vieron cómo se daba la vuelta, posando los ojos, o intentándolo al menos, en el lugar donde habían aparecido. Se apuntó mentalmente que ese hechizo no era del todo eficaz contra los ninjas. Quizás porque no escondía el chakra ni el olor, simplemente engañaba al cerebro para que creyera que no eran interesantes. Al parecer, no lo suficiente.
—Sé que estáis ahí… Seguro que sois los mocosos de Konoha —resopló una risa el tipo.
Rodó los ojos y se quitó el hechizo.
—Ah, muy interesante —musitó el hombre, mirando fijamente a Sasuke—. Tú eres de quién hablaba.
—¿Te refieres a Orochimaru? —preguntó Sasuke, con una mueca asqueada—. ¿Está aquí?
—¿Aquí? Claro que no, pero sí que nos visitó hace 2 semanas. Estaba bastante cabreado porque le hubierais chafado los planes —sonrió el médico con un brillo algo demente en los ojos—. Pensaba hacerse con tu cuerpo, pero no tuvo tiempo. Tuvo que usar otro cuerpo así que ahora tendrá que esperar 3 años, codiciándote, antes de usarte.
—Me temo que Orochimaru tendrá que aguantarse —dijo ella—. No se hizo con Sasuke antes, ni se hará con él en el futuro.
—No sabes el poder que tiene, niña —siseó él—. Me recompensará gratamente si le llevo a su nuevo cuerpo.
—Creo que no me has entendido —suspiró ella—. El único que va a ser capturado hoy, eres tú.
El tipo sonrió, seguramente creía que estaba distrayéndolos eficazmente. Ella, quien había visto acercarse a otra persona con su hechizo, rodó los ojos. Vio como hacía algo al otro lado de la pared más cercana a ellos. A juzgar por los movimientos, estaba poniendo un sello explosivo y se proponía explotarlo para dejarlos K.O. Cogió a Sasuke y se apareció al otro lado justo cuando la piedra estalló sobre donde habían estado posados.
El médico se giró al instante, percibiendo su presencia, con las manos preparadas en forma de sello. Reconoció los últimos 3 sellos como un jutsu de agua que ella usaba habitualmente así que Sasuke, con el sharingan activado desde hacía rato, moldeó chakra para un jutsu de rayo al mismo tiempo que ella blandía su wakizashi para defenderse de los brazos super estirados del otro atacante. El chorro de agua salió disparado hacia ellos, pero como la velocidad del rayo era superior, Sasuke consiguió darle primero.
Vio de reojo como el médico caía al suelo, convulsionando al ser electrocutado debido a la colisión entre su jutsu de agua y el jutsu de rayo de Sasuke. Ella saltó por su espalda, protegiéndole el costado de un ataque. Un par de sellos más tarde, Sasuke usó el primer genjutsu creado por ella y ambos ninjas cayeron al suelo para, segundos más tarde, vomitar. Seina le dio una patada al médico, poniéndolo de lado para que no se atragantara con su vómito, y luego lanzó un par de stupefy a ambos.
—Genial. Ha salido mejor de lo que me esperaba —dijo ella mientras se aseguraba de que no irían a ningún lado—. Los mandaré con Isaribi.
Envió a ambos ninjas con su otra prisionera. Como ya había hechizado el escondite antes no tendría que llevarlos personalmente. Sonrió al darse cuenta de lo útil que era el jutsu. Sasuke asintió al ver cómo desaparecían.
—Vayamos a v-
Una fuerte explosión lo silenció. Se giraron en dirección al sonido y luego intercambiaron miradas. Conectó con su hermano mientras echaban a correr.
—¡El maldito Yoroi ha activado algún tipo de trampa antes de quedarse inconsciente!
—¡No es una trampa, Naruto! ¡El edificio se está derrumbando! —le gritó al esquivar una roca del techo—. Coge al prisionero y a Shino.
—¡Los tengo!
Seina cogió a Sasuke y luego reapareció al lado de Naruto, al lado de su invocación que había dejado con él. Deshizo todas las invocaciones en un segundo y los teletransportó a todos al puerto con el hiraishin justo cuando la bóveda del techo se desprendía sobre sus cabezas completamente. Cayeron al suelo, pisando sin querer a los prisioneros que había dejado allí antes. Se reincorporó, disculpándose de Sasuke por haberlo chafado, y lanzó otro stupefy en Yoroi.
—¡Mirad! —gritó Naruto desde la copa del árbol—. ¡Desde aquí se puede ver el humo!
Saltaron a su lado para observar la destrucción de la isla. Seina suspiró al darse cuenta de que no había podido coger ningún documento de valor.
—Bueno, al menos no hemos tenido que destruirla nosotros —se estiró, notando crujir su espalda con algo de alivio—. Los hemos capturado a todos así que el monstruo marino ha sido eliminado para siempre.
—¿Y si nos piden pruebas? —preguntó Sasuke.
—Eso dejádmelo a mí —sonrió ella—. Vayamos a buscar a Hitode, seguramente ya haya vuelto de su viaje.
Dejó que Naruto y Shino se adelantaran mientras ella sacaba su maleta y metía a los prisioneros en las celdas que había construido para justamente eso. Luego transformó unas piedras en las cabezas de los monstruos marinos y las metió en un saco.
—Con esto podremos darles seguridad a los aldeanos y, a la vez, evitar preguntas —suspiró ella—. Dejaré un par de clones aquí por si acaso.
Sasuke y Seina salieron de la maleta. La guardó y bajaron al puerto. Por desgracia, Hitode no había llegado todavía así que esperaron noticias de él mientras aseguraban a todos los que les preguntaban que el problema había sido resuelto. Las cabezas de ambos monstruos fueron examinadas e insultadas desde lejos, aun algo temerosos por el daño que habían causado. Cuando llegó su cliente al puerto, todos sabían que los monstruos estaban muertos.
—Casi no puedo creerlo —dijo Hitode, mirando las cabezas con rostro pálido—. Muchas gracias por ayudarnos. Os estamos agradecidos de veras. Venid, os invitamos a una cena.
—No queremos aprovecharnos de su amabilidad. Además, deberíamos marcharnos a Konoha, mientras todavía sea de día —se negó ella—, pero gracias por el ofrecimiento.
Quemaron las cabezas por consenso general. Cuando salieron del puerto dieron un último vistazo al mar antes de echar a correr.
—No ha estado mal —dijo Naruto con una sonrisa—. Espero que Tsunade-sama y tú podáis ayudar a Isaribi a volver a ser normal.
Notes:
Hey!
Gracias a vuestros comentarios me he dado cuenta de que tenéis razón. Es muy difícil decidir la pareja de Naruto y Sasuke si no habéis visto ningún tipo de interacción. Debí haberlo pensado... vosotros solo vais por el capítulo 35 cuando yo ya he escrito más de 115 capítulos y sé que algunas parejas que habéis dicho son algo absurdas (ej. Itachi/Naruto no pegan nada en esta historia, ya lo veréis).
Así pues, me retracto de mi petición. Podéis seguir comentando parejas, pero no habrá recuento de votos ni nada parecido. De esta forma podré sorprenderos también, cosa que no pasó con Seina/Kakashi. Además, será un romance secundario así que no esperéis que se lleve mucho protagonismo.
Chapter 36
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Llegaron a la aldea cuando ya era de noche. Se registraron en la entrada y se adentraron en el departamento de misiones. A esa hora seguramente la Hokage no estaría en su torre a no ser que fuera una emergencia. Dieron el parte como que habían cumplido la misión y entregaron a los prisioneros, que fueron recogidos al instante por el departamento de interrogación.
—Nos vemos pronto, Shino.
—¡Hasta luego!
—Buenas noches.
Sasuke ni contestó. Caminaron lentamente hasta su casa, sintiendo el cansancio después de varios días en tensión por la amenaza de Orochimaru. Cuando llegaron vieron que Kakashi-sensei no estaba. Aun así, cuando entraron en la cocina-comedor, vieron como en la mesa había unos paquetes envueltos con papel de regalo.
—¡Mira nee-chan! —exclamó Naruto, corriendo a investigar—. Uno es para ti y otro es para mí.
—Yo también tengo que daros vuestros regalos —cortó Sasuke—. Un momento.
Esperaron en la mesa, hambrientos, a que su compañero de equipo bajara con un par de paquetes. Le entregó uno a Naruto y otro a ella. En cuanto le echó el primer vistazo, todavía doblado, supo que era otra yukata para la feria de verano. Vio la sonrisa de Naruto de reojo mientras él examinaba su yukata de color oscuro con hojas plateadas. La suya era mayoritariamente azul marino, casi negro, con pequeñas y delicadas flores blancas y violetas a juego con un obi blanco con degradado violeta.
—Es preciosa Sasuke —sonrió a su amigo, quien estaba mirando hacia otro lado al ver las sonrisas de su hermano y ella.
—¡Es verdad, teme! No sabía que tenías tan buen gusto.
La dejó con cuidado sobre una silla mientras cogía el otro paquete. El regalo de Kakashi-sensei era considerablemente más pequeño, pero en cuanto lo abrió supo que, seguramente, sería bastante más caro. Evitó un sonido de sorpresa al ver los 2 kanzashis de oro, uno dorado y el otro blanco, dentro de un joyero acolchado. Estaba claro que el jonin y Sasuke se habían coordinado porque eran horquillas para vestir con yukata o kimono. La dorada, de estilo princesa, en forma de abanico con pequeños hilos de oro colgando llevaba grabado el símbolo del clan Uzumaki. La otra, de oro blanco, de estilo colgante tenía la punta redondeada, aplanada, con el símbolo del clan Namikaze en un costado y la forma de una rosa por el otro. Colgando de la punta, vio los hilos de oro acabados en la silueta de un pájaro.
Se quedó estupefacta al ver las joyas que le había comprado Kakashi-sensei. A pesar de que sabía lo recargadas que podían ser algunos de los kanzashis, le había entregado algo que ella misma se hubiera comprado. Eran piezas elegantes y delicadas. Algo que se pondría sin dudar. Suprimió una sonrisa al darse cuenta de que la había calado.
—Huh —dijo Sasuke, alzando una ceja ante su regalo—. Interesante, y muy caro.
Seina observó a Naruto abrazar con ojos llorosos el peluche en forma de taza de ramen y la pequeña nota que Kakashi-sensei le había dado para que supiera que podía comer ramen gratis en Ichiraku. El último regalo, de Naruto, fue una enorme cesta de diferentes productos para sus largos baños. ¡Incluidas bombas de baño con figuritas misteriosas en su interior!
—Por cierto. Felicidades a ambos —les dijo Sasuke, algo avergonzado.
—Gracias Sasuke, y Naru.
—Sí, gracias teme. ¡Estoy deseando probar estos caramelos de broma! ¡Gracias Seina-nee!
Recogieron las cosas mientras sus clones se ponían a hacer la cena. No sabía cuándo regresaría Kakashi-sensei, pero dejó un plato preparado para él por si acaso. Estuvieron charlando sobre lo que pensaban entrenar, ahora que las misiones se habían reducido debido a que la aldea volvía a estar en pleno funcionamiento. Seina estaba dispuesta a aprender todos los jutsus posibles y, justamente, tenía al maestro perfecto para ello.
Se fue a dar un baño, largo, mientras dejó a un clon haciendo el informe de la misión. A la mañana siguiente tendría que entregarle el pergamino a Tsunade-sama antes de ir al hospital a hacer su turno así que pensaba tomarse lo que quedaba de día para hacer el vago. Se durmió pensando en los regalos de Kakashi-sensei. Sabiendo lo que pensaba regalarle a Naruto, nunca hubiera imaginado que fuera a comprarle un par de horquillas de oro…
Al día siguiente, antes de ir al hospital le entregó el pergamino a Tsunade-sama. Lo abrió y lo ojeó por encima, parando de golpe ante la mención de Orochimaru. No sabía qué trozo estaba leyendo exactamente, pero tampoco tenía que ser un genio para adivinarlo.
—Puedes ir al hospital, Seina. Hablaremos más tarde.
Pasó la mañana distraída entre pacientes. Cada día que pasaba tenía más pacientes con casos más complejos. Ella, que sabía que le estaban entregando algunos casos para probarla y hacer que se esforzara al máximo, no dudó en aceptarlos. Sabía que cada persona que conseguía curar era un éxito para ella. No solo era algo bueno para la reputación del hospital, y de la aldea, sino también para Seina. Cuando le dieron, esa misma mañana, su primera hernia abdominal para que lo resolviera ella sola supo que aquello era un punto y aparte.
El iryo ninjutsu, a pesar de poder tratar muchas cosas, todavía no era capaz de resolver problemas médicos donde no se requería reparar o eliminar tejido muerto. Por ejemplo, si tuviera que deshacerse de un trozo de tejido necrosado o algo similar hubiera podido hacerlo con un jutsu, pero en una hernia donde el problema era que un órgano o tejido sobresalía a través de la pared de musculatura… Eso era otra cosa. Aun así, había pacientes que ni siquiera podían ser tratados con iryo ninjutsu debido a la afectación de varios órganos y tejidos. Si Hayate hubiera tenido afectado más que los pulmones, quizás no hubieran podido curarle en tan poco tiempo. Deberían haberlo operado o haberlo tratado intermitentemente durante meses.
Así pues, mientras examinaba a su paciente, un civil, se dio cuenta de que, tal vez, era capaz de operarle sin abrirle. Primero usó las gafas que inventó para Tsunade-sama. Observó la zona afectada dándose cuenta de que, por fortuna, era una hernia pequeña que no había afectado al intestino en sí. Ya se lo esperaba debido a su hechizo diagnóstico, pero no estaba de mal asegurarse. El problema había sido la pared de músculo. Vio como presentaba marcas características de una cicatriz. Cogió de nuevo los papeles de su hechizo diagnóstico y empezó a buscar alguna operación previa. En cuanto lo encontró supo qué había pasado.
—Veo que tuvo una operación para extirpar su apéndice —le comentó—. La musculatura que rodea la cicatriz ha cedido así que el intestino ha sobresalido en esa zona más débil.
—Ya veo… ¿Me va a operar ahora?
—No necesitaré abrirle —le dijo con una sonrisa—. He visto el problema y puedo tratarlo sin necesidad de una operación. Simplemente le pondré a dormir para que no sienta dolor y, cuando se despierte, estará listo para irse.
—¿En serio? —preguntó asombrado el hombre—. ¡Pensé que debería quedarme hoy reposando!
—Si fuera una operación normal sí. Bueno, empecemos.
Durmió al paciente y le insensibilizó la zona. Se volvió a poner las gafas y usó un hechizo para empujar el trozo de intestino adentro. Luego usó iryo ninjutsu para cerrarle el agujero en el abdomen por donde había salido el intestino. Para finalizar, reforzó esa zona eliminando su herida interna y aumentando el grosor de la pared. Le volvió a examinar con las gafas, comprobando que estaba todo en su sitio, y luego usó el hechizo diagnóstico. Le dejó el hechizo insensibilizante en la zona de la hernia, programándolo para que fuera deshaciéndose en los próximos 2-3 días. Cuando ya no pudo hacer nada más por él, le despertó de su sueño inducido, curándole el dolor de cabeza con un jutsu antes incluso de que abriera los ojos.
Abrió los ojos, pestañeando un par de veces. En cuanto la vio y se dio cuenta de que estaba en el hospital bajó los ojos hasta su abdomen. El rostro francamente asombrado de su paciente fue recompensa suficiente. Sabía que su rápido tratamiento le había ahorrado un dinero ya que, si se hubiera quedado reposando en el hospital durante la tarde, tendría que haber pagado aún más que por la operación.
—Muchas gracias, Seina-san —le hizo una reverencia—. Es increíble. En serio.
—De nada.
Le entregó los papeles del alta, y fue a cambiarse. Antes de que pudiera entrar en el vestuario se le acercó un ninja médico con expresión sorprendida.
—¿Ese era el paciente de la hernia? ¿Por qué se ha ido?
—Ya está tratado —le informó ella.
—¿Ya? Pero, ¿cómo está caminando por su propio pie? ¡Debería estar doblado de la anestesia!
—No le he tenido que abrir. Simplemente le he puesto a dormir y le he operado usando las gafas.
—¿¡Qué!? —su gritó llamó la atención a otros ninjas médicos.
—No era necesario abrirle —se encogió de hombros—. No tenía afectado el intestino, simplemente su pared abdominal.
Les estuvo explicando, repitiéndose, lo que había hecho y luego se marchó exasperada. Con las gafas y su hechizo para empujar el intestino había hecho lo que muchos no podían sin abrir a su paciente. Esperaba que no empezaran a pedirle el jutsu porque no sabría qué decirles. Nada más salir del vestuario se encaminó a su casa. Para su sorpresa, mientras iba caminando por la aldea, aparecieron Naruto y Sasuke y la llevaron al restaurante de barbacoa.
—¿De qué va todo esto? —preguntó ella, cansada.
—Vamos a comer afuera para celebrar vuestro cumpleaños —le dijo escuetamente Sasuke.
—Huh. Está bien.
En cuanto llegaron al yakiniku vieron como ya estaban todos allí sentados. Presenten vio a todos sus amigos de la academia e incluso a Neji y a su equipo. El único que faltaba era su maestro que, seguramente, seguiría de misión. La primera en verla fue Ino.
—¡Seina! ¡Felicidades! ¡Casi no nos vemos! —exclamó Ino, dándole un golpe a Chouji mientras salía de su asiento para lanzarse a sus brazos—. ¡Tenemos que quedar a solas! Hinata, tú, Tenten y yo.
—Claro. Podemos ir a las aguas termales esta tarde, si queréis —sonrió ella.
Los demás les desearon un feliz aniversario con retraso a su hermano y a ella. En una esquina, Hinata se sonrojó ante la mención de las aguas termales, pero asintió. El problema llegó cuando Naruto se quejó de que él también quería ir. Lo que iba a ser una tarde de “chicas” pasó a ser una quedada grupal en las aguas termales. A ella le daba igual, para el disgusto de Ino. No es como si fueran a bañarse todos en el mismo baño. Se preguntó si mencionar a Sakura, pero una mirada de soslayo de Sasuke hizo que cerrara boca.
—Se suponía que era solo para chicas —se enfurruñó Ino.
—Va, Ino, no te estreses —la reconfortó Tenten—. Podemos ir todos y dejarlos tirados allí.
Seina se rio ante el rostro conmocionado por la traición de Lee y Naruto. Se pusieron a comer entre discusiones, risas y conversaciones. Era divertido estar con sus amigos de nuevo. Sentía que casi no los había visto desde hacía meses, a parte de las misiones que compartieron. A Chouji, por ejemplo, llevaba sin saludarlo semanas.
—¿Te has recuperado del todo, Hina? —le preguntó ella, sentándose delante de Hinata.
Neji, a pesar de haberle pedido perdón y haberse quitado el palo del culo, estaba sentado a la otra punta de la mesa al lado de Shikamaru. Hinata asintió. Hizo el gesto de llevarse las manos al pecho, pero ella misma lo abortó, carraspeando la garganta.
—Estoy perfectamente. He estado haciendo misiones sin ningún problema —sonrió Hinata en voz baja, pero sin tartamudeos.
—¡Genial! Me alegro.
—¿En serio te ha regalado un año entero de ramen? —escuchó a Kiba, riendo estridentemente ante las palabras de Naruto.
—En realidad es un buen regalo —pensó en voz alta Shikamaru—. No lo ha tenido que pensar mucho y, sin embargo, ha dado en el clavo.
—¡Qué más se podría esperar del eterno rival de Guy-sensei! —lloró de emoción Lee ante la genialidad de Kakashi-sensei.
—De hecho, me recuerda a Shikamaru —comió Chouji—. Aunque Shikamaru es aún más perezoso.
—Ugh… ¿Ramen? ¿En serio? —dijo Ino—. Podría haberle invitado a un restaurante con más platos.
—Bueno, es lo que le gusta a la cabeza hueca de Naruto —se encogió de hombros Tenten—. ¿A ti qué te ha regalado, Seina?
—¡No lo digas! —exclamó Kiba—. ¡Seguro que es algo relacionado con la librería!
—¿Un vale para comprar libros? —preguntó extrañado Neji.
—No. Seguro que es algo relacionado con el hospital —dijo Chouji—. Aunque, bueno, puede ser algún libro médico.
—Kanzashi —cortó ella antes de que pudieran seguir rebotando ideas.
—¿Kakashi-sensei te ha comprado kanzashi? ¿Kanzashi para kimono? —preguntó Tenten ante el silencio de los demás.
—Nunca lo habría adivinado —dijo Kiba, sacudiendo la cabeza.
—Sasuke nos compró a Naruto y a mí unas yukatas para el festival de verano del año que viene —les explicó ella.
—Huh. En realidad, ahora que lo dices, es una buena idea como regalo —pestañeó Ino—. ¿Y cómo es?
—Son —dijo Sasuke, cogiendo un trozo de carne hecho—. Le compró un par.
—Cada uno con el símbolo del clan de mis padres —contestó ella.
Se hizo otro silencio, éste más pensativo. Las joyas, como el kanzashi, a veces pasaban de generación en generación así que un regalo así tenía más valor de lo que inicialmente pudieran pensar porque ella no tenía a nadie que le pudiera pasar sus joyas.
—Sabía que Kakashi-sensei solo finge… —suspiró Shikamaru.
—¿A qué te refieres? —preguntó confuso Naruto.
—A nada importante.
Seina sabía de lo que hablaba Shikamaru porque esa epifanía la tuvo ella hacía meses, y Sasuke ayer al parecer. Intercambiaron una mirada hasta que ella sonrió e inclinó casi imperceptiblemente la cabeza, dándole la razón. Acabaron de comer entre risas y, cuando llegó el postre, le entregaron los regalos. Recibió una mezcla de libros, bombones, alguna prenda de ropa e incluso armas.
—¡Yosh! ¡Vayamos a las aguas termales! —exclamó Lee, saliendo del restaurante—. ¡Un baño caliente es lo que necesitamos!
Fueron a las aguas termales a las afueras de la aldea. En cuanto entró en el baño, con la toalla envolviéndola, echó un vistazo a los alrededores. Suprimió una sonrisa maliciosa ante lo que pensaba hacer. Usó un hechizo antes de desnudarse, sabedora que había algunos pervertidos en Konoha que espiaban a las chicas en las aguas termales. Jiraiya el primero. Escuchó a los chicos hacer el idiota al otro lado de la pared mientras ella se bañaba antes de entrar en el agua.
—Aaah. Esto es vida —musitó Tenten, apoyándose contra la piedra y cerrando los ojos.
—Mmhmm… —solo atinó a decir, apoyando su cabeza sobre sus brazos cruzados sobre la piedra.
—¿Por qué tengo la sensación que Hinata y tú me superaréis en cuanto a pecho? —se quejó Ino, ante la vergüenza de Hinata—. ¿Cómo es posible que tengáis ese pecho con 12 años?
—¡Ino! —susurró y gritó a la vez la mencionada, roja como un tomate.
—¿Qué? Solo estamos nosotras, no pasa nada.
—Mi madre tenía el pecho grande —dijo ella—. Quizás son los genes.
—Entonces yo lo llevo crudo —se rio Tenten—. Mi madre es alta, esbelta y bastante plana. No me había fijado, pero Ino tiene razón. ¿Qué talla tienes? ¿Una 90?
—Quizás porque, además del sujetador ninja, también viste una chaqueta algo holgada negra —suspiró Ino.
Seina sacudió la cabeza, cerrando los ojos de nuevo. Menuda conversación. Suponía que era algo normal, teniendo en cuenta la edad de sus amigas. Acababan de entrar en la adolescencia así que sabía que tendría que soportar lloros, celos, envidia y drama por doquier. Lo único bueno era que los ninjas eran menos dramáticos que los adolescentes civiles.
Las estuvo escuchando a medias, relajada, cuando sus oídos hechizados captaron la conversación de los chicos.
—¿Estáis bien? ¿Naruto, Sasuke? —preguntó Chouji.
—Huh. Es verdad. ¡Estáis muy rojos! —exclamó Kiba—. ¿A vosotros qué os pasa?
—Naruto… —llamó Shino, con un tono curioso de voz—. ¿No estarás viendo a través de los ojos de Seina?
—¿¡QUEEEÉ!? —gritó Naruto. Sasuke y ella se atragantaron—. ¡PUES CLARO QUE NO! ¡Podemos cerrar la conexión, idiota!
Todas las chicas dejaron de hablar, habiendo escuchado el grito de su hermano.
—¡Lo sabía! —dijo Shikamaru, con un tono de voz lleno de energía—. ¡Sabía que estáis conectados de alguna forma! ¡Y Sasuke también!
—¡No estamos viendo nada! —siseó Sasuke—. Es un jutsu de Seina para escuchar de lejos. Se nos ha olvidado desactivarlo.
—Estaban hablando de… cosas de chcias —confesó en un hilo de voz Naruto. Ella se empezó a partir de risa al darse cuenta de lo que había pasado—. ¡Nee-chan! ¡Deja de reírte!
—No. Esto es muy gracioso —le contestó ella.
—¡Adiós!
Tuvo la sensación de que ambos habían desactivado el pendiente, a pesar de no tener pruebas. Siguió riéndose ante la vergüenza de Naruto y Sasuke. Cuando se dio la vuelta vio como Ino y Tenten alzaban una ceja.
—¿Qué ha sido eso?
—Se nos ha olvidado desactivar un jutsu que aumenta el rango de audición —les explicó con una sonrisa enorme. Hinata lo comprendió al instante, desmayándose—. Al parecer Naruto y Sasuke estaban rojos como un tomate y eso les ha llamado la atención a los otros.
—¿Quieres decir que tu hermano y Sasuke… han escuchado nuestra charla sobre nuestras…tetas? —preguntó Tenten, aguantando claramente una risa a juzgar por sus labios temblorosos.
Al mirarse, en silencio, empezaron a reír escandalosamente. Ino, una vez comprendió lo gracioso que era, se unió a ellas. Estaba segura de que podían escucharlos desde el otro lado de la pared. Despertó a Hinata con un hechizo, tocándole la frente con un dedo. Tuvieron que asegurarle que no había pasado nada malo antes de que se diera cuenta de que tampoco era para tanto.
Horas más tarde, salieron de los baños termales. Vieron como los chicos esperaban en la puerta, tomándole el pelo a Sasuke y a su hermano. Vio la sonrisa ladina de Kiba y, curiosamente, Neji. Incluso Shikamaru y Shino parecían divertidos ante lo que había pasado.
—¿Os ha gustado nuestra conversación? —les preguntó con tono de burla ella, entrelazando sus brazos con los de Naruto y Sasuke.
—Podrías haberme recordado lo del pendiente —siseó por lo bajo Sasuke, pero no se apartó.
—¡Si ha sido una charla muy educativa! —empezó a reír de nuevo, acompañada de Tenten e Ino.
Naruto parecía incapaz de responder, sonrojado como nunca antes.
—¿De qué estabais hablando? —preguntó Shikamaru—. No han querido decirlo.
—De nuestras tetas —rodó los ojos Ino.
Más de uno se atragantó ante la respuesta directa y franca de Ino, incluida Hinata.
—¡Hinata-sama! —dijo escandalizado Neji, aunque Seina detectó que estaba bromeando en lugar de decirlo en serio. Sobre todo, porque vio la comisura de su labio temblar de la risa.
Hinata se puso roja de nuevo. Le lanzó un hechizo para serenarla, observando como pestañeaba confundida unos segundos al notarse más relajada. Luego de eso se marcharon a sus casas, contentos por haber pasado la tarde juntos.
—No puedo creer que estuvierais hablando de… de eso —dijo Naruto, rascándose la nariz.
—¿Vosotros no habláis de vuestras partes? ¿O de chicas? ¿O chicos? —preguntó ella.
Sasuke la ignoró, haciendo ver que no la estaba escuchando, mientras que su hermano volvió a sonrojarse. Aunque menos violentamente. Entonces se le ocurrió algo. ¿A Naruto y a Sasuke le habrían dado la “charla”? Si bien es cierto que en la academia se explicaba superficialmente la sexualidad debido a que en algunas misiones estarían obligados a seducir a gente, no recordaba haber tenido un seminario sobre la reproducción. Demonios… Quizás tendría que hablar de ello con Kakashi-sensei. Su hermano obviamente no había tenido a sus padres para explicárselo y Sasuke había perdido a los suyos hacía años.
Cuando llegaron a casa, para la alegría de todos, vieron como Kakashi-sensei había llegado antes que ellos. No estaba solo, sino acompañado de un clon.
—¡Kakashi-sensei! —saludó Naruto, con una sonrisa—. ¿Qué estás haciendo?
—¿De quién es esa sangre? —preguntó ella, mirando más atentamente y dándose cuenta de que estaba bastante manchado de sangre.
—No es mía, tranquila. Eso es lo que estaba a punto de recoger.
—¿Recoger? —preguntó ella con confusión—. ¿No te dije que todo en la casa está lleno de runas? Si no lo limpias en menos de un par de minutos desaparece.
—…¿En serio? —se preguntó para sí mismo y se giró a mirar al suelo—. Más de uno mataría por un jutsu así.
Le lanzó un hechizo cuando se volvió a mirarla. La sangre desapareció de la ropa, y de su cuerpo. Dio un respingo al notarlo, mirando hacia abajo.
—Gracias, Seina.
—¿Estás herido?
—Solo un par de rasguños. Voy a ducharme.
Ella asintió. Dejó a un par de clones haciendo la cena mientras se sentaban en el sofá, charlando. Cuando bajó Kakashi-sensei, con el pijama puesto y descalzo, vio en seguida los rasguños de los que hablaba. Tenía uno visible, superficial pero grande, en un brazo y también en la mano de la misma extremidad. Ni siquiera le tuvo que indicar que se sentara a su lado. Le entregó su brazo y ella usó el iryo ninjutsu para curárselo. Le picó la curiosidad saber cómo se los había hecho si su ropa estaba hechizada…
—¿Algo más?
—Unos cuantos… —le señaló el torso y la pierna.
Parecía como si le hubieran dado desde la derecha con algún jutsu o arma. Acabó de curarle las heridas que le indicó. Antes de dejar que se fuera usó el hechizo diagnóstico para comprobar que eso fuera todo.
—Ya estás.
—Por cierto, feliz cumpleaños —le sonrió—. He visto que habéis abierto los regalos.
—Muchas gracias. Eran preciosas —asintió ella, devolviéndole la sonrisa.
—¡Mañana mismo iré a Ichiraku!
Seina sopló una risa al escucharlo.
—¿Cómo os fue la misión? —preguntó el jonin, recostándose a su lado en el sofá—. ¿De qué se trataba?
—Tuvimos que capturar a un monstruo marino en el país del Mar y proteger a los barcos de la aldea para que pagaran a Kirigakure sin que les robaran —resumió Sasuke.
—¿En el país del Mar? —frunció el ceño Kakashi-sensei.
—Sí. Sabemos lo que estás pensando, Kaka-sensei —cortó Naruto—. Ahí estaba la base de Orochimaru.
—¿Estaba? —preguntó algo alarmado su maestro. Se giró a mirarla—. ¿Habéis destruido una base de Orochimaru?
—En realidad fue uno de sus secuaces, intentando sepultarnos allí adentro —contestó Sasuke.
—…¿Por qué no me contáis lo que pasó desde el principio?
Seina le contó cómo llegaron al puerto y tuvieron que quedarse a dormir esa noche debido a que nadie se atrevía a navegar de noche, cómo habían presenciado una confrontación entre una chica y los esbirros de Orochimaru que resultaron ser Yoroi y su otro compañero de equipo del cual no recordaban el nombre. Cómo todo apuntaba a que Isaribi era el monstruo, las desapariciones, la reaparición de Isaribi, la isla Kikai que todo el mundo creía maldita, el encontronazo con los ninjas de Kirigakure, la captura de los enemigos, la destrucción de la base…
—Veo que habéis estado muy liados —volvió a fruncir el ceño el jonin.
—Sabes, ahora que te hemos contado todo esto… Me acabo de dar cuenta de algo. ¿A qué se refería ese tipo con que Orochimaru tendría que esperar 3 años antes de poder hacerse con el cuerpo de Sasuke? —preguntó ella.
—Sinceramente, no tengo ni idea. Creo que hablaré con Tsunade-sama de eso, si es que no lo está investigando ya.
Seina, a pesar de haber preparado la cena, no cenó. Estaba llena de la barbacoa de ese medio día. Quería esperar a que Naruto y Sasuke se marcharan para hablar con él a solas de un par de cosas. Kakashi-sensei pareció comprenderlo, viéndola tumbada en el sofá, así que comió despacio para hacer tiempo. Minutos más tarde, Sasuke y Naruto se fueron a la cama bostezando. Cuando se quedaron a solas el jonin le alzó una ceja, comiendo una fruta a su lado.
—¿Sabes si a Naruto y a Sasuke le han dado la charla? —preguntó directamente, aludiendo claramente al sexo. Kakashi-sensei se atragantó.
—¿Q-q-qué? —tartamudeó mientras tosía. Le dio unos golpes en la espalda.
—Hoy hemos ido a las aguas termales y han escuchado una conversación sobre pechos —rodó los ojos con una sonrisa al recordarlo—. Al parecer estaban rojos como un tomate. Entonces, he pensado si alguien les había dado la charla, ya sabes… Yo no se la di a Naruto y dudo mucho que alguien hiciera lo mismo con Sasuke. Como mucho, la academia.
—Es una buena pregunta —pensó en voz alta Kakashi-sensei. Suspiró—. Tendré que preguntarles directamente.
—Mejor tú que yo —dijo ella encogiéndose de hombros.
Viendo como seguía pensando, mirando a la nada, cogió su manzana medio comida y se la robó. El jonin la miró, con expresión divertida, pero no hizo ademán de esquivarla. En cuanto se acabó la fruta desvaneció los restos y se limpió con un hechizo la mano llena de zumo. En silencio, se apoyó contra el sofá y se recostó sobre su costado. Notó el brazo de Kakashi-sensei rodearla, atrayéndola hacia él.
—Por cierto. Gracias por el regalo. Quizás te has pasado un poco, pero de verdad son preciosas.
—En cuanto las vi supe que eran para ti —le susurró contra el cabello.
Contra eso no pudo decir nada más. Cerró los ojos mientras se relajaba contra su pecho. Sintió como una mano le acariciaba la espalda, evitando estremecerse de placer. No supo cuándo, pero entró en un duerme vela entre los brazos de Kakashi-sensei. Notó como la levantaba en volandas, rato después, subiendo con ella por la escalera. Lo último que reconoció fue el sonido de la puerta de su cuarto abrirse antes de dormirse totalmente.
—Buenas noches, Seina —y unos labios en su frente.
Notes:
Uno de los kanzashis descritos, basados en la siguiente imagen:
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Chapter Text
A los pocos días después de su festejo tardío de cumpleaños, Seina seguía con su rutina habitual que, básicamente, consistía en ser aprendiz en el hospital, entrenar con Kakashi-sensei cuando estaba disponible, visitar el dojo recomendado por Guy-sensei, realizar encargos con runas para la Hokage, estudiar con sus clones e investigar genjutsu en sus ratos libres. Su maestro, tal y como había prometido, habló con Sasuke y Naruto. Durante un par de días fueron incapaces de mirarle a la cara sin sonrojarse, para su gran diversión. Aun así, se quedaba más tranquila sabiendo que estaban al corriente de todo lo que debían saber respecto al sexo y la pubertad.
Unos días más tarde, cuando Naruto todavía estaba interiorizando la charla de educación sexual, fue enviado a una misión con Tenten, Neji y Lee a la aldea oculta de la Estrella. A Sasuke le dieron una misión en solitario para hacer de niñera de un niño rico durante un par de días, para su horror. A ella la desbordaron en el hospital, dándole paciente tras paciente, como si quisieran forzarla a encontrar sus límites. Mientras tanto, Kakashi-sensei seguía haciendo misiones de rango S y desapareciendo por la aldea haciendo vete tú a saber qué. Algo le decía que seguía investigando, aunque mucho más sigilosamente, lo de Danzo e Itachi.
—Casi no nos vemos —se quejó ella una mañana, cuando solo encontró a Sasuke.
—Tú eres la que más ocupada está. Si no fuera porque delegas mucho trabajo a tus clones no te veríamos el pelo.
—Ugh. No me lo recuerdes.
Dio gracias a ese jutsu porque si no tendría el triple de faena en el mismo tiempo. Esa misma mañana acabaron entrenando ninjutsu y batiéndose en duelo. Kakashi-sensei, a petición de los tres, había empezado a escribir todos los jutsus que había copiado así que tenían una montaña de técnicas que aprender. Ella, que hacía trampas como una bellaca con los clones, aprendía la friolera de 3 o 4 jutsus por semana mientras que Naruto y Sasuke como mucho aprendían 1 o 2. Su hermano porque no tenía el mismo control de chakra que ellos, a pesar de su tenacidad, mientras que Sasuke porque no tenía sus reservas de chakra, por mucho que ejercitara sus reservas de energía y tuviera un buen control de chakra.
Incluso al ritmo al que iba Seina sería incapaz de aprender en menos de un año los más de 1000 jutsus que había grabado a fuego en su prodigioso cerebro Kakashi-sensei. Con la media de 4 jutsus semanales, tardaría más de 5 años en poder utilizar todos los jutsus a la perfección. Además, todavía tenía que aprender los jutsus de rango S que había en el pergamino robado del primer Hokage que, viendo su tamaño, eran bastantes. Aun así, se había propuesto aprenderse todos los ninjutsus posibles y no se iba a echar atrás.
Tenía tantas cosas por hacer que, a veces, casi confundía los días. Como no sucedía prácticamente nada fuera de lo común era más difícil saber de memoria en qué día de la semana se encontraba. El tiempo pasaba y tenía que aprender tantas cosas que no tenía ratos libres donde no hiciera absolutamente nada. Unas 2 semanas después, Naruto volvió de su misión y Sasuke fue enviado a otra. En todo el tiempo no vio a Kakashi-sensei. La primera mitad debido a una misión fuera de la aldea, y la segunda mitad porque ella estaba demasiado cansada como para esperarlo despierta cuando aparecía por casa durante la madrugada.
Justo cuando llegó mediados de noviembre, Tsunade-sama la llamó a su despacho. Tenía la mesa llena de papeles. Estaba acompañada por su ayudante, Shizune, quien parecía estar intentando poner orden entre el caos.
—Ah, Seina. Siéntate que esto va para largo —le indicó con un movimiento a la silla—. Si encuentro lo que busco claro…
—¡Aquí está! —contestó Shizune, con una sonrisa aliviada—. Aquí tiene, Tsunade-sama.
—Perfecto, gracias Shizune. Quizás te preguntes para qué te he llamado. Quería hablar contigo desde hace días, pero no he encontrado el momento. Tengo varias cosas de las que hablar —suspiró Tsunade-sama—. Para empezar, hemos acabado de interrogar por completo a los enemigos que capturasteis en el país del Mar. La chica, Isaribi, es una víctima de Orochimaru y Amachi así que ha sido puesta en libertad. Ahora mismo está en el hospital para intentar… curar su afección.
—¿Puedo saber qué información ha descubierto el departamento de interrogación?
—Te puedo contar algunas cosas oficiales como que Amachi trabajaba para Orochimaru experimentando en los nativos del país del Mar desde hace 10 años. Su intención era crear a ninjas modificados que pudieran llevar a cabo misiones extremas que otros ninjas no pueden. Orochimaru le ayudó con sus experimentos, y luego cogió su investigación para él. Amachi, de hecho, está bastante resentido por ello. En cuanto a los otros, Yoroi y Misumi, solo eran peones de Orochimaru. A penas sabían nada. Simplemente se ciñeron a las pocas órdenes que les dio Kabuto durante la invasión. En relación con el país del Mar, sus órdenes eran ayudar a Amachi con su investigación y obligar a Isaribi a robar el dinero para financiar dicho proyecto.
—¿Y qué hay de eso que dijo Amachi sobre lo de que Orochimaru tenía que esperar 3 años para un nuevo cuerpo?
—Orochimaru tiene un jutsu que le permite cambiar de cuerpo, hacerse con el control, alargando su vida. Gracias a los papeles y otra documentación que robasteis de la base en el país del Arroz sabemos qué es lo que planeaba con Sasuke —habló Shizune, alzando un montón de papeles que recordó haber robado del laboratorio secreto de Orochimaru—. Cuando parasteis el secuestro de Sasuke se vio forzado a usar a otra persona sino quería perecer debido al problema de sus brazos. Ahora debe estar recuperándose, habitando otro cuerpo, pero ansiando a Sasuke y su sharingan. Aun así, estos papeles nos han ayudado mucho a comprender qué está tramando Orochimaru y también nos ha llevado a otra de sus bases secretas. Aunque queda mucho trabajo por hacer.
—Por otro lado, me gustaría hablarte de tus últimas misiones. Has realizado varias misiones con genins a tu cargo. Todas ellas un éxito —dijo la Hokage, observando un registro—. He leído tus informes y los informes de tus subordinados en cada misión. Veamos.
—…
—Escucha esto: “nuestra líder, Seina Uzumaki, detectó que el enemigo, Raiga, seguía con vida a pesar de mi declaración de que estaba muerto. Sospechó que la kekkei genkai del niño podría haber interferido con mi byakugan y, bajo esta duda razonable, comprobó el estado del enemigo, descubriendo que seguía vivo y, acto seguido, lo eliminó finalmente. Estoy seguro que, de no haber tenido la sangre fría ni poseer la lógica suficiente para preguntarse y asegurarse si estaba vivo o no, Raiga hubiera vuelto a atacar al pueblo. Ocasionando posibles bajas, desperfectos y alargando la misión” —leyó Tsunade-sama. Supo de qué misión hablaba en cuanto escuchó el nombre de Raiga—. Y sigue luego: “Ideó una trampa para comprobar la lealtad de Karashi y la del niño, dejando a su vez que desistiera de su idea de salvarlo haciéndole creer que había muerto debido a heridas provocadas por el anterior combate, y no por una ejecución calculada de un ninja de Konoha. Lo cual desviaba la atención de la aldea y, quizás, ahorrase a Konoha un potencial enemigo en el futuro” y sigue “…tras la última traición de Karashi, la líder Uzumaki se encargó de todos ellos con un solo jutsu de viento, ahorrándonos a todos entrar en combate”.
—Tenga —intercedió Shizune, entregándole otro pergamino.
—“Bajo el mando de la líder, Seina Uzumaki, investigamos las pistas y descubrimos de forma temprana la implicación del traidor Orochimaru respecto a la misión. Teniendo en cuenta el grave peligro en el cual podía encontrarse nuestro compañero de equipo, Sasuke Uchiha, tomó las medidas pertinentes para mantenernos a salvo, encargándose personalmente de protegerlo mientras el equipo, a su vez, investigó las desapariciones, a Isaribi cómo posible monstruo marino y la base de Orochimaru. Asimismo, también nos encargamos de proteger los barcos del cliente Hitode y al cliente en sí durante la entrega de dinero” —Tsunade-sama la miró, despegando los ojos del papel unos segundos—. “A pesar de que no entraba dentro de los parámetros de la misión investigar a Orochimaru, la líder juzgó la posibilidad de recopilar y capturar a los ninjas y al monstruo marino como una prioridad para Konoha. Realizó los planes pertinentes para infiltrarse en la base sin poner, en ningún momento, en peligro al grupo y mucho menos a Sasuke Uchiha. Su eficacia como comandante y sus habilidades le permitieron realizar ambas misiones, tal y como demuestra que estemos todos vivos, se haya cumplido la misión pactada y hayamos regresado a Konoha con 4 enemigos, secuaces de Orochimaru”.
Seina escuchó como leía lo que parecían ser las valoraciones personales de sus compañeros de equipo. No sabía dónde quería llegar. ¿Pensaba decirle que se estaba excediendo? Quizás sí, considerando el peligro que suponía Orochimaru para Sasuke. Pero, ¿qué podía hacer sino? ¡Tenía una oportunidad de oro!
—Podría leerte también las valoraciones que hicieron Shikamaru, Kiba, Neji y también los hermanos de Sunagakure cuando rescatasteis a Sasuke, pero creo que sería una pérdida de tiempo. Estás sobre cualificada.
—¿Qué?
—Todas estas misiones —le dijo Tsunade-sama, cogiendo los pergaminos—… Estoy segura de que podrías haberlas realizado tú sola. Es más, creo que, en algunos casos, tener compañeros ha supuesto un lastre para ti. Por no hablar de que no paran de avasallarme los del hospital, diciéndome continuamente lo que supuestamente has hecho que es imposible de hacer pero que, de ser posible, te pida que les enseñes.
—Hiciste una operación de hernia sin abrir al paciente —cortó Shizune, sin poder evitarlo del asombro—. Le ahorraste un día como mínimo de reposo. También le devolviste la visión a un chico que tuvo un accidente con productos químicos y has curado a 4 pacientes con sordera adquirida.
—¿Sabes a cuánta gente tengo día y noche preguntándome por qué sólo eres una chunin? ¿Cuánta gente se ríe en mi cara, diciéndome lo desaprovechada que estás con misiones de rango B? —gimió de frustración Tsunade-sama—. Demasiada. Si encima te comparo con Shikamaru, quien ascendió de rango el mismo día que tú… Hay una clara diferencia. Si hubieras nacido en mi época habrías sido jonin desde hace años, aunque solo fuera por el control sobre tu nueva kekkei genkai.
—Entonces, ¿qué va a pasar? —preguntó ella.
Comprendía lo que le estaban diciendo. No les faltaba razón ya que Shikamaru, a pesar de su inteligencia, era solo un niño de 12 años mientras que ella era un auror experto, una bruja con entrenamiento ninja, metida en el cuerpo de una adolescente. Sin contar con la experiencia y maestría que sus anteriores 120 años de vida le aportaban. Obviamente había diferencias claras entre ambos. De hecho, le sorprendería más que Shikamaru o alguno de sus amigos y compañeros de promoción estuvieran a su altura, por el mero hecho de que no tenían una kekkei genkai como su magia. Simplemente, tenía demasiado poder y experiencia en sus manos. Esencialmente, estaba haciendo trampa.
—Lo que va a pasar es lo siguiente: durante el siguiente mes y medio, hasta el nuevo año, no te voy a asignar ninguna misión. Durante este tiempo, Shizune asumirá mis tareas durante la primera media mañana mientras yo esté enseñándote a ti en el hospital. De lunes a domingo. La segunda media mañana, Shizune me sustituirá. También usaremos tus clones para avanzar lo más rápido posible.
—Es decir, voy a hacer un intensivo en medicina —comprendiendo que iba a pasarse todas las mañanas durante semanas en el hospital.
—Exacto. Y no solo eso. Hasta ahora he dejado de lado otro aspecto que tiene que tener en cuenta un médico ninja: el combate—sonrió la Hokage—. Combatiremos un día sí y un día no, para que puedas seguir entrenando con tu equipo. Espero que estés preparada para esta nueva etapa porque no seré gentil. Sé que puedes aprender muchísimo así que espero muchísimo de ti. A cambio de tu esfuerzo, aprenderás todo lo que sé. Todo. Cuando llegue enero, si has alcanzado el nivel que espero que alcances, te ascenderé a tokubetsu jonin. Si consigues ascender, empezarás a hacer misiones rango A y quizás S con otros equipos puramente jonin, o incluso en solitario. A partir de ahí, tendrás 5 meses para prepararte para los exámenes de promoción jonin. Si estás dispuesta a ello, claro.
Seina se quedó callada unos segundos, pero supo que iba a aceptar. Le gustaba la idea de centrarse en aprender todo lo posible en solo un par de meses. Si Tsunade-sama era capaz de darle tanto tiempo, ella doblaría sus estudios para no quedarse atrás. Además, ¿quién diría que no a una promoción cuando ni siquiera siendo chunin la enviaban con su hermano y con Sasuke a la mitad de las misiones? Y eso era la único que la hubiera retenido.
—Acepto.
La Hokage sonrió ampliamente.
—Muy bien. Vete a casa. Descansa porque mañana empezamos con tu entrenamiento final en iryo ninjutsu, y por la tarde, empezaremos a entrenar en combate.
Seina hizo una reverencia de agradecimiento y se marchó. No podía creer lo que había pasado. A pesar de todo, no lo había contemplado como una posibilidad. Llegó a casa de forma automática. Cuando entró por la puerta, algo de su expresión debió alertar a Kakashi-sensei, quién había regresado de una misión, de que algo sucedía porque dejó de preparar la cena.
—¿Estás bien?
—Sí. Eso creo —empezó a sonreír. Luego no pudo contener las carcajadas—. Al parecer estoy sobre cualificada.
—¿Eso te lo ha dicho Tsunade-sama?
Asintió, controlando su risa. Les explicó a grandes rasgos lo que había pasado en su oficina. Al contrario de lo que hubiera podido esperar, Kakashi-sensei solo sonrió con expresión algo orgullosa.
—Sinceramente, Seina, más de una vez he pensado lo mismo. Estoy orgulloso. Sé que lo lograrás. Es más, intentaré hablar con unos colegas por si pueden entrenar contigo por las tardes en las que esté de misión. Tenzou seguramente accederá a ayudarte. Y Yugao —musitó en voz alta el jonin.
Ella le tocó la mano, volviéndole en sí. Le sonrió al escuchar su dedicación con ella.
—Gracias, Kakashi-sensei.
—Ya mismo seré Kakashi-senpai, si quieres. En cuanto alcances el rango de jonin podrás llamarme por mi nombre sin más —sonrió él, encantado—. Verás la cara de Naruto cuando se entere.
Se mordió la lengua para no hacer una broma sexual, sonriendo. Aunque ascendiera de rango, seguía teniendo 12 años.
—Por cierto, creí que dijiste que sería una misión larga.
—En realidad, salieron las cosas mucho mejor de lo planeado. Sobre todo, en cuanto usé tu brazalete.
—Me alegro que te haya servido de ayuda.
Estuvieron hablando de su misión, de lo que le había dicho la Hokage y de porqué quería Orochimaru a Sasuke y porqué debía esperar 3 años. Un rato más tarde, viendo que Sasuke no regresaba de su misión, empezaron a cenar a solas. Mientras cenaba no pudo evitar invocar a 20 clones para siguieran estudiando. Se lo había prometido a la Hokage así que pensaba mantener de forma constante unos 20 clones al día. Al ritmo al que consumían los libros, acabaría de leerse lo que le quedaba para inicios de diciembre. Dio gracias, en silencio, a su oclumancia por ayudarle a absorber semejante volumen de conocimientos porque, de lo contrario, estaría jodida a pesar de sus clones. Esa noche se fue a dormir pronto, excitada por el nuevo día. Kakashi-sensei la vio irse con una sonrisa divertida en el rostro. Seguramente deduciendo el motivo de su excitación.
Los próximos días fueron un caos. A penas sí iba a casa para comer, cenar y dormir así que tardó un día en reencontrarse con su hermano recién regresado de su misión. Tsunade-sama era un verdadero sargento. No solamente le enseñó todas las técnicas médicas que conocía que le faltaban por conocer, sino que le obligaba a practicarlas 100 veces antes de usarlas en un paciente. Por suerte, con sus otros 20 clones, aprendía a un ritmo exponencial. Shizune, a su lado, era suave como una pluma, aunque muy competente.
Por las tardes, lo primero que hizo la Hokage fue combatir con ella para saber su nivel. Quedó visiblemente impresionada con sus habilidades. De hecho, según ella, lo único que la había salvado de ser atacada con su fuerza bruta era el hecho de que ambas sabían que simplemente podía esquivarla con sus desapariciones y el hirashin. Al contrario de lo que otros le habían enseñado, Tsunade-sama peleaba pensando siempre como proteger sus órganos vitales para no desfallecer durante el tiempo suficiente como para auto curarse en caso de recibir una herida grave.
Su forma de luchar sumada a los muchísimos movimientos flexibles, pensados para cada situación, de Guy-sensei y los katas eficientes y calculados de Kakashi-sensei la estaban convirtiendo en una escapista. Fue como si le hubieran cambiado el chip. Ahora sabía lo que le faltaba cuando luchaba con taijutsu. La mezcla de los 3 estilos era su estilo de taijutsu perfecto.
—No sé qué te está enseñando la Hokage —le dijo una tarde su maestro—, pero te ha funcionado. Cuando intento darte es como intentar coger humo con la mano. Ahora solo es cuestión de que te conviertas en experta en este estilo.
Por las tardes, mientras entrenaba con Kakashi-sensei, con Yugao o Hayate, y en menor medida con Tenzou, también usaba a sus clones para practicar ninjutsu. Estaba encantada con el entrenamiento de Tsunade-sama, pero no quería que su media de 4 ninjutsus por semana sufriera.
Una noche, cuando venía bastante tarde del campo de entrenamiento donde practicaba ninjutsu, coincidió con todo su equipo en casa.
—¡Nee-chan! —llamó Naruto, abalanzándose sobre ella en un abrazo—. ¡Casi no te he visto en 10 días! ¡No me puedo creer que te vayan a ascender a tokubetsu jonin este enero!
—En realidad yo sí que puedo. Kakashi-sensei nos lo ha contado todo —dijo Sasuke—. Felicidades. No hay otra persona que se lo merezca más de nuestra promoción.
—Eso parece. Si todo sale bien.
—¡Claro que va a salir bien! —la animó Naruto, con su optimismo habitual.
—En cuanto a lo de que no nos vemos… Estaba pensando crear una caseta o algo similar en el jardín, con todo tipo de protecciones y con el interior mucho más grande que el exterior. Así podré practicar ninjutsu y entrenar ahí dentro sin tener que ir al campo de entrenamiento.
—¿¡En serio!? —jadeó de la excitación su hermano al comprender que no tendría que perder el tiempo buscando un lugar vacío cuando quisiera practicar—. ¡Sugoi!
—¿No tienes suficientes cosas que hacer? —le preguntó con una risa Kakashi-sensei, señalando a sus 20 clones estudiando en el jardín.
—Eso es solo un momento —rodó los ojos con una sonrisa—. Solo necesito que tenga 4 paredes y un montón de runas. Puedo hechizar el suelo para que parezca hierba y el techo con un cielo falso. Mmm… Lo haré mañana, cuando tenga tiempo.
—¿Qué tal el entrenamiento con Tsunade-sama? —preguntó Sasuke, poniendo la mesa.
—Bien. Mirad esto.
Cogió un cuchillo romo y lo colocó al borde de la mesa. Usó el índice y el pulgar, poniéndolos en forma de círculo, y luego chasqueó el índice contra el cuchillo. Éste salió disparado y se clavó contra la pared como si lo hubiera lanzado con toda la fuerza de su brazo dominante, en lugar de con un dedo. Se giraron a mirar su sonrisa satisfecha con expresiones de sorpresa y un tanto de pavor al ver su nueva fuerza.
—Oh, no… —susurró Naruto con el rostro cómicamente aterrado—. Eres como la vieja, pero en versión mejorada, y joven.
Kakashi-sensei empezó a reír al escucharlo, tapándose la cara con una mano para serenarse sin mucho éxito. Naruto le lanzó una mirada fulminante que fue ignorada totalmente. Sasuke, mientras tanto, miraba el cuchillo clavado en la pared con expresión precavida.
—¡Tú ríete! ¡La vieja al menos solo tiene su fuerza, pero Seina-nee puede hacerte explotar con un movimiento de mano sin tocarte!
—Y hacer que vomites con un genjutsu —asintió seriamente Sasuke.
—¿Qué? —preguntó repentinamente Kakashi-sensei—. ¿De qué genjutsu hablas?
Entonces se dio cuenta de que no le había enseñado su primera creación. Seina se giró a mirarle, sonriente.
—¿Te acuerdas que pediste que creáramos un genjutsu? Pues este es el resultado de mi nueva técnica. Funciona siempre. Básicamente, el “genjutsu” ataca a las zonas del cerebro que están relacionadas con el equilibrio, haciéndole creer que están lesionadas o ausentes. La víctima cae al suelo en redondo al instante debido al cambio brusco de “equilibro” contra “desequilibrio”. El cerebro no está percibiendo una situación externa falsa, sino interna así que la víctima no sabe lo que sucede ya que su cuerpo y su cerebro no son capaces de distinguir que lo que está mal es algo en el cerebro en sí. Para ese entonces, la víctima empieza a vomitar tumbado en el suelo. Tiempo suficiente para rematar a alguien.
—¿Has inventado un genjutsu que manipula el cerebro contra él mismo, pero con consecuencias físicas? —preguntó Kakashi-sensei, incrédulo. Atónito—. Y lo has probado.
—Sí, funciona tal y como he descrito. Te lo pueden confirmar Hayate y Yugao.
—¿Eso es lo que estabas maquinando la otra vez? ¿Cómo llegas siempre a conclusiones tan alocadas que, de alguna forma, tienen lógica y funcionan? —gimió Kakashi-sensei mientras sonreía—. ¿Puedo verlo? Sin el sharingan, si quieres.
—No pasa nada. Ya se lo he enseñado a Sasuke. Si quieres puedes copiarlo mientras no salga de aquí.
—Te doy mi palabra.
—Yo no quiero vomitar —le avisó Sasuke, con el rostro verde—. Mejor demuéstraselo al dobe, que no lo ha visto tampoco.
—¡Hey! —gritó Naruto, pero cedió rápidamente—. ¡Está bien! ¡Pero nada de vomitar!
—Lo prometo, Naru. ¿Preparados?
Vio como Kakashi-sensei alzaba su banda ninja y activaba el sharingan mientras su hermano parecía un pobre hombre a punto de ser ejecutado. Hizo los sellos correspondientes y moldeó el chakra. Naruto cayó al suelo en redondo, con el rostro pálido y los ojos confundidos por la pérdida de equilibro. Paró en seguida el genjutsu, arrodillándose al lado de Naruto.
—Ugh. Nunca más —juró él, pálido y tumbado todavía en el suelo.
—Interesante —dijo Kakashi-sensei, con el sharingan todavía activo mirando a Naruto—. Realmente funciona manipulando al cerebro más de lo que creíamos… Una locura, pero una genialidad a la vez.
—Eso mismo dije yo…
Así es como pasó otro día. Los siguientes días fueron una repetición. Cada día aprendía algo nuevo, pero su horario siempre era el mismo. Estaba con la misma gente, salvo a excepciones, tenía el mismo tiempo para hacer la misma cosa con variaciones. Tenía suerte de que la rutina fuera algo a lo que estaba acostumbrada a soportar porque, si hubiera sido Naruto, hubiera empezado a quejarse de que “siempre hacían lo mismo”.
Observar la diferencia en ella misma era suficiente para darle fuerzas y no desfallecer. Ya no se ocupaba de los casos fáciles en el hospital, sino de los incurables. Operaba sola, tenía asistentes cuando era necesario, algunos médicos le consultaban cosas a ella… La montaña de libros que Tsunade-sama le dio, y que había leído hasta la mitad cuando empezó su intensivo, se redujo un tercio. Aprendió incluso más ninjutsus de lo que había programado para esas semanas, y mejoró tanto en taijutsu que Tenzou admitió que ese ya no era su punto débil con diferencia.
Se sentía en la cima del mundo porque parecía que todo iba viento en popa. Esperaba que alguna cosa se torciera. Para su asombro, nada malo ocurrió.
Chapter Text
Un día, Tsunade-sama la esperó en un enorme claro.
—Hoy quiero presentarte a alguien —le dijo con una sonrisa—. Ha estado conmigo muchísimos años y sé que te servirá fielmente a ti también. Kuchiyose no jutsu.
De entre la nube enorme de humo apareció una babosa gigante blanco y azul. Sí, una babosa. Seina se la quedó mirando a la vez que la que parecía ser la invocación jefe de las babosas se agachaba y curvaba sus ojos para mirarla.
—Hola de nuevo, Tsunade-sama —dijo la enorme babosa con voz súper femenina.
—Katsuyu, quería presentarte a mi aprendiz —asintió con la cabeza—. Ella es Seina. Me gustaría que firmara tu contrato.
—¿Oh? ¿Una nueva aprendiz? Está bien.
Vio como aparecía un gran rollo de pergamino ante sus pies. Tsunade-sama lo abrió, mostrando los incontables nombres que habían servido junto a Katsuyu durante los años. El último nombre era justamente el de la Hokage.
—Sé que tienes algún tipo de invocación con tus poderes —le dijo ella, sentándose a su lado—, pero Katsuyu es una invocación con especialidad médica. Con su ayuda podrás curar a mucha gente a la vez, más si tenemos en cuenta tus reservas gigantescas de chakra. Honestamente, Seina, tú le darías mucho más partido que yo a Katsuyu. Es hora de que tenga un nuevo invocador.
—¿Tanto chakra tienes, Seina-san? —le preguntó con curiosidad Katsuyu.
—Llámame Seina —le pidió—. Soy la jinchuriki del Kyubi, y una Uzumaki.
—Vaya. Nunca he tenido a un invocador con tus características. Será un honor servir a tu lado.
—Está bien. Firmaré el contrato —sonrió ella—. ¿Debo escribir mi nombre real o el nombre que todos conocen?
—No importa realmente. Lo que importa es tu sangre.
Se cortó el dedo con un kunai y escribió su nombre con sangre al lado del de Tsunade Senju. Como sabía que prácticamente nadie vería lo que estaba escrito, usó su verdadero nombre.
—¿Seina Namizake? ¡Eres la hija del Cuarto Hokage! —se sorprendió la babosa—. No me lo esperaba.
—¡Bien! Katsuyu, regresa, por favor. Te intentará invocar Seina acto seguido.
Katsuyu desapareció, asintiendo. Tsunade-sama ni siquiera le explicó qué hacer así que moldeó el chakra, en la misma cantidad que había percibido usar a la Hokage, e invocó a Katsuyu. O al menos lo intentó.
—Espera. Quiero probar una cosa —le pidió Kurama—. Moldea tu chakra junto al mío e invócala.
—¿Qué est-
Volvió a empezar, usando tanto su chakra como el chakra que Kurama le ofrecía, e invocó a Katsuyu. La enorme babosa apareció de nuevo, brillando casi imperceptiblemente de forma anaranjada con chakra demoníaco. Incluso parecía vibrar de la energía anormal que le había dado.
—¡Increíble! —gritó, en lugar de hablar sosegadamente como antes—. Esto debe ser…
—¿El chakra del Kyubi? —preguntó Tsunade-sama, con los ojos abiertos—. ¡Has moldeado tu chakra con el del bijuu para invocarla!
—Me lo ha pedido Kurama —se encogió de hombros—. Ahora veo porqué.
—Siento como si tuviera el triple de energía, Tsunade-sama, Seina-sama.
—No hace falta que me llames con honoríficos.
—Eres mi invocadora, la hija del difunto Hokage y la aprendiz de la nueva Hokage —contestó escuetamente.
—¡Un momento! —cortó la Hokage—. Katsuyu, a cuánta gente crees que podrías curar con la energía que tienes ahora sin que Seina te transfiera más chakra.
—Fácilmente a 400 o 500 personas.
La Hokage se giró a mirarla con expresión atónita. Seina sonrió. En cuanto comprendió lo que acababa de pasar los labios de Tsunade-sama se estiraron en una sonrisa algo maliciosa.
—¿Sabías que esta forma de Katsuyu solo es una forma incompleta? —le informó Tsunade-sama—. Las babosas del Bosque Shikkotsu son, en realidad, toda la misma entidad. Unidas, forman la verdadera forma de Katsuyu.
—¿Eso quiere decir que eres mucho más grande, Katsuyu? —preguntó ella a la babosa con asombro.
—Así es. La porción de chakra que usa Tsunade-sama para invocarme en este tamaño está pensada para dejarle margen para combatir y curar al mismo tiempo. Tú has usado la misma cantidad de chakra que ella así que mi tamaño es el mismo que cuando me ha invocado Tsunade-sama.
—¿Y qué pasaría si te invocara proporcionándote mucho más chakra? ¿Qué proporción, respecto a tu tamaño real, tienes ahora?
—Esta forma solo representa un 5% de mí.
Seina casi se atragantó con su lengua al comprender que la verdadera forma de Katsuyu era colosal. No podía imaginarlo. La babosa que tenía delante era igual de grande que la mansión de la Hokage, algo más grande que el jefe de los sapos que invocó Naruto. Se giró sin aliento a la Hokage, que ya esperaba su mirada.
—Quiero probarlo —declaró como una lunática.
Deshizo todos los clones que tenía estudiando para reunir a todo su chakra en ella. La Hokage asintió con el rostro de alguien que está a punto de empezar a jugar con su juguete favorito. Katsuyu se desinvocó sin decir nada.
—Kurama-
—Lo sé. Vamos allá. ¡Esto por fin se pone interesante! —exclamó el bijuu en su interior.
Teniendo en cuenta el chakra que había gastado para formar solo el 5% de Katsuyu, hizo los cálculos pertinentes y dividió el gasto por la mitad. Una mitad la pondría ella con su chakra, la otra mitad la recibiría de Kurama. Aun así, tenía más que suficiente.
—¡Kuchiyose no jutsu!
El gasto de chakra era bastante mayor, pero mucho menor de lo esperado teniendo en cuenta la ayuda de Kurama. La babosa que apareció… No podía verle la cara. Alzó la cabeza, doliéndole el cuello, pero fue incapaz de ver el final hasta que Katsuyu no se curvó de nuevo hacia el suelo.
—Es la primera vez que piso el mundo exterior en mi totalidad… —dijo Katsuyu maravillándose. Su voz, a pesar de ser muy femenina, era grave de lo gigantesca que era.
—…No puedo creerlo —susurró Tsunade-sama a su lado—. Solo he visto a Katsuyu de este tamaño en su hábitat natural, una vez.
—Eh… quizás no lo hemos pensado demasiado —cortó Seina, señalando a parte del bosque que había quedado sepultado bajo la invocación.
Por suerte, parte de su cuerpo fue invocado en el río y en el enorme claro en el que habían estado.
—¿Cuánto debe medir?
—460 metros
—Demonios… —dijo Tsunade-sama, con la voz cogida—. Vamos a tardar en llegar arriba.
—¡Tsunade-sama! —gritaron varias voces.
Seina vio con algo de horror, y una risa creciente, el rostro conmocionado de los ninjas que habían acudido a su sitio de entrenamiento al ver aparecer la gigantesca babosa. A algunos no los conocía, otros, como Genma miraron con la boca abierta a la invocación como si no pudieran creerlo.
—Ah, chicos. Solo estaba practicando con mi aprendiz la invocación de Katsuyu.
—¿¡E-esta es Katsuyu!? —preguntó temeroso uno.
—La forma completa, sí.
—Disculpad las molestias, minna-san —habló Katsuyu, encorvándose aún más para mirar abajo.
—No te disculpes —sacudió la mano Tsunade-sama—. Lo que tenemos que hacer es seguir practicando. Ah, y pensar cómo llegar hasta tu cabeza sin tardar 5 minutos. ¡Podéis iros a vuestros puestos!
Seina vio como algunos retrocedían de mala gana, curiosos por lo que estaba sucediendo allí. Esperó a que todos se hubieran ido antes de girarse a la invocación.
—Creo que tengo la solución. Katsuyu, ¿te importa si te pongo encima de tu cabeza algo con uno de mis sellos? Así podría usar el hiraishin y aparecer allí.
—Está bien.
—¡Genial! Kuchiyose no jutsu.
Volvió a usar el jutsu de invocación para llamar a una de sus creaciones aladas. Tsunade-sama y Katsuyu observaron atentamente, la Hokage con ojos brillantes, como aparecía su abraxan blanco con sus enormes alas.
—Vayamos volando —le dijo ella a Tsunade-sama, saltando encima del animal que esperaba mansamente.
—No puedo creer que esté montada en un caballo alado creado a partir de la nada… —musitó a su espalda la Hokage.
El vuelo fue relativamente corto. Mientras volaban, intentó comparar la altura de Katsuyu a algún monumento que hubiera visitado. El primero que le vino en mente fue la torre Eiffel pero, según la información de Fleur, solo medía 330 metros. Katsuyu superaba con creces esa altura. Saltó del abraxan encima de la cabeza de Katsuyu. Era tan grande que cabría su casa y todo su terreno, y le sobraría espacio.
—Menudas vistas —sonrió Tsunade-sama.
Notó la mirada atenta de la Hokage mientras observaba como sacaba una piedra cualquiera de la riñonera, la hechizaba para que fuera indestructible, usaba el jutsu de sellado en ella y la pegaba en ese mismo punto a la cabeza de Katsuyu con un hechizo permanente.
—¿Te molesta así? —le preguntó a la babosa.
—Para nada. Ni lo noto.
—¡Genial! ¡Ahora ya podré subir hasta aquí en menos de una milésima de segundo!
Tsunade-sama no pudo ahogar una risa. Pasó la tarde con Katsuyu al lado para que se acostumbrara al gasto de chakra que debía pagar para tenerla allí. Aun así, aun teniendo al jefe de las babosas allí presente, el gasto de chakra era una gota en el océano. También estuvieron practicando ataques con ácido, su división en babosas más pequeñas y su rápida recombinación.
—Mi mayor desventaja es mi velocidad —le dijo al final del entrenamiento—. En comparación con Manda o Gamabunta, soy la invocación más lenta.
—Mmm… ¿Me dejas probar algo? —le preguntó.
—¿Qué piensas hacer?
—Hacer que pese menos —contestó ella—. Puedo hacerlo fácilmente con mis poderes.
—¿Y cuánto durará este jutsu?
—Hasta que se lo quite, obviamente. En realidad, es una ventaja tener a la forma completa de Katsuyu aquí ya que así, cuando active este jutsu, cada una de sus partes será menos pesada.
—Lo que le conferirá mayor velocidad debido a su ligereza.
—¿Puedes aligerar mi peso, Seina-sama? Sería una gran ventaja para mí.
Usó el hechizo en la gigantesca forma de Katsuyu, notando un rápido agotamiento de su magia. Si bien era cierto que no tendría que renovar el hechizo a menos que lo desactivara en algún momento con un finite, eso no significaba que requiriera poco gasto mágico ponérselo por primera vez. Su magia, al contrario que su chakra, no contaba con las reservas casi ilimitadas de Kurama. Dio gracias por el poder que tenía a su disposición o se habría desmayado de golpe.
Tsunade-sama la cogió del brazo cuando se tambaleó, y la hizo sentarse en el suelo. Vio la mano verde de su maestra tocarle la frente, pero supo que no lograría percibir qué le sucedía.
—Demasiado gasto a la vez. Estaré bien. Solo tengo que comer.
—Imagino que tienes algo de comida en tu riñonera fantástica. Come. Ya hemos terminado por hoy —se giró a mirar a la invocación—. ¿Cómo te notas, Katsuyu?
—Muy ligera, Tsunade-sama.
Observaron cómo se descomponía, más rápido que antes si cabe, y cómo sus pequeñas partes parecían deslizarse rápidamente por el suelo como si estuvieran patinando sobre el hielo.
—Bastante impresionante —musitó la Hokage con una sonrisa—. Tendremos que practicar tú y yo también Katsuyu. Puedes irte a descansar.
—Entendido, Tsunade-sama. ¡Hasta la próxima!
—Vamos. Ahora toca cenar y recuperarte. Mañana será otro día.
Cuando caminó de vuelta a su casa por la aldea notó bastantes más miradas de las que estaba acostumbrada. La mayoría, por no decir todas, eran de ninjas que habían visto a Katsuyu y que ya habían cotilleado que había sido ella quién había logrado invocarla. Los ignoró, haciendo ver que no estaban, y siguió caminando. Era esperable que ganara algo de reputación entre las fuerzas ninja. Si no fuera por su labor en el hospital sería por ser la aprendiz de la Hokage. Mientras no la afectara negativamente, ni a su equipo, le daba igual.
Al llegar a casa vio que estaba sola. Leyó la nota que le habían dejado Naruto y Sasuke, quienes estaban en una misión conjunta, y cenó leyendo un libro. Sabía que Kakashi-sensei tardaría días en regresar a la aldea de su misión así que no tuvo miramientos en cenar y encerrarse en su cuarto de baño para relajar sus músculos.
—No ha estado mal lo de esta tarde —le dijo de improvisto Kurama. Dio un bote en el agua—. Ya has visto lo que podemos hacer sin apenas intentarlo. Estoy deseando que la vieja Tsunade te dé el visto bueno para entrenar con el tío de las plantas.
—¿Con Tenzou?
—Sí, ese.
—Tendremos que entrenar lejos de la aldea. Ya has visto lo que ha pasado hoy.
—Meh. No puedes esconder quién eres. Tendrán que aguantarse y aceptarlo.
—Supongo…
Un par de días más tarde, a pesar de que nada había cambiado realmente, notó como algunos ninjas empezaban a inclinar la cabeza cuando ella pasaba. Sobre todo, chunins, algunos jonin y los ninjas del hospital. No sabía por qué ahora le daban tanto bombo. Quizás porque antes no le habían prestado suficiente atención como para darse cuenta de su progreso. Invocar a la forma completa de Katsuyu, cosa que no podía hacer ni la Hokage, al parecer era digno de respeto. Lo único que demostraba a sus ojos era que tenía más chakra, pero la gente era fácilmente impresionable así que dejó de pensar en ello.
Estaba caminando por la aldea, en busca de la librería, cuando vio a Kakashi-sensei a lo lejos dirigirse hacia la torre del Hokage. Se preguntó si saludarle, pero supuso que estaba muy liado. Aun así, vio como le paraba Genma bajo la sombra de un árbol. Si no fuera porque los había estado observando y tenía su hechizo activado, no habría visto el intercambio.
—Kakashi, por fin te encuentro. ¿Qué demonios le has estado enseñando a tu kunoichi?
—Hola, Kakashi. ¿Cómo estás? ¿Qué tal tú misión? —dijo irónicamente Kakashi-sensei—. A ver, ¿qué ha hecho ya Seina?
Escuchó como Genma abortaba una carcajada ante la pregunta expectante, y poco sorprendida, del jonin.
—¡No sé! Quizás invocar a la forma completa de Katsuyu, o crear y usar un nuevo genjutsu sobre Hayate que lo dejó K.O. o, tal vez, darte un brazalete que- ya sabes. Usó el chakra del Kyubi para invocar a Katsuyu, Kakashi. ¡No hace ni un año que se graduó de la academia! ¿A quién se le ocurriría algo así?
—A ella, está claro —contestó aburrido su maestro—. No sabes ni una cuarta parte de lo que hace y se le pasa por la cabeza a diario, Genma. Además, ¿por qué me estás contando todo esto?
—…Yo era uno de los guardaespaldas de su padre, Kakashi —le susurró Genma—. He estado observando desde lejos, como pude, y ahora-
—¿Ahora te recuerda a su padre? Dímelo a mí. Naruto es calcado a Kushin-
—¡No solo eso! Está superando a su padre, con creces —le dijo preocupado—. Minato tenía una entrada en el libro bingo de los otros países. ¿Cuánto crees que tardará Seina en tener su propia fotografía puesta en ese libro?
—…Lo único que podemos hacer es entrenarla, tal y como estamos haciendo Tsunade-sama, Tenzou, Yugao, Hayate, Guy y yo. Aun así, me hace gracia que pienses que no sabe cuidarse sola. Aunque no lo parezca, podría darle vueltas a la mayoría de ninjas de Konoha.
—He estado hablando con Raido. ¿Crees que Seina aceptaría que la entrenáramos también?
—Sí. Le encanta aprender cosas nuevas así que no te rechazará.
—Genial. A ver si la encuentro para hablar con ella.
Seina suprimió una sonrisa. Se silenció y apareció en la rama sobre sus cabezas. Kakashi-sensei alzó la cabeza en el mismo instante que sus pies tocaron el árbol.
—Mira. Aquí la tienes —le dijo a Genma—. ¿No querías hablar con ella?
—¿¡De dónde has salido!?
—Espérame —le pidió Kakashi-sensei mientras ignoraba al otro jonin—. No tardo nada.
Se sentó en la rama viendo cómo se adentraba en la torre del Hokage. Genma saltó a su lado, quedándose en cuclillas.
—¿Has escuchado todo eso? ¿Cómo lo has hecho? No te he percibido.
Seina se señaló el pendiente, a pesar de que no lo usaba para espiar como su equipo. Su pendiente funcionaba como detector de venenos.
—El brazalete no es lo único que puedo hacer. Os escuché.
—Tú- Ugh. Ya veo. Daré por sentado que lo has escuchado todo. ¿Y bien?
—Tal y como dijo Kakashi-sensei, me gusta aprender nuevas cosas. Eres experto en venenos, ¿no es así?
—Entre otras cosas, sí. Tanto Raido y yo somos especialistas en taijutsu. Raido tiene mucha experiencia como asesino, y es experto en kenjutsu. Si entrenas con Yugao y con Hayate imagino que eso te interesará.
—Cierto. Sinceramente, será mejor que os pongáis de acuerdo entre vosotros. Yo tengo un día sí y un día no libre por las tardes —se encogió de hombros—. No tengo más ratos libres.
—Hablaré con los otros —asintió Genma con expresión pensativa.
Estuvieron hablando de lo que pensaba enseñarle, y de rebote a su equipo, cuando entrenaran. Hablaron también del famoso libro bingo donde, al parecer, figuró alguna vez su padre con un rango S y una nota explícita de “huir de inmediato”. Aguantó un sonido incrédulo. Su padre… el padre que la había sostenido y arrullado, protegido con su vida el día de su nacimiento… Había sido tan peligroso que el libro bingo había recomendado huir en lugar de combatirlo con precaución.
—Yo. Ya he vuelto. Veo que os habéis puesto de acuerdo —dijo Kakashi-sensei.
Saltó del árbol, seguida de Genma. Se despidieron allí mismo, viendo desaparecer al ninja, y luego se encaminaron a casa.
—…Así que has invocado a la forma final de Katsuyu. ¿Por qué no me sorprende?
—Hey. Tsunade-sama también quería verla —se defendió ella. El jonin bufó una risa—. Además, no fue para tanto. La mitad del chakra que usé me lo entregó Kurama.
—¿Y cómo de grande es? —preguntó con curiosidad—. Nadie la ha visto nunca al completo.
—Según ella 460 metros.
—…¿460 metros? —preguntó estupefacto Kakashi-sensei—. Ahora entiendo por qué Genma estaba tan histérico. Vaya forma de llamar la atención. Bueno, qué se le va a hacer.
—Tuve que ponerle un sello para usar el hiraishin —comentó ella, sintiendo su labio temblar de la risa ante la cómica situación—. Deberías haber visto la cara de Genma.
Kakashi-sensei ahogó una risa al imaginarlo. Cuando llegaron a casa vieron como Naruto estaba preparando la comida.
—¡Naruto! ¿Cuándo habéis vuelto? —preguntó ella, sonriente.
—Hace una hora. Estabas liada en el hospital así que no te dijimos nada —contestó Sasuke detrás suyo—. ¿Sabes que nos hemos encontrado a Ino y a Shikamaru? Al parecer todo el mundo habla de una cierta invocación de una cierta persona…
Evitó reír ante la mirada puntiaguda de su compañero de equipo, evitando también la expresión algo exasperada, y divertida, de Kakashi-sensei.
—¡Y nos lo hemos perdido! ¡Quiero verla, nee-chan!
—Quizás fuera de la aldea, cuando no vuelva a destruir medio bosque —se carcajeó.
El jonin ahogó un gemido de exasperación ante su declaración a la vez que Sasuke sacudía la cabeza con poca sorpresa. Estuvieron comiendo, hablando de lo que habían hecho en su misión, y de lo que había aprendido esos días cuando no estuvieron. Esa misma tarde, como Kakashi-sensei tenía el resto del día libre y era su tarde libre, se pusieron a entrenar en su caseta recién estrenada.
—Todavía no puedo creer que esto exista, y mira que he visto lo que hiciste dentro de la maleta…
—¡Pero es genial para entrenar! ¡Y enooooormeeee! —gritó Naruto y su voz hizo eco.
La caseta, básicamente, parecía un grandioso claro con árboles, el cielo hechizado y enormes ventanales falsos por donde también entraba la luz en las paredes laterales. Por suerte, las runas y hechizos de protección eran suficientes para que la estructura no se destruyera al chocar incontables jutsus contra las paredes.
—Tengo algo que enseñaros —les dijo ella, con una amplia sonrisa que no podía contener.
—Me estás dando miedo —reconoció Sasuke.
—¿Os acordáis de cuando hablamos de lo de las naturalezas de chakra? He estado probando algo y he conseguido crear un nuevo ninjutsu mezclando 2 naturalezas distintas.
Le había costado días conseguir usar un único ninjutsu de este tipo. Había tenido que repasar la teoría de los sellos manuales, del moldeado de chakra, incluso había leído pergaminos puramente teóricos de su biblioteca copiada. Bueno, sus clones. Había necesitado más de 100 intentos antes de dar con la combinación adecuada, pero ahora ya comprendía cómo hacerlo.
Conjuró una enorme piedra en mitad del terreno. Luego moldeó el chakra e hizo los sellos manuales pertinentes. Su jutsu no tenía nombre así que simplemente disparó por la boca agua hirviendo y vapor que, además de estar a una temperatura dañina, también era corrosivo. Había sido Kurama el que le aconsejó usar el yin chakra también para corromper el jutsu, dándole ese toque extra. La roca se partió en pedazos de la fuerza de su cañón de agua y, segundos después, empezó a desintegrarse hasta convertirse en polvo debido a la corrosión de la misma.
—…¿Acabas de inventar un nuevo elemento? —preguntó Sasuke.
—No. El elemento ebullición lo usa alguna gente en Kiri —negó Kakashi-sensei—. Aun así… Es increíble.
—Lo he estado probando, pero necesito un espacio abierto o nos acabaría envenenando a todos. Si encima mezclo el chakra demoníaco de Kurama y luego uso una chispa explota.
—¿Estás diciendo que has probado a hacerlo? —preguntó seriamente el jonin.
—Solo con una cantidad muy pequeña. La explosión no fue más grande que un talismán explosivo.
—¿Podemos aprender a usarlo? —preguntó Naruto, dando saltos de la excitación.
—Claro. Si Seina os lo explica solo es cuestión de moldear el chakra de la forma en que ella lo hace, con la cantidad adecuada, y usar los sellos pertinentes.
Tanto Sasuke como Naruto se giraron a mirarla, con rostro expectante. Así fue como Naruto y Sasuke se dedicaron a aprender el nuevo ninjutsu mientras Kakashi-sensei y ella combatían con todo, como siempre. Acabó molida, pero muy satisfecha. A pesar de los progresos que había hecho investigando nuevos jutsus supo que tendría que aflojar en algo o se quemaría, valga la redundancia, antes de tiempo. Se sentía como Hermione estudiando para los exámenes de quinto o durante su campaña a ministra.
A los pocos días, Genma y Raido se presentaron ante ella dispuestos a entrenar. Le siguieron el ritmo bastante rápido ya que estaban acostumbrados a entrenar con su padre, quién había sido experto también usando el hiraishin.
—Esto me recuerda a los viejos tiempos —exclamó Raido blandiendo su arma.
—Y, sin embargo, casi me da más miedo su hija de 12 años… —murmuró por lo bajo Genma.
—¡No seas quejica, Genma! ¡Sabemos que te gusta!
Seina probó su nuevo jutsu, lanzando un chorro de agua hirviendo y vapor. Saltaron hacia otro lado, ahogando un grito. Ella, mientras tanto, se dio cuenta de que cada vez le costaba menos tiempo moldear el chakra y hacer los sellos. Los interceptó con el hiraishin y una patada voladora. Genma se estampó con un árbol, pero desgraciadamente se cambió mientras volaba con un tronco. Aun así, no pudo engañar a sus oídos hechizados. Reapareció detrás de él haciendo los sellos manuales de un jutsu normal de agua. El torrente se lo llevó. Raido aprovechó su distracción para atacarla, pero un golpecito en el suelo partió la roca y lo desestabilizó. Otro uso del hiraishin, una finta para esquivar su arma y, con la ayuda de un impedimenta, Seina logró tener el tiempo suficiente para lanzarlo contra Genma de un puñetazo sin chakra.
—Ugh. Frena un momento —dijo Genma desde el suelo, mojado de pies a cabeza—. No es justo que tengas tanto aguante. ¡Se supone que nosotros somos los que tenemos que darte la paliza! ¡No al revés!
—¿Qué ha sido ese último jutsu? —preguntó Raido, sentándose en la hierba.
—…¿Cuánto os ha dicho Kakashi-sensei de mis habilidades? —les preguntó, usando un hechizo para darles privacidad.
—¿Decirnos de qué?
—Ese trol no nos ha dicho nada —contestó Genma, secándose la ropa con una ráfaga de chakra—. ¿Por qué?
—Digamos que sé hacer muchas cosas… ¿Queréis que os ponga un ejemplo? ¿Por qué no te pones de pie, seeenseeei? —le pidió, alargando las sílabas, con una sonrisa malvada que intentaba esconder.
—No sé si hacerlo… —Raido le dio un codazo—. ¡Está bien!
Le lanzó un tarantallegra invisible. Vio como sus pies empezaban a bailar descontroladamente claqué, haciendo que se moviera sin poder parar de allí para allá, saltando y haciendo piruetas, mientras gritaba e intentaba mantener el equilibrio con los brazos. Raido se quedó mudo, su cara un poema, durante exactamente dos segundos. Después empezó a llorar de la risa. Eso fue suficiente para que empezara a reír ella también, golpeando el suelo mientras Genma se movía por todo el claro saltando y repicando los pies rápidamente. Detuvo el hechizo cuando recuperó el aliento.
—Nunca olvidaré este momento —juró Raido, secándose las lágrimas de su normalmente rostro serio.
—¿¡Qué cojones ha sido eso!?
—Mi ejemplo —sonrió ampliamente—. Podría haberte hecho mucho daño, considerando que por ahí hay un acantilado y yo estaba controlando tus pies, ¿no crees?
Genma se recostó en el suelo, mirándose las piernas como si le hubieran traicionado. Raido y ella siguieron riendo de vez en cuando, al recordar su rostro. Fue así como los encontró Kakashi-sensei, que volvía de otra misión con el libro porno en la mano y la cara enterrada en sus páginas.
—¡Yo! ¿Cómo ha ido vuestro primer entrenamiento?
—…
Raido empezó a reír de nuevo, haciendo que Kakashi-sensei levantara la cabeza y la ceja al escucharlo. Solo tuvo que ver su sonrisa traviesa para saber que algo había hecho.
—Digamos que la clase la ha tenido Genma, ¡pero de baile! —estalló a reír. Esquivó el senbon que le mandó su amigo—. Te lo has perdido.
—Dejando eso de lado —suspiró su víctima con rostro cansado—, ha sido un buen entrenamiento. Se nota vuestro estilo de kenjutsu en Seina. Ahora me quedo más tranquilo.
—Sí. Podremos ayudarla a mejorar, pero ya tiene una buena base. Solo queda practicar.
Chapter 39
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Así fue como Genma y Raido, con la consciencia tranquila porque vieron que podía defenderse solita, siguieron practicando con ella cuando tenían tiempo libre. Naruto y Sasuke, quienes sí tenían misiones, entrenaban con sus maestros cuando podían, pero empezaba a notarse una clara diferencia entre ambos. Mientras ella se dedicaba a entrenar prácticamente todo el día, ellos tenían que hacer misiones y no podían permitirse practicar y aprender nuevos jutsus mientras trabajaban. Como era obvio.
Cuando estaban en casa dejaba que practicaran con sus clones para que pudieran acortar la distancia de nuevo. Lo único que conseguían al final era que todos ellos acababan hechos polvo de entrenar ya que era lo único que hacían en sus ratos libres.
—¿Ya te has leído todo lo que te di? —alzó una ceja Tsunade-sama—. Has acabado antes de lo que esperaba.
—Con la ayuda de mis clones ha sido bastante más fácil.
—Me imagino que sí… Está bien. Te haré un examen extenso, espero que estés preparada.
Dicho examen fue un examen escrito con una parte práctica y oral. Pasó el día entero respondiendo a las preguntas de la Hokage. Cuando acabó el alivio de haber cumplido por fin con uno de sus objetivos fue inmenso.
—Dejaré que lo corrija Shizune —le dijo, haciendo un ademán a las más de 50 páginas de preguntas—, pero si has contestado igual de bien como la otra parte del examen no habrá mucho que corregirte.
Mientras esperaba la respuesta de la ayudante de la Hokage, se dedicó a resolver casos extraños del hospital. Lo cierto era que con su hechizo diagnóstico poco tenían de “extraños” ya que sabía exactamente qué le sucedía al paciente, pero tratarlos era una cosa muy distinta. Isaribi, la chica que capturaron en la misión en el país del Mar, era uno de esos casos. Tsunade-sama, en lugar de ayudarla, le dio la carpeta con sus notas iniciales y la dejó sola para que se espabilara.
—¡Considera esto una prueba! —le había dicho mientras regresaba a su despacho, dándole la espalda.
La dejó allí con su antigua enemiga, como si nada. Seina rodó los ojos mientras leía el historial clínico de Isaribi. Paralelamente, Isaribi la miraba nerviosa, como si no supiera qué pensar de ella hasta que le pidió que se calmara.
—No te voy a hacer nada —le aseguró—. Eras mi misión, solo eso.
—Lo sé… Siento mucho todo lo que sucedió. Me sentía entre la espada y la pared —confesó—. No podía aguantar más mi apariencia y el odio de los aldeanos. Sobre todo, cuando yo era la culpable de que tuvieran tanto miedo.
—Lo sé, por eso te capturé —suspiró Seina—. Pensamos que si te llevábamos con nosotros a Konoha se demostraría tu inocencia y aquí podrían tratarte. Es cosa del destino, o de Tsunade-sama, que me haya dado tu caso a mí.
—¿Así que eres iryo nin?
—Sí. Espero poder ayudarte —asintió ella—. Veamos. Para empezar, tengo una pregunta.
—Adelante.
—¿Qué es lo que quieres conseguir del tratamiento? ¿Recuperar tu cuerpo humano en su totalidad o preferirías recuperar tu aspecto humano manteniendo tus nuevas facultades?
—No veo como sería posible la segunda opción. Ni siquiera me lo había planteado.
—Oh, te aseguro que es posible —se rio ella—. De hecho, de buenas a primeras, diría que es más fácil que revertirte a humano. Tu ADN ha sido transformado, no solo tu apariencia. Eso implica que para “curarte” necesitaríamos volver a modificar tu ADN.
—¿Y cómo conseguirías mantener mis facultades, pero devolverme la apariencia normal?
—Se me ocurren varias formas. Tendría que pensar cómo hacerlo, pero necesito saber primero porqué opción te decantas. Antes de que decidas nada, solo quiero asegurarte que ambas son posibles.
—Gracias.
—Te daré un par de días para pensártelo, ¿de acuerdo? Mientras tanto yo haré lo mismo. Aun así, necesito examinar ambas formas para ver qué debo hacer.
Así fue como estuvo valorando a Isaribi en su forma humana y en su forma transformada. Devolverle su apariencia humana en su forma humana sería ridículamente fácil. Solo necesitaría tatuarle unas cuantas runas para que nunca más se tuviera que preocupar de ello. El problema estaba en cómo hacer que mantuviera su aspecto humano, o un cambio estéticamente agradable, mientras estaba transformada. La opción más sencilla sería implantarle una pieza metálica bajo la piel con runas que modificaran físicamente su apariencia. Podría hacer lo mismo con un brazalete o un pendiente, pero de esta otra forma no tendría que preocuparse nunca de si perdía o se destruía la única cosa que la mantenía pareciendo “humana”. Se fue del hospital con toda la información necesaria.
En sus tiempos libres, sabedora de que había dado un plazo de 2 días, creó una secuencia rúnica en un trozo de titanio plano y redondeado para dotarla de piel humana, dientes humanos, reducir su musculatura de las extremidades y suprimir las aletas. Básicamente, sus capacidades natatorias se verían muy reducidas ya que solo tendría membranas interdigitales, así como sus branquias a cada lado del cuello. A cambio, tendría que aspecto normal con la única excepción de dicha membrana y las branquias. Fácil y sencillo. Aunque ni siquiera podía llevarse el mérito. Los antiguos magos y brujas egipcios habían estado usando dicha secuencia, a la inversa, para cambiar sus cabezas humanas a cabezas animales durante siglos, haciéndoles creer a los muggles que eran dioses.
En el caso de que quisiera deshacerse totalmente de su transformación tendría que dormirla y usar un jutsu de manipulación celular para que sus células purgasen el ADN extraño. Sería un proceso lento y tedioso aunque, tal vez, podría acelerarlo con un genjutsu para manipular el cerebro de Isaribi. El problema es que no sabía si funcionaría y/o si la mataría debido a dicha aceleración.
De cualquier modo, cuando llegó su nueva cita, tenía opciones para ambos casos. Si Seina fuera Isaribi se habría quedado con su capacidad mejorada para nadar y bucear. Sin embargo, Isaribi hacía sido víctima de Orochimaru y Amichi durante 10 años así que, muy probablemente, prefiera olvidarlo todo, aunque eso supusiera perder una ventaja en el mar. Entró en el hospital anotando mentalmente qué debía coger para operarla. Nada la preparó para la decisión de su paciente.
—Quiero mantener mis habilidades. Me han arruinado la vida durante muchos años, pero… si ahora puedo volver a ser normal pudiendo respirar bajo el agua… Yo seré la que gane algo, después de todo.
—Vaya. Me has sorprendido —reconoció ella—. Pensé que preferirías olvidarlo todo.
—Lo pensé. Hasta esta madrugada esa era mi decisión, pero luego me di cuenta de que la habilidad en sí no es algo malo. Mi problema es el cómo experimentaron en mí sin mi consentimiento, cómo me forzaron a hacerles el trabajo sucio, cómo me arrebataron la confianza hasta tal punto que no me defendía de los ataques de mis vecinos. Simplemente… existía.
—Lo entiendo —asintió Seina—. Me alegro de que hayas tomado esta decisión. Lo tengo todo preparado. Tanto para una cosa como para la otra.
—¿Ahora? —preguntó sorprendida Isaribi.
—Sí. Solo tengo que anestesiarte tu nuca. Te haré una pequeña herida en el cuello y te pondré un talismán de titanio con fuinjutsu.
Le pidió una gota de sangre en su estado transformado, que era cuando se activaba el ADN extraño, y procedió a la operación. Solo tardó 10 minutos en anestesiarla localmente, esterilizarlo todo, ponerle el implante bajo la piel, activar las runas y curarle la herida.
—Probemos a ver si funciona. ¿Cómo te sientes?
—Noto un cosquilleo por todo el cuerpo, pero está desapareciendo.
—Genial. Esperaremos a que pare y luego deberás transformarte.
Unos 5 minutos después, Isaribi se ponía de pie para intentar transformarse. Logró transformarse, pero mantuvo su cuerpo intacto. En cuanto vio sus manos y los brazos se puso a llorar. Esperaba que de la emoción.
—¿Cómo es posible? —se preguntó—. Nunca habría imaginado que-
Se echó a llorar, lanzándose a darle un abrazo, y luego se examinó en un espejo que había preparado especialmente para eso. Se tocó la cara, el pelo, se examinó los dientes hasta que, poco a poco, comprendió que era real. Se transformó de nuevo en humana ante su petición y observó cómo había vuelto a tener su apariencia original.
—Puedo volver a casa —lloró con una sonrisa radiante—. Ya no soy un monstruo.
Estuvo un rato consolándola hasta que no pudo quedarse más con ella. La examinó por última vez antes de dejarla marchar, y llenó el informe antes de que le entrara la pereza. Por suerte, nadie parecía haberse enterado de la recuperación de Isaribi así que se marchó antes de que pudieran acribillarla a preguntas médicas.
Cuando llegó a casa estaba todo su equipo esperándola, para su enorme sorpresa.
—¡Estáis todos aquí! ¡Menuda sorpresa!
—Acabamos de coincidir en la entrada de la aldea —le dijo Sasuke.
—¿Estabas en el hospital, nee-chan? —preguntó Naruto, como si no conociera de memoria su horario.
—Sí. De hecho, estaba tratando a Isaribi.
—¿La chica experimento de vuestra misión en el país del Mar?
—La misma. Ha decidido quedarse con sus nuevas habilidades, pero solo si volvía a tener su aspecto humano —se encogió de hombros—. ¿Y vosotros? ¿Qué habéis estado haciendo? ¿Algo interesante?
—No. Solo una mudanza donde luego aparecieron unos bandidos —suspiró Sasuke—. Podría haber sido más interesante.
—¡La mía fue más interesante! Nuestra cliente, la princesa Fukku, nos contrató a Ino y a mí para asegurarle una cita con el hombre al que estaba enamorado.
—¿Y eso?
—Al parecer quiso presentarse personalmente, pero estaba tan nerviosa que engordó como 20 quilos así que Ino, que era calcada a su yo delgada, tuvo que hacerse pasar por ella para enamorar al hombre.
Kakashi-sensei, Sasuke y ella bufaron una risa al escuchar el motivo tan ridículo por el que habían contratado a un par de ninjas.
—¿Y qué pasó al final? —preguntó Kakashi-sensei—. Estando tú contratado sé que no fue tan fácil.
—Eeh, hehehe —se rascó la cabeza Naruto con un sonrojo en las mejillas.
—Oh, esto no me lo pierdo. Déjame ver lo que pasó, Naru —le pidió ella sonriendo.
Sasuke y Seina vieron como Naruto les hacía una recapitulación de todo lo que pasó. Desde la explicación de la princesa Fukku, la desilusión que se llevó Ino al darse cuenta de que el pretendiente era tan gordo como la princesa, su manera tan cutre de seducir a Ino… Lo bueno llegó cuando Naruto empezó a impacientarse ya que Ino no estaba muy convencida para seguir seduciendo al pretendiente. Sasuke y ella vieron cómo se transformó con un henge y cómo le entraron ganas de mear. En lugar de irse al baño o transformarse de vuelta en su yo original, se puso a mear en pleno jardín, para el enfado de su clienta.
Seina no podía respirar de la risa al verlo correr con los pantalones bajados y las manos en sus partes, aguantando seguramente su pene mientras meaba corriendo. Sasuke, a su lado, lloraba de la risa. Lo mejor llegó momentos después. Ino abrió la puerta de papel que daba al patio interior y alzó la mano con expresión encantada, mirando el arcoíris y creyendo que estaba lloviendo. Tardó un par de segundos en darse cuenta de que era el meado de Naruto lo que estaba tocando con la mano.
—¿Tan gracioso es? —preguntó con curiosidad Kakashi-sensei al ver como Sasuke y ella, llegados a ese punto, no podían hablar ni respirar.
Le hizo un gesto para que se acercara, llorando, y le tocó la frente con un dedo lleno de magia a la vez que le implantaba la memoria en su mente. Observó entre lágrimas como Kakashi-sensei veía la memoria de Naruto. Vio cómo se sacudían sus hombros, intentando no reírse a carcajadas.
—Espera, tengo otra memoria que enseñarte —carraspeó ella, acordándose de Genma.
Le entregó una copia de su memoria. A pesar de que intentó no carcajearse en voz alta de sus colegas jonin no pudo evitar doblarse de la risa al ver a Genma bailar claqué y a Raido partirse de risa. Sasuke y Naruto, quien habían visto lo que le estaba traspasando, empezaron a reír de nuevo.
—Dios… Me duelen las costillas —admitió minutos más tarde, cuando recuperó el aliento.
—Me has dado mucho material —sonrió ampliamente el jonin—. Nunca había visto esa expresión en la cara a Genma, y eso que él siempre está haciendo bromas y tomando el pelo a la gente.
—¿Habéis hecho la comida? —preguntó ella.
—No nos ha dado tiempo de empezar.
—No pasa nada. Dejaré unos cuantos clones cocinando.
—He visto que ya no tienes a tus clones estudiando libros de texto —notó el jonin—. ¿Has acabado de estudiar?
—Al menos hasta que tenga que estudiar los libros para los exámenes de jonin —gimió ella.
—Tómate un descanso hasta ese entonces. Te quedan 2 semanas para que te asciendan.
—¡No me puedo creer que vayan a ascenderte, nee-chan! —sonrió Naruto—. ¡Es genial!
—Lo mejor de todo es que así nosotros también aprendemos a la vez —dijo Sasuke, poniendo los vasos y los platos—. Además, Naruto y yo podemos pasar directamente de chunin a jonin.
—Eso si os ascienden el junio que viene.
—¿Dónde serán los exámenes el año que viene? —preguntó Naruto.
—En Sunagakure —sonrió el jonin—. Habéis tenido mucha suerte considerando que el lugar del examen se realiza por sorteo.
—¿A qué te refieres con que hemos tenido suerte?
—A que en algunas aldeas es mejor no enviar a genins de Konoha a hacer el examen… Para este equipo, todas las aldeas menos Sunagakure representan un peligro real. Aun así, iréis acompañados de vuestros jonin sensei así que no habrá problema.
—¿Eso quiere decir que yo no podré ir? —preguntó ella, con el ceño fruncido.
—De buenas a primeras, no lo creo. Aunque podríamos preguntarle a Tsunade-sama. Si hubiera sido Kumogakure te habría dicho un no rotundo. Kumo no solo intentó secuestrar a vuestra compañera Hinata, traicionando un tratado de paz recién firmado, sino que también intentó lo mismo con tu madre.
—¿En serio?
—Así es. Que este equipo fuera a Kumogakure sería peligroso. Sasuke por su dojutsu y Naruto por ser hijo de quién es… Aunque también sería peligroso ir a Kiri, por el sharingan y la purga de Yagura, y también a Iwagakure debido a las derrotas que sufrieron a manos del Cuarto y también por mi culpa.
—Joder, no podemos ir a ningún lado contigo —se quejó Naruto. Medio en broma, medio en serio.
Seina ahogó una carcajada. Sasuke le dio una colleja a su hermano, rodando los ojos.
—Lo cierto es que tenemos muchos enemigos. Todas las aldeas los tienen, siendo honestos. Nuestra alianza más firme es Sunagakure. Las otras aldeas ni siquiera tienen eso.
Estuvieron hablando de los exámenes de chunin un rato más. La mayor incógnita era saber quién ocuparía su lugar temporalmente para que su equipo pudiera presentarse al examen. Suponía que el equipo 10 tenía el mismo problema. De cualquier modo, hasta dentro de 7 meses no tendrían que preocuparse.
Las últimas semanas de adiestramiento fueron las más duras. No solamente estaba en el hospital todas las mañanas y entrenaba la mitad de las tardes con la Hokage, sino que también tenía que practicar en sus ratos libres para cumplir sus objetivos de ninjutsu y, a la vez, acabar los regalos de su equipo. Decidió, debido a la falta de tiempo, no complicarse la vida pensando y tiró por la vía rápida. Cogió las tiendas de campaña ninja y empezó su proyecto mágico. Como había hecho el mismo proceso con la maleta que usaba para sus invocaciones, construir una tienda de campaña mágica cuyo interior fuera una gigantesca casa era mucho más fácil y rápido.
A sus diferentes maestros jonin, que la ayudaban a practicar todas las semanas, y a Shizune y a Tsunade-sama, así como a Katsuyu, también les dio unos detalles. A los jonin les hizo diferentes tipos de mochila sin fondo mientras que a Shizune le regaló un diario de infinitas hojas ya que sabía lo mucho que le gustaba escribir sobre cualquier cosa y cuánto odiaba perder papeles o el desorden. A Tsunade-sama le regaló un brazalete con un henge escrito en runas. Tratar a Isaribi le había dado la idea y sabía que la Hokage, puesto que se lo había confesado ella, usaba de forma constante el jutsu de transformación para parecer más joven. De esa forma, con el brazalete, podría dejar de consumir chakra y despreocuparse por su apariencia. La más difícil había sido Katsuyu. ¿Qué le regalas a una babosa que habla de 460 metros de altura? Terminó por entregarle un “vale” para el uso de otro hechizo que ella quisiera.
—¿Cómo lo has hecho? —le preguntó Shizune, encantada, días después—. ¡Por más que intento llegar al final nunca me quedo sin páginas!
—Es muy fácil. Un jutsu para duplicar las páginas en blanco cada vez que se llena una y otro para aumentar la dimensión del diario en su interior.
—Fácil —bufó una risa la Hokage—. Quizás para ti. Ven. Tengo que enseñarte mi último jutsu médico.
Siguió a la Hokage a un aula vacía del hospital. Hechizó el lugar para que nadie pudiera espiarlas y asintió.
—Lo que te voy a enseñar ahora es mi última baza. El iryo ninjutsu definitivo que una persona puede usar en sí misma al borde de una muerte segura. Este jutsu se llama sozo saisei o creación de renacimiento. ¿Ves este sello en mi frente? —le señaló el pequeño rombo violeta—. Ese sello se llama “fuerza de un centenar”. Cuando me hieren mortalmente en una batalla, desato este sello, provocando una mitosis total instantánea. Eso quiere decir que puedo regenerarme al instante, siendo efectivamente inmortal.
Seina la miró estupefacta. Observó el pequeño sello que antes había pasado por alto, pensando que era un tatuaje.
—El problema de esto es que, si se usa para regenerar heridas importantes, acorta la vida de su portador debido al limitado número de divisiones mitóticas del cuerpo humano. Si lo usas para regenerar un órgano no tendrá el mismo impacto que si lo usas, por ejemplo, al borde de la muerte después de quedar aplastada en tu totalidad por una roca. Así mismo, no necesariamente tienes que usar este jutsu para regenerar tu cuerpo, puedes usar tu chakra almacenado como una reserva de chakra extra para luchar.
Le estuvo explicando los sellos necesarios para iniciar su sello en la frente y también para desatarlo. Le informó de que, hasta que no pasara un tiempo prolongado reuniendo constantemente una cantidad X de chakra, no se completaría del todo.
—¿El tiempo necesario para completar el sello será el mismo en su caso que en mi caso?
—El sello tiene un límite finito, es decir, aunque puede almacenar una cantidad infinita de chakra solo es capaz de aceptar de forma constante una cantidad finita de energía. Así pues, aun teniendo tus enormes reservas, no puedes inundar el sello con la esperanza de llenarlo en un minuto. Esa es una de las desventajas.
—Ya veo.
—Yo tardo exactamente 2 años en llenar el sello cada vez, y sólo si le doy el máximo de chakra de forma constante durante todos los días del año. Si en algún momento dejara, por cualquier motivo, de almacenar el chakra, tardaría algo más en llenarlo.
—¿Y qué pasaría si lo lleno con mi chakra y el de Kurama? —preguntó con interés científico.
—…No lo sé. Igualmente, no lo intentaría. Este es un jutsu principalmente médico y el chakra de Kurama, como el de los demás bijuus, es corrosivo si no se moldea correctamente.
—Está bien. ¿Cuándo puedo empezar? —preguntó Seina, excitada por el nuevo reto.
—Ahora.
Le entregó un espejo para que pudiera ponerse el sello en mitad de la frente. No era visible todavía, pero notaba su presencia en su piel. En seguida sintió una especie de… vacío que originaba del sello, como si estuviera sediento. Manipuló un hilo de chakra hasta su frente, empezando a llenarlo. Notó en seguida que Tsunade-sama tenía razón respecto al “límite de entrada”. Usar más chakra sería como intentar introducir un melón por una cerradura. Físicamente imposible. Ató metafóricamente ese hilo de chakra al sello con sus barreras mentales, y se desentendió de él.
—Bien hecho —le dijo Tsunade-sama, tocándole la frente—. Puedo notar tu chakra almacenándose. Si no desfalleces ni un solo día, dentro de 2 años aparecerá en tu frente este sello en forma de rombo. Entonces sabrás que está completo.
—Dentro de 2 años… Casi no puedo imaginarlo —pensó ella en voz alta.
—El tiempo pasa rápido. Ya lo verás. Más rápido te pasará cuando vuelvas a las fuerzas activas dentro de una semana —le aseguró con una sonrisa Tsunade-sama—. Has aguantado bien todo este tiempo. Estoy orgullosa.
—Huh. A veces casi no distinguía un día de otro —dijo con sorna—, y he pasado hasta 10 días sin ver a mi equipo. Ha sido extraño.
—Normal. No solo has estado más de 8 meses trabajando con ellos de forma constante, sino que, por lo que sé, también vives con ellos —sacudió la cabeza—. Yo no podría haber vivido con Orochimaru y Jiraiya en el mismo lugar. Nos habríamos matado.
Seina se rio al imaginar la de puñetazos que se habría llevado el pervertido si viviera con Tsunade-sama. Aun así, de haber vivido juntos, quizás Orochimaru hubiera tomado otro camino… Nunca lo sabrían.
Notes:
Hey. Solo quería decir un par de cosas.
1. For all my readers who use translators to read this story: I tried google translate to see if the translation was worth it (it was pretty bad, to be honest). There are some details, especially related to pronouns, that it's not able to translate correctly. I tried using "chatgpt" and although it can't translate a whole chapter, the translation is much better than other translators. Try it and see if you like it.
2. Tengo una consulta que haceros. Dejad que os explique antes la problemática.
No sé si os habéis dado cuenta pero estoy escribiendo a Kurama como si fuera una parte importante de Seina. Al contrario que el Kurama-yang de Naruto que está un 90% del tiempo durmiendo, tal y como en el canon, la mitad de Seina está un 90% del tiempo despierta. Qué quiere decir esto... que, por lógica, también está atento cuando Seina, por ejemplo, empiece a- ¿cómo lo diría sin ser explícita, lol?- explorar su cuerpo o cuando esté con Kakashi de forma menos platónica. Ahora tiene 12-13 años y ya sabemos todos como son las hormonas más o menos a esa edad, y de ahí en adelante.
Como ya sabéis tengo escritos muchos capítulos por adelantado. Siendo sinceros, he escrito algunos trozos MUY explícitos de Seina donde podríamos considerar un Seina/Kurama solo por el hecho de que comparten cuerpo y, en el futuro, chakra. Sí, si os estáis imaginando a Seina usando el chakra de Kurama para masturbarse, eso es a lo que me estoy refiriendo (y algunas cosas más que ya hablaremos).
La consulta: ¿queréis que deje los trozos explícitos, con lo cual, la relación de Seina con Kurama será más íntima y menos platónica? Efectivamente sería Seina(Kurama)/Kakashi. O, por el contrario, ¿preferís que sea una historia puramente Seina/Kakashi con Kurama mirando, pero totalmente platónica?
Estoy a tiempo de modificar algunas cosas, pero igualmente pondría los capítulos intactos como serie por si alguien los quiere leer. Tenemos hasta el capítulo 90 para cambiar los trozos explícitos así que os dejaré votando en los comentaros.
Chapter Text
El 1 de enero fue un punto y aparte en su carrera ninja. El tercero ya desde que empezó las clases en la academia. Había logrado graduarse al lado de su hermano, como siempre quiso, había alcanzado el rango de chunin cuando se le presentó la oportunidad y, ahora, era ascendida gracias a sus habilidades.
—Chunin Seina Uzumaki —llamó Tsunade-sama desde la silla de su despacho—. Después de analizar tu registro de misiones, valorar tus facultades intelectuales y físicas, examinar tu dominio de iryo ninjutsu y debido a tu maestría de tu kekkei genkai… Se te concede el ascenso a tokubetsu jonin.
—Muchas gracias, Tsunade-sama. No la defraudaré —contestó, haciendo una reverencia.
—Preséntate de inmediato ante tu comandante, Shikaku Nara. Él te explicará tus nuevos deberes —le informó, como era protocolo, la Hokage.
—Hai. Con permiso.
Se despidió de la oficina de la Hokage, evitando devolverle la sonrisa a Shizune, y cerró la puerta detrás de sí. No podía creerlo. Habían pasado semanas desde que empezó su intensivo y, sin embargo, sentía como si hubiera sido ayer mismo. No acababa de asumir que, durante todo este tiempo, apenas había visto a su familia y que, ahora, por fin podía volver a la normalidad. Se sentía algo desconectada de su equipo. Era algo triste, pero no le sorprendía. Después de todo, había pasado casi 9 semanas a solas o en compañía de Shizune y Tsunade-sama.
Cuando llegó al departamento jonin vio como algunos ninjas de su rango o jonins entraban y salían. Algunos parecían estar descansando, hablando con sus camaradas, mientras que otros observaban con detenimiento unos mapas.
—¡Seina! —saludó Kurenai-sensei nada más verla—. ¿Qué haces aquí?
—¡SI ESTÁS AQUÍ DEBE SER PORQUE HAS LOGRADO TU OBJETIVO! ¡OH, FLOR DE AMAPOLA! —gritó Guy-sensei, apareciendo de la nada y cogiéndola en volandas—. ¡SABÍA QUE LO CONSEGUIRÍAS!
Seina bufó una risa, dejando que la zarandeara. Dio gracias por haber perdido la vergüenza hacía años porque las incontables miradas en su persona la habrían puesto roja como Hinata o al menos pálida de la ansiedad.
—¿Amapola…? —se preguntó Kurenai.
—La amapola significa éxito —dijo una voz que reconoció al instante. Era Ebisu—. Imagino que Guy está diciendo que Seina-san ha sido ascendida.
—Así es —contestó ella, de vuelta en el suelo—. A tokubetsu jonin, para ser exactos.
—¡Vaya! Felicidades —sonrió Kurenai. Algunos la felicitaron desde sus sitios también—. Estarás buscando a Shikaku-sama entonces. Su oficina está en la planta superior. Pasillo a mano derecha, última puerta.
Caminó en busca del despacho del comandante jonin siguiendo las instrucciones. Era prácticamente imposible perderse porque el pasillo derecho solo tenía 2 puertas, y una de ellas tenía el nombre de S. Nara en una pequeña placa de madera. Llamó un par de veces.
—Adelante.
Entró en el despacho y sus ojos se pasearon por todos lados. Era una sala cuadrada. Tenía solo una ventana a mano derecha, pero era tan grande que iluminaba toda la habitación. Bajo la ventana, vio un par de sillas preparadas para visitantes. Había un sofá con una pequeña mesita de café a mano izquierda, al lado de la puerta, y frente a ésta la mesa grande llena de papeles ordenados de Shikaku Nara. Detrás de él y en la pared izquierda, había un montón de archivadores grises a juego con el sofá.
—Ah. Me preguntaba cuándo iba a verte de nuevo —sonrió Shikaku. Le indicó que se sentara con la cabeza—. Felicidades por tu ascenso a tokubetsu jonin. Aunque, a juzgar por tu mejoría exponencial, ascenderás de nuevo a jonin en menos de 5 meses.
—Gracias. No me lo esperaba, siendo sinceros…
—Tsunade-sama tampoco. Estuvo tan presionada sobre qué hacer con tu caso que ni pensó en ascenderte a tokubetsu jonin —le informó con voz sosegada—. De hecho, fui yo quien le propuso el plan. A lo mejor no te acuerdas, pero te dije que quería hablar contigo largo y tendido sobre bastantes cosas así que, cuando me llamó para explicarme lo que sucedía con tus cualificaciones y pedirme consejo, supe que sería una buena oportunidad.
—Ya veo. Ahora estoy bajo su mando así que no sería raro tener contacto conmigo, ¿no es así? —dijo ella, bastante segura de que estaba en lo cierto.
—Exacto. La Hokage ha solucionado vuestro pequeño problema de sobre cualificación, yo me he agenciado a un ninja con una nueva kekkei genkai para mi departamento y, a la vez, elimino la sospecha de porqué estamos en contacto. Todos ganamos —sonrió ladinamente el comandante jonin.
—Naras... —gruñó con exasperación Kurama. Casi pudo verlo rodar los ojos.
—Bien. Empecemos con tu introducción. Dejando de lado a la Hokage, solo respondes ante mí, y ante nadie más. Cuando estés de misión con otros jonin, a menos que te nombre la líder, responderás ante el jonin que yo indique que es el líder. Eso quiere decir que, a partir de ahora, siempre que suceda un ataque en la aldea los chunin responderán ante ti, así como los civiles, de ser necesario —le dijo Shikaku, con algo de aburrimiento—. Ya sé qué todo esto lo sabes debido a tus estudios, pero es protocolo recordártelo. Una vez dicho esto, hablemos de tus deberes. A partir de ahora, el rango de las misiones esperables es mínimo rango A. Eso supone un riesgo probable para tu persona. Ya lo sabes.
—¿Qué debo hacer de tener visitas… extraoficiales? —preguntó ella, acordándose de las palabras de Kakashi-sensei sobre Danzo y su reclutamiento.
—No creo que sea tan estúpido como para hacerlo —bufó Shikaku, sabiendo de quién hablaba—. En cualquier caso, estás en tu derecho a negarte, y a defenderte de ser necesario…
—Entendido.
—Siguiendo con este tostón… Como, además de tus habilidades de combate, eres iryo ninja puedes ser reclutada para 2 tipos de misiones: misión de rango S con necesidad imperativa de llevar un médico de combate y/o misión de rango A donde un médico no estaría mal, pero no es prioritario. Por otro lado, teniendo en cuenta tus poderes, sería una mala gestión de recursos no mandarte en misiones de alta prioridad. En resumen: vete acostumbrando a las pocas misiones de rango S que te daré para empezar porque una vez seas jonin ya sabes lo que te espera.
Seina bufó una risa ante la franqueza del comandante. Sinceramente, no estaba sorprendida de sus palabras. Sabía perfectamente de la infinidad de situaciones que debería haber imaginado Shikaku donde sus poderes serían la solución perfecta para Konoha. Si encima sumaba sus poderes curativos, enseñados por la propia Hokage…
—Te daré un pase para que vayas a la modista que usamos. Te tomará las medidas y te dará unos cuantos uniformes. Cuando tengan algún desperfecto puedes acercarte al departamento en cuestión para renovarlos. Tómate un día descanso. A partir de pasado mañana podrás ser llamada a servir. Cuando crea oportuno te llamaré para tener esa charla de la que hablamos. Ah, por cierto, llámame Shikaku. Tengo la sensación de que nos veremos bastante…
Se marchó de la oficina de Shikaku con el pase en la mano. Tardó apenas una hora en que le tomaran las medidas y saliera de allí. Le aseguraron que estaría listo al día siguiente así que se fue a su casa más tranquila. Caminó por la aldea observando a la gente festejar por todos lados. Los únicos que parecían no notar la diferencia eran los ninjas, cuyo trabajo no tenía vacaciones como tal sino días libres de permiso que podían ser revocados en cualquier momento.
—¡Seina! —llamó la voz de Ino—. ¡Hacía semanas que no te veíamos!
La acompañaban Chouji y Shikamaru, y Asuma-sensei. Shikamaru, quien normalmente tenía pinta de estar al borde de una siesta, parecía estar de acuerdo con su amiga.
—He estado entrando a fondo con Tsunade-sama —sonrió ella—. Hace una semana y media pasé finalmente su examen final.
—¿¡En serio!? —gritó Ino con una sonrisa enorme. Se abalanzó sobre ella—. ¡No me lo puedo creer!
—Tú estás estudiando con Mina-senpai, ¿no?
—Sí. Es un estudio duro, pero me gusta.
—Según Naruto van a ascenderte —cortó Shikamaru con un claro interés—. Es un payaso, pero no creo que nos estuviera tomando el pelo.
—Naruto decía la verdad. Me han ascendido a tokubetsu jonin —sonrió ella.
—Tsk… Sabía que iba a suceder —le sonrió levemente Shikamaru—. Esto tiene toda la pinta de mi padre... Qué problemático.
Ino no podía creer que Naruto hubiera dicho la verdad, mientras que Chouji la felicitó, así como su jonin sensei. Prometió que quedaría más con ellos ahora que tenía relativamente más tiempo libre. Estuvo hablando con ellos unos minutos más, pero estaba claro que estaba interrumpiendo lo que parecía ser un entrenamiento. Se despidió y se marchó a casa para relajarse lo que quedaba de día. Todavía no podía creer que la hubieran ascendido. Shikaku había dejado caer que la Hokage había sido presionada, pero, ¿por quién? ¿El hospital? ¿El consejo de ancianos? No lo tenía del todo claro, pero anotó mentalmente esa información.
Sabía que la mayoría de ascendidos, en tiempos de paz, normalmente tardaban bastante tiempo en pasar de un rango a otro. Había unas cuantas excepciones, obviamente, pero no recordaba a nadie salvo a Shikamaru y a ella ser ascendidos a chunin a la primera oportunidad después de solo 8-9 meses siendo genin. Tampoco sabía de nadie a quién le hubieran ascendido de nuevo a tokubetsu jonin después de solo 4 meses siendo chunin. Y, por lo que había escuchado, si aprobaba los exámenes de jonin podría volver a ser ascendida a jonin en menos de 6 meses.
Empezaba a comprender la desconexión de la que le habló Kakashi-sensei. Se sentía lejos de su equipo académicamente hablando. Pero, ¿qué podía esperar? Naruto y Sasuke tenían 12 años, no 132 como ella. Aunque siguiera siendo chunin… se dio cuenta del tipo de misiones a las que había sido enviada eran de mayor rango que las que hacía Shikamaru. Quizás porque Shikamaru no tenía tanta ambición como ella y estaba contento haciendo lo que le ordenaran. Tal vez por otros motivos más siniestros.
Se acordó de Sasuke de nuevo. Le había prometido hacía meses que cazarían a Itachi como equipo, que no los dejaría atrás. Ahora era justamente ella la que los estaba dejando atrás, pero, ¿qué podía hacer salvo entrenar con ellos? Cuando llegaran los exámenes de chunin en 6 meses serían ellos dos los que estarán sobre cualificados. A no ser… a no ser que Naruto y Sasuke subieran tanto su nivel que a Tsunade-sama no le quedara otra que hacer lo mismo que hizo con ella con el resto de su equipo. Shikaku le había dicho que el rango mínimo de sus misiones sería rango A, pero podía ir de misión con su equipo si fueran tokubetsu jonin como ella, ¿no?
Cuando llegó a casa, con un nuevo plan en mente, se dio cuenta de que no había nadie. Vio las notas en la mesa y suprimió un gemido de frustración al ver que estaban todos de misión.
—Aprovecha para relajarte mientras puedas—le aconsejó Kurama—. El Nara te lo ha dejado claro. Piensa usarte en todas las misiones que pueda ahora que estás bajo su mando. Quizás no tengas un respiro en mucho tiempo.
—Me parece curioso que ni siquiera me preguntara sobre mis habilidades. Ambos sabemos que todo lo que está escrito en mis archivos no es todo lo que puedo hacer.
—Lo sabrá tarde o temprano cuando lea tus informes sobre las misiones. ¿Para qué preguntarte y perder el tiempo cuando acabará sabiéndolo de igual forma?
—Tienes razón…
—Algo de lo que te ha contado hoy me ha hecho pensar… ¿Te acuerdas que la vieja Senju te dijo que estaba siendo presionada? ¿Qué le habían dicho lo “desaprovechada” que estabas haciendo misiones de rango B? —preguntó Kurama. Seina frunció el ceño mientras pensaba en aquella conversación—. El Nara te ha dicho que él mismo le propuso una solución a la Hokage cuando ella le pidió consejo y, curiosamente, también ha dicho que harías misiones de rango A o S, dando a entender que darte misiones menos complejas era una pérdida de recursos. ¿Te suena?
—Crees que fue él mismo el que estuvo presionando a la Hokage —sentenció ella, dándose cuenta de que muy posiblemente tuviera razón.
—Lo que creo que es que el comandante jonin no te ve como una ninja cualquiera. Has llamado su atención por encima de los otros ninjas bajo su mando. Te pidió que visitaras su casa, luego ha confesado haberle pedido a la Hokage que te ascendiera para poder tenerte en sus filas y, por si fuera poco, te ha dicho que le llames por su nombre.
—…¿Crees que eso es bueno o malo? —preguntó ella, sin saber a dónde quería llegar.
—No lo sé. Sea como sea, no es posible cambiar el pasado y pasar desapercibida así que solo te queda seguir adelante.
—Ya, bueno, aunque pudiera no cambiaría nada. Te dije que lucharíamos juntos y eso no podría ser posible de haber sido una ninja “cualquiera”, como tú dices.
—Lo sé… pero, tal y como te dijo aquel otro tío, el de los senbon, es muy posible que dentro de poco tiempo tu cara aparezca en los libros bingo de las otras aldeas, y no tendrá nada qué ver con tu parentesco. No solo eres la aprendiz de la Hokage sino también de Kakashi, quien tiene su propia entrada en el libro bingo. En cuanto sepan que eres mi jinchuriki y quiénes fueron tus padres…
—Lo sé, pero estoy preparada. En cuanto tenga un momento libre hablaré con Jiraiya y con Tenzou. Si me dan el visto bueno podríamos empezar a entrenar la primera parte —le dijo ella, recordando su entrenamiento con el chakra de Kurama—. Si me dicen que puedo liberarte del sello de alguna forma entrenaremos contigo a fuera.
—Lo estoy deseando.
Se relajó un rato, meditando para no pensar en lo que le había comentado Kurama. Cada vez las cosas se complicaban más, y con razón. Minutos más tarde notó como alguien entraban en la propiedad. Abrió los ojos, dudando sobre si quedarse algo más en la enorme bañera, pero tenía ganas de ver a su equipo así que salió del agua y se vistió. Cuando bajó las escaleras se encontró de cara con Kakashi-sensei, lleno de sangre.
—¿Estás bien? —preguntó ella nada más verle.
—Sí. No es mía —sonrió tras su máscara el jonin—. Dame unos minutos para ducharme y hablamos.
Seina entró en la cocina para preparar un té y unas galletas. Kakashi-sensei no mentía cuando dijo unos minutos porque bajó en menos de 10 minutos, vestido con su uniforme, pero sin el chaleco ni la máscara.
—Ya me he enterado —dijo nada más aparecer en el salón—. Felicidades, Seina. Sabía que lo conseguirías.
—Gracias, Kakashi-sensei —sonrió ella, sentándose en el sofá y dejando la bandeja en la mesa de café.
El jonin se sentó a su lado, aceptando una taza de té, y cogiendo un brownie de chocolate que ella misma había preparado el día anterior. Percibió un atisbo de dolor cuando se sentó a su lado, a pesar de que parecía totalmente entero, y alzó una ceja en su dirección. Kakashi-sensei bufó una risa y estiró su pie en su dirección. Le pasó la mano por la pierna, notando como tenía un tobillo resentido, y se lo curó.
—Ya no se te escapa ni una.
—¿Por qué iba a dejarte con el tobillo dolido pudiéndotelo curar en un par de segundos?
—La costumbre, supongo —se encogió de hombros su maestro con un suspiro.
—¿Crees que tendré alguna misión contigo a partir de ahora? —preguntó ella.
—¿Te ha dicho Shikaku-sama algo al respecto? —alzó una ceja en su dirección.
Seina no pudo evitar una sonrisa al ver una mancha de chocolate en su comisura. Alargó su mano y se la retiró con un dedo, como si fuera un niño pequeño. Vio, suprimiendo una risa, cómo se sonrojaba de forma adorable. Casi no podía creer que el asesino registrado en el libro bingo fuera este mismo hombre que se avergonzaba de recibir afecto.
—Me ha dicho que haría misiones de rango A y S. Que puedo ir acostumbrándome.
—Mmm… —frunció el ceño ante su respuesta—. Entonces, imagino que tarde o temprano coincidiremos. Supongo que tenía que pasar, tarde o temprano.
—Nada que no haya hecho antes —le recordó ella, para reconfortarlo.
—Lo sé, pero eso no significa que me guste —frunció el ceño de nuevo, dejando la taza en la mesa—. Aunque siendo ninja, ¿qué podría esperar?
La cogió del hombro suavemente y tiró de ella hasta él. Dejó que la abrazara por primera vez en días, quizás semanas. Le dio un beso en la quijada antes de apoyarse contra su pecho. Cerró los ojos, rodeándolo también con los brazos.
—¿Tienes algo que hacer esta noche? —le preguntó Kakashi-sensei, acariciándole el cabello.
—No, que yo sepa.
—Entonces resérvamela para mí —le pidió.
Seina sonrió sorprendida. ¿Qué estaría tramando? Intentó no pensar mucho en ello, prefiriendo ser sorprendida. Ambos escucharon a Naruto y a Sasuke antes incluso de que cruzaran el fidelus de la propiedad. Aun así, no la apartó de su pecho hasta que la puerta de casa se abrió, soltándola lentamente. Ella suspiró, recostándose de nuevo en el sofá.
—¡NEE-CHAN! —gritó Naruto nada más entrar por la puerta.
Seina tuvo tiempo suficiente para abrir los ojos de golpe antes de coger al vuelo a su hermano, cayendo hacia atrás. Kakashi-sensei y Sasuke resoplaron una risa al verlo.
—¡Dime que te han ascendido! —le gritó en el oído, haciéndola estremecerse. Ella asintió—. ¡YATTA! ¡Felicidades, nee-chan!
—Felicidades Seina. ¿Cuándo es el examen de jonin? —le preguntó Sasuke, sentándose en una butaca—. ¿Es antes que el de chunin?
—Sí. A principios de mayo —contestó Kakashi-sensei, cogiendo su taza.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Naruto—. Creía que las fechas no se decidían hasta el último momento.
—Solo para los exámenes de chunin —negó el jonin—. Si te hubieras leído los pergaminos que tiene Seina copiados arriba sabrías que los exámenes de jonin son distintos.
—¿Distintos cómo? —preguntó Sasuke con curiosidad.
—Para empezar, los candidatos deben ser al menos chunin y haber sido recomendados para el examen por el propio Hokage. Seina ya tiene el visto bueno de Tsunade-sama y el rango. Al contrario de los exámenes de chunin, estos exámenes son individuales así que Seina no necesita un equipo completo de 3 como vosotros.
—¿Sabes dónde se hace el examen este año? —preguntó ella.
—Todavía no está decidido. Se decidirá a principios de abril.
—No tendré tanta suerte de que sea aquí o en Suna —dijo ella, suspirando.
—Nunca se sabe —le sonrió él, nuevamente tras su máscara negra—. De cualquier modo, no tiene sentido preocuparse.
Prepararon la cena entre todos, salvo Sasuke, y estuvieron cenando y reconectando. Ahora que ella tendría más tiempo libre quedaron para entrenar cuando pudieran. Naruto y Sasuke, como eran todavía genins, seguramente seguirían teniendo misiones en solitario sin Kakashi-sensei y sin ella así que era más probable que viera más a su maestro que a su hermano. Estaba claro que ambos deseaban subir de nivel. De hecho, lo único que los retenía siendo genins era que el examen se hacía una vez al año. De lo contrario, ya habrían ascendido como ella.
—A pesar de que en papel seguís siendo genins está claro que vuestro verdadero nivel es chunin —les aseguró Kakashi-sensei—. Aun así, no todo es combate así que el examen es necesario para progresar.
—¿Creéis que los demás genins de nuestra promoción harán el examen? —preguntó Sasuke.
—Seguramente. Neji podría haber ascendido de no haber sido por su comportamiento —dijo ella— y los demás creo que, ahora que saben lo que tienen que esperar de un examen, también se apuntarán a hacerlo de nuevo.
—¡Así que estaremos todos juntos de nuevo! —sonrió Naruto—. Bueno, sin ti y sin Shikamaru.
—Os buscaré a alguien para suplir el hueco de Seina en el examen —les dijo Kakashi-sensei—. Solo será para el examen práctico así que no será difícil.
Un rato más tarde, después de cenar y charlar de todo un poco, Sasuke y Naruto se fueron a la cama. Seina, cuando se quedó a solas con el jonin, le alzó una ceja recordando perfectamente su petición anterior. Kakashi-sensei asintió.
—Ven —le dijo en un susurro saliendo de la casa.
—¿A dónde vamos? —preguntó ella con curiosidad y diversión.
En lugar de responderle, Kakashi-sensei la cogió en volandas y usó el shunshin para llevarlos a alguna parte. Atónita, ahogó un grito de sorpresa mientras se aferraba a él. Desaparecieron y reaparecieron en pocos segundos en la antigua casa de su maestro. Caminó con ella en brazos hasta la parte trasera donde, para su asombro, había puesto de forma premeditaba una manta a los pies de un gran roble. Observó una cesta cerrada en una esquina y una manta doblada a su lado.
—Ya sé que nuestras circunstancias no son las más habituales del mundo —admitió Kakashi-sensei, dejándola sobre la manta— así que pensé que, si no podíamos ir a ningún lado, al menos podíamos escaparnos aquí un rato.
Seina pestañeó, todavía sorprendida, ante sus palabras. Nunca le hubiera imaginado capaz de hacer algo así, de tomar la iniciativa. Sobre todo, cuando, hasta hace pocos meses, había expresado sentirse como un loco por sentir algo por ella. Se dio cuenta lo mucho que se estaba arriesgando. No hablaba de su reputación sino de su corazón. Kakashi-sensei estaba poniendo toda la carne en el asador sin saber si ella cambiaría de parecer en un futuro. De lo contrario, ¿por qué tomar la iniciativa y continuar con esto si pensaba que no llegarían a ningún puerto? A no ser que estuviera convencido de ella.
Se inclinó hacia él y le bajó la máscara, dejando su bello rostro a la vista. No pudo contenerse como todas las otras veces así que hizo lo que quería hacer. Le besó. Fue un beso de labios cerrados, recatado, pero suficiente para hacerse entender. Notó la leve presión a consciencia de los labios de Kakashi-sensei sobre los suyos, y la mano masculina apretando su mano en un intento por detenerse antes de cruzar más las líneas. Apenas duró un par de segundos, pero fue suficiente.
—Gracias, Kakashi.
Ahogó las ganas de usar el jutsu de transformación para cambiar a su forma adulta porque sabía que lo arruinaría todo, que la tentación de su cuerpo adulto sería demasiado. Kakashi-sensei se sentó contra el tronco, recostándola sobre su regazo, y ella cerró los ojos mientras enterraba su rostro en su cuello.
—¿Cuánto tiempo crees que debemos esperar? —preguntó ella.
—Ambos sabemos que siempre habrá alguien que tenga un problema con nosotros dos estando juntos. Quizás tu hermano y Sasuke, quizás los civiles que nos conozcan…
—No he vivido todo este tiempo y soportado todas las mierdas que he soportado para que alguien me diga lo que tengo que hacer —casi siseó ella, con una diversión algo malvada—. Solo preguntaba por nosotros.
—¿Sobre cuándo sería más adecuado tener una relación… íntima?
—Supongo que sí.
—Dentro de 3-4 años.
Así que con 15 o 16 años. Para ese entonces ya sería una ninja veterana de alto rango y adulta en todos los sentidos. Entendía por qué le había dicho esa cifra. La alivió, en cierta manera, saber que él también estaba de acuerdo en que no estaban preparados para nada más hasta dentro de algunos años. Por otro lado, unos 3 o 4 años eran muchos años para pedirle a Kakashi-sensei que no saliera con nadie para tener sexo. Después de todo, el sexo era uno de los remedios para aliviar el estrés de los ninjas.
—Sé lo que estás pensando. Olvídalo —cortó sus pensamientos Kakashi-sensei.
—No voy a pedirte que me esperes todo ese tiempo —le dijo ella, algo triste.
—No hace falta que me lo pidas. No quiero estar con nadie de esa forma. No quiero estar con nadie más de ninguna forma, de hecho. ¿No recuerdas que te dije que mis relaciones son muy esporádicas? No mentía. La última vez que me acosté con alguien fue hace 2 años, y la vez anterior a esa vez fue otros 3 años antes. Además, nunca me he acostado con alguna de mis compañeras ninja sino con civiles a las que no conozco con las que no quería tener ningún tipo de relación. Soy un hombre, pero valoro más la intimidad, y mi supervivencia, que el sexo.
—Vaya… —contestó ella, asombrada ante la franqueza de su respuesta—. Bueno, yo tampoco tengo la intención de estar con nadie. Por si te lo estabas preguntando. Como comprenderás, aunque van madurando, los chicos de mi edad tienen 12 años.
—Ya veo. No lo había pensado de esa forma. Es decir, que no te sientes atraída por ellos, ¿no? ¿Debería preocuparme más por los hombres de mi edad? —bromeó Kakashi-sensei, estrechándola más contra él.
—No debes preocuparte por nadie —sonrió ella—. A la única persona a quién quiero, es a ti.
—…Y yo a ti —murmuró el jonin, recuperando la seriedad—. Es por eso que te esperaré el tiempo que haga falta, si tú estás dispuesta a darnos una oportunidad.
—Está bien. Unos 3 años —prometió ella.
Sintió el beso en su cabello. Estuvieron unas horas en la manta, en el jardín trasero de la casa, comiendo postres y bebiendo zumos que Kakashi-sensei había organizado. Hablaron de todo un poco. De su pasado, del pasado de Kakashi-sensei, de su familia… De lo único de lo que no hablaron fue del futuro. Era un tema tabú, exiliado en el limbo. No querían hablar del tiempo que tendrían que esperar para estar realmente juntos porque eso haría más larga la espera, a pesar de lo dulce que hubiera sido soñar despiertos sobre lo que podrían hacer dentro de unos años.
Cuando se fue a dormir esa noche con una sonrisa, sintió el corazón apretado en un puño y un regusto algo amargo en su boca al darse cuenta lo cerca y a la vez lo lejos que tenía a Kakashi. Antes de perder el hilo de sus pensamientos, se dijo a sí misma que lo único que podía hacer era disfrutar mientras tanto minuto a minuto, sabiendo que llegaría el momento deseado algún día.
Notes:
Hey.
Os he leído. Kurama se quedará como personaje platónico.
Igualmente, como dirían algunos, os habéis hecho la picha un lío tremendo. NUNCA he dicho que participaría en la pareja de Seina/Kakashi, pareja que no iba a cambiar. Su única participación habría sido como observador y dándole su chakra a Seina en escenas en solitario. No sé por qué habéis pensado que iba a ser un trío, pero nada más lejos de la realidad. Aun así, me habéis hecho reír, y alguien me dio una idea para una última escena.
Subiré los capítulos en otro link, como parte de la serie, por si alguien los quiere leer.
Chapter 41
Notes:
Advertencia: mención de experimento en humanos, mención de asesinato/muerte.
Chapter Text
Seina se encaminó al día siguiente al departamento jonin para recibir su primer uniforme. A pesar de que le habían dado el mismo chaleco en su promoción a chunin, como no era obligatorio llevarlo, no se lo había puesto. Sabía que su ropa era mucho más segura que ese chaleco así que no perdió el tiempo cosiéndole runas ni encantándolo. El uniforme de jonin, aunque fuera tokubetsu jonin, era algo distinto. Si “distinto” fuera un sinónimo de “obligatorio”.
—Aquí tienes —dijo uno de los auxiliares encargados del vestuario—. Póntelo. Debería quedarte como un guante.
Se lo puso sintiendo una mezcla entre excitación y nerviosismo. Primero los pantalones azul marino, después el jersey, luego el chaleco. Todo lo demás eran retoques personales así que se volvió a poner la riñonera, los guantes y las botas cerradas que le llegaban hasta las rodillas. Como pensaba, no asomaba ni una sola pizca de piel por debajo de la barbilla. Puso unos hechizos rápidos en la ropa para no asarse y salió del cubículo. El chico, veinteañero, le sonrió al verla.
—Te queda fantástico. Ninjas de hoy en día… —sacudió la cabeza—. Cada vez sois más jóvenes.
—Gracias por el uniforme —dijo ella, haciendo una leve reverencia.
Nada más salir de allí, tal y como había captado con sus hechizos espía, alguien apareció para darle un recado de Tsunade-sama. Se encaminó hacia la torre de la Hokage sin prisas, sintiéndose algo extraña por llevar ropa nueva. Incluso su wakizashi había tenido que ser recolocado a su espalda por falta de espacio debido al chaleco.
—Ah, Seina —sonrió la Hokage nada más verla entrar—. Te queda bien el uniforme.
—Gracias, aunque me siento rara.
—Se te pasará tarde o temprano —le aseguró—. Yo llevé un uniforme parecido durante años. Cuando me lo cambié por esta ropa casi no me reconocía a mí misma.
—Aquí tiene Tsunade-sama —intercedió como siempre Shizune, entregándole un pergamino.
—Ah, sí… Tengo una misión para ti —sonrió la Hokage—. Esperaremos a que venga el resto de tu equipo.
—¿De qué se tr-
Un par de golpes en la puerta cortaron lo que iba a preguntar. Se giró a mirar a los recién llegados. Al único que reconoció fue a Tenzou. Los otros dos los había visto por la aldea y sabía que pertenecían al clan Aburame y al clan Hyuga.
—Bien. Ya estáis todos. Yamato, Muta Aburame, Tokuma Hyuga y Seina Uzumaki. Habéis sido convocados para la siguiente misión —dijo la Hokage, lanzándole el pergamino a Tenzou, ¿o era Yamato?—. Vuestra misión consiste en investigar la pista de una de las bases de Orochimaru en el país del Hielo. Encontrad esa base, tomad la documentación que podáis y destruid su escondrijo. A todos los esbirros que encontréis, eliminadlos y regresad con sus cadáveres si podéis. ¿Queda claro? Yamato, tú serás el líder.
—Hai.
—Marchad cuanto antes.
Salieron de la torre de la Hokage, dejando atrás el departamento de misiones, y siguieron a Tenzou hasta la entrada.
—Nos vemos en media hora en la puerta norte —les informó, y desapareció en un remolino de hojas.
Seina usó el hiraishin para aparecer en su habitación. A pesar de que podía usar su magia para aparecer en su cuarto prefería siempre usar el chakra mientras pudiera para evitar que descubrieran sus ases en la manga. No tardó ni un segundo en darse cuenta de que no había nadie en la casa así que comprobó que tenía todo lo necesario: ropa de abrigo, armas, la maleta, la tienda de campaña mágica, pociones, su completísimo kit médico, más ropa de repuesto, piedras ya preparadas con el shiki jutsu para usar el hiraishin… Lo único que le faltaba suplir eran los bentos así que fue a la cocina y cogió suficientes para durarle unas cuantas semanas. Como los dejaba bajo un hechizo, preparados de antemano, no tardó nada en tenerlo todo listo.
Aprovechó para dejar una nota encima de la mesa, viendo las propias notas de su hermano, Sasuke y Kakashi-sensei, y se desapareció después de una última visita al baño. Cuando llegó se encontró con Tenzou esperando a solas, mirando lo que parecía ser un mapa.
—Hey.
—Llegas temprano —sonrió él—. Felicidades por tu ascenso, Seina.
—Gracias. ¿Debería llamarte Yamato o Tenzou? —preguntó con una ceja alzada.
—Tenzou es mi verdadero nombre, bueno, mi primer nombre —confesó él—. Mejor llámame Yamato a partir de ahora.
—Huh. Está bien.
¿Primer nombre? No siguió preguntando ya que ni era asunto suyo ni era el momento apropiado. Tendría que acostumbrarse a pensar en él como Yamato, pero no sería un gran problema. Poco después de eso, aparecieron Muta y Tokuma. Muta, al contrario que Shino, tenía el cabello castaño claro, liso y largo por lo que podía vislumbrar. Como los demás en su clan, tenía las típicas gafas negras, el abrigo gris que le tapaba hasta la barbilla y una especie de tinaja llena de insectos que no eran kikaichu, además de sus kikaichu habituales. Tokuma se parecía mucho a Neji, pero con el cabello corto salvo por dos mechones que le enmarcaban su rostro. Llevaba su banda ninja a modo de bandana en la cabeza, tapando su frente, así que imaginó que sería de la rama secundaria del clan.
—Bien. Estamos todos listos. En marcha.
Registraron su partida en la mesa de registro y salieron de la aldea. Yamato saltó a la rama del árbol más próximo y echó a correr. Seina se sorprendió un poco de no recibir ninguna información de la misión y de haber partido a toda prisa de Konoha, pero no dijo nada. Se limitó a seguir la velocidad a la que se movía Yamato por los árboles en dirección noreste. Se preguntó si debería decirle que podía invocar a una criatura capaz de llevarlos volando, ahorrándoles el viaje, pero se encogió metafóricamente de hombros.
Estuvieron horas corriendo sin descanso. Por suerte, era invierno así que no hacía demasiado calor en el país del Fuego. Cuando pararon tenían el sol en todo lo alto así que supo que era medio día. Su estómago rugió recordándole que llevaba horas sin comer nada, desde que desayunó a primera hora de la mañana. Tal vez escucharon a su estómago agonizar porque Yamato dio el alto y paró en el claro más cercano, todavía dentro del país del Fuego.
—Descansaremos y comeremos aquí. Aprovecharemos también para hablar de la misión.
Se sentó en una piedra, lanzándole un hechizo para ahorrarse un dolor de culo, y sacó su bento. Muta y Tokuma la miraron extrañados, claramente preguntándose cómo había metido la caja negra más grande que la riñonera dentro de la misma. Aun así, no le preguntaron. Tampoco le dijeron nada a Tenzou cuando vieron como llevaba una pequeña mochila, un regalo de su parte, del cual sacó otro bento. En comparación con la mochila de espalda de Tokuma y la bandolera de Muta atada a su tinaja, parecían no llevar nada.
—Como ya sabéis, Orochimaru tiene varias bases por todo el mundo. Sabíamos de la más reciente, la del país de los Arrozales, y también de la base del país de las Piedras. Durante los últimos 2 años ha estado usando estas dos bases, pero ya han sido destruidas —informó Yamato—. De hecho, Seina ha destruido dos bases de Orochimaru en lo que va de año. La del país de los Arrozales y la del país del Mar. Ésta última creíamos que estaba abandonada, pero resultó no ser así. La documentación que recogió Seina junto a Jiraiya-sama en la base del país de los Arrozales fue suficiente para llevarnos a la base cerca de Kusagakure.
Muta y Tokuma la observaron con curiosidad unos segundos antes de volverse a su líder.
—Kakashi-senpai junto a su equipo eliminó esta última base y recabó información suficiente para hacernos creer que hay una base más en el país del Hielo. Por fortuna, o por desgracia, hasta ahora no nos hemos encontrado frontalmente con Orochimaru, pero podría ser una posibilidad. También puede ser una trampa —dijo seriamente Yamato—. Además, debemos tener en cuenta que, al otro lado del país del Hielo, con quien tenemos una tensa relación, se encuentra Kumogakure, con quien tampoco tenemos la mejor de las relaciones… ¿Alguna pregunta?
—¿Por qué motivos la relación es tan tensa con Shimogakure? —preguntó ella, quien no había leído nada de eso.
—El país del Hielo es un país pequeño cuya aldea Shimogakure es casi siempre olvidada. Su daimyo recibió a Konoha hace 7 años para firmar un tratado comercial, una alianza, pero intentó traicionarnos y masacrar al equipo que se envió. Kakashi-senpai, Itachi Uchiha, Sugaru Nara y yo fuimos los enviados en aquel entonces. Desde Konoha creemos que Shimogakure se vio influenciada por su vecina, Kumogakure, para evitar que tuviéramos algún tipo de relación con el único territorio que une por tierra al país de las Nubes con el resto del continente. No sería raro pensarlo, por ese entonces Kumogakure ya había intentado robar el byakugan así que sabemos que sus intenciones no eran, ni son, buenas.
—Entonces tendremos que tener cuidado con Tokuma —dijo secamente Muta, mirando de reojo al susodicho.
—No solo con Tokuma —suspiró Yamato—. Espero que no me recuerden porque creo que no seré muy bien recibido si se percatan de nuestra presencia.
Vio la mirada puntiaguda de Yamato y supo que no solo estaba hablando de sí mismo. Seina tenía claro que también estaba haciendo referencia a ella. Después de todo, los que más asco le tenían a su padre eran los ninjas de Kumogakure. Para ser exactos, el Raikage A y su jinchuriki Killer B. A los que su padre, por lo visto, no remató por una llamada de retirada de Konoha durante la última guerra ninja. No sabía a ciencia cierta si querían o no matarla, pero sería más fácil asumir que sí y ponerse alerta.
Genial. Tres cuartos de su equipo estaba en peligro pisando el país del Hielo. Ni siquiera le sorprendía. En realidad, ahora que lo pensaba, ¿estaba Seina segura en algún lugar? Con todas las rencillas que se “heredaban” le extrañaba que los ninjas pudieran salir de sus aldeas sin ponerse en peligro de ser el blanco de alguna venganza histórica que ya nadie recordaba en su totalidad.
—Gracias a los documentos extraídos en la otra base, todo apunta a que Orochimaru está interesado en gente con dojutsus de hielo. Muchos de ellos huyeron hacia décadas al sur en barco, a Kirigakure, pero algunos quedan escondidos en el país del Hielo. Además, el terreno cavernoso del país parece influir en la construcción de las bases de Orochimaru. Tal vez por el ahorro de recursos y la defensividad natural de la zona.
—Sinceramente, me extraña que Orochimaru no tenga una base en cada país —dijo ella con exasperación.
—¿Qué te hace creer eso? —preguntó Tokuma.
—Bueno, no es un ninja exiliado cualquiera sino un criminal con ambición. No se está escondiendo, esperando a que la gente le olvide, sino que está llevando a cabo sus planes a pesar de todo. Si yo fuera él, tendría un escondrijo en todas partes para que, cuando tuviera que moverme para seguir con mis planes, ya tuviera una base preparada para esconderme sin que me pillaran —contestó ella, encogiéndose de hombros.
—Tiene razón —dijo Muta—. El país del Hielo es un buen candidato para una de sus bases. No solamente sabe que rechazó nuestra alianza, sino que está al lado de nuestro enemigo Kumogakure. Orochimaru es un traidor, pero no es tonto.
—Así es. Cruzaremos hoy la frontera con el país de las Aguas Termales y descansaremos allí.
Recogieron sus cosas y volvieron a emprender el viaje. Siguieron corriendo durante horas. El sol caía por el oeste cuando cruzaron la frontera y se adentraron por los bosques por el país de las Aguas Termales. Evitaron las aldeas y los caminos, prefiriendo seguir hacia la frontera con el país del Hielo. Cuando ya era de noche cerrada pararon cerca de una villa a pocos kilómetros del país del Hielo.
—Esta es la única noche que dormiremos bien, chicos y chica —dijo Yamato, caminando hacia la villa—. Descansad mientras podáis.
Fueron a una pequeña posada y pidieron una habitación. La mujer, una civil, los miró mal al darse cuenta de que pensaban dormir todos en el mismo espacio. Su problema, claramente, era su presencia. Tuvo que morderse la lengua para no reírse en su cara al darse cuenta en lo que estaba pensando. Yamato, y los demás, se dieron cuenta, pero no le dijeron nada. La opinión de los civiles no afectaba para nada a los ninjas en la mayoría de situaciones.
—Creo que piensa que sois unos pervertidos o unos pedófilos. No lo tengo muy claro… —dijo ella con una sonrisa, cerrando la puerta detrás de sí.
—Seina, las barreras —pidió Yamato, haciendo un gesto en círculos con el dedo—. Que piense lo que quiera. No estamos aquí para contentar a una civil.
Ella asintió cuando vio su rostro expectante, habiendo puesto las barreras mágicas necesarias para protegerlos y para evitar ser espiados. Muta y Tokuma dejaron sus cosas en el suelo, asegurando el perímetro con los kikaichu y el byakugan, pero estaban solos. Yamato se sentó en el tatami, sacando de nuevo el mapa que le había visto ojear, y lo puso encima de la mesa de café.
—Estamos aquí —dijo él, señalando un punto en el mapa—. La aldea ninja se encuentra a tan solo 100 kilómetros de este punto. Luego hay un extenso terreno entre Shimogakure y Kumogakure que consta de una cordillera de montañas con un sistema de cavernas desconocido. Orochimaru debería tener su base en esta zona.
—Son como 250 kilómetros de terreno —frunció el ceño Tokuma, mirando las distancias—. Sino tenemos suerte podemos estar buscando durante días.
—Para eso estáis vosotros aquí —sonrió Yamato—. Entre vosotros tres podréis triangular la base más rápido, y evitar a Shimogakure y a Kumogakure.
—¿Nosotros tres? —preguntó Muta, algo sorprendido. Se giró a mirarla—. Creí que eras nuestro refuerzo y nuestro iryo nin.
—Lo soy —asintió ella—, pero también tengo otras capacidades. Puedo encontrar la base de Orochimaru usando mis poderes.
—¿Poderes?
—…Tengo una kekkei genkai —dijo ella finalmente. Le resultó extraño decirlo tan directamente a gente que no era de su círculo, pero qué podía hacer sino.
—Los poderes de Seina no son un secreto del todo, pero poca gente lo sabe —intercedió Yamato—. Con su ayuda podremos saber la dirección de la base de Orochimaru, una vez lleguemos a ella entre el byakugan y los kikaichu podremos investigar la base desde fuera y desde adentro. Seina también enviará a sus invocaciones selladas y, cuando encontremos un lugar escondido, usará el hiraishin para transportarnos adentro sin ser vistos.
—¿Así es como te infiltraste en la otra base? —preguntó Tokuma, con una leve sonrisa.
—Así es.
—¿Qué haremos con los siervos de Orochimaru que patrullen la zona? —preguntó Muta—. Si los atacamos alertaremos de nuestra presencia.
—Me temo que sí. Tendremos que pasar desapercibidos entre ellos, si es que hay alguien vigilando la zona, antes de entrar en la base. Una vez destruyamos la base nos encontraremos con posibles atacantes así que tendremos que estar atentos a nuestra huida.
—Podría usar el hiraishin para regresar aquí —dijo ella, recordándolo.
—¿Podrías teletransportarnos 350 kilómetros con el hiraishin? ¿A 4 personas? —preguntó Muta, asombrado.
—Sí. He estado haciendo pruebas. A unas malas, podría usar una de mis invocaciones para salir volando de allí.
—Está bien. Esto es lo que haremos —empezó Yamato.
Al final, quedaron con que infiltrarían la base de Orochimaru sin hacer sonar la alarma. Una vez cogieran toda la documentación posible, eliminaran a los siervos de Orochimaru dentro de la base y destruyeran la base, se encargarían de eliminar a los posibles enemigos fuera del cuartel. De no ser posible debido a su inferioridad numérica, usaría el hiraishin para escapar de allí lo más cerca posible de Shimogakure sin ser detectados por éstos. De allí, regresarían a pie hasta cruzar la frontera con el país de las Aguas Termales, y luego marcharían a Konoha.
De solo escuchar todo lo que tenían que hacer supo que tardarían días en cumplir la misión, si querían hacer las cosas bien en lugar de deprisa y corriendo. Se fueron a dormir después de cenar y darse una ducha rápida. Ni siquiera se quitó el uniforme. Solo dejó el chaleco al lado junto a su wakizashi, a su alcance, y se durmió en el futón.
Al día siguiente se despertó de golpe al escuchar a Yamato moverse a su lado. Comprobó que estaban solos y se estiró, desperezándose, antes de ponerse el chaleco de nuevo y colgarse el wakizashi en la espalda. Vio como Muta y Tokuma se despertaban, estando totalmente alerta a pesar de haber dormido la noche entera como los demás. Desayunaron y usaron el baño antes de irse de la posada.
—Tenemos todavía un par de horas antes de que salga el sol —dijo Yamato—. En cuanto crucemos esas montañas notaréis el cambio brusco de temperatura así que será mejor que tengáis a mano la ropa preparada. Vamos. No tenemos tiempo que perder.
Se echaron a correr, usando la cobertura del bosque para que no los vieran, y cruzaron la montaña que separaba la frontera entre el país de las Aguas Termales y el país del Hielo. Nada más acercarse a los pies de la montaña empezó a notar el descenso de temperatura debido a la altitud a la que estaban subiendo. Reforzó los hechizos en su ropa, frunciendo el ceño al pensar en las runas que no le había dado tiempo a coser, y saltó a un resquicio entre 2 montañas.
Aprovecharon unos minutos de descanso para ponerse ropa de abrigo. Se puso su chaqueta reversible, el gorro y la braga de cuello. Sus guantes eran los mismos de siempre, llenos de hechizos y runas, así como la ropa interior que llevaba. En cuanto se puso el abrigo, ligero, cómodo pero caliente, notó la diferencia.
Miró alrededor usando el hechizo de auras, pero, al igual que su hechizo espía, tampoco captó nada. Realmente estaban solos. Yamato se levantó, indicándoles que prosiguieran, y cruzaron el corredor estrecho entre las montañas. Vieron a lo lejos cómo se empezaba a amontonar la nieve. Cuando salieron al otro lado del valle todo lo que podía ver era un bosque nevado y, si agudizaba la vista con encantamientos, a lo lejos divisó como el bosque era completamente blanco con reflejos azules producidos por el hielo.
—Hemos llegado. Estad atentos. No queremos que nos perciban en estas tierras.
Seina saltó tras su equipo montaña abajo. Por suerte, todavía no había amanecido así que pasaron desapercibidos sin demasiado esfuerzo. Si no fuera porque estaban en territorio enemigo se habría parado a sentarse en una roca para escuchar como caían los copos de nieve sobre los árboles. A penas podía escuchar algún que otro pájaro y las alimañas en sus madrigueras, resguardándose del frío.
Envió, antes de adentrarse en el país del Hielo, un hechizo a los pies de su equipo. De nada serviría no hacer ruido si dejaban el camino lleno de huellas en la nieve. Yamato lo observó de reojo y asintió en su dirección mientras que Muta y Tokuma, delante de ellos, no parecieron enterarse. Al menos Muta porque sabía que Tokuma estaba activando periódicamente el byakugan para comprobar que estaban solos.
En silencio, corrieron bajo la arboleda nevada hasta pasar por al lado de Shimogakure horas más tarde, cuando ya había empezado a amanecer. Yamato los condujo tierra adentro hasta que encontraron una pequeña colina rodeada de pinos. Indicó que pararan y, con un gesto, le pidió que pusiera los hechizos necesarios para pasar desapercibidos.
—Bien. Estamos a 20 kilómetros al oeste de Shimogakure —dijo Yamato, sacando el mapa medio doblado—. Deberíamos buscar un lugar para acampar temporalmente. El lugar donde tenemos que buscar no hay bosque así que, si vamos de día, será más fácil que nos descubran.
—Planeas atacar de noche —pensó en voz alta Muta.
—Así es. Ahora lo que tenemos que hacer es cercar la base de Orochimaru en el mapa, si nos escondemos sin atacar no deberíamos llamar mucho la atención. Seina, ¿podrías usar tus poderes para hacernos pasar desapercibidos?
—Sí. Puedo camuflarnos fácilmente. Si no hacemos ruido y escondemos nuestro chakra no se darán cuenta que estamos aquí.
—Perfecto. Puedes empezar a buscar.
Seina conjuró una flecha y la posó en su mano, haciendo caso omiso de los ojos abiertos de Tokuma y el respingo de Muta. La flecha giró decidida hasta apuntar al noreste. Yamato la hizo caminar alrededor para cerciorarse en qué dirección no estaba la base.
—Parece que está apuntando hasta esta dirección —señaló con el dedo en el mapa—. Es una región demasiado grande. Tendremos que ir acercándonos progresivamente. Tokuma, ¿puedes ver algo en esa dirección?
—Negativo. Solo el bosque y el inicio de la meseta glaciar.
—Está bien. Empezaremos a buscar en esa dirección desde más cerca. Seina.
Ella usó los hechizos en su equipo, viendo cómo se volvían traslúcidos y se camuflaban con el entorno. Muta estaba tan quieto que casi podía confundirlo con el árbol que tenía a su espalda a pesar de poder ver su aura dorada. Salieron del claro en dirección noreste. Cuando llegaron al final del bosque Seina vio de lo que hablaba Tokuma. Solo podía ver hielo y nieve y, a lo lejos, montañas enormes teñidas de blanco. Yamato la tuvo usando el hechizo periódicamente, ajustando el camino de su equipo mientras corrían sobre el hielo.
Tokuma, con el byakugan activado, les alertó primero de la presencia de un equipo a lo lejos.
—Equipo de 5 ninjas a las 11 en punto.
—¿Puedes distinguir si pertenecen a Shimogakure?
—No. Están demasiado lejos.
—Muta, envía a uno de tus kikaichu. Quiero saber dónde están en todo momento y a qué organización pertenecen.
—Hai.
—Mientras tanto daremos un pequeño rodeo.
Se desviaron de la ruta que habían elegido, sorteando a los enemigos ya fueran de Shimogakure, Kumogakure o ninjas de Orochimaru. En unos minutos, cuando Tokuma dejó de ver al equipo desconocido, Yamato los paró tras una roca helada.
—¿Has descubierto algo, Muta?
—Parecen ser ninjas de Shimogakure. Según lo que he podido escuchar están investigando unas desapariciones en la zona.
—Mmm… interesante —musitó el jonin, frunciendo el ceño—. Si es cosa de Orochimaru debe haber sido muy poco discreto para llamar la atención de una aldea ninja tan pequeña como Shimogakure.
—¿Por qué no pedir ayuda a Kumo? —preguntó ella—. Quizás no son aliados, pero, según lo que dijiste, parece que escuchan más Kumo que a Konoha.
—Quizás Orochimaru no haya sido indiscreto. Tal vez ha secuestrado a alguien importante —ofreció Tokuma.
—Quizás. No lo sabremos hasta que no demos con él. Si es que realmente es cosa suya. Seina, ¿dirección?
Conjuró otra flecha y marcó el camino. Debían estar a 100 kilómetros de Shimogakure, justo en un punto intermedio entre la aldea del país del Hielo y la frontera con el país de la Nube. Tenían que estar cerca. Horas después pararon en los pies de una pequeña colina. No había ningún árbol que pudiera protegerlos o esconderlos, pero, al menos, no podrían atacarlos por la espalda. Con sus hechizos, el byakugan y los kikaichu de Muta, pudieron comer más relajados. Viendo como Muta y Tokuma se habían traído raciones ninja en lugar de un bento, les ofreció comida que aceptaron de buena gana.
—¿Cómo haces para que se conserve la comida? —preguntó Tokuma, examinando su bento—. ¡Y caliente!
—Es una combinación de fuinjutsu con mis poderes —dijo ella, masticando el pollo—. Hasta que no se abre la tapa del bento no se desactiva el jutsu así que la comida queda en una especie de…
—¿Limbo temporal? —preguntó Muta, cuando no encontró las palabras—. Es muy ingenioso.
—Por así decirlo.
—Imagino que tu riñonera también está hecha de la misma forma —dijo Tokuma, mirándola con el byakugan—. No puedo ver nada raro, pero es obvio que es más grande por dentro que por fuera.
—Así es. Tengo una tienda de campaña aquí dentro —sonrió ella con un par de palmaditas en la riñonera— y adivinad qué.
—¿También es más grande por dentro? —preguntó, con el típico asombro comedido de los Aburame, Muta.
—Bingo.
—Creo que será la primera vez que la use en una misión. Hasta estoy excitada.
Yamato bufó una risa al escucharla.
—Le daremos buen servicio. No te preocupes. En cuanto sepamos dónde está la base de Orochimaru buscaremos un lugar cercano para asentarnos hasta que llegue la noche.
Acabaron de comer en silencio. Justo cuando guardó su bento vacío Tokuma y Muta llamaron la atención a Yamato con una señal silenciosa. Seina agudizó el oído y escuchó los pasos rápidos que se dirigían a su dirección. Yamato se giró a mirarla, dándole una orden con los ojos, y ella alzó lo más rápido posible unas barreras mágicas para desviar la atención del lugar que estaban ocupando.
Arrodillados, bajo sus hechizos, vieron como aparecía otro equipo de ninjas. Se pararon a un par de metros, claramente confundidos.
—¿No habías dicho que los sentiste aquí? —ladró uno, girándose a mirar a un adolescente de piel pálida, cabello castaño y ojos grises—. ¿No nos estarás engañando?
—Sé lo qué noté. La nieve no engaña.
—Y, sin embargo, no están aquí —dijo otro, cogiendo al chico por el cuello con bastante fuerza—. Encuéntralos.
Yamato les hizo unas señas con el código ninja de Konoha. Cada aldea tenía su propio código, secreto obviamente, y era necesario para ser ascendido a jonin. Seina lo había aprendido a órdenes de Shizune cuando había aceptado su promoción y el entrenamiento. No había pensado que lo iba a necesitar en su primera misión como tokubetsu jonin.
—Esperad a mí señal.
—No los encuentro —confesó el chico, quien ahora empezaba a pensar que era uno de los Yuki con la kekkei genkai especial de hielo.
—¡Entonces para qué nos sirves! —gritó el primer hombre, con el rostro sonrojado de la ira—. Si no fuera por tus habilidades… te mataría yo mismo.
—A Orochimaru-sama no le gustará —dijo escuetamente otro ninja—. Ya sabes que lo quiere para él.
—Y por eso no está muerto.
—Vámonos. Discutiendo no encontraremos a esas ratas.
—Seguro que son más ninjas de Shimogakure —espetó uno, haciendo un ademán hacia el chico—. Os dije que tendríamos que haber simulado su muerte. Ahora no paran de buscarle. Estoy cansado de merodear por la nieve por culpa de este.
—Cállate, idiota —ordenó el que parecía ser el líder—. Pongámonos en marcha.
Seina, con su legeremancia activa, percibió los pensamientos de sus enemigos. Un par de ellos estaban de acuerdo con el que se quejó, pensando que los ninjas de Shimogakure simplemente buscaban al chico Yuki debido a sus habilidades. El chico, por el contrario, parecía estar entre enfadado y rencoroso por cómo lo trataban a pesar de haberse presentado voluntariamente ante Orochimaru. El líder era un amasijo de emociones negativas, pero parecía poco listo. Por fortuna, estaba más celoso de las habilidades de Yuki que pendiente de su tarea.
El que le preocupó fue el que cogió del cuello al Yuki. No solamente estaba lleno de malicia, sino que también dudaba que fueran ninjas de Shimogakure. Después de todo, en los últimos 15 días habían matado a un par de equipos de Shimogakure sin ningún problema mientras que su equipo había logrado esconderse de ellos fácilmente, denotando que no eran tan mediocres como los otros.
Yamato se giró para que le informaran de lo que habían podido percibir. Después de todo, salvo él, eran un equipo con habilidades de rastreo.
—Están fuera de mi rango de visión —dijo en voz baja Tokuma, relajándose mínimamente.
—¿Muta?
—He podido poner una de mis hembras sin que se den cuenta. Se dirigen hacia el oeste.
—¿Seina?
—Se han ido —asintió ella. Aprovechó su mirada directa para mandarle a Yamato un mensaje mental que le sobresaltó—. El chico es un Yuki y se ha ofrecido a Orochimaru voluntariamente. El tipo que le ha cogido del cuello no cree que seamos un equipo de Shimogakure. Ya han matado a 2 equipos en lo que va de mes y ninguno le ha presentado resistencia antes.
Yamato asintió ante las palabras del equipo, pestañeando en su dirección como si no hubiera escuchado nada.
—El chico parece habernos detectado por la nieve —dijo él—. Será mejor que salgamos de aquí. Seina, usaremos una de tus invocaciones. ¿Puedes invocar algo que vuele sin que nos detecten?
—Sí, pero necesitaré aumentar el perímetro de las barreras o nos percibirá de nuevo.
—Hazlo.
Procedió a usar barreras de protección y luego invocó a su dragón. Muta y Tokuma no dijeron nada al verlo, pero notó su atónito por sus gestos. Hechizó a su creación con el mismo encantamiento de camuflaje y se elevaron rápidamente en el aire.
—Usa tu jutsu para saber la dirección —dijo Yamato.
Seina controló al dragón mientras, estática en su espalda, fue usando el hechizo como una brújula. Tardaron apenas media hora en llegar al lugar. Lo supo en cuanto la flecha giró bruscamente, apuntando al oeste de nuevo. Yamato, al verlo, hizo que diera un rodeo a lo que parecía ser otra cordillera de montañas sin nombre.
—Este es el sitio. Alejémonos y busquemos un lugar para asentarnos lejos de la nieve. Tokuma.
Seina esperó a las indicaciones del Hyuga, quien estaba usando su dojutsu para buscarles un lugar resguardado lejos de la meseta de hielo y nieve. Minutos después descendió lo máximo posible hasta una especie de depresión en la pared de un desfiladero muy angosto y elevado. No pudo bajar con el dragón así que se tiraron por el estrecho hueco entre ambas montañas al mismo tiempo que desinvocó a su criatura mágica. Usó el chakra para bajar por la pared rocosa y fría de la montaña hasta que llegó al sitio que había avistado Tokuma.
—Bien visto, Tokuma —felicitó Yamato—. Aquí no podrán vernos a menos que nos estén buscando activamente. Seina, puedes sacar tu tienda de campaña si quieres.
Por suerte el sitio era el suficiente como para extender la tienda de campaña ninja, y literalmente nada más. La puerta de la tienda quedaba justamente al filo del desfiladero. Usó sus poderes para poner unas cuantas barreras mágicas, evitando usar barreras de chakra que sí que podían ser detectadas por los ninjas. Unas gotas de sangre más tarde y el equipo entró en la tienda de campaña.
Seina entró la última, cerrando la “puerta” firmemente y notando como el frío se quedaba atrás. Lo primero que vieron fue la entrada, y más allá el salón-comedor. En la planta baja estaba también la cocina, una enfermería, un baño completo, una armería y una habitación miscelánea por si necesitara un espacio más. En la planta de arriba estaban todas las habitaciones, unas 10, cada una idéntica con un cuarto de baño completo. Cada habitación tenía una cama de matrimonio con un baúl a los pies a modo de armario, ventanas hechizadas como en todas las estancias de la tienda, una estantería vacía para tener las cosas a mano y una mesita de noche con una lámpara.
—¿¡Cómo es posible!? —preguntó Tokuma, con el byakugan activado—. Ugh, me está doliendo la cabeza. ¡Pero esto es increíble!
Muta, al contrario, parecía una estatua mirando tras sus gafas la verdadera casa que tenía ahí adentro. Yamato solo sacudió la cabeza y procedió a adentrarse tras ella hacia el sofá. No había chimenea, pero tampoco hacía frío. Toda la tienda estaba llena de runas y encantamientos para que tuvieran la temperatura perfecta, para que se auto mantuviera y no necesitara ni tuberías, ni cloaca ni electricidad. Básicamente, era una tienda 100% mágica.
—Tokuma tiene razón, Seina. Eres un genio.
—Podéis elegir cualquier habitación. Todas son iguales —dijo ella, asintiendo al cumplido—. Además, la cocina está llena de comida así que podemos cocinar o seguir comiendo bentos.
Minutos después de dejar sus cosas encima de la cama de la primera habitación que pilló, Seina se reunió con los demás en la cocina. Tokuma parecía el más excitado de todos, hablando sobre que la habitación tenía un baño completo, y de las ventanas mágicas. Muta, curiosamente, estaba asintiendo con bastante entusiasmo mientras que Yamato sonreía calladamente.
—Ahora tengo envidia de Kakashi-senpai —suspiró Yamato.
—Solo hace 2 semanas que le di su tienda —sonrió ella, ahogando una risa—. No creo que la haya hecho servir demasiado.
—¿Kakashi-senpai tiene una de estas? —preguntó Muta.
—Todo mi equipo. Fue un regalo de navidad.
—A mí me regalo la riñonera —asintió Yamato, con una sonrisa de niño pequeño—. Ahora lo llevo todo aquí.
—¿Os conocéis de antes? —preguntó con curiosidad Muta.
—Sí. Yamato-sensei me entrenó para los exámenes de chunin y también de vez en cuando para mi ascenso a tokubetsu jonin.
Estuvieron hablando esa tarde mientras esperaban a que se hiciera de noche. Ya habían comprobado que efectivamente había una base, que estaba siendo protegida y habían descubierto su localización.
—Tendrás que ocultarnos mientras nos movemos por la nieve —le dijo Yamato—. Ha sido una suerte que tus poderes le hayan confundido, de lo contrario tendríamos que haberlos eliminado y eso nos habría forzado a modificar nuestro plan.
Seina asintió, sin mucho ánimo. Los planes nunca acostumbraban a salir a la perfección así que se conformó. Solo esperaba que no se torciera del todo como había pasado con alguno de sus planes…
Chapter 42
Notes:
Advertencia: mención de tortura, mención de experimentos en humanos, asesinato/muerte.
Chapter Text
—Bien. Ha llegado el momento —dijo Yamato, echando un vistazo fuera de la tienda—. Os aviso que hace mucho frío.
—Podría usar mis poderes —intercedió ella antes de que pudieran salir de la tienda.
Yamato y los demás la miraron con contemplación antes de asentir. Lanzó un par de hechizos a cada uno. Asintió ante la ceja expectante de Yamato. Cuando salieran a fuera lo notarían en seguida. Ella se vistió de nuevo con toda la indumentaria invernal y apretó los cordones de la braga para que le tapara hasta la nariz. Lo único que tenía destapado eran los ojos. En cuanto salió de la tienda y se quedó de pie, en horizontal, pegada a la roca con chakra supo que había hecho bien de hechizarlos.
La nieve caía copiosamente, el viento era frío y fuerte y estaba cargado de nieve y hielo. Por no hablar de que era noche cerrada cuando solo eran las 4 de la tarde. A penas escuchó a algunos animales revolverse en sus nidos en lo alto del desfiladero. Hechizados bajo su encantamiento de camuflaje y los otros hechizos que los habían protegido antes, subieron a la cima para tener de frente la cordillera que escondía la base de Orochimaru.
—Es enorme.
—Sí, pero es nuestra misión. Tokuma, ¿puedes ver algo desde aquí?
Seina observó en silencio como el Hyuga analizaba la estructura delante de él.
—Solo veo unos pocos pasadizos vacíos que se extienden hacia el sur de la cordillera.
—Tendremos que acercarnos más. Seina, ¿puedes acercarnos con tu invocación?
—Kuchiyose no jutsu —volvió a invocar al mismo dragón y a usar los mismos hechizos.
Dieron un gran rodeo acercándose a la montaña más próxima mientras Tokuma analizaba la situación desde el aire. Movió a su dragón lo más cerca posible de la montaña, sabiendo que el byakugan tenía cierto rango, y dejó que Yamato le indicara dónde ir con señas.
—Hay algunas zonas llenas de trampas y explosivos —dijo Tokuma.
Seina se sorprendió de escucharlo. Las bases en las que ella había estado no habían tenido ninguna trampa externa. Es más, para ser la base secreta de un delincuente tampoco es que tuvieran mucha defensa interna. Yoroi derrumbó la base con unos explosivos previamente plantados, pero, salvo eso, había sido sumamente fácil infiltrarse. Yamato debió estar pensando algo igual, con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados.
—¡Veo la entrada! —exclamó en voz baja Tokuma. La dirigió hasta ella—. Ahí está.
—Muta, Seina. Os toca.
Invocó a unas cuantas de sus criaturas más pequeñas para que entraran en la base acompañadas de los kikaichu de Muta.
—Retrocedamos hasta la zona norte —ordenó Yamato, señalando a la zona donde Tokuma no había visto trampas ni a nadie—. Nos esconderemos allí mientras tanto.
Tardaron unos minutos en regresar a su punto inicial, cayendo encima de una roca blanca helada. Desinvocó a su dragón mientras veía como sus insectos y ratones se colaban por todos los recovecos de la caverna de Orochimaru. Vio a bastantes personas moviéndose de un lado a otro. Algunas cargaban con material de laboratorio, otras llevaban a rastras a gente inconsciente, otros simplemente estaban yendo de un sitio a otro.
—Hay mucha gente ahí adentro —confesó ella—. De momento, he visto como 30 personas distintas.
—¿Qué más puedes ver?
Le explicó lo que había visto hasta el momento con pelos y señales. Encontró dormitorios, un comedor, lo que parecían ser unas cocinas, muchos más dormitorios… Hasta que no se adentró bastante en la cueva no pudo ver algo de provecho, como el inmenso laboratorio con todo tipo de equipamiento que estaba siendo utilizado en ese mismo momento.
—Tienen a varias personas inconscientes atadas en camillas en el laboratorio. Parece que están a punto de iniciar un experimento.
—Yo he encontrado varias trampas —dijo Muta a su lado—. El lugar está plagado de ellas por dentro.
—Parece que hemos encontrado una base activa de Orochimaru —pensó en voz alta Yamato—. Se está tomando muchas molestias en proteger tanto la base como el terreno que lo rodea. Quizás esté aquí ahora mismo.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Tokuma.
—Seguimos adelante con lo que planeamos. No tenemos por qué enfrentarnos a él. Podemos coger la documentación y destruir su base mientras lo evitamos.
Ahora tenía bastante clara la cartografía de la cueva, al menos en un par de kilómetros a la redonda. La base era inmensa. Podría estar toda la noche espiándolos sin llegar hasta el final de las cuevas.
—Encuentra un lugar seguro para transportarnos —ordenó Yamato—. ¿Podríamos comunicarnos con vuestras invocaciones y con los kikaichu?
—En mi caso sí —dijo ella. Muta asintió un segundo después.
—Perfecto. Nos dividiremos en 2. Seina vendrá conmigo y Muta con Tokuma. Vosotros os encargaréis de plantar los explosivos por la base mientas que Seina y yo recogeremos la documentación.
—Hay un almacén bastante grande. Allí no parece haber ninguna trampa —le aconsejó Muta.
Asintió, sabiendo de dónde le hablaba. Hizo que una de sus invocaciones se desplazara hasta allí. Cuando estuvo en un punto ciego de la puerta asintió a Yamato. Dejó que le cogiera el brazo. Muta y Tokuma hicieron lo mismo acto seguido. Moldeó el chakra y un milisegundo después se encontró dentro de la caverna acompañada de su equipo. Muta le entregó a uno de sus kikaichu a cada uno, para comunicarse y para tenerlos localizados. Seina hizo lo mismo. Le entregó un par de arañas a cada uno y asintió.
—Esperad una comunicación en una hora —señaló Yamato en silencio a Muta y Tokuma.
Se separaron en la boca de la caverna que actuaba como almacén. Muta y Tokuma se quedaron allí adentro, plantando explosivos, mientras Seina enseñaba el camino a Yamato. Alcanzaron el laboratorio en pocos minutos.
—4 enemigos, 2 posibles civiles inconscientes —señaló ella, con un ademán de cabeza—. ¿Permiso para dormirlos?
—Procede.
Usó el hechizo desde el otro lado de la puerta. Como era un hechizo en área todos cayeron al suelo, dormidos, al mismo tiempo. El sonido de los cuerpos chocar contra la tierra alertó a Yamato de que estaban K.O. así que abrió la puerta después de asegurarse de que no había ninguna alarma o trampa. Entró con su katana desenfundada, pero no hizo falta. Pasó la mirada rápidamente por cada cuerpo y luego le indicó con una señal que cogiera todo lo que pudiera.
Seina no lo dudó ni un segundo. Cogió todo lo que pilló y lo guardó en un pergamino, mucho más eficiente que guardarlo en su riñonera para luego tener que separarlo manualmente. Mientras tanto, Yamato comprobó como marcaba el protocolo que estaban inconscientes, ató a los enemigos, y a los rehenes, metiéndolos en otro pergamino. Ambos plantaron unos cuantos talismanes explosivos de gran potencia antes de irse. Seina cerró la puerta con un hechizo para que no descubrieran lo que había pasado.
Siguieron caminando hasta la siguiente estancia de valor. Una especie de biblioteca que había visto hacía poco gracias a uno de sus ratones blancos. Por el camino se encontraron con un par de ninjas que hablaban sobre un entrenamiento. Yamato indicó que pasaron de largo, usando el techo para evitarlos.
—¿Enemigos? —preguntó Yamato al llegar a la biblioteca.
—Ninguno.
—Recoge la documentación, yo plantaré los explosivos.
En cuanto vio las más de 5 estanterías de pergaminos, libros y archivadores, invocó a un par de clones para agilizar la faena. Tardó 10 minutos a toda prisa en guardarlo todo. Justo cuando se iban a ir de allí sus oídos y sus invocaciones captaron a quien menos quería ver. Se giró a mirar a Yamato a toda prisa.
—Es él.
—Cierra la puerta. Usa el hiraishin para transportarnos a otro lado —ordenó rápidamente Yamato después de pensarlo un par de segundos.
Usó un hechizo para sellar la puerta y cogió la mano ya extendida de Yamato. Un segundo después usó a otra de sus invocaciones para cambiar de lugar. Aparecieron en una sección que estaba siendo explorada por sus insectos. La mayoría eran habitaciones vacías. Teniendo en cuenta la hora no le extrañaba.
—Busca un lugar donde poder comunicarnos con los otros —dijo Yamato.
Seina entró en uno de los baños, vacíos también, y selló la puerta además de silenciar la cueva. Asintió ante Yamato.
—Muta, Orochimaru está aquí. Posiblemente sepa en poco tiempo que no está solo —susurró al kikaichu que se posó sobre su dedo índice—. En media hora nos vemos en el almacén para una retirada. No interactuéis con nadie.
Seina aprovechó el momento para seguir espiando. Parecía que los niveles superiores eran todo habitaciones, baños, almacenes, cantinas, cocinas, espacios de ocio, para entrenar, etc. Se estaba empezando a dar cuenta de que, por el tamaño y la cantidad de habitaciones, Orochimaru debía estar pensando en alojar un verdadero ejército en las montañas. Por suerte, solo las primeras 2 plantas estaban siendo utilizadas. Le comunicó todo esto a Yamato una vez dejó de hablar al kikaichu.
—Si está aquí es porque debe ser una base importante. Seguramente tenga otro laboratorio. ¿Has visto alguna entrada hacia abajo?
—Mmm… No. Podría seguirle con uno de mis insectos —dijo, frunciendo el ceño.
—Hazlo. A unas malas volaremos todo esto por los aires. Sigamos. Tenemos poco tiempo antes de que nos descubran.
Salieron de los baños después de poner más explosivos. No era una zona muy concurrida ni muy importante, pero no pensaban dejar nada en pie de ser posible. Volvieron por dónde habían venido, a pie, viendo como empezaba a haber movimiento en las plantas inferiores. Cuando pasaron sobre las cabezas de un par de ninjas con la banda ninja de Otogakure supieron que algunos empezaban a darse cuenta de que algo sucedía.
—Hace rato que deberían habernos avisado para retirar a los cadáveres —habló uno, caminando en dirección al laboratorio.
—A lo mejor esta vez les ha salido mejor el experimento. Ya nos avisarán.
—¿Después de más de 150 intentos? —bufó el otro, incrédulo—. No lo creo. Quizás deberíamos ir a ver qué está pasando.
—Está bien —suspiró su colega—. Si así te callas de una vez por todas.
—¿Prefieres ser tú el que le diga a Orochimaru-sama que hemos pasado por alto algo?
—…No.
Los siguieron usando el techo. Vio de reojo como Yamato sacaba un kunai, cuando escuchó la voz de Muta dirigirse a su invocación.
—Tokuma ha descubierto un laboratorio secreto. Parece el laboratorio privado de Orochimaru. No he podido detectarlo con mi kikaichu así que debe estar detrás de una pared sellada.
Seina le tocó el brazo levante a Yamato, señalándole lo que acababa de escuchar del resto del equipo. Yamato frunció el ceño, guardando el kunai.
—¿Los confundo? —preguntó ella finalmente.
Yamato asintió. Seina usó el hechizo confundus justo cuando estaban a menos de un metro de la puerta del laboratorio. Observaron cómo se detuvieron en seco. Vieron como pestañeaban, como si hubieran recordado algo de golpe, antes de girarse.
—¡Había olvidado que es nuestro turno en la cocina! —exclamó uno—. Como no nos demos prisa Akira nos matará.
Se dieron la vuelta y se marcharon. Yamato alzó una ceja en su dirección, pero asintió con una leve sonrisa. Le señaló que le indicara el camino hasta el supuesto laboratorio así que retomó el camino en dirección a su invocación con Muta. Cuando llegaron allí los vieron escondidos tras unas cajas. Parecía un camino sin salida que habían usado para almacenar cajas y lo que parecían ser materiales de construcción.
—Ahí detrás —señaló Tokuma con las manos.
Yamato se giró a mirarla, por si podía aportar algo de información, pero negó con la cabeza. De buenas a primeras no percibió nada. Cuando abrió sus sentidos notó una especie de sensación, como un cosquilleo, centrado en la pared.
—Tiene razón. Hay algo.
—Un jutsu de tierra dispararía el sello —dijo Tokuma—. Solo podemos desactivar los sellos o intentar colar alguna invocación.
—Ninguno de nosotros es experto en fuinjutsu —negó Yamato—. Le alertaríamos.
Dejaron de hacer señas cuando notaron la presencia de más enemigos. Por suerte, era un solo hombre caminando por los pasillos en dirección desconocida. Seina miró a Yamato, teniendo una idea.
—Podría intentar teletransportarnos al otro lado sin tocar el sello —dijo ella.
—¿Cómo? —preguntó Yamato. Tokuma y Muta la observaron.
—Mírame a los ojos y piensa en lo que has visto —indicó a Tokuma.
Éste asintió. De repente, Seina se sumergió en la memoria de Tokuma. El byakugan la mareó momentáneamente, pero se recuperó al darse cuenta de que solo era una memoria en blanco y negro, y en negativo. Extraño, pero no lo más raro del mundo. Cuando tuvo la memoria del lugar aferrada a su mente, alargó sus brazos para que se sujetaran. Cerró los ojos y se apareció allí. Vio el rostro algo conmocionado de Tokuma y Yamato al sentir por primera vez una aparición mágica. Aun así, se recuperaron al instante.
Seina envió a una invocación junto a los kikaichu de Muta mientras Tokuma analizaba el lugar con el byakugan activo.
—Coged los documentos y todo lo que podáis.
Volvió a sacar el pergamino que había usado para guardar cosas, dándose cuenta de que pronto lo habría llenado del todo, y empezó a coger documentos y carpetas. Los demás hicieron lo mismo mientras Yamato plantaba los talismanes explosivos donde le señalaba Tokuma, quién podía ver las debilidades de la roca con su dojutsu.
—Se está acercando —señaló Tokuma de repente, moviendo las manos a toda prisa.
—Dejad lo que estéis haciendo. Vámonos —ordenó Yamato. Luego se giró a ella—. Sácanos de aquí.
Seina cogió a su equipo y usó el hiraishin para marcharse al mismo tiempo que desinvocó a todas sus criaturas. El cambio de temperatura la habría dejado en shock de no ser por sus hechizos. Cayeron en la roca que habían usado antes para planear su entrada, encima de la cordillera.
—Seina-
—Voy —cortó ella, sabiendo que tenían poco tiempo—. Kuchiyose no jutsu. Espera, déjame hacer primero algo en la entrada.
Se subieron al dragón de nuevo. Yamato frunció el ceño ante su petición, pero la aceptó. Dirigió su dragón a la entrada de la caverna. Conjuró desde lejos una roca enorme para tapar la entrada y luego la hechizó para que no pudieran salir. No sabía si serviría de mucho, pero tenía que intentarlo. De haberlo sabido, habría usado fiendfyre dentro de la caverna. Yamato asintió al verlo y le ordenó que volaran más lejos.
—Cuenta atrás en 3, 2, 1… —ordenó Yamato, viendo cómo se alejaban de la montaña—. Ahora.
Muta, Tokuma y Yamato hicieron los signos pertinentes. Escucharon un ruido sordo en el interior de la roca seguido de muchas otras explosiones, algunas mucho más cercanas a la superficie. Observó cómo empezó a quebrarse una parte de la roca hasta que una explosión más hizo caer la primera porción de montaña. Vieron como el gran trozo de nieve, hielo y piedra se desprendía y caía por la ladera en un sonido ensordecedor.
Escuchó gritos y aullidos de dolor y agonía, y luego gente empezó a evacuar la caverna por la puerta de entrada o, al menos, lo intentaron. Escucharon como se agolpaban contra su gran roca, sin poder moverla ni destruirla.
—¡Se están moviendo hacia otro lado en busca de una salida! —exclamó Tokuma—. ¡Todo se está derrumbando desde adentro!
Entonces, pasó algo que no se esperaba. Un trozo de la montaña se partió por la mitad, saliendo despedida, y apareció una gigantesca serpiente de color violeta con lo que parecían pequeños cuernos entorno a su cabeza. La serpiente siseó, sacudiéndose la roca y los escombros de encima.
—¡Me debes 100 sacrificios, Orochimaru! —siseó la serpiente, escupiendo al mencionado de su boca.
Los enemigos empezaron a salir como ratas de la gigantesca grieta que había partido la roca en 2.
—Tienen que estar por aquí. ¡Buscadlos y traedme sus cabezas! —gritó enfurecido Orochimaru, subiendo a la cabeza de la serpiente.
—Retirada Seina —dijo en voz baja Yamato.
No tuvo que pedírselo otra vez. Mandó a su invocación al desfiladero y lo desinvocó justo encima. Entraron dentro de la tienda de campaña, notando como las protecciones seguían en su sitio, y suspiraron.
—Ahora estarán buscándonos por todos lados —dijo Muta con voz seria—. Deberíamos irnos.
—Lo sé —suspiró Yamato—. Seina, ¿te ves capaz de llevarnos de vuelta?
—Sí —asintió. Si no usaba el chakra podría usar un traslador.
—Perfecto. Recoge la tienda de campaña y sácanos de aquí.
Tardaron exactamente 5 minutos en guardarlo todo. Seina solo tuvo que usar un hechizo para doblar la tienda y guardarla en su riñonera mientras Tokuma, Muta y Yamato vigilaban su espalda.
—Ya estoy —indicó, poniéndose de pie en el espacio que acababa de dejar libre.
Les entregó ambos brazos y usó los sellos. Notó la distancia, a pesar de sus colosales reservas de chakra que Kurama se encargaba de agrandar filtrándole un poco de chakra de forma constante. Aparecieron en las afueras de la villa en el país de las Aguas Termales. Yamato alzó una ceja, seguramente pensando que los iba a transportar a las afueras de Shimogakure.
—Vamos. Regresemos antes de que alguien se dé cuenta de nuestra presencia. Pronto Orochimaru empezará a investigar a los posibles equipos que se hayan acercado al país del Hielo y no me gustaría estar aquí…
Echaron a correr sin mirar atrás. Supo por el silencio que debía ser bastante tarde. A pesar de todo, habían pasado solo 2 días desde que salieron de Konoha. Tuvieron suerte encontrando la base tan rápido. Podría haber perdido perfectamente una semana entera patrullando el país del Hielo mientras sorteaban a sus enemigos. Cuando entraron en el país del Fuego, unas horas más tarde, era ya de madrugada.
—Tokuma, encuentra una zona para acampar la noche —ordenó Yamato a su compañero de equipo, viendo que todos estaban cansados—. Podemos permitirnos parar una noche para recuperar fuerzas. Estamos lo suficientemente lejos.
Seina preparó de nuevo la tienda de campaña mientras Muta y Yamato ponían unas cuantas trampas para alertarlos de enemigos, y Tokuma vigilaba el perímetro más lejano con su byakugan. Un par de barreras mágicas más tarde y todos entraron adentro. Se tomó un largo baño en su baño privado, y limpió sus ropas con un hechizo. Guardó de nuevo toda la indumentaria invernal y se estiró, bajando las escaleras. Cuando llegó abajo solo Muta estaba sentado en la cocina.
—Muy interesante esta tienda tuya —dijo—. ¿Las vas a vender?
—Tengo un contrato con Tsunade-sama. Ella es quien está distribuyendo mis inventos.
—Tiene sentido. No nos haría ningún bien que algo así, o cualquier otra cosa útil, cayera en manos enemigas.
—Ah… —suspiró Tokuma, apareciendo por la puerta—. No me puedo creer que estemos tan cerca de casa. El hiraishin es un jutsu increíble. ¿Qué clase de jutsu has usado para entrar en el laboratorio de Orochimaru?
—Es como el hiraishin pero sin el sello. Simplemente necesito saber dónde ir. Aun así, tiene una desventaja. Al contrario que el hiraishin no puedo enviar cosas sin ir yo también.
Aunque, ahora que lo pensaba, eso podía hacerlo usando un encantamiento traslador en el objeto que quisiera enviar a otro lado. Yamato llegó el último, con el cabello todavía húmedo, y se sentó a su lado. Seina, que tenía más bentos de lo esperado, sacó uno para cada uno. Aceptó las gracias con una sonrisa, comiendo la comida que aún estaba en su punto por arte de magia.
—Descansad las pocas horas que quedan hasta el amanecer —les aconsejó Yamato—. Partiremos poco después de la salida del sol.
Seina se despidió de los demás, deseándoles buenas noches, y se fue a dormir las 4 horas restantes que le quedaban antes de que saliera el sol. Se durmió en cuanto se acostó en la mullida cama.
Horas más tarde, se despertó al amanecer. En pocos minutos, después de usar los baños y comer algo de desayuno, se encontró de nuevo guardando la tienda de campaña mientras Muta y Yamato quitaban las trampas. El resto del camino fue relajado, en comparación con la tensión que había sentido estando en el país del Hielo. Horas más tarde, pararon momentáneamente para comer, y luego retomaron la marcha. Llegaron a Konoha cuando empezó a anochecer.
Seina se registró y aceptó la ofrenda de Yamato de encargarse él de lo que restaba de misión. Le entregó el pergamino que había usado para robar los documentos y demás cosas, y se fue a su casa. Cuando llegó notó como su equipo estaba al completo incluso antes de entrar. Ni siquiera pudo abrir la puerta porque su hermano la abrió de par en par con una sonrisa gigantesca.
—¡Nee-chan! —gritó, abalanzándose sobre ella.
—Déjala pasar, dobe —rodó los ojos exasperado Sasuke.
—Kakashi-sensei está arriba —informó Naruto.
—En realidad estoy aquí —cortó su maestro, apareciendo por la puerta—. ¿Cómo ha ido tu primera misión como tokubetsu jonin?
—Bien. Mucho frío, mucho hielo y Orochimaru —rodó los ojos divertida—. Por suerte, hemos escapado fácilmente.
—¿Os habéis encontrado con él? —preguntó frunciendo el ceño el jonin—. Supongo que tarde o temprano era de esperar. Imagino que habéis ido en busca de la posible base del país del Hielo.
—¿Una base de Orochimaru? —preguntó Sasuke, sentándose a su lado en el sofá.
—Pero, ¿cuántas bases tiene ese hombre? —dijo exasperado Naruto.
—Unas cuantas —aseguró Kakashi-sensei—. Imagino que la habéis destruido así que ahora tiene una menos.
—Sí. No le ha gustado nada que derrumbáramos todo sobre sus cabezas. Ha tenido que usar una serpiente gigante para salvar la vida.
—Manda.
—¿Qué?
—Manda, así es como se llama la serpiente —dijo Naruto—. Una enorme y lila, ¿no?
—Esa. Al menos hemos podido robar toda la documentación, algunos cadáveres y coger a unos cuantos enemigos con vida.
—¿Le has visto los brazos? —preguntó Kakashi-sensei. Ella asintió—. ¿Cómo los tenía?
—…Ahora que lo dices… —pensó ella, acordándose de Orochimaru—. Estaba curado.
—Así que definitivamente sí que ha cambiado de cuerpo. Al menos sabemos que, hasta dentro de 3 años, no puede hacerse con Sasuke. Quizás eso sea suficiente para dejarte en paz durante un tiempo —consoló Kakashi-sensei a Sasuke.
—Eso espero.
Se fue a duchar mientras los demás preparaban la comida. Bueno, menos Sasuke. Bajó con el pijama puesto después de casi 4 días en el uniforme nuevo. Estuvieron hablando de sus respectivas misiones. De cómo Naruto y Sasuke habían sido enviados a recuperar unas joyas robadas por unos bandidos, de la misión de Kakashi-sensei en el país de la Piedra hacía unas semanas… Se fue a dormir la primera, sintiendo las horas de agotamiento de los últimos días.
Chapter 43
Notes:
Advertencia: mención de secuestro, mención de tortura, mención de experimentos en humanos, mención de asesinato/muerte.
Chapter Text
Cuando despertó a la mañana siguiente, vio como los otros miembros de su equipo estaban libres.
—Hoy podemos entrenar, si queréis —dijo Kakashi-sensei, viendo como todos tenían el día de descanso.
—Yo tengo que ir a ver a Tsunade-sama.
—Ya me lo imagino. Nosotros estaremos en la caseta mientras tanto —asintió el jonin.
—¡Yosh! ¡Por fin podemos entrenar todos juntos de nuevo! —sonrió Naruto de oreja a oreja.
—Hn.
Seina se fue, cogiendo el informe que había realizado uno de sus clones mientras desayunaba. El protocolo para los jonin era el mismo que para los chunin. Todos informaban a la Hokage en las horas que estuviera en la torre, o en el departamento de misiones cuando no estaba. Los informes, a su vez, eran archivados por el comandante jonin una vez que la Hokage diera el visto bueno y finalizara la misión. Así pues, Seina y los demás jonin no tenían porqué informar directamente a Shikaku. Recibiría los informes de Tsunade-sama y, de ser necesario, los llamaría a su despacho cuando acabaran con la Hokage.
Lo gracioso de todo este proceso cuidado al detalle era que Shikaku era quién recomendaba las misiones para los jonins a la Hokage. Tsunade-sama, no obstante, tenía la última palabra y era la que les entregaba la misión, o el departamento de misiones de no estar ella disponible, o Shikaku si los llamaba oficialmente a su despacho. Así pues, el comandante jonin no solamente estaba al corriente de todas las misiones de los jonin, sino que también era el que aconsejaba a la Hokage sobre qué misiones podían hacer según qué ninjas ya que sabía perfectamente las habilidades de los shinobi y su disponibilidad.
Eso le ahorraba tiempo a la Hokage, quien solo tenía que centrarse en ordenar las misiones de los chunin y genin, de la administración de la aldea y de las políticas exteriores. A su vez, este proceso mantenía al corriente de todo lo que pasaba al comandante jonin, quien era justamente el que se encargaba de temas más complejos de rango A y S. Eso quería decir que tanto la Hokage como el comandante jonin tenían los dos cargos esenciales responsables de todas las fuerzas shinobi de la aldea, y sabían que estaba pasando en cada momento.
Luego estaba el comandante anbu, quién suplía sus fuerzas militares con todo tipo de ninjas de diferentes rangos. Los informes de éste iban directamente a la Hokage y luego se entregaban al comandante anbu, sin pasar por el comandante jonin. Así pues, el archivo de estas misiones era totalmente confidencial y secreto ya que los anbu solo respondían ante la Hokage, y ante otros anbu. Al contrario del cuartel general de los jonin, nadie sabía dónde estaba el cuartel general de los anbu salvo sus integrantes. Por no hablar que debía estar hasta arriba de trampas. Así pues, las misiones secretas solo las llevaba a cabo anbu. Normalmente, eran misiones que no querían que se ligaran a Konoha como asesinatos, secuestros, sabotaje, persecución de ninjas enemigos, etc.
—Adelante —la hizo entrar Tsunade-sama, sacándola de sus pensamientos—. Ah, Seina. Te estaba esperando. Yamato me lo ha contado todo. Buen trabajo.
—Aquí tiene mi informe —dijo ella, entregándole el pergamino a Shizune.
—Tenemos mucho material que estudiar e investigar. Más del que podría haber imaginado. Tardaremos días en ponerlo en orden —sonrió Tsunade-sama—. Sin ti no lo hubiéramos logrado.
Seina no dijo nada. Quizás habría costado más, pero no estaba segura de que todo el mérito fuera cosa suya.
—Mira esto —pidió la Hokage. Shizune le entregó unas fotografías—. ¿Te suena?
—Sí. Es un instrumento de laboratorio —dijo ello, tomando la fotografía—. ¿Esto es algo de lo que robamos a Orochimaru?
—Así es. Gracias a que pudisteis coger todo lo que había en su laboratorio y traerlo de vuelta hemos descubierto otra pista. Fíjate bien en el instrumento.
—Es un tubo condensador modificado —pensó ella en voz alta, viendo como en lugar de una hélice refrigerante tenía un par. Una de ellas con fluido azul.
—Exacto. Este tipo de instrumento solo lo fabrica una empresa —sonrió maliciosamente Tsunade-sama—. Ahora sabemos que Orochimaru compra piezas de laboratorio a este fabricante así que podemos ir directamente a la fuente.
—Con 4 de sus bases destruidas en tan poco tiempo seguro que tendrá que ponerse en contacto de nuevo con el fabricante —habló con entusiasmo Shizune—. Si tenemos suerte, es posible que el vendedor le haya enviado su paquete a algún punto de encuentro.
—Eso quiere decir que, si tiene archivos de sus ventas, sabremos cuántas bases tiene y dónde pueden estar —pensó ella.
—Exacto. Con un poco de suerte Orochimaru no habrá caído en ese detalle ni habrá sido tan precavido como para pedir que le envíen su pedido a otro lugar —dijo Tsunade-sama—. De hecho, ya he enviado a otro equipo para contactar con el fabricante. No me gustaría que Orochimaru pensara lo mismo e intentara limpiar su rastro.
—¿Y qué hay de las bandas ninjas? —preguntó ella, dándose cuenta—. ¿Qué hay de los uniformes, la comida y todo eso? Alguien debe estar supliendo a Orochimaru. Si hubiera robado semejante cantidad de bienes nos habríamos enterado. Eso quiere decir que los está comprando de forma legal.
—Bien visto —asintió Tsunade-sama—. Shizune, que investiguen la ropa de los prisioneros que tenemos hasta ahora. Quiero saber de dónde ha salido.
—¿Pido que investiguen también posibles fabricantes de la metalurgia?
—Sí. Todo lo que podamos. Si podemos cotejar los envíos de los pedidos de cada cosa quizás tengamos la localización exacta de las bases de Orochimaru.
—¿Qué hay de ya sabe quién? —preguntó ella, haciendo referencia a Danzo.
—Esta tarde hablaremos de ello, y de más cosas. Preséntate con Kakashi a las 16 horas. Puedes irte a descansar.
—Hai —aceptó la orden. Hizo una reverencia y se marchó.
Se fue directa a casa con el hiraishin. No último que quería era ver a alguien mientras caminaba por la aldea y tener que pararse a charlar. Cuando entró en la caseta vio como Naruto y Sasuke estaban entrenando nuevos ninjutsus. Por un momento se compadeció de su media de 4 ninjutsus nuevos a la semana, dándose cuenta que iba con retraso según su plan de estudio.
—Ah, Seina. Bienvenida. Ten. Te toca este —le lanzó el pergamino nada más entrar Kakashi-sensei.
Dio un vistazo a lo escrito y vio que eran jutsus de fuego. Así fue como empezó a entrenar de nuevo con su equipo. Pasó toda la mañana entrenando el nuevo jutsu junto a sus 20 clones. Otros 20 clones fueron dejados a un lado mientras estudiaban las decenas de libros que tenía que leer para su examen de ascenso a jonin. Por suerte, muchos de ellos ya los había aprendido para poder ascender a tokubetsu jonin así que sabía que tenía tiempo por delante.
—Katon: goka mekkyauku —entonó por primera vez, moldeando el chakra después de los sellos.
Un verdadero mar de llamas salió disparado de su boca, cubriendo gran parte del terreno delante de sí. Por suerte, el interior de la caseta era tan grande como un campo de fútbol así que no hirió a nadie. Probó a darle más o menos chakra, viendo cómo podía controlar el flujo de llamas.
—Prueba con mi chakra —pensó Kurama con algo de curiosidad.
Las llamas cambiaron de color a medida que el chakra yin demoníaco de Kurama le daba poder. Se convirtieron en unas llamas negras que parecían tener vida propia. Por un segundo se acordó del fiendfyre, pero se dio cuenta que controlar estas llamas era muchísimo más fácil en comparación. Detuvo el flujo de chakra, viendo como el césped se recomponía por sí solo gracias a las runas, y probó otro jutsu moldeando la mitad de su chakra con el de Kurama.
—Katon: goen no jutsu.
Moldeó el chakra a la mitad y vio como la lengua de fuego además de ser mucho más localizada y potente, tal como sería un chorro de agua a presión, tenía un aspecto negro con un interior rojizo.
—Estás moldeando el chakra de Kurama con el tuyo, ¿verdad? —preguntó Kakashi-sensei, observando con interés la lengua de fuego—. Muy interesante.
—Ugh. ¿Cómo consigues que te haga caso? —preguntó Naruto, cruzándose de brazos a su lado.
—¿Qué me haga caso? —preguntó ella alzando una ceja—. Naru, Kurama no es mi esclavo ni mi subordinado. Es mi igual. Si tratas a tu otra mitad como el culo, ¿cómo quieres que te ayude?
Naruto frunció el ceño mientras meditaba sus palabras.
—Creí que te llevabas bien con él.
—Me llevo bien, pero… a veces peleamos —confesó su hermano—. Se queja porque le haya tocado yo, el idiota.
Seina suspiró al escucharlo. Imaginaba lo que había pasado porque podía percibirlo gracias a su vínculo. Naruto a veces era demasiado impaciente así que eso debía haber irritado y cabreado al Kurama yang, que ya de por sí era uno de los seres más irascibles que conocía. Si a eso le sumaba que, a veces, Naruto era muy cabezota y no quería dar su brazo a torcer… Tenían la receta perfecta para fracasar. Había dejado demasiado solo a su hermano con su Kurama, quizás necesitaba interceder un poco con la ayuda del Kurama yin.
—Déjame hablar luego con ellos —le pidió Kurama—. Mi otra mitad lo entenderá cuando le muestre nuestra relación.
—Supongo… —suspiró ella.
—Hazme caso. Tu hermano acabará entendiendo lo que tú sabes. Tú tienes ventaja por tus circunstancias.
—Está bien. Esta noche abriré nuestro vínculo para que le hables.
Siguieron entrenando unas horas más. Combatió con el equipo usando todas sus habilidades, viendo como cada vez acortaba más la distancia entre Kakashi-sensei y ella. Aun así, el jonin era claramente un genio combatiendo. Si algún día tenía la oportunidad de ganarle sería haciendo “trampa”. Kakashi-sensei pareció notarlo también porque sonrió en su dirección con un deje competitivo que nunca antes había visto en sus ojos.
—Creo que tendré que empezar a entrenar más duro —dijo él con tono divertido, pero supo que lo decía totalmente en serio.
—Habéis mejorado muchísimo —sonrió ella a Sasuke y Naruto—. Estoy 100% segura de que os ascenderán esta vez, si no metéis la pata llegando tarde…
—Lo he pillado —contestó Sasuke, dándole un codazo en el costado.
Mientras comían, después de ducharse, Seina recordó la petición de la Hokage. Kakashi-sensei asintió con rostro pensativo. Naruto y Sasuke, mientras tanto, fruncieron el ceño.
—¿Es sobre Danzo?
—Tiene pinta —dijo ella.
—Ya nos contarás qué ha pasado —pidió Sasuke.
—Si puede —intercedió Kakashi-sensei—. Hay cosas que es mejor que no sepa según qué gente.
—Lo sabremos igual —rodó los ojos Naruto, tocándose la frente.
Seina rodó los ojos también al escuchar a su hermano. Podía perfectamente ocultar información si quisiera. Aun así, no quería discutir sobre Danzo así que lo dejó correr bajo el rostro exasperado de su maestro. Después de comer, se dirigió con Kakashi-sensei a la torre de la Hokage. Curiosamente, Shizune los hizo pasar a la casa personal de Tsunade-sama. Allí los esperaba la Hokage, Shikaku y su compañero de equipo Inoichi. Ah, y el comandante anbu escondido. Alzó una ceja en su dirección, viendo su aura dorada con sus hechizos. Kakashi-sensei lo miró de reojo, pero no le hizo caso.
—¿Puedes poner algún tipo de barrera? —pidió su maestra. Ella asintió, usando los hechizos pertinentes—. Perfecto. Bueno, volvemos a estar los mismos aquí.
—Es sobre Danzo, ¿no es así? —preguntó Shikaku, luego hizo un ademán de cabeza—. No hay otro motivo por el que Seina esté aquí.
—Así es. Aunque Seina es mi aprendiz —dijo la Hokage, con tono exasperado—. Confío en ella sobre estos asuntos. Shizune, ¿puedes hacerles un resumen de lo que hemos descubierto hasta ahora?
—Con permiso. Danzo Shimura ha sido investigado de forma extraoficial. La investigación está en curso y tiene pinta de ir para muy largo. Empezamos a investigar las inmediaciones que nos indicó Seina y hemos verificado la presencia de varios miembros de Ne en el sureste de Konoha. Tenemos apostados a personal de confianza así que hemos compilado una lista de posibles ninjas y la hemos cotejado con los ninjas que supuestamente fueron reclutados de distintas familias. Hasta ahora, estamos prácticamente seguras de que varios integrantes son de diferentes clanes. Niños creídos muertos.
—Otros muchos ninjas parecen ser de familias civiles o haber perdido totalmente su identidad. Según las declaraciones de Tenzou y de Kakashi, quienes fueron miembros por algún tiempo de Ne, la mayoría de ellos no saben o recuerdan ni su propio nombre. Es posible que pertenecieran a algún clan. Tal vez incluso fueran reclutas de otros países, secuestrados de pequeños e inducidos en Ne. De hecho, estamos bastante seguros de que la mayoría de los integrantes comparten este perfil. Los integrantes de clanes parecen ser la excepción de la regla.
—¿Y de dónde ha sacado a tantos niños sin que nadie se entere? —preguntó ella.
—Todo apunta a un orfanato —suspiró Shikaku—. De tener acceso a uno, podría haberse llevado a cuantos niños quisiera sin llamar la atención a los padres. Para ello necesitaría la colaboración de, al menos, la matrona del orfanato.
—Tiene sentido —pensó la Hokage en voz alta—. Shizune, apúntalo en tu agenda.
—También sería posible que secuestrara a los niños de otros países. Incluso aunque los padres buscaran a sus hijos, aquí en Konoha no estaríamos enterados de ello —dijo de nuevo el Nara.
—¿Qué más sabemos de Danzo? —preguntó Inoichi, volviendo al tema.
—Seguimos investigando la falta de los archivos sobre el clan Uchiha, pero han desaparecido totalmente. Si siguen existiendo debe tenerlos él en su base secreta —confesó la Hokage—. Kakashi ha estado investigando la posible documentación del clan Uchiha. Gracias al jutsu que usó Seina para proteger las tierras de los Uchiha sabemos que nadie ha podido entrar así que está el complejo está intacto. Si anbu protegió esas tierras de intrusos hasta la muerte del Tercero entonces podemos aceptar de forma tentativa el hecho de que Danzo no se ha podido hacer con nada de los Uchiha.
—Puedo confirmar que un miembro anbu estuvo estacionado en el complejo Uchiha de forma constante hasta la graduación a genin de Sasuke Uchiha.
—Eso significa que hubo unos meses donde el complejo estuvo desprotegido —intercedió Kakashi-sensei—. Seina no usó ese jutsu hasta un tiempo después de que Sasuke se graduara.
—Tendremos que conformarnos con lo que tenemos —dijo Shikaku, suspirando—. ¿Y bien? ¿Qué encontraste?
—Me temo que hay indicios claros de que los Uchiha planeaban un golpe de estado. Tsunade-sama ya está enterada de todo. De forma resumida, gracias a algunas notas secretas y demás, he descubierto que los Uchiha estaban en desacuerdo con el trato que se les daba en la aldea. La forma despectiva en que algunos los trataban, así como el hecho de que el segundo Hokage hubiera sido un Senju de nuevo a pesar de ser los Uchiha uno de los fundadores de la aldea incitó que algunos de sus miembros empezaran a revelarse en contra del Tercero, quien no atajó los rumores que circulaban en la aldea.
—Rumores que quizás propagó el propio Danzo —dijo Tsunade-sama, frunciendo el ceño en dirección a Shikaku, quien asintió la cabeza—. Eso va de mal en peor.
—Así es. Algunos en el clan Uchiha, no obstante, parecían mantenerse neutrales ante lo que estaba sucediendo. Uno de ellos, Shisui Uchiha.
—Shisui Uchiha era primo segundo de Itachi. Eran bastante amigos, según lo que puedo recordar.
—Quizás eso signifique que Itachi tampoco estuviera de acuerdo.
—Y ahora viene lo peor —suspiró Shizune—. Hemos encontrado pruebas de que Orochimaru trabajó y sigue trabajando con Danzo. Al menos están en contacto. Danzo le proporcionaba… especímenes a Orochimaru para sus experimentos. De hecho, le proporcionó sus laboratorios secretos aquí en Konoha antes de ser exiliado como criminal. En la documentación robada hemos encontrado pruebas de que Orochimaru está obsesionado con tener un cuerpo con una kekkei genkai. Incluso tenía planes para cuando se hiciera con el cuerpo de Itachi Uchiha. Plan que creemos que fracasó o que todavía no ha llevado a cabo.
—¿Tenzou es un Senju? —preguntó ella de golpe. Acababa de tener una mezcla entre epifanía y presentimiento.
—No —contestó firmemente la Hokage—. ¿Por qué lo preguntas?
—Entonces, ¿cómo tiene las habilidades de Hashirama Senju?
—Orochimaru lo secuestró poco después de su graduación a genin —dijo Kakashi-sensei, sentado a su lado en el sofá—. Experimentó en él, y en muchos otros niños. Tenzou fue el único superviviente. Se escapó del laboratorio de Orochimaru con tal mala suerte que fue… encontrado y captado por Danzo en Ne.
—Pero, ¿de dónde sacó el material genético Orochimaru para hacer sus experimentos? —preguntó ella, dándose cuenta de que tampoco parecían haber caído en esa incógnita.
—…
—¿Por qué motivo crees que usó el material genético de Hashirama Senju? —preguntó Shikaku, inclinándose sobre su asiento con el rostro serio.
—Porque es la opción más rápida y fiable. Si logra cambiar el ADN de Tenzou para que tenga el mismo ADN que Hashirama Senju no solo habrá logrado reproducir una kekkei genkai extinta, sino que Tenzou, al reproducirse, perpetuará el experimento de Orochimaru. Además, es más fácil hacer un experimento con ADN que ya sabes que tiene la información genética necesaria para tu investigación que partir de la nada. Es más, pudiendo estudiar esas células y comparándolas con las de Tenzou, un experimento exitoso, Orochimaru obtendría mucha información sobre como repetir el ensayo.
—Seina tiene razón —dijo con preocupación la Hokage—. Orochimaru sería capaz de robar la tumba de mi abuelo y de hacer todo eso.
—No. No creo que fuera Orochimaru —negó ella, dándose cuenta de lo que la había molestado—. Creo que fue Danzo.
—Explícate —ordenó la Hokage.
—Creo que Orochimaru no tenía acceso a según qué material biológico. De lo contrario, ¿por qué necesitó la ayuda de Danzo para fundar un laboratorio? Hubiera podido crear uno de forma clandestina en Konoha sin ayuda, como ya ha hecho múltiples veces con sus bases por todo el continente. Creo que Danzo fue quién le facilitó los individuos con los cuales experimentar y, sobre todo, el material genético de Hashirama Senju a cambio de algo. Quizás Tenzou no escapó de Orochimaru, sino que le dejó ir a propósito como pago a Danzo… Yo investigaría las tumbas de los ninjas con kekkei genkai —mientras hablaba se le ocurrió algo más—. ¿El sharingan se puede trasplantar estando el portador muerto? ¿Qué pasó con los cadáveres de los miembros del clan Uchiha?
—Lo cierto es que no tengo esa información —respondió Tsunade-sama, después de intercambiar nuevas miradas preocupadas con Shizune—. Investigaremos las tumbas de los miembros asesinados del clan Uchiha, y de mi abuelo, para empezar. Si vemos que hay alguna cosa extraña… tendremos que investigar las otras tumbas.
—No se me había ocurrido que Orochimaru usara el material genético del Primero —pensó en voz alta Shikaku, más serio y tenso que nunca antes—, pero tiene mucho sentido. Es más, ahora se me están ocurriendo varias teorías.
—¿Cómo cuáles?
—Para empezar, el hecho de que Danzo ahora mismo tenga en sus fuerzas paramilitares a miembros del clan Aburame y del clan Yamanaka, y que abdujera a Tenzou con las habilidades de un Senju, demuestran que está muy interesado en las kekkei genkai. Lo suficiente como para acercarse a los clanes para intentar reclutar a miembros personalmente, aun sabiendo que podría llegar a oídos del Hokage. Tal vez, esté suficientemente loco como para robar las células de Hashirama Senju. De ser cierto, a Danzo le interesaría saber cómo reproducir las kekkei genkai y necesitaría la ayuda de alguien inteligente como Orochimaru, a quien podía usar también como chivo expiatorio si la cosa se torciese. Para Danzo, que Orochimaru consiguiera reproducir una kekkei genkai, aunque fuera una sola, sería muy provechoso ya que tendría a bastantes sujetos disponibles, si de verdad usaba a los orfanatos para suplir sus filas, en los que probar una kekkei genkai nueva. Si fallaba, bueno, simplemente tenía que expulsar a Orochimaru de Konoha como el criminal que es. Cosa que sucedió.
—Entonces no importaría que fueran huérfanos civiles. Si pudiera introducirles la kekkei genkai de mi abuelo… Tendría a un posible ejército con una kekkei genkai lo suficientemente poderosa como para controlar a un bijuu.
—Exacto. Es más, creo que Danzo tenía a algún Uchiha en sus fuerzas. Si fue él quien creó el conflicto con los Uchiha, le habría interesado tener a alguien desde dentro que le aportara información sobre lo que pensaban a hacer para actuar a acorde —siguió Shikaku—. En realidad, no importa si fue él o no el creador del conflicto. En cualquier situación, para Danzo era una necesidad tener a un topo. Además, desde hace tiempo sabemos que a Danzo no le han gustado demasiado los Uchiha. Seguramente por envidia, y por miedo. Incluso fue él el instigador del movimiento del consejo para requisar las tierras a Sasuke. Aun así, sí que le interesan las kekkei genkai…
—¿Estás sugiriendo que Danzo tramó todo esto para deshacerse de los Uchiha a la vez que se hacía con unos cuantos sharingan? —preguntó horrorizado Inoichi.
—Piénsalo, Inoichi. Tiene a un puñado de niños sin padres, sin clan, sin nadie que los reclame y, por otro lado, tiene varias kekkei genkai que puede… armar en estos niños como si fueran un juguete con accesorios extra. Danzo podría estar haciendo un ejército a su gusto. Y lo digo de forma literal.
—Esto es más grave de lo pensado —dijo finalmente la Hokage—. El problema es que no tenemos ni idea de los números que tiene Danzo en realidad. Si nos alzamos contra él puede ser que logre reducirnos. Más aun cuando posiblemente tenga a ninjas con diferentes kekkei genkai robadas.
—Yo empezaría buscando en la tumba del primer Hokage —recomendó Shikaku—. Lo que dice Seina tiene mucho sentido. Tenzou tiene la kekkei genkai de su abuelo. Eso debería ser suficiente para investigar el cuerpo y no debería llamar la atención si lo hacemos discretamente.
—Será mejor reforzar la seguridad de la torre Hokage primero. Cada recoveco —dijo el anbu, hablando por primera vez en largo rato—. Lo último que necesitamos es que Danzo tenga la mínima idea de que vamos tras él.
—¿Seina? ¿Podrías hacer algo así en mi oficina con tus poderes? —preguntó su maestra.
—Podría. Tendría que pensar cómo hacerlo para no dejar a fuera a la escolta anbu, pero es factible.
—Perfecto. Pasemos al siguiente punto de la lista —dijo la Hokage—. Itachi Uchiha. Adelante, Kakashi.
—Después de recapacitar sobre lo que pasó gracias a Seina y Sasuke era evidente que algo extraño sucedía. Encontré en el complejo Uchiha planes para el golpe de estado, como he dicho, pero también la copia en madera de la tabla sagrada de los Uchiha. Es una reliquia muy antigua, y privada, así que solo diré uno de los puntos que rezaba en la tabla: para obtener el mangekyo sharingan uno debe ver a su mejor amigo o a la persona más cercana morir. Yo obtuve este tipo de evolución viendo morir a… a Obito. Itachi, según las escrituras que encontré en el despacho privado y secreto de Fugaku Uchiha, lo desarrolló con el suicidio de Shisui.
—¿Quieres decir que lo vio morir? Se suponía que nunca encontraron el cuerpo de Shisui.
—Fugaku no lo dijo con palabras, pero se sobre entiende. Shisui no tenía nada de valor en su casa. Ni documentos ni ningún tipo de pruebas. Estaba limpio. A consciencia —recalcó su maestro—. Creo que no fue un suicidio sino algo premeditado. Fue un par de semanas antes de la masacre así que quizás esté relacionado con el golpe de estado. Por otro lado, he investigado las múltiples escenas del crimen. Quien quiera que lo hiciera era muy bueno. No dejaron huella en las manchas de sangre en el suelo ni en la pared ni en los muebles. Aun así, he hecho un esquema de cómo parece que sucedió todo.
>> Estoy bastante seguro de que hay 2 puntos de inicio del ataque. Está claro que algunos se defendieron mientras que otros huyeron. Esto es muy importante ya que la sangre de las personas que huyeron refleja que fueron atacadas por la espalda, en puntos distintos del complejo. Si solo hubiera atacado una persona la gente habría huido en una dirección, pero las direcciones de ambos ataques son opuestas.
—Lo que significa que o fueron 2 atacantes asesinando a la vez o Itachi jugó con ellos, apareciéndose delante de ellos cuando huían y haciéndolos cambiar de dirección antes de proceder a atacarlos de nuevo por la espalda… —musitó el anbu.
—Exacto. También he estudiado las manchas de sangre y cotejado el número de manchas que parecen ser de una sola víctima con el número de muertos que aparece en las lápidas de la familia Uchiha. Según el registro murieron 63 personas, contando a ninjas y civiles del clan. Los números coinciden. Después he estado investigando el tiempo en que se perdió la pista a Itachi antes del crimen y después del crimen. Teniendo en cuenta las memorias de Sasuke, sabemos la hora exacta a la que mató a sus padres, quienes fueron sus últimas víctimas. Así pues, Itachi debería haber matado a 63 personas, de los cuales solo 15 eran civiles, en aproximadamente 45 minutos. De los 48 ninjas que mató, solo un tercio no tenía el sharigan, y de esos 48 ninjas solo 12 eran genins o estudiantes de la academia.
—Con esos datos es muy difícil pensar que no hubiera habido resistencia.
—De hecho, el número de personas que huyó y fue asesinada por la espalda solo se eleva a 8. Mientras que los otros 7 murieron en sus casas acorralados. Eso significa que los ninjas del clan Uchiha no echaron a correr así que lo lógico sería pensar que opusieron resistencia. La que pudieron al menos…
—Es decir, que estamos casi seguros de que no estaba solo —musitó Inoichi.
—Así es, pero todos los Uchiha salvo Itachi y Sasuke, y ese falso Madara que no sabemos quién es, están muertos oficialmente así que es difícil deducir quién es el otro atacante.
—Esto da más peso a la teoría de que Itachi es inocente —dijo Tsunade-sama con expresión irritada por cómo habían fallado a un adolescente de 13 años—. Aun así, tampoco se puede descartar que fuera simplemente un aliado suyo y que simplemente quisiera deshacerse de todos.
—No tiene mucho sentido esa hipótesis —negó Shikaku—. De lo contrario, sería más lógico que hubiera matado a su hermano. Es más, después de escuchar a Kakashi la última vez que Itachi lo atacó dentro de la aldea, debo concordar con él al decir que es muy extraño que se dejara ver. Todo apunta a que lo hizo expresamente. Itachi fue un anbu. Es un ninja de élite. Podría haber pasado desapercibido de haberlo querido. Si tiramos de la hipótesis de que Danzo está implicado en todo esto y que el Tercero, de alguna forma, protegía a Sasuke de Danzo… no sería descabellado que Itachi se acercara a la aldea una vez se enterara de la muerte del Tercer Hokage para ver cómo estaba su hermano sin la protección del Hokage.
—Eso significa que debemos encontrar alguna prueba que relacione a Danzo con todo este lío. ¿Has encontrado algo más de valor en el complejo Uchiha, Kakashi?
—Me temo que no. Toda la documentación útil, que era muy poca, no hablaba de los planes de los Uchiha. En la antigua jefatura de policía Uchiha hay incluso menos información, como era de esperar. Si la hubo alguna vez, ya ha sido sustraída.
—No creo. Obviamente no iban a dejar nada que los incriminara en un lugar público —asintió Shikaku, estirando el cuello de la tensión—. Bueno. Has encontrado bastante información útil.
—Debemos saber quién fue el segundo posible atacante —dijo el comandante anbu—. En aquella época no perdimos a ningún otro ninja en el exilio así que tenemos un agujero en nuestras defensas.
—Lo sé… —suspiró la Hokage, apoyándose en una mano con cansancio.
—¿Permiso para abrir la tumba de Hashirama-sama, Hokage-sama? —pidió el anbu.
—Hazlo personalmente. Coge el cuerpo de mi abuelo y tráelo aquí. Shizune preparará una sala de autopsias en secreto. Mientras tanto… debemos capturar a uno de los ninjas de Ne con vida, fingir su muerte y preparar una celda para su interrogatorio. También en secreto. Le mantendremos con vida el tiempo que sea necesario hasta que logremos romper el sello del que hablaba Tenzou. Kakashi, tú te encargarás de capturarlo. Hasta nuevo aviso te quedarás en la aldea a la espera de que uno de ellos salga a escondidas de Konoha para llevar a cabo una misión de Danzo. Estate preparado para salir en cualquier momento. Enviaré una carta a Jiraiya para que regrese a la aldea en cuanto tengamos al prisionero.
Kakashi-sensei asintió a su lado. Tsunade-sama pasó la mirada por los demás, uno a uno.
—Por el momento no hay mucho más que hacer respecto a Danzo. No queremos alertarle de que estamos tras su pista así que actuaremos poco a poco. Volviendo a Orochimaru. Inoichi, encárgate tú del interrogatorio de los prisioneros que capturó el equipo de Tenzou en la base del país del Hielo. Shikaku-
—Lo sé. Intentaré encontrar sus bases de forma indirecta con lo que tenemos.
—Muy bien. Faltas tú, Seina —dijo con otro suspiro—. Creo que lo que te voy a pedir es lo más arriesgado de todo. Quiero un mapa de la base de Danzo y una cifra de cuántos miembros tiene. De ser posible, sus caras, un localizador… Lo que puedas.
Seina notó la pierna tensa de Kakashi-sensei a su lado durante un segundo, pero luego se relajó. Ella asintió ante la Hokage. Podía hacerlo perfectamente sin entrar dentro de la base.
—Entonces, si todo el mundo tiene claro lo que tiene que hacer… Podéis retiraros.
Chapter 44
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
A la mañana siguiente, Seina se despertó con la sensación de que todo había vuelto a cambiar de alguna forma. Kakashi-sensei pasó a ser ahora el que estaba atado a la aldea hasta nuevo aviso mientras que ella había vuelto activamente a hacer misiones. Por suerte, Naruto y Sasuke habían estado demasiado cansados como para discutir con ellos cuando llegaron a casa después de varias horas en la torre de Tsunade-sama.
—Tengo que ir poner protecciones a la mansión Hokage —dijo Seina cuando se sentó a desayunar—. Podéis acompañarme si queréis.
—¿Vas a poner runas? —le preguntó Naruto.
—Sí, y unos cuantos hechizos. Las runas son más fiables a largo plazo —explicó ella—. Pensaba usar clones para agilizar la tarea, pero si queréis podéis venir y os explico lo que voy a hacer.
—Me parece bien. Quizás no pueda activarlas, pero puedo tallarlas como tú —se encogió de hombros Sasuke.
—De hecho… He estado pensando en eso, ¿sabéis?
—¿En una forma para que podamos activar runas? —preguntó Kakashi-sensei con interés—. ¿Qué se te ha ocurrido?
—Este mundo no tiene magia, pero tiene el chakra y la energía natural. La energía natural es la que mantiene activas las runas que uso en mis inventos una vez las activo yo con mi magia por primera vez. Eso quiere decir que, de alguna forma, la energía shizen de la naturaleza debe ser parecida a la magia…
—¿Crees que si usamos la energía natural podríamos activar las runas sin necesidad de que tú las activaras primeramente? —preguntó Sasuke. Ella asintió—. ¿Se podría hacer?
Kakashi-sensei, viendo las miradas del equipo al completo, rumió un poco la pregunta.
—En realidad hay gente que usa el senjutsu, que es como se llama a la combinación de la energía shizen con el chakra físico y espiritual de una persona. De hecho, Jiraiya-sama es experto usando esta técnica así que podría enseñaros.
—¿¡En serio!? —exclamó Naruto al escucharlo—. ¡Se lo tenía bien escondido el pervertido!
—No os emocionéis mucho. No tengo ni idea de si aceptará ayudaros o no. Ni siquiera sé cómo se entrenó para llegar a ese punto.
—¡Pero, imagínalo! ¡Si Seina-nee tuviera razón y supiéramos como usar el senjutsu podríamos usar runas!
Seina sonrió al ver a Naruto exuberante mientras que Sasuke asentía con entusiasmo en silencio. Sabía que, en parte, estudiar runas haría que no se sintieran tan distanciados de ella. De hecho, esa era una de las razones por las que había comentado lo de la energía shizen. Eso y porque saber runas sería una ventaja para su equipo. Aun así, no sabía si realmente funcionaría activando runas. Una cosa era aportar energía neutral a sus runas y otra era mezclar energía natural con el chakra de una persona.
Para su grata sorpresa, Kakashi-sensei acabó por acompañarlos a la torre de la Hokage. Pasó toda la mañana explicándole cómo usar las runas ante su atenta mirada, y enseñándole a tallarlas de forma correcta. Horas después, mientras Sasuke, Naruto y sus clones tallaban el grueso de las runas, Seina observaba como Kakashi-sensei empezaba sus primeros pinitos con las runas. Se sentía extraña ya que ahora ella estaba actuando como la profesora, y no al revés. Aun así, Kakashi-sensei comprendía al vuelo todo lo que le estaba diciendo así que no le resultó pesado explicárselo todo con pelos y señales bajo los hechizos anti espía que había colocado.
—No sabía que fuera tan complicado —confesó su maestro más tarde, cuando descasaron para comer algo—. Haces que parezca extremadamente fácil cuando inventas algo.
—Normal. Soy maestra de runas desde hace 94 años —sonrió ella—. Si no pudiera hacer algo tan simple en minutos me retiraría.
El jonin sacudió la cabeza ante sus palabras, algo incrédulo como cada vez que le recordaba su edad. Acabaron de proteger la mansión de la Hokage un par de horas más tarde. Tsunade-sama se reunió con ellos cuando le envió una nota.
—¿Ya has acabado? ¿Cómo funciona? —preguntó Tsunade-sama.
—Básicamente, el jutsu se activa cuando las puertas y ventanas están cerradas. Siempre. En el caso de que las zonas de entrada estén rotas, por ejemplo, una ventana rota, existe una forma de activar manualmente el jutsu —demostró cómo hacerlo con una gota de sangre y un pulso de chakra en el clúster rúnico escondido—. El inconveniente de esto es que si la torre fuera destruida este jutsu no funcionaría ya que está ligado a la estructura.
—¿Cuántos espacios tienen esta protección?
Seina le enumeró las habitaciones que había pensado que serían útiles como el dormitorio, el despacho privado, la oficina pública, la sala de reuniones y una de las habitaciones de invitados.
—Como le ordenó a Shizune usar un espacio para el prisionero de Ne, he pensado que podría usar una de las habitaciones vacías. De este modo, aunque gritara, nadie le escucharía desde fuera.
—Mmm… Bien pensado. ¿Existe alguna forma de sellar a alguien dentro de un lugar para que no pueda escapar?
—Claro que sí.
—Bien. En cuanto Shizune modifique la habitación te volveré a llamar.
Seina le estuvo explicando cómo funcionaba la barrera. Cómo actuaba como “burbuja” silenciando y confundiendo a posibles espías que pudieran estar en las paredes o incluso espiarla desde lejos por las ventanas. Bueno, a todos salvo a ella. Eso significaba que los anbu que se escondían en las paredes de la habitación se quedarían fuera de la barrera así que no podrían ver ni oír si la Hokage los llamaba. Era un gran inconveniente, pero necesario. Para suplir esa carencia, la Hokage tendría que usar plantas de interior o quizás una falsa pared donde pudieran esconderse sus ninjas dentro de su oficina y, por lo tanto, dentro de la barrera.
—¿Y qué pasa si ya hay alguien dentro de mi despacho y lo sello dentro de la barrera conmigo allí?
—Ya lo había pensado así que he hecho estas otras gafas para ver las auras. Así es como uso mis poderes para percibir a la gente —explicó Seina, entregándole unas gafas llenas de runas—. Podrá comprobar antes de sellarse a dentro si hay alguien más de lo esperado. Podría haber pensado en otra cosa, pero vamos algo escasos de tiempo…
—Esto es perfecto —sonrió Tsunade-sama poniéndose las gafas—. ¿Cómo se te ocurren estas cosas?
—¿Así es cómo lo ves todo siempre? —preguntó Kakashi-sensei, probándose las gafas—. Puedes detectar a alguien a través de las paredes. Huh. Increíble.
—Siempre no, pero lo uso frecuentemente.
—¿Cuánto alcance tienen?
—Unos 10 metros.
Dejó que jugaran con las gafas mientras recogía sus cosas en la riñonera. Tsunade-sama activó las runas por primera vez después de comprobar que no había nadie sospechoso en su despacho. Sus guardaespaldas anbu, dentro de la habitación, no dijeron ni mu. Vio como guardaba las gafas en uno de sus bolsillos secretos y se sentaba en la silla.
—Te quería dar esto, Seina —dijo la Hokage, entregándole un mapa—. Aquí es donde está base de Danzo. Sé que podrías encontrarla con tus poderes, pero al menos así te ahorro algo de tiempo. Aquí está la puerta de entrada, si es que se le puede decir así, pero no sabemos cuán grande es por dentro.
—Genial —contestó ella, tomando el mapa y memorizándolo con su oclumancia—. Me pondré hoy mismo con eso.
—Perfecto. Si te toma unos días no importa. Lo importante es que no te detecten.
Ella asintió. Usaría unos cuantos hechizos sobre sus invocaciones para que no pudiera detectarlos ningún ninja. Necesitaría también una libreta y algo para ir esbozando un mapa mientras se adentraba en la base. Lo de hechizar a los ninjas era más complejo, pero sí que podía tener una idea de cuántos ninjas había dentro. Justo cuando lo pensó, se acordó del antiguo mapa de los merodeadores. Podía hacer uno parecido, pero necesitaba anclar las runas del mapa a las barreras mágicas inexistentes del cuartel general de Danzo… Mmm… Interesante.
Notó la mirada intensa de su maestro en la frente y pestañeó, volviendo en sí. Tsunade-sama tenía una ceja alzada en su dirección, pero no le preguntó. Se despidió de su maestra saliendo de allí con su jonin sensei. Naruto y Sasuke hablaban delante de ellos de su última misión de rango C mientras que Seina caminaba al lado de Kakashi-sensei pensando en los pros y los contras de crear un mapa. Al final, decidió hablar con su maestro en la privacidad de su casa para ver qué pensaba él.
Para su poca sorpresa, cuando entraron en su propiedad, tras las barreras mágicas, Kakashi-sensei se giró a mirarla.
—¿Y bien? ¿Qué se te ha ocurrido?
—Sentémonos y te lo explico.
Naruto y Sasuke, cuando escucharon su intercambio, se giraron con curiosidad.
—¿Qué sucede? —preguntó Sasuke, sentándose en la silla del comedor.
—Se me ha ocurrido algo para mi misión de espiar a Danzo, pero tiene algunos inconvenientes. Estaba pensando en un mapa. ¿Os acordáis de cuándo os hablé del mapa de mi padre y sus amigos? —preguntó ella, aceptando las galletas que le entregaba su hermano—. Pues lo mismo, pero con la base de Danzo.
—¡Eso sería genial! —exclamó Naruto con una sonrisa—. La vieja Tsunade sabría quiénes son los esbirros de Danzo y también podría planear un ataque de ante mano.
—Sí, pero también alguien podría robar el mapa e intentar reproducirlo. Quizás también pensaran que Konoha tiene esta tecnología para espiar a otros países y eso podría suponer un gran conflicto.
—Entonces Seina solo tiene que esconder el mapa, hacer que solo la Hokage pueda verlo o algo así. No sé, con los poderes que tiene puede hacer cualquier cosa —se encogió de hombros Sasuke.
—Otro inconveniente es que necesito poner una barrera mágica entorno a la base de Danzo. Para ello, necesito colocar en su interior, en algún lugar escondido, una cámara rúnica con una piedra suficientemente poderosa como para que las barreras no colapsen. Después de eso, podría crear un mapa desde lejos usando las barreras para identificar a todo el mundo que pisara el cuartel de Danzo.
—Pero necesitas entrar adentro —confirmó en voz alta Kakashi-sensei. Ella asintió—. ¿Y no pueden de ninguna forma hacerlo tus invocaciones o tus clones?
—Supongo que parte del proceso sí, pero finalmente tendría que entrar yo a activar las barreras.
—¿Y por qué no usas tus poderes para dormirlos a todos desde lejos y los mantienes prisioneros? —preguntó Naruto. Sasuke y Seina le miraron con algo de asombro, pero Kakashi-sensei negó firmemente con la cabeza.
—Aunque pudiera capturar a los que están en ese momento dentro de la base, ¿quién nos dice que esa gente son el 100% de los shinobis bajo el mando de Danzo? —refutó la propuesta de su hermano el jonin—. Además, nuestro problema principal es que no sabemos la identidad de ninguno de ellos. Imagina que Seina captura a 50 de 100 siervos de Danzo. Los otros 50 se dan cuenta de que algo sucede y se esconden hasta nuevo aviso, o quizás traman algo lejos del cuartel de Danzo. Habríamos perdido toda la ventaja que tenemos ahora. Incluso aunque pudiéramos deshacer en poco tiempo los sellos que tienen en la lengua, eso no significa que ellos mismos sepan la identidad de los demás compañeros de Ne.
—Ya… —suspiró ella, viendo que tenía razón—. Ni lo había pensado, Naru, pero Kakashi-sensei tiene razón. Si logro hacer el mapa y Tsunade-sama los espía durante un tiempo, tarde o temprano se presentarán la mayoría en el cuartel y sabrá quiénes son.
—Mientras tanto, Jiraiya-sama tendría que tener el tiempo suficiente como para pensar una forma de deshacer sus sellos sin que Seina tenga que intervenir. No sabemos qué podría pasar si usara sus poderes en el prisionero de Ne. No, la estrategia de Tsunade-sama es la más eficiente y menos arriesgada. Un ninja puede morir en una misión sin llamar la atención, pero que desaparezcan sin más la mitad de fuerzas de Danzo no pasaría desapercibido —sentenció Kakashi-sensei. Luego se giró a mirarla a ella—. Para hacer el mapa, ¿cuánto tiempo necesitarías dentro de la base de Danzo?
—Al menos una hora para prepararlo todo, si puedo introducir unos 3-4 clones. Yo en persona quizás 10 minutos —respondió ella—. Antes que eso necesito pensar en algún tipo de barrera mágica que no sea contraproducente alzar y que sea la más fácil posible.
—Tendremos que hablar con Tsunade-sama de esto —informó Kakashi-sensei—. Ella puede convocar al consejo a su oficina en algún momento. Con Danzo lejos de su cuartel debería ser menos peligroso para ti entrar.
—Es decir, que tendré que coordinarlo con Tsunade-sama. Bueno, sea como sea, tendré que planearlo de ante mano antes de hablar con ella. Necesito pensar en mi estudio qué hacer.
Se fue a su estudio a pensar qué debía hacer para crear un mapa. Para empezar, necesitaba el mapa esbozado previamente a la barrera mágica. Luego tendría que usar una sala cerrada del cuartel de Danzo para poner su cámara rúnica, podía incluso usar el fidelus para esconderla de forma que Danzo nunca se daría cuenta de que estaba allí. Además, necesitaba una barrera mágica que no entorpeciera el trabajo de los ninjas ni fuera percibida por Danzo a consecuencia de su activación. Es decir, no podía poner una barrera mágica anti-ninjas, si existiera, porque Danzo se daría cuenta de que no podía entrar en su propia base… Pero… podía poner una barrera mágica anti elfos domésticos. No serviría de absolutamente nada ya que no había elfos domésticos en esta dimensión, pero sería suficiente como para activar la piedra rúnica dentro de la cámara. Después de eso, solo tendría que ligar con unos hechizos el mapa previamente esbozado con la piedra activa. ¡Y voilà!
Todas las personas que estuvieran dentro de la barrera se verían plasmadas en el mapa, y no se darían cuenta de que había tal barrera. Fue anotando sus pasos, dándose cuenta de que hasta aquí era relativamente fácil. Kakashi-sensei, no obstante, tenía razón. No podía dejar que mucha gente se diera cuenta de que un mapa así existiera o eso aumentaría el valor de su cabeza. No. Tendría que hacer que el mapa solo lo vieran personas autorizadas con sangre. Por lo tanto, runas de sangre y magia de sangre. Como no. En realidad, ni siquiera sabía por qué le había preocupado. Si usaba las mismas runas en el mapa que usaba con su riñonera, solo Tsunade-sama, quién ella decidiera y Seina podrían ver el mapa.
Estaba claro que el mayor problema era adentrarse en la base de Danzo. No sabía qué trampas tenía allí adentro, ni si podrían detectarla con algunos poderes experimentales... Necesitaba mandar con urgencia a sus invocaciones adentro para hacerse una idea de lo que se le venía encima, y para hacer el mapa.
—Bien… ¿Qué piedra puedo usar? —pensó en voz baja para sí misma, mirando su colección de cristales y minerales—. Mmm…
Seleccionó una intermedia, lo suficiente como para activar una sola barrera, y empezó a tallar las runas con sus afiladas herramientas. Tardó apenas una hora en llevar a cabo la primera parte. La otra parte tendría que ser en el mismo cuartel de Danzo. Dejó la piedra en uno de los cajones y cogió uno de sus rollos de pergamino en blanco de tamaño grande. Metió todo lo que necesitaba en su riñonera y salió de su estudio.
Cuando bajó, un par de horas más tarde, se encontró a Naruto cocinando con la ayuda de Sasuke mientras que Kakashi-sensei estaba sentado en el sofá leyendo un libro. La miró por encima de las páginas.
—¿Ya has acabado de maquinar? —preguntó con una leve sonrisa.
—Eso creo. Mañana mismo tantearé el terreno. Necesito hacer un mapa previamente así que enviaré primero a mis invocaciones. En cuanto lo tenga claro pediré a Tsunade-sama que aleje a Danzo de su cuartel con una cita.
—Ten cuidado.
—Lo tendré —dijo ella, estirándose en el sofá y poniendo las piernas sobre su regazo—. Lo he pensado a fondo.
Sintió la mano de Kakashi-sensei sobre su tobillo mientras leía. Escuchó de fondo a su equipo discutir entre risas a la vez que desconectaba mentalmente. Se acordó de que al día siguiente tenía que ir al hospital para hacer su ronda. Ya no tenía que ir cada día a trabajar allí, solo jueves y viernes. Eso significaba que cobraba menos con su trabajo como médico, pero tenía más tiempo libre para otras cosas. Como entrenar, realizar los pedidos puntualmente de la Hokage y seguir estudiando.
Se despertó de golpe de su duerme vela cuando sintió a Sasuke acercarse a ellos.
—La cena está lista.
Se enderezó desperezándose. Kakashi-sensei le tendió la mano y tiró de su peso muerto con una risa. Vio como Naruto estaba poniendo la comida en la mesa al mismo tiempo que Sasuke se sentaba en su lugar habitual.
—¿Mañana vamos a entrenar? —preguntó Sasuke mirando a Kakashi-sensei.
—Sí. Ahora que estoy confinado en la aldea hasta nuevo aviso tengo más tiempo así que podemos seguir entrenando. Sobre todo, tú, Seina. Sasuke y Naruto pasarán fácilmente los exámenes, pero a ti te quedan muchas cosas por estudiar.
—Lo sé —gimió ella—. Me he hecho un horario así que debería acabar de estudiar los textos en 2 meses.
—Tienes tiempo.
—¿Cómo es el examen de jonin? —preguntó su hermano con curiosidad—. ¿Es muy diferente al de chunin?
—El examen de jonin consta de 4 etapas: un examen escrito, un examen de supervivencia, batallas uno contra uno y llevar a cabo una misión en 7 días como máximo. Todas las etapas se cursan de forma individual. En la primera parte, en el examen escrito, el candidato se somete a un sello temporal para que no pueda usar chakra para copiar. Durante el combate tampoco puede pelear con invocaciones o animales de asistencia como los perros de los Inuzuka. Mientras que en el examen de supervivencia solo se puede llevar 2 armas y nada más.
—Ugh… eso quiere decir que uno tiene que saberse los libros que está leyendo nee-chan de memoria, ¿no?
—Me temo que sí —sonrió el trol de Kakashi-sensei con los ojos cerrados.
—Parece muy difícil —frunció el ceño Sasuke—. ¿Cuánto tiempo dura la prueba de supervivencia? ¿Y qué tipos de misiones se hacen?
—Depende de la dificultad, te puede tocar una misión u otra. Durante el examen de supervivencia, cada persona recibe un pergamino con una misión pero, además, debe robar un segundo pergamino. Esto reduce el número de candidatos a la mitad. Una vez se acaba la prueba de supervivencia, los que quedan luchan uno contra uno. Los que se han calificado tienen una prueba final: llevar a cabo una de las dos misiones que hay en los pergaminos que ha obtenido en la prueba de supervivencia. Hay misiones fáciles, moderadas y difíciles. Como imaginaréis, todos quieren tener el pergamino con la misión fácil, aunque también supone tener menos tiempo para llevarlas a cabo.
Naruto y Sasuke la miraron con algo de horror al escuchar todo lo que tendría que hacer. Ella, sin embargo, empezó a sentir esa sensación competitiva que siempre afloraba cuando se encontraba de cara con un reto que parecía insuperable. No pudo suprimir la sonrisa excitada al darse cuenta de que en esos exámenes estaría totalmente sola. No tendría por qué esconderse de posibles compañeros de equipo. Eso le había quitado un peso de encima. Escuchó un bufido de risa delante de ella.
—Al parecer a Seina no le preocupa demasiado.
—Estoy deseando que llegue ese día.
—Recibirás mucha atención. Espero que lo sepas —avisó su maestro—. Muchos creerán que, por tu edad, eres carne fresca. Aunque otros, los más inteligentes, seguramente te dejarán de lado.
—¿Por qué? —preguntó su hermano.
—Porque los candidatos son recomendados por los Kage. Si Seina está en el examen es porque fue recomendada personalmente. Eso significa que no debe ser muy débil a pesar de su corta edad.
—En definitiva, no tendré muchos aliados durante el examen —rodó los ojos ella—. No me importa.
Acabaron de cenar charlando sobre los exámenes de jonin. Esa noche, cuando se tumbó en su cama para irse a dormir, se dio cuenta de que, al menos unas semanas, tendría más tiempo para estar con Kakashi-sensei. A pesar de que vivían en la misma casa le echaba de menos. De repente, se le pasó por la cabeza ir a su cuarto para estar con él a solas. Curiosamente, una parte de sí se avergonzó por sentir ese deseo. Se estaba comportando como una adolescente insegura. Casi no recordaba cómo era sentirse así porque hacía tanto tiempo que había perdido a George… Casi toda una vida.
Nunca había imaginado que podría volver a querer a alguien con la misma intensidad con la que quiso a George. Si bien Kakashi-sensei no era su difunto marido eso no significaba que lo quisiera más o menos, simplemente… Lo quería de forma diferente a la que quiso a George. George, en su fuero interno, había sido un bromista total. Le había gustado reírse de la vida. Vivirla al límite, casi despreocupadamente. Eso no significaba que hubiera sido un irresponsable, pero, comparándolo con Kakashi-sensei, carecía de la seriedad con la que el jonin se tomaba las cosas. Esa cualidad de George la había excitado e irritado incontables veces por igual.
Kakashi-sensei, al contrario, solo parecía despreocupado, pero no lo era realmente. En realidad, era una de las personas más protectoras y consideradas que había tenido la suerte de conocer. Al contrario que George, Kakashi-sensei era mucho más comedido y se tomaba las cosas, quizás, demasiado en serio, aunque intentaba no demostrar cuánto lo afectaba según qué cosas. Era el tipo de persona que almacenaba cualquier pizca de información de sus seres queridos simplemente porque apreciaba esos detalles.
Su relación con George había sido como una montaña rusa. Llena de altos muy altos y de bajos muy bajos, sorprendente y poco habitual. A veces, demasiado intensa, para bien y para mal. No podía opinar sobre cómo era estar en una relación completa con Kakashi-sensei, pero, de momento, era un giro de 180 grados. Kakashi-sensei era noches en el sofá hablando de sus sentimientos más secretos, citas a solas donde lo importante eran solo ellos dos y no el lugar, entrenamientos duros para asegurarse que regresaban a casa… Eran como diferentes caras de la misma moneda.
Se levantó de su cama con el corazón desbocado, pero iba a hacerlo. Subió las escaleras y, antes de que pudiera dudar, tocó suavemente a la puerta. No tardó ni 5 segundos en abrirse. Kakashi-sensei la miró algo sorprendido, pero la dejó pasar.
—Seina. ¿Pasa algo? —preguntó, tocándole el hombro.
—No. Bueno, sí. No te rías, pero te echo de menos —confesó, sintiendo como se estaba sonrojando en la oscuridad.
—…Yo también te echo de menos —confesó después de una pausa sorprendida—. Estos últimos meses han sido una locura, pero ya verás como todo se estabiliza.
—Supongo que tienes razón.
—¿Quieres sentarte?
Seina se sentó sin mediar palabra. El colchón era idéntico al suyo. Super cómodo. Kakashi-sensei se sentó a su lado. Antes de que pudiera decir algo más, su maestro le cogió la mano, dándole un beso en el dorso.
—No hagas esas cosas o tendré que abrazarte.
—¿Yo no puedo cogerte la mano, pero tú si puedes dejarme postrado con un beso? —sonrió el jonin, quitándose la máscara—. No sé si me parece justo.
Le volvió a dar otro beso en la mano, mirándola a los ojos mientras lo hacía. Tuvo que evitar tragar ruidosamente al ver en sus ojos algo que no quiso definir.
—Puedes abrazarme siempre que quieras —dijo en voz baja.
Seina lo abrazó. Enterró su rostro en su cuello, sintiendo los brazos rodearla también. Un segundo después, Kakashi-sensei se tumbó sobre la cama con ella encima de su pecho.
—Puedes besarme siempre que quieras —murmuró contra su piel.
—Lo tendré en cuenta...
No supo cómo, pero se durmió profundamente. Ni siquiera se despertó cuando la puso bajo la manta, pero debió haberla arropado antes de irse a dormir él también.
Se despertó al día siguiente prácticamente en la misma postura. En shock. Su idea no había sido quedarse a dormir toda la noche en los brazos de Kakashi-sensei, pero eso era justamente lo que había pasado. El jonin, obviamente, estaba despierto, aunque tumbado a su lado.
—¿Cómo has dormido?
—Si sigues acariciándome el pelo me volverá a dormir —le recriminó, aunque no lo decía en serio.
—Será mejor que pare entonces —rio calladamente, notando las vibraciones de su pecho—. Ambos tenemos muchas cosas que hacer.
—Ugh… ¿Para qué me lo recuerdas?
Pensar en Danzo le cortó el rollo por completo. Tenía que hablar primero con Tsunade-sama para poder llevar a cabo su plan en su totalidad pero, mientras tanto, podría ir creando el mapa.
—Iré a ducharme —suspiró ella—. No me apetece nada lidiar con Danzo.
—Si te ha mandado esa misión Tsunade-sama es por algo. Por mucho que no me guste que te mezcle con él y sus… planes.
—Lo sé, pero soy una chica grande —le recordó. Consiguió arrancarle otra risa—. Además, no pienso ponerme en peligro. No te preocupes.
—Lo sé —aseguró antes de aparecerse en su propio cuarto.
Le había costado, pero había aprendido a valorarse como persona, más que como herramienta, con la terapia. Tardó años, pero finalmente se dio cuenta de que su vida tenía el suficiente valor como para no ponerse en peligro tontamente como había hecho múltiples veces durante su adolescencia. Quería vivir durante muchos años con su familia así que no podía cometer errores o ser imprudente. Había tardado un tiempo en aceptar que no podía actuar como lo había hecho durante años, en Hogwarts, pero tener familia que dependía de ella la había ayudado muchísimo.
Cuando en terapia le hicieron recordar sus memorias se dio cuenta de lo poco que había apreciado su propia vida. Había estado al borde de la muerte incontables veces sin necesidad alguna o motivos suficientes. Se había enfrentado a un adulto sabiendo que era aliado de Voldemort en lugar de consultarlo con otro profesor, además de McGonagall. Había arriesgado su vida por salvar a una niña a la que no conocía, simplemente porque era la hermana pequeña de un amigo que solo conocía desde hacía un año. Casi perdió su alma a los dementores por salvar la vida de su padrino, a quien había creído culpable de la muerte de sus padres horas antes. Incluso había participado en el torneo sin pedir ayuda legal sobre el contrato mágico, dando por sentado que le habían dicho la verdad. Por no hablar de cómo dejó que Umbridge la torturara durante un año entero, en lugar de deshacerse de ella o agachar la cabeza.
Había sido una verdadera idiota. Ingenua, alguien fácil de manipular, de vista corta… Años después, en terapia, eso la había amargado durante meses. Se había dado cuenta de cuántas cosas podría haber hecho distintas sin tener que sufrir tanto por el camino, de cuánto la habían fallado sus profesores y otras figuras de autoridad. La habían manipulado de tal forma que había sacrificado su vida en lugar de buscar otra opinión sobre el horrocrux de su frente. ¿En qué parte de la profecía decía que Voldemort tenía que matarla para destruir el trozo de alma en su cicatriz? Dumbledore había sido muchas cosas, pero no era omnisciente. Ella había tardado años en darse cuenta de eso. Hermione ni siquiera había aceptado esa verdad hasta años más tarde, cuando Seina usó una pensadera para recopilar suficientes pruebas irrefutables que la ayudaron a abrir los ojos y dejar de enterrar la cabeza en la arena como un avestruz.
Cortó el agua, dejando de pensar en los turbulentos inicios de su antigua vida, y se vistió. Tenía un largo día por delante. Lo último que necesitaba era tener un conflicto interno pensando en las penurias de su otro yo.
Chapter 45
Notes:
Advertencias: mención de tortura, ligero underage.
Chapter Text
Seina, invisible, se acercó a las inmediaciones del cuartel de Ne. Recordó el mapa que había visto de la Hokage y supo que estaba delante de ella, a pesar de no poder distinguir un edificio ni una entrada. Debía admitir que Danzo, por muy mal que le cayera, no era un ninja cualquiera. Invocó a sus criaturas desde lo alto de una rama, escondida a unos pocos metros en las hojas con su brazalete y sus hechizos.
El proceso era el mismo de siempre. Enviar a sus invocaciones, espiar desde lejos, esbozar un mapa mental (o en papel, en este caso), usar el hiraishin para introducir a sus clones o a ella, según la necesidad, y regresar de nuevo con el hiraishin. No se había dado cuenta, pero había desarrollado sin proponérselo un modus operandi de infiltración único. Quizás por eso Tsunade-sama la había mandado al país del Hielo con Tenzou. Perdón, Yamato. Para ella, las trampas no resultaban una amenaza porque podía saltárselas usando los puntos ciegos de los lugares en los que se infiltraba.
El inconveniente de todo esto era el tiempo que perdía estudiando de ante mano la base. Hasta que no estaba segura de que era posible entrar sin correr peligro podían pasar horas. Hubiera sido mucho más rápido entrar por la puerta e ir lidiando con lo que se encontrara. También hubiera sido infinitamente más peligroso. Como no tenía prisa y no quería arriesgar su cuello, se tomó su tiempo.
Empezó a dibujar un pequeño mapa en una hoja. Era su primer esbozo de mapa y no estaba hecho a medida. Simplemente le servía para tener direcciones y hacerse una idea de cuántos espacios había, qué eran y dónde estaban. Lo primero que vio fue un largo túnel subterráneo que se bifurcaba como un laberinto. Por fortuna, a pesar de las vueltas que daba para intentar confundir a un posible infiltrado, solo un túnel conducía a alguna parte y no había salas secretas por el camino. Unas 6 bifurcaciones eran callejones sin salida con multitud de trampas mientras que el camino real daba paso a un gran vestíbulo triangular con altísimas paredes de hormigón gris cuyo techo, a nivel del suelo de la aldea, era de cristal. Observó que el techo acristalado estaba bajo un genjutsu, así como multitud de barreras de fuinjutsu.
Este mismo vestíbulo tenía un puente central rodeado a ambos lados de una fosa profunda que se adentraba en la tierra, como el resto de la base subterránea. Seguramente habrían tardado meses en construirlo todo desde el secreto más absoluto. Observó unas 2 enormes columnas de las cuales salían unas vigas, junto a unas tuberías gigantescas que no sabía qué contenían. Al otro lado del vestíbulo había una entrada, del tamaño de una puerta doble, que daba paso a la verdadera base de Danzo.
Curiosamente, no se había topado con un solo ninja hasta el momento. Cuando entró por un resquicio diminuto de la puerta, usando a sus insectos invocados, contempló de nuevo la oscuridad. Estaba claro que a los criminales les encantaba las bases secretas dentro de cavernas. Tardó casi 20 minutos en encontrar la primera puerta. Resultó ser un almacén de provisiones, pero nada importante. Vio uniformes nuevos colgados en perchas, máscaras blancas apiladas sobre una estantería, armas, mochilas, etc. El siguiente descubrimiento fue otro almacén, pero de productos de limpieza y de mantenimiento.
Vio unas cocinas en el ala derecha del complejo junto a una cantina sorprendentemente pequeña. Como mucho podrían usarla unas 10 personas. Estaba claro que no estaba pensada para que comieran allí los ninjas de Ne. Al menos, no todos ellos. Estuvo varias horas inspeccionando el ala derecha. Estaba vacía. Como parecía estarlo el cuartel entero. Comprobó la hora con un hechizo, dándose cuenta de que pronto sería la hora de comer, y esperó pacientemente.
Mientras tanto, siguió investigando el complejo. Por lo que podía ver, se extendía bajo la montaña oeste de Konoha. La misma montaña donde estaba tallada la cara de su padre. Con razón tenían tanto espacio. La iluminación, no obstante, dejaba bastante que desear. Solo le dio tiempo de llegar a la primera puerta en el ala izquierda cuando empezó a escuchar vida. Detuvo a todas sus criaturas, a pesar de que estaban bajo hechizos de protección, y espió.
No reconoció a nadie porque todos tenían el mismo uniforme con máscaras blancas en el rostro. Algunos eran adultos mientras que otros eran claramente niños. Nadie hablaba. Ni siquiera se miraban. Actuaban como robots. Seina sintió un escalofrío al percibir el tétrico ambiente en el que vivían día tras día esa gente. Vio como caminaban hasta la cocina, poniéndose en fila india sin que nadie se lo pidiera. Una ventanilla se abrió y unas manos sacaron una bandeja metálica con la comida. El primero de la fila la cogió sin mediar palabra y se fue. Lo mismo hizo el segundo, el tercero, el cuarto… Con curiosidad, se preguntó dónde irían a comer hasta que vio a alguien acercarse al pasillo izquierdo.
Uno de ellos abrió la puerta y vio durante unos escasos segundos lo que parecía ser una habitación de 5 metros cuadrados. Había una litera elevada clavada en lo alto de una pared, bajo la cual había un pequeño escritorio con un par de cajones, y una silla de madera que parecía ser de lo más incómoda. En la pared contraria, una cómoda de 4 cajones bastante alta. La puerta se cerró y no pudo ver nada más. Supo entonces, con algo de pesar, que cada uno iba a comer a solas en su claustrofóbica habitación sin ventanas, iluminada con unas lámparas de aceite o velas.
De repente, se acordó de Yamato. Él había sido miembro de Ne a la fuerza. ¿Por qué no le había dicho a la Hokage las condiciones de vida de los ninjas de Ne? Aunque, pensándolo mejor, Kakashi-sensei le había dicho que Danzo lo reclutó personalmente. ¿Estaría solo hablando de su reclutamiento? O, tal vez, ¿había algo más? Que ella supiera, no había ningún mapa de la base de Danzo. Ni siquiera habían sabido donde estaba, a pesar de que su propio maestro fue reclutado en Ne. ¿Tendría Danzo otra base? Tomó nota para preguntárselo después.
Había pasado ya casi 5 horas espiando la base de Danzo y no había llegado ni a la mitad. Esperó un rato hasta que todos recibieron su comida y la ventanilla de la cocina se cerró con candado antes de moverse de nuevo. Había contado unas 38 personas con bandejas. No sabía cuántas más podría haber en la cocina ya que solo había visto a una persona sirviendo la comida detrás de la ventana opaca, pero dudaba que 38 personas representasen el número total, real, de las fuerzas de Danzo.
Horas más tarde, descubrió en el ala izquierda una sala enorme con cubículos cerrados para ducharse y para hacer sus necesidades. Estaba claro que no había distinciones de sexo. Todo era igual. Suelo gris, paredes grises, antorchas, puertas grises… Lo único distinto era el lavamanos blanco. Ni siquiera había espejos. Aunque, ¿para qué? Si nadie se quitaba la máscara en público. Incluso la ristra de duchas y de váteres estaban aislados los unos de los otros para que tuvieran privacidad total y evitaran descubrirse entre ellos.
Cuanto más tiempo pasaba ahí adentro espiándolos, más deprimida se sentía. El hecho de que todo fuera gris le absorbía la energía. Se preguntó si realmente había sido hecho a propósito, y si lo habían montado así para mantener a raya a los siervos de Danzo con una depresión constante. El sonido de varias armas chocar en el ala derecha le llamó la atención. Era una enorme sala de entrenamiento. Contempló a dos desconocidos luchar con sus katanas. Estaban solos y parecían totalmente concentrados en la pelea.
Los dejó a solas, viendo que no era nada importante, y siguió adentrándose en el ala izquierda. Salvo el baño compartido, todas las habitaciones eran un calco una de otra. Contó 100 habitaciones en total y 4 baños compartidos cada 20 habitaciones, además del primero que vio. Sacó un bento de comida, notando el sol en todo lo alto, y se alimentó mientras seguía con su misión. Entró en unas cuantas habitaciones, contemplando a gente comer o dormir, o mirar el techo con el rostro en blanco. No conocía a ninguno de ellos. La mayoría parecía gente normal. No tenían rasgos distintivos de clanes ni nada parecido así que desistió. Tenía cosas más importantes que espiar.
El ala derecha resultó ser otro chasco. Solo había cosas relacionadas con el servicio como la lavandería, la cocina, la despensa, el congelador, las neveras, una zona de basuras, un incinerador enorme y una sala de relax con sofás y una mesa. Solo vio a un par de personas encapuchadas ir de un lado para otro haciendo tareas domésticas. Incineraron alguna ropa llena de sangre hecha harapos, limpiaron la cocina, guardaron las sobras de comida, agruparon la basura dentro de un carrito, pusieron varias lavadoras y secadoras… Estaba todo tan automatizado que se preguntó cuánto tiempo había estado operando Danzo para llegar a este nivel de eficiencia. ¿Habría desmantelado Ne cuando se lo ordenó su padre o simplemente lo había hecho ver?
Cerró el diario y desinvocó a sus criaturas poco a poco, lejos de los anbu de Ne. Había pasado todo el santo día en el árbol. Se merecía un descanso. Se apareció en casa, usando su magia para no llamar la atención. Tenía controlado su chakra, pero no iba a arriesgarse teniendo un escondite tan bueno justo delante de la base de Danzo. En cuanto supo que estaban en la caseta, seguramente entrenando. Dejó a un par de clones cocinando mientras se encaminaba a su estudio para empezar a transcribir en un pergamino el boceto en sucio que había hecho de parte de la base. Todavía le quedaba mucho por descubrir.
—¿Nee-chan? —llamó Naruto un rato después.
—Estoy aquí, Naru.
Dejó las cosas en el escritorio. Vio a Naruto y Sasuke bebiendo unos zumos, con la frente perlada de sudor.
—¿Cómo ha ido el entrenamiento?
—Bien. Estamos mejorando bastante nuestro kenjutsu —le informó Sasuke—. ¿Y tú?
—¿Por qué no os vais a duchar y luego hablamos?
La dejaron a solas poniendo la mesa mientras iban a ducharse. Pocos minutos después, apareció Kakashi-sensei por la puerta. Al contrario que su hermano y Sasuke, no parecía tener un solo pelo fuera de sitio.
—¿Qué tal el día?
—Lento —suspiró ella. Le entregó las servilletas—. Toma. ¿Cuándo crees que podrás salir de la aldea?
—Imagino que pronto, si Danzo manda a alguien de misión. ¿Has podido averiguar algo?
—¿Estáis hablando de Danzo? —preguntó Sasuke, bajando los últimos escalones acompañado de su hermano después de una ducha de récord.
—Sí. La base es mucho más grande de lo esperado. Se extiende por debajo de la montaña como un laberinto. De momento, solo he podido infiltrarme en la entrada y en 2 de las 3 alas del cuartel. Creo que lo más gordo está por ver. Hay al menos 100 habitaciones allí abajo, aunque hoy solo he contado a casi 40 personas.
—Mmm…
Estuvieron hablando algo más de Danzo antes de pasar al siguiente tema. Luego se fueron todos a dormir. Le habría gustado quedarse un rato más holgazaneando, pero tenía muchas cosas que hacer al día siguiente.
Se despertó temprano para ir al hospital. Era jueves, y los jueves y viernes trabajaba en el hospital durante toda la mañana. Tsunade-sama le había dado una oficina para ella en una planta ninja, donde se encargaba de los casos más graves. Por suerte, no tuvo a ningún paciente con una supuesta enfermedad incurable ni brazos amputados así que se dedicó a ordenar y archivar el papeleo después de dar una vuelta de rigor por la planta curando a los más graves.
Justo cuando iba a volver a su oficina, apareció un equipo de ninjas cargando con un compañero malherido. Vio cómo se acercaban corriendo a ellos un par de iryo nin, con las manos verdes por el justu médico. Como había bastante personal médico disponible, se dio la vuelta para seguir su camino. Sabían dónde estaba si la necesitaban. No le dio tiempo de dar 2 pasos que la llamaron por su nombre.
—¡Seina-san! ¡Necesitamos ayuda!
Se giró al instante, siguiendo a paso rápido a la camilla con el paciente convaleciente que estaba siendo llevado al quirófano. Mientras se cambiaba de ropa y se desinfectaba los brazos le fueron explicando lo que su varita diagnóstica, ya distribuida por el hospital, había encontrado.
—Tiene el hígado perforado, laceraciones en el torso, sufre de una electrocución y… le han arrancado los ojos. Se trata de un Hyuga de la rama secundaria —le susurró lo último.
—…Ya veo.
Menudo problema. Un ninja cuya herramienta principal son los ojos, sin ojos. Entró en el quirófano, viendo como le estaban curando la lesión en el hígado y la hemorragia derivada de eso. Una persona se estaba encargando de su pecho desnudo lleno de magulladuras mientras que otro parecía estar canalizando el chakra de naturaleza rayo que seguramente todavía se encontraba en su cuerpo. Seina le curó las heridas en las muñecas, marcas de ataduras, mientras observaba al hombre semi desnudo frente a ella.
—¿Se podría hacer algo con sus ojos? —preguntó una voz a su lado. Era otro iryo nin, con el rostro preocupado.
—Quizás. Dejad que pruebe algo.
Se acercó a la cabeza, desplazando al iryo nin que estaba deteniendo la hemorragia y lo analizó con su magia. En teoría, las únicas lesiones que la magia no podía curar eran heridas causadas por magia oscura. Obviamente, este no era el caso así que, en teoría, podría regenerarle los ojos. El problema era que no sabía con seguridad si podía hacerlo o si requería un cuidado especial al ser los ojos de un Hyuga.
—Que venga un Hyuga con el sello y otro sin el sello. Rápido.
Una de las enfermeras salió corriendo del quirófano mientras ella frenaba la hemorragia temporalmente. No quería cerrarle las heridas hasta que no supiera si podía o no fabricarle otros ojos nuevos. No pasaron ni 10 minutos que entró Neji acompañado de Hinata. Ambos miraron con el rostro más pálido si cabe a su familiar en la mesa de operaciones.
—Están aquí, Seina-sama —la llamó la enfermera. Sintió un tic en la ceja ante el honorífico de los enfermeros.
—¿¡Qué le han hecho!? —exclamó Neji con horror mientras Hinata se tapaba la boca con las manos.
—Necesito examinar vuestros ojos para ver si puedo regenerárselos.
—…Claro. Lo que necesites —dijo Neji, sorprendido ante sus palabras.
—Hinata.
Su amiga tragó y se puso a su lado. La escaneó con su magia y con su chakra, dándose cuenta de que era parecido al sharingan de Kakashi-sensei. Conectaba de forma distinta al cerebro. Luego, hizo lo mismo con Neji. En cuanto obtuvo los resultados se dio cuenta de que no podría llevar la operación a cabo sin quitarle el sello. Se preguntó si podría usar el finite incantatem como hizo con los sellos en la tinaja donde secuestraron a Sasuke. No era un sello extremadamente complejo así que tenía el presentimiento que podía hacerlo sin que tuviera consecuencias para el paciente. Después, pensó en las consecuencias de quitarle el sello… Estaba entre la espada y la pared.
—¿Qué sucede? —preguntó Hinata con preocupación.
—Tengo que quitarle el sello antes de regenerarle los ojos…
—…Entonces… no puedes hacer nada por él, ¿no? —preguntó Neji devastado.
—Al contrario. Ese es el problema.
Neji e Hinata, y alguien más detrás de ella, jadearon al escucharla. No tardaron en comprender qué estaba diciendo.
—¿T-tú puedes quitarle el sello? —susurró conmocionada Hinata.
—Creo que sí. No soy experta en fuinjutsu, pero creo que puedo. Si lo hago, puedo causar un problema político en vuestro clan. Lo sabéis, ¿verdad?
—Para un Hyuga sus ojos son su bien más preciado —dijo Hinata, con tono más firme, pero con voz igualmente suave—. Hazlo, por favor. Yo asumiré las consecuencias. No dejaré que te pase nada.
—Me gustaría ver cómo lo intentan —bufó una risa Seina—. Me preocupáis más vosotros.
—¿Por qué?
—Porque si soy capaz de quitarle el sello, cosa que no se me había ocurrido probar hasta ahora, eso significaría que puedo quitarle el sello a Neji. No voy a dejar que salga de aquí con un sello esclavista en la frente pudiendo quitárselo.
Neji se atragantó al escucharla. Hinata le tocó suavemente el hombro, como si dudara sobre si sería rechazada o no, pero su primo parecía distraído. Pestañeando rápidamente con los ojos brillantes al darse cuenta de que, quizás, saldría libre del hospital. Ella, viendo que tenía el visto bueno de la heredera del clan Hyuga, se giró en dirección a su paciente. Le tocó la frente con un dedo cargado de magia.
—Finite incantatem —entonó para sus adentros.
Notó como su magia recorría el sello que oprimía los nervios ópticos y parte del cerebro, deshaciendo a su paso el fuinjutsu tal y como pensaba que sucedería. Escuchó otro jadeo cuando el sello verde desapareció de la frente de su paciente, Tetsu. Posó las manos sobre las cuencas vacías y empezó a usar su magia con sus nuevos conocimientos médicos para reconstruir, por primera vez en su vida, órganos. Había visto hacerlo a sanadores en su otra vida. Nunca había creído que iba a necesitar saber un hechizo de ese tipo así que, como no tenía el conocimiento, simplemente improvisó.
Al principio tuvo que pensar por dónde empezar hasta que se dio cuenta que podría usar los tejidos que tenía como punto de partida. Imaginaba que así lo hacían con los miembros amputados por error en las desapariciones mágicas. Empezó a fabricar los ojos a partir de los nervios ópticos, basándose en lo que había aprendido de los ojos de Hinata y Neji. En cuanto se dio cuenta de que estaba funcionando, sonrió. Fue un proceso tedioso, lento, que requirió bastante magia para compensar el hecho de que no estaba usando un hechizo como tal. Notó como alguien le secaba la frente, perlada de sudor, mientras ella mantenía los ojos cerrados concentrada en su tarea.
Horas más tarde, notó como los ojos estaban en su sitio de nuevo. Cuando abrió sus ojos, pestañeando ante la fuerte luz, vio como el resto de heridas habían sido curadas mientras ella trabajaba. Aun así, nadie se había ido de su lado. Seguramente interesados por ver si funcionaba o no. Cuando apartó las manos y reveló los ojos nuevos de su paciente, se inclinaron con rostros atónitos para examinarlo.
—Me voy a sentar un rato —gimió ella, notando el cuerpo tenso—. ¿Qué hora es?
—Las 16:00 —le informó la hora militarmente uno de los iryo nin.
Suspiró al darse cuenta de que se había saltado la comida. Debería haberse ido a casa hacía 2 horas.
—Puede irse a descansar —dijo un compañero—. Nosotros acabaremos aquí.
—Está bien. Hasta mañana.
Salió de allí sin pensárselo dos veces. Justo en la puerta la esperaban Hinata y Neji, a quienes había olvidado. Se acordó de su promesa a Neji y supo que no se iría tan rápido del hospital como había imaginado.
—¡Seina! ¿Cómo está Tetsu? —preguntó preocupada Hinata.
—Está bien. Tiene los ojos de nuevo —susurró ella—. Venid a mi despacho.
La acompañaron momentáneamente a su oficina, llena de todo tipo de protecciones. Cerró la puerta tras ellos.
—¿Tiene el byakugan? —preguntó nada más entrar Neji.
—Los ojos son sanos y su conexión cerebral es la misma que la vuestra así que no veo por qué no debería poder activar el dojutsu.
Hinata y Neji parecían sorprendidos y aliviados al escucharlo. Seina le indicó a Neji que se sentara en una de las sillas de visitantes que apiladas sobre una esquina.
—Quítate la banda, Neji.
—¿En serio vas a hacerlo? —preguntó, mirándola fijamente con algo en los ojos que no supo describir.
—Sí. Te lo he dicho antes. Puedes seguir poniéndote si quieres la banda, pero no voy a dejarte salir de aquí con ese sello si te obligaron a ponértelo. ¿Quieres que te quite el sello?
—Neji-ni-san, por favor, deja que te lo quite.
—¿Está segura, Hinata-sama?
—Sí.
—Entonces, quítamelo, por favor.
Tardó 2 minutos en despejar su frente. Neji, mirándose en un espejo, no podía creérselo. Se levantó despacio, como si estuviera en estado de shock, y la abrazó fuertemente. Seina dejó que se desahogara, apretándolo contra ella, y acariciándole el pelo. ¿Por qué los niños, y adultos, de este mundo estaban tan faltos de cariños y apoyo? En ese momento, su estómago rugió, sorprendiéndolos a todos. Seina empezó a reír en silencio. Neji se apartó, con una sonrisa en los labios y los ojos algo rojos.
—Lo siento. Debes llevar horas sin comer.
—No pasa nada. Gajes del oficio. ¿Estás bien, Hina? —preguntó ella, viendo como Hinata seguía llorando.
—Sí. Deberíamos dejarte descansar y comer.
Neji asintió. Se pudo la banda en la frente con manos temblorosas. Minutos más tarde, salieron del hospital. Por un momento deseó aparecerse en su casa, pero sabía que necesitaba hablar con la Hokage. Se encaminó hacia la torre, cruzando los dedos para tener suerte, y casi lloró al darse cuenta de que todavía seguían en la oficina. Su secretaria, un ninja encubierto, la dejó pasar en seguida.
—Pasa, pasa… —dijo Tsunade-sama, agitando una mano—. ¿Sucede algo?
—Me temo que sí —suspiró ella—. Hoy en el hospital hemos tratado a un grupo de ninjas recién llegados de una misión. Uno de ellos era un Hyuga de la rama secundaria a quién le habían arrancado los ojos. He logrado regenerárselos.
—¿¡Qué!? —exclamó Tsunade-sama, pestañeando.
—Sí, bueno, eso no es por lo que estoy aquí. Para hacerlo he tenido que quitarle el sello. También le he quitado el sello a Neji.
—…Ugh —gimió Tsunade-sama. Sin duda imaginándose las repercusiones—. Gracias por decírmelo cuanto antes.
—Neji sigue llevando la banda ninja en la frente así que imagino que no se darán cuenta hasta dentro de un tiempo, si los iryo nin mantienen la boca cerrada y Tetsu Hyuga no hace nada que haga que intenten activar su sello.
—Hablaré con ellos personalmente.
—Además, estaba allí Hinata. Me ha dado permiso explícito, delante de testigos, para retirárselo.
—Bueno. Con eso me quedo un poco más tranquila —confesó la Hokage—. Puede ser que solo tenga 12 años, pero sigue siendo la heredera de la rama principal.
—Quizás podemos tapar todo esto hasta que Hinata suceda a su padre, o tenga más apoyo de la rama secundaria. Ella quiere abolir el sello así que, tarde o temprano, los Hyuga dejarán de usarlo.
—Eso es si no cambian a Hinata por su hermana pequeña, pero me gusta tu propuesta. Tendré que pensar más a fondo sobre esto con Shizune, y Shikaku.
Seina no pudo contener una risa al escuchar el nombre del comandante jonin. Podía imaginar la cara que iba a poner cuando se enterara de esto. Tsunade-sama resopló una risa al escucharla, seguramente sabiendo lo que estaba pensando, y la echó de su oficina sacudiendo la cabeza. Después de eso, se fue directa a casa. Cuando llegó se encontró a Kakashi-sensei en el jardín haciendo flexiones con un brazo detrás de la espalda, y usando un solo dedo para subir y bajar.
—¿Dónde has estado? Si no fuera por Naruto y Sasuke hubiera creído que te han secuestrado.
—En el hospital. Una operación de última hora. Voy a comer algo, que me muero de hambre.
—Desde aquí oigo tu estómago rugir —dijo, sonriendo, mirándola de reojo.
—¿Y tú? ¿Qué estás haciendo?
—Me aburría. Además, ya te dije que aumentaría mi entrenamiento —bromeó.
—No pensé que te referías a esto.
Entró en la casa, riendo todavía, y vio que habían dejado un plato para ella preparado. Lo calentó en un segundo con un hechizo y salió al porche de nuevo. Mientras comía vio a su maestro hacer ejercicios, dándose cuenta de que era la primera vez que lo veía entrenar por sí solo su cuerpo.
—¿Dónde están los otros?
—Ni idea. Creo que han ido a comprar —contestó, levantando unas pesas ninja que parecían muy pesadas—. No sé cómo pudiste aguantar en la aldea casi 2 meses sin salir.
—Al contrario de ti, yo no estaba esperando en casa jugando con mis pulgares a que empezara mi misión.
Kakashi-sensei dejó escapar una risa, subiendo la barra. Seina lo contempló mientras comía su manzana. Con un deje travieso suprimió una sonrisa, dispuesta a bromear un poco con su maestro.
—Es una lástima que no te hayas quitado la camiseta. Me habrías alegrado un poco más el día —habló, como si nada, mordiendo su manzana.
El jonin se atragantó, sonrojándose. Las pesas se tambalearon un segundo antes de recuperar su compostura. Seina sintió los hombros sacudirse de la risa.
—¡Seina!
—¿Qué? —preguntó con ojos inocentes que no engañaron a nadie.
Kakashi-sensei la miró, intentando ocultar una sonrisa a la vez que sacudía la cabeza. Entonces dejó las pesas en el suelo de golpe. Antes de que pudiera pestañear un par de veces, se bajó la cremallera del chaleco, sacándoselo en un movimiento rápido junto con la máscara. Acto seguido, se cogió el jersey con ambas manos, subiéndoselo tan lentamente que le dejó ver con total claridad como sus músculos se contraían con su mera postura. Seina sintió su mandíbula descolgarse al darse cuenta de que se la había jugado.
—¿Así mejor? —le preguntó con una sonrisa totalmente trol al ver su rostro conmocionado.
—¿No estabas levantando pesas? —alzó una ceja, cruzando las piernas sobre los tobillos.
El jonin no dijo nada más. Volvió a coger las pesas y a ejercitar mientras ella se comía su fruta y lo observaba atentamente. Ya que la había invitado a hacerlo, ¿por qué negarse?
—Creo que tendré que dejar de usar la camiseta —empezó él, suprimiendo una risa—. Así entreno mejor.
—¿Me estás retando, Kakashi-sensei? —preguntó ella, alargando su nombre en un tono más bajo de voz.
—Para nada.
—¿Seguro? Porque puedo hacer que esta situación sea mucho más… dura.
Observó cómo tragaba ante sus palabras. Sus ojos hicieron contacto. Seina lo miró con los párpados pesados, inclinando su cabeza en su dirección y observándolo fijamente. Vio como tragaba saliva de nuevo. Se reclinó sobre su asiento despacio, abriendo más su postura y poniendo un brazo tras su cabeza mientras lo contemplaba en silencio hacer ejercicio. Decidió en ese mismo momento que tenía que cambiar de estrategia. No estaba del todo satisfecha con su situación platónica, y Kakashi-sensei, lo supiera o no, acababa darle permiso para seducirlo. Se divertiría volviéndolo loco.
—Eres peligrosa —reconoció finalmente el jonin, dejando las pesas en el suelo y sentándose en la hierba—. Demasiado pronto para que seas tan…
—¿Tan qué? —susurró ella, cruzando una pierna sobre la otra una milésima más despacio de lo habitual. Acto que fue contemplado atentamente por su maestro.
—Tan tentadora.
—¿Oh? ¿Me estás diciendo que te gusta el peligro?
—Sí, sí puedo hacer algo con ello —sonrió casi dolorosamente.
Se quedaron en silencio unos minutos, contemplándose, hasta que Kakashi-sensei se levantó del suelo y cogió su ropa. Se acercó a ella todavía medio desnudo, y puso sus manos a cada lado de su cabeza. Se inclinó sobre ella lentamente hasta que sus labios rozaron su oreja. Seina observó el torso desnudo frente a ella. Solo tenía que inclinarse unos centímetros para tocarlo con su cuerpo, pero no lo hizo.
—Si tuvieras unos cuantos años más… ahora mismo continuaríamos esto en mi cama —susurró.
Se le erizó todo el bello del cuerpo al escuchar sus palabras sensuales directamente en su oído junto con el roce de su piel en su oreja. Notó una oleada de calor arrasarle el cuerpo. Los pezones se le pusieron erectos al mismo tiempo que su respiración se aceleró. Le cogió el cabello antes de que pudiera irse, y ganar este asalto. Le dio un beso en la clavícula y subió despacio, tomándose su tiempo mientras le masajeaba la cabeza, usando la punta de la lengua con su boca medio abierta para recorrerle el cuello, sus labios y su nariz rozando la piel de su cuello.
La satisfacción de oír su ahogado jadeo en el oído era indescriptible. Llegó hasta su oído.
—Por ahora puedes usar tu ducha mientras yo uso mi bañera —murmuró, con la voz más sexy posible.
Lo soltó, dándole un beso ligero justo debajo de su oreja. Se puso de pie y desapareció hasta su habitación usando su magia. Cayó al suelo, con las piernas temblorosas de la excitación. Por suerte, los hechizos no permitían que nadie escuchara lo que sucedía en su cuarto así que Kakashi-sensei no la escuchó respirar hondo mientras recuperaba el aliento.
—¿Algún día de estos vas a follártelo? —preguntó Kurama, con escaso interés—. Eso es una de las pocas cosas que no echo de menos.
—No sabía que eras un voyeur.
—Para serte sincero, no es como si yo quisiera veros, pero debo reconocer que esta es la primera vez que no siento asco del todo al pensar en ti y en el sexo. Antes hubiera preferido matar a mis otros jinchurikis. Ahora… me es más indiferente. Además, soy incapaz de no ver lo que sucede a tu alrededor, ¿o lo has olvidado?
—Para nada. En cuanto a lo de follármelo, por ahora, tendrás que irte a dormir si no quieres ver lo que voy a hacer —sonrió ella, algo incrédula por estar hablando de sus deseos sexuales con Kurama.
Se lavó el cuerpo mientras se llenaba rápidamente la enorme bañera. Ese jueves se masturbó por primera vez en esta nueva vida. Notó, como si estuviera debajo de su piel, a Kurama dejar de prestarle atención. Era extraño pensar que no estaba sola del todo. Nunca lo estaría. A Sasuke y a Naruto los podía distanciar, pero no a Kurama porque literalmente vivía dentro de su cuerpo. No estaban compartiendo la mente ahora mismo, pero él sabía lo que estaba haciendo. Lo dicho: raro. Lo que más la excitó era saber que, seguramente, ahora mismo Kakashi-sensei estaría usando su ducha para masturbarse al mismo tiempo que ella, sabiendo que ella se estaba masturbando también.
Lo sabía porque había visto con claridad la erección de sus pantalones. Había notado su bello erizado como el suyo, los pezones erectos, los músculos contraerse ante su estímulo, su jadeo en su oído, su casi imperceptible temblor cuando su lengua tocó su cuerpo… Gimió, acabando en sus dedos al recordar su mirada y sus palabras. La confesión de que estaba pensando en hacerla suya justo en ese mismo momento.
Estuvo un rato en la bañera, observando el techo. Desapareció unos minutos bajo el agua para aclarar su mente. Notó el aire frío sobre sus pechos y parte de su torso, mientras se mantenía sumergida. A los minutos, salió de nuevo a respirar. Se despidió lastimosamente de su baño y se vistió. Al contrario de lo que uno podría haber pensado, no sentía ni una pizca de vergüenza por haberse masturbado, por lo que pasó en el jardín, porque Kurama lo supiera o porque su maestro supiera que se había masturbado pensando en él. Algo bueno tenía ser adolescente de nuevo…
Chapter 46
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Después de un tiempo, bajó las escaleras. Le vio tumbado en el sofá, con los ojos cerrados. Tenía el cabello húmedo y no vestía el chaleco, pero continuaba vistiendo parte de su uniforme. Abrió los ojos al escucharla. Sus ojos heterocromos se clavaron en los suyos, con un atisbo de deseo que no había desaparecido.
—¿Qué tal el baño?
—Increíble. Debería usar la bañera más a menudo —dijo, arrancándole una risa—. ¿Y tú ducha?
—…Muy estimulante.
—Mhmm…
Kakashi-sensei levantó los pies cuando se dispuso a sentarse y ponérselos encima de su regazo. Para su sorpresa, la cogió con las piernas y la tiró encima suyo. Cayó sobre su torso en un golpe seco. Ella se acomodó encima suyo, sintiendo como la rodeaba con sus brazos fuertes y definidos.
—Ow. Tienes suerte de que me gustes —bromeó ella, sobándose la barbilla.
—Lo sé.
Seina se irguió sobre su torso, mirándolo a la cara. Lo había dicho en serio, en lugar de seguirle la broma. No sabía si porque se sentía afortunado, porque creía que estaba fuera de su liga o porque se sentía inferior a ella. De cualquier forma, no iba a dejarlo ir. Con su cara a escasos centímetros del rostro del jonin, miró fijamente a sus ojos.
—Yo también tengo mucha suerte —le confesó, con la misma seriedad.
Contempló como sus facciones se suavizaban ante sus palabras. La miró con ojos tiernos. Si no fuera porque literalmente estaba apoyada sobre su pecho, y podía escuchar a distancia con sus hechizos, no habría podido escuchar el ritmo excitado, casi tembloroso, de su corazón. Le parecía sorprendente saber que tenía ese efecto en una persona tan comedida como Kakashi-sensei, pero no podía negar que le encantaba darse cuenta de que cuando la miraba se le desbocaba ligeramente el corazón.
—Haces que sea muy difícil no besarte ahora mismo.
—¿Quién te lo impide?
Kakashi-sensei acunó su rostro con una mano, acercando sus labios a los suyos en un beso dulce de labios cerrados. Sus párpados se cerraron sin su consentimiento mientras disfrutaba del momento. Por desgracia, en ese preciso instante escuchó como llegaban Naruto y Sasuke al jardín delantero. El jonin se puso recto, con ella en brazos, antes de besarla un par de veces más como un hombre sediento. Solo cuando se abrió la puerta de casa la dejó ir. Intercambiaron una última mirada cargada de deseo antes de sentarse a su lado.
—¡Estamos en casaaa! —gritó Naruto, apareciendo en el salón con unas cuantas bolsas.
—Deja de gritar, dobe —suspiró Sasuke detrás de él—. Voy a desarrollar tinnitus viviendo contigo.
Seina rio ante la broma de Sasuke. Al menos, creía que era una broma. Naruto todavía estaba intentando desarrollar su voz de interiores. Kakashi-sensei, a su lado, se sacudió de risa en silencio.
—Pero, ¡qué dices, teme! —gritó de nuevo Naruto, haciendo que todos se estremecieran—. ¡Deberías estar súper contento de tenerme aquí siempre!
—Prefiero a Seina —dijo Sasuke, con una sonrisa diabólica en los labios.
—¡Esto es una traición en toda regla! ¡Además, Seina me prefiere a mí! —contestó su hermano, cruzándose de brazos.
—En realidad, prefiero a Kakashi-sensei. Él no me causa tinnitus ni dolores de cabeza. Al contrario de vosotros dos.
A Kakashi-sensei se le escapó una carcajada al ver los rostros indignados de su equipo.
—Aw. Yo también te prefiero a ti —confesó en tono de broma. Alzó una mano y chocaron las 5.
—¡Esto es un MOTÍN!
Su maestro se levantó, guiñándole un ojo a espaldas de su hermano y Sasuke. Supo que lo había dicho en serio, a pesar de su tono divertido. Dejó que la levantara, cogiendo su mano, y fueron todos a la cocina para poner la compra en su sitio y empezar a hacer la cena.
—Sabéis, esta tarde me ha pasado algo muy extraño —dijo Naruto—. He visto a Neji e Hinata paseando por la aldea. ¡En cuanto Neji me ha visto me ha dado la impresión de que casi iba a llorar! ¡Os lo juro!
—Es verdad —asintió Sasuke a su lado—. Parecía emocionado. No sé por qué ver la cara del dobe le ha producido ese efecto…
Seina se atragantó al escucharlo. Demonios. Esperaba que no tuviera nada que ver con lo de este medio día, aunque todo apuntaba a ello. Kakashi-sensei, a su lado, le dio unas palmaditas en la espalda mientras alzaba una ceja en su dirección.
—¿Por qué me da la impresión de que sabes algo de eso? —preguntó el jonin.
—…Bueno. Quizás, hipotéticamente, es posible que este medio día le haya quitado el sello a Neji, a uno de sus primos de la rama secundaria y, tal vez, le haya regenerado ambos ojos después de que se los arrancaran en una misión.
—¿¡Qué!? —gritó Naruto, con los ojos como platos.
—Al ver a Naruto debió acordarse de ti —pensó en voz alta Sasuke.
Notó la mirada penetrante del jonin en su cara. Tuvo que morderse los labios para no reír. Ni siquiera sabía por qué se sorprendía de las cosas que hacía. Al final, suspiró, aceptando su derrota.
—He hablado con Tsunade-sama así que no hay de qué preocuparse. Creo… Además, tenía permiso de la heredera del clan —se excusó de nuevo.
—…Cada vez tienes más motivos de peso para ser carne de secuestro, o de reclutamiento. No lo tengo muy claro del todo —musitó Kakashi-sensei por lo bajo.
—Nadie me va a secuestrar. Con éxito al menos.
—Te tomo la palabra.
—¿A Neji le han arrancado los ojos? —preguntó Naruto, con el rostro pálido.
—A Neji no. A su primo lejano, Tetsu.
Su hermano, y Sasuke, necesitaron unos minutos para recuperar el color habitual al imaginarse tener que tratar a alguien con las cuencas vacías. Kakashi-sensei, quién seguramente habría visto cosas peores, ni pestañeó. Recordó cómo le reventó el ojo a un enemigo en su primera misión de rango C solo porque los había insultado. No. Estaba claro de que no le había afectado.
Al día siguiente, Seina regresó al hospital. De nuevo, notó los cuchicheos que creían que no podía oír. Hizo caso omiso de las alabanzas, y algunas palabras de celos, para encaminarse al vestuario. Por desgracia, unos cuantos iryo nin no la dejaron en paz.
—Seina-san. Hemos oído lo que hiciste ayer con el paciente sin ojos. ¿Podrías explicarnos cómo lo has hecho?
Se tragó un gemido de frustración. ¿Qué iba a decirles? ¿Qué había usado magia? Por fortuna, algo extraordinario pasó. Shizune apareció por la puerta y la salvó. Casi lloró del alivio al salir de allí con la otra aprendiz de la Hokage.
—Vi que necesitabas un rescate —susurró Shizune—. Tsunade-sama creía que algo así podría pasar.
—No sé cuánto tiempo más voy a poder esconder que no puedo enseñarles a reproducir mis jutsus. Me siento hasta mal.
—Lo sabemos. Ven. Tsunade-sama quiere hablar contigo.
Volvió a cambiarse de ropa, algo confundida. En cuanto llegaron a la oficina de la Hokage y la vio acompañada de Shikaku, gimió de exasperación. El comandante jonin sonrió ladinamente al ver su reacción.
—¿Otra vez?
—Me temo que sí. Las noticias sobre los ojos de Tetsu han llegado lejos —suspiró Tsunade-sama—. Por suerte, nadie se ha dado cuenta de su sello. Tuve una charla muy clara con la gente que te asistió en la operación, además de Neji e Hinata.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
—¿Cuál es el problema? —repitió con una risa incrédula Shikaku—. Seina, le has devuelto ambos ojos a una persona con un dojutsu.
—Ni siquiera yo puedo regenerar órganos de esa forma —confesó Tsunade-sama.
—Ugh. Me está empezando a doler la cabeza. De haberlo sabido-
—¡No! No quiero que pienses que tus poderes son algo que debes esconder —intercedió la Hokage, sabiendo lo que iba a decir—. Le has devuelto la vida a una persona, Seina. Es algo de lo que estar orgulloso.
—Igualmente, aun sabiéndolo, lo habrías hecho —dijo con voz cansada Shikaku—. No solo eres competitiva, sino que también eres buena persona. No podrías librarte de la culpa sabiendo que podrías haberle devuelto la vista y no lo hiciste.
Seina le envió una mirada asesina antes de cruzarse de brazos irritada, pero divertida a la vez. ¿Acaso era tan fácil de leer? Estaba perdiendo su toque trol que había cultivado durante años.
—El caso es que ahora mucha gente se preguntará si podrías ayudarlos con sus amputaciones. Incluso el consejo me ha pedido que te ordene ayudar en lo máximo posible a ninjas retirados forzosamente por lesiones.
—¿Y qué va a pasar? —suspiró mientras le hacía la misma pregunta que hacía meses.
—Los jueves y los viernes trataras a ninjas retirados con miembros amputados. Aunque solo consigas ayudar a 2 de cada 10 personas, eso significa que nuestras filas van a aumentar en número. Así también me quito de encima al consejo —murmuró Tsunade-sama al final.
—Te compilaremos una lista de posibles pacientes —informó Shizune—. Nuestra idea es que tú programes las citas a tu gusto en tu oficina personal. Te habilitaremos los jueves y los viernes un quirófano para ti sola y asignaremos a un equipo de enfermeros, auxiliares y ninjas médicos para asistirte, de ser necesario. ¿Qué te parece?
—Está bien. Igualmente trabajo esos días en el hospital así que no me importa engarme solo de amputados y pacientes así.
—Tómate el día de descanso. Así dejaremos que se relaje la máquina de los rumores —apremió la Hokage—. Aprovecharemos esta semana para darte la lista cuando antes.
—Me parece bien.
—¿Cómo va con Danzo? —preguntó Shikaku.
—Va. Aprovecharé hoy para seguir espiando. Creo que tardaré una semana, o quizás algo más, en tenerlo todo a punto. Cuando lo necesite os avisaré para que saquéis a Danzo de su madriguera.
—Perfecto.
—Ah, tengo una pregunta. ¿Por qué Tenzou o Kakashi-sensei no sabían dónde estaba la base?
—Kakashi solo fue reclutado unos días antes de traicionar a Danzo. Como es obvio, Danzo no confió en revelarle la ubicación de la base secreta sin que Kakashi se lo ganara —explicó Shikaku—. Tenzou, al contrario, estuvo con Danzo durante 8 años. El problema es que su kekkei genkai era tan importante para Danzo que lo separó de los demás reclutas. Quizás para protegerlo, quizás por otro motivo… El caso es que Danzo lo tuvo cerca en todo momento, hospedándolo con él, y entrenándolo personalmente.
Seina asintió ante las palabras. Ahora entendía muchas cosas. Salió de allí quitándose un peso de encima. Por lo menos no tendría que volver al hospital en unos días. Esperaba que eso disuadiera a sus compañeros del hospital de seguir preguntándole por cosas que no sabía cómo responder.
El camino hasta la base de Danzo, invisible, fue hasta relajante. Le apetecía estar a solas durante un rato, aunque fuera para espiar a un psicópata. Se sentó en el mismo árbol, invocó a las mismas criaturas, comprobó que el camino de entrada era el mismo (y que los otros no iban a ningún lado), y luego se adentró por el vestíbulo hasta la verdadera base. Al contrario de lo esperado, había más ninjas moviéndose de un lado para otro.
Algunos iban a sus cuartos, otros parecían visitar las duchas mientras que otros practicaban en varias salas de entrenamiento. Contó de nuevo las cabezas y se dio cuenta de que el número ya no era 38, sino 61. Se anotó mentalmente esa cifra. De haber visto la cara de todos y cada uno de ellos el otro día, podría saber si realmente el número era mayor aún. Aun así, estaba claro que eran más de lo esperado. Había unas 100 habitaciones y, por lo visto, Danzo no confiaba en algunos de sus reclutas para que durmieran en la base. Quizás por desconfianza o, tal vez, porque sería muy extraño que tantos ninjas dejaran de vivir en sus apartamentos de golpe. No lo sabía. Necesitaba documentación y posibles registros para averiguarlo, pero eso estaba fuera de sus órdenes.
Se adentró en el último pasillo que le quedaba por recorrer, pero en seguida se dio cuenta de que no iba a ser tan fácil. El ala central se volvía a dividir irónicamente como las raíces de un árbol. Ahogó un suspiro mientras empezaba a esbozar las nuevas bifurcaciones. Observó cómo esos nuevos pasillos estaban prácticamente desiertos. Si no fuera porque escuchó el sonido de un par de personas caminando más adentro hubiera pensado que no había ni un alma.
—Ya mismo tendremos al nuevo grupo de reclutas instalados —dijo un hombre con voz monótona.
—¿Qué hay del Yamanaka y de tu primo?
—Son jóvenes, pero Danzo-sama quiere darles una oportunidad para servirle personalmente como guardaespaldas. Entre el jutsu especial de Yamanaka y los insectos venenosos de Torune nadie podrá acercarse a él. Forman buen equipo. Llegarán lejos.
—Mhmm… Una lástima lo de Sasuke Uchiha.
—No creo que le importe tanto. El mejor es Itachi. Él está en otra liga ahora mismo. Además, no lo necesita. Está más interesado en su compañera, la jinchuriki. Está resultando ser la verdadera sorpresa. Sin embargo, también es intocable.
—Era de esperar… Con Hatake protegiéndola, siendo la aprendiz de la Hokage y bajo el mando de Shikaku Nara habría grandes represalias. Además, los antiguos guardaespaldas de su padre tienen un oído y un ojo puesto en ella. Es imposible hacer nada.
—Por ahora, pero Danzo-sama es paciente y todavía tenemos muchas cosas que hacer.
Seina frunció el ceño cuando los vio acercarse a la parte más poblada de la base. Consideró seguirlos, pero vio que no tenía sentido. Su charla había sido privada. Ese era el único motivo por el cual había podido escucharlos hablar de algo. Estaba claro que no eran reclutas normales y corrientes. Parecían estar enterados de los movimientos de Danzo. Meditó sobre lo que escuchó, pero se dijo que sería mejor seguir con su plan original.
Encontró una biblioteca con todo tipo de pergaminos. Algunos que la dejaron en shock. Tenían allí técnicas de otros países que todo el mundo creía que se habían perdido, o incluso jutsus personales de gente que habían sido robados. Le dio ganas de copiarlo todo, pero se contuvo. Había otra sala de entrenamiento, otro vestuario, una cantina, un laboratorio, una sala de reuniones, un archivador y lo que andaba buscando, el despacho de Danzo.
Escuchó pasos a sus espaldas. Con el corazón frenético, se dio cuenta de que era el mismo Danzo. Iba vestido con una yukata blanca y negra, acompañado de un bastón y un montón de vendas que le tapaban el lado derecho de la cara. Curiosamente, no usaba el bastón para apoyarse como lo haría alguien impedido. Vio como uno de los encapuchados de antes se adentraba de nuevo en el ala central, en dirección a la oficina.
—Ah, Tatsuma. Pensaba que tardarías más.
—Solo tenía hacer un pequeño recado, nada importante, Danzo-sama —se disculpó, cerrando la puerta tras él.
—¿Cómo está Sai?
—Está bien. No ha dado muestras de fracasar en su entrenamiento. Ha logrado matar a su hermano sin problemas.
—Bien, bien. Tengo una misión para él. Será su primera misión en Ne. Quiero saber si es lo suficientemente fuerte para obedecerme y sacrificarse si fuera necesario.
—¿De qué se trata?
—Homura y Koharu me han hablado de un ninja resentido con Konoha. Unmo Samidare. Uno de nuestros equipos mató a su equipo como daño colateral en una misión. Al parecer juró vengarse. Tsunade no cree que tengamos que hacer nada preventivamente, a pesar de nuestras objeciones. Matar a este ninja será una buena oportunidad para Sai. Si lo logra, empezaré a mover los hilos para introducirlo en el equipo de Sasuke Uchiha y Naruto Uzumaki. Necesitarán a un tercero para los exámenes de chunin.
—¿Planea espiar al equipo 7?
—Sí. Es de interés prioritario. No solamente está compuesto por 2 jinchurikis y un Uchiha con el sharingan activo, sino que su maestro es uno de los jonin de élite más poderosos y hábiles de esta aldea. Seina Uzumaki hace honor a esto con su ascenso.
—Una pena que no podamos reclutarla.
—Lo sé. Una médica de tal calibre, teniendo aun toda su vida por delante para mejorar, habría sido una gran incorporación.
—Ordenaré a Sai que venga a verle.
—Hazlo. Le estaré esperando. Solo tengo unos minutos antes de regresar.
—Entendido.
La araña que estaba usando como sus ojos se movió despacio, segura entre las sombras, y observó el escritorio de Danzo. Estaba muy ordenado. No había nada de valor sentimental, simplemente material de oficina listo para usarse y una pequeña pila de libros o diarios. Observó cómo Danzo miraba la fotografía de un ninja de Kirigakure en lo que parecía ser un libro bingo extraoficial. Leyó los datos anotados a mano desde el techo, sorprendida al ver lo completa que era. Estaba claro que tenía un topo en Kirigakure.
Un sonido en la puerta le hizo alzar la cabeza.
—Adelante —la puerta se abrió. Entró un niño seguramente de su misma edad—. Sai. Siéntate. Quiero hablarte de tu primera misión. ¿Crees que estás preparado?
—Hai.
Seina sintió un escalofrío al notar la voz carente de sentimientos. De no ser porque podía escuchar su respiración habría jurado que era un cadáver. Lo que podía ver de sus brazos jóvenes y esbeltos le hizo pensar que nunca había salido al sol. Estaba blanco como la leche. Con su cabello corto y negro, la piel de su cuello desnudo parecía incluso más pálida si cabe.
—Encuéntralo y elimínalo. No me falles.
—No le fallaré, Danzo-sama.
Seina dejó a sus criaturas en sus posiciones mientras se ponía de pie al instante. Necesitaba decírselo a la Hokage. El vigilante que tenía observando los movimientos de Danzo lo averiguaría tarde o temprano, pero al menos así le daba tiempo a Kakashi-sensei a prepararse. Se apareció cerca de la torre, en uno de los puntos escondidos que usaba para aparecerse sin que nadie la viera, y desactivó el brazalete. Se encaminó a la oficina.
—Tsunade-sama está en una reunión.
—¿Podrías entregarle una nota? Es urgente.
—Claro. Lo intentaré.
Seina sacó una hoja y escribió un breve mensaje. La hechizó sin que nadie se diera cuenta, y la dobló antes de entregársela a la secretaria. La ninja encubierta se alzó de su asiento, encaminándose hasta la puerta. Vio como tocó un par de veces a la puerta.
—Adelante.
—Tengo una nota urgente para usted, Tsunade-sama.
La Hokage debió haber hecho algún tipo de gesto porque la secretaria pasó adentro. No tardó ni 2 minutos en recibir una respuesta. La secretaria le entregó un pergamino sellado y una nota.
—Dáselo a Shikaku y llama a Kakashi.
—Gracias —dijo ella a la secretaria antes de darse la vuelta—. ¿Naruto? ¿Sasuke?
—¿Nee-chan? ¿Qué pasa?
—¿Estáis con Kakashi-sensei?
—Sí. ¿Qué sucede? —preguntó Sasuke. A través de sus ojos vio el ceño fruncido de Kakashi-sensei al ver cómo se habían parado en seco en mitad de su entrenamiento.
—Decidle que venga de prisa al cuartel jonin preparado para una misión. Órdenes de Tsunade-sama.
—Nee-chan dice que vayas rápido al cuartel de los jonin. Una misión.
—¿Tiene que ver con Danzo? —escuchó a Sasuke como si estuviera a su lado, hablando con el resto del equipo.
Kakashi-sensei se incorporó, guardando los kunais al tocar la runa de su funda en la pierna.
—Imagino que me estará escuchando —contestó el jonin, mirando fijamente en los ojos de Sasuke—. Voy para allá.
Acabó de bajar las escaleras antes de echar a andar con algo de prisa hacia el cuartel jonin. No tardó ni 10 minutos en llegar. Saludó a los pocos que estaban descansando allí antes de dirigirse directamente a la oficina de Shikaku.
—Pase —el comandante alzó la cabeza. Solo tuvo que ver su rostro y el pergamino en la mano para saber qué sucedía—. Dámelo.
Dejó que leyera las indicaciones de Tsunade-sama en silencio. Unos minutos después, otro toque en la puerta llamó la atención del jonin. Hizo pasar a la siguiente persona, imaginando correctamente que era Kakashi-sensei.
—¿Puedes…? —preguntó Shikaku, haciendo un gesto a la oficina con un dedo. Hechizó el despacho para que no los espiaran incluso antes de que acabara la frase—. Perfecto. ¿Y bien? ¿Qué información tienes?
—Danzo va a mandar a un niño a su primera misión. Pretende eliminar a un tal Unmo Samidare, ninja de Kirigakure. Según él, uno de nuestros equipos mató como daño colateral a su equipo y ha jurado venganza.
—Ugh. Ya sé de lo que hablas. El equipo de Raido fue el enviado.
—Al parecer los viejos del consejo le han aconsejado a Tsunade-sama que lo elimine, pero ella no está de acuerdo.
—Y ahora Danzo planea tomarse libertades extraoficialmente… Kakashi, por orden expresa de la Hokage, tu misión es capturar a ese crío y traerlo con vida, en secreto, a Konoha. No dejes pistas.
—¿Hago que crean que está muerto o desaparecido?
—Muerto. No puede quedar duda alguna.
—Entendido.
—¿Sabes dónde está ahora el crío? —preguntó Shikaku.
Ella cerró los ojos mientras se concentraba en los insectos que tenía infiltrados en la base. Tardó unos minutos en encontrarlo en una de las habitaciones.
—Parece que está haciendo la maleta. Debería salir ya mismo de la base.
—¿Descripción? —le preguntó Kakashi-sensei, volviéndose a mirarla a ella.
Lo miró directamente a los ojos, traspasándole la memoria con un poco de legeremancia activa. Shikaku lo observó todo con una ceja alzada. Su maestro asintió, pestañeando un par de veces ante el recuerdo ajeno. Era la segunda vez que lo hacía así que Kakashi-sensei ni se sorprendió.
—Lo tengo.
—Ve.
Kakashi-sensei se dio la vuelta, lanzándole un guiño final antes de irse.
—Coge una silla, Seina. ¿Qué más puedes decirme?
Le estuvo explicando lo que había visto con todo lujo de detalles. Le citó palabra por palabra la conversación de quién parecía ser Tatsuma Aburame con otro desconocido, y luego la conversación de Tatsuma con Danzo. El comandante también estudió su mapa en sucio, incompleto, pero bastante extenso.
—Estás haciendo un buen trabajo. Puedes dejarlo por hoy —la felicitó, entregándole el mapa.
—Gracias. Con permiso.
Se fue a su casa a descansar. Tenía muchas cosas que hacer y solo habían pasado 3 semanas desde el año nuevo. Cuando llegó, vio que Naruto y Sasuke no estaban. Sus notas encima de la mesa le dejaron saber que justamente acababan de salir de misión así que aprovechó su soledad para dejar a sus clones estudiando los textos necesarios para el examen a jonin. Mientras tanto, viendo que tenía un par de horas antes de la cena, se adentró en la caseta dispuesta a estudiar su cupo de ninjutsus de esa semana.
Chapter 47
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato.
Chapter Text
El fin de semana pasó sin más. Como no había nadie en casa, salvo ella, se dedicó a estudiar, a entrenar ninjutsu y a crear nuevos genjutsus. Tsunade-sama no le había pedido ningún otro invento así que se alegró de tener un rato “libre” para sus intereses personales. Tampoco tenía que asistir al hospital así que, cuando llegó el último martes de enero, casi se había autoconvencido de que podía relajarse mientras revisaba las listas de pacientes amputados a su discreción.
Para bien o para mal, el miércoles fue llamada a otra misión. Fue la última en llegar al despacho así que cuando vio a Yamato, Tokuma y Muta ya reunidos tuvo la ligera idea de qué se trataba.
—Bienvenidos de nuevo, equipo Yamato. Como funcionasteis a la perfección la última vez, Shikaku cree que sois los más adecuados para esta misión —dijo Tsunade-sama—. Concuerdo con él así que seréis enviados para lidiar con otra de las bases de Orochimaru.
—¿Vamos a seguir destruyendo sus bases indefinidamente? —preguntó ella ante el silencio pensativo de su equipo—. Algún día de estos tendríamos que cortar de raíz con el problema.
—Lo sé —suspiró Tsunade-sama—. El problema es que Orochimaru no es un rival cualquiera. No conseguiríamos traerlo con vida para interrogarlo ya que estoy segura de que encontraría una forma de huir. Eliminarlo sería la opción más eficiente, pero hasta que no sepamos como está usando el jutsu de reencarnación del cadáver vivo sería inútil. Vosotros mismos descubristeis que ya ha cambiado de cuerpo nuevamente, quién sabe qué más puede hacer para escapar.
—Podría hacernos creer que está muerto mientras recupera fuerzas en secreto —asintió Yamato.
—Exacto. Aun así, tienes razón. En esta misión incluiremos eliminar al máximo número de ninjas posibles bajo el mando de Orochimaru. Ya sabe que vamos a por él. Que eliminemos a su gente no le sorprenderá.
Seina lo aceptó. Suponía que eliminar sus bases y cortar algunas malas hierbas era igual de efectivo a largo plazo. Orochimaru podría seguir construyendo bases, pero era más fácil destruir algo que crearlo. Tarde o temprano la frustración y la constante persecución lo animarían a contraatacar. Quizás eso era lo que esperaban Tsunade-sama y Shikaku. Un ataque frontal contra Konoha. Aunque también podía salir muy mal… Podían empezar a perseguir a sus equipos mientras realizaban misiones de campo.
—Aquí tienes la misión, Yamato. Vuelves a ser el líder del equipo. Uno de los prisioneros que capturasteis fue trasladado a la base del país del Hielo desde una base del país de las Cascadas así que estamos seguros de que esa base continua operativa. Pensamos que Orochimaru no sabe que tenemos dicha información debido a que destruisteis sus laboratorios.
Seina escuchó en silencio cómo la Hokage les informaba de todo lo pertinente antes de echarlos de su oficina. Yamato, una vez más, les dio media hora para prepararse antes de partir. Como no tenía nada que hacer, salvo coger unos cuantos bentos, ir al baño y escribir una nota para su equipo desaparecido, se sentó en el sofá mientras esperaba que se diera la hora. Cuando llegó el momento, salió de su casa.
—Esta misión va a ser una repetición de la anterior —suspiró Yamato—. Podéis imaginar lo que nos espera.
—Por lo menos no habrá nieve —sonrió Tokuma.
Seina lo miró fijamente, dándose cuenta de que era un Hyuga. Una parte de ella quería quitarle el sello, de tenerlo, mientras que otra parte le recomendaba que se esperara hasta hablar con Tsunade-sama. Decidió que lo mejor que podía hacer era tomar la decisión sensata. Ahora mismo no había ningún anciano de los Hyuga que pudiera activar el supuesto sello de Tokuma así que no era necesario arriesgarse quitándole el sello. Lo último que quería era que alguien le robara los ojos durante la misión y pudiera usarlos.
Echaron a correr hacia el país de las Cascadas. Pasó toda la mañana saltando de árbol en árbol. Anotó mentalmente usar el shiki jutsu en una de sus piedras hechizadas para tener unas coordenadas en el futuro donde pudiera usar el hiraishin en el país de las Cascadas. Lo único interesante en toda la mañana fue su parada para comer.
—Esta misión va a ser algo más problemática —dijo Yamato, sentado a su lado en un tronco—. No solamente tenemos que robar la documentación sino también eliminar a nuestros enemigos.
—¿Por qué debería ser eso un problema? —pestañeó ella—. Se me ocurren varias formas de hacerlo sin ponernos en peligro.
—Ah, ¿sí? —alzó una ceja Yamato en su dirección—. ¿Cómo lo harías?
—Reforzando la base desde dentro, usando barreras para que no puedan salir y prendiendo fuego por dentro al cuartel de Orochimaru. Ya lo intenté la otra vez, aunque salió medio regular.
—…Cruel, pero eficiente —pensó Tokuma, asintiendo.
—Otra forma sería destruir la base de forma que los estuviéramos llevando hasta la entrada. Una vez salieran en tropel solo tendríamos que acabar con ellos uno a uno. Necesitaría menos tiempo para llevarlo a cabo, pero sería más peligroso porque nos atacarían.
—¿Qué necesitas para preparar el primer plan?
—Tiempo. Las paredes las podría reforzar fácilmente —un par de hechizos harían su función—, pero las barreras serían otra cosa. Necesitaría prepararlas de antemano y colocarlas alrededor de la base sin que se den cuenta.
—¿Y el fuego? Con unos jutsus de agua podrían apagarlo fácilmente.
—No hablaba de un jutsu de fuego —bufó una risa ella—. Hablo de un fuego que puedo invocar con mis poderes y que no se desvanece.
La expresión calculadora de Yamato le dio a entender que lo estaba pensando seriamente.
—En realidad es un buen plan. Si tenemos suerte, quizás Orochimaru esté dentro de la base.
—¿Crees que sería suficiente para matarlo? —preguntó Muta con claras dudas.
—No lo sé, pero es un buen método para encargarnos de todos sus ninjas al mismo tiempo. No dejaríamos ningún enemigo vivo de esta forma.
Cuando se adentraron en el país de las Cascadas se quedó impresionada. La vegetación era frondosa, verde y llena de vida. El sonido del agua correr y las cascadas era una presencia constante a lo lejos. Tenía que reconocer que el sitio era bonito. Como era de noche, Yamato le pidió que sacara la tienda para que pudieran dormir sin preocupaciones. No tenían que hacer ni guardias ya que las protecciones que había puesto alrededor de la tienda los alertarían a todos al instante.
A la mañana siguiente, mientras desayunaban, Yamato se sentó a su lado.
—¿Cuánto tiempo necesitas para prepararlo todo?
—Para calcularlo primero tendría que saber más o menos el área que necesito cubrir.
—Entonces necesitarás que Tokuma eche primero un vistazo—musitó Yamato—. Saldremos después de desayunar en busca de su base. Hoy es nuestra máxima prioridad encontrarla y tener todo listo para mañana, en el caso de que no sea posible actuar hoy. Una vez lleguemos hasta ella, Tokuma se encargará de proporcionarte la información necesaria. Mientras tú preparas lo necesario para llevar a cabo el plan, Muta se infiltrará con sus kikaichu y Tokuma y yo prepararemos el terreno por si el plan falla y necesitamos eliminarlos fuera de la base. Una vez Muta nos informe de lo que ha encontrado y tú hayas acabado tu parte, introducirás a tus invocaciones para teletransportarnos en la base de forma segura con el hiraishin. A partir de aquí, seguiremos el mismo procedimiento que usamos la otra vez: Muta y Tokuma por un lado, Seina y yo por otro lado para poder comunicarnos y cubrir nuestras espaldas.
Pasó el resto del desayuno pensando en lo que tendría que hacer. Por desgracia, no tuvo mucho tiempo para sí sola cuando Yamato se levantó. Pocos minutos después, estaban de vuelta en mitad del bosque. En seguida escuchó de nuevo el rumor del agua, como era costumbre en este país.
—Seina, danos una dirección —pidió Yamato. Ella conjuró la flecha, usó el hechizo e indicó la dirección—. Vamos. Tokuma, tú ve delante. Muta y Seina, los laterales, yo me encargo de la retaguardia.
Estuvieron horas corriendo, adentrándose más dentro del país de las Cascadas, hasta que Tokuma vio algo.
—Ahí delante parece haber movimiento ninja.
—Escondámonos.
Siguieron a Tokuma bajo su hechizo de invisibilidad, y se pararon frente a una cascada. La entrada estaba detrás de ésta así que fue un poco anticlimático. Aun así, de no haber buscado explícitamente a Orochimaru, más de uno no se habría percatado de que la cascada escondía una base enemiga ninja. Cuando el Hyuga, unos minutos después, asintió Yamato hizo unas señas en silencio para que lo siguieran. En seguida se dio cuenta de que los estaba conduciendo hacia otro escondite que habían visto de reojo por el camino, a penas a 5 minutos corriendo de la base.
—Nos quedaremos aquí hasta nuevo aviso —ordenó Yamato, despejando unos troncos para poner la tienda—. ¿Qué has visto?
—La base parece tener solo 2 niveles, aunque uno es completamente subterráneo. Calculo que unos 8 metros de alto cada planta.
Seina fue anotando las medidas que le iba indicando Tokuma, haciendo un cálculo mental de cuántas piedras con runas iba a necesitar plantar. Al contrario de lo que estaba haciendo en la base de Danzo, aquí no iba a alzar ninguna barrera mágica. Simplemente quería que las paredes fueran impenetrables con runas. Cosa muy distinta. Sabía el alcance de una piedra así que tendría que colocar una piedra rúnica de forma que el límite de ambas barreras se fusionara sin dejar puntos muertos. Considerando que cada piedra tenía un alcance de 5 metros, necesitaría al menos 50 aproximadamente, por planta.
—Necesitaré trabajar durante unas horas en esto con la ayuda de mis clones —informó finalmente.
—Perfecto. Pararemos un rato para comer y luego seguiremos con el plan.
Comieron unos bentos mientras hablaban de lo que tenían que hacer cuando acabaran de comer. Luego, la dejaron a solas con sus piedras y sus herramientas de tallado. Invocó a 30 clones para que la ayudaran con la faena. Tardó 15 minutos en diseñar las runas y 30 minutos en tallarlas a la perfección en una sola piedra. Sabía que tardaría al menos 3 horas en acabar la faena.
Cuando regresaron, casi 2 horas más tarde, la encontraron sentada en medio de una caja conjurada de madera donde estaba dejando las piedras ya talladas y otra caja de piedras por tallar. Al final había decidido hacer unas cuantas más, por si acaso.
—¿Cuánto te queda por terminar?
—Unos 20 minutos, pero podéis ir hablando si queréis. Dejaré a mis clones con esto.
—Perfecto. Muta, ¿por qué no empiezas tú?
—He conseguido infiltrarme sin que me detecten. Mis kikaichu han contado unos 100 enemigos. No he conseguido percibir a Orochimaru, ni a Kabuto, así que estoy bastante seguro de que no está aquí. La mayoría de ellos están en la planta subterránea. Más que un laboratorio parece una base de entrenamiento militar.
—No me extraña. El país de las Cascadas tiene una buena ubicación estratégicamente hablando —frunció el ceño Yamato—. Una base como esta, pequeña, no debe llamar mucho la atención. Seguramente sea un cuartel general donde sus ninjas de élite descansan entre misiones.
—Con más razón tenemos que eliminarlos.
—Concuerdo contigo —asintió él—. Intentaremos robar información, pero si lo que dice Muta es cierto no creo que encontremos nada interesante.
—Ya he terminado —cortó ella, dejando la última piedra de las 150 piedras rúnicas que había preparado.
—¿Cómo funcionan?
—Cada una tiene un alcance de 5 metros así que se tienen que ir poniendo cada 9.5 metros, aproximadamente, para que no queden puntos muertos. Como solo funcionan reforzando los materiales dentro de la barrera no hace falta que se activen ya que ya están activas.
—Genial. Nos repartiremos la mitad para cada equipo —dijo Yamato, haciendo un gesto para que cogieran la mitad Muta y Tokuma—. Ahora, cuando lleguemos a la base, Muta guiará a una de tus invocaciones para que nos metas adentro de forma segura.
Seina asintió. Dejaron la tienda atrás, bajo las múltiples barreras mágicas y de fuinjutsu, y se encaminaron de vuelta a la base. Estaba empezando a anochecer así que era el momento perfecto de atacar sin que nadie se diera cuenta. Invocó a un insecto para que siguiera a los kikaichu de Muta, y observó la base por dentro. Era sombría, claustrofóbica, e incluso más angustiante que la anterior ya que el sonido del agua impactar con la piedra se podía escuchar reverberar a lo lejos. Vio a unas cuantas personas moverse de allí para allá, pero nada importante.
La base parecía tener lo mínimo imprescindible para vivir. Ni siquiera tenía una biblioteca, como las otras. Muta la llevó hasta una alacena llena de comida. En cuanto vio que estaban solos, abrió los ojos. Asintió a Yamato. La cogieron de los brazos mientras ella moldeaba el chakra necesario para el hiraishin. Un milisegundo más tarde, se encontraban a dentro.
—Vosotros hacia el oeste —señaló en silencio Yamato. Seina le entregó una invocación a cada uno mientras aceptaba a su vez el kikaichu de Muta—. Nos vemos aquí en una hora.
Solo había visto 3 bases de Orochimaru, pero todas parecían haber sido construidas siguiendo el mismo patrón. Eran tan lúgubres que la desanimaban. ¿Cómo podían vivir aquí los ninjas de Otogakure? Bueno, al menos, los que actuaban en el país de las Cascadas y alrededores. Fueron colocando las piedras en el techo, pegadas a la piedra con un hechizo permanente, hasta que encontraron una sala que parecía ser una cantina. Dentro había 3 ninjas hablando, sentados en unos bancos de piedra.
—No hay forma de acercarse a la aldea —se quejó uno, haciendo referencia al enorme árbol en medio de un lago donde estaba la aldea oculta del país—. La tienen bien protegida.
—Era de esperar. Tendremos que seguir intentándolo.
—Quizás Orochimaru-sama lo intente.
—Eso significará que hemos fracasado —intercedió otro, mordaz—. No quiero tener que decirle que no hemos podido hacerlo. ¿Y tú?
Se hizo un silencio. Seina y Yamato se quedaron para espiarlos algo más, pero estaba claro de que la conversación había finalizado. Salieron de allí después de colocar la piedra, y siguieron camino al este de la base. Por suerte, o por desgracia, no se encontraron con nada más. Solo había habitaciones y más habitaciones, unos baños de aspecto medieval, y poco más. Yamato le hizo una señal para que volvieran y bajaran a la planta baja. Allí se encontraron con Muta y Tokuma, plantando más de sus piedras. Ella, además de las piedras, reforzó las paredes con su magia para que no pudieran ser destruidas. No le gustaría darse cuenta de que habían encontrado un hueco por donde huir.
—Me ha parecido escuchar algo —escucharon una voz acercase a ellos.
—Seguro que son los de arriba metiendo los paquetes.
—No puede ser. No deberían estar aquí hasta dentro de media hora.
Seina se quedó quieta mientras ambos ninjas se acercaban hasta su posición. Los vieron pasar de largo unos metros pero, desafortunadamente, se detuvieron de golpe. Yamato sacó silenciosamente un kunai mientras ella silenciaba el pasillo por lo que pudiera pasar.
—Venía de aquí —dijo uno, en el cruce de caminos.
—Aquí no hay nada.
—…
El ninja, quieto todavía, no contestó. De repente, su uniforme se rompió a trizas al activar lo que parecía ser el sello maldito de Orochimaru. Comprendió lo que acababa de pasar al mismo tiempo que el ninja daba un salto cogiendo al vuelo uno de los kikaichu de Muta.
—Solo es un bicho —dijo con sorna el compañero.
—No es solo un bicho, imbécil. Es un kikaichu de los Aburame de Konoha. ¡Han infiltrado la base!
Yamato se lanzó encima de ellos, seguido de Tokuma. El tapón de la mochila de Muta se abrió, dejando escapar a su nube de insectos, mientras ella hacía los sellos pertinentes para usar un genjutsu. Dejó que el líder y el especialista en taijutsu se batieran en combate mientras Muta atacaba de lejos a modo de soporte. Ella era la iryo nin del equipo así que, a menos que la situación lo requiriera, no tenía que entrar en combate. Observó cómo peleaban, extrañados porque nadie viniera a su ayuda, hasta que uno cayó a manos de Tokuma y su junken.
Yamato, extrañamente, parecía estar teniendo más problemas con el ninja sensorial que había descubierto el kikaichu de Muta. Quizás porque no podía usar su elemento madera sin destruir la estructura sepultándolos a todos. Seina frunció el ceño al ver como una especie de puñal de carne rozaba el brazo de Tokuma, quien lo tenía a corta distancia. Yamato aprovechó el momento de distracción para empalarlo por la nuca. El sello demoníaco se desactivó al instante y Tokuma acabó rematándolo por delante.
—¿Estáis bien? —preguntó Yamato en voz baja, obviamente dándose cuenta de que nadie los había escuchado. Ellos asintieron—. Buen trabajo con el genjutsu, Seina. Muta.
—Estoy acabando —informó el Aburame, quién estaba deshaciéndose de los cuerpos.
Seina bajó con la mano preparada con el iryo ninjutsu. Tokuma dejó que le curara los cortes y la herida que le sangraba en su brazo izquierdo.
—Menudos sentidos más agudos —susurró Tokuma, frunciendo el ceño—. Es la primera vez que nos detectan.
—Por suerte no ha pasado nada —suspiró Yamato—. Aunque deberíamos tener en cuenta que puede haber más ninjas de su calibre. Ya no estamos tratando solo con ninjas de bajo y medio nivel.
—Podría poner a los kikaichu de Muta bajo el mismo jutsu de camuflaje —ofreció ella, percibiendo los sentimientos de autoflagelación de un estoico Muta—. Así podría usarlos sin ser detectados.
—¿No perderías mucho tiempo? —preguntó su compañero.
—No. Simplemente, reúnelos a todos en el mismo sitio —sería fácil lanzar un hechizo a varios sujetos mientras estuvieran en un determinado lugar.
Yamato asintió cuando Muta se giró silenciosamente a pedir permiso. Los kikaichu de Muta se arremolinaron ante ella. Tardó a penas 2 segundos en usar el hechizo en todos ellos. Vio de reojo como los hombros de Muta se relajaban imperceptiblemente antes de que sus insectos volvieran a adentrarse dentro de su cuerpo.
—Sigamos. Quiero salir de aquí cuanto antes —susurró Yamato—. Seina, quita los genjutsus.
Quitó el genjutsu y el hechizo silenciador y siguieron con su misión. Una media hora más tarde lograron acabar de plantar sus piedras. Regresaron a la superficie sin más problemas así que, en la entrada, usó por primera vez en este nuevo mundo el encantamiento fiendfyre. Yamato y los demás se estremecieron al ver y escuchar los gritos iracundos de su basilisco de fuego, que se adentró como una exhalación dentro de la base. No tardaron ni unos segundos en empezar a chillar algunos. Yamato alzó una pared de roca a la vez que ella la reforzaba por el exterior.
—A cubierto —ordenó Yamato—. Los que se hayan salvado fuera de la base regresarán pronto.
Así fue como se escondieron entre las ramas superiores de los árboles, escuchando los aullidos moribundos de los ninjas atrapados en su base. Yamato le puso una mano en el hombro, seguramente para reconfortarla. Observó como Tokuma y Muta, alrededor de ellos, se inclinaban en su dirección como el líder. Le pareció dulce, aunque innecesario. Había visto morir de formas terribles a incontables personas a lo largo de su antigua vida. Los ninjas creían que morir quemado vivo era algo terrible. Ninguno de ellos sabía lo que era ver a alguien pudrirse lentamente hasta convertirse en ceniza debido a una maldición egipcia, o desangrarse en horas después de vomitar sus propios órganos debido a una barrera mágica. Esta última puesta en su casa después de recibir amenazas de muerte durante las semanas después de la caída de Voldemort.
Un rato largo más tarde, empezaron a aparecer unos ninjas que no se habían encontrado en la cueva. Algunos cayeron en las trampas. Otros, después de ver lo que estaba sucediendo, fueron interceptados por los kikaichu invisibles de Muta. Seina no tuvo que hacer nada mientras su equipo eliminaba a sus enemigos. Como iban llegando a cuenta gotas, les dio tiempo a deshacerse de los cadáveres y a volver a poner más trampas. Era un trabajo lento, metódico y laborioso que duró gran parte de la noche hasta bien entrada la madrugada.
—Vayámonos a descansar —concedió Yamato a las 3 de la madrugada—. Pondremos más trampas alrededor de la base. Con un poco de suerte no se darán cuenta de que sucede algo raro y acabaremos de eliminarlos.
—¿Cómo no iban a darse cuenta? —preguntó Tokuma, entrando a la tienda minutos después, cuando minaron el perímetro de la cascada de distintos tipos de trampas—. Si el agua de la cascada estaba casi hirviendo… Deberían ver el vapor desde lejos.
—Podrían pensar que se debe algún fallo interno —se encogió de hombros Yamato—. Igualmente, no vamos a ponérselo tan fácil. Cenemos y luego tomémonos un descanso lo que queda de noche.
Nadie rechistó. Estaban cansados, hambrientos y algo tensos después del percance en la cueva. Seina aprovechó para ducharse antes de irse a dormir. No tardó ni un minuto en quedarse dormida.
Cuando despertó de golpe, horas más tarde, se dio cuenta de que acababa de amanecer. Se lavó la cara antes de bajar a desayunar.
—Bueno, equipo, si no hay nada que objetar hoy acabaremos la misión. Los ninjas rezagados ya deben haberse topado con nuestras trampas. De ser necesario los remataremos. Luego nos retiraremos a Konoha.
Unos minutos más tarde, después de haber desayunado, Seina guardó la tienda. Con la ayuda de Tokuma y Muta se encaminaron a las diversas trampas, viendo como todos habían muerto desangrados por sus lesiones, o debido al consumo de píldoras suicidas. Algunos, según lo que pudieron ver, habían escapado. Ni siquiera se habían parado a ayudar a sus compañeros. Quizás por miedo a caer en otra trampa. Podía ver, por las huellas, como uno de ellos se había acercado lo suficiente a la entrada de la base como para darse cuenta de que estaba sellada. Tampoco había intentado partir la piedra que bloqueaba la única salida.
—Nuestro trabajo está hecho —asintió Yamato—. Nos desharemos de los cuerpos y de las trampas. Seina, ¿puedes quitar la roca de la entrada? Será mejor no picarle la curiosidad a Orochimaru con tus poderes.
Mientras Muta y Yamato se deshacían de los cadáveres, Tokuma vigiló el perímetro con su byakugan y ella retiró la piedra. Tuvo que apartarse para que saliera el humo negro, pestilente, resultado de haber quemado todo lo que hubiera dentro de la base. Hizo desaparecer el humo antes de que pudieran llamar la atención y recuperó todas sus piedras con un accio. Antes de irse, quitó también los hechizos que había usado para reforzar las paredes. Orochimaru se preguntaría por qué no habían podido huir, pero no tendría ningún tipo de prueba que pudiera darle la respuesta o una pista.
Borró las huellas mágicamente y saltó al lado de Tokuma. Vio como muchos peces en la poza donde caía el agua de la cascada estaban flotando, muertos. Seguramente no habrían soportado las temperaturas de la cascada esa noche. Se marcharon de allí en busca de Muta y Yamato. Los encontraron sellando los últimos cadáveres para Konoha.
—Vayámonos antes de que aparezca alguien de Takigakure.
Echaron a correr en dirección a Konoha. No pararon durante horas a pesar de que a más de uno le rugía el estómago. Cuando cruzaron la frontera, con el sol en todo lo alto, Yamato les hizo parar para descansar. Seina, mientras comía, pensó en la misión. Le parecía hasta extraño haber acabado en menos de 2 días. No es que tuviera mucho dónde comparar siendo solo su segunda misión de rango A/S, pero había esperado algún que otro contratiempo. La pelea que tuvieron dentro de la base ni siquiera contó ya que era un 4 vs 2, y ella ni siquiera participó activamente. Tampoco habían encontrado documentación, ni habían capturado a nadie con vida…
Cuando llegaron esta noche a Konoha, casi a media noche, Seina se encaminó hacia su casa. Tal y como pensaba, todos estaban durmiendo así que cenó a solas en la mesa de la cocina lo más silenciosamente posible. Para su sorpresa, Naruto apareció por la puerta.
—Nee-chan, sabía que eras tú —sonrió su hermano—. Siento como si no nos viéramos casi.
—Eso es porque casi no nos vemos —afirmó con una risa—. ¿Cómo te fue la misión?
—Bien. Fácil. ¿Te acuerdas de Ayame, la hija de Teuchi? La secuestraron hace unas semanas así que tuvimos que ir a rescatarla de unos bandidos. Resultó que eran un grupo de cocina que quería su consejo como hija de un cocinero experto —suprimió una risa Naruto al ver su rostro incrédulo—. Lo más gracioso de todo fue que Ayame engordó como 10 kilos estando con ellos porque le daban a probar todos los platos. Así que el viejo Teuchi ha tenido que preparar un ramen dietético para que adelgace.
Seina bufó una risa, cansada, y siguió comiendo su bento. Lo que no le pasara a su hermano no le pasaba a nadie. Le recordaba a su antiguo yo.
—¿Y tú misión?
—Bien —suspiró ella—. Destruimos otra de las bases de Orochimaru… y eliminamos a sus ninjas.
—…¿Los habéis matado a todos? —preguntó algo conmocionado Naruto. Ella asintió—. La vieja Tsunade debe estar muy decidida a acabar con él.
—No me extraña. Orochimaru es una plaga. Destruimos su base en Otogakure, la base del país del Mar, la del país del Hielo y ahora la del país de las Cascadas. Por no hablar de la que destruyó Kakashi-sensei, y aun así es seguro que tiene más bases por ahí.
Naruto frunció el ceño.
—¿Crees que algún día podremos acabar con él?
—No lo sé… Eso mismo pregunté yo el otro día, pero ni siquiera lo tienen claro los de arriba. Por lo visto, lo más eficiente es destruir sus bases para ahogarlo indirectamente.
—…¿Crees que ha desistido con lo de Sasuke? —susurró Naruto, mirando al techo con expresión preocupada.
Debía estar bastante preocupado porque ni lo había llamado “teme”. Seina se levantó de la mesa, recogiendo las cosas en un instante, y luego se sentó en el sofá acompañada de su hermano. Hacía mucho tiempo que no tenían un momento a solas y lo echaba de menos. Hasta que se mudaron aquí habían pasado casi todos los días juntos así que no le extrañaba a veces sentir la tristeza y melancolía de Naruto cuando hablaban de su anterior piso, a pesar de haber sido pequeño y su casero un idiota total.
—No lo creo —dijo ella finalmente, aceptando el brazo de su hermano sobre sus hombros—. Creo que ahora tiene otras cosas de las cuales preocuparse. Todavía le quedan algo más de 2 años para que se le agote el tiempo en su nuevo cuerpo. Sabes…
—¿Qué? —le preguntó con curiosidad Naruto cuando no acabó la frase. Ella dudó sobre si seguir.
—He estado pensando que deberíamos enviarle una carta a Itachi.
—…¿Qué? ¿Por qué? —preguntó con seriedad poco habitual Naruto.
—Estamos bastante seguros de que es inocente pero, aunque no lo fuera, también estoy bastante segura de que le preocupa Sasuke. Si le enviáramos una carta ahora tendríamos tiempo para que se habituara a nosotros.
—¿Y qué le vamos a decir? ¿”Hola, somos el equipo de tu hermano y creemos que eres inocente”?
—¿Y por qué no? ¿Qué pasaría si realmente no lo es? Nada, mientras no le entreguemos información confidencial. Sin embargo, si es inocente, y tiene toda la pinta, creo que le interesará estar al día respecto a lo de Orochimaru. Quién sabe, quizás acabe hasta ayudándonos. Incluso si Itachi no es inocente, no querrá que Orochimaru mate a su hermano antes de hacerlo él.
—Ya veo. Sea inocente o no, salimos ganando. Sasuke sale ganando.
—Exacto. Sinceramente, no creo ni que nos conteste. Itachi lleva años en el exilio representando el papel de ninja exiliado criminal. Aunque solo sea una coartada, al final cuando uno hace ver durante tanto tiempo que es una cosa acaba creyéndoselo. Es por eso que siento la necesidad de enviarle esa carta ahora porque-
—Porque así le estarás dando tiempo a dejar de actuar y volver a la normalidad —cortó Naruto, viendo por dónde iban sus pensamientos.
—Sí.
—¿Deberíamos decírselo a Sasuke?
—Yo se lo diría. Se trata de su hermano.
—¿Y a Kakashi-sensei?
—…Creo que no le gustará mucho la idea, pero si le explicamos lo que te acabo de decir solo mirará para otro lado. Lo que no podemos hacer es mentirle o perderemos toda la confianza —dijo ella firmemente.
—Entonces no tiene sentido seguir hablando de esto —se encogió de hombros su hermano, despreocupadamente—. ¿Sabes que el otro día vi al equipo de Kiba? Dicen que están entrenando duro para los exámenes de chunin. Al parecer, se celebrará en algo llamado Desierto Infernal.
—Huh. No me gusta cómo suena eso.
—Ni que lo jures —bufó una risa Naruto—, pero no voy a rendirme. ¡Conseguiremos ganar como sea!
Seina bostezó, muy cansada, y asintió. Sabía por qué lo decía. Tanto Sasuke como Naruto estaban deseando subir de rango para que volvieran a ponerlos con ella en el equipo. Viendo la ristra de misiones de rango C que habían hecho a pesar de ser genins era muy probable que pudieran hacer misiones de rango A bajo su mando.
—Vamos, tendrías que ir a la cama. Mañana te toca ir al hospital, ¿no?
—No me lo recuerdes —gimió Seina—, y todavía tengo que ducharme y cambiarme.
—Entonces será mejor que nos vayamos a la cama.
Se despidió de su hermano en la puerta de su cuarto. Se dio una ducha rápida, lo necesario para sentirse limpia, pero suficientemente rápida como para no perder más minutos de sueño. Se durmió cuando su cabeza tocó la almohada.
Chapter 48
Notes:
Advertencia: mención de tráfico/abuso de menores.
Chapter Text
Al día siguiente, Seina se encaminó hacia el hospital bostezando. Le había gustado la charla con Naruto a media noche, pero ahora estaba pagando las consecuencias de dormir una mierda 2 días seguidos. Cuando llegó fue directa a su oficina, notando que las miradas habían ido disminuyendo hasta que solo unos cuantos la observaban de soslayo con curiosidad. Tenía su primer paciente dentro de una hora así que alistó su nuevo quirófano a su gusto y se preparó para devolverle un ojo a su primer paciente, y las cuerdas vocales y la lengua al segundo paciente del día.
Unos golpes en la puerta de su consulta la hicieron salir de su ensoñación.
—Seina-sama —llamó una de las auxiliares, sorprendiéndola con el nuevo honorífico—. Su primer paciente está aquí.
—Que pase.
La puerta se abrió y pasó el ninja. Lo reconoció por la fotografía de registro ninja adjunta en su historial clínico. Se llamaba Iwana Akame y había perdido su ojo hacía años en una misión de espionaje.
—Siéntese. Iwana Akame-san, ¿no es así?
—Así es.
—He leído su historial. Dice aquí que perdió su ojo hace más de 7 años así que me gustaría primero examinarle —el paciente asintió calladamente, sentado en la camilla—. Solo será un momento.
Le lanzó un hechizo diagnóstico comprobando que estaba bien de salud, y actualizando su historial clínico. Luego, le analizó el ojo, quitándole el parche para explorarlo físicamente también. Como pensaba, tenía la herida totalmente cicatrizada. Tendría que abrírsela de nuevo para poder reconstruirle un ojo idéntico a su otro ojo.
—Puedo reconstruirlo —afirmó al ver su rostro expectante—. Voy a dejarlo inconsciente antes de empezar.
—¿Podré salir hoy del hospital o tendré que quedarme ingresado?
—Como mucho descanso en el hospital lo que queda del día, pero no creo que sea necesario.
Estuvieron hablando unos minutos de lo que iba a hacerle antes de que consintiera que lo operara. Seina lo dejó inconsciente y lo inmovilizó por si acaso. Tuvo que usar un iryo ninjutsu para raspar la cicatriz y también la última capa de tejido que revestía la cuenca del ojo. Luego, usó el chakra mezclado con su magia para guiar el hechizo/ninjutsu. No sabía bien cómo lo estaba haciendo, pero la otra vez surtió efecto así que no se preocupó demasiado por los “cómo”.
El ojo poco a poco empezó a formarse bajo su mano, a pesar de que no lo estaba viendo. Sentía como surgían los vasos sanguíneos, se extendía el nervio óptico, se formaban las diferentes cámaras y se llenaba de líquido. Tardó casi 2 horas en acabar con el procedimiento, concentrada al máximo en lo que estaba haciendo. Cuando acabó notó unas gotas de sudor perlarle la frente y la nuca. Se las secó con hechizo antes de pestañear y fijarse en el nuevo ojo del paciente.
Era idéntico a su otro ojo y, según su hechizo diagnóstico, estaba en perfecto estado. El único problema era que, al ser nuevo, tenía una visión perfecta mientras que el ojo contrario había sufrido con el paso del tiempo. La diferencia era tan poca que sabía que podría acostumbrarse a su visión perfecta con el ojo izquierdo. Aun así, le puso unas gotas en el ojo derecho para mejorarle la visión. Usó un iryo ninjutsu para aliviar la zona que acaba de tratar, reduciendo cualquier inflamación, y le puso un colirio para humedecérselo.
—Finite incantatem. Ennervate.
El paciente pestañeó, poniéndose erguido de golpe a pesar del claro embotamiento que el stupefy producía siempre. Entonces se dio cuenta de que podía ver con ambos ojos. Observó su claro asombro suprimiendo una sonrisa.
—La operación ha sido todo un éxito. Le he puesto un colirio en el ojo. Le daré una receta para que la intercambie en el mostrador —dijo, sentándose en la mesa para apuntarle las instrucciones—. Tendrá que ponerse una gota en el nuevo ojo cada noche, o antes de dormir, durante una semana. Si nota algún cambio o empieza a ver borroso vuelva al hospital.
—Muchas gracias. Nunca pensé que podría volver a ver con ambos ojos —confesó, haciéndole una reverencia y tomando la receta.
—Le daré un par de días de baja para que descanse su nuevo ojo. Si no sucede nada raro, al tercer día podrá volver a las misiones.
Finiquitó el papeleo y lo despidió. Ni siquiera había tenido que usar el quirófano. La herida había sido tan pequeña que había podido esterilizar la zona con sus hechizos. Bueno, eso, y las runas que tenía en su consulta para que fuera totalmente estéril. El siguiente paciente lo tenía en menos de una hora así que se tomó el tiempo para archivar la documentación y cambiar el papel de la camilla, que era conjurado. Estudió el perfil del siguiente paciente y vio como sus heridas eran más extensas que las de Akame. El único pro era que todavía no las tenía cicatrizadas.
Horas más tarde, salió de allí en dirección al vestuario. Esa tarde, cuando acabó de comer a solas de nuevo, se encontró con Naruto y Sasuke, quienes habían estado entrenando con Chouji e Ino.
—Como tú y Shikamaru no paráis de hacer misiones de rango B y A, y a ambos equipos nos falta un integrante, hemos pensado que lo mejor sería entrenar juntos un par de veces por semana hasta los exámenes de chunin —explicó Sasuke, mientras ordenaba su riñonera—. Además, como Kakashi-sensei tampoco está mucho en Konoha últimamente necesitamos que otro jonin nos guíe.
—¿Así que estáis entrenando con Asuma-sensei? —preguntó ella, sentada en la butaca—. Huh. ¿Os ha dicho quién será el suplente de su equipo?
—No lo sabe. Según él, no lo sabrá hasta que no registre a su equipo para los exámenes —se encogió de hombros Naruto.
—Entonces no tiene sentido preguntar. Los registros no son hasta mayo o junio.
—¿Cuándo tienes que registrarte tú?
—En abril.
—Tampoco queda mucho —la miró de soslayo Sasuke antes de volver su vista a las cosas que había dejado encima de la mesa—. Casi no te va a dar tiempo a estudiar y a entrenar.
—Lo sé —frunció el ceño—. Lo de estudiar no me preocupa. Cada vez que tengo un momento libre en casa uso a los clones, pero lo de entrenar… Necesito encontrar a otros rivales ya que Kakashi-sensei está muy ocupado con lo de Danzo, y sus misiones.
—¿No te había recomendado el Cejotas-sensei un dojo donde solo van jonins? Podrías pasarte más a menudo por ahí.
—No es una mala idea. Además, también me dijo Genma y Raido que me ayudarían a entrenar, y creo que Hayate está más disponible que Yugao para ayudarme con mi kenjutsu.
Estuvieron hablando un rato mientras esperaban a que Sasuke acabara antes de ir a la caseta de entrenamiento. Estuvieron luchando con todo durante un par de horas, Naruto y Sasuke contra ella. Notó en seguida cuánto habían mejorado mientras ella no estaba pero, aun así, vio que podía vencerlos fácilmente. El sharingan de Sasuke era inútil contra sus hechizos ya que ni podía copiarlos ni podía adelantarse a sus ataques mientras que Naruto era tan impredecible que resultaba predecible para ella, quien era su hermana y formaba parte de su equipo.
—¡Ugh! ¡Es imposible darte un solo puñetazo! —gritó Naruto, tirándose en la hierba.
—¿Creías que un par de genins iban a ser capaz de vencer a un tokubetsu jonin con una nueva kekkei genkai, dobe? —suspiró Sasuke, recuperando el aliento—. Es como luchar contra Kakashi-sensei.
—¿Cómo has mejorado tanto? —preguntó Naruto, incapaz de dejarlo correr.
—Mis rivales en combate no son genin, ni son siempre el mismo jonin —se encogió de hombros—. Cuantas más peleas con diferente gente, mejor te vuelves. Solo es experiencia.
—Tiene razón. Estamos acostumbrados a hacer misiones de rango bajo que no nos suponen un reto. Incluso cuando entrenamos, lo hacemos con la misma gente —frunció el ceño Sasuke. Luego la miró a ella directamente—. ¿Qué consejo nos darías?
—Apuntaos conmigo al dojo. Puede ser que nos saquen mucho nivel, pero tendremos rivales diferentes cada vez que vayamos a entrenar. Yo seguiría también entrenando los ninjutsus que nos dejó Kakashi-sensei. Es más… Mmm… Podría hacer una especie de Bosque de la Muerte falso aquí adentro.
—¡No! ¿Por qué no haces un desierto? —pidió Naruto, levantándose de golpe—. El examen de chunin es en el desierto así que podríamos ir acostumbrándonos.
—No veo por qué no. Podría modificar las condiciones climáticas para que se asemejara al desierto, convertirlo todo en arena, crear oasis y zonas llenas de dunas, criaturas falsas escondidas, etc.
—¿En serio? —preguntó con una sonrisa pequeña Sasuke—. Sería perfecto para prepararnos.
—Podría fabricar unos muñecos de forma humana para que lucharan contra vosotros. Aunque eso tendría que pensar cómo hacerlo. No me gustaría que fueran tan fuertes que acabaran haciéndoos daño.
En cuanto lo pensó se acordó de la Sala de los Menesteres. Si pudiera hacer algo así… Sería increíble. Tendría que hacer otra caseta únicamente para ello mientras los demás usaran la caseta principal para entrenar. Genial. Más cosas que hacer. También tenía que acabar con lo de Danzo. Anotó mentalmente ir el sábado de nuevo a su base.
Se fue a duchar, notando el cansancio y el sudor de todo el día, y dejó a sus clones estudiando y cocinando. Tenía que repostar también los bentos que tenían bajo stasis y que habían ido consumiendo con las misiones. Se duchó tranquilamente, usando uno de los champús lujosos con perfume que reservaba para cuando sabía que no iba a ir de misión.
—¿Sabes cuándo regresará Kakashi-sensei? —preguntó Naruto cuando bajó a la cocina, vestida con el pijama.
—Estaba cazando a uno de los nuevos reclutas de Ne. No creo que tarde mucho más en regresar.
Sasuke la miró con una ceja alzada. Les explicó lo que encontró en la base de Danzo que no les había contado hasta ahora debido a su misión.
—No me puedo creer que tenga a tanta gente —frunció el ceño Naruto, poniendo la mesa junto a Sasuke—. ¿Te imaginas tener que devolver a todos ellos a las fuerzas de Konoha?
—Quizás sea imposible —dijo Sasuke—. Muchos de ellos no conocen otra cosa que a Danzo… Tal vez se resistan a ser absorbidos por Konoha.
—Ahora mismo no tiene mucho sentido pensar en ello. Más que los ninjas, el principal problema es Danzo. Su futuro es morir o ser encarcelado de por vida, ¿creéis que lo va a permitir después de todas las molestias que se ha tomado para tener un ejército secreto?
Negó con la cabeza mientras pensaba en ello. No envidiaba para nada a la Hokage, ni a los otros altos cargos. Ya tenía suficientes cosas que hacer y solo era una simple tokubetsu jonin. Con todo lo que hacía se sentía explotada. Por lo menos le reconocían el trabajo con un gran sueldo, a pesar de que no se lo gastaba en prácticamente nada. Ahora entendía por qué Kakashi-sensei le compró algo tan caro. Estaba claro que debía tener bastante dinero ahorrado como para no pestañear dos veces al comprar joyas de oro. Lo mismo le sucedía a ella. No tenía hijos, ni familia salvo Naruto, Sasuke y Kakashi-sensei así que todo lo que cobraba se lo había guardado a excepción de algunos regalos.
—¿Podemos seguir entrenando juntos mañana después del hospital?
—Claro.
Se fue a dormir poco tiempo después. Necesitaba digerir lo que habían estudiado sus 20 clones, descansar su mente y recuperar el ritmo normal.
Se despertó al día siguiente casi más cansada de lo que se acostó. Necesitó una segunda ducha y un buen desayuno para volver en sí. Por suerte, esa mañana solo tenía a un paciente y estaría asistida por el equipo que le había proporcionado la Hokage. Llegó al hospital con un par de minutos de antelación.
—El paciente de hoy tiene el brazo derecho amputado —dijo mientras ponía al día a sus 2 asistentes, entregándoles el historial—. Es una amputación de hace 2 meses así que será más fácil retirarle el tejido cicatricial que en una amputación ya curada. Primero, yo retiraré el tejido así que empezará a sangrar. Vosotros os encargaréis de mantener el sangrado a raya y de monitorizar las constantes.
—Seina-sama, su paciente ha llegado —llamó la auxilar—. ¿Le dejo pasar?
—Sí, adelante.
Seina le hizo sentarse en la camilla y le explicó lo que iba a suceder. El ninja estaba tan excitado por recuperar su brazo perdido que no tardaron ni 5 minutos en empezar la operación. Lo tumbaron en la camilla metálica, inconsciente, mientras Akane monitorizaba sus vitales y le inyectaba la anestesia. Lo habría dejado inmóvil, pero siendo su brazo necesitaba poder mover el miembro a medida que lo fuera regenerando. Empezó a retirarle el tejido mientras su otra asistente, Yue, empezaba a controlar la sangre que brotaba.
—Vitales constantes —murmuró Akane a su lado izquierdo.
—Sangrado estable.
—Bien. Empiezo con la regeneración.
Moldeó su chakra junto a su magia e inició el ninjutsu. Estuvieron casi 5 horas completas reconstruyéndole el brazo y parando los sangrados a medida que la sangre fluía libremente por los nuevos vasos sanguíneos. Gracias a Merlín, no la empezaron a avasallar a preguntas al ver cómo el tejido empezaba a crecer desde el miembro amputado.
—Estado estable.
—Ha perdido un 10% de sangre.
—Eso se arregla fácilmente —dijo ella, sacando el vial para aumentar sus reservas de sangre—. Necesitará reposo el día de hoy. La anestesia debería dejar de hacer efecto en media hora. Pediré a una enfermera que lo monitorice cada hora después de despertar.
Apuntó también calmantes y todo lo necesario para que se recuperara sin molestias, pero estaba segura que en cuanto le dejara de hacer efecto la anestesia y sus niveles de sangre volvieran a la normalidad podría irse a su casa. Vio como se había pasado de su hora de salida así que se fue directa al vestuario. Justo cuando se disponía a irse a casa, recibió la visita de un ninja auxiliar de la Hokage. Suprimió un suspiro y un gemido al darse cuenta de que estaba siendo convocada en la oficina de Tsunade-sama.
Para su sorpresa, Tsunade-sama la esperaba de pie en su despacho.
—Por fin. Has acabado más tarde de lo esperado.
—Los papeleos de última hora. ¿Y bien?
—Aquí no. Ven conmigo.
En cuanto la llevó a su espacio personal y privado supo qué estaba haciendo allí. Al primero a quién vieron fue, curiosamente, a Kakashi-sensei. Llevaba el uniforme algo sucio así que dedujo que acababa de llegar de la misión con su prisionero. En cuanto la vio le sonrió en su dirección.
—Seina.
—Así que has traído al chico por fin.
—Así es. Kakashi ha logrado hacerse con el recluta de Danzo y fingir su muerte. Shizune lo tiene sedado hasta las cejas —informó Tsunade-sama, caminando hasta la habitación que había sellado días antes—. Como pensábamos tiene un sello en la lengua así que va a ser imposible sacarle nada hasta que no le quitemos el sello. Inoichi ha intentado usar su dojutsu en él, pero nada.
—Quieres que lo intente.
—Sí. Si ves que le vas a provocar algún daño, déjalo. Le queremos con todas sus facultades mentales.
—Además, no creemos que sepa mucho sobre los movimientos de Danzo —dijo una voz a su espalda. Era Shikaku, sentado en una silla—. Solo queremos un sujeto de prueba para estudiar el sello.
—Está bien. Veamos qué puedo hacer.
Se inclinó sobre el ninja y le abrió un párpado. Se introdujo fácilmente en su mente. No solamente no tenía ninguna barrera mágica que pudiera detenerla, sino que le habían lavado tanto el cerebro que le habían quitado las protecciones naturales de su mente. En ese instante sintió lástima por el chico. Notó el sello en seguida puesto que estaba por todas partes. Curiosamente, parecía impedir que analizara con chakra sus memorias y también que Sai, que era como supuestamente se llamaba el chico, hablara sobre ellas. Lo que no era capaz de reconocer el sello era su presencia mágica, así que se dedicó a hurgar en su mente totalmente impune. Media hora más tarde, lo supo todo.
En cuanto salió de su mente no pudo reprimir un suspiro.
—¿Qué has visto? —preguntó Shikaku que, como era de esperar, se había dado cuenta de que había conseguido infiltrarse en el ninja.
—Su nombre es Sai. Es un nombre nuevo. A penas hace un año y medio que lo tiene. Hasta ese entonces era identificado como Saitama por otro chico algo mayor que respondía al nombre de Shin. Shin y Sai eran muy amigos, prácticamente hermanos. Danzo los hizo luchar a muerte con tal de que el ganador fuera adoctrinado a Ne y dejara el orfanato. Por desgracia, o por fortuna, Shin sufría una enfermedad degenerativa que acabó matándolo durante el combate. Sai, a petición de Shin, hizo creer a su reclutador que había matado a Shin y así fue inducido en Ne. Sai suprimió estas memorias con la ayuda del entrenamiento. Danzo le concedió el nombre de Sai, dejando atrás el nombre que le dio Shin antes de morir.
—¿Y qué hay de la misión?
—No sabe nada más de Unmo Samidare. Solo cumplía órdenes. Nada más.
—Era de esperar —suspiró Tsunade-sama—. Aunque nos has dado bastante información.
—A unas malas podemos pedirle ayuda a Seina para interrogarlos a todos.
—Será mejor que Jiraiya-sama se las arregle para destruir el sello —negó Shikaku a la propuesta de Shizune—. Seina ya está haciendo demasiadas cosas. Además, dejar a tantos ninjas de alto calibre con un sello desconocido puede ser peligroso.
—Tiene razón. En cuanto acabes con el mapa de la base considérate relegada de esta misión en relación a Danzo —ordenó Tsunade-sama—. Al menos, hasta nueva orden. Vamos, dejemos al prisionero a solas.
Salieron de allí, dejando a Shizune retocar la medicación y anestesia de Sai. Llevaba unos grilletes especiales así que no podría usar su chakra, ni aunque le fuera la vida en ello. Se fueron al salón para seguir la reunión más relajadamente. Seina se sentó en el sofá y acto seguido Kakashi-sensei se sentó a su lado. Lo observó de arriba abajo, viendo su aspecto algo desaliñado, y le tendió la mano. Mientras curaba los pocos rasguños que tenía, Tsunade-sama les sirvió unos tés y unos cafés con unas galletas. La Hokage, al ver la mano de su maestro en la suya, bufó una risa.
—Debe ser un plus para ti tener un médico experto en el equipo, Kakashi. Ahora ya no tienes que ir al hospital como si fueras un hombre condenado.
—Sin comentarios —dijo el jonin, cogiendo la taza de té.
—¿Qué puedes decirnos de la misión de Sai? —preguntó Shikaku, cortando de raíz las banalidades.
—Tal y como informó Seina, Sai ha sido enviado a matar a Umno Samidare. La misión era arriesgada ya que no se encontraba solo. Por desgracia para Sai, no parecía que fuera a dejar a su equipo en poco tiempo así que intentó deshacerse de todos ellos con una emboscada. Salió mal —suspiró Kakashi-sensei—. Mató a Samidare y a uno de sus compañeros, pero a costa de acabar malherido. Tuve que intervenir y terminar con el tercer integrante del grupo. Por suerte, la escena era perfecta para fingir la muerte de Sai así que dejé unas pistas para los cazadores de Kiri y me llevé a Sai escondido. De no ser por Tsunade-sama Sai habría muerto así que estoy seguro de que Danzo creerá que ha sido abatido en combate contra un grupo completo de ninjas de Kirigakure.
—No me gusta que investigar a Danzo nos esté salpicando de esta forma —frunció el ceño, cabreada, Tsunade-sama—. No me quiero ni imaginar qué habría pasado si Sai hubiera sido capturado, vivo o muerto. Tarde o temprano habrían sabido de quién es.
—Cierto, pero el problema ha sido solventado. Danzo cree que está muerto, Sai es nuestro prisionero, Kiri no sabe quién los ha atacado, podemos estudiar el sello de Danzo tranquilamente y Seina ha sido capaz de leer la mente de Sai… En realidad, esto es una gran victoria para nosotros —le recordó Shikaku.
—Enviaré un mensajero a Jiraiya para que vuelva a la aldea lo antes posible. Quiero que estudie este sello cuanto antes —se giró a mirarla—. ¿Cuándo podrás acabar con lo del mapa?
—Mañana es un buen día. Si Danzo está lejos de la base podría hacerlo en unas horas.
—Perfecto. ¿Necesitas asistencia? —preguntó Shikaku. Tanto él como la Hokage miraron a Kakashi-sensei, y Seina supo lo que le estaban preguntando.
—No necesariamente, pero si os quedáis más tranquilos Kakashi-sensei puede servirme de vigía si quiere.
—Iré contigo —aseguró su maestro.
—Genial. Otra cosa a punto de dar sus frutos —sonrió Tsunade-sama, frotándose las manos—. Ah, por cierto, Seina. Tengo una lista para ti. Está en orden de prioridad, pero no tenemos prisa. Tómate los descansos que necesites.
Cogió el pergamino que le tendía la Hokage y lo abrió, echando un vistazo rápido. Era una lista de cosas que querían que inventara. Hasta ahora, que ella supiera, ninguno de sus inventos salvo los objetos médicos, habían sido repartidos al público ni a ninjas que no pertenecieran a anbu. No le extrañaba. Que una tienda de campaña mágica cayera en manos de sus enemigos sería una verdadera pesadilla. Podrían tener un batallón de combate en mitad de Konoha sin que se dieran cuenta. Los únicos objetos que tenían algunos jonin eran los que ella misma había regalado personalmente, y se los había dado a ninjas leales y a cuenta gotas.
Se marchó de la residencia de la Hokage acompañada de Kakashi-sensei.
—Ah… Estoy deseando darme un buen baño —suspiró él—. Me he malacostumbrado.
Sabía que lo decía por la tienda de campaña mágica con baño propio. Seina sonrió. Ni siquiera pretendía fingir sentirse mal por poder ducharse o bañarse durante las misiones. La higiene era primordial. De hecho, debería ser primordial sobre todo en las misiones ya que las heridas producidas en combate podían infectarse de no limpiarse a tiempo.
—Puedes darte un baño mientras nosotros entrenamos.
—¿Tenéis pensado entrenar esta tarde?
—Estamos todos en casa así que sí. De hecho, vamos a entrenar en el dojo que nos recomendó Guy-sensei. Seguro que así cogen experiencia Naruto y Sasuke, y yo.
—Es una buena idea. Si alguien sabe de taijutsu es él, pero no le digas que te lo he dicho —pidió Kakashi-sensei con una sonrisa traviesa.
—No creo que me creyera si se lo dijera —se rio ella, imaginado la cara de Guy-sensei.
Cuando llegaron a casa, Naruto y Sasuke la esperaban impacientes en la cocina.
—¡Kakashi-sensei! Creíamos que habías muerto —sonrió su hermano, el muy trol.
—Hola, Naruto. Deberíamos practicar esos modales.
—Ponle un plato, dobe —le dio un codazo Sasuke.
Kakashi-sensei decidió comer primero antes de darse su ansiado baño así que, por primera vez en varios días, estuvieron comiendo el equipo entero como antes. Tocó su pie con el suyo mientras les explicaba lo que podía de su última misión, haciéndola sonreír. Cuando Naruto se enteró de que iba a tomarse la tarde libre para relajarse no pudo evitar cruzarse de brazos con un puchero en los labios.
—Deja de quejarte, Naru. Por no entrenar un día con Kakashi-sensei no nos vamos a morir.
—Lo sé, pero es que hace mucho tiempo que no entrenamos juntos.
—Podemos entrenar mañana por la tarde, si quieres y estamos todos disponibles —dijo el jonin a modo pacificador. Entonces la miró a ella—. Tenemos que hablar de lo que has descubierto por el momento de la base de Danzo. Cuando acabes del entrenamiento ven a verme.
Ella asintió. Sasuke y Naruto le preguntaron, con curiosidad, de qué hablaban. Les explicaron cómo al día siguiente, justamente el primer día de febrero, iban a infiltrarse en la base de Danzo. Esa tarde, mientras el jonin descansaba, estuvieron entrenando ninjutsu en la caseta. El 50% de los ninjutsus que había aprendido ya eran de agua, ya que era el elemento más afín a ella, así que quería aprovechar para aumentar sus ninjutsus de fuego. Era una vergüenza que justo viviendo en el país del Fuego fueran sus jutsus menos usados.
—Katon: ryuka no jutsu.
Las llamas salieron despedidas de su boca en dirección a un enorme cubo de acero que había conjurado para probarlo. Pudo ver cómo se deshacía rápidamente al impactar el torrente de fuego sobre su superficie. Cortó el flujo de chakra y moldeó de nuevo sus reservas usando nuevos sellos.
—Katon: haijingakure no jutsu.
Sopló delante de sí, pero en seguida vio que algo fallaba. Supuestamente el jutsu era el equivalente del jutsu de niebla que usaban en Kiri para esconderse, pero con cenizas. Aun así, en su bocana de aire había más llamas que cenizas.
—Estás moldeando demasiado chakra para crear fuego —dijo Kurama, que había estado observando algo aburrido, como siempre—. Necesitas suficiente llama como para crear ceniza, pero no demasiadas como para convertir el jutsu en otro jutsu de fuego. Intenta usar solo el 50% de naturaleza katon mezclada con tu energía normal.
Seina lo probó siguiendo las direcciones de Kurama. Al instante notó la diferencia. Si antes el 75% era fuego y el 25% eran cenizas, ahora los porcentajes se habían revertido. Tenía sentido. El jutsu no tenía suficiente “fuerza” como para ser un jutsu de fuego al completo. Eso le hizo darse cuenta de algo. ¿Qué pasaría si hacía lo mismo con un jutsu de agua? El ninjutsu de niebla que había aprendido hacía meses no seguía el mismo procedimiento ya que la cortina de niebla estaba compuesta de minúsculas gotas, no de vapor.
—Esto tengo que probarlo —pensó a Kurama, que había estado siguiendo el hilo de sus pensamientos.
—Será mejor que te apartes del payaso de tu hermano y del emo.
Saltó hacia un lado, dejando aún más espacio entre ella y su equipo, quienes también practicaban ninjutsu individualmente. Moldeó el chakra usando el primer jutsu de agua que aprendió. En lugar de transformar todo el chakra en chakra de naturaleza de agua, mezcló la mitad transformada con otra mitad de chakra sin transformar. Para su sorpresa, creó niebla.
—¿Qué? ¿Por qué acabo de crear de nuevo el jutsu de niebla? —se preguntó para sus adentros, y para Kurama—. ¡Son 2 jutsus diferentes!
—Mmm… ¿Qué pensabas que iba a suceder?
—¿Vapor? No lo tenía muy claro, la verdad.
—El vapor necesita una fuente de energía, como el fuego, y no has usado ninguna.
—Pero, ¿cómo he recreado el jutsu de niebla si así NO se moldea el chakra para usar dicho jutsu?
—¿Creías que solo hay una forma de hacer cada jutsu? —se burló Kurama, con una risa—. Si fuera así, no habría tanto ninjutsu ni tanta gente podría usar el mismo jutsu sin tener acceso a los pergaminos necesarios.
Seina pestañeó. Era cierto. Los ninjutsus no eran como hechizos. Los hechizos eran muy específicos. No podía matar a alguien con un alohomora, pero sí que podía usar un jutsu de agua para matar y para esconderse porque sus particularidades eran mucho más generales que un encantamiento. ¿Sería posible que su anterior experiencia como bruja la hubiera limitado en cuanto al ninjutsu? Si bien era cierto que había investigado un poco cómo crear un jutsu nuevo combinando varias naturalezas de chakra eso había sido porque ya sabía que era posible. No estaba haciendo nada nuevo.
—¡Pues claro! Si moldeo chakra de naturaleza agua más chakra de naturaleza fuego debería crear vapor, ¿no? Y si moldeo chakra de naturaleza tierra con chakra normal debería crear arena o polvo.
Estuvo probando toda la tarde los distintos tipos de naturaleza de chakra combinándolos con su energía normal. Se dio cuenta en seguida que no todas las pruebas eran igual de exitosas. En algunos casos, mezclar 50% de naturaleza de chakra y un 50% de energía ying-yang sin transformar era suficiente para crear niebla o cenizas. En otros casos, como cuando intentó crear polvo, esa proporción no era correcta. Aun así, comprobó que podía crear distintos elementos usando una combinación desconocida de chakra de naturaleza X más chakra normal. Eso quería decir que mucha gente que podía usar ciertos elementos de forma natural no eran los únicos que podían, en teoría, crear nuevos elementos. Ya lo había probado antes con su agua hirviendo, pero mezclando varias naturalezas de chakra en cantidades iguales.
—Esto significa que tienes 2 formas de crear la misma cosa —pensó Kurama—. Una sería usando una mezcla idéntica de diferentes naturalezas de chakra y otra combinando una naturaleza de chakra con chakra normal, en proporciones desconocidas.
—Exacto. Eso quiere decir que, en principio, TODO el mundo podría usar TODOS los elementos. Y lo que es mejor, si fuera capaz de saber cómo replicar estos jutsus sin tener que moldear tanto chakra de diferentes naturalezas perdería menos tiempo al usar ninjutsu.
—Yo de ti no explicaría cómo hacerlo… Deja que crean que es otra particularidad tuya.
Seina suspiró. Sabía por qué Kurama lo decía. No solamente estaría agrandando la diana sobre su cabeza, sino que estaría dando ventaja a los enemigos de Konoha. No, mejor callárselo.
—Tengo mucho trabajo por delante —pensó, sentándose en la hierba—. Tardaré meses, quizás años, en saber con exactitud cómo moldear el chakra para recrear todos los elementos.
—Por suerte para ti, tienes tiempo.
Chapter 49
Notes:
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Chapter Text
Salió de la caseta un rato después, dejando a su hermano pelear con Sasuke, y se fue a duchar. Kakashi-sensei la esperaba en el sofá leyendo un pergamino. Se sentó a su lado, poniendo el mapa estático, pero en limpio, que acabado de hacer ayer. El jonin se inclinó, dejando el pergamino, mientras contemplaba el mapa con atención.
—Es más pequeña de lo que esperaba —musitó Kakashi-sensei—, aunque tiene sentido. ¿Cuánto tiempo necesitas para poner tu barrera?
—Una media hora. No se trata de una barrera muy compleja. He pensado usar una de las habitaciones más centrales. Entraré con una de mis invocaciones y el hiraishin.
—Está bien. Yo serviré de vigía mientras haces tú parte. Tampoco puedo hacer mucho más si no queremos que nos descubran. La reunión de Tsunade-sama con Danzo es dentro de media hora, pero podemos ir yendo —asintió su maestro.
Seina se teletransportó en el árbol cerca de la base de Danzo que había estado usando, con Kakashi-sensei cogido de su mano. En cuanto envió a sus invocaciones al cuartel de Ne, se dio cuenta de que podía enviar a una de sus criaturas a la oficina de Tsunade-sama para cerciorarse de que Danzo estaba allí. Se lo comentó en voz baja a Kakashi-sensei, quien asintió en silencio. Tardó unos minutos en adentrarse por el camino correcto y volar todo el vestíbulo. La puerta de dentro estaba cerrada, pero no era problema para su mosca, que podía colarse por la rendija entre la puerta y el suelo.
Bajo encantamientos de camuflaje, nadie notó a su insecto artificial, a pesar de que había un par de personas moviéndose de arriba abajo. Tuvo que buscar una habitación vacía, espiando a algunos que dormían o meditaban sentados en el suelo, antes de encontrar un dormitorio vacío.
—Voy a entrar —dijo a Kakashi-sensei.
Ambos activaron sus brazaletes antes de usar el hiraishin. Cayó al suelo en silencio, mirando a todos lados para asegurarse de que estaban solos. Sus hechizos le indicaron que la persona más cercana era un ninja a 3 habitaciones. Kakashi-sensei se quedó al lado de la puerta, quieto, mientras ella agrandaba la habitación y alzaba una pared falsa tras la cual pensaba poner la cámara rúnica. Incluso aunque sospecharan algo se volverían locos intentando encontrar la fuente del poder de la barrera mágica. Más que nada porque pensaba esconderlo con el fidelus. Colocó la piedra previamente tallada con runas y empezó a cargarla con su magia. Notó como la barrera se iba extendiendo, indetectable, de forma delicada. Con los ojos cerrados, se percató del momento en el que la barrera contuvo todo el cuartel en su interior.
Alzó la pared, dejando una piedra con el shiki jutsu para poder teletransportarse fácilmente, y puso el fidelus. No cambió nada a ojos de cualquiera. La habitación había vuelto a tener el mismo tamaño, la pared era la misma pared de antes y el espacio que había creado ya no “existía”. Tocó suavemente a Kakashi-sensei en el hombro. Le hizo señales para que supiera que iba a hacer y los volvió a teletransportar con el hiraishin dentro de la cámara secreta que acababa de construir. Silenció el espacio.
—Ahora no pueden encontrarnos ni aunque quieran —dijo en voz baja, a pesar de saber que no podían escucharlos.
—Podrías haberte infiltrado tú sola fácilmente —musitó Kakashi-sensei.
—No está mal tener algo de compañía —sonrió ella, mirándolo de reojo mientras dejaba el mapa en el suelo—. Ahora solo queda conectar la piedra al mapa.
Tardó menos aun de lo que había tardado en hacer todo lo demás. Si algo había estudiado con Hermione en sus ratos libros durante su maestría de runas era el mapa merodeador. Kakashi-sensei lo observó todo detrás de su hombro, con rostro interesado. Vieron como empezaban a aparecer los nombres de los ninjas que estaban dentro del cuartel.
—¿Por qué hay uno que se llama “Segundón”? —preguntó su maestro.
—El mapa muestra los nombres a los que responde la gente así que esa persona debe pensar que se llama o es el “Segundón”.
—Huh.
Eso había sido una tremenda sorpresa para Hermione y para ella. Al contrario de lo que habían creído, el mapa no podía distinguir entre personas con el mismo nombre y apellido, como pasó con Bartemius Crouch, no porque no hiciera distinciones entre diferentes personas sino porque la gente con esos nombres no se llamaba así mismo Bartemius Crouch Junior o Senior, por poner un ejemplo. El nombre estaba ligado a la magia, al alma, pero tenían que ser aceptados por su portador como su nombre identidad. Lo gracioso era que la mayoría de las personas sí que aceptaban el nombre que le daban sus padres, aunque les gustara más o menos.
Era por eso que el mapa en Hogwarts no mostraba casos como los que estaban viendo aquí, porque no eran ninjas con el cerebro lavado que habían perdido la identidad. Si hubieran usado el mapa cuando ella tenía 4 años su nombre no habría constado como Harriet Potter sino como “Anormal” o “Bicho raro” porque ese era el nombre que había aceptado como suyo debido a los Dursley.
—Ya tenemos lo que queríamos. Podemos salir de aquí.
—¿Dónde está Danzo? —preguntó Kakashi-sensei.
—Sigue con Tsunade-sama.
Recogió todas sus cosas, dando un último vistazo a la sala, y aceptando la mano de Kakashi-sensei. Salieron de allí un milisegundo después, reapareciendo en casa. Deshizo sus invocaciones y desactivó el brazalete. Kakashi-sensei se estiró, relajando su postura.
—Esta debe ser la misión más fácil que he hecho este año —confesó—. ¿Me dejas ver el mapa?
Seina se lo entregó. Ambos vieron cómo la gente se movía de arriba abajo.
—Reconozco este nombre —dijo Kakashi-sensei, apuntando a una de las etiquetas—. Es Torune Aburame. Durante un tiempo lo consideraron para anbu por sus kikaichu venenosos. Me preguntaba qué habría pasado con él.
—Sinceramente, no entiendo cómo no se ha dado cuenta la mayoría de ninjas de la aldea. Es como un secreto a voces.
—¿Un secreto a voces el qué? —preguntó una voz a su espalda. Sasuke.
—Seguro que es algo de Danzo —dijo su hermano, totalmente sudado—. Voy a darme una ducha.
Esperaron a que se ducharan antes de que Kakashi-sensei les explicara que su misión había sido un éxito. Aun así, Seina no estaría conforme hasta que no le entregara el mapa y se desentendiera, por el momento, de Danzo.
Cosa que sucedió al día siguiente. Tsunade-sama la hizo pasar a su oficina privada, dentro de la mansión, donde las esperaba Shikaku y el comandante anbu totalmente encapuchado.
—¿Y bien? —preguntó la Hokage nada más sentarse.
Ella sonrió mientras sacaba el pergamino de su riñonera sin fondo. Lo extendió encima de mesa de café, gozando de los rostros intrigados al darse cuenta de que no estaban viendo nada, y lo activó con una frase premeditada.
—Muéstrame tus secretos, Pikachu —dijo al mapa mágico, suprimiendo una carcajada.
—¿Quién es Pikachu? —preguntó el comandante anbu.
—Funciona —musitó asombrado Shikaku—. Esto es increíble.
—Para que el mapa desaparezca simplemente tenéis que decir “Gracias, Pikachu” tocando el pergamino.
—¿No había una frase menos estúpida que esa? —preguntó con exasperación la Hokage.
Vio el labio de Shikaku temblar un segundo antes de ser controlado. El anbu no dijo absolutamente nada. Seguía observando fijamente los nombres y el mapa de la base de Danzo.
—Tenía que ser algo que nunca nadie pensaría ni diría —contestó ella, defendiéndose.
—Ya, y ese es tu único motivo —sonrió el comandante jonin, evitando la mirada de la Hokage.
Seina no dijo nada. Había tardado unos minutos en pensar la contraseña. Hasta que se dio cuenta de que podía quedarse con ellos cada vez que usaran el mapa. Cuando se imaginó a la Hokage o al comandante anbu en una reunión seria usando la contraseña delante de más gente no pudo reprimir las carcajadas. Además, no había mentido. Nadie sabía qué era un Pikachu. Motivo suficiente para usarlo por temas de seguridad.
—Gracias a ti tenemos una gran ventaja, Seina —habló su maestra, ignorando a Shikaku—. A menos que te necesitemos a ti personalmente, considérate relevada de este caso.
—Hai.
Hizo una reverencia y se marchó con el hiraishin. Se fue directa a casa, donde le esperaban un montón de libros por leer para su examen de ascenso a jonin. Dejó a sus clones con la lectura mientras entraba a la caseta, para practicar algo más de ninjutsu. Así fue como la encontraron Naruto y Sasuke, horas más tarde, rodeada del pergamino copiado que Kakashi-sensei les había dado con todas las técnicas que había robado con su sharingan.
—¿Ya le has dado el mapa? —preguntó Naruto. Ella asintió—. ¿Qué va a pasar ahora con Danzo?
—No tengo ni idea. Ya he acabado mi tarea y he sido relegada de todo lo relacionado a Danzo.
Sasuke frunció el ceño. Él era el que más quería saber qué pasaba finalmente con Danzo ya que, si estaban en lo cierto, él era el culpable de la muerte de sus padres. Una parte de Seina, no obstante, estaba cansada de pensar continuamente en Danzo. Ahora que su maestra tenía el mapa estaba más aliviada de “dejarlo estar”. Al contrario de mucha gente del mundo mágico, los ninjas eran bastante más competentes. Quizás porque tenían muchos menos escrúpulos y miramientos. Tal vez porque, aunque no lo pareciera, vivían en una dictadura militar.
—Por cierto, ¿dónde está Kakashi-sensei? —preguntó ella.
—Ni idea. Creo que ha dicho que tenía algo que hacer en la aldea —le informó Sasuke.
—Seguro que ha ido a por otro de esos libros eróticos.
Seina sonrió ante las palabras de su hermano. ¿Cada cuánto creía Naruto que el pervertido publicaba un libro nuevo? De cualquier forma, tenía muchas cosas por hacer. Había dejado a medias las peticiones de la Hokage así que tenía que ponerse al día con las comandas. Así fue como pasó toda la tarde acompañada de Sasuke y Naruto, quienes decidieron ayudarla a tallar las runas necesarias.
—¿Crees que esta silla la usará contra Danzo? —preguntó su hermano, mirando la silla de madera nada del otro mundo.
—Mejor sería preguntar, dobe, si funcionará —rodó los ojos Sasuke.
—¿Por qué no iba a funcionar? Aunque lo sabremos pronto, imagino.
—¿Por qué no entrenamos mañana juntos?
Seina se encogió de hombros. El día siguiente solo era lunes así que no tenía nada planeado salvo estudiar, y sabía perfectamente que usaría los clones para leer los pesados libros de teoría. Todavía tenía pendiente hablar con Kakashi-sensei sobre la posible carta que enviar a Itachi, si es que al final la enviaban, y regresar de nuevo al dojo para practicar su taijutsu. Por no hablar de sus experimentos con el ninjutsu y genjutsu que se habían quedado estancados debido a Danzo, el hospital y las misiones para destruir las bases de Orochimaru.
Supo, por su vínculo, que tanto Sasuke y Naruto se habían dado cuenta del tremendo peso que se había quitado al desentenderse de la raíz. Quizás por eso su hermano la estaba invitando a entrenar con ellos con un día de antelación. Aun así, Seina quería hacer algo diferente así que se le ocurrió otra idea.
—¿Qué os parece que cenemos juntos en la aldea?
—¡Genial!
—Pero nada de ramen —aceptó Sasuke, ignorando la expresión horrorizada de Naruto.
—¡No es justo!
—¿Por qué no escribís una nota para Kakashi-sensei mientras recojo todo esto?
Tardó apenas un par de minutos en ordenar sus cosas y en empaquetar los pedidos, empequeñeciendo la silla para no tener que cargar con ella. Su hermano y Sasuke la esperaban en la puerta, discutiendo, como siempre, qué restaurante podían visitar.
—¡No me apetece pescado!
—¡Ni a mí una barbacoa de solo carne, dobe!
—¿Por qué no vamos al restaurante de los Akimichi? Sabemos que se come bien y tienen un menú muy variado —dijo ella, algo exasperada, siendo la voz de la razón.
Naruto y Sasuke, viendo que era la mejor opción para satisfacer ambos egos, aceptaron su propuesta. Estaba empezando a anochecer y hacía algo de frío, pero se tomaron el paseo tranquilamente. Ni se acordaba de la última vez que estuvieron juntos sin hacer “nada” productivo. Cuando llegaron al restaurante tuvieron que esperar unos minutos para sentarse, así que se quedaron de pie hablando del entrenamiento, como no.
—Estoy deseando hacer el examen —confesó Sasuke—. Las misiones son tan fáciles que me aburro. Además, no me hice ninja para hacer de niñera la mitad del tiempo.
Naruto se rio en su cara mientras Seina ahogaba una risa. No sabía de qué se reía su hermano, si estaba en la misma situación. Al notar su pensamiento burlón, Naruto se giró a mirarla con expresión exasperada. No sabía qué había pensado con exactitud, pero estaban tan conectados que podía imaginárselo como si lo hubiera escuchado.
—Realmente no sé para qué queremos ascender —pensó ella en voz alta—. Con el sueldo de genin podemos vivir tranquilamente sin poner nuestras vidas en peligro.
—Lamentamos el retraso —intercedió una voz—. Ya pueden pasar.
Se dio la vuelta, asintiendo ante la expresión cordial de la camarera, y la siguieron. Les dieron una mesa en una esquina. Ella se sentó con la pared a su espalda, acompañada de Sasuke quien tampoco quería darle la espalda a todo el restaurante, mientras que Naruto se sentó solo delante de ellos en su propio banco.
—¿En serio te gustaría ser un genin toda la vida? —preguntó incrédulo Naruto.
—Y lo dices justamente tú, quien ha sido ascendida 2 veces en menos de un año —rodó los ojos Sasuke, detrás de la carta de menú.
—Solo digo que, ¿para qué queremos ser jonin? No lo sé. Ahora me lo pregunto porque nunca me he puesto un objetivo salvo ser la mejor, pero…
—¿Ahora que te vas acercando a tu objetivo no sabes ni siquiera por qué quisiste ser jonin? —preguntó Sasuke, mirándola de reojo—. O, ¿qué hacer después de alcanzar tu meta?
—Podría haberme quedado siendo chunin, y no habría pasado absolutamente nada.
—Pero eres demasiado competitiva. Como el dobe, extrañamente, y como yo. En parte es por eso que somos un buen equipo.
—¡Hey! —exclamó Naruto, comprendiendo que lo había insultado indirectamente.
Cogió el menú, mirando por encima la carta, cuando sintió la mirada de alguien en su frente. Alzó los ojos y se topó de lleno con los ojos pálidos y verdes de Sakura. Llevaba tiempo sin verla así que le sorprendió ver su cambio físico. Tenía el pelo corto, por los hombros, y ya no vestía su típico vestido rojo sino una camiseta de tirantes del mismo color y pantalones cortos oscuros. Mantuvo su mirada violeta fija en los ojos de Sakura, quien iba acompañada de Ino, hasta que apartó su rostro con expresión sorprendentemente impasible. Lo gracioso de todo es que ni siquiera miró a Sasuke. Tal vez porque el susodicho se estaba tapando la cara, a consciencia, con el menú.
—Interesante…
—¿Huh? ¿El qué? —preguntó Naruto, quien no había visto nada estando de espaldas.
—Nada importante.
Por suerte para Sasuke, Ino no los había visto ni Sakura le había dicho que estaban allí. Observó cómo se sentaban a lo lejos, hablando, haciendo caso omiso de su equipo. Seina desvió por fin la mirada, volviendo a la carta cuando llegó el camarero. La interacción apenas había durado un par de minutos, pero no sabía cuál era su propósito. Igualmente, no es como si le importara Sakura así que pidió su plato y cerró el menú.
—No sé cómo te puede apetecer sushi a estas horas.
—¿Y a ti qué te importa?
Suspiró al escuchar la nueva discusión de su hermano y Sasuke. Cenaron mientras hablaban de chorradas y de un poco de todo. Como estaban en público, no hablaron de nada muy privado ni serio así que el ambiente era relajado y distendido. Cuando llegaron a casa, horas más tarde, Kakashi-sensei todavía no había regresado, así que desecharon la nota que habían dejado y se fueron a dormir horas más tarde, después de jugar a unas cuantas partidas de cartas.
Al día siguiente, se despertó con una sonrisa. Como no tenían nada que hacer, y seguían estando solos, se fueron al dojo del amigo de Guy-sensei. Pasaron unas horas entrenando con los distintos jonin que frecuentaban el dojo. Salió de allí sudada de pies a cabeza, con las extremidades extrañamente livianas del esfuerzo, y notó como las nuevas pesas estaban surtiendo efecto.
—Voy a ducharme y a entregarle el pedido a la Hokage —les dijo—. No tardo nada.
—Empezaré a hacer la comida —contestó su hermano, despidiéndola con un movimiento de mano distraído.
Se duchó rápidamente y cogió el paquete que había preparado. Cuando llegó a la torre de la Hokage, curiosamente, no estaba allí. La que estaba sentada en la butaca de la líder era Shizune, quien le cogió de buena gana el paquete una vez lo agrandó. Seina dudó sobre si preguntarle qué estaba pasando, pero lo dejó pasar. No tenía ganas de complicarse el día así que se fue sin más. Lo que no se esperaba era toparse con su antiguo paciente, Tetsu, acompañado de Neji e Hinata. De solo ver su expresión supo que no había sido una coincidencia y tuvo que ahogar un gemido de exasperación al darse cuenta de lo que iba a pasar. Por suerte, estaban en el parque al lado de la torre del Hokage, que casi siempre estaba vacío. Al parecer nadie quería pasearse demasiado bajo el edificio de alguien que lanza sillas por la ventana.
—Seina-sama, solo quería agradecerle lo que hizo —dijo nada más empezar. Hizo una reverencia de 90 grados que la dejó algo incómoda—. De no ser por su ayuda mi vida habría acabado.
—Me alegro haberte ayudado —contestó, tocándole el hombro.
Intentó instarlo con el toque a que se levantara pero, para su horror, no solo no lo hizo sino que Hinata y Neji le hicieron otra reverencia. Dejó escapar un mini suspiro que hizo, afortunadamente, que se incorporaran. Echó un vistazo de reojo, pero poca gente estaba observándolos. Quizás un par de civiles los miraran con curiosidad antes de seguir caminando calle abajo, pero nada grave así que respiró más tranquila.
—¿Alguien se ha enterado de…? —preguntó ella con curiosidad.
—No. Todos creen que no perdí los ojos —informó Tetsu totalmente convencido—. Creen que, simplemente, me quedé ciego.
Seina se relajó. Esa era la mejor posibilidad de todas. Los Hyuga se dieron cuenta de su preocupación al instante. Hinata le tocó el brazo, asegurándole que Tetsu tenía razón.
—Entonces me quedo más tranquila.
—Testu quería decirte gracias personalmente. Nosotros solo estamos aquí para acompañarle —asintió Neji con una leve sonrisa.
—No hay de qué. Eso es lo que hace un médico, ¿no?
El rostro de su amiga se mostró pensativo al oírla. Parecía querer preguntarle algo, o quizás hablar a solas, así que se dirigió a Neji con una expresión disimulada y él lo entendió al vuelo. Tetsu y Neji se fueron unos metros más allá, dejándolas a solas. Sintió el estómago rugir del hambre y se dio cuenta de que su equipo se estaría preguntando dónde estaba. Naruto todavía no estaba lo suficientemente impaciente como para abrir de par en par el vínculo, pero no le sorprendería escucharlo en su cabeza dentro de poco.
—¿Qué pasa, Hina? —preguntó, sentándose en un banco bajo un árbol.
—¿Sabes que Ino, cuando se apuntó al hospital, me habló de apuntarnos al mismo tiempo?
—Algo me dijo, sí.
—No me apunté con ella —habló Hinata, con su típica voz muy suave—, pero quería hacerlo.
—¿Por qué no lo hiciste? ¿Por tu padre? ¿Por lo que diría tu clan?
Hinata asintió, mirando al suelo de tierra.
—Pero vi lo que hiciste con Tetsu. Le salvaste la vida. No. Se la devolviste.
—Hinata, si quieres apuntarte al hospital, hazlo. Ya sabes que Tsunade-sama te apoyará de ser necesario. Me gustaría ver qué hace tu clan ante ella.
Hinata sonrió levemente al imaginárselo antes de ponerse seria de nuevo. Se quedaron en silencio, mientras Hinata intentaba reunir las fuerzas para tomar una decisión.
—¿Quieres un consejo? —dijo finalmente. Su amiga, al fin y al cabo, era una niña de 12 años que había perdido su madre hacía mucho tiempo.
—Claro.
—Nadie puede vivir tu vida por ti. Ni tu padre, ni tu clan. Sé que pensarás que lo digo muy a la ligera porque yo no tengo a nadie respirando en mi nuca y criticando todo lo que hago. En parte tienes razón. Pero dime… ¿por qué no puedes apuntarte al hospital si con ese conocimiento puedes salvarles la vida a tus compañeros? ¿Qué hay de malo en ello? ¿Se van a enfadar porque “no es lo que hace un Hyuga”?
Hinata asintió silenciosamente ante su última frase. Ni siquiera levantó la cabeza. Seina empezó a enfadarse al comprender que tanto tiempo lejos de Hinata había hecho que su clan volviera a hincar sus dientes ponzoñosos en ella.
—Pues que se enfaden, Hina. Lo que tienes que meditar es… ¿Cómo te sentirías TÚ si pierdes a Kiba o a Shino en una misión cuando probablemente podrías haberles salvado la vida apuntándote al hospital, tal y como querías? ¿Te lo perdonarías alguna vez? ¿Te sentirías culpable? ¿Pensarías día tras día lo idiota que has sido por no haber tenido el valor de hacer lo que tu corazón pedía, simplemente porque tu padre y tu clan es tan intolerante que es incapaz de comprender que más conocimiento nunca es malo a pesar de no ser “lo que hace un Hyuga”? Dentro de muy pocos años serás una persona totalmente adulta y, seguramente, no dependerás de tu familia. Tendrás dinero para mudarte si quieres, nadie te podrá decir lo que tienes que hacer. Y si te apuntas al hospital y son tan idiotas como para amenazarte o algo similar… —empezó ella, sintiendo su sangre hervir—, ven a mí y te ayudaremos. No puedo ofrecerte mi casa sin antes haber hablado con mi equipo, pero estoy segura de que no se negarían a ofrecerte un lugar donde vivir lejos de tu clan.
Hinata asintió fervientemente, todavía con la cabeza gacha. Seina le cogió el mentón, levantándole la cabeza. Vio como tenía los ojos blancos llenos de lágrimas. No sabía si por su apoyo o por haberse imaginado a su equipo muerto, incapaz de curar sus heridas mortales. Sabía que Hinata tenía muchos problemas en su casa. Lo peor de todo era que era una persona mucho más gentil de lo que uno podría esperar siendo ninja y, para más inri, la heredera de uno de los clanes más poderosos de Konoha. Aunque, quizás Hinata era gentil debido al trato que recibía. Seguramente era una mezcla de ambos factores.
Seina, siendo Harriet, había sufrido algo parecido a Hinata. Al contrario que su amiga, no obstante, ella había tenido una espina más fuerte y no la habían amedrentado, aunque lo habían intentado por todos los medios. De haber logrado Vernon y Petunia lo que se proponían, Harriet hubiera sido como Hinata. Insegura, indecisa, alguien fácil de aterrorizar con una mirada. La diferencia entre Harriet e Hinata era que ella, en su antigua vida, se había decantado más por el enfado que por el miedo. De no haber conocido a sus amigos, de haberse largado a Hogwarts durante 9 meses al año, Seina sabía a ciencia cierta que los habría matado antes de cumplir la mayoría de edad en uno de sus múltiples arrebatos de ira y resentimiento.
—Gracias Seina. Pensaré en lo que me has dicho. Lo prometo.
—Y recuerda: si te pasa algo o sientes que corres peligro en tu casa, ven a mí o a Naruto o a Sasuke.
—¿Dónde demonios estás nee-chan? —llamó su hermano. Hablando del rey de Roma.
—Ahora vengo. Estoy hablando con Hinata —contestó, evitando rodar los ojos ante su amiga—. Me voy a comer algo. Nos vemos pronto, Hina.
Hinata se despidió de ella, echando a andar hacia donde la esperaban Tetsu y Neji. Seina, totalmente hambrienta, usó el hiraishin para teletransportarse a casa. Le esperaban Sasuke y Naruto en la mesa, con rostro exasperado e irritado.
—Lo siento, lo siento —se disculpó ella—. Me han abordado Neji, Hinata y Tetsu.
—¿El de los ojos?
—Sí. Quería darme las gracias y asegurarme de que nadie se había dado cuenta de que no tiene el sello. Creo que Tsunade-sama les ha hecho creer que estaba ciego, pero que aún conservaba los ojos. Y luego… —suspiró—. He estado hablando con Hinata.
Procedió a mostrarles la memoria de la conversación. Tanto Sasuke como Naruto fruncieron el ceño al darse cuenta de que Hinata, posiblemente, corriera peligro en su casa.
—Por mí bien —dijo Sasuke, viendo lo que quería—. Hinata no es una de mis fans. Puede quedarse aquí si tiene problemas.
—¡Menudo padre! —espetó su hermano con el rostro rojo de la ira—. ¿¡Cómo puede tratar así a su propia hija!? ¡Por mí también puede quedarse aquí si lo necesita!
—Tendremos que hablar con Kakashi-sensei, pero no creo que se niegue. Aun así, espero que Hinata no lo necesite de verdad.
—¿Hablarme de qué? —dijo Kakashi-sensei apareciendo de improvisto con un shunshin en pleno comedor.
—¡Demonios! —dio un bote Naruto—. ¿¡Quieres hacernos infartar!?
Seina y Sasuke resoplaron una risa al ver la expresión irritada de Naruto con una mano en su pecho. Kakashi-sensei alzó una ceja, sentándose frente a ella en la mesa, dándose cuenta de que ni habían empezado a comer a pesar de lo tarde que era.
—¿Y bien?
—Es Hinata. Al parecer tiene problemas en su casa. Problemas que quizás acaben con ella en la calle.
—Le has ofrecido quedarse contigo, aquí —afirmó sin tener que pensárselo el jonin—. ¿Qué clase de problemas?
—Al parecer su clan se niega a dejar que estudie cualquier cosa que no sea el junken. Hinata no es precisamente el parangón de los fundamentos Hyuga —rodó los ojos—. Quiere apuntarse al hospital, pero tiene miedo a que se nieguen, o peor.
—Hyugas… —musitó Kakashi-sensei por lo bajo. Le tocó un pie con su pie—. Por mí puede quedarse aquí si tiene problemas. La cuestión es si se sentirá cómoda viviendo aquí estando yo aquí. Aun así, hasta que no se presente ese supuesto no tiene sentido pensar en ello. Quizás Hinata se lleve una sorpresa.
—¿Por qué lo dices?
—Porque Tsunade-sama no va a dejar que le pase nada simplemente por estudiar en el hospital.
Seina lo pensó unos segundos. Era lo mismo que le había dicho a Hinata hacía unos minutos. En realidad, Kakashi-sensei tenía razón. En el peor de los casos, Hinata no se quedaría en la calle, eso seguro. Hasta que no sucediera nada malo, sería absurdo preocuparse por adelantado. Empezaron a comer después de prepararle otro plato a su maestro. No les explicó lo que había estado haciendo, salvo que había estado con Tsunade-sama en su casa privada de la mansión Hokage. Era obvio que se trataba de algo de Sai, o cómo se llamara realmente. Fuera lo que fuera, se encogió de hombros.
Notes:
¡Hey!
Quería aclarar algo. Parece que Seina tiene muchas responsabilidades, pero, en realidad, no es así. Solo trabaja 10 horas a la semana en el hospital y este es el único trabajo estable que tiene. Los pedidos de la Hokage cada x semanas no son todo tiendas mágicas, es más, al contrario: son pociones, kunais irrompibles, el hechizo diagnóstico con runas para que puedan usarlo en el hospital... Así mismo, las misiones que tiene las tiene de tanto en tanto y el entrenamiento solo le ocupa lo que una jornada de trabajo completa a cualquier persona (7-8 h al día).
Quizás no os lo parezca porque estáis leyendo la información desordenada, pero yo que lo tengo esquematizado para no perderme veo que tampoco hace tanto de lo que os imagináis algunos, salvo en contadas excepciones de la historia, y en esos casos la misma Seina ya lo tiene en cuenta.
Por otro lado, ¡nos vamos acercando a los 300 reviews! El otro día me dio por mirar la página de Naruto/Harry Potter y me di cuenta de que estamos en el top 1 gracias a todos vosotros. ¡Gracias chic@s!
Pd. No os preocupéis. Queda muchísima historia por delante.
Chapter 50
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato, menciones de secuestro.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Al día siguiente sus planes de entrenar todos juntos se fueron a la mierda. La llamaron al despacho de la Hokage a primera hora de la mañana.
—Ah, Seina. Justo a tiempo.
—Tsunade-sama —saludó ella. En menos de un segundo analizó al hombre, rubio, de unos 30 años parado frente al despacho de la Hokage.
—Te he asignado una nueva misión. Este señor se llama Fuuta Kobayashi. Es un comerciante del país de las Cascadas. Fuuta-san se ha enterado de unos rumores sobre que alguien planea secuestrarlo a cambio de un rescate. Tu misión será acompañarle, haciéndote pasar por su hija, y protegerle hasta que regrese de nuevo a su país —informó la Hokage—. Fuuta-san tiene que realizar una serie de paradas por el camino así que servirás como su guardaespaldas secreta. Él mismo te contará los detalles de la ruta. Puedes usar la sala auxiliar de reuniones.
—Acompáñeme Fuuta-san —pidió Seina, asintiendo con la cabeza.
Se adentraron en la sala auxiliar, contigua a la de la Hokage, para poder hablar. Normalmente los detalles se los hubiera dado con la Hokage presente, pero ser su aprendiz tenía sus ventajas, y desventajas.
—¿Y bien? ¿Qué puede decirme de la ruta?
Fuuta Kobayashi era un hombre apuesto e inteligente. A pesar de su corta edad física no despreció su presencia, sino que la observó en silencio mientras Tsunade-sama hablaba de la misión. La había mirado con curiosidad, de forma ladina, pero sus instintos le decían que no le deseaba mal. Kobayashi le explicó las 3 paradas que tenía que realizar: una al norte del país del Fuego, otra en el país del Hierro y una última parada dentro del territorio del país de las Cascadas. Por suerte el camino era recto al norte y luego recto al oeste hacia su aldea natal. Aun así, esperaba pasar varios días, sino semanas, fuera de casa.
Tendría que recorrer el camino a paso de civil, sin poder usar su tienda de campaña. Ugh. De solo pensarlo le daba pereza. Por no hablar de que era su primera misión en solitario. Protegiendo a un civil a quien querían secuestrar. Perfecto. Por fortuna, las paradas que tenía prevista solo eran reuniones de negocios que, según el cliente, solo durarían unas cuantas horas. Reuniones poco importantes a las que su hija podría asistir sin llamar mucho la atención. Después de todo, los hijos acostumbraban a heredar los negocios familiares.
—¿Lo tiene todo para partir? —preguntó ella.
—Sí, está todo recogido en mi posada. Solo tengo que ir a coger las cosas que he traído conmigo.
Lo acompañó hasta la posada, caminando a su lado en silencio mientras se despedía mentalmente de Naruto y Sasuke, y Kakashi-sensei, hasta nuevo aviso.
—¿Debes coger algo? —preguntó de improvisto Kobayashi.
—No es necesario. Siempre estoy preparada para cualquier cosa.
Llevaba la riñonera cargada hasta los topes, después de todo. Usó un pergamino para sellar las cosas de su cliente. Aprovechó el baño de la posada para cambiar su uniforme de tokubetsu jonin a una ropa más civil.
Básicamente acabó transformando su uniforme en unos pantalones menos militares, su jersey quedó intacto mientras que el chaleco se convirtió en una chaqueta negra de plumas. Incluso retocó las botas para que no supieran que eran de origen ninja. La riñonera pasó a ser un bolso femenino, cruzado, de cuero mientras que la funda de kunais la metió dentro de su nuevo, y sin fondo, bolsillo de la chaqueta. Por último, hizo desaparecer con un hechizo la banda ninja y retocó un poco su cara para parecer otra persona: su cabello rubio dorado se convirtió en rubio cobrizo, como el del cliente y sus ojos se volvieron más azulados.
Cuando salió del baño Kobayashi tuvo que pestañear un par de veces al darse cuenta de que parecía realmente su hija, con su mismo tono de cabello y sus facciones algo más redondeadas como él.
—De aquí en adelante no me llame por mi nombre, de ser posible. Llámeme… Yuri.
—Está bien. Quedo en sus manos —dijo, en referencia a la misión.
Ella asintió. Partieron esa misma mañana. Faltaban horas para el medio día así que quería salir cuanto antes. Se registró en la mesa ninja, pasándoles discretamente el pergamino y su identificación a los chunin. Empezaron a caminar en silencio, escuchando las conversaciones de otra gente que iba y venía de Konoha. Cuanto más se alejaban de la aldea, más abandonado estaba el camino que conducía a la ciudad de Fuji, al norte del país del Fuego.
Seina tenía activado el hechizo espía y el hechizo revelio para ver las auras. Por suerte, el cliente no parecía dispuesto a hablar así que se abstrajo vigilando el camino. Caminaron todo el día, parando a comer uno de sus bentos en una zona de bosque. Luego siguieron caminando algo más. Durmieron en una pequeña aldea con una única posada. Kobayashi se durmió al instante mientras ella ponía todo tipo de protecciones antes de cerrar un solo ojo. Se despertó horas más tarde, al amanecer, cuando el cliente todavía seguía durmiendo. Esperó durante un par de horas a que se despertase, estudiando los libros de texto que siempre llevaba con ella.
—Buenos días, Seina-san —la saludó nada más verla totalmente despierta, vestida, y estudiando—. Veo que no paras nunca.
—Tengo muchas cosas que hacer —contestó, cerrando el libro de golpe y guardándolo—. Puede ir al baño si quiere, estaré vigilando desde fuera.
Minutos después, ambos desayunaron en un puesto ambulante cercano. Llevaba la misma ropa, limpia con un hechizo, pero transformada en algo distinto. Aun así, nadie los miró dos veces. Se pusieron en marcha hacia el norte. A Seina le hubiera gustado decir que el siguiente día fue distinto, pero no lo fue. Durante toda la mañana solo hicieron que caminar en silencio. Quizás porque se notaba que al cliente le gustaba no tener que estar hablando de nimiedades para llenar el vacío. Aun así, cuando se iban acercando a su destino, Seina tuvo que preguntar sobre la reunión.
—La reunión a la que asistirá, ¿tendré que interactuar de alguna forma?
—No lo creo. Soy alguien muy privado así que imagino que si te preguntan algo será algo personal, más que relacionado con la reunión.
—Ya veo. Cualquiera se preguntaría de dónde ha salido su nueva hija.
—Nadie sabe de mi vida fuera de Takigakure así que no creo que les resulte extraño enterarse de que tengo una hija de quien nunca he hablado —se encogió de hombros.
—Y respecto a esos rumores… ¿Quién le ha dado esa información? —preguntó finalmente. Tal vez debería haberlo preguntado antes, pero no era realmente relevante para la misión. Iba a protegerlo fuera quien fuera.
—Un amigo mío de Takigakure. Dice haberlo escuchado aquí, en el país del Fuego, a un tal Zangei. Me dijo que fue una conversación entre este hombre y otro hombre en un bar.
—¿Y qué tan importante es para que intenten secuestrarlo y pedir un rescate? —preguntó ella, ahora totalmente curiosa.
—¿Cuánto sabes del país de las Cascadas? —preguntó a su vez el cliente con un suspiro.
—Digamos que no mucho, y cuéntemelo todo.
—En país de las Cascadas tiene una fuente especial, capaz de dar un agua mágica que llamamos Agua del Héroe. Quien la beba será capaz de grandes proezas durante el tiempo que dura el efecto de dicha agua, aunque a costa de unos cuantos años de vida menos. Esta agua especial solo surge de la fuente una vez cada 100 años, y el volumen que se produce es limitado. La persona que se encarga de proteger la fuente es el líder de Takigakure. Ahora mismo su líder es Hisen, un hombre decente y honesto. El problema es que es un bien muy codiciado e Hisen tiene algunos detractores por haber limitado su uso. Viendo que alguna gente pensaba hacerse con el agua me encargó en secreto que la escondiera.
—Piensa que alguien quiere hacerse con el agua —afirmó ella. Kobayashi asintió—. Entonces, ¿por qué piensa que quieren secuestrarlo y pedir dinero de su secuestro si lo que buscan es esa agua?
—Creo que planean obligarme a darles el agua y chantajear a Hisen con el hecho de que la tienen para, además, pedirle dinero para recuperarla.
—Eso es algo absurdo. ¿Para qué iba a darles dinero Hisen si ya tienen lo que querían? A menos que crean que Hisen actuaría de forma desesperada y pagaría tontamente su rescate a pesar de que no le entregarían el agua.
—Eso es lo único que se me ocurre.
—¿Cuáles fueron las palabras textuales de su amigo cuando le avisó de todo esto? —insistió ella.
—Que mi cabeza iba a ser intercambiada por 100.000 ryo.
Seina no acababa de entender nada. La historia tenía algo que no encajaba. Comprendía el interés por secuestrar a Kobayashi ya que era, supuestamente, el único que sabía dónde estaba esa agua, pero… ¿cómo se explicaba lo del dinero? Kobayashi solo era un simple comerciante. ¿Qué tenía de especial? Además, la teoría de su cliente sobre sacarle dinero a Hisen, el líder, tampoco cuadraba del todo. Los secuestradores simplemente se quedarían con el dinero y el agua. No creía que Hisen fuera tan estúpido como para acceder a pagarlo. Llegados a ese punto, aceptaría que Kobayashi iba a morir y que había perdido el agua, o bien enviaría a algún ninja a recuperar ambas cosas.
Se pusieron de nuevo en marcha. Ahora que sabía todo esto se le había pasado el aburrimiento de golpe. Sus antiguos instintos le decían que algo más sucedía, y pensaba llegar hasta el fondo de la cuestión de ser posible. Pararon a comer en la ciudad de Fuji. Era una ciudad pequeña, pero llena de vida. No le extrañaba que fuera el primer punto de encuentro de la reunión de Kobayashi. Comieron en un restaurante y alquilaron una habitación en una posada algo lujosa del centro de la ciudad donde pasarían la noche a petición de su cliente. A ella le daba igual. Total, lo estaba pagando él.
Se cambió de ropa a algo más tradicional. Después de todo, era la supuesta heredera de Fuuta Kobayashi.
—Es aquí —dijo, entrando en una especie de sala de congresos—. Empieza dentro de 10 minutos.
Ella asintió. Se preparó para largas horas de charla de negocios, sonrisas insípidas y aburridos temas de conversación mientras se hacía pasar por una niña civil de 12 años. Todo empezó como imaginó. Hubo saludos, comentarios banales, sonrisas en su dirección, incluso alguna que otra palmadita en su hombro. Tuvo que contenerse para no clavarles un kunai en la entrepierna a más de un viejo asqueroso. Se sentó al lado de su supuesto padre mientras observaba a todos con ojos de halcón.
Nadie le hizo caso durante casi 3 horas así que se dedicó a mantener su leve sonrisa, asintiendo muy de vez en cuando. Se marcharon después de varias reverencias y acuerdos firmados. Su cliente parecía satisfecho así que no dijo nada mientras caminaban dirección a la posada.
—…-osa. Parece ser su hija.
—En realidad, mejor para nosotros. Los cogeremos a ambos. Así Kobayashi tendrá motivos para no resistirse.
—¿Y luego qué? ¡No podremos dejarlos libres! ¿En serio vas a matar a un niño pequeño, Motoi?
—¿Ahora tienes escrúpulos? Dice Murasame que el otro tío está dispuesto a negociar mucho dinero si conseguimos lo que quiere.
—…Está bien, pero tú te encargas de la niña.
—Reúne a los demás. Los emboscaremos cuando salgan de la aldea. Vigílalos mientras tanto. Si salen del hotel quiero saberlo.
Siguió caminando lentamente, esperando escuchar algo más, pero fue en vano. La conversación entre esos tipos había acabado, pero notaba la mirada en su cogote de uno de ellos así que usó los escaparates para mirar detrás de sí. Le vio parado en una esquina, apoyado contra una pared mientras hacía ver que leía un periódico y comía anko. Disimuladamente los observaba de vez en cuando, pero no era rival para un ninja como ella. A juzgar por su aspecto debía de ser un bandido, o un civil entrenado. De lo contrario, no hubiera sido tan fácil encontrarlo entre el gentío.
Planeaban secuestrarlos y, una vez consiguieran lo que se proponían, matarlos. Al parecer Kobayashi no iba tan desencaminado con sus sospechas. Le debía la vida a su amigo, y a ella en cuanto se la salvara. Entraron en el hotel y cenaron. Un par de horas más tarde, cuando fueron a la habitación que tenían para ellos, lo sentó en el sofá de la salita.
—¿Le suena el nombre Motoi o Murasame? —preguntó sin dar rodeos.
—No. ¿Por qué?
—Por nada importante.
Ni siquiera se lo había tenido que pensar así que estaba claro que no le estaba mintiendo. La cuestión era, ¿decirle al cliente lo que había escuchado pudiendo producirle estrés o callárselo y actuar sin que él lo supiera? Lo cierto es que prefería no decirle nada. Para empezar, parecían bandidos a los que podía liquidar fácilmente. Por no hablar de que no sabía cómo actuaría el cliente de saber que corría peligro. Podría ponerse nervioso y entrometerse en su misión, como había ocurrido antes. Así pues, se calló lo que había escuchado y hechizó a Kobayashi para que se durmiera profundamente. Lo puso en la cama, acompañado por varios clones escondidos rodeándole, así como un par de invocaciones que le permitirían ver si se despertaba o era atacado.
Cuando se despreocupó de su cliente transformó el kimono con un movimiento de mano y se puso unas ropas negras, dejando oculta su banda ninja.
—Veamos dónde estás… —musitó para sí misma mientras iba al baño y abría la ventana que daba al interior del hotel.
Dejó que volara uno de sus murciélagos mientras se sentaba en el borde de la bañera. No tardó mucho en encontrarlo ya que estaba observando la puerta del hotel y, a la vez, la planta superior donde se estaban hospedando. No sabía si lo había deducido él solo o lo había escuchado, pero fuera como fuera, parecía saber que Kobayashi estaba ahí. ¿Quizás sería la planta de los ricos? Por suerte para ella, su objetivo estaba escondido en un callejón más oscuro, tras un árbol. Lo observó durante minutos, pero estaba solo. Usó el hiraishin para aparecer por su espalda.
Ni siquiera se dio cuenta de que ahora ella le observaba desde lo alto de la pared, postrada en horizontal entre las ventanas de 2 edificios distintos. Le vio mirar de vez en cuando en ambas direcciones, comprobando que no estaba llamando la atención, antes de centrarse de nuevo en el hotel.
—Stupefy —entonó mentalmente, dejándolo inconsciente al instante.
Lo subió a la azotea del mismo edificio, para estar atenta a otra posible visita, y encantó la terraza exterior con unos cuantos hechizos para que no los vieran. Le quitó todo lo que tenía, lo petrificó, lo ató y lo revivió. El hombre ni siquiera tuvo tiempo de pestañear que Seina ya se encontraba en su mente.
—Tenemos trabajo, chicos —dijo Motoi, apareciendo por la puerta del escondrijo—. Alguien quiere vivo a un tal Kobayashi de Takigakure. Un comerciante de alto standing. Según la información que nos han proporcionado este tipo hará una parada en la ciudad de Fuji antes de ir al país del Hierro así que tendremos que secuestrarlo antes de que pise la frontera.
—¿No crees que Konoha intervendrá estando en su territorio?
—Eso es lo gracioso: Kobayashi no sabe que vamos tras él así que no pedirá refuerzos a Konoha.
—Por nuestro bien espero que sea cierto —contestó otro tipo, afilando unos cuchillos—. ¿De cuánto dinero hablamos?
—De 20.000 ryos.
—Poco dinero —escupió un viejo con un ojo cegado—. Tendríamos que repartirnos el botín entre 5.
—Entonces no participes, Hayame. Nos repartiremos el botín entre los 4.
—¿Cuándo tiene previsto llegar a Fuji? ¿A quién, y dónde, realizaremos la entrega?
—La entrega dejádmela a mí. Kobayashi parará el Fuji el día 12 de febrero para su reunión. Estaremos vigilando un día antes por si acaso.
Seina hurgó más en su mente. Viendo la última conversación entre Motoi, el líder, y Gensaburo, su nuevo prisionero. Observó a su cliente, acompañado de ella, desde los ojos de Gensaburo. Supo que Motoi esperaba que le enviara un mensaje con una paloma que habían entrenado si Kobayashi adelantaba sus planes así que iba a aprovecharse de ello. Primero tendría que coger la paloma que tenía escondida Gensaburo, luego le obligaría a escribir una carta. Cuando apareciera la troupe de bandidos acabaría con ellos, no sin antes averiguar qué más sabía Motoi de todo este asunto.
Se desapareció unos callejones más allá. Sacó la caja con la paloma de su escondrijo, volviendo al tejado que estaba usando en plena noche como sala de interrogatorios.
—Imperio. Escribe una nota a Motoi diciendo que Kobayashi y su hija van a partir mañana al amanecer. Lo has escuchado decir a uno de los 2 civiles contratados para acompañarlos hasta la frontera con el país del Hierro.
Observó como escribir la nota sin oponer ninguna resistencia, con los ojos totalmente nublados de la maldición. Dejó que enviara la paloma.
—Avada kedavra.
Desvaneció el cuerpo a la nada y volvió a la habitación del hotel. Ni siquiera tuvo que entrar en el cuarto principal para saber que su cliente seguía durmiendo. No se despertaría hasta dentro de 8 horas. Tiempo más que suficiente para deshacerse de los otros bandidos sin que se diera cuenta. Durmió en la habitación secundaria, en una cama de estilo occidental como la suya de casa.
Cuando se despertó, los débiles rayos del sol estaban empezando a filtrarse por la ventana. Nada había cambiado durante la noche así que comprobó todas sus armas antes de partir del hotel a escondidas. Llegó al tejado que había usado, invisible, e invocó a 3 clones más. Uno fue transformado en Kobayashi mientras que los otros dos se convirtieron en un par de hombres altos y fuertes de aspecto algo aburrido. Salió de la ciudad al amanecer, tal y como le había prometido Gensaburo a Motoi.
No tardaron ni 20 minutos caminando cuando percibió las presencias de los otros. Tomó expresamente un camino de tierra para adentrarse en el bosque. En cuanto los tuvo donde quería aparecieron los otros 4 integrantes, incluido el viejo medio ciego de las memorias de Gensaburo.
—Muy bien, Kobayashi. Vas a venir con nosotros sin oponer resistencia o tú y tu hija podríais acabar… heridos.
Seina no pudo ahogar un bufido de risa que llamó la atención a los bandidos. Saltó de su sitio acompañada de sus clones. Los bandidos no tuvieron ni tiempo de pestañear antes de encontrarse inconscientes. Mató a todos salvo a Motoi. Se quedó con su dinero y se deshizo de todas las armas y cadáveres antes de revivirlo.
—Hola.
—P-pero, ¿¡qué ha pasado!? ¿¡Quién demonios eres!?
—Eso es irrelevante —contestó ella, cogiéndole del cabello para ponerlo recto y adentrándose en su mente.
Volvió a ver las memorias desde el punto de vista del líder. Adentrándose cada vez más hasta que llegó a lo que quería. Murasame era un ninja renegado de Amegakure. Le había ofrecido a Motoi dinero a cambio de que capturaran a su cliente antes de salir de las fronteras del país del Fuego. Seguramente porque prefería no poner un pie de su cuello renegado en territorio de Konoha. Esto se ponía cada vez más picante. ¿Qué estaba tramando tanta gente distinta? ¿Por qué le habían dicho a Kobayashi que su cabeza supuestamente valía 100.000 ryos cuando esta gente lo quería con vida? Algo se le escapaba. Bandidos del país de Fuego, ninjas renegados de Amegakure, rebeldes de Takigakure… Esta misión cada vez tenía menos sentido.
—Avada kedavra.
Se fue de allí, haciendo desaparecer el último cuerpo. Regresó con el hiraishin a la habitación del hotel y despertó con un ennervate al cliente. Lo dejó levantarse a solas, haciendo desaparecer todos sus clones, y prepararse en el baño privado. Salió minutos más tarde, viéndola sentada en el sofá como si nada.
—Ah, Seina-san. ¿Ya estás despierta? —preguntó con poca sorpresa—. Podemos pedir el desayuno en la habitación, si quieres.
Ella asintió. Cuanta menos gente los rodearan más fácil sería protegerlo. Desayunaron en silencio antes de recoger lo poco que tenían en la habitación del hotel. Con algo de aburrimiento, recorrió de nuevo el mismo camino que había recorrido hacía minutos aunque, esta vez, sin bandidos al acecho. Aun así, Motoi le había aportado información relevante. Como que había otra gente deseando secuestrar vivo a Kobayashi. Ninjas que esperarían a que salieran de la frontera del país del Fuego. En cuanto se acercara a la frontera con el país del Hierro debería doblar la seguridad.
Miró a través de los ojos de sus invocaciones, unas decenas de metros más delante de ellos, y comprobó que estaban solos. Por fortuna, el día pasó bastante rápido. Motoi había quedado con Murasame en la frontera de Amegakure y ellos estaban yendo en sentido contrario así que sabía que estaban relativamente lejos del peligro. Al anochecer, cruzaron la frontera con el país del Hierro en busca de la aldea o ciudad más cercana.
—En principio la reunión es dentro de 2 días así que voy con un día de adelanto —le comunicó el cliente—. Podemos quedarnos un día más en la ciudad de Yoshiba antes de partir hacia Takigakure.
—Me parece bien.
Cuando entraron en la posada y se asentaron como los últimos días, Kobayashi le indicó que se sentara. Con algo de curiosidad, Seina le hizo caso.
—¿Por qué me preguntaste sobre un tal Motoi y Murasame?
Seina miró fijamente a sus ojos. ¿Le había ocultado algo? Tenía el extraño presentimiento de que su cliente sabía más de lo que le estaba diciendo.
—¿Por qué quiere saberlo?
—Me pareció curioso. No te conozco mucho, pero creo que no lo preguntarías si no fuera importante.
—¿Los conoce?
—No. He estado pensando en ellos, pero estoy seguro de que no —negó firmemente el cliente.
—Motoi era un bandido que quiso secuestrarlo en la salida de Fuji. Al parecer, fue contratado por un ninja de Amegakure llamado Murasame —explicó de forma concisa.
—¿Era? —preguntó algo pálido Fuuta Kobayashi.
—Era. Esta mañana lo eliminé a él y a su equipo de bandidos. También lo interrogué. Me dio este nombre. Dijo que lo quería con vida a cambio de 20.000 ryo.
—Ya decía yo que todo estaba muy tranquilo… —musitó para sus adentros el cliente—. Gracias por protegerme, Seina-san.
—Es mi misión. Aun así, parece que Murasame no actúa solo. Hay algo de todo esto que no me gusta.
Vio como saltaba casi imperceptiblemente un músculo en la cara del cliente y el movimiento crispado de sus hombros y supo definitivamente que le escondía algo.
—¿Qué es lo que no me está diciendo?
—¿Por qué crees que no te lo estoy diciendo todo?
Seina lo miró fijamente, con exasperación, y finalmente suspiró. Parecía estar debatiéndose en contarle algo secreto o simplemente no decirle nada.
—Si tiene información importante debería decírmela. Ya han intentado matarle bandidos y también lo quieren ninjas de Amegakure así que, por su bien, empezaría a hablar.
—Hisen no me dio el agua —dijo después de unos minutos de tenso silencio—. La tiene él escondida. Sospecha de una persona en Takigakure así que hizo creer que yo tenía el agua con tal de tenderle una trampa, y cogerlo con las manos en la masa.
—Es un cebo —entendió al fin.
—Me temo que sí.
Hisen, el líder de Takigakure, debía saber exactamente quién era el traidor. De lo contrario, ¿para qué formar todo este espectáculo? Necesitaba pruebas para culpar a uno de sus ninjas o aliados. Haciendo lo que acababa de hacer mataba dos pájaros de un tiro porque Kobayashi estaba siendo protegido por Konoha a la vez que él investigaba los topos de su organización. Honesto, decente, pero astuto, por lo visto. Aun así, estaba claro que el traidor también era listo. Podría haber ido a por Kobayashi él mismo, pero envió a ninjas renegados a hacer el trabajo sucio. Así, a pesar de ser un traidor, evitaba que lo pillaran manchándose las manos, tal y como estaba haciendo Hisen. Lo dicho. Un circo total.
—Lo único que sabemos seguro es que volverán a intentarlo pronto. A esta hora los ninjas de Amegakure ya deben saber que los bandidos que han contratado han fracasado. Si son mínimamente inteligentes sospecharan que no está solo así que, a partir de mañana, le pondré bajo genjutsu mientras viajemos a la ciudad de Yoshiba. Con un poco de suerte, pasaremos desapercibidos.
Se fueron a dormir después de cenar en el dormitorio. Ahora que sabía todo esto tenía claro que volverían a intentar secuestrarlo. Seguramente sospecharían de ella, la hija que apareció de la nada en el país del Fuego. De ser por ella hubiera cogido al cliente y habrían ido volando, pero sabía que tenía que ser más discreta con las habilidades que mostraba a extranjeros y a los criminales que iban tras ellos. La mejor opción sería usar su magia para que no pudieran detectarlos. Mientras no llamaran activamente la atención podrían pasar desapercibidos fácilmente. Aun así, a unas malas, acabaría usando sus poderes para huir con el cliente y evitar una confrontación.
Al día siguiente despertó al alba, como siempre, dándose cuenta de que Kobayashi seguía durmiendo. Se dio una ducha rápida y se vistió de civil. Pidió también el desayuno a la habitación haciéndose pasar por Kobayashi. Justo cuando le entregaron a su clon bajo henge los múltiples platos el cliente apareció recién vestido.
—Quiero salir cuánto antes, si no le importa —dijo ella—. Tardaremos un día en llegar a Yoshiba y me gustaría llegar antes del anochecer.
—Claro.
Comieron en silencio. Salieron de la posada y se encaminaron de nuevo hacia el norte. Seina paró a los pocos minutos, en el camino, para comprobar que estaban solos.
—Voy a ponernos bajo el genjutsu. A partir de ahora, intente hacer el menor ruido posible. Si tiene que comunicarse conmigo tóqueme el brazo.
—Está bien.
Seina usó todos los hechizos pertinentes, invocó a sus criaturas y activó el revelio modificado que usaba para ver las auras. Con todo eso y sus hechizos espía podría ver venir a cualquiera desde lejos. No se toparon con nadie durante horas, pero vieron a gente a lo lejos transitar por los caminos. Gente sola, otros en grupo, algún que otro samurái… Pararon a comer en una aldea pequeña y luego retomaron el camino bajo más hechizos. Llegaron incluso antes de lo previsto.
—Ah, Yoshiba. ¿Habías estado aquí alguna vez?
—No, pero es interesante —dijo ella en voz alta. Ya había plantado otra de sus piedras selladas a las afueras, por si acaso.
—Tierra de samuráis y minas de hierro, o eso dicen. La gente aquí es prácticamente neutral en cualquier situación que te puedas encontrar. Un buen motivo para hacer negocios con ellos —confesó.
Seina asintió sin muchas ganas. No le interesaba hacer negocios con nadie, de momento, pero lo tendría en cuenta. Se hospedaron en otro hotel lujoso, aunque este era de estilo japonés.
—¿Cuánto tiempo van a hospedarse? —preguntó la recepcionista.
—Unas 2 noches.
Seina miró alrededor con fingida curiosidad infantil. No había nadie observándolos ni percibió chakra, pero cuando se dio la vuelta para mirar a la recepcionista vio por el enorme espejo decorativo de la pared que uno de los clientes que había estado sentado en el vestíbulo del hotel había desaparecido. Solo había tardado un segundo en darse la vuelta, y parecía haberse esfumado. Pestañeó evitando entrecerrar los ojos de la confusión. Siguió paseando la mirada por todos lados, como si estuviera aburrida, pero nada raro aparte de eso.
Cuando pudieron ir a su habitación, Seina cogió de la mano al cliente con una sonrisa fingida. Kobayashi la miró algo extrañado, pero debió comprender que algo no iba bien porque se limitó a devolverle la sonrisa. Mientras tanto, Seina agudizó todos los sentidos, pero no percibió presencias malintencionadas. Cerró la puerta tras ellos firmemente. Acto seguido comenzó a proteger la estancia con su magia, prefiriendo no alzar ninguna barrera de chakra para no llamar la atención.
—¿Qué está pasando?
—Todavía no lo sé, pero creo que tenemos compañía. Y esta vez de un ninja —confesó ella. No tenía sentido negarlo—. No abra la puerta sin estar yo presente, ¿entendido? Tampoco las ventanas.
Cenaron de nuevo en la habitación a pesar de tener buffet libre en el restaurante del hotel. Poco después, sin nada que hacer, Kobayashi se fue a darse un largo baño mientras Seina invocaba a varias de sus criaturas. No tardó mucho en darse cuenta de que estaban siendo vigilados por el mismo hombre. No tenía el mismo aspecto, pero sí la misma túnica negra con un desgarro en la parte inferior y una mancha de barro en la muñeca derecha. De no ser porque sus insectos pasaron desapercibidos en la noche y eran capaces de detectar auras, como ella, no lo habría visto. Estaba metido en el conducto de ventilación de la azotea del casino frente al hotel, mirando a través de sus rejillas mientras escondía su presencia.
Demonios. Había acertado al pensar que se había esfumado de golpe. Sin duda, era un ninja. Dejó a una de sus invocaciones con el ninja mientras se dedicó a pensar en un plan. Este no iba a ser tan fácil de capturar como Gensaburo. Dudó sobre si atacarle o no en plena noche. Sabía que era un ninja, no un bandido, así que no tenía ni idea de cuáles eran sus capacidades. Para colmo, no tenía refuerzos. ¿Quería arriesgarse a que la hirieran pudiendo poner en peligro al cliente? No. Mejor sería intentar evitar el combate directo mientras pudiera. Se pegaría a Kobayashi como una lapa los 2 días que se quedaran en la ciudad. Luego ya vería…
Notes:
¡Hey!
Gracias a todos por los comentarios. Sí, haré un horario de una semana de su vida unos capítulos más adelante. Hemos alcanzado el capítulo 50, casi 300 reviews, 600 páginas de word y no estamos ni a 1/4 de la historia... No sé en qué estaría pensando cuando empecé a escribir.
¡Qué disfrutéis la misión en solitario de Seina!
Pd1. Sobre el nombre del mapa merodeador... Yo también creo que Harry había escuchado en la escuela que su nombre era "Harry", pero saber tu nombre es diferente a ACEPTAR tu nombre. Si en casa, durante 16h del día te llaman "anormal" al final empiezas a responder por ese nombre, sobre todo si te llevan llamando así durante años. Por eso en el capítulo 49 digo que el nombre debe ser aceptado por la persona como suyo y ser el nombre al que se responde, generalmente hablando.
Pd2. Sobre la información confidencial... Hahaha. Harry siempre le ha confiado todo lo que ha descubierto a Ron y a Hermione porque eran sus mejores amigos y tenían su plena confianza. ¿En serio creéis que es raro que ahora Seina haga lo mismo siendo parte, literalmente, de un equipo ninja que consiste en su hermano biológico, su interés romántico y en su mejor amigo/hermano? Más aun teniendo en cuenta que a ratos comparte sus pensamientos con Naruto y Sasuke... Es de lo más canon posible, en realidad, que he escrito.
Chapter 51
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato.
Chapter Text
Al día siguiente salieron del hotel para visitar Yoshiba tranquilamente. La reunión no se produciría hasta el día siguiente así que no tenían nada que hacer salvo pasear.
—¿De qué son sus negocios, si se puede preguntar?
—No son nada secreto. En Takigakure no hay minas de hierro así que exportamos el material del país del Hierro, que es nuestro vecino. Yo me encargo desde hace años de reunirme con ambas partes para acordar los cargamentos y esas cosas.
Seina asintió. De solo escucharlo empezaba a aburrirse de nuevo. Miró los tenderetes de la calle, intentando percibir al ninja, pero no fue imposible. Se había ido durante la noche, mientras dormía, y le había perdido la pista. Sabía que no debía de estar muy lejos cuando su cliente era claramente su objetivo. Pasó el resto del día en alerta máxima, pero no ocurrió nada.
Tampoco ocurrió nada al día siguiente, cuando Kobayashi tuvo su reunión, ni por la noche cuando durmieron una última vez en el hotel antes de partir al día siguiente. Ni al día siguiente cuando partieron al oeste en dirección a Takigakure. De no ser porque lo había visto y comprobado con sus propios ojos que era un ninja de verdad podría haber pensado que estaba loca y que lo había imaginado todo. Además, una pequeña parte de ella empezaba a notar que algo iba mal, y sus instintos siempre la habían ayudado a salir de más de un apuro.
Con cada metro que pasaba y se acercaban más a la frontera con el país de las Cascadas, más tensa estaba ante la inevitable pelea. Hasta el mismo Kobayashi se dio cuenta de lo cerca que estaba de él, observando discretamente los alrededores con ojos totalmente despiertos a pesar de llevar andando horas.
—Debemos estar a punto de llegar al país de las Cascadas —suspiró algo aliviado el cliente, minutos después.
Seina lo supo también porque empezaron a escuchar agua correr mientras caminaban por el camino de tierra. Al contrario del país del Hierro, donde la vegetación era menos frondosa y era más habitual las colinas de piedra que los ríos, el país de las Cascadas podía oírse desde lejos. Tenía también colinas, como su país colindante, pero eso sumado a los múltiples ríos que nacían más al norte hacía cambiado su ecosistema a uno más húmedo gracias a las cascadas que caían por dichas colinas de piedra, y que luego se convertían en grandes y pequeños ríos que entraban en el país del Fuego.
—¿Podríamos parar a comer algo? —preguntó el cliente, delatándola totalmente.
Ella asintió, evitando rodar los ojos. Estaba claro que no estaban solos, por mucho que no pudiera detectarlos dentro de su rango de hechizos, así que su tapadera estaba hecha trizas. ¿Qué adulto pediría permiso a su hijo de 12 años para comer? Suspiró mientras se acercaban al riachuelo que habían escuchado. De golpe, un aura que no había visto hasta ese momento, se acercó a ellos usando el agua para esconderse, entrando en su rango de visión a una velocidad inmensa. Seina cogió al cliente y saltó por los aires, esquivando los hilos de chakra atados a un kunai.
Cayó sobre una gran piedra a lo lejos, sin tan siquiera mirar a Kobayashi. El ninja que tenía delante de sí definitivamente no era Murasame. Vestía una túnica negra con nubes rojas que le tapaban desde la nariz hasta las rodillas. Bajo ésta, por lo poco que pudo ver, llevaba un uniforme ninja con pantalones oscuros y sandalias. En su frente llevaba una banda ninja de Kusagakure con una raya en medio, en horizontal, denotando que era un ninja renegado. Seina sintió exasperación al darse cuenta de que este tío era otro ninja que quería a Kobayashi.
—No sé qué está pensando Konoha, niña, pero será mejor para ti que me entregues a tu cliente.
El instinto asesino del ninja era muy poderoso, tanto que Kobayashi a su lado empezó a temblar y a respirar entrecortadamente. Seina lo soportó con sus barreras mentales sin mucho problema. En ese mismo instante, no obstante, se dio cuenta de que solo tenía 2 opciones: huir con el cliente o pelear a muerte.
—Me temo que no puedo hacer eso. ¡Kage bunshin no jutsu!
—Tú lo has querido.
Dejó a sus 4 clones con el cliente, sabedora que podrían usar el hiraishin para escapar de ser necesario, y se centró en la pelea. Su enemigo no perdió el tiempo y usó un jutsu de agua que ella esquivó con una pared de tierra. Se le abalanzó encima con un kunai en la mano que ella defendió con su wakizashi, a pesar de no querer enzarzarse en una pelea de kenjutsu. Intercambiaron unos cuantos golpes antes de que el ninja saltara lejos de la trayectoria del jutsu de fuego que le enviaba uno de sus clones. Ella aprovechó para volverse invisible.
—Eso no te servirá conmigo —dijo una voz a su espalda y fue lanzada de una patada contra un árbol.
¿Qué acababa de pasar? ¿¡Cómo la había detectado!? Giró en el aire, impulsándose de vuelta contra el tronco y desapareció y apareció usando el hirashin tras el ninja, quien ya se estaba lanzando contra sus clones. La repelió con el mismo kunai una milésima de segunda tarde así que Seina le hirió el hombro derecho. Cayó en un charco y, acto seguido, fue atacada por un látigo de agua a pesar de ser invisible. Entonces lo comprendió. Estaba usando el agua que había creado con su chakra para saber su paradero.
—Katon: haijingakure no jutsu.
El agua se evaporó gracias a su jutsu de fuego. Las cenizas se esparcieron por todos lados, dificultándole la visión a todos. Por suerte, sus hechizos de auras le dieron suficiente información para saber que el ninja se había movido de lugar, ocultándose sobre una rama. Seina aprovechó el instante de tranquilidad para que un par de sus clones desaparecieran con el cliente mediante el hiraishin. Dio gracias por haberle puesto una de sus invocaciones más pequeñas a Kobayashi. Así vería si estaba bien o qué sucedía. Un nuevo torrente de agua disipó parte de sus cenizas y ella saltó antes de que pudiera localizarla. Acto seguido, mientras se posaba en una zona seca, una bocana de aire despejó lo que quedaba de cenizas.
—Ya me he cansado de ti —dijo, mirándola desde el otro árbol.
Desapareció mucho más rápido de lo que sus ojos pudieron captar. Tuvo que defenderse usando el wakizashi y varios hechizos, pero el ninja era muy fuerte. Notó unos cuantos golpes que no pudo evitar, observando como la estaba poniendo a la defensiva de tal forma que no podía hacer sellos manuales para realizar ningún ninjutsu. Por suerte, tenía a esos 2 clones restantes que había escondido, y su magia. Por desgracia, el ninja delante de sí parecía no necesitar sellos manuales para atacarla con jutsus de agua así que estaba logrando esquivar todos sus ataques.
En un contraataque algo desesperado, Seina se intercambió con uno de sus clones, usando el jutsu de la academia. El clon fue partido en dos con una lanza de agua mientras Seina saltaba tras la espalda del ninja sin que pudiera esquivar su hechizo y el genjutsu desequilibrante de su restante clon a la misma vez.
—¡Confringo! —el hechizo traspasó la rápida barrera de agua, impactando ante el rostro sorprendido del ninja.
La explosión de fuego le arrancó un brazo y parte del torso. Seina supo, al verlo caer al suelo sangrando copiosamente, que la batalla había cambiado a su favor. El ninja usó el mismo jutsu de agua que había visto usar en Zabuza para taponerse las heridas, aunque el torso estaba tan demacrado que fue imposible que se alzara del suelo salvo para ponerse de rodillas.
—¿Quién eres? —preguntó ella, jadeando.
Pero el ninja no contestó. Se limitó a mirarla con expresión derrotada antes de intentar matarla por última vez usando el agua del río. Seina usó el hiraishin para desaparecer antes de ser ahogada. Cuando el nivel del agua volvió a su nivel original vio que el ninja estaba respirando sus últimos alientos sangrando también por la boca así que le lanzó la maldición mortal y acabó con su sufrimiento.
Solo entonces empezó a notar el tremendo frío que sentía debido a que su pelo y su cuello estaba empapado a pesar que su ropa era impermeable, el dolor de algunos moratones y huesos resentidos, el corazón desbocado que empezaba a calmarse. Se sorprendió al darse cuenta de que era la primera vez que la herían de esta forma. No tenía nada roto ni sangraba, pero joder si sentía los puñetazos y golpes del jutsu de agua que habían impactado contra ella.
Se secó el cuerpo al instante con un encantamiento de aire caliente, agradeciendo su magia con un suspiro aliviado. Luego se lavó el sudor con un hechizo y se curó con un iryo ninjutsu las heridas. Cogió el cadáver, guardándolo en un pergamino, y devolvió el claro a la normalidad. Después de eso, desapareció.
—¡Seina-san! —llamó el cliente nada más verla aparecer—. ¡Por un momento creí lo peor!
—Estoy bien —asintió ella.
—¿Y qué ha pasado con ese tipo?
—Está muerto.
El rostro de su cliente, pálido todavía, empezaba a recuperar su tono habitual. Seina se sentó a su lado, agotada de tanto estrés y del combate.
—Será mejor que el resto del trayecto lo hagamos volando —informó ella—. Sé que todavía nos queda otro enemigo por delante, el tal Murasame, y ni siquiera sé quién era este ninja. Tiene más enemigos de los que cree.
—Eso parece.
—Lamento mucho el frío que va a pasar —dijo, una de las razones por las que no había invocado a una de sus criaturas—, pero me temo que es necesario.
Seina invocó a su dragón, enviándole un confundo al cliente para que no se diera cuenta de que era un dragón, y no otra invocación cualquiera. Pocos minutos después estaban volando el resto del camino hasta Takigakure. Justo lo que no había querido hacer había acabado haciendo… Por fortuna, no sentía el frío gracias a unos hechizos, pero sí que notó cómo se estremecía el cliente tras su espalda a pesar de la chaqueta extra que se había puesto. Tardaron apenas media hora en cruzar la frontera y adentrarse en el país de las Cascadas. De haber seguido su camino andando habrían tardado horas.
Cuando vio el gran árbol de Takigakure a lo lejos se acercó lo máximo posible usando varios hechizos desilusionadores para pasar desapercibidos un rato más. Paró a apenas 15 minutos andando de la puerta de entrada de la aldea, sintiendo como se había quitado un peso de encima por haber llegado a la aldea sin otro combate de por medio.
—Vamos. Estamos muy cerca —ordenó, poniendo otro hechizo en su cliente por si acaso—. Hasta que no entremos por la puerta no estará seguro.
Caminaron en silencio, esquivando a los visitantes que iban en su misma dirección, hasta que vio los chunin de la entrada. Quitó los hechizos, perdiéndose entre el gentío, y andando despacio hasta que fuera su turno.
—Siguiente.
Seina dio un paso adelante.
—Mi nombre es Seina Uzumaki, tokubetsu jonin de Konoha. Este es mi cliente, Fuuta Kobayashi.
Le entregó el pergamino de la Hokage, dejando que lo examinaran tanto como quisieran, y luego firmó el registro bajo la atenta mirada de los ninjas de la puerta.
—Hisen-sama les espera en su oficina.
Seina siguió las indicaciones del ninja, sabiendo que a pesar de estar solos estaban siendo vigilados. Ella, que no tenía intenciones malignas, lo dejó estar. Solo quería acabar la misión de una vez por todas. La residencia de su Kage se encontraba en lo alto de una colina, a los pies de una gran escalera, que le permitía ver la aldea en su totalidad. No tenía el mismo aspecto grandioso de la mansión Hokage, pero era bonita. Les hicieron esperar en el recibidor, bajo la atenta mirada de otro ninja encubierto haciéndose pasar por secretario.
—Pueden pasar. Hisen-sama les atenderá ahora —habló, minutos después.
Kobayashi se levantó de su butaca y ella se separó de la pared donde había estado apoyada. Hisen era un hombre de mediana edad con pelo moreno y blanco, y una barba bien cuidada. Observó cómo se levantaba a saludar a su cliente, comprobando que estaba bien, antes de girarse a ella.
—Seina-san, buen trabajo. Muchas gracias por acompañar a Fuuta durante su trayecto.
Ella inclinó la cabeza con respecto, aceptando las gracias a pesar de que le habían pagado por ello.
—Puede pasar aquí la noche para descansar, si lo desea.
—No hará falta, pero gracias por la oferta.
—Como gustes. Al menos puedes visitar la aldea o comer algo antes de partir.
—Eso haré —sonrió ella.
Para todo lo que había sido la misión, el final se le hizo abrupto y corto. Se despidió de Kobayashi, quien le dio las gracias también por haberle salvado la vida 2 veces, y luego salió de la casa del líder para ir a investigar la aldea. No era como Konoha, que tenía desniveles debido a la geografía, sino que todo era plano a los pies de un gigantesco y colosal árbol. La aldea, en forma de anillo, rodeaba el árbol como si de un monumento histórico se tratara. La gente, no obstante, se parecía mucho a la de Konoha. Iban de aquí para allá comprando, riendo, hablando, discutiendo…
Paró en un restaurante cualquiera para comer algo, a pesar de que podría usar uno de sus bentos, y compró unas cuantas semillas de plantas típicas de la zona que no existían en Konoha. Justo cuando estaba a punto de marcharse de la aldea para regresar a Konoha, se cruzó con una chica morena de pelo gris verdoso y ojos naranjas. Se quedaron mirando la una a la otra desde ambos extremos de la calle.
—Es otro de los míos —dijo Kurama innecesariamente. Estaban tan conectados que lo había notado sin que él se lo dijera—. Es Chomei, el siete colas.
Seina se aproximó a la otra chica despacio, viendo como ella hacía lo mismo. Se encontraron en mitad de la calle, como si de una película se tratara. La chica, jinchuriki como ella, empezó a sonreír de oreja a oreja con la misma efusividad que su hermano. De repente, supo que no era su enemiga sino una aliada. Vio como los aldeanos pasaban de ellas, como si no pasara nada, y se preguntó si lo sabían.
—¡Hola! ¿Cómo te llamas? Yo soy Fu. Soy la jin- —Seina le tapó la boca con una mano antes de que pudiera seguir.
—Lo sé. Mi nombre es Seina Uzumaki.
—¿¡Él también te habla!? ¡Creí que era la única! —exclamó la chica, como si nada.
—Vamos a algún lado a hablar —suspiró ella, sonriente.
Fu la llevó a su casa, sorprendentemente. Vivía sola en un pequeño piso de un baño, un cuarto y una cocina comedor. Se sentaron en la mesa a hablar mientras Fu preparaba un té.
—Dice Chomei que eres la jinchuriki del Kyubi.
—De Kurama, sí.
—¿¡Te ha dicho su nombre!? —sonrió Fu, sorprendida.
—Somos amigos —contestó ella—. Así que tú también eres capaz de hablar con él, ¿no?
—Sí. Prácticamente desde el principio. Chomei es muy alegre así que no le importa relacionarse conmigo. Aunque nunca habría creído lo mismo del K- de Kurama.
—Quiero probar algo, enana —le llamó la atención Kurama—. Chocad vuestros puños.
Seina pestañeó extrañada, pero le hizo caso. Alargó su brazo, dejando su puño al alcance de Fu, quien la miró sorprendida unos segundos sin saber que hacer. Entonces, pestañeó ella también y con un deje comprensivo en los ojos, estiró su brazo hasta chocar su puño contra el suyo. De golpe, Seina ya no estaba en el comedor de Fu en Takigakure. Se encontró en una especie de cámara infinita donde una luz de procedencia desconocida iluminaba el lugar donde había despertado. Delante de sí había un colosal bicho de 6 patas y 7 colas en forma de alas anaranjadas. Era gris, con varios cuernos en la zona de la cabeza y parecía tener un yelmo en su rostro. A sus pies estaba Fu, quien saltaba mirando a quien solo debía ser Chomei.
—¡Increíble!
Seina miró por encima de su hombro, viendo el pelaje rojo oscuro de Kurama. Miró arriba, más arriba, más arriba hasta que sus ojos violetas se toparon con los ojos rojos de Kurama, quien la miraba inclinándose sobre ella con una sonrisa. Luego se giró a mirar a su compañero bijuu.
—Hermano.
—Hermano.
La voz de Chomei era mucho más aguda que la de Kurama, y parecía bastante más excitado que él. Notó la mirada del otro bijuu en ella, agachándose hasta quedar en posición horizontal ante ambas jinchurikis.
—Nunca pensé que llegaría este momento —dijo Chomei—. Creí que viviríamos y moriríamos sin volver a vernos.
—Los tiempos han cambiado —contestó Kurama encima de su cabeza, tumbándose con ella entre sus patas delanteras—. Por fin he encontrado a un jinchuriki decente.
Seina se sentó en la pata de Kurama, escuchando como ambos bijuus hablaban largo y tendido de otros tiempos. Fu se le acercó al rato.
—Parece que pueden seguir hablando durante días.
—Lastimosamente no tengo tanto tiempo —dijo ella—. Debo regresar a Konoha.
—¿Estás aquí con tu equipo?
—No. Soy tokubetsu jonin así que he realizado la misión en solitario.
—¡Wow! Pero, ¡si debes tener mi edad!
—¿12 años?
—¡Exacto!
—Me ascendieron hace poco —se encogió de hombros—. Mi equipo genin se presentará a los exámenes de chunin este año de nuevo. ¿Y tú?
—¡Claro! ¡Será mi primera vez!
—Seguro que lo consigues —sonrió ella, tocándole el hombro—. ¿Desde cuándo puedes hablar con Chomei?
—Desde siempre. Mis padres murieron hace unos años en una misión así que me introdujeron a Chomei y me dieron este piso, además de apuntarme a la academia. Los siguientes días después de eso, Chomei me habló y empezamos a ser amigos —le explicó con todo lujo de detalles.
Estuvo hablando con Fu y Chomei un rato más, pero al final tuvo que irse. Le había dicho a Hisen que no iba a quedarse la noche así que debía partir antes de que se hiciera tarde. Kurama y ella se despidieron de ambos, prometiendo que volverían a verse, y la acompañaron a la puerta de la aldea donde registró su partida.
—Ha estado bien —dijo Kurama, como si nada, aunque sabía que estaba excitado por haber hablado cara a cara con su hermano.
—¿Por qué no me dijiste que podías hablar así con tus hermanos? ¿Por qué no lo intentaste con Shukaku?
—Shukaku no hubiera estado receptivo. Lo noté enseguida. Necesitaba la paliza que le dio tu hermano para entrar en razón.
—Quizás para la próxima vez que nos veamos —lo consoló ella. Notó como Kurama asentía antes de desaparecer en lo más profundo de su ser.
En cuanto Seina se adentró un poco en el bosque, lejos de Takigakure, usó una de sus piedras para volver al país del Fuego. Apareció a pocos minutos de las puertas de Konohagakure, como si no hubiera estado a miles de kilómetros al norte hacía un instante. Acabó de salvar los últimos metros caminando, sintiendo un alivio difícil de explicar al ver las puertas de su hogar.
—¿Número de registro? —preguntó el chunin de turno de tarde.
Ella le entregó su identificación, dejando que la comprobaran. Después de eso, se fue a la torre de la Hokage, sabiendo que seguiría allí un rato más. Había pasado más de una semana desde que salió de Konoha, y eso que se había ahorrado un día más de misión. Al parecer, no era la única que lo pensaba.
—¡Seina! Llegas temprano —exclamó Tsunade-sama al verla aparecer por la puerta—. ¿Cómo ha ido tu primera misión en solitario?
Ella le lanzó una mirada exasperada que hizo que su maestra alzara una ceja. Sacó el pergamino con el cadáver del ninja que los había atacado.
—Al final supuso más trabajo del esperado. Hemos sido atacados por bandidos y un ninja renegado. Tuve que usar mis invocaciones para salvar el último tramo a Takigakure, o habríamos sido atacados una tercera vez.
—¿Y el cliente?
—Sano y salvo.
—Bien hecho. Imagino que aquí está el cuerpo del ninja que os atacó.
—Sí. Era un ninja renegado de Kusagakure. No lo reconocí.
—Tal vez te lleves un dinero por su cabeza —admitió Tsunade-sama—. Se lo entregaré al departamento. Espero mañana tu informe. Puedes irte, descansa.
—Hai.
Hizo una reverencia y se marchó con el hiraishin. Apareció en su casa, cansada del viaje, y vio como estaban presentes Naruto y Sasuke en el comedor, pero notó la presencia de Kakashi-sensei en su cuarto gracias a las barreras mágicas.
—¡Nee-chan! ¡Si que has tardado! —dijo Naruto, cogiéndola en volandas.
—Hn. ¿Cómo ha ido?
—Bien. Estresante, pero bien. Tuve que deshacerme de mucha gente —gimió ella de cansancio, tirándose al sofá—. Bandidos, ninjas renegados de Kusagakure, ninjas de Amegakure… Ugh. Todo el mundo quería su cabeza.
—Al menos no estás herida —dijo Kakashi-sensei, apareciendo por la escalera y mirándola de arriba abajo.
—No es porque no lo intentaran. De hecho, me traje el cadáver del último.
—¿Un ninja?
—Renegado de Kusagakure. Encima me tuvo que atacar uno que vestía como el culo, ¿os lo podéis creer? —dijo a modo de broma, para aliviar el ligeramente tenso ambiente.
Sasuke resopló una risa al no haber esperado sus palabras mientras Naruto se reía de su fingido pesar. Kakashi-sensei solo rodó los ojos.
—¿Por qué lo dices?
—¡Seguro que vestía licra como Guy-sensei!
—Nah. Vestía una túnica horrenda. Negra con nubes rojas —se partió de risa al recordarlo. Ahora que ya estaba muerto hasta era divertido. ¿De dónde demonios habría sacado esa ridícula túnica?
Kakashi-sensei se atragantó al escucharla, haciendo que el equipo entero se girara a mirarlo. Al contrario de las risas divertidas de sus discípulos, el jonin parecía algo horrorizado de lo que acababa de escuchar. Seina alzó una ceja sin acabar de comprender cuál era el problema.
—¿Y a ti que te pasa? —preguntó su hermano con su habitual tacto.
—¿Túnica negra con nubes rojas dices?
—…Siií… —alargó ella su respuesta, extrañada—. ¿Por qué?
—Esa túnica la lleva Akatsuki.
—¿Qué es Akatsuki? —preguntó Sasuke.
Kakashi-sensei pareció entender que no tenían ni idea de lo que estaba hablando. Frunció el ceño mientras pensaba si decirles lo que pasaba o no, o si se lo había comentado antes. Al final, se encogió de hombros. Seguro que habría calculado que ahora que tenían un nombre intentarían averiguarlo por sí solos si no les decía la verdad.
—Akatsuki es la organización a la cual pertenece Itachi. Son ninjas renegados, mercenarios de todos los países. Aparecieron hace unos años —explicó. Luego la miró a ella—. ¿Solo te encontraste con uno?
—Sí.
—Es algo extraño. Normalmente van en parejas.
Ella se encogió de hombros. Estaba segura de que cuando fue atacada solo hubo un enemigo. De lo contrario, habría visto su aura si estaba dentro de su rango de visión.
—¿Sabéis qué más me pasó? —dijo de repente, acordándose de Fu.
Les contó todo lo que había sucedido en el camino: los bandidos, las horas caminando sin cesar, las aldeas y ciudades que visitó, Takigakure y su encuentro con Fu. Decir que Naruto estaba interesado en su encuentro era un eufemismo. Horas más tarde, cuando ya no tuvo nada más que decir, se fue a su estudio para escribir el informe que esperaba Tsunade-sama al día siguiente. Luego, con todo el tiempo del mundo, se dio un largo baño y se puso el pijama por primera vez en más de una semana. Todavía falta un rato para cenar, pero nadie iba a impedirle ponerse cómoda después de tantos días de misión.
Chapter Text
Al día siguiente, miércoles, Tsunade-sama la hizo pasar a su oficina con el rostro serio. Después de lo que les había dicho Kakashi-sensei el día anterior podía imaginar de qué se trataba.
—¿Tienes tu informe? —pidió la Hokage. Seina se lo lanzó—. Gracias.
Lo leyó rápidamente antes de entregárselo a Shizune, que esperaba de pie a su lado.
—Ya veo. Has tenido mucha suerte de toparte solo con uno de ellos.
—Lo sé. Me lo contó ayer Kakashi-sensei.
—He visto el cadáver yo misma. Era un renegado de Kusagakure que aparece en el libro bingo. Recibirás una recompensa por traernos su cabeza. ¿Viste a alguien más, a parte de ese ninja?
—No.
—Entonces tienes más suerte aun —suspiró con alivio la Hokage—. Hemos encontrado un pergamino con instrucciones. Iban a secuestrar a Kobayashi para intercambiarlo a alguien desconocido de Takigakure por dinero.
—¿Por 100.000 ryo? Ese es el rumor que le llegó a Kobayashi.
—Eso parece.
—Pero, eso quiere decir que hay alguien en Takigakure que quiere secuestrar o presionar a Kobayashi, ¿no?
—Sí, pero eso no es asunto nuestro. A menos que nos vuelvan a contratar —se encogió de hombros la Hokage—. De momento, me conformo con que tu misión saliera bien y el hecho de que nadie se diera cuenta de que tú mataste a un ninja de rango S que aparece en el libro bingo. De lo contrario, ahora estarías en el punto de mira de más gente aún. Con un poco de suerte Akatsuki no ligará su muerte, o desaparición, contigo.
—No creo que puedan reconocerme. Me pasé toda la misión transformada en una mini versión del cliente para parecer su hija —se encogió de hombros Seina.
—Mejor que mejor. Puedes irte Seina. Tienes el día libre.
Seina se fue de la oficina pensando en lo que acababa de escuchar. ¿Aquel tipo era un ninja de rango S? Le había costado bastante matarlo. De hecho, tenía tan pocas heridas debido a las modificaciones de su ropa y, aun así, sus costillas se habían resentido de los golpes de su ninjutsu sin sellos. De no ser por su magia y su nuevo genjutsu no sabía qué podría haber pasado porque la había tenido contra las cuerdas, a la defensiva… Quizás tendría que emplear otra táctica contra enemigos más fuertes. En lugar de atacar ella, empezaría enviando a sus clones hasta que se hiciera una idea de contra quién luchaba, pero algo tenía que hacer.
Salió a la aldea, sintiendo el sol de febrero sobre su piel. Dentro de 2 semanas acabaría el mes y empezaría marzo. En abril Tsunade-sama la presentaría como candidata a los exámenes de jonin y se realizaría el sorteo de los exámenes para saber qué aldea tenía que presentarlos. Solo rezaba porque no fuera Kumogakure.
—¡Seina! —llamó una voz a su espalda.
Era Ino acompañada de Chouji y Shikamaru. Paró en seco en plena calle, esperando a que llegaran a ella, y contempló la expresión aburrida de Shikamaru y el entusiasmo de su amiga.
—¡Cuánto tiempo! ¿Dónde has estado?
—Ayer vine de una misión, y antes de eso estuve liada en el hospital. ¿Qué tal vosotros?
—Ahora íbamos a entrenar con Shikamaru —dijo Ino—. No hará el examen de chunin con nosotros, pero nos ayuda a entrenar como equipo de vez en cuando.
—¿Por qué no vienes con nosotros? —preguntó sorpresivamente Shikamaru.
—¿Queréis que os ayude a entrenar? —preguntó ella, pestañeando—. Quizás podrían venir Naruto y Sasuke…
—¡Genial! ¡Es una buena idea, Shika! —exclamó Ino, mirándolo con los ojos entrecerrados.
—¿Qué? Tengo buenas ideas, ya lo sabes. Además, Seina es tokubetsu jonin. Con ella y conmigo entrenando contra vosotros seguro que empujamos vuestros límites.
—¿Naru, Sasuke? ¿Queréis entrenar con el equipo de Ino? —preguntó ella mentalmente mientras los otros discutían delante de ella.
—¿En serio? ¡Pues claro! ¡Ahora mismo vamos!
Su hermano se desconectó mientras empezaba a vestirse rápidamente. Volvió en sí, viendo que ahora estaban discutiendo sobre dónde entrenar, mientras Chouji comía unas patatas fritas en silencio. Al final, quedaron en el campo de entrenamiento del equipo 10, que estaba más cerca de la aldea de su anterior campo de entrenamiento que llevaban sin pisar meses.
Naruto y Sasuke llegaron al campo antes que ellos. No le hizo falta abrir su vínculo, solo tuvo que escucharlos discutir como siempre. Miró irritada a Shikamaru por haberlo propuesto, pero no dijo nada. Después de todo, ella sabía que Naruto y Sasuke necesitan entrenar con diversos adversarios.
—¿Y bien? ¿Cómo entrenamos? —preguntó Ino.
—Yo de vosotros entrenaría en taijutsu. Es el punto débil de todo el equipo.
—¿Qué más nos recomendarías? —preguntó Shikamaru, a pesar de que él no se examinaba con Ino y Chouji.
—Para empezar, si yo fuera Ino intentaría usar el jutsu de invocación de clones para que cuidaran de mi cuerpo mientras usara su dojutsu. Para Chouji y para ti, intentaría aprender algún que otro ninjutsu. Shikamaru, para ti serían muy útiles jutsus para esconderte mientras usas tus sombras en lugar de estar a plena vista mientras que Chouji, quien claramente eres el soporte del grupo, te sería útil aprender jutsus defensivos. Después de todo, no sois un equipo de ataque sino de captura e interrogación.
—¡Yosh! ¿Y nosotros?
—Seguid con nuestro entrenamiento. Si nosotros entrenamos de todo, Naru —rodó los ojos.
—No sé si tengo suficientes reservas de chakra para el kage bunshin —dijo Ino, frunciendo el ceño con preocupación.
—Entonces deberías entrenar tus reservas de chakra —intercedió por primera vez Chouji—. Seina tiene razón. Si logramos hacer lo que dice mejoraríamos bastante. Tú ya no estarías totalmente desprotegida, Shikamaru podría atacar desde más puntos sin ponerse en peligro directamente y yo podría defenderos de más amenazas sin tener que usar mi propio cuerpo.
—Tiene razón. ¿Qué jutsu puedes enseñarme para esconderme?
—¿Qué tipo de naturaleza tienes? —preguntó ella.
—Ni idea. Asuma-sensei nos tiene repasando lo básico —contestó Shikamaru con un suspiro.
—Entonces te enseñaré los 3 jutsus que sé —se encogió de hombros—. Alguno debería servirte, imagino.
Así fue como Seina empezó a enseñarle el jutsu de ocultación en cenizas a Shikamaru, Ino y Chouji. El equipo 10 tardó bastante en pillarle el truco al ninjutsu. Aun así, después de 10 intentos, Shikamaru fue capaz de producir una leve ceniza mientras que Ino y Chouji no pudieron ni siquiera crear una llama. Después de eso, Shikamaru pasó el rato jugueteando con el jutsu hasta que lo consiguió y cayó rendido, jadeando sobre la hierba.
—Claramente vosotros dos no tenéis afinidad al fuego —escuchó decirles Sasuke a Ino y Chouji—. ¿Queréis que os enseñe el jutsu de ocultación en tierra?
—Sí, por favor —suspiró Ino.
Curiosamente, Sasuke tenía razón. Tanto Chouji como Ino tenían una clara afinidad de tierra así que tardaron menos tiempo en conseguir usar el ninjutsu correctamente. El problema vino después, cuando Ino se quedó sin chakra y no pudo salir. Seina tuvo que sacarla usando otro jutsu antes de que se pusiera nerviosa bajo tierra.
—¿Qué os parece que nos tomemos un descanso? —dijo ella, sacando un bento ante la mirada hambrienta de Naruto.
—Ugh. Casi no he podido hacer nada —suspiró Ino—. Mis reservas no dan para tanto.
—Cuanto más practiques ninjutsu, más reservas tendrás. Es como un músculo, después de todo. Una forma de practicar más rápido es pegarte una hoja en alguna parte del cuerpo con chakra —comentó ella—, así vas consumiendo poco chakra a la vez que practicas tu control y aumentas tus reservas.
—¿Es lo que haces tú?
—Algo así —dijo ella, pensando en el sello invisible de su frente que no paraba de llenar, y en el chakra que Kurama le daba constantemente para agrandar sus reservas, estirándolas como si fuera un estómago.
—Deberíais poneros pesas en las extremidades —recomendó Sasuke—. Si vais a entrenar en taijutsu os servirá para mejorar vuestra resistencia y velocidad.
—Cuando volvamos a la aldea compraremos unas pesas —prometió Ino, ante el gemido irritado de Shikamaru—. ¡Todos nosotros, Shikamaru!
—¿Queréis que practiquemos algo de taijutsu?
El equipo 10 suspiró al unísono ante la energía de su equipo, que no estaban para nada cansados. Chouji combatió con Naruto, Sasuke con Shikamaru y ella se emparejó con Ino. Pensaba enseñarle el mismo estilo de taijutsu que ella había aprendido: una mezcla entre Kakashi-sensei, Tsunade-sama y Guy-sensei. Después de todo, creía que era el mejor estilo para cualquier médico e Ino también estaba estudiando para ser el médico de su equipo.
—¡Simplemente esquívame! ¡No pierdas fuerzas intentando darme más fuerte! —dijo ella, cuando dio otro puñetazo a Ino—. ¡Usa mi fuerza contra mí desviando mis movimientos!
Dejó que Ino interceptara la siguiente patada. Ino le hizo caso y desvió su patada en lugar de frenarla con los brazos. Usó su mano haciendo que su pierna siguiera su trayectoria, sin usar fuerza, a la vez que evitaba ser atacada. Se dio cuenta de que Ino había estado atenta a sus movimientos, copiando su estilo. Sonrió al ver que estaba avanzando. Aun así, no fue capaz de frenar el siguiente golpe cuando cambió de sentido rápidamente usando una mano en el suelo para tumbarla con una patada baja.
—¿Estás bien? —preguntó ella al escucharla gemir.
—Sí. Solo me saldrá un morado.
Seina se rio de ella, dándole una mano para que se pusiera en pie.
—Veo que has captado lo que quería enseñarte.
—Déjame probar otra vez —pidió Ino.
Ella aceptó. Estuvieron intercambiando katas. No para hacerse daño ni usando todas sus fuerzas, sino más lentamente para que Ino se acostumbrara a los movimientos. Cuando se fueron a la aldea, horas más tarde, Ino le aseguró que practicaría su peculiar estilo de taijutsu, que compraría las pesas y que empezaría a aumentar sus reservas para poder crear, aunque fuera un clon de sombras para vigilar su cuerpo indefenso mientras usaba las técnicas de su clan.
—¿Podríamos quedar otro día para practicar? —preguntó Ino—. Podríamos entrenar un par de horas a la semana.
—¿Por qué no entrenamos cada lunes aquí? —dijo ella, viendo que a su equipo también le hacía gracia la idea.
—Me parece bien.
—¡Genial! —sonrió Ino.
Se despidieron poco más tarde, viendo como el equipo 10 estaba demasiado cansado para seguir entrenando.
—Somos mucho mejores nosotros —confirmó Naruto. Sasuke asintió.
—Se nota que no han entrenado tan duro.
—Sinceramente, no lo entiendo. ¿Cuánto planea Asuma-sensei enseñarles algún ninjutsu nuevo? Ya sé que los 3 tienen las herencias de sangre de sus clanes, pero más conocimiento nunca está de más.
—Lo sé. Mi clan era experto en técnicas de fuego, a pesar de tener el sharingan —asintió Sasuke—. Quizás sea solo cosa de Asuma-sensei.
—No tiene pinta. Lo mismo pasa en el equipo de Hinata.
—Y en el del cejotas.
Cuando llegaron a casa ya era hora de comer. Sorprendentemente, Kakashi-sensei los esperaba con la comida hecha.
—Os estaba esperando —dijo nada más verlos—. ¿Habéis estado entrenando? ¿Por qué no os dais una ducha rápida?
Intercambiaron una mirada, puesto que normalmente era Kakashi-sensei el más ocupado de todos, pero obedecieron. Bajaron a comer, minutos después. Seina siempre se sentía una nueva persona después de una buena ducha. Cuando se sentó en la mesa alzó una ceja en dirección al jonin, pero éste solo se encogió de hombros.
—No ha sucedido nada, antes de que me preguntéis. Simplemente me encontraba con más tiempo libre del esperado. ¿Estabais entrenando juntos?
—Sí, y con el equipo de Ino —contestó Naruto. Procedió a explicarle todo lo que había sucedido con pelos y señales—… y al final hemos quedado que entrenaríamos juntos cada lunes.
—Es una buena idea. Después de todo, vuestros competidores en los exámenes de chunin serán otros genins, y Seina repasará lo básico, que nunca debe olvidarse. ¿Queréis que entrenemos esta tarde o estáis demasiado cansados?
—¿¡Cansados, nosotros!?
Así fue como pasaron la tarde dentro de la caseta, luchando contra Kakashi-sensei y sus clones. Le alegró pensar que su maestro no estaba perdiendo el tiempo, sino que también estaba sacando algo de entrenar con ellos, por lo que percibió gracias a su expresión de concentración.
—Tienes el nivel de un jonin —la felicitó al final del entrenamiento, cuando Naruto y Sasuke se encontraban semi inconscientes en la hierba—. A nadie le sorprenderá que asciendas de nuevo dentro de unos meses.
—Gracias —asintió ella—, aunque después de mi combate en solitario con de Akatsuki está claro que necesito más entrenamiento.
—No. Necesitas entrenamiento más variado. Son cosas distintas —puntualizó el jonin—. Ese hombre era un ninja renegado de rango S, Seina. Tú solo llevas fuera de la academia menos de 2 años y aun así lograste vencerlo.
—Porque tenía mi magia y mi genjutsu.
—¿Y? Hay gente ahí afuera que tiene otra kekkei genkai, ¿sólo por eso son menos ninjas que alguien que no tiene habilidades especiales?
—…No.
—Entonces, ¿por qué crees que usar tu magia es jugar sucio? ¡Eso es lo que hacen los ninjas!
—Hmm… Sí, tienes razón. A veces se me olvida.
Ya no era un auror, sino una ninja. Quizás no podría haber ganado a ese ninja sin su magia, pero tenía su magia así que, ¿para qué se autoflagelaba? Ugh.
—Veré si puedo hablar con otros colegas de rango S —musitó Kakashi-sensei—. Si vas a seguir encontrándote en este tipo de situaciones será mejor que te prepares.
—Ugh. No me lo recuerdes.
Al día siguiente, Naruto y Sasuke fueron llamados para una misión mientras que Kakashi-sensei se esfumó en busca de sus amigos de alto rango. Ella se quedó en la casa, limpiando y acabando unos pedidos de pociones, lo único que acostumbraba a pedirle habitualmente la Hokage, cuando apareció de nuevo su maestro.
—Vamos. He encontrado a alguien con quien entrenar.
—¿En serio? ¡Si solo te has ido 25 minutos!
—Ha sido toda una suerte.
Salieron de la casa en dirección al bosque. Allí esperaba tumbado en la hierba quien solo podía ser uno de los familiares de Shikamaru. Tenía el cabello en una coleta alta y párpados algo más caídos que su amigo y una pequeña barba pero, salvo eso, parecía un calco de Shikaku.
—Ensui, te presento a Seina.
—Un placer —contestó, alzándose lentamente—. Shikaku me ha hablado de ti.
—¿Eres su primo o sobrino?
—Sobrino —sonrió él—. ¿Tanto me parezco?
—¿En serio tienes que preguntar?
Ensui bufó una risa. Kakashi-sensei se recostó sobre el tronco de un árbol, contemplando su interacción con los brazos cruzados. Seina se giró a mirarlo. Él era quien había concertado el entrenamiento, algo tendría en mente. Suponía.
—¿También eres anbu como Kakashi-sensei? —preguntó ella, inspeccionándolo.
—¿Qué te hace creer eso? —alzó una ceja su maestro. Ella alzó otra ceja en su dirección.
—Todos tus colegas son anbus, salvo los que se relacionaron con mi padre, que seguramente también son o fueron anbu, y los nuevos senseis con quienes hablas porque son nuevos senseis, como tú.
—Te tiene bien fichado, Kakashi-senpai —sonrió el Nara en su dirección. Luego se giró a mirarla con algo de interés—. ¿Por qué no tenemos un mini duelo de calentamiento? Así puedo ver de qué estás hecha sin que me lo explique tu maestro.
—Me parece bien —asintió, dándose cuenta con una sonrisa de que no había afirmado verbalmente ser anbu, pero había quedado implícito en sus palabras.
No acabó la frase que se lanzó sobre el Nara a la máxima velocidad posible, bastante rápido considerando que llevaba las pesas en sus extremidades. Ensui, algo sorprendido, se esfumó, pero ella lo siguió con sus ojos hechizados. De un puñetazo hizo trizas el árbol donde se escondía, a la vez que usaba el hiraishin para desaparecer antes de que pudiera cogerla con sus sombras. Conocía a Shikamaru muy bien, así que sabía cómo contrarrestarlo.
—Maxima tenebris —lanzó el hechizo de forma no verbal, como siempre, viendo como el claro donde estaban peleando se sumía en una burbuja de total oscuridad.
Pudo ver a Kakashi-sensei sacar sus gafas modificadas para observar lo que estaba sucediendo mientras que Ensui pareció dudar antes de intentar ponerla bajo genjutsu inútilmente. Tardó menos de 2 segundos en darse cuenta de que había fracasado antes de desistir e intentar atacarla usando sus otros sentidos. Como no había activado el brazalete de invisibilidad, que además la insonorizaba, Seina sabía que la única forma por la cual la estaba localizando era por el sonido. Intercambiaron golpes de kunais hasta que Ensui se hartó e intentó disipar la oscuridad con un jutsu de viento, sin mucho éxito nuevamente.
Viendo como lo tenía atrapado, sin poder usar su mayor baza, Seina cambió de táctica para que el combate no acabara.
—Lumos maxima.
Ensui dio un quejido dolido, tapándose los ojos al instante ante la fuente de luz ultra brillante delante de su rostro, y luego paró su patada al pecho aun con los ojos cerrados. Seina deshizo la oscuridad al mismo tiempo que ambos saltaron hacia atrás. Entonces se dio cuenta de que Ensui lo había predicho y la había atrapado un milisegundo después. Intentó moverse, comprobando que estaba atada a la perfección.
—Casi me dejas ciego —dijo, pestañeando un par de veces—. Dime, ¿cómo saldrías de esta?
—Se me ocurren algunas formas —sonrió ella algo trol—. ¿Cuál quieres: la dolorosa o la indolora?
—… ¿La indolora?
—Somnus.
Ensui se durmió ante la potencia de su hechizo. Un segundo estaba despierto, el siguiente estaba roncando. Quizás se había pasado con la cantidad de magia. Las sombras se deshicieron cuando Ensui no fue capaz de seguir controlándolas estando dormido. Kakashi-sensei bajó del árbol.
—Definitivamente necesitas a más contrincantes a la vez para estirar tus límites —habló, mirándola de reojo—. ¿Puedes despertarlo?
—Supongo —contestó—. Ennervate.
Ensui se despertó despacio, con rostro cansado. Después de todo, había estado durmiendo profundamente bajo su influjo durante un par de segundos. En cuanto la vio supo qué había pasado y gimió exasperado.
—¿Cómo lo has hecho? No, espera. Tiene que ser algo relacionado con tus extraños poderes. ¿Puedes enseñarme el jutsu de oscuridad?
—No. Me temo que solo yo puedo hacerlo. Lo siento.
—Ya me lo imaginaba… —suspiró—. ¿Eres inmune al genjutsu? No he sentido que te liberaras ni cayeras en él.
—Lo soy.
Ensui miró a Kakashi-sensei con rostro calculador. ¿Qué estaría pensando? No tenía ni idea, pero seguro que no era nada bueno.
—¿Ves por qué te dije que necesitaba a más gente?
—Ahora sí.
Seina frunció el ceño mientras los escuchaba. Kakashi-sensei se giró a mirarla.
—¿Qué te parecería luchar contra varios ninjas a la vez?
—¿Qué? Soy solo tokubetsu jonin, por si lo habías olvidado. ¿Quieres que luche contra varios anbu a la vez? —preguntó ella, incrédula—. Solo gano porque son incapaces de luchar contra mi kekkei genkai.
—Y, como ya te dije, tu kekkei genkai no va a desaparecer —repuso su maestro—. Necesitas que alguien empuje tus límites cuando luchas usando tu kekkei genkai junto a tus habilidades habituales. De lo contrario, no avanzarás más.
—Kakashi-senpai tiene razón. Además, no solo te estaríamos ayudando a ti, sino que también nos ayudarías a nosotros —dijo Ensui, poniéndose en pie—. Hasta ahora poca gente me ha ganado tan rápido porque nunca he luchado contra alguien con tus poderes. Si pudiera entrenar contigo me forzarías a mejorar mis carencias, ¿lo entiendes? Ahora comprendo algunas cosas…
Ensui miró a su maestro, quien sonreía detrás de su máscara de forma ladina.
—Has estado luchando contra ella cuando usa sus poderes, ¿no es así? Has tenido que mejorar tu creatividad y emplear nuevas estrategias para no ser abordado. Con razón ahora eres aún más bastardo entrenando.
Seina se cruzó de brazos, mirando con un deje divertido a Kakashi-sensei, quien los estaba ignorando a ambos mientras sonreía de forma traviesa. Ensui la miró de nuevo.
—¿Qué te parecería entrenar una vez por semana? —preguntó—. Me gustaría ingeniar alguna forma para derrotar tu jutsu de sombra, si no te parece mal.
—Me parece bien. Los lunes los tengo reservados para mi equipo y el equipo de Shikamaru.
—¿Los martes?
—Mirad a mis dos kohais tomando decisiones por sí mismos —lloró fingidamente Kakashi-sensei, obviamente burlándose de ambos—. Ya mismo no me necesitaréis.
Seina alzó una ceja mientras intentaba ahogar la sonrisa gigante que quería escapar. Le lanzó un hechizo de broma sin que se diera cuenta. Cuando volvió a abrir la boca para seguir hablando no pudo evitar ponerse a cantar. Ensui lo observó con rostro estupefacto hasta que comprendió lo que había pasado, contemplándola de reojo, y tuvo que morderse el labio para no reír cuando Kakashi-sensei la miró horrorizado. Desactivó el hechizo.
—¿Estás seguro que quieres ir por ahí, Kaka-sensei? —dijo ella, con la voz más dulce posible.
—Maa… Mejor que no. Ni una palabra de esto, Ensui —ordenó él, mitad en broma y mitad en serio.
—Claro —sonrió el Nara, con labios temblorosos del esfuerzo.
—Y en cuanto a ti… —susurró Kakashi-sensei inclinándose sobre ella—. ¡No más jutsus de broma por hoy!
La cogió en volandas, echándola sobre su hombro como un saco de patatas y salió corriendo. Seina no pudo evitar reír al recordar su canto y su expresión de terror momentánea. Sintió el shunshin y vio como aparecieron delante de casa. Abrió la puerta con ella sobre su hombro aun riendo. Se acordó de que Naruto y Sasuke no estaban allí, de lo contrario le habría enseñado la memoria al instante.
—¿Vas a quedarte con todos los ninjas de Konoha? —preguntó Kakashi-sensei, dejándola en el suelo con cuidado.
—Solo los que no tienen un palo en el culo y los que necesitan que les quiten un palo del culo.
Kakashi-sensei dejó escapar una carcajada sorprendida. Prepararon la comida entre los dos mientras hablaban de todo un poco.
—¿Realmente crees que necesito batirme en duelo con más de un ninja a la vez?
—Definitivamente sí. Incluso cuando peleamos nunca lo das todo de ti. Tienes miedo de hacerme daño, y con razón —admitió—. Quizás no puedas usar tus habilidades más mortíferas en un entrenamiento, pero luchar con mucha gente te obligará a usar habilidades menos dañinas de forma más creativa.
—Está bien. Te haré caso.
—Dejando eso de lado… ¿Quieres que cenemos esta noche en la aldea? No tenemos nada que hacer y no están Naruto ni Sasuke —sonrió el jonin.
—Me parece genial. ¿Qué te apetece comer?
—Me da igual, la verdad.
—Sabes, ahora que lo pienso nunca te he visto vistiendo algo que no sea el uniforme —pensó ella en voz alta—. ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste ropa civil?
—…Ni lo recuerdo —sonrió Kakashi-sensei, sacudiendo la cabeza—. Hoy puede ser la primera vez en años.
Seina sonrió. Cuando comieron, el uno frente al otro, notó de nuevo el pie de Kakashi-sensei sobre su tobillo, como a ella le gustaba.
Notes:
Nos acercamos a otro capítulo importante. Casi estoy deseando que llegue la semana que viene para subirlo. ;)
Chapter 53
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato.
Chapter Text
Cuando llegó la noche, Seina se cambió su habitual uniforme por ropa de calle. Lo cierto es que ni siquiera sabía qué ponerse ya que llevar uniforme durante tanto tiempo le había ahorrado pensar en ello. Al final, se encogió de hombros y se puso unos tejanos negros junto con un jersey azul marino, unas botas negras que conjuró de la nada y una chaqueta. Al bajar las escaleras vio a Kakashi-sensei sentado en una butaca, esperándola.
—Wow —dijo ella, asintiendo. Vio cómo se sonrojaban sus mejillas.
—¿Te gusta? —preguntó casi tímidamente.
Seina asintió. De hecho, se había vestido casi como ella salvo que no llevaba un jersey sino una camisa gris oscura de botones, seguramente encima de una camisa interior. En lugar de máscara, llevaba un pañuelo negro envuelto un par de veces para taparse el rostro.
—Tú también estás preciosa —sonrió.
Caminaron por la aldea, hablando de nimiedades hasta que encontraron un restaurante donde comer. Seina quedó sorprendida al ver un patio interior con techo de cristal, enredaderas verdes que le daban un toque acogedor, lámparas de aceite y mesas separadas por celosías de madera. Los sentaron, con alguna que otra mirada sorprendida, en una mesa al fondo de la terraza.
—Bienvenidos al Jardín de Konoha, ¿saben que van a pedir o les doy una carta para que vayan pensándoselo?
—La carta, por favor.
Seina cogió el menú que le tendía el camarero y alzó un par de hechizos en cuanto se fue. Decidió en seguida qué le apetecía y dejó la carta en la mesa, observando con una sonrisa como el jonin parecía absorto en lo que estaba leyendo. Siempre le sorprendía pararse a pensar en lo atractivo que era Kakashi-sensei, y lo raro que le resultaba que no hubiera tenido ninguna relación seria.
—¿Qué miras? —preguntó, tomándola desprevenida.
—Estaba pensando en lo extraño que me resulta que no hayas salido con nadie de forma seria —confesó ella.
—Para tener una relación seria tendría que haberme expuesto a alguien —se encogió de hombros—. Ya sabes que no es lo mío. ¿Por qué te resulta tan extraño que haya estado solo?
—Porque no solo eres atractivo físicamente sino también eres inteligente, poderoso y buena persona. ¿Qué más se podría pedir?
Kakashi-sensei se sonrojó sin poderlo evitar. Seina evitó reírse al darse cuenta de lo mucho que le afectaba siempre recibir algún cumplido. Entonces perdió la sonrisa al darse cuenta de que tal vez fuera porque nadie le había dado cumplidos sinceros. Necios, aunque mejor para ella.
—¿Por qué te sonrojas? ¿Acaso no estoy diciendo la verdad? La gente es estúpida, pero eso juega a mi favor —sonrió ella, reconociendo completamente la verdad.
—Supongo que no estoy acostumbrado a que me digan cosas así de forma genuina… y de forma tan directa.
—Acostúmbrate. Me pelearía con gente con tal de estar contigo —bromeó a medias.
Kakashi-sensei dejó la carta en la mesa, incapaz de seguir escondiéndose tras ella, y clavó su ojo gris y su ojo negro en los suyos fijamente. Pestañeó al darse cuenta de que el ambiente bromista había cambiado de golpe por algún motivo que desconocía. Se observaron el uno al otro en silencio hasta que él habló.
—Dentro de unos años seré yo quien se pelee por ti. Lo sabes, ¿no?
—¿Qué? ¿Por qué lo dices?
—¿Qué por qué? Seina... Eres la hija del Cuarto Hokage, la hija de la heredera de Uzushiogakure, la aprendiz de la Quinta Hokage, una médico excelente, ascendiste a chunin y a tokubetsu jonin en menos de 2 años después de salir de la academia y, por tu trayectoria, ya mismo serás jonin. Por no hablar de que Jiraya-sama es tu padrino, yo soy tu maestro y otros ninjas de rango A y S son tus compañeros de entrenamiento. Eres muy superior a la media, y la gente ha empezado a notarlo. ¿Qué crees que pasará cuando tengas 15, 16 o 17 años?
Seina, que acababa de entender lo que quería decirle, se relajó. Con un deje incrédulo y algo reconfortante, se dio cuenta de que Kakashi-sensei tenía miedo de perderla en un futuro debido al interés de los demás para con ella. Qué ridículo. Aun así, el hecho de que Kakashi-sensei admitiera que lucharía por ella… No sabía cómo describirlo, pero prendió una llama dentro de sí que antes no había existido.
—Kakashi, amor… Todo eso da igual —dijo suavemente, sin poder reprimir su llamado afectuoso. Kakashi-sensei se mostró notablemente sorprendido al escucharla—. ¿Sabes por qué? Porque yo solo te quiero a ti, y no a nadie más. Pueden admirarme, acosarme, desearme, envidiarme, odiarme… me da absolutamente igual. A mí solo me importa mi gente. Naruto, Sasuke, Tsunade-sama, mis amigos, Shikaku, Tenzou, Yugao… pero, sobre todo, tú. ¿Crees que me conquistarían tan fácilmente con unas cuantas palabras bonitas y un ramo de flores sin conocerme de verdad? ¿Sólo conociendo lo que muestro públicamente? ¿Sólo porque ahora soy alguien de interés público?
El camarero vino a su mesa, interrumpiendo su charla. Kakashi-sensei la miraba fijamente, prestándole toda su atención, pero ordenó lo que quería de la carta y ella hizo lo mismo. El camarero se fue rápidamente al notar el tenso ambiente. El jonin miró a la mesa con los ojos abiertos, pensando en lo que le había dicho unos minutos antes, hasta que levantó la cabeza.
—Lo entiendo.
—Como ya dije: yo soy la que tiene más posibilidades de pelear con alguien, simplemente porque hay más gente que conoce tu verdadero yo debido al tiempo que lleváis siendo amigos.
—Te equivocas —intercedió Kakashi-sensei, cortando lo siguiente que iba a decir—. Nadie me conoce de verdad, Seina. Salvo tú. Dios, ¿por qué no podrías tener 3 años más?... Lo que quiero decir… es que yo también te quiero solo a ti. Nunca ha habido nadie más, ni antes ni ahora, con quien quiera estar. Así que no tiene sentido que tú pelees contra nadie por mí porque… yo ya soy tuyo, ¿lo entiendes?
Seina asintió con un nudo en la garganta. Kakashi-sensei puso su pie al lado del suyo, reconfortándola, sin poder cogerle la mano encima de la mesa. Se hizo otro silencio, aunque este estuvo cargado de deseo y entendimiento. En ese instante también deseó ser 3 años mayor para poder besarlo, pero se contuvo sabiendo que tarde o temprano podría hacerlo en público, siempre que quisiera, sin que nadie los observara con desdén. No es que le importara las miradas despectivas, pero ella sabía que no podía tener una relación completa con alguien 13 años mayor teniendo solo 12 años. No importaba que fuera en el mundo mágico o en este mundo ninja.
—Aunque no tenga que pelear para estar contigo, de alguna forma tendré que ahuyentar a tus admiradoras —sonrió ella, cortando la tensión con una medio broma—. Por no hablar de que mataré a cualquiera que te haga daño.
Kakashi-sensei pareció sorprendido nuevamente por sus palabras, como si no se hubiera dado cuenta de lo que sería capaz de hacer por él, y por sus seres queridos. Una parte de ella comprendía que era difícil de asimilar, para su maestro, que ahora ya no estaba solo y que, si le pasaba algo, tenía a alguien para defenderlo de cualquier circunstancia. Le dolía darse cuenta de que, hasta que llegó ella, había estado solo contra el mundo desde hacía años. Sus colegas eran geniales, pero Kakashi-sensei no gozaba de la misma amistad que ella había tenido con Ron y Hermione, quienes lo habían dado prácticamente todo por ella durante largos y arduos años, o con Naruto y Sasuke, quienes eran literal y figurativamente sus hermanos con quienes convivía y compartía prácticamente todo, incluso su mente.
Se anotó mentalmente recordarle de tanto en tanto que ella estaba allí. Tendría que pensar en alguna forma de hacérselo ver más que estar allí para él, y el hecho de vivir juntos.
—Aquí tienen su pedido. Espero que lo disfruten.
Comieron en silencio durante unos minutos. La conversación había sido pesada, necesaria y reconfortante, pero pesada. Sacó un tema más liviano para charlar y cenaron con nuevas sonrisas en los labios. Unas horas más tarde, regresaron a casa después de dar una vuelta por la aldea. Nada más cruzar el muro de piedra notó una mano cogerla de la cintura y tirar de ella hasta que unos labios se posaron castamente sobre los suyos. Sus manos se alzaron involuntariamente hasta su cabello y rostro, acariciándolo un par de segundos antes de ser depositada en el suelo.
—Gracias Seina.
—De nada. Ya sabes que soy equipo Kakashi contra el mundo.
—Mi equipo no. Nuestro equipo —corrigió.
—Mejor que mejor.
—Me gusta.
La sonrisa feliz y genuina de Kakashi-sensei la siguió hasta en los sueños. No esperaba que la cena acabara con una charla seria, y romántica, de sus intenciones, pero no lo cambiaría por nada en el mundo.
Al día siguiente fue llamada para una misión pero, para su sorpresa, no fue la única que recibió la misiva. Kakashi-sensei recibió otra nota esa misma mañana que los hizo pensar que tenían una misión juntos. La primera en más de 3 meses. Seina casi no podía reprimir la sonrisa. Cuando llegaron a la torre de la Hokage sus esperanzas fueron confirmadas cuando Tsunade-sama asintió a ambos para que pasaran juntos a su oficina.
—Bien, bien… Os estaba esperando. ¿Os acordáis del hombre que fabrica el material de laboratorio modificado?
—Sí.
—No.
Seina y Kakashi-sensei intercambiaron miradas antes de que el jonin alzara una ceja curiosa a la Hokage. Tsunade-sama suspiró.
—Ya, quizás no te lo he contado. Ya no sé a quién le he contado qué cosa —musitó para sí misma—. El equipo de Tenzou robó material de laboratorio modificado en una de las bases que destruyó. Gracias a esa pista pudimos encontrar a la persona que estaba proveyendo a Orochimaru de dicho material. Envié a un equipo a proteger a esta persona y, con algo de suerte, llegamos antes que Orochimaru. Este hombre, Akira Yukimura, fue trasladado y puesto bajo custodia de un equipo chunin mientras intentábamos tenderle una trampa a Orochimaru.
—No me lo digas, ¿algo ha salido mal? ¿No ha funcionado? —preguntó ella, mordiendo un suspiro cansado.
—Sí y no, destruimos otra de sus bases la semana pasada mientras estabas de misión. El problema es que Orochimaru se ha dado cuenta del engaño y ha conseguido localizar a Yukimura. El equipo que lo protegía está en paradero desconocido, al igual que Yukimura.
—¿Cómo sabe que no están todos muertos? —preguntó su maestro con el rostro serio.
—La escena del crimen. Hay signos de una confrontación, pero no suficiente sangre como para que haya algún muerto. Ahora mismo tenemos a 4 ninjas de Konoha secuestrados a manos de Orochimaru y un civil al que teníamos que proteger —suspiró Tsunade-sama—. Os daré la información del equipo que envié y de Yukimura, pero no tenemos ni una sola pista de dónde están. Las trampas que le tendimos eran una última baza para averiguar qué más bases tiene. Ahora estamos a oscuras.
—¿Cuál es nuestra misión?
—Vuestra misión es encontrar a los camaradas de Konoha, al civil de ser posible, y rescatarlos. Si encontráis una nueva base destruidla y robad la documentación que encontréis. Necesitamos otro hilo del cual tirar… Kakashi, tú liderarás esta misión. Podéis partir de inmediato.
—Hai.
Kakashi-sensei y ella salieron de la oficina de la Hokage con el ceño fruncido.
—¿Lo tienes todo? —preguntó su maestro por puro protocolo. Ambos sabían que nunca salía de casa sin todo lo necesario, y más.
—Sí. Podemos salir cuando quieras.
—Vayamos al parque un momento —le indicó con un ademán de cabeza.
Fueron al parque al lado de la torre de la Hokage. Se estaba convirtiendo en una ridícula costumbre pararse allí a hablar un rato. Seina alzó unos hechizos para que no pudieran ser espiados.
—Prueba a darme una dirección.
—Akira Yukimura.
La flecha conjurada dio vueltas hasta que paró firmemente hacia el noreste. Kakashi-sensei frunció el ceño nuevamente cuando se dio cuenta de la dirección. Ni siquiera tenía que explicarle por qué. Al noreste se encontraba Kumogakure. ¿Estaría usando la cercanía de su base con Kumogakure para evitar que lo buscaran? No lo sabía.
—Vamos. No tenemos tiempo que perder.
—Tengo una piedra sellada en el país de las Aguas Termales —dijo ella—. Podríamos ir hasta allí con el hiraishin.
—Buena idea —sonrió el jonin—. Saldremos por la puerta del norte y luego usaremos el hiraishin.
Y eso fue justamente lo que hicieron. Tardaron un par de minutos en llegar a la puerta norte, y otro par de minutos más en registrar su partida. Luego, escondidos tras unos árboles, Seina usó el jutsu de teletransportación. Cayeron al suelo un milisegundo después, con un par de kunais en la mano por si acaso. Por fortuna, no había nadie gracias a sus hechizos activos. Seina, sin tan siquiera tener que escuchar nuevas órdenes, puso un par de hechizos anti espía y volvió a comprobar la dirección.
—Me gusta el hecho de que te anticipes a mis peticiones —confesó Kakashi-sensei con otra sonrisa.
—Era lo lógico.
—Veo que está al norte. Quizás tengamos suerte y evitemos acercarnos a Kumogakure. ¿Puedes invocar a una de tus bestias para ir volando?
Seina lanzó una mirada calculadora al claro.
—Creo que necesitaré más espacio.
—Busquemos otro claro más grande.
Tardaron unos 15 minutos en encontrar un sitio lo suficientemente grande y lo suficientemente lejos de la civilización para invocar disimuladamente su dragón. En cuanto se elevaron, invisibles a los ojos de todos, Seina siguió la dirección del hechizo que tenía activo. Por suerte, las runas y hechizos de su ropa eran suficientes para que no se congelaran de frío debido a lo alto que volaban en dirección norte.
—Estamos llegando a la frontera del país —reconoció ella, viendo el mar de lejos—. Parece que la base no está en tierra.
—Eso parece —frunció el ceño Kakashi-sensei—. No me extraña. Una base en medio del mar pasa más desapercibida que una en tierra. Por lógica, esta debe ser una base importante para Orochimaru. ¿Puedes localizarlo con ese hechizo?
—Sí, claro.
Volvió a usar el hechizo, pero esta vez buscando a Orochimaru. Para su alivio, la flecha apuntó en otra dirección totalmente diferente. Kakashi-sensei alzó una ceja al verlo, con rostro calculador. En cuanto llegaron a la línea de costa se adentraron hacia el océano bajo la luz del sol brillante. Por suerte era todavía mañana así que podían ver desde muy lejos lo que tenían delante, que era básicamente nada salvo agua y más agua.
—Mira —llamó Kakashi-sensei, señalando un punto a la lejanía—. Parece que hay un pequeño islote de roca.
Seina agudizó los ojos, dándose cuenta de que tenía razón. Se acercaron volando a la pequeña isla que apenas era más grande que medio estadio de fútbol. Todo era roca gris, empinada, con poca vegetación localizada en la parte más elevada. Pudo contar unos cuantos árboles y algún que otro seto, pero nada más. Sin duda, no debía haber mucha vida en la isla, salvo los esbirros de Orochimaru.
—Rodea la isla.
Le hizo caso, inclinando a su dragón para que girara sobre sus alas usando su propia inercia. En cuanto vio la parte trasera se dio cuenta de dónde estaba la base. Era como si hubieran arrancado la mitad del islote para construir unos pisos en el hueco, protegidos por la misma piedra desde todos los ángulos salvo su cara frontal.
—Sígueme.
Seina se lanzó de su invocación tras de su maestro, desinvocando a su vez al dragón, y cayendo sobre la copa de un árbol sin hacer más ruido del que haría una hoja al caer al suelo. Gracias al brazalete de invisibilidad no habían podido verlos caer, pero desde aquí podían ver una torre de vigilancia a mano izquierda y a unos cuantos ninjas moverse de arriba abajo vigilando. Kakashi-sensei le hizo una seña con el código jonin de Konoha.
—Envía a una de tus criaturas a inspeccionar la zona y dime qué ves.
Ella asintió. Invocó a sus fieles insectos y los mandó a recorrer la base. Fue un trabajo lento ya que estaban muy arriba, pero después de media hora finalmente se colaron en el cuartel de Orochimaru sin ser detectados. ¿Quién los iba a detectar después de hechizarlos invisibles? Se escabulleron por las rendijas y conductos de ventilación, dándole una visión perfecta de lo que había adentro.
El primer pasillo que vio era gris, revestido de baldosas, y estaba abarrotado de gente que caminaba de aquí para allá vestidos con batas blancas y leyendo pergaminos que no supo reconocer. Incluso vio a unos cuantos llevar en camillas a gente que intentaba resistirse, otra gente muerta y gente inconsciente. Definitivamente era un laboratorio. Le comunicó todo esto a Kakashi-sensei, quien no parecía sorprendido.
—Introdúcenos.
Ella asintió. Encontró un armario de la limpieza con la puerta entreabierta y coló a uno de sus insectos. Acto seguido, se teletransportaron. Se dio prisa para hechizar el pequeño cuarto de limpieza de la última planta, haciéndolo desaparecer del mapa. Activaron los brazaletes de invisibilidad antes de salir de allí. Seina usó sus poderes para guiarlos entre el gentío, observando a la gente que pasaba a su lado como si nada. Algunos ni siquiera eran ninjas. ¿Cómo era posible? ¿Había contratado o formado Orochimaru a tanta gente en la medicina sin que nadie se diera cuenta? ¿Desde hace cuántos años tenía todo este imperio de investigación ilegal en marcha?
Tuvieron que bajar 2 plantas antes de encontrar al civil que habían venido a rescatar. Al contrario de lo que hubieran pensado, Yukimura no estaba siendo torturada ni encarcelado en una celda. Estaba trabajando para fabricar más aparatos de laboratorio aunque, por el sello explosivo de su cuello, no parecía estar haciéndolo por voluntad propia. Por suerte, se encontraba prácticamente solo salvo por algunos esbirros que seguían sus órdenes y le ayudaban a completar más rápido los pedidos de Orochimaru.
Kakashi-sensei, viendo que eran civiles, no se lo pensó un segundo y los dejó a todos inconscientes con unos pinzamientos en el cuello y un alarde de velocidad que lo hizo pasar desapercibido. Seina hechizó la sala para que pudieran hablar en voz alta, y para que, si alguien se acercara, le entraran ganas de ir a otro lado. Ah, magia… Cómo la adoraba.
—Es un collar de fuinjutsu —suspiró Kakashi-sensei al examinar a Yukimura en el suelo.
—¿Puedes quitárselo?
—Necesitaría tiempo para estudiarlo. No soy tan experto en fuinjutsu como me gustaría…
—Imagino que si lo rompemos de alguna forma explotará.
—Exacto.
—¿Y si agrando el collar sin romperlo? —preguntó ella finalmente.
Kakashi-sensei levantó su mirada para contemplarla, con expresión pensativa.
—Si puedes hacerlo sin romper ningún sello no debería suceder nada.
Agrandó el collar poco a poco, pero el fuinjutsu se mantuvo activo a la vez que nada explotaba. Cuando el collar fue lo suficientemente grande como para sacar la cabeza de Yukimura sin problemas, Kakashi-sensei lo rescató y lo dejó en el suelo, tocándole el pulso por si acaso.
—Está bien. Tienes algún sello en Konoha, ¿verdad? —le preguntó. Ella asintió—. Envíalo de vuelta con uno de tus clones. Llévaselo a la Hokage para que lo interroguen de ser necesario.
—Hai.
Invocó a un clon e hizo que cogiera en brazos a Yukimura antes de desaparecer con el hiraishin.
—¿Qué hacemos con toda esta gente? La mayoría de ellos no son ninjas sino civiles con formación médica.
—Ya me he dado cuenta… Solo tenemos 2 opciones: los capturamos o los ejecutamos. Aun siendo civiles trabajan para Orochimaru. No sabemos si a la fuerza o no, pero siguen siendo enemigos de Konoha… —suspiró de nuevo su maestro—. Lo cierto es que sería muy útil para Konoha tenerlos con vida para poder interrogarlos. Si luego resulta que están trabajando para Orochimaru de forma voluntaria ya los ejecutarán el departamento de interrogación. ¿Podrías meterlos en las celdas de tu maleta? No me gustaría enviar a tantos desconocidos a la aldea de golpe.
—Claro. De hecho, las celdas las pensé con Sasuke para que los prisioneros no pudieran despertarse de un coma mágico así que no darán problemas hasta que los saque de nuevo.
—Perfecto. Justo lo que necesitamos.
Kakashi-sensei asintió con expresión complacida. Empezó a recoger los cuerpos de los civiles inconscientes mientras que Seina sacaba la maleta, la abría e invocaba a unos cuantos clones para que se encargaran del encarcelamiento. Unos cuantos minutos después incluso habían robado toda la documentación relacionada con los modelos modificados de Yukimura que había en la sala.
—Volvamos a la última planta. Peinaremos el edificio de arriba abajo —le dijo Kakashi-sensei antes de salir de la sala hechizada—. ¿Puedes impedir que la gente suba a los niveles superiores una vez ya los hemos peinado?
—Fácilmente.
—Recuerdo que me hablaste de un hechizo para dormir a la gente, ¿no es así?
—Sí. El encantamiento somnus. Es un encantamiento de amplio alcance.
—¿Podrías usarlo para dormir a todos a la vez? —preguntó con interés Kakashi-sensei. Ella asintió—. ¿Me afectaría a mí?
—Si te pones detrás de mí, no. Puedo dirigir en una dirección el encantamiento.
—Genial. Entonces haremos lo siguiente…
Salieron de allí hasta la planta superior. Seina, a órdenes de Kakashi-sensei, los hizo dormir a todos de golpe. Los cuerpos empezaron a caer al suelo sin mucha complicación. Después de todo, nadie podía resistir su encantamiento. Nada más escucharlo, salieron del hueco de la escalera. Ella y sus clones empezaron a recoger los cuerpos mientras que Kakashi-sensei robaba la documentación y todo aquello que pudiera servir de algo. Los cadáveres fueron desvanecidos a la nada a órdenes del jonin mientras que los que se debatían entre la vida y la muerte debido a los experimentos humanos fueron curados por sus clones en sus celdas.
Hechizó la escalera para que no pudieran subir y bajaron al nuevo piso. El edificio resultó tener 5 plantas, una de ellas subterránea, pero eran todo civiles salvo un par de ninjas de bajo nivel que Kakashi-sensei redujo fácilmente sin su ayuda. Cuando llegaron al final, no obstante, se dieron cuenta de que el equipo de Konoha no estaba allí.
—Prueba a buscarlos por su nombre a cada uno: Mamoru Inuzuka, Kotetsu Hagane, Yanjirobee Futaba y Natori Kirihara.
Seina obedeció. En seguida se dio cuenta de que Orochimaru se la había jugado a Konoha.
—No están aquí —afirmó finalmente Kakashi-sensei—, aunque, afortunadamente, parecen estar todos en el mismo lugar.
—¿Y ahora qué hacemos?
—Nuestra misión es rescatar al equipo de Konoha, a Yukimura, robar la documentación y destruir la base, y eso haremos —contestó firmemente. Ella asintió—. Vamos. Plantaremos unos sellos explosivos para destruir la base por completo.
Se dividieron para agilizar el trabajo, poniendo los sellos en puntos de carga de la estructura. Seina intentó no pensar en el estado del equipo al que deberían haber rescatado, prefiriendo darse prisa para hacer volar por los aires otra base de Orochimaru antes de salir de allí. Media hora más tarde, todo el edificio, así como la torre de vigía y la caseta exterior, estaba lleno de explosivos.
—Kuchiyose no jutsu.
Se alejaron de allí subidos a su dragón. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, activaron los explosivos. El edificio no tardó ni un minuto en colapsar sobre sí mismo, desapareciendo.
—Lástima que todavía no sepas formar una bijuudama con mi chakra —se lamentó Kurama—. Podríamos haber volado la isla entera.
—Quizás la próxima vez.
—Transpórtanos de vuelta al país de las Aguas Termales —ordenó Kakashi-sensei cuando vieron como explotó correctamente el edificio—. No tenemos tiempo que perder.
Seina desinvocó el dragón en el aire, cogiendo a su maestro con su mano y marchándose de allí. Cayeron al suelo un instante después. No tardó nada en volver a usar el hechizo localizador, comprobando que se encontraban incluso más al sur de su posición.
—¿Qué piedras selladas tienes en el sur?
—Tengo una en Konoha y otra en el país del Mar.
—Perfecto. Iremos primero a Konoha.
Chapter 54
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato, mención de tortura, intento de suicidio.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Así fue como Kakashi-sensei y ella volvieron al punto de partida solo para darse cuenta de que el equipo chunin secuestrado estaba aún más al sur. Seina usó su otra piedra, en el país del Mar, cruzando los dedos mentalmente.
—Debemos estar más cerca —dijo con el rostro serio Kakashi-sensei—. Hemos tenido mucha suerte.
La flecha ahora apuntaba hacia el suroeste así que sabían perfectamente a qué dirección dirigirse, a pesar de que lo que tenían delante de ellos era más agua.
—¿Otra base en el mar? —preguntó con algo de sorpresa—. Por aquí ya había una base.
—Algo me dice que esta base se encuentra en el país de las Olas... Relativamente cerca. De ser así, sería fácil para Orochimaru intercambiar material y prisioneros de una base a otra de necesitarlo —pensó en voz alta haciendo referencia a la base laboratorio que destruyó su equipo junto a Shino misma hacía meses—. Debimos estar muy cerca de la base cuando hicimos aquella misión para Tazuna… Al final resultará que tuvimos más suerte de la que pensamos.
Volaron en dirección a la base desconocida durante minutos. Cuando cruzaron la frontera imaginaria entre el país del Mar y de las Olas, Seina se dio cuenta de que Kakashi-sensei tenía razón. Todo ese tiempo había habido una base a pocos kilómetros del puente que ayudaron a construir, sin que nadie se percatara de ello. La vieron de lejos nuevamente. Era una isla pequeña, de roca gris también, con menos vegetación todavía. Lo único distinto es que no había una estructura construida entre la roca.
—Parece que la entrada está escondida.
—Bajaremos a la cima de ese pico —señaló el jonin.
Cayeron en la cima escarpada de la isla, dándose cuenta de lo alto que estaba realmente, y bajaron por la ladera usando los brazaletes de invisibilidad. Kakashi-sensei señaló a lo lejos unos agujeros pequeños en la piedra que, cuando los examinaron de más cerca, se trataba de orificios artificiales para ventilar la base.
—Puedo oler a mucha gente aquí adentro —le indicó con señas—. Envía a una de tus invocaciones.
Seina lo hizo. Lo primero que se encontró fueron celdas y más celdas hasta donde alcanzaba la vista. Al fondo de todo estaba la escalera, de piedra, que daba al nivel superior e inferior.
—Introdúcenos.
Obedeció nuevamente cuando se cercioró de que estaban cubiertos por el brazalete. Aparecieron en el hueco de las escaleras, escuchando los lamentos de algunos prisioneros y el silencio enfadado y resignado de otros muchos. Lo curioso era que nadie alzaba la voz. Hubiera pensado que alguien, algún estúpido, estaría gritando para que lo liberaran, pero no fue así. ¿Qué demonios habrían visto o les habrían hecho para que nadie quisiera llamar la atención?
Kakashi-sensei le tocó el brazo, indicando que bajaran por la escalera en busca del equipo de Konoha. Un brazo la retuvo un milisegundo antes de que se diera cuenta de que alguien estaba subiendo por la escalera. Se quedó de piedra, medio escondida tras el cuerpo de su maestro, mientras el carcelero subía malhumorado con unas bandejas en los brazos llenas de comida de aspecto realmente insípido. En cuanto pasó por su lado vio un sello negro en su cuello, y se preguntó si ese era el sello que Orochimaru había querido ponerle a Sasuke.
—¡Aquí tenéis vuestra comida, escoria! —gritó nada más aparecer por el pasillo del piso superior—. Si no queréis pasar hambre será mejor que os la comáis.
Seina se giró de nuevo, viendo como Kakashi-sensei tenía ambos ojos descubiertos, uno gris y otro negro, y puestos en el hueco de la escalera fijamente. Escucharon como el ninja repartía la comida antes de seguir bajando escalera abajo, siguiendo la dirección de su hechizo. El piso inferior era otro pasillo con más prisioneros, tal y como sucedía en el tercer piso inferior. No fue sino hasta que alcanzaron el último piso, a nivel del mar, cuando descubrieron la enfermería, un laboratorio de pruebas y más celdas.
Tuvo que aguantar la respiración cuando vio el estado de algunos prisioneros. Sabía, gracias a sus hechizos auditivos, que algunos estaban muertos o al borde de la muerte. Algunos estaban tan demacrados que eran irreconocibles, otros parecían haber sufrido todo tipo de experimentos. Era inhumano. Kakashi-sensei caminó en silencio hasta una de las celdas, señalando con la cabeza adentro. Reconoció al instante al ninja. Era uno de los chunins que frecuentemente trabajaba en la puerta principal como guarda registrando la salida y entrada de ninjas y civiles.
—Tenemos que sacarlo de aquí. Sus latidos son muy débiles —señaló ella con algo de urgencia al escuchar el palpitar lento e irregular de su corazón.
—Busquemos a los otros.
El resto del equipo chunin, por fortuna, se encontraba a pocas celdas de allí. Por desgracia, todos estaban muy malheridos. El Inuzuka, además de al borde de la muerte, parecía en estado de shock mientras miraba con ojos abiertos a su ninken muerto a su lado.
—Sácalos de aquí. Yo me encargo de los ninjas en esta planta —señaló Kakashi-sensei.
Seina había obedecido cada una de sus órdenes sin rechistar, pero al darse cuenta de que quería enfrentarse, solo, contra un número indeterminado de esbirros de Orochimaru sintió sus ojos entrecerrarse y tuvo que morderse la lengua para no desobedecer abiertamente. Debió de haberlo visto escrito en su rostro, porque le tocó el hombro de manera reconfortante y supo que le estaba pidiendo que confiara en él. Sintió un tic nervioso en la mejilla, pero accedió de mala gana.
Le dio la espalda, sabiendo que estaba adentrándose en el laboratorio, mientras preparaba unos cuantos trasladores con unas piedras sin sellar que tenía en la riñonera. Le lanzó una piedra a cada uno, usando las coordenadas de la cima donde habían caído, y activó los trasladores. No tenía ni idea de qué significaba el fuinjutsu que rodeaba las celdas, pero prefería no activarlo accidentalmente usando el hiraishin…
Desapareció de allí sin hacer ruido. Apareció en la cima un segundo más tarde, viendo como estaban amontonados uno encima de otro. Lanzó unas cuantas barreras para proteger su espalda mientras examinaba a sus nuevos pacientes y creó varios clones. Tuvo que concentrarse en ignorar a su araña en la banda ninja de Kakashi-sensei antes de usar el hechizo diagnóstico.
Uno de ellos tenía un inicio de septicemia debido a una pierna amputada, otro estaba en shock y tenía varias costillas rotas que de milagro no habían perforado un pulmón, el tercero estaba irreconocible y tenía un fallo multiorgánico y, por último, el cuarto ninja sufría un hematoma cerebral, así como varios huesos rotos y una leve hemorragia cerebral. Perfecto.
Dejó a sus clones tratando a 3 de ellos y se centró en el tipo con peor pronóstico, siendo asistida por un clon. No supo cuánto tiempo estuvo revirtiendo el fallo multiorgánico, haciendo caso omiso de la pelea que tenía Kakashi-sensei con los carceleros de Orochimaru, pero supo que tendrían que parar en algún sitio cercano para poner su tienda mágica y así poder seguir tratándolos. Lo que tenía claro era que, si no los trataba hasta estabilizarlos, morirían en minutos o pocas horas.
Kakashi-sensei apareció justo cuando sus clones empezaron a reanimar al ninja del hematoma cerebral. Paró en seco tras sus barreras cargando con una niña de su edad, quizás un año mayor que ella, inconsciente sobre su hombro.
—¿Situación? —preguntó tras sus barreras. Seina las dejó caer en vista de que ya no estaba sola.
—Muy mala. Necesito parar en algún lugar seguro, de lo contrario este y aquel —señaló con la cabeza al ninja que se debatía entre la vida y la muerte— morirán en una hora o 2 como mucho.
—Regrésanos con el hiraishin al lugar más cercano —ordenó Kakashi-sensei—. No podemos quedarnos aquí.
Usó los clones sin mediar palabra para teletransportarlos a todos hasta el país del Mar. Cayeron al suelo con el equipo herido en brazos. Kakashi-sensei no tardó ni un segundo en dejar a la prisionera en el suelo, maniatada e inconsciente, y sacó su tienda de campaña idéntica a la suya, aunque él no necesitaba darles permiso explícito a la gente para que pudieran entrar. Cogieron a los ninjas y los metieron en la enfermería.
—Voy a poner unas trampas alrededor de la tienda —le informó el jonin—. Vengo en un par de minutos.
Asintió mientras se intercambiaba con su clon, reanimando con la magia al ninja, que parecía haber sufrido otro paro cardíaco debido al hiraishin. Demonios. ¿Por qué había querido ser ninja médico o jonin? ¡Podría haberse quedado en Konoha siendo maestra chunin de la academia!
—El Inuzuka está fuera de peligro —dijo uno de sus clones—. El de la pierna amputada está siendo tratado. De momento está estable.
—Genial —contestó ella, quitándose un peso de encima—. Lavadlos y vestidlos con ropa nueva.
Lanzó otro hechizo de reanimación cuando su clon paró de insuflar aire. Con alivio, escuchó como empezaba a latir el corazón de nuevo débilmente. Sintió la presencia de Kakashi-sensei a sus espaldas, en el marco de la puerta, analizando la estampa. Acto seguido recorrió los pocos pasos que los separaban, poniéndose a su lado.
—¿Puedo ayudarte en algo?
—No. Ayuda a mis clones, si quieres.
Tardó varias horas en reducirle la inflamación gracias a un drenaje cerebral. De no haber tenido su magia hubiera tenido que perforarle el cráneo para succionarle la sangre, algo mucho más arriesgado. Por suerte para él, con la magia podría tratarlo más fácilmente y más eficientemente. El que más le preocupaba ahora era el ninja con el fallo multiorgánico. Con su magia había podido revertir algunas cosas, así como con las pociones que le había dado, pero seguía estando al borde de la muerte. Afortunadamente, como había revertido los traumatismos que le habían provocado el fallo multiorgánico esperaba que, manteniéndolo vigilado y estable, pudiera salir adelante en pocos días gracias a su magia.
—¿Cuál es el pronóstico? —preguntó con voz baja Kakashi-sensei cuando la vio tratar nuevamente al más grave. Se llamaba Kotetsu, si mal no recordaba.
—Los graves traumatismos han sido curados y estoy tratando la infección eficazmente. He recuperado la función respiratoria y cardiovascular al completo, pero tiene afectado todavía el hígado debido a una ruptura que ya he curado. En general, la inflamación ha bajado también y su sistema de coagulación debería reactivarse ahora que ya no tiene fracturas ni rupturas… Necesitaré estar a su lado o tener un clon vigilándole todo el rato, pero si aguanta esta noche creo que sobrevivirá —suspiró finalmente.
—¿Y los otros?
—Le recuperaré la pierna fácilmente ya que es una herida reciente —señaló con la cabeza al ninja vestido con un pijama blanco de hospital recién bañado con una esponja—. El Inuzuka ha tenido suerte. Solo tenía fracturas y poco más. Ni siquiera su pulmón ha sido perforado aunque, por su aspecto, parecía estar en mucho peor estado.
—Pero ha perdido a su ninken —dijo Kakashi-sensei, mirando al perro muerto a los pies de su cama.
—Y estaba en shock —siguió ella—. Necesitará ayuda para recuperarse de esto.
—¿Y Natori?
—¿Natori es el chico del hematoma? —preguntó ella. Kakashi-sensei asintió—. También estaba grave, pero he podido drenar la sangre… El problema es que no sé si le quedarán secuelas debido a sus heridas.
—Ya veo… Sus heridas parecen más recientes que las de Kotetsu —musitó el jonin, observándolos con atención.
—Eso seguro. A Kotetsu seguramente lo asaltarían hace como mínimo 3 días. De lo contrario, no estaría así de grave. El de la pierna amputada sufre septicemia así que seguramente se la amputaron hace uno o 2 días como mucho.
—Parece que torturaron a uno por día… Con la clara excepción del ninken, que, por el rigor mortis, lleva muerto al menos 4 días.
—¿Qué has encontrado allí abajo? —preguntó ella acordándose de que se habían separado durante unos minutos—. ¿Y quién es la prisionera?
—Te resultará irónico, pero la niña parece una Uzumaki. Fue la primera en sentirme, sorprendentemente —confesó Kakashi-sensei con el ceño fruncido—. Parece ser del tipo sensitivo. ¿Has usado tus poderes para sacarlos de sus celdas?
—Sí. He visto el fuinjutsu y no quería activarlo accidentalmente usando chakra.
—Eso explica cómo no te sintió a ti antes incluso de que yo los atacara con un genjutsu. Parece que aun siendo del tipo sensitivo es incapaz de percibir tus poderes. Eso resuelve una de mis dudas. Deberíamos comer, o cenar, algo.
—¿Cenar?
—Aunque no lo creas hace poco ha empezado a anochecer —sonrió Kakashi-sensei en su dirección—. Estabas muy concentrada para darte cuenta, pero nos hemos saltado la comida también.
—Menos mal que ya tengo la comida preparada —resopló una risa cansada.
Mientras comían en la enfermería, atentos a sus pacientes, le estuvo explicando cómo había combatido a los carceleros usando su sharingan y una mezcla de taijutsu y genjutsu.
—¿Sabes que use tus teorías sobre el genjutsu para crear uno nuevo? —dijo con el entusiasmo de un niño pequeño—. Cuando regresemos te lo enseñaré. Hoy lo he probado por primera vez, pero ha sido un éxito rotundo.
—¿Y qué es lo que hace?
—Hace creer al cerebro que yo no estoy allí.
—Huh —pestañeó ella al comprender su genialidad—. Este genjutsu más el brazalete te hace realmente invisible, ¿no?
—Así es. Ahora puedo usar chakra sin delatar mi posición —sonrió, el muy trol, en su dirección—. Eso quiere decir que, a efectos prácticos, soy invisible de verdad.
—¡Así que por eso me has dicho que me fuera sin miramientos!
—Lo tenía controlado —se encogió de hombros—. Además, sabía que eras más necesaria curando a los otros.
Le dio un puñetazo en el brazo, sin mucha fuerza. El jonin ni lo intentó esquivar, dejando que le pegara.
—¡Hey! ¿A qué viene eso?
—Eso por preocuparme —gruñó ella sin estar realmente enfadada.
Kakashi-sensei le pasó un brazo por los hombros, atrayéndola hasta él, y dándole un beso en la frente. Dejó que se pusiera recta para acabarse su comida, mientras echaba un vistazo a los ninjas inconscientes.
—Debería poner a la prisionera en una celda —dijo finalmente, cuando se acabaron una pieza de fruta.
Seina sacó la maleta de su riñonera, dejando que se encargara él. Aun así, en los pocos minutos que tardó Kakashi-sensei en dejar a la supuesta Uzumaki en una celda, ninguno de sus pacientes recuperó la consciencia. Sinceramente, le sorprendería que lo hicieran hasta dentro de unas cuantas horas.
—¿Qué vamos a hacer con la misión? ¿Qué va a pasar con los prisioneros que hemos dejado en la base? Ahora no hay nadie para darles de comer —pensó en voz alta al darse cuenta de eso.
—Lo cierto es que he estado pensando en ello. Muchos estaban en muy mal estado así que, de intentar recuperarlos, tardarías bastante tiempo en estabilizarlos antes de poder moverlos. Por no hablar de que puede ser que Orochimaru sospeche pronto que algo ha pasado con la base… Lo mejor que podemos hacer es enviar a uno de mis clones con el hiraishin a Konoha para que informe a Tsunade-sama de todo esto y que ella decida qué hacer.
Y eso hicieron. Enviaron un clon de su maestro y un clon suyo para que pudiera volver con una respuesta o con un equipo, de ser necesario. Kakashi-sensei, a su lado, esperaba pacientemente una respuesta de la Hokage. Ella, mientras tanto, se dedicó a revisar los goteros con suero y demás que había puesto a sus pacientes. Parecían llevar días sin comer nada así que tenía que hacer algo al respecto o no saldrían adelante.
De repente, Kakashi-sensei levantó la cabeza.
—Tu clon regresará con un equipo —informó—. Los esperaré donde tienes el sello.
Asintió. El equipo de Konoha que había regresado con su clon no era otro que Shizune, Hayate y Genma. En cuanto aparecieron por la puerta de la enfermería pararon en seco al ver las 4 camas ocupadas y el perro muerto en el suelo. Shizune no tardó ni un segundo en adelantarse, dirigiéndose a las camas. Seina le explicó en voz baja el estado de cada uno de ellos, dejando que comprobara que no había nada más por hacer para tratarlos.
—Has hecho un gran trabajo. Te deben la vida —suspiró cuando acabó de inspeccionar a Kotetsu y a Natori—. Será mejor no moverlos hasta que no recuperen la consciencia.
—Eso me temía.
—Shizune, quédate con ellos vigilándolos —ordenó Kakashi-sensei, quien seguía siendo el líder del equipo—. Hayate se quedará aquí vigilando la tienda mientras el resto nos ocuparemos de los prisioneros de Orochimaru. Vamos, Seina.
—¿Qué vamos a hacer con los prisioneros? —preguntó ella, saliendo de la tienda mágica.
—Tsunade-sama quiere que nos deshagamos de los cadáveres y que trates a los que pueden recuperarse —le informó mientras Genma y ella caminaban a su lado.
—¿Cuántos prisioneros había? —preguntó Genma, sacándose el senbon de la boca.
—Imagino que más de 100…
—El departamento de interrogación va a cagarse en nosotros, Kakashi. Ya verás la cara de Anko cuando vea cuanta faena tienen por delante.
—Eso no es problema nuestro —dijo perezosamente Kakashi-sensei. Luego se giró a mirarla—. Te toca, Seina.
Alzó ambos brazos y moldeó el chakra para usar el hiraishin. Por suerte, su maestro había tenido la gran idea de pedirle que dejara una piedra sellada en la base porque, de lo contrario, tendrían que haber volado de nuevo desde el país del Mar.
—Wow. Con razón no somos capaces de encontrar sus bases…
Se introdujeron dentro con una de sus invocaciones, cayendo en el pasillo de la última planta. Algunos prisioneros los miraban despiertos desde detrás de los barrotes de la ventanilla de sus puertas, otros seguían inconscientes… o peor, muertos.
—Empezaremos por esta planta. Genma, ¿prefieres sacar a los prisioneros o minar la base de explosivos?
—Prefiero los explosivos —confesó directamente—. Ya sabes que el fuinjutsu no es mi punto fuerte.
—Entonces ya sabes lo que tienes que hacer. Yo me quedaré aquí con Seina sacando a los prisioneros mientras ella los cura.
Genma empezó a poner los explosivos mientras Kakashi-sensei deshacía el fuinjutsu de la primera celda, enseñándole a ella, y a sus clones, cómo retirar el sello sin que se activase. No acababa de comprender cómo funcionaba ya que no conocía las bases del fuinjutsu, pero le ayudó a sacar a algunos prisioneros imitando lo que estaba haciendo sin problemas.
En cuanto tuvo a sus primeros pacientes empezó a curar sus heridas con la ayuda de las pequeñas babosas de Katsuyu mientras sus clones seguían liberando a prisioneros. De los 10 primeros liberados, 2 de ellos habían sucumbido a heridas previas así que los amontonó en una pila lejos de los otros.
No supo cuánto tiempo estuvo examinando a los prisioneros de Orochimaru, pero se dio cuenta de varias cosas. La primera era que la mayoría eran civiles o ninjas de bajo rango, la segunda era que había ninjas de distintos países y la tercera, que Orochimaru todavía no había experimentado con todos. Parecía que los prisioneros más nuevos habían sido metidos en las plantas superiores mientras que los prisioneros que ya llevaban tiempo allí, y que habían sido usados en los enfermos experimentos de Orochimaru, ocupaban celdas más cercanas al laboratorio de la primera planta. La única excepción había sido el equipo de Konoha. Quizás porque no pensaba usarlos como experimento, sino para castigar a Tsunade-sama el hecho de que destruyera reiteradamente sus bases. No lo sabía a ciencia cierta.
Horas más tarde, casi a media noche, la pila de cadáveres era bastante grande, pero al menos habían sobrevivido la mayoría.
—¿Crees que morirá alguno de ellos en los próximos días? —preguntó Genma en voz baja, viendo a los prisioneros tratados inconscientes.
—Puede ser. Algunos de ellos, a pesar de estar bien físicamente, no están del todo… presentes.
—No me extraña —suspiró Kakashi-sensei—. Quién sabe cuánto tiempo han estado aquí o qué cosas les han hecho o han visto.
—Imagina tener que esperar tu turno sabiendo lo que van a hacerte —escupió Genma, mordiendo el senbon de nuevo—. Maldito bastardo.
—Los meteremos en las celdas, separados de los otros prisioneros —dijo Kakashi-sensei cuando empezaron a guardar los cuerpos—. No me gustaría que nos atacaran presos del pánico, o que resultaran ser enemigos nuestros.
Tardaron poco tiempo en recogerlo todo. Tuvo que usar su invocación para salir volando y así poder destruir la base desde el aire con los talismanes explosivos que había plantado Genma. En cuanto se aseguraron de que había sido destruida, Seina usó el hiraishin para regresar a la tienda. Kakashi-sensei paró la katana de Hayate con un kunai antes de que se diera cuenta de que eran ellos y cesara su ataque.
—¿Cómo están los otros?
—Mamoru se ha despertado —dijo escuetamente mientras se adentraban en la tienda—. Está inconsolable.
—No me extraña.
Seina no dijo nada. Podía imaginar levemente lo que significaba perder a un animal como su ninken. Después de todo, Hedwig había sido algo parecido para ella, aunque nunca lucharon juntas. La única que vez que Hedwig entró en batalla fue para salvarla de una maldición mortal. No quería pensar qué hubiera sido de ella si Hedwig hubiera estado aún más presente en su vida como el ninken de Mamoru Inuzuka.
No entró en la enfermería. Todos escucharon desde fuera como Shizune lo intentaba reconfortar sin mucho éxito. Un rato más tarde, Shizune la llamó para que entrara en la enfermería. El Inuzuka hacía ver que dormía tras una cortina que lo separaba de los demás mientras que los demás seguían inconscientes.
—¿Cómo ves regenerarle la pierna a Futaba-san? —preguntó en voz baja la médica.
—Lo había pensado, sobre todo para que cuando despierte no se lleve un mayor shock al darse cuenta de que se la han amputado, pero…
—La septicemia es un problema, ¿verdad? —suspiró Shizune. Ella asintió—. Ya me imaginaba que si no lo habías hecho sería por algo.
—Hasta que no mejore ni siquiera lo intentaría, pero no pasará nada por regenerársela dentro de unos días o semanas.
—Vale. Es bueno saberlo.
—Dejaré a varios de mis clones aquí para vigilar —dijo ella—. Podemos ir afuera si quieres.
Shizune asintió. Seina dejó a un par de clones como era costumbre: uno para que se quedara allí, por si acaso, y otro para que se desinvocara en caso de que sucediera algo. Había descubierto desde el principio que, si lo hacía así, podía enviarse información a la vez que mantenía cualquier situación a raya con el clon restante.
—Siguen estables —reportó Shizune al ver cómo los otros las esperaban fuera de la enfermería—. No ha cambiado nada mientras estabais a fuera. ¿Cómo ha ido en la base?
—La hemos destruido y recuperado a bastantes prisioneros. Seina los ha curado. Los tenemos en unas celdas especiales —habló Kakashi-sensei, recostado contra la pared.
—¿De cuántos prisioneros vivos estamos hablando?
—Aproximadamente 140.
—¡Vaya! No sé si Tsunade-sama cuanta con tanta gente.
—El departamento de interrogación va a estar muy ocupado —pensó en voz alta Hayate.
—La cuestión es… ¿cuándo podemos regresar a Konoha? —preguntó Genma, rodando los ojos con aburrimiento.
Kakashi-sensei y Hayate las miraron a Shizune y a ella con una pregunta clara en el rostro.
—Dentro de lo que cabe están estables. Podríamos avisar a Tsunade-sama para que tenga preparado un equipo médico por si acaso —empezó ella—, pero creo que no sucedería nada por regresar con el hiraishin a todos menos a Natori.
—¿Qué le pasa a Natori?
—Tiene un hematoma cerebral. Seina le ha drenado eficazmente la sangre del cerebro, pero tiene razón en pensar que el hiraishin podría afectarle.
—De hecho, cuando llegamos aquí usando el hiraishin tuve que reanimarlo por tercera vez en menos de 15 minutos —contestó ella, para la sorpresa de Genma, Hayate y Shizune—. Aun así, Kotetsu necesita atención constante así que yo le enviaría de vuelta a Konoha lo antes posible.
—Está bien… Lo mejor será que vosotros regreséis con ayuda de Seina y os llevéis a todos salvo a Natori —dijo Kakashi-sensei mirando al equipo de refuerzo—. Llevaos también el pergamino con los cadáveres para que puedan empezar a examinarlos. Mientras tanto, Seina y yo regresaremos volando a Konoha con Natori, y con los prisioneros. Si no dormimos esta noche deberíamos llegar a la aldea en u-
Seina se puso recta de golpe al recibir la información de su clon casi al mismo tiempo que todos escuchaban los gritos provenientes de la enfermería. Apareció al lado de Mamoru Inuzuka justo a tiempo para cogerle la mano llena de garras afiladas que había soltado su clon, explotado debido a un puñetazo. Garras que casi usa para degollarse a sí mismo. Demonios, ¡sí que era fuerte! Kakashi-sensei y Genma aparecieron a su lado un milisegundo después, sujetándolo contra la cama mientras Shizune le inyectaba rápidamente un sedante en el cuello. Forcejeó contra las manos de ambos jonin, pero pronto se cansó y el sedante le hizo efecto.
Le lanzó un hechizo para comprobar que no se había herido antes de que pudiera detenerlo. Afortunadamente, su clon les dio tiempo suficiente para evitar que se suicidara. Observó como Kakashi-sensei y Genma lo ataban en la cama con unas esposas de fuinjutsu mientras Shizune le curaba la herida de la punción en un par de segundos. Hayate, vigilando a los otros pacientes, los observó desde el centro de la enfermería.
—Va a necesitar que lo internen un tiempo —suspiró Genma—. ¿Deberíamos tapar a su ninken?
—Marchad ya, Shizune. Cuanto antes lleguéis a Konoha, mejor.
—Hai.
Seina ayudó a Shizune a mover a los pacientes. Genma cogió a Mamoru, Shizune a Kotetsu y Hayate a Yanjirobee. Uno de sus clones se encargó de regresarlos a Konoha mientras ella se dedicaba a mover a Natori con un hechizo de levitación fuera de la tienda. Kakashi-sensei recogió la tienda y las trampas.
—Sígueme. Buscaré un claro para que puedas invocar a tu dragón.
Caminaron despacio con Natori en el aire hasta que llegaron a una zona algo más despejada. Seina dejó en el suelo al paciente mientras invocaba a su criatura. Tuvo que pegarlo a la espalda del dragón para que no se moviera o pudiera caerse, a pesar de que no iba a dejar que sucediera. El dragón se elevó bajo un hechizo desilusionador en dirección a Konoha.
—Menudo día —suspiró ella, dándose cuenta de que ni había pasado un día desde que salieron de la aldea en busca de Yukimura.
—¿No querías ser jonin? —preguntó con una sonrisa Kakashi-sensei, manteniendo una mano en el hombro de Yanjirobee como ella. Alargó su otra mano para ponerle un mechón rebelde de cabello tras la oreja—. Por suerte llegaremos rápido a Konoha y luego podrás dormir lo que quieras.
—¿Y tú?
—Tendré que informar a la Hokage de todo, pero serán unos minutos. Seguramente Shizune ya le esté contando todo.
El resto del vuelo, aunque algo largo, fue sin complicaciones. Natori ni siquiera movió un músculo mientras lo sujetaban por si acaso. Kakashi-sensei y ella se mantuvieron en silencio, aliviados porque la misión hubiera acabado después de todos los contratiempos.
Notes:
¡Ya hemos pasado los 300 reviews!
Gracias a tod@s por seguir la historia. Sobre todo cuando sé que algunos estáis deseando leer sobre la relación de Seina y Kakashi. Queda un largo camino por delante, pero creo que os gustará.
;)
Chapter 55
Notes:
Advertencia: mención de tortura, mención de muerte/asesinato.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Cuando llegaron a Konoha les dejaron pasar rápidamente con Natori al hospital, donde los esperaba la mismísima Hokage.
—Kakashi, Seina. Me alegro de veros de vuelta —saludó ella, indicando dónde quería que dejaran a Natori—. Me habéis dado mucha faena con tantos cadáveres.
—Todavía nos queda entregarle todos los prisioneros vivos —dijo Kakashi-sensei sin inmutarse.
—Pásate por el departamento de interrogación. No quiero saber nada de nadie hasta que Inoichi no les dé el visto bueno. Más tarde te esperaré en mi oficina.
Su maestro y ella intercambiaron una mirada antes de salir de ahí. Acabó acompañando a Kakashi-sensei hasta el departamento de interrogación, escuchando como hablaba en murmullos con varios ninjas de alto rango del departamento. A Seina la acompañó Anko a las celdas del subsuelo para que fuera sacando a todos los prisioneros que tenía en su maleta.
—¡Maldito Orochimaru! —masculló enfadada cuando vio como habían llenado una planta entera con gente, la mayoría encarcelados por Orochimaru y tratados por ella—. Tardaremos semanas en interrogarlos a todos.
—Eso ya no es problema mío —contestó ella con voz cansada. Anko bufó una risa.
—Vete a dormir, mocosa.
Seina se fue antes de que pudiera cambiar de opinión. Encontró a Kakashi-sensei hablando ahora con Inoichi y el tipo que se encargó de los exámenes de chunin, Ibiki Morino si mal no recordaba. En cuanto apareció por la puerta todas las miradas se posaron en ella. Kakashi-sensei e Inoichi sonrieron en su dirección mientras que Ibiki la contempló fijamente con expresión inescrutable.
—Habéis hecho un buen trabajo —dijo éste, y luego miró a su maestro—. Empezaremos ahora mismo con los ninjas de Orochimaru. De eso puedes estar seguro.
—¿Qué pasará con los civiles y los otros ninjas que han sido secuestrados y hemos rescatado?
—Dependerá de lo que sepan y de lo que decida la Hokage —se encogió de hombros Inoichi.
—Bueno, si no me necesitáis, me voy a dormir —dijo ella.
—Nos vemos pronto —se despidió también Kakashi-sensei. Los otros asintieron—. No sé tú, pero yo me voy a dar una ducha primero.
—Creí que no hacía falta decirlo —bufó una risa cansada.
Salieron de allí caminando. En cuanto alcanzaron la primera esquina Kakashi-sensei la cogió de improvisto en brazos y usó el shunshin. En pocos segundos se encontraron en la casa.
—Huh. Gracias —dijo ella cuando posó los pies en el suelo.
—Parecías a punto de estamparte contra el suelo —sonrió cerrando un ojo, claramente burlándose de ella.
Seina le dio otro puñetazo sin fuerza en el brazo.
—¡Nee-chan! —gritó Naruto. Ella gimió totalmente exhausta—. ¿¡Dónde habéis estado!? ¡No habéis dejado una nota!
—Teníamos una misión juntos bastante urgente —contestó Kakashi-sensei—. Si no te importa vamos a dormir un rato. Mañana hablamos.
—P-pero-
—Baja el volumen dobe. ¿No ves que ni te están haciendo caso? —rodó los ojos Sasuke, apareciendo por la puerta—. Ya los interrogaremos más tarde.
Seina se duchó y se fue a dormir en menos de 10 minutos.
Cuando despertó era medio día. Solo había dormido unas 6 horas, pero habían sido suficientes para devolverla a la normalidad. Al bajar a la planta baja se dio cuenta de que su hermano y Sasuke se habían cansado de esperarlos y estaban entrenando en la caseta mientras que Kakashi-sensei estaba leyendo un libro sentado en el sofá.
—Buenos días. ¿Cómo has dormido? —sonrió el jonin en su dirección.
—Profundamente.
Decidió tomarse una pieza de fruta y esperar a la hora de comer así que se sentó en el sofá al lado de Kakashi-sensei comiéndose un plátano.
—¿Qué lees?
—Todavía no lo tengo muy claro… Es un libro de ciencia ficción con asesinatos —se encogió de hombros enseñándole la portada—. Solo sé que hay muchas ratas.
—¿Qué? —rio ella al escuchar la explicación—. ¿De dónde lo has sacado? Eso no estaba en la biblioteca, ¿no?
—No. Lo he comprado de segunda mano. Empiezo a entender por qué lo revendieron.
Se recostó sobre su lado, cerrando los ojos, mientras Kakashi-sensei leía su ridículo libro. Pudo escuchar los pájaros en el jardín, usando los diferentes árboles para jugar y poner sus nidos. Se empezaba a notar el calor de la primavera y eso que todavía no había acabado febrero. Faltaba una semana para entrar en marzo. Le quedaría exactamente un mes para saber dónde se hacían los exámenes de jonin, y todavía tenía algunas cosas que repasar. Aun así, estaba confiada en que lo lograría.
—¿En qué piensas?
Seina abrió los ojos al escuchar la pregunta. Vio como había dejado el libro en el reposabrazos. Un brazo se posó sobre sus hombros y tiró de ella. Por fortuna, no llevaba el chaleco así que pudo enterrar su rostro en su cálido pecho. No era tan duro como el chaleco, pero vaya tela… Tenía que admitir que estaba en plena forma.
—En nada.
Escucharon los pasos y la discusión de Naruto y Sasuke antes incluso de que abrieran la puerta.
—¿Tú también eras así con 12 años? —preguntó sorpresivamente Kakashi-sensei.
—Huh. No —se echó a reír—. Siempre fui más bien distante e intentaba pasar desapercibida, aunque, para mi mala suerte, no lo conseguía…
—Con 12 años mataste a un basilisco y le salvaste la vida a la hermana pequeña de tu mejor amigo, ¿no?
—Así es. Buena memoria.
—¿Cómo iba a olvidarlo?
—¿Qué hacías tú con 12 años?
—Estábamos en guerra así que me imagino que estaría con tu padre, saboteando alguna misión de nuestros enemigos.
—Qué charla más depresiva —se quejó Naruto, apareciendo por la puerta.
Seina se puso recta, suspirando, y Kakashi-sensei volvió a coger su estúpido libro. Sasuke ignoró completamente a Naruto mientras se sentaba en la butaca frente al sofá, quedando delante de ellos tras la pequeña mesa de café.
—¿Qué era eso de lo que querías hablar esta mañana?
—¡Ah, sí! ¿Sabéis dónde hemos estado de misión esta semana? —preguntó su hermano, pero nadie le contestó. Rodó los ojos viendo como nadie le seguía el juego—. Estuvimos en Takigakure.
—¿En serio? ¿Por qué?
—Porque Hisen, el líder, fue asesinado la semana pasada.
—¿En serio? —preguntó de nuevo, aunque esta vez sorprendida y muy interesada—. Parecía tenerlo todo bajo control hacía unas semanas.
Naruto y Sasuke le explicaron como el ninja rebelde del que había tenido miedo Hisen, y que había ido tras Kobayashi, al final se hartó de esperar y acabó con el líder de Takigakure. El hijo mayor de Hisen se convirtió en el siguiente líder, pero necesitaba la ayuda de Konoha para acabar con los problemas internos.
—¿Y por qué contratar a un equipo de genins y un chunin? —preguntó ella en voz alta.
—Eso mismo dije yo —contestó Sasuke, lanzándole una mirada a Naruto—. Al parecer no tenía acceso al dinero de la aldea debido a complicaciones con su ascenso así que tuvo que contratar al equipo que pudo con su dinero personal.
—¡Le dimos una tremenda paliza a Suien! ¡Eso es lo que cuenta!
—En realidad no me sorprende mucho —intercedió por primera vez su maestro—. Después de todo, vosotros 2 tenéis el nivel de un chunin a pesar de no ostentar el cargo.
—Y el otro chunin era Shikamaru así que no fue muy difícil —se encogió de hombros Sasuke.
—¿Y vosotros? ¿Dónde estabais?
—Rescatando a un civil y a un equipo de Konoha que le protegía. Fueron secuestrados por Orochimaru —contestó ella—. ¿Por qué siento que todas mis misiones, salvo un par, solo tienen que ver con Orochimaru?
—Porque es la mayor amenaza para la aldea ahora mismo —se rio el jonin—. Tsunade-sama sabe que tus poderes te dan mucha ventaja cazándolo, y evitándolo. Si no hubieras estado tú conmigo para la misión de ayer, habría necesitado a un Hyuga o un Aburame, además de un médico. Para cuando hubiéramos encontrado al civil y al equipo de chunins más de uno habría muerto.
—¿En tan mal estado estaban?
—Sí. Por suerte diría que sobrevivirán todos.
—¿Qué queréis hacer hoy? —preguntó Kakashi-sensei, levantándose del sofá—. Podemos aprovechar para entrenar todos juntos si queréis.
—Por mí perfecto —dijo ella—. Mañana y pasado tengo que trabajar en el hospital así que no estaré disponible.
—¡Genial! Quiero seguir practicando ninjutsus de fuego —dijo Naruto, saltando con demasiada energía de su asiento.
—Yo quiero aprender el genjutsu ese que me dijiste —pidió ella, mirando fijamente a un sonriente Kakashi-sensei.
—Te prometí que te lo enseñaría.
—¿De qué genjutsu hablas?
Kakashi-sensei les estuvo explicando cómo lo había creado, cómo funcionaba, sus limitaciones, etc. El nuevo genjutsu de su maestro cubría una de las debilidades de su brazalete de invisibilidad. Con el brazalete activo, uno podía pasar totalmente desapercibido mientras no usara el chakra con efectos visibles, es decir, podía usar el chakra para producir un henge sin que nadie se diera cuenta porque el efecto revertía en uno mismo bajo la invisibilidad, pero no podía usar un ninjutsu de fuego porque, a pesar de la invisibilidad, todo el mundo se daría cuenta de la enorme bola de fuego que había aparecido de la nada.
En realidad, era una debilidad muy grande que limitaba el brazalete para escapar, pasar desapercibido e infiltrarse, pero no para atacar invisible. Esto se debía al hecho de que el brazalete rúnico estaba pensado para que ella lo usara junto a su magia, que ya de por sí era indetectable para los ninjas. De hecho, este artilugio había sido ilegal en el mundo mágico debido a que permitía que los criminales huyeran sin ser detectados. Pero, ¿aquí quién le iba impedir crear uno y usarlo?
Con el genjutsu de Kakashi-sensei, que manipulaba al cerebro para hacer creer a su víctima que su atacante no existía, al no ser detectado por ninguno de los sentidos, su maestro había conseguido, como efecto indirecto, que su chakra no pudiera ser detectado.
—Básicamente, el cerebro cree que no hay nadie atacándole así que se autoconvence de que no puede percibir chakra ajeno porque piensa que no hay nadie—resumió ella, después de escuchar a Kakashi-sensei y ver el rostro algo confuso de Naruto.
—¡Exacto!
—…Creo que lo entiendo… —dijo su hermano, claramente mintiendo.
Sasuke suspiró al ver su rostro poco convencido.
—Piénsalo de esta otra forma, dobe: tu enemigo de repente es un civil y tú eres un ninja escondido lanzándole un kunai por la espalda desde la copa de un árbol. Para cuando se dé cuenta, estará muerto.
—¡Ah! ¡Ahora lo entiendo!
—¿Qué? —preguntó incrédula Seina. Kakashi-sensei intercambió una mirada en blanco con ella—. ¿Cómo lo has entendido con esa analogía barata y no con la explicación exacta?
—¿Analogía? ¿De qué hablas?
Seina rodó los ojos y procedió a explicarle qué era una analogía a su hermano ante los hombros temblorosos de la risa de Sasuke y Kakashi-sensei.
—Sea como sea, ya lo he entendido. ¡Pasemos a la acción!
Estuvieron practicando el genjutsu. Según Naruto y Sasuke, era como dejar de ver a Kakashi-sensei. Simplemente no aparecía en su radar. Seina tuvo que aceptar sus palabras y verlo a través del vínculo abierto porque no pudieron ponerla bajo el genjutsu. Después de esa clase, siguieron practicando la montaña de ninjutsus que les había dado Kakashi-sensei. Más tarde, cuando se cansaron de entrenar ninjutsu con las decenas de clones, practicaron un poco de taijutsu y kenjutsu.
—Creo que es hora de dejarlo —dijo finalmente Kakashi-sensei, guardando su arma—. Llevamos toda la tarde aquí dentro.
—Y me muero de hambre.
Volvieron a ducharse mientras sus clones preparaban la cena. Esta noche, después de varios meses, como no tenían nada que hacer y estaban todos juntos, sacaron una baraja de cartas. Los ninjas, como no, no podían evitar hacer trampas así que quien ganaba era quien más trampas hacía sin que nadie se diera cuenta. Básicamente, ella. Como podía transformar las cartas en lo que quisiera y todos lo sabían, su equipo se pasaba más tiempo intentando frenarla que haciendo trampas ellos mismos. Al final, el juego era un verdadero caos.
—¡En esta baraja no hay 9 cincos! —exclamó Sasuke, cogiendo el montón de cartas y revisándolas.
—Ah, ¿no? —preguntó ella con una sonrisa enorme.
Kakashi-sensei resopló una risa corta detrás de sus cartas. Naruto, mientras tanto, no paraba de ordenarse las cartas. Todavía no se había dado cuenta de que los demás podían adelantarse a sus jugadas debido a que sabían que las ordenaba de menos a más. Cada vez que su hermano sacaba una carta de la mano izquierda podía imaginar que era una carta del 1 al 5, aproximadamente, y viceversa. El más trol era Kakashi-sensei, quien usaba genjutsu contra Naruto y Sasuke y, contra ella, cartas en la manga que intercambiaba rápidamente.
Sasuke entrecerró los ojos, dejando una carta boca abajo en la mesa. Ella lanzó otras cartas encima. Kakashi-sensei, a su mano izquierda, las miró con suspicacia.
—Si las levanto serán todas iguales, ¿verdad? —suspiró él.
Ella no dijo nada. Como pensaron todos, acabó ganando de nuevo ante las quejas de Naruto y Sasuke.
—Joder —maldijo su hermano—. ¡Deberías usar tus poderes para hacerles bromas a los aldeanos y no para ganarnos a las cartas!
—¿Bromas como qué? —preguntó ella con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Cómo esta?
Transformó las cartas en un osito de peluche animado en un cerrar y abrir de ojos e hizo que se lanzara con un grito agudo de batalla sobre la cara de su hermano. Naruto solo tuvo tiempo de abrir los ojos como platos antes de caer de espaldas al suelo aun sentado en la silla, gritando e intentando arrancarse el osito que le cogía la cabeza con las 4 patas de peluche con una fuerza sobrehumana.
Se hizo un pequeño segundo de silencio donde Kakashi-sensei y Sasuke observaban atónitos lo que acababa de pasar antes de empezar a reírse a carcajada limpia. Sasuke más que Kakashi-sensei, pero era obvio que estaba intentando no reírse de su hermano descaradamente.
—¡Te quiero oni-chan! —le dijo con voz diminuta el osito sin soltar a Naruto.
Seina empezó a llorar de la risa, retroalimentándose Sasuke y ella a través del vínculo. Lo mejor de todo era sentir el horror de Naruto y ver como intentaba zafarse sin éxito de un peluche. Transformó de nuevo el oso en las cartas, observando el rostro rojo del esfuerzo y de la indignación de su hermano.
—¡SEINA! —gritó a pleno pulmón Naruto, señalándola con un dedo acusador—. ¡CONTRA MÍ NO! ¡CONTRA EL TEME!
—Lo siento, lo siento —se excusó ella mientras se limpiaba las lágrimas—. No quiero convertir la casa en una zona de combate con las bromas.
Naruto empezó a sonreír al sentir en sus propias carnes la risa que le había provocado a Sasuke y a ella verlo.
—¿Sabéis lo que se me acaba de ocurrir? —se carcajeó de nuevo viendo como su equipo se estremecía—. Quiero regalarle un perro de peluche a Kiba que solo se active cuando esté solo y que intente tirarse a su pierna, ¿sabéis? ¡Como un perro de verdad! ¡Imagina la cara de su madre y su hermana cuando les diga una y otra vez que el peluche está vivo y que se está tirando a su pierna como si fuera una perra en celo!
Naruto y Sasuke, quienes estaban viendo su escena imaginaria con ella, empezaron a partirse de la risa con ella. Conocían tanto a Kiba que podían imaginarse su cara de horror. Kakashi-sensei ahogó unas cuantas risas al pensarlo, seguramente pensando en lo mismo. Tuvo que calmarse para recuperar el aliento.
—Hacía tiempo que no hacías ninguna broma —sonrió su hermano.
—¿Antes le has hecho una broma a alguien de este tipo? —preguntó el jonin algo sorprendido.
—Al viejo pervertido.
—¿Le hiciste una broma de este calibre a Jiraiya-sama? —volvió a preguntar mucho más incrédulo.
—¡Le dio una carta hechizada para que pareciera una drag queen! —se desternilló Naruto, y luego Sasuke al ver la memoria—. ¡Lo mejor de todo es que él era el único que no podía verse!
Kakashi-sensei se giró a mirarla con expresión entre complacida, sorprendida e interesada.
—¿Puedo verlo?
Seina alzó un dedo, pensando en la memoria de su hermano, y le implantó la memoria. Kakashi-sensei apretó los labios para no reírse al ver a Jiraiya con el afro de color chicle y el maquillaje súper hortera, pero cuanto más se alargaba la memoria y veía a la gente golpearse con farolas y tropezarse al verlo menos podía aguantar la risa. Acabó llorando de la risa durante unos minutos. Naruto, Sasuke y ella le observaron reírse a carcajada limpia como pocas veces antes.
—Tsunade-sama te pagaría dinero por esta memoria —le juró su maestro cuando se recuperó de la risa—. No me lo puedo creer. Al final resultará que cantar es lo de menos.
Kakashi-sensei la contempló con una sonrisa, recordando seguramente su propio momento de broma con Ensui. Ella le guiñó un ojo sin que Naruto y Sasuke se dieran cuenta.
Al día siguiente le tocaba ir al hospital, como cada jueves y viernes. Nada más llegar se dio cuenta de que había más bullicio de lo habitual.
—¿Qué está pasando? —preguntó a uno de los enfermeros.
—Tenemos a unos cuantos pacientes civiles esperando que le demos el alta —contestó mientras firmaba unos papeles—. Al parecer estaban prisioneros en algún lugar.
—Huh…
Comprendió al instante de quién hablaba. Esta gente debía ser los civiles que rescataron que habían sido puestos en manos del departamento de interrogación. Si estaban aquí debía ser porque no eran ninguna amenaza. Los dejó hacer mientras se dirigía hacia el vestuario. Se cambió pensando en el equipo de chunins que habían traído de vuelta a Konoha.
En cuanto llegó a la planta ninja vio a Kotetsu y a Natori uno al lado del otro en el ala de semi críticos. Le sorprendió verlos allí cuando habían estado en tan mal estado la noche anterior, pero mejor por ellos. Una de sus asistentes se le acercó con el historial clínico del paciente que tenía programado para hoy.
—Seina-sama. Aquí tiene el historial —la saludó entregándole la documentación—. El paciente está esperando ahora mismo en el quirófano 4.
Hojeó el historial clínico completo. Tal y como le había dicho a Tsunade-sama, había conseguido inventar algo con runas para que todos pudieran usar su hechizo de diagnóstico. Ese algo era una “varita” de cuarzo y metal con runas ligado a una bandeja con papel en blanco. Lo único que tenían que hacer era tocar con la parte de cuarzo al paciente y asegurarse de que la bandeja solo tenía papel en blanco. Ahora, cada iryo nin cualificado, y leal a Konoha, del hospital tenía una de estas registrado a su número ninja. De hecho, solo funcionaban cuando el ninja en cuestión los activaba debido a que estaban ligados a éste con runas de sangre. Así disminuía la probabilidad de que nadie más pudiera usarlas y no tenía sentido que las robaran. Todos estaban contentos con tener algo que les ahorraba horas de papeleo, los pacientes podían ser tratados más rápido más eficientemente y a ella la atosigaban mucho menos.
Entró en el quirófano y empezó su día como era habitual. Solo había reservado 2 huecos esa mañana para 2 pacientes así que cuando acabó una hora antes de lo previsto se dedicó a organizar el papeleo: documentos que tenían que ser archivados en el hospital, otros eran secretos, historiales clínicos que habían sido reemplazados con versiones más recientes que debían ser destruidos, etc. Normalmente lo hacían sus clones mientras ella organizaba las citas de las siguientes semanas, pero tenía mucho tiempo que matar y, a no ser que le pidieran ayuda, no tenía por qué estar dando vueltas por el hospital quitándole la faena a otros médicos.
Cuando salió de su despacho se encontró con un genin recién graduado esperándola en la salita. Nada más verla se levantó de un salto.
—Tsunade-sama me ha pedido que le entregue esto —le dijo, entregándole una nota sellada.
—Gracias.
Observó cómo se iba después de hacerle una reverencia. Ella alzó una ceja, pero lo dejó estar. La nota resultó ser una petición de la Hokage para que fuera a verla después de comer. Viendo que no era una orden dedujo que no debía ser muy grave ni urgente. Cuando llegó a casa, su equipo ya había preparado la comida y la esperaba en la mesa.
—¿Cómo os ha ido el entrenamiento?
—Hemos entrado con el equipo 8 —informó Sasuke—. Ha ido bien… Al menos cuando el idiota de Naruto dejaba de reírse como un lunático.
Naruto explotó en carcajadas, secándose una diminuta lágrima al escucharlo.
—¡No podía parar de recordar lo que dijiste del perro de peluche para Kiba!
—Y como el dobe no entiende lo que es disimular ha empezado a reírse en su cara como si nada —rodó los ojos Sasuke, aunque en sus labios asomaba un atisbo de sonrisa—. Obviamente Kiba se ha cabreado y le ha preguntado qué le hacía tanta gracia. A lo que el dobe solo podía reír así que han acabado peleando como un par de zoquetes en el barro.
Kakashi-sensei resopló una risa corta mientras Seina empezaba a carcajearse de risa floja.
—Este equipo es literalmente un circo de payasos —dijo el jonin al ver a sus discípulos partirse de risa nuevamente.
—Cómo si tú no lo fueras…
Kakashi-sensei hizo caso omiso de las palabras de Sasuke.
—¿Luego queréis entrenar juntos? —les preguntó Sasuke—. Creo que hoy lograré aprender ese ninjutsu de rayo.
—Luego tengo que ir a ver a Tsunade-sama.
—¡Hey! ¡Yo también! —dijo Naruto con una sonrisa—. ¿Has recibido una nota diciendo que fueras a verla esta tarde?
—De hecho, sí.
Seina pestañeó al darse cuenta de que solo Naruto y ella habían sido llamados a la oficina de la Hokage. Vio la expresión calculadora en el rostro de su maestro y supo que algo se imaginaba así que, cuando sus ojos se cruzaron, alzó una ceja.
—Creo que tiene que ver con la misión de ayer.
Entonces lo recordó. La niña pelirroja. Kakashi-sensei le había dicho que creía que era una Uzumaki. Debía ser eso. Naruto, como no, empezó a hacer preguntas mientras ella pensaba. Kakashi-sensei le respondió lo que pudo escuetamente. Después de todo, no lo sabían con seguridad.
—¡Tenemos que ir a la oficina, nee-chan! —gritó Naruto cuando descubrió el posible porqué.
—Supongo que cuanto antes vayamos antes lo sabremos…
Notes:
Hey!
¡Felices vacaciones de verano! A los que tengáis al menos...
He estado escribiendo otra historia de Naruto/HP para desestresarme de esta, pero todavía no me decido sobre quién puede ser la pareja de fem!Harry así que, una vez más, lo voy a dejar en vuestras manos, pero dando 4 nombres:
-Itachi.
-Sasuke.
-Gaara.
-Shikamaru.Ahí lo dejo.
Chapter Text
Sasuke, al contrario de su entusiasmado hermano, notó el amasijo de sentimientos en su interior. Alzó una ceja, seguramente cuando percibió su preocupación mezclada con reticencia e inseguridad. Mientras Naruto estaba feliz y alegre porque posiblemente habían descubierto a un pariente lejano que no sabían que existía, ella no podía evitar sentir lo contrario. No es que no quisiera tener más familia de sangre, pero la niña no había sido una prisionera de Orochimaru. Ese era el problema.
Si la hubieran encontrado en una celda las cosas hubieran sido totalmente distintas, pero no fue así. Kakashi-sensei la capturó como una prisionera porque era uno de los esbirros de Orochimaru. No sabía en qué consistían sus tareas en esa base, pero estaba claro que no era una rehén. Quizás tenía solo 12 o 13 años, una niña a ojos de mucha gente, pero seguía siendo un ninja según lo que le había dicho su maestro. Eso quería decir que no era una niña civil normal y corriente. Solo por su experiencia como ninja, Seina sabía que debía ser algo más madura. Esos 12 o 13 años en un shinobi eran como 14 o 15 años en un adolescente civil. Más que suficiente para darse cuenta de lo que era correcto y lo que estaba mal.
Así pues, ¿qué hacía alguien como ella en una base de Orochimaru? ¿Estaba allí voluntariamente? ¿Le daba de comer a los prisioneros? ¿Ayudaba en los experimentos? ¿Se encargaba de limpiar? ¿Estaba siendo manipulada por Orochimaru? No lo sabía. Hasta que no lo supiera con todo lujo de detalles esa persona sería un potencial enemigo de Konoha, pero cómo podía explicarle todo eso a Naruto cuando no sabía lo que habían visto allí ni lo que había pasado. Su hermano ya estaba totalmente excitado.
Lo peor de todo era que, si realmente era una Uzumaki, significaba que Seina debía responder por ella ya que era la primogénita de la primogénita del líder de Uzushiogakure. A pesar de que su madre no hubiera aceptado el liderazgo de un país en ruinas seguía siendo la princesa de Uzushiogakure, y así había sido tratada en Konoha incluso después de su muerte. Seina, en un futuro, se vería forzada a aceptar el liderazgo de un clan de 3 personas. Lo mismo le sucedería a Sasuke con su familia. Ni siquiera Kakashi-sensei podía librarse de asistir a reuniones de tanto en tanto como líder del clan Hatake, a pesar de solo tener un miembro.
Quizás el futuro de esa niña en Konoha dependía de ella, no de Naruto, y sabía que tendría pocos escrúpulos en deshacerse de esa Uzumaki si resultaba ser un peligro para su hermano y para ella. Eso la llevaba al segundo problema. ¿Cómo se lo tomaría su hermano si se…deshiciera de ella? A lo mejor no lo entendería, a lo mejor la culparía… A lo mejor, a lo mejor, a lo mejor…
—¿Qué te pasa? —preguntó Naruto, perdiendo parte de su entusiasmo.
Ella lo miró a los ojos unos segundos, debatiéndose rápidamente si explicarle todo eso o no. Después de todo, no sabía ni siquiera si era o no una Uzumaki. Tal vez estaba creando una película mental para nada.
—Seina. ¿Qué pasa? —preguntó de nuevo Naruto. Ahora totalmente serio—. ¿Qué es lo que no me estás diciendo?
Estaban parados en mitad de la calle, de camino a la torre de la Hokage, pero sabía que su hermano no avanzaría un paso más hasta sonsacarle lo que estaba pensando. Así pues, pararon en un banco de piedra cercano a la orilla del río y abrió su vínculo de par en par. Naruto, y Sasuke, se adentraron en sus memorias de la base y en cómo Kakashi-sensei trajo consigo a esa niña, inconsciente, y cómo no era una prisionera sino un peón de Orochimaru. Les explicó todo el problema, todo lo que sabía que podía suceder, todo lo que acababa de pensar.
Cuando pasaron 10 minutos Naruto se enteró de todo, por fin, y perdió todo el entusiasmo de hace unos minutos. Escucharon perfectamente el gemido mental de su hermano, y su pregunta a sí mismo de si ser adulto era siempre tan problemático y deprimente. Naruto ni siquiera se había planteado la parte negativa de tener a otro familiar. Ese era el problema de su hermano, quien siempre veía todo lo positivo y nunca se paraba a pensar en lo que podía salir mal.
Ella, en su anterior vida, había sido justamente lo contrario. Siempre veía la parte negativa, pero luego se sorprendía cuando las cosas no acababan del todo mal. Le había costado muchos años, experiencias varias y sus amigos, en darse cuenta de que, en verdad, la realidad no era un cuento de rosas ni una serie de catastróficas desdichas. Era más bien una mezcla de ambas. Naruto, no obstante, no parecía darse cuenta de eso y ella temía que le causara tristeza y decepción en el futuro cuando sus expectativas no concordaran con la realidad.
—¿Y qué hacemos? —preguntó finalmente su hermano.
—De momento nada —lo consoló ella—. Primero tenemos que descubrir si es o no una Uzumaki. Si no lo es, no es problema nuestro. Si lo es, entonces ya pensaremos en algo.
Pero, cuando llegaron a la oficina de Tsunade-sama unos 10 minutos más tarde, sus esperanzas de que se tratara de un error se desvanecieron como el humo.
—Es una Uzumaki —informó Tsunade-sama—. Hemos cotejado su ADN con el de otros Uzumaki y estáis emparentados por la rama de vuestra madre.
—¿De qué grado de parentesco estamos hablando?
—Prácticamente nulo. Debe tratarse de una prima muy lejana, pero claramente es de vuestro clan.
—Ya… —respondió ella, sin saber qué decir.
—¿Y qué va a pasar con ella?
—De eso quería hablar, y por eso os he llamado en cuanto lo he sabido. Debido a la información que me dio Kakashi decidí sacarnos de encima las pruebas de ADN, pero sigue siendo interrogada con los demás prisioneros. De no haber sido una Uzumaki no estaríais aquí, pero lo es.
—Vas a usar el tiempo que dure el interrogatorio para darnos tiempo a pensar en qué hacer con ella, ¿no? —preguntó ella, que veía por dónde iban los tiros.
—Exacto. Solo hay 2 posibilidades: o es una rehén manipulada de Orochimaru o trabaja voluntariamente, y a consciencia, para él. Si se trata de esto último está claro que será encarcelada, como los demás prisioneros.
—¿Y si es el primer caso? —preguntó Naruto.
—Si se trata de una manipulación de Orochimaru querrá decir que, en realidad, es otra víctima más. En ese caso, será vuestra responsabilidad ya que tú, Seina, eres la heredera presunta de tu clan y, hasta que no tengas un hijo o hija propio, Naruto es tu heredero. Imagino que ya te habías dado cuenta —la miró con sus ojos castaños, serios, la Hokage. Ella asintió silenciosamente ante su pregunta implícita—. Aun estando bajo tu responsabilidad, no podrá salir de Konoha durante un largo periodo de prueba en el que será vigilada. De traicionar a Konoha, su custodia dejaría de pertenecerte y sería encarcelada.
—Pero, hasta que eso no suceda, si sucede, ella sería mi responsabilidad —suspiró cansadamente cuando su maestra asintió. Naruto alzó una ceja—. Tendríamos que ayudarla a encontrar un lugar donde vivir, trabajo, vigilarla, reformarla, etc.
—Otra opción sería desheredarla —prosiguió Tsunade-sama—. Si la echáis oficialmente del clan dejaría de ser una Uzumaki en nombre, y no sería responsabilidad vuestra. Su custodia entonces quedaría a manos de Konoha, y los departamentos responsables se encargarían de ella hasta que traicionara a Konoha o cumpliera su plazo de prueba.
—¿De cuántos meses es este plazo? —preguntó Naruto, mordiéndose la lengua ante su advertencia mental de no gritar sobre lo de desheredarla o no.
—Dependiendo de la interrogación y lo que descubramos. Puede ser un periodo de 3 a 12 meses.
—Naruto y yo tenemos que hablar de esto en privado —respondió ella, viendo que ya sabía todo lo que podía—. Hasta que no la interroguen no sabremos exactamente qué ha sucedido con ella.
—Está bien. En cuanto sepamos algo más os informaremos.
—Muchas gracias, Tsunade-sama.
Se marcharon de allí en silencio. Seina sabía que esa tarde no iban a entrenar hasta dentro de un rato largo. Naruto, al menos, reconoció que debían hablar en privado y no en mitad de la calle así que se dirigieron lo más rápido posible a casa para tener la discusión pertinente. Cuando llegaron, Sasuke y Kakashi-sensei los esperaban sentados en la mesa.
—No sabíamos si queréis que nos larguemos un rato o qué —dijo Sasuke muy directo.
Naruto y ella intercambiaron miradas pero, al fin y al cabo, Sasuke era familia y parte de su equipo.
—Quedaos. A lo mejor una opinión objetiva nos ayuda.
—Así que es una Uzumaki, ¿no? Ya me lo imaginaba. Usó unas cadenas de chakra para atacarme —dijo Kakashi-sensei—. Son muy comunes en el clan Uzumaki.
—La vieja Tsunade dice que o nos hacemos cargo de ella o la desheredamos.
—Eso si resulta ser una víctima más de Orochimaru —intercedió ella, viendo que Naruto ya lo daba por sentado—. Si nos hacemos cargo de ella será nuestra responsabilidad de 3 a 12 meses, dependiendo de cuán peligrosa crean que es.
—¿Y qué pensáis hacer?
Los rostros expectantes de Kakashi-sensei y Sasuke hicieron que Naruto y ella volvieran a intercambiar miradas. Seina sabía sin tener que preguntarle qué pensaba su hermano. Él era el positivo de los dos y ella la realista.
—Me inclino por no desheredarla —dijo finalmente ella. Su hermano respiró profundamente ante sus palabras—. Por el momento. Hasta que no sepamos qué ha pasado realmente con ella, esa es mi postura.
—Eso quiere decir que tienes que empezar a pensar qué hacer con ella —pensó en voz alta Kakashi-sensei—. ¿Pretendes que viva aquí?
Sasuke frunció el ceño al darse cuenta de que eso era algo que tenía que pensar. La verdad es que no se fiaba de ella sabiendo lo que sabía hasta ahora así que no iba a dejar que se metiera en su casa, su santuario, que además compartía con otras 3 personas.
—No. Esta casa es de los 4. Ella solo es responsabilidad mía, y de Naruto en menor medida, así que no voy a introducirla aquí sabiendo que se estaría entrometiendo también en vuestras vidas. Además, no me fío. Esta casa es segura, la más segura de toda Konoha. Debería estar mal de la cabeza para meterla aquí, siendo un peón de Orochimaru.
Vio en seguida como Sasuke, y Kakashi-sensei, se relajaban casi imperceptiblemente. Naruto, que estaba serio como pocas veces antes, también lo vio. Eso sumado a su argumento hizo que su hermano ni siquiera intentara convencerla para que su prima lejana viviera con ellos.
—Mi idea sería ver cuánto dinero tenemos Naruto y yo ahorrado y comprar un piso pequeño para ella. Si el piso fuera de nuestra propiedad podría modificarlo como me diera la gana para tenerla vigilada incluso desde lejos sin que se diera cuenta. Eso le daría una ilusión de privacidad, la relajaría al verse una aldea desconocida y a la vez aseguraría la seguridad de Konoha.
Kakashi-sensei asintió con expresión pensativa.
—No es una mala idea. Imagino que, aunque quisieras que viviera aquí, también sería un choque para ella. Lo mejor para todos es darle su espacio. Si puedes vigilarla de esta forma, mejor que mejor —apremió el jonin con una sonrisa—. Veo que lo tienes casi todo pensado. De hecho, podrías pedirle a Tsunade-sama si sabe de algún ninja que necesite contratar a alguien para que se gane ella misma un sueldo con el que vivir. Tener un trabajo, a pesar de ser un trabajo de civil, le dará más libertad e independencia en comparación con vivir con el dinero que vosotros le deis mensualmente.
—Es una buena idea. Así ni Seina ni Naruto sufren por tener que responsabilizarse de ella al mismo tiempo que su…
—¿Prima?
—Al mismo tiempo que su prima se gana la confianza de Konoha y su propia independencia.
—Lo que tengo claro es que, si la dejan libre, hablaré con ella personalmente para cerciorarme de que realmente es inocente —dijo ella, observando fijamente a su hermano—. Si me doy cuenta de que sus intenciones a largo plazo son fugarse o traicionarnos, yo misma me encargaré de devolverla al departamento de interrogación y la desheredaré.
Se hizo un silencio mientras su hermano y ella se miraban fijamente a los ojos. Esto era en lo único en lo que no iba a ceder y quería que Naruto lo supiera sin duda alguna. Incluso aunque se enfadara con ella por rechazar a su supuesta prima. No pensaba dejar que un posible enemigo se acercara a su familia, y menos siendo un peón de alguien que quería a Sasuke para usarlo como traje de carne solo porque tenía el sharingan.
—Esto se pone interesante —musitó Kurama con voz siniestra—. Nunca pensé que podría tener un duelo contra mí mismo.
Seina sabía por qué lo decía. Tanto los ojos de su hermano como los suyos propios relucían rojos. Era la primera vez que se sobreponía tan tajantemente a las opiniones de su hermano, y eso había picado la curiosidad del Kurama-yang en Naruto. Al final, con el vínculo abierto y sintiendo chakra tenso de su maestro y Sasuke, su hermano inclinó la cabeza cediendo ante ella. Sabía que lo que hacía era para protegerlos a todos y Naruto no podía luchar contra ello porque él también quería proteger al equipo entero por encima de todo.
Escuchó el chasquido de lengua decepcionado de Kurama-yin, su Kurama, cuando su otra parte en Naruto retrocedió. Vio sus ojos rojos desaparecer en los nuevamente ojos azules de Naruto.
—Bueno… Eso ha sido… curioso —dijo Kakashi-sensei con fingida calma.
Sasuke volvió a respirar después de haber pasado varios segundos quieto, aguantando el aliento. Naruto y ella acabaron de sacudirse la sed de sangre del bijuu, recuperando totalmente la cordura.
—Haremos lo que dice Seina-nee —contestó finalmente su hermano—. Tiene razón. Por mucho que quiera, y que sea una Uzumaki, no puedo olvidar que estaba con Orochimaru y que sería peligroso no saber cuáles son sus intenciones o dejarla vivir aquí.
—Hablaré con Tsunade-sama para saber cuándo la soltarán. Así sabremos cuán rápido tenemos que movernos para comprar ese piso —dijo ella—. ¿Quieres que vayamos mañana por la tarde a mirar precios de pisos?
Naruto asintió, curiosamente excitado por mirar más pisos a pesar de que no era para ellos.
—¿Qué os parece que entremos un rato esta tarde como habíamos pensado? —preguntó Kakashi-sensei, levantándose casi con demasiada energía de la mesa—. Quizás os vaya bien para sacaros esa adrenalina del cuerpo.
Entrenaron unas horas en la caseta esa tarde. Seina lo dio todo en el entrenamiento contra Kakashi-sensei mientras Naruto y Sasuke practicaban ninjutsu. Dio gracias porque su maestro notara que necesitaba desfogarse usando taijutsu y kenjutsu porque cuando acabó, sudada de pies a cabeza, jadeando, se sentía mucho mejor. El baño largo que se dio esa noche fue como volver a renacer.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja Kakashi-sensei cuando bajó por las escaleras hasta el comedor—. Lo de antes ha sido un poco intenso.
—Estoy bien. Tarde o temprano Naruto y yo íbamos a tener alguna confrontación teniendo en cuenta nuestros temperamentos —se encogió de hombros—. Me alegro que no haya ido a más, aunque a Kurama le hubiera gustado batirse en duelo con su otra mitad.
—Mejor que no… —dijo lentamente su maestro, claramente imaginándolo—. Al menos no en la aldea.
Seina bufó una risa corta. Kakashi-sensei le apretó el hombro cariñosamente.
—¿Me ayudas a preparar la cena?
—Claro.
Estaba claro que Kakashi-sensei intentaba distraerla, pero como no acostumbraba a pedir ayuda para preparar la comida, ella aceptó encantada. Naruto y Sasuke se estaban bañando así que aprovecharía el momento entre ellos dos solos. Aunque fueran solo 10 minutos. Le dio un golpe con la cadera, echando a andar hasta la cocina.
—¿Qué te apetece cenar? —preguntó el jonin, pasándole un brazo por el hombro.
—Algo frío. En realidad, me apetece una ensalada.
—Está bien. Yo haré algo más contundente y tú te encargas de la ensalada, ¿te parece?
Así fue como los encontraron un rato después el resto de equipo. Seina estaba riendo a carcajada limpia ante una historia de Asuma-sensei que le estaba contando su maestro.
—Deberías haber visto su cara roja cuando tiró el té por todos lados la primera vez que conoció a Kurenai.
—No sabía que Kurenai-sensei y Asuma-sensei están juntos —dijo Naruto, apareciendo por la puerta.
—Eh, diría que ni ellos mismos lo saben. Asuma todavía no se atreve a pedirle de salir, pero creo que no tardará mucho —Kakashi-sensei la miró por encima de la cabeza de su hermano, guiñándole un ojo—. No creo que quiera dejarla escapar.
Cenaron entre risas, olvidando lo que había pasado hacía horas como si nada. Seina siguió su rutina de trabajo en el hospital, entrenamientos con su equipo y encargos para la Hokage. Cuando llegó el lunes, fueron al campo de entrenamiento donde habían quedado con el equipo 10. Extrañamente, o tal vez no considerando que la voz cantante del equipo 10 era Ino, cuando llegaron al claro ya los estaban esperando.
—¡Por fin! Si tengo que escuchar una queja más habría estrangulado a Shikamamaru.
Sasuke y Naruto se rieron en tono de burla viendo el rostro cansado del Nara, quien estaba tumbado en la hierba. En cuanto notó las miradas de todos se estiró y se levantó con el cuerpo pesado.
—¿Cómo has llegado a chunin Shikamaru? —le preguntó incrédulo su hermano.
—Por la misma razón que tú hermana —contestó algo mordaz—. ¿Vamos a entrenar o qué?
—¿Habéis usado las pesas como dijisteis?
—Sí, por supuesto. Asuma-sensei dijo que sería una buena idea así que no nos las quitamos ni para hacer vida normal.
—Eso es bueno. ¿Qué es lo que estáis entrenando con Asuma-sensei?
—Lo básico, como siempre, pero cuando vio que nos habíais enseñado ninjutsu de ocultación nos ofreció enseñarnos un par de jutsus de fuego —sonrió de oreja a oreja Ino—. Al parecer se pensaba que no nos interesaba aprenderlo.
—¿Qué jutsu os enseñó?
—Uno ofensivo.
—Gokakyu no jutsu.
—Huh. No está mal para principiantes —asintió Sasuke.
—Tenéis relativamente poco tiempo para aprender nuevos jutsus y entrenar con nosotros cada lunes así que yo os enseñaría los jutsus más útiles.
—¿Cómo cuáles?
—Ino y Chouji tenéis naturaleza de tierra así que empezaría aprendiendo el jutsu de barrera que os servirá para protegeros y también para crear un escondite, de ser necesario —empezó ella—. Y tú, Shikamaru… De serte sincera, yo me centraría en el genjutsu.
—¿En el genjutsu? —preguntó Ino, intercambiando miradas con Chouji—. ¿Por qué?
—¿Qué por qué? La mejor arma de Shikamaru, además de su cerebro, son sus sombras. De hecho, el jutsu que le enseñé la otra vez estaba pensado para usarlo con su kekkei genkai. El problema de Shikamaru es la debilidad de este jutsu: solo puede usarlo si hay algún tipo de sombra —explicó ella con pelos y señales. Shikamaru la observó atentamente—. Eso significa que cualquier enemigo que sepa cómo funciona su técnica también sabe cómo evitarlo. Eso le deja a Shikamaru 2 opciones: o es más listo que sus enemigos para atraparlos o se ingenia otra forma de usar su kekkei genkai.
—¿Estás diciendo que con el genjutsu podría usar mis sombras de otra forma?
—Por supuesto. Imagino un genjutsu dinámico donde el tiempo pasara para tu enemigo más rápido —se encogió de hombros mientras lo pensaba—. Imagina hacerle creer de forma tan gradual que es de noche que ni se da cuenta de que es de día.
—Eso es imposible. No hay ningún genjutsu así —negó al instante Shikamaru.
—Todavía no —sonrió Seina—, pero no debe ser muy difícil de inventar.
—…De existir un genjutsu así podría usar la ocultación con cenizas para activar discretamente el genjutsu y luego, mientras canso a mi enemigo, hacerle creer que no puedo usar mi kekkei genkai para luego acabar con él con mis sombras sin que se dé cuenta —pensó en voz alta Shikamaru, con el rostro serio y calculador—. ¿Podrías hacerlo? ¿Podrías inventar un genjutsu así?
—Claro. De hecho, se me está ocurriendo otra cosa para contrarrestar la debilidad de tus sombras cuando es de noche o no hay luz…
—¿¡Vamos a empezar a entrenar o vas a seguir maquinando mucho tiempo!? —exclamó su hermano, haciendo que diera un bote.
Seina asintió. No habían venido a hablar sino a entrenar así que eso hicieron. La mañana pasó rápidamente. Acabó combatiendo contra los 5 a la vez, pero ninguno de ellos era rival para sus hechizos, y el equipo 10 tampoco era rival para su taijutsu. Aun así, cuando se fueron del claro, estaba hasta excitada por un nuevo reto.
Lo que necesitaba Shikamaru, además de un genjutsu, era una fuente de luz que pudiera usar para combatir. Lo suficiente para poder crear sombras en la oscuridad. Se lo apuntó en su diario, sacándolo de la riñonera, mientras caminaban de vuelta a casa a comer.
Notes:
Wow. Me habéis sorprendido.
Puse esos 4 nombres ya que son los que más veo con fem!Harry. Si tuviera que considerar a personajes como Shisui tendría que replantearme la historia, pero es posible ya que de momento cualquier posibilidad es factible. De momento, las votaciones van así:
-Shikamaru: 15.
-Itachi: 11.
-Gaara: 4.
-Sasuke: 3.Los que habéis votado por 2 nombres os he contado cada voto. No tengo en cuenta los tríos ya que, sinceramente, son mucho trabajo de escribir en una historia larga. Creo que haré una mini serie con vuestras propuestas de tríos o poli, pero por ahora no.
Dejaré la votación abierta hasta el viernes que viene. Si no cambia nada, la pareja de Harry en la otra historia será Shikamaru.
Chapter 57
Notes:
Advertencia: ninguna.
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El día siguiente fue curiosamente similar al anterior. Había quedado con Ensui en un campo de entrenamiento escondido para entrenar, pero no había esperado que hubiera traído amigos consigo.
—¿Yugao-sensei? —preguntó sorprendida cuando la vio de perfil.
—¡Seina! Me alegro de verte. Puedes llamarme Yugao a secas si quieres —sonrió la susodicha, girándose a mirarla—. Me han dicho que ya mismo tendremos el mismo nivel.
—Eh. Sí, si hablas de rango jonin —bufó una risa sabedora que Yugao era anbu.
—A Yamato ya lo conoces, pero creo que no conoces a Seichi Onikuma.
—¿Otro anbu? —preguntó ella con cansancio—. Encantada.
El desconocido era alto, fuerte, esbelto, con cabello corto castaño claro y ojos grises. Parecía afable, como Yamato, y muy tranquilo. Sonrió en su dirección, saludándola.
—Siguiendo el consejo de Kakashi-senpai estamos aquí para ayudarte con tu entrenamiento para los exámenes de jonin —sonrió Yamato— y también para entrenar nosotros.
—Según él nunca lo das todo cuando entrenas así que piensa que luchar contra más rivales de mayor nivel te servirá para superar tus límites.
Asintió ante las palabras de Yugao. En cuanto lo escuchó empezó a pensar cómo demonios iba a afrontar el entrenamiento que se le venía encima. Ugh. Maldito Kakashi-sensei.
—Déjame ayudarte, enana —dijo Kurama casi vibrando de la excitación—. El otro día me quedé con las ganas de sangre.
—Está bien. Ellos lo han querido —sonrió de oreja a oreja—. Usaré tu chakra y mis poderes. No pienso usar un solo jutsu. Veamos qué hacen contra nosotros.
—Veo que estás dispuesta a ello —bufó una risa Ensui—. ¿Por qué no empezamos?
Seina aceptó el generoso chakra de Kurama, sintiéndose más ligera que nunca. Vio el brillo anaranjado, oscuro, rodearla como una nube de humo. Antes de que pudieran pestañear salió despedida a máxima velocidad. Ensui no fue capaz de esquivar su puñetazo, a pesar de que se había cubierto la cara. Saltó por los aires dando gracias a sus reflejos ultra mejorados, esquivando una patada y un puñetazo de Seichi y Yugao. Yamato intentó cogerla en el aire con una rama, pero no pudo debido a la velocidad de su desaparición. Apareció detrás de él lanzando un torrente de agua mágica con una mano y un enorme rayo con la otra.
Se dedicó a esquivar sus ataques, dándose cuenta de que el chakra de Kurama era suficiente para igualar su velocidad con la de los anbu. En cuanto Yugao se abalanzó sobre ella y vio de reojo a Ensui moldear su chakra para capturar con las sombras usó un lumos solem para cegarlo, sonriendo ante el sonido de dolor. Aun así, Ensui ya conocía ese truco y usó sus sombras aun cerrando los ojos. Volvió a desaparecerse. Reapareció detrás de él.
—Levioso, depulso —Ensui se alzó por los aires con una exclamación y salió despedido contra Seichi, quien ya estaba lanzándose contra ella de nuevo.
Invocó una rama de Yamato, se la lanzó de vuelta y la convirtió en un pequeño dragón con un hechizo. Observó como intentaba zafarse sin mucho éxito y luego desapareció de nuevo. Los observó mientras caía en picado desde lo alto. Yugao la percibió primero, mirando en su dirección y saltando al aire para interceptarla. Mala decisión.
—Levicorpus, stupefy.
La dejó colgando de un pie en el aire dándose cuenta de que los otros contrincantes estaban preparados para atacarla de nuevo. Antes de tocar el suelo vio la sombra escondida entre unas ramas así que sacó el wakizashi y lo usó para no pisar el suelo, clavándola en la tierra y usándola como pértiga. Un milisegundo más tarde ya no estaba allí. Se apareció justo donde Seichi estaba lanzando un puñetazo así que se cubrió la cara con un brazo y, con el otro brazo libre, usó una maldición.
—Locomotor mortis.
Se tragó una risa cuando vio sus ojos grandes al notar sus piernas pegadas juntas como cemento. Aun así, su equilibro era tal que logró saltar a la rama de un árbol con ambas piernas unidas. Ensui y Yamato no perdieron el tiempo en atacarla con kenjutsu por ambos lados. Invocó su wakizashi, hiriendo a Ensui en un hombro, y creó de la nada otro wakizashi. Sin embargo, estaba claro que no estaba preparada para una batalla de kenjutsu contra 2 anbus expertos. Unos pies en su espalda la mandaron volando al otro lado del claro y, antes de que pudiera zafarse, fue atrapada en un ataúd de madera. Por suerte, podía tocar la madera con un dedo así que la desvaneció, cayendo al suelo.
Afortunadamente, el chakra de Kurama la ayudó a levantarse antes de que Ensui pudiera volver a atraparla después de recuperarse de la sorpresa. Se desapareció varias veces para confundirlos, escapando antes de que pudieran darse cuenta de dónde estaba.
—Petrificus totalus.
Ensui cayó al suelo de cara, recto como una tabla de planchar, pero consciente. Un maleficio invisible en dirección a Yamato, que se preparaba para usar el mokuton de nuevo lo hizo caer repetidamente, evitando que moldeara el chakra para atacarla. Apareció tras él, lanzando otro stupefy. El último en pie, dejado para el final, fue su nuevo colega Seichi, quien casi la miró amedrentado.
—Accio chaleco de Seichi —entonó mentalmente. El ninja gritó al notar como se acercaba hacia ella inexorablemente. Intentó atacarla con varios kunais que esquivó—. Stupefy.
La pelea acabó entonces. Seina paró de usar el chakra de Kurama, notando todo el cansancio de golpe. Tuvo que arrodillarse en la hierba para recuperar el aliento, jadeando y sudando como nunca antes.
—¡Ha sido genial! ¡Menuda paliza les hemos dado!
—Normal. No saben cómo defenderse contra mis hechizos —reconoció ella—. De no haber tenido tu chakra para igualar nuestras condiciones físicas me habrían ganado en menos de un minuto.
—En cuanto tu cuerpo madure tendrás la misma resistencia que estos ninjas. No te preocupes —la consoló Kurama—. El hecho de que ahora seas capaz de ganarlos usando tu kekkei genkai desconocida no te quita mérito.
—Voy a revivirlos.
Revivió a todos y despetrificó a Ensui, quien fue el primero en sentarse en la hierba mientras la contemplaba con rostro totalmente sorprendido.
—Ha sido increíble. Acabo de darme cuenta que es imposible ganarte —reconoció al final, sin pestañear si quiera—. Tu kekkei genkai te da demasiada ventaja.
—Así como el chakra del Kyubi —dijo una voz a sus espaldas—. ¿Cuántos años dices que tienes?
—12 —contestó ella. Luego pensó mentalmente—. Más bien 132…
De repente, no supo por qué, se le ocurrió pensar qué hubiera sucedido si Voldemort hubiera tenido acceso a su adiestramiento como ninja más sus poderes como mago oscuro. Se estremeció sin poder evitarlo. Nunca, nunca, lo habría podido matar ni con toda la suerte del mundo. De haber tenido acceso al chakra los magos y brujas de su mundo, habrían sido los dueños del planeta.
Algo similar le sucedía en este mundo ninja tan extraño. Ahora mismo sus únicos rivales eran los ninjas porque podían usar el chakra. Sin embargo, tenía tanto conocimiento, tantos hechizos y maldiciones disponibles que era irrisorio. La magia era una kekkei genkai demasiado poderosa para ser combatida con jutsus normales. Ni siquiera había usado sus peores encantamientos para atacarlos, pero podía imaginar mil formas de matar a estos 4 anbus sin el menor esfuerzo…
—Nos ha ganado una niña de 12 años —miró al infinito con una sonrisa enorme Seichi—. A 4 anbus.
—Sabes lo que esto significa, ¿no? —preguntó Yugao—. Necesitamos más entrenamiento.
—No. Necesitamos más entrenamiento con Seina —puntualizó Ensui—. Ahora mismo se ha convertido en la persona perfecta contra la cual entrenar.
—¿Por qué lo dices? —preguntó ella con curiosidad.
—¡Porque no hay forma de derrotarte! No tenemos suficiente información sobre tus poderes para pensar en una estrategia contra ti. ¿Y qué hace una persona cuando encuentra algo o alguien que no puede conquistar o vencer?
—Entrenar con más ganas, y mejor hasta lograrlo.
—Ugh… —gimió ella al darse cuenta de que querían usarla como maniquí de entrenamiento.
Se debatió sobre si negarse o no. Después de todo, si quería luchar contra un anbu tenía a mano a Kakashi-sensei pero, al final, desistió. Una vez por semana no la mataría. Hablando de Kakashi-sensei.
—¿Desde cuándo estás ahí? —preguntó ella, que había sentido un genjutsu hacía rato.
—Me has pillado —se rio escuetamente Kakashi-sensei, desactivando su brazalete y dejando caer su nuevo genjutsu—. Desde que empezaste a atacar. Sabía que vendrías así que he estado esperando lo más sigilosamente posible. Me ha delatado el genjutsu, ¿verdad?
Ella asintió. Los 4 anbus gimieron de frustración al unísono al verlo. Ahora no solamente ella les había ganado una niña de 12 años, sino que ni siquiera se habían dado cuenta de la presencia de Kakashi-sensei, quien no tenía su kekkei genkai.
—Estoy impresionado —reconoció su maestro en su dirección—. Aunque sigues limitando tus poderes…
Seina alzó una mano sin decir nada en dirección a un enorme árbol a lo lejos. Un hechizo más tarde y el árbol voló por los aires quedando echo prácticamente serrín. El rostro pálido de sus colegas de entrenamiento no la sorprendió.
—¿Qué quieres? ¿Qué los mate? —dijo algo sarcásticamente.
Reparó el árbol como si no hubiera pasado nada, ante la mirada atónita de los ninjas.
—No sé vosotros, pero yo me voy a darme una ducha —se despidió ella—. Nos vemos el martes que viene.
Kakashi-sensei echó a andar a su lado, con las manos en los bolsillos. Notó su mirada de reojo, sin poder ahogar un suspiro. Alzó una ceja cansada en su dirección.
—¿No te sientes mejor después de haber entrenado con ellos?
—Ya sabes que sí, Kaka-sensei —contestó ella en modo trol—. El problema es que ahora van a querer entrenar cada 2 por 3.
—¿No querías entrar en anbu? —sonrió su maestro sin piedad—. Esto es lo que te espera.
—… Siento que cada vez que Sasuke y Naruto me van alcanzando los dejo atrás de nuevo.
—Eso es normal. Ninguno de los dos tiene tus poderes.
Kakashi-sensei le pasó el brazo por los hombros, consolándola, cuando vio que era una de sus preocupaciones reales.
—Además, ninguno de los dos está entrenando con ninjas de mayor rango, salvo conmigo.
—Quizás deberían unirse al entrenamiento.
—Lo que necesitan Naruto y Sasuke es ascender a chunin para poder avanzar. Están encallados en un punto muerto ahora mismo —reconoció Kakashi-sensei—. Por suerte son inteligentes y se espabilan solos para no quedarse atrás. De lo contrario, la brecha entre vosotros sería inalcanzable. Además, recuerda que tú estuviste casi 2 meses en Konoha sin hacer misiones mientras entrenabas con una sanin. Ni Sasuke ni Naruto han tenido esa suerte o el tiempo libre.
—Ya. No creo que el viejo pervertido se dedicara a entrenar a mi hermano 12 horas al día cada día cuando se fueron en busca de Tsunade-sama.
—Yo tampoco lo creo —bufó una risa Kakashi-sensei—. No te preocupes, Seina. Ya verás como poco a poco se arregla por sí solo. De hecho, tenerte a ti en su equipo es algo bueno. Ya escuchaste a Ensui.
—Ugh.
—Vamos, ¿por qué no os invito a un yakinuku a todos? —dijo el jonin antes de apretar sus hombros y guardarse las manos en los bolsillos de nuevo—. Podríamos celebrar que se acaba febrero.
Seina aceptó sus palabras de consolación y abrió su vínculo para hablar con su equipo. Como era de esperar, en cuanto les dijo que Kakashi-sensei invitaba ni se lo pensaron un par de veces. Comieron en el restaurante de barbacoa durante bastante rato, hablando animadamente del entrenamiento con el equipo 10. En cuanto quisieron regresar a la casa, caminando tranquilamente por la aldea, Kakashi-sensei recibió una notificación para que marchara a la oficina de la Hokage.
—¿Qué sucederá ahora? —preguntó Sasuke—. La última vez que se fue tan abruptamente fue por los exámenes de chunin.
—No tengo ni idea.
—¿Quizás es algo relacionado con los prisioneros que capturasteis? —preguntó Naruto mentalmente.
—Podría ser…
En cuanto llegaron a la casa, Seina se fue a su estudio. Dejó a los clones estudiando, como hacía habitualmente, mientras ella se dedicaba a fabricarle unas luces a Shikamaru. Su idea era crear unas 12 esferas de metal que pudieran ser activadas y desactivadas a placer, y que estuvieran conectadas a un saco encantado para que Shikamaru pudiera invocarlas sin tener que recogerlas. La luz debería ser suficiente para producir sombras en un radio de pocos centímetros a 2 metros, según la esfera, así que, si su amigo era tan inteligente como creía, sabía que las usaría con cabeza para atrapar a alguien aun siendo noche cerrada.
El genjutsu era harina de otro costal. Para empezar, la idea de hacer creer a alguien que el tiempo pasaba mucho más rápido de lo normal era buena, pero… ¿cuán rápido podía pasar el tiempo sin que alguien notara que sucedía algo raro? Para que la ilusión fuera útil durante todo el día, debería pasar una media hora en la ilusión por cada minuto en la realidad, como máximo. Eso, después de hacer varios cálculos, significaba que si Shikamaru usaba este jutsu a las 12 del mediodía necesitaría al menos 8 minutos para hacer creer a alguien que había anochecido o, lo que es lo mismo, para que creyera que, en lugar de las 12 del mediodía, eran las 8 o 9 de la tarde y, por lo tanto, de noche.
Esos 8 minutos no eran nada cuando uno no estaba en peligro de muerte, pero para Shikamaru podían representar 8 minutos jugándose el pellejo por sobrevivir. Aun así, si hacía que el tiempo pasara más rápido estaba segura de que se darían cuenta de que algo raro sucedía porque, aunque el cerebro estuviera siendo manipulado para creer que era de noche cualquiera podría comprobar la hora en un reloj y darse cuenta de la incongruencia incluso aunque estuvieran convencidos de que era de noche.
Se preguntaba qué le pasaría a una persona en ese caso. ¿Qué pesaría más en esa persona? ¿El genjutsu o el hecho irrefutable de que era imposible que fuera de noche siendo las 12 del mediodía debido a que sabían la hora gracias a un reloj? ¿Podría matar a alguien mentalmente debido a eso? Demasiadas preguntas sin respuesta, aunque era muy interesante. Al final, se dijo que era mejor ese genjutsu que ninguno.
Se dedicó a investigar qué áreas del cerebro eran las correspondientes con todo lo que debía ser modificado del cerebro. Se pasó toda la tarde en el estudio. Cuando salió para cenar, Kakashi-sensei todavía no había vuelto y los otros dos estaban en la caseta entrenando.
Al día siguiente, se dio cuenta de que Kakashi-sensei estaba de misión cuando ella misma fue llamada a la oficina de Shikaku.
—Ten. Lleva este pergamino a Sunagakure. Son detalles de unos contratos entre nuestras aldeas así que hay gente muy interesada en ellos —dijo el comandante jonin, lanzándole un pergamino—. Nadie debe hacerse con él.
—¿A quién debo entregárselo?
—Al consejo de Sunagakure. Siguen sin Kazekage así que ellos se encargan de la aldea de momento.
—¿Todavía?
—Sí. No me preguntes por qué.
—Ah, por cierto. Tengo algo para Shikamaru. ¿Puedes dárselo?
Le entregó el paquete que había preparado para su amigo con unas instrucciones. Quería que empezara a entrenar con ellas antes del siguiente lunes. ¿Por qué no aprovechar la oportunidad de que su propio padre le entregue el regalo?
—¿Qué es?—preguntó con algo de sorpresa Shikaku, tocando la bolsa pequeña de terciopelo negro que contenía las esferas.
—Dejaré que lo descubras con Shikamaru —sonrió ella—. Me largo de aquí.
—Buena suerte.
Lo último que vio antes de salir de la oficina fue el rostro curioso de Shikaku, examinando el paquete sin abrirlo. Sabía que no lo abriría hasta dárselo a Shikamaru. Una pena perderse sus reacciones, pero así era la vida. Escribió una nota para su equipo y la envió con un clon a casa. Como ya lo tenía todo encima, se encaminó hasta la puerta principal, al oeste de la aldea.
Se registró, como era costumbre, y salió a paso firme hasta encontrar un claro lejos del camino principal.
—Kuchiyose no jutsu.
Invocó a su thestral, acordándose de que tenía más criaturas que su dragón, y bajo un hechizo de invisibilidad salió volando en dirección a Sunagakure. Era una verdadera lástima que no tuviera una de sus piedras selladas con el shiki jutsu para acortar el camino. Aun así, se dio cuenta de que podía lanzarlas desde el aire a medida que avanzara en dirección al país del Viento. Durante horas esa fue su única tarea: lanzar piedras selladas desde el aire y pasar desapercibida.
Horas más tarde, cuando ya era la hora de comer y ya había cruzado la frontera con el país de los Ríos, no paró. Comió uno de sus bentos ya preparados en el aire, manteniendo a su criatura en línea recta, y pensó en lo ridícula que resultaba esta misión. Siguió volando sin cesar hasta que llegó a la frontera del país del Viento, un par de horas más tarde. Meditó sobre si parar un rato para estirar las piernas, pero se decantó por seguir volando.
Shikaku le había dado esta misión a ella porque conocía algunos de sus poderes. Seguramente sabía que iba a usar a una de sus criaturas para ir más rápido. Eso significaba que contaba con que nadie la alcanzaría en el aire. Lo que, a su vez, significaba que no era del todo seguro ir por tierra cargando con el pergamino en cuestión. De lo contrario, otros ninjas podrían haberlo llevado a Sunagakure.
Llegó a la aldea ninja del país de Viento cuando empezaba a anochecer. Paró cerca de las enormes barreras de piedra que la rodeaban y se quitó los hechizos. Caminó unos minutos a paso tranquilo, observando la puerta de entrada custodiada por unos cuantos chunins. Quizás jonins, teniendo en cuenta la precaria situación en la que se encontraban.
—¡Alto! —llamó uno al verla acercarse—. ¿De Konoha?
—Así es. Tengo aquí el pergamino de mi comandante.
Le lanzó el pergamino desde lejos, dejando que lo estudiara tanto como quisiera, pero no la hicieron esperar. Se registró en la entrada sin rechistar bajo la atenta mirada de 3 ninjas.
—¿Dónde puedo encontrar al consejo para entregarle el paquete?
—Espera aquí. Hemos llamado a alguien para que te acompañe.
Ese alguien resultó ser Gaara. Nada más verse notó la sorpresa en su rostro de póker.
—¿Seina? Cuanto tiempo sin verte —sonrió muy levemente en su dirección. Luego asintió a los otros ninjas—. ¿Estás de misión?
—Sí. Haciendo de mensajera, ¿puedes creerlo?
—Me sorprende que estés en perfecto estado. No veo ni un grano de arena en tu ropa.
Seina alzó una ceja con una sonrisa en su dirección. Gaara alzó otra ceja. Parecía divertido.
—Has venido volando, ¿no?
—Por supuesto.
—Debería haberlo supuesto… ¿Qué tal están Naruto y Sasuke?
—Deseando hacer el siguiente examen de chunin.
—No me extraña. Te ascendieron a tokubetsu jonin, ¿verdad? Los exámenes de jonin son antes que los de chunin así que no puedes haberlo hecho ya.
—Exacto. Pasé los exámenes de Tsunade-sama para convertirme en iryo-nin.
—Felicidades.
Estuvieron charlando por el camino, mientras andaban por su aldea natal. Era totalmente diferente a cualquier otra aldea o ciudad que hubiera visto. Las casas eran redondeadas, algunas incluso redondas enteramente, de color arena con ventanas pequeñas. Las calles eran tremendamente angostas e incluso parecían estar conectadas algunas estructuras mediante calles dentro de túneles en la superficie.
—¿Cómo es vivir aquí? —preguntó ella—. Me refiero al clima, las casas… Todo es tan diferente.
—Casi toda la vida se hace dentro de recintos porque siempre hay arena o tormentas de arena en el exterior. Además, prácticamente todo el día hace viento lo que hace que sea imposible hacer según qué cosas al aire libre.
—Es decir, de picnics nada, ¿no?
—No —resopló una leve risa Gaara—. Me temo que es totalmente diferente de Konoha.
—No lo sé… A pesar de todo, tiene algo misterioso y encantador.
—…Debes de ser de las pocas personas extranjeras que lo cree.
—Eso es porque la gente casi nunca sabe apreciar lo que ve o lo que tiene. Es un defecto humano.
Gaara la observó en silencio, contemplando sus palabras. Luego miró casi con otros ojos la aldea que tenía delante de sí.
—¿Crees que debería apreciarla? ¿A esta aldea?
—Estas casas y esta arena no te han causado dolor —dijo ella mirándolo fijamente—, sino su gente.
—…¿Crees que algún día me perdonarán y acabaré de pagar por mis actos?
—Claro que sí. Te diré algo que me dijo alguien hace tiempo: no importa lo que uno nace, sino lo que llega a ser. Puede ser que actuaras como un monstruo hasta hace poco, pero lo que importa realmente es el hecho de que has decidido cambiar y enmendar tus acciones. ¿Qué más se puede pedir de alguien arrepentido de corazón? Si la gente no es capaz de ver cuánto has cambiado y cuánto intentas reparar el daño que has causado… entonces, esa gente no merece la pena, pero estoy segura de que serán la excepción y no la mayoría. Si no lo intentas, nunca estarás en paz contigo mismo, ¿verdad? Así que, ¿a qué esperas?
Caminaron en silencio el resto del camino. Gaara sumido totalmente en sus pensamientos y ella observando la aldea. La mansión del Kazekage era grande, pero del mismo estilo que las otras casas. Gaara la acompañó hasta el consejo, donde encontró solo a un par de personas acompañadas de unos guardias que, claramente, eran jonin.
—Baki-sensei —saludó el pelirrojo a su lado.
—Gaara. Veo que estás acompañando a la enviada de Konoha. Bienvenida a Suna.
—Gracias. Aquí tengo el pergamino.
Seina hizo la transacción ante la atenta mirada de varias personas. Comprobaron que era el pergamino oficial y le sellaron su pergamino de misión conforme lo había entregado. Solo tardó 10 minutos en salir de allí de nuevo, siendo escoltada otra vez por Gaara.
—¿Quieres ver a mis hermanos? —preguntó él—. Están en casa ahora mismo. Si necesitas descansar un rato puedes hacerlo.
—Gracias. No estará mal estirar las piernas después de tantas horas volando.
Seina acompañó a Gaara a su casa, que era igual de redondeada que las demás. Se trataba de una estructura de 2 plantas bastante grande. La verdad es que no la sorprendió teniendo en cuenta de que su padre era el difunto Kazekage. El interior, no obstante, no podía ser más distinto. Las paredes eran todas blancas para aportar iluminación debido a las ventanas algo más pequeñas de lo habitual mientras que los suelos eran de piedra cubiertos por alfombras fácilmente sacudibles.
—Ya estoy en casa. Traigo visita.
—¿Quién? —preguntó Kankuro, apareciendo por la puerta—. ¡Tú!
—¡Yo! —se burló ella. Escuchó una risa femenina acercarse—. Un placer veros de nuevo.
—Deja de quejarte, idiota —le dio una colleja la hermana mayor.
—¿Qué haces aquí?
—Estoy de misión —rodó los ojos ante la obviedad, evitando hacer otra coña a su costa—. Gaara me ha invitado a descansar un rato antes de partir de nuevo.
Temari y Kankuro miraron fugazmente a su hermano, con expresión sorprendida y vagamente contenta. ¿Quizás no invitaba a mucha gente? Le ofrecieron un té que aceptó gustosamente. Charlaron durante un rato de todo y nada. Era divertido darse cuenta de las diferencias de esta gente con los aldeanos de Konoha, pero no le desagradaba Suna ni sus habitantes. De hecho, algo le decía que Gaara resolvería sus problemas con la gente de Sunagakure en poco tiempo. Solo esperaba estar en lo cierto.
Chapter Text
Su vuelta a Konoha fue rápida. Un hiraishin y apareció en las afueras de la aldea como si nada. Entregó el pergamino pertinente y se fue a casa como si nada. No esperaba encontrar a Kakashi-sensei en casa, y tuvo razón, pero tampoco estaba Naruto.
—¿Estás solo? —preguntó a Sasuke, apareciendo por la puerta.
—¿Ya has vuelto? Si que has tardado poco.
—Me teletransporté de vuelta.
—Huh. ¿Quieres que te caliente comida también?
Aceptó la oferta mientras se iba a dar una ducha rápida. No es como si hubiera sudado mucho teniendo en cuenta de que usó a una invocación para que la llevara de ida y luego se teletransportó de vuelta, pero tenía arena por todos lados a pesar de lo poco que había caminado por las calles de Suna. Cuando bajó, Sasuke ya había puesto la mesa para cenar y había calentado unas sobras para los dos.
—Quedan pocos bentos preparados —le informó Sasuke, quien no cocinaba ni el desayuno.
Seina invocó unos cuantos clones para que cocinaran mientras ellos cenaban. Al parecer Naruto tenía otra misión de rango C cerca de Konoha, buscando no sé qué bicho para no sé qué investigación.
—Iba con Hinata y Shino así que estará bien —se encogió de hombros Sasuke.
—¿Sabes que he visto a Gaara esta tarde? Estaba muy arrepentido por todo lo que hizo.
—Normal. Después de que Naruto y tú le hicierais entrar en razón cualquiera se horrorizaría de haberse comportado como un monstruo, a pesar de no ser exactamente culpa suya… ¿Por qué todos nuestros padres son una mierda? —preguntó de improvisto Sasuke—. Incluso vuestro padre, que os quería, os podría haber jodido la vida. ¡Y mira mi padre! No se le ocurrió otra cosa que un golpe de estado.
—Quizás no se le ocurrió a él —puntualizó ella.
—Seguía siendo el líder del clan. Podría haberse negado y acabado con cualquier pensamiento rebelde en cuanto apareció, y ahora no estaríamos así.
Seina se encogió de hombros pensando en las palabras llenas de rabia de Sasuke. Lo cierto es que más de una vez maldijo a su padre por lo que les hizo, pero sabía que si lo había hecho era porque no le quedaba más remedio o no había visto otra salida en plena crisis. ¿Podía odiarlo por ello? Sí. ¿Le servía de algo odiarlo estando muerto? No. Sasuke percibió sus pensamientos, lo que no quería decir, y cambió de tema con el ceño fruncido de la contemplación.
—Mañana es 1 de marzo. Te queda menos de un mes para saber dónde se realiza el examen de jonin, ¿no? ¿Dónde crees que te tocará?
—Con la suerte que tengo en Kumo.
—Imagínate la cara de Kakashi-sensei si sucediera —bufó una risa algo extraña Sasuke.
—¿Por qué lo dices?
—¿En serio voy a tener que decir en voz alta que tu relación con Kakashi-sensei es diferente a la mía o a la del dobe con él? —le lanzó una mirada puntiaguda—. Te considera especial para él. Dejémoslo así.
—Eres más astuto de lo que creía —sonrió ella—. Pensé que tardarías más tiempo en darte cuenta de que era diferente.
—No soy el idiota de tu hermano. Además, estar conectado a una bruja de 132 años me ha enseñado un par de cosas.
—¿Cómo qué?
—Como que los amigos y la familia que te quiere de verdad son lo más importante —dijo Sasuke, mirando fijamente su plato de postre—, y que el poder no lo es todo.
En seguida supo que estaba hablando de ella, y de Voldemort respectivamente. Sasuke alzó la mirada del plato casi con esfuerzo. A pesar de todo lo que él había visto en sus memorias, lo que él mismo había experimentado y el tiempo que habían pasado conviviendo juntos seguía siendo una persona introvertida, aunque no tímida, con dificultad para expresar sus emociones y sentimientos. Tardaría mucho más que un año en revertir todo lo que había sufrido, pero sabía que lo conseguiría.
—¿Te he dicho alguna vez gracias? No lo recuerdo… pero estoy agradecido de que me sacaras de mi casa y me acogieras cuando nadie lo hizo. Sé qué crees que eso es lo que hace un equipo de verdad, pero curiosamente eso no lo habría hecho Naruto sin que tú se lo dijeras. Quizás tampoco Kakashi-sensei. Además… —Seina se mantuvo en silencio mientras Sasuke se tomaba su tiempo, eligiendo las palabras correctas—, no hablo solo de darme un lugar donde vivir sino de… de todo. Ahora sé y puedo reconocer que sin ti hubiera perdido la cabeza hace meses. No sé qué hubiera sido de mí si no hubieras estado aquí conmigo todo este tiempo. Así que gracias Seina. Eres una hermana para mí.
Seina, por su parte, no tenía palabras. Nunca hubiera imaginado que Sasuke fuera capaz de decirle todo eso en voz alta. Ya lo sabía, claro que lo sabía, porque compartían un vínculo mental que le permitía percibir todo sin necesidad de que Sasuke se lo confesara con palabras, pero oírlo de su propia boca… Se levantó de su asiento con un pequeño nudo en la garganta.
—Ven aquí, teme —dijo ella, cogiéndolo de la camisa y tirando de él mientras Sasuke ahogaba una risa ante el mote de Naruto.
Lo abrazó durante largo rato al lado de la mesa. Sasuke, quien acostumbraba a rehuir cualquier contacto que no fuera el que se producía durante el entrenamiento o cuando discutía con Naruto, la abrazó fuertemente mientras enterraba su rostro en su cuello como un niño pequeño. Aunque, en realidad, eso era lo que era. Un niño pequeño. Solo había empezado su adolescencia hacía muy poco e incluso le quedaban muchos años para considerarse un adulto fisiológicamente hablando, al igual que a ella.
—Tú también eres mi hermano y no voy a irme a ningún lado, ¿vale? —susurró sabiendo que Sasuke necesitaba oírlo con palabras también—. Te quiero.
Sintió como asentía en su cuello, ahogando un sollozo tembloroso y callado. Entonces, en un hilo de voz que casi no escuchó ni con sus oídos hechizados, Sasuke habló.
—Yo también te quiero.
Seina no pudo suprimir la gigante sonrisa que colonizó su rostro de golpe. Abrazó más fuerte a Sasuke, como si fuera un adorable bebé de 12 años, y enterró su rostro en su cabello. No supo cuánto tiempo estuvieron de pie, abrazados, reconfortándose el uno al otro. Ella sabía que Sasuke necesitaba ese abrazo así que esperó a que Sasuke decidiera que tenía suficiente, minutos más tarde. Cuando la dejó ir lentamente, con los ojos algo rojos y huidizos, Seina le cogió el mentón para que la mirara de frente.
—Hey. No hay nada de lo que avergonzarse, ¿te queda claro?
Sasuke asintió sabiendo que lo decía totalmente en serio, y que era inútil luchar contra ella cuando se ponía tozuda de verdad.
—Espero que sepas que, a partir de ahora, me has dado permiso implícito para abrazarte cuando me dé la gana —bromeó ella, sonriendo.
Sasuke bufó una risa, aceptando sus palabras, y se sentó de nuevo en su silla. Acabaron de cenar bromeando, pero ambos sabían que algo había cambiado para mejor entre ellos. La hacía feliz pensar que Sasuke no se había negado a recibir abrazos porque, tal vez, era justo lo que quería.
Al día siguiente Seina fue al hospital como cada jueves. No pasó nada raro, salvo por el hecho de que se estaba quedando sin ninjas amputados a los que curar. Cuando regresó de vuelta a casa Naruto todavía no había regresado, pero sí Kakashi-sensei.
—Hola Seina —sonrió el jonin en su dirección—. Llegas justo a tiempo. Acabo de preparar algo para comer.
—¿Cómo ha ido tu misión?
—Bien. Nada importante —se encogió de hombros Kakashi-sensei—. Tuve que entregar unos pergaminos a una base de Konoha en la frontera con el país de las Cascadas.
—¿Por qué enviarían a alguien de tu nivel para entregar pergaminos? —preguntó Sasuke, alzando una ceja con curiosidad.
—Porque eran altamente confidenciales, por supuesto.
—Como los de Seina, entonces.
—¿Te enviaron a entregar documentación confidencial? —preguntó Kakashi-sensei girándose a mirarla con curiosidad.
—Al país del Viento.
—Huh. Curioso —musitó el jonin para sus adentros. Ni Sasuke ni Seina le preguntaron—. ¿Vais a hacer algo esta tarde?
—Voy a seguir creando un genjutsu para Shikamaru. ¿Por qué?
—Por si queríais entrenar. ¿Qué genjutsu es?
Seina les estuvo explicando lo que había pensado para ayudar a Shikamaru, y a los otros Nara, que siempre se quedaban un poco vendidos cuando usaban su kekkei genkai.
—No es una mala idea que un Nara use genjutsu. Creo que le servirá de mucho.
—Lástima que Shikamaru ya sea chunin —dijo sarcásticamente Sasuke.
—Ya, pero quizás quiere convertirse en jonin y la ayuda de Seina puede darle el rango con menos esfuerzo.
Misteriosamente, esa misma tarde recibió una nota en casa traída por una de sus criaturas invocadas. Como la casa estaba bajo el fidelus la única forma de que contactaran con ellos era gracias a un par de criaturas creadas por ella que había dejado con Tsunade-sama y Shikaku.
—Mira, hablando del rey de Roma.
—¿El rey de dónde?
Seina agitó una mano a medias, leyendo la nota. Sintió cierta sorpresa al darse cuenta de que era de Shikaku pidiéndole que fuera a su casa a verlo. ¿Qué demonios?
—Al parecer tengo que ir a ver a Shikaku. Nos vemos luego.
—Hasta luego Seina.
Se encaminó hacia el sureste, en dirección al hospital. El clan Nara vivía relativamente lejos, pero caminó despacio mientras contemplaba la aldea. Se dio cuenta de que el único motivo por el cual la había llamado a su casa debían ser las esferas de luz que le regaló a Shikamaru. Ugh. Esperaba no haber metido la metafórica pata regalándole algo para mejorar la kekkei genkai de su clan. Lo último que quería era que pensaran que estaba menospreciando sus habilidades especiales.
Cuando pasó por el hospital, acercándose a los terrenos de los Nara, empezó a notar una mirada insistente en su cogote. No era la típica mirada fugaz de los civiles u otros ninjas que ahora la reconocían por ser la aprendiz de la Hokage. Era algo persistente. Como si estuvieran acosándola. Sin dejar de caminar agudizó el oído, aunque no escuchó nada raro y activó su revelio modificado para ver las auras, sin éxito. Había demasiada gente por la calle como para distinguir a la persona que la estaba vigilando.
En cuanto vio la entrada del clan Nara al otro lado del camino de tierra notó como la presencia se quedaba atrás, aunque sus ojos se mantuvieron en su persona hasta que desapareció por la entrada. El clan Nara era el primer clan, con gente viva, que visitaba. Había Naras de arriba abajo, pero en el ambiente se percibía una clara harmonía y tranquilidad que no existía en algunos puntos de la aldea. Shikamaru la estaba esperando, apoyado contra el tronco de un árbol. En cuanto la vio bostezó perezosamente y se levantó.
—Hey Seina. Perdona por haberte hecho venir —dijo su amigo—. Entre mi padre y Ensui casi no he podido usar tu regalo.
Seina bufó una risa. Tal y como había pensado.
—¿Para qué quería que viniera?
—Seguro que es para hablar contigo sobre alguno de tus inventos. Nos están esperando en mi casa —la dirigió Shikamaru, caminando más adentro en los terrenos del clan.
Unos minutos más tarde, Seina pisó por primera vez la casa de su amigo y del comandante jonin. Era una casa de 2 plantas, típica japonesa, con madera de color claro y tatamis verdes. Tenía un gran jardín delantero con un camino de piedra gris. Dejó las botas en la entrada y aceptó las zapatillas de interior que le entregaba su amigo.
—Ah, por fin estás aquí —dijo Shikaku nada más verla entrar al salón—. Estamos intentando averiguar cómo lo has hecho. Ya que ahora este es un regalo para el clan Nara, y de nuestra propiedad, podemos estudiarlo tanto como queramos.
—¿Al contrario de los otros inventos que le doy a Tsunade-sama? —bufó otra risa sarcástica.
Shikaku no estaba solo. Lo acompañaban Ensui y 3 personas mayores que debían ser otros Nara, seguramente los consejeros del clan. El comandante jonin no negó, ni admitió, haber estudiado sus otros inventos, pero Seina sabía que lo había hecho. Alguien tan inteligente, y curioso, como Shikaku no habría pasado la oportunidad de hacerlo.
—Por cierto, ¿puedo hablar contigo a solas un momento? —pidió ella, acordándose de la presencia que la había seguido.
—¿De qué se trata? —preguntó él, sin levantarse—. ¿Es algo confidencial? ¿Algo tuyo privado?
—…¿No?
—Entonces puedes decirlo aquí mismo si no te importa —dijo con algo de pereza.
—Está bien —se encogió de hombros ante los 6 pares de ojos, todos Nara, que la observaban fijamente—. Alguien me ha seguido hasta tu casa. No se atrevieron a entrar, pero me siguieron hasta apenas 20 metros de la entrada a vuestro territorio.
—… Ya veo. Imagino que no has sido capaz de descubrir quién era —contestó retóricamente su comandante con rostro serio.
—No podía distinguirlo entre tanta gente, pero sé que me siguió porque lo dejé atrás. A vuestras puertas.
—¿Por “dejar atrás” te refieres a que seguían ahí cuando dejaron de seguirte? —preguntó abruptamente uno de los Naras desconocidos. Ella asintió.
—Ensui.
El anbu se levantó sin mediar palabra, desapareciendo en un remolino de hojas. Solo respondía ante la Hokage, siendo anbu, pero Shikaku seguía siendo su cabeza de familia. Shikamaru, quien había estado callado con el ceño fruncido, instó que se sentara a su lado. Seina se sentó frente a Shikaku, al lado de su amigo y del hueco recién vacío de Ensui.
—¿De quién podría tratarse? —preguntó Shikamaru.
Shikaku suspiró, sin decir nada. Los otros Nara intercambiaron miradas calculadoras.
—De haberlo sabido me hubiera levantado —se quejó de sí mismo Shikaku—. Ahora no vas, vais, a parar hasta que os lo cuente.
Se quedó en silencio unos segundos, seguramente valorando los pros y los contras de decirle lo que fuera que estuviera pensando a su hijo, y a los consejeros de su clan.
—Seina, estos son Suzaku —señaló a un hombre que se parecía muchísimo a Ensui. Luego apuntó a un hombre mayor con el pelo en una coleta y a una señora de pelo liso, suelto, con rasgos del clan—. Shota y Hana.
Ella asintió con respeto ante cada uno. No conocía a ninguno de vista, pero se notaba que eran Naras de nacimiento, no por matrimonio. Todos tenían los ojos bien despiertos, pensativos, pero sonrieron en su dirección de forma genuina cuando fueron presentados. Ensui volvió a los pocos minutos, antes incluso de que Yoshino, la esposa de Shikaku, pudiera acabar de servir unos té y galletas sin que nadie se lo pidiera.
—Deberías haberme avisado —le regañó su esposa sin hacer ni caso de su expresión exasperada.
—Iba a levantarme yo cuando nos hubiéramos sentado todos, Yoshino.
Seina miró para otro lado, aguantando una risa. Vio la expresión entre avergonzada y exasperada de Shikamaru, quien suspiraba igual que su padre, y tuvo que morderse la lengua para no reír. Ensui se sentó a su lado, aceptando la taza de té de Yoshino. Vieron cómo se iba rápidamente a cambiarse, o eso dijo, y luego escucharon como salía de la casa.
—¿Y bien? —preguntó cuando se quedaron solos de nuevo.
—Con el rango de 20 metros que nos ha dado Seina he buscado en el perímetro del clan. He visto unas posibles huellas recientes en lo alto de un árbol que apuntaban hacia aquí, pero nada más. Fuera quien fuera, se ha ido.
—Me temo que volverán.
—¿De quién se trata? —preguntó Suzaku.
—De los ninjas de Danzo —suspiró Shikaku, reconociendo finalmente la verdad—. El hecho de que Seina haya notado la presencia de un ninja desconocido en los alrededores del clan me hace pensar que a quien están vigilando no es a ella, sino a mí.
—¿Por qué están vigilándote? —preguntó su hijo, claramente preocupado—. ¿Y a qué Danzo te refieres? ¿Al consejero del Tercero?
—¿A cuántos Danzo conoces, Shika? Sí, hablo de ese mismo hombre. Lo siento, pero no puedo hablar de él ni de nada relacionado con él. Órdenes de la Hokage.
Seina observó de reojo la expresión irritada y cabezota de Shikamaru. Estaba claro que intentaría averiguar qué estaba pasando. Shikaku pareció leer lo mismo en su rostro porque suspiró de nuevo. Los otros Nara, menos impetuosos que su amigo, no dijeron ni mu. Parecían muy ocupados pensando para sus adentros.
—Bueno, volvamos a lo que realmente importa. Las esferas de luz. ¿Sólo las puede usar Shikamaru o también podemos usarlas nosotros debido a que compartimos lazos de sangre?
—Eso depende de las restricciones que le ponga. Ahora mismo están pensadas para que las use Shikamaru.
Estuvieron hablando de las esferas y de si podrían encargarle unas cuantas más para que otros Naras pudieran usarlas. A ella no le importaba. Como era un pedido privado no muy útil para otros ninjas de Konoha, Shikaku la había llamado para negociar algún tipo de pago.
—¿Qué podemos ofrecerte a cambio, Seina-san? —preguntó Shota—. Nuestro clan, además de nuestra kekkei genkai, se especializa en la producción de remedios y medicinas.
—Pensé que, siendo de interés para ti, podríamos llegar a un acuerdo —reconoció Shikaku sin ningún tipo de pudor—. Además, tenemos un laboratorio de investigación en las montañas que me gustaría que nos protegieras con unas cuantas de tus barreras y, ya que estamos, también me gustaría negociar protecciones para el clan en sí.
—No pides nada —se carcajeó ella en toda su cara, provocando un bufido de risa de Shikamaru—. Está bien. Protegeré vuestro laboratorio y vuestro clan, así como su bosque, y os daré 20 kits de esferas de luz. ¿Qué me ofrecéis a cambio?
—¿Puedes darnos 10 minutos para que deliberemos?
Seina asintió. Shikamaru la acompañó hasta el patio trasero junto con el plato de galletas.
—Había olvidado que, a pesar de tener 12 años, sigues siendo la heredera de tu clan. De haber sido Naruto… —Shikamaru se rio, dejando en el aire la frase—. ¿Qué es lo que más te podría interesar de este acuerdo?
—Acariciar a un ciervo —dijo automáticamente.
Su amigo la observó con el rostro en blanco. Otra persona quizás pensaría que lo había dicho de broma, pero Shikamaru era lo suficientemente brillante como para darse cuenta de que era todo lo contrario. Los Naras tenían ciervos especiales, y a ella le encantaban los animales. ¡Y eran tan adorables! Ya se podía imaginar a uno de esos cervatillos bebés. ¡Aww!
Fueron llamados adentro a los pocos minutos.
—¿Y bien?
—Te ofrecemos 20 tipos distintos de plantas medicinales que plantamos nosotros y que no se encuentran en Konoha, ni en el país del Fuego, un libro de medicinas creado por nuestro clan a cambio de que lo uses para consumo propio, y de tu equipo, y unos pergaminos de fuinjutsu del clan Uzumaki que fueron regalados al clan Nara hace décadas.
Seina se lo pensó. En realidad, era un buen trato. Con solo una planta de cada tipo podía cultivarlas fácilmente, el libro de medicinas seguramente tendría recetas nuevas que ella no conocía y el fuinjutsu de su clan… Eso era algo sentimentalmente valioso, además de útil ya que no tenía ni idea de fuinjutsu salvo de lo básico.
—Acepto el trato —dijo ella, alargando la mano ante Shikaku.
—¡Genial!
Sellaron el trato con un apretón de manos, un gesto más habitual entre hombres de negocios de las ciudades que de una aldea ninja, pero Shikaku ni pestañeó. Acabaron de zanjar su intercambio el resto de la tarde y quedaron con que Shikaku pagaría una misión de rango C expresamente para que la enviaran a ella a los laboratorios junto a su equipo. Los terrenos del clan, como eran demasiado transitados, no podían ser puestos bajo el fidelus, y tampoco lo quería así Shikaku. Prefería que usara sus barreras mágicas para impedir que nadie, salvo un Nara y un invitado del clan, se adentrara en su bosque, algo que consiguió fácilmente esa misma tarde con runas de sangre y otras cuantas protecciones ligadas a piedras cargadas mágicamente.
—¿Cuándo crees que podrás poner las barreras para el resto del clan? —preguntó Shikaku, cuando salieron del bosque un rato más tarde.
—Mañana me pasaré por la mañana si os va bien.
—Perfecto. Haré que te espere Shikamaru y Suzaku. Hablaré con la Hokage para que te dé la misión para pasado mañana, entonces. ¿Te parece bien?
—Sí. En cuanto a las esferas, necesitaré un par de días para tenerlas todas preparadas. ¿Te parece bien que te las entregue como muy tarde el miércoles que viene?
Shikaku asintió con una sonrisa en el rostro. Los otros Nara se habían ido, y Shikamaru había pasado de entrar en el bosque debido a cansancio, o eso dijo. En cuanto pasaron por casa de Shikaku antes de que ella se marchara, vio como alguien le había preparado a su líder un paquete de pergaminos y libros. Seina los metió con cuidado en la riñonera, dándose cuenta de que alguno de esos pergaminos estaba escritos a mano de sus ancestros.
—Te prepararé las plantas para que te las puedas llevar mañana. Imagino que podrás llevarlas todas sin problemas, ¿no? —preguntó sabiendo que era cierto. Ella asintió—. Entonces mañana acabará nuestra parte del trato.
Se marchó del clan Nara con una sonrisa enorme en el rostro. Como no tenía ganas de llevarse otra sorpresa y ser vigilada de nuevo, usó el hiraishin para aparecer en su casa. Cuando se adentró, viendo que ya había anochecido, vio como Naruto había regresado de su misión y cómo le contaba con pelos y señales a Sasuke y a Kakashi-sensei lo que había pasado con el insecto bikochu que buscaban.
—¡Seina-nee! ¡Te has perdido toda mi historia! ¡Te vas a partir de risa! —exclamó Naruto nada más verla.
Kakashi-sensei, quien había estado ignorando a medias a su hermano tras un libro, alzó la cabeza para sonreír en su dirección.
—¿Qué tal ha ido con los Nara?
—Tengo mucho que contar yo también.
Bajo la mirada curiosa de su equipo, Seina les habló de todo lo que había pasado nada más salir de casa en dirección a los Nara. Cuando acabó, Naruto estaba sentado al borde de su asiento de la excitación, observando los pergaminos de su clan que había dejado encima de la mesa. Sasuke y Kakashi-sensei, también interesados, contemplaron encima de su hombro cómo los abría por primera vez.
—Me he dado cuenta de algo esta tarde —dijo ella, mientras hojeaban su pequeño botín de conocimiento—. Si nuestra prima existe, y estos pergaminos existen, eso quiere decir que debe haber más cosas de nuestro clan por ahí fuera.
—Pretendes buscarlo —preguntó retóricamente Sasuke. Ella asintió—. Tiene sentido. Alguna vez me he preguntado por qué no te ha interesado más el fuinjutsu, siendo quién eres y cómo eres.
—Me interesa, pero siempre estoy haciendo algo.
—Si quieres puedo enseñarte las bases —se ofreció Kakashi-sensei—. No soy experto, pero tu padre me enseñó algunas cosas, así como Jiraiya-sama.
—También quería preguntarte algo. Dijiste que nuestra prima usó unas cadenas para atacarte y que por eso creías que era una Uzumaki. ¿De qué cadenas hablas?
—No sé muy bien cómo lo hacía tu madre. Nunca le pregunté, pero sé que podía usar varias cadenas a la vez para atacar y alzar barreras de chakra ella sola sin necesidad de usar fuinjutsu o ninjutsu. Al ver como esta niña usó las cadenas me acordé de vuestra madre y, por lógica, pensé que debían estar emparentadas.
—Ya veo. Eso es algo que también voy a investigar.
Se fue a dormir pensando en su clan. Nunca había prestado demasiada atención al clan Uzumaki. Quizás porque había creído que solo quedaban su hermano y ella, y porque la casa de sus padres en Konoha, así como todas sus cosas, había sido destruida. Aun así, el hecho de que ahora tuviera la prueba irrefutable de que había más Uzumakis por ahí y de que otra gente tuviera en su posesión cosas pertenecientes a su familia le había cambiado el chip por completo. Ahora necesitaba descubrir todo lo que pudiera de su clan, y del secreto clan de su padre. Sinceramente, sus ancestros eran prácticamente un misterio para ella, y Seina nunca había podido resistirse en descifrar un buen enigma. Esta vez no iba a ser diferente.
Notes:
Bueno chic@s... Tal y como dije, ayer se acababa la votación de la pareja de fem!Harry de mi otra historia. Este es el recuento de votos:
- Gaara: 5
- Itachi: 20
- Sasuke: 3
- Shikamaru: 24Ha estado muy reñido. Creía que iba a ser Shikamaru de calle, pero luego muchos votasteis por Itachi de golpe... Al final, casi hay empate. Así pues, la pareja de fem!Harry será Shikamaru.
También nos estamos acercando a los 400 reviews, cosa que me parece increíble (y eso que pretendía escribir una historia cómica y acabó siendo un relato serio en el segundo capítulo lol). ¡Gracias a tod@s!
Chapter 59
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Al día siguiente, Seina acabó el trabajo en el clan Nara en poco tiempo. Shikaku, como le había prometido, tenía todas las plantas preparadas para ella. Las envió con el hiraishin a su casa ante la atenta mirada de Shikamaru y quien resultó ser su tío, Suzaku.
Nada más regresar a casa vio como Naruto y los demás observaban las decenas de plantas en tiestos que los Naras le habían dado.
—¿Dónde vas a plantar todo esto?
—En la maleta —dijo ella automáticamente—. En mi tienda de campaña entra mucha gente y si las planto aquí y tenemos otra invasión como la del año pasado podríamos perder las plantas si nos destruyen la casa.
—Es una genial idea —pensó en voz alta Kakashi-sensei—. La maleta es como tú tienda de campaña, pero totalmente privada, y siempre la llevas encima así que el riesgo de perder tus pertenencias es prácticamente nulo.
—Lo sé. De hecho, ya he copiado todos los pergaminos que tenemos aquí y los he guardado temporalmente en un baúl dentro de mi maleta. Ahora mismo dentro de la maleta me faltaría crear una casa, por si acaso, pero sé que si perdiéramos esta casa no perderíamos prácticamente nada de valor. Solo la ropa, platos y demás.
Eso era algo que había pensado más de una vez, pero que nunca se había parado a meditar a consciencia. El hecho de que ahora tuviera cosas importantes que proteger como los pergaminos de los Uzumaki, el libro de los Nara o incluso las plantas la había empujado a plantearse crear una casa dentro de su maleta. Nunca se quitaba la riñonera, ni para dormir cuando salía fuera de su casa así que sabía que la maleta, estando dentro de la riñonera, estaba protegida.
Si en un futuro perdían la casa que habían comprado y reparado en Konoha siempre tendrían su maleta para vivir temporalmente mientras pudieran reconstruir su casa en sus tierras, que ahora eran permanentemente suyas y de su hermano, y no habrían perdido lo que era verdaderamente valioso. Lo que no podía permitir era que sucediera una vez más lo que les pasó a sus padres: perderlo todo.
Eso la llevaba a otra de sus antiguas ideas. Construir una casa fuera de Konoha. Los ninjas no tenían propiedades fuera de su aldea natal o, como mucho, de su país de origen. Era algo impensable. Para empezar, porque ningún país extranjero daría permiso para edificar y tener algo de propiedad que pudieran usar ninjas enemigos y, en segundo lugar, porque, ¿para qué necesitaban una casa muy lejos si nunca viajaban por placer y tampoco tenían vacaciones?
Los únicos motivos por los cuales un ninja tenía vacaciones eran contrayendo matrimonio, por descanso debido a lesiones producidas en misiones, por el nacimiento de un hijo o el fallecimiento de un familiar cercano. Considerando que, normalmente, solo se casaban una vez en la vida y tenían de media 1 o 2 hijos, quería decir que en unos 10 años a lo mejor un ninja solo había disfrutado 3 veces de vacaciones. Así pues, ¿qué sentido tenía comprar una segunda residencia que solo iban a usar en contadas ocasiones? Los únicos que compraban segundas residencias eran los grandes clanes, los que tenían muchos miembros, ya que entre todos amortizaban la compra y sí que era usada más frecuentemente.
Aun así… Seina veía otro motivo evidente por el cual comprar una segunda casa, una que nadie supiera que existía salvo, tal vez, la Hokage. ¿Qué sucedería con su hermano y con ella de llegar a Hokage alguien con menos escrúpulos que Tsunade-sama? ¿Dónde irían Naruto y ella de verse en la tesitura de tener que huir de Konoha por algún escabroso motivo? Podrían vivir en la maleta, o en la tienda mágica, pero las protecciones que podía poner a ambas no serían tan potentes como tener un lugar de residencia con barreras mágicas o bajo el fidelus.
Uno podría preguntarse por qué había empezado a plantearse seriamente todo esto, pero lo cierto es que saber que tenían una prima lejana le había hecho darse cuenta de otra cosa. Con la pérdida de la aldea en el país de los Remolinos, todos los Uzumaki que pudieran haber sobrevivido se encontraban desperdigados por todo el mundo sin un lugar propio al que llamar hogar. Incluso su propia madre había sido una refugiada en Konoha cuando perdió su aldea.
A Seina le habían recordado desagradablemente que era la heredera del clan así que tenía que hacer algo al respecto porque ahora estaba claro que los Uzumaki no constaban solo de su hermano y de ella, y si existía su prima lejana de 12 o 13 años eso significaba que podían existir más Uzumakis por ahí afuera.
Pestañeó al ver la mano de Naruto frente a su rostro.
—¿En qué estás pensando tan fuertemente, Seina-nee? —vio los rostros curiosos de su equipo. ¿Cuánto tiempo había estado meditando para sus adentros mientras la observaban?
—En unas cuantas cosas…
Tendría que pensar más seriamente de todo esto a solas.
—Solo queríamos saber si quieres que te ayudemos con las plantas y a crear las esferas de luz.
—Sí, no estaría mal. Tengo que crear un espacio para las plantas en la maleta, pero podéis ayudarme con las esferas mientras yo hago eso.
—Genial. ¿Qué tenemos que hacer?
Seina transformó el material en las esferas metálicas y dejó unos cuantos clones con ellos para que les enseñaran las secuencias rúnicas y tallaran las runas necesarias. Se adentró en la maleta viendo el pequeño salón que había conjurado hacía tiempo nada más bajar y las estructura con celdas a mano derecha. A lo lejos, a unos 800 metros más o menos, empezaban los diferentes hábitats que había diseñado para sus invocaciones así que tenía espacio más que suficiente para construir una gran casa entre la puerta de entrada y los ecosistemas de la maleta.
Empezó a construir una zona de herbología, dentro de una estructura de piedra y enormes cristaleras translucidas que hechizó para que no dejaran pasar la luz del techo hechizado de la maleta. Transformó en múltiples filas elevadas estaciones para plantar, para que no tuviera que agacharse, y construyó en casa mesa conductos independientes, agujereados, para regar las plantas. También usó runas en el suelo para mantenerlo limpio y runas en los márgenes de cada estación para controlar la temperatura. Gracias a la información de Shikaku, sabía que las plantas requerían distintos tipos de suelos, temperaturas y tenían necesidades hídricas y solares diferentes así que conjuraría ciclos solares diferentes según las plantas que plantara en las estaciones, abriría más o menos los pequeños grifos en cada estación y modificaría las runas para tener la temperatura óptima.
—¡Wow! —exclamó su hermano, apareciendo por la puerta una hora después—. ¡Esto es increíble!
—¿Cómo funciona? —le preguntó Kakashi-sensei, examinando su trabajo al lado de la puerta doble de cristal.
—Cada mesa o estación es independiente de la siguiente mesa —indicó una de ellas, de 2 metros por 2 metros—. Eso me permite controlar la temperatura, la cantidad de agua, la materia del suelo y el ciclo solar para que crezcan en condiciones óptimas.
—¿Y de dónde vas a sacar la distinta tierra para plantarlas? —preguntó Sasuke, viendo como la tierra de las macetas que le había dado Shikaku era obviamente distinta en algunos casos.
—Eso es fácil. Solo tengo que replicar la tierra de la maceta.
—A este paso vas a necesitar un clon aquí abajo atendiendo todo el día las plantas. Sobre todo, si logras cultivar más de cada tipo.
—¿Por qué no creas un elfo doméstico con tu magia? —preguntó Sasuke—. Si ya lo has hecho con tus criaturas, ¿podrías crear algo más… humano para que se encargara de esto?
—Mmm… Podría, pero acabaría encargándose de muchas cosas mágicas aquí abajo.
—¿Y? —preguntó su hermano, confuso.
—Que eso sería peligroso. Podría convertirlo sin querer en un genius loci.
—¿Genius loci? ¿Qué es eso? —preguntó con curiosidad casi infantil Kakashi-sensei.
—Los genius loci son espíritus mágicos que aparecen en cierto lugar mágico. Por ejemplo, mi antigua escuela de magia tenía 1000 años de antigüedad y por ella pasaron miles de personas así que, con el paso del tiempo, fue cobrando vida debido a la cantidad ingente de magia que recibía —se encogió de hombros ante la expresión incrédula de su equipo—. Al final, cuando yo asistí a Hogwarts, el castillo tenía vida propia y control de algunas cosas que sucedían en su interior. Era capaz de mover escaleras, de abrir y cerrar puertas, de enviar ayuda, de guiarte por sus pasillos, de negarte el paso, de controlar la temperatura…
—¿Todo eso lo hacía un edificio?
—Sí, y eso que el espíritu de Hogwarts, según mi amiga Hermione, debía ser bastante joven. Pensad que era un castillo gigantesco y, a pesar de toda la magia que absorbió durante tanto tiempo, prácticamente nunca recibía magia directamente. Solo absorbía magia residual. A no ser que alguien le donara magia en su cámara rúnica escondida... Lo que viene a ser su corazón y lo que controla las barreras mágicas.
—¿Y qué tiene que ver esto con crear a un sirviente? —preguntó de nuevo Naruto.
—Para crear un sirviente, como tú dices, tendría que darle cuerpo y mi magia. Mucha más magia de la que le doy a mis invocaciones ya que éstas no tienen consciencia propia salvo unas cuantas directrices para parecer animales. No estaría dando magia al ambiente, como sucedía en Hogwarts, sino a un cuerpo en concreto. Con el paso del tiempo, acabaría cobrando vida. El problema de esto es que no todos los genius loci son benévolos —dijo ella antes de que pudieran interrumpirla—. Su personalidad tiene que ver con la magia que absorbe, que a su vez tiene que ver con la personalidad de quien se la proporciona, y del ambiente del lugar donde se ha creado. Podría ser que fuera benigno ya que lo crearía para cuidar de plantas, pero también podría adquirir mis tendencias más… sangrientas y las de Kurama, quien es parte de mí.
—Ya veo. El genius loci de tu escuela era benévolo ya que quienes le proporcionaban magia eran niños, ¿no es así? —preguntó retóricamente su maestro, dándose cuenta del problema. Ella asintió—. ¿Qué pasaría si fuera algo más malicioso?
—A mí no me sucedería nada, como su creadora, ya que sería un reflejo de mí. Si añadiera una cámara rúnica, le diera más magia a nuestra casa y apareciera un genius loci seguramente mataría a cualquiera con malas intenciones que se acercara a nuestra puerta, mantendría el confort de la casa, nos ayudaría a encontrar información en pergaminos… No lo sé del todo. Quizás también nos castigaríamos si nos sobrepasamos con algo que considera malo.
—¿Cómo qué?
—Como, por ejemplo, entrenar dentro de la casa teniendo una caseta de entrenamiento y acabar rompiendo una pared o algo así —se volvió a encoger de hombros—. La mansión de mi familia tenía un genius loci muy joven también y lo mismo sucedía en la casa de ciudad de mi padrino, aunque éste era claramente más malévolo y mezquino. No le gustaba que vivieran allí desconocidos así que se encargaba de nada estuviera limpio nunca y ocultaba criaturas oscuras y artilugios mágicos peligrosos para que pudieras tropezar con ellos. Tampoco dejaba que nadie entrara en las habitaciones con objetos de valor ni en la biblioteca.
—Wow…
—El mundo mágico debió ser totalmente ridículo —dijo en voz alta Sasuke—, y peligroso.
—Lo era. Así estoy de la cabeza —bromeó Seina—. ¿Habéis acabado con las esferas?
—Hemos hecho la mitad solo, aunque tus clones deben estar acabando ahora. Vamos a comprobarlo.
Naruto y Sasuke salieron de allí para acabar el pedido mientras ella replicaba la tierra de cada maceta en mesas distintas y plantaba las distintas plantas. Kakashi-sensei la ayudó, manteniéndose en silencio, aunque claramente tenía ganas de hablar de algo. A los pocos minutos, no se hizo de rogar y habló.
—¿Qué es lo que te preocupa? Sé que llevas días pensando en algo. Ya sabes que si necesitas algo…
—Lo sé —sonrió ella, plantando las últimas plantas y abriendo los pequeños grifos para que empezara a correr el agua conjurada—. Ahora mismo tengo un gran lío en la cabeza. No sé si quiero pensar a solas en ello, si quiero hablar contigo a solas o incluir a Naruto y Sasuke. Ni siquiera sé por dónde empezar.
—Ya veo.
Seina se sentó en un tronco conjurado, mirando las estaciones recién creadas como si tuvieran la respuesta a su tremendo lío mental. Kakashi-sensei se sentó a su lado, limpiándose las manos con un trapo que sacó de la nada.
—Hasta ahora he tenido tantas cosas por hacer que no he pensado prácticamente nada más salvo en lo que me rodeaba, ¿sabes? Me refiero a mi hermano, a Sasuke, a ti, a mis difuntos padres, a la aldea… pero enterarme de que tenemos familia, por muy lejana que sea, me ha hecho darme cuenta de que seguramente haya más Uzumaki por ahí fuera. Gente que nunca me he parado a pensar que existían. De repente, ahora tengo que empezar a actuar como la líder de un clan que siempre he pensado que contenía solo 2 personas. Para colmo, mi prima lejana puede ser que esté trabajando con Orochimaru así que, tal vez, sea más bien una enemiga de Konoha que un posible familiar más. Demonios, ahora entiendo totalmente cómo se siente Sasuke.
—Pero, eso no es todo, ¿no? Creí que lo de tu prima lo tenías ya pensado.
—Sí, sí. No he cambiado de opinión. Creo que lo que me perturba son varias cosas. Para empezar, ahora sé que es muy probable que haya más Uzumaki que desconozco por ahí afuera. Por un lado, ninguno de nosotros tenemos prácticamente nada material de nuestros ancestros y, por otro lado, si tomo a mi prima lejana como referencia, tampoco parecen tener un lugar seguro donde existir.
—Vaya. Veo que la crisis era mayor de lo esperado.
—Ah, y también quiero tener un lugar fuera de Konoha, en el país del Fuego, secreto.
—¿Qué? —preguntó Kakashi-sensei, mirándola con la ceja alzada—. ¿Para qué?
—Es obvio, ¿no? Tanto mi hermano como yo somos jinchuriki y Sasuke es el último Uchiha y uno de los objetivos de Orochimaru. Ya viste lo que pasó cuando se murió el Tercero hasta que no ascendieron a Tsunade-sama, y luego todo el rollo con Danzo. Soy una ninja, pero también soy una bruja con 120 años de experiencia en un mundo totalmente distinto, Kakashi-sensei. ¿Sabes qué decía uno de los proverbios más famosos de mi tierra? “Espera lo mejor, prepárate para lo peor y acepta lo que venga”.
El jonin pensó en sus palabras en silencio. Parecía que sus palabras no le habían afectado mucho, a pesar de rayar la traición para con Konoha. En realidad, eso era justamente lo que acababa de decir. Si las cosas se ponían tan feas que temía por la vida de Sasuke, de Naruto y la suya, se iría. Tan sencillo como eso. Era ninja porque ella lo quería. Servía a Konoha porque ella lo quería. En el peor de los casos, si la aldea llegara a volverse contra su familia, le diría adiós a Konoha más rápido de lo que se tarda en decir “quidditch”.
—¿Te acuerdas cuando dije que el equipo es familia? Al principio no éramos un verdadero equipo, pero sabía que con el tiempo lo seríamos porque hay pocas cosas que unan más que comer, dormir, luchar, vivir y matar juntos. ¿Crees que lo dije en broma? ¿Crees que lo decía en broma cuando dije que mataría por ti? —preguntó con total seriedad—. Sois mi familia. Si Orochimaru sigue atentando contra Sasuke, tarde o temprano lo mataré. A él y a toda su organización hasta que no quede ni una sola piedra en pie, ni un solo ninja experimento, ni uno solo de sus rehenes… No quedará nada que alguien pueda usar para revivirlo. Nada.
—Seina —cortó Kakashi-sensei, poniéndola en su regazo—. Lo entiendo. Cálmate, cariño. Todos estamos bien.
Pestañeó al darse cuenta de porqué lo decía. Vio sus ojos reflejados en la banda ninja de Kakashi-sensei y se sorprendió al darse cuenta de que eran rojos de nuevo. Kurama no dijo nada en su interior, pero percibió sus sentimientos ligados a los suyos. No era solo Seina montada en cólera por la supuesta futura traición de Konoha, sacudida de la ira al imaginar a su equipo siendo perseguido y cazado… Eran Seina y Kurama. Cerró los ojos apoyándose en el pecho de su maestro, intentando calmarse. Una mano en su cabeza le acarició el cabello como si no hubiera estado a punto de perder la cordura momentos antes.
—Sinceramente, nunca me he parado a pensar qué haría si me traicionaran de la forma en que describes… Seguro que me hubiera dado igual estando yo solo de lo apático que he sido, pero ahora…
—¿Ahora?
—Ahora os tengo a vosotros. Te tengo a ti. He evitado pensar en ello porque no quería enfrentarme al hecho de que traicionaría a Konoha, por mucho que me doliera… Es un pensamiento que hasta me produce miedo, para qué mentir.
—Esperemos que no llegue ese día…
Las palabras de Kurama eran justo lo que ella estaba pensando. Seina cerró los ojos, evitando tener que seguir conversando de lo mismo. Vaya lío. Lo único que había querido explicándole todo lo que sentía a Kakashi-sensei era que la ayudara a desenredar todo lo que estaba sucediendo, y habían acabado hablando de traicionar a Konoha. Tendría que haberlo meditado ella sola con un buen baño de burbujas y aceites esenciales. Notó el suspiró del jonin antes incluso de oírlo. Su pecho se levantó levemente, con su cabeza todavía recostada en él, y luego bajó.
—¿Por qué no vamos a tus problemas iniciales? Para empezar, ¿por qué no le pides a Tsunade-sama que te envíe a Uzushiogakure? Es un país en ruinas, pero estoy seguro de que con tus poderes podrías recuperar información de tu clan. Por otro lado, lo de tener un lugar escondido me parece bien. Tienes razón que, tal vez, sea necesario teniendo en cuenta quienes sois tu hermano, tú y Sasuke. Lo que se me ha ocurrido es… ¿por qué no reconstruyes Uzushiogakure y lo eliminas del mapa? Desde que destruyeron esas tierras nadie las tiene en cuenta así que sería fácil que las pusieras bajo el mismo encantamiento que esta casa.
Seina se irguió perezosamente, con la boca algo desencajada. El peso que había notado en su estómago desapareció de un plumazo al escuchar la solución del jonin. Sonrió al darse cuenta de que era cierto que compartir tus problemas con los demás podía ayudar a resolverlos más fácilmente que estando solo.
—Kakashi-sensei, eres un genio. Igualmente me gustaría tener un territorio más cerca de Konoha, pero lo de Uzushiogakure puede funcionar… Y mataría dos pájaros de un tiro.
Ya imaginaba lo que podía llegar a hacer con esas tierras. De reformar todo el país los Uzumaki tendrían un lugar donde asentarse sin tener que pedir permiso de residencia en Konoha, donde estaba ella, la heredera del clan. Quizás nunca volvería a ser una aldea como tal, pero como mínimo sería un territorio protegido para su clan al que nadie podía acceder. Si cultivaban y compraban distintos tipos de animales de granja serían autosuficientes. Le explicó todo lo que acababa de pensar a su maestro, viendo su rostro pensativo.
—No sé si habrá tantos miembros de tu clan como para necesitar tanto espacio o comida.
—Ya, quizás tienes razón —suspiró ella, algo desanimada.
—Sabes, Seina… Tal vez tendrías que dejar de pensar en los posibles miembros desperdigados por ahí. De momento solo has encontrado a tu prima. Puede ser que sea la única y que te pases toda la vida buscando a gente que no existe.
—…Tienes razón. Intentaré restaurar Uzushiogakure para recuperar documentación y material de mi clan y para tener un lugar escondido. Si después aparecen más Uzumakis de lo esperado, ya veré qué hacer. De nada me sirve partirme la cabeza ahora.
Kakashi-sensei se inclinó para darle un beso en la mejilla antes de levantarse del tronco.
—Vamos. Naruto y Sasuke deben haberse muerto de aburrimiento ahí arriba.
Cogió su mano y dejó que tirara de ella fuera del nuevo invernadero mágico. Seina cerró las puertas con un movimiento de mano. Cuando cenaron no acababa de estar conforme con lo que había hablado con Kakashi-sensei, pero luego, en el baño, se dio cuenta de que no podía seguir estresándose por algo que todavía no había pasado. ¿Y si su maestro tenía razón y la niña desconocida era la única superviviente a excepción de ellos? No. Tenía que centrar sus energías en algo productivo, algo que le sirviera de algo ahora mismo como encontrar documentos y pertenencias de los Uzumaki y crear un escondite para el peor de los casos.
A la mañana siguiente, cuando despertó temprano para irse de misión con Sasuke y Naruto, se sentía mucho mejor. Se anotó como objetivo de esa misión dejar de pensar en los problemas y estreses que tenía y centrarse en pasar el rato con su equipo, con quienes no tenía una misión conjunta desde hacía meses.
—¿Cuánto creéis que tardaremos en llegar? —preguntó Naruto cuando echaron a caminaron bosque a través.
—Quizás algo menos de medio día a este ritmo —dijo Sasuke, mirando el mapa secreto que les había entregado Shikaku—. Está muy adentro en las montañas.
—Ugh. ¿Podemos regresar a Konoha con el hiraishin? No quiero perderme el entrenamiento de mañana con Shikamaru y los demás.
Seina rodó los ojos sin que lo viera su hermano. Naruto estaba obsesionado con entrenar. A veces era incluso peor que Sasuke. Aunque debía reconocer que prefería regresar a Konoha y dormir tranquila en su cama que acampar en medio de la montaña y tener que regresar a la aldea después de caminar 10 horas.
—¿Sabéis que el otro día vi a Sakura? —preguntó de improvisto su hermano—. Pasó por mi lado y me reconoció, pero no me puso mala cara como hacía antes. Fue muy raro.
—¿Raro? ¿Por qué lo dices?
—Antes me miraba con asco, ¿te acuerdas? Al menos cuanto tú no estabas porque te tenía miedo. Cuando la vi me miró como muy seria. ¿Quizás parecía enfadada? No lo sé.
Ella asintió sin muchas ganas. Lo cierto es que le importaba un pepino Sakura. Bien por ella si había madurado un poco, pero le daba absolutamente igual. Estaba tan lejos de su órbita que ni se acordaba de que existía a menos que alguien la mencionara. Si de verdad Naruto tenía razón y estaba enfadada… ¿qué culpa tenía su hermano de ello? Mientras no hiciera nada en contra de su equipo lo dejaría estar.
—Hacía tiempo que no la veía. Desde el examen de chunin —siguió Naruto.
—En realidad la vimos hace relativamente poco en un restaurante —intercedió ella con voz desinteresada—. Tú no la viste ya que estabas sentado de espalda. Sasuke se tapó con el menú para que no lo viera. Fue muy gracioso.
—Hn.
—¿En serio? —se partió de risa su hermano al imaginárselo.
—Sí. Ahora que lo dices… esa vez me miró fijamente. Sí que es raro, sí.
—Yo creo que está celosa —cortó Sasuke—. Ella quería formar parte del equipo 7 y ser la mejor kunoichi de nuestra graduación. ¿Os acordáis de sus gritos contra Ino diciendo que era mejor que ella? Creo que se ha dado cuenta de que no puede competir contra ti. Ni siquiera contra Naruto, a quien siempre insultaba cuando no estabais presentes. Por no hablar de que ahora trabaja en la aldea y no hace misiones de campo. Básicamente, eres todo lo que ella no es.
—¿Y eso es problema mío? —suspiró con cansancio y más desinterés.
—No le hagas ni caso.
Siguieron hablando de sus amigos que apenas veían, y de su entrenamiento para los exámenes de chunin. Usaría esas horas para ponerse al día con Sasuke y Naruto mientras cobraba algo de dinero por hacer una misión fácil de rango C.
Chapter 60
Notes:
Advertencia: manipulación mental, mención de tortura/asesinato/muerte.
Chapter Text
Cuando llegaron a su destino vieron una estructura de cemento, gris, con ventanas medianas, con líneas rectas y de 2 plantas. Seina examinó el terreno y vio que apenas había un par de trampas, pero ninguna barrera para disuadir a posibles enemigos. Quizás porque estaba localizada en un punto bastante secreto de las montañas donde pocos extranjeros se pararían a buscar.
—¿Qué barreras vas a poner?
—Creo que pondré unas cuantas para impedir que pase nadie con malas intenciones. Eso significa que los ladrones no podrían ni pasar la primera barrera.
Al final, acabó poniendo esa barrera y otras para proteger el edificio de posibles catástrofes naturales, provocadas y accidentales. También alzó una barrera para que la gente que no estuviera buscando expresamente ese lugar fueran desviados hacia otro lado antes de que pudieran encontrar el laboratorio. Por último, transformó unos troncos en un par de estatuas grandes de ciervos de piedra y talló unas cuantas runas.
—¿Para qué sirven?
—Para defender el lugar, dobe.
—Pero, ¿cómo distinguirán entre enemigos y los Nara?
—Estarán desactivadas hasta que el primer Nara las active. Solo tienen que poner una gota de sangre en la cabeza la siguiente vez que vengan al laboratorio. Básicamente, si alguien pasa las barreras de malas intenciones y no es un Nara será atacado de igual forma. Solo un Nara podrá desactivarlos así podrán filtrar a la gente que viene aquí sin su permiso— aunque sea solo para mirar.
Seina miró el atardecer a lo lejos mientras guardaba sus cosas en la riñonera. Sasuke y Naruto, quienes la habían ayudado a tallar algunas runas y habían vigilado el perímetro mientras ella estaba ocupada con las barreras, estaban sentados en un tronco caído.
—¿Queréis que nos vayamos ya? —preguntó viendo lo cómodos que estaban sentados.
—Sí.
—¿Sabéis…? Podríamos quedar más con nuestros amigos de la academia —dijo ella—. Casi no los vemos y los veremos menos aun cuando ascendáis.
—No estaría mal entrenar con ellos.
—No se refiere a entrenar con ellos, dobe —rodó los ojos Sasuke—, sino a actividades sociales.
—Ah. ¿Cómo quedar para ir a comer algo?
—Exacto. Ya nos vemos cada lunes con el equipo 10. Podríamos quedar los miércoles, por ejemplo, de cada semana para charlar, aunque sea un rato con los otros. Llevo sin ver a Tenten meses, por poner un ejemplo.
—A mí me da igual.
—¡Por mí bien!
—Genial. Le pediré a Ino que lo prepare. Si hay alguien capaz de reunirnos a todos, es ella.
—¿Nos vamos o qué? Se me está quedando el culo cuadrado.
Sasuke, quien siempre aprovechaba cualquier excusa para darle una colleja a su hermano, le lanzó un guantazo a la cabeza que hizo gritar a Naruto de la indignación. Seina suspiró viendo como empezaban a discutir nuevamente. Realmente eran unos críos. Los cogió de improvisto a ambos por las orejas y apareció a pocos minutos de la entrada de Konoha, arrastrándolos a ambos.
—¡Hey!
—¡Ow! ¡Mi oreja! —gritó su hermano.
—¿No decías que te dolía el culo? ¡Te estoy haciendo un favor! ¿A qué ahora te duele más la oreja?—exclamó en modo trol. Sasuke bufó una risa—. Vamos. Tengo ganas de llegar a casa.
Entraron por la puerta cuando anocheció totalmente. Pasaron rápidamente por el departamento de misiones para dar el parte y luego se fueron a casa. No le habría importado cruzarse con alguno de sus compañeros de academia, pero no encontraron a nadie interesante por la calle.
—¿Ya estáis aquí? —preguntó Kakashi-sensei mirándolos por encima del hombro mientras preparaba la cena—. ¿Cómo ha ido?
—Bien. No ha pasado nada raro.
—Casi rayaba el aburrimiento —informó con pocos miramientos Sasuke—. Es más, ni siquiera sé por qué hemos ido nosotros.
—Ah, quién sabe lo que estaría pensando Shikaku —dijo Kakashi-sensei, como si no pudiera imaginárselo.
Seina sabía perfectamente porqué su equipo entero había sido contratado. Era un favor de Shikaku para que pasaran tiempo juntos, y cobraran al mismo tiempo. Además, tener vigilancia mientras se concentraba profundamente en plena montaña nunca estaba de más.
—Voy a ver las plantas. Ahora vengo.
Bajó a su nuevo invernadero y comprobó que todo estaba en su sitio y que funcionaba perfectamente. Miró el espacio que tenía delante de ella, dándose cuenta de que necesitaría tiempo para construir una casa a su gusto.
—¡La cena está hecha!
La voz de su maestro le llegó a través de la entrada abierta así que, después de echar un vistazo final, subió por las escaleras y cerró la maleta tras de sí. Escuchó cómo ponían la mesa, charlando de tonterías su hermano y Kakashi-sensei. Sasuke, curiosamente, parecía abstraído mirando a la nada. No necesitó abrir del todo su vínculo para saber que estaba pensando en algo serio. Aun así, nadie preguntó y Sasuke no abrió la boca para contarles lo que lo carcomía.
Se sentó en su lugar habitual, intercambiando una mirada curiosa con Kakashi-sensei delante suyo. Naruto, como no, parecía no haberse dado cuenta de nada mientras hablaba por los codos.
—¿Qué crees que deberíamos practicar con el equipo 10 mañana?
Seina pasó la cena en silencio, al igual que Sasuke, escuchando como su hermano y Kakashi-sensei charlaban de entrenamiento, ejercicios y estrategias militares. Miró disimuladamente a Sasuke, pero cuando vio que sonreía levemente ante las idioteces de Naruto sobre entrenar kenjutsu haciendo el pino sobre una sola mano se dio cuenta de que quizás no era nada grave.
Fue durante el postre, un rato después, cuando Sasuke habló de improvisto.
—Quiero enviarle una carta a mi hermano.
Naruto se atragantó bebiendo a su lado. Seina le dio unos golpecitos rápidamente al escucharlo toser. Kakashi-sensei, no obstante, se giró en su asiento para contemplar fijamente a Sasuke.
—¿Por qué?
—Las pruebas apuntan a que pasó algo más aquel día. Ahora creo de verdad que Itachi no es del todo culpable, a pesar de que tampoco es totalmente inocente… Creo que hizo lo que pudo con lo que tenía —suspiró Sasuke pareciendo más maduro que el niño de 12 años que era—. Casi siempre olvido que cuando sucedió solo tenía 13 años. Solo era unos meses mayor que yo.
—Eso ya lo sabías. ¿Por qué ahora?
—Por la prima de Seina y Naruto. Déjame hablar, dobe —cortó Sasuke cuando vio a Naruto abrir la boca—. No tiene nada que ver con ella directamente, pero vuestra situación me ha hecho darme cuenta de que, aunque Itachi sea inocente, tendríamos mucho trabajo por delante para que volviera a Konoha…
—Quieres empezar a comunicarte con él para ir allanando el camino —dijo ella.
Sasuke asintió.
—No solo tengo que pensar en todo lo que tendríamos que hacer en Konoha para que lo readmitieran. También tengo que pensar en cómo convencer a Itachi de que vuelva. Sinceramente, no tengo claro qué parte será la más complicada…
—¿Y si no quiere volver? —preguntó de repente Kakashi-sensei.
—Entonces… no tiene sentido convencerlo para que regrese, pero sí que encontraré la forma de que todos sepan la verdad. Incluso aunque eso no haga que mi hermano vuelva a Konoha.
—…Has madurado mucho —sonrió Kakashi-sensei, felicitándolo—. Hace un año no hubieras sido capaz de pensar con claridad en lo que respecta a Itachi, y ahora mírate.
Sasuke asintió. Seina percibió como Sasuke estaba feliz por el reconocimiento de su maestro y como, en su fuero interno, sabía que Kakashi-sensei tenía razón en decir que hacía meses no hubiera sido tan maduro como ahora. Se acordó del Sasuke del primer día. El que aceptó comer aquel bento de forma dubitativa, el que confesó que matar a su hermano no era su mayor deseo sino su objetivo. Hace meses, Sasuke no se hubiera planteado si quiera que Itachi fuera inocente. Le hubiera propinado un puñetazo de solo decirlo en voz alta. Cómo cambiaban las cosas…
—¿Qué le vas a decir en la carta? —preguntó su hermano.
—¿Y cómo se la vas a hacer llegar? —preguntó luego Kakashi-sensei, aunque ya la estaba mirando a ella.
—Estoy seguro de que Seina me puede ayudar a entregársela —confirmó Sasuke lo que todos estaban pensando—. Lo que le voy a escribir… No lo sé todavía. Quizás mañana por la tarde me ponga a pensar qué quiero decirle.
—Tienes tiempo así que piénsalo bien. También deberías considerar que existe la remota posibilidad de que todos nos equivoquemos y que resulte ser culpable…
—Crees que, de ser culpable, Itachi podría manipular a Sasuke o aprovecharse de él de alguna forma, ¿no? —dijo ella retóricamente. Era la única posibilidad que se le ocurría ante las palabras de Kakashi-sensei.
—Exacto.
—Ya pensaré qué escribirle para no darle información importante. Me voy a la cama.
Sasuke se levantó como una exhalación. Intuía que no estaba tan cansado como quería hacerles pensar. Más bien, parecía que habían sobrepasado el cupo de emociones que su… nuevo hermano podía soportar. Sonrió al acordarse de cómo Sasuke la consideraba una hermana. Una hermana mayor esperaba, aunque físicamente fuera menor que él por unos meses.
—Ugh. Creo que yo también me voy a la cama. He tenido demasiadas charlas serias en muy pocos días —se quejó Naruto—. Buenas noches.
—Buenas noches, Naru.
—Buenas noches.
Se quedaron a solas, pensativos, meditando la situación de Sasuke e Itachi. Su sonrisa, no obstante, le picó la curiosidad a Kakashi-sensei que le rozó el tobillo con el pie.
—¿Por qué sonríes?
—Nada. Solo estaba recordando que el otro día Sasuke me llamó su hermana, ¿puedes imaginártelo? —susurró ella ahogando un gritito agudo de lo adorable que era Sasuke.
Kakashi-sensei rio suavemente al ver su expresión maravillada.
—No me extraña. Vuestra relación es la de hermanos más que amigos. Además, Sasuke, aunque no lo parezca, se apoya en ti muchas veces. ¿Qué piensa Naruto de esto?
—No lo sabe o, si lo sabe, no ha dicho nada.
—Me decanto por la primera opción —bufó otra risa—. De haberse enterado se habría formado una competición por tu atención.
Seina se levantó con demasiada energía de la silla. Rodeó la mesa bajo la atenta mirada del jonin y se sentó en su regado. Vio la expresión algo sorprendida, pero encantada antes de ser abrazado. Lo necesitaba.
—No es una competición.
—Lo sé.
Lo apretó fuertemente contra ella, sintiendo su cuerpo cálido, firme y esbelto contra su torso. Una mano se levantó automáticamente para acariciarle el cabello, recogido en un moño despreocupado, y la nuca. De haber sido un gato estaría ronroneando.
—¿Sabes que Sasuke también me dejó entrever que sabe lo nuestro?
—¿Qué? —preguntó dando un pequeño bote.
—Sí. Según él nuestra relación es… especial, pero estaba claro de qué hablaba.
—¿Y no ha dicho nada más?
—No. Sabe que mi situación no es precisamente normal y corriente —rio ella—. ¿Qué me va a decir?
—Vaya.
Por un segundo le preocupó que Kakashi-sensei dudara de ellos ahora que alguien sospechaba la verdad de su relación, pero, para su alegría, solo la apretó más contra él como si supiera qué estaba pensando. Se irguió de su pecho, lamentando tener que hacerlo, y suspiró.
—Me voy a la cama. Buenas noches —le dio un beso en la mejilla.
—Que duermas bien.
Al día siguiente se despertó temprano. Era lunes así que tenía el esperado entrenamiento con el equipo 10. Para su sorpresa, y la indignación de Naruto, nada más pisar el bosque recibió una nota para que se personara en la oficina de Shikaku.
—¿¡Qué!? ¡Pero si vinimos ayer de misión! —gritó su hermano—. ¡Seina-nee, la vieja y el vago del padre de Shikamaru te están explotando!
—Será mejor que vaya a ver qué quiere. A lo mejor no es una misión.
Se despidió de Naruto y de Sasuke, encaminándose a la oficina del comandante jonin. Sabía que la única razón por la que la llamaría directamente a su despacho era por una misión o por algo muy grave y confidencial. Visto así, esperaba que fuera lo primero. Ya tenía suficientes quebraderos de cabeza desde hace una semana.
—Adelante. Ah, has venido rápido.
—Estaba relativamente cerca.
—Ya, el entrenamiento. Casi lo olvidaba —mintió Shikaku descaradamente. Sabía que no olvidaba nada—. Me temo que tenemos una emergencia. Necesitamos que caces a un jonin que teníamos apostado en las afueras, cerca de la frontera con el país de las Aguas Termales. Mató a unos civiles, atacó a unos compañeros y luego se dio a la fuga.
—¿Puedo ver su documentación ninja?
—Aquí tienes —le dijo, empujando hacia ella una ficha resumida—. Se llama Mezu Minamoto.
Seina estudió rápidamente la ficha, observando la fotografía frontal del ninja, y luego leyó sus habilidades.
—¿Por qué enviarme a mí?
—Porque no sabemos dónde está. Al parecer no ha sido un ataque del todo espontáneo. Debe haber planeado dónde y cómo huir. De enviar a un equipo de cazadores tardarían un tiempo en llegar a la base de la frontera y luego cazarlo. El problema —siguió Shikaku antes de que pudiera preguntar— es que se llevó documentación confidencial relacionada con maniobras contra Kumogakure. Esa base, después de todo, es la más cercana a nuestros enemigos dentro del país del Fuego.
—Ya veo.
—Necesito que lo captures y recuperes toda la documentación lo antes posible.
—¿Y si ya la ha vendido?
—Recupérala y elimina a los que la hayan leído.
—…¿Y si ya ha caído en manos del Raikage?
—Entonces retírate. Esa información no es tan valiosa como para atacarlo frontalmente.
—Lo entiendo.
Seina salió de allí a paso ligero. Lo tenía todo para partir así que se fue a la puerta norte para salir de la aldea. Tardó solo 10 minutos en llegar allí y registrar su partida en la mesa de registro. Caminó bosque a través, observando de reojo a los civiles que iban y venían de Konoha charlar animadamente. Ninguno de ellos se imaginaba que la niña de 12 años que acababa de pasar por su lado estaba a punto de cazar a un traidor de Konoha y, posiblemente, de eliminar a mucha gente.
Usó el hiraishin para ir al país de las Aguas Termales, comparativamente más cerca de la base fronteriza que Konoha.
—Mezu Minamoto.
La flecha conjurada giró en su mano. Sorprendida, se dio cuenta de que había girado hacia el oeste. ¿Sería posible que estuviera corriendo en dirección al país de los Arrozales? Invocó a su dragón, su montura más rápida debido a su envergadura, y echó a volar a máxima velocidad. La flecha la guio durante el vuelo. Tardó media hora en llegar a la frontera entre el país de las Aguas Termales y el país de los Arrozales.
—¿A dónde has ido pequeña rata?
La flecha la siguió guiando hasta que giró completamente y supo que lo había encontrado. El lugar le resultó familiar. De hecho, ¿no era esa la aldea que visitó con Jiraiya en aquella misión que hizo con él? Aterrizó lo más sigilosamente posible y desinvocó su dragón. Activó el brazalete y echó a correr de nuevo. Tuvo que suprimir una risa irónica al darse cuenta de que, efectivamente, estaba en aquella ciudad de mala muerte donde dejaron a la chica aquella. ¿Cómo se llamaba?
—Sasame —le recordó Kurama, con voz aburrida—. No me extraña que la olvidaras. Era patética.
—Qué poca empatía tienes, Kurama.
Activó el brazalete, elevándose sobre un árbol para tener un mayor rango de visión. Usó las gafas de rayos x para ver qué se cocía dentro de un bar de mala muerte. Lo encontró allí acompañado de un hombre de aspecto poco remarcable. Agudizó el oído para escucharlos solo a ellos.
—Te dije que lo conseguiría, ¿no? Más te vale pagarme porque ahora voy a tener a Konoha detrás de mi culo —dijo Mezu, en voz baja.
—Yo decidiré si la información merece la pena.
—¿Crees que soy idiota? No pienso enseñarte todos los papeles. Como mucho te enseñaré un par de páginas. Si no los quieres puedo ir a otro. Tengo a varios interesados.
—Está bien. Enséñame esas páginas.
Seina siguió observando. Dio un vistazo al bar, viendo como estaba lleno de gente, y se dio cuenta de que podía hacerse con Mezu y matar a su cliente fácilmente sin que nadie se fijara en ellos. Bajó del árbol, con su chakra lo más escondido posible envuelto en su magia, y entró al bar tras un cliente medio ebrio.
—¡Hey Kato! ¡Creí que no iba a verte hoy!
—Yo siempre estoy dispuesto a una birra más —rio el hombre delante de sí, dejando que la puerta se cerrara sola y hablando con el camarero.
Ella pasó de ellos, usando un hechizo para no chocar con la gente, que se desplazó por su lado sin tocarla sin tan siquiera pestañear. Llegó lentamente hasta su objetivo, sin que nadie se diera cuenta.
—Imperio. Mantente sentado en calma.
Mezu pestañeó lentamente, quedándose quieto en su asiento sin abrir la boca. El otro hombre ni se dio cuenta de lo atento que leía las 2 páginas de los documentos confidenciales. Sacó uno de los senbon que le enseñó a fabricar Genma, cargado de veneno, y se lo clavó en el cuello al mismo tiempo que lo petrificaba. Dio un vistazo al bar, pero nadie miró en su dirección. Igualmente, solo habrían visto a un hombre sentado tranquilamente y otro leyendo con fijación un trozo de papel. Solo hubieran presentido que algo iba mal si hubieran mirado los ojos de su víctima, abiertos de par en par llenos de miedo, sin poder moverse mientras se moría rápidamente debido al veneno.
Al minuto, el hombre desconocido murió. Lo supo porque su corazón se paró y sus ojos perdieron su brillo, volviéndose vacíos.
—Sal del bar y dirígete a la entrada principal de la aldea.
Mezu se levantó. Seina cogió las páginas que tenía el hombre en las manos. Usó un hechizo para que los muggles, civiles, miraran para otro lado mientras desvanecía el cadáver a la nada. Luego, salió del bar y se dirigió a la entrada principal. Observó a su objetivo a unos pocos metros delante de ella. Lo siguió por el aire, usando las paredes para no tropezar invisible con los civiles. En cuanto salió de la aldea, lo dirigió mentalmente hacia un lugar más remoto.
—Yo de ti le interrogaría sobre qué ha hecho con esos papeles… Vete tú a saber si este es su primer comprador.
—Buena idea —dijo a Kurama. Luego ordenó a Mezu que hablara—. ¿Le has entregado o vendido a alguien más estos papeles?
—No.
—¿Cómo has salido de la base fronteriza sin que nadie pudiera seguirte?
—Tengo un cómplice que me ha ayudado a escapar y a cubrir mis huellas.
—¿Cómo se llama este cómplice? ¿Hay alguien más que esté trabajando contigo para traicionar a Konoha?
Seina escuchó la respuesta monótona de Mezu. Por suerte, no había tenido tiempo de vender los documentos a pesar de que planeaba venderlos a más de un comprador como pensaba Kurama. El cómplice era otro jonin insatisfecho a quien Mezu había logrado convencer a medias de que lo ayudara mediante manipulación y algo de chantaje emocional. Afortunadamente, su objetivo solo había contado con esa única persona antes de traicionar a Konoha, aunque su plan era volver a ponerse en contacto con él y empezar a convencer a más gente para que se unieran a él contra la aldea.
¿El motivo? Era un psicópata con deseos de sangre. Pensaba que los tiempos de paz no eran algo bueno, sino un aburrimiento, algo indeseable. Prefería traicionar a Konoha, con todo lo que eso conllevaba, simplemente por el morbo de seguir matando a gente indiscriminadamente. Shikaku tenía razón en pensar que no había sido algo espontáneo, pero el mismo Mezu había confesado bajo su influjo que se había adelantado a sus propios planes al matar a esos civiles en un arrebato de sed de sangre.
—Puñetero psicópata —gruñó ella, dejándolo inconsciente de un puñetazo.
Lo metió en la maleta, en una de las celdas, después de ponerle las esposas de chakra en manos y pies. También lo ató con su magia, por si acaso, y lo petrificó. Salió rápidamente de la maleta, desactivando las barreras mágicas, y echó a correr hacia el bosque.
—Kage bunshin no jutsu. Dale esta nota a Shikaku —dijo ella, entregándole una pequeña nota a su clon que acababa de escribir.
En ella, Seina le informaba de que tenían a otro ninja en la base fronteriza capaz de traicionarlos. La cuestión era, ¿lo capturaba ella o dejaba que Shikaku se encargara más tarde? Esperó en lo alto de un árbol, protegiéndose entre las ramas para que nadie la viera. Su clon tardó exactamente 15 minutos en regresar con un pergamino de misión y una nota. Leyó la nota primero.
—Regresa con la documentación y Mezu. S.
Seina se encogió de hombros y usó el hiraishin para volver. El bosque cercano a la aldea, que conocía ya perfectamente debido a las veces que lo había visto, le dio la bienvenida. Echó a andar hacia la puerta, dándose cuenta de que apenas habían pasado un par de horas desde que salió de Konoha.
—¿Buena misión? —preguntó extrañado el chunin de la entrada.
—Excelente —sonrió ella enseñando todos los dientes.
Tardó unos minutos en llegar al departamento de interrogación, donde dejó a Mezu, todavía inconsciente bajo la atenta y escalofriante mirada de Ibiki.
—Buen trabajo, Uzumaki. Ve a darle los papeles a Shikaku. Te estará esperando.
Ella asintió. El camino hasta la oficina de Shikaku fue relativamente corto. Ni siquiera la hicieron esperar en la salita con los demás jonin descansando. Llamó a la puerta.
—Adelante.
Shikaku dejó de escribir los informes, alzando la vista, y suspiró cuando la vio aparecer. Le entregó la documentación sin que tuviera que pedírsela. Comprobó, no sabía cómo, que estaba todo y asintió.
—Excelente como siempre. Puedes marcharte a cobrar.
—Hai, hai —bostezó ella.
—¿Vas a ir al campo de entrenamiento?
—Sí. ¿Por qué?
—Dile a Shikamaru que te enseñe lo que ha aprendido a hacer —sonrió el comandante antes de despacharla y seguir escribiendo su informe.
Seina salió de allí de nuevo, sintiendo un tremendo cansancio. Deseó que el día acabase y solo acababa de empezar…
Chapter 61
Notes:
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Chapter Text
Lo que le enseñó Shikamaru fue asombroso, como sabía que sucedería. Había aprendido a crear puntos de luz estratégicos para usar las sombras en la oscuridad gracias a las esferas de luz. Si antes ya era peligroso, ahora Shikamaru había subido de nivel.
El día siguiente, por suerte, pasó relativamente rápido. Toda la mañana estuvo ocupada con el equipo de anbus que la habían hecho prometer entrenar con ella. Kakashi-sensei salió de misión así que no lo vio en todo el día. Lo mismo sucedió el miércoles, día que pensaba reservar para reunirse con sus amigos pero que, para su mala suerte, no pudo ser así ya que todos habían sido enviados de misión salvo su equipo.
El jueves, como siempre, fue al hospital. En seguida se dio cuenta de que los ninjas médico, y los médicos civiles, habían hecho un claro esfuerzo para dar de alta a la mayoría de los pacientes que vinieron de la base/cárcel de Orochimaru la semana anterior.
—Seina-sama, aquí tiene el historial del paciente que tenía preparado para hoy.
—¿Uno solo? ¿Qué ha pasado con el otro hombre?
—Ha sido llamado de improvisto en una misión —dijo su auxiliar con rostro afligido.
—Qué se le va a hacer… Por cierto, ¿sigue aquí Yanjirobee?
—Creo que sí. Déjemelo mirar un segundo… Sí. Sigue aquí todavía. Está apuntado provisionalmente darle el alta el domingo.
—Entonces apunta a Yanjirobee en mi segundo hueco de la mañana. A ver si puede irse del hospital con una nueva pierna.
Revisó el historial completo del primer paciente. Había perdido una oreja, la visión de un ojo y parte de la carta debido a graves quemaduras provocadas con un talismán explosivo. Le curó primero las quemaduras con una de sus cremas mágicas, le regeneró la oreja fácilmente ya que era una zona del cuerpo sin muchos vasos sanguíneos que sangraran copiosamente, y luego se dedicó a repararle la visión.
—Tenga —le dijo Seina entregándole la receta—. Tendrá que ponerse esta pomada cada noche hasta desaparezcan. Seguramente en menos de una semana estará totalmente libre de quemaduras.
—Muchas gracias.
El chunin le hizo una reverencia antes de salir de su consulta. Limpió y esterilizó la sala entera antes de llamar a su auxiliar.
—Que venga si puede. Ya estoy preparada para atenderle. Ah, y envía a mis asistentes, por favor.
El primero en llegar fue el paciente, que estaba descansando en la misma planta que ella. En cuanto lo vio, con muletas y unas gafas nuevas que no llevaba cuando lo rescataron, supo que lo había visto antes. Era uno de los chunins que había perseguido a Naruto después de que su hermano “robara” el pergamino secreto del primer Hokage. Por suerte para él, en cuanto la vio, no puso mala cara ni la insultó. De haberlo hecho, se habría asegurado de tomarle el pelo con algún hechizo en cuanto saliera del hospital.
—Puedes sentarte en la camilla —le indicó ella, viendo como seguía de pie al lado de la puerta.
—Gracias.
Mientras se sentaba solo, hojeó su historial clínico para ver si su septicemia había remitido lo suficiente como para regenerarle la pierna. También revisó las otras analíticas y vio un claro progreso. Sinceramente, salvo la pierna, podía irse a casa tal y como habían programado el domingo.
—Perdón por hacerla esperar —llamó una de sus asistentes, entrando al quirófano rápidamente.
—No pasa nada. Acabamos de entrar.
Estuvo exactamente unas 2 horas reconstruyéndola la pierna. Lo hizo más despacio de lo habitual ya que, después de todas las lesiones que había sufrido, no podía permitirse perder más sangre de la necesaria mientras le regeneraba los vasos sanguíneos y tejidos. Cuando despertó de su hechizo, no podía apartar la mirada de la pierna con ojos casi llorosos.
—Pensé que no lo iba a contar. Luego pensé que no recuperaría mi pierna.
—Pero te has recuperado —lo consoló ella—. Quizás no de las secuelas mentales, pero físicamente has ganado a Orochimaru.
—Lo sé, aunque ahora mismo eso no me consuela demasiado…
Lo despidió mientras pensaba, repentinamente, en el Inuzuka. ¿Qué habría sido de él? ¿Seguiría bajo vigilancia las 24 horas del día? ¿Habría hecho algún progreso? Al final decidió preguntarlo, aprovechando los pocos minutos que le quedaban en el hospital antes finalizar su turno.
—¿Qué fue de Mamoru Inuzuka?
—Se lo llevaron al departamento de reconocimiento psiquiátrico —le informó la recepcionista con una mueca compasiva—. Al parecer necesitaba más atención de la que podíamos darle aquí en el hospital.
—Gracias.
Seina se marchó del hospital. Estaba claro que dicha atención era más bien psicológica. No le extrañaba.
—Seina, ¿has salido ya? —preguntó mentalmente Sasuke.
—Sí, ¿por qué? —preguntó ella deprisa ante lo improvisto de su llamada.
—Veníamos de entrenar y nos hemos cruzado con el equipo de Neji e Hinata así que hemos pensado ir a comer ya sabes dónde. ¿Vienes?
—¡Claro!
Se dio media vuelta, adentrándose por un callejón para ir en dirección al centro, y fue en busca del restaurante Akimichi. Cuando llegó, unos minutos más tarde, ya se habían sentado todos. Sasuke le había guardado un asiento a su mano izquierda, entre Neji y él.
—Seina —saludó Neji al verla, sonriente—. Cuánto tiempo sin verte.
—Eso, eso. ¿Dónde has estado? —preguntó Tenten, delante de ella—. ¡Casi no te vemos!
—Es lógico. Entre las misiones de campo, su trabajo en el hospital y su entrenamiento lógicamente no debe tener mucho tiempo libre —pensó en voz alta Shino, con su tono monótono habitual.
—Estuvimos pensando en deciros a todos si queréis quedar cada miércoles para comer. ¡Como una tradición! —dijo su hermano.
—¡No estaría mal! Ya sabéis que yo siempre me apunto a cualquier comida —dijo Kiba.
—¡YOSH! ¡Esta es la primera tradición de los 12 de Konoha! ¡Guy-sensei se morirá de envidia por haberlo superado!
Estuvieron hablando y riendo durante largo rato. Seina se enteró de que Hinata y Neji ahora entrenaban juntos prácticamente siempre que podían en su casa, que Hinata había mejorado mucho en el junken de su familia y también había empezado entrenamientos con manipulación de agua. Tenten había adquirido nuevas piezas para su colección de armas gracias a haber realizado misiones en varios países. Shino, por otro lado, había empezado a criar a unos kikaichu venenosos y a adquirir resistencias contra venenos después de su susto contra Kankurou hacía meses. Lee seguía aprendiendo nuevas formas de taijutsu junto a Guy-sensei mientras que Kiba y Akamaru habían conseguido aumentar su repertorio de ninjutsu para hacerse más fuertes en pareja. Akamaru incluso había crecido un poco desde la última vez que lo vio.
—¿Y vosotros? —preguntó finalmente Tenten, cuando todos acabaron de explicar sus novedades.
—Seguimos entrenando a tope y aprendiendo todos los ninjutsus que sabe Kakashi-sensei.
—¡Tardaréis años! —exclamó Lee con expresión sorprendida. No era el único.
—En realidad vamos a buen ritmo —se encogió de hombros Sasuke—. Con los clones podemos aprender un jutsu tan rápido como tantos clones creemos. Desde que me di cuenta de que Naruto y Seina me sobrepasan en capacidad de chakra, he estado realizando constantemente ejercicios de chakra para aumentar mis reservas. Al principio solo podía invocar a un clon de sombras, pero ahora puedo tener activos hasta 4 y no ha pasado ni un año.
—Además, entrenamos con distintos ninjas en el dojo que nos recomendó Guy-sensei. Seina-nee entrena también con unos amigos de Kakashi-sensei.
Todas las miradas se giraron hacia ella, que asintió.
—Entreno solo un día a la semana, pero es increíble. De hecho, uno de los colegas de Kakashi-sensei es el primo de Shikamaru.
—¡Y también entrenamos con el equipo 10 cada lunes! —sonrió Naruto, sorbiendo sus fideos. Se había pedido ramen a pesar de tener una carta completa de platos distintos… Su hermano era increíble.
—¿¡Qué!? —gritó Kiba. Por suerte, a alguien se le había ocurrido darles una mesa apartada de las otras, cerca de la puerta de entrada—. ¿Por qué estáis entrenando con ellos?
—Ino nos pidió ayuda —contestó Sasuke—. Al parecer estaban preocupados por los exámenes de chunin, sobre todo cuando Shikamaru no formará equipo con ellos.
Seina suspiró cuando todos empezaron a hablar unos sobre otros ante la injusticia de que estuvieran practicando juntos, y dejando de lado a los otros. Entre Kiba, Lee y Tenten le sonsacaron a Naruto dónde quedaban, cuándo y a qué hora. Sabía que el lunes siguiente los vería a todos allí deseando entrenar juntos para no quedarse atrás.
Mientras hablaban de eso, Neji se giró a mirarla discretamente.
—Por cierto… ¿te puedo preguntar por lo de tu frente? —le dijo en voz baja—. Ahora que estoy a tu lado puedo percibirlo.
—Es un sello que me enseñó Tsunade-sama para completar mi adiestramiento con ella. Tengo que llenarlo durante un tiempo antes de que surta efecto.
—¿Es el mismo sello que tiene Tsunade-sama en la frente?
—Sí.
Neji no indagó más sobre el sello. Seguramente sabía que no podría decirle nada sin el permiso de la Hokage así que no gastó saliva intentando interrogarla.
—Imagino que vais a presentaros a los exámenes de chunin de este año, ¿no? —preguntó ella a Neji.
—Por supuesto. Este año no caeré en el mismo error que la vez anterior. Además, el examen es en Sunagakure así que estaría desperdiciando una valiosa oportunidad si no voy.
Seina sabía por qué lo decía. Neji, como Sasuke o ella, no sería bienvenido en según qué aldeas. Para él era mejor realizar el examen en el país del Viento que en cualquier otro lugar, a excepción de Konoha. Más ahora cuando Seina le había quitado el sello de su frente y nadie, salvo unos pocos, lo sabían. Tenten, quien lo había escuchado todo, asintió con seriedad cuando sus ojos conectaron. No sabía si ella y Lee sabían lo del sello, pero esperaba que protegieran a Neji de necesitarlo porque si no… Podrían estar en problemas con el clan Hyuga.
Un rato más tarde, cuando empezó a encontrarse cansada, decidió irse a casa para la decepción de su hermano y los demás. Quedaron en que se verían el lunes para entrenar todos juntos y que, aprovechando que ya estaban todos juntos, comerían juntos también el mismo lunes para matar dos pájaros de un tiro. A Seina le parecía perfecto.
Sasuke, a su lado, se levantó con ella. Había mejorado muchísimo, pero las interacciones sociales seguían constándole y dejándolo sin fuerzas. Verdaderamente era un introvertido. Naruto, viendo que iba a quedarse solo, se levantó también despidiéndose de los demás.
—¿Qué os ha parecido comer juntos? ¡Ha sido genial!
—Lo que tu digas, pero tanta charla me deja agotado.
Seina asintió. Cuando llegaron a casa se dio cuenta de que Kakashi-sensei estaba presente, pero encerrado en su cuarto. Le pareció algo extraño, pero no dijo nada al respecto a su- a sus hermanos. Ellos, como no estaban conectados a las barreras mágicas de la casa, que en realidad había puesto por pura paranoia ya que bajo el fidelus no hacían falta, no lo percibieron. De no ser por las barreras, tampoco lo sabría ya que la puerta y las ventanas que tenía cerradas Kakashi-sensei estaban insonorizadas mágicamente y sus hechizos no podían penetrar sus protecciones rúnicas. Por no hablar del chakra del jonin, que se encontraba totalmente contraído para pasar desapercibido.
—Está claro que algo le pasa… —asintió figurativamente Kurama.
—Esperaré a que él salga o, al menos, hasta que Naruto y Sasuke se vayan a dormir.
No obstante, la espera que se le hizo eterna. Kakashi-sensei no dio señales de vida, y Naruto y Sasuke no se enteraron de nada. Pasó la tarde en su maleta, acompañada de un pequeño ejército de clones, esbozando y transformando materiales para empezar a construir su casa allí adentro. Esperaba que el proyecto la distrajera el suficiente tiempo como para no volverse loca ante el misterio de Kakashi-sensei.
Su equipo se encontraba allí abajo con ella, pero estaba claro que no tenían ni idea de construir una casa desde 0.
—Pensad que muchas cosas me las puedo saltar: el trabajo de fontanería, el sistema de electricidad, la cloaca, el gas, la calefacción y ventilación… incluso el jardín no sería de verdad a pesar de parecerlo totalmente —dijo ella, explicándoles en realidad qué era lo que tenía que hacer—. Todas esas cosas las puedo suplir con runas. Esta sería una casa verdaderamente mágica, al contrario que la nuestra que es más bien híbrida.
—Entonces, ¿qué es lo que tienes que hacer?
—Imagino que pensar qué estancias quiere que tenga, ¿no? —preguntó Sasuke.
—Estaba pensando que, como no tenemos limitación de espacio, podría hacer una casa en forma de U. El ala derecha puede ser los dormitorios, el ala central las estancias comunes y el ala izquierda la zona de ocio. Ni siquiera tiene porqué tener 2 plantas, si es lo suficientemente grande horizontalmente.
—Eso simplificaría muchísimo el trabajo de construcción ya que solo tendrías que poner paredes y el techo…
—Exacto —sonrió en dirección a Naruto—. La cuestión es, ¿qué queremos que tenga?
—¿Estamos pensando en esta casa como algo de paso o le podemos meter todo lo que queramos?
—Vamos a seguir viviendo en la casa de arriba —señaló fuera de la maleta—, pero si tenemos que reconstruirla, esta nueva casa debería tener todo lo que no nos importe perder…
—Es decir, que más que la casa, lo importante son las pertenencias irremplazables de nuestros clanes, ¿no? —dijo finalmente Sasuke, asintiendo—. Entonces deberíamos construir una cámara impenetrable. Aquí abajo están las celdas. La posibilidad de que escapen es prácticamente nula, pero no me gustaría que nos robaran documentos confidenciales.
—Bien visto.
Cuando subieron al mundo exterior vio que había caído la noche. Llegó el momento de la cena y Kakashi-sensei seguía en su habitación. Se hizo tan tarde que Sasuke y Naruto se fueron a dormir y la dejaron sola en el salón. Se preguntó si esperar allí abajo, por si bajara a cenar, o si ir directamente a su habitación y llamar a su puerta.
—¿Por qué no vas a preguntarle directamente y dejamos de perder el tiempo?
—¿Y si está dormido? ¿Y si no es nada, simplemente está cansado?
—¿Y sí, y sí, y sí? —se burló Kurama tremendamente aburrido—. No sabrás que le pasa hasta que no hables con él. ¿Piensas quedarte aquí abajo toda la noche esperando a que se presente?
—Supongo que tienes razón…
—Yo siempre tengo razón, enana. No lo olvides.
El bostezo de Kurama le hizo sonreír. Notó como se iba a dormir en su interior, dejándola sola. Seina aprovechó para apagar las luces después de coger algo para comer en un plato. A juzgar por las horas que había pasado enclaustrado en su habitación debía estar hambriento. Justamente cuando pisó el primer escalón, dispuesta a subir, escuchó como una de las puertas del piso superior se abría. Encendió la lámpara de pie al lado del sofá y esperó sentada.
Nada más verlo aparecer por el marco de la escalera tuvo que suprimir una inspiración sorprendida al ver su rostro. Iba vestido con los pantalones de pijama y una camiseta de manga corta oscura, descalzo, como si no hiciera frío todavía. No llevaba ni la banda ninja, como era de esperar, ni su máscara facial, pero sí que llevaba su brazalete de invisibilidad. Por eso pudo ver su expresión al completo. Estaba más pálido de lo normal, con aspecto exhausto y hasta algo triste.
Lo primero que hizo al pisar el suelo fue girarse a verla, sin sorprenderse de encontrarla sentada en el sofá. Contempló la comida, el comedor oscuro, la lámpara, a ella y se sentó a su lado. Seina tuvo que morderse la lengua para no preguntarle qué había pasado, a pesar de que claramente había pasado algo. Recordaba cuánto había odiado que la atosigaran en su antigua vida así que tomó aire y se armó de paciencia. Ni siquiera le tocó ya que no tenía ni idea de cómo le sentaría al desconocer el motivo de su… estado. Dejó que comiera en silencio el bol de puré, el trozo de carne y las frutas ya peladas que le había preparado cogiendo un poco de todo de las sobras de esa noche.
Al rato, cuando estaba diezmando los últimos trozos de naranja, habló.
—Siempre me pasa lo mismo cuando veo las… aberraciones que les hacen a los niños. Hay gente muy enferma. ¡Y yo que creía que estaba medio loco! Y, aun así, no es comparable con lo que hace alguna gente.
Lo comprendió al instante. Fuera lo que fuera que hubiera visto en su última misión estaba claro que no había sido bonito. Hacer daño a niños, a ancianos, a según qué enfermos y a animales siempre le revolvía el estómago. Sobre todo, puntualizó mentalmente, a personas indefensas civiles ya que algunos niños y ancianos ninjas no eran precisamente hermanitas de la caridad. Ni siquiera los ninken, ahora que lo pensaba, pero se estaba yendo por las ramas.
Alargó un brazo, dejando que fuera él quién tomara la decisión de cogerle la mano. Kakashi-sensei no se lo pensó dos veces. Le tomó la mano, entrelazando sus dedos, y se recostó sobre su hombro como ella había hecho muchas veces antes. Resultaría algo cómico, de no ser por la situación que los había conducido hasta aquí, ver a su maestro de casi 1’90 recostarse sobre su hombro como un niño pidiendo confort silenciosamente.
Entonces tuvo una idea.
—¿Puedo probar algo? —le preguntó.
Notó como asentía contra su cuello así que Seina lo abrazó contra su pecho y cerró los ojos pensando en todos sus seres queridos de antes y de ahora. Le dio un beso en la cabeza a la vez que entonaba mentalmente el hechizo patronus. Supo que había funcionado ya que escuchó y sintió el jadeo sorprendido de Kakashi-sensei contra su cuello, donde había enterrado su rostro al abrazarlo. No apareció su guardián en forma corpórea, sino que sus labios se iluminaron con el vaho característico de un expecto patronum incompleto.
De forma súbita, pasó algo que no se habría esperado jamás. Notó como los hombros del jonin temblaban entre sus brazos y percibió las lágrimas recorrer su piel. Se dio cuenta que, o bien la misión le había afectado más de lo que ella creía, él tampoco estaba al corriente de cuánto le había afectado o tenía más de un trauma a flor de piel que necesitaba ser sanado.
Viendo que un simple beso no iba a ser suficiente, cerró los ojos de nuevo y lo envolvió al completo con su magia. Dejó que llorara entre sus brazos largo rato. Al principio intentó ahogar sus sollozos, pero al final no pudo contenerse debido a los sentimientos que invocaba el patronus. Seina silenció la planta baja para que no pudieran escucharlo.
—Estoy aquí. Ya no estás solo —lo consoló—. Yo cuidaré de ti.
No supo cuánto tiempo estuvieron allí. Ni siquiera se dio cuenta cuando se quedó dormido, totalmente dormido, en sus brazos. Seina no cabía en sí de lo sorprendida que estaba puesto que no estaba dormitando, como hacían los ninjas en presencia de otra persona, sino estaba completamente inconsciente. No pudo contener una sonrisa al darse cuenta de la confianza que estaba depositando en ella. Normalmente, solo dormían tan profundamente en su cama, y a solas, tras algunas protecciones. A no ser que la otra persona fuera de total confianza.
Dudó un segundo sobre si hechizarlo o no para aparecerse en su cama, pero finalmente decidió que parecía necesitar dormir profundamente, aunque fuera una noche. Cogió a Kakashi-sensei en brazos y se apareció en su propia cama.
Esa fue la primera noche que durmieron juntos en su cama. No era la situación más sexy, ni el mejor de los escenarios, pero Seina no lo hubiera cambiado por nada del mundo.
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Chapter 62
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Cuando despertó al día siguiente, Kakashi-sensei seguía dormido entre sus brazos. Ni siquiera había cambiado de postura. Era muy temprano y no tenía nada que hacer ese sábado así que se dedicó a acariciarle el cabello, reconfortándolo, aunque estuviera dormido. Tardó un par de horas en despertarse. Supo en seguida que estaba despierto por el movimiento de su cabeza en su cuello. Supo incluso cuándo él mismo se dio cuenta de que estaba despierto, porque durante un segundo se quedó quieto antes de relajarse de nuevo y seguir usándola como almohada.
No dijo nada cuando pasó de acariciarle el cabello con una mano a acariciarle la nuca y los hombros. Se limitó a abrazarla más fuertemente, dándole su consentimiento silencioso. No supo cuánto tiempo estuvo tocándolo suavemente, pero no le importó.
—Seina… gracias —le dijo con voz ronca, sin levantar su cabeza.
—No tienes por qué darme las gracias. Ya no estás solo, ¿vale?
—Vale.
Ambos sabían qué no estaban diciendo, pero que ambos habían escuchado. Kakashi-sensei ya no tenía que dar las gracias por algo que era humano porque, aunque antes no hubiera tenido a nadie, ahora estaba ella allí para él. Le dolió el corazón pensar que le daba las gracias porque el hecho de que lo consolaran o ayudaran era algo tan insólito que era merecedor de agradecimiento.
—Debería levantarme.
—¿Por qué?
—Porque ya mismo tu hermano y Sasuke se preguntarán dónde estás.
—Les diré que necesito estar sola —se encogió de hombros—. No estoy obligada a hacer algo sino quiero. La cuestión es, ¿tú quieres levantare?
—…No.
Así que no se levantaron en toda la mañana. Su hermano le preguntó si se encontraba bien, pero se marchó cuando percibió que no le pasaba nada. Kakashi-sensei, tumbado ahora a su lado, compartiendo la almohada con su rostro enterrado en su cabello, ni siquiera abrió los ojos.
—No sé lo que me hiciste anoche, pero es como si me hubiera quitado un enorme peso de encima.
—Te abracé con mi magia.
—¿En serio? —sus labios sonrieron, posados en su frente—. Fue como… liberarme de mis pecados. Me sentí totalmente protegido, como si en tus brazos no me pudiera suceder nada malo.
—Y no te habría pasado nada malo. La magia reacciona con los sentimientos, ¿sabes? Ya te he dicho más de una vez que casi tiene vida propia. En este caso, se trata de mi magia. Supongo que mi magia y yo queríamos protegerte del mundo cruel.
—Lo conseguiste.
Seina cerró los ojos. Ayer pensó en todos sus seres queridos. Esta vez, quería pensar solo en Kakashi-sensei. El hombre del que se estaba enamorando perdidamente. Centró sus pensamientos en él y posó su mano sobre su mejilla de nuevo. Escuchó otro jadeo, este más extasiado que sorprendido, cuando notó nuevamente su magia.
—Hoy es algo diferente —concluyó él—. Siento amor, pero es distinto… Seina…
Se medio incorporó para mirarla a los ojos por primera vez en largo rato. No logró decir lo que quería en voz alta, pero no necesitó legeremancia para saber qué quería preguntarle.
—Es distinto porque solo estoy pensando en ti.
Vio en su rostro totalmente descubierto las emociones cambiar rápidamente: dubitativa esperanza, algo de shock, incredulidad y una tímida felicidad. Fue tan rápido que casi se lo perdió. Lo mejor de todo, fue ver el rostro lleno de amor de Kakashi-sensei sobre el suyo. Contempló en la penumbra de su habitación como cerraba los ojos saboreando su magia rodeándolo. Cuando volvió a abrir los ojos, pudo leer el deseo en su rostro.
—Me estás torturando. No sabes lo difícil que es contenerme ahora mismo —le confesó en un susurro.
Y así fue como salieron de su habitación antes de que pudieran hacer algo de lo que iban a arrepentirse más tarde. Kakashi-sensei regresó a su cuarto para vestirse mientras ella se duchaba y se cambiaba de ropa. Cuando bajaron a desayunaron se dieron cuenta de que Naruto y Sasuke estaban entrenando en la caseta, a juzgar por los gritos que provenían de la puerta abierta y que podían escuchar desde la casa.
—¿Qué quieres hacer hoy? —le preguntó ella.
Su maestro se encogió de hombros. Estaba mucho mejor que el día anterior. En realidad, parecía mucho mejor que incluso antes del día de ayer. Le alegró pensar que su magia le había ayudado a superar antiguas tristezas. Ni siquiera ella había notado que Kakashi-sensei lo necesitaba, de lo bien que fingía estar bien siempre. Ahora que sabía que el problema era más grave de lo que esperaba, se preguntó si no podría hacer algo al respecto. Había usado el patronus para invocar físicamente sentimientos positivos así que, ¿por qué no seguir por esa dirección?
—¿En qué estás pensando?
La voz de Kakashi-sensei le cortó el hilo de pensamiento. Pestañeó al darse cuenta de que se había sumergido de nuevo en otra de sus maquinaciones, como las llamaba él. Vio como la observaba con una sonrisa, con expresión cariñosa.
—Ya lo verás.
—¿Debería preocuparme?
—Al contrario.
—Tengo que ir al departamento de evaluación psíquica —confesó él de repente.
—¿Quieres que te acompañe? Puedo quedarme cerca mientras compro unas cosas.
—…De acuerdo —dijo lentamente, como si hubiera tenido que pelearse consigo mismo para aceptar su compañía. Lo importante era que había aceptado su ayuda.
Se adentraron a la aldea después de despedirse momentáneamente de Sasuke y Naruto. Supo que ambos sospechaban que sucedía algo, considerando que ni siquiera habían sabido que Kakashi-sensei estaba en la casa, para empezar. Caminaron en dirección al departamento en silencio. Tendría mucho de lo que hablar cuando le realizaran la visita así que estaba claro que no tenía ganas de hablar. Ella, por su parte, fue mirando los escaparates en busca de ideas tanto para sus inventos como para posibles regalos.
Entonces vio una joyería con colgantes en el escaparate y tuvo una idea. ¿Podría, de algún modo, atrapar el patronus dentro de una esfera o contenedor a modo de colgante? Por lógica la respuesta era no ya que, una vez dejara de alimentar el hechizo simplemente se desvanecería. No era como una transformación, que era permanente, o una conjuración, que duraba tanto tiempo como tanta magia se le aplicara al conjurar un objeto. Tampoco era como otros encantamientos que se mantenían activos hasta que no se usara el finite incantatem.
Sin embargo, había una clase de magia que era siempre permanente. Las runas. Lo curioso es que nunca se había planteado crear un patronus con runas. ¿Para qué si en su antiguo mundo solo se usaban contra los dementores y para enviar mensajes? Los dementores no eran criaturas comunes y tampoco era muy útil como mensajero ya que todos podían escuchar los mensajes. Así pues, que ella supiera, nadie había pensado nunca en usar al patronus para tratar la depresión y aliviar los traumas, pero la idea tenía mérito. De hecho, si funcionaba, podría llegar a ser una herramienta muy importante para los ninjas suicidas de la aldea.
—Ya hemos llegado —dijo Kakashi-sensei, parando cerca del departamento—. ¿Nos vemos luego?
—Claro.
Sonrió al darse cuenta de que estaba haciendo un esfuerzo para preguntarle implícitamente si lo esperaría. Si lo único que requería era que le asegurara que no había cambiado de opinión, Seina se lo repetiría una y otra vez encantada. Le vio perderse entre el gentío antes de darse la vuelta en dirección a la tienda con minerales y cristales. Repasó mentalmente su almacén de materiales, pensando en qué tenía que comprar para probar su teoría sobre el patronus encapsulado.
Al final, como no sabía si funcionaría, compró distintos minerales en forma de lágrima, para que no le molestaran mientras lo llevara puesto en el pecho. Compró también unas cuantas cadenas, pasó por la librería en busca de nuevo material de lectura, luego compró en la tienda de los Yamanaka distintos tipos de semillas para plantar… Acabó en una pequeña tetería cerca del departamento de evaluación psíquica, leyendo uno de sus nuevos libros mientras tomaba un té y unas galletas. Era lo más cerca que llegaría a rememorar sus tiempos en el Reino Unido.
—¡Seinaaa! —gritó una voz a lo lejos.
Alzó la cabeza viendo como Lee, acompañado de Guy-sensei, la saludaba moviendo el brazo tan rápido que casi era invisible. A su lado, su maestro sonreía tan ampliamente que el sol de la mañana botó en sus dientes blancos y la deslumbró, haciéndola llorar de lo brillantes que eran.
—Hola Lee, Guy-sensei —saludó ella cuando los tuvo al lado de su mesa, en el exterior del local.
Como estaban en una zona más alejada del centro, las tiendas podían permitirse tener las mesas en la calle, cosa que era impensable en otros barrios. Tenía sentido, considerando que el departamento de evaluación psíquica necesitaba más paz y relajación que cualquier otro departamento de la aldea.
—Podéis sentaros, si queréis.
Así fue como su mañana tranquila, la que pensaba pasar leyendo y holgazaneando mientras esperaba a Kakashi-sensei, se fue al garete. Se sentaron frente a ella, seguramente venían de entrenar así que les ofreció probar su té una vez la camarera les trajo un par de tazas.
—¿Qué haces aquí sola?
—He ido a comprar unas cosas —dijo ella, señalando el libro que había dejado en la mesa— y ahora estaba haciendo el vago. ¿Y vosotros?
Escuchó como, al contrario de lo que había pensado, iban a entrenar ahora. Querían pasar por la tienda de los padres de Tenten, que vendían material de entrenamiento, para comprar no sé qué cintas con cuchillos para usarlas en uno de sus katas. Realmente estaban totalmente locos. Durante 20 minutos asintió mientras le explicaban con pelos y señales lo que pensaban hacer. Cuando finalizaron, le hicieron la pregunta que temía que iban a hacerle.
—¿Quieres venir con nosotros?
—Quizás otro día —sonrió ella con expresión afligida.
—¿Eh? ¡Mi eterno rival! —exclamó Guy-sensei mirando detrás de ella.
Seina miró por encima de su hombro, viendo acercarse a Kakashi-sensei con aire más despreocupado que hacía 2 horas. Llevaba las manos en los bolsillos y estaba caminando directamente hasta ellos.
—Yo, Guy, Lee —saludó mientras se sentaba a su lado—. ¿Qué hacéis aquí?
—¡Estábamos contándole a Seina nuestro plan de entrenamiento!
Ella intercambió miradas con su maestro por el rabillo del ojo con expresión torturada. Kakashi-sensei, al verlo, tosió para disimular su risa, aunque ni Guy-sensei ni Lee se dieron cuenta. Le estaban haciendo un resumen, otra vez, de sus planes.
—Tenemos que irnos antes de que perdamos el sol, ¡pero estaremos en contacto!
—Sí… Adiós —los despidió Kakashi-sensei, moviendo la mano con poco ahínco.
Los vieron marcharse a paso rápido.
—¿De dónde sacarán tanta energía? —suspiró ella—. De solo estar en su presencia me canso.
—Ahora entiendes por qué evito a Guy —contestó el jonin, robándole una galleta sin ni siquiera preguntar—. Mmm… ¿de mantequilla?
—Y vainilla. ¿Cómo estás?
—Bien —le sonrió él—. Hasta los he sorprendido. Me han dado 2 días para acabar de desestresarme así que me los tomaré con calma.
—Genial.
—¿Qué tal ha ido tu paseo?
Estuvo explicándole lo que había comprado, aunque no le dijo qué estaba tramando. No quería decir nada hasta que supiera cómo hacerlo. Poco después regresaron a casa dando un paseo por las calles de Konoha. El resto del fin de semana Seina lo pasó en su estudio, haciendo pruebas con las runas y retocando el esbozo de la casa de la maleta con el resto de su equipo. Kakashi-sensei hizo lo prometido, tomárselo con calma, mientras ella distraía a su equipo con entrenamientos prácticamente horarios.
Cuando llegó el lunes, todos los otros genins de su promoción los esperaban en el claro de entrenamiento. No faltaba ni uno, para la excitación de Naruto. Ino, al enterarse de que fueron a comer sin ellos, puso el grito en el cielo hasta que se le pasó cuando Tenten le dijo que pensaban ir a comer todos juntos cada lunes, de ser posible.
—¿Qué es eso que tienes? —le preguntó Kiba a Shikamaru, quien estaba hablando con Sasuke sobre unas estrategias nuevas.
—Son unas esferas de luz —contestó con su típico tono cansado. Entonces, viendo que los demás estaban interesados en saber más, procedió a tirarla bajo el bus—. Me las hizo Seina.
El equipo de Guy y el equipo 8 se giró a mirarla con expresión interesada y curiosa. Ella, en modo trol, lanzó una mirada puntiaguda a Shikamaru, quien sonreía tranquilo.
—Simplemente hacen luz.
—Fascinante —dijo Shino, subiéndose las gafas—. Ahora Shikamaru puede usar sus sombras incluso en plena oscuridad.
Eso dio pie a que empezaran a discutir sobre cómo usarlas, qué estrategias emplearían, para qué otras cosas serían útiles, etc. Seina se sentó en la hierba, al lado de Chouji, cuando vio que no iban a entrenar en mucho rato. Finalmente, fue Sasuke quien impuso orden simplemente porque no quería perder tiempo de entrenamiento. Dio un fuerte silbido que los calló a todos.
—¿Vamos a entrenar o qué? —rodó los ojos. Seina suprimió una sonrisa al escuchar a su hermanito-bebé-cactus. Sasuke lo percibió y la apuntó con un dedo, evitando sonreír de mala gana—. Para.
—¿De qué hablas? —preguntó Kiba, mirando de uno a otro.
—Deben estar hablando con su vínculo mental.
Seina ahogó otra risa al ver cómo habían encontrado otro tema sobre el cual discutir. Sasuke entrecerró los ojos en su dirección y ella alzó las manos inocentemente.
—¿Qué? ¡Yo no he abierto la boca!
—¡Vamos, Seina-nee! —exclamó Naruto, cogiéndola de los brazos para levantarla—. Podemos entrenar mientras discuten.
Las palabras de su hermano surtieron el efecto deseado y todos se callaron. Por fin. Como eran demasiada gente, se dividieron en 3 grupos de 4 para poder entrenar con otra gente que no fueran sus compañeros. Así fue como Seina empezó a entrenar con Neji, Shino y Shikamaru o, mejor dicho, cómo luchó contra todos ellos juntos.
—Demasiado lento Shika —exclamó mientras intercambiaba golpes con Neji, evitando sus dedos cargados de chakra.
Shino, intentó atraparla con sus kikaichu mientras estaba distraída, pero rápidamente se dio cuenta de que era imposible. En cuanto notaba que uno de sus insectos se posaba en ella los expulsaba con un burst de chakra de naturaleza de viento. Shikamaru usó su cortina de cenizas para obstaculizarle la visión. Realmente era un genio. No lo habló con su nuevo equipo, pero estaba claro que se había dado cuenta de que con byakugan Neji podría seguirle la pista mientras que los insectos esparcidos de Shino también servirían como de radar. A su vez, podría usar las sombras gracias a sus esferas de luz para atraparla un instante antes de que ella se diera cuenta. ¿El problema de todo esto? Shikamaru no sabía que ella también podía verlos gracias a su hechizo revelio modificado.
Le propinó una patada a Shikamaru, el único que no podía verla, haciendo que impactara con Shino. Neji, aunque pudo verla, no fue capaz de defenderse de sus golpes debido a que su velocidad era mucho mayor. Lo tiró contra Shino, cuando empezaba a ponerse de pie, haciendo que volviera a caer.
—Ventus duo.
El hechizo de viento le envió la ceniza a Shikamaru, que tuvo que taparse el rostro para no ahogarse. Se abalanzó sobre ellos, impidiendo que moldearan el chakra para otro ninjutsu, y sacó su wakizashi para atacar a Neji. Con los ojos como platos, sacó un kunai de su manga lo más rápido posible para detener su arma en el aire mientras que, con la otra mano libre, envió otro hechizo a Shino.
—Rictusempra.
Ver a Shino estallar en risotadas fue suficiente para desviar la atención de todos, incluida la de Neji y Shikamaru. Le dio un puñetazo cargado de poco chakra a Neji, que salió volando con un gemido de dolor, y luego se lanzó sobre Shikamaru, que la intentó interceptar con una sombra que ella esquivó desapareciendo y apareciendo detrás de él.
—Petrificus totalus. Vaya, vaya, vaya —dijo ella con una sonrisa—. He ganado.
—Creo que me has roto un par de costillas —se quejó Neji desde el suelo a los pocos metros.
—Hinata —llamó ella.
La pelea de dobles paró poco a poco y su amiga se dio la vuelta, jadeando profundamente debido a su pelea contra Sasuke e Ino. En cuanto vio a su primo en el suelo se acercó rápidamente con el rostro preocupado.
—No le pasa nada. Solo unas costillas rotas.
—¿Solo? —escuchó decir a Kiba por lo bajo.
—¿Te apuntaste al hospital finalmente?
—Todavía no —confesó Hinata, mirando al suelo. Seina le levantó el mentón.
—¿Quieres que te enseñe como curarle?
Así fue como Hinata recibió su primera clase de iryo ninjutsu. Seina les explicó a todos los interesados, que fueron todos ellos, cómo curar las costillas rotas de Neji. Fue la misma Hinata, con la ayuda de Ino, quién sí estaba apuntada en el hospital, quien curó a su primo. La sonrisa radiante de su amiga al darse cuenta de que había aprendido un ninjutsu nuevo y que había curado a alguien fue indescriptible.
—¿Por qué no te voy enseñando cada lunes algo de iryo ninjutsu? —se ofreció Seina—. Puedes pedirle permiso a tu padre para apuntarte al hospital después de los exámenes de chunin.
—Huh. Bien pensado —pensó en voz alta Shikamaru—. Cuando hayas ascendido de rango tu padre estará menos reticente a dejar que estudies durante horas en el hospital.
—Y, además, que Hinata aprenda cada lunes algo de medicina le servirá también para el examen. Sobre todo, porque no pierdes un día específicamente para estudiar iryo ninjutsu ya que también estás entrenando con los demás.
—¿De verdad quieres enseñarme? —preguntó Hinata con rostro sorprendido y sonrojado, casi temerosa de aceptar sus palabras—. No quiero ser una molestia.
—Hina, te lo acaba de ofrecer ella misma —rodó los ojos Ino—. Aprovéchate de estudiar con una médico que ha sido adiestrada por la Hokage. Sé que yo lo haré.
—¿Te importaría enseñarme a mí también? —preguntó Tenten—. En nuestro equipo no tenemos médico, y viendo que cada uno de vuestros equipos tiene o va a tener a uno…
—En realidad, sería más eficiente que yo también supiera estos jutsus debido a mi byakugan.
Shikamaru la observó con el rostro exasperado, y divertido, cuando, de repente, a todos les pareció útil saber algo de medicina. Antes de irse a comer todos juntos, Seina, con la ayuda de Sasuke y Naruto, les enseñó lo más básico de los iryo ninjutsu. Cuando se fueron del campo de entrenamiento todos ellos, salvo Lee por cuestiones obvias, sabían cómo curar heridas superficiales con la palma mística. Hecho del que hablaron largo y tendido mientras comían una barbacoa.
Al día siguiente, su periodo de relajación acabó como si nada.
—¿Otra vez? —preguntó ella viendo como Kakashi-sensei también había recibido un aviso.
—Eso parece —sonrió él—, aunque a lo mejor no estamos juntos de nuevo.
Pero resultó que sí. No sabía si quería malacostumbrarse a hacer misiones con Kakashi-sensei, solos, porque luego le costaría tener que adaptarse a otros equipos con quienes no tenía la misma confianza. Aun así, recordaba las palabras de su maestro hacía meses. Los equipos genin o incluso maestro-genin siempre solían trabajar juntos ya que habían entrenado y realizado muchas misiones juntos. Lo extraño había sido que, hasta ahora, la pusieran con Yamato y los demás. Aunque, ahora que lo pensaba, Yamato también la había entrenado durante un tiempo. Al final iba a resultar que no le estaban dando equipos de desconocidos como ella pensaba.
—Tenéis otra misión —le cortó el pensamiento Shikaku—. Como es obvio Kakashi actuará de líder y Seina será la médico del equipo. Funcionasteis bien solos la otra vez así que me puedo ahorrar a 2 ninjas más en vuestro equipo.
—¿De qué se trata la misión?
—Es una misión escolta de un comerciante importante del país del Fuego. Tendréis que acompañarlo hasta el país del Viento donde tiene que negociar unos contratos. Luego tendréis que escoltarlo de vuelta a Hi no Miyako. Os estará esperando en el hotel.
Shikaku los despidió con la mano, bajando la cabeza de nuevo a su papeleo. Salieron de allí en dirección al hotel donde se hospedaba su cliente. Vio de reojo la expresión calculadora de su maestro, una que solo unos pocos afortunados podían reconocer en su rostro neutral.
—¿Qué sucede?
—Luego hablamos.
Seina lo aceptó, dándose cuenta de que tenía que ser algo más grave de lo que esperaba.
Ese “luego” resultó ser horas más tarde. Habían recogido a su cliente, se habían puesto en marcha, habían caminado durante horas, habían comido en una de las aldeas que se encontraron por el camino todavía en el país del Fuego, habían seguido andando hasta que anocheció y luego habían parado para dormir esa noche en una de las posadas que encontraron en otra aldea, todavía en el país del Fuego.
Decir que estaba harta de caminar tan lentamente sería quedarse corta. Su cliente, además, era un hombre que rayaba lo obeso y que no paraba de hablar por los codos así que su caminata se hizo aún más larga. Seina puso cara de niña pequeña para evitar tener que conversar con él, ignorando las miradas acusadoras de su maestro, y dejó que le hablara a Kakashi-sensei las 12 horas enteras.
—Creí que no acabaría mi tortura —suspiró exasperado Kakashi-sensei cuando el cliente se fue a dormir después de cenar.
Seina resopló una risa algo burlona, estirando el futón en el suelo. El cliente había pedido, mientras pudiera, una habitación para él solo así que Kakashi-sensei y ella estaban compartiendo la habitación contigua por si ocurría lo impensable, aunque, con sus barreras, era prácticamente imposible que lo atacaran en su habitación.
Unas manos la cogieron en volandas de improvisto, haciéndole cosquillas. Ella dio un grito sorprendido, sin poder contenerse debido a las cosquillas que le estaba haciendo.
—Quién se ríe ahora, ¿eh? —sonrió ampliamente Kakashi-sensei mientras la incordiaba.
—¡Para! —rio ella. El jonin dejó de hacerle cosquillas—. ¡No es culpa mía! ¿Quizás podrías hablarle de tu libro erótico a ver si se calla?
Dio otro chillido cuando las manos se posaron en sus muslos, haciéndola llorar de risa.
—Ugh. Dais asco —dijo repentinamente Kurama—. Así no hay quien duerma.
—¡Para que me meo!
—¿Vas a seguir tomándome el pelo?
—¡No!
Kakashi-sensei paró en seco, dejándola coger aire tumbada en el suelo, mientras se reía descaradamente de ella sentado a su lado.
—Menos mal que has puesto esas barreras sino todo el hostal te habría escuchado gritar. No sabía que tenías tantas cosquillas —sonrió Kakashi-sensei, quitándose la máscara, el chaleco y su banda ninja—. Lo tendré presente.
—¿Acaso quieres que te responda con otra broma?
—Yo no he dicho eso —se apresuró a decir, alzando las manos como el trol que era.
—Mira que eres bobo.
—¿Eso es lo que les dices a tus superiores? —se rio calladamente él, cogiéndola del suelo y acomodándola en su regazo como si nada.
—A todos no.
Seina lo abrazó, enterrando su rostro en su cuello. Una mano se posó automáticamente en su cabello, acariciándoselo despacio, tomándose su tiempo.
—Deberíamos hablar de esta misión.
—Pues habla —dijo ella sin moverse un centímetro—. Te escucho perfectamente.
Kakashi-sensei bufó una risa cerca de su oído, pero no la movió de su sitio.
—¿Sabes que, en el país de los Ríos, en algún punto de esas tierras que separan el país del Viento del país del Fuego está Akatsuki? Konoha no sabe en qué zona exactamente, pero hay indicios que apuntan a ello. Algunas misiones que he realizado han sido para intentar cercar su territorio.
—¿Y sabemos más o menos dónde está para evitarlos?
—Lo más seguro sería cruzar por el sur del país, bajo la aldea ninja, pero eso alargaría el viaje tanto de ida como de vuelta y tampoco nos asegura que esa zona no esté vigilada. He elegido ir por el norte, pegados al país de la Lluvia, ya que el territorio del país de los Ríos se estrecha y, además, este camino está en línea recta con Konoha así que caminaremos menos tramo en territorio potencialmente peligroso.
—Entonces, ¿Akatsuki controla un territorio entre la aldea ninja del país de los Ríos y la frontera en el norte con el país de la Lluvia? ¿Un territorio por el cual vamos a pasar? ¿Cómo sabes que no nos cruzaremos con ninguno de ellos?
—Según lo que he podido comprobar, parece que están evitando operar cerca de sus fronteras así que eso debería jugar a nuestro favor —suspiró—. ¿Te acuerdas de la misión que te dio Shikaku para entregarle aquellos documentos a Sunagakure? Hiciste bien en ir volando. De haber seguido el camino en línea recta desde Konoha hasta Suna no sé si no te habrías encontrado con alguno de ellos. Otra vez.
—Podría haberme dicho algo —masculló ella. Kakashi-sensei le dio un beso en la frente, consolándola.
—Seguramente creería que yo te había contado algo o que, como ibas sola y no tendrías que esconder tus habilidades ante un equipo de desconocidos, preferirías ir volando.
—¿Y por qué no usamos el hiraishin para llegar allí sin tener que cruzar el país de los Ríos?
—Mmm… Sí. Lo cierto es que es una buena idea, aunque no sé qué dirá Haruyama si se lo planteamos. Ya hablaremos con él mañana. Será mejor que nos vayamos a dormir.
Seina obedeció sus órdenes fácilmente. Pusieron ambos futones uno al lado del otro, pero se durmió rodeada por los brazos de Kakashi-sensei por tercera vez en la vida.
Chapter Text
Al día siguiente, cuando le contaron su plan al cliente, parecía entre excitado por no tener que andar como mínimo 5 días más y nervioso por lo que supondría teletransportarse tantos kilómetros. Al final, ganó la idea de que solo sería un segundo mientras que la caminata no se la quitaría nadie de ninguna otra forma.
—¿Y cómo funciona este jutsu? —preguntó interesado el cliente, mirando a Kakashi-sensei.
—Se lo puede explicar Seina, si lo desea. Es la única que puede teletransportarnos a tanta distancia.
Haruyama se giró a mirarla, pestañeando sorprendido. Seina sonrió algo menos de inocencia. Después de todo, no sería tan tonto como para seguir pensando que era una simple niña, ¿no? ¿Creía que Konoha mandaría a cualquiera a protegerle?
—Creí que era tu aprendiz, Kakashi-san.
—Y lo es, pero también es la alumna de la Hokage. Seina es tokubetsu jonin. En este caso actúa como mi refuerzo y también como nuestra médico, en caso de que… suceda algo —se encogió de hombros el jonin.
—Debo admitir que no pensé que serías tan capaz, Seina-san.
Seina asintió sin mediar palabra. No quería darle más cuerda a este hombre.
—Este jutsu no duele. Es más rápido que un abrir y cerrar de ojos, literalmente —informó ella—. Aunque podría dejarlo inconsciente unos segundos para que evitarle la incomodidad, si lo prefiere.
—No había pensado en ello. ¿Sería posible? —preguntó, indirectamente cuestionando sus habilidades.
—Claro.
—Entonces hagámoslo. Estoy harto de caminar.
—Stupefy.
El cliente cayó al suelo, a peso muerto. Kakashi-sensei la observó con una ceja alzada, suprimiendo una clara risa, y cogió uno de los brazos de Haruyama.
—No sabes cuánto deseaba hacer eso —confesó ella, escuchando la risa ahogada de su maestro.
Seina cogió el otro brazo de Kakashi-sensei y desaparecieron. Al reaparecer se dieron cuenta de que no habían tenido en cuenta algo muy importante del desierto. Las tormentas de arena. La arena y el viento los engulló de golpe, nublándoles la vista momentáneamente. Por suerte seguían cogidos de la mano debido al hiraishin.
—¿¡A cuántos minutos estamos de la entrada a la aldea!? —gritó para hacerse escuchar por encima de los aullidos del viento.
—¡Kuchiyose no jutsu! ¡Estamos a pocos minutos!
Invocó el dragón lo más rápido posible y luego usó una barrera mágica para protegerse de la arena y el viento. Kakashi-sensei se sacudió la arena del cabello, abriendo por fin su ojo para ver dónde estaban.
—¡Una gran idea!
Kakashi-sensei cogió el cliente, todavía inconsciente, y subieron a su dragón. Tardaron apenas un par de minutos en llegar a la entrada, cuyos guardias se resguardaban entre las rocas del desfiladero. Cayeron de nuevo al suelo, desinvocando su criatura a escasos metros, así que dio gracias por la nula visibilidad. Los ninjas de Sunagakure los contemplaron algo estupefactos, pero Kakashi-sensei hizo ver que no pasaba nada mientras se registraba. Observó con poca sorpresa como eran los únicos entrando en Suna.
En cuanto pasaron adentro de la aldea, poniéndose unos pañuelos conjurados para protegerse el rostro, fueron directos al hotel. La recepcionista los observó con rostro atónito.
—¿Acaban de llegar? ¡Menuda suerte! Esta tormenta no tiene pinta de desaparecer hasta dentro de unos cuantos días.
—Ah, ¿sí? Entonces sí que tenemos suerte —dijo el jonin, claramente aburrido—. ¿Podría darnos una habitación contigua?
—Menuda liada —empezó a reír ella en el ascensor—. Menos mal que estaba inconsciente.
Su maestro bufó una risa, dándole la razón silenciosamente. En cuanto llegaron a la habitación del cliente, lo resucitó. Dejó a Kakashi-sensei lidiar con él mientras ella ponía una barrera en la habitación, y un hechizo localizador en su pelo, por si acaso.
—Por desgracia mi contacto en Sunagakure no llegará hasta dentro de 2 días, como mínimo. La idea era que yo llegara después que él —escuchó la voz cansada de Haruyama mientras examinaba el baño—. Aprovecharé para relajarme en el spa del hotel así que podéis tomároslo con calma unos días.
—De acuerdo. Hablaremos mañana de su protección.
El día siguiente fue un poco raro. El cliente, tal y como había dicho, pasó el día entero en el spa recibiendo masajes y vete tú a saber qué más así que ella se quedó sola mientras Kakashi-sensei lo cubría yendo con él. Ella, por su parte, aprovechó la mañana para pasar por el spa de las mujeres y luego leyó un libro en su habitación. De no ser por la tormenta habría aprovechado para visitar la aldea, pero viendo los torbellinos de arena que ocultaban incluso el edifico de enfrente a pocos metros pensó que quizás será mejor quedarse adentro.
El día siguiente fue parecido. Supuestamente el otro comerciante se había propuesto llegar a la aldea ese mismo día, pero viendo la tormenta que seguía sin amainar Seina, y Kakashi-sensei, aceptaron silenciosamente que seguramente la misión se alargaría más de lo previsto.
—A este paso no podrá cruzar el desierto ni hasta dentro de una semana —se quejó Haruyama, cuando él mismo comprendió que la reunión quizás se aplazaría— y ya he visto todo lo que podía ver de este maldito hotel.
Seina rodó los ojos discretamente, mirando para otro lado sin superficies reflectantes, por si acaso. Kakashi-sensei, el pobrecillo, tuvo que calmarlo con sus palabras. Aun así, su calma duró poco. Haruyama era alguien acostumbrado a beber y a frecuentar distintos locales cada noche y quedarse encerrado, aunque fuera en una suite de un hotel no entraba en sus planes.
—¿Cuándo podrán llegar los otros invitados? —preguntó con el ceño fruncido a un trabajador del hotel—. ¿Y cuánto podremos salir de aquí?
—Me temo que la tormenta durará al menos un día más, pero puede entretenerse en nuestra sala de ocio.
La sala de ocio resultó ser una mezcla entre un casino y una sala de espectáculos en la planta baja del hotel. Kakashi-sensei y ella lo siguieron mientras jugaba a las cartas. Parecía que eso lo mantuvo entretenido durante un par de horas, pero al final una racha de derrotas lo puso de malhumor de nuevo. Y solo era primera hora de la tarde. Cansada de lidiar con él, le lanzó discretamente un hechizo para que se durmiera en una butaca mientras no llegaba su cóctel.
Kakashi-sensei suspiró a su lado. Ambos sacaron un libro y se pusieron a leer, despachando al camarero cuando llegó con la bebida. Lo despertó a la hora de la cena. Luego, cuando acabaron de cenar, lo volvió a hechizar para que le entrara un sueño terrible.
—Lo estás haciendo tú, ¿verdad? —preguntó Kakashi-sensei cuando entraron su habitación compartida, tras las barreras mágicas.
—Por supuesto. Lo mantendré así hasta que no llegue el otro comerciante.
Su maestro ni se inmutó ante su descaro. Simplemente sonrió con gesto claramente agradecido.
Al día siguiente ocurrió un milagro. La tormenta cesó de improvisto. Su cliente, con una sonrisa enorme en el rostro, salió del hotel en dirección al mejor restaurante más cercano. Kakashi-sensei y ella lo seguían unos metros atrás. Ahora que ya no estaban encerrados, le había puesto una de sus invocaciones en la ropa para poder vigilarlo de cerca sin que nadie se diera cuenta.
Entre sus invocaciones, su hechizo y el olfato prodigioso de Kakashi-sensei era imposible que lo perdieran de vista. Para la sorpresa de todos, el otro comerciante llegó esa misma mañana a la aldea acompañado ni más ni menos que del equipo de Gaara. Ambos hombres se saludaron afectuosamente, como si llevaran mucho tiempo sin verse, cuando se reencontraron en el hotel después de comer.
—¡Yo que creía que sería el último en llegar y casi me vuelvo loco aquí dentro encerrado!
—Tuviste suerte. Nosotros logramos guarecernos antes de encontrarnos en plena tormenta. Afortunadamente, con Gaara-san presente no pasó nada y pudimos cruzar el desierto mucho más rápido.
Seina vio el rostro semi complacido de Gaara. ¿Quizás porque le estaban alabando al mismo tiempo que le estaban recordando porqué él había sido tan útil en una tormenta de arena? Sin duda por los controles que tenía sobre ésta gracias a Shukaku.
—Seina. No pensaba volver a verte tan pronto —sonrió Gaara, caminando lentamente hasta su lado. Observó a Kakashi-sensei—. ¿Has venido con tu equipo?
—No. Solo nosotros dos.
Dejó a Kakashi-sensei vigilando de lejos al cliente mientras ella hablaba con Gaara. Al parecer, había estado haciendo progresos con algunos civiles, reconstruyendo algunas casas derrumbadas por el viento con la ayuda de su arena. Además, también iba a realizar el examen de chunin con sus hermanos ya que ninguno de ellos fue ascendido debido a que, obviamente, su objetivo principal en los anteriores exámenes no fue ascender sino la invasión. Era algo raro hablar con un antiguo enemigo, pero estaba claro que Gaara estaba cambiando a marchas forzadas.
—¿Y qué hace Naruto? ¿Y Sasuke?
—Están obsesionado con entrenar —rodó los ojos—. Ahora quedamos cada lunes todos nosotros, los genins de mi promoción, para combatir y entrenar.
—Entonces, todos ellos vendrán a hacer el examen, ¿no?
—Sí. Salvo Shikamaru, que es chunin.
—Seina —llamó su maestro—. Vamos a entrar.
El cliente y el otro comerciante empezaron la reunión, dejándolos a todos a fuera. Vio como el equipo de Baki, el jonin sensei de Gaara, también estaba presente durante lo que durara la reunión.
—Así que no veremos al Nara en los exámenes de chunin —sonrió ladinamente Temari—. Una pena. Me habría gustado ganarle de nuevo.
—No sé si Shikamaru diría lo mismo…
Temari y Kankuro bufaron una risa al escucharlo. Seina contempló como Baki los observaba con algo de interés en su rostro severo. Luego, quizás algo aburrido, se giró a entablar conversación con Kakashi-sensei, quien estaba apoyado contra la pared con los ojos cerrados.
—Oímos que habías sido ascendida hace poco —le preguntó retóricamente Temari, echando un vistazo a su uniforme de tokubetsu jonin, idéntico al de los jonin de Konoha.
—Así es.
—¿Qué vas a hacer ahora? ¿Ascender de nuevo o esperar un tiempo?
—¿Por qué iba a esperar? —se encogió de hombros—. Haré los exámenes de jonin este año.
—Pero, ¿cuántos años tienes? ¡Debes tener 12 o 13 años como Gaara!
Se volvió a encoger de hombros. Estuvieron charlando un rato hasta que se cansaron. Cuando ya no tuvieron nada que decir se recostó contra la pared, al lado de Kakashi-sensei, quien todavía hablaba con Baki de un tipo de comida especial de Sunagakure.
Al rato, Haruyama salió acompañado del otro hombre, dándole palmaditas en el hombro con una gran sonrisa. Seina imaginó que todo había acabado para bien. La misión se le estaba haciendo tremendamente larga y solo habían pasado 6 días. Ahora que lo pensaba… Las misiones de escolta no eran lo suyo. Las encontraba aburridas e insípidas. Reprimió un bostezo mientras salían de la sala de reuniones en dirección al bufet del hotel.
—¿Ya han acabado de reunirse? —preguntó Kakashi-sensei.
—¡Sí! ¡Mucho antes de lo previsto además! Hemos llegado fácilmente a un acuerdo así que podemos marchar mañana mismo —confirmó. Seina casi rompe a llorar del alivio.
—De acuerdo.
Ahora que ya sabía que partían el día siguiente, Seina sonrió mientras usaba por última vez el spa del hotel. Esa noche comieron bien y se fueron a dormir pronto. Incluso Haruyama parecía querer subir a su habitación antes de lo previsto por voluntad propia.
Al día siguiente, se despidió de Gaara y su equipo y salieron de la aldea. Haruyama aceptó de nuevo ser teletransportado inconsciente con el hiraishin así que no perdieron tiempo y reaparecieron en el país del Fuego. Como Seina no había estado en la capital civil, donde residía el daimyo, tendrían que ir a pie escoltando al cliente.
—De cualquier forma, esto de poder estar en otro sitio en un abrir y cerrar de ojos es algo fascinante —apremió Haruyama, asintiendo en su dirección—. Pensaba que este viaje me costaría 2 semanas, pero al final durará la mitad. ¡Podré tomarme una semana de vacaciones ya que ya la tenía provisionalmente ocupada!
Seina rodó los ojos. ¿Acaso no había estado probando el spa del hotel los últimos 3 días? Qué bien vivían algunos. Hi no Miyako, la capital, estaba al sudoeste de Konoha, más cerca del país de las Olas que de la aldea. Ahí es donde los había teletransportado a petición de Kakashi-sensei, quien conocía bien las distancias y sabía que tardarían menos tiempo en llegar que si volvían a Konoha o al punto cercano a la frontera con el país de los Ríos donde había usado el hiraishin para ir a Sunagakure.
Pararon a comer después de varias horas de camino, en una aldea muy pequeña. Haruyama empezó a hablarles sobre la grandeza de la capital y de su casa reformada… Bla bla bla. Sinceramente, Seina dejó de prestarle atención. Llegaron a Hi no Miyako cuando empezó a anochecer. Lo acompañaron a su casa, donde recibieron la invitación de quedarse a descansar esa noche, pero se marcharon antes de que pudiera convencerlos o presionarlos.
—Podemos regresar rápidamente a Konoha —le aseguró Kakashi-sensei—. Gracias por el ofrecimiento, pero no es necesario que se moleste.
—Ah, sí, el maravilloso hiraishin. Entonces, hasta aquí ha llegado nuestra aventura, Kakashi-san, Seina-san. Muchas gracias por vuestro servicio.
—Ha sido un placer.
Seina hizo una reverencia silenciosa. Se despidieron de Haruyama y se marcharon de allí. Contempló todo lo que pudo de la gigantesca capital, viendo el castillo japonés del daimyo en lo alto de una colina.
—Estoy seguro que tarde o temprano podrás verlo todo tranquilamente —le aseguró Kakashi-sensei.
Dejó una de sus piedras selladas a pocos minutos de la capital, ante la atenta mirada de Kakashi-sensei, quien vio como la escondía y ponía unas cuantas barreras imperceptibles para los muggles. De nada serviría dejar un sello si luego alguien cogía la piedra o construía encima, etc. Usó el hiraishin por tercera vez, apareciendo cerca de Konoha.
—No me gustan las misiones de escolta —se quejó ella nada más pisar el suelo—. Menudo aburrimiento.
—Ya lo he notado —resopló una risa—. Son demasiado taimadas para ti. Por suerte, nos hemos ahorrado una semana como niñeras gracias a ti.
—Ni lo menciones —aseguró ella firmemente—. De haberlo sabido, lo habría propuesto nada más salir de Konoha.
Kakashi-sensei volvió a bufar una risa ante sus palabras, pasándole el brazo por los hombros cariñosamente.
—Vamos. Acabemos con esto de una vez por todas.
Registrarse de vuelta a la aldea, el camino hasta el departamento de misiones y la vuelta a casa fue, en comparación, pan comido. A penas tardaron una hora en cruzar por la puerta de entrada. Seina, al escuchar el silencio, comprendió que estaban solos.
—Por suerte mañana es miércoles y no tengo nada que hacer —gimió ella aliviada, tirándose en el sofá.
—Si quieres podemos entrenar con más calma tú y yo solos.
—Me parece bien.
Se fueron a dormir poco después. No estaban muy cansados, pero era agradable volver a tener una rutina en casa. Al día siguiente, se despertaron algo más tarde de lo habitual. El entrenamiento más “calmado” de Kakashi-sensei consistió en una lucha de taijutsu y kenjutsu. ¿A quién quería engañar? Definitivamente no sabía lo que significaba la relajación.
—Dentro de 2 semanas sabrás por fin dónde te toca hacer el examen de jonin. ¿Estás nerviosa?
—No.
—¿Ni un poco? —preguntó Kakashi-sensei, observándola con curiosidad.
—No. A unas malas, si me toca lo peor, puedo apuntarme sin dar mi apellido y cambiar de apariencia durante lo que dure el examen.
—Quizás no baste. Tu nombre cada vez está en boca de más gente. Incluso te conocen 2 jinchurikis de aldeas distintas. Por no hablar de la gente que te vio combatir en los exámenes de chunin, y los rumores de que Tsunade-sama ha elegido a otra aprendiz.
—Son solo rumores.
—Puede ser, pero te apuesto lo que quieras a que alguna gente fuera de nuestro país conoce tu nombre, y no son precisamente gente de fiar.
Seina contempló su rostro serio y algo preocupado. ¿A qué conclusión quería que llegara? ¿Quería que no se apuntara a los exámenes de ser en Kumo? ¿Qué fuera con más cuidado a la hora de mostrar algunas habilidades extraordinarias? Su maestro pareció leerlo en su rostro porque suspiró, tocándose la frente como si le doliera la cabeza. Se dio cuenta de lo tenso que estaba, sentado a su lado en la hierba artificial de la caseta.
—Date la vuelta.
Alzando una ceja en su dirección, pensativo, le hizo caso. Conjuró una piedra bajo su trasero para alzarse un poco, sentada tras la espalda del jonin, y empezó a masajearle los hombros con las manos cargadas de chakra verde. Kakashi-sensei se relajó visiblemente cuando sus dedos le apretaron los músculos sobrecargados y le masajeó la nuca.
—¿Tanto te preocupa?
—Por supuesto. No quiero ni imaginar lo que sentiría si…
—Pero no va a pasar nada —le cortó ella, abrazándolo desde atrás. Entonces, le susurró en el oído—. Confía en mí.
Por un segundo pareció querer decir algo, pero se mordió la lengua. Solo asintió, entrelazando sus manos, y recostando su cabeza sobre la suya. Seina le dio un beso en la mejilla. Sabía perfectamente lo difícil que era pensar o imaginar que un ser querido podía estar en peligro, más aún cuando antes no había tenido a nadie de quién preocuparse salvo uno mismo. Eso le había pasado a ella con Ron y Hermione, y estaba segura que a Kakashi-sensei le había pasado lo mismo con su padre cuando era su sensei, o incluso con su difunto equipo genin.
—Sabes… Ahora empiezo a comprender por qué hay tan pocos ninjas de alto rango y por qué muchos ninjas se retiran con 30 o 40 años —pensó en voz alta su maestro.
Entendió al instante porqué lo decía. Subir de rango implicaba misiones más peligrosas, mayor probabilidad de salir herido o morir. Eso significaba que podías perder más fácilmente a tus seres queridos que un simple chunin.
—¿Tú te has planteado retirarte? —preguntó Seina con curiosidad.
—No me lo había planteado. Hasta ahora… —confesó él—. Lo cierto es que ahora mismo no me veo retirándome.
—Yo tampoco —se rio ella, dándole otro beso en la mejilla—. Además, eres un gran efectivo para Konoha. No sé si te dejarían retirarte tan pronto.
—Lo sé. Quizás dentro de 10 años.
—¿Y qué harías con tu vida de retirarte? No te puedo imaginar sin el uniforme, para ser sinceros.
—Bueno, podría aceptar mi posición en mi clan, ser el líder a tiempo completo. Podría… enseñar.
—¿Enseñar? ¿A quién?
—Seina… ¿tú quieres tener hijos?
Ella se quedó de piedra momentáneamente porque nunca lo había pensado. Ella, a pesar de su edad mental, tenía toda la vida por delante, pero… ahora que lo pensaba. ¿Se veía teniendo hijos con Kakashi-sensei? La respuesta le vino de inmediato. No tuvo ni qué pensarla, no tuvo ni que imaginarle cuidando de sus hijos.
—Sí. ¿Y tú?
Kakashi-sensei se dio la vuelta entre sus brazos para poder mirarla directamente a los ojos.
—Lo cierto es que antes de conocerte habría dicho que no. De hecho… solo me imagino teniendo hijos si es contigo.
—Sé que serás un padre maravilloso —sonrió ella.
El ojo de Kakashi-sensei se cerró, emocionado. Posó su frente sobre la suya como si no fuera capaz de hablar. Seina no pudo contenerse así que inclinó su rostro y le besó los labios suavemente. Una mano le cogió la cara con delicadeza. Entonces la besó de nuevo con besos cortos. Una, dos, tres veces, como si no pudiera parar. Ella sonrió.
—Sigues torturándome —dijo él sobre sus labios en un susurro—. Ojalá fueran así todas las torturas que he sufrido.
Notes:
Hola a tod@s. No he muerto, simplemente me fui de viaje y olvidé subir el capítulo. Sorry.
Las malas noticias no acaban ahí... :(. Ahora tengo bastante menos tiempo para continuar escribiendo así que para darme tiempo a escribir vamos a pasar de nuevo a 1 capítulo por semana.
En cuanto a la otra historia fem!Harry/Shikamaru, todavía queda mucho tiempo para que la cuelgue. Me gusta primero finalizar una historia antes de empezar otra.
Chapter 64
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Al día siguiente Kakashi-sensei fue llamado a otra misión. Sin ella. Seina se quedó sola en la casa puesto que ni Sasuke ni Naruto habían vuelto aún. Por suerte, era jueves y tenía trabajo en el hospital así que el día se le hizo más corto. Lo mismo sucedió con el viernes, igual de solitario. El sábado, no obstante, sin nada que pudiera distraerla, pasó el día entero en su estudio.
Casi había olvidado su idea con el patronus, pero ahora que tenía tiempo pudo retomarla con gusto. Las runas para hacer inquebrantable el mineral que pensaba hechizar eran fáciles, habituales. Tuvo que crear varias secuencias cuyo objetivo era retener el patronus dentro del mineral. Una de ellas no funcionó. Otra pareció funcionar durante unos minutos, pero luego el patronus se desvaneció. Al final, lo intentó de otra forma. En lugar de retener a su hechizo, probó con absorberlo.
—¡Ha funcionado! —exclamó ella a Kurama, quien lo estaba observando con interés a través de sus ojos.
—¿Por qué?
—Creo que estos minerales no tienen suficiente poder como para retener una magia tan poderosa. Cambiando las secuencias rúnicas puedo hacer que sea mi hechizo patronus el que aporte energía a la piedra, y no al revés, a la vez que el mineral actúa como un ancla del hechizo. Una vez el mineral en sí tiene energía, puede activarse la segunda parte de la secuencia para que el patronus se encapsule en la piedra.
—Huh. Creo que lo entiendo. Con las modificaciones que has hecho, tu hechizo le está dando magia a la piedra y, a la vez, esta energía se usa para poder “retenerlo”, ¿no?
—Así es. No es un patronus corpóreo, sino incompleto debido a que parte de la energía ha sido usada para activar las runas del propio mineral. Aun así, esto ya es suficiente para que alguien pueda sentir los mismos sentimientos de felicidad y serenidad que se sienten con un patronus completo.
Seina repitió un par de veces el experimento, para comprobar que funcionaba. Sonriendo de oreja a oreja, se dio cuenta de que había sido un éxito rotundo. Cogió el primer colgante de cadena plateada con un ópalo en forma de lágrima, plana, y se la puso. En el momento en que el colgante tocó su piel notó un sentimiento de serenidad, felicidad, confort y amor difícil de explicar. Era como llegar a casa con sus seres queridos después de una misión, como bañarse cuando hace frío en invierno, como un abrazo de un ser amado. Notó como el estrés disminuía progresivamente así que sus músculos se sintieron relajados, listos para cualquier cosa.
Había hecho 3 pruebas con éxito, pero haría uno más para ella. Se sacó el ópalo y lo limpió antes de guardarlo en una mullida caja conjurada. Los otros colgantes eran una labradorita y una amatista, pero ella quería algo distinto. Rebuscó entre los múltiples cajones de la cajonera transformada hasta que encontró algo interesante. Una piedra luna gris oscuro.
—Ugh… ¿Sentimentalismos, enana? —preguntó Kurama al darse cuenta de porqué esa piedra le había llamado la atención.
Era del mismo color que el ojo de Kakashi-sensei. La sacó del cajón, examinándola, y luego la usó para su nuevo invento. Esa noche durmió como un bebé gracias al influjo de su nuevo colgante.
Al día siguiente, un domingo, se despertó debido a las voces de sus hermanos. Bajó las escaleras con el pijama puesto.
—…-je que llegaríamos muy tarde, dobe!
—¡Si es de día!
—¡Porque no hemos dormido! —gritó Sasuke, dándole una colleja a su hermano.
Seina se rio al ver cómo discutían Naruto y Sasuke. Se giraron a mirarla, con expresiones menos enfadadas.
—¡Seina-nee!
—¿Te hemos despertado? —le preguntó Sasuke. Ella negó con la cabeza—. No me hubiera extrañado, con lo que grita este cabeza de chorlito.
—¡RETIRA ESO!
—Cállate, dobe. Me voy a dormir.
—Que descanses —le deseó ella.
Escuchó cómo se iban a sus respectivos cuartos, discutiendo. Sacudió la cabeza mientras se hacía un desayuno para ella sola. Aprovechó esa mañana en silencio para leer el libro de los Nara, sorprendida de todo lo que habían investigado a lo largo de los años. Realmente eran unos genios. Se habían dedicado a cultivar todo tipo de plantas para ver qué características medicinales poseían.
Cuando levantó la mirada del libro se dio cuenta de que era pleno medio día y de que sus hermanos estaban durmiendo todavía.
—Será mejor que empiece a hacer algo de comer…
Con la ayuda de sus clones, cocinaron unos cuantos plantos e hizo inventario de lo que tenían que comprar y de los bentos que tenía que llenar. Aprovecharía esa misma tarde para ir a hacer la compra ella sola, de ser posible. Escuchó la puerta de Sasuke abrirse antes de que bostezara bajando las escaleras.
—¿Qué tal has dormido? —sonrió ella, dándole un beso en la mejilla.
—Bien. Era justo lo que necesitaba.
Observó de reojo cómo las orejas de Sasuke se sonrojaban cuando le besó, pero también se dio cuenta de la leve sonrisa en sus labios. De los 3, Naruto era el más efusivo: se tiraba encima de ella, la abrazaba, la cogía de la mano, lloraba en su hombro… Ella era menos entusiasta, prefiriendo algún que otro abrazo y beso, pero nada tenía que ver con Sasuke, quien al principio los había mantenido a un metro de distancia. Y lo decía de forma literal.
—¿Cómo ha ido la misión?
—Bien —repitió—. Solo era una misión de escolta.
—Ugh. No me hables de esas.
Sasuke bufó una risa. Tuvo que llamar a Naruto para que se despertara para comer. Cuando bajó, con los ojos pegados todavía, los encontró hablando y riendo sentados en la mesa. Esa misma tarde, para que pudieran volver a dormirse en un horario más o menos normal, entrenaron muy duro hasta caer rendidos.
Al día siguiente, se reunieron de nuevo con los otros equipos.
—Me gustaría practicar algo de ninjutsu —le pidió Ino, con quien le había tocado ese día entrenar junto a Shino y Sasuke—. Siento que estoy mejorando mi taijutsu, pero a parte de mi kekkei genkai no tengo nada más dónde apoyarme.
—¿Os ha mostrado Asuma-sensei qué clase de naturaleza tenéis? —preguntó Sasuke.
—Sí. Shikamaru tiene naturaleza tipo fuego, Chouji tipo agua y yo tipo tierra.
—No está mal… Entre los 3 cubrís bastantes debilidades. ¿Por qué no te enseño algunos ninjutsus más de tierra, pero ofensivos?
—¡Estupendo!
—¿Y nosotros? —preguntó Shino con su calma habitual.
—Tú mayor debilidad es el cuerpo a cuerpo, Shino. Yo de ti compraría unas pesas y haría ejercicios de taijutsu con Sasuke, e Hinata. ¿Cómo vais con el genjutsu?
—Soy principiante —reconoció Shino. Ino asintió también.
—Tenemos mucho que entrenar —frunció el ceño Sasuke—. Quizás sería mejor que hiciéramos algún tipo de plan. No tiene sentido entrenar así.
—Lo sé. De hecho, estaba pensando ir persona por persona para examinar sus debilidades y así hacer un plan más eficiente —reconoció ella—. Ahora mismo estamos entrenando lo que nos da la gana.
Sasuke silbó a los demás para que se acercaran. Los otros, quienes estaban calentando para evitar lesiones, se acercaron con curiosidad. Les explicaron lo que habían pensado.
—¿Y cómo vamos a hacerlo? —preguntó Neji.
—Dejadme que saque una libreta para ir apuntando… —metió la mano en la riñonera, sacando su diario, y lo abrió en una página cualquiera—. A ver… Empecemos por la gente cuyo punto débil es el taijutsu.
—Shino, Ino, Chouji y yo —reconoció Shikamaru.
—Vale… ¿Los que no saben genjutsu más que el nivel principiante?
—Prácticamente todos, salvo Sasuke, Naruto y tú.
Seina fue apuntando en una tabla. La gente que sabía más taijutsu era la que no tenía ni idea de genjutsu y sabía muy poco ninjutsu, como Lee, Tenten y los Hyuga. Los que sabían atacaban desde lejos eran los que justamente sabían menos de taijutsu, como el equipo 10 o Shino mientras que los que tenían más conocimiento de ninjutsu eran justamente los más equilibrados, como Kiba o su equipo. Se lo pensó unos segundos, rodeada de sus amigos, hasta que se dio cuenta de que tenían que cambiar la forma de entrenar.
—Mirad. Tenemos poco tiempo para los exámenes así que me centraría en 2 cosas: eliminar la mayor debilidad de cada uno y aprender unos cuantos ninjutsus. Partiría las 4 horas de entrenamiento en 2 bloques: uno de taijutsu para todos y otro para aprender ninjutsu.
—Yo emparejaría a los que más saben de taijutsu con los que menos saben —pensó en voz alta Sasuke—. Así que avanzaríamos más rápido.
—Bien visto. ¿Todos sabéis vuestra naturaleza de chakra? —preguntó ella.
Vio como el equipo 8 y el equipo de Neji negaban con la cabeza.
—Podéis comprar los papeles de chakra en la aldea. Nos repartiremos en grupos para aprender ninjutsu de vuestra mayor afinidad. De hecho, si os esperáis unos minutos puedo ir a comprar unos cuantos papeles y así empezamos hoy mientras calentáis.
A todos les pareció bien la idea, dándose cuenta de que era más eficiente usar un horario predeterminado que ir combatiendo al azar entre ellos. Seina fue a la aldea a comprar los dichosos papeles de chakra. ¿Por qué no eran capaces Kurenai-sensei y Guy-sensei de hacer algo tan tonto como eso? Ya sabía que no todos los equipos estaban destinados al combate como el suyo, pero nunca estaba de más saber defenderse…
Cuando regresó los vio peleando entre parejas y tríos, como habían planificado. Lee le estaba explicando a Shino y a Shikamaru unos cuantos combos mientras que Neji estaba peleando contra Ino y Tenten contra Chouji. Los demás se habían emparejado de forma estratégica para cubrir más debilidades, como Hinata contra Naruto, quien era el más impredecible de todos, y Sasuke contra Kiba para llevarlo al límite. Sin duda era cosa de Shikamaru o Sasuke.
Ella aprovechó el rato que estaban practicando taijutsu y shurikenjutsu para pensar en qué ninjutsus enseñarles. Lo más básico era el jutsu de ocultación, para poder escabullirse, atacar protegido y esconderse. También necesitaban un jutsu de defensa, como la pared de tierra, y un jutsu ofensivo, como el chorro de agua o la bola de fuego… Apuntó las naturalezas que sabía hasta ahora de sus amigos y se dio cuenta de que, entre Sasuke, Naruto y ella podían repartirse a todos en 3 grupos.
—¡Hagamos una pausa! —jadeó Ino, tirada en el suelo totalmente sudada—. Necesito beber algo de agua.
Todos se sentaron en el suelo, respirando profundamente. Seina les lanzó su cantimplora autorellenable para que bebieran.
—¿Por qué no probamos los papeles ahora? —preguntó Tenten, recostada sobre sus brazos—. Me da curiosidad saber nuestras naturalezas.
—Ten. Pasad los papeles. ¿Podéis irme diciendo qué naturaleza principal tenéis? Estoy haciendo unos grupos para repartirnos el entrenamiento.
—Yo tengo naturaleza tipo fuego —dijo Shikamaru. Kiba asintió también.
—Huh. Al parecer yo también —contestó Neji, mirando su papel hecho cenizas.
—¿Agua?
—Yo —levantó la mano Chouji e Hinata.
—Yo soy de tipo tierra —le informó Ino.
—Yo también —dijo Shino.
—¿Y viento y rayo?
—¡Yo soy viento! —sonrió Tenten.
—Vale. Entonces estamos todos. Naruto es de tipo viento y Sasuke de tipo rayo.
Observó a Lee algo triste viendo como todos charlaban de ninjutsu cuando él era incapaz de usar el chakra de esa forma. Se acercó a él discretamente, dándose cuenta de que podía incluirlo de otras formas.
—Lee. ¿Qué te parecería aprender kenjutsu y a curar heridas de forma manual?
—¿En serio? —sonrió de nuevo Lee, de forma radiante—. ¡Me encantaría!
—En realidad, todos deberían saber a hacerlo. Imagina que Tenten y Neji se quedan sin chakra para curar al equipo…
—¡Tienes razón, Seina! ¡Debo entrenar duro y aprender lo máximo posible!
Ella sonrió. Así fue como pasaron las horas restantes de entrenamiento. Seina se encargó de Hinata, Chouji, Ino y Shino para enseñarles ninjutsu de naturaleza de tipo agua y tierra mientras que Naruto se centró en Tenten y Sasuke en Shikamaru, Kiba y Neji. Dejaron el campo de entrenamiento habiendo hecho grandes progresos. Lee estuvo aprendiendo con uno de sus clones y practicando en otro clon.
—¿Qué os parece ir al yakiniku? —preguntó Tenten—. Allí tienen mesas grandes.
—¡Genial! ¿Verdad que sí, Akamaru?
—¿Qué más crees que debemos hacer? —le preguntó Shino mientras caminaban de vuelta a la aldea.
—Deberías poneros pesas para mejorar vuestra velocidad y resistencia.
—¡Y también hacer ejercicios de chakra! —intercedió Ino delante suyo—. De no ser por los ejercicios que he estado haciendo no podría haber usado todo ese ninjutsu.
Comieron prácticamente en silencio del hambre que tenían todos. Esa misma tarde, cuando regresaron a casa, entrenaron en la caseta mucho más duro durante horas. Hasta que llegó de improvisto Kakashi-sensei.
—¡Yo! ¿Entrenando todavía?
Seina le saludó con la mano desde el suelo, exhausta, mientras que Naruto y Sasuke jadeaban en mitad de su lucha de kenjutsu. Se sentó a su lado, observando a sus alumnos luchar fieramente, y luego la miró a ella.
—Pareces a punto de echarte a dormir —le comentó, mirándola de reojo.
—No me extraña. Llevo todo el día entrenando.
—Ah, cierto. Hoy es lunes. Y mañana tienes más entrenamiento con Ensui y los otros.
Seina cerró los ojos, gimiendo de pereza. Entonces, sintió como la cogían en brazos de improvisto. Se la llevó adentro de la casa sin que ella lo pidiera, pero debía reconocer que estaba agradecida de no seguir usando las piernas.
—Debería ducharme —admitió ella—. Estoy pegajosa.
Kakashi-sensei se rio al escucharlo.
—¿Quieres que te lleve a tu cuarto? —preguntó sonriendo hacia abajo.
—¿Puedes? —pidió ella abriendo los ojos como un corderito.
—No hace falta que me lo digas dos veces.
La dejó en su cuarto, apoyándola contra el suelo con cuidado, y luego se marchó a darse una ducha también. Un rato más tarde, cuando ya estaba duchada y llevaba el pijama puesto, bajó las escaleras, mucho más relajada.
—¿Cómo ha ido tu misión? —le preguntó Naruto a Kakashi-sensei mientras cenaban—. ¿Qué has hecho?
—He escoltado a un ninja de una de las bases de Konoha cerca de la frontera.
—¿Un traidor? —preguntó ella, acordándose por fin del cómplice de Mezu.
—Sí. Al parecer Shikaku quería esperar unos días para investigar si trabajaba solo o había alguien más, pero afortunadamente solo se trataba de una persona.
Estuvieron hablando un rato más, pero claramente estaban todos cansados. Se fueron todos a dormir mucho antes de lo habitual. Fue solo cuando volvió a pasar por delante de su estudio cuando se acordó del colgante. Cogió la caja con los colgantes y fue a la habitación de Kakashi-sensei, la musa de su invento. Llamó a la puerta con un par de toques.
—¿Seina? —preguntó casi al mismo tiempo que abrió la puerta, seguramente oliéndola—. ¿Sucede algo?
—No. Solo tengo que enseñarte algo.
La dejó pasar a su cuarto. Vio como lo tenía todo muy bien recogido, aunque se notaba que alguien vivía allí permanentemente. Había un par de pergaminos abiertos en la mesa de escritorio y un libro de esos eróticos en la ventana con asiento, perfecta para leer relajadamente. Se sentó en el baúl a los pies de la cama, que tenía una manta doblada encima, y le mostró la caja con los 3 colgantes.
Kakashi-sensei observó los colgantes con cadenas plateadas idénticas con curiosidad.
—¿Para qué sirven? —le preguntó. Sonrió viendo cómo la conocía.
—¿Te acuerdas de lo que hice el otro día con mi magia? ¿El hechizo que usé? Pues he logrado absorberlo aquí dentro —le indicó al mineral que colgaba en forma más o menos de lágrima—. Estos eran de prueba, pero funcionan.
Se dio un golpecito en el pecho, donde tenía su propio colgante, para indicarle que ya los había probado durante largo rato.
—¿También tienes uno?
—Claro. Es como drogarse, pero sin las malas consecuencias —rio ella, mostrándole su colgante.
Kakashi-sensei pestañeó al verlo, examinándolo en su mano desnuda con una intensa curiosidad y un brillo calculador. Luego, la miró fijamente con ese ojo suyo que era prácticamente idéntico a la piedra luna que había elegido. Gris oscuro que podía confundirse con negro según la luz. Vio como cogía el colgante amatista, tocando delicadamente la piedra que colgaba de la cadena. Como si la hubieran electrocutado, se dio cuenta de que él se había percatado de porqué había elegido la piedra que colgaba de su cuello.
No había planeado usar amatista por el color de sus propios ojos, bastante más claros, pero igualmente violetas, sino porque era un mineral abundante y, por lo tanto, algo más barato que otros así que podía permitirse usarlo en varias pruebas. Observó cómo se lo ponía en silencio. En cuanto tocó su piel supo, por su inhalación irregular, que lo estaba sintiendo.
—Es increíble. Gracias Seina —se inclinó sobre la cama y le dio un beso en los labios, como si nada—. Incluso ahora me siento mejor.
—De nada. Te dejo dormir. Buenas noches.
—Buenas noches —le dio otro beso en la mejilla antes de dejarla marchar.
Sus ojos oscuros la siguieron hasta que cerró la puerta.
El día siguiente, martes, tuvo que darse ánimos así misma para ir al campo de entrenamiento. Sinceramente, no le apetecía para nada entrenar con 4 anbus, pero no era de las que cancelaban planes sin una muy buena razón. Cuando llegó, Ensui estaba hablando animadamente, cosa extraña, con Yugao y los otros.
—Hey.
—Buenos días Seina —corearon.
—¿Empezamos?
Suspiró. Aceptó de nuevo el chakra de Kurama, puesto que era la única forma de aumentar su velocidad y resistencia a la de los otros anbu, y saltó esquivando los ataques de los otros. Usó el hechizo de oscuridad, dejando el claro entero en una burbuja negra, y activó su brazalete. Rápidamente se movió de sitio antes de que pudieran seguir atacando su última posición. Usó el último genjutsu creado por Kakashi-sensei para poder usar el chakra y esperó.
—No hace falta que intentéis disipar la oscuridad —les dijo Ensui en algún punto del claro—. Es imposible.
—¿La percibís?
—No.
—Extraño. Antes podía sentir el chakra de Kurama —informó Yamato—. Ahora ya no.
Conjuró unos cuantos animales para que los atacaran mientras ella se metía dentro de la tierra e invocaba unos cuantos clones escondidos por si necesitaba intercambiarse con el hiraishin. Estuvieron un rato buscándola e intentando zafarse de sus alimañas. No obstante, el genjutsu de Kakashi-sensei parecía estar funcionando a la perfección. Poco a poco sacó su mano fuera de la tierra, donde podía ver a alguien posado esperando.
—Cantis.
Seina se mordió la lengua fuertemente cuando Yamato empezó a cantar descontroladamente a pleno pulmón. Escuchó como los otros resoplaron sendas risas, tosiendo después de un segundo de silencio absurdo. Oh, solo acababa de empezar a trolearlos… Envió una maldición de las más inofensivas a Yugao, escuchando como maldecía y dejaba caer sin querer su katana en el suelo cuando los dedos se le volvieron tan endebles como la gelatina.
—Eblubio. Inflatus —los gritos agudos de Seichi casi la hicieron reír—. Expecto patronum.
Invocó a su patronus para darles luz en mitad de la oscuridad, para distraerlos antes de dejarlos a todos con un stupefy múltiple, pero en cuanto vio la forma corpórea que estaba tomando se quedó estupefacta. Ya no era un ciervo. Estaba cambiando. Fuera lo que fuera, todavía no había cambiado del todo, pero parecía una especie de zorro o algún animal a cuatro patas.
—¿Qué diablos es eso?
La voz de Yugao la sacó de sus pensamientos, y acto seguido los dejó a todos inconscientes. Sacudiendo la cabeza, pensando que ya averiguaría qué acababa de pasar, deshizo la oscuridad antes de devolverlos a la consciencia. Ensui, al verlos a todos, ahogó una risa y un gemido cansado a la misma vez.
—¿Me puedes devolver mi cuerpo? —demandó Seichi, flotando a varios metros del suelo como un zepelín. Lo restauró a su cuerpo normal mientras reía—. Gracias.
—No creo que esto sea muy bueno —dijo Yugao, mirando sus dedos moverse en todas direcciones con horror.
Yamato, mientras tanto, no abrió la boca. Se limitó a fulminarla con la mirada sin decir nada, para evitar seguir cantando. Los devolvió a todos a la normalidad entre risas. Se pasó toda la mañana tomándoles el pelo. En lugar de entrenar con ellos en un combate normal, los 4 anbus le propusieron que se escondiera cada vez con tal de encontrarla y de evitar sus ataques. Seina, quien estaba algo cansada, aceptó la ofrenda de paz. No tenía ni idea de cuántas veces se escondió de ellos con éxito usando hechizos, barreras mágicas, runas, ninjutsu, sus clones, genjutsu… Lo cierto es que tenía que reconocer que tenían valor de seguir intentándolo una vez tras otra después de las decenas de hechizos de broma que usó con todos ellos. Ninjas… Todos eran de lo más tozudos.
Chapter 65
Notes:
Advertencia: mención de tortura, abuso de menores, mención de secuestro, mención de experimento en humanos, mención de muerte/asesinato.
Chapter Text
A la hora de comer, recibió una nota para que fuera a la oficina de la Hokage. Con curiosidad, se encaminó lentamente hasta allí. Cuando llegó Tsunade-sama la hizo pasar rápidamente.
—Seina, ¿cómo estás? —le preguntó observando su apariencia cansada—. ¿Has estado entrenando?
—Sí, con Yugao y los otros.
—Siéntate si quieres —le indicó con el pulgar a la silla contra la pared—. Te he llamado aquí por un par de motivos. Empezaré por el más… simple. Kakashi me ha comentado que quieres encontrar documentos de tu clan. Me preguntó que si tenía alguno que pudiera darte considerando que mi abuela fue Mito Uzumaki, pero lo cierto es que no conservo gran cosa de ella. Al menos, nada importante. Me dijo también que querías explorar las ruinas de Uzushiogakure para ver si encuentras algo enterrado allí debajo de valor.
—Es cierto.
—Ya veo. Mi idea es dejarte ir junto a tu hermano y Sasuke allí… considéralo unas vacaciones de una semana.
—¿De verdad? —preguntó ella sorprendida.
—Sí. Comprendo bien vuestra situación y creo que necesitáis esto. Además, ir con tu equipo os dará tiempo para relajaros antes de los exámenes de chunin y de volver a reconectar. Creo que después de todo lo que has hecho te lo mereces —sonrió su maestra con cierto orgullo en la mirada. De repente, fue como ver una sombra de Andrómeda mirándola recoger el título de su primera maestría hacía ya una vida y media. Pestañeó al escuchar a su maestra seguir hablando—. Ahora… El tema más complejo. Karin Uzumaki. La niña que rescatasteis de la base de Orochimaru.
—Entonces, ¿es inocente? —preguntó ella al escuchar la palabra “rescatar”.
—No del todo… ¿Quieres que te explique lo que hemos descubierto? —ella asintió—. Está bien. Se llama Karin y tiene 13 años. Su madre era la Uzumaki, pero no conoció a su padre. Vivió con su madre en Kusagakure hasta setiembre del año pasado. De hecho, Karin fue una de las participantes del último examen de chunin. El de Konoha.
—¿En serio? —preguntó totalmente sorprendida. Ni siquiera se había fijado en ella.
—Sí. Poco después del examen, su madre falleció debido a un agotamiento de chakra mortal. Al parecer, tanto Karin como su madre fueron acogidas en Kusagakure a cambio de que usaran su chakra con características sanadoras en los ninjas de la aldea. Ambas dejaban que sus pacientes las mordieran, entregándoles el chakra para sanarlos. Su madre fue llevada a la muerte por Kusagakure debido a las demandas de su líder. Cuando ésta murió, Karin asumió el papel de su madre en la aldea de forma forzosa durante unas semanas. Entonces, Kusagakure sufrió un ataque sorpresa donde murió mucha gente. Karin se salvó en parte gracias a su chakra sanador. Orochimaru la encontró y, sorprendido por su habilidad, le ofreció llevarla consigo a Otogakure.
—Así que se fue voluntariamente, ¿no?
—Sí. Pero, debes entender, que entre la muerte de su madre a manos de Kusagakure, el ataque sorpresa y la sorprendente gentileza de Orochimaru es normal que se marchara con él. Karin se encontraba en un estado emocional vulnerable en ese instante y Orochimaru se aprovechó fácilmente de ello.
—¿Y qué más pasó desde que aceptó irse con Orochimaru hasta que la encontramos?
—Orochimaru y Kabuto estudiaron sus habilidades y, según lo que escuchó, parece que consiguieron reproducirlas en unos pocos… voluntarios. De hecho, Karin estuvo presente en estos experimentos. Uno de ellos semi exitoso. Quizás te suene. Lo intentaron en un chico con una kekkei genkai cuya característica era usar huesos como armas pudiendo extraerlos del cuerpo.
Seina recordó al instante de quién hablaba. El chico que murió enfrentándose a su hermano y a Gaara cuando rescataron a Sasuke. Notó un escalofrío al darse cuenta de lo conectado que estaba todo. Nunca hubiera imaginado que aquel chico había estado presente allí, atacándolos, y no muerto gracias a Karin. Su prima lejana. El mundo es un pañuelo.
—Otro experimento fue realizado en un chico llamado Jugo. Según lo que sabe Karin, este chico se acercó voluntariamente a Orochimaru para que lo curara de sus… ataques de ira. Karin no sabe exactamente de qué trataban, pero sí que vio cómo usaba Orochimaru su chakra para sanarlo. Si fue o no efectivo para curar estos desconocidos ataques no lo sabemos, pero sabemos que no murió así que no creemos que fuera un experimento fallido del todo. Después de eso, cuando ya no la necesitaron presente, la enviaron a la base donde la encontrasteis.
—¿Y qué hacía allí?
—Al parecer Karin, además de tener este chakra sanador, es sensitiva al chakra. Puede rastrear y localizar a alguien por su chakra. Su cometido en la base era servir de médico, en caso de que fuera necesario, e impedir que los prisioneros huyeran mediante el seguimiento de su chakra.
—Imagino que si alguno conseguía escapar también era perseguido por Karin para que no delatara la localización de la base —rio ella irónicamente.
—Exacto. Entonces la encontrasteis y el resto es historia.
—¿Y cómo es ella? ¿Se arrepiente de haber ido con Orochimaru? ¿Puede traicionar a Konoha?
—Por suerte para Karin, ha pasado muy poco tiempo bajo el yugo de Orochimaru así que todavía se siente medio culpable por las condiciones de vida de algunos prisioneros que vio. El caso es que Orochimaru la ayudó cuando todos la dejaron tirada así que una parte de ella se siente agradecida y en deuda con él. Además, tiene una personalidad algo… fluctuante. En un momento está callada, al siguiente está gritando o haciéndose la inocente. Sinceramente, creemos que ahora está intentando averiguar qué le espera y cuál es su nueva posición aquí en Konoha… Aun así, parece que la hemos rescatado antes de que pudiera ir a peor. Con un poco ayuda, creen que será posible ayudarla con estos cambios anímicos que presenta.
—¿Y eso qué supone para ella?
—Las opiniones han estado muy reñidas, la verdad… Quería hablar contigo de ella para ver qué pensabas tú.
—Por lo que me ha contado parece un peligro en potencia.
—Sí, eso me temo —suspiró la Hokage—. Como mínimo estará 6 meses siendo vigilada. La cuestión es, ¿quieres hacerte cargo de ella sabiendo lo que sabes ahora o nos dejarás su custodia?
—Tengo que hablar con Naruto.
—Lo imaginaba. Por eso quería que os fuerais esta semana a Uzushiogakure para pensar en ello. En cuanto vuelvas, quiero una respuesta. Ten. Podéis partir hoy mismo si queréis.
Seina cogió el pergamino que le entregaba la Hokage con el permiso para poder salir de la aldea. Evitó suspirar de nuevo al darse cuenta de que, una vez más, tendría que hablar con Naruto del tema. La última vez acordaron provisionalmente darle un piso a- a Karin, pero ahora ya no sabía qué pensar. Entendía lo que le había dicho Tsunade-sama sobre su estado emocional vulnerable, pero eso no quitaba que Karin, como todos los ninjas, estaba precavida justamente de situaciones como esa. ¿Era simplemente idiota o estaba peor anímicamente de lo que el departamento de interrogación había descubierto? Quizás ambas cosas. Hasta que no hablara con ella personalmente no lo sabría.
Paró en seco en mitad de las escaleras. Eso era. ¿Por qué no hablar con Karin antes de decidir qué hacer con ella? Ahora que se le había ocurrido sabía que sería imposible dejar de pensar en ello. De hecho, le parecía lo más necesario y lógico dadas las circunstancias. Quería hablar con Karin antes de hablar con Naruto sobre la situación. Regresó a la oficina de la Hokage, quien la hizo pasar con algo de sorpresa.
—¿Sucede algo?
—Quiero hablar con ella. Lo he estado pensando y me he dado cuenta de que necesito hablar, aunque sea una vez con Karin.
—… Está bien. Déjame que te escriba una nota para que te dejen pasar a verla.
Así fue como Seina se dirigió, con el estómago rugiendo del hambre, al departamento de interrogación. La tenían en una celda todavía, como era de esperar, así que fue acompañada por uno de los chunins. Se quedaría a fuera, por lo que pudiera pasar, para evitar que Karin intentara cualquier cosa.
En cuanto se abrió la celda vio a Karin de espaldas. Tenía el cabello pelirrojo, corto por los hombros, y vestía la típica ropa de prisionero sin bolsillos ni costuras que pudieran ser usadas para atacar o escapar. De hecho, esa ropa era tan endeble que si intentara usarla para estrangularla se desgarraría en pedazos. Estaba sentada en una cama individual, encima del colchón fino sin sábanas. No había nada más. Si tenían sed, hambre o ganas de ir al baño tenían que pedir que los escoltaran y/o les trajeran lo que necesitaran.
—Karin… Mi nombre es Seina Uzumaki.
Vio cómo se quedaba de piedra al escucharlo, todavía dándole la espalda. Poco a poco, se giró en su asiento para mirarla. Vio por primera vez el rostro de su pariente lejana. Tenía los ojos marrones rojizos y la misma piel pálida que tenía su madre, y ella, en las fotografías.
—¿Uzumaki?
—Así es. Soy la hija de Kushina —le informó. Karin respiró fuertemente, sorprendida al escucharlo—. Tengo un hermano mellizo, Naruto. Estaría aquí conmigo, pero he venido de improvisto cuando me lo ha contado todo Tsunade-sama.
Seina activó su legeremancia. No es que le gustara leer la mente a los demás, considerando cuanto odiaba que se la hubieran leído a ella, pero era necesario. Karin pensaba de forma frenética. Sus pensamientos eran una mezcla entre alegría por haber encontrado a gente de su clan, una pizca de culpa por lo que había hecho, tristeza y enfado por estar encarcelada y una creciente esperanza al haberla encontrado.
—Me ha dicho que aceptaste ir con Orochimaru voluntariamente…
—Sí… —confesó Karin, mirando al suelo—. No tenía nada más en Kusagakure así que pensé que podría ser útil de otra forma.
—¿Y qué pensaste cuando te diste cuenta de los experimentos humanos de Orochimaru?
—Para ese entonces ya era demasiado tarde —se mofó de sí misma con una risa—. No tenía a nadie más así que pensé que lo mejor para mí sería agachar la cabeza y encontrar una forma de… lidiar con todo. Fue una idiota aceptando a Orochimaru, pero pensé “¿Qué se le va a hacer?”.
—Pero ahora estás aquí. Y eso lo ha cambiado todo, ¿no?
—Ese es el problema. Ahora es como si me lo hubieran arrancado todo. Otra vez. Aun así, mentiría si dijera que no me estaba volviendo loca en esa prisión —dijo en un hilo de voz.
Seina vio en sus pensamientos a qué se refería. La misma Karin se había empezado a dar cuenta de sus cambios repentinos de humor, su depresión silenciosa que estallaba a veces, su ansiedad por vivir bajo la piedra. Antes de conocer a Orochimaru no era así, así que ella misma se había dado cuenta de cuál era el denominador común de sus nuevos males. A pesar de saberlo, Karin era incapaz de remediarlo porque solo tenía 13 años y estaba atrapada entre la espada y la pared. No tenía aldea natal, no tenía familia, no tenía grandes poderes que la ayudaran a huir, Orochimaru tenía su información y su sangre… Había tomado la decisión de irse con Orochimaru y se había dado cuenta de que la había cagado, cosa que contribuía a su enfado creciente con el mundo y consigo misma.
Aun así, Karin era inteligente. Su idea había sido agachar la cabeza, hacer lo que le dijera Orochimaru y esperar a tener una oportunidad para salir de ese zulo. Sabía que Orochimaru estaba siendo cazado así que se dijo a sí misma que tarde o temprano alguien acabaría con él y ella aprovecharía el intervalo de tiempo mientras los esbirros de Orochimaru se reorganizaban para huir lo más lejos posible.
—Está bien. Mañana me voy con mi equipo en una misión de una semana —le informó ella mientras pensaba en lo que quería decir—. Cuando vuelva hablaremos de nuevo.
Karin asintió con un poco más de ánimos. No quería adelantarle que en una semana saldría de allí porque todavía no sabía qué harían con ella. El caso es que ahora que había hablado con Karin se dio cuenta de que estaba más convencida de que era más inocente de lo que pensaba. Quizás no habría dicho lo mismo de haberla capturado años más tarde, pero ahora mismo Karin solo llevaba unos meses siendo un esbirro de Orochimaru. Con el mismo Orochimaru supuestamente solo pasó unas semanas así que Karin era más culpable de retener ilegalmente a esa gente que de confabular con Orochimaru y sus experimentos.
—Hola Seina. Sí que has tardado —le dijo Sasuke mientras leía un pergamino.
—¡Te estábamos esperando nee-chan!
—He ido a hablar con Tsunade-sama —les informó—. Me ha dado permiso para que vayamos a visitar durante una semana Uzushiogakure.
—¿¡En serio!? —exclamó Naruto con los ojos brillantes de emoción—. ¿Todos nosotros?
—Eh, no. Kakashi-sensei no —dijo ella con expresión algo culpable—. Por cierto, ¿dónde está?
—Ha salido de misión hace poco.
—A lo mejor por eso no me ha dado permiso para que viniera —se encogió de hombros ella mientras se sentaba en la mesa—. ¿Queréis partir hoy o mañana?
—Mañana por la mañana.
—Vale. Entonces aprovecharé para explicaros otra cosa. Sobre Karin.
—¿Karin? ¿Quién es Karin? —preguntó Naruto, pero Sasuke pareció comprenderlo.
—Debe ser vuestra prima lejana, ¿no?
Ella asintió. Empezó a explicarles con todo lujo de detalles todo lo que le había dicho Tsunade-sama y lo que había sacado de su corta visita en el departamento de interrogación. Naruto estaba aún más convencido que antes de que necesitaba ayuda ya que era inocente mientras que Sasuke, al ver que al final la situación no era tan mala, se encogió de hombros.
—Entonces, estamos de acuerdo en comprar un piso cerca para ella sola, ¿no?
—¡Por supuesto!
—Creo que es la mejor opción que tenéis.
Y eso hicieron esa misma tarde, acompañados de Sasuke. No tenía sentido esperar que Karin pagara un alquiler de buenas a primeras ya que no tenía trabajo, así que lo mejor para todos era comprar un piso a nombre de Naruto y ella. Tampoco es que necesitara mucho espacio y vivían en una zona alejada del centro así que los precios eran baratos. En la inmobiliaria estuvieron mirando fotografías y analizando varios pisos hasta que vieron un cuarto piso a 5 minutos de su casa. Tenía 2 habitaciones, un baño, una despensa-lavadero, una cocina-comedor-salón y una terraza.
—Me gusta este —dijeron Sasuke y ella al unísono.
—Está totalmente reformado así que el precio son 120.000 ryos —les informó el agente, enseñándole las fotografías—. Podemos ir a echar un vistazo, si lo preferís.
Asintieron, saliendo de la inmobiliaria, y echaron a caminar hacia el piso en la periferia. Siempre le sorprendía la diferencia de precios entre los pisos del centro y los más apartados. Quizás porque el centro ofrecía más protección, estaba en pleno bullicio y tenía todo lo indispensable a pocos minutos andado. Aun así, le parecía ridículo que un piso en la periferia, reformado, costara 120k cuando el piso que habían alquilado en el centro Naruto y ella costaba cerca de un millón teniendo una habitación menos, sin lavandería y sin reformar. Aunque tenía que admitir que habían vivido a 5 minutos de la academia y de la torre del Hokage, y estaban muy cerca del búnker de las montañas.
Cuando llegaron al apartamento de pisos vieron que el cuarto piso era el último piso. El apartamento parecía construido hacía relativamente poco, una década antes quizás, y estaba cerca de otros bloques de pisos. En la misma manzana había un mercado pequeño y más tiendas.
Entraron por la puerta del piso, observando la distribución. Nada más entrar había una pequeña entrada con un armario para zapatos y otro empotrado para chaquetas. Acto seguido se veía el salón y a mano derecha estaba la cocina con una pequeña mesa cuadrada para 4 personas que constituía el “comedor”. Justo en frente, en línea recta con la entrada, había una puerta para una habitación, al lado derecho había la segunda habitación algo más pequeña, luego estaba el baño y luego la despensa-lavadero, que caía justo el lado de la cocina. La terraza, con unas puertas dobles de cristal, estaba a mano izquierda, donde el salón y dejaban pasar muchísima luz así que todo el apartamento parecía amplio y muy bien iluminado.
—¡Wow!
—Me gusta —reiteró ella viendo las paredes recién pintadas, los armarios de la cocina y entrada nuevos, el baño reluciente y demás—. ¿Qué os parece?
—Está bien.
—¿¡Nos lo quedamos!?
—Nos lo quedamos —asintió ella. Luego se giró al agente que los acompañaba—. ¿Cuándo podemos firmar los papeles?
—Podemos regresar a la inmobiliaria y acabar esta misma tarde con el papeleo, si os viene bien.
Una hora después, Seina y Naruto eran propietarios de un nuevo piso. Con las llaves en mano, dedicaron toda la tarde a alistar el apartamento. Cambiaron la cerradura, compraron ropa de cama, toallas, útiles de cocina, etc. Ella, mientras tanto, se dedicó a transformar muebles para ahorrarse un dinero. Alistó la habitación y el salón, dejando lo demás vacío. Le darían a Karin una paga mensual para que ella pudiera comprar lo que necesitara o le diera la gana así que no se preocupó más por el piso. Lo último que hizo antes de cerrar la nueva propiedad con la nueva llave fue poner todo tipo de barreras para proteger a Karin y también para mantenerla vigilada. Que estuviera arrepentida no significaba que no pudiera hacer daño a Konoha.
—¿Quién iba a pensar que sería tan cansado esto de comprar un piso? —se quejó Naruto, tirándose en el sofá un rato más tarde.
—Hasta se nos ha hecho de noche.
Dejó que sus clones hicieran la cena, de lo cansada que estaba, y se tumbó al lado de Naruto. Su hermano la abrazó como si fuera un muñeco de peluche bajo la mirada divertida de Sasuke, sentado en el sillón.
—¿A qué hora partimos mañana?
—Me gustaría ir a primera hora —contestó ella—. Uzushiogakure está en la costa este del país del Fuego así que tardaremos menos si usamos el hiraishin hasta el país del Mar y luego vamos volando. Aun así, tardaremos un rato en llegar.
—Si lo hacemos como has planeado deberíamos llegar antes del mediodía, por lo que recuerdo de los mapas…
—Seguro que sí. Imagino que volando desde el país del Mar hasta Uzushiogakure deberán ser unas 2 horas de vuelo, aproximadamente.
Cenaron con entusiasmo. Después de todo, era la primera vez que estaban de permiso, y encima los 3 juntos. Y sin supervisión de un adulto.
Al día siguiente se despertaron al alba para desayunar. Naruto estaba tan excitado que ya llevaba su uniforme habitual puesto. Seguía siendo el mismo conjunto blanco y negro en deferencia a su difunto padre. Sasuke, como ella, seguía en pijama.
—Cálmate Naruto, o acabarás reventado —le dijo ella, viéndolo vibrar en la silla.
—¿Cómo quieres me calme? ¡Vamos a ir a investigar las ruinas de nuestro clan!
—Lo sé, por eso quiero que tengas energía suficiente para lo que nos espera. Va a haber un montón de edificios destrozados, escombros por todos lados, seguramente incluso cadáveres descompuestos —contestó ella con pelos y señales, para que se hiciera a la idea—. Si queremos pisar por ahí sin que se nos caiga algo encima tendré que reconstruir todo lo que pueda con mi magia.
—¿Y qué hacemos nosotros?
—Vosotros os quedaréis conmigo ayudándome. Los Uzumaki eran expertos en fuinjutsu. Si nadie ha robado más técnicas al clan seguramente es porque no puedan sobrepasar las barreras o trampas que hay allí puestas.
—¿Y si usamos clones?
—En eso estaba pensando. Vosotros os quedaréis conmigo ayudándome a reconstruir zona por zona. Enviaremos a los clones a detonar las trampas que veamos y a recoger documentación a simple vista. De hecho, voy a coger uno de los baúles que tenemos arriba para ir metiendo cosas que luego examinaremos más detenidamente.
Una media hora más tarde ya lo tenían todo preparado y habían recogido la cocina y la mesa. Salieron de Konoha por la puerta central, la más cercana a ellos, y luego desaparecieron con el hiraishin al país del Mar. Cayeron tras sus barreras en el mismo sitio que habían usado hacía meses en una de sus misiones.
—¡Ah! ¡Cuánto tiempo ha pasado desde que estuvimos aquí! —sonrió Naruto, apoyando la cabeza en sus brazos en alto.
Sasuke rodó los ojos ante su entusiasmo.
—Déjame invocar a mí, Seina —dijo Sasuke—. Nunca tengo oportunidad de usar las invocaciones más grandes que creaste.
Ella asintió. Buscaron un claro cercano, el mismo que había encontrado Kakashi-sensei para ella cuando rescataron al equipo de chunins, y observaron como aparecía el enorme dragón rojo, un bola de fuego chino, que le había gustado a Sasuke. Lo hechizó para que pasaran desapercibidos y se pusieron en marcha.
—¿Puedes dirigirme? —preguntó Sasuke—. Con ese hechizo localizador.
Seina conjuró la flecha y activó el hechizo. Una vez se pusieron en marcha, solo quedó pasar el rato. Como era un trayecto en línea recta se sentaron mientras contemplaban la luz tenue de la mañana sobre el océano. Incluso Naruto estaba callado, maravillado por el paisaje. Aun así, la relajación solo duró un rato porque todo era mar y más mar.
—¿Creéis que Karin pasará la vigilancia a los 6 meses? —preguntó finalmente Naruto, quien todavía pensaba en ello.
—Diría que sí, siempre y cuando tenga apoyo moral para hacerlo.
—¡Yosh! ¡Le daremos todo el apoyo del mundo!
—Me pregunto qué encontraremos en Uzushiogakure —pensó en voz alta Sasuke—. Sabemos que está en ruinas, pero es cierto que nunca nadie habla de jutsus robados o algo así. ¿Quizás los quemaron? ¿Alguien se los llevó?
—Podría ser —frunció el ceño al pensarlo—. Lo averiguaremos esta semana. Dejaré una piedra sellada aquí así que la próxima vez que vengamos no tardaremos tanto tiempo.
—Podrías enviar a tus clones para que vayan recogiendo escombros y esas cosas mientras tú estás en Konoha.
—Huh. Es verdad. Ni lo había pensado.
Se hizo el silencio en lo que restaba de trayecto hasta que vieron la isla desde lejos. Conjuró unos cuantos prismáticos para que pudieran verla. Lo primero que observó fueron los fuertes remolinos que rodeaban la isla. Eran tan poderosos que estaba segura de que habrían destruido a más de un barco. A medida que se acercaban pudo ver las ruinas. Los edificios, más altos que anchos, estaban destrozados. Algunos se mantenían bastante intactos, pero parecían al borde del colapso. Vio las colinas repartidas por todos lados, rodeando la aldea en sí, y un enorme río que bajaba de las montañas y que partía Uzushiogakure en dos.
—Menuda corriente —silbó Sasuke al ver que incluso el río bajaba rápidamente hasta el mar.
—Bájanos en una de las colinas —pidió ella cuando empezaron a sobrevolar la aldea.
Pisó tierra firme casi sin creérselo. Se quedaron allí parados, como estatuas, observando la inmensidad de la aldea que tenían delante. Desde lo alto de la colina, podían ver más atentamente el destrozo de la aldea. Seina y Naruto batallaban contra la tristeza y la rabia al ver en lo que había quedado reducido el hogar de sus antepasados. Sasuke al menos tenía el complejo Uchiha intacto, pero lo que le habían hecho a los Uzumaki no tenía nombre. Simplemente por miedo de su poder. Bastardos.
—Vamos. Esta aldea no se reformará ella sola —dijo cuando recuperó el aliento.
Naruto y Sasuke la siguieron colina abajo. Tenían 7 días por delante, y pensaba hacer todo lo posible para regresar a la normalidad la aldea y recuperar todo lo valioso posible.
Chapter Text
A pesar de su promesa interna de reconstruirlo todo, pronto tuvo que admitirse a sí misma que era un trabajo colosal. El primer día estuvieron recorriendo la aldea haciendo un mapa en sucio de los lugares en los que su hechizo localizador le decía que había documentación, armas o algo valioso, que no era en pocos sitios. Señalaron en el mapa todos los sitios que pensaba reconstruir primero, para salvaguardar los objetos de su clan.
—Tendremos muchas oportunidades de volver, dobe —le había dicho Sasuke a Naruto cuando se dieron cuenta de que, quizás, no les daría tiempo a reformarlo todo en 7 días—. Ahora nadie sabe lo que estamos haciendo. Que Seina proteja este lugar y ya nadie podrá acceder a él.
El segundo día fue cuando empezaron las reformas. Enviaron a sus clones para que rebuscaran entre los escombros documentos y otras cosas mientras ellos se dedicaban a reconstruir. Seina usaba un hechizo reparador, Naruto enviaba a sus clones a comprobar si había trampas o barreras y Sasuke se encargaba de organizar en el baúl con compartimentos las cosas que le iban dando a medida que las iban encontrando.
Era un trabajo lento y riguroso. Casi todas las casas tenían algún tipo de trampa o barrera pero, afortunadamente para ellos, los destrozos las habían desactivado simplemente porque colapsaron. Las únicas trampas intactas que encontraron son las que ella misma reconstruyó. Trampas de los propios edificios que fueron fácilmente identificables gracias a sus clones, quienes explotaban cada vez que “morían”.
El tercer y cuarto día pasaron exactamente igual. Cuando acabó de reformar edificios con objetos valiosos, se dieron cuenta de que había alguna zona escondida con más documentos. Por desgracia, encontraron la puerta del escondrijo, pero no osaron entrar ya que las protecciones estaban intactas, siendo una caverna subterránea llena de fuinjutsu desconocido. De solo acercarse se le puso el bello de punta al notar las barreras malévolas que rodeaban la cámara secreta de los Uzumaki. Ni siquiera intentó disipar a la fuerza los sellos con su magia, como había hecho con los simples sellos que usaron para encerrar a Sasuke dentro de la tina aquella, cuando lo secuestraron.
—Tendremos que venir aquí con alguien experto —masculló ella—. No me atrevo a usar mis poderes con tanto sello.
—Se lo podemos decir a ero-senin —dijo Naruto—. Él es maestro de fuinjutsu.
Contentos con su cuantioso botín, pasaron los últimos días reformando la mayor cantidad de edificios posibles y todos los puentes. Para seguir algún tipo de orden, fue yendo calle por calle. Naruto y Sasuke apartaban todo lo que estaba podrido y en mal estado para que pudiera desvanecerlo a la nada, y guardaban algunas cosas nuevas que iban encontrando.
—Voy a tardar meses en poner todo esto en orden. Solo estamos reconstruyendo Uzushiogakure, pero hay más aldeas cerca de la costa.
—Como ya te dije, con el hiraishin podrás adelantar mucho más rápido la faena.
—¿Vas a proteger la isla ahora? —preguntó Naruto—. Solo nos queda un día aquí. Será mejor que te des prisa.
Seina usó todo tipo de hechizos y barreras mágicas ya que no había nadie para verlo. Cuando acabó, casi una hora más tarde, la isla estaba protegida de nuevo tras un escudo invisible. Cenaron su última comida en la isla, comiendo fuera de la tienda para ver el atardecer sobre las colinas.
—He escrito esa carta que os dije a Itachi —habló abruptamente Sasuke—. Me gustaría que la leyerais.
—¿En serio? —preguntó estupefacto Naruto, quien sabía perfectamente lo privado que era Sasuke.
—Sí. No quiero darle información confidencial, por si acaso, así que he pensado que podríais revisarla por si he dicho… algo de más.
Seina cogió la carta que le tendía Sasuke, guardada en su riñonera, y dejó su plato de comida sobre una piedra. Naruto, a su lado, leyó las palabras de Sasuke en silencio a la misma vez.
—Itachi,
Quizás no me creas, pero soy Sasuke. Te escribo esta carta porque mi equipo y yo creemos que eres inocente, y hemos encontrado bastantes pistas que apuntan a ello. Tsunade-sama lo está investigando, pero hasta que no tengamos pruebas concluyentes sigues siendo un exiliado de Konoha.
Por mi parte, he pensado mucho en todo lo que pasó. En cómo actuaste, en por qué lo hiciste, por qué me dejaste vivo, por qué te delataste en Konoha hace poco cuando sabías perfectamente cómo esconderte… Todo apunta a que eres inocente. Hace un año no podría haber escrito estas palabras sin enfurecer solo de pensar en ti, pero gracias a Seina y a Naruto he conseguido ver más allá. Ahora no estoy lleno de odio, aunque a veces sigo enfadado contigo. Ahora tengo algo más que solo rabia.
Eres mi hermano. También eres el asesino de nuestra familia. Quiero creer que te arrepientes, que lo hiciste obligado. Quiero volver a tener a mi hermano cerca. Quiero que vuelvas a Konoha algún día, que la gente sepa que eres inocente, aunque tengamos que reconocer que nuestro clan la cagó.
Puedes responder a esta carta, si quieres, pero digas lo que digas descubriré la verdad con la ayuda de mi equipo así que si intentas mentirme… ahórratelo.
Sasuke.
—Es… interesante —dijo finalmente Naruto con una seriedad poco habitual—. Le estás dejando caer que sabes lo que pasó con tu clan, ¿creéis que eso es bueno?
—El hecho de que Sasuke sepa la verdad, toda la verdad, implica saber eso. Itachi no es tonto. Aunque pensase que Sasuke ahora no lo sabe se imaginará que lo sabrá en un futuro.
—Entonces, ¿te parece bien? —le preguntó Sasuke directamente.
—Lo que más me chirria es la mención a Tsunade-sama. Si resulta que luego esta carta se filtra, puede llegar a oídos de Danzo, quien parece ser uno de los instigadores de todo este embrollo —le contestó, pensando en qué podría suceder de enviarla tal cual—. Yo pondría “Lo estamos investigando”. Si Itachi es listo leerá entre líneas y, en caso de filtrarse, la Hokage podrá defenderse diciendo que no sabe nada de ninguna investigación oficial.
—Hn… Tienes razón.
Sasuke cogió la carta tachando esa frase. Se notaba que no era el primer esbozo que hacía, ni era la décima vez que releía lo que él mismo había escrito. Acabaron de cenar en silencio, mientras todos pensaban en Itachi, Uzushiogakure y el lío en el que estaban metidos. Volvieron a Konoha usando el hiraishin, cansados de volar. Al llegar, vio a alguien que casi perdió la vida en la mesa de registro. Era Kotetsu.
—Seina-san —la llamó nada más verla aparecer. Se puso de pie y le hizo una reverencia—. Tsunade-sama me ha contado que te debo mi vida.
—Me alegra que estés bien. Por suerte, pudimos rescataros a tiempo.
—Muchas gracias.
—Sí, gracias. No me imagino este trabajo sin Kotetsu —le comentó el otro compañero de mesa, también chunin—. Cuando me dijeron que había sido secuestrado por Orochimaru temí lo peor.
Seina asintió, aceptando los agradecimientos. Era su trabajo así que habría hecho lo mismo por cualquiera, pero sabía lo que se sentía cuando un sanador o médico ayudaba a tus seres queridos cuando tú no puedes hacer nada.
—Estoy muerto —se quejó Naruto, arrastrando los pies con cansancio—. Y yo que creía que iba a ser una semana de relax.
—Pues vete a dormir, dobe —le dijo Sasuke—. Yo acabaré de hacer los arreglos a la carta.
Ella se despidió de su equipo, yendo a su cuarto a ducharse. Mientras se lavaba el pelo pensó en las palabras sinceras, aunque reticentes de Sasuke. ¿Qué sucedería si Itachi respondía la carta simplemente para decirles que se fueran a la mierda? A pesar de que Sasuke había admitido haberlo pensado, y haber aceptado de mala gana dejar en paz a su hermano si no quería ser ayudado, Seina supo que esa posibilidad le dolía.
Así pues, se acabó de duchar rápidamente y se puso el pijama antes de entrar en su estudio. Cerró la puerta detrás de sí y se sentó en el escritorio, cogiendo un papel en blanco y un bolígrafo conjurado. Pensó mucho en lo que quería transmitirle, en Sasuke, en Naruto… y empezó a escribir.
—Querido Itachi,
Mi nombre es Seina Uzumaki y soy la compañera de equipo de tu hermano Sasuke. Sé que has recibido una carta suya. Sé lo que contiene y lo que Sasuke no está diciendo por miedo.
Como ya sabes, tengo un hermano, Naruto, así que no puedo imaginar hacerle lo que tú le has hecho a Sasuke. Sé que tenías solo 13 años cuando mataste a tu clan, el mismo día que dejaste vivir a Sasuke por algún motivo. De preguntarle a la gente porqué lo hiciste y porqué le dejaste vivo, sé que me dirían que te volviste loco o que eres un psicópata que no necesitó ningún motivo para hacerlo. Pero creo que estarían muy equivocados…
Creo que hiciste lo que hiciste porque no te quedó más remedio, porque, en ese momento, no viste otro camino. Tal vez, creíste que tu única opción era salvar a Sasuke a costa de los demás. Quizás tenías razón, quizás no. Mataste a mucha gente, algunos seguramente inocentes, y eso te costará pagarlo. Eso es justamente lo que estás haciendo, ¿verdad? Estás pagando tus pecados mientras sufres lejos de tu hogar, lejos de Sasuke. Te autoflagelas pensando que Sasuke te odia merecidamente. Quieres que él acabe contigo, y no otra persona, porque eso crees que es lo que mereces. Crees que eso le aportará paz a Sasuke y cerrará este capítulo sangriento de vuestra historia. Te equivocas.
Yo sé algo que tú no sabes: Sasuke no te odia. Ya no. Antes Sasuke te odiaba y sufría. Ahora solo sufre porque está descubriendo que quizás eres inocente y que te ha odiado por algo que puede que no hicieras voluntariamente. Se siente culpable por no haber ni pensado en otra posibilidad salvo que fueras culpable. Nos ve a Naruto y a mí y sé que se siente triste porque no estás con nosotros. Ahora no quiere matarte, sino traerte de vuelta a Konoha. Curioso cuántas vueltas da la vida, ¿verdad?
Sé que no vas a contestar a nuestras cartas. De alguna forma, siento una conexión contigo, con tus intenciones. Una parte de mí desconoce porqué mientras que otra parte me dice que es porque ambos somos el “hermano mayor”. He investigado sobre ti. Sé que querías a Sasuke. Sé que aún le quieres. ¿Cómo no vas a hacerlo si es tu hermano pequeño y tú eres Itachi Uchiha, el adolescente que adoraba a su hermano?
Sé que has pasado años fuera, lejos de Konoha, siendo odiado por quien menos querías que te odiara. Sé que una parte de ti ya no es la misma que antaño. Sé que una parte de ti ha aceptado erróneamente que eres el malo, el lobo entre las ovejas. Cuando una persona pasa tanto tiempo fingiendo ser una cosa que no es, al final puede llegar a convertirse en ello.
Sasuke me dijo el otro día que me quería, que yo era su hermana mayor. Eso me hizo sentirme más cerca si cabe de él, y de ti. Ahora gracias a Sasuke somos familia, Itachi. Es por eso que voy a hacer todo lo posible para ayudarle a traerte de vuelta, a descubrir la verdad. Mi propio hermano pequeño, Naruto, me ha enseñado algo que a veces olvido: nunca se puede perder la esperanza.
Por todo esto, te prometo que descubriremos la verdad y que regresarás a Konoha si eres inocente.
Seina.
Pd. Te debo una paliza por haber torturado a Kakashi-sensei. Ahora eres familia, pero eso no quita que te pueda castigar por hacerle daño a mis seres queridos.
Seina secó la tinta con un movimiento de mano y dobló la carta. Era bastante más larga de lo que había escrito Sasuke, pero no había escrito nada que Itachi no supiera o pudiera imaginarse. Nada que pudiera perjudicar a Konoha.
Cuando despertó a la mañana siguiente, un miércoles cualquiera, se dio cuenta de que ya era abril. Notó un bajón en su estómago al darse cuenta de que el sorteo de los exámenes de chunin ya se había realizado. Todos sabían ya el destino. Salió de casa hasta el cuartel de los jonin, que era donde colgaban las listas con los admitidos para el examen, y se topó cara a cara con Kakashi-sensei volviendo de una misión.
—Hola Seina —sonrió su maestro al verla—. ¿Estás aquí para ver el sorteo?
—¿Bueno o malo?
—¿Quieres que te lo diga o prefieres verlo tú misma?
Apuntó con un pulgar en un tablón detrás de él. Seina lo rodeó, sintiendo como la seguía con las manos en los bolsillos, hasta que llegó a la nota informativa. Kirigakure. Tuvo que contener un suspiro aliviado al darse cuenta de que lo peor no había sucedido. No era el mejor de los lugares, pero no era Kumogakure. Comprobó como su nombre estaba apuntado en la lista, junto a un Yamanaka desconocido, y se dio la vuelta.
—Podría haber sido peor —reconoció ella. Kakashi-sensei asintió—. ¿Acabas de venir de misión?
—De una segunda misión. Habéis estado muchos días fuera —le dijo, pasándole un brazo por los hombros mientras salían de ahí—. ¿Cómo os ha ido?
—Bien, bien. Tengo muchas cosas que contarte, pero ahora tengo que ir a ver a Tsunade-sama. Es sobre Karin. Mi prima lejana.
—Ah. ¿Ya os ha dicho algo?
—Sí. Resulta que no es tan culpable como pensé. Ya te lo contaré.
—Puedo acompañarte, si quieres.
Ella asintió. Le estuvo explicando sobre el piso que habían comprado, cómo era, dónde estaba, etc. Se reservaría la carta de Sasuke para que le informara él mismo y lo que habían encontrado en Uzushiogakure. Nunca era bueno hablar de asuntos privados en público en una aldea ninja.
—¿Qué te ha parecido lo de Kirigakure? —le preguntó Kakashi-sensei mientras esperaban a ser atendidos por la Hokage.
—Bien. Me parece perfecto, considerando ya sabes.
—Ya. Creo que no conozco a nadie que haya hecho el examen allí, pero podría preguntar. Cualquier información es buena.
—Gracias —le sonrió ella.
—¿Seina-san, Kakashi-san? Pueden pasar.
La Hokage sonrió al verla, mandando una mirada curiosa a su maestro.
—Imagino que estás aquí por Karin.
—Sí, he hablado con Naruto. Estamos de acuerdo en hacernos cargo de ella hasta que sea necesario. Hemos comprado un piso para ella en el cual he puesto ciertas barreras para vigilarla.
—Perfecto. Entonces daré la orden para que la liberen mañana por la tarde. ¿Encontrasteis muchas cosas en Uzushiogakure?
—Bastantes. Voy a necesitar que el pervertido venga con nosotros para examinar una cámara secreta protegida con fuinjutsu.
—¿No la abriste con tus poderes?
—No me atreví. Incluso desde lejos se perciben las barreras cargadas de chakra. Lo último que quiero es que se derrumbe o suceda algo que destruya lo que contiene.
—La próxima vez que venga a la aldea te avisaré. Imagino que habrás dejado allí un sello para poder teletransportarte —dijo con poca sorpresa su maestra—. Por cierto, imagino que ya sabrás dónde te ha tocado. No está mal. Creo que no te aburrirás en Kirigakure.
Seina bufó una risa sarcástica ante sus palabras.
—Te queda exactamente un mes para empezar el examen. Yo de ti aprovecharía para que Kakashi examine tu conocimiento teórico y para entrenar lo más que puedas.
Asintió. Se despidieron de Tsunade-sama, caminando fuera de la torre de la Hokage a paso lento. No es que tuvieran mucha prisa, considerando que no era ni medio día. Caminaron en silencio, pensando en sus cosas. Seina ahora solo podía pensar en 3 cosas: Karin, Itachi y los exámenes de jonin. No sabía cuál era más importante. Quizás Karin porque lo suya era una situación más dramática, que necesitaba atención más urgente, que todo lo demás. Aun así, ya había hecho todo cuanto pudiera para con ella.
Lo que no esperó, al día siguiente, cuando Naruto y ella fueron a verla para acompañarla hasta su nuevo piso y charlar un rato, fue su expresión horrorizada al ver a su hermano.
—¡T-t-tú! —exclamó palideciendo y apuntando a Naruto con un dedo tembloroso.
Naruto y ella intercambiaron unas miradas confusas bajo la atenta mirada de Inoichi Yamanaka y Anko. Karin parecía verdaderamente asustada. No sabía por qué. Algo tenía que ver con su hermano.
—¿Qué pasa?
—¡Puedo notar un chakra maligno dentro de ti! —susurró mientras se encogía.
—¿Te refieres a Kurama? —preguntó sin tapujos su hermano—. No me extraña. Soy el jinchuriki del Kyubi. Al igual que Seina.
—¿¡Tú eres una jinchuriki!? —preguntó Karin totalmente atónita—. ¡No he podido notarlo!
Seina se encogió de hombros. ¿Quizás porque siempre acostumbraba a esconder su chakra en su magia? ¿Tal vez porque el mismo Kurama la ayudaba a esconder su presencia? El Kurama-yang en Naruto no parecía tener tantos miramientos con su hermano. Fuera lo que fuera, le parecía curioso que Karin no pudiera notar a su Kurama-yin.
—Interesante… —dijo Kurama—. Quizás tienes razón y es tu magia la que esconde mi presencia. Aunque yo esconda mi chakra sigue siendo parte de ti. Debería haberlo percibido la otra vez.
Consiguieron convencerla, hablando, de que Naruto no le quería hacer daño. Karin pareció aceptar sus palabras cuando su Kurama hizo acto de presencia, asustándola, para demostrar que no mentía al decir que ella también era una jinchuriki. Comprendió que, de haber querido hacerle daño, lo habría hecho la primera vez que se vieron. El carácter genuino de Naruto fue lo que ganó a Karin, que aceptó quedarse en Konoha y ser vigilada durante mínimo 6 meses mientras se incorporaba a las filas de la aldea.
—No puedo creer que esté aquí —dijo Karin, mirando los edificios mientras caminaba entre Naruto y ella—. Mi madre me habló de vuestra madre. De cómo había sido enviada a Konoha cuando pasó todo…
—¿Y por qué no vinisteis a Konoha vosotros también?
—No lo sé. Supongo que mi madre temía que la usaran por su don especial. Y fíjate —pensó en voz alta Karin, con expresión amarga—. Se asentó en una aldea que acabó cumpliendo sus temores.
—Aquí nadie te usará de esa forma —dijo ella con gesto serio—. Como mucho puedes ofrecerte voluntaria, pero nadie te ordenará morir como tu madre.
—Eso espero.
—La vieja Tsunade es una persona justa. Ya verás que Seina tiene razón.
—Mira. Este es tu nuevo piso.
Karin, Naruto y ella miraron la fachada blanca del edificio durante unos segundos. Karin no parecía saber qué decir cuando le enseñaron el piso para ella sola. Lo miró todo con ojos brillantes, sobrepasada, y luego se sentó en el sofá que le regalaron. Mullido y cómodo.
—Wow. Mi casa no era así de reconfortante.
—Te hemos preparado una paga mensual, para que puedas hacerte cargo de la comida y de los muebles que te falten —le informó ella—, pero Tsunade-sama quiere que busques trabajo en la aldea para reinsertarte.
—Lo sé. Me lo dijo.
—¿De qué te gustaría trabajar? —preguntó curioso Naruto.
—Inoichi-san me ha dado la oportunidad de trabajar para él en su floristería a media jornada. El sueldo es algo justo para vivir sola, pero con vuestra paga, y gracias a que no pago alquiler, creo que me las apañaré.
—También tienes que ir semanalmente al departamento, ¿verdad?
—Sí. Para realizar mi seguimiento.
Karin iba a tener muchas libertades porque era una niña y porque Inoichi se aseguraría de leer sus intenciones semana tras semanas. Sabía que Tsunade-sama también le había permitido tener esa independencia porque sabía que Seina la estaría vigilando de cerca. De lo contrario, dudaba que la hubiera dejado vivir sola sin una escolta. Al menos unos meses.
Estuvieron hablando de cosas banales con Karin. Hablaron de Sasuke, de sus otros amigos, de Kakashi-sensei, de sus entrenamientos… Seina se preguntó qué sucedería con la carrera militar de Karin. Era una genin así que, de ser readmitida, debería poder seguir ascendiendo. El caso es que sabía que era prácticamente imposible que la dejaran realizar los exámenes de chunin ese año. Más que nada porque seguiría estando vigilada durante ese periodo y no iban a permitir que saliera de la aldea ni para coger setas. Quien sabe lo que sucedería el año siguiente…
—No sabemos mucho de ella —comentó Naruto, cuando dejaron a Karin a solas en su nuevo piso—. Solo hemos estado hablando de nosotros.
—No creo que Karin quiera rememorar mucho el pasado ahora mismo. Lo mejor que hemos podido hacer es distraerla de la situación en la que se encuentra.
Cuando llegaron a casa, Kakashi-sensei estaba haciendo la cena y Sasuke les esperaba sentado en la mesa con la carta entre manos. Seina supo que se había decidido por fin a enviarle la carta a Itachi. Sasuke le tendió la carta. Ni siquiera le preguntó cómo pensaba enviársela a Itachi. Lo cierto es que desde que escribió su propia carta estuvo pensando en cómo hacerlo así que creó una paloma, una de las aves más comunes de todo el mundo, solo para eso. Tuvo que cargarla de runas para que pudiera programarla con el hechizo point me y para que fuera indetectable a todos salvo al objetivo del hechizo localizador. Así pues, lo único que tenía que hacer era enviarla a Itachi con la carta doblada.
Tardaría días en llegar a él, pero sabía que llegaría. Tarde o temprano. Salió de la casa para que nadie viera como le atada su propia carta, guardada de antemano en la riñonera. No quería darle falsas esperanzas a Sasuke si Itachi no se ablandaba. Vio como volaba lejos, hacia el oeste. Se dio cuenta de que todo estaba en manos de Itachi. Seina podría seguir enviándole cartas, aunque no contestara, pero quien tendría que decidir qué hacer con la oportunidad que se le había dado no eran ellos. Por mucho que le costara entender al cabezota de Naruto.
Al día siguiente fue como si a todos les hubieran encendido un petardo en el culo. Sasuke y Naruto fueron enviados de misión, Kakashi-sensei le entregó un paquete de preguntas de examen y desapareció, y a ella la llamó para entrenar Tsunade-sama. Al parecer, ahora que sabían dónde se realizaría el examen todos estaban algo ansiosos por asegurar que estuviera bien preparada para que no la palmara.
—Huh. En realidad, no está mal descodificar códigos secretos —le dijo a Kurama en voz alta, el único que no podía dejarla sola.
—Humanos y vuestros estúpidos exámenes —bostezó él.
De repente, Seina entró en otra especie de vorágine estudiantil. El lunes entrenaba con los otros genins, el martes con los anbu y Kakashi-sensei, el miércoles con la Hokage, el jueves y viernes trabajaba en el hospital y el fin de semana se lo tomaba para descansar y hacer exámenes teóricos improvisados con la ayuda de su maestro y Shizune.
Casi olvidó que existía algo llamado misión hasta que pasaron 8 días y fue llamada a la oficina de Shikaku.
—Tengo otra misión para ti. Es una en solitario. Ten. Entrega ese documento confidencial al nuestro contacto en el país de las Cascadas.
Seina cogió el rollo, guardándose en la riñonera. Por suerte, tenía sellos cerca así que salió de Konoha y se teletransportó con el hiraishin. La misión duró literalmente una hora. Lo más complicado fue encontrar al contacto de Konoha mientras se escondía en el bosque frondoso del país de las Cascadas. Se lo entregó, recibió una nota en clave, y se marchó de nuevo.
Shikaku la estaba esperando, poco sorprendido de verla.
—Sé que vas dejando sellos por donde pasas así que sabía que tardarías poco en realizar la misión. De hecho, a partir de ahora, vas a encargarte tú de entregar documentación confidencial en los sitios que sé que puedes teletransportarte rápidamente. Así aumentarás tu cupo de misiones para los exámenes de jonin y, a la vez, tendrás tiempo para estudiar y entrenar.
Seina asintió. Debió haberlo imaginado. Cuando regresó a casa se encontró con Sasuke y Naruto, quienes habían venido de su misión llenos de magulladuras. Ni siquiera preguntó. Se dedicó a curarlos mientras sus clones preparaban la cena.
—¿Cómo te ha ido la semana?
—Bien. He estado totalmente ocupada. Mañana tenía previsto visitar a Karin ya que es domingo y no tengo nada que hacer.
—¿Y Kakashi-sensei?
—Se fue de misión hace 3 días —se encogió de hombros—. Parecía bastante importante así que dudo que regrese pronto.
—¿Sabes si Itachi ha recibido ya mi carta? —le preguntó Sasuke.
—Debería. A no ser que estuviera muy lejos.
Sasuke no preguntó de nuevo. Seina sabía que una parte de él casi no quería cuestionarla sobre si Itachi había leído su carta, o no. Lo cierto es que no mentía cuando le decía que no lo sabía. La paloma estaba programada para irse un par de horas después de que Itachi le cogiera las cartas. Eso le daría tiempo a escribir y a leer lo que tenían que decir.
El domingo pasó más despacio que el sábado. Fue a visitar a Karin. Vio como había hecho buen uso de su paga mensual, comprando algunos muebles más para su disfrute y también llenando los muebles con ollas y toallas. Había sido contratada a tiempo parcial en la floristería de Inoichi, tal y como había dicho, así que todas las mañanas pasaba 4 horas en la tienda.
—No está mal. Sé algo de flores, pero estoy aprendiendo mucho con la esposa de Inoichi.
—¿Has conocido a Ino? —preguntó su hermano.
—No. No sé si quieren que me junte con ella tan temprano.
—Quizás no es por eso. Ino está entrenando duro para los exámenes de chunin.
—Como Seina.
—¿Vas a presentarte a los exámenes de jonin? —preguntó con sorpresa Karin.
—Eso pretendo, sí.
—Entonces te deseo mucha suerte.
Acabaron de charlar, despidiendo una semana muy loca, en el piso de Karin. Kakashi-sensei no regresó de su misión, como había imaginado, así que cenó con Sasuke y Naruto mientras hablaban del examen de chunin. Se durmió notando como repentinamente alguien entraba en la casa por la ventana, pero supo que era Kakashi-sensei así que cerró los ojos y dejó de resistirse a caer rendida.
Chapter Text
Empezó la tercera semana de abril de la misma forma. Pasaba más rato fuera de casa que dentro así que no tuvo tiempo de nada más salvo entrenar, trabajar en el hospital, repasar la teoría y descansar. Naruto y Sasuke recibieron una noticia improvista.
—¿¡Qué!? ¿Cómo que vamos a tener a otro compañero de equipo? —gritó su hermano entre enfurecido e indignado.
—¿Acaso no recuerdas que el examen de chunin es en equipos de 3? —preguntó Kakashi-sensei una noche donde coincidieron todos para cenar—. Tanto este equipo como el equipo 10 necesita un tercero para poder apuntarse a los exámenes.
—¿Y quién es? —preguntó Sasuke, yendo al quid de la cuestión.
—Solo hay 2 candidatas posibles. Una chica llamada Matsuri… y la fan de Sasuke, Sakura.
—Ugh… —se quejó Sasuke, encogiéndose sobre su asiento—. ¿Podemos elegir?
—Ninguna de las candidatas me parece que encaje con la dinámica de vuestro equipo así que he elegido a Matsuri simplemente porque no te dará problemas, Sasuke. Lo último que queréis es una mala coordinación en un examen oficial.
Seina repentinamente recordó la mirada fija de Sakura cuando la vieron en el restaurante hacía semanas. ¿Se estaría Sakura planteando realizar los exámenes de chunin por ese entonces? ¿Estaría pensando en suplantarla desde hacía semanas? No lo sabía, aunque tampoco le importaba mucho. Había creído en ese momento que Sakura había madurado un poco ya que claramente sabía que Sasuke estaba a su lado, tapándose con el menú para no verla, y no había dicho ni hecho nada. Ahora no las tenía todas consigo.
—Tendréis que entrenar con ella de ahora en adelante para ver en qué nivel está —les informó su maestro—. No querréis tener que cargar con un peso muerto en los exámenes solo porque no sabéis qué capacidades tiene. Además, a partir de ahora tendréis algunas misiones de rango C con ella para que aprendáis a trabajar juntos.
—¿Qué le pasó a su equipo? —preguntó ella.
—Nada malo. Simplemente han decidido no seguir ascendiendo y trabajar en la aldea con los negocios familiares.
Seina frunció el ceño mientras lo contemplaba. Nunca se había planteado ser un genin de por vida y, además, trabajar en la aldea como un civil. Aunque, ahora que lo pensaba, tenía sentido. Los ninjas cobraban bastante más que un civil fuera cual fuera su rango. Por otro lado, ser genin implicaba misiones de bajo riesgo. Si lo compaginaban de esta manera, mucha gente podía vivir más holgadamente siendo un genin que trabajando una jornada completa siendo un civil.
Después de eso, Naruto y Sasuke empezaron a verse un par de veces por semana con Matsuri. Resultó que su nivel era ridículamente bajo en comparación con Sasuke y Naruto. No era especialmente buena en taijutsu, ni en genjutsu, ni en ninjutsu. Según Sasuke, la misma Matsuri les confesó que solo quería ascender a chunin para poder enseñar en la academia. Como no tenía aspiraciones militares como Sasuke y Naruto, se había dedicado a afianzar los conocimientos de la academia sin salir fuera de su zona de confort. De hecho, su punto fuerte eran sus conocimientos teóricos así que, al menos, los ayudaría a pasar la primera parte escrita sin muchos problemas. Ah, y su maestría en shurikenjutsu. Al parecer era capaz de acertar dianas desde decenas de metros con un simple vistazo.
—Al final, hemos decidido que el dobe y yo seremos los encargados de atacar desde cerca mientras ella ataca desde lejos con kunais y shurikens. Además, su jonin sensei le ha ofrecido ayudarla a aprender a poner trampas para que pueda servir como retaguardia.
—No está mal… —pensó ella en voz alta—. Aunque en Suna es más difícil montar trampas. Casi no hay un solo árbol donde esconderse.
—¿Y tú cómo vas? —preguntó Sasuke.
Estaban cenando solos puesto que Naruto y Kakashi-sensei estaban de misión. Era jueves así que había pasado toda la mañana en el hospital y por la tarde fue al dojo para entrenar con nuevos rivales.
—Bien. Casi no me puedo creer que, dentro de un mes, menos, vaya a hacer los exámenes…
—Yo tampoco, la verdad. Estas últimas semanas han sido un caos total. Desde que empezó abril, en realidad.
—Dímelo a mí. Ni siquiera he podido abrir el baúl con las cosas que cogimos de Uzushiogakure. Creo que mañana me lo tomaré con más tranquilidad y empezaré a revisarlo.
Dicho y hecho. Al día siguiente, después de venir del hospital, Seina cogió el baúl y lo agrandó en mitad de su amplio estudio. En cuanto miró adentro se dio cuenta de que tardaría semanas en poner un mínimo semblante de orden así que invocó unos cuantos clones para que la ayudaran. La mayoría eran documentos económicos y legales, pergaminos con ninjutsus, memorias de algunos ancestros, pergaminos para enseñar fuinjutsu y pergaminos robados. Se dio cuenta de que, a pesar de haber bastantes pergaminos sobre fuinjutsu, no había casi ningún jutsu de fuinjutsu explicado. ¿Estarían en la cámara aquella?
—¡Mira esto! —le dijo uno de sus clones, entregándole un pergamino—. Hay localidades marcadas en un mapa.
Seina cogió el mapa de aspecto antiguo. Estaba algo amarillento, pero se había conservado francamente bien. Lo restauró con algo de magia, observando como cobraba color de nuevo y se reparaban las zonas con arañazos y agujeros producto de los cascotes. Era un mapa del país del Fuego, y alrededores, en concreto. Vio con incredulidad como había una marca a pocos kilómetros de Konoha. ¿Quizás 10 o 20 kilómetros? Por desgracia, el mapa no le indicaba de qué se trataba. Quizás era una casa franca, quizás la tumba de alguien, quizás una cueva con más pergaminos… No tenía ni idea.
—Interesante… —musitó en voz alta.
Desinvocó a sus clones y guardó todo de nuevo en el baúl, aunque ordenado. El baúl, como no, fue guardado en el lugar más protegido: su riñonera. Sinceramente, lo del mapa la tuvo en vilo durante los siguientes días. De no tener algún valor lo que había marcado en el mapa, no hubieran plasmado esa información en un documento que podía ser robado. Se habían arriesgado a que alguien lo encontrara y lo robara porque, fuera lo que fuera, era más importante que otro Uzumaki lo encontrara en lugar de perderse en el olvido dicha información. Eso significaba que, por lógica, ella tenía que averiguar qué era. Fuera lo que fuera que hubiera a poca distancia de Konoha, sabía que Kakashi-sensei o Tsunade-sama le habrían dicho algo de saberlo.
El penúltimo domingo de abril, cuando se encontraba sola en casa, fue llamada a otra misión.
—¿Otro envío?
—Es una documentación esencial para unos contratos. El comerciante se la dejó aquí. Hoy hemos recibido la nota del jonin que enviamos para escoltarlo.
—Necesita que se lo lleve cuanto antes, ¿no? ¿Dónde está?
—En el país de los Arrozales. Ve con cuidado.
Seina se despidió del comandante jonin. Suspiró al ver cómo su día de relajación era interrumpido. Llegó allí con el hiraishin. Luego solo fue cuestión de buscar al jonin de Konoha que escoltaba al cliente. Tardó apenas 10 minutos corriendo en llegar a ellos. Los encontró en una aldea. El cliente estaba tomando un sake, visiblemente nervioso, mientras el jonin se encontraba a su lado sin abrir la boca. La notó en cuanto deshizo un poco su escudo de magia alrededor de su chakra. Usando un patrón de fluctuación de chakra le dejó claro que era de Konoha. Observó cómo se relajaba, dejando de cruzar los brazos, y salía en su búsqueda al callejón de enfrente.
—Imagino que tienes la documentación —le dijo nada más llegar a su lado. Seina se la entregó—. Por un momento pensé que no llegaría a tiempo. Gracias.
—De nada. Si ya está todo, vuelto a Konoha.
El jonin desconocido asintió. Seina se marchó de allí, buscando un lugar escondido para usar el hiraishin de vuelta. Solo había tardado media hora en realizar una misión que a otro le hubiera costado un día al menos. El hiraishin era impresionante. Echó a caminar hasta la entrada de Konoha cuando paró en seco. Podía aprovechar que estaba fuera de Konoha para ir a mirar lo del mapa.
Tuvo que cuestionarse, sintiéndose algo culpable, si ir o no. Después de todo, era la primera vez que hacía algo que no estaba implícito o explícito en sus órdenes. Pero claro, tampoco quería decirle a nadie qué estaba buscando porque: 1) no sabía que buscaba, 2) de no ser confidencial alguien le habría dicho que cerca existía algo relacionado con su clan.
—Hazlo. Yo también quiero saber de qué se trata todo esto —le instó Kurama, como si fuera el demonio sobre su hombro.
—Ugh. ¡Está bien!
Rápidamente sacó el mapa de su riñonera y se encaminó invisible hacia su destino. Primero tuvo que usar el hiraishin para ir a la puerta sur y luego corrió otros 10 minutos hasta el lugar marcado. Dio un rodeo al sitio, pero era un mapa tan grande que el punto abarcaba bastante terreno. Como tampoco sabía qué estaba buscando no pudo usar su hechizo localizar así que tuvo que hacerlo a la vieja usanza.
—Kuchiyose no jutsu.
Se montó encima de su thestral para poder ver desde el aire cualquier cosa fuera de lo normal. En cuanto se elevó por encima de la copa de todos los árboles vio algo extraño. Parecía una casa estilo japonés, medio en ruinas, a pocos cientos de metros desde donde había despegado. Fue para allí sintiendo una excitación creciente. Parecía uno de esos arqueólogos en busca de tesoros. Dio una vuelta a la estructura y supo que estaba en el sitio correcto en cuanto vio la espiral encima de la puerta principal.
Era una especie de casa construida sobre unas vigas de madera. Estaba claro que lo habían construido así para que menos animales pudieran colarse adentro. Parte de la fachada estaba derruida y la valla de madera había caído al suelo en la parte derecha. El techo estaba en bastante buen estado, salvo por un par de tejas rotas y una de las esquinas que había perdido gran parte de la cobertura.
—Reparo.
Observó como la estructura parecía retroceder en el tiempo, autoreparándose, hasta que quedó intacta. Como si los años no hubieran pasado. Reforzó todas las vigas y las paredes antes de entrar. Con sus hechizos se dio cuenta de que no había nadie así que subió lentamente las escaleras. Envió a un par de clones para que hicieran saltar las barreras protectoras, de haberlas, pero no pasó nada.
Parecía un hogar abandonado en medio de la nada. De no ser porque lo había visto desde el cielo no lo había encontrado. Estaba muy escondido. Eso le picó la curiosidad aún más. Cuando cruzó la enorme puerta se dio cuenta al instante de que no era una casa franca ni un hogar abandonado. Era un templo. Desde el marco de la puerta notó el ambiente frío y cargado. Se le puso todo el bello de punta cuando clavó la mirada en la pared de enfrente, unos metros más allá, y vio al menos un par de docenas de máscaras con diferentes formas de demonio.
Empezó a escuchar un pitido en los oídos que no había escuchado desde hacía más de un siglo. Caminó lentamente deseando por encima de todo que aquello no fuera lo que creía que era. Observó al adentrarse un altar ritual en el suelo, de piedra.
—¡Lo han usado hace poco! —exclamó a Kurama, quien lo estaba contemplando todo en silencio.
Parecía haber sido limpiado hacía poco, aunque vio unas hojas secas que le hicieron pensar que no se usaba desde antes del otoño pasado. Rodeó el altar y se paró a pocos pasos de la pared de máscaras. Había una de ellas que era mucho más poderosa que las demás.
—Ssseinaa…
Seina se estremeció al escuchar las voces que provenían de una de las máscaras. Tenía un par de cuernos, las cuencas de los ojos eran profundas y caídas, y la boca abierta mostrando una ristra de dientes puntiagudos con un par de colmillos grandes. Incluso tenía orejas que acaban en pico. Era espeluznante. Más aun porque notaba como no era un objeto cualquiera.
—Esa máscara… Está viva.
Se estremeció de nuevo. Usó un hechizo para bajar la máscara, que no opuso resistencia. En cuanto la tuvo delante de su rostro cerró los ojos para intentar descubrir la verdad. En la oscuridad escuchó con más claridad aun los susurros que provenían de ese objeto. No fue hasta que tocó la máscara con su magia, indagando en sus propiedades, que se dio cuenta de la verdad... Era un horrocux.
La máscara cayó al suelo sin que ella la dejara caer. Repicó en el suelo de madera y se quedó mirando hacia abajo. A ella poco le importó porque estaba horrorizada. Era el horrocrux más poderoso que había encontrado nunca. De golpe, empezó a notar un frío tremendo ahí adentro. Todos sus sentidos mágicos le estaban diciendo que no era un templo normal y corriente. ¿En qué había andado metido su clan hacia años? ¡Ni siquiera Orochimaru había sido capaz de crear un horrocrux con su sello! ¿Cómo era posible que esa máscara fuera más poderosa aun que el diario de Tom Riddle?
—¿No te has dado cuenta? Esa máscara posee más de un alma.
El corazón le latía descontroladamente ante su descubrimiento y las palabras de Kurama. ¿Sería posible? ¿De quiénes eran esas almas? ¿Cómo habían llegado allí? ¿Por qué? Contempló el altar en el suelo, frente a la pared de máscaras, y se le heló la sangre. ¿No sería que…? La mente le iba a mil por hora.
—Será mejor que regreses antes de que alguien te eche en falta —le recordó Kurama con un atisbo casi preocupado en la voz.
Seina puso la máscara en su lugar con un hechizo y luego salió de allí pitando. Antes de irse, obviamente, ocultó el templo con el fidelus. No sabía a ciencia cierta si alguien había merodeado por allí hacía poco, pero que hubieran limpiado el altar y no el resto del suelo apuntaba a que sí. Alguien más conocía el templo y estaba bastante segura de que había usado el altar para algo. Tenía tantas preguntas que llegó a la oficina de Shikaku sin saber cómo había llegado. Tuvo que usar sus barreras mentales para hacer ver que no había pasado nada.
Ese día no entrenó más. Al día siguiente usó a los otros genins como distracción, echando en falta a su equipo en casa. Sorpresivamente, el martes llegó a Konoha Kakashi-sensei de su misión. Se lo encontró en el claro charlando con los otros anbu.
—Buenos días, Seina.
—¡Kakashi-sensei! ¿Qué haces aquí?
—Sabía que te encontraría aquí así que quería ver cuánto has mejorado.
Seina intentó no decepcionar. Levantó sus barreras mentales al máximo mientras se peleaba contra 4 anbus a la vez, usando su magia para nivelar una pelea que, de antemano, estaba perdida. Cuando pararon, jadeando todos, un rato después, observó de reojo como su maestro la miraba con los ojos entrecerrados. Algo calculador. Se despidió de todos con el estómago rugiendo del hambre.
—¿Sucede algo? —le preguntó nada más quedarse solos, caminando hasta la casa, Kakashi-sensei.
—¿Por qué lo preguntas?
El jonin alzó una ceja, señalando con su ojo sus hombros tensos. En cuanto lo vio, sus músculos se relajaron automáticamente, pero fue demasiado tarde. Se había dado cuenta de que algo sucedía, como no.
—Luego te lo cuento.
Llegaron a casa en silencio. Naruto y Sasuke seguían de misión así que se preguntó si contarle lo que sucedía o esperar. De hecho, ¿realmente quería contarle lo que había descubierto?
—Otra vez estás frunciendo el ceño —le cortó el hilo de sus pensamientos Kakashi-sensei. Le puso una mano en la rodilla, parándole el temblor de golpe.
Seina pestañeó cuando se dio cuenta de que su pierna la había vuelto a delatar.
—Seina, ¿qué pasa? Me estás preocupando —dijo seriamente Kakashi-sensei, arrodillándose ante ella con sus manos en sus rodillas.
—¿Te acuerdas de los documentos que fuimos a buscar en Uzushiogakure? Estuve organizándolos el otro día y encontré un mapa. En él había marcado unos cuantos puntos —le explicó. Su maestro asintió mientras la escuchaba atentamente—. El caso es que uno de estos puntos estaba muy cerca de Konoha así que cuando salí de misión el domingo, cuando volví…
—Fuiste a verlo.
—Sí. Era un templo en ruinas. Lo restauré y entré. Había unas 30 máscaras con formas de demonio y un altar en el suelo de piedra. Cogí una de las máscaras…
—¡Seina! —exclamó Kakashi-sensei con rostro serio—. No lo cogiste con las manos, ¿no?
—¡Claro que no! No soy idiota —le envió una mirada indignada, pero sabía que lo decía por la preocupación que sentía—. El caso es que no son máscaras normales.
—¿A qué te refieres?
—Están vivas. Al menos una de ellas es un horrocrux. Un horrocrux… múltiple. Ni siquiera sabía que podía existir algo así. Y lo que es peor. Estoy segura de que alguien estuvo allí hace poco. Quizás hace menos de un año. Creo que usaron el altar —dijo en voz baja.
Se hizo un silencio tenso mientras ambos pensaban a mil por hora en lo que aquello podía significar. Kakashi-sensei se levantó del suelo, sentándose a su lado en el sofá.
—Vayamos por partes. Lo del horrocrux. Me dijiste que uno de esos era un objeto con un alma dentro, ¿no? Así que esa máscara que viste tenía múltiples almas según tú —ella asintió—. ¿Por qué razón crees que usaron el altar y que alguien estuvo allí?
—Limpiaron el altar, pero el resto del suelo estaba lleno de desechos. Además, vi un par de hojas secas encima del altar, pero nada más así que imagino que cayeron a través del techo roto después de que lo limpiaran y usaran.
—…
—Solo hay 2 formas de usar un objeto así: para introducir un alma o para sacarla —siguió ella.
—Ya veo. Crees que alguien lo usó para una cosa o la otra.
—Así es. Ahora mismo el templo está bajo el fidelus así que nadie más puede encontrarlo. No faltaba ninguna máscara en los huecos de la pared. Seguramente porque para usarlas hace falta usar el altar que hay allí y no sirve de nada llevárselas —pensó ella, recordando el fuinjutsu grabado en el altar.
—Genial. Entonces, puedes aplazar este misterio hasta dentro de unas semanas.
—¿Y ya está? —preguntó ella con los nervios de punta.
—Respóndeme a esto: ¿puede alguien encontrar este templo? ¿Importa algo si lo investigas ahora o lo dejas para más adelante?
—Supongo que no… Ni siquiera sabía que existía hasta hace unos días —pestañeó ella con atónito al darse cuenta de que tenía razón.
—Yo de ti esperaría a acabar con tus exámenes de jonin. Olvídate de esto temporalmente. Nadie puede acceder al templo ahora así que la mitad del problema está resuelto. Ya investigaremos más tarde todo lo relacionado con las máscaras.
—Tienes razón.
Sintió como se relajaba su cuerpo por primera vez en días. Kurama parecía inquieto desde que descubrieron el templo, pero no habló con ella. Percibía como estaba pensando profundamente en algo que la eludía.
—Hazle caso a Kakashi… Tarde o temprano descubriremos la verdad de ese templo.
Seina se rindió ante la decisión de la mayoría. Tenían razón. Ahora que había escondido el templo fuera quien fuera que lo hubiera usado no podría volverlo a usar. De nada servía preocuparse cuando tenía muchas cosas por hacer. Se sorprendió bastante al darse cuenta de que los nervios con los que cargaba desde hacía días se habían desvanecido en menos de 30 minutos en presencia de su maestro.
Cuando regresaron Naruto y Sasuke de su misión de rango C con Matsuri, les mostró su recuerdo del mapa, del templo y luego de la conversación con Kakashi-sensei. Decir que su equipo estaba estupefacto de lo que había encontrado era un eufemismo. Se rindieron ante la evidencia de que ahora no tenían tiempo, ni ellos ni ella, de investigarlo, pero Seina sabía que no lo habían olvidado.
Ella tampoco olvidó las otras marcas en el mapa. Una de ellas cerca de Amegakure, otra en el sur del país de las Cascadas. Consideró el que pudieran ser más templos, pero tuvo que dejar de pensar en ello cuando vio que no podía hacer nada ahora mismo. Si la enviaran a algún lugar cercano, aprovecharía el momento. Hasta ese entonces… Se lo tomaría con más calma.
El jueves por la tarde, un par de días después de su charla con Kakashi-sensei y los otros dos, se encerró en su estudio para contestar los exámenes de prueba que le había dado Shizune. Tardó un par de horas en escribir todo lo que creía necesario en los espacios en blanco. Naruto, cada vez que la veía hacer exámenes, se ponía blanco y se estremecía. A ella, no obstante, no le parecía tan difícil. Se acordaba de los exámenes que hacía en la universidad muggle… Eso sí que era un nuevo nivel de dificultad.
—Sinceramente, cada vez que te veo me da menos ganas de hacer el examen —confesó Sasuke esa tarde—, pero a la vez no quiero ser un chunin para toda la vida.
—Entonces no tienes opción —bufó una risa irónica Seina—. Además, ¿no estabas estudiando la teoría para los exámenes de chunin?
—Sí, pero no tengo ni la mitad de materia que tú. No puedo compararlo. Por suerte, con los clones voy 4 veces más rápido estudiando.
—Ojalá a Naruto le diera por estudiar también por adelantado.
Seina podía imaginarse lo que iba a pasar cuando Naruto quisiera ascender a jonin y se viera obligado a estudiar todos los libros necesarios. Intentaría que Sasuke y ella lo ayudaran a estudiar, dándole clases o algo así. ¡Como si lo viera!
Cuando llegó el último fin de semana de abril, a unos 15 días antes del examen de jonin, Kakashi-sensei la arrastró a la caseta para entrenar con ella. Salvó las horas que emplearon comiendo, todo fue repaso y entrenamiento: para fabricar trampas, para esconderse, para acechar a su víctima, barreras defensivas de fuinjutsu, fabricación de un refugio, fabricación de armas caseras, métodos de caza, pesca y recolección… Seina acabó molida. Le dolía hasta el cerebro.
Sabía que muchas de esas cosas quizás no las emplearía por el simple hecho de tener su magia disponible, pero no estaba mal refrescar el conocimiento, y aprender cosas nuevas, por si acaso.
Notes:
Bueno, bueno... Empieza a ponerse la cosa más interesante.
Chapter 68
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
La primera semana de mayo llegó casi de improvisto. Tsunade-sama la relevó de los 4 días de trabajo en el hospital para que pudiera entrenar también esas mañanas. Seina pasaba una tarde sí y una tarde no en el dojo para practicar su taijutsu. El lunes practicaba con los otros genins, el martes con los anbu, el miércoles con la Hokage y el jueves y viernes con Kakashi-sensei si estaba disponible. El fin de semana seguía examinándose de exámenes teóricos de prueba así que tenía toda la semana llena de cosas por hacer.
Karin, a quien veían una vez por semana, le prometió enseñarle los fundamentos de las cadenas de adamantina cuando quisiera. Seina, a quien le picaba mucho la curiosidad semejante habilidad, le tomó la palabra, pero le pidió que lo dejaran para después del examen.
—Prefiero guardarme esa habilidad como mi as en la manga así que no lo usaría en los exámenes —le confesó—. Ahora mismo tengo más cosas que repasar.
—¡No pasa nada! —contestó Karin con una sonrisa exasperada—. No es como si me fuera a mover de aquí.
Seina, Naruto y Karin rieron ante su broma sarcástica. Karin, con la ayuda de Inoichi y del departamento de evaluación psíquica, había empezado a tratar sus cambios de humor y a curar su depresión. De hecho, cada vez que la veían parecía una nueva persona.
—Tener un hogar seguro donde vivir lo cambia todo —reconoció cuando Naruto se lo comentó—. Antes siempre estaba preocupada por algo. Ahora puedo respirar tranquila. ¡Y encima he encontrado a más familia Uzumaki!
Seina siguió entrenando, siendo también avasallada a preguntas por Kakashi-sensei. Pasó más de una hora sumergida entre los tomos y pergaminos que había… tomados prestados en busca de información sobre los exámenes de ascenso en Kirigakure. En realidad, fue Shino quien le consiguió la información que buscaba ya que el sorteo había caído pocas veces en Kirigakure, al parecer.
—Así que Kirigakure… —le dijo Shikamaru el primer lunes de mayo—. ¿Qué te parece el sitio?
—¡Dicen que es de los más duros! —exclamó Ino con rostro preocupado.
—¡Calla Ino! ¡La vas a hundir! —le dijo Kiba. Akamaru ladró un par de veces, subiendo a su regazo—. Di que sí, Akamaru.
—Lo cierto es que podría haber sido peor… Estoy buscando información sobre ese lugar en la biblioteca, pero no hay mucha información útil.
—¿No iba a buscar a alguien que hubiera hecho el examen ahí Kakashi-sensei?
—Sí, pero está muy liado también.
—Yo sé de alguien que hizo allí el examen —dijo de improvisto Shino—. Mi tío, de hecho. Si quieres podría pedirle que se reúna contigo para darte información.
—¿En serio? —sonrió ella bastante menos preocupada—. ¡Gracias Shino!
Esa reunión se dio unos 6 días después, el domingo. Seina había quedado gracias a Shino en una tetería cerca del clan Aburame, lejos del bullicio del centro. Las calles, menos transitadas, estaban cercadas de varios parques y a lo lejos, rodeando el clan Aburame, había un buen trecho de bosque. El tío de Shino era alto, blanco, con el pelo rizado corto mantenido a raya debido a la banda ninja en su frente. Vestía las mismas gafas negras, aunque su chaqueta era de color gris oscuro, casi negro. Llevaba una bolsa cruzada en la espalda en la cual, sin duda, tenía a otros insectos que no eran sus kikaichu, como Muta con sus gusanos shokaichu. Su oído hechizado se lo confirmó de lejos.
—¿Seina-san? Shino me ha hablado bastante de ti —saludó con voz seria. Ella se puso de pie para saludarlo y luego se sentaron en una mesa—. Me ha comentado que necesitas información sobre el recinto de examen de los exámenes de Kirigakure.
—Así es. He intentado buscar toda la información posible, pero me gustaría contrastarla con alguien que ha participado en esos exámenes.
—Como es lógico —asintió Shiro—. El recinto donde llevan a cabo las pruebas físicas se llama pantanos de sangre. Es una gran expansión de terreno donde un tercio es tierra y 2 tercios son pantanos gigantescos con todo tipo de criaturas acuáticas. El clima es húmedo y frío, la niebla está presente en gran parte del día. El bosque es tan frondoso que casi no deja pasar la luz, pero podrás encontrar arbustos y árboles frutales.
Seina asintió ante la descripción del Aburame. Tendría que dar un repaso más atento a las plantas comestibles para evitar envenenarse. Eso era algo que les daban desde la academia, pero nunca estaba de más estudiar las plantas de Kirigakure. Además, también buscaría información acerca de la fauna.
—¿Cuál sería tu recomendación?
—Evitar el pantano a toda costa, a menos que sea imprescindible adentrarse ahí. Yo usé a mis insectos para encontrar un escondite en la zona boscosa, a pesar de que tuve la mala suerte de iniciar mi examen en una entrada que daba al pantano.
Estuvieron hablando un rato largo. Shiro era muy concienzudo con sus descripciones y no le importaba darle consejos para ayudarla, aunque ella no le hubiera preguntado acerca de según qué cosas. Según Shiro, el recinto tenía unas cuantas puertas repartidas equitativamente por el perímetro. Al contrario que en bosque de la muerte en Konoha, que tenía más de 50 puertas, el pantano de sangre solo constaba de unas 10 puertas aproximadamente. Eso significaba que entraría en el recinto acompañada de más gente.
Eso era bueno, y malo. Para empezar, supondría que podría encontrar antes a un contrincante y cazarlo. Por otro lado, también la exponía a más gente. Estaba segura de que sería una de las participantes más jóvenes así que algunos podrían pensar que era la más débil e ir tras ella. Aun así, si lo planeaba bien, podría acabar muy pronto la prueba. El problema es que no los dejarían salir de allí en los 5 días que durara el examen sin importar si había acabado o no su parte.
—Una vez acabes esa parte en el pantano te tocará elegir una misión de entre los 2 pergaminos que hayas recuperado. La gente, debido a esto, intentará ahorrar fuerzas dentro del pantano escondiéndose el tiempo que haga falta una vez tenga su pareja de pergaminos.
Lo que significaba que si ella se quedaba sin pergamino le iba a costar el doble hacerse de nuevo con 2 pergaminos porque, obviamente, sus rivales se habrían atrincherado con su botín. Le dio las gracias a Shiro y se fue a casa, pasando primero por la librería en busca de los libros que necesitaba.
Más tarde le contó todo lo que había aprendido a su equipo que, curiosamente, estaban todos presentes en casa.
—¿Cuál será tu estrategia? —le preguntó su maestro, sentado frente a ella cenando.
—Intentaré hacerme con un pergamino el primer día. Lo antes posible, de hecho, para evitar que empiecen a fabricar trampas que puedan suponerme un problema —explicó ella bajo la mirada atenta de sus hermanos y Kakashi-sensei—. Luego de eso me fabricaré un refugio dentro del bosque y usaré mis invocaciones para buscar desde mi refugio algo que comer.
—Me imagino que evitarás el pantano a toda costa.
—¡Eso! ¡Según lo que te ha contado el tío de Shino parece un verdadero infierno!
Ella asintió.
—El hecho de que no pueda llevarme mi riñonera es un fastidio, pero al menos puedo llevármela para la misión de después.
—No te hace falta llevártela —dijo Kakashi-sensei—. Con todos tus poderes puedes crear de la nada todo tipo de armas y fabricarte un refugio inaccesible. Tu mayor problema es coger ese pergamino de un enemigo a tiempo.
Al día siguiente, el último lunes antes del examen, Ino y los demás genins decidieron no entrenar para pasar el día haciendo el tonto por la aldea. Empezaron la mañana yendo a los baños termales. Como era lunes y primera hora no había prácticamente nadie salvo ellos. Seina se quitó la ropa mientras escuchaba como sus amigas hablaban del nuevo hobbie de Hinata, hacer punto.
—Es más difícil de lo que parece —les comentó con su voz serena, suave, más excitada de lo habitual—, pero mi idea es aprender a tejer algo más grande para los regalos de navidad.
—Seguro que puedes, Hina —le dijo Tenten—. Yo soy incapaz de crear nada con las manos.
—¡Y eso que eres la experta en armas!
—No me lo recuerdes. Mi madre siempre se ríe de mí cuando me ve cocinando.
—No entiendo cómo os cuesta tanto cocinar —sacudió la cabeza ella—. Simplemente tenéis que seguir unas instrucciones escritas.
—¡Tú no puedes hablar! —la apuntó con un dedo Tenten—. ¡La opinión de alguien que parece que lleva cocinando 50 años no cuenta!
Seina se partió de risa en su cara. Si solo supiera… Vio como Ino asentía fervientemente ante las palabras de Tenten mientras que Hinata parecía morderse el labio para no reír. Hinata, sorprendentemente, cocinaba muy bien a pesar de ser la heredera de uno de los clanes más poderosos del país del Fuego. De no estar su casa bajo el fidelus se ofrecería a ayudarlas a aprender a cocinar.
—Por cierto, ¿cómo te va con Sakura en el equipo? —le preguntó Seina a Ino.
—Ugh. Bien. Hemos tenido que entrenar mucho para integrarla en el equipo. Lo cierto es que Sakura igual de cerebral que Shikamaru, a pesar de no ser un genio, pero el problema es que no ha entrenado prácticamente nada mientras trabajaba en la aldea. Ahora mismo mi equipo es un pequeño desastre —suspiró Ino—. De no haber entrenado con vosotros todas estas semanas estaría preocupada porque tanto Sakura y yo no somos expertas en combate cuerpo a cuerpo.
—Tenéis tiempo todavía —le recordó Hinata—. Los exámenes son dentro de un mes.
—Además, la parte de supervivencia son solo 5 días. Entre los 3 podréis con ello.
—Por favor, volvamos al tema de tejer —suplicó Ino, sumergiendo su cabeza en el agua—. No quiero hablar de exámenes ni de entrenamiento.
Seina y Tenten rieron mientras que Hinata le sonrió de forma consoladora. Se acordó de Karin y se anotó mentalmente invitarla la siguiente salida para que empezara a conocer a gente de su edad. Una lástima que trabajara de mañana, sino la habría ido a buscar para que las acompañara.
—Por cierto… —empezó Tenten ladinamente—. ¿Por qué no hablamos de otro tema?
—¿Cómo qué? —preguntó ella con reticencia al ver su rostro pícaro.
—¿Os gusta alguien?
Hinata se puso roja como un tomate en menos de un segundo mientras que Ino se echó a reír. Seina evitó suspirar. Ya había llegado la edad tormentosa que había intentado evitar. Hormonas, enamoramientos, celos, envidia… Ugh. ¿A quién le gustaba ser adolescente?
—A Hinata no hace falta que le preguntemos —dijo Ino. Hinata, que había recuperado su tono de palidez habitual en su rostro, volvió a sonrojarse violentamente—. ¿Te sigue gustando Naruto?
Hinata la miró a ella con rostro horrorizado, pero Seina ya lo sabía desde hacía años. Cualquier idiota se daría cuenta de ello. Su amiga pareció darse cuenta de que no estaba sorprendida y se horrorizó aún más.
—Tranquila, Hinata. No es asunto mío con quién se relacione Naruto, a no ser que sea un peligro para él —aseguró calmadamente.
—¿Te gusta o no?
—S-s-sí —susurró muy bajito. Seina le cogió del mentón para levantarle la cabeza—, pero sé que él no me ve así.
—Naruto todavía no está interesado en esas cosas —respondió ella—. No es nada personal. El cabeza de chorlito solo piensa en entrenar y ascender.
—Seina tiene razón. Tú dale tiempo.
—¿Y a ti, Tenten? —preguntó Ino, haciendo una ronda de preguntas—. Nunca te he visto interesada en nadie.
—Bueno, he visto a un chico muy mono en el dojo —sonrió ella, rizándose un mechón de cabello mojado coquetamente—, pero solo intercambiamos miradas la última vez. Nada importante. Quizás la próxima vez que lo vea me lanzo.
—Pues yo he pasado página con lo de Sasuke. Ahora estoy buscando a alguien más… disponible.
Seina tuvo que contener una risa ante las palabras de Ino, una niña de 12 años. Cualquiera que la escuchara desde lejos pensaría que era una mujer de 40 años divorciada con un par de hijos. Entonces, repentinamente, todas las miradas se dirigieron a ella.
—Faltas tú, Seina.
—A mí me gustan mayores —dijo ella con una sonrisa traviesa.
Hinata e Ino se atragantaron al escucharla mientras que Tenten empezó a reír escandalosamente. Hinata pareció darse por vencida con su sonrojo mientras que Ino, cuando se recuperó, se le acercó peligrosamente para interrogarla con el rostro excitado por la información que le había proporcionado. Ah, el cotilleo…
—Pero, ¿¡entonces te gusta alguien!?
—Saa… quién sabe.
No dijo nada más, pero todas ellas, incluida Hinata, tomaron esas palabras como una afirmación. Nada más salir de las fuentes termales Ino se acercó a su equipo con el rostro de alguien que tiene una misión de vida o muerte.
—¡Vosotros! ¿Sabéis quién le gusta a Seina? —les interrogó.
—¿Qué? ¿De qué hablas, Ino? —preguntó Naruto mirándola con los ojos entrecerrados.
—Vosotros sois su equipo, debéis tener una mínima idea de qué hombre mayor le gusta.
Todas las miradas se giraron hasta ella, quien se estaba partiendo de risa silenciosamente al lado de Tenten e Hinata. Naruto se puso rojo de la indignación ante las palabras de Ino, como si a ella no pudiera gustarle nadie.
—Creo que te está tomando el pelo, Ino —dijo Chouji al verla reír.
Empezaron a discutir sobre si le gustaba alguien, o no, y sobre si era mayor, o no. Los únicos que la miraron contemplativamente fueron Neji y Shikamaru. Sasuke evitó ser arrastrado a la discusión mientras Naruto e Ino peleaban sobre que si ella, de gustarle alguien, se lo habría dicho a su hermano. Debido a este razonamiento, según Naruto, como no le había dicho nada, eso quería decir que no le gustaba nadie. Ella se recompuso con una sonrisa al ver cómo los había troleado a todos.
—Lo único que he dicho es que prefiero a alguien mayor —comentó ella—. No que me gustara alguien…
Esas palabras fueron suficientes para calmar a todos. Al parecer, a nadie le pareció extraño que prefiriera a alguien más… maduro. Ino hizo un puchero al darse cuenta de que, tal vez, sí que la había engañado. El único que la miró de reojo con expresión divertida fue Sasuke. Sin duda, él sabía que no estaba siendo completamente sincera, y que realmente le gustaba alguien.
Se encaminaron en dirección a un restaurante cualquiera para comer en grupo. Encontraron con algo de suerte una mesa en un patio exterior suficientemente grande para que cupieran todos y donde podía comer con ellos Akamaru. Pobres civiles. Un perro ninja era el menor de sus problemas. Si supieran que Shino estaba lleno de insectos…
—¿A qué venía esa pregunta? —preguntó Kiba con interés—. ¿De qué habéis estado hablando?
—Por lógica, han debido de estar hablando de… chicos —dijo con voz calculadora, y un pelín nerviosa, Shino.
—Cosas de chicas —contestó Ino, sacudiendo su cabello descaradamente—. No lo entenderíais.
—¿Nos estás llamando idiotas? —preguntó Neji con voz exasperada.
—Además, yo creo que aquí alguien tiene cierto… tema con otro alguien, ¿no? —dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja mirando a Shikamaru.
Le envió una mirada entre exasperada y envenenada cuando los otros comprendieron que estaba aludiendo a él. Empezaron a interrogarlo, pero con tantas voces era imposible que se enterara de algo y contestara.
—¡Seina-nee! ¿De qué hablas?
—De Temari. Noté cierta química entre ambos. Y, por cierto, ella me preguntó por ti cuando fui a Suna hace unas semanas.
—¿Cierta qué? —le susurró Naruto a Sasuke. Éste lo miró de arriba abajo con más exasperación y le propinó una colleja mientras rodaba los ojos—. ¡Ow!
Shikamaru, mientras tanto, estaba algo sonrojado así que todos se tomaron sus palabras como texto sagrado. Comieron mientras reían y hablaban de todo un poco. Seina notó como cada vez eran más mayores. Era obvio. Cada vez tenían preocupaciones y pensamientos más maduros. La divertía darse cuenta de que, a pesar de pasar por la adolescencia ella también, se sentía como si fuera espectadora la mitad del tiempo lo que significaba que observaría en primer plano todas las cagadas y meteduras de pata futuras. Ah, el rico chantaje…
Esa noche, cuando Naruto le contó a Kakashi-sensei todo lo que había pasado en el día de hoy, su maestro alzó una ceja en su dirección mientras suprimía claramente una sonrisa. Cuando se fueron a dormir Sasuke y Naruto, y se quedaron ellos dos solos, le sonrió de forma traviesa.
—Así que te gustan mayores…
—¿Acaso mentía? —se rio ella—. Lo último que quiero es que a Ino se le meta en la cabeza emparejarme con alguno de ellos. ¿Me imaginas a mí con Lee?
Kakashi-sensei ahogó una risa automática, tosiendo.
—Así que, ¿qué? ¿Estás allanando el camino? —preguntó él—. Lo cierto es que no puedo imaginarte con Lee, o con Kiba o con alguno de ellos. No son malos chicos, pero…
—Pero son chicos —cortó ella, contemplándolo con ojos seductores—, y yo quiero a un hombre.
Se mordió la lengua para no reír al ver cómo tragaba fuertemente, con las pupilas dilatadas, al observarla y escuchar sus palabras. Se sentía más traviesa que seductora así que simplemente se levantó de su asiento con paso medido, lento, y le besó la mejilla para seguir torturándolo un poco más.
—Buenas noches, Kakashi-sensei.
Subió las escaleras aguantando otra risa. Se dio cuenta de que había dejado de respirar en cuanto lo escuchó inspirar fuertemente escaleras arriba. Cerró la puerta detrás de sí pensando en el extraño día que había tenido.
El día siguiente continuó su última semana de entrenamiento como si nada. Los 4 anbus, en lugar de entrenar con ella durante toda la mañana, le ayudaron a consolidar lo que le había enseñado Kakashi-sensei específicamente para el examen: atacar desde las sombras, esconderse y esperar pacientemente
—Prácticamente eso es lo que hacemos en anbu, ¿sabes? —le comentó Seichi.
—Además, con tus poderes es tu mejor estrategia.
Ensui y Yugao asintieron.
—A veces es mejor no llamar la atención usando ninjutsu y ceñirte a los entrenamientos evasivos. Pocas veces es ventajoso entrar en combate directo.
La última en darle consejo fue Tsunade-sama. El miércoles final antes del examen.
—Sé que mucha gente te habrá avasallado con estrategias y entrenamientos de última hora. Lo único que te voy a decir yo es que confíes en tus habilidades y pienses con la mente fría. Tu objetivo no es ascender sino sobrevivir, aunque no asciendas. Siempre puedes probar suerte el año que viene mientras sigas con vida —le dijo con voz firme—. Eso quiere decir que, de no verte capaz de seguir, esconderse hasta que acabe la prueba es tu mejor opción.
—Lo sé.
—Dicho esto. Sé que no vas a necesitar esconderte así que solo te deseo suerte con las misiones que te toquen en el pergamino —sonrió Tsunade-sama, y luego siguió con un brillo extraño en los ojos—. Apostaré por ti.
Seina bufó una risa al escuchar la coletilla. Había sido un buen discurso… hasta que llegó al final.
Los últimos 3 días antes de partir a Kirigakure se le hicieron eternos. Su equipo entraba y salía de la aldea haciendo misiones cortas mientras que ella, que había decidido relajarse sin hacer absolutamente nada para ir fresca a los exámenes, bueno, no tenía absolutamente nada que hacer. Esa era la cuestión. Aburrida salió a la aldea el mediodía del viernes y se topó con Karin regresando de su trabajo en la floristería.
—¡Seina! —llamó desde la otra punta de la calle—. Pensé que te ibas a Kirigakure.
—Sí, mañana. Estoy haciendo tiempo mientras intento relajarme.
Karin resopló una risa sarcástica al ver que no estaba para nada relajada. No es que estuviera nerviosa, pero estaba llena de energía así que no podía pararse en casa a mirar la pared como si nada. Demonios, se sentía como Naruto.
—¿Por qué no te invito a un té en mi casa?
Y así fue como Seina acompañó a Karin a su casa. Era la segunda vez que estaban ellas dos solas. La primera siendo aquella vez que la visitó en su celda.
—¿Sabes que a veces pienso en Orochimaru? —habló de improvisto Karin mirando la mesita de café delante del sofá—. Cuando me encuentro pensando en él me siento como tú ahora: no puedo quedarme quieta, tengo que hacer algo para intentar no pensar en él. Aunque, al menos, tú no sufres mis cambios repentinos de humor.
—¿Te hizo daño? —preguntó ella por primera vez. Orochimaru era un tema tabú que no tocaban nunca directamente, pero tenía que saberlo.
—No. Simplemente me extrajo algo de sangre unas cuantas veces, pero no me hizo daño como… como a los demás. Es por eso que a veces me siento culpable de estar aquí, como si nada, porque él no me trató mal después de todo. A su vez, sé que no es buena persona. El hecho de que a mí no me haya hecho daño no significa que no le haya hecho daño a mucha gente.
—Tienes razón.
—Eso lo he estado descubriendo gracias a Inoichi, y a Anko.
—¿Anko? ¿Anko del departamento de interrogación?
—Sí. Suele venir a verme en mis visitas al departamento de evaluación psíquica. Ella fue una de las primeras víctimas de Orochimaru que trabajaba para él. Tener a una persona que ya ha pasado por lo mismo que yo, peor de hecho, me hizo replantearme muchas cosas. Si Anko puede avanzar después de todo lo que le hizo, yo también.
Seina vio el rostro decidido de Karin y supo en ese instante que estarían bien. Habían rescatado a tiempo a su prima lejana así que Karin ya no se convertiría en una marioneta más de Orochimaru. Aun así, seguiría vigilándola. Por si acaso.
Chapter 69
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
—Bien, candidatos a jonin. Habéis sido seleccionados para presentaros a este examen de ascenso que se celebra en Kirigakure —empezó Tsunade-sama, caminando frente a ellos—. Estáis aquí reunidos porque creo que tenéis lo que debe tener un buen jonin: disciplina, conocimientos académicos, un buen historial de misiones, liderazgo, un buen nivel de taijutsu y ninjutsu pero, sobre todo, la madurez suficiente como para aceptar el aumento de poder que supone ser jonin. Partiremos mañana por la mañana.
Seina se fue en un remolino de hojas. Era de noche, pero no había nadie en casa. Se sintió algo triste al darse cuenta de que Sasuke, Naruto y Kakashi-sensei estaban de misión el último día antes de su examen de ascenso a jonin. Cuando fue a cenar, no obstante, se dio cuenta de las notas que había encima de la mesa. Con una sonrisa en labios, leyó las palabras de ánimo y aliento de su equipo. Cenó, se duchó y se encaminó hacia su estudio para revisar sus provisiones una última vez.
Pasaría 5 días en los infames Pantanos de Sangre. Al igual que Konoha con su Bosque de la Muerte, Kirigakure tenía un lugar especial para probar a sus ninjas y a los ninjas extranjeros. Se trataba de una zona de pantanos. ¿Sorprendidos? Al parecer, según lo que había podido averiguar gracias a Shiro desde que supo que su destino era Kirigakure, no todo era agua. Había un denso bosque que luego daba lugar a distintos tipos de pantanos. Unos sin vegetación alguna y otros con frondosos árboles que tapaban el sol. Si a eso le sumaba el hecho de que la niebla era algo constante el 90% del tiempo en Kirigakure… El lugar no le resultaba demasiado atractivo.
Se fue a su cuarto meditando sobre lo que se le venía encima hasta que, finalmente, decidió olvidarlo e irse a dormir.
Al día siguiente, se despertó y se vistió con ropa negra de pies a cabeza. Desde la fina chaqueta de manga larga con capucha, sus guantes hasta el codo hasta sus mayas. No podía ponerse el uniforme de tobuketsu jonin ya que se trataba de un examen de ascenso a jonin pero, al menos, podía usar la ropa que quisiera para pasar desapercibida. Se ató el wakizashi en la riñonera, la funda en el muslo izquierdo y se puso sus confiables botas negras cerradas.
Después de desayunar rápidamente, se encontró en la entrada sur de la aldea con los demás candidatos. Algunos parecían algo nerviosos mientras que otros estaban más confiados, charlando entre ellos. A ella le enviaron un par de miradas, como llevaban haciendo desde que se dieron cuenta de su recomendación, pero la dejaron estar salvo por unas cuantas sonrisas y asentimientos de cabeza. Ya le estaba bien. Era un examen individual así que no tenía por qué ponerse a crear alianzas.
En cuanto llegó Tsunade-sama, acompañada de su escolta ninja y de Shikaku, salieron de la aldea. Se quedaba a cargo de todo Shizune, con la ayuda de la mano derecha de Shikaku. El camino fue bastante rápido, sobre todo porque solo tenían un día para llegar a Kirigakure. A Seina se le pasó lentísimo, pero aprovechó para escuchar la conversación de los demás a modo de distracción. Como era de esperar, todos estaban hablando de los exámenes y, sobre todo, de Kirigakure.
Algunos de ellos habían pisado el suelo del país del Agua antes así que supieron contestar a varias preguntas de otros candidatos que no habían tenido esa suerte. Escuchó atentamente como describían la aldea, a la gente, los problemas que habían tenido hasta hacía bien poco con Yagura… En cuanto empezó a anochecer llegaron al puerto que iba a llevarnos a Kirigakure. Dio gracias por no marearse en barco o no habría podido pegar ojo durante toda la noche mientras llegaban a su destino.
—Ah, ya estamos aquí —escuchó la voz de Tsunade-sama al día siguiente—. ¿Qué te ha parecido el viaje?
—Corto, considerando que he estado dormida —respondió ella, alcanzando su lado en la proa del barco.
Tsunade-sama y Shikaku se rieron al escucharla.
—Tienes suerte —le dijo el Nara—. Algunos solo han dormido un par de horas.
—Alguna gente simplemente no puede dormir en barco. Aunque quizás son los nervios.
—Deberíamos llegar en menos de 30 minutos —informó el capitán desde el timón.
—Iré a avisar a los demás.
—¿Estás nerviosa? —preguntó la Hokage, viendo como Shikaku se iba barco adentro.
—No mucho, la verdad. Más bien excitada. He entrenado todo lo que he podido así que ahora toca ver si es suficiente.
—Seguro que sí.
Tsunade-sama le apretó el hombro y ambas se giraron a mirar cómo se acercaban al puerto. Seina vio cómo le daban la bienvenida una comitiva de ninjas, encabezada por la recién nombrada Mizukage Mei Terumi. Le parecía muy interesante lo que se había cocido en Kirigakure durante años. Una parte grande de ella se alegraba de que hubieran pasado página y que los usuarios con kekkei genkai dejaran de ser perseguidos por las marionetas del antiguo Mizukage.
—…-ro que disfrute de su estancia en Kirigakure, Tsunade-sama —la voz de la Mizukage la sacó de su ensoñación.
—Muchas gracias. Estoy deseando volver a probar las aguas termales del hotel —sonrió cortésmente la Hokage, sacándole una risa a la Mizukage.
—Por supuesto. Todo el mundo pregunta por ellas.
Escuchó con un oído la conversación entre las dos Kage mientras paseaba la mirada por los ninjas que los habían recibido. Algunos, una minoría, tenían un atisbo hastiado en la cara mientras que los demás parecían serios, pero algo más gentiles. Pestañeó al darse cuenta de que había una cara que conocía. Era el chico que había recibido el pago de aquel cliente en el país del Mar hacía meses. Cuando hizo aquella misión para proteger a los barcos y eliminar al monstruo marino. Tenía el mismo cabello blanquecino con las mismas gafas, pero parecía haber crecido un poco en vertical. Incluso llevaba el mismo uniforme y la misma arma vendada en su espalda.
A su lado, un hombre alto de aspecto altivo, llevaba un parche en un ojo que le tapaba también parte de la sien. Se preguntó qué le habría pasado mientras desembarcaba y esperaba a que los llevaran a sus aposentos. Solo estarían unas noches ya que al día siguiente era el examen escrito a primera hora de la mañana, pero aprovecharía para relajarse lo que pudiera. Ni siquiera pensaba practicar nada ya que no se fiaba de que no hubieran… retocado la habitación, por así decirlo, con jutsus espía.
Notó una mirada en el cogote, pero no se giró. Caminó hasta alcanzar de nuevo a la Hokage, quién seguía hablando con la Mizukage. Los acompañó a un hotel inmenso con aspecto lujoso que, claramente, era para dignatarios y gente con dinero. Cuando entraron adentro a Seina no se le descolgó la mandíbula por pura experiencia. Era colosal. Tenía hasta una fuente dentro del propio vestíbulo junto con unas piscinas de decoración que partían en 2 la gigantesca entrada. Las paredes eran tan altas que podría haber invocado a la versión pequeña de Katsuyu sin que llegase al techo.
—¿Qué te parece, Seina? —le preguntó Tsunade-sama, girándose para mirarla—. ¡Incluso cabría Katsuyu!
—Eso mismo estaba pensando… —contestó ella devolviéndole la sonrisa.
Vio como la Mizukage se giraba a mirarla al ver la atención de la Hokage en ella.
—¿Te gusta? —le preguntó Mei Terumi con una sonrisa.
—Es una obra de arte —asintió—. Gigantesco, pero precioso.
—Gracias. Estamos muy orgullosos de este hotel.
Seina asintió. No les faltaba razón. Le dieron a cada uno su propia habitación en la misma planta mientras que a Tsunade-sama y a Shikaku los enviaron a una planta superior junto con la escolta. Aun así, viendo la enorme habitación solo para ella con su propio baño no podía quejarse. Lo primero que hizo fue comprobar si había algo raro. Al comprobar que no había nada que hubiera podido detectar, alzó un par de barreras invisibles.
Salió de la habitación después de haber visto cómo era. No había dejado nada ya que siempre llevaba la riñonera consigo, pero le había hecho gracia pasearse con el resto de candidatos a jonin por las habitaciones del hotel. Cuando bajó, la Mizukage estaba a punto de salir del vestíbulo del hotel acompañada de su séquito mientras que la Hokage y Shikaku hablaban sentados en uno de los múltiples sofás en forma de media luna que habían repartidos por todo el vestíbulo. Sus hechizos espía, aumentados hasta los 50 metros para esta prueba especial, captaron la conversación en voz baja de la Mizukage con el tipo del parche en el ojo.
—…-je. Parecen fuertes. Hay un par que saltan a la vista.
—La chica es una de ellos, ¿verdad? —preguntó la Mizukage—. Tsunade-sama tiene un claro interés en ella.
—Si por chica te refieres a la adolescente rubia vestida de negro, sí. Por suerte, no hay un Hyuga entre los candidatos así que he podido analizarlos desde lejos con mi ojo.
—Creo que será muy interesante, Ao. Más de lo que esperábamos…
—¿Deberíamos informarles sobre lo de Yagura? —la voz del ninja era un murmullo que casi no captó con sus hechizos a pesar de estar todavía dentro del rango—. Nuestras relaciones con Konohagakure sufrieron mucho durante estos años. Quizás si les decimos la verdad podríamos formalizar una alianza. Después de todo, pasó lo mismo hace poco con el Cuarto Kazekage y siguen siendo aliados.
—Me lo pensaré. Ni una palabra más de eso, Ao —le cortó firmemente la Mizukage.
Seina hizo ver que no escuchó nada, pero se preguntó de qué “ojo” hablaba. ¿Y por qué creía que era una suerte que no hubiera un Hyuga entre los participantes? Debía comunicarle esta información a la Hokage o a Shikaku porque, fuera como fuera, ese tipo tenía un ojo tapado que era capaz de analizar a la gente desde lejos y quién sabe qué más. Con algo de irritación, se dio cuenta de que quizás había venido a recibirlos con ese hombre justamente por su habilidad. De esa forma, tenía más información sobre ellos que ellos sobre los candidatos de Kiri. Lo que no acababa de entender era la segunda parte de la conversación.
Conectó su mirada con la de Shikaku, sabiendo que él necesitaría poco para darse cuenta de que quería hablar con él. Vio cómo se giraba a mirar a la Hokage y continuaba hablando durante unos minutos. Al rato, se levantó con las manos en los bolsillos y echó a andar como si nada. Seina lo siguió de lejos, parándose primero en la barra del bar para pedir un zumo que no empezó a beber hasta que comprobó que estaba limpio. Luego se paseó por el hotel hasta que llegó a donde se había escondido Shikaku. Vio con algo de diversión que era un cuarto de limpieza. Hechizó ante la mirada atenta de su comandante el cuarto y posó el zumo sobre una estantería. Habló en cuanto vio su ceja alzada en forma de pregunta.
—El tipo ese del parche en el ojo… al parecer tiene alguna habilidad que le permite ver desde lejos y, según él, analizar a los candidatos. No sé en qué sentido lo decía. Según él, cito con palabras textuales, “por suerte, no hay un Hyuga entre los candidatos así que he podido analizarlos desde lejos con mi ojo”.
Shikaku suspiró fuertemente al escucharlo. Pasó su mirada por el cuarto, pensativo, antes de posarse en ella.
—No lo esperaba, pero ahora que lo sé era de esperar —Seina alzó una ceja ante sus palabras contradictorias—. Problemático.
—Hay algo más… Este tipo le ha preguntado a la Mizukage sobre si debían informarnos sobre Yagura. Ha dicho que nuestras relaciones sufrieron durante los últimos años y que, tal vez, si nos decían la verdad sobre Yagura podríamos formalizar una alianza. Ha dicho que, después de todo, pasó lo mismo con el Cuarto Kazekage y que seguimos siendo aliados.
—…¿Lo ha dicho así tal cual? —preguntó seriamente Shikaku, irguiéndose sobre la pared y mirando fijamente sus ojos.
—Sí.
—¿Algo más?
—No, eso es todo. La Mizukage ha dicho que se lo pensaría y que no hablara más del tema.
—Salgamos de aquí. Si escuchas algo más ya sabes.
Seina salió antes, con el zumo medio bebido en mano. Estaba claro que algo extraño había sucedido con Yagura, el anterior Mizukage. A lo que estaba haciendo alusión el tipo del parche, Ao, era a que el Cuarto Kazekage había atacado Konoha hacía poco. Lo único extraño de la invasión de Sunagakure era que realmente el Cuarto Kazekage no era el incitador de la invasión, sino Orochimaru disfrazado de él. Sorbió lo que le quedaba de bebida mientras pensaba si de eso hablaba Ao. ¿Querría decir que Yagura no era realmente Yagura? No lo sabía.
En realidad, no le importaba demasiado. Tenía que centrarse en su examen. Esa noche probó las aguas termales de las que hablaba Tsunade-sama. Eran igual de increíbles que el resto del hotel. Si no fuera porque era un sitio caro, y estaba en Kirigakure, no le habría importado quedarse unos días más de vacaciones. Cerró los ojos, recostada sobre la piedra, al igual que las demás mujeres. Solo escuchó un par de susurros puntuales que no la desconcentraron de su relajación así que se permitió quedarse un rato largo.
La cena, en comparación, fue un asunto rápido. En poco tiempo regresó de nuevo a su habitación individual y se durmió bajo unos cuantos hechizos de protección.
Al día siguiente, fueron enviados a la academia para hacer el examen escrito. No tardaron ni 15 minutos en sentarlos en asientos al azar, lejos unos de otros en pupitres individuales. Cada mesa tenía un lápiz y una goma de borrar, nada más. Mientras repartían los exámenes, uno de los jonin de Kirigakure les explicó las reglas.
—Ahora pasará por cada mesa uno de nuestros expertos. Os sellará temporalmente para que no podáis usar ninjutsus. Cuando salgáis por la puerta, os liberarán del sello. Este examen consta de 5 preguntas escritas. Leedlas con atención y responded de forma concisa en el espacio que se os ha dado. Al que cojamos copiando lo echaremos del examen definitivamente. Tendréis 2 horas para responder al examen. Cuando acabéis, levantaos y salid de la sala en silencio. No sabréis la nota hasta después de finalizar la etapa de supervivencia, dentro de 6 días. Si vuestra nota es inferior a 5, estaréis suspendidos y no podréis continuar con el examen.
Seina escuchó como unos pocos, la excepción, se quejaban ante el sistema de corrección. En parte, también le parecía extraño tener que hacer la prueba de supervivencia si luego iba a suspender por el examen escrito. ¿Para qué arriesgarse?
—¡Silencio! Estáis aquí porque habéis aceptado el riesgo que este examen implica —gritó el ninja de Kirigakure, lanzando miradas asesinas a los que se quejaron—. Eso significa jugarse la vida a pesar de que puede que no haya recompensa. Eso es lo que hace un jonin. Si no estáis de acuerdo, podéis salir por la puerta ahora mismo.
Nadie se fue. Seina recibió su sello pocos minutos después. Miró el examen boca abajo que tenía delante de ella y supo que era el momento de darlo todo. Shizune y Kakashi-sensei la habían avasallado a preguntas orales el último mes así que estaba segura de que aprobaría. De lo contrario, no la habrían dejado salir de la aldea. Unos 10 minutos después, cuando todos estaban sellados y tenían su examen, el jonin les indicó que podían empezar.
Seina giró rápidamente el papel, viendo como tenía una página en blanco por pregunta. La primera pregunta era un código secreto. La segunda era un mapa completo de una aldea ficticia con un texto representando una misión de infiltración. La tercera era similar, pero necesitaría hacer cálculos matemáticos. La cuarta pregunta requería 3 formas distintas de resolver una misión que parecía imposible de buenas a primeras mientras que la quinta pregunta trataba de conocimientos de historia de los países ninjas y cómo eran aplicados a una supuesta misión de hacía 20 años.
Tenía menos de 30 minutos por pregunta así que empezó a resolver lo más fácil, la segunda y tercera pregunta. En realidad, era un alivio no tener que copiar debido a que podía centrar toda su atención en su examen. Si alguien se copiaba de ella no era asunto suyo. Mucha gente no pasaría en la etapa de supervivencia y la mitad se iría a la calle en los combates uno contra uno. Seina había contado poco más de 100 participantes así que sabía que poca gente llegaría a la cuarta etapa.
Una hora y cuarto después, había contestado la segunda, tercera y quinta pregunta. La cuarta pregunta requería pensar un poco en varias formas de resolver una misión aparentemente fallida pero, por suerte, tenía bastante experiencia sobre la cual basarse. Eso, y con un poco de legeremancia pasiva para ver si lograba captar algo interesante, acabó escribiendo la pregunta en 20 minutos. Los últimos 25 minutos fueron dedicados totalmente al código.
Tuvo que leer varias veces la página de la novela sobre la cual estaba basado el código pero, al final, lo sacó. Lo más importante de los códigos era centrarse en las letras o símbolos que se repetían más ya que normalmente correspondían a las vocales y a según qué consonantes más frecuentes del alfabeto. Después de eso, solo era cuestión de ir jugando con la página que contenía la clave. Resultó que cada frase del código correspondía a un párrafo de la página de novela y cada letra del código era la letra anterior de la primera palabra de la página que contuviera esa letra.
Por suerte, lo que le ayudó a resolverlo era ver como la descripción de un paraje en la novela estaba separado en 4 párrafos bien definidos, sin conversación, justo el mismo número de líneas que tenía su código. Comprobó con los pocos minutos que le quedaban que todo estaba correcto y le dio la vuelta al examen. Se levantó y salió de la enorme sala. Un ninja de Kirigakure, siendo vigilado por ninjas de todas las otras naciones, le quitó el sello sin problema alguno. Notó de nuevo su chakra arremolinarse por su cuerpo, sin ataduras, y asintió sus gracias al ninja antes de salir. Repasó mentalmente el sello, dándose cuenta de que le habían dado de gratis un nuevo fuinjutsu.
Le esperaban a fuera alguno de sus compañeros candidatos, charlando sobre las preguntas. Seina intentó no escucharlos ya que nunca le había gustado hablar de un examen después de hecho, al contrario que a Hermione.
—Volvamos al hotel para comer —dijo una persona, cuando vio que todos habían salido.
La comida fue algo tensa. Los candidatos estaban separados voluntariamente por países, distanciados de sus rivales, pero a la vez estaban pendiente de sus propios compañeros de aldea. Seina, después de comer, se duchó por última vez en los próximos 5 días, o eso creía. Dejó su riñonera en un lugar secreto de su habitación, y le entregó la llave a la Hokage junto a todos los demás.
—Ha llegado el momento de que os probéis en el pantano —les habló la Hokage, reunidos en el vestíbulo antes de partir a la zona del examen—. Solo puedo deciros que actuéis con cabeza y no perdáis los nervios. Todos sois dignos de ser jonin. Ahora os toca demostrarlo. Buena suerte.
Seina se sintió extraña únicamente con su wakizashi colgado en la espalda y su kunai escondido en un bolsillo. Llevaba mucho tiempo dependiendo totalmente de su riñonera. Ahora tendría que buscarse la vida a solas, sin nada salvo 2 armas. Ni siquiera tenía una mísera venda, pero no importaba porque podía conjurarlas fácilmente. El viaje hasta la zona de acceso a los Pantanos de Sangre fue en silencio. Notó como la mayoría de su grupo de 10 personas estaban mucho más nerviosos que antes. A pesar de ello, nadie se retiró. No supo cómo se encontraban los otros ya que los habían repartido por todo el perímetro al azar en grupos pequeños. Aun así, imaginaba que estarían más o menos igual de tensos.
Seina cogió en silencio el pergamino que le entregaba otro jonin organizador del evento. Si querían podían abrirlo antes de ingresar en el bosque, e intercambiarlo pacíficamente. Si no querían podían abrirlo adentro para que nadie pudiera saber la dificultad de la misión que les habían encomendado. Se preguntó qué hacer pero, al final, decidió abrirlo de forma privada.
—Dentro de 5 minutos empezará la siguiente parte del examen. Al quinto día, a las 19:00 de la tarde, se acabará la prueba. Recordad. Debéis conseguir como mínimo 2 pergaminos, no importa que sean pergaminos con misiones de la misma dificultad. Esto implica que, al menos, la mitad de vosotros os iréis a casa. Al sexto día, se os dará a elegir una de las misiones de los pergaminos que habéis recogido así que elegid con cabeza. Buena suerte.
Seina se adentró en el bosque, saltando sobre una rama con los hechizos espías activados al máximo. Pudo ver a lo lejos a otros contrincantes, corriendo a esconderse a lo lejos. Ella usó varios hechizos y activó su brazalete para volverse invisible. Cuando estuvo segura de que ni la podían ver, ni oír, ni oler ni percibir, abrió el pergamino. Lo primero que vio fue el nivel de dificultad moderado. Le había tocado la misión intermedia. La pregunta ahora era, ¿buscaba a consciencia un pergamino con la misión fácil o se quedaba con el primer pergamino que encontrara? Si elegía la segunda opción, que le tocara una misión más fácil sería cuestión de suerte ya que, a unas malas, siempre podía quedarse con la misión de nivel moderado que tenía en la mano.
Al final, después de pensarlo unos minutos, se dio cuenta de que era mejor moverse rápido antes de que los otros se atrincheraran y empezaran a minar la zona con trampas. Por suerte, podía usar a sus invocaciones así que dejó que se esparcieran por todos lados, rodeándola más allá de lo que podía ver con sus hechizos, y fue en busca del primer pergamino con un hechizo localizador. Si el pergamino que robara de buenas a primeras resultaba ser de dificultad fácil ya no tendría que plantearse seguir cazando a sus rivales. Simplemente tendría que aguantar 5 días escondida. Si, de lo contrario, resultaba ser un pergamino de nivel difícil… podría pasar los otros días dudando sobre si quedarse con ese pergamino o ir en busca de otro.
El bosque estaba lleno de animales venenosos, pequeños y grandes, que esquivó usando las ramas de los árboles. Por suerte, tenía sus hechizos porque veía muy poco a través de la densa niebla que lo cubría todo y que estaba empapando su cara de agua. Afortunadamente, toda su ropa estaba hechizada para ser impermeable así que la humedad no la molestaba para nada. El hechizo le indicó que se desviara así que siguió en la nueva dirección, hacia el este.
Por el camino se paró a transformar una piedra en una cantimplora sin fondo que llenó con un aguamenti y que guardó, junto al pergamino, en su recién encantado bolsillo sin fondo con cremallera. Lo habría usado para guardar comida y medicamentos que escondía en su riñonera de no ser porque antes de entrar en el pantano la habían registrado de arriba abajo y no quería que metieran la mano en su bolsillo y se dieran cuenta de que no tenía fondo. Por fortuna, ahora podía usar su bolsillo para guardar cosas y tener las manos libres. Lo malo sería comer ya que tendría que cocinar la comida a no ser que quisiera enfermar. Como mucho podía ir recogiendo alguna que otra fruta, si se encontraba con algo comestible por el camino. Además, pronto se haría totalmente de noche y vería menos de lo que ya veía.
Necesitaba algún lugar donde esconderse. Dudó sobre si seguir persiguiendo a su rival pero, al final, se decantó por seguir el rastro del ninja. Podía convertir cualquier zona en un refugio, pero cuanto más tiempo les diera a sus contrincantes para atrincherarse, peor para ella.
Estuvo horas siguiendo al ninja desde lejos. Sabía que no la había percibido ya que no le había puesto ni una sola trampa en su dirección. Escuchó a lo lejos una explosión y rugidos que le pusieron el bello de punta. Por el sonido del agua, supo que alguien se había adentrado en el pantano y había despertado a algún que otro bicho monstruoso. Por suerte, el ninja que estaba siguiendo parecía querer distanciarse del pantano o, al menos, todavía no se había adentrado hacia allí. Quizás porque él o ella también sabía que ya mismo sería de noche.
Cuando paró, horas más tarde, se acercó lo más sigilosamente posible. Vio cómo había dejado varias trampas rodeando un claro pequeñísimo. En el centro había unas grandes piedras grises, una en diagonal encima de otra en horizontal y, detrás de ésta, otra piedra. Seina vio como había un hueco entre las piedras en el que el ninja parecía haber construido un refugio. De no ser porque podía ver su aura con el hechizo quizás lo habría pasado por alto. Las ramas rotas de forma natural que había colocado sobre el hueco lo cubrían a la perfección sin parecer un escondite.
Aun así, no era rival para ella. Usó el hechizo somnus de forma tan gradual que el ninja no se dio ni cuenta de que estaba siendo atacado. Luego, para comprobar que estaba realmente dormido, lanzó un stupefy en la dirección al cuerpo. Manteniendo el hechizo somnus activo, Seina desvaneció las hojas de la entrada y observó al ninja de Iwagakure totalmente inconsciente entre las rocas.
—Mira que eres tramposa —le dijo Kurama de improvisto. Dio un salto sorprendido sobre la rama—. Con tu magia es imposible que ningún ninja gane. Hasta haces que sea aburrido.
—¿Y yo qué culpa tengo? —rodó los ojos ella.
—Simplemente date cuenta que, de no ser por tu kekkei genkai, tardarías años en llegar hasta dónde estás.
—Vuelvo a repetírtelo, ¿y yo qué culpa tengo? ¡Ni que fuera la única con una kekkei genkai!
—Lo sé. Por eso la gente tiene tanta rabia de los que tiene dojutsus o kekkei genkais. Me habría gustado pelear.
—Lo sé, Kurama, lo sé.
Levitó al ninja de su escondite y lo posó frente a ella. Para cerciorarse de que el stupefy había dado en el blanco, le lanzó otro y lo ató de pies y manos con cadenas hechizadas. No podría escaparse, aunque lo intentara con todas sus fuerzas.
—Accio pergamino —lanzó el hechizo en dirección localizada al ninja.
El pergamino salió volando de un bolsillo interior, perforando su chaqueta, y lo cogió al vuelo. Lo analizó por si tuviera algo raro o fuera una falsificación, pero estaba limpio. En cuanto lo abrió ahogó un suspiro. Pues claro. Era una misión de dificultad difícil. Se lo guardó en el bolsillo junto a su otro pergamino. Durante un momento pensó en dejar al ninja en el suelo, desprotegido, pero luego lo descartó. No era tan mala persona. Programó un hechizo para que las cadenas se disolvieran en unas cuantas horas, para darse tiempo a huir. Luego le reparó la chaqueta y lo levitó de vuelta a su escondrijo, poniendo de nuevo las ramas en su sitio.
Si era listo comprobaría que tenía el pergamino al despertarse. Si no… bueno, eso ya no era problema suyo. Salió de allí, regresando por donde había venido. Sabía que la mayoría debía estar moviéndose por toda la zona en busca de rivales escondidos así que la opción más segura era encontrar una zona donde esconderse lo más cerca posible de la puerta de entrada. Después de todo, nadie pensaría que algún candidato estuviera allí durante 5 días esperando acabar el examen sin mover un dedo. Eso era justamente lo que pensaba hacer.
El destino le había dado un pergamino con una misión aún más difícil así que o bien se conformaba con su misión de nivel moderado o se volvía a poner en peligro en un sitio desconocido con todo tipo de fauna y flora peligrosas e incontables enemigos para hacerse con otro pergamino. La verdad es que no tuvo que pensárselo demasiado. Prefería hacer una misión más o menos difícil que tener que cazar en un lugar llamado Pantano de Sangre a otro ninja que esperaba ser atacado. Suerte había tenido de que el ninja de Iwagakure no pareciera dispuesto a empezar a buscar a alguien hasta el día siguiente y se hubiera mantenido en el bosque, zona que era más segura y conocida para ella siendo de Konoha.
Era noche cerrada cuando encontró un árbol con una copa muy tupida y ramas más gruesas que ella donde poder esconderse en el aire. En seguida supo que había encontrado un sitio perfecto. A penas estaba a 10 minutos corriendo de la zona de entrada así que sabía que pasaría desapercibida. Cogió varias piedras y maderas y empezó a construir una mini casa en el árbol. Usó la madera para crear el suelo entre las 2 ramas más juntas y luego alzó las paredes y un techo. Transformó también unas piedras en un par de ventanas cuadradas a cada lado y acabó con una puerta rectangular de madera. Tardó solo media hora en tener la estructura. Luego, usó el fidelus para guardar el secreto y no tener que preocuparse de que alguien se topara con la casa. Por último, usó el hechizo de expansión para agrandar el interior.
No había habitaciones ni nada por el estilo, pero podía ponerse en pie y caminar en los 10 metros cuadrados que acaba de construir y proteger en menos de una hora.
Hizo que sus invocaciones investigaran alguna zona donde cazar y/o pescar mientras se sentaba en el sofá recién conjurado. Tardó bastante en encontrar alguna zona con agua en mitad del bosque. Para su desgracia, no se trataba de un lago sino de una poza con agua turbia. Otras de sus invocaciones encontraron el inicio del famoso pantano. El agua tenía una capa de color verde que no dejaba ver el fondo. Por lo que alcanzaban a ver sus ojos, estaba llena de árboles esbeltos y muy altos que cubrían el cielo. No quería ni imaginar qué habría ahí debajo esperando a los participantes del examen.
Aun así, tenía que comer algo o no tendría fuerzas para finalizar la etapa de supervivencia. Menos aún para combatir y hacer la misión sin un solo descanso. Si lograba encontrar una zona donde pescar o cazar y pudiera hacerse con una buena cantidad de comida no tendría que salir de la casa durante el resto del examen ya que podría mantenerla fresca durante días con un hechizo. El agua era lo único que no la preocupaba ya que podía rellenar fácilmente la botella si se le acababan los litros de agua que había conseguido con el aguamenti y su cantimplora sin fondo.
Al final, se durmió sin encontrar nada interesante.
Chapter 70
Notes:
Advertencia: tortura, asesinato, mención de agresión sexual.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Para cuando despertó con la primera luz del amanecer, el estómago le rugía del hambre. Su metabolismo, siendo ninja, era mucho más activo que en anterior vida así que sabía que tendría que alimentarse pronto. Reactivó a sus invocaciones y se puso manos a la obra. Para su asombro, encontró una zona con varios avellanos llenos de frutos. Mandó a uno de sus clones mediante el hiraishin para que recolectara todo lo que pudiera en una bolsa conjurada. Observó cómo, por suerte, parecía una zona de difícil acceso dentro del bosque así que nadie había llegado hasta ahí todavía. Vio con los ojos de su ardilla como su clon desaparecía usando el hiraishin el mismo segundo en que apareció ante ella con el sello que había preparado de ante mano.
Mientras comía unas cuantas avellanas a modo de desayuno, racionando las que tenía para otros días, hizo que sus invocaciones se acercaran al perímetro de su base. De nada le servía que se fueran muy lejos considerando que no estaba dispuesta a enfrentarse a nadie, a no ser que no le quedara más remedio. Al final, decidió usar el hechizo localizador para encontrar a algún conejo cerca de su cuartelillo. Fue más fácil que quitarle una piruleta a un niño. Simplemente lo invocó con un accio y lo mató con la maldición mortal. Luego lo preparó con otro encantamiento y lo cocinó a su punto con su magia.
Su única tarea era comer y pasar desapercibida así que conjuró varios contenedores de vidrio para poder mantener distintas porciones de comida fresca durante esos días. Necesitaría cazar más que un conejo así que, cuando se llenó por completo, salió de nuevo de la casa. Era una pena que no pudiera salir ya del recinto teniendo los 2 pergaminos. Le estaba resultando incluso aburrido el examen, considerando que lo único que estaba haciendo era esconderse. Aun así, sabía que pasar desapercibido era una de las mejores herramientas de un ninja, y una de las habilidades que estaban forzándolos a ejercer ahora mismo. De lo contrario, los habrían dejado salir sin más cuando se hubieran hecho con el segundo pergamino.
Se pasó toda la mañana buscando animales para su almacén de comida. Para cuando llegó el medio día y volvió a rugirle el estómago, había encontrado a un par más de conejos e incluso un grisón que pensaba comerse. En cuanto se acercó más al pantano notó la diferencia de flora y de fauna. Había muchísimas más aves, por no hablar de las especies diferentes de serpientes, arañas, sapos, cangrejos e incluso cocodrilos. No sabía qué demonios tenía el agua, pero todo era gigante. Una de esas arañas normalmente ocuparía la palma de su mano, pero incluso desde lejos supo que era más grande que su cabeza.
Con un escalofrío, evitó acercarse más y regresó a la comodidad del bosque. No sin antes toparse con un árbol de mango medio asaltado del cual cogió todas las frutas que pudo y, más adentro cerca de su base, un frambueso lleno hasta arriba de frutas. Tuvo que mandar a sus clones para que hicieran el trabajo sucio porque, una vez más, estaba lleno de arañas enormes. Con razón estaba repleto de frambuesas… Saltó a su casa en el árbol con una bolsa llena de cosas. Se pasó el resto de la tarde organizando sus reservas. Con lo que tenía podría pasar los 5 días si no ejercitaba de forma activa. A unas malas, podría salir a cazar cerca de nuevo.
Ese día culminó escuchando los gritos moribundos de alguien relativamente cerca. No sabía qué demonios estaba pasando, pero tampoco iba a salir a investigarlo así que envió a sus invocaciones. Era plena madrugada cuando encontró los restos de un ninja rival. Observó como una especie de cocodrilo gigante se lo comía en la orilla del pantano. Pudo ver una cadena clavada en uno de sus tobillos restantes y supo que había caído en alguna trampa, con la mala fortuna de ser abandonado a su suerte y luego devorado por los animales del pantano. Seina desinvocó a sus criaturas con algo de asco. Se fue a dormir en el enorme sofá de tacto lujoso y cojines súper cómodos.
A la mañana siguiente, no la despertó su hechizo sino alguien rozar sus barreras mágicas. Abrió los ojos de golpe, enderezándose, mientras invocaba a sus criaturas una vez más. Desayunó con el cielo todavía oscuro mientras sus insectos investigaban qué había pasado. No vio nada, pero no bajó la guardia. Le sorprendía que alguien se acercara tanto a su parte del bosque. Era la parte por la cual había entrado de buenas a primeras así que conocía la zona. Se preguntó si había sido una casualidad o si alguien pensaba que podría estar aquí. No sabía si le gustaba la segunda opción… de estar en lo cierto significaba que alguien la había estado buscando y se había fijado por dónde había entrado al pantano.
Durante el segundo día no salió de su escondrijo, totalmente paranoica. Aprovechó para hacer estiramientos, meditar y comer cuando tocaba. Además, también se bañó en una pequeña bañera conjurada y limpió su único conjunto de ropa. Como no tenía nada que hacer y sus criaturas estaban rodeando el perímetro a modo de defensa, sacó las misiones que se había guardado en su bolsillo sin fondo. La primera misión que había recibido, de dificultad media, pedía que robara unos pergaminos secretos que debían encontrarse en la Isla Naga. La otra misión, la difícil, consistía en rescatar a un cliente de una banda de ninjas criminales en una aldea pequeña dentro del país del Rayo.
Solo con saber dónde sucedía la segunda misión supo que iba a descartarla. No quería tener que acercarse al lugar donde su padre había creado tantos enemigos. La Isla Naga, no obstante, era una de las islas que rodeaban por el sur a Kirigakure. La dificultad consistía en que no tenía ninguna pista para saber dónde estaban los pergaminos salvo que se trataba del tesoro de Honsho. Se preguntó si todas las misiones serían del mismo estilo. Entonces, se preguntó otra cosa. ¿Las misiones podrían estar repetidas? De ser así, necesitaría realizar la misión antes que otra persona sino imaginaba que quedaría descualificada… Aun así, tenía 3 días más para pensar en una estrategia así que no se agobió por la misión.
Se fue a dormir cerca de media noche. Se despertó de golpe una vez más al notar una presencia frente a sus barreras. Vio por la ventana cómo estaba completamente oscuro así que activó de nuevo sus invocaciones, puestas justo dentro del límite de sus barreras mágicas, y se tumbó de nuevo en el sofá con los ojos cerrados. Tardó pocos minutos en llegar al punto de perturbación de sus barreras mágicas.
—¿Dónde se habrá metido? —siseó un ninja, saltando desde la copa de un árbol—. ¿No decías que entró por aquí?
—Entró por aquí. Lo vi perfectamente —rodó los ojos quien parecía ser un ninja de Kumo—. No sé por qué te empeñas en seguir buscando aquí. Ya hemos dado 2 rodeos y nada. No está.
—Ah, ¿sí? ¿Y dónde está entonces?
—Está claro que aquí no —suspiró el otro—. ¿Por qué estás tan decidido en buscarla? Podríamos haber recogido el pergamino de cualquier otro, con lo fácil que me fue atrapar a ese ninja de Kusagakure en el pantano…
—Ya has visto la relación que tiene con la Hokage. Tenemos que matarla para darle una lección —dijo el primero, lleno de odio. También era de Kumo—. Además, este es el momento perfecto para deshacernos de ninjas de Konoha. Ya escuchaste al Raikage. La muerte de una cría no será una gran sorpresa.
—De nada servirá todo esto si no nos hacemos con otro pergamino para que pasemos los 2, y yo no pienso darte mi segundo pergamino.
—Tranquilo. Tarde o temprano aparecerá. No puede haber ido muy lejos sin ser detectada.
—No estaría tan seguro… —habló por lo bajo el segundo ninja cuando su compañero se fue.
Seina volvió en sí, abriendo los ojos. Notó cómo su cuerpo aumentaba de temperatura de la ira que había sentido al escucharlos. Pensaban deshacerse de ella simplemente porque era joven y cercana a la Hokage, y porque el Raikage había insinuado que los exámenes serían útiles para deshacerse de la competencia, por lo visto. Se irguió en su sitio, incapaz de dormir sin antes decidir qué hacer…
—¿Qué piensas hacer con ese par de idiotas? Si los dejas sueltos sabes que pueden ir tras tus compañeros de Konoha.
—Lo sé. No pensaba dejarlos sueltos. Creo que será necesario salir de aquí, al menos una vez…
—Piensas matarlos —ronroneó Kurama con un deje satisfecho—. Por fin algo de sangre.
—Creo que el Raikage no está del todo equivocado. Este puede ser el momento perfecto para extraer un poco información de la mente de mis enemigos.
—Estoy deseando verlo.
—Mañana. Esta noche pienso dormir —prometió ella, volviéndose a acostar algo más tranquila.
Cazaría a ese par de imbéciles, los interrogaría y luego se desharía de ellos. Tenían las horas contadas y ni siquiera lo sabían…
Al día siguiente, al amanecer, desayunó una mezcla de frutas y un trozo de carne. Comprobó que le quedaban suficientes raciones como para no morirse de hambre, y salió de la casa. Se acercó al perímetro de sus barreras, comprobando que estaba totalmente sola con sus hechizos. Luego se puso manos a la obra una vez más. Usaría unas barreras para retenerlos allí, una vez entraran en el claro protegido. Acto seguido empezó a montar una hoguera pequeña con piedras y palos. Conjuró un conejo despellejado y lo ensartó encima de la hoguera. Por último, dejó a uno de sus clones cocinando el falso conejo mientras ella se sentaba a esperar en lo alto de una rama bajo todo tipo de hechizos.
Pasaron las horas, aburrida por completo en lo alto del árbol, viendo como su clon cocinaba una y otra vez el maldito conejo a la espera de que llegaran sus invitados. Por fortuna, se había traído algo de comer y la cantimplora así que comió en lo alto del árbol al medio día sin tener que regresar a su base. Luego esperó durante largo rato a que volvieran. Al final, parecieron ver el humo de la hoguera porque se presentaron al caer el sol. Seina pudo verlos desde lejos, observando a su clon desde las ramas de un árbol a unos 10 metros más allá. Uno de sus insectos se acercó a ellos en silencio así que pudo ver de cerca como se hacían señas para hablarse.
El ninja más brabucón y más enfadado fue el primero en saltar sobre ella con un puñetazo cargado de electricidad. El otro saltó tras él sin atacar, quizás esperando que su compañero fuera suficiente para finiquitar el trabajo. En cuanto los tuvo dentro de sus barreras usó el genjutsu a plena potencia. Observó cómo cayeron al suelo en redondo, privados de todos sus sentidos y con el equilibrio destruido por su manipulación mental. Un par de stupefy más tarde, unas cadenas mágicas y un encantamiento desvanecedor hizo que se encontraran completamente desnudos sobre la tierra. Cogió los 3 pergaminos que tenían encima y desvaneció todo lo demás. Incluso sus bandas ninja.
Con algo de maldad, usó el mismo sello que le habían puesto durante la prueba en la mano y que había memorizado con sus barreras mentales para investigar en un futuro. No sabía si funcionaría así que los petrificó. Regresó a la normalidad el claro que había usado para tender la trampa, desvaneciendo el conejo falso, la hoguera, el clon y las barreras, y cogió a ambos ninjas hasta meterlos dentro de su perímetro. Casi podía notar a Kurama inclinándose en su jaula, compartiendo sus ojos como si estuviera allí presente y no meramente mirando a través de ella.
—Finite incantatem.
Observó cómo volvían en sí, abriendo los ojos de golpe. Vio en primera persona cómo se dieron cuenta con sus propios ojos de su precaria situación. Después de todo, la presa se había convertido en el depredador. El ninja más listo cerró los ojos momentáneamente, seguramente al comprender lo que iba a pasar, mientras que el otro la miraba cargado de odio.
—Vaya, vaya… Un pajarito me ha dicho que me estabais buscando. ¡Me habéis encontrado! Os felicito a ambos. Solo habéis tardado 7 horas —rio ella perversamente al percibir el creciente miedo en uno de los ninjas. El otro parecía incapaz de comprender su situación—. Deberíais haber desistido cuando no pudisteis encontrarme las 2 veces que pasasteis por aquí, pero veo que no sois muy listos.
Le quitó el hechizo petrificante al más estúpido, viendo como sus ojos marrones se entrecerraban al instante y empezaba a moverse, o al menos lo intentó, dentro de su vendaje de cuerpo entero de cadenas.
—¡Cuando salga de aquí pienso matarme, mocosa! ¡Quiero ver como la vieja inútil de tu Hokage llora sobre tu cadáver!
—Bla, bla, bla —bostezó ella falsamente—. El caso es que no vais a salir de aquí porque voy a mataros. Ni siquiera te escucharán si gritas porque tengo algo llamado barrera colocada aquí. De hecho, ese es el motivo por el cual no podíais encontrarme. Escuché algo que decías acerca de tu Raikage. Eso me interesó bastante, para qué mentir. Lo suficiente como para daros caza.
—¡No pienso decirte nada! —le gritó y escupió en su dirección. Seina lo esquivó—. ¡AAH!
—Eso debe ser el sello que os he puesto —le informó con otra sonrisa maligna—. Quizás no deberían haberme enseñado cómo se hace durante el examen. Tengo buena memoria.
El ninja siguió gritando de agonía mientras su compañero lo observaba como podía petrificado a su lado. Al final, se cansó de intentar usar un jutsu y de retorcer sus reservas selladas de chakra. Lo escuchó jadear mirándolo como si fuera un experimento de laboratorio. Le quitó el hechizo al otro ninja mientras tanto. Para su poca sorpresa, no intentó atacarla. Simplemente se quedó en silencio.
—¿Qué vas a hacernos? —preguntó lo más calmadamente posible el segundo ninja.
—Voy a averiguar todo lo que sabéis y luego os mataré —contestó de forma honesta.
—Ya has escuchado a mi compañero, no te diremos nada.
—Tengo exactamente 2 días para torturaros. Creedme. Al quinto día me lo habréis contado todo. Solo tengo 12 años, pero sé cómo sacarle la información a alguien de la forma más dolorosa posible. ¿Quieres que lo probemos?
—¡Vete a la mierda, zorra! —le contestó el otro.
—¡Crucio!
La maldición de tortura salió despedida de su mano, sin pensarlo, impactando como un rayo escarlata contra el primer ninja. Los gritos sacudieron algunas hojas de los árboles antes de dar paso a las convulsiones de dolor extremo. Ninguno de estos ninjas había sufrido algo así. No habían sentido todos y cada uno de los receptores de dolor de su cuerpo sobre cargarse a la vez hasta el punto de sentir un dolor inexplicable. Dejó de torturarle al pasar el minuto.
El segundo ninja miró horrorizado a su compañero, que ahora lloraba desde su posición en el suelo como un bebé. No sabía si era sus sollozos o los gritos desgarradores de dolor, a pesar de no haberle hecho ni un solo corte, pero cambió de parecer.
—Por favor, te diremos todo lo que quieras, pero ten merced.
Seina se echó a reír ante sus palabras. ¿Creían que era una imbécil o qué? El primer ninja pareció recuperarse un poco de la tortura, rehuyendo su mirada al entender finalmente que estaba en un grave apuro. El otro ninja pareció darse cuenta que no iba a funcionar así que no volvió a pedirle compasión. Su rostro, no obstante, se mostraba temeroso por lo que iba a suceder.
—¿Cómo sé que lo que me vais a decir es cierto? ¿Eh? —preguntó ella retóricamente—. No. Os voy a sacar toda la información que tenéis en vuestros cerebros. Os robaré todo. Todo. Quiero ver cómo planeabais matarme, porqué, los secretos de vuestra aldea, a vuestros seres queridos… Cuando ya no quede más que saber, os daré la muerte que pensabais darme. Y, si algún día me cruzo con alguno de vuestros colegas más preciados a quienes reconoceré por vuestras memorias, bueno… Quién sabe lo que les haré.
Vio como palidecían al escucharla. Petrificó a uno de ellos y se cernió sobre el otro con la legeremancia totalmente activa. Estuvo bastante rato ahondando en su mente. Supo entonces quién era él, su familia, sus amigos, su ex novia, su equipo, sus gustos, aquello que lo desagradaba, su devoción por Kumogakure, el odio que le profesaba a Konoha porque su abuelo y su padre habían muerto a manos del ejército de su padre en la anterior guerra, las palabras del Raikage animándolos a nivelar las filas de las aldeas enemigas, su deseo por encontrarla, abusar de ella sexualmente y romperle los huesos a puñetazos, electrocutándola, mientras saciaba su deseo de venganza…
—Oh, J. Esto va a ser una muerte terrible, ¿no crees? —le habló por su nombre al salir de su mente.
—¿¡Qué me has hecho!? —gritó el chico negro desde el suelo, su cabello corto y peinado hacia atrás algo despeinado.
—Te lo he robado todo. Ahora le toca a Nurui —en cuanto llamó al otro por su nombre supieron lo que acababa de pasar.
—¡No, no, no! ¡Por favor! ¡Te lo diré todo!
—No te creo. Lo siento —le ofreció ella antes de usar la legeremancia sobre él.
Después de una hora, vio que Nurui no estaba del todo de acuerdo con los planes del Raikage pero, ¿qué podía hacer? Se dejó convencer por J simplemente porque quería que más de sus compañeros candidatos a jonin pasaran la prueba. El hecho de que los chunin de Konoha fueran daños colaterales no pareció afectarle demasiado. Él había querido darle una muerte rápida. Ejecutarla para que no sintiera nada así que nada más salir de su mente blandió el wakizashi antes de que pudiera comprenderlo y lo decapitó.
La sangre brotó de la herida llegando hasta su colega, tumbado a su lado bajo su petrificus totalus. La cabeza, que había rodado unos centímetros, mostraba la expresión aterrada de Nurui segundos antes de morir. J observó de reojo a su compañero y luego vio cómo limpiaba el arma con una bayeta conjurada. Sus pupilas estaban comprimidas en puntas de aguja al saber que estaba al borde de la muerte y que ni siquiera era capaz de suicidarse a voluntad propia. Le quitó las cadenas, sabedora que no podía moverse, y usó uno de los jutsus de rayo que sabía. No era tan potente como lo que había robado de la cabeza de J y Nurui, pero serviría mientras lo destruía con una mínima porción de la fuerza bruta que Tsunade-sama le había enseñado a usar.
Tardó apenas 20 minutos en matarlo de un paro cardíaco. Ni siquiera tuvo que esperar a que la hemorragia de alguno de sus órganos reventados lo matara. El jutsu de rayo en el corazón fue suficiente para parárselo de golpe. Observó cómo se moría lentamente hasta cerciorarse de que estaba completamente cadavérico. Se deshizo de los cuerpos, desvaneciéndolos a la nada, y luego limpió el claro de sangre y líquidos corporales.
—Veo que renacer no te ha cambiado… Sigues siendo la misma persona que dio caza a esos magos sin descanso y los masacró durante años sin que nadie se diera cuenta.
—A veces ni siquiera capturar a los malos siendo auror era suficiente. No iba a dejar a esos asesinos y violadores en libertad solo por ser ricos. Ahora no va a ser diferente.
—Por un momento olvidé de lo que eres capaz. No volverá a pasar.
Volvió a su cabaña escondida con su botín. Tenía otros 3 pergaminos así que tenía más opciones para elegir. Para su fortuna, un par de ellos eran de dificultad moderada mientras que el restante era de dificultad fácil. Una de las misiones de rango medio se trataba de ir al país de las Aguas Termales en busca de un ninja criminal de rango A mientras que la otra consistía en acompañar a un cliente VIP desde el país del Viento hasta el país de las Cascadas. La misión fácil, no obstante, consistía en entregar un pergamino especial a un punto de encuentro en el país de los Ríos.
Al leer el contenido de las misiones cambió de decisión. Ya no estaba interesada en la Isla Naga sino en la misión del país de las Aguas Termales. La razón principal era porque no tenía un cliente que pudiera molestarla y, para más inri, tenía las coordenadas de varios puntos en el país de las Aguas Termales que podía usar para un traslador e incluso había dejado una de sus rocas con el shiki jutsu para usar el hiraishin.
Esa noche, mientras cenaba, se preguntó qué hacer con los otros pergaminos. Al final, decidió quedárselos. Así se aseguraba que al menos 2 personas estarían descalificadas de los exámenes.
Los últimos días fueron soporíferos. Solo salía de la cabaña para estirar las piernas y para hacer algunos katas dentro de las barreras mágicas. Las horas pasaban poco a poco, mientras se lo tomaba como un descanso más propio de unas vacaciones que de un examen a jonin. Por suerte, nadie más se acercó buscándola ni se preguntó si habría alguien tan cerca de la puerta de entrada. Escuchó y vio con sus invocaciones algunas peleas a lo lejos, en el pantano, pero nada interesante.
Cuando llegó el quinto día, una hora antes de acabar el examen, Seina desvaneció su cabaña y se guardó sus reservas de comida en un tupper que se metió en el bolsillo junto a la cantimplora y los 2 pergaminos que había seleccionado como “botín”. Los otros 3 se los guardaría por si acaso, pero no creía que le hicieran falta. Cuando quedaban apenas 5 minutos para las 19:00, la hora acordada, quitó las barreras y se encaminó a toda prisa hasta la puerta. Comprobó con sus hechizos como no era la única que esperaba que finalizara el examen. Aun así, no se quitó la invisibilidad hasta que sonó un gong y las puertas se abrieron. Saltó del árbol, recuperando en la caída su visibilidad, y salió después de un ninja de Sunagakure, quién la miró extrañado con una ceja alzada.
—Felicidades por superar la prueba, candidatos —les dijo el ninja—. Ahora regresaremos a la academia, donde se os explicará la siguiente parte de la prueba y se os dará la nota de vuestro examen.
Seina siguió al grupo, observando como la mayoría estaba algo magullados o parecían más pálidos y hambrientos respecto a cuando empezaron. El único que parecía igual que antes era el ninja de Kiri, seguramente porque tenía ventaja al estar en su casa. Cuando llegó a la academia se encaminó hasta el grupo de Konoha, asintiendo ante las sonrisas y asentimientos de cabeza de sus compañeros, y esperó.
—Enhorabuena. De los 106 candidatos que empezasteis este examen, unos 84 pasaron a la siguiente etapa y, ahora, quedáis 67 con vida. Dentro de unos minutos, un examinador verificará que tenéis los 2 pergaminos necesarios para superar esta etapa y uno de nuestros ninjas médico comprobará que podéis continuar con el examen. Si no tenéis los 2 pergaminos, al finalizar el chequeo médico, se os pedirá que os retiréis. Podéis descansar hasta ese entonces.
Seina escuchó como todos empezaban a cuchichear con sus grupos. Los de Konoha no iban a ser menos así que se volvió para no quedarse afuera. Escuchó la coletilla de uno de los chunin.
—Es una lástima, pero mejor vivo sin los pergaminos que muerto —consoló un Nara a quien parecía ser un Yamanaka.
—¡No es justo! ¡Se aliaron para robarme el pergamino!
—Como a mí —dijo ella, llamando la atención de las 15 personas que la acompañan de Konoha.
—¿A ti te atacaron en grupo también? —preguntó el chico, quizás de 17 años, frunciendo el ceño.
—Sí. Eran 2.
—Bueno, Shihiro tiene razón. Otra vez será —la consoló el chico, tocándole el hombro.
—No me quitaron los pergaminos —rodó los ojos—. De hecho, yo les quité 3. Si quieres un par te los puedo dar.
—¿¡En serio!?
—Shhh, baja la voz —le recriminó su amigo. Se giró a mirarla con un deje de asombro—. ¿En serio tienes 3 pergaminos de sobra?
—Los que me atacaron tenían un pergamino de más, seguramente querían finalizar la misión quitándome el mío —Seina cogió los 3 pergaminos y los entregó a los ninjas de Konoha, quienes estaban haciendo corrillo para tapar la entrega.
No había reglas en contra de lo que estaba haciendo, pero no sería muy bien visto por los ninjas candidatos de otros países así que mejor evitar que lo supieran.
—¿Te importa si cojo uno? —preguntó otro chico con rostro serio.
—Adelante. Yo ya tengo los míos.
—¡Qué suerte tienes Yamato! —le felicitó un amigo suyo, viendo que había conseguido su segundo pergamino por pura casualidad.
—Muchas gracias, Seina-san —le dijo el susodicho, seguido del Yamanaka.
—¡Atención! ¡Poneos en 5 filas indias! —llamó uno de los jonin de Kirigakure, acompañado de un equipo médico—. Cuanto antes acabemos aquí, antes podréis comer y descansar. Una vez que os hayan dado el visto bueno, podéis acercaros a esta tabla con vuestras notas del examen escrito. En caso de haber suspendido, no continuaréis con el examen.
A Seina le tocó esperar un rato mientras los ninjas médicos iban persona a persona, comprobando que estaban bien y sanando las heridas y demás. Cuando le llegó su turno, casi una hora después, enseñó los pergaminos al jonin, quien asintió devolviéndole su botín, y dejó pasó al iryo nin. El ninja usó un jutsu médico para comprobar su estado pero, al darse cuenta de que no tenía ni un solo rasguño, la dejó ir con rostro sorprendido. Se acercó con el corazón en un puño a la tabla con notas que todos estaban mirando. No tardó en encontrarse ya que estaba en la cola de la lista. Seina Uzumaki. 9’26. Sintió como se le escapaba el aliento al darse cuenta de la increíble nota que había sacado. No podía creerlo.
Un rato más tarde, cuando solo quedaron los que habían pasado la prueba, unas 36 personas, uno de los examinadores volvió a hablarles.
—Todos vosotros tenéis los 2 pergaminos necesarios. Como sabéis, la dificultad puede ser baja, moderada o difícil. Ahora tenéis que elegir una de las misiones, pero debéis tener en cuenta que, dependiendo de la dificultad, tendréis más o menos días para completarla. Para las misiones fáciles tendréis 3 días, para las misiones intermedias unos 5 días y para las misiones difíciles, unos 7 días. Si no acabáis la misión antes del plazo establecido, no superaréis la prueba.
Seina salió de la academia ninja con el resto del equipo, suprimiendo una tremenda sonrisa. Cuando llegó al hotel no pudo creer lo que veía. ¡Era Kakashi-sensei!
—¿Qué haces aquí? —le preguntó con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Creía que estabas de misión!
—Y lo estoy —dijo el jonin, devolviéndole la sonrisa—. Soy el mensajero de la Hokage hasta que regrese a la aldea.
Seina lo comprendió al instante, girándose a mirar a Tsunade-sama que sonreía al lado de Shikaku.
—¿Cómo te ha ido? —preguntó la Hokage.
—Bien. Un 9’26 y 2 pergaminos —se encogió de hombros.
—No me puedo creer que mi estudiante esté a punto de igualarme en rango —se rio Kakashi-sensei, tocándole un hombro—. Sabía que lo conseguirías.
La Hokage le tocó la frente, usando un jutsu médico para comprobar su estado. Otra vez.
—Estás genial.
—Ni un solo rasguño —asintió ella.
—Ven. Vayamos a cenar todos —sugirió la Hokage.
Así fue como se encontró cenando entre Kakashi-sensei y Tsunade-sama, rodeada de los ninjas de Konoha en el hotel más lujoso de Kirigakure. Cuando se levantaron de la mesa para despedirse e irse a dormir, se toparon con otro grupo de ninjas. Desafortunadamente, eran de Kumogakure. Por suerte, no estaba el Raikage presente en ese momento.
—Vaya, vaya… Casi no puedo creerlo. Kakashi Hatake —dijo uno de los jonin, mirando a su maestro—. No imaginé que te encontraría por aquí en lugar de en el campo de batalla. Oí que a alguien se le ocurrió la magnífica idea de darte un equipo genin.
—Los tiempos cambian —se encogió de hombros Kakashi-sensei de forma aparentemente perezosa.
—No sabía que A tenía tanto interés por Kakashi —intercedió Tsunade-sama, apareciendo de la nada.
—Al Raikage le gusta estar informado —contestó como si nada. Su mirada se posó en uno y luego en el otro. Finalizó mirándola a ella, con una expresión difícil de descifrar—. Aunque no es precisamente un secreto.
Seina le aguantó la mirada con los ojos violetas heredados de su madre. ¿Estaría ese ninja viéndola a ella o a su padre? Notó como algunos ninjas de Kumo se movían levemente. Percibió su incomodidad ante la presencia de la Hokage, de Shikaku Nara, de Kakashi Hatake y de la escolta de la Hokage más todos los candidatos a jonin, que no eran pocos. Al final, la cosa quedó en nada. Los ninjas de Kumogakure se fueron y ellos siguieron hasta su planta.
—Tened cuidado con esos —les aconsejó Tsunade-sama—. Mañana no hagáis el tonto en vuestros combates.
No hacía falta que se lo dijera 2 veces. En cuanto pudiera tendría que entregarle todas las memorias a Inoichi. Seguro que le interesaba ver lo que había visto. Mientras tanto, no diría absolutamente nada. Ya se había puesto suficientemente en peligro avisando a Shikaku de Ao. Kakashi-sensei le dio las buenas noches, asegurándole que vería su combate de principio a fin esta vez, y la dejó descansar. El baño que se dio fue todo un lujo, a pesar de haberse lavado durante el examen para no salir oliendo a pantano. Cuando notó que empezaba a cabecear se vistió y se fue a dormir.
Notes:
Hey.
Alguien me dejó un comentario diciendo que le parecía muy lenta esta parte de la historia. Quizás sí lo es porque la pensé para ser un slice of life, además de abordar la trama principal de este fanfic.
Igualmente, solo quería reiterar que sí que habrá un salto de tiempo y que no vais a leer todos los años siguientes de la misma forma hasta que sea mayor. Creo que la forma en la que lo he planteado es la mejor para esta historia. Ya lo veréis, pero todavía no.
Solo diré que os esperan curvas por delante.
;)
Chapter 71
Notes:
Advertencia: asesinato/muerte.
Chapter Text
El día siguiente llegó como una exhalación. Solo había 36 candidatos restantes así que solo la mitad llevarían a cabo sus misiones al día siguiente. Cuando llegó a la arena vio un tablón con nombres emparejados. Se acercó, siguiendo a la multitud de candidatos a jonin, y vio como le había tocado con una kunoichi de Kirigakure a quién no conocía de absolutamente nada, en el séptimo combate.
—Empezaremos los combates dentro de 15 minutos. Tendréis 20 minutos para dejar K.O. a vuestro contrincante o hacer que se rinda. Como en la anterior etapa, matar está permitido así que pensad bien lo de rendiros.
Hizo cálculos y se dio cuenta de que le tocaba combatir como mínimo en 2 horas y 20 minutos, si alguien no se rendía antes o moría. Seina se apoyó contra una pared del palco de candidatos mientras observaba como Mei Terumi daba comienzo a los exámenes de jonin. La gente, como no, enloqueció al ver a los primeros contrincantes. La primera y segunda lucha fueron bastante igualadas, durando los 20 minutos. En la primera un contrincante cayó K.O mientras que, en la segunda lucha, nadie quería rendirse así que fueron descalificados ambos participantes por no conseguir derrotar al rival antes del tiempo límite. La tercera pelea fue una verdadera pena para el ninja de Iwagakure. Perdió en solo 5 minutos.
La cuarta y quinta pelea fueron bastante parejas, pero hubo un ganador mientras que en la sexta pelea un ninja tuvo que ser reanimado por el equipo médico a los 7 minutos. Sin éxito. El ganador salió con una enorme sonrisa, celebrando su victoria. Seina no podía estar más asqueada. Antes de lo esperado le tocó a ella. La única candidata kunoichi de Kirigakure sonrió en su dirección, con una ristra de dientes afilados y expresión amenazante. Parecía totalmente confiada de su victoria. Seguramente porque aparentaba tener 12 años mientras que su contrincante al menos tenía 4 años más y le sacaba 2 cabezas.
—¿Lista para que te humille delante de toda esta gente, mocosa? —preguntó en un susurro sin mover a penas los labios su contrincante.
Seina sintió un tic irritado en la ceja ante la idea de que alguien de 16 años quería ponerla a ella en su lugar. Su idea inicial había sido enseñar un poco más sus habilidades, demostrar que estaba allí por algo, pero después de ver como la otra mujer se lo estaba tomando a coña solo porque era más joven que ella… Solo por eso decidió dejarla en ridículo terminando el combate cuanto antes de la forma más humillante posible.
El jonin les repitió las reglas mientras ellas se miraban fijamente, midiéndose antes de empezar.
—¿Estáis listas?
—Sí.
—Sí.
—Esperad a mi señal —se hizo silencio mientras el examinador se apartaba, posándose en perpendicular con una pared—. ¡Hajime!
Seina saltó hacia detrás, esquivando una puñalada bastante rápida. Mientras volaba usó el shunshin para desaparecer. Acto seguido la atacó con un clon, distrayéndola con un jutsu de agua que sabía que no le iba a hacer nada, mientras realizaba los sellos de su genjutsu original. La chica se quedó inmóvil, luchando imaginariamente con ella, sin notar que no era real. Otro shunshin y la dejó K.O. con un golpe en la cabeza. Estaba claro que no era muy hábil con el genjutsu, mucho menos uno que usaba chakra mezclado con su magia y que era prácticamente indetectable. También tenía cada vez más claro que el mejor genjutsu era aquel que no podía ser distinguido de la realidad.
El jonin bajó al suelo, con rostro sorprendido, y comprobó que estaba inconsciente. Hizo un gesto para que el equipo médico se la llevara.
—Ganadora del combate por K.O, Seina Uzumaki de Konohagakure.
Salió de allí escuchando el vitoreo excitados de la gente. Unos pocos parecían decepcionados de que la pelea sobre el barro de 2 adolescentes hubiera durado apenas 5 minutos. Se encaminó hasta el palco, recibiendo palmaditas en la espalda de sus compañeros de Konoha. Vio el rostro en blanco de Tsunade-sama, evitando sonreír al lado de la Mizukage.
—No sabía que eras tan buena con el genjutsu —le dijo Shihiro, el Nara.
—¿Y por qué deberías saberlo? —rodó los ojos ella con una sonrisa.
—Ahora entiendo porque Shikamaru se queja de vez en cuando de ti —se rio, apoyándose a su lado contra la pared.
Observaron el resto de peleas con atención. De los 15 miembros de Konoha que habían llegado a este punto, unos 11 consiguieron ganar a sus contrincantes. Los chicos a los que entregó los pergaminos, por suerte, ganaron los combates.
—Esto se me está haciendo muy largo —se quejó el Yamanaka. Igual de rubio, pero con el cabello corto y ojos grises. Físicamente se parecía al idiota de Draco—. Tengo ganas de acabar estos exámenes.
—No eres el único —suspiró una kunoichi de Konoha, con el rostro exhausto—. De haberlo sabido quizás me lo habría replanteado. Estoy agotada.
Horas después, Seina y los demás se reunieron con la delegación de Konoha de nuevo. Kakashi-sensei fue el primero en felicitarla con una gran sonrisa. Pudo ver, por encima de su hombro, las miradas de algunos ninjas sobre su grupo. Después de todo, eran los que más candidatos tenían vivos en la última fase del examen. Si hacían bien la última parte, Konoha tendría 11 nuevos jonin en sus filas… para la desgracia de los otros países.
—Estarás deseando volver a casa. Puedo imaginármelo —le dijo Kakashi-sensei, caminando a su lado haciendo caso omiso de las miradas—. Me acuerdo de mis exámenes de jonin… Por suerte, me tocó realizarlos en Konoha.
—Ascendiste con 12 años también, ¿verdad? —le preguntó ella con algo de curiosidad.
—Así es. Pasé más años siendo chunin que genin —se mofó de sí mismo el jonin.
—Me parece increíble que hayas vivido más tiempo siendo un ninja de rango intermedio y alto que genin o estudiante de academia…
—Eran otros tiempos —reconoció con un suspiro—. Aun así, incluso en tiempos de paz las aldeas no pueden desperdiciar el talento. Al final, seguimos siendo una aldea ninja.
Seina asintió. Esa era una de las razones por las que Shikamaru y ella, con tan solo 11 años y habiendo sido solo genin menos de un año, habían sido ascendidos a chunin. Aprovechó el silencio entre ambos para escuchar los susurros de los otros participantes y de sus delegaciones.
—…-na de sus genin. Ascendió a chunin el año pasado —murmuró un ninja de Iwagakure.
—Creí que el famoso Kakashi Hatake no aceptaba equipos genin.
—Hasta ahora, al parecer.
—Otro de sus alumnos es un Uchiha. El último superviviente de la masacre.
—Yo me he enterado de algo más —cortó la voz de una kunoichi—. Al parecer Uzumaki también es la aprendiz de la Hokage. Se lo escuché decir a uno de los descalificados de Konoha.
Seina evitó mostrar sorpresa ante las habladurías que giraban en torno a ella, y a Kakashi-sensei. Por suerte, nada de lo que habían escuchado era realmente importante o secreto así que lo dejó correr. Ser la alumna de alguien como su jonin sensei tenía que tener ciertos inconvenientes… Pasó la tarde con el resto del grupo de Konoha, lejos de los demás participantes. Al día siguiente partiría a realizar la misión que había elegido en el país de las Aguas Termales y, en menos de 5 días, acabaría la misión.
—Imagino que ya tienes un plan, ¿no? —le preguntó Kakashi-sensei caminando a su lado por los recintos del hotel.
—Sí. Al final me he decidido por la misión de dificultad moderada —confesó ella con una sonrisa.
—Mmm… Ya me contarás como te va. Yo partiré a Konoha mañana por la mañana así que no estaré para recibirte de vuelta, pero se quedará Tsunade-sama y los demás.
—No pasa nada. Ha estado genial que vinieras. Gracias, Kakashi-sensei.
—No iba a perdérmelo por nada del mundo… aunque tu combate durara menos de 5 minutos —le sonrió.
Esa noche, después de cenar todos juntos por última vez, se fue a la cama tras un largo baño. Tenía de nuevo su riñonera atada firmemente a su cintura y a su pierna derecha, y todas sus armas de vuelta a sus fundas y bolsillos secretos. Se durmió totalmente vestida, con ganas de acabar de una vez por todas el examen.
Al día siguiente, se despertó al alba de golpe. Comprobó que estaba sola y a salvo antes de salir de su habitación. Se reunió con los demás en el vestíbulo del hotel y cada uno fue acompañado a la salida correcta de la aldea. Se apuntó en los registros especiales para el examen y entregó su pergamino para que se lo sellaran.
—Tienes exactamente 5 días para completar tu misión —le informó el jonin de Kirigakure, devolviéndole el pergamino—. Si no regresas aquí antes del límite de tiempo, estarás descalificada.
Ella inclinó la cabeza, asintiendo ante las instrucciones de última hora. Su misión era relativamente fácil. Solo tenía que capturar a un fugitivo de Kirigakure de rango A. Vivo o muerto. Todavía no había decidido ese punto. Después de todo, si fuera una misión normal lo habría llevado vivo a Konoha sin dudarlo ya que, seguramente, tendría información útil para su aldea. Siendo un ninja exiliado de Kiri, ¿por qué iba a hacerles el favor de entregarles a un criminal con vida sin tan siquiera cobrar por ello? Se decantaba por interrogar al ninja y luego matarlo, como había hecho con sus enemigos de Kumo.
Cuando dieron las 8 en punto de la mañana, los dejaron ir por última vez. Seina se echó a caminar en dirección al puerto. Haría el paripé de coger un barco, haciendo creer a todos que estaba allí, aunque escondida, y luego usaría el hiraishin para aparecer en el país de las Aguas Termales. Incluso aunque no hubiera dejado una de sus piedras selladas allí podría haber usado a sus invocaciones para volar en un par de horas el océano que separaba Kirigakure del continente. Solo por eso ya les llevaba ventaja a los demás.
—¿Pasaje para el país del Fuego? —preguntó un marinero. Ella asintió—. Serán 3.000 ryo.
Pagó el importe y abordó el barco. Vio de reojo como había varios de sus rivales a bordo. Después de todo, el barco hasta el país del Fuego era el trayecto más directo y los dejaba en un punto central del continente. Aun así, tardarían horas en llegar a tierra. Se metió en la bodega de carga, sintiendo la mirada especulativa de varias personas, y luego usó el hiraishin.
Percibió el gasto de chakra al instante. A pesar de que podía permitírselo no estaba acostumbrada a usar el jutsu de teletransportación para viajar tan lejos. Cayó un milisegundo más tarde al suelo, doblando las rodillas con un gruñido sordo, y saltó al mismo tiempo a la rama más cercana. Por suerte no había nadie así que aprovechó para moverse a otro lado, por si la hubieran detectado, y sacó el pergamino con la información de su hombre.
Jinbei Biwa. El hermano pequeño de Juzo Biwa, uno de los antiguos espadachines de la Niebla. Supuestamente ambos hermanos desertaron Kirigakure a la vez, pero se separaron en el continente debido a causas desconocidas. Juzo atacó al antiguo Mizukage aunque acabó falleciendo, y perdiendo su arma a la aldea hasta llegar a manos de Zabuza. Su hermano, mientras tanto, continuó en el exilio. En cuanto recibió las noticias de la muerte de su hermano a manos de Yagura se escondió durante meses. Ahora, al parecer, los cazadores de Kirigakure lo habían detectado en el país de las Aguas Termales. Echó un vistazo a la descripción de sus habilidades sin sorprenderse. Jutsus de agua, kenjutsu, taijutsu, asesinato silente, etc. Típico. Guardó el pergamino.
Lo primero que hizo fue hechizarse para que nadie la detectara. Usó un hechizo localizador para encaminarse en dirección a Jinbei. Tardó varias horas en recorrer los bosques del país vecino, dándose cuenta de que estaba un poco a tomar por culo de la ubicación de su víctima. Paró al medio día a comer uno de sus bentos y luego continuó con su misión, pensando que el barco que había cogido esta mañana todavía no habría llegado a puerto. Un par de horas más tarde tuvo suerte. En cuanto vio la rama en su mano girar se dio cuenta de que había pasado por su lado. Volvió atrás, viendo como la flecha apuntaba de nuevo delante de ella, y cercó la residencia secreta de Jinbei.
Era una tienda abandonada. Tenía tan mal aspecto que no le extrañó que la estuviera ocupando. Después de todo, reformarla sería una pesadilla y nadie quería gastarse el dinero en algo que es mejor derrumbar antes que arreglar. La puerta de entrada estaba cerrada con unos palos de madera en forma de X para que nadie pudiera entrar. Al menos, ningún civil. Pudo ver cristales rotos desde lejos y una tela vieja de color ocre que tapaba la entrada desde dentro.
Usó sus gafas de rayos X para ver adentro, comprobando que estaba allí su hombre. Efectivamente estaba. Su cara concordaba con la fotografía de registro ninja que le habían entregado. Parecía estar arreglando unos agujeros en unos pantalones. Estaba tan distraído que supo que podía usar el momento para introducir a un par de sus insectos invocados. Le bastaba con un par de arañas. Unos minutos más tarde pudo verle de más de cerca a través de los múltiples ojos de sus invocaciones. Era un hombre delgado, esbelto, con el rostro pálido típico de los ninjas de Kiri. Tenía el cabello corto y despeinado, y la boca cubierta por vendas. No llevaba la banda ninja, pero la vio encima de una cómoda. Tenía aspecto descuidado así que supo que llevaba tiempo sin tocarla.
Esperó toda la tarde, con paciencia, hasta que se fue a dormir después de calentarse en un pequeño fuego un plato ya preparado. No sabía qué hacía exactamente día tras día salvo esconderse, pero no parecía estar necesitado. Tenía un futón sobre unos troncos de madera, una cómoda de 5 cajones de buen tamaño, un espacio con cosas para cocinar metidas en cestas, e incluso una mesa de café a la que le faltaba una pata que había sido reparada usando libros para que no perdiera el equilibrio. La puerta de entrada, rota, estaba llena de trampas mientras que la puerta trasera, todavía funcional, estaba enterrada tras una espesa capa de hojas a modo de camuflaje. Ah, y también llena de trampas.
Cuando supo que estaba totalmente dormido, o eso parecía, bajó sigilosamente hasta la tienda y usó su hechizo somnus. Mandó a uno de sus clones con el hiraishin para comprobar que no estaba fingiendo y, cuando vio que estaba despejado, se teletransportó ella. Al instante le envió un stupefy para dejarlo inconsciente seguido de un incarceus y un petrificus totalus.
—Te estás haciendo toda una experta en atrapar a gente sigilosamente —la apremió Kurama—. Podrías ser una buena ninja cazadora.
—Creo que ya tengo demasiadas obligaciones —dijo ella con algo de exasperación.
—¿No eras tú la que pensaste que querías ser la mejor en todo? —le recordó con algo de sarcasmo el bijuu antes de alejarse mentalmente.
—Veamos qué tienes en esa cabeza, Jinbei Biwa… —pensó Seina para sus adentros, levantándole un párpado.
Se adentró en la mente del ninja al instante. Comprobó con poca sorpresa como era un lugar sombrío, nublado y algo sangriento. Encontró fácilmente las memorias de su hermano ya que era en lo que más pensaba. Vio cómo vivió en Kirigakure bajo el yugo de Yagura, cómo decidieron rebelarse y formaron clandestinamente un grupo de disidentes cuyo objetivo era derrocar al Mizukage. Grupo que no tuvo ningún éxito. No fue sino hasta que ambos hermanos se marcharon lejos de Kirigakure, la primera vez, que encontró algo que la dejó sorprendida.
El hermano de su víctima, Juzo, se había unido a un grupo llamado Akatsuki a pesar de la indecisión y las súplicas de su hermano pequeño de que no lo hiciera. ¿Por qué la había sorprendido tanto esa información? Porque su compañero en Akatsuki no había sido ni más ni menos que Itachi Uchiha recién reclutado pocos días después de la masacre de su familia. Le extrañaba que Itachi se hubiera unido tan rápido a Akatsuki. Según las memorias de Jinbei conversando con su hermano, Itachi fue recibido en Akatsuki vistiendo aun su uniforme anbu manchado de sangre así que, o fue una gran coincidencia que Itachi fuera reclutado en tan poco tiempo, o le estaban esperando…
Jinbei sabía bien poco de las misiones que llevaba a cabo su hermano, pero sabía que había tenido unas cuantas misiones con Itachi antes de ser enviado de vuelta a Kirigakure en la misión que acabó con su vida a manos de Yagura. Jinbei estaba sumido en una mezcla de tristeza, culpabilidad y enfado por haber perdido a su hermano a manos de su propia aldea. Lo que le mantenía en secreto era saber que le estaban buscando y que, si le cogían, no podría vengar a su hermano. Lo que más deseaba era saber qué pasó en aquella misión pero, por desgracia, Yagura estaba muerto así que su mejor baza era intentarlo con Itachi.
Seina salió de su mente, pensativa, y lo ejecutó con un jutsu de rayo directo al corazón. Se dio cuenta de que ya era entrada la madrugada así que sacó su tienda de campaña y guardó el cadáver en un pergamino de sellado. Dormiría en el escondrijo de su víctima y, por la mañana, regresaría a pie hasta el puerto para hacer tiempo. A unas malas, si sucedía algo que la retrasara, podía volver a teletransportarse al puerto donde había dejado otra piedra sellada. Ya tenía unas cuantas, repartidas por el continente y marcadas en un mapa detallado para no perderles la pista.
Cenó, se bañó y se durmió. Al día siguiente, se puso en marcha de vuelta a Kirigakure después de desmantelar el escondrijo secreto, reforzar la tienda abandonada, dejar una piedra con el shiki jutsu y ponerla bajo el fidelus por si algún día tenía que usarla ella misma para sus misiones. Jinbei era muchas cosas, pero tonto estaba claro que no.
Los siguientes 2 días fueron una repetición el uno del otro. Para el tercer día llegó al puerto y embarcó en el primer barco de la mañana en dirección a Kirigakure. Pasó el viaje en lo alto de una vela, mirando al horizonte sin ser molestada por nadie. Por suerte, no había ninjas en el barco que había contratado así que la dejaron a solas con sus pensamientos. Cuando llegó a Kirigakure, por la noche, se encaminó hacia la puerta.
—¡Alto! ¿Quién eres? —le preguntó el ninja del registro.
—Mi nombre es Seina Uzumaki. Soy uno de los participantes al examen de jonin —explicó—. Debería estar mi nombre en el registro de hace 3 días.
Esperó a que lo comprobaran, revisando los registros especiales, y luego asintieron. Le entregó el pergamino que le habían sellado en la misma parada hacía días y apuntó su nombre de regreso en el registro, viendo como firmaban ellos también.
—Hemos avisado a alguien. Un compañero te acompañará de vuelta para finalizar tu misión.
—Gracias.
Seina esperó unos 10 minutos a que se presentara uno de los jonin examinadores del evento, contemplando la niebla que entorpecía la visibilidad de las zonas bajas de la aldea. En cuanto apareció a su lado, se irguió y le entregó el pergamino de su misión. El ninja revisó en silencio la documentación y la hizo pasar con él adentro.
—Iremos a una sala preparada para vosotros en la academia. Allí tendrás que presentar el cuerpo como prueba.
Asintió. Tardó poco tiempo en llegar a la academia, viendo que a esas horas no había nadie más que ella y los ninjas de Kiri junto al representante de Konoha, Shikaku. Entregó el pergamino de su misión, así como el cuerpo, una vez lo sacó del pergamino de sellado. Un ninja cazador, vestido con la indumentaria típica de los ninjas cazadores de Kiri, se acercó al cadáver para comprobar que era él.
—Es Jinbei Biwa. Interesante muerte. ¿Jutsu de raiton en el corazón? —preguntó retóricamente el ninja, alzándose y mirándola de reojo.
—Sí.
—Enhorabuena. Has completado la misión y los exámenes a jonin. Puedes regresar al hotel con tu representante.
Seina hizo una reverencia, aceptando las felicitaciones y su nueva promoción, y se marchó acompañada de Shikaku y el escolta de Kiri. Debido a la reciente caída de Yagura y teniendo en cuenta los conflictos internos, y externos, de Kirigakure, parecía que la Mizukage quería tener el menor número de problemas de seguridad en la aldea durante el evento. Además, así también tenía una excusa para tenerlos a todos vigilados.
—Gracias a ti he ganado 10.000 ryo —sonrió de oreja a oreja el comandante jonin.
—¿Qué? —preguntó ella, extrañada ante la abrupta confesión—. ¿Por qué?
—Dejaré que te lo cuente Tsunade-sama —se carcajeó Shikaku, caminando con las manos en los bolsillos—. Menos mal que este examen solo es una vez al año… Es demasiado trabajo.
—Pero si literalmente no has hecho nada salvo holgazanear en un hotel de lujo —suspiró ella, haciendo que el ninja de Kiri que los acompañaba en silencio se atragantara, quizás debido a su insubordinación, un segundo antes de recuperar la compostura.
—Tú todavía no sabes lo que es tener que evitar a Tsunade-sama y su adicción a las apuestas. Al final, me ha convencido.
Seina se mordió la lengua para no reírse en voz alta ante el tono indignado del comandante jonin. Notó como se sacudían sus hombros al imaginárselo. Si algo era cierto sobre los rumores de Tsunade-sama era que siempre perdía todas las apuestas. No entendía cómo lo hacía ni porqué seguía intentando apostar. Era algo ridículo y gracioso a la vez.
—Podrías haber ganado más dinero.
—¿Haciendo perder a la Hokage? No, gracias. No quiero que me mande de vuelta a Konoha de un puñetazo. Me conformo con una sola apuesta.
Vio de reojo el rostro algo incrédulo del ninja de Kiri, de nombre desconocido, antes de reorganizar sus facciones a una cara de póker.
—Estamos aquí. Buenas noches —les deseó cortésmente, haciendo una reverencia y dejándolos en la puerta del hotel.
—Dime… ¿ha sido interesante el examen? —le preguntó con una fingida calma Shikaku.
—He aprendido muchas cosas, eso seguro.
—Ah, ¿sí? Me alegro. Felicidades por tu ascenso, por cierto. Sabía que lo lograrías.
La dejó delante de su habitación, despidiéndose de ella. Se fue a duchar, se quitó las armas y cayó rendida al instante.
Al día siguiente, se despertó al alba de golpe, como siempre. Cuando se dio cuenta que tenía el día de descanso, se volvió a dormir durante una hora más, aprovechando que no tenía nada que hacer. Un rato más tarde, bajó para desayunar. Vio como los rivales con las misiones fáciles estaban allí. Esperando a sus compañeros de equipo como ella mientras descansaban y celebraban su ascenso. De Konoha, el único que estaba presente era Shihiro.
—¿Ya estás aquí? —le preguntó con algo de sorpresa—. Algo más rápido de lo que esperaba.
—Llegué ayer por la noche.
Intercambiaron felicidades por sus nuevas promociones a jonin. Tsunade-sama, cuando apareció, sonrió ampliamente en su dirección mientras evitaba la mirada de Shikaku. Seina se mordió la lengua para no reír al darse cuenta de que estaba intentando no pensar en su fallida apuesta.
—¿Qué es lo que habéis apostado? —le preguntó ella. La Hokage suspiró.
—Cuántos días tardarías en completar la misión. Yo dije que un día —confesó Tsunade-sama, para la estupefacción de los nuevos jonin de los diferentes países allí presentes—. Shikaku dijo que 3 días.
Shihiro, a su lado, ahogó una risa al escucharlo. La contempló de reojo, con expresión calculadora. Le guiñó un ojo. Poco a poco, los nuevos jonin fueron separándose por delegaciones, quedando sólo Seina y Shihiro de Konoha hasta que bajaron otro par más de nuevos jonin de su aldea a desayunar. Se sentaron en una mesa apartada, dejando a Tsunade-sama en la punta, mientras esperaban al resto de la comitiva.
—¿Por qué tengo la impresión de que no tardaste 3 días en realizar la misión? —le preguntó Shihiro, sentado a su mano derecha.
—En realidad, ambos tienen razón —se encogió de hombros ella—. Tardé un día en completarla, solo que alargué la misión para no llamar la atención.
—¡Lo sabía! —exclamó la Hokage con indignación, levantándose de golpe—. ¡Tengo que hablar con Shikaku!
—¿Acabaste la misión en un solo día? —le preguntó atónito otro compañero de Konoha—. ¿Cómo es posible?
—Ya había hecho una misión antes en el país de las Aguas Termales, y puedo usar el hiraishin.
—Ya veo. Por eso le diste a Genichiro la misión fácil a pesar de poder habértela quedado tú —pensó en voz alta Shihiro.
—¿Estás diciendo que puedes usar el hiraishin a tanta distancia? —preguntó otro, todavía algo conmocionado.
—Solo depende de la cantidad de chakra —y les envió una mirada punzante, haciendo referencia a su estado de jinchuriki.
Poco después empezaron a desayunar, celebrando su ascenso. Todavía no se lo creía, pero tendría tiempo para acostumbrarse.
Chapter Text
Los últimos 3 días que se suponía debía usar para realizar su misión fueron pasados en el hotel, relajándose. Era una recompensa para todos poder estar allí, sin hacer misiones, después de haber pasado los exámenes. Sinceramente, Seina no podía creer que fuera jonin. No tokubetsu jonin sino jonin. Para ella, en realidad, no distaba mucho de los deberes que había tenido hasta ahora. Según su nuevo amigo Nara eso era porque solo había sido tokubetsu jonin en el papel, pero había tenido prácticamente los mismos deberes que un jonin normal y corriente.
Ella se encogió de hombros. Lo único que cambiaba era que ahora podía liderar sus propios equipos de compañeros jonin, cobraba algo más, tendría misiones de mayor rango y, con algo de diversión, se dio cuenta de que teóricamente podría tener su propio equipo genin. En cuanto lo pensó tuvo que ahogar una risa ante lo ridículo que sería que le dieran a ella, de 12 años, un equipo de genins de 10 u 11 años. Estaba claro de que eso no iba a suceder hasta dentro de unos cuantos años. Ahora que lo pensaba, ¿de verdad quería hacerse cargo de un grupo de mocosos en un futuro? No lo tenía del todo claro.
Cuando regresaron a Konoha, al finalizar la tercera semana de mayo el último día de los exámenes de jonin, Seina seguía sin asumir su ascenso. Cada paso que daban acercándose a la aldea más la convencía de que era cierto. Entonces, empezó a recordar todas las cosas que había dejado en el tintero, por así decirlo, esas últimas semanas.
Para empezar, tenía ganas de ver de nuevo a Sasuke y Naruto, a quienes había visto bien poco últimamente. También tenía ganas de volver al hospital y de hacer misiones que no fueran entrega de pergaminos o documentos confidenciales. Tenía que averiguar lo del templo de los Uzumaki que había escondido y dejado apartado en un rincón sombrío de su mente. Por no hablar de los otros puntos en el mapa. Uno de ellos podría haberlo investigado durante el examen, pero ni se le pasó por la mente en ese momento.
Tenía tantas cosas que hacer que se sentía un poco estresada. Para qué mentir. Ni siquiera había conocido a Matsuri, la genin que iba a sustituirla en los exámenes de chunin. Y hacía meses que no hablaba o tenía una reunión larga con Tsunade-sama y Shizune.
Le contó todo esto a su maestra durante el camino de vuelta.
—Ya has llegado a la cima, Seina —la felicitó con una sonrisa—. Ahora tienes mucho más tiempo para ti. ¿Cuál es tu próximo objetivo?
—Seguir aprendiendo ninjutsu —contestó automáticamente—. Lo he dejado un poco aparcado y me gustaría retomarlo.
—Tendremos que hablar también del hospital. Ya no queda gente con amputaciones graves. Solo problemas más cosméticos que no requieren todo un día de trabajo.
—Lo sé. Lo noté en las últimas consultas.
—Lo malo de tu ascenso es que hasta que Sasuke y Naruto no asciendan a chunin, debido a la disparidad de rangos, seguramente no tendréis ninguna misión juntos.
—No me importa esperar un mes.
—Veo que estás muy confiada.
Seina asintió. Sabía que su equipo lograría ascender. Habían aprendido de los errores del año pasado. Errores que no eran muy grandes. Así que tenía fe en que lo conseguirían sin ningún tipo de problema.
—Por cierto… ¿Podrías darme una cita para hablar?
Los ojos de color miel de la Hokage se pusieron fijamente en los suyos, preguntándole silenciosamente si era importante o no. Ella asintió con la mirada pesada. La Hokage frunció el ceño al verlo.
—Hablaremos en cuanto lleguemos a Konoha, ¿te parece bien Shikaku? —llamó la Hokage sobre su hombro. El Nara asintió.
La llegada a Konoha se produjo esa misma tarde. Unas horas después de que el barco tocara tierra firme. Cuando llegaron a la puerta sur había más de un compañero esperando su regreso con rostros nerviosos y preocupados. A Seina la esperaba en la puerta una comitiva de niños pequeños. Literalmente los 11 de su promoción, con los que entrenaba y quedaba, estaban esperándola.
—¡Seina-nee! —gritó Naruto nada más verla.
Ella lo saludó con el brazo mientras caminaba los últimos metros hasta la entrada. En cuanto pisó dentro de la aldea Naruto se abalanzó sobre ella. Sasuke se acercó más calmadamente, quedándose cerca de ambos.
—¿Y bien?
—He ascendido —asintió ella.
De repente, todos empezaron a felicitarla. Notó los ojos divertidos de otra gente. Ino, Tenten e Hinata incluso se habían confabulado para comprarle entre todos productos de baño que a ella le gustaban, chocolates caros y unos pendientes plateados en forma de aro.
—¡Eres la primera de nuestra promoción! —le dijo efusivamente Ino— ¡Y con solo 12 años! Teníamos que celebrarlo.
—Muchas gracias a todos.
Le dijeron de ir a tomar algo, pero se tuvo que negar para poder hablar con la Hokage. Aun así, no lo dejaron estar y la convencieron para cenar unas horas más tarde en el restaurante de los Akimichi.
—Ya la veréis luego, mocosos —los despidió la Hokage, que la estaba esperando—. Ahora se viene conmigo.
—¿¡Qué!? ¡Si llevamos semanas sin ver a Seina! —gritó Naruto.
—¡He dicho que luego!
Naruto y Sasuke la miraron, compungidos, pero asintieron cuando ella les pidió mentalmente que le dieran unas horas para hablar con su maestra. Luego ya les contaría todo, pero ahora necesitaba decirle lo que había sucedido.
—Malditos mocosos. Nunca se hacen caso de nadie… —masculló la Hokage mientras andaban hasta su oficina.
Seina se mordió la lengua para no reír, viendo la sonrisa ladina de Shikaku. En cuanto entraron en la oficina, la Hokage activó todas las barreras y protecciones. No acabó de sentarse en su silla, con un suspiro, que le preguntó qué sucedía.
—¿Y bien?
—¿Por dónde empiezo? —bromeó sarcásticamente ella—. Para empezar, el Raikage ordenó a sus participantes eliminar a unos cuantos de los nuestros.
—¿Qué? —se tensó la Hokage en el asiento—. ¿Cómo lo sabes?
—Un par de idiotas intentó cazarme pensando que era la más débil. En cuanto me di cuenta les tendí una trampa y luego los interrogué. Al final fui yo quien los eliminó a ellos y les robé los pergaminos.
—Así que por eso tenías 3 pergaminos de más —musitó Shikaku, quien estaba apoyado contra una pared—. Quizás deberíamos llamar al comandante anbu y a Inoichi.
—Ugh. ¡Está bien! Que vengan —suspiró su maestra mientras se masajeaba la sien.
Los mencionados no tardaron ni 10 minutos en aparecer.
—¿Cuál es el problema? —preguntó el comandante anbu detrás de su máscara.
—Seina, ¿puedes explicarlo todo desde el principio?
Deseó fervientemente tener una pensadera, pero como no se le había ocurrido hasta ahora que fuera realmente necesaria, tuvo que empezar hablando desde el principio. Les explicó lo del ojo de ese tipo, Ao, la charla extraña que tuvo con la Mizukage antes de que lo mandara callar, su encuentro con los ninjas de Kumo y su interrogatorio, su captura de Biwa y lo que había descubierto al interrogarlo, más pistas que no encajaban con Itachi, la muerte extraña de Yagura el antiguo Mizukage…
Estuvo hablando media hora sin que la detuvieran. Los altos cargos de Konoha la escucharon atentamente mientras explicaba, con todo lujo de detalles, lo que había descubierto durante los exámenes. Cuando acabó, el ambiente era tenso y calculador.
—Buen trabajo —le dijo el anbu enmascarado—. Esta información puede servir de mucho a Konoha.
—Ese A —gruñó Tsunade-sama—. Sabía que intentaría algo así.
—Era previsible. A es el Kage más militar de todos —dijo Shikaku—. Lo más sorprendente de todo esto, sinceramente, es lo que se está cociendo en Kirigakure. Para empezar, según lo que Seina ha descubierto en la mente de Biwa y lo que escuchó de Ao… Todo apunta a que Yagura, el antiguo Mizukage, fue suplantado hace mucho tiempo.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Inoichi, quien había estado callado, pensativo.
—Yagura se comportaba erráticamente desde hace casi 3 años cuando, hasta ese entonces, había reinado tranquilamente. Durante un tiempo barajé varias hipótesis sobre su nuevo comportamiento. Desde una enfermedad mental, chantaje, conflictos internos… La cuestión es…¿Quién suplantó al Mizukage? Y, ¿con qué motivo? —se preguntó para sí mismo el Nara—. Hay algo que no encaja. ¿Qué ganaba Akatsuki quitando del poder a Yagura?
—Akatsuki… Son mercenarios, ¿no? —preguntó ella, que tenía poca información de la banda criminal—. ¿Puede ser que alguien pagara a Akatsuki para eliminarlo? ¿Alguien de Kirigakure?
—… Podría ser —contestó la Hokage—. Hay demasiadas incógnitas. No tenemos información suficiente para responder a estas preguntas.
—Pero sabemos algo importante: la nueva Mizukage sabe que Yagura fue suplantado de alguna forma. ¿Cómo lo ha sabido? —dijo el anbu.
—Tal y como ha dicho Tsunade-sama, no hay forma de saberlo…
—La pregunta más importante es, ¿qué pasó con mi hermano Isobu?
—¿Quién? —preguntó ella totalmente extrañada.
—Cuando estuve dentro de tu madre escuché los rumores que llegaron a sus oídos. Se decía que Yagura, el jinchuriki del Sanbi, era un jinchuriki perfecto ya que podía dominar a Isobu y usarlo para luchar contra los enemigos de Kirigakure. De hecho, por eso lo convirtieron en Mizukage tan joven, según tu padre.
—Buena pregunta… —le dijo ella totalmente atónita. Luego, a los demás, les transmitió la pregunta—. ¿Qué pasó con su bijuu?
Las miradas de los adultos se posaron en ella fijamente. Observó como intercambiaban miradas, claramente dándose cuenta de que en algún lugar tendría que estar. Cuando un jinchuriki moría sin que se le extrajera el bijuu el sello se deshacía al completo, permitiendo la salida del bijuu al mundo exterior. Así pues, si Yagura había muerto de improvisto sin que le extrajeran previamente el bijuu, ¿dónde estaba el Sanbi?
—Ni me acordaba de que Yagura era un jinchuriki —confesó Tsunade—. Buena pregunta.
—O bien lo extrajeron antes de matarle sin que nadie se diera cuenta o bien el sello se deshizo y ahora campa por ahí a sus anchas.
—¿Y no pueden volverlo a sellar?
—No —rio Inoichi—. Nadie, salvo los Uzumaki, tenían ese tipo de habilidad. Por eso se extrae a los bijuus antes de que su jinchuriki muera de viejo. Tenemos herramientas para transferirlos a objetos sagrados, pero solo cuando están sellados previamente.
Cuando escuchó esas palabras pudo ver en su mente la máscara de demonio del templo Uzumaki. Tuvo que contener un estremecimiento delatador, asintiendo ante lo que acababa de aprender. Se fue de allí un rato después, cuando ya no podían sacar nada más en claro. Al abrir su vínculo con Naruto y Sasuke se dio cuenta de que los otros estaban entrenando en el campo de entrenamiento mientras esperaban a que saliera de la oficina.
—Por fin —bostezó Shikamaru—. Un rato más y lo habríamos dejado para otro día.
—¿Ya está todo hablado? —preguntó Sasuke, metiéndose las manos en los bolsillos cómodamente.
Ella asintió. Sabía que luego la interrogarían sobre qué se trataba. Se fueron a cenar al restaurante de los Akimichi, como era costumbre. Durante prácticamente toda la conversación estuvieron interrogándola sobre los exámenes: cómo era el examen escrito, las pruebas en el pantano de sangre, el tipo de misiones que le dieron a elegir, su misión, su combate contra la otra kunoichi… Al final, Seina acabó rendida de tanto hablar. Había pasado casi 9 días sin hablar más de 5 minutos y ahora no la dejaban respirar.
—Mejor cambiemos de tema —sugirió Sasuke cuando lo percibió—. De ser yo Seina lo último que querría es seguir hablando de los exámenes.
—¿No habéis invitado a Karin? —le preguntó en voz baja Seina a Sasuke.
—Según Naruto no ha querido venir —se encogió de hombros—. Ni siquiera la conozco yo todavía.
—Mañana te la presentamos si quieres.
Vio como Sasuke asentía. Karin se mostraba reticente a juntarse con sus amigos. Quizás porque nunca había tenido a tantos compañeros de su edad que no quisieran algo de ella. Aun así, se dijo que iría poco a poco. Empezaría con Sasuke y luego le presentaría a Ino y las demás chicas. Después, cuando estuviera cómoda del todo, acabaría por presentarle a los demás.
—¿Y qué habéis hecho vosotros todos estos días?
—Entrenar —contestaron varias voces al unísono.
—Parece que es lo único que hacemos —emitió un quejido Ino.
—Vosotros sois los que más lo necesitáis —le dijo Shikamaru con rostro cansado.
—¿Por qué lo dices?
La pregunta curiosa de Neji hizo que todos pusieran la mirada en el equipo 10. Todos sabían que tanto el equipo 10 como el suyo mismo necesitaban a alguien sustituto temporalmente, pero al parecer no estaban al tanto de las dificultades que estaban teniendo para integrar a Sakura, quien había dejado de entrenar duramente desde que aceptó el trabajo en el escuadrón de criptoanálisis.
—Es Sakura. Tiene que entrenar mucho para subir de nivel. De lo contrario, solo sería peso muerto para Ino y Chouji.
—¿Por qué?
—Al parecer dejó de entrenar y se centró de lleno en su nuevo trabajo.
—Entonces, ¿para qué quiere ascender a chunin? —preguntó con exasperación Kiba.
—Creo que Sakura no quiere quedarse atrás —suspiró Ino—. ¿Os imagináis? Ser la única de nuestra promoción que es una genin el resto de su vida.
—Lo entiendo, pero al menos podría haber seguido entrenando en sus ratos libres —frunció el ceño Neji—. ¿Qué clase de ninja deja de entrenar totalmente?
—El que solo usa el cerebro —le respondió a modo de mofa Kiba.
—Seguro que Sakura-san mejorará las siguientes semanas —dijo Hinata con tono suave y conciliador—. Solo necesita volver a acostumbrarse al entrenamiento.
—¡Ese es el problema! Estamos a menos de una semana de junio y los exámenes son dentro de 3 semanas —gimió Ino.
Seina no acababa de entender cuál era el problema. En lo único que podían verse perjudicados Ino y Chouji eran esos 5 días de examen de supervivencia en el desierto. Sakura les daría una ventaja en la prueba escrita así que ellos deberían devolverle el favor en las pruebas físicas. Simplemente tenían que lograr su objetivo y sobrevivir durante 5 días. Ni siquiera tenían porqué luchar innecesariamente. Estaba claro que la situación más óptima era que todos tuvieran el mismo conocimiento teórico y fueran igual de buenos en las aptitudes físicas, pero no todo el mundo tenía facilidad para todo. Por eso la prueba se hacía en equipo.
Obviamente, de haber sido un examen de jonin, Sakura habría perecido durante los 5 días que ella pasó en el pantano, de haber estado allí. Afortunadamente para ellos, y sobre todo para Sakura, era un trabajo conjunto.
—Sabéis… Creo que os daré mi regalo por vuestro ascenso antes del examen. Os será más útil de esta forma —bufó una risa ella sabiendo exactamente qué iba a regalarles.
—¿¡Qué!?
—¿Qué regalo es?
—Ya lo veréis.
—¡No es justo! Ahora no podré parar de pensar en ello.
—¡Seina!
Las voces de sus amigos la hicieron sonreír, mientras discutían sobre qué podría ser lo que pensaba regalarles que era tan útil. Se fueron un rato después a casa, asegurando que se verían dentro de un par de días como cada lunes.
—¿Qué es lo que quieres regalarnos? —preguntó con excitación Naruto mientras caminaban por la aldea en dirección a casa.
—Algunas cosas para que puedan sobrevivir en el desierto —rodó los ojos—. Ya lo verás, Naru.
Cuando llegaron a casa, vieron que no estaba Kakashi-sensei. Al parecer, según su nota, estaba de misión. Seina aprovechó para mostrarles todo lo que había pasado durante esos días, abriendo su vínculo para que pudieran observar sus memorias como si hubieran estado allí. Tanto Naruto como Sasuke se mostraron serios y enfadados cuando vieron que intentaron asesinarla. Sasuke, sobre todo, puso atención a la parte de Biwa, como sabía que haría.
—¿Por qué cada vez que sabemos algo nuevo siento que este misterio es cada vez más difícil de resolver? —suspiró él.
—Porque claramente no sabemos ni la mitad de lo que está pasando realmente —dijo Naruto en un alarde de madurez y seriedad.
Al día siguiente, domingo, se tomó el día totalmente libre. Y lo decía muy en serio. No movió un solo dedo. Se dedicó a holgazanear por la casa mientras sus hermanos miraban indulgentemente. No podía creer que ahora fuera jonin. Todavía no le había calado la noticia. Por la tarde, decidió ir a ver a Karin así que Naruto y Sasuke la acompañaron a su piso. Karin, nada más abrir la puerta, se quedó prendada de Sasuke, para la diversión de Naruto y ella. Sasuke, mientras tanto, parecía totalmente incómodo al ver su rostro embobado.
—¡Seina! ¡Has vuelto!
—Hola Karin. Solo quería pasar a verte y presentarte a Sasuke, es mi otro compañero de equipo.
—Pasad. Hablaremos dentro.
—¡Nee-chan ha ascendido! —dijo Naruto sin poder contenerse.
—¿En serio? ¡Felicidades! —sonrió Karin, ignorando a Sasuke—. Sabía que lo conseguirías.
Estuvieron hablando un rato, pero claramente Karin parecía no querer mirar a Sasuke a la cara, como si estuviera avergonzada, mientras que Sasuke parecía un actor de cine mudo. Se había sentado en el sofá y no había abierto la boca. Naruto y ella intercambiaron miradas entre confundidas, divertidas y curiosas, y dejaron que Karin llevara la conversación donde ella quisiera para no incomodarla.
Un rato más tarde, cuando se despidieron de Karin, Sasuke salió disparado por la puerta con Naruto tras él. Karin suspiró al verlo.
—¿Se puede saber qué ha pasado? —preguntó ella.
—Nada. Claramente le he puesto incómodo así que no quería complicar más la situación.
—¿Por eso no habéis dicho ni una sola palabra? —preguntó ella—. Menuda forma más rara de aligerar una situación.
—Ha visto que me ha gustado y, en cuanto lo ha notado, parecía un hombre muerto —suspiró Karin.
—Tranquila. Sasuke es introvertido. Simplemente con que te relaciones de forma normal con él todo se arreglará.
Karin asintió. Lo cierto es que tenía razón. En cuanto Sasuke había visto los ojos brillantes, embelesados, y el sonrojo de Karin se había puesto tenso como un palo de escoba. Claramente él no había sentido lo mismo. Aun así, tal y como le había dicho a Karin, ignorarlo no era lo mejor para solventar la situación. Lo más adecuado sería actuar con naturalidad. Si a Sasuke no le gustaba Karin… bueno, eso no tenía remedio, pero podían intentar ser amigos.
Se encontró a Sasuke frente al piso, esperándola. Parecía menos incómodo, pero las manos en sus bolsillos, sus hombros algo tensos y su mirada apartada le dijeron suficiente.
—No te preocupes. Solo quiere ser tu amiga —le confirmó ella en cuanto se puso a su lado.
—Vamos, teme. Karin se dará cuenta pronto de que eres un idiota.
—¿Cómo tú entonces? —siseó Sasuke, volviendo a la normalidad como si nada. Naruto le guiñó un ojo detrás de Sasuke.
Los dejó discutiendo de vuelta a casa. En cuanto llegaron, vieron a Kakashi-sensei tomándose algo en la cocina.
—¡Kakashi-sensei! Por fin has vuelto —gritó Naruto.
—Hola chicos. Felicidades Seina —sonrió Kakashi-sensei—. Me lo ha dicho Shikaku.
—Gracias, Kakashi-sensei.
—A partir de ahora tienes el mismo rango que yo. Ya no soy tu sensei —le recordó él con otra sonrisa orgullosa—. A partir de ahora puedes llamarme por mi nombre.
—Está bien. Gracias… Kakashi.
—Se me hace raro escucharlo —musitó Naruto. Sasuke asintió—, pero tiene sentido.
Mientras cenaban, Naruto abrió el tema de lo que le había sucedido en el examen. Kakashi-sen- Kakashi, no parecía muy sorprendido salvo por un tic en su mejilla que vio con su visión perfecta. Seina gimió al tener que volver a contarlo.
—Hablaremos más de esto mañana, si quieres —le dijo él.
—¿Por qué no te lo muestro y ya? —suspiró ella—. Es una memoria larga, pero estoy cansada de contar la misma historia unas 50 veces.
Kakashi asintió. Ella le implantó las memorias con un toque en la sien. Al contrario que la legeremancia a distancia, implantar las memorias tenía una ventaja: la otra persona podía recordar esa memoria como si fuera suya. Es decir, que todo lo que Seina había vivido lo sentiría como suyo propio y conseguiría más información que si solo le dejaba ver una memoria. Comparativamente, implantar una memoria era como meterse en una pensadera mientras que mostrar una memoria se parecía más a reproducir un video en una televisión.
Kakashi no solamente estaba viendo lo que ella vio, sino también estaba sintiendo lo que ella sintió, lo que robó de sus mentes, las palabras de Kurama… Todo. Cuando salió de su memoria, un rato después, parecía… enfadado. Al contrario de la ira explosiva de Naruto y Sasuke, Kakashi era más bien de los que se enfadaban en silencio. Tenso en su asiento, con expresión sombría y mirada peligrosa.
—Me alegro de que estés bien —dijo finalmente con una calculada voz tranquila.
—Y de que hayas matado a esos payasos —siseó Naruto. En sus ojos empezó a ver un color rojizo.
Sasuke le dio una patada en la espinilla debajo de la mesa para sacarlo de su trance, pero no le recriminó sus palabras. Acabaron de cenar antes de irse todos a dormir. Seina estaba tan exhausta después de las 2 semanas de examen que ni intentó quedarse a solas con Kakashi. Solo le dio un beso en la mejilla cuando Naruto y Sasuke no miraban y subió las escaleras detrás de sus hermanos.
Notes:
¡Sorpresa doble!
Actualización el sábado y un nuevo capítulo del spin off. Podéis ir a leer si queréis el POV de Shikaku y sus reflexiones sobre Seina, Kakashi, etc.
¡Hasta la siguiente semana!
Chapter Text
El último lunes de mayo llegó inexorablemente. Fue como si nada hubiera cambiado. Durante la mañana entrenó con los otros compañeros de la academia, o los 12 novatos como los llamaban algunos, mientras que, por la tarde, después de su comida en grupo, se dedicó a repasar los documentos de los Uzumaki que no había leído.
—¿Qué es todo esto? —le preguntó Naruto viendo las múltiples montañas en las que había separado los documentos. Cogió uno al azar—. ¿Un censo del año 1920?
—Sí, puede ser. Aquí hay de todo. Tardaremos mucho en saber qué contienen.
—No sé si debería estar leyendo estas cosas —dijo Sasuke—. Son documentos confidenciales de vuestro clan.
Naruto y Seina intercambiaron miradas.
—Quédate. Los jutsus del clan están guardados en el baúl —señaló con un pulgar por encima del hombro—. Todo esto son documentos que ya casi no tienen importancia para Naruto, Karin y para mí.
—Ni que lo digas. Son contratos de hace 100 años.
Así fue como Sasuke consintió ayudarlos a leer los pergaminos. Seina, dándose cuenta del caos que tenía frente a ella, decidió fabricar otro diario con páginas infinitas para poder traspasar la información de los pergaminos al diario. No sería el documento original, pero sería mucho más accesible. Allí, en el suelo, tenía documentos de contratos que ya habían expirado, censos, impuestos, catastros… Todo tipo de documento administrativo que guardó para la posteridad en su diario por sentimentalismo, no porque sirviera de algo.
Lo más importante que habían recuperado eran los jutsus y los libros para aprender fuinjutsu. Se los leería algún día, una vez los pusiera en orden de dificultad, pero ahora mismo no tenía tiempo para aprender algo nuevo desde 0.
—Por cierto… Itachi no ha enviado ninguna carta, ¿verdad? —preguntó Sasuke mientras miraba concienzudamente el pergamino entre sus manos.
—No. Estaba claro que no iba a responder —dijo ella—, pero yo no me desanimaría.
—¡Yo le seguiría enviando cartas!
—Exacto. Puedes enviarle cartas cortas. Hablarle de lo que te sucede, cosas sin importancia. Si lo haces de forma constante, ya verás como Itachi al final se rendirá y contestará.
Sasuke asintió. Esa misma noche Sasuke le dio otra carta para que se la enviara a Itachi. Seina no escribió otra carta. Ya le había dicho todo lo que tenía que decir por una temporada. Quizás de vez en cuando le enviaría una, para que se fuera acostumbrando a ella. Aun así, se acordó de los colgantes con el patronus. Había pensado darle los otros 2 colgantes a Naruto y Sasuke como regalo de ascenso, pero… ¿Quién más que Itachi necesitaría uno de esos? Al final, decidió enviar una nota corta y uno de sus colgantes, el de ópalo, junto a la carta de Sasuke.
—Querido Itachi,
Soy Seina de nuevo. Solo escribo para decirte que el colgante es un regalo para ti. Pruébalo. A lo mejor te sorprende.
S.
Creó una cajita de joyería e introdujo el colgante. Invocó a la paloma y la mandó a volar en mitad de la noche. Lo que no le había dicho a Itachi, obviamente, era que además de un colgante era un localizador. Esperaba que al menos lo probara una vez. En cuanto se lo pusiera en el cuello, sabría dónde estaba.
Al día siguiente, en lugar de ir a entrenar con los anbu, fue llamada a la oficina de Shikaku. Estaba algo excitada por tener su primera misión como jonin, pero pronto se dio cuenta de que poco había cambiado. Fue la primera en llegar, pero detrás de ella entraron el que parecía ser el padre de Shino, Shibi, Tokuma y Yamato.
—Bienvenidos a todos. Tenéis una misión cerca del Valle del Fin. Nuestros informantes han descrito a una nueva banda de ninjas mercenarios que se están congregando ahí. Vuestro objetivo será eliminarlos a todos. Shibi, tú serás el líder.
Seina escuchó la última información de Shikaku antes de que los echara de la oficina. Shibi les dio unos 20 minutos para recoger sus mochilas, en caso de ser necesario, así que Seina y Yamato, quienes tenían sus riñoneras mágicas consigo, fueron directamente a la entrada norte a esperar a los demás.
—Felicidades Seina. ¿Cómo te sientes ahora que eres jonin? —sonrió Yamato mientras caminaban.
—A ratos no me lo creo, pero luego me doy cuenta de que tampoco ha cambiado mucho mi vida.
—No me extraña. Como tokubetsu jonin estabas realizando prácticamente las mismas misiones que como jonin ahora. Para ti no creo que haya mucha diferencia. Aun así, deberías estar orgullosa de tu ascenso.
—Lo estoy.
Se giró a mirar como aparecían Tokuma y Shibi, cargando con un par de mochilas en su espalda. No tenían límite de tiempo y tampoco podían prever cuánto tiempo tardarían en acabar con la misión, pero era obvio que al menos un día lo pasarían afuera de la aldea. Si a Shibi le pareció extraño ver cómo solo tenían su riñonera, no lo mencionó. Tokuma, obviamente, estaba acostumbrado a ver como sacaba cosas de su mochila que no deberían caber así que se limitó a asentir en su dirección.
Salieron a paso ligero, tomando los árboles, en dirección norte. Al parecer, una banda de mercenarios se había formado hacía poco y habían estado extorsionando a aldeas pequeñas con la esperanza de que no se corriera la voz a Konoha. Seina no entendía cómo pensaban que no se iban a enterar, si Konoha tenía bases militares, espías e informantes por todos lados en el país del Fuego, y fuera del país del Fuego, para qué mentir.
Los ninjas a los que estaban dando caza eran una mezcla de chunins y jonins desertores, algunos retirados, que no habían llamado la atención a sus respectivas aldeas debido a que se habían escondido durante años en el exilio. ¿Por qué ahora se habían aliado y empezaban a hacer de las suyas? No lo sabía. A Konoha le interesaba esa información así que Seina imaginaba que por eso estaba ella allí, además de como refuerzo médico. De lo contrario, además de matar a esos ninjas, Shikaku les habría ordenado que llevaran al líder con ellos de vuelta a la aldea.
—Muta me ha contado que puedes localizar a alguien o algo sin tener su rastro —dijo, casi preguntando retóricamente, Shibi—. ¿Es eso cierto?
—Sí.
—Entonces, guíanos hasta ellos y así evitaremos perder tiempo.
Seina usó su hechizo localizador, corriendo en la cabeza del equipo con Shibi y Yamato un paso tras ella y Tokuma en la retaguardia. Se pasaron varias horas corriendo, parando para comer al medio día.
—Cuando los encontremos, Tokuma se encargará de contabilizar el número de enemigos. Mientras tanto, Yamato y yo rodearemos el perímetro de su base minándolo con trampas. Seina, ¿tienes algún jutsu para encerrarlos dentro y así evitar que escapen?
Ella asintió.
—Entonces, tú te encargarás de crear una barrera para atraparlos dentro. Una vez los tengamos donde queremos los iremos eliminando.
Reanudaron la marcha. Al paso al que iban, llegaron a la zona donde supuestamente habían visto a los mercenarios en poco tiempo.
—Estamos más al oeste de lo esperado —dijo Tokuma, mirando con el byakugan a lo lejos.
—Pero estamos en el sitio correcto —afirmó ella.
—¿Habrán movido su base?
—O, tal vez, era una trampa… —musitó Shibi—. Acerquémonos algo más. Tokuma, ¿puedes verlo desde aquí?
—Todavía no.
Se empezó a hacer de noche cuando encontraron la “base” de los mercenarios. Se trataba de una caseta en mitad de la nada, de madera, bastante grande. Se parecía las casetas de los guardabosques que había visto antes. Estaba colocada sobre una torre de troncos en forma de viga, para dar visibilidad, en medio de las copas de los árboles, pero sin sobresalir sobre éstos para evitar ser vistos fácilmente.
—Puedo ver a 16 personas —susurró Tokuma mirando fijamente la casa delante de ellos—. Unos cuantos parecen bastante fuertes.
—Seina, acompaña a Yamato a poner la barrera. Tokuma y yo rodearemos la base hacia el otro lado poniendo trampas. Os dejaré a uno de mis kikaichu por si acaso.
Yamato y ella se escabulleron hacia el otro lado. Se preguntó qué barreras poner sin que se dieran cuenta hasta que, al final, decidió poner una simple barrera cargada con el hechizo stupefy rodeando la casa. Fue enterrando las piedras talladas a lo largo del perímetro, justo un metro más allá de las trampas de mokuton de Yamato.
—¿Y qué dices que hace esta barrera? —le preguntó en voz baja.
—Si la tocan se quedarán inconscientes. Nosotros también así que hay que andarse con cuidado.
Él asintió ante la advertencia. Estaban lo suficientemente lejos para que no los escucharan, pero aun así era mejor trabajar en silencio. Acabaron de rodear el perímetro, cruzándose con Shibi y Tokuma, y luego se escondieron en la copa de un árbol desde cuyas ramas podían ver perfectamente la caseta.
—¿Está todo preparado? —luego, mirándola a ella tras sus lentes tintadas, le dijo—. Tú eres nuestra médico así que intenta no atacar cuerpo a cuerpo.
Todos asintieron. Shibi alzó ambos brazos dejando escapar a sus cientos de kikaichu. Gracias a la cobertura de la noche, los insectos pasaron desapercibidos, zumbando silenciosamente mientras se esparcían sobre las vigas de madera. No supo cuántos minutos estuvieron esperando, pero los gritos aterrorizados y doloridos de algunos enemigos los alertaron de que el ataque ya había empezado. Como esperaban, algunos de ellos salieron despavoridos siendo perseguidos por los kikaichu mientras que a algún iluminado no se le ocurrió otra cosa que prender fuego a los insectos usando un jutsu de katon dentro de la caseta.
—¡Detente idiota! —le gritó otro, pero era demasiado tarde.
Saltaron todos de la caseta ardiendo, lanzándose al vacío. Los insectos de Shibi los condujeron hasta sus barreras. Los ninjas intentaron distanciarse, como era lógico, saltando en el aire lejos de los kikaichu. Para su mala suerte, cayeron al suelo como moscas, inconscientes. En cuanto lo vieron, se alejaron de sus barreras como si tuvieran la peste.
—¡Es uno del clan Aburame! ¡Son de Konoha!
—Deja de gritar, imbécil —lo silenció otro.
Sabía por qué algunos tenían miedo. Era asqueroso y a la vez fascinante observar cómo los kikaichu de Shibi dejaban secos a los ninjas inconscientes, matándolos por agotamiento de chakra en menos de un par de minutos. Era la muerte menos trágica posible, considerando que había visto a Shino matar a alguien metiendo a sus insectos en el cuerpo de su víctima para que devoraran su carne. No quería ni imaginar qué había sentido esa persona antes de morir.
—¿Dónde están?
Yamato usó en ese momento el mokuton para empalar a 3 ninjas, reduciendo aún más el grupo de 16 a 11. Tokuma y Shibi saltaron al suelo para pelear contra Yamato, delatando su posición, mientras que Seina se volvió invisible lista para interceder de ser necesario. Entre el byakugan de Tokuma, la defensa/ataque de Yamato y los insectos de Shibi, los ninjas no fueron rival para los 3 experimentados jonins de Konoha. Bajó al suelo cuando vio como prácticamente todos estaban muertos, salvo un par.
—¡No os vamos a decir una mierda, escoria de Konoha! —escupió en el suelo un ninja de procedencia desconocida—. ¡Incluso aunque nos matéis no habéis acabado con nosotros ni mucho menos!
Alzó una ceja al escuchar sus palabras. Justo en ese mismo instante sus oídos hechizados captaron una rama partiéndose a casi 25 metros de allí. Acto seguido escuchó la respiración casi imperceptible de un ninja que los espiaba. Tokuma, con el byakugan activado, pareció verlo al mismo tiempo que ella lo escuchó. Seina le envió una mirada.
—¿Permiso para comprobar el estado de los enemigos? —preguntó ella al líder.
Shibi y Yamato se giraron a mirarla sin decir nada. Todos sabían que estaban muertos así que su pregunta era innecesaria. Aun así, Shibi asintió en su dirección y Seina se encaminó hasta el cadáver más próximo fuera de la visión del enemigo que los vigilaba. Se hechizó invisible con el brazalete, activó el revelio modificado y desapareció. El ninja ni lo vio venir. Cayó desplomado sobre la rama, a peso muerto. Lo cogió en volandas y reapareció al lado del equipo.
Shibi y Yamato lo miraron con un poco de sorpresa antes de girarse al ninja de rango medio que estaban interrogando. Éste, al ver al nuevo enemigo inconsciente, pareció cambiar radicalmente de actitud. Nervioso y preocupado, empezó a chillar en su dirección sobre que era “imposible”. ¿Quizás se refería a que Seina lo había podido detectar a pesar del genjutsu en el cual se había escondido? ¿Acaso era tan idiota que no había visto los ojos de Tokuma, activados intermitentemente todo ese rato?
—Podemos hacerlo de forma dolorosa o indolora —le comentó Shibi con una tranquilidad pasmosa, con el tono de voz monótono y severo—. Lo que tú prefieras.
—¡Está bien! ¡Hablaré!
Empezó a explicarles una historia sobre que Mezu, sí, aquel Mezu, había contactado con ellos hacía meses para crear un grupo de mercenarios. Al parecer, la idea de Mezu era matar dos pájaros de un tiro: con la banda de mercenarios se hubiera hecho rico a la vez que saciaba su sed de sangre vendiéndose al mejor postor. Para mala suerte de los enemigos a los que había convencido, Mezu desapareció días antes de la fecha acordada para reunirse todos aquí. Aun sin él, todos ellos estaban convencidos en seguir sus planes. Más que nada porque todos deseaban más dinero del que tenían siendo fugitivos, exiliados o ninjas retirados a los que nadie prestaba atención.
—Mmm… La historia no parece falsa —dijo Shibi después de que le hubieran dejado inconsciente otra vez—. Me interesa, no obstante, hablar con el que ha capturado Seina. Quiero saber si es un nuevo recluta o si hay más de estos por ahí fuera.
Ella lo ató con sus cadenas conjuradas inquebrantables y luego lo revivió. El ninja abrió los ojos el mismo instante que el stupefy dejó de surtirle efecto. Intentó luchar contra sus ataduras pero, desafortunadamente para él, eran de calibre mágico. Estuvo escuchando una historia parecida, casi demasiado.
—¿Por qué tengo la sensación de que estás mintiendo? —le preguntó Shibi al ninja mientras lo empezaba a cubrir con sus kikaichu.
Seina captó su atención silenciosamente. El jonin asintió en su dirección para que hablara.
—¿Permiso para intentar interrogarle?
—Adelante.
—Imperio —entonó mentalmente poniéndole un dedo en la sien—. Háblame de todo lo que sepas de vuestro grupo de mercenarios. No te dejes ni un solo detalle.
El ninja, bajo su maldición imperdonable, habló y habló y habló. Tardaron una hora en escuchar todos los planes, las conversaciones que recordaba, los nombres de los hombres que habían formado equipo, las misiones que habían hecho y las que tenían pendientes, Mezu y su reclutamiento, sus motivos, etc. Por suerte para ellos, no había más mercenarios esperando fuera de las protecciones. Ni siquiera él debería haber estado fuera de la caseta esa noche, pero, al parecer, había salido a… mear, y algo más, justo en ese momento.
—Interesante, esta técnica tuya —le dijo Shibi sin inmutarse mientras el último enemigo aullaba siendo devorado por sus insectos.
Se deshicieron de los cadáveres, derrumbaron la caseta, quitaron las trampas y las protecciones y devolvieron todo a la normalidad. Nadie se daría cuenta de lo que había pasado allí. Cuando acabaron le rugía el estómago del hambre. De ser por ella, habría usado el hiraishin para regresar al instante, pero ella no era la líder de la misión. En lugar de quedarse a dormir allí, y descansar un poco, corrieron el resto de la noche a gran velocidad, aprovechando que no había nadie que pudiera verlos.
Llegaron justo cuando estaba amaneciendo a Konoha. Cobró la misión y luego se fue para casa. Si tenía alguna ventaja al no ser la líder era no tener que quedarse a informar de la misión mientras los compañeros se iban a su casa a dormir. Cuando llegó a casa notó como algunos estaban despiertos en sus habitaciones. Se duchó y se fue a dormir.
Cuando se despertó unas 5 horas después, faltaba un par de horas para el medio día así que se fue a su estudio, viendo que estaba sola en la casa, y empezó a preparar los regalos que iba a darles a sus amigos. Pensaba crear mochilas diferentes, según el estilo de cada uno, aunque la gracia, obviamente, era que todas eran mochilas sin fondo. De esa forma podrían llevar tanto material como quisieran, y lo más primordial: agua.
—¡Hemos vuelto! —exclamó Naruto entrando por la puerta principal—. ¿Seina-nee? ¿Estás despierta?
—Si no está despierta lo estará ahora con tanto grito, dobe.
—Estoy en el estudio.
Sasuke y Naruto aparecieron por la puerta. Se pararon a observar todas las mochilas que había preparado para sus amigos con expresión curiosa.
—¿Esto es lo que decías que sería útil para los exámenes?
—Nosotros ya tenemos una. ¿Qué vas a darnos? —le preguntó como el niño pequeño que era Naruto.
—Estaba pensando en uno como estos —dijo ella, sacándose momentáneamente su collar para mostrarlo a sus hermanos—. Sirve para serenar a la persona, evitar pensamientos suicidas y darle ánimos y lucidez. De hecho… Le envié uno a Itachi con tu carta.
—¿En serio?
—Sí. Con un poco de suerte se pondrá el colgante, que además es un localizador.
Sasuke y Naruto bufaron una risa al escucharlo. Seina les dejó probar el último colgante de prueba que había hecho para que se dieran cuenta del efecto positivo de su invención. Naruto se quedó con el colgante azul mientras que Sasuke decidió elegir otro ópalo para que le hiciera un nuevo colgante. Minutos más tarde, cuando acabó de tallar las runas y de usar el hechizo, Sasuke se puso el colgante con una sonrisa diminuta. ¿Lo habría elegido por qué le gustaba el color o porque le había dicho que el colgante de Itachi estaba hecho de ese material?
Esa tarde, después de comer los 3 juntos, llegó Kakashi-sens- Kakashi. Era tan raro nombrarlo por otro nombre que no fuera “sensei” que se le olvidaba de que ahora ostentaban el mismo rango. Nada más entrar por la puerta olieron el característico hedor de la sangre.
—Demonios, Kaka-sensei —exclamó Naruto—. ¿Te has revolcado en un montón de cadáveres o qué?
—O qué… —dijo él con un suspiro monótono—. Voy a ducharme.
Le vieron desaparecer como una exhalación escalera arriba. Ni siquiera le dio tiempo a catalogar su aspecto para ver si estaba o no herido. Bajó media hora después, vestido con otro uniforme completamente limpio, salvo el chaleco.
—¿Puedes curarme una costilla? —le preguntó él, sin tan siquiera tener que cuestionarlo—. Creo que también he respirado gas tóxico.
Seina asintió. Se preguntó qué había hecho para partirse una costilla cuando toda su ropa estaba hechizada y cosida con runas. Además de la costilla rota, presentaba contusiones por todo el torso y la espalda. Por suerte, curarle eso no era nada para ella.
—¿Puedo usar el hechizo diagnóstico?
Al ver su ademán de cabeza le lanzó el hechizo. Resultó que tenía razón. No era un gas venenoso muy mortífero, por suerte. Estuvo un rato curando los desperfectos en sus pulmones y tejidos causados por lo que fuera que inhalara. Cuando acabó no quedaba huella en su cuerpo de su lucha.
—¿Qué ha pasado?
—Nos estamos acercando a uno de los escondrijos de Akatsuki cerca de la frontera entre el país de los Ríos y el país de la Lluvia. Estaba desierto, pero lleno de trampas —frunció el ceño Kakashi mientras lo explicaba—. Uno de mis compañeros ha tenido que ser ingresado al caer en una.
—¿En serio?
—En Akatsuki no entra cualquiera, Sasuke. Todos son ninjas de rango S.
—Pero, nee-chan mató a uno de ellos —dijo confuso Naruto.
—Porque curiosamente iba solo, tu hermana lo tomó desprevenido con sus poderes y él la subestimó.
Seina asintió. Sin sus poderes seguramente habría muerto o quedado malherida antes de lograr matarlo. Aunque, de no haber tenido su magia, simplemente se habría largado de allí con el hiraishin. Muy probablemente no le habría podido eliminar, pero habría vivido para ver salir el sol otro día más.
Cuando llegó el 1 de junio, un par de días después, notó en el ambiente cierta excitación. Quizás era porque vivía con Sasuke y Naruto, quienes estaban deseando realizar los exámenes de chunin, o tal vez porque ya era pleno verano en Konoha. Seina más de una vez dio las gracias a las runas que había bordado en su ropa y los hechizos que llevaba activos, de lo contrario, estaría sudando la gota gorda.
La semana pasó sin más. Trabajo en el hospital el viernes, sábado y domingo entrenamiento con su equipo. En los ratos muertos, se encontró frecuentando la maleta donde había guardado todos los pergaminos de los Uzumaki que habían rescatado. Kakashi, tal cual le había prometido, empezó a explicarle las bases del fuinjutsu. Encontró que eran muy parecidas a las runas, para su poca sorpresa. Eran como otro idioma, con vocabulario algo distinto y formulación gramatical diferente. Aun así, seguían siendo un idioma.
Karin, a pesar de ser una Uzumaki y de presentar más características físicas a los Uzumaki que Naruto y ella, no tenía ni idea de fuinjutsu. Su madre se había especializado en la sanación y ni siquiera era ninja. Hablando de su prima lejana, la siguiente semana cuando fue a verla una tarde, le explicó la teoría de las cadenas de adamantina.
—En realidad no hay mucho que decir respecto a la “teoría” —le dijo Karin mientras se tomaban un té en su casa—. Mi madre me dijo que cada usuario tiene un número distinto de cadenas. A su vez, el color puede variar, el grosor, la forma… Incluso su función.
—¿En serio?
—¡Totalmente! Mis cadenas son más bien ofensivas. Solo he conseguido producir 4 y solo cuando siento que las necesito. Todavía tengo mucho que entrenar con ellas.
Seina pensó en su madre. Según lo que le habían comentado algunos conocidos suyos, como Genma o Raido, su madre Kushina había sido capaz de invocar 8 cadenas. No sabía si el número de cadenas estaba relacionado con el poder del usuario o con su entrenamiento con ellas. De cualquier modo, las cadenas de su madre habían sido tan poderosas que retuvieron dentro de su barrera a Kurama e impidieron que otros ninjas pudieran atravesarlas. Además, las podía usar de forma ofensiva y defensiva. Cuanto más pensaba en ello, más se daba cuenta de que su madre había sido increíble.
Notes:
Aquí tenéis un nuevo capítulo.
¡Gracias por todos vuestros reviews! No sé si os habéis dado cuenta pero nos estamos acercando a los 500 reviews y no vamos ni por la mitad de la historia.
En cuanto a la interacción Seina/Kakashi, os puedo asegurar que habrá cositas entre ellos incluso antes de que se produzca el salto de tiempo. Ya lo veréis.
Respecto al POV de Itachi en los spin off... Sí, se viene un POV de Itachi pero no va a ser hasta dentro de unos cuantos capítulos. Sé perfectamente lo que quiero escribir pero para llegar hasta ese punto necesito que la historia central avance. ¡Tened paciencia, gente!
Y Shikaku... ¿Pensabais, sin haber leído su POV en el spin off, que era obvio que él sabía de los sentimientos de Kakashi o creíais que no lo sabía? Dejádmelo saber en los comentarios, que tengo curiosidad. La pregunta es... si lo sabía desde el capítulo 30, ¿por qué no ha hecho nada al respecto hasta entonces? ;)
Chapter 74
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Al día siguiente, Seina fue llamada a otra misión junto a Kakashi, Genma y Raido, curiosamente. Fue la misma Hokage la que les ordenó que fueran a su oficina, más que Shikaku, así que supieron que iba a ser algo fuera de lo habitual.
—¿De qué se trata?
—Hemos recibido información de uno de nuestros espías sobre el país de las Aguas Termales. Kumogakure ha conseguido negociar un contrato extraoficial a cambio de terreno para construir una base cerca de la frontera con el país del Fuego —gruñó Tsunade-sama ante el atrevimiento—. Al parecer, las obras empezaron hace 2 semanas y no nos hemos dado ni cuenta. Vuestra misión es sabotear la base, la construcción, la constructora, el contrato… Todo lo que se os ocurra. Necesitamos que el país de las Aguas Termales se eche atrás con el acuerdo.
De solo escuchar la magnitud de la misión tuvo que contener un gemido de cansancio. Esta misión no era de las que acababan en un par de días precisamente.
—Kakashi. Tú serás el líder de la misión. Tomaos el tiempo que haga falta.
Salieron de allí a paso lento. Todos estaban preparados para partir así que salieron por la puerta norte en dirección al país de las Aguas Termales.
—Seina, tienes un sello allí, ¿verdad? —le preguntó su maestro. Ella asintió—. Perfecto. No perdamos tiempo entonces.
Todos cogieron sus brazos y ella moldeó el chakra para usar el hiraishin. Aparecieron en una localidad cerca de la frontera al país del Fuego.
—Será mejor que encontremos la base que están construyendo y luego un lugar escondido para poder nuestra propia base temporal —dijo Kakashi—. Esto tiene pinta de ir para largo… Seina, ¿nos das una dirección?
—¿Por qué no vamos volando? —preguntó ella—. Desde el cielo no nos detectarían y llegaríamos antes sin caer en ninguna trampa.
—Buena idea.
No tardó nada en invocar a su criatura y luego alzarse entre las nubes bajo múltiples hechizos de camuflaje. Genma y Raido no salían de su asombro al ver a su dragón negro. ¿Quizás habían pensado que hablaba de otro tipo de invocación voladora? El caso es que llegar a la base medio construida de Kumo fue pan comido. En cuanto la vieron desde lejos se dieron cuenta del pelotón de ninjas de Kumogakure que parecía estar vigilando y protegiendo su nuevo territorio en medio del bosque del país de las Aguas Termales.
—He visto un sitio donde resguardarnos hace unos 10 minutos —dijo Raido mirando por encima del hombro del dragón—. Con unas cuantas barreras deberíamos estar bien protegidos.
—Guíanos.
Seina siguió las indicaciones de Raido, dando la vuelta marcha atrás. El “sitio” donde resguardarse no era ni más ni menos que una zona densa de bosque de la cual sobresalía unas rocas con agua burbujeante. Ni siquiera sabía cómo lo había visto de lo frondosos que eran los árboles que rodeaban el pequeño claro con aguas termales. Saltaron de su invocación debido a que no había espacio para aterrizar, y Seina lo desinvocó en el aire. Kakashi sacó su propia tienda mientras ella se dedicaba a poner unas barreras mágicas al lado de las barreras y trampas de Raido y Genma.
Entrenaron adentro, haciendo caso omiso de la exclamación de Raido, el único que no había usado una tienda de estas antes, y se sentaron en la mesa del comedor. Kakashi tomó las riendas de la discusión.
—Vale. Ahora que estamos aquí empecemos a planear un plan. Para empezar, necesitamos saber cuántos ninjas protegen la construcción, cuántos la vigilan, cada cuánto rotan los equipos, cuánta zona están vigilando, etc —expuso él—. También tenemos que averiguar qué constructora está haciendo el trabajo, cuánta gente sabe de este acuerdo, qué tipo de acuerdo es…
—Entonces será mejor dividirnos en equipos.
—Sí, muy a mi pesar, eso es lo más óptimo, aunque lo más peligroso también… Haremos 2 equipos: uno para rastrear la construcción y los ninjas que la protegen y otro para averiguar sobre el acuerdo —Kakashi la miró a ella—. Tú eres más útil recabando información del acuerdo mientras que yo estoy más capacitado para rastrear a los ninjas de Kumo. Eso os deja a vosotros 2… ¿Alguna preferencia?
—Yo iré con Seina —dijo Genma después de que Raido y él intercambiaran miradas.
—Entonces yo iré contigo, Kakashi.
—Perfecto. Tenemos todo el día por delante así que podemos empezar ya.
—¿Quieres que os deje una de mis invocaciones para poder comunicarnos? —le dijo a su maestro. Él asintió, aceptando una de sus arañas.
—¿Con tus invocaciones puedes comunicarte? —preguntó Raido.
—No del todo. Percibo todo lo que perciben mis criaturas ya que son creación mía y están ligadas a mí. Si le habláis, es como si lo estuviera escuchando yo, pero no puedo contestar verbalmente.
—Muy ingenioso. Sería increíble que pudieras hablar a través de ellas.
—En realidad, las cree sin cuerdas vocales y están bajo un jutsu silenciador. Así nadie se da cuenta de que están allí.
Salieron de la tienda poco después de su conversación. Ninguno de ellos quería estar allí más tiempo de lo recomendado, sobre todo, considerando que su enemigo era Kumo y que estaba ella allí. De hecho, en cuanto lo pensó se dio cuenta de que la mejor opción para recabar información discretamente sería cambiar de apariencia. Paró en seco a Genma fuera de la tienda.
—Espera un momento. Tengo una idea.
Genma alzó una ceja, pero asintió en su dirección. Seina usó un par de hechizos para cambiar su ropa y su apariencia, pareciendo una niña morena de ojos marrones con un kimono verde y azul. Luego, hizo lo mismo con Genma, transformándolo para que pareciera su padre. Para acabar se guardaron sus bandas ninjas para evitar ser reconocidos.
—Wow. Estáis irreconocible —exclamó Raido. Kakashi pestañeó en su dirección—. Ni siquiera puedo notar nada raro.
—Vamos —guiñó ella un ojo, retocando un poco su voz para no ser reconocida.
Se despidieron de los otros y caminaron en dirección a la aldea más cercana.
—¿Cómo lo vamos a hacer? —preguntó ella—. ¿Nos mezclamos con la gente a ver si escuchamos algo? ¿Buscamos a alguien sospechoso y lo seguimos?
—Sí a lo primero, no a lo segundo. Deberíamos buscar a algún constructor. Por lo que hemos visto desde el aire no tienen un campamento de trabajo cerca de la base de Kumo así que imagino que se estarán quedando en la aldea más cercana.
—Pero, eso es algo sumamente estúpido, ¿no? La gente empezará a hacer preguntas.
—Quizás tienen el campamento más lejos de la aldea —se encogió de hombros—. En cuanto lleguemos lo averiguaremos.
No tardaron mucho en llegar a paso rápido. En cuanto vio las primeras personas Seina le cogió de la mano a Genma y puso cara infantil. Genma ni pestañeó. Empezó a sonreír mientras apuntaba con el dedo como el típico turista. Ella le siguió la corriente, pero realmente estaba agudizando el oído en busca de algo interesante. Estuvieron dando una vuelta a paso de tortuga, pero nadie hablaba en voz alta de algo que tuviera relación con Kumo y la constructora.
Al final, desistió y activó su legeremancia pasiva para recibir los pensamientos superficiales de la gente. Gente cansada, pensamientos lujuriosos, enfados, tristeza por la muerte de un familiar y la ruptura de una relación… No había pensamientos muy raros ni inesperados.
—¿Quieres que nos paremos a comer uno de estos? —le señaló Genma un tenderete de anko.
Ella asintió. Sabía que lo había dicho para tener una excusa para quedarse quietos un largo rato. Seina se sentó en el taburete y esperó su orden con desinterés. Entonces empezó a escuchar a alguien que tenía miedo. Era una mujer de avanzada edad.
—Eiji no se acuerda de lo que pasó hace años, pero yo sí… ¿¡Por qué es tan testarudo!? Vendrán. En cuanto se enteren vendrán. Y siempre se acaban enterando —pensó con voz mental temerosa—. No sé cómo puede ser tan idiota. ¡Oh, señor! ¿Por qué habrá aceptado ese estúpido trabajo? Unos 45 años trabajando para echarlo todo ahora por la borda solo por unos míseros ryo.
—¿Oto-san? ¿Puedo ir al baño? —preguntó ella tirándole de la manga.
Genma asintió, pestañeando. Seina se perdió entre el gentío de la clientela y luego usó sus poderes para camuflarse. Salió en busca de la señora, que caminaba muy despacio, con cojera, calle abajo. Tal y como había pensado, era una mujer de edad avanzada. Una abuela. No había escuchado nada explícito sobre Kumo o la constructora, pero algo de sus pensamientos le llamó la atención. Se acercó a la abuela lo suficiente como para usar la maldición imperius en ella. La dirigió a un parque cercano para que se sentara en un banco.
—Veamos lo que está pasando, oba-san…
Seina usó la legeremancia en ella con el máximo cuidado. La señora, Keiko, era una ex costurera jubilada. Había trabajado desde los 13 años y se había jubilado, junto a su marido Eiji, hacía 5 años. Eiji había sido un constructor, un albañil, hacía muchos años. Ninguno de los dos quería volver a trabajar. De hecho, tenían su casa pagada y unos pocos ahorros. ¿El problema? A Keiko le habían diagnosticado una enfermedad crónica que requería medicinas para paliar sus efectos, y eso se había comido gran parte de su dinero. De seguir así mucho tiempo, se quedarían sin dinero con el que comer.
Al parecer, su marido había aceptado hacer algunos trabajos pequeños a cambio de algo de dinero con el que poder ir comprando las medicinas. Hasta que se le acercó hace 3 semanas un hombre que le ofreció muchísimo dinero por una última construcción en mitad del bosque. Eiji había aceptado el trabajo sin dudar ya que ese dinero sería más que suficiente para cubrir las medicinas de su mujer durante años. Keiko, cuando se enteró, se sintió culpable de que su marido tuviera que volver a trabajar, aunque fueran unos meses, pero en cuanto Eiji le contó lo que estaban haciendo, y para quién, le suplicó que lo dejara.
Seina ahondó un poco más en las últimas discusiones entre el matrimonio antes de dejarla ir. Eiji solo le había comentado a su mujer que había visto a ninjas de Kumo merodear la construcción antes de agachar la cabeza. No quería saber nada de nada, salvo del dinero que le habían prometido a él y a los otros hombres.
Volvió con Genma antes de que nadie pudiera sospechar, a pesar de que el intercambio solo había durado 10 minutos.
—Mira, justo a tiempo —le dijo su supuesto padre mientras aparecía de la dirección del baño.
Estuvieron comiendo tranquilamente durante unos minutos. Luego se marcharon de allí. Se alejaron de las calles más bulliciosas en busca de algún lugar tranquilo con poca gente.
—Muffliato —entonó mentalmente, sintiendo el hechizo activarse—. Podemos hablar tranquilos.
—¿Qué has encontrado?
Seina le estuvo contando palabra por palabra lo que había escuchado, lo que había hecho y lo que había descubierto. Cuando acabó, el jonin parecía pensativo mientras meditaba sobre sus palabras.
—Es interesante. Parece que ahora tenemos un hilo del que tirar —dijo Genma—. ¿Has marcado a la mujer?
—Obviamente. Los hombres vuelven a sus casas cada noche para no llamar la atención así que me he imaginado que su marido regresaría esta tarde. Le he dejado una de mis invocaciones.
—Bien hecho. Interrogaremos al marido discretamente. Por mucho que quiera agachar la cabeza, debe saber más de lo que le cuenta a su mujer. Veremos si el tal Eiji sabe el nombre de la constructora y si puede decirnos cuánta gente trabaja, los turnos, etc.
—¿Qué hacemos con el acuerdo? Es obvio que Eiji, ni ningún trabajador, tendrá es información.
—No. Eiji y los demás solo son peones. Investiguemos eso mientras no llegue el marido a casa.
—¿Por dónde empezamos?
—Por el edificio de gobierno —Genma hizo un ademán con la cabeza a un edificio de 3 plantas a lo lejos—. Empecemos por descubrir si tienen algún archivo incriminatorio ahí metido.
—¿A qué hora se van a comer los trabajadores del ayuntamiento?
—Bien visto —sonrió Genma en su dirección—. Esperaremos a que desalojen temporalmente el edificio para comer. Vamos. Vayamos a ver su horario.
Por suerte para ellos, el descanso del mediodía empezaba en 20 minutos así que se escondieron cerca del edificio mientras esperaban que se diera la hora. Seina observó cómo se iban con una de sus invocaciones más diminutas. En cuanto no hubo nadie se teletransportó cogida de Genma al interior del edificio sin que nadie se diera cuenta. Era tan fácil con el hiraishin y sus invocaciones que hasta le resultó aburrido. Aunque, aun sin el hiraishin, solo tenía que usar un alohomora para entrar fácilmente.
—Empieza a buscar por ahí —señaló Genma—. Yo me quedo por aquí. Tienen que ser documentos sin firmas, sellos, sin datos sobre el cliente, etc.
Seina asintió mientras se movía en busca de archivadores y cajas fuertes. Abrió cajones de escritorio, carpetas, archivadores, cajones con doble fondo, cajas fuertes… pero no encontró nada. Todo parecía en regla. Los documentos pertinentes a contratos tenían todas las firmas, sellos y datos necesarios así que sabía que era imposible que fueran los que buscaba. Fue al segundo piso y luego al tercero, pero nada. Al final, viendo que solo faltaba media hora para que regresaran los trabajadores del ayuntamiento, intentó usar el hechizo localizador a pesar de no saber lo que estaba buscando.
—Point me documentación fraudulenta.
Para su sorpresa, la flecha le indicó una dirección que fue cercando hasta que se regresó a la primera planta. Genma apareció a su lado con el ceño fruncido. Tenía unos papeles en la mano que parecían ser importantes.
—¿Has encontrado algo?
—Mi jutsu me dice que hay algo aquí.
—¿En el vestuario?
—Eso parece —dijo ella, señalando las pequeñas taquillas con diferentes nombres, que parecían ser de los empleados—. Sea quien sea, alguien está muy confiado de la privacidad de su taquilla.
Abrió con un hechizo la taquilla, viendo algo de comida, pañuelos, un neceser de pastillas y cosas por el estilo. Se dio cuenta de que el espacio de la celda parecía algo más pequeño de lo que debería ser.
—¿Un doble fondo? —bufó una risa Genma al ver como sacaba la madera.
—Bingo.
Cogió la carpeta de color crema y la abrió. Genma y ella hojearon las páginas dándose cuenta de que tenían lo que necesitaban. Seina duplicó el contrato y dejó el original tal y como estaba para evitar que se dieran cuenta de que alguien sabía lo que estaba pasando. Duplicó también las páginas que encontró Genma y luego salieron de allí, no sin antes leer el nombre del propietario de la taquilla. Propietaria, mejor dicho.
—Será mejor que nos alejemos un rato de la aldea. Ya nos han visto pasar unas cuantas horas en la aldea mucha gente.
Se fueron al bosque, viendo que empezaba a caer el sol, aunque tardaría horas en atardecer. Sacaron los papeles para ver qué estaba sucediendo. Seina leyó las hojas atentamente, dándose cuenta de buenas a primeras de que algo iba mal.
—No concuerdan los nombres.
—¿Cómo dices?
—Los nombres. Mira —le enseñó la lista de contratados—. Mientras rebuscaba encontré los papeles de la misma constructora, pero el personal era totalmente distinto.
—Esto pinta mal —dijo Genma con expresión seria—. ¿Se te ocurre una razón por la cual apuntarían los nombres de gente contratada ilegalmente para realizar una obra también ilegal?
Seina pensó en ello. Si fuera ella la que organizase todo esto intentaría tener la mínima documentación. Los papeles generan rastro así que, ¿por qué apuntar los nombres? A no ser… Abrió de nuevo la carpeta fijándose en los datos de cada persona.
—Son todos mayores de 60 años —exclamó con sorpresa.
—Exacto. Los abuelos se mueren de muchas causas distintas.
—¿Crees que Kumo pretende eliminarlos a todos una vez esté hecho el trabajo? —preguntó ella con algo de horror.
—¿Cómo va a ser esa base ilegal ilocalizable si más de 50 civiles saben dónde la construyeron?
—Menudos hijos de puta —soltó sin poder contenerse.
Se le puso el bello de punta al darse cuenta de que era muy posible. ¿Quién iba a investigar la muerte de unos cuantos ancianos? Un ataque al corazón por aquí, una mala caída por allá… Ni siquiera eso. La mayoría, si eran listos, no debían haber dicho nada de su nuevo trabajo a sus familias pensando que eso los salvaría de ser eliminados. Podrían desaparecer tranquilamente y nadie sabría qué había pasado. De haber usado a los empleados habituales de la constructora hubiera sido imposible matarlos a todos sin que alguien hiciera preguntas. Simplemente no podían.
Comieron en silencio, meditando sobre lo que acababan de descubrir, en lo alto de un árbol. Esperaron durante horas a que llegara Eiji, el marido de la mujer a la que interrogó sin que se diera cuenta. Cuando apareció por la aldea sintió lástima de solo verlo. Era un abuelo de aspecto frágil que caminaba a paso lento con una clara chepa de trabajar. Y pensar que había gente capaz de aprovecharse de ancianos como él… Casi se sentía culpable de arroyarlo antes de que subiera a su casa.
Usó legeremancia en él como había hecho con su mujer. Eiji, tal y como pensaban, sabía más que Keiko. Sabía el nombre de la mayoría de abuelos que trabajaban todo el día en la base de Kumo. Sabía que lo que estaba haciendo era ilegal y que podía acarrearle muchos problemas con el país del Fuego, con quien el país de las Aguas Termales tenía varios acuerdos, pero no podía permitirse no hacerlo a no ser que quisiera dejar a su mujer sufrir durante años hasta que se muriera del asco a causa del dolor.
La constructora los había “contratado” solo en nombre, porque no habían firmado ningún contrato. Lo único que hacía la constructora es buscar empleados capaces y subministrar los materiales y la maquinaria a los nuevos trabajadores, pagados directamente por los ninjas de Kumo. Cada día recibían una paga de X dinero pero, como no sabían cuándo iba a finalizar la obra, hasta que no acabaran no le darían la correspondiente parte restante. Es decir, que a lo mejor ni recibirían el dinero acordado si a Kumo se le cruzaba los cables y los eliminaba antes.
Lo último que sacó de su mente fue como Eiji, junto a sus colegas “retirados”, pensaba que quedaba aproximadamente una semana de obra para completar la base. Dejó que se fuera después de borrarle el recuerdo.
—¿Y bien? —preguntó Genma.
—Será mejor que volvamos a la tienda. Los otros ya han regresado hace un rato.
Volvieron a la tienda en pocos minutos. Como ya sabía, gracias a su criatura, Kakashi y Raido estaban a dentro esperándolos.
—Por fin…¿Qué habéis hecho todo el día afuera?
—Tenemos mucha información —dijo Genma—, y documentos.
Le entregó lo que habían encontrado y les explicó con todo lujo de detalles lo que habían descubierto hasta que llegó el momento del interrogatorio de Eiji. Seina retomó la narración hablando de lo que había visto en la mente del abuelo. Cuando acabó, Kakashi y Raido intercambiaron miradas.
—¿Y vosotros?
—La base tiene al menos 500 metros cuadrados, por lo que hemos podido deducir de la obra. Trabajan en ella unos 46 hombres, civiles. También están siendo vigilados por un escuadrón de 4 ninjas de Kumo, un jonin y 3 chunin diría —explicó su maestro—, pero eso no es todo. Hay más ninjas peinando el perímetro. En total, he registrado el olor de 12 personas distintas.
—¿Tanto?
—Sí, parecen muy interesados en la obra.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó ella.
—Tenéis que averiguar cuántas personas y quienes son los que están involucrados en esto. Una vez tengamos la lista de los corruptos los eliminaremos de alguna forma —dijo Kakashi—. Eso acabará con el conflicto por parte del país de las Aguas Termales.
—¿Y cómo vamos a deshacernos de la base? No podemos permitirnos un enfrentamiento directo. Podríamos causar un incidente internacional.
—Lo sé. También tenemos que ocuparnos de los civiles que están trabajando en la obra.
—De eso puedo encargarme yo —dijo ella—. Puedo modificarles la memoria para que olviden que han construido una base para Kumo y pagarles con dinero robado de Kumo o de la constructora.
—Es una buena idea —asintió Raido—. Eso nos dejaría solo con el problema de los ninjas de Kumo.
—No podemos dejarlos con vida. Saben quiénes son los civiles contratados y los que los han ayudado a construir en este país. En cuanto vean que los demás han desaparecido o que los civiles han cobrado sabrán que algo ha pasado.
—…Lo sé —suspiró su maestro con expresión severa—. Lo bueno de todo esto es que, si los matamos, aunque sepan que hemos sido nosotros, no podrán acusarnos de nada debido a la ilegalidad de sus acciones. Tendrían que admitir porqué los hemos eliminado, y eso no sentaría bien a los demás países.
—Aunque eso supondrá represalias de Kumo.
—No tenemos otra opción. Aunque Seina les modifique las memorias, en cuanto vuelvan a Kumo sabrán que algo sucede.
—Esperad un momento. Tengo una idea —empezó a sonreír ella de oreja a oreja al darse cuenta de lo obvio.
—Sorpréndeme —pidió Kakashi sonriendo en su dirección. Genma y Raido se giraron a mirarla.
—Dejemos que acaben la obra sin intervención nuestra. Dejemos que los ninjas de Kumo regresen a su aldea, eliminemos los que se queden detrás. Puedo proteger a los civiles con un par de barreras débiles para evitar que los ataquen.
—¿Y la base?
—Muy fácil. ¿No te acuerdas de lo que hice con la casa de Sasuke? —preguntó ella con una sonrisa trol.
Kakashi la miró con el rostro en blanco unos segundos. Luego se empezó a reír a carcajada limpia ante la estupefacción de Genma y Raido. Tardó un par de minutos en recuperar el aliento, cogiéndose las costillas de la risa. Se secó una lágrima mientras recuperaba su color pálido de piel.
—Eres un genio, Seina —juró su maestro con orgullo.
—¿Alguien me explica lo que quiere decir con lo de Sasuke? —alzó una mano Raido como un niño pequeño en clase. Genma asintió exasperado y divertido.
—Con sus poderes Seina puede esconder lo que quiera, convirtiéndose ella en la guardadora del secreto de lo que ha escondido. Eso quiere decir que, a menos que ella nos diga dónde está la base de Kumo, nadie podrá encontrarla —sonrió su maestro ante la sorpresa de los otros jonin—. Lo que significa que la nueva y flamante base de Kumo desaparecerá del mapa. Por mucho que intenten usarla no se acordarán de donde está ni lograrán encontrarla. De esta forma, no tendremos que enfrentarnos a ellos ni destruir la base, ni interferir con la construcción, ni sabrán que estamos detrás de la desaparición de su base.
—Por no hablar de que la base que han pagado para construir será ahora de Konoha sin que la aldea tenga que pagar un solo ryo por ella —guiñó el ojo ante el rostro conmocionado de Genma y Raido.
—Me gusta este plan.
—Lo único que tenemos que hacer es esperar a que acaben la obra. Una vez se vayan limpiaremos a los traidores del país de las Aguas Termales y eliminaremos el pequeño escuadrón que se quede atrás, y problema resuelto.
Chapter 75
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato.
Chapter Text
Al día siguiente el equipo entero se dedicó a buscar a los corruptos del país de las Aguas Termales. Por suerte, Kumogakure había sido discreto y solo había manipulado a los más cercanos a su base. La aldea tenía una constructora, gente corrupta en el poder y muchas personas capaces de construir un edificio. ¿Para qué querían exponerse más yendo a la aldea principal pudiendo usar una aldea lejana llena de civiles? Mejor para ellos, en realidad.
Vigilaron de cerca el progreso de la base, reconociendo que Eiji tenía razón cuando pensó que al menos necesitarían 7 días más para acabar. Era todo de madera y piedra y no tenía electricidad, pero si agua impulsada por un molino y el agua del riachuelo que pasaba por allí. Si fuera un edificio más complejo habrían tardado meses en finalizar la obra 46 ancianos.
Para el tercer día no tenían nada que hacer, salvo esperar, así que se dedicaron a espiarlos por turnos y a pasar el tiempo jugando a cartas. Con sus invocaciones era fácil que pasaran desapercibidos desde el cielo. Genma y Raido se pasaban el máximo tiempo fuera, disfrutando de volar despreocupadamente.
—De no ser por ti estaríamos a punto de entrar en combate con un pelotón de Kumo —reconoció Raido—. No es algo que me excite.
—Ah, ¿no te excita morir? —preguntó Genma con humor negro—. Y yo que creía que adrenalina era adrenalina.
Raido rodó los ojos en dirección a su amigo. Kakashi estaba apontocado en su lado, en el sofá, leyendo una novela. Seina se tumbó poniéndole las piernas en el regazo ante la ceja alzada de los otros jonin. Aun así, no dijeron nada mientras ella cerraba los ojos para ver si el tiempo pasaba más rápido.
Para el cuarto día, Seina se encerró en su habitación en la tienda de Kakashi para acabar con los regalos de los otros genin. Estaba tan aburrida que ni creó clones para agilizar el trabajo. Así fue como la encontró Kakashi al mediodía.
—¿Qué haces? ¿Mochilas sin fondo?
—Sí. Se las voy a regalar a los otros genin como regalo de ascenso.
—Bien pensado. Eso me recuerda que todavía no te he dado mi regalo para ti —le dijo su maestro—. Está en Konoha.
—¿Qué es?
—Ya lo verás —rio Kakashi—. Es una sorpresa.
Seina hizo un puchero de broma. Podía esperar unos días para recibir un regalo. El otro jonin se sentó en el sillón bajo su ventana falsa, mirando como trabajaba en silencio.
—¿En qué piensas? —preguntó ella con curiosidad.
—En un poco de todo. Me alegro de que estemos juntos realizando misiones de nuevo. A Sasuke y a Naruto le quedan apenas 10 días para empezar el examen y ascender. ¿Nos imaginas haciendo misiones como el equipo 7 nuevo? —sonrió con expresión divertida—. Casi he olvidado el caos que provocabais estando juntos.
—Yo no he olvidado que Sasuke nos debe informes —dijo ella, sacándole una risotada—. Ríete, pero un acuerdo es un acuerdo.
—Solo tú querrías estar juntos de nuevo para no tener que hacer un informe.
—¡Hemos vuelto! —cantó Genma desde lejos—. ¡Tenemos información nueva!
—Vamos. Será mejor ver qué ha pasado.
Caminaron hasta el comedor, donde acostumbraban a reunirse simplemente para usar la mesa, y vieron a Raido y Genma sentados murmurando.
—¿Y bien?
—Un par de obreros se han lesionado hoy —les informó Raido—. Para no bajar el ritmo 2 ninjas de Kumo han empezado a ayudar en la construcción.
—Al ritmo al que van acabarán esta tarde la obra, unos días antes de lo previsto.
—Interesante… —musitó su maestro mientras contemplaba la nada pensando a mil por hora—. Estemos atentos a la finalización de la obra. Es ahora cuando debemos empezar a actuar. Seina, saldremos esta noche en busca de los civiles en peligro y así empezaremos con nuestro plan. Vosotros dos quedaos vigilándolos desde el cielo por si acaso.
Todos asintieron. Esperaron a que los constructores regresaran a sus casas para ir en busca de todos ellos. Lo único que tuvo que hacer ella fue hechizarlos con una barrera modificada confundo, para que los ninjas de Kumo creyeran al acercarse que los habían matado. A los corruptos del gobierno que habían firmado los acuerdos los dejó desprotegidos. Después de todo, ellos eran igual de culpables que Kumo en todo esto y si sus enemigos los eliminaban, mejor que mejor para Konoha. Así no se les volvería a ocurrir ir contra las alianzas del país del Fuego en favor de otro país.
—¿Crees que será necesario todo esto? —preguntó ella cuando acabaron con el último abuelo albañil.
—Me temo que sí. Es lo que haríamos en periodo de guerra para proteger nuestras bases secretas.
—Pero no estamos en guerra.
—Por ahora… La mayoría de habilidades de un ninja están destinadas al combate. ¿Para que servimos en un mundo sin guerra? —le preguntó retóricamente su maestro—. Kumogakure tiene más efectivos ninjas que ninguna otra nación. Por eso a ellos les interesa siempre que haya un conflicto al que puedan enviar a sus ninjas, el activo que más mueve su economía, al contrario que en Konoha. Más aun cuando son el país más apartado de todos los grandes países.
—¿Quieres decir que intentar extender su territorio ilegalmente para estar en el “meollo” de las grandes naciones?
—Exacto. De haber conseguido lo que se proponen tendrían una base en nuestra frontera, lo que significa entre líneas que tendríamos al país del Rayo como vecinos. Bueno para ellos, malo para nosotros. Ahora nos separan 2 países de nuestros mayores enemigos. Necesitamos que siga así.
—Podríamos proponerle a Tsunade-sama salir en busca de más bases secretas de otros países. Si hacemos lo mismo que vamos a hacer ahora tendríamos un montón de casas francas para Konoha y eliminaríamos puntos estratégicos contra la aldea.
—Tienes razón. Con tus habilidades podríamos quitarles mucha ventaja a los otros países a favor de Konoha. Se lo comentaré en mi informe.
Cuando llegaron a la tienda vieron que Genma y Raido no habían vuelto así que la obra todavía no estaba finalizada. Fueron en busca del resto del equipo, activando su brazalete de invisibilidad para moverse discretamente por el bosque.
—¿Qué es lo que falta? —se mordió visiblemente un gruñido un ninja de Kumo mientras hablaba con un constructor.
—Solo la última parte del suelo, señor —dijo el anciano, mirando al suelo sumisamente.
—Pues acabad con ello. Z, C. Ayudadlos. Quiero irme antes de que caiga el sol.
Quienes parecían ser chunins, uno negro y el otro pálido como la nieve, se apresuraron a hacerle caso. No le extrañaba. El tipo dando órdenes debía medir más de 2 metros y tenía un brazo del tamaño de su cuerpo de 12 años. Se sentó en una piedra mientras observaba distraídamente como un grupo de civiles corrían de arriba abajo recogiendo los materiales sobrantes, la maquinaria y herramientas mientras que otro grupo de abuelos entraba en la base de una sola planta, cargando trozos de madera.
Kakashi y ella observaron cómo pasaban cerca de su escondrijo en la copa de un árbol los otros ninjas que vigilaban el perímetro, sin darse cuenta de que estaban allí. Durante 40 minutos estuvieron esperando a que finalizaran la última parte de la base. Cuando acabaron se pusieron todos en marcha de vuelta a la aldea.
—Ya sabéis lo que hacer —le murmuró el ninja al equipo vigía.
Seina los siguió con un atisbo de malicia. Observó como uno de los equipos de 4 ninjas intentaba abalanzarse, cientos de metros más allá, sobre los abuelos antes de quedarse parados dubitativamente mirando a todos lados. Ella rápidamente les envió un hechizo de compulsión a los civiles para hacer que se movieran lo más rápido posible de vuelta a sus casas mientras los ninjas todavía estuvieran confusos.
En cuanto desaparecieron bosque a través contempló como sacudían la cabeza creyendo que los habían matado a todos. Otro hechizo de compulsión más los envió de vuelta a la base para informar de que habían acabado con los constructores.
—Ni siquiera han tenido tiempo de gritar —le dijo uno al jonin al mando.
—Bien. Id a por los de la aldea. El equipo de Shi se quedará en la base. Mi equipo os esperará al este cerca de la cascada que vimos el otro día.
Genma y Raido, subidos en su dragón, no opusieron resistencia cuando ella los condujo de vuelta a la aldea a órdenes de Kakashi. Mientras tanto, observaron como el equipo del mencionado Shi empezaba a poner trampas alrededor de la base, sin darse cuenta de que había introducido ya a varias de sus criaturas invocadas en ella, y como el otro equipo de 4 se iba en dirección este.
—Manda a otra de tus invocaciones para vigilarlos —le señaló en silencio su maestro con un ademán de cabeza a los que se acababan de ir.
Seina obedeció. Los siguió con uno de sus pájaros para que no pudieran escapar de su visión. Entre el dragón, la araña de la base y el pájaro empezó a notar un dolor de cabeza al intentar verlo todo de golpe. Dejó de hacer caso a Genma y Raido, confiando que estarían bien y que sabían qué estaba sucediendo, y se centró en el equipo que se estaba marchando en dirección a Kumo.
Estuvieron casi una hora esperando a que los ninjas de Kumo enviados a la aldea se encargaran de eliminar a los corruptos y de destruir la documentación. Para cuando regresaron con el equipo del este, les cayó una buena bronca por “ser tan inútiles”. Observó cómo echaban a correr a gran velocidad lejos de su nueva base, reprendidos por su superior por haberse tomado tanto tiempo en aniquilar a 4 civiles indefensos.
—Esperemos a Genma y Raido.
—Los traeré de vuelta.
Usó de nuevo su conexión mental con su dragón para que el resto del equipo volviera. Unos minutos más tarde, los 4 estaban observando como los ninjas de Kumo ponían trampas tranquilamente y se quejaban del otro jonin. Su maestro le señaló que los teletransportara dentro de la base, así que le hizo caso.
—¿Has escuchado eso?
—¿El qué?
—No sé. Me ha parecido escuchar un ruido sordo.
—Pues ve a verlo.
Seina hechizó justo a tiempo a Genma y Raido. Se quedaron quietos, usando el techo para camuflarse, viendo como otro ninja de Kumo abría la puerta de madera para mirar adentro. Dio un vistazo rápido, pero incluso él parecía pensar que era imposible que nadie los hubiera invadido. Vio de reojo como su maestro realizaba su genjutsu para ocultar su chakra. El chunin ni lo vio venir. Un segundo estaba allí parado, con expresión aburrida, y al siguiente segundo su cabeza salió rodando por el suelo, manchándolo de sangre. El cuerpo cayó al suelo a peso muerto, literalmente. Seina cerró la puerta de un movimiento de mano.
—¿Z? —preguntó la otra voz con bastante menos aburrimiento—. ¿Qué demonios estás haciendo? ¡Z!
Seina esperó sobre el marco de la puerta a que lo cruzara. En cuanto abrió la puerta y miró a dentro ella le lanzó la maldición mortal a bocajarro. El cuerpo cayó al suelo con los ojos abiertos del horror, la última expresión que tuvo al ver a su compañero asesinado.
—¿Estáis bien ahí o qué? —preguntó una voz desde fuera—. ¿Si tan aburridos estáis por qué no venís aquí a ayudarnos?
—¿Shi? ¿Z?
—…
Fue justo en ese momento cuando se dieron cuenta de que algo iba tremendamente mal. Tenía que admitir que, al contrario de sus otros dos compañeros, los que quedaban afuera poniendo trampas se tomaron la nueva situación en serio desde el principio. Por desgracia para ellos, eran 2 contra 4. Dejaron que entraran adentro de la base para evitar las nuevas trampas del perímetro.
Lo que no imaginó fue que lanzaran un jutsu de rayo a través de la ventana. ¿Suerte o realmente los habían detectado? Seina se desapareció antes de que un rayo negro impactara contra ella. El sonido de las ventanas romperse delató a su equipo, que se habían lanzado por ellas para evitar ser electrocutados hasta la muerte. Por suerte, no pudieron verlos debido a los hechizos que llevaban encima y el brazalete activo de su maestro y ella.
Usó su magia para transformar varios troncos y piedras en animales, distrayéndolos sin acercarse a ellos. Observó cómo sus nuevas criaturas los atacaban ferozmente, ignorando las heridas de kunai, las patadas y los jutsus de rayo. Ni siquiera tuvo que intervenir en la pelea más allá de la distracción porque Genma acabó lanzándoles unos senbon estratégicos que los dejó engarrotados. Raido y Kakashi acabaron de rematarlos sin muchas complicaciones.
—Buen trabajo chicos y chica —felicitó Kakashi desactivando el brazalete—. Hemos logrado hacernos con su base. Eliminemos las trampas y dejemos que Seina use sus poderes para esconderla.
—¿Los cadáveres?
Kakashi no respondió. Quemó los cadáveres hasta reducirlos a la nada. Hizo lo mismo con los otros dos. Cuando acabaron de alistarlo todo, Seina puso la base bajo el fidelus. Le entregó el papel con la dirección a su maestro y dejó que él se guardara la dirección para la Hokage.
—Tenemos que ir a la aldea para modificar la memoria de los civiles y ya estaría todo.
—Pues vayamos.
Tardó un par de horas en encontrarlos a todos y hacer que se separaran unos minutos de sus familias, sin llamar la atención, para poder modificarles las memorias. Cuando acabó, todos pensaban que habían construido una casa de vacaciones a un ricachón, colega de alguien corrupto del ayuntamiento. Sabían que era ilegal que los contrataran y usaran la constructora para fines personales, pero ninguno se acordaba de que Kumo había sido realmente su cliente. Todos tenían el dinero prometido y ya no volverían a trabajar nunca más, ni a necesitarlo.
—¿Podemos usar el hiraishin para volver? —suplicó ella, exhausta de la misión.
—Podemos usar el hiraishin para volver —sonrió Kakashi.
—Gracias a dios… —musitó Genma a Raido.
Dejó que la cogieran del brazo y desaparecieron de allí. Cuando notó el ambiente seco y cálido de Konoha casi se echó a llorar del alivio. De solo pensar lo que sería la vida sin el hiraishin o sus apariciones…
—Ah, hogar, dulce hogar.
—¿Quién nos iba a decir que acabaríamos tan pronto? —preguntó Raido al aire—. Cuando salimos pensé que tardaríamos un par de semanas.
—Por suerte todo salió a pedir de boca, en realidad.
Caminaron hasta el registro y luego hasta la oficina de la Hokage. Genma y Raido se marcharon en vista de que ellos no eran los líderes de la misión, pero Seina acompañó a su maestro a falta de algo que hacer. No es como si tuviera prisa. Cuando llegaron estaba acabando de anochecer. Tsunade-sama parecía a punto de irse cuando su secretaria los hizo pasar.
—Justo ahora iba a irme —dijo ella, volviéndose a sentar—. Me alegra de veros. ¿Estatus de la misión?
—Ha sido todo un éxito.
—Bien. Esperaré tu informe completo mañana, pero de momento puedes hacerme un resumen.
Seina escuchó como Kakashi le contaba a su otra maestra todo lo que había sucedido. Desde los documentos que requisaron, los implicados, la constructora, los equipos de Kumo, la construcción de la base y como finalizaron el trabajo. En cuanto Tsunade-sama comprendió que no solamente habían conseguido evitar una confrontación directa e indirecta con Kumo sino que les habían robado la base bajo sus narices como si nada empezó a sonreír como una maníaca.
—¿Me estáis diciendo que ahora Konoha tiene una base secreta de la cual nadie sabe nada, incapaz de ser localizada y encima nos ha salido gratis a costa del dinero de Kumo?
—Resumiendo, sí.
—Os daré un plus por esto a todos.
—En realidad fue idea de Seina.
—Debí imaginármelo —sonrió la Hokage en su dirección con ojos brillantes de la aprobación—. ¡Oh, demonios! Me encantaría ver la cara de A cuando sus ninjas le digan que no se acuerdan de dónde construyeron la base.
Dejaron a la Hokage llorando de la risa, seguramente imaginando al Raikage, y se fueron a cobrar la misión. Con cada paso que daba acercándose a la casa más se acrecentaba la sensación de haber olvidado algo. Pensó en Sasuke y Naruto, pero no se le ocurrió nada. Pensó en sus amigos, pero tampoco se acordó. Lo tenía en la punta de la lengua. No sabía por qué, pero cuanto más pensaba, más se acordaba de las mochilas sin fondo que había fabricado.
—¿En qué estás pensando? —le cortó el hilo de los pensamientos Kakashi.
—Se me olvida algo. Algo relacionado con las mochilas.
—¿Con las mochilas que vas a darle a tus amigos? —ella asintió—. ¿Quizás se te olvide el regalo de Naruto y Sasuke? Después de todo, ellos ya tienen una de tus riñoneras.
—¡Pues claro! —exclamó ella como si le hubiera caído un rayo encima—. ¡El cumpleaños!
—¿De quién?
Seina le miró fijamente en el ojo, conectando momentáneamente sus mentes para mostrarle una imagen de Itachi.
—¿Hoy es su cumpleaños? No lo sabía —dijo Kakashi al darse cuenta de que el 9 de junio era el cumpleaños de Itachi.
Asintió. Seguro que Sasuke quería enviarle una carta a Itachi felicitándolo. Sería el primer felicidades desde que tenía 6 años. Hacía ya 7 años. Cuando llegaron a casa era noche cerrada. Sus hermanos estaban discutiendo mientras hacían la cena. Tal vez porque Naruto, aunque podía cocinar, solo era decente mientras que Sasuke era una pesadilla en la cocina.
—Te digo que Seina nunca lo hace así.
—¡Tú calla! ¡Alguien que cocina de forma aberrante no puede opinar!
—¿En serio me estás mandando callar, dobe? —gruñó Sasuke—. ¿Tú? ¿El que no es capaz de abrir una lata de tomate?
Kakashi y ella intercambiaron miradas al escucharlos pelear gracias a las ventanas abiertas.
—¿Es muy tarde para regresar al país de las Cascadas? —suspiró su maestro mientras abría la puerta.
Seina bufó una risa al escucharlo. Al escucharlo, Sasuke y Naruto se giraron.
—¡Nee-chan!
—Hn. Menos mal que estáis aquí. No soporto un día más a solas con Naruto.
—¡HEY!
—Calle, dobe. Sigue con tu lata.
Naruto lo fulminó con la mirada. Kakashi y ella se fueron a duchar dejando atrás a Naruto y Sasuke discutiendo. ¿Acabarían algún día de estos de cocinar? Suspiró de placer al meterse en la bañera. Un rato después salió de la bañera casi arrastrándose. Con el pijama puesto bajó las escaleras para ver qué estaban haciendo los demás. Afortunadamente, parecían haber dejado de pelear y estaban acabando la comida.
—Hoy es el cumpleaños de Itachi, ¿no? —preguntó ella.
Sasuke se quedó quieto un segundo mientras ponía los vasos. Luego asintió.
—He pensado en enviarle otra carta. No sabía cuándo vendrías, pero ya la tengo escrita.
—Genial. Se la puedo enviar ahora mismo, si quieres.
Le entregó la carta para que la enviara. Seina, aprovechando que estaban ocupados, escribió otra nota para Itachi. Era un simple felicidades, pero esperaba que Itachi supiera con eso que se acordaban de él. Envió a su paloma en su búsqueda, estuviera donde estuviera.
Al día siguiente, poco rato después de despertar notó algo inesperado. Itachi se había puesto el colgante que le regaló. Sorprendida, se dio cuenta de que estaba en algún lugar lejos en dirección sudoeste.
—¿Cómo os sentís en vuestra última semana de exámenes? —le preguntó Kakashi a sus hermanos.
—Bien.
—Con ganas de acabar.
—Si ni quiera habéis empezado —se rio ella—. ¿Qué tal con Matsuri?
—Hn.
—Lo que el teme quiere decir es que no es una mala ninja. No es lo mismo que estar contigo, pero sé que con ella aprobaremos —se encogió de hombros Naruto—. Su máximo objetivo es ser chunin para poder dar clases en la academia, así que tiene tantas ganas de ascender como nosotros.
Matsuri… Si mal no recordaba era una de las pocas personas que no dijo nada en contra, ni a favor, de Naruto y ella en la academia. Solo por eso no le caía mal, ni bien. Mientras no dejara tirados a Naruto y Sasuke durante el examen o los pusiera en peligro de algún modo, le daba absolutamente igual lo que hubiera hecho o dejado de hacer en la academia.
Cuando se estaba lavando los dientes, un toque en la puerta la sacó de sus pensamientos. Era Kakashi. Llevaba algo envuelto en las manos. De repente, se acordó del regalo que le prometió.
—¿Ese es el regalo del que me hablaste?
—Así es. Aquí tienes, aunque con algo de retraso. Felicidades Seina.
En cuanto abrió el papel se dio cuenta de que parecía un álbum. Pestañeó al darse cuenta de que solo podía ser un álbum de una cosa… Abrió la tapa viendo la primera fotografía. Era de su padre y su madre embarazada. Ambos estaban sonriendo mientras posaban en una de las barandas rojas del río. Su madre llevaba un largo vestido de tirantes de color azul cielo pastel con unas sandalias blancas y el cabello recogido en una coleta alta con un par de mechones enmarcando su rostro. Su padre, al contrario, vestía unos pantalones piratas negros y una camisa blanca de manga corta junto con sus sandalias ninja. Ambos estaban sonriendo, claramente paseando por la aldea en un día libre.
—¿De dónde las has sacado?
—He tenido que preguntar, pero he encontrado más fotografías de las que esperaba… Tus padres estarían orgullosos de ti por todo lo que has conseguido. De Naruto también —le dijo Kakashi, abrazándola contra su pecho mientras ambos miraban las imágenes—. ¿Sabías que Kushina era la mejor amiga de Mikoto, la madre de Sasuke?
Apuntó con el dedo a una mujer pálida de piel con ojos y cabello negro. Estaba igualmente embarazada como su madre, quizás algo más. Mikoto, la madre de Sasuke, era un calco a su hijo. También a Itachi. Estuvieron un rato más hablando de las fotografías, de la gente que salía en ellas y de cuándo se tomaron. Seina guardó el regalo en su riñonera, por si acaso, y se juró que se lo enseñaría a Naruto y Sasuke cuando regresaran de entrenar. Estaba segura de que les haría ilusión ver a sus madres juntas y felices, antes de que todo se fuera a la mierda.
Chapter 76
Notes:
Advertencia: secuestro, menciones de tortura, asesinato/muerte/suicidio.
Chapter Text
Como esperaba, Sasuke y Naruto se tomaron su tiempo en examinar las fotografías. Seina duplicó el álbum para Naruto y le dio unas copias de las fotografías de Mikoto a Sasuke. Kakashi, en cuanto vio los ojos llorosos de Naruto, se desvaneció de la casa para no tener que consolarlo.
Cuando llegó el último lunes antes de los exámenes de chunin, Naruto no cabía en sí de la excitación.
—¡La primera vez que vea Suna, nee-chan! —le dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Consideráis que estáis preparados para los exámenes?
—Por supuesto. De hecho, no tiene ni punto de comparación con la vez pasada —asintió Sasuke.
—¿Kakashi-sensei y tú vendréis a vernos en los combates finales?
—Kakashi seguro. Yo suplicaré a Shikaku que me envíe de misión a Suna —bufó una risa—. Es lo único que puedo hacer.
Escuchó como Naruto despotricaba contra el padre de Shikamaru mientras Sasuke se mordía el labio para no reír. Seina tenía la esperanza de que le hiciera ese pequeño favor. Total, solo era un día de combates. Hablando de eso…
—¿Sabéis ya quien os entrenará esta vez para vuestros combates?
—Según lo que tenemos entendido esta vez no nos entrenará Kakashi-sensei. Al parecer nos ha encontrado a 2 jonins distintos con los que entrenar.
Estuvieron hablando de los exámenes mientras caminaban hasta el campo de entrenamiento. Vieron como algunos ya estaban allí esperando. Seina llevaba varios días sin verlos, pero notó enseguida el ambiente excitado y nervioso que los rodeaba. Al contrario que el año pasado, ahora parecían poco temerosos de realizar el examen.
—¡Seinaaaa! —gritó Ino antes de abalanzarse sobre ella en un abrazo—. ¡Por poco creímos que no te veríamos antes de partir a Suna este sábado!
—Ni yo las tenía todas conmigo, la verdad —confesó ella—. Aunque al final acabamos antes de lo previsto. Por cierto, tengo vuestros regalos.
—¿En serio? —dijo Kiba con el rostro de un niño pequeño. Akamaru ladró y fue corriendo hasta su lado, poniéndole las patitas en las rodillas.
—Aww. Hola Akamaru —sonrió ella acariciándole su cabeza.
El ninken de Kiba saltó sobre ella, para su sorpresa. Seina lo cogió al vuelo, acunándolo entre sus brazos como un bebé. Al verlo, Kiba rodó los ojos y sacudió la cabeza.
—Mira que eres pesado, Akamaru.
—Déjalo. Mira que adorable es.
El perrito ladró moviendo la cola a mil por hora ante la mirada exasperada de Kiba. Ino y Tenten, no obstante, parecían tener cierta envidia al ver la monada entre sus brazos. Cambiando de tema de conversación, sacó las mochilas personalizadas de su riñonera.
—Sabes, siempre me he preguntado cómo has hecho eso de que el interior de tu mochila sea más grande de lo que realmente debería ser —le preguntó Chouji—. Imagina toda la comida que podría guardar yo ahí dentro sin tener que cargar con ella.
—Mira, ahora que lo dices —Seina le lanzó su bandolera de color rojo como el símbolo de su clan.
—¡No! —jadeó Ino al darse cuenta de lo que estaba diciendo—. ¿No me digas…?
—¿¡Son como tu riñonera!? —gritó Tenten con ojos brillantes.
Acabó de repartir las bandoleras, riñoneras y mochilas de distintos colores. Vio con bastante satisfacción, sentada entre sus hermanos, como los otros disfrutaban explorando su nuevo regalo y reían al darse cuenta de lo que podrían hacer con una como esas durante el examen.
—Son indestructibles, además, así que no se os romperán, ni aunque paréis un kunai con ella —les informó— Podéis meter todo lo que os de la gana, salvo algo vivo ya que moriría. Una vez la activéis solo vosotros podréis sacar algo de la mochila así que nadie podrá robaros.
—¿Y si necesitamos que un compañero coja algo? —preguntó Neji.
—Entonces, necesitaréis que quien queráis que tenga acceso done una gota de sangre en un sello en el interior. Mira, pásame tu maleta.
Les mostró como activarlas por primera vez y como dar permiso a otros para que pudieran usarla también. Estuvieron un rato intentando meter cosas cada vez más grandes. Al final, se dieron cuenta de que, aunque no pestañearan, podían meter una roca enorme dentro simplemente con poner la boca de la mochila sobre su superficie con intención de guardarla. Shikamaru, Shino y Neji parecían apunto de tener un aneurisma ante la imposibilidad de lo que estaban viendo, para la diversión de Naruto y, secretamente, Sasuke.
En lugar de entrenar duro repasaron algunas técnicas más sutiles para copiar, poner trampas, buscar o crear refugios, etc. Cuando terminaron todos se sintieron satisfechos, y listos, para el examen. Mientras caminaban hasta otro restaurante para tener la última comida antes del examen, Seina le estuvo explicando a sus amigos más académicos cómo funcionaba el “jutsu”.
El resto de la semana pasó como una exhalación. Kakashi estaba haciendo unas misiones en solitario de última hora para compensar el hecho de que iría con Sasuke, Naruto y Matsuri a Suna para estar con ellos. Luego de la semana de exámenes regresarían a Konoha donde sus hermanos empezarían de nuevo su entrenamiento en solitario durante unas 3 semanas. Matsuri dejaría de ser parte del equipo 7 de forma temporal y sería su jonin sensei el que se encargase de su entrenamiento para los combates finales. Eso quería decir que, si todo salía bien, a partir de la segunda semana de julio tanto Naruto y Sasuke como sus otros amigos genin sabrían si habían ascendido o no.
Seina preveía unas cuantas semanas a solas mientras entrenaban.
—Podrías aprovechar para estudiar algo de las 50 cosas que tienes apuntadas en tu diario —bostezó Kurama mientras escuchaba su diatriba interna—. Dios sabe que tienes cosas por hacer para no aburrirte.
—Tienes razón… Lo más importante es estudiar fuinjutsu, pero no tengo a nadie experto con quien consultar mis progresos. Como mucho puedo estudiar y memorizar los pergaminos que saqué de Uzushiogakure, pero no me atrevo a probar nada a solas que no sepa que ya han usado antes sin problemas. Lo último que quiero es tener un accidente.
—También tenías que investigar sobre las pociones médicas de tu mundo. Quizás podrías empezar por eso.
—Eso puede ser igual de peligroso que el fuinjutsu… No soy maestra en pociones así que preveo varias explosiones de calderos.
—Ugh… ¿Entonces qué demonios quieres hacer? —gruñó irritado—. ¿Y qué pasa con las cadenas de tu madre? ¿O también me vas a decir que es peligroso?
—Eso… es una buena idea. Tengo a Karin a mano a quien puedo preguntar dudas de ser necesario, y no tiene pinta de ser tan peligroso si entreno a solas.
—Por fin… Enana…
—¿Qué pasa? —preguntó ella con curiosidad al escuchar su tono dubitativo.
—Quiero que encuentres la forma de protegerme con tu magia.
—¿Qué? ¿Por qué lo dices?
—¿Acaso no recuerdas lo que viste en mis memorias? ¡El maldito Madara logró manipularme con su sharingan de mierda! Si ese bastardo ha logrado controlarme, ¿cómo sé que nadie podrá hacerlo de nuevo?
—Tienes razón —pensó ella sorprendida.
—Yo siempre tengo razón. Tu magia es inmune al genjutsu así que sé que funcionará para protegerme. Yo te doy mi chakra, tú me das tu magia y ambos peleamos juntos.
—Está bien. Empezaré entrenando las cadenas de adamantina y estudiaré como cubrirte con mi magia.
—Eso es fácil. Usa las cadenas para conectarnos. Las cadenas son un buen conductor de chakra, ¿por qué no ibas a poder pasarme tu magia de la misma forma si la cadena parte de ti?
—Eres un genio, Kurama, pero seguiré sin saber si funciona hasta que no pueda crear una cadena.
—Entonces ya sabes qué tienes que hacer.
Seina, con su nuevo objetivo en mente, estuvo más preparada para ver partir a su equipo el sábado. Los acompañó a la puerta principal, en el oeste, para decirles adiós. No podía creer que hubiera llegado el momento que habían estado esperando durante un año entero.
—Pasadlo bien —les dijo con algo de melancolía—, y no muráis.
—Un consejo de mierda —bufó una risa Sasuke—. Gracias Seina.
—Nos vemos pronto, nee-chan.
Naruto la abrazó fuerte, levantándola del suelo. Cuando la puso en el suelo, bajo la mirada divertida de Sasuke y Kakashi, sorbió las lágrimas dramáticamente. Seina evitó reírse en voz alta al ver el rostro triste y excitado de su hermano gemelo. Entonces, viendo que Sasuke no iba a iniciar un abrazó, se acercó a él y lo abrazó fuertemente, sintiendo como la rodeaba con sus brazos suavemente antes de posar su cabeza en su hombro.
Vio por encima del hombro de Sasuke la mirada atónita de Ino, Kiba, Tenten y Lee, quienes estaban hablando unos metros más allá. Lo soltó un minuto más tarde, viendo que era el momento de partir. Se despidió por último de Kakashi, quien sonreía ante la escena.
—Cuida de mis hermanos, Kakashi.
—Te lo prometo.
Seina alzó un puño y dejó que se lo chocará. No es como si pudiera abrazarlo a él también sin que nadie los mirara aún más extrañamente.
—¿Hermanos? ¿A qué te refieres? —le preguntó atónito Naruto. Ella le ignoró—. ¿A qué se refiere teme, Kaka-sensei?
Kakashi le ignoró también, sacando su último libro porno. Sasuke se metió las manos en los bolsillos como si nada.
—Seina también es mi hermana, dobe.
—¿¡EH!? ¡Dirás MI hermana!
—Eso he dicho: mi hermana. ¿Estás sordo o qué?
—¡Eso no es lo que quería decir y lo sabes!
—Hn.
Seina los vio irse mientras discutían por discutir, como siempre. Se quedó en la puerta de la aldea viendo sus espaldas, acompañada un segundo después por Shikamaru.
—Se me va a hacer raro —le confesó él—. No he pasado tanto tiempo sin ver a ninguno de ellos antes.
—Lo sé.
—Así que… Sasuke te considera su hermana. No me extraña. ¿Debería decirte “felicidades”?
—Vamos, Shika. Te invito a un desayuno.
Se alejaron de la puerta en dirección al centro. Tal y como había dicho Shikamaru, era extraño darse cuenta de la ausencia de todos sus amigos y sus hermanos, de Kakashi. La aldea se sentía un poco más triste sin ellos. Por suerte, Shikamaru y ella se tenían el uno al otro mientras durara. Estuvieron comiendo y hablando un rato, pasando el tiempo bajo el cálido sol de Konoha mientras extrañaban a sus equipos.
La siguiente semana no tuvo mucho rato en el que aburrirse o echar de menos a su equipo ya que fue llamada a una nueva misión. Esta vez en solitario.
—Tú misión es rescatar al hijo de un noble. Se llama Hakuseki Miyazawa. Tiene 5 años. Nos han facilitado una fotografía suya —le dijo Shikaku extendiéndole la imagen—. Según la información que nos han proporcionado al parecer han recibido una nota de chantaje. Aquí tienes, por si te sirve de algo.
Seina leyó la nota.
—Miyazawa, tenemos a tu hijo sano y salvo. Entréganos 10.000.000 de ryo y te lo devolveremos vivo. Tienes hasta el 23 de junio para reunir el dinero y dejarlo en una bolsa en el puente Tenchi, en las ruinas del monumento.
—¿Te importa si me la quedo? A lo mejor me sirve de algo.
—Quédatela. Debes rescatar al niño antes de la fecha prevista. Estas son las coordenadas en las que desapareció.
—¿Y los captores?
—La familia quiere que los elimines —la miró con ojos sombríos—. No importa quienes sean.
—Entendido.
Se marchó de allí guardándose la fotografía del niño y la nota de chantaje. Le parecía extraño que la familia no intentara averiguar quién era el culpable del secuestro de su hijo, y por qué. ¿Serían personas totalmente ajenas a la familia? O, tal vez, ¿familiares? La coletilla de Shikaku sobre que los eliminara, fueran quienes fueran, la hacía dudar. Tenía solo 4 días antes de la fecha límite así que se puso en marcha.
Salió por la puerta norte. En cuanto llegó a un claro apartado, lejos de miradas curiosas, invocó a su montura. A pesar de que tenía las coordenadas del último lugar en el que fue visto sabía que, si eran listos, estaría muy lejos de allí o escondidos en la misma ciudad. Así pues, para evitar contratiempos, usó de buenas a primeras su hechizo localizador.
Durante horas voló en dirección desconocida. A medida que se iba acercando más a la frontera con el país de la Hierba se dio cuenta de que a lo mejor eran más idiotas de lo que creía. ¿Por qué esconder a un niño al que has secuestrado cerca del lugar que has dado como punto de intercambio de tu chantaje? Atardecía cuando encontró finalmente la ubicación del crío. Parecía estar secuestrado en una casa a las afueras de una pequeña aldea a 10 minutos corriendo de las ruinas de Tenchi.
Aprovechó la creciente oscuridad para bajarse de su montura en un árbol lo más cerca posible de la casa. Observó los guardias armados con lanzas y armaduras metálicas rodear todo el perímetro. Había también varia gente en el tejado y algunos en las ventanas. Fuera quien fuera el propietario de la casa de 3 plantas que tenía delante de sí no era cualquier muerto de hambre.
Notó movimiento en la planta baja. Empezaron a encender lámparas de aceite y los sirvientes corrían de allí para allá con lo que parecían ser platos y comida. Bajo su brazalete de invisibilidad contempló con sorpresa como aparecía un ninja de Kusagakure, mirando a los alrededores con atención. ¿Kusagakure estaba implicada en el secuestro? Que Seina supiera Kusa tenía una alianza con Konoha. ¿Por qué arriesgarse a romper la alianza por secuestrar a un crío? Ahora Seina se encontraba en una encrucijada porque su misión era rescatar a Hakuseki y matar a sus captores. Fueran quien fueran.
Otra opción sería matar a todos los captores y personas implicadas y dejar a los ninjas vivos. Habrían fallado su misión, pero no tendrían ninguna necesidad de volver a secuestrar a Hakuseki porque su cliente estaría muerto.
—¿En serio vas a dejarlos vivos? Estos tipos han traicionado vuestra alianza. Merecen un castigo.
—¿Y qué quieres que haga, Kurama? Siguen siendo nuestros aliados. No puedo desmontarla YO sola sin el consentimiento de la Hokage.
—Si no los castigas de alguna forma creerán que Konoha es débil, que pueden hacer lo que quieran sin repercusiones porque sois aliados. Lo que deberías hacer es matarlos sin que tengan pruebas de que detrás de su asesinato está Konoha.
—En cuanto Hakuseki vuelva con su familia sano y salvo sabrán que hemos sido nosotros.
—Así es. Sabrán que sus acciones han sido castigadas, y aun así no tendrán pruebas para terminar vuestra alianza.
Seina meditó profundamente las palabras de Kurama. De hecho, su primera idea había sido matarlos, pero el tema de la alianza la frenó en seco. Lo cierto es que Kurama tenía razón. Dejarlos irse sin más, sin castigo, mostraría debilidad de Konoha contra Kusa. Sabía que las aldeas grandes tenían el prestigio que tenían por sus acciones. Las grandes naciones eran “intocables” en gran parte porque eran infames. Cualquier podría atacar Konoha, pero todos sabían que Konoha tomaría represalias en cuanto pudiera y siempre que lo había hecho había arrasado a los ejércitos extranjeros hasta tal punto de que décadas después seguían mirando a Konoha con nerviosismo y rencor a pesar de no ser la potencia militar más grande.
No tenían el mayor ejército, al contrario que Kumo, pero sí tenían el mayor número de ninjas con kekkei genkai distintas. Los Hyuga, Uchiha, Aburame, Nara, Yamanaka, Uzumaki, Inuzuka, Kurama, Akimichi, Senju, etc etc. Era muy difícil luchar contra un país entero de ninjas con ventajas genéticas. Un solo Uchiha era capaz de poner bajo su genjtusu a un pelotón entero de enemigos. Si a eso le sumaban todos los otros clanes…
No. No podía dejar a esos ninjas de Kusa vivos. Tampoco es que le importara mucho ya que tenía que seguir mostrando fortaleza mientras representaba a la aldea. Mientras Konoha fuera poderosa, menos gente amenazaría a su familia. Eso, en realidad, era lo único que le importaba.
Montó su tienda de campaña en un lugar seguro, dejó a un par de clones allí para que cuidaran del niño una vez lo rescatara y esperó a que cayera totalmente la noche para pasar desapercibida delante de todos los civiles. No fue sino hasta que la familia se dirigió al gran comedor a comer que escuchó algo de provecho.
—Te dije que no lo hicieras —susurró la voz de una mujer.
—¿Qué podía hacer sino?
—¡Al menos podrías haberlo dejado todo en manos de los ninjas en lugar de intervenir tú!
—Tranquilízate. Ahora están aquí protegiéndonos, ¿no?
—Si crees que no lograrán dar con él eres más estúpido de lo que creía.
—Cuidado con cómo me hablas, mujer —siseó el hombre—. Esto lo estoy haciendo por nuestra familia.
—No. Lo estás haciendo por ti.
La conversación se zanjó. Se hizo un silencio tenso que fue capaz de percibir incluso desde fuera de la casa. A pesar de no verlos, comprendió que debían ser una pareja o matrimonio discutiendo sobre el secuestro. Por lo que escuchó, Kusa no parecía haber secuestrado al niño sino el civil. Los ninjas solo los estaban protegiendo ante la cagada del hombre al secuestrar y enviar una nota tan felizmente. Menudo inútil. Incluso había dado una localidad cercana a su casa para el intercambio.
Horas más tarde, cuando todos dormían salvo uno de los ninjas y un regimiento de guardias civiles, se acercó a la casa. Entró por una ventana abierta de alguien del servicio, en el ala este. Miró a la mujer dormir con ojos calculadores. Los sirvientes se dedicaban a obedecer las órdenes de su jefe, pero seguían siendo personas con voluntad propia y generalmente sabían más de lo que sus “amos” creían. No le extrañaba. Muchas veces eran tratados como seres invisibles, a pesar de que oían y se enteraban de todo lo que sucedía en la casa.
Muy a su pesar, la mató con un avada kedravra. Tardó bien poco en eliminar a todos los sirvientes ya que todos estaban durmiendo y ninguno se dio cuenta de su presencia. Como usó su magia y nadie gritó al morir, los ninjas no se enteraron de que se había infiltrado dentro de la casa. Unos 20 minutos después no había nadie vivo en el ala de los sirvientes.
Usó a una de sus invocaciones para observar la casa, viendo como había un ninja dormitando frente a la puerta de los propietarios y otro junto a su ventana abierta. El que estaba despierto estaba vigilando las entradas periódicamente. Tuvo que usar el hechizo localizador para distinguir una entrada secreta en la biblioteca privada de la casa. En lugar de abrirla envió a una de sus criaturas para examinar el lugar en busca de posibles trampas.
Vio a través de sus ojos un angosto y empinado pasillo totalmente oscuro. El final del túnel se bifurcaba en 2. Una celda estaba vacía mientras que en la otra se encontraba el niño secuestrado durmiendo sobre un finísimo colchón en el suelo. Las paredes, de piedra, carecían de ventanas. La única entrada era una puerta metálica, blindada, con una pequeña puerta con candado por el cual, seguramente, le pasaban la comida. Contempló con asco los cubos que le habían dado al prisionero para hacer sus necesidades. Uno lleno de un poco de orina y el otro para las heces.
Por suerte, parecía que le cambiaban regularmente los cubos. Seguramente uno de los sirvientes. Había hecho bien de matarlos a todos. Sobre todo, viendo las cadenas que rodeaban al niño y que lo ataban a una de las paredes.
Se teletransportó con el hiraishin a la celda. El niño ni se dio cuenta de que no estaba solo. A pesar de estar pálido, amoratado y delgado, seguía durmiendo profundamente. Lo silenció con un hechizo y abrió sus cadenas con un alohomora. Un hiraishin después y el niño desapareció de allí como por arte de magia. Regresó al ala de los sirvientes para reagruparse. Con el niño fuera podía actuar más holgadamente.
Reptó por la pared ocultando su chakra con su magia. El ninja sentado en el tejado frente a la ventana de su cliente ni se dio cuenta de que estaba allí. Primero lo petrificó con un hechizo incoloro, para que no pudiera moverse en cuanto viera el resplandor verde de su maldición.
—Petrificus totalus. Avada kedavra.
Desvaneció el cristal de la ventana sin hacer ruido. Tardó exactamente 5 segundos en caminar despacio hasta el lecho matrimonial. La mujer, curiosamente, se dio la vuelta en ese momento. Quizás era más perceptiva que su marido y los ninjas de Kusagakure, quizás no podía dormir… Fuera como fuera, abrió los ojos en la oscuridad y miró delante de sí, en su dirección, como si pudiera anticiparse a lo que iba a pasar. En cuanto sus ojos fueron a parar a la ventana por la cual había entrado pestañeó. Observó con curiosidad como el cerebro de su víctima se esforzaba por despertarse al darse cuenta de que algo sucedía y no era capaz de saber el qué.
Vio el segundo en el que la mujer se dio cuenta de que no había cristal. Abrió la boca para gritar, pero Seina fue más rápida. El destello de luz verde iluminó momentáneamente la habitación. La puerta se abrió de golpe y entró el ninja que se suponía que debía protegerlos y que había estado descansando tras el marco de su puerta.
Dio un vistazo a la habitación. Primero a los clientes, que parecían dormidos, luego a la habitación, luego en dirección a la ventana donde estaba su compañero.
—Petrificus totalus.
El ninja cayó al suelo con expresión preocupada. Tardó otros 5 segundos en matar a las únicas personas vivas restantes de la habitación. Esperó a que el sonido del cuerpo caer al suelo llamara la atención del último ninja. Apareció como una exhalación escaleras arriba. Seina lo estuvo esperando encima del marco de la puerta.
—Imperio.
El ninja desconocido paró en seco. Intentó batallar contra ella sin éxito. No solamente no sabía lo que estaba pasando, sino que era mucho más débil que ella mentalmente.
—Mata a los civiles que protegen esta casa. No dejes a ninguno vivo. Luego suicídate.
Se dio la vuelta como si nada, con un kunai en la mano. Seina apenas tuvo tiempo de salir por la ventana y subir al tejado que los gritos empezaron a llegarle a sus oídos. Eran casi 40 guerreros con lanzas, pero ninguno fue suficiente para acabar con un ninja que se movía más rápido de lo que sus ojos podían ver. Cayeron como moscas en pocos minutos. Observó finalmente como el último ninja se llevaba el kunai al cuello y se lo cortaba él mismo, impulsado por su orden.
Montada en un árbol comprobó con el hechizo de auras que todos estaban muertos. Cuando no vio ningún aura en 30 metros a la redonda, se fue hacia la tienda de campaña. Sus clones habían sedado al niño y le habían tratado las heridas. Le habían cambiado las ropas sucias y lavado con una esponja, por lo visto.
Tenía que entregarlo a sus padres en Konoha así que simplemente lo cogió en brazos y usó el hiraishin para regresar sin peligro alguno a la aldea.
—Ha sido rápido —comentó el ninja del registro al verla volver.
—Los que le secuestraron eran francamente idiotas —dijo ella. Cargó el niño sobre su hombro mientras se registraba con la otra mano.
El chunin bufó una risa antes de dejarla entrar a la aldea. Se alzó deprisa sobre los tejados, sabiendo que los padres estarían muy preocupados por recuperar a su hijo, y fue al departamento de misiones. Sostuvo al hijo tan solo 5 minutos cuando ambos padres entraron como un vendaval por la puerta. La madre lloraba copiosamente, y parecía haber estado llorando durante horas. El padre, por otro lado, pareció desinflarse del alivio al ver a su hijo vivo. Incluso él tenía los ojos rojos de haber derramado lágrimas en soledad.
—¿Por qué no despierta? —preguntó al aire la señora.
—Le administré un somnífero para que no se despertara en medio de… su rescate. Despertará dentro de un par de horas.
—¿Están todos muertos? —preguntó directamente el hombre, casi con malicia. Ella asintió—. Bien.
—Muchísimas gracias, shinobi-san. Estamos en deuda con Konoha.
Sus clientes se marcharon, seguramente en dirección al hospital, y ella cobró su paga. Se marchó a su casa a descansar.
Chapter 77
Notes:
Advertencia: ninguna.
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Cuando salió el viernes del hospital, donde ahora además de regenerar miembros y órganos ayudaba en operaciones complejas, se dio cuenta de que Sasuke y Naruto deberían estar a punto de acabar su prueba en el desierto. Solo un par de días más y regresarían a casa.
Esa tarde fue en busca de Karin para seguir entrenando sus cadenas de adamantina.
—Intenta empujar tu chakra fuera de un punto de tu cuerpo en forma de cadena. Concéntrate en una sola. Ya verás como cuesta dominarla.
Seina le hizo caso. Cerró los ojos mientras imaginaba una cadena en su mano derecha. Impulsó su chakra hacia su mano, tal y como hacía con los ninjutsus al impulsar el chakra hacia su boca. De repente, sintió algo muy extraño. Era como si pudiera notar la cadena salir de su brazo, del tenketsu que tenía en la mano. Abrió los ojos al ver como Karin se lanzaba hacia otro lado con un grito, esquivando su cadena que salía despedida a toda velocidad.
—¡Wow! ¡Lo has conseguido!
Sonrió al ver la cadena de tamaño mediano, idéntica a la de su imaginación. Era dorada, reluciente, con un patrón trenzado similar al de un colgante. La punta, no obstante, acababa en una hoja triangular afilada, de doble filo, con un pico similar al de un kunai. Toda ella brillaba envuelta en chakra.
—Increíble —dijo ella al ver su nueva creación—. Aunque es difícil de controlar. Si no me concentro en ella noto como desaparecerá.
—Eso me pasa constantemente. Es la falta de práctica.
—Prueba a usar nuestros chakras combinados.
Desvaneció su cadena. Siempre sentía curiosidad sobre lo que pasaría de usar el chakra de Kurama para según qué cosas así que no se lo pensó dos veces. Moldeó a partes iguales ambos chakras y volvió a llamar la cadena en su mano derecha. Karin jadeó al percibir la diferencia al instante debido a sus habilidades. Seina, mientras tanto, examinó la nueva cadena. Era de color ámbar y brillaba refulgente con el poder de un bijuu.
La envió al árbol más cercano. La cadena se abalanzó tan rápido sobre su diana que apenas lo vio. El árbol se hizo trizas cuando la cadena de adamantina lo golpeó como un látigo. El siguiente árbol, al que apuñaló con la cadena, explotó.
—Wow —exclamó ella totalmente encantada. Notó la excitación de Kurama al ver la destrucción de sus poderes combinados.
—Nunca he visto mis cadenas hacer algo similar —dijo Karin mirando el árbol hecho serrín—. Mis cadenas cortan, las tuyas destruyen.
—Debe ser el chakra de Kurama.
—Deberías intentar probarlas también como defensa.
Así fue como Seina pasó la tarde entera con Karin, probando las cadenas. Cuando las usaba sin el chakra de Kurama las cadenas se asemejaban más a las de Karin. Eran más… dóciles, menos maliciosas. Podía cortar un árbol de la misma forma, pero no hacerlos explotar de manera tan violenta. Probó a invocarlas en otra parte de su cuerpo. Lo más fácil era el estómago, la espalda y las manos. No sabía por qué. ¿Quizás por qué los ninjas moldeaban el chakra en el estómago y estaban más acostumbrados a usar los tenketsu de las manos?
Atacar con las cadenas era también mucho más fácil que defenderse con ellas. Era como lanzar un kunai. Protegerse con las cadenas era como intentar parar un shuriken con un nuevo brazo. Extraño. Necesitaría práctica para usar una sola cadena. No imaginaba cómo sería usar más de una.
—Estoy molida —se quejó ella horas más tarde—. Creo que me voy a ir a casa a descansar.
—No me extraña. Te has pasado las últimas 5 horas entrenando —sacudió la cabeza Karin—. Por cierto, pasado mañana vuelve tu equipo de Suna, ¿no?
—Sí. Estoy deseando saber cómo les ha ido.
—¿Crees que algún día de estos podríamos intentar… quedar de nuevo? Prometo comportarme delante de Naruto y Sasuke.
—Claro. De hecho, podrías acompañarme a la puerta de entrada para recibirlos, si quieres. Así podría presentarte a mis amigos.
—¿En serio?
—Claro —reiteró—. Ya lo había pensado antes, pero estaba buscando una situación que no te resultara muy incómoda.
—¡Me gustaría acompañarte a la entrada!
—Está bien.
Tal y como había prometido, Karin la acompañó el domingo a la entrada de la aldea. Allí se encontró a Shikamaru esperando perezosamente apoyado contra un árbol. Las vio venir de lejos con algo de curiosidad.
—Shikamaru, te presento a mi prima lejana, Karin Uzumaki.
—Encantada de conocerte —le dijo ella con una pequeña reverencia—. Seina me ha hablado mucho de todos vosotros.
—Me alegra que Seina y Naruto hayan encontrado a alguien más de su familia.
—¿Cuánto llevas aquí?
—Unos minutos solo. Imagino que vendrán antes de que se ponga el sol.
Estuvieron esperando más tiempo del previsto mientras hablaban del pasado de Karin. Bueno, el pasado no confidencial de Karin. Shikamaru, que no era tonto, sabía que algo estaban ocultando. Aun así, era suficientemente empático como para no preguntar con Karin allí presente. Sabía que tarde o temprano la avasallaría a preguntas para saciar su curiosidad.
—Entonces, ¿te gusta Konoha? —preguntó finalmente Shikamaru.
—Sí. Muchísimo más que Kusa.
—¡Mirad! ¡Ahí vienen! —dijo ella al verlos aparecer por el horizonte.
Karin y Shikamaru se giraron a mirar al oeste. Los vieron acercarse en silencio, escuchando como las risas se acercaban a medida que caminaban en dirección a la aldea. En cuanto se giraron a mirar las puertas, los vieron allí parados.
—¡Nee-chan! —gritó Naruto.
Echó a correr ante la mirada divertida de los allí presentes. Kakashi ni intentó detenerlo. Seina esperó con una sonrisa en la línea de entrada. Tuvo que contrarrestar el impulso de su hermano cuando se abalanzó sobre ella.
—¡Conseguimos pasar la primera y segunda ronda, Seina-nee!
—Sabía que lo lograríais.
—¡Hola Karin!
—Felicidades, Naruto.
Shikamaru chasqueó la lengua justo al mismo tiempo en que aparecían los otros genins. Para no hacer un bulto en la entrada, los hicieron pasar y caminar aldea adentro. Sasuke, quien llegó por fin a su lado, sonrió en su dirección una pequeña sonrisa. Luego, al ver a Karin, pareció algo incómodo, pero al escuchar cómo solo lo felicitaba sinceramente se relajó.
—Karin, te presento a nuestros amigos —dijo ella, al ver como todos observaban a su prima lejana—. El equipo de Shikamaru, Ino y Chouji. Hinata, Kiba y Shino son otro equipo y luego está el equipo de Neji, Tenten y Lee.
—¡Encantada de conocerte, Karin! —exclamó Lee enviándole un pulgar hacia arriba.
—¡Por fin otra chica! —dijo Ino. Tenten asintió fervientemente—. Necesitamos compensar nuestro número.
Los otros saludaron a Karin como si nada. Al ver como la aceptaban sin problemas Karin perdió los nervios y empezó a hablar con Ino, Tenten y Kiba. Como sabía que iba a suceder. Mientras tanto, Sasuke, Naruto, Chouji e Hinata estuvieron contándole, a Shikamaru y a ella, su experiencia en el desierto infernal de Suna.
—Habría sido mucho más difícil de no ser porque teníamos tu regalo —le aseguró Chouji—. Me llevé un montón de comida y agua, sobre todo agua.
—Chouji tiene razón —asintió Hinata—. Gracias a ti no tuvimos que pasar horas en busca de agua en medio del desierto.
—Yo solo me llevé como 20 botellas de 2 litros —le dijo Chouji a Hinata—. ¡Y me las acabé todas!
—No me extraña. Hacía un calor horrible —le confesó Sasuke. Luego le dijo mentalmente, mirándola—. Y eso que llevaba la ropa encantada que me diste.
—¿Y tú que has hecho, nee-chan?
—Una misión de rescate, trabajar en el hospital, investigar algunas cosas que dejé apartadas… —se encogió de hombros—. Ah, y entrenar con las cadenas.
—¿Con cadenas? —la voz de Neji apareció por su espalda.
—Cadenas de adamantina —puntualizó.
Hinata jadeó al escucharlo mientras que Neji pareció sorprendido. Chouji, por otro lado, parecía no saber de qué estaba hablando.
—¡Son las cadenas que usaba el clan Uzumaki!
—Exacto. De momento solo he invocado una, pero seguiré entrenando.
Estuvieron hablando un rato más antes de despedirse cada uno por su lado. Todos estaban cansados del examen y del viaje así que prometieron verse otro día más rato. Seina, sin embargo, dudaba mucho que se reunieran en las siguientes semanas. En cuanto se recuperaran del cansancio empezarían a entrenar las 3 siguientes semanas antes de regresar a Suna a por el combate final.
Cuando llegaron a casa, dejando atrás a Kakashi para que hablara con los otros jonin sensei, Naruto y Sasuke le contaron algo que no habían osado decir en público.
—Tenemos que contarte algo que hemos visto en el examen de chunin —empezó Sasuke sentándose en el sofá.
—Quizás es mejor que lo veas por ti misma.
Ambos le abrieron el vínculo al máximo y le mostraron la serie de memorias. Vio el trayecto de ida, su visita por la aldea, el examen escrito, la ronda preliminar, el encuentro con el equipo 10 y las palabras de Ino sobre una chiflada de cabello gris verdoso con ojos naranjas que mató con un kunai a un escorpión gigante por diversión… En cuanto escuchó esas palabras supo de quién estaba hablando. Con esa descripción, y tan joven, solo podía estar hablando de Fu, la jinchuriki de Chomei. Sasuke, y luego Naruto, habían pensado lo mismo gracias a haber visto su memoria de cuando la conoció en Takigakure. Aun así, no la vieron en persona hasta días después del inicio de la prueba en el desierto infernal.
Seina contempló con curiosidad y atención una de las peleas de su equipo. Al parecer, habían escuchado gritos desde lejos y se habían topado con el equipo de Neji, quien vio con el byakugan algo extraño a la lejanía. Lo que les había llamado la atención a todos fue un combate entre Gaara, Fu y un tipo desconocido con banda ninja de Suna que intentaba extraerle a Shukaku. Observó cómo lo derrotaban entre todos con una sensación extraña en su pecho.
—De haberlo conseguido, tu amigo estaría muerto —comentó Kurama con tono severo.
Por suerte, el tipo había sido capturado y nadie había resultado herido. Sabía que acabaría siendo interrogado y, quizás, ejecutado. Lo que la preocupaba era que su hermano había estado allí presente, y él también era un jinchuriki. Hasta ahora no se había planteado que alguien intentara extraer sus bijuus. Que ella supiera, la última vez que alguien lo intentó fue con su madre en la noche de su nacimiento. Habían pasado casi 13 años así que podría decirse que era algo fuera de lo común.
—El hecho de que un genin cualquiera lo haya intentado tan osadamente en su propia aldea es preocupante… Si es que realmente es un genin.
—Tienes razón. Está claro que no ha actuado solo.
Sasuke y Naruto acabaron de mostrarle sus memorias hasta que salieron de Suna.
—¿Y bien? ¿Qué crees? —preguntó Sasuke.
—Que es preocupante, obviamente. Justamente cuando Gaara está consiguiendo llevarse mejor con el Shukaku, quien ya no da problemas, alguien intenta extraérselo. ¿Por qué?
Naruto pestañeó con rostro sorprendido. Sasuke y él intercambiaron miradas.
—Tienes razón. No se me había ocurrido pensarlo de esa forma.
Estuvieron hablando un rato más del examen de chunin y de su entrenamiento con las cadenas, que era lo único nuevo que podía contarles que no supieran ya. Escuchó la puerta abrirse. Kakashi entró por la puerta cerrando su libro porno al mismo tiempo.
—Bueno chicos. Ya he conseguido a alguien para que os entrene individualmente —sonrió al aparecer por el marco de la puerta.
—¿¡En serio!? ¿De quién se trata?
—A ti, Naruto, te entrenará Yugao y a ti Sasuke te entrenará Anko.
—¿Anko? ¿La loca del kunai? —preguntó con el rostro un poco pálido.
Seina y Naruto ahogaron una risa al ver su preocupación. Kakashi alzó una ceja ante el nuevo mote de Anko.
—¿La loca del kunai?
—En el anterior examen a chunin amenazó a alguien y luego chupó un kunai como una psicópata —sonrió ella de oreja a oreja—. Estoy deseando ver qué le enseña a Sasuke.
Kakashi bufó una risa al escuchar tal absurda explicación. Se sentó en el sofá después de coger algo de beber para poder seguir hablando con ellos de su entrenamiento.
—Anko puede ser un poco… cuestionable, ¿qué ninja no lo es?, pero te enseñará muchas cosas. Ya lo verás. Necesitas a rivales distintos a los que estáis acostumbrados para mejorar. Naruto no ha peleado nunca con una experta en kenjutsu e infiltraciones como Yugao mientras que, a ti, Sasuke, te irá bien pelear con alguien impredecible para forzar tus límites con el sharingan.
—Hn. Está bien.
—¿Cuándo empezamos? —preguntó frotándose las manos Naruto.
—Pasado mañana, el martes. Tomaos lo que queda de día de descanso, así como mañana. De nada sirve empezar un entrenamiento nuevo estresado.
Así fue como, para desestresarse, acabaron jugando a un juego de mesa discutiendo sobre quién hacía trampas. ¡Cómo si no hicieran todos trampas! Seina se fue a dormir con una sonrisa en el rostro después de haber pasado toda la tarde con su familia.
Al día siguiente, como nadie tenía nada que hacer, salvo Kakashi quien tenía que arreglar los papeles de Yugao y Anko para que no tuvieran misiones las 3 siguientes semanas, pasaron la mañana en la piscina. Conjuró una red para jugar a vóleibol a petición de Naruto, quien los retó a ambos para un partido 2 vs 1.
—¡Ah! ¡No hace falta que la tires con tanta potencia!
—¡Un punto más para el equipo ganador! —exclamó ella chocando las 5 con Sasuke, ambos sonrientes—. ¿No decías que podrías ganarnos aun estando solo?
—¡Siempre que no uses tu fuerza bruta! —gritó Naruto—. Os vais a cagar. Kage bunshin no jutsu.
Sasuke y Seina se partieron de risa al ver el clon de Naruto aparecer de la nada para ayudarlo a ganar. La férrea pelea por alzarse como el ganador de vóleibol continuó unas horas hasta que fueron descubiertos por Kakashi.
—¿Quién se supone que va ganando? —preguntó su voz de la nada.
Los estaba observando desde lo alto del tejado, con su libro en la mano. Naruto hizo un puchero y no dijo nada porque, aun con su clon, seguía perdiendo estrepitosamente ante el sharingan de Sasuke y su fuerza bruta aumentada con chakra. Sasuke predecía donde iba a caer, con su vínculo abierto lo veía ella también y remataba con tanta fuerza que Naruto solo podía esquivar la pelota la mayoría de las veces a no ser que quisiera partirse los brazos o desvanecer a su clon del impacto.
—¿Cómo voy a ganar contra estos dos tramposos? —masculló en voz baja para sus adentros.
Empezaron a reírse en su cara nuevamente. Horas más tarde, cuando estaban ya totalmente arrugados, salieron de la piscina para comer algo. Seina podía escuchar a su estómago rugir del hambre mientras preparaban una barbacoa improvisada en el jardín trasero. Para la estupefacción de todos, Sasuke decidió encargarse de hacer la carne, y resultó ser comestible. Tampoco es que tuviera que hacer mucha cosa salvo dar vuelta y vuelta a los trozos de carne que ella había sazonado, pero por algo se empezaba.
—Ya mismo cocinarás tú solo, Sasuke —dijo ella.
—…
Vio los rostros pálidos, y algo verdes, de Kakashi y Naruto y tuvo que apartar la mirada para no empezar a reír de nuevo. Sasuke hizo ver que no los había visto, con las pinzas en la mano, muy concentrado en la barbacoa conjurada.
—Debo reconocer que no está malo —confesó Kakashi cuando se pusieron a comer en el jardín.
—Hn.
—Es la primera vez que cocinas algo decente, teme.
—…
Sasuke le envió una mirada asesina mientras se comía su trozo de carne.
—No me puedo creer que estéis a 3 semanas de ascender —sonrió ella.
—¡Ya mismo podremos hacer misiones contigo, nee-chan!
—Eso si a Tsunade-sama o a Shikaku-sama les da por poneros juntos —interrumpió Kakashi. Observó cómo Naruto se desinflaba y Sasuke fruncía el ceño—, pero es muy probable que hagáis alguna que otra misión juntos.
—¿Solo algunas?
—Seina es jonin. Lleva sin hacer misiones de rango B más de medio año —se encogió de hombros su maestro—. Al principio haréis misiones de rango B así que dudo mucho que os pongan juntos, pero en las misiones de rango A puede ser que forméis equipo.
—¿Durante cuánto tiempo estaremos haciendo misiones de rango B? —preguntó Sasuke con fastidio.
—Diría que poco tiempo. Como ya os dije, a pesar de ser genins, desde hace meses que tenéis las cualidades de un chunin. Habéis estado haciendo misiones de rango C y alguna de rango B. Cosa insólita para un genin. Tsunade-sama es inteligente. No desperdiciará vuestro talento mucho tiempo más en misiones de bajo rango.
—¿Y crees que los pondrá conmigo?
—Sí. Recordad que este equipo, el equipo 7, tiene una especialización como la del equipo 10 u 8. Vuestra especialización es vuestra adaptabilidad. Sois el equipo más versátil de todos cuando estáis juntos: podéis rastrear, combatir, interrogar, infiltraros, asesinar y curar. Tsunade-sama os acabará uniendo de nuevo, ya lo veréis.
—Cosas que Seina puede hacer sola —le recordó Sasuke—. ¿Por qué iban a ponernos juntos cuando una persona es capaz de hacerlo todo?
—Porque pocas misiones son en solitario. Quien se está aprovechando del rango, y de las habilidades, de Seina para que las misiones de equipo las realice en solitario es el comandante jonin. Mirad anbu. Nunca, y no hay excepciones, son misiones en solitario. Siempre se realizan en escuadrón de 4.
—¿Por qué dices que se está aprovechando? —preguntó ella con curiosidad.
—Porque sabe que con tus poderes y habilidades no corres peligro realizando según que misiones en solitario. Así Konoha evita tener que pagar el sueldo de un escuadrón de 4 ninjas ya que solo te pagan a ti. Eso significa que el dinero de los 3 ninjas restantes que no están de misión contigo puede servir para aceptar otra misión distinta. Lo que significa que usarte como ninja es cómo usar un 3x1 donde Konoha siempre sale ganando.
—Hmmm… Nunca lo había pensado así.
—Solo he necesitado un par de horas para enterarme de tu misión de rescate —dijo Kakashi—. ¿Sabías que una misión así, de no ser por tus poderes, debería hacerla un equipo de 4? Quizás algún jonin muy experimentado la podría haber llevado a cabo de algún modo, pero tú rescataste a tu cliente en menos de un día. Sin tener que despertarlo tan siquiera.
—¿Cómo te has enterado? —suspiró ella.
—Los chunins del departamento de misiones. Uno era colega de Anko.
—Ugh. Ninjas cotillas.
—Es parte de ser ninja —dijo sin mostrarse nada culpable—. Como si tu no hicieras lo mismo.
Seina bufó una risa. Era cierto. Llevaba espiando a la gente desde que pudo usar su magia de nuevo en este mundo. No tenía donde agarrarse para reprocharle a los demás que no espiaran conversaciones ajenas o husmearan información. De hecho, estaba segura de que fue Anko quien le proporcionó la información sin que Kakashi lo hubiera pedido. Tenía pinta de cotilla, a pesar de su aspecto de psicópata.
El resto del día pasó relajadamente. Estuvieron los 4 en casa sin ser llamados a misiones ni nada parecido así que aprovecharon para hablar lo máximo posible antes de que Naruto y Sasuke empezaran su nuevo entrenamiento.
Cuando llegó el miércoles, Seina no tuvo tiempo de despedirse de ellos porque fue llamada a otra misión. Pensó que era otra de sus misiones en solitario, pero cuando llegó a la oficina de la Hokage se encontró con que era la última en llegar. Allí encontró a un montón de gente: Kakashi, Yamato, Hayate, Shikaku, Shizune, la Hokage y hasta un cerdo.
Alzó una ceja en dirección al cerdo con chaleco rosa y collar de perlas. Llevaba mucho tiempo sin verlo.
—Ni caso. Por fin llegas —le dijo la Hokage.
—Acabo de enterarme.
—Como sea —movió una mano desinteresadamente—. Estáis aquí para una nueva misión. Una confidencial. Todos vosotros sois fieles a Konoha así que se os ha encomendado encontrar las bases espía de nuestros enemigos en el país del Fuego y… tomarlas.
—¿Tomarlas? —preguntó Hayate con un atisbo de sorpresa.
—Sí. Esto tiene que ver con la anterior misión de Kakashi y Seina. Fueron al país de las Aguas Termales a detener la construcción ilegal de una base de Kumo —le explicó a Hayate y Yamato—. Gracias al ingenio, y los poderes, de Seina en lugar de destruirla y atacar frontalmente a los ninjas de Kumo esperaron a que acaban la construcción para eliminar a los pocos enemigos que se quedaron atrás y… esconder la base.
—Antes de que preguntéis —se adelantó Shikaku, ahogando un claro suspiro—. Seina es capaz de esconder cualquier cosa con sus poderes. Cuando lo hace, solo ella puede desvelar la localización de lo que está escondido. No importa cuánto se intente localizar. Todo rastro de lo que está escondido se desvanece.
—Exacto. Eso quiere decir que ahora Konoha tiene una nueva base en el país de las Aguas Termales gracias a Kumo, y nadie, salvo nosotros, sabe dónde está.
Seina sintió la mirada de Hayate, Yamato, y de los anbus escondidos, en su cara. Tuvo que hacer un esfuerzo por no pestañear ante la sensación de ser observada.
—Una vez sabido esto… Quiero que peinéis todo el país del Fuego en busca de bases enemigas. Todas y cada una de ellas. Eliminad a los ninjas que residan en ellas, tomad el control de la base. Entonces, Seina —la miró su maestra fijamente—, quiero que escondas su ubicación. Tenéis unas 3 semanas para completar la misión. Después regresaréis para descansar y para que Kakashi me acompañe a Suna para representar a Konoha, y a su equipo. Podéis partir cuanto antes. Kakashi, serás el líder de esta misión.
Hicieron una reverencia antes de salir. Observó de reojo como las barreras mágicas se desactivaban momentáneamente cuando se abría la puerta antes de volver a activarse.
—Me imagino que estamos todos preparados, ¿no? —preguntó al aire Kakashi, viendo que todos tenían una de sus mochilas sin fondo. Los demás asintieron—. Entonces partiremos directamente a la puerta norte.
—¿Cuál es el plan?
—Konoha está más desprotegida por el norte así que empezaremos por ahí y luego iremos bajando. Tenemos mucho terreno por cubrir así que tomemos el aire con la ayuda de las invocaciones de Seina —dijo su maestro mientras caminaban en dirección norte. La miró a ella, quien caminaba en su lado izquierdo—. ¿Podrías teletransportarnos a la frontera con el país de las Aguas Termales? Luego seguiremos hablando de nuestro plan.
Ella asintió. Caminaron en silencio en la dirección indicada. Una vez se adentraron un poco en el bosque, Seina usó el hiraishin para teletransportarlos a todos al lugar señalado. Cuando llegaron, se aseguraron de que estaban solos, a pesar de seguir activas sus barreras mágicas.
—Perfecto. Ahora podemos hablar sin que nos escuche nadie.
—Planeas usar el jutsu localizador de Seina para descubrir las posibles bases, ¿no es así? —afirmó Yamato, sentándose en una piedra.
—Yo tengo que decir algo —intercedió ella—. Es posible que el localizador no sea del todo fiable.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Yamato.
—Porque si Seina intenta buscar una base enemiga, por ejemplo, de Kumo puede ser que nos indique la dirección, pero no nos informa de la distancia. A lo mejor la base está en la otra punta del país o fuera de nuestras fronteras, ¿no? —preguntó retóricamente Kakashi, demostrando que estaba más atento de lo que parecía a veces. Ella asintió algo sorprendida—. Lo que podemos hacer es buscar “bases enemigas de Konoha”. Quizás aparecerán bases de gente que no pertenece a ninguna aldea ninja, pero con evitarlas y marcarlas en un mapa debería ser suficiente para Tsunade-sama.
—Bien visto. Luego ella podrá hacer lo que quiera con esa información.
—En definitiva. Esto es lo que haremos…
Escucharon a Kakashi desarrollar su plan para usar las 3 semanas de la manera más eficiente posible. Seina, mientras lo escuchaba, suspiró al darse cuenta de lo que esta misión suponía.
Chapter Text
Tal y como esperaba, la misión no estaba siendo coser y cantar. Estuvieron volando durante horas en dirección a la “base enemiga de Konoha” más cercana. En cuanto llegaron, observando desde el cielo, vieron como solo eran unos bandidos de poca monta que se dedicaban a saquear a algunos comerciantes de Konoha. De ahí lo de “enemigos” de la aldea. Lo marcaron en el mapa de Hayate y continuaron.
La siguiente base estaba fuera de los límites del país del Fuego así que, muy a su pesar, la dejaron detrás sin tan siquiera descubrir de qué se trataba. Continuó volando hacia el oeste. La idea era peinar todo el terreno mientras volaban de derecha a izquierda y luego de izquierda a derecha, y sucesivamente mientras bajaban de norte a sur.
Era un trabajo pesado. Por suerte, como estaban volando a gran velocidad no se estaban sometiendo a tantos peligros, ni se cansaban. Además, la visión de pájaro era muchas veces suficiente para que decidieran si lo que habían encontrado era de importancia, o no, sin tener que bajar a tierra. Aunque eso no quitaba que fuera mortalmente aburrido tener que estar consciente maniobrando a su dragón.
—¿Sabéis eso que dicen de “a la tercera va la vencida”? —dijo Yamato, mirando al suelo cuando encontraron el tercer potencial cuartel enemigo—. Creo que tienen razón.
—Y solo hemos tardado 2 días —contestó ella sarcásticamente—, e incontables kilómetros volando sin ningún descanso.
Y lo decía de verdad. Ahora mismo estaban a la altura del puente Tenchi. El mismo que sobrevoló hacía unos días en su última misión. Habían recorrido gran parte del norte sin detenerse ya que, sorprendentemente, había menos bases de lo esperado. ¿Quizás por qué no rentaba tener una base tan cerca de la frontera? No lo sabía, ni tenía ganas de ponerse a pensar en ello. Calculaba que solo habían recorrido 1/6 de territorio del país del Fuego así que tenía que reservar sus fuerzas mentales mientras pudiera.
—Cuento un solo escuadrón —dijo Kakashi con el sharingan activado—. Parecen ninjas de Iwa.
—No la están usando. Simplemente la están manteniendo.
—Eso parece… Vamos a tener la desventaja si peleamos con ellos desde tierra. Sin duda alguna tendrán todo tipo de trampas y esas piedras que esconden la base estoy seguro de que sirven de algo más que para ocultarlos.
—¿Puedo intervenir? —preguntó ella, alzando una mano como si estuviera en clase.
—¿Qué piensas hacer?
—Mandarlos a dormir. Obviamente se darán cuenta ya que no es un jutsu inmediato, pero una vez que los… atrape, no podrán resistirse y en un par de segundos estarán inconscientes. Desde aquí arriba deberíamos estar seguros en cuanto se intenten defender.
—Hazlo. Esto quiero verlo —dijo su maestro mientras se inclinaba para observarlo todo.
—Somnus.
Seina focalizó su magia en dirección a la base enemiga. Intentó aumentar gradualmente la potencia de su hechizo, pero en cuanto uno de ellos se tambaleó en su puesto todos supieron que algo sucedía. Los más fuertes mentalmente se resistieron algo más que el peso muerto del equipo.
—¡Genjutsu!
—¡Kai!
—¡Kai! —el primero en caer en su embrujo se cayó al suelo roncando—. ¡No funciona!
—¡Activad la barrera!
Escucharon otro golpe sordo contra el suelo y cómo los dos ninjas restantes, con movimientos somnolientos, intentaban activar algún tipo de defensa. Viendo que ya los habían descubierto, Seina aumentó la potencia de su magia. Cayeron como moscas al suelo. Se hizo un silencio en la base enemiga, solo roto por los ronquidos y las inspiraciones profundas de los ninjas.
—¿Te he dicho alguna vez que me alegra caerte bien? —le preguntó Yamato cuando vieron que nadie iba a despertarse.
Kakashi bufó una risa. Envió a un par de clones para analizar las supuestas trampas y barreras. Uno de ellos pisó a propósito una de las trampas que, seguramente, pudo ver con su ojo activado. El otro se acercó al ninja de Iwa más cercano para comprobar que estaba inconsciente de verdad. El ninja no dejó de roncar.
Al cabo de los 5 minutos, después de que el clon se adentrara en la fortaleza de piedra, Kakashi, el original, se puso de pie sobre la espalda de su dragón.
—Podemos entrar.
Cayeron en un punto seguro. Yamato y Hayate ejecutaron a los ninjas con un par de senbons estratégicos mientras ella seguía a Kakashi base a dentro.
—¿Qué crees que harían aquí?
—Esperar. Quizás también servía para descansar a los ninjas de Iwa que cruzaran nuestras fronteras. Después de todo, están en territorio enemigo.
Comprendió de lo que estaba hablando. Esperar. Esperar a una nueva guerra donde se necesitase una base en territorio ajeno. Como no.
—Por suerte parece que no hay muchas trampas dentro de la misma base —comentó su maestro—. Cojamos toda la documentación posible y deshagámonos de todo aquello que pueda ser potencialmente peligroso.
Media hora más tarde, habían peinado de arriba abajo las 3 plantas escondidas de la base de Iwa. Hayate y Yamato habían desmantelado bastantes trampas y otras las habían activado para consumirlas.
—Parece que ya está todo.
—Te toca Seina.
No tardó ni un minuto en poner la base bajo el fidelus. Lo dejaron todo limpio, para evitar que nadie husmeara en mitad del bosque, y se marcharon.
—No me puedo creer que hayamos encontrado una base de Iwa en pleno país del Fuego —dijo Hayate esa noche, dentro de la tienda de Kakashi mientras cenaban—. ¡Y activa!
—Para que veáis que nunca podemos fiarnos…
—Aun así, esperaba más bases —confesó Yamato—. Hemos recorrido bastante terreno en 3 días para solo encontrar un cuartel de estas características.
—Quizás las bases más preocupantes estén en la frontera con el país del Fuego, pero en los otros países. No están bajo nuestra jurisdicción así que no podemos hacer nada contra ellas —dijo Kakashi—. De momento, claro.
Seina, luego de cenar, se fue a duchar. Se estaba peinando el cabello cuando Kakashi llamó a la puerta. Estando cerca la abrió ella misma.
—Hey.
—Hey —sonrió divertido en su dirección—. ¿Puedo pasar?
Le dejó pasar sin mediar palabra.
—¿Pasa algo?
—No. ¿Tiene que pasar algo para venir a verte? —preguntó él—. No. Simplemente te he echado de menos.
—Aww. Si se lo dijera a Yamato o a Hayate no me creerían —rio ella—. Yo también te he echado de menos.
—Sé que no es lo más apropiado, considerando que estamos de misión, pero hace semanas que no hablamos a solas.
Seina le cogió de la mano, lanzando el peine a la mesilla de noche, y lo arrastró hasta su cama. Kakashi se dejó llevar. Se tumbó en su cama y la abrazó contra él. Estuvieron un rato en silencio. Seina le acarició una mano desnuda, escuchando como ronroneaba bajo su oído.
—Se me está haciendo eterno…
—¿El qué?
—Crecer. Ya lo hice una vez. No te imaginas lo que es volver a hacerlo.
—Es cierto. No me lo llego a imaginar.
Tampoco es que él fuera la persona más idónea para hablar de infancias, considerando que prácticamente no había tenido una debido a la muerte de su madre, el suicidio de su padre, el asesinato de Rin, el accidente de Obito y el fallecimiento de sus padres. De solo pensarlo le apretó la mano intentando reconfortarlo. Sintió un beso en su cabeza.
—Seina… ¿Tú piensas en el futuro? —le preguntó él de improvisto.
—¿En qué sentido? ¿Sobre nuestra relación?
—Sí.
—Claro que pienso.
—Nunca hemos hablado sobre las cosas más importantes.
—¿Cómo…?
—Como si quieres o no tener hijos, si quieres casarte, si seguirías llevando el apellido de tu madre con todo lo que eso conlleva…
—A mí sí que me gustaría tener hijos y casarme, ¿y a ti?
—Nunca lo había pensado tan siquiera, pero cuando pienso en tener una relación seria contigo puedo imaginarlo fácilmente —le confesó—. Cada vez que lo pienso, más ganas tengo. De casarme y tener hijos contigo.
—Entonces, ambos estamos de acuerdo en que queremos tener hijos el uno con el otro, ¿no?
—Eso parece.
—En cuanto a lo del apellido… Ya lideré 2 familias en mi anterior vida. Me da igual ser la líder del clan Uzumaki o no. Aun pasándole el liderazgo a Naruto seguiría apoyándolo en todo lo que necesitara, y sé que lo haría bien.
—De cualquier modo, si tomaras mi apellido seguirías siendo una líder del clan. No podrías liberarte tan fácilmente de esa responsabilidad —le dijo ahogando una risa Kakashi.
—Voy a enseñarle todo lo que sé a mi hermano, y a aprender lo que tengo que hacer en este mundo yo también. Si algo me pasara sé que le habría enseñado todo lo necesario. Indiferentemente de dejar mi apellido o no.
—Buena idea, pero prefiero no pensar en ese escenario —la apretó contra él—. Nada de “por si te pasara algo”.
—Volviendo al tema. Tendría que hablar con mi hermano para que él aceptara el cargo. No le quedaría otra, en realidad.
—Entonces, ¿aceptarías mi apellido?
Kakashi se lo preguntó con un atisbo de duda en la voz. Ella alzó la cabeza para mirarlo a los ojos. No quería que le quedara alguna duda.
—Sí.
Se inclinó sobre él, bajándole momentáneamente la máscara, y posó sus labios sobre los suyos inocentemente. Sintió como la besaba un par de veces, acunándole cara con su mano.
—Debería dejarte dormir.
—Lo sé.
De haber estado en casa quizás le habría pedido que se quedara, pero no estaban en su casa. Estaban en mitad de una misión junto a Yamato y Hayate. Le subió la máscara, dándole un último beso en su mejilla, y dejó que se levantara.
—Buenas noches, Kakashi.
—Buenas noches, cariño.
Se fue a dormir sin poder suprimir la estúpida sonrisa de su rostro.
Al día siguiente desayunaron y salieron de caza nuevamente. Tardaron poco en encontrar una nueva base, pero resultó estar abandonada. Igualmente la reclamaron para Konoha después de limpiarla de arriba abajo de trampas y documentos antiguos. Luego de eso estuvieron volando durante horas salvo por la pequeña parada para comer al mediodía. Volaron toda la tarde, aburridos, y llegó la noche.
—Mañana llegaremos a la altura de Konoha —dijo Hayate observando el mapa mientras los demás ponían la mesa—. A este paso no vamos a necesitar las 3 semanas que nos ha dado Tsunade-sama.
—No lo creo. Calculo que en unos 10 días estaremos de regreso a Konoha. De haber tenido que ir a pie quizás incluso nos habríamos quedado cortos con 3 semanas… Seguiremos un par de horas después de cenar y pararemos antes de medianoche.
Dicho y hecho. Seina bostezó un rato más tarde, en medio de la noche cerrada, mientras sobrevolaban bajo su hechizo desilusionador Konoha. Por el camino encontraron una base de bandidos y un mercadillo ilegal escondido entre las montañas.
—Tsunade-sama se frotará las manos en cuanto vea esto —bufó una risa Yamato.
Para el cuarto y quinto día de misión, sobrevolaron la zona sur a Konoha. Como era de esperar, encontraron otra base de bandidos. Siempre se aprovechaban de la cercanía a la aldea, y a los comerciantes con dinero, para asentar sus bases para poder robar. Era por eso que muchos genin y chunin eran enviados fuera de la aldea a lidiar con ellos de forma habitual. De hecho, disuadir a bandidos era una misión casi tradicional de las aldeas ninja.
—En este momento debemos haber recorrido ya el 45% de terreno.
—¿Unos 2700 km? —calculó al aire Hayate.
—Más o menos. Nos deben faltar otros 3000 km en dirección sur.
Seina no quería calcular cuánto era eso en kilómetros cuadrados o se echaría a llorar.
Al alba del siguiente día, se pusieron en pie y reanudaron su trabajo por sexto día consecutivo. En seguida, al acercarse a la frontera con el país de los Ríos, vieron a dónde apuntaba su flecha. Kakashi y ella intercambiaron una mirada seguramente pensando lo mismo. Allí era donde estaba Akatsuki. Allí era donde se encontraba Itachi según su localizador en el colgante que le dio. Estaba clarísimo ahora que estaban en el mismo lugar.
También habían detectado otra base enemiga más allá de la frontera de Amegakure. Curiosamente, allí era también donde se encontraba uno de los puntos marcados en el mapa que encontró en Uzushiogakure. Con algo de preocupación y decepción, se dio cuenta de que sería peligroso ir ella sola a investigarlo ya que sabía, gracias a su hechizo, que allí dentro tenían enemigos.
Aun así, su flecha les había señalado más de una base en todas direcciones fuera de sus fronteras. Era obvio que iba a suceder ya que todos los países, enemigos y aliados, tenían sus propias bases dentro de su territorio. Habían perdido más tiempo buscando esas pistas fuera de sus fronteras que localizando algunas bases dentro de éstas.
—¿Estás bien? —preguntó Kakashi, sentado a su lado en la espalda de su dragón. Le envió una sonrisa cuando la vio bostezar—. ¿Cansada?
—Aburrida.
—Mejor aburrirse que tener que luchar —le dijo, pasándole un brazo por los hombros ante la mirada algo sorprendida de Yamato y Hayate.
—No te lo discuto, pero eso no quita que siga siendo aburrido.
Bostezó de nuevo. Su única función era hacer volar el dragón en la dirección a la que apuntaba su localizador. Yamato y Hayate se encargaban de buscar algo sospechoso bajo sus cabezas mientras que Kakashi se encargaba de vigilar el cielo por si algo pudiera ponerlos en peligro. Así pues, Seina no tenía que preocuparse por prácticamente nada salvo por controlar el vuelo.
—Mirad, ahí abajo hay algo extraño —dijo Yamato, señalando con el dedo.
—No corresponde a la dirección del jutsu de Seina.
Kakashi se puso de pie, quitándole el brazo de los hombros y asintió en su dirección. Seina se dirigió hacia allí. En seguida vio lo que era “raro”. Parecía que estaban construyendo algo en mitad de la nada. Solo pudo ver una entrada de una caverna bajo tierra, herramientas dejadas apiladas bajo una lona de plástico y montones de tierra dispersos por el pequeño claro que no habrían visto de no ser porque lo están observando desde el cielo.
—Parece que están cavando muy profundo.
—No tenemos información de este lugar —musitó en voz alta su maestro—. Lo marcaremos en el mapa, por si acaso.
Pararon a comer un rato después. Estaban hartos de comer mientras volaban así que se tomaron un descanso para estirar las piernas en tierra en la cima de una pequeña colina. Seina volvió a mirar el mapa.
—Estaremos a la mitad de terreno.
Asintió. Se le estaba haciendo eterno.
El día siguiente fue más de lo mismo. Hasta que llegó el mediodía y pararon a comer en mitad del bosque. Seina estaba escuchando a los otros jonin hablar en silencio, mientras comía su bento, cuando sus hechizos auditivos la alertaron de los pasos de alguien que apareció desde el sur. Siguió comiendo, como si nada, pero vio el diminuto cambio de Kakashi cuando él captó lo mismo que ella. Su ojo se posó en ella un segundo antes de apartarlo, y supo qué quería que hiciera porque ya habían hablado de ello antes.
Movió sus criaturas que los rodeaban para comprobar quién era la persona que los estaba espiando. Su pájaro no tardó apenas nada en sobrevolar la zona felizmente, haciendo ver que era otro pájaro cualquiera. El corazón le dio un vuelco al ver que era un ninja renegado de Kirigakure. Con la banda ninja rasgada y todo. Más allá, fuera del rango de su audición, pudo ver a unos cuantos más. Unos 6 más. Todos exiliados de Kirigakure.
Volvió a enfocar los ojos, viendo de nuevo a su equipo, y buscó el ojo descubierto de Kakashi. En cuanto lo vio, la miró. Le mostró con algo de urgencia, gracias a su legeremancia, lo que había visto. Bajó la mirada unos segundos y luego suspiró. Cerró el bento y guardó las cosas.
—Será mejor que nos pongamos en marcha —dijo con voz tranquila—. Ya hemos descansado suficiente.
Yamato y Hayate, quienes se habían dado cuenta hace un rato que algo sucedía, asintieron. Seina acabó de recoger las cosas, manteniendo en su rango de visión a los otros ninjas exiliados, cuando vio como un par de ellos se adelantaban para atacarlos. Unos camaradas suyos los pararon silenciosamente, creyendo que no los habían detectado, y dejaron que se marcharan de allí.
Se pusieron en pie. Kakashi los guio en dirección contraria en busca de un claro donde pudiera usar su invocación. Los ninjas exiliados de Kiri los dejaron irse sin delatarse. En cuanto estuvieron en el aire, lejos de sus enemigos, Kakashi se giró mirarlos.
—Renegados de Kiri. He reconocido a un par del libro bingo.
—¿Renegados de Kiri? ¿Cómo lo sabes? —preguntó sorprendido Hayate—. ¿Y qué hacen en el país del Fuego? Con la nueva Mizukage deberían poder volver a su aldea.
—Eso debemos averiguar. Quizás no quieren volver.
—Debemos seguirlos.
Dieron media vuelta en busca del grupito de exiliados que había visto. Los encontraron fácilmente por el aire. Tenían un pequeño campamento en una zona boscosa, más al sur de donde habían estado comiendo.
—Deben habernos detectado. Seguramente estén patrullando el perímetro de vez en cuando.
—¿Y qué hacemos ahora?
—Son 8. Nos doblan en número. Tampoco sabemos si hay más de ellos —suspiró Kakashi mientras meditaba el asunto—, pero tampoco podemos dejarlos estar. Son exiliados en nuestro territorio… Tenemos que bajar y encargarnos de ellos. Si nos han dejado irnos seguramente es porque temen que Konoha envíe refuerzos para liquidarlos. No creo que tengan muy buenas intenciones.
Así fue como volvieron a bajar de su invocación para empezar una emboscada contra un escuadrón de ninjas exiliados de Kiri. Seina evitó rodar los ojos al ver que, obviamente, no iba a ser todo coser y cantar.
Notes:
¡Felices fiestas a todos!
Para celebrar un poco la navidad con todos vosotros me gustaría daros un par regalos virtuales.
1. El POV de Jiraiya en un spin off. Lo tendréis dentro de un rato colgado.
2. Una pista para todos aquellos que están deseando una nueva interacción Kakashi/Seina... Esperad al capítulo 83.
3. El día 25 tendréis una actualización extra.¡Hasta pronto!
Chapter Text
Cuando estuvo en posición, invisible y bajo todo tipo de hechizos, Kakashi dio la señal. Yamato fue quien inició la pelea, intentando empalarlos con su mokuton. La única razón por la que no volvía a usar el hechizo somnus era porque sabían que se escaparían corriendo al menor indicio de trampa. Al contrario que los ninjas de Iwa, para estos exiliados abandonar su base temporal y huir era el mejor plan. Lo último que querían era tener que buscarlos por todo el sur del país del Fuego.
Yamato consiguió eliminar a uno, el más cercano, de una puñalada en el cuello con su rama recién crecida del suelo. A otro lo dejó malherido por un costado, pero los demás saltaron al aire esquivando su ataque.
—¡Nos atacan! —gritó uno, como si no fuera obvio—. ¡Son los de Konoha!
Kakashi entró en la pelea bajo su brazalete invisible y su genjutsu para ocultar el chakra, mientras que Hayate y Yamato blandieron sus armas y empezaron a luchar contra los 7 ninjas restantes. Ella, escondida como Kakashi, no se lo pensó dos veces en ayudar desde lejos. En cuanto uno pasó por delante de ella, intentando atacar a la espalda de Yamato, lanzó un petrificus totalus que no logró esquivar. Cayó al suelo como peso muerto, pero vivo. Kakashi, mientras tanto, eliminó a un par sin que se dieran cuenta.
Viendo como estaban siendo eliminados poco a poco, usaron un jutsu de ocultación con niebla para pasar desapercibidos. Solo quedaban 5 con vida, y uno estaba petrificado a sus pies y otro estaba moribundo en algún lugar. Seina, con su hechizo de auras, vio en seguida donde estaban sus enemigos. Por suerte, como no había usado chakra, no sabían dónde estaba ella.
Rodó los ojos.
—Ventus duo.
Una trompa huracanada de aire se llevó la niebla como si nada, revelando la posición de uno de ellos antes de que pudiera esconderse. Hayate, el más cercano, apareció tras de él haciendo que impactaran sus katanas. Seina, viendo que los enemigos se habían escondido por el claro a la espera de poder rematar a uno de ellos, saltó del árbol con un puño cargado de chakra. Impactó contra el suelo, cediendo el chakra y rompiendo el claro en pequeños trozos, y delatando su posición. Desactivó brazalete viendo que ya sabían que estaba allí.
Hayate consiguió rematar de la sorpresa a su enemigo, clavándole la katana en el torso, pero luego tuvo que ser salvado por Kakashi, quien esperaba que lo atacaran por la espalda. Seina le clavó un kunai en la garganta al ninja petrificado que tenía a sus pies y desapareció antes de que pudieran arrojarla lejos con un jutsu de agua.
—Quedan 3 —dijo Yamato, saliendo del árbol en cual se había refugiado.
De repente, antes de que pudiera pestañear, tuvo a un ninja empuñando un kunai a un palmo de su cara, a punto de clavárselo en el cuello. Por suerte, reaccionó instintivamente con magia no verbal antes incluso de que Yamato pudiera alzar una rama entre ellos para protegerla.
—¡Confringo!
—¡AH! —gritó el ninja al recibir su maldición a bocajarro.
Salió despedido de vuelta al claro dejando un chorro de sangre y parte de su cara. Seina se quitó de un manotazo un trozo de mejilla que le había caído en el chaleco. Se dio cuenta, con el corazón desbocado, como Kakashi y Hayate salían corriendo tras un ninja que había preferido huir al ver cómo todos sus compañeros habían muerto finalmente.
—Este ha muerto por las heridas —informó Yamato, viendo como uno de los ninjas que había atacado al principio había sucumbido sin más debido a una hemorragia—. Solo falta el ninja que ha escapado.
—No. Está muerto —dijo Kakashi, apareciendo en el claro con el cuerpo sobre su hombro—. No ha logrado ir muy lejos.
Vieron como el último ninja con vida, el que había estado a punto de apuñalarla, perdía la vida en los siguientes segundos debido a las terribles heridas que le había provocado en su cara y cuello. Le faltaba la parte derecha de su cara. La mejilla, el ojo e incluso sus dientes habían sido pulverizados, incluso su oreja. Su cuello se aguantaba debido a la musculatura de su costado izquierdo. Le recordó al ninja de Akatsuki a quien había herido de la misma forma. No sabía por qué, pero siempre que estaba en peligro la primera maldición que recordaba era una explosiva.
—Demonios… —dijo Hayate al verlo. Luego se giró a mirarla—. ¿Estás bien?
Todos la miraron. Entonces comprendió por qué lo decía. Se miró el chaleco viendo como estaba lleno de sangre. Al tocarse la cara con la mano observó la sangre de su enemigo mancharle el rostro. Desvaneció la sangre con un movimiento de mano, quedando impoluta de nuevo.
—Estoy bien. No me ha tocado.
Asintieron, seguramente preguntándose si realmente estaba bien, y se giraron a limpiar el claro de cadáveres, sangre y evidencias de lucha.
—Nos llevaremos a los que aparecen en el libro bingo. Los otros podemos deshacernos de ellos.
Tardaron relativamente poco en limpiarlo todo. Seina desvaneció los cadáveres a la nada y limpió la sangre con otro movimiento de manos mientras los demás recogían las armas desperdigadas por todos lados, desmantelaban las trampas, ponían todo en su sitio y Yamato reparaba los árboles.
Luego de eso, se marcharon de allí en busca de algún lugar donde colocar la tienda para poder refrescarse, tomar algo mientras descansaban y curar las pocas heridas que tenían. Seina los curó uno tras otro, viendo como apenas tenían heridas superficiales, rasguños y moratones. Se fue a la cocina a preparar algo de merienda con la ayuda de Kakashi. Yamato y Hayate aprovecharon para limpiar sus ropas, dejándolos a solas a propósito.
—¿Estás bien? —le preguntó Kakashi, contemplándola con atención.
—Sí. No te preocupes. He visto, y hecho, cosas mucho peores —bufó una risa oscura—. No me va a quedar un trauma, si a eso te refieres.
—Vale.
Se quedaron en silencio unos minutos, preparando unos boles de frutas y cereales. Sabía que era la primera vez que Kakashi veía como ella mataba a alguien tan… escabrosamente así que esperaba las preguntas.
Recordaba la primera vez que mató a alguien, casi sin querer, con un bombarda a poca distancia. No había imaginado nunca que su enemigo no solo volara por los aires, sino que se… rompiera en varios trozos como piezas de puzle. Aquella muerte sí que la había afectado. Sobre todo, porque no sabía que ese hechizo le hacía eso a las personas a bocajarro. Después de todo, los magos y brujas no acostumbraban a luchar como muggles, pero aquel tío había intentado estrangularla en una misión como auror. Cuando se zafó y puso unos pasos de distancia entre ambos, fue el primer hechizo que se le pasó por la cabeza. Necesitó varias semanas de terapia para volver a la normalidad.
—Si necesitas algo, ya sabes.
—Lo sé —le dio unas palmaditas en la mano.
Merendaron dentro de la tienda por primera vez. Cuando se desvaneció la adrenalina y acabaron de comer, volvieron de nuevo a la misión. No hablaron en lo que restaba de día mientras volaban.
Los últimos 3 días de misión fueron un calco exacto uno de otro. En cuanto llegaron a la punta sur del territorio del país del Fuego, cerciorándose de que no había más bases en sus tierras, dieron por acabada la misión. Seina había aprovechado el trayecto para ir plantando piedras selladas desde el aire en diversas zonas así que no había sido tiempo perdido. De esta forma, con su nuevo mapa podía saber dónde tenía dichas piedras y teletransportarse fácilmente.
—Por fin —dijo ella, viendo como recogían los bentos para regresar a Konoha.
—Solo queda repasar la costa y volveremos a Konoha —sonrió Kakashi a su lado.
El último paseo volando fue corto. Seina se dedicó a contemplar el océano después de solo ver bosque y árboles y más bosque. Llegados a este punto, casi no quería regresar.
—Hemos acabado, chicos, y chica. Volvamos a Konoha —dijo Kakashi—. ¿Seina?
Ni siquiera titubeó. Dejó que cogieran sus brazos, desinvocó el dragón en el aire y moldeó el chakra. Aparecieron en las cercanías de la puerta principal.
—Ah… Me alegro de ver este camino de nuevo.
—Ten, Kakashi-senpai. El mapa.
Kakashi tomó el mapa de Hayate donde habían marcado las bases y luego el pergamino encantado que había usado para que solo la Hokage pudiera leer las direcciones que había escondido. A penas habían sido unas pocas bases, pero mejor eso que nada.
—Iré a hablar directamente con Tsunade-sama. Podéis marcharos a descansar.
Hizo un ademán con la cabeza en su dirección, sabiendo que a lo mejor quería acompañarle a pesar de su cansancio. Se fue a casa sin rechistar. Tal y como esperaba, no había nadie en casa cuando cruzó la puerta. A menos 10 días del examen debían estar entrenando a tope cada día. Se preguntó si los habían echado de menos o si simplemente estaban demasiado ocupados como para pensar en qué estarían haciendo.
Se fue a darse un baño largo. Durante una buena hora estuvo sumergida en el agua después de haberse exfoliado la piel, peinado el cabello, puesto una mascarilla, etc. Cuando salió se encontró como nueva. Incluso se había hecho la manicura y la pedicura.
—¿Qué tal ha ido tu charla con Tsunade-sama? —le preguntó a Kakashi, viendo como se había duchado y llevaba puesto ya el pijama.
—Bien. Le ha sorprendido que no hubiera más bases en nuestro territorio.
Seina caminó hasta el sofá, donde estaba sentado escribiendo su informe, y le pasó la mano por el cabello bastante húmedo, secándoselo. Kakashi le envió una sonrisa alzando la cabeza de su pergamino. Dejó que escribiera mientras ella jugaba con su cabello suelto, sin su banda ninja.
—Me estás desconcentrando.
—Perdón —dijo ella, suprimiendo una sonrisa divertida, dejando de tocarlo.
—Puedes desconcentrarme siempre que quieras —le contestó lanzándole una mirada risueña.
Seina lo abrazó por la espalda, posando su cabeza en su hombro, y continuó jugueteando con su cabello viendo lo relajado que estaba. Cuando acabó, se echó para atrás en el sofá, dejando que la abrazara y posara su cabeza en su creciente pecho. Ya mismo tendría que cambiar de ropa interior. De nuevo.
—¿Te acuerdas de cuando nos conocimos? —preguntó ella acordándose de repente—. Intentaste tomarnos el pelo desde el minuto uno. Incluso nos espiaste desde aquel árbol durante horas.
—No me acordaba de eso. Debí haberlo imaginado —bufó una risa al recordarlo—. ¿Sabíais que estaba allí y aun así estuvisteis comiendo durante horas sin decirme nada?
Se carcajeó de él.
—Me temo que sí. Naruto y yo, al menos.
—Recuerdo cómo regateaste con Sasuke para no tener que escribir el informe de las misiones.
Estuvieron riendo de los recuerdos que habían creado como equipo 7 hasta que, entrada la noche, regresaron Sasuke y Naruto. En cuanto los vieron sentados en el sofá, riendo, se sentaron en las butacas que rodeaban la mesita de café y el sofá. Parecían tan exhaustos que ni siquiera los saludaron verbalmente.
—¿Dónde habéis estado? —preguntó Sasuke, al rato.
—De misión. ¿Qué tal vuestro entrenamiento?
—Ugh —gimieron al unísono ambos.
—Yugao-sensei es muy buena en kenjutsu y combate, pero es muy estricta —se quejó Naruto—. Me está enseñando a “calmarme y a pensar”. Ah, y a “tener paciencia”. No me deja entrenar lo que quiero cuando me apetece.
—Bien por ti —le dijo Kakashi sin ningún tipo de remordimiento—. Lo que necesitas es ser menos caótico y desordenado. ¿Y tú Sasuke?
—…Anko está mal de la cabeza, pero también es buena. El primer día me atacó por sorpresa con una serpiente que había escondido —masculló Sasuke con un tic en el ojo—. Tuve que tomarme un antiveneno. Me ha estado ayudando a aumentar mi resistencia a diferentes venenos. Al parecer le he caído bien porque me ha dado para firmar un contrato de invocación.
Seina se mordió la lengua para no reírse. Alguien tan excéntrico como Anko le haría bien a Sasuke, quien necesitaba experimentar cosas distintas para salir de su monotonía. Eso no quitaba el hecho de que Anko tenía un método de entrenamiento algo… cuestionable.
—¿Con serpientes?
—Sí. Me ha dicho que no intente invocar al jefe, pero por lo demás, que puedo usarlo cuando quiera. Me he hecho… amigo de una serpiente adolescente llamada Aoda así que creo que lo invocaré a él.
—¿En serio? —sonrió ella al ver cómo estaba contento de hablar de su compañero de invocación—. Me alegro.
—Sí. Mañana te lo presento si quieres.
—¡Un momento! ¡Yo también tengo que mostrarle a Seina-nee Gamakichi!
—Te jodes, Naruto. Yo se lo he ofrecido primero —contestó con arrogancia Sasuke.
—¡No es justo!
Y así fue como empezaron a discutir de nuevo ante la mirada exasperada de Kakashi.
El día siguiente, martes, tenía su entrenamiento matutino con los anbu, a quienes no veía desde hacía 2 semanas debido a sus misiones. Yugao, como estaba entrenando con Naruto, no estaba presente así que la reemplazó Kakashi.
—¿Y bien? ¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó ella viendo como estaban todos sentados esperándolos.
—Estamos pensando en algún tipo de entrenamiento que beneficie a todos —dijo Yamato—, pero no lo tenemos claro.
—Tengo una idea —contestó ella con una sonrisa—. ¿Qué os parece aprender a luchar sin gravedad?
Ensui, Yamato, Seichi y Kakashi la miraron con el rostro en blanco. Luego, con un creciente interés, intercambiaron miradas. Ella lo tomó como una respuesta positiva así que lanzó el hechizo antigravedad en el claro donde luchaban cada martes. Escuchó las exclamaciones divertidas y sorprendidas de los jonin/anbu cuando se elevaron en el aire flotando como si estuvieran en el espacio.
—¿Y ahora qué? —preguntó Seichi intentando moverse en el aire a brazadas, como un perro.
—¡Ahora esto! Accio.
Invocó su ropa para acercarse a su rival rápidamente. La sorpresa le duró medio segundo, entonces sacó su katana en su dirección para empalarla, sin éxito. Seina lo esquivó usando un hechizo para moverse fuera de su dirección en el último segundo.
—Carpe retractum.
En cuanto supieron cómo moverse con jutsus, modulando su potencia para no quedarse sin árboles con los que pivotar en el aire, empezaron a pelear contra ella. Kakashi ni intentó usar genjutsu, pero sí usaba su sharingan para anticiparse a sus ataques de taijutsu. El que tuvo más problemas para combatir fue Ensui mientras que Yamato hacía trampa usando su mokuton para impulsarse como quisiera.
Seina se lo pasó en grande usando todo tipo de hechizos para paralizarlos, desvanecer sus armas o transformarlas en animales contra ellos, desapareciendo y apareciendo en el aire y empleando todo tipo de encantamientos elementales. Cuando acabaron el entrenamiento no era la única que jadeaba en el claro. Incluso Kakashi, de todos ellos el más acostumbrado a luchar contra ella, se tuvo que recostar contra un árbol para recuperar el aliento.
—Estoy molida.
—Nunca imaginé que luchar sin gravedad sería tan cansado —se quejó Seichi.
—Porque no estamos acostumbrados —dijo Ensui—. Acabo de darme cuenta de otra debilidad mía que tendré que pulir.
—Lo que tú digas…
Se levantaron para ir cada uno a su casa a comer y ducharse. Mientras caminaba al lado de Kakashi, quien tenía las manos metidas en los bolsillos sin su típico libro erótico, recuperó la sensación en sus piernas.
—Por cierto, el día 23 es el cumpleaños de Sasuke, ¿no? —preguntó Kakashi. Seina dio un bote al escucharlo—. Lo habías olvidado.
—Sí. ¿Por qué lo dices?
—Por el regalo, obviamente. Quería preguntarte si tenías alguna idea, pero viendo que ni te acordabas —se rio él de su expresión horrorizada—. Bueno, tenemos tiempo para pensar algo. Tú más que yo, la verdad. La semana siguiente tenemos que partir de nuevo a Suna.
—¿Cuándo es el día del combate?
—El miércoles. Seguramente estaremos de regreso a Konoha el viernes.
—Podrías comprarle una yukata para el festival de verano, así tendríamos todos una yukata nueva.
—Bien pensado —musitó en voz alta él—. ¿Y tú?
—Creo que tengo una idea… —dijo algo distraída—. No conocerás a alguien que haga buenos retratos, ¿no?
—Creo que no… Podría preguntar a Kurenai, siempre le ha gustado la pintura, aunque no sé si conocerá a algún profesional en persona.
—¿Y a alguien que conociera muy bien a Mikoto, la madre de Sasuke?
—¿A la madre de Sasuke? Me imagino que dices alguien vivo —ella asintió—. Pues curiosamente Yoshino, la madre de Shikamaru, era amiga suya y también sé que frecuentaba la floristería de los Yamanaka así que me imagino que Inoichi y su esposa eran amigos suyos. Ah, y Akemi Yamanaka, la esposa de Inoichi, era una de sus compañeras de equipo genin.
—Interesante…
—¿Qué se te ha ocurrido?
—Ya lo verás. Primero quiero saber si funciona o no.
Le regalaría a Sasuke un retrato mágico de su madre. Necesitaría a alguien que pintara el retrato con las pinturas cargadas con su magia que ella le proporcionase y el lienzo lleno de runas. Después de eso, como no conocía a Mikoto ni estaba viva para poder añadir parte de su consciencia al retrato, tendría que usar a gente que la hubiera conocido, incluido Sasuke. De hecho, la persona con más recuerdos de Mikoto no era ni más ni menos que Itachi, pero cómo contactar con él para que le entregara sus memorias… Ahora mismo no era posible.
Pestañeó volviendo en sí cuando vio que estaban cruzando el muro de piedra de su casa.
—¿Ya has vuelto? —ahogó una risa él—. Sino supiera que solo lo haces cuando estás con alguno de nosotros te diría que tienes que hacértelo mirar.
—Lo sé.
Esa tarde escuchó las historias de entrenamiento de sus hermanos antes de ir a dormir.
Kakashi, al día siguiente, fue enviado a una misión en solitario así que, sin nada que hacer, salió en busca de alguien que pudiera pintar el retrato de Mikoto. Alguien debía haber en Konoha que pudiera hacerlo ya que sabía que la torre del Hokage tenía retratos de Hashirama Senju. Al final, sintiéndose estúpida, usó el hechizo localizador.
—Podría haberlo hecho desde el principio —suspiró para sus adentros.
El hechizo la llevó a un barrio céntrico, pero más rico de lo habitual. Observó un edificio de 2 plantas con grandes ventanales. Era una especie de galería. Entró adentro, saludando a los trabajadores bien vestidos del local, y se puso a mirar cuadros. Eran todos de diferentes autores.
—¿Puedo ayudarla en algo? —se le acercó una chica joven, civil, con una sonrisa.
—Estoy buscando a alguien para encargar un retrato.
—¡Tiene suerte! Justamente, ahora mismo, está aquí un pintor de retratos colgando su última obra para exponerla. Sígame, se lo presentaré.
Seina sonrió al darse cuenta de que su hechizo no había fallado. Observó el retrato de una abuela con su nieto que estaba siendo colgado en la pared mientras quien parecía ser el pintor daba indicaciones.
—Un poco a la derecha… ¡y perfecto!
—Masaharu-san —llamó la atención suavemente la chica—. Me gustaría presentarle a alguien.
El mencionado, un hombre de unos treinta y pocos años con cabello moreno, ojos castaños amables y una barba incipiente, se giró. Contempló a la chica, luego a ella con curiosidad e interés. ¿Quizás debería haberse puesto ropa normal en lugar del uniforme?
—Seina-sama, le presento a Masaharu-san —dijo la chica. Seina evitó mostrar sorpresa al escuchar cómo sabía su nombre sin que ella lo dijera, y el respeto que le estaba mostrando sin conocerse—. Masaharu-san es pintor de retratos. ¡Uno muy bueno! Los dejo solos.
—Un placer conocerte —contestó ella con una leve reverencia.
—¿Estás interesada en un retrato? —preguntó el pintor con una sonrisa.
—Sí. Quiero regalarle a alguien el retrato de su difunta madre, pero necesito pactar unas condiciones.
—¿Oh? ¿A qué te refieres?
—Las pinturas y el lienzo que emplees para pintar el retrato, primero quiero… modificarlos. No notarás nada al pintarlo, pero yo sí.
—Esto se está poniendo interesante. ¿Puedo saber cuál será su efecto?
—…
Seina lo miró fijamente a los ojos mientras se debatía cómo proseguir.
—Quizás deberíamos ir a ver a Tsunade-sama. Seguramente le interesará lo que pretendo hacer y, quien sabe, puede ser muy productivo para tu negocio.
Masaharu levantó una ceja, algo más serio, cuando nombró a la Hokage. Aun así, su claro interés y curiosidad ganaron la batalla. Seina esperó a que acabara de colgar el retrato en la galería y recogiera sus cosas antes de partir hasta la torre de la Hokage caminando. El pintor no pudo contener su curiosidad. Sorprendentemente, no le preguntó sobre el cuadro.
—¿Cómo es ser ninja? Siempre me lo he preguntado, pero casi nunca interaccionamos mucho con ninguno de vosotros.
—¿Ninguno de nosotros? —preguntó ella al escucharlo.
—Bueno, en realidad, a los civiles nos cuesta entender cómo podéis ser ninjas. ¡Yo no soy capaz ni de matar a un conejo para comérmelo!
—La muerte es algo normal.
—Lo sé —frunció el ceño el pintor—, pero me cuesta creer que niños de menos de 10 años puedan matar a alguien sin… sin remordimientos, sin que les quede un trauma.
—¿Tienes hijos? ¿Esposa?
—Tengo una esposa y un hijo pequeño de 3 años —sonrió él.
—¿Qué harías si alguien intentara atacar a tu hijo? ¿Si alguien le secuestrara?
—…Intentaría defenderlo. Si alguien secuestrara a mi hijo, rezo porque nunca suceda, haría cualquier cosa por recuperarlo con vida.
—Yo conocí a alguien así. Me contrató a mí para que lo rescatara. ¿Sabes lo que me dijo que hiciera con sus secuestradores? —preguntó ella, mirándolo a los ojos mientras caminaban.
—Puedo imaginarlo —tragó él con un claro conflicto interno—. De haber sido yo ese padre… Tampoco creo que hubiera querido perdonarles la vida, pero no creo que pudiera haberlos matado yo mismo.
—Por eso existen los ninjas. Para hacer lo que mucha gente no se atreve o puede hacer.
Se hizo el silencio mientras acababan de llegar a la oficina de la Hokage. La secretaria los dejó pasar en cuanto vio que era ella.
—Ah, Seina. Llegas en buen momento. Estaba a punto de tomarme un descanso.
—Lleva tomándose descansos desde hace 2 horas… —susurró para sí misma Shizune.
—Tsunade-sama, este es Masaharu-san, un pintor de retratos. He tenido una idea para el cumpleaños de Sasuke.
—¿Un retrato?
—De su madre. Mi idea es que Masaharu-san pinte el retrato a partir de unas fotografías, pero… con mi ayuda —lanzó una mirada puntiaguda ella. Su maestra alzó una ceja con interés al saber que estaba hablando de sus poderes.
—¿Y cómo afectaría tu…ayuda al retrato?
Seina se acercó a la Hokage para hablarle al oído.
—El retrato sería capaz de cobrar vida y actuaría acorde a las memorias de los que la conocieron.
—¿Qué? —preguntó Tsunade-sama con sorpresa. Se inclinó para mirarla a la cara—. ¿Lo dices en serio?
Ella asintió.
—Si conectara varios retratos con mis poderes podría usarlos para espiar —susurró ella con una sonrisa pícara.
—Está bien. Quiero ver el resultado final. Ya se me está ocurriendo algo.
Escuchó como Tsunade-sama dialogaba con Masaharu para llegar a un acuerdo. Acordaron que él pintaría el retrato de Mikoto Uchiha con el material modificado por ella. Luego Seina contactaría con las personas pertinentes para darle vida y le enseñaría el retrato a su maestra. De resultar interesante para ella, firmarían un contrato para que Masaharu se convirtiera en el retratista de la Hokage. Bueno, eso si quería firmar el acuerdo el civil.
—Tiene hasta que acabe el retrato que le encargará Seina para pensárselo —le dijo la Hokage.
—De acuerdo —luego, girándose a mirarla a ella—. ¿Quieres que vayamos a hablar a mi taller?
—Claro.
Notes:
Se me olvidó darle a post. Mala mía.
Aquí tenéis el capítulo siguiente.
Chapter Text
Cuando llegó el jueves, Seina ya había acordado con el pintor el encargo por un módico precio. Se había llevado también el lienzo a casa y las pinturas para poder darle… un toque mágico, literalmente. Había estudiado los retratos durante su maestría de runas así que tenía una buena idea de lo que iba a necesitar para llevar a cabo su plan. Sasuke y Naruto no se enteraron de nada debido a su visión de túnel ahora que faltaban solo 3 días para volver a partir a Suna. Kakashi, por otro lado, la observaba discretamente por encima de su libro. Sabía que se moría de curiosidad, sobre todo cuando se encerraba ratos largos en el estudio con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Me vas a decir qué estás haciendo o voy a tener que esperar mucho tiempo? —preguntó con interés debido a su misticismo.
—Vas a tener que esperar. ¿Sabes que hablé con la Hokage de esto que estoy haciendo? Si sale bien… No sé qué pasará —se rio ella al intentar imaginarlo—, pero sé que Tsunade-sama querrá un par de estos.
—Mmm… —la miró con ojos calculadores—. Está bien. No me lo digas.
Una vez hubo acabado de modificar los materiales se los entregó a Masaharu para que pudiera empezar a pintar el retrato. La idea era que pintara a Mikoto tal cual se mostraba en una de las mejores fotografías que tenía Sasuke, pero con el fondo en uno de los prados de Konoha. Lo último que quería era que estuviera para siempre jamás en el salón de su casa donde fue asesinada, a pesar de salir en varias imágenes en esa estancia de la casa.
Esa noche, mientras Sasuke y Naruto hablaban de lo último que habían aprendido con sus respectivas senseis, Seina se dio cuenta de que Mikoto estaría incompleta ya que ninguno de los que iba a reclutar para su regalo conocían a Mikoto como madre. Entrada la madrugada, mientras estaba tumbada en la cama, no pudo dormir. Había algo que la carcomía, y era que podía hacer algo para remediarlo. Podía intentarlo, al menos.
—…Joder.
Se levantó como una exhalación y fue a su estudio. Todos los demás estaban durmiendo, o eso creía debido a las puertas y ventanas cerradas, así que nadie la molestó. Cerró la puerta detrás de ella. Miró poco a poco su estudio, contemplando lo que tenía que podía usar para lo que estaba pensando hacer, y caminó hasta su armario con piedras y minerales.
Durante casi una hora estuvo pensando y probando secuencias de runas hasta que, finalmente, creyó dar con la buena.
—Querido Itachi,
El día 23 es el cumpleaños de Sasuke. Sé lo que quiero regalarle, pero necesito tu ayuda. No has contestado a ninguna de mis cartas, tal y como esperaba, pero te pido que, al menos, accedas a hacer esto para ayudarme con el regalo de Sasuke.
Lo único que tienes que hacer es poner el mineral que adjunto con esta carta en la frente. Entonces, cierra los ojos y piensa en tu madre. Piensa en cómo era: en su voz, en cómo se expresaba, cómo sonreía, su forma de mover las manos, lo que te decía cuando te consolaba, cómo te hablaba, cómo se enfadaba, sus frases más repetidas… Todo lo que puedas recordar de ella. Una vez acabes, envíame de vuelta el mineral con mi paloma.
Espero que algún día Sasuke pueda enseñarte lo que estoy creando para él. Si decides ayudarme te estaré muy agradecida.
Seina.
Invocó su paloma. Le ató la carta y una bolsita negra acolchada con el mineral dentro. Dejó que volara lo más rápido posible. Si quería que le llegara a Itachi, y que se la enviara de vuelta, tenía que hacerlo cuanto antes. Solo entonces pudo irse a dormir.
—¿Lo tenéis todo? —preguntó ella el sábado, el día anterior a la partida de sus hermanos.
—Sí —rodó los ojos Sasuke—. Estamos preparados desde hace días.
Seina hizo un puchero al escucharlo. ¿Qué esperaba Sasuke? ¡Estaban a punto de cumplir su sueño!
—Creo que tienes una misión, Seina —le dijo Kakashi mientras apuntaba a la invocación que le había dado a Tsunade-sama en la ventana.
—¿¡Qué!? —gritó Naruto, dejando lo que estaba haciendo y bajando las escaleras corriendo—. No vamos a poder despedirnos antes de que nos vayamos.
—Eso parece —suspiró ella. Cogió la nota—. Me está llamando a su despacho. Si no nos vemos, que tengáis mucha suerte.
—Gracias Seina.
Salió de allí en dirección a la oficina de Tsunade-sama. Cuando llegó la esperaba su maestra con una sonrisa impaciente.
—¡Por fin!
—Acabo de recibir la nota —dijo ella, evitando rodar los ojos—. ¿Tengo una misión?
—Sí, me temo que sí, pero la empezarás mañana por la mañana —le contestó con algo de excitación.
—¿Mañana? —preguntó confundida. Entonces, cayó en algo—. ¿No será… una misión a Suna?
—Sí. Formarás parte de mi escolta a los exámenes de chunin.
Seina sonrió de oreja a oreja cuando lo escuchó. ¡Le estaba dando la oportunidad de ir a Suna con su equipo! Tal y como había hecho con Kakashi en su examen de jonin. Debería haberlo supuesto.
—Me escoltarás junto a Ensui, Raido y Yamato.
—Muchas gracias, Tsunade-sama.
—No iba a dejar que mi aprendiz se perdiera el combate de su propio equipo.
—¿Permiso para retirarme?
—Un momento, Seina —dijo la Hokage, levantándose de su silla—. Vas a necesitar esto.
Cogió al vuelo un paquete que le entregaba. Miró a la Hokage con algo de confusión. Al ver su ademán para que lo abriera sacó un kunai y abrió el paquete allí mismo. Paró en seco al ver un trozo de tela de color gris.
—Pero, esto es…
—El uniforme de mi escolta —contestó Tsunade-sama—. ¿Acaso no recuerdas los escoltas del Tercero?
—Pero yo no soy anbu.
—Todavía no.
A Seina le dio un vuelco el corazón al escucharlo. No había pensado entrar en anbu hasta dentro de años, quizás nunca. Entonces, como por arte de magia, alguien llamó a la puerta. Seina la abrió ante una mirada de la Hokage. Supo antes de abrir quién estaba al otro lado. Cuando vio la máscara en forma de dragón y la túnica blanca reconoció al instante al comandante anbu.
—Tsunade-sama.
—Comandante Ryu. Justamente estaba hablando con Seina de la misión de escolta.
Justamente… Seina la observó con exasperación. Si no lo había planeado todo se tragaría un kunai. El comandante no hizo caso a su broma, esperando a que hablara de nuevo. Tsunade-sama rodó los ojos al verlo.
—Le he dado ya el paquete. Si quieres decir algo.
—Seina. Creo que eres una buena candidata para entrar en anbu —le dijo mirándola a los ojos—. No solamente por tus poderes sino por tus otras cualidades como ninja. Si aceptas, entrarás en anbu efectivamente al instante. Lo que supondrá que podrás escoltar a Tsunade-sama a Sunagakure como su guardaespaldas.
—¿Y qué pasará con mi trabajo en el hospital, mis otras misiones…?
—Intercalaremos tus misiones para que nadie descubra tu tapadera como jonin e iryo nin. Además, debido a tu edad y tus responsabilidades en la aldea tendrás menos misiones en comparación a otros reclutas.
—Imagino que tampoco podré decirles nada a Naruto y Sasuke —frunció el ceño al pensarlo—. ¿Y a Kakashi?
—Kakashi, aunque semi retirado, sigue siendo anbu, y tu maestro.
¿Semi retirado? Evitó mostrar su sorpresa al escucharlo. ¿Quería decir eso que… Kakashi seguía haciendo misiones muy de vez en cuando para anbu? Pestañeó de nuevo al comprender que eso quería decir que, aunque no era recomendable, podía decirle lo de su ascenso.
—¿Y qué debo hacer… en caso de aceptar?
—Si aceptas, se te dará una máscara para ti y esta noche, a media noche, se te adoctrinará en anbu delante de todos los demás. Recibirás tu tatuaje y tu nueva arma.
—…Está bien. Acepto.
—Perfecto —dijo Tsunade-sama, cortando en la conversación—. Esta noche, 10 minutos antes de medianoche, ven aquí. Yo seré quien te acompañe al cuartel de los anbu.
Seina asintió. Se fue de allí con el hiraishin. No podía creerlo. Cuando llegó Naruto y Sasuke no estaban, pero sí estaba Kakashi lavando los platos con expresión distraída. La vio aparecer por la puerta con el paquete bajo el brazo. Dejó en seco lo que estaba haciendo. Se la quedó mirando con expresión algo triste pero cargada de aceptación.
—Sabía que llegaría este momento. ¿Te han dicho por qué ahora?
—Para escoltar a Tsunade-sama este domingo.
—Ya veo —sonrió él, melancólico, al comprenderlo todo—. Una buena excusa como otra cualquiera, supongo.
—¿Estarás allí?
—¿Esta noche? —ella asintió—. Por supuesto.
—No me imaginaba que me iba a hablar de eso cuando llegué a su oficina.
—Ni yo, pero lo cierto es que esperaba que llegara este día tarde o temprano. Lo que un anbu necesita es tener una buena cabeza en los hombros, más que poder, y tú tienes ambas cosas. Por no hablar de que has demostrado tus cualidades sobradamente ante el comandante Ryu.
Seina sacó el uniforme del paquete. Vio los pantalones negros, la mochila de kunais negra de muslo, el chaleco gris, el jersey negro, los guantes negros largos, los guardabrazos plateados y la típica túnica negra hasta las rodillas.
—¿Qué demonios voy a hacer con mi riñonera? —se preguntó al darse cuenta de que no podía ponérsela con la túnica.
—Vas a tener que modificarla de alguna forma —suprimió una risa al ver su cara horrorizada.
Estuvo un rato dando vueltas sobre qué hacer con ella hasta que al final se dio cuenta que podría empequeñecerla un poco y atársela alrededor de una pierna a modo de mochila de muslo. Le cambió un poco el aspecto y el color a gris para que no la reconocieran por la riñonera.
—Mañana Yugao-sensei me ha dado el día libre, para relajarme dice. Me ha dicho que no se me ocurra entrenar o me cortará los meñiques con su katana —se quejó Naruto.
Todos los demás se rieron de él. Naruto, bajo el mando firme y calculador de Yugao, parecía estar aprendiendo a morderse la lengua y a usar su voz interior más a menudo. Quizás porque Yugao tenía menos escrúpulos que Kakashi en reprenderlo con algún que otro puñetazo y mirada punzante.
Seina deseó buenas noches a sus hermanos viendo como luchaban porque no se les cerraran los párpados. Hizo tiempo recogiendo los platos con la ayuda de Kakashi, quien esperaba el momento en que se quedaran a solas en silencio. Cuando escucharon las puertas de cada uno cerrarse dejó el último plato en su sitio con un suspiro.
—Ve a vestirte. Te esperaré aquí.
Subió las escaleras con una creciente excitación. Si bien no había sido planeado su ingreso en anbu no era algo que le desagradara. Las misiones normales le parecían francamente aburridas la mayor parte del tiempo. Por no hablar de que en anbu podría usar sus habilidades más libremente sin que la reconocieran tras su máscara sus enemigos.
Se vistió rápidamente con su nueva ropa, notando lo cómoda que era. No olvidó su nuevo sujetador ninja y la redecilla metálica que cubría su torso bajo el jersey negro anbu. El chaleco era más pesado de lo que parecía, más incluso que el chaleco de jonin. Al tocarlo notó como había en su interior una placa metálica para proteger el tronco, la parte más importante de su cuerpo salvo la cabeza. Se puso las botas, la mochila de kunais y se ató la riñonera al muslo antes de hacerla desaparecer con un hechizo. En cuanto regresara a casa empezaría a modificar toda su ropa a su antojo con runas y hechizos.
Por último, se recogió el cabello en una coleta alta y luego se trenzó el pelo y lo ató en un moño alto. Necesitó otro hechizo en su cabeza para que no le diera una migraña de lo apretado que estaba. Se puso la túnica, dejándola abierta, antes de desaparecer de su habitación y reaparecer en el salón. Allí ya le esperaba Kakashi, vestido de pies a cabeza con su uniforme anbu. Incluso llevaba su máscara de perro.
Asintió en su dirección después de examinarla de arriba abajo con un atisbo de melancolía que percibió con su legeremancia pasiva, siempre activa.
—Estás increíble.
—Gracias, supongo.
—Algún día nuestros enemigos temblaran al pensar en ti.
Asintió de nuevo. Aunque no lo pareciera, era un cumplido. Un cumplido ninja. Salieron por la puerta en total silencio. Se puso la túnica y alzó la capucha holgada cuando salieron del alcance del fidelus. Subieron a los tejados sin que nadie los detectara. Le sorprendió ver cómo, en lugar de dirigirse al cuartel anbu, la acompañó a la oficina de la Hokage, que se encontraba totalmente a oscuras. Entró por un escondrijo después de Kakashi. Uno que no sabía que existía.
—Sabía que te vería esta noche, Inu —saludó la Hokage, acompañada por su escolta anbu y el comandante detrás de ella, parado contra la pared como un fantasma. Luego la miró a ella—. Tengo algo para ti.
Sacó una caja negra de madera y una funda negra con un ninjato anbu. Abrió la caja escuchando el clic metálico y vio, sobre un cojín acolchado rojo sangre una máscara de porcelana blanca, negra y roja. Tuvo que suprimir una risa al darse cuenta de que era la máscara de zorro.
Era más ovalada que la de Kakashi, con la parte inferior de la mandíbula más estilizada como la cabeza de un zorro. Tenía un par de orejas medianas encima de la máscara, con el interior pintado rojo, y las cuencas de los ojos rodeadas de un contorno rojo. Contempló un punto negro en la protrusión de la máscara que representaba la nariz y 2 bigotes negros contorneados rojos en las mejillas. Incluso los labios negros con más contorno rojo y su forma le recordaron tremendamente a los de Kurama.
Cogió la máscara y se la pegó con un hechizo a la cara en lugar de gastar chakra. Hasta que no se la quitara voluntariamente nadie podría sacársela, ni partírsela gracias a un hechizo inquebrantable. Se dijo que, cuando tuviera tiempo, la modificaría con unos cuantos encantamientos más para que fuera más confortable y la protegiera. Se sentía extraña sin su banda ninja en el cuello. Evitó mirarse mientras se ponía en su sitio el ninjato, terminando de vestirse frente a la Hokage y sus nuevos compañeros anbu.
—Vamos. Nos están esperando.
Siguieron a la Hokage por unos pasillos subterráneos que parecieron interminables. Cuando salieron a la superficie estaban dentro del cuartel general de anbu. Lo gracioso era que los túneles habían sido tan laberínticos que ni siquiera sabía en qué parte de la aldea estaban, cosa que estaba hecha a propósito.
En cuanto llegaron a un patio interior, en mitad de la nada, supo que tenían que estar en las afueras de la aldea, pero dentro de las murallas de Konoha. Allí los esperaban todos los otros reclutas, los que estuvieran disponible al menos, en filas indias. Paró al lado de Kakashi cuando la Hokage se detuvo.
—Anbus de Konoha. Os presento a vuestra nueva incorporación. Kitsune.
—Está aquí el tatuador —informó uno de ellos con máscara de león.
—Que pase.
El tatuador no era sino otro anbu, aunque retirado al parecer. Vestía una media máscara blanca para proteger su identidad y una yukata negra. Llevaba consigo un maletín pequeño con lo necesario para tatuarla. Le hizo mantenerse de pie, inmóvil, durante los 20 minutos que le tatuaba el sello anbu en su brazo izquierdo usando el método tradicional japonés para tatuar: unas agujas atadas a unos palillos y tinta casera.
—A partir de ahora eres uno de nosotros —le dijo el comandante Ryu.
Los demás hicieron una reverencia leve antes de desaparecer. Esa era el único ritual anbu. Sabía, puesto que se lo había comentado Kakashi hacía meses, que solo tenía un propósito: dar a conocer a los otros anbu la existencia de un nuevo compañero. Se hacía así para que nadie pudiera infiltrarse y para que supieran identificarla cuando viniera de misión o usara los pasadizos secretos de la aldea.
Sabía que algunos ya se habían dado cuenta de su identidad simplemente porque había aparecido con la Hokage y Kakashi. Otros la habrían descubierto por su olor, o la escasez de este debido a sus hechizos, o su cabello rubio dejado al descubierto cuando se quitó la túnica para que la tatuaran. Qué remedio. No iban a traicionarla, así que le daba lo mismo. Tampoco importaba mucho si esta gente sabía que ahora formaba parte de anbu.
Cuando se quedaron solos el comandante, la escolta de la Hokage, Kakashi y ella, su maestra se giró a sonreír en su dirección.
—Mañana empieza tu primera misión anbu. Dejaré que el comandante Ryu te diga los detalles de la misión.
La Hokage desapareció con su escolta. El comandante contempló unos segundos a Kakashi, quien estaba mimetizado contra una pared sin decir ni pío, y luego la miró a ella. Le estuvo hablando durante un rato de lo que esperaba de ella, de cómo iba a ser la misión, del punto de encuentro, etc, etc. La alivió saber que, en cuanto volvieran, se reunirían para hablar largo y tendido de lo que suponía ser anbu, y qué podría esperar.
El comandante se marchó en un alarde de velocidad dejándolos solos. Ella alargó su mano en dirección a Kakashi y, cuando se la cogió, usó el hiraishin para teletransportarse en el jardín delantero de su casa. Se fue a quitar la ropa rápidamente, por si acaso, y luego se fue a la cama. O eso pretendía. Un toque en su ventana hizo que se girara extrañada. Abrió las cortinas y le dio otro vuelco el corazón al darse cuenta de que era su paloma. No llevaba la carta, pero sí el saco.
Rápidamente sacó el mineral y vio como brillaba su interior con un reflejo azulado semejante al de una pensadera. ¡Itachi le había hecho caso! Tuvo que sentarse en la cama para evitar caerse de culo. Si eso no era una prueba más de que Itachi quería a su hermano, no sabía qué sería necesario. No había respondido a ninguna carta, ni suya ni de Sasuke, pero había enviado un regalo para su hermano, puesto que eso era lo que era, ante la mera mención de su madre. Increíble.
Guardó todo en la mesita de noche y se fue a dormir. Justo cuando estaba entrando en un duerme vela la asaltó un pensamiento. ¿Por qué Tsunade-sama no la había mandado de misión a Suna como hizo con Kakashi en sus exámenes a jonin? Así podría haberlo visto todo sin necesidad de tener que ser anbu para escoltarla y poder ver los combates. Entonces, se acordó de las palabras de su maestro.
—Una buena excusa como otra cualquiera.
Se dio cuenta de que tenía razón. Él lo había pillado al vuelo. Lo de la escolta solo era una excusa.
Habían usado a Sasuke y a Naruto contra ella, pero, ¿por qué? De haberle propuesto ser anbu seguramente habría dicho que sí sin necesidad de… animarla, de chantajearla emocionalmente, con el combate de Sasuke y Naruto. No supo por qué, pero le vino a la mente Remus. La plaza que le dieron a Remus en Hogwarts, cosa que cualquier persona decente hubiera ofrecido a un niño inocente de 11 años, había sido suficiente para que después se sintiera endeudado con Dumbledore hasta su muerte. En muchísimas ocasiones Remus fue la marioneta del director, incluso cuando eso no la favorecía a ella, ni a Sirius, ni a él mismo.
—¿Crees que es posible…? —preguntó a Kurama.
—¿Qué te estén manipulando para amarrarte más a Konoha? —continuó él, resumiendo el caos de sus pensamientos—. Vives en una aldea ninja. La manipulación es algo habitual.
—Pero, ¿de Tsunade-sama?
—Esa vieja sigue siendo la Hokage. Lo es por encima de todo. Y tú eres su jinchuriki con poderes especiales.
—Un arma.
—Exacto. Un arma incluso más peligrosa que un jinchuriki habitual. Tú eres un diamante en bruto en medio de toda esta chusma ninja de poca monta, y mucha gente se está empezando a dar cuenta de ello… Puede ser que solo te esté protegiendo, dándote apoyo en anbu para alejarte de otra gente, como el viejo decrépito al que llaman Danzo —le habló Kurama con seriedad desde su interior—. Llegará un momento en que brillarás por encima de todos, y pienso que la vieja lo sabe. ¿Qué crees que pasaría si fueras tan poderosa como para destruir Konoha y, a su vez, no fueras leal a la aldea?
—Crees que piensan que soy un peligro potencial para Konoha.
—Y lo eres, ¿no es así? Tú misma le dijiste a Kakashi que harías cualquier cosa por tu familia. Tú familia, no la aldea. Tú eres como yo, por eso me caes bien, porque te mearías en Konoha sin problemas para proteger a los tuyos, como yo. Y eso pone nerviosa a mucha gente.
—¿Sabes, Kurama? Sea como sea, no me ha gustado que me manipularan esta noche…—siseó ella con malicia—. Quizás tenga que empezar lo antes posible con ese plan B. Mientras tanto agacharé la cabeza y me haré la tonta el tiempo que haga falta…
Escuchó la risa siniestra de Kurama en su cabeza, dándole la razón silenciosamente.
Notes:
¡Feliz año 2024!
Os traigo el siguiente capítulo con un día de retraso. Sorry.
Y en cuanto a la historia... ¿La trayectoria de Seina no os recuerda a alguien? ¿Creéis que Tsunade la está manipulando, protegiendo o quizás ambas cosas? ¿Pensáis que Kurama tiene razón? Preguntas, preguntas :)
Adjunto la imagen de la máscara. Por si a alguien le hace gracia verla.
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Chapter Text
Cuando bajó a desayunar al día siguiente, lo suficientemente temprano para que Naruto y Sasuke todavía estuvieran durmiendo, se topó de lleno con Kakashi bajando las escaleras. Iba vestido ya con su uniforme de pies a cabeza, y parecía no haber dormido mucho. Su expresión seria le hizo alzar una ceja.
—¿En qué estabas pensando ayer por la noche? Cuando volvimos.
—¿Por qué lo preguntas?
—Porque sentí tu instinto asesino incluso en la planta superior. Era mucho más fuerte que cuando pensaste en matar a Kabuto, y eso que sé que quieres torturarlo y matarlo.
—Kabuto es mi enemigo. Intentó matar a mi hermano. Obviamente quiero destrozarlo.
—Entonces, ¿en quién estabas pensando anoche? —preguntó en voz baja el jonin, sentándose delante de ella en la mesa.
—No me gusta que me manipulen —contestó ella con voz gélida, y seguramente expresión siniestra.
—…Ya veo.
—¿Qué habrías hecho tú, de ser el Hokage? ¿Me habrías manipulado de la misma forma?
—No, porque sé que te darías cuenta y que luego eso sería contraproducente. Sabiendo cómo eres sé que hacerlo así… tendría el efecto contrario, ¿no es así? —preguntó él observándola atentamente—. No te sientes más integrada, sino más furiosa y, sabiendo cómo piensas, sé que ayer ya empezaste a planear una salida. Pude notar tus emociones maliciosas junto a tu instinto asesino.
—Tienes razón. Espero que no vuelva a hacerlo. Por el bien de todos.
Se levantó de la silla, tirando su plato medio comido de desayuno, y se fue a vestir con su nuevo uniforme. Tardó bien poco en salir de casa y llegar al punto de encuentro. Se sentía llena de ira cuando vio a la Hokage y los demás anbu. Sabía que tardaría tiempo en que se le pasara. En realidad, no le importaba ser uno de los perros de Konoha, pero sí que le importaba que la trataran como un perro. Había una gran diferencia. Si creía que podía seguir manipulándola lo llevaba crudo.
Para empezar, pararía de raíz los nuevos inventos, las nuevas pociones, los nuevos genjutsu, todas sus investigaciones… Daría a cuenta sus gotas nuevos inventos. Algunos que no pudieran usar contra ella. Pensaba hacer que le suplicaran. Sabía que siendo tan inteligentes como eran, sobre todo teniendo a Shikaku como consejero extraoficial, tarde o temprano empezarían a sospechar que lo estaba haciendo a propósito. Aunque no tendrían pruebas. El retrato sería el último gran invento que iba a darles en mucho tiempo, y pensaba modificarlo en su beneficio antes de entregárselo.
Seguiría realizando las misiones como hasta ahora, con su máxima eficiencia, simplemente porque cobraba lo mismo estando de misión uno o siete días. Aun así, todos los pergaminos, las armas, los jutsus… que se encontrara durante sus misiones se los quedaría en lugar de compartirlos con Konoha como hasta ahora. En las únicas cosas en las que pensaba seguir ayudando activante eran investigaciones contra Danzo, sobre Itachi, y los entrenamientos con sus amigos. Todo lo demás, ya podían olvidarse de ello.
Empezaría a espiar a alguna gente de interés extraoficialmente, por si necesitaba en un futuro material como chantaje. Empezando por las identidades de cada uno de los anbu de Konoha, incluidos los de la Ne. Por suerte tenía los esbozos en sucio del mapa de su cuartel y podía volver a crear otro pergamino merodeador teletransportándose a la cámara secreta de la base de Danzo, sin que nadie supiera que lo tenía en su posesión.
Ah, y repararía en su totalidad Uzushiogakure. Por si necesitaba algún lugar donde vivir fuera de los países ninja. Tendría que pensar cómo hacer que fuera totalmente autónoma para no depender de ningún otro país. Eso incluía comida, medicinas, comercios, escuelas, edificios para vivir, etc. Quizás no lo tenía que usar nunca, pero prefería estar preparada para cualquier eventualidad.
Mientras lo pensaba, parada un paso atrás de la Hokage, escuchó con algo de desinterés su conversación con el comandante Ryu. Su nuevo comandante mientras estuviera vestida de uniforme. Abrió su mente para poder escuchar lo que estaban pensando en ese mismo momento sus compañeros. Solo eran sus pensamientos superficiales, pero por algo se empezaba.
—... No puedo creer que haya sido tan idiota. Shikaku tiene razón —pensaba Ensui, a su mano derecha—. Ugh.
—No recordaba que fuera tan aburrido esperar.
—No parece haberse dado cuenta. Me extraña —pensaba el comandante anbu—. Tendré que hablar con el Nara.
Yamato, a su lado, estaba meditando para pasar el rato así que no estaba pensando en algo. La Hokage, mientras tanto, estaba pensando en lo que les esperaba en Suna con los otros Kage. Lo que más le picó la curiosidad era los pensamientos del comandante. No había pensado activamente en ello, pero algo le decía que estaba meditando sobre ella. Por desgracia, Shikaku no iba con ellos a Suna ya que no eran los exámenes de jonin. Lo que fuera que hablaran en Konoha, mientras ella se iba de la aldea, no podría espiarlo.
Salieron andando hasta la entrada de la aldea, donde los esperaban los equipos candidatos a chunin casi vibrando de la excitación por acabar el examen. La Hokage se adelantó haciendo caso omiso de la expresión contrariada de Naruto, y en menor medida Sasuke.
—¿Dónde está Seina-nee? Pensé que vendría a vernos.
—Está de misión —le dijo Kakashi sin alzar su mirada de su libro.
—No lo creo —refutó en seguida su hermano—. Ayer por la noche estaba en casa. La sentí.
Irónicamente, ambos tenían razón. Sasuke, en silencio, miró la expresión despreocupada de Kakashi. Cualquiera pensaría que no sucedía nada fuera de lo normal, pero el equipo 7 había aprendido a leer los pequeños gestos casi invisibles del jonin. Por no hablar de que no había refutado las últimas palabras de Naruto sobre que regresó a casa en lugar de partir de misión.
—Yo también la sentí —contestó finalmente Sasuke, retando a Kakashi a mentirle en la cara—, y estaba furiosa.
Kakashi levantó la mirada de las hojas para posar su ojo gris sobre los ojos negros de Sasuke. Seina escuchó cómo le estaba apremiando mentalmente que se callase debido a la presencia de la Hokage. Tsunade-sama, al contrario de lo que pudiera parecer, los estaba escuchando con atención. Su escolta anbu, escondida entre las ramas del bosque fuera del rango de visión de todos los otros, peinaron el perímetro. Seina vio la minúscula arruga en el ceño de su maestra.
—Ya le dije que no le gustaría… —pensó para sus adentros con un atisbo de culpa en la voz. Luego suspiró mentalmente.
¿De quién estaba hablando? Seina intentó percibir algo más, pero la Hokage se centró en el viaje y Naruto y Sasuke dejaron de interrogar en voz alta a Kakashi. Escuchó los pensamientos de Kakashi quien, al contrario de lo esperado, no estaba para nada atento en la lectura. Es más, ni siquiera podía leer las frases ante sus ojos debido a su mirada desenfocada. Estaba medio perdido en sus pensamientos.
—Lo único que puedo hacer es protegerla como pueda, y averiguar por qué ahora —pensó con la mente a mil por hora—. Algo me huele mal de todo esto. Tsunade-sama la aprecia. No le haría esto a Seina sin un buen motivo, pero, ¿cuál? Tengo que volver a anbu para enterarme de lo que está pasando.
Escuchó antes de dejarlo a solas, dándole privacidad mental a su equipo, cómo empezaba a confabular para que lo pusieran en su equipo anbu cada vez que saliera de misión. De esa forma, estarían juntos y podría protegerla desde dentro al mismo tiempo que investigaba qué era lo que, según él, estaba sucediendo para que ahora les hubiera entrado prisa para adoctrinarla en anbu.
El hecho de que Kakashi estuviera prácticamente seguro de que sucedía algo más, que no era una burda manipulación sin más de la Hokage, la calmó. Intentó meditar como Yamato, mientras hacía su trabajo como escolta, para no perder los estribos debido a su enfado. Si actuaba enfadada solo cometería errores. Lo sabía por experiencia propia. Aunque era difícil controlar las hormonas, los sentimientos siniestros de Kurama y sus emociones a flor de piel después de que la manipularan. Era como un bucle de retroalimentación positiva que la cabreaba más y más.
Durante todo el viaje no abrió la boca. Ni en las paradas de rigor, ni con los otros anbu, ni con la Hokage. Meditó, se relajó y usó sus barreras mentales. Cuando pasó el día y estaban a mitad de camino de Suna, a paso rápido, se sentía mucho mejor. Había decidido seguir con su plan de reconstruir Uzushiogakure y de cerrar el grifo de los inventos, pero daría a los responsables de manipularla una oportunidad de explicarse.
Ahora que no tenía la mente nublada por la ira, hasta a ella le parecía extraña la forma en que actuó la Hokage. Se estaba perdiendo algo, una pieza del puzle. En cuanto se dio cuenta de eso, de lo mismo que había comprendido Kakashi, se calmó por completo.
—Ya te dije que quizás era una forma de protegerte —le recordó Kurama.
—Sí, después de echar mierda al asunto.
—Kukuku —rio Kurama—. No puedes ignorar todas las posibilidades porque algunas duelan.
—Lo sé…
Kurama tenía razón. Tenía que pensar en cualquier posibilidad, no solo en las que fueran agradables para ella. Aun así, el comandante Ryu no había pensado con malicia en su contra, ni la Hokage. Ninguno de ellos, de hecho. Eso la reconfortaba. ¿Quizás había sido demasiado ligera al juzgarlos? Puede ser. Tal y como decía Kurama, ellos eran la parte oscura, y realista.
Cuando llegaron a Suna todos estaban cansados. Habían estado corriendo unos 3 días, salvo por las paradas para comer y para dormir un par de horas. Lo cierto es que nadie quería parar en mitad del país de los Ríos. Los que estaban enterados del peligro debido a esto, los genins debido a que había muchos insectos dispuestos a picarles. El desierto, por otro lado, estaba lleno de arena. Arena por todos sitios. Sino fuera por sus hechizos provisionales también habría muerto de calor. Era pleno julio y estaban pasando por una zona sin cobertura durante el mediodía. Por no hablar de los animales venenosos como serpientes, escorpiones, etc.
Cuando llegaron a las puertas de la aldea más de uno parecía a punto de llorar de alivio. Escuchó a medias como los dejaban pasar, sabiendo que estaban allí escoltando a la Hokage, cómo los mandaban a unos aposentos ya preparados para ella. Seina, quien ya había visto más de una vez la aldea de Sunagakure, se limitó a inspeccionar los alrededores. Luego examinó los aposentos con todo tipo de hechizos. Por suerte, parecía estar todo limpio.
—¿Y bien? —preguntó Tsunade-sama.
Ella asintió.
—Ah, bendito aire acondicionado —suspiró de placer sentándose en una butaca mullida.
Seina usó el jutsu de ocultación en tierra para camuflarse con la pared, dispuesta a estar sola un rato más. Volvió a escuchar otro suspiro, aunque este fue totalmente distinto. Casi culpable. Mientras se encontraba mirando a la aldea, oculta en la pared de la casa provisional de la Hokage, abrió su mente para evitar morir de aburrimiento. Entre el hechizo de audición, su revelio modificado y su legeremancia pasiva pasó el rato a solas. Nadie podría acercarse sin que se enterase así que, como no la llamaron de vuelta adentro, se limitó a quedarse allí como un centinela.
—…Lo tenemos todo preparado para el festín de esta noche —dijo alguien en voz baja—. El consejo está al corriente de todo.
—Perfecto. Buen trabajo.
Más allá, escuchó con una sonrisa la voz de los genins de Konoha, quienes hablaban de su combate al día siguiente. No los vio, pero sus voces les llegaron a los oídos así que supo que debían estar relativamente cerca.
—¿Dónde estaba esa jonin tuya? —preguntó la voz de Asuma en un murmuro—. Me parece muy curioso que no se despidiera de los chicos.
—Está de misión.
—Sí, eso. Su hermano no parecía muy convencido.
—Naruto es una cabeza hueca. Ya lo sabes —dijo con voz monótona y aburrida Kakashi, intentando sacarse de encima a Asuma.
—Lo que tu digas, Kakashi.
—¿Habéis visto el estadio? —preguntó Kurenai un poco más allá—. Es más grande que el de Konoha, pero es todo arena y roca.
Una conversación susurrada le picó la curiosidad. Agudizó el oído en esa dirección. Se trataba de los examinadores del examen, jonins de Suna. Parecían estar hablando unos cuantos acerca de los candidatos.
—Todavía no han llegado.
—¿Todavía? A lo mejor les ha pasado algo.
—No nos han informado de su retirada. Eso quiere decir que deberían estar llegando a Suna. La carta del líder está datada de hace 3 días.
—Deberíamos ir a investigar. No sería muy diplomático que atacaran a alguien en nuestro territorio.
—¿Contra quién combatía el equipo de Takigakure?
—Déjame mirar… Contra un genin de Konoha y 2 genins de Suna.
—Le diré al consejo lo que sucede. Quizás tengamos que cambiar la alineación de los combates.
Seina bajó de su posición en busca de la Hokage. La vio leyendo un pergamino mientras se tomaba una taza de té. En cuanto apareció por el techo, cayendo a sus pies, alzó una ceja.
—Parece que el equipo de Takigakure no ha llegado todavía. Los jonin de Suna creen que posiblemente los hayan atacado por el camino. Planean una segunda alineación, por si acaso, y han enviado un equipo a investigar el norte.
—¿Algo más? —preguntó la Hokage, frunciendo el ceño mientras pensaba.
—El equipo de Takigakure… Uno de sus genins era la jinchuriki del Nanabi.
—¿Estás segura? —preguntó su maestra con rostro severo.
—La conocí en una misión en Takigakure. Por la descripción de Naruto y Sasuke era ella. Una chica morena de ojos naranjas y cabello gris verdoso. Su nombre es Fu.
La Hokage cogió uno de los papeles metidos dentro de una carpeta. Repasó algo escrito delante de todos ellos.
—Tienes razón. Fu Sanada es una de las participantes de Takigakure. Lucha mañana contra Matsuri.
—¿Cree que le ha podido suceder algo antes de llegar a Suna, Tsunade-sama? —preguntó Yamato tras su máscara.
—Puede ser… Regresad a vuestros puestos. Si os enteráis de algo más quiero saberlo.
La Hokage miró al infinito. Seina evitó espiar su mente, pero su maestra estaba pensando tan fuertemente en eso que lo escuchó irremediablemente desde su escondite en la pared debido a la legeremancia que estaba empleando para espiar a la gente de Suna.
—¿Será posible que Akatsuki…? La información que me envió hace poco Jiraiya concuerda con un posible ataque a Fu Sanada. Aunque es muy poco discreto. ¿Por qué no esperar a después de los exámenes? Nadie hubiera sospechado entonces. ¿Qué estáis tramando ahora? ¿Por qué actuar con tanta prisa?
Dejó de escucharla. Se le estaba empezando a revolver el estómago con tantas emociones negativas de tanta gente. Otra vez. Decidió alzar sus barreras de oclumancia para no tener que seguir escuchando los pensamientos de otra gente. Necesitaba volver a relajarse de nuevo así que se puso a meditar.
—¿Estás cansada para hacer el primer turno? —le preguntó Yamato un rato después, cuando cayó la noche.
—No.
—Está bien. Despiértame dentro de un par de horas.
Seina asintió. Todos los demás se fueron a dormir y ella se quedó protegiendo la casa de invitados del Kazekage, regido por el consejo ahora mismo. Puso unas cuantas invocaciones por toda la casa, en cada apertura, pero no pasó nada. Solo escuchó a un poco gente por la calle, algún que otro hombre bebido que regresaba a casa, y el viento. Era hasta terapéutico.
Cuando le tocó irse a dormir, entrada la madrugada, se dio cuenta de que no tenía sueño. Estaba demasiado llena de sentimientos contradictorios. Sentía como la cabeza, y el estómago, le daba vueltas. Menuda primera misión anbu. Sabía perfectamente lo que necesitaba. Tenía que regresar a uno de sus espacios privados, en soledad, y relajarse largo y tendido sin interaccionar con nadie. Tenía que… purgar sus emociones negativas. Malditas hormonas.
Se le cerraron los ojos cuando escuchó a Ensui sustituir a Yamato.
Al alba del día siguiente despertó sintiéndose algo mejor, aunque cansada. Nada más empezar el día alzó a toda potencia sus barreras mentales para evitar caer en el mismo pozo de miseria de los últimos días. Meditó mientras desayunaba en la misma mesa que la Hokage, centrándose en las cosas buenas que la rodeaban en lugar de las malas, y pareció que su humor iba cambiando poco a poco. No a mejor, sino que estaba alcanzando claridad.
¿Qué podían hacer en su contra? Nada. El problema no era ese. El problema era que, si Seina hacía algo contra Konoha, aunque fuera un contraataque, quizás perdería a Naruto y a Kakashi debido a su lealtad con la aldea. Sasuke, curiosamente, era el único con el que contaba que se quedara a su lado. Simplemente porque Konoha había jodido a su familia antes y porque para Sasuke su familia era más importante que la aldea. Justo lo que sentía ella.
La cuestión era, ¿quería tener que agachar la cabeza y ser una marioneta solo para no perder a sus seres queridos? La respuesta era no. Quería a Naruto, a Sasuke, a Kakashi, a sus amigos, pero no era una niña de 12 años rezando por no quedarse sola. Era una adulta a la que habían machacado durante años. Para ella, sus principios estaban por encima de todo porque, de lo contrario, no sería ella. Si tenía que quedarse sola, en lugar de ser una marioneta, lo aceptaría con pesar. Si tenía que perder a Naruto y a Kakashi… Le partiría el corazón, pero era mejor eso que desvanecerse bajo el yugo cruel de alguien que la usaba como un arma. Ya había pasado por eso una vez, y había muerto. Literalmente.
Cuando llegó a esa conclusión sintió como se liberaba de un peso muerto. Lo único que podía hacer era seguir siendo ella y, si en un futuro tenía problemas por serlo, ya se las apañaría. No tenía sentido pensar en situaciones que todavía no habían pasado. Eso no quitaba que seguía cabreada con la Hokage y con el comandante Ryu. Solo había una forma de remediarlo… Vengarse a la vieja usanza.
Sonrió de forma siniestra detrás de su máscara, mientras seguía escondida a la Hokage por los pasillos de la Mansión del Kazekage hasta el lugar de encuentro. Los participantes, por lo que había podido escuchar, ya estaban allí esperando para luchar.
—¿Está bien, Tsunade-sama? —preguntó Raido al ver su escalofrío.
—…Sí —dijo ella, no muy segura—. Solo he tenido un mal presentimiento.
—¿Mal presentimiento? ¿De peligro?
—No de ese tipo de peligro —musitó para sí misma la Hokage antes de mirar por encima del hombro en su dirección.
Seina evitó reírse en voz alta al ver su rostro preocupado. Había sido hija de un merodeador, ahijada de otro merodeador, madrina del hijo de otro merodeador y había estado casada con George Weasley durante décadas. Ya era hora de que se tomara la justicia al estilo de su padre. ¿Quería jugar con ella? ¡Pues jugarían juntas!
—¿Sucede algo, Tsunade-sama? —preguntó ella evitando delatarse con su tono de voz.
—No.
Vio las miradas de reojo de Yamato y Ensui antes de esconderse de nuevo en la piedra. Escuchó atentamente el intercambio de palabras entre los Kages pertinentes, el consejo y los organizadores del examen. Observó la arena, vacía, y supo que sus hermanos debían estar esperando cerca. Kakashi, por supuesto, estaba en el palco de los senseis, de pie, junto a otros muchos jonin.
Dejó la venganza a un lado, hasta que regresaran a Konoha, y se centró en proteger a la Hokage.
—Señores y señoras, damos comienzo a la última prueba de los exámenes de chunin —anunció uno de los ayudantes del consejo—. Esperemos que disfruten de los combates.
El primer combate resultó ser un genin de Kirigakure contra uno de Sunagakure. Ganó el ninja de Suna simplemente por su resistencia ante las altísimas temperaturas. Eran solo las 9 de la mañana, pero el sol ya picaba en la piel desnuda como un jutsu de fuego. El segundo combate, sorprendentemente, fue Ino contra un ninja de Kusagakure. La pelea estuvo igualada, pero Ino logró despistarlo con varios intercambios de cuerpo y el jutsu de ocultación de tierra. Acabó el combate usando su dojutsu, introduciéndose en su cabeza, para luego hacer que el rival se dejara inconsciente a sí mismo con un pinzamiento de cuello.
El tercer y cuarto combate fueron ninjas desconocidos así que los observó con algo de desinterés mientras mantenía vigilada a Tsunade-sama. El quinto combate fue ganado por Shino, quien usó sus kikaichu y la arena para minar el terreno con trampas. Ni siquiera tuvo que esforzarse demasiado salvo para llevar al genin rival a dónde él quería, acabándolo con sus insectos. El sexto combate también fue ganado por un genin de Konoha, Chouji, curiosamente usando taijutsu.
Cuando llegó al octavo combate, el de Sasuke, se inclinó un poco desde la viga sobre la cual reposaba hechizada invisible. El rival, un genin del país de las Cascadas, perdió estrepitosamente. No solamente Sasuke era mucho más rápido, tenía más resistencia y era más listo, sino que también tenía su sharingan, el cual usó para hacerlo caer en un genjutsu cuando estuvo suficientemente distraído con la pelea. Ni siquiera tuvo que usar un solo ninjutsu para ganar.
La siguiente lucha, entre Temari y Matsuri, la chica que la reemplazó, fue tremendamente corta. Un vendaval de arena se le metió en los ojos y eso fue suficiente para que Matsuri tuviera que taparse la cara y quedar desprotegida.
—¿Por qué no han hecho combates preliminares? —preguntó alguien al consejo.
—Podríamos haberlos hecho, pero después de 5 días sin agua en el desierto hubiera sido muy arriesgado para tantos genins.
—Huh. Supongo que tiene sentido.
Seina se dio cuenta en seguida de por qué lo preguntaba. Llegó el décimo quinto combate y no había salido nadie más de Konoha a combatir. Empezó a aburrirse mientras veía a gente desconocida luchar por ascender a chunin. Luego, le llegó el turno a Neji. Acabó rápidamente con su contrincante usando su byakugan, muy concentrado en su pelea. Se notaba que había aprendido de la vez anterior. Si no lo ascendían ahora se tragaría su bota.
Cuando llegó el vigésimo combate ya habían combatido también Lee y Kiba. Ambos ganadores, uno con taijutsu y el otro con la ayuda de Akamaru y los jutsus de su clan. Luego, vino un combate que no se esperaba. Era Hinata contra Sakura. Por desgracia para Sakura, Hinata había avanzado muchísimo. La pelea de taijutsu duró apenas 5 minutos antes de que Sakura empezara a desfallecer debido a su poca resistencia. Hinata, en cambio, no estaba ni sudando a pesar de llevar una chaqueta blanca. Malditos Hyuga y Aburames, ¿cómo lo hacían?
—Me rindo.
Seina pestañeó al ver cómo se rendía Sakura. Hinata hizo una reverencia. ¿Por qué se rendía? Si era obvio que podía seguir un poco más. Podía intentar ganar a Hinata usando otra cosa que no fuera taijutsu. Podía tener poca resistencia, pero Sakura era inteligente, a veces. La expresión algo amarga de Sakura al salir de la arena la confundió.
—Mujeres… No hay quien os entienda.
—¡Hey!
El combate de Gaara contra un ninja de Amegakure fue rápido. Combatió usando taijutsu y su arena, algo que no había visto antes, y pronto lo sepultó en un ataúd de arena, inmovilizándolo, pero dejándolo vivo. Después de esa lucha, le tocó a su hermano Naruto. Irónicamente, su contrincante era Kankuro. En cuanto vio como Kankuro sacaba de nuevo las marionetas supo que Naruto había ganado. Al contrario de su adversario, su hermano era demasiado todo terreno para perder. Lo único que tenía que hacer era destruir las marionetas y Kankuro estaría vendido.
—¿Es eso veneno?
—Eso parece.
Seina evitó reír. Vio el gas tóxico con el que Kankuro intentó sacar a Naruto de su escondrijo entre las rocas, sin tener en cuenta los clones de su hermano. Gracias al hechizo de auras supo que Naruto estaba escondido en la arena, protegido del veneno, mientras su clon luchaba conteniendo la respiración para distraer a Kankuro. Justo cuando le clavó un senbon, y el clon se deshizo, Naruto actuó enterrando a un sorprendido Kankuro en la arena dentro de un caparazón de chakra. Lo dejó inconsciente con un pinzamiento en el cuello y luego disipó el gas con un jutsu de viento.
Los que quedaban por combatir de Konoha, uno de ellos Tenten, acabaron ganando sus combates sin mucho problema.
—Me ha gustado lo que he visto —dijo la Hokage.
—¿Oh? ¡Es cierto! Es la primera vez que ve la competición sentada en el palco, ¿no?
—Así es. Por fortuna, creo que tengo a bastantes candidatos para ascender.
—Tiene razón. El año pasado, por lo que me contaron, no fue un buen año para Konoha.
—No. Ni que lo diga…
La voz airada de la Hokage al pensar en la muerte de su maestro le sacó una mueca apologética al consejero de Suna. A simple vista parecía todo arreglado entre ambas aldeas así que se preguntaba qué papel había tenido el consejo de Suna respecto a la invasión que resultó en la muerte del Tercero. Observó de reojo a la Hokage, y la siguió adentro cuando se levantó.
Notes:
Para la persona que dijo que la trayectoria de Seina se estaba pareciendo a la de Itachi... bingo.
Ambos son el hermano mayor, ambos quieren a sus hermanos por encima de todo, ambos son considerados prodigios, ambos tienen poderes especiales que otros no tienen (como el mangekyo o la magia), ambos fueron piezas importantes para los planes de su clan o Konoha, ambos fueron inducidos en anbu a los 12 o 13 años, ambos estaban en el punto de mira de ciertas personas importantes de Konoha... pero hay una diferencia muy importante: a pesar de lo inteligente que fuera Itachi, Seina no es un niño de verdad. ¿Afectará eso a algo? De ser así, ¿cómo?
Y para la otra persona que acertó de lleno sobre que Seina es un potencial peligro para la aldea. Lo es. Lo gracioso es que si los hubieran tratado bien no habría necesidad de intentar "reparar" algo que no está dañado.
Dejo otra pregunta en el aire, antes de que se resuelva en el siguiente capítulo, ¿creéis que Sakura ascenderá a pesar de no haber ganado el combate? Después de todo, se ha rendido como hizo Shikamaru...
Chapter Text
—¿Qué te han parecido? —le preguntó Yamato cuando cenaban en la privacidad de los aposentos de invitados.
—Bien. Han mejorado muchísimo respecto al año pasado.
—Cierto. Me extrañaría que no ascendieran.
—¿Pensáis que deben ascender todos ellos? —preguntó apareciendo por la puerta la Hokage, seguida de Ensui y Raido.
—No. La chica esa, Matsuri, no le ha dado tiempo a demostrar su valía.
—¿Y qué piensas de Sakura? —le preguntó su maestra a ella—. ¿Crees que merece ser ascendida?
—¿Por qué me lo preguntas a mí?
—Porque es de tu promoción, y creo que la conoces.
—No lo sé. Por una parte, no ha sido derrotada formalmente por Hinata, aunque creo que igualmente habría perdido el combate ya que Hinata es muy superior a ella en muchos campos. Por otro lado, ha sabido reconocer sus limitaciones y rendirse sin quedar herida, aunque también creo que se ha rendido antes de tiempo. ¿Quizás solo podía prever su derrota? Eso me confundió esta mañana.
—Creo que es una mezcla de todo lo que has dicho —dijo Ensui—. Según lo que he visto y lo que he escuchado de Shikamaru, el nivel de Sakura cuando salisteis de la academia era prácticamente idéntico a las demás kunoichi de su promoción, ¿no? O, cómo mínimo, la distancia entre todas no era tan insalvable.
—Más o menos, sí.
—Creo que ha visto el desfase entre sus habilidades y las de tu compañera Hinata. Ambas partieron del mismo nivel, pero se ha quedado atrás. Muy atrás. De haber continuado el combate durante mucho tiempo Sakura habría perdido por un problema de resistencia. Eso sin contar que antes no la hubiera dejado inconsciente Hinata.
—…¿Crees que se rindió por… un complejo de inferioridad?
—Rindiéndose como lo ha hecho Sakura ha protegido su dignidad —le dijo Tsunade-sama con rostro serio—. Se ha rendido ella, porque ha querido, porque sabía que iba a llegar a su límite o iba a ser derrotada en breve. Curiosamente, es algo maduro en ella y, a la vez, una mala cualidad en un ninja. Los ninjas no nos rendimos en las misiones sin tan siquiera intentarlo: o morimos o volvemos heridos.
Seina comprendió en el acto lo que intentaba decirle su maestra. Tenía razón. No lo había visto de esa forma. Los combates que habían observado no eran solo una competición sino una prueba para ascender. ¿Tenía Sakura lo que necesitaba para ascender visto lo visto? Según Tsunade-sama no. El problema de Sakura era que se había quedado aislada. Todos los demás habían seguido su camino, mejorando, mientras que Sakura no había hecho lo propio.
Podría haberle pedido ayuda a Ino, quien es su amiga, pero no lo hizo. Que ella supiera, al menos. ¿Por qué? No lo sabía. ¿Sentiría vergüenza de entrenar con ellos y dejarles ver que estaba muy por atrás? Sinceramente, no entendía qué le pasaba por la cabeza a Sakura.
—Aun así, si entrena duro de aquí al año que viene seguramente podrá ascender sin problema. Eso, claro, si acepta su rendición de hoy como un toque de atención.
Quizás. Dejó de pensar en Sakura para centrarse en su trabajo. A ello solo le importaba sus hermanos, Kakashi y sus amigos. El resto del día pasó muy lento. No tenía otra cosa que hacer que escoltar a la Hokage así que no pudo hablar con nadie salvo con sus compañeros anbu.
Al día siguiente partieron de vuelta a Konoha. Era jueves así que llegarían el sábado si no pasaba nada raro. Una vez más, quedó relegada a los árboles fuera de rango para que no se dieran cuenta de que estaba allí. Aun así, eso le permitió escuchar las conversaciones de sus amigos y de observar sin preocupaciones a la gente. Algo bueno tenía anbu, la verdad.
—¡Ha sido genial!
—¿Creéis que pasaremos? —susurró Kiba a Naruto y Chouji.
—Yo creo que sí. Dimos lo mejor de nosotros.
—¡Lo mismo digo, dattebayo!
—Hn.
Al ver el rostro poco expresivo de Sasuke se acordó de repente del regalo. ¡El retrato! ¡Demonios! Solo tendría un par de días para acabarlo. Necesitaba hablar con la madre de Shikamaru y los padres de Ino. Si Masaharu no le había mentido debería acabar el retrato el mismo sábado. Dio gracias al cielo porque no hubiera aceptado otro trabajo después de su retrato en la galería, a pesar de tener a varias personas interesadas.
—¿Quieres el primer turno?
—No tengo sueño así que puedes irte a dormir —le dijo ella a Raido.
—Está bien.
Estuvieron durmiendo, todos ellos, salvo un par de jonins y ella. Horas más tarde, cuando le tocó el turno a otro, se fusionó contra un tronco para irse a dormir. Despertó cuando faltaba poco para el alba. Todos los demás, sobre todo los genins, se desperezaron con la ayuda de sus senseis. Este ritual duró 3 días, hasta que llegó el sábado.
—Deberíamos ver la puerta de la aldea en media hora —dijo Asuma a Ino.
—Menos mal —gruñó la susodicha.
—Venga, Ino, que ya falta poco —animó Lee—. ¡Yosh! ¡Acabaré el trayecto haciendo el pino, Guy-sensei!
—¡Muy bien, Lee! ¡Kakashi! ¿Por qué no hacemos una pequeña apuesta? —exclamó Guy girándose a mirar a su maestro.
Kakashi hizo ver que no lo había escuchado. Enterró más si cabe el rostro en el libro. Seina tosió una risa al verlo. Sobre todo, al ver como Naruto parecía al borde de la carcajada. Sasuke resopló una risa, girando el rostro para que no vieran su sonrisa.
—¡KAKASHI! ¡MI ETERNO RIVAL!
—Guy, deja a Kakashi. Haz tú el pino con una mano, si quieres —masculló la Hokage cogiéndose la cabeza—, pero usa tu voz interior.
—¡Guy-sensei! —gritó Lee dramáticamente al ver como su maestro se caía en el suelo llorando lágrimas de cocodrilo.
—El que faltaba… —se dijo en voz baja la Hokage—. Ah…
Tsunade-sama echó a andar a paso ligero, dejando atrás a sus jonins y sus genins. Seina la siguió con una enorme sonrisa al darse cuenta de cuál iba a ser su primera broma.
—¿Tsunade-sama… está bien? —preguntó de nuevo Yamato, con algo de cansancio, al ver cómo se estremecía.
—…
Seina tuvo que morderse la lengua para no estallar en carcajadas mientras imaginaba la reacción de la Hokage al despertarse con el corte de pelo de Guy junto a su uniforme de una pieza de color verde y naranja. Le lanzó unos cuantos hechizos con retraso para que no se diera cuenta hasta dentro de un par de días. Tuvo que silenciarse a sí misma para poder desternillarse en voz alta. Pasó la puerta de la aldea llorando de la risa, y eso que solo se lo estaba imaginando.
Cuando la Hokage se sentó en su silla, después de haberlos dispersado a todos salvo a su escolta anbu, suspiró con cansancio.
—Podéis quitaros la máscara.
Seina se quitó la máscara dejando a la vista su enorme sonrisa. La Hokage le echó un vistazo y se estremeció de nuevo. Escuchó como Yamato le daba un informe verbal de lo que había, o no había pasado, y luego los despachaba. Se quedaron a solas mirándose la una a la otra. Seina, sin perder su humor, esperó a que hablara.
—Quería hablarte de tu ingreso a anbu. El comandante Ryu, debido a las circunstancias, me aconsejó adoctrinarte cuanto antes debido al… comportamiento de Danzo.
—¿Comportamiento?
—No sabes nada de lo que sucede con él porque es mejor para ti, pero puede decirte que se huele algo —suspiró ella—. Tu ascenso le ha picado la curiosidad. De hecho, él mismo me ha interrogado discretamente sobre ti y sé que ha estado husmeando en el hospital.
—¿Así que qué… meterme en anbu es para mi bien? —preguntó ella con más descaro que nunca—. ¿Por qué no decirme eso de buenas a primeras?
—El comandante Ryu pensaba que quizás necesitas un… incentivo. Siento decir que, en un momento de debilidad, me convenció con que no te interesaría unirte a anbu debido a Naruto. De hecho, incluso cuando te lo propuse pensé que quizás te negarías.
—De haberme pillado de mal humor en ese momento me habría negado, solo por despecho.
—Lo sé —bufó una risa irónica su maestra. Entonces suspiró—. Luego me arrepentí de habértelo propuesto así, pero ya era demasiado tarde. Debí haber sido igual de directa contigo como siempre.
—No pasa nada —dijo ella con una sonrisa creciente—. Ya he asumido lo que pasó, y me imaginaba que era por algún motivo. Aunque admito que, hasta que no se me pasó el cabreo, no me di cuenta. Sé que no volverá a pasar…
El rostro cómicamente temeroso de la Hokage, quien sabía perfectamente que pensaba que iba a vengarse de alguna forma, la contempló. Vio el tic en su ceja con una sonrisa.
—Puedes irte, Seina. Buen trabajo.
Cuando llegó a casa se dio cuenta de que no había nadie. Abrió el vínculo para ver dónde estaban los otros. En cuanto se dieron cuenta de su presencia, Naruto y Sasuke la inundaron con preguntas. Se encontraba entre la espada y la pared ya que, de no decirles nada, sospecharían que algo pasaba y de decirles algo, una mentira, se darían cuenta.
—Luego os lo cuento, pero debéis jurarme que no se lo diréis a nadie.
—¿¡Queeeé!? —se quejó Naruto.
—Estamos en el restaurante de los Akimichi —le dijo Sasuke—. ¿Vienes?
—Sí, ahora voy.
—Genial. Se lo diremos a Kakashi-sensei.
Tardó unos 10 minutos en cambiarse a su uniforme habitual y llegar al restaurante, donde habían reservado la sala más grande para los equipos de genin junto con sus senseis. Vio a Shikamaru ser avasallado con información, a pesar de su rostro semi aburrido, y como hablaban los equipos de Hinata y Neji. Naruto y Sasuke, como no, estaban discutiendo mientras Kakashi intentaba mantener la paz.
—¡Seina-nee! —gritó Naruto levantándose y abrazándola en volandas—. ¡Ven!
—¡Seina! —exclamó Ino—. ¿Ya has vuelto de misión?
—Sí. Hace unos minutos.
Le estuvieron contando todo lo que había pasado en los combates, como si no los hubiera visto ya. Ella asintió con una sonrisa paciente, escuchando los comentarios intercalados de Kiba, Lee e Ino en la descripción de Sasuke y Naruto. Kakashi los miró, a su vez, con una sonrisa complacida. Seguramente al ver como ya no parecía enfadada como antes. Su sonrisa se tornó un tanto maliciosa al recordar de nuevo el hechizo que había enviado a la Hokage sin que se diera cuenta. Se le escapó una risita algo cruel.
Naruto y Sasuke intercambiaron miradas cautelosas mientras Kakashi la miró de reojo con una ceja alzada.
—Nada, nada. Solo me estaba imaginando algo.
—Eh… Y-ya —dijo Naruto con nerviosismo.
—¡Un momento! —gritó Ino, de repente—. ¡Es verdad! ¡El lunes es el cumpleaños de Sasuke!
—¿¡EH!?
Hinata se puso roja al ver como todos las miraban. No le extrañaba. Hinata era de las más atentas con las fechas y esas cosas. Seguramente se lo había recordado a Ino, y a Tenten. Empezó una discusión con Sasuke, quien estaba callado, sobre si quería o no una fiesta. Normalmente siempre quedaban para comer o hacer un picnic o algo similar para los cumpleaños. Esta vez, con él presente, decidieron preguntarle qué quería hacer, para el horror de Sasuke.
—¿Por qué no hacemos una barbacoa? —preguntó ella al aire, dirigiendo la atención de todos hacia ella.
—¡No estaría mal!
Sasuke suspiró aliviado al ver como todos pasaban de él. La cuestión era tener una excusa para reunirse y comer. Seina se apuntó mentalmente pasar por el taller del pintor el día siguiente a primera hora.
Cuando llegaron a casa, un rato después, todos estaban molidos. Incluso ella.
—¡Ojalá hubieras estado ahí! —se quejó por enésima vez Naruto.
Kakashi y ella cruzaron miradas. Ella cuestionándole sobre qué hacer, él esperando a que decidiera algo. Sasuke, como no, se dio cuenta en seguida del intercambio.
—¡Está bien! ¿¡Qué demonios pasa!? —se quejó malhumorado. Se giró a mirarla a ella—. ¿Qué no nos estás diciendo?
Pestañeó al darse cuenta de que no había remedio. Estaban demasiado conectados como para que no se dieran cuenta de que algo sucedía. Incluso aunque no les dijera nada sabrían que algo había cambiado, y ella no quería perder su confianza por algo tan trivial como no decirles que ahora también era anbu. Así pues, simplemente se arremangó la manga izquierda para mostrarles el nuevo tatuaje. Se quedaron en silencio exactamente 5 segundos mientras comprendían lo que estaban viendo.
—¿Anbu? —preguntó Sasuke con menos gritos de lo esperado—. ¿Desde cuándo?
—Desde el día de antes de vuestra partida a Suna. Yo escolté a Tsunade-sama, y vi vuestros combates, por cierto.
—¿En serio?
—Pero, ¿por qué anbu? —preguntó Naruto, más sosegado de lo normal—. ¿No estabas contenta siendo jonin?
—Por Danzo, supuestamente —se encogió de hombros—. Al parecer ha estado… preguntando sobre mí. Tsunade-sama y el comandante Ryu creen que metiéndome en anbu hará que se replantee molestarme.
—No me extraña —habló por primera vez en toda la tarde Kakashi—. Anbu es jodido, pero todos los compañeros nos protegemos unos a otros, incluso de gente como Danzo. Después de todo, solo respondemos ante el Hokage, y nadie más.
—¿Eso quiere decir que ahora nee-chan estará más protegida?
—Por supuesto. Nadie podrá acercarse a ella mientras lleve el uniforme anbu, y tampoco cuando lleve el uniforme jonin ya que la mayoría de anbus son jonin. Ahora tendrá que pensarse muy bien si intenta algo contra Seina porque las consecuencias serían severas. De intentar algo estando Seina acompañada de algún anbu podrían matar a los ninjas de Ne sin que nadie se enterara.
—Ya veo.
Esto que estaba escuchando era también nuevo para ella, pero no la sorprendía. ¿Así que, de haberla atacado alguien de Ne estando con Yamato podría haberse defendido sin tener que dar explicaciones a Shikaku, quien es el comandante jonin? Bueno saberlo. Imaginaba que solo con que lo supiera la Hokage sería suficiente. Anbu, aunque no lo pareciera, era una secta. Una secta de los mejores asesinos a sueldo de la Hokage. Al parecer, los controles eran tan estrictos que no había ni un solo topo. Incluso Itachi, que había sido anbu, no actuó contra Konoha, sino contra el clan Uchiha. De lo contrario, anbu lo habría liquidado.
Se preguntó qué harían con ella de saber exactamente lo que pensaba. Por suerte, era capaz de esconder parte de su ser con la oclumancia.
—Entonces, ¿¡lo viste todo!? —preguntó más animado Naruto.
Ella asintió con una sonrisa complacida. Le estuvieron hablando del combate, otra vez, antes de irse cada uno a ducharse y dormir. Se quedó a solas con Kakashi, quien cerró rápidamente su novela para prestarle atención.
—Sabía que no estabas leyendo.
—No quería volver a ser arrastrado a la discusión sobre los combates —confesó—. ¿Cómo ha sido tu primera misión en anbu?
—Extremadamente aburrida. Eso de quedarse plantado, observando, en una pared sin hablar con nadie es una mierda.
—Todos hemos pasado por ahí —se rio de ella Kakashi—. En serio, ¿estás bien?
Seina se levantó de su silla y se sentó en su regazo, enterrando su rostro en su cuello masculino. Cerró los ojos durante unos minutos, siendo abrazada fuertemente. Notó como se desvanecía algo de su estrés de los últimos días.
—Ahora estoy mejor. Me cabrea que me hayan manipulado para entrar en anbu, pero, ¿qué se le va a hacer? Tsunade-sama no lo volverá a hacer.
—¿Por el bien de todos? —preguntó él, citándola.
—Me he dado cuenta de que, si me vengo, me quedaré satisfecha así que eso pienso hacer.
—¿Vengarte de la Hokage? —bufó una risa él—. ¿Y del comandante anbu?
—Sí. Ya verás su cara —empezó a reír—. No te arruinaré la sorpresa.
—Me das algo de miedo, cariño —confesó él.
—Mientras no me enfades no tienes por qué temer.
Alzó la cabeza con una sonrisa. Kakashi la observó con expresión divertida, aceptando sus palabras. Le dio un beso en la frente, conciliador, y dejó que se escondiera de nuevo en su cuello.
—Me alegro de que estés mejor.
—No voy a mentirte y decir que lo pasé bien estos últimos días, pero no voy a deprimirme por ello.
—¿Tienes algo que hacer mañana?
—No, ¿por?
—Quiero enseñarte algo. Por la noche. ¿Te apuntas?
—Claro.
Se quedó sentada en su regazo un rato hasta que decidió ir a por ese baño deseado. Le dio un beso en la mejilla de buenas noches y se fue a su dormitorio. Preparó el agua como a ella le gustaba, con aceites esenciales, sales de baño, etc. Decir que fue un baño largo sería un eufemismo. Estuvo casi 2 horas en el agua caliente meditando a la luz de las velas. No pensó en nada. Se centró en recuperar su equilibrio emocional habitual. Cuando salió tardó bien poco en dormirse, usando sus barreras para no soñar en nada.
El sábado fue un día movidito. Se quitó de encima a Sasuke y a Naruto, extrañados por su prisa matutina, y fue a ver a Masaharu. Cuando llegó le vio dando los últimos retoques al lienzo para que se conservara bien largo tiempo. A ella le daba absolutamente igual ese último paso ya que las runas impedirían que el retrato se malograra ya fuera por el tiempo o cualquier otra circunstancia. El cuadro de Walburga Black había sido un dolor en el culo de lo bien hecho que estaba.
—Wow —dijo ella al ver a Mikoto Uchiha en todo su esplendor en un retrato de 60x40 centímetros.
—Ha sido todo un reto acabarlo en tan poco tiempo, pero estoy muy satisfecho con mi trabajo. ¿Qué te parece?
—Es perfecto. Le encantará.
Seina estuvo hablando unos minutos más del retrato antes de pagarle la segunda parte de su comisión. Salió con el pergamino guardado delicadamente en una carpeta. La madre de Shikamaru, con quien contactó antes de salir hacia Suna, la estaba esperando en su casa con la madre de Ino así que fue directa al clan Nara.
—¿Seina? —preguntó Ensui cuando la vio aparecer—. ¿Buscas a Shikamaru?
—No. A Yoshino-sama.
—Ah, la encontrarás en su casa.
Ensui no le dio instrucciones. Ambos sabían que ella sabía dónde estaba la casa. En cuanto llamó a la puerta esta se abrió con entusiasmo y apareció Yoshino, la matriarca de los Nara.
—Ah, Seina-sama, adelante. Tanto Akemi como yo estamos deseando ver qué piensas hacer después de tanto misterio.
Akemi resultó ser una mujer con el cabello rubio platino de Ino y ojos castaños. En seguida vio que hija y madre compartían más que el aspecto. La matriarca de los Yamanaka era igual de extrovertida que su hija, sonriéndole abiertamente al verla y dando golpecitos al asiento a su mano derecha.
—¡Por fin nos conocemos! Ino me ha hablado mucho de ti.
—Encantada de conocerla, Akemi-sama.
—Por favor, llámanos Akemi y Yoshino, si no te importa.
—Seina, entonces.
Después de quitar los formalismos de en medio, les enseñó el retrato de Mikoto. Durante unos segundos se hizo el silencio mientras contemplaban el semblante sonriente, tal cual lo capturaron en el día de su boda, recostada sobre un árbol en mitad de un prado. Vio a Yoshino tragar un par de lágrimas y recomponerse rápidamente.
—Es un excelente trabajo.
—Lo que necesito es que piensen en Mikoto. Todo lo bueno y lo malo. Todo.
—¿Y ya está?
—Sí. Yo me encargo de lo demás.
Akemi puso la mano sobre el retrato, cerrando los ojos, y Seina puso su mano encima. Usó su magia para redirigir y canalizar los pensamientos, las emociones y sensaciones de Akemi en el lienzo lleno de runas. Escuchó el jadeo de Yoshino al ver brillar el retrato. La madre de Ino tardó un rato en sentirse satisfecha y retirar su mano. Repitió el proceso con la madre de Shikamaru, quien estaba recordando hasta el detalle más diminuto de su amiga Mikoto.
—¿Ya está? —preguntaron una hora después.
—Sí. Todavía me falta acabarlo, pero, quizás puedo activarlo momentáneamente antes…
El hechizo surtió el efecto deseado. Solo la activó antes de tiempo por dos motivos: para darles unos minutos para hablar y para comprobar que funcionaba. Luego podría desactivarla de nuevo y seguir añadiendo las memorias que le faltaban de Itachi.
Supo que funcionó al escuchar cómo se rompía en el suelo la taza de té de Akemi. Ambas contemplaron con ojos como platos como el prado cobraba vida propia, moviéndose las hojas y flores visibles, y cómo Mikoto pestañeaba antes de estirarse perezosamente.
—¿Yoshino? ¿’Kemi?
—No es posible.
El rostro blanco de Akemi Yamanaka contempló a Mikoto sin pestañear mientras que Yoshino tuvo que contener la respiración para no ponerse a llorar. Preguntó por el baño para darles un tiempo a solas. Cerró la puerta detrás de sí, mirándose en el espejo con una sonrisa satisfecha. Había funcionado.
Notes:
Otro capítulo más.
Tengo una propuesta traviesa, chicas y chicos... Como recompensa por haber llegado hasta aquí, considerando que hemos pasado las 350k de palabras, que nos acercamos a los 90 capítulos y que el romance es slow burn...Voy a haceros una propuesta:
Podéis dejar en los comentarios un número del 84 al 137. El número que más veces se repita ganará y la semana que viene pondré con el capítulo 83 un trozo de dicho capítulo ganador. Si todos decís un número al azar y no se repite ninguno, no habrá teaser que valga así que tenedlo en cuenta.
¿Quién sabe lo que leeréis? :)
Chapter Text
—¿Qué estás tramando? —preguntó Kakashi esa noche, cuando la vio salir de su estudio en el que se había encerrado desde hacía horas—. ¿Es algo del regalo de Sasuke?
—Así es. Estaba acabándolo. Tendré que hacerle un cupón como el que te hice a ti. No creo que le guste abrirlo delante de todos.
Por “todos” se refería a todos los otros genin y los jonin sensei que habían invitado simplemente para que Kakashi no se sintiera solo entre tanto adolescente. A Sasuke, obviamente, le podía importar menos que vinieran o no, pero como Ino, Kiba y Naruto estaban entregados a planearlo para que todos asistieran solo se encogió de hombros.
—¿Ya has acabado?
—Sí. No ha sido para tanto, la verdad.
Gran parte del trabajo lo había hecho antes de que pintaran el retrato y el cuadro no lo había pintado ella así que… Las memorias de Itachi, que incorporó en el retrato desactivado de Mikoto, fueron las más extensas. Itachi, con su memoria prodigiosa y debido al tiempo que pasó al lado del Mikoto, era quien más había aportado al retrato. La Mikoto de Akemi y Yoshino solo era una parte de Mikoto. Con las memorias de Itachi, el retrato se completó en gran parte. Nunca estaría completo ya que no era la consciencia de la misma Mikoto, pero era lo más parecido a ella posible.
El marco, transformado de unas ramas y lleno de runas, era delicado con flores talladas. Por suerte, eso había sido cuestión de imaginación. La dejó encima de un caballete y la tapó con una sábana de terciopelo azul. Estaba deseando enseñársela a Sasuke dentro de un par de días.
—Por cierto, hablando de sorpresas, ¿qué es lo que quieres enseñarme esta noche?
—Es un secreto. Por algo se llama sorpresa —se rio él—. En cuanto se vayan a dormir nos vamos.
Por desgracia, la hora de dormir de Sasuke y Naruto no llegó hasta pasada la medianoche. Ninguno estaba entrenando ni haciendo misiones mientras esperaban noticias sobre su posible ascenso así que tenían demasiada energía como para irse a dormir a una hora prudente. Estuvieron jugando al monopoly conjurado, haciendo trampas como bellacos como siempre.
—…No sé para qué les he enseñado este juego —se dijo a sí misma, viendo que llevaban casi 3 horas jugando.
—¡Me debes 1000 ryo, dobe!
—¡Era un 5, no un 6! ¿No eras tú el que decía que el sharingan te sirve para evitar la miopía?
—Los miopes no ven de lejos, idiota, pero sí de cerca.
Observó los hombros sacudiéndose silenciosamente de Kakashi al escucharlos. Seina los miró con el rostro en blanco. La discusión se acabó resolviendo cuando Naruto tiró de nuevo. Para su mala suerte volvió a caer en el hotel de un arrogante Sasuke, quien lo contempló con una sonrisa maliciosa y la mano tendida. Naruto, mascullando por lo bajo, le entregó sus últimos billetes con los ojos llorosos. Kakashi la miró intentando no reírse en voz alta.
—Este es un equipo de malitos —dijo con algo de horror e incredulidad.
El jonin estalló en carcajadas sin poder evitarlo. Seina dejó que la ganaran sin hacer trampas. Estaba hasta los cojones de jugar al monopoly. Además, quería ver la sorpresa de la que hablaba Kakashi. Copiando su estrategia, Kakashi se dejó ganar después de ella. Viendo que habían abandonado el juego y que no tenía gracia jugar ellos dos solos, desistieron con desgana. Al final se alzó ganador Sasuke después de contar su dinero y ver que tenía 200 ryos más que Naruto, para su irritación asqueada.
—Mañana volvemos a jugar. ¡Ya verás la que voy a meterte!
—En tus sueños, dobe.
Subieron todos arriba, a sus cuartos. Naruto y Sasuke para hacer lo que quisiera que hicieran mientras que Kakashi y ella se fueron a vestir de nuevo. Un rato después, salieron a escondidas para salir de la casa.
—Creí que no iba a acabarse nunca —se quejó al aire cuando salieron caminando en dirección al bosque.
—Interesante juego, el monopoly.
—Ugh. No me hables de eso. Por cierto, ¿a dónde estamos yendo?
—Aquí está bien —dijo él, mirando a todos lados comprobando que estaban solos.
La cogió en volandas y usó el shunshin sin avisar. Llegaron a dónde fuera que los estuviera llevando a los pocos segundos. Lo primero que notó fue el ruido de una cascada.
—Ven, es por aquí.
Siguió a Kakashi por encima del agua. Se adentraron dentro de la cascada, mojándose al instante el cabello. Seina los secó con un movimiento de mano. Observó el pequeño agujero detrás de la cascada con algo de sorpresa.
—¿Una cueva? ¿Cómo lo has encontrado?
—Entrenando con mis ninken.
Entró agachándose por el pequeño agujero, yendo a gatas durante un pequeño tramo que luego se fue ensanchando. Tuvo que mandar unas cuantas bolas de luz para ver algo.
—Estamos llegando.
Se puso de pie detrás de Kakashi. Observó el espacio, dándose cuenta de que era una especie de caverna mediana que tenía, más allá, otra caverna conectada a través de un pequeño sendero.
—Desactiva tu hechizo —le pidió—. Ya verás.
Se hizo caso. Se acostumbró lo más que pudo a la oscuridad. Kakashi le cogió la mano para conducirla con paso firme más adentro. Sus oídos captaron el sonido de bastantes bichos. Con algo de confusión, siguió caminando hasta que se pararon en la siguiente caverna. Simplemente por el sonido supo que era mucho más grande. Se sentaron en el suelo. Bueno, Kakashi se sentó y luego ella se sentó entre sus piernas, apoyando su espalda contra su pecho.
—¿A qué estamos esperando? —susurró ella.
—Sh…
Estuvieron en silencio un rato hasta que, de pronto, empezó a ver una luz verdosa tenue en el techo. Una tras otra, las luces empezaron a brillar sobre sus cabezas. No era magia, pero se acercaba bastante. Pronto el techo de la caverna se iluminó como si fuera la vía láctea. Eran luciérnagas. Miles de luciérnagas iluminando una caverna secreta tras una cascada. Las observó como si estuviera viendo magia por primera vez. Contempló las paredes de roca levemente iluminadas por la luz de las larvas, el gran charco delante de sus pies lleno de agua que lograba entrar de la cascada, reflejando las luces del techo como un espejo negro.
Kakashi recostó su cabeza contra la suya mientras ambos miraban en silencio el espectáculo de la naturaleza. De repente, sintió cómo el mal trago que había pasado esas últimas semanas se desvanecía por completo, restaurándose una paz que no sentía desde hacía mucho tiempo. Incluso Kurama, en su interior, pareció calmarse al ver las luces a través de sus ojos, tal como la música amansa a las bestias.
Se giró entre los brazos de Kakashi, observando sus dos ojos al descubierto, uno gris y otro negro, mirarla con ternura. Podía contar con los dedos de las manos las veces que había bajado la guardia de semejante manera. Con una mano se bajó él mismo la máscara, sin que ella tuviera que hacerlo, y la besó. Era un beso tan inocente, pero cargado de deseo, que casi la hizo llorar.
Pudo ver en sus ojos lo que no le estaba diciendo con palabras. Cómo sabía que necesitaba desconectar y salir de la casa y olvidarse de todo, cómo sabía que necesitaba que él la reconfortara y apoyara, cómo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, cómo estaba preparado para protegerla no importara cómo ni de qué, o quién. Sobre todo, entendió que le estaba recordando que él estaba allí para ella.
Cerró los ojos mientras escuchaba su corazón evitando llorar como una colegiala. Cuando se recompuso lo suficiente, alzó la cabeza y vio que no estaba mirando a la caverna, sino a ella. En cuanto vio sus ojos de nuevo, y leyó lo que había escrito en ellos, tuvo una epifanía: Kakashi la amaba. Alzó una mano para acariciarle el rostro desnudo, acariciándole los pómulos altos, la nariz recta, los labios carnosos, su piel afeitada y tersa. Contempló como cerraba los ojos del placer, aceptando sus caricias sin miramientos. Entonces tuvo otra epifanía: ella amaba a Kakashi.
Se dio cuenta en ese momento de que, aunque la manipularan en Konoha, ya no estaba segura de poder dejar atrás a Kakashi. Había sido muy ingenua al pensar que, aunque se le partiera el corazón, podría dejarlo atrás. Era incapaz. Porque estaba enamorada de este hombre, mucho más de lo que alguna vez estuvo enamorada de George. ¿Y no era eso preocupante y excitante a la vez…? Creía que había amado con todo su ser a George. Tal vez era la situación de vida o muerte que vivían los ninjas, que amplificaba sus sentimientos, pero estaba 100% segura de que perder a Kakashi le partiría el alma.
Tuvo que serenarse con la idea de que Kakashi estaba vivo, estaba bien y estaba con ella. No supo cuánto tiempo estuvieron allí. Segundos, minutos, horas… pero le supieron a poco. Cuando se marcharon de vuelta a casa vio los primeros rayos del sol por encima de las nubes. No había dormido nada, y aun así se sentía como si hubiera vuelto a nacer. Quizás sí que había renacido de nuevo, en los brazos de Kakashi.
Ni él ni ella hablaron mientras volvían a la casa donde todavía dormían Naruto y Sasuke. Era como si romper el momento con meras palabras fuera un sacrilegio. Subieron la escalera hasta sus dormitorios. Antes de que pudiera marcharse, soltándole la mano de mala gana, le cogió el rostro y le dio un último beso en los labios. Y, tal como ella había entendido muchas cosas esa noche, Kakashi entendió que se trataba de un gracias envuelto en un te quiero. La observó con ojos embelesados antes de que ella cerrara la puerta detrás de sí. Solo entonces recuperó el aliento con una inhalación temblorosa.
Cuando bajó a desayunar vio como todos estaban sentados en la mesa. El clima, aunque aparentemente normal, había cambiado entre los dos sin que nadie se diera cuenta. Lo notó en cuando sus ojos se cruzaron nuevamente, llenos de secretos. No habían dicho una sola palabra, pero ambos sabían que algo había cambiado de nuevo cuando se miraron a los ojos horas antes.
Tuvo el tonto impulso de sonrojarse y apartar la mirada, pero no lo hizo. Sonrió, en su lugar, y escuchó a Naruto hablar por los tres. El resto del día pasó volando. Estuvieron entrando de forma ligera, recuperando sus horarios habituales, y volviendo a la rutina.
Cuando llegó el lunes, el cumpleaños de Sasuke, Seina se levantó con una tremenda sonrisa de oreja a oreja. Todos la miraron entre extrañados y complacidos por su buen humor.
—¡Felicidades Sasuke! —dijo nada más verlo, abrazándolo.
—Hn. Gracias Seina.
Sasuke la abrazó durante unos segundos antes de separarse. Naruto, quien compartía su buen humor, sonrió mientras felicitaba a Sasuke también. Por un momento se preguntó si darle ya el regalo, pero pensó que quizás era mejor esperar. No quería que estuviera pensando en el retrato durante toda la comida.
—¿Y dónde dices que han preparado la comida? —preguntó Kakashi.
—En la sala más grande de los Akimichi. Al parecer Chouji nos ha conseguido un descuento debido a que somos mucha gente.
—Huh. ¿Qué os parece si nos lo tomamos más relajadamente?
—¿Otra vez? —preguntó Naruto.
—Sí. Otra vez.
Así fue como simplemente esperaron que pasara el tiempo mientras jugaban un partido de tenis al estilo ninja en la caseta. Naruto y Kakashi contra Sasuke y ella. Tuvo que admitir que era más divertido de lo que esperaba.
—¿Y jugabas mucho a esto?
—Bastante, la verdad. Lo jugaba con mi mejor amiga Hermione, a quien no le gustaba volar ni el quidditch. Me convenció para que lo probara, junto al esquí.
—Hermione era tu amiga súper inteligente, ¿verdad nee-chan?
—Sí. De no haber sido por ella en mi adolescencia estoy segura de que habría muerto —entonces se lo pensó mejor—. Muerto antes de los 17, al menos.
Naruto, Sasuke y Kakashi fruncieron el ceño al recordar su confesión de como se había “dejado matar” cuando tenía 17 años. Más aún a Naruto y Sasuke que habían visto la memoria desde su punto de vista. Entonces, pensando en memorias, le vino a la mente un posible regalo para Kakashi. Uno que era útil, mágico y muy divertido. Una pensadera. Tendría que modificar el diseño para que pudiera usarla él sin su ayuda, pero pensaba hacerle una de esas para su cumpleaños el 15 de setiembre. A no ser que se le ocurriera otra cosa mejor, claro.
—Será mejor que nos demos una ducha rápida —dijo Kakashi, sacándola de sus pensamientos.
—Hn.
Sasuke suspiró con algo de pereza al acordarse de su fiesta de cumpleaños donde todos estaban invitados. Sabía que una parte de él estaba contenta de pasar el día con sus amigos, por mucho que le costara admitir que eran amigos, mientras que otra parte seguramente estaría temblando ante tantas interacciones sociales en un espacio cerrado.
Se puso ropa de calle, viendo que no iban a ir a ninguna parte. Unos pantalones de tela negros, holgados, que le llegaban hasta las rodillas, una camiseta azul pastel de tirantes gruesos con un escote cuadrado que dejaba ver su colgante en forma de lágrima gris, y unas sandalias ninjas negras, normales y corrientes. Modificó la riñonera para que pareciera una bandolera más veraniega. El cabello, que ya le llegaba por las caderas, fue peinado un par de veces. Era tan liso, aunque abundante, que no necesitaba cepillárselo muchas veces, la verdad. Lo dejó suelto, aunque se trenzó unos mechones frontales a modo de diadema, para que le mantuvieran el cabello fuera de la cara.
Vio a Naruto vestido más o menos igual que ella, con unos pantalones negros hasta las rodillas, sandalias y una camiseta blanca con motivos naranjas. Sasuke, al contrario, llevaba puesta una camiseta azul marino, aunque sin el típico cuello que solía llevar. Era de las pocas veces que los veía vestidos de calle. El único que no estaba cambiado era Kakashi. A él nunca le había visto vestir nada que no fuera el uniforme en compañía de sus hermanos. El día en que lo viera vestido de calle junto al equipo 7 le echaría una foto.
—¿Ya estamos todos? —preguntó leyendo su libro Kakashi.
—¿Qué crees que van a regarle al teme?
—Naruto, no le quites la ilusión a Sasuke.
Sasuke bufó una risa al escucharlo. Pasaron a buscar a Karin, a quien también habían invitado a la fiesta para que pudiera conocer al resto de amigos del grupo más a fondo. Los estaba esperando frente a su piso, con un regalo pequeño envuelto en las manos.
—Hola chicos —los saludó—. ¿Cómo fue en Suna?
—¡Genial! ¡Deberías habernos visto!
—Hn. No estuvo mal.
Naruto habló por los dos, aunque Sasuke intercedió de vez en cuando. Karin los escuchó asintiendo con la cabeza y una sonrisa. Se preguntó si se sentía triste al ver que todos seguían adelante mientras ella estaba todavía siendo vigilada en la aldea. Lo estaría hasta dentro de 3 meses, como mínimo, o hasta fin de año si sucedía… algo raro. Con el comportamiento de Karin y las evaluaciones de Inoichi no creía que su seguimiento fuera a durar todo el año. Además, de haber tenido pensamientos maliciosos contra Konoha las barreras mágicas la habrían alertado a ella. Sinceramente, creía que Karin había visto la metafórica luz.
—¿Sabéis que Inoichi-sama me ha dicho que, de cumplir a la perfección todo mi seguimiento, puede ser que me recomiende al equipo de barrera de Konoha? —les dijo con una sonrisa.
—¿En serio? —preguntó ella, totalmente sorprendida.
—Eso dice. Con mis habilidades como sensor sería el cargo ideal para mí.
Observó de reojo como Kakashi, a su vez, observaba a Karin de reojo. Entonces se dio cuenta de algo. El equipo de barrera de Konoha estaba formado en un 90% por miembros del clan Yamanaka. En ningún lado estaría más vigilada Karin salvo allí dentro. ¿Otra manipulación? Seina sacudió la cabeza al darse cuenta de que lo era, y no lo era. Si bien era cierto que la podrían mantener vigilada, también estarían dándole un objetivo de vida a Karin atendiendo a sus habilidades. Que fuera beneficioso para Konoha era un plus.
Cuando llegaron al restaurante de los Akimichi se dieron cuenta de que eran los últimos en llegar.
—¡Felicidades! —sonó por toda la sala, algunos felicitándolo con más entusiasmo que otros.
—Hn —Seina le dio un codazo en el costado—. Gracias.
Se escucharon unas risas al verlo. Se sentaron en los huecos restantes. Seina tuvo a Shikamaru delante de sí, a Sasuke a su lado izquierdo y a Naruto en su lado derecho. Los jonins sensei, obviamente, estaban sentados en una punta de la mesa lo más lejos posible de sus alumnos.
—Me gusta cómo te queda el cabello suelto —le dijo Tenten, asintiendo en su dirección—. A mí me da pereza tenerlo suelo. ¡Siempre se me mete en la cara!
—Por eso me hice la trenza.
—Lo probaré.
Estuvo hablando con todos un poco de lo que pensaban hacer ahora que no estaban entrenando a muerte para los exámenes. Todos coincidieron, poco sorprendentemente, en seguir entrenando juntos cada lunes. Al parecer le habían cogido el gusto eso de ir a comer juntos y de batirse en duelo con gente que no fuera de su equipo con quienes entrenaban continuamente.
—Incluso mi padre ha notado como he mejorado —dijo en voz baja Hinata—. Ahora siento que tengo mucha más confianza que hace un año.
—No me extraña, Hina —contestó ella—. Relacionarte con gente te da experiencia y la experiencia supone confianza, que es lo que necesitabas.
No lo dijo en voz alta, aunque estaba segura de que su amiga leyó entre líneas. Lo que verdaderamente necesitaba Hinata era salir de las tierras de su clan donde algunos la miraban mal y donde estaba presionada por todos lados. Dudaba que incluso dentro de su cuarto tuviera un momento de paz cuando sabía que todos podían activar un segundo sus ojos blancos y espiarla. Salir de su casa, fuera del rango de los otros Hyuga, suponía un respiro para ella. Si además contaba con que todos estaban entrenando con Hinata, puliendo sus habilidades y enseñándole otras que ni siquiera su familia sabía… Bueno, estaba claro por qué Hinata había ganado confianza en sí misma.
De haber estado Seina sometida a esa presión los habría mandado a la mierda o habría tomado nota de Itachi. Se dio cuenta de que tenía el regalo perfecto para Hinata y Neji. ¡Menudo día! No paraban de ocurrírsele cosas para sus amigos.
—Ten, Sasuke, este es un regalo del equipo 10 —le dijo Ino.
—Esperamos que te guste —siguió Chouji.
En cuanto lo abrió entendió porque solo era un regalo por 4 personas. Era una katana preciosa de aspecto bastante caro. Sasuke la examinó con ojos ávidos, dándole las gracias a cada uno, y prometiendo entrenar con ella. Los siguientes regalos no fueron tan caros: productos de baño delux, una armadura interior mejorada, libros interesantes, cupones para comer gratis en algunos restaurantes, un perfume para cuando no tuviera que salir de misión y una planta carnívora, curiosamente. Sasuke la miró extrañado, pero aceptó cuidar de ella.
Los últimos regalos se los dieron ellos, su equipo. Kakashi le regaló la yukata, tal y como habían quedado que haría, Naruto le regaló unas entradas a un espectáculo que ambos sabían que Sasuke quería ver, y ella le dio la nota. Observó cómo leía la frase “cupón para un regalo secreto” con una ceja alzada.
—¿Qué es? —preguntó con descaro Kiba.
—No seas tan indiscreto, Kiba —le regaló Kurenai.
—No lo sé. Es un cupón —dijo Sasuke mirándola a ella.
—Sé que no te hubiera gustado abrirlo aquí —se encogió de hombros—. Así que lo verás luego.
Eso picó la curiosidad a más de uno. De hecho, nadie sabía qué estaba tramando. Ni Naruto ni Kakashi. No del todo, al menos. La única que lo sabía era Tsunade-sama. Estuvieron comiendo y celebrando el cumpleaños durante un par de horas, pero era obvio para ella que Sasuke estaba deseando saber qué le había regalado. No la extrañaba. Todos sabían cómo era ella para los regalos. Más teniendo su magia que podía hacer grandes cosas.
—Estoy deseando ver el regalo de Sasuke —dijo Naruto cuando salieron del restaurante.
—Que te lo enseñe él si quiere.
—Hn. Entonces no.
—¡Serás bastardo! ¡Encima que te he regalado varias entradas en lugar de una!
Kakashi sacudió la cabeza, suprimiendo un bostezo, al escuchar como empezaban a discutir por enésima vez. Con cada paso que daban en dirección a casa Seina estaba más emocionada por enseñarle el retrato a Sasuke. Cruzaron la puerta con algo de entusiasmo.
—Se lo enseñaré a Sasuke, primero, si no os importa.
Kakashi asintió, sentándose en el sofá y arrastrando a Naruto a la butaca cuando vio su puchero de broma. Subieron las escaleras hasta su estudio.
—¿Está ahí? —preguntó Sasuke al ver el cuadro tapado—. ¿Qué es?
—Espera un momento que lo active.
Seina no tardó nada en activar de nuevo el cuadro. Hizo un ademán a Sasuke para que lo descubriera, quien lo hizo con curiosidad. En cuanto vio a su madre en un retrato hiperrealista, moviéndose, se quedó mudo. Contempló el cuadro con los ojos fijos, tragando fuerte, hasta que comprendió la magnitud de su regalo.
—¿Q-qué…?
—…¿Sasuke? —preguntó Mikoto viendo por primera vez a su hijo pequeño—. No es posible. ¿Sasuke? ¿Cómo has crecido tanto, mi bebé?
—¿Seina? —preguntó con una clara súplica en la voz su hermano—. ¿Qué es esto?
—Es un retrato mágico de tu madre. Tiene las memorias de sus mejores amigos… y de Itachi.
—¿De Itachi? —preguntó en un susurro atónito Sasuke—. ¿Cómo es posible? ¿Por qué?
—Le mandé una carta pidiéndole ayuda. Quien mejor conoce a tu madre, sois vosotros dos…
—Entonces, ¿es mi madre de verdad?
—Es lo más cerca a ser Mikoto Uchiha de verdad. Normalmente los retratos mágicos se hacen cuando la persona está viva así que son una perfecta copia de su yo original. En el caso de tu madre no pudo ser así, así que he tenido que pedir ayuda.
—¿Así que soy una copia de las memorias de mis amigos? ¿De mi hijo mayor? —preguntó el retrato con expresión entre dolida y triste.
—Sí.
—Oh, Sasuke… ¿Cuánto tiempo ha pasado? —preguntó al aire Mikoto—. ¿Cuántos años tienes?
—Hoy es mi cumpleaños. Tengo 13 años. ¿Te acuerdas de… de lo que pasó?
—Oh, mi bebé —sollozó Mikoto al ver las lágrimas en los ojos de Sasuke—. Lo recuerdo. Siento mucho haberte hecho sufrir de esta manera.
—No fue tu culpa —dijo en un susurro Sasuke.
—Claro que sí. Debería haberme negado, debería haber cortado de raíz con el golpe de estado. Tú eras, eres, más importante para mí que el clan. Debí haber hecho caso a mis instintos.
Seina apretó el hombro de Sasuke y se marchó. Los dejó a solas. Bajó al salón viendo como Kakashi y Naruto la observaban con curiosidad.
—¿Dónde está el teme?
—Está hablando con su madre.
—¿Qué? —preguntó Kakashi estupefacto, y pálido—. ¿A qué te refieres?
—He logrado recrear un retrato mágico. Mikoto no es una copia de su yo original porque no puso su consciencia ella misma en el lienzo estando aún con vida, pero es lo más parecido.
Kakashi recobró algo de su color al comprender que no era lo que fuera que estuviera pensando. ¿Quizás creía que había usado el jutsu prohibido del pergamino del primer Hokage? Naruto, mientras tanto, parecía estar mirando al infinito con el rostro en blanco. No quiso usar su vínculo para saber qué estaba pensando así que se limitó a sentarse en el sofá y sacar uno de sus libros para leer tranquilamente. Preveía que Sasuke tardaría horas en bajar…
Notes:
...Y aquí está Seina, reconociendo estar enamorada de Kakashi.
En cuanto a las votaciones:
*84: 1
*88: 11
*90: 6
*100: 8
*120: 1
*137: 5Lo prometido es deuda, pero ya os digo que habéis estado a esto " " de conseguir un teaser del punto y a parte... Ah, mala suerte.
Capítulo 88
Seina pudo notar la mirada escondida del comandante Ryu sobre su cogote. Evitó sonreír ya que sabía por qué la estaba mirando. El hechizo de broma que le había lanzado le había cambiado a rosa el vello púbico. De hecho, cada día que pasaba le sucedía algo ahí abajo. Era un hechizo de George así que sabía algo de los…fenómenos que ocurrían aleatoriamente. ¿Quizás hoy le había tocado el del pello púbico trenzado?
—Ven conmigo, kitsune —la llamó finalmente.
Fue a su despacho, también escondido y secreto, sin rechistar. En cuanto entró y cerró la puerta vio las múltiples barreras que protegían la única ventana, la puerta, el techo, el suelo y las paredes. ¿Paranoico o precavido? El anbu se giró 180 grados para quedarse quieto delante de ella. Ambos se quedaron mirando. ¿Pensaba intimidarla con su presencia o agotarla después de su extenso entrenamiento de kenjutsu? Preguntas, preguntas… Durante un rato largo nadie dijo nada mientras Seina evitaba reírse o que le temblaran los hombros de la risa.
—¿Hasta cuándo dura?
—¿El qué?
—…El jutsu que me has puesto en los genitales —dijo escuetamente, muy seco, el anbu.
Seina evitó reír, aunque tenía unas ganas tremendas de hacerlo en voz alta.
—¿De qué jutsu está hablando?
—Dejémonos de tonterías, ¿quieres? Sé lo que le hiciste a Tsunade-sama, y sé que eres capaz de bastantes cosas.
¿Crees que no estabas en mi punto de mira desde el principio?—¿En serio? —preguntó ella.
No estaba respondiendo a su última pregunta retórica, sino a su afirmación de que sabía que era “capaz de bastantes cosas”. El comandante no sabía nada. El anbu pareció notar la distinción en su voz. Se hizo un silencio.
—¿Permiso para hablar con total sinceridad?
—Permiso concedido.
—No sabe nada, comandante, de lo que soy capaz. Solo sabe lo que yo he querido que sepan. Konoha es mi hogar y tengo mucha gente querida aquí. Mientras no me traicionen… ni me manipulen, yo seré leal. Así que no hace falta que use incentivos porque eso lo único que hará será cabrearme —confesó ella—. Si quiere algo, dígalo claramente.
—Entonces, debería confesar algo —dijo el comandante con voz neutral—. Manipulé a Tsunade-sama para que te manipulara. No porque pensara que lo necesitaras para entrar en anbu sino para probar tu temperamento. Sé que tienes más habilidades de las que nos has enseñado, y sé que no sientes la misma lealtad ciega que otros muchos ninjas con Konoha. Tu lealtad se la das a los individuos, y eso podría ser un problema considerando tus poderes.
—¿Me ha estado probando? —siseó ella—. Para ver mi reacción ante su manipulación, ¿no?
—Exacto. Necesitaba saber qué harías cuando comprendieras que te habíamos manipulado a favor de Konoha. ¿Actuarías de forma violenta? ¿Te darías cuenta si quiera? ¿Te volverías resentida con la aldea?
—¿Y qué me impide cabrearme aún más ahora sabiendo que he sido manipulada solo para “ver como reacciono”?
—El hecho de que te estoy confesando la verdad porque he comprendido cómo eres. Podrías haber actuado de forma violenta, pero tu elección fue castigar a los individuos responsables sin perjudicar a Konoha. Y ni siquiera fue un castigo violento. Ahora ya sé que no importa qué poderes tengas, no los usarás contra alguien inocente sin motivos de peso.
—Entonces, sabe que voy a volverlo a castigar, ¿no? —dijo ella, entre enfadada, exasperada y divertida.
—Lo sé. Es un buen intercambio —se encogió de hombros el anbu.
—Ah, ¿sí? —sonrió maliciosamente ella.
Lo transformó en una mujer, vagina incluida. Además, le lanzó un encantamiento oscuro para que cada vez que estornudada le saliera una sardina de la nariz. Ah, y le dibujó a modo de tatuaje un pene con sus testículos en la nuca. Se preguntó cuánto tardaría en descubrir que estaba ahí o si habría alguien valiente que le avisara del tatuaje.
—Con permiso.
—…No me va a gustar lo que me has hecho, ¿verdad? —preguntó, esperándose lo peor, el comandante.
—A lo mejor sí. ¿Cómo voy a saberlo?
...
Respecto a un comentario preguntando sobre Itachi. Me dais algo de pena y como soy una mala y buena persona a la vez haré lo siguiente: pondré un trozo de él en la próxima actualización PERO no voy a poner en qué capítulo aparece. HAHAHA.
Chapter Text
Los 3 días antes del jueves los pasaron dentro de casa. Curiosamente no les dieron ni una sola misión a ninguno. Sasuke, cuando bajó de su estudio, tenía los ojos rojos, y no precisamente del sharingan. Aun así, era como si se hubiera quitado otro peso de encima. Les mostró el retrato de Mikoto a Naruto y a Kakashi, quienes estuvieron hablando con Mikoto un rato, sumamente asombrados. Naruto había visto sus memorias, pero no se acordaba de cada diminuto detalle de lo que ella había vivido. A Kakashi, por otro lado, no creía haberle comentado nunca el tema de los retratos.
Sasuke colgó el retrato de su madre en el pasillo del tercer piso, cerca de una ventana que daba al jardín trasero. Allí podía ver el mundo exterior sin tener que estar encerrada en un dormitorio las 24 horas del día. Además, también podía pasear dentro de su retrato.
Esa noche, Seina envió una nota corta de agradecimiento a Itachi, dejándole saber que a Sasuke le había encantado el regalo. Sasuke, quien ahora sabía que una parte de su hermano estaba dispuesto a contactar con ellos, le escribió otra carta mucho más extensa que enviaron con su paloma.
Los días pasaron sin más hasta que llegó el jueves. Tsunade-sama llamó a todos los candidatos a chunin a su oficina y, curiosamente, a ella también. Se percató en ese entonces que los hechizos de broma deberían estar haciéndole efecto así que contuvo una risa mientras se encaminaron hasta la torre de la Hokage.
—Tsunade-sama quiere que pase primero Seina-san —le dijo la secretaria.
Todos se giraron a mirarla a ella, que parecía apunto de partirse de risa. Ella no dijo nada. Abrió la puerta y nada más ver a la Hokage estalló en carcajadas, llorando de la risa. Esquivó una grapadora, que se incrustó en la pared del pasillo, y cerró la puerta detrás de ella. Shizune estaba mirando al suelo con los labios apretados de la risa, mientras que Tsunade-sama la fulminó con la mirada sentada en su silla. Llevaba el cabello estilo bol de Guy, de color negro, además, y el mono verde elástico con calentadores naranjas.
—¡Quítame esto! —le ordenó ella con un tic en el párpado y las mejillas sonrojadas de la ira.
—¿Por qué piensa que es cosa mía? —preguntó ella, viviendo al límite.
La Hokage entrecerró los ojos peligrosamente. Seina alzó las manos mientras reía descaradamente. Le quitó el hechizo, dejándole otro de regalo mucho más sutil. La Hokage se tocó la ropa, que había vuelto a su estado original, y el cabello largo. Suspiró con un tremendo alivio antes de volver a fulminarla con la mirada. Seina alzó una ceja.
—¡ESTÁ BIEN! —gritó la Hokage, dando un puñetazo a la mesa que resistió su fuerza debido a un hechizo—. ¡Siento haberte manipulado de esa forma! No lo volveré a hacer. ¿Contenta?
Seina meneó la mano, quitándole el otro hechizo al ver que lo decía completamente en serio. La Hokage, al darse cuenta, suprimió otro tic, inhalando fuertemente por su nariz como un toro bravo.
—Genial. Ahora solo me queda el otro. Espero que le guste cantar, o algo parecido.
Tsunade-sama bufó una risa al escucharlo. Ahora que ya había vuelto a la normalidad hasta podía ver el humor de la situación.
—Debería amonestarte —masculló la Hokage—, pero Shikaku tiene razón. No serviría de nada.
—Y se lo merece, Tsunade-sama —habló por primera vez Shizune.
—Lo sé.
—¿Shikaku te ha visto disfrazada de Guy? —preguntó ella con sorpresa y diversión. Su maestra la ignoró descaradamente.
—…Deja que pasen los genins. Puedes quedarte si quieres.
Seina abrió la puerta con una enorme sonrisa. Hizo un ademán a los otros para que pasaran a dentro. Observó el rostro serio, casi enfadado de Sakura, pero no dijo nada al respecto. Se plantó en la pared, dejando que los genins se alinearan frente a la mesa de la Hokage, y observó en silencio el procedimiento.
De los 15 genins de Konoha que se presentaron como candidatos a los exámenes de chunin, solo a 4 se les negó el ascenso. A un par no los conocía, siendo de la promoción anterior a la suya, y los otros candidatos rechazados fueron Matsuri y Sakura. Vio la emoción contenida de todos sus amigos, ahora chunins, el rostro triste de los que no habían podido ascender y los puños apretados de Sakura a cada lado de su cuerpo.
La primera en salir por la puerta, como no, fue Sakura. La siguió Ino con el rostro preocupado. Luego se marcharon todos de allí a paso lento. Seina, quien salió la última, cerró la puerta tras de sí y se lanzó sobre su equipo.
—¡Felicidades! ¡Sabía que lo lograríais! —exclamó cogiéndolos del cuello.
—¡Gracias nee-chan!
—Hn —musitó Sasuke, sonriendo levemente.
—Vamos. Tengo que felicitar a los otros.
Salieron de la torre en busca de los otros equipos. Los vio charlando con sus jonin sensei, quienes habían estado esperando las noticias sobre su ascenso. Seina felicitó al equipo de Neji, recibiendo un fuertísimo abrazo de Lee, luego al equipo de Hinata, quien estaba brillando de orgullo por su éxito, y, por último, fue en busca del de Ino. La encontró acompañada de Chouji y Shikamaru, y Sakura. Sakura parecía estar conteniendo las lágrimas, pero en cuanto la vio caminar hasta ellos su expresión se torció.
—Felicidades chicos —dijo ella escuetamente, evitando mencionar a Sakura para no hacerle más daño.
—¿¡No puedes evitarlo, no!? —gritó Sakura con el rostro sonrojado del enfado y los ojos llenos de lágrimas—. ¡Tienes que venir a restregármelo en la cara!
—Sakura, lo que pienses o lo que hagas no me importa en lo más mínimo. Estoy aquí felicitando a mis amigos. No ascender no es el fin del mundo —dijo ella con voz calmada. Shikamaru contuvo una sonrisa tosiendo—. Siempre puedes volverlo a probar el año que viene.
Las palabras de Sakura no la afectaron en absoluto. Era una cría de 13 años a quien no consideraba su amiga. Eso a Sakura no le gustó nada, de hecho, pareció enfadarse aún más así que, con un grito, alzó un puño para pegarle en la cara ante el rostro horrorizado de Ino y Chouji, y su genuina sorpresa. Alguien le cogió el puño en el aire, aunque Seina había estado a punto de esquivarlo. Era Naruto. Sasuke, medio paso detrás de él, acuchilló con la mirada a Sakura.
—¿¡Cómo te atreves a intentar pegar a mi hermana!?
—¡Sakura! —exclamó con horror cuando se recuperó Ino—. ¿¡Estás loca!? ¿¡Qué haces atacando a una superior!?
—¡Ella no es mi superior! ¡Solo es una niña de 13 años como tú o como yo!
—Ahí es donde te equivocas —intercedió por primera vez Shikamaru, con las manos en los bolsillos—. Seina es jonin y, por lo tanto, militarmente hablando es nuestra superior. Por mucho que no te guste aceptarlo. Podrían amonestarte por lo que acabas de hacer.
—¿Y bien, Seina? —preguntó de repente Kakashi, detrás suyo—. ¿Quieres presentar cargos contra esta genin?
—No. Solo ha sido un arrebato producido por los nervios, ¿no es así? —preguntó ella mirando fijamente a los ojos de Sakura.
Sakura agachó la cabeza, asintiendo. Se dio cuenta de la puya maliciosa de Kakashi un segundo después. Había llamado a Sakura “genin” para recordarle su rango a propósito cuando podría haber dicho “kunoichi” o haberla llamado por su nombre. Miró de reojo a Kakashi, suprimiendo una sonrisa. Después de todo, lo había hecho en su defensa.
—No volverá a pasar —dijo.
Se dio la vuelta y se fue. En cuanto se alejó suficiente Kakashi se giró a mirarla.
—¿Estás segura de que no quieres reportarla?
—Solo es una niña. Se lo comentaré a Tsunade-sama para que lo tenga en cuenta, pero nada más.
El grupo se disolvió menos excitado que antes. Aun así, agradecía que el numerito no les hubiera quitado la alegría a los demás por su ascenso. Prometieron celebrarlo el lunes siguiente, viendo que ya habían quedado a comer un día esa semana todos ellos. Seina se anotó mentalmente comprar un par de pasteles para sorprenderlos en el picnic que pensaban hacer la siguiente semana.
—Vaya día… —suspiró ella.
—Por cierto, ¿por qué te ha lanzado una grapadora la vieja Tsunade?
Seina empezó a reír de nuevo al recordarlo. Le mostró la imagen a su equipo, implantándole la memoria corta a Kakashi también, y se rieron a carcajada limpia. El único que sabía por qué le había tomado el pelo a la Hokage era Kakashi, pero estaba demasiado ocupado riendo como para contarles a Naruto y a Sasuke el porqué. Recuperó el aliento un rato después, tirada en el sofá.
—No me puedo creer que ya no seáis genin —dijo Kakashi con una sonrisa—. Estoy orgulloso de todos vosotros.
—¿Crees que podemos ascender el año que viene a jonin? —preguntó Naruto.
—Tendréis que estudiar mucho, pero es posible si entrenáis.
Naruto no pudo contener un gemido al recordar la cantidad de libros que había tenido que estudiar para el examen. Supo, nada más escucharlo, que el año siguiente no iba a ascender a jonin. Quizás dentro de 2 años cuando asumiera que tenía que estudiar un montón de textos y no solo entrenar el cuerpo y combatir contra gente.
Al día siguiente se le acabó el periodo de relajación de un plumazo. Fue llamada al cuartel anbu. Allí le esperaba su nuevo equipo anbu. El equipo más o menos “definitivo” por así decirlo.
—Como ya sabes un equipo anbu tiene 4 miembros —le dijo el comandante Ryu—. Normalmente los equipos suelen estar muy bien pensados y trabajan en una división en concreto. Por ejemplo, la división Farukon está especializada en perseguir y cazar a enemigos de alto rango de la aldea, y del país del Fuego. La división médica Kaeru suele dar soporte a las divisiones de ataque. Con tus… habilidades, encajas en cualquier división, pero durante el primer año trabajarás en el escuadrón médico mientras entrenas con tus compañeros y te adaptas a tu doble vida. Tampoco tendrás muchas misiones, en comparación a los otros equipos, así que tómatelo como un periodo laxo en tu carrera anbu.
Seina aceptó las órdenes sin muchos miramientos. Realmente no le importaba entrar en la división médica porque en anbu todas las divisiones conllevan cierto peligro.
—Puedes ir a la sala de entrenamiento 5. Allí te encontrarás con tu nuevo equipo.
Se encaminó hasta la sala, observando detrás de su máscara a los anbus pasar de un lado a otro. En cuanto llegó los vio entrenando. Tardaron unos minutos en parar el combate, pero era obvio que todos sabían que estaba allí esperando. Se apoyó sobre una pared mientras esperaba.
—Ah, tú debes de ser la nueva —dijo una voz femenina tras una máscara de gallo.
Notó cierto desdén en la voz. Los ojos cubiertos de la otra mujer la examinaron de arriba abajo. Sabía qué tipo de persona era. Era de las que se sentían amenazadas cuando alguien más joven o con menor recorrido se alzaban rápidamente entre rangos. Solo había una forma de actuar para cortar de raíz el problema. Tenía que demostrarle que realmente valía la pena.
—No le hagas ni caso —contestó otro, un hombre desconocido con máscara de jaguar.
—No, no. ¿Por qué no empezamos a entrenar? ¿Qué te parece un uno contra uno?
El tercer anbu, otro hombre, no dijo nada tras su máscara de león. Seina se encogió de hombros y caminó hasta el centro de la sala. Los otros hombres se separaron de ellas, dejándolas luchar a solas. La mujer se abalanzó sobre ella con una mano cargada de chakra. Un jutsu médico capaz de seccionar arterias. Seina la esquivó. Estuvo esquivando un rato, haciendo que se irritara más y más. Entonces, cuando ella se cansó, empezaron a intercambiar golpes.
Bueno, Seina le impactó un par de puñetazos mientras que esquivaba las boleas de la otra mujer.
—No está mal —masculló cuando ambas saltaron hacia atrás para evitarse—, pero eso no te servirá de mucho.
Se desvaneció tan rápido de su vista que casi no la vio, pero la escuchó y vio su aura dorada incapaz de ser escondida. Preparó su puño con chakra y se protegió el puño con un hechizo, a pesar de que los guantes que llevaba ya los había modificado con runas. Su puño impactó contra el puño de la otra mujer. Salió despedida con un aullido de dolor. Notó como se le quebraba la mano a su rival del golpe, sintiéndose marginalmente culpable. Por suerte, la otra mujer, a pesar del dolor, pudo evitar incrustarse en la pared con un jutsu de tierra que la rodeó y paró el impacto. De haber usado más chakra la habría matado.
La piedra se hizo trizas al chocar contra la pared reforzada de la sala de entrenamiento. Su rival tuvo tiempo suficiente en ver como moldeaba rápidamente el chakra para enviarle un chorro de agua corrosiva hirviendo. Alzó otra barrera de tierra que paró momentáneamente su jutsu, pero luego tuvo que rodar fuera del alcance de su chorro. Mientras lo hacía, Seina la capturó en un genjutsu. Cayó al suelo convulsionándose. Ah, lo que uno podía hacer con el genjutsu…
—Detente —le dijo uno.
Seina paró el genjutsu. Su rival jadeó en el suelo mientras se recuperaba. Uno de ellos le curó la mano mientras el otro, el silencioso, la observaba fijamente.
—Interesante.
—Serás una buena incorporación en el equipo, después de todo —reconoció a regañadientes la mujer.
—Hn.
Estuvo entrenando toda la mañana con ellos. Se notaba que eran más que iryo ninjas. Todos ellos eran buenísimos en el combate cuerpo a cuerpo, más que decentes en genjutsu y sabían cantidad de ninjutsus. En cuanto se dieron cuenta que no iba a ser un peso muerto, aceptaron su edad sin más. Suponía que ese tipo de rencillas, al principio, eran normales. Después de todo, un peso muerto podía suponer, irónicamente, la muerte de todos. Y nadie quería morir por la incompetencia de un compañero de equipo.
Esa misma noche, salió en su primera misión anbu real. Nada que ver con escoltar a la Hokage acompañada de varios jonins, genins y más anbus. Estaban presentes el escuadrón médico y el escuadrón de asesinatos. El comandante Ryu los llamó a todos, después de ducharse y cenar en el complejo anbu, para que se reunieran ante él. Seina se arrodilló como todos los demás, en la segunda fila.
—Tenéis una nueva misión. Vuestro objetivo es eliminar la siguiente lista de ninjas renegados de Konoha que se han establecido finalmente en el país de los Ríos. Acabad con todos y destruid sus cadáveres. Podéis marchar.
Y así, sin más, salió de la aldea en plena noche. Nadie los vio, ni los escuchó, ni se registraron en las mesas de registro. Salieron por uno de los incontables túneles secretos, usados por los anbu, y echaron a correr. Estuvieron corriendo durante horas, sin parar. Se preguntó si no era contraproducente evitar hacer paradas. Al final, estar cansados podía pasarles factura. Sin embargo, ella era una novata así que no abrió la boca. Pararon a pocos quilómetros de las coordenadas que les habían dado. Descansaron unos minutos a la vez que el capitán del escuadrón de asesinato explicaba escuetamente lo que iban a hacer.
El escuadrón médico lo único que tenía que hacer era escoltar al escuadrón de asesinato, apoyándolos desde las sombras por si fuera necesaria una intervención médica o apoyo en la lucha. A Seina le tocó seguir a un hombre muy alto, con una máscara blanca en forma de coyote. ¿Ironía o coincidencia? El gigante asintió hacia abajo, donde Seina le estaba siguiendo la sombra en silencio. Desapareció usando su brazalete, preguntándose qué habría pasado con los brazaletes que le había dado al comandante Ryu para anbu. ¿Estaban guardados a cal y canto para misiones muy especiales? ¿Los estaba usando para seguir a Danzo? No tenía ni idea.
Seina contempló como los anbu especializados en asesinato se dispersaban por la base con sus sombras médicas. Siguió de cerca a su objetivo, cerciorándose de que estaban solos. En seguida se toparon con el primer enemigo, que cayó muerto al suelo de un senbon en el cuello y un genjutsu bien plantado para distraer. Antes de que pudiera esconder el cadáver para no llamar la atención, Seina lo desvaneció ante la silenciosa sorpresa del otro anbu. Asintió en su dirección, sabiendo que debería estar pisando sus talones, y siguió adelante.
Perdió la cuenta de cuantos renegados, de todo tipo de rangos, mató. Hasta que llegó uno más difícil que se dio cuenta de que algo pasaba. Nada más percibir que algo andaba mal intentó escapar por una de las ventanas, pero fue interceptado. Seina contempló la lucha, los intercambios de golpes y las puñaladas en el aire, algunas rozando la piel, antes de que el anbu coyote lograra clavarle un kunai en las costillas en un despiste. Lo empotró contra una pared, retorciéndole el arma en los pulmones, y luego le cortó la garganta. Seina se deshizo de otro cuerpo.
La lucha no pasó desapercibida. Llegaron otros 3 ninjas más al pasillo que estaban ocupando. El anbu, quien se había escondido, logró deshacerse de uno con un jutsu de raiton. Los otros respondieron ante el ataque con una bola de fuego que el anbu logró esquivar ocultándose en la pared con un jutsu de tierra. Seina simplemente desapareció en la otra dirección. Escuchó el sonido de huesos romperse y aullidos de dolor. De hecho, casi escuchó un eco doloroso venir de más adentro de la base y se preguntó a cuánta gente habían matado ya.
El techo, repentinamente, se derrumbó sobre ellos. Por si fuera poco, sintió como el suelo bajo sus pies se derrumbaba también por alguna razón que desconocía. Uno de los ninjas cayó en un agujero con un grito, siendo empalado por el anbu coyote. Ambos salieron por arriba, esquivando los cascotes. Para la mala suerte del anbu, un kunai salió despedido en su dirección y se clavó en su pierna. Por fortuna, el anbu fue lo suficientemente ágil como para evitar que fuera una herida fatal.
Seina transformó los cascotes en animales para que pelearan en su ayuda, dándole tiempo a quitarse el kunai y lanzarle un hechizo sanador desde su sombra.
—¡Jutsus de fuego! —gritó uno a sus compañeros.
Usaron unos cuantos katon para deshacerse de sus animales y, a la vez, atacar a su colega. Se produjo una pelea uno vs cuatro, mientras ella ayudaba apoyándolo con sus transformaciones. En uno de los intercambios escuchó un chasquido de un hueso roto. Vio como el anbu coyote evitaba poner peso sobre su pierna dominante, saltando atrás en el aire con la pierna izquierda. Cayó a su lado, obviamente necesitando ayuda médica.
—Brackium emendo.
La pierna derecha dio otro chasquido, corrigiéndose como por arte de magia. Ni siquiera miró abajo antes de saltar nuevamente a la pelea, para la irritación de los enemigos que intentaron zafarse aprovechando su herida. Unos minutos más y todos estuvieron muertos. Escucharon los pasos de sus compañeros llegar hasta ellos. El capitán del escuadrón de asesinato dio un vistazo rápido a su colega, los enemigos y luego la buscó a ella. Reapareció en el techo, desde donde había visto la pelea. El capitán asintió en su dirección.
—Buen trabajo a todos. ¿Heridos? —preguntó en dirección al escuadrón médico.
Sus compañeros fueron recitando escuetamente la lista de heridas que estaban por tratar. A Seina le habría gustado que le explicaran el protocolo, en lugar de tener que ir descubriéndolo de esta forma, pero se encogió de hombros con algo de exasperación.
—Una puñalada leve en un hombro y contusiones.
—Contusiones. Posiblemente un envenenamiento.
—Un brazo roto, costillas rotas.
—Nada —finalizó ella.
—¿Nada? —preguntó el capitán del otro escuadrón.
—Le he ido curando a medida que recibía las heridas.
—Es cierto —dijo el anbu coyote en cuanto le miró su capitán—. Tenía una pierna rota, una puñalada en el muslo y heridas leves, pero ya están curadas.
Los otros la miraron entre extrañados y algo sorprendidos. De no ser por su legeremancia pasiva no se habría dado cuenta. Era difícil discernir una expresión detrás de una máscara de porcelana.
—Recoged los cadáveres. Usaremos un jutsu de fuego para deshacernos de ellos.
Seina acompañó al anbu coyote a recoger los cadáveres de las otras peleas. Bueno, él cogió los cadáveres y se los fue entregando para que los desvaneciera. Los otros cargaron con los cadáveres hasta la otra sala. Se fueron después de quemar los cuerpos y tratar a los heridos.
Estuvieron corriendo hasta que llegaron a Konoha. Solo habían pasado 2 días desde que salieron en plena noche, y volvía a ser de noche. Debía reconocer que estaba exhausta. Llevaba 2 noches sin dormir y sin pararse a descansar, salvo para comer 10 minutos. Dio gracias por ese hechizo médico que le permitía desvanecer la orina sin tener que ir al baño, o de lo contrario se estaría meando a chorro. Observó cómo sus compañeros se adentraban en los baños, separados por cubículos opacos para preservar su identidad, a pesar de que muchos se conocían los unos a los otros.
—No es difícil averiguar quién eres —le dijo el anbu coyote de improvisto.
Seina se giró a mirarlo. Alzó una ceja, aunque no pudo verla. Le dejó claro su pregunta con la postura corporal.
—Ni siquiera Tsunade-sama podría haberme curado mientras peleaba como lo has hecho. Sabiendo eso, sumado a tu estatura, solo puedes ser una persona.
—Yo también sé quién eres —dijo ella con tono exasperado y aburrido—. ¿Quieres que te aplauda o qué?
Shizen Sarutobi, el sobrino menor del Tercer Hokage, se rio fuertemente al escucharlo. Era lo único que le había sacado con la legeremancia, para su sorpresa.
—Tienes tantos cojones como pensaba. Me gustas. Con razón Kakashi es tan protector contigo.
—Otro igual —suspiró ella.
La razón por la cual era tan “protector” no era solo porque era ella, sino porque formaba parte del equipo 7, quienes habían visto el verdadero yo de Kakashi. Los demás, empeñados en ver solo el rostro público de su maestro, no entendían por qué luego era tan distante con ellos.
—¿A qué te refieres?
—Averígualo tú solo —se despidió con una mano por encima del hombro, usando el hiraishin para salir de allí.
Apareció en la casa justo cuando empezaban a desayunar.
—¡Seina-nee!
—Hola —bostezó quitándose su máscara—. Luego hablamos, me voy a duchar.
Tardó media hora en ducharse y ponerse el pijama. En cuanto vieron como estaba vestida para irse a la cama, a las 6 de la mañana, alzaron una ceja. Naruto y Sasuke, al menos. Kakashi parecía comprender que acababa de llegar y que no había dormido en días. Bostezó de nuevo.
—¿Cómo ha ido la misión?
—Bien. Estoy en el escuadrón médico así que hay poco movimiento —se encogió de hombros—. No sé si me gusta esto de no dormir.
—Te acostumbrarás.
Notes:
Como dije, os dejo un teaser especial de Itachi.
...Puso unas cuantas barreras y se sentó en un tronco a esperar. Pasó una hora. Luego otra hora, y otra. Sintió el colgante cada vez más cerca hasta que, casi al medio día, sucedió…
—Estás aquí —dijo ella, notando su presencia antes de verlo. Estaba hasta nerviosa por el encuentro—. Gracias por venir.
Se giró y le vio en lo alto de una rama, observándola con el sharingan activo. Estaba solo puesto que no había una sola aura más en varias decenas de metros. No hizo ademán de atacarla, ni de hablar. La contempló durante unos minutos silenciosamente mientras su corazón latía al galope porque lo estaban consiguiendo. No iba a cagarla ahora que lo tenía tan cerca.
—…
—Siéntate, por favor. Estoy yo sola, por si… por si acaso —siguió ella, indicándole a un tronco en el suelo—. Teníamos razón, ¿verdad? Eres inocente.
—¿Por qué me enviasteis esas cartas? —preguntó Itachi, hablando por primera vez.
—Porque tu hermano, y tú, merecéis más. Sasuke es un miembro de mi equipo, y el equipo es familia. Sasuke es mi hermano. Tú eres el hermano de Sasuke, su familia de sangre, así que… también eres mi familia —le contestó ella, mirando fijamente, sin miedo, los ojos rojos de Itachi—. Haría cualquier cosa por mis seres queridos y él está sufriendo porque estábamos prácticamente seguros de tu inocencia. Hace tiempo que informamos de esto a Tsunade-sama y está investigándolo. Quizás no puedas volver ahora a la aldea con la cara descubierta, pero sí cuando se concluya la investigación. Queremos que vuelvas con nosotros a casa.
—No tengo casa, Seina —dijo él, desactivando su dojutsu, todavía desde su rama.
—Claro que sí. Tu hogar es tu familia —le sonrió—, y tu familia es Sasuke. Y Naruto y yo si nos aceptas. Él no va a matarte, Itachi. Solo quiere que regreses. ¿Qué es lo que te retiene?
—…Aunque me aceptasen en Konoha, cosa que dudo mucho, he hecho cosas horribles desde que dejé la aldea —confesó con el rostro inexpresivo—. Además… me estoy muriendo.
—¿Qué? —preguntó ella, con un hilo de voz—. ¿Lo dices en serio? ¿Por qué no has ido a un médico?
—¿Conoces a muchos médicos dispuestos a tratar a un criminal como yo?
—Entonces, deja que te cure —le pidió ella, mirándole a los ojos—. Por favor, no le hagas esto a Sasuke, ni a ti mismo. No voy a ser tan arrogante para decir que sé cómo te sientes, pero puedo imaginarlo. No dejes que la culpa te consuma. Sasuke te necesita vivo, no muerto. Necesita a su hermano. La aldea, aunque no lo parezca, te necesita vivo. No te castigues a ti por lo que otros te hicieron hacer porque eso solo castigaría de rebote a Sasuke, y no puedo permitirlo. Por favor.
Itachi miró hacia el cielo, como si estuviera contemplando la respuesta a su petición. Su expresión era menos gélida, pero igual de seria. Vio en sus ojos un repentino brillo de tristeza y culpa. Seina se levantó y saltó en la misma rama, aunque algo más allá. Se sentó lentamente a su lado, como si fuera un animal salvaje a punto de lanzarle un zarpazo, y le tendió la mano. Dejó que Itachi observara su mano, la mirara a ella, antes de alzar muy despacio, casi cansadamente, su mano. Supo, en cuanto le cogió la mano, que estaba aceptando rendirse. Seina contuvo las lágrimas de alegría y alivio al darse cuenta de que no tendría que decirle a Sasuke que habían fracasado.
—Gracias —le susurró, sonriendo.
—…
Se quedaron allí en silencio durante un rato, asegurándose que ninguno de los dos iba a ir a ningún lado. Sintió la presencia preocupada y nerviosa de Sasuke en su mente, quien no sabía qué palabras se estaban intercambiando, pero era consciente de que estaba con Itachi.
—¿Puedo decirle que venga? —le preguntó suavemente.
Itachi se lo pensó unos minutos, como si estuviera batallando consigo mismo, y luego asintió casi imperceptiblemente. Seina llamó a Sasuke y a Naruto para que vinieran. No tuvo que pedírselo otra vez que Sasuke salió corriendo en su dirección. Itachi le apretó la mano, quizás sin darse cuenta, cuando apareció Sasuke. Sonrió al presenciar, junto a Naruto, la reunión entre hermanos por primera vez en años.
—Nii-san —llamó Sasuke, casi suplicante, y se acercó a pasos casi dubitativos.
—Sasuke —saludó Itachi, mirando fijamente a su hermano. Soltó su mano para ponerse en pie, en el suelo.
Seina y Naruto se mantuvieron en silencio, sonriendo llenos de orgullo, al ver cómo se abrazaban. Sasuke no pudo evitarlo y rompió a llorar en los brazos de su hermano como un niño pequeño. Vio como Itachi observaba a su hermano con asombro, como si fuera incapaz de creer que Sasuke le hubiera perdonado. Sus miradas chocaron por encima del hombro de Sasuke y ella sonrió, haciendo un ademán con la cabeza. Vio, bajo el brazo de Naruto en sus hombros, como Itachi alzaba pesadamente los brazos y rodeaba a Sasuke en un abrazo.
Chapter 85
Notes:
Advertencias: mención de violación, intento de violación, descripción gráfica de tortura y asesinato, aborto, intento de secuestro, secuestro.
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Chapter Text
El martes, en lugar de ir a entrenar con el equipo anbu extraoficialmente, fue llamada a la oficina de Shikaku. Nada más entrar se la quedó observando una mezcla entre divertido y exasperado.
—¿Ya has tenido suficiente vengándote de la Hokage? —le preguntó nada más cerrar la puerta y activarse las barreras.
—Sí. Se ha disculpado de corazón así que… —se encogió de hombros—. Ahora estoy yendo a por el otro.
Shikaku bufó una risa. Le hizo un ademán con la mano para que se sentara. Con curiosidad, puesto que nunca acostumbraba a sentarse cuando recibió las misiones, le hizo caso. Cogió una silla y se sentó delante de él, que la miraba fijamente.
—¿Cómo te va en anbu?
Seina no se sorprendió al escucharlo. Era obvio que Shikaku, con lo inteligente que era, y viendo que Seina no había estado en la aldea durante días cuando él no la había mandado de misión, solo tuvo que sumar 2+2 para darse cuenta. Además, si Tsunade-sama había ido a él con la historia de su broma estaba claro que le había comentado o dejado entrever por qué la había tomado en su contra. Tampoco le importaba mucho, la verdad. Shikaku era alguien en quien confiaba.
—Bien. No está mal, pero nada nuevo, la verdad.
—Dale tiempo. ¿Qué te parece el ascenso de tu equipo?
—¿Qué que me parece? Perfecto. ¿Por?
—Ahora pueden empezar a hacer misiones de rango B y A, pero tú estás sobre cualificada para hacer misiones que no sean de rango A y S. ¿Entiendes el problema?
—¿Cuánto tiempo van a estar haciendo misiones de rango B? —suspiró ella, rodando los ojos al comprenderlo.
—Al menos un mes. Hablaré con el departamento de misiones para que los pongan a prueba.
—¿Y después del mes podremos hacer misiones juntos?
—Las de rango A, al menos. Algunas misiones solo las harás en solitario ya que no tiene sentido darte un equipo cuando tú sola puedes hacerlas en un abrir y cerrar de ojos.
—Está bien —se volvió a encoger de hombros—. No les irá por un mes a Sasuke y a Naruto.
—Además, si quieren ascender a jonin tendrán que tener un mínimo de misiones de cada rango.
—¿Cuántas misiones llevo ya? ¿Lo sabes? —preguntó con curiosidad.
Observó como Shikaku sacaba su expediente.
—Veamos… Unas 49 misiones de rango D, 25 de rango C, 10 de rango B, 19 de rango A y 7 de rango S. No está mal, considerando que solo hace poco más de un año y medio que saliste de la academia.
—Huh.
Se acordaba de las misiones de rango D. Maldito Kakashi. Los tuvo un día sí y un día no pintando paredes… Por suerte esa etapa duró poco. Hasta que se cansó de escuchar a Naruto quejarse, para ser exactos. Las misiones de rango C, se acordaba, eran algo mejores, pero nada del otro mundo. Lo divertido comenzó con las misiones de rango B que hizo siendo chunin con otros chunin y las misiones de rango A siendo tokubetsu jonin. Las misiones de rango S tenía claro cuáles eran: las 2 que hizo en anbu y las misiones donde fue enviada a destruir las bases de Orochimaru.
—Bueno, vayamos a lo importante. Tu misión de hoy —siguió Shikaku, lanzándole un pergamino—. Encuentra a esos bandidos, elimínalos y recupera la mercancía. Puedes irte.
Seina asintió, marchándose de allí. Se sentó en uno de los sofás del departamento jonin para leer la misión a solas. Las coordenadas situaban la base de bandidos cerca de la frontera con el país de la Lluvia. Supuestamente el cargamento que habían robado era minerales bastante caros extraídos de una mina en el país del Fuego que pretendían venderse ilegalmente fuera de sus fronteras.
—Seina, cuánto tiempo sin verte —dijo una voz. Era Genma, y Hayate—. ¿Qué haces por aquí?
—¿Una misión?
—Sí. Salgo ahora mismo, de hecho.
—Ten cuidado.
—Siempre lo tengo. Hasta luego.
—Adiós Seina.
Se dirigió a la entrada más cercana, donde se registró rápidamente. Tardó 10 minutos en esconderse en el bosque y aparecer lo más cerca posible de las coordenadas. Corrió el tramo final, unos 15 minutos a paso ligero, hasta que encontró el campamento. Sorprendentemente, estaba abandonado. Ni siquiera se habían molestado de recoger la porquería, que hizo desaparecer para evitar ensuciar el bosque. Vio las huellas en el suelo de ruedas, un caballo al menos, y cajas de gran tamaño. Seguramente sería una carretilla con un solo caballo.
—¿Hueles eso? —preguntó de improvisto Kurama.
—Huele a orina.
—Orina humana.
Frunció el ceño mientras meditaba sobre lo que había encontrado. Solo había 2 posibilidades: o alguien se había meado en una de las cajas por algún motivo o no era una caja sino una celda que contenía una persona que había tenido que orinar dentro de forma obligada. Esperaba, por su bien, que no fuera lo segundo. Usó un hechizo para localizarlos, aunque eran tan inútiles que pudo seguir el rastro también por las huellas.
Fue gracias a uno de sus hechizos, el revelio, que supo que algo iba mal. Para empezar, había 4 ninjas escondidos cerca de un árbol en la nueva base de los bandidos. No estaban rodeando la base para protegerla. Estaban aguardando a algo, o a alguien. Esa estrategia, la de estar todos más o menos juntos, era perfecta para sorprender a un ninja o un equipo pequeño. Pero, ¿por qué? La información que le había dado Shikaku era sobre una misión de rango A. Con un jonin o un par de chunin hubiera sido más que suficiente. Se la había dado a ella porque el comerciante tenía prisa para recuperar la mercancía y sabía que con sus habilidades era la mejor candidata a completar la misión rápido y de forma eficiente.
¿Sería posible que estuvieran esperando a alguien de Konoha? Eso significaría que tenían un topo. Bueno, uno más. Meditó qué hacer mientras estaba invisible a unos 30 metros de distancia. Al final, decidió atacarlos. Su misión estaba clara: recuperar la mercancía y matar a los bandidos. Para llegar a ellos primero tenía que pasar por el equipo ninja así que no le quedó otro remedio.
Por suerte, parecía que no se habían dado cuenta de su presencia debido a que estaba oculta con su magia. Usó el genjutsu de Kakashi para ocultar su chakra también. Por un segundo pareció que uno de ellos se movió en su dirección, girando su cabeza como si la hubiera detectado. Observó como hacía los sellos pertinentes para intentar descubrir donde estaba. Con algo de curiosidad, siguió observando algo más de cerca. No podía verlos entre las ramas frondosas del árbol, pero sí sus siluetas. Se sentó en la rama y pareció irse a dormir.
Era un gesto que había visto incontables veces. En Ino. Alarmada, invocó a una de sus criaturas para que investigaran más de cerca la identidad de esos ninjas. No se dieron cuenta de su gasto de chakra así que intentó enviar lo más despacio posible a uno de los insectos más comunes de la zona, a pesar de que lo hechizó invisible. Tardó varios minutos en llegar al árbol. Nada más verlo supo qué el ninja era un Yamanaka. No porque pudiera reconocerlo, ni verle la cara, sino porque con las máscaras blancas anbu solo podían ser ninjas de Danzo. Si eran ninjas de Danzo, solo podían ser ninjas de Konoha. Así que no era de extrañar que pudiera ser un Yamanaka desconocido.
Había 4 personas, incluyendo el Yamanaka quien estaba usando su jutsu en alguien. Obviamente no reconoció a ninguno de ellos. La pregunta era… ¿A quién estaban cazando? Y, ¿en quién estaba usando su jutsu de intercambio de cuerpo el Yamanaka? Algo olía tremendamente mal así que no se acercó sin antes saber la respuesta a esas preguntas. Abrió sus barreras mentales. Un par de ellos eran como robots, esperando órdenes del otro hombre, mientras que el Yamanaka no estaba en su cuerpo, sino dentro de un objeto o algo similar, puesto que no podía ver el aura de una persona, al otro lado del claro. La última persona, otro hombre, estaba vigilando el cuerpo de su compañero mientras esperaba el momento de atacar con sus rinkachu. Un Aburame.
No le estaba gustando nada. Uno de ellos podía usar objetos para atacarla y otro podía envenenarla con sus insectos. Por no hablar de que los otros dos seguramente eran expertos en algo. Para más inri, parecían estar seguros de que sería ella quien aparecería para eliminar a los bandidos.
—Estoy seguro de que está aquí. No puedo sentirla de nuevo, pero sé que está aquí —pensó el Yamanaka. Bueno, el espantapájaros que estaba usando como marioneta—. En realidad, da igual. Solo necesito un toque para activar el sello maldito, y será mía.
Comprendió entonces lo que pensaba hacer. ¡Pensaba intercambiar su mente, escondida en el objeto, con la suya cuando activara un sello! Le hirvió la sangre de solo pensar cómo pensaban hacerse con su cuerpo y enjaular su mente como si nada. No quería imaginar lo que sería de ella de haberlo conseguido. Por suerte, ahora ella era quien tenía la ventaja.
—Oh, Yamanaka… No sabes con quién te estás metiendo… —pensó para sus adentros.
Con malicia, Seina se acercó al espantapájaros evitando las trampas que podía ver gracias a un hechizo temporal que le mostró donde habían estado pisando poco tiempo antes. Dio gracias a los aurores por enseñarle semejante encantamiento, con una sonrisa en el rostro. En cuanto tuvo al espantapájaros a pocos metros usó legeremancia activa en él. Antes incluso de que pudiera notar su mente en el objeto, Seina capturó la mente del Yamanaka y la envolvió con su magia como un prisionero envuelto en cadenas de chakra.
La mente gritó, incapaz de zafarse, aterrada al ser extraída involuntariamente del espantapájaros. Fu Yamanaka, que era así como se llamaba, estaba aterrorizado porque nunca antes alguien había usado un jutsu similar al suyo en su contra. Seina, mucho más experimentada, y poderosa, que él, lo arrastró a su mente donde no tenía poder alguno. Sus oídos escucharon como el cuerpo de Fu se desplomaba hacia un lado, totalmente vegetal. Levitó el espantapájaros, lo empequeñeció, lo metió en una caja de madera, luego dentro su riñonera, después de envolverlo con varias capas de tela para no tocarlo.
Una vez tuvo a Fu vigilado por Kurama, apresado dentro de una cárcel mágica y barreras mentales, pestañeó. La transacción había durado a penas un minuto, pero sabía que alguien iba a investigar qué había sucedido. Torune Aburame, que era como se llamaba el tío de los rinkachu, envió a los otros mientras cogía en brazos al Yamanaka y salía disparado en otra dirección. Seina lo siguió invisible después de poner bajo su genjutsu a sus atacantes. Cayeron al suelo con el equilibro destruido.
Usó el hiraishin sobre el insecto que los seguía, cayendo sobre su espalda, invisible. Torune lanzó a un lado al Yamanaka dándose cuenta de que no podría luchar contra ella cargando su cuerpo. Se quitó los guantes para tocarla, pero ahora Seina sabía muchas cosas gracias a la mente de Fu. Lo esquivó. Con el chakra de Kurama recorriendo su piel tenía una capa protectora contra sus insectos, aun así, no dejó que la tocara.
—Sé que estás ahí —dijo Torune al aire.
Todavía invisible, usó el cuerpo caído de su compañero a modo de escudo para atacarlo. Con cuidado, Torune intentó no tocarlo con las manos. Para su desgracia, eso jugó en su contra. Seina le lanzó una cadena de adamantina para empalarlo por la espalda. Torune no pudo esquivar la puñalada en el hombro. Incapaz de zafarse, se quedó tirado en el suelo boca abajo. Las cadenas no tenían células que pudieran infectarse así que Seina lo tuvo sometido sin peligro. Entonces, probó algo que nunca antes había intentado. Puso una mano en la cadena e intentó enviar el hechizo aturdidor.
—Stupefy.
La luz roja voló por la cadena, iluminándola un milisegundo, antes de que Torune fuera dejado inconsciente.
—Huh. No sabía que podía hacer eso —se dijo a sí misma.
—¡Te lo dije! —exclamó Kurama—. Eso quiere decir que puedes conectarte a mí con tu magia.
—Lo probaremos.
Sacó su maleta para guardar a los prisioneros en las celdas. A Torune lo rodeó de pies a cabeza con varias capas de tela, poniéndole un hechizo para que pudiera respirar sin agujeros. Metió a ambos cuerpos en celdas individuales, y luego fue a por los otros dos. Por desgracia, uno había muerto ahogado en su propio vómito y el otro había mordido una píldora suicida. Ah, bueno. Cogió los cadáveres y los guardó en su prisión.
Los bandidos, como no, no se dieron ni cuenta. Vio que estaban usando un edificio medio derrumbado en las afueras de una pequeña aldea. Nadie osó pasar por ahí, quizás porque sabían que estaba lleno de maleantes. Al acercarse escuchó las risotadas y comentarios vulgares. Lo que no le gustó nada fue los lloros de unas pocas mujeres en su interior.
—¡No! ¡Por favor! —sollozó una chica joven mientras varios hombres vitoreaban a otro—. ¡NO!
Seina escuchó el sonido de ropa ser rasgada. Conteniendo su ira entró por una ventana, esquivando las trampas poco profesionales de los bandidos. Al primero que pilló le rebanó el cuello con un kunai. Ni siquiera se paró a ver si lo habían visto que fue a por el siguiente. En cuanto uno de ellos pudo gritar todos se giraron a ver qué pasaba. Seina se desactivó el brazalete de invisibilidad para que la pudieran ver. En lugar de relajarse se pusieron a gritar descontroladamente. Vio reflejados sus ojos rojos en los ojos azules de uno de los bandidos.
Sacó el wakizashi y procedió a asesinar a todos provocándoles el mayor dolor posible. Rebanó piernas, brazos, apuñaló genitales… Dejó que se desangraran y se arrastraran en el suelo suplicando piedad. Las 3 cajas de barrotes estaban llenas. En cada una había una mujer joven, físicamente atractiva. Sabía perfectamente porqué las habían elegido. Para qué. Al hombre que estaba a punto de violar a una chica en el suelo le clavó una estaca metálica, conjurada de la nada, en las piernas para que no se pudiera escapar.
Acabó con todos los demás en los próximos minutos. Las mujeres la miraron con los ojos como platos. Sus expresiones eran una mezcla de terror y shock, pero, sobre todo, esperanza. Caminó llena de sangre de pies a cabeza hasta el último hombre vivo.
—¡N-n-no! ¡Por favor! ¡Ten piedad! —gritó con el rostro blanco del miedo.
—¿Piedad? —preguntó ella en voz baja—. Estabas a punto de violar a una persona. Seguramente ya lo hayas hecho otras veces. ¿Por qué debería dejarte con vida?
—¡No lo volveré a hacer! ¡Lo juro! ¡Por favor! ¡Lo juro por dios!
Seina abrió las celdas de las mujeres, arrancando con fuerza bruta los barrotes. Ayudó a levantarse del suelo a la mujer desnuda, vestida en harapos rotos, y le dio ropa conjurada, que sacó discretamente de su riñonera, a cada una de ellas. Se vistieron de nuevo, mientras escuchaban los lloriqueos y súplicas del hombre. Seina le dio una patada en el costado y desvaneció las estacas de sus piernas.
—¿Por qué no dejamos que decidan tu destino tus víctimas? —preguntó ella.
Miró a las mujeres. Todas ellas parecían estar recuperándose, temblando y aguantando las lágrimas en silencio, menos una. Estaba aterrorizada, por supuesto, pero miraba con odio al hombre que tenía a sus pies. Seina cogió unos cuantos de los kunais que había usado para matar a otros, tendiéndoselos en su dirección. Se hizo un silencio mientras las víctimas miraban fijamente los cuchillos que les estaba ofreciendo.
La más valiente se adelantó, cogiendo uno de los kunais con manos temblorosas. El hombre, al verlo, empezó a gritar, pero la mujer ya había alzado el cuchillo en el aire y, con todas sus ganas, se lo clavó en los genitales. Las otras víctimas se apresuraron entonces a coger los kunais y empezar a apuñalarlo donde podían. Los aullidos y gritos seguramente podían escucharse de lejos. El olor de la sangre, y de unos cuantos líquidos biológicos, le llegó a la nariz. Las mujeres parecieron no darse cuenta mientras lo agujeraban como a un queso gruyere.
Cuando ya no estaba reconocible, ni vivo, Seina cogió una de las manos antes de que siguieran apuñalando al cadáver.
—Está muerto.
Entonces, empezaron los lloros. Duró un rato, abrazadas unas a otras mientras ella se deshacía de los cadáveres y recuperaba el carro sin descargar lleno de mercancías. Las examinó a todas ellas, curándole las heridas silenciosamente. Se dio cuenta, con algo de horror, que una de ellas estaba embarazada de poco más de 2 semanas.
—¿Cuánto tiempo habéis estado secuestradas? —preguntó suavemente a una de ellas.
—Unas 3 semanas.
A Seina le dio un vuelco el estómago al comprobar que era un embarazo fruto de una violación. Entonces, hizo algo que quizás no debería haber hecho. Le provocó un aborto. La chica, sollozando fuertemente en los brazos de otra, ni se enteró. Seina no quería tener que decirle que se había quedado embarazada de su violador, ni que ella lo descubriera un tiempo más tarde, reabriendo las heridas. Quizás hubiera decidido quedárselo, quizás no. El niño o niña era inocente, pero seguía siendo fruto de una violación. Decidió quitarle de las manos esa decisión, por muy arrogante que fuera.
—¿Dónde está vuestro hogar? —les pregunto de nuevo.
—E-en Hama —lloró una—. Está a una hora a pie.
—Está bien. Os acompañaré hasta allí.
Usó el carromato, aligerando el peso de la carreta para que un caballo pudiera con todas ellas, y salieron en dirección a Hama. Durante todo el trayecto estuvieron en silencio, llorando, hasta que más de una se durmió al comprobar que no iba a pasarles nada con ella allí. La más valiente se quedó despierta, en silencio, mirando a la nada. No quería ni imaginar lo que habrían pasado a manos de los bandidos.
—Gracias por salvarnos. Me llamo Izumi, por cierto.
—Yo soy Seina. De nada. Matar a escoria humana es una de las razones por la cual me convertí en ninja. De hecho, es un placer para mí eliminarlos de la faz de la tierra —dijo sin tapujos.
—Igualmente, gracias.
El resto del camino siguió en silencio. Hama era una aldea pequeña, quizás de unos 2000 habitantes como mucho. En cuanto vieron el carromato, y las mujeres, se acercaron un par de decenas de personas con lágrimas en los ojos y expresiones incrédulas llenas de alegría.
—¡Izumi! —gritó una mujer mayor, corriendo lo más rápido posible—. ¡No es posible! ¡Es Izumi! ¡Está viva!
Paró el caballo en mitad de una plaza. Fue al bajar cuando se dio cuenta de que estaba llena de sangre de pies a cabeza. No solo ella, sino las mujeres. Ah, bueno. Ahora no podía limpiarse discretamente sin que se dieran cuenta. Unas cuantas personas ayudaron a bajar de la carreta a las otras mujeres, abrazándolas fuertemente y llorando de alivio al verlas. Entonces, una mujer anciana la abrazó a ella también, llorando.
—¡Gracias, señor, gracias! —lloró en su oído—. ¡Creí que nunca volveríamos a verlas!
—¿Es ninja de Konoha? —preguntó otro anciano.
—Así es.
—Muchas gracias por salvarlas. Le debemos las vidas de nuestras hijas.
Más de uno asintieron. La anciana la soltó, pestañeando al ver su ropa llena de sangre.
—¡Por el amor de dios! Ven, ven. Le prepararé un baño. Es lo menos que puedo hacer.
—No se preocupe. Tengo órdenes de volver a Konoha cuanto antes —le dijo ella firmemente. Ya había gastado una hora llevando a su casa, a paso de- de caballo, literalmente, a las mujeres.
—¿Seguro que no quiere descansar un rato?
—Estoy bien, no se preocupe.
—¿Y vosotras? —preguntó uno de los hombres, claramente el padre de alguna de ellas—. ¿De quién es toda esa sangre?
—De uno de ellos —escupió una—. Le dimos su merecido.
—Están todos muertos —afirmó ella, antes de que pudieran empezar a planear una venganza.
—¿Estáis bien?
—Seina-sama nos ha examinado y curado.
Uno de los padres se dirigió a ella.
—¿No habrá-…?
—Están bien —cortó Seina antes de que pudiera preguntar lo que sabía que iba a preguntar. Le lanzó una mirada.
El hombre, y un par de mujeres, parecieron comprender a lo que estaba haciendo alusión. Una empezó a llorar sobre un pañuelo, todos ellos con el rostro pálido. Las chicas, afortunadamente, no se habían dado cuenta del intercambio. Se fue de allí poco después, dejándoles el carromato y el caballo de regalo. Usó el hiraishin para regresar a Konoha. Se quitó la sangre con un movimiento de mano y se encaminó hasta la oficina de Shikaku a paso rápido.
En cuanto le vio aparecer, con expresión de pocos amigos, dejó lo que estaba haciendo. Seina cerró la puerta detrás de sí, cerciorándose de que estaban activas sus protecciones mágicas y examinó la sala en busca de alguna presencia. El otro jonin, obviamente, se dio cuenta de lo que estaba haciendo. La miró sorprendido, y precavido.
—¿Qué ha pasado? —le preguntó—. Has tardado más de lo esperado.
—Ha habido varios contratiempos.
—¿De qué clase?
—Parte de la “mercancía” robada eran personas y me he topado con un equipo de Ne.
—¿Qué? —preguntó poniéndose recto en su asiento de golpe—. Define “topado”.
—Los tengo en mi maleta. Un par están muertos, los otros 2 vivos.
—Vamos. Tenemos que hablar con Tsunade-sama.
El rostro serio de Shikaku le hizo darse cuenta de que algo pasaba sobre lo cual no estaba informada. Se encogió de hombros mientras salían en dirección a la torre de la Hokage. Vio como Shikaku mandaba a alguien en busca de Inoichi, el jefe del departamento de interrogación.
—Huh —dijo ella sin poder evitarlo.
—¿Qué? —preguntó Shikaku alzando una ceja en su dirección, a mano izquierda.
—Se me ha olvidado decirte la identidad de uno de ellos.
—…Más problemático aun —suspiró el comandante jonin cuando comprendió que uno de ellos era un Yamanaka—. ¿Vivo o muerto?
—Vivo.
—Supongo que es algo…
Cuando llegó a la oficina de la Hokage, la secretaria los hizo pasar en seguida. Tsunade-sama miró a Shikaku, la miró a ella, y suspiró. Activó manualmente sus protecciones para no tener que cerrar las ventanas y les hizo un ademán con la cabeza para que se sentaran en el sofá.
—¿Qué pasa ahora?
Shikaku le dio un codazo para que hablara ella, el muy gandul.
—Tengo un equipo de Ne en la maleta.
—…Tienes un equipo de Ne en la maleta —repitió con el rostro en blanco la Hokage—. ¿Cómo es posible? Creí que era una misión fácil. Sin contratiempos.
—Ya, yo también.
Llamaron a la puerta. La secretaria les dijo que había llegado Inoichi.
—Shizune, que venga el comandante Ryu.
—Hai.
—Esperaremos a que llegue para seguir hablando del tema.
—¿Qué ha pasado con las personas secuestradas? —preguntó Shikaku en su dirección.
—¿Qué personas?
—Eran mujeres a las que han estado violando. Las he devuelto a Hama, su aldea.
—¿Tenían a mujeres secuestradas? —preguntó Shizune con el rostro lleno de ira.
—¿Qué ha pasado con los secuestradores? —preguntó Inoichi con rostro asqueado. Después de todo, él mismo tenía una hija.
—¿Qué crees que ha pasado? —alzó una ceja ella.
Tsunade-sama bufó una risa. El comandante Ryu apareció de improvisto por el techo, cayendo al lado de la Hokage como si nada.
—¿Me llamaba Hokage-sama?
—Me temo que tenemos una emergencia relacionada con Danzo, o eso dice Shikaku.
—¿Seina? ¿Por qué no nos cuentas qué ha pasado en tu misión?
Seina suspiró. Y eso que pensaba que se había sacado a Danzo de encima durante un tiempo…
Notes:
Por fin va avanzando la historia. Falta un poco, pero las cosas cambiarán. Paciencia.
Chapter Text
Seina les explicó con todo lujo de detalles lo que había pasado en su misión. Al menos, la parte interesante relacionada con Ne. Les dijo cómo llegó al campamento abandonado, cómo siguió las huellas más que obvias en el terreno, cómo se dio cuenta de que había presente un equipo ninja, cómo se dio cuenta de que no parecían trabajar para los bandidos sino tener otros planes desconocidos, cómo los espió y se dio cuenta de que eran de Ne, cómo descubrió los planes para capturarla a ella, cómo capturó a Fu Yamanaka, se deshizo de los otros dos desconocidos y persiguió a Torune Aburame…
Sacó el espantapájaros que se había guardado, dándole la mercancía robada a un ayudante que había llamado Shizune para que se diera al comerciante. Inoichi examinó con expresión airada el objeto que pensaban usar para atraparla, dándose cuenta de que era muy posible que funcionara como ella había deducido. Todos los demás se inclinaron para observarlo con curiosidad e interés.
—¿Y dices que ahora mismo el cuerpo de Fu no tiene su mente?
—Así es. Es un vegetal, en toda regla.
—Saca los cuerpos —dijo Tsunade-sama.
Como las cortinas, opacas y hechizadas, estaban todas corridas sobre las ventanas, sabía que nadie podía ver lo que estaban haciendo. Sacó los cuerpos de los 4 ninjas. Les quitaron la máscara a los muertos, comprobando que eran bastante más jóvenes que Fu y Torune. Parecían reclutas más novatos.
—Quizás eran solo el soporte de Fu y Torune —pensó en voz alta Shikaku—. No parecen pertenecer a ningún clan.
—Este era médico —señaló Tsunade-sama el ninja suicidado—. Lleva más provisiones que los otros. Debió deducir lo que le iba a pasar y evitó morir como el otro.
—Buena decisión.
—Devuélvele la mente a Fu Yamanaka.
Seina cogió la mente que tenía presa y se la devolvió al cuerpo de Fu, alzándole un párpado para ver su ojo. Era mucho más fácil con contacto visual. Por suerte, los hechizos aturdidores seguirían funcionando hasta dentro de un par de horas, así que no se movió.
—¿Qué vamos a hacer con ellos? —preguntó Inoichi—. No podemos interrogarlos.
—Sí que podemos. Con la ayuda de Seina —intercedió Shikaku.
—¿Y dónde vamos a dejarlos? No podemos meterlos en las celdas del departamento. Escaparían o los encontraríamos muertos en un día, siendo quienes son.
—Sí que podemos dejarlos allí.
—No me digas. ¿Con la ayuda de Seina? —suspiró Inoichi. Luego se giró a mirarla—. ¿Podrías poner algún tipo de barrera o algo parecido en sus celdas?
—Podría hacer algo mucho mejor —sonrió ella—. Podría hacer que desapareciera una planta entera.
Inoichi pestañeó mientras meditaba sus palabras. Se intercambiaron unas cuantas miradas calculadoras y asentamientos de cabeza.
—En realidad, es una gran idea —apremió el comandante Ryu—. Si desaparece la última planta subterránea de celdas, nadie podría llegar a ellas ya que no sabrían que existen. Podrías dedicarla a prisioneros de muy alto riesgo.
—Hazle caso, Inoichi —ordenó la Hokage—. Mientras tanto, examinaremos los cadáveres y a Fu y Torune para evitar que se suiciden. Una vez estén limpios los trasladaremos a la nueva planta secreta de tu departamento.
—¿Qué hacemos con Danzo? —preguntó Shizune.
—Nada. Seina, evita mencionar nada de Ne en tu informe.
Ella asintió. Así que no quería que le llegara información sobre que ella los había matado, ¿no? Interesante. Eso significaba que posiblemente sabían quién era el topo o dónde trabajaba. Estaba claro que habían estado investigando extraoficialmente desde que les dio el mapa de la base de Danzo. Aun así, no quiso preguntar. Suficientes problemas tenía ella ya con lo que sabía.
—Trasladaremos a los pocos prisioneros de la última planta esta misma tarde —aseguró Inoichi en dirección a la Hokage. Se giró a mirarla a ella—. ¿Puedes acercarte al departamento a medianoche?
—Claro.
—Perfecto. Una cosa menos. Shizune y Ryu, llevad a Fu y Torune a las celdas privadas de mi casa. Examinadlos y quitadles todo lo que puedan usar para suicidarse.
—¿Qué hacemos con los cadáveres, Tsunade-sama? —preguntó Shizune.
—Ahora no son nuestra prioridad. Los guardaré en secreto un par de días mientras ponemos todo en marcha —la Hokage frunció el ceño a la nada mientras pensaba rápidamente en algo—. Ya hablaremos más tarde de los muertos.
Seina se fue de allí poco rato después, cuando ya no quedó nada para hablar o hacer. Vio el sol poniéndose así que fue directa a casa. Con una sonrisa, se dio cuenta de que Naruto y Sasuke no estaban. ¡Seguro que estaban haciendo su primera misión de rango B! Cogió el par de notas escritas en la mesa y las leyó. Tal y como pensaba, todos estaban de misión.
Se fue a dar un baño para lavarse profundamente, a pesar de haberse limpiado con un hechizo. Menudo día… Estuvo meditando un rato, analizando las memorias del día para archivarlas con sus barreras mentales. Era algo que tenía que hacer a menudo, para que estuvieran lo más fuertes posibles. Cualquier trauma sin tratar podía derrumbarlas en el momento más insospechado. Sintió a Kurama relamerse las garras, como si hubiera sido él el que mató a esos hombres, satisfecho con la caza del día.
Examinó, además, las memorias copiadas de Fu. No lo había dicho en la reunión, por si acaso, pero ahora tenía una copia completa de los recuerdos de Fu. Cerró los ojos, dentro de la bañera, mientras observaba las memorias de su vida como si de una película se tratase.
Fue seleccionado muy joven por el mismísimo Danzo debido al potencial que demostró en la academia. Actualmente, solo tenía 16 años y llevaba cerca de 8 años bajo el yugo de Danzo. Le sorprendió darse cuenta de que Fu había elegido trabajar para Ne voluntariamente, motivo por el cual Inoichi no pudo impedirle que se fuera con Danzo. Fue entrenado personalmente por el líder. Conoció a Torune un año después de su ingreso en Ne con 8 años. De hecho, Fu fue el que guio a Torune cuando entró en anbu. Se coordinaban tan bien que fueron enseñados juntos, como un dúo, por Danzo. En todas las misiones iban ellos dos juntos, quizás acompañados de un par de personas más para completar el escuadrón.
Había sido adiestrado tan duramente por Danzo que incluso había perdido su personalidad risueña que demostró en su infancia. Era literalmente una marioneta de Danzo, a quien le profesaba una lealtad absoluta. Si Danzo le hubiera dicho “córtate un brazo” sin más, Fu lo habría hecho. Así de lavado tenía el cerebro. Aun así… Fu consideraba a Torune su mejor amigo. Eso significaba que no estaba todo perdido.
Descubrió, procesando las memorias de su ataque, que no sabía por qué quería Danzo que la atacaran. Simplemente le ordenó que la llevaran con vida al cuartel de Ne en Konoha después de hacer ver que había muerto en la misión. Seina se ofendió. ¿En serio creían que iban a matarla unos cuantos bandidos de poca monta? ¿Qué clase de jonin creía que era Danzo? ¿Se pensaría que solo había ascendido por sus habilidades médicas y con ayuda de la Hokage por ser su maestra? Menudo idiota.
Acabó de analizar las memorias de Fu. Viendo cuan bueno era como sensor, motivo por el cual la notó usando el genjutsu, inventado por Kakashi, antes de caer en él irremediablemente, usando taijutsu y kenjutsu. Por no hablar de cómo usaba su dojutsu para capturar la mente de sus víctimas en un objeto inanimado. Debía reconocer que Fu Yamanaka era muy inteligente. Una lástima que fuera un peón de Danzo.
—Parece que han notado como algunos de sus compañeros han desaparecido, dándolos por muertos —pensó Seina a Kurama—. Esto solo puede ser obra de la Hokage.
—Tiene toda la pinta… ¿Quizás ha intentado secuestrarte para descubrirlo? Todos saben que has tenido muchas reuniones con la vieja. Que desaparecieras en una misión en solitario era lo mejor que podía pasarle al viejo decrépito —contestó, haciendo referencia a Danzo—. Descubriría lo que trama la Hokage y te tendría a ti como arma. Una doble victoria.
—Puede ser… Me pregunto qué va a pasar ahora cuando se dé cuenta de que no solamente han fallado en secuestrarme, sino que el equipo ha desaparecido. Imagino que por eso no quería que lo apuntara en el informe. Así queda abierta la posibilidad de que los haya atacado alguien desconocido antes de toparse conmigo.
—Danzo no tiene pruebas, pero seguramente no va a ignorar la posibilidad de que tú los hayas matado.
—Imagino que por eso no ha llamado a Shibi Aburame, el líder del clan de Torune. Seguramente tendrá a alguien espiándolos.
—Más que seguro. A partir de ahora tienes que tener cuidado dentro de la aldea.
Seina asintió para sus adentros. Kurama tenía razón. Tendría que decirles todo lo que había pasado a su equipo. Si ya lo había intentado una vez era posible que lo volviera a intentar, incluso dentro de la aldea, de verse muy desesperado. No le preocupaba ella, pero sí Naruto y Sasuke.
—Quizás deberías comunicarte con ellos para avisarlos.
—Están en una misión, pero creo que tienes razón… Puede ser que también lo intente con ellos fuera de la aldea.
Seina, cuando se dio cuenta de que era una posibilidad real, empezó a preocuparse. No solamente estaba Sasuke en peligro debido a Orochimaru, sino ahora también Naruto debido a Danzo. ¿Y si habían enviado a un equipo de anbus Ne para cada uno de ellos? Salió de la bañera, vistiéndose con un uniforme nuevo, y dejó la ropa usada en la lavadora mágica. Estaba programada para lavar con agua y jabón, y secar. Había algo reconfortante en lavar la ropa con agua y jabón, la verdad. También tenía un programa con suavizante distintos olores para la ropa de casa. ¿Qué? ¡Le gustaban los pequeños lujos que podía permitirse!
Se sentó en el sofá y cerró los ojos. Abrió el vínculo que tenía cerrado cuando estaban en misiones, y rozó las mentes de sus hermanos. Sintió su sorpresa cuando lo percibieron. Después de todo, no se molestaban durante las misiones para evitar distraerse y no tener… accidentes.
—¿Seina-nee?
—¿Qué pasa? —preguntó Sasuke yendo al grano, sabiendo que solo contactaría con ellos por algo importante.
—Solo quería avisaros de que hoy han intentado secuestrarme unos ninjas de Ne en una misión fuera de la aldea —les dijo—. Querían llevarme a su cuartel general y fingir mi muerte. No sé por qué. Naruto, puedes estar en peligro.
—…
—¿Estás bien? —preguntó finalmente Sasuke.
—Sí. No me han herido. Los he capturado y he podido leer la mente a uno, pero no sabía nada concreto, solo las órdenes que le dio Danzo. Tened cuidado. En caso de encontraros con un equipo de Ne dejádmelo saber mediante nuestro vínculo, y usad los trasladores de ser necesario.
—Vale.
—No te preocupes. No pasará nada —dijo finalmente su hermano gemelo.
Cortaron la conexión. No podían engañarla. Estaban preocupados y enfadados. Aun así, el hecho de que hubiera podido con sus secuestradores los había aliviado bastante. Ella también se quedó más tranquila después de contactar con ellos, asegurarse de que estaban bien y avisarlos del peligro.
Cenó a solas, leyendo el primer Icha Icha que compraron a modo de broma que había olvidado por completo. Ya se lo esperaba, pero el argumento era bastante patético. Además, era obvio que Jiraiya tenía predilección por las mujeres de pechos grandes, como Tsunade, y medidas exageradas. Estaba claro que en muchos casos no estaba describiendo a mujeres reales. El porno, por otro lado, era bastante mejor. Se notaba que experiencia tenía y, aun así, no pudo evitar reír en algunas descripciones.
Para empezar, porque no conseguía olvidar que Jiraiya el pervertido había escrito esos libros y, en segundo lugar, porque no tenía ningún tipo de sentido, hablando en global. Peleaban a muerte, intercambiaban una mirada cargada, le rasgaba la camisa dejando un pecho al descubierto (¡Una mujer de talla 115 copa D que supuestamente no llevaba sujetador con esa delantera!) sin ocasionarle un solo rasguño y, acto seguido, no sabían cómo, estaban follando. ¿Esto era lo que leía Kakashi? ¿Cómo podía leerlo sin que le sacara una sola risa? En lugar de ponerlo en la sección de erótica deberían venderlo como libro cómico.
—Hn. Erótica barata —bufó una risa Kurama—. No me extraña que lea esta mierda, si solo existe esta serie de libros porno. Deberías escribirle un libro tú para su cumpleaños.
—¡La hostia! ¡Tienes razón! —exclamó ella, dándose cuenta de que era el mejor regalo que podía hacerle a Kakashi.
Es más, ya se le estaba ocurriendo algo insólito y muy travieso. ¿Por qué no escribirle un libro que pudiera provocarle mágicamente lo que experimentaba el personaje? Tendría que escribirlo desde el punto de vista de un hombre, pero podía hacerlo. ¡Dios! ¡Era un puñetero genio!
—¡Hey! ¡Que la idea ha sido mía!
—De los dos —finalizó ella. Hizo caso omiso a los gruñidos infantiles de Kurama.
Un rato después, cuando acabó el libro, salió de casa en dirección al departamento de interrogación y tortura. Cuando llegó, la dejaron pasar sin que nadie se diera cuenta. Inoichi, Ibiki y Anko la estaban esperando.
—Puntual como siempre —sonrió el padre de Ino—. Pasa. Ya hemos trasladado a los prisioneros de la última planta. Ibiki y Anko están aquí puramente por curiosidad, ¿sino te importa?
—Me da igual.
—Perfecto.
Bajaron en silencio a la última planta subterránea. Recorrieron los pasillos laberínticos, construidos a propósito para hacer perder el tiempo a intrusos y a posibles escapistas. Cuando llegaron a la puerta de acceso, Seina les hizo salir.
—Necesito que no haya nadie dentro primero.
—¿Y ahora qué?
Alzó una mano, tocando la puerta, y cerró los ojos mientras entonaba mentalmente el hechizo fidelio. No escuchó expresiones de sorpresa, como otras veces, pero sí notó la atención de los ninjas puesta en ella y los movimientos casi imperceptibles de sus cuerpos al desaparecer la puerta. La dirección se le ocurrió cuando miró la puerta. Se inclinó sobre el oído de Inoichi, usando un hechizo para evitar que los escucharan, a pesar de que había comprobado que estaban solos.
—La cuarta planta subterránea se encuentra en el piso más profundo del departamento de interrogación y tortura de Konoha —susurró.
Inoichi pestañeo al ver como aparecía de nuevo la puerta. Entró adentro, observando los rostros confundidos de Anko e Ibiki, quienes le habían visto desaparecer por la pared, y luego volvió a salir.
—¿No podéis ver nada?
—Solo la pared.
—Increíble —exclamó Inoichi, con una sonrisa.
—Intenta decirles el secreto.
—Vale. La c-cu- —empezó el jonin. En cuanto el hechizo percibió que iba a decir el secreto se lo impidió. Se puso rojo del esfuerzo, pero no pudo—. No soy capaz. ¿Solo tú puedes decirles el secreto?
—O bien puedo escribir la dirección en un papel y entregártelo. Este papel servirá para contarles el secreto.
—Demasiado arriesgado —se negó Ibiki—. Es preferible que solo unas pocas personas de confianza tengamos acceso.
—Ibiki tiene razón. De nada servirá todo esto si cualquiera puede hacerse con el papel. De momento, solo quiero acceso para Ibiki y Anko, si puedes decirles el secreto.
—Está bien.
Les contó de nuevo el secreto, susurrándoselo en los oídos, y observó sus expresiones maravilladas. Bueno, más en Anko que en Ibiki. Ibiki asintió firmemente en su dirección, como si le hubiera hecho un gran favor.
—¿Podemos trasladar los prisioneros adentro sin decirles la localización?
—Podríais, pero estarían permanentemente desorientados. Aun así, por más que la sepan, aunque salgan de aquí, no podrán decírselo a nadie.
—Y tampoco tenemos pensado dejarlos salir… Entonces sí que vamos a necesitar ese papel, para cuando no estés presente.
Seina se quedó una media hora más mientras traían encadenados y con una capucha negra a varios prisioneros de alto rango. Les dijo a todos el secreto, cambiando su voz para que no la reconocieran, y luego se marchó. Cuando llegó a casa se encontró de lleno con Kakashi cenando algo a solas.
—Pensaba que estarías de misión todavía.
—Nah, ha sido muy rápida. ¿De dónde vienes? —preguntó con curiosidad al verla vestida con el uniforme.
—Del departamento de interrogación —se encogió de hombros. Kakashi alzó una ceja, interesado—. Me da pereza tener que repetir por enésima vez lo que ha pasado hoy, ¿te importa si te lo muestro?
—Claro.
Dejó el bol en la mesa, dándole toda su atención. Seina le miró a los ojos y empezó a mostrarle lo que había vivido el día anterior. Tardó unos cuantos minutos. Observó el rostro de póker de Kakashi cuando comprendió que habían intentado secuestrarla los mismos ninjas de Konoha. De no ser porque estaba literalmente en su mente no sabría lo enfurecido que estaba. El instinto asesino de Kakashi la rozó, pero no la atacó. Salió de su mente cuando acabó de mostrarle como había puesto el fidelus en el departamento de interrogación.
Alargó un brazo, cogiéndola de la mano, y tiró de ella. Seina dejó que la abrazara para asegurarse de que estaba bien.
—De no haberlos derrotado habría estado sufriendo durante días sobre si estabas o no viva —siseó él—. Deberíamos matarlos.
—Todavía no parece ser el momento idóneo.
—¿Cuándo lo va a ser, Seina? Entiendo la precaución, pero Tsunade-sama tiene muchas pruebas contra Danzo. Debería actuar antes de que ocurra algo terrible —le dijo, cogiéndole el rostro y examinando su cara.
Seina, a todo eso, solo pudo suspirar.
—Está claro que algo más sucede. ¿El qué? No tengo ni idea.
—Yo tampoco, pero pienso averiguarlo tarde o temprano —juró él.
Se inclinó sobre ella, bajándose la máscara y besándole los labios suavemente. Seina cerró los labios del placer. ¿Cómo era posible que un simple e inocente beso de Kakashi fuera capaz de llenarla como ninguna otra cosa? Le besó las mejillas, el mentón, los ojos cerrados… Se quedaron un rato frente contra frente. Ella relajándose y él siendo reconfortado con su presencia.
El día siguiente se lo tomó de relax. Entrenó un par de horas con Kakashi por la mañana, se dio una ducha rápida, y luego se encerró en su estudio mientras Kakashi salía a la aldea a hacer vete tú a saber qué.
A pesar de los conflictos y potenciales problemas en Konoha, tenía muchas cosas por hacer que no estaban relacionadas con Danzo, Orochimaru, Akatsuki y demás criminales. Para empezar, su lista de regalos de navidad y cumpleaños. Normalmente, acostumbraba a darles un regalo normal en sus cumpleaños, y algo más trabajado para navidades. Más que nada porque así tenía más tiempo de pensar en qué regalarles. El problema que tenía ahora era que tenía poco tiempo para hacer todo lo que quería hacer.
Empezó, obviamente, por el regalo de Kakashi. Cumplía años el 15 de setiembre así que si quería hacerle ese libro con contenido erótico de buena calidad que encima fuera mágico tenía que darse prisa.
—A ver… Necesito un argumento. Podría usar alguna historia del otro mundo y convertirla en un relato erótico. Sería hacer un poco de trampa, pero para el tiempo que tengo… —pensó para sus adentros.
—¿Qué tal esa historia del soldado que regresa a casa de permiso y se enamora de la hermana de su colega? Estoy seguro de que a Kakashi le gustaría la ironía de la historia, y puede ser un relato erótico sin ser tan ridículo como los Icha Icha del pervertido.
—Podría funcionar. De hecho, si lo reescribo adecuadamente puedo convertirlo en una historia de amor, drama y erotismo adaptada a este mundo. ¡Ya sé!
Se le ocurrió al instante qué escribir al pensar en los países ninjas. Lo que podía escribir era una historia de ninjas de países distintos, aliados, que se enamoran y empiezan a salir juntos, pero luego la alianza se deshace trágicamente, obligándolos a estar separados y a pelear el uno contra el otro por sus respectivos países. El clímax de la historia llegaría cuando se dieran cuenta de que no podían dejar de amarse, a pesar de todo, y continuaran en secreto su relación. Entonces, ella se quedaría embarazada y no podría salir de la aldea. Después de contarle la verdad a sus respectivas familias, éstas empiezan una campaña para reparar la alianza con tal de que pudieran estar juntos y tener nuevo al heredero del clan en Konoha. Consiguiéndolo unos 2 años después.
—Interesante historia. Un tanto dramática, pero mucho mejor que la otra. Podrías hacer que el hombre fuera de Konoha y la mujer de Uzushiogakure.
—¡Genial! ¡Eso “explicaría” porqué ambas aldeas son aliadas! Bien visto, Kurama.
Estuvo toda la tarde esbozando ideas en su diario de páginas infinitas. Eso era lo más importante. Escribir y armar el libro era lo de menos, teniendo en cuenta la de libros que había leído en su vida anterior de donde podía sacar ideas. Por suerte, tenía a sus clones para ayudarla. Salió de la casa en dirección a la aldea para comprar el papel de buena calidad donde escribir la novela. También compró cuero negro y las cosas necesarias para la tapa.
—¿Cómo piensas hacer que sea mágico?
—¿Para que Kakashi pueda sentirlo cuando lee? Eso es relativamente fácil con runas. Simplemente tengo que ligar las frases a las runas para que se active una emoción que yo ponga cuando lea la palabra. Tendré que leer el libro entero e ir añadiendo las emociones párrafo por párrafo.
—…¿Eso te parece fácil? ¿Estás segura que acabaras a tiempo para su cumpleaños, enana?
—No, si no dejas de hablar, pesado.
Invocó a unos cuantos clones para intercambiar ideas. Era como intercambiar ideas con ella misma, pero debatir en voz alta era justo lo que necesitaba. Empezó a escribir la historia en su diario, en sucio, retocando las frases a medida que algo le parecía mejor que lo anterior. Por suerte conjuró y usó una pluma encantada para no dejarse la mano. Un toque en la puerta, horas después, la calló de golpe.
—¿Seina? Es la hora de comer.
Por suerte no podía escuchar nada de lo que sucedía en el interior mientras estuviera la puerta cerrada. Salió de allí con algo de sorpresa, dejando a sus clones trabajar en el libro. Si lo que escribían resultaba ser una basura no tendría más remedio que hacerlo ella misma. Aun así, les daría una oportunidad para intentarlo.
—¿Qué estás tramando?
—Regalos. Se me han ocurrido muchas cosas, Kakashi —dijo ella con expresión algo maníaca.
—Um, ya… ¿Comemos?
—Sí, sí. Luego seguiré con lo que estaba haciendo.
—¿Qué se te ha ocurrido? —preguntó con curiosidad.
Vio como ya había hecho la comida y puesto la mesa. Aw. Se sentó delante de él, poniéndose agua en el vaso y luego rellenándoselo a él.
—Para Hinata y Neji había pensado en una barrera que los protegiera del byakugan. Después de todo, debe ser estresante vivir con tantos ojos espía en su propia casa.
—Mmm… No está mal, pero podrían preguntar cómo es posible que no vieran nada de lo que sucede en el cuarto de Neji e Hinata.
—Por eso he pensado una barrera en forma de burbuja, de un tamaño de unos 2 o 3 metros, que pudiera ser activada y desactivada fácilmente. Imagina una piedra en el bolsillo de Neji, por ejemplo.
—Eso es más factible.
Estuvieron hablando de los regalos que pensaba fabricar para sus amigos, cosas útiles pero pequeñas como la piedra barrera o similar. No le dijo la pensadera que pensaba darle para navidades, o el libro que había empezado a escribir del cual llevaba ya 30 páginas. Estaba tan inspirada que solo quería levantarse de la mesa y seguir escribiendo.
—Voy a leer un rato, que veo que estás deseando seguir con tus maquinaciones.
Le dio un beso en la mejilla y se sentó en la hamaca del patio trasero. Seina subió a su estudio, viendo como los 3 clones seguían hablándole a la pluma y discutían modificaciones en su escrito. Leyó lo que habían escrito, otras 10 páginas, dándose cuenta de que podía funcionar. ¡Era como si lo hubiera escrito ella! Aunque, claro, eran ella. Contó los días que le quedaban hasta el cumpleaños de Kakashi, unos 45 días, y se dio cuenta de que tendría que escribir una media de 10 o 20 páginas al día si quería que la novela fuera cuidada.
No quería escribir un libro de 200 páginas que pareciera un resumen de los puntos clave de un libro lleno de romance, drama, erotismo y lucha. Si quería hacerlo bien, tenía que ser mucho más extenso para que entrara todo lo que ella quería que entrara. Inspirada, se pasó toda la tarde en el estudio escribiendo. Algunas veces releía trozos que no acababan de gustarle, los tachaba, los volvía a rehacer, se daba cuenta de que había repetido algunas cosas, modificaba segmentos anteriores… Se preguntó cómo Jiraiya escribía tantos libros en tan poco tiempo. ¿Quizás sacrificaba calidad por cantidad? ¿Lo hacía a propósito o era un novelista mediocre? Quien sabía.
Notes:
¡Hemos superado los 600 reviews! Gracias a tod@s por dejar vuestros comentarios. Se hace más ameno escribir cuando sabes que a la gente le gusta lo que uno escribe.
Os dejo con el siguiente capítulo. Espero que lo disfrutéis. ¡Hasta la semana que viene!
Chapter 87
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Al día siguiente, jueves, tuvo que trabajar en el hospital. Dejó a sus clones en su estudio escribiendo el libro.
—Seina-sama —llamó una de las enfermeras—. Shizune-san la espera en uno de los quirófanos.
—¿De qué se trata?
Leyó el historial clínico completo, dándose cuenta de que era una operación para extirpar pequeños tumores metastásicos. Se preparó para la operación, sabiendo que podría llevarles horas, y se adentró en la planta de quirófanos.
—Seina —llamó Shizune con rostro aliviado al verla—. Me alegro de verte.
—¿Qué le sucede?
—Tiene demasiados tumores. Está terminal —sacudió la cabeza—. Ya lo sabíamos, pero…
—¿No podéis hacer nada?
—Nosotros no. Hemos sacado unos pocos en su torso, pero no va a alargar su vida mucho más.
—Pero, ¿desde cuándo está diagnosticada?
—Desde esta mañana.
—¿Desde esta mañana? —preguntó de nuevo, sorprendida, mirando por encima de las analíticas—. ¿Por qué no ha venido antes?
—Una misión a largo plazo, incomodidad en los hospitales… Ya sabes cómo son algunos ninjas.
Chasqueó la lengua. Se dio cuenta de que posiblemente tratarla de forma habitual no le quitaría todos los microtumores, a pesar de su ayuda. No. Tenía que buscar otra forma. Pensó en las células cancerígenas. ¿Quizás podía hacerlas servir de diana? Meditó el asunto mientras los otros esperaban en silencio, estabilizando a la paciente, a ver si podía ayudarlos.
—Necesito los microtumores que habéis extirpado.
—¿Qué piensas hacer?
—Usaré el tejido anómalo como diana para luego usar un ritual de fuinjutsu —obviamente runas— para eliminarlos de todo su cuerpo.
Los médicos empezaron a susurrar, sorprendidos e interesados en el procedimiento. Shizune frunció el ceño mientras lo pensaba.
—Puede funcionar. No debería ser problemático para la paciente, considerando que lo extirpado no debería estar en su cuerpo.
—Exacto. Luego será cuestión de tratar el origen de su tumor, pero tendremos más tiempo.
—Aquí tiene —le entregó una enfermera de quirófano.
—Ahora vengo —les informó.
Salió de allí hacia su oficina personal con las muestras en portaobjetos. Necesitaba pensar a solas en un ritual. Los magos no acostumbraban a tener cáncer debido a que la magia era un tipo de radiación que, irónicamente, protegía los cuerpos de la gente y criaturas mágicas de otros fenómenos causantes de cáncer. Aun así, los rituales diana eran algo comunes con otras dolencias. Lo único que tenía que hacer era modificar uno de ellos para que la diana cambiara a los microtumores extirpados.
Comprobó que todos los tejidos que tenía en su mesa tenían un 90% de homología entre ellos así que usó su composición común como diana sin miramientos. De haber presentado más diferencias entre los microtumores se habría preocupado más de dejarle algún tejido anómalo en el cuerpo sin darse cuenta, pero, afortunadamente, habían tenido suerte.
Media hora más tarde apareció de nuevo en el quirófano.
—Lo tengo. Necesito retirar la camilla para dibujar el ritual en el suelo.
Ella, con la ayuda de un par de clones, dibujaron el círculo rúnico en el suelo. Puso la camilla en el centro ya que era indiferente debido al ritual en cuestión. Todos observaron como activaba las runas con el rostro encantado de un niño. Dio gracias por haberla atado a la camilla cuando vio como empezaba a temblar. Por suerte, no fue necesario ya que el movimiento involuntario de su cuerpo fue muy leve. El ritual tardó exactamente 18 minutos en hacerle efecto al completo.
—¿Ya está? —preguntó uno cuando le vio entrar en el círculo.
—Sí.
—¿Cómo es posible?
—El ritual ha atacado todo el cuerpo a la vez. La sedaremos durante un par de días mientras su cuerpo se recupera del ataque.
Seina pudo ver las primeras marcas, moratones, en su piel. Empezó a curarle las heridas ante la estupefacción de los otros. Shizune, sin perder el tiempo, se puso a su lado con las manos verdes del chakra médico. Uno de los otros calculó la dosis de sedante, dándoselo de manera intravenosa.
—¡Al final no ha sido tan complicado como pensaba al principio! —sonrió ella, antes de salir de allí—. Yo haré el papeleo de la paciente, no os preocupéis.
Su clon, más bien. Los otros asintieron, llevándose a la paciente a un cuarto privado. Le entregaron otro historial clínico mucho más sencillo. Se trataba de un paciente con un envenenamiento de origen desconocido que resultó ser una aguja clavada en su espalda. Huh. Alguien tenía buena puntería. Se la habían clavado de tal forma que ni el mismo paciente era consciente de ella debido al tejido donde se alojaba. Solo necesitó desvanecer la aguja usando sus gafas de rayos X, curarle la herida provocada por la misma y tratar su envenenamiento con una poción. Necesitaba hablar con alguien para conseguir bezoars.
—Me voy, Hikari —le dijo a su ayudante—. Este es el papeleo de la paciente de la 201.
—Yo misma lo pondré en su sitio.
—Gracias.
Cuando llegó a casa se encontró con un sonriente Naruto y un Sasuke bastante más relajado que hacía un mes. Habían regresado de su primera misión como chunins, seguramente yendo con un tercero.
—¿Cómo os ha ido la misión? —preguntó nada más verlos.
—¡Genial!
—Por fin una misión algo más interesante —dijo Sasuke, asintiendo en su dirección—. Nos ha acompañado Shino.
Le estuvieron contando lo que habían hecho, cómo habían sentido la misión de rango B en comparación con las decenas de rango C que habían hecho, cómo eran mucho menos aburridas, etc, etc. Seina asintió con una sonrisa en la cara. Kakashi, por otro lado, no estaba presente.
—¿Dónde está Kakashi?
—Ha salido de misión hace una hora o así.
—¿Se sabe algo más sobre Danzo? —preguntó Sasuke.
—No. Nada.
—No me gusta esto. Hasta ahora no se había atrevido a actuar tan descaradamente —dijo Naruto en un alarde de madurez.
—Creo que se está viendo acorralado. Quizás se sienta ansioso ahora que no puede espiar a la Hokage como antes o a Shikaku. Ni siquiera puede encontrarnos en Konoha…. Eso picaría a la curiosidad de más de uno…
Se quedaron en silencio, pensativos, mientras meditaban el caso de Danzo. Al final, no tenía mucho sentido seguir pensando en ello. Tenían la misma información de siempre. Como mucho podían hipotetizar teorías y perder el tiempo.
Al día siguiente, en lugar de ir al hospital, fue llamada al despacho de Shikaku.
—Tienes otra misión en solitario. El cliente quiere que recuperemos unas reliquias robadas de su familia.
—¿Sabe quién se las ha robado?
—Negativo. Desconocemos quién fue, dónde las tienen, cuándo se las robó, etc. No hay información, salvo de las reliquias —le entregó un informe con imágenes—. Es la documentación de la familia.
—Genial.
—Seina… —llamó Shikaku antes de que abriera la puerta para marcharse—. Ten cuidado.
Durante un instante se miraron a los ojos. Seina asintió antes de irse. Obviamente tendría cuidado. No quería morir ni ser secuestrada. Salió en dirección a la puerta más cercana. Se registró, como era de costumbre, y salió de allí con las manos en los bolsillos. Sinceramente, parecía otra misión ridículamente fácil. Muchas de las misiones que hacía eran solo de rango A porque no había información con la cual empezar a investigar o rastrear. Shikaku, como no, se aprovechaba de sus poderes para darle la misión a ella sola, cobrando lo mismo por la misión que requeriría un equipo de 3, y ahorrándose enviar a compañeros con ella.
Usó el hechizo localizador, cuando comprobó que estaba sola. Al ver la dirección al sur usó uno de sus puntos de sellado en esa dirección para teletransportarse. Tuvo que repetir el proceso 4 veces hasta que dio con la zona donde estaban escondidas las reliquias. Solo tardó 20 minutos.
—Veamos… —pensó para sus adentros.
Invocó a una de sus criaturas voladoras, un thestral, para sobrevolar la zona. No necesitaba volar mucho así que pasó del dragón para poder acercarse más a tierra, aunque estando en el aire. Pronto llegó a una ciudad pequeña. Pudo ver bastantes edificios medianos, muchos comercios, incluso un pequeño teatro y un estadio al aire libre. Había, cercado por una muralla casi decorativa, un castillo estilo japonés de tamaño medio. Allí es donde la dirigió su hechizo.
Desinvocó su criatura en el aire, cayendo sobre el tejado silenciosamente, invisible. Acostumbraba a hacer todas sus misiones en solitario en invisible, para su protección, así que era casi como quitarle una piruleta a un niño. Vio que no había seguridad ninja, a pesar de que sí había bastantes guardias civiles armados. Se adentró por los pasillos en busca de las joyas cuando se topó con un par de hombres hablando justamente de eso.
—Con el dinero que nos den podremos expandir el castillo sin tener que tocar las arcas de la familia.
—¿Crees que las recuperarán?
—Obviamente, pero no me importa. Lo único que quiero es que me las compren. De aquí a que las recuperen los ninjas de Konoha pasarán unos días, quizás una o dos semanas. Tiempo más que suficiente para venderlas.
Seina rodó los ojos, entendiéndolo todo. No quería las reliquias para nada. Simplemente las quería para venderlas por su elevado valor. ¿Cómo las habría conseguido? ¿Habría contratado a maleantes civiles para robarlas? Según lo que tenía entendido, la familia de las reliquias las tenía en una caja fuerte, pero sin protección. Era posible que alguien las robara. Lo interesante era saber cómo se habían enterado de que tenían dichas reliquias, si supuestamente eran un secreto bien guardado. Bueno, a ella le daba igual, para qué mentir.
Esperó silenciosamente a que uno de los hombres se fuera. El otro parecía no tener intención de abandonar la oficina elegante donde las tenía escondidas en alguna parte. Se encogió de hombros y le lanzó el imperius.
—Saca todas las reliquias robadas de donde las hayas guardado.
El hombre paró de escribir. Se levantó, dejando primero las cosas en la mesa, y luego se acercó a la librería. Empujó uno de los marcos y éste se abrió, dejando ver una gran cámara secreta acorazada. Observó como usaba la rueda para introducir la clave. Escuchó como alguien volvía a acercarse a la oficina así que puso una barrera disuasoria, como un confundus, en la puerta. Los pasos, al llegar a la oficina, pararon en seco. Luego, dubitativos, se giraron.
—¡Ya sabía yo que se me olvidaba algo! —escuchó la exclamación preocupada pasillo abajo.
El clic de la puerta acorazada hizo que se girara de nuevo. El hombre sacó las reliquias con cuidado, una a una, y luego se quedó de pie al lado de la mesa mirando a la nada, todavía bajo el efecto de su maldición. Seina revisó que estaban todas, conjurando una caja acolchada para guardarlas en su riñonera. Hizo que cerrara de nuevo la puerta de la cámara y devolviera a su sitio la estantería. Quitó la barrera mágica de la puerta, usó el confundus sobre el ladrón y lo dejó libre del imperius.
Salió de allí por la ventana abierta. Para evitar dejar rastros de su chakra, se desapareció hasta las afueras de la ciudad y luego usó el hiraishin para volver a Konoha. Según su hechizo, solo había tardado una hora y 10 minutos en finalizar la misión. ¿Un nuevo récord para una misión de rango A? Se registró de nuevo en la entrada, haciendo caso omiso de los rostros extrañados de los chunin.
—¿Algún problema con el rescate? —le preguntaron en el departamento de misiones.
—No. Ha sido fácil.
—Llamaremos al cliente para que recupere sus objetos perdidos.
Estuvo 10 minutos aceptando las gracias del cliente. Otro civil rico. Ella asintió con una sonrisa profesional. Se fue al hospital para empezar su turno, aunque horas más tarde.
—¿Seina-sama? Pensaba que estaba de misión.
—Estaba. Ya he vuelto.
La recepcionista de su planta pestañeó, pero aceptó sus palabras. Como no le habían programado nada debido a su misión improvista, fue a su oficina para arreglar el poco papeleo que tenía por hacer. Normalmente solía dejarlo todo impoluto cada día que pisaba el hospital ya que no le gustaba arrastrar tareas administrativas de una semana a otra. Sabía que eso era el inicio del caos que podía acabar con montañas de papeleo por hacer. Se estremeció de solo pensarlo.
Estuvo un par de horas a paso muy relajado revisando los documentos, archivando papeleo, quemando otros documentos, haciendo un pedido de material para las zonas que usaba ella en el hospital, etc, etc. Era aburrido y tedioso, pero necesario. Casi hubiera preferido ayudar a alguien con su operación, pero nadie la llamó.
—Adiós, Keiko —le dijo a la recepcionista cuando se fue a su hora—. Hasta el jueves.
—¡Hasta pronto!
Se encaminó hasta su casa bostezando. Dio gracias por el hiraishin al darse cuenta de que, de no tener ese as en la manga, todavía estaría recuperando esas joyas y no habría vuelto hasta el atardecer, con algo de suerte. Cuando llegó a casa no había nadie. Supo que estaban en la caseta entrenando, así que se dirigió a su estudio para ver cómo llevaban sus clones el libro de Kakahsi.
—¿Sasuke? —llamó la voz de Mikoto en el piso de arriba.
Cerró la puerta del estudio, y subió arriba.
—No. Soy Seina.
—Ah, hola querida. ¿Cómo ha ido el día?
—Bien. Una misión y trabajo en el hospital, nada nuevo.
—No —rio Mikoto al verla—. Me imagino que no.
—¿Buscas a Sasuke?
—No, no… Simplemente pensaba que era él. Debe estar entrenando todavía. ¿Por qué no me cuentas un poco sobre ti? Todavía no he podido hablar con cada uno de vosotros más que un par de minutos.
Seina conjuró una butaca ante los ojos sorprendidos de Mikoto. Se sentó, viendo el jardín trasero a mano izquierda y el retrato delante de ella.
—¿Qué quieres que te cuente?
—Bueno, para empezar, ¿cómo has podido crearme? ¿Y esa silla? ¿De dónde ha salido?
—Tengo una nueva kekkei genkai. Con ella puedo hacer muchísimas cosas.
—Ya lo veo, ya. Entonces, ¿yo solamente soy… una copia?
—Eres Mikoto a partir de las memorias de tus amigos y… de Itachi.
Mikoto inspiró fuertemente al escucharlo. Seina sabía que Sasuke le había contado todo, salvo su reencarnación y la verdad de sus poderes. Aun así, para Mikoto siempre sería un tema tabú porque recordaba como murió gracias a las memorias de su hijo. Tenía huecos en su memoria que solo la verdadera Mikoto podría resolver, pero con lo que tenía ella misma podía deducir muchas cosas.
—Me pregunto por qué lo hice —dijo ella mirando por la ventana—. Eso es algo que ni las memorias de Yoshino, ni Akemi ni Itachi pueden contarme. Por más vueltas que le doy, siendo como soy ahora mismo, no puedo imaginar qué demonios estaría pensando. ¿Quizás ese es el problema? No lo pensé suficiente. O, tal vez, no tengo las memorias necesarias para comprender por qué lo hice.
—Ahora no tiene sentido recriminarse lo que pasó —se encogió de hombros ella.
—Supongo que no…
El rostro sumamente triste de Mikoto la hizo compadecerse de ella. Empezó a contarle su historia, la de su nuevo mundo al menos. Mikoto la escuchó con una sonrisa, dejando que la distrajera, riendo en los momentos oportunos, enfadándose cuando escuchaba lo mal que habían tratado a los hijos de su mejor amiga Kushina… Al final, Mikoto sonrió pícaramente, inclinándose sobre el marco de su cuadro.
—¿Y hay algún chico en tu vida? Con ese cabello rubio brillante y esos misteriosos ojos violetas tuyos seguro que has llamado la atención a más de uno.
—Me gusta alguien —confesó ella con una sonrisa—, y sé que es recíproco.
—¿¡En serio!? —exclamó con un grito agudo Mikoto como una colegiala—. ¡Ja! ¡De estar Minato vivo, la cara que pondría al escucharlo!
Seina sonrió melancólicamente al escucharlo. Casi podía imaginar el rostro horrorizado de su padre al escuchar que a su hija de casi 13 años le gustaba un chico. Por lo que sabía de su madre, seguro que ella se habría reído de él escandalosamente.
—¿Y quién es? ¿Es hijo de alguien que conozca?
—Supongo —sonrió ella—. Será mejor que lo mantenga en secreto.
—¿Oh? ¿Un romance ilícito?
—¿Qué libros has estado leyendo? —bufó una risa ella.
—Esto es seguro cosa de Akemi.
Estuvo hablando un rato más de cosas de chicas. Mantuvo la identidad de Kakashi en secreto, obviamente. No iba a confesarle la verdad a un retrato cuando ni sus hermanos sabían que estaba en una relación medio platónica con su maestro. Se fue a hacer la comida cuando se dio cuenta de que era pasada la hora de comer.
—¿Qué estáis haciendo ahí dentro? —preguntó ella, cuando se sentaron todos en la mesa. Sasuke y Naruto sudados de pies a cabeza.
—Taijutsu y kenjutsu con nuevas pesas.
—Huh.
El resto de la semana pasó sin más. Seina volvió a reiniciar sus entrenamientos de ninjutsu en la caseta, taijutsu en el dojo, creación de nuevos genjutsus, práctica de kenjutsu con los anbus en el cuartel secreto anbu… De media, pasaba 8 horas al día entrenando, y pensaba seguir esa racha lo máximo que pudiera. Empezó a usar también la piscina para ejercitar todos los músculos y relajarse al mismo tiempo, activando los chorros de corriente y poniéndose pesas en las extremidades.
El lunes, cuando se encontraron todos juntos en el campo de entrenamiento les explicó cómo entrenaba a solas a petición de Neji.
—Eres, junto a Shikamaru, la que más tiempo lleva siendo chunin y la que ha ascendido a jonin antes. ¿Cómo lo has hecho? ¿Cómo entrenas normalmente?
—Para ascender a jonin, para empezar, se necesita estudiar una serie de textos —les avisó ella suprimiendo una risa ante los quejidos de Kiba y Naruto—. Usé a los clones para poder reducir el tiempo de estudio, pero aun así yo recomendaría empezar a estudiarlos ya si pensáis intentar ascender el año que viene o el siguiente.
Neji asintió. Shikamaru, aunque no mostró signo de querer ascender de nuevo, la escuchaba atentamente también. Al igual que Shino.
—Respecto al entrenamiento… Un jonin debe ser experto en varios campos o tener nociones avanzadas para poder defenderse. Hablamos de genjutsu, ninjutsu, taijutsu, shurikenjutsu y kenjutsu. Normalmente, la gente suele apretar más en los 3 campos principales.
—¿Ninjutsu, taijutsu y shurikenjutsu? —adivinó Tenten. Seina asintió.
—Para mejorar el taijutsu recomiendo cambiar de oponentes y buscar rivales más expertos que uno mismo. Hay un dojo frecuentado por jonins cerca del teatro. Ahí es donde voy en los ratos libres a combatir con otra gente y a entrenar.
—¿Y el ninjutsu?
—Bueno, eso lo tengo fácil. Kakashi es experto en ninjutsu así que intento aprender una media de 3 o 4 ninjutsus a la semana. Creo que dentro de unos años lo habré alcanzado —reconoció ella.
—¿¡Qué!?
—¿¡Unos 3 o 4 ninjutsus a la semana!? —gritó con el rostro pálido Ino—. ¡No podría mantener ese ritmo ni con todo el esfuerzo del mundo!
—No puedes compararte con otra gente, Ino —rodó los ojos Shikamaru con un suspiro—. Seina es una jinchuriki, una Uzumaki y además tiene el control de chakra de un médico. Solo por eso es capaz de aprender tantos jutsus a la semana.
—Shika tiene razón. Por esas razones y porque entiendo la teoría de la creación de ninjutsus. Os recomiendo que la leáis, al menos. Es muy interesante.
—Ugh. No sé yo si me va a interesar tanto como a ti —confesó Tenten—. Lo mío es la lucha cuerpo a cuerpo.
—Entonces, ¿qué haces? ¿Un día aprendes ninjutsu? ¿Otro vas al dojo?... —preguntó Chouji con interés.
—Me levanto por la mañana. Desayuno. Entreno taijutsu para calentar una hora. Entreno una hora kenjutsu o shurikenjutsu, dependiendo del día. Luego unas 2 horas practico ninjutsu. Me relajo entrenando el cuerpo en la piscina durante una hora. Como al mediodía. Otra hora genjutsu y acabo yendo al dojo una hora o bien sigo entrenando ninjutsu un par de horas, según lo que me apetezca.
—¿Entrenas 8 horas al día? —preguntó con horror Shikamaru. Luego miró a Naruto y a Sasuke—. ¿Y vosotros?
—Más de lo mismo —contestó Sasuke—. A veces un par de horas más. Naruto y yo combatimos con todo mientras Seina investiga cosas por su cuenta.
—Además, no es todos los días —dijo ella al ver sus expresiones en blanco—. El lunes por la mañana entrenamos todos juntos, el martes yo entreno con otros jonin por la mañana, el miércoles, y el fin de semana, sí que lo tengo libre y entreno con mi horario normal pero el jueves y viernes trabajo en el hospital por la mañana…
—¡Igualmente! —sacudió la cabeza Tenten—. ¿Eso cuánto son en horas de entrenamiento a la semana? ¿30?
—Unas 40 horas —calculó Neji.
—Estáis locos —se quejó Ino—. Ahora entiendo por qué parece que estéis a otro nivel. ¡Es que estáis a otro nivel!
Los ojos de Lee, brillantes y llorosos, se clavaron en los de Neji.
—¡YOSH! ¡ESA ES MI NUEVA META! ¡40 HORAS SEMANALES DE DURO ENTRENAMIENTO!
—¿¡Veis lo que habéis hecho!? —contestó horrorizada Tenten cuando vio que Neji lo estaba meditando seriamente.
—Pero, ¿qué hacéis vosotros con todo el tiempo libre? —preguntó ella con una confusión genuina—. Yo me moriría de asco sin hacer nada todo el día. Unas 8 horas al día de entrenamiento es como la jornada de trabajo de un civil. No es para tanto. Además, la mayoría lo entreno en casa así que ni siquiera me desplazo.
—¿No es para tanto? —se quejó Kiba tumbado en la hierba—. ¡Puedo hacer un montón de cosas en mi tiempo libre que no tienen nada que ver con entrenamiento! ¿Verdad que sí, Akamaru?
El perro ladró, asintiendo. Shikamaru era el único que parecía estar meditando seriamente algo mientras miraba al horizonte. Se pusieron a comer el picnic que habían prometido, allí en medio. Shikamaru se sentó contra un tronco, en la sombra, y ella hizo lo mismo para escapar del calor abrasador de un agosto en el país del Fuego.
Al rato, cuando todos seguían hablando de horarios “infernales”, convenciéndose unos a otros de aumentar sus tiempos de entrenamiento, Shikamaru le habló.
—Me he dado cuenta de una cosa.
—¿De qué? —preguntó ella tragando su trozo de fruta.
—Tu equipo es, probablemente, el único que entiende lo que significa ser ninja. Para ser jonin, para ser un buen ninja, se requiere trabajo constante —frunció el ceño mirando su plato con el postre—. No vale entrenar un par de horas al día cuando me apetezca. Al menos, no si quiero ser un buen ninja y no morir en el intento. Tienes razón en pensar que los días libres realmente no existen. Somos ninjas las 24 horas del día, todos los días. Entrenar es mi trabajo cuando no estoy de misión. No me había dado cuenta hasta ahora.
—Bueno, al menos te has dado cuenta a tiempo, ¿no?
Shikamaru asintió. Parecía haber decidido algo. Era la primera vez que veía a Shikamaru serio y resuelto. De repente, en lugar de ver a Shikamaru, le pareció ver a Shikaku. El comandante jonin serio, inteligente y competente. Tuvo que pestañear para apartar la imagen.
—Empezaré a estudiar esos libros para el examen de ascenso a jonin —suspiró sin poder evitarlo—. Mi padre no se lo va a creer.
Seina tuvo que reírse de lo cierto que era.
Chapter Text
El martes por la tarde, después de su entrenamiento con los anbu y su comida con Naruto y Sasuke, apareció Kakashi por la puerta después de varios días de misión. Sonrió en su dirección, contenta de verlo. Cuando bajó, duchado, se sentó a su lado en el sofá con un suspiro de placer.
—Ah… Por fin me siento.
—¿Misión dura?
—Más bien larga.
—Mejor, ¿no? —sonrió ella, cogiéndole la mano momentáneamente para darle un apretón reconfortante.
No se atrevió a decirle que le había echado de menos con sus hermanos pululando la casa. Se conformó con sentarse a su lado mientras pensaba en todo un poco. Naruto ni siquiera intentó que entrenara con ellos, viendo a su maestro tirado en el sofá con su libro porno y sin el chaleco jonin. Definitivamente no tenía pinta de querer moverse. Seina cerró momentáneamente los ojos, pero ese “momento” resultó ser una hora.
—Vamos —la despertó suavemente Kakashi—. Es la hora de cenar.
—Mhmm…
—Luego no dormirás si sigues la siesta —se rio por lo bajo el jonin.
Se despertó de mala gana. Había estado usando su costado como cojín.
—Podrías haberme despertado —le dijo.
—¿Por qué? —le guiñó un ojo.
Cenaron algo que cocinó Naruto, gracias a dios. Tal y como pensó Kakashi estuvo despierta un rato mientras intentaba dormirse así que hizo algo que la gente a veces hacía en momentos de aburrimiento.
—¿Masturbarse es lo que hace la gente aburrida?
—Más de lo que te imaginas. Ahora déjame que me concentre.
Rodó los ojos mientras usaba sus dedos para darse placer. Durante un segundo le dio vergüenza imaginarse cualquier cosa sabiendo que Kurama estaba allí con ella, entre divertido y asqueado, cuando, de pronto, Kurama se despidió sin palabras y la dejó sola. Intentó imaginarse alguna escena erótica, pero su mente creó, casi sin quererlo, una fantasía de un hombre sin rostro que, obviamente, era Kakashi. Lo reconoció por el torso desnudo.
Cerró los ojos mientras se ahogaba en el sueño. Era como si lo estuviera presenciando en su mente mientras que sus dedos y el pequeño juguete que había conjurado de la nada la llenaban más que sus dedos por primera vez en esta nueva vida. Convulsionó de placer al sentir las vibraciones dentro de sí, acariciándola donde sus dedos no podían llegar por sí solos, masajeando sus paredes vaginales. Se preguntó si era demasiado temprano para masturbarse de esa manera con su cuerpo juvenil, pero, ¿quién iba a impedírselo?
Era extraño, excitante e intrigante masturbarse pensando en Kakashi. Lo gracioso es que sabía que volvería a hacerlo. Se corrió arqueando la espalda involuntariamente, incapaz de detener el movimiento de sus caderas. Sorprendida, notó lo húmeda que estaba ahí abajo. Las piernas le temblaban como un cervatillo cuando acabó todo. Dio gracias por las barreras de su habitación porque, de lo contrario, la habrían escuchado gritar de placer.
Tuvo que limpiar las sábanas, airear su cuarto con un hechizo, ducharse y ponerse otro pijama. Kurama, exasperado en su interior, no volvió a hacer acto de presencia hasta un largo rato después.
—La próxima vez que te aburras avísame con antelación —le hizo prometer Kurama, totalmente en serio.
Al día siguiente, estaba tan de buen humor que se juró que iba a masturbarse más a menudo. El que dijo que a veces lo que hace falta es un buen orgasmo era un puto genio. Kurama bufó una risa en su mente al escuchar sus pensamientos.
—Creo que tienes una misión —dijo Naruto viendo la nota que llevaba la paloma blanca de Shikaku.
—¿Puedes cogerla? —pidió mientras acababa de cocinar el desayuno.
—Corrección. Tenemos una misión.
—¿Juntos? —preguntó ella, girándose de golpe.
—No. Sasuke y yo, y vosotros dos también.
—Ugh. Otra vez me están explotando —se quejó como un niño pequeño Kakashi.
Comieron rápidamente y salieron de la casa. Resultó que la misión que tenía, en solitario, además, era una misión de escolta. Al ver su rostro sumamente exasperado Shikaku evitó sonreír.
—Anímate. Solo tienes que llevar a un niño con sus abuelos.
—¿Y por qué necesita un jonin?
—Porque es el heredero de una familia rica.
Lo que le faltaba. Un niño pequeño y encima posiblemente malcriado. Fulminó con la mirada a Shikaku. Entonces, tuvo una gran idea. Cogió el pergamino, saliendo de allí a paso lento. Kakashi, quien esperaba su turno pacientemente sentado en un sofá en la sala de descanso, levantó la cabeza, y una ceja.
—Una misión de escolta. De un niño —puntualizó ella cruzándose de brazos.
Kakashi escondió fallidamente su risa en su libro porno, para la sorpresa de algunos allí presentes.
—Sí, ríete de mí desgracia. ¡Lo que faltaba!
—Maa, maa… Tampoco es para tanto —la consoló levantándose.
A él también lo fulminó con la mirada un segundo. Le apretó el hombro para reconfortarla, aunque sabía que no estaba enfadada, ni disgustada del todo. No le gustaban las misiones de escolta, pero podía ser mucho peor. Se despidió del otro jonin y salió en dirección al hotel donde sus padres esperaban con el niño. Era un niño de 6 años, para su fortuna, así que sería más fácil de manipular que un adolescente.
—¿Los señores Yoshimura? —preguntó ella en el hotel.
—Somos nosotros —dijo una voz a su espalda.
Se giró a mirar a una pareja joven con un niño pequeño. No parecían ser gente especial más allá del dinero que tenían. Le explicaron cómo necesitaban que llevara de vuelta a su villa a su hijo, para que lo cuidaran los abuelos, mientras se alargaba unos negocios que tenían cerca de Konoha.
—No podemos hacernos cargo de él. No sería adecuado para un niño tan pequeño —se excusó la mujer.
A ella le daba absolutamente igual. Asintió. Siguió escuchando con desinterés la información y las peticiones de llevar a salvo a su hijo, bla bla bla. Luego, cogió las maletas del niño y la guardó en un pergamino, haciendo el paripé delante de todos. Podría haberlas guardado en la riñonera, pero prefería que no supieran de su mágica existencia. El niño, menos malcriado de lo que pensó inicialmente, le cogió de la mano con una sonrisa. Claramente estaba harto de viajar con sus padres.
—¿Tienes ganas de volver con tus abuelos? —le preguntó mientras salían de la recepción del hotel, dejando atrás a sus padres con unos saludos de mano.
—¡Sí! ¡Tengo ganas de ver a jiji! ¡Y a mí pony!
—¿¡Tienes un pony!? —preguntó ella exagerando su sorpresa.
—¡Sí! ¡Se llama Raten!
Estuvo escuchando con algo de diversión la conversación caótica de su cliente. Salieron de la aldea a paso lento. Estaba claro que, de tener que caminar con el chiquillo hasta su ciudad natal, a más de 200 kilómetros de distancia, no llegaría hasta dentro de una semana. Como mínimo. No tenía intención de ir andando así que lanzó discretamente un hechizo al niño y lo cogió en volandas cuando alzó sus brazos, queriendo ser cogido debido a su repentino sueño.
—¿Qué te parece si yo te llevo mientras duermes? —le preguntó.
—Huh uh.
Aumentó la potencia del hechizo. Lo dejó roncando en su hombro. Se adentró en el bosque, dejando de lado el camino, y usó uno de sus sellos que había minado por todo el país del Fuego para acortar la distancia. Cayeron a media hora corriendo de la villa de los abuelos de Koi Yoshimura. Corrió silenciosamente, usando el bosque para esconderse, hasta que llegó a la entrada.
En la puerta había una oficina pequeña, pero no tuvo que registrarse. Las calles no eran de tierra sino de adoquines. Se notaba que era una ciudad pequeña pero pudiente. Cargó con el niño en dirección a la mansión de los Yoshimura, ignorando las miradas de los transeúntes que la observaban con curiosidad.
—Hola —saludó ella al ver los guardias de la entrada del complejo—. Aquí vive la familia Yoshimura, ¿no?
—Así es —el guardia miró al niño, luego miró como ella cargaba con su cuerpo con un brazo como si no pesara nada y sacaba el pergamino de la misión—. La esperábamos dentro de unos cuantos días.
—Soy rápida y ha pasado el rato durmiendo así que he aprovechado mientras pudiera.
—Ya —sonrió el hombre—. Cuando duermen siempre dan menos problemas. Adelante.
Tardó exactamente media hora en salir de allí. Los abuelos, que no la habían esperado para nada, tuvieron que ser llamados de una reunión en la que estaban asistiendo.
—Muchas gracias por traerlo sano y salvo, shinobi-san.
—De nada.
—¿Podemos ofrecerle algo de beber para recuperar fuerzas?
—No se preocupe. Estoy bien.
—De acuerdo. Entonces nuestro mayordomo la acompañará de nuevo a la salida. Que tenga un buen día.
—Igualmente.
¿Para qué iba a quedarse si podía volver a Konoha en menos de 10 minutos? Prefirió dar por acabada la misión, aceptando la nota de sus clientes, y volvió a la aldea. Dicho y hecho. Se registró en otra puerta para que no le preguntaran los chunins del registro. Fue al departamento de misiones, entregó el pergamino, la nota, cobró y se fue.
—¿Seina? —preguntó una voz a sus espaldas. Era Tokuma—. ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Estabas en una misión?
—Sí, acabo de volver, de hecho. ¿Qué tal te va?
—Bien, bien —se rio él—. He estado entrenando con Neji, ¿lo sabías?
—¿Y eso?
—Se enteró de que nos conocíamos y que habíamos hecho unas cuantas misiones juntos —sonrió de forma extraña Tokuma, como si se estuviera aguantando la risa.
—¿Vaaale? —alargó ella la pregunta, confundida.
—No me hagas caso. Algún día te tengo que presentar a Ko, mi hermano pequeño. Es el guardaespaldas de Hinata-sama en la aldea.
Estuvo hablando un par de minutos más antes de irse. Qué conversación más extraña. Se encogió de hombros. Se fue a casa, a disfrutar de su temporal soledad. Estuvo recogiendo lo poco que estaba desordenado, sacó la ropa de la lavadora, la dobló, revisó la alacena de comida, volvió a la aldea para comprar cosas que faltaban… Aburrida, puesto que todavía no era la hora de comer, comprobó que sus clones seguían con su proyecto de libro antes de meterse en la caseta para entrenar ninjutsu. Luego, antes de ponerse a comer, usó la piscina para ejercitar un rato.
Sin su equipo, el domingo pasó lentamente. Usó el tiempo libre para entrenar, lo mismo que el lunes y el martes. El miércoles, como no tenía nada que hacer, fue a entrenar al cuartel anbu con cualquiera que encontrara.
—Eres buena con ese ninjato —le apremió un desconocido—. Si quieres sobrepasar tus límites empieza a entrenar usando tu mano no dominante.
Seina asintió, quitándose el sudor con un movimiento discreto de mano que usó para rascarse una oreja. Normalmente usaba ambas manos, pero era cierto que solía usar más su mano derecha cuando empuñaba el arma con un solo brazo. El entrenamiento ninja la había vuelto muy coordinada con ambos lados de su cuerpo, pero obviamente no era ambidiestra. Con algo curiosidad, se preguntó qué pasaría si empezaba a usar su mano izquierda para tareas cotidianas como escribir los informes, cepillarse los dientes, etc, etc. No era algo que hubiera entrenado demasiado antes, pero si este anbu experto en kenjutsu le recomendaba entrenar así, lo haría.
—Seguiré tu consejo.
—Bien.
El anbu se esfumó sin tan siquiera decir adiós. Seina pudo notar la mirada escondida del comandante Ryu sobre su cogote. Evitó sonreír ya que sabía por qué la estaba mirando. El hechizo de broma que le había lanzado le había cambiado a rosa el vello púbico. De hecho, cada día que pasaba le sucedía algo ahí abajo. Era un hechizo de George así que sabía algo de los…fenómenos que ocurrían aleatoriamente. ¿Quizás hoy le había tocado el del pello púbico trenzado?
—Ven conmigo, kitsune —la llamó finalmente.
Fue a su despacho, también escondido y secreto, sin rechistar. En cuanto entró y cerró la puerta vio las múltiples barreras que protegían la única ventana, la puerta, el techo, el suelo y las paredes. ¿Paranoico o precavido? El anbu se giró 180 grados para quedarse quieto delante de ella. Ambos se quedaron mirando. ¿Pensaba intimidarla con su presencia o agotarla después de su extenso entrenamiento de kenjutsu? Preguntas, preguntas… Durante un rato largo nadie dijo nada mientras Seina evitaba reírse o que le temblaran los hombros de la risa.
—¿Hasta cuándo dura?
—¿El qué?
—…El jutsu que me has puesto en los genitales —dijo escuetamente, muy seco, el anbu.
Seina evitó reír, aunque tenía unas ganas tremendas de hacerlo en voz alta.
—¿De qué jutsu está hablando?
—Dejémonos de tonterías, ¿quieres? Sé lo que le hiciste a Tsunade-sama, y sé que eres capaz de bastantes cosas. ¿Crees que no estabas en mi punto de mira desde el principio?
—¿En serio? —preguntó ella.
No estaba respondiendo a su última pregunta retórica, sino a su afirmación de que sabía que era “capaz de bastantes cosas”. El comandante no sabía nada. El anbu pareció notar la distinción en su voz. Se hizo un silencio.
—¿Permiso para hablar con total sinceridad?
—Permiso concedido.
—No sabe nada, comandante, de lo que soy capaz. Solo sabe lo que yo he querido que sepan. Konoha es mi hogar y tengo mucha gente querida aquí. Mientras no me traicionen… ni me manipulen, yo seré leal. Así que no hace falta que use incentivos porque eso lo único que hará será cabrearme —confesó ella—. Si quiere algo, dígalo claramente.
—Entonces, debería confesar algo —dijo el comandante con voz neutral—. Manipulé a Tsunade-sama para que te manipulara. No porque pensara que lo necesitaras para entrar en anbu sino para probar tu temperamento. Sé que tienes más habilidades de las que nos has enseñado, y sé que no sientes la misma lealtad ciega que otros muchos ninjas con Konoha. Tu lealtad se la das a los individuos, y eso podría ser un problema considerando tus poderes.
—¿Me ha estado probando? —siseó ella—. Para ver mi reacción ante su manipulación, ¿no?
—Exacto. Necesitaba saber qué harías cuando comprendieras que te habíamos manipulado a favor de Konoha. ¿Actuarías de forma violenta? ¿Te darías cuenta si quiera? ¿Te volverías resentida con la aldea?
—¿Y qué me impide cabrearme aún más ahora sabiendo que he sido manipulada solo para “ver como reacciono”?
—El hecho de que te estoy confesando la verdad porque he comprendido cómo eres. Podrías haber actuado de forma violenta, pero tu elección fue castigar a los individuos responsables sin perjudicar a Konoha. Y ni siquiera fue un castigo violento. Ahora ya sé que no importa qué poderes tengas, no los usarás contra alguien inocente sin motivos de peso.
—Entonces, sabe que voy a volverlo a castigar, ¿no? —dijo ella, entre enfadada, exasperada y divertida.
—Lo sé. Es un buen intercambio —se encogió de hombros el anbu.
—Ah, ¿sí? —sonrió maliciosamente ella.
Lo transformó en una mujer, vagina incluida. Además, le lanzó un encantamiento oscuro para que cada vez que estornudada le saliera una sardina de la nariz. Ah, y le dibujó a modo de tatuaje un pene con sus testículos en la nuca. Se preguntó cuánto tardaría en descubrir que estaba ahí o si habría alguien valiente que le avisara del tatuaje.
—Con permiso.
—…No me va a gustar lo que me has hecho, ¿verdad? —preguntó, esperándose lo peor, el comandante.
—A lo mejor sí. ¿Cómo voy a saberlo?
Salió de allí antes de que pudiera darse cuenta de que ahora tenía un par de pechos y que su pene había desaparecido. Lo único que no había modificado para que fuera totalmente mujer fue sus cuerdas vocales. Deseó poder verlo en primera persona, pero sabía que sería prácticamente imposible. Incluso dejando a un par de sus invocaciones más diminutas en el cuartel.
Al día siguiente, mientras estaba trabajando en el hospital, aparecieron Naruto y Sasuke cargando con Neji, quien tenía una venda en los ojos. Los escuchó incluso desde su despacho.
—Hola. Necesitamos ver a mi hermana.
—Seina-sama está trabajando. ¿Qué sucede?
—Le ha pasado algo en los ojos mientras usaba el byakugan.
—Llamaré a alguien para que le revise la visión.
Seina, quien ya se había levantado de su silla, caminó hasta la recepción un piso más abajo. Naruto y Sasuke la percibieron primero.
—No hace falta —dijo Sasuke al verla—. Seina.
—No pasa nada, Keiko, yo me encargo.
Los llevó a su consulta en el piso superior. Le quitó las vendas a Neji, viendo como tenía los ojos irritados y parecía no ver nada. Por fortuna, o desgracia, Neji estaba inconsciente así que no podía quejarse del dolor.
—¿Qué ha pasado?
—Usó el byakugan y fuera lo que fuera que viera de lejos le dejó así. Usamos una de tus pociones para la vista así que está mucho mejor que hace un par de días —informó Sasuke.
—Tiene las retinas algo dañadas, pero mucho menos de lo esperado.
Se dispuso a regenerar sus células, viendo como bajaba la inflamación de las venas de su rostro que conducían a sus ojos. Poco a poco, perdió el color rojizo y parecía que solo llevaba un día sin dormir. Naruto y Sasuke, a su lado, lo observaron en silencio.
—Ya está recuperado. Necesitará hacer reposo de su byakugan, y de sus ojos, un par de días.
Le puso unas gotas de poción en los ojos y luego se los vendó de nuevo.
—Llamaré a alguien de su familia para que venga a recogerlo —dijo en voz alta mientras firmaba los papeles de su baja.
—Podemos llevarlo nosotros, nee-chan.
—No. Necesito que alguien venga a firmar su ficha, Naru.
—Está bien. Pues entonces nos iremos a dar el informe.
—¡Un momento! —dijo ella. Cogió la mano de su hermano y le colocó el dedo meñique en su sitio.
—¡Ow!
—Te dije que iba a verlo en seguida —rodó los ojos Sasuke—. Podría habértelo puesto yo mismo.
—¡Tú eres un bruto!
—¿Estás diciendo que no puedo poner un simple dedo dislocado en su sitio, dobe? —siseó Sasuke, mientras se iba de su consulta con Naruto.
Seina rodó los ojos. ¿Algún día dejarían de discutir ese par?
—¿Sabes quién necesita un orgasmo más que tú? —pregunto por sorpresa Kurama—. Esos dos.
—¿Crees que no se masturban? —preguntó sorprendida, y algo asqueada, ella.
—¿Y yo qué voy a saber? Aunque, por cómo actúan, diría que no.
Las risas de Kurama la siguieron hasta la recepción, donde pidió que alguien le enviara una nota a un pariente de Neji. Acabó su turno un rato después. A Neji se lo llevó a casa otro Hyuga, muy parecido a Tokuma. ¿Quizás era su hermano pequeño Ko?
—¿Qué es lo que ha visto Neji? —preguntó Seina cuando llegó a casa.
—Creemos que una gran concentración de chakra —frunció el ceño Naruto—. Nosotros no vimos nada, así que debe ser eso.
—Interesante.
Naruto y Sasuke descansaron un rato después de comer mientras Seina entrenaba en la caseta.
—Toc, toc, ¿podemos pasar? —dijo Naruto cuando paró de entrenar su fuerza bruta con varias partes de su cuerpo más que sus puños.
—¿Tenéis ganas de entrenar?
—Hn. Por supuesto. Hace tiempo que no entrenamos los 3 juntos contra los maniquís.
Los maniquís no eran otra cosa que creaciones suyas de aspecto humanoide, metálicos, llenos de runas para que se autorepararan mediante un comando de voz. Además, también estaban preparados para atacarlos cuerpo a cuerpo con fuerza bruta, armas y todo lo que le pudo meter con runas y hechizos. No era lo mismo que combatir contra personas, pero hacía su función para entrenar la coordinación del equipo. De hecho, incluso Kakashi lo usaba para entrenar con sus ninken.
Abrió su vínculo para poder percibirlos. Empezaron a luchar kenjutsu ellos 3 versus 10 maniquís. Saltó por encima de Naruto, esquivando uno de las puñaladas, y vio como su hermano le clavaba el ninjato en el torso. El maniquí cayó para atrás y ella usó su caída para rematarlo clavándole su wakizashi en el cuello. Sasuke, mientras tanto, cubrió sus espaldas de los otros 2 maniquís, cogiendo su ninjato anbu de su funda en la espalda para defenderlos a dos manos.
Seina pivotó en el suelo, lanzó un par de kunais certeros en dirección a los maniquís que se le acercaban rápidamente y, con el wakizashi en la mano izquierda, blandió su arma. Acabaron combatiendo espalda contra espalda, formando un triángulo, para protegerse de todos los costados. No podría haber luchado de esa forma con nadie más, sin su vínculo, sin haber apuñalado a alguien por error. No podría haber esquivado el arma blandida de Naruto sobre su cabeza destinada a clavarse en el cuello de metal, o habría fintado al maniquí para distraerlo del verdadero ataque en el torso a manos de Sasuke.
Acabaron un rato más tarde. Cuando escucharon a alguien aplaudir. Derribaron la última ronda de maniquís antes de que ella parara el hechizo de entrenamiento. Era Kakashi, obviamente, parado al lado de la puerta usando la pared hechizada para apoyarse en ella, pareciendo que estaba apoyado en el aire en medio de un enorme claro soleado.
—Habéis mejorado muchísimo —reconoció el jonin con un claro orgullo en la voz—. Quién me lo iba a decir hace año y medio…
—Gracias, Kakashi-sensei —sonrió Naruto, con el rostro perlado de sudor como todos ellos.
—Os diría de combatir, pero me voy a duchar ahora mismo para quitarme la sangre, entre otros, de mi misión.
—Yo también me voy a duchar —dijo ella—. Estoy sudada de pies a cabeza.
Menos mal que su ropa llevaba bastantes encantamientos y runas, de lo contrario, estaría chorreando.
—¿Cómo ha ido tu misión? —preguntó Seina cuando todos estuvieron duchados y cambiados al pijama.
—Bien. Al final hubo pelea, pero nada que con lo que no pudiera —sonrió Kakashi, acariciándole el tobillo con un pie en secreto—. ¿Y vosotros? Veo que habéis estado entrenando juntos de nuevo.
—Estoy deseando que se acabe ya agosto para poder hacer misiones juntos —dijo Naruto, comiendo—, lo divertido de ser un equipo es tener misiones juntos.
—Hn. El dobe tiene razón.
—Bueno, no puedo asegurar que os pongan juntos de buenas a primeras en setiembre, pero estoy seguro que tendréis alguna misión en equipo pronto.
—Eso espero. A veces me da hasta pereza hablar en voz alta.
Kakashi resopló una risa al ver el asentimiento de Sasuke.
—Eso no es del todo bueno, cabeza hueca.
Seina sonrió mientras escuchaba a sus personas favoritas reír y discutir. Mientras estuvieran todos bien no le importaba hacer 50 misiones en solitario.
Notes:
...Sí, ha pasado. No ha sido muy explícito, pero Seina va dejando de ser una niña físicamente hablando. ¿Quién sabe lo que pasará en un futuro? ;)
Respecto a Shisui... Seguramente escribiré algo con él. Es un personaje importante en el manga que está francamente desaprovechado. Solo os diré que Shisui tiene un papel crítico en esta historia. ¿Alguien se imagina cómo? Estoy deseando saber qué se os pasa por la cabeza.
Chapter 89
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato.
Chapter Text
Cuando empezó la penúltima semana de agosto, como no, fue enviada en una misión que preveía que fuera algo largo. Shikaku le entregó el pergamino con la documentación esencial, pero Seina se dio cuenta de que no había mucho que leer.
—¿Ya está? —preguntó ella al ver que prácticamente no tenía nada de donde partir.
—Por eso se le llama misión de investigación —dijo Shikaku, mirándola por encima de su carpeta.
—Ha-ha —se rio falsamente ella, con exasperación. Shikaku bufó una risa—. Me voy. Ya veo que eres de poca ayuda.
El comandante jonin la despidió con un movimiento de mano, sin tan siquiera levantar la cabeza de su papeleo. La misión en sí era más interesante de lo esperado. Tal y como había dicho Shikaku, se trataba de una misión de investigación así que su trabajo sería averiguar qué tramaba un supuesto jinchuriki de Kirigakure en el país de las Cascadas. Según los informantes de Konoha, creían que ese hombre era el jinchuriki por los rumores que pudieron escuchar. Básicamente, sabían que alguien de alto rango lo estaba entrenando en secreto, que se habían realizado algunas reuniones y que el maestro había muerto de forma violenta. ¿Cómo demonios lo sabían? No tenía ni idea.
El hombre al que perseguía era un hombre adulto que supuestamente había pisado terreno del país del Fuego y había llamado la atención matando a un par de ninjas cazadores de Kirigakure. La historia de que era un ninja renegado parecía encajar. Lo del jinchuriki ya se vería.
Llevó a cabo el mismo ritual de siempre: salió de la aldea, se escondió en algún lugar apartado, usó uno de sus sellos con el hiraishin para aparecer en el país de las Cascadas y sobrevoló la zona en busca del ninja renegado con la ayuda de su hechizo. Resultaba hasta aburrido. Por suerte, solo parecía haber un ninja renegado de Kirigakure en las cercanías así que se fio de su hechizo.
Tardó un rato largo en llegar hasta el lugar indicado. Cuando lo hizo, no vio a nadie entre la frondosa vegetación.
—Está cerca —le aseguró Kurama—. Uno de los míos.
—Entonces, ¿es un jinchuriki?
—Eso parece.
Seina, algo sorprendida, bajó de su invocación a tierra. Acabó de encontrarlo a la vieja usanza, mediante huellas y percibiendo chakra. No es que fuera muy complicado. El ninja no se estaba escondiendo al completo, quizás porque se creía seguro tan lejos de casa después de haber matado a los cazadores de Kiri, y, además, gracias a Kurama podía sentir al otro bijuu. Solo tardó unos minutos en encontrarlo bajo las enormes ramas de un roble, junto a una pequeña cascada que daba paso a un riachuelo.
Se sentó en la rama de otro árbol, examinando al hombre que, como ella, contenía en su interior otro bijuu. Era alto, esbelto, delgado, de piel pálida y delicada, con el cabello castaño lacio hasta las orejas tapando uno de sus ojos color ámbar. Llevaba todavía parte de su uniforme de Kiri así que dedujo que debía ser al menos jonin, como ella. Debía admitir que, en sus pantalones negros largos y jersey arrapado, también negro, era tremendamente atractivo. Si no estuviera enamorada de Kakashi, y tuviera unos cuantos años más… ¿¡Qué!? ¡Estaba enamorada, no vegetal!
—Quiero hablar con mi hermano Saiken.
Seina ahogó un suspiro. Kurama no se iba a ir sin hablar con el otro bijuu y el hombre era justamente su misión así que… de perdidos al río. Desactivó su brazalete, viendo como sus manos, que estaban tallando lo que parecía ser una flauta de madera, enlentecieron sus movimientos. Estaba claro que la había percibido. Seguramente no a ella.
—Hey.
Un cuchillo se deslizó en el aire en su dirección. Seina lo cogió a pocos centímetros de su cara. No se movió de la rama, a pesar del ataque. Miró abajo y vio como el hombre se había puesto de pie, aunque no parecía enfadado ni apunto de atacar de nuevo. Parecía más bien precavido, como el ninja renegado que era. Seina alzó una ceja, ladeando la cabeza con perfecta exasperación. Le lanzó de nuevo el cuchillo y él lo cogió al vuelo como si nada.
—Estamos un poco paranoicos, ¿eh?
—No es paranoia si van detrás de ti —respondió él, con voz sedosa. Incluso su voz era bonita. Maldición—. ¿Qué hace un ninja de Konoha por aquí?
—Has puesto muy nerviosa a alguna gente —dijo ella—. Estoy aquí para averiguar qué demonios quieres del país del Fuego, si no te importa. Y porque él quiere hablar contigo.
—¿Él? —preguntó extrañado, ignorando su primera pregunta—. ¿De quién hablas?
—De Kurama.
El ninja pestañeó. Primero confundido, luego con comprensión. Se quedaron mirándose el uno al otro, fijamente. Seina saltó de la rama del árbol, sentándose en el tronco donde había estado sentado. Esperando.
—¿Por eso te has descubierto?
—Son hermanos —se encogió de hombros—. No voy a luchar contigo a menos que tenga que defenderme. Me llamo Seina, por cierto.
Vio sus hombros relajarse diminutamente. Luego suspiró con exasperación. Ya, no era el único exasperado. El ninja renegado de Kiri se sentó a su lado, cogiendo la flauta y el cuchillo y empezando a tallar de nuevo la madera como si nada. Durante unos minutos hizo ver que no estaba allí, o que no le importaba su presencia. No lo tenía claro. Seguramente estaría hablando con su propio bijuu.
—Yo soy Utakata. Así que por eso me has percibido —habló finalmente—. Debí haberlo imaginado.
—¿Qué haces por aquí?
—Alejarme lo máximo posible de Kirigakure.
—Mhmm… Imagino que si te pregunto si vas a hacer algo ilícito en el país del Fuego no me vas a contestar, ¿no? —suspiró ella. Vaya lío. ¿Qué le iba a decir a Shikaku?
—No voy a hacer nada ilícito en el país del Fuego —rodó los ojos el otro—. Simplemente quiero que me dejen todos en paz.
—Yo de ti tendría cuidado por aquí.
Utakata dejó de tallar la madera en cuanto escuchó su seria advertencia. La miró de reojo con su único ojo al descubierto, con una clara pregunta en él.
—Otra jinchuriki, Fu Sanada, natal de Takigakure desapareció hace poco. Que yo sepa no la han vuelto a ver —dijo ella, recordando lo sucedido en Suna hacía poco—. Además, en los exámenes de chunin de Sunagakure alguien intentó hacerse con el Shukaku de Gaara del Desierto en pleno examen. Algo está sucediendo, y no tiene pinta de ser bueno.
—…Es curioso porque Isobu, el tres colas, sigue libre cerca de Kirigakure.
Seina no tuvo que leerle la mente para saber qué se estaba preguntando. Si alguien quería un bijuu, ¿por qué no coger uno que estaba libre y desprotegido? Muy curioso, sí. Aun así, no sabía la respuesta a su pregunta implícita.
—Saiken quiere hablar con Kurama —dijo de pronto Utakata.
Alzó su puño, como le había enseñado a hacer Kurama, y ella se lo tocó con el suyo. De pronto, estuvieron en una enorme cámara. Detrás de Utakata yacía el bijuu de las seis colas. Era enorme, blanco y baboso. Literalmente era una babosa gigante. Le recordó a Katsuyu. Tenía una boca pequeña, chorreante, y dos patitas diminutas en comparación con su cuerpo. Sinceramente, cuanto más lo miraba, más adorable le parecía. Kurama, sintiendo sus pensamientos, la miró a ella con una ceja alzada.
—Huh. Es la primera vez que alguien cree que eres adorable —le dijo Kurama a su hermano, pestañeando.
—También lo creo de ti —rodó los ojos ella—. ¿Crees que si no fueras más pequeño no te cogería en brazos para achucharte?
Vio el tic en el párpado de Kurama mientras la babosa se reía estridentemente, saludándola por primera vez. Utakata, mientras tanto, parecía un tanto conmocionado. Se notaba que no tenía mucha relación con su bijuu. Seina se sentó en una de las patas de Kurama, cuando se tumbó rodeándola con su colosal cuerpo, cruzando las patas delante de sí. El ojo de Kurama, a su lado, era igual de grande que ella. Quizás algo más.
—Tal y como ha dicho Seina, algo se está moviendo.
—¿Y no sabemos nada más?
—No. Intentaremos averiguar algo, pero suficientes problemas tenemos ya nosotros dos —confesó Kurama a Saiken, y casi sin quererlo a Utakata.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Utakata con expresión seria y ceño fruncido—. ¿Tenéis problemas en la aldea?
—No el tipo de problemas que crees. Esta enana tiene a mucha gente peligrosa queriendo convertirla en su arma —dijo Kurama, dándole un toque suave con la cabeza que casi la tiró de su sitio—, pero no la Hokage.
—Ahora mismo no me preocupa —intercedió ella antes de que Kurama le pudiera hablar de los problemas internos de la aldea—. Tsunade-sama es mi maestra, y yo no soy precisamente alguien indefenso.
Kurama bufó una risa sobre su cabeza. Utakata alzó una ceja, pero no osó preguntarle de nuevo al bijuu más poderoso de todos. Saiken, que había estado pensativo unos minutos, habló con un atisbo de sorpresa en la voz.
—Hermano… Nunca imaginé que algún día te gustaría uno de tus jinchuriki.
—Eso es porque ninguno de los repugnantes humanos que me han contenido antes han sido como ella —rodó los ojos quitándole hierro al asunto—. Además, prefiero no enfadar a esta enana.
Sabía que lo decía por los conforts que le había dado, y que podía quitarle con un chasquido de dedos. Aun así, Saiken y Utakata no llegaron a comprenderlo del todo. La miraron con confusión, y más sorpresa, antes de encogerse metafóricamente de hombros.
—¿No es peligro para ti ir sola siendo jinchuriki? —preguntó Utakata—. Al menos yo soy relativamente nuevo en esta zona. Tú, en cambio… Podrían secuestrarte como a Fu.
Vio los labios rizados de Kurama, que gruñó desde lo más profundo de su ser sin poder evitarlo, con las pupilas contraídas en sus ojos rojos. Utakata tragó fuerte, manteniendo su postura frente a Saiken. Seina le dio unas palmaditas a Kurama. Lo que le pasara a ella también le pasaba a él, así que lo entendía.
—No dejaré que eso pase.
—Nosotros tendremos cuidado también —aseguró el otro bijuu.
Estuvieron hablando un rato más, aprovechando que el tiempo pasaba en esa dimensión mucho más rápido que en el exterior. Cuando salieron de la burbuja, vio que habían pasado unos pocos minutos en el mundo real. Seina bajó su brazo. Hacía minutos, en este pequeño claro, le había enviado un cuchillo a la cara. Ahora sentía que lo conocía de hacía tiempo. Utakata le explicó, muy por encima, lo que había sucedido en Kirigakure y porqué se había ido. Seina, al igual que con Gaara, sintió compasión porque su persona de confianza lo hubiera traicionado.
Utakata, no obstante, no quería hacerle daño a nadie. Ni a su aldea, ni a Takigakure. Solo quería recomponerse durante un tiempo en soledad. Así fue como su “larga” misión de investigación duró aproximadamente un par de horas. Antes de irse, no obstante, Utakata le dijo una última cosa.
—He visto poco antes de que aparecieras a un equipo de Iwa corriendo en dirección sur. No sé si te servirá de mucho, pero parecían estar algo enfadados.
Dejó allí a Utakata mientras meditaba sus palabras. Al sur del país de las Cascadas estaba el país del Fuego. No había un país intermedio donde parar. Aunque eso no significaba que se estuvieran dirigiendo al país del Fuego justamente. Decidió dar un vistazo desde el cielo. ¿Qué podía perder? Había completado su misión días antes de lo esperado así que podía perder el tiempo como quisiera.
Sobrevoló la zona en busca del equipo de Iwa. No encontró nada por los alrededores así que tuvo que alejarse en dirección sur, tal y como dijo Utakata. Paró unos minutos para comer, viendo que ya era mediodía, y luego siguió. Justo cuando estaba replanteándose su plan, pensando que quizás el equipo de Iwa ya se había marchado y que estaba perdiendo el tiempo, empezó a escuchar a lo lejos el sonido de lo que parecían ser explosivos.
Intrigada, cambió de dirección, viendo que estaba más al este que al sur, y voló hacía allí. Usó su hechizo localizador para comprobar que era el equipo que buscaba. Cuanto más se acercaba, más explosiones escuchaba. Algunas pequeñas, otras más grandes. ¿Qué demonios estarían haciendo? Escuchó un aullido de dolor de alguien. Parecía como si estuvieran atacando a otro equipo de ninjas. Aceleró su velocidad. Desde el cielo se dio cuenta de que tenía razón. No era un equipo de Iwa, sino dos, y estaban persiguiendo a un equipo desconocido.
Tuvo un mal presentimiento cuando vio el jutsu de fuego del equipo contrario. Observó como uno de los ninjas de Iwa estaba muerto mientras que uno de los ninjas del otro equipo, potencialmente de Konoha, estaba malherido. Incluso desde el aire podía oler su sangre a pesar de los intentos por confundirlos y esconder su chakra. No podía ver a los ninjas con claridad entre los árboles así que los siguió volando hasta que, por desgracia para el equipo minoritario, se toparon con una zona abierta de baja vegetación que los dejó a la vista.
En ese momento Seina vio que, efectivamente, era un equipo de Konoha. Parecía un equipo de 3 chunins y un jonin mientras que los equipos de Iwa debían tener al menos 4 jonins y, seguramente otros 4 chunins. Estaban en inferioridad numérica, y de rango. Uno de los chunins de Konoha, además, había perdido un brazo. Había visto esas heridas antes en explosiones con petardos así que supo qué había pasado con solo observarlo de lejos.
—¿A dónde vais a ir ahora, eh, equipo de Konoha? —sonrió uno de Iwa con malicia—. No podéis esconderos.
El jonin, joven, de Konoha al que no conocía se paró delante de su equipo. Uno de los chunins le acabó de hacer un torniquete improvisado al miembro amputado de su compañero, mientras que el chunin restante se puso al lado del jonin de Konoha con un kunai en la mano. El jonin no pidió clemencia. Todos sabían que solo había una salida posible ahora que se habían atacado y herido. De haber sido la pelea en el país del Fuego este combate podría suponer una guerra entre ambos países, pero como estaban en territorio del país de las Cascadas, es decir, no estaban en sus territorios, Iwa podía atacar más libremente a quien se le cruzara sin repercusiones.
Viendo que si no hacía nada intentarían matar al equipo de Konoha, supo lo que tenía que hacer. Usó su magia para que su primer ataque sorpresa pasara desapercibido. Le envió su poder al colacuerno y dejó que proyectara un torrente de fuego sobre el equipo de Iwa. Los pilló tan desprevenidos que 2 de ellos fueron quemados vivos mientras el equipo intentaba apagar las llamas mágicas, sin éxito. Los aullidos de dolor de los ninjas moribundos distrajeron a otro ninja, que cayó al suelo muerto debido a un kunai en el cuello que no pudo esquivar, y que no vio entre las llamas.
—¡Replegaos! —gritó un ninja de Iwa—. ¡Acabemos con esta escoria!
Saltaron atrás, dejando morir a 2 de sus compañeros. Ahora contemplaban el cielo y al equipo de Konoha, partiéndose en dos bandos para no ser tomados por sorpresa de nuevo. No podían verla debido a sus hechizos, pero sabían que estaba allí. Así pues, se tiró del dragón, dejando que cercara el claro, y cayó en una rama usando todas sus habilidades posibles para evitar ser detectada.
Uno de los enemigos, pálido con cabello rubio y ojos azules, se cansó de esperar.
—¡Espera Deidara! —gritó uno—. ¿¡No has escuchado al líder, idiota!?
—Tsk —chasqueó la lengua—. ¿Vamos a estar mucho tiempo más esperando aquí como cobardes?
—Tiene razón —dijo otro—. Ahora no podemos dejarlos ir. Nosotros los atacamos primero.
El equipo de Konoha, quienes habían estado esperando ver quiénes los habían defendido, habían aprovechado para huir. Los de Iwa, quienes habían parado a penas un minuto para discutir y protegerse de su ataque, salieron en su caza. No habían ido muy lejos, para su desgracia, así que los alcanzaron fácilmente. Seina evitó rodar los ojos al darse cuenta de que una vez más iban a necesitar ser rescatados.
Los siguió por la retaguardia, viendo como ahora peleaban 7 contra 3 y medio, considerando que el chunin herido parecía apunto de desmayarse de la pérdida de sangre. Seina blandió el wakizashi, evitando usar la tierra para esconderse, empleando los árboles. Siendo de Iwa era muy posible que pudieran percibirla en el suelo. Pilló a uno desprevenido, lo suficiente como para cortarle el cuello con su hoja mágica. La cabeza rodó, llamando la atención del ninja enemigo más cercano. Ni se paró a mirar el cadáver caliente de su colega, o a sorprenderse por su presencia, que se abalanzó sobre ella con una especie de taijutsu explosivo.
Esquivó todos los ataques, notando las diferencias entre taijutsu de ambos con algo de curiosidad. El jonin de Konoha consiguió derrumbar a otro, nivelando la pelea algo más, pero otro de los chunins fue apuñalado por la espalda mientras rescataba, de nuevo, a su colega sin brazo. Con un talonazo en el suelo, liberó el chakra cargado y creó un pequeño terremoto que los obligó a todos a separarse para no ser engullidos por el suelo quebrado.
—Kage bunshin no jutsu.
Los 5 clones que creó, y que quedaron visibles debido a que no estaban cubiertos por el poder de su brazalete, se separaron. Un par de ellos fueron en busca de los chunins heridos mientras que los otros se plantaron a su lado.
—¡Solo es una niña! ¡Podemos con ellos!
—Idiota. ¿No ves acaso su uniforme? —dijo el que parecía ser el líder—. Sigue siendo una jonin de Konoha.
—Estoy cansado de tanto hablar —gruñó el rubio, Deidara.
Seina lo observó con atención. Al ver como empezaba a hacer el sello de la detonación, lo entendió. Usó el hiraishin para desaparecer. Los clones protegieron a los otros, pero se deshicieron todos salvo uno. La explosión fue fuerte y levantó una humareda que los enemigos aprovecharon para atacarlos. Seina, y el jonin de Konoha, consiguieron librarse usando la técnica de reemplazamiento de cuerpo. Estaba claro que el rubio era mucho más fuerte que los otros.
Usó la distracción del enemigo para activar de nuevo su brazalete. Observó como intentaban buscarla, sin éxito.
—¡Ha! Hasta tu camarada se ha dado cuenta que es imposible ayudarte. Inteligente, aunque bastante cobarde.
—Cállate idiota.
—Esa no se ha ido, hn —sonrió Deidara con todos los dientes—. Solo está acechándonos.
—Vosotros 3 contra esos, nosotros contra la niña. Que no se escapen de nuevo —ordenó el líder.
—Ahora sería un buen momento de que demostraras porqué eres un ninja de rango S, Deidara —amenazó por lo bajo otro de ellos—. No nos gustaría tener que decirle a Oonoki-sama que no sirves para nada, ¿no?
Vaya, vaya… Contempló con algo de diversión cómo se tiraban metafóricas puñaladas. Estaba claro que todos ellos tenían un claro resentimiento con el chico rubio. El por qué, no lo sabía, pero podía imaginar que tenía algo que ver con su Kage, Oonoki. ¿Quizás favorecía a Deidara de alguna forma? Ese ninja parecía estar salivando de solo pensar en dejarle mal delante de Oonoki. Deidara, tal y como esperaba, apretó la mandíbula para no rebelarse contra su superior en plena pelea.
Por suerte, su clon restante había escondido a los heridos de Konoha con una barrera de chakra. Tardarían un poco en encontrarlos, pero al menos estaban seguros por el momento. Eso quería decir que, ahora mismo, solo estaban presentes luchando contra 6 personas el jonin que no conocía y ella. Afortunadamente, estar invisible le aseguraba al menos matar a alguien antes de que se dieran cuenta. Entre su brazalete y los kunais plantados por el bosque esperaba poder matar a más de uno. No era un método que usara muchas veces, pero no quería usar sus poderes demasiado por si acaso.
Se lanzó sobre uno, usando su espada para rebanarle la cabeza a otro ninja. Su ataque inició de nuevo la pelea. Usó el hiraishin rodeándolos, hiriéndolos donde podía, y luego se desvanecía, para el agobio e irritación de sus enemigos. Se dio cuenta que el jonin de Konoha, luchando contra otros 3, estaba en apuros así que lanzó un cañón de agua que tomó de improvisto a uno de los chunins. Su camarada no tardó en aprovechar el momento, usando un jutsu de raiton para electrocutarlo.
Seina interceptó el puño explosivo de un enemigo, que iba a contactar con el torso del jonin, y lo desvió sin problemas antes de desaparecer.
—¡Katsu!
La explosión la tomó desprevenida. El hechizo espía le jugó una mala pasada. Tuvo que retirarse para recuperarse del tinitus que estaba sufriendo debido a la explosión. El jonin, por suerte, también saltó hacia tras a tiempo, pero no pudo evitar que las llamas lamieran su piel unos segundos. El olor a carne quemada la siguió. Entonces, apareció uno de los chunins de Konoha, recuperado de la puñalada, y usó un jutsu de fuego.
Aprovechó para lanzar un genjutsu sonoro al mismo tiempo que Deidara construía una escultura voladora y tomaba el cielo para tener más visión. Los otros cayeron en su genjutsu, desplomándose, mientras que Deidara logró escaparlo por pura suerte.
—Sé que estás ahí, niña, hn. Sal.
Seina desactivó su brazalete, bajando de una rama para mostrarse ante él. Los ojos azules de su enemigo se posaron en ella al instante. Contemplaron a sus compañeros en el suelo, convulsionando, y luego a ella.
—¿Puedes con él, Seina-san? —preguntó el jonin, cojeando levemente hasta su lado.
—Sí. Encárgate de los otros, y de tu equipo, yo me encargo de este.
—¿Oh? Así que crees que puedes encargarte de mí, ¿eh? —sonrió Deidara—. He estado esperando a un buen rival durante tanto tiempo para matar mi aburrimiento. Nadie entiende lo que es el arte de las explosiones.
—¿Eso es lo que haces? ¿Explotar cosas?
—No son solo explosiones. Esos no lo entienden —siseó con asco en dirección a sus compañeros, ahora ejecutados por el jonin de Konoha—. Merecen lo que han recibido. Creían que podían arrastrarme con ellos a la mediocridad, pero mira. Muertos, mientras que yo, usando un supuesto kinjutsu sigo vivo. Quién ríe ahora, ¿eh?
Seina lo observó mientras analizaba a su enemigo. Era la primera vez en toda la pelea que veía usar a alguno de ellos otra cosa que no fuera explosiones o jutsus de tierra. ¿De qué había construido a ese pájaro? Lo único que había visto era como metía las manos en las mochilas de sus caderas. Justo lo que estaba haciendo ahora.
—¡El arte es una explosión!
Lanzó a tierra varios objetos blancos que Seina, y los demás, miraron con sorpresa. En cuanto vio cómo se llevaba las manos al pecho para formar un sello explosivo cogió a los otros, usó el hiraishin y los alejó de la explosión. Se escucharon una serie de explosiones de gran nivel que alzaron una humareda gris. Se apareció detrás de él en el aire. Deidara fue capaz de agacharse a tiempo para esquivar su puñetazo cargado de chakra, con los ojos abiertos como platos de la sorpresa. Estuvo tan cerca que sintió su cabello rozarle la cara. Empezaron a intercambiar golpes. Él usando jutsus explosivos con el taijutsu y ella desapareciendo antes de que pudiera tocarla.
—¡UGH! ¡Que irritante eres! —chilló, frustrado.
Explotó bajo sus pies el pájaro, saltando a tierra. Seina lo estuvo esperando. Vio como caían escombros de la explosión, arcilla según lo que pudo ver, y como Deidara se daba cuenta de que estaba esperándolo. Le lanzó más mini bombas, pero al notar como moldeaba su chakra de tierra supo que tenía una debilidad. El rayo.
—Fulmens.
El rayo salió despedido de su mano impactando contra todas las bombas, que cayeron al suelo desactivadas para el horror y enfado de Deidara. Sonrió con malicia.
—Ahora ya sé todo lo que tengo que saber de ti.
Chapter Text
La pelea con Deidara fue intensa. Era bueno en taijutsu, tenía unos reflejos rapidísimos y era capaz de moldear arcilla explosiva cada vez más grande y potente. Por suerte, Seina también era rápida gracias al hiraishin.
—¡Aaaah! —aulló Deidara cuando Seina logró amputarle un brazo con el wakizashi, usando el hiraishin para aparecer detrás de él en el sello que le puso en su chaleco ninja.
Le lanzó con la otra mano un muñeco que se agrandó más y más hasta que explotó. Todo fue tan rápido que volvió a sentir el pitido en sus oídos del sonido, a pesar de haber saltado lejos. Comprobó cómo no le había pasado nada, aliviada, hasta que vio una mini araña blanca en su hombro. Fue instinto lo que la empujó a liberar una ráfaga de chakra antes de que pudiera detonarse a escasos centímetros de su cuello. Aun así, las llamas le lamieron la mejilla derecha. Notó su cuerpo regenerarse rápidamente. Era la primera vez que la herían de esa forma. Con algo de sorpresa, se dio cuenta de que tenía el mismo factor curativo que Naruto.
Deidara observó asqueado como la herida de su cara se curaba ante sus ojos. Seina alzó una mano con el chakra médico para curarse su tímpano roto que sangraba por su oreja. Estaba pálido, pero se había hecho un torniquete con unas vendas. Curada del todo, Seina usó el jutsu de niebla para esconderse.
—Tienes suerte —siseó él, escondiéndose entre la niebla—. De haberte topado conmigo en unos meses te habría enseñado de verdad lo que significa mi arcilla explosiva.
Seina, que lo estaba siguiendo con su hechizo de auras, no dijo nada. No tenía ganas de seguirse pegando con este payaso así que probó otra vez usar genjutsu mezclado con su magia. Para su suerte, no sabía si era su magia o si era susceptible a la manipulación mental, Deidara cayó en seguida en su ilusión. Seina ahogó un suspiro aliviado y le lanzó una maldición mortal. La niebla se iluminó verde, como un destello de luz, y luego se disipó.
Deidara estaba tumbado en el suelo, con los ojos abiertos sin vida. Una mano la tenía metida en la mochila llena de arcilla mientras que en otra pudo ver un pájaro en miniatura que salía de la boca de su mano. No le había dado tiempo a escapar usando el cielo de nuevo. No se había librado de morir por escasos segundos. Una parte de ella se exasperó ante el anticlimático final, pero no podía dejarlo ir con vida cuando había demostrado que ella era su enemiga y que estaba dispuesto a matarla.
—¿Estás bien? —preguntó el jonin, acabándose de curar a sí mismo las heridas con vendas y otros útiles.
—Sí. ¿Ibais a Konoha?
—Así es. Acabamos la misión cuando nos encontramos con ellos. Iré a recoger los cadáveres de los otros.
—Genial. Salgamos de aquí.
Cogió los cuerpos del suelo y los guardó en un pergamino de sellado. No quería saber si explotaría o no así que no quiso jugarse la maleta. Metió el pergamino en su riñonera, cogió a los otros por los brazos y usó el hiraishin sin avisar. No tenía muy buena pinta las heridas del amputado. El jonin, y el chunin despierto, pestañearon atónitos al encontrarse cerca de la puerta de entrada.
Se despidieron en el registro. Fue directa a Shikaku. De solo verla, con un mechón quemado, la ropa llena de cenizas y el rostro severo y serio tuvo que aguantar un quejido cansado.
—¿Qué ha pasado ahora?
—Me he encontrado con el ninja de Kiri. Se llama Utakata y es el jinchuriki del seis colas. Dice que mató a su maestro cuando quiso asesinarlo y que escapó de Kiri para no ser un arma de la nueva Mizukage.
—¿Te lo ha dicho él?
—Sí. Obviamente no quiere tener nada que ver con nadie, mientras se recupera y hace su vida yendo de aquí para allá.
—Ya veo. ¿Y qué te ha pasado?
—Utakata me avisó de un equipo de Iwa que se dirigía al sur así que fui a ver. Menos mal que lo hice porque era un escuadrón de Iwa persiguiendo a un equipo de Konoha.
—¿Un jonin y 3 chunins? —se puso recto Shikaku al escucharlo—. ¿Qué ha pasado?
—Están en el hospital. Uno tiene un brazo amputado, los otros también tienen varias quemaduras. Los hemos matado a todos.
—¿En qué territorio ha sucedido todo esto?
—En el país de las Cascadas.
Shikaku exhaló aire al escucharlo. Quizás más aliviado que si hubiera sucedido en el país del Fuego.
—He traído los cadáveres de 4 de ellos. El otro jonin recogió los otros 4 cuerpos. Uno de ellos parece haber robado a Iwagakure un jutsu prohibido, según sus propias palabras —le entregó el pergamino con los cadáveres—. Cuidado con el rubio. La arcilla es explosiva.
—Interesante. Gracias.
Le estuvo contando lo que sucedió a partir de que ella llegara allí con pelos y señales. Aun así, era obvio que necesitaría hablar con el jonin del otro equipo puesto que ella no sabía qué había sucedido anterior a su llegada.
—Hablaré con Tsunade-sama de esto. Estate atenta a una posible convocatoria esta tarde o mañana. Puedes irte.
Cuando llegó a casa estaba anocheciendo. Justamente cuando no quería encontrarse con nadie antes de darse un baño, limpiarse la ropa y el pelo de cenizas y olor a explosivos, se encontró con su equipo entero en el salón jugando a cartas.
—¿Seina? —preguntó Kakashi, el primero en verla—. ¿Estás bien?
Ella se sentó en una butaca libre, delante de Sasuke. Los otros la observaron con algo de sorpresa.
—Creí que estarías más días a fuera —dijo Sasuke.
—Eso creía yo también, pero mi misión fue muy fácil —dijo ella. Les explicó escuetamente su encuentro con Utakata—. El problema vino después. Un par de equipos de Iwa estaban atacando a uno de los nuestros así que he tenido que intervenir.
—¿Por eso tienes un mechón más corto que los demás? —preguntó con una media sonrisa Naruto. Kakashi, mientras tanto, no parecía muy divertido.
—Sí. Me ha explotado un… pájaro de arcilla explosiva cerca de la cara. Por suerte no ha sido para tanto. Simplemente un tímpano perforado y unas pocas quemaduras que me he curado en el momento.
Se retocaría el par de mechones quemados con un hechizo.
—¿Qué habéis hecho con los cadáveres? Los habréis recogido o eliminado, ¿no?
—Claro. Yo recogí la mitad, el otro jonin la otra mitad.
Lo último que quería era dejar a alguno de ellos con vida. Además, había comprobado como enseñaba el protocolo que los cadáveres que recogió estaban verdaderamente muertos. El otro jonin, que era más veterano que ella, seguro que había hecho lo mismo. De hecho, fue él quien dijo de ir a recoger a los otros cadáveres sin que ella tuviera que recordarlo en voz alta.
Una vez la dejó de interrogar, más aliviado porque no había pasado nada malo, la invitaron a jugar con ellos. Seina pasó. Quería darse ese baño, arreglar su cabello y limpiar su ropa como dios manda. Curiosamente, la Hokage no la llamó a su despacho esa tarde. Tampoco la llamó el martes ni el miércoles.
—Seguramente tenga suficiente información con el informe del otro jonin —le dijo Kakashi, encogiéndose de hombros—. El asunto no ha ido a más, así que eso que se ahorra. Por cierto, ¿cómo dices que se llama el otro jonin?
—Ni idea.
Kakashi bufó una risa ante su expresión de desconocimiento.
—Es igual. Me enteraré tarde o temprano.
Si no se había enterado ya era porque acababa de regresar de una misión de 2 días. Justo los días que esperaba noticias sobre lo que pasó en el país de las Cascadas. El jueves, día de descanso para todos, si es que descontaba su trabajo en el hospital, lo pasó entrenando. Fue el viernes cuando la llamaron al despacho de la Hokage. El rostro serio de su maestra, junto a Shikaku y el comandante Ryu, le hizo saber al instante que algo pasaba.
—¿Qué sucede?
—Tenemos una mala noticia. Uno de los cadáveres no era de verdad.
—¿Qué? —preguntó ella, atónita.
—Uno de los cadáveres, no era un cadáver, era un clon de tierra.
—Pero, ¿cómo es posible? Yo misma comprobé que los cadáveres que recogí estaban muertos y que eran humanos como dicta el protocolo.
—Fue uno de los que recogió Mokume —suspiró Shikaku—. No fue culpa suya. Su intención fue comprobarlo, pero el clon tenía puesto un genjutsu para despistarlo.
A Seina le dio un vuelco el estómago. Uno de los ninjas que había atacado al equipo de Konoha había huido. No hacía falta ser un genio para saber que había regresado a Iwagakure y que, seguramente, el Tsuchikage estaba enterado de todo. Había cogido el cadáver de un ninja de Iwa que, supuestamente, contenía kinjutsu prohibido de su aldea.
—¿Qué va a pasar ahora?
—De momento, nada. Para empezar, a pesar de que nos atacaron en un territorio neutral, por así decirlo, tenemos pruebas de que ellos atacaron primero —dijo la Hokage con aspecto cansado—. Además, pedir que les devolvamos sus cadáveres sería admitir que hubo un combate entre ambos equipos y, como ya he dicho, tenemos pruebas de que nos atacaron primero.
—Eso, claro, si quieren seguir una vía diplomática.
—¿Y si no?
—…
—…Ya hablaremos de eso algo más adelante —suspiró la Hokage.
—¿Y por qué no le regresamos el cuerpo de Deidara intacto? —preguntó ella—. Podemos estudiarlo sin abrirlo y luego regresarles el cuerpo como acto de buena fe.
—¿Crees que serviría de algo entregarles el cuerpo de sus hombres muertos?
—No, no todos los cadáveres —puntualizó ella—. El cadáver que tiene el kinjutsu prohibido de Iwagakure.
Shikaku y la Hokage intercambiaron miradas pensativas. El comandante Ryu, silencioso, no dijo nada. Ni siquiera darse cuenta de que seguía siendo mujer le alegró el humor.
—Entregándole el cadáver con el kinjutsu, solamente ese, sería una señal subliminal de nuestra parte —reconoció Shikaku—. Si se lo entregamos entero le estaríamos diciendo que no queremos un conflicto y que consideramos el asunto zanjado: la vida de 5 ninjas de Konoha a cambio del kinjutsu de Iwagakure intacto.
—Por suerte no lo hemos abierto todavía, lleno de explosivos como está —masculló la Hokage—. Me gusta esta solución. Shizune, llama al consejo para poder informarles de esto. Seina, puedes irte. Solo quería informarte de que, hasta nuevo aviso, tus misiones serán ahora en el país del Fuego mientras no se… resuelva este conflicto.
Se marchó de allí llena de preocupación. Sabía perfectamente cuan poco necesitaban los países ninja para convocar una guerra así que esperaba que no llegara a eso. Toda esta situación porque un jonin no comprobó el estado de un cadáver. Sabía que no era culpa suya. El otro jonin era su veterano, y ella ni siquiera debería haber estado allí para salvarles la vida. Aun así… no quería ser parte de la chispa que prendió otra guerra.
Cuando llegó a casa dio gracias porque no hubiera nadie. Estarían entrenando o haciendo vete tú a saber qué. Se fue a su cuarto con el cuerpo revuelto de los nervios, la preocupación y ese estúpido sentimiento de culpabilidad que no podía desvanecer. Se tomó un baño largo, meditando profundamente, para olvidarse momentáneamente de la monumental montaña de mierda que había pisado sin querer.
Naruto y Sasuke regresaron a casa armando un tremendo jaleo. Kakashi, poco rato después, entró por la puerta, seguramente ignorándolos completamente, por lo que pudo escuchar. La estampa de siempre le arrancó sin quererlo una sonrisa débil, todavía en la bañera. Supo que no podía quedarse eternamente allí metida, escondida como una cobarde, así que salió. Se vistió y bajó las escaleras a paso lento.
Curiosamente, el primero en darse cuenta de que algo pasaba fue Naruto.
—¿Seina-nee? ¿Qué ha pasado? —preguntó con preocupación, tocándole un hombro.
—Uno de los cadáveres… era de mentira.
—¿De qué cadáveres hablas?
Vio a Kakashi, quien se había estado llenando un vaso, dejarlo lentamente en la encimera de mármol.
—De los cadáveres de los ninjas de Iwa. El otro jonin de Konoha, Mokure, cayó en un genjutsu y cogió uno de los cuerpos pensando que era un muerto, pero era un clon de tierra.
—…
—¿Y qué ha dicho Tsunade-sama? —preguntó Kakashi, con rostro de póker.
—Dice que tenemos pruebas de que ellos iniciaron el ataque y que espera que se resuelva diplomáticamente. A lo mejor envían el cadáver de uno de ellos que tiene un kinjutsu prohibido de Iwa para zanjar el asunto.
—Hm. Es una buena idea. Si el Tsuchikage realmente no quiere guerra su mejor baza es aceptar esta ofrenda y zanjar el asunto —pensó en voz alta su maestro.
—De eso van a hablar hoy el consejo.
—Ugh —dijo Naruto de solo escucharlo.
En esta casa a nadie le gustaba el consejo por razones obvias, pero estaba claro que ahora era necesario hablar con más gente de lo que había pasado. Sinceramente, casi que no quería saber qué se estaba hablando en esos momentos en una reunión de urgencia. Una mano en su hombro la sacó de sus pensamientos de un bote. Era Kakashi, que la miraba con expresión compasiva.
—No tienes porqué culparte de esto, ¿vale?
—Lo sé —frunció el ceño ella.
—¿Seguro? —alzó una ceja él.
—Teóricamente sí. Pero, solo con haber ido yo a comprobarlo no estaríamos ahora así.
—Mokure es un jonin desde hace 7 años. Además, si no puedes fiarte de tus propios camaradas, ¿de quién puedes fiarte? ¿Pretendes comprobarlo todo dos veces durante el resto de tu vida?
—…No —suspiró ella, algo más relajada y sintiéndose menos culpable.
—Cayó en un genjutsu y cometió un error. Esas cosas pasan. Tú hiciste tu parte y lo hiciste bien. Les salvaste la vida a todos ellos. Estoy orgulloso.
Sasuke y Naruto, quienes estaban pensando en silencio, asintieron dándole la razón incondicionalmente a su maestro. Ante las palabras sinceras de Kakashi solo puso aceptar que no tenía la culpa de lo que había pasado. Eso no quitaba que no estuviera preocupada por lo que podía suceder.
Al día siguiente, después de la reunión de emergencia, Seina se enteró de que pensaban enviarle el cadáver de Deidara al Tsuchikage junto con una carta diplomática. Enviaron primero la carta urgente y preservaron el cadáver para que pudiera analizarlo y ver que estaba intacto. Por supuesto, le habían extraído muestras de sangre, de piel, lo habían observado con las gafas de rayos X, habían cogido una muestra de arcilla, lo habían fotografiado, etc, etc.
El último martes de agosto, recibieron una respuesta del Tsuchikage. Seina se enteró porque fue llamada a la oficina de su maestra para recibir las buenas noticias.
—Parece que Oonoki estaba menos enfadado de lo esperado, o quizás le hemos sorprendido con nuestra ofrenda. El caso es que ha aceptado el intercambio: el cuerpo de Deidara Teruya a cambio de la vida de los 5 ninjas de Konoha y las no represalias del país del Fuego —suspiró con un claro alivio la Hokage—. Al parecer el kinjutsu que robó Deidara debe interesarle bastante, porque no se lo ha pensado ni dos veces.
—Deidara parecía como si odiara a su aldea —se encogió de hombros ella—. Por como habló, no creo que supieran que había robado el kinjutsu.
—A lo mejor estaba a punto de traicionar a Iwa —declaró Shikaku—. Con razón les interesa tanto su cadáver. Quién sabe qué más cosas ha robado sin que nosotros lo sepamos que le interesan a Oonoki…
—Bueno, sea como sea, esperaremos un tiempo antes de volver a acercarnos a sus fronteras. Entre este acto diplomático y el distanciamiento esperamos que se enfríe el asunto sin más.
Un equipo de ninjas, todos jonin que eran en realidad anbu, fueron al país de las Cascadas con el cadáver de Deidara. Según lo que escuchó Seina, o lo que no escuchó, no hubo jaleos. Simplemente se entregó el cadáver después de que lo identificaran allí mismo como Deidara, y cada uno se fue por su lado.
—Al final no ha sido para tanto —dijo Kakashi, esa misma noche cuando le contó el resultado del altercado—, aunque podría haber acabado mucho peor.
Naruto y Sasuke, de misión de rango B, no estaban allí para consolarla ni para ver como Kakashi la abrazaba contra él para reconfortarla. Se sentaron en el sofá sin hablar. ¿Tal vez intuía que no quería seguir hablando del tema? Fuera como fuera, solo la abrazó y le acarició el cabello mientras ella intentaba huir un rato de la situación cerrando los ojos contra su pecho perfectamente musculado.
No sabía por qué, aun pudiendo protegerse perfectamente ella sola, estar en sus brazos fue como quitarse un peso de encima. Como… como si fuera intocable. Era una sensación que nunca antes había sentido. Se durmió sin poderlo remediar después del estrés de los últimos días.
El miércoles y el jueves, no obstante, pasaron sin más. Siguió entrenando, fue al hospital a trabajar, le regeneró el brazo amputado al chunin del otro día, siguió con su proyecto de novela para el cumpleaños de Kakashi… Casi había olvidado el peliagudo tema de Iwagakure debido a que no había vuelto a ser llamada a la oficina. Cuan equivocada estaba.
—Tenemos noticias —le dijo la Hokage el viernes.
Parecía más cansada de lo normal, como si llevara días sin dormir bien. Seina, que vio aparecer a Kakashi por la puerta, supo que algo iba mal. Su maestra le entregó un libro negro, pequeño, con bastantes páginas. Escuchó la respiración contenida de Kakashi cuando ambos se dieron cuenta de lo que era. Era un libro bingo. De Iwagakure.
—Nuestros espías e informadores nos han mandado esto. Es una actualización del libro. De hace 6 días.
Kakashi le pasó el brazo por los hombros cuando empezó a pasar las páginas. Sabía exactamente lo que iba a pasar. Encontró su entrada a los pocos segundos. Se vio a sí misma en dos fotografías. Una de cuerpo entero donde llevaba puesto un uniforme negro de pies a cabeza que reconoció de los exámenes de ascenso a jonin y una fotografía de su rostro algo más cerca que no supo dónde había sido tomada, pero llevaba su chaleco verde de Konoha así que imaginó después de que se convirtiera en tokubetsu jonin, como mínimo.
Su expresión, en ambas imágenes, era seria. No sonreía ni, obviamente, miraba a la cámara escondida. Estaba mirando un punto lejano casi con el rostro en blanco y ojos calculadores. Habían apuntado su nombre y apellido, seguramente sacado de los exámenes de ascenso a jonin, su altura, su peso, su edad, una descripción física, su rango de jonin y, entre paréntesis, una nota de diferenciación marcándola como rango A+, o S-. Se sorprendió al verlo.
—Han recopilado bastante información verídica —masculló Kakashi con algo de admiración—. No se puede decir que no sean competentes.
Seina leyó los últimos apartados. El apartado de las habilidades era una recopilación de lo que ella había mostrado en los exámenes de ascenso a jonin y en la pelea del otro día. Le daban, sobre los 5 puntos, un 4 en genjutsu, un 5 en ninjutsu con una anotación explicativa que añadía que podía usar el elemento agua, tierra, rayo y fuego, así como técnicas de teletransportación, un 5 de ninjutsu médico, 3.5 de kenjutsu, un 4 de inteligencia, un 4 de taijutsu, 5 de fuerza, 4 de resistencia, 4 de velocidad…
—¿Con solo ver los exámenes de jonin y una pelea ya saben todo esto? —preguntó ella, sacudiendo la cabeza.
—Se pueden deducir muchas cosas observando a una persona. Además, ten por seguro que tendrán sus propios informadores en Konoha, tal y como nosotros tenemos a los suyos en Iwa. Seguro que tendrán información de tu lucha de los exámenes de chunin también.
Seina suspiró. ¿Es que no podía hacer nada sin que alguien la espiara? Leyó la nota final que comentaba que era la aprendiz de Kakashi Hatake y, además, de Tsunade Senju. Había unas frases escuetas sobre cómo había ascendido con 11 años a chunin y con 12 a jonin, cómo parecía tener habilidades de infiltración, cómo podía invocar a Katsuyu, etc. Demonios.
—No aparece ninguna nota sobre que soy jinchuriki —comentó ella al aire al darse cuenta de lo más importante.
—Estamos bastante seguros que creen que Naruto es el jinchuriki de Kurama —dijo Shikaku con expresión seria—. El hecho de que usara su chakra en el examen de chunin hace un año demostró que lo es.
—Ya veo. Por descarte, no se imaginan que Seina también lo sea.
—Exacto. No creo que hayan pensado en la posibilidad de que Minato hubiera partido en 2 al bijuu según su naturaleza yin o yang. El hecho de que Seina no haya empleado públicamente sus habilidades como jinchuriki es una ventaja ahora mismo.
—Solo faltaría eso en su ficha —Tsunade-sama se masajeó la sien—. Y pensar que no saben que tiene una nueva kekkei genkai y ya la han etiquetado como ninja de rango S.
—Debe ser por el ninja al que mató. Al parecer, también era el aprendiz de su Kage —les contó Shikaku—, y un genio con los explosivos. Eso, sumado a la progresión militar de Seina es suficiente para darle el rango S. Además, siempre es más eficiente pecar de precavido en estos casos. Para evitar posibles sorpresas.
Observó la nota de precaución al final de todo que decía que huyeran en caso de contactar con ella, o que emplearan a más de un escuadrón para atacarla.
—Bueno —suspiró Kakashi, todavía con su brazo reconfortante encima de sus hombros—. El día que temía ya ha llegado. No me sorprende.
—¿En serio, Kakashi? —le recriminó la Hokage, rodando los ojos.
—Era obvio, ¿no? Con su rápido ascenso ha picado la curiosidad a mucha gente y Shikaku-sama la ha estado mandando a todo tipo de misiones por todo el continente donde seguro que tenían a más de un informador. Seina ha logrado hasta ahora pasar desapercibida al no dejar a nadie vivo por donde pasara, pero era obvio que tarde o temprano iba a pasar.
—El problema es que ahora está en el libro bingo —espetó Tsunade-sama dando un puñetazo a la mesa—. Simplemente porque ha salvado a otro equipo de un ataque ilícito de Iwa en terreno neutral.
—¿Y? ¿Qué podemos hacer? Nada —se encogió de hombros—. Seina ahora sabe cuidarse solita, por eso tiene el rango que tiene en el libro bingo.
—… Kakashi tiene razón —reconoció Shikaku—. Era algo que iba a pasar tarde o temprano. Itachi apareció en el libro bingo con 13 años. No es el primer caso que tenemos similar.
—¿Tú qué piensas, Seina? —le preguntó directamente su maestra.
—Que Kakashi y Shikaku tienen razón. Lo único que puedo hacer es seguir con mi vida y defenderme de ser necesario. Ya está. Además, prefiero salir yo en el libro bingo a que el conflicto hubiera ido a más, afectando a la aldea entera.
—…Supongo que tienes razón. Es el mal menor, visto así —admitió la Hokage.
Agosto acabó con el descubrimiento de su cara en el libro bingo. Por suerte, tal y como había dicho a su maestra, la aldea no se había visto afectada en el conflicto ni se había desencadenado una guerra entre ambos países. Suponía que lo que pasó no era suficiente para afectar a ninguna de las dos aldeas y, ahora mismo, tampoco tenían la necesidad de provocar una guerra con una excusa de mierda.
Aun así, Seina no podía creer lo que había pasado. Por un simple genjutsu. De haberlo ido a comprobar ella misma se habría dado cuenta y le habría dado caza, matándolo y evitando todo este embrollo. Se juró que la próxima vez sería más precavida. Aunque, llegados a este punto, ¿qué podía joderla más que aparecer en el libro bingo?
Notes:
Para los que pensabais que Deidara viviría... Lo siento mucho, pero no. Ya había escrito su muerte hace meses. Nos estamos acercando al punto y a parte de la historia, chicos y chicas. Casi no puedo creer que vaya a pasar finalmente.
:)
Chapter 91
Notes:
Advertencia: contenido sexual explícito, mención de tráfico de menores.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Decir que sus hermanos se tomaron bien lo del libro bingo habría sido mentira, pero estaban tan seguros de que no le pasaría nada con sus poderes que solo se encogieron de hombros. Al parecer, eran de los que pensaban que era solo cuestión de tiempo que apareciera en el dichoso libro.
—Era obvio, Seina —le dijo Sasuke, con descaro—. Eres la única jonin de la aldea con tu edad. Solo con eso has llamado mucho la atención de alguna gente. Justo como lo hizo mi hermano.
Seina bufó una risa al escucharlo. Su poca preocupación, en realidad, le alegró el día. Otra cosa que también le alegró el inicio de setiembre fue leer la novela casi terminada que le estaba escribiendo a Kakashi gracias a sus clones. ¿Estaba haciendo trampa? Sí. ¿Alguien iba a enterarse? No. Habían escrito casi 600 páginas a mano así que sabía que, a máquina, eso deberían ser como 400 aproximadamente. Aprovechó los momentos a solas el primer fin de semana de setiembre, para empezar a leer el primer esbozo desde donde lo dejó hacía casi 10 días.
Después de leerlo por primera vez, y de retocar los pequeños detalles que no le gustaban del todo, tendría que pasarlo a limpio con su mejor caligrafía. Luego tendría que volver a leerlo para poder añadir en las palabras escritas la emoción o sensación idónea según la trama. Por último, tendría que crear la tapa y le pondría también una pequeña cinta de registro para que pudiera saber dónde lo había dejado de leer. Sería más bien decorativa ya que Kakashi no olvidaba nada, pero la intención era lo que cuenta.
Mientras pensaba en todo lo que tenía que hacer, se le ocurrió otra cosa increíble. Podía poner un sutil hechizo, semejante al confundus para que, una vez leído del todo se le olvidara la trama. De esa forma, podría releer el libro mil veces como si fuera la primera vez. Lo que haría que sus runas y hechizos sensitivos tuvieran más valor con cada nueva lectura. De verdad, era un puñetero genio.
—¡Nee-chan! ¿Vas a salir algún día de tu estudio? —exclamó Naruto—. ¿No decías que ibas a entrenar cada día?
Seina abrió la ventana para que pudieran escucharla.
—Esto que estoy haciendo también es importante —rodó los ojos. Luego habló con él mentalmente al ver a Kakashi en la tumbona junto a su hermano. Justamente leyendo un libro—. Estoy haciendo el regalo de Kakashi.
—¿En serio? ¿Qué es?
—Ya te lo enseñaré.
Cerró la ventana bruscamente, dando por finalizada la conversación a pesar de los gritos indignados de Naruto, y siguió con lo suyo. Adelantó bastante el regalo durante el fin de semana, pero supo que tendría que darse prisa para acabarlo si no quería correr a última hora.
Kakashi fue enviado de misión esa misma tarde mientras que Sasuke salió de misión el domingo, dejando a Naruto y a ella a solas. Estuvieron entrenando toda la mañana arduamente hasta que, finalmente, se cansaron.
—Podemos ir a visitar a Karin. Hace tiempo que no la vemos —dijo Naruto.
—Es cierto.
Karin, curiosamente, no estaba en casa así que se fueron a dar un paseo por la aldea sin más. Estuvieron hablando de las misiones que habían tenido y de cómo se sentía ser chunin. Naruto, obviamente, estaba encantado.
—Sentía una presión para ascender, ¿sabes? —le confesó—. Quería alcanzarte y, a la vez, dejar de hacer misiones estúpidas.
—En realidad, Sasuke y tú no tuvisteis muchas misiones de bajo rango aun siendo genins.
—Pero no es lo mismo —reiteró Naruto—. Nosotros éramos genin y tú jonin. Ahora solo estamos un rango por debajo de ti. Siento como si estuviéramos más cerca de ser un equipo de nuevo.
—Lo sé —asintió ella. Luego, sonriente, felicitó a su hermano—. Te estás volviendo muy maduro, Naru.
—¿Cómo no iba a hacerlo? —le dijo, haciendo alusión a su vínculo—. En realidad, me gusta porque gracias a ti sé que todo lo que siento y lo que siente la gente tiene una explicación.
—Normal. La vida parece menos peligrosa, caótica y difícil cuando se tiene el conocimiento para navegar por ella.
Naruto sacudió la cabeza, soplando una pequeña risa afectuosa al escucharla. De eso iba justamente ser adolescente y convertirse en adulto. De madurar. La vida dejaba de sentirse como un drama turco y llegaba el bendito equilibrio emocional. Recordaba su primera adolescencia con algo de pavor. Por suerte, su segunda adolescencia era completamente diferente. Quizás porque realmente era adulta y le resbalaba todo lo que antes la habría hecho enfurecer.
El paseo por la aldea sirvió para que Naruto le comprara de improvisto un regalo a Kakashi. Una yukata para el festival de navidad. Todos tenían una nueva, menos él. Tuvo que suprimir una risa divertida al intentar imaginarse a Kakashi con ropa japonesa cuando era obvio que la ropa de estilo moderno era la que más le gustaba. Seguramente por su comodidad y eficiencia.
—¿Qué crees que le ha comprado Sasuke?
—Creo que todavía no le ha comprado nada. Pronto vendrá arrastrándose en busca de ayuda.
Ambos se rieron fuertemente al imaginarlo.
Al día siguiente fue mandada a una misión relativamente cerca. Cuando salió en dirección a la entrada le pareció ver de reojo la cabellera enorme y blanca del pervertido Jiraiya. Se giró de nuevo para comprobarlo, pero no lo vio. Encogiéndose de hombros salió de la aldea en dirección a la base del sur para entregarles documentos confidenciales. No tenía muchas ganas de entrenar con los otros chunins como cada lunes así que se tomó su tiempo, perdiendo un par de horas mientras volaba en dirección a la base secreta. Aun así, volvió a Konoha antes de que acabaran de entrenar.
—¡Seina-nee! Llegas justo a tiempo para el último entrenamiento de genjutsu.
—Yo, sinceramente, me voy a tumbar un rato mientras os veo entrenar, que acabo de llegar de una misión.
Shikamaru bufó una risa.
—¡Seina, no! ¡Ahora el vago de Shikamaru tendrá una excusa para no hacer nada! —exclamó Ino.
—No le va a matar no entrenar una hora antes de comer —bostezó ella con pereza.
Se tumbó en la hierba, bajo la sombra de un árbol, y Shikamaru se tumbó a su lado sin mediar palabra. Al final, solo se quedaron entrenando los más testarudos como Naruto, Lee e Ino, esta última solo por despecho. Incluso Kiba, a quien le gustaba estar activo todo el rato, dejó de entrenar para ponerse a jugar con Akamaru con la ayuda más que genuina de Hinata y Tenten. Sasuke, tumbado a su otro lado, chasqueó la lengua al ver a Naruto hacer el idiota con Lee.
—Menudo dobe.
El único que no estaba allí era Chouji, quien estaba de misión mientras ellos disfrutaban de no hacer nada. Incluidos Shino y Neji.
Esa misma tarde, después de comer, se encontró con Kakashi saliendo de la torre de la Hokage. Supo, por su ceño fruncido, que algo sucedía o había pasado en su misión. Aun así, como estaban en público, se limitó a sonreír en su dirección.
—Hola chicos. ¿Habéis acabado de comer con vuestros amigos?
—Sí. De hecho, ya nos íbamos a casa.
Se despidieron de los demás, caminado tranquilamente por la aldea hasta su casa.
—¿Queréis que vayamos a ver una película? —preguntó de improvisto Kakashi.
Todos se giraron a mirarlo extrañados. El jonin, al verlo, alzó las manos como si estuviera en un atraco.
—¿Qué? ¡Yo también sé divertirme!
Naruto se rio en su cara mientras Sasuke y ella lo miraron con incredulidad. Al verlo rodó los ojos.
—Por mí bien —dijo ella, antes de que pudieran seguir tomándole el pelo.
—¿Qué quieres ver?
—No tengo ni idea.
En cuanto Naruto vio que lo estaba diciendo en serio se puso súper contento de hacer algo juntos fuera de la casa. Normalmente pasaban el tiempo entrenando, jugando a juegos de mesa, en la piscina… pero nunca antes habían ido todos al cine con Kakashi. Es más, la última película que fueron a ver, de una tal princesa de las nieves, fue a petición de Naruto debido a que la protagonista había sido clienta suya y Kakashi se escabulló antes de que pudieran acorralarlo. A Sasuke, mientras tanto, le daba absolutamente igual.
Acabaron viendo una película de terror. Seina tuvo que contener la risa varias veces al escuchar los gritos aterrorizados de Naruto, quien era un ninja cualificado de rango medio con un demonio en su estómago. Sasuke, cada vez que lo escuchaba gritar, no podía contener una carcajada antes de burlarse de él. Mientras tanto, Kakashi se estaba sacudiendo de la risa silenciosamente a su lado derecho, tapándose la cara con una mano para no reír en voz alta.
—Esto no era lo que tenía pensado, pero me gusta —le susurró el jonin en su oído.
—¡AAAAAH! ¡HIJO DE SU MADRE! ¿¡PORQUÉ LA GENTE NO PUEDE ENCENDER LA LUZ CUANDO EXPLORAN UNA CASA ENCANTADA!? ¡Me va a dar un infarto, os lo juro!
—¡SHHH!
Escuchó la siguiente carcajada de Sasuke, y la risa de Kakashi en su oído que no pudo evitar. Seina pasó las 2 horas de película con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. El único que parecía incapaz de disfrutar la película era Naruto, curiosamente el que más excitado había estado por verla. Cuando salieron del pequeño cine, su hermano estaba pálido y Sasuke sonriente.
—Nunca más pienso ver una película de miedo.
—Tampoco ha sido para tanto, Naru.
Sasuke y Kakashi bufaron una risa, gesto que intentó ocultar con una tos el jonin sin mucho éxito. Naruto los fulminó con la mirada, cruzándose de brazos y echando a andar hacia la casa.
—No esperaba que a Naruto le asustaran tanto las películas de miedo —reconoció Kakashi cuando se fueron a dormir los otros dos—. Ha sido revelador.
—Dirás increíblemente divertido —dijo ella. Kakashi se rio al escucharlo.
—Mira que eres mala, que es tu propio hermano.
—Por eso mismo. No hay nadie con más derecho a meterse con él que yo —sonrió ella, entrando a la casa y observando como Sasuke se burlaba de Naruto escaleras arriba.
La cogió de improvisto, a modo de saco de patatas, y le dio un azote en el culo que le hizo ahogar un grito de risa.
—Lo dicho. Eres mala.
La tiró en el sofá, tirándole un cojín en la cara. Seina movió la mano y le devolvió el cojín a toda velocidad. Kakashi lo esquivó, y luego volvió a esquivar el cojín de vuelta. Seina se rio cuando acabó de golpearlo en la cara con un peluche conjurado de la nada.
—Además una tramposa.
Cogió uno de sus pies descalzos y le empezó a hacer cosquillas. Seina tuvo que ahogar otro grito de risa, retorciéndose en el sofá mientras jugaba con Kakashi como una colegiala. Al rato, cuando ya no podía soportarlo más, paró en seco. Se quedó tirada en el sofá recuperando el aliento con una sonrisa enorme.
—¿Te rindes?
—Esas palabras no existen en mi vocabulario —dijo ella, bromeando.
Aun así, Kakashi pareció tomárselo en serio. Más en serio de lo que pretendía.
—Lo sé —entonces se inclinó sobre ella en el sofá, poniendo sus manos a cada lado de su rostro—, y me alegro que así sea.
Repentinamente, el ambiente cambió. La observó atentamente, su rostro masculino, sin su máscara, encima del suyo. Sus ojos al descubierto, distintos, recorrieron su cara como si la estuviera viendo por primera vez.
—¿Puedo besarte? —susurró cuando sus ojos irremediablemente pararon en sus labios.
—No tienes ni que preguntar —le dijo.
Alzó su mano hasta enterrarla suavemente en su cabello sedoso y tiró de él. Sintió, más que vio, sus labios posarse en los suyos con la delicadeza de una mariposa posándose en una flor. Sintió sus narices rozarse, y su cabello acariciarle la frente. La besó una, dos, tres, cuatro veces… No pudo evitar rodearle el cuello con sus brazos para abrazarlo más cerca. Solo tenía que arquear un poco su pecho para rozar su torso contra el suyo, pero antes de que pudiera hacerlo, se separó de sus labios lentamente.
—Deberíamos ir a dormir.
Seina asintió, enmudecida. ¿Por qué no era capaz de decirle que lo quería directamente? Subió las escaleras sintiendo que todas las oportunidades de decirle que lo amaba se le escurrían entre los dedos como el agua. Se tumbó en la cama tapándose la cara al darse cuenta de otro momento perdido.
—¿No será que una parte de ti sabe que, de decirle que le amas, la espera se te hará más larga y tortuosa…? Primero te prometiste apartarte de él físicamente y ahora te encuentras besándolo cada vez que puedes.
—Tienes razón.
—La única forma de que no crucéis la línea con la que estáis tonteando es evitar ciertas cosas… como besarlo menos inocentemente de lo que lo haces o diciéndole que le quieres.
Kurama tenía mucha razón. Se habían besado bastantes veces, abrazado, acariciado… pero nunca había sido de forma… sexual. Nunca habría rozado la lengua de Kakashi contra la suya, ni le había tocado nunca los pechos ni había apretado su erección contra ella cuando, aquella vez, Kakashi no pudo evitar la reacción sexual de su cuerpo. Si sobre pasaba alguna de esas líneas no podrían volver a atrás. Y, aunque ambos sabían que era adulta mentalmente, no lo era físicamente. Tampoco sabía su verdadera edad nadie más salvo Naruto y Sasuke.
Lo que no quería hacer era que Kakashi perdiera su buena fama porque no podían esperar el tiempo suficiente para estar juntos solo porque ambos estuvieran excitados. No era tan egoísta como para, potencialmente, provocarle ese dolor por estar con ella. No. No lo permitiría. Le quería y quería todo lo mejor para él, incluso si eso significaba no estar juntos durante un tiempo hasta que pudieran estar juntos al completo.
—Increíble —le dijo a Kurama—. Voy a tener que desahogarme más a menudo a no ser que quiera saltarle encima.
—No me digas… Estás aburrida, ¿verdad? —preguntó con exasperación Kurama cuando supo lo que iba a hacer.
—Digamos que sí…
Kurama se fue a dormir con un gruñido asqueado. Mientras tanto, aseguró que la puerta estaba cerrada, que todos los hechizos estaban activos, antes de quitarse la ropa al completo y quedarse desnuda. Se examinó de arriba abajo, tumbada en la cama. Vio sus pechos bastante generosos para la edad que tenía, sus caderas cada vez más desarrolladas, su piel pálida, su cuerpo cada vez más esbelto. Se acarició a sí misma cerrando los ojos. Se pellizcó un pezón, arqueando su cuerpo ante el dolor y placer que la sacudía, y se masajeó un pecho mientras que, con su mano derecha, poco a poco llegaba hasta donde más lo necesitaba.
Se acordó repentinamente de uno de los libros secretos de la biblioteca de los Black. Un libro de magia sexual que había leído con el rostro sonrojado por primera vez con solo 19 años, cuando se lo encontró por casualidad mientras renovaba Grimauld Place. Cerró los ojos mientras visualizaba su magia hasta que la encontró. Luego tiró de ella hasta que surgió a través de cada poro de su piel, envolviéndola como un amante atento. Era como sentir mil lenguas lamiendo su piel. Su cara, su cuello, sus pechos, su estómago, sus muslos… Sus piernas empezaron a temblar cuando notó su magia electrizante acariciarle el cuerpo en su totalidad. Seina aprovechó su mano libre para acariciar su clítoris, ese gran desconocido de muchos hombres, y algunas mujeres.
Estaba tan excitada por lo que había pasado en el sofá que no tardó mucho en correrse. La primera vez. Una parte de sí, no obstante, no tuvo suficiente. Se dio la vuelta en la cama apoyando su torso desnudo contra las sábanas de seda y levantando sus caderas para dejar al descubierto todo su sexo mojado, al mismo tiempo que conjuraba un juguete a su gusto. Casi por error, moldeó su chakra simultaniamente que su magia y, ahogando un grito sorprendido, se dio cuenta de que la fusión entre ambos parecía darle más consistencia a su magia. Si lo que antes había sentido en su sexo le había parecido la caricia de una pluma, ahora era como sentir unos dedos recorriéndola piel. Esta vez tenía menos textura de fantasma y se sentía más de carne y hueso. Caliente, suave, pero densa como si fuera de verdad.
Seina mordió una almohada. Agarró con una mano las sábanas, mordiendo aún más fuerte la almohada para acallar sus gritos y gemidos, a pesar de no ser necesario, y se volvió a llegar la mano entre las piernas. Estaba literalmente chorreando. Se tocó de nuevo el clítoris, aunque luego, con interés, desplazó sus dedos hasta su vagina. Gimió de placer por enésima vez cuando notó lo abierta que estaba debido al juguete en forma de pene que la penetraba. No sabía que era, pero necesitaba otra cosa. Tiró el dildo a su lado con un gruñido de rabia y metió un par de dedos dentro de sí misma, sintiendo como su magia rozaba una y otra vez con su mano y le ponía el bello de punta.
Todavía insatisfecha, Seina levantó su torso como pudo de la cama, aguantándose sobre sus brazos, y volvió a coger el dildo que tenía a su lado, animándolo inconscientemente. Se lo metió de nuevo, sintiéndolo como de carne y hueso, y luego movió sus caderas hasta que encontró un ritmo que funcionaba para darse el mayor placer posible, para que las súbitas embestidas de su juguete mágico animado fueran lo más profundas y poderosas posibles. Eso era justo lo que necesitaba. Sus pezones se frotaron en la sábana una y otra vez con cada embestida. Estaba tan mojada que con cada embestida podía escuchar el sonido mojado de su nuevo juguete deslizarse dentro de su coño empapado de sus fluidos.
Aulló de improvisto, cuando fue sobrepasada por las emociones, y se cayó de bruces contra el colchón mientras se corría de nuevo.
—Justo lo que necesitaba.
Sabía que necesitaba un baño urgente, pero solo consiguió limpiarlo todo con un movimiento de mano y ponerse la ropa antes de caer exhausta.
Se despertó a la mañana siguiente, el martes, como si hubiera recuperado todas las horas de sueño del año. Se encontraba genial. Por supuesto, tuvo que ducharse y volver a limpiarlo todo, pero en cuanto bajó las escaleras, llegando la última, por cierto, supo que Kakashi se había dado cuenta. Paró un segundo antes de poner un vaso en la mesa antes de alzar la cabeza en su dirección. Pudo ver en su ojo gris un claro brillo de travesura y excitación.
—¿Has dormido bien? —preguntó inocentemente.
—Oh, sí. Genial.
—Mhmm... Me alegro.
Sasuke los miró, con los párpados algo pegados del sueño, con confusión y sospecha. Kakashi no dijo prácticamente nada más mientras desayunaban, pero sí le acarició el tobillo bajo la mesa despacio, con intención. Naruto, de repente, se puso recto.
—Mirad. Alguien tiene una misión.
Seina ni se levantó. Abrió la ventana con un movimiento de mano. La invocación se detuvo en la mesa así que Sasuke cogió la nota.
—…Tenemos una misión.
—¿Quién?
—Nosotros 3 —sonrió levemente.
—¿¡En serio!? —exclamó Naruto desde su asiento a su lado derecho—. ¡Déjame ver!
—Voy a ir a vestirme... y a acabar de despertarme —dijo Sasuke, lanzándole la nota a Naruto y levantándose de su asiento—. Nos vemos ahora.
—¡Es verdad, Seina-nee!
—Ve subiendo si quieres. Yo recojo aquí en un momento.
Se levantó, levitando los platos vacíos de Sasuke y Naruto, y llevándolos a la cocina. Escuchó a Kakashi levantarse silenciosamente detrás de ella, siguiendo sus pasos como una sombra. No se giró, pero notó como se inclinaba sobre ella, oliéndola.
—No quiero imaginar cómo olerás dentro de unos años, si ya hueles así ahora.
Se giró para irse a vestir, viendo como tenía las pupilas contraídas de la excitación. Le vio colocarse la máscara facial de nuevo. Sacudió la cabeza, tragando, para recuperarse, pero Seina observó de reojo su erección en los pantalones.
—Hasta pronto —se despidió ella, dándole un leve beso en la mejilla y acariciando su pecho seductoramente con un dedo.
Vio como intentaba recuperarse mirando por la ventana de la cocina al jardín trasero. Subió las escaleras sin sentirse ni un poquito mal. Seina no era la única jugando con la línea roja. Kakashi podría haberse ido a su cuarto, pero había preferido acercarse de nuevo a ella sabiendo lo que iba a pasar.
Se puso el uniforme lo más rápido posible, lavándose los dientes y recogiendo sus cosas antes de salir por la ventana.
—¿Qué creéis que vamos a tener que hacer? —preguntó Naruto con excitación.
—Ni idea.
—Cuanto antes lleguemos a la oficina de Tsunade-sama antes lo sabremos.
Fue como si le hubieran prendido un petardo en el culo a Naruto. Los cogió a ambos por las muñecas, ignorando sus gritos indignados, y tiró de ellos hasta la torre de la Hokage. En cuanto la secretaria los vio llegar, a paso muy ligero, se levantó de su asiento y llamó a la puerta de su maestra.
—Adelante.
—¡Vieja! —llamó Naruto abriendo la puerta de golpe. Esquivó la maltrecha grapadora—. ¿De qué se trata nuestra misión?
—¡Na-ru-to! ¡Te he dicho mil veces que no me llames vieja! —siseó la Hokage. Luego pareció darlo por perdido, masajeándose la sien, y suspiró—. Tomad. El pergamino con la información. Seina, tú eres la líder. Vuestra misión es investigar un presunto tráfico de menores cerca del país de las Olas. Rescatad a los menores. Ahora, salid de mi vista mocosos.
Seina suprimió una risa. Sasuke cogió del cuello del chaleco a Naruto y lo arrastró afuera. Salieron en dirección a la entrada más cercana, hablando de lo que esperaban encontrar.
—Bueno, será mejor que vayamos allí cuanto antes —dijo ella, alzando ambos brazos para que se cogieran a ella.
Usó el hiraishin para teletransportarlos cerca del país de las Olas. Sasuke y Naruto comprobaron que estaban solos, a pesar de sus hechizos preestablecidos en esas coordenadas, mientras ella abría el documento.
—No parece que tengamos mucha información —pensó en el aire—. De momento ya hay unos 18 niños desaparecidos en las últimas 2 semanas.
—Menudos idiotas —chasqueó la lengua Sasuke—. Vaya forma de llamar la atención.
—Sí, no parece ser la obra de un ninja.
—O, al menos, un ninja listo.
—O, tal vez, los ninjas implicados están muy confiados —se encogió de hombros—. Por lo que sabemos tenemos un círculo de desapariciones en el mapa. Probaré de encontrarlos con mi hechizo a los chicos desaparecidos.
La flecha giró en varias direcciones, como si no supiera decidirse. Sasuke y Naruto alzaron una ceja.
—¿Por qué se está comportando de esa forma? —preguntó Naruto.
—Tiene pinta de que no están todos en el mismo lugar.
—Prueba con los secuestradores.
La flecha volvió a hacer de las suyas, apuntando en una dirección totalmente nueva que no coincidía con la de los chicos.
—Está claro que tenemos que hacerlo a la vieja usanza. Aquí está pasando algo raro. Será mejor que vayamos a interrogar a los familiares.
—¡Yosh! ¡Empieza nuestra primera misión en equipo de rango A!
—Por aquí.
—¿Vas a anunciar cada cosa que hagamos? —suspiró Sasuke, sin mirar a Naruto, echó a andar detrás de ella.
—¡Claro que no!
—Shh —los calló ella—. Ahora no es momento para vuestras discusiones en voz alta.
—¡Claro que no! —dijo Naruto mentalmente, abriendo el vínculo solo para discutir con Sasuke.
Sasuke rodó los ojos y lo ignoró mentalmente también. Viendo que no le hacían caso y que ella ya estaba metida de lleno en la misión, Naruto se serenó y dejó de pelear con Sasuke. Solo esperaba que la paz durara unas horas, al menos.
Notes:
Kakashi rozando el límite como siempre :).
Cada vez la cosa está más caliente, hehe.
Chapter 92
Notes:
Advertencia: secuestro, mención de violación, abuso de menores, tortura de menores, chantaje.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Estuvieron un rato corriendo en dirección a los primeros secuestros, que curiosamente estaban relativamente cerca. Sucedieron en unas pequeñas aldeas vecinas de unos 500 a 1000 habitantes. Encontrar a las familias afectadas fue bastante fácil. Solo tuvieron que preguntar a alguien por la calle y, en cuanto vieron sus bandas ninjas, les indicaron el lugar a donde dirigirse.
La primera familia a la que interrogaron los dejó pasar rápidamente. Al parecer, ellos eran los que, junto con otras familias, habían dado la voz de alarma a Konoha.
—¡Os estábamos esperando! Pasad, pasad —les dijo la señora de la casa—. Prepararé algo para comer y beber y llamaré a mi marido. Disculpadme un segundo.
Dejó que se acomodaran en una mesa de estilo japonés, con cómodos cojines. Naruto, Sasuke y Seina observaron la casa en busca de pistas, pero no había nada relevante. Se fijaron en las fotografías familiares encima de un mueble cajonero. Según lo que podían ver se trataba de una familia de 4 personas: los padres, un hijo pequeño de unos 10 años y una niña de 5.
—¿Cuándo se dieron cuenta de que su hijo había desaparecido? —preguntó ella después de saludarse todos y aceptar un té.
—Hace unos 15 días. Mi hijo le llevaba la comida a mi marido cada día. Hace 15 días salió de casa con la comida preparada, pero no llegó a su destino —dijo con voz entrecortada Himeko—. Por eso sé con exactitud el momento en que lo cogieron.
—¿Tiene idea de quién pudo ser? ¿Algún enemigo? ¿Alguien sospechoso? ¿Un desconocido que merodeara por aquí unos días antes?
—No. Nos conocemos todos así que, de haber aparecido alguien extraño, lo habríamos sabido.
—Tampoco tenemos enemigos —sacudió la cabeza el marido, Takeshi—. Como ha dicho mi mujer… todos nos conocemos, somos vecinos desde hace muchos años. ¿Quién podría hacer algo así?
—¿Dónde trabaja exactamente, señor Sakai?
—Soy carpintero. Unos días a la semana trabajamos dentro de la aldea, en el taller, y otros días vamos a talar árboles a un par de kilómetros de la aldea para tener material con el que trabajar. Ese día me tocaba fuera de la aldea.
El señor les dio el punto exacto donde estaba trabajando aquel día en el bosque. Los Sakai no podían decirles nada más porque no tenían más información. Seina pidió ver una fotografía del chico, duplicándola para ponerla en el informe que Sasuke había estado redactando con lo que habían descubierto. Naruto, mientras tanto, había examinado el perímetro de la casa, sin encontrar pistas.
Preguntaron a algunos aldeanos y a los amigos y conocidos del chico desaparecido. La mayoría no pudo aportarles nueva información ni datos relevantes. Según sus amigos, Yuji Sakai no tenía nuevos amigos, ni había conocido a nadie extraño, ni pensaba escaparse, ni tenía un escondite en el bosque…
Después de eso, fueron a la localidad vecina, donde recibieron un trato más o menos igual. La única que pudo atenderlos fue la madre del desaparecido, que no paraba de llorar.
—Sé que mi hijo no se ha escapado. Sé que le ha pasado algo. ¡Alguien tiene que haberlo secuestrado en la aldea!
—¿Conoce a alguien que pudiera estar interesado en él? ¿Amigos nuevos? ¿Algún novio o novia…?
—No. Claro que no. Mi hijo había cumplido hace poco 10 años. No estaba interesado en esas cosas y siempre salía con los niños de toda la vida. De haber cambiado algo, él me lo habría dicho.
Le pidieron una fotografía de su hijo, sus datos, y se marcharon. Los conocidos y amigos tampoco tenían información importante para ellos así que se fueron con las manos prácticamente vacías. Seina pestañeó al ver los ojos negros del chico sonriente en la imagen y le entregó la copia a Sasuke para su informe.
Salieron de la aldea en busca de la siguiente familia. Pasaron un par de horas en las que corrieron de arriba abajo interrogando a los familiares de cada uno de los niños secuestrados. Cuando salieron de la quinta casa tuvo la sensación de que se le escapaba algo. Hizo que se pararan en mitad del bosque para poder hablar de lo que tenían hasta ahora.
—Prácticamente no sabemos nada. Ninguno de ellos es ninja —frunció el ceño Sasuke—, aunque no crean haber visto a un extraño observando a sus hijos eso no significa que sea verdad.
—El teme tiene razón. Aunque es raro que tanta gente coincida con que no llegó nadie nuevo a la aldea en el momento de las desapariciones.
—Eso solo puede significar dos cosas: o que no se dieron cuenta ya que, quien fuera, es suficientemente hábil como para pasar desapercibido o que los secuestradores son gente que conocen —resumió ella—. Mmmm… Déjame ver los informes que llevamos hasta ahora.
Seina puso cada informe uno al lado del otro ordenándolos cronológicamente según el día de su desaparición. En cuanto se apartó para observar todas las fichas se dio cuenta de que había un denominador común. A su lado, Sasuke, hizo un sonido de sorpresa al darse cuenta de lo mismo.
—Parece que hay un patrón —pensó ella en voz alta—. Mirad sus apariencias físicas.
—Y las edades.
—¿Queréis decir que al secuestrador le gustan los niños pequeños con cabello y ojos oscuros? —preguntó Naruto. Su hermano y ella intercambiaron miradas antes de girarse a Sasuke—. Huh. Como el bastardo.
—Deberíamos interrogar a las otras familias. Si estamos en lo cierto, tendremos a 18 menores secuestrados de aspecto similar y temprana edad.
Estuvieron todo el santo día haciendo las mismas preguntas a otras 13 familias distintas, a sus conocidos y amigos. Todos coincidían con que no se habían fugado, con que no habían conocido a alguien nuevo, con que no tenían enemigos y no habían visto nada raro. Era un verdadero misterio, o todos estaban ciegos como un topo.
Esa noche, cuando puso la tienda de campaña en las afueras de la última aldea que visitaron, cenaron hablando del caso.
—Teníamos razón. Alguien tiene un gusto particular —dijo ella mirando las 18 fichas con fotografías duplicadas de niños que tenían más o menos los mismos rasgos.
—El menor tiene 10 años y el mayor 14 —pensó en voz alta Naruto.
—En realidad, el grueso de los secuestrados se encuentra entre los 10 y 12 años —replicó Sasuke, ordenando las fichas por edades.
—¿Creéis que es coincidencia? —preguntó inocentemente su hermano.
—Naru… Creo que los secuestra así porque todavía no tienen las características de un hombre adulto —le explicó ella lo más escueta posible.
—¿Carac- Cómo barba y esas cosas?
—Sí. A quien sea… le deben gustar los niños con este aspecto. Fíjate en los únicos secuestrados de 13 y 14 años. No tienen ni un solo bello facial y su aspecto es todavía muy infantil.
—Es un pederasta —intercedió con rostro severo, frío, Sasuke.
—Me temo que sí…
El rostro asqueado y conmocionado de Naruto la hizo suspirar. Su hermano, a veces, seguía siendo muy inocente. Seina, que sabía todos los trucos para investigar este tipo de casos, y muchas otras situaciones policiales, les estuvo explicando lo que pensaba hacer.
—Primero tenemos que ordenar los informes según el orden en el que fueron secuestrados. Marcaremos el lugar donde fueron raptados en el mapa. Eso nos mostrará la dirección en la que se ha movido el secuestrador a lo largo de las últimas semanas —les dijo ella—. Todos ellos, además, coinciden con que no hubo nadie nuevo en la aldea. Así pues, tenemos 2 opciones como secuestrador: o un ninja o alguien conocido. Para descartar la segunda opción, tendremos que volver a investigar qué personas salieron de la aldea un par de días antes y después del momento del secuestro.
—¿Otra vez tendremos que ir aldea por aldea? —preguntó Naruto—. ¿Por qué necesitamos saber eso?
—Naruto, fíjate. Todas las familias han dicho que no vieron a nadie “nuevo” en la aldea, y cito textualmente —le explicó ella—. Eso no significa que no hubiera alguien conocido que pudiera secuestrar a los chicos. Si fue alguien conocido, lo más lógico es que hiciera ver que no estaba en la aldea o que se fuera unos días después del secuestro para hacer ver que tenía una coartada.
—Eso significaría que tiene algún lugar donde puede dejar a los niños un par de días mientras no se va de la aldea —dijo Sasuke—. En realidad, es una buena hipótesis.
—Sinceramente, la idea de que un ninja esté detrás de esto me resulta difícil de creer —se encogió de hombros ella.
—¿Por qué? —preguntó Sasuke, mirando los archivos—. ¿Qué has visto?
—¿Eh? ¿Hay algo más en los informes que podamos deducir? —pregunto Naruto.
—Fijaos en algo —sonrió ella, sobresaliendo unas 12 fichas de las 18—. En todos estos casos, los secuestros fueron en lugares apartados. El secuestrador esperó a que estuvieran a solas, lejos de los lugares que frecuentaban normalmente así que eso me deja saber 2 cosas: 1) que los conocía y los había acechado de antemano, y, 2) que era preferible esperar ya que era más fácil para él secuestrarlos de esta forma.
—Hn. Demonios. Eres buena —admitió con admiración Sasuke cuando comprendió lo que quería decir. Miró de reojo a Naruto, quien fruncía el ceño pensativo—. Dobe. ¿Por qué iba un ninja necesitar acecharlos tanto cuando podría cogerlos de su propia habitación sin que nadie se diera cuenta? Son civiles. No habrían opuesto ningún tipo de resistencia a ningún ninja. Ni siquiera a un genin.
—Exacto. El hecho de que se haya tomado tantas molestias para facilitar el secuestro demuestra que es más probable que sea un civil el que los haya secuestrado —asintió ella firmemente—. Además, nadie se enteró de los secuestros que hubo en plena aldea. Por otro lado, un ninja no sería tan descarado a la hora de llevar a cabo tantos secuestros ya que sabría que, tarde o temprano, Konoha lo acabaría investigando.
—Lo que significa que los chicos conocían al secuestrador. Seguramente lo seguirían hasta algún lugar solitario, o algo por el estilo.
—Lo conocían o era alguien en quien se suponía que podían confiar. Quizás también fuese alguien que se suponía debía ser inofensivo.
Cuando acabaron de marcar los puntos, ordenar las fichas cronológicamente, repasar la información, etc ya era medianoche. Los tres miraron el mapa con algo de confusión. Entonces, recordó cómo se había comportado su hechizo cuando los intentó localizar con su magia.
—Creo que es posible que tenga un cómplice —dijo ella—. ¿Os acordáis de mi hechizo? Parecía que no estaban secuestrados en la misma dirección y, sin embargo, el secuestrador apuntaba en dirección oeste. Mirad el mapa.
Señaló con el dedo la ruta que había estado haciendo, casi en forma de círculo.
—Es verdad. Alguien tiene que estar vigilando y dando de comer a los niños, de lo contrario, ¿cómo ha secuestrado a 18 personas en menos de 22 días?
—¿Sabéis a lo que me recuerda? —preguntó Naruto en voz alta—. A una misión que tuve donde tenía que escoltar a unos mercaderes de bandidos. Paraban en cada aldea de una ruta comercial, cada uno o 2 días. Vendían sus productos en una tienda improvisada y luego se volvían a ir con sus caravanas.
Seina y Sasuke intercambiaron miradas.
—Es muy posible. Si son mercaderes que visitan estas aldeas de forma reiterada por temporadas eso querría decir que los aldeanos los conocen desde hace mucho tiempo.
—Y no sospecharían de ellos, pero, ¿por qué secuestrarlos ahora?
—Interesante pregunta… —se dijo a sí misma Seina—. Será mejor que lo dejemos para mañana. Ahora no vamos a poder resolver nada más.
Al alba del siguiente día, Seina estuvo pensando en un plan mientras desayunaba en silencio.
—Hoy me centraría en buscar a los secuestradores. Aunque no estén cerca de los cómplices ni de los niños secuestrados tienen que tener información sobre dónde tienen a los niños y porqué los están raptando.
—¿Por qué no rescatar primero a los niños?
—Porque si lo hacemos alertaríamos a los secuestradores, que se esconderían el tiempo que hiciera falta para que nos fuéramos antes de volver a actuar. Además, puede ser que intenten… deshacerse de las pruebas antes de que vayamos a por ellos —y parte de las pruebas eran los mismos niños.
—No me gusta —chasqueó la lengua Naruto—, pero tienes razón.
Usó el hechizo para dirigir al equipo y acortar el tiempo ahora que tenían una idea más o menos clara del modus operandi. Los secuestradores no se quedaban a los niños, sino que se los entregaban a un cómplice. Con razón su hechizo se había vuelto loco. Sin embargo, tal y como les había dicho a Sasuke y Naruto, los secuestradores deberían saber dónde entregar a los chicos. Eso llevaría a su equipo hasta los niños secuestrados sin tener que buscarlos por todo el mapa con el hechizo, evitando perder bastante tiempo.
Corrieron a toda velocidad en dirección oeste, siguiendo la flecha de su hechizo. Tardaron relativamente poco en llegar hasta un pequeño pueblo lleno de niños jugando y gritando en las afueras, bajo la atenta mirada de sus madres. Antes de que pudieran darse cuenta de que estaban allí Seina cogió a sus hermanos por los brazos.
—Mirad —dijo ella, apuntando a unos carromatos que estaban entrando justamente en ese mismo momento—. Podría ser alguno de esas tiendas ambulantes.
—¿Qué hacemos? Necesitamos alguna prueba contundente, ¿no?
—Tengo un plan —sonrió ella mirando a Sasuke de arriba abajo. Él la miró con algo de preocupación en el rostro.
Minutos después, se adentraron sigilosamente en la aldea sin que nadie los viera. Sasuke, vestido como un civil, suspiró antes de salir a una calle de tierra bajo un hechizo de compulsión. Naruto y ella lo siguieron en silencio.
—¿Crees que funcionará? —preguntó su hermano en voz baja.
—Por supuesto. No solamente Sasuke es más atractivo que la mayoría de niños civiles, sino que cumple con el perfil de los secuestradores, está solo y lleva uno de mis hechizos. Si hay alguien buscando a un niño de estas características se verá atraído hacia él.
Sasuke fue paseando como distraído por toda la aldea. Hizo caso omiso de las miradas curiosas de algunas personas que seguramente se preguntaban quién era, y fue visitando las zonas más apartadas dentro de la aldea que encontró. Tardaron horas en ver algo interesante.
—Mira —le dio un codazo Naruto.
Señaló con la cabeza hacia un par de carromatos que habían sido puestos estratégicamente bajo unos árboles, en una zona algo alejada de las calles principales. Se acercaron hasta allí, viendo como había un par de hombres manipulando uno de los carromatos. Parecía que estaban haciendo una montaña de grandes piezas de pieles de cuero. Los observó extrañada. Entonces, como si fuera el destino, Sasuke apareció por allí con las manos en los bolsillos mirando a los pájaros como un puñetero idiota.
La cabeza de ambos hombres se levantó al instante, como por arte de magia. Supo en ese entonces que los tenían. Observó cómo, a su vez, vigilaban los alrededores. Uno llamó la atención a Sasuke, levantando una de las pieles para mostrársela como si quisiera vendérsela. Sasuke se acercó con una sonrisa francamente falsa que no engañó a nadie, salvo a los secuestradores.
—Déjame que te enseñe mi género —le dijo uno con aspecto jovial. Se levantó como si estuviera tuviera todo el tiempo del mundo y se dirigió al otro lado del carromato.
El otro hombre se quedó levantado, trabajando en algo mientras miraba hacia el otro lado. Claramente vigilando. Sasuke se acercó a la parte trasera del carromato, que quedaba justo bajo el gran árbol, oculta por el segundo carromato. De no ser porque los estaba mirando expresamente, no podría haber visto como le daban un golpe en la cabeza con una herramienta de hierro y lo metía aprisa dentro del carromato antes de ponerle encima un montón de pieles para cubrirlo.
Naruto y Seina se miraron. Habían sentido el genjutsu de Sasuke así que sabían que estaba despierto y consciente. Hizo un gesto a Naruto para que la siguiera. En cuanto estuvo escondida entre las ramas del árbol, viendo como seguían vendiendo alguna pieza de cuero y unas cuerdas artesanales, lanzó la maldición imperius a ambos para que dejaran lo que estaban haciendo y la siguieran.
—No te muevas. Los estoy dirigiendo fuera de la aldea.
—Genial —espetó Sasuke. Seina evitó reír al escuchar lo hastiado que estaba del olor a cuero.
Tardaron media hora en salir de nuevo de la aldea y dirigirse a un claro cercano donde no hubiera nadie. En cuanto estuvieron a solas, Sasuke salió pitando de debajo del cuero. Naruto y Seina se rieron silenciosamente al verlo.
—Empecemos con el interrogatorio —dijo Sasuke mientras se cambiaba de ropa ahí mismo sin ningún tipo de pudor y se ponía sus armas en su sitio.
—Solo tengo que ordenarles que me lo cuenten todo —intercedió ella—. Será coser y cantar.
Y así fue. Los dos secuestradores les explicaron su historia. Al parecer, ninguno de ellos era un pederasta ni estaba encantado por secuestrar a los niños, pero según ellos no tenían opción. Habían conocido a un hombre, alguien que les suministraba material, hacía un par de meses. Esta persona al parecer tenía pruebas factibles de las infidelidades de ambos comerciantes así que empezó a chantajearlos con contarles a sus mujeres sus aventuras extramatrimoniales, una de las cuales acabó con un bebé bastardo que mantenía en secreto enviándole dinero a su amante. Los hombres, al principio, habían aceptado su chantaje pensando que sería un intercambio fácil. Sin embargo, el chantajista quería que usaran su posición como comerciantes ambulantes para que le entregaran a un niño de unos 10 años con el cabello y ojos negros del que se había quedado prendado en uno de sus viajes a otra aldea.
—¡Obviamente nos negamos! —contestó uno con rostro asqueado—. ¡No somos los mejores maridos del mundo, pero no somos unos secuestradores ni pederastas!
—Le dijimos que no y que íbamos a informar a las autoridades de sus perversiones, pero eso a Morio no le gustó nada... —dijo el otro, con expresión llena de dolor—. Al día siguiente, nuestros hijos desaparecieron y me enviaron una cesta con la mano de mi hija. Había una nota que decía que habíamos forzado su mano y que o aceptáramos su petición o lo siguiente que nos mandaría sería su cabeza.
—Pero, ¿por qué no pedisteis a Konoha ayuda? —preguntó Naruto con enfado e incredulidad—. ¡Podríamos haber rescatado a vuestras familias sin que tuvierais que aceptar el chantaje!
—¿Es que no lo ves, chico? ¡Ya nos mandó una mano! ¡De no haberle entregado al primer niño ese mismo día nos habría mandado la cabeza de alguno de nuestros hijos! ¿Habría sido arrestado? Sí, pero habría matado primero a nuestros hijos.
—En ese momento no teníamos el dinero para pagar un rescate con la ayuda de los ninjas así que hice lo que tuve que hacer —sollozó con una mezcla de culpa, arrepentimiento y dolor—, pero luego… luego fue demasiado tarde para dar vuelta atrás. Sabía lo que les esperaba a esos chicos. Y era culpa mía por ser su cómplice. En cuanto probó al primero…
—Ya no quiso parar.
Sasuke los miró con asco, viendo como lloraban en el suelo. Naruto, blanco como la nieve, estaba callado mientras asimilaba que los niños secuestrados seguramente habían sido violados, o peor. Seina acabó de interrogar a los cómplices de Morio Urayama, el verdadero cerebro de toda la trama, y luego los dejó inconscientes. Sabían ahora dónde estaba el violador así que irían a por él y rescatarían a todos los que quedaran con vida.
—Los retendremos de momento en las celdas de mi maleta e iremos al encuentro con Urayama. Según ellos está esperando al siguiente chico así que lo abordaremos y lo interrogaremos a él también.
Así fue como Naruto y Seina se transformaron en ambos hombres con un henge mientras Sasuke viajaba invisible para que no se dieran cuenta de su presencia. Tardaron casi una hora en llegar al punto de encuentro. Era una aldea vecina donde ya habían secuestrado a otro chico. Urayama los esperaba en uno de los moteles, sin prisas, acompañado de un carruaje que usaba para viajar y donde escondía a los chicos maniatados y amordazados hasta llevarlos a donde fuera que los tuviera.
Urayama la vio entrar sola, sin el carromato, así que se alzó de la terraza donde estaba tomando el té y, sin dirigirle la palabra para no llamar la atención, pagó su cuenta y recogió sus cosas dispuesto a irse cuanto antes. Seina, quien lo esperaba junto a Naruto en las afueras, lo vio aparecer con su propio carruaje y un par de caballos.
—Ah, Kijuro… Sabía que no me fallarías —sonrió maliciosamente—. Quiero verlo.
Sasuke desactivó el brazalete y le propinó un puñetazo en la nariz de improvisto. Naruto parecía querer darle uno de esos él también, pero se conformó, como ella, viendo como Sasuke lo maniataba y lo dejaba sentado en el suelo con la nariz sangrando. Parecía conmocionado por haber sido pillado, aunque no pudo evitar la mirada lasciva con que observaba atentamente a Sasuke. Seina supo en ese instante que no estaba bien de la cabeza. Sus perversiones le habían podrido tanto el cerebro que le daba igual que lo pillaran mientras pudiera violar a unos cuantos niños.
—¿Creías que no íbamos a enterarnos, Urayama? —le siseó Sasuke—. Eres escoria.
—No pienso deciros nada —escupió sangre al suelo.
—No hace falta —dijo ella tranquilamente—. Imperio.
Urayama cantó como un pajarito. Les contó cómo empezó su obsesión con el hijo de una familia noble con la que hacía tratos comerciales. Lo conoció de joven, pero su víctima estaba tan protegida que Urayama no osó tocarlo, a pesar de anhelar hacerlo, hasta que se convirtió en adulto. Cuando se convirtió en adolescente y dejó de parecer un niño pequeño, el chico dejó de prestarle ninguna atención para centrarse en las chicas de su edad. Enfurecido, la imposibilidad de hacerse con ese chico sumada a sus deseos carnales lo trastocó, provocándole una obsesión y la necesidad de saciar su apetito como fuera. Entonces, vio por casualidad a un niño de 10 años muy, muy parecido al chico que se le había escapado.
Confesó también haberse dado cuenta de que estaba muy protegido debido a que todos se conocían en la aldea. Durante un tiempo pensó en cómo hacerse con él sin que nadie se diera cuenta hasta que comprendió que había alguien que tenía acceso al niño sin llamar mucho la atención: los mercaderes ambulantes.
—Yo mismo pagué a esa puta para que se acostara repetidamente con Kijuro. Le pagué una gran suma para que se quedara embarazada de él. La muy furcia aceptó porque sabía que estaba casado, que tenía familia, y que además de mí dinero le podría pedir dinero a Kijuro a cambio de su silencio —rio maliciosamente Urayama—. Lo más gracioso de todo fue darme cuenta de que no era la primera puta a la que se tiraba. Así pues, con esa información y teniendo pruebas fotográficas, supe que podría chantajearlos.
—¿Por qué creíste que no iban a reportarte? —preguntó Sasuke.
—¿Por qué? Por dos motivos: Kijuro y Fujioka no eran los más apropiados para ir culpando a otros de sus supuestos pecados y, además, tenía acceso directo a sus familias.
—Pero, ¿¡por qué!? ¡Sabías que te iban a coger tarde o temprano!
—Lo sé. ¿Acaso no has tenido nunca un deseo irrefrenable de hacer algo, chico? Eres demasiado joven quizás, pero a mí me daba igual mientras pudiera follarme a ese niño que se me escapó. Ahora podéis arrestarme, me da igual —reiteró sin miedo alguno—, pero ya he conseguido lo que quería.
Seina le apretó el hombro a su hermano, viendo su rostro verde de las náuseas. Sasuke, aunque asqueado, parecía más enfadado que triste.
—¿Quién ha hablado de arrestarte? —preguntó ella en voz baja—. Vas a sufrir lo que sufrieron tus víctimas, me temo.
Le envió una maldición de karma y lo dejó inconsciente. Naruto vomitó sin poder contenerse en los pies de un árbol. Metió a Urayama en la maleta, en una celda, y regresó. Empequeñeció los carromatos y todo el material mientras Naruto y Sasuke se recomponían. Ninguno de ellos había hecho antes una misión de rango A de este tipo. Las otras misiones, de rangos inferiores, no tenían nada que ver con lo que se pedía de los ninjas en misiones de rangos superiores. Ya no solo se trataba de proteger, espiar y matar a otros ninjas…
Sasuke, percibiendo sus pensamientos, se sentó en un tronco.
—¿Has tenido alguna otra misión como esta? —preguntó queriendo consuelo.
—Me temo que sí… —suspiró ella—. No todas las misiones de rangos superiores tienen que ver con el mundo ninja sino con las capacidades del ninja contratado para llevarlas a cabo a pesar de lo que se pueda… encontrar durante la misión. Violaciones, torturas, esclavitud, secuestros, chantajes… No son exclusivos del mundo ninja, ¿sabéis? Es por eso que no todos los chunins están equipados para hacer frente a semejantes misiones.
—Pero, ¿por qué hacer algo así? —preguntó Naruto de nuevo—. Es como si no le importara nada mientras pudiera- pudiera… violarlos.
—Es que no le importa —le contestó Sasuke—. Es un enfermo.
—Exacto. Gente así… No debería vivir en sociedad.
—No sé si podría haber hecho esta misión de rango A sin ti —confesó Sasuke—. Los habría matado de la rabia.
—Es vuestra primera misión de rango A. Por eso estoy aquí.
De lo contrario, un par de chunins no habrían sido contratados ellos solos. Aun así, sabía por qué Tsunade-sama les había dado una misión tan dura como su misión tirita. Estando con ella, una persona de confianza, podían enfrentarse a la realidad de ser un jonin y un ninja de alto rango más gradualmente. Era justo lo que habían hecho con ella. La habían puesto en un equipo con Tenzou, que era uno de sus senseis, para su “primera” misión de rango A como tokubetsu jonin. Por eso se llamaba a la primera misión de rango A la misión “tirita”: una vez arrancada de golpe era más fácil continuar.
—Vayamos a rescatar a esos chicos —dijo ella, levantándose de golpe—. Tenemos mucho trabajo qué hacer todavía.
Con una nueva determinación, Naruto se lavó la boca y Sasuke se levantó del tronco. Salieron corriendo en dirección al escondite de Urayama para rescatar a los hijos secuestrados y a los niños que quedaran con vida.
Notes:
Aquí tenéis el próximo capítulo. Os aviso ya que el capítulo 93 será más explícito que este. Me imagino que si el manga de Naruto fuera más adulto incluiría casos de este tipo.
Chapter 93
Notes:
Advertencia: violación, descripción explícita de un cadáver, secuestro, asesinato, tortura, profanación de tumbas y de cadáveres (si es que eso se puede considerar una advertencia).
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Cuando llegaron, a mediodía, a todos les rugía el estómago, pero decidieron seguir adelante primero con el rescate, como era lógico. Entraron en la casa cerrada de Urayama, en pleno bosque, y bajaron hasta el sótano donde los tenían retenidos. Abrieron la puerta del sótano, que chirrió debido al óxido de las bisagras.
—Está abierta.
—No creo que mucha gente visite esta casa.
—Ugh, huele fatal —susurró Naruto.
—No hay ventilación.
—¿¡Hola!? ¡Ayuda! —gritó una niña.
—¡Estamos aquí!
Seina entró primera, por si acaso, vio como había 5 niños secuestrados. Uno de ellos en muy mal estado. Arrancó la puerta doble metálica de cuajo.
—Coged a los otros, yo me llevo a esta —dijo ella, cogiendo en volandas a una niña con una mano amputada.
Vio en seguida el estado comatoso en el que se encontraba. Sinceramente, era un milagro que hubiera sobrevivido tanto tiempo con una mano amputada en unas condiciones pésimas. La metió directamente en la enfermería, usando el hechizo diagnóstico nada más dejarla en la cama. Usó a los clones para examinar a los otros mientras ella se encargaba de la niña pálida y, por lo que vio al quitarle las vendas y el torniquete, gangrenosa.
—¡Dios! —exclamó Naruto al verlo, poniéndose pálido nuevamente—. ¿Se puede recuperar?
—Déjala trabajar, idiota —le siseó Sasuke, cogiéndolo del brazo y arrastrándolo de ahí—. Estamos en el pasillo si nos necesitas.
Para ser honestos, iba a necesitar mucha ayuda. Tenía tantos problemas que temía que se le muriera mientras la estaba tratando. Por suerte, había un hechizo de estasis temporal que usaban los aurores para poder mantener a sus compañeros con vida hasta darles atención médica. No la dejaría en un limbo temporal indefinidamente, pero sí que la ayudaría a tener una o dos horas para poder pensar cómo tratarla y darle los primeros auxilios.
Para empezar, la amputación era la causa de todos sus males. Sufría septicemia, gangrena, estaba muy baja en hemoglobina, presentaba anemia y se encontraba en los estadios tempranos de un shock multiorgánico derivado de todo eso. Le chutó antibióticos y antipiréticos de buenas a primeras. Si no trataba la fiebre y la septicemia la niña estaba jodida. Luego tuvo que amputar más arriba su extremidad previamente amputada, produciéndole un corte limpio con un hechizo por encima del codo.
Uno de sus clones se desinvocó, aportándole información sobre los otros niños. Afortunadamente, todos estaban bien salvo por un par de moratones, deshidratación y malnutrición. Urayama, estaba claro, solo los había retenido como moneda de cambio en su chantaje. Por suerte para todos ellos. Le quitó la ropa sucia a la niña, dejándola desnuda antes de conjurarle un batín de hospital y de limpiarla a fondo varias veces con un hechizo.
Le cerró la herida del brazo amputado y le hizo beber una poción para recuperar el volumen de sangre perdido. Eso acabaría también con su anemia así que se centró en estabilizar su cuerpo para que no entrara en shock. Por fortuna, lo que le había dado parecía estar surtiendo efecto porque no tuvo que reanimarla ni una sola vez. Le puso también una vía parenteral para darle suero y otra para que se recuperara de su malnutrición.
—¿Quieres que te traigamos algo de comer? —le dijo Naruto en voz baja.
—Sí. Comeré aquí rápidamente mientras mis clones siguen con ella.
—Vale.
Seina comió en 10 minutos la comida que le habían calentado. Sasuke y Naruto, quienes estaban sentados a su lado comiendo con ella, le informaron de que no habían encontrado a ninguno de los 18 niños secuestrados en el zulo.
—Tendríamos que partir cuanto antes para rescatarlos —dijo Naruto—. Ya has visto como están estos, ¡y los necesitaba vivos para chantajear a los otros imbéciles!
—Por primera vez en la vida concuerdo con Naruto —suspiró Sasuke.
—Lo sé… Voy a necesitar un rato más con ella para estabilizarla, pero en media hora creo que podemos partir —contestó al lado de su paciente—. Dejaré a unos cuantos clones aquí abajo. Espero que no recaiga, pero no puedo prometer que no tengamos que parar.
Así fue como recogieron todo un rato después y se pusieron en marcha a la casa principal de Urayama, donde les había dicho que tenía a algunos secuestrados. Tardaron una hora en llegar. Se escabulleron por los tejados, aprovechando que era la hora de comer y las calles estaban más vacías, para entrar por una ventana de su casa. Bajaron hacia el sótano, también reconvertido en más celdas, y se encontraron con la peor posibilidad.
—Está muerto —susurró Sasuke, tocándole el pulso a uno.
—Y este también.
De los 12 niños secuestrados presentes, unos 3 estaban muertos desde hacía un par de días. Seina evitó que miraran el cuerpo de uno de ellos, tragando al ver como había muerto siendo violado incontables veces. Su cuerpo era un enorme moratón. Estaba boca abajo en el suelo, con su trasero en el aire, el ano desgarrado, y un cinturón extremadamente apretado en el cuello. No hacía falta ser un genio para saber que lo habían violado de espaldas y que lo habían retenido de esa forma porque no paraba de defenderse, a juzgar por las uñas rotas y heridas defensivas en los brazos. Tenía, además, el cráneo roto en la parte frontal de su rostro. Imaginaba de cuando lo tiraron al suelo antes de ponerle el cinturón a modo de soga en el cuello una última vez.
Lo enrolló con una sábana antes de que pudieran verlo.
—No preguntéis —les dijo a Sasuke y Naruto cuando vieron como salía de su celda con el cadáver ya tapado.
—…
—¿Cómo vamos a decirle a las familias que están muertos? —preguntó Naruto con los ojos brillantes por las lágrimas.
—Ya lo pensaremos después. Tenemos que rescatar a los otros.
Dejó a los vivos en su maleta, en la enfermería improvisada, y creó a unos cuantos más clones para que los trataran. Seina tenía el mal presentimiento de que los otros ya estaban muertos y enterrados en algún lado. Su hechizo había girado como loco, y Urayama no tenía más escondites que los dos que habían visitado. Deseó estar equivocada, pero en cuanto siguieron a su hechizo localizador hasta uno de los chicos restantes… Lo encontraron a los pies de un barranco, envuelto en una bolsa de plástico atada con cuerdas. Lo mismo sucedió con todos los demás.
Se sentaron en una roca, cuando ya habían recuperado todos los cadáveres y a los supervivientes, mirando el atardecer.
—¿Y ahora qué?
—Entregaremos a los niños de los secuestradores a sus madres, explicándole porqué habían sido secuestrados y qué va a pasar con sus maridos… A Fujioka y Kijuro los entregaremos a las autoridades civiles de la zona para que los castiguen.
—¿Y los niños secuestrados?
—Los que están con vida los devolveremos a sus familias. Los muertos… tendremos que hablar con ellos antes de darles sus cuerpos. En cuanto a Urayama… dudo entre hacerle pagar lo que hizo el resto de su vida o dejárselo a los familiares.
—Podríamos ejecutarlo.
—Lo sé, pero me molesta que muera tan fácilmente. Vamos, pasemos la noche en la tienda de campaña. Mañana nos espera un día duro.
El tercer día de misión estaba destinado a ser el peor. Los niños, todos ellos, parecían estar mucho mejor que el día anterior. Sasuke, Naruto y Seina se encargaron de lavar a los cadáveres y de… retocarlos, para entregárselos a la familia. No quería tener que enseñarle a ninguna madre o padre su hijo tal cual lo dejó el violador y asesino de Urayama.
Empezaron por la parte más fácil. Devolver los hijos de los secuestradores a sus familias y dejar a los dos inútiles en manos de la justicia civil. Tardaron bien poco en aceptarlos, sobre todo porque la palabra de un ninja era ley por encima de los civiles. En cuanto los despertó y confesaron ellos mismos sus delitos, se los llevaron esposados a los calabozos ante las expresiones atónitas y asqueadas de sus vecinos.
—¿Han rescatado a esos niños? —preguntó uno.
—A los que hemos podido.
Se despidieron de ellos, viendo sus rostros pálidos por encima del hombro. Las mujeres de ambos hombres, obviamente, no podían creerlo. Una vez dejaron de llorar de gratitud al abrazar y besar a sus hijos recuperados se fueron a ver a sus maridos en los calabozos. La niña del brazo amputado fue enviada directamente a la pequeña clínica de la aldea, donde un sanador se encargaría de ella.
—Pff —resopló Naruto—. Ahora queda lo peor.
—¿Qué hacemos primero? ¿Entregamos a los vivos o a los muertos?
—Yo seguiría el mapa que tenemos marcado para no tener que correr de arriba abajo —dijo ella, sacudiendo la cabeza—. Sé que podemos llegar en un segundo con hiraishin, pero deberíamos ir por orden.
Así fue como se dirigieron a la aldea más cercana. Por suerte, se trataba de la aldea de uno de los supervivientes así que le entregaron a la familia el hijo vivo.
—Mi hijo, pero ¿qué te han hecho? —lloró una madre abrazando fuertemente a su hijo, ahora consciente—. ¡Creí que nunca volvería a verte!
De pronto, llegaron los vecinos y luego los abuelos, y en menos de 15 minutos estaba la casa llena de desconocidos mientras su equipo entero era abrazado y recibía todo tipo de agradecimientos.
—¿Quién ha sido el culpable? —preguntó uno de los tíos, menos lloroso que los padres.
—Unos 3 hombres. Un par eran mercaderes ambulantes que aprovechaban para secuestrar a los niños a petición de un tercero.
Se elevaron las voces mientras pedían la cabeza, y el nombre, de los culpables. Viendo como estaban reaccionando supo que sería un error decirles que tenían el violador con ellos en su maleta. El caso era que todas las familias iban a reaccionar más o menos igual y no podía resucitar a Urayama 17 veces. Así pues, intercambiando miradas con sus hermanos, dio la mínima información.
—Creí que no íbamos a salir de allí en horas —reconoció Sasuke—. No podemos darles a Urayama o se lo cargarán.
—¿Y qué hacemos con él?
—Se lo entregaremos a las autoridades de su aldea, pero me aseguraré de caparlo.
El momento en que tuvieron que entregar el primer cuerpo fue desolador. La madre abrió la puerta, con el aspecto de haber envejecido 20 años en esas 2 semanas.
—Ah, hola de nuevo, Seina-san, ¿verdad?
—Sí. ¿Podemos pasar? Tenemos que hablar.
No supo qué fue. Si su rostro serio, el tono de voz exhausto y compasivo que tomó al pedirle que los dejara entrar, los ojos brillantes de Naruto o los puños apretados de Sasuke, pero lo comprendió. Se la quedó mirando con el rostro en blanco un par de segundos antes de ponerse a llorar silenciosamente.
—¿Sayomi? —llamó un hombre desde la casa—. ¿Qué sucede?
—Van a decirnos que Akira está muerto, ¿verdad? —preguntó sollozando ahora en voz alta.
—¿¡Qué!? —gritó el hombre y rápidamente apareció en la puerta—. ¿Es eso cierto?
—Me temo que sí. Akira, y otros 9 niños, están muertos.
Seina, y los demás, observó cómo se abrazaban en la entrada de la casa durante largo rato. Les entregó el cuerpo de su hijo, asegurándose que era el correcto gracias a las fichas de Sasuke, y les explicó escuetamente lo que había pasado cuando le suplicaron respuestas. Les dijo donde había entregado a los secuestradores y dónde pensaban entregar al asesino de su hijo.
Repitieron el proceso otras 16 veces. Para cuando acabaron estaba exhausta. Sasuke y Naruto llevaban sin hablar un par de horas, y todavía tenían el bastardo de Urayama en la maleta. Decidió hacer un último esfuerzo, a pesar de que ya estaba anocheciendo, yendo a entregar a Urayama. Decir que iba a pasarlo mal en la cárcel cuando todos se enteraran que era un violador y asesino de niños, bueno, era un eufemismo.
Le amputó el brazo derecho, su brazo dominante, y lo castró, también lo hechizó con unos cuantos encantamientos para que sufriera como sus víctimas el resto de su vida, antes de entregarlo.
—Nos ocuparemos de esta escoria —siseó un hombre, cuando se enteraron que había matado a 9 y violado a 18 niños durante días—. No os preocupéis.
—A las minas de cabeza irá, junto a los otros dos.
Se fueron de allí poco después, en dirección al bosque de las afueras. No tardaron nada en llegar a Konoha con el hiraishin. La esperaron mientras daba el parte de la misión, reticentes a separarse y tener que hablar con alguien.
—Volvamos a casa —habló ella por los tres.
Por fortuna, o desgracia, Kakashi estaba de misión así que llegaron a una casa solitaria. Se fueron a darse unos largos baños antes de bajar a cenar, aunque fuera una pieza de fruta. Seina, que estaba más acostumbrada a ese tipo de horrores, cenó algo más mientras Naruto removía la comida de su plato y Sasuke se obligaba a comer.
—¿Cómo podéis comer?
—Solo tengo 2 opciones: o hundirme, o recuperarme para poder seguir yendo a misiones y rescatar a más personas indefensas —dijo ella, que ya sabía qué decir en estas situaciones—. Tú decides.
Naruto la miró fijamente con el rostro en blanco. Entonces, miró su plato y cogió sus palillos.
—El mundo está lleno de personas terribles. Sabéis lo que tenemos que hacer, ¿no? Tomar fuerzas y encargarnos de esos hijos de perra cada vez que intenten abusar de gente indefensa e inocentes —siseó ella, recordando las cosas que había visto en su anterior y nueva vida—. Por eso somos ninjas.
Sasuke y Naruto fruncieron el ceño, pensativos, antes de comer con más ganas. Seina se acabó la comida casi deseando que la volvieran a enviar lejos, en busca de más escoria. Era un trabajo que nunca acaba, como el de los médicos. Siempre habría algún perturbado que necesitaba que lo arrestaran cuando creía que podía hacer lo que le diera la gana con los demás. Y ella iba a estar ahí hasta que no pudiera más.
Su determinación y enfado se traspasó a través del vínculo pasivo hacia Sasuke y Naruto. Se fueron a dormir no menos deprimidos, pero sí más determinados a que no los hundiera del todo lo que habían visto los últimos 3 días.
Cuando despertó al día siguiente todos seguían de bajón, pero estaban yendo en la buena dirección. Decidieron entrenar para distraerse y aprender un ninjutsu nuevo de la montaña de pergaminos que les dejó hacía meses Kakashi. Bueno, eso después de que ella regresara de su trabajo en el hospital ese viernes. Después de entrenar un rato, tuvo que regresar a la aldea para darle el pergamino con su informe escrito al departamento de misiones.
—Seina —llamó una voz a sus espaldas. Era Kakashi entrando en el departamento—. ¿Me esperas?
Ella asintió. Su maestro no tardó nada en entregar su informe y salir. La encontró recostada en el tronco de un árbol mirando a la nada.
—¿Seina? ¿Estás bien?
—Sí, podría estar mejor, pero, ¿qué se le va a hacer?
—¿Qué ha pasado?
—Una misión con niños muertos y violados.
Kakashi suspiró, pasándole un brazo por el hombro. La apretó contra él momentáneamente para consolarla.
—¿Cómo están Naruto y Sasuke?
—Eh, regular. He hablado con ellos, pero eso no quita que sea la primera vez que ven algo así.
—Ya, supongo que no. Hablaré con ellos si quieres.
—Como veas.
De no ser por el trauma de los últimos días se habría encerrado en su estudio para acabar el cuarto de libro que le quedaba por trabajar. No estaba de humor para temas picantes así que se tomó lo que quedaba de tarde para hacer una sesión de spa en su casa.
—¿Una qué? —preguntó Naruto cuando se lo comentó.
—Spa, Naru. Básicamente lo que hace la gente rica una vez a la semana: masajes, limpieza de cuero cabelludo, mascarillas fáciles, etc, etc. Todo lo que te puedas imaginar.
—¿Y cómo lo vas a hacer? —preguntó con cierto interés Sasuke, con los ojos brillantes.
—¿Por qué no hacemos una cosa? —dijo ella ahogando una sonrisa—. Vosotros movéis los muebles del comedor mientras yo bajo todos mis productos y hacemos una sesión aquí con mis clones.
—¿En serio? —preguntó excitado por primera vez en días su hermano.
—En serio.
Eso fue lo que hicieron. Conjuró cuatro mesas y mullidas butacas, así como sus clones, para que les hicieran una pedicura y manicura a todos ellos, incluido Kakashi quien estaba leyendo su libro porno con una mano. Luego les hicieron unos masajes de cabeza, les lavaron el cuero cabelludo, les pusieron sus productos más caros para el cuidado capilar, les limpiaron y masajearon la cara y, mientras tenían una mascarilla puesta, salvo Kakashi, les hicieron unos masajes en los brazos y en los pies.
Cuando acabaron, unas horas más tarde, a todos les rugía el estómago, pero estaban relucientes. Naruto y Sasuke parecían estar al borde del colapso debido al relajamiento mientras que Kakashi había abandonado hacía rato su libro en favor de cerrar los ojos y disfrutar del momento en silencio.
—Tengo que hacerme más sesiones —suspiró de placer ella mientras se tocaba el cabello sedoso y brillante.
—Hn.
Kakashi se tapó un bostezo, levantándose finalmente para ir a la cocina.
—Eres un genio, Seina. Casi me derrito en la camilla —le dijo el otro jonin—. Podrías hacerte de oro ofreciendo este tipo de servicio.
Poco después, cenaron todavía relajados y se fueron a dormir. Se despertó al rato, cuando escuchó como se abría una puerta y alguien bajaba al comedor. Bostezando, se levantó pensando que quizás pudiera ser Naruto o Sasuke incapaces de dormir, pero se encontró a Kakashi mirando por una ventana en mitad de la noche. Ni siquiera había encendido una lámpara.
—¿Kakashi? ¿Estás bien? —susurró, abrazándolo por detrás.
—Sí. Solo estaba pensando.
Seina se quedó en silencio. Sabía que, si quería contárselo, tarde o temprano lo haría. Así pues, cuando suspiró, le dio un abrazo por la espalda y dejó que él entrelazara sus manos con las suyas sobre su estómago. En cuanto apretó su mano, casi rindiéndose, supo que iba a explicarle su problema.
—Ayer, cuando regresé, Tsunade-sama me ofreció volver a anbu.
—¿Qué? ¿Por qué?
—¿Por qué ahora, quieres decir?
—Sí.
—Creo que, ahora más que nunca, necesita a todos los efectivos posibles. Fíjate en todo lo que está pasando —le explicó—. Está el tema de Itachi que todavía no hemos podido probar sin interrogar a Danzo, a pesar de que las pruebas que tenemos son más que suficientes para saber que es inocente. Luego está tu foto en el libro bingo, la gente que está atacando a los jinchuriki, la aparición de Akatsuki en nuestro territorio, los que intentaron matarte, a ti y a los otros candidatos, en el examen de ascenso a jonin a órdenes del Raikage… Por no hablar de Danzo, un enemigo dentro de nuestra misma aldea que ya ha intentado capturarte y que, por suerte, no sabe que vamos tras él. Todo lo que sabemos de él y de sus secretos es un grano de arena.
—¿A qué te refieres?
—¿Te acuerdas de lo que dijiste hace meses sobre que posiblemente Danzo le dio… material a Orochimaru? —Seina asintió en su espalda—. Tsunade-sama no quiere que involucrarte más en esto, por tu bien imagino, pero creo que debes saberlo. El comandante Ryu abrió la tumba de Hashirama Senju y no encontró el cuerpo.
—¿Qué? —preguntó ella con atónito.
Había esperado que le faltara un brazo o que tuviera signos claros de que le hubieran extraído sangre, pero, ¿el cuerpo entero estaba desaparecido? Danzo era más arrogante de lo que pensaba.
—Lo que escuchas, y eso no es lo peor —dijo Kakashi en un susurro. Se giró entre sus brazos para mirarla a los ojos—. A los cuerpos de los Uchiha… les han arrancado los ojos.
Se le puso el bello de punta al escucharlo.
—El problema es que no tenemos pruebas de que sea cosa suya —sacudió la cabeza, pasándose una mano por el cabello blanco—. Ninguno de los ninjas de Ne que hemos podido recuperar tiene ojos implantados ni células de Hashirama Senju.
Cuando le escuchó, solo podía preguntarse una cosa así que lo preguntó en un susurro en pleno salón sumido en la oscuridad.
—Entonces, ¿dónde están los ojos de los Uchiha y quién tiene las células del Primer Hokage?
Notes:
¿Podría haberme saltado las misiones más aberrantes? Sí, pero no sería una verdadera historia ninja. Siempre me ha faltado eso del manga, la verdad.
La historia se complica. Quizás os imagináis ciertas cosas que Seina no sabe todavía, solo porque las hemos visto en el manga/anime. ¿Cómo creéis que acabará el tema del equipo 7 y Danzo? ;)
Chapter Text
El misterio que le presentó Kakashi le duró todo el fin de semana. No les dijo nada a sus hermanos, que ya suficiente tenían esa semana, y se centró en su proyecto de novela que estaba a punto de terminar. Creó una portada de cuero tallado negro y azul marino, con el título grabado en el lomo que rezaba “Juntos hasta el amanecer”. No había sabido qué titularla así que ese honor lo había tenido Kurama, quien se lo habría propuesto sarcásticamente.
Kakashi, mientras tanto, parecía estar meditando lo de su regreso a anbu. Según él, había pedido algo de tiempo a la Hokage antes de decirle que sí o que no. A ella le costaba creer que simplemente no pudiera ordenarle volver, pero al parecer la secta anbu era especial. Podía ordenarle mil cosas como jonin, pero no podía ordenarle entrar en anbu de nuevo después de haber realizado su servicio de 5 años. Kakashi, como todos los anbu, seguían siendo anbus el resto de sus vidas, pero luego de su servicio solo regresaban a las misiones secretas si lo aceptaban expresamente.
—Eso quiere decir que hasta dentro de 5 años deberás acatar las misiones del comandante Ryu siempre que te lo ordene —le había explicado—. Después de los 5 años, solo harás las misiones que te ofrezca la Hokage cuando tú lo aceptes.
—¿Y no me podría ordenar esa misión siendo jonin?
—No. Como ya sabes, son misiones que requieren uno o más escuadrones entrenados.
Seina, como todos los demás, sabía bien poco de anbu. Toda esa información era algo que se aprendía de los superiores de forma oral, para que no quedaran documentos robables. De hecho, solo había realizado 2 misiones hasta ahora con la secta, pero sí que llevaba entrenando semanas con ellos. Según Kakashi, era normal debido a que estaba en el escuadrón más “relajado”. Aunque suponía que tenía algo de sentido. Los médicos debían ser siempre los últimos en morir y, por lo tanto, se los trataba de proteger a toda costa.
—Mientras estemos en tiempos de paz, el escuadrón anbu médico puede irse turnando para salir a las misiones de campo.
Lo que significaba, obviamente, que a su escuadrón le tocaba una de cada X veces salir de misión. En realidad, mejor para ella. Kakashi, no obstante, no formaba parte del escuadrón médico así que si aceptara volver sería puesto en un escuadrón de combate. La primera línea de combate, de hecho, así que se lo debía pensar muy bien ya que estaría en peligro siempre. Seina no dijo nada para convencerlo de que dijera que sí o que no, pero estaba preocupada. Él ya había cumplido sus 5 años como anbu y 3 extras, por lo que sabía. Tenía mucha suerte de estar vivo.
Sabía perfectamente porqué se lo estaba planteando. Por ella. Si decía que sí podría ayudar a investigar todo el caos que estaba sucediendo en Konoha y alrededor suyo, si decía que no podría vivir con ella sin miedo a morir en anbu.
El lunes, como no, tuvo otra misión. La enviaron de nuevo con Sasuke y Naruto al sur a cazar unos ninjas de bajo rango exiliados que estaban organizándose en algún punto indefinido.
—¿En serio tenéis que iros ahora? —preguntó Kiba—. Justo cuando empezábamos a entrenar.
Seina bostezó, pensando que sería una misión fácil, pero estaba equivocada. Para empezar, su hechizo no era capaz de darle una dirección exacta así que siguieron las coordenadas del mapa. Por otro lado, tenían 5 puntos distintos más o menos cerca en una región del sur que ocupaban bastante trecho que investigar. Aun así, al menos tenían por dónde empezar.
—Podemos ir volando. Desde el cielo tendremos una visión más completa.
Ella asintió. Sasuke se encargó de volar su dragón mientras ella los mantenía invisibles. Estuvieron dando vueltas por uno de los puntos marcados, sin mucho éxito. Parecía como si hubieran recogido las cosas y se hubieran ido hacía días.
—¿Es aquí?
—Eso parece.
—Bajemos a dar un vistazo.
Estuvieron comprobando las huellas, pero tal y como pensaban, hacía días que se habían ido. Lo curioso eran las marcas en un árbol indicativas de que había habido una pelea con kunais. Seina miró los otros árboles.
—¿No os parece raro?
—¿El qué? —preguntó Sasuke acercándose a su posición.
—Mirad. Hay marcas de kunais por todos lados.
—¿Crees que se habrán peleado entre ellos?
—O que alguien los atacó antes que nosotros —dijo ella, frunciendo el ceño—. ¿Qué habéis encontrado vosotros?
—Nada interesante. Es como si alguien los hubiera querido borrar del mapa.
—Huh.
—Demos un repaso por el perímetro.
En cuanto se alejaron caminando en círculos de aquel punto empezó a ver más marcas de peleas. También observó un tronco quemado junto a unos arbustos, como si le hubieran lanzado un jutsu de fuego. Por desgracia, el suelo del bosque estaba revuelto así que no encontró muchas pistas ni huellas.
—Nada, no hay nada —reiteró Naruto.
—Vayamos al siguiente punto a pie —ordenó ella—. Quizás veamos algo por el camino.
Tardaron media hora a paso rápido hasta las siguientes coordenadas. Seina estuvo atenta a sus alrededores, pero no había nada que indicara que hubiera habido combate. El siguiente punto en el mapa era prácticamente idéntico. Parecía como si no nadie hubiera usado el claro como una base temporal. Lo mismo sucedió con el tercer punto.
—Esto sí que es raro —asintió Sasuke.
—¿Será que nuestra información es errónea? El jutsu de Seina no apunta en esta dirección sino al noroeste.
—Sasuke —llamó ella de improvisto—. ¿Podrías usar a Aoba para que intentara captar alguna pista?
—Claro. Kuchiyose no jutsu.
Aoba era una serpiente adolescente, tímida y simpática, que medía aproximadamente un metro de alto y unos cuantos de largo. Su cabeza triangular casi retraída, sus pupilas verticales, pequeñas escamas suboculares y su color azulado casi negro le dejaron saber que era una Acanthophis antarcticus. Extremadamente venenosa. Era la segunda vez que la veía. La otra vez solo se saludaron unos segundos y no le dio tiempo a examinarla.
—Hola Sasuke-sama, Seina-sama, Naruto-sama.
—Aoba. ¿Podrías intentar decirnos cuánta gente ha pasado por aquí en los últimos días?
—Lo intentaré.
Dejaron que hiciera su trabajo mientras observaban el otro lado del claro. Era extraño emplear una serpiente como si fuera un perro trufero, pero Seina sabía que las serpientes tenían buen olfato, y Aoba era una serpiente ninja. Como esperaba, fue capaz de darles un número aproximado.
—Unas 10 a 15 personas pasaron por aquí. Los olores están muy disipados, pero quedan rastros en la tierra debido a que no ha llovido en mucho tiempo y este lugar no es transitado.
—Gracias Aoba.
—Puedes regresar —asintió Sasuke, dándole las gracias.
Aoba se marchó en una columna de humo.
—¿10 a 15 personas? —preguntó Naruto.
Sasuke y Naruto empezaron a divagar en voz alta mientras que Seina volvió a examinar el lugar. No había nada. ¿Cómo era posible que ninjas de bajo rango fueran capaces de deshacerse de todo, incluso de las huellas? Sasuke y Naruto sabían cómo hacerlo porque Kakashi los había entrenado a todos ellos para seguir el protocolo jonin, y evitar que fueran perseguidos o cazados en una misión. Como si alguien hubiera chasqueado los dedos en su mente, se dio cuenta de qué pasaba.
—No hay huellas.
—Ya, eso ya lo sabemos —suspiró Naruto.
—No. No hay huellas a propósito —reiteró ella—. Alguien ha estado aquí antes y se ha tomado las molestias de borrar su rastro. ¿Por qué?
—Mejor, ¿no? Alguien ha hecho nuestra faena.
—Mira que eres dobe. Ahora tendremos más faena intentando averiguar quién ha sido y por qué.
—Está claro que han sido ninjas de alto rango. Los chunins no acostumbran a seguir el protocolo y borrar las marcas casi imperceptibles que dejan durante las misiones.
—Entonces, ¿cómo demonios vamos a encontrar nada nosotros si alguien ya ha borrado todo lo que podíamos usar para rastrearlos?
—Naruto tiene razón —masculló Sasuke, como si le doliera admitirlo.
—Acabemos de investigar los otros puntos restantes, pero me imagino que no encontraremos nada.
Tenía razón. Así fue como pararon a comer mientras pensaban qué hacer. Los ninjas que tenían que eliminar no estaban y alguien había borrado las pistas de esos ninjas. Una de dos: o entre ellos había alguien de alto rango que sabía cómo esconder sus huellas o bien alguien se les había adelantado. Explicó sus pensamientos a sus hermanos.
—Está claro que alguien ha hecho nuestro trabajo sucio —negó con la cabeza Sasuke—. Las pocas marcas de kunais indican que hubo algún tipo de pelea.
—Podrían ser marcas de entrenamiento.
—Creo que eso es justamente lo que quieren hacernos pensar. De lo contrario, habrían borrado también esas marcas junto a las huellas.
—¿Y por qué dejar la marca de los kunais?
—¿Quizás ya estaban allí antes?
—Aquí hay algo extraño —pensó en voz alta—. Creo que será mejor que revisemos la información que nos ha dado la Hokage.
—Trae.
Sasuke le cogió el pergamino de las manos. Lo extendió, quedando él en medio entre Naruto y ella, y releyeron la información. Por más que mirara no veía nada raro. Suspiraron casi al unísono. Sasuke enrolló el pergamino y se lo volvió a entregar. Entonces, Seina notó algo raro. Lo cogió, examinando el sello de la Hokage en la parte externa, y se dio cuenta de que había un sello encima de un sello.
—Mirad esto —señaló con el dedo un borde que sobresalía—. Hay un sello encima de un sello.
—¿Un doble sello?
—Uno parece ser más reciente que el otro —dijo Sasuke, usando su sharingan para ver las diminutas diferencias—. Uno es más oscuro. ¿Por qué habrá sellado dos veces el pergamino?
—¿Y en días distintos?
—¿Nos habrá dado una misión por error? —dijo horrorizado Naruto de haber perdido el tiempo—. ¡Tenemos que volver!
—Un momento, Naruto… ¿Crees que no se ha dado cuenta de que ha puesto un sello justamente encima de su otro sello? —preguntó ella al aire—. Lo tiene que haber hecho a propósito. Aquí está pasando algo.
—¿Crees que la misión sigue vigente? —preguntó Sasuke.
—No, pero creo que no ha sido un error —contestó ella cavilando y uniendo las piezas de información que tenía hasta ahora—. Creo que le entregó esta misión a alguien antes que a nosotros. Eso explicaría porqué parece que alguien “nos ha hecho la faena” y ha borrado su rastro. Es porque justamente ha pasado eso.
—¿Y para qué nos iba a dar una misión ya completada? —preguntó Sasuke. Naruto asintió. Ambos la miraron con una ceja alzada.
—Quizás… para alejarnos de Konoha.
—¿Qué? ¿Crees que nos ha mandado lejos de Konoha con una misión ya completada simplemente para que perdamos el tiempo lejos de la aldea? —preguntó incrédulo Naruto—. ¿Por qué iba a hacer eso?
—¿De ser así? ¿Por qué no nos lo ha dicho?
—Creo que está sucediendo algo raro en Konoha —confesó ella.
Les estuvo explicando como a Kakashi le habían ofrecido volver a anbu, lo que estaban planteándose investigar sobre Akatsuki, los extraños que estaban tras los jinchurikis, los miembros de Ne que estaban siguiendo a gente importante por la aldea…
—Y hay algo más. Kakashi me dijo que el comandante Ryu no encontró el cuerpo de Hashirama y… Sasuke…
—¿Qué pasa? —dijo él con rostro severo.
—Los cuerpos de los Uchiha enterrados durante la masacre… no tienen los ojos.
Se hizo un silencio mientras Sasuke interiorizaba lo que acababa de decirle. Naruto pestañeó atónito ante las noticias mientras que los ojos de Sasuke refulgían con el sharingan, llenos de ira. Tuvieron que ayudarlo a calmarse para que pudiera pensar con claridad.
—¿Y crees que por eso nos ha enviado lejos?
—No sé qué más está pasando, pero si está pasando todo esto que dice Kakashi-
—Seguro que hay más cosas que no sabemos.
—Exacto. Kakashi me dijo que Tsunade-sama no quiere decirme algunas cosas para no ponerme en peligro. Ya sabéis, negación plausible, pero eso justamente significa que hay más cosas que no sé.
—Entonces, sea lo que sea que esté pasando nos incumbe a los tres, ¿no?
—Eso parece.
—Aun así, creo que debería haber algo en el pergamino que nos dé alguna respuesta —suspiró ella—, si no, ¿cómo sabemos cuándo volver a casa?
Volvieron a revisar el pergamino de arriba abajo. Conjuró una lupa para examinarlo. Fue Naruto el que vio algo extraño.
—Mirad. Parece que debajo del sello hay algo.
Conjuró un bisturí y sacaron el segundo sello de cera, despegándolo del primero. En la parte trasera del sello había escrito los kanjis de “invocación”. Supo en ese instante qué tenía que hacer.
—Muy lista —sonrió ella—. Quiere que invoque a Katsuyu para poder enviarme un mensaje privado. Kuchiyose no jutsu.
Le dio una cantidad pequeña de chakra para no llamar la atención desde lejos. La pequeña babosa, si es que una babosa de un metro podía llamarse pequeña, la saludó de seguida.
—Seina-sama, la estaba esperando.
—Nos ha costado un poco darnos cuenta, pero lo hemos logrado. ¿Qué sucede?
—Tsunade-sama quiere que se queden fuera de la aldea en algún lugar seguro durante los siguientes 5 días.
—¿¡Qué!? ¿Por qué? —exclamó Naruto, como sabía que haría.
—No me ha dicho nada más, lo siento. Con permiso.
La babosa se fue, dejándolos solos. Intercambiaron miradas incrédulas, curiosas y preocupadas. Seina tenía claro lo que tenía que hacer y a dónde ir.
—Vayámonos de aquí.
—¿A dónde?
Alzó los brazos. Naruto y Sasuke la cogieron. Seina moldeó el chakra y los llevó a Uzushiogakure.
—¿Uzu?
—En realidad es una buena idea. Nadie sabe que estamos aquí y Seina ya ha protegido este lugar.
Alzaron la tienda de campaña mágica en el primer lugar que vieron. Aun así, nadie tenía ganas de entrar. Se quedaron en la puerta sentados en unos troncos.
—¿Qué creéis que está pasando? —preguntó Naruto al aire, pero ni Sasuke ni ella pudieron responderle porque no tenían ni idea.
Los 5 días se le hicieron una eternidad. Por suerte se había traído la novela de Kakashi así que la acabó al segundo día mientras Naruto y Sasuke seguían apilando escombros de Uzu para que ella los desvaneciera. Para el tercer día, cuando ya no tenía excusa para quedarse encerrada en su habitación, se sometió a las incesantes preguntas de Naruto y a las hipótesis de Sasuke.
—¿Creéis que Danzo se habrá dado cuenta de que la vieja sabe lo que ha hecho?
—No tengo ni idea —repitió por enésima vez.
—¿Piensas que Kakashi sabía lo de esta misión?
—Naruto… ¿Cuántas veces voy a decirte que no tengo ni idea? —suspiró ella.
Sasuke bufó una risa. Cuando Naruto se cansó de preguntar, aceptando que ella no podía responder a sus preguntas, la ayudó a reconstruir más zonas de Uzu. Era un trabajo pesado así que solo llevaba como 2 barrios de todos los que había en la capital del país de los Remolinos. Estando allí se volvió a acordar de la cámara secreta, pero seguía igual de protegida que antaño así que pasó de ella.
—Por lo menos ya no hay escombros en los ríos ni en el mar —se quejó Sasuke esa tarde—, aunque yo no me bañaría con tanta corriente.
—Voy a ducharme. Estoy llena de polvo.
El día pasó sin más. El cuarto día lo pasaron enteramente entrenando, aburridos de la construcción. Seina se preguntaba silenciosamente qué estaba pasando en Konoha. Sabía que tenía que ser algo importante, pero, a la vez, nada de vida o muerte. De lo contrario, no podrían volver a la aldea. No. Estaba claro que Tsunade-sama estaba intentando calmar una situación puntual, ¿cuál? Esa era la gran pregunta. Se preguntó qué pensaría Kakashi de que la Hokage los hubiera enviado lejos, en una misión falsa, para… ¿protegerlos? ¿Lo sabía si quiera o no le habían dicho nada?
Para cuando llegó el quinto día, justamente el cumpleaños de Kakashi, el 15 de setiembre, estaban preparados para regresar. No les había especificado la hora así que se lo tomaron como que podían regresar por la mañana, cuanto antes.
—Creo que vamos a tener que espiar un poco antes de pasar oficialmente por esas puertas… —dijo ella, mirando con unos prismáticos conjurados la entrada principal de la aldea desde su escondrijo mágico en la rama de un árbol.
—¿Te refieres a entrar sin registrarnos?
—¡Me apunto! —intercedió Naruto sin tan siquiera saber por qué lo decía.
—No sabemos qué está pasando ni tenemos más noticias de la Hokage. Quiero saber qué está sucediendo antes de poner al equipo entero en peligro.
—… Tienes razón.
—Kuchiyose no jutsu.
Envió a varias de sus criaturas por toda Konoha. Una a la casa, otra en busca de Karin, una sobrevolando la aldea, otra cerca del departamento jonin y otra cerca de la torre de la Hokage. Sasuke y Naruto, con los ojos cerrados y el vínculo abierto, vieron como ella lo que sus criaturas estaban observando. La casa estaba vacía y en la aldea no estaba sucediendo nada interesante ni diferente así que se centraron en el departamento jonin. La única cosa que sobresalía era el hecho de que Shikaku no estaba en su despacho. Estaba todo recogido, con los archivadores cerrados. Aun así, seguía estando el set de té y los pequeños detalles que le dejaron ver que Shikaku seguía trabajando en la oficina. Simplemente no se encontraba en ella.
No le quedó más remedio que espiar a su propia maestra.
—¿No es ese Jiraya? —preguntó Sasuke, quien menos lo conocía—. Y Kakashi-sensei.
—Y el comandante Ryu y Shikaku —siguió ella—. Está claro que algo está pasando. Voy a acercarme más. Callad.
—…Se está volviendo muy atrevido.
—No pudo hacerse con Seina, pero sabe cuáles son sus puntos débiles —dijo Shikaku. Su mirada se posó en Kakashi cuando lo dijo—. Si es capaz de hacerles algo a Sasuke y a Naruto, y a ti, podrá manipularla. O eso cree…
—Está claro que Danzo no conoce a esa enana —bufó una risa Jiraiya—. Se las ingeniaría para matar a un consejero de la Hokage y entonces tendríamos un problema.
—No lo creo. Si Seina lo eliminara no quedarían pistas que apuntaran a ella.
—Ya sabemos lo orgulloso que estás de ellos, Kakashi, pero, aunque no quedaran pistas sería fácil que se dieran cuenta quién ha sido por descarte.
—Además, no vamos a pedirle a una niña de 13 años que nos haga el trabajo sucio y cargue con el peso muerto —zanjó Shikaku—. La metisteis en anbu a regañadientes, a pesar de que os advertí que le contarais lo que está pasando, y ahora mira. No hemos avanzado nada y encima la ha tomado con vosotros.
—No me lo recuerdes —suspiró la Hokage. Luego miró al comandante Ryu en su forma femenina—. Es ridículo. No hay nadie capaz en el mundo de cambiar realmente el sexo de una persona, y ella lo ha hecho para tomarnos el pelo.
—Dejando de lado las bromas, ¿qué va a pasar con Danzo? —preguntó Kakashi, yendo al quid de la cuestión.
—Como ya dije, necesito pruebas. Necesito saber cuántos efectivos tiene con esas células de mi abuelo, con los ojos de los Uchiha… Estamos en las sombras. Sabemos, además, que la base que tiene y que espiamos las 24 horas del día solo es una de tantas. Lo he asumido… No podemos lidiar con esto solo 7 personas —reconoció la Hokage—. Además, si actuamos con Seina y los demás en la aldea ya sabemos lo que va a pasar.
—Los estaríamos poniendo en peligro.
—Solo necesita una distracción para secuestrarlos. El comandante Ryu escuchó lo que me dijo, que Seina y Naruto serían unos buenos efectivos para la aldea si pudiera entrenarlos como armas —se masajeó la sien la Hokage, haciendo caso omiso del instinto asesino de Kakashi y Jiraiya—, y ahora esto.
Lanzó una nota en clave encima de la mesa de café que Seina no supo leer de buenas a primeras.
—Si Orochimaru accede a este trato será más fácil que se haga con Sasuke si cuenta con la ayuda de Danzo dentro de la aldea.
—En realidad es una buena estrategia —sonrió Shikaku con irritación—. Si Orochimaru se lleva a Sasuke, Danzo podría actuar como el buen samaritano acercándose a Seina y Naruto ofreciéndoles “ayuda” para recuperar a Sasuke a cambio de trabajar para él.
—¿Crees que intentaría manipularlos emocionalmente?
—Secuestrar a Seina ha fallado. No creo que lo vuelva a intentar hasta dentro de un tiempo. Ahora solo le queda una baza más pacífica para poder adoctrinarlos en Ne.
—Pero Seina no caería en esa trampa, menos aun cuando les contemos qué ha pasado.
—Seina no, pero Naruto quizás sí… y no dejaría que esté solo —se encogió de hombros el comandante jonin—. El problema de todo esto es que Danzo no sabe que Seina no es tan fácil de manipular, pero en cuanto se dé cuenta que la vía pacífica mediante manipulaciones no funciona…
—¿No os parece que están tardando mucho en volver? —preguntó Jiraiya al aire.
—Está claro que tú tampoco conoces a mi equipo —bufó una risa Kakashi.
Se acercó a la ventana para mirar discretamente a través de ella. Seina, y los demás, observaron como buscaba a una de sus criaturas. Divertida, desactivó el hechizo desilusionador desde lejos, viendo como el ojo gris del jonin se fijaba de inmediato en su abeja posada en el marco de la ventana con un brillo satisfecho.
—Ya están aquí.
Notes:
Casi nos habíamos olvidado de Orochimaru, ¿verdad? ;)
Chapter Text
Decir que Naruto y Sasuke se habían tomado las noticias mal hubiera sido un eufemismo. Sasuke volvía a estar ardiendo de la ira al darse cuenta de cómo lo planeaban usar como una moneda de cambio, peor, como un objeto sin pensamientos propios con el que poder manipularlos a Naruto y a ella y, de paso, usarlo como experimento. Naruto, por otro lado, estaba resentido con que pensaran usarla a ella debido a su ingenuidad, a veces preocupante, que él mismo reconocía que poseía. Seina, para acabar, no podía creer los hilos que estaba dispuesto a mover Danzo por poder y cómo la Hokage no estaba haciendo nada para cortar de raíz con Orochimaru y Danzo, valga la redundancia.
Y sí, quizás estaba siendo muy dura puesto que su maestra solo contaba con 7 ninjas de confianza con los que averiguar hasta donde llegaban las maquinaciones de Danzo y Orochimaru, pero habían pasado meses. O reclutaba a más personas de confianza para ayudar con la investigación o tardarían años en saber la verdad mientras que, mientras tanto, Danzo camparía a sus anchas.
—Todo esto es culpa del Tercero —siseó ella. Sasuke asintió firmemente a su lado—. Debería haber arrestado a Orochimaru cuando tuvo la oportunidad en Konoha en lugar de dejarlo escapar y haberse encargado de Danzo cuando asumió el papel de Hokage de nuevo después de la muerte de nuestro padre.
Naruto, que había apreciado mucho a Sarutobi, parecía no saber qué decir. Por un lado, pensaba que Sarutobi solo había sido un viejo sacado del retiro que había hecho lo que había podido, pero, por otro lado, sabía que ella decía la verdad. Ni siquiera tenía que inventarse una mentira para hablar mal del Tercero porque había tomado tantas decisiones terribles por motivos personales que solo tenía que escoger una para despotricar contra él.
Había sido el Tercero el que le dio carta blanca a Danzo, mirando hacia otro lado, para volver a formar Ne a pesar de que su padre lo había prohibido, y con razón, durante sus 2 años de mandato. El mismo que no quiso ver el comportamiento deplorable de su estudiante Orochimaru, al que dejó huir porque le daba pena encarcelarlo como el traidor que era. El mismo que ni siquiera pudo mantener en secreto la identidad de los jinchurikis de su aldea. El mismo que no supo amonestar a la academia, al orfanato, a su casero… cuando los trataban como el culo aun sabiendo que podían envenenar a Naruto y a ella contra la aldea. El mismo que no hizo nada para contrarrestar el desapego de los Uchiha, y el bullying que sufrían por parte de los aldeanos, que acabó con su masacre.
Hiruzen Sarutobi había sido un Hokage pésimo desde que volvió de su retiro. Estaba tan enfadada porque ahora los errores de ese viejo los tuvieran que pagar ellos, sin culpa alguna, que… ¡Argh! Debido a él, Kakashi cada día que pasaba se inclinaba más por volver a anbu, Seina había sido adoctrinada mucho antes de lo previsto, Sasuke estaba siendo cazado como una fábrica de órganos, Naruto y ella estaban al borde de convertirse en unas armas de Danzo y, seguramente, más cosas de las que no era consciente. Debido a él, a la Hokage no le quedaba otra opción que enviarlos lejos de la aldea mientras intentaba resolver el conflicto de forma pacífica por el bien de Konoha. Como intentando disuadir a Danzo gracias a la presencia de Jiraiya, otro sanin.
—Por cierto, felicidades —dijo ella con el máximo ánimo posible.
—Gracias, Seina.
Kakashi y Seina estaban sentados en el enorme sofá en forma de L, pensativos y en silencio. Naruto y Sasuke, en la caseta, entrenaban para desquitarse después de toda la tarde discutiendo lo que estaba pasando y la información que habían espiado. Seina sacó su novela envuelta, entregándosela al ver que no iban a ir a ninguna parte a celebrarlo. Kakashi no parecía triste por tener que quedarse en casa el día de su cumpleaños así que Seina cocinaría un pastel para que lo pudieran celebrar entre todos, al menos.
—Ten. Espero que te guste.
—¿Un libro? —dijo él nada más ver la portada de cuero—. ¿Quién es el autor?
—Yo.
Kakashi levantó la cabeza rápidamente mientras hojeaba sin leer las páginas y la encuadernación pulida.
—¿Tú? —sonrió él—. ¿Desde cuándo escribes? ¿Y cómo te ha dado por escribir un libro?
—He escrito algunos libros en mi vida, ¿sabes? —algunos académicos, pero otros eran novelas y cuentos pensados para sus hijos—. Además, te dije que los argumentos de los libros del pervertido son penosos. ¿No te acuerdas?
—¿Me estás diciendo que has escrito un libro de más de 400 páginas para demostrar que Jiraiya-sama es un mal escritor de novela erótica? —preguntó retóricamente Kakashi mientras intentaba no reírse en voz alta.
—Sí. Además… —sonrió ella con una sonrisa traviesa que lo puso recto en su asiento—. Este libro es mágico. Ya lo verás.
—Entonces, ¿te importa si empiezo a leerlo?
—Claro.
Sonrió inocentemente. Quizás tendría que leer las incontables escenas eróticas en su cuarto, a solas, pero no iba a chafarle la sorpresa. Kakashi la miró con diversión y ojos calculadores, pero abrió la tapa para empezar a leer la primera página. Lo contempló de reojo, viendo como paraba y releía, mientras pestañeaba, alguna que otra frase. La miró por encima del libro con el rostro en blanco antes de ponerse a leer de nuevo. Unas páginas más tarde, volvió a levantar los ojos del papel para mirarse fijamente el uno al otro.
—¿Me estoy volviendo loco… o estoy experimentando sensaciones que no son mías como si estuviera en la piel del protagonista?
—¿Quién sabe? —sonrió ella detrás de su libro—. Pero, imagina cuando llegues a una parte interesante.
Kakashi la miró fijamente de nuevo, comprendiendo lo que había hecho con el libro. Se puso rojo de golpe y Seina tuvo que apretar los labios para no reír en voz alta. ¿En qué estaría pensando su precioso cerebro?
—No voy a poder leerlo en público.
—Poder puedes, pero quizás lo pasarás un poco mal.
Un rato más tarde, Sasuke y Naruto salieron de la caseta chorreando de sudor y oliendo a sangre. Seina los curó con exasperación, viendo cómo se habían dado más fuerte de lo normal en un intento absurdo por desprenderse de su enfado. Los mandó a ducharse mientras sus clones preparaban la cena y Kakashi seguía leyendo ávidamente el libro. Con un cojín en su regazo, cabía recalcar. Seina se mordió la lengua para no reír y se fue a preparar el pequeño pastel. Cuando se dio la vuelta vio como el otro jonin había desaparecido y escuchó la puerta de su cuarto cerrarse detrás de sí.
—Creo que le está gustando —se rio Kurama maliciosamente.
—¿Qué piensas de todo lo que hemos descubierto hoy?
—Que estaba claro que algo raro pasaba… Ahora que tienes prácticamente toda la información que te atañe puedes decidir qué hacer. ¿Lo dejas en manos de la Hokage o haces algo tú?
—Tsunade-sama es la líder, no yo. Solo tengo 12, casi 13 años. Además, ¿qué podría hacer? Si mato a Danzo nos quedaremos sin saber la verdad. Dudo mucho que la información que le han sacado a sus esbirros sea el 100% de sus teje manejes. Si es listo tendrá formas para contrarrestar a alguien que quiera indagar en sus asuntos. ¿Qué pasaría si lo mato y luego reaparece alguien usurpando su posición sin que nos demos cuenta? Demasiado arriesgado.
—Pienso lo mismo.
—Por no hablar de que me convertiría en el blanco del consejo porque, sin duda, yo sería una sospechosa. Sobre todo, en cuanto Tsunade-sama les enseñe todas las pruebas que tiene contra Danzo.
—Quizás tendrías que matar a esos viejos del consejo. Ya sabes, que la Hokage empiece de nuevo.
—No puedo matar a todo el que me caiga mal —rodó los ojos—. No sé ni siquiera si han hecho algo ilegal. Ser gilipollas y un grano en el culo todavía no está penado con la muerte.
—Tú misma.
A Kurama todo el embrollo de Danzo y Orochimaru le importaba bastante poco. Ambos sabían que Seina podía huir o rescatarse a sí misma con sus poderes. Además, su hermano y Sasuke le eran bastante indiferentes, incluso sabiendo que su otra mitad estaba metida en Naruto. Según Kurama, no tenía sentido preocuparse de Naruto y Sasuke porque sabía que ella no iba a permitir que les hicieran nada malo. Visto así entendía por qué estaba tan relajado, pero eso no quitaba que una parte de ella estaba tensa esperando que sucediera algo malo.
—¿Eso que huelo es chocolate? —babeó Naruto bajando las escaleras.
—Un pastel de chocolate.
Les dio con la cuchara en las manos para que no tocaran su creación a punto de ser metida en el horno mágico. Kakashi bajó un rato después, cuando ya habían puesto la mesa y el pastel estaba reposando mágicamente sobre la encimera de mármol. Naruto y Sasuke le dieron a Kakashi sus regalos, aceptando su agradecimiento a pesar del día extraño que habían tenido. Comieron pastel y estuvieron hablando del festival de navidad que pensaban ir a ver juntos ya que el de verano no habían podido asistir debido a los exámenes de chunin. Otra vez.
Cuando llegó el domingo, al día siguiente, Seina se levantó francamente bien. Llevaba una temporada algo rara con muchas malas noticias y misiones traumáticas, pero se encontraba mejor de lo esperado. Sabía que, sucediera lo que sucediera, su equipo saldría victorioso. No aceptaría ningún otro pronóstico.
—¿Qué piensas de que nos hayan puesto juntos en todas las misiones hasta nuevo aviso? —le preguntó Sasuke.
—Es una buena estrategia de Shikaku —se encogió de hombros—. Sabe que podemos comunicarnos mentalmente así que si sucede algo durante una misión podemos escapar fácilmente con el hiraishin.
—¡Pero harás misiones de menor rango!
—Lo sé, Naru, pero no me importa.
Lo cierto es que prefería estar con su equipo a hacer misiones en solitario de mayor rango. Tal y como pensó, no los enviaron a una nueva misión de buenas a primeras. Como estaban todos en la aldea, incluidos Kakashi y Jiraiya, ahora era más seguro para ellos quedarse dentro de los muros de Konoha. Sin nada más que hacer, siguieron con su rutina habitual.
El lunes quedaron con sus amigos para seguir con su entrenamiento. Seina dio un vistazo a los alrededores de forma discreta, pero con 2 Hyugas, un Inuzuka y un Aburame no parecía que pudiera espiarnos nadie sin que se dieran cuenta. Aun así, estaba empezando a sentir una sensación extraña, como el inicio de un mal presentimiento. Como eran todos de confianza Seina aceptó despreocuparse un poco de la seguridad de Naruto y Sasuke, pero, al parecer, eran ellos los que preferían no alejarse mucho.
—Como sigáis así van a saber que algo sucede —le dijo Seina a Sasuke y Naruto—. Sobre todo, tú, Naruto.
—¿Qué está pasando? —preguntó de improvisto Neji.
—¡Nada!
Sasuke cerró los ojos con exasperación, gimiendo mentalmente ante la rápida, y sospechosa, respuesta de Naruto. Los demás en seguida se dieron cuenta de que pasaba algo. Tenían que enseñarle cuanto antes discreción a Naruto, o estarían jodidos.
—No pasa nada —cortó ella de forma levemente autoritaria.
Shikamaru la miró con una ceja alzada, al igual que Neji, pero no preguntó más. Los demás intercambiaron miradas silenciosas, pero aceptaron dejar de preguntar ante su silenciosa orden. Se fueron de camino a la aldea. Seina caminó entre Naruto y Sasuke, dispuesta a cogerlos si pasaba algo raro y desaparecer, pero no pasó nada.
Tampoco pasó nada el martes, cuando los 3 fueron a entrenar con sus amigos anbu, ni el miércoles cuando se quedaron en casa, ni el jueves y el viernes cuando fue a trabajar al hospital y Naruto y Sasuke se quedaron entrenando con Kakashi. Le hubiera gustado pensar que estaba paranoica, pero cada día que pasaba sentía un agujero dentro de su estómago agrandarse en forma de mal presentimiento, y un cosquilleo en la nuca como una advertencia.
Sasuke y Naruto, conectados a ella, le dieron la razón al decir que no se lo estaba inventando. Era difícil inventarse algo estando unidos mentalmente. Aunque eso solo los puso más tensos mientras esperaban un ataque. Kakashi, viendo que estaban a la que saltaba, les instó a relajarse.
—Lo último que queréis es cometer un error o atacar a alguien inocente —les dijo—. ¿Por qué no vais a las aguas termales con vuestros amigos?
Así fue como el último lunes de setiembre se fueron a darse un baño en lugar de seguir entrenando con los otros chunin. Seina, recostada contra una piedra, cerró los ojos mientras discretamente espiaba sus alrededores. Escuchó como hablaban sus amigas, sobre todo Ino y Tenten, y agudizó el oído, usando de vez en cuando su hechizo de auras, para estar alerta.
—Últimamente Naruto y Sasuke están más tensos que Neji el año pasado —dijo Ino, claramente cansada de su silencio y expresión seria—. ¿Qué demonios pasa?
Miró a Ino a los ojos, pensando en si debería avisar de alguna forma a sus amigos, que también estaban en peligro simplemente por cercanía, pero decidió que mejor no. Empezarían a hacer preguntas y a entrometerse, todos ellos, para intentar ayudar. Solo esperaba que su mal presentimiento se pasara de una vez por todas para que Naruto y Sasuke pudieran actuar de forma normal de nuevo. De lo contrario, tendría que enseñarles a disimular. Sobre todo, a Naruto, que no tenía un hueso discreto en su cuerpo.
—No pasa nada, Ino. ¿Sabéis cuando tienes esa sensación de que va a pasar algo? ¿Cómo un sexto sentido? Pues eso me ocurre.
—¿Y ya está?
—Solo es un mal presentimiento —esperaba estar en lo cierto.
Las demás se relajaron al comprenderlo, y al deducir que, estando conectados, su equipo debía sentir lo mismo que ella.
—A mí me pasa de vez en cuando —confesó Hinata—. Algunos dicen que es por el byakugan.
—¿Por el byakugan?
—Existen algunos mitos que dicen que podemos predecir el futuro con nuestros ojos —se encogió de hombros—. No estoy muy segura de eso.
—Todos los mitos y leyendas tienen una pizca de verdad.
—¿Crees que lo que dicen es cierto? —preguntó escéptica Tenten.
—Quizás lo decían hace tiempo debido a que el byakugan puede ver de muy lejos. Imagino que, si Hinata ve desde lejos, digamos un asesinato, se podría decir que se está enterando antes que los demás, ¿no? A lo mejor las escrituras de los Hyuga han confundido “ver antes” con “predecir”. Ya sabemos qué pasa a veces con las traducciones y las copias.
—Huh —pestañearon las tres—. Es una buena hipótesis.
Estuvieron un rato largo en el agua. Cuando salió, Seina se encontraba más relajada de lo esperado, y no solo ella, también Naruto y Sasuke.
Sorpresivamente, el martes los enviaron a una misión relativamente cerca.
—No podemos parar la aldea cada vez que pasa algo así que tendremos que confiar en vuestras habilidades —dijo la Hokage con un suspiro—. Vuestra misión será escoltar a unos clientes hasta Shukuba. Imagino que sabéis dónde está.
Naruto sonrió, recordando la última vez que había visitado la ciudad. A Seina le hizo menos gracia ya que allí intentaron secuestrar a su hermano. Sasuke, mientras tanto, solo asintió con las manos en los bolsillos. No hacía falta ser un genio para saber que estaba aburrido de estar en la aldea entrenando, aunque sin poder trabajar. Lo único que habían hecho fuera de lo normal, y tampoco era tan extraordinario, fue enviar una carta a Itachi para informarle de los problemas que estaban teniendo. No esperaban una respuesta, pero quizás podría ahuyentar a Orochimaru lejos de Konoha de algún modo. Al menos, lo mantendrían informado como de costumbre.
—Tened cuidado —les dijo Kakashi cuando envió a un clon con una nota a casa y se lo encontró allí.
Salieron de la aldea por la puerta principal. Los clientes resultaron ser una familia de bien que necesitaba ser escoltada debido a unas amenazas de muerte que habían recibido en las últimas semanas.
—¿Tienen alguna idea de quién podría haberlas enviado? —preguntó Naruto.
—No, pero no será por falta de envidiosos —dijo la mujer con la nariz en el aire y expresión arrogante.
Sasuke miró para otro lado, haciendo ver que estaba observando los alrededores, para poder rodar los ojos con hastío. Seina, quien tenía notable experiencia con gente así, simplemente sonrió con cara de póker y le dio una patada mental a Naruto cuando vio cómo se entrecerraban sus ojos de la irritación. Por suerte, los clientes parecían no querer entablar conversación con ellos y se pusieron a hablar dentro de la carreta estilo western que habían alquilado junto a dos caballos.
Seina dio gracias en silencio porque la hubieran alquilado, de lo contrario podía imaginar las incontables quejas sobre tener que hacer el trayecto a pie. Dejó a uno de sus clones al mando de los caballos mientras los demás andaban alrededor de la carreta. A ella le tocó la retaguardia mientras que Naruto y Sasuke se encargaron de los costados.
—Menudo aburrimiento —bostezó mentalmente Naruto—. Menos mal que no tenemos que entretenerlos.
—Calla, dobe, no llames al mal tiempo —siseó Sasuke.
Bostezó discretamente, mientras miraba los alrededores con su hechizo de auras. Estaban solos. El camino se le hizo larguísimo. Tuvieron que parar varias veces para que ambos, menos el niño que estaba dormido, orinaran detrás de un árbol mientras se quejaban de lo poco higiénico que era. Seina rodó los ojos. El día pasó sin más hasta que se hizo de noche. Los clientes cuyo nombre olvidó con desinterés se encerraron en la caravana para dormir mientras que ellos se quedaron a fuera, como era obvio.
Como no tenía sueño se quedó haciendo el primer turno mientras sus hermanos dormían. A las 3 horas despertó a Sasuke.
—¿Ha pasado algo?
—Nada.
Seina se acomodó en el asiento del conductor, usando a Naruto como cojín. Tuvo que forzarse a dormir sentada, aunque se ayudó de unos cuantos hechizos para ponerse cómoda.
La despertó poco rato después el cosquilleo de un genjutsu. Siguió fingiendo en su postura recostada y no abrió los ojos. A su lado, Sasuke estaba despierto y totalmente alerta porque su pendiente, el que le pidió que le creara, le había permitido notar el genjutsu sin caer en él.
—Tenemos problemas —le dijo, como si no lo supiera.
—Están lejos de mis barreras —comentó ella, preguntándose si era casualidad o si la habían visto rodear el claro y curiosamente no se atrevían a acercarse más por algún motivo.
Antes de que pudiera despertar a Naruto alguien se abalanzó hacia el claro. Rebotó en las barreras con un gruñido apagado. Naruto se despertó de golpe, abriendo los ojos de par en par, mientras que Sasuke y ella sacaron sus armas para enfrentarse a sus enemigos desconocidos. Llegados a este punto dudaba mucho que quisieran matar a sus clientes, a no ser que alguien los odiara tanto que había contratado a un equipo de ninjas para liquidarlos.
Extrañamente, no pasó nada después de ese primer ataque. Se quedaron allí, bajo sus protecciones, lo que restaba de noche. Los tres despiertos, pero vigilando en silencio. Mientras estuvieran allí adentro no podrían hacerles daño. Lo que no quería era tener que seguir el trayecto con 3 civiles en plena madrugada sabiendo que había alguien acechándolos ahí afuera.
—Parece que se han ido.
—No. Siguen ahí afuera, aunque más lejos. Ahora saben que estamos rodeados por barreras. No volverán a cometer el mismo error.
—También se han dado cuenta de que el genjutsu no ha funcionado —reconoció Sasuke.
En cuanto salió el sol se pusieron en marcha de nuevo. Invocaron a unos cuantos clones para peinar la zona y salieron de allí en dirección al camino principal. Era un camino transitado así que sus atacantes se lo pensarían más de una vez antes de intentarlo de nuevo, o eso esperaba. Por suerte, los clientes seguían durmiendo incluso con el traqueteo de las ruedas de madera y el paso constante de los caballos.
Seina sabía que volverían a intentarlo. Lo de la noche solo había sido una prueba, un tanteo. Ahora tenían información relevante para volver a probarlo de forma distinta. Al paso que iban llegarían en 3 días a Shukuba, a pesar de que era una ciudad relativamente cercana a Konoha.
—¿Por qué no vamos con el hiraishin?
—¿Acaso crees que estos dos inútiles querrán que los teletransportemos después de haber hecho el paripé de alquilar una carreta como si fueran un daimyo?
—Sasuke tiene razón. Es todo fachada, Naru.
—Tenemos ganas de comer, shinobis, buscad un lugar donde parar.
Seina rodó los ojos de nuevo, tragándose un suspiro. Pararon lo más cerca del camino posible. Podían ver a la gente ir y venir así que supusieron que sería un lugar más o menos seguro para que pudieran comer el desayuno. Sinceramente, mientras desayunaban, se preguntó si lo mejor no sería usar la estrategia que usó aquella vez cuando escoltaba a un niño.
—¿Qué os parece si los hechizo para que duerman algo antes del atardecer? —dijo ella mentalmente—. Podríamos usar unas cuantas horas de luz para avanzar el trayecto. Con un poco de suerte nos ahorraremos la tercera noche en el bosque.
—Buena idea.
Mientras desayunaban, le lanzó discretamente unos cuantos hechizos al carruaje para que pudieran ir algo más deprisa sin que se quejaran de incomodidad. En cuanto se subieron al carruaje, instó a su clon a que aumentara un poco la marcha. Los dos caballos, totalmente descansados, la obedecieron sin problemas. Entre los caballos y los hechizos reductores de peso que había puesto en la carroza estaban yendo a una velocidad considerable. Los clientes, sentados en el interior leyendo y cuidando de su hijo de 8 años, no parecieron darse cuenta de nada.
—Estamos a un cuarto de trayecto —dijo Naruto mirando el mapa y los alrededores—. Hemos conseguido avanzar bastante hoy.
—Si nos están siguiendo, y creo que es bastante posible, pronto se darán cuenta de que llegaremos al destino más rápido de lo esperado.
—Eso si van tras ellos —se encogió de hombros hablando en voz baja.
Observó cómo los clientes comían en la terraza de un restaurante en una aldea en la que se habían parado a descansar. Seina se impacientó cuando vio el rato que estaban usando para comer y hacer el vago. El maldito niño, que había estado tranquilo durante todo el viaje, eligió precisamente ese momento para tener una pataleta que retrasó el viaje, y con ello su plan. Estaba claro que no tenían ni idea del peligro que corrían o, si lo sabía, les daba igual. Ahogó un suspiro mientras analizó los alrededores. No sabía por qué, pero tenía un mal presentimiento.
Notes:
No os lo vais a creer. Por fin he empezado a ver Peaky Blinders, después de casi 10 años en mi lista de series por ver... Cuando he visto que había muy pocos crossover he tenido que hacerlo. La musa me ha obligado y he empezado a escribir otra historia :(. Por favor, detenedme.
Chapter Text
Cuando empezó a caer el sol, Seina les lanzó lo más sutilmente posible un hechizo para cansarlos. El niño, que fruncía el ceño porque no quería irse a dormir, tuvo que ser reprendido por su padre. En cuanto estuvieron en el carruaje aumentó su influjo, dándose cuenta con algo de sorpresa y curiosidad que el niño parecía estar batallando enérgicamente contra ella. Cómo era posible, cuando sus padres adultos ni se habían percatado de nada, era una incógnita.
Una vez estuvieron dormidos se dio la vuelta, apurando a los caballos para que salieran de allí y recuperaran el tiempo perdido. Gracias al puñetero niño el tiempo que pensaba ahorrarse de viaje se había esfumado, es más, de no darse prisa incluso pasarían más de 3 noches en el bosque. Por suerte, como empezaba a anochecer, los caminos dejaron de transitarse así que se encontraron casi cabalgando por el camino de tierra.
—Esta misión es un verdadero dolor en el culo —se quejó Naruto.
—¿No me digas? —le preguntó sarcástico Sasuke mientras vigilaba en otra dirección—. Deberíamos encontrar un sitio donde pasar la noche y empezar poner las protecciones.
Y eso hicieron. Buscaron otro lugar para poner la caravana y volvieron a proteger los alrededores para que no pudieran atacarlos ni espiarlos. Cenaron mientras los otros dormían profundamente, aunque libres de su encantamiento. Al parecer, tanto trote, y no hacer nada, los había cansado.
—Si nos damos prisa mañana llegaremos a Shukuba antes de que se ponga el sol.
—Bien. ¿Quién quiere hacer el primer turno?
—Empezaré yo hoy, si os parece bien —dijo Naruto. Los demás asintieron.
—Genial. Despiértame a mí.
Naruto aceptó despertar a Sasuke en el segundo turno así que ella se sentó en la zona del conductor para dormir lo máximo posible. Entró en una especie de duerme vela, como siempre que dormía fuera de casa, así que cada vez que escuchaba algo fuera de lo normal se despertaba. Seguía “dormida”, pero su mente era consciente antes incluso de poder activar sus reflejos. Notó como uno de los adultos en la caravana estaba teniendo una especie de pesadilla así que lanzó el hechizo somnus antes de que pudiera despertar a los otros dos en medio de la noche.
De repente, se despertó de golpe. Sasuke, a su lado, mediante su vínculo notó su despertar violento. Lo que sucedió entonces tuvo lugar en milésimas de segundo: 1) se dio cuenta de que el niño estaba despierto fingiendo estar dormido, 2) éste intentó zafarse de nuevo de su hechizo de sueño encantado, 3) el niño se dio cuenta de que ella se había dado cuenta de su engaño, y 4) sacó una jeringuilla que tenía guardada en algún lugar secreto e intentó clavársela en el cuello, abalanzándose sobre ella con una velocidad de ninja.
La improvista lucha duró apenas unos segundos después de su epifanía. Seina rodó fuera del alcance del ataque, Sasuke interceptó el brazo enemigo, cogiéndolo fuertemente y Naruto, despierto al primer movimiento, lo dejó K.O con un senbon tranquilizante en el cuello. Los adultos, roncando debido a su hechizo, no se dieron ni cuenta. Seina dejó al niño inconsciente con un hechizo, por si acaso. Su equipo, totalmente despierto después del ataque, intercambió miradas.
—¿Qué demonios ha pasado? —dijo en voz baja Sasuke.
—Mejor hablemos mentalmente. Ni siquiera sabemos si los otros clientes son realmente nuestros clientes, o si tiene algún aparato de grabación escondido.
—Está claro que no es un niño cualquiera.
—¿Acaso tan siquiera es un niño?
—Sinceramente, ahora mismo dudo tan siquiera de que sea el hijo de nuestros clientes —pensó ella—. Los otros parecen claramente civiles, pero este… Se ha estado comportando muy bien hasta ayer, ¿os habéis dado cuenta? Y ahora me ha atacado con la velocidad de un ninja.
—¿Crees que ha hecho esa pataleta para retrasarnos?
—Puede ser.
—¿Cuánto tiempo ha estado fingiendo estar dormido? ¿Por qué no atacarnos antes? —preguntó Naruto con voz mental algo frenética.
—Iba a por Seina —dijo Sasuke, totalmente seguro de eso—. Parece haber estado esperando a que estuviera totalmente dormida.
—La gran pregunta es, ¿quién es este niño y para quién trabaja?
—Tendremos que interrogarlo.
Seina lo encadenó y le puso unos sellos temporales para suprimir su chakra, que claramente había estado escondiendo. Lo petrificó y usó un iryo ninjutsu para degradar el tranquilizante que Naruto le había inyectado. Cuando lo tuvo todo listo, lo despertó. El niño no pudo moverse debido a su hechizo petrificante, pero sus ojos los observaron a todos con un creciente miedo cuando se dio cuenta de que lo habían descubierto y estaba atrapado.
Se introdujo en su mente. Necesitaba respuestas cuanto antes y no le importaba invadir la intimidad de alguien que posiblemente había intentado matarla, incluso de un mocoso como este. En seguida se dio cuenta de lo que sucedía, y con ella, Sasuke y Naruto. Ese sello en la mente de alguien… Lo había visto antes. En Sai. Era obra de Danzo. Hurgó en su mente intentando no hacerle daño, pero sacándole todas las memorias.
Como había pensado, no era el hijo de los clientes, quienes realmente eran civiles, sino un recluta de hacía pocos meses que tenía grandes cualidades como infiltrador. La idea era que se hiciera pasar por el hijo, sin llamar la atención, y que esperara a que el otro equipo intentara secuestrarlos. En caso de fallar, tendría que actuar él solo para intentar secuestrar, por lo menos, a Sasuke. En cuanto se dio cuenta de que, durante la primera noche, el otro equipo había fracasado decidió esperar el momento idóneo.
Para su desgracia, Seina parecía haber decidido adelantar la marcha para llegar lo antes posible a Shukuba así que no le quedó otra que retrasarlos para ver si el otro equipo de Danzo podía intentar hacerse con ellos la segunda noche, lejos de la gente que transitaba por el día los caminos principales. En cuanto se dio cuenta, esa misma noche, que el otro equipo no iba a aparecer o que no podían acercarse por motivos desconocidos, decidió actuar él solo en cuanto los escuchó hablando de aligerar la marcha el día siguiente para llegar antes del anochecer, el único momento factible para atacarlos sin que nadie se diera cuenta. Sabía que no iba a haber una tercera noche y que Seina no aceptaría otra pataleta que pudiera retrasarlos, así que solo tenía una opción.
Le habían dado unas jeringas con somníferos potentes. La idea era que primero se deshiciera de ella ya que era la más peligrosa y la que podía sacarlos de ahí con el hiraishin antes de pudieran tocar a Sasuke y Naruto. Una vez estuviera inconsciente esperaban que las barreras que ella solía alzar se deshicieran por sí solas. Estaba claro que no sabían que no eran fuinjutsu, sino sus poderes mágicos. Sin las barreras, el otro equipo podría, teóricamente, secuestrar a Sasuke más fácilmente, dejando a Naruto y a ella allí desprotegidos con los clientes para acabar la misión como pudieran.
De esa manera, habrían perdido al último Uchiha así que Danzo podría presionar de otra forma a la Hokage. Además, por otro lado, podría presionarlos a ellos y manipularlos emocionalmente con su “culpa” de no haber impedido que Sasuke fuera secuestrado. Para Danzo, una victoria triple. Se hacía con Sasuke, los manipulaba a ellos para entrar en Ne y, quizás, conseguía que los altos mandos y el consejo se amotinaran contra Tsunade-sama.
Salió de allí dejándolo inconsciente de nuevo.
—…
Sasuke y Naruto, quienes habían estado con ella durante su… interrogatorio, no podían creerlo. Seina, mientras tanto, se dio cuenta de que no podía volver a Konoha con el equipo entero nuevamente sin que Danzo empezara a sospechar, así que tenía que hacer algo.
—¿Qué vamos a hacer?
—Ya he escapado de Danzo una vez y logré que pensara que no me di cuenta de quién lo había intentado… Si regresamos a Konoha, todos juntos sin un solo rasguño, dejando al niño y al otro equipo de Ne libres sabrá en seguida que algo está sucediendo. Tendríamos que ser imbéciles para no cuestionarnos quién nos está intentando secuestrar repetidamente —dijo ella—. Según el niño, los otros nos están observando.
—Esperan a que la barrera que alzaste caiga.
Tenían que pensar un plan de inmediato. El verdadero niño del cliente había sido eliminado así que, ¿cómo demonios iban a decirles a los clientes que estaba muerto y que su supuesto hijo era un topo elegido a dedo para secuestrar y atacar a los ninjas que ellos mismos contrataron para su seguridad?
—¿Por qué no vamos por partes? —pensó Sasuke, asumiendo el papel de la cordura cuando notó el caos en sus mentes conectadas—. ¿Qué hacemos con el niño?
—Solo podemos hacer 3 cosas: o lo entregamos a Konoha, o lo dejamos ir como si no nos hubiéramos dado cuenta o lo matamos —pensó ella—. Entregarlo a Konoha supondría que Danzo se enterara de que sabemos que algo ha pasado en la misión, lo mismo que matarlo directamente.
—Pero tampoco podemos dejarlo ir.
—A no ser… Huh… Sí. Creo que ya lo tengo —sonrió ella al darse cuenta de que el mejor plan siempre era el más simple—. Esto es lo que haremos.
Les explicó lo que había pensado. Primero, le borraría las memorias del ataque al niño para que pensara que no había sucedido nada raro. Acto seguido lo dormiría con un somnífero inyectado en el cuello para tapar la punción del senbon de Naruto y saldrían al alba antes de que los clientes pudieran despertar. Le harían creer al niño, y a los ninjas que esperaban su intervención, que Seina los había puesto a dormir para que no molestaran durante unas horas, para así poder recuperar las horas perdidas después de su pataleta del día anterior. Eso explicaría como, por segunda noche consecutiva, las barreras no habían caído.
Pondría bajo la maldición imperius al niño para que les enviara una pequeña nota escrita de su puño y letra al otro equipo informándoles de la complicación. Nota que llegaría a Danzo para probar que ellos, por suerte, no habían conseguido saber qué estaba tramando. Después de todo, no lucharon con el otro equipo de Ne. Sus atacantes podrían ser cualquiera, ¿no? Al menos, eso es lo que pensaba escribir en su informe oficial, que haría que llegara a Danzo discretamente una vez hablara con Shikaku.
—¿Y qué pasará con los clientes? ¿Cómo vamos a decirles que su hijo está muerto? —preguntó Sasuke con interés, y una no tan secreta admiración.
—Eso es lo divertido. Naruto, no vayas a poner el grito en el cielo —ordenó ella, que sabía cómo era su hermano—. Pondré bajo el imperius al niño una vez lleguemos a Shukuba para que no se reúna con los otros ninjas de Ne. Haremos ver que nos vamos ese mismo día a Konoha usando unos clones y el hiraishin, pero nos quedaremos en Shukuba para acabar con el plan. Tenemos que matar al niño haciendo que parezca un accidente de forma que quede desfigurado para que sus padres no puedan reconocer que no es su hijo. De esa manera, los ninjas de Ne tampoco verán la necesidad de recuperar su cadáver.
—Puede funcionar —pensó con incredulidad Sasuke.
—…Supongo que no nos queda otra opción —suspiró Naruto.
—Si todo sale como pienso, Danzo pensará que no nos hemos dado cuenta de nada. Otra vez. Los clientes no descubrirán que su hijo ha sido asesinado y el escuadrón de Ne que nos acecha no podrá interrogar a su topo.
—¿Empezamos, entonces?
Seina volvió a despertar al niño. No tardó en borrarle las memorias de esa noche, haciéndole creer que había estado dormido profundamente después de que ella le inyectara de forma discreta un somnífero en el cuello. Cogió las jeringuillas escondidas y le cambió el contenido por suero fisiológico con el anterior aspecto de somnífero.
Faltaba poco rato para el alba así que se pusieron a desayunar observando los primeros rayos del sol. En cuanto aparecieron los caminantes y viajeros más mañaneros, salieron del claro con el carruaje a cuestas y se pusieron en marcha hacia Shukuba. Tardaron unas cuantas horas en dejar de roncar todos ellos. Para ese entonces, estaban ya a menos de 3 horas de Shukuba. En cuanto despertaron y desayunaron, Seina maldijo discretamente al niño, revolviéndole el cabello con una sonrisa amigable.
—¿No vas a comer algo más, Mamoru?
—No, madre. Quiero leer el final de mi libro.
—Está bien.
Seina le ordenó que escribiera esa nota lo más naturalmente posible. Al poco rato, mientras los clientes hablaban de llegar por fin a su ciudad, subió al asiento del conductor.
—¿Por qué no charláis un poco, caminando hasta mi lado, para parecer distraídos y aburridos? Tenemos que dejar que el niño les lance la nota.
—Estamos a menos de 3 horas —dijo Naruto, poniéndose los brazos cruzados tras su cabeza—. A este paso llegaremos después de la comer.
—Hn. Nos hemos ahorrado medio día. No está mal.
—¿Creéis que podríamos visitar la ciudad? —preguntó con algo de excitación genuina su hermano mellizo—. Tengo que enseñaros lo que vi la otra vez.
—No creo que sea lo mejor, Naruto.
Estuvieron conversando en voz más o menos baja, aunque cualquier ninja los habría oído. Sabía, por su maldición, que el tal Mamoru ya les había dejado caer la nota en un costado del camino lo más discretamente posible. De no ser porque se lo había ordenado ella, quizás solo habría pensado que se le había caído por error. Siguieron el camino entre todo el gentío. Mandó al topo ninja leer su libro para distraerlo de las preguntas de su ansiosa madre.
Las horas finales se le hicieron eternas. En cuanto vio la ciudad de Shukuba desde lejos casi se echó a llorar. Entraron en la ciudad sacándose un peso de encima. Acompañaron a sus clientes hasta su casa de buen tamaño. En cuanto bajaron del carruaje por última vez, Seina envió unas cuantas órdenes mentales al niño, y a la madre a quién también había puesto bajo el imperius improvisadamente, para que lo enviara a bañarse concienzudamente.
—Ha sido un honor escoltarlos hasta su casa, Yoneno-san. Nos despedimos aquí.
—Muchas gracias por su servicio —dijo el hombre formalmente—. Buen viaje.
La mujer asintió. La dejó libre del influjo lo más sutilmente posible. Fueron a un restaurante concurrido a comer, y a crear unos cuantos clones en los baños. Se intercambiaron con ellos, haciendo ver que estaban acabando de comer, y salieron de allí bajo su brazalete de invisibilidad. Volvieron a la casa de los Yoneno sin que nadie los viera ni percibiera. Ahora venía lo interesante. Tuvieron que esperar unos 20 minutos a que sus clones regresaran a Konoha con el hiraishin, se registraran en la entrada para tener una coartada, y luego se fueran a dar el parte al departamento de misiones. En cuanto sus clones se desvanecieron, dejándole saber que ahora todo el mundo creía que estaban en Konoha, supo que era el momento de acabar con el topo.
Habían debatido cuál era el accidente menos llamativo con el que podrían matar y desfigurar al crío sin que nadie sospechara. Al final, había sido Naruto el que había tenido la idea.
—¿No se supone que alguien los está amenazando de muerte? —preguntó él retóricamente—. Podríamos poner unas bombas caseras en la casa haciendo ver que alguien ajeno ha entrado en la propiedad mientras los clientes estaban de camino.
—Por segunda vez, concuerdo con el dobe.
Así fue como fabricaron unas cuantas bombas civiles para plantarlas en la casa mientras el topo se bañaba a órdenes de su madre. Pensaban hacer explotar 1 de 5, dejando creer a la gente que 2 habían sido fallidas y que otras 2 no habían estallado porque no las habían detonado accidentalmente. El único muerto sería el hijo, cuando estallara una bomba en su cuarto nada más saltar en su cama después de su baño.
Seina puso la bomba fatal en el colchón del niño para poder dirigirlo a allí. Sasuke y Naruto plantaron las otras bombas en los otros colchones. En cuanto lo investigaran, se darían cuenta de que alguien había colocado esas bombas contra cada uno de ellos. Tardó apenas otros 20 minutos en entrar y salir. Observó con sus gafas hechizadas como el niño abría la puerta de un portazo, entrando con el albornoz atado y corriendo como el niño que supuestamente era.
—¡No corras dentro de la casa, Mamoru!
—¡Sí, madre!
Lo dirigió al colchón, donde saltó con una risa, en plancha, sobre la bomba. Lo hizo con todo su joven ímpetu un segundo después de que ella lo dejara libre de su maldición. En cuanto tocó con el torso el artefacto salió volando, muriendo casi al instante. La explosión se escuchó desde lejos. Hizo estallar las ventanas, voló la puerta del marco y prendió algunos juguetes del suelo y la ropa de cama.
La gente empezó a correr en dirección contraria mientras que los Yoneno gritaron corriendo escaleras arriba acompañados de algunos de sus sirvientes. Seina vio como el rostro y la parte superior del torso del niño, quemado y sangriento, estaba irreconocible, así como gran parte de su cuerpo magullado y quebrado.
—Vámonos —dijo ella cuando vio llorar inconsolable a la madre—. Hemos acabado aquí.
Usó el hiraishin y apareció en casa, sobresaltando a Kakashi. Se guardó el kunai que sacó por instinto, sabiendo que no podía ser nadie más que ellos. En cuanto vio el rostro triste y culpable de Naruto, el severo ceño fruncido de Sasuke y su cansancio notable, supo que había pasado algo.
—¿Qué ha pasado?
—Ugh… —contestaron al unísono Naruto y ella, cansados.
—¿Sasuke?
Seina se tiró contra el gran sofá, cerrando los ojos y poniendo sus pies sobre las piernas de Kakashi. Naruto ni siquiera comentó lo extraño de su postura, echándose en la butaca mientras Sasuke, sentado en el módulo movible del sofá, empezaba a contarle a Kakashi todo lo que había pasado.
Le habló del ataque tentativo del primer día, truncado por sus barreras protectoras, el ataque del mocoso la segunda noche que acabó con su interrogatorio. Los planes de Danzo, la muerte del niño de los clientes, su plan frenético para remediarlo sin que Danzo se diera cuenta de que, a pesar de fracasar en su intento de secuestro, seguían sin saber quién era el culpable.
Lo único que atinó a hacer Kakashi fue suspirar, mientras posaba sus manos sobre sus pies.
—Vamos a tener que ir a hablar con la Hokage —le dijo a ella específicamente—. Si vamos todos sabrán que algo sucede.
—Mañana.
—Mañana —aceptó Kakashi.
Naruto y Sasuke desaparecieron a darse una ducha. Ella estaba deseando hacer lo mismo, pero las manos acariciando sus pies eran demasiado tentadoras. Kakashi no habló cuando se quedaron solos. Parecía estar mirando al infinito, pensativo y preocupado. Seina se relajó tanto, en la seguridad de su casa y teniendo a Kakashi a su lado, que se durmió.
Se despertó un rato después, cuando Kakashi le tocó firmemente una pierna. Miró por la ventana, viendo que era de noche.
—Podrías haberme despertado.
—Tenía la sensación de que necesitabas dormir.
—Ugh. Creo que voy a ir a darme un baño.
Kakashi le cogió la mano, dándole un apretón reconfortante disimuladamente. Dejó a Naruto cocinando con la incipiente ayuda de Sasuke. Mientras se bañaba intentó meditar para no pensar en la charla que le esperaba. Otra vez. Estaba harta de charlas. Siempre trataban de lo mismo.
Al día siguiente, al final, no pudo ir a ver a la Hokage. Por la mañana estuvo trabajando en el hospital, siguiendo su rutina para no llamar la atención, y por la tarde su maestra no estaba en la oficina. Algo desanimada, se fue a casa para, al menos, entrenar con su equipo. Kakashi no estaba, pero sí que estaban presentes Sasuke y Naruto.
—¿Por qué no hacemos otra cosa que no sea entrenar? —preguntó de improvisto Naruto.
—¿Cómo qué?
—No sé. Seina-nee, tú sabes sobre muchos juegos. ¿Por qué no jugamos a alguno?
—¿Juegos? ¿Te refieres a deportes?
—Sí, eso, deportes.
—Solo somos tres, dobe.
—En realidad, podemos jugar y entrenar a la vez —sonrió ella—. ¿Por qué no hacemos un clon cada uno y jugamos 3 contra 3?
—¿A qué?
—¿Voleibol?
—¿Eso qué es?
—¿Cómo se juega?
Seina estuvo explicando las reglas y cómo jugar. Conjuró rápidamente el equipamiento y se repartieron en 2 equipos de 3 personas. Ellos contra los clones. Tardaron unos minutos en aprender a no estamparse unos contra otros, los clones incluidos, pero después de varias invocaciones de clones de sombra aprendieron a jugar. Así fue como los encontró Kakashi en la caseta horas más tarde, cuando estaban empeñados en ganar solo el segundo set.
—¿Qué estáis haciendo?
Sasuke saltó en el aire, interceptando la bola que ella le enviaba desde abajo, y la lanzó al otro lado de la red a plena potencia.
—¡Toma ya! ¡75 vs 73!
—¡Espera y verás! —dijo el clon de Naruto al otro lado.
—Hey, Kakashi. Estamos jugando a voleibol. ¿Te apuntas?
—Creo que os miraré un rato, para empezar —sonrió él, apoyándose contra un tronco falso.
Los estuvo mirando mientras jugaban en la enorme pista de voleibol, mucho más grande que cualquier pista normal y corriente. Notó su mirada penetrante en su cogote un par de veces, pero no le hizo mucho caso salvo por una sonrisa ladina discreta. Acabaron el día, cansados al máximo de tanto jugar, pero lograron olvidar la trama que estaba aconteciendo al menos unas horas. Llegaría el momento de afrontar la realidad, tarde o temprano, pero quería estirar al máximo esos pequeños instantes de despreocupada felicidad.
Notes:
Si pensáis que va a pasar de los 13 años a los 18 años en un abrir y cerrar de ojos estáis muy equivocados.
Chapter Text
Cuando llegó el domingo, y Seina se encaminó tranquilamente hasta la oficina de su maestra, fue sorprendida con la presencia de todo el equipo A, como estaba empezando a llamar burlonamente a los mandamases de Konoha en su fuero interno. Consistía en Tsunade-sama, Shizune, el comandante anbu, el comandante jonin, el líder del departamento de interrogación y tortura, Kakashi y Jiraiya. Curiosamente, los 7 ninjas de confianza que la Hokage usaba para investigar a Danzo y a Orochimaru. Todos juntitos.
—Estaba pensando en ti y has aparecido, ¿coincidencia?
—¡Ja! Ya me gustaría… —murmuró ella.
—Ya me lo imaginaba —sopló una risa la Hokage—. Kakashi estaba diciendo que tienes algo que decirnos, pero no le ha dado tiempo a explicarse. ¿Y bien?
Seina explicó por segunda vez ya la historia. Los otros la escucharon con atención, preguntando de vez en cuando para clarificar algunas cosas, pero la dejaron explayarse en detalles. Hubo bastante intercambios de miradas mientras hablaba. Rostros serios, preocupados, enfadados, cansados… ¿Qué le iban a decir a ella? Había pasado por esa rueda de emociones en los últimos días. Ahora ya le era hasta indiferente.
—Veo que no iba tan desencaminado —dijo Shikaku al final—. Sabía que lo probaría de nuevo, y ahora que Seina ha hecho todo esto para darnos más tiempo estoy convencido de que lo probará otra vez.
—¿Quieres decir? —preguntó Jiraiya con cierto escepticismo—. ¿Cuántas veces tiene una persona que intentar secuestrar a otra de forma fallida para darse cuenta de que no va a conseguir nada?
—Mientras nadie se dé cuenta no son intentos fallidos. Es un proceso de aprendizaje y descarte —intercedió el comandante Ryu desde las sombras—. Tarde o temprano encontrará una debilidad con la que atacarlos.
—Por no hablar de las otras noticias —dijo su maestra. Luego le lanzó una nota corta—. Mira esto. Estaba encriptada, pero ese es el mensaje.
—Akatsuki va tras los jinchuriki. El dos, cuatro y siete colas ya han muerto. Vuestra jinchuriki ha llamado la atención de Akatsuki eliminando a uno de los posibles reclutas de la organización.
Seina sintió un escalofrío al leer esas dos míseras frases. Solo 32 palabras, pero representaban una amenaza de muerte para Naruto y para ella. Kakashi le pasó el brazo por los hombros, reconfortándola silenciosamente.
—¿Sabemos quién ha enviado esto? —preguntó.
—¿Y si es fiable, quieres decir?
—No sabemos quién ha sido. La nota inicial era una serie de números así que no podemos comparar las letras con la base de datos que tenemos. Tampoco hay huellas, ni olores, ni nada que podamos extraer para identificar a su escritor o escritora. Los números, además, son la cosa más fácil de modificar para evitar una identificación así que…
—En cuanto a si es fiable… Creemos que es verdad. Sabemos que Fu Sanada ha desaparecido, y la dan por muerta en Takigakure según nuestros informantes. La jinchuriki del dos colas, Yugito Nii, también desapareció de Kumo hace 5 días y, por lo que hemos podido descubrir, hay signos de una pelea violenta en el último lugar donde fue vista. Lo único que no hemos podido averiguar es si lo del otro jinchuriki es cierto. Al parecer, le gusta perderse a solas por los bosques largas temporadas.
—¿Cuándo fue enviado esto? —preguntó de nuevo.
—Hace un día —le informó la Hokage—. Según Shikaku, se la entregaron en su casa.
—Me la dejaron en mi despacho privado, y eso que tengo algunas protecciones puestas. El único que estaba en casa era Shikamaru y, según él, solo vio a una paloma revolotear cerca en toda la mañana. Me pasé toda la tarde revisando de arriba abajo la casa y las inmediaciones, pero no vi nada.
—No creo que Shikamaru sea muy fiable —le susurró Inoichi con una risa al mismo tiempo que ella daba un pequeño bote en su sitio.
—¿Una qué? —preguntó ella de nuevo, alzando la cabeza rápidamente de la nota.
—¿Una paloma?
—¿De qué tipo? —puntualizó ella.
—Una tórtola, creo que dijo, con plumas blancas y negras en el cuello.
—Lo ha enviado Itachi —declaró finalmente—. Es una de mis invocaciones. Solo la uso para enviar las cartas de Sasuke a Itachi. Él nunca contesta, pero le dije en una carta que podía usarla para responder a Sasuke, si quería.
—¿Sasuke le manda cartas a Itachi? —preguntó Shizune.
—Solo hablando de cosas cuotidianas —negó con la mano ella, quitándole hierro al asunto.
—Ya veo —suspiró Shikaku, más relajado—. Debe haber deducido que tu paloma es capaz de encontrar a quien quiera mientras se le indique un nombre.
Seina asintió pensativa. No le había explicado a Itachi cómo funcionaba su paloma con su hechizo localizador en forma de runas permanentes, pero estaba claro que la habría examinado. Quizás incluso habría visto que era indestructible. Además, Shikaku tenía razón al pensar que Itachi, siendo un genio, se habría dado cuenta que la paloma era capaz de encontrarlo estuviera donde estuviera. Sin duda habría deducido muchas cosas sobre lo que podía hacer o no su invocación. Evitó sonreír al darse cuenta de que Itachi había respondido con una nota de advertencia. A pesar de todas las cartas que había ignorado de Sasuke y ella, había enviado la piedra con sus memorias y ahora había escrito una nota para que llegara a la Hokage sin que nadie se diera cuenta para avisar del peligro que corrían. Si eso no demostraba que Itachi no era una mala persona en su fuero interno, nada lo haría.
—Maldito Itachi… Eres un genio —pensó para sus adentros.
Un apretón de hombros la volvió a la conversación. Dio las gracias silenciosamente a Kakashi ya que no quería perderse nada.
—Supongamos que Seina tiene razón y que lo ha enviado Itachi… ¿Consideráis fiable esta información?
—La información que contiene concuerda con lo que sabemos gracias a nuestros informadores así que Itachi, siendo parte de Akatsuki, obviamente está incluso más enterado que nuestros espías —dijo Shikaku—. Que la nota venga de Itachi explicaría cómo sabe tanto acerca de los planes de Akatsuki.
—Es decir, tú darías por buena esta información.
—Sí. Lo único que nos dice que no sepamos ya es que los jinchurikis están definitivamente muertos, no desaparecidos, y que Seina ha matado a un posible recluta, llamando la atención de Akatsuki. ¿Quién? No podemos saberlo, pero juraría que está hablando de Deidara. Según los informes de Seina y Mokure, el mismo Deidara admitió haber robado voluntariamente el kinjutsu de Iwagakure y parecía dispuesto a dejar a su equipo. De hecho, dejó morir a sus compañeros a manos de Mokure sin mover un solo dedo… Si eso no es traición, no sé qué puede serlo.
—No crees que Deidara planeara quedarse mucho tiempo más en Iwagakure —afirmó Inoichi.
—No. Todo apunta a que pensaba huir pronto, quizás en esa misma misión después de matar a nuestros ninjas.
—Por suerte, le salió mal la jugada —suspiró la Hokage.
—¿Y cómo nos afecta a Naruto y a mí lo de Akatsuki?
—No lo sabemos todavía… Estamos debatiendo, pero hasta que alcancemos una conclusión será mejor que os quedéis en la aldea.
Seina se despidió poco después de eso, suspirando. Se fue directa a casa. Naruto y Sasuke la esperaban impacientes. Ambos sabían que estaba visitando a la Hokage para contarle lo que pasó así que esperaban una respuesta. Cansada, se sentaron en el sofá y les mostró todo lo que había pasado. Desde su explicación sobre la misión, la nota de Itachi, las noticias de Akatsuki…
—¿Fu está muerta? —preguntó con el rostro pálido Naruto.
—Peor. Seguro que ha sido asesinada —dijo Sasuke frunciendo el ceño—. Parece que están yendo detrás de los jinchuriki así que eso quiere decir que ahora también vosotros corréis peligro de muerte. No solo yo.
—¿Qué creéis que va a pasar?
—No tengo ni idea, pero esto no pinta nada bien —reconoció ella—. Hace poco nos alejaron de Konoha por nuestro bien y ahora nos están encerrando en Konoha por nuestro bien.
—¡Pero eso quiere decir que no estamos seguros en ningún sitio!
Seina, a eso, no supo qué contestarle. Naruto estaba en lo cierto pensando que no estaban seguros ni fuera ni dentro de la aldea. La cuestión era, ¿dónde corrían más peligro? Ahora mismo tampoco estaba segura de tener la respuesta a esa pregunta. Tsunade-sama cada vez se reunía con más frecuencia con los altos mandos así que podía deducir que la situación estaba empeorando. Llegaría un punto en que algo sería el detonante de... no lo sabía, de una situación aún peor, quizás. Sería la gota que colma el vaso. Pero, ¿qué harían cuando llegara ese punto? Porque iba a llegar.
Danzo cada vez estaba más irritado porque sus ninjas seguían fracasando. Orochimaru no se daba por vencido, deseoso de tener el sharingan para él. Akatsuki, por otro lado, parecía haber empezado a cazar a los jinchuriki. A Fu seguramente la pillaron desprevenida yendo con su equipo genin a los exámenes de chunin mientras que a la otra jinchuriki… Al parecer había presentado batalla, pero según lo que le dijo hace tiempo Kakashi, Akatsuki siempre ataca en parejas y eran todos ninjas de rango S.
Ella había matado a uno de Akatsuki porque lo pilló solo y desprevenido con su magia. Deidara, quien también era un ninja de rango S, había sido cansado previamente por el equipo de Konoha que lideraba el otro jonin, Mokure, y todavía no dominaba el kinjutsu que había robado con el que intentaba matarla. Había tenido mucha suerte, pero ella no era un ninja de rango S por mucho que creyeran lo contrario en Iwagakure. No era falsa modestia. Sabía perfectamente que le quedaba mucho por mejorar y que parte de su mejoría vendría acompañada del crecimiento de su cuerpo. Si podía parecer tan peligrosa era por su magia, no por otra cosa.
Cuando llegó Kakashi de vuelta a casa, un rato más tarde parecía cansado y algo preocupado. Viniendo de él, que siempre intentaba mantener expresión neutral, debía ser peor de lo que imaginaba. Naruto y Sasuke, incapaces de dormir, estaban despiertos tumbados en el sofá. Durante un rato se hizo un silencio que nadie quería quebrar reconociendo que estaban jodidos. Lo miraron como lo miraran.
—¿Qué va a pasar? —preguntó finalmente Naruto, el más impaciente.
—Sinceramente… no lo sabemos. Cada día que pasa Tsunade-sama está más cerca de tirar la toalla y de atacar a Danzo frontalmente. El problema es que podría salirle muy mal. Danzo tiene el apoyo del consejo, y ha reclutado a mucha gente, que sepamos, y otra que desconocemos. Por no hablar de que no sabemos qué ha hecho con lo que ha… robado —dijo Kakashi mirando de reojo a Sasuke un segundo—, ni si ha contactado de alguna otra forma con Orochimaru.
—Supongo que el hecho de que hasta ahora no nos haya atacado con la intención de hacernos daño también hace que Tsunade-sama esté reticente a actuar de forma más contundente —reconoció ella en un gruñido—. Por lo que pudiera pasar…
—Exacto.
—¿Y qué? ¿Cuánto tiempo vamos a estar sorteándolo? —siseó Sasuke—. Además, cualquiera se daría cuenta de que algo sucede. ¡Cada vez que intenta secuestrar a uno de nosotros fracasa! ¡Hasta un idiota se daría cuenta de que no es una coincidencia!
Seina se volvió a quedar en silencio. Sasuke tenía razón. De hecho, se preguntaba por qué Danzo seguía pensando que solo era cuestión de “mala suerte”, si es que realmente así lo creía. El niño de la última misión había sido un simple recluta, alguien que no había estado preparado para salir de misión y, sin embargo, lo había enviado en un acto casi desesperado. Debía admitir que era ingenioso atacarlos frontalmente y cambiar el hijo de su cliente por uno de sus ninjas para atacarlos desde dentro, cuando estuvieran confiados. Aunque, visto así, se daba cuenta de que cada vez estaba más… ansioso.
—Será mejor que vayáis a descansar —dijo finalmente Kakashi.
Sasuke se levantó claramente enfadado y con demasiada energía.
—¿Descansar para qué? Si vamos a estar aquí hasta nuevo aviso. Otra vez —aun así, se fue escaleras arriba a paso rápido, cabreado.
No podía culparlo por su enfado. Naruto sacudió la cabeza y también se fue. Seina suspiró profundamente cuando se quedaron a solas. Unas manos la cogieron. Kakashi la puso en su regazo, sentado a su lado, abrazándola contra él sin que ella tuviera que mover un dedo.
—Todo se arreglará de alguna forma —la consoló.
—¿Lo dices en serio o es una simple consolación sin fundamento?
—Lo digo en serio. Ya sabes que Tsunade-sama no va a dejar que Danzo, ni Orochimaru, se salgan con la suya. Y yo haré cualquier cosa por protegeros —le juró.
—Esperemos que no llegue a ese punto —dijo ella, que no quería que se arriesgara por ellos.
De solo pensar que Danzo pudiera hacerle algo a Kakashi le daban ganas de arrancarle los ojos. No quería destruir el plan de su maestra así que solo esperaba que Danzo no les hiciera daño a sus seres queridos, o lo mataría sin pestañear. Complicaría las cosas respecto a Itachi, los ojos robados y otros asuntos sin resolver que solo conocía Danzo, pero le mataría.
—Deberías descansar —le dijo, acariciando su cabello—. Sé que la situación no es ideal, pero se piensa mejor después de unas horas de sueño.
—Lo sé.
Le dio un beso en la mejilla y se levantó. No tenía sueño, pero estaba extrañamente cansada.
Al día siguiente, ni siquiera fueron al campo de entrenamiento para entrenar con sus amigos. Tampoco fue el martes a entrenar con los anbu. Se quedaron encerrados en casa como si estuvieran haciendo penitencia. A la única a la que visitaron, el miércoles, fue a Karin. Incluso Sasuke quiso ir a verla, más por salir de casa que por entablar amistad con ella. No les esperaba nadie en casa, después de que Kakashi saliera a hacer una misión, así que estuvieron un par de horas hablando con Karin.
—Ya mismo se acaba tu periodo de prueba, ¿no? — preguntó Naruto con una sonrisa algo vacía.
—Sí. ¡A finales de octubre! Estoy deseando hacer algo más que trabajar a tiempo parcial en la floristería. Me gustaría tener un sueldo propio y dejar de recibir vuestra paga, para qué mentir —sonrió Karin con tanto entusiasmo que los deslumbró—. ¿Y vosotros?
—Estamos haciendo misiones juntos, que es lo que queríamos, así que no podemos quejarnos —contestó ella viendo la boca firmemente cerrada de Sasuke.
—Algún día de estos podemos seguir practicando con las cadenas de adamantina, si quieres.
—No estaría mal.
—Quizás te interese aprender a usarlas a ti también Naruto.
—Quizás.
El resto de la semana pasó más o menos igual, salvo porque fue a trabajar al hospital para no levantar sospechas. Cuando llegó el fin de semana, a solo 3 días de su décimo tercer cumpleaños, empezaron a recuperar de nuevo los ánimos. Estuvieron entrenando todo el fin de semana, a solas, debido a que su maestro seguía de misión. El lunes fueron a ver a sus amigos, quienes los saludaron sin darse cuenta de nada.
—Se os echó de menos la semana pasada —dijo Tenten—. Sin Naruto, Lee no tiene a nadie que pueda seguirle el ritmo.
—¡Hey! ¡Yo sí que puedo! —juró Kiba, habiéndola escuchado de lejos.
—¡Solo un rato, Kiba!
—Por cierto, vamos a ir a cenar para vuestro cumpleaños, ¿no? —saltó Lee con una sonrisa.
—¡Pues claro! Es un dos por uno.
Estuvieron discutiendo dónde ir que cupieran todos, incluido Akamaru, y al final decidieron decantarse por un restaurante que nadie había probado, pero que tenía bastante buena fama.
—Además, cabremos todos seguro. Está algo apartado del centro así que podemos pedir mesa para todos.
—¡Yo me encargo de eso!
Mientras discutían los últimos detalles de la fiesta de cumpleaños, Seina juraría que había sentido la mirada de alguien en su cara. Fue una sensación tan fugaz que pensó que lo había imaginado. Cuanto intentó averiguar si había alguien cerca o algo más lejos espiando no encontró a literalmente nadie. De verdad se estaba volviendo paranoica.
—¿Creéis que llegará antes de nuestro cumpleaños? —preguntó Naruto, haciendo referencia a Kakashi.
—Lleva ya bastantes días fuera —se encogió de hombros Sasuke—. A este paso se lo perderá.
Seina frunció el ceño mientras descansaban esa tarde un rato. Por desgracia, tampoco volvió el lunes. Estuvieron cenando juntos y luego se fueron a ver las estrellas en la parte trasera de la casa, usando unas tumbonas conjuradas.
—¿Creéis que algún día seré Hokage? —preguntó de improvisto Naruto.
—¿Por qué lo dices? —le preguntó ella, totalmente sorprendida—. Siempre ha sido tu sueño, Naru, ¿por qué no ibas a poder llegar a ser Hokage?
—Cuando lo decía no tenía ni idea de lo que suponía serlo, ¿sabes?
—Hn. Y ahora te estás dando cuenta de la responsabilidad que requiere ser el líder de la aldea —concluyó Sasuke. Su tono no era burlón, sino más bien cargado de entendimiento—. Así me sentía yo cuando descubrimos lo de Itachi… Como si me hubieran quitado la alfombra de bajo los pies.
—Pero, ¿sigues queriendo ser Hokage? —preguntó ella—. Porque si es así te apoyaremos. Ya sabes que ni siquiera el Hokage carga con todo él o ella solo.
—Lo sé, lo sé… pero ni siquiera me apetece estudiar todos los libros esos para el examen de ascenso a jonin. ¿Cómo voy a ser el Hokage siendo solo un chunin? —suspiró Naruto con voz triste—. ¿Cómo voy a aprender todo lo que se requiere para ser Hokage y no cagarla? ¡Ya sabéis que no soy la persona más académica del mundo!
—Mira que eres dobe. Para eso se tienen consejeros, y Tsunade-sama seguro que te enseñaría lo necesario.
—Incluso aunque eso sea cierto, ¿no has visto cómo la cago a veces en las misiones por dejarme llevar por mis sentimientos? —dijo Naruto, reconociendo de mala gana su debilidad—. Eso no es lo que necesita una aldea. ¿Cómo voy a hacerme cargo de toda la gente si soy incapaz de ponerme serio, de tomar decisiones difíciles? ¡Incluso cuando Seina me dijo que no me fiara de Kabuto, a pesar de que ahora que lo pienso tenía bastante mala pinta, me quedé en shock al descubrir que era un espía! ¡La mitad de veces solo reacciono de forma correcta a tiempo porque estoy unido a vosotros y vosotros sí que podéis pensar fríamente! Yo no soy capaz de eso la mayor parte del tiempo.
—Naruto —llamó ella, viendo que lo estaba diciendo totalmente en serio. Tenía que parar su auto flagelamiento en seguida—. Escúchame cuando te digo que yo mejor que nadie te comprendo. ¿No te acuerdas de mis memorias? ¿De las veces que metí la pata? ¡Y era mayor que tú! ¿Sabéis cómo maduré y dejé de cagarla, como tú dices?
Naruto sacudió la cabeza en una negativa. Sasuke estaba atento, en silencio, escuchando la discusión. Hacía un año no habría podido evitar burlarse de la vulnerabilidad que estaba mostrando Naruto y ahora estaba intentando consolarlo a su manera. A su vez, hace un año Naruto no hubiera sido capaz de analizarse a sí mismo y de reconocer sus debilidades. La enorgullecía cuánto habían madurado en solo un año.
—Con la experiencia y con apoyo. Tú cuentas con apoyo. Lo que necesitas es tener más experiencia. Solo tienes 12 años, casi 13. No creo que pretendas ser el Hokage ahora mismo, ¿no? —preguntó ella de forma retórica. Naruto negó con la cabeza—. Eso quiere decir que tienes mucho tiempo para madurar, para meter la pata, para aprender lo que necesitas para ser Hokage… Lo único que necesitas es tiempo y empeño para crecer como persona y como ninja. Solo la cagarás de verdad si te niegas a aceptar tus errores, a aprender de ellos y si dejas de progresar.
—Tu hermana tiene razón, Naruto —dijo Kakashi, apoyado desde el marco de la puerta. Sasuke y Naruto dieron un pequeño bote en su asiento—. Si de verdad quieres ser Hokage, si eso es lo que realmente quieres y no es solo un sueño infantil, te apoyaremos. Si tú lo das todo de ti conseguirás esa meta, pero solo si te esfuerzas.
Naruto asintió, mirando de nuevo a las estrellas. Conjuró una tumbona para Kakashi, quien se estiró en plena noche para mirar el cielo con ellos. Durante un rato largo estuvieron callados. Cada uno sumido en sus pensamientos. Podía oler la humedad y las sales minerales del baño de Kakashi así que se dio cuenta de que se había bañado antes de bajar a verlos.
—¿Cómo te ha ido la misión?
—Bien —suspiró cansado él—. Larga, pero bastante aburrida.
—Casi pensábamos que no íbamos a verte pasado mañana —dijo Naruto, en referencia a su cumpleaños.
—De hecho, hasta hemos quedado con los otros para cenar —le confesó Sasuke.
Seina asintió con algo de culpa al ver el rostro divertido de Kakashi.
—No pasa nada. ¿Qué os parece si después de vuestra cena vamos a hacer algo todos juntos?
—¡Ya lo sé! —gritó Naruto con una risa—. ¡Vayamos al karaoke!
—¿¡Qué!? —gritó horrorizado Sasuke. Sí, gritó—. ¡Ni de coña!
—¡Venga, va! ¡Que es nuestro cumpleaños!
—¡Seina! —volvió a gritar Sasuke, suplicante, pero Seina estaba demasiado ocupada llorando de risa al ver el rostro de póker de Kakashi y la expresión pálida de Sasuke.
—¡Esto no me lo pierdo!
Notes:
Cualquier cosa que diga sería un spoiler así que tomaos estas palabras como queráis ;).
Chapter 98
Notes:
Advertencia: muerte/asesinato, intento de secuestro.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Cuando llegó el día de su cumpleaños, el 10 de octubre, un miércoles, Seina y Naruto habían recuperado su estado habitual animado al pensar, llorando de la risa, en la noche de karaoke que les esperaba.
—¡Tienes suerte que no le hayamos contado nada a Ino y a Lee! —le dijo Naruto, burlón, a Sasuke.
—Hn.
Sasuke, por el contrario, parecía un hombre sentenciado a muerte. Estaba claro que no quería cantar en público y menos delante de ellos, que ya se estaban partiendo de risa de antemano de solo pensarlo. Kakashi parecía huir cada vez que mencionaban algo relacionado con el karaoke. ¡Y eso que había sido él quien propuso hacer algo juntos!
—La verdad… no sé qué idea tenía cuando lo propuse, pero esta no era mi idea —le dijo desayunando, cuando no pudo escapar—. Menos mal que nadie va a enterarse.
—¡Si solo es una vez! —sonrió ella inocentemente. Kakashi suspiró, aceptando la derrota.
Sasuke chasqueó la lengua en dirección al jonin, con cara de pena. No necesitó su vínculo para saber que a su hermano le parecía algo patético que Kakashi cediera ante ella sin luchar por no cantar. Es más, estaba segura de que le parecía algo patético que alguien poderoso y distinguido como Kakashi se dejara arrollar por ella porque quería. Seina escondió una sonrisa al darse cuenta de que Sasuke todavía no entendía las cosas que muchas veces se hacían por amor.
Seina tocó el pie de Kakashi bajo la mesa, acariciando su tobillo cariñosamente. Kakashi, aunque no pareció más sonriente, apoyó su pie contra el suyo aceptando su derrota pacíficamente.
—¿Vamos a entrenar hoy? —preguntó Naruto.
—Si queréis —se encogió de hombros Kakashi.
—¡Genial! ¡Quería entrenar más con mi ninjato!
Pasaron el resto del día entrenando y riendo, sorprendentemente. Cuando llegó el atardecer se fueron a duchar. Seina estaba empapada de sudor así que se tiró un rato largo en la ducha mientras usaba los productos con perfume que solo usaba en la aldea de vez en cuando. Cuando salió de la ducha, reluciente, se tomó su tiempo para hacerse un moño con trenzas y buscó algo de ropa acorde con el clima, que ya empezaba a refrescar. Su riñonera, que siempre la acompañaba, sufrió unos cuantos cambios estéticos, pero Seina no iba a salir de casa sin ir armada hasta las cejas y con la ropa temporalmente hechizada.
—¿Queréis que os dé los regalos ahora o después? —preguntó Kakashi.
—En el karaoke mejor, ¿no?
—Claro.
Se fueron al restaurante acordado, viendo cómo eran de los últimos en llegar. No es que vivieran muy lejos caminando, pero parecía que los demás estaban excitados por celebrar otro cumpleaños. Como Naruto. A Sasuke, como siempre, podría importarle menos reunirse con los demás. Seina le dio un codazo.
—Anímate.
—¿Cómo me voy a animar si luego- ugh.
Seina se mordió la lengua para no reír muy alto. Sasuke, al entrar por la puerta, pareció reconocer su derrota con un suspiro agotado. Se sentaron en una mesa rectangular, quedando sentado Naruto en una punta y ella en la otra. A su mano izquierda tenía a Sasuke y a su mano derecha a Shikamaru.
—Aquí está su mesa, y los menús.
La camarera se marchó para que tuvieran tiempo para pensar qué elegir. Seina estuvo examinando la carta hasta que eligió algo nuevo que no había probado antes.
—Tiene buena pinta —reconoció Sasuke mirando la pequeña miniatura del menú—, pero también quiero probar esto.
—¿Por qué no te pides lo otro y compartimos los platos?
—Genial —dijo él, cerrando el menú de golpe.
—¿Por qué nosotros nunca compartimos plato en restaurante? —le preguntó de improvisto Shikamaru a su compañero de equipo.
—A mí no me mires, Shikamaru —escuchó decir rápidamente a Chouji al lado derecho del susodicho.
—Ya, ya. Ya sé que vas a acabarte el plato entero.
Naruto, al otro lado de la mesa, estaba sentado con los demás extrovertidos, es decir, Ino, Lee, Kiba, Karin y Tenten. Solo un par de ellos hacían más ruido que su extremo entero de la mesa, el lado de los introvertidos.
—Se me hace raro que no estéis con Kakashi-sensei —les dijo Neji, sentado al lado izquierdo de Sasuke—. La última vez nos invitó a todos.
—Estaba de misión así que no sabíamos si podría venir, pero luego nos vamos a ver así que no pasa nada.
—¿Vais a hacer algo todos juntos?
—Sí, vamos a- —Sasuke le tapó la boca tan rápido que no vieron ni su mano. Seina empezó a reír—. Solo iba a decir que vamos a dar una vuelta.
—Ahora tengo curiosidad por saber qué vais a hacer —reconoció Shino con su voz seria.
—Seguro que es algo ridículo —bufó una risa Shikamaru—. Esto solo puede ser idea tuya, o de Naruto.
—De Naruto.
—¿Ves?
Estuvieron charlando y riendo un rato. Intentaron adivinar qué era lo que pensaban hacer después, sin mucho acierto. Estaba claro que ninguno de ellos pensaba tan siquiera que el karaoke era algo que Sasuke, y Kakashi, estuvieran dispuestos a contemplar. Seina tuvo que morderse varias veces la lengua para no reír mientras Sasuke la fulminaba de vez en cuando con la mirada, como si pudiera leerle los pensamientos. Llegados a este punto no le extrañaría. Oh, lo que daría por ver a Sasuke cantar y lo iba a ver gratis.
—…-smo se acaba el periodo de prueba —escuchó a Karin.
—¿En serio? ¿Y qué piensas hacer?
—El padre de Ino me ha encontrado un trabajo en el equipo de barrera.
—¿¡En serio!? Ahí quiero trabajar yo también —exclamó Ino—. ¡Seremos compañeras!
—¡Genial!
—…-pesa unos 10 kilos más de lo que pasaba cuando nos graduamos —Kiba, hablando de Akamaru.
—…-s muy estricto, pero quizás puedo convencerlo con la ayuda de Hanabi —pensó en voz alta Hinata, hablando con Shino.
Seina sonrió, rodeada de sus amigos, escuchando sus conversaciones libres de preocupaciones. Pestañeó cuando notó una extraña sensación. Era similar a cuando alguien quería ponerla bajo un genjutsu, pero no era lo mismo. Vio como los demás no parecían haber sentido nada así que se encogió de hombros después de comprobar rápidamente que nadie de ellos estaba bajo un genjutsu. Cuando llegó el postre, alguien se acordó de darles sus regalos.
—¡Espero no equivocarme de persona! —dijo Lee, mirando sus regalos envueltos en papel idéntico.
Empezaron a entregarles los regalos a lo largo de la mesa. Su hermano y ella acabaron teniendo una pequeña montaña de regalos. Seina abrió el primer regalo que pilló. Resultó ser una bufanda tejida a mano de Hinata con un gorro a juego, de color turquesa con bordado plateado.
—Wow, Hina. No sabía que habías avanzado tanto. Muchas gracias.
—De nada —sonrió ella, con un leve sonrojo.
El siguiente regalo fue de Kiba quien, curiosamente le regaló productos de baño de la tienda que ella frecuentaba, pero de diferentes olores. Al parecer había localizado la tienda gracias a su prodigioso olfato. Ino, Tenten y Karin reunieron fuerzas para comprarle un vestido nuevo de invierno, de color morado y de tela suave, junto con unas botas altas, negras, de invierno. Chouji le regaló libros de cocina y repostería mientras que Shino le había dado unas copias de unos libros de medicina familiar que no habían visto la luz en años. Tuvo que reír cuando vio los nunchaku metálicos que le había regalado Lee.
—Pero, ¿qué regalo es ese? —se partió de risa Kiba junto a Ino y Karin.
—¡Hey! ¡Sé que a Seina le gusta entrenar en distintas modalidades! —se defendió.
—Lee tiene razón. Gracias por el regalo. Te prometo que los usaré.
Los últimos regalos fueron el de Neji, quien le regaló semillas de diversas plantas exóticas y Shikamaru, quien le regaló unos pendientes pequeños en forma de aro de titanio.
—Este, en realidad, es un regalo para ambos —le dijo Shikamaru—. ¿Sabes de nuestra costumbre de llevar pendientes?
—¿Te refieres a los pendientes que compartís Ino, Chouji y tú?
—Sí. Son una tradición de nuestro clan. Pasan de padres a hijos hasta que alcanzan el rango de chunin —explicó a todos Shikamaru. Ino y Chouji asintieron sonriendo—. Luego se devuelven al clan donde se guardan hasta que nace la próxima generación. Nosotros hemos devuelto ya nuestros pendientes, así que me gustaría iniciar otra tradición… si tú quieres.
El rostro algo incómodo, sonrojado pero decidido de Shikamaru evitó las miradas de los demás, que los miraban atentamente con sonrisas y mordiéndose los labios en algunos casos para no gritar. Seina sonrió en su dirección, viendo el esfuerzo que estaba haciendo Shikamaru por demostrar públicamente que sus palabras de amistad eran genuinas.
—¿Poniéndonos cada uno estos pendientes?
—Sí. Es un reconocimiento del clan Nara al clan Uzumaki por tus contribuciones para proteger nuestro clan y por regalarnos ese genjutsu.
—Está bien.
Cogió una de las joyas, haciéndose ella misma otro agujero para su tercer pendiente, siendo los otros pendientes hechizados para escuchar de lejos y para percibir los venenos. Tardó menos de un minuto en perforarse el lóbulo, ponerse el pendiente y curarse el nuevo agujero. Shikamaru simplemente se puso el pendiente en su agujero preexistente. Ambos pendientes eran un pequeño aro plateado con una bola extraíble que servía de cierre. En el suyo, la bola tenía el símbolo del clan Nara mientras que en del Shikamaru había grabado de forma diminuta el símbolo del clan Uzumaki.
—Wow. Nunca pensé que presenciaría lo que parece ser el inicio de una alianza en un restaurante —susurró Tenten a Ino.
Shikamaru chasqueó la lengua, rodando los ojos a sus amigos, que los felicitaron escuetamente cuando vieron que el Nara no quería grandes celebraciones. Seina solo sonrió. Sasuke, a su lado, parecía entre divertido e irritado.
—Te vas a reír —le dijo, entregándole su regalo personal.
Seina abrió el paquete, viendo cómo era una caja mediana de joyería. Alzó una ceja cuando observó el brazalete de oro blanco con el símbolo del clan Uchiha en el centro. Los otros, curiosos, se inclinaron para ver qué era mientras Sasuke le hablaba mentalmente.
—Te dije que eras mi hermana, ¿no? Eso quiere decir que eres una Uchiha como yo.
Ella asintió. Se puso el brazalete en su brazo derecho, quedando ajustado en medio de su antebrazo, más cerca de su codo que de su muñeca. Observó como Sasuke le lanzaba otro paquete similar a Naruto, quien contempló el brazalete con ojos brillantes y una sonrisa. La relación entre ambos era extraña. Parecían más mejores amigos y rivales que hermanos, pero ambos sentían que ella era su hermana mayor. Aun así, Seina sabía que Sasuke haría cualquier cosa por Naruto, y viceversa.
Naruto, el último en entregarle su regalo, le regaló distintos minerales y materiales para sus múltiples investigaciones. Por su parte, Naruto había recibido ropa, productos de baño, artículos de broma, armas, entradas para el cine e incluso le habían regalado un kit para que empezara a aprender a tallar madera. Estaba claro que alguien pensaba que su hermano necesitaba un hobby más que entrenar. No les faltaba razón.
Poco tiempo después acabaron de cenar y de celebrar su cumpleaños. Era algo tarde así que salieron del restaurante y se despidieron en la misma puerta. Habían quedado con Kakashi en el mismo karaoke, una vez le enviaran una nota con una invocación. Así pues, lo primero que hizo al salir de allí fue enviarle un mensaje.
—¡Hasta el lunes!
—¡Adiós!
Caminaron calle abajo, viendo que ya era de noche y empezaba a hacer un poco de frío. Nada que un ninja no pudiera soportar con una camiseta de manga corta. Los civiles, por otro lado, parecían querer entrar en sus casas y salir con una chaqueta, o no salir directamente. Fuera como fuera, el aire fresco y tranquilo de Konoha le pareció muy relajante mientras caminaban por las calles de las afueras medio desiertas.
—¿Notáis eso? —preguntó Sasuke de repente, sacando sus manos de los bolsillos discretamente.
—¿El qué?
Seina, en lugar de preguntar, usó el vínculo para adentrarse en Sasuke. De repente, notó lo que él estaba notando. Alguien los observaba por la espalda. No. Alguien estaba observando a Sasuke por la espalda. No tuvo tiempo para más porque les asaltaron desde todos lados unos cuantos ninjas que llevaban la banda ninja de Otogakure. ¿¡Qué demonios!? Sacó su wakizashi para defenderse, viendo como estaban intentando coger a Sasuke más que a Naruto o a ella. Naruto, dándose cuenta de lo mismo, se puso de espaldas a Sasuke dejándolo entre ambos.
No le quedó otra que usar sus poderes para conjurar y transformar lo que encontró en animales, sabiendo que no podía moverse del lado de Sasuke. Saltó para evitar que le rebanaran las piernas con una katana cuando una mano apareció rápidamente cogiendo a su hermano adoptivo del brazo. Seina, con el corazón en la garganta, le envió una maldición al mismo tiempo que los ojos vibrantes de Sasuke lo dejaban K.O. con un genjutsu. El ninja murió al instante al no poder evitar su ataque.
La visión a través de los ojos de Naruto le sirvieron para ver los dardos tranquilizantes que les estaban mandando desde varios puntos así que se replegaron mientras él alzaba un muro de tierra.
—Doton: doryuheki.
La barrera de tierra se alzó a su alrededor, evitando que pudieran ser alcanzados. Alguien intentó atacarlos desde arriba cuando un brazo relampagueante lo atravesó por el corazón, matándolo al instante. Era Kakashi. El cadáver cayó al suelo al mismo tiempo que otro desconocido cogía el primer muerto a quien había matado con una maldición explosiva. Un desconocido intentó coger al segundo cadáver y huir cuando Seina lanzó una cadena de adamantina, llameante con el chakra de Kurama, y lo atravesó por cuello. La cabeza cayó al suelo, seccionada. Nadie intentó coger los nuevos cuerpos, sino que huyeron a toda prisa sin mirar atrás.
—Vamos —les ordenó con voz autoritaria el otro jonin.
Cogió un cuerpo y Naruto cogió el otro. Sasuke cogió la cabeza con expresión irritada. Fueron corriendo a la torre de la Hokage, usando los tejados para llegar allí en menos de un par de minutos. No estaba presente así que mandaron a alguien a buscarla. Fuera lo que fuera que ponía en la nota que Kakashi acababa de escribir fue suficiente para que los dejara pasar a su residencia privada.
—Ya he llamado a los otros —dijo Tsunade-sama, vestida sorprendentemente con unas mallas negras y una camiseta de tirantes de algodón de color gris—. Pasad. Sentaos.
La mano de Tsunade-sama en su frente, mientras intentaba descubrir si estaba o no herida, la devolvió a la realidad. Por suerte, ninguno estaba herido ni bajo genjutsu, ni habían sido envenenados ni drogados. Jiraiya apareció un minuto después, aunque todavía vestido con su ropa habitual. Los otros no tardaron ni 5 minutos en llegar. Observaron los 2 cadáveres que habían podido coger, la sangre en el brazo de Kakashi y las salpicaduras en sus rostros.
—¿Estáis bien?
—Sí.
—¿Son de Oto? —preguntó Inoichi, moviendo la cabeza con un pie.
El comandante Ryu los estaba examinando junto a Jiraiya.
—Me temo que no… —dijo el pervertido con expresión seria—. No tienen el sello de Orochimaru.
—¿Por qué no nos contáis qué ha pasado? —preguntó Shikaku.
—Hemos salido del restaurante y nos hemos despedido de los otros. Habíamos quedado con Kakashi así que le he enviado una nota para dejarle saber que íbamos de camino al karaoke. Pocos minutos después Sasuke ha empezado a notar cómo le observaban y acto seguido nos han atacado desde todos lados. Parecían quererle a él. Nos enviaron unos dardos con una sustancia no identificada, pero Naruto logró pararlos con una barrera de tierra. Luego nos atacaron de nuevo y fue cuando llegó Kakashi, matando a ese que tiene el agujero en el corazón —les dijo, señalando a uno de ellos.
—Después de eso intentaron recuperar todos los cadáveres. Lograron hacerse con uno, pero Seina decapitó a otro ninja cuando intentó llevarse al que yo había matado —acabó Kakashi—. Por mí parte, recibí la nota y salí en dirección al karaoke. En cuanto llegué y vi que no estaban tuve un mal presentimiento así que me encaminé en dirección al restaurante al que sabía que habían ido a cenar. En seguida me topé con una barrera que abarcaba la calle entera, y olí la sangre. En cuanto llegué a ellos, vi a 5 ninjas visibles. Uno de ellos estaba muerto a pocos metros de la barrera de tierra, otros dos estaban heridos y otros 2 estaban intentando atacarlos de nuevo. Uno de ellos saltó desde un tejado para atacarlos desde arriba así que aparecí detrás de él y lo eliminé con el chidori.
—Está claro que los estaban esperando —confirmó el comandante Ryu—. Esto huele a Danzo.
—¿Creéis que pueden ser reclutas no marcados con el sello de Danzo para evitar ser descubierto?
—Eso explicaría cómo han entrado sin que nadie se diera cuenta, si es que realmente son esbirros de Orochimaru.
—¿Shikaku?
—Jiraiya-sama tiene razón. Diría que son ninjas de Danzo con bandas de Oto para despistar y cubrir sus pasos. Incluso aunque fueran ninjas de Orochimaru, alguien ha tenido que dejarlos entrar a escondidas.
Todos se giraron a mirar a la Hokage, que estaba sentada en una silla con el ceño sumamente fruncido.
—Esto no puede seguir así —suspiró ella—. ¿Shikaku?
El mencionado también suspiró con pesadez, pero asintió. Tsunade-sama se giró a mirarlos a ellos. En concreto, a Naruto, a Sasuke y a ella. El mal presentimiento que había estado teniendo esas semanas culminó allí, silenciosamente, cuando escuchó las palabras de su maestra.
—No estáis seguros ni fuera ni dentro de la aldea, pero ahora es obvio que la aldea representa un grave peligro para vosotros. Un peligro incluso mayor que Akatsuki.
Por una vez en la vida, Naruto no tenía palabras para cuestionar a la Hokage. Sasuke solo pestañeó mientras que ella, con el rostro en blanco, sintió la mano de Kakashi apretarle casi dolorosamente el hombro, como si no quisiera escucharlo.
—Me temo que vais a tener que marchados de la aldea durante un tiempo.
—…¿De cuánto tiempo estamos hablando? —preguntó con voz sombría, y triste, Kakashi.
Tsunade-sama miró a Jiraiya, luego a Shikaku y, por último, al comandante Ryu.
—Esto será imposible de arreglar en un año —sacudió la cabeza Shikaku con una mueca culpable—. Simplemente no tenemos efectivos suficientes si quiere seguir por la vía más pacífica posible.
—¿Dos años?
—O casi tres. Recordad que también está pendiente el tema de Orochimaru y su obsesión con el cuerpo de Sasuke. Si realmente estos muertos son hombres cedidos a Danzo de Orochimaru… la situación puede ser más complicada de lo que imaginábamos.
A Seina le dio un vuelco el corazón al escucharlo. Notó como dejaba de respirar al comprender que pensaban mandarlos lejos de la aldea, de Kakashi, durante 2 o 3 años. Era obvio que Tsunade-sama no podía prescindir de él, siendo uno de los pocos ninjas confiables que tenía en la aldea, lo que significaba que estarían años separados. Durante un segundo se le ocurrió ofrecerse a matar a Danzo y a todos sus esbirros, pero se acordó de cómo se habían negado a usarla de esa forma antes.
Una parte de ella lo entendía. No podía arreglar continuamente todos los problemas de la aldea ella sola porque no era la Hokage, ni era alguien de alto rango, solo tenía 13 años y, además, no podían acostumbrarse a depender de ella ya que algún día moriría como todos los mortales. Lo sabía, pero dios como le dolía. Sería tan fácil para ella quedarse, hacer ver que se iba con sus hermanos, arreglarlo todo y volver a seguir con sus vidas… pero, ¿qué pasaría cuando a ella la mandaran lejos? A Sasuke y a Naruto, y a ella, no les faltaban los enemigos y ella solo era una persona. No podía estar en todo, y más cuando todos ellos tenían profesiones peligrosas que requerían exponerse a sus enemigos continuamente.
Quería llorar cuando se dio cuenta de que, a pesar de todas sus habilidades, no era suficiente. Lo peor de todo es que entendía por qué querían mandarlos lejos. Sin ellos allí, Danzo no podría seguirlos atacando continuamente y Tsunade-sama tendría mucho más tiempo para ir desbaratando desde dentro Ne sin que nadie resultara herido y, algo muy importante, sin que nadie diera cuenta de la guerra encubierta que había en Konoha. De hacerse público que estaban en medio de una especie de guerra civil entre ninjas en el país del Fuego ya se podía imaginar qué harían los otros países. Aprovecharían el momento para atacarlos. Era una táctica muy común.
—¿Y dónde vamos a ir? —preguntó con rostro serio Naruto—. ¿Qué vamos a hacer durante… años?
—Vendréis conmigo —dijo de improvisto Jiraiya—. Mi trabajo está fuera de la aldea así que podréis acompañarme y, mientras tanto, os entrenaré. Sobre todo, a vosotros dos, Seina y Naruto. Fuera de la aldea podremos entrenar de una vez por todas para que podáis usar el poder del- de Kurama.
Seina sintió el brazo de Kakashi sobre sus hombros, abrazándola contra su costado. Ella pestañeó cuando se dio cuenta de que llevaba rato mirando a la nada con los ojos abiertos. Tuvo que usar sus considerables barreras mentales para no llorar porque ahora no solo estaba sintiendo su tristeza sino la de Naruto y Sasuke.
—¿Cuándo partiremos? —preguntó ella.
—Lo antes posible así que en unos… 5 o 6 días.
—Podéis volver a casa, chicos. Descansad.
Seina cogió los brazos de su equipo y desapareció. Apareció en el jardín delantero, temblando de la ira y del dolor que sentía en ese mismo instante.
Notes:
Ha llegado el momento, amig@s. Seguro que podíais imaginaros algo así... A partir de ahora el tiempo va a pasar mucho más rápido, no os preocupéis, y entrará en juego otro personaje muy importante. ¿Os podéis imaginar quién es? Seguro que sí.
Hasta la próxima :)
Chapter 99
Notes:
Advertencia: no del todo underage pero casi, menciones de fetiches, bla bla bla. No os haré más spoilers.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
—Debería haberlo matado cuando tuve la oportunidad —se arrepintió ella en voz alta—. Debería haberlos eliminado a todos ellos.
—Entonces no sabríamos la verdad de Itachi, ni de los ojos de los Uchiha, ni del cuerpo robado de Hashirama Senju —la consoló Kakashi con rostro exhausto—. De nada sirve lamentarse del pasado.
Quizás necesitaba oírlo de su boca, pero en cuando Kakashi la consoló con esas palabras, sabiendo que él sabía perfectamente de lo que hablaba… sintió como podía respirar mejor. Sasuke le apretó una mano, sin palabras, para decirle que no era culpa suya. Naruto simplemente se fue a su cuarto, sacudiendo la cabeza. Sasuke pareció meditarlo, pero luego le siguió. Seina quiso tirarse al sofá, sin ánimos, cuando una mano la agarró del brazo.
—Ven conmigo.
Kakashi la cogió en volandas y se fueron a su casa, también bajo el fidelus, que hacía claramente un tiempo que no pisaba. Se sentaron en el jardín trasero. Seina no sabía qué decir. Si no estaba en estado de shock poco le faltaba. Nunca se había imaginado dejando la aldea a voluntad de la Hokage. Siempre había creído que acabaría huyendo, si es que se tenía que ir de Konoha. Aunque, en realidad, estaba huyendo. Solo que de Danzo. ¿Había cumplido su propia profecía sin darse cuenta?
—¿En qué piensas? —le preguntó Kakashi, abrazándola contra él.
—En que no me imaginé tener que dejar la aldea durante años por órdenes de la Hokage.
—…Años —suspiró Kakashi con voz dolida.
—¿Qué vamos a hacer?
—¿Te refieres a nosotros?
Seina asintió, enterrando su rostro en su costado. Volvió a sentir ese nudo en la garganta, aunque ahora no era solo de miedo, sino de tristeza. Se hizo un silencio mientras ambos pensaban para sus adentros qué iba a pasar. Aun así, a los pocos minutos Kakashi le contestó.
—Yo estoy dispuesto a esperarte —le confesó.
Seina levantó la cabeza algo incrédula.
—¿Esperarías 3 años sin tan siquiera vernos? ¿Cómo voy a pedirte eso?
—¿Cómo voy a pedirte yo a ti que me esperes? —le preguntó retóricamente—. Solo sé que yo te quiero en mi vida ahora y en el futuro. Para mí esperarte no es una obligación sino un regalo.
Se le llenaron los ojos de lágrimas. Kakashi, quien seguramente lo olió, la arrastró a su regazo abrazándola completamente. Luego, le levantó el mentón para mirarla a los ojos. Se quitó la máscara y la banda ninja para que pudiera ver su rostro totalmente sincero.
—Te dije una vez que solo quería estar contigo, solo contigo. De hecho… —dijo, y luego se calló, tragando visiblemente—. Hay algo que tengo desde hace unos meses.
—¿El qué? —preguntó ella, sorprendida, al ver lo nervioso que parecía.
—Espera un segundo.
Kakashi creó un clon para que fuera a buscar lo que fuera de lo que estaba hablando. El clon vino a los pocos segundos, lanzándole algo a Kakashi que cogió en el vuelo. Seina, quien tenía el rostro enterrado en su cuello, no vio que era hasta que Kakashi le presentó de improvisto una caja negra, pequeña, acolchada por dentro con una tela suave de color azul marino. El corazón le dio otro vuelco cuando comprendió al instante lo que era.
En el medio había un anillo de oro, blanco. Era esbelto, lleno de incontables diamantes diminutos que rodeaban la mitad del aro. En el centro, no obstante, había lo que parecía ser un diamante o algo similar, brillante, bastante más grande que los diamantes que lo enmarcaban. Estaba sujetado al anillo de forma que parecía una corona visto desde el costado, pero desde arriba parecía más una flor. Era un anillo de compromiso.
—Cuando Shikaku te dio esos pergaminos del clan Uzumaki me hizo pensar que, tal vez, yo podría tener algo guardado también en… mi casa del clan Hatake. Viví allí durante años hasta que tu madre consiguió convencerme para que me mudara mientras no me recuperara de la muerte de mis padres y la de Obito y Rin —le explicó mientras ella miraba fijamente el anillo—. No averigüé nada, pero sí que encontré joyas de mi madre y algunas cosas mientras limpiaba. Vi el anillo de compromiso que le regaló mi padre y, de repente, no podía parar de dejar de pensar en ello.
—¿Este es el anillo de tu madre?
—No —rio él. Seina alzó la cabeza para contemplar su rostro increíblemente atractivo, su sonrisa y su mirada tierna posada en ella—. Lo pensé durante un minuto, pero luego me di cuenta de que yo no quiero lo que tuvieron mis padres. No quiero, ni por un solo segundo, que nos pase lo que les pasó a ellos. Quiero vivir contigo durante muchos años. Quiero lo que ellos no tuvieron. Quiero más, mucho más. Soy un egoísta o tal vez demasiado codicioso, pero es lo que siento. Quizás es una tontería asociar la desgracia a un anillo, pero no pienso contemplar la remota posibilidad de darte algo que luego pueda hacerte daño o separarnos prematuramente.
—Entonces, ¿lo compraste? —preguntó en voz baja, casi sin poder creerlo—. Pero, ¿por qué?
—¿Por qué ahora cuando todavía eres tan joven? —ella asintió—. Porque estoy seguro de ti. Porque me estoy entregando a ti y, aunque no me quieras dentro de 3 años, es lo que yo siento. Lo vi y supe que era para ti. Sabía que, aunque no te lo entregara ahora, lo haría años más tarde. Es curioso como al final no ha salido como pensaba que pasaría.
Seina notó como le brotaban las lágrimas otra vez. Esta vez de felicidad.
—¿Cómo no iba a quererte dentro de 3 años? Kakashi, te- —unos labios se posaron sobre los suyos firmemente, ahogando su declaración de amor.
Una mano masculina se enterró en su cabello, acunando su rostro, y luego sus labios murmuraron sobre los suyos.
—Si lo dices en voz alta… —le susurró con voz entrecortada— me romperá el corazón verte partir.
Ella asintió, rozando su nariz contra la suya y volviéndolo a besar suavemente. No lo había dicho en voz alta, pero ambos sabían lo que iba a decir. Lloró cuando recordó que tenía que irse en menos de 6 días. Kakashi le secó las lágrimas con el pulgar, acariciando luego su nariz contra la suya de nuevo.
—Prometo esperarte fielmente el tiempo que haga falta. Prometo luchar por nosotros, y por tu seguridad en Konoha mientras no estés, para que vuelvas lo antes posible. Te prometo que mi corazón es tuyo ahora y será tuyo cuando regreses. Soy tuyo —vio como callaba en busca de las palabras correctas, como si quisiera que fuera perfecto—. Seina…
>> Desde el momento que te vi supe que eras especial. Me miraste a los ojos y viste a través de mí como nadie había hecho antes. Viste mi verdadero yo: mis defectos, mis virtudes, mi faceta más oscura y mis deseos más profundos. Me comprendiste, me diste ánimos, me has apoyado cuando no sabía que lo necesitaba, me has hecho crecer como persona en un año lo que otros no consiguen en una vida entera con todo el apoyo del mundo… Literalmente, me has devuelto las ganas de vivir. Ahora cada día que pasa ya no es como otro cualquiera sino que es un regalo. Me duermo y me levanto pensando en ti, sueño contigo dormido y despierto. Te has convertido en mi mayor debilidad y mi mayor fortaleza. No puedo imaginar un mundo sin ti así que esperar 3 años no es nada en comparación con pasar el resto de mi vida sin ti, ¿lo entiendes? Es por eso que, aunque sea prematuro, quiero decirte lo que siento: quiero estar contigo de todas las formas posibles así que… ¿quieres casarte conmigo? ¿En un futuro?
—…Sí quiero.
Kakashi tragó de nuevo, pestañeando ante las lágrimas que le humedecieron los ojos. Cogió el anillo, su mano izquierda y se lo puso. Lo había comprado de tamaño estándar así que usó su magia para reducirlo hasta que quedó perfecto en su dedo anular. Seina no pudo contener las lágrimas de tristeza, amor, felicidad y éxtasis. Se besaron bajo la luz de la luna. Kakashi rio cuando sus labios se estiraron en unas sonrisas incontenibles. Le besó las mejillas, la nariz, los párpados de forma tan suave como las alas de una mariposa sobre una flor.
—Solo prométeme otra cosa —le pidió ella en el oído, acariciando su cabello suave como la seda.
—Lo que quieras.
—No mueras.
—Te lo juro.
Seina cerró los ojos, oliendo su olor masculino que le recordaba a ámbar, quizás también a cedro. Su juramento seguro le calmó los miedos. De veras sentía como si Kakashi hubiera encontrado un nuevo propósito en la vida más que subsistir como había hecho hasta ahora, y eso la hacía feliz. Estuvieron un rato callados, abrazados fuertemente, acariciándose y besándose cuando no podían resistir las ganas.
—Ah… —suspiró ella al final—. ¿Sabes lo que estaríamos haciendo ahora mismo si tuviera unos cuantos años más?
Kakashi bufó una risa. Ni siquiera se sonrojó como la otra vez. Ella se dio cuenta de por qué. Se había lanzado por completo, de cabeza, a la piscina. Lo había confesado todo, así que… ¿para qué esconderse o avergonzarse?
—Lo sé. Siento no poder darnos lo que ambos queremos.
—Mhmm… Kakashi, ¿me dejas probar una cosa? —le dijo ella.
—Claro.
—Cierra los ojos cariño —le susurró.
Posó su frente contra la suya. Puso una pierna a cada lado de sus caderas, con sus brazos rodeándola contra su pecho cómodamente. Levantó las manos hasta posarlas en su cuello y parte de su rostro, acariciándole la piel tersa y afeitada. Entonces, invocó su magia. Kakashi lo notó en seguida, puesto que estaban en contacto piel con piel. Inhaló fuertemente al sentirla, pero no dijo nada. Seina lo inundó gradualmente de su magia. Primero como si fuera una pluma acariciando su piel, luego la punta de sus dedos, luego con la presión de una lengua…
Notó como se le aceleraba la respiración y como sus músculos se tensaban y relajaban al notar por primera vez su magia de esa forma. Rodeó cada centímetro de su piel con sus poderes, poco a poco. Ni siquiera le hizo falta llegar hasta su pene para notar su gran erección bajo su cuerpo. Aun así, no se frotó contra él y él hizo lo mismo. Sus brazos, que habían estado abrazándola, se abrieron lentamente. Sus manos masculinas y calientes le recorrieron la espalda antes de posarse en sus caderas, simplemente quedándose ahí quietas.
Kakashi gimió, temblando bajo su magia, maldiciendo en voz baja. Se inclinó sobre ella para enterrar su cara en su cuello, oliéndola profundamente.
—S-Seina —gimió de nuevo, cogiendo sus caderas más fuertemente.
El gruñido que escuchó cerca de su oído la puso muy mojada, para qué mentir. Tanto como notar su polla bajo su sexo caliente, sus temblores de placer, sus gemidos y respiración entre cortada. La boca de Kakashi se abrió, capturando la piel de su cuello entre sus labios. Besándola húmedamente como no podía hacer con su boca. Usó su magia, moldeándola, y acercándolo al orgasmo como nunca antes. Una parte de ella, extremadamente posesiva, sabía que nunca jamás volvería a sentir algo así y se enorgullecía de poder mostrárselo antes de alejarse de él.
Notó los dientes de Kakashi en su cuello un segundo. Luego él se apartó lentamente, usando toda su fuerza de voluntad. Sabía que ser un Hatake tenía ciertas… repercusiones, comportamientos comparables con los cánidos, como los lobos. Sabía que quería correrse mientras le mordía el cuello como si fuera su hembra. Así pues, dejó una mano posada en su cuello masculino y, con la otra, le volvió a empujar la cabeza contra su cuello.
Kakashi no lo dudó ni un segundo en cuanto comprendió que tenía carta blanca para tratarla como a su hembra porque ella lo era. Lo había aceptado en cuanto dijo que sí y le puso el anillo en el dedo. Sus dientes se cernieron en su cuello, aunque sin atravesar su piel, y gruñó roncamente. Se corrió mientras convulsionaba bajo sus piernas, con su trasero pegado firmemente a su erección, sus manos apretándole las caderas peligrosamente y marcando su cuello con sus dientes como un animal mientras ella le agarraba del cabello para que no se alejase.
—…Joder —maldijo mientras recuperaba el aliento contra su cuello, lamiéndole la piel—. ¿Usas tu magia a menudo cuando tienes sexo?
—A veces.
—…Voy a tener que trabajar mi resistencia —masculló con una risa, sin levantar todavía su cabeza.
—¿Por qué lo dices?
Kakashi levantó la cabeza lentamente, lamiéndole el cuello como nunca antes. Definitivamente el orgasmo lo había desinhibido.
—Porque el día en que te penetre y uses tu magia no quiero durar solo 10 minutos —le dijo en el oído en un susurro, cogiendo su lóbulo entre los dientes, con voz seductora—. El día en que pueda hacerte mía de verdad… voy a hacer que grites mi nombre y pierdas la noción del tiempo mientras te hago mía una y otra vez en nuestra cama.
… Se le pusieron los pezones duros como el diamante y notó como le temblaban las piernas. Estaba totalmente húmeda. De haber podido habría deslizado sus dedos dentro de su ropa interior para darse placer. Kakashi olfateó de nuevo su cuello, pero ambos sabían que estaba oliendo otra cosa. Empezó a notar su erección bajo su trasero nuevamente. Tuvo que luchar para no moverse y darse placer con la fricción de sus cuerpos vestidos.
—¿Quieres que siga? ¿Quieres que te diga lo que te haré? —murmuró con un atisbo oscuro, cargado de deseo. Como si se hubiera estado conteniendo hasta ahora y ahora estuviera desatado.
—Sí.
—Descubriré todo lo que te da placer y lo usaré para hacer que te corras mientras te follo —dijo, cogiéndole el cabello con una mano y estirando su cabeza hacia atrás, dejando su cuello a la vista para su disfrute—. Probaré, por fin, cómo te sabe el coño y como gimes y aúllas mi nombre, montada encima de mí, mientras te lamo los pechos hasta que el menor roce de mi lengua te haga convulsionar.
—Kakashi —gimió ella, jadeando pecho contra pecho.
—¿Qué preferirías? ¿Yo encima de ti mientras te sujeto las piernas abiertas en alto y te follo mirándote a los ojos? O, quizás, ¿tú encima mientras te cojo fuertemente las caderas para penetrarte más y más duro y profundo a la vez que gritas en mi boca?
No sonrió contra su piel ni cuando alzó un poco su cara de su cuello para mirarla a los ojos con párpados pesados y las pupilas abiertas debido a la excitación y el deseo. No estaba bromeando. Estaba dándole a elegir lo que iba a pasar. Aun así, Seina no iba a quedarse atrás esa noche de confesiones. Lo miró a los ojos y confesó su mayor deseo.
—Lo que sea mientras te corras dentro de mí cada vez —Kakashi se quedó quieto como una estatua mientras la miraba, respirando profundamente con las pupilas dilatadas. Seina, con el cuello expuesto todavía, siguió, cerrando los ojos—. Quiero que me marques, quiero que me hagas tuya. Quiero saber que, de no ser porque uso mi magia para evitarlo, me dejarías embarazada.
Kakashi no pudo evitar una mezcla entre gemido y gruñido y le mordió el cuello, en el otro lado, de nuevo. Notó como temblaba mientras reprimía las ganas de follarla.
—Quiero que todos sepan que soy tuya —gimió, suplicó, lloró.
—Oh, mi amor. Solo necesitaré una noche para que a nadie le quepa duda. Solo necesitaré una semana para que mi olor se quede impregnado en ti para siempre —le juró, besándole el cuello y luego la oreja. Entonces, le prometió—, y luego, me aseguraré de que nadie dude que eres mía y que yo soy tuyo.
Seina no alcanzó el orgasmo, pero poco le faltaba. Le besó el cuello, ambas marcas, y luego los labios. Se levantó con ella en brazos. Cogiéndola a caballito, pero por delante. Gimió cuando se rozó contra sus pantalones y su erección sin querer.
—Será mejor que acabemos por separado.
Volvieron a casa en pocos segundos. Seina no podía mantenerse de pie sin que le temblaran las piernas así que la subía en brazos hasta su habitación.
—Cuando acabes —dijo—. Vuelve conmigo. Si nos quedan 6 días juntos prefiero pasar las horas que me quedan juntos.
—Está bien.
Seina se tiró en la cama, cerrando la puerta con su magia por si acaso. Se desnudó en medio segundo. Sus manos se movieron solas hasta encontrar uno de sus pechos y su clítoris. Estaba tan mojada que hasta resbalaba consigo mismo. Cerró los ojos mientras pensaba en Kakashi, en cómo la había mirado con deseo, en cómo se había corrido mientras mordía su cuello, en sus palabras susurradas a su oído. En sus promesas. No tardó ni 5 minutos en acabar, jadeando con las piernas temblorosas y las sábanas empapadas.
Estuvo un minuto recuperándose. Luego, sabiendo que Kakashi tampoco iba a tardar mucho, saltó de la cama. Usó la magia para limpiar las sábanas, airear el ambiente y luego se duchó. Justo se ponía el pijama, aun sin haberse secado el pelo ni haberse lavado los dientes, cuando escuchó como tocaban a su puerta.
—Ha sido rápido —dijo ella, viendo que también se había duchado y puesto el pijama, dejando en su cuarto la máscara facial.
—Quería verte —contestó, como si no hubieran estado juntos las últimas horas.
Lo dejó pasar, cerrando la puerta firmemente detrás de ellos. Saltó en sus brazos, abrazándolo del cuello y posando sus labios en los suyos inocentemente. Kakashi los llevó a la cama. Estuvieron un rato en silencio, despiertos. Ella no intentaba pensar en nada, pero vete tú a saber lo que estaba pensando él. Seina miró hacia abajo, desde donde estaba apoyada contra su pecho cubierto por una camiseta negra, y se fijó con una sonrisa en su anillo.
—Seina, ¿hasta cuándo piensas vivir con Naruto y Sasuke?
—Hasta que volvamos, al menos. ¿Por qué?
—Estaba pensando en el complejo Hatake. No es el más grande del mundo, pero solo somos 2 personas e imagino que Naruto y Sasuke tarde o temprano querrán hacer sus propias vidas.
—Pensé que no querías pisar el complejo después de todo —dijo ella.
—De momento no, pero con el tiempo… No lo sé. Diría de usar mi casa, pero solo tiene una habitación a pesar de lo espaciosa que es y del terreno que tiene.
—¿Y por qué no compramos algo nuevo? No es como si nos faltara el dinero. Además… ¿Cuántas habitaciones vamos a necesitar? —sonrió ella, con los ojos cerrados.
—Bueno, la nuestra, para empezar, una de invitados y una para cada hijo que tengamos —contestó con una clara sonrisa en la voz, enterrando su rostro en su cabello cariñosamente.
—Mhm… es decir, ¿al menos 4?
—Al menos.
Seina se durmió sin poder evitarlo. Estar en los brazos de Kakashi era como rozar el cielo con los dedos.
Cuando despertó al día siguiente, él ya estaba despierto, pero tenía los ojos cerrados. Le dio un beso en los labios desnudos antes de levantarse en dirección al baño. Lo miró por encima de su hombro, viendo su silueta tumbada, iluminada por la luz del sol a través de la ventana. Sus ojos la siguieron con tanto amor que era imposible que no supiera que este hombre la amaba. Le guiñó un ojo y cerró la puerta.
Salió al rato, dándose cuenta con poca sorpresa de que había salido a su habitación para vestirse. Antes de bajar al salón hechizó su nuevo anillo invisible y con unos cuantos encantamientos para que no pudiera romperse, ser notado o tan siquiera ser sacado de su dedo. A estos prácticos, nadie sabría que lo tenía puesto. Kakashi sonrió al verla, discretamente, mientras Naruto y Sasuke se hacían unas tostadas con poco apetito. Ambos tenían ojeras así que no sabía si habían dormido mucho. Ella también tenía una sombra bajo sus ojos, pero sabía que también estaba radiante. Sabía que no le duraría mucho, en cuanto se tuviera que despedir de verdad, pero se aferraría a ese sentimiento mientras pudiera.
Kakashi miró su dedo desnudo y ella se tocó con el pulgar el anillo, guiñándole un ojo de nuevo para darle entender que seguía ahí. Se sentó en su asiento de siempre, tocando el pie que Kakashi extendió para acariciarle su tobillo. Estaba tan enamorada que solo tenía ganas de gritar, y de matar a Danzo. Aun así, estaba tan feliz que el pensamiento asesino solo le duró unos segundos antes de volver a perderse en las profundidades de su mente.
—¿Habéis pensado ya qué vais a hacer estos últimos días? —preguntó Kakashi, con más fuerza que Naruto y Sasuke.
—Hn…
—Supongo que ir al cine para que no se me caduquen las entradas que me han regalado.
—Pasar tiempo con nuestros amigos y contigo. Sinceramente, no pienso entrenar el resto del tiempo que me queda aquí —se encogió de hombros—. Al parecer voy a tener 2 o 3 puñeteros años para entrenar sin hacer misiones así que…
Sasuke resopló una risa cansada. Naruto, con rostro triste, asintió.
—Ya verás cuando se enteren Ino y los demás —dijo Sasuke de improvisto—. En cuanto vea las primeras lágrimas me voy.
—¿En serio, Sasuke? —rodó ella los ojos.
—Yo tengo que ir a hablar con Tsunade-sama y Jiraiya así que no salgáis de la casa hasta que vuelva. A partir de ahora, hasta que os vayáis, deberéis tener una escolta.
Kakashi, después de eso, se marchó. Sasuke, Naruto y ella se quedaron a solas mientras miraban la casa como si fuera la última vez. Seina sacudió la cabeza mientras iba a su estudio para recoger todo lo que no quería dejarse atrás. En cuanto vio los minerales y los metales tuvo una idea. Kakashi le había regalado un anillo. Eso sería un recuerdo de su amor el tiempo que estuvieran separados, pero él no tenía nada para recordarla de la misma forma.
De repente, supo que tenía que hacerle un anillo a él también. No uno comprado, sino hecho por ella a su gusto. Pensó en los gustos de Kakashi y supo que no podía ser algo extravagante. Cuando le dio a elegir su pendiente para combatir el genjutsu había elegido uno de titanio, plateado, con una simple bola. Incluso su pijama, que era la única ropa que le había visto vestir fuera de su uniforme, o la ropa de casa, eran simples pantalones negros, grises o azul marino con unas camisetas ya fueran largas, de ¾ o de manga corta de colores básicos. Nada de rojo, azul cielo o púrpura. De hecho, lo único que había aceptado con algo de color… Era el colgante con el patronus en forma de lágrima, de amatista, que le había dado para mejorar su estado de ánimo.
Aun así, tampoco quería darle una simple banda de oro blanco o de platino. Quería algo especial que le recordara que era un anillo especial. Al final, se decidió por hacerle una banda intermedia, ni muy fina ni gruesa, de platino. En el mismo aro hizo una hendidura vertical muy fina donde colocó con ayuda de su magia una amatista rectangular que hechizó y encantó. Aunque se lo quisieran quitar no podrían. Tampoco podría romperse. Le faltaba una gota de sangre en las runas que talló en el interior para que Kakashi pudiera esconderlo a placer.
Cuando acabó lo contempló con satisfacción. Conjuró una caja y lo guardó en su riñonera. Por desgracia, después de una hora, no había recogido prácticamente nada así que desistió. Tenía unos cuantos días todavía por delante.
—¿Lo has recogido ya? —preguntó extrañado Naruto.
—No. Me he distraído leyendo unas cosas y no he hecho nada —contestó, tirándose en la tumbona del jardín—. ¿Y Sasuke?
—Está hablando con su madre en su cuarto.
—Huh.
—No tengo ganas de irme, nee-chan —le confesó Naruto.
—Ni yo. Todo lo que quiero está aquí, pero también entiendo que no estamos seguros en la aldea. He estado meditando las decisiones de Tsunade-sama y… no creo que tenga otra opción.
Estuvieron en silencio un rato más. Era obvio que ninguno de los dos sabía que decir para aligerar la situación. Escuchó la puerta a los minutos abrirse. No era Sasuke, sino Kakashi. Estaba serio y bastante pensativo. Se sentó en la tumbona, a su lado, sin decir nada. Estaba empezando a odiar los silencios cargados.
—Tsunade-sama cree que quizás tenéis que partir algo antes.
—¿Cuánto antes? —preguntó enfadado Naruto.
—Seguramente el sábado.
—Pero, ¡eso es dentro de 2 días!
Seina no dijo nada, pero empezó a dolerle el corazón de nuevo.
—¿Qué ha cambiado?
—El consejo se ha enterado de lo que pasó ayer misteriosamente. Tsunade-sama quería darles la noticia hoy o quizás mañana como muy tarde. Ahora que lo saben están pidiendo una reunión con la Hokage cuanto antes —les explicó—. Tsunade-sama planeaba tener esta reunión para el lunes o martes que viene, pero ahora no puede retrasarla más que para el sábado o domingo.
—Y nos quiere lejos antes de que se produzca dicha reunión, imagino.
—Exacto.
—He pasado por el departamento jonin así que he hablado con Asuma y los otros. No les he contado mucho todavía, pero han aceptado reunir a sus equipos para que podáis despediros.
—¿Cuándo?
—Esta tarde.
Notes:
...Lo que pasó, pasó. Estamos en el final de esta etapa. Preparaos porque vienen curvas. Sé que mucha gente estaba desesperada esperando que la historia avanzara, pero ya no tenéis que esperar más.
Por otro lado, ¡hemos pasado los 700 reviews! Gracias a tod@s. Sinceramente, cuando empecé la historia lo hice para leerla yo debido a la falta de historias de esta pareja. No esperaba que hubiera tanta gente interesada en lo mismo. Aah... bueno.
Chapter Text
Viendo que no tenían tiempo para mucho, recogieron las cosas necesarias antes del mediodía. Kakashi, mientras tanto, salió de nuevo a la aldea para comprarles lo que quisieran, como productos de baño especiales sin perfume, talismanes explosivos, etc. Todo lo que se pudiera imaginar que fuera necesario, y que le habían apuntado en una lista. Las entradas para el cine que le regalaron a Naruto fueron regaladas debido a que era imposible asistir sin ponerse en peligro.
En menos de una hora Seina había acabado de recogerlo todo con la ayuda de su magia y había bajado a hacer la comida. En cuanto vio los bentos ya preparados para comérselos en las misiones supo que tenía que hacer algo con los recipientes para que Kakashi pudiera seguir usándolos sin que ella los hechizara una y otra vez. Así fue como la encontraron un rato después, rodeada de 10 recipientes de bento distintos y tallando runas.
—¿Qué estás haciendo?
—Si no los modifico Kakashi no podrá usarlos.
—¿Vas a darle un espejo a Kakashi-sensei? —le preguntó Naruto.
Seina levantó la cabeza cuando comprendió que podía comunicarse con él cuando quisiera, a pesar de la distancia. Sin embargo, en cuanto Naruto le comentó lo del espejo a Kakashi, de vuelta a casa cargado con unas bolsas de compras, Kakashi suspiró.
—Lo había pensado, pero… Tengo algo más que deciros. Tsunade-sama va a devolverme a anbu a tiempo completo.
Kakashi los miró a todos, pero se fijó expresamente en ella. Seina no podía creerlo. ¿Se iba a ir 3 años sabiendo que durante todo ese tiempo Kakashi estaba en peligro de muerte constante? No dijo nada mientras Sasuke y Naruto interrogaban a su maestro. Según él, y tenía lógica, tener uno de esos espejos sería un peligro en potencia. Si le llamaban cuando estaba en una misión podrían arriesgar su vida por una simple distracción. Eso quería decir que si alguien llamaba a alguien debía ser siempre Kakashi a ellos, y quizás solo podía llamarlos de madrugada cuando estuvieran dormidos, cuando volvía de una misión a escondidas. Quizás una vez de cada tantas semanas.
—¿Y cartas? —preguntó ella, finalmente, acabando de comer—. Puedo hacer un par de bandejas conectadas para poder enviar y recibir correo. Así no te pondríamos en peligro y siempre que llegaras a casa podrías enviar una respuesta para que nosotros la leyéramos al día siguiente.
—Mmm… Es una buena idea. ¿Te dará tiempo a hacer algo así en un día?
Seina no contestó. Simplemente se puso a fabricarlas allí mismo. La idea era crear una bandeja con 2 compartimentos. En uno recibirían la correspondencia y el otro, cuando pusieran una carta adentro, enviaría la correspondencia. De esta forma, nunca se solaparían enviando cartas. Tardó un rato en tallar las secuencias y probarla con éxito, pero funcionó. No podrían enviar nada más grande que un libro, pero al menos podían comunicarse.
—Deberíamos salir dentro de poco si queréis llegar a tiempo —dijo Kakashi, mirando la hora—. Quedé con Asuma, Kurenai y Guy a las 5.
Salieron de la casa. Se dio cuenta en ese preciso instante que seguramente sería la última vez que volviera a salir antes de partir de Konoha. El pensamiento la entristeció, pero ahora que había creado esas bandejas para intercambiar cartas no quedaba tan hundida cada vez que se acordaba que tendría que alejarse de la aldea, y de Kakashi durante años. Sabía que, en cuanto saliera por las puertas de la aldea, la idea de no ver a Kakashi durante años le caería encima como un balde de agua fría. Kakashi, quien caminaba a su lado, casi rozándola, estaba examinando discretamente los alrededores cuando ella lo único que quería hacer era cogerle la mano como una pareja normal y corriente, y ni siquiera podía hacerlo.
Llegaron a un parque extremadamente céntrico. Allí ya los esperaban el equipo de Guy y Kurenai, quienes charlaban calladamente bajo un árbol. Sus amigos, extrañados, parecían estar debatiendo sobre qué estaba pasando. El primero en darse cuenta de su presencia fue Kiba, luego Neji y después, viendo que estaban mirando hacia otro lado, todos los demás. Ni siquiera sabía qué expresión tenía en su propia cara, pero era obvio que todos ellos, sobre todo Naruto y Sasuke, tenían ojeras de no haber dormido nada la noche anterior.
—¿Qué demonios está pasando? —preguntó Kiba con su habitual tacto.
Seina se sentó en un banco de madera, tremendamente cansada de repente. Hinata y Tenten se sentaron a su lado, con expresiones preocupadas. Karin, a quien alguien había avisado de improvisto, se quedó de pie delante de ella. Naruto y Sasuke rápidamente fueron rodeados por los otros chicos.
—¿Qué sucede?
—Naruto, Sasuke y yo nos vamos de Konoha.
—¿¡Qué!? —exclamó Karin—. ¿Por qué?
—Han pasado una serie de cosas que… bueno, es mejor que nos vayamos durante un tiempo.
—¿De cuánto tiempo estamos hablando?
—De unos 3 años.
Hinata jadeó, llevándose las manos a la boca con expresión triste. Acto seguido apareció Ino y los demás, discutiendo. En cuanto Ino vio los ojos llorosos de Hinata, la expresión desencajada de Tenten y Karin, y sus ojeras, se acercó a pasos agigantados.
—¿Qué está pasando?
—¡Seina dice que se van de Konoha durante 3 años! —le contó Tenten.
—¿¡QUÉ!?
Tuvo que consolarlas un tiempo, sin poder decirles porqué se iban, hasta que aceptaron que no quedaba más remedio. Karin, sobre todo, parecía afectada al darse cuenta de que iba a quedarse sola de nuevo. Seina le juró que volverían y que no echara por la borda todo el trabajo que había hecho para ser aceptada en Konoha. Mientras tanto, los chicos parecían estar discutiendo acaloradamente de por qué no podían decirles porqué se iban. Sobre todo, Kiba y Naruto. Vio las expresiones algo desoladas de sus amigos, sintiéndose feliz por saber que eran queridos, pero no pudo hacer más por consolarlos.
Shikamaru y Neji se le acercaron.
—Imagino que tú tampoco vas a decirnos porqué.
—Me temo que es mejor que no, Shika.
El susodicho suspiró, derrotado, mientras que Neji parecía no saber qué decir.
—Enviaremos algunas cartas a Kakashi —les dijo—, si queréis escribir una respuesta podéis entregarlas a Tsunade-sama.
—Pero, ¿qué vais a hacer durante 3 años?
—Entrenar.
—¿Entrenar?
—¿Os suena Akatsuki? —preguntó ella, dispuesta a contarles la versión oficial de porqué se iban.
Las chicas, Neji y Shikamaru sacudieron la cabeza negativamente.
—Son una organización criminal de ninjas exiliados de rango S. Visten una túnica negra con nubes rojas. Hasta hace poco eran simples mercenarios, pero ahora están buscando a los jinchuriki —les informó ella, ante el rostro horrorizado de sus amigos—. Vosotros mismos conocisteis a una de los míos en el examen de chunin en Suna. Se llamaba Fu Sanada.
—¡Me acuerdo de ella! —dijo Tenten—. ¡Una chica morena de piel con ojos color ámbar y pelo verde de Takigakure!
—Me suena —musitó Ino mientras Hinata fruncía el ceño intentando recordarla—, pero no la vi en la prueba final.
—Eso es porque nunca llegó a Sunagakure.
Se hizo un silencio preocupado cuando todos se dieron cuenta de lo que estaba diciendo. Neji, Tenten, Hinata e Ino intercambiaron miradas al descubrir la verdadera razón de porqué su alineación en los combates había cambiado.
—¿Estaréis bien? —preguntó Hinata con preocupación. Los otros asintieron reiterando la pregunta silenciosamente. Los demás chicos se acercaron para rodear el banco—. ¿Qué pasará si…?
—No nos pasará nada —la consoló ella—. Tengo formas de escapar fácilmente, pero necesito aprender a… usar el poder de Kurama.
—¿Kurama es el Nueve Colas?
—Sí.
Después de eso, estuvieron un rato más charlando hasta que finalmente tuvieron que irse. Seina abrazó a cada uno de ellos fuertemente, sintiendo como la abrazaban igual de fuerte. Los rostros tristes, preocupados y, en algunos casos, llorosos de sus amigos los siguieron hasta que dejaron el parque. Kakashi, a su lado, no dijo nada al ver el aire deprimente de todos ellos.
Llegaron a casa usando los tejados para evitar pisar las calles de las afueras lo máximo posible. Aun así, era de día así que había gente de arriba abajo caminando, riendo, comprando y ocupando las calles por doquier. Fuera quien fuera el que los atacó estaba claro que se lo había pensado mejor, o quizás era demasiado pronto para otro ataque.
—¿Ya habéis recogido todo?
—Sí. Tampoco es que tuviéramos que coger muchas cosas, solo la ropa y algo más…
—¿Por qué no jugamos a algo? —preguntó ella de improvisto—. Nuestra última tarde no puede ser tan deprimente, en serio.
Seina sonrió maliciosamente. Así fue como acabaron jugando a juegos de mímica y al pictionary, solo que tenían 30 segundos para dibujar e intentar adivinar. Naruto, sin duda alguna, era el peor dibujando. Seina se estuvo riendo como 5 minutos, apoyada en Sasuke, cuando vio su “perro con una katana y patines”.
—¿Eso es un… oso?
—¿¡Qué!? ¡Claro que no!
—¿Y q-qué está empuñando? ¿Un consolador? —preguntó ella como pudo, llorando de la risa.
—¿Consola-qué?
Kakashi se atragantó con el zumo, mojándose la máscara, cuando no pudo evitar una carcajada. Sasuke, rojo como un tomate, no contestó a las repetidas preguntas de Naruto sobre qué era un consolador.
—Es un tipo de barra de pan —le dijo finalmente Kakashi. Seina empezó a llorar de nuevo silenciosamente, cogiéndose las costillas de la risa.
Estuvieron riendo y jugando un rato más. Ni siquiera estaban contando los puntos de cada ronda. La cuestión era estar juntos por última vez. Cuando llegó la noche cerrada cenaron juntos.
—Yo creo que me voy a dormir —dijo Sasuke, sorpresivamente—. Tantas interacciones me agotan.
—Buenas noches, Sasuke.
—Yo también subo.
—¿Por qué no nos vamos todos a la cama? —preguntó con una sonrisa Kakashi. Luego le guiñó el ojo a ella.
Seina se puso el pijama después de darse una ducha muy rápida. A los 15 minutos apareció Kakashi, tal y como le había prometido el día anterior. Lo dejó pasar y cerró la puerta con su magia. No tardó ni un segundo en abrazarlo.
—No me puedo creer que sea la última noche en mucho tiempo en Konoha —suspiró por no llorar.
—Lo sé. No quiero pensar en ello, para ser honestos.
—Tengo algo para ti —dijo ella, sabiendo que era su última oportunidad de dárselo a solas.
Le cogió de la mano para que se sentara con ella en la cama y le entregó la caja cerrada. Estaba nerviosa. Era la primera vez que le daba un anillo de compromiso a alguien, siendo sinceros. Kakashi abrió la cajita en silencio. La miró con ojos brillantes.
—¿Lo has hecho tú?
—¿Por qué lo dices?
—Bueno, no creo que te haya dado tiempo de comprarlo. Además, sé que siempre que puedes te gusta hacer los regalos tú misma.
—Tienes razón —sonrió ella—. Solo quería que tuvieras algo, como yo, para recordar mi compromiso. Necesita una gota de sangre para que puedas activar y desactivar la invisibilidad.
—Como el brazalete.
—Así es. ¿Qué te parece? —preguntó cuando vio como miraba fijamente su anillo—. ¿Te gusta?
—Me encanta —dijo, poniéndoselo después de pincharse el dedo para sangrar en la runa—. Seina… gracias.
Le acunó el rostro al mismo tiempo que se inclinaba sobre ella para darle un beso tierno y corto.
—De nada. No iba a dejarte aquí sin que tuvieras algo tangible de nuestro compromiso.
—No me refiero a eso. Bueno, sí, pero no del todo. Gracias por ser tú —susurró, dándole otro beso.
—Debería dormir, pero no quiero cerrar los ojos.
—Te prometo que siempre que pueda te enviaré una carta —le prometió, acostándose en la cama con ella entre brazos—. Aunque tarde un tiempo en contestar, siempre lo haré.
—Lo sé, pero no es lo mismo que verte. Me he malacostumbrado y eso que no puedo ni siquiera cogerte de la mano fuera de mi habitación.
A eso Kakashi no pudo decir nada. Simplemente la abrazó más fuerte, dándole un beso en la cabeza. Seina cerró los ojos, escuchando el latir de su corazón bajo su oreja. Era algo tan banal y, a la vez, la reconfortaba como pocas cosas. Tuvo que tragar el “te quiero” que rogaba por salir. Si no decirlo en voz alta, a pesar de que claramente se querían, hacía que Kakashi sufriera menos, ¿quién era ella para hacer que doliera más? Deseaba escucharlo de sus labios, más que con las acciones, pero entendía que ahora no era el momento. No cuando estaba a menos de 10 o 12 horas de irse de la aldea.
Pestañeó unas lágrimas, mirando abajo a su mano posada en su pecho. Contempló el anillo, ahora visible, consolándose con que regresaría a Konoha. Cuando lo hiciera, regresaría para siempre. Iba a entrenar lo más duro posible durante esos 3 años para alcanzar su máximo potencial y, si cuando regresara no se habían resuelto los problemas… Ella se encargaría de limpiar la casa. Y, si a alguno del consejo de viejos decrépitos se le ocurría inmiscuirse y entrometerse en su camino… Los mataría a ellos también.
Entró en un duerme vela. Estaba medio dormida, pero consciente de la mano masculina que acariciaba su cabello suelto. Las horas fueron pasando lentamente, mientras ambos se consolaban con la presencia del otro, hasta que llegó el alba. Abrió los ojos sintiéndose aún más cansada que cuando los cerró. Notó su expresión triste, alicaída, antes incluso de mirarse al espejo.
—Debería dejar que te vistas —le dijo Kakashi, abrazándola contra la puerta—. Voy a echarte mucho de menos.
—Y yo a ti.
Se mordió la lengua para no llorar. Después de todo, tendría mucho tiempo para llorar cuando no estuvieran juntos. Tuvo que ordenar a sus brazos que dejaran de abrazarlo para poder separarse. Kakashi le dio un último beso en la mejilla antes de desaparecer a su propio cuarto. Seina entró en su cuarto de baño para ducharse y para vestirse con ropa de calle. Le apetecía ir de negro. No sabía si porque era su color favorito esa semana o porque representaba bien sus sentimientos en ese preciso instante. Se puso el sujetador, la malla metálica, una camiseta de manga corta, los mayas y luego la chaqueta con cremallera y capucha. Todo negro. Lo último que le faltaban eran las botas, altas hasta las rodillas, que solía ponerse.
Dejó sus armas y la riñonera en el sofá mientras se dirigía a la cocina para preparar el desayuno. No tenía mucha hambre, pero no sabía cuánto caminarían ni a dónde irían. Literalmente, no sabía nada de lo que iba a pasar después de su salida de Konoha. Sasuke bajó también minutos después. Al igual que ella vestía su típico uniforme negro de camisa y pantalones cortos con sandalias negras. En cuanto la vio vestida sin el uniforme de jonin pestañeó extrañado.
—No recuerdo la última vez que te vi sin el uniforme, pero con la banda ninja puesta.
—Vas a tener tiempo para acostumbrarte —suspiró ella. Sasuke bufó una risa.
La ayudó a poner la mesa mientras los otros no bajaban de sus cuartos. Poco rato después, cuando todavía era muy temprano, estuvieron desayunando en silencio sin saber qué decir.
—Ten, Kakashi-sensei —le dijo Naruto entregándole las entradas que le habían regalado a Naruto—. Al menos así las usará alguien.
—Está bien. Gracias, Naruto.
—¿Tenemos que ir directamente a la puerta?
—Eso me han dicho. Allí esperará Jiraiya-sama.
Seina acabó de comer sin ganas. Naruto y Sasuke se pusieron a recoger los platos mientras ella se ponía la riñonera y el wakizashi en su cintura. Ah, siempre le había gustado más desenvainar su arma desde la cintura más que desde su espalda. Kakashi la observó, como si quisiera memorizar su rostro.
—Ya estamos por aquí.
—Vamos.
Caminaron a paso ligero hasta la entrada principal. Para su sorpresa, Tsunade-sama y Shikaku los estaban esperando allí. El comandante anbu, escondido en un árbol cercano, les dejó saber que estaba allí con un pulso característico de chakra que Kakashi y ella percibieron y reconocieron. Seina sonrió, acordándose de que todavía estaba bajo su encantamiento así que le mandó un finite incantatem discretamente. No le había pedido perdón explícitamente, pero sabía que no lo volvería a hacer.
—Equipo 7 —llamó la Hokage con una sonrisa—. Entrenad duro el tiempo fuera de Konoha, como harán vuestros compañeros aquí en la aldea. Jiraiya, a partir de ahora estás a cargo del equipo.
Jiraiya asintió, viendo como sus nuevos pupilos se despedían de Kakashi. Seina se despidió también de Shikaku, con quien había entablado una relación profesional muy amistosa, y de la Hokage, quien la abrazó repentinamente en un fuerte abrazo de despedida.
—Cuídate mucho, y cuida de tus hermanos y del idiota de Jiraiya —le pidió en un susurro en la oreja—. Haré lo que pueda para que podáis venir lo antes posible.
Seina, y los demás, retrasaron lo máximo posible la despedida, pero al final tuvieron que irse. Recibió un último apretón de hombros de Shikaku y un abrazo público de Kakashi, antes de que se diera la vuelta y empezara a andar con sus hermanos, y el pervertido, fuera de Konoha. A pesar de las miradas que sentía en su cogote no quiso darse la vuelta para saludar con la mano, como estaba haciendo Naruto. Sasuke, a su lado izquierdo, solo miró hacia adelante como ella. Jiraiya los observó por encima del hombro con expresión algo triste, pero mayormente divertida.
—¡Animaos! ¡Nos espera mucho camino por delante como para estar tan deprimidos!
—¿A dónde vamos a ir? —preguntó Sasuke. Seina asintió.
—¡Ah! ¿Quién sabe? —exclamó cruzándose de brazos y sonriendo Jiraiya—. ¡Tenemos mucho que explorar como para quedarnos en un solo sitio!
Seina gimió exasperada ante la respuesta de mierda. Estaba claro que no lo sabía ni él. ¿Quizás no lo había pensado del todo? No es que le importara mucho saber su destino, teniendo en cuenta de que todavía no podía olvidar lo que dejaba atrás. Aun así, sabía que no podía estar 2 o 3 años triste. Kakashi le había jurado que no moriría en anbu y ella le había prometido casarse con él cuando regresara. Cuando lo hiciera, cuando volviera, Seina quería ser lo más fuerte posible para proteger a toda su familia así que no podía permitirse llorar cada día. Se permitiría llorar de vez en cuando acostada en su cama, pero el resto del tiempo… Iba a dar lo mejor de ella.
Notes:
Por fin llegó el momento. Adiós Konoha.
¡Hasta la próxima!
Chapter Text
Debía reconocer que el primer día fuera de Konoha se pasó muy lentamente. A cada rato se encontraba pensando en la aldea, en Kakashi, en su trabajo en el hospital, en las misiones, en Tsunade-sama, en Danzo, en anbu… Todo le recordaba a algo que dejó atrás. El primero en recomponerse, poco sorprendentemente, fue Naruto.
—Piénsalo de esta forma, nee-chan: ¡son unas vacaciones donde vamos a poder entrenar a tope!
—Para empezar, Naruto —rodó los ojos ella—, las vacaciones son pagadas y ahora no estamos cobrando nada por marcharnos de la aldea 2 o 3 años.
—Y, además, podíamos entrenar perfectamente en Konoha —dijo Sasuke, dándole una colleja.
—No lo creo, no —intercedió Jiraiya, alzando la vista de su mapa—. Nunca podríais haber entrenado de verdad con el Kyubi.
—Kurama.
—Con Kurama —rodó los ojos Jiraiya.
—¿A dónde estamos yendo? —preguntó de nuevo ella.
—Hacia el sur, para empezar. A pesar de haber accedido a entrenaros eso no quita que sigo siendo el maestro espía de Konoha, y el trabajo no acaba nunca —miró por encima de su hombro—. Tenéis esas tiendas mágicas de las que me habló Tsunade, ¿no?
Naruto y ella asintieron.
—Eso que nos ahorraremos de ahora en adelante.
—¿Qué nos vas a enseñar? —preguntó Sasuke.
—Kakashi me habló en detalle de vuestros estudios. Me dijo que podía combatir con vosotros para probaros, si quería, pero creo que tengo una idea de lo que quiero para cada uno de vosotros. Puliremos lo que ya sabéis, aprenderéis ninjutsu por vuestra cuenta, os enseñaré fuinjutsu y, lo más importante… Modificaré vuestro sello —hizo un ademán hacia Naruto y ella— para que podáis usar el chakra del K- de Kurama. Mi intención es que podáis usar su chakra en su totalidad para luchar y defenderos de vuestros enemigos, que no son moco de pavo.
—Preveo mucho entrenamiento por nuestra cuenta —dijo ella, quien ya sabía qué iba a pasar.
Sería como en aquella misión que hizo con Jiraiya, o la que tuvo Naruto con él en busca de Tsunade-sama. Estarían solos durante días mientras él se dedicaba a investigar, a seducir a mujeres y vete tú a saber qué más. Sasuke, a su lado, estaba frunciendo el ceño fuertemente al darse cuenta que, muy probablemente, tenía razón. No necesitaba su vínculo para saber que estaría pensando que el viaje era una pérdida de tiempo.
—Ugh. Naruto, no sé cómo puedes aguantar a 2 compañeros de equipo tan deprimentes.
—Yo de ti no hablaría muy alto —siseó ella, aunque no estaba enfadada—. Creo que no te gustaría ver un borrón cada vez que mires a una mujer desnuda, ¿verdad?
Naruto y Sasuke se rieron al ver el rostro blanco y horrorizado del sanin.
—¡Tú no puedes hacer eso! —exclamó. Ella alzó una ceja.
—Hn.
Estuvieron caminando bastante tiempo. Un rato en silencio, otro hablando, otro escuchando a Jiraiya jactarse de alguna que otra cosa… Llegaron a algún lugar indeterminado que a Jiraiya le pareció genial. Les hizo sacar la tienda de campaña, escondida tras unas barreras y bajo unas ramas estratégicas, e hizo que se sentaran en la hierba para hablar con ellos.
—Bueno, mocosos, ya hemos llegado a nuestro primer destino. Cerca de aquí hay una aldea donde me espera dentro de 4 días uno de mis informadores. Hasta el jueves estaremos entrenando en un claro de por aquí cerca, pero cuando tenga que ausentarme para hacer mi trabajo no quiero que metáis vuestras narices donde no os llaman, ¿ha quedado claro? Os quedaréis solos tras las barreras, entrenando, y comportándoos como niños buenos.
Asintieron. Ninguno de ellos tenía particular interés en verlo “trabajar”. Aun así, el hecho de que los tratara como a mocosos de 5 años no le sentó nada bien a Naruto, quien lo fulminó con la mirada. Sasuke y ella solo asintieron con cansancio, e irritación. Al final, acabaron luchando uno a uno contra el pervertido. Empezando por Naruto, quien vibraba por hacerle tragar sus palabras.
Sasuke y Seina observaron cómo lucharon duro. Naruto con múltiples clones, sacándose las pesas de las extremidades que lo retenían, usando ninjutsu y taijutsu y, de vez en cuando, shurikenjutsu. Estaba claro que Jiraiya no estaba dándolo todo, pero no estaba jugando con su hermano tampoco. Al final, ganó a Naruto cuando fue más rápido y más listo que él, consiguiendo distraerle con un genjutsu, un intercambio de cuerpo y un clon enterrado en la tierra.
—No ha estado mal —le dijo a Naruto, quien estaba ahora enterrado hasta el cuello en el suelo—, pero el genjutsu es tu punto débil. Además, gastas demasiado chakra usando ninjutsu, eso te cansa antes de lo necesario. Pero me gusta lo que he visto. La otra rubia, te toca.
Seina se levantó. Ver la pelea le había excitado la sangre. Se paró delante de Jiraiya, esperando que él diera el primer paso. Cuando él vio lo que estaba haciendo bufó una risa y se abalanzó sobre ella, que desapareció con su magia. Reapareció justo delante de él, quien ya se había dado la vuelta previendo que, posiblemente, lo atacaría por la espalda. Se dio cuenta de su error justo cuando ella le daba un tremendo puñetazo cargado de chakra. Jiraiya salió volando, pero estaba acostumbrado a los puñetazos de su compañera de equipo así que solo necesitó usar su cabello para amortiguar su caída, cayendo de pie como si nada. Seina aprovechó el momento para lanzarle un torrente de agua hirviendo a través de su boca, mientras que, con la mano, le lanzó un hechizo elemental de rayo que se combinó en el aire.
Jiraiya aprovechó la niebla que provocó su ataque para escaparse, pero ella podía verlo con su hechizo de auras que tenía activado. Saltó en el aire justo cuando intentaba cogerla por el pie, tal y como había hecho con su hermano. El sanin salió de la tierra a toda velocidad, pero ella lo repelió con una cadena de adamantina cargada con el chakra de Kurama, que le provocó una quemadura antes de que pudiera esquivarla.
Saltó hacia detrás, quedando nuevamente a cada lado del claro.
—Maxima tenebris.
El claro se sumió en la oscuridad. Como si de su mano salieran grandes plumas de humo negro que no tardaron nada en dejarlos ciegos. A todos, menos a ella. No podía ver su cara, pero sí su contorno dorado más grande que el de Sasuke y Naruto sentados bajo la rama de un árbol. Jiraiya invocó a sus sapos.
—¿Podéis disipar esta oscuridad?
—Podemos probarlo —escuchó como decía un sapo con voz femenina—. ¡Futon: toppa!
Seina desapareció antes de que pudiera acabar el jutsu. Como esperaba, no pudo deshacer su hechizo.
—¿Contra quién estás luchando, Jiraiya-chan?
—Contra una nueva aprendiz. La mocosa de Minato, Seina —chasqueó la lengua Jiraiya.
Seina aprovechó para acercarse, escondiendo su chakra, su olor y todo lo que pudiera delatarla como le habían enseñado los anbu, y Kakashi. Justo cuando estuvo cerca de ellos lanzó el lumos más potente que tenía, haciéndolos gritar de dolor. Lanzó un hechizo petrificante que Jiraiya esquivó sin mirar, sabiendo que la luz solo era una distracción. Intentaron cazarla en un genjutsu que no la afectó, para la mala suerte de Jiraiya, quien maldecía en voz baja. De repente, Seina notó algo extraño. Era como si Jiraiya hubiera… cambiado. Su chakra se sentía distinto.
—¡A tu izquierda! —le avisó Kurama y ella saltó fuera de un ataque mucho más rápido que antes—. Está usando senjutsu. Es la primera vez que lo sientes.
¿Cómo la estaba percibiendo? No estaba escondida con su magia, pero estaba haciendo todo lo posible con su chakra. Vio el aura del sapo sobre su hombro, quieto, como si estuviera meditando, y decidió ir a por él. Dejó que Jiraiya se le acercara, desapareciendo con su magia, y luego lanzó un hechizo a bocajarro para quitarle el sapo del hombro. Escuchó como el sapo dejaba escapar un pequeño grito y vio cómo Jiraiya pareció sorprendido medio segundo. Se escondió con su magia para ver si había alguna diferencia.
—¿La percibes? —le preguntó al sapo, quien saltó de nuevo a su hombro.
—No. Es lo de lo más extraño.
—Hmm…
Seina probó algo que nunca antes había hecho. Posó una mano en la hierba e introdujo una de sus cadenas de chakra de adamantina, recubierta de magia. Jiraiya siguió buscándola, moviéndose de lugar para no ser un blanco fácil. En cuanto coincidió con su cadena se apresuró a cogerlo del pie, arrastrándolo hacia dentro. Jiraiya intentó zafarse, pero era una cadena de chakra Uzumaki. El problema era que estaba conectada a ella así que pudo tirar físicamente de la cadena para detectar dónde estaba.
Le lanzaron un chorro de aceite seguido de una bola de fuego que ella repelió con un torrente de agua que acabó por caerles encima. El sapo se fue a la mierda, pero Jiraiya se quedó atrapado contra el suelo, aguantando la respiración y cubriéndose el torso y la cabeza en posición fetal. Aprovechó para recubrirlo de arriba abajo con cadenas, para que no pudiera moverse, y luego deshizo el hechizo de oscuridad.
Observó como el sapo dejaba de cogerse fuertemente a un árbol y cómo Jiraiya tosía.
—Demonios… —tosió un par de veces más, mojado de pies a cabeza—. Me ha quedado claro. ¿Puedes soltarme? Gracias por venir, Shima.
—De nada, Jiraiya-chan. Mantennos informados.
Seina deshizo sus cadenas. Jiraiya se levantó, sintiendo seguramente como poco a poco volvía a poder usar su chakra, y al cabo de unos minutos se secó con un jutsu trucado de aire caliente.
—¿Desde cuándo puedes usar esas cadenas?
—Desde hace unas semanas. De momento solo puedo atacar así y defenderme con unas 3 cadenas antes de que pierda el control de todas ellas, pero voy progresando.
—Ese será una de las cosas que deberás entrenar, entonces. Tienes un perfecto control de chakra, eres inmune al genjutsu, bastante buena en taijutsu, sabes una gran cantidad de ninjutsu… Lo cierto es que hay poco que pueda enseñarte más allá de pulir tus habilidades existentes y fuinjutsu —reconoció Jiraiya—. Así que nos centraremos en modificar tu sello para que puedas usar mucho más chakra de Kurama. Sasuke.
Sasuke se levantó de su sitio, chocando su puño contra el suyo cuando pasó a su lado. Ella se sentó al lado de su hermano, aceptando una sonrisa de felicitaciones, y observó cómo su otro hermano luchaba con el sharingan activado. Intercambiaron golpes, kunais, jutsus de fuego y tierra, genjutsus que no sirvieron para nada. La pelea duró algo más de lo que había durado Naruto, pero finalmente sucumbió al cansancio y Jiraiya consiguió ganarlo con taijutsu.
—¡No está mal tampoco! Vas a tener que practicar mucho el genjutsu para estar a la altura de Itachi, pero eres bueno, no lo niego.
—Me he traído documentos de mi clan para entrenar por mi cuenta —reconoció Sasuke.
—Genial. Toda información es bienvenida. Por lo demás, puliremos tu taijutsu, mejoraremos tu resistencia, tu control de chakra es bueno, pero quiero que hagas ejercicios de chakra para aumentar tus reservas.
Después de su combate de prueba, no obstante, no hubo más entrenamiento en todo el día. Comieron durante largo rato, esperando a que Jiraiya terminara con su plato, pero, para la decepción del equipo, no hubo más entrenamiento.
—¡Solo es el primer día de viaje! —dijo el pervertido—. No os lo toméis tan en serio u os quemaréis pronto.
—¿Me estás diciendo que vamos a pasarnos DÍAS sin entrenar solo porque no te apetece? —pregunto Seina, exasperada—. Entonces, ¿te importa que nosotros hagamos un horario a parte para cuando no estemos entrenando contigo?
—Supongo que no me importa —se encogió de hombros, curioso—. De hecho, quiero ver qué vais a hacer.
Seina conjuró una cartulina grande para poder hacer un horario semanal. Naruto y Sasuke, quienes estaban acostumbrados a su organización militar que le habían inculcado en su adiestramiento como auror y gracias a Hermione, simplemente la dejaron hacer.
—Veamos… ¿Qué os parece entrenar 4 horas por la mañana y 4 por la tarde? —preguntó ella.
—Me parece bien —asintió Sasuke—. Es preferible que el entrenamiento de taijutsu sea por la mañana, cuando tenemos más energía.
—Ajá… De acuerdo. De 8 a 10 de la mañana pongo entrenamiento de cuerpo a cuerpo y ejercicios de resistencia, flexibilidad, etc. Luego, de 10 a 11 kenjutsu y de 11 a 12 shurikenjutsu —fue apuntando—. Por la tarde, de 16 a 18 ninjutsu un día y el siguiente día genjutsu. Las siguientes 2 horas son libres. Yo entrenaré mis cadenas y empezaré ejercicios de chakra con el chakra de Kurama.
—Yo entrenaré mi sharingan.
—Pues yo haré ejercicios de chakra como tú, nee-chan.
—Los fines de semana, por las tardes de 16 a 20, estudiaremos teoría para vuestros exámenes de jonin. ¿Os parece bien?
—Si usamos los clones intermitentemente, descansando, podemos avanzar más rápido en cuanto a ninjutsu y los ejercicios de chakra, y en los estudios de teoría.
—Me parece bien. Tengo que contar cuántos ninjutsus que nos dio Kakashi nos quedan por aprender.
—Ugh. Vamos a necesitar AÑOS —se quejó Naruto.
—Eso es justamente lo que tenemos, dobe —le dio una colleja Sasuke, rodando los ojos.
—Ahora que no tenemos misiones intentaré aprender unos 5 ninjutsus a la semana con la ayuda de los clones. Sinceramente, Sasuke, de ser ti intentaría aprender distintos jutsus a los que estoy aprendiendo yo.
—¿Por qué?
—Porque con tu sharingan, si me ves usando un ninjutsu, podrás copiarlo sin tener que practicar desde 0 —sonrió ladinamente—. Luego solo tendrías que practicar un par de veces, pero creo que tu dojutsu te ahorraría el 90% del trabajo, ¿no?
—Huh. Es verdad —dijo algo estupefacto Sasuke.
—¡Eso es trampa!
—Calle dobe. Como si vosotros no hicierais trampa. Tú con tus clones, Seina con los clones y su magia y yo con los clones y mi sharingan.
—¿Cuándo podrás modificar nuestro sello? —le preguntó ella a Jiraiya, quien estaba mirándolos con una ceja alzada, bastante sorprendido.
—Hasta que no seáis lo suficientemente buenos con fuinjutsu no os lo modificaré. Veo que puedo dejaros bastante tiempo solos entrenando así que me gustaría que todos vosotros supierais lo que hacer en caso de que… algo saliera mal y yo no estuviera ahí para ayudar. De lo contrario, tendría que estar presente cada vez que entrenéis con el chakra de Kurama.
Seina escuchó lo que no estaba diciendo. Si les enseñaba fuinjutsu antes de que pudieran tener más frentes abiertos de entrenamiento supondría que ellos mismos podrían avanzar solos combatiendo con Kurama, ayudarse unos a los otros cuando, si, perdían el control. De lo contrario, si tuvieran que depender de su presencia para entrenar seguramente no avanzarían mucho en 3 años, considerando que Jiraiya podía pasar días o semanas haciendo su trabajo sin volver a “casa”.
Se acordó en ese momento de los pergaminos de Uzushiogakure que todavía no había empezado a leer ni a estudiar. No iba a abrir la boca sobre esos documentos porque seguramente tendría que negarse a que Jiraiya los leyera. Eran pergaminos del clan, después de todo. Aun así, empezaría a estudiar con los clones, por la tarde, para avanzar más rápido. Luego ya le enseñaría lo necesario a Naruto sin tener que torturarlo con tanta información, y a Sasuke, si veía que tenía un gran interés por el fuinjutsu.
—¿Y cuándo vamos a empezar a estudiar fuinjutsu?
—Dios mío, cada vez te pareces más a tu hermana, Naruto —dijo Jiraiya antes de adentrarse en la tienda de campaña, ignorando los gritos de su hermano.
—¡Hey! ¡Pero contesta al menos!
Seina y Sasuke intercambiaron miradas exasperadas, viendo como Naruto saltaba tras el pervertido.
—Voy a escribirle una carta a Itachi contándole lo que ha pasado estos últimos días.
—Bien pensado. Yo de ti empezaría a pedirle que se reúna contigo —le dijo Seina—. El hecho de que mandara una nota a Konoha para alertarnos del peligro significa que ya no es tan distante como antes… Además, me ayudó con tu regalo de cumpleaños.
—Hn. Crees que tardará un tiempo en aceptar reunirse con nosotros, ¿verdad? Por eso quieres que empiece ya a mandarle cartas —sonrió levemente Sasuke. Ella asintió—. Yo también lo he pensado.
—Además, en lugar de mandarle una carta cada 3 o 4 semanas, yo empezaría a mandarle cartas una vez a la semana.
Estuvieron discutiendo como abordar nuevamente a Itachi mientras entraban en la tienda de campaña mágica. Ese primer día fuera de Konoha fue bastante raro. Habían pasado del estado de alerta dentro de la aldea, de los últimos frenéticos días, a encontrarse repentinamente relajados, y no sabía si le gustaba.
—¿Crees que algún día lograremos que vuelva a Konoha? —preguntó Sasuke en voz baja, sentado a su lado en el sofá.
—Por supuesto. Ahora más que nunca lo creo.
—Hn. Seina…
—¿Hm?
—Hn. Nada.
Ella miró de reojo a Sasuke, pero parecía estar pensando en algo. No pudo deducir de qué se trataba solo por su expresión, pero no parecía extremadamente preocupado. Más bien se mostraba pensativo. Ella se encogió mentalmente de hombros. Si era grave, tarde o temprano, le diría qué estaba pensando.
Poco después de eso cenaron con Jiraiya, quien salió de su cuarto con las manos manchadas de tinta. Al verlo supo que debía haber estado escribiendo nuevamente. Rodó los ojos mientras servía la comida. Hablaron de todo un poco, pero estaba claro que no tenían mucho de lo que hablar. Había pasado solo un día desde que partieron.
—Mañana a las 8 en punto empezamos con el entrenamiento, mocosos, así que no lleguéis tarde.
Notes:
Para los que no os habéis enterado, he empezado a subir esta historia en inglés. Intentaré alcanzar los capítulos de la original, pero tardaré un tiempo.
Chapter Text
Tenía razón al pensar que Jiraiya no iba a ser de mucha ayuda cuando tuviera que trabajar. La primera semana pasó sin más. Estuvieron entrenando los 3 días antes del jueves, cuando se marchó a la aldea más cercana para seguir recopilando información sobre algo confidencial. Por suerte para ellos, parecía haberse tomado en serio lo de entrenarlos, porque los tuvo haciendo ejercicios físicos durante las mañanas, luego entrenaban combatiendo únicamente taijutsu, luego genjutsu y, finalmente, los vigilaba mientras practicaban ninjutsu y él escribía bajo la sombra de un árbol.
—¿Cuándo vas a empezar a enseñarnos fuinjutsu? —preguntó Naruto al tercer día.
—¿Oh? ¿Ya queréis empezar? —preguntó Jiraiya haciéndose el tonto—. ¿Por qué no empezáis practicando hasta la perfección vuestra caligrafía? Tomad, una muestra.
Les lanzó un pergamino con muestras de caligrafía, hechas a pincel, y les apuntó con un dedo para que empezaran a practicar. Seina suspiró, pero conjuró lo necesario para que cada uno de ellos pudiera practicar. El fuinjutsu era como las runas. Se necesitaba un pulso firme y una caligrafía perfecta para que las runas fueran impecables. Por suerte para ella, era algo en lo que tenía muchísima práctica así que sabía que no tardaría mucho en pasar la inspección de Jiraiya.
El pervertido pasó lo que quedaba de la semana fuera. Ni siquiera regresó a dormir.
—¿Y cómo sabemos que no la has palmado por ahí?
—Gracias por tu voto de confianza, cabeza de chorlito, pero llevo apañándomelas solo durante años —le dijo a Naruto, saliendo por la puerta de la tienda y perdiéndose en la distancia.
—¿Soy el único que lo ve raro?
—No. Lo cierto es que tienes razón. Si se muere, con la poca información que nos ha dado, quizás no nos daríamos cuenta hasta semanas después.
—¿Por qué no le haces uno de esos trasladores? —preguntó Sasuke—. Así, en caso de que esté en peligro, podrá huir fácilmente y nosotros nos podremos despreocupar de él.
—Huh. Es una gran idea. Cuando regrese hablaré con él para saber dónde quiere que lo envíe.
No sabían cuándo regresaría así que empezaron a usar su horario de entrenamiento que habían creado el primer día mientras practicaban en el claro cerca, lleno de barreras mágicas. El tiempo pasaba rápido cuando uno estaba ocupado casi 10 horas al día haciendo ejercicio físico y entrenando.
—¿Quieres probar a crear una cadena, Naru? —le preguntó cuando inició de nuevo su entrenamiento con las cadenas de adamantina para poder controlar otra más al completo.
De momento, no tenía un control perfecto con todas ellas. Podía usar 3 de ellas a la perfección para atacar, defenderse o como barrera, pero cuando añadía otra más… La cosa se complicaba. Podía controlarlas durante unos minutos, pero luego parecían cobrar vida propia y hacían cualquier cosa menos lo que ella les ordenaba. Quizás debería practicar con 3 cadenas hasta alcanzar la maestría que había conseguido con una sola, pero quería probar cuál era el número máximo de cadenas que podía crear sin que su cadena… digamos “madre” perdiera el control también.
—Ugh, no… Creo que no tengo el control de chakra suficiente como para que no se vuelvan contra mí —se burló de sí mismo sarcásticamente.
—La tercera vez en tu vida que dices algo sensato.
—…¡Teme!
Seina rodó los ojos y siguió entrenando. Conjuró unos cuantos maniquís para atacar y defenderse, usando las cadenas únicamente. Podía emplearlas como armas, como escudo, pero también para distanciarse de su atacante. Incluso podía enviar un hechizo a través de ellas. Si usaba el chakra de Kurama, además, causaba graves quemaduras y, cuando las usaba como escudo acababa desintegrando lo que impactaba en él.
—Estoy molida —dijo, cuando ya era de noche—. Será mejor que vayamos a cenar. No tiene pinta de que hoy tampoco vuelva.
—Ugh.
Naruto se levantó del suelo, totalmente sudado, y Sasuke recuperó el aliento. Habían estado practicando ninjutsu, como sus clones, así que entendía perfectamente su cansancio. Los tres se tambalearon hacia la tienda en silencio, con el estómago rugiendo, y entraron. Como era de esperar, Jiraiya no estaba así que se fueron a sus habitaciones para darse un baño. Se sumergió en la bañera con un suspiro de placer, habiéndose antes duchado vigorosamente.
—Ah, esto es vida…
—Hn. Espero que el pervertido no se eche para atrás en cuanto se dé cuenta de que has avanzado antes de lo esperado…
—¿Por qué crees que se echaría atrás?
—Llámalo intuición.
—Si llegase a pasar ya me encargaré yo de hacer que cambiase de idea… —pensó en las bromas que le haría hasta que cediera. Kurama bufó una risa maliciosa.
Salió del baño acordándose de su orden auto impuesta de escribirle una carta a Kakashi. Sabía que no había pasado ni una semana completa, pero quería hablar con él. Con un poco de suerte estaría allí para recibirla y contestar. Un rugido estomacal la hizo suspirar y dejó la carta para luego.
—¡…o quiero ramen, dobe!
—¡Pero yo sí!
—¡Aquí comemos 3!
—¡Nee-chan! ¿Verdad que quieres ramen? —preguntó Naruto nada más verla, con expresión suplicante.
—La verdad es que no me importaría comerme un plato, pero no me apetece preparar algo tan elaborado desde 0 ahora mismo, Naru —sonrió expresión compungida—. Además, no creo que sea muy buena idea comernos un plato de comida rápida después de tanto ejercicio.
Naruto se cruzó de brazos, pero aceptó que había perdido. Prepararon entre todos la cena y la mesa, de esto se encargó Sasuke, así que cenaron relativamente pronto.
—Voy a escribir una carta a Kakashi, si queréis escribir una vosotros también.
—¿En serio? ¡Ya no me acordaba de la bandeja mágica de correo!
Cenaron, hablando del entrenamiento y de lo que podía estar pasando en Konoha, y luego se fueron a escribir esas cartas. Seina, sentada en su escritorio conjurado en su habitación, mordisqueó el bolígrafo, también conjurado, mientras pensaba qué quería decirle a Kakashi. Solo había pasado una semana. ¿Era demasiado pronto para escribir una carta? ¿Importaba acaso cuanto tiempo pasara antes de mandarle la primera carta, si ella le echaba de menos?
—Piensas demasiado —la reprendió Kurama—. Solo escríbele lo que te dé la gana.
Suponía que Kurama tenía razón, como siempre.
—Querido Kakashi,
Solo ha pasado una semana desde la última vez que nos vimos, y quizás es demasiado “pronto” para enviarte una carta, pero te echo de menos. Si tuviera que ceñirme a enviarte cartas cada vez que te extraño te habría mandado una el primer día que partí de Konoha. Tendría que enviarte una carta cada día, para ser exactos.
Estamos en algún lugar en el sur, donde el pervertido tiene que hacer un trabajo o algo parecido. No es como si se hubiera dignado a contarnos qué demonios está haciendo. Seguramente acostándose con mujeres y bebiendo sake, además de espiar.
Hemos empezado nuestro entrenamiento con él. Bueno, los días que ha estado con nosotros, claro. Los otros días nos hemos mantenido ocupados entrenando y estudiando por nuestra cuenta como siempre. Lo único que he hecho nuevo en este tiempo es mejorar mi caligrafía para, luego, estudiar fuinjutsu. No sé cuándo empezaremos, pero espero que pronto porque ya me estoy aburriendo.
No es como si tuviera mucho que explicar después de solo 6 días. No sé si tendré mucho que explicar la semana que viene. He asumido que, tal vez, no seas capaz de contestarme en semanas, pero quiero que tengas estas cartas para recordarte, aunque las leas más tarde, que pienso en ti constantemente, que te echo de menos, y que, aunque me he resignado a que no será en mucho tiempo, espero volver a verte pronto. Soñar es gratis, ¿no?
¿Cómo te va por Konoha? ¿Sabes algo de los otros? ¿Del viejo decrépito? ¿Has empezado de nuevo en anbu? Puedes contarme lo que quieras, no es como si tuviera mucho que hacer. Cuídate mucho. No te olvides de comer bien, dormir suficiente y descansar.
Esperaré pacientemente, o no tan pacientemente, tu respuesta.
Tuya,
Seina.
Pd. Acuérdate de tu promesa.
Seina selló la carta dentro de un sobre, dejándola en el cajón de envíos y viendo como desaparecía. Naruto y Sasuke no aparecieron con sus cartas así que se encogió de hombros y se fue a dormir.
Las siguientes 3 semanas pasaron volando. Jiraiya volvió al día siguiente de que escribiera esa primera carta, haciéndoles recoger las cosas para irse más al este. Estuvieron caminando durante un día hasta que llegaron al nuevo destino. Rápidamente volvió a perderse entre el gentío mientras ellos se quedaban solos en el bosque. Curioso que estuvieran en peligro cada uno de ellos y, sin embargo, Jiraiya fuera capaz de dejarlos “desprotegidos” cuando se le antojaba.
Estuvieron entrenando, como no, sin bajar el nivel. Seina siguió practicando su caligrafía, leyendo libros de herbología y otras materias, practicó con sus cadenas, entrenó sus otras habilidades… Para cuando Jiraiya volvió, esta vez para quedarse, habían pasado otros 5 días.
—Bien. Veamos lo que habéis avanzado a solas —les dijo—. Enseñadme vuestras hojas de caligrafía.
Jiraiya las estuvo examinando con ojo clínico, asintiendo en algunos casos y señalando algunos caracteres al temblorosos que había escrito Naruto para que los corrigiera.
—Seina, como esperaba, tienes una caligrafía perfecta —le dijo el pervertido. ¿Debería decirle que llevaba más de 120 años practicando con una puñetera pluma?—. Ahora lo que quiero es que practiques escribir así a mayor velocidad.
—Es decir, ¿qué intente mantener mi pulcritud mientras escribo más rápido?
—Exacto. Muchas veces no tendrás mucho tiempo para alzar algunas barreras de fuinjutsu así que tienes que entrenar para que tu caligrafía no se vea afectada por las prisas. La barrera más compleja tiene más de 200 kanjis y sé de gente que podía alzarla en un minuto, o menos.
—Está bien —pensó ella en voz alta—. Practicaré para escribir ese número de kanjis en el mismo tiempo.
—En cuanto a ti, Naruto, sigue practicando tu caligrafía. No solamente para mejorar la pulcritud de tus trazos sino porque tu letra es fácilmente reconocible —le señaló algunos caracteres que Naruto siempre hacía más redondeados—. Sasuke, te digo lo mismo que a Naruto y a Seina. Practica tus trazos un poco más y también la velocidad.
—Hn.
—Por cierto, ero-senin, estuvimos pensando en darte un traslador para que podamos despreocuparnos de ti —le dijo Naruto, sin darle ningún tipo de contexto.
—¿Un qué? ¿Para despreocuparos de mí?
—Estuvimos pensando en darte un objeto de los míos —le dijo Seina, rodando los ojos—, que te servirá para teletransportarte con un comando de voz específico a unas coordenadas determinadas previamente. De esa forma, cuando te vayas a espiar no tendremos que preocuparnos si estás muerto o si sigues trabajando.
—¿A eso lo llamas traslador? ¿Y cómo funciona? —preguntó Jiraiya interesado, alzando una ceja.
—Básicamente puedo usar cualquier objeto y, con mis poderes, lo conecto a una ubicación. Cuando actives el objeto con una frase o palabra serás teletransportado a ese sitio mientras estés en contacto con el traslador.
—¿Puedes hacerme uno de prueba?
Seina y Jiraiya estuvieron jugando con distintos objetos a distintas distancias. Al final, no tardaron en convencerlo de que aceptara un brazalete indestructible que lo teletransportaría cerca de Konoha.
—Gracias, Seina —le dijo con rostro serio—. Espero no tener que usarlo nunca, pero esto podría salvarme la vida.
—De nada.
Después de eso recogieron las cosas del suelo y se fueron a duchar. Kakashi, a las 3 semanas, todavía no había contestado una sola carta, pero no se desanimó. Le fue enviando cada domingo un sobre sellado, junto con alguna que otra carta de Naruto y Sasuke. A Itachi tanto Sasuke como ella le siguieron enviado la paloma con su correspondencia, aunque una vez por semana como habían quedado. Tampoco se hacía ilusiones de que respondiera a sus cartas, pero seguiría intentándolo.
Llegó noviembre y, con ello, un sobre de Kakashi. Seina cogió su carta, viendo que había escrito otra con distinto destinatario para que pudieran leerla Sasuke y Naruto.
—Querida Seina,
Me ha hecho muy feliz leer tus cartas. Nunca he escrito una carta por placer así que no sé ni cómo empezar… Admito que he tenido que pensar un rato qué decir.
He vuelto totalmente a anbu. Como imaginarás, eso significa que prácticamente no piso la aldea salvo por los días de descanso entre las largas misiones. Hoy he regresado de una misión de algo más de 3 semanas. Te ahorraré los detalles, pero estoy sano y salvo. No me ha dado tiempo de informarme sobre lo que hacen tus amigos o Danzo, pero intentaré enterarme antes de volver a salir de la aldea. Me temo que no tengo mucho más que contar en ese aspecto.
¿Ves lo nefasto que soy escribiendo cartas? De lo único que puedo escribir es de lo mucho que te echo de menos. Cuando he vuelto a casa ha sido como regresar al pasado, antes de que te conociera. Ha sido como si me hubieran dado un puñetazo en el pecho. Sabía que te echaría de menos, no solo a ti sino a los otros dos, pero creí que podría soportarlo. Solo llevamos separados menos de un mes y ya siento como si me estuviera volviendo loco.
He tenido que esforzarme, como me has enseñado, a valorar mis sentimientos y a admitir que ahora soy más… débil, pero también más feliz. El dolor que siento es debido a tu pérdida, y me duele tanto porque he aprendido a vivir contigo, y me encanta. Y no quiero perderlo. No quiero estar solo, pero sé que no lo estoy, aunque estés lejos. ¿Tiene eso algún tipo de sentido?
No sé si estoy preparado para ahondar en mis sentimientos tan profundamente. Solo quería decirte que, en definitiva, te echo de menos. Tus cartas me dan fuerzas para seguir adelante.
Tuyo,
Kakashi.
Releyó la carta algo breve de Kakashi, dándose cuenta con una sonrisa lo caótico que se había vuelto escribiendo cuando hablaba de sus sentimientos. Aun así, la hizo feliz darse cuenta de que lo había intentado por ella, para que supiera que lo que Seina escribía en sus cartas era recíproco.
—¿Por qué no venís conmigo a la aldea? —preguntó al día siguiente Jiraiya de improvisto—. Me gustaría enseñaros a recopilar información.
—¡Yosh! ¡Por fin algo de entrenamiento nuevo! ¿Cómo vamos a hacerlo?
—Muy fácil —sonrió ladinamente Jiraiya—. Seduciendo, queridos pupilos.
—¿¡QUÉ!?
El rostro horrorizado, y avergonzado, de Sasuke y Naruto le hicieron ahogar una risa. De hecho, le extrañaba que no les hubieran hablado antes de misiones de seducción. Tanto Sasuke como Naruto no eran precisamente feos, a pesar de que Naruto no tenía un hueso discreto en su cuerpo, y ella sabía que tenía un físico atractivo, para qué mentir.
—Muchas veces no podréis extraer información a la fuerza así que tendréis que recurrir a otros métodos. Uno método directo para interrogar a alguien sería usar técnicas como los jutsus de los Yamanaka o como el jutsu de Seina —hizo un ademán en su dirección con la cabeza—. Sasuke quizás podría simular de alguna forma estos jutsus con su sharingan si entrenara su dojutsu de ese modo, pero el resto de los mortales tenemos que recurrir a otra estrategia.
—¿Seduciendo a la gente? —preguntó entre pálido y sonrojado su hermano gemelo.
—Exacto. Es un método que he cultivado a lo largo de los años y funciona de maravilla porque tiene una ventaja: muchas veces el interrogado no se da cuenta de que está siendo interrogado así que puedo dejarlo con vida y volver a interrogarlo una y otra vez cuando necesito información.
—¿Por eso la mayoría de informadores tuyos son mujeres? —alzó una ceja Sasuke.
—¡Bien visto! ¡Tienes toda la razón! Son mujeres porque me es más fácil interrogarlas a ellas sin que se den cuenta de lo que estoy haciendo, pero también porque me gustan las mujeres —sonrió pervertidamente de solo pensarlo, aunque luego se puso serio de nuevo—. Aun así, de ser necesario, también haría lo mismo con los hombres. La aldea a la que me dirijo ahora es bastante grande así que podréis practicar sin que nadie se dé cuenta.
—¿Y cómo tenemos que hacerlo? —preguntó Naruto, excitado por entrenar ahora que había visto lo útil que podía ser.
—Os dejaré un primer intento a solas, para ver cómo lo hacéis.
Jiraiya sonrió de forma malévola. Seina supo que lo único que quería era reírse de ellos, de su inexperiencia. La verdad es que le provocaba una risotada imaginarse a Naruto intentándolo él solo sin una mínima explicación de cómo acercarse a alguien. Por no hablar de Sasuke. Se mordió la lengua al imaginarlo. Aun así, sus hermanos parecían dispuestos a aprender.
Así fue como Jiraiya los convenció de acompañarlos a la siguiente aldea, o ciudad pequeña, y cómo pagaron por primera vez en lo que iba de mes un par de habitaciones en un hotel pequeño pero decente. Dejaron sus cosas en una habitación mientras que la otra habitación se quedó vacía, por si Jiraiya en algún momento dado tenía que llevarse a alguna mujer allí para… interrogarla, o eso dijo el muy pervertido.
—¿Quién quiere ser el primero en probar mientras los demás observamos? —preguntó Jiraiya, casi frotándose las manos.
Sasuke y Naruto se miraron unos segundos antes de girarse a ella. Sabía sin tener que leerles la mente que querían que se ofreciera para tener una idea sobre lo que debían hacer cuando les llegara su turno. Seina se debatió sobre si negarse para verlos sufrir, tal y como quería hacer el viejo pervertido, pero al final las miradas suplicantes de Naruto y Sasuke la convencieron.
—¡Está bien! —exclamó exasperada—. Iré yo primero.
—¿Oh? Esto no me lo pierdo.
—¿A quién debo seducir y qué debo sonsacarle?
—¿Por qué no intentas que te inviten a algo, te compren algo o intenten llevarte a su casa? Si consigues todo eso te daré otro objetivo la siguiente vez que entrenemos de esta forma.
—Genial —rodó los ojos y se levantó—. Voy a cambiarme de ropa.
Se metió en el baño privado y se miró al espejo. La exasperación se le pasó bastante rápido ya que, en realidad, le parecía hasta divertido lo que estaba a punto de hacer. Además, quería restregarle por la cara a Jiraiya que ella era mejor seduciendo que él. Debatió, mientras se quitaba la ropa, y se examinaba en el reflejo, si intentar seducir a una mujer para más inri, pero decidió que lo más fácil sería un hombre.
No quería que pensaran que era una ninja, ni que la reconocieran por su aspecto, así que lo primero que tenía hacer era cambiar un poco su apariencia y sus facciones para parecer más adulta. Su altura era aceptable para una mujer adulta, llegando ya a los 165 cm, y tenía bastante pecho como para que no pensaran que era una niña sino una joven adulta. Cambió su cabello dorado a negro azabache y se pintó las uñas con un hechizo. Conjuró un sujetador menos apretado que su sujetador ninja, que impedía que su pecho se moviera, un vestido de aspecto caro, pero juvenil que llegaba hasta las rodillas con unas mangas cortas, y unas sandalias con tacón de color camel. Se guardó un kunai invisible en el muslo y transformó su riñonera negra en un bolso cruzado de color salmón, a juego con sus uñas de las manos y de los pies.
Se maquilló con un par de hechizos para que pareciera lo más natural posible mientras resaltaba todos los puntos fuertes de su rostro ovalado, y se perfumó con uno de los perfumes que le habían regalado para su cumpleaños y que casi nunca usaba por motivos de seguridad.
Cuando salió Naruto y Sasuke la contemplaron con la boca abierta, poniéndose rojos al darse cuenta, como si no se hubieran dado cuenta antes, de que tenía pecho. Suponía que su escote en forma de corazón y su colgante plateado en forma de lágrima no ayudaba mucho, debido a que dirigía la atención a su escote. Jiraiya, mientras tanto, parecía totalmente estupefacto al ver su cambio radical. Les guiñó un ojo, sacándoles una cabeza debido a sus nuevos tacones.
—Nos vemos luego.
—¡U-un momento! ¡No puedes salir así a la calle! —exclamó Naruto entre horrorizado y avergonzado.
—¿A qué te refieres, Naru?
—¡A que pueden atacarte!
—Cabeza de chorlito, tu hermana te supera en rango —le dijo Jiraiya, dándole una colleja—. Un poco tarde para arrepentimientos.
Sasuke no dijo nada. Parecía dividido entre seguirle el rollo a Naruto, para su propio horror, o darle la razón a Jiraiya. Seina rodó los ojos, saliendo por la puerta. Supo que los otros la estaban siguiendo en cuanto notó las miradas en su cabeza. Sonrió mientras salía del hotel y contemplaba la calle. Ah, estaba deseando demostrarles que no necesitaba su legeremancia para interrogar a nadie.
Notes:
¿Alguien ha dicho "queremos momentos cómicos del equipo 7"? Que no se hable más.
:)
Chapter Text
Lo primero que hizo fue analizar la situación. Era casi medio día así que no podría embaucar a nadie fácilmente en un bar, pero sí que podía acercarse a alguien en un supermercado, fingiendo que necesitaba ayuda, o flirtear en alguna tienda con un dependiente masculino. Caminó lentamente por la calle hasta que encontró lo que buscaba. Una cafetería con una terraza exterior con un par de camareros jóvenes.
Se sentó en una mesa donde tocaba el sol y se reclinó hacia detrás cerrando los ojos. Esperó a que uno de ellos se acercara a tomar su pedido. Notó las miradas posadas en su rostro, pero no sonrió. Escuchó los pasos de alguien acercarse, pero se hizo la distraída. Hasta que alguien carraspeó la garganta a su lado. Abrió los ojos lentamente, inclinando su cabeza para mirar a los ojos al camarero que tenía a su lado. Tuvo que morderse la lengua para no reír al ver su expresión estupefacta y mejillas rápidamente sonrojas.
—P-perdone que la moleste, solo quería saber si ya ha pensado qué pedir.
—Oh, lo siento. Estaba tomando el sol y… hahaha —rio ella, sonriendo de forma algo culpable en dirección al chico.
—No se preocupe. Si quiere puedo volver en unos minutos.
—¿Por qué no me recomienda algún té para beber? —preguntó ella, sonriendo angelicalmente.
—¡Claro! —le sonrió él—. Nuestro té verde se recoge en las inmediaciones y es muy popular entre nuestros clientes.
—¡Definitivamente tengo que probarlo ahora que estoy de paso!
—¿Está visitando la ciudad?
—Sí. Vivo en la aldea de al lado.
—¿En Fuse?
—Sí. ¿La ha visitado antes? —preguntó ella intentando mostrar un interés genuino.
—La última vez fue hace un par de años. Fui a un onsen, el de las afueras.
Seina y Jun, que era como así se llamaba, estuvieron hablando unos 15 minutos antes de que el otro camarero lo llamara adentro. Estaban en mitad de la conversación, pero Seina lo despidió diciéndole que no quería meterlo en problemas. Jun, sonriente, se ofreció a enseñarle los mejores sitios de la ciudad si quería esperarlo cuando saliera de trabajar en media hora. Ella aceptó, sonriente, y se mostró excitada por ver por primera vez la ciudad.
Pagó el té sin tan siquiera intentar que se lo diera gratis. Tendría más oportunidades luego y no quería hacerle creer que solo lo estaba utilizando. La idea era que le pagara otra cosa y luego la invitara a cenar o algo así. Se pusieron a caminar despacio, andando mientras él apuntaba en una dirección y le indicaba lo que tenía que ver allí o por allá. Una hora más tarde habían recorrido parte de un vecindario mirando tiendas mientras hablaban.
—¿Te gustaría comer algo? —preguntó, con las mejillas sonrojadas y rostro nervioso.
—¡Claro! —Seina entrelazó sus brazos holgadamente—. La verdad es que me muero de hambre. Estaba a punto de decirte si querías probar ese yakiniku que hemos visto.
—¿En serio?
Seina sonrió, asintiendo. No se sentía culpable de manipularlo porque, en parte, no quería hacerle daño y sabía que, aunque no se volvieran a ver, le dejaría un buen recuerdo de una cita esporádica. Entraron en el restaurante y se sentaron en una mesa doble. Estuvieron hablando como si fueran viejos amigos, aunque Seina aumentó un poco la máquina, sonriendo más elegantemente y mirándolo de vez en cuando casi tímidamente, seduciéndolo de la forma más inocente posible. Jun pareció tragar varias veces cuando sus ojos se encontraron.
Cogió un trozo pequeño de carne y se lo llevó a la boca, comiéndoselo despacio mientras lo miraba a los ojos a la vez que le contaba una historia. Se lamió los labios intentando no reír al ver como perdía el hilo de la conversación, tragaba de nuevo y se le ponían las orejas rojas. No fue muy arriesgada, pero, aun así, cuando acabaron de comer, él se ofreció a pagarlo todo.
—¿Qué? No hace falta —meneó ella la mano, aunque intentando no parecer muy testaruda.
—Insisto. Te he invitado yo y quería enseñarte mi ciudad. No es problema.
Seina lo miró, pestañeando como si estuviera pensándoselo, y luego asintió lentamente.
—Está bien. Si insistes… aunque luego invito yo.
Jun sonrió, ofreciéndole el brazo, pero ella le dio su mano. Sorprendido, pero aparentemente feliz, le cogió la mano. Le sonsacó toda la información posible. Sabía todos los nombres de su familia, lo que pesaba, lo que medía, sus mejores amigos, desde cuándo trabajaba en el café, su horario, su deseo de futuro, la última película que había visto, la ropa que pensaba comprarse, las veces que se había partido la pierna, su miedo a ser enterrado vivo… Literalmente podría seguir interrogándolo durante días hasta conocerlo al completo.
Cuando se hizo la noche, después de haber estado unas cuantas horas, sentados en un parque, Seina lo invitó a tomar una copa. Insistiendo que pagaría ella porque ahora lo había invitado ella. Jun, con una sonrisa complacida, aceptó su invitación, pero bromeó que acabaría pagando él.
—¿Cuánto tiempo te quedas por aquí? —le preguntó mientras se bebía su copa de sake.
—Hasta mañana por la mañana solo —suspiró ella, haciendo ver que estaba algo triste.
Jun frunció el ceño, pareciendo triste, cuando se dio cuenta de que no pensaba quedarse mucho tiempo. Seina se movió en la barra del bar, cruzando las piernas hacia el otro lado para tener una excusa para apoyar ligeramente una pierna con la suya. Observó de reojo su rodilla desnuda tocar con el pantalón del chico.
—Pero ha sido increíble conocerte —sonrió, inclinándose una milésima en su dirección mientras lo miraba con ojos brillantes.
Él también se inclinó.
—No puedo creer que mañana ya no vuelva a verte, Yuri —suspiró, usando su nombre falso.
Seina alargó una mano, poniéndosela en la pierna, y apretó su rodilla a modo de consolación. Cuando Jun cogió su mano, acariciándosela, supo que lo tenía en el bote. Hizo aparecer un sonrojo en su rostro mientras abría sus dedos y aceptaba su caricia.
—Sé que no debería, pero… ¿quieres quedarte conmigo esta noche? —preguntó claramente nervioso.
Seina le miró con rostro vagamente sorprendido, pestañeando, pero luego asintió tímidamente. Salieron de allí después de que él pagara la copa sin pensarlo. Se cruzó de brazos, alzando una ceja, como si estuviera atónita ante su osadía. Él se rio y le pasó el brazo por los hombros, atrayéndola hacia él. Caminaron despacio hasta su casa. Seina sabía que los estaban siguiendo, como desde hacía horas, así que evitó mirar atrás.
En cuanto llegaron le dio un beso en la mejilla, seductor, y le pidió usar el baño. Dejó la puerta del baño entre abierta, usó su brazalete de invisibilidad y salió de nuevo. Lo dejó inconsciente con un stupefy. Revolvió las sábanas para que pareciera que habían tenido sexo, lo metió en la cama desnudo, puso un poco de su perfume en las almohadas y en las sábanas, escribió una nota como si se hubiera ido el día siguiente por la mañana, y luego le introdujo una memoria nueva en la mente para que pensara que habían estado juntos unas cuantas horas.
No era lo mismo que la realidad, pero ella no iba a ponerle los cuernos a Kakashi, y además tenía 13 años. Salió de allí después de hechizarlo para que durmiera las siguientes 8 horas. Se transformó de nuevo el vestido, el bolso, el pelo, y los zapatos para que nadie pudiera reconocerla. Tardó unos minutos en llegar hasta el hotel, minutos después llegó Jiraiya y los demás.
El rostro de Naruto era un poema. Parecía entre impresionado y horrorizado. Sasuke la miró con expresión de póker, pero vio la diversión en sus ojos negros y su ceja alzada. El pervertido, no obstante, estaba incrédulo.
—¿Quién te ha enseñado a hacer todo eso? —le preguntó nada más cerrar la puerta detrás de sí—. ¡Solo tienes 13 años! Minato va a matarme.
—Soy muy lista.
Sasuke ahogó una risa que Naruto no pudo contener.
—Bueno, debo admitir que se te ha dado tremendamente bien —la miró con una ceja alzada Jiraiya—. Si hubieras sido más agresiva quizás lo habrías interrogado mucho antes, pero solo has tardado unas 9 horas así que no está mal.
—Si hubiera sido más agresiva no me habría hecho caso —rodó los ojos—. Quizás si nos hubiéramos conocido esta noche.
—Mmm… Puede ser que tengas razón. Me ha gustado el toque de tener una excusa para poder desaparecer esa noche sin que se lo piense mucho.
—Gracias.
—A ver, vosotros dos. ¿Qué podéis decirme de lo que ha hecho Seina esta tarde?
—Hn. Ha elegido a alguien joven, inexperto, del sexo opuesto —empezó Sasuke, cruzándose de brazos—. Ha cambiado su apariencia para parecer joven, fácilmente manipulable y atractiva.
—Está bien, ahora tú Naruto.
—… Ha manipulado a Jun haciéndose pasar por alguien necesitado.
—¿A qué te refieres?
—A que le ha dicho que estaba de paso, que no había visto antes la ciudad, y eso ha hecho que Jun se ofreciera a acompañarla, dándole más tiempo a… seducirlo.
—No está mal, cabeza de chorlito. Lo que quieres decir es que Seina ha generado una necesidad para que Jun pudiera suplirla, haciéndolo sentir mejor por saber algo que ella supuestamente no sabía. A la gente le gusta ser necesitada, saber que saben más sobre algo porque así se sienten útiles. ¿Qué más?
Estuvieron un rato analizando su estrategia de chica joven, inocente, que había caído en los encantos masculinos de su víctima.
Al día siguiente, le tocó a Sasuke. Viendo lo que ella había hecho se hizo una idea de lo que debía hacer. Usó un henge para parecer mayor y se cambió de ropa a una de calle para pasar desapercibido. Naruto, Jiraiya y ella lo siguieron desde los tejados de cerca.
—¿Esto es lo que hicisteis ayer? —preguntó suprimiendo una risa al ver a Sasuke entrar en una tienda de ropa de bebé.
—¿Qué demonios está haciendo?
Seina observó algo boquiabierta como Sasuke empezaba a buscar algo dentro de la tienda, con rostro visiblemente preocupado. Se le acercó una dependienta después de mirarle el culo durante varios segundos.
—Disculpe, ¿puedo ayudarle en algo?
—Sí. Estaba buscando un regalo para el hijo recién nacido de mi hermana —dijo Sasuke, pasándose una mano por el cabello como si estuviera sobrepasado—. El problema es que no sé qué comprarle. ¿Me puedes ayudar?
La chica le siguió el gesto con expresión hambrienta. Supo solo con eso que Sasuke había tenido más suerte que ella al elegir a su víctima. La dependienta parecía mucho más lanzada que Jun. Sabía que si Sasuke lo hacía bien la tendría comiendo de su mano en pocos minutos con su farsa de tío joven preocupado por el nuevo bebé de la familia.
—Qué listo es —siseó con una sonrisa ella.
—¿Huh?
—Calle y mira, Naruto —le dijo Jiraiya, silenciosamente dándole la razón.
Los tres observaron como la chica se le acercaba peligrosamente a Sasuke, poniéndole una mano en el brazo inocentemente para hacer ver que solo quería dirigirlo a otra sección de la tienda. Era obvio que ella pensaba que era la que estaba seduciendo a su cliente, y no al revés. Sasuke tardó exactamente 3 horas en saber todo lo que quiso saber de la chica e incluso fue invitado a su casa esa noche para cenar.
Cuando regresó tenía una expresión entre triunfal y asqueada.
—¡No me puedo creer que solo haya tardado unas pocas horas! —dijo Naruto cuando entraron todos a la habitación.
—Eso es porque Sasuke ha tenido una gran idea haciendo uso del instinto maternal de una mujer y, a la vez, ha tenido buen ojo al fijar su objetivo en una víctima que claramente quería tener sexo con él —le informó Jiraiya—. Si hubiera sido otra persona quizás habría tardado más. De hecho, no has tenido que hacer gran cosa teniendo en cuenta lo interesada que estaba ella.
—Hn. He completado el entrenamiento como me pediste —sonrió arrogantemente Sasuke.
—No tan rápido, vaquero —bufó una risa Jiraiya—. Solo es el principio del principio de las artes de seducción. Ni siquiera os di yo al objetivo, simplemente habéis elegido al más fácil. Sobre todo, tú, Sasuke. Seina al menos se lo trabajó un poco más al demostrar sus dotes como seductora. Ahora falta Naruto.
—Esto no me lo pierdo —se rio Sasuke, sonriendo ampliamente ante el rostro preocupado de Naruto.
Como todavía era temprano, ni siquiera había anochecido, Naruto tuvo que empezar su parte al instante. Se fue al baño a cambiarse la ropa y a usar otro henge, con la expresión de alguien condenado a la hoguera. Salió de allí pareciendo unos cuantos años mayor, con facciones alteradas, como habían hecho los demás, y vestido con unos pantalones piratas negros y una camiseta de manga corta de color azul cielo a juego con sus ojos. Se sintió orgullosa de que su hermano hubiera aprendido algo de ella combinando colores. No quería imaginar qué se habría puesto si no le hubiera explicado alguna que otra cosa.
En cuanto salieron a la calle, no obstante, Seina se dio cuenta de que Naruto estaba muy verde en lo que respectaba a la “seducción”.
—¿Qué te apuestas a que alguien le da una bofetada? —le susurró Sasuke.
Seina, mirando a Naruto sudar entrando al bar y paseando su mirada por la clientela, no quiso aceptar esa apuesta. No era tan temeraria. Al final, Naruto pensó que una mujer sola en la barra era la presa perfecta. Seina evitó encogerse al ver que no se había dado cuenta de lo más obvio. Estaba mirando su reloj. Naruto se sentó a su lado, en silencio, y pidió una copa.
—¿Tu novio te ha dejado plantada? —preguntó casi genuinamente, inclinándose hacia ella.
La chica lo miró con poca sorpresa, alzando la mirada del reloj.
—No.
—Mi nombre es Jun —Seina ahogó una risa.
—Mei.
—Encantado —sonrió su hermano.
Entonces llegó otra mujer, corriendo, casi sin aliento.
—¡Perdón, perdón! ¡Ya sabes cómo es mi madre! —se excusó.
—Lo sé.
Mei sonrió, olvidando por completo a Naruto e inclinándose para aceptar un beso de la desconocida que, obviamente, era su novia. Se fueron de allí sin más. A su lado, Sasuke estaba suprimiendo una risa escondiendo su rostro al ver la expresión horrorizada de Naruto. Seina escuchó un bufido de risa de Jiraiya, pero estaba más entregado a escribir rápidamente algo en un pequeño diario que a reírse de su hermano. Naruto suspiró mientras volvía a buscar a otra persona a la que embaucar.
—Hola, bebé —llamó una voz a espaldas de su hermano.
Naruto se giró lentamente. Sasuke, Jiraiya y ella observaron en silencio como un hombre vestido de mujer le miraba de arriba abajo con expresión hambrienta.
—¿No te apetece hablar un rato? —le guiñó un ojo.
—Huh. E-eh, sí, claro —tartamudeó como un novato, con el rostro rojo.
—¡Una copa, camarero! —canturreó la mujer, alzando un dedo en dirección a la barra—. No te vas a creer el día que he tenido hoy, bebé.
Seina sacudió la cabeza cuando escuchó la diatriba de la nueva mujer, quien le estaba contando su vida a Naruto como si de la consulta del psicólogo se tratara sin que su hermano hiciera el menor esfuerzo. Maldito Naruto. Siempre tenía una suerte increíble.
—…Y yo le dije: la próxima vez que te pongas uno de mis tangas, bola de sebo, lávalo después de usarlo —suspiró la auto denominada Sayuri—. ¡Si es que la gente no me hace caso! ¿¡Ves lo que me hacen sufrir!?
Naruto asintió, con el rostro en blanco. Sasuke, a su lado, llevaba rato riendo silenciosamente mientras se cogía las costillas. Seina miró la noche estrellada, dándose cuenta de que llevaban casi 2 horas hablando. Bueno, hablaba Sayuri y Naruto asentía. Lo gracioso era que Naruto no había olvidado su misión así que siguió aceptando copas sin bebérselas mientras su víctima estaba cada vez más borracha.
Entre que era una persona muy directa y sin tapujos, y las bebidas alcohólicas que se estaba tomando, pronto le contó cada uno de sus secretos. Naruto miró discretamente a los otros clientes del bar.
—Voy al baño un segundo. Ahora vuelvo.
—Aquí te espero, bebé —dijo con la lengua anestesiada Sayuri.
Naruto se levantó como si nada y, de camino al baño, se topó con alguien pidiéndole perdón. Seina vio como le había robado la cartera, que le sobresalía de un bolsillo, sin que se diera cuenta. Cuando salió, minutos después, la dejó caer al suelo sin que nadie se hubiera percatado de nada.
—¿Qué demonios está haciendo? —preguntó con curiosidad Sasuke, recuperando el aliento.
—Diría que se ha dado cuenta de que la intrigante Sayuri no piensa pagar las copas —bufó una risa Jiraiya, detrás de ellos— y, por lo visto, él tampoco.
—Huh.
El sonido algo impresionado de Sasuke la hizo sonreír.
—¡Has vuelto! —escuchó decir—. Pensé que ibas a dejarme, como hacen todos.
—Yo soy un hombre de palabra. Te dije que volvería.
—Es verdad.
Seina empezó a estar impresionada ella también. Naruto parecía haber pillado el truco al asunto de la seducción, porque se ofreció a pagar las copas antes de que pudiera incluso plantearse hablar del dinero que le debían al bar, y luego se ofreció a acompañarla a casa cargando de Sayuri con un brazo en la cintura, sin tocarla inapropiadamente.
—Si no estuviera tan borracha y no supiera que voy a dormirme en cuanto toque el colchón te invitaría a pasar —le dijo, más lúcida que antes.
—Prefiero que estés sobria… la próxima vez —contestó, mirándola a los ojos seductoramente.
—Dios, ¿de dónde has salido y por qué eres tan estúpidamente perfecto?
Ella se inclinó para darle un beso a Naruto, pero él le puso un dedo en los labios.
—Guárdamelo para cuando sepa que no vas a poder olvidarlo. Hasta pronto.
Le dio un beso en la mejilla y se dio la vuelta. Sasuke y ella intercambiaron expresiones impresionadas y sorprendidas cuando vieron como Naruto, al final, había logrado seducir a alguien por muy poco convencional que hubiera sido su seducción. Jiraiya cerró de golpe el diario con una sonrisa pervertida en la cara. No quería ni imaginar qué estaba pensando el pervertido de Jiraiya.
—Ew.
Volvieron al hotel detrás de Naruto. En cuanto cerraron la puerta detrás de ellos, Naruto empezó a sonreír enormemente.
—He empezado a entender de qué va todo esto.
—¿Antes o después de que te dejara en ridículo la primera mujer por otra mujer? —se mofó Sasuke.
—¡Hey!
Sasuke no esquivó el cojín, dejando que le diera en la cara mientras bufaba una risa.
—Debo decir que me has sorprendido, Naruto. Pensé que te irías en cuanto pudieras, pero has conseguido encandilar a Sayuri finalmente. Y bien visto lo de robar el dinero a otro para ofrecerte a pagar —le apremió Jiraiya.
Escuchó como Jiraiya sermoneaba a su hermano, quien claramente era el más inocente de todos ellos, y cómo le daba indicaciones para la próxima vez.
—Por desgracia vamos a tener que parar el entrenamiento ya que mañana por la tarde llega mi informante. Si queréis podéis quedaros en la aldea tomando un descanso o podéis ir a las afueras con la tienda.
Intercambiaron miradas entre ellos.
—¿Cuánto vas a tardar esta vez? —preguntó Sasuke.
—Quién sabe. Quizás un par de días o 3.
—¿Y quién va a pagar nuestra habitación? —alzó una ceja ella.
—… ¿Vosotros?
—Prefiero volver al bosque, que es gratis.
—¡Qué agarrados sois! —exclamó Jiraiya cuando vio que Naruto y Sasuke asentían dándole la razón.
—…Y lo dice el hombre que le pidió dinero para pagar a prostitutas a una niña de 12 años en mitad de una misión—habló ella, rodando los ojos, en voz baja.
Se marcharon a las afueras, eligiendo un lugar escondido donde poder poner su tienda bajo barreras mágicas que estuviera, además, cerca de un claro para entrenar. Reanudaron su horario habitual, riendo de lo que había sucedido en la aldea, cosa que se lo escribió con pelos y señales a Kakashi, quien todavía no le había contestado a las cartas desde que le envió la primera, y última, correspondencia.
Noviembre pasó, luego pasó diciembre y llegó enero. El tiempo pasaba lenta, pero inexorablemente. La rutina se apoderó de ellos de tal forma que las semanas parecían un calco una de la otra. Los días más cortos y el frío creciente era lo único que le aseguraba que el tiempo corría sin cesar. A ella ya le estaba bien puesto que significaba que cada vez quedaba menos para regresar a Konoha.
Notes:
No he olvidado que Seina usa el hiraishin y que puede volver a Konoha en un segundo. A lo mejor no se ha entendido bien, pero Kakashi está en anbu a tiempo completo y no sabe cuándo va a volver a la aldea en semanas o meses. Por más que Kakashi pueda decirle a Seina en una carta que está en la aldea en ese preciso instante, no necesariamente significa que Seina vaya a leer la carta al momento, y pueda viajar a Konoha para verlo.
Básicamente, pensad que Kakashi solo pisa Konoha para descansar uno o dos días, reponer su mochila e irse de nuevo...
Chapter 104
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
—Odio el frío —se quejó Naruto, a pesar de la ropa hechizada y con runas que llevaba puesta.
Ese enero en el norte del país del Fuego hacía más frío de lo habitual. Jiraiya, sorprendentemente, llevaba sin salir a trabajar casi 3 semanas así que había decidido empezar a enseñarles algo que llevaban meses intentando que les enseñara: fuinjutsu.
—Deja de quejarte, Naruto. Prestad atención. Ahora os explicaré los inicios del fuinjutsu así que no quiero distracciones, ¿me oyes?
—¡Que sí!
Sentados en un tronco, Jiraiya les empezó a explicar qué tinta usar para según qué trabajo de sellos. Qué simetría tenían algunas barreras muy conocidas, cómo se concatenaban los kanjis según lo que había visto con su propia experiencia, etc. Seina se dio cuenta de que era incluso más fácil que las runas. Después de todo, las runas requerían anclarse a algo mientras que el fuinjutsu podía escribirse incluso en el aire, como al parecer sabía hacer su difunto padre.
—Así que el fuinjutsu, en realidad, solo es una combinación de estructura, chakra y kanjis, ¿no? —preguntó ella, después de escucharlo hablar durante casi 2 horas.
—Se podría decir que sí. Recordad que lo que sabemos de fuinjutsu, todos los que no somos Uzumaki, lo hemos deducido muchas veces a partir de los sellos de vuestro clan, así que quizás sí que existen protocolos que todavía no conocemos.
Algo le decía que Jiraiya tenía toda la razón y, sin embargo, también tenía el extraño presentimiento que dicho conocimiento estaba en la cámara secreta de los Uzumaki en Uzushiogakure. Cámara de la cual nadie, salvo su equipo, sabía que existía, y a la cual no podía acceder porque, irónicamente, estaba protegida con un fuinjutsu muy poderoso que no sabía descifrar.
—Creo que tenemos que empezar a leer esos pergaminos que cogimos en Uzushiogakure —les dijo ella a Naruto y Sasuke, cuando los invitó a su cuarto esa noche—. Diría que el pervertido tiene razón y que podemos avanzar más fácilmente si tuviéramos la teoría del fuinjutsu.
—¿Y crees que esos pergaminos podrían ayudarnos?
—Hn. En ese caso, será mejor que me vaya.
—¿Por qué? —preguntó Naruto.
—Lo dice porque son pergaminos del clan Uzumaki —le explicó escuetamente ella. Luego miró a Sasuke y alzó el brazalete Uchiha que él mismo le había regalado—. Eres mi hermano en todo menos en sangre. Yo estoy dispuesta a enseñarte esos pergaminos si me prometes que solo tú, Sasuke Uchiha, usarás ese conocimiento.
—¿Y tú, Naruto? —preguntó con expresión seria Sasuke.
—…Eres un bastardo, pero confío en ti.
—Está bien. Prometo llevarme ese conocimiento a la tumba.
—Genial —sonrió ella.
Vio de reojo la expresión más relajada de Sasuke cuando se dio cuenta de que Naruto lo había aceptado, tal y como ella, sin poner ni una sola traba. Sacó los pergaminos que tenía guardados en la riñonera, sabiendo que tardarían un rato en encontrar pergaminos del nivel correcto. Así fue como pasaron el tiempo.
—Mirad este. Es sobre la creación de barreras, pero tiene explicaciones —dijo Sasuke, un rato después.
—Y yo he encontrado este con diagramas.
Cuando llegó la media noche, tenían una pequeña montaña de libros y pergaminos que contenían algún tipo de explicación o teoría interesante.
—Será mejor que lo dejemos para mañana —bostezó ella.
—Antes quiero enseñaros algo —cortó de improvisto Sasuke.
Sacó de su propia riñonera una especie de tabla de dimensiones medianas, con grabados tallados en madera. Naruto y ella observaron con curiosidad qué quería enseñarles. Dejó el objeto encima de la cama, al lado de los pergaminos, y en cuando Seina posó sus ojos en la primera frase supo de qué se trataba. Era la tabla sagrada de los Uchiha.
—¡Esto es…!
—Es una réplica de la tabla de piedra que hay en un lugar secreto en territorio Uchiha.
—¿Y no te importa que la leamos? —preguntó Naruto, también serio—. Quiero decir… ¿esto no es un secreto de tu clan?
—Sí, pero, tal y como has dicho, confío en vosotros. Sé que guardaréis el secreto. Además… Ni siquiera esta réplica está completa. Me la llevé porque explica cómo desarrollar la siguiente etapa de mi sharingan.
—¿El mangekyo sharingan? —preguntó ella, sabiendo que Kakashi podía activarlo, aunque nunca parecía entrenar con él o usarlo en combate. Al menos no con ella presente.
—Así es. Ese sharingan es mucho más poderoso que el sharingan habitual.
—¿Y cómo se activa?
—Esa es una de sus desventajas —confesó Sasuke con un suspiro—. Para activarlo es necesario que el usuario presencie la pérdida de alguien querido una vez haya activado el sharingan.
—…
Sasuke los miró a ambos con una ceja alzada.
—Vosotros sois las dos personas más impredecibles que conozco así que me gustaría saber vuestra opinión. ¿Creéis que puedo activarlo sin que tengáis que… morir?
—¿Un genjutsu cuenta? —preguntó ella.
—¿Un genjutsu? —pestañeó Sasuke con estupefacción.
—Es decir, si manipulamos a tu cerebro para que crea que estamos muertos… Podría funcionar, ¿no? ¿O realmente tienes que ver nuestra muerte?
—Huh. Podríamos probarlo.
—¿Y con tu legeremancia, nee-chan? Podrías intentar activarle el mangekyo sharingan desde su mente.
—Es otra opción. También podría crear un golem y matarlo.
—¿Qué es un golem?
—Es como un clon, pero de carne y hueso. El tiempo de preparación es algo largo, pero puede “morir”. Quizás eso sea suficiente para activarte la nueva forma del sharingan.
Sasuke se mantuvo callado, asintiendo y meditando el asunto.
—Me gustaría que lo probáramos.
—Está bien. Tú déjalo en mis manos —dijo ella—, e intenta olvidarte del asunto.
Cuanto más lo pillara por sorpresa, mejor. El tema se zanjó, yendo cada uno a su cuarto a dormir. Seina se acostó pensando en el problema de Sasuke. Se le estaba ocurriendo cómo hacerlo…
Al día siguiente, empezaron a practicar las barreras de fuinjutsu que sabía Jiraiya. Sus clones, en su habitación, empezaron a memorizar y a interiorizar el contenido de los pergaminos que habían separado. Sabía que no era la única puesto que les había dado copias a Naruto y Sasuke para que hicieran lo mismo.
A los pocos días, Jiraiya empezó a cuestionarse cómo estaban avanzando tan rápido.
—¿Desde cuándo sabéis modificar una barrera? —preguntó al aire, entrecerrando los ojos sospechosamente—. No estaréis haciendo experimentos a solas, ¿verdad?
—No —bufó una risa ella—. Es la primera vez que lo probamos.
—Tomaos un descanso mientras reviso las modificaciones.
Seina, no obstante, siguió entrenando con sus cadenas de adamantina. Había logrado el máximo nivel de maestría con 3 desde que hacía meses había empezado a entrenar unas 2 o 3 horas al día. Ahora estaba intentando aprender a controlar una más. Sabía que su tope parecía ser 13 cadenas. ¿Casualidad o cosa del destino? El 13, después del 7, era un número mágico muy poderoso. Tenía mucho trabajo por delante.
—¡Rasengan! —gritó Naruto, para darse más ímpetu, pero su rasengan no salió volando.
—Te dije que es imposible lanzarlo sin que se deshaga —musitó Jiraiya con el rostro enterrado en el pergamino.
—¡Algo se deberá poder hacer!
—¿Todavía no te has dado cuenta, cabeza de chorlito?
—¿¡Me vas a ayudar o qué!?
—No. Quiero que pienses tú solo. Seina, Sasuke, no le ayudéis.
Seina rodó los ojos. Lo cierto es que había tardado unos días en darse cuenta a lo que estaba haciendo alusión el pervertido, porque no se le había ocurrido modificar uno de los ninjutsus que ya conocía a partir de un jutsu, y no desde cero como hizo con su chorro de agua corrosiva/hirviendo. Si Naruto aplicaba naturaleza de viento al rasengan seguramente podría lanzarlo, tal y como intentaba hacer sin aplicarle ningún otro chakra. Eso le hizo darse cuenta de que, en realidad, sí que podía modificar todos los ninjutsus que ya había aprendido.
Decir que le daba pereza hacerlo hubiera sido un eufemismo en toda regla. El único que parecía interesado era Sasuke. La verdad es que ella sabía ya tantos ninjutsus que tenía una técnica para cada situación así que no necesitaba juguetear con algo que ya le funcionaba perfectamente. Por no hablar de que tenía su magia.
Fue Kurama el que le desbarató todos los planes, con una simple pregunta.
—¿Por qué tienes que usar “hechizos” para usar tu magia? —preguntó con curiosidad mientras la escuchaba meditar sobre cómo mejorar el rasengan—. Muchas veces usas tu magia sin entonar un hechizo así que sé que puedes usar tu kekkei genkai a voluntad propia.
—Porque los hechizos son fórmulas pensadas y siempre funcionan correctamente si se realizan los movimientos de varita y la pronunciación de forma perfecta.
—Pero tú no usas hechizos verbales. Nunca. Ni varita.
—Pero los pienso mentalmente, y he practicado lo suficiente como para no usar varita.
—No siempre —le recordó Kurama—. Me he dado cuenta de que algunos hechizos ni siquiera los piensas.
—… ¿En serio? ¿Cómo cuáles?
—El hechizo para invocar cosas, el de la luz más débil, transformas y conjuras todo sin encantamientos. Incluso tus hechizos para cambiar de rostro, los realizas de esta forma. Quizás alguno más.
Seina se quedó sorprendida al escucharlo. Repasó sus memorias dándose cuenta de que Kurama tenía razón. En cuanto se dio cuenta de la lista de hechizos que supuestamente hacía sin pensar comprendió que eran los hechizos más usados en su anterior vida. ¿Quería algo del cuarto? Lo invocaba. ¿Quería pasar desapercibida por la calle rápidamente? Cambiaba de rostro. ¿Quería un asiento temporal o unos cubiertos o un pañuelo? Lo conjuraba sin pensar o lo transformaba de cualquier cosa que tuviera a mano.
Eso quería decir que, si podía usar esos hechizos sin pensar en el hechizo, ¿por qué necesitaría usar los encantamientos para todo lo demás? Se había… institucionalizado sin darse cuenta. La magia accidental era la magia más pura ya que el niño no conocía hechizos, pero hacía magia igualmente y, normalmente, era magia relacionada con antojos o por estrés. Así pues, ¿por qué necesitaba saber el nombre y el movimiento de varita? Ya había descartado tener que usar una varita desde hacía muchísimos años e incluso tener que entonar los hechizos en voz alta debido a que era un peligro siendo un auror. ¿Podría dejar de usar hechizos de su mundo anterior y, simplemente, usar la magia como quisiera? La magia, después de todo, era solo cuestión de poder, voluntad e imaginación.
—Tengo que entrenar para usar mi magia sin la necesidad de un encantamiento. Eso me daría más opciones de las que ya tengo. Eres un genio, Kurama.
—Lo sé —contestó socarronamente.
Si ya no tenía suficiente con seguir aprendiendo ninjutsus, inventar más genjutsus, mejorar su taijutsu y kenjutsu, dominar las cadenas de adamantina, aprender de la nada fuinjutsu y estudiar esos pergaminos de Uzushiogakure ahora tenía que sumarle reaprender a usar su magia sin la necesidad de hechizos. Ugh. Se cansaba de solo pensarlo, pero sabía que si lo lograba sería más imparable si cabe. ¿Y cuándo tendría de nuevo esta oportunidad de oro para entrenar sin distracciones ni misiones? Nunca más.
Así fue como empezó al día siguiente a practicar los efectos de los hechizos sin decir o pensar el hechizo. No fue fácil ni aun teniendo más de 100 años de experiencia usando magia. Miró fijamente el pedestal que había conjurado y las ramas encima de éste que pensaba prender con su fuerza de voluntad. Era más difícil de lo que parecía porque su mente intentaba pensar constantemente en el hechizo incendio ya que sabía que ese era el hechizo correcto para prender fácilmente esas ramas. Tuvo que usar sus barreras mentales para alejar ese pensamiento, pero eso solo la dejaba con la mente en blanco.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Naruto, cuando se acercó por su espalda.
—Estoy intentando aprender a usar mi magia sin pensar en los hechizos.
—¿En serio? ¿Puedes hacer algo así?
—De hecho, ya lo he estado haciendo sin saberlo, pero me he dado cuenta de que solo con los hechizos que más he usado así que son casi una segunda naturaleza.
—¿Y, por lo tanto, no tienes que pensar en ellos?
—Exacto. Estoy intentando prender esas ramas con la mente, sin pensar en el hechizo, pero es difícil porque mi mente quiere recordar las palabras.
—Ya veo… ¿Y por qué no simplemente te lo imaginas en tu mente?
—¿A qué te refieres? —preguntó ella dándose la vuelta y dejando lo que estaba haciendo momentáneamente.
—Cuando conjuras o transformas algo… ¿No imaginas en qué vas a transformarlo? A lo mejor por eso no necesitas decir el hechizo.
Seina se quedó atónita. ¿Sería posible que Naruto tuviera razón? Prácticamente todos los hechizos que podía hacer sin entonar el hechizo requerían que los imaginara antes. De hecho, la visualización era uno de los puntos clave de la magia. ¡Quizás Naruto estaba en lo cierto! Se giró a mirar de nuevo las ramas y, en lugar de pensar en el hechizo, se imaginó como esas ramas se prendían en llamas. De golpe, pasó exactamente eso. Tomó aire y luego imaginó como el fuego se apagaba. Tuvo que intentarlo un par de veces, pero funcionó.
Descubrir que podía reentrenar su magia, tal y como había pensado Kurama, le hizo preguntarse muchas cosas. Para empezar, ¿podría contener en su mano, por ejemplo, una bola de fuego pensada con su mente? ¿La quemaría si la mantenía en su mano? ¿O podría, como en algunos jutsus completos, protegerse la mano para no quemarse? El chidori de Kakashi y Sasuke eran jutsus incompletos, sobre todo el de Sasuke, porque no sabían cómo protegerse del mismo rayo que invocaban en su brazo.
¿Qué pasaría si en lugar de una bola de fuego intentaba conjurar en su mano una maldición mortal? ¿Moriría ella misma por el contacto? Cuando lanzaba maldiciones no las “tocaba” con las manos, aparecían de la nada desde su mano, que era el punto de salida de su magia. Aunque pareciera que Seina usaba hechizos mediante el contacto físico, como el stupefy, realmente no era así. Simplemente, la distancia entre el hechizo y el contacto con la otra persona era muy reducida y daba esa impresión. Por eso Shikamaru y los demás habían creído que había matado aquel ninja del Sonido con un “puñetazo” cuando realmente no fue así.
—¿En qué estás pensando? —preguntó su hermano, sentándose a su lado.
—En que voy a tener que hacer algunas pruebas para evitar hacerme daño a mí misma…
Así fue como pasó de entrenar 8 horas a 10 horas, añadiendo 2 horas más para entrenar su magia. Jiraiya, quien estaba trabajando, no apareció hasta 3 días después, habiendo estado fuera una semana entera. En cuanto llegó los examinó de nuevo de fuinjutsu, viendo como habían avanzado bastante más de lo esperado debido a los pergaminos que estaban estudiando por las noches.
—Sé que me estáis ocultando algo, enanos. Solo prometedme que tendréis cuidado —dijo más serio que nunca.
—Lo prometemos.
—Bien. A este paso dentro de un mes estaréis preparados para que modifique vuestro sello —confesó el pervertido, para la excitación de Naruto y de ella.
—¿¡En serio!?
—Sí —suspiró—. Esperaba que tuviéramos un poco más de tiempo sin tener que entrenar con el- con Kurama, pero veo que no estáis dispuestos a esperar. Prepararé unos sellos con fuinjutsu por si fuera necesario conteneros. No me gustaría que perdierais el control y no tuviera medios para volveros en sí.
—¡Genial!
Cuando llegó febrero, unos días después, Seina empezó a preparar el genjutsu para Sasuke. No les dijo nada a Sasuke y a Naruto para que no se dieran cuenta de que, tarde o temprano, intentaría hacer que Sasuke despertara su mangekyo sharingan. Siendo sincera… No sabía si iba a funcionar. De lo contrario, ¿no lo habrían intentado los ancestros Uchiha en lugar de tener que matar o presenciar la muerte de un ser querido?
También empezó a plantearse cómo podría activar el mangekyo con su legeremancia. No sabía si esperar a descartar el genjutsu, pero quería repasar sus memorias de cuando curó a Kakashi, quien, en aquel momento, ya tenía su propio mangekyo sharingan. De hecho, era mejor comparar ambos casos ahora. Se levantó de su escritorio para ir a buscar a Sasuke.
—¿Sasuke? —llamó desde la puerta.
La puerta se abrió. Sasuke pestañeó, sorprendido, mientras se secaba el pelo con una toalla, con el torso desnudo.
—¿Qué pasa? —preguntó, dejándola pasar.
Se sentó en la cama mientras él se secaba el pelo y buscaba otra camiseta limpia.
—¿Te acuerdas de cuando curé el ojo de Kakashi? Me he dado cuenta de que en aquel momento él ya tenía activado el mangekyo sharingan —le contó, cogiendo la toalla que le lanzó y secándola con un hechizo—. Si puedo comparar su sharingan y el tuyo, quizás sepa como activártelo.
—Hn. Es una buena idea. ¿Qué necesitas?
—Que me mires a los ojos y no te resistas. Ah, y activa los ojos con 3 tomoe.
Sasuke le hizo caso. Miró esos ojos rojos activando totalmente su legeremancia. Se adentró en su mente fácilmente ya que tenían una conexión preexistente. Estuvo examinando el sharingan activado dándose cuenta de que estaba en lo cierto. Había diferencias entre el sharingan de Sasuke y el de Kakashi, pero lo que más la sorprendió fue notar la presencia de una maldición ligada al sharingan. Atónita, no intentó activarle el mangekyo sharingan a Sasuke y él, que estaba viendo lo que ella estaba viendo en su mente mediante su vínculo, empezó a preguntarse qué demonios era aquello.
Salió de su mente, estupefacta. Era como intentar encontrar oro para luego encontrar mierda de caballo. No era lo que esperaba, ni lo que buscaba.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Sasuke, poniéndose la camiseta, con expresión seria—. ¿Qué era eso que hemos notado?
—Una maldición, pero, ¿cómo? —preguntó al aire, pestañeando, y sin tener una respuesta—. ¿Dice algo tu tabla sobre esto?
—No, aunque debo reconocer que es una copia. Quién sabe lo que dirá la tabla de piedra, o si existe información de esto —frunció el ceño mientras pensaba en ello.
—Lo extraño es que no noté la maldición en el ojo de Kakashi.
¿Sería posible que hubiera estado presente y hubiera sido tan… sensible como para esconderse de ella? ¿De dónde había salido la maldición? ¿Por qué motivo estaba el sharingan de Sasuke maldito? ¿Era el único sharingan maldito o todos los Uchiha sufrían la misma maldición? Y, lo más importante, ¿en qué consistía la maldición una vez se activaba? Sasuke le siguió los pensamientos, meditando él también en el asunto.
—Creo que deberíamos posponer lo del mangekyo —dijo ella, reticente—. Ahora mismo la maldición está latente, pero no activa. Tenemos que averiguar de qué se trata, quién la ha puesto… Todo en realidad. Voy a escribirle una carta a Kakashi para preguntarle si sabe algo o si ha notado algo desde que activó el mangekyo.
—¿Y a Itachi? Podríamos intentar contactar con él.
—Sí, también. Quizás él sepa lo que pone en la tabla de piedra y pueda decirnos algo. Si es que se digna a contestarnos…
Así fue como escribió su carta de la semana añadiendo la mención de lo que acababa de pasar. Kakashi, como no, no le contestaría en semanas. Hasta finales de febrero, cuando volviera de su misión, para ser exactos.
—…Nunca he escuchado nada semejante en relación al sharingan y tampoco se me ocurre a quién preguntarle que pueda saber algo al respecto. Lo cierto es que tardé muy poco en activar el mangekyo sharingan ya que Rin murió poco después de Obito. Si había alguna diferencia entre mi sharingan normal y el mangekyo sharingan no lo noté, aunque, después de todo, yo no soy un Uchiha ni uso mucho la forma avanzada del sharingan. Imagino que ya se os habrá ocurrido enviarle una carta a Itachi. Si contesta algún día de estos, seguro que podrá daros algo de información.
Dejando el nuevo misterio de lado, sigo echándote de menos como el primer día. Más aún. Creí que me acostumbraría, pero no puedo. He tomado la decisión de centrarme completamente en mis misiones para evitar pensar demasiado en tu pérdida y aun así sigo sin conseguir no pensar en ti. ¿Qué me estás haciendo?
Seina acabó de leer la carta con una sonrisa en el rostro y ojos brillantes por las lágrimas que ya no caían. Le echaba mucho de menos, pero sabía que volvería a verlo.
Febrero fue un mes extraño. Desde la promesa de Jiraiya de que encontraría la forma de empezar a entrenar con Kurama en marzo, su entrenamiento diario con su magia que cada vez la sorprendía más hasta la maldición del sharingan de quien nadie, ni siquiera el pervertido, tenía ni idea de que existía.
Cuando llegó marzo, Jiraiya se fue a otra de sus misiones espía.
—¡Prometiste modificarnos el sello, viejo pervertido!
—¡Lo sé! ¡Y pienso hacerlo! —alzó las manos en modo conciliador—. Solo es un improvisto, tardaré 3 días en llegar. Ya lo veréis.
Esos 3 días se convirtieron en 4 días, y luego en 5 días. Al sexto día Jiraiya volvió y los encontró entrenando cada uno con sus cosas. Sasuke con el genjutsu del sharingan, Naruto modificando la naturaleza de su rasengan y ella con las cadenas de adamantina. Naruto le regañó durante media hora por haber faltado a su palabra. Jiraiya, cansado, prometió empezar a entrenar al día siguiente después de recuperarse de la borrachera que llevaba encima.
—¿¡Quién se ha creído que es!? —exclamó Naruto, cuando se encontraron cenando a solas.
—Está claro que no nos toma en serio.
Seina asintió ante el siseó de Sasuke. Jiraiya estaba acostumbrado a hacer lo que le diera la gana durante sus viajes. La última vez que había entrenado a alguien, sin contar las pocas semanas intermitentes que entrenó a Naruto, fue cuando entrenó a su padre. De eso hacía ya más de 15 años.
—Deberíamos castigarlo —dijo ella finalmente—. Cada vez que incumpla una promesa debería recibir un castigo de broma, para que se lo piense un par de veces la siguiente vez.
Sasuke y Naruto sonrieron maliciosamente cuando comprendieron lo que pretendía hacer.
—¿En qué estás pensando?
—Tiene que ser algo que no lo ponga en peligro a él, ni a su misión, pero que sea irritante. Como, por ejemplo, que su ropa interior se encoja apretándole sus partes.
Naruto no pudo contener la risa, con el rostro rojo, y estalló en carcajadas mientras Sasuke claramente se lo estaba imaginando con una sonrisa divertida y siniestra.
—También se me ocurre hechizar su espejo para que cada vez que se mire en él su reflejo le insulte.
—¿Os acordáis de esas galletas de la fortuna que le gusta abrir cada semana? —preguntó Sasuke, inclinándose—. ¿Podrías cambiar el mensaje sin que se dé cuenta?
—Claro.
—Qué os parece esta frase para que medite, tipo: “¿Tener sexo con tu clon es incesto o masturbación?”
Seina explotó sin querer a reír, ahogando una carcajada para no despertar al pervertido. No podían oír lo que hacía, pero él a ellos sí. Naruto, rojo de nuevo, se rio silenciosamente.
—Me gusta esa frase.
—¡Ya veréis la cara que pone! —rio Naruto.
Chapter Text
Esperaron a que Jiraiya saliera de la tienda, al día siguiente, para empezar con su venganza. Cambiar las frases de la fortuna a las galletas de Jiraiya era tremendamente fácil. Solo tenía que conjurar un papel con la frase y luego realizar un hechizo intercambiador. Lo de hechizar su espejo era más difícil porque sabía que tendría trampas puestas en su habitación. Así pues, envió a una de sus invocaciones directamente al baño sin hacer saltar las barreras. Luego envió un clon al baño para que le atara el espejo a su invocación. La desinvocó, cogió el espejo de la maleta donde había ido a parar, hechizó el espejo y lo devolvió de la misma forma. En cuanto a sus calzoncillos… Simplemente le mandó un hechizo invisible en cuanto le dio la espalda. Tardaría un rato en surtir efecto así que no se dio ni cuenta.
—¿Ya está?
—Sí.
Escuchó las risas mentales de sus hermanos, riendo ella también al imaginar su rostro. Se dieron cuenta cuándo se activó su hechizo en la ropa cuando paró en seco de explicar algo y frunció el ceño. Acto seguido intentó estirar las piernas ante la mirada falsamente confundida de todos ellos. Estuvo unos segundos poniendo cara rara, seguramente al notar como sus testículos y su pene estaban comprimidos en sus calzoncillos, pero no dijo nada.
—Como os decía. Primero empezaré por Seina, quien es la que tiene más control, y luego Naruto. ¿Preparada?
Ella asintió. Se tumbó en el suelo, dejando al descubierto su estómago plano ante la mirada de todos. Observó a través de los otros ojos como aparecía el sello circular alrededor de su ombligo. Tuvo que contener un jadeo cuando su conexión con Kurama se quintuplicó en pocos segundos. Si antes podía mirar a través de ella, sentir lo que ella sentía… Ahora era como estar fusionados. Podían separarse, pero ahora mismo eran la misma entidad. Vio sus ojos con los ojos de Sasuke y Naruto. Eran violetas con vetas motas pequeñas de color sangre, pero su pupila se había transformado en la pupila de Kurama, alargada y mucho más funcional que su pupila humana. Pudo ver mucho más de lo que ella era capaz de ver normalmente.
—Por fin… —siseó Kurama, estirando sus brazos. ¿O los estiró ella? Ciertamente tuvo ganas de estirarlos así que dudaba de quién los había estirado.
Se dio cuenta de que sus manos habían cambiado también. Sus dedos parecían algo más largos y sus uñas eran largas y muy afiladas, como las garras de Kurama. No pudo seguir examinando su transformación parcial, pero no se notaba muy diferente. Definitivamente no era la versión 2 de la que le habló Kurama.
—¿Seina? ¿Estás bien?
—Sí. Estamos bien. Mejor que bien —sus cuerdas vocales fueron ajustándose hasta que su voz fue una mezcla entre la suya y la de Kurama. Pestañeó al escuchar su voz algo más grave, más… seductora.
Se levantó, dejando que fuera Kurama quien pilotara el cuerpo mientras cerraba los ojos del placer de tener un cuerpo y poder respirar aire de verdad.
—¿Cuánto tiempo crees que puedes mantener esta… fusión sin problemas? —preguntó Jiraiya.
Abrieron los ojos, sentándose al lado de Sasuke.
—Indefinidamente. Tengo acceso al chakra de Kurama como si fuera mi propio chakra en este modo así que podría mantener la forma parcial mientras él no se quede sin chakra.
—Huh. Es, ¿bueno?, saberlo. ¿Por qué no empezamos una lucha de prueba, tú y yo?
Sonrieron peligrosamente, levantándose de nuevo. Jiraiya pareció estremecerse al verlo, pero también se puso en pie. No le dieron ni un segundo. Con los ojos mejorados y su velocidad casi invisible, lograron darle un puñetazo que lo lanzó a varios metros antes incluso de que pudiera pestañear. En cuanto volvió a ponerse de pie, vio que algo había cambiado en Jiraiya. Estaba usando senjutsu.
—Tramposo —dijeron al verlo, sonriendo con todos los dientes.
Empezaron una batalla de taijutsu que, sorprendentemente, estaba perdiendo el pervertido. Entre los reflejos que tenía ahora, la energía ilimitada, su magia, su velocidad y su taijutsu escapista no podía alcanzarla ni una sola vez. Lanzó una de las cadenas para defenderse, pestañeando cuando vio que era roja color sangre y brillaba levemente dorado como sus cadenas habituales. Ni siquiera había necesitado moldear el chakra de Kurama porque estaba usando su chakra y el de ella a la vez. Eran uno.
De repente, sin tan siquiera saber cómo lo estaba haciendo y, a la vez, sabiendo como, empezó a envolverla una capa de chakra espesa que parecía vaporizarse en contacto con el aire. Jiraiya, al verlo con los ojos como platos, esquivó su nuevo golpe usando ninjutsu. La pared de tierra se desintegró, pero él ya no estaba allí.
Podrían luchar todo el día porque ellos no tenían final. Jiraiya, al contrario, no tenía chakra ilimitado y, aunque podía usar el sen chakra, era obvio que los golpes empezaban a pesarle. Lo dejó inconsciente apareciendo detrás de él con su magia antes de que pudiera tan siquiera comprender que había desaparecido. Cayó al suelo K.O.
—Wow… —escuchó el susurro de Naruto, a lo lejos, cuando vio que había ganado a un ninja casi 40 años su veterano.
—Quiero intentar desconectarme de ti. Déjame un segundo —dijo Kurama.
Seina no hizo nada mientras Kurama se… desentrelazaba de ella. Era la mejor descripción posible. Notó como volvía a la normalidad, como antes de que modificara Jiraiya el sello, pero ambos sabían que ahora Kurama podía salir de la jaula. Entró en su mente y vio que los barrotes de antes ahora eran más pequeños. A penas quedaba sello.
Le mandó un hechizo a Jiraiya para que se despertara.
—Ugh… —se quejó, tocándose la cabeza—. Esto me recuerda a mis peleas con Tsunade.
Se acercó a curarle las heridas y el dolor de cabeza.
—Me has ganado —dijo sorprendido Jiraiya, empezando a sonreír—. Una niña de 13 años me ha ganado en 10 minutos.
—Una niña de 13 años jinchuriki del bijuu más poderoso de todos —rodó ella los ojos—, con una nueva kekkei genkai, además. ¡Y ni siquiera has usado tus ninjutsus ni invocaciones! ¡No me tomes el pelo!
—…Eso es porque literalmente no me ha dado tiempo —musitó con exasperación.
—¡Yo también quiero! —gritó Naruto, saltando de la rama.
—Quizás mañana, Naruto, ahora estoy molido.
—¿¡Qué!?
—Dobe, ¿no ves que Seina le ha dado una paliza? —dijo Sasuke, saltando también y aprovechando la caída para darle una colleja.
—¡Hey! —se quejó Jiraiya, pero no lo negó.
Se sentaron a practicar otras cosas mientras Jiraiya anotaba algunas cosas y ella meditaba sobre el sello. Aun así, lo que ella quería, y Kurama, era que tuviera un cuerpo propio.
—Para eso tendrías que quitarme el sello y, aun así, tendría un cuerpo gigantesco —rio Kurama.
—Un cuerpo gigantesco… Mmmm…
Empezó a plantearse algo. ¿Podría crearle un cuerpo a Kurama de alguna forma conectado a ella mediante su chakra?
—Tus cadenas —la interrumpió él, escuchando sus pensamientos—. Podrías mantenernos unidos mediante ellas.
—Quizás.
Tenía que pensarlo un poco más, pero se le estaba ocurriendo una forma de hacer trampa para que Kurama tuviera un cuerpo. ¿El problema? Que iba a necesitar supervisión por si algo sucedía, y en los días siguientes le tocaba a Naruto intentar entrenar con el chakra de Kurama. Observó a su hermano mientras Jiraiya le modificaba el sello. En seguida se dio cuenta de que algo iba mal. El chakra se apoderó de Naruto, quien empezó a transformarse rápidamente debido a que no estaba acostumbrado a usarlo como ella. Jiraiya le puso el talismán de fuinjutsu en la frente, y la transformación paró.
—No ha ido como esperaba —dijo para sus adentros el pervertido—. ¿Naruto? ¿Estás bien?
—Ha sido demasiado chakra de golpe —contestó, con unas quemaduras de primer y segundo grado por todo el cuerpo.
Seina bajó para curarlo. Tardó poco tiempo porque el mismo metabolismo de Naruto lo curó mucho antes y Jiraiya había actuado rápido. En 10 minutos volvió a ser el mismo de siempre.
—Vas a tener que hacer ejercicios con el chakra de Kurama y voy a tener que ir modificándote el sello poco a poco —dijo con seriedad extrema Jiraiya—. De lo contrario, podría volver a pasar.
Sasuke, viendo que Naruto no iba a continuar el entrenamiento, se puso a practicar modificaciones del chidori. Ella, mientras tanto, inició de nuevo su entrenamiento con las cadenas de adamantina.
—Ugh. Tenía tantas ganas de empezar el entrenamiento con el chakra de Kurama —dijo algo triste Naruto esa noche—, y lo he hecho fatal.
—No lo has hecho fatal, Naru. Simplemente no te ha dado tiempo a hacer nada. Yo llevo muchos meses trabajando con Kurama con una parte mucho más pequeña de su chakra y él siempre está presente conmigo. De lo contrario, a mí me habría pasado lo mismo.
—¿Lo crees en serio?
—En serio —consoló ella. Después de todo, era la verdad.
Sasuke ni siquiera se burló, viendo que Naruto parecía decepcionado consigo mismo de verdad. Solo asintió ante sus palabras. Tardó poco en recuperar su humor habitual cuando Jiraiya le dijo que volverían a intentarlo y le dio más ejercicios de chakra.
Al día siguiente, el primer viernes de marzo, el pervertido volvió a salir de la tienda de campaña mágica para hacer de las suyas con sus informadores. A solas, sin supervisión, no podían seguir entrenando con Kurama así que se dedicó a repasar todos los hechizos que sabía con su nuevo método de estudio. Volvió a los pocos días, pero luego se tuvieron que ir rápidamente al siguiente punto de encuentro.
—¿No te hartas nunca de ir de arriba abajo? —suspiró ella, mientras caminaba al lado de Naruto—. ¿Cuántos años llevas viviendo de esta forma?
—… He pasado muchos años de mi vida en Konoha y siempre han sido años muy duros. Hace más de 30 años que cultivo mi red de informantes, y unos 25 años desde que dejé de vivir habitualmente en Konoha.
Seina hizo cálculos, frunciendo el ceño. Jiraiya había sido el maestro de su padre. Su padre tendría ahora 38 años así que eso quería decir que el pervertido se fue de la aldea cuando él tenía solo 13 años. Según lo que sabían de él se había graduado de la academia con 10 años, uno menos que ellos, y había sido ascendido a chunin a los 11 años y a jonin con 13 años. Eso quería decir que, por lógica, Jiraiya había esperado a que su padre ascendiera lo máximo posible antes de desaparecer de su vida durante una temporada. Miró de reojo al viejo pervertido, dándose cuenta de que eso implicaba lo mucho que había apreciado a su padre, y viceversa, de lo contrario no le habrían nombrado padrino ni él lo habría aceptado.
Hasta que su padre ascendió había sido un ninja ejemplar, tanto como ninja como sensei. ¿Habría pasado algo más desde que dejó la aldea hasta que regresó? A juzgar por como lo había dicho no quería que le hiciera más preguntas así que desistió de interrogarlo.
—¡Hemos llegado enanos! Tengo que dejaros momentáneamente para encargarme de unas cosas —dijo Jiraiya, horas después. Ni siquiera se quedó a ver como se alzaba la tienda.
—No sé cómo lo aguanta —dijo Naruto, sacudiendo la cabeza—. No me imagino pasarme más de 20 años sin casa propia, viviendo de hotel en hotel, lejos de Konoha.
—Está claro que él también tiene un trauma como lo tuvo Tsunade-sama. ¿Qué es lo que sabemos en realidad de él? Muy poco. Sabemos que es nuestro padrino, lo que supuestamente hace cuando trabaja de espía, que fue el sensei de nuestro padre, que luchó en varias guerras… pero ya está. Si Tsunade-sama se auto exilió de Konoha para evitar sus recuerdos, ¿cómo sabemos que Jiraiya no está haciendo lo mismo usando la excusa de espiar para no tener que volver?
Naruto frunció el ceño, dándose cuenta de que era muy posible. Sasuke, mientras tanto, estaba mirando el infinito con expresión pensativa. De repente, su hermano en todo menos en sangre, habló.
—¿Creéis de verdad que está haciendo algo en la aldea más cercana?
—¿Por qué lo dices?
—¿No os parece raro que se pase días sin dar señales de vida? ¿Cuánto puedes tardar en interrogar o seducir a alguien? —cuestionó Sasuke al aire—. Además, él mismo dijo el primer día que no nos entrometiéramos y que nos quedáramos junto a las barreras.
—¿Crees que lo dijo para que no le siguiéramos? —preguntó ella, algo sorprendida—. ¿Por qué motivo? ¿Por qué realmente no está en la aldea?
—Por el tiempo que tarda en regresar, y viendo los lugares donde nos hemos parado a veces, diría que hay semanas donde sale del país del Fuego. Eso explicaría porqué tarda tanto en volver.
—¿¡Y por qué no decirnos sin más a dónde va realmente!? —exclamó indignado e irritado Naruto.
En cuanto su hermano lo preguntó de ese modo supo por qué. Jiraiya, como ya había pensado varias veces, estaba acostumbrado a ir a su aire. No quería tener que explicarles cada vez a dónde iba, ni ordenarles que no lo siguieran, ni advertirles del peligro… Era un nefasto comunicador para algunas cosas. Además, de estar Sasuke en lo cierto, y de haberlo sabido desde el principio, Naruto le habría pedido ir con él a otros países, aburrido del país del Fuego o simplemente excitado por ver cosas nuevas.
Sasuke, mirando a Naruto con expresión exasperada, rodó los ojos. Seina tuvo el presentimiento que se le había ocurrido lo mismo que a ella.
—Solo es una teoría, dobe, deja de gritar como un loco.
Seina, quien tenía el talismán de Jiraiya para evitar complicaciones, entrenó bajo la atenta mirada de uno de los clones de Naruto. Kurama y ella se fusionaron nuevamente gracias al sello modificado de forma permanente, haciendo ejercicios y practicando ninjutsu. Sus garras eran capaces de partir en 2 un árbol de un manotazo. Era como meter la mano en mantequilla. Su piel se volvió más dura, sus oídos más finos si cabe. Incluso podía oler cosas que antes no era capaz de oler, siendo el olfato su sentido menos desarrollado en comparación a un animal. Sus dientes también parecían haber cambiado, siendo ligeramente más grandes y afilados.
—Esperaba que te saliera una cola, para qué mentir —dijo Sasuke. Esquivó el kunai que le lanzó con una sonrisa de mofa—. Tienes suerte. Estas modificaciones son tan leves que puedes pasar desapercibida.
Jiraiya tardó unos 10 días en volver. Naruto empezó a cuestionar la validez de la teoría de Sasuke mientras que ella, a quien le daba absolutamente igual, solo suspiró al darse cuenta de que iba a tardar mucho tiempo en entrenar con Kurama si tenía que estar presente el pervertido. Así pues, sacó más pergaminos de Uzushiogakure para meter el turbo en otra cosa.
—Avanzas muy rápido —la apremió Jiraiya, examinando las barreras impecables que había escrito. La miró por encima del pergamino—. Creo que empezaré a enseñarte el siguiente paso.
—¿Cuál?
—Cómo crear tu propio fuinjutsu y examinar el fuinjutsu de otros ninjas.
Así fue como Jiraiya empezó a explicarle cómo identificar marcadores en secuencias de fuinjutsu para luego poder deshacerlas y cómo se deshacían. Tardó exactamente 6 horas en aprender lo que le estaba intentando enseñar, para la total confusión de Naruto y, en menor medida, Sasuke.
—Ahora en serio. ¿Cómo lo estás haciendo? —preguntó Jiraiya, mientras cenaban—. Ni tu padre, quien era un genio en fuinjutsu, lo entendió a la primera.
—Eso es porque yo uso algo parecido, pero lo llamo “runas” —confesó—. Las runas solo pueden activarse con mis poderes, pero pueden mantenerse activas eternamente con el sen chakra o la energía shizen.
—…¿Qué?
El rostro de estupefacción de Jiraiya era digno de mención. El fuinjutsu, al menos los que la gran mayoría conocía, no funcionaba así. Se activaba y se mantenía con chakra y, cuando se dejaba de aportar chakra, se desactivaba. Incluso las barreras que ponían alrededor del claro, o las que alzaban los anbus escolta de la Hokage, se tenían que mantener aportándole cada x tiempo una cierta cantidad de chakra.
—¿Cómo es posible? ¿Puedes enseñarme a usarlas?
—No te servirían de mucho considerando que siempre tendría que activártelas yo de buenas a primeras. Se las he enseñado a Naruto y Sasuke, pero incluso ellos solo son unos principiantes.
—¿Por qué no le damos los juegos que me hiciste?
—Bien pensado, Naru.
—¿Le hiciste unos juegos a Naruto con runas para que aprendiera a usarlas? —alzó una ceja algo impresionado el pervertido—. Quiero verlo.
Le entregaron los 2 juegos que le había creado. Jiraiya, totalmente excitado, incluso dejó a parte su boceto de libro porno para ponerse a jugar y a aprender las runas. Entonces empezaron las preguntas que le provocaron un tremendo dolor de cabeza.
—Pero, ¿por qué es necesaria esta simetría?
—¿Por qué solo 24 caracteres?
—¿Por qué la tinta afecta al jutsu final?
Etc, etc, etc. Seina intentó explicárselo todo lo más pacientemente posible, pero Jiraiya lo estaba comparando al fuinjutsu sin darse cuenta de que, aunque parecidas, eran artes completamente distintas. Aun así, Jiraiya era un buen alumno así que ella le enseñó todo lo que él quería. Al final, solo pudo decir una cosa.
—Tus runas son mucho más versátiles y poderosas que el fuinjutsu —sentenció con un suspiro, pasándose la mano por la cabellera.
—Lo sé, pero el fuinjutsu es más rápido de alzar, en comparación.
—Eso es bueno ya que cada arte te da ciertas ventajas que el otro no tiene.
—Lo sé —reiteró de nuevo—, por eso quiero aprender fuinjutsu.
—Vas por buen camino. Voy a darte más material. A este paso en menos de 3 meses habrás alcanzado a tu padre —sacudió la cabeza, como si no pudiera creérselo—. Minato estaría muy orgulloso de ti.
—Gracias.
—Por cierto… ¿Qué pasaría si te tatuaras runas? —preguntó de improvisto—. Has dicho que una vez activas siempre están activas, ¿no?
—A no ser que las desactive manualmente, sí.
—Entonces, ¿no podrías tatuarte runas? Sé que Tsunade te ha enseñado el sello ese suyo que tienes en la frente así que me preguntaba si no se te había pasado por la cabeza hacer algo con tus poderes y tus runas.
—Mmm… Lo cierto es que no lo había pensado —pestañeó ella totalmente atónita, pero ahora que Jiraiya se lo había comentado, se le ocurrían mil cosas que podía hacer con las runas.
Se tocó el sello de la frente, todavía invisible. Estaban en la tercera semana de marzo así que tardaría todavía 9 meses en llenarlo del todo y hacerse visible como el de su maestra. No imaginaba hacerse un tatuaje de runas en pocos meses. Tendría que pensárselo extremadamente bien, pero, aun así, sabía que podía tener infinidad de utilidades. De hecho, había tribus que se tatuaban runas en la antigüedad, pero a ella nunca le había picado el gusanillo indagar en esa senda de las runas porque era algo permanente, y peligroso.
—Tendré que pensarlo —dijo finalmente, dando por zanjada la conversación de forma temporal.
Las runas debían trabajarse mucho para no dar lugar a error. Por ejemplo, podría tatuarse runas como “protector solar” para no tener que ponerse crema solar o hechizarse la piel nunca más, pero eso querría decir que también podía suceder que nunca le tocara el sol. Como consecuencia acabaría teniendo un déficit de vitamina D. Asimismo, podría volverse en su contra si, por poner otro ejemplo, se tatuaba su hechizo auditivo espía. Podría escuchar de muy lejos sí, pero cualquier ruido fuerte podría dejarla sorda. Todo tenía sus pros y sus contras.
Lo que quedaba de marzo pasó rápidamente, como una exhalación, entre entrenamientos físicos por la mañana, cadenas de adamantina por la tarde, ninjutsus y lectura de nuevos pergaminos de fuinjutsu.
Luego llegó abril, después de eso mayo y finalmente se empezó a acercar el cumpleaños de Sasuke. El 23 de julio cumpliría 14 años y Seina no sabía qué regalarle hasta que se le acercó Naruto, preguntándole por las cartas que le mandaban a Itachi.
—¿Por qué te interesa ahora? No le has enviado una sola nota desde que empezamos con las cartas.
—Porque he visto lo mucho que Sasuke quiere que regrese su hermano —suspiró Naruto, rascándose la frente algo incómodo—. Yo te tengo a ti y siempre has estado a mi lado. Hemos estado juntos toda la vida. Otras veces he pensado en lo que sería si fuéramos tú y yo los que estuviéramos en la situación de Sasuke, pero no podía imaginarlo, ¿sabes? Tú no habrías matado a nuestro clan porque habrías encontrado otra forma de arreglar el problema y yo… yo no hubiera sido capaz. No sé si eso me hace más débil o más fuerte que Itachi, pero no hubiera podido. Así que no tiene sentido compararnos con ellos porque nunca hubiera pasado.
—¿Y qué ha cambiado ahora?
—Me he dado cuenta de que, aunque no pueda compararnos, eso no significa que no pueda intentar ponerme en la piel de Sasuke o de Itachi y, pensando como ellos, intentando imaginar qué sienten… Me he dado cuenta de que Sasuke debe estar muy triste y algo desesperado porque vuelva. Lo esconde muy bien. Tanto que no se nota, pero lo conozco y, aunque seamos diferentes, sigue siendo humano y quiere a su hermano.
En ese preciso instante se sintió feliz y tremendamente orgullosa porque su hermano estaba madurando de verdad. A veces seguía siendo un adolescente, un crío, pero era buena persona. No podía creer lo mucho que había crecido desde que subieron los 3 a aquella azotea.
—Estoy orgullosa de ti, Naruto. Solo tienes 13 años, pero demuestras más madurez y empatía que muchos adultos —sonrió en su dirección, viendo cómo se ponía rojo ante el cumplido—. Me hace feliz que tú seas mi hermano.
—Gracias, nee-chan.
—Venga, vamos a escribir esa carta entre los dos. Quizás podamos convencerlo de que, por lo menos, aparezca una hora para que puedan hablar.
—¡Yosh! ¡Vamos!
Así fue como se encerraron esa noche en su cuarto y empezaron a escribir la carta que esperaban que convenciera a Itachi de darle una oportunidad a Sasuke.
—¿Cómo empiezo?
—¿Qué tal si empiezo yo? —dijo ella.
—Vale.
—Querido Itachi,
Soy yo, Seina. Imagino que debes estar cansado de mí después de tantas cartas que te he enviado, pero no voy a rendirme. Tengo aquí a mi hermano Naruto, quien, por fin, se ha decidido a escribirte a pesar de que antes no tenía ni idea de qué decir.
Estamos a principios de junio y dentro de un mes y unas semanas será el cumpleaños de Sasuke. Le he regalado bastantes cosas, pero no se me ocurre nada con más valor que ayudarlo a que se reencuentre contigo. Sé que parezco un disco rayado, que sabes que esa es mi intención desde el inicio a pesar de que no lo escriba en todas las cartas que te envío, pero Itachi… Por favor, ahora no voy a suplicarte que regreses, solo que Sasuke y tú podáis veros, aunque sea un rato.
Quiero a Sasuke como a mi hermano y sé que es lo que más desea por encima de todo, y el hecho de que no esté en mi poder dárselo me mata. Llegados a este punto creo que piensas que tu distancia es lo mejor para la aldea y para Sasuke, pero no es así. Te expusiste enviando aquella advertencia porque te importa la aldea, y te importa tu hermano, y Sasuke es parte de la aldea. ¿Cuánto tiempo vas a empeñarte en no volver si eres inocente, quieres a tu hermano y quieres a la aldea? ¿No te das cuenta de que tu vuelta es justamente lo que necesitamos? ¿Lo que necesita Sasuke y la aldea?
—Espera, nee-chan —le cortó Naruto, quien estaba leyendo lo que estaba escribiendo a su lado—. Déjame ahora.
—Ten.
—Itachi, soy Naruto. Es la primera vez que te escribo y espero que sea la última. Espero que la próxima vez podamos hablar cara a cara. Sé que mi hermana te ha estado escribiendo desde hace meses y que está frustrada porque no cree que unas simples cartas sean suficientes para ayudaros a Sasuke y a ti.
Yo soy bastante menos listo que ella, pero lo que sí sé es que si mi hermana estuviera exiliada por algo así… No pararía nunca hasta que regresara conmigo a la aldea o, a unas malas, dejaría Konoha para estar con ella. Sé que Sasuke se siente igual que yo porque lo conozco y, aunque a veces no lo parezca, somos amigos. Sé que si no ha huido ya es porque nos tiene a nosotros y le prometimos traerte de vuelta, y no me gusta romper mis promesas. Menos le gusta a Seina.
No llego a comprender lo que debes sentir día a día, leyendo las cartas de tu hermano, pero sintiéndote incapaz de volver por culpa o por alguna otra razón. Has estado solo durante años, quizás te has sentido solo toda tu vida, pero ahora te estoy diciendo que NO estás solo, ¿lo entiendes? ¿Vas a seguir exiliado el resto de tu vida mientras tu hermano sufre en Konoha? ¿Vas a dejarlo solo en la aldea que le hizo esto a tu familia, de la cual hemos huido porque no es segura de momento para ninguno de nosotros? ¿Vas a enfrentarte a tus miedos, a pesar de que volver a Konoha para proteger a tu familia sea más duro que quedarte lejos? ¿O vas a seguir siendo un cobarde que rechaza a su hermano pequeño para evitar enfrentarse a sus sentimientos?
¿Sabes qué? En realidad, me da igual porque le prometimos a Sasuke una cosa y si no eres capaz de tener el valor para, al menos, quedar con él, nosotros iremos a por ti y querré que le digas de tu propia boca a tu hermano pequeño, mientras le miras a los ojos, que no vas a volver y que te da igual que vuelva a Konoha donde está Danzo, el consejo e incluso el puñetero Orochimaru detrás de él para hacerse con su cuerpo. Hey, pero da igual, ¿no? Eso es lo mejor que puedes hacer por la aldea (por si no lo has captado, lo decía sarcásticamente).
Te damos hasta el día de su cumpleaños para reunir el valor, y los cojones, de ver de nuevo a tu hermano. Después de eso, ya sabes. Te enviaremos coordenadas cerca de donde estemos cada semana, como siempre.
Naruto y Seina.
—Vaya… Nunca le he enviado nada tan agresivo.
—Ya es hora de que sepa que no vamos a parar, por las buenas o por las malas, hasta que no rechace a Sasuke él mismo cara a cara. Estoy harto de que no tenga el valor de mandar una puñetera carta para decir que sí o no —dijo Naruto con el ceño fruncido de la irritación—. ¡Le prometimos a Sasuke ayudarlo y si no podemos convencer a Itachi con cartas tendremos que cambiar de plan!
Seina asintió. Estaba decidido. El momento de la diplomacia estaba llegando a su fin. Tenía exactamente 45 días para reunirse con ellos, o pasarían a la fase 2 del plan.
Notes:
¿Se viene Itachi? ¿Qué pensáis?
Chapter Text
Las pocas esperanzas que albergaron de que Itachi respondieran se truncaron cuando vieron que su paloma venía sin una carta. Lo mismo sucedió durante 3 semanas. No le dijeron nada a Sasuke de su nuevo plan, ni de la carta conjunta, ya que no querían darle falsas esperanzas. La fecha límite auto impuesta había sido el día de su cumpleaños, así que tendrían tiempo luego de eso de hablar.
—¡Chidori! —escuchó, volviendo al mundo real.
El chidori de Sasuke impactó de lejos contra un tronco, partiéndolo en dos, pero se desvaneció casi al instante. Sasuke, sudado, era la sexta vez que practicaba ese ninjutsu el día de hoy. Había aumentado mucho su resistencia respecto al jutsu, aislando la naturaleza de chakra de rayo lejos de sus células para no electrocutarse a sí mismo como hacía antes. El problema era que tenía que ser muy consciente de que lo estaba haciendo bien, o se acababa haciendo daño de igual forma.
—Cuanto más practiques, más fácil será no tener que pensar activamente en ello y podrás usar el jutsu ese tantas veces como quieras —había dicho Jiraiya, cuando le enseñó a protegerse el brazo—. En cuanto a ti, Naruto… Tienes que hacer exactamente lo mismo con el nuevo rasengan de viento o te destrozarás el brazo.
—Seina me lo puede curar fácilmente.
—¡Idiota! No puedes pretender que tu hermana te cure el brazo cada vez que uses un ninjutsu, cabeza de chorlito.
—¡Pues entonces que me enseñe jutsu médico y yo mismo me lo curaré! —dijo, testarudo, su hermano.
—Eso tampoco es el quid de la cuestión… —suspiró el pervertido—. Lo que tienes que hacer es aislar el chakra de viento lejos de tu brazo. Solo el rasengan necesita ese tipo de chakra, no el brazo entero como el chidori de Sasuke.
Naruto masculló por lo bajo. El control de chakra, aunque había mejorado muchísimo, seguía siendo su punto débil. Levantó la cabeza de la barrera de fuinjutsu que estaba creando de la nada a partir del conocimiento que había adquirido gracias a Jiraiya y los pergaminos de su clan.
—No te desanimes, Naru, solo es cuestión de práctica.
—¡Eso es lo que siempre os digo y no me hacéis ni puñetero caso! —alzó las manos al cielo Jiraiya—. Bah. Déjame ver eso que tienes ahí, Seina.
Estuvo examinando durante un rato su barrera, modelada según algunas barreras mágicas que ya conocía. Jiraiya alzó una ceja cuando vio el componente… castigador de la barrera.
—¿Una barrera para carbonizar a alguien? Algo macabro.
—Hey. Así se lo pensarán dos veces.
—Considerando que no creo que sobrevivan, lo dudo… La probaré y te diré si funciona, pero tiene muy buena pinta. ¿Por qué no intentas desenredar este fuinjutsu que he hecho? Ah, y tengo otro reto para ti. Quizás seas tú la quien lo averigüe.
—¿De qué se trata?
Le lanzó un pergamino algo grueso. Lo abrió al instante. Lo primero que vio fue un sello comprimido circular. Eran como 3 comas negras circulares, dibujadas como si fueran un extraño sol.
—¿Qué es esto? —preguntó Sasuke, sentándose a su lado y bebiendo agua.
—El sello de Orochimaru.
—¿Esto es lo que quería ponerme ese cabrón? —exclamó Sasuke, fulminando con la mirada al sello como si fuera el propio Orochimaru.
—Sí. Lo descubrimos primero en Anko. Vimos que si no usa su poder el sello se muestra pasivo, pero según su propio relato estar cerca de Orochimaru hizo que se activara lo que implica que hay algo de chakra de Orochimaru en el sello. Encontramos algunos cadáveres con el sello y vimos que habían muerto debido a este así que sabemos que alguna gente es incompatible con este fuinjutsu.
—Así que Sasuke podría haber muerto —pensó en voz alta Naruto, dejando de hacer ejercicios de chakra para unirse a la conversación.
—Puede ser. No sabemos por qué algunos mueren y otros no. De hecho, gracias a los cadáveres que nos trajiste de cuando intentaron secuestrarlo y gracias a los papeles que robasteis de varias bases sabemos que Orochimaru usa más de un sello distinto —explicó Jiraiya—. Aunque todos tienen prácticamente la misma apariencia en su estado comprimido. De momento sabemos que usa al menos 4 sellos diferentes, pero no hemos podido deshacer ninguno de ellos. Solo… inactivarlos.
—Mmm…
Seina examinó la información que le había dado en el pergamino. Era información muy completa, pero estaba claro que no sabían cómo deshacerlo. Un sello comprimido era la apariencia compacta de n número de kanjis, es decir, en lugar de poder ver a simple vista cómo estaba escrito el sello se veía solo el “contenedor”. Por poner una analogía más entendible, según Jiraiya era como ver un bento sin saber qué contiene dentro. Los recipientes podían ser parecidos, pero el contenido muy distinto. Por eso nadie sabía cómo deshacer el sello de Orochimaru ni el de Danzo a simple vista. Eran sellos mucho más complejos en comparación al sello de los Hyuga y, no solo eso, tenían contramedidas para evitar deshacerse. Los Hyuga habían sido muy arrogantes pensando que nadie podría deshacer su sello y ella había sido muy inconsciente al deshacer el sello con su magia sin saber qué podía haber pasado de haber existido una contramedida. Por suerte para Tetsu y Neji, no pasó nada.
Se tenía que estudiar su estructura interna tirando del sello de forma correcta para poder ver su programación o codificación como si de software informático se tratase. Ella lo hacía continuamente con las runas, y ahora con el fuinjutsu también ya que había aprendido a hacerlo. Lo gracioso de las runas o del fuinjutsu era que siempre podían deshacerse con más runas o fuinjutsu a pesar de poder mantenerse activos con el tiempo por sí solos si no se les tocaba su estructura interna.
—¿El sello de Orochimaru no desaparece cuando la persona muere? —preguntó de improvisto, dándose cuenta de algo.
—No.
—Interesante —pensó en voz alta ella.
—¿Por qué lo dices?
—Porque los ninjas de Ne que maté… el sello de Danzo desaparecía al morir. ¿No dijiste tú que el fuinjutsu permanece activo durante un tiempo mientras se le aporte chakra?
—Sí. Debería ser así. De hecho, lo pensé, pero no descubrieron nada en los cadáveres de los ninjas de Orochimaru.
—Pero debe haber alguna diferencia, sino el sello se comportaría igual que el de Danzo.
Jiraiya y ella estuvieron pensando cada uno por su lado un rato. Era obvio que el sello de Orochimaru era distinto a los otros no por el fuinjutsu sino por el chakra. El sello de Danzo recibía energía del ninja que contenía el sello, aunque inicialmente fue creado con energía de Danzo. Eso quería decir una cosa…
—El sello de Orochimaru: o recibe chakra de Orochimaru incluso después de muerta la persona o bien recibe sen chakra —dijo ella al final—. Si tuviera que apostar algo diría que es lo segundo. Así es como yo mantengo activas mis runas.
El chakra de la naturaleza, el sen chakra, era lo que usaba Orochimaru para crear el sello maldito. Con razón, aunque murieran seguía activo. Era debido a que la naturaleza le seguía aportando chakra al sello incluso aunque estuviera puesto en un cadáver. Hasta que no se descompusiera o fuera destruido el muerto no perdería el sello.
—Nunca he visto a nadie usar senjutsu en fuinjutsu —dijo Jiraiya, frunciendo el ceño con expresión severa—, pero podría ser una posibilidad. Hasta hace poco no sabía que se podía usar sen chakra para mantener activo fuinjutsu así que no lo había contemplado.
—¿Eso quiere decir que tú, usando senjutsu, podrías deshacer el sello? —le preguntó Sasuke.
—Lo cierto es que no he probado a deshacer el sello usando sen chakra, pero podría intentarlo.
—Intentaré buscar una forma de deshacer el sello usando fuinjutsu o mis runas. A ver si con eso, más tu sen chakra, podemos deshacerlo.
—Bien pensado.
Así fue como pasó los siguientes días, pensando de vez en cuando en el tema del sello. No es que tuviera mucha prisa considerando que el sello no iba a desaparecer, cosa que era justamente lo que querían. La preocupaba más el tema de Itachi, de quien no sabía exactamente nada. Le siguieron mandando unas coordenadas relativamente cerca de donde se asentaban, por si quería aparecer, pero sus invocaciones que esperaban allí nunca lo vieron.
—¿Podrías conjurarme un adversario para practicar combate con Aoba? —preguntó Sasuke una tarde.
—¡Hey! ¡Yo también quiero entrenar con Gamakichi!
—¿Por qué no entrenamos todos con nuestras respectivas invocaciones?
—¿Te refieres a tus criaturas o con Katsuyu?
—Con Katsuyu, por supuesto. A ella no la puedo guiar yo para hacer lo que me dé la gana. Tengo que practicar.
—Me parece bien.
Así fue como los encontró Jiraiya, una hora más tarde, cada uno montado en sus invocaciones mientras luchaban contra 2 conjuraciones terrestres en forma de lobos y una voladora en forma de águila. Todas ellas del mismo tamaño de un edificio de 3 plantas.
Katsuyu no era precisamente una invocación de ataque. Siempre había luchado con sus invocadores jugando a la defensiva, pero Seina le había aligerado el peso hacía meses lo cual le dio bastante más velocidad y también podía invocar su forma entera, muchísimo más grande que cualquier otra invocación. Además, era capaz de escupir ácido y crear un moco pegajoso con el que jugaron a hacer trampas.
—¡A la derecha, Gamakichi!
—¡Lo he visto!
—¡Aoba!
El sapo y la serpiente acorralaron a uno de los lobos, llevándolo hasta su trampa, mientras Seina distraía al otro con el ácido de Katsuyu. El águila, volando, intentó atacarlos, pero Seina la repelió con un escudo de 5 cadenas. Saltó de Katsuyu en el aire mientras apuñalaba con una sexta cadena escondida al águila y la usaba para darse impulso lateralmente hasta caer encima de su espalda. Le clavó 2 cadenas en los hombros, ignorando sus aullidos de dolor demasiado realistas, y la empujó hacia el suelo a toda velocidad.
Gamakichi, bastante más pequeño que el águila, blandió una katana. Saltó y le cortó el cuello al vuelo. Uno de los lobos se quedó atrapado en la trampa de Katsuyu mientras Aoba lo remataba envolviéndolo con su cuerpo y clavándole los colmillos en el cuello para arrancarle la cabeza. El lobo que quedaba saltó por encima de Katsuyu, intentando arañarla con sus afiladas garras, pero Katsuyu se desintegró en babosas más pequeñas, evitando ser tocada. Se recompuso rápidamente al mismo tiempo que Seina saltaba del cuerpo del águila hacia ella, antes de que pudiera estamparse contra el suelo.
El sapo de Naruto lanzó un chorro de aceite que Sasuke prendió en el acto. El lobo intentó zafase sin éxito, saltando y contorsionándose como si pudiera escapar de las llamas. Katsuyu lo remató con su ácido, disolviéndole la cabeza y parte de la tierra a sus pies.
—¡Así se hace! —vitoreó Naruto desde la cabeza de Gamakichi—. ¡Choca esas 5!
—Yo tengo 4, idiota —espetó Gamakichi.
Katsuyu, muchísimo más grande que las formas adolescentes de Aoba y Gamakichi, se inclinó sobre ella.
—Ha sido un placer entrenar a su lado, Seina-sama.
—Lo mismo digo. Puedes irte, Katsuyu. Gracias.
—Tú también, Aoba. Lo has hecho perfecto.
—Gracias, Sasuke-sama.
—¿¡Por qué no tienes tú ese respecto hacia mí, Gamakichi!? —lloró lágrimas de cocodrilo Naruto.
—¡Porqué eres idiota, Naruto!
Sasuke bufó una risa, cayendo al suelo al desvanecerse Aoba bajo sus pies. Seina saltó a su lado, dejando que su invocación también se fuera, viendo como Naruto discutía con un sapo algo más grande que él. Jiraiya aplaudió lentamente, con una sonrisa algo extraña en el rostro.
—Estoy impresionado. No sabía que estabais trabajando con vuestras invocaciones también.
—Es la primera vez, en realidad.
—¿En serio? Interesante.
Seina no tenía ni idea de qué le parecía tan interesante. Se sentó en la hierba, la que estaba intacta al menos, y descansó un rato.
—¿Qué haces aquí, por cierto? —preguntó Naruto—. ¿No estabas con uno de tus informantes?
—He acabado antes de tiempo. En realidad, necesitaré la ayuda de Seina para mi siguiente misión.
—¿De qué se trata?
—Hay un hombre en la ciudad que he visitado. Es un comerciante de Kumogakure que ha contratado ninjas para su protección. He investigado un poco y sé que le gusta un tipo de mujer en concreto. Necesito que uses tus poderes para cambiar tu aspecto, que te lleve a su habitación y que copies unos documentos que tiene guardados allí.
—¿De Kumo? —preguntó Naruto frunciendo el ceño—. ¿Por qué debería ir Seina? ¿Acaso no sabes el peligro que correría si la pillaran?
—No la van a pillar.
—¿Por qué no te transformas tú? —dijo Sasuke—. ¿No decías que seducirías a hombres de ser necesario?
—Porque esos ninjas que lo protegen examinan a cada persona que se lleva a su cama así que no puedo transformarme con mi chakra o me detectarían. Además, yo tendría que llevarme los documentos y se darían cuenta de que se los han robado. Si Seina usa sus poderes para copiarlos no se enterará nadie.
—¿Qué son esos documentos y cuán importantes son?
—Creemos que son contratos ilegales para la creación de más bases en el país del Fuego, y el sabotaje de contratos con aliados nuestros.
—Está bien.
—¡Nee-chan! —exclamó Naruto, pero ni siquiera él sabía si recriminarle aceptar o no la misión.
—Lo haré a cambio de que nos pagues un fin de semana en un onsen —negoció con Jiraiya.
—Hecho.
Seina suspiró, pero dejó que Jiraiya le explicara en qué tipo de mujer se tenía que convertir. Como pensaba se trataba de una mujer mayor, con grandes pechos, alta y muy esbelta. Predecible. Se cambió el color de cabello a rubio platino y los ojos a azul hielo. Se puso un vestido de cóctel negro que hacía resaltar su pálida piel.
—Y recuerda. Ahora eres totalmente civil, que no te detecten —dijo por último cuando se separaron antes de entrar al bar del hotel.
No dijo nada. Solo escondió su chakra detrás de su magia, como hacía siempre que quería pasar totalmente desapercibida. No era muy cómodo cuando tenía que usar jutsus, pero era mejor que las técnicas ninjas de sigilo. Llevaba consigo un bolso muy pequeño, conjurado, para que se lo revisaran sin problemas. Odiaba tener que dejar su riñonera atrás, así como sus armas, pero podía huir si lo necesitaba. Se sentó en la barra del bar, pidiendo una copa sin alcohol, y se dispuso a esperar.
Su objetivo estaba en una cabina, rodeado de los ninjas vestidos de guardaespaldas que estaban vigilando los alrededores. Con él tenía a un par de chicas que reían escandalosamente, tocándole el pecho y el muslo seductoramente. Por su aspecto parecían ser prostitutas o acompañantes. Vio la entrada a unos baños unos metros más allá de donde estaba sentado. Se tomó su cóctel sin prisas y luego se puso de pie.
Hizo ver que no vio al hombre que se le estaba acercando por la izquierda mientras caminaba lentamente hacia el baño, pasando por delante de la mesa de su víctima. Mandó un hechizo a una persona cerca de ella y tropezaron.
—¡Oh, perdona! Lo siento mucho —dijo el hombre, cogiéndole los brazos cuando se tambalearon—. ¿Está bien? No he mirado por dónde iba.
—Sí, no pasa nada. Solo ha sido un pequeño golpe.
—¿Te puedo invitar a algo? —preguntó, sonriente.
Seina pestañeó. No había previsto esa situación, pero al ver una cabina a un par de metros de donde estaba su objetivo, a plena vista, aceptó. Se sentó en el cómodo asiento, quedando totalmente expuesta al comerciante, quien ya la había visto cuando llamó la atención con su numerito.
—¿Qué quieres que te traiga? —preguntó el hombre.
—¿Qué tal un sake?
—¡Ahora mismo vengo!
Hizo ver que miraba a su alrededor mientras esperaba a su colega recién conocido. Su mirada se encontró por casualidad con la del objetivo. Era un hombre alto y musculado. Con el cabello moreno y la piel tostada, ojos grises, pómulos altos y labios bonitos. Sinceramente, de no ser porque estaba enamorada de Kakashi y tenía físicamente 13 años no le habría importado acostarse con él. Su contacto visual solo duró un segundo, luego giró la cabeza para mirar al otro hombre que llevaba consigo las bebidas. Sonrió en su dirección haciendo caso omiso de la mirada persistente de su presa en su cara.
Estuvieron hablando durante un rato. Seina hizo ver que no estaba mortalmente aburrida mientras le escuchaba hablar de su viaje de negocios en la aldea. Al rato, ella se levantó después de agradecerle la compañía y se fue a bailar un poco. No es que le apeteciera, pero era la mejor manera de sacarse de encima a ese hombre sin tener que huir del bar, cosa que no podía hacer sin su objetivo. Bailó un rato, rechazando a algunos hombres que se le acercaron, y luego volvió a la barra del bar. Sola.
Escuchó unos pasos aproximarse a ella.
—¿Por qué no te invito yo a la siguiente? —preguntó el objetivo, sentándose a su lado.
—¿Estás seguro?
—Claro. Seguro que estás sedienta después de tanto bailar.
Seina se giró en su dirección, mirándolo de arriba abajo para luego clavar sus ojos azules en los suyos.
—Tienes razón.
—¿Otro sake?
—¿Otro?
—Te he visto antes, con el otro tipo. Creí que ibas a dormirte con tanta charla.
—Algunos hombres son solo palabra —bufó una risa ella.
—Yo no.
Seina aceptó el sake, llevándose el recipiente a sus labios y bebiéndoselo mientras mantenían contacto visual.
—No te conozco. ¿Por qué debería creerte?
Su objetivo se inclinó hacia ella para susurrarle en el oído.
—Podemos conocernos mejor a solas, si quieres —luego apartó un poco el rostro para que pudieran mirarse frente a frente, a penas a unos pocos centímetros.
Seina alzó una mano para acunar su rostro, acariciándole los labios despacio con el dedo pulgar. Vio como se le cerraban los párpados de placer al notar su tacto literalmente mágico.
—Mmm… No me importaría conocerte… a fondo —admitió con voz seductora y un claro doble sentido.
Se tomó lo que quedaba de sake. Él se levantó y le tendió la mano. Ella se la cogió. Caminaron fuera del bar, seguidos a lo lejos por los ninjas que tenía contratados. Llegaron hasta su habitación de estilo moderno, grande y lujosa.
—¿Y toda esta gente? —preguntó ella, como si no lo supiera, cuando entraron en la habitación con ellos.
—Mis guardaespaldas. Hay mucha gente interesada en mi cabeza. No te importa que te hagan un pequeño chequeo, ¿no?
—No es como si llevara mucho puesto —dijo, mirándose a sí misma.
Le lanzó el bolso a un ninja, quien lo cogió al vuelo. Solo llevaba unas llaves ficticias, dinero en efectivo y una identificación falsa que conjuró, copia de una que había robado Jiraiya.
—Está limpio.
Una ninja se le acercó, indicándole que alzara los brazos. Le hizo un chequeo concienzudo, pero la dejó ir cuando vio que realmente no tenía nada. Por no hablar de que su objetivo le sacaba casi 2 cabezas y era mucho más musculado que ella. Notó como intentaban examinarla en busca de chakra, pero ahora mismo era literalmente una civil a sus ojos. Asintió en dirección a su cliente, dándole el visto bueno.
—¿Satisfecho? —preguntó ella con expresión divertida—. ¿Tanta gente te quiere muerto?
—Oh, querida, no lo sabes bien.
Los ninjas evacuaron la habitación, dejándolos solos. En cuanto se fueron intentó besarla, pero ella le puso un dedo en los labios.
—Quiero que me desnudes primero… —susurró mientras lo miraba fijamente a los ojos.
Los ojos le brillaron con satisfacción. Le cogió de los tirantes para bajarlos, y ella le puso la mano en el cabello. En ese mismo instante lo tuvo en el bote. Vio los ojos embelesados de su objetivo preso de la maldición imperius. Alzó una barrera mágica mezclada con un confundus para que nadie se diera cuenta de lo que estaba pasando. Solo escucharían cómo estaban teniendo sexo y no intentarían entrar.
Le envió a coger el maletín que tenía guardado en la caja fuerte del hotel, dentro de su armario empotrado. Observó como metía la combinación y abría la puerta. Cogió el bolso y usó su magia para agrandar el interior.
—Abre el maletín. Desactiva todas las trampas, si las hay.
El hombre le hizo caso sin rechistar. No había trampas, pero sí un montón de documentos y mucho dinero en efectivo organizado en fajos. Dejó el dinero en su sitio y copió todos los documentos fácilmente con sus poderes. Los guardó en el nuevo bolso sin fondo e hizo que volviera a guardarlo todo en la caja fuerte. Una vez acabó, solo 20 minutos después, lo sentó en la cama y se adentró en su mente. Tardó otros 10 minutos en borrarle la memoria de lo que había pasado e implantarle recuerdos falsos de una noche de sexo desenfrenado. Lo dejó durmiendo, desnudo, después de falsificar rastros de semen y algunas cosas más en su cuerpo.
Ella se sentó en la cama mientras esperaba un par de horas en silencio. La barrera seguía activa así que se quedó mirando a la pared, muerta de aburrimiento, el tiempo que hiciera falta. Cuando fueron casi las 3 de la madrugada se fue a arreglar para parecer medio desaliñada. Usó un confundus en el bolso y otro en ella, para que no rebuscaran mucho.
En cuanto abrió la puerta para salir, vio cómo se giraban en su dirección.
—¿Ya ha acabado? —preguntó con voz neutral uno de ellos.
—Debo regresar antes de que se dé cuenta mi marido de que no estoy —guiñó un ojo—. Lo he dejado durmiendo.
—Espere un momento.
Se adentraron en la habitación para comprobar que estaba vivo. Tardó apenas 5 minutos en volver. Sabía que estaba examinando tanto a su cliente como la caja fuerte puesto que es lo que ella habría hecho. Regresó silenciosamente, asintiendo a sus compañeros para que la dejaran irse. Se marchó de allí con paso relajado, pero con algo de prisa. En cuanto salió del hotel se encaminó en dirección a un callejón, donde se desapareció después de hacerse invisible.
Reapareció delante de la tienda, donde esperaba sentado Jiraiya. Dio un bote al verla.
—¿Ya has vuelto? ¿Cómo te ha ido?
—Está todo aquí —contestó, lanzándole el bolso—. Voy a ducharme.
Jiraiya levantó la mirada del bolso, alzando una ceja.
—Pues claro que no me he acostado con él. Ew.
—Vete a bañarte, enana —bufó una risa el pervertido.
Seina se adentró en la tienda volviendo a su aspecto habitual. Naruto y Sasuke estaban dormidos en el sofá, como si hubieran estado esperando su regreso. Les lanzó un cojín a cada uno, quienes se despertaron de golpe.
—Hn. Has vuelto —dijo Sasuke, mirándola de arriba abajo—. Me voy a la cama.
Naruto bostezó, asintiendo también.
—Buenas noches.
Le pareció dulce que se preocuparan por ella así que les dio un beso de buenas noches a cada uno, viendo la sonrisa de Naruto y el sonrojo de Sasuke.
Notes:
Siento el retraso, chic@s, pero estuve el fin de semana lejos del ordenador. ¡Aquí tenéis el nuevo capítulo!
Chapter Text
A la mañana siguiente recibió una carta de Kakashi, la primera en semanas. Sonrió mientras leía la buena nueva de sus amigos, de los colegas anbu con los que entrenaba cada martes, del hospital…
—He tardado un poco en recopilar la información, pero espero que te alegre saber que tus amigos están bien. Siguen quedando los lunes que pueden, aunque ahora tienen más misiones fuera de la aldea. Normal considerando que todos son chunins. Karin está trabajando a tiempo completo en el equipo de barrera. Según ella, dice que ha encontrado su vocación, pero espera ascender a chunin en julio. Curiosamente se ha hecho muy amiga de Shino. Los he visto un par de veces, a solas, por la aldea. Preveo un posible romance entre ambos.
Seina sonrió al imaginarse a la extrovertida Karin con Shino, quien era el más antisocial de todos. ¿Le habría llamado la atención a su prima los kikaichu de Shino debido a sus habilidades sensoriales? ¿Quizás era su personalidad opuesta lo que la atraía? Fuera como fuera, se alegraba de que ambos fueran amigos sin tener que mediar Naruto o ella.
—Me he enterado también de que Shikamaru se está preparando para los exámenes a jonin del año que viene junto a Neji, o eso dice su padre. Y no te lo vas a creer… Asuma y Kurenai han empezado a salir juntos. Era de esperar, pero pensaba que tardarían un poco más en declararse. Al final, a Asuma le han podido los celos (quizás he tenido algo que ver dándole a Kurenai las entradas de Naruto para que fuera al cine con Genma…). Lo cierto es que me alegro por ambos. Hacen buena pareja.
Me dan un poco de envidia, para qué mentir. Desearía que estuvieras aquí, aunque sé lo peligroso que es mientras esté Danzo en activo. Cada vez que veo a una pareja o siento el peso de mi anillo me acuerdo irremediablemente de ti. Te echo tanto de menos que no sé cómo seguir funcionando a veces. A veces hasta me cuesta regresar a casa porque sé que no estarás.
Seina suspiró leyendo la palpable tristeza de Kakashi en las hojas blancas. Notaba como Kakashi, en las pocas cartas que podía escribirle, estaba cada vez más triste. Podía leer en sus palabras cómo parecía ir distanciándose de nuevo de la casa o de sus amigos, a pesar de haberlos espiado de lejos para contestar a sus preguntas. Eso era lo último que quería. No quería que volviera a adquirir esa mentalidad que tuvo en anbu antes de volver al servicio jonin y convertirse en su maestro.
Lo único que podía hacer para remediarlo era mandarle más cartas así que eso haría. Guardó la carta de Kakashi en su cofre secreto, donde guardaba toda su correspondencia, y suspiró. De nada servía mandarle ahora una carta sabiendo que había vuelto a salir de la aldea en una misión.
Alguien llamó a su puerta. Era Sasuke, con una carta en la mano.
—¿Tu carta de esta semana? —preguntó ella retóricamente.
—Sí.
Era la última carta de junio y todavía Itachi no daba señales de vida. Esa misma mañana se habían asentado en otro lugar del país del Fuego. Esta vez mucho más cerca del país de los Ríos que nunca antes. Podía sentir la presencia de Itachi en dirección oeste desde hacía semanas, pero no parecía moverse más cerca. De hecho, desde que empezaron a ponerle unas coordenadas cercanas nunca parecía moverse en su dirección. Como si su mera presencia lo repeliera.
Seina envió la carta con su paloma. No tenía ganas de escribirle una carta a Itachi considerando que ya había decidido que, en cuanto llegara la fecha límite, irían a por él. No era algo que le hubieran dicho a Sasuke, y menos a Jiraiya, pero podía imaginarse cómo iba a ir esa conversación:
—No, no, no y no. He dicho que no —diría Jiraiya—. Estamos huyendo de Akatsuki y vosotros queréis ir en dirección a Akatsuki. ¿Estáis locos? No respondáis a eso.
—Pero, ¡ero senin! ¡Le hicimos una promesa a Sasuke!
—¡Me da igual, cabeza hueca! ¡Así sabrás lo que significa hacer promesas a lo loco!
Evitó reír en voz alta. Vio como la paloma se alejaba, bostezando, y volvió a coger sus pergaminos de fuinjutsu. Al ritmo al que los consumía, con la ayuda de sus clones, además, pronto se quedaría sin material que leer y estudiar. Era increíble ver lo diferente que trataban los Uzumaki al fuinjutsu en comparación con Jiraiya. Su padre, a quien describían como un genio del fuinjutsu a pesar de no ser un Uzumaki, estaba a la par con su madre, a quien le habían enseñado fuinjutsu hasta los 9 años antes de irse de Uzushiogakure y luego había sido la aprendiz de Mito Uzumaki. En cuanto se dio cuenta de ese par de cosas supo que la genialidad de su padre era, en gran parte, gracias a su esposa, quien, sin duda alguna, le habría enseñado un par de cosas durante su noviazgo.
—¿Podemos entrenar un rato? Quiero salir a tomar el aire —dijo Kurama con voz aburrida.
—Claro.
Se sentó en la hierba bajo el cálido sol de verano y abrió el sello que le modificó Jiraiya. Kurama se estiró figurativamente dentro de ella, respirando profundamente el aire de finales de junio.
—¿Seina-nee? —preguntó Naruto—. ¿Puedes curarme el brazo en un momento?
Abrieron los ojos para mirar a su hermano. Kurama y ella, unidos en un solo cuerpo, vieron como Naruto había estado intentando lanzar de nuevo su rasenshuriken, que es como lo llamaba ahora. Estaba a punto de conseguirlo, pero todavía seguía sin poder aislar la naturaleza de chakra de viento de su brazo.
—Ah, Kurama.
—Vamos a tener que daros un nombre cuando estéis en esta forma —dijo Sasuke, saliendo de la tienda con unas pesas en la mano.
—¡Ya sé! ¿Qué tal Seiku?
—¿Seiku? —preguntó ella en voz alta—. Suena a una marca de helados.
—¿Seima?
—…
—¿Y qué tal Seirama? —preguntó Sasuke—. Seima es prácticamente tu nombre, pero con una m.
Seina aguantó la risa floja al escuchar los estúpidos nombres que les estaban proponiendo. Seima era horrible, casi que prefería la marca de helados a eso. En cuanto a Seirama… Le sonaba a Tobirama, el segundo Hokage.
—Por favor, el día que tengáis hijos pensad en su futuro como adultos antes de ponerles su nombre.
—¡Hey! —gritaron al unísono Sasuke y Naruto. Esquivó una piedra dispuesta a golpear en su frente.
—Si tuviera que quedarme con uno diría Seirama.
—Pues Seirama.
—Me dan ganas de no salir para evitar escuchar esa bazofia de nombre.
Ahogó una risa al escuchar el pensamiento irritado de Kurama. Estuvieron un rato entrenando con las cadenas. Transformados de forma parcial tenían un poder casi ilimitado, pero incluso Kurama tenía que entrenar. Así fue como los encontró Jiraiya por la noche.
—¿Todavía seguís entrenando? Buen trabajo con esas 5 cadenas, por cierto. Ya las dominas a la perfección.
—Gracias. Es más fácil no cometer errores si entrenamos juntos antes.
—Tendréis que volver a entrenar una vez Kurama tenga cuerpo propio. Lo sabes, ¿no?
—Por supuesto —rodó los ojos.
—Además, luchar con un bijuu tampoco te hace infalible. No son fuentes ilimitadas de chakra, aunque algunos crean lo contrario.
—Lo sé. Aunque, ¿en qué situación podría quedarse sin chakra Kurama?
—Quien sabe —se estremeció el pervertido—. Mejor no pensar en eso.
—Puedo recuperar rápidamente chakra usando senjutsu —pensó de improvisto Kurama, quien había estado siguiendo la conversación—. El problema es que tengo que quedarme quieto para canalizar el sen chakra y convertirlo en mi chakra normal.
—¿En serio? No lo sabía.
—Es justamente lo que hace el pervertido con los sapos sobre sus hombros, ¿no te has dado cuenta? Por eso se transforma parcialmente cuando sus invocaciones recogen sen chakra por él, permitiendo que él sea móvil para seguir luchando a la vez que aumenta sus reservas de chakra.
—¿Y no podríamos probar algo tú y yo? Podrías asumir el papel de los sapos mientras estamos conectados con las cadenas.
—Podríamos probarlo, pero es más eficiente que yo use también mis habilidades. Sobre todo, si se trata de una lucha en la que, en algún punto, yo, quien tengo un chakra gigantesco, me he quedado sin chakra… Si nos viéramos en esa tesitura estaríamos jodidos.
Seina se estremeció. Tenía razón. Entonces tuvo una epifanía. Si Kurama no podía quedarse quieto para reunir más chakra… ¿Por qué no reunirlo antes de tiempo? ¿No era eso lo que ella estaba haciendo con su sello en su frente? ¿Por qué no podía hacerlo el mismo Kurama?
—Huh. Nunca se me había ocurrido. Hay un problema, no obstante…
—¿Cuál?
—Yo no soy humano. Pueden sellarme, pero no pueden ponerme sellos.
—A la mierda la idea, entonces —suspiró derrotada.
—No tan rápido. Ha sido una buena idea. El hecho de que a mí no puedas ponerme un sello de esas características no significa que yo no pueda tener acceso a un sello lleno de chakra del que pueda hacer uso.
—…¿Te refieres a… ponérmelo yo? —preguntó ella, algo confundida y excitada.
—Exactamente. Tenemos que crear un sello parecido al de tu frente, pero con una capacidad ilimitada y sin características curativas. Simplemente sería una batería externa, de esas que usabas en tu antiguo mundo. Eso me permitiría aportarte chakra constantemente y, en la improbable situación de que luchando me quede sin chakra, tendría acceso a mi propio chakra almacenado en tu sello.
—Somos unos genios.
—Lo sé. Ve a hablar con el pervertido y crea unos cuantos sellos, a ver que dice. Quiero empezar a llenarlo con chakra cuanto antes.
Seina se levantó de un bote con una creciente excitación. Jiraiya, no obstante, no parecía tan excitado.
—Asúmelo, ero-senin, voy a hacerlo contigo o sin ti. Tardaré más tiempo en comprobar mis sellos sin tu ayuda, pero tarde o temprano lo haré.
Jiraiya masculló algo por lo bajo que no pudo distinguir. Luego alzó las manos al cielo.
—¡Está bien! Eres tan tozuda como tu madre.
—Gracias.
—¡No es un cumplido!
—Lo es —Jiraiya la fulminó con la mirada, exasperado.
—Tienes suerte. Mi informador no va a venir hasta dentro de 13 días, así que podemos empezar ahora. A ver, ¿qué tienes pensado?
Seina conjuró un papel para explicarle el modelo que había pensado. Tardó 5 días y más de 20 modelos diferentes para convencerlo de que uno de ellos podría hacer lo que esperaba que hiciera. Era una secuencia basada en su sello de la frente, pero modificado. Jiraiya lo examinó durante horas, comprobando que no hubiera fallos. Lo cierto es que, salvo probarlo, no podían hacer nada más.
—¿Estás segura?
—Que sí —arrastró las palabras con pesadez.
—Está bien. Quítate la camiseta. Yo te bajaré la armadura metálica.
Le hizo caso, quedando boca abajo en la hierba. Iba a ponerle el sello en la espalda, entre sus omoplatos. Era un sello del tamaño de una moneda con una forma compacta de heptagrama. Una estrella de 5 puntas. Cuando se lo puso notó una quemazón y una sensación inmensa de vacío.
—¿Estás bien?
—Sí.
—¿Qué sientes?
—Vacío —dijo ella, sentándose en la hierba.
—No me extraña. Este sello podría llenarse con una cantidad ilimitada de chakra. Que pruebe Kurama a traspasarte chakra.
Kurama le hizo caso, conectando una proyección de chakra a su nuevo sello. Sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo cuando notó el chakra demoniaco de su inquilino. Era como una mini electrocución. Huh. Era extraño y cosquilloso a la vez.
—¿Funciona?
—Funciona —sonrió de oreja a oreja.
—¡Tú primera creación desde casi cero! —sonrió Jiraiya, revolviéndole el cabello.
Seina no podía evitar seguir sonriendo. Al contrario que el sello de su frente, que se haría visible cuando estuviera lleno, el heptagrama lo había diseñado para cambiar de color según la cantidad de chakra que tuviera el sello. Empezaría siendo negro y, cuando tuviera la misma cantidad de chakra que Kurama, se vería rojo escarlata. Para llegar a ese punto Kurama tardaría meses, quizás más, dependiendo de la cantidad de chakra que le enviara.
—Intentaré darte cada día una décima parte de mi chakra mientras duermes. El sello supuestamente no tiene límite así que en 10 días debería haber completado el sello con la cantidad total que chakra que tengo ahora.
—Eso quiere decir que si sigues llenándolo durante un año entero deberías tener… ¿Cuánto? ¿36 veces tú chakra normal?
—Efectivamente… Lo que quiere decir que podría quedarme 36 veces sin chakra en una sola pelea.
Seina se estremeció al comprender lo que acababan de conseguir. Habían logrado que Kurama, el bijuu más poderoso de todos, se superara. Sentía como el hilo de chakra seguía llenando el sello, pero era una millonésima parte del chakra de Kurama.
—Te iré dando progresivamente más chakra, por si resultase doloroso.
—Genial.
Esa noche, no obstante, después de ducharse y ponerse el pijama, cuando se tumbó en la cama para comprobar que tanto chakra no fuera doloroso ni tuviera consecuencias negativas, no esperaba lo que iba a suceder. El hilo de chakra que había estado conectado permanentemente a ella fue aumentando de volumen poco a poco. Al principio solo sintió un cosquilleó por todo el cuerpo, originando de su espalda, pero luego empezó a notar una sensación cálida, como si se estuviera dando un baño, recorrerle todo el cuerpo.
—Esto no me lo esperaba —musitó, curiosamente, Kurama al notar como ella el confort de su propio chakra.
Era algo distinto a cuando Kurama usaba su chakra para entregárselo a ella en una pelea. Ahora se notaba como una capa o una manta aunque, en lugar de rodear su cuerpo como en los entrenamientos, sentía ese confort dentro de ella. Dio gracias mentalmente porque las habitaciones estuvieran silenciadas porque no pudo contener la risa alocada que deseaba salir, eufórica del poder que sentía, cuando Kurama aumentó su chakra, dándole todo lo que tenía hasta que rayó lo doloroso y la hizo gritar momentáneamente de dolor. Aflojó la marcha cuando ambos notaron que era demasiado.
—No puedo darte una décima parte de mí, pero aguantas bien algo menos.
Seina estaba demasiado incoherente como para contestarle con palabras. No hizo falta ya que ambos eran uno, en realidad. No supo por qué, pero se acordó repentinamente de Kakashi. Quizás porque se sentía lo más parecido a un abrazo suyo, a pesar de que habían pasado meses desde que se vieron. La memoria de Kakashi no estaba manchada de tristeza y melancolía esta vez así que se fue a dormir con una sonrisa en el rostro.
—Quítate la ropa, Seina —escuchó el susurro en su oído. Era Kakashi.
Se la quitó con un pensamiento. Su magia la tiró al suelo y quedó totalmente desnuda encima de las sábanas. Gimió nuevamente cuando notó la presencia de Kakashi envolverla, y una mano arrastrándose torso abajo, y más abajo… Seina se acarició el estómago, siguiendo el rastro de eléctrico de esa mano masculina, firme y caliente, hasta que la tuvo entre sus dedos. Abrió las piernas quedando totalmente descubierta. Estaba tan mojada que pudo meterle un par de dedos sin problema. Se cogió un pecho, pellizcando su pezón, a la vez que se abría de piernas para que esos dedos seguros y expertos le dieran placer.
—Quiero ver cómo te corres mientras te penetro.
Convulsionó al imaginarse la fantasía de Kakashi como si fuera la suya propia. Lo vio, desnudo con los músculos tensos de la anticipación y su cuerpo ligeramente perlado de sudor mientras aguantaba las ganas de tomarla allí mismo, mientras miraba fijamente con sus ojos dispares como sus propios dedos abrían su coño una y otra vez, antes de relamerse los labios ante lo que pensaba hacer. Cerró los ojos e imaginó que un clon de Kakashi la penetraba mientras el verdadero Kakashi miraba con ojos ávidos, sabiendo que ambos estaban excitados porque los observara follar. Al abrir los ojos lo vio masturbándose a los pies de la cama despacio, con sus músculos contraídos del esfuerzo mientras que su otra mano seguía jugando con ella.
Se corrió, convulsionando, con los dedos de Kakashi dentro de sí, y sus labios posados en sus muslos, besándola con lengua en todos lados menos donde más quería ser besada.
—Otra vez —gimió ella.
—Ponte a cuatro patas, mi Seina —ronroneó Kakashi, lamiendo su ombligo con su lengua, erizando su piel.
Seina obedeció. Apoyó su torso en su cama y dejó sus caderas en el aire, abriendo sus piernas. De haber podido entrar alguien por la puerta le habrían visto todo. Kakashi volvió a acariciarla con sus manos, recorriéndole todo el cuerpo, mientras ella gemía y lloraba de placer.
—Te quiero en mi boca.
Kakashi no le hizo caso. La penetró de improvisto de forma brusca. Seina cerró los ojos, ahogando un chillido de placer, sintiendo como su mano también recorría su torso, su pecho, jugueteando con sus pezones. Gritó cuando sintió una embestida más poderosa de lo normal y en ese preciso momento un brazo le giró la cabeza y una lengua le invadió la boca, ahogando su chillido.
Abrió los ojos de golpe, viendo su cuarto oscuro. Como era de esperar, Kakashi había sido un sueño. Una ilusión de su imaginación. Y aun así… le había sentido caliente y duro contra su espalda, dentro de ella. Se estaba volviendo loca. Conjuró un juguete sin tan siquiera pensarlo. Se había despertado al borde del abismo, totalmente mojada, así que no tardó mucho en correrse por primera vez.
Contempló su cuerpo reluciente del sudor y brillante debido a la excitación. Se levantó de sus sábanas para usar sentada el consolador. Cuando la llenó por completo, levantó sus caderas lentamente, y luego bajó de golpe, empalándose con su juguete si fuera Kakashi. Se cogió los pechos, apretándose los pezones, mientras aumentaba el ritmo. Botó su cuerpo tal y como fantaseó hacer con su prometido más de una vez, dándose placer a sí misma.
Gimió, inclinándose en la cama y posando las manos en las sábanas para poder darse más impulso. No tardó mucho en volver a correrse, gritando de placer e imaginando de nuevo los gruñidos de Kakashi en su sueño. Se estiró en la cama después de hacer desaparecer el juguete.
A la mañana siguiente se despertó desnuda todavía algo mojada. Miró hacia abajo, viendo las sábanas manchadas y arrugadas. Estaba hecha un verdadero desastre. Tuvo que volverse a duchar concienzudamente y eliminar todas las pruebas de lo que había pasado.
Lo que no podía quitarse de la cabeza era su fantasía de Kakashi. Quería verlo. Eso le dio una idea. Una que quizás podría devolverle algo de ánimo.
—¿Qué planeas ahora?
—Planeo contarle mi fantasía. Ahora está triste así que…
—¿Prefieres ponerle cachondo que triste? Puede funcionar. Esto no me lo pierdo.
Kurama se quedó mientras ella se sentaba a escribirle una carta erótica a Kakashi. Seina tuvo que morderse la lengua y evitar pensar en lo de anoche o acabaría teniendo una sesión matutina con su mano de nuevo. Escuchó el sonido de risa de su demonio interior.
—Querido Kakashi,
No he podido obviar el hecho de que vuelves a distanciarte de todos, salvo de mí. A veces incluso de mí. Estaba pensando en cómo ayudarte, pero por fin he descubierto cómo hacerlo. Terapia de choque. Espero que estés solo cuando leas esta carta.
¿Recuerdas nuestra última noche juntos, a solas? Bueno, déjame decirte que ha servido para alimentar algunas de mis fantasías. Ayer mismo soñé contigo. Soñé que estabas aquí conmigo y que… Bueno, no sé si seré capaz de escribir lo que me hacías sin mojarme de nuevo.
Da igual. Te lo diré. Soñé que me penetrabas con tus dedos, que me lamías los muslos y me besabas el estómago mientras mirabas fijamente como me corría. Soñé que me ponías a cuatro patas para penetrarme por detrás. Pero, ¿sabes lo que me decepcionó? Que en mi fantasía no vieras como tu clon me follaba mientras tú te masturbabas lentamente para luego ocupar su lugar.
¿Sabes lo primero que quiero hacer cuando regrese a Konoha? Quiero tener unos cuantos días a solas para que puedas follarme una y otra vez. Quiero besarte como es debido, quiero que me toques, quiero que me marques, quiero gritar tu nombre, quiero arrodillarme ante ti y tener tu polla en mi boca mientras me coges del pelo y me pellizcas los pezones. Quiero que te corras dentro de mí.
No quiero que vuelvas a estar solo en anbu, así que haz lo necesario para no perder la cabeza. ¿Me entiendes? Es una orden.
Seina.
Notes:
Seina se nos hace mayor ;). Pobre Kakashi, espero que esté preparado para la carta (y el reencuentro).
Chapter Text
La carta fue enviada. Continuaron con su entrenamiento y Kurama siguió llenando su nuevo sello con mucho menos chakra del que pensó inicialmente para no distraerla. Naruto logró entablar conversación nuevamente con su Kurama-yang y empezó a transformarse parcialmente como ella, aunque con bastante más dificultad. Sasuke le envió otra carta a Itachi. Jiraiya contó los días que le quedaban antes de irse a ver a su informante y ella siguió entrenando fuinjutsu. El tiempo pasaba lento, pero inexorablemente.
—No me puedo creer que sea julio —dijo Naruto—. En pocos meses habrá pasado ya un año.
—Se me ha hecho bastante corto, la verdad.
Seina asintió ante la confesión de Sasuke. Estaba concentrada en la sexta cadena de adamantina con la que estaba entrenando. Podía notar el terrible calor de julio en su rostro pálido, ahora adquiriendo una tez más morena, así que usó su magia para secarse el sudor y regular su temperatura. A penas usaba hechizos o los pensaba. Se había acostumbrado a imaginarse lo que sucedería y su magia, que estaba aprendiendo, respondía a sus deseos. Eso, no obstante, tenía un peligro y era que no sabía cómo funcionaba teóricamente hablando. Funcionaba, y punto. Hermione se estaría tirando del pelo en este mismo instante de estar viva.
—Bueno, mis jóvenes aprendices —dio una palmada Jiraiya al día siguiente—. Voy a empezar a dirigirme al punto de encuentro. Portaos bien.
Naruto movió la mano de forma desinteresada, siguiendo con sus entrenamientos de chakra. Estaba a punto de conseguir que su rasenshuriken funcionara sin hacerse daño. Sasuke, quien llevaba semanas practicando con su lanza de chidori, había empezado a modificarlo de nuevo para poder usar la naturaleza de fuego junto al rayo. No estaba teniendo mucho éxito todavía, pero no pensaba rendirse.
Ella, por el contrario, había dejado de crear genjutsus para aumentar su ritmo aprendiendo ninjutsus. Con los clones aprendía una media de 1 o 2 al día, aunque luego quedaba exhausta. Sasuke, por las tardes, copiaba con su sharingan su progreso, avanzando con trampas para la irritación de Naruto.
—Me muero de hambre —suspiró con el estómago rugiendo desde el abismo.
—Vamos a cenar. Ya es tarde.
Recogieron todo y entraron en la tienda de campaña. Cenaron en silencio, demasiado cansados para hablar después de las 10 horas de entrenamiento diarios que hacían, y se fueron a duchar. Justo cuando había cerrado los ojos dentro de la bañera, momento que aprovechaba a veces para masturbarse a solas, sintió algo. Tardó unos segundos en darse cuenta de que no eran las barreras mágicas sino el localizador en el colgante de Itachi. Se puso recta sin pensarlo. Estaba moviéndose hacía allí. Cerró los ojos para centrarse en el pájaro que había dejado en las coordenadas que le mandó Sasuke, pero no había nadie.
—¿Crees que está dirigiéndose a las coordenadas o solo es coincidencia?
—Quien sabe. Yo de ti mantendría una de esas invocaciones tuyas en el punto de encuentro.
Durmió pocas horas, en un duerme vela forzado para poder ir comprobando si estaba allí o no. Cada vez que se despertaba más cerca estaba Itachi y empezó a sentir el presentimiento de que estaba ocurriendo. Se despertó al alba, cuando no pudo aguantar más la excitación. Se vistió y salió rápidamente para llamar a la puerta de Sasuke. Tardó exactamente 3 segundos en abrir.
—¿Seina? —preguntó, pestañeando con sueño, pero con expresión bastante despierta—. ¿Qué pasa?
—Creo que está sucediendo.
—¿Sucediendo el q-…? ¿No hablarás de…? —Sasuke se despertó de golpe, con los ojos como platos cuando ella asintió.
—Tengo a una de mis criaturas allí. Él todavía se mueve en esta dirección. Todavía no lo noto muy cerca, pero me gustaría ir para poner unas barreras, por si acaso.
Sasuke no atinó a hablar. Asintió con la cabeza, tragando fuertemente. Parecía en estado de shock. No le extrañaba. Llevaban meses intentando contactar sin éxito con Itachi. Casi un año mandándole cartas semanalmente sin respuesta y, por fin, parecía que algo había cambiado. No lo sabía seguro, pero algo le decía en su fuero interno de que Itachi estaba corriendo en dirección al punto de encuentro. Ojalá no equivocarse. No le gustaría darle falsas esperanzas a Sasuke, pero sabía que no podía ocultarle que Itachi se movía, aunque luego resultara que no era para encontrarse con ellos.
—¿Quieres que vaya yo sola al principio? Para ver si viene solo, o no.
—¿Por si tienes que huir rápido?
—Sí.
—…Vale, pero a Naruto no le va a gustar.
—Vamos a hablar con él.
Tardó exactamente 5 minutos en convencerlo porque notaba las emociones de Sasuke a través de su vínculo y sabía lo mucho que rezaba porque fuera cierto y porque Itachi estuviera cediendo por fin.
—¡Está bien! ¡Pero al menor indicio de peligro te vas! —le hizo jurar.
—No pretendo morir ni que me hagan daño, Naru. Confía en mí.
—Vale.
Seina esperó un rato. Hasta que apareció el sol, al menos. Salió de la tienda para encaminarse sola a las coordenadas que le habían dado. Estaban a unos 20 minutos corriendo así que fue volando. No vio a nadie por el camino, ni por los alrededores, pero no dejó que eso la decepcionara. Puso unas cuantas barreras y se sentó en un tronco a esperar. Pasó una hora. Luego otra hora. Sintió el colgante cada vez más cerca hasta que, casi al medio día, sucedió…
—Estás aquí —dijo ella, notando su presencia antes de verlo. Estaba hasta nerviosa por el encuentro—. Gracias por venir.
Se giró y le vio en lo alto de una rama, observándola con el sharingan activo. Estaba solo puesto que no había una sola aura más en varias decenas de metros. No hizo ademán de atacarla, ni de hablar. La contempló durante unos minutos silenciosamente mientras su corazón latía al galope porque lo estaban consiguiendo. No iba a cagarla ahora que lo tenía tan cerca.
—…
—Siéntate, por favor. Estoy yo sola, por si… por si acaso —siguió ella, indicándole a un tronco en el suelo—. Teníamos razón, ¿verdad? Eres inocente.
—¿Por qué me enviasteis esas cartas? —le preguntó Itachi, hablando por primera vez.
—Porque tu hermano, y tú, merecéis más. Sasuke es un miembro de mi equipo, y el equipo es familia. Sasuke es mi hermano. Tú eres el hermano de Sasuke, su familia de sangre, así que… también eres mi familia —le contestó ella, mirando fijamente, sin miedo, los ojos rojos de Itachi—. Haría cualquier cosa por mis seres queridos y él está sufriendo porque estábamos prácticamente seguros de tu inocencia. Hace tiempo que informamos de esto a Tsunade-sama y está investigándolo. Quizás no puedas volver ahora a la aldea con la cara descubierta, pero sí cuando se concluya la investigación. Queremos que vuelvas con nosotros a casa.
—No tengo casa, Seina —le dijo él, desactivando su dojutsu, todavía desde su rama.
—Claro que sí. Tu hogar es tu familia —le sonrió—, y tu familia es Sasuke. Y Naruto y yo si nos aceptas. Él no va a matarte, Itachi. Solo quiere que regreses. ¿Qué es lo que te retiene?
—…Aunque me aceptasen en Konoha, cosa que dudo mucho, he hecho cosas horribles desde que dejé la aldea —le confesó con el rostro inexpresivo—. Además… me estoy muriendo.
—¿Qué? —preguntó ella, con un hilo de voz—. ¿Lo dices en serio? ¿Por qué no has ido a un médico?
—¿Conoces a muchos médicos dispuestos a tratar a un criminal como yo?
—Entonces, deja que te cure —le pidió ella, mirándole a los ojos—. Por favor, no le hagas esto a Sasuke, ni a ti mismo. No voy a ser tan arrogante para decir que sé cómo te sientes, pero puedo imaginarlo. No dejes que la culpa te consuma. Sasuke te necesita vivo, no muerto. Necesita a su hermano. La aldea, aunque no lo parezca, te necesita vivo. No te castigues a ti por lo que otros te hicieron hacer porque eso solo castigaría de rebote a Sasuke, y no puedo permitirlo. Por favor.
Itachi miró hacia el cielo, como si estuviera contemplando la respuesta a su petición. Su expresión era menos gélida, pero igual de seria. Vio en sus ojos un repentino brillo de tristeza y culpa. Seina se levantó y saltó en la misma rama, aunque algo más allá. Se sentó lentamente a su lado, como si fuera un animal salvaje a punto de lanzarle un zarpazo, y le tendió la mano. Dejó que Itachi observara su mano, la mirara a ella, antes de alzar muy despacio, casi cansadamente, su mano. Supo, en cuanto le cogió la mano, que estaba aceptando rendirse. Seina contuvo las lágrimas de alegría y alivio al darse cuenta de que no tendría que decirle a Sasuke que habían fracasado.
—Gracias —le susurró, sonriendo.
—…
Se quedaron allí en silencio durante un rato, asegurándose que ninguno de los dos iba a ir a ningún lado. Sintió la presencia preocupada y nerviosa de Sasuke en su mente, quien no sabía qué palabras se estaban intercambiando, pero era consciente de que estaba con Itachi.
—¿Puedo decirle que venga? —le preguntó suavemente.
Itachi se lo pensó unos minutos, como si estuviera batallando consigo mismo, y luego asintió casi imperceptiblemente. Seina llamó a Sasuke y a Naruto para que vinieran. No tuvo que pedírselo otra vez que Sasuke salió corriendo en su dirección. Itachi le apretó la mano, quizás sin darse cuenta, cuando apareció Sasuke. Sonrió al presenciar, junto a Naruto, la reunión entre hermanos por primera vez en años.
—Nii-san —llamó Sasuke, casi suplicante, y se acercó a pasos casi dubitativos.
—Sasuke —saludó Itachi, mirando fijamente a su hermano. Soltó su mano para ponerse en pie, en el suelo.
Seina y Naruto se mantuvieron en silencio, sonriendo llenos de orgullo, al ver cómo se abrazaban. Sasuke no pudo evitarlo y rompió a llorar en los brazos de su hermano como un niño pequeño. Vio como Itachi miraba a su hermano con asombro, como si fuera incapaz de creer que Sasuke le hubiera perdonado. Sus miradas chocaron por encima del hombro de Sasuke y ella sonrió, haciendo un ademán con la cabeza. Observó, bajo el brazo de Naruto en sus hombros, como Itachi alzaba pesadamente los brazos y rodeaba a Sasuke en un abrazo.
—Lo conseguimos —le dijo a Naruto mentalmente.
—Lo sé.
Naruto apoyó su cabeza sobre su cabello, abrazándola sentimentalmente al observar el reencuentro. Seina solo pudo devolverle el abrazo. Por fin, por fin, Sasuke había recuperado a su hermano. Se quedaron al otro lado del claro, dándoles privacidad, observando las nubes.
—Seina —habló Sasuke una hora más tarde, con los ojos rojos, pero con el rostro lleno de alegría—. ¿Podrías curar a mi hermano?
—Claro —sonrió ella—. Vamos.
Los 4 caminaron de regreso a la tienda de campaña. Aceptó a Itachi en las barreras mágicas y le hizo pasar a su enfermería, ignorando sus cejas alzadas ante el interior gigantesco de la tienda. Sasuke se mantuvo a su lado mientras le hacía quitarse la pesada túnica, las armas y la banda ninja. Usó un hechizo diagnóstico para saber qué le sucedía y tuvo que leer el pergamino un par de veces para comprender la gravedad del asunto.
—¿Se puede hacer algo? —preguntó Itachi.
—Está claro que no conoces a Seina —le dijo Sasuke, sin tan siquiera cuestionar sobre si podía o no curarle.
—Puedo curarte, pero tienes un largo camino para recuperarte totalmente… Lo más grave de todo es una especie de tuberculosis no contagiosa por aerosoles. Por suerte, parece que todavía no estás en fase terminal, a pesar de que llevas años padeciéndola —le informó clínicamente—. Si hubieras esperado un año o año y medio… Luego tienes un claro deterioro de la visión del 50% y también sufres un envenenamiento crónico, aunque no muy grave.
Sasuke y Naruto miraron a Itachi como si no pudieran creer que estuviera de pie, como si nada. Mientras tanto, Seina sacó una de sus pociones antídoto y se lo entregó. Eso era lo más fácil de curar. Con una dosis, o quizás un par, acabaría de eliminar el veneno. Itachi se lo bebió después de darle un vistazo. Ni siquiera él pudo evitar fruncir el ceño ante el sabor horripilante de la poción.
—Con esa dosis de antídoto debería remitir tu envenenamiento. En cuanto a la visión, voy a usar un iryo ninjutsu para reparar el daño.
—Es una consecuencia del mangekyo sharingan —le explicó Itachi—. Volverá a aparecer.
—Ya haremos algo con eso luego —le cortó ella—. Ahora que ya sabemos el origen de tu ceguera será mejor que no uses tu dojutsu durante unos días.
Procedió a curarle los ojos. Bajando su inflamación en los nervios ópticos y en los tejidos, renovando las células muertas y reparando algunas que todavía estaban medio funcionales. Luego usó su magia para repasar el trabajo y, por último, un colirio para aliviarle el estrés ocular que claramente sufría. Sacó una poción que se asemejaba a los hechizos que había usado, entregándosela.
—Tendrás que ponerte una gota de esto en cada ojo cada noche —le entregó el vial—. Quédatelo y úsalo hasta gastarlo, sobre todo si vas a usar el sharingan. Eso contrarrestará el uso mientras no tengamos un tratamiento definitivo. Ahora viene lo difícil.
—Mi tuberculosis.
—¿Sabes dónde o cómo te has podido contagiar? Siendo una cepa no contagiosa por las formas habituales me parece lógico que te hayas contagiado pinchándote con algo.
—Mmm… Podría haber sido Orochimaru —suspiró Itachi, pensativo—, o quizás Tobi.
—¿Tobi?
—Un miembro de Akatsuki. Seguramente mi envenenamiento es cosa de Orochimaru. Intentó hacerse con mi cuerpo hace años, pero me defendí —les explicó—. Posiblemente me envenenara para facilitar mi captura.
—No sería la primera vez que ese bastardo droga a alguien para hacerse con su cuerpo —les recordó Naruto desde el marco de la puerta, mirando a Sasuke con los brazos cruzados.
El rostro de Itachi se ensombreció al pensar en ello. Seina estaba segura de que sabía todo lo que le pasó a su hermano. Si realmente Orochimaru había intentado hacerse con él antes, y luego de su hermano, Itachi debía estar a punto de arrancarle la cabeza de la ira.
—Bueno, volviendo a lo importante. Se puede curar, pero te vas a encontrar como el culo durante varios días —le dijo explícitamente para que supiera la gravedad del asunto—. Espero que no tengas que ir a ningún lado.
—Kisame me estará esperando.
Sasuke, Naruto y Seina intercambiaron miradas.
—Kisame… ¿confías en él?
—Es mi compañero, y mi amigo —dijo escuetamente Itachi—. Puedo enviarle un cuervo con un mensaje.
—¿Sabes qué? —suspiró Seina ante la imprudencia que iba a decir—. Que venga.
—¿¡Qué!? —preguntó Naruto con un grito de incredulidad.
—Itachi confía en él y vamos a necesitar ayuda para que Itachi pueda salir de Akatsuki sin problemas. Por muy fuerte que sea, sigue siendo una sola persona.
Naruto se encogió al escucharlo mientras que, curiosamente, Sasuke no parecía dispuesto a discutir. Llegados a este punto, a Sasuke todo le parecía bien mientras sirviera para ayudar a su hermano. Itachi, sin embargo, la miró fijamente ante sus palabras. Quizás no hubiera imaginado nunca que ella, que claramente era la más responsable del equipo, fuera la primera en ceder y aceptar la presencia de otro criminal.
—¿Dónde está ahora?
—Te daré un cuervo para que te lleve a él. Así aceptará escucharte.
Itachi le entregó una carta e invocó un cuervo para que la guiara. Naruto parecía dispuesto a seguirla, pero ella negó con la cabeza. Si no sucedía como esperaban podía regresar fácilmente con el hiraishin a la tienda. No necesitaba un segundo porque no pensaba pelear. Salió de la tienda y corrió detrás del cuervo hacia el oeste. Escuchó a su objetivo a la media hora, escondido en una cabaña abandonada y rodeada de un genjutsu de Itachi.
—¿Kisame? —preguntó en voz alta, a unos cuantos metros—. Quiero hablar contigo de parte de Itachi.
Escuchó como Kisame se quedaba helado dentro de la cabaña antes de coger lo que presentía que era su arma y abría la puerta de golpe. Llevaba solo unos pantalones y una camiseta y, en su mano, la espada Samehada.
—¿Qué demonios…? Menudos cojones tienes, chica —le dijo con una sonrisa afilada. Su mirada, no obstante, se posó en el cuervo que llevaba en el hombro como si fuera incapaz de creerlo—… Así que era cierto.
—Itachi ha aceptado volver —le contestó, sin saber si era el mejor comienzo—. Voy a curarle, pero requiere varios días de descanso. Me dijo que le estarías esperando… y que eras su amigo.
Se hizo un silencio mientras se contemplaban el uno al otro. Curiosamente, no parecía muy dispuesto a atacarla de forma violenta, a pesar de estar cogiendo su espada firmemente. En cuanto meditó sus palabras, no obstante, pareció desinflarse como un globo.
—…Malditos ninjas de Konoha y su maldita amistad —masculló Kisame por lo bajo—... ¿Está bien?
—Envenenado, medio ciego y con tuberculosis. ¿Tú qué crees? —rodó los ojos—. Ten. Lee esta nota de Itachi.
Le lanzó la carta como un shuriken y Kisame la cogió al vuelo, con el ceño fruncido ante sus palabras. La leyó allí mismo, sin preocuparse por ella. Quizás porque la estaba subestimando, quizás porque sabía que no iba a atacarlo. Un suspiro la sacó de su ensoñación y dejó de acariciar al cuervo.
—Está bien. Iré contigo. No es como si tuviera mucho que hacer.
Esperó a que recogiera sus cosas. Salió de la cabaña completamente vestido, con la espada en la espalda. Seina dejó que el cuervo se fuera y le tendió la mano a Kisame. El otro se la miró, como si no comprendiera lo que quería, hasta que le hizo un gesto para que se la cogiera.
—Vamos. No tengo ganas de volver corriendo contigo vistiendo esa cutre túnica.
Kisame le cogió la mano con expresión extraña. Seina usó el hiraishin que tenía marcado justo fuera de rango de la tienda de campaña.
—¿El hiraishin? ¿Quién coño eres? Creí que esa técnica había muerto con el Cuarto Hokage.
—Pues ya ves que no —rodó los ojos—. Necesito una gota de sangre.
El ninja la miró con ojos desconfiados, pero acabó dándole la sangre. Luego entró detrás de ella, como si no quisiera mostrarle su espalda, a pesar de que claramente no iba a atacarlo.
—¿¡Qué cojones!? —exclamó al ver como el interior era una gran entrada con escaleras a cada lado—. Esto es imposible.
—Sí, sí… Ya hablaremos luego de eso —rodó los ojos por enésima vez. Echó a caminar hacia la enfermería—. Vamos. Nos están esperando.
Seina vio como Naruto le esperaba con los brazos cruzados en la puerta. Observó cómo suspiraba de alivio al verla aparecer. Miró fijamente al criminal que tenía a su espalda, pero no dijo nada. Kisame entró a la enfermería y fue directo a Itachi, quien estaba sentado en una de las camas.
—Así que realmente es cierto. Huh. ¿Quién iba a decirlo?
—Mi hermano y su equipo me han convencido.
—¿Y tú aldea va a aceptarte, así como así? —preguntó incrédulo Kisame—. Eres más tonto de lo que creía.
Seina bufó una risa con Naruto al escucharlo y ver el rostro exasperado de Itachi.
—Quizás ayude que Tsunade-sama sepa que Itachi es inocente —dijo ella, preparando las cosas para tratar la tuberculosis.
—… ¿Inocente? —le preguntó, ahora con seriedad Kisame a Itachi—. ¿A qué se refiere la rubia?
—Los maté a órdenes de uno de los consejeros —le confesó Itachi, sin ocultar su suspiro—. No lo hice queriendo sino a cambio de la vida de Sasuke.
Kisame se sentó en un taburete a su lado, observando con ojos atónitos a su compañero.
—Bueno, ya hablaréis luego —les cortó ella firmemente—. Esto tiene prioridad. ¿Los quieres aquí o los echo?
Itachi se encogió de hombros así que Seina hizo que Sasuke, Naruto y Kisame se sentaran en otra cama, lejos de ellos. Empezó dándole antibióticos específicos contra la tuberculosis y luego usó el iryo ninjutsu para repararle el tejido destruido, bajar la inflamación, eliminar los fluidos en los pulmones y aumentar sus defensas inmunológicas. Desvaneció varias veces los vómitos de Itachi del cubo que le había dado, habiendo previsto que pasaría, y le dio un vaso de agua antes de curarle el estrés de su garganta.
—¿Ya está? —preguntó Naruto un par de horas después cuando dejó a Itachi descansar en su cama.
—No. Me temo que lleva mucho tiempo enfermo de tuberculosis —dijo ella, poniéndole una compresa fresca en la frente y dejándole dormir bajo su hechizo—. El antibiótico puede o no puede funcionar considerando que no es una cepa habitual. Veremos cómo evoluciona ese punto. Sus pulmones, por otro lado, han sido prácticamente curados en su totalidad. Le iré examinando día a día para ver sus recaídas mientras siga la infección en curso. De momento, no podemos hacer más por él. Mientras tanto intentaré pensar qué hacer con sus ojos y el problema que representa el mangekyo después de lo que descubrimos la otra vez.
Se hizo un silencio mientras todos miraban a Itachi, dormido en la cama e inconsciente de su estado. Entonces, escuchó como entraba a la tienda de campaña Jiraiya. Seguramente ya se habría gastado todo el dinero en mujeres y bebida en la aldea más cercana, y habría visitado a su informante.
—¡HOOOOLAAAAA CHICOS! ¡HE VUELTO! —gritó como un lunático, claramente borracho.
Al unísono, el equipo entero gimió de vergüenza mientras Kisame empezó a sonreír de oreja a oreja. Ni siquiera se levantó de la silla cuando apareció Jiraiya por la puerta, desconcertado porque no le hubieran saludado. Tuvo que morderse la lengua de la risa al ver cómo sus ojos parecían salir de sus cuencas al fijarse en Itachi dormido y luego en Kisame observándole sonriente desde un taburete a su lado.
—¡PERO, QUÉ DEMONIOS! ¿¡QUÉ HACEN ESTOS AQUÍ!? —gritó de nuevo, poniéndose a la defensiva y perdiendo la borrachera de golpe—. ¡Solo me he ido un día!
—Que sí, ero-senin —rodó los ojos Naruto ante la estupefacción de Jiraiya—. Se nos han unido.
—¿¡Cómo que se nos han unido!? —balbuceó el sanin—. ¿¡A caso no sabéis quiénes son!?
—Itachi es inocente, ya lo sabes —le dijo ella, ignorando su “¡No lo sabes con seguridad!” con aplomo— Le estoy tratando. Kisame está aquí porque es el compañero de Itachi y confía en él.
—Ugh. ¿Por qué siempre hacéis que me duela la cabeza? ¿¡Por qué no podéis comportaros como un equipo normal!? —preguntó al aire y todos le ignoraron, como era habitual.
—Deberíamos darle una habitación a Kisame y otra a Itachi —dijo Naruto, como si Jiraiya no estuviera hablando todavía.
—Alguien debería empezar a preparar la cena —asintió Sasuke.
—¡Sí! ¡Ignoradme como siempre! ¡No sé para qué lo intento!
Kisame estaba aguantando una clara risa, sacudiéndose en su asiento debido a su gran envergadura. Seina le dejó hacer. Sabía que las barreras mágicas le echarían si intentaba algo raro así que no estaba preocupada.
—Me habéis caído bien, mocosos —les dijo—. Creo que aceptaré quedarme con vosotros.
Ignoraron a Jiraiya, quien no parecía contento de escucharlo, y dejaron descansar a Itachi. Le puso un hechizo para saber si recaía y se fueron de allí.
Notes:
El hijo pródigo ha vuelto, y no viene solo. :)
Chapter 109
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Al día siguiente Itachi se despertó con aspecto cansado. No parecía mucho mejor que el día anterior, pero su hechizo le informó de todo lo contrario. El veneno había remitido completamente, sus ojos estaban totalmente desinflamados, había recuperado gran parte de su visión y tenía los pulmones en muchísimo mejor estado. Por no hablar de que la tuberculosis parecía estar remitiendo gracias a los antibióticos especializados, su magia y los iryo ninjutsus que le había aplicado.
—¿Cómo te encuentras?
—…Mejor y peor.
—Ya. Eso es normal después de todo lo que te hice en pocas horas ayer —sonrió ella, dándose cuenta de que estaba allí con ellos—. Ten. Come algo. Necesitas fuerzas.
Le entregó un desayuno variado con tostadas, embutido, fruta y algo de sopa. Itachi cogió la comida sin rechistar, aunque le dio un vistazo por costumbre. Se lo comió todo. Incluso se bebió el té y el zumo. Le administró más antibióticos y le volvió a examinar por completo.
—Has mejorado muchísimo. A este ritmo deberías estar curado en unas 2 o 3 semanas.
—Justo para el cumpleaños de Sasuke —dijo una voz en el marco de la puerta. Era Naruto—. Itachi.
—Naruto… Gracias por cuidar de mi hermano —contestó Itachi, mirándolos a ambos.
—Es mi hermano.
—Yo no diría tanto, pero el teme es familia.
—Dobe —le dio una colleja Sasuke, apareciendo de la nada—. ¿Acaso crees que no puedo escucharte con tu voz de grito?
—¡Hey! ¡Yo no tengo voz de grito! —gritó Naruto.
Seina bufó una risa, ignorando su discusión. Itachi los observó con una pequeñísima sonrisa antes de girarse a mirarla a ella con una ceja alzada. Ella rodó los ojos con exasperación. Desvaneció la bandeja y los platos para el claro atónito de Itachi. Bueno. Claro porque pestañeó un par de veces con los ojos un milímetro más abierto de lo habitual.
—¿Cómo haces eso?
—Es parte de mi kekkei genkai.
—… —Itachi pareció meditar en silencio sus palabras, pero no siguió preguntando.
—Por cierto… Hablando del mangekyo sharingan. ¿Sabías que ideamos unas cuantas estrategias para activárselo a Sasuke?
—¿Funcionaron?
Itachi miró a su hermano, quien se adentró en la enfermería y se apoyó en otra cama cruzándose de brazos.
—No acabamos de probarlo. Seina encontró algo raro ligado al sharingan. Una maldición.
—¿Una maldición? —frunció el ceño Itachi, observándola directamente—. ¿A qué se refiere?
—No tengo ni idea de qué puede ser, ni quien la puso ni cuándo. Pensamos que lo mejor era no activar el mangekyo sharingan hasta tener más información, pero Kakashi no sabe nada de eso y tampoco sabía a quién preguntarle.
—¿Cómo lo descubriste?
—Entrando en la mente de Sasuke y comparando la información que recabé cuando curé a Kakashi con el sharingan de Sasuke.
Le explicó lo que pensó cuando analizó ambas informaciones. Cómo no había visto nada en los ojos con el mangekyo de Kakashi, cómo podía ser posible que la maldición no estuviera o se escondiera de ella, etc.
—Queríamos preguntarte si tú has leído la tabla de piedra de los Uchiha y has visto algo relacionado con eso —le dijo Sasuke, sacando la réplica de madera de su riñonera—. Aquí no dice nada importante.
—No. Por supuesto que no. Esto solo es una réplica de alguien que leyó la tabla de piedra original con el sharingan, pero existe más información si se mira con el mangekyo.
—¿En serio? —preguntó Sasuke.
Seina y Naruto estaban bastante sorprendidos. No se le había pasado por la mente que podrían revelarse más secretos dependiendo de quién mirara, y con qué ojos, la tabla.
—Sí.
—¿Y qué dice?
—No dice como tal que haya una maldición sobre el mangekyo sharingan, pero… sí que habla sobre la debilidad de éste. Quizás eso sea la maldición de la que habla Seina —frunció el ceño Itachi.
—¿De qué debilidad se trata?
—Cuanto más se usa el mangekyo sharingan, más pierden los ojos su luz.
—… ¿Ceguera? ¿Por eso habías perdido tanta visión?
—Exacto. Por eso te dije que la curación que me hiciste es solo temporal.
—¿Y no dice la tabla nada de por qué ni cómo combatir esta maldición? —preguntó Sasuke.
—Sí que lo dice, pero no estoy dispuesto a salvar mis ojos de esa forma.
—¿De qué forma? —preguntó con curiosidad Naruto.
—El mangekyo sharingan es solo la segunda etapa del sharingan. Existe una tercera etapa donde, supuestamente, los ojos no pierden su luz, pero requiere de un sacrificio impensable —explicó Itachi con rostro serio—. Es necesario que un usuario con el mangekyo sharingan se trasplante el mangekyo sharingan de otra persona. Concretamente… de un hermano o hermana o familiar muy cercano. Solo así se alcanza el mangekyo sharingan eterno.
Se hizo un silencio algo sombrío. Itachi parecía muy decidido a no arrancarle los ojos a su hermano, y Sasuke parecía algo conmocionado por lo que acababa de escuchar. Naruto, por otro lado, parecía algo asqueado de tanto hablar de trasplantes oculares. A pesar de ser ninja tenía siempre un estómago muy delicado cuando hablaban de operaciones médicas. Seina, no obstante, pestañeó con exasperación.
—Menuda gilipollez —dijo sin darse cuenta. Todos los ojos fueron a ella—. ¿Qué? ¡Es cierto!
—¿Por qué lo dices?
—¿No es obvio? —preguntó ella retóricamente con expresión aburrida—. Lo único que tenéis que hacer es intercambiaros los ojos y problema resuelto.
Kisame, quien había llegado más tarde a la enfermería y había estado espiando la conversación desde el marco de la puerta, empezó a reírse a pulmón limpio al escucharlo. Apareció por la puerta cogiéndose las costillas y llorando de risa.
—¡Una niña de 12 años acaba de dejarte a la altura del betún, Itachi!
—¡Hey! ¡Que tengo casi 14 años!
Volvió a reír cuando vio que no se achantaba de ponerlo en su sitio. Itachi, mientras tanto, tenía el rostro en blanco mientras pensaba en lo que acababa de decir. Sasuke solo sacudió la cabeza aceptando su propia falta de creatividad.
—Entonces, ¿podrías intercambiarnos los ojos? —preguntó Sasuke.
—Fácilmente, pero primero tendríamos que activártelos.
—Me parece perfecto.
—¡Genial!
¿Lo probaba ahora? Se encogió de hombros. Le lanzó un toque con su magia a su pendiente. Moldeó el chakra y lo atrapó en un genjutsu. Era el genjutsu especial, envuelto en magia, que había preparado justo para eso. Esperaba que funcionara, pero no las tenía todas consigo. Cuando, entonces, pasó algo extraño.
—¡Está llorando sangre, Seina-nee!
—Ya lo veo, ya.
Los ojos de Sasuke se volvieron rojos y luego apareció una nueva forma que nunca antes habían visto. Itachi, inclinado en su dirección, pestañeó con rostro algo estupefacto viendo como su hermano activaba su mangekyo sharingan con un puñetero genjutsu. En cuanto se dio cuenta de lo que estaba pasando la observó a ella con rostro de póker.
—¿Qué? No es mi problema que a los Uchiha os falte imaginación —dijo ella, haciendo que Kisame se riera de Itachi de nuevo.
Deshizo el genjutsu. Sasuke pestañeó al instante.
—¡SEINA! ¿¡Qué-...!? —gritó volviendo en sí, pero luego sintió la sangre en su rostro. Se lo tocó con sorpresa—. ¿Ha funcionado?
—¡Felicidades, teme!
Seina bufó otra risa. Entonces, llegó Jiraiya.
—Oh, perfecto. Estamos todos juntitos —dijo con retintín—. ¿Por qué no bajáis luego para tener una charla? Una laaarga charla.
Los miró severamente a todos y se largó. Sasuke, e Itachi, seguía algo estupefacto por lo que acababa de pasar. Seina no sabía porqué si era obvio que la activación del nuevo sharingan era, lógicamente, debido a una reacción química en el cerebro en respuesta a un estímulo negativo. Algo que podía copiar fácilmente con un genjutsu.
—¿Todos los ninjas de Konoha estáis así de locos o sois solo vosotros? —preguntó Kisame con una sonrisa divertida.
—…Define loco.
Kisame bufó una risa al escucharlo, sacudiendo la cabeza.
—¿Cómo estás Itachi?
—Mejor. Seina es una buena iryo nin —la apremió con tono neutral Itachi.
—Me gustaría que no usaras el sharingan, ningún tipo de sharingan —le dijo apuntándole a la nariz con un dedo—, hasta que no se te cure por completo la visión. Luego de eso intercambiaremos vuestros ojos para ahorrarnos más cegueras.
Itachi resopló una minúscula risa que escuchó con su hechizo espía, pero asintió en su dirección.
—¿Puedo levantarme? Será mejor que vayamos a hablar con Jiraiya-sama.
Bajaron todos al comedor, donde les esperaba sentado Jiraiya mientras escribía algo en un pergamino. Al verlos, dejó lo que estaba haciendo y les prestó toda su atención.
—Genial. ¿Por qué no empezáis diciéndome qué cojones estabais pensando? —les preguntó a sus hermanos y a ella—. ¿Cómo se os ocurre traer a 2 criminales al sitio donde dormís?
—Itachi es inocente.
—¿Y el otro?
—Itachi se ha ganado mi lealtad así que… —se encogió de hombros despreocupadamente Kisame.
—¿Y ya está? ¿Qué vas a hacer si Itachi regresa, y es aceptado, a Konoha?
—Ya lo pensaré.
—Podríamos enviarle una carta a Tsunade-sama. Después de todo, ella es la Hokage.
—¡Eso no es-! …Un momento… ¡Tienes toda la razón! Que se encargue ella, que para eso cobra —sonrió de repente Jiraiya dando un giro de 180 grados. Naruto bufó una risa—. ¿Qué pensáis hacer ahora?
—Se queda- quedan —dijo Sasuke, antes de que pudiera abrir la boca su hermano. Se cruzó de brazos y todo—. Como ya sabemos todos, Itachi es inocente.
—¿Por qué no habla el propio Itachi?
—…Me gustaría quedarme con mi hermano y su equipo, de ser posible.
—¿Y Akatsuki?
—Lo he dejado. Incluso aunque no pueda quedarme aquí no regresaré con ellos —Itachi miró a su amigo Kisame, quien asintió—. No comparto sus ideales. De lo contrario, tendría que secuestrar a Seina y Naruto cosa que Sasuke no va a permitir.
—¿Y ya está? —reiteró Jiraiya. Itachi asintió calmadamente—. Bueno… Supongo que ya veremos si es verdad. Te mantendré vigilado. No sé si me gusta que tengáis acceso a esta tienda.
—No te preocupes —cortó ella—. Está llena de barreras así que si intentan cualquier cosa se activarán.
—¿Y qué hacen esas barreras tuyas? —le preguntó Kisame, de pie junto al marco de la puerta.
—Dependiendo de lo grave que sea la infracción… —sonrió maliciosamente.
Después de eso, la conversación se convirtió en un interrogatorio. Jiraiya les avasalló a preguntas a ambos Akatsuki, apuntando toda la información que tenían, que era bastante, en un pergamino para enviarlo a Konoha.
Al parecer, Akatsuki estaba formado por varios integrantes: un tal Pein, quien era el líder, su mano derecha Konan, alguien llamado Hidan compañero de Kakuzu, Sasori y Tobi, Kisame y él. Según Itachi, se formaron en Amegakure, por lo que pudo descubrir, y no tenía claro que Pein fuera el verdadero líder. En cuanto escuchó los nombres, Jiraiya pareció palidecer, parando de escribir, antes de recuperar la compostura como si no hubiera sucedido nada. Itachi hizo ver que no lo vio y siguió hablando.
Su objetivo hasta hacía un año y pocos meses había sido servir como organización militar mercenaria, fuera de la autoridad de los países ninjas, pero luego habían cambiado de cometido. No sabía por qué, pero querían a los bijuus sellados en los diferentes jinchurikis. Según él, hasta el día de hoy, habían muerto ya 4 jinchurikis, que Kisame y él supieran.
—¿No tenéis ni un solo indicio de por qué ahora van a por los jinchurikis? —preguntó Jiraiya como pregunta final.
—¿Ahora? —dijo ella, con un soplido incrédulo—. A mí me da la impresión de que ese era el objetivo desde el principio.
—¿Por qué lo dices?
—¿No te acuerdas del enmascarado que atacó a nuestra madre? Seguro que es ese tipo, Tobi.
—¿Enmascarado? —preguntó Itachi, frunciendo el ceño—. Háblame de él.
—Puedo hacer algo más.
Alzó una mano, concentrándose en lo que quería que sucediera, y procedió a mostrarles la memoria de Kurama en una nube proyectada en el aire. Todos presenciaron el ataque y vieron la lucha de su padre contra el enmascarado, y cómo consiguió rescatarlos a ellos de un posible secuestro y asesinato. Itachi frunció el ceño durante toda la memoria.
—Tobi dice ser Madara, pero en esta memoria… Parece joven. Durante mucho tiempo creí que era Madara por el simple hecho de que todos los demás, exceptuando Sasuke, estaban muertos, pero ahora parece que se me escapa algo —reconoció él—. Otra razón por la cual pensé que Tobi era Madara es por sus habilidades con el mangekyo sharingan.
—¿Habilidades?
—El jutsu espacio temporal que está usando en la memoria del Kyubi se llama kamui. Aparece descrito en la tabla de piedra de los Uchiha. No todos los ojos la poseen. Yo, por ejemplo, no la puedo emplear, pero puedo usar otras técnicas. Pensé que era Madara porque nadie en nuestro clan podía usarlo estando con vida.
—Eso es interesante, ciertamente… —pensó en voz alta Jiraiya, frunciendo el ceño.
—¿Y si fuera un reclutado por Danzo que Itachi no mató? —preguntó ella al aire—. Danzo tiene a varios reclutas de cada clan, ¿no es así? ¿Sería posible que alguien más quedara vivo que Itachi desconocía?
—Es una posibilidad bastante rebuscada, pero no es descartable. Sobre todo, después de saber que Danzo hizo lo que hizo con los cadáveres de los Uchiha.
—… ¿Qué hizo Danzo a los cadáveres de los Uchiha? —preguntó con voz siniestra y monótona Itachi, mirando fijamente a Jiraiya.
—…Ninguno de los cadáveres enterrados tenía ojos.
Los ojos de Itachi evolucionaron el instante en que comprendió que les habían arrancado los ojos a sus familiares muertos. Necesitó unos minutos para calmarse y hacer retroceder su instinto asesino. Al final, pestañeó y reaparecieron sus ojos negros.
—Y eso no es todo —dijo Naruto—. Robó también el cadáver de Hashirama Senju. No sé cómo pudiste seguir las órdenes de alguien así.
—Yo… No lo sabía.
—Lo sabemos —dijo ella con voz compasiva al notar como lo decía de verdad—, por eso estamos haciendo todo lo posible para que regreses y deshacernos del viejo decrépito.
Kisame ahogó una risa al escucharlo. Itachi parecía bastante estupefacto por lo que estaba escuchando, pero se recomponía siempre con una rapidez admirable. Era como si nada lo afectara más de un par de segundos, y nunca parecía realmente sorprendido o impactado. ¿Sería capaz Itachi de sentirlo o simplemente estaba emocionalmente atrofiado como imaginaba?
—¿Es por eso que estáis aquí? ¿Lejos de Konoha? —preguntó el exiliado de Kiri.
—Sí y no. El último mes en la aldea intentó atacarnos en mitad de Konoha.
—Y a mí me intentó secuestrar varias veces. A Sasuke también.
Itachi frunció el ceño mientras escuchaba el peligro que habían corrido en Konoha, donde supuestamente estaban seguros. Le preguntó al pervertido qué estaban haciendo para remediar lo de Danzo y frunció más aun el ceño cuando se dio cuenta de que llevaban más de un año intentando lidiar con él de la forma menos violenta posible.
—Eso no funcionará. Danzo es escurridizo. La única opción para acabar con Ne es matar a Danzo y luego hacer limpieza con lo que quede —dedujo calculadoramente Itachi—. Por mucho que creas tener suficiente información pertinente a él, siempre esconderá algo más grave.
—Eso es lo que teme Tsunade —admitió Jiraiya—, pero se juega mucho si lo ataca frontalmente dentro de la misma aldea. Espera que con el equipo 7 fuera de Konoha pueda actuar más libremente sin temer por la seguridad de los aldeanos.
—Suena como un gran problema que habéis dejado crecer sin control —opinó Kisame, sonriendo mezquinamente.
—No te falta razón.
—Hasta que no lo maten, Ne no desaparecerá.
Las palabras de Itachi le hicieron tener un mal presentimiento. ¿Por qué tenía la sensación de que volvería a Konoha y seguiría vivo? Quizás Tsunade-sama lo estaba enfocando mal. Ella, Shikaku y el comandante Ryu. En lugar de empezar por sus esbirros, tal vez deberían ir a por Danzo.
Unos días después de eso, Itachi seguía recuperándose rápidamente con sus cuidados. Tanto él como Kisame fueron aceptados con reticencia por Jiraiya y, en menor medida, por Naruto. Sobre todo, Kisame, quien era un total desconocido, y encima de Kiri. Seina no sabía qué pasaría cuando volvieran a Konoha, pero todavía quedaba un tiempo para que llegara ese momento así que decidió olvidarlo antes de que le aparecieran canas del estrés.
—Tenéis que estar atentos —les dijo Jiraiya, fuera del rango de Itachi y Kisame—. En cualquier momento, uno de ellos puede girarse en nuestra contra. Sobre todo, Kisame.
—Tendremos cuidado.
—Está bien. Solo quería advertiros, aunque parece que Itachi es inocente y Kisame le sigue el rollo, de momento. Yo tengo que seguir con mi trabajo. No quiero dejaros solos, pero ahora más que nunca tengo que corroborar la información que me ha dado Itachi.
El rostro extrañamente serio de Jiraiya hizo que asintieran sin tomarle el pelo. Ninguno de ellos iba a ponerse en peligro, ni por Itachi. Ni siquiera Sasuke. Jiraiya se fue al día siguiente, mirando atrás de vez en cuando como si no quisiera dejarlos solos con 2 criminales de rango S.
—¿Y qué hacéis todo el día solos? —les preguntó Kisame con curiosidad cuando Jiraiya desapareció.
—Entrenar.
—¿Y ya está?
—¿Qué más quieres que hagamos? ¿Una fiesta de pijamas? —se burló ella, rodando los ojos.
—¿No os da vergüenza que vuestra kunoichi tenga más cojones que vosotros 2 juntos? —preguntó Kisame a sus hermanos. Luego la miró a ella con una sonrisa llena de dientes—. La última vez que alguien me habló así perdió la cabeza.
—¿Se volvió loca? —preguntó ella con un atónito exagerado, llevándose la mano al pecho—. Eres increíble.
Kisame bufó una risa, al igual que Itachi, aunque más silenciosamente. Salieron de la tienda para empezar a entrenar. Seina creó sus típicos clones para aprender un nuevo ninjutsu lo más rápido posible, Sasuke siguió intentando modificar con el fuego el chidori y Naruto consiguió lanzar por fin el rasenshuriken sin hacerse daño.
—¡Lo he conseguido! —aulló Naruto, examinando su mano—. ¿Habéis visto?
—Sabía que podrías, Naru. Felicidades.
—Gracias, nee-chan.
—Hn.
Naruto rodó los ojos ante la respuesta de Sasuke y volvió a probar la técnica, para cerciorarse de que funcionaba a la perfección. Ella, mientras tanto… Había tomado la decisión de intentar darle ese cuerpo a Kurama. Todavía se preguntaba por qué había esperado tanto para conocerlo. Quizás era que, una pequeña parte de ella, tenía miedo de perderlo o de hacer algo mal, pero… Ella era la jinchuriki de Kurama. Estaban destinados a luchar juntos, y ella no era una cobarde.
Seina se sentó en pose de meditación en la hierba para iniciar su nueva etapa con Kurama. La idea era abrir el sello al 99% para poder dejar que Kurama saliera en su totalidad al exterior. Con la modificación de Jiraiya había podido usar el 70% del poder de Kurama, pero no podía darle forma. No hasta que todo, salvo una pequeña porción que quedara atrás con el sello, estuviera liberada.
—¿Preparado?
—No sabes cuánto.
Moldeó el chakra abriendo las compuertas prácticamente a tope por primera vez en la vida. Sintió como si algo se escapara de ella, una energía gigantesca salió de ella y, al hacerlo, la dejó algo vacía. De no ser porque notaba el chakra de Kurama conectado a su nuevo sello en la espalda y el hilo ínfimo que lo conectaba al sello de su estómago… Habría pensado que se había liberado por completo. Abrió los ojos con el corazón latiendo a mil por hora.
Miró para arriba, más arriba, más arriba… Hasta que vio los ojos de Kurama. Era tan grande que tuvo que tumbarse en la tierra para que no le doliera el cuello y, a la vez, poder mirarlo. Kurama debía medir algo menos de un tercio que Katsuyu. Más o menos, unos 120 o 130 metros de altura. Dio gracias por haber puesto esas barreras mágicas muy, muy lejos.
—Enana —dijo con voz grave, inclinándose un poco para mirarla.
—Con este tamaño debo parecerte un conejo.
—Más bien, un conejito muy, muy pequeño. Me gusta esa comparación.
Kurama bufó una risa que resonó por todo el claro. Escuchó como los demás habían dejado de entrenar, pero no se giró a mirarlos. Kurama le ofreció una mano así que saltó sobre ésta, dejando que la alzara hasta la altura de sus ojos. Su pelaje, rojizo oscuro, parecía sangre seca mientras que sus ojos refulgían totalmente rojos.
—Por fin nos vemos cara a cara en el mundo exterior.
—Te echaba de menos —sonrió ella, a pesar de que no tenía ningún tipo de sentido.
—Y yo a ti —contestó, observándola con expresión complacida—. Vamos. Tenemos mucho que hacer.
Chapter 110
Notes:
Advertencias: escenas sexuales, más o menos.
Chapter Text
Estuvieron entrenando todo el día. Los otros parecían haberse recuperado, a lo lejos, y continuaron entrenando por su cuenta. De vez en cuando notaba la mirada de Itachi y Kisame, pero era de esperar. Hasta hacía poco habían estado buscando a Kurama, y ahora lo tenían delante, pero muchísimo más peligroso que sellado dentro de ella.
Por su parte, Kurama quiso entrenar con las cadenas ya que, según él, eran la clave de todo. Así pues, invocó una cadena de adamantina y se la introdujo en la espalda. Quedaron conectados por los 2 sellos y por su única cadena.
—Intenta reducir mi tamaño —le pidió él.
Era algo bastante fácil de hacer con su magia, pero no sabía si tendría efecto alguno en Kurama. Para su sorpresa, de solo pensarlo, su magia se introdujo en Kurama y empezó a empequeñecer hasta que solo midió 2 metros. Decir que estaba encantado era quedarse corto. Presumió durante unos segundos diciéndole que sabía que iba a funcionar.
—Ahora quiero que me protejas del genjutsu, a ver si puedes. Que pruebe en mí un genjutsu el emo.
—Itachi se está recuperando.
—Me hace gracia que hayas pensado en Itachi, cuando yo estaba hablando del otro emo.
Kisame, y Naruto, empezó a partirse de risa al escucharlo, desde lo alto de una rama, al lado de Itachi.
—¡Hey! —gritó Sasuke, indignado.
Kurama corrió hacia ellos, con ella sentada entre sus hombros. Naruto y Sasuke lo miraron con algo de respeto sabiendo que, a pesar de su tamaño ahora diminuto, era el bijuu más poderoso en existencia.
—Vamos. Inténtalo.
Seina le envió su magia por la cadena, intentando traspasarle también sus barreras mentales. Escuchó un clic que hizo que pestañeara a la vez que Kurama alzaba la cabeza para mirarla a ella sobre su hombro.
—Está bien pero no me mates si lo consigo.
Sasuke intentó usar su nuevo sharingan para ponerlo bajo genjutsu, pero no funcionó. Itachi bajó del árbol, claramente interesado en intentarlo él también, pero Seina le fulminó con la mirada.
—¡Ni de coña! ¿Acaso no te dije que no usaras el mangekyo sharingan hasta que no hiciéramos el trasplante? —le regañó ella, desde la espalda de Kurama.
—… Hn —concedió Itachi, ignorando las carcajadas de mofa de Kisame—. ¿Cuándo podemos hacerlo?
—Este fin de semana, si os parece bien.
—Perfecto.
—¿Cuánto tiempo podéis mantener esta forma? —preguntó Kisame con interés.
—El tiempo que queramos. Mis reservas de chakra son prácticamente ilimitadas, después de todo —rodó los ojos Kurama sin casi mirarlo—. Y Seina, con sus ejercicios constantes de chakra y con mi ayuda, tiene también unas reservas colosales.
—¿A cuánta distancia podríamos separarnos? —preguntó ella.
—No creo que a mucha. Lo que puedas estirar tus cadenas. Quizás un par de kilómetros sin las cadenas. No lo sé. Nunca he llegado a este punto con nadie.
Seina bajó de su espalda para poder hablar con él cara a cara. Dejó a sus hermanos entrenando mientras ella hablaba con Kurama bajo una barrera mágica silenciadora y opaca. Kurama se estiró delante de ella, tumbándose y mirándola con esos ojos rojos preciosos.
—¿Qué te parece?
—Nunca había imaginado que volvería a poder moverme libremente.
—Pero no estás libre del todo —dijo ella, algo triste, aunque liberarlo supondría su muerte.
—No me importa estar atado a ti, Seina. Quizás al principio, pero desde hace muchos años que ya no. Te debo todo esto.
—Es lo que cualquier persona decente debería hacer, Kurama.
—Lo sé, conejita —la miró con expresión extrañamente cariñosa, para ser el rostro de una criatura no humana. Seina evitó sentirse exasperada ante el mote, después de todo, era culpa suya por haberle dado la idea.
—¿Te gustaría quedarte fuera siempre?
—Imagino que habrá momentos en los que preferiré estar dentro de ti. A pesar de ser mi cárcel he aprendido a amarla. Mientras pueda ir y venir no me importa.
—Entonces dejaré el sello abierto de este modo de ahora en adelante.
Kurama asintió. Seina se adelantó para darle un abrazo a su gran cabeza. Notó como Kurama apoyaba su cabeza sobre su hombro, abrazándola él también. Era como una pequeña estufa reconfortante. Quizás porque conocía muy bien su chakra después de tantos años juntos.
En cuanto cayó la tarde todos regresaron a la tienda de campaña mágica. Jiraiya seguía desaparecido, pero ahora estaba con ellos Kurama. Su mera presencia la alivió un poco del estrés que no sabía que tenía después de invitar adentro de su tienda a Itachi y Kisame. Kurama, algo más empequeñecido para poder caber por las puertas, la siguió a su cuarto después de cenar mientras Naruto y Sasuke se iban también a sus dormitorios y los otros dos se sentaban en el salón a hablar de lo que fuera que hablaran.
La cadena que la unía a Kurama, ahora invisible e intangible después de varias modificaciones con su magia, le servía para unirlos también mentalmente ahora que Kurama no estaba en su interior. Sus barreras de oclumancia, curiosamente, habían envuelto también a Kurama después de que, de alguna forma, las hubiera traspasado mediante su cadena. Sinceramente, no entendía del todo qué demonios estaban haciendo. Tendrían que investigar.
Kurama se tumbó en el suelo del baño japonés, preparado con desagüe para poder ducharse o lavarse antes de entrar en la gran bañera, y miró como preparaba la bañera para poder usarla.
—¿Cuándo fue la última vez que te bañaste en el mundo exterior?
—Ni lo recuerdo. Se me hace extraño verte hacer algo cotidiano y poder interactuar con todo —dijo él, usando su garra para levantar un bote de cristal lleno de champú y mirarlo con expresión algo sorprendida—. La última vez que estuve afuera no estaba precisamente en mis cabales para disfrutar de cualquier nimiedad.
—No me lo puedo ni imaginar… A pesar de todo lo que sufrí, nunca me encerraron en una especie de cárcel… virtual durante años. Como mucho me encerraron en el antiguo cuarto de mi primo unas cuantas semanas.
Al instante, vio como se le rizaron los labios de la rabia a Kurama al mencionar a sus antiguos y odiosos parientes. Él había visto todo lo que vivió desde su punto de vista así que lo sabía todo de los Dursley. A estas alturas de su vida, su nueva vida, los Dursley eran como un grano de arena en una playa. No tenían ningún tipo de importancia. Cuando pensaba en ellos, cuando se acordaba de ellos, sentía una indiferencia total. Había pasado página al completo. Quizás ayudaba el hecho de que sabía que George, Hermione y Ron le habían asegurado que los Dursley padecieran el resto de su vida humillaciones, plagas y demás sin matarlos. Al menos, sus tíos.
Kurama, quien lo había experimentado todo de golpe hacía unos años, todavía tenía ganas de destriparlos. No le extrañaba. Seguía siendo el bijuu más peligroso de todos y había experimentado su vida como si fuera la suya propia.
—De poder acceder a ellos… Siempre me quedaré con la espina de no poder matarlos.
—Lo sé. De cualquier modo —dijo ella, poniendo burbujas en el agua de la bañera y saliendo del baño para coger su ropa—, cuando acabe de bañarme tenemos que hablar de nuestro entrenamiento. Tenemos muchas cosas que hacer y relativamente poco tiempo.
—Tienes razón. Aprovecharía al máximo este periodo tuyo de “vacaciones” —rodó los ojos Kurama—, como dice el idiota de tu hermano, para entrenar al máximo. No creo que una vez que regresemos a la aldea pueda salir así como así sin causar el caos.
—Quizás podríamos ir acostumbrando a la gente con una forma tuya de tamaño pequeño.
—Mmm… Quizás. Báñate, y luego hablamos. Voy a explorar esta tienda tuya.
Seina entró en el baño con el pijama en mano. Había sido un día algo agotador, emocionalmente hablando. Todavía se estaba acostumbrando a la presencia de Itachi, y Kisame, en la tienda. Por no hablar del tema de los bijuus que la mantenía en vilo a ratos, preguntándose qué estarían tramando esos criminales. Porque era obvio que para algo querían tanto poder. La cuestión era, ¿para qué? Si tenía razón, y era algo que estaban planeando desde antes de la muerte de sus padres, quería decir que alguien estaba teniendo la paciencia suficiente para llevar a cabo un plan bien pensado. Y eso era algo muy preocupante considerando el status de su hermano, y suyo, de jinchurikis.
Al lado de Akatsuki, Danzo parecía una simple mosca. Incluso Orochimaru era más fácil de predecir que Akatsuki. Orochimaru le recordaba, irónicamente, a Voldemort. Bueno, más bien a Tom Riddle Jr antes de que perdiera la cordura al completo y se transformara para siempre en Voldemort. Siempre creyó que si Tom no hubiera estado tan loco, persiguiendo ese sueño inútil de la inmortalidad, habría conseguido hacerse fácilmente con el Reino Unido mágico. Había sido inteligente, poderoso y carismático, pero, para su desgracia, su arrogancia había eclipsado totalmente sus mejores cualidades. Para su propia fortuna, eso le había facilitado poder matarlo en relativamente poco tiempo porque Tom, con su arrogancia, era predecible.
Pero Akatuski… Eso era harina de otro costal. Se bañó pensando en ello, pero por más vueltas que le daba solo podía hacer conjeturas e hipótesis. Lo que sí concluyó con bastante seguridad era que, fuera lo que fuera, no iba a ser bueno para ella así que, por defecto, eso la convertía en enemiga de Akatsuki. Por suerte, el equipo 7 ya les había costado a Akatsuki 2 activos más. Sin Itachi ni Kisame ahora debían estar intentando reclutar a más criminales de rango S, cosa que no era fácil. Si Akatsuki cometiera el error de ir tras Itachi y Kisame sería una oportunidad perfecta para intentar eliminar a unos cuantos más integrantes. Después de todo, ahora Itachi y Kisame no estaban solos, sino que los acompañaban un sanin, un jonin y 2 chunin. Y lo mejor de todo es que, de momento, nadie sabía que estaban todos reunidos bajo el mismo techo.
Sintió la presencia de Kurama volver a la habitación. Pestañeó dándose cuenta de que llevaba un rato largo en la bañera mirando a un punto fijo de los azulejos de la pared, sumida en sus pensamientos. Salió con desgana, encontrándose muy a gusto entre las burbujas, y se enjuagó rápidamente. Salió en pijama, con una toalla en la cabeza, viendo como Kurama estaba tumbado a los pies de la cama como un perro. Tuvo que suprimir una risa al verlo.
—Tienes una carta —dijo casi maliciosamente Kurama.
El corazón le dio un vuelco al comprender lo que eso suponía. Casi se le sonrojaron las mejillas al recordar lo último que le había escrito a Kakashi. Cogió la carta con el pulso algo acelerado y se sentó en la silla de escritorio, tan mullida como su colchón.
—¿Vas a abrirla o qué? —rió de forma siniestra Kurama detrás de ella, observándola con ojos ávidos—. Quiero saber si tu amante es tan pervertido como quiere aparentar o solo es una fachada.
Seina abrió la carta, dándole la espalda a Kurama. Tuvo que morderse la mejilla en cuanto acabó de leer cada palabra escrita del puño de Kakashi. Siempre parecía tan sereno, a pesar de sus libros, pero sin duda alguna…
—…No sabía que te excitara pensar que otra persona pudiera verte. Veo que hay cosas que tengo que descubrir de ti, y eso me encanta. Aunque, ¿realmente es exhibicionismo si quien nos mira es otro yo? En cuanto leí lo que me escribiste imaginé otra situación. Una algo distinta.
Me imaginé llevándote a uno de esos hoteles lujosos de la aldea, cenando a la luz de las velas delante de todos para luego llevarte conmigo a nuestra habitación donde incluso los idiotas de tus admiradores “secretos”, esos a los que ni siquiera prestas atención, sabrían lo que haríamos. Solo podrían imaginárselo mientras se mueren de celos porque soy yo quien está dentro de ti. Quizás, si son lo suficientemente estúpidos, escucharían como gimes y gritas mi nombre mientras llevo a cabo una a una tus fantasías. Dejaría que disfrutaran de una última noche de vida porque de solo pensar que pudieran verte, o incluso escucharte, mientras te hago el amor hace que me hierva la sangre.
¿Sabes lo que soñé el otro día? Soñé que habías regresado, que por fin nos habíamos casado y que vivíamos juntos. Era mi cumpleaños y tu me habías preparado un pastel. Cuando llegué a casa solo llevabas puesto un devantal. Solo eso. Parecías una diosa con tu cabello dorado rozando tu pálida piel desnuda cubierta por un mísero devantal negro. Te cogí entre mis brazos sin pensármelo dos veces, devorando tu boca. Tú saltaste sobre mis caderas, quitándome la ropa con tus manos y tu magia. Yo te arranqué el devantal del cuello dejando al descubierto tu pecho. Todavía recuerdo como gemías mi nombre mientras te lamía los pezones.
Dejaste el pastel en la mesa y yo me puse detrás de ti, pegando mi torso a tu espalda y entrando tan dentro de ti que te doblaste sobre la mesa, aferrándote a ella. Era tan real, Seina. Sentí como me envolvías, como gemías en cada embestida, como perdiste la fuerza después de un rato y yo te sostenía por las caderas mientras mordía tu cuello. Cuando acabé en ti miré como salía mi semen, deslizándose por tus muslos, y cuando te miré a ti vi que estabas intentando no reírte después de haberte apoyado en el pastel sin querer.
Seina continuó leyendo, con la boca seca, como describía cómo le lamía los pechos llenos de pastel milímetro a milímetro mientras volvía a follársela sentados en una silla, ella a horcajadas sobre sus caderas. Tuvo que releer, por motivos académicos, la carta un par de veces. Escuchó un bufido de risa de Kurama cuando por fin se levantó del escritorio.
—No ha decepcionado, ¿verdad?
—…No —reconoció ella. Luego sonrió, evitando reír—. Parecía menos deprimido.
Kurama volvió a bufar otra risa, cerrando los ojos y yéndose a dormir. Seina también se acostó. Había sido una carta erótica, pero su deseo no había sido que Kakashi escribiera algo así para masturbarse sino, como le había dicho a Kurama, para distraerlo de su depresión. Se durmió con una sonrisa en los labios dándose cuenta de que Kakashi estaría bien. Solo tenía que estar ahí apoyándolo, incluso aunque estuvieran a tantos kilómetros de distancia.
Se despertó con la cabeza de Kurama encima de sus pies, durmiendo él también a su lado como si fuera un perro gigante que le hacía compañía. Bostezó mientras se cambiaba el pijama para ponerse su uniforme habitual, aunque agrandado con hechizos porque se le estaba quedando pequeño. Kurama se removió sobre la cama, teniéndola para él solo, gozando poder estirarse entre las sábanas.
—En algún momento tendré que comprarme ropa nueva —dijo en voz alta, notando como también tenía que agrandar bastante su ropa interior y la cota de malla metálica.
—No me extraña. ¿Cuándo fue la última vez que compraste ropa en lugar de conjurarla o hechizarla?
—Ni lo recuerdo, la verdad.
Frunció el ceño mientras pensaba en ello. Salió de su cuarto después de lavarse la cara y hacer sus otras necesidades. Salió por la puerta al mismo tiempo que Itachi salía de su habitación. Por suerte, había 10 habitaciones en la tienda ya que estaba pensada para albergar a 2 escuadrones completos junto con 2 habitaciones más, por si acaso. Ahora mismo estaban ocupando 6 habitaciones, cada una con su baño privado.
—Seina.
—Itachi —sonrió ella en su dirección, caminando a su lado.
Itachi miró a Kurama, más empequeñecido aun, en lo alto de su hombro. No se imaginaba qué estaba pensando al ver sus ojos rojos contemplándolo silenciosamente, pero no dijo nada de su presencia. Con el tamaño de un gato, Kurama era fácilmente manejable. No podía parar de acariciar su pelaje suave y esponjoso con devoción. Él se dejaba, mascullando en voz baja algo inteligible, pero ambos sabían que le encantaba. Después de todo, había sido él quien se subió a sus brazos.
Naruto, al verlos llegar con Kurama en brazos, pestañeó para luego mirar al infinito con rostro pensativo. No tuvo que leerle la mente para saber qué estaba pensando. En comparación con ella, Naruto tenía una relación más… tenue con su Kurama-yang. Quería cambiar y, de hecho, lo estaban consiguiendo, pero tardaría meses en conseguir una transformación parcial si su Kurama no lo ayudaba. Por no hablar de cuánto tiempo tardarían en llegar al punto en el que estaba ella, cargando con Kurama en brazos como si fuera su mascota en lugar del bijuu más poderoso del mundo.
—¿Dónde está el pervertido? —preguntó ella, viendo que Jiraiya no estaba por ningún lado, y eso que era el más madrugador. A veces.
—Se ha ido de nuevo. Al parecer ha recibido un mensaje o algo parecido.
Se encogieron de hombros. Desayunaron todos juntos, con Kurama sentado en su regazo mientras miraba su comida con interés. No necesitaba comer ya que no era un verdadero zorro. Su padre lo había creado sin esa necesidad. Ni siquiera tenía genitales con los que orinar. Era verdaderamente una construcción de chakra. Aun así, le dio a lamer con su dedo varias cosas para que las probara ante la incrédula mirada de Kisame y Naruto.
—¿Qué? —les preguntó en un siseo Kurama. Desapareció a dentro de su cuerpo después de mascullar insultos, aburrido de ser el centro de atención.
—Nada, nada…
Entonces apareció el pervertido de improvisto, por la puerta de entrada, con expresión seria.
—¿Qué sucede?
—Ya saben que habéis huido.
—¿¡Qué!? —exclamó Naruto—. ¿Cómo lo han sabido tan rápido?
—Al parecer estaban vigilando de cerca a Itachi. Incluso aquí me han llegado rumores de su supuesta huida.
El susodicho no dijo nada. Ya no llevaban las túnicas de Akatsuki, ni sus bandas ninjas ahora que lo pensaba. Solo iban vestidos con pantalones y camisas negras, junto a sus armas.
—Era de esperar. Tobi sabía que yo le he estado observando a él también.
—Seguro que ha sido ese idiota —gruñó Kisame—. Ahora mismo Kakuzu se estará frotando las manos de solo pensar en hacerse con nuestras cabezas.
Itachi no parecía muy alarmado por las noticias. Seguramente ya se había imaginado lo que iba a pasar si aceptaba huir de Akatsuki para volver con su hermano, y con ellos, los jinchurikis de Kurama. Kisame parecía más irritado que asustado. Más bien, no parecía nada asustado.
—¿Y qué hacemos? —preguntó ella sabiendo que ahora estarían buscando activamente a Itachi y a Kisame.
—Tenemos que encontrar un sitio seguro donde podamos reagruparnos.
Seina pestañeó. Ella conocía un sitio seguro. Uzushiogakure. Estaba bajo el fidelus así que sabía que, aunque les dijera el secreto a los dos ex Akatsukis, no podrían venderla en un futuro. Aun así, tendría que hacerle un traslador nuevo a Jiraiya para que pudiera ir y venir. Así podría hacer su trabajo en el país del Fuego y también entrenarlos de forma segura en Uzushiogakure.
—Tengo una idea —dijo finalmente.
Todos se giraron a mirarla. Les explicó todo lo que había pensado. Kisame e Itachi intercambiaron miradas. Estaba claro que habían pensado que acabarían enfrentándose a los otros ninjas. Jiraiya, mientras tanto, parecía asombrado y bastante impresionado. Sasuke y Naruto, en cambio, parecían poco sorprendidos.
—Huh. Es una buenísima idea, de hecho. Así tendríais una base donde asentaros los siguientes años sin tener que arrastraros de aldea en aldea y yo podría despreocuparme de vosotros mientras trabajo aquí.
—Tendrías que comprar tú la comida y traerla contigo —le dijo Sasuke—. Allí no hay precisamente un mercado donde podamos comprar nada.
—Lo sé, pero eso es lo de menos.
Estuvieron retocando el plan unas horas. Todos aceptaron que lo mejor era irse y protegerse bajo las barreras mágicas que tenía puestas en Uzushiogakure. A Jiraiya le hizo un par de trasladores: uno para ir al país de los Remolinos y otro para volver al país del Fuego, a unas coordenadas que él le dio. Guardaron todo, sin dejar rastro de su presencia durante los últimos días.
—Ah, por cierto. Uzushiogakure se encuentra en el País de los Remolinos.
Alzó los brazos y dejó que cada uno de ellos le cogieran del brazo antes de moldear el chakra y teletransportarlos a todos con el hiraishin. Cuando llegaron a la piedra con el sello que había dejado expresamente para eso, Jiraiya, Itachi y Kisame se quedaron mirando a la aldea medio reconstruida en la que habían estado trabajando el equipo 7 durante varias semanas.
Kurama habló mientras holgazaneaba en su interior.
—Así que este es el hogar de tus ancestros. Me gusta.
—Solo vi Uzushiogakure una vez —admitió Jiraiya mientras admiraba el paisaje. El cielo azul, el sol en todo lo alto, la brisa oceánica, el sonido del agua correr por todos lados…—, pero es increíble.
Seina asintió. Tendría que adentrarse en el bosque para poner unas cuantas barreras al escondrijo de fuinjutsu que estaba segura que era una cámara llena de los secretos del clan. Lo último que quería era que toquetearan por allí por error y se activaran las defensas, destruyéndolo todo.
Pusieron la tienda allí mismo, considerando que estaban solos en toda la isla.
—¿Qué os parece si hacemos ese trasplante ahora? —preguntó ella, haciendo que Itachi y Sasuke se giraran a mirarla con interés—. No es como si tuviéramos mucho que hacer.
—Por mí bien.
—¿Cuánto tiempo tardaremos en recuperarnos? —preguntó Itachi, con algo de más cabeza que su hermano.
—Unos 2 o 3 días. Os recomendaría pasaros el primer día descansando, en una habitación con baja iluminación, pero no tendréis recuperación como tal. Simplemente será necesario que se reconecten los nervios ópticos sin problemas.
—Está bien.
—Genial. Pues voy a prepararlo todo.
Se metió dentro de la tienda y desapareció hasta el escondite. Tardó poco tiempo en alzar unas cuantas barreras mágicas y regresar sin que nadie se diera cuenta. Preparó la enfermería con el material necesario y comprobó que las runas de esterilidad estuvieran activas. Lo limpió todo igualmente con su magia. Dio un toque mental a Sasuke para que vinieran a verla.
Aparecieron por la puerta unos minutos después. Sasuke parecía visiblemente más nervioso que Itachi, o tal vez le conocía más. Se tumbaron en sus respectivas camas. Les lanzó unos cuantos hechizos para desinfectarlos y esterilizar sus ropas y luego corrió la cortina entre ambos para darle privacidad a Sasuke. Lo dejó inconsciente con su magia y procedió a sacarle los ojos con mucho cuidado. Quién se hubiera imaginado en su vida anterior que ella, Harriet Potter, estaba haciendo este tipo de operación y con éxito. Dejó los ojos en su contenedor previamente preparado, con la etiqueta ya puesta para no confundirse.
Hizo luego lo mismo con Itachi. A penas tardó algo más de media hora gracias a su magia y su iryo ninjutsu avanzado. Le puso los ojos de Itachi a Sasuke, usando las gafas de rayos X mágicas para comprobar que lo estaba haciendo a la perfección. Tardó un tiempo en conectarle todos los tejidos y nervios y repararle la herida que había hecho al quitarles sus ojos. Por fortuna, el cuerpo de Sasuke pareció aceptar los ojos de Itachi sin problema alguno. ¿Quizás por eso decía la tabla de piedra que debían ser ojos de familiares muy cercanos? Repitió el proceso con Itachi.
Pudo notar la presencia de vez en cuando de Naruto, y Kisame, acercarse con curiosidad a la enfermería, pero no la molestaron. Cuando acabó, desvaneciendo la sangre y los materiales conjurados, le abrió un párpado a Sasuke para adentrarse en su mente. Encontró lo que buscaba rápidamente ya que lo había examinado meses antes. Vio como la conexión de los nuevos ojos al cerebro era perfecta y como, curiosamente, parecía haber desaparecido esa maldición inactiva ligada al sharingan de Sasuke. Fue muy concienzuda, analizando todo su cerebro y sus ojos con su magia por si se estaba escondiendo de ella, pero no notó nada. Tampoco encontró nada en Itachi. Así que dio la operación por finalizada, después de vendarles los ojos y dejarlos descansar durante unas horas.
En cuanto Sasuke pudiera usar sus nuevos ojos, Seina sabía que empezaría una nueva etapa de su entrenamiento nunca antes vista.
Chapter 111
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Tardaron unos días en recuperarse. Ella los iba examinando de vez en cuando, pero vio como todo estaba yendo a la perfección. El colirio les estaba ayudando a calmar las nuevas conexiones a la vez que garantizaba una mejora de su visión. Sobre todo, en los nuevos ojos de Sasuke, que eran de Itachi y venían con ciertos problemas. Nada que no pudiera corregir en unos días con magia e iryo ninjutsu.
—¿Cuándo podré usar mis nuevos ojos? —preguntó por enésima vez Sasuke.
—Itachi, por favor, calla a tu hermano, ¿quieres?
El mencionado bufó una risa casi silenciosa, dándole la espalda.
—¿No decías que él también es tu hermano?
—Sé que si te digo que puedes usarlos te pasarás 3 pueblos —le dijo ella a Sasuke, cruzándose de brazos e ignorando ella ahora a Itachi—. ¿O me vas a hacer caso?
—¡Te lo prometo!
—¡Argh! ¡Está bien! Úsalos, pero no te pases o después no me vengas llorando.
—Te debo una, Seina —sonrió Sasuke como un niño pequeño. Le dio un beso en la mejilla y se fue corriendo a entrenar.
Itachi lo siguió más despacio, ahogando un suspiro. Cualquiera pensaría que tenía 40 años, no 20 recién cumplidos. Durante los últimos días Seina había comprobado lo… calmado que podía llegar a ser Itachi. Era como si nada pudiera con él. Solo pestañeó cuando la vio conjurar cosas de la nada, ni siquiera le preguntó cómo lo hacía ni alzó una ceja. Se dedicaba a estudiarla en silencio, pero muy detenidamente. Estaba totalmente convencida de que él solito podía deducir muchas cosas solo con ver sus habilidades, o lo poco que había visto. Incluso cuando se enteró de que ahora su cabeza tenía un gran precio también en Akatsuki solo pestañeó, y siguió respirando tranquilamente como si nada.
Le recordaba a Kakashi, pero incluso Kakashi, con todo su trauma, era capaz de demostrar muchísima más madurez emocional y vulnerabilidad que Itachi. Podría decir, en resumen, que Itachi Uchiha era un cubito de hielo. El cubito de hielo más frígido que hubiera conocido jamás, y eso que conocía a Shino. Estaba en otro nivel, como el iceberg que hundió al Titanic. Lo más triste de todo era que sabía por qué era así. Se imaginaba cómo debería ser Itachi, después de todo lo que le pasó y lo que hizo, y sabía que, si volverse de hielo era necesario, lo hubiera hecho para protegerse a sí misma.
Ahora que estaba aquí, no obstante, podrían empezar a cuidar de él. Tal y como habían hecho con Sasuke. Recordó al Sasuke de la academia y lo comparó con el Sasuke que le había sonreído y dado un beso en la mejilla con la excitación de un crío. No tenía ni punto de comparación. Aunque costara, Itachi también merecía la pena ser salvado, y ellos estarían ahí para él.
Salió fuera de la tienda para seguir su propio entrenamiento con las cadenas de adamantina. Kurama, a su lado en su tamaño de metro y medio, miró a los Uchiha, sentado en un tronco, con ojos penetrantes. Sabía que una parte de él estaba resentida porque Madara pudiera haberlo convertido en una marioneta con solo mirarlo. Era por eso que no quería que, a pesar de no decirlo en voz alta, le quitara la cadena adamantina mágica que tenía en su espalda intangible e invisible. Con ella sabía que era inmune al genjutsu, como Seina, así que respiraba más tranquilo en compañía de Sasuke, pero, sobre todo, de Itachi.
Las 7 cadenas de adamantina eran difíciles de controlar. Más de una vez Kurama tuvo que esquivarlas cuando ella perdió el control. Naruto, a lo lejos, estaba aprendiendo más ninjutsus. Lo cierto era que habían entendido que no podían aprenderlo todo, ni siquiera en 3 años. Naruto había admitido derrota con el genjutsu. Podía usar unos cuantos y quitarse de encima la mayoría de genjutsus, pero no era su habilidad más fuerte, ni lo sería nunca. Era por eso que le había pedido que le diera un pendiente como el de Sasuke para ser inmune al genjutsu y así olvidarse de seguir entrenando y perdiendo el tiempo con ello.
—Voy a centrarme en el ninjutsu, fuinjutsu y taijutsu —les dijo hacía 2 días—. Esos son mis puntos fuertes. También voy a seguir entrenando kenjutsu, pero no espero convertirme en un maestro espadachín en menos de 3 años.
—Eres bastante bueno —reconoció Sasuke, quien sí aspiraba a ser maestro de kenjutsu—. Con lo que sabes es más que suficiente para defenderte. ¿Y tú Seina?
—Lo cierto es que estoy contenta con mi taijutsu así que voy a dedicarme a pulirlo, pero no creo que aprenda nuevos katas como hace Lee o Guy. También quiero seguir entrenando en kenjutsu y, por descontado, en ninjutsu.
—¿Y en genjutsu?
—Concuerdo con Naruto en decir que no es una prioridad mía ahora mismo. Puede ser que siga creando de vez en cuando algún genjutsu, pero en realidad puedo hacer lo mismo con mis poderes sin partirme tanto la cabeza. Además, tú eres el experto en genjutsu del equipo. Igual que Naruto es el experto en taijutsu y yo la experta en iryo ninjutsu. Todo lo demás, es un plus.
Miró en dirección al este, donde se habían ido a entrenar Kisame e Itachi, como cada día. Era obvio que, tarde o temprano, Sasuke iba a empezar a entrenar genjutsu con su hermano, un prodigio en ese campo. Eso quería decir que el equipo se estaba especializando, dentro de lo que cabía, teniendo en cuenta que el equipo 7 era el más todoterreno de su promoción ninja.
—¿Qué te parece un combate? —preguntó Sasuke—. Con Aoba, Gamakichi y Kurama.
Seina miró de reojo a Kurama, viendo cómo se levantaba excitado.
—Pero, ¿todos contra todos o contra alguna de mis criaturas invocadas?
—Será mejor que empecemos por lo segundo, por si acaso…
Invocó de nuevo a varias criaturas. Esta vez, en lugar de 3 invocó a 9. Estaban entrenando lejos de la aldea, en una zona sin bosque bastante plana cerca de la playa así que podían permitírselo sin hacer daño a nadie ni destruir nada.
—Kuchiyose no jutsu.
Naruto y Sasuke invocaron a sus animales mientras ella agrandaba a Kurama a petición suya. Se subió en lo alto de él, esperando el momento para atacar con su equipo. Dejó que sus criaturas tuvieran cierto albedrío, pero con la intención de matarlos como única premisa inquebrantable. Eso sería suficiente para que los atacaran una vez tras otra hasta que estuvieran definitivamente destruidos.
Estuvieron luchando durante casi 2 horas, una vez que les puso unas runas para que se repararan después de que Kurama los destruyera a todos con una mini bijuudama sin que los demás pudieran mover un dedo tan siquiera. Así fue como los encontró Itachi, Kisame y el recién aparecido Jiraiya. Seina, totalmente sudada, vio como alzaba una ceja con expresión de póker al ver a Kurama de 3 metros a su lado.
—¿Algo que quieras decirme?
—Hemos estado practicando.
—Has-… ¿Sabes qué? Me da igual. Has modificado de nuevo el sello, ¿verdad?
—Así es.
—¿Desde cuándo puede Kurama salir a fuera?
—Hace unos días.
—…—Jiraiya suspiró, exhausto—. Bueno, al menos has avanzado con tu entrenamiento. Voy a tener que hablar con Naruto para ver cómo va él.
—¿Cuándo te vas otra vez?
—Tengo unos días antes de tener que volver al continente así que me quedaré por aquí un tiempo.
—Por nosotros no te molestes, viejo —le dijo Kisame, saltando de una rama de un gran árbol—. No vamos a hacerle daño a tus mocosos.
—¿Por qué me iba a poder fiar de ti? ¿Acaso no eres un exiliado de Kiri que mató a su propio equipo?
Los ojos de Kisame se entrecerraron con malicia al escuchar la ironía en las preguntas punzantes de Jiraiya. Itachi le puso una mano en el brazo, y Kisame se incorporó de su pose instintiva que había estado adquiriendo para atacarlo.
—Yo era un ninja leal a mi aldea. Seguí las órdenes que se me impusieron cuando nadie tuvo los cojones de hacerlo —siseó Kisame, mirando con rabia a Jiraiya—, y cuando intenté liberar a mi país tuve que huir, exiliado, pero eso no te interesa saberlo, ¿verdad?
Se dio la vuelta y se fue en dirección a la playa. Itachi lo miró irse, pero no intentó seguirlo. No vio en su expresión ni pizca de preocupación, a pesar de que decía que era su amigo y que Kisame parecía estar realmente enfadado por las acusaciones de Jiraiya. El pervertido, en cambio, parecía haber perdido las ganas de pelear y solo había suspirado un tanto culpable después de escuchar al ninja de Kiri. Seina no sabía mucho de Kisame, pero estaba claro que no parecía haber mentido cuando dijo que había sido leal y que tuvo que huir. ¿A qué se refería?
Kurama saltó, desapareciendo en la nada y reapareciendo en su interior.
—¿Vas a ir tras él?
—¿Por qué lo dices?
—Porque sé que te pica la curiosidad. Quieres averiguar la verdad, ¿no es así? Si Itachi lo considera su amigo, por algo será.
—…Desearía que no tuvieras razón.
—Entonces, ¿a qué esperas?
Se levantó del suelo, sacudiéndose la hierba. Jiraiya estaba hablando con Naruto y Sasuke con Itachi así que se fue tras Kisame lo más discretamente posible, aunque sabían que todos la habían visto irse. Lo encontró sentado en la arena, con su enorme espada tirada a su lado envuelta en vendas. Se sentó a su lado, dejando una distancia prudencial, mientras observaba el océano sin fin. Era una de las cosas más relajantes que había visto en ambas vidas.
—¿Vas a decir lo que quieres decir algún día de estos o vamos a estar callados durante horas? —preguntó algo mordaz Kisame, incapaz de seguir sentado en silencio.
—No me has dado ni tempo —rodó ella los ojos—. ¿Por qué te uniste a Akatsuki?
—¿No me vas a preguntar por lo que he dicho?
—Podría, pero no sé si me contarías algo. Además, ahora tengo curiosidad por saber por qué, alguien que fue fiel a su aldea, se uniría a un grupo terrorista como Akatsuki.
Kisame giró vagamente la cabeza para mirarla extrañado, aunque algo divertido. Como si no supiera qué pensar. Estuvo unos largos minutos pensando para sus adentros en silencio hasta que, al final, pareció decidir hablar de ello.
—¿Sabes cuál era mi trabajo en Kirigakure? —preguntó Kisame finalmente. Curiosamente más calmado que desde que se sentó a su lado. Ella negó con la cabeza—. Formaba parte del escuadrón de criptoanálisis y cifrado de Kiri. El líder del departamento era otro de mis hermanos espadachines, Fubuki. Era una persona temible y sin escrúpulos.
Kisame bufó una risa irónica, amarga, mientras ahondaba en sus memorias. Seina solo lo escuchó en silencio, sabiendo que necesitaba desahogarse y explicarle algunas cosas para que todo tuviera sentido.
—Más de una vez me ordenó matar a nuestros camaradas con tal de que la información que sabían no pudiera ser robada. Yo, como el ninja leal que era, obedecía sus órdenes. Hasta que un día… nos encontramos con un equipo de Konoha liderado por Ibiki Morino. Seguro que sabes quién es —Seina asintió, escuchando atentamente su historia—. Como de costumbre, maté a mis camaradas y protegí nuestra información confidencial, pero no sirvió de nada.
—¿Por qué no?
—Porque mientras Fubuki me ordenaba que matara a mis compañeros, él se enriquecía a costa de vender información a los demás países a nuestras espaldas —siseó Kisame, chirriando los dientes de la rabia—. Obviamente, lo maté en cuanto lo supe, pero el mal ya estaba hecho. La información perdida y mis compañeros muertos debido a mi fe ciega. Por si fuera poco, en esa época también sucedió la purga de Yagura así que, por otro lado, intentamos derrocarlo con unos cuantos ninjas rebeldes, leales a Kiri. No sirvió de nada.
Seina, con la mente a mil por hora, se dio cuenta del mojón de mierda en el cual había caído Kisame. Engañado por su superior, a quien admiraba como un hermano, exiliado de su país por tener la valentía de luchar contra una especie de ninja nazi y, para colmo, culpable de tener las manos manchadas de sangre de sus compañeros debido a las órdenes de dicho superior. Sin embargo, seguía sin entender por qué se unió a Akatsuki.
—Pero… ¿Por qué Akatsuki?
—¿Tú qué crees?
—¿Para qué te voy a preguntar si lo supiera? —le miró con una ceja alzada. Kisame bufó una risa—. Lo único que sé, después de todo lo que me has contado, es que te fallaron. En lugar de premiarte por tu lealtad te dejaron de lado. Fubuki era una horrible persona, y un hipócrita. Te usó en lugar de hacer él el trabajo sucio, pero, ¿sabes lo que eso significa? Que era un cobarde, un traidor y escoria humana. Obviamente, no sé por lo que pasaste, pero me hago una idea… Yo nunca habría tenido el valor de matar a mis compañeros.
—¿Me estás diciendo que su muerte fue culpa mía por no haberme negado a matarlos?
—No. Te estoy diciendo que Fubuki, quien supuestamente era más competente que tú para liderar el escuadrón, debería haber pensado en un plan factible en lugar de usarte como una herramienta para matar a gente simplemente porque él era tan imbécil y perezoso como para pensar en un plan B donde no murieran sus hombres. Puede ser que tu hayas matado a esa gente, pero no creo que lo hicieras queriendo, ¿no? —Kisame no contestó, pero parecía estar pensando profundamente con el ceño fruncido—. La culpa de su muerte no está en tus manos, sino en las de Fubuki.
—Podría haberme negado.
—¿Y qué te habría pasado de decirle “no” a tu superior?
—…Me habrían matado o encarcelado.
—Efectivamente. Lo que es lo mismo que decir que no tenías otra opción, y lo sabías. En cuanto a la purga de Yagura… No sé si lo sabes, pero yo hice los exámenes de jonin en Kiri.
—…Algo he escuchado.
—Allí me enteré algo muy interesante sobre Yagura.
Kisame se giró a mirarla, alzando una ceja.
—Al parecer, durante años estuvo bajo un genjutsu muy poderoso hasta que murió. Sinceramente, no creo que fuera él quien planeara lo de la purga. ¿Quién fue? Ni idea, pero tu Mizukage fue una víctima más de todo eso que os pasó.
—¿Lo dices en serio? Pensaba que era mentira —preguntó él, frunciendo de nuevo el ceño con rostro extremadamente severo. La miró fijamente—. ¿Cómo lo sabes?
—Lo oí de los mismos labios de Ao, el tipo que va con la nueva Mizukage. Hablaba con ella sobre contárselo a Tsunade-sama.
Kisame miró al océano con expresión en blanco. Parecía no haber sabido de nada de eso. Seina se levantó, dejando que lo pensara él solo, y preguntándose a qué se había referido con lo de que “pensaba que era mentira”. Había aprendido muchas cosas de él, pero entendía que no podía resolverse todo en una sola charla con una desconocida. Antes de que pudiera alejarse demasiado de la playa, Kisame la llamó.
—Enana… Gracias.
Esa noche Kisame no regresó a la tienda, pero apareció por la mañana en el claro que usaban para entrenar. Parecía pensativo mientras ellos entrenaban con la ayuda de Jiraiya, quien les preparó una carrera de obstáculos estilo ninja que tuvieron que superar con los pies y las manos atadas.
—¡Esto es lo que haría Guy-sensei!
—Guy siempre me ha caído bien —musitó Jiraiya, sonriendo maliciosamente mientras los veía saltar y esquivar kunais.
Sasuke lo fulminó con su sharigan, pero Jiraiya no pareció asustado. Seina, quien podía usar las cadenas desde varias extremidades, se encontró hasta disfrutando del reto ya que podía defenderse por delante y por detrás y usar las cadenas como una pértiga para moverse.
—¡Eso no es justo! —aulló Naruto, haciendo un puchero.
—Te dije que si querías podía enseñarte a usar las cadenas, pero me dijiste que no.
—¿En serio te negaste, cabeza de chorlito? Seina, enséñale al idiota de tu hermano a usar al menos una cadena, ¿quieres?
Naruto gimió al darse cuenta de que eso supondría más ejercicios de chakra para él. Pasaron los últimos días antes del cumpleaños de Sasuke entrenando.
Cuando llegó el día de su cumpleaños lo celebraron entre todos. Era sumamente extraño pensar que hacía un año estaban cenando con sus amigos y ahora estaban comiendo en Uzushiogakure con Jiraiya, Itachi y Kisame. Se acordó irremediablemente de Kakashi, quien llevaba semanas sin responder a una carta desde la última vez. Tuvo que reunir todo su autocontrol para no sonrojarse al recordar las palabras de Kakashi. Era una carta erótica en toda regla. Le había escrito 2 páginas enteras hablando de sus fantasías, de lo que quería hacerle, y le había prometido no distanciarse tanto.
—Te lo prometo. Mañana mismo iré a ver a Guy. No hay nadie más persistente que él así que seguro que no dejará que me hunda en la miseria sin haberme retado 50 veces a algo.
Sonrió al notar como, incluso cuando él era el que estaba peor de los dos, intentaba reconfortarla con una medio broma. Sabía que lo decía en serio, y sabía por qué había elegido a Guy. De todos sus amigos, Guy notaría que le sucedía algo y se negaría a dejarlo solo. Era la persona más persistente y tozuda que conocía de la edad de Kakashi. Su perseverancia le serviría de gran ayuda. Respiraba más tranquila de solo pensarlo.
—¿Qué te ha parecido tu nueva ropa? —le preguntó a Sasuke, viendo como inspeccionaba sus nuevos pantalones piratas negros, las sandalias negras nuevas algo distintas a las sandalias ninja habituales y la camisa de cuello holgado de color negro.
—Me gusta. Necesitaba nueva ropa así que me habéis ahorrado dinero y tiempo.
Le habían regalado entre todos una nueva equipación ninja tanto de verano como de invierno, con todo tipo de prendas y zapatos. La mayoría eran prendas de color negro o gris muy oscuro debido a que era el color que siempre favorecía Sasuke. Además, le había puesto runas y hechizos en cada prenda. Itachi, además, le había regalado unos protectores metálicos para los brazos con el símbolo del clan Uchiha sobre el metal negro.
—No eres el único. Seina ha tenido que agrandarme la ropa, pero aun así…
—¿Queréis que os compremos también ropa para vuestro cumpleaños? —preguntó Jiraiya—. Podríamos renovaros también el armario.
—Por mí bien —se encogió de hombros—. Podemos decirte las tallas y ya os apañaréis vosotros con la ropa. Aunque también necesito ropa interior.
—Tranquila. No hace falta que me digas tu talla —sonrió pervertidamente Jiraiya—. Una 100C, ¿no?
Seina sintió como le palpitaba la vena de la frente al darse cuenta de que o bien la había estado espiando o bien le había mirado el pecho lo suficiente como para darse cuenta de su verdadera talla, teniendo en cuenta de que siempre llevaba sujetador ninja y una cota de malla metálica, lo que enmascaraba su talla real.
—¿Y tú como sabes eso, Jiraiya? —sonrió ella dulcemente, preguntándole con voz sedosa. Jiraiya palideció al ver su expresión fría—. No me habrás estado espiando, ¿verdad?
—¡Claro que no! ¡Pero es imposible no fijarse! —alzó las manos en señal de paz—. Nunca tendrás la delantera de Tsunade, pero es increíble cuánto has crecido.
Sasuke y Naruto lo miraron con expresiones irritadas mientras Kisame intentaba no reírse. Itachi, al contrario, parecía estar mirando fijamente a Jiraiya como quien ve una cucaracha voladora gigante salir de detrás del cubo de la basura. Predecible, pero igualmente nauseabundo. Seina ya no le estaba escuchando. Reaccionó instintivamente. En un segundo le dolió la cabeza de la ira y en el otro Jiraiya salió volando, impactando contra unos cuantos árboles y rompiéndose unos cuantos huesos debido a su golpe cargado de chakra que no pudo esquivar.
Escucharon el gemido dolido de Jiraiya, enterrado bajo algunos árboles.
—En eso sí que se parece a Tsunade… —gimoteó para sí mismo Jiraiya, quejicoso—. ¡Ow! ¡Me has roto 3 costillas!
—Cállate o te romperé otra cosa —siseó ella.
Observó de reojo como Kisame sonreía de oreja a oreja. No sabía cuál era su problema con Jiraiya, pero cualquier cosa que fuera en su contra lo mantenía contento durante horas. Nadie parecía dispuesto a ir a recogerlo así que salió él solo con la ayuda de sus invocaciones.
—¿Otra vez estás discutiendo con Tsunade-chan? —preguntó con un suspiro un sapo, totalmente exasperado—. Te dije que no la hicieras enfadar.
—No ha sido Tsunade… Ha sido su aprendiz.
—¿Oh? ¿Tsunade-chan tiene una nueva aprendiz?
—Sácame de aquí y te la presentaré —le dijo dolido Jiraiya.
Unos minutos después Jiraiya se arrastró hasta ella a gatas. Seina lo miró por encima del hombro, preguntándose si curarlo o no. El sapo que lo acompañaba, de aspecto anciano, bufó una risa al verlo.
—Justo como Tsunade-chan.
Al final decidió curarlo con una advertencia final.
—Como te pille espiándome alguna vez… haré que todos los pechos que veas de ahí en adelante te parezcan penes.
—¿¡Qué!? ¡No puedes hacer eso! —le dijo casi suplicante. Alzó una ceja, mínimamente curioso por la respuesta—… ¿Puedes hacer eso?
—¿Quieres que te lo demuestre?
—¡NO! ¡No, no! No hace falta. Te creo.
Sasuke y Naruto aguantaron una risa al ver su rostro horrorizado, pero Kisame aulló sin poder contenerse. Itachi, sin embargo, parecía más interesado por cómo pensaba hacerlo. Alzó una ceja en su dirección, pero solo sonrió enigmáticamente. Desde que había reentrenado su magia era incapaz de explicar cómo hacía algunas cosas de forma técnica. Simplemente, las hacía. A veces recordaba el hechizo irremediablemente, pero no lo usaba para llevar a cabo lo que ella quería.
Después de eso Jiraiya se comportó como una persona decente de nuevo. No es que tuviera otra alternativa considerando lo que iba a hacerle sino. A veces era genial ser ninja, además de bruja.
Chapter Text
Cuando llegó octubre Jiraiya se centró en enseñarle a Naruto a usar el chakra de Kurama tal y como ella lo hacía. Estaba claro que necesitaba más ayuda ya que cuando se despistaba o perdía un poco el control de su chakra la transformación parcial se descontrolaba y acababa transformado en una bestia salvaje. Lo mismo que le sucedió a Gaara hacía ya tanto tiempo, o lo mismo que sucedió la primera vez que Naruto intentó este entrenamiento.
Como tenía mucho tiempo libre, considerando que Jiraiya estaba centrado en su hermano, Sasuke y ella se dedicaban a entrenar bajo la atenta mirada de Itachi y Kisame, a quien Jiraiya había empezado a aceptar. Hasta que sucedió algo inesperado.
—He visto que tienes un wakizashi —le comentó Kisame, sentado encima de un muro de piedra medio derruido—. ¿Sabes usarlo?
—Siempre podría mejorar —le dijo, mirándolo de arriba abajo y luego posando su mirada en la espada de su espalda.
Kisame saltó a su lado, pero no sacó su espada. La observó con expresión divertida y una sonrisa peligrosa.
—Quizás más adelante te deje jugar con Samehada. Ven, demuéstrame de lo que eres capaz. Tú, mocoso, déjame tu ninjato.
—¡Hey! ¿¡A quién estás llamando mocoso, tiburón de secano!? —gritó Naruto, frunciendo el ceño.
Seina suprimió una carcajada que Jiraiya no pudo evitar. Asintió en dirección a su hermano para que le entregara su arma. Kisame era uno de los Espadachines de la Niebla así que, si estaba dispuesto a luchar contra ella, no iba a rechazarlo a pesar de ser un criminal. Aun así, eso no quitaba que estuviera nerviosa de batirse en duelo con el usuario más experto de kenjutsu contra el que había combatido hasta la fecha.
—Vamos.
Seina se abalanzó sobre él, prestándole toda su atención. Se dio cuenta al instante de lo dispar que era combatir contra él. Aun así, no se rindió. Estuvo horas esquivando puñaladas, fintando, agachándose, rodando, blandiendo el wakizashi sobre el ninjato prestado de Kisame. Notó el sudor perlar su frente y su nuca ante el sol abrasador del país de los Remolinos, mucho más al sur que el propio país del Fuego. Obviamente, no fue suficiente.
—No ha estado mal —le apremió, lanzándole el ninjato a Naruto sin tan siquiera haber sudado—. Eres mejor que mucha gente que conozco.
—Algún día te ganaré —respiró desde la hierba. Escuchó la risa estridente de Kisame.
—Quizás. ¿No me digas que ya estás cansada? —preguntó burlonamente, mirándola desde arriba.
—Que te den.
—Levántate, rubia. Me servirás de pasatiempo —le dijo—. Otro combate. Tú y yo. Sin kenjutsu, y sin el Kyubi.
—Está bien.
Se levantó de la hierba mucho más serena. Se lanzó contra él, peleando con taijutsu y usando jutsus de tierra para tener ventaja contra los jutsus de agua de Kisame. Vio la gran sonrisa del ninja cuando intentó ahogarla con lo que parecía ser un enorme océano de agua. Realmente era un verdadero monstruo. Aun así, Seina le sonrió ladinamente. No iba a ganarla con el agua. Estuvieron peleando a solas durante horas. Seina usó sus poderes para compensar la resistencia que tenía Kisame de forma natural. Pronto empezó a evadir sus hechizos y maldiciones, al ver cómo explotaba el árbol donde había estado posado, en lugar de solo atacarla. Ni siquiera intentó usar sus cadenas ni su forma parcialmente transformada.
Vio de reojo como Sasuke e Itachi miraban la pelea con el sharingan activado, a pesar de que no podían copiar un solo hechizo. Desapareció usando por primera vez su brazalete, para el atónito de Kisame y los ojos inquietos de Itachi. Le atacó por detrás, consiguiendo lanzarlo contra la barrera de tierra de antes. Kisame se giró al aire, usando la pared de tierra para impulsarse hacia su dirección a pesar de no poder verla. Ella usó el hiraishin para desaparecer y reaparecer en el sello que le había puesto en la ropa discretamente. Cogiéndole el cuello con un kunai en la mano contraria. Kisame paró en seco al notarlo.
La mano de Kisame le tocó una pierna, alrededor de su torso, invisible. Comprobando que realmente estaba allí. No podía verla, pero notaba el filo del arma en su cuello y su peso en su espalda.
—¿Cómo demonios has hecho eso? —preguntó, mirando por encima de su hombro a pesar de no poder mirarla a los ojos. Ella volvió a aparecer y Kisame la miró estupefacto—. ¿Qué jutsu es ese?
Le quitó el kunai del cuello, saltando al suelo. Kisame se giró a mirarla con el rostro en blanco. Luego, lentamente, comenzó a sonreír y acabó riendo como un loco. Seina lo miró con una ceja alzada. Verdaderamente, los ninjas no estaban bien de la cabeza, y eso que lo decía una bruja. Pareció debatirse unos segundos en silencio hasta que finalmente asintió para sí mismo.
—Lo he decidido. Vas a ser mi aprendiz.
—¿¡QUÉ!? —gritó Jiraiya—. ¡Un momento! ¡Búscate tus propios alumnos, tiburón de secano!
—A callar, viejo pervertido —le dijo Kisame, sin tan siquiera mirarle—. He encontrado alguien digno de convertirse en mi sucesor. ¿Acaso no sabes lo que podría hacer con su invisibilidad y sus poderes siendo la mejor espadachina del País del Fuego?
Jiraiya refunfuñó, como llevaba haciendo desde que empezó a tolerar a Kisame entre ellos, pero todos sabían que lo hacía por costumbre más que por verdadero odio. Estaba claro que Itachi era totalmente inocente y que no pensaba hacerles daño y Kisame, a pesar de ser un criminal, no tenía ningún tipo de enemistad contra ellos, salvo quizás Jiraiya por tocarle las narices de tanto en tanto, y era fiel a Itachi.
—¿No debería aceptar Seina? —preguntó Itachi desde donde estaba sentado con Sasuke.
—Por mí bien —se encogió de hombros—. Me gusta aprender cosas nuevas.
—Entonces está todo dicho —sonrió Kisame peligrosamente—. Jejeje.
—Pero, ¿no eras ya aprendiz de la vieja Tsunade? —le preguntó Naruto, comiendo su bento—, y también de ero-senin.
—¡Ja! ¡Chúpate eso, Itachi! —se burló Kisame al oírlo—. Mi aprendiz es aprendiz de 2 sanin, un Hokage y uno de los Espadachines de la Niebla.
Itachi rodó los ojos, pareciéndose indiscutiblemente a su hermano en ese preciso instante, siendo literalmente incapaz de resistirse. Le giró la cara, haciendo ver que no le estaba escuchando. Kisame, no obstante, parecía saber que solo estaba fingiendo porque continuó sonriendo en su dirección.
—Y la hija del Cuarto —rodó los ojos Sasuke, como de costumbre—. ¿Quieres un premio?
Jiraiya le dio una colleja en la cabeza al escuchar cómo había revelado su identidad. Kisame se volvió a mirarla al instante, con una ceja alzada. Seina sabía de los agravios que tenían ambas aldeas, pero no iba a rechazar su ayuda por lo que hubiera pasado en el pasado cuando ella ni existía en este mundo.
—Ahora voy entendiendo más cosas. Aun así, eso no cambia nada.
Así fue como Kisame casi la arrastró lejos de los otros y empezó a enseñarle la durísima rutina de entrenamiento que los espadachines de Kiri seguían para ser los mejores del mundo. Estuvo horas haciendo sentadillas, arrastrando rocas gigantes, nadando contra las fuertes corrientes naturales de la aldea, usando palos de madera para practicar contra Kisame mientras esquivaba kunais de sus clones, etc, etc. Todas las mañanas era más de lo mismo. Dejó de practicar taijutsu con Sasuke y Naruto para pasar a practicar contra Kisame, quien tenía un estilo completamente distinto y bastante más brutal. Uno que siempre acababa con varios huesos rotos que tenía que curarse a sí misma.
Kisame, a su vez, le hizo enseñarle todos los jutsus de agua que sabía, quedando bastante impresionado.
—No debería extrañarme. Después de todo, tu jonin sensei era Kakashi, ¿no es así? Su fama le precede.
Aun así, Kisame sabía algún que otro jutsu de agua que Kakashi no sabía que acabó por enseñarle. La mayoría de ellos relacionados con tiburones.
—Ten —dijo una tarde, después de arrastrarla a la playa—. Te hará falta esto.
—¿Qué es esto? —preguntó ella con su nuevo cansancio habitual, pero bastante curiosa.
Abrió el pergamino de tamaño medio y pestañeó sorprendida. Era un pergamino de invocación de tiburones.
—Todos los jutsus de agua que puedo enseñarte dependen de varios factores: 1) que tengas grandes reservas de chakra, 2) que puedas invocar a tiburones y 3) que puedas respirar bajo el agua. ¿Puedes respirar bajo el agua con tus poderes?
—Sí.
—Tal y como pensaba. Firma eso y te enseñaré unas cuantas cosas —sonrió con todos los dientes el loco de Kisame.
Seina aceptó firmar el contrato. Después de todo, nunca estaba de más unas segundas invocaciones. Invocó al jefe de los tiburones y casi se meó encima cuando vio que era más grande que un puñetero avión intercontinental. Por no hablar de los cientos de dientes enormes, del tamaño de su cuerpo, que tenía.
—He notado la sangre de alguien nuevo —dijo el tiburón nada más aparecer—. Nunca imaginé que darías mi contrato a otra persona.
—Ella es Seina. Mi aprendiz.
—Acércate niña. Déjame percibir tu chakra.
Seina le puso la mano en algún punto cualquiera del morro, moldeando su chakra con el de Kurama. En cuanto la invocación lo notó empezó a reír profundamente, abriendo el ojo para mirarla a la cara.
—Eres la jinchuriki del Zorro de Nueve Colas. Será interesante trabajar contigo. Ven. Demos un paseo.
Seina respiró con sus branquias recién estrenadas y se cogió a la aleta dorsal del tiburón. Se movió en el agua como un rayo. No sabía dónde demonios estaban yendo, pero cada vez veía menos a medida que se sumergían. Kisame se quedó atrás mientras ella se adentraba en las profundidades del océano sin explorar con el tiburón más grande del mundo. No quería admitirlo, pero tenía bastante respeto a lo que fuera que hubiera ahí debajo. Tuvo que usar su magia para ver en la oscuridad, y para soportar la presión del agua, y casi deseó no haberlo hecho cuando, de improvisto, vio un calamar gigante a pocos metros. Su enorme ojo los miró un segundo antes de perderse de vista y Seina intentaba calmar su corazón desbocado.
—¿Por qué te ha aceptado Kisame? —dijo el tiburón mientras nadaba, ahora más despacio.
—Quizás porque nadie lo ha tratado como una persona real con sentimientos en mucho tiempo. Siempre lo han usado. Incluso cuando se fue de la aldea y se unió a Akatsuki por voluntad propia seguía siendo una marioneta de otra persona. Puede ser un criminal y puede que haya matado a gente inocente, pero él también es una víctima y merece más de lo que su propio país le dio.
—… Eres muy sabia para ser tan joven. Ahora entiendo mejor la decisión de Kisame.
—Entonces, ¿aceptarás trabajar conmigo? —preguntó, escuchando sus propias palabras distorsionadas por el agua.
—Si el demonio más poderoso del mundo te ha aceptado, ¿quién soy yo para rechazar a la aprendiz de un buen amigo?
—¿Cómo sabes que Kurama me ha aceptado? —preguntó con curiosidad.
El tiburón rio con voz grave. —¿No lo notas en su chakra? Quizás es porque estás acostumbrada a él.
—¿Notar el qué?
—Me mandó una advertencia cuando moldeaste tu chakra con el suyo. No hace falta que se preocupe, no pretendía hacerte daño —vio el ojo del tiburón mirar hacia arriba, hacia ella—. Aunque me parece curioso lo posesivo que lo he percibido. Si te hiciera el menor daño, él me mataría.
—Hn —suponía que para un jinchuriki decente que tenía Kurama era de esperar que intentara que no la palmara. Eso y porque eran amigos.
—¿Nada que decir?
—Sobre eso, no sé qué quieres que te diga. Sobre Kisame… Cuidaré de él —dijo Seina, viendo que esa era la máxima preocupación del tiburón. Le dio unas palmaditas en la espalda.
Después de eso Sameten’no, que era como se llamaba el jefe de los tiburones, le dio una vuelta por los arrecifes y más zonas interesantes y exóticas alrededor del país de los Remolinos. Las grandes corrientes no eran nada para el tiburón, que las surfeó como si fueran un pequeño bache. Un rato más tarde volvió a la superficie a petición suya cuando notó a través de su vínculo el nerviosismo y enfado de Naruto al descubrir que había desaparecido. Sasuke parecía más bien exasperado.
—Agárrate.
El tiburón se puso en vertical y empezó a nadar con todas sus fuerzas. Seina sonrió al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Saltó por la superficie y volaron en el aire debido a la fuerza de impulso. Chocaron de nuevo con el agua, mojando a todos en la playa para la estupefacción de todos salvo de Kisame, quien reía como un puñetero psicópata. Nadó lo más cerca de la playa sin quedarse atascado. Seina nadó sola lo que restaba de playa, que era un trozo largo, observando por última vez en un tiempo a Sameten’no.
—Hasta pronto.
—Adiós, Seina. Cuida de Kisame.
El tiburón desapareció. Nadó a la superficie donde la esperaban todos los demás.
—¿Tiburones? —preguntó Jiraiya a Kisame.
—Si va a ser mi aprendiz, tiene que aprender lo que yo aprendí.
—No creo que nadie en Konoha tenga una invocación de este tipo.
—Siempre hay una primera vez.
Kurama saltó de su sello. Le pidió que lo agrandara, pero Seina tenía un experimento en mente.
—Prueba a usar nuestra conexión mediante la cadena de adamantina y magia para agrandarte tú mismo.
—¿Crees que podría? —pestañeó Kurama—. Tal vez tienes razón.
En cuanto Kurama se agrandó él solo Seina tuvo que reprimir una sonrisa arrogante al verse adelantado a él. Kurama rodó los ojos en su dirección, escuchando sus pensamientos, pero luego pareció vibrar excitado. Lo había estado pensando hacía días cuando se dio cuenta de que la conexión entre ambos no era direccional sino bidireccional, siempre que ella lo permitiera.
—¿Sabes lo que esto significa? Puedo usar tus reservas mágicas para hacer magia yo mismo.
—Tendrás que tener cuidado con eso. Si me gastas las reservas nos matarás.
—Lo tendré en cuenta. Tendremos que entrenar más.
Era tarde así que se fueron a cenar. Después de pasar bastante rato en el agua salada y de haber entrenado durante toda la mañana lo único que quería era bañarse de verdad. Kurama dormitó mientras se bañaba y se relajaba, complemente limpia.
—Estás apunto de dormirte ahí dentro. Vas a ahogarte.
Seina bostezó. Se puso el pijama, evitando caerse del sueño, y se tumbó en la cama. Kurama, ahora más pequeño a voluntad propia, se tumbó a su lado. Notó sus 9 colas arremolinarse entorno a sus piernas como una manta tupida. Lo último que percibió antes de dormirse profundamente fue como Kurama se estiraba, ronroneando al otro lado de su espalda, actuando como más como una mascota que como un demonio sin escrúpulos.
Se despertó horas más tarde, pestañeando al ver que tenía el rostro enterrado en lo que parecía ser una de las patas de Kurama. Estaba tan a gusto que no tenía ganas de levantarse, a pesar de que era su cumpleaños. 14 años… No podía creerlo. Kurama se desperezó. Evitó reírse al darse cuenta de que estaba echándola de la cama con sus patas.
—Tal y como dirían los otros humanos… Felicidades.
—Gracias Kurama.
Kurama la observó coger sus cosas para irse a duchar. Cuando salió del baño, había desaparecido en su interior de nuevo.
—¡Felicidades, nee-chan! —sonrió Naruto cuando salió por la puerta.
—Felicidades, Naru.
Sasuke, quien ya estaba en la cocina hablando con Itachi curiosamente sobre cocinar, se giró con una pequeña sonrisa.
—Felicidades.
—Gracias, Sasuke.
Recibieron una ronda de felicidades de los otros hombres. Se sentía extrañamente extraña al escuchar a Itachi o Kisame desearle un buen aniversario, pero lo dejó pasar.
—No creas que te vas a escapar de entrenar hoy solo porque sea tu cumpleaños —le dijo Kisame. Ella gimió de cansancio—. El camino al éxito es cuesta arriba.
—Por favor, deja de decir tonterías tan temprano.
Seina esquivó un cuchillo de cocina que le lanzó Kisame, sentándose al lado de Sasuke. Miró pestañeando el plato de comida delante de sí.
—¿Quién ha cocinado hoy?
—Yo.
Naruto y ella intercambiaron miradas. Era la primera vez que Itachi cocinaba. Vio el rostro algo verde de su hermano mientras Sasuke, a su lado, empezaba a sacudirse de la risa al percibir sus pensamientos.
—¿Qué sucede? —preguntó Itachi, sentándose delante de Sasuke en la mesa, al lado de Naruto.
—No cocinarás como Sasuke, ¿no? —preguntó temeroso Naruto.
—¿Cómo Sasuke? —pestañeó Itachi—. Me ha dicho que cocina bien. Incluso os ha hecho un pastel.
Seina suprimió una arcada al imaginárselo. Naruto, pálido como la nieve, dejó el palillo en la mesa para cogerse el estómago revuelto. Kisame e Itachi los miraron con sendas cejas alzadas, claramente preguntándose qué demonios estaba pasando.
—Sasuke es el peor cocinero que he conocido —respondió ella, dándole una colleja al susodicho por haber mentido—. Solo he probado un bocado de algo que hizo y eso fue suficiente.
Itachi miró a su hermano mientras Kisame empezaba a sonreír de oreja a oreja.
—¿Es cierto? —le preguntó, aunque vio como Sasuke parecía estar partiéndose de la risa silenciosamente—. Hn. Tendré que enseñarte a cocinar algo decente, al menos.
—¡Buena idea! ¿Por qué no entrenáis en la cocina? —sonrió Seina maliciosamente.
Sasuke la miró con ojos cargados de traición. ¿No era él el que pensaba darles de comer un pastel hecho por él mismo? Se estremeció de solo pensarlo.
—¿Por eso no cocinas nunca, Sasuke? —preguntó Jiraiya, entrando de nuevo en la tienda—. Ya decía yo que era extraño verte en la cocina.
—Joder, y yo que había puesto unos caramelos de Naruto dentro del pastel —suspiró Sasuke con una sonrisita—. Quería ver qué pasaría.
—¿En serio?
Naruto empezó a reír al imaginarse a Itachi o Kisame convertidos en canarios enormes. Seina tuvo que suprimir una risa detrás de una mano que no engañó a nadie mientras Jiraiya, Itachi y Kisame parecían nuevamente extrañados. Sasuke movió una mano, quitándole hierro al asunto.
Les dieron allí mismo sus regalos. Como habían esperado, era prácticamente todo ropa ninja. Nuevos sujetadores ninja, nueva cota de malla, bragas, camisetas de manga corta en negro, gris, azul marino y blanco, pantalones cortos negros y blancos, pantalones piratas negros, sudaderas de verano en gris oscuro, sudaderas de invierno en negro, etc, etc. Se notaba que todos habían puesto dinero para comprarles tanta ropa de calidad. Incluso le habían comprado calzado nuevo. Botas y sandalias.
—Yo tengo algo más que darte —dijo Kisame de improvisto—. Ten.
Le lanzó otro pergamino. Vio que contenía algo gracias al sello así que puso un poco de chakra para sacar lo que contuviera. Pestañeó un par de veces, impresionada y algo sorprendida.
—¿Esta no es la espada de Zabuza?
—Era. La enterraron con él, pero en el lore de los espadachines siempre se dice que es mejor entregar nuestras armas a nuestros sucesores o aprendices —explicó Kisame—. Ahora Kubikiribocho es tuya.
Salieron a fuera para que le explicara los secretos de la espada. Según Kisame, Kubikiribocho tenía poderes especiales como Samehada. Su mayor poder era la regeneración. Podía partirse en pedazos, pero siempre que usara la empuñadura para matar a alguien la espada se repararía sola usando el hierro de la sangre de sus víctimas. Además, estaba hecha de un material chakra conductivo así que podía usarla con rayo, viento o cualquier otra naturaleza suya. Cosa que no podía hacer con el wakizashi o su ninjato anbu ya que eran de un material inferior debido al elevado coste del metal chakra conductivo. Por eso solo había 7 espadas en Kiri de esa envergadura fabricadas del mismo material.
Con esta espada, Konoha había adquirido ya 2 espadas de Kiri. Kubikiribocho y Kiba, las dos espadas gemelas que ella misma robó de las manos de Raiga, y que le dio a su maestra.
—Bueno, basta de charlas. Quiero ver cómo te manejas con tu espada nueva.
Estuvieron combatiendo solo con kenjutsu. Él con Samehada y ella con Kubikiribocho. Decir que era muy diferente a un wakizashi sería quedarse corto. La espada era muchísimo más grande y, por lo tanto, más pesada, pero pudo aligerarla con su magia fácilmente, para la poca sorpresa de Kisame. Probó también en usarla para conducir su magia, pero no era tan efectiva como con el chakra así que se limitó a usar jutsus de raiton contra Kisame, su punto débil. Horas más tarde, Kisame la dejó descansar en la hierba mientras él vendaba de nuevo a su espada.
—Te has adaptado bien a ella, tal y como esperaba. Veo que ha sido una buena idea darte esa espada. Nadie podría usarla durante tanto rato sin tus poderes de lo pesada que es.
No le extrañaba. La espada, clavada en vertical en el suelo, era más alta que ella por una cabeza, y eso que Seina rozaba el metro setenta. Usó su magia para pesar la espada, quedando en shock al descubrir que pesaba 40 kg. Era mucho metal. Y, aun así, no era comparable con la reina de las espadas, Samehada. Empezaba a comprender por qué llamaban a Kisame monstruo.
Esa noche le envió una carta a Kakashi, explicándole un poco todo lo que había sucedido en la última semana. No esperaba que le enviara una respuesta al instante ya que seguramente estaba en una misión, pero sabía que estaría pensando en ella, y eso era suficiente por el momento.
Notes:
Bueno, chicos y chicas, ha llegado la temporada de las vacaciones y con ello... mi mes de descanso. No regresaré hasta el día 13 de septiembre así que muy a mi pesar este será el último capítulo hasta dentro de unas semanas. Quizás os dejaré una sorpresa estos últimos días antes de irme. ;)
Espero que tengáis un buen verano. ¡Hasta la próxima!
Chapter Text
Octubre pasó sin más. Llegó noviembre y luego diciembre. Una mañana se despertó con una gran sonrisa al darse cuenta de que por fin había llenado el sello de su frente. Se miró en el espejo, observando el pequeño rombo de color lavanda, demostrando que había alcanzado finalmente a su maestra como nadie nunca antes lo había hecho. Ni siquiera Shizune. Los demás la felicitaron por lograr su objetivo, pero eso fue todo.
Estuvieron apartados del mundo en Uzushiogakure sin pisar el país del Fuego en semanas. No es que tuviera el mono de volver con todo lo que estaba entrenando o todo lo que faltaba por reconstruir de la capital del país de los Remolinos, pero era interesante echar la vista atrás y acordarse de esos casi 10 meses de vida donde Jiraiya los tuvo yendo de arriba abajo. En realidad, no sabía si prefería lo que tenían ahora o lo de antes.
Kisame siguió entrenándola sin bajar el ritmo, con los ejercicios más duros que sabía. Jiraiya, por otro lado, siguió practicando con ella fuinjutsu y le enseñó unos cuantos ninjutsus que ni Kakashi había copiado con su sharingan. Por otro lado, Itachi la bombardeó a preguntas cuando Sasuke usó el genjutsu que ella había creado hacía meses, dándose cuenta de que la base teórica parecía ser distinta a la que él sabía, y usaba.
Le estuvo explicando durante horas todo lo que había estudiado sobre el cerebro humano, las áreas del cerebro y su teoría sobre que el genjutsu era, en realidad, una manipulación mental. Itachi, mudo, la escuchó con mucha atención e incluso leyó las copias que le hizo de sus apuntes. Cada tarde, Itachi la buscaba para hablar del genjutsu y de la fisiología del cerebro, entre otras muchas cuestiones que le llamaron la atención, relacionadas con ese tema. Tratándose de un médico y un experto en genjutsu, las conversaciones siempre eran de lo más sorprendentes.
—¿Crees que el genjutsu, entonces, podría cambiar la fisiología cerebral de las personas después de su uso?
—¿Cambiar la fisiología? ¿Cómo cambiar la personalidad de una persona? —preguntó ella a modo de aclaración. Itachi asintió—. No veo por qué no sería posible. Después de todo, sigue siendo una manipulación mental y cómo somos está relacionado con nuestro cerebro.
Estuvieron hablando de esos temas filosóficos e interesantes durante semanas. Itachi, aunque seguía siendo un cubito de hielo, era indudablemente un genio. Cuando se unió a ellos se mostraba distante. Ni siquiera entrenaba con su propio hermano, a pesar de que a Sasuke le hubiera ido genial ese entrenamiento. Ahora sí que practicaba con él y le había enseñado muchas cosas del mangekyo sharingan eterno que ambos poseían. Sasuke aprendía lentamente esas técnicas ya que requerían un gran control de chakra y mucho chakra, pero era obvio que acabaría aprendiéndolas en pocos meses.
Asimismo, Itachi no interaccionaba mucho con Naruto, quizás porque era la persona con la que menos contacto había tenido mediante a las cartas o, tal vez, porque no sabía qué decirle. Fuera como fuera, era cordial con él, pero no se interesaba por buscarlo y entablar una amistad. Aun así, a Naruto no le molestó demasiado sabiendo cómo era Itachi. Seina, por otro lado, estaba empezando a pensar en Itachi como un mejor amigo, puede que un hermano también, aunque seguía sin contarle la verdad de su pasado. Se fiaba, pero no era tonta.
Un día de enero, Itachi se le acercó con una petición de entrenamiento. Seina, estupefacta, lo miró con sorpresa unos segundos antes de decir que sí. No iba a decir que no a un prodigio ninja dispuesto a entrenar con ella. Estuvieron entrenando duramente lo que parecieron ser horas. No desactivó el magekyou sharingan en toda la pelea a pesar de que no podía usar genjutsu contra ella debido a sus barreras mentales. Eso no quitaba que Itachi era igualmente muy poderoso sin su genjutsu. Sabía todo tipo de ninjutsus, era experto en taijutsu, kenjutsu y shurikenjutsu. Sinceramente, era una bestia, pero su mayor debilidad era su resistencia.
Seina intentó usar genjutsu contra Itachi solo una vez antes de darse cuenta de que era imposible usar ilusiones contra él con o sin el sharingan activado. Era demasiado experto en genjutsu como para no darse cuenta desde el principio de lo que estaba haciendo. Antes incluso de que pudiera atraparlo en una ilusión ya se había deshecho de ella. Era la primera vez que le sucedía, y era la dosis de humildad que necesitaba. Por mucho que ella pudiera hacer locuras con el genjutsu, había gente que no caería jamás en sus trucos. Era bueno saberlo. El sharingan estaba a otro nivel en lo que el genjutsu respecta, y más cuando era el sharingan de un genio como Itachi.
La única opción que le quedaba a ella para ganar a Itachi era alargar la pelea para que se cansara. La única opción que tenía Itachi para ganarla a ella era ser más listo que ella y pillarla desprevenida. Ambos lo sabían. Se miraron fijamente, cayendo a ambos lados del claro para darse un respiro. Vio el sudor perlado en la frente de Itachi con algo de regocijo. Se estuvieron mirando unos segundos. No tuvo que leerle la mente para saber lo que estaba pensando porque ella también lo estaba pensando. ¿Seguían peleando en serio, aumentando el poder de sus ataques? ¿O lo dejaban en un empate técnico?
Por el bien de ambos, y de los demás, decidió dejarlo correr. Aunque primero le gastaría una pequeña broma. Seina le lanzó a Itachi el hechizo de cambio de color. Era invisible, e indetectable, así que no se dio cuenta cuando su cabello pasó de negro a ese naranja butanero que le había gustado tanto a Naruto. Kisame y sus hermanos, al verlo, se empezaron a reír desde lo alto de las ramas donde estaban observando su combate de entrenamiento.
Itachi se distrajo un solo segundo, mirándolos de reojo, y ella aprovechó el momento para usar el hiraishin sobre la sudadera negra de Itachi que había marcado previamente, apareciendo en su espalda. Aun así, Itachi fue capaz de repelerla con un kunai. Seina se desapareció para evitar que la apuñalara.
—¿Qué? —dijo Itachi al ver su cabello debido a su giro rápido de cabeza—… Seina.
Al ver la indignación en su habitual rostro de póker no pudo contener la risa. Su sharingan parecía incluso menos intimidante, o tal vez es que no podía tomarlo en serio viendo un tic en su ceja y su expresión levemente horrorizada. Era la primera vez que veía a Itachi tan fuera de sí y, siendo honestos, le encantaba. No podía creer que le hubiera pedido explicaciones en lugar de mirar su cabello con el rostro en blanco y haber musitado “Hn”. Le había tocado la fibra sensible a Itachi Uchiha, sin saberlo.
—Quítamelo.
—¿Cómo se dice?
Los ojos rojos de Itachi brillaron con malicia, cambiando de nuevo a su forma evolucionada, pero Seina no le tenía miedo. Para empezar, sabía que no le haría daño y, en segundo lugar, era inmune al genjutsu. Itachi, al verlo, se encogió evitando un claro suspiro. ¿Acaso no se acordaba ya de su empate minutos antes?
—Seina —volvió a decir, casi en tono de súplica.
—¡Vale, vale!
—Ugh. No aguantas una sola broma —replicó Naruto al lado de Kisame.
—Es el ego de los Uchiha.
Naruto y Kisame saltaron del árbol, esquivando la mediana bola de fuego que les envió Itachi como reprimenda.
—Quédate quieto, quieres —le dijo ella, rodando los ojos. Usó su magia para desactivar el hechizo.
Entonces, sucedió algo inesperado. Su cabello naranja se desvaneció, apareciendo su color azabache habitual. Lo extraño fue como Itachi se quedó parado, como de piedra, más tenso que una tabla de planchar. Su sharingan desapareció, dejándole ver un par de ojos negros abiertos de par en par que pestañearon una vez lentamente. Seina, y los demás, lo observaron con algo de preocupación al ver su comportamiento… extraño.
De golpe, a Itachi le rodaron los ojos en las cuencas y cayó al suelo a peso muerto mientras empezaba a convulsionar. Horrorizada llegó a su lado en una milésima de segundo, alejándolo de las piedras del suelo.
—¿¡Qué le pasa!? —preguntó Sasuke mientras aguantaba su cabeza para que no se la golpeara.
Los demás le cogieron las extremidades suavemente antes de que ella los reprendiera para que le soltaran las piernas y brazos, y mientras leía rápidamente el hechizo diagnóstico que le había lanzado, pero por más que leyó no encontró nada.
—¡No le pasa nada!
—¿¡Cómo no le va a pasar nada!? ¡Está convulsionando!
—¿Qué era ese jutsu que le has lanzado? —preguntó con rostro severo Kisame, convirtiéndose en la voz de la razón.
—Solo era un jutsu para deshacer mi otro jutsu, el que le ha cambiado el color del cabello.
—¿Solo servía para deshacer tu otro jutsu específicamente?
—No… —dijo ella—. Ese jutsu deshace todo lo que uno lleve “puesto”, por así decirlo.
Intercambiaron unas miradas entre todos al darse cuenta de que, tal vez, su jutsu había desactivado en Itachi algo más que su hechizo de coloración. Entre todos llevaron a Itachi a la enfermería de la tienda, evitando unas más su magia por si acaso. Cuando lo bajaron a una de las camas de la enfermería Itachi seguía convulsionando, pero más despacio. Le envió otro hechizo diagnóstico, pero no hubo cambios en su estado. Estaba bien físicamente.
—¿Y bien?
—Nada. Está bien físicamente —reiteró en voz alta—, pero no sé qué le pasa. Hasta que no despierte no sabremos qué ha pasado.
—¿Y mentalmente? —preguntó Naruto. Todos se giraron a mirarlo—. Seina ha dicho “físicamente”, pero, ¿y si lo que le pasa es algo mental?
Justo en ese momento Itachi paró de convulsionar, pero se quedó inconsciente. Ella no osó despertarlo con su magia por miedo a lo que pudiera suceder. Estaba claro que su hechizo había deshecho algo en Itachi. ¿El qué? No tenía ni idea. A juzgar por la reacción tan violenta debía ser algo que hubiera sucedido hacía meses, sino años. Tal vez Naruto no estuviera equivocado cuando decía que podría ser algo mental. De ser así, solo se le ocurrían un par de cosas: fuinjutsu o genjutsu.
Su hechizo diagnóstico, como era un hechizo mágico, no tenía en cuenta las ilusiones de los ninjas sino sus afecciones físicas o de naturaleza mágica debido a que había sido pensado para eso. Los magos no tenían genjutsu así que, ¿cómo iban a hacer un hechizo diagnóstico de algo que no existía en el mundo mágico? Era una flagrante debilidad que tendría que eliminar modificando la intención de su magia. Con razón había creído que no le pasaba nada. Físicamente estaba bien, tal y como le decía su magia.
—Voy a probar algo —dijo finalmente, después de pensarlo a fondo.
Haría exactamente lo mismo que había hecho para ayudar a Kakashi contra el tsukiyomi de Itachi. Usaría su magia para desintegrar cualquier chakra ajeno en su sistema nervioso central que no fuera el suyo propio. Eso debería ayudar a Itachi a despertar y a reparar su mente de cualquier intrusión.
Sasuke y Naruto, conectados a ella, sabían lo que pensaba hacer. La dejaron estar mientras le ponía las manos en la cabeza bajo la atenta mirada de todos ellos. Tardó muy poco en toparse con un chakra desconocido. Tenía un parecido a Itachi, pero no era suyo.
—¿Lo reconocéis? —preguntó mentalmente a sus hermanos, y a Kurama.
—No.
—Se parece al chakra de los otros emos Uchiha —contestó Kurama—. Pude percibir unos cuantos Uchiha durante el ataque a Konoha, pero no lo reconozco.
Seina, con la mente a mil por hora, se dio cuenta de que era muy posible que Kurama tuviera razón. Los Uchiha eran prácticamente todos expertos en genjutsu e Itachi había vivido durante 13 años en el complejo Uchiha. Todos habían tenido acceso a él cuando estaba más relajado y confiado en las tierras de su clan. Que fuera atacado por un miembro de los Uchiha no era del todo descabellado, después de todo.
Tardó un rato en eliminar el chakra ajeno, viendo como inconscientemente el chakra de Itachi luchaba por ocupar su lugar y librarse de la… ¿posesión? No sabía exactamente qué le habían hecho, pero era sin duda el genjutsu más intrusivo e indetectable que había visto. Incluso ella, que podía percibir todo tipo de genjutsu y era inmune, había pasado por alto que Itachi pudiera estar bajo el influjo de una ilusión.
—Ya está.
—¿Ya está? ¿Cuándo despertará? —preguntó Sasuke con algo de impaciencia.
—Necesita descansar su mente, pero pronto. Quizás unas horas.
—¿Qué ha pasado? —preguntó finalmente Kisame, quien no estaba enterado de nada de lo que acababa de descubrir.
—Itachi estaba bajo un genjutsu muy poderoso.
—¿Itachi? ¿Bajo un genjutsu? —reiteró bastante sorprendido—. Imposible.
—Creo que fue alguien del clan Uchiha. Kurama dice que el chakra que hemos encontrado es parecido a los del clan —contestó ella, mirando a Sasuke de reojo.
Sasuke, por su parte, estaba mirando fijamente la pared blanca sin pestañear, para la preocupación de Naruto. Seina, sinceramente, no sabía qué decirle. Toda la situación había dado un revés inesperado que la había dejado en shock. Simplemente porque usó el finite incantatem en Itachi para desactivar un hechizo de broma. No podía creerlo.
Estuvieron esperando a su lado un largo rato. Incluso se fueron a comer, dejándole un clon, y luego volvieron. Cuando despertó era ya noche cerrada.
—¿¡Itachi!? —llamó de improvisto Sasuke, quien había estado atento a su hermano—. ¿Estás bien?
Seina y los demás se inclinaron sobre él. En cuanto le vio supo que algo había cambiado. Estaba tumbado, quieto, mirando al techo con los ojos negros grandes sin pestañear. Parecía en estado de shock.
—¿Itachi? —preguntó ella suavemente haciendo un ademán con la mano para que le dieran espacio.
Pero no habló. Kisame se fue a dormir, como Naruto, y Sasuke y ella se quedaron en la enfermería turnándose para que Itachi no estuviera solo. Supo, por lo que había visto y lo que le dijo Sasuke, que Itachi había dormido apenas un par de horas en toda la noche. Cuando se despertó al alba sin que Sasuke le tocara el hombro, vio como el otro Uchiha tenía los ojos cerrados, pero estaba despierto.
—¿Hermano? —preguntó Sasuke casi temeroso de su reacción—. ¿Qué ha pasado?
—Durante 9 años he estado bajo el genjutsu de Shisui —contestó en voz baja—, ni siquiera me di cuenta.
—¿Shisui? ¿Nuestro primo Shisui? —preguntó Sasuke atónito—. ¿Cómo es posible? ¿Por qué?
—Shisui tenía un mangekyo sharingan más poderoso que el mío. La última vez que le vi con vida me entregó un ojo suyo y me dijo que protegiera la aldea —dijo con voz queda—. Creí que era una simple petición. Nunca pensé que… que usaría su mangekyo sharingan para ordenármelo.
Seina no cabía en sí de la sorpresa. Shisui Uchiha, al parecer primo de Itachi y Sasuke, puso bajo genjutsu a Itachi. A Itachi Uchiha. Un genjutsu tan poderoso que no se dio ni cuenta durante 9 años. Su sorpresa no era comparable con la de Sasuke, quien no podía creérselo.
Haciendo cálculos mentales se dio cuenta de que durante el ataque de Itachi al clan Uchiha debía estar ya bajo el genjutsu de Shisui. Con algo de horror y estupefacción, se preguntó qué papel había desarrollado el genjutsu en Itachi en relación con la masacre. “Proteger a la aldea” era una orden muy general. ¿Sería posible que, si Itachi se hubiera visto obligado a ceder ante el genjutsu, sin saberlo, … el asesinato de su clan rebelde fuera culpa de las vagas órdenes de Shisui? Ya no entendía nada.
Sasuke, quien parecía estar pensando en su misma línea, no pudo evitar preguntárselo a su hermano.
—¿Crees que el genjutsu de Shisui pudo tener algo que ver con… la masacre?
—No lo sé —respondió Itachi con el rostro en blanco—. Ahora me cuesta separar lo que hice yo a voluntad propia de lo que hice impulsado por el genjutsu. Necesito pensar a solas…
Sasuke y ella intercambiaron miradas preocupadas, pero lo dejaron a solas cuando se levantó y se fue a su cuarto poco a poco. Cuando se quedaron a solas, en mitad del pasillo, Sasuke se giró a mirarla con ojos casi suplicantes.
—¿Tú que crees de todo esto?
—Creo que, fuera como fuera, no podemos cambiar el pasado, pero imagínate lo que debe estar pensando ahora Itachi.
—Déjame verlo —le pidió Sasuke, hablando de su vínculo.
Sabía perfectamente lo que quería. Quería introducirse en su mente para poder comprender lo que ella estaba pensando sin que ella tuviera que explicárselo. Esa era la forma más rápida, y fiable, de compartir sus pensamientos. Así pues, viendo que Sasuke lo necesitaba porque estaba en claro estado de shock, abrió su vínculo al completo. Naruto, quien había estado callado en su cuarto para darles privacidad, y Sasuke se fusionaron con ella.
Pensó en Itachi. Pensó en cómo debería sentirse después de darse cuenta de que su primo, y mejor amigo, le había manipulado y traicionado usando su dojutsu contra él. Pensó en cómo Shisui se quitó de la ecuación dejando a Itachi, con solo 12 años, a cargo de un clan rebelde que tenía los días contados de haber seguido su camino hacia un golpe de estado. Pensó en cómo Itachi debía estar sintiéndose fuera de lugar, un extraño en su propio cuerpo, preguntándose si todo lo que había decidido y hecho desde aquel fatídico día era decisión propia o simplemente fruto de las órdenes poco pensadas de Shisui. ¿Era Itachi el verdadero Itachi estando bajo genjutsu o había sido una marioneta de carne controlada por su primo muerto? ¿Qué había sido de su voluntad, de él, durante esos 9 años donde ni siquiera era consciente de que no era él quien manejaba su cuerpo? No del todo, al menos.
¿Habría matado a su clan, de haber estado libre de influjos? ¿Habría encontrado otra forma de arreglar las cosas? ¿Se habría suicidado de la presión y estrés al que estaba sometido? ¿Habría cambiado algo si Shisui no se hubiera suicidado, dejándolo solo, y le hubiera ayudado a reorientar el clan? ¿Era culpa suya la muerte de sus padres o era inocente? ¿Había sido Shisui tan idiota como para ordenarle algo tan genérico a Itachi sin saber las consecuencias? O peor… ¿Sabía Shisui lo que estaba haciendo y no le importó usar a Itachi?
No tenía respuestas porque Shisui estaba muerto, muerto por su propia mano. Nunca podría responder las preguntas de Itachi, nunca podría darle paz mientras viviera. Pasaría el resto de sus días preguntándose qué era verdad y qué era mentira. Y, lo más desolador de todo, fuera como fuera no podía cambiar el hecho de que su familia había muerto. Siempre se cuestionaría si, de no haber estado bajo el genjutsu, sus padres seguirían vivos.
Sasuke salió de su mente sintiendo un tremendo dolor emocional. El shock que sintió dejó pasó a la tristeza, el dolor y la rabia. Seina lo abrazó cuando vio sus ojos llenarse de lágrimas y su respiración temblorosa. En cuanto estuvo en sus brazos, apretándose fuertemente el uno al otro, Sasuke empezó a sollozar en su cuello. Seina sabía que la herida de la masacre siempre estaría ahí. Una parte de Sasuke resentía a Itachi incluso después de perdonarlo porque creía que podría haber hecho cualquier otra cosa salvo matar a su clan. Ahora, dándose cuenta de que quizás Itachi no era ni el culpable de todo esto, sino Shisui… Le obligó a pensar de nuevo en la masacre de su familia. Simplemente porque, para Shisui, “proteger a la aldea” había sido más importante que cualquier otra cosa.
Sintió la profunda tristeza de Naruto al darse cuenta de la situación y al escuchar a Sasuke llorar. Le envió un toque mental. Seina cargó con Sasuke hasta su habitación a pocos metros. En cuanto lo dejó en la cama, todavía en sus brazos, entró Naruto. Era la primera vez que ambos intentaban consolar a Sasuke físicamente. Curiosamente, Sasuke no lo echó cuando sintió como Naruto los abrazaba a ambos desde su espalda.
Estuvieron bastante rato abrazados. Sasuke no parecía querer levantar el rostro de su cuello, pero ya no sollozaba como antes. Aun así, sentía las lágrimas recorrer su piel inexorablemente hasta que, poco a poco, se durmió. Le siguió acariciando el cabello como a un niño pequeño, sintiéndose sumamente protectora de él. Naruto, con los ojos cerrados y el rostro severo, simplemente lo reconfortó con su presencia.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó ella al aire, en voz baja—. Esto nos sobrepasa.
—Lo único que podemos hacer es estar ahí para ambos. No sé exactamente qué habría pasado de no haber estado bajo el genjutsu, pero sí sé algo: Itachi fue una víctima de Shisui. Lo ha sido durante todo este tiempo.
Seina se dio cuenta de que tenía razón. Las palabras maduras de su hermano biológico resonaron en su interior. Itachi, no importara lo que hiciera, era una víctima de una manipulación mental. Aun así, se preguntaba cómo se había torcido todo tan de repente. Habían estado entrenando como si nada y luego Itachi había estado postrado en una cama de la enfermería después de caer al suelo convulsionando. Quien fuera el que dijo que la realidad supera a la ficción tenía toda la razón.
Entrenaron algo más calmadamente, entre todos, al ver como Itachi parecía querer seguir la rutina normal para evadirse de sus problemas. Cuando llegó Jiraiya en seguida supo que algo había pasado. La cogió del brazo para evitar que saliera de la tienda, dejando que todos los otros se fueran, hasta quedarse ellos dos solos.
—¿Qué ha pasado en los últimos días?
—Itachi estaba bajo un genjutsu de Shisui. Desde hace 9 años —recalcó ella—. Al parecer, la orden del genjutsu era que Itachi hiciera lo mejor para la aldea.
—…Mierda —suspiró Jiraiya, pasando una mano por su cabello al comprender de una qué significaba, o podía significar, aquello—. Hablaré con él a solas.
—No le alteres más. Lleva los últimos días caminando de arriba abajo como un fantasma sin rumbo.
—No me extraña. Tranquila. Iré con pies de plomo.
No supo de qué hablaron Jiraiya e Itachi, pero parecía haber funcionado. Al menos un poco. No era el mismo de antes, obviamente, pero parecía estar muchísimo menos depresivo, y suicida, que los días anteriores. Sasuke, y ella, suspiró más aliviado. Era obvio que había estado preocupado por la salud mental, y emocional, de su hermano. Tanto como para no dormir tranquilo por las noches. En cuanto Itachi, después de la conversación con Jiraiya, se mostró algo más receptivo a hablar con la gente, Sasuke se lo llevó a su cuarto.
—Le he enseñado el retrato de mamá —le confesó Sasuke—. No se lo había mostrado hasta ahora porque no sabía si debía mantenerlo en secreto debido a tus poderes o cómo se lo tomaría, teniendo en cuenta que… que él la mató. Pero ahora creo que Itachi necesita hablar con ella, mucho más que yo.
—Es una gran idea, Sasuke.
Lo había olvidado por completo. Sasuke había tenido una idea de genio. ¿Quién mejor para consolar a Itachi que su propia madre? Aunque fuera un retrato, Itachi era inteligente y sacaría provecho de tenerla presente a pesar de ser una copia incompleta de su madre. Sasuke le dio el retrato a Itachi, para que pudiera hablar con ella todo lo que quisiera durante esos momentos de dificultad. Itachi, por otro lado, parecía haber mejorado algo más. Casi podría haberla engañado, pensando que había vuelto a la normalidad debido a como se comportaba, pero Seina lo conocía. Sasuke lo conocía, y los demás lo conocían. Itachi seguía sin estar bien.
Notes:
¡Volví! He vuelto 3 días antes de lo esperado. Sé que estáis deseando leer la continuación así que aquí la tenéis. Espero que hayáis tenido un buen verano :)
Chapter 114
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
—¿Seina? —llamó Itachi a sus espaldas, apareciendo por la puerta de su estudio.
—¿Sí?
—¿Podemos hablar?
—Claro. ¿De qué quieres hablar?
—… No lo sé. Sasuke me ha dicho que hable contigo.
—Ya, pero, ¿de qué? —preguntó extrañada. Itachi la miró con el rostro en blanco.
Viendo que Itachi no parecía tener ni idea de lo que se suponía que decía decirle, Seina rodó los ojos y abrió su vínculo con Sasuke. Al parecer la estaba esperando porque sentía una mezcla de tristeza y diversión al notarla.
—¿Qué demonios es lo que tiene que decirme Itachi?
—¿Decir?
—Dice que le has dicho que hable conmigo.
—Hn —escuchó el bufido de risa—. Me refería a “terapia”, pero no iba a decirle eso sin que huyera despavorido. Ya sabes cómo es.
Maldito Sasuke. Podría haberla avisado. Itachi, cómo no, estaba esperando de pie, quieto, como si fuera una simple marioneta esperando a que jugaran con ella. Conjuró uno de los divanes preferidos que usaba para esos casos. Le indicó con un ademán que se tumbara. Sintió su confusión a pesar de su rostro de póker. Aun así, le hizo caso y se tumbó mirando el techo hechizado.
—Lo que quería decir Sasuke… era que hablaras conmigo de tus problemas para que te sintieras mejor.
Itachi miró al techo durante un rato largo. Seina lo dejó hacer. Estaba claro que no la estaba ignorando. Estaba pensando profundamente. Itachi no era tonto. Se podía imaginar lo que había querido decir Sasuke, pero ahora tenía una confirmación verbal de que, si quería, podían hacer terapia juntos. No había nadie más necesitado en la tienda de campaña mágica que él, y ambos lo sabían. La cuestión era, ¿querría Itachi someterse a terapia? Si no quería no tenía sentido intentarlo. No se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado.
—No quiero seguir sintiéndome así. Creía que lo sabía todo de mí: mis puntos fuertes, mis debilidades, mi forma de actuar…
—Pero ahora sientes que Shisui te lo ha quitado todo, ¿verdad? Ese control al que te aferrabas para seguir a flote… Ya no existe, y no sabes cómo sentirte ni qué hacer con tu verdadero yo.
—…Sí.
—Está bien. No pasa nada. Yo puedo ayudarte, pero solo si quieres.
—No quiero seguir sintiéndome así —reiteró. No era un sí directo, pero era lo máximo que iba a sacar de él por ahora.
—Está bien. ¿De qué quieres hablar?
—¿Hablar? —los ojos negros de Itachi bajaron del techo para mirarla a ella—. ¿Solo eso?
—Créeme, funciona. Además, te prometo que todo lo que me digas no saldrá de aquí.
—Está bien —Itachi enmudeció, como hacía a veces.
Seina evitó suspirar. Iba a necesitar mucho tiempo para volver a Itachi una persona emocionalmente madura y competente. Estaba claro que tenía varios traumas enterrados, algunos más que otros, y que la mitad del tiempo evitaba tener que sentir algo porque cualquier sentimiento podía quebrar su frágil máscara de que “todo iba bien”. Por no hablar de que había madurado en adulto físicamente, pero tenía problemas emocionales para manifestar sus sentimientos y emociones. Estaba, como algunos decían, emocionalmente atrofiado.
—¿Por qué no me hablas de tu niñez? Puedes cerrar los ojos si quieres.
Itachi le hizo caso. Cerró los ojos, se cruzó de piernas y empezó a hablar. Le contó sus primeras memorias protagonizadas, obviamente, por sus padres. Como su padre era muy serio y estricto, pero le quería en su fuero interno, como su madre era dulce y cariñosa, pero muy competente. Le contó sobre sus entrenamientos a solas con su padre, cómo conoció a Shisui y se hizo amigo de él porque ambos tenían más o menos la misma edad y eran igual de inteligentes.
Vio las manos pálidas, apretadas contra el diván, de Itachi al mencionar a Shisui. Como no quería adentrarse de buenas a primeras en su primer, y gran, trauma, siguió preguntando sobre otros familiares suyos.
—Conocí también a Izumi poco antes de que Sasuke naciera. Tenía un par de años menos que yo, pero ella ya había activado su sharingan.
—¿Era una buena ninja?
—En realidad, al principio no —le dijo. Vio como una comisura se alzaba diminutamente—. Lo activó, pero no podía controlarlo. Sufría desmayos continuamente. Era normal considerando que todavía estábamos en la academia y el sharingan supone un gasto moderado para el cuerpo.
—Cuéntame más de ella.
—Tenía el cabello largo, liso, de color castaño y los ojos negros. Su madre era una Uchiha, pero su padre no, así al principio no vivían en el complejo Uchiha. Cuando pasó lo de-…Kurama, su padre murió protegiéndola así que su madre consiguió que las aceptaran de nuevo y se mudaron a las tierras del clan. Antes de que nos apuntáramos en la academia, las pocas veces que nos veíamos, siempre quería jugar a algo, pero yo le decía que no, que tenía que entrenar.
—¿Os hicisteis amigos en la academia, entonces?
—No. Íbamos a clases distintas en la academia. Ella, a veces, me seguía. No me di cuenta hasta un tiempo más tarde que yo le gustaba.
—¿Y a ti te gustaba ella?
—No. Ni siquiera pensaba en eso.
—Entonces, ¿cómo os hicisteis amigos o empezasteis a hablar más frecuentemente?
—Descubrí que había activado el sharingan antes que yo. Eso me picó la curiosidad. Aun así, no nos veíamos casi nada, considerando que con mis habilidades me gradué mucho antes que ella.
—¿Y, aun así, la considerabas tu amiga?
—…Sí.
—Cuéntame más de Izumi.
Itachi le contó como un día, siendo él un genin y ella estudiante de la academia, coincidieron en la aldea cuando ambos regresaban al complejo Uchiha. Izumi, curiosa, le preguntó sobre cómo era ser ninja “de verdad”. Según Itachi, esa conversación fue importante ya que Izumi le preguntó de improvisto si sabía algo sobre las reuniones secretas que tenía el clan algunas noches. Itachi, a quien le habían ordenado silencio, le dijo que nunca volviera hablar de ello.
—¿Por qué no le dijiste nada a Izumi de las reuniones?
—No le dije nada porque me pareció que no debía saber nada. Ni yo mismo estaba al principio al corriente de todo. Ella era una desconocida. Sentía más lealtad hacia mi padre que hacia ella.
—Así que, en ese momento, eras leal a tu padre, y al clan Uchiha. ¿Te imaginabas lo que iban a hacer en aquel entonces?
—No del todo. A medida que pasaba el tiempo fui escuchando algunas cosas. No fue sino hasta que me convertí en chunin que me dejaron atender a las reuniones. También cuando me convertí en chunin mi padre me animó a hacer amigos de mi edad así que un día que vi a Izumi por el clan le dije si quería tener un almuerzo conmigo.
Le habló del almuerzo en el cual Itachi, algo ingenuo, le preguntó a Izumi por qué quería ser ninja, si sabía el peligro que representaba serlo, y más con su padre muerto. Izumi, al parecer, le dijo que quería ser ninja porque tanto su padre como la persona que le gustaba eran ninjas. Itachi, en ese entonces, no comprendió qué quería decir su amiga e Izumi, frustrada, lo dejó tirado en el almuerzo y se fue.
—Así que te dejó tirado —suprimió una risa ella. Itachi sonrió levemente al recordarlo—. ¿Cuándo la volviste a ver?
—Un tiempo después, cuando se convirtió en genin. Me pidió perdón por haberse ido como lo hizo, yo le pedí perdón por lo que fuera que la hubiera molestado…
—¿Y volvisteis a hablar?
—Algo así. Me había convertido en anbu, para ese entonces. Izumi creía que me estaban pidiendo demasiado para la edad que tenía.
—¿Crees que tenía razón? —preguntó ella. Era la primera pregunta importante relacionada con uno de sus traumas.
—…Sí.
—¿Por qué?
—Porque solo tenía 11 años. Los niños no deberían ser anbu.
—¿Y ninja sí?
—Es diferente.
—¿Por qué?
—Porque en anbu está garantizado matar, torturar y, posiblemente, morir. Las misiones ninjas normales no tienen por qué acabar con alguien muerto.
—¿Y por qué aceptaste ser anbu si no estabas de acuerdo?
—…
Se hizo un silencio mientras Itachi pensaba, e intentaba, confesar lo que sentía en voz alta. Finalmente, después de unos minutos en los que pareció batallar consigo mismo, admitió lo que ambos ya sabían.
—Por la presión de mi padre, y de mi clan.
—Es decir, tú no querías ser anbu, pero te sentiste presionado por tu padre y, en menor medida, por tu clan, ¿no? ¿Sabía tu padre que tú no querías ser anbu?
—Sí, a ambas preguntas.
—¿Qué te hizo sentir saber que tú no querías ser anbu, pero que tu padre quería que lo fueras a pesar del peligro que podía suponer para ti?
—…Me sentí… mal —confesó Itachi en un susurro—. Me di cuenta de que mi voluntad no significaba de nada para mi padre, ni para el clan. Yo solo soy un arma.
—Volviendo a Izumi… ¿Qué sentiste cuando ella te dijo que ser anbu era pedirte demasiado?
—Me sentí… feliz.
—¿Por qué?
—Porque a ella le importaba de verdad. Le importaba yo, no el prodigio del clan Uchiha. Realmente era mi amiga.
Se hizo un silencio en el que Itachi pareció interiorizar que Izumi, su amiga, le había querido de verdad mucho más que su padre. Observó como tragaba, como conteniendo una bola de sentimientos, y como cuidaba su respiración para mantenerse en calma. Estaba claro que Izumi era un tema un tanto peliagudo, así como su padre. Le pareció interesante escuchar a Itachi decir “soy un arma” en lugar de “fui un arma”. ¿Se sentiría conectado a su clan muerto todavía? Era obvio que sí, pero cuánto no lo sabía.
Vio la hora, y se dio cuenta de que habían pasado una hora hablando. Se preguntó si dejarlo ahí o si seguir ahora que Itachi parecía estar calmado, y pensando en su pasado. Al final, decidió dejarlo descansar.
—¿Por qué no lo dejamos aquí? Ha pasado una hora.
Itachi abrió los ojos, pestañeando con algo de sorpresa.
—Si quieres podemos reunirnos cada día a la misma hora. Ten, coge este diario.
Le entregó el diario nuevo y le dijo que quería que apuntara todo lo que sentía ahora que habían hablado de su pasado, y removido la mierda, coloquialmente hablando. Itachi lo cogió con rostro de póker. Al final, pareció aceptar su confusa petición, como si no supiera de qué iba a servir escribir en un diario, y se fue, no sin antes decirle gracias.
Sabía, a juzgar por la historia de Itachi, que si le seguía preguntando pronto se acercaría a otro de sus traumas: las reuniones del clan que luego desencadenarían todo lo demás. No quería empezar preguntándole por ello el primer día, así que lo dejó para más adelante.
En los siguientes días, llegando a febrero, Seina hizo un hueco todas las tardes para Itachi. Seguía entrenando toda la mañana con Kisame, por las tardes con sus hermanos y Jiraiya e incluso Itachi, pero la hora de antes de la cena era únicamente para ellos dos. Le estuvo preguntando por su infancia durante varias sesiones hasta que Itachi empezó a reconocer él mismo que la presión a la que había estado sometido por su familia no era normal, ni sana. Reconoció también lo mucho que le había afectado tanto para relacionarse con otra gente como para ejercer su propia voluntad.
—No quería ser ninja. No quería luchar, pero me obligaron a hacerlo —confesó Itachi, mirando al techo con expresión más dolida de lo que Seina hubiera podido imaginar—. ¿Cómo iba a negarme siendo el primogénito?
—¿Crees que podrías haber dejado que Sasuke te, digamos, reemplazara?
—No —contestó secamente, sin pensárselo—. No lo habría permitido.
—¿El qué? ¿Qué, de ambos, solo él fuera ninja? O, quizás, ¿qué cargara con el peso que tú cargaste?
—Ambas cosas.
Estuvo indagando un poco más sobre eso. Al final, el mismo Itachi reconoció que había dejado que le presionaran porque sabía que Sasuke acabaría siendo ninja, como él, y quería sufrir como iba a sufrir su hermano pequeño, al que no podía proteger del mundo ninja. Hablaron un poco más de sus tendencias a auto infringirse dolor. Le recordó a Kakashi porque actuaba igual que él. No se cortaba con una cuchilla, ni aceptaba misiones suicidas como lo había hecho Kakashi para garantizar su muerte, pero sí que dejaba que lo manipularan para hacer cosas que sabía que le dolerían para hacerse daño a sí mismo.
Itachi miró al techo, con el rostro en blanco, cuando se dio cuenta de que estaba actuando de la forma que lo hacía por penitencia. Su mayor deseo era proteger a Sasuke, y que fuera feliz, pero creía que había fracasado desde el principio solo porque él era un pacifista que hubiera preferido no ser ninja. Por eso había rechazado, de niño, muchas veces entrenar con Sasuke, porque una parte de él quería que su hermano no fuera ninja.
—Itachi… Tengo otro ejercicio para ti, y quiero que lo cumplas, ¿entendido?
—¿De qué se trata? —preguntó casi militarmente.
—Quiero que hables con Sasuke acerca de por qué no entrenabas con él de pequeño, de tus sentimientos sobre ser ninja, de tus deseos para Sasuke cuando él todavía no era ni genin. Quiero que seas sincero y que le preguntes abiertamente qué es lo que él desea, y que le escuches. Quiero que habléis.
—Está bien.
Itachi se levantó del diván conjurado, dándole las gracias por haber hablado con él, y se marchó. A la mañana siguiente, Seina supo que habían hablado ya que tanto Sasuke como Itachi parecían no haber dormido nada. Sasuke tenía los ojos algo rojos, fruto de las lágrimas, mientras que Itachi parecía haberse quitado un peso de encima. Uno de tantos, por desgracia.
Sasuke, cuando tuvieron un momento a solas, la abrazó fuertemente. Seina no pudo reprimir una sonrisa, abrazándolo a él también.
—Gracias, nee-chan.
Le dio un vuelco al escuchar como Sasuke la llama por primera vez con un calificativo cariñoso. No pudo evitar darle un beso en la cabeza como a un niño pequeño. Itachi apareció por la puerta con aire más relajado, mirando a su hermano desde el marco de la puerta con una pequeña sonrisa. Se dio cuenta en ese momento lo atractivo que habría sido Itachi hacía años cuando no estaba siendo arrastrado por el dolor y la presión del clan, y del exilio.
Después de eso, fue como si algo cambiara. Itachi empezó a sonreír más a menudo, para el atónito de Kisame y Jiraiya.
—No sé cómo demonios lo has hecho —le dijo Kisame una mañana, cuando estaban entrenando cerca de la playa a solas—, pero gracias.
—No me des las gracias. Itachi es familia.
Aun así, Itachi tenía muchos problemas y él lo sabía. Al principio había estado reticente sobre hablar de sus traumas, pero incluso él pudo ver que había mejorado. Por fortuna, Itachi quería mejorar así que solo tuvo que sumar 2+2 para saber que necesitaba seguir en terapia durante un largo tiempo. Usó la habitación de miscelánea para convertirla en una consulta, viendo que no parecía que sus citas tuvieran fin hasta dentro de mucho tiempo.
Avanzaron en el tiempo, y empezaron a hablar del clan Uchiha. Hablaron de la gente que vivía en su época, de sus padres, de Sasuke… hasta que llegaron a hablar de Shisui.
—Era mi primo. Primo segundo —le dijo—. Tenía 3 años más que yo, y era muy bueno usando el sharingan y jutsus de teletransportación. Se ganó el mote de Shisui del Shunshin debido a eso. Entrenaba con él muy a menudo así que sabía perfectamente lo bueno que era. Sus habilidades llamaron la atención al clan así que mi padre, y el consejo de ancianos, le presionaron para que aceptara ser anbu.
Le explicó como Shisui se graduó durante la tercera guerra ninja y cómo lo pusieron en un equipo genin con su mejor amigo. Por desgracia, este amigo murió y Shisui despertó el mangekyo sharingan. Hecho que cambió el curso de la historia a partir de ese momento, aunque no lo sabrían hasta años más tarde.
—Le conocí un año después de la muerte de su mejor amigo. Nos hicimos muy amigos ya que teníamos posturas similares respecto a la guerra. De hecho, despertó el mangekyo sharingan ya que se sentía culpable de la muerte de su mejor amigo. Pensaba que, si él no se hubiera graduado, su amigo tampoco y, como consecuencia, no habría muerto.
—¿Crees que Shisui tenía razón? ¿Qué la muerte de su amigo fue culpa suya?
—No. Fue culpa de quién lo mató. Shisui no le obligó a graduarse, ni a apuntarse a la academia —dijo al instante Itachi, pensando de forma lógica como era de costumbre.
—¿No crees que eso es justamente lo que sucede entre Sasuke y tú? ¿Crees que la experiencia de Shisui te marcó a ti de tal como que tenías miedo de que Sasuke muriera como el mejor amigo de Shisui?
—…Puede ser —pestañeó sorprendido Itachi. Estuvo un rato meditando sobre sus preguntas en silencio, hasta que volvió a hablar—. Es cierto. Tenía miedo de que nos pasara lo mismo que a Shisui y a su amigo a Sasuke y a mí.
—¿Crees que si muere Sasuke será culpa tuya?
—…No —tuvo que reconocer Itachi—, pero eso no quita que me sentiré culpable si muere.
—¿Y qué es lo que dijo Sasuke acerca de sus deseos?
—Que quería ser ninja —suspiró Itachi—. No lo presionó nadie. Realmente quiso ser ninja.
—Entonces, ¿no te sentirías menos culpable si entrenaras todo lo posible a Sasuke para evitar que muera?
—Quizás un poco —dijo él, frunciendo el ceño. Luego pareció decidir algo silenciosamente.
Se levantó del diván cuando acabaron de hablar pocos minutos después de eso. Seina guardó sus apuntes de la sesión en un cofre privado mientras Itachi salía de la sala. Curiosamente, la estuvo esperando fuera.
—Me gustaría entrenar regularmente contigo también —habló de improvisto.
—¿Por qué? Ya entrenamos de vez en cuando.
—No. Hablo de entrenar a diario, como hace Kisame.
—¿Por qué? —alzó una ceja. Como si no pasara ya suficientes horas entrenando.
—…Porque me sentiría menos culpable si te mueres —confesó, contemplándola con esos ojos negros fijamente y expresión seria.
Itachi se fue después de soltarle aquella bomba. Pestañeó al comprender que Itachi estaba reconociendo tener un vínculo con ella lo suficientemente fuerte como para que su muerte le afectara tan negativamente como la de Sasuke. Miró su espalda al marcharse, suprimiendo una sonrisa que rezaba por salir.
—¿Nee-chan? ¿Por qué ahora Itachi quiere entrenar también con nosotros? —le susurró Naruto un día—. Es súper raro.
—Simplemente se ha dado cuenta de que, si no puede impedir que Sasuke sea ninja, al menos puede ayudarle a que no muera.
—Pero, ¿y nosotros?
—Si tuvieras más experiencia que yo y me entrenaras, ¿dejarías que mi equipo fuera mediocre y un posible lastre para mí pudiendo entrenarlos a ellos también?
—Huh. Tiene sentido —pestañeó Naruto.
Ese era uno de los motivos por los cuales Itachi se dedicaba a entrenarlos, pero no el mayor motivo. De lo contrario, habría dejado que Jiraiya y Kisame se encargaran de ellos dos solos. No, Itachi entrenaba con ellos porque eran amigos, familia, de Sasuke y les caían bien, a pesar de que no lo dijera en voz alta. Lo estaba demostrando con acciones. Aun así, no le iba a explicar las supuestas debilidades de Itachi Uchiha a su hermano si éste no quería hablar de ello. Algún día se daría cuenta de todo.
Recibió una carta de Kakashi a finales de febrero. No era una carta erótica, pero apreciaba el tono tierno de igual forma.
—Querida Seina,
Han pasado ya unas semanas desde que pude escribir mi última carta. Tengo motivos de peso. No te lo vas a creer. Iré punto por punto.
Tus amigos siguen entrenando juntos de tanto en tanto. Shikamaru y Neji se han presentado formalmente como candidatos a los exámenes de jonin y Tsunade-sama ha dado el visto bueno. Gaara de la Arena, imagino que te acuerdas de él, ha sido elegido como candidato a Kazekage. Me ha sorprendido bastante, pero después de escuchar los rumores debo decir que estoy seguro que hará un buen trabajo. Al parecer, será ascendido después de los exámenes de jonin, si los aprueba. Considerando que es el jinchuriki del Shukaku y que es un prodigio con su arena no creo que tenga muchos problemas. Lo cierto es que ya era hora de que el consejo de Sunagakure eligiera a alguien como candidato.
Me he mudado de vuelta a mi antigua casa. Te prometí que pediría ayuda a Guy así que necesitaba un sitio que él pudiera visitar. Como él, Asuma y Kurenai, ya saben la dirección de mi casa he pensado que era lo mejor. Ahora me visita de vez en cuando para regar mis plantas, y tirarme la comida caducada de la nevera. No sé por qué lo hace, si no se lo he pedido, pero imagino que me dirías algo como “es porque es tu amigo, y te aprecia”. Creo que tendrías razón. Aun así, está claro que Guy sabe que algo me pasa, más que estar en anbu. Hasta ha dejado de retarme tantas veces. ¿Quizás se piensa que estoy deprimido? No voy a negar que me siento triste y que te echo de menos.
Respecto a Danzo… Tsunade-sama ha estado haciendo limpieza en la aldea así que ahora ya no puede reclutar a más gente de los clanes sin que todo el consejo ninja se entere. Deberías haber visto su cara cuando comprendió que no había más ninjas de élite a los que pudiera “escabullir” hacia Ne. Aun así, no ha dicho nada, ni ha hecho nada más. Creo que trama algo, pero Tsunade-sama ya está pensando en el siguiente paso.
En cuanto a Itachi, me alegro de que el trabajo duro, tuyo y de Sasuke, haya dado sus frutos. Nos llegó hace unas semanas la información de Jiraiya-sama que le facilitó Itachi así que ahora la Hokage está destinando efectivos para corroborar sus declaraciones. Lo cierto es que nos han llegado rumores sobre la desaparición del Sanbi. Así que, si lo que dice Itachi es correcto, considerando que es la información más reciente que tenemos, ahora mismo Akatsuki debe tener en su poder a 5 bijuus. Ten cuidado, Seina.
Acabó de leer las palabras de Kakashi sobre lo mucho que la echaba de menos y cómo contaba los días para que regresara, a pesar de que no sabía cuándo sería eso. Cómo estaba bien, aunque, de vez en cuando, tenía bajones depresivos que remediaba con la ayuda de Guy y sus amigos… Seina sonrió melancólicamente al leerlo. Tocó las palabras de despedida con sus dedos como si pudiera tocar su mano. Siempre eran las mismas palabras.
—Tuyo, Kakashi.
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Les dijo a sus hermanos de lo que se había enterado gracias a Kakashi.
—¿Creéis que atacarán a los otros dentro de poco? —preguntó con rostro serio y preocupado Naruto.
—Imagino que sí. Ni siquiera sabemos quién ha muerto y quien sigue vivo, salvo Gaara y nosotros.
—¿Qué estarán planeando esos? —frunció el ceño Sasuke—. ¿Para qué quieren los bijuus? Itachi, ¿tú sabes algo de eso?
—Lo único que sé es que se llevan a los jinchurikis con vida a una cámara secreta para poder extraerles al bijuu —les dijo él, sentado en lo alto de un árbol—. No hice muchas preguntas sobre por qué.
—¿Dónde está esa base?
—No tiene sentido buscarla. Ninguno de ellos es estúpido. Habrán cambiado de lugar en cuanto se dieron cuenta que Kisame y yo huimos. Por lo que sé, Akatsuki tiene más de una base disponible justamente para prevenir casos así.
—Tiene razón —dijo ella, pasándole un brazo por los hombros a Naruto—. Además, no creo que nosotros seamos precisamente los más indicados para averiguar qué está pasando.
—Sobre lo que están tramando… De eso puedo contaros yo un par de cosas —intercedió de improvisto Kisame—. Será mejor que llamemos al pervertido para hablar de ello.
Jiraiya, quien estaba en su cuarto haciendo vete tú a saber qué, salió a fuera después de que Naruto le enviar a un clon. Le resumieron lo poco que habían hablado hasta ahora.
—Por lo menos habéis tenido la cabeza de decírmelo —luego hizo un ademán a Kisame—. ¿Qué es lo que sabes?
—Antes de unirme a Akatsuki, ese tal Madara me habló de un plan llamado Plan del Ojo de la Luna.
—¿Madara, Tobi, te habló de un plan? —preguntó Itachi algo sorprendido, pestañeando.
—¿A ti no?
—No. ¿De qué se trata?
—Supuestamente Madara planea usar el tsukiyomi infinito en la luna para atrapar al mundo entero dentro de un genjutsu muy poderoso con el fin de acabar con las guerras.
—¿Qué? ¿Ese es su plan? —preguntó Jiraiya entre serio y exasperado—. ¿Para eso necesita a los jinchurikis? ¿Para usar su poder para activar el genjutsu?
—Sí. No me dijo mucho más, solo que lo tenía todo pensado y que funcionaría.
—¿Y ya está? Huh. Me das poco con lo que trabajar —masculló Jiraiya, pero luego suspiró con cansancio.
—En realidad, tenemos otra pista. Madara, o Tobi… Lo llamaré Tobi por conveniencia. Tobi debe haber aprendido dicho genjutsu en la tabla de piedra de los Uchiha —cortó Itachi con expresión grave—. Yo mismo leí esta tabla con el mangekyo sharingan y se me reveló más información de la que la leí con el sharingan.
—¿Crees que ahora que tienes el mangekyo sharingan eterno podrás leer algo más que antes no estaba escrito? —preguntó el pervertido.
—Es la conclusión más lógica. De lo contrario, ¿cómo sabe Tobi cómo llevar a cabo sus planes? O lo leyó en la tabla de piedra, o tiene otras fuentes desconocidas. Primero deberíamos descartar que no esté escrito en la tabla de piedra así que debería volver al país del Fuego para descubrir la verdad.
—¿Estás loco? —preguntó ella con un creciente enfado—. Tobi le contó su estúpido plan a Kisame, pero no a ti, seguramente para manipularte. ¿Habrías aceptado seguirle sabiendo lo que planea? Seguramente no, y él lo sabía. ¿Qué crees que es lo que haría ese tipo sabiendo que, quizás, acabarías enterándote de todo y que se te ocurría lo mismo que se te ha ocurrido ahora?
—Es verdad, nii-san. No puedes ir tú solo. Podría ser una trampa.
—¿Acaso estás diciendo de acompañar a Itachi? —dijo incrédulo Jiraiya—. Tú, a quien te busca Orochimaru y Danzo, y Seina y Naruto, a quien busca Akatsuki.
—¿Y qué hacemos, sino? ¿Qué vamos a hacer el resto de nuestras vidas? ¿¡Escondernos!? —gritó Naruto, con su ímpetu habitual—. ¡Nosotros no somos unos cobardes! ¡Y llevamos entrenando mucho tiempo para sobrevivir a cualquier peligro! ¡Me niego a quedarme de brazos cruzados mientras otros arriesgan la vida por nosotros!
—Nos negamos —asintió Sasuke, y luego ella.
—Además… Ahora es Danzo, Orochimaru y Akatsuki, pero mañana quizás sea Kumogakure, y pasado mañana extraterrestres de la galaxia vecina—bufó una risa sarcástica ella—. No podemos quedarnos aquí el resto de nuestras vidas, aunque eso suponga morir.
Se hizo un silencio mientras los otros ninjas más veteranos contemplaban sus palabras. Kisame, por supuesto, estaba de su parte. Él había aceptado hacía mucho tiempo que morir era inevitable y solo vivía según su moral. Itachi, por otro lado, sabía lo tozudo que era su hermano, y Naruto y ella, y sabía que no iban a dejarle ir solo y que, si le ocurría escabullirse, irían detrás de él. Al final, Jiraiya solo suspiró con expresión cansada.
—Tenéis razón. Este año cumpliréis 15 años. No podemos esconderos para siempre. Está bien. Iremos todos en busca de esa tabla de piedra.
Así fue como recogieron todo al día siguiente y se dispusieron a volver al país del Fuego. Itachi, el único que sabía dónde estaba escondida la tabla de piedra, le indicó en un mapa las coordenadas. Por suerte tenía una piedra sellada relativamente cerca así que dejó que se cogieran de sus brazos y los teletransportó.
—Es muy útil este jutsu tuyo —le dijo Kisame—. De poderlo usar yo no caminaría a ningún lado.
—Te pondrías gordo en dos días.
Seina esquivó una puñalada, poniéndose detrás de Itachi, quien los ignoró a ambos y empezó a correr en dirección al este. Todos los demás lo siguieron de cerca, con todos los sentidos alerta. Usó el hechizo espía y de auras, pero no había nadie en pleno bosque. Los condujo a una especie de lugar recóndito entre unas colinas.
—¿Genjutsu? —preguntó Jiraiya, deshaciendo la ilusión al ver a Itachi adentrarse entre dos estrechos desfiladeros.
—Sí. Por aquí.
Caminaron por una senda escondida, incapaz de verse desde el cielo. Ni ella la habría visto montada en su dragón. Llegaron a un pequeño claro de hierba rodeado de paredes de roca. Ahí en el suelo, sobre un altar de piedra gris, había una tabla de piedra también gris de aspecto bastante pesado. Desde lejos pudo ver los kanjis grabados en la piedra, pero estaba claro que Sasuke e Itachi estaban viendo otra cosa. Naruto y ella, usando los ojos de Sasuke para ver qué sucedía, leyeron las inscripciones.
Una de ellas le llamó la atención:
—“Cuando alguien que posee el poder del Rinnegan se acerca a la luna, un Ojo se abrirá y se reflejará en la Luna para otorgar el Sueño Eterno”.
Seina, quien comprobó que estaban realmente solos, se acercó al lado de Sasuke e Itachi, quienes repasaron lo que estaba escrito con varias formas del sharingan. Sin éxito alguno. Entonces, se preguntó si no podría revelar los secretos de la tabla con su magia. Sasuke la miró, percibiendo sus pensamientos, y asintió en su dirección.
—¿Crees que funcionará?
—Por probarlo no perdemos nada. Además, no estoy segura de que eso sea todo lo que dice… ¿A qué se referirá con lo del poder del rinnegan? ¿Es posible que el mangekyo sharingan eterno no sea la última fase del sharingan?
Itachi se giró para mirarla algo extrañado. Luego miró a Sasuke con una ceja alzada, la miró a ella de nuevo, y alzó otra ceja.
—¿Cómo lo has leído?
—Lo he leído yo —movió una mano con desinterés Sasuke—, y Seina y Naruto lo han leído a través de mí.
—… ¿Cómo es posible? —Itachi la volvió a mirar—. ¿Has logrado conectarte con Sasuke mediante tus poderes?
—Sí. Me extraña que no te hayas dado cuenta antes.
—…Ya hablaremos de eso más tarde.
—El rinnegan es un dojutsu extraordinariamente poderoso, pero muy peculiar —informó Jiraiya—. Algo sé acerca de él, pero no sé cómo aparece. ¿Pone algo más en la tabla?
—Déjame probarlo —reiteró ella, escuchando a medias a Jiraiya.
Usó su magia para hacer que la tabla de piedra revelara sus secretos al completo. De repente, todos pudieron leer con sus propios ojos los kanjis tallados en piedra. Jiraiya empezó a apuntar lo que estaba escrito mientras Itachi y Sasuke lo copiaban con su sharingan, y ella con sus barreras mentales.
—Habla de controlar a las bestias con cola…
—¿Qué es eso de la historia del Sabio de los 6 caminos y Kaguya? —preguntó Naruto. Seina también quería saberlo.
—Esta tabla… es poco fiable —dijo finalmente Itachi con expresión seria y ceño fruncido pensativamente—. Están escritos los secretos del cuerpo de Madara Uchiha cuando supuestamente fue escrita hace cientos de años.
—Genial —lanzó las manos al aire Naruto—. ¿Y ahora cómo sabemos qué ha sido escrito recientemente y qué se escribió antes?
—El quid de la cuestión no es ese, mocoso —dijo Kisame, hablando por primera vez en un largo rato—, sino qué es cierto y qué es falso de todo lo que está escrito ahí.
—Regresemos a la base de nuevo. No tiene sentido estar expuestos aquí más rato.
Seina y los demás obedecieron a Jiraiya. Se marcharon de ahí después de que ella volviera la tabla a su forma original. Horas después, estuvieron discutiendo lo que habían leído. Había escrito secretos del sharingan y su forma avanzada, la manera de controlar a los bijuus, hablaba de la vida de un tipo llamado Sabio de los 6 Caminos, Kaguya y el “árbol dios” así como secretos del cuerpo de Madara, advertencias del tsukiyomi infinito, la supuesta “cura” de los Uchiha, los secretos del clan y las consecuencias de usar el sharingan.
—Itachi tiene razón. Hay que coger esta información con pinzas. Primero tendremos que corroborar todo lo que dice para saber qué es cierto y qué es falso.
—Está claro que lo de la cura es falso. Yo misma he comprobado que ahora Itachi y Sasuke no tienen ninguna maldición activa ni pasiva —bufó ella, irritada—. Eso quiere decir que o bien alguien desconoce cómo atajar el problema o bien está manipulando a los Uchiha para que usen ese genjutsu infinito.
—O la “maldición” no se refiere a eso.
—Reitero lo dicho. Tendremos que investigar y estudiar cada entrada de la tabla antes de intentar pensar qué demonios está pasando. Esto ya no es moco de pavo —dijo Jiraiya, totalmente serio—. La mitad de lo escrito en esa tabla parece instigar a los Uchiha a que adquieran más poder del que tienen mediante… procedimientos no muy normales. Como matar a seres queridos o robarles los ojos a hermanos.
—O usar a los bijuu para poner a la humanidad bajo un genjutsu infinito.
Seina se acordó de repente de la cámara secreta de los Uzumaki. ¿Habría allí adentro algo de valor o documentos que pudieran ayudarlos con lo que acababan de descubrir? No había querido abrirla hasta que no supiera cómo hacerlo sin destruirla por error, y porque contenía secretos de su clan, pero ahora… Ahora parecía que quizás necesitaban ayuda. Incluso Kurama estaba callado pensando en todo lo que habían descubierto.
—Jiraiya… Quizás deberías ver algo más —llamó ella, suspirando. Naruto y Sasuke la miraron con confusión—. Se trata de una cámara secreta aquí mismo, en Uzushiogakure, que el clan Uzumaki protegió incluso después de su muerte.
—¿Una cámara secreta? ¿Y qué contiene? —preguntó con cierto interés.
—Esa es la cuestión. No lo sé. Está rodeada de cientos de capas de fuinjutsu. Un paso en falso y destruiría lo que contiene así que no he intentado abrirla todavía.
—Esto tengo que verlo.
—Por aquí.
Salió corriendo en dirección al bosque, al otro lado de la aldea. Los demás la siguieron sin rechistar. En unos minutos llegaron a la entrada de la cueva, protegida por sus barreras de magia. Las desactivó temporalmente. En seguida Jiraiya notó lo que ella había percibido meses antes. Respiró profundamente al acercarse a la cueva, examinando los alrededores con ojo crítico.
—¿Crees que podríamos abrirla?
—Debería ser posible. Todas las barreras están hechas para abrirse de un modo u otro. Lo que me preocupa es lo que pueda haber adentro, para ser sinceros. Llegados a este punto, me espero lo peor después de todo lo que hemos descubierto.
—¿Y no sería mejor no abrirlo? —preguntó Kisame.
—Seina lo acabará abriendo tarde o temprano. Es demasiado curiosa, y pertenece a su clan. Tiene derecho a saber qué hay dentro.
Pasaron un rato en la boca de la cueva, examinándola. Cuando se hizo de noche y vieron que no iban a llegar a ningún puerto se volvieron a la tienda de campaña para cenar. Seina titubeó ya que tenía otro secreto relacionado con su clan. Aquel templo de máscaras que encontró cerca de Konoha. Sinceramente, ¿tendría alguna relación con lo que habían descubierto en la tabla de piedra de los Uchiha? ¿Perdía algo si le decía lo que sabía a Jiraiya?
—De perdidos al río. Lo que sea que está pasando con mis hermanos y los otros jinchuriki es suficientemente importante como para decírselo. Quizás no sea nada, y no tenga nada que ver, pero… ¿y si está relacionado? —habló Kurama con seriedad—. Según esa tabla, existe un plan para usarnos y poner a todos los humanos bajo genjutsu… Un plan que ni yo sabía que existía. Para que funcione necesitan hacerse conmigo y para ello deberías morir, y me niego a que nada de eso suceda.
—Está bien. Se lo contaré.
Mientras Itachi estaba haciendo la cena, por turno rotativo, acompañado de Kisame, quien más que ayudar solo hablaba, Seina se sentó al lado de Jiraiya en la mesa de comedor. En cuanto lo hizo su maestro supo que algo no iba bien. La miró con una clara pregunta en el rostro, esperando a que dijera algo. Seina suspiró.
—Hay una cosa más.
—Como no… ¿De qué se trata? —le dijo, dejando lo que estaba haciendo para darle toda su atención.
—Encontramos este mapa una de las veces que peinamos las ruinas antes de empezar a reconstruir —dijo ella, entregándole el mapa—. Parecen ser ubicaciones importantes de nuestro clan.
—¿Las has visitado?
—Solo una. La que está cerca de Konoha, pero Jiraiya… Allí había algo terrible…
—¿Qué había allí? —frunció el ceño con expresión cansada y seria.
—Un montón de máscaras con forma de demonio. Una de ellas contenía varias almas.
—… ¿Qué? —preguntó con rostro estupefacto—. ¿Me estás diciendo que el clan Uzumaki tiene… un-
—Un templo.
—…-un templo con máscaras de demonios, una de ellas que contiene almas de varias personas?
—Sí, y había un altar para usarlas, obviamente. Por lo que pude deducir en ese momento, alguien usó el altar hacía poco.
—Me está doliendo la cabeza.
—Tengo el templo escondido ahora mismo así que nadie puede entrar sin mi permiso.
—Genial. Ya hablaremos de eso cuando acabemos con todo lo que tenemos ahora por delante.
Seina pestañeó con sorpresa al ver que no parecía dispuesto a hacer nada al respecto, luego se encogió de hombros. Lo había intentado. ¿Por qué siempre que intentaba hablar del templo con alguien todo el mundo le daba largas, olvidándose mágicamente del tema en poco tiempo? Era fascinante y exasperante.
Lo que quedó de marzo pasó relativamente rápido. Siguieron entrenando e intentando averiguar algo relacionado con lo que descubrieron en la tabla de piedra de los Uchiha, sin mucho éxito. El único que tenía algo de información fue, curiosamente, Kurama. Les habló del Sabio de los Seis Caminos o, como él lo conocía, su padre.
—¿Nos estás diciendo que Rikudo Senin es, fue, real? —preguntó algo incrédulo y escéptico Jiraiya.
—Así es. Su verdadero nombre era Hagoromo Otsutsuki. Sinceramente, no creo que él fuera humano. Tenía gran cantidad de habilidades y era extremadamente poderoso. Mucho más que mis hermanos y yo juntos. Después de todo, él nos creó.
—Pero, ¿cómo os creó? ¿Por qué?
—No se lo pregunté. No tenía por qué. Lo único que nos dijo fue que, tal vez, algún día volveríamos a ser “uno” de nuevo así que deduzco que nos creó a partir de una sola entidad. Una que desconozco —explicó Kurama, sentado en su regazo como si fuera un gato—. Según él, predijo que, si eso sucedía, alguien en un futuro nos reuniría a todos para enseñarnos lo que es el “verdadero poder”. Murió poco después de crearnos debido a una enfermedad, pero antes, con la ayuda de sus seguidores, construyó en distintos lugares templos donde pudiéramos vivir tranquilamente bajo la protección de sus monjes. Después de eso, con el paso del tiempo, sus enseñanzas se olvidaron y la gente empezó a temernos. El resto, como se suele decir, es historia.
—¿Y de Kaguya y del “árbol dios” sabes algo?
—No.
—Bueno… Al menos sabemos que parte de la información de la tabla parece ser real.
El problema era que, si ni siquiera Kurama, quien había estado vivo en esa época, sabía si era o no real parte de la tabla, ¿cómo iban a saberlo el resto de los mortales?
Notes:
Se empieza a complicar la cosa amigos... ¿Descubrirá el equipo 7 la verdad antes de que sea demasiado tarde? :)
Chapter Text
Cuando llegó mediados de marzo, se enteró que el 18 era el cumpleaños de Kisame, uno que no quería celebrar, y Jiraiya le dijo algo que la desanimó bastante.
—Me temo que no podemos abrir la cámara secreta.
—¿Qué? ¿Por qué?
—¿Has visto esta secuencia? —le preguntó, señalándole una serie de kanjis—. Parece una especie de sello temporal, como si fuera una cuenta atrás.
—¿Te refieres a que la cámara está programada para abrirse sola? —preguntó ella bastante sorprendida—. Pero, ¿por qué? ¿Cuándo?
—Sinceramente, no tengo ni idea —se rascó la cabeza el pervertido.
El asunto de la cámara secreta de los Uzumaki quedó, después de eso, apartado. Jiraiya no quería pasar más tiempo pensando en cómo entrar en una cámara que, supuestamente, iba a abrirse sola cuando llegara el momento. El misterio, no obstante, había propiciado discusiones entre los demás, quienes se preguntaban qué habría allí adentro para que hubieran puesto semejantes barreras.
—A mí todo esto hace que me duela la cabeza —suspiró Naruto—. ¿Por qué tanto misterio? ¡Podrían haber dejado una nota explicando qué pasa con esa cámara!
Sasuke y Kisame bufaron una risa sarcástica al escucharlo. Estaba claro que ningún clan facilitaría de ninguna forma que otros intentaran adueñarse de sus pertenencias. Aun así, le parecía curioso darse cuenta de que, quizás, la cámara no se había sellado durante la destrucción de Uzushiogakure, sino antes. Eso explicaría porqué pudieron sacar tantos pergaminos interesantes de entre las ruinas que no estaban guardados en la cámara que creía que guardaba los verdaderos secretos del fuinjutsu de su clan. Los muy idiotas que intentaron acabar con su clan ni siquiera se habían molestado en rebuscar entre las ruinas para llevarse el conocimiento de los Uzumaki, pensando que lo habían destruido todo.
Como tenía una preocupación menos, entre comillas, volvió a centrarse en los entrenamientos. Igual que todos los otros. El único que parecía desaparecer más a menudo era Jiraiya. Todos sabían que debía estar intentando averiguar algo sobre ese genjutsu infinito que pensaban usar para esclavizar a la humanidad. Después de todo, junto con el entrenamiento, era lo más importante.
Sus hermanos y ella estaban tan ocupados entrenando que los días fueron pasando en un abrir y cerrar de ojos. Hasta que llegó abril, y Jiraiya pudo descubrir algo más sobre Akatsuki.
—Al parecer, los bijuus que todavía no posee Akatsuki son el 1, 6, 8 y 9 colas.
—¿Cómo lo sabes?
—Bueno, Gaara es obvio debido a que sigue vivo y protegido por su aldea, vosotros estáis aquí y, por lo que sabemos, el jinchuriki del 8 colas sigue vivo en Kumo, vigilado de cerca por el Raikage. En cuanto al jinchuriki del Rokubi… Al parecer no ha bajado la guardia y se ha podido escapar un par de veces de Akatsuki. Ahora mismo, está en paradero desconocido después del último ataque.
Seina suspiró aliviada al darse cuenta que Utakata había hecho caso de su advertencia. No quería pensar qué le hubiera pasado si no hubiera sabido que Akatsuki iba tras él.
—Son buenas noticias —reconoció Itachi, con voz bastante menos monótona que antes—. Eso quiere decir que solo han recuperado a la mitad de los bijuus. Naruto y Seina están fuera de peligro durante un tiempo.
—¿Crees que primero irán a por los otros?
—Ese era el plan.
—¡Entonces, Gaara corre peligro! —exclamó Naruto al darse cuenta.
—Su consejo ya sabe que Akatsuki va tras él —lo calmó Jiraiya—. Además, como dije, está muy protegido en Suna. Después de todo, es el candidato a Kazekage.
—¿¡Queeeé!? —gritó Naruto, sumamente sorprendido.
De repente, se acordó de que no le había dicho a su hermano lo que había descubierto en la última carta de Kakashi. Evitó reír al darse cuenta de que Naruto estaba haciendo pucheros como un niño pequeño porque su amigo se le hubiera adelantado cuando él ni siquiera había querido ser el Kazekage. Escuchó a medias como Naruto avasallaba a Jiraiya con preguntas sobre Gaara mientras Sasuke y ella intercambiaban miradas divertidas.
Esa tarde, Itachi dio otro paso en su terapia extraoficial. Por fin, después de muchas semanas, hablaron de sus sentimientos encontrados con Shisui.
—¿Por qué no me sigues hablando de Shisui? ¿Cuándo fue la primera vez que hablasteis los dos sobre lo que estaba pasando en tu clan?
—Fue unos meses después de que yo ascendiera a chunin y empezara a asistir a las reuniones. Como ya te comenté, nos conocíamos de antes, pero yo no estaba enterado de lo que pasaba en secreto hasta mucho después. Por lo que sé, él fue reclutado para ayudar a la causa bastante antes que yo. Obviamente porque era mayor que yo y porque tenía mayor rango que yo. Y porque era también un prodigio en muchos campos.
—¿Fue él quien se acercó a ti para hablar de lo que estaba pasando?
—Se acercó a mí, pero no para hablar. Se le ordenó que me vigilara ya que yo, al parecer, no parecía demasiado convencido con los planes del clan, y lo notaron antes de que pudiera esconderlo. Él aceptó las órdenes, pero nadie de mi familia sabía que Shisui, en realidad, simpatizaba más conmigo que con los rebeldes.
—Entonces, ¿Shisui te comentó que estaba de acuerdo contigo?
—No. Simplemente, siguió actuando como mi amigo mientras, a mis espaldas, contactó de alguna forma con Danzo. No me contó cómo llegó hasta él hasta el día en que perdió uno de sus ojos a manos de Danzo y se suicidó, dándome su otro ojo.
Seina pestañeó. Demasiada información importante en muy pocas palabras. Para empezar, Itachi había dado a entender, con lo de “actuando” y “a mis espaldas”, que sentía como si Shisui lo había traicionado, de un modo u otro. Por otro lado, Shisui no había confiado mucha información a Itachi, quizás para protegerlo, así que Itachi tenía lagunas sobre lo que pasó entre medias. Por último, parecía que Itachi tampoco sabía que Shisui había sido un ninja de Danzo, hasta que llegó el día de su muerte, día donde perdió ambos ojos. Demonios. Tendría que ir poco a poco.
—Vayamos paso por paso… ¿Crees que Shisui, en ese entonces, te traicionó? ¿Qué no era tu amigo?
—… Una parte de mí sí lo cree, pero… otra parte de mí sabe que, quizás, lo hizo para protegerme. Si me hubiera traicionado, mi clan se habría enterado antes de tiempo de que yo no compartía sus ideales, y me habrían… castigado de alguna forma —admitió Itachi en voz alta, con su lógica aplastante de siempre.
—¿Crees que Shisui sabía que tú estabas reportando al Tercero y a los consejeros?
—Seguramente. Le hablé un par de veces sobre traicionar al clan para evitar una posible guerra en Konoha así que, por lógica, debería haber deducido que íbamos a necesitar la ayuda de los altos mandos de la aldea.
—¿Crees que sabía que tú también estabas siendo reclutado por Danzo?
—Puede ser. Él no me habló de Danzo, pero Danzo era un consejero del Tercero así que sabía lo que estaba pasando dentro del clan Uchiha. Si intentó reclutar a Shisui, quizás Shisui pensó que también intentó reclutarme a mí.
—Mmm… Por otro lado, ¿por qué crees Danzo le arrancó un ojo a Shisui?
—Shisui tenía un mangekyo sharingan muy particular. En lugar de tener el tsukiyomi tenía un genjutsu mucho más poderoso llamado kotoamatsukami. Con este genjutsu se puede controlar a las personas tan sutilmente que no se dan ni cuenta de que están bajo una ilusión. Es capaz incluso de implantar falsas vivencias para hacer creer a la víctima que todavía tiene voluntad propia, cuando no es así.
—El genjutsu que usó en ti, ¿no es así?
—…Sí.
Se hizo un silencio cuando Seina hizo la pregunta clave. Itachi parecía neutral. Sabía que lo debía haber estado pensando durante mucho tiempo. Quizás una parte de sí ya había aceptado que era una víctima de Shisui. Tal vez otra parte de Itachi había comprendido que, aunque le jodiera, no podía cambiar el pasado. Antes de que pudiera formular otra pregunta, Itachi siguió hablando.
—Ahora, con lo que sé, creo que Shisui intentó usar este genjutsu en los rebeldes del clan Uchiha, pero Danzo le robó el ojo antes de que pudiera cambiar la voluntad del clan porque él quería que se rebelaran.
—¿Qué te hace pensar eso? —preguntó ella algo sorprendida.
—Porque alguien les robó los ojos a todos mis familiares, y solo podían robárselos de estar todos muertos —dijo Itachi, con voz peligrosamente gélida—, y solo hay una persona, de toda esta historia, que me instigara a matarlos a cambio de la vida de Sasuke.
—Danzo.
—Danzo. Pensé que yo le estaba manipulando a él, aceptando matar a mi clan a cambio de Sasuke, pero ahora sé que fue justamente lo contrario. Yo caí en su trampa, tal y como él quería. Su idea siempre fue dejar a Sasuke vivo para mantenerme a raya, que yo matara al clan Uchiha para poder robar sus ojos y, a la vez, obligarme a dejar la aldea para que no pudiera darme cuenta de sus verdaderos planes. De haber estado yo en Konoha, tarde o temprano me habría enterado de todo. Con su plan, pudo mantenerme lejos usando a Sasuke para evitar que volviera a Konoha y supiera la verdad. A su vez, yo me convertí en su chivo expiatorio ante los ojos de todo el mundo. Incluso aunque los altos mandos de Konoha se hubieran dado cuenta de que faltaban esos ojos… Danzo siempre podría haberme echado la culpa de eso a mí también.
—¿Y cómo crees que afectó este plan a Shisui?
—Después de pensarlo detenidamente… me he dado cuenta de que Shisui también fue una víctima de Danzo. Si estoy en lo cierto, y todo me hace creer que sí, los hechos apuntan a que Shisui intentó someter al clan de forma pacífica. Fue una apuesta desesperada que nunca sabré si habría funcionado. Seguramente, para ese entonces, Shisui trabajaba o reportaba al consejo o, como mínimo, a Danzo, lo que sucedía y lo que pensaba hacer. De lo contrario, si él no les hubiera hablado de las habilidades de su mangekyo sharingan, Danzo no sabría que existía dicho genjutsu para empezar.
—Te refieres a que no lo hubiera sabido porque solo alguien con el mangekyo sharingan y la tabla de piedra de los Uchiha sabe qué jutsus existen —pensó ella en voz alta, dándose cuenta de que era una deducción sólida—. ¿Piensas que, sabiendo lo que Shisui pensaba hacer, Danzo se dio cuenta de que su plan para robar los ojos no hubiera sido posible y por eso lo atacó sin miramientos?
—Exacto. Shisui fue demasiado ingenuo. Estaba claro que él no pensaba que Danzo quisiera la destrucción del clan. Fue su exceso de confianza en el consejo lo que desencadenó su muerte. En cuanto Danzo le robó un ojo, antes de que pudiera usar el genjutsu, supo que no podía quedarse el otro ojo. Para empezar, un consejero del Hokage lo había atacado frontalmente, cosa que era una condena de muerte ya que sabía que Danzo no iba a dejarlo con vida para que pudiera contarle al Tercero qué había sucedido. Por otro lado, sabía que, aunque se suicidara, Danzo intentaría hacerse con su otro ojo, robándoselo tal y como ha hecho con los ojos de mis familiares. Y, por último, seguramente Shisui calculó que usar el genjutsu de su ojo restante era inútil considerando que Danzo, con su ojo robado, podría deshacerlo en un instante.
—Así que a Shisui no le quedó otra opción que darte su ojo, para que lo protegieras, y aprovechar su suicidio para hacer que tú evolucionaras tu sharingan a mangekyo sharingan.
—Sí, pero antes de dármelo, usó el genjutsu en mí.
—¿Por qué crees que lo hizo? —preguntó, adentrándose por fin en el tema peliagudo.
—Porque, en el caso de que Danzo se hiciera con el ojo atacándome a mí también, habría gastado el genjutsu. El kotoamatsukami solo puede usarse una vez cada 10 años, según la tabla de piedra. Fue una buena idea para negarle a Danzo su ojo durante, al menos, una década. Eso daba tiempo a Konoha, y al clan.
—¿No se te ocurre otra razón? —preguntó ella, que imaginaba qué podría estar pensando Shisui. Itachi alzó una ceja, mirándola a los ojos—. Tú mismo has dicho que Shisui provocó su propia muerte, y aceleró la destrucción de tu clan, debido a su exceso de confianza, ¿no es así?
—Sí.
—¿No crees que Shisui, quien confiaba en el consejo y en el Tercero, y quien descubrió de forma violenta que Danzo, para quien posiblemente trabajaba y quien no tenía las mejores intenciones para con él, habría perdido toda la confianza en la gente y en sus propias decisiones de un plumazo? Según lo que me has contado de él, Shisui era alguien que tenía confianza en sus propias habilidades, pero seguramente él mismo se dio cuenta de que quizás no era tan bueno juzgando a los demás como creía, ¿no te parece?
Itachi pestañeó, mirando de nuevo al techo, mientras meditaba en lo que acababa de preguntarle. Parecía estar dándose cuenta de algo en lo que nunca antes había pensado.
—Lo que es peor, si tú has podido deducir todo esto de Danzo, quizás también lo hizo Shisui y lo hizo justamente el día en que perdió toda la confianza que tenía puesta en los altos mandos. El mismo día en que le robó un ojo una de las personas en las que había depositado sus esperanzas. Posiblemente, además de sentirse traicionado, se sintió culpable y un estúpido por haber confiado justamente en la peor persona de todas. Y, para colmo, sabía que dicha persona pretendía matarlo para enterrar sus secretos con Shisui y, de paso, quitarle el ojo restante. ¿Te parece que el día de su suicidio, el mismo día que Shisui comprendió todo esto, Shisui sentía que podía confiar en alguien más, en ti, cuando ya se había equivocado antes?
—…No.
—Quiero que cierres los ojos —le pidió, viendo como obedecía—. Quiero que pienses que eres Shisui momentos antes de que Danzo le arranque el ojo. En lo mucho que confió en el consejo, en Danzo. En el shock y la traición que sintió cuando Danzo le arrancó un ojo antes de que pudiera intentar salvar a su clan. Piensa en lo que sintió cuando se dio cuenta de que Danzo, en quien había confiado revelando un secreto de la tabla de piedra, no solamente no quería salvar a su clan, sino que quería que murieran para, tal vez, arrebatarle los ojos como a él. Piensa en lo que sintió cuando se dio cuenta de que no sabía en quién confiar. En lo mucho que arriesgó yendo a ti momentos después de ser traicionado porque quería creer en ti, en cómo expuso de nuevo su corazón depositando en ti sus últimas esperanzas, entregándote su ojo. Si tu fueras Shisui justo en ese momento… ¿Por qué usarías el kotoamatsukami en tu amigo antes de morir?
Itachi estuvo callado, con los ojos cerrados, casi 20 minutos. Sabía que estaba pensando profundamente en el escenario que le había planteado. Después de todo, Itachi no era un cobarde. A pesar de que le hiciera daño pensar en ello, sabía que iba a hacerlo porque quería entender qué pasó y no podía preguntarle a Shisui qué sucedió exactamente. Seina había creído que Shisui había manipulado, aunque fuera para protegerlo, a Itachi, pero ahora no estaba tan segura. Ahora empezaba a pensar que era justamente todo lo contrario. Shisui deseó fervientemente poder confiar en Itachi, pero lo habían traicionado tan profundamente que no podía volver a cometer otro error. No con un ojo tan poderoso como el suyo. Sobre todo, teniendo en cuenta que la vida de muchísima gente dependía de ello.
—Usaría el genjutsu para negárselo a Danzo durante 10 años y para asegurarse de que yo protegiera a Konoha. Una parte de Shisui, en aquel momento, no podía confiar en mí después de la traición que sufrió en menos de 24 horas —dijo Itachi—, justo antes de tener que suicidarse por el bien de todos.
Seina no sabía si acababa de entender por qué así que siguió exponiendo sus pensamientos a Itachi para que él alcanzara la epifanía a la que había llegado ella misma hacía menos de una hora.
—Shisui sabía que tú mayor deseo era evitar una guerra protegiendo Konoha y, en la medida de lo posible, al clan, ¿no?
—Sí.
—Entonces, ¿sería posible que Shisui te hubiera puesto bajo genjutsu con la orden de “proteger a Konoha” para poder confiar en ti y morir tranquilo sabiendo que protegerías la aldea y, a la vez, para evitar manipularte ya que él sabía que “proteger a Konoha” siempre ha sido tú propio deseo?
Itachi abrió los ojos de golpe cuando comprendió lo que estaba intentando comunicarle. Su expresión atormentada, y atónita, era lo más emocional que había visto en él desde que lo conoció en persona.
—Crees que Shisui pensaba que ordenarme “proteger a Konoha” no iba a surtir demasiado efecto en mí ya que era algo que yo ya pensaba hacer de antemano. De esa forma, si estaba en lo cierto, el genjutsu se neutralizaría por sí solo o no afectaría a mis decisiones. El único beneficio hubiera sido gastar el genjutsu de su ojo restante para que Danzo no pudiera usarlo.
—¿No crees que es posible?
—Sí. Es muy posible.
—Es cierto que no sabremos si las decisiones que tomaste después fueron tuyas, ya que sí que estabas bajo el genjutsu, y que posiblemente Shisui no se planteó en tan poco tiempo qué pasaría con el genjutsu, y cómo afectaría a tus acciones, cuando Danzo te engañara y te manipulara a ti, pero, ¿crees que Shisui hizo lo que hizo por maldad? ¿Qué no le importabas? O, simplemente, ¿cometió un error en un momento desesperado?
Itachi no contestó. Dejaron la sesión ahí. Los próximos días se los tomó para descansar de su charla. Seguramente estaría pensando en lo que habían hablado porque estaba más callado que de costumbre. Sasuke, y Kisame, sabían que, de vez en cuando, necesitaba su espacio para asimilar lo que iba aflorando en sus sesiones de terapia así que hacían ver que no sucedía nada raro. No todas las sesiones eran “de verdad”. Algunos días solo charlaban de cosas banales.
La terapia solía hacerse de forma semanal o quincenal, pero eso Itachi no lo sabía. Seina estaba aprovechando las charlas diarias para reintroducir a Itachi en la sociedad y para ayudarlo a madurar emocionalmente, sin que él lo supiera, no solo para tratar sus traumas. Era por eso que no le importaba no hablar con él durante unos días como hacían casi siempre, porque su siguiente sesión de verdadera terapia era dentro de una semana.
Sasuke, y Naruto, era el único que sabía de sus intenciones secretas así que la ayudaba a sacar temas de conversación y también interactuaba con Itachi lo máximo posible para que, poco a poco, fuera cada vez menos un cubito de hielo con problemas emocionales y se convirtiera en una persona normal. Lo gracioso es que todos sabían que estaba funcionando. Incluso el propio Itachi.
En los siguientes días, Itachi parecía más ligero. Fuera lo que fuera que hubiera interiorizado, le había hecho bien. Un día, después de su entrenamiento diario uno versus uno, Itachi se sentó en el tronco a su lado. La miró de reojo con expresión… aliviada.
—Me estaba volviendo loco, pero ahora he asimilado bastantes cosas. No puedo cambiar el pasado, pero al menos estoy seguro de que Shisui no me deseó ningún mal. No me traicionó al clan, ni me manipuló más de lo mínimo. Pudo hacerlo incontables veces antes de su muerte. Hizo lo que hizo porque él no veía escapatoria ni otra alternativa. Cometió errores, como yo, pero incluso a punto de morir quiso lo mejor para mí. Y ahora lo sé —miró al horizonte más sereno que nunca antes—. Gracias, Seina. Eres una buena persona. Me alegro de que mi hermano te tenga como mejor amiga, y como hermana.
—De nada. Yo también me alegro de que sea mi hermano —sonrió.
Luego miró a Itachi, quien le estaba devolviendo una diminuta sonrisa. No pudo evitarlo. Tenía que abrazarlo. Se quedó helado un segundo, pero luego la abrazó con mucha delicadeza, como si no supiera qué hacer con su abrazo. Seina lo apretó fuertemente, pero sin agobiarlo, para que supiera que estaba allí presente.
—Sé que hiciste y has hecho todo lo que has podido por Sasuke. Incluso cuando tus padres no fueron capaces de pensar en sus hijos —le susurró en el oído—. Sé que has sufrido y pagado las consecuencias durante largos años, pero ya no estás solo. Tienes a Sasuke, a Naruto, a Kisame y me tienes a mí. Otros se habrían derrumbado, pero tú te has mantenido en pie y ahora intentas ser mejor persona porque tu hermano te necesita y porque eres buena persona, así que estoy orgullosa de ti.
Itachi tembló entre sus brazos. La abrazó fuertemente, enterrando su cabeza en su cuello como hacía Sasuke cada vez que necesitaba confort. Era tan parecido a su hermano y, a la vez, tan diferente que la hizo sonreír. Notó como le cogía entre los puños la camiseta mientras evitaba no sollozar en su cuello, pero después de tantos años solo, triste, siendo odiado, sintiéndose culpable… no pudo aguantarlo más porque ya no era el mismo desastre emocional de hacía casi un año. Lo abrazó durante un largo rato, acariciándole el cabello negro mientras lloraba silenciosamente en su cuello como un niño pequeño.
No dijo nada mientras se desahogaba, llorando los traumas de hacía casi una década. Sasuke los miró con una sonrisa. Arrastró a Naruto a la tienda mientras Kisame caminaba detrás de ellos a paso lento, contemplando a Itachi en sus brazos con rostro neutral. Jiraiya, como no, no estaba allí con ellos. Un rato más tarde, se dio cuenta, con verdadera estupefacción, de que Itachi se había dormido en sus brazos. No osó despertarlo después de todo así que se limitó a conjurar una tumbona extra grande a partir del tronco en el que estaban sentados y se quedó allí el resto de la noche. Kurama, estirado a su lado, la miró con ojos divertidos y cándidos, antes de ponerse a dormir.
Se despertó a la mañana siguiente al notar como Itachi se movía sobre su torso. No dijo nada de su llanto, ni de haber dormido encima de ella así que Seina lo dejó correr. Sin embargo, algo había cambiado. Sentía que, de algún modo, había conectado con Itachi de una forma que antes no había sido posible. Tuvo razón.
Lo empezó a notar en seguida. En lugar de esperar a que los demás fueran a él para interaccionar, empezó a iniciar él mismo conversaciones o entrenamientos con Naruto o Kisame. En lugar de desayunar a veces a solas, antes de que los demás se despertaran, empezó a esperarlos a todos para poder desayunar con ellos. En vez de quedarse al margen en las noches de juegos, empezó a participar, ¡y sin que nadie tuviera que arrastrarlo! Cada día que pasaba, Itachi estaba empezando a vivir en lugar de observar como otros vivían desde lejos.
—No sé de qué demonios habláis, pero le ha funcionado —dijo Kisame bastante sorprendido una mañana mientras entrenaban en la playa—. Creí que nunca vería a Itachi sin ese palo metido en el culo.
—Soy experta sacando palos de culos —contestó ella con una sonrisa—, y Naruto también.
—Ya lo veo… —se rio Kisame.
Siguió entrenando con sus cadenas de adamantina y Kurama, quien podía invocar una especie de coraza de chakra mientras quedaban unidos por su cadena habitual. Tuvieron que reparar varias veces la zona donde entrenaban porque el susanoo de Itachi era igualmente gigantesco. Con ayuda de Itachi, Sasuke empezó a practicar los jutsus del mangekyo sharingan, empezando por el amaterasu, pero pronto Itachi tuvo que enseñarle nuevas cosas ya que Sasuke se estaba volviendo todo un prodigio con el genjutsu.
Muchas veces los veían “luchando” parados el uno frente al otro mientras Naruto, Kisame y ella hacían apuestas sobre quién ganaría. Era interesante y aburrido de ver. Mientras los Uchihas se mataban mentalmente a palos, Kisame y ella entrenaban kenjutsu con sus respectivas espadas especiales, y Naruto entrenaba, o lo intentaba, con el Kurama-yang.
Cuando llegó mayo, Jiraiya, después de volver de uno de sus múltiples viajes, se sentó con ellos.
—He estado resolviendo unos cuantos asuntos en las últimas semanas. Por eso no me habéis visto el pelo demasiado, pero ahora tengo un tiempo largo sin trabajo pendiente —les dijo—. Así que, viendo que Kisame está entrenando con Seina e Itachi con Sasuke, me gustaría entrenar contigo, Naruto, en algo nuevo. Algo que solo tú puedes hacer con las invocaciones de los sapos.
—¿¡En serio!? ¿En qué?
—En senjutsu.
—¡Genial! ¿Cuándo empezamos?
—¡No tan rápido! —rodó los ojos Jiraiya—. Para entrenar en senjutsu necesitaremos ir al Monte Myoboku.
—¿¡Qué!? ¿Y qué pasará con Seina y el teme?
—¿No me has escuchado cuando he dicho que ellos ya están recibiendo entrenamiento especial?
—¿Cuánto tiempo os iríais? —cortó ella, viendo que ese era el quid de la cuestión.
—Probaremos un par de semanas, para empezar. El entrenamiento depende del control de chakra de la persona así que me imagino que, quizás, tendremos que quedarnos algo más. Ya lo veremos. Además, me gustaría aprovechar que estaremos solos para que puedas forzar un poco tu entrenamiento con Kurama —le dijo a Naruto—. Allí tendremos ayuda de las invocaciones si algo sucede, y no destruiremos Uzushiogakure de nuevo si pierdes el control.
Naruto parecía entre excitado y poco convencido de irse tanto tiempo con el pervertido, dejándolos solos. Seina le dio un codazo.
—Solo es un par de semanas, Naru. No es como si fuera el fin del mundo.
Seina intercambió una mirada con el pervertido. Sabía por qué quería irse con Naruto al Monte Myoboku. Allí, sin nadie salvo ellos y sus invocaciones gigantescas, su hermano podría intentar de nuevo usar muchísimo más chakra de Kurama sin miedo a perder el control sobre su transformación parcial como lo hizo la primera vez. Hasta ahora, Naruto había estado usando el chakra de Kurama para rodearse a sí mismo de una capa de chakra demoníaco, pero no se atrevía a dar el siguiente paso sin Jiraiya y estando ellos presentes. Si Naruto no lograba superar ese temor a fracasar y a herirlos, no avanzaría jamás.
Así fue como Naruto se marchó a ese lugar remoto y cómo se quedaron Sasuke y ella acompañados de sus respectivos maestros criminales de rango S.
Notes:
¿Qué creéis? ¿Itachi y Seina tienen razón sobre Shisui?
Chapter Text
La primera semana sin Naruto pasó algo lenta ya que todos estaban acostumbrados a la energía sin límites de su hermano. Todos ellos, salvo Sasuke, eran adultos, aunque no lo supieran, y Sasuke no era precisamente el adolescente más exuberante de todos. La partida temporal de Naruto también le sirvió a Sasuke y a ella para hablar a solas de tanto en tanto, admitiendo que estaban aburridos de estar “encerrados” en Uzushiogakure.
—No es que quiera volver permanentemente al país del Fuego —dijo ella cuando Kisame alzó una ceja al escucharlos hablar—, pero no estaría mal ver cosas nuevas de vez en cuando.
—Aquí no hay nada. No hay vida —asintió Sasuke—. No hay ni una tienda de comestibles.
—Quizás podríamos hablar con Jiraiya-sama cuando vuelva para que visitemos el país del Fuego nuevamente durante unos días.
Sasuke y Seina sonrieron a la vez al escuchar las palabras de consuelo de Itachi. Por lo menos no se habían negado en rotundo en salir de Uzushiogakure. Al verles las caras, Itachi bufó una pequeña risa.
—¿Qué queréis hacer hoy? —preguntó Kisame, bostezando—. Es un día algo deprimente, incluso para mí.
Seina miró las nubes que encapotaban el cielo, dándole la razón silenciosamente. Estaban sentados delante de la tienda de campaña. Sasuke y ella en un tronco, Kisame sobre una gran roca e Itachi sobre la rama de un árbol. Habían estado trabajando kenjutsu durante un par de horas, pero en cuanto se fue el sol dejaron de entrenar para descansar un rato. De ese descanso hacía ya una hora, y no parecía que quisieran seguir entrenando.
—Creo que aprovecharé para escribirle mi carta semanal a Kakashi —dijo ella.
—¿Podrías enviarle mi carta con la tuya? —pidió Itachi de improvisto—. Me gustaría hablar con Kakashi-senpai.
—Claro.
—Pues yo creo que iré a darme un baño a la playa.
Se despidieron de Kisame, que empezó a caminar en dirección a la playa, mientras que Sasuke se echó en el sofá y sacó una novela. Estaba claro que nadie tenía ganas de hacer nada demasiado duro así que se fue a escribir esa carta.
—Querido Kakashi,
Falta relativamente poco para que se cumplan los 2 años desde la última vez que nos vimos. Ya ha pasado la mitad del tiempo y, aunque ya no lloro tu pérdida, sigo notando ese vacío en mi corazón.
Esta semana Naruto se ha ido al Monte Myoboku con Jiraiya para estudiar senjutsu y entrenar con el chakra de Kurama. Todavía tiene problemas. Seguramente porque la primera vez que lo intentó le puso tanto ímpetu que acabó transformándose en una bestia semi humana que intentó atacar a Jiraiya. Por suerte con el talismán que preparó el pervertido no sucedió nada. Espero que esta vez, sin nosotros allí, pueda lograrlo. Estoy segura de que lo hará.
Verás que, además de mi carta, tienes otra carta. Es de Itachi. Sí, lo sé. Increíble, ¿no? Cada día que pasa está mejor. Menos distante, menos… traumatizado. Si supieras todo lo que he hablado con él a modo de terapia… Sinceramente, no le deseo lo que pasó a nadie. Es inhumano. Cada vez tengo más ganas de estrangular a Danzo. Te lo juro. No sé qué va a escribirte, pero seguro que le hará ilusión que le contestes si puedes, y quieres. Sé que el tiempo que estuviste en anbu con él fue bastante antes de que empezara toda la tragedia en el clan Uchiha, pero a lo mejor necesita a alguien que no le recuerde a esa época.
Sasuke está mejorando muchísimo con el genjutsu. Deberías verlo. Itachi dice que está muy sorprendido con su progreso. Tanto de sus genjutsus habituales como de sus habilidades con el mangekyo sharingan. No sé qué decirte, considerando que la mitad del tiempo se quedan mirándose el uno al otro mientras los demás los observamos desde fuera como idiotas esperando a que suceda algo.
Yo sigo practicando cada día con Kisame. Mi repertorio de ninjutsus de agua es comparativamente más grande que los jutsus que se de rayo o viento. Es asombroso. También he estado entrenando con los tiburones y he explorado los alrededores de la isla. Deberías ver los arrecifes de coral. Son impresionantes. Aunque da un poco de respeto ver el fondo del océano completamente oscuro. Por suerte con mis poderes puedo iluminar el camino.
También sigo entrenando con mis cadenas de adamantina. De momento domino 8, pero la novena se me está resistiendo más de lo esperado. Y, déjame decirte, golpearte en la cara con una de esas duele.
Seina levantó la cabeza escuchando los pasos acercarse a su puerta abierta. Apareció Itachi con una carta en la mano. Dejó de escribir, haciendo un ademán para que se sentara en la cama si quería esperarla. Itachi se sentó en la cama, observando la fotografía de su equipo sobre la mesita de noche. Ella acabó mucho antes de lo previsto de escribir, guardando la carta dentro del sobre después de asegurarle a Kakashi que cada día que pasaba pensaba en él.
—¿Ya estás? —le preguntó a Itachi. Vio como asentía—. Dame.
—¿No usas tus invocaciones?
—No. Creé una bandeja conectada a otra bandeja. Así no le llegan en mitad de una misión.
—Ingenioso —dijo Itachi, viendo como desaparecían ambos sobres a la nada—. Dime, Seina… ¿Cómo haces todo lo que haces? ¿De qué kekkei genkai se trata?
—Me temo que es una nueva.
—¿Cómo lo sabes?
Seina suspiró, mirando a Itachi. Hasta ahora no le había preguntado nada directamente de sus poderes, pero sabía que ardía de curiosidad. Incluso Kisame, quien esperaba que no le dijera nada porque era de Kiri, le había preguntado de lo interesado que estaba. Obviamente, solo le dijo que era una kekkei genkai nueva con la que todavía estaba experimentando, pero…
Cerró la puerta con un movimiento de mano. Las barreras, como en todas las habitaciones, se activaron de golpe cuando la habitación se encontró cerrada. Itachi alzó una ceja al verlo. No era la primera vez que lo veía, pero sí la primera vez que esperaba una explicación. Sabía que la cercanía que estaban empezando a compartir desde que Itachi se mostró vulnerable ante ella había hecho que Itachi se sintiera más cómodo en interactuar con ella y en preguntarle sobre sus secretos.
—Tengo otra energía, paralela al chakra. Básicamente, puedo hacer lo que quiera, mientras lo pueda imaginar.
—… ¿En serio?
—Sí. Mira esto —sonrió ella. Conjuró de la nada a un gato. Sabía que a Itachi le encantaban porque él se lo había dicho.
Lo observó con los ojos abiertos, cogiéndolo y examinándolo. Incluso usó el sharingan.
—¿Puedes volver a hacerlo? —preguntó mientras la miraba atentamente con la forma evolucionada. Invocó otro gato distinto—. ¿Cómo es posible? ¿De qué dimensión los has sacado?
—De la nada.
—Eso no es posible. Incluso kamui está ligado a una dimensión distinta.
—Sinceramente, a veces no sé ni cómo hago lo que hago —al menos desde que empezó a usar la magia con la imaginación.
—Increíble. ¿Danzo sabe de tus poderes? —preguntó, viendo como hacía desaparecer a ambos gatos.
—Imagino que sí, pero no sabe lo que puedo hacer. Lo que he mostrado públicamente es parecido a según que jutsus así que estoy bastante segura de que no tiene ni idea.
—Y, sin embargo, ha intentado secuestrarte varias veces —frunció el ceño Itachi—. De haberlo sabido… Habría sido mucho más directo intentando hacerse contigo.
Seina se levantó de la silla, tumbándose en la cama para mirar el techo blanco. Itachi, sorpresivamente, o no, se tumbó a su lado para mirar también el techo.
—¿Qué crees que estará haciendo con esos ojos?
—Seguro que nada bueno. Si tuviera que apostar dinero diría que trasplantárselos a sus ninjas de confianza, pero…
—Pero, ¿qué? —preguntó ella, ahora curiosa. Giró la cabeza para mirarlo a su lado. Parecía pensativo.
—Danzo ansió tanto el ojo de Shisui que lo atacó sin miramientos así que me extrañaría que le diera ese ojo a alguien, codiciándolo como lo hizo.
—¿No creerás…?
—¿Qué se lo trasplantó él mismo? —acabó Itachi con voz sombría y asqueada—. Puede ser.
Seina lo meditó en serio. Danzo tenía siempre un ojo vendado así que podría ser. Le tendría que preguntar a Kakashi cuándo fue la última vez que alguien vio a Danzo con ambos ojos. Quizás la teoría alocada de Itachi tenía más sentido de lo que ambos esperaban. De ser así, ¿habría Danzo usado ese ojo en alguien? Le vino a la mente el Tercero. Se acordaba de haber pensado y discutido con Naruto, Sasuke y Kakashi sobre su incompetencia… ¿Y si realmente no era incompetente o idiota, sino que estaba bajo un genjutsu tan sutil que no podía detectarse? De haberlo usado, y teniendo en cuenta que solo podía usarlo una vez cada 10 años, eso explicaría por qué no lo había usado contra Tsunade-sama también.
Se le erizó el bello con un escalofrío. Itachi la miró de reojo, notándolo.
—¿Estás bien?
—Acabo de pensar algo.
—¿Hn?
Le explicó escuetamente lo que acababa de pensar. Itachi pestañeó. Luego frunció el ceño.
—Podría ser. Llegados a este punto, estando tan lejos de Danzo, no sé qué ha estado o está haciendo. Casi me pone de mal humor no saberlo —admitió con voz grave.
Seina suspiró. Apoyó su cabeza contra el hombro de Itachi. Dejó de pensar en ello antes de que se diera a sí misma un aneurisma cerebral. Así fue como los encontró Sasuke cuando, aburrido, subió arriba. Fue al cuarto de su hermano y, en cuanto vio que estaba vacío, escuchó como sus pasos se dirigían a su habitación. Seina abrió la puerta antes de que pudiera llamar. Alzó una ceja en su dirección, preguntándole qué estaba haciendo. Sasuke sabía que tenía algo con Kakashi así que podía imaginar su pregunta.
Itachi ni se inmutó. Miró a su hermano todavía tumbado a su lado en la cama de matrimonio. Ella hizo un movimiento de mano para que se acercara. En cuanto lo tuvo a su lado tiró de él. Sasuke se dejó coger, cayendo mayoritariamente encima de ella, y sobre Itachi. No quiso hablar de Danzo, ni de sus poderes, que era lo único en lo que habían hablado, pero le mostró por encima, mediante su vínculo, de qué había ido su reunión. Satisfecho, Sasuke se tumbó sobre ambos, en horizontal.
—¿Alguien te ha dicho antes que pesas un poco? —le preguntó con tono burlón Itachi.
Sasuke alzó la cabeza, impactado de escucharlo hacer broma. Luego se dejó caer de nuevo sobre él, ignorándolo.
—La verdad es que me estás chafando los pulmones con tu culo —le dijo ella, bastante en serio.
—¿Eres ninja o qué?
Se dio la vuelta, tumbándose bien, como ellos, en la cama, quedando entre Itachi y ella. Apoyó entonces su cabeza sobre el hombro de Sasuke, sintiendo un sueño tremendo. Realmente no era día para entrenar. Sasuke la abrazó como un osito de peluche. Vio por encima del hombro de su hermano como Itachi los observaba con una sonrisa complacida. Alargó un brazo para tirar de él sobre la espalda de Sasuke.
—¿No te cansas de tener tantos hermanos? —preguntó Kurama, bostezando él también—. Ya verás cuando se enteren de que sales con Kakashi. Kukuku.
Seina no contestó. Estaba demasiado ocupada batallando contra el sueño mientras Sasuke la abrazaba contra él, e Itachi abrazaba a ambos. Acabó durmiéndose.
Cuando se despertó, horas más tarde a juzgar por su estómago, Itachi estaba despierto, pero tenía los ojos cerrados mientras seguía abrazando a ambos, y Sasuke estaba profundamente dormido. No quería destruir el momento así que cerró los ojos, relajándose.
De repente, notó como aparecía el traslador de Jiraiya delante de la tienda de campaña, al límite de sus barreras. Como no era Jiraiya, las barreras le alertaron al instante. Abrió los ojos al mismo tiempo que Sasuke se despertaba de golpe, debido a su vínculo, se quedaba tieso mientras interiorizada qué lo había despertado y abría los ojos también. Por supuesto, en cuanto Sasuke se puso en alerta de improvisto, Itachi se quedó quieto mientras, seguramente, intentaba detectar qué sucedía. Curiosamente, todo esto solo pasó en un par de segundos, pero los suficientes para que ella se levantara de inmediato y saliera en dirección a la puerta de la tienda acompañada un paso atrás por Sasuke y, obviamente, por Itachi.
En cuanto vio a una de las invocaciones de Jiraiya, sin Jiraiya y Naruto, tanto Sasuke como ella supieron que algo iba mal. Invocó su maletín médico justo cuando el pequeño sapo desconocido abría la boca.
—Seina-san, ¡Jiraiya necesita atención médica de inmediato!
Vio de reojo como Itachi creaba un clon al mismo tiempo que Seina, Sasuke e Itachi cogían al sapo y eran invocados reversamente. Apareció en un lugar soleado, lleno de plantas gigantescas y vegetación por doquier. El sapo, no obstante, los había invocado justo al lado de Jiraiya así que en seguida se dio cuenta de que estaba malherido. No solo él, sino también Naruto a sus pies. Creó un clon para encargarse de Naruto mientras le curaba el pecho abierto a Jiraiya, deshaciéndose de su ropa llena de sangre y viendo el zarpazo que su hermano le había dado.
—Demonios… —murmuró Sasuke viendo la herida—. No debe haberle puesto el talismán a tiempo.
—Es increíble la recuperación de los Uzumaki —dijo Itachi, mientras observaba como las quemaduras de Naruto, con su ayuda, desaparecían rápidamente—. Está inconsciente, por eso.
Seina tardó un rato en cerrarle las heridas. Le dio también una de sus pociones para que recuperara la sangre perdida y lo examinó, pero eso era todo. Esperaron un rato a que se despertaran por sí mismos. Kurama, de improvisto, saltó de su sello en su forma de tamaño humano. Se inclinó sobre Naruto para examinarlo con interés.
—Ya decía yo. Los muy idiotas… Han intentado usar nuestra transformación parcial junto con el senjutsu.
—¿Y por qué ha perdido el control?
—El cabeza de chorlito de tu hermano no tiene tú mismo control de chakra. Ha perdido el control en cuanto ambas energías han chocado, entrando en conflicto. Hasta que no domine la forma parcial y pueda sacarme como haces tú… será mejor que no lo vuelva a intentar.
—U-ugh… —gimió Naruto con un quejido—. Solo teníamos curiosidad por saber qué pasaría.
Seina solo suspiró. Por suerte, Jiraiya no tendría ni una sola cicatriz del encuentro, pero podría haber sido mucho peor. Naruto se sentó, observando al pervertido con ojo crítico, antes de relajarse al ver que estaba vivo.
—No debí haberle hecho caso.
—¿Jiraiya-sama te ha dejado intentarlo? —preguntó Itachi algo sorprendido.
—Logré alcanzar el modo sabio después de 7 días, aunque no tengo el control total. Después de eso, quise practicar con Kurama así que me dijo que intentara usar su chakra cuando meditaba en modo sabio para ver qué sucedía. Mala idea —gimió Naruto de nuevo.
—Un día de estos…
—¡No sabíamos que iba a perder el control convirtiéndome de nuevo en un mini-Kurama!
—¡Exacto, dobe! No lo sabíais, ¿para qué mierda lo habéis intentado si no tienes el control total ni de una cosa ni de la otra? —espetó exasperado Sasuke.
—¡Lo sé, lo sé!
—Jiraiya-chan es demasiado curioso —dijo un sapo anciano, quien había estado mirándolo todo en silencio—. Creyó que el talismán funcionaría, pero con el modo sabio Naruto-chan ha sido más rápido y le ha atacado antes de poder ponerle el talismán en la frente. Por suerte, solo ha sido un pequeño zarpazo y un golpe en la cabeza.
—Al menos ahora sé que puedo combinarlos, aunque tendré que entrenar duro para no perder de nuevo el control.
Sasuke le dio una colleja, por preocuparlos, que Naruto aceptó con un puchero. Interesantemente, no parecía muy preocupado por haber atacado a Jiraiya. Estaba claro que entrenar a solas con el pervertido haciendo vete tú a saber qué le había devuelto gran parte de la confianza. El viejo pervertido se despertó unos minutos más tarde. Lo primero que hizo fue tocarse el pecho, posiblemente extrañado, y luego abrió los ojos en su dirección al darse cuenta de que su sapo había llegado correctamente a ella.
—Ah… Gracias, Seina —se levantó con un quejido, estirando los huesos—. ¿Qué hacéis todos aquí?
—No iba a dejar que se fuera sola así sin más.
—Hn.
—Si hubiera sido más grave podrías haberte quedado lisiado durante semanas.
—Pero, al menos ya sabemos que Naruto todavía no está preparado para mezclar ambas energías a la vez.
—¿Estaréis bien? —preguntó finalmente ella, con un suspiro, al ver como ninguno parecía demasiado impactado por lo que acababa de suceder.
—Sí, sí. Solo ha sido un arañazo y un golpe. Tsunade me rompe más huesos más a menudo.
Naruto, Sasuke y Seina bufaron una risa mientras Itachi lo miraba exasperado. Se fueron de allí poco después, encontrándose con Kisame sentado en un tronco cerca de la tienda de campaña.
—¿El pervertido ha muerto?
—No —rio ella—. No ha sido para tanto.
—Lástima.
Naruto y Jiraiya no regresaron a mediados de mayo, como pensaban hacer. Seina sabía que iban a quedarse algo más después de lo que pasó. Era obvio que Naruto se sentía más cómodo entrenando solo con Kurama y que necesitaba seguir trabajando en su control de chakra. Sobre todo, ahora que sus tenketsus estaban recibiendo mucho más chakra, agrandándose, y desajustando su control de nuevo. No estaban ni cerca, pero podía escuchar los quejidos de su hermano sobre tener que entrenar otra vez su control de chakra.
—Naruto es demasiado impaciente —le dijo un día Itachi, sentándose a su lado como de costumbre—. Ha avanzado mucho en poco tiempo, considerando cómo empezó.
—Eso díselo al dobe.
Siguió su terapia con Itachi, pero era obvio para todos que poco a poco le quedaba menos por interiorizar y sanar. Un día, Itachi se sinceró con Kisame estando Sasuke y ella allí mismo.
—Al principio creí que iba a ser difícil ser tu compañero —le confesó con una pequeña sonrisa—, pero luego, extrañamente, me di cuenta de que funcionábamos mejor de lo esperado.
—Quien lo iba a decir, ¿eh? —dijo Kisame, observándolo con rostro francamente extrañado, y complacido.
—Sé que no te lo he dicho nunca, Kisame, pero te aprecio. Eres un buen amigo.
Kisame pareció dar un pequeño salto, confuso. No dijo nada mientras observaba a Itachi con el rostro en blanco, pero luego suspiró.
—Huh. Supongo que debería decirte que… yo también te aprecio, aunque durante tanto tiempo hayas sido un puñetero cubito de hielo.
—Hn.
Itachi sonrió al escucharlo. A pesar de todo lo que sufrió, Itachi era una de las personas más tranquilas que conocía. Bastante más que Kakashi, para ser sinceros; su prometido, en su fuero interno, era más apasionado que Itachi y eso se notaba en su carácter. Con la terapia, Itachi parecía hasta una nueva persona. Sasuke, a su lado, era bastante más intenso. Ahora que lo pensaba, ella era la Itachi de Naruto, pero ambos eran, en comparación con los Uchiha, bastante más excitables.
—Además de Kisame… ¿No tienes a ningún otro amigo? —preguntó ella una tarde, cuando estaban descansando. Itachi la acompañaba mientras acababa de reparar los últimos edificios de Uzushiogakure.
—No. Es difícil hacer amigos siendo un criminal.
—Bueno, no es que seas el único criminal del mundo.
—Lo sé, pero la mayoría de criminales lo son porque no son muy buenas personas. No son gente con la que quisiera relacionarme. No son como Kisame —admitió Itachi, cogiendo un trozo de tronco y tirándolo más allá, a la pila de deshechos.
—¿Y alguna chica? —preguntó ella, ladinamente, sonriendo con encima del hombro—. O chico.
—Hn. No creo que te interese saber mis… relaciones.
—Al contrario —se giró ella—. Me causa mucha curiosidad.
—¿En serio?
—Totalmente en serio. Con Naruto y Sasuke no puedo cotillear. Ya sabes cómo son —Itachi bufó una risa—. Y mis amigas de Konoha eran bastante jóvenes cuando nos marchamos.
—¿Y tú? —preguntó de improvisto Itachi.
—¿Yo qué?
—Ha sonado como si tú no fueras “bastante joven”.
—Bueno, ahora soy mayor que hace 2 años, ¿no? Pero no vas a conseguir distraerme —dijo ella. Itachi la miró con una ceja alzada, como si quisiera decirle que ella tampoco iba a distraerlo a él.
—Está bien. Yo te cuento lo que quieres saber, y luego tú me cuentas tus secretos.
Kurama se rio desde donde estaba tumbado, intentando aparentar que estaba durmiendo la siesta, en lo alto de un muro. Itachi se giró a mirarlo, con expresión más interesada si cabe. Seina lo meditó. Estaba claro que Itachi sabía que algo sucedía con ella.
—Que me digas que te has follado a alguien no merita que te cuente todos mis secretos.
Itachi se atragantó, pero recuperó rápidamente la compostura mientras la observaba con algo de sorpresa por sus palabras. ¿Qué? ¿Creía que no hablaba o pensaba en eso? Estaba dispuesta a hablarlo hasta con sus hermanos, pero ninguno de ellos parecía receptivo, ni interesado, en hablar de sexo con su hermana. Al menos, todavía no.
—Entonces, si ya sabes que he tenido relaciones… ¿por qué preguntarme?
—¿Por qué me aburro? ¿Por conocerte mejor? ¿Por el cotilleo? —se encogió de hombros—. ¿Por qué no jugamos a un juego? Yo te hago una pregunta y tú me la tienes que contestar con sinceridad, sin trampas. Si no quieres contestar puedes pedir otra pregunta, pero solo puedes saltar una pregunta 3 veces.
—… Está bien —se sentó en banco de piedra recién reformado—. ¿Quién empieza?
—Empezaré yo, si quieres, con preguntas más fáciles. ¿Cuál es tu color preferido? —Itachi alzó una ceja, poco impresionado.
—El negro. ¿Estación del año favorita?
—La primavera.
Estuvieron jugando, contestando preguntas triviales, durante unos 20 minutos. Seina se enteró de que su hobby favorito era visitar diferentes cafeterías, que su dulce favorito era el dango y que aborrecía los gruesos y sosos filetes de carne de algunos yakinikus. Al parecer, sabía un estilo de lucha con abanicos ninja, aunque nunca lo usaba por pereza. Era AB positivo. Tenía cierto asco a las cucarachas, sobre todo a las voladoras, debido a que normalmente estaban asociadas a la suciedad. Según él, nunca se había enamorado de nadie, pero sí que sabía que era bisexual. Tampoco había ascendido nunca a jonin, para su diversión y sorpresa, porque se fue de la aldea antes de realizar los exámenes.
—Es decir… —evitó reír ella, suprimiendo una sonrisa—. ¿Qué te supero en rango?
—…Sí… —contestó lentamente Itachi, como si no pudiera creerlo—, y no. A no ser que también seas anbu.
—¿Es esa tu siguiente pregunta?
—¿Lo eres?
—Lo soy.
Itachi pestañeó cuando comprendió que no le estaba tomando el pelo. Le enseñó el tatuaje. Negó con la cabeza. No supo qué estaba pensando exactamente, pero podía hacerse una idea. Esperó a que le preguntara cuándo había ascendido, por qué o alguna pregunta relacionada, pero Itachi la tomó desprevenida.
—¿Por qué antes, cuando hablabas de tus amigas, parecía que no estabas hablando de que ahora eres mayor que hace 2 años?
—… ¿Empezamos con las preguntas fuertes? —suspiró ella—. Porque no estaba hablando de eso.
—Seina, dijiste que teníamos que ser sinceros. ¿En serio vas a hacerme gastar otra pregunta cuándo sabes qué estoy preguntando?
Maldito Itachi. Estaba claro que no iba a dejarlo ir. Aun así, ¿no se había ganado ya su confianza Itachi? Al menos, había depositado en ella mucha confianza cuando no tenía por qué haberlo hecho. Se había arriesgado más de lo que ella lo había hecho en mucho tiempo.
—Está bien. Tú has confiando en mí así que yo haré lo mismo. Te confiaré mi mayor secreto.
Itachi la contempló unos minutos. De nuevo dándose cuenta de que lo decía en serio. Al final, asintió con la cabeza, mostrándose serio.
—¿Lo sabe Sasuke?
—Sí, y Naruto, y Kakashi.
—Está bien. ¿De qué se trata?
—Mírame a los ojos, y te lo mostraré.
Itachi y ella se miraron fijamente a los ojos. Pestañeó cuando la notó en su mente. No estaba siendo particularmente discreta e Itachi sabía lo que era combatir mentalmente así que la percibió al instante. No intentó repelerla así que simplemente le mostró todo. Su primer, único y trágico recuerdo de sus antiguos padres, su mala vida en casa de los Dursley, año tras año en Hogwarts, los veranos, su huida durante meses al bosque en busca de los horrocrux de Voldemort, la batalla final en Hogwarts, su primera muerte. La recuperación, su entrenamiento como auror, su nueva relación con George, su interés por otras artes mágicas que nunca le habían llamado la atención en Hogwarts, su nueva familia de sangre, el paso de los años y, finalmente, su muerte.
Le enseñó también su memoria borrosa de Minato y Kushina, la primera vez que pudo ver algo con claridad en el orfanato, su hermano, los ataques en el orfanato y su primer piso. Su ingreso en la academia, cómo cuidó de Naruto durante años, cómo se graduaron y fueron a parar en el mismo equipo que Sasuke, cómo comprendió que Sasuke no estaba bien y que los necesitaba, cómo se dio cuenta de que Kakashi no estaba mucho mejor que Sasuke, cómo decidió ayudar a Sasuke aceptándolo en su familia, y luego a Kakashi, cómo entrenaban y aprendían cosas los unos de los otros, cómo ascendió a chunin, cómo entrenó con Tsunade-sama, cómo realizó misiones en equipo y en solitario, cómo ascendió de nuevo, luego de nuevo y otra vez de nuevo. Le mostró como Sasuke cambió poco a poco de parecer sobre él a medida que descubrían la verdad sobre Itachi. Cómo planearon ayudarle para que regresara junto a Sasuke. Finalizó enseñándole cómo todo se había ido a la mierda en poco tiempo debido a los enemigos que tenían todos ellos.
Salió de su mente sabiendo que Itachi lo había comprendido todo con su cerebro prodigioso. Se lo había expuesto todo, cansada de tener que repetir su historia una y otra vez. Ahora Itachi lo sabía prácticamente todo de ella. Quizás incluso más de lo que sabía Kakashi ya que ella nunca le mostró un resumen de todas sus memorias.
Se hizo un silencio mientras la contemplaba como si no la conociera y, a la vez, como si por fin tuviera la última pieza del puzle. Extrañamente, Itachi se levantó despacio de donde estaba sentado y luego se acercó a ella. Antes de que pudiera comprender lo que estaba haciendo, la cogió en brazos y la abrazó fuertemente contra su pecho, enterrando su rostro en su cabello. Seina lo rodeó, sin saber muy bien porqué la abrazaba, y cerró los ojos contra su torso firme.
—Gracias.
—¿Por qué? —preguntó, todavía confundida.
—Por confiar en mí cuando nadie lo hizo. Por mostrarme tus secretos y hacer que me sienta parte de tu vida. Por dejar que sea alguien más que el hermano de tu compañero de equipo.
—De nada, Itachi. Para algo está la familia.
Notes:
¿Sorprendidos de que actualice entre semana? ¡Tengo un motivo importante!
Como veo que todos estáis desesperados porque se reencuentre con Kakashi, y me dais bastante pena, os propongo algo: si acertáis en los comentarios el número de capítulos que quedan para su reencuentro actualizaré un capítulo más esta semana; de este modo sabréis cuántos capítulos quedan y estaremos más cerca de su reencuentro.
Si no acertáis... bueno, ¡mala suerte!
Os daré una pista: quedan menos de 15 capítulos.
¡Suerte!
Chapter Text
Después de su revelación, Itachi acabó de confiar totalmente en ella. Era extraño y divertido, y la hacía sumamente feliz. Una noche cuando Kisame se quedó durmiendo en la intemperie, cosa que podía permitirse debido al calor que hacía, Itachi se le acercó cuando estaba hablando con Sasuke. Naruto llevaba ya casi 4 semanas en el Monte Myoboku así que no estaba allí para verlo.
—Ahora entiendo por qué sientes que Seina también es tu hermana mayor —le dijo Itachi con una leve sonrisa a Sasuke—. Es porque es tu hermana y muchísimo mayor, ¿no es así?
Sasuke se atragantó. La miró. Seina, quien se había olvidado de decírselo, empezó a partirse de risa mientras le mostraba porqué Itachi lo sabía. Al contrario de lo que pudiera esperar, Sasuke simplemente suspiró aliviado.
—No está mal tener a alguien más enterado. Así no tengo que medir tanto mis palabras —luego la miró a ella de nuevo, y le habló mentalmente—. ¿Sabe lo tuyo con… ya sabes?
—No. Casi quiero que se lo diga él, para ver cómo reacciona.
Sasuke bufó una risa divertida.
—Es de mala educación hablar delante de otro, lo sabéis, ¿no?
—Perdón.
—¿Así que tú también crees que Seina es tu hermana mayor? —preguntó Sasuke a Itachi.
—Mmm… Mayor no. Quizás de la misma edad, metafóricamente hablando.
Seina no pudo reprimir una enorme sonrisa al darse cuenta de que Itachi estaba reconociendo que sentía que ella era como su hermana. Se inclinó sobre su asiento para darle un beso en la mejilla ante la divertida mirada de Sasuke. Itachi lo aceptó sin apartarse, ni sonrojarse, ni mostrarse mínimamente reticente.
—Ahora es como si le hubieras dado permiso. Espérate a que empiece a darte abrazos, besos en la mejilla y puñetazos “amorosos”.
—¡Hey! Al único al que he pegado un poco fuerte ha sido al viejo pervertido.
—¿Un poco? —se estremeció Sasuke—. Le partiste las costillas.
—¡Me ha estado mirando el pecho con tanta atención que ha descubierto mi talla real!
Sasuke e Itachi, al volver a recordar por qué le había pegado, fruncieron el ceño con un atisbo enfadado. En ese momento se parecieron tanto que tuvo que suprimir una sonrisa al ver lo adorables que eran el uno al lado del otro. Echó de menos a Naruto en ese momento, viendo a Sasuke con Itachi, como si siempre hubieran estado juntos.
—Quizás necesite otro tsukuyomi como castigo —dijo Itachi, como si hablara del tiempo. Sasuke bufó una risa, pero no parecía alarmado por la idea de su hermano.
—Tal vez sería demasiado. Si vuelve a hacerlo le partiré otra cosa, no os preocupéis.
Les guiñó un ojo picaron, ahogando una risa cuando vio como Itachi se quedaba de piedra y Sasuke se estremecía, encogiéndose sobre sí mismo para protegerse la entrepierna como si le fuera a dar un golpe a él.
—¿Qué crees que le diría tu padre, de estar vivo, si se enterara que te ha estado espiando? —preguntó al aire Sasuke con rostro claramente divertido.
—Cuando probó nuestras dotes de seducción dijo que mi padre le mataría, así que quien sabe.
—¿Dotes de seducción? —preguntó Itachi—. ¿A qué te refieres?
Sasuke le explicó lo que habían hecho unas cuantas veces. Eso de buscar a víctimas, seducirlos y sacarles información, etc. Habría sido un eufemismo decir que Itachi no estaba del todo convencido que Jiraiya fuera el más indicado para entrenarlos de la forma más objetiva posible. Siendo honestos, ella tampoco lo creía, pero al menos habían aprendido algo. Sobre todo, Naruto. En cuanto le explicaron lo que le pasó la primera vez a su hermano, Itachi no pudo suprimir resoplar una risa y una sonrisa divertida.
—¿Tú hiciste alguna misión de este tipo?
—Sí. No me gustaban demasiado, pero sí que las hice —suspiró Itachi—. Algunos tienen suerte de no recibir nunca este tipo de misiones.
Presintió lo que pensaba Sasuke incluso antes de que lo dijera. Le dio una colleja en la cabeza sin demasiadas ganas que Sasuke no esquivó.
—¿¡Qué!? ¡Es cierto! Al dobe nunca le habrían dado una misión de seducción. Es menos discreto que un toro en una tienda de porcelana.
Itachi resopló otra risa mientras ella sonreía.
Naruto regresó con Jiraiya al siguiente día. El 1 de junio. Estaba sonriente, moreno y lleno de energía. Seina no sabía cómo lo hacía. Ella se cansaba a veces de solo estar su presencia.
—¡NEE-CHAN! —gritó a pleno pulmón, cogiéndola en volantas como si no hubieran visto desde hacía meses en lugar de semanas—. ¡No puedo creer que haya pasado tanto tiempo sin verte!
—¿Los demás qué somos, dobe? ¿Una mierda pinchada en un palo?
—¡A ti no hay quien te soporte, teme!
—Ugh —gimieron de exasperación Jiraiya y Seina al unísono mientras Kisame sonreía como un demente e Itachi rodaba los ojos.
Seina le dio unos golpecitos en el hombro a su hermano, que no paraba de abrazarla como una garrapata. Se percató que una parte de él se sentía… desplazado. ¿Quizás porque ahora percibía el acercamiento de Itachi? Se prometió a sí misma pasar más tiempo con su hermano, mientras lo abrazaba contra ella fuertemente.
Escuchó como Naruto le explicaba con todo lujo de detalles todo lo que había aprendido. Al parecer había conseguido dominar la transformación parcial a placer y también era capaz de usar senjutsu con sus clones, eliminando la necesidad de usar a los sapos. Jiraiya le había modificado el sello, poniéndole uno más restrictivo, para que tuviera más control sobre su Kurama-yang. Su Kurama-yin, dentro de ella, masculló unos insultos cuando se dio cuenta de que Naruto lo estaba encerrando aún más en su interior debido a su falta de control sobre sí mismo. Seina todavía no acababa de comprender qué querían decir con todo eso.
En cuanto entró en la mente de Naruto, para ver lo que su Kurama estaba diciendo, vio como el bijuu dentro de Naruto estaba totalmente inmovilizado por diversos toris, o puertas japonesas, en cada extremidad. En cuanto lo vio le dio un vuelco el corazón. El Kurama-yang dentro de Naruto, totalmente despierto, miró con malicia a su hermano cuando apareció delante de él.
—¿Por qué te ha cambiado el sello el pervertido? —preguntó ella, conteniendo el enfado.
—Dijo que, con este nuevo sello, podría acceder más fácilmente al chakra de Kurama sin tener que abrirlo prácticamente todo como tú. Que no tenía tiempo para intentar mediar con Kurama y aprender el control de chakra que tienes tú con el sello de los 8 Trigramas antes de que se acabara nuestro tiempo fuera de la aldea.
—¿Sabías que acabaría así? —preguntó ella con expresión asqueada—. ¿Te lo explicó el pervertido?
—Solo me dijo eso.
—¿Y te parece bien esto? —preguntó de nuevo, señalando con el dedo a la otra mitad de Kurama, postrado contra el suelo como un esclavo.
—…No, pero, ¿qué puedo hacer?
—¿Cómo que qué puedes hacer? ¿Desde cuándo tú te echas para atrás con el entrenamiento por mucho que cueste? ¿Y desde cuándo tú crees que dominar a un ser vivo de esta forma es humano, Naruto?
Estaba tan cabreada que cortó de golpe la conexión. Notó como le temblaba el pulso, empujada por la ira de su Kurama, quien estaba tan enfadado que no atinaba a hablar dentro de ella. Nada más salir de la mente de Naruto buscó los ojos de Jiraiya. Aguantó las ganas de darle un puñetazo con toda su fuerza en la cara. Solo pudo mascullar unas palabras temblorosas de la rabia.
—Tú. Quiero hablar contigo. A solas.
—¿Para qué?
—¿Estás sordo o qué? —alzó levemente la voz debido a su irritación, sin poder evitarlo.
Los demás estaban sentados alrededor de ellos, contemplándolos en silencio. Sasuke frunció el ceño al darse cuenta de que no percibía a Naruto a través de ella ya que había apagado su conexión. Naruto parecía enfadado, triste, culpable y desolado cuando se dio cuenta de que tenía razón y que lo estaba castigando con su vínculo. Kisame e Itachi, mientras tanto, solo miraban con malicia y expresión calculadora, respectivamente, a Jiraiya. Se levantó, esperando a que Jiraiya hiciera lo mismo.
Kurama rugió en su cabeza cuando vio como no estaba moviendo un dedo. Los 3 sabían de qué quería hablar y Jiraiya no estaba ni siquiera tomándolos en serio. Seina actuó casi sin pensarlo. Las 9 cadenas de adamantina salieron disparadas de su estómago, refulgentes con el chakra demoníaco de Kurama, y atraparon a Jiraiya antes de que pudiera saltar y evadirlas. Silenció al pervertido antes de que pudiera abrir la boca y desapareció con él sin tan siquiera tener que pensar en moldear su magia.
Aparecieron en la otra punta de la isla, lejos de Sasuke y Naruto, para que no pudieran intervenir. Jiraiya la miró entre temeroso y testarudo, pero en cuanto salió Kurama de su sello, midiendo lo mismo que un edificio de 3 plantas, pareció decantarse por aterrorizado. Le devolvió la voz de nuevo, pero lo dejó atado para que no pudiera usar su chakra, ni escapar.
—¿Cómo se te ocurre hacer lo que has hecho? —siseó ella, quien había perdido todo el respeto que tenía de Jiraiya de un plumazo—. ¿Así es como tratas a Kurama después de todo? ¿¡Cómo demonios va a cooperar mi hermano con su otra mitad si ESTÁ ENCADENADO COMO UN PUTO ESCLAVO!?
Su grito resonó por toda la playa, cuando no pudo contener su ira.
—¡Naruto nunca iba a poder usar el chakra de Kurama con su sello anterior! ¡Quizás dentro de unos cuantos años, pero no tiene ese tiempo!
—¿¡Y crees que ahora Kurama va a trabajar con él!? ¡A la primera de cambio intentará joder a mi hermano porque tú eres tan imbécil como para tirar la toalla! ¡Naruto podría haber aprendido a controlar el chakra de Kurama en lo que queda de tiempo, pero ni siquiera lo habéis intentado!
—¡No eres tú la que ha recibido 2 ataques de tu hermano transformado! ¡Puede ser que estés demasiado ciega y unida al Kyubi como para darte cuenta, pero Naruto ahora mismo no tiene la relación que tú tienes con él!
—¡Y ya no la va a tener por mucho que se esfuerce! ¡Va a tardar meses, o años, en recuperar su confianza! ¿¡ES QUE NO LO ENTIENDES!? —gritó a pleno pulmón, totalmente enfurecida.
—Tú, humano, has demostrado una vez más porque los bijuus no confiamos en vuestra especie. Salvo alguno de vosotros, los demás sois escoria —siseó por primera vez Kurama, inclinándose hasta quedar a escasos centímetros del rostro pálido de Jiraiya—. El Cuarto Hokage usó el otro sello porque era más misericordioso. Él confiaba en que sus hijos pudieran usar mi chakra sin tener que someterme como tú lo has hecho, y tú te has cagado en su obra sin pensártelo dos veces. Felicidades.
—No quiero ni verte la cara, Jiraiya. Lo digo en serio. No sé cómo mirarte sin darte un puñetazo y partirte la cabeza como a un puto coco. ¿Cómo te atreves a hacer algo así sin explicarle a Naruto TODO lo que iba a suceder? ¿Por qué no esperaste a hablar conmigo para que pudiera decirte lo gilipollas que eres a veces?
Seina sacudió la cabeza, caminando de arriba abajo para evitar tener que mirarlo y para descargar su ira contra la arena. Kurama regresó a su interior para impedirse a sí mismo carbonizar a Jiraiya con su chakra. Le quitó las cadenas, observando con placer las quemaduras que le había provocado el chakra de Kurama, y luego volvió a desaparecer. Ella tampoco quería lanzarle una maldición de tortura, por mucho que le apeteciera desahogarse contra él ahora mismo.
Apareció en otro tramo de la playa solitaria. No había nadie, como era de esperar, así que se sentó en la arena y miró al océano. Estaba, estaban, tan enfadada que no podía pensar con claridad. Jiraiya había cometido un gravísimo error y tenían que enmendarlo porque ella no iba a permitir que el Kurama-yang se encontrara sometido dentro de Naruto lo que le quedaba de existencia o hasta que aceptara, a regañadientes, no hacerle daño a su hermano con tal de que lo liberara.
Notó como Sasuke rondaba su mente, aunque no la molestó cuando percibió lo enfurecida que estaba. Ni siquiera intentó escuchar el predecible interrogatorio de Sasuke, y los demás, hacia Naruto. Ahora mismo no quería hablar con nadie. Se adentró en el agua, invocó a uno de los tiburones blancos con los que había estado practicando durante semanas, y dejó que se la llevaran a algún lado para distraerla un rato.
Unas horas más tarde, cuando se cansó de explorar el fondo marino, y de gritar a las profundidades del océano para descargar su ira, volvió a la superficie.
—Gracias por acompañarme, Samjiro.
—De nada, Seina-sama.
El tiburón se desinvocó, provocando un pequeño remolino entre las olas, y ella salió del agua totalmente empapada. Se secó con un movimiento de mano. En la playa la esperaba quien menos esperaba, valga la redundancia. Kisame estaba sentado en la arena como si nada. Claramente sabía a dónde había ido, pero no parecía tener prisa ni estar preocupado.
—Por fin has vuelto.
—Hn.
—Lo que me faltaba, que me respondas como me respondía Itachi.
—Estoy demasiado cabreada.
—Todos lo hemos notado —dijo con voz sarcástica él—. Sasuke le ha sonsacado la información al idiota de tu hermano. Itachi y él no parecen muy contentos por lo que ha hecho el viejo. Sabía que, tarde o temprano, la cagaría.
Seina alzó una ceja en dirección a su maestro. Kisame, entre divertido y serio, la observó de reojo.
—¿No te has dado cuenta? El viejo siente un claro apego por Naruto, más que hacia ti. Seguramente porque comparte más con él que contigo. Ambos son un par de cabezas huecas, y tú les das 50 patadas. Es fácil que se sienta intimidado por ti debido a que hay poco que pueda aportarte con su presencia. Sobre todo, ahora que ya no lo necesitas para nada.
—¿Y eso qué tiene que ver con todo lo que ha pasado? —preguntó exhausta.
—Muy fácil. Quiere que Naruto te alcance porque, de algún modo, se siente identificado con tu hermano y cree que se está quedando atrás en comparación a ti. Y es cierto, pero no debería compararos a ambos. Ese es su error.
—¿Crees que… modificó el sello para avanzar más rápido a costa de Kurama solo para que Naruto pudiera usar su chakra del modo en que lo hago yo y así alcanzarme con el entrenamiento?
—Esa es la impresión que me da. Ya te dije que es un puto idiota.
Seina se rio con desánimo, aunque le dio las gracias a Kisame porque presentía que tenía razón. ¿No había dicho incontables veces Naruto que quería ascender para poder alcanzarla? ¿Por qué el entrenamiento iba a ser diferente? Entre Jiraiya y Naruto se habían retroalimentado para mal. Estando lejos de todos, además, no había ayudado ya que no había nadie que les dijera que se estaban comportando como unos idiotas.
—No debí haber dejado a Naruto un mes entero a solas con el pervertido —gimió irritada consigo misma.
—Lo hecho, hecho está. La cuestión es, ¿qué vas a hacer ahora para arreglar todo esto?
—Modificaré ese maldito sello —prometió.
—¿Y en cuanto a tu hermano?
—No lo sé. Ahora estoy demasiado enfadada para pensar con claridad. Quiero castigarle, y a Jiraiya también, pero no sé cómo porque, si lo hago en este preciso instante, acabarán con algún hueso roto.
—He visto las quemaduras, ¿qué más da unos cuantos huesos rotos?
—No. Los huesos rotos se pueden curar fácilmente —negó ella—. Quiero algo que les pese durante un tiempo. Sobre todo, a Jiraiya. Está claro que Naruto no tenía ni idea de qué iba ese sello nuevo.
—Sabía que por algo me caías tan bien —sonrió con todos los dientes Kisame.
Seina percibió en seguida a Sasuke y a Itachi. Observó como estaban esperando en la línea de árboles frente a la playa. En cuanto asintió con la cabeza Sasuke apareció a su lado en un remolino de hojas.
—Veo que el dobe ha metido la pata hasta el fondo.
—No tengo ganas de hablar de eso otra vez. ¿Dónde está Naruto?
—En su cuarto.
—Jiraiya-sama está en algún lugar de la isla, lejos de la tienda —avisó Itachi.
—No me extraña. Las barreras de mi tienda habrán reaccionado contra él porque yo estoy enfadada.
—Es decir, ¿qué no va a poder entrar en ella?
—Exacto. Naruto tiene otra tienda, que se la deje si no quiere dormir en la intemperie.
Los siguientes días pasaron con Jiraiya evitándola y con Naruto pisando huevos cada vez que se cruzaban. Su hermano se mostraba triste cada vez que la veía, pero ella estaba demasiado enfadada como para importarle. Al menos, hasta que no modificara ese puñetero sello. Kisame, e Itachi, entendieron lo que estaba tramando así que le dejaron las tardes libres para que pudiera estudiar el nuevo sello y planificar qué hacer con él. Sasuke, por otro lado, parecía estar castigando a Naruto de la forma en que ella no podía. Primero gritándole, luego dándole una colleja que le dolió hasta ella y luego sacando las cosas de la habitación de Jiraiya para dárselas a Naruto para que él pudiera devolvérselas a Jiraiya.
Aun así, no olvidó, ni dejó que Sasuke lo olvidara, el cumpleaños de Itachi. Le fabricó una de sus mochilas sin fondo para que pudiera llevar con él todo lo que había acumulado con el paso del tiempo, y que tenía escondido en algunas casas francas a lo largo del país del Fuego y en pergaminos. Sasuke, como no podía comprar nada en Uzushiogakure, le pidió ayuda para prepararle un vestuario nuevo, encantado, a su hermano. Kisame, que no acostumbraba a celebrar los cumpleaños, en cuanto vio lo que estaban haciendo en sus ratos libres, le pidió que le enviara al país del Fuego con tal de comprarle una caja de dangos a Itachi.
El día 9 de junio celebraron entre todos sus 22 años recién cumplidos, para su grata sorpresa.
—¿Creías que íbamos a olvidarlo? —le dijo Sasuke, con una sonrisa complacida.
—Supongo que no. Muchas gracias por los regalos.
Percibió a Naruto antes incluso de que pudiera verlo. Apareció detrás de un árbol con expresión compungida, con un regalo envuelto en las manos. Los 4 se lo quedaron mirando. Kisame con indiferencia, Itachi con rostro neutral, Sasuke con irritación y exasperación y ella… no sabía qué sentir. Al final, Itachi la miró a ella de reojo y como no dijo nada ni para echarlo ni para que se quedara, asintió en dirección a Naruto. Se sentó entre Kisame y Sasuke, entregándole un paquete a Itachi junto a unas felicitaciones. Vieron como Itachi abría el paquete que contenía un tablero de shoji desmontable con sus fichas talladas a mano, seguramente por Naruto.
—Bueno, yo me voy antes de que alguien empiece a llorar —dijo bruscamente Kisame, levantándose de su asiento y marchándose como si nada.
En cuanto desapareció, Naruto habló.
—¿Puedo hablar contigo un momento? —le preguntó.
—Habla.
Naruto suspiró cuando vio que no tenía ganas de levantarse y marcharse con él para hablar a solas. Itachi y Sasuke, sentados a su lado, no abrieron la boca para mediar entre ellos.
—He estado pensando en lo que me dijo Sasuke y tiene razón —suspiró de nuevo Naruto, como si le costara admitir que Sasuke tenía razón más que el hecho de que él estaba equivocado. Irónico—. La he cagado. Debería haber preguntado en qué consistía el sello o, cuando lo vi, haberme negado a usarlo o modificarlo… pero estaba harto de que entrenar con Kurama fuera una cuesta arriba, ¿sabes? Tú lograste prácticamente a la primera dominar el entrenamiento y yo casi mato al pervertido un par de veces, aunque por suerte no pasó nada grave.
—Quizás deberías dejar de compararte conmigo —recomendó ella, igualmente enfadada—. Por no hablar de cómo estás despreciando todo mi esfuerzo como si nada. ¿A la primera, Naruto? Yo llevo interactuando con el Kurama-yin desde antes de los dobles dígitos mientras que tú no has hecho ese esfuerzo. Sí, puede ser que pudiera dominar su chakra a la primera en cuanto empezamos el entrenamiento, pero, ¿crees que llevarme bien con él no tiene nada que ver?
—Lo sé… —dijo cabizbajo—. Creía que solo sería usar su chakra, que no le importaría dármelo, como a ti el Kurama-yin, y que yo solo tendría que practicar con él, pero… no me di cuenta de que la parte más importante no era controlar su chakra sino cooperar con él. Casi siempre está callado, observando, pasando de mí y yo creí que así quería relacionarse conmigo. Me he dado cuenta de que seguramente se comporte así porque yo no me he esforzado en lo más mínimo por relacionarme con él, al contrario que tú, y mi mitad lo sabe y ve lo diferentes que somos.
—Espero que sepas que voy a modificar ese sello, si es que quieres arreglar esto. De lo contrario… No sé cómo podré mirarte a la cara.
Naruto asintió, sin levantar su cabeza. Seina perdió poco a poco su enfado, para quedarse exhausta.
—¿Sabes por qué odio tanto este sello?
—Porque lo tengo sometido.
—Porque a Seina su propia familia de sangre la metió en una alacena bajo las escaleras —dijo de improvisto Itachi.
Naruto alzó la cabeza sin querer, para mirar a Itachi, mientras interiorizaba sus palabras. Entonces, como si lo hubieran abofeteado, se quedó pálido como la leche cuando comprendió finalmente porqué se sentía cómo lo hacía. Seina era parte de la nueva familia de Kurama, tal y como lo fueron sus tíos para ella, y Naruto era su hermano. Naruto había dominado como a un esclavo a Kurama, tal y como hizo con ella su supuesta familia. Seina, mejor que nadie, sabía lo que era vivir encerrada y sometida a voluntad alguien que la odiaba, pero que no le importaba usarla como esclava porque era conveniente. Ahora Naruto se había convertido en Petunia, en alguien quien se suponía que debía quererla porque eran familia, pero que hizo todo lo contrario.
Kurama siseó al ver sus memorias. Pudo notar, otra vez, sus frustradas intenciones malévolas cuando pensaba en lo imposible que sería matar a los Dursley poco a poco. Naruto, mientras tanto, parecía a punto de ponerse a llorar al entender en lo que representaba para ella.
—¿Cuándo puedes modificar el sello? —le preguntó finalmente, impidiendo que las lágrimas cayeran de sus ojos a fuerza de voluntad.
—Mañana mismo.
—Genial. Seina, Kurama… lo siento de veras.
Ella suspiró viendo que Naruto lo decía totalmente en serio y que, por fin, comprendía la cagada en su totalidad.
—Ven aquí, idiota.
Naruto se abalanzó sobre ella cuando escuchó su perdón implícito en su orden. Se abrazaron un largo rato. Su hermano la abrazó fuertemente, como si no quisiera dejarla ir o fuera a desaparecer, y lloró silenciosamente sobre su hombro mientras le repetía en voz baja una y otra vez que lo sentía.
—Está bien, Naru. Te perdono.
Notes:
El que dijo que faltaban 11 capítulos, ganó. Lo prometido es deuda.
¿En serio creéis que se va a resolver todo en 1-3 capítulos cuando Itachi ACABA de ser aceptado por Seina? Por no hablar de que Naruto y Sasuke, y Seina, todavía tienen mucho que entrenar, y madurar. Además, por si no os habéis fijado, literalmente estoy escribiendo 9-10 capítulos por año. Podíais haberlo deducido sin ayuda, hahaha.
Hasta la próxima ;)
Chapter Text
—…Después de eso, parece como si a Naruto le hubieran cambiado el chip. Ahora ya no grita tanto, no discute tanto con Sasuke y, curiosamente, parece meditar más todo lo que hace. Le ha servido para madurar, está claro. Solo que me habría gustado que no lo hubiera hecho a costa de todo lo que pasó.
En cuanto al pervertido… Naruto ha hablado con él. No sé qué le ha dicho, pero parece haber aceptado que le he modificado de nuevo el sello y que la cagó. Me pidió perdón, pero no sé si entiende que ahora ya no lo respeto como antes. Sinceramente, con lo que pasó Jiraiya demostró que tampoco creía demasiado en que Naruto conseguiría lo que yo he conseguido antes de volver a Konoha. Ahora que Naruto sabe todo el esfuerzo que yo he hecho por llegar a donde estoy, ha dejado de compararse conmigo y quiere volver a intentarlo con Kurama-yang. Ya veremos cómo se desarrolla todo esto…
Te echo de menos. Ahora más que nunca. Me gusta estar con esta gente, pero a veces te necesito tanto que duele. Sé que, si hubieras estado aquí, un abrazo tuyo me habría reconfortado mucho más que todo lo demás. Lo siento. Últimamente estoy de bajón desde que pasó todo esto. Ha removido memorias no muy buenas de hace mucho tiempo.
Acabó de escribir la carta notando su creciente melancolía. Solo estaban a mediados de junio y ahora parecía que se le estaba haciendo eterno. Kisame tenía razón cuando le dijo que no necesitaba a Jiraiya. Tampoco necesitaba a otra gente, pero quería a Kakashi y justo ahora sí que lo necesitaba. Se sentía extrañamente desprotegida. Quizás lo estaba, emocionalmente hablando.
En cuanto llegó julio, Jiraiya volvió a empezar con su trabajo de espía así que el ambiente se relajó algo más. Continuaron entrenando a tope, mañana y tarde, así que los días pasaron sin más. Acabó de dominar la novena cadena de adamantina y aprendió los últimos ninjutsus que quería enseñarle Kisame. En cuanto al kenjutsu, todavía le quedaba bastante para poder empatar con Kisame, quien literalmente llevaba siendo un maestro de kenjutsu desde hacía más de 15 años.
—Puede ser que todavía no seas capaz de ganar a Kisame con tu espada, pero a mí me has superado —reconoció Itachi, cuando se batieron a duelo usando su wakizashi contra su ninjato anbu. Sin el sharingan, obviamente. De lo contrario, eh… Quién sabe.
—¿Cómo llevas la lista de ninjutsu de Kakashi-sensei? —preguntó Naruto, comiéndose una fruta a su lado.
—Bien. Definitivamente no acabaré de aprenderlos todos antes de volver a Konoha, pero tengo un buen arsenal de cada naturaleza de chakra —reconoció ella, derrotada. Sin un dojutsu como el sharingan era muy difícil aprender tantos ninjutsus en tan poco tiempo.
—¿Cuántos debes saber ya? ¿500?
—Quizás cerca de 700, sumando también el iryo ninjutsu.
—Eres un monstruo —le dijo Sasuke con una sonrisa ladina—, pero gracias a ti y al dobe ahora lo soy yo también.
Itachi, por supuesto, también había copiado incontables técnicas. Más incluso que Kakashi ya que él casi siempre luchaba con el sharingan activo. Su problema era que no tenía la misma reserva de chakra que ella así que tenía que pensarse bien en qué gastar su energía. Como Sasuke. De hecho, Itachi desde que se unió a ellos había estado entrenando también por su cuenta, como su hermano, para agrandar sus reservas de chakra.
Días más tarde, recibió una carta de Kakashi. Llevaba semanas sin leer una respuesta así que se encerró en su habitación esa noche para leerla a solas.
—Querida Seina,
He leído todas tus cartas un par de veces antes de hacerme una idea de lo que pasó. Entiendo por qué estás enfadada y tienes derecho a estar enfadada con Jiraiya-sama. Incluso la gente poderosa y experimentada comete errores. Si quieres o no perdonarlo, es cosa tuya. Al menos tienes tiempo para pensar en ello y has podido arreglar el sello de Naruto.
Hablando de Naruto. Las comparaciones son odiosas, pero, a veces, inevitables. No partisteis de la misma base para entrenar con Kurama así que era obvio que vuestra progresión es distinta. Eso es lo que Jiraiya-sama debería haberle hecho ver a Naruto, pero creo que ni él tenía en cuenta lo mucho que interactúas con Kurama, y desde cuándo llevas haciéndolo. No pretendo excusarlo, pero imagino que eso es algo que pasó por alto. Me alegro de que ahora Naruto haya madurado un poco con este… susto. Nunca antes lo habías apartado de ti de semejante forma, siempre estabais, al menos, conectados mentalmente así que debió sentarle fatal.
Por otro lado, me alegro de que ahora Itachi esté mejor. Leí su carta también. Me ha sorprendido muchísimo para bien. No sé cómo habéis conseguido que se recupere, pero gracias. Solo estuve con él poco menos de un par de años en anbu, antes de que lo nombraran capitán y sucediera todo lo demás, pero ahora me recuerda a él. Seguro que Sasuke está de lo más contento de que se esté recuperando por fin.
En cuanto a tus amigos… Gaara es ya el Kazekage. Neji, Shikamaru y Shino han ascendido a jonin y, no te lo vas a creer, ¿te acuerdas de aquella niña? ¿Sakura? Se ha presentado por segunda vez a los exámenes de chunin. La está entrenando Hayate para los combates finales. Al parecer, Hayate me ha dicho que está muy decidida a ascender y que se ha estado entrenando en sus ratos libres desde que la rechazaron la otra vez. No sé si te interesará mucho, pero me ha hecho gracia. Parece que la decepción de hace un par de años le ha servido de escarmiento, tal y como pensabas.
¿Te acuerdas de Sai? ¿El chico de Ne que capturé y fingí su muerte? Tsunade-sama lo tiene encarcelado en la planta secreta del departamento de interrogación. No es el único. Hemos estado capturando a los que hemos podido y matando a los que se han resistido, sin que se diera cuenta Danzo. Tsunade-sama también ha empezado a reemplazar poco a poco a las matronas de los orfanatos de Konoha, y del país del Fuego, para que no pueda acercarse a ellas a reclutar en secreto. Es un trabajo pesado y tedioso, pero si logra poner bajo su control a todos los orfanatos le estará quitando una fuente importante de reclutas a Danzo. Si encima sumamos que se está quedando sin efectivos en Ne…
He estado buscando información sobre lo que me dijiste de la tabla de piedra de los Uchiha, pero nada. Nadie sabe nada del Sabio de los 6 Caminos, Kaguya o del “árbol dios”. Es como si no existiera… o como si todos lo hubieran olvidado. Asuma cree que podría preguntarles a los monjes, a ver si saben algo. En cuanto tenga tiempo lo intentaré, pero no sé si sabrán nada útil. Itachi me dijo que sabía que ibas a preguntarme sobre ello así que me copió lo que estaba escrito en la tabla relacionado con estas cuestiones. También me copió información de los jutsus del mangekyo sharingan. En cuanto tenga un poco de tiempo empezaré a entrenar para ver qué puedo hacer con mi mangekyo prestado. Hasta ahora no lo he usado para prácticamente nada debido a la escasa información con la que contaba.
En cuanto a ti… Yo también te hecho mucho de menos. Sé que a veces no se nota por carta, pero sigo teniendo brotes depresivos. Supongo que es producto de mi infancia, adolescencia y porque soy un Hatake. Nada nuevo. Al menos ahora sé reconocerlo, cosa que me ayuda mucho a lidiar con todo. He estado hablando con Guy. Sé que se huele algo, pero no sé qué decirle sin tener que contarle todo lo que me pasa.
Aun así, cada vez que necesito confort pienso en ti y en nuestra promesa. Toco el anillo de mi dedo, el que me diste, y me doy cuenta de que no fue un sueño, que realmente estamos luchando para estar juntos de nuevo. Eso me ayuda a lidiar con tu pérdida porque ahora tengo un objetivo. Ya queda menos, cariño.
Tuyo,
Kakashi.
Seina suspiró cuando acabó de leer la carta. Le supo a poco. La ayudaba pensar que Kakashi sentía lo mismo, pero, por otro lado, también le dolía pensar que él estaba sufriendo. Aunque, ¿era posible estar lejos de alguien querido durante años sin sufrir? ¿O se sufría justamente porque era alguien querido? Ambos habían aceptado estar juntos, sabiendo que iba a doler estar lejos, porque querían estar juntos cuando pudieran, en el futuro. Seina no se iba a echar atrás. No cuando ya habían pasado casi 2 años.
La alegraba leer que Tsunade-sama estaba haciendo progresos porque eso significaba que el final estaba cada vez más cerca. También se sintió feliz por sus amigos, incluso por Sakura. Esperaba que ascender a chunin le aliviara ese complejo de inferioridad que tenía, aunque no podía concebir a Sakura con Sasuke, tal y como deseaba ella. Francamente, eran totalmente distintos, Sasuke la menospreciaba por ser una persona normal y corriente y porque decía estar enamorada de él sin tan siquiera conocerlo.
—Naru —llamó ella una tarde de julio—. ¿Alguna vez te ha gustado alguien?
—¿Qué? —preguntó sorprendido, y algo sonrojado, su hermano—. ¿A qué viene esa pregunta?
—Kakashi me ha enviado una carta hablando de Sakura y me ha hecho pensar en que no puedo imaginarla con Sasuke. Son demasiado distintos.
—¿Y eso te ha hecho pensar en si nos gustaba alguien?
Naruto le pasó el brazo por los hombros. Seina había dejado de crecer al llegar al 1’69, pero tanto Sasuke como Naruto parecía que solo habían empezado. Su hermano mellizo le sacaba ya una cabeza y Sasuke más de lo mismo, quizás algo más. Habían empezado a usarla como percha, poniéndole los brazos por encima para apoyarse, a pesar de la exasperación e irritación que sentía a ratos.
—Lo cierto es que… no. En realidad, al principio me hizo gracia Sakura por su aspecto, pero luego me di cuenta cómo era y eso fue todo —admitió Naruto.
—¿Y de nuestras amigas? ¿O amigos?
—Estoy bastante seguro de que no soy bisexual —sonrió algo divertido—. Nunca he pensado en nuestros amigos de esa forma. Solo teníamos 13 años cuando nos fuimos. No me dio tiempo. ¿Y tú?
—¿Si me ha gustado alguien o si soy bisexual?
—¿Lo eres?
—No. Me gustan los hombres.
—¿Y no te ha gustado nadie? —preguntó con expresión ladina su hermano, acercando sus rostros con su brazo.
—Al contrario.
—¿¡Qué!? —gritó en su oído, haciéndola saltar—. ¿Te ha gustado alguien? ¿Quién? ¿Shikamaru?
—¿Shikamaru? —alzó una ceja—. ¿Por qué crees que es alguien de nuestra edad?
—No me digas que… ¿Itachi?
—¿Itachi? —volvió a preguntar ella aguantando una risa—. A ver, no te voy a mentir… Está bueno, pero no lo veo de esa forma. Es más bien un hermano más para mí.
—Está bien saberlo —dijo, por supuesto, Itachi.
Naruto, entre conmocionado, divertido y avergonzado, miró a Itachi. Estaba postrado contra un tronco mientras Sasuke, a su lado, parecía estar ahogando una risa. Itachi, obviamente, la estaba mirando a ella con expresión divertida y también un atisbo complacido, aunque no sabía si porque lo había llamado hermano en voz alta o porque había admitido que estaba bueno, o ambas cosas.
—¿Y tú qué, Sasuke? ¿Te gustan los hombres, las mujeres, ambos, ninguno…? —preguntó ella, ahora totalmente curiosa.
—…Diría que soy más bien bisexual —reconoció finalmente.
—Como Itachi, entonces.
—¿Y tú, Kisame? —preguntó con una sonrisa divertida Itachi a Kisame, quien estaba partiéndose de risa unos metros más allá.
—Donde esté un buen par de pechos, que se aparte lo demás.
Naruto, sorprendido, se carcajeó al escuchar su declaración de heterosexualidad. Se olvidó de su confesión de que le había gustado alguien mayor, pero Itachi la observó con interés. A él no habría forma de distraerlo. Estuvieron hablando de todo un poco, pasando el rato antes de ir a cenar.
Los días pasaron y entonces llegó el cumpleaños de Sasuke a finales de julio.
—¿¡En serio!? —sonrió de oreja a oreja Naruto.
—En serio. Solo es cuestión de disfrazarse y pasar desapercibidos. Creo que podemos permitirnos un par de días lejos de aquí.
Itachi y Kisame los llevaron a todos ellos a alguna ciudad lejana, bastante grande, donde pasarían desapercibidos. Obviamente tuvieron que disfrazarse y ocultar su chakra, pero no suponía ningún problema para ellos.
—Mira, nee-chan. ¡Estamos en una feria! —exclamó en un susurro Naruto—. ¡Podemos ganar todo tipo de premios!
—El dobe tiene razón. Quiero probar el juego ese de los patos.
Y así fue como recorrieron toda la ciudad yendo caseta por caseta ganando premios. Itachi y Kisame se dedicaron a beber en una cafetería, contentos de dejarlos a sus anchas un rato.
—Me gusta esa yukata —dijo de improvisto Sasuke.
—¿Cuál?
Apuntó a un escaparate. Naruto y Seina se quedaron callados mientras la examinaba.
—¿Te gusta esa yukata? ¿A ti? —reiteró Naruto viendo la prenda de color blanco apagado o, tal vez, un gris muy muy claro.
Era de manga larga y no tenía botones, ni bolsillos ni nada especial. Solo llevaba consigo un pequeño cinturón trenzado de color negro y unos pantalones holgados, piratas, de color negro. Era la prenda menos Sasuke Uchiha que hubiera visto nunca antes. Miró de reojo a Sasuke, quien llevaba sus típicos shorts negros con una camisa de manga corta negra.
—¿Por qué no vamos a comprarla, entonces? —dijo finalmente.
Si quería cambiar de look, ¿quién era ella para entrometerse? Entraron en la tienda de ropa masculina. Se probó el yukata y los pantalones mientras Naruto ojeaba algunas prendas y ella se quedaba sentada en una butaca. En cuanto salió, Seina lo observó algo boquiabierta. No se había dado cuenta de cuánto había crecido Sasuke. La yukata abierta le dejaba ver prácticamente todo su pecho esculpido por el duro entrenamiento y la piel pálida, pero dorada de estar expuesta al sol. Su cabello, retocado hacía poco, le perfilaba las facciones altas. Sasuke rozaba ya la adultez. No le extrañaba que hubiera vuelto locas a tantas niñas y adolescentes. Sasuke era muy guapo.
—Wow, teme. Te queda bien —reconoció Naruto.
—Hn. Gracias, dobe.
—¿Te gusta?
—Me gusta.
Salieron de allí después de comprar varias prendas más de recambio, en tonos más oscuros y una blanca. Se sentía algo rara al lado de Sasuke con su recién cambio de look. Naruto, con sus pantalones piratas negros y su sudadera de verano de color gris con acentos azules, parecía vestido para ir a una misión. Justo como ella. Sasuke, al contrario, parecía estar disfrutando de la feria como un civil más. Aunque atrayendo un montón de miradas femeninas, y masculinas. Por suerte para él, Naruto y ella fueron suficiente para desilusionar a cualquiera de acercarse. Sobre todo, cuando Sasuke se dio cuenta de las miradas y le pasó el brazo por los hombros usándola de escudo. A veces era tan introvertido que le hacía gracia.
—En realidad, ahora que lo pienso, no estaría mal cambiar un poco de estilo. Siempre me visto igual.
—¿En serio? ¿Tú también, nee-chan?
—¿Por qué no? Hace años, literalmente, que no compro nueva ropa.
La acompañaron a alguna tienda para que ella también pudiera mirar los escaparates y las prendas que vendían. Al final, decidió comprarse un kimono negro corto, que le llegaba a mitad del muslo, de manga larga con un obi de color violeta a juego con sus ojos. Se compró también unas medias elásticas, negras y largas, que acaban un par de centímetros por encima de sus rodillas. Se lo compró en varios colores, incluido en blanco y gris oscuro con obi en rojo y negro. Finalizó su nuevo look agrandando un poco sus sandalias ninja, negras, que no se había puesto nunca en la vida. Miró sus uñas pintadas de rojo sobresalir por primera vez.
Tuvo que quitarse la malla metálica y el sujetador ninja ya que, junto al obi, era demasiado apretado para ella. Se puso un sujetador normal y corriente, civil, notando como el propio obi sujetaba suficiente su pecho sin necesidad de tenerlo atado. En cuanto se miró al espejo se dio cuenta que, sin la malla y el sujetador ninja, y con el obi apretado, su pecho parecía bastante más grande. Quizás porque su nueva ropa no era para nada holgada sino lo contrario, estaba ceñida a su cuerpo como un guante. No llevaba la banda ninja, ninguno de ellos, de hecho, y su cabello liso estaba totalmente suelto, cayendo hasta algo más debajo de sus caderas, con unos de mechones más cortos enmarcando su rostro a modo de flequillo.
Naruto se atragantó al verla cuando salió del probador. Sasuke la observó de arriba abajo como si la estuviera viendo por primera vez. Sus ojos se pararon en la poca piel desnuda de sus muslos que podía verse entre el final del kimono y el inicio de las medias, y luego en su pecho perfectamente marcado sobre el ajustado obi. No parecía nada avergonzado de estar observándola y mirando su pecho descaradamente. Naruto, al contrario, parecía no querer fijarse en su delantera. Aunque, ahora que lo pensaba, su hermano no la había visto desnuda desde hacía… ¿8 años?
—Ya verás Itachi.
—¿A qué te refieres?
—Hn.
Sasuke pareció suprimir una risa, pero no contestó a su pregunta. Seina se encogió de hombros. Finalmente, por presión social, Naruto consintió comprarse una yukata negra de manga larga con un par de rayas diagonales en naranja. Color que llevaba sin vestir desde hacía años.
—Ugh. Me muero de hambre. Vayamos a buscar a los otros —pidió Naruto.
Caminaron en busca de Itachi, a quien todavía tenía localizado gracias a su colgante patronus que no se quitaba nunca. Los encontraron fácilmente a los 10 minutos andando. El primero que la vio fue Kisame, que estaba sentado de cara a la calle y los vio llegar. En cuanto vio sus cambios de look se echó a reír. Itachi se giró en su asiento para ver qué le hacía tanta gracia. Primero vio la yukata de Naruto, el torso descubierto de Sasuke y luego sus pálidos muslos desnudos.
—Seina —llamó después de varios segundos de silencio—. Si alguien te pone la mano encima puedes enviarle un katon a los genitales.
Empezó a descojonarse de risa al escucharlo. Lo mejor de todo es que sabía que lo estaba diciendo de verdad. Naruto, con el rostro contraído al escucharlo, gruñó mientras la acercaba a él. Kurama rio dentro de ella de forma maliciosa, casi queriendo que alguien lo intentara para tener una excusa para matarlo, como siempre sediento de sangre.
—Nadie le va a poner una mano encima a mi hermana.
—Solo era una sugerencia.
—¿Vamos a comer o qué?
Caminaron a un restaurante de sushi. Seina empezó a sentirse un poco exasperada cuando notó pegado a su lado, como una lapa, a Naruto, alarmado por las palabras de Itachi, y un par de pasos detrás de ella al mismo Itachi. Sasuke simplemente la siguió usando como escudo cogiéndola de la cintura ya que Naruto no quería dejar ir sus hombros. Estaba claro que lo estaban haciendo para picarse el uno al otro. Detrás de su equipo, al lado de Itachi, Kisame se reía en voz baja. Ella, sin embargo, empezaba a sentirse un poco agobiada, y ridícula, para qué mentir. Empujó con el codo a ambos, dándose un poco de espacio y haciendo que la soltaran.
—¿Tenéis siempre que meterme en vuestras disputas? Van a pensar que somos un trío —suspiró ella al ver algunas miradas.
—Es que somos un trío —sonrió completamente trol Sasuke.
—¡Ew!
—¡Ya sabes a lo que me refiero! —rodó los ojos, dándole un puñetazo en el pecho a Sasuke con su mano, ignorando la cara de asco de Naruto. Por lo menos se apartó un poco para dejarla respirar.
Escuchó la conversación en voz baja de los criminales detrás de ellos.
—Empieza a notarse tu complejo sobreprotector de hermana, Itachi.
—Eso no existe, y si existiera yo no lo tendría.
—Qué va. Para nada… —dijo totalmente sarcástico Kisame, haciéndose pasar por un hombre cualquiera.
—En realidad, tiene razón —intercedió Sasuke, mirando por encima de sus hombros—. A mí no me has dicho nunca que use una bola de fuego en los genitales de alguien.
Naruto empezó a reír de solo imaginárselo. ¿Cómo habría cambiado el enamoramiento de Sakura si Sasuke le hubiera lanzado una bola de fuego? Podía imaginar su grito antes de tirarse en plancha lejos del impacto. Naruto y Sasuke, percibiendo sus pensamientos, se echaron a reír.
—Si te ponen las manos encima, también puedes usarlo —aseguró Itachi a su hermano pequeño.
Estuvieron comiendo y hablando de tonterías. Era liberador darse cuenta de que nadie sabía quiénes eran. Solo pensaban que eran un grupo de raritos. Ya podía escuchar los pensamientos de algunos preguntándose si se estaba tirando a 2 o a los 4. Lo cierto es que Naruto y Sasuke no ayudaban, los pobres. Sabía perfectamente por qué Naruto estaba actuando como un novio celoso. Por un lado, porque estaba celoso de haber pasado un mes lejos de ellos para luego volver y pelearse con ella. Por otro lado, había pasado mucho tiempo a solas con Itachi, quien había admitido finalmente delante de Naruto que la consideraba también una hermana. Se prometió a sí misma pasar más tiempo con su hermano.
Pasaron el fin de semana en la feria, haciendo el tonto. Kisame aprovechó para seducir a alguna chica esa misma noche mientras que Itachi hizo ver que no notaba las miradas de las mujeres, y algunos hombres, posadas en él.
—Sabes, teme, podrías aprovechar para perder la virginidad —le dijo Naruto cuando vio que más de una mujer parecía dispuesta a llevárselo a la cama.
Sasuke y Seina se atragantaron al escuchar las palabras totalmente descaradas, y fuera de lugar, de Naruto.
—¿Yo? ¿Y tú qué?
—Te están mirando a ti —rodó los ojos—. Yo no quiero acostarme con nadie a la fuerza.
—Así que estás admitiendo que yo estoy más bueno que tú —sonrió Sasuke.
—Uh oh… —pensó en voz alta al ver que parecían estar a punto de competir por perder la virginidad—. ¿A qué ha venido esa pregunta, Naru?
—No sé. Me ha venido en mente algo que me dijo el viejo pervertido —admitió con rostro culpable por hablar de Jiraiya delante de ella.
—¿El qué?
—Me dijo que, a veces, en las misiones de seducción el ninja… quizás necesite acostarse de verdad con su objetivo y que era mejor perder la virginidad con alguien cercano o con algún civil para que no quedarse desprevenido en una misión —suspiró Naruto, claramente preocupado por eso.
—Jiraiya-sama tiene razón —dijo Itachi, regresando del baño—, pero muy pocos ninjas suelen hacer misiones de seducción. La mayoría de las veces puedes negarte, a no ser que sea tu especialidad.
—¿Siempre?
—No siempre —reconoció Itachi con el ceño fruncido—, pero no creo que te envíen a ti a este tipo de misiones así que no es necesario que pierdas la virginidad con un extraño, si no quieres.
Al final, la cosa quedó en nada. Itachi alivió las preocupaciones de Naruto y Sasuke le dio una colleja a su mellizo por haberle propuesto perder la virginidad con una extraña. Seina, en cambio, no pensaba perder la virginidad con nadie más que con Kakashi así que no tenía sentido seguir hablando del tema. Siendo sinceros, de no tener a Kakashi y de tener que perder su virginidad se lo habría pedido a Itachi o a Kisame, o a alguien que supiera lo que hacía y que confiara en él.
—¿En qué estás pensando? —le preguntó Sasuke, cuando estuvieron tumbados en su habitación compartida, horas más tarde—. ¿No seguirás pensando en lo que ha dicho el idiota de Naruto?
—¡Hey!
—En realidad, sí.
—¿En serio? ¿Por qué?
—Bueno… para empezar, las mujeres tenemos más papeletas de ser violadas, incluso las mujeres ninja. Imagina que te quiten tu primera vez con una violación —pensó asqueada en voz alta—. Además, de media, también somos las que hacemos más misiones de seducción. No creo que me envíen a ese tipo de misiones, pero nunca se sabe, ¿no?
Sasuke y Naruto fruncieron el ceño mientras admitían que tenía razón. Como no iba a tenerla, considerando que estaba hablando de datos contrastados. Asimismo, no había sido enviada a misiones de seducción antes, a pesar de ser jonin, porque había tenido 12 o 13 años, pero quién sabía lo que sucedería cuando regresara a la aldea.
—Si tuviera que perder mi virginidad lo haría con alguien de confianza, en lugar de con un extraño. A ser posible, alguien con experiencia.
—No puedo imaginarme pedirle a Anko que me desvirgue —se estremeció de pies a cabeza Sasuke, con rostro algo verde—… No. Simplemente, no.
Naruto ni se burló de él. Parecía casi más traumatizado que Sasuke de solo imaginárselo.
—Entonces, ¿quién? —le preguntó Naruto—. La verdad es que lo he estado pensando desde que me lo comentó el pervertido y no sé a quién se lo pediría.
—Siendo sinceros… Si no fuera porque te quiero como a una hermana, te lo pediría a ti —reconoció Sasuke, con un ademán en su dirección. Seina alzó una ceja, sorprendida—. ¿Qué? No es tan descabellado, después de todo. Puede ser que ahora seas virgen físicamente, pero no lo eres realmente, y no hay otra mujer en la que confíe como tú. Podrías enseñarme todo lo que sabes sin necesidad de que me avergüence de preguntarte según qué cosas.
—Ugh. Si de verdad es como tu hermana, ¿cómo podrías tener una erección en su presencia?
Seina ahogó una carcajada ante las palabras de Naruto. En parte, tenía mucha razón también. Nunca había pensado en ellos dos de esa forma, mucho menos en Naruto, y no creía que lo hiciera nunca. Aun así, si no tuviera más opciones, Sasuke podría ser uno de sus candidatos justo por los motivos que había nombrado. Sí, quizás no sería el sexo más excitante del mundo, pero hubiera servido para deshacerse de su virginidad. El problema era que ella no era realmente virgen así que no se sentía presionada por acostarse con nadie. Quería que Kakashi le hiciera el amor porque estaba enamorada de él, no por otra cosa. Aun así, podía imaginarse la relativa presión que sentían Naruto y Sasuke por dejar de ser vírgenes. Más aun siendo ninjas.
Naruto se quedó dormido poco después de eso, roncando levemente en su futon como si llevara días sin dormir. Sasuke rodó los ojos en su dirección antes de darle la espalda. Ella miró por la ventana, esperando a tener algo más de sueño, mientras que Sasuke parecía estar pensando en algo silenciosamente.
—Antes he mentido. A pesar de quererte como a una hermana, te lo habría pedido de igual forma —le confesó de improvisto en un murmuro, para no despertar a Naruto.
Ella pestañeó, bajando la mirada para observar cómo Sasuke contemplaba al techo a su lado. Su hermano de otra madre la observó de reojo.
—Si no lo he hecho es porque ambos sabemos que tienes a otro hombre en mente.
Kurama rio maliciosamente dentro de ella cuando se dio cuenta de que Sasuke sabía lo que pensaba hacer cuando regresara a Konoha en un año. La verdad es que la excitaba un poco saber que su hermano se imaginaba lo que planeaba, para qué mentir. Impulsada por Kurama, decidió jugar un poco con él antes de irse a dormir. Se movió en su futon para acercarse a Sasuke, usando su pecho como almohada y abrazándolo contra ella. Notó como le pasaba un brazo por encima. Levantó la cabeza un poco para mirarlo a los ojos fijamente. No supo qué vio en sus ojos, pero observó cómo tragaba con fuerza.
—Tienes razón. En cuanto regrese a Konoha… pienso follármelo.
Cerró los ojos, y se fue a dormir ignorando el cuerpo tenso, y ardiente, de Sasuke bajo su cabeza.
Notes:
He estado jugando con una IA con la descripción de Seina y me ha dibujado esto:
.
¿Os la imaginabais así?
Chapter Text
Después de su travesura con Sasuke no se habló más del tema de la virginidad. O eso hubiera esperado. De vez en cuando se sonrojaba. Ella sabía, aguantando la carcajada con una sonrisa malévola en sus labios rojos, lo que estaba pensando. Casi podía sentir cómo se estaba acordando de su afirmación de que iba a acostarse con Kakashi. ¿Había sido mala teniendo en cuenta sus hormonas? Sí. ¿Estaba Sasuke incomodo al pensar en ello? No. Así pues, no intentó pedirle perdón porque Sasuke no estaba avergonzado, sino excitado. No porque le gustara pensar en ella o Kakashi, sino porque tenía las hormonas a mil, como su hermano, o como ella.
Lo gracioso de todo esto fue que, debido a Naruto, empezaron a hablar de temas más maduros y picantes que antes habían estado evitando por vergüenza. Ahora, con 15 años, se imaginaba que el sexo era algo en lo que pensaban un par de veces al día. Así fue como empezaron a preguntarle cosas que nunca antes le habían preguntado.
—¿Y te dolió tu primera vez? —le preguntó Naruto con el rostro bastante sonrojado, rascándose la cabeza de los nervios—. M-me refiero. ¿A las chicas les duele?
Sasuke y Naruto esperaron su respuesta totalmente atentos.
—A algunas les duele más que a otras, pero duele menos cuando tu pareja te prepara antes. Me refiero a sexo oral, con los dedos, jugar con el clítoris, etc. Cuanto más mojada, y preparada, estás menos duele, obviamente.
—Así que es preferible tener un… orgasmo antes sin penetración, ¿no? —preguntó Sasuke. Ella asintió.
—La cuestión es comunicar a tu pareja si te sientes bien, o no, si algo no te gusta o te incomoda y respetar su respuesta. Si te dicen que no, es no.
Les estuvo explicando lo importante que era el consentimiento, hablar de ante mano antes de probar algunos fetiches, lo necesario que era jugar y explorar a la pareja antes de la penetración, etc. La estaban escuchando tan atentamente que habían olvidado hasta su vergüenza. Sasuke se le acercó a solas una noche para hablar de algo más.
—Naruto dice que es hetero así que no creo que le interese mucho, pero…
—¿Quieres saber lo que se siente y cómo es el sexo anal? —preguntó ella, deduciendo de qué se trataba.
—…Sí.
—Podrías preguntárselo a Itachi también —el rostro de Sasuke empezó a ponerse rojo como un tomate, pero ella no se rio.
—…No sé si me atrevo a mirarlo a la cara y preguntarle.
—¿Quieres que lo llame para que estemos los dos aquí? Diría que él tiene más experiencia que yo en ese ámbito.
—Está bien.
Seina se levantó de su cuarto para ir en busca de Itachi. Era tarde así que esperaba no estar despertándolo. En cuanto llamó a la puerta, Itachi tardó exactamente un par de segundos en abrirla. Pestañeó al verla allí parada, con un camisón blanco de tirantes conjurado, seguro que preguntándose qué sucedía.
—¿Puedes venir a hablar conmigo y Sasuke unos minutos?
—Claro. ¿De qué se trata? —preguntó mientras cerraba la puerta detrás de él.
—De sexo anal.
Itachi se quedó quieto delante de su cama, mirando alternativamente de uno a otro. Luego se centró en el rostro todavía sonrojado de Sasuke sin decir ni pío. Se sentó en la cama, junto a ellos, y le empezó a explicar a Sasuke lo que debía hacer en caso de querer estar con un hombre, o con una mujer y un pene de goma. Seina solo sonreía mientras dejaba que Sasuke le apretara la mano, cada vez menos avergonzado. Itachi fue compasivo y muy diligente. Tal y como pensaba, no se rio ni una sola vez. Al final, Seina tuvo una idea algo loca.
—¿Por qué no lo pruebas contigo mismo a ver si te gusta?
—¿Q-qué? ¿Cómo?
—Con tus clones, obviamente. Mira, ten esto —le dijo ella, entregándole un bote de lubricante conjurado que Sasuke cogió como si fuera un trozo de mierda seca.
Sasuke volvió a sonrojarse, aunque menos violentamente, al escuchar cómo estaba diciendo delante de su hermano que se penetrara a sí mismo con un clon. Itachi, sin embargo, parecía intrigado. También parecía estar suprimiendo una sonrisa en su dirección.
—Oh, vamos. Si yo tuviera pene ya lo habría probado —confesó ella—. ¿Con quién tienes más confianza en este mundo sino es contigo mismo?
—Al final resultará que Jiraiya-sama no es el único pervertido de esta isla.
—Aquí estamos todos salidos, Itachi. Cuanto antes lo comprendas, mejor para ti.
Itachi no pudo evitar reírse en voz alta, como pocas veces antes, al escucharla. Ver la sonrisa en su cara la llenó de alegría. Le removió los hilos sensibles como si fuera un cachorrito adorable perdido en mitad de la calle. Lo abrazó contra ella lo más fuerte que pudo al ver cuánto había mejorado. Itachi la cogió, poniéndola en su regazo contra su torso como si fuera un peluche, y le dio un beso en la mejilla que la sorprendió gratamente.
—Quizás Seina tenga razón, hermanito.
—Hn.
Por la expresión de Sasuke, supo que se lo estaba replanteando de verdad. Poco después de eso, se levantó de su cama para irse a su cuarto. No sin antes darle un beso en la mejilla y trolearla por haberlo avergonzado.
—Por cierto, Seina... Puedo verte los pezones con ese camisón.
Le tiró un cojín conjurado a la espalda que esquivó. Itachi bufó una risa, depositándola en la cama con cuidado antes de inclinarse sobre ella para darle otro beso en el pómulo.
—Gracias por cuidar de él —le susurró, y se fue.
A la mañana siguiente contempló a Sasuke y supo que lo había hecho. No era la primera vez que veía esos andares. No pudo suprimir una sonrisa enorme mientras se reía silenciosamente en su silla, intentando comer su desayuno. Naruto estaba demasiado dormido como para darse cuenta, Kisame no había bajado todavía e Itachi parecía estar intentando disimular para no avergonzar a su hermano. Sasuke, no obstante, se dio cuenta de que se estaba riendo de él, pero estaba de tan buen humor que solo la cogió del cuello con el brazo, tirando de ella hacia él para darle un sonoro beso en la mejilla.
—¿A ti que te pasa? —preguntó Naruto con los párpados pegados del sueño, mirando vagamente en su dirección.
—Nada.
Después de eso, Sasuke perdió prácticamente todo el pudor que tenía. Mientras Naruto seguía sonrojándose, Sasuke era incapaz de sentirse avergonzado por su sexualidad. Había descubierto que no era nada impuro, ni humillante sino placentero y una parte normal de cualquier ser humano. Así fue como muchas tardes empezaron a hablar de sus encuentros sexuales de su vida anterior. George no fue su primer o último hombre así que tenía bastante experiencia que compartir.
—¿Y no se te hace raro?
—¿El qué?
—Pasar de una vida llena de amantes a…
—¿A querer a una sola persona? —Sasuke asintió—. No. El sexo es muy diferente cuando se tiene con alguien a quien amas. Además, yo nunca estoy sola.
Sasuke se mostró confundido unos segundos. Casi pudo ver como descartaba que estuviera hablando del vínculo con Naruto, y con el suyo propio, hasta que dio con la respuesta. La observó con ojos incrédulos.
—Te refieres a… ¿Kurama? —ella asintió—. ¿Me estás diciendo que cuando te masturbas él está ahí?
—En todo momento, salvo cuando se va a dormir. Al contrario que el Kurama de Naruto, mi Kurama está más interesado por el mundo exterior y solo puede experimentarlo a través de mí.
—Pero, ¿no te corta el rollo? —preguntó de nuevo Sasuke.
—No, porque cuando empiezo algo intento separarnos con mis barreras mentales y él se va a dormir. Aun así, hay pensamientos que son tan rápidos que no puedo ocultar, por desgracia.
Sasuke la observó atónito, comprendiendo al instante qué quería decirle, aunque luego empezó a sonreír divertido. Por lo menos uno de los dos había encontrado humor de su situación extraña. Seina, por otro lado, estaba encantada de poder conversar con sus hermanos de forma más adulta. No era que antes se aburriera hablando con ellos, pero ahora sentía que podía confiarles bastantes cosas que antes se había callado.
—¿Sabías que puedo usar mi magia para… ya sabes?
—¿En serio? —le preguntó con curiosidad—. ¿Cómo funciona?
—Sí. Estimula las terminaciones nerviosas provocando placer. No hay penetración ni nada de eso, pero es divertido, y placentero. ¿Quieres probarlo?
—¿Ahora?
Sonrió cuando escuchó su respuesta. No le había dicho “¿En serio?” sino que había aceptado de antemano para pasar a preguntar si justo en ese momento era el instante más idóneo. Miró el claro de entrenamiento.
—Quizás debería decírselo también a Naruto.
—A este paso también se enterarán Itachi y Kisame.
—¿Enterarme de qué? —preguntó Itachi desde lo alto de una rama.
Sasuke y ella intercambiaron miradas.
—Deberías haberte callado —suspiró ella—. Que vengan Naruto y Kisame, y os lo explico.
Minutos después, todos estaban sentados en el claro, viendo el atardecer. Ella les explicó un trozo de su conversación con Sasuke sobre cómo podía usar su kekkei genkai para dar, y darse, placer. Naruto parecía avergonzado al escucharlo, y algo sorprendido, mientras que Kisame estaba sonriendo de oreja a oreja.
—Veo que últimamente solo habláis de lo mismo.
—Somos adolescentes, ¿qué quieres? —se encogió de hombros Sasuke.
—El caso es que le he dicho a Sasuke si quería que lo probara en él. No tiene nada que ver con una relación sexual normal, pero no sé si querrá probarlo delante de todos.
—A mí me da igual —se ofreció Kisame—. Solo tienes que tocarme una mano, ¿no?
—¿Te da igual correrte delante de todos? —pregunto algo escéptica.
—¿Crees que podrás hacer que alcance el orgasmo con un simple apretón de manos? —sonrió como un demente el ninja de Kiri—. Eso habrá que verlo.
—Eh, tú mismo. Ya te lo he advertido.
Kisame le prendió la mecha competitiva como nunca antes. ¿Creía que no era capaz? Se iba a enterar. Le cogió la enorme mano, viendo cómo se la engullía como si fuera una muñeca. Hizo que se tumbara en el suelo por si acaso y luego usó su magia para inundarlo poco a poco. Al principio Kisame no se inmutó, pero luego, cuando lo tuvo totalmente rodeado, cuando sintió el placer de su magia en cada terminación nerviosa de su cuerpo, empezó a convulsionar mientras intentaba no gemir de placer. Ella no paró. No quería rayar el dolor así que jugó aminorando y aumentando a ratos la intensidad de su magia en las zonas erógenas del cuerpo. Contempló su enorme erección que luchaba por escapar de sus pantalones negros. Tardó menos de 10 minutos en correrse con un rugido ahogado, contorsionándose sobre la hierba. Lo dejó respirar unos minutos.
—¿No te lo advertí?
Kisame abrió los ojos de golpe, mirando al cielo como si hubiera encontrado al mesías. Itachi, Sasuke y Naruto lo estaban observando con rostros parcialmente atónitos y algo excitados.
—¿Cómo has hecho eso? —preguntó Kisame, mirándola fijamente, después de recuperar el aliento—. Ha sido como si estuvieras follándote cada centímetro de mi cuerpo. No solo por fuera sino también por dentro.
—Es que eso es justamente lo que he hecho. Más o menos.
Se levantó de la hierba para quedarse sentado en su tronco. Miró a Itachi con rostro impresionado.
—Ha sido el orgasmo más fuerte que he tenido en toda la vida. Deberías probarlo. Yo voy a cambiarme de ropa —bufó una risa.
Kurama, tumbado a su lado en el exterior, rio maliciosamente. Le acarició el pelaje suave con cariño mientras veía como Kisame se iba. Naruto, por supuesto, no quiso que lo probara en él, rojo como un tomate. Itachi parecía levemente divertido de lo que acababa de presenciar mientras que Sasuke tenía los ojos brillantes. Sabía que él sí que quería probarlo. Lo único que hacía últimamente era probar cosas nuevas que le dieran placer.
Esa noche, como no, apareció Sasuke por la puerta de su habitación. Seina bufó una risa al darse cuenta de que tenía razón.
—No voy a permitir que Kisame lo pruebe y yo no —dijo él, cruzándose de brazos—. Aunque prefiero que no me vea Naruto ni Itachi.
Kurama, tumbado en los pies la cama, abrió un ojo cuando Sasuke se tumbó a su lado. Estaba tan acostumbrado a sentir la presencia de su equipo que simplemente volvió a dormir. Ella se tumbó al lado de Sasuke para poder cogerle de la mano. Como no tenía la resistencia de Kisame solo tardó unos 3 minutos en acabar, jadeando a su lado como si hubiera corrido un maratón.
—Ahora entiendo a lo que se refería. Demonios. ¡Es totalmente diferente que el sexo anal!
—¿Cómo vas a comparar una energía con un pene? —rodó los ojos ella.
—¿Podemos probar otra vez? Quiero durar más de 3 minutos.
Seina usó bastante menos magia para llevarlo al límite, y luego bajarlo a la realidad. En cuanto notaba que estaba a punto de correrse aflojaba la intensidad, alargando su orgasmo durante un largo rato. A su lado, Sasuke le apretó la mano fuertemente, con el rostro perlado de sudor, los ojos cerrados y agarrando la sábana temblorosamente. Movió sus caderas en el aire, como si quisiera frotar su erección contra alguien o algo. Ella no dijo nada. Era algo extraño tener a Sasuke a su lado de esa forma tan expuesta y, sin embargo, no le revolvía el estómago hacer que disfrutara con su magia de forma placentera. Cerró los ojos mientras escuchaba los incontables gemidos de Sasuke hasta que no pudo más y se corrió con un grito.
Jadeó a su lado, tapándose con el brazo libre sus ojos.
—Eso ha sido increíble —pareció querer preguntar algo, pero luego cerró la boca con una sonrisa impresionada—. Gracias, Seina.
Después de eso. El tema del sexo se fue apagando, por fin, poco a poco ya que todos lo habían gastado. Sasuke y su hermano seguían teniendo curiosidad por todo lo que se estaban perdiendo respecto a eso, pero parecían contentos con explorarlo más tranquilamente cuando salieran de la puñetera isla.
Por otro lado, siguieron entrenando, siguieron charlando de banalidades y de los asuntos del país del Fuego, y siguió evitando a Jiraiya hasta que un día se presentó con una caja de bombones enorme y una petición de rendición.
—Sé que he sido un idiota, lo admito —suspiró cuando ella accedió a escucharlo—. Me he alejado un tiempo para pensar en mí, y en mis actos… El caso es que una parte de mí nunca ha visto a Kurama como un ser humano sino como un bijuu más, ¿sabes? Recuerdo cómo se quejaba Kushina y me es difícil de creer que tú puedas llevarte tan bien con Kurama, que sea capaz de sentir algo más que ira como sintió con Kushina.
—Eso es porque Seina no es Kushina, ni lo será nunca —le espetó Kurama, tumbado a su lado—. Deja de comparar a la gente, y te irá mejor en la vida. Además, yo puedo odiar una persona y amar a otra persona. No sé por qué piensas que soy incapaz de sentir algo más que ira.
—¡Porque hasta ahora solo habías demostrado ira! —le dijo Jiraiya, mirándolo frontalmente—. ¡Destruiste parte de Konoha hace 15 años, por el amor de Dios!
—¿Debo recordarte que me habéis tenido preso durante décadas solo por ser quien soy, humano? ¿Cómo reaccionarías tú ante el primer indicio de libertad? Además, te recuerdo que ese falso Madara me puso bajo su influjo con su mangekyo sharingan. Parte de la pelea ni siquiera fue cosa mía.
—¿Y debería creer que ahora eres un ángel?
—No. Lo que debes comprender es que Seina es mi jinchuriki y, a pesar de haberme sellado en ella sin mí, y sin su consentimiento… de haber podido elegir la habría elegido a ella. No odio a Seina, ni odio a Naruto, ni a Sasuke… No odio a mucha gente gracias a Seina. Deberías aprender a confiar en tus aprendices si quieres que avancen más de lo que tú has conseguido en vida. Incluso yo, a quien describes como un ser enfurecido, le di una oportunidad a Seina y he sido recompensado por ello.
Estuvieron discutiendo algo más entre los dos. El problema de Jiraiya radicaba en unas cuantas cosas: 1) estaba comparando el progreso de Naruto al suyo, 2) no podía aceptar que Kurama era más que su parte oscura porque su padre, Minato, había muerto sellándolo, 3) no era consciente del trabajo que ella había hecho desde hace años para interactuar con Kurama y, 4) estaba mezclando sus asuntos personales con Naruto y con ella.
No lo había perdonado del todo porque Jiraiya tenía que trabajar en sus problemas ya que afectaban a su hermano, y a ella de rebote, pero iba por el buen camino. Por lo menos había dejado de comparar el avance de Naruto con el suyo y había aceptado que Kurama parecía odiar a todos, salvo a unos pocos, y que, por lo tanto, quería decir que no era solo malvado. Eso lo había enfrentado a la realidad de que, tal vez, Kurama se comportaba como lo hacía porque nadie le daba una oportunidad ya que antes de conocerlo ya tenían una idea preconcebida de él sobre que era malo, y siempre lo trataban como el culo.
—Está claro que el viejo tiene algunos problemas que ni él mismo sabía que tenía.
—Cierto —pensó para Kurama—. El problema es que nosotros no tenemos que pagar por ello.
—Si vuelve a hacernos algo así, a hacernos daño, a hacerte daño, lo mataré.
Para cuando llegó setiembre decidieron por mayoría absoluta irse de Uzushiogakure para volver a vivir en el país del Fuego, o en cualquier otro lugar que no fuera en la aldea de los Uzumaki. Jiraiya, obviamente, no quería llevar consigo a Kisame a ver a sus informadores así que él se marchó solo mientras que Itachi los llevó hasta una de sus casas francas en algún punto remoto para que pudieran quedarse allí al menos unas semanas.
—Podemos ir moviéndonos a medida que nos cansemos de un sitio.
—Cualquier cosa es mejor que quedarse un solo día más en Uzushiogakure.
Itachi los llevó a Sora-ku. Era una ciudad aparentemente abandonada llena de edificios muy elevados de aspecto ruinoso. Les recordó a los edificios de Uzushiogakure antes de que los reparara. La ciudad se encontraba en la frontera con el país del Viento, en pleno desierto, y aunque parecía estar abandonada, no lo estaba.
—Este lugar ha sido siempre un refugio para criminales —les explicó Itachi mientras caminaban cubriéndose del duro sol del desierto en dirección a la entrada—. Aquí se puede encontrar de todo.
—Es decir, se trata de un mercado negro, ¿no?
—Así es. Aquí no debería encontrarnos ningún ninja, a menos que nos estén buscando. Son criminales, pero no estúpidos. Saben que si venden nuestro paradero es muy posible que los castiguemos con su propia vida por traicionarnos.
—Entendido. Nosotros no nos metemos en asuntos de los demás, ellos no se meten en los nuestros.
—Hn.
—¡Me acuerdo de este sitio! —dijo de improvisto Sasuke—. ¡Aquí es donde me traías para recoger huellas de gato hace años!
Seina vio de reojo la sonrisa complacida de Itachi al escuchar como Sasuke se acordaba de eso. En cuanto se fueron acercando empezó a oler un hedor algo asqueroso producto de la falta de higiene. El lugar parecía algo desaliñado, pero no estaba lleno de basura. Algo era algo. Itachi los condujo por las calles laberínticas hasta una especie de almacén de varios pisos hecho de cemento y vidrio. Estaba, como todo lo demás, en precarias condiciones, aunque se sostenía admirablemente. Algunos cristales estaban rotos, faltaba algún que otro cacho de pared y la puerta metálica de la entrada estaba abollada.
—Por aquí.
Naruto, Sasuke, Kisame y ella siguieron a Itachi. En seguida apareció un gato con un chaleco ninja así que supo que debía ser un ninken como los de Kakashi.
—¡Itachi! —llamó al verlo, con expresión sorprendida y encantada—. ¡Creí que no te volveríamos a ver!
—Hola de nuevo, Denka. Ha pasado mucho tiempo.
—¡Ya verás cuando te vea Nekobaa! ¡HINA!
—No hace falta que grites —dijo una voz más femenina. Era otro ninken gato—. ¡Itachi! ¡Y Sasuke!
—Y más gente. ¿Quiénes son?
—Estos son los hermanos Uzumaki, Naruto y Seina, del equipo genin de mi hermano y mi compañero de Akatsuki, Kisame.
Se adentraron en el almacén, casa de los ninken y de una tal Nekobaa. Seina vio de reojo a otros gatos observarlos desde las sombras. Uno de ellos, negro, paró de lamerse la pata en cuanto sus miradas se toparon. Siguieron a Itachi hasta llegar a una gran sala donde había una anciana con cabello gris y una nariz manchada por el sol que le daba aspecto de gato. Seguro que era Nekobaa. En cuanto aparecieron por la puerta se llevó las manos a la boca al ver a Itachi junto a Sasuke y se levantó rápidamente.
—¡Itachi! ¡Y Sasuke! ¡Pensé que nunca más os volvería a ver juntos!
—Nos hemos reunido de nuevo gracias al equipo de Sasuke —sonrió levemente Itachi, para la estupefacción de la anciana y los gatos—. Nos preguntábamos si podemos quedarnos aquí un tiempo.
—¡Claro, claro! Tenemos mucho sitio. Siempre me gusta recibir a invitados y visitantes. Llamaré a Tamaki para que venga a saludaros.
Tamaki resultó ser una adolescente de 15 años con un claro enamoramiento de Sasuke, quien evitó mirarla a la cara para no seguirle el rollo. Le recordó a su primera interacción con Karin. Por suerte, Tamaki no parecía ser una fan histérica, sino que aceptó mantener la distancia sin rechistar después de verse rechazada. Naruto, no obstante, le dio un par de codazos a Sasuke con una sonrisa traviesa.
—Para, dobe —siseó Sasuke en voz baja—, ¿o quieres que yo te haga lo mismo cada vez que mires a alguien?
—Vale, vale. Ya paro —alzó las manos en son de paz su hermano, sabiendo que Sasuke era capaz de hacerlo—. Menudo genio.
Estuvieron hablando durante un par de horas con Nekobaa y Tamaki, quienes les enseñaron la enciclopedia de huellas que Sasuke e Itachi habían recolectado cuando eran niños. Seina solo pudo sonreír imaginándose a un adorable Sasuke corriendo detrás de los gatos con su libro y un bote de tinta.
—Aww —se le escapó cuando observó cómo en una página había un par de frases del puño y letra de Sasuke con 5 años—. Seguro que eras adorable.
Sasuke la miró con un atisbo de indignación, pero Nekobaa asintió firmemente. Se inclinó para darle un beso en la mejilla, viendo lo avergonzado que estaba cuando no era nada del otro mundo. Suspiró aceptando su beso, pasándole un brazo por los hombros, ante la mirada sorprendida de la anciana y su nieta. Ambos, junto a Naruto a su otro lado, recostado sobre sus piernas, fueron pasando páginas de la enciclopedia mientras Sasuke les explicaba cómo las había recolectado y de qué gato eran.
Pusieron la tienda de campaña en una de las habitaciones con menos polvo, asegurando a Nekobaa que no tenían problemas por quedarse allí.
—Podemos limpiarla un poco, al menos —les dijo—, antes de que pongáis la tienda.
—Ya nos ocupamos nosotros de limpiar, Nekobaa. No te preocupes —le dijo Naruto, con una sonrisa carismática en el rostro.
En cuanto los dejaron a solas, Seina movió una mano para limpiarlo todo en un segundo. Asentaron su tienda y unas cuantas protecciones. Esa noche durmió como un tronco con una sonrisa en la cara porque, aunque todavía no estaba en Konoha, un cambio de ambiente era justo lo que necesitaban.
Notes:
Se nos hacen mayores, amig@s.
Siempre he echado en falta algo parecido en el anime/manga relacionado con el sexo. Después de todo, los ninjas seguro que tenían que seducir a gente en misiones de infiltración. Ah, bueno. Si no lo hace el anime, lo haré yo.
¡Buen finde!
Chapter Text
En los siguientes días, siendo ya mediados de agosto, Nekobaa interrogó a Itachi y a Sasuke sobre lo que realmente había pasado con el clan Uchiha.
—No pretenderéis que crea que lo que nos han dicho es verdad, ¿no? De lo contrario, ¿cómo estáis juntos sin pelearos?
—Hn. Tienes razón, Nekobaa.
Los hermanos Uchiha se quedaron a solas con Nekobaa mientras le contaban la verdad. Naruto y ella, y Kisame, estuvieron explorando el edificio. El gato negro que vio el día anterior los siguió desde las sombras con expresión poco complacida. Estaba claro que no quería tenerlos allí incordiando en su territorio. Kurama, que no había salido al exterior desde que dejaron Uzushiogakure, siseó al ver como intentaba mostrarse dominante ante ellos. Se removió dentro de ella, transformándose parcialmente, para poder mirar con sus ojos de color sangre al gato. Al verlo, huyó despavorido con el pelo erizado y las pupilas contraídas.
—Malditos gatos.
Esa tarde, Tamaki se les acercó bastante curiosa, aunque temerosa del gigantesco Kisame sentado con ellos.
—¿Conocéis desde hace mucho tiempo a Sasuke?
—Desde la academia. Además, somos equipo desde los 11 años así que sí.
—Wow. Hacía mucho tiempo que no lo veía así que me preguntaba qué había pasado con él.
—¿Vives aquí sola con Nekobaa? —preguntó Naruto, observando su timidez.
—Y con los ninken. Mi idea es mudarme a Konoha cuando Nekobaa muera —les explicó con un suspiro—. No quiero ponerme en peligro encargándome del negocio de las armas, pero tampoco quiero dejar a mi abuela sola y ella se niega a dejar este sitio.
Seina no podía imaginar lo que debía ser estar encadenado a un lugar que no te gustaba simplemente para no dejar sola a tu abuela. ¿Pondría ella su vida en jaque solo porque Nekobaa era tan tozuda como para ver que Tamaki no tenía ninguna compañía dentro de la ciudad salvo los gatos? Estaba claro que no. Se compadeció de ella, pero no lo dijo en voz alta. Seguro que Tamaki ya se compadecía de sí misma bastante cuando Nekobaa no miraba.
Sasuke e Itachi aparecieron un rato después junto a Nekobaa y los ninken que habían visto nada más llegar, Denka e Hina. Les enseñaron algunos recovecos secretos que solo sabían ellos, y luego salieron a la ciudad para visitarla.
—Ugh. ¿Qué es ese olor? —dijo finalmente Naruto, cuando se acercaron a otro vecindario donde el hedor era mucho más fuerte.
—Mejor no preguntes, Naruto —avisó Itachi. Luego hizo un ademán de cabeza—. Por aquí venden todo tipo de venenos. También venden antídotos, por un módico precio.
—Huh. ¿Aquí los compra Sasori?
—No. Él se hace sus propios venenos y antídotos, por lo que sé.
—Sasori es un ex compañero vuestro, ¿no? —preguntó Sasuke, curioso.
—Sí. Un renegado de Suna, experto en marionetas —le informó Itachi escuetamente.
Seina fue observando de reojo a los ciudadanos de Sora-ku. Eran la mayoría maleantes, incluso los comerciantes de alimentos, y aun así no parecían todos mala gente. Se preguntaba qué los llevaba a vivir en una ciudad en pleno desierto, derruida, y a soportar esos hedores nauseabundos. Desde que logró su transformación parcial y empezó a compartir la nariz con Kurama, los malos olores eran una puñetera pesadilla.
—Seguramente estarán acostumbrados a la podredumbre —le comentó Kurama, escondido dentro de ella—. Aquí huele a mierda, meado y descomposición de carne humana.
—¿Crees que guardan o eliminan cadáveres en algún punto de la ciudad?
—No solo eso. ¿Ves ese tenderete de ahí adelante? ¿El de los pinchitos de carne?
Seina ojeó el tenderete en cuestión. No observó nada raro, pero Kurama bufó una risa maliciosa.
—Eso es carne humana.
Se sorprendió un poco de escucharlo. No le preguntó a Kurama cómo lo sabía ya que era obvio. Aun así, Kurama parecía algo confuso porque ella no hubiera puesto el grito en el cielo. Notó como analizaba sus pensamientos, dándose cuenta de que se preguntaba con curiosidad a qué sabría la carne humana. No pensaba probarla por varias razones. Para empezar, no sabía cómo la habían preparado, teniendo en cuenta la poca higiene de la ciudad en general. Por otro lado, hubiera preferido preparar la carne ella misma pero, entonces, necesitaría matar a alguien y no pensaba comerse a sus enemigos. Se estremeció al pensar en comerse a Umbridge o Voldemort; seguro que se hubiera infectado de salmonella. Eso quería decir que tendría que matar a alguien inocente, y no iba a matar a gente al azar solo para probar la carne humana. Así pues, no podía probarla.
—Cada vez que creo que no me puedes sorprender más, me sorprendes. Me gusta. La carne humana se parece un poco al cerdo. Si quieres probarla según tu criterio, tendrías que robar un cadáver bastante reciente de alguien al azar.
—No siento una necesidad imperiosa de probar la carne humana, pero lo tendré en mente.
—Será mejor que no le digas nada de esa carne a Naruto y Sasuke, a menos que piensen acercarse a comprar algo para comer. Lo último que quieres es que monten una escena aquí mismo.
—Eso sería más propio de Naruto que de Sasuke.
Regresaron unas horas más tarde al almacén de Nekobaa. Los próximos días, obviamente, los pasaron entrenando. El espacio era mucho más reducido que en Uzushiogakure así que se dedicaron a practicar cosas más discretas que el susanoo o su liberación de Kurama.
Sasuke siguió modificando el chidori mientras que Naruto tuvo la genial idea de crear un rasengan muchísimo más grande. Hombres… Ella siguió practicando kenjutsu con Kisame, cumpliendo sin rechistar sus absurdos entrenamientos que la dejaban agotada.
—¿Crees que el dobe lo conseguirá?
—¿Su rasengan doble? Seguramente. Lo que no tengo muy claro si uniendo 2 rasengans pequeños es el camino a seguir.
—¡Os estoy escuchando! —gritó Naruto, completamente sudado después de varios intentos para crear su odama rasengan.
—Deberías poner más chakra a un solo rasengan —le recomendó Itachi, mirándolo con su mangekyo sharingan activo—. Solo funcionará si mantienes el equilibrio de chakra.
—A mí me gustaría saber qué pasaría si usaras el chakra de Kurama para crear un rasengan —dijo ella.
Los ojos de Naruto brillaron al intentar imaginárselo, pero Itachi rápidamente le desaconsejó probarlo dentro del almacén de Nekobaa. Sobre todo, porque los primeros intentos siempre eran muy destructivos. Ella misma usaba el chakra de Kurama para varias cosas: para que sus cadenas fueran más agresivas, para darle energía a sus invocaciones e incluso en distintos ninjutsus para darle otros efectos, pero, lo cierto es que después de ver a sus hermanos modificar un solo ninjutsu le estaba picando la curiosidad. Seina no tenía un jutsu favorito, sino que usaba ninjutsu según la situación. El único ninjutsu que había modificado, con chakra de Kurama además, fue el jutsu que dispara un cañón de agua porque fue su primer ninjutsu de naturaleza de chakra que aprendió.
—Cuando nos piremos de aquí a algún lugar solitario quiero practicar contigo los bijuudama. Deberíamos poder combinar tus cadenas con mi jutsu. No sé qué sucedería, pero seguro que es espectacular.
—¿Crees que podríamos usar la teoría de la bijuudama para protegernos con mis cadenas?
—Todo es posible, si se practica. Quizás deberíamos practicar en dirección al océano, para evitar posibles daños.
—Entonces tendríamos que volver a Uzushiogakure —gimió ella exasperada.
Pasaron unos pocos días en el almacén lleno de gatos hasta que llegó setiembre. Jiraiya regresó con ellos gracias al traslador que le había dado, y procedió a ayudar a Naruto con su proyecto para modificar de mil formas al rasengan.
—¿Has escuchado algo interesante? —le preguntó Naruto una noche.
—Lo único que sé es que están intentando cazar al jinchuriki del 6 colas.
—Utakata.
—Ese. Por suerte para nosotros, sigue escabulléndose, pero no sé cuánto tiempo más podrá quitárselos de encima —frunció el ceño Jiraiya.
Seina se acordó de Utakata. Era jonin de Kiri, un jinchuiriki, y estaba avisado sobre Akatsuki. Solo esperaba que lograra sobrevivir o volver a Kiri, donde estaría más protegido. Después de escuchar lo que tenía que decir, Seina se retiró. No estaba tan furiosa como lo estuvo hacía semanas, pero Jiraiya había perdido gran parte de su confianza en él. Desafortunadamente, Jiraiya la siguió almacén adentro hasta que se encontraron a solas, o eso creía, en una habitación destartalada.
—¿Puedo hablar contigo un momento?
—Supongo. ¿Qué quieres?
—Solo quería decirte a ti, y a Kurama, que lo siento de veras. He hablado largo y tendido de todo lo que ha pasado con los sabios del Monte Myoboku y me he dado cuenta de que fui bastante estúpido. No pretendo que me perdones, perdonéis, de buenas a primeras así que solo quería decir que lo siento y que intentaré ganarme tu confianza de nuevo.
Miró su rostro serio y su aspecto algo cansado. En seguida se dio cuenta de que no parecía preparado para rebatir sus argumentos o combatir con ella. Parecía como si, por fin, hubiera comprendido algo de lo que había intentado decirle las otras veces. Sobre que Kurama no era un objeto sino un ente con sentimientos, a pesar de su poder destructivo. No sabía qué le habían dicho los sapos del Monte Myoboku, pero había funcionado. No confiaba demasiado en él, pero aceptaba sus disculpas y esperaba que enmendase su error.
—…Está bien —dijo finalmente.
—Gracias.
Jiraiya no sonrió, solo asintió con la cabeza y se fue. Solo con eso, Seina se sentía un poco menos enfadada. Le daría otra oportunidad al pervertido ahora que había comprendido por qué estuvo furiosa e indignada con él. Itachi apareció desactivando su genjutsu, recostado en una pared como si no hubiera estado espiando su conversación desde el principio.
—Parece que Jiraiya-sama por fin se ha quitado ese palo del culo, como sueles decir.
Seina bufó una risa. —Eso espero.
Poco a poco se fue acercando el cumpleaños de Kakashi, el 15 de setiembre. Cumpliría 28 años. Hubiera deseado fervientemente estar ahí con él, pero era imposible. Ni siquiera sabía cómo estaba ya que llevaba unas cuantas semanas sin saber nada de él. Solo esperaba que estuviera bien. Seina, obviamente, no paró de escribirle cada domingo. Ahora tenía algo más que escribir con su mudanza temporal a Sora-ku, pero todos sabían que no duraría mucho. Jiraiya era el que menos pisaba la ciudad, prefiriendo dormir en la tienda de campaña prestada de Naruto. Se preguntaba por qué Tsunade-sama no le había dado una de esas tiendas, teniendo en cuenta que había creado 5 de ellas para la Hokage a petición suya.
Empezó a ver, también, como Kisame se mostraba cada vez más pensativo. No estaba distante, pero sí que parecía estar contemplando algo. Hasta que un día después del duro entrenamiento se lo preguntó directamente.
—Debí suponer que me lo acabarías preguntando —suspiró Kisame—. He estado pensando en mi situación. Es obvio que, de una forma u otra, Itachi volverá a Konoha, pero yo no soy Itachi. Para empezar, soy un ninja exiliado de Kiri así que no me aceptarían en vuestra aldea así sin más.
—Y aceptarte podría causar tensiones entre ambas aldeas.
—Exacto. Lo cierto es que he estado pensando en si debería comunicarme con la nueva Mizukage. Mis problemas eran cosa del reinado de Yagura, pero Terumi parece ser totalmente distinta a él.
—Así que quizás puedas volver a casa, ¿no? —preguntó ella, con una sonrisa—. Por intentarlo, no pierdes nada. A unas malas, si no pudieras regresar a Kiri, podríamos hacer algo para esconder tu identidad, darte una identidad nueva.
—Con tus poderes, imagino que sí, pero no estaría mal poder ser quien soy sin tener que esconderme o ser perseguido.
—Lo sé —dijo ella, compasiva, dándole unas palmaditas en la mano—. ¿Quieres que te deje una de mis invocaciones para contactar con la Mizukage?
—No. Usaré a mis tiburones para enviarle un mensaje. No escribiré nada demasiado revelador, solo quiero tantear el terreno.
Seina quería que Kisame pudiera volver a Kiri, tal y como él deseaba, pero una parte de ella lo echaría de menos. Después de todo, Kisame era uno de sus maestros junto a Tsunade-sama, Jiraiya y Kakashi. Había tenido incontables rivales durante sus entrenamientos, pero ninguno de ellos le había enseñado tanto como sus 4 maestros. Ni siquiera Itachi. Con él entrenaba, aprendía alguna que otra cosa, pero eran más compañeros de entreno que maestro y alumna.
Kisame le había dado a firmar su contrato de invocaciones, le había enseñado todos los jutsus de agua que sabía, le había enseñado a combatir con los tiburones, había mejorado su taijutsu, su resistencia, le había enseñado los trucos y protocolos de los escuadrones de criptoanálisis y, sobre todo, la estaba convirtiendo en una espadachina. Cada vez estaba más cerca de ser una espadachina de verdad, la primera del país del Fuego. Sabía que lo conseguiría en el poco tiempo que les quedara juntos.
Cada vez que pensaba en todo lo que le había dado a cambio de nada se sentía un poco culpable. Si bien era obvio que no podía darle según qué cosas que luego jugaran en contra de Konoha, por si acaso, podía regalarle algunas cosas para que supiera que agradecía de corazón lo que había hecho por ella. Como una funda de kunais con runas de invocación para que no tuviera que pararse a recoger sus armas, una cota de malla verdaderamente impenetrable e indestructible y algunas cosas más que fueran útiles, pero no peligrosas.
Cuando llegó el cumpleaños de Kakashi, un mes antes de que cumplieran 2 años fuera de la aldea, le escribió otra carta. Sorpresivamente, recibió una respuesta una hora después así que supo que debía haber estado leyendo sus anteriores cartas, y esa última, mientras ella estaba escribiendo.
—Querida Seina,
Se me hace raro acercarme a la treintena. Quizás porque, como ya sabes, una parte de mí siempre ha pensado que moriría antes. Ahora, curiosamente, rezo por no morir. Es extraño como cambian las cosas, ¿verdad?
Desearía más que nada en el mundo tenerte a mi lado. Lo cierto es que he escrito estas mismas palabras tantas veces que ya no sé cómo reformularlas para que parezcan originales. La cuestión es que sigo echándote de menos. Cada vez echo de menos más cosas, nimiedades que antes pasé por alto o que di por sentado. Como cocinar a tu lado mientras hablamos de todo o nada, sentarme a tu lado en el sofá mientras leo, tocarte el pie bajo la mesa sin que nadie lo sepa porque no puedo darte la mano, incluso doblar tu ropa e impregnarme de su olor cuando no me ve nadie. Lo único que deseo es que vuelvas para poder abrazarte, para estar contigo, para empezar a vivir a tu lado nuestra vida.
Últimamente, cierro los ojos y pienso en el futuro. Es algo que no me gustaba hacer porque siempre pensaba que era inútil pensar a tan largo plazo. Uno nunca sabe cuándo va a morir, después de todo. Pero te hice una promesa. Te prometí que no moriría, al menos hasta que regreses, y pienso cumplirla. Estoy dando todo de mi para no romper esa promesa y me he dado cuenta gracias a esto que, tal vez, puedo prometer no morir incluso después de que regreses. Mi vida ahora tiene valor. Siempre ha tenido valor, pero tú me abriste los ojos, y ahora puedo verlo por mí mismo.
¿Te dije alguna vez que cuando murió Rin no podía mirarme al espejo sin echarme a llorar? No podía mirar mis manos sin sentir la imperiosa necesidad de lavármelas una y otra vez porque, en mi mente, las tenía manchadas de su sangre. Era algo que nadie me podía quitar de la cabeza, aunque nadie lo sabía. La última vez en Konoha visité la tumba de Rin. Estuve allí sentado durante horas, con los ojos cerrados mientras hablaba con ella mentalmente sobre mi vida, y sobre ti. De alguna forma siento que me escuchó, a pesar de que no me haya contestado, y eso me ha quitado un último peso que no sabía que cargaba conmigo relacionado con ella.
Visité también el memorial donde está grabado el nombre de Obito ya que no hay una tumba a su nombre. Una parte de mí siempre lo recordará como mi mejor amigo porque eso era lo que era. Nunca se lo dije a la cara, pero creo que antes de que muriera lo leyó en mi rostro. O eso quiero pensar. Hablé con él también. Sé que le habrías caído genial.
Pensar en ellos me hace imaginar cómo hubieran sido nuestras vidas si todo hubiera sucedido de otra forma. ¿Estaríamos juntos de estar tus padres vivos? No podía parar de pensar en ello. Sé que, de haber estado juntos, no podría haberte besado hasta que tuvieras 20 o 30 años. Minato me habría matado, o quizás tu madre. Aun así, sé que me habría enamorado igualmente de ti, y habría sufrido en silencio el tiempo que hubiera hecho falta para poder estar contigo. Tal vez soy un masoquista, pero desde hace tiempo entiendo eso de “sufrir por amor”. ¿Realmente es sufrimiento, si el resultado es amar y ser amado?
Al final, me he dado cuenta que no tiene sentido pensar en qué habría pasado si… porque no va a pasar. Por mucho que a veces nos guste fantasear con cambiar el pasado. Pero, ¿sabes lo mejor de todo? Me he dado cuenta de que no te arriesgaría a ti por cambiar nada, aunque eso me duela a veces por todo lo que he perdido. No puedo perderte a ti, Seina. No puedo.
Seina acabó de leer la carta de Kakashi con ojos brillantes de las lágrimas. Hacía tiempo que no le afectaba tanto una carta, pero esta vez se dio cuenta de que Kakashi parecía haber abierto su corazón en el papel como nunca antes. Releyó las palabras una y otra vez con un nudo en la garganta, dando gracias por estar a solas en su habitación. Deseó poder estar con él, aunque fuera para abrazarlo.
No le dio tiempo a pensar mucho más en Kakashi ya que Kisame se le acercó una tarde, la última semana que pensaban quedarse en Sora-ku, para decirle que había encontrado algo que le haría gracia en la ciudad.
—¿Peleas callejeras?
—No. Combates con espada —corrigió él—. No puedes usar chakra, pero da igual. La cuestión es que practiques con más gente.
—Huh… Ya. Y dime —empezó ella, cruzándose de brazos con los ojos entrecerrados—, estas peleas no serán a muerte, ¿no?
—¿Cómo lo has adivinado?
Rodó los ojos ante el sarcasmo de Kisame, quien la cogió del brazo y tiró de ella fuera del almacén de Nekobaa. Naruto y Sasuke levantaron la cabeza cuando los vieron pasar.
—¡Hey! ¿A dónde vas con mi hermana?
—Me la llevo un rato para que practique kenjutsu con los incautos de la ciudad.
Así fue como Seina fue arrastrada por Kisame calle abajo, seguida de Naruto, Sasuke, Itachi y, curiosamente, Tamaki. Era de noche, pero podía distinguir algunas calles que había explorado en sus múltiples salidas por la pestilente ciudad. Kisame los dirigió a una especie de complejo subterráneo donde supuestamente se concertaban esas peleas ilegales. Si es que se podían llamar ilegales considerando que la ciudad entera era una urbe sin ley. Había mucha gente sudorosa, gritando y jaleando a quienes parecían ser los últimos hombres en pie dentro de un cuadrilátero metálico muy grande. Olió la sangre y vio los cadáveres apilados al lado de los últimos participantes, que se batían a muerte.
Kisame caminó hasta un hombre de aspecto desaliñado.
—Una plaza para el siguiente combate —alzó la voz para hacerse escuchar sobre el griterío.
—¿Luchas tú?
—No. La rubia.
—¿Una adolescente? —el hombre la miró de arriba abajo, viendo su kimono corto y ceñido, y su aspecto bastante más delicado en comparación con los otros participantes. Luego se encogió de hombros—. ¿Apuestas?
Escuchó como Kisame, junto a Naruto y Sasuke, apostaban a su favor bastante dinero. Seina se preguntó como habían caído tan bajo. Observó como uno de los hombres en pie conseguía rebanar finalmente el cuello de su contrincante a la vez que la muchedumbre aullaba encantada al ver la sangre. Tamaki, al lado de Naruto, estaba pálida como la nieve, pero no tenía pinta de vomitar. Todavía, al menos.
—¿Estás segura de esto, Seina-san? —le preguntó en el oído cuando la vio observándola.
—Eh, porque no.
Ni siquiera llevaba su nueva espada, regalo de Kisame. Había traído consigo su fiel wakizashi. Después de todo, no quería que vieran que dicha espada estaba en sus manos ni que supieran que era más fuerte de lo normal, considerando que poca gente podía empuñar una espada de más de 30 kg durante tanto tiempo sin que le temblaran las manos.
—Te toca, rubia.
Unos matones de 2 metros la intentaron empujar dentro del ring, pero en cuanto sintió una mano rozar su hombro, la cogió y apretó con toda su fuerza bruta hasta que aulló de dolor. El otro hombre bajó rápidamente la mano antes de poder tocarla. Le dieron espacio para caminar a su ritmo hasta la puerta de reja que protegía a los espectadores de ser heridos por error. La mayoría de sus contrincantes ya estaban allí. Eran todos hombres, mayores que ella y más altos y musculados que ella. La observaron con curiosidad, interés y, algunos, con malicia y lujuria.
Ella analizó la situación en silencio. Solo podía llevar un arma al ring, pero nada le impedía coger el arma de otra persona una vez empezara el combate. Observó las espadas y katanas de los que la rodeaban y vio una katana bastante parecida a su wakizashi así que decidió ir a por ese hombre. Era un combate a melee así que podía usar fácilmente su cuerpo más pequeño para esquivar ataques y dejar que se matasen entre ellos.
Por desgracia, en cuanto empezó el combate se dio cuenta de un fallo en su plan. Había apuestas sobre cuánta gente mataba cada uno de ellos así que era obvio que intentarían asesinar al máximo número posible. Ella, en comparación con sus rivales, parecía ser un blanco fácil así que fue atacaba por varias personas nada más sonar el gong.
Esquivó una katana apuntando a su cuello desviando su cuerpo lo mínimo imprescindible, y le dio una patada al brazo de otra persona para evitar ser apuñalada en el estómago. Pivotó sobre el hombre más cercano, usando su cuerpo para protegerse de otro atacante, y luego lo apuñaló por la espalda. Cogió su katana, a pesar de que no era el arma que había visto al principio. Con su brazo izquierdo fue protegiéndose con la nueva arma, como si fuera un escudo, mientras que con su brazo derecho fue atacando.
Notó como la rociaban las salpicaduras de sangre en la cara y en el vestido, pero no se inmutó. En menos de medio minuto mató a 2 personas y otras tantas murieron peleando lejos de ella. Tardó bien poco en nivelar los rangos, matando a otras 5 personas en menos de otros 2 minutos. En cuanto vieron que era imparable empezaron a huir de ella, pero dentro del ring metálico no había donde escapar.
Usó las mismas verjas metálicas en forma de pared para impulsarse sobre sus cabezas, cayendo entre el gentío y agachándose entre ellos. Hizo caso omiso a los gritos, apuñalando a un par más en los estómagos, y usando uno de los heridos como escudo de carne antes de empezar a blandir sus armas, protegiendo sus puntos débiles y matando a más gente.
A los 10 minutos, solo quedaron 2 personas además de ella. Parecían estar debatiéndose sobre si atacarse el uno al otro o sobre si aliarse para acabar con ella. Seina apartó con el pie a un cadáver sin cabeza que había caído sobre una de sus sandalias, notando sus pies empapados de sangre. Salió de la montaña de cuerpos con un arma en cada mano. Durante unos segundos pareció como si el tiempo se detuviera. Ellos contra ella. Blandió ambas espadas en un círculo para quitar algo de sangre, y adoptó de nuevo una posición de combate.
Los otros hombres, al ver que no había acabado, hicieron lo mismo. Instintivamente, parecían haber llegado al consenso de que era mejor intentar matarla entre los dos. Ilusos. Uno de ellos perdió la paciencia y se abalanzó hacia ella con un grito de guerra, seguido luego por el otro. Lo esquivó y, de paso, cortó con el wakizashi su espalda. Un corte algo grave, pero no letal. Hizo lo mismo con el otro. Por más que lo intentaron, no eran una amenaza para ella así que se dedicó a esquivarlos y a herirlos, haciendo que perdieran sangre y se cansaran. No los atacó frontalmente en ningún momento hasta que no vio como jadeaban, pálidos por la pérdida de sangre.
—Acaba ya con esto —le pidió uno cuando recuperó un poco el aliento.
Le lanzó la katana prestada con todas sus fuerzas, como si de una lanza se tratase. Fue tan rápido que solo atinó a abrir los ojos antes de ser ensartado. La katana se introdujo en su pecho, justo donde estaba su corazón, y lo empujó al suelo de espaldas. Se murió fulminado en pocos segundos. El otro hombre aprovechó para atacarla de nuevo, pero ella lo esquivó, dejando que corriera en otra dirección por su propio impulso y, blandiendo por la espalda su arma, le cortó la cabeza con un corte limpio.
El público que había ignorado a medias, aunque siempre estando atenta a cualquier ataque, enloqueció. Salió de allí totalmente pegajosa y llena de sangre de cabeza a pies. Sin poder usar su chakra no había podido usar su velocidad habitual para esquivar la sangre. Además, habían estado tan apelotonados que era imposible evitar mancharse. Bajó los escalones mientras era vitoreada por la gente. Vio a su equipo, y a los demás, esperarla con una toalla que sacaron de algún lugar. La cogió, observando el rostro sonriente y algo demente de Kisame, y rodó los ojos cuando vio cómo cobraban su apuesta. Naruto, y Tamaki, era el único que parecía no estar del todo conforme con haberlos matado a todos, pero, tal y como le estaba diciendo Itachi, iban a morir igualmente a manos de otro ganador. ¿Para qué apuntarse a una pelea a muerte sino estaban dispuestos a morir?
—¡He ganado mucha pasta! —dijo Kisame, aireando los fajos de billetes.
—Me debes una porción por haber hecho el gilipollas ahí arriba.
—Sí, sí. Te daré un 10%.
—Un 40%.
—Un 30%.
—Hecho.
Hizo caso omiso de la gente que hablaba de ella a sus espaldas hasta que se le acercó el hombre de antes, el que cobraba las apuestas y llevaba las entradas. Parecía bastante sorprendido, y encantado, del espectáculo.
—Hey, rubia. ¿Quieres participar en el siguiente asalto?
—No —contestó ella, con aburrimiento.
Ninguno de los supuestos expertos en combate era rival para un shinobi, a pesar de que muchos de ellos eran maleantes con algún tipo de entrenamiento. ¿Para qué serviría volver a enfrentarse a otros 30 hombres armados? Naruto suspiró aliviado de escucharlo, a pesar de que, de haber sido ninjas, quizás se habría apuntado de nuevo. El civil parecía decepcionado, pero no se quejó ni intentó comprarla. Se giró a Naruto, quien le indicó solo con la postura corporal de que no estaba interesado, y luego a Sasuke. Antes de que pudiera abrir la boca, no obstante, Itachi lo miró por encima del hombro de su hermano pequeño, con los ojos rojos.
El civil palideció, dándose cuenta en ese preciso instante de que Itachi era Itachi Uchiha. No estaban disfrazados con un henge como las otras veces ya que poca gente sabía cómo eran las facciones de Itachi. Por no hablar de que había muchos hombres jóvenes con “piel pálida” y “cabello y ojos negros” que se ajustaban a la descripción de Itachi. A no ser que tuvieran un libro bingo, nadie había visto una fotografía suya. Solo eran un grupo de gente variopinta, pero nada más.
Seina usó su magia para confundirlo, viendo cómo se quedaba de pie, parado y pestañeando con confusión, antes de irse a otro lado. Le guiñó un ojo a Itachi cuando se giró para mirarla con una ceja alzada y expresión divertida.
—Vamos. Quiero sacarme esta sangre de encima.
Salieron de nuevo a la superficie, viendo Sora-ku lleno de vida, iluminada por incontables farolas y luces de colores. Tardaron unos minutos en darse cuenta de que estaba llena de sangre. Su kimono negro y sus medias altas, también negras, camuflaban bastante su aspecto. Aun así, en cuanto pasó bajo la luz blanca, aunque tenue, de una farola, más de uno se dio cuenta de que no era pintura roja. La sorprendió gratamente darse cuenta de que nadie la apuntó con un dedo ni chilló, simplemente se apartaron de ella unos pasos y siguieron con sus vidas. Era refrescante.
—No ha estado mal un combate antes de dejar la ciudad, ¿no? —sonrió con todos los dientes Kisame.
—Lo que tú digas…
Notes:
¡Me acabo de dar cuenta de que hemos pasado los 1000 reviews! Casi ni me entero. Gracias a tod@s.
Chapter Text
Cuando llegó su cumpleaños se asentaron en las afueras de una aldea pequeña, al sur del país del Fuego y a poca distancia del país de las Olas. El clima era estupendo así que aprovecharon para hacer algo de turismo bajo un henge y para relajarse un poco. El entrenamiento ya no era tan duro como cuando empezaron, pero seguían practicando para bastante para que el tiempo pasara más rápido.
Jiraiya empezó a unirse de nuevo a ellos, a pesar del claro desprecio que le tenía Kisame, su reticencia y la indiferencia de Itachi y Sasuke. El único que parecía quererle de verdad entre ellos era Naruto y sabía que era para que darle una oportunidad de redimirse. Seina, poco a poco, fue aceptando a Jiraiya de nuevo al ver cómo parecía tomarse las cosas un pelo más en serio que antes. O, al menos, lo hacía ver en su presencia.
Kisame, por otro lado, parecía haber recibido una correspondencia de Kirigakure. No le dijo a ninguno qué contenía la única carta sellada que recibió, pero todos sabían que era de la Mizukage.
—¿Buenas noticias? —preguntó ella.
—Mejor de lo esperado, para serte sincero.
Y eso fue todo. Con Itachi, quien fue su compañero durante años, habló algo más en privado.
—¿Crees que volverá a Kiri?
—…Eso espero —confesó finalmente, después de un silencio pensativo—. Los problemas de Kisame con Kiri están relacionados con Yagura y su reinado. Mei Terumi parece ser completamente distinta.
—¿Qué crees que le pasará si es aceptado y regresa a Kiri?
—Lo mismo que me sucederá a mí: interrogación, monitorización dentro de la aldea, realización de servicios no pagados para expiar la deuda… Teniendo en cuenta nuestro rango y lo que hemos hecho lejos de nuestras aldeas, imagino que tardaremos años en volver a ser aceptados en los rangos ninjas. De 1 a 3 años dependiendo de nuestra conducta.
—Pero, tú eres inocente —pensó ella en voz alta—. ¿Por qué deberían castigarte 3 años por lo que te hicieron?
—Porque la gente no sabe la verdad y aunque lo sepa se quedarían mucho más tranquilos sabiendo que he seguido el protocolo. Después de todo, Tsunade-sama reinará más fácilmente sin tener al consejo de civiles en contra.
Itachi tenía razón. No era del todo justo, pero era la opción más eficaz para introducir a Itachi de nuevo en los rangos ninjas de Konoha sin que nadie se le echara a la yugular a su maestra. Si Mei Terumi era igual de lista sabría que Kisame era un buen activo para su aldea y le daría el visto bueno para regresar después de hablarle de las concesiones que enumeraba Itachi. Visto así, era obvio que solo era cuestión de tiempo que Kisame los dejara para regresar a Kirigakure. Sobre todo, porque en los últimos meses no había cometido ningún crimen que pudiera manchar la reputación de su aldea.
Aun así, octubre pasó y llegó noviembre, y luego diciembre. Tenía ya 15 años. Se acordó de Neji, Lee y Tenten y, con un sobre salto, se dio cuenta de que deberían tener ya 16 años yendo a 17. Cómo pasaba el tiempo. Cada vez que pensaba en el calendario se daba cuenta de lo poco que le quedaba para volver. Quizás podrían volver en verano, quizás a principios de otoño.
Kakashi, en sus cartas, le informó de los progresos de Tsunade-sama contra Danzo, y Orochimaru.
—…Hemos destruido un par de bases más y también hemos impedido que adquiera algunos recursos para su causa. Aun así, no le falta personal. Hay mucha gente descontenta con las grandes naciones ninjas y mucha gente pobre, siendo abusada por otra gente con poder de la que no pueden liberarse. No me extraña que Orochimaru sea tan atractivo para alguien que es débil, y que ansía tener poder para poner en su lugar a sus abusadores.
También sabemos que está volviendo a moverse, buscando a Sasuke. Ya mismo se cumplirá su plazo para cambiar de cuerpo. Eso quiere decir que Sasuke no estará seguro en Konoha hasta que no pase agosto ya que es cuando sabemos que usó su cuerpo actual por primera vez. Esa es una de las razones, después de todo, por las cuales estáis lejos de Konoha.
Seina tuvo que dejar de leer la carta, suspirando, al darse cuenta de que había sido un poco ingenua. No solamente su equipo tenía problemas con Danzo sino también con el bastardo de Orochimaru. Ni se acordaba de que estaría esperando a que llegara el momento para hacerse con Sasuke una vez que su antiguo cuerpo se marchitara. De solo pensarlo, le hervía la sangre así que decidió hablar con su equipo, y con Itachi.
—Gracias a Kakashi me he acordado de una cosa —empezó ella cuando los tuvo a todos reunidos una noche dentro de la tienda de campaña—. A Orochimaru debe quedarle pocos meses con su cuerpo actual.
Sasuke pestañeó al escucharlo.
—No me acordaba de eso.
—¿Quieres decir que el teme vuelve a estar en peligro?
—En agosto debería acabarse su plazo para hacerse con Sasuke así que me imagino que, a medida que se vaya acercando esa fecha, estará más desesperado por encontrarlo.
Jiraiya frunció el ceño al escucharlo. Itachi no dijo nada al respecto, pero vio de reojo como desactivaba el sharingan que había activado sin darse cuenta de la ira. Llevaba usando tanto tiempo el sharingan sin parar que no le extrañaba que cualquier emoción anormal fuera capaz de activárselo sin querer.
—Bien visto. En cuanto se acerque el verano deberíais regresar a Uzushiogakure. No hay sitio más protegido en el mundo que ese ahora mismo.
—Estaremos atentos a cualquier ataque —aseguró Itachi. ¿A quién se lo decía? No lo sabía.
Se fueron moviendo por el país del Fuego, siguiendo a Jiraiya de lejos para que pudiera hacer su trabajo a solas, mientras ellos entrenaban detrás de las múltiples barreras de fuinjutsu y barreras mágicas. Hasta que llegó el día esperado. Kisame recibió otra carta.
—La Mizukage me ha enviado unas coordenadas en el país del Mar para encontrarse conmigo.
—…
Se hizo un silencio mientras todos interiorizaban lo que acababa de decir. A Sasuke y a Naruto les daba un poco igual, teniendo en cuenta que con ellos apenas entrenaba o interaccionaba, pero para Itachi suponía perder a un compañero y amigo que lo había seguido a todos lados fielmente durante años. Seina lo observó de reojo, viendo como pestañeaba lentamente, con expresión neutral. Como no parecía querer hablar, habló por él.
—¿Cuándo es el día de la reunión? —preguntó ella, dando por sentado de que iba a ir.
—Dentro de dos semanas.
Es decir, a principios de febrero. Había tardado menos de lo esperado en poder reunirse con gente de su aldea. Aun así, una parte de ella lo echaría de menos.
—¿Qué harás si es una trampa? —preguntó Itachi—. Podrían intentar matarte.
—Lo he pensado, pero para saber la verdad debo hablar con ellos.
—Podría darte un traslador por si necesitas huir —dijo ella.
Kisame asintió, pero no se dijo nada más. Esa misma noche, cuando Naruto y Sasuke se fueron a dormir, Seina salió en busca de Kisame para hablar con él. Sorpresivamente, Itachi se le había adelantado. Los encontró a ambos, sentados en un tronco cerca de un riachuelo. Levantaron la cabeza al sentir su presencia, pero no la echaron de allí. Conjuró un puff mullido delante de ellos para hablar cara a cara.
—Sabía que aparecerías —sonrió más calmadamente de lo normal Kisame—. He estado pensando en lo del traslador y acepto tu ofrenda. A unas malas, puedo huir y olvidarme de Kiri.
—Con los poderes de Seina, si acepta ayudarte, podrías cambiar de apariencia y hacerte pasar por civil —dijo Itachi—. Podrías pedir una residencia en Konoha y nadie sospecharía de ti.
—Tiene razón. Solo nosotros sabríamos quién eres y dónde estás. Sí, dejarías de ser shinobi, pero podrías vivir tranquilamente el resto de tus días.
Kisame miró el agua del río con expresión perdida. Itachi y ella lo dejaron pensar en silencio, mientras contemplaban las estrellas y la luna llena.
—Bueno. Al menos sé que tengo más opciones que volver a Kiri o ser un exiliado de por vida. No me gustaría tener que proteger mi espalda de Akatsuki y de los ninjas cazadores de mi aldea hasta que muera.
De repente, antes de que pudiera abrir la boca para contestar a Kisame, sus oídos hechizados captaron la presencia de una persona entrar en su rango de 30 metros. Se incorporó lentamente en su puff, dándose cuenta de que estaban fuera de las barreras de protección. Era la primera vez en muchos meses que escuchaba a alguien acercarse a la zona de acampada. Normalmente no los molestaba nadie porque estaban tras las barreras y porque buscaban terrenos muy profundos donde ningún civil osaba adentrarse.
Se levantó de su asiento, cogiéndolo para no dejarlo atrás, y se sentó muy cerca de un levemente sorprendido Itachi.
—Alguien nos está espiando —susurró ella, usando la postura de Itachi para que no pudieran leerle los labios.
—Vámonos.
Seina asintió. Cogió un brazo de Kisame y rodeó a Itachi con su otro brazo. Un segundo después, desaparecieron. Cayeron delante de la puerta de la tienda. Kisame e Itachi se pusieron en pie sin mucha complicación.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Kisame, extrañado.
—Había alguien más allí.
—¿Lo escuchaste? —preguntó el genio de Itachi.
—Sí. Lo curioso es que no se acercó más.
Seina frunció el ceño al darse cuenta de que habían parado justamente dentro de su rango de audición. Un paso más lejos y no lo habría escuchado. Se le erizó el bello al darse cuenta de que, quizás, lo habían hecho a propósito. ¿Qué demonios…? Itachi y Kisame intercambiaron miradas, pero no dijeron nada. ¿Sería posible que alguien lo hubiera hecho queriendo? De ser así, ¿cómo sabían que ese era su rango? ¿Cómo sabían que podía escuchar desde lejos? Antes de entrar en la tienda puso unas cuantas barreras más potentes, aunque sabía que quizás tampoco servirían para ayudarla a pegar ojo esa noche.
La mano de Itachi sobre su hombro la sacó de sus pensamientos.
—Vamos. Deberíamos dormir un poco.
—Ahora no sé si voy a dormir —reconoció ella con un bufido de risa.
—No voy a dejar que os pase nada —le dijo, con voz serena y una fe total en que así sería.
Seina sacudió la cabeza al escucharlo, pero confió en él. Itachi no era tonto. Seguro que lo que ella había deducido lo habría pensado él también. Aun así, el hecho de que intentara reconfortarla era algo dulce de su parte. Se inclinó sobre sus talones para poder darle un beso en la mejilla.
—Gracias, Itachi.
Siguió pensando en lo que acababa de pasar, pero como no tenía más pistas decidió dejarlo correr. Aun así, se lo comentó a Jiraiya y a los demás, para que no salieran de las barreras solos, y se volvieron a mover en otra dirección, lejos de allí.
—Todos vosotros tenéis a mucha gente detrás —les dijo el pervertido—. Podría ser cualquiera.
No le faltaba razón.
Cuando llegó el momento de la reunión de Kisame, éste se despidió de todos preventivamente. No sabía si se iba a ir para no volver, pero era una posibilidad real. Le dio una colleja a Naruto, le revolvió el pelo a Sasuke, miró con una clara advertencia a Jiraiya y luego cogió de improvisto a Itachi para darle un abrazo fuerte.
—Cuida de estos idiotas —le pidió, como si no pudieran escucharlo.
Luego, se giró a mirarla a ella.
—Ven. Tengo que decirte un par de cosas antes de marcharme.
Caminaron hasta que dejaron a los otros atrás, pero quedando todavía dentro de las protecciones. Kisame se giró para mirarla a la cara.
—En el caso de que no regrese solo quería decirte lo siguiente: aunque no seas de Kiri sigues siendo mi aprendiz, y ya has superado a varios de mis hermanos con tu kenjutsu. Sigue practicando y demuestra lo que vales como la primera espadachina de Konoha.
Seina asintió, haciendo una reverencia antes de que partiera. Los días pasaron, pero cuando se acercó mediados de febrero sin noticias de Kisame, supo que no iba a volver. Itachi, al contrario de lo que hubiera imaginado, no se distanció de ellos. Parecía haber hecho las paces consigo mismo sobre la partida de Kisame. Quizás porque todos sabían que era algo inevitable. Sin Yagura, Kisame no tenía motivo por el cual no volver, sobre todo después de haber repudiado a Akatsuki.
—El tiempo pasa y las circunstancias cambian —le dijo Jiraiya. Ella asintió—. Seguro que lo volveréis a ver algún día. Sobre todo, si Konoha puede finalizar nuestra alianza con Kiri.
—¿Crees que será posible? —preguntó Naruto interesado.
—Debería serlo. Ambas partes quieren esta alianza y, de estar aliados, el país del Fuego, del Viento y del Agua controlarían la mitad sud del continente.
—Huh. Tienes razón.
—Más motivo para que otra gente intente evitarlo.
—Eso también es cierto… —suspiró Jiraiya ante las palabras de Sasuke.
Todos sabían que hablaba de Kumo. El mayor enemigo de Konoha y el país al que menos le interesaba que el país del Fuego tuviera aliados por el sur y el oeste. Pensar en las alianzas le hizo acordarse de una cosa que había pasado por alto y que se había prometido que haría. Tenía que preparar a Naruto para que asumiera el liderazgo del clan Uzumaki. Si no sucedía nada para evitarlo, tarde o temprano se casaría con Kakashi y tomaría su nombre. No podía hacer otra cosa considerando que él era el último de su clan y que, si se casaba, necesitaba continuar el linaje de sangre.
Eso quería decir que pasaría a llamarse Seina Hatake y su hermano se convertiría, por defecto, en el líder del clan Uzumaki. También estaba el clan Namikaze, del cual eran herederos, pero era un clan minoritario del país del Viento que no tenía más miembros que ellos dos. Como no podían vivir en Suna, a menos que aceptaran ser transferidos, querría decir que con la muerte de su generación el clan Namikaze se daría por extinto de una vez por todas, si no lo habían dado por finalizado ya el consejo de Suna. No es que le gustara mucho, pero así eran las cosas. Naruto no aceptaría irse a Suna cuando quería ser Hokage y ella tampoco, considerando que lo que quería era casarse con el líder de un clan de Konoha.
Hasta ahora no había tenido que asistir a ninguna reunión del consejo ninja debido a su edad. Su asiento había quedado inactivo temporalmente hasta que tuviera 16 años. Ahora tenía 15 años y, seguramente, regresarían a Konoha a punto de cumplir los 16 o con 16 años recién cumplidos. Lo que quería decir que, en cuanto hubiera una reunión, tendría que sentarse en ese maldito consejo. Al menos hasta que se casara y su hermano ocupara su lugar. Como no sabía cuándo iba a ser era mejor empezar a preparar a Naruto ya.
—Itachi —llamó una tarde templada de febrero—. ¿Le estás enseñando a Sasuke lo que necesita para liderar tu clan o ya tiene los conocimientos?
—Hablé con él hace meses. Según lo que sé, estuvo leyendo los documentos en cuanto se dio cuenta de su posición. ¿Por qué? ¿Planeas hablar con Naruto?
—Sí. Es mi heredero así que debería saber qué hacer si yo me encuentro indispuesta.
—Tiene sentido.
Así fue como llamó a Naruto a su cuarto una tarde. Su hermano entró por la puerta con el cabello húmedo de la ducha y vestido con el pijama.
—¿Qué pasa?
—Siéntate, Naru, tenemos que hablar.
—¿Debería preocuparme? —preguntó entre interesado, divertido y serio.
—Voy a enseñarte todo lo que necesitas para ser un líder de un clan antes de que volvamos a Konoha.
—¿Qué? ¿Por qué? Si tú eres la primogénita —frunció el ceño Naruto.
—Pero tú eres mi heredero. Si muero o me caso con según qué persona puede ser que necesite cambiar de apellido. ¿Qué crees que sucedería en ese entonces?
—…Me convertiría en el líder —suspiró.
—Exacto. No puede ser que mi heredero no sepa cómo navegar la política de los clanes. Debería habértelo dicho antes, pero se me pasó. Por suerte, tengo todo lo que necesito para empezar a estudiar.
Naruto gimió frustrado cuando vio que tenía razón y que iba a tener que aprender cosas relacionadas con la política. Seina le dio una colleja y los pergaminos necesarios para que empezara a estudiar.
—Usa los clones, si quieres. Cuanto te lo acabes todo te haré preguntas así que nada de holgazanear —le avisó.
—Hai, hai…
Su hermano cogió toda la documentación, llevándosela consigo. Naruto le hizo caso y usó a sus clones para estudiar los pergaminos, evitando tener que leerlos él también. Aun así, no pudo huir de ser cuestionado extensamente por ella unas dos semanas después, mientras Sasuke sonreía con expresión burlona. Había muchas cosas que aprender: desde economía, contratos, alianzas, negocios, protocolos de actuación que variaban según qué situación…
—Entonces, según todo esto —hizo un ademán a la montaña de pergaminos—, ¿qué pasa con tu alianza con los Nara?
—Es una alianza conmigo, no con el clan. De casarme con otro clan, esa alianza seguiría siendo conmigo o, en caso de que renegociemos nuestra alianza, con mi nuevo clan.
—Ya veo —frunció el ceño—. ¿Y qué hay de los negocios? El clan Uzumaki no tiene ninguna empresa por el momento, ¿no?
—No. No tenemos entradas activas ni pasivas de dinero, al contrario que el clan Uchiha, por ejemplo. Deberíamos pensar en qué hacer cuando volvamos a Konoha. Si no tenemos ningún tipo de negocio, ¿qué podemos ofrecerles a los otros clanes para aliarse con nosotros?
—Ya…
Naruto volvió a fruncir el ceño. Empezaba a comprender por qué necesitaba saber tanta información. Después de todo, estaba todo conectado.
—El clan Uchiha negociará una alianza con el clan Uzumaki —dijo de improvisto Sasuke—. Cuando regresemos lo podemos hacer oficial, claro, pero lo podemos hablar ahora.
—Está bien. ¿Qué nos ofreces?
Seina y Sasuke, con Naruto en silencio escuchando atentamente, e Itachi, negociaron una alianza. Para empezar, acordaron protegerse el uno al otro, votar a favor de los intereses del otro en el consejo ninja, proteger los secretos de ambos clanes y dar cobijo en las propiedades de ambos clanes. Por parte del clan Uchiha, recibirían armamento gratuito en las tiendas que suplieran armamento de los Uchiha, aunque ahora mismo solo había un almacén en Sora-ku, el de Nekobaa. Por parte del clan Uzumaki, aceptarían encargos de fuinjutsu del clan Uchiha, desde barreras a armas, a cualquier cosa. Aceptaron ambos, también, una cláusula para poder renegociar las condiciones si la situación de ambos, o de uno, de los clanes cambiaba.
—No tiene sentido ofrecer fuinjutsu si nadie de nuestro clan es experto en fuinjutsu —dijo Seina.
—¿Y qué hay de tus habilidades? —preguntó Naruto—. Podrían entrar en la alianza, ¿no?
—Mis habilidades no son compartidas con los demás Uzumaki, a menos que se trate de mis futuros hijos, y eso si se da la casualidad de que hereden mis poderes.
—No tiene sentido hablar de la kekkei genkai de Seina cuando no sabemos ni quién será su futuro marido. Si se tratase de un civil, Seina seguiría siendo la líder del clan —le explicó Itachi—, pero si se tratase, por ejemplo, de uno de vuestros amigos, hijos únicos y herederos de su clan…
—Ya veo. La kekkei genkai de Seina formaría parte de otro clan.
—Exacto.
—Aun así, me gustaría que el clan Uzumaki empezara algún tipo de negocio, que fuera duradero, para aumentar las arcas del clan y, a la vez, poder ofrecer otras cosas a otros clanes.
—¿De qué negocio hablamos?
—Eso es lo que tenemos que pensar.
Estuvieron meditando en silencio qué podrían hacer que no hicieran ya los otros clanes. Los Yamanakas tenían bastante terreno con plantaciones de flores, los Naras tenían sus medicinas secretas y material de los ciervos mientras que los Akimichi tenían varios restaurantes en Konoha. Los Inuzuka tenían las clínicas veterinarias, los Hyuga sus dojos y los Aburame su seda gracias a sus granjas de gusanos. Entonces se le ocurrió una grandísima idea.
—Ya lo tengo —sonrió de oreja a oreja—. ¿Qué es lo que no fabrican, cultivan o producen los otros clanes?
—Muchas cosas —dijo Sasuke de inmediato.
—Ya, ya —rodó los ojos—. Hablo de una necesidad vital. Algo que podríamos usar para comerciar con Konoha y aliarnos con todos los clanes.
—…
Estuvieron pensando unos minutos, estrujándose los cerebros, hasta que Itachi habló.
—Comida.
—¡Exacto! —exclamó ella, chasqueando los dedos—. ¿Y qué es lo que único que tenemos los Uzumaki de nuestra propiedad? El país de los Remolinos. ¡Y es más que suficiente! Tenemos espacio para plantar todo tipo de cultivos y para tener diferentes tipos de ganado. Y no solo eso: tenemos una ciudad reconstruida en la que pueden empezar a asentarse la gente con la que podemos ganar dinero rápidamente gracias a los alquileres.
—Considerando las protecciones de la isla —dijo Itachi, pensativo—, a Konoha le interesaría muchísimo que convirtáis Uzushiogakure en el granero del país del Fuego. Por mucho que atacasen nuestros cultivos en el continente, siempre tendríamos alimento asegurado incluso en guerra.
Sasuke y Naruto la observaron estupefactos mientras que Itachi, con expresión calculadora, estaba claramente meditando sobre el asunto.
—P-pero… ¡Eso requeriría una gran cantidad de gente! ¡Y más gente del clan para controlar que todo esté en orden!
—Ahí entran las alianzas, Naru. Podemos ofrecerles vivienda gratis a los civiles de distintos clanes a cambio de que se encarguen de nuestras plantaciones y ganados durante, pongamos, 3 años. Obviamente tendríamos que pensar muchísimas más cosas, pero, por fortuna, tenemos a nuestros clones. Podríamos empezar a plantar nosotros mismos los primeros cultivos. De hecho, ya mismo empezará la época para plantar.
—Incluso podríais pagar unas misiones de rango D de vez en cuando para que los genins se encargaran de revisar que todo estuviera en orden —pensó en voz alta Sasuke.
Estuvieron planeando y pensando en lo que tenían que hacer toda la tarde. Tanto Naruto como ella habían ahorrado muchísimo dinero con sus misiones ya que no gastaban dinero en facturas o alquiler así que pondrían una parte equitativa para comprar lo que necesitaban para empezar el proyecto. A cambio, aunque ella se casara y dejara el clan, su nuevo clan recibiría una parte proporcional del negocio. Cosa que rematarían con una alianza. Sasuke e Itachi, quienes eran los últimos de su clan y quienes habían perdido prácticamente todos los negocios de los Uchiha, ofrecieron poner un tercio del dinero a cambio de recibir un tercio de los beneficios.
—De esta forma, aunque el beneficio sea menor debido a que está más repartido, también tendremos más ayuda para organizarlo y controlarlo —le dijo Seina a su hermano Naruto.
—Me parece bien. ¿Cuándo empezamos a comprar las semillas? —sonrió Naruto, arremangándose las mangas.
—En cuanto llegue Jiraiya.
Notes:
Me habéis convencido, va. Por los 1000 reviews actualizaré hoy y el domingo.
Se fue Kisame :(. Y por fin empieza la verdadera reconstrucción del País de los Remolinos. ¿Se convertirá en una nueva potencia ninja? ¿Naruto descubrirá antes de regresar a Konoha el motivo por el cual Seina lo está adiestrando como su sucesor? ¿Habrá aprendido por fin Jiraiya la lección y aceptará a Seina como alguien distinto a sus padres o a Naruto, alguien que puede llevarse bien con Kurama? ¿Qué pensáis?
;)
Chapter Text
Su furor por las plantas no hizo más que despegar, considerando que todos sabían que se podía plantar incluso en febrero. Seina sacó un calendario de siembra de uno de los tantos libros que tenía con ella y que había comprado en Konoha. Todos se cernieron sobre el calendario para estudiarlo.
—Wow. Hay decenas de cultivos —dijo Naruto.
—Obviamente. Lo que tenemos que hacer es pensar en lo más consumido. Hablamos del trigo, maíz, arroz, tomate, patatas, soja…
—El arroz podemos descartarlo —intercedió Sasuke—. Konoha tiene en sus afueras grandes plantaciones de arroz así que venderíamos poca cantidad.
—Por no hablar de que necesita unas condiciones especiales para plantarse. Yo me centraría en todo lo demás e incluiría algunas frutas, que siempre se venden más caras. Plátanos, naranjas, sandías, melones…
—¿Vas a quitar las protecciones actuales de la isla? —le preguntó Itachi, sentado a su lado.
—Debería. De lo contrario, poca gente podría asentarse en ella sin mi permiso explícito cada vez. Para compensarlo, pondré todo tipo de protecciones mágicas y usaré también el fuinjutsu para despistar. En cuanto acabe, nadie podrá atacar la isla o iniciar una lucha desde dentro.
Eso querría decir, no obstante, que tendrían que dejar muy claras las reglas a sus pueblerinos o serían castigados por las barreras mágicas incluso aunque llevaran viviendo en Uzushiogakure 10 años. Tendrían que poner un cartel irrompible en el puerto para advertir de las consecuencias de atacar a la isla. Lo último que quería era que luego se quejaran porque ninjas “aliados” habían muerto reducidos a cenizas. Es más, haría un censo mágico y haría firmar a los que aceptaran mudarse a Uzushiogakure un contrato mágico. De esa forma, nadie podría infiltrarse y atacar desde dentro. Oh, cómo iba a divertirse jodiendo a todos los que quisieran joderlos.
—Me está dando algo de miedo —susurró Naruto. Seina paró de reír como una demente al instante.
Pocos días después regresó Jiraiya, y le explicaron su plan ya que necesitaban comprar algunas cosas, como semillas, fertilizante, etc. De las herramientas podía encargarse ella fácilmente, transfigurando y conjurando lo que necesitaran.
—A ver si me ha quedado claro… Planeáis convertir Uzushiogakure en una isla agrícola y ganadera.
—Y pesquera.
—Vais a necesitar muchísima ayuda. No sabéis dónde os estáis metiendo —sacudió la cabeza Jiraiya, pero no los desalentó—. Para empezar, tendréis que cambiar las protecciones de la isla.
—Ya lo he pensado. Tengo que volver y empezar a ponerlas, pero no tardaré mucho tiempo —informó ella.
—Necesitaréis material para plantar y cuidar al ganado.
—Puedo encargarme de ello, al menos al principio, con mis poderes.
—Necesitaréis mano de obra para que se encarguen de todo cuando no estéis.
—Ofreceremos alquileres baratos, a cambio de mano de obra. También ofreceremos alquilar las tiendas y demás comercios para fomentar que la gente se mude allí. Además, tenemos nuestros clones.
—Además, contrataremos a equipos de genin para que se encarguen del transporte de los bienes a Konoha, y a donde se requiera.
—¿Y qué pasará si los atacan por el camino? En casos así siempre hay bandidos y otros ninjas dispuestos a cortar el grifo.
—Fácil —cortó ella—. Solo tengo que crear una plataforma cerca de la isla, fuera de las protecciones, donde puedan usar un traslador privado, y otra plataforma en Konoha o las afueras, cerca de las puertas. Así no habrá ataques ni pérdidas.
—…Veo que lo habéis pensado bastante.
Estuvieron hablando algo más con Jiraiya. Gracias a su experiencia, se dieron cuenta de cosas que habían pasado por alto. Para empezar, necesitaban barcos para que la gente pudiera llegar a la isla, cosa que ahora mismo no tenían. Necesitaban pagar sueldos y tener comercios para que la gente pudiera abastecerse y hacer vida normal. Para todo eso, obviamente, necesitaban a gente que se mudara allí. Por otro lado, necesitaban también un hospital, policía, escuelas, un gobierno, etc.
Seina, Naruto y Sasuke gimieron al unísono al darse cuenta del mega proyecto que habían acordado empezar, para la diversión de Itachi, quien claramente parecía estar suprimiendo una risa.
—El inicio siempre es lo más duro —los consoló con una pequeña sonrisa—, pero en cuanto vaya todo rodado ya no necesitará tanta atención, y los beneficios serán cuantiosos.
—¿Sabéis lo que eso significa? —sonrió burlón Jiraiya—. Que debéis volver a Uzushiogakure permanentemente. Debéis cambiar las protecciones, preparar los terrenos para la agricultura, comprar material para las escuelas, hospitales, y lo que haga falta… Necesitáis una constitución y leyes para vuestro país.
De solo pensar en todo el dinero que se tendrían que gastar de no contar con sus poderes… De hecho, sin sus poderes, habrían tardado años en recaudar el dinero para lo que querían hacer. Viendo que tenían mucho por delante que hacer, empezaron a trazar un plan para comprar las semillas y, en los siguientes días, hicieron su primera inversión colectiva.
—Tenemos patatas, tomates, trigo, maíz, melones, sandías… —fue enumerando Naruto—. Podemos empezar a plantar unas cuantas de estas.
—Genial. Lo siguiente es buscar comprar un barco.
—Para eso tendremos que ir al país del Mar. Allí hay bastantes astilleros, encontraremos algo rápido —dijo Itachi.
Se pusieron en marcha al día siguiente. Tardaron apenas un día en llegar al puerto y unas cuantas horas en encontrar un barco mediano que requería algunos arreglos, pero que estaba en venta. Seina lo compró, empequeñeciéndolo para poder transportarlo al instante sin tener que navegar.
—No me puedo creer que hayamos comprado un barco —dijo por enésima vez Naruto, sonriendo con excitación.
—Con uno solo no hacemos nada, dobe.
—No hay problema. Solo tengo que replicarlo con mis poderes una vez esté reparado.
—¿Puedes hacer algo así?
—Por supuesto.
Se le ocurrían bastantes formas. Podía usar su magia para replicar los efectos del hechizo gemino. No estaba pensado para duplicar barcos, pero eso no quería decir que no pudiera funcionar. Además, teniendo en cuenta con la facilidad con la que usaba su magia ahora, después de entrenarse en la visualización de sus poderes, sabía que lo conseguiría en un par de intentos. Es más, podía duplicar el barco en su estado empequeñecido y luego agrandarlo, cosa que sería mucho más fácil.
Regresaron a Uzushiogakure pocos minutos después. El puerto, como todo lo demás, había sido reconstruido así que dejó el barco en el suelo de piedra, lo reparó con un toque de su magia antes de agrandarlo en el agua. El barco era de tipo fragata lo que significaba que era una embarcación rápida, con velas cuadradas en 3 mástiles de gran tamaño y una línea de flotación bastante elevada que escondía cañones y grandes camarotes.
Obviamente, lo primero que hizo fue convertirlo en indestructible. De nada le servía un barco que pudieran hundir o quemar. Le puso todo tipo de protecciones con tal de que no pudieran abordar la cubierta. Cualquier pirata o ninja se llevaría una muy desagradable sorpresa de intentar entrar en el barco con malas intenciones.
—¿Ya te has quedado a gusto? —le dijo Sasuke, un par de horas después cuando regresó al puerto para ver cómo le iba—. Nosotros hemos encontrado una gran zona perfecta para plantar.
—Ya he acabado con este. Creo que haré otros 4 más, de momento —asintió—. ¿Habéis empezado a preparar la tierra?
—Sí. Con los clones y unos jutsus de tierra no tardamos nada.
Se pasó todo el día replicando barcos y poniendo de nuevo las protecciones. Los ancló en varias instalaciones de atraque metálicas, pintadas de negro. Cuando se dio levantó, con la espalda dolida, se dio cuenta de que era prácticamente de noche. Fue a ver a los otros, preguntándose por qué no le habían llamado para ir a cenar, o comer, cuando los encontró arremangados, con ropa antigua, plantando algunas semillas y, en general, siguiendo unos manuales de botánica que tenía.
—Vaya. Sí que habéis adelantado.
—¡Nee-chan! ¡A este paso acabaremos de plantar en 5 zonas distintas dentro de un par de días!
—Entonces será mejor que empiece con las protecciones.
Los siguientes días, entrando ya en marzo, fueron un caos. Para empezar, dejó a sus hermanos preparando las tierras en varias zonas de la isla, plantando las semillas, etc. Creó, a petición de Naruto, unos tanques metálicos con runas para que tuvieran agua ilimitada en caso de no llover lo suficiente, y también les conjuró herramientas y todo lo que le pidieron.
Ella, en cambio, empezó a poner todo tipo de barreras en la isla. No era fácil, considerando el gran tamaño que tenía el país de los Remolinos, y la lista de cosas que tenía que tener en cuenta para que las barreras no se volvieran contra su futuro pueblo. Dejó a sus clones escribiendo un esbozo de contrato mágico, que deberían firmar todos los ciudadanos si querían residir en Uzushiogakure, y la constitución y las leyes. Por fortuna, su experiencia como auror, y su amistad con Hermione, eran una clara ventaja en ese aspecto porque apenas tuvo que estrujarse el cerebro para crear algo coherente.
—Me gustaría que os leyerais esto cuando podáis —les dijo a los otros, entregándoles el primer esbozo. Unas decenas de páginas escritas a mano de su clon.
—¿Qué es esto?
—¿Leyes? —dijo Itachi, ojeando los papeles—. Veo que te has inspirado en tu experiencia pasada.
—Para algo la tengo.
Decir que el proyecto les ocupó tiempo de entrenamiento hubiera sido un eufemismo. Ahora solo entrenaban 4 horas al día, muchísimo menos que antes, y el resto del tiempo lo pasaban arreglando todo lo que necesitaban arreglar para que su negocio no fuera un absoluto fracaso. Tardó un poco más de lo esperado en poner las protecciones mágicas, y fuinjutsu, alrededor de la isla. No era un territorio precisamente pequeño y parte del país estaba sumergido, pareciendo que Uzushiogakure eran 2 islas, en lugar de una unidas por un terreno bajo el agua. Fue Itachi el que le avisó de asegurarse de poner protecciones bajo el agua también, por lo que pudiera pasar.
Para cuando llegó abril, Jiraiya había aceptado empezar a esparcir la noticia de que necesitaban a gente para trabajar en Uzushiogakure.
—No me lo puedo creer —dijo Naruto, cuando recibieron la noticia del pervertido, un par de días después, sobre que ya tenía a 15 personas dispuestas a mudarse cuanto antes—. ¡Pero si no le ha dado ni tiempo!
—Sinceramente, a mí no me extraña —negó Sasuke—. Siempre hay gente necesitada a la que le viene bien un alquiler barato y tener un trabajo asegurado. Es una oportunidad para mucha gente.
—En cuanto tengamos a unas 100 personas iremos con uno de nuestros barcos.
No pasó ni una semana que ya tenían el cupo de un barco lleno. Seina deshizo el encantamiento fidelus de la isla, confiando en las incontables protecciones que había alzado en las últimas semanas. Con unos cuantos barcos empequeñecidos, viajaron a unas coordenadas del país del Fuego, al este, lo más cerca posible de Uzushiogakure. Cuando llegaron, aquello era un puñetero caos.
—Demonios, cuánta gente —se quejó Sasuke.
Por suerte habían tenido la gran idea de disfrazarse para pasar desapercibidos. Estaba claro que los rumores de los “propietarios” de la isla iban a correr como la pólvora. Lo último que les faltaba era que descubrieran que Itachi estaba con ellos, y que eran su equipo el que estaba ocupando Uzushiogakure.
—Naruto, que hagan 3 filas indias —le indicó ella—. Conjuraré unas mesas y sillas y haremos que firmen los contratos antes de embarcar.
—¡Genial! —sonrió Naruto. Luego silbó fuertemente para llamar la atención—. ¡Atención, damas y caballeros! ¡Por aquí!
Estuvo casi 2 horas sentada en su silla, por suerte tremendamente cómoda. El contrato era muy directo. Simplemente aceptaban unos cuantos puntos, más o menos resumidos:
- Seguir las leyes y la constitución (que tenían que haber leído antes). Si se aceptaba este punto, se aceptaba de forma implícita:
- Dar su nombre y apellidos y su huella para identificarlos para el censo.
- Trabajar en la plaza que se le haya contratado sin sabotear el negocio de ninguna forma posible.
- Informar al censo del país las incorporaciones de la familia (nacimientos, adopciones de fuera del país de los Remolinos) y las defunciones.
- Pagar los impuestos, salvo en algunas excepciones enumeradas en las leyes y normativas.
Etc, etc. Básicamente, lo que conseguía haciendo que firmaran ese documento era mantenerlos a raya para poder saber exactamente si intentaban infiltrarse, sabotear o cometer alguna ilegalidad dentro de la isla contra sus negocios o los demás aldeanos. Aun así, los aldeanos de su país también tendrían acceso gratuito a la sanidad, educación y servicios sociales y jurídicos. A cambio, pagarían un tanto por ciento de su sueldo, bastante bajo, proporcional a su retribución mensual bruta. De esa forma, todos pagaban porcentualmente lo mismo y nadie podía quejarse.
Además de firmar el contrato mágico, también empezó a distribuir los empleos. Cuando acabó con la cola tenía a varios profesores de prescolar, a todo tipo de comerciantes, a costureras, a pescadores… También, por supuesto, tuvieron que mostrarle unas fotografías de los pisos disponibles para alquilar. Algunos quisieron firmar otro contrato mágico de alquiler allí mismo, pensando que era mejor anticiparse que luego quedarse sin los mejores pisos y casas. Otros preferían ver primero el mercado inmobiliario antes de tomar una decisión. Seina, y los demás, recaudaron bastante dinero esa misma mañana. Dinero que iba a ir a las arcas del país que ahora estaban manteniendo ellos con sus ahorros personales.
—Estoy molido —susurró Naruto mientras veía embarcar a decenas de personas en sus fragatas ancladas en el puerto de Yuko.
—Y eso que solo hemos empezado —le dijo, dándole unas palmaditas en el hombro.
La gente estaba muy risueña y excitada por empezar el trayecto. Todos ellos llevaban gran cantidad de maletas y de cosas que se encargó de empequeñecer para que pudiera caber todo en la bodega. Les fue dando unos números para que no perdieran sus pertenencias y luego subió por último al barco. Habían llenado no solo uno, sino dos así que Naruto y ella iban en uno y Sasuke e Itachi en el otro. Los barcos estaban hechizados para pasar desapercibidos así que sabía nadie los molestaría. Lo más pesado de todo era tener que maniobrar el barco, las velas y los cabos. Dio gracias a los clones mentalmente una vez más.
—Tenía un presentimiento de que eran ninjas —le dijo una voz adulta y femenina por la espalda.
Se giró a mirar a una mujer de unos 40 años, acompañada de su marido y de sus hijos adolescentes. Estaba sonriente, como todos los demás, y parecía haberse quitado un grandísimo peso de encima.
—Creía que Uzushiogakure estaba destruida.
—Estaba —asintió ella—. La hemos reconstruido. Ya lo verán.
—Pensé que Uzushiogakure pertenecía a los Uzumaki —dijo un adolescente de 13 años con curiosidad. El padre intentó acallarlo.
—Estás en lo cierto. Yo soy Seina Uzumaki, líder del clan Uzumaki y el que está en el timón es mi hermano pequeño, Naruto.
Más de uno se giró para mirarla, sorprendido. Vio como se hacía un corrillo entorno a ella, para escuchar lo que estaban hablando.
—Creía que ya no quedaban más Uzumakis.
—Quedamos unos pocos. Naruto y yo vivimos en Konoha.
—¡Es cierto! Oí que la heredera del clan había sido enviada a Konoha. Escuché que murió —dijo uno, luego le dieron un codazo ante su poco tacto—. Sin ofender.
—Esa mujer de la que habla era mi madre. Murió durante el ataque del 9 colas —asintió ella—. No es un secreto.
—¿Y cómo sabe que no volverán a atacar el país de los Remolinos? —preguntó alguien desde lejos, alzando la voz con interés.
Seina sonrió al instante, sedienta de sangre porque Kumo volviera a intentarlo. Solo necesitaba una excusa para pulverizarlos a todos y regar la costa de su aldea con la sangre de sus enemigos. Más de uno, al ver su expresión maliciosa y su instinto asesino que no pudo evitar, se apartó, estremeciéndose. Se serenó, reprimiendo su presencia para evitar darles un infarto, y contempló como empezaban a recuperar el color de piel habitual.
—Nos hemos asegurado de poner todo tipo de protecciones. No se preocupen. No volverán a destruir Uzushiogakure.
Charló algo más con sus nuevos aldeanos. Todos ellos tenían un contrato de trabajo asegurado, pero primero tendrían un tiempo para poner en marcha sus negocios. Mucha de la materia prima la compraban en el país del Fuego así que necesitarían marineros para que navegaran ida y vuelta al país del Fuego en busca de las materias y herramientas, para poder seguir con sus negocios. Al menos, hasta que no abrieran un negocio en el país de los Remolinos que pudiera suplirlos localmente, si es que era algo factible.
De todos los que habían subido a los barcos, solo unas 5 personas habían tenido algún tipo de empleo relacionado con la administración pública, y 3 de ellos estaban jubilados. Aun así, aceptaron entrenar durante unos meses a varia gente joven para que pudieran realizar tareas administrativas y gubernamentales. A cambio, recibirían una paga extra además de su paga de jubilación. Tenía claro que tardarían unos meses en encontrar a gente para cubrir todos los trabajos, pero todo iba viendo en popa, nunca mejor dicho.
Una media hora más tarde, cuando todos se aburrieron de hablar entre ellos, la hablaron a ella.
—Me he dado cuenta de que no tenemos médicos. Apenas un par de enfermeras y curanderas.
—Yo soy médico —dijo ella calmadamente, antes de que empezaran a ponerse nerviosos—. Había pensado en enseñarle a los que quisieran la profesión. Obviamente tardaremos muchos meses en tener personal competente, pero no somos tanta gente como para necesitar tantos médicos ahora mismo.
Todas esas dudas y preguntas ya se las habían hecho, gracias a Jiraiya. Habían rellenado parte de la biblioteca con los cientos de libros, copiados, que tenían. Habían comprado también libros de segunda mano para restaurar, para añadir libros a la biblioteca, por un mísero precio. También había transformado todo tipo de material de hospital, salvo la aparatología que usaban en según qué situaciones los ninjas, y los civiles. Faltaba el personal, pero todo lo demás estaba y las máquinas habían sido pedidas a los fabricantes que usaba Konoha. Lo mismo sucedía con la cárcel vacía, la escuela, el gobierno o los comercios. Faltaba un par de aparatos electrónicos y la materia prima, pero era fácil de conseguir.
Se fueron esa noche, molidos, a su nueva casa. Era la mansión de los Uzumaki que no habían usado a pesar de estar reformada y amueblada. Se encontraba a poca distancia del bullicio del centro, pero en una zona rodeada de bosque. No habían querido usarla para entrenar, prefiriendo las comodidades de acampar en una tienda de campaña mágica cerca de un claro y cerca de la playa. Ahora que empezaba a haber gente residiendo de nuevo en los edificios, que usaban turbinas y las increíbles corrientes de la isla para generar electricidad, así como el viento y el sol, no tenía sentido vivir tan lejos.
Todos los edificios, obviamente, tenían bastantes protecciones para impedir que se derrumbasen, se incendiaran o pudieran infestarse con bichos o ratas. El agua provenía de las montañas y del océano gracias a las múltiples desalinizadoras antiguas, aunque ahora modernizadas, que había por toda la isla. Lo único que era totalmente mágico, y que antes no lo era, eran los desagües de aguas residuales. Ni de coña quería que las aguas del país se contaminaran cuando podía arreglarlo fácilmente con runas. De hecho, era uno de los motivos por los cuales habían tardado tanto en reconstruirlo, o más bien reformarlo, todo.
Estaba satisfecha porque gran parte de la isla y todo lo que contenía había sido transformado con su magia. Sabía que incluso después de muerta, esas ventajas se quedarían en pie para siempre. A menos que destruyeran la isla de alguna forma inconcebible.
Cenó, se duchó y cayó rendida en su nueva cama en una de las habitaciones maestras de la mansión.
—Querido Kakashi,
No te puedes imaginar lo cansada que estoy últimamente. Ya te he hablado en las anteriores cartas de nuestro proyecto, pero eso no quita que es muchísimo más trabajo del esperado.
Siempre hay algo que hacer, que hablar con los aldeanos, que solucionar… No tiene fin. Por suerte, estoy bastante contenta con la gente que se encargará del gobierno y de la administración. Todos son muy competentes y responsables, y aprenden rápido. Creo que en pocos meses ya no tendré que encargarme de ellos tan a menudo.
Se mudaron en el primer viaje unas 163 personas. ¿Te lo puedes creer? Y Jiraiya ya nos ha dicho que ha encontrado a mucha gente dispuesta a mudarse. Hablamos de otros cientos. Sinceramente, nunca pensé que tendría tanto éxito la reconstrucción de Uzushiogakure. Quizás es porque ofrecemos muchas cosas que en otros sitios hay que pagar, como la sanidad o la escolarización, pero lo cierto es tenemos muchísimo espacio y cuanto antes se mude gente, antes se llenarán las arcas del país y podremos hacer negocio.
Los distintos cultivos han empezado a crecer gracias a una pequeña ayuda de mi magia. Bastante gente de la que se ha asentado en Uzu cuidará de los cultivos cuando no estemos, aunque me las arreglaré para poder observar desde lejos el país. No me gustaría no saber qué está sucediendo con mi negocio. También he plantado las plantas que tenía en mi maleta, unos esquejes al menos, para uso personal. Después de todo, no puedo venderlas ya que ofueron un regalo de los Nara. Aun así, podré fabricar mucha más cantidad de remedios de la que he venido haciendo.
Por otro lado, un par de hombres planean unirse a nosotros y traer consigo a bastante ganado. Ni siquiera he tenido que comprar a los animales. Algo que me ahorro, aunque Itachi ha tenido que negociar con ellos los beneficios debido a que el ganado es oficialmente propiedad de estos hombres. Lo cierto es que me alegro de haber podido evitar esa reunión. ¡Qué pereza!
Asimismo, encontré hace poco en la zona sumergida una gigante zona de ostras. ¿Te lo puedes creer? Cogí unas cuantas para comerlas y me quedé sorprendida al extraer varias perlas. Al parecer, esa es una zona muy rica y perfecta para las ostras. Lo gracioso de todo es que la corriente es tan grande que solo un ninja podría sobrevivir para cogerlas. Yo las encontré entrenando con mis invocaciones, imagínatelo. Hemos decidido coger unas cuantas más para reunir unas cuantas perlas y ver si podemos comerciar con alguien. Seguro que a alguien le interesa ese tipo de material para joyería. Eso nos ayudaría a llenar las arcas del país junto a los alquileres y los impuestos.
¿Sabes lo gracioso de todo esto? Que empezamos pensando en los cultivos y el ganado y ahora tengo a gente queriendo abrir negocios de todo tipo: desde confección de ropa, fabricación de muebles, creación de medicamentos… Incluso me han dicho que quieren que construyamos un astillero para crear otros barcos que no sean las fragatas que tenemos. Sabía yo que el cajón de las sugerencias anónimas iba a darme por el culo, para bien y para mal.
Acabó de redactar su carta con una sonrisa complacida y algo exasperada. Sí, Uzushiogakure estaba evolucionando más allá de lo que habían imaginado, pero le encantaba porque empezaba a tener mucha vida. La aldea principal tenía una capacidad de 100.000 habitantes, algo más que Konoha, pero no solo había la aldea principal, sino que existían otras 5 aldeas más. Unas 3 en la porción grande del país y otras 2 en la porción pequeña. Lo que equivaldría a medio millón de personas en todo el país. Eso no era nada considerando que las aldeas no ocupaban ni un 5% de la isla. Sus ancestros habían sido muy inteligentes construyendo a lo alto, en lugar de a lo largo, para poder preservar la mayor cantidad posible de área boscosa para cultivos y ganado, y para mantener la mayor cantidad de naturaleza intacta posible.
Uzushiogakure era, en realidad, el primer país del mundo con una distribución y planificación moderna. Tenía parques y bosques dentro de la aldea, obviamente, pero estaba creada como si fuera una ciudad del futuro. Las casas que existían en pie, que eran la minoría, tenían bastantes más metros cuadrados y algo de terreno y se encontraban en la zona rica de la ciudad o rodeando la ciudad, como las afueras. La mansión de los Uzumaki, por supuesto, estaba en la zona rica, sobre un acantilado en el lado sur de la isla. Eso quería decir que más al sur estaba Kiri, y no el continente. Desde la mansión de los Uzumaki se veía abajo la ciudad, el puerto, el océano y las montañas y el bosque detrás de Uzu, la capital del país.
Naruto se puso a su lado mientras contemplaba las impresionantes vistas a través de los grandes ventanales de cristal.
—Increíble, ¿no?
—Sí.
—Me gustaría saber qué pensaría mamá de todo esto.
—Y a mí, Naru, y a mí… —dijo ella, abrazando a su hermano fuertemente.
Notes:
Aquí está el segundo capítulo de la semana, pero no os acostumbréis.
Estoy deseando que llegue el momento de actualizar la segunda parte de esta historia. No solamente para que avance el romance sino para que avance la trama. Creo que os encantará lo que tengo preparado para vosotros. Lo tengo ya todo pensado así que va a ver pocos cambios, quizás unos pocos sin importancia. Lo que sí sé es que todavía quedan muchos capítulos por delante, 75 o quizás 100. No lo sé con exactitud, pero espero hacer justicia a todo aquello que quisimos que fuera distinto en el anime/manga y que nunca sucedió.
Después de todo, es un slice of life y un fix-it. ;)
Chapter Text
Para cuando terminó abril la población de Uzu se elevaba ya a los 4.000. Era impresionante. Habían abiertos varios comercios para vivir tranquilamente: un mercado entero, una tienda de muebles, el astillero había empezado a funcionar, el gobierno tenía ya a varias decenas de trabajadores, así como el hospital, la comisaría, las escuelas y la biblioteca. Lo sorprendente era que no paraban de llegar personas para asentarse allí con ellos. A todos les parecía, salvo alguna contada excepción que fue rechazada, genial firmar el contrato mágico. Aunque no sabían cómo, comprendían que, de alguna forma, los obligarían a seguir la constitución y lo que más quería un ciudadano normal de a pie era vivir tranquilamente. Ninguno de ellos quería perder las comodidades y derechos que les estaban ofreciendo así que se estaban comportando como niños buenos, aceptando las normas sin rechistar. Sobre todo, porque lo que se les pedía en la constitución no era nada fuera de lo normal.
El primer intruso tardó solo 2 semanas en intentar colarse en la isla. En cuanto firmó el contrato éste se volvió de color rojo y la persona se quedó inconsciente, dándoles tiempo a avisarles de que algo raro había pasado en la oficina del registro que habían establecido provisionalmente en Yuko. Lo que sucedió sirvió para asegurarle de que sus protecciones servían, para poder interrogar a un espía y para que sus nuevos ciudadanos se dieran cuenta con sus propios ojos de que las protecciones existían y funcionaban. La voz se corrió como la pólvora.
—¿Lo has escuchado? ¡Alguien quiso colarse y fue capturado al instante! —cuchicheó una chica joven.
—Lo sé. Mariko no para de hablar de eso con cada cliente.
—Creía que lo del contrato era una formalidad.
—Con los ninjas nunca se sabe.
—Pobre diablo —rio poco compasivamente otra mujer—. Me gustaría saber qué le han sacado en la interrogación.
—A mí me da igual. ¿Sabéis lo que esto significa? Que nadie puede hacernos daño aquí si somos legales —espetó un anciano, complacido y furioso a la vez—. Eso es más de lo que otras aldeas me han ofrecido, y con eso estoy contento. Ojalá le den su merecido a ese tipo.
Seina e Itachi interrogaron al tipo en cuestión. No era ninja. Era un civil que quería viajar al país de los Remolinos para aprovecharse de las condiciones de vida, pero sin tener que cambiar sus malos hábitos. Como lo que pensaba hacer no era legal según la constitución de la que hablaba el contrato, fue rechazado. Le dieron la patada para que siguiera estafando a otra gente lejos de su país, y eso fue todo.
El primer espía ninja no intentó firmar el contrato. Intentó entrar en la isla por mar. Pobres idiotas.
—¡Seina-sama! —gritó un hombre, entrando en el hospital donde estaba enseñando junto a sus clones a un montón de gente—. Seina-sama. Debería venir a ver esto.
—¿Qué sucede?
—Unos adolescentes han encontrado a unos cadáveres carbonizados en una playa al norte.
Seina sonrió sin poder evitarlo. Se despidió momentáneamente de sus alumnos, dejándolos a cargo de sus clones, aunque sabía que no atenderían mucho. Ya habían empezado a cuchichear sobre lo que podría estar pasando. Ella sabía lo que iba a encontrarse. Había avisado mediante Jiraiya a Tsunade-sama de las protecciones así que sabía que no era ningún ninja del país del Fuego, ni del Viento, considerando que la Hokage habría avisado también a sus aliados. Eso quería decir que los cadáveres eran enemigos de Konoha, y de Uzushiogakure.
Saliendo del hospital, siguiendo al hombre, se encontró con Itachi y un grupo de hombres, por sus nuevos uniformes, de la policía civil. Se encaminaron hacia la playa en cuestión, siguiendo a los adolescentes. En cuanto llegó a la costa vio los cadáveres negros, totalmente faltos de vida. Por el rostro de muchos de los nuevos policías, algunos novatos y otros veteranos, nunca habían visto nada igual. Los acompañaron hasta donde estaban los cadáveres, para ver como Itachi y ella los examinaban.
—De Kumo.
—Era de esperar —chasqueó la lengua ella, sin compasión—. Parece un escuadrón de sabotaje.
Lo sabía por las herramientas que podía ver en la bolsa. Estaban pensadas para destruir disimuladamente las estructuras vitales como el agua, la electricidad, etc.
—¿Está diciendo que estos cadáveres pertenecen a ninjas? —preguntó uno de los civiles.
—Mírale las bandas, Nobu —le señaló otro hombre más mayor—, aunque no la reconozco está claro que es una banda ninja.
—Este símbolo es el de Kumogakure.
—¿Y por qué iban a sabotearnos?
—Porque estamos aliados con el país del Fuego y estamos en una zona estratégica entre el país del Fuego y el país del Agua. Si nos aliáramos con el país del Agua controlaríamos todo el sur —les explicó ella escuetamente. No era un secreto, después de todo—. Ya nos destruyeron una vez por lo mismo. Sabía que iba a pasar. Por eso puse todo tipo de protecciones y por eso firmáis el contrato. Nada de intrusos llegando por barco ni por mar ni por aire. Por no hablar de las incontables protecciones que hay dentro de la isla. Incluso aunque pudieran pasar mis barreras, estarían fritos de solo pisar Uzu.
—Será mejor deshacernos de los cadáveres —dijo como si nada Itachi, con expresión neutral—. Podrías dárselos a tus tiburones.
—Nah. Están demasiado crujientes.
—…Shinobis —susurró muy bajito uno a otro con el rostro pálido y algo verde.
Los desvaneció a la nada. Ni siquiera se quedó las herramientas, por si acaso. Aunque Kumo supiera que los habían matado, no tendrían forma de entrar en polémicas con ellos debido a que era un escuadrón de sabotaje enemigo. Sería distinto si a un equipo de un país aliado le picara la curiosidad e intentara entrar en Uzushiogakure para espiar, aunque fuera de forma benigna. En ese caso sí que tendrían que dar explicaciones.
El caso del equipo enemigo quedó en nada salvo porque todo el mundo se enteró, y comprendió, cómo funcionaban las protecciones de la isla. Curiosamente, poca gente se alarmó ya que entendían superficialmente cómo funcionaban las protecciones y les parecía perfecto que funcionaran para protegerlos a ellos. Aun así, Seina y los demás sabían que solo era el principio.
Para cuando llegó mediados de mayo la población se había duplicado y habían intentado entrar ilegalmente a la isla otros 2 equipos, que también fueron encontrados carbonizados. Cualquiera con cabeza se daría cuenta de que era imposible acceder a la isla. Sobre todo, cuando ningún equipo regresaba a casa, ni con vida ni sin vida. Estaba claro que A no era muy inteligente.
Con la aldea viento en popa, pudieron relajarse un poco y empezaron a buscar otras aldeas con las que hacer negocio. Tal y como pensaba, encontraron un comprador para las perlas y también pudieron negociar varios contratos para vender alimento en el país del Fuego, en el país de las Cascadas y en el país del Mar. Después de todo, eran las regiones más cercanas a Uzushiogakure.
—Se me está ocurriendo algo que podemos negociar con Suna —dijo ella una tarde, cuando tuvo a todos sus hermanos reunidos en la mansión.
—¿El qué?
—Lo que le falta al país del Viento es el agua. Es un recurso muy escaso y preciado. A pesar de que tienen algunas desalinizadoras en la costa, la capital está muy lejos de ésta y el país del Viento tiene muchísimo territorio que abastecer.
—En el norte tienen al país de las Rocas, aliado con el país de la Tierra, y al este está el país de la Lluvia, sin alianzas, y el país de los Ríos, sin alianzas —dijo Itachi, mirando el mapa que ella había puesto sobre la mesa—. Eso quiere decir que el país del Viento no tiene acceso al agua de los países cercanos.
—Exacto. Lo que podemos hacer es negociar unos pozos de agua ilimitada, usando mis habilidades, a cambio de varias cosas.
—¿Cómo qué?
—Esa es la cuestión. ¿Qué podemos pedirle a Suna?
—Minerales —contestó Itachi—. Junto con el país de la Tierra son los que más minas tienen de gemas y minerales. Si pudiéramos encontrar maestros joyeros para que fabricaran joyas de alta calidad, que luego pudiéramos vender a precio muy elevado a una minoría, eso llenaría rápidamente nuestras arcas con muy poco esfuerzo. A los nobles no les importa de dónde vengan sus joyas. Lo que les gusta, lo compran.
—Me parece bien —asintió Sasuke. Luego la miró a ella—, aunque tendrías que adentrarte en el país del Viento para poner esos tanques de agua.
—Iré disfrazada, obviamente.
—Yo te acompañaré —intercedió Itachi—. Al menos un par de nosotros tiene que quedarse aquí y en Yuko para supervisar los nuevos barcos y el gobierno de Uzu. No puedes ir con Naruto o con Sasuke ya que también corren peligro por si solos. Eso quiere decir que solo puedo acompañarte yo.
Naruto no parecía muy conforme, pero sabía que Itachi tenía razón. Aun así, todavía no habían aceptado su oferta. No tenía sentido pensar de antemano en un peligro que podía no llegar. Le escribió la carta a Gaara. En la carta detalló lo que ofrecía, pero no habló de lo que pedía a cambio. Sabía que tendrían que discutirlo en persona así que empezó a preparar un disfraz mágico para que no pudieran descubrir a Itachi, quien iba a acompañarla.
Estaban a mediados de mayo así que empezó a pensar en qué regalarle a Itachi. Le daría un brazalete de invisibilidad y una tienda de campaña mágica, para que pudiera dormir tranquilo si algún día tenía que estar solo en la intemperie. No era un regalo muy personal, pero sabía que a Itachi le haría ilusión, y más siendo el único entre todos ellos que no tenía algo así.
Jiraiya volvió de su viaje al país del Fuego pocos días después.
—Me temo que tengo malas noticias —les dijo esa misma noche, cuando cenaron todos juntos.
—¿Qué pasa?
—Parece que Utakata ha desaparecido hace un par de semanas.
—…
Se hizo un silencio tenso y frágil cuando se dieron cuenta de que, posiblemente, estuviera muerto. Naruto y ella intercambiaron miradas cargadas. Si era cierto eso significaba que solo quedaban 3 bijuus por extraer: Gaara, el jinchuriki de Kumo y ellos. Evitó suspirar. Utakata había estado solo, exiliado de su país, y había distraído a Akatsuki más tiempo del esperado. Era una pena que no hubiera vuelto a Kiri, donde hubiera estado más protegido, pero entendía por qué no quería regresar después de que su maestro lo hubiera traicionado y Utakata lo hubiera matado.
—Bueno. Al menos escapó durante un tiempo —dijo ella, cuando nadie habló.
—¿Seguro que quieres ir a Suna, después de todo esto? —preguntó Jiraiya.
—Por supuesto. Podemos escapar fácilmente si lo necesitáramos y es una grandísima oportunidad de negocio.
—Está bien, pero tened cuidado.
La carta de Gaara llegó una semana después. Tal y como pensaba, aceptaba reunirse con ella para hablar de negocios. Como su amigo sabía que podía usar el hiraishin le indicó en la carta una fecha en pocos días, sabiendo que llegaría sin problemas a pesar de estar residiendo en Uzushiogakure.
—Si veis algo raro, volved —les pidió Sasuke, como una madre preocupada.
—El teme tiene razón.
—Lo sé, lo sé… Tenemos nuestros trasladores preparados y los disfraces también.
—¿Nos vamos? —preguntó Itachi, activando su nuevo brazalete disfraz.
—Sí.
Aceptó su mano. Moldeó el chakra y acto seguido aparecieron muy cerca del desfiladero de entrada a Suna.
—Es impresionante las distancias que puedes recorrer con un jutsu pensado para luchar en espacios pequeños —musitó Itachi, pareciendo un hombre totalmente distinto.
—No voy a negar que el hiraishin es increíble. Quizás incluso más que mi habilidad de teletransportación.
—Lo bueno es que con cada técnica puede cubrir las deficiencias de la otra. Tienes suerte.
Caminaron unos 10 minutos en silencio, dando gracias a sus hechizos contra el calor abrasador. Definitivamente, no era moco de pavo vivir en el desierto. Se fueron aproximando al desfiladero a paso de civil, dándoles tiempo a los ninjas de comprobar que no eran una amenaza.
—Alto —llamó uno—. ¿Quién va?
—Soy Seina Uzumaki, y este es mi consejero, Ichiro. Aquí tengo la carta del Kazekage.
Le entregó la documentación que le envió Gaara, dejando que la examinaran para comprobar que no era falsa, y luego los hicieron pasar adentro. Era de buena mañana así que la gente iba y venía rápidamente de un lado a otro, evitando quedarse mucho tiempo bajo el sol ardiente de mayo, que en Suna ya era como estar en pleno agosto en Konoha. Caminaron hasta el edificio del Kazekage, donde los atendió una chica que, seguramente, era un anbu encubierto.
—Esperen un momento, por favor. Voy a avisar a Gaara-sama.
Esperaron un par de minutos, de pie, bajo el refrescante aire acondicionado. La secretaria/recepcionista o lo que fuera, sonrió cuando los vio directamente bajo el chorro de aire. Itachi, con rostro neutral, parecía estar allí por azar, pero Seina sabía que estaba disfrutando también del frío. Era increíble lo que podía hacer con su rostro de póker. Por eso no jugaban a las cartas con él.
—Pueden pasar, Gaara-sama los está esperando.
En cuanto se adentró en la oficina de Gaara, y le vio vestido con la túnica del Kazekage tuvo que suprimir una risa. ¿Quién demonios diseñaba la ropa de los Kages? Gaara alzó la vista de unos papeles encima de la mesa. Nada más verla sonrió con expresión relajada y se levantó de la silla.
—Seina, cuánto tiempo sin verte.
—Gaara-sama —se inclinó ante él, con una sonrisa.
—Llámame Gaara, por favor.
Dio dos pasos en su dirección y la abrazó. Se sorprendió bastante, considerando que cuando lo conoció había actuado como un psicópata. Por fortuna, parecía que a su amigo le había hecho bien reconducir su vida y ser el Kazekage. Sintió como si Gaara por fin hubiera encontrado una paz interior. Correspondió su abrazo, apretándolo contra ella fuertemente antes de soltarlo.
—Te diría que esa túnica te sienta genial, pero creo que mentiría.
Gaara se rio en voz alta, algo que nunca antes había escuchado.
—Esta túnica está diseñada para no quedarle bien a nadie, me temo.
Observó cómo, bajo la túnica abierta blanca, vestía un uniforme de color rojo oscuro, con pantalones largos negros, que lo tapaba al completo. Llevaba también un chaleco jonin de Suna, gris con cinturones plateados. Su calabaza estaba apoyada contra una pared, la misma de siempre. Gaara, no obstante, había cambiado bastante. De la altura de Naruto, le sacaba una cabeza. Su cabello, algo más largo que la última vez que lo vio, le caía atractivamente sobre su rostro pálido y sus ojos aguamarina.
—Gaara, ¿podemos hablar un momento sin que escuchen tus ninjas? —preguntó directamente.
Su amigo pestañeó, pero asintió después de un par de segundos. Hizo un gesto con la mano. Seguramente para que los dejaran solos. Ella, sin embargo, alzó una barrera mágica sin que nadie se diera cuenta.
—¿De qué quieres hablar?
—Para empezar, Gaara, este es Itachi.
—Creía que se llamaba Ichiro —sonrió con un atisbo divertido, apoyándose de pie contra su mesa con los brazos cruzados—. ¿Por qué tanto secretismo?
—Porque es Itachi Uchiha.
Gaara miró fijamente a Itachi, disfrazado todavía, y asintió lentamente.
—Aprecio que me lo hayas contado. Imagino que, si está contigo, es porque hay algo que no sé, ¿no es así?
—Mi clan planeaba un golpe de estado y Danzo, uno de los consejeros del Tercero, me ordenó eliminarlos a cambio de la vida de Sasuke —explicó escuetamente Itachi—. De no haberlo hecho yo, él habría encontrado otra forma.
—Tsunade-sama lo sabe. Es una historia muy larga —suspiró ella—, pero Itachi es inocente y regresará con nosotros a Konoha de un modo u otro.
Gaara sonrió levemente al escucharlo, como si se estuviera acordando de algo.
—Seguro que sí. Entre Naruto y tú no vais a permitir que no se haga justicia, y menos siendo el hermano mayor de Sasuke.
—Le puedo asegurar, Kazekage-sama, que no soy una amenaza para Suna. Menos aun cuando es amigo de Seina.
Gaara alzó una ceja en su dirección, pero no dijo nada más.
—¿Por qué no hablamos de los negocios? —dijo ella, desactivando la barrera.
—Está bien. El consejo está preparado para negociar. Seguidme.
Los llevó a una sala bastante más grande con una mesa redonda. Tardaron poco tiempo en estar todos presentes, sentados en sus sitios. Gaara, en un asiento cualquiera, estaba justo en frente suya. Itachi estaba sentado a su mano derecha y todos los demás eran consejeros de Gaara, unos 9 de ellos.
—Comencemos la reunión —dijo uno de ellos, presentándolos uno a uno, y a ellos—. Estamos aquí para negociar un contrato entre Seina Uzumaki, líder del clan Uzumaki, y Sunagakure. ¿Qué ofrece el clan Uzumaki?
—Ofrecemos un número negociable de tanques de agua, con agua ilimitada, en las ubicaciones que deseen.
—¿Agua ilimitada? —preguntó uno, con un claro escepticismo—. ¿Cómo es eso posible?
Seina sacó una cantimplora que había preparado de antemano. Se la lanzó al hombre.
—¿Por qué no intenta vaciarla? —contestó con una sonrisa traviesa.
El hombre lo intentó, pero por más que pasaban los minutos el agua no paraba de brotar del recipiente. Al final, desistió. Los ignoraron unos minutos mientras se maravillaban de la cantimplora, analizándola con chakra y visualmente sin éxito alguno. Gaara, mientras tanto, alzó una finísima ceja en su dirección nuevamente, claramente divertido.
—¿Qué quiere el clan Uzumaki a cambio? —dijo el Kazekage, reconduciendo la reunión cuando vio que no paraban de jugar con la cantimplora.
—Minerales y gemas.
Después de su demanda, estuvieron negociando durante un rato largo. Ella podía solucionar de un plumazo su mayor problema así que les interesaba negociar con ella, y con Itachi, para asegurarse que no se iban a ir a ningún lado. Además, había dejado caer que podían acordar el número de tanques de agua así que eso también era negociable. Después de casi 2 horas acabaron pactando el contrato final, el que tuvo a ambas partes conforme.
—De acuerdo. El contrato final reza lo siguiente: el clan Uzumaki facilitará a Sunagakure 10 tanques de capacidad inicial de 20000 litros, con agua ilimitada, con 4 salidas de agua para un flujo máximo de 20 litros por minuto, por salida. El agua será refrigerada a una temperatura de 5ºC, potable. El tanque será de acero inoxidable —leyó uno de los consejeros, Joseki—. Sunagakure facilitará al clan Uzumaki unos 500 kilos de minerales, enumerados en la siguiente lista las materias y la cantidad exacta, mensualmente, de forma indefinida. El contrato podrá renegociarse anualmente si una de las dos partes lo pide explícitamente un mes antes de la finalización del año. ¿Aceptan este contrato?
Seina miró a Itachi, quien asintió con la cabeza. Unos 500 kilos de minerales y gemas preciosas era mucho, teniendo en cuenta que partían de la nada. Si se quedaban cortos, podrían negociar el año siguiente la cantidad.
—Acepto este contrato en nombre del clan Uzumaki.
—¿Kazekage-sama?
—Acepto este contrato en nombre de Sunagakure.
—Pueden leer el contrato una última vez antes de la firma.
Gaara y ella aceptaron leer lo que estaba escrito antes de firmar con pluma. Tuvo que suprimir una sonrisa al darse cuenta de que era el primero negocio para el país de los Remolinos, para el clan Uzumaki. Gaara y ella estrecharon las manos delante de todos antes de que se quebrara el ambiente oficioso y empezaran a darse palmaditas en la espalda. Seina tuvo que aguantar un rato más de charla antes de que su amigo la rescatara de su consejo.
—Venid. Os invito a comer en mi casa. Así podemos hablar en privado.
Lo acompañaron a su casa privada, donde se encontraron con Kankuro y Temari haciendo la comida. Al verla sonrieron, saludándola con bastante sorpresa. Al parecer Gaara no les había dicho nada del posible negocio. Escuchó como les explicaba lo que acababa de suceder, vendo como parecían entre interesados y estupefactos.
—No sabes lo que esto supone para Suna —dijo Temari, sacudiendo la cabeza—. Hasta ahora importábamos bastante comida del país de los Ríos y del país de la Piedra, pero como no son aliados nuestros, por varios motivos, el precio era desorbitado. Ahora podremos cultivar bastante comida nosotros mismos y ese dinero que gastábamos para importar alimento podrá usarse para otras cosas en la aldea.
—Es una lástima que Uzushiogakure todavía no esté preparada para exportar tanta comida —contestó Itachi—, porque podríamos haberlo negociado también.
—Quizás dentro de un año —se encogió de hombros.
—Quizás.
—¿Cómo están Naruto y Sasuke? —preguntó Gaara—. Imagino que están en Uzu ahora mismo.
—Así es. Se están ocupando de los asuntos de la aldea. No para de mudarse gente. Al principio creí que íbamos a tardar mucho más en tener una aldea con sus comercios habituales, pero han pasado pocas semanas y, aunque bastante despoblada, es una aldea en toda regla.
—En cuanto oímos lo que estabais haciendo no podía parar de reír —admitió Kankuro—. Sabía que era cosa tuya, y de tu hermano. Ambos estáis completamente locos.
—Gracias —bufó una risa—. Lo gracioso de todo es que solo reconstruimos Uzushiogakure para que el clan Uzumaki tuviera un comercio con el que negociar con los clanes de Konoha, y ahora mira.
—Pero, volveréis a Konoha, ¿no?
—Con los poderes de Seina puede plantarse allí en un abrir y cerrar de ojos —supuso Gaara acertadamente—. Así que no necesita vivir en Uzu para controlar su negocio.
—Exacto. Además, estamos formando un gobierno y administraciones para que se encarguen de lo que ahora mismo estamos supervisando. Dentro de pocos meses, quizás un año, funcionará de forma autónoma.
—Ya veo. Vosotros recibiréis los beneficios sin estar presentes.
—Es un buen plan.
Estuvo charlando con todos ellos un rato más. Sobre todo, con Gaara, a quien le explicó su camino de entrenamiento con Kurama. Shukaku, al contrario de Kurama, no estaba nada receptivo de trabajar con Gaara, pero al menos ahora podía descansar más fácilmente sin perder el control. Habló también de Naruto, de Sasuke y de Uzu. Gaara, su vez, le habló de una chica llamada Matsuri a la que había empezado a entrenar. Charlaron también sobre lo que era ser el líder de la aldea, y más siendo tan joven, de cómo había cambiado la percepción de los habitantes después de 3 duros años de trabajo y redención…
Vio de reojo como Itachi, todavía disfrazado, hablaba con Kankuro y Temari de lo que había visto en sus “viajes”. Debía admitir que cuando quería podía ser muy simpático y encantador, a pesar de que sabía que lo último que quería hacer ahora era fingir que no estaba agotado de tanta interacción social.
—Por cierto, Seina —empezó Gaara con un brillo peculiar en los ojos—. Llegó a mis oídos un rumor.
—¿Rumor? ¿De qué?
—Me hablaron de una chica rubia que empuñaba un wakizashi, con el que mató a una treintena de hombres como si nada en un combate underground de Sora-ku.
Seina se atragantó con su agua al escucharlo. Eso fue todo lo que Gaara necesitó para empezar a sonreír. Maldito Kisame. No tendría que haberle hecho caso. Pensaba que nadie hablaría de eso. Después de todo, eran combates habituales. Debió haberse dado cuenta de que siendo mujer y encima con 14-15 años había llamado la atención a mucha gente.
—¡Sabía que eras tú! ¿Qué hacías en Sora-ku? Es el mayor mercado negro del sur.
—Solo estábamos visitando uno de los negocios de Sasuke —justificó ella, sin saber por qué—. Además, ¿cómo sabes tú sobre eso?
—Alguna de mi gente suele pasarse por allí de vez en cuando.
—Ugh. Bueno, no es como si mi cara no estuviera en un libro bingo —suspiró.
Gaara bufó una risa al escucharlo. Kankuro se giró, habiendo escuchado su coletilla.
—Fue la primera vez que escuché reír a Gaara —confesó Kankuro, con rostro todavía algo conmocionado—. Cualquiera se habría preocupado porque su amigo apareciera en el libro bingo, pero él no.
—Me hizo gracia porque pensaba que yo aparecería antes en ese libro que Seina —explicó el Kazekage—. El 90% del tiempo parece que Seina no ha roto un plato en su vida, y fíjate.
—En eso te doy la razón.
Notes:
Nos acercamos a la recta final del entrenamiento lejos de Konoha, chic@s. Ha sido largo, pero necesario. ¿¡Quién está deseando que vuelva Kakashi!?
Chapter 125
Notes:
Advertencia: Itachi perdiendo la cabeza en una fiebre cocinera.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Acabaron de comer y tomaron unos tés para bajar la comida. Después de eso, Gaara los condujo a una zona apartada para que pudiera fabricar los tanques. Regresó a su oficina, dejándolos a solas, así que ella alzó unas cuantas barreras para poder hablar con Itachi y hacer su faena sin que los espiaran.
—Ha salido mejor de lo esperado.
—Era lógico. El agua es un recurso fundamental para Suna —dijo Itachi, sentado en una roca viendo como transformaba otras rocas de gran tamaño en los tanques—. ¿Te dará tiempo a hacerlo todo en una tarde?
—Sí. Crear los tanques es pan comido, solo necesito 10 minutos. Las runas son otra cosa. Por suerte, son secuencias muy fáciles. Los tanques no necesitan mucho para cumplir la demanda del contrato así que diría que en un par de horas habré terminado.
Usó los clones para tallar las runas en cada tanque. Eran bastante grandes así que tardó un rato en acabar con solo uno de ellos. Casi una hora más tarde, activó las runas. Comprobó que funcionaba la esterilización, la refrigeración y el auto llenado, después de usar su magia para llenar por primera vez el tanque de agua potable.
—¿Ya estás?
Se giró para ver a Itachi, quien estaba leyendo un libro despreocupadamente. Ella asintió. Llamaron a alguien para que inspeccionara los tanques, pero era obvio que funcionaban tal y como ella había descrito. Una vez se dio el visto bueno de los 10 tanques, después de recibir alguna que otra mirada extrañada por su rapidez, los acompañaron de vuelta a la torre del Kazekage, donde allí les esperaba un par de ninjas con unos 3 baúles de madera.
—Gaara-sama ha mandado preparar parte de su pedido, según lo acordado. Puede revisarlo si lo desea.
Seina e Itachi pesaron el baúl, viendo que cada uno pesaba exactamente 100 kg, tal y como habían acordado. Revisaron los materiales y sus cantidades. Los baúles restantes estarían preparados para final de mayo. Cuando empezó a anochecer, se despidieron por última vez de Gaara.
—Ha sido un placer hacer negocios con Suna.
—Lo mismo digo. Dale recuerdos a Naruto y Sasuke —dijo él, antes de darle un ligero abrazo final—. Hasta pronto, Seina.
Cogió la mano de Itachi y se fueron. Cuando llegó a Uzu sintió como se relajaba por fin. Itachi se quitó el disfraz. En el país de los Remolinos la mayoría no tenía ni idea de quien era él, ni qué había hecho Itachi Uchiha ni cómo era físicamente. Si alguien tenía una idea de quién era, no habló. Seina empezaba a darse cuenta de que a los aldeanos no les importaba prácticamente nada salvo vivir relajadamente. Todos sabían que las protecciones funcionaban así que, quizás, si sabían quién era Itachi y no se quejaron seguramente sería porque no se sentían amenazados.
—¡Nee-chan! —exclamó Naruto nada más verla entrar por la puerta—. Por fin habéis vuelto. Creí que Sasuke se volvería loco.
—¡Hey! El que no paraba de llorar como un perro abandonado eras tú, dobe —discutió Sasuke, dándole una colleja.
Itachi y ella intercambiaron miradas exasperadas. Dejó su botín en el suelo. Sus hermanos lo examinaron con curiosidad.
—Así que habéis cerrado el primer acuerdo de Uzushiogakure, ¿eh? —dijo Jiraiya, apareciendo por las escaleras—. Felicidades.
—A partir de mañana buscaremos a algún maestro joyero para negociar otro comercio.
—Si quieres, puedo encargarme yo —contestó Itachi, viendo como bostezaba—. Hoy no he hecho prácticamente nada.
—Genial. Lo dejo en tus manos.
Las siguientes semanas de mayo, aunque duras, se hicieron menos cuesta arriba. La población había aumentado a las 10.000 personas. Bastante poco considerando la capacidad de la aldea, pero solamente con ese bajo número de habitantes la ciudad empezó a funcionar de forma autónoma: la policía patrullaba las calles, los comercios vitales estaban en pleno funcionamiento, el gobierno se había constituido por gente competente que seguía las leyes, astilleros empezaron a construir sus primeros barcos, las fragatas se usaban para pescar y transportar materias primas del/hacia el continente, las protecciones funcionaban con total seguridad, la escuela empezó a funcionar con varios cientos de alumnos, el hospital tenía todas las plantas activas con tecnología nueva…
Lo que más faltaba, por descontado, era personal y dinero para las arcas. Al final, como no tenían todavía un maestro joyero, vendieron a precios elevados el material que le habían dado gratis en Suna. Los 500 kg enteros. Eso, más las perlas que seguían vendiendo, el dinero de los alquileres, los impuestos y el dinero inicial que habían puesto entre 3 como inversión fue suficiente para mantener a flote todos los sueldos de la isla. En cuanto volvieran a Konoha negociarían los contratos que hiciera falta para seguir aumentando el valor de la isla y llenando sus arcas.
Así pues, cuando llegó junio dejó de preocuparse tanto por la isla y volvió a entrenar con Kurama en la porción pequeña del país de los Remolinos, donde todavía no había nadie.
—La idea es que concentres 80% de chakra positivo con 20% de chakra negativo —le explicó Kurama, sentado a su lado en la playa—. Obviamente, cuanto más chakra moldees, más fuerte será el ataque. Intenta probarlo con una pequeña cantidad de chakra.
—¿En forma esférica?
—La forma es lo de menos, aunque intuitivamente es más fácil usar una forma esférica. También se puede usar en forma de lanza o triángulo, la que te dé la gana. Aun así, sí que es cierto que la forma influye en el resultado. Por ejemplo, la forma esférica suele dañar una gran zona, como si lanzaras una bomba. La lanza, por otro lado, es capaz de perforar todo lo que se le ponga delante hasta que el chakra pierda poder y se desvanezca.
—Interesante…
Miró al océano que tenía delante. Podía usar la bijuudama sin hacerle daño a nadie. Se concentró en moldear el chakra tal y como le explicó Kurama. Estando en su forma parcialmente transformada era bastante fácil dejarse guiar por Kurama, quien había usado ese jutsu mil veces antes. Formó una esfera de apenas unos centímetros. Era de color oscuro, de un púrpura tan intenso que casi se veía negro. La esfera burbujeó mientras se empezaba a formar en su mano hasta que el chakra se moldeó a la perfección. La bijuudama completa era lisa, de aspecto oscuro pero cristalino. Lo lanzó al océano. Recorrió unos cuantos cientos de metros antes de explotar contra una ola.
—Wow —dijo ella, incapaz de acallar su sonido de sorpresa y estupefacción—. Es más grande de lo que esperaba.
La pequeña esfera, del tamaño de una pelota de golf, había provocado una explosión del tamaño de una demolición de un piso de 6 plantas. Casi quería, y no quería, ver lo que sucedería si usaba 50 veces más chakra. Se estremeció, pero no lo intentó. Estuvo jugando a moldear el chakra de Kurama con y sin la transformación parcial. No se atrevió a usar nada más grande de una esfera del tamaño de un coco. Lo último que quería era llamar mucho la atención o destruir por error algún barco a lo lejos.
—Imagina lo que podía hacer con mi chakra —suspiró Kurama, recordando cuando no estaba partido por la mitad—. Aunque puedes combinar tú bijuudama con las de Naruto.
—¿Qué crees que pasaría si moldeo tu chakra y usamos las cadenas como conducto?
—… No lo sé. Podemos probarlo algún día de estos.
Estuvo practicando durante días, usando diferentes formas. La forma de esfera era la que más área explotaba mientras que la lanza era la que más lejos llegaba. También era capaz de usar el chakra como un hilo, cosa que reducía la explosividad del jutsu a cambio de actuar como una guillotina. Había sido impresionante ver como su “láser” bijuudama partía en 2 una ola de forma momentánea. Ya se podía imaginar lo que haría ese jutsu si tuviera delante de sí una línea enemiga… Podría separar torsos de sus piernas de un solo ataque.
—Es sumamente interesante ver como usas tu experiencia del pasado con lo que tienes aquí —dijo Kurama, cuando vio el efecto de ese jutsu—. A casi nadie se le ocurriría algo que no existe.
—Eso me da ventaja, y prefiero usar todas las cosas que me den ventaja —sonrió ladinamente.
Kurama se rio maliciosamente. A él también le gustaba por el simple hecho de que era como tener un juguete nuevo. Siempre descubrían algo distinto así que no podía aburrirse. Después de todo, Kurama, con los años que tenía, pasaba mucho tiempo sintiéndose aburrido. Estuvieron entrenando algo más.
Cuando cayó la noche, después de cenar y ducharse, tuvo que admitir que no podía distraerse con más cosas. Era lo único que hacía últimamente. ¿El por qué? Por una carta que había recibido hacía un par de semanas de Kakashi. Recordó las palabras de su prometido debido a que estaban grabadas a fuego en su mente.
—Querida Seina,
No sé cómo empezar con esta carta… Lo cierto es que en mi anterior carta omití algo importante. Tuve una misión algo difícil. Más dura de lo normal. Me dejaron en la aldea durante una semana y visité al departamento de evaluación psíquica unas 3 veces. No quería alarmarte así que pensé que era mejor no decir nada.
Luego, no obstante, cuando se me pasó un poco el bajón, me di cuenta de que si te hubiera pasado a ti me gustaría que pudieras confiar y apoyarte en mí. Así que he decidido contártelo. No puedo hablar de lo que pasó en la misión, pero déjame decirte que hay cosas que me gustaría poder olvidar.
Además, lo único que hago últimamente es contar los días para que regreses. ¡Y ni siquiera sé cuándo será! Supongo que se me ha juntado todo un poco. En cuanto me di cuenta de que faltaban pocos meses para que regresases me entró una depresión. Sí, lo sé. Cualquiera estaría excitado porque se acerca el día más esperado, pero a mí me sucedió lo contrario. De repente, tuve una necesidad imperiosa de verte de nuevo y, no lo sé… Me di cuenta de que faltaban meses para verte y eso me entristeció. Me sentí como un niño pequeño, impaciente y desesperado.
Después de esto, pasó lo de la misión y el resto es historia. No voy a mentir. He estado algo deprimido últimamente. Los perros y los lobos son animales sociales, de manada, y yo estoy solo. Me pasé la semana entera, cuando no tenía que salir para visitar el departamento de evaluación psíquica, en mi antigua casa. Creo que nunca he usado tanto mi sofá como en ese entonces.
Para colmo, Guy regresó de una misión y, obviamente, cuando vio que no salía de casa durante una semana, me visitó repetidamente. Debo reconocer que es muy persistente. Al final, lo dejé pasar. Y entonces no pude contenerme… Le dije que estaba enamorado de ti, y que me correspondías. Lo sé. Soy un total idiota. Me ayudó a salir de mi pozo de depresión, pero luego supe que no debí habérselo dicho. No sin tu permiso, al menos. Lo siento, Seina. Se lo tomó bien. No hubo gritos, ni acusaciones ni nada parecido. La verdad es que me dejó sorprendido con su aceptación.
Releyó la carta por enésima vez. Pasando los dedos sobre la tinta donde rezaba lo mucho que la extrañaba. Tenía que reconocer para sus adentros que esa carta la había sacudido. Para empezar, la depresión de Kakashi hacía que ella se deprimiera. Unas cuantas veces contempló si volver a escondidas a Konoha usando el hiraishin para verlo y reconfortarlo en persona, pero sabía que ya debería estar en una nueva misión. Otra parte de ella, al enfrentarse a ese pensamiento, se dio cuenta de que estaba nerviosa por volver.
Había pasado mucho tiempo y, a pesar de su experiencia, nunca antes había tenido una relación a distancia por carta. Irónicamente, era su primera vez en más de 130 años de vida. No tenía experiencia para saber qué hacer en caso de que las cosas se torcieran. No sabía cómo debía sentirse, o comportarse. ¿Abrazaría a Kakashi la próxima vez que lo viera? ¿Le daría un beso de verdad de buenas a primeras? ¿Necesitarían un tiempo para adaptarse a verse de nuevo día tras día? Como ya había dicho... Estaba nerviosa y, sin embargo, cuanto más lo pensaba más ganas y anhelo sentía de volver porque, pasara lo que pasara, estarían juntos.
Debía admitir que había empezado a llorar alguna que otra noche desde que recibió la carta. Se daba cuenta de que Kakashi deseaba que regresara a su lado, tanto como ella quería volver. Tuvo una epifanía tremenda al comprender que durante 3 años había hecho todo lo posible por evitar pensar en su regreso a Konoha, distrayéndose de poder añorar a Kakashi. Aun así, siempre pensaba en él. Sobre todo, los domingos cuando escribía su carta, pero al día siguiente se esforzaba por estar ocupada, para no pensar en el vacío que sentía en su interior.
Una parte de ella se arrepentía de no haberle dicho que lo amaba. Sí, era más fácil evitar pensar en su relación en jaque, pero hubiera sido la cosa más dulce y dolorosa del mundo escucharle decir que la amaba. La habría mantenido en vela largas noches, llorando con un nudo en la garganta, pero también la habría reconfortado.
Pensó en Kakashi en el cumpleaños de Itachi porque se dio cuenta de que era el último cumpleaños de Itachi lejos de Konoha. Según Jiraiya, con quien había hecho más o menos las paces, Tsunade-sama pensaba aceptar su regreso a Konoha con unas cuantas condiciones.
Para empezar, evitaría que nadie lo descubriera en la aldea antes de ser interrogado a consciencia. De ser realmente inocente, como ya había pasado casi 2 años bajo constante monitorización de Jiraiya, y de su equipo, se le daría un periodo de prueba de solo 6 meses. Eso quería decir que no podría salir de Konoha en ese tiempo, ni salir a la calle sin un disfraz. Durante esos 6 meses ingresaría en anbu mientras se encargaban, por varios medios, de demostrar su inocencia de cara al público civil y ninja. Cuando todos supieran que Itachi Uchiha era inocente, inventarían alguna farsa para que todos supieran que había vuelto hacía años y que había estado encarcelado, o algo así. Entonces, oficialmente, habría vuelto a Konoha como ninja perdonado del exilio. Sí, no iba a ser fácil ni rápido.
—En realidad, puede ser que esto vaya para largo —dijo Sasuke, cuando Jiraiya les explicó lo que pensaba hacer Tsunade-sama—, pero me reconforta tener un plan para que vuelvas.
—Hn. Pensaba que iba a ser mucho peor —reconoció Itachi—, aunque es cierto que, según como se mire, he pasado 2 años en periodo de prueba con Jiraiya, y vuestro equipo.
Seina comprendía los actos de su maestra. Todos los altos cargos, exceptuando el consejo, sabían de la investigación sobre la inocencia de Itachi así que sería injusto, cruel y francamente repugnante hacer que Itachi pasara un periodo de prueba superior al mínimo, 6 meses, cuando era inocente, y una víctima de la incompetencia del consejo y de las manipulaciones de Danzo. Sin embargo, su inocencia era un secreto así que, de alguna forma, tendría que hacer ver que estaba castigando a Itachi para contentar a la gente. Si lograba seguir el plan, corroboraría que Itachi era leal a Konoha y sería la prueba final que necesitaba para deshacerse de Danzo en solo 6 meses, cuando pudiera explicar al consejo ninja y civil lo que había sucedido.
De solo pensarlo, se excitaba al imaginar la cara del consejo de ancianos y Danzo cuando los metieran de por vida en la cárcel y fueran ejecutados, respectivamente. Danzo era demasiado peligroso como para dejarlo vivo. Ya pod-
—Seina-sama, han llegado varias personas del país de las Cascadas y del país del Mar con la nueva embarcación —le habló uno de los trabajadores del censo, cortando sus pensamientos maliciosos—. ¿Qué deberíamos hacer con ellos?
—¿Han firmado el contrato?
—Sí.
—Entonces, acéptalos.
No eran los primeros, ni serían los últimos, en unirse a ellos. Eran todos civiles a quienes les importaban más bien poco los asuntos de los ninjas. Mientras firmaran el contrato mágico le daba absolutamente igual de donde vinieran. Además, en caso de que una vez adentro se lo replantearan y quisieran renunciar al contrato lo sabrían en seguida, y podrían deportarlos de nuevo a Yuko. Problema resuelto.
Salió de allí para dirigirse a sus clases de medicina. Las tenían cada mañana y estaban funcionando maravillosamente. La poca gente que había tenido nociones de enfermería, a pesar de no llamarlo así, habían logrado pasar su cursillo intensivo para ser enfermeros. Otra gente, que no tenía ningún conocimiento médico, pero sí vocación, había aprendido rápidamente lo necesario para convertirse también auxiliares, técnicos de laboratorio o enfermeros. Los médicos, no obstante, eran un caso aparte. Tardaría los meses que le quedaban en Uzu para formarlos, usando todas las horas disponibles para que tuvieran un nivel más o menos adecuado para tratar heridas leves y otras cosas más habituales. De ahí a operar, no obstante, era otra cosa…
Por suerte, si algo tenía en grandes cantidades, eran manuales médicos para que pudieran estudiar y repasar sin que tuviera que supervisarlos. La lástima era no tener vídeos de operaciones para que pudieran verlo de forma segura, y repasar cada técnica las veces que hiciera falta. Um… Algo se inventaría para solucionarlo. Quizás podría hacer una especie de pensadera que se proyectara, para que más de una persona pudiera ver a la vez una memoria. O quizás, lo más fácil de todo, podría contratar a médicos de Konoha para que dieran clases en Uzu mientras ella regresaba a la aldea.
Los días pasaron, esperando otra carta de Kakashi que no llegó, hasta que llegó julio. Itachi y Naruto se le acercaron para hablar del regalo de Sasuke, ahora que podían comprar cosas dentro de la misma aldea de Uzu.
—¿Qué habéis pensado regalarle? —preguntó algo desesperado Naruto.
—La verdad es que no tengo ni idea —dijo ella—. Hace poco le compramos mucha ropa así que no creo que necesite más prendas de vestir. ¿Se te ocurre algo, Itachi?
—Hn… No —admitió después de una pausa, casi irritado por confesar su fracaso.
—…
Seina evitó reír en voz alta al ver la desolación de sus rostros. Repasó mentalmente los gustos de Sasuke, pero era bastante básico: le gustaba entrenar, nadar, estar a solas cuando se cansaba de la gente, le gustaba comer, sobre todo tomates, curiosamente, le encantaba coleccionar armas… También leía, aunque no era una de sus grandes pasiones. Se le ocurrió de improvisto algo que pasó por alto hacía años. No lo dijo en voz alta, delante de Itachi, pero uno de sus regalos silenciosos iba a ser limpiar el complejo Uchiha de las manchas de sangre. No sabía si querría volver a vivir allí algún día, pero al menos eso podía dárselo. A ambos.
Aun así, no estaba más cerca de encontrar un regalo para Sasuke. Continuaron pensando un rato más, pero no hubo manera. Le empezó a doler la cabeza de tanto estrujarse el cerebro hasta que se dio cuenta de que, quizás, no tenía que ser algo grandioso. Una noche, la segunda semana de julio, se le ocurrió el regalo perfecto. Tuvo que suprimir una risa al darse cuenta de que era lo mejor que podía regalarle, considerando las circunstancias de los últimos meses.
Un vibrador mágico. Sabía que Sasuke estaba explorando su cuerpo en la intimidad de su cuarto así que, ¿qué mejor que un vibrador mágico que pudiera cambiar de tamaño, de forma, de textura y temperatura? Había tenido un par de esos en su antigua vida. No se le ocurrió fabricarse a sí misma uno de esos ya que podía conjurar uno fácilmente según lo que le apeteciera en el momento, pero para alguien sin sus poderes sería un gran regalo.
—Yo ya he pensado algo para Sasuke —avisó a sus hermanos.
—¿El qué?
La pregunta inocente de Naruto hizo que se lo pensara antes de decidir si responderle o no. No quería humillar a Sasuke, a pesar de que sabía que era algo natural, pero seguro que Naruto no podría contener como mínimo una sonrisa traviesa cuando leyera su cupón de regalo.
—Será mejor que no te lo diga, Naru.
—¿¡Qué!? ¿Por qué no? —preguntó indignado—. ¿Cómo voy a saber si le estamos regalando lo mismo?
—Créeme, seguro que no.
Itachi alzó una ceja, claramente curioso, pero no dijo nada. Esperó a que Naruto se fuera. Seina ni intentó escabullirse ya que sabía dónde dormía y, de sentirse suficientemente interesado, la acosaría hasta que se lo dijera.
—Un vibrador mágico —contestó, sonriendo y encogiéndose de hombros. Itachi bufó una risa—. ¿Qué? ¡Seguro que lo usa!
—Hn. No le digas que me lo has dicho.
Le dio una colleja a Itachi, esquivando luego su puñetazo de broma, y corrió a su cuarto a máxima velocidad.
Cuando llegó el cumpleaños de Sasuke, Seina se despertó temprano para ir a preparar un gran desayuno. Bastante sorprendida, puesto que no había visto a Itachi cocinar solo antes, y tan temprano, lo encontró en la cocina delante de los fogones. Seina, quien todavía tenía los párpados prácticamente pegados, se acercó a su lado. Cuando más rato pasaba mirando la estampa en la cocina, más extraño le resultaba todo.
Miró con confusión los 15 platos de huevos fritos que había pasado por alto. Luego, se dio cuenta de que Itachi ni la había saludado. Estaba mirando fijamente la sartén mientras freía otro huevo. Se quedó parada en mitad de la cocina, observando su espalda sin saber qué estaba sucediendo.
—Hn —chasqueó la lengua Itachi. Retiró el huevo de la sartén en otro plato y, viendo que ya no había más espacio en la encimera de la cocina, lo dejó en el suelo.
Seina acabó de acercarse a su lado, viendo como empezaba a freír otro huevo.
—¿Estás bien?
—Hn.
Caminó tentativamente los últimos 2 pasos hasta quedar a su lado. Miró primero la sartén, viendo que era otro huevo frito, y luego a Itachi.
—¿Estás usando el mangekyo sharingan para freír unos huevos? —preguntó ella mirando fijamente sus ojos rojos.
—Tienen que ser perfectos.
Seina observó de reojo los múltiples platos. La mayoría eran prácticamente perfectos. Volvió a mirar de reojo a Itachi, viendo como fruncía el ceño severamente ante la sartén con sus ojos activados, y se marchó despacio caminando de espaldas, evitando pisar los platos de huevos fritos en el suelo. Era demasiado temprano y no estaba lo suficientemente despierta como parar lidiar con lo que fuera que estuviera pasando en la cocina. Envió mentalmente una disculpa a Sasuke y volvió a su cuarto para que otro se lo encontrara y tuviera que encargarse de él.
—Ha cocinado como 50 huevos fritos —susurró Sasuke, inclinándose sobre su oído 3 horas después—. No debería haberme sentado en la mesa. ¿Sabes lo difícil que es mantener una expresión neutral mientras Itachi pierde la cabeza en la cocina? Creí que le iba a dar un aneurisma de tanto usar el mangekyo.
—Es tu cumpleaños —se encogió de hombros, aguantado una risa—. Seguro que quería tener un detalle contigo.
Naruto, obviamente, no había podido evitar reír cuando entró en la cocina y vio a Sasuke quieto como una estatua en un taburete, sentado en la gran isla de mármol blanco mientras veía a Itachi cocinar en un tenso silencio. No había espacio en las encimeras, en la isla o en el suelo que no estuviera recubierto por platos “imperfectos” que, posteriormente, tuvieron que regalar en la aldea.
Horas después, fueron a cenar juntos, por primera vez, a uno de los nuevos restaurantes de la aldea. Era un yakiniku bastante más grande que el que había en Konoha, con vistas al mar. Jiraiya consiguió volver para pasar unos días con ellos, a pesar de que hacía meses que habían dejado de vivir con él como antes. Ahora que se encontraban en Uzu rodeados de comercios con los que poder subsistir los visitaba menos frecuentemente ya que no lo necesitaban para comprar comida.
—¿Quién iba a pensar hace un año que ibais a montar algo así? —dijo Jiraiya, volteando un trozo de carne en la parrilla de su mesa con sus palillos—. Todo el mundo daba por perdido el país de los Remolinos.
—¡Y ahora mira! —exclamó Naruto, con una sonrisa deslumbrante—. ¡Todo va viento en popa!
—Pasas demasiado tiempo en el puerto, dobe. Incluso estás empezando a hablar como los marineros.
—¡Teme…!
Itachi hizo caso omiso de la discusión que se estaba dando a su lado. Se le había pasado la fiebre cocinera cuando logró el huevo perfecto. Llegados a este punto, no sabía si había cocinado cerca de 70 huevos porque quería que uno fuera perfecto para Sasuke o porque se había obsesionado él solo con probar que podía cocinar un huevo perfecto. Conociendo a Itachi, fijo que era una mezcla de ambas cosas. Bueno, al menos algunos aldeanos habían comido gratis y el comerciante de huevos había vendido más huevos en un solo día que una semana entera. De solo pensarlo, tuvo que morderse la lengua para acallar una risita. A veces, Itachi podía ser sumamente ridículo.
—Ten, Sasuke. Mi regalo.
Le entregó el sobre con el cupón dentro. Alzó una ceja, algo divertido, en su dirección. Asintió sabiendo que si no se lo daba en público era por algo. Naruto le dio acto seguido su regalo, rascándose la cara con algo de vergüenza.
—Toma, teme.
Seina se inclinó a ver lo que le había comprado su hermano a Sasuke. Vio que eran novelas nuevas de thriller, justo las que leía Sasuke en sus ratos libres. Sasuke asintió en su dirección, dándole las gracias calladamente, y luego aceptó el regalo de Itachi. Resultó ser una yukata de color negro, con el símbolo del clan Uchiha. Solo con ver la forma y examinar su calidad se dio cuenta de que era una yukata formal, para que Sasuke pudiera ponérsela y representar el clan. Itachi, aunque era el primogénito, no estaba precisamente aceptado en Konoha. Todavía. Jiraiya, por el contrario, tiró por lo fácil. Le regaló un cupón para que recibiera un día de masaje en el nuevo centro de spa de Uzushiogakure. No tenían un onsen, todavía, pero poco faltaba para que lo pidieran. No era como si les faltara el agua.
—¿Cómo te sientes al pensar que tu siguiente cumpleaños será en Konoha? —preguntó con curiosidad Jiraiya.
—…Melancólico, pero excitado.
Seina asintió. Comprendía bien sus sentimientos. Después de todo, ella sentía lo mismo.
Notes:
La prueba del delito:
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Chapter Text
Pocos días después, llegó agosto y los días pasaron hasta que fue pleno verano. Los barcos regresaron del continente con más gente, sumando ya la friolera de 70.000 personas en la aldea de Uzu. Hubo varios intentos por colarse en la isla que acabaron de la misma forma, carbonizados. Poco a poco los enemigos y curiosos dejaron de intentar adentrarse en el país de los Remolinos, viendo que era imposible pasar desapercibido y colarse. Con la entrada masiva de habitantes, aumentaron también los comercios y se llenaron más rápido las arcas del país. Suna les mandó su cargamento de minerales y gemas que usaron para vender, y llenar las arcas, y para empezar a hacer joyas de alta calidad sobre las cuales pensaban tener el monopolio.
Respecto a ellos, Jiraiya se tomó un descanso de su trabajo de espía y volvió a Uzushiogakure para entrenar con ellos los meses restantes. Seina no podía creer que solo faltaran un par o 3 de meses para regresar. Después de tanto tiempo, ahora se encontraba nerviosa porque acabara la cuenta atrás. Casi no podía soportarlo.
—Enhorabuena. Solo te falta una cadena por entrenar y habrás llegado a tu máximo —la felicitó Jiraiya mientras jadeaba del esfuerzo por controlar las 12 cadenas de adamantina—. Si sigues practicando quizás puedas controlar tu décima tercera cadena antes de regresar a Konoha. Naruto, tú también deberías seguir entrenando, un par de cadenas son mejor que una.
—Me es imposible controlar las 2 cadenas durante horas con mi control de chakra —frunció el ceño su hermano—, pero seguiré practicando.
—Sasuke, tú también has mejorado muchísimo. Ahora debes ser el mejor usuario de genjutsu registrado en Konoha.
—Hn. Todavía me quedan cosas que pulir.
—Sin duda, pero aun así ya has superado a los demás con creces —Jiraiya suspiró, melancólico—. No puedo creer todo lo que habéis crecido en tan poco tiempo. Ya mismo regresaréis a Konoha y no nos veremos tan a menudo. A pesar de los altibajos, ha sido un placer entrenaros.
—No te pongas dramático, ero senin, que todavía nos quedan unos meses de entrenamiento —rodó los ojos con poco tacto Naruto.
—¡Idiota! ¡Estaba teniendo un momento conmovedor!
Jiraiya le dio una colleja a Naruto, echándole la bronca por haberle interrumpido. Sasuke y ella se miraron de reojo, exasperados. Lo cierto era que Jiraiya tenía razón. Sería inteligente aprovechar el tiempo que les quedaba en Uzushiogakure ya que luego, con las misiones, no podrían entrenar de la misma forma que lo hacían ahora. Aun así, se encontraba deseando hacer misiones. No sabía por qué. Quizás porque quería volver a sentirse como un ninja de verdad, y no una aprendiz alejada de la aldea.
Así pues, para evitar pensar en los días que le restaban, inició de nuevo su entrenamiento de 8 horas al día. Con interrupciones inevitables de trabajadores de su nueva aldea. Aun así, los días se le hacían más cortos cuando entrenaba casi 10 horas al día. Sobre todo, porque acababa molida día tras día. Y no era la única. Le acompañaban durante los entrenamientos Naruto y Sasuke, y varias horas Itachi y Kurama.
Para cuando quiso darse cuenta, llegó el cumpleaños de Kakashi el 15 de setiembre.
—Querido Kakashi,
No me puedo creer que esta sea la última carta que te envíe por tu cumpleaños. Felicidades. Tú próximo aniversario lo celebraremos en persona. Con tus amigos si quieres, o nosotros solos si lo prefieres.
Últimamente he estado entrenando al máximo para distraerme el tiempo que me queda. La aldea ya no necesita una supervisión total y, en muchos casos, Itachi se encarga de algunas cosas ya que prefiere no tener que entrenar 10 horas al día como nosotros. Sí, quizás estamos un poco locos. Jiraiya incluso ha dejado de “trabajar” y está entrenándonos este último periodo. Supongo que hasta él se siente algo nostálgico.
No me puedo creer que quede menos de 2 meses para que regrese a Konoha. Si te soy sincera, estoy algo nerviosa por regresar. Por ver cuánto ha cambiado la aldea, mis amigos, por verte a ti…
Escribió todo lo que se le pasó por la cabeza hasta que acabó con una carta de 3 páginas. Miró a Kurama, tumbado sobre un puff conjurado enorme.
—¿Tienes ganas de volver a Konoha?
—Lo cierto es que sí, para qué voy a mentirte. Quiero ver lo que ha hecho la vieja Senju en todo este tiempo con nuestros enemigos.
Entendía perfectamente el punto de vista de Kurama. Ahora que ya podía combatir con él, podían usar la transformación parcial para compartir cuerpo e incluso podía dejarlo salir al exterior, Kurama ya no tenía motivos para no volver a Konoha. Ellos ya habían adquirido el conocimiento y la práctica que Kurama quería. Todo lo que ella entrenaba a parte era algo de más. Aun así, Seina sabía que a Kurama le gustaba que ella fuera igualmente poderosa sin su ayuda. Honestamente, era una cuestión de orgullo para él, suponía.
Era por eso que siguió entrenando su ninjutsu. Había aprendido ya 800 ninjutsus de los que le dio Kakashi. Sería incapaz de aprenderlos todos, pero se sentía satisfecha por haber dominado cada uno de esos jutsus desde hacía casi 5 años que se dedicó a especializarse en ninjutsu. Porque esa era su especialización, junto al kenjutsu. Sasuke y su genjutsu, Naruto y su taijutsu mejorado con senjutsu y ella con su ninjutsu. Que también fueran grandes ninjas en los otros campos era irrelevante para que cada uno de ellos tuviera algo en lo que, simplemente, eran mejores.
—¿Cuándo vamos a volver a Konoha? —preguntó Naruto a Jiraiya una noche, días después del cumpleaños de Kakashi.
—Pronto.
—Pero, ¿cuándo?
—No seas pesado, Naruto. Estaba semana no.
Así fue como llegó octubre.
—¿Y esta semana?
—No lo creo —suspiró Jiraiya, exasperado e irritado.
Naruto era el único que se atrevía a preguntar, aunque tanto Sasuke como ella estaban ansiosos por regresar de nuevo. Itachi, callado, simplemente esperaba con paciencia el momento en que tuviera que dejar de ser Itachi para asumir una identidad falsa en anbu. De ser él, ella también habría deseado estirar un poco más sus vacaciones. Seina asumió que pasaría su décimo sexto aniversario en Uzushiogakure, lejos de sus amigos y Kakashi, cuando unos 3 días antes se acercó Jiraiya con la noticia de que por fin podían regresar.
Le dio un vuelco el estómago y se le subió el corazón a la garganta. Tanto tiempo esperando que llegara el momento… y había llegado al fin.
—¿Por qué ahora? —preguntó Itachi—. ¿Por el cumpleaños de Seina y Naruto?
—No. Me gustaría haceros pensar eso, pero sé que tarde o temprano lo averiguaréis —se encogió de hombros Jiraiya—. He recibido noticias de Tsunade. Al parecer, ya ha pasado el plazo para que Orochimaru encuentre un segundo cuerpo que no sea Sasuke y, además, ha logrado hacerse con todos los orfanatos del país del Fuego. Ahora a Danzo solo le quedan los activos que tenga en Konoha, que se han visto muy reducidos, y está siendo espiado a todas horas por gente de confianza.
—¿Gente de confianza? Creí que solo tenía poca gente en la que apoyarse.
—Así era. No solamente se ha dedicado a poner bajo su mando discretamente a los orfanatos y a raptar a miembros de Ne sino que también ha usado este tiempo para interrogar a los propios ninjas de Konoha. Por lo visto, han descubierto unos cuantos topos en varios departamentos, pero había menos traidores de lo previsto.
Seina notó como empezaba a sonreír. Su maestra había hecho su trabajo. Quizás Danzo todavía estaba vivo y libre, pero por poco tiempo. De eso estaba muy segura. La alegró darse cuenta de que todo el sacrificio que habían hecho, tanto Tsunade-sama como ellos, no había sido en vano. Konoha se había librado de una guerra civil, de un golpe de estado y de un posible ataque por parte de sus enemigos de otros países. Por no hablar de que todo su equipo estaba sano y salvo tanto de Orochimaru como de Danzo.
—Tomad estos días que os quedan antes de vuestro cumpleaños para atar los cabos sueltos aquí en la isla —recomendó Jiraiya—. Con Seina podemos volver al instante a Konoha así que regresaremos el día 9 por la mañana.
Vieron como Jiraiya se iba a vete tú a saber dónde. Seguramente a espiar a las mujeres bañándose en la playa. Naruto se giró lentamente con una enorme sonrisa y el rostro brillante de la excitación.
—¡VOLVEMOS A CASA!
Estaba tan emocionado que se abalanzó sobre Sasuke y sobre ella con una risa contagiosa que terminó pegándole. Sasuke ni siquiera lo apartó. Se encontraron abrazándose fuertemente al darse cuenta de que por fin podían volver. Miró a Itachi sonreír levemente sobre el hombro de Naruto. Usó su magia para tirar de él y así poder abrazarlo también. No supo cuánto tiempo estuvieron allí, abrazados, interiorizando que la espera estaba a 2 días de acabar.
—Vamos. Tenemos que hacer muchas cosas antes de irnos —dijo ella.
No mentía cuando decía que no era tan fácil irse sin más. Tuvieron que avisar de que se iban y delegar los pocos trabajos de supervisión que hacían. Dejó en el nuevo ayuntamiento a la paloma que creó para contactar con Itachi, para que pudieran usarla para contactar con ellos. Aun así, quedaron con el nuevo gobierno que enviarían a un equipo genin mensualmente para que se encargaran de los nuevos cadáveres de sus enemigos, si es que había alguno, y alguna tarea más que necesitasen llevar a cabo ninjas.
Los últimos días pasaron extrañamente de forma rápida pero también lenta. Seina, y sus hermanos, contaron cada hora que pasaba ya que eso significaba que estaban una hora más cerca de volver a casa. Recogieron todas sus cosas en sus mochilas sin fondo, cerraron la casa con varias protecciones para que nadie pudiera entrar, se despidieron de los vecinos y otra gente, y se vistieron con la banda ninja por primera vez en años. Itachi, con su brazalete disfraz, parecía un hombre cualquiera; ese tipo de personas que era tan corriente que apenas llamaba la atención.
—¿Preparados? —dijo Jiraiya.
—¡Yosh! ¡Regresemos!
—¿Seina?
Dejó que le cogieran ambos brazos, moldeó el chakra y pensó en las coordenadas de la piedra más cercana a Konoha, a escasos 5 minutos andando de las puertas principales. Cayeron a tierra de pie, como siempre. No pudieron evitar quedarse quietos mientras contemplaban los bosques que habían visto incontables veces cuando salían de misión. Hacía algo más de frío que en la isla, pero igualmente el clima era templado, como cada año. Vio a Itachi observando con expresión casi sobrecogida los árboles con sus hojas danzar en la brisa del país del Fuego, olió la fragancia de las plantas autóctonas de la zona y contempló a los bichos y animales que jugueteaban en las copas de los árboles. Estaban en casa.
Caminaron el trecho restante hasta la puerta principal. Incluso desde lejos, entre el gentío que siempre iba y venía de Konoha, vio a los chunins de siempre en la misma mesa de siempre. Tuvo que tragar de emoción al ver como algunas cosas no habían cambiado.
—¡No puede ser…! ¡Mira, Izumo! —llamó Kotetsu, dándole un codazo con rostro estupefacto y una sonrisa creciente.
—¿Eh? ¿Qué pasa?
El otro chunin se giró a mirar. Tuvo que suprimir una estúpida sonrisa cuando llegaron a la mesa. Jiraiya entregó la documentación que le había dado Tsunade-sama, y firmó el registro.
—No puedo creer lo mucho que habéis crecido —dijo Kotetsu.
No le extrañaba. Naruto y Sasuke le sacaban una cabeza con tanto entrenamiento, Itachi casi un par de cabezas. Ella, como era de esperar, no había crecido más allá del 1’69. Al menos se había superado respecto a su vida anterior por 6 cm. Algo es algo. Se adentraron en la aldea, observando como niños los edificios, los comercios y la gente. Itachi, desde que habían pisado el país del Fuego, no había abierto la boca. Seina podía imaginarse lo que estaba sintiendo y pensando. Él llevaba más de una década lejos de casa, y no había estado entrenando precisamente.
—… ¿Seina? —escuchó una voz femenina que reconoció al instante. Se giró al mismo tiempo que Ino volvió a gritar su nombre, echando a correr en su dirección—. ¡Seina!
Cogió al vuelo a su amiga, ahora bastante más alta y musculada que hacía años, pero con un uniforme igualmente púrpura, aunque con modificaciones. Casi no podía entender lo que le estaba diciendo, entre lloros y risas, abrazada a ella.
—¡No me lo puedo creer! ¡SHIKAMARU! ¡CHOUJI! —gritó a pleno pulmón—. ¿¡Naruto!? ¡Y Sasuke! ¿Cómo habéis crecido tanto?
—¡Me alegra verte de nuevo Ino! —la abrazó fuertemente Naruto, con una sonrisa radiante.
—Hn. Hola Ino.
Ino se echó a reír al escuchar la respuesta de Sasuke.
—Veo que no has cambiado mucho.
Acto seguido, saliendo de una tienda, aparecieron Chouji y Shikamaru con una bolsa de comida. Pararon en seco cuando vieron a su compañera de equipo abrazando a su equipo, recién llegados a Konoha. Seina no podía creer lo mucho que habían crecido sus amigos mientras no estaban. Shikamaru empezó a sonreír, observándola, y se acercó a paso ligero hacia ellos.
—Hola Shika —saludó ella, cogiéndolo en un fuerte abrazo.
Shikamaru se rio en su cabello, apretándola contra él unos segundos antes de apartarse ligeramente para observarla de arriba abajo. Vio de reojo como Jiraiya e Itachi se iban en dirección a la torre de la Hokage, y como Chouji le daba unas palmaditas en el hombro a Sasuke.
—No me lo puedo creer. No sabía que veníais hoy.
—Ni yo, hasta hace 2 días.
—Imagino que tenéis que ir a ver a Tsunade-sama.
—Sí.
—¡Ya sé! ¿Por qué no quedamos para comer todos juntos? —dijo Ino, habiéndolo escuchado—. ¡Creo que está todo el mundo en la aldea!
—¡Yosh! ¿Por qué no vamos al restaurante de la familia de Chouji?
Estuvieron hablando unos minutos más, acordando que ellos avisarían a los otros para comer dentro de unas horas, y los dejaron ir después de darles un par de abrazos más. Caminaron por la aldea viendo como algunos empezaban a reconocerlos, con expresiones sorprendidas y sonrisas. Algún que otro los saludó mientras que otros asintieron en su dirección. Tardaron bien poco en llegar a su destino. La secretaria/ninja de incógnito los reconoció, sonriente, y los hizo pasar al acto.
Adentro, estaban esperando ya toda la troupe. Tsunade-sama, Shizune, Shikaku, Jiraiya, el comandante Ryu, Inochi e Itachi. El único que no estaba presente, y a quien más quería ver, era Kakashi. No le dio tiempo de pensar en él ya que su maestra se levantó de la silla con expresión complacida. Cruzó los pocos pasos que los separaban y la abrazó fuertemente.
—¡Equipo 7! Bienvenidos de nuevo a Konoha.
—Seina —saludó Shikaku, con una sonrisa entre divertida y complacida.
—Os estaréis preguntando dónde está Kakashi. Hace un par de semanas que se fue de misión. Debería faltarle bien poco para regresar.
Seina no sabía cómo sentirse. Una gran parte de ella estaba decepcionada porque tendría que seguir esperando, pero otra parte de ella estaba aliviada para tener unos días para recuperarse de la vuelta. Los sentaron en el sofá para poder hablarles de lo que había ido pasando, en lo que a ellos respectaba, al menos.
—Hemos estado hablando unos minutos con Itachi y ha aceptado someterse a un interrogatorio completo —empezó Tsunade-sama, con rostro serio—. De superarlo, será aceptado en anbu durante 6 meses de forma obligatoria. ¿Lo comprendes, Itachi?
—Perfectamente, Tsunade-sama.
La Hokage le indicó con un ademán de cabeza a Inoichi que procediera. Itachi no se movió de su asiento, escoltado por el comandante Ryu, por si acaso, en lo que duró el interrogatorio. Se mostraba relajado, dispuesto a que exploraran su mente. Después de un rato largo donde todos estuvieron callados, esperando el veredicto, Inoichi abrió los ojos y le quitó la mano de la cabeza.
—Es inocente —dijo nada más mirar a los ojos a la Hokage—. Aunque he encontrado un par de cosas interesantes que de las que me gustaría hablar.
—El genjutsu de Shisui —intercedió Itachi, con voz y expresión neutral. Inoichi asintió.
—¿A qué te refieres?
—Shisui usó un genjutsu indetectable en mí empleando el mangekyo sharingan, una forma avanzada de nuestro dojutsu —explicó escuetamente—. Resulta imposible de saber si las acciones de una persona son voluntad suya o cosa del genjutsu. Su orden antes de suicidarse fue que “protegiera a Konoha”.
—¿Cómo lo has detectado, entonces? —preguntó Shizune.
—Seina —respondió Jiraiya, hablando por primera vez desde su lugar en la pared.
—Ya veo —dijo Shikaku, con expresión calculadora—. Si no me equivoco, eso fue semanas antes de que Danzo te ordenara matar a tu clan, ¿no?
—¿Crees que el genjutsu de Shisui llevó a Itachi a aceptar las órdenes de Danzo?
—Seguramente. Después de todo, para Konoha era más favorable que el clan Uchiha estuviera muerto en ese momento. En cuanto a Itachi le dieron la orden de hacerlo, no importaba de quién viniera dicha orden, es posible que el genjutsu se activara forzándolo a obedecer.
—… —Tsunade-sama suspiró con cansancio—. Shisui cometió un error.
—Fue una decisión desesperada.
—Te lo estás tomando con bastante calma —reconoció la Hokage, observando críticamente a Itachi como si lo estuviera evaluando mentalmente.
—Seina empleó algo llamado terapia con él —explicó Inoichi, quien lo había visto casi todo en su mente—, y bastante bien, de hecho.
—¿De qué terapia se trata?
—Hablar, analizar y conducir al entendimiento. Básicamente.
—Dejando todo esto de lado, ¿Itachi es apto para anbu?
—Sin duda.
La pregunta práctica del comandante anbu, quien había estado callado, recondujo la charla al quid de la cuestión. El equipo 7 entero observaron cómo lo aceptaban de nuevo en anbu para que se ganase durante 6 meses la confianza absoluta de los altos mandos. Seina sabía que lo lograría. De hecho, ahora mismo todos sabían que era solo protocolo, una mera formalidad. Itachi no estaba loco, ni era un psicópata sanguinario ni estaba bajo genjutsu.
—Cuando pasen los 6 meses, Itachi, podremos empezar con la segunda parte de tu plan de integración en Konoha —siguió la Hokage—. Hasta ese entonces, quedas a cargo del comandante Ryu. Vivirás en el complejo anbu, aunque se te permitirá visitar a tu hermano y a su equipo, quienes están al tanto de tu verdadera identidad, pero a nadie más. No metas la pata, Itachi. Todo depende de que ello.
—No la defraudaré.
—Podéis marcharos. Shikaku, tú quédate.
Todos se fueron, salvo la Hokage, obviamente, y el comandante jonin. Itachi asintió en su dirección antes de desaparecer por los conductos secretos detrás del comandante anbu. Su maestra se recostó en el asiento, vistiendo una sonrisa, mientras que Shikaku se sentó en la silla que había dejado vacante Itachi.
—Equipo 7. A partir de hoy volvéis a ser ninjas de Konoha, tal y como lo fuisteis hace 3 años. Jiraiya, seguro que a Shikaku también le gustaría que nos hicieras un resumen breve de sus habilidades.
—Naruto se ha convertido en un experto en taijutsu, también es competente en ninjutsu. En cuanto a Kurama, ha logrado dominar la transformación parcial al completo. Le he enseñado también senjutsu y Seina ha logrado que aprenda a usar un par de cadenas de adamantina. Seguro que me dejo alguna cosa —sonrió travieso el pervertido—, pero dejaré que lo descubráis vosotros.
—Imagino que a Sasuke le habrá enseñado Itachi a usar el sharingan.
—Así es. Se ha convertido en el experto en genjutsu del equipo. También ha conseguido alcanzar bastante a Seina haciendo trampas, copiando ninjutsu con el sharingan. Ah, y ha mejorado mucho en kenjutsu, y taijutsu. Que yo sepa, también le han estado enseñando Seina y Naruto algo de fuinjutsu.
Vo de reojo como sus hermanos aceptaban su valoración en silencio.
—¿Y Seina? —preguntó Shikaku, alzando una ceja en su dirección.
—Heh, aquí viene lo gracioso —suspiró Jiraiya—. No os dije que con Itachi se nos unió su compañero de Akatsuki, Kisame.
—¿Kisame Hoshigaki?
—¿Conoces a más Kisames de Akatsuki?
La Hokage le lanzó la grapadora con toda su fuerza bruta. Por suerte para él logró esquivarla mientras Shikaku escondía una sonrisa. Naruto ni siquiera intentó detener su carcajada.
—¿Y qué tiene que ver Hoshigaki en todo esto?
—Tomó a Seina como aprendiz.
—…
Seina le guiñó un ojo a Shikaku, quien parecía de nuevo exasperado, como solía pasar hacía años.
—Él mismo la nombró la primera espadachina de Konoha, y le regaló la espada Kubukiribocho. Además, le entregó el contrato de invocación de los tiburones y le enseñó todo lo que sabía de taijutsu y ninjutsu. Ahora mismo, el ninjutsu, el kenjutsu y el fuinjutsu son los puntos fuertes de Seina, aunque también hemos entrenado en más campos, y sé que ha entrenado con Itachi su genjutsu. También ha logrado dominar sus 13 cadenas de adamantina.
—¿Y con Kurama?
Jiraiya se giró a mirarla. Kurama, impaciente, saltó de su sello del estómago para sentarse encima de su regazo. A pesar de tener el tamaño de un gato, tanto su maestra como el comandante jonin sabían que era de verdad. Lo observaron sorprendidos durante un par de segundos, antes de recomponerse.
—Así que lo has logrado —dijo Tsunade-sama, con más calma de la que aparentaba—. Bienvenido a Konoha… Kurama.
—Vieja Senju. Por fin nos vemos cara a cara.
La Hokage fulminó con la mirada al bijuu por llamarla vieja, pero no intentó tirarle otro objeto de papelería. Kurama no era Jiraiya.
—Has ayudado a Seina, y de rebote a mí, cuando lo necesitaba así que no te causaré problemas mientras mi jinchuriki esté a salvo —admitió Kurama, relamiéndose los dientes—. Si el viejo decrépito nos ataca, lo mataremos. Quedas advertida.
—Lo he captado.
Shikaku no dijo nada, pero no parecía sorprendido de escuchar las palabras de Kurama. Poco después de eso, les informaron de que tendrían una evaluación física y un mini combate con alguien para poder observar sus progresos.
Notes:
¡El equipo 7 e Itachi han regresado por fin a Konoha! ¿Os lo podéis creer? Porque yo no. Hahaha.
¿Qué pensáis? ¿Kakashi aparecerá en el capítulo siguiente o no? Os leo. ;)
Chapter Text
Después de eso, salieron a la aldea en dirección a su casa. Tenían una hora antes de su reunión con sus amigos así que aprovecharían para dejar todas sus cosas en sus habitaciones y ver cómo estaba la casa.
—¡Demonios! —dijo Naruto, cuando vio cuánto había crecido la hierba—. ¡Mira nuestro huerto! ¡Está descontrolado!
Era cierto. Habían empezado a crecer de todo salvo lo que originalmente plantaron. Por suerte, con su magia pudo podar rápidamente el césped y los árboles que habían crecido sin control. Desvaneció las ramas, hojas y hierba en un segundo. Afortunadamente, tanto la piscina como la casa se habían mantenido en perfecto estado debido a las runas y hechizos que había puesto hacía años.
—Abrid las ventanas para que se airee unas horas.
—Ugh. ¿No puedes hacer nada con el olor a cerrado? —preguntó Sasuke, estornudando a pesar de que no había polvo en ninguna superficie.
Usó sus poderes para adecentar la casa, a pesar de que iba a dejar las ventanas abiertas para que entrara aire limpio. Todo estaba igual. Se notaba que Kakashi, el tiempo que había vivido allí a solas, había ordenado todo antes de volver a su antigua casa. La envolvió la nostalgia cuando vio su antigua habitación. Estuvo redecorando el color de las paredes, marcos de ventana y los azulejos del baño. Lo cierto era que necesitaba un cambio antes de volver a asentarse en su antiguo cuarto.
Unos minutos después, cuando guardó su ropa de nuevo en los armarios y cajones, sacó sus productos de aseo y los organizó en el baño completo, y decoró su cuarto con algunos recuerdos comprados durante sus viajes, salió de su habitación y bajó a la planta principal.
—Deberíamos irnos —avisó a los otros—. Faltan 15 minutos para la cita donde los Akimichi.
—Hn. Voy.
—¿Dónde está Naruto?
—¡Aquí!
Su hermano bajó de dos en dos las escaleras, unos segundos después de Sasuke. Como si lo hubieran pactado, todos se quedaron quietos en mitad del salón mirando los sofás, la isla de la cocina, la mesa de tamaño mediano donde habían comido incontables veces…
—No me puedo creer que estemos aquí —admitió Sasuke—, y para siempre.
—Ni yo.
Tuvieron que salir de la casa a paso ligero para poder llegar a tiempo. En cuanto llegaron a la calle del restaurante vieron a Ino en la puerta con quien solo podía ser Sakura, hablando. Seina alzó una ceja cuando Ino la percibió y miró en su dirección. Sakura, al notarlo, se puso recta. Incluso de lejos pudo ver como tragaba fuertemente, con expresión algo nerviosa.
—Seina —saludó Ino, luego hizo un ademán de cabeza hacia la otra chica—. Sakura quiere decirte algo.
Sakura, en cambio, no dijo nada. Hizo una reverencia profunda delante de ella. A su lado, Naruto y Sasuke observaron el intercambio, callados. Sinceramente, la sorprendió que Sakura no hubiera ni mirado a su hermano, con lo obsesionada que estaba hacía años.
—Siento mucho como me comporté la última vez que nos vimos, Seina-san. Mis inseguridades y mis… celos se apoderaron de mí y me comporté como una idiota. Tampoco debería haber tratado como lo hice a Naruto. Lo siento mucho.
—…Nos pasa a todos. No te preocupes —dijo finalmente, cuando notó que Sakura estaba verdaderamente arrepentida. Naruto la miró a ella, pero Seina se encogió de hombros.
—Aceptamos tus disculpas, Sakura —siguió Naruto, bastante más serio que de costumbre.
Sakura se incorporó, aunque siguió mirando al suelo. En cuanto leyó con más atención la situación supo de qué iba todo esto. Sn duda, durante el tiempo que estuvieron fuera, Sakura había empezado a recuperar su amistad con Ino. Quizás también con los demás. Ahora, con su presencia en la aldea, siendo el equipo al que Sakura trató peor de todos, eso los ponía en una incómoda tesitura ya que, si habían aceptado a Sakura, y su equipo no la quería cerca, ¿quién era el que tenía que alejarse? ¿Ellos, que habían sido amigos de todos antes que Sakura? ¿O, Sakura, a quien al parecer habían acabado aceptando en los últimos años?
Miró a Ino, quien, obviamente, se dio cuenta de que lo había captado todo. Si ahora no invitaba a Sakura, seguro que ella se iría. La cuestión era: ¿le importaba tener a Sakura cerca? Nunca había pensado mucho en ella, salvo porque al final intentó pegarla y se estaba convirtiendo en un verdadero estorbo, así que no estaba particularmente resentida con su presencia. Lo que sí que la molestaba era la manipulación de Ino. Podía haberse acercado con Sakura en cualquier otro momento para que se disculpara y darles tiempo a aclimatarse a su presencia. Trayéndola con ella a la puerta del restaurante la estaba obligando a aceptar a Sakura o a sentirse culpable al ser ella la que estaba rechazando su incorporación al grupo.
—¿Por qué no te unes a nosotros, Sakura? —preguntó finalmente, con voz y expresión neutral.
—¿En serio?
—Claro.
Le dio un empujón mental a Naruto para que la distrajera hablando, y para que entraran primero. Sasuke entró segundo, mirando de reojo por encima de su hombro. Ella entró la tercera, acompañada de Ino. Se inclinó discretamente hacia ella.
—No vuelvas a hacerlo —susurró, más enfadada de lo que había previsto.
Ino no se estremeció, pero estaba tan cerca de ella que vio como se le ponía el bello de punta al escuchar su voz algo siniestra cerca de su oído. Kurama siseó en su interior, irritado porque una mocosa de 16 años pensara que podía manipularlos.
—Lo siento, pero sabía que era la forma más rápida —se disculpó Ino, en voz baja.
Seina no dijo nada, a pesar de que le hubiera gustado decir que le importaba una mierda. Ino acababa de perder parte de la confianza que le tenía con ese jueguecito. En cuanto entraron en la sala reservada de los Akimichi se hizo un silencio de un segundo antes de que varía gente saltara de sus asientos para abrazarlos. Había tanta gente hablando, riendo y casi llorando que casi no podía distinguir lo que se estaba diciendo. Después de ser abrazada por varia gente, se sentó al lado de Shikamaru, viendo como Ino se sentaba en la otra punta.
—Le dije que no lo hiciera —suspiró él, viendo como Ino parecía rehuir su mirada—. Lleva semanas estresada por lo que pudiera pasar.
—Hn.
Entendía las palabras de Shikamaru, pero eso no quitaba que le había dolido como la había usado. Shikamaru suspiró de nuevo, pero no dijo nada más. Neji, Sasuke, Hinata y Tenten se sentaron cerca de ellos, quedando los otros repartidos en toda la mesa.
—Cuando Ino me ha dicho que regresasteis me he alegrado mucho —dijo Hinata, con una sonrisa gentil y bastante más confianza que hacía 3 años.
La felicidad genuina de Hinata, así como el asentimiento de cabeza de los demás le hizo olvidar lo que había pasado minutos antes. Ino era joven y podía imaginar lo que había sentido últimamente sabiendo que sus grupos de amigos iban a colisionar estando ella en medio. No le gustaba lo que había hecho, pero sabía por qué lo había hecho así. Ambas sabían que a Seina, Sakura le era indiferente, pero para Sakura lo que el equipo 7 pensara o hiciera sí que la afectaba. Bastante más, comparativamente.
Era más fácil hacer que Seina aceptara a Sakura que pedirle a Sakura que se alejara un tiempo. Asimismo, podía imaginar lo que hubiera supuesto para una adolescente perder su nueva red de amigos por algo que hizo siendo una cría de 12 años. ¿Hubiera sido entendible que Seina no la perdonara por alzarle la mano e intentar humillar a Naruto? Sí. ¿Era justo juzgar a la Sakura de ahora por algo que hizo cuando era niña, y más gilipollas? Quizás no. Suspiró viendo que no tenía sentido enfadarse con Ino. ¡Incluso le había pedido perdón al instante!
Buscó la mirada de Ino de forma discreta, al otro lado de la mesa. En cuanto cruzaron miradas, antes de que pudiera apartar su rostro, Seina asintió ligeramente con una sonrisa. Ino pareció relajarse en su asiento, sonriendo más genuinamente al saber que la había perdonado. Demonios. No llevaba ni un día en la aldea y ya la estaban atrapando sus amigos adolescentes en sus dramas.
Volvió a prestar atención a la conversación que la rodeaba.
—Visitamos prácticamente todo el país del Fuego —explicó Sasuke, bastante menos antisocial que antes—, aunque gran parte del tiempo lo pasamos en el país de los Remolinos.
—He escuchado lo que habéis montado allí —dijo Neji.
—Creo que todo el mundo lo ha escuchado. Me extraña que nadie haya intentado sabotearos.
Seina alzó una barrera mágica para evitar que los escucharan. Sasuke pestañeó al sentir su magia. Había pasado tanto tiempo a su lado, usando su magia, que había empezado a sentir cuando la usaba en forma de barreras. Quizás porque él estaba dentro de su círculo mágico.
—Lo intentaron —bufó una risa mientras lo decía. Los demás se callaron al escucharlo—, pero mis protecciones los detuvieron en la playa.
—¿Los detuvieron cómo? —preguntó Kiba.
—Me temo que quedaron más crujientes que la carne del yakiniku —rio Sasuke, sonriendo de oreja a oreja.
Seina empezó a reírse también. No sabía por qué, pero le hizo mucha gracia pensar en los cadáveres de sus enemigos como una brocheta de pinchitos a la brasa. Más de uno se estremeció al escucharlos reír maliciosamente. Naruto solo rodó los ojos, exasperado, pero más que resignado y acostumbrado por la sed de sangre del resto de su equipo. Su hermano se hacía el inocente, pero tanto Sasuke como Seina sabían porque eran un buen equipo. En su fuero interno, Naruto era igual de violento que ellos, simplemente reservaba esa violencia para cuando intentaban herir a sus seres queridos.
—A ti también debería hacerte gracia, Hina, la mayoría eran de Kumo.
—¿De Kumo?
Algunos intercambiaron miradas algo preocupadas.
—Nos deshicimos de los cadáveres así que no tienen pruebas —movió una mano, desinteresado, Naruto—. Después de unas semanas se dieron cuenta de que sus equipos no regresaban y dejaron de enviar a ninjas.
—¿Por qué siempre estás metidos en algo? —preguntó Chouji, como si nada, comiendo con los palillos su arroz.
—Cosas que pasan.
Les estuvieron explicando lo que habían hecho en los últimos años. Algunos ascendieron a jonin, Sakura ascendió a chunin junto a Karin, Hinata había conseguido afianzar su posición como heredera del clan después de derrotar a su hermana pequeña, siguieron entrenando juntos un lunes de vez en cuando, cuando podían… Lo más interesante fue enterarse de la relación de Karin con Shino. Obviamente había tenido una idea gracias a Kakashi, pero fue la misma Karin la que confesó que era cierto.
—¿Y va muy en serio? —preguntó a Shino.
—Quizás algún día necesite hablar contigo.
Algunos empezaron a silbar al escuchar las palabras de Shino. Si quería casarse con Karin, tendría que hablar con el/la líder del clan. De momento, ella. Karin parecía encantada, sonrojada pero sonriente. Naruto y ella sonrieron en su dirección, alegres porque Karin hubiera dejado totalmente su pasado con Orochimaru y se hubiera adaptado al completo a Konoha.
—¿Y los demás? ¿Alguna relación de la que debamos enterarnos?
Todos se giraron a mirar a Shikamaru, quien suspiró.
—Qué poco discretos… He estado saliendo, más o menos, con Temari. Desde que su hermano es el Kazekage hace misiones diplomáticas entre Suna y Konoha. Aun así, de momento no es nada serio considerando que no vivimos cerca. Es algo… problemático.
—Ya veo. Sea como sea, me alegro por ti, Shika.
Escuchar como sus amigos empezaban a salir con gente, a hacer sus propias vidas, la hizo feliz. A pesar de que habían sido y eran niños soldado seguían viviendo felizmente sus vidas. A ellos no les preguntaron. Todos sabían que se querían como hermanos, y habían estado 3 años fuera de Konoha así que no tenía sentido. Oh, como se reiría cuando regresara Kakashi y pudiera coger su mano en público.
Unas horas después, se despidieron prometiendo que se verían pronto para entrenar y combatir entre todos. Como solían hacer. En cuanto echaron a andar fueron parados por otra persona.
—¡Seina! ¡Mira, Raido! —exclamó Genma, arrastrando a un sonriente Raido—. ¡Te dije que era ella!
—Ya lo sé.
—¿Cómo has estado?
Se quedó hablando con Genma unos 5 minutos antes de despedirse. Decidieron teletransportarse para regresar a casa antes de que alguien pudiera pararlos en mitad de la calle nuevamente.
—Uf. Estoy lleno —se quejó Naruto—. ¿Habéis visto a Karin con Shino? ¡Quién lo iba a decir!
En realidad, Seina podía comprender por qué Karin lo encontraba tan atractivo. Era guapo, atlético, con un tono de voz interesante, inteligente, poderoso… Era como Sasuke, pero más accesible. Además, seguro que lo que más le había llamado la atención de Shino a Karin eran sus kikaichu. Para Karin debían ser como percibir un cielo estrellado, o algo parecido.
—¿Qué ha pasado antes con Sakura e Ino?
La pregunta de Sasuke acalló a Naruto. Su hermano no parecía haberse dado mucha cuenta de lo que pasaba, ni se había acordado de ello, hasta que sacó el tema Sasuke. Les mostró lo que había pasado desde su punto de vista, algo indiferente y exhausta del tema. Naruto frunció el ceño al darse cuenta de las acciones de Ino mientras que Sasuke parecía incluso más indiferente que ella.
—En cierto modo, me alegro de que Sakura os haya pedido perdón y que a mí me deje en paz. No he hablado ni 3 frases con ella así que a lo mejor se ha dado cuenta de que no me conoce de nada —se encogió de hombros Sasuke.
—Puede ser. Sinceramente, Sakura me da un poco igual. Aunque si Ino se ha hecho amiga de ella de nuevo seguro que significa que ha cambiado. Ya lo veremos.
Pasaron las siguientes horas en la casa, disfrutando de no hacer nada, cuando le llegó una de sus invocaciones. Extrañada, la recibió en la ventana.
—Kakashi ha regresado. Está malherido en el hospital. S.
En cuanto leyó esas pocas palabras se le aceleró el corazón. Le entregó la nota a Naruto, quien se había acercado a su lado ante su repentino silencio.
—¡Sasuke! ¡Kakashi-sensei está herido en el hospital! —llamó su hermano.
—¿Qué? ¿En serio?
Se levantó del sofá, y pocos segundos después se encontraron en la puerta del hospital. Hizo caso omiso de las expresiones de sorpresa al verla entrar por la puerta casi 3 años después. Se acercó a Keiko, la recepcionista, y le preguntó por Kakashi.
—Está siendo operado de urgencia por Tsunade-sama. Planta 3, quirófano 5.
Caminaron hasta allí a paso rápido, pero no los dejaron pasar. Normal, una vez que se cerraba la puerta de un quirófano era mejor no distraer a los profesionales. Sobre todo, si se trataba de una operación urgente. Esperaron allí durante un par de horas, sentados en las sillas de la sala de espera.
—No creí que pasaría toda la tarde en el hospital el primer día de regreso. ¿Qué creéis que habrá pasado?
—Seguro que algo salió mal en su misión.
Seina no habló, pero concordaba con Sasuke. A medida que pasaba el tiempo sin noticias de nadie, intentó no preocuparse demasiado y no pensar en nada negativo. Su maestra no iba a permitir que muriera y, de necesitar más ayuda seguro que sabía que ella estaba allí. Cuando se hizo de noche, Naruto se recostó en su asiento, pidiéndole mentalmente que se lo retocara para que fuera más cómodo, y se fue a “dormir”, a pesar de que sabía que al menor estímulo se despertaría. Sasuke, a su lado, dejó que se recostara en él como un cojín mientras estaba sentado recto, pero con los ojos cerrados.
No supo cuánto tiempo pasó mientras esperaban noticias, pero finalmente la puerta del quirófano se abrió y salió de allí su maestra con Kakashi en una camilla, cubierto por una sábana blanca de pies a nariz. Se puso recta mientras contemplaba al hombre al que amaba ser trasladado inconsciente a una habitación individual, como lo eran la mayoría de habitaciones de la planta ninja. Pequeñas, pero privadas. No había peor paciente que un ninja herido, después de todo.
Tsunade-sama se le acercó.
—Equipo 7. Seguidme a su habitación. Sois los más cercanos a él así que os daré su parte —la acompañaron a la habitación que le habían dado, viendo como lo conectaban a unas máquinas y le comprobaban los goteros. Pronto los dejaron a solas—. Kakashi está fuera de peligro, pero lleva 2 días inconsciente. Su propio equipo anbu lo trajo de vuelta. Al parecer, la información que recibimos era falsa, una trampa.
—¿Y cómo ha acabado así?
—Según los informes, llevaba días con bajas reservas de chakra. En el último ataque salvó a sus compañeros de equipo a costa de agotar sus reservas y de llevarse él el golpe antes de que pudieran huir.
Seina se puso a su lado, observando el rostro pálido de Kakashi bajo la luz tenue de las luces de noche. Lo examinó con su magia para asegurarse de que estaba bien. Estaba tratado, como era de esperar viniendo de Tsunade-sama, pero seguía inconsciente. Escuchó la valoración final de su maestra antes de que los dejara solos con su antiguo jonin sensei. En cuanto se fue usó su magia para bajarle la inflamación de algunas heridas, curarle algunos hematomas y hacer que durmiera más relajado. Entendía por qué la Hokage no lo había tratado del todo. Un poco más de chakra y podía desestabilizarlo, y perder todo su progreso.
—¿Cómo está? —preguntó en voz baja Sasuke, pasándole un brazo por encima de los hombros y estrechándola contra él a modo de consuelo.
—Está. Despertará cuando su cuerpo se recupere.
—¿Qué vamos a hacer? ¿Nos turnamos? —preguntó Naruto. Vio como asentía—. Entonces, si queréis puedo quedarme yo primero, y os aviso mentalmente si se despierta.
—Dejaré un clon contigo, por si acaso.
Ni Sasuke ni Naruto discutieron con ella. En realidad, sabía que no iba a despertar en un día, quizás más, así que no le importaba que Naruto se quedara con él para empezar. Se fueron a casa después de poner unas cuantas barreras de protección por todas las superficies, y de conjurar un sofá cama tremendamente cómodo para Naruto. Tenía consigo su riñonera con todo tipo de cosas para distraerse así que se marcharon del hospital, no sin antes traerle bastante comida de la cafetería.
Sasuke no dijo ni pío cuando aparecieron en casa y se fue directa a su cuarto. Necesitaba relajarse y pensar en lo que había sucedido en pocas horas. Su baño duró un rato largo.
—Seguro que se recupera pronto. Kakashi no es un hombre cualquiera.
Seina sonrió débilmente ante las palabras de consuelo de Kurama. Aun así, cuando notó que necesitaba estar sola, se fue a dormir en su interior para darle intimidad. No podía creer que por fin había tenido a Kakashi delante de ella y ni siquiera había sido capaz de tocarle la cara estando Naruto y Tsunade-sama delante. Ni siquiera la había visto ni era consciente de que ella estaba allí después de tanto tiempo.
Sorbió las lágrimas, diciéndose que era inútil llorar, y cerró los ojos para recordar el rostro de Kakashi. No había cambiado mucho. Su aspecto era ligeramente más maduro, pero era un ninja que cuidaba su cuerpo así que seguía siendo devastadoramente atractivo. Su cabello estaba un poco más corto en comparación y su tez algo más pálida después de tanto tiempo bajo una máscara. Aun así, aun considerando todas esas pequeñas diferencias, seguía siendo el hombre al que quería.
Se fue a dormir sin cenar, pero sintiéndose mejor al darse cuenta de que, en realidad, las cosas no eran tan distintas como se había imaginado.
Al día siguiente, se despertó al alba con su estómago rugiendo. Era su cumpleaños, pero lo último que quería era celebrarlo.
—Naruto no nos ha dicho nada. ¿Crees que seguirá inconsciente?
—En coma —corrigió ella—. Y sí.
—Le diré a Ino y a los demás que estamos en el hospital.
Sasuke se estaba ofreciendo, él solito, a acercarse a Ino para que ella pudiera ir a ver de nuevo a Kakashi. Sonrió débilmente en su dirección, agradeciéndoselo silenciosamente, y asintió. Tardó poco en desayunar y en vestirse de nuevo con ropa de “calle”, aunque con su banda ninja. Llevaba años sin poderse el uniforme así que se esperaría hasta que tuviera la primera misión de nuevo.
—Me voy. ¿Nos vemos luego?
Sasuke asintió. Se presentó en la habitación privada de Kakashi unos segundos después. Naruto estaba despierto, bostezando, pero atento. Kakashi no parecía haberse movido de su posición en toda la noche. Pensamiento que afirmó Naruto con un asentimiento de cabeza.
—Vete a duchar y a desayunar, Naru. Yo me quedo aquí y en cuanto termine de contarles Sasuke a los otros lo que ha pasado vendrá a hacerme compañía.
—¿Estás segura?
—Sí.
El día de su cumpleaños pasó lento, en el hospital. Sasuke regresó con unas cuantas palabras de felicidades de sus amigos, pero nadie los molestó. Al día siguiente todo seguía igual, salvo por los ramos de flores que le habían empezado a traer a Kakashi mientras ellos se turnaban para protegerlo debido a que estaba totalmente inconsciente. Pasó un tercer día, luego un cuarto, un quinto…
Para el sexto día Tsunade-sama les dijo lo que ella misma había empezado a creer, que pronto despertaría. Podía notar como estaba prácticamente recuperado en cuanto a su chakra. No sabía qué demonios había estado haciendo para quedarse sin reservas cuando sabía que Kakashi no era precisamente alguien con reservas mediocres. El hecho de que supiera que iba a despertar no quitaba que estuviera preocupada y triste porque su regreso fuera de esta forma, pero, ¿qué podía hacer?
Notes:
¡No me matéis! :( Ya tenía pensado el regreso hace mucho tiempo y no iba a cambiarlo, hahaha. ¿Qué os parece la incorporación de Sakura? ¿Podrá redimirse de su comportamiento de hace años o seguirá siendo una niñata?
Chapter Text
Nunca lo hubiera imaginado. Había regresado. Estaba en casa. Por fin. Lo último que hubiera esperado al volver era que Kakashi regresara de una misión inconsciente y malherido, pero ahí se encontraba. Parada frente a la ventana al lado de la cama esperando que despertara del coma. Lo peor era saber que no había nada que pudiera hacer porque no era un coma inducido. Simplemente tendría que despertarse por su propia cuenta. Por suerte, sus conocimientos médicos le habían insuflado esperanza mientras esperaba porque cada día mejoraba y presentaba respuesta ante estímulos. Pronto se despertaría. Estaba segura. Tsunade-sama estaba segura.
Le tocó el cabello con una mano temblorosa. Sentía dentro de sí un tremendo caos que solo se pondría en orden cuando Kakashi abriera los ojos, la mirara y comprobara que seguía queriéndola después de 3 largos años separados… Las cartas habían sido una tabla de salvación. Un trago de agua para un hombre sediento en pleno desierto. Solo suficientes para seguir viviendo un poco más hasta la próxima carta. Suficientes para no desfallecer. Ahora que lo tenía delante ni 50 cartas hubieran servido para atajar su desesperación.
Le recolocó de nuevo la sábana a pesar de que su rostro estaba cubierto para darle privacidad. Por suerte, como su condición era estable y ella era una iryo nin experta, nadie entraba en la habitación cuando ella estaba presente, que era básicamente todo el tiempo, salvo cuando se turnaba para dormir con Sasuke y Naruto; habría podido usar sus clones, pero no había nada igual para descansar la mente que dormir ella misma. Ni siquiera Tsunade-sama la había animado a marcharse a su casa. Tal vez porque sentía que no iba a hacerle caso hasta que no abriera los ojos y la reconociera. Le dio un beso en la frente y volvió junto a la ventana. Esta noche le tocaba a ella quedarse.
Contempló la parte frontal del hospital con la luz tenue del atardecer, observando el mundo exterior por la apertura entre las cortinas blancas. No tenía ganas de volver a sentarse en la butaca ni de dormir en el sofá conjurado. Tenía demasiado energía y no podía gastarla en nada ni con nadie. Las horas pasaron mientras pensaba en cuánto había cambiado, y lo familiar que le resultaba Konoha. Algunos edificios eran nuevos. Otros habían sido reparados. Había tiendas nuevas, otras habían cerrado. Nuevos civiles paseaban por las calles. Nuevos genin, nuevos chunin, nuevos jonin. Nuevos nombres en la placa de ninjas caídos. No podía creer que tenía ya 16 años y no había sido capaz de celebrarlos con su eq-…
Percibió el cambio al instante. Se quedó quieta como una estatua al darse cuenta de que Kakashi estaba despertando a sus espaldas. El momento que había deseado desde que regresó y se enteró de la noticia. Sin embargo, en ese preciso instante, se sintió poco preparada para darse la vuelta. La pilló por sorpresa. Una vez más. Había imaginado su reunión incontables veces. El hospital había destruido todas las simulaciones mentales que había preparado. Ahora no sabía cómo responder.
—…¿S-Seina? —llamó en un murmullo incrédulo Kakashi a sus espaldas, con la voz ronca por el desuso.
No tuvo que verle la cara para percibir su atónito. Lo pudo escuchar en su voz. Como si creyera que estuviera soñando. Se giró a mirarlo, enfundándose de valor. Kakashi intentó incorporarse dolorosamente sin mucho éxito. Antes de que pudiera hacerse más daño, se encontró al lado de su cama, empujándolo suavemente contra el colchón. Los ojos, uno gris y uno negro, de su antiguo maestro la miraron fijamente, como si no pudiera creer lo que estaba viendo.
—Soy yo —aseguró, ahogando un sollozo—. He vuelto.
Se hizo un silencio mientras Kakashi interiorizaba sus palabras y su presencia. Observó cómo tragaba fuertemente, recomponiéndose, sin dejar de mirarla. Casi como si no pudiera creerlo.
—No sabes cuántas veces he deseado volver a verte —dijo con un temblor en la voz—. Casi me vuelvo loco. No te haces una idea…
—Oh, mi amor. Lo sé. Lo siento. Cada día deseaba poder estar contigo —confesó, tocándole cabello y observando cómo cerraba los ojos ante su caricia—, pero ahora estoy aquí. Ya no hace falta que sigas torturándote en anbu. Puedes regresar conmigo.
Kakashi dejó escapar un sonido mitad risa mitad sollozo al escuchar su admisión en voz alta de que anbu era una tortura auto impuesta para distraerse de su pérdida. Abrió los ojos, sonriendo por primera vez.
—Esta última vez creí que no volvería a verte —confesó, cogiéndola mano y acunándosela.
—Pero estás aquí —se cernió sobre él—, y yo estoy aquí.
Posó sus labios sobre los de Kakashi, sintiendo como cerraba los ojos ante su beso. Al principio fue gentil, solo una presión de sus labios, hasta que sintió la lengua de Kakashi acariciar su boca por primera vez. Abrió la boca sin pensárselo dos veces. No supo cuánto tiempo estuvieron besándose de verdad por primera vez. Ni siquiera le importó que fuera en el hospital con él convaleciente. Durante esos exquisitos minutos perdió el hilo de sus pensamientos. Solo pudo sentir la mano en su rostro, una lengua contra la suya, unos labios besarla incontables veces como si no quisieran dejarla ir.
Cuando se separaron notó su respiración laboriosa y el aliento de Kakashi sobre sus labios. Le dio un último beso en los labios, le besó la mandíbula, los pómulos, la frente, la cara entera… pero supo que tenía algo más prioritario. Como darle agua con una pajita y comprobar que estuviera bien. Lo dejó beber despacio, sin apartar sus ojos violetas de los ojos divertidos de Kakashi, quien la miraba recostado sobre un par de cojines con una sonrisa alrededor de la pajita.
—¿El veredicto?
—Sobrevivirás.
—Perfecto. Ven aquí —pidió, acercándola más a él como si no estuviera sentada a su lado en la cama.
Acabó recostándose sobre su pecho, con cuidado de no tocar las zonas recién operadas todavía algo sensibles. Los brazos desnudos de Kakashi la rodearon y sintió la mandíbula del jonin sobre su cabeza.
—No puedo creer lo mucho que te ha crecido el pelo —dijo, acariciándoselo.
—Han pasado 3 años. Tendrás que volver a conocerme de nuevo.
—…Y, aun así, sigues llevándolo.
Seina alzó su mano izquierda. Miró el anillo que le había regalado. El mismo anillo que había protegido con hechizos y que no se había quitado en 3 años. El anillo que solo podían ver él y ella, por el momento.
—Te dije que sí. No he cambiado de opinión. ¿Y tú?
—Claro que no —Kakashi le alzó la barbilla para poder mirarla a los ojos—. Por si no te has dado cuenta… te amo.
Se quedó helada al escucharlo. En todas las cartas y en sus anteriores citas, Kakashi nunca lo había dicho en voz alta. Nunca. Le había dicho que estaba enamorado de ella, pero jamás dijo las palabras mágicas. Había empezado a creer que tardaría algún tiempo en escucharlas, siendo honesta.
—¿Por qué ahora? —preguntó finalmente, con voz algo temblorosa.
—Porque de haber leído que tú también me quieres por carta, estando tú tan lejos durante tanto tiempo… Habría perdido la poca cordura que me quedaba. Necesitaba decírtelo a la cara. Mirarte a los ojos, y no quiero esperar más —le confesó. La mano bajo su mandíbula le acarició un pómulo mientras se miraban—. Seina. Te amo.
Notó como le brotaban las lágrimas ante la confesión. Todos los sentimientos que había mantenido a rajatabla gracias a la oclumancia salieron a la luz de golpe.
—Yo también te amo, Kakashi. Quiero pasar el resto de mis días contigo.
Vio como pestañeaba, intentando frenar las lágrimas, pero no pudo ocultar el brillo de sus ojos heterocromos. Al final, le cogió la mano y le besó el anillo antes de darle un beso corto en los labios.
—No quiero esperar más —confesó ella, casi suplicante.
—Ni yo. ¿Quieres casarte conmigo? ¿Pronto?
Seina casi se atragantó al escucharlo otra vez, pero, ver su rostro serio, se dio cuenta de que no era una broma. Quizás se había vuelto completamente loca, pero… asintió, sintiéndose más feliz que en mucho tiempo.
—Sí. Si quiero.
Los labios de Kakashi chocaron contra los suyos de golpe, tomándola por sorpresa. Rio contra su boca, notando su sonrisa.
—Repítelo —pidió, besando su cara.
—Si quiero —rio de nuevo—. En cuanto salgas de aquí, si quieres.
—¿En serio? —se separó para mirarla a la cara—. Normalmente esas cosas llevan un tiempo planificarlas.
—No tiene por qué ser una ceremonia grandiosa. Solo haría falta alquilar un sitio para llevarlo a cabo, el catering y la ropa. Las mesas y toda la decoración puedo hacerla fácilmente.
—Podríamos usar el complejo del clan Hatake —dijo Kakashi después de pensárselo a penas unos segundos.
—¿Estás seguro? —preguntó, acariciándole el rostro y el cabello.
—No quiero seguir huyendo de una casa. Podemos reformarla y celebrar allí la boda. Así tendría algo feliz que asociar al edificio—aseguró, apretándola contra su pecho.
—Está bien.
Se quedaron en silencio, asimilando todo lo que acaba de pensar. Kakashi cerró los ojos, descansando un poco de su coma mientras ella continuaba sentada a su lado con su cuerpo tendido sobre su pecho, entre sus brazos. No supo cuánto tiempo estuvo acariciándole el pecho y el brazo que lograba alcanzar. Seguramente bastante. Unos golpes en la puerta hicieron que se despertara totalmente alerta. Kakashi la apretó contra él un segundo, antes de relajar sus brazos. Sabía que le estaba dando a elegir, pero no se movió de su sitio. En cuando Kakashi pareció entenderlo, sus brazos la apretaron de nuevo fuertemente contra su cuerpo.
—Adelante.
Era la Hokage acompañada de Jiraiya, quien todavía no se había ido. Lo supo por un reflejo en las ventanas frente a ella, y por sus presencias. Se quedaron de pie, parados frente a la puerta, seguramente contemplándolos. Seina no pudo suprimir una sonrisa al darse cuenta de que lo de esconderse ya era agua pasada.
—Me debes 10000 ryo —dijo Jiraiya a Tsunade-sama.
En cuanto lo escuchó bufó una risa, girando su rostro para el otro lado. Vio la cara divertida de Jiraiya y la expresión exasperada de Tsunade-sama. Aun así, parecía más contenta que irritada.
—Me preguntaba cuándo llegaría el día.
—¿Lo sabía? —preguntó con poca sorpresa Kakashi—. ¿Por qué no dijo nada?
—Kakashi, nadie pide volver a entrar en anbu el mismo día que se separa de una persona querida si no siente algo profundo —rodó los ojos Tsunade-sama—. Además, quizás creías que me engañabas, pero he visto cómo mirabas a Seina con ojos de cordero degollado mil veces. Al principio dudé sobre si intervenir, pero vi que no era lo que uno podría pensar… De haber sido cualquier otra kunoichi de la edad de Seina, salvo ella, bueno, sería muy distinto.
Seina volvió a bufar una risa con algo de sorna. Eso llamó la atención de la Hokage.
—No creas que puedes engañarme tú tampoco —la apuntó con un dedo—. Me has estado escondiendo algo. Por suerte para ti, te quiero como a una hija.
—Entonces no le importará casarnos —anunció Kakashi, el muy trol.
Tsunade-sama se atragantó a la vez que Jiraiya los miraba con la mandíbula descolgada. Seina todavía se estaba recuperando de la declaración de su maestra. ¿En serio la veía de esa forma? Empezó a sonreír al darse cuenta de lo querida que era.
—¡Eso sí que no me lo esperaba!
— No quería que se enteraran sin estar tu presente —dijo Seina a Kakashi cuando se giró a mirarla.
—¡Un momento! ¿¡Cómo que casaros!? —le preguntó su maestro pervertido, con expresión atónita.
—Kakashi me ha pedido matrimonio —sonrió ella, levantando la mano izquierda para que vieran la sortija que ya no tenía por qué esconder—. Obviamente he dicho que sí.
—Minato me mataría si dejara que su princesa se casara antes de los 40 años —lloró Jiraiya.
Tsunade-sama le dio una colleja antes de acercarse a ellos, cerrando la puerta detrás de sí. Seina hizo ver que el hombre adulto de casi 2 metros no estaba llorando a moco tendido como en una telenovela barata mientras que Kakashi simplemente rio.
—Enhorabuena, Seina, Kakashi.
—¡Ya verás la cara que pondrán el grupo de idiotas! —exclamó de nuevo Jiraiya, volviendo en sí.
—¿Grupo de idiotas?
—Se refiere a Sasuke, Naruto e Itachi. Y Kisame, cuando le llegue el rumor—rodó los ojos ella, ignorando el susurro de “tiburón de secano”.
—Tienes que contármelo todo —sonrió con expresión divertida, colocándole un largo mechón de cabello tras la oreja.
—Sois adorables —sonrió de oreja a oreja la Hokage—. Y, por cierto, no creas que no estoy viendo tu cara, Kakashi. Con razón Seina ha accedido a casarse contigo.
Seina se quedó el resto de la mañana con Kakashi, ayudándolo a recuperarse. Necesitaría empezar a entrenar de forma ligera durante un par de semanas antes de volver a entrenar de forma habitual. Las misiones, de momento, estaban descartadas. Ese mismo día Tsunade-sama le dio el alta.
—¿Sabes que hace 2 años que no piso la casa? —dijo Kakashi—. No era capaz.
—¿Y ahora?
—Ahora solo quiero volver a casa, contigo.
Se inclinó para darle un corto beso. Rio contra sus labios cuando una mano en su cabello no quiso que se separara. No dijo nada más, pero había escuchado la diferencia entre “la casa” y “a casa” cuando hablaba de una casa sin ella o con ella. Inconscientemente, o quizás lo sabía, Kakashi se había delatado a sí mismo respecto a lo que consideraba “casa” de verdad.
—Tienes que vestirte y tenemos que salir de aquí.
—Siempre creí que sería al revés —sonrió descaradamente cuando le metió el jersey por la cabeza.
—Quizás la próxima vez —dijo ella, guiñándole el ojo.
Escucharon los pasos rápidos de alguien acercarse a la habitación. Seina le bajó el jersey al mismo tiempo que se incorporaba, girándose hacia la puerta. Por fortuna, no tuvo que matar a nadie. Era Guy.
—¡KAKASHI! —gritó nada más verlo despierto, de espaldas.
Seina le entregó la máscara, sabiendo que no iba a girarse hasta que tuviera el rostro cubierto. Guy, sin embargo, la estaba mirando a ella fijamente. Alzó una ceja.
—Seguro que se está preguntando qué sucede —le dijo Kakashi, al mismo tiempo que se giraba en la cama—. Hola Guy.
—He venido en cuanto me he enterado —aseguró su eterno rival, con el rostro serio—. Me alegra verte despierto. Y con Seina.
Seina sonrió cuando Kakashi la abrazó, acercándola a él, ante la mirada atónita de Guy. Vio la ceja alzada de Kakashi, con una pregunta clara en sus ojos, y ella asintió.
—Considérate invitado a nuestra boda.
—¿¡B-B-BODA!? —gritó Guy y luego se puso a llorar. Ríos de lágrimas le salieron de los ojos—. ¡No me lo puedo creer! ¡Mi eterno rival ha encontrado el amor definitivo!
—Me gustaría decírselo primero a Naruto y a Sasuke, y a los otros —dijo ella—. ¿Podrías guardar el secreto mientras tanto?
—¡Cuenta conmigo! —exclamó Guy, alzando un pulgar y guiñándole un ojo.
Seina llamó mentalmente a Sasuke y a Naruto, avisándolos de que Kakashi estaba despierto. Escuchó un par de confirmaciones de que regresarían a la casa para poder hablar con él. Mientras recogía el par de cosas que había traído consigo al hospital para hacer su espera más llevadera, Kakashi y Guy estuvieron hablando.
—Bueno, ¿nos vamos? —preguntó con una sonrisa.
—Sí.
—Nos vemos pronto, Kakashi. Te deseo una rápida mejora —dijo Guy, marchándose de allí.
—Ya he hecho todo el papeleo. Podemos irnos sin más.
—¿Hiraishin?
—Hiraishin.
Dejó que apoyara su cuerpo contra ella, abrazándola, y moldeó el chakra en un milisegundo. Un milisegundo después, se encontraron en casa. Naruto y Sasuke los habían estado esperando.
—¡Kakashi-sensei! ¡Por fin has despertado!
—Veo que no has aprendido a usar voz de interior —rio Kakashi, aceptando un abrazo.
—Me alegro de que estés despierto.
—No me puedo creer cuánto habéis crecido —sonrió Kakashi, mirando de uno al otro.
Seina lo ayudó a sentarse en el sofá, dejando las cosas sobre la mesita de café. Una mano cogió la suya más rápido que el rayo. Era Sasuke, examinándole el anillo con ojos abiertos y fijos.
—¿Eso es un anillo? —preguntó Sasuke, pestañeando con sorpresa. Luego se giró lentamente a mirar a Kakashi—. Un anillo de compromiso.
—¡Sasuke! —recriminó ella, dándose cuenta de que se le había adelantado antes de que ella pudiera explicarle la verdad a su hermano mellizo. Sasuke hizo un gesto de disculpa casi imperceptible—…
—¿¡NANI!? —gritó su hermano, haciéndola reír—. ¡P-p-pero si acabamos de llegar!
—Naruto, mira que eres idiota… —suspiró Sasuke—. Es cosa tuya, ¿verdad?
—Sí —respondió Kakashi, sabiendo claramente de lo que hablaba.
—Verás cuando se entere Itachi —sonrió de oreja a oreja Sasuke—. Tiene un enorme complejo de hermana con Seina. No. Verás cuanto se entere Kisame.
Kakashi alzó una ceja en su dirección. Naruto, mientras tanto, seguía en estado de shock. Seina lo observó con atención. No parecía enfurecido, pero sí incrédulo.
—¿¡Me estás diciendo que Kakashi-sensei le ha pedido matrimonio a MI HERMANA!? —gritó su hermano.
—¿En serio no te has dado cuenta de la relación de Seina y Kakashi-sensei? —le preguntó Sasuke, rodando los ojos—. Eres más idiota de lo que creía.
—¡Seina! ¡Dime que es mentira! —suplicó su hermano—. ¡Sólo tienes 16 años!
—Dirás 136 años —intentó bromear, pero Naruto no parecía receptivo—. Es verdad, Naru. Le quiero y él me quiere. Somos felices juntos y nos queremos casar. No quería que te enteraras así pero no sabía cómo decírtelo sin que perdieras la cabeza, justo como ahora.
—…
—Lo siento, Naruto. Solo… dame una oportunidad para mostrarte lo que siento.
Naruto la miró a los ojos y ella abrió su conexión con su hermano y Sasuke. Les enseñó, sin ofrecerles sus momentos privados, la verdad. Quería tanto a Kakashi, de forma genuina, que era imposible que Naruto no se diera cuenta de que no era una broma. Su hermano se derrumbó sobre la butaca, entendiendo que estaba yendo muy en serio. Al final, suspiró y miró a Kakashi.
—¿No se suponía que debías pedir permiso a los familiares? ¿No era esa una tradición? —masculló Naruto, desinflado.
—Prefería pedírselo a Seina, si no te importa —contestó el muy trol—. Ella es la más importante aquí.
—…Tienes razón. No sé cómo no me he dado cuenta. El teme tiene razón. Soy más idiota de lo que creía.
—Hn. Por fin lo reconoce —sonrió burlonamente Sasuke, ignorando la mirada asqueada de Naruto.
Después de eso, no puso más pegas porque había sentido lo feliz que era. De hecho, no podía parar de sonreír. Empezaba a dolerle la cara. Se sentó al lado de Kakashi, recostándose sobre su costado, y al instante le rodeó los hombros con un brazo. Sasuke y Naruto los miraron como si fueran un espectáculo de circo.
—Voy a tardar en acostumbrarme…
—Entonces, ¿Itachi ha vuelto? —preguntó Kakashi.
—Sí. Ha estado viviendo con nosotros durante un tiempo. Imagino que te lo habrá contado Seina.
—Sí, pero no las tenía todas conmigo. Me alegro por ti, Sasuke. Sabía que lo conseguiríais, pero no tan rápido —felicitó Kakashi, acariciándole el brazo con la mano que tenía rodeando sus hombros—. ¿Algo más que me haya perdido?
Seina escuchó en silencio, sonriente, como Naruto y Sasuke le contaban con pelos y señales prácticamente todo lo importante que había sucedido cuando estuvieron lejos de Konoha. Desde su entrenamiento, sus peleas con Jiraiya, la recuperación de Itachi, y Kisame, todo lo que había pasado con Shisui, lo de la tabla de piedra, lo reforma de Uzu y sus nuevos negocios con Suna, etc, etc. Entre medias comieron algo que preparó con sus clones, incapaz de dejar los brazos de Kakashi mientras sus hermanos hablaban. Kakashi, obviamente, también les explicó lo que pudo, pero sus misiones eran altamente confidenciales así que, comparativamente, habló bastante menos de sus peripecias de los últimos 3 años.
Cuando acabaron de hablar era ya el alba del séptimo día de regreso a la aldea. Kakashi llevaba días descansando así que no tenía sueño y ellos tenían demasiada energía, después de pasarse semanas sin hacer nada, como para irse a dormir teniéndole a él de vuelta. Así pues, nadie se fue a dormir.
—¿Cuándo podrás volver a las misiones? —preguntó Naruto, desayunando. Parecía que lo único que hacían era comer.
—Dentro de unas 2 semanas, supongo.
—¿Y cuándo planeáis casaros? —preguntó Sasuke, sabiendo lo impaciente que podía llegar a ser a veces.
Naruto se quedó quieto. Era obvio que lo había olvidado. Kakashi la miró a ella, sonriente.
—Pronto.
—¿De cuán “pronto” estamos hablando?
—¿Dos semanas? —preguntó él, mirándola exclusivamente a ella. Seina asintió con una sonrisa—. Dos semanas.
—¿¡QUÉ!? ¡P-p-pero planear una boda es algo complejo! ¿No?
—No tanto, Naru. Ya tenemos el lugar para hacerlo, solo necesitamos limpiarlo. Para el catering podemos contratar a algún restaurante. Lo único que tenemos que comprar es la ropa e invitar a la gente.
Las bodas en esta dimensión no eran bodas tradicionales japonesas como tal. Se necesitaba un sacerdote, sí, pero también al Hokage ya que era una aldea con dictadura militar, después de todo. Tampoco se seguían las tradiciones y protocolos de una boda shinto ya que, para empezar, muchos ninjas al momento de casarse quizás habían perdido ya a su padre o madre y no podían seguir las tradiciones de los civiles. Lo que sí que se hacía era el ritual de purificación que consistía en intercambiar los votos y beber 3 vasos de sake para representar la unión de cuerpo, mente y espíritu.
Kakashi debería tener un kimono con el emblema de su clan y comprarle o modificarle a ella otro kimono, femenino, para que se cambiase después de haberse casado con el kimono blanco tradicional de las novias. Salvo eso, no tenían que hacer nada más en lo que respectaba a la boda, pero…
—Tenemos que hablar, Naruto —pidió con expresión seria, aunque algo divertida, Kakashi, como si le hubiera leído la mente.
—¿Qué? ¿De qué?
—No sé si lo recuerdas, pero soy el líder de mi clan. Hasta ahora no he llevado a cabo prácticamente ninguno de mis deberes ya que el clan Hatake podía considerarse técnicamente un clan extinto, pero ahora las cosas van a cambiar. En cuanto Seina y yo nos casemos ella se convertirá en la matriarca del clan Hatake, liderando a mi lado, y eso quiere decir que dejará de ser parte de tu clan —explicó Kakashi—. Llevará mi apellido, no el vuestro.
Naruto, a quien le había estado enseñando en los últimos meses el protocolo, los deberes y obligaciones y demás de ser el líder de un clan, lo comprendió al instante. La miró a ella cuando dedujo por qué lo había hecho, además de porque era su heredero. Alzó una ceja exasperado e irritado cuando comprendió que pensaba casarse con Kakashi y no se lo había dicho. Aun así, se le pasó rápido cuando la vio sonriente.
—Ya veo. Imagino que también tendremos que hablar de una alianza entre clanes.
—Así es. Tengo que saber las alianzas individuales de Seina y hablar contigo como futuro líder del clan Uzumaki.
Seina le explicó su alianza personal con el clan Nara, además de la alianza entre el clan Uzumaki y el clan Uchiha, que iba a ser modificada para incluir también al clan Hatake, al que iba a pertenecer. Con ella, además, entregaba al clan Hatake un tercio del país de los Remolinos, y todos los negocios que había en la isla que pertenecían al equipo 7. Kakashi se miró los informes que ya había preparado de antemano.
Estuvieron discutiendo un rato qué aportaba el clan Hatake al clan Uzumaki con la boda y la alianza. Hasta hacía poco, con la muerte de sus padres, el clan de Kakashi había tenido negocios relacionado con la crianza de perros de alta gama. Al contrario de los ninken de los Inuzuka, los Hatake los usaban para sí mismos como invocaciones o para venderlos a nobles que quisieran razas puras o de buen pedigrí. Los propios perros de Kakashi habían sido criados por su madre, antes de morir, aunque luego el negocio se fue a la mierda ya que su padre se suicidó y él era demasiado joven para encargarse del negocio al mismo tiempo que era ninja.
—¿Por qué no hacemos una cosa? —dijo ella finalmente—. Podríamos volver a montar el negocio familiar de los Hatake, pero en el país de los Remolinos. Allí estarían seguros, bajo la supervisión de gente de confianza.
—Mmm… Es una gran idea. Tendría que entrenar a unos cuantos civiles, pero puede funcionar. Solo debería visitar de vez en cuando el negocio para cerciorarme de que todo está en regla y que los cachorros están bien —asintió con más firmeza Kakashi—. Me gusta esa idea.
Acabaron de finiquitar la alianza. Kakashi devolvería al clan Uzumaki el dinero que ella había puesto como primera inversión, para que el tercio de Seina pasara oficialmente al clan y como dote para el clan Uzumaki. De esta forma, nada cambiaba en cuanto a la propiedad, pero Naruto tendría que poner menos dinero del clan Uzumaki en Uzushiogakure. Además, si el clan Uzumaki o el clan Uchiha quisieran algún perro como invocación o de compañía, tendrían trato prioritario en el negocio y solo pagarían el 50% del precio normal. Por otro lado, como ella tenía una nueva kekkei genkai que beneficiaría a su nuevo clan, aceptó realizar las comisiones del clan Uzumaki y del clan Uchiha gratuitamente, pero debería negociarse en el caso de que sus hijos tuvieran sus habilidades.
Observó como Kakashi le daba la mano, primero a Naruto, y luego a Sasuke. La boda, al final, sería el 1 de noviembre. Habían pensado inicialmente el día 11 debido a que los días 11 se consideraban por los sacerdotes los días más propicios para casarse, pero les parecía demasiado lejos. A ella le daba igual, pero no pensaba casarse el día de la muerte de sus antiguos padres. No es que le siguiera doliendo pensar en el 31 de octubre, pero quería ese día para respetarlos en silencio, que su boda fuera el día siguiente era un plus porque así tenía algo que celebrar en una fecha relativamente difícil.
—Bueno, ahora solo queda pensar a quién invitamos.
Notes:
Me he adelantado. Consideradlo un pre-regalo de Navidad.
Esto es solo el principio, amig@s... Ahora se viene lo bueno Kakashi/Seina. Espero que estéis preparad@s porque el punto y aparte viene en el capítulo 131. Se os va a caer la ropa interior al suelo, solo digo eso.
Este mes actualizaré una vez por semana y, como regalo, en Navidad. ;)
Chapter Text
Para cuando acabaron de escribir la lista de invitados, con más gente de la esperada, y de planear todo lo que tenían que comprar y reservar, era ya plena mañana. Seina estaba deseando poder estar a solas con Kakashi así que, en cuanto ya no tuvieron nada que planear, se despidió de sus hermanos y subieron las escaleras. En cuanto cerró la puerta de su cuarto, el más cercano, una mano la cogió del cabello y acto seguido tuvo unos labios posados sobre los suyos.
De repente, tuvo la puerta clavándose en su espalda y el cuerpo masculino de Kakashi pegado al suyo de cabeza a pies. Le rodeó el cuello con ambos brazos, abriendo su boca para que pudiera sentir su lengua junto a la suya. Se le erizó el bello y se le aceleró la respiración cuando notó la mano de Kakashi posarse posesivamente en su cadera.
Le hubiera gustado continuar, pero notó su cansancio así que se separó de él, apoyando su frente a la suya con los ojos cerrados.
—Deberías descansar un poco. Dentro de unas horas te daré otra poción vigorizante.
Kakashi asintió. Dejó que lo llevara hasta su cama, observando los pequeños cambios de su cuarto. En cuanto se tumbó sobre su mullido, y mágico, colchón, le puso un pijama conjurado y empezó a acariciar su cabello cariñosamente, se durmió. Se durmió de verdad. No pudo suprimir la sonrisa al ver como confiaba en ella para protegerlo. De lo contrario, nunca se habría dormido profundamente. Le dio un beso en los labios, saboreando la felicidad que sentía por poder hacer algo así sin pestañear, y cerró los ojos a su lado, aunque no durmió.
Evitó sonreír como una idiota al imaginar las caras de sus amigos cuando se enteraran. De hecho, tenía un malvado plan. La última vez que se quedó con ellos fue en los onsen de Konoha así que aprovecharía su celebración tardía de cumpleaños para darles la noticia en el mismo lugar. En pelotas. Ya podía imaginar la cara de Ino y Tenten. Estuvo meditando para sí misma lo que necesitaba hacer durante las siguientes horas.
Notó como se despertaba Kakashi un rato después, al medio día. Vio sin perderse ni un solo detalle cómo se estiraba, observando con ojos cargados de deseo los músculos de Kakashi contraerse y relajarse. Obviamente la pilló mirando. No es que se estuviera escondiendo. Se inclinó para besar su sonrisa encantada, aunque traviesa.
—¿Te acuerdas de lo que te dije antes de que te fueras de Konoha? —susurró Kakashi a escasos centímetros de sus labios.
—Me dijiste muchas cosas.
—Te prometí que te haría mía, que haría que grites mi nombre y pierdas la noción del tiempo mientras te hago mía una y otra vez. En nuestra cama —le recordó—. Quiero poner en orden el complejo Hatake cuanto antes y en cuanto tengamos nuestro propio dormitorio, con nuestra propia cama… si tú quieres… pienso hacerte mía tal y como te prometí.
Lo excitada que estaba con unas pocas declaraciones de Kakashi, sus ojos pesados y su voz ronca, era hasta de chiste. No pudo contenerse así que ignoró sus pezones erectos y piel erizada para besar sus labios como no había hecho nunca. Kakashi no se echó atrás. La besó con la misma fuerza, devorando su boca frenéticamente. De no haber aceptado sus palabras de esperar unos pocos días a tener su cama lejos de Sasuke y Naruto, le habría arrancado la ropa con sus manos y se lo habría tirado ahí mismo. Escuchó la respiración ligera, compartida, de ambos, y notó los rápidos latidos de Kakashi sobre su pecho. Se separó jadeando de él, pero Kakashi no perdió el tiempo.
Besó su cuello con un claro pensamiento en mente. Marcarla. Gimió al notar sus labios y su lengua acariciar su piel. No sabía si quería que siguiera o si prefería volver a sentir sus labios sobre los suyos.
—¡La comida está hecha! —llamó Sasuke, desde abajo, cortándoles el rollo.
Kakashi gruñó casi violentamente en su cuello, hastiado, pero paró. No sin antes darle un beso mucho más suave en los labios.
—Esta misma tarde vamos a ver la casa —dijo ella. Kakashi empezó a reír contra su cuello al escuchar la irritación en su voz.
Y eso hicieron. Con las pociones y su magia, Kakashi se estaba recuperando mucho más rápido de lo habitual. Aun así, tardaría unos días más en volver a la normalidad, y una semana en poder entrenar con la misma intensidad que de costumbre. Mientras tanto tendría que hacer algo de rehabilitación.
El complejo de los Hatake estaba al lado del complejo Senju, también olvidado, era más pequeño que las tierras de los Uchiha, pareciéndose más a la de los Nara. La mayoría de casas, al haber construido hacía décadas, eran tradicionales japonesas con una planta o dos como mucho. La casa principal, la del líder, tenía 2 plantas, pero era bastante amplia horizontalmente hablando. El jardín delantero y trasero eran un desastre, como en todas las otras casas. Por suerte, los caminos eran de piedra en lugar de tierra.
—Voy a necesitar unos cuantos clones para ir más rápido —admitió ella.
—Te ayudaría, pero creo que me mandarías a la mierda.
—Cierto. Tú quédate ahí, sentadito. Al menos descansa hoy.
Invocó a 50 clones para realizar todo tipo de faenas: podar el césped, talar algún árbol roto o fuera de lugar, ir apilando el material para que lo desvaneciera, entrar en las casas para ver si eran estructuralmente seguras y para que recogieran pertenencias, si es que las había, para que empezaran a tallar las runas de protección y demás, etc. Mientras sus clones hacían lo que les ordenaba, se encargó de la casa principal. Reforzó toda la estructura, transformó la madera vieja en nueva, la limpió de arriba abajo, retiró los tatamis, modificó con la ayuda de Kakashi todos los armarios y muebles para darles un aspecto más moderno.
Cuando acabó, casi 3 horas después, la casa parecía totalmente nueva y, lo mejor de todo, distinta. No había nada que le recordara a Kakashi que era su antigua casa, salvo por la distribución. Incluso logró acabar de tallar las runas de protección, y amueblarla con muebles transformados.
—Tendré que volver varios días para poner las runas del gas, electricidad, agua y residuos, pero puedo convertir fácilmente todas las casas del complejo en casas mágicas.
—Genial. Vamos. Hace rato que puedo escuchar tu estómago rugir —dijo Kakashi, cogiéndola de los hombros e inclinándose para darle un beso en los labios—. Tengo que pasarme por la modista para encargar los kimonos cuanto antes. ¿Cuándo vas a darle las invitaciones a tus amigos?
—Hablaré con ellos mañana para ver si quieren ir al onsen.
—Perfecto. Aprovecharé que tengo que hablar con Tsunade-sama sobre la fecha para ir a verla mañana.
Usó el hiraishin para regresar a casa. No había nadie así que empezó a hacer la cena con la ayuda de Kakashi, quien se tomó su poción vigorizante diaria. Las heridas habían desaparecido así que no tenía sentido decirle que se sentara. Cocinar no era un trabajo pesado y estresante.
—Tsunade-sama nos dará 7 días de vacaciones —dijo Kakashi—. ¿Quieres que nos quedemos aquí o prefieres ir a algún lugar?
—¿Quieres ir a Uzu? —preguntó ella, quien sabía que a Kakashi le causaba curiosidad e interés el país de los Remolinos, que no había visto todavía.
—Por mí perfecto —sonrió—. Por fin podré ver lo que habéis creado.
—¿Por qué crees que te dejaré salir de la cama? —guiñó el ojo, poniéndose de puntillas para darle un beso en sus labios sonrientes.
—Me conformo con ver la aldea en un par de horas —regateó él, poniéndole un mechón de cabello tras la oreja—. Luego soy todo tuyo.
Casi se les quemó la cena. Esa noche se durmió en los brazos de Kakashi de nuevo. Lo más gratificante era saber que ya no volverían a dormir separados, de poder evitarlo.
Al día siguiente, Naruto logró hablar con todos sus amigos para celebrar con retraso su cumpleaños. La idea era ir primero al onsen y luego comer algo en el yakiniku, donde cabían todos ellos. Incluso invitó a Sakura.
Cuando llegó el momento de la verdad, casi estaba hasta nerviosa.
—Aaah —suspiró Tenten—. No puedo creer que estemos yendo de nuevo al onsen. ¿Os acordáis de la última vez?
Ino se puso a reír mientras que Hinata se sonrojó levemente. Le explicaron a Sakura lo que había pasado las últimas veces que visitaron un onsen. Escuchó a los chicos, unos metros detrás de ella, bromear y reír. Seina no podía contener la sonrisa ya que, finalmente, iba a decirles a sus amigos que se casaba. Estaba casi vibrando de energía cuando se empezó a desnudar, en los vestuarios, y guardó sus cosas en su casillero. Vio de reojo como Sakura se sonrojaba, con aspecto algo inseguro. Se preguntó si no habían visitado el onsen todas juntas sin ella durante esos 3 años.
—Wow. Ese sello es nuevo, ¿no? —preguntó Ino, señalando el sello entre sus clavículas.
—Y el de la frente.
—No. El sello de su frente ya estaba ahí desde hace años —dijo Hinata, negando con la cabeza—. Neji-ni-san y yo podíamos sentirlo.
—Hina tiene razón. Ambos son sellos para almacenar energía, aunque el de mi frente tiene fines médicos —explicó escuetamente. Las demás asintieron.
Era un martes por la mañana así que no había prácticamente nadie. Solo un par de mujeres ancianas en la otra punta del onsen. Se lavó antes de entrar en el agua, escuchando a Ino decir que le gustaría tatuarse algo en un brazo. Miró con una sonrisa el anillo todavía invisible. En cuanto se metiera en el agua, desactivaría el hechizo que lo mantenía escondido. Casi le temblaron las piernas cuando se metió en el agua al saber lo que iba a hacer. Dudó un segundo sobre si carraspear la garganta y decirlo o simplemente esperar a que se dieran cuenta de su anillo. Como estaban charlando entre todas dejó que sucediera naturalmente.
—Por cierto, Hina, ¿seguiste con tu entrenamiento médico? —preguntó ella, con curiosidad genuina.
—Sí. Ino se ofreció a ayudarme también cada lunes que coincidíamos.
—Eh, no ha sido nada. Las amigas están para ayudarse.
—¿Y tú? Imagino que has conseguido dominar tus cadenas —preguntó Karin, poniéndose el cabello en un moño alto.
—Así es. Las 13. No ha sido fácil, déjame decírtelo.
—¿Y qué más habéis hecho durante 3 años? —preguntó con interés Tenten.
Seina sonrió de forma traviesa cuando se acordó del primer entrenamiento de seducción.
—Por qué no os cuento la primera vez que Jiraiya nos intentó enseñar a seducir a alguien para sonsacarle información —empezó a reírse como una maníaca.
Tardó 10 minutos, entre risas, en explicarles lo que le pasó a Naruto con la primera chica. Salvo Hinata, quien siempre era muy sensible y empática, y Sakura, quien todavía se sentía un poco fuera de lugar a su lado, las demás estallaron en carcajadas, como ella, llorando mientras se imaginaban el rostro de su hermano.
—¡Tendríais que haber visto la cara de Sasuke! —exclamó, cogiéndose las costillas de la risa.
Se secó una lágrima, recuperando el aliento, cuando vio los ojos de Ino, la más cotilla, posarse en su anillo de compromiso. Se le desencajó la mandíbula mientras callaba de golpe.
—E-eso es… ¿un anillo de compromiso? —preguntó en un susurro Ino, cogiendo su mano para examinarlo de cerca.
Todas pararon de reír. Contemplaron su anillo de oro blanco con diamantes y zafiros blancos.
—Así es. Me voy a casar. El 1 de noviembre, si todo va según lo planeado —sonrió—. Estáis todas invitadas.
El silencio siguió unos segundos hasta que Karin no pudo aguantarlo más. Sinceramente, no sabía por quién hubiera apostado que perdería primero los papeles.
—¿¡En serio!?
—Pero, ¿¡con quién!?
—¿Naruto y Sasuke lo saben?
—¡OH DIOS MÍO! ¡LA PRIMERA BODA DE NUESTRA GENERACIÓN!
—Felicidades, Seina.
La avasallaron a preguntas, cerniéndose en torno a ella para cuestionarla, pero era imposible hablar con todas ellas hablando.
—Aquella vez que os dije que me gustan mayores no mentía.
El rostro de Ino y Tenten era un poema mientras que Hinata parecía algo sonrojada al comprender que se iba a casar con alguien más experimentado. Karin sonrió de forma traviesa sin decir nada, claramente captando lo que quería decir.
—¿Me estás diciendo que no nos estabas tomando el pelo completamente?
—¡Solo dinos quién es!
—Es Kakashi-sensei, ¿verdad? —preguntó Sakura, con voz más calmada de lo esperado.
—¿¡QUÉ!?
—Sí. ¿Cómo lo has sabido? —preguntó ella con curiosidad mientras sus otras amigas lo interiorizaban con expresiones estupefactas.
—Por varios motivos. Ino me contó que te regaló kanzashi. El kanzashi solo suele regalarse de padres a hijas. Si lo regala un hombre a una mujer significa que le está proponiendo matrimonio ya que quiere pasar con ella el resto de sus días —explicó analíticamente Sakura—. Considerando que la última vez que lo vi me fulminó con la mirada por intentar pegarte y que no se muestra paternal contigo es obvio que él puede ser un posible candidato. También escuché decir a Shikamaru que Kakashi-sensei preguntaba a sus jonin sensei sobre sus alumnos porque estaba en contacto contigo de alguna forma, que yo sepa el único que contactaba contigo mientras estuviste fuera. Además, alguna que otra vez os he visto por la aldea y, de esas veces, alguna vez he visto cómo te pasaba el brazo por los hombros. Esto implica acercamiento y es algo curiosamente contrario a lo que intenta mostrar Kakashi-sensei en público.
—Lo dices por su libro erótico —asintió Ino.
—Exacto. Seina debe ser la única persona en público que Kakashi-sensei ha aceptado tener cerca. Asimismo, de todos los hombres mayores con los que Seina ha tenido contacto, no hay prácticamente nadie con el que se muestre cercana de forma continua, al contrario de Kakashi-sensei.
—Pero, ¿cómo pasó todo? —preguntó Tenten, entre sorprendida e interesada—. Os debéis llevar…
—Unos 13 años —asintió ella. Tuvo que sonreír con ternura al pensar en Kakashi—. No lo sé. Solo pasó. Desde el principio sentí con él una conexión que no había sentido con nadie más. Era mi maestro, sí, pero también era mucho más. Siempre me ha escuchado y apoyado incondicionalmente. Me mostró todo lo que nunca se atrevió a mostrar a nadie más, exponiéndose ante mí a pesar del daño que yo podía hacerle. Al quererme, me convirtió en su mayor fortaleza y su mayor debilidad, aceptándome en su vida a pesar de todo lo que eso conlleva, y yo le quiero también por ello. Y, por si fuera poco, ha esperado por mí durante casi 5 años. Si eso no es amor, no sé qué es entonces.
Las chicas parecían apunto de llorar al escuchar la devoción que le había mostrado Kakashi durante media década. Escuchó como más de una sorbía las lágrimas, conmovidas, antes de darle un abrazo algo raro en mitad del agua. Acto seguido, la empezaron a felicitar por su inminente boda. Cuando pasó el momento dramático, la conversación se volvió más alegre. Después de todo, a todas parecía interesarle planear una boda.
—¿Y dónde lo vais a celebrar?
—¿Dónde vais a vivir?
—¿Qué catering vais a contratar?
—¿Cómo iban a decorar el lugar de la ceremonia?
Y más preguntas. Les resumió lo que habían planeado. Sería el 1 de noviembre, por la mañana, contratarían a los Akimichi para que sirvieran la comida en su boda, lo harían en el complejo Hatake donde se mudarían a vivir después, o antes, de la ceremonia, irían de luna de miel a Uzushiogakure para que Kakashi pudiera ver el país de sus ancestros renacido, etc, etc.
—¿¡Todavía no sabes cómo lo vas a decorar!? —gritó Ino.
—En realidad es un momento con mis poderes. Entre Kakashi y yo hemos decidido los colores de las decoraciones: el gris perla del clan Hatake de forma predominante y el color crema del clan Namikaze para contrastar. Los colores del clan Uzumaki son demasiado violentos para usarlos en una boda —dijo ella, pensando en el rojo y negro del símbolo del clan.
—Tienes razón.
—¿Y las flores?
—¡Ya sé! ¿Por qué no dejas que te haga yo el ramo de novia? —preguntó Ino con una sonrisa radiante—. Algo que sea elegante y no desentone mucho con las decoraciones.
—Por mí perfecto. Esta semana estaré reparando el complejo así que imagino que la semana siguiente empezaré a decorar, si queréis venir a verlo.
—¿Kakashi-sensei no te va a ayudar a elegir nada? —preguntó divertida Tenten.
—Claro que sí. Todo lo que hemos pensado ha sido cosa de ambos. Desde los colores a la forma de las sillas —sonrió ella—. De hecho, quien sugirió el sitio para casarnos fue él.
Esa misma tarde, cuando Kakashi regresara de hablar con Tsunade-sama para concertar la cita de la boda, harían las invitaciones entre ambos para que fuera del gusto de los dos. No sería muy difícil ya que ambos tenían gustos simples y elegantes, y poco recargados. También irían al restaurante de los Akimichi para contratar el catering de la boda y a la modista para los kimonos. Tardaría un tiempo en entregarles el pedido así que mejor hacerlo cuanto antes.
Salieron del agua cuando estaban totalmente arrugadas. La que más prisa tenía por ver la cara de los otros era Ino.
—¿Lo saben los demás? ¿Se lo va a decir Naruto o Sasuke?
—No.
—¿Y cuándo piensas decírselo?
—Ahora, imagino —rio ella—. Ya no voy a esconder el anillo así que tarde o temprano se darán cuenta. Seguramente en el restaurante.
—Oh, ¡quiero ver sus caras cuando vean ellos también el anillo!
—¿Hacemos unas apuestas? —dijo Karin, frotándose las manos con una sonrisa malvada. Las otras asintieron—. ¿Quién se entera primero?
—Yo apuesto 1k por Shikamaru.
—Yo lo mismo por Neji-ni-san —sonrió sorpresivamente Hinata.
—1k por Shino.
—Otros mil por Shikamaru.
—Yo también voto por Neji —dijo Tenten.
En cuanto salieron y se reencontraron con los otros, quienes estaban riendo de, ¿una oruga de Shino?, y de Naruto, observó de reojo como Ino y las demás parecían vibrar en su sitio a la espera de que alguien se diera cuenta. Seina sacudió la cabeza. Estaba rodeada de ludópatas. Caminaron en dirección al restaurante, pero ninguno le miró el dedo, como era normal. Se rio por lo bajo al ver los rostros decepcionados de sus amigas, quienes estaban más cerca de perder el dinero de la apuesta si ella tenía que anunciar su compromiso antes de que acabara la comida. Antes de que Sasuke pudiera sentarse a su lado, usándola de escudo como siempre en uno de sus costados, Tenten tiró de él e hizo que Neji se sentara a su lado.
—Muy sutil, Tenten —rieron Karin y Sakura.
—¡Hey! ¡Eso es trampa!
—¡Si Shikamaru casi siempre se sienta a su lado! ¡Eso sí que es trampa!
—¿Qué está pasando? —preguntó Neji, sentado a su lado izquierdo, con exasperación.
—Nada —dijeron al unísono Tenten e Ino, llamando la atención de todos.
Sasuke masculló por lo bajo, sentado al otro lado de Neji, pero aceptó quedarse entre él y Naruto sin rechistar. Shikamaru alzó una ceja en su dirección, con algo de pereza. Claramente quería que le contara de qué iba todo eso.
—Mejor no preguntes.
Empezaron a charlar de nuevo, dejando de lado lo que acababa de pasar. Shikamaru y Neji le explicaron sus peripecias para convertirse en jonin en Kusagakure. Le daba curiosidad saber qué tipo de terreno habían tenido que enfrentar, en comparación a los pantanos que le tocaron a ella.
—Para el final de la prueba me dio una reacción alérgica después de tantas picaduras.
—Shikamaru tiene razón. Decir que me picaron como 50 veces en una hora es quedarse corto —asintió Neji.
—Por suerte con uno de tus ninjutsus médicos pude tratarme a mí mismo.
—¿En serio?
—Sí. Logré aguantar el tiempo suficiente para acabar la prueba de supervivencia y luego me trataron a fuera. Tsunade-sama estaba bastante impresionada porque nos hubieras enseñado a todos.
—Me alegro Shika.
Cuando llegó el momento de hacer la carne y de comérsela supo que se iban a dar cuenta. Eran ninjas, por el amor de dios. En cuanto cogió un platillo y los palillos, dejando su mano izquierda expuesta, alguien se dio cuenta. Curiosamente, no fue no fue Shikamaru ni Neji. Fue Lee, el que tenía sentado delante de ella.
—¿¡Eeeeeeeh!? —exclamó al verlo, con su efusividad habitual.
De solo escucharlo, Ino y Tenten gimieron exasperadas al darse cuenta de que todas habían perdido la apuesta.
—¿A ti que mosca te ha picado, Lee? —preguntó Kiba, a su lado, dando un salto del susto.
—¡E-eso es un anillo de compromiso! —apuntó con el dedo, como un niño pequeño, en su dirección—. ¿O me equivoco?
Y así fue como todos se giraron a ver de qué demonios estaba hablando. Tardó un rato muy largo en explicarles lo que había tardado 10 minutos en contarles a las chicas. Shikamaru parecía entre poco y algo sorprendido, Neji solo alzó una ceja algo estupefacto mientras que Kiba y Lee eran incapaces de creérselo. Shino… Bueno, Shino era Shino. El primero en recuperarse fue extrañamente Chouji.
—Felicidades Seina. Kakashi-sensei y tú hacéis buena pareja —dijo con total sinceridad.
—Gracias, Chouji.
Notes:
Los amigos están enterados finalmente. No me puedo creer que después de tantos meses estemos llegando ya a la cumbre de la relación. Estoy deseando actualizar las siguientes semanas. Espero haber hecho justicia a todas vuestras fantasías. :)
Chapter Text
Los siguientes días fueron un pequeño caos. Tsunade-sama aceptó darles el día 1 de noviembre para su boda así que empezaron a crear las invitaciones para repartirlas entre sus amigos y familiares. Al final resultó que tenían a más invitados de lo esperado, llegando a sobrepasar los 50 invitados. Entre sus amigos, los amigos de Kakashi, los líderes de los clanes, los comandantes, la Hokage junto a su escolta…
—¿Por qué siento que te veo poco cuando realmente estamos juntos bastante rato preparando todo esto? —hizo un ademán de mano a las muestras pequeñas de invitaciones, arreglos florales, los menús distintos que podían elegir, los diseños de pastel, etc.
—Porque estamos juntos, pero “trabajando”, podría decirse —rio Kakashi, sentado en el sofá—. Ven. Tomemos un descanso.
El descanso de Kakashi consistió en tumbarse en las tumbonas del jardín trasero. Bueno, él se tumbó en una y la cogió a ella para abrazarla sobre su pecho. Sintió como le acariciaba el cabello suelto, liso, que le caía ya algo más allá de las caderas.
—¿Estás cansada?
—Nah. No es para tanto, pero no había imaginado pasar los primeros días de mi vuelta de esta forma. Mi sueño era más pornográfico —confesó ella. Kakashi se rio de nuevo, bajo su oreja—, pero solo vamos a tener que planear una sola boda para el resto de nuestras vidas y ni siquiera es demasiado compleja o extravagante.
—Mhmm… ¿Tú gente se casaba de la misma forma? —preguntó con curiosidad—. ¿O la magia estaba implicada de alguna manera?
—De la misma forma, no. Parecido, sí. Y en las bodas puramente mágicas sí que estaba implicada la magia. De hecho, ese es uno de los motivos por los cuales prácticamente no existiera el divorcio en mi dimensión.
—Ah, ¿sí?
La curiosidad en la voz de Kakashi le hizo sonreír. Ella asintió sobre su pecho, enterrando su nariz en su cuello para oler su fragancia natural que le recordaba a ámbar con un toque de cedro. De haber tenido su sentido del olfato de su vida anterior no habría podido percibir las notas de olor de la piel de la gente. Eso tenía sus ventajas y sus desventajas. Inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.
—Básicamente, la unión era mágica. Unión de almas, se podría decir. Al contrario de lo que uno puede imaginarse, pocas veces una unión así sale mal ya que, a no ser que uno sea un monstruo, las almas no tienen por qué repelerse. Si bien es cierto que las almas más compatibles crean una unión mucho más fuerte que las almas menos afines.
—¿Tú lo usaste en tu vida anterior?
—No. George tenía un hermano gemelo. Un hermano gemelo mágico. Con eso me refiero a que eran un alma en 2 cuerpos. De haber intentado una unión con él quizás habría suplantado su vínculo con su hermano o quizás hubiera acabado mal debido a que yo tenía un alma completa, y él tenía aun agujero donde había existido su hermano Fred. La magia a veces es imprevisible. Pensamos que era mejor no intentarlo.
——Ya veo…
—¿Tú quieres unirte a mí así? —preguntó ella, viendo que quería preguntarlo, pero no sabía cómo.
—¿Se puede?
—Claro. Mientras uno de los dos tenga magia para llevar a cabo la unión. Después de todo, solo es necesario algo de magia y tener un alma. Y un alma la tiene casi todo el mundo, no solo los magos y brujas.
—Entonces, sí.
—¡Ni siquiera sabes las ventajas ni desventajas! —rio ella de nuevo al ver como se había tirado de cabeza a la piscina sin más.
—Según lo que sé de tu magia, me lo puedo imaginar: estaríamos más unidos, seguramente podríamos percibirnos en la distancia, los sentimientos se amplificarían… pero, si murieses me volvería totalmente loco, ¿no es así?
—Totalmente no, pero se te haría prácticamente imposible estar con otra persona porque nadie te llenaría como yo lo he hecho durante años. Además, mi magia seguramente se encargaría de alargar tu esperanza de vida después de tantos años siendo… bañado por ella.
—Como ya he dicho, quiero hacerlo. Aun sin ese vínculo, igualmente me volvería loco de perderte.
—Está bien. Lo haremos en nuestra noche de bodas. Solo necesitamos llevar a cabo un ritual con runas.
Kakashi le levantó el mentón para posar sus labios sobre los suyos cariñosamente.
—Te quiero, Seina, y lo quiero todo contigo.
Poco rato después, acabaron de crear las invitaciones, decidieron el menú, los arreglos florales y prácticamente. Era como si hubieran tenido un entendimiento silencioso en el jardín ya que todo salió rodado. Muy a su pesar, dejó a Kakashi haciendo sus ejercicios de fisioterapia mientras ella regresaba al clan Hatake.
Trabajó toda la tarde para poner todo tipo de protecciones. Tanto en cada casa como alrededor de las tierras. También logró reformar todas las casas, aunque sin las runas, y empequeñeció todos los muebles para dejarlos en una caja a la espera de que algún día usaran una de esas casas. Seguramente para alguno de sus hijos.
El complejo Hatake era muy curioso. Tenía una puerta de entrada en medio de un muro, que recorría todo el complejo, de piedra gris cubierto de buganvilla rosa que había tenido que retocar porque estaba descontrolada. Nada más entrar se podía observar a lo lejos, en frente, la casa principal de dos plantas, extensa horizontalmente.
Al lado derecho de las puertas, había una ristra de casas idénticas, separadas cada una por amplios jardines delanteros y traseros, y caminos de piedra. Paralela a esta ristra de casas, había otra ristra de casas. Sumando 14 casas de una sola planta en total. Al lado izquierdo de las puertas, había nada más entrar un gran edificio de 2 plantas donde habían criado y cuidado a los perros para el negocio familiar. Entre la parte frontal de la casa principal y el edificio de crianza, a mano izquierda, había un grandioso césped donde los perros del clan podían jugar a sus anchas, y más allá bosque que rodeaba todas las casas, por dentro del muro de piedra, ofreciendo privacidad y protección.
Era increíblemente bonito e inspirado en la naturaleza. Al contrario que el clan Uchiha, que era claramente un clan más militar y pulcro, como el clan Hyuga. Se encontraba, además, en la parte oeste de Konoha, en una zona poco poblada llena de bosques donde pasaba el río. A Seina la alegraba poder restaurarlo para que fuera incluso más bello que antaño. Si no estaba pidiendo la ayuda de Kakashi era porque él se fiaba de sus gustos y porque ella no quería que estuviera allí mientras destripaba el sitio de las malas memorias que contenía. Ambos lo sabían.
Dio un vistazo al complejo entero, desvaneciendo más ramas y troncos caídos que sus clones habían apilado en una montaña. Anotó mentalmente volver al día siguiente para poner las runas en cada casa y así convertirlas en casas mágicas. Tardaría un par de días en dejarlo totalmente a punto. Aun así, dio gracias a su magia y a su chakra porque ni rezando habría reparado al completo un clan de este tamaño sin sus habilidades en solo 3 días.
En cuanto regresó vio a Naruto y Sasuke discutiendo. Rodó los ojos al mismo tiempo que Kakashi bajaba las escaleras con el pijama, recién duchado. Sonrió nada más verlo. Le dio un beso en la mejilla.
—Voy a ducharme. Ya bajo.
—¿Y mi beso? —susurró en su oído, cogiéndola de la cintura para que no se fuera.
Lo cogió del hombro para poner su espalda en dirección a sus hermanos en la cocina, tapándose de ellos. Enterró su mano en el cabello y lo besó. Fue corto, pero intenso. Sintió la lengua de Kakashi rozar la suya sensualmente, sus dientes morderle suavemente el labio, su nariz rozar la suya…
—Ew…
La voz de Naruto y el sonido de una colleja le cortó el rollo de golpe. A ella, y a Kakashi, a juzgar por el suspiro que emitió sobre sus labios. Se miraron a los ojos.
—Mañana ven conmigo al complejo. Tenemos que acabar de amueblar la casa.
—¿Os vais a mudar pronto? —preguntó Naruto, haciendo un puchero.
—No me extraña, dobe —escuchó decir a Sasuke—. Le cortas el rollo a cualquiera.
—¡Yo no le he cortado el rollo! ¡Has sido tú!
—Mañana, si consigo acabarlo todo —habló ella haciendo caso omiso de la nueva discusión.
—Mañana tenemos que pasar por la modista —recordó Kakashi, soltándola poco a poco, como si no quisiera hacerlo.
—Lo sé.
Se fue a duchar, y luego cenaron juntos. Tenían muchas cosas que hacer y poco tiempo. Además, tenía que presentarse en la torre de la Hokage para que pudiera supervisar ese combate del que le habló para revisar sus datos en sus registros. Se fueron a dormir poco después. Ambos exhaustos. Aun así, saboreó poder dormir con Kakashi como el día anterior. Eso, y su beso de buenas noches en plena oscuridad que la dejó jadeando con el corazón desbocado.
—Unos 100 centímetros de busto —indicó la modista a su ayudante—. Unos 68 centímetros de cintura y 97 de cadera.
Seina dejó que la midiera con exactitud. Quería que su kimono fuera perfecto. Kakashi también estaba siendo atendido en otra habitación, por lo que podía escuchar. Le hizo probarse varios kimonos que usaba para anotar más cosas de las que no tenía ni idea. Tardó apenas 40 minutos, pero se le hicieron bastante cortos. Sobre todo, cuando vio el símbolo del clan Hatake. Era un rombo negro y gris, cuadrado, partido por 2 líneas diagonales de izquierda a derecha y otras 2 de derecha a izquierda. Básicamente, era como una cuadrado de sudoku, pero visto en vertical.
El kimono de novia, blanco, no era exclusivo al clan así que había elegido uno poco recargado. Elegante, con pocos pliegues, más bien liso. Aun así, seguía siendo un kimono. Bastante más formal que cualquier vestido de novia moderno. Lo que no se iba a poner, ni de coña, era el gorro que se ponía alguna gente más conservadora. Llevaría su cabello recogido, con alguna horquilla tradicional, y ya está.
—Lo tendremos en unos 10 días. Podrá pasarlo a recoger a partir de ese entonces.
Seina asintió. Tendrían que recoger la ropa cerca del día elegido para la ceremonia, pero a unas malas podría transformar ella un par de kimonos con su magia.
—¿Qué quieres hacer ahora? —preguntó Kakashi.
—Tengo que ir a la torre de la Hokage —frunció el ceño.
—¿Te parece bien que les dé las invitaciones a los jonin? Para los clanes Tsunade-sama tendrá que convocar una reunión.
—Está bien. Tú les das las invitaciones a los colegas sin clan y yo hablo con Tsunade-sama para que convoque la reunión.
—Perfecto. Nos vemos luego.
Kakashi le dio un beso corto en los labios y luego se marchó. Poca gente les prestó atención así que se encaminó a la torre de su maestra con una sonrisa radiante. Tardó poco en llegar. La secretaria la hizo esperar unos minutos, pero luego la dejó entrar.
—Ah, Seina. Por fin te vuelvo a ver. ¿Cómo está Kakashi? —sonrió traviesa en su dirección.
—Mucho mejor. En pocos días se habrá recuperado del todo.
Sacó de su riñonera la invitación de la Hokage, la única que iba a entregar ella en persona, a excepción de Shizune y Lee, quienes no eran miembros de un clan. Le dio el sobre gris perla, junto al de Shizune, quien no estaba con ellas en ese preciso momento. Su maestra lo cogió con una sonrisa más serena, casi complacida, y lo abrió allí mismo.
—Allí estaré —dijo, alzando sus ojos color canela por encima de la invitación—. Le daré la invitación a Shizune en cuanto vuelva. Ya verás su cara.
—¿Cuándo podrías convocar la reunión de los clanes? —preguntó ella, antes de que se le olvidara.
—Mañana mismo. Díselo a Kakashi, a Naruto y a Sasuke.
—Genial.
—¿Cómo van los preparativos?
—Mejor de lo que imaginaba. Tenemos gustos similares y lo que más nos importa es casarnos así que es fácil ponernos de acuerdo.
—Mhmm… ¿Estás pensando en retirarte? —preguntó Tsunade-sama, de improvisto.
—No —rio ella—. Al menos hasta que tenga 20 años. Me gustaría disfrutar de mi matrimonio durante unos años, si puede ser.
—¿Oh? ¿Habéis hablado de tener hijos?
—Por supuesto. No tiene sentido dejar ciertas cuestiones al aire cuando podríamos ser incompatibles.
—¿Y Kakashi quiere ser padre? —preguntó algo sorprendida su maestra—. Nunca lo hubiera imaginado. Bueno, en realidad…
—¿En realidad qué?
—No me lo imagino siendo padre con nadie más —admitió Tsunade-sama.
—Justamente lo que él dijo. Dice que quiere 3 hijos —sonrió ella. La Hokage se atragantó, riendo con algo de sorpresa—. No veo por qué no. Por cierto, ¿cuándo va a ser nuestra evaluación?
—¿Qué te parece mañana también? A las 10:00 en el campo de entrenamiento 33.
—Se lo diré a los otros. Una cosa más… ¿Cómo está ya sabes quién?
Tsunade-sama sonrió.
—Está bien. Mañana vendrá conmigo, podréis verlo.
Seina sonrió al escuchar la noticia de que volverían a ver a Itachi, aunque fuera unas horas. Pensaba invitarlo de incógnito a su boda, obviamente, pero no sería lo mismo que verle la cara. Saliendo de la torre fue en busca de Lee. Lo encontró con la ayuda de su magia, en uno de los campos de entrenamiento. Estaba con su equipo, salvo por Guy, así que aprovechó el momento para acercarse, esperando a que dejaran de combatir.
—Hola Seina —saludó Tenten, jadeando—. ¿Vienes a entrenar?
—En realidad vengo a darle la invitación a Lee.
—¡Oh! ¡Queremos verla!
—¿¡En serio!? ¡INCREÍBLE! —exclamó Lee, plantándose delante de ella en un milisegundo.
—Aww, es preciosa, Seina.
Neji sonrió al ver como sus compañeros de equipo gimoteaban sobre la invitación, como si no hubieran visto una antes. Quizás era porque no habían visto una antes. Le dio un codazo amistoso, inclinándose sobre ella para hablarle.
—No puedo creer que vayas a casarte con 16 años, aunque no me extraña que seas la primera de todos nosotros en hacerlo.
—¿En serio? —preguntó ella, alzando una ceja, extrañada—. ¿Por qué lo dices?
—Porque eres un buen partido —cortó Tenten, bufando una risa.
—Por fortuna, no me caso porque Kakashi sea un buen partido, ni porque yo lo sea.
—Lo sabemos. Tienes suerte.
—Bueno, me voy, que tengo muchas cosas que hacer —se despidió.
Le pareció irónico que Neji, y Tenten, hablaran de ella como un “buen partido” cuando hacía años habían intentado asesinarla dentro de la propia aldea su propia gente. Cómo cambiaban las cosas. Antes de que pudiera salir del rango del equipo Guy, escuchó una última coletilla.
—Está claro que Kakashi no es tonto.
—Ni que lo digas.
Seina sacudió la cabeza. Por supuesto que no era tonto, pero solo la había elegido a ella porque la amaba. No por nada más. Al igual que ella lo había aceptado porque le quería. Todo lo demás… era secundario. Regresó a casa pasado el mediodía. Naruto y Sasuke estaban pasando los días entrenando y recorriendo la aldea para ver qué había cambiado, pero los encontró ya en casa cocinando.
—Mañana a las 10:00 tenemos que estar en el campo de entrenamiento 33 —avisó.
—¿La evaluación?
Asintió. Cuando volvió Kakashi, unos 20 minutos después, parecía radiante. Incluso con su uniforme jonin, a pesar de no haber cambiado nada, era obvio que estaba más feliz que nunca. Se le acercó para darle un beso en la mejilla.
—Luego te cuento —murmuró antes de que pudiera preguntar.
—Tsunade-sama dice que convocará la reunión mañana. Seguramente por la tarde ya que por la mañana tenemos nuestra evaluación.
—Por fin. ¿Dónde es?
—En el 33, a las 10.
Comieron hablando, como no, de la boda, pero, sobre todo, de Itachi. Sasuke parecía contento de saber que iba a volver a ver a su hermano pronto. Podía apostar dinero a que se esforzaría el máximo en el combate de mañana sabiendo que su hermano estaba mirando.
—¿Contra quién pensáis que vamos a combatir? —preguntó Naruto.
—Ni idea. Imagino que algunos jonins.
Poco rato después se fueron a descansar. Se quedó a solas con Kakashi, en su habitación. Mientras se lavaba los dientes le estuvo explicando lo que había sucedido en el departamento jonin, donde todos los jonin pasaban tiempo entre misiones cuando no estaban entrenando o en su casa.
—Deberías haber visto la cara de Kurenai —rio Kakashi, sentado en la cama con el pijama puesto—. Pensaba que era una broma, una apuesta de Asuma o Guy, pero cuando Guy le dijo que ya lo sabía casi se desmaya.
—¿Y qué ha dicho Genma y Raido?
—Amenazaron con apuñalarme, pero nada importante.
Seina bufó una risa, escupiendo la espuma en el lavamanos. Le contó cómo había recibido todo tipo de felicidades después de que lo interrogaran sobre cómo había pasado. Al parecer, estaban más sorprendidos porque él se casara que por el hecho de que se casara con ella. Ninjas… Estaban todos locos.
—Entonces, ¿se lo han tomado todos bien? —preguntó finalmente, lanzándose a la cama a peso muerto.
—Sí. Mejor de lo esperado, pero creo que es porque eres tú. Está claro que eres, y has sido siempre, más madura que las otras chicas de tu promoción. De haber sido otra cualquiera… imagino que hubiera obtenido una respuesta bastante diferente.
Asintió ante sus palabras. Si podían dejarla a cargo de cirugías con solo 12 años era obvio que era porque se había ganado el respeto de gente importante, y porque estaba cualificada para llevarlas a cabo. ¿Por qué podría morir u operar sola, pero no podría casarse con quien le diera la gana? Eso era algo que todos los ninjas comprendían perfectamente. Los civiles… bueno, eso era harina de otro costal. Aun así, la mayoría de civiles comprendían que no entendían cómo funcionaban los ninjas o sus costumbres así que no se entrometían a no ser que quisieran enemistarse con alguien de mayor rango, cosa que era prácticamente un suicidio viviendo en una aldea militar ninja.
Sintió una mano acariciarle la mejilla, sacándola de sus pensamientos.
—¿En qué piensas?
—¿Te reirías de mí si te digo que tengo ganas de mudarme?
—Al contrario —contestó Kakashi, tumbándose a su lado y apoyándose sobre un codo en la cama para poder mirarla desde arriba—. Quizás debería sentirme culpable por alejarte de tus hermanos, pero sé que es lo que tú quieres.
Volvió a asentir. No creía que pudieran mudarse tampoco mañana, considerando que por la mañana tenía su evaluación y por la tarde estaba pendiente el tema de la reunión de clanes. Tenían que amueblar todavía la casa principal en el complejo Hakate y también hablar con el restaurante Akimichi para acordar lo del catering. Ugh. Por suerte, al final de la semana lo tendrían prácticamente todo hecho. Para ese entonces solo faltarían 3 días para el día de la ceremonia. Se durmió en los brazos de Kakashi, pensando en todo lo que tenía que hacer.
Al día siguiente, en su evaluación, el equipo entero se llevó una sorpresa tremenda.
—¿¡Vosotros!? —exclamó Naruto viendo a la Hokage, al pervertido de Jiraiya y al comandante Ryu.
—¿Tienes algún problema, mocoso? ¿O es que te da miedo enfrentarte a nosotros?
Sasuke y Seina miraron como Naruto discutía con Tsunade-sama, apoyados en el árbol donde estaba escondido Itachi. Kakashi, a su lado, solo parecía tremendamente divertido. No era el único que se había presentado a ver la pelea, también estaba Shikaku, Yamato, Ensui, Yugao, Seichi además de Genma y Raido. ¿Podían ser más cotillas? Era obvio cómo se habían enterado, pensó, mirando al comandante jonin y anbu. Sinceramente, solo tenía ganas de proceder con el combate y seguir con su vida.
No volvería a trabajar en el hospital hasta que regresara de su luna de miel así que, por el momento, solo estaba pendiente de las misiones fuera de la aldea que le diera la Hokage o el comandante jonin. Misiones que no les darían hasta que no completaran la evaluación para revalorar sus habilidades.
—¿Vamos a empezar o qué? —dijo Sasuke con algo de impaciencia, como si le hubiera leído los pensamientos.
Naruto se calló, dejando de discutir tontamente. Sabían que la mayor parte del tiempo lo hacía de broma, para sacar de sus casillas a los demás. Después de todo, en su fuero interno era un payaso y no solo eso… la gente cometía más errores cuando estaba irritada o enfadada. Era una táctica que Jiraiya empleaba a veces así que su hermano tenía mucha práctica sintiéndose irritado y exasperado, y comprendía que era una estrategia que funcionaba muy bien.
Sasuke y ella caminaron hasta donde estaban los demás.
—¿Solo tenemos que pelear? —preguntó Naruto—. ¿O, tenemos que hacer algo especial como el combate con las campanas de Kakashi-sensei?
—Habíamos pensado combatir hasta que uno de los dos equipos quedara inconsciente.
—¿Y ya está? —preguntó ella, extrañada. Eso podía llevarlo a cabo fácilmente con su magia, y todos lo sabían—. Otra pregunta, ¿puede salir Kurama o eso asustaría demasiado a la gente?
—¿Y el susanoo completo?
Jiraiya parecía apunto de echarse a reír, mordiéndose la lengua, mientras que Tsunade-sama claramente se estaba replanteando si era inteligente o no luchar contra ellos. El comandante Ryu, detrás de su máscara, era un maniquí sin vida, inmóvil, esperando órdenes. Escuchó un par de risas ahogadas y una tos detrás de ellos.
—Está bien: nada de Kurama, ni de habilidades para dejar inconsciente al instante —le lanzó una mirada, luego otra a Sasuke—, ni el susanoo.
Seina bufó una risa. Naruto, Sasuke y ella intercambiaron su propia mirada.
—¿Qué tal si los dejas a todos inconscientes con tu sharingan tú solo? Veremos qué hacen después.
—Te cubriremos para que no se den cuenta.
Sasuke asintió. Los 2 sanin y el comandante anbu se pusieron en posición. El primero que saltó a la pelea fue, como no, Naruto. Ella se dedicó a usar las cadenas para proteger a su equipo a la vez que atacaba a los demás. Esquivó puñetazos, patadas e incluso un kunai en su costado. Envió un pequeño mar de agua en dirección a sus contrincantes, llamando la atención de todos. Sasuke moldeó el chakra y todo acabó. Dejó que el agua se desvaneciera por todos lados, evitando que se ahogaran.
—El mangekyo sharingan es otra cosa, tío.
—Hn.
Naruto y Sasuke chocaron sus puños, sonrientes, mientras ella bufaba una risa. En cuanto los liberó del genjutsu, Jiraiya gimió frustrado.
—Sabía que iba a pasar —dijo—. Te lo dije.
—Creí que estabas exagerando un poco —reconoció la Hokage.
La pelea solo había durado 5 minutos. Estaba claro, tal y como había pensado antes, que ninguno de ellos se había enfrentado a los ojos evolucionados de un Uchiha. Por no hablar de que los habían pillado desprevenidos. Al contrario de los genjutsus normales, los producidos por el mangekyo eran muy difíciles de sobre pasar. De hecho, ahora que lo pensaba, no sabía de nadie que hubiera salido del genjutsu de Itachi o Sasuke cuando habían quedado atrapados.
—Otra vez. No puede ser que nos ganen con una ilusión 3 adolescentes —masculló la Hokage, con un atisbo competitivo en los ojos.
—La cuestión es evitar mirarlo a los ojos —informó Jiraiya.
Estuvieron peleando toda la mañana. Al principio 3 vs 3, pero luego 3 vs 1. Era obvio que todo su equipo tenía ventaja sobre los otros ninjas. Para empezar, ella contaba con su magia, Sasuke con su dojutsu casi perfecto y Naruto con su senjutsu y grandiosas reservas de chakra. La sorprendió darse cuenta de lo relativamente fácil que estaba resultando combatir contra ellos. Mientras Jiraiya y los otros se habían quedado más o menos estancos, su equipo había mejorado muchísimo. Supo en ese entonces que, de querer matarlos, podría hacerlo fácilmente incluso sin usar su magia, mientras combatiera al lado de su equipo.
Conocían prácticamente todos los trucos de Jiraiya después de que les enseñara durante 3 años. A Tsunade-sama también la tenía calada ya que era su maestra y sabía que solo tenía que cansarla mientras esquivaba sus ataques antes de deshacerse de ella fácilmente. El niño problema era el comandante anbu. Simplemente porque no sabía quién era ni qué habilidades tenía. De hecho, ambos sanin se dieron cuenta de lo mismo y empezaron a actuar como los refuerzos de Ryu, en lugar de atacarlos frontalmente a ellos.
¿El problema del comandante? Naruto y ella podían seguir usando ninjutsus mucho más tiempo que él, ella podía contrarrestar su kenjutsu ya que había sido entrenada duramente para ello por alguien igual de bueno en kenjutsu que el propio Ryu y Sasuke predecía sus ataques con el sharingan. Todo eso, sumado a su vínculo, hacía que tampoco pudiera acabar con ellos. Podía combatir para no quedarse inconsciente, llegar a un impase, pero nada más.
—Creo que ya hemos visto suficiente —respiró hondamente Tsunade-sama, con las mejillas algo sonrojadas del esfuerzo—. Demonios, sí que tenéis aguante.
Seina suprimió un bostezo. Había sido bastante más duro combatir contra Itachi y Kisame. Ambos eran unas bestias y tenían bastante más resistencia, sobre todo Kisame, que la Hokage y Ryu. Se encaminaron hacia donde estaban los demás, quienes, ahora que no estaban combatiendo, estaban discutiendo en voz baja lo que habían visto. Kakashi estaba sonriente, con un atisbo orgulloso brillando en sus ojos al verlos, contemplando su lucha en silencio con ambos ojos al descubierto.
—Os habéis convertido en unos monstruos —dijo Shikaku, sacudiendo la cabeza—, y ni siquiera hemos visto todo lo que sois capaces de hacer, por lo visto. Tenéis un grandioso trabajo de equipo.
—Entre las cadenas de Seina y Naruto, el genjutsu y sharingan de Sasuke, su conexión, su resistencia y su catálogo de ninjutsu es casi imposible derrotarlos —asintió Ensui—. Todas sus habilidades cubren las pocas debilidades que tiene cada integrante así que, luchando juntos, es muy difícil derrotarlos.
—Al menos os habéis hecho una idea de sus nuevas capacidades.
Las palabras de la Hokage hicieron asentir a Shikaku.
—Es una lástima que no podáis ascender a jonin hasta el año que viene.
—Eso es fácil de remediar —cortó la Hokage—. Desde el día de hoy, Sasuke Uchiha y Naruto Uzumaki sois ascendidos a tokubetsu jonin. Podéis combatir contra el que se queje, a ver si le hace gracia tener a 2 chunin del nivel de un anbu correteando por Konoha.
La sonrisa radiante, extrañamente contenida, de Naruto y el aire complacido y orgulloso de Sasuke la hicieron sonreír.
Notes:
Mañana no podré actualizar así que subo hoy el capítulo. ¡Hasta la semana que viene!
Chapter Text
Por la tarde, cuando tuvieron que ir a la reunión de los clanes, Naruto todavía no podía dejar de vibrar al pensar en su ascenso. No le extrañaba. Ahora todos ellos eran jonin, aunque Sasuke y Naruto estuvieran un medio rango por debajo. Sasuke se había puesto como objetivo ascender a jonin el año que viene así que Naruto, para no quedarse atrás, aceptó el reto con ganas.
—¡Voy a empezar a estudiar todos esos libros tuyos! ¡Ya verás como lo consigo, dattebayo!
—Seguro que sí, Naru.
Caminaron hacia la torre de la Hokage, donde se realizaría la reunión. Cuando llegaron vieron que algunos ya estaban adentro, sentados o de pie, hablando. Como era obvio, todos ellos sabían, debido al cotilleo, porqué estaban allí. Nada más entrar Kakashi, y luego ella, se les acercaron para darles formalmente las felicidades. El padre de Hinata, aunque no lo conocía, parecía haberse sacado del culo, parcialmente al menos, el palo que sabía que tenía metido. Quizás porque Hinata había ascendido a chunin y había ganado a su hermana en un combate justo, demostrando más habilidades que muchos otros Hyuga gracias a sus entrenamientos con sus amigos.
—¿Estás segura de poder aguantarle para siempre? —dijo de forma exuberante la madre de Kiba, con una sonrisa canina.
—Totalmente segura —sonrió ella. No tenía la menor duda.
Entonces, apareció la Hokage, seguida de quien parecía ser la persona que tomaba el testigo de las reuniones. Se sentó en la cabeza, haciendo que todos se sentaran también. Naruto no era el líder del clan, pero como su heredero y su hermano, pronto lo sería así que se sentó a su lado. Sasuke, al otro lado de Naruto, hizo caso omiso de Tsume Inuzuka con expresión algo exasperada.
—Bienvenidos todos a la reunión de clanes. Como ya sabéis, estáis aquí porque uno de los nuestros, Kakashi Hatake, va a casarse con otro de los nuestros, Seina Uzumaki —empezó su maestra—. Debido a que Seina es la líder de su clan y ha aceptado convertirse en integrante del clan Hatake, la acompaña su heredero, Naruto Uzumaki, quien asumirá el cargo de líder del clan Uzumaki el 1 de noviembre.
Seina escuchó la ceremonia en silencio. Kakashi, a su lado, se levantó para explicar que iban a casarse, bla bla bla. Sinceramente, era mero protocolo. Solo se reunían para dar las invitaciones personalmente y evitar tener que ir de clan en clan e invadir su territorio. Sobre todo, si eran clanes con los que apenas tenían trato. La reunión acabó en menos de 30 minutos. Cuando se marcharon todos, salvo los más allegados, Kakashi y ella recibieron de nuevo abrazos y felicitaciones genuinas.
—Sabía que este día llegaría —confesó Shikaku—. Kakashi no es tan discreto como cree, y tú tampoco.
—A mí me daba bastante igual.
—Lo sé —rio el comandante jonin—. Desde que tú llegaste a la vida de Kakashi ha sido un cambio constante para él, para mejor, obviamente. Tú y tus hermanos. Desde hace tiempo tiene algo nuevo y muy importante por lo que vivir, y se nota. Espero que seáis felices juntos muchos años.
—Gracias, Shikaku.
Abrazó al padre de Shikamaru, sintiendo como la abrazaba también fuertemente. Era curioso darse cuenta de que la persona que más había asumido el papel de padre en toda su vida era Shikaku. Jiraiya, su padrino, le recordaba más a Remus que a Sirius. Él, como Remus, solo había aparecido años más tarde por casualidad y, a veces, era un cobarde, como Remus. No podía imaginarlo tomando el papel de padre ni por asomo. Shikaku, aunque no le recordaba a nadie, era obvio que llevaba cuidando de ella desde hacía mucho tiempo. Quizás no como un padre normal, pero Seina notaba su aprecio y cariño con todas sus acciones.
Se despidió de los demás, saliendo de allí en dirección al restaurante Akimichi.
—No ha ido tan mal, ¿no? —preguntó Kakashi. Entonces, hizo algo que no había hecho hasta la fecha: entrelazó su mano con la suya delante de todos.
—No.
Seina no pudo evitar sonreír en su dirección. Seguro que cualquiera podía ver el amor en sus ojos, o en sus facciones, porque era ya demasiado tarde y difícil para esconderlo. Kakashi, al verlo, solo sonrió con cariño. A pesar de las cosas que tenían que hacer, decidieron silenciosamente dar un paseo por la aldea en dirección al restaurante. Una parte de ella se sentía algo extraña por recibir algunas miradas, pero otra parte estaba feliz por poder estar a su lado como nunca antes.
Realizar su reserva tomó muy poco tiempo así que después de eso volvieron al complejo Hatake para acabar de amueblarlo y finiquitar las pocas cosas que faltaban.
—Podríamos hacer algo con este edificio —dijo Kakashi, mirando el edificio de 2 plantas que antes usaban como criadero.
—Si quieres puedo convertirlo en una caseta de entrenamiento con diferentes climas.
—Es una buena idea.
Dieron una vuelta final por el complejo, a solas, antes de sentarse a los pies de un enorme cedro. Sentada en el regazo de Kakashi, entre sus brazos, lejos del resto de la aldea y de todos los demás era como tomar un merecido respiro. No había planeado casarse tan pronto al regresar a la aldea. Había pensado que pasaría un tiempo y que se tomaría un periodo de adaptación al volver, pero quería casarse. El problema era que planear una boda, incluso una sencilla como la suya, era cansado. No sabía por qué, pero quería que llegara ya el día y descansar.
—Las bodas siempre dan más trabajo de lo esperado —admitió ella en voz alta.
—Y eso que la nuestra será relativamente simple.
Cerró los ojos de placer cuando notó como le acariciaba el cabello suavemente, como era costumbre. Levantó la cabeza minutos más tarde para mirar su rostro, siempre que estaban a solas, sin máscara. Se dio cuenta de que, a pesar de los últimos días, era como si no se hubiera fijado mucho en él. Estaba a su lado, arreglando cosas, pero no había parado a respirar un segundo y a contemplar a su futuro marido. Alguien a quien no había visto durante 3 años.
—Kakashi… —él la miró también, incapaz de esconder su expresión amorosa—. Quiero saber todo lo que ha pasado estos 3 años.
—¿Todo? —sonrió él—. Tardaré un tiempo en explicártelo todo.
—Bueno, eso es justamente lo que tenemos ahora, ¿no?
Kakashi perdió su sonrisa ante sus palabras. Antes de que pudiera hacer o decir nada más, se inclinó para posar sus labios sobre los suyos. No supo definir por qué este beso era distinto, pero lo era. Se sentía más como el primer beso que deberían haberse dado a su regreso que aquel beso desesperado que intercambiaron en el hospital, cuando por fin despertó de su coma. No era un beso frenético, ni suave sino más bien una mezcla de ambos. Era perfecto.
Se le erizó la piel al sentir la lengua de Kakashi rozar la suya, su mano acunando su rostro, su nariz rozar la suya. Decidió en ese preciso instante que ya habían esperado suficiente. Moldeó el chakra y aparecieron a los pies de su nueva cama. El beso se interrumpió momentáneamente, pero Kakashi no se rio ni alzó una ceja cuestionándose cuándo, y por qué, había puesto un sello para usar el hiraishin en su nueva habitación.
Se quitó las sandalias con los pies, sentándose en la cama. Kakashi, delante de ella, de pie, la contempló un par de segundos. Luego, alzó sus manos para quitarse la banda ninja, y la tiró al suelo. Seina lo observó quitarse también el chaleco, y las sandalias antes de inclinarse sobre ella, apoyándose en la cama. No le preguntó si estaba segura porque era más que obvio que lo estaba. Dejó que le quitara la banda ninja de su cuello, echándola encima del pequeño montón de ropa.
Se inclinó unos escasos centímetros hacia delante para besarlo. Se dio cuenta de que no era la única que estaba saboreando el hecho de que finalmente había calado que estaban juntos de nuevo, que ya no tenían que esconderse y que pronto serían de verdad una familia.
—Te quiero —dijo, casi sin pensarlo, posando frente con frente.
—Te quiero tanto que duele.
La voz masculina, segura, determinada de Kakashi le provocó un nudo en la garganta. Era imposible no darse cuenta de que lo decía en serio. En ese preciso instante supo que iba a entregarse a él, pero no de la forma en la que se prometieron aquella noche en su casa, cuando se despidieron. No iban a follar sino a hacer el amor.
Le cogió la camisa azul marino, sacándosela sin ningún impedimento. Seina observó su torso definido, musculado y sin bello de su prometido. Aunque hubiera querido, no hubiera podido evitar tocarlo. Kakashi cerró los ojos mientras ella lo acariciaba suavemente, luego usando sus uñas afiladas. Posó sus labios sobre su pecho, besándoselo con reverencia. Sintió la mano de Kakashi en su cabello, acariciándole la cabeza antes de que tirara suavemente de su cabello hacia detrás, exponiendo sus labios.
Cayó sobre la cama, de espaldas, siendo besada nuevamente. Alzó las caderas para que pudiera desatarle el obi rojo. No supo cómo demonios lo hizo tan rápido o si es que realmente pasó más tiempo siendo besada, con los ojos cerrados del placer, del que creía. Lo siguiente que notó fue la corriente de aire fresco sobre su torso y piernas semidesnudas. Kakashi, con las piernas a ambos lados de sus caderas sobre la cama, se levantó quedando sentado sobre ella para observarla con las pupilas dilatadas.
Llevaba días poniéndose ropa íntima de encaje, transparencias o seda. Nadie lo sabía, salvo Kurama, ya que nadie sabía que estaba esperando justamente este momento. Y ya había llegado. Allí se encontraba, con el kimono corto desatado y abierto, dejándole ver a Kakashi sus sujetador y bragas a juego de color negro y encajes, y sus medias negras que le llegaban hasta mitad de muslo.
Observó como tragaba, complacida, viendo de reojo su erección todavía dentro de sus pantalones. Su mirada hambrienta, y posesiva, la recorrió de arriba abajo despacio. Casi pudo sentirla sobre su piel. Evitó removerse, excitada, mientras la examinaba con un brillo lujurioso en ambos ojos. Se inclinó sobre ella, lentamente, para besarle suavemente los labios, pero luego bajó y bajó, y bajó. Notó su nariz rozar su piel, su aliento y su lengua juguetear con su ombligo. Se le aceleró la respiración y el pulso cuando lo notó sobre su sexo.
Le lamió sus partes todavía con la pequeña braga puesta. Gimió de sorpresa y placer. Ni siquiera le preguntó. Sus manos cogieron la tela a lado y lado. Le bajó lentamente las bragas hasta tirarlas al suelo, sin mirar a dónde caían. Antes de que pudiera recuperarse, le cogió ambas piernas, poniéndoselas sobre los hombros, y acto seguido notó una lengua posarse en su clítoris.
Se retorció sin poder evitarlo, gimiendo y llorando su nombre, cuando Kakashi empezó a lamerle el coño como si ese fuera el único objetivo de su vida. Estaba tan mojada y excitada que fue fácil que la penetrara con su lengua y luego con sus dedos mientras lamía, mordisqueaba muy suavemente y succionaba su clítoris. Fueron sus gemidos masculinos, como si fuera él quien estaba recibiendo placer, lo que la llevaron al límite.
—¡Kakashi! —gritó, sin poder contenerse.
Convulsionó sobre las sábanas, con las piernas temblorosas todavía cruzadas tras su cabeza. Ni siquiera recordaba haberlas cruzado. Recuperó el aliento, mirando hacia abajo, viendo como él levantaba la cabeza relamiéndose los labios.
—Sabes a pastel de vainilla —dijo con una sonrisa pequeña, encantada y excitada—. Podría comerte el coño toda la noche.
Seina no supo qué contestar a eso así que se quitó el kimono y luego el sujetador, quedándose totalmente desnuda ante su mirada cargada de deseo.
—Quiero verte.
Le soltó despacio las piernas y luego se levantó de la cama. En un solo movimiento se quitó la ropa interior y los pantalones. Seina lo observó, notando como se le erizaba el bello de nuevo y se le ponían los pezones erectos. Kakashi era, simplemente, sumamente atractivo. Contempló su piel pálida, con escaso bello, sus músculos definidos y prominentes producto del entrenamiento, su cabello caer sobre su rostro devastadoramente hermoso y, lo que dejó para el final, su erección rosada y grande chocar contra su prieto abdomen. Estaba claro que no podía quejarse del tamaño de ninguna de las maneras.
Subió un poco más arriba en la cama, para que no le quedaban las piernas colgando, e hizo un gesto con el dedo para que se acercara. Kakashi obedeció. Gateó sobre su cuerpo hasta que quedó encima de ella. Se miraron a los ojos durante unos segundos donde olvidó que existía mundo más allá de esa habitación. Olvidó a sus hermanos, olvidó su trabajo, olvidó la aldea y a sus enemigos. Kakashi fue capaz de hipnotizarla con su mirada como nunca antes lo había hecho, aunque, contemplando sus ojos llenos de deseo supo que no era la única perdida en el momento.
Despacio, poco a poco, se inclinó sobre ella, con sus brazos postrados a lado y lado de su cabeza, para besarla. Perdió la noción del tiempo mientras sus lenguas se acariciaban y sus torsos se tocaban, desnudos, por primera vez. Le pasó las piernas por las caderas, incapaz de decirle lo que quería, pero él lo entendió. Había perdido el himen debido a sus entrenamientos de taijutsu, entre otros motivos, así que la penetró como si fuera lo más fácil y sencillo del mundo, como si estuvieran hechos el uno para el otro.
Gimió contra su boca cuando por fin la llenó. Después de tantos años deseándolo, finalmente eran uno físicamente. Se quedaron quietos unos segundos, saboreando su unión. Seina tuvo que contener los gemidos, y las lágrimas, cuando se sintió estúpidamente conectada a él como nunca antes. El sexo no lo era todo pero, aun así, era una parte importante de una relación. Había querido a Kakashi durante años, de forma inocente así que hacer el amor con él era un regalo.
Movió sus caderas, notando las caderas masculinas y sus muslos contra sus piernas y su culo. Kakashi se retiró lentamente y luego la embistió. Primero despacio, como si quisiera alargar el momento lo máximo posible, pero luego sus embestidas fueron más poderosas. No pudo evitar cogerlo del cuello con un brazo mientras con el otro evitaba darse un cabezazo contra el cabecero mullido de la cama mientras creyó notar cada una de las venas y singularidades de su pene rozar una y otra vez con las paredes de su vagina, llenándola hasta el ligero punto de dolor mezclado con placer.
Notó su lengua en su cuello el mismo instante que estiró la cabeza hacia detrás para gemir y llorar su nombre, pidiéndole más. No supo cuánto tiempo pasó ya que había perdido la noción del tiempo, atrapada bajo el cuerpo de Kakashi. Solo disfrutó del momento durante lo que pareció ser una eternidad aunque, posiblemente fueran largos minutos de placer. Escuchó sus jadeos contra su piel, sus gruñidos y gemidos hasta que sus finos oídos oyeron su nombre de su boca.
—Seina…
Le recorrió una corriente eléctrica por todo el cuerpo al escuchar su nombre siendo gemido por Kakashi en su cuello, un segundo antes de levantar la cabeza. Casi inconscientemente, sus bocas se encontraron, chocando con poca delicadeza. Sus lenguas se arremolinaron la una contra la otra. No supo dónde comenzaba uno y acababa el otro. Se le escaparon un par de lágrimas del placer cuando notó como entraba y salía de ella al mismo tiempo que una de sus manos se posaba entre ambos para poder juguetear con su clítoris.
Gritó su nombre en su boca cuando se corrió. Un par de segundos después, notó como él la llenaba. Sus caderas se movieron, penetrándola un par de veces más, corriéndose dentro de ella lo más profundo posible. Sus piernas y su cuerpo temblaban bajo el cuerpo ligeramente jadeante de Kakashi, pero no quiso bajarlas de sus caderas y Kakashi no intentó separarse. Aun así, sintió como salía de ella y luego, a los pocos segundos, notó su corrida caerle por los muslos hasta empapar las sábanas mientras Kakashi se estiraba sobre ella, posando el peso de su torso sobre el suyo.
No dijeron nada. Posó la cabeza al lado de la suya, sobre la almohada, y se observaron durante un largo rato. Pudo ver sus ojos todo lo que no estaba diciendo en voz alta. La abrazó contra él lo más fuerte y cerca posible, como si no quisiera dejarla ir, y ella solo pudo levantar una pierna sobre su cadera para dejar que se acomodara entre sus piernas, un poco más cerca aún.
Apoyó su frente en su mandíbula, cerrando los ojos de felicidad y del puro placer que sentía al estar con él, y simplemente… existió. Notó como le acariciaba la espalda suavemente, como si no pudiera dejar de tocarla, y tuvo que sonreír contra su cuello ligeramente perlado de sudor. Unos labios besaron la fina piel bajo su oreja antes de susurrarle con voz ronca que la amaba. Se le erizó el bello, como siempre sucedía, y deseó no perder nunca esa sensación de euforia cada vez que escuchaba como la quería.
Inclinó su cabeza hacia atrás, lo mínimo posible para capturar de nuevo sus labios. Estaban tan lejos de los vecinos más cercanos que lo único que escuchó fue la naturaleza, los animales y el sonido de sus labios separarse y unirse una y otra y otra vez. Notó la nueva erección de Kakashi sobre su muslo así que retiró una de sus manos que reposaba en su pectoral y, sin decir nada más, lo agarró para guiarlo dentro de ella. Mordió su cuello para ahogar un gemido cuando volvió a sentirlo al completo dentro de sí. Kakashi le agarró el muslo de su pierna sobre su cadera y la penetró, una y otra y otra vez.
A penas durmieron esa noche de finales de octubre. Lo único que hicieron fue hacer el amor cuando les apetecía, mientras hablaban de todo y nada. Era como volver a conocerse, como reencontrarse después de largos años, como volver a enamorarse. Todo lo que quisieron hacer durante tanto tiempo… ahora ya no había nadie que pudiera impedírselo. Un nudo en su interior, un peso muerto, se desvaneció a la nada cuando cimentaron su relación de casi todas y cada una de las formas posibles que dos personas podían amarse.
—¿Sabes lo que se me ocurrió el otro día? —murmuró contra su cabello, bien entrada la madrugada.
—¿El qué?
—Sé que una parte de ti echa de menos a Sasuke y Naruto. Igual que yo. Aun así, no puedo comparar mis sentimientos hacia ellos con los tuyos —explicó, acariciándole con la punta de los dedos la mano sobre su pecho—. Había pensado que, si tú quieres, podemos ofrecerles a ellos, y a Itachi, una casa para cada uno aquí, en el complejo. De esa forma, tendríamos nuestro espacio pero, a la vez, estaríamos juntos.
Seina levantó la cabeza de su pecho, mirándolo con algo de sorpresa. Sabía que tanto Sasuke como Naruto querían mucho su antigua casa así que nunca se había planteado que ellos también se mudaran, pero ahora que se lo comentaba Kakashi no veía por qué no podía ser posible. Si ellos querían, claro. Le sobrepasaron los sentimientos al escuchar como había incluido a Itachi preventivamente, a pesar de que le quedaban meses viviendo en el complejo de los anbu como periodo de prueba, porque la conocía y sabía que Itachi era su familia también como Naruto o Sasuke.
Solo pudo sonreír al darse cuenta que debía haber estado cavilando sobre este tema durante días, pensando en cómo hacerla feliz a ella y, a la vez, planificar lo mejor para su matrimonio. La idea de Kakashi, esencialmente, era la solución perfecta para liberarla del ligero sentimiento de tristeza y melancolía que sentía cuando pensaba en mudarse lejos de sus hermanos. Después de todo, solo tenían 16 años.
—Gracias, mi amor.
No tuvo que explicar a qué se refería. Observó la sonrisa complacida de Kakashi, quien sonreía al ver que ella estaba complacida, y le dio un pequeño beso en los labios como agradecimiento. Quería tanto a este hombre que hubiera hecho cualquier cosa por él. De haberlo perdido en el hospital hacía unas semanas se le habría roto el corazón para siempre. De repente, se acordó de su magia. Esbozó una sonrisa al darse cuenta de que Kakashi había sido capaz de hacer que olvidara momentáneamente sus poderes con su mera presencia. Durante esas pocas horas no la había echado en falta pero, ahora que estaba pensando en cómo demostrarle sus sentimientos con sus poderes, se acordó de ella con algo de sorpresa.
Cerró los ojos concentrándose en sus sentimientos hacia él. Pensó en cada diminuto detalle que le recordaba a él: sus ojos atentos, su expresión serena, su físico que la excitaba como nadie antes, la felicidad que sentía por estar juntos, el placer de estar juntos físicamente, su deseo de pasar el resto de sus días a su lado, el amor que sentía cuando pensaba en él o alguien lo mencionaba, sus esperanzas de futuro… Lo comprimió todo y se lo mandó con su magia, a través de la mano que tenía posada en su pecho.
Escuchó la inspiración entrecortada de Kakashi a escasos centímetros y, cuando abrió los ojos, vio el brillo de lágrimas de felicidad en sus ojos heterocromos, su rostro conmovido casi roto. Podía decirle mil veces que lo amaba, pero no era comparable con poder mostrárselo gracias a su preciada magia.
—Ojalá pudiera hacer yo lo mismo —confesó él, en voz baja—. Ojalá pudiera mostrarte cuánto te quiero y cuánto deseo estar a tu lado hasta mi último aliento. Eres mi roca, Seina, mi confidente, mi mejor amiga, el amor de mi vida, serás mi esposa y la madre de los hijos que nunca creí que quisiera tener y que, sin embargo, estoy deseando tener contigo. Te quiero más que a nada en el mundo. Más que a la aldea, más que a mi clan, más que a mis amigos… Por ti haría cualquier cosa.
—Lo sé, mi amor. Lo veo en tus ojos cada vez que me miras —reconoció ella mientras examinaba atentamente cada pulgada de su rostro, grabándoselo a fuego.
Se fundieron en un beso cargado de sentimientos. Cuando entraron a través de las cortinas blancas los primeros rayos del sol no consintieron levantarse en un rato más, a pesar de que ambos tenían cosas que hacer. Le acarició el cabello corto con sus uñas largas, viendo como cerraba los ojos del placer, casi ronroneando. Una hora después, supo que debían levantarse.
—Deberíamos ducharnos —habló ella, con un suspiro cargado de lástima.
Kakashi abrió los ojos, sin soltarla, al escucharla. Estuvieron tumbados más un par de minutos, pero luego se incorporó lentamente, como si le costara una barbaridad. La cogió en brazos, completamente desnudos ambos, y la llevó consigo al baño.
—Al menos podemos hacerlo juntos —murmuró contra la piel de su cuello, abrazándola desde detrás hacia su pecho, abriendo el grifo.
El agua cayó sobre ellos a la temperatura perfecta gracias a las runas mágicas. Ambos cupieron perfectamente en la nueva y flamante ducha, moderna, grande y con un banco de buen tamaño, todo de piedra gris clara. Por suerte, siempre tenía consigo la riñonera así que invocó con su magia sus enseres del baño con el pensamiento. Kakashi bufó una pequeña risa contra su cuello al verlos aparecer, aunque rápidamente se atragantó cuando la vio inclinarse delante de él para coger los botes del suelo, quedando totalmente expuesta ante él.
Tuvo que suprimir una risa traviesa, pero él lo percibió fácilmente. En cuanto se incorporó la apretó contra él con un gruñido, quedando su espalda contra su pecho masculino y sintiendo en su baja espalda su gran erección.
—Juegas con fuego, cariño.
—Quizás quiero quemarme —contestó, mirándolo por encima de su hombro.
Kakashi le dio la vuelta tan rápidamente que ni lo vio. La cogió por las caderas y se sentó en el banco de piedra con ella encima, montada en su regazo. Notó su erección rozar de forma placentera sus labios vaginales, antes de que pudiera hacer más que cogerlo de hombros, cogió su polla en la mano y se la introdujo poco a poco o, más bien, la cogió de las caderas y la sentó firmemente en sus muslos con él dentro de ella.
Seina gimió, incapaz de no echar la cabeza atrás del placer, pero no pudo evitar y acabó dejándole el cuello expuesto a Kakashi. Él no se hizo de rogar. Sus labios se cernieron en su piel, mordisqueando su cuello y luego succionando sus pezones, cogiendo con una mano sus pechos que rebotaban arriba y abajo frente a su cara mientras ella cabalgaba sobre su erección para dar placer a ambos.
—¡Kakashi! —gritó, cuando soltó su pecho y usó sus manos para ayudarla con las embestidas.
Maldijo con voz ronca, soltándole el pezón y cogiendo su cuello de nuevo, como si no supiera qué le gustaba más.
—Me he corrido ya 4 veces dentro de ti, pero podría seguir haciéndolo, o intentándolo al menos —juró con voz oscura, jadeante y entrecortada del esfuerzo, pero cargada de lujuria—. No sabes cuanto me excita pensar que podrías, ahora mismo, quedarte embarazada con nuestros cachorros si tan solo…
—¡Lo sé! —gimió, sintiendo su creciente orgasmo sobrepasarla como una ola—. ¡KAKASHI!
El placer mezclado con el dolor de su mordida en el cuello, la primera de toda la noche, o día según como se mirase, la llevó de nuevo al orgasmo. Sus caderas, cogidas por sus manos, impactaron con las suyas mientras se hundía lo más profundo posible en ella para correrse, impulsado por sus instintos. Cayó sobre él, con las piernas abiertas a cada lado de sus muslos, recuperando la respiración contra su boca. La mano de Kakashi, enterrada en su cabello totalmente mojado, la mantuvo en su sitio frente contra frente, boca contra boca, mientras sus corazones desbocados volvían a serenarse.
—Ahora sí que deberíamos ducharnos…
Se rieron. Era imposible no hacerlo cuando se era tan feliz como ellos en ese preciso instante. Dejó que le lavara el cabello mientras lo abrazaba contra ella, apoyando su cara contra su pecho fuerte y cerrando los ojos del placer. Luego hizo lo mismo con él. No era algo que fueran hacer cada día, como era obvio, pero cuidar el uno del otro de forma tan íntima de vez en cuando era simplemente perfecto.
Notes:
Llegó por fin el día que tanto esperabais. ¿Ha cumplido vuestras expectativas o esperabais algo más salvaje?
Tal y como dije, el 25 subiré otro capítulo como regalo de Navidad así que estad atent@s esta semana a la próxima actualización. ¡Felices fiestas!
Chapter Text
Después de su primera noche con Kakashi en su nuevo dormitorio maestro hablaron Naruto y Sasuke sobre el tema de mudarse. Solo tuvieron que pensárselo 5 minutos antes de decidir que se mudarían con ellos. Bueno, se mudarían al complejo Hatake en su propia casa ya que ninguno de ellos, por mucho que discutieran a menudo, estaba acostumbrado a vivir solo. Compartirían también la casa con Itachi dentro de 5 meses, en caso de que aceptara mudarse con ellos, así que entretenidos estarían.
—¡Menos mal que son casas grandes! —dijo Naruto, como no, discutiendo con Sasuke—. De lo contrario no habría quién lo aguantase.
Seina, y los demás, escucharon el bufido de risa de Kakashi una habitación más allá. Las casas del complejo Hatake, salvo la casa principal, eran todas idénticas. Tenían 4 habitaciones, 2 baños completos, una cocina, salón y comedor, una lavandería/despensa, una entrada de buen tamaño y un jardín delantero y trasero separado de las otras casas por un camino pequeño de piedra gris. Así pues, sus hermanos tenían espacio más que suficiente para no matarse y para no tener que compartir baño. Aunque una parte de ella sabía que encontrarían otra escusa con tal de seguir discutiendo. Después de todo, así era como se expresaban afecto. La mayoría de veces, al menos…
A Kakashi y a ella ya les daba igual. En ese preciso momento, con lo relajada y feliz que estaba, solo atinaba a sonreír. Ni siquiera sus tonterías conseguían cansarla y exasperarla como a veces.
—¿Cómo lleváis la planificación de la boda? —preguntó Sasuke de improvisto—. Te veo más relajada.
—Eso es porque ya está casi todo preparado. Solo falta recoger nuestra ropa, decorarlo todo el día de antes, preparar el catering el día de la boda y casarnos.
—Hablando de eso. Tenemos que pasar por la modista —recordó Kakashi, apareciendo por la puerta y sentándose a su lado tan cerca que Sasuke alzó una ceja.
—Genial. Una cosa menos. Es una lástima que no pueda invitar a Gaara y a sus hermanos. Son los únicos que no asistirán.
—Quizás podamos hablar con Tsunade-sama —la reconfortó Kakashi, pasándole el brazo por los hombros y jugueteando con su cabello suelto.
La expresión medio asqueada y divertida de Sasuke hizo que se tragara una risa. Era como un niño que ve a su maestro con su pareja fuera de la escuela comportarse como una persona normal o alguien viendo a sus padres besarse. Vio de reojo la esquina de los labios de Kakashi alzarse peligrosamente cuando, obviamente, él también observó lo mismo. Naruto, quien todavía estaba explorando la casa, bajó las escaleras escandalosamente.
—Ugh. ¿Soy el único que se aburre en la aldea?
—¿Acabas de llegar y ya estás aburrido? —sonrió Kakashi—. Dale gracias a Tsunade-sama que os, nos, esté dando un tiempo de adaptación.
Seina asintió. Llevaba días pensado lo mismo. Desde que habían regresado no habían tenido una sola misión. Primero porque estaba Kakashi en el hospital durante casi 8 días y luego porque estaban planeando una boda, con lo que eso conllevaba. Faltaban 4 días para acabar octubre y luego un día para la boda. Casi no podía creer que en menos de una semana estaría casada con el amor de su nueva vida. Contando los 7 días de después, de luna de miel, significaba que habría pasado casi un mes en Konoha sin una sola misión. Ah… A veces era genial ser la aprendiz de la Hokage.
Un rato después, Kakashi salió de la casa en dirección a la modista, tal y como habían hablado. Naruto y Sasuke, como no tenían ni idea de preparar una boda, se fueron en dirección al campo de entrenamiento, huyendo con la cola entre las patas. Seina los dejó ir, bufando una risa de burla. Cuando se casaran ellos ya reiría ella, ya. Como estaba totalmente sola, salió en dirección a la floristería. Ino le había dicho que se pasara algún día de estos para hablar de su ramo, las únicas flores que iba a comprar porque le hacía gracia comprarlas de la tienda de su amiga. Todas las demás flores, como la demás decoración, sería conjurada o transformada.
Cuando llegó a la floristería, para su sorpresa, se encontró a Karin, Hinata e Ino juntas.
—¡Seina! ¡Estás radiante!
—No me extraña. ¡Está a punto de casarse!
—¿Qué hacéis aquí todas juntas?
—Hinata quería flores para su hobby de flores prensadas y Karin me ayuda de tanto en tanto en la floristería —explicó Ino, acabando de envolverle las flores a Hinata—. ¿Vienes a hablar de tu ramo?
—¡Esto no me lo pierdo! —sonrió Karin cuando ella asintió—. ¿En qué flores estabas pensando?
—En ninguna, de hecho. Solo quiero que no sea muy recargado y que pegue con la decoración.
—Gris perla y crema, ¿verdad? —recordó Ino. Ella asintió de nuevo—. Genial. Mmm… ¿Qué te parece un ramo con la mayoría de flores de color crema y alguna que otra flor blanca?
—¿Cómo cuál?
—¿Qué tal rosas de color crema? Son rosas de un color mezcla entre rosado y amarillo muy bonito y significan amor y dulzura —intercedió Hinata.
—En realidad, podríamos hacer un ramo solamente de este tipo de rosas junto sus hojas y tallos y envolverlo en una tela semi transparente gris con un cierre perlado.
Estuvo un largo rato con sus amigas, charlando y dibujando diseños hasta que encontraron uno que les gustaba a todas. A ella, sinceramente, todo le parecía perfecto ya que ahora mismo se encontraba en una nube. A sus amigas, por el contrario, les había costado aceptar que cualquier ramo le parecía bien.
—Está enamorada —se encogió de hombros Karin— y va a casarse con el amor de su vida. Ahora todo le parece genial.
Seina se rio porque era totalmente cierto. Al salir de la floristería pasó por su antigua casa para recoger todo lo que tuviera allí que necesitara en su nueva casa. Al dar un repaso al antiguo cuarto de Kakashi vio que estaba impoluto, aunque luego recordó cómo le confesó que no había pisado la casa en mucho tiempo mientras estaba fuera. Dedujo que seguramente tenía sus cosas en su antigua casa o las llevaba encima.
Regresó a casa minutos después, con una sonrisa enorme al darse cuenta de que estaba regresando al futuro hogar donde crecerían sus hijos, donde viviría como la esposa de Kakashi. Encontró a su prometido, a su prometido, dios, guardando las prendas que había recogido de la modista. Se giró con una sonrisa en el rostro nada más percibirla.
—¿Cómo ha ido en la floristería? —preguntó, acercándose con un par de zancadas hasta tenerla entre los brazos, como si no pudiera contenerse.
—Bien. He acabado de recoger nuestras cosas de la antigua casa también.
Aceptó un beso en los labios, perdiendo el hilo de sus pensamientos. Sintió una mano adentrarse con su cabello suelto, acercándola más a él, y una lengua abrir sus labios con confianza. Ella, por supuesto, solo pudo rodear su cuello con sus brazos para que la mantuviera en pie cuando se le aflojaron las rodillas al sentir su lengua enredarse con la suya, como si llevaran haciéndolo años en lugar de unos míseros días.
—No sabes cuántas veces quise hacer esto —susurró él contra sus labios mojados, minutos después. Le lamió el labio inferior antes de volverla a besar.
Una mano se posó en su cadera, tirando de ella hacia arriba así que saltó encima de él tal y como quería. La cogió sin problema, caminando hacia la cama a pesar de que solo era media mañana. Podría haber desvanecido sus ropas con el pensamiento, pero había algo indescriptiblemente excitante al ver cómo él se desnudaba prenda a prenda para ella. Aun así, lo que quería ahora mismo, aparte de verlo desnudo, era hacer que se corriera en su boca. Así pues, en cuanto la dejó en la cama usó su fuerza para girarlos, quedando él abajo. Kakashi la miró con las pupilas dilatadas y con un gran bulto en los pantalones.
—Hoy me toca a mí.
—Soy tuyo —dijo escuetamente, dándole permiso para hacer lo que quisiera con él.
Le quitó la banda ninja, lanzándola con acierto a la silla donde estaba posado su chaleco y su máscara, y luego le sacó lentamente el jersey azul. Observó atentamente su torso musculado, acariciándoselo y posando acto seguido sus labios en su pecho. Cerró los ojos al sentir como su pecho bajaba y subía algo acelerado, vivo, bajo sus labios. Le puso una mano en la cabeza, aunque no la apartó ni apretó contra él, simplemente… la dejó hacer. Ella bajó su mano despacio, recorriendo sus abdominales marcados hasta que tocó el material de sus pantalones. Metió su mano dentro de su ropa interior al mismo tiempo que succionaba uno de sus pezones y escuchaba su respiración entrecortada.
Rodeó su polla con su mano, sintiéndola dura, pero suave, caliente y grande entre su mano. Escuchó su gemido de placer cuando empezó a masturbarlo. Con un atisbo impaciente, lo soltó para usar ambas manos y bajarle los pantalones y su bóxer negro que contrastaban magníficamente con su piel pálida. Miró hacia arriba, entre sus pestañas, viendo como ambos ojos estaban clavados en ella bajo el brazo que estaba usando para taparse la cara. Era tan atractivo que solo en pensar en él desnudo la ponía totalmente mojada.
Cogió de nuevo su miembro con mano firme, poniéndose cómoda entre sus piernas abiertas y, mirándolo fijamente a los ojos, lamió su cabeza lentamente viendo cómo se estremecía de placer y cómo gemía profundamente. Quizás porque sabía lo que pensaba hacer con él en los próximos minutos. Sin pensarlo dos veces escondió sus dientes y usó toda su considerable experiencia para darle placer. Una de sus piernas se contrajo bajo sus pechos vestidos, y, algo resentida, desvaneció toda su ropa para notar su piel contra su piel.
Agarró la mano libre que estaba apretando las sábanas fuertemente y se la colocó en su cabeza. Notó como le cogía el cabello sin hacerle daño, pero lo suficientemente fuerte para que lo sintiera en todo momento. Entonces, empezó a mamarle la polla como había querido hacer incontables veces antes, como se lo había imaginado cuando se masturbaba pensando en él.
—¡Seina! —gimió su nombre, cuando notó como sus labios le rozaron el pubis—. ¡Joder!
Le apretó las caderas contra el colchón para que no pudiera dominarla así que no tuvo otro remedio que usar su mano en su cabeza para comunicarse con ella. A los minutos, cuando sintió sus labios arder debido a la falta de costumbre, después de escuchar una y otra vez el sonido mojado de su miembro llenar su boca y prenderle fuego a sus papilas gustativas con su sabor masculino, intentó que se apartara. Supo que estaba a punto de correrse así que se apartó de inmediato, sonriendo cuando escuchó su gemido triste y frustrado.
—¿Dónde quieres correrte? ¿En mi boca, en mi cara o en mis pechos?
—En tu boca —contestó deprisa, con voz ronca, al filo del precipicio.
Ni se lo pensó dos veces. Volvió a metérselo en la boca como si fuera una misión de rango S. Le soltó las caderas que había sujetado con su fuerza bruta así que Kakashi le folló momentáneamente su boca y su garganta como había querido hacer desde el principio. En cuanto notó los inicios de sus espasmos musculares, volvió a enterrar su polla hasta el fondo hasta que su nariz tocó su estómago. Una mano la sujetó en el sitio mientras Kakashi se corría con un grito ahogado, estremeciéndose bajo su cuerpo. Se corrió una, dos veces antes de relajar su mano de su cabello. Seina subió, los labios aun apretados entorno a él, y abrió la boca para lamerle la cabeza. Kakashi la sorprendió soltando su cabeza y cogiéndose la polla firmemente. Empezó a masturbarse, alargando su orgasmo, así que ella abrió la boca para que se le corriera un par de veces más en la lengua. Pocos segundos después, cayó rendido y jadeando en el colchón.
—¿Te acuerdas de aquella vez que me pillaste entrenando y me provocaste una erección con tus juegos? —habló de improvisto, recuperando el aliento y sacándose el brazo de encima de los ojos—. Me masturbé pensando en justamente esto.
—¿En mí haciéndote una mamada?
—Y en mí masturbándome para correrme en tu boca abierta —dijo, con voz oscura. Se le erizó bello al ver su expresión casi animal devorarla, todavía entre sus piernas—. Ven aquí. No, aquí.
La cogió antes de que pudiera recostarse sobre su pecho. Su pura fuerza masculina la excitó más aun, sobre todo cuando la movió como quiso hasta que la sentó sobre su cara. No dijo nada más simplemente empezó a comerle el coño como si no hubiera comido nada en días. Gimió, ahogando un pequeño grito, cuando notó como la penetraba con su lengua y usaba una mano para pinzarle suavemente el clítoris. Se inclinó sobre él, apoyando su cabeza contra el mullido cabecero de color negro, y dejó que le diera placer. Antes de que pudiera correrse la cogió de nuevo y la tiró sobre la cama. El impacto la dejó sin aliento momentáneamente, pero antes de que pudiera recuperarse, le puso las piernas sobre sus hombros y la penetró con su nueva erección de una sola embestida.
No fue como la primera vez. Esta vez fue tal y como él le prometió aquella vez: duro, salvaje, cargado de frenesí. La hizo gritar contra su boca mientras se le derramaban un par de lágrimas del placer. Tuvo que reunir toda su fuerza de voluntad para abrir los ojos y mirarlo a la cara. Le dio un pequeño vuelco el corazón cuando su ojo gris y el sharingan activo contemplarla fijamente, con unas hebras de pelo cayendo sobre su frente perlada de sudor y sus músculos marcados del esfuerzo.
—¡Kakashi!
—Te prometí que te haría chillar —jadeó él.
Gimió, cogiéndolo del cabello, al tiempo que sentía sus muslos chocar contra sus piernas, cadera contra cadera. Notó su polla llenarla totalmente, como si fueran dos piezas de puzle. Enterró su cabeza en su cuello para volver a morderla así que pudo ver su espalda y sus músculos contraerse cada vez que la embestía contra el colchón. Perdió la noción del tiempo, pero no pudo evitar aullar de placer hasta que, como si sintiera mil descargas eléctricas recorrerle el cuerpo, se corrió finalmente antes que Kakashi. La penetró unos segundos más antes de que las contracciones de su vagina fueran demasiado para él y acabara corriéndose lo más profundo posible dentro de ella.
Cuando volvió en sí lo primero que escuchó fue los jadeos de ambos, mezclados, y luego sintió como su pene cada vez más flácido salía de ella haciendo que gimiera una última vez. Notó su semen caliente mojarle los glúteos.
—Te amo.
—Yo también te amo. No sabes cuánto —dijo él en voz baja, dándole un beso en el cuello antes de levantar pesadamente su cabeza y volver a tomar sus labios.
Le acarició los brazos, el pecho, la espalda, el cabello corto… Nunca sería suficiente. Los limpió con un movimiento de mano y su magia para poder quedarse en la cama un rato más sin sentirse incómodos por los varios fluidos. Allí se quedaron un rato largo, a pesar de que ambos sabían que era la hora de comer. Cerró los ojos sintiendo la euforia habitual que le proporcionaba estar entre los protectores y cariñosos brazos de Kakashi. Todo lo que había querido en esta nueva vida no importaba nada sino lo tenía a él, amándola, a su lado. ¿Ser la directora del hospital? ¿Ser la mejor ninja posible? ¿Sus negocios en Uzu? No valían de nada sin Kakashi. Si le dieran a elegir seguir siendo ninja o estar con Kakashi no dudaría ni un segundo. Prefería trabajar como panadera el resto de sus días que vivir sin él.
Estaba deseando que llegara el día de su boda, dentro de 3 días, para poder casarse finalmente con el amor de su vida. Quería que todos supieran que él la había elegido a ella después de tantos años solo, y que ella lo elegía a él por encima de todos. Quería llevar su nombre, formar una familia con él, estar juntos lo que les quedara de vida. Quería tantas cosas que no sabía si iban a tener tiempo suficiente para todo.
—¿En qué piensas? —preguntó Kakashi, con su mandíbula apoyada sobre su frente.
—En todo lo que quiero vivir a tu lado —de repente le vino a la mente sus padres—. ¿Crees que les habría caído bien a tus padres?
—Sí. Le habrías caído genial a mi padre. Él era como tú: siempre intentaba proteger a sus seres queridos por encima de todo. Te habría aceptado en la familia sin dudar.
—Gracias —susurró finalmente, con una sonrisa, al escuchar sus palabras genuinas—. Yo también creo que mis padres te habrían aceptado.
—¿Tú crees?
—Sí. Porque, aunque no le gustase al principio, mi padre mejor que nadie hubiera sabido que no hay nadie más capaz de cuidar de mí y de amarme que tú.
—… Gracias, mi amor.
La voz cogida de Kakashi le hizo darse cuenta de que quizás de alguna forma había estado dudando sobré qué diría su padre de su unión. Para Seina, según lo que sabía de él, era obvio darse cuenta de que, tarde o temprano, su padre hubiera visto lo mucho que la quería Kakashi. Su padre, mejor que nadie, sabía cómo era Kakashi. Había sido su maestro durante largos años. Sin duda, lo habría aceptado como su yerno.
Un rato más tarde, fueron a comer. Pasaron la tarde empezando a decorar el complejo. Tendrían que tenerlo todo preparado para la mañana dentro de 3 días así que era mejor dejarlo todo acabado el día de antes. Naruto y Sasuke, cuando vinieron de su entrenamiento, consintieron ayudarlos entre discusiones.
—¡Eso no va ahí, dobe!
—¡Seina me dijo que sí!
—¡No! ¡La pérgola va ahí y la mesa con el pastel en el centro!
Seina rodó los ojos. La idea era comer al aire libre así que habían pensado preparar unas pérgolas y cenadores recubiertos de plantas para que dieran sombra al medio día sobre las mesas donde pondrían la comida los del catering, así como las mesas donde iban a comer sus invitados. Las mesas iban a ser redondas, para evitar que hubiera gente sentada en la “cabeza” de la mesa, lo que implicaba un status mayor a los demás, con manteles blancos y sillas gris perla. Ino se encargaría con la ayuda de los trabajadores de la floristería de los Yamanaka en hacerles los centros de mesas e Hinata, quien sabía mucho de protocolo, iba a ayudarla a sentar a los invitados de la forma correcta para evitar rencillas.
—Estaremos todas unas 3 horas antes en tu casa para ayudarte a vestirte —prometió Karin—. ¡Será genial!
—¡Puedo pedirle a mi madre que nos maquille! —intercedió Ino—. ¡Es increíble lo que sabe hacer con el maquillaje!
Y así fue como quedó con Ino, Hinata, Karin, Tenten, Sakura, la madre de Ino y la madre de Shikamaru para que la ayudaran a vestirse, a peinarse y a maquillarse. Genma, Raido y Guy estarían con Kakashi junto a Naruto y Sasuke así que se quedaba más tranquila porque sabía que estaría acompañado también. El problema había sido quién la acompañaría hasta el altar. Naruto y Sasuke casi acabaron pegándose: Naruto porque creía que él era el más cercano a ella y Sasuke porque pensaba que no acompañarla significaría que no era su hermano de igual forma. Al final, tuvo que interceder Kakashi, viendo que estaban empezando a discutir de verdad. Por primera vez en la vida.
—¿Por qué no acompañáis ambos a Seina hasta el altar? —preguntó, tocando el hombro a cada uno.
Sus hermanos se callaron, mirándose con algo de rencor el uno al otro, pero meditando sobre el asunto. Seina, viendo que el momento tenso había pasado, aprovechó para darle la razón a Kakashi.
—Tiene razón. Me gustaría que los dos estuvierais conmigo. De hecho, si no consentís poneros de acuerdo se lo preguntaré a Shikaku.
—¿¡QUÉ!? ¿¡El vago del padre de Shikamaru!?
—¡Seina!
—¿Qué? —se encogió de hombros—. Lo cierto es que si pudiera se lo preguntaría a Itachi, pero no puedo.
Vio la cara indignada de sus hermanos, riendo en voz alta. Naruto estaba indignado porque pensara tan siquiera en pedirle a otro que la llevara al altar mientras que Sasuke estaba horrorizado de pensar que su propio hermano mayor iba a quitarle el honor de caminar a su lado cuando se estaba peleando con Naruto por ello. Kakashi bufó una risa al escucharlos a los 3, pero luego le guiñó un ojo discretamente cuando sus miradas conectaron. Sabía por qué había mencionado a Itachi.
—Muy astuto lo de lanzar el nombre de Itachi ahí en medio —susurró, caminando a su lado, con un brazo sobre sus hombros, mientras iban a merendar algo en la aldea.
—Sabía que sería lo más útil para que dejaran de pelear.
Sonrió algo malévola. Estaba claro que Naruto y Sasuke preferirían unir fuerzas y aceptar que ambos iban a llevarla al altar antes que dejar que Itachi la llevara a solas, sin ellos dos. Entrelazó los dedos con la mano de Kakashi sobre su hombro mientras sonreía al ver pensar en cómo se había resuelto todo. Encontraron una cafetería cerca del complejo donde sentarse en una mesa al aire libre. Era una zona poco transitada cerca de un parque así que se sentaron a hablar y comer unos postres como cualquier otra pareja, aunque rodeados por una barrera mágica protectora. Estaba enamorada, pero no se había vuelto idiota.
—Tengo una sorpresa para ti —dijo Kakashi, sonriente.
—¿El qué?
—Lo verás cuando regresemos a casa.
Estuvieron un rato descansando en la aldea, hablando un poco de todo, pero, sobre todo, de la boda. Era el tema central ahora mismo ya que ambos estaban deseando que llegara el día final. Ya eran pareja, todos lo sabían, pero había algo especial en poder llamar al otro su marido o esposa.
El rato en la aldea fue corto, o al menos le supo a poco, pero regresaron a casa sabiendo que podían tener otra cita cuando quisieran. Una parte de ella estaba ansiosa por saber qué era lo que tramaba Kakashi, y de qué sorpresa se trataba. La sorpresa resultó ser nada más ni nada menos que Itachi, quien se acababa de asentar en la casa que residía Sasuke, y Naruto. Seina no pudo evitar dar un grito de emoción al verlo de nuevo, vestido con ropa de casa. Se echó encima de él como un rayo. Itachi la cogió en volandas, sonriendo de forma comedida, como era habitual, antes de abrazarla fuertemente.
—¡Itachi! Pero, ¿¡qué haces aquí!? ¡Creí que estarías otros 5 meses viviendo en el cuartel anbu!
—Kakashi-senpai convenció a Tsunade-sama para dejar que me mudara con vosotros. Después de todo, aquí no hay nadie que no sepa de mi situación.
Seina se giró al instante para ver el rostro complacido de Kakashi. En un par de zancadas estuvo a su lado, tirando de su chaleco para besarlo profundamente. La apretó contra él, aceptando su beso con labios sonrientes.
—Gracias.
—Sabía que lo echabas de menos.
No podía creer lo lejos que llegaba este hombre por hacerla feliz. Negó con la cabeza, jurándose a sí misma que ella haría todo lo posible por hacerlo tan feliz como él la hacía a ella.
Notes:
¡Feliz navidad a todos!
Me alegra saber que el primer smut ha cumplido vuestras expectativas. Siempre tuve la idea de hacerlo así; una cosa es tener fantasías y hablar de ello y otra cosa es llevarlas a cabo (seguro que sabéis de lo que hablo 😂). Ahora que ya se ha roto el hielo, por así decirlo, la cosa va a ponerse caliente. Después de todo, ahora son adultos los dos.
Sinceramente, os quedan muchos capítulos por delante pero me extraña saber que estoy pensando ya en cómo será el final de esta historia y que solo queda escribirlo. Voy a tardar un tiempo en llegar a ese punto, pero indudablemente esta historia acabará algún día. Casi no me lo puedo creer. ¡Y pensar que solo la escribí porque leí otras historias Harry/Kakashi incompletas y me dio rabia no poder leer nada acabado!
¡Hasta el lunes!
Chapter Text
El día de su boda llegó en un abrir y cerrar de ojos. Habían estado tan liados que casi no se vieron los últimos 2 días entre los preparativos, las despedidas de soltero con sus respectivos amigos y la decoración final del complejo.
—No me puedo creer que vayas a casarte mañana —dijo Tenten, tomando un sorbo de su sake.
—¡Ni nosotros! —gritó Kiba, acompañado de algunos otros que reían.
Era una despedida un tanto extraña, considerando que había invitado a todos sus amigos. Chicos y chicas. Estaban festejando en una sala privada en una coctelería relativamente nueva. Lo único que habían celebrado antes aquí sus amigos era el ascenso de Shikamaru, Neji y Shino a jonin. Kakashi, por otro lado, estaba con sus amigos jonin y anbu en algún restaurante de la aldea, seguramente bebiendo sake y disfrutando de su reunión de colegas también.
—Te hemos comprado unas cosas, Seina. Con esto seguro que no se te resiste —dijo Ino, entregándole un gran paquete.
Más de un chico, su hermano Naruto incluido, se atragantaron al ver las sonrisas diabólicas de sus amigas. Bueno, de todas menos de Hinata, quien estaba tan roja como el vestido color cereza de Sakura.
—Demasiado tarde —se mofó Sasuke, con un resoplido de risa.
—¡Ew! ¡No quiero saber nada de mi hermana follándose a mi maestro, teme!
—¿¡Ya te lo has tirado!? —gritó Karin con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Me debes 10.000 ryo Shino!
—¿En serio habéis apostado sobre mi vida sexual?
Dio un vistazo exasperado a las caras de sus amigos. Algunos estaban sonrojados, pero tímidamente curiosos, como Hinata y Lee, mientras que otros parecían querer detalles como Ino, Tenten o Karin. Los demás estaban entre claramente divertidos, sorprendidos e interesados. Bebió un trago de su cóctel, haciéndose de rogar, antes de bufar una risa.
—No voy a dar detalles de mi vida amorosa.
—Solo dinos una cosa… De 0 al 10, ¿cómo ha sido tú primera vez? —preguntó Ino, inclinándose con las demás chicas con ojos relucientes y ardientes de la curiosidad.
—Un 11 —sonrió al recordar a Kakashi comiéndose su coño como si de un bufet libre se tratara.
Karin, Tenten, Ino, Kiba y, curiosamente, Neji, empezaron a reír al ver su sonrisa gigante.
—Mirad que cara.
—Tú también pondrías esta cara si te corrieras 6 veces en una sola noche.
Sus palabras hicieron que más de uno silbara mientras que Naruto dejó caer su frente contra la mesa con un gemido asqueado. Sasuke parecía entre divertido, asqueado y poco sorprendido. Entonces, increíblemente, notó la presencia de alguien que hacía meses que no veía. Llamaron a la puerta al mismo tiempo que Naruto y ella se giraban para ver como entraba Gaara y sus hermanos, como si nada. Se le descolgó la mandíbula.
—¡Gaara!
El pelirrojo sonrió al entrar, vestido de calle como todos ellos. No podía creerlo. ¿Qué estaba haciendo aquí? Se acercó a él, viendo como la recibía con una sonrisa y los brazos abiertos.
—Seina. He oído que te casas.
—Pero, ¿cómo lo has sabido? ¡Creí que era demasiado justo para enviarte una invitación!
—Dejaré que te lo cuente Tsunade-sama y tu prometido.
Seina no podía creerlo. ¿Kakashi y su maestra habían hecho esto? Naruto abrazó a Gaara cuando éste la soltó mientras que Sasuke asintió con la cabeza. Temari aprovechó el momento para cogerla en brazos y apretarla fuertemente.
—¡No puedo creer que te nos cases!
—Lo que yo no me puedo creer es que seas amiga de tantos tíos sin que Kakashi-sensei se ponga celoso —rio Kiba—. ¿Falta alguien más?
—Sí.
Seina miró a Sasuke, sabiendo que él era quien tenía que decir a sus amigos que Itachi había vuelto. Todos se giraron a mirar a Sasuke quien, a pesar de ser el centro de la atención, no parecía incómodo como años antes.
—Mi hermano.
—¿Itachi ha vuelto? —preguntó sumamente sorprendido Shikamaru. Luego la miró a ella—. ¿En serio?
—Totalmente en serio. Es inocente, pero mejor que guardéis el secreto hasta dentro de 5 meses.
—Estará mañana en la boda, aunque disfrazado. Por nada del mundo se perdería la boda de nuestra hermana —habló Sasuke, con expresión seria.
Seina le rodeó la espalda, sabiendo que no llegaba a sus hombros, con un brazo, observando el peso que se había quitado al poder decir la verdad a sus amigos. Le dio un beso en la mejilla, y dejó que la llevara de nuevo a su sitio en la mesa.
—¿Os acordáis del Sasuke de la academia? —preguntó con nostalgia Ino, echándose otro chupito—. Y mirad ahora. Aceptando besos de Seina y palmaditas en el hombro de Naruto.
—Esto se merece un brindis —propuso Naruto—. ¡Por el palo que se ha quitado Sasuke del culo!
—¡Y por los 6 orgasmos de Seina! —gritó alguien.
Todos se echaron a reír mientras que Gaara y sus hermanos la miraron divertidos, pero confundidos. Rápidamente los pusieron al día después de los chupitos de brindis. Después de eso la fiesta fue un caos. Alguno que otro se emborrachó, como Kiba y Lee, mientras que otros parecían más relajados que nunca, como Neji, Shino, Sasuke y Shikamaru. Incluso le pareció ver a Shino y a Karin enrollarse sorpresivamente en una esquina oscura mientras todos los demás se descojonaban de algo, medio borrachos. Estuvo un largo rato esquivando las preguntas curiosas de Temari, Ino y Tenten mientras que Hinata charlaba con su primo, Chouji, Sakura y Kankuro.
Un rato más tarde, mientras ella hablaba con Gaara sobre lo que había sucedido estos últimos meses en su aldea, vio de reojo a Naruto hablar con Ino. Escuchó como Ino parecía estar interrogándolo sobre lo que pensaba de que se casara con Kakashi, pero algo en esa interacción la hizo pestañear. Vio el cuerpo levemente inclinado de Ino sobre el de Naruto y el codo de su hermano apoyado sobre el respaldo de la silla de Ino. Sonrió lentamente cuando se dio cuenta de que parecían estar flirteando usándola como excusa.
Gaara, viendo a donde estaba mirando, siguió la dirección de sus ojos con curiosidad. Levantó una ceja divertida cuando vio lo que ella vio.
—Nos hacemos mayores —suspiró con cierta melancolía.
—¿No te gusta nadie? —preguntó ella, alzando una barrera para más privacidad. Gaara notó en seguida el sonido apagado que los rodeaba, pero ni pestañeó—. Seguro que muchas mujeres, y hombres, deben prestarte mucha atención ahora.
—Ahora. Ese es el problema.
—Ya veo. Crees que de no ser el Kazekage antes no les habrías interesado, ¿no? —él asintió—. Puede ser, pero seguro que hay alguien que verá más allá de tu rango.
—Sabes, alguna vez he deseado que hubieras nacido en Suna —confesó Gaara, tomando un trago de su copa—. Eres mi mejor amiga y ni siquiera puedo verte o hablar contigo a menudo.
—Eso se arregla fácilmente. Antes de que te vayas te daré una bandeja conectada a otra. Así, cada vez que quieras hablar conmigo puedes poner una carta en ella y la recibiré al instante, y viceversa.
—¿En serio? Tus poderes son de lo más útiles.
Estuvo hablando un rato con Gaara, presentándolo a sus amigos a pesar de que los conocía de lejos. Pronto entabló una conversación con Shikamaru y Neji sobre los tanques de agua que habían acordado, hablando de lo que habían empezado a hacer gracias a ese recurso ilimitado que tenían ahora. Seina, curiosamente, acabó hablando con Sakura.
—Solo quería decirte una vez más que lo siento, y siento también haberme comportado como lo hice con Sasuke —suspiró ella, agachando la cabeza afligida.
—Ya te dije que no pasaba nada.
—Porque Ino te forzó a ello.
—Créeme, Ino no me forzó —bufó una risa ella, tomando un trago de su quinto cóctel.
Le parecía irrisorio que Sakura pensara que una adolescente era capaz de manipularla. Simplemente, había visto que era lo mejor para el grupo y que Sakura había cambiado para mejor. De lo contrario, no habría perdido sueño al enviar a la mierda a Sakura y a Ino. Ino lo habría entendido. Lo más sorprendente fue escuchar a Sakura admitir que se había comportado “mal”, suponía, con Sasuke.
—¿Qué te hizo darte cuenta de lo de Sasuke?
—… —Sakura miró al susodicho, hablando ahora con Shino y Chouji—. Cuando os fuisteis de Konoha estuve un tiempo muy triste. Luego empecé a entrenar con Hayate-sensei para los exámenes de chunin y casi no tenía tiempo de pensar en él entre el entrenamiento y mi trabajo. Un día me topé con Ino en la aldea y fuimos a tomar algo. Hablamos de todo un poco hasta que salió el tema de vuestro equipo. Me preguntó si echaba de menos a Sasuke; fue un acto reflejo decirle que sí. Lo gracioso fue darme cuenta de que no sabía qué decir cuando Ino me preguntó qué era lo que echaba de menos de él.
—Ya veo.
—Estuve meditando durante semanas qué echaba de menos de Sasuke en ese momento en que no estaba y… simplemente, me di cuenta de que no lo conocía. No lo conocía de nada. Él nunca habló conmigo, como mucho me dirigió 10 palabras en toda la academia y los años después de graduarnos. Fue como un balde de agua fría darme cuenta de que estaba enamorada de un desconocido —sonrió, suspirando con melancolía Sakura—. Si hay algo que me ha enseñado mi trabajo en el escuadrón de criptoanálisis es a analizar y a resolver problemas de cualquier modo así que empecé a analizar mis interacciones con Sasuke, a Sasuke en sí, a Sasuke con vuestro equipo y con el resto de genins…
>> Fue un periodo de introspección muy duro, pero cuanto más pensaba fríamente en todo más me daba cuenta de que había sido una idiota. Bueno, más que una idiota, me comporté como la niña pequeña que era. El problema es que uno no puede comportarse así siendo ninja, eso es lo que me trajo tantos quebraderos de cabeza. En realidad, después de todas las epifanías que tuve, ahora me alegro de que yo no formara parte de vuestro equipo y de que Sasuke se hubiera marchado un tiempo de la aldea porque, de lo contrario, con él cerca, no habría tenido la oportunidad de pensar en ello de forma lógica y todavía seguiría enamorada de él.
Seina estaba impresionada. Sakura tenía razón en todo lo que había dicho. Ella, siendo adulta desde hacía décadas, era algo que había visto desde lejos, pero esperaba que le costara más tiempo a un adolescente asimilar que la había cagado y que se estaba comportando como una idiota. La sorprendía la madurez de Sakura y lo fríamente que había analizado su situación con Sasuke, y cómo lo había aceptado. Quizás fue su trabajo como analista, quizás fue otra cosa, pero la alegraba que Sakura dejara de perseguir tontamente a Sasuke y que mirase más por ella. Así se lo dijo.
—Me alegro de que hayas madurado tanto, Sakura. Sabía que no eras mala persona, pero te faltaba ver las cosas con perspectiva.
—Sí. Eso es justamente lo que he alcanzado. Perspectiva.
Seina acabó la noche evitando emborracharse como algunos, aunque con su constitución y su magia era casi imposible llegar hasta el punto de embriaguez de Lee o Kankuro. Se fue a su casa sabiendo que Kakashi iba a pasar la noche en una de las casas del complejo Hatake. No iban a dormir juntos esa última noche ya que no querían molestarse cuando el otro regresara. Se fue a dormir sin tan siquiera ducharse. A la mañana siguiente se tomaría un baño así que prefirió dormir lo máximo posible. Seguro que en su luna de miel dormiría más bien poco…
Se despertó el día de su boda con una sonrisa y el corazón algo acelerado. Era muy temprano, pero sus amigas estaban a punto de llegar. Habían quedado que desayunarían todas juntas y que usarían su casa para vestirse, y así poder ayudarla también a arreglarse. Naruto y Sasuke se encargarían de los invitados, con la ayuda voluntariosa de Shizune y Guy, así que no tenía que preocuparse de nada salvo de prepararse.
—¡Seina! —gritó Ino, nada más llegar, acompañada de las demás—. ¡Ya estamos aquí, bebé!
Resopló una risa al escucharlo. Vio como todas ellas llevaban unas mochilas con lo necesario.
—Pasad, pasad.
—¡Wow! ¡Menudo cambio ha dado el complejo de los Hatake! ¡Está increíble!
—¡Y la decoración es preciosa!
—Me encantan los cedros —asintió Temari, observando la casa totalmente distinta a las de Suna.
Las sentó en la mesa del comedor, dejando que sus clones las sirvieran para evitar levantarse, y empezaron a desayunar mientras hablaban de cómo pensaban maquillarse o peinarse.
—¿¡Todavía no te has probado el kimono!? —exclamó Karin, comiéndose una tostada.
—No. Si necesita alguna pequeña modificación puedo arreglarlo fácilmente así que he preferido que sea una sorpresa.
—Qué suertuda. Poder arreglarte los vestidos como te dé la gana con tus poderes.
—¡Ni que lo digas!
Un rato después, como ella era la única que tenía que ducharse, las dejó vistiéndose para lavarse el cabello, exfoliarse la piel y ponerse las cremas que casi nunca se ponía debido a que tenían olor. Eran productos que sabía que le gustaban a Kakashi y que no le dolía la nariz al olerlos. De lo contrario, no tendría sentido todo lo que estaba haciendo. Salió 20 minutos más tarde, examinando su cuerpo y su rostro para ver si había algo que tenía que arreglar, pero todo estaba justo como ella quería. Se secó el cabello con su magia, dejándolo sedoso, liso y brillante, y se puso la ropa interior. Ropa que había comprado justamente para su noche de bodas. Era negra, semi transparente y con algo de encaje.
Karin e Ino silbaron en cuanto la vieron aparecer vestida con la ropa interior mientras que Hinata, y curiosamente Sakura, se sonrojaron.
—Ya verás Kakashi-sensei cuando te vea —sonrió de oreja a oreja Tenten.
—¡Apuesto 10000 ryo a que las bragas no le duran puestas ni 5 minutos! —gritó Karin, arrancándole una risa a todas.
—¿Otra vez estáis apostando? Puñeteras ludópatas.
—Ven. Vamos a ponerte el kimono, que no se va a poner solo.
Tardaron un par de horas en vestirla, entre las cuales aparecieron la madre de Shikamaru e Ino. El kimono formal necesitó 2 personas para ponérselo lo más rápido, y pulcramente posible, pero lo que llevó más tiempo fue peinarle el cabello en un moño con trenzas y maquillarla. Incluso le pintaron hasta las uñas de los pies y de las manos. Cuando acabaron y se quedó de pie, vestida ya como la novia que era, no pudieron evitar alguna que otra lágrima al contemplarla. Sinceramente, ella también tenía ganas de llorar.
—No os pongáis a llorar o lloraré yo también.
—¿Cómo no íbamos a emocionarnos? Estás preciosa.
—No me puedo creer que hoy vayas a casarte —dijo Tenten, luego miró su reloj—. Que vayas a casarte en media hora.
—¿Media hora? —preguntó ella con sorpresa.
No podía creer que estuviera a punto de casarse con el amor de su vida. Se le aceleró un poco el pulso al darse cuenta de que la espera había acabado. Estaban juntos y, a partir de este día, lo estarían más que nunca antes. Vio a Yoshino y Akemi llorar en un pañuelo, observándola a ella, pero también a sus amigas. Al parecer, se estaban dando cuenta de que ya no eran unos críos sino gente adulta. Un sonido en la puerta de entrada hizo que se pusieran rectas.
—Iremos a ver quién es —dijo Akemi—. Nos veremos después de la ceremonia, querida.
Aceptó el abrazo y el ligero beso en la mejilla de ambas mujeres antes de irse. Escuchó los pasos característicos de Jiraiya y Shikaku subir por las escaleras así que abrió la puerta con un movimiento de mano.
—Nosotras te dejamos también, Seina —habló Ino al ver aparecer a Shikaku y a su padrino—. Estás preciosa.
—Solo respira. Te estás casando con el amor de tu vida —susurró Tenten, apretándole la mano.
Karin le dio un par de besos en las mejillas, sin decir nada, después de que Hinata y Sakura la abrazaran antes de salir por la puerta. Se quedó a solas con ambos hombres. Jiraiya la miró sin palabras con ojos claramente brillantes.
—Si Minato estuviera aquí… estaría llorando a moco tendido —reconoció él—. Solo quería verte antes de la ceremonia.
—¿Tanto lloraba mi padre? —preguntó ella, a modo de broma. Shikaku bufó una risa.
Jiraiya la abrazó delicadamente para decirle unas palabras en el oído.
—Sé que no hemos tenido la mejor de las relaciones padrino-ahijada, pero estoy orgulloso de ti. Me cuesta no ser un idiota a veces cuando estoy a tu lado, pero quiero que sepas que siempre voy a intentar ser mejor persona para ti y para tu hermano.
Seina lo observó a la cara. Jiraiya había metido la pata varias veces, pero era buena persona. Asintió, aceptando sus disculpas y su abrazo.
—Lo sé, viejo pervertido, lo sé.
Jiraiya se fue, dejándola a solas con Shikaku, quien había estado apoyado contra la pared del pasillo para darles privacidad. En cuanto entró dentro de la habitación la miró de arriba abajo con ojos orgullosos.
—Seina… Sabía que este día llegaría. Sé que siempre ha sido Kakashi para ti, aunque una parte de mí deseaba que formaras parte de mi familia —confesó, vestido en su kimono formal como líder del clan Nara con sus ojos castaños serios, pero genuinos—. No soy muy dado a hablar de mis sentimientos, pero quiero que sepas que te considero alguien muy especial para mí. Al igual que Shikamaru y Yoshino.
—No hace falta que lo digas en voz alta para darme cuenta —sonrió ella con una serenidad total. No importaba lo que pasara, nada ni nadie sería capaz de bajar de las nubes ahora mismo.
—Quizás no hace falta… pero quiero hacerlo. Seina, para mí eres como una hija, y quiero lo mejor para ti. ¿Eres feliz junto a Kakashi?
—Totalmente.
—Entonces, deseo que vuestro matrimonio sea duradero y que cada día que pase seas más feliz que el anterior al lado de Kakashi.
Seina asintió, tragándose las lágrimas. Demonios. Sabía que tarde o temprano la harían llorar. Se adelantó hasta que abrazó a Shikaku por primera vez en su vida. Shikaku la abrazó fuertemente, dándole un beso en la frente, y apretándola contra su pecho como si fuera una cría de 5 años. Lo dejó ir cuando escuchó como se abría la puerta una vez más. Sabía, por los sentimientos que estaban acercándose a ella, que eran sus hermanos. Todos ellos.
—Será mejor que te deje a solas —suspiró él, y se fue.
Los últimos en entrar en su suite de matrimonio que compartía con Kakashi fueron Naruto, Sasuke e Itachi. En cuanto Naruto la vio se puso a llorar como un niño. Sasuke, sonriente, pestañeó un par de lágrimas que no dejó caer mientras que Itachi parecía estar asimilando que estaba a punto de casarse. Curiosamente, Naruto no le preguntó si estaba segura. Quizás porque era imposible no darse cuenta mediante su vínculo que, aunque nerviosa, estaba deseosa por salir ahí fuera y reunirse con su casi esposo.
—Estás preciosa —dijo finalmente, con voz más seria y expresión madura que antes.
Itachi la abrazó antes de que pudiera adelantarse Naruto, apretándola contra él y depositando otro beso en su mejilla.
—Lamento no poder estar presente como yo mismo, pero me alegra poder ver como mi hermana se casa con el hombre al que quiere —le susurró—. Te deseo lo mejor del mundo, Seina, y gracias por dejarme formar parte de tu vida.
—Gracias, hermano.
Itachi sonrió al escuchar sus palabras. Lo abrazó fuertemente contra ella antes de soltarlo, viendo cómo se escabullía poniéndose de nuevo su disfraz. Sasuke, quien no había dicho una sola palabra, prefirió mostrarle sus sentimientos silenciosamente. Seina tuvo que suprimir las lágrimas al notar como estaba orgulloso de ser familia, como deseaba lo mejor para ella, su admiración al contemplarla y cuanto la quería. Abrazó a ambos hermanos con un nudo en la garganta y, minutos después, salieron de la casa.
No tuvieron que recorrer un camino muy largo puesto que las pérgolas estaban puestas a pocos metros de la entrada a su casa. Vio a los invitados, bastante más de lo que había previsto inicialmente, sentados y hablando en voz baja entre ellos. No pudo ver a Kakashi hasta que no llegó a la última fila de asientos, pero en cuanto lo vio, ignorando a todos los invitados ahora de pie, solo pudo concentrarse en él.
Llevaba un kimono negro, tradicional, sin ni un solo accesorio ninja. El cabello suelto, algo más corto que de costumbre, le caía sobre su rostro atractivo. Lo que más la sorprendió fue ver su rostro desnudo y sus ojos heterocromos descubiertos ante todos. Kakashi no llevaba su máscara. El shock y la diversión la inundaron unos segundos. Tanto tiempo guardando su rostro no solo de los olores, sino de la gente, y ahora… Había decidido mostrarse al completo solo por ella. Notó como Naruto le apretaba el brazo en la recta final del breve pasillo, el cual habían recorrido a paso lento. Justo antes de ascender el par de escalones del altar, Naruto le dio un beso en la mejilla, y luego Sasuke.
Kakashi le tendió la mano para ayudarla a subir. En cuanto estuvieron frente a frente lo examinó, escuchando el inicio de la ceremonia con un oído distraído. Los ojos relucientes de Kakashi no se habían apartado ni un segundo de ella desde que la vio aparecer. Su rostro estaba sereno, pero pudo leer en sus ojos todo lo que estaba escondiendo. Vio su tremendo esfuerzo por no derramar lágrimas, a pesar de que fueran de felicidad, y observó el brillo amoroso, complacido, extasiado cuando posó su mano en la suya por primera vez en días, durante los últimos minutos en los que solo serían prometidos y pareja. Era indudable que Kakashi la amaba y que quería casarse con ella. Solo esperaba que pudiera leer en sus ojos lo mismo porque no pensaba dejar que una sola lágrima, aunque fuera de felicidad, le emborronara la visión de Kakashi precisamente ahora.
—…-shi Hatake. ¿Quieres contraer matrimonio con Seina Uzumaki y efectivamente lo contraes en este acto? —preguntó el sacerdote, devolviéndola a la realidad.
—Sí, quiero —sonrió él observándola con ojos tiernos.
—Y respecto a ti, Seina Uzumaki. ¿Quieres contraer matrimonio con Kakashi Hatake y efectivamente lo contraes en este acto?
—Sí, quiero.
—Entonces, procederemos al intercambio de anillos. Kakashi, puedes empezar con tu voto.
— Yo, Kakashi Hatake, te tomo a ti, Seina Uzumaki, como esposa y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida —tomó el anillo que le entregaba Guy, uno de sus 4 padrinos de boda, poniéndoselo en el dedo.
—Seina, puedes empezar con tu voto.
—Yo, Seina Uzumaki, te tomo a ti, Kakashi Hatake, como esposo y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.
Se giró levemente para coger el anillo que Ino le entregaba, viendo el rostro lloroso de sus otras damas de honor, Tenten, Hinata y Karin, antes de girarse a mirar únicamente a Kakashi. Casi le temblaron las manos cuando le puso el anillo en el dedo correcto a su casi marido, pero contuvo las lágrimas unos segundos más hasta que el oficiante dijo lo que más quería oír.
—En virtud de los poderes conferidos por el país del Fuego, el daimyo-sama y Tsunade-sama… Yo os declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia.
Y, entonces, Kakashi le cogió suavemente la mandíbula y no dudó ni una sola milésima de segundo en inclinarse sobre ella, reuniéndose con sus labios a medio camino, como si hubiera estado esperando este momento toda su vida. La besó por primera vez como su marido, sin importarle los aplausos y silbidos de sus invitados, con toda la pasión contenida de todos esos años y Seina… solo pudo aceptar de buena gana el beso de su marido con una sonrisa en los labios.
—Te amo —le susurró contra los labios—. No sabes cuánto.
Notes:
Actualizaré hoy ya que esta semana que viene la tengo complicada. ¡Feliz año nuevo! Espero que todos tengáis un buen 2025.
Chapter Text
Los primeros minutos después de su beso pasaron volando. Recibieron multitud de felicitaciones. Desde su maestra, su padrino, sus hermanos, sus amigos, los líderes de los distintos clanes, la comitiva de Suna, los conocidos de ambos que eran amigos de uno o del otro… Casi le rugía el estómago del hambre cuando, media hora después, los dejaron sentarse en la mesa de honor. Vio con una sonrisa a sus amigos charlar y reír mientras se iban sentando en sus propias mesas.
La mano de Kakashi, que no había soltado su mano ni un solo segundo, le acarició el dorso dulcemente, como si no pudiera dejarla ir. Seina apretó la mano de su marido, dios… De su marido para hacerle saber que estaba igual de complacida y feliz que él. Alzó una barrera imperceptible para que pudieran hablar sin que nadie los espiara. Kakashi se dio cuenta al instante, girándose hacia ella.
—No me puedo creer que estemos casados —dijo ella sin poder contener su sonrisa.
—Ni yo. No desearía estar en ningún otro lugar ahora mismo que aquí.
—Te amo Kakashi Hatake —suspiró, inclinándose sobre su oído para que nadie pudiera tan siquiera leerle los labios.
—Y yo a ti, Seina Hatake.
Casi dio un respingo al escuchar su nuevo nombre. Kakashi se rio suavemente al verlo.
—¿Cómo se siente dejar de ser la líder del clan Uzumaki para pasar a ser la líder del clan Hakate?
—Pregúntamelo dentro de unos meses.
—Por cierto, estás preciosa —sonrió él—. El kimono blanco te quedaba perfecto, al igual que este.
—Creo que me gusta más este —dijo ella, guiñando el ojo.
El kimono que llevaba ahora era el tradicional del clan Hatake. Nunca más usaría su nombre de soltera, por mucho que le pareciera algo extraño ahora mismo. Seina Hatake. ¿Quién lo hubiera dicho?
Vio como servían la comida a todos sus invitados, ellos obviamente incluidos, y como todos se ponían a comer entre risas y alguna cara que otra algo más seria. No todo el mundo presente formaba parte de sus amigos o conocidos. Sabía que algunos solo estaban sentados presenciando su boda por puro protocolo. Aun así, incluso a ellos no les desagradaba un banquete o escuchar música gratis.
En menos de lo que pareció un pestañeo, la comida pasó y llegó el postre. Al contrario de las bodas modernas del oeste en su antiguo mundo, los novios no cortaban la tarta ni se levantaban para servir a sus invitados. No estaba mal visto, pero no era algo corriente. Era más habitual que el catering sirviera a los novios en su mesa, y luego a los invitados. Así pues, Seina permaneció sentada esperando a que sirvieran a todo el mundo el trozo de tarta de chocolate y vainilla que habían elegido para su boda.
—¿Has visto a Tsunade-sama? —susurró Kakashi en su oído—. Mírala.
Se giró discretamente a mirar a su maestra y evitó reírse al ver que ya iba totalmente borracha. Justo en el momento en que se giró a observarla pareció tambalearse en su asiento al lado de Jiraiya, quien aprovechó el momento para “estabilizarla” cogiéndole de los pechos. Por suerte para todos, su maestra solo le dio un guantazo que lo tiró de espaldas al suelo. Apreciaba que hubiera sido tan comedida, la verdad.
—¡Tsunade-sama! —exclamó Shizune.
Algunos se rieron al ver la escena. Escuchó las risotadas de Naruto entre el gentío. Estaba tan eufórica que no pudo contener una carcajada. A su lado, Kakashi comía un trozo de pastel mientras sonreía con diversión. Estuvieron charlando un poco de todo, sin intentar en temas demasiado privados debido a que ambos sabían que estaban siendo observados. Era la peor desventaja de tener a decenas de invitados ninjas, que todos eran capaces de espiarlos desde lejos.
Lo mejor de todo llegó después de la comida, cuando retiraron las mesas fácilmente para dejar paso a una pista de baile. Sabía que Kakashi no era mucho de bailar, ni de cantar, pero bailó con ella como si fueran los únicos en la pista de baile improvisada. Vio de reojo las sonrisas de sus amigos y conocidos, algunas miradas brillantes por las lágrimas y, finalmente, la expresión melancólica de su hermano Naruto.
Sabía que, de todos, era al que más le había afectado enterarse de lo suyo con Kakashi. Ahora ya no era Seina Uzumaki, ni nunca más lo sería. Para su hermano, quien había perdido a sus padres el mismo día de nacimiento, seguramente sería como si hubiera perdido una parte de ella también. Aun así, sabía que tarde o temprano se daría cuenta de que prácticamente nada había cambiado. Después de todo, seguían siendo familia y siempre lo serían. Kakashi alzó una ceja con un atisbo de sorpresa cuando vio como Sasuke le pasaba un brazo por los hombros a Naruto, a modo de consuelo.
Contempló los ojos de Kakashi, leyendo en ellos las muchas cosas que quería decirle una vez estuvieran a solas. Levantó los ojos de improvisto, mirando a alguien por encima de su cabeza.
—Kakashi-sensei. Es mi turno de bailar con mi hermana.
—Naruto. Llámame Kakashi. Ahora somos familia.
Naruto sonrió, aceptando su mano que le tendía su marido.
—Ya éramos familia antes.
Kakashi pestañeó, de nuevo sorprendido, pero sonrió genuinamente cuando vio que su hermano, su cuñado, se lo estaba diciendo de verdad. Seina lo vio alejarse, después de darle un beso corto en los labios, hacia sus compañeros y amigos jonin que se encontraban cerca de la barra de bebidas.
—¿Eres feliz? —preguntó Naruto mentalmente. Ella asintió—. Con eso me basta.
El resto de la tarde pasó volando. Bailó con todos sus amigos y con alguna gente a la que apenas conocía de vista, pero que se acercaron a ella ahora que había asumido oficialmente el papel de líder al lado de Kakashi. Cuando empezó a caer el sol y supo que empezaba a ser el momento de despedirse de todos, se topó con Tsunade-sama, quien ahora estaba bastante más sobria que antes. Seguramente gracias a la ayuda de Shizune. Como ya no había casi nadie en el complejo Hatake, la hizo pasar a su casa para poder tomarse un té a solas mientras Kakashi despedía a los últimos, y más cercanos, invitados.
—Seina. Sé que te felicité antes, pero ahora que estoy más lúcida —sonrió con diversión la Hokage— me gustaría reiterarte mis felicitaciones. Sé que ambos os queréis, y eso es lo más importante.
Su maestra miró por la grandiosa ventana de la cocina, desde la cual podía ver a su nuevo marido a lo lejos hablar con sus hermanos, Genma, Ensui, Guy y Raido.
—¿Te he hablado alguna vez de Dan? —preguntó de improvisto Tsunade-sama. Seina se giró a mirarla, pestañeando al ver su rostro triste y serio—. Era mi novio hace ya muchísimos años. Queríamos formar una familia, una vez acabara la guerra, pero nunca pudo ser… Murió antes de cumplir nuestro sueño. Quería ser Hokage, ¿sabes? Y mira ahora… A veces siento que le he robado su sueño, otras veces siento que estoy viviendo por los dos. Ser Hokage también era el sueño de mi hermano pequeño, Nawaki. De algún modo, eso me da fuerzas para seguir. Tu hermano me dio el empujón que necesitaba para regresar, pero tú has hecho el resto.
Tsunade-sama cogió su mano encima de la mesa, dándole un apretón que le recordó dolorosamente a aquella vez que visitó a Andrómeda, semanas después de enterrar a su hija y a su yerno. La misma cara seria, triste, melancólica y amarga al pensar en el pasado, pero la misma determinación de seguir adelante por aquello y aquellos que quedaban con vida. Como Teddy.
Con el paso de los años, Andrómeda y ella habían estado muy unidas hasta tal punto en que se convirtió en la madre que nunca había tenido. Mucho más que Molly Weasley, a quien quería, pero cuya atención siempre estaba dividida entre sus múltiples hijos y nietos. Andrómeda la había acogido como nadie nunca antes. Se había convertido en su madre, en su confidente, en su maestra, en la abuela de sus hijos y en su incondicional y mayor apoyo. Molly, a pesar de que la quería, a veces era incapaz de mostrar semejante aceptación ni siquiera con sus propios hijos.
Y ahora aquí, sentada en la nueva cocina de su nueva casa, casi le pareció ver a Andrómeda en los ojos castaños de Tsunade-sama.
—En el poco tiempo que hemos estado juntas, te has convertido en alguien muy especial para mí. Empezaste siendo mi aprendiz, y ya me has superado, tal como debería hacer un hijo con sus padres.
Seina dio un pequeño bote en su asiento cuando comprendió que Tsunade-sama estaba diciendo apreciarla hasta tal punto que podía considerarla como su hija. Por segunda vez. Esta vez no parecía estar bromeando como en el hospital, sino decirlo de corazón.
—Shizune, tú y Naruto os habéis convertido en personas muy preciadas para mí. Solo quería que lo supieras.
Y antes de que pudiera recuperarse de sus palabras, se levantó, dándole un beso en la frente, y se marchó. Seina se quedó sentada en la silla, viendo por la ventana como se iba, acompañada de Shizune. Algo de esa interacción la dejó tocada. Quizás recordar a Andrómeda, a quien había querido como una madre y había perdido hacía tantísimos años. Pero… por un momento, volvió a sentir esa sensación de estar al lado de su madre. Pestañeó las lágrimas y se levantó.
—¿Estás bien? —preguntó Kakashi, entrando en la cocina y apoyándose en el marco.
—Sí. Demasiadas emociones, quizás —sonrió ella.
Se acercó a él, todavía con el kimono Hatake de ceremonias, y le pasó los brazos por el cuello, aceptando también su abrazo. Agudizó el oído con su magia, pero comprendió rápidamente que estaban solos. Eran los únicos en varios cientos de metros a la redonda.
—¿Dónde están los otros?
—Creo que se han ido a seguir la fiesta con tus demás amigos —sonrió Kakashi, todavía sin su máscara y con los ojos resplandecientes—. Imagino que no quieren quedarse por aquí… por lo que pueda pasar.
Seina bufó una risa. Habían decidido hacer el ritual mágico antes de iniciar su noche de bodas así que no habría nada de sexo hasta que llegaran a Uzu. Miró de nuevo por la ventana de la cocina, apoyando la cabeza sobre el pecho de Kakashi, y vio la decoración todavía puesta.
—¿Nos vamos ya?
—¿Ya? —sonrió de forma traviesa él—. Creí que ibas a despedirte de tus hermanos antes de que nos fuéramos.
—Nah. Les dejaré una nota —y eso hizo.
La Hokage ya les había dado el visto bueno para partir así que salieron de Konoha con el hiraishin sin más. Los había teletransportado a las afueras, en el embarcadero principal, para que tuviera la experiencia completa. Observó a Kakashi, vestido de civil con un pañuelo de seda de color azul marino tapando parte de su rostro, apoyado sobre uno de los lados del barco, cerca de la proa, mirar el horizonte.
—¿Cuándo fue la última vez que viajaste por placer? —preguntó ella con curiosidad.
—Diría que nunca… —contestó. Luego se alzó de su posición apoyada y se giró a mirarla, cogiéndola de la mano para acercarla a él—. Mis padres murieron cuando era muy pequeño, y tu padre tenía su propia familia. ¿Qué sentido tenía viajar yo solo?
—Bueno, nunca es tarde para una primera vez, y más si es juntos.
Apoyada sobre su pecho, mirándolo a los ojos, vio como sonreía de forma risueña mientras le daba silenciosamente la razón. Se bajó el pañuelo para besarle primero la frente y luego los labios, rodeados en la privacidad de su magia. Estuvieron hablando y besándose un rato largo, mientras veían pasar el océano que les acercaba más y más a Uzushiogakure. Llegaron cuando caía la noche, con los estómagos empezando a rugir del hambre. Desembarcaron en el puerto de la aldea principal, iluminado por las múltiples farolas y por la gran luz del faro.
Seina dio un vistazo rápido a su alrededor, pero el 98% de su atención la centró en Kakashi. Le vio contemplar algo estupefacto el gran puerto y la aldea que se abría paso unos metros más allá. Incluso desde el puerto podían escuchar la vida bullicio en Uzu, como si no hubiera estado destruida durante años. Kakashi se giró a mirarla a ella mientras salían del puerto de piedra gris.
—Lo que habéis hecho aquí… Es impresionante.
—Y todavía no has visto nada —rio ella, cogiéndolo de la cintura para tenerlo más cerca.
Kakashi le pasó el brazo por los hombros y entraron caminando a la aldea como otra pareja joven cualquiera. Seina asintió a algunos saludos y vio los ojos curiosos sobre su marido, claramente preguntándose quién era y porqué estaba pegado a ella.
—¿Prefieres cenar algo en la aldea o… quieres que vayamos a casa? —preguntó ella.
—Será mejor que cenemos algo antes —dijo él, mirándola con ojos intensos un segundo. Acto seguido se agachó para hablarle en el oído—. En cuanto te tenga desnuda delante de mí no creo que pueda dejarte ir en varias horas.
Se le erizó la piel bajo su vestido corto celeste de manga corta. Kakashi alzó de nuevo la cabeza para seguir mirando la aldea, pero la brisa le había dejado al descubierto las comisuras sonrientes de sus labios. Seina no dijo nada ni le dio un puñetazo de broma como muchas veces antes había hecho. Kakashi no estaba bromeando esta vez.
Mientras caminaban en busca de algún restaurante donde cenar, Seina contó los minutos para que volvieran a estar juntos en la intimidad de su habitación. Se sentaron en una mesa pequeña, privada, de un restaurante al aire libre. Vio encima de su cabeza las celosías de madera que algún día estarían llenas de enredaderas y que habían sido puestas hacía poco, como todo lo demás. Le hizo gracia ver las primeras hojas verdes, tan pequeñas como lo era su aldea ahora, y supo que pronto crecerían como lo estaba haciendo Uzu.
En cuanto alzó su magia para darles privacidad, Kakashi habló. No sabía si lo había sentido o si sabía que iba a poner una barrera mágica porque la conocía. De cualquier forma, no pudo evitar sonreír.
—¿Cuánto tiempo durará el ritual? —preguntó, haciendo referencia al ritual de boda.
—Solo unos minutos. Ya envié a uno de mis clones hace días a pintar el círculo rúnico, para tenerlo preparado y revisar cualquier error.
—Seguro que era por eso —rio Kakashi. Ella le guiñó un ojo—. ¿Y qué tendremos que hacer?
—Solo necesito sangre y unas túnicas de algodón o lino que no interfieran con el ritual. Aunque... estando solos podemos hacerlo desnudos.
—Mhmm… —asintió él, sonriente—. ¿Pasaría algo si…
—…si lo hacemos dentro del círculo ritual? No.
Seina, cuyo pie enfundado en una sandalia estaba tocando el masculino pie de su marido, alzó lentamente su pie para rozarle el gemelo y luego el muslo. Kakashi la miró con ambos ojos al descubierto, refulgentes de deseo, antes de seguir masticando su trozo de carne como si nada. Se terminó la comida despacio, como si no tuvieran prisas, y luego se comió el trozo de pastel que había pedido. Cuando llegó el momento de irse se levantó con un escalofrío y bastante mojada, cosa que no pasó desapercibido ante la prodigiosa nariz de Kakashi.
—Aquí tiene la cuenta —le entregó el chico, aceptando el dinero de su marido—. Espero que tengan una buena noche.
—Seguro que sí…
Seina esperó apenas un par de segundos a que se guardara la cartera antes de dejar que la cogiera por la cintura.
—¿Nos vamos? —preguntó él, saliendo ambos a la calle.
—¿No quieres ver la aldea? —dijo ella, traviesa.
—Quizás mañana.
Usó su chakra para caer justo al lado del círculo de runas al mismo tiempo que Kakashi se inclinaba a la velocidad del rayo a devorar su boca. Seina gimió cuando una de sus manos le levantó el vestido y se adentró dentro de su minúscula braguita. Sintió un dedo hundirse en ella, pero no fue suficiente así que saltó sobre sus caderas. Kakashi ni se inmutó ante su peso. Quitó su mano detrás de su nuca, la que había estado usando para mantenerla en su sitio, y le rasgó el vestido de un solo tirón. Seina aprovechó para despegarse de sus labios, quitarse el sujetador y tirar de su camiseta hacia arriba.
Sintió su erección bajo su propio sexo. Se lo acercó a ella con el pañuelo de seda para poder volverlo a besar, frotando sus partes más íntimas y arrancándole un gemido. Le quitó el pañuelo, lanzándolo lejos, a la vez que se paraban a jadear frente a frente.
—Quiero correrme contigo dentro de mí —susurró, deteniendo su mano masculina que estaba dándole placer.
Kakashi la cogió de las caderas, con una de sus manos mojada de sus propios fluidos, para dejarla en el suelo. Se quitó con los mismos pies sus sandalias. Seina ni esperó un segundo a que él mismo pudiera quitarse los pantalones. Se arrodilló ante él besando su musculado pecho sin apenas bello, bajando más y más y más… Cogió sus pantalones y su ropa interior, deseando verlo desnudo. Kakashi le dejó hacer mirándola con la piel erizada del placer, los ojos fijos en ella y la respiración algo desbocada. Su pene rebotó contra su estómago, totalmente erecto y rosado. No pudo evitar lamérselo mientras se alzaba, quitándose la última prenda que llevaba encima y tirándola lejos.
Se quitaron los pendientes y cualquier cosa que pudiera interrumpir el ritual. Sacó un par de dagas que había hechizado durante días, de plata, y le indicó dónde tenía que sangrar. Se cortó la palma de la mano, apretándola luego para sangrar en las runas. Entró dentro del círculo al mismo tiempo que Kakashi.
—Ahora repite detrás de mí: coniunctae, duae animae liberae, in sanguine, corpore et anima coninguntur.
—Coniunctae, duae animae liberae, in sanguine, corpore et anima coninguntur.
Seina alzó la mano herida y Kakashi hizo lo mismo. Su latín, a pesar de no haber entendido lo que estaba diciendo, había sido impecable. Tal y como esperaba de un ninja de su calibre. En cuanto sus manos sangrantes se tocaron las runas que habían empezado a brillar en cuanto pusieron su sangre refulgieron de color dorado y empezaron arremolinarse entorno a ambos como un torbellino. Seina sintió la conexión al mismo tiempo que Kakashi inspiraba sorprendido.
Notó como si un hilo fino pero firme saliera de su alma y la uniera a Kakashi. Sintió los sentimientos profundos y complejos de Kakashi, su esperanza y felicidad, un pequeño atisbo de preocupación por poder perderla, su sorpresa y maravilla al percibirla a ella, su deseo carnal y excitación por hacerle el amor, pero, sobre todo, su amor. Era tan insondable como el océano, tan basto como el cielo y tan fuerte como la tierra. Si había tenido una sola duda sobre si la amaba… se había desvanecido.
—¿Así es como me sentías cuando usaba mi magia para mostrarte que te quería? —preguntó ella con la voz ahogada y lágrimas en los ojos.
—Sí.
La voz en susurro de su marido la contempló como si la estuviera viendo por primera vez, saboreando una unión que superaba con creces a cualquier boda normal y corriente. Seina le tocó el pecho con una mano y, con la otra, le acunó el rostro. Kakashi alzó una mano, cerrando los ojos y cogiendo su mano en su cara como si fuera la cosa más preciosa del mundo. Notó sus labios en su palma. Mientras él se hundía en sus emociones, Seina le contempló desnudo ante sí.
Su cabello grisáceo, su piel blanquecina iluminada por una luna menguante, sus músculos definidos y proporcionados como una estatua de Miguel Ángel. Kakashi debió percibir su deseo, su amor, porque sus ojos ardientes se posaron en ella nuevamente. Dio un paso lento en su dirección, destruyendo los escasos centímetros que los separaban, y la besó. Fue un beso lento pero profundo, sus lenguas se entrelazaron mientras Seina se abrazaba a su cuello y perdía la noción del tiempo entre sus brazos, que la apretaban estrechamente contra él.
La cogió en brazos, demostrando su fuerza como si nada, y la llevó a la cama a apenas unos metros más allá. La dejó en la cama, prácticamente a oscuras, y la contempló poniendo sus brazos a cada lado de su cabeza.
—Te amo.
—Lo sé… —susurró, acariciando su bello rostro masculino—. Me siento muy amada por ti.
Sintió en su interior y vio la sorpresa en su rostro al escucharla. Seina solo le había dicho lo que ella sentía. La verdad. Al parecer Kakashi necesitaba oírlo porque una parte escondida de él se alivió, como si hubiera dudado ligeramente que ella supiera y sintiera que de verdad la quería. ¿Cómo iba a dudarlo? ¿Cómo no iba a verlo? Kakashi la miraba con amor en los ojos desde hacía años.
—Bésame, Kakashi, y hazme el amor.
Kakashi cerró los ojos y volvió a concederle otro beso. El siguiente de muchos.
Notes:
¡Feliz año a todos!
Entramos el año con la boda y la luna de miel. ¿Quién lo iba a decir hace 2 años?
Por otro lado, un comentario me ha recordado la historia que tengo a medias de Harry/Shikamaru. Va a ser un formato totalmente distinto a este. La verdad es que tengo tantas ideas y musas que no me da la vida para escribir tanto 😅. Quizás cuando acabe esta historia pondré una nota para que votéis nuevas ideas o algo parecido así que podéis ir pensando qué os gustaría leer que no existe en el archivo y si hay algo que me llame la atención... Quién sabe. Siempre me hace gracia leeros así que estaré esperando con ansias.
Chapter Text
Jadeó en la boca de su marido mientras él devoraba su cuello, le acariciaba un pecho con una mano y el clítoris con la otra. Escuchó el gemido masculino perderse en su piel al mismo tiempo que las caderas de Kakashi se encontraron con las suyas, penetrándola una vez más. Sus propias manos, en su cabello y en su espalda, se agarraron como pudieron a la vez que sus piernas se cernían más y más alrededor de su cintura masculina.
Los abdominales marcados de Kakashi resbalaron sobre los suyos. Notó sus pectorales rozar sus pezones cuando la embistió por enésima vez.
—¡Kakashi! ¡M-más- —gimió, interrumpiéndose a sí misma del placer.
La boca de Kakashi soltó su cuello, lamiéndole y besándole la piel hasta posar sus labios en su oído. Le habló con voz jadeante, ronca, erizándole el bello de nuevo.
—¿Más qué? ¿Más fuerte? ¿Más rápido? —preguntó con voz algo ahogada del esfuerzo, volviéndola loca, torturándola—. Dímelo, Seina.
—¡Todo! —lloró ella, aguantando un grito y aferrándose como podía a sus pensamientos caóticos.
Una boca le devoró los labios mientras gritaba y sintió como Kakashi la complacía penetrándola más rápido y más duro. No tardó nada en correrse. Sintió como él se corría en su interior. Seina se estiró en la cama, dándose cuenta de cuánto se había arqueado su espalda del placer. Sus piernas se aflojaron por arte de magia, sin que pudiera sentir más que el temblor que las había poseído debido al placer. Kakashi recuperó el aliento unos segundos antes de bajar por su torso besando cada pulgada de su piel. Sintió su coño contraerse al notar su lengua juguetear con su ombligo, pero eso no fue nada porque acto seguido puso sus piernas sobre sus fuertes hombros y, sin mediar palabra, enterró su rostro en su sexo.
—¡KAKASHI! —sollozó sin poder evitarlo. Estaba extremadamente sensible.
—¿Mmhmm? —murmuró contra su clítoris, lamiéndolo y mordisqueándolo suavemente.
No pudo decir nada más. Este hombre la estaba volviendo loca. Se corrió en pocos minutos, aunque con muchísima menos fuerza que antes. Vio como su marido levantaba la cabeza de entre sus piernas, con su rostro manchado de ambos de sus fluidos. Le cogió del pelo para subirlo hasta su altura. Él se dejó llevar con una pequeña risa que acabó haciéndola reír a ella también.
—Déjame descansar unos minutos —susurró ella, cerrando los ojos después de limpiar a ambos con su magia.
—Está bien —contestó, abrazándola contra él mientras se tumbaba a su lado.
Seina cerró los ojos del puro placer, enterrando su rostro en su pecho masculino, sintiendo su corazón latir con vigor bajo su oído. Podía morirse en ese preciso instante, y moriría feliz. Su único remordimiento sería no haber podido seguir viviendo con Kakashi, y su familia, al máximo. Solo medio siglo o poco más le sabían a poco. Los brazos de Kakashi la rodearon más fuertemente, pudiendo sentir lo que estaba sintiendo en ese preciso instante.
—Nuestra vida juntos solo acaba de empezar.
—Somos ninjas, Kakashi. ¿Quién sabe si mañana se declarará una guerra?
—De declararse una guerra, ¿dejarías que tu familia muriera?
—Por supuesto que no.
—¿Con qué certeza lo sabes?
—Al 100%. No dejaría que sucediera —contestó ella, totalmente segura de sus habilidades. Supo al instante lo que estaba diciéndole Kakashi. Que confiara en ellos, y en ella misma.
—Entonces ya sabes lo que pienso. Nuestra familia sobreviviría. No hay porqué seguir pensando en ello —le acarició el cabello suelto con ternura—. Te prometí que no moriría mientras no volvieras. Ahora te prometo otra cosa. En cuanto te quedes embarazada o te den la plaza de jefa en el hospital me retiraré.
—¿Qué? —preguntó ella, totalmente sorprendida. Alzó la cabeza de su pecho para mirarlo a los ojos. Estaba serio—. ¿Lo dices de verdad?
—Totalmente. ¿Cuándo vamos a tener hijos? ¿Dentro de 3 o 4 años? ¿Unos 5 años? Para ese entonces habré pasado 30 años de mi vida siendo ninja. He servido a mi aldea de forma activa más que muchos otros —reconoció Kakashi, hablando de su valía en voz alta por primera vez en… no sabía cuánto tiempo—. Habré servido al país del Fuego como anbu durante 13 años. 13 años, Seina. Crecí sin mis padres cuando podrían haberse quedado en la aldea, sirviendo como los líderes del clan Hatake. Te dije que no quería que nosotros tuviéramos lo que tuvieron nuestros padres, y lo decía muy en serio. No voy a arriesgar mi vida para dejarte sola con nuestros hijos. Para empezar porque no quiero perderte, ni que me pierdas, y no quiero que nuestros hijos crezcan sin su padre.
>> Tu intención es ser la jefa del hospital y tienes muchas posibilidades de serlo en cuanto Tsunade-sama se retire. Te ha estado entrenando para ello y ya le has superado como médico. Naruto, si va por buen camino, podría reemplazarla como Hokage en pocos años. Sé que, en cuanto deje su cargo de Hokage, también dejará el hospital. Seguramente se dedicará a acabar de adiestrarte para que seas la jefa. Es decir, que, en pocos años, tu trabajarás en la aldea a tiempo completo y yo me retiraré.
—Veo que le has dado unas cuantas vueltas al tema —sonrió ella.
—Por supuesto. Quizás me aburra de tanto en tanto estando en la aldea, pero prefiero sobrevivir por nuestra familia que saborear la efímera dosis de adrenalina que me aportan las misiones. Solo seguiría en activo si tú sigues en activo porque sé que nos pondrían juntos en algunas misiones. Mientras tú estés a salvo no arriesgaré mi vida tontamente.
—Tienes razón.
Seina no podía acabar de creer que Kakashi, en pocos años, dejara de ser un ninja en activo. Su razonamiento tenía todo el sentido del mundo, pero hacía años, cuando lo conoció, nunca se imaginó que Kakashi pudiera dejar el trabajo de campo para “holgazanear” en la aldea. Aunque, cuando le conoció, no pensó que acabarían enamorados y planeando tener hijos que iban a necesitarlos a ambos. Aun así, aun sorprendida, estaba sorprendida para bien. Kakashi había juzgado fríamente su situación porque incluso ella sabía que tenía razón en pensar que tardaría en acostumbrarse a no salir de la aldea en misiones de alto riesgo. Para Kakashi, esas misiones eran como una droga. La adrenalina era adictiva y más cuando su marido llevaba enganchado, por así decirlo, desde los 5 años. Toda su vida.
—Gracias, mi amor.
—No tienes porqué darme las gracias por querer que no muera. Esto es lo menos que puedo hacer —dijo él, mirándola con ojos tiernos y besando sus labios—. Haría cualquier cosa por ti, y por nuestros hijos.
Sintió lo que no estaba diciendo, no por qué no quisiera o se avergonzara, sino porque no sabía cómo expresarlo. Kakashi estaba feliz de que ella estuviera aliviada de que él se quedara en la aldea, eliminando una gran probabilidad de perderlo en el campo de batalla. Estaba feliz de tener la prueba de que ella no quería perderlo. Le cogió del cabello para devolverlo a sus labios, besándolo con todo el amor que tenía dentro de sí.
¿Cómo se le ocurría pensar que no le quería en la aldea, donde estaría muchísimo más protegido? Si no había dicho nada era porque no quería darle un ultimátum cuando sabía lo mucho que a Kakashi le gustaba explorar y moverse, y descubrir y usar sus habilidades que tanto entrenaba. No quería forzarlo a quedarse en la aldea y matar una parte de él, pero, si él era el que se veía capaz de hacerlo… Era una cosa muy distinta.
—Kakashi… Como mueras antes de que puedas retirarte, te reviviré y te mataré y luego te reviviré. ¿Me entiendes? —le dijo, en broma, pero en serio.
Kakashi dejó escapar una risa divertida, enterrando su rostro en su cabello dorado. Todavía se reía levemente cuando rozó su nariz contra la suya en un gesto cariñoso, antes de besarle los labios.
—Te lo prometo. Haré todo lo posible para no morir.
—Gracias.
Tanta charla de muerte le había apagado la lívido así que dejó de pensar en esa remota posibilidad. Cerró los ojos de nuevo, acariciándole el bíceps con su mano libre. Luego, le acarició la espalda lentamente, memorizando su tacto bajo sus dedos.
—Duerme, cariño. Tenemos toda la semana por delante —escuchó la voz masculina, tersa y dulce como el chocolate, de su marido colarse en sus oídos. Y ella le hizo caso.
Despertó al día siguiente con su espalda cubierta por el torso de Kakashi. Notó la mano posada en su estómago, a pesar de que no estaba embarazada ni lo estaría en mucho tiempo. El otro brazo de Kakashi, bajo la almohada, y su cara enterrada en su cabello suelto. Supo por su nuevo y flamante vínculo que estaba dormido de verdad. No quería despertarlo así que cerró los ojos y acarició la mano sobre su estómago, recorriendo alguna que otra vena más marcada de su brazo.
Estuvo un rato despierta, esperando a que despertara. En cuanto percibió como se alzaba de su inconsciencia, se giró en sus brazos para quedar cara a cara. Tenía todavía los ojos cerrados así que le tocó suavemente los pómulos, las cejas, la nariz, los labios… memorizó sus hermosas facciones, asombrada de que este hombre la quisiera tanto como ella le quería. Kakashi abrió por fin los ojos al sentir sus emociones maravilladas.
—¿En qué piensas? —preguntó en voz baja, para no romper el momento.
—En que me alegro de que me quieras. Cuando te conocí parecías estar bien estando solo… y según lo que he escuchado varias veces, nunca has querido a alguien. Me hace feliz que me quieras.
—Cuanto más lo pienso, más creo que estaba esperándote. Quizás antes no hubiera pensado igual, pero ahora creo firmemente que hay algo más. Gracias a ti. Llámalo magia o dios, o lo que sea. De algún modo creo que estábamos predestinados a encontrarnos.
—¿Y a amarnos?
—…Siento que yo estaba predestinado a amarte a ti —reconoció Kakashi, sin intentar hacerla sentir mal—. Tengo suerte de que me correspondas, pero era imposible que yo no acabara amándote. Solo fue cuestión de tiempo. Muy poco tiempo, en realidad.
—¿Cuándo fue la primera vez que aceptaste que sentías algo por mí? —preguntó ella con curiosidad. Nunca habían hablado de sus inicios turbulentos.
—¿La primera vez que lo comprendí? Cuando me disteis mi habitación en vuestra casa y te dormiste en mis brazos. ¿La primera vez que lo acepté? Unas 3 semanas después, cuando me mudé completamente con vosotros —sonrió él, acariciándole la mejilla—. ¿La primera vez que sentí algo por ti y no quise aceptarlo? Cuando me abrazaste para consolarme.
—Pero… ¡Eso fue a finales de la primera semana después de conocernos! —rio ella, atónita.
—Lo sé. Creí que estaba enfermo. No sabes cuánto me castigué, en cuanto reconocí que te estaba empezando a querer, para alejarme de ti lo máximo que pudiera.
—¿En serio? —dijo ella, igualmente sorprendida—. No lo noté.
—Claro que no, porque soy un idiota y no me di cuenta que me estaba autosaboteando porque yo mismo no quería alejarme de ti —rodó los ojos, exasperado consigo mismo, con una sonrisa divertida en los labios—. Tardé solo 3 semanas en tirar la toalla con mis planes de alejarme y el resto ya fue historia.
—Me alegro de que no me hubieras ignorado o evitado.
—¿Cómo podría haberlo hecho si te quería prácticamente desde que te miré a los ojos? Soy un esclavo de tu amor.
Seina sopló una minúscula risa antes de besarlo, poniendo todo su amor en ese beso y en su vínculo. Kakashi suspiró de placer en su boca antes de arremolinar su lengua contra la suya. Alzó su pierna sobre sus caderas, frotándose contra él en una clara invitación. Le cogió el muslo mientras se hundía en ella. Esa mañana, la primera mañana de casados, hicieron el amor despacio, olvidando el mundo que los rodeaba. Seina estaba tan sumida en su vínculo que no sabía dónde empezaba ella y dónde acababa él. Notó su placer como si fuera el suyo propio. Su deseo y su devoción eran indescriptibles.
Horas más tarde, después de un largo baño caliente, un desayuno a solas medio desnudos e incontables besos y abrazos más, bajaron a la aldea cuando el sol estuvo en lo más alto.
—Y tienes que ver las plantaciones y los arrecifes —siguió ella, explicándole con todo tipo de lujos lo que habían creado—. Después invocaré a uno de mis tiburones para que lo veas de cerca.
—Todavía no puedo creer que Kisame te tomara como aprendiz —sonrió él, sacudiendo la cabeza—. Y, sin embargo, al mismo tiempo no me sorprende nada.
—Estoy deseando batirme en duelo contra ti, mi amor.
En los ojos oscuros de Kakashi se prendió una llama competitiva cuando vio lo que decía en serio. Sintió en el interior de su marido lo excitado que estaba por luchar contra ella, y la curiosidad casi infantil por ver cuánto había mejorado.
—Yo también he estado entrenando. Lo que he podido, al menos. Han sido unos 3 años muy estresantes, pero he podido practicar algo con mi mangekyo sharingan.
—¿En serio?
—Sí. Desde que me lo curaste del todo puedo usar el sharingan evolucionado sin que me cause todos esos problemas de agotamiento de chakra y sangrado del ojo.
—Mmm… —musitó ella, sintiendo que se le escapaba algo. Lo tenía en la punta de la lengua.
—¿Qué pasa?
—No lo sé. Ya me vendrá.
Se encogió de hombros, apretándole momentáneamente la mano que tenía entrelazada a la suya mientras caminaban por la aldea. Pasaron toda la mañana caminando por la aldea y luego comieron en el yakiniku a pie de playa. Por la tarde, con toda la calma del mundo, recorrieron las plantaciones y cultivos que habían plantado alrededor de la aldea. Se les hizo tarde para ir al arrecife así que lo dejaron para el día siguiente.
—¿Qué te parece cenar tú y yo solos? —le propuso, abrazándolo por la cintura y dejándose abrazar.
—Me parece perfecto.
La sonrisa tierna de Kakashi la acompañó toda la noche mientras preparaban la cena entre los dos, tonteando y flirteando como dos adolescentes. Cenaron en una de las terrazas exteriores de la mansión, a la luz de las estrellas. Bebieron vino y comieron dulces hasta entrada la madrugada.
—Tendrías que haber visto la postura corporal del comandante —se rio Kakashi, dejando escapar un par de lágrimas de la risa floja—, cuando vio ese pene dibujado en su nuca después de varias horas. ¡Creí que le iba a dar un aneurisma!
Seina se apoyó contra la mesa, recuperando el aliento de tanto reír. No había estado presente para ver su reacción cuando castigó al anbu, pero muchas noches se había reído sola cuando se acordaba de ello. Al parecer, había tenido razón en pensar que no le iba a hacer ninguna gracia.
—¿Te acuerdas de mí memoria de Tsunade-sama vestida de Guy? —preguntó ella, abanicándose la cara con un abanico conjurado. Kakashi asintió con la cabeza.
Se acordó de Tsunade-sama sentada en su silla de la oficina, con el cabello de color negro azabache cortado en forma de bol y el mono verde con cinturón naranja y calentadores a juego. La carcajada limpia de Kakashi, recordando su memoria de la líder de Konoha con la vestimenta ordinaria de uno de sus mejores amigos, la hizo reír en su copa de vino tinto.
—Nunca más voy a poder mirar a Tsunade-sama de la misma forma.
—Y espera que te enseñe las bromas que le hicimos al viejo pervertido —sopló una risa al acordarse de la frase “¿Tener sexo con tu clon es incesto o masturbación?” dentro de la galleta y la cara estupefacta de Jiraiya.
En cuanto Kakashi vio la expresión de Jiraiya en sus recuerdos se desternilló como nunca antes. Seina disfrutó de ver reír a Kakashi como nunca antes. Cuando estaban solos, perdía todas las inhibiciones y era él mismo al completo. Y eso le encantaba.
—Me gusta verte reír —confesó, sin poder evitarlo.
Kakashi sonrió ante sus palabras, con un leve sonrojo de lo más adorable. Aww. Su marido era tan achuchable. Y pensar que había gente que le tenía pavor. Se inclinó sobre la mesa para darle un beso corto. Saboreando poder hacerlo cuando le viniera en gana. Terminaron la noche dando un paseo por una de las playas abandonadas, lejos de la aldea.
—Si no hubieras sido ninja, ¿qué crees que hubieras sido?
—Creo que no había otro camino para mí a seguir —reconoció Kakashi—. Adoraba a mi padre. Era mi héroe. Ser como él era todo lo que yo quería. Supongo que esa adoración no me dejó ver más allá de la carrera militar.
—¿Y tu madre?
—Mi madre era chunin. A penas tengo memorias de ella ya que murió muy joven.
—Sabes, pensé en hacer un retrato de nuestros padres, pero no sabía si alguien tendría las suficientes memorias de tu madre y no quería hacer un retrato de mis padres si no podía hacer uno de los tuyos —confesó ella. Kakashi la atrajo hacía él con el brazo encima de sus hombros.
—No te preocupes. Lo entiendo. Aunque no voy a ponerle pegas a un retrato de mi padre. Tener uno es mejor que ninguno.
Seina asintió, liberándose un peso. Esa era una de las razones por las cuales no había hecho más retratos que el de Mikoto.
Estuvieron hablando un rato largo, paseando de vuelta a casa, hablando de todo lo que se les ocurría. Mientras dormitaba esa noche entre los brazos de Kakashi, se acordó de George. Su anterior marido había sido increíble y se habían querido muchísimo, pero nunca había sentido la conexión que tenía con Kakashi con George. Quizás porque una parte de George sentía miedo de conectar con alguien de esa forma para luego poder perderla como a su gemelo Fred. No se quejaba de lo que había tenido con él, ni mucho menos, pero no era comparable con lo que había creado con Kakashi en tan pocos años. Una parte de ella se preguntaba cuán diferente hubiera sido su antiguo matrimonio si Fred hubiera estado con vida y George no hubiera sido cambiado tan profundamente por su muerte.
—Estoy deseando verte combatir con esa katana —admitió Kakashi vestido con un pantalón corto de algodón de color azul cobalto y una camiseta de manga corta blanca.
En su mano empuñaba otra katana conjurada, reluciente bajo la luz brillante del sol de medio día en Uzushiogakure. Ella, vestida con un mono de tirantes de color blanco y rosa pastel, parecía más bien vestida para ir a pasear que para combatir. Se lanzó sin mediar palabra encima de su marido, quien blandió su espada alzando una ceja de la sorpresa antes de meterse de lleno en la pelea. Estuvieron un rato combatiendo. Seina se lo tomó en serio, haciéndole retroceder varias veces y poniendo a Kakashi contra las cuerdas.
La sonrisa excitada, competitiva, de su marido la siguió durante la larga hora que estuvieron intercambiando ataques. Todo se detuvo cuando consiguió hacerle un corte superficial en un brazo. Kakashi se miró la sangre con poca sorpresa antes de mirarla a ella.
—Eres increíble.
—Déjame verlo —pidió ella. Kakashi dejó que le curara la herida sin pestañear—. Te has contenido.
—Al igual que tú —se encogió de hombros él—. Era un mini entrenamiento, no un combate a muerte.
—Enana. Quiero hablar con él —dijo Kurama de improvisto. Había estado durmiendo desde hacía días, irritado por tener que escuchar lo bien que se lo estaba pasando en su luna de miel—. Solo con él…
—Kurama quiere hablar contigo. A solas.
Kakashi volvió a sorprenderse, pero asintió. Sería la primera vez que vería de cara a cara al demonio que causó la destrucción de una parte de Konoha. Seina se preguntaba de qué quería hablar Kurama con Kakashi, pero les dio privacidad usando su magia a los pocos metros para no escuchar nada. Miró al horizonte, desde el patio trasero de la mansión Uzumaki, y esperó un rato a que dejaran de hablar.
La mano de su marido la sacó de sus cavilaciones. Kurama no había vuelto a su interior, prefiriendo tumbarse sobre un trozo de hierba en sombra bajo un enorme árbol. Alzó una ceja en dirección a Kakashi, pero simplemente sacudió la cabeza. Examinó su expresión y sus emociones a través del vínculo, pero no estaba triste ni enfadado. Se encogió de hombros, pensando que seguramente acabaría sabiendo de que se trata tarde o temprano.
El resto de días los pasaron explorando las islas y sus mares. Seina no podía creer lo relajado que estaba Kakashi tan lejos de Konoha. Era como si se hubiera quitado un peso de encima. Nunca le había visto tan libre de preocupaciones y tan radiante. Era como si desde el día de su boda le hubieran quitado 10 años de vida, rejuveneciéndolo. Si antes ya le parecía atractivo… ahora, tan lleno de felicidad, era como volver a enamorarse de él.
—¿Cómo no iba a estar feliz? —le dijo Kakashi, cuando se lo comentó. Sonrió antes de besarla en los labios escuetamente—. Ahora tengo algo que merece la pena proteger. Algo que yo he decidido, y que no me ha sido impuesto por la aldea. Nuestra familia es lo más importante para mí.
Kakashi miró el horizonte azul desde su tabla conjurada de surf. Eran los únicos en la playa, como solía pasar, debido a que los aldeanos no se alejaban demasiado de la aldea principal. Llevaban toda la mañana bañándose, surcando las olas y tomando el sol. Otro día más sin ningún tipo de preocupaciones. El rostro pensativo, con una sonrisa algo sorprendida, de su marido le hizo alzar una ceja en su dirección.
—¿Qué? ¿A qué viene esa cara? —bromeó ella, tumbada en la tabla boca arriba, siendo mecida por el mar en calma.
—No. Solo me he dado cuenta de algo.
—¿De qué?
—Hace unos años, antes de conocerte, nunca habría pensado que podría tener algo más importante que la aldea. Si mi yo de aquel entonces pudiera leerme los pensamientos no lo comprendería. Ese Kakashi de hace años no sabría por qué su yo del futuro está convencido en su totalidad de que podría traicionar la aldea por la que siempre lo ha dado todo. Casi incluso su vida —Kakashi dejó de mirar el horizonte para mirarla a ella con ojos llenos de amor—. Y, sin embargo, ahora me es impensable pensar en que podría poner a la aldea por encima de ti. Dejaría Konoha en un abrir y cerrar de ojos, sin mirar atrás, sin remordimientos, si fuera lo que necesitamos.
>> Nunca antes había sentido algo con tanta determinación. Es como si… como si antes no supiera lo que estaba haciendo con mi vida. Simplemente estaba haciendo pasar el tiempo, entreteniéndome con cualquier cosa. No era infeliz pero tampoco feliz. Estaba satisfecho, casi contento con mi vida, todo me parecía bien o, mejor dicho, no me parecía mal, porque no había nada que realmente-… No tenía un objetivo de vida. Algo que me apasionara. Era como estar en esta tabla… a la deriva, sin importar a donde te lleve porque no hay ningún sitio al que realmente quieras ir.
Seina escuchó atentamente lo que estaba diciendo, y lo que no estaba diciendo. Sabía que a veces a Kakashi le costaba encontrar las palabras exactas para lo que sentía, pero esta vez creía haberlo entendido incluso sin ellas.
—Antes lo más importante para ti era la aldea a falta de algo importante que te hiciera feliz, ¿no es así?
—Exacto. No sabía lo que era ser devoto a algo porque servía a Konoha, como has dicho, a falta de algo importante. Ahora entiendo lo que es la verdadera devoción por algo, y comprendo cosas de alguna gente de la que a veces casi desprecié por su devoción. Estaba equivocado. Ellos tenían una mayor claridad mental que yo. Sabían por lo que luchaban más que yo.
—Con tus palabras demuestras que no ha sido en vano —se acercó ella a su tabla, tocándole la mejilla—. Nunca es tarde para mejorar.
—Lo sé.
Vieron el atardecer en silencio. La puesta de sol anaranjada y rosácea tiñó la arena blanca con los últimos rayos de luz. Kakashi y ella lo vieron desde la playa, abrazados. Era de las primeras puestas de sol juntos, pero esperaba que ni mucho menos fuera de las últimas.
Notes:
¿Quién se imaginaba a Kakashi casado en el anime? Porque yo no. Qué desperdicio. Por otro lado, nos estamos acercando a la trama principal de la historia chic@s... Tengo muchas cosas preparadas para vosotros. Me hace gracia leer vuestros comentarios, sobre todo cuando algunos os acercáis bastante a lo que tengo escrito. Ya veremos si os sorprende a todos, o no, como se desarrolla todo.
Además, os quería comentar que he empezado otra historia, tal y como os dije, fem!Harry/Shikamaru. Tenéis colgado el primer capítulo en español e inglés. Esta sí que la colgaré simultáneamente en ambos idiomas. No voy a actualizar cada semana sino cada 3 semanas o así ya que esta historia es mi main fic ahora mismo. Ya me diréis qué os parece.
¡Os leo!
Chapter Text
La vuelta a Konoha fue un tanto amarga. Había disfrutado tanto durante unos cuantos días estar a solas, sin distracciones, con Kakashi que hasta se había olvidado de sus problemas y de su trabajo. Una minúscula porción de su mente había pensado en sus hermanos, pero como sabía que estaban bien en la aldea se despreocupó de ellos para poder disfrutar al máximo el inicio de su matrimonio. ¡Y vaya inicio! Un brazo rodeó sus caderas de forma cariñosa, y posesiva, atrayéndola hacia un pecho masculino.
—Tendremos otras oportunidades de estar solos, mi amor —dijo Kakashi, sin tan siquiera preguntarle en qué estaba pensando.
—Lo sé.
Desde que habían completado el ritual mágico la primera noche de su luna de miel era como estar conectada a él con un hilo invisible. Quizás porque literalmente estaban conectados. Pudo ver en seguida el cambio en su marido al sentir constantemente su, esperaba, reconfortante presencia. Sabía que él percibía lo mismo que ella percibía así que debía sentir el amor que Seina le profesaba, tal y como ella podía notar lo que él sentía por ella cada segundo del día. Kakashi parecía haberse quitado un peso de encima y haber rejuvenecido notablemente. No sabía si era porque estaban juntos en su luna de miel o porque había cambiado, pero su expresión neutral que solía vestir siempre había dejado paso a otra expresión distinta: sonrisa pequeña, ojos despiertos pero tranquilos y facciones relajadas. Le encantaba verlo así, feliz.
Volvieron con el hiraishin, al contrario de como habían viajado a Uzu la primera vez. Ahora que ya había firmado el contrato, como todos los habitantes, incluida ella, de Uzushiogakure podían irse sin más con el jutsu de teletransportación. Aparecieron en las afueras de Konoha y caminaron el último trecho cogidos de la mano, a paso lento. Era bastante tarde así que nadie los paró por la calle. Recorrieron el camino hasta su casa, la mansión del complejo Hatake, en silencio.
Pudo notar la presencia de sus hermanos en su propia casa, cuando pasaron por delante, pero nadie salió a saludarlos.
—No me puedo creer que mañana volvamos a empezar con las misiones y el hospital de nuevo —suspiró ella.
—Ni yo. Será como volver a la normalidad, pero tú siendo adulta y casados.
Levantó la cabeza de la maleta que estaba deshaciendo, viendo cómo se quitaba el pañuelo de seda que había estado vistiendo en lugar de su máscara. Se inclinó hacia él sobre la cama y Kakashi, como siempre, aceptó su beso. Pasara lo que pasara, ella estaría ahí para él.
—¿Quieres que vayamos a cenar fuera?
—Prefiero comer a solas contigo.
—Entonces, ¿quieres que preparemos la cena juntos? —preguntó Kakashi, cogiéndola en volandas para llevarla escaleras abajo sujeta entre sus fuertes brazos.
—Me encantaría.
—Mañana tendríamos que pasarnos a ver a la Hokage. No estaría mal decirle personalmente que ya estamos por aquí, aunque ya lo sepa.
—¿Crees que ahora que somos todos jonin o tokubetsu jonin nos pondrán en el mismo equipo? Parece una pérdida de recursos.
—Quién sabe. Sasuke y Naruto van a necesitar a un superior experimentado así que es muy probable que los pongan contigo —se encogió de hombros Kakashi—. También depende del nivel de la misión.
—No me puedo creer que en menos de un año Sasuke y Naruto vayan a alcanzarme en rango.
—No en todo. Ninguno de los dos son anbu.
—Tampoco es que yo sea el típico anbu. ¿Cuántas misiones he llevado a cabo en anbu? ¿Unas 3? —bufó una risa. Kakashi chasqueó la lengua con expresión ligeramente compasiva.
—Eso no quita que sigues siendo anbu. No han pasado los 5 años de tú servicio y unos 3 los has pasado a fuera así que, en realidad, te quedan 4 años de servicio. Tsunade-sama y el comandante Ryu pueden ordenarte que hagas misiones para ellos antes de que puedas retirarte —la envolvió con un brazo mientras ella troceaba unos vegetales—. Por suerte para ti, uno de esos 5 años ha pasado sin complicaciones. No creas que solo has hecho 3 misiones en anbu. Después de todo, durante un largo tiempo tú te encargaste de vigilar a Danzo y de ayudar a la Hokage con el sello de Danzo y Orochimaru, ¿o me equivoco?
Seina paró en seco. Demonios. Kakashi tenía razón como siempre. No había contado con eso, pero estaba segura de que esa misión aparecería en los archivos más secretos de alguien. Ahora que lo pensaba, incluso cuando se planea un golpe de estado como los Uchiha o se intenta detener una guerra civil ninja aparece papeleo para dejar constancia de todo y evitar posibles errores. Visto así era obvio de donde sacaba su marido el hecho de que ya hubiera dado un año de su vida a anbu. Las misiones que había realizado contra Danzo no eran las oficiales remitidas por Shikaku, pero sí que eran orden de la Hokage, justo como las misiones anbu, y ni se había dado cuenta.
—Huh. No lo había pensado de esa forma. Bueno, mejor para mí.
Kakashi le dio un beso en la cabeza, dejando estar el tema. La había interesado saber cómo trabajan en anbu, pero no se imaginaba pasando el resto de su vida haciendo misiones de rango S como mínimo. Es más, ya le había dicho a su maestra que se retiraría en un futuro no muy lejano así que era irrisorio pensar en seguir en anbu. Incluso si acababa su servicio antes de lo previsto no pensaba continuar en anbu. Ya habían hablado de esto en su luna de miel y seguía sin cambiar de parecer.
—Sé que dijiste una vez que estarías con nosotros en anbu el día en que el equipo entero fuera inducido, pero no quiero que vuelvas —dijo ella, después de haber estado callada unos minutos, pensando.
Kakashi se giró a mirarla, dejando lo que estaba haciendo para darle toda su atención.
—¿Por qué?
—¿Por qué? Kakashi, mi amor, has pasado casi 14 años en anbu. Has sobrevivido más que muchos otros y ya no quiero que arriesgues tu vida, ni siquiera por nosotros. Sé que dijiste que te retirarías cuando yo me retire, pero mientras tanto… No quiero perderte.
—…Está bien —contestó finalmente, cuando se miraron fijamente a los ojos.
No parecía enfadado por afirmar que no volvería a anbu. Sabía que se preocuparía por ellos, ¿quién no?, pero Seina no quería perder a su marido en una misión de rango S cuando podría no haberla tomado. Sinceramente, se acababa de quitar un peso tremendo de encima que no sabía que cargaba. Kakashi pareció sentirlo porque sonrió levemente con expresión cariñosa.
—Sé que podéis cuidaros solitos así que intentaré no preocuparme demasiado.
—Gracias.
Acabaron de preparar la cena riendo de todo un poco: las cagadas de Asuma con Kurenai, el miedo de Hayate de comprarle un anillo a Yugao y la presión a la que estaba sometido ahora que Kakashi se había casado, las aventuras de Guy en sus entrenamientos con Lee, la cara que había puesto Shikaku cuando Kakashi le dijo que querían 3 hijos…
Al día siguiente, Naruto tocó impaciente la puerta.
—¡Nee-chan! ¡Sé que habéis vuelto!
Kakashi abrió la puerta después de recorrer el pasillo a paso de tortuga de forma intencionada. No podían escucharlos fuera de la casa, pero Naruto seguramente se lo había imaginado, a juzgar por como lo estaba fulminando con la mirada en cuanto abrió la puerta.
—Hola, Kakashi. ¿Cómo ha ido el viaje? ¿Os lo habéis pasado bien? ¿Qué piensas de Uzushiogakure? —preguntó retóricamente Kakashi, en modo trol.
—No me puedo creer que seas mi cuñado —dijo Naruto, con expresión contraída de la extrañeza.
—Ya somos dos.
Kakashi los dejó pasar, rodando los ojos. Estuvo respondiendo las preguntas de Naruto, y en menor medida de Sasuke, sobre qué le había parecido el renacido país de los Remolinos. Seina, mientras tanto, se fue a su cuarto para cambiarse el pijama por su uniforme jonin, uno que tuvo que estirar con su magia hasta que pudiera pasar por la modista a que le dieran unos juegos de vestuario hechos a medida.
—Tenemos que ir a ver a Tsunade-sama así que no os acomodéis mucho —dijo ella, bajando las escaleras—. ¿Tenéis ya vuestros uniformes de jonin?
—No. La vieja Tsunade ha estado esperando a que regreséis para oficialmente ponernos en activo.
—Entonces, ¿queréis venir con nosotros a verla?
Naruto y Sasuke asintieron. Kakashi, quien estaba leyendo un libro, curiosamente no porno, se incorporó de la pared donde estaba recostado esperándola. Caminaron hasta la torre de la Hokage hablando de su luna de miel.
—Es increíble lo que habéis montado en tan poco tiempo. Vuestras familias estarían orgullosas.
—Hn —gruñó irritado Sasuke al pensar en su familia.
—Lo digo de verdad —dijo Kakashi, dándose cuenta igual que ella de lo que estaba pensando Sasuke—. Por muy… avaricioso de poder que fuera tu padre seguro que se habría quedado impresionado por lo que habéis conseguido Itachi y tú. De estar el clan Uchiha vivo ahora gozaría de mucha más influencia.
—¿Por qué lo dices? ¿Alguien te ha hecho alguna propuesta de negocios?
—No, todavía no, pero dale poco tiempo. Seguro que alguna gente estaba esperando a que regresáramos de nuestras vacaciones para ponerse en contacto con nosotros. Literalmente habéis construido un país lleno de comercio sin ningún ninja salvo vosotros, con protecciones tan fuertes que no han sido quebradas en lo que va de año sin tan siquiera estar presentes… Eso será suficiente para que a más de uno le pique la curiosidad.
—Ugh… —gimió ella—. Las reuniones de negocios me agotan.
—Por suerte para ti, cariño, yo puedo asistir a esas reuniones sin que necesites estar presente en todas —guiñó un ojo Kakashi, mirándola momentáneamente desde detrás de su libro.
Seina evitó reír al ver la expresión algo verde de Naruto al escuchar el llamado cariñoso de Kakashi. ¿Se acostumbraría alguna vez a escuchar que Kakashi la quería? Esperaba que sí porque no iba a permitir que Kakashi se cortara por contentar a su hermano. Llegaron a la torre unos minutos después.
—Ah, equipo 7. Me complace veros a todos de nuevo —sonrió ampliamente Tsunade-sama—, y esta vez para autorizados de nuevo como ninjas de Konoha.
—¡Por fin! ¡Me estaba cansando de entrenar aquí sin hacer nada! ¡Otra vez!
Sasuke le dio una colleja a Naruto, cortándolo de golpe. Antes de que pudieran empezar a gritarle a Sasuke, la Hokage se aclaró la garganta con rostro melancólico y divertido.
—Veo que no habéis cambiado mucho —dijo, ignorando el sonido de burla que hizo Kakashi abruptamente—. Os alegrará saber que hoy mismo podéis recoger vuestros nuevos uniformes.
—¿Cómo es posible? Si no hemos pasado por la modista de la que nos habló nee-chan.
—Lo sé, pero le he dado las medidas que usó la modista civil para crearos vuestros kimonos y yukatas para la boda. Así nos ahorramos algo de tiempo.
—¡Genial!
Seina pestañeó, intercambiando una mirada y una sonrisa discreta con su maestra al ver a Naruto tan exuberante y a Sasuke sonreír levemente. Kakashi, postrado contra una pared, de nuevo leyendo su libro mientras dejaba que la Hokage hablara con ellos, le guiñó un ojo por encima del filo de la novela.
—Ah, y algo más. Esta tarde estáis convocados para una reunión. A las 1600.
Tsunade-sama no les dijo de qué se trataba, por mucho que le preguntara Naruto. Al final, su hermano desistió con una sacudida de hombros. Salieron de allí en dirección a la modista, para coger su uniforme, Naruto, y en menor medida Sasuke, estaba tan excitado que llegaron caminando en 5 minutos.
—¡No me lo puedo creer! ¡Por fin tendremos nuestros uniformes de jonin!
—Hn. Mi siguiente objetivo es ese examen de jonin —confesó Sasuke—. Me habría gustado hacerlo hace 2 años.
—Nunca es tarde para ascender. Además, sois muy jóvenes. Hay gente que tarda años en subir de rango. Otra gente nunca pasa de chunin.
—No seas cenizo, Kakashi-sensei.
—Solo digo que tenéis tiempo y el nivel —alzó las manos en son de paz—. Solo es cuestión de hacer el examen.
En cuanto se puso el uniforme nuevo, descartando el anterior agrandado con su magia, era como haber vuelto de verdad, de nuevo, a las fuerzas shinobi de Konoha. Se miró en el espejo de cuerpo entero, ajustándose las botas de punta cerrada que siempre llevaba, y comprobó que no había un pelo fuera de su moño trenzado. No había cambiado nada del uniforme que había llevado durante meses antes de su partida de la aldea, pero, aun así, se sentía extraña.
Kakashi lo percibió en cuanto salió del probador, pero no dijo nada. Quizás porque sabía que era la melancolía hablando.
—Te queda perfecto.
—Gracias.
Tuvo el casi irrefrenable deseo de inclinarse para besarlo, pero se abstuvo. Después de todo, estaban en un edificio oficial. Kakashi, no obstante, le pasó el brazo por los hombros mientras esperaban a Sasuke y a Naruto. En cuanto salieron, Seina no podía dejar de sonreír. Estaba tan orgullosa de sus hermanos, con su nuevo uniforme jonin. Nunca más vería a Sasuke con la ropa típica de los Uchiha durante las misiones, o a Naruto con su nueva yukata negra y naranja. Ahora sí que parecía que el equipo entero había alcanzado el mismo rango, a pesar de que faltaba menos de un año para que Sasuke y Naruto subieran el medio rango restante a jonin que les quedaba.
—Os queda genial.
Naruto, por tercera vez en su vida, parecía incapaz de mediar palabra. Sasuke sonrió.
—Gracias, Seina.
—¿Cuándo creéis que tendremos una nueva misión? —preguntó Naruto al aire, mientras salían del edificio para adentrarse por la aldea en medio del bullicioso gentío.
—Quien sabe.
Seina percibió la siguiente pregunta de Naruto antes de que pudiera mencionarla en voz alta. Sabiendo qué iba a preguntar, lo cortó con un toque mental. Vio de reojo, como Sasuke la miraba también por el rabillo del ojo, y cómo Naruto abría y cerraba la boca.
—Tengo la extraña idea de que será mejor callarse lo de la reunión de esta tarde.
Hasta ahora su maestra no les había hablado de lo más importante: Orochimaru y Danzo. Por lo que había podido espiar desde que regresó Danzo seguía vivo y coleando y libre. De no ser porque sabía algunas cosas gracias a Kakashi de lo que Tsunade-sama había estado haciendo estos últimos 3 años se habría empezado a preguntar por qué habían regresado a la aldea si aparentemente nada había cambiado, pero algo había tenido que cambiar para mejor.
—¿Queréis que comamos en la aldea? —preguntó de improvisto Kakashi.
—¡Ramen!
Sasuke suspiró, girándose a mirarla a ella con algo de desesperación, pero al ver como sonreía solo gimió exasperado. A Sasuke le gustaba el ramen, pero más le gustaba tener más opciones de carta por si le apetecía otra cosa. En el restaurante favorito de ramen de Naruto, no obstante, solo servían ramen. Caminaron todos hasta Ichiraku, pero, por desgracia para su hermano, estaban las 5 sillas ocupadas.
—¿¡Queeeé!? Pero, ¿¡cómo es posible!?
—Mala suerte, dobe —sonrió ampliamente Sasuke, intentando falsamente reconfortarlo con una palmadita irónica en el hombro.
—Quita, teme. Seguro que por dentro estás saltando de contento —siseó Naruto, apartándole la mano con expresión totalmente decepcionada, cruzándose de brazos con un puchero infantil—. ¿A dónde vamos ahora?
—¿Por qué no vamos al yakiniku?
Dieron la vuelta hacia el restaurante de barbacoa, sus hermanos caminando delante de Kakashi y ella mientras discutían qué iban a pedir. Seina no pudo evitar rodear a su marido por la cintura, sintiéndose eufórica de nuevo al ver como su familia volvía a la normalidad poco a poco. Se recostó un poco en él cuando le rodeó también los hombros afectuosamente.
La comida pasó rápidamente. Casi ni se dio cuenta de que era la hora de la reunión hasta que Kakashi no se levantó de su asiento.
—Tendríamos que ir saliendo, si queremos ir caminando.
—¿Ya?
—Se me ha pasado super rápido —asintió Naruto—. Bueno, veamos que quiere la vieja.
—Naruto… —suspiró Kakashi al escuchar a su hermano llamar a la Hokage “vieja” —. Veo que Jiraiya-sama no te ha enseñado modales.
—¿El viejo pervertido? —se mofó con un soplido burlón Sasuke—. ¿Te ha hablado Seina de la vez que le partió las costillas de un puñetazo por mirarle los pechos? ¿Cómo iba a enseñarnos modales él?
Kakashi se giró a mirarla, con una ceja alzada y expresión de pocos amigos. Seina notó sus dientes rechinar al acordarse de ese día.
—Ni me acordaba de eso. No me vio desnuda, pero definitivamente estuvo mirando atentamente.
—Hmm…
Su marido no dijo nada más del tema, pero estaba claro que estaba pensando en ello mientras caminaban de regreso a la oficina de la Hokage. Para su sorpresa, Shizune era quién los esperaba allí mientras que Tsunade-sama no estaba presente. Notó en seguida las protecciones que ella misma había puesto activarse antes de que Shizune hablara.
—Tsunade-sama os está esperando en su residencia privada. Me dijo que podéis usar el túnel secreto que conecta la torre a la mansión Hokage.
El túnel del que hablaba era estrecho, pensado para que solo cupiera una persona tras otra. Estaba pensado y diseñado para evitar que pudiera infiltrarse en la torre o en la mansión de la Hokage un gran número de ninjas. Las paredes estaban reforzadas con miles de sellos de fuinjutsu desde hacía décadas: un regalo de los Uzumaki a Konoha. Kakashi no se inmutó en usar el túnel. Ella lo había usado antes una vez, aunque no para ir a la mansión privada de la Hokage sino a la secta anbu, en algún lugar remoto en la montaña de las caras.
—Por fin aparecéis —dijo una voz cuando salieron del túnel en mitad del gran salón—. Os estábamos esperando.
Era Shikaku, vestido con el uniforme de jonin como ellos, aunque con aspecto bastante más cansado. En cuanto miró en su dirección sonrió levemente y luego le dio un apretón en el hombro a Kakashi antes de girarse en dirección a una de las salas más protegidas de la mansión. Allí les esperaban como siempre el comandante anbu, la Hokage, Inoichi y, curiosamente, una mujer de aspecto mayor que no había visto nunca antes.
—Ya estamos todos. Por desgracia Shizune tiene que quedarse en el despacho ya que es bastante temprano, pero era mejor hacer pensar a todos que estáis hablando conmigo en la oficina pública —dijo Tsunade-sama caminando con una bandeja de bebidas y aperitivos—. Todos conocéis a Shikaku e Inoichi. El anbu es el comandante anbu Ryu y esta señora es la cabeza del departamento de evaluación psíquica, Tomoyo Akutagawa.
—¿Por qué estamos todos aquí? —preguntó Naruto, con expresión seria—. ¿Esto tiene que ver con… ya sabes?
—¿Con Danzo? —sonrió, aunque con un atisbo irritado su maestra—. Así es. A lo largo de estos últimos 3 años he reclutado discretamente a más gente leal para poder moverme contra él desde las sombras y Tomoyo era imprescindible.
—Los ninjas de Ne capturados —pensó ella en voz alta.
—Exacto. No sé qué os habrá contado Kakashi de todo este circo relacionado con Ne, pero gracias a las estrategias de Shikaku, los equipos anbu, los interrogatorios de Inoichi y la ayuda de Tomoyo hemos podido avanzar muchísimo. Estamos en la recta final de acabar con Danzo sin tener una sola pérdida.
Acto seguido, la Hokage empezó a explicar a su equipo todo lo que había hecho. Les explicó como investigaron dónde y cómo reclutaba a miembros Danzo, cómo empezaron a avisar discretamente a los clanes para que evitaran el reclutamiento, cómo se fueron haciendo con los ninjas de Danzo que pudieron, secuestrándolos cuando Danzo los mandaba de misión, cómo se hicieron poco a poco con todos y cada uno de los orfanatos del país del Fuego para evitar que pudiera chantajear a las matronas con tal de llevarse a niños, cómo Jiraiya durante los 3 años lejos de Konoha había creado una forma de paralizar el sello de Danzo para que pudieran interrogarlos, cómo los tenían a todos presos en la planta secreta del departamento de interrogación, cómo Tomoyo había hecho terapia junto con sus manos derecha e izquierda en cada uno de ellos para poder reintroducirlos en la sociedad cuando Danzo cayera finalmente…
Sabía que estaba siendo tan honesta sobre asuntos confidenciales por Sasuke, y en menor medida por Naruto y ella. Sasuke era oficialmente el líder de los Uchiha, más ahora cuando era un ninja veterano y un adulto a los ojos de los civiles también. Konoha le debía mucho a Sasuke y a su clan porque, aunque los Uchiha hubieran pensado en realizar un golpe de estado, no lo habían llevado a cabo así que eran técnicamente inocentes. No sé podía juzgar a alguien por algo que todavía no había hecho, aunque todos supieran que dicha persona lo estaba pensando y que solo era cuestión de tiempo que cometiera una ilegalidad.
De haber querido Sasuke podría haber puesto a la Hokage y a las autoridades de Konoha en un grave aprieto. Solo necesitaba sembrar la duda para que la gente empezara a cuestionarse si lo de su clan era verdad o no y, de haber querido tapar la verdad la Hokage solo hubiera dado a entender que era cierto lo que Sasuke estaba diciendo. Quizás habría creado el caos entre las filas ninjas porque a ningún shinobi le gusta pensar o imaginar que su líder y/o sus consejeros pueden usarlos de semejante manera para acabar con su propia familia por algo que no habían hecho todavía. Esa debilidad hubiera supuesto que Konoha, y el país del Fuego, fueran una presa fácil para sus enemigos.
Así pues, Tsunade-sama, a pesar de que no era un marrón que ella misma hubiera cometido, tenía que lidiar con las reparaciones hacia el clan Uchiha porque le debía reparaciones por su clan muerto. Le debía a Sasuke la cabeza de Danzo y de sus consejeros, le debía que Itachi volviera a casa exonerado, le debía que todo el mundo supiera la verdad y le debía sentirse seguro dentro de su propia aldea.
—Tuvimos que pensarlo mucho, pero dejamos que algunos de sus equipos llevaran a cabo algunas misiones para que no sospechara —suspiró Shikaku—. Por suerte, eran misiones que favorecían de verdad a Konoha, a pesar de que el método de actuación no era el que… preferimos.
—Aun así, estaba claro que sospechaba algo. No es tonto. Por fortuna, manipulamos a los consejeros para que pidieran a Tsunade-sama lanzar una campaña de reclutamiento —sonrió Inoichi algo travieso—. Tsunade-sama tuvo varias reuniones con los líderes de los clanes y el consejo, y Danzo presente, así que hubo una matriculación masiva de niños de clanes en la academia.
—Ya veo. Así es más difícil que desaparezcan en Ne sin que nadie se dé cuenta de que han desaparecido —dijo Sasuke. Inoichi y Shikaku asintieron.
—En cuanto se le cerró esa puerta intentó reclutar en los orfanatos. En Konoha hay 3 orfanatos y uno de ellos está en reformas después de un derrumbe “repentino” —sonrió su maestra de forma traviesa— así que los niños fueron repartidos entre los otros dos. De estos 2 orfanatos restantes, uno siempre ha estado controlado por el Hokage desde que Naruto y Seina fueron puestos en él así que ni se molestó en intentarlo. El otro… Bueno, digamos que reemplazamos a la matrona con un shinobi retirado leal a Konoha.
—Aumentamos también la seguridad de entrada y salida así que durante unos meses fue precavido y no mandó a sus ninjas lejos de Konoha —continuó Shikaku—. Eso nos dio tiempo para reemplazar con gente leal a las matronas y cuidadores de los orfanatos más cercanos.
—¿Y no sospechó nada? —preguntó Naruto, con expresión incrédula.
—Ya entraba en nuestros planes que sospechara así que lo remediamos integrando a anbus en los orfanatos para hacerse pasar por niños dispuestos a ser reclutados. Estos anbus, una vez dentro de la base de Danzo, suplantaron a los reclutadores sin que Danzo se diera cuenta y han estado durante casi 2 años reclutando a más “niños” —sonrió ladinamente Tsunade-sama—. A día de hoy, tenemos infiltrados a casi 5 equipos anbu en Ne sin que él se dé cuenta. No queremos asesinar a los verdaderos reclutas de Danzo ya que siguen siendo sus víctimas, gente a la que le han lavado el cerebro, pero podemos seguir hinchando sus filas con nuestros ninjas leales sin que se entere de que realmente no está reclutando a nadie. Eso lo mantiene satisfecho, aunque sabemos que sigue irritado porque algunos de sus equipos “fallen” sus misiones. Equipos que ahora tenemos encarcelados.
—¿Y cuándo acabaréis con él de una vez?
—Cuando Itachi acabe su periodo de prueba. Entonces no tendremos motivos para no destaparlo. La poca gente que le quede fiel a él será fácilmente reducida y podremos tener un juicio público donde vamos a exponer todas las pruebas que tenemos. Eso aumentará la moral del público a la vez que ejecutamos a Danzo: los aldeanos, civiles y ninjas, se quedarán tranquilos porque Tsunade-sama ha cumplido con su deber, Danzo perderá toda la credibilidad e Itachi podrá regresar a Konoha como hombre inocente. A su vez, las acciones de Tsunade-sama mandarán un mensaje a nuestros enemigos: hemos neutralizado un gran problema sin una sola baja así que seguimos siendo fuertes y ahora estamos más unidos que nunca.
Sasuke sonrió peligrosamente al tener por fin una fecha final. En menos de 6 meses, Danzo sería ejecutado como el traidor de Konoha y asesino de los Uchiha que era, y Sasuke e Itachi, y el resto del equipo, estarían en primera fila para verlo.
Notes:
Aquí tenéis el nuevo capítulo. ¿Qué os parece el final de Danzo? ¿Creéis que será tan fácil?
Chapter 137
Notes:
Advertencia: secuestro, mención de manipulación de cadáveres.
Chapter Text
Al día siguiente fueron llamados todos al despacho de la Hokage, otra vez.
—De nuevo en la brecha, equipo 7 —saludó la Hokage con una gran sonrisa en el rostro—. Tengo una misión para vosotros. Sé que os da un poco igual a dónde os mande-
—¿Quién ha dicho eso? —interrumpió Naruto, frunciendo el ceño.
—¡No me interrumpas mocoso!
Naruto esquivó fácilmente la maltrecha grapadora, ignorando el bufido de risa de Sasuke y el suspiro exasperado de Kakashi. Tsunade-sama procedió a ignorarlo mientras les hablaba a ellos.
—Como iba diciendo, esta es la primera misión juntos desde vuestro regreso a Konoha y, ahora que todos tenéis un rango más o menos igual, la primera de muchas.
Naruto le dio un codazo entusiasmado, sonriendo de oreja a oreja. No hacía falta abrir su vínculo para saber qué estaba pensando. Sasuke, al otro lado de Naruto, rodó los ojos, pero no dijo nada porque a él también le gustaba volver a servir juntos como no hacían desde hacía años. Demonios. Literalmente años.
—Vuestra misión consiste en investigar unos robos de tumbas. Creemos que se trata de un grupo de mercenarios, ninjas, que podrían estar ayudando a Orochimaru a recopilar cuerpos con ciertas herencias de sangre. Lo que tenéis que hacer es-
Escuchó los pasos de alguien corriendo a toda prisa hacia el despacho de la Hokage. Sus hermanos y su marido se inclinaron hacia la puerta al mismo tiempo que se abría de par en par, dejando ver a un ninja de rango medio con expresión grave y bastante prisa en el rostro.
—¡Tsunade-sama! ¡Un mensaje urgente de Sunagakure! ¡Akatsuki ha secuestrado al Kazekage!
Naruto y ella se giraron a mirarse, totalmente sorprendidos y horrorizados. Finalmente habían atacado a Gaara y no sabían ni siquiera si estaba vivo o muerto. Sintió como se le revolvía el estómago del malestar porque su amigo podía estar muerto y porque, además, el ataque significaba que tarde o temprano irían a por ellos también.
—Equipo 7. Cambio de planes. Dirigíos a toda prisa a Sunagakure para encontrar al Kazekage y traerlo de vuelta —ordenó de improvisto la Hokage—. No podemos dejar que se hagan con otro bijuu y pongan en peligro nuestra alianza. Marchaos de inmediato. Kakashi, tú eres el líder de la misión.
—Vamos —ordenó Kakashi, sin darles tiempo a hablar.
—¿¡Han secuestrado a Gaara!? —exclamó horrorizado Naruto mientras salían de la torre de la Hokage a toda prisa.
—Todos los ninjas tenemos un límite, Naruto —le recordó su marido—. Incluso con el bijuu Gaara sigue siendo humano.
—En cuanto salgamos de la aldea podemos plantarnos a 10 minutos de la entrada de Suna con una de mis piedras —dijo ella, cortando a Naruto, quien había abierto de nuevo la boca, para centrarse en lo importante.
—Perfecto. Nos ahorraremos 3 días corriendo sin parar. Eso nos dará una grandísima ventaja.
Ni siquiera pasaron por sus respectivas casas. Todos ellos siempre estaban preparados para cualquier improvisto, y esta vez no iba a ser diferente. Salieron de la aldea por la entrada principal, en el oeste, y luego se adentraron en el bosque para poder desaparecer discretamente. Seina dejó que le cogieran ambos brazos. No tuvo ni que pensarlo después de tantos años que llevaba usando el hiraishin.
Cayeron en la arena, bajo el sol abrasador del desierto, pero, por fortuna, esta vez no había una tormenta de arena azotándolos por todos lados. Kakashi no tardó ni 2 segundos en orientarse en dirección a la capital ninja del país del Viento. Los demás lo siguieron, en formación, pegados a sus talones.
—¡Alto! ¿¡Quién va!? —gritó desde bastantes metros lo que parecía ser un jonin con una katana desenvainada en las manos.
—Somos el equipo 7 de Konoha.
Escuchó cómo cuchicheaban en voz baja, claramente pensando que no podían escucharlos, sobre cómo era posible que hubieran llegado tan rápido hasta que apareció Baki, el jonin sensei de Gaara, con el rostro más severo que nunca. Se notaba que no había dormido nada en los últimos días, pero no parecía dispuesto a desfallecer todavía.
—Dejadlos pasar —ordenó.
—¡Pero, Baki-sama! ¡Podrían ser impostores! ¡El halcón solo debe haberles llegado hace muy pocos minutos!
—Te he dado una orden, chunin —se inclinó Baki sobre el nervioso chunin con un atisbo airado—. Cualquier ninja competente sabe que Seina Hatake es conocida por el uso del hiraishin. Ahora, dejadlos entrar.
El chunin no dijo nada más. Estaba claro que él no había leído su entrada en el libro bingo. Una vez cruzaron el desfiladero, siendo observados por varios ninjas presentes y otros escondidos, entraron en la aldea y vieron los destrozos que todavía estaban arreglando. Baki no se inmutó mientras los conducía a toda prisa a lo que parecía ser el hospital.
—¿El hospital? —preguntó su hermano mellizo, viendo lo mismo que ella—. ¿Por qué nos reunimos aquí?
—Kankuro ha sido envenenado siguiendo el rastro de Gaara. Nuestros médicos no dan todavía con un antídoto —entonces Baki la miró a ella por encima del hombro—. Quizás puedas ayudarlo.
No tardaron ni un minuto en llegar a la habitación privada de Kankuro, quien estaba sudando copiosamente, tiritaba y parecía inconsciente. Los médicos, vestidos con el atuendo típico de los sanitarios de Suna, levantaron la cabeza de su paciente para ver quien osaba molestarlos.
—Os traigo ayuda de Konoha.
No supo qué les pasó por la cabeza cuando los vieron aparecer, pero parecieron reconocerla de otras veces. Quizás porque había visitado hacía relativamente poco la aldea para instalar los tanques de agua. El caso es que, muy agradecidamente, la dejaron pasar sin miramientos. Ella solo aguantó un suspiro aliviado por haber evitado tener que discutir sobre si ayudar o no a su amigo.
—Seina-sama. Es un alivio verla aquí —dijo uno, haciendo una reverencia—. Sabemos que el veneno se le administró a través de un corte superficial en el brazo. Aun así, todavía no hemos podido descifrar las moléculas que hemos encontrado en su sangre.
—Ni siquiera Chiyo-sama lo ha logrado, y eso que ella es experta en venenos.
Seina no sabía de quién hablaban, pero asintió. Alcanzó el cuerpo tumbado de Kankuro en un par de pasos. En menos de un minuto sacó el vial listo de antídoto y se lo administró. Fuera cual fuera el veneno que le habían dado seguía siendo un veneno muggle. Su antídoto, potenciado por runas y su magia, era, obviamente, mágico. No tardó ni 5 minutos en hacer efecto.
—Pero, ¿¡cómo es posible!?
—¡No ha hecho ninguna prueba! —entonces el médico la miró—. ¿Cómo ha sabido qué veneno era?
—No lo sabía, pero mi antídoto funciona contra cualquier veneno. Bueno —puntualizó luego, sonriendo peligrosamente—, cualquier veneno que no haya fabricado yo.
Escuchó como los médicos cuchicheaban, ignorándolos, a la vez que sintió la mirada penetrante de su equipo en ella. Estaban callados, esperando a que empezara su verdadera misión, y esperándola a ella. De repente, la puerta se abrió y apareció un viejo que había visto antes en el consejo de Gaara, y con él una anciana vestida con una túnica típica de Suna y un gorrito que le daba un aspecto bastante triste, para qué mentir.
Sin embargo, en cuanto la anciana vio a Kakashi fue como si le hubieran insuflado 30 años de vida. De golpe, pareció mucho menos apática.
—¡Tú! —gritó con expresión estupefacta y airada—. ¡El colmillo blanco de Konoha!
Y acto seguido se lanzó contra Kakashi para matarlo. Seina ni siquiera lo pensó. Su magia fue más rápida. Antes de que pudiera darse cuenta había interceptado su ataque, cogiéndola por el cuello de su túnica y elevándola del suelo como si de un niño malcriado se tratase.
—Ataca de nuevo a mi marido y te enseñaré lo que es el verdadero dolor —amenazó con voz siniestra, casi un siseo silencioso.
Kurama, en su interior, se removió deseoso de sangre. Fue la mano de Kakashi en su hombro la que la ayudó a contener su instinto asesino, el cual se le había escapado irremediablemente al ver a Kakashi en peligro. Notó la creciente irritación y enfado de Sasuke y Naruto, alimentados por su vínculo, pero ninguno habló ni para defender a la abuela ni para calmarla a ella.
—Hermana, no es el colmillo blando de Konoha —dijo el otro anciano, tranquilizador, con voz pacífica. No sabía si para contener a su hermana o a ella.
Chiyo, la vieja que tenía colgada del aire con su mera fuerza bruta, la miró a los ojos con expresión pálida. Su instinto asesino, ayudado por Kurama, no era moco de pavo, o eso le había dicho Jiraiya. Vio las pupilas contraídas en sus ojos, presa del miedo, y su cuerpo tembloroso, pero tieso como si no pudiera mover sus miembros. Parecía un conejo en las fauces de un lobo. La dejó en el suelo lentamente, sin dejar de mirarla a los ojos. No dijo nada más en voz alta, pero a Seina no le cabía la menor duda que la vieja se había dado cuenta de lo que pensaba hacerle si atacaba de nuevo a su equipo.
—Ugh. Lo que me faltaba —gimió dolido Kankuro.
Todos se giraron a mirarlo. Estaba despierto, aunque seguía tumbado. El veneno ya no le hacía efecto, pero seguía estando en mal estado después de las varias horas que había sufrido sin alivio alguno.
—¡Kankuro! —exclamó su antiguo jonin sensei—. Por fin despiertas. ¿Cómo te encuentras?
—Nada de eso, Baki-sensei. Tengo algo que darle al equipo de Konoha —dijo él, con voz exhausta y aspecto todavía bastante pálido—. Se lo quité a Sasori de la Arena Roja. Le acompañaba un tipo negro y blanco que parecía metido dentro de una planta carnívora. Sí… Lo sé. No estoy bromeando.
Usó el poco chakra que pudo reunir para invocar a una de sus marionetas y darle a Kakashi un trozo de tela mientras todos ellos parecían interiorizar la ridícula descripción de los atacantes del Kazekage. No tenía que ser un genio para saber de quién era o por qué se lo estaba dando a Kakashi, un experto rastreador.
—Deberíamos irnos cuanto antes —dijo su marido, mirándola a ella con mirada puntiaguda—. El olor se perderá tarde o temprano.
Seina asintió. Kakashi sabía que podía encontrar a Gaara con su magia, pero tenía razón… no estaba de más ser precavido y evitar mencionar la totalidad de sus poderes, aunque Suna fueran sus aliados.
—Y peor aún con la tormenta de arena que se avecina —admitió Baki—. Marchaos ya.
—Iré con vosotros.
Era la vieja, Chiyo. Su rostro seguía igual de pálido, pero ya no mostraba el mismo miedo de antes. Había perdido el color al escuchar las palabras de Kankuro, curiosamente. Se preguntó si alguna vez había luchado contra ese tal Sasori de Akatsuki y si podría darles alguna información de él.
—¿Estás segura, hermana? —preguntó en un susurro el otro anciano, con una clara preocupación en el rostro.
—Llevo bastante tiempo queriendo reencontrarme con mi nieto.
—¿Nieto?
La pregunta de Naruto quedó colgada en el aire ya que nadie le respondió. La vieja salió del hospital en dirección desconocida mientras que el otro anciano, Eiji, volvió a suspirar.
—No sé si mi hermana encontrará el valor para hablar de él así que os explicaré lo que sé de Sasori.
El anciano, mientras los acompañaba a la salida de la aldea, les contó que Sasori era un experto marionetista y fabricante de venenos. Perdió a sus padres muy joven, así como a su mejor y único amigo, lo que acabó trastornándolo hasta tal punto que lo convirtió en su marioneta usando su cadáver. Nadie se dio cuenta de sus acciones hasta meses después, cuando convirtió a algunos de sus enemigos en marionetas y fue descubierto por su abuela. Curiosamente, Sasori huyó de la aldea durante el mismo periodo de tiempo en el que desapareció el tercer Kazekage.
—No podemos probar que fuera él, pero lo cierto es que todo apunta a ello —contó con voz pesada el tío abuelo de Sasori y consejero de Gaara—. De estar en lo cierto… seguramente lo convertiría en una de sus marionetas. Chiyo, durante todos estos años, se ha negado a contemplar ni siquiera la posibilidad de que sea verdad. De hecho, nunca habla de Sasori y cualquier cosa que le recuerde a él la rehúye.
Sintió la compasión de Naruto, así como la indiferencia de Sasuke y la empatía manchada de pragmatismo de Kakashi. No hacía falta leerle la mente a cada uno para saber lo que estarían pensando. A Naruto le había tocado la fibra sensible mientras que a Sasuke le era indiferente los sentimientos de Chiyo ya que no iba a dejar que, de tener que matar a Sasori, el drama de una vieja frenara su mano. Kakashi, al contrario, podía comprender por lo que estaba pasando Chiyo y estaba calculando cómo afectaría eso al rescate de Gaara porque, por mucho que le afectara a Chiyo, Kakashi no iba a fracasar en la misión. Seina se decantaba más por el parecer de Sasuke, después de haber presenciado como intentaba atacar a Kakashi. Si tenía que dejar a la abuela inconsciente y atada mientras mataba a su nieto, lo haría.
Naruto chasqueó la lengua, exasperado, al notar como Sasuke y ella llegaban mentalmente a un acuerdo.
—¿Cómo es posible que tú y yo seamos los hermanos biológicos y, sin embargo, estés de acuerdo más con Sasuke que conmigo? —preguntó entre curioso e irritado al aire.
—Porque eres demasiado blando —contestó ella, todavía irritada—. Quizás esa actitud te traiga más amigos que a mí, pero también provocará que más gente intente pisotearte.
Sasuke asintió. Kakashi no dijo nada, ni siquiera la expresión de su rostro neutral cambio a favor de uno o del otro. Naruto solo rodó los ojos, aceptando que no iba a hacerla cambiar de parecer.
—Por suerte para ti, para eso estamos nosotros aquí —rodó, también, los ojos Sasuke en dirección a su hermano mellizo. Luego vio algo por encima de su hombro—. Mirad. Por ahí viene la abuela.
Chiyo no se había cambiado de ropa, pero sí que llevaba consigo una bandolera de tamaño mediano. Seina no dijo nada mientras su equipo se daba la vuelta en dirección al desfiladero de entrada de Suna. La observó por el rabillo del ojo, sin perder detalle de un potencial enemigo, y siguió a Kakashi acompañada de Sasuke. Naruto, como no, iba en cabeza de lo impaciente que estaba por salir a buscar a Gaara.
—Kuchiyose no jutsu.
Una nube de humo apareció delante de ellos, haciendo toser a la vieja. Los demás no le hicieron ni caso mientras se desvanecía el humo y aparecía Pakkun.
—Yo, Kakashi, Seina —saludó Pakkun, sonriendo en su dirección—. Cuánto tiempo. Naruto, Sasuke.
—Tenemos un poco de prisa, Pakkun. Han secuestrado al Kazekage —le informó Kakashi, sacando el trozo de tela envuelto en una tela de algodón limpia—. Su hermano consiguió esta pista de sus secuestradores.
—Déjamela oler. Mmm… Es un olor extraño. Huele más a madera y a veneno que a humano.
—¿Puedes seguir el rastro? —preguntó Chiyo, frunciendo más aun el ceño ante las palabras del ninken.
—¿Por quién me tomas?
El rostro moderadamente ofendido del perro hizo que Naruto, Sasuke y ella bufaran una risa a la vez. Kakashi, tomando sus palabras como una afirmación, cortó a la abuela antes de que pudiera responder ofendida ella también.
—Vamos. No tenemos tiempo que perder.
Automáticamente, fruto del entrenamiento, Kakashi asumió la cabeza del equipo mientras que Naruto y Sasuke le siguieron un paso más atrás a ambos lados, dejando a Chiyo entre ellos, y, por último, Seina finalizó la formación en la cola. Normalmente era Naruto o Sasuke los que ocupaban su nueva posición, pero Seina había percibido las intenciones de su marido sin que tuviera que pedírselo verbalmente. Quería que se quedara atrás para vigilar a la vieja pero, sobre todo, quería que usara sus poderes sin que Chiyo se diera cuenta para comprobar si realmente el rastro que estaba siguiendo Pakkun era el verdadero o una tapadera. Muy listo, como siempre.
Por suerte, la pequeña flecha de mano que conjuró parecía estar siguiendo las pisadas de su invocación así que siguieron corriendo en silencio hacia el sureste cuando Kakashi percibió sus emociones afirmativas. Seina vio como la abuela se adelantaba entre las ramas, perdiendo a sus hermanos hasta quedar al lado de Kakashi.
—Kakashi-san, siento haber intentado atacarte antes —dijo de buenas a primeras, y luego rio con aire de autodesprecio—. Hace años que me convertí en una vieja chocha. Ya no sé diferenciar entre aliados y pasados enemigos.
—No hay problema. Esas cosas pasan.
—Puede ser… Aun así, debería haber deducido que no eras él cuando te vi junto a Baki parado tranquilamente a tu lado.
—No sucedió nada así que puede olvidarlo.
—…—se hizo un silencio mientras Chiyo parecía estar planteándose algo—. Actuó rápido.
—¿Seina?
—Sí. Tu esposa, ¿verdad?
—Así es —dijo Kakashi. Incluso sin verle el rostro supo que estaba sonriendo.
—Mírate la cara —rio Chiyo—. Konohas…
Seina se relajó cuando escuchó como Kakashi pareció haber aceptado la disculpa verdadera de Chiyo. Una pequeña parte de ella seguía irritada por su ataque, pero ya no ardía en ganas de fulminarla con la mirada. El silencio fue menos tenso, interrumpido a ratos por la conversación entre Kakashi y Chiyo. Seina lo estaba escuchando a medias. Lo más importante era pensar a lo que se iban a enfrentar. Akatsuki ya no tenía a Itachi ni a Kisame, pero seguía conservando otros miembros de rango S y, posiblemente, habría reclutado a nuevos criminales para suplir sus bajas. Eso significaba que gran parte de la información de Itachi estaba ya obsoleta. En definitiva, no sabían a lo que se iban a enfrentar.
Sinceramente, no sabía si la decisión de su maestra era estratégicamente la más favorable para Konoha. Un par de jinchurkis estaban yendo a rescatar a un jinchuriki de una organización que raptaba y asesinaba a jinchurikis. Sí, no era precisamente lo más lógico, pero sabía por qué Tsunade-sama había elegido enviarlos a ellos. Para empezar, enviándola a ella ahorraba a cualquier equipo al menos 3 días de viaje a Suna. Además, ella tenía el mejor entrenamiento médico y podría curar a Gaara de necesitarlo. Por otro lado, el chunin que avisó a la Hokage del secuestro de Gaara lo hizo en presencia de Naruto. Ambas sabían que su hermano no iba a dejar que ella fuera a rescatar a Gaara sola. Sabiendo todo esto, era más fácil ceder ante las futuras demandas de Naruto y enviarlos a todos a salvar al Kazekage que intentar discutir con su hermano.
Si tan solo supiera hacia donde estaban yendo podría enviar a sus criaturas a espiar la situación de antemano. Ahora mismo se sentía como debían sentirse el resto de ninjas: impaciente y expectante.
Pararon un par de veces para comer y hacer sus necesidades, pero poco a poco estaban adentrándose cada vez más dentro del país de los Ríos. Estaba atardeciendo, después de bastantes horas, cuando el ninken dio la señal.
—Es por aquí —dijo Pakkun—. Estamos muy cerca.
—¿De cuán cerca hablamos? —preguntó Sasuke.
—Un par de kilómetros.
—Bien. Pararemos lo más cerca posible para investigar la base.
Tardaron apenas un par de minutos en llegar al destino. Pakkun se desinvocó, dejándolos solos. Vieron una pequeña colina con una “puerta” de piedra y un sello en la roca que parecía ser la entrada a la base.
—Es una barrera de 5 sellos —dijo Naruto en voz baja.
—Bien visto, Naruto. Los otros sellos deben estar plantados por aquí cerca.
—Déjamelo a mí —pidió ella. Con sus invocaciones podría encontrarlos sin moverse del sitio.
—Está bien.
Invocó unas cuantas criaturas para que se desplazaran de forma concéntrica. El primer sello lo encontró en un tronco de un árbol apenas a 350 m. En cuanto vio que estaban a la vista supo que no iba a tardar mucho en encontrar los otros.
—Los he encontrado —dijo ella, unos 20 minutos después—. ¿Ahora qué?
—En cuanto quitemos los sellos sabrán que estamos aquí así que será mejor que pensemos en un plan antes.
—Sasuke tiene razón —asintió Kakashi—. No sabemos el número de enemigos ni sus identidades, salvo que uno es el nieto de Chiyo-sama y otro parece ser una especie de tipo mitad planta. Tampoco sabemos si Gaara sigue vivo, si está inconsciente o herido.
—Al menos sabemos que está ahí dentro.
—Sí, por suerte Pakkun logró confirmarlo, pero necesitamos más información. Así que haremos lo siguiente… Seina, tú te encargarás de quitar los sellos a la vez con la ayuda de tus clones —dijo Kakashi, mirándola a ella fijamente—. Seguramente estará lleno de trampas así que enviar a clones será lo más sensato. Intentaremos dividir su atención atacando la base desde arriba, Naruto y Sasuke os encargaréis de ello, y desde aquí actuaremos el resto.
—Podría intentar inundar la base antes del ataque de Naruto y Sasuke —intercedió ella—. Si no tiene salida deberían quedar atrapados dentro. Eso me facilitaría introducir unas cuantas de mis invocaciones sin que se den cuenta.
—Bien pensado —musitó Kakashi. Luego pensó unos segundos—. Hmmm…De hecho, es una gran idea. Podrías aprovechar tu ataque para intercambiar un clon transformado de Gaara con el propio Gaara sin que se den cuenta. Acto seguido, Naruto y Sasuke deberían atacar la base para dividirlos y distraerlos. Mientras Chiyo-sama y yo peleamos aquí y Naruto y Sasuke arriba podrías curar a Gaara y devolverlo a Suna con el hiraishin. Sin Gaara de por medio lucharemos con más tranquilidad.
—¡Me parece un buen plan! ¿Cuándo empezamos? —dijo Naruto, frotándose las manos.
—Me gustaría decir algo —habló por primera vez en un largo rato Chiyo—. Yo soy la más adecuada para luchar contra mi nieto. Él es un marionetista, como yo.
—No podemos predecir la lucha, Chiyo-sama.
—Entonces dejadme que os cuente un par de cosas de él.
Seina escuchó a Chiyo atentamente. Algo en su rostro le hizo saber que, a pesar de que estaba dispuesta a combatir contra él, se sentía tremendamente triste de tener que hacerlo. A pesar de todo lo que había pasado con la vieja… se compadeció de ella.
Chapter Text
Chiyo les habló rápidamente de las habilidades de su nieto, de los venenos que sabía que usaba, de las técnicas que había entrenado, de las marionetas que había construido… aun así, Seina sabía que era una información incompleta. Hacía mucho tiempo que Sasori había dejado la aldea. Lo que sabía su abuela debía ser bastante menos de lo que aprendió lejos de su país. De cualquier modo, información incompleta era mejor que ninguna información.
—Kage bunshin no jutsu. Ya sabéis lo que tenéis que hacer.
Vio como sus clones desaparecían, usando el hiraishin de sus criaturas invocadas que estaban esperando pacientemente en cada sello. En cuanto los tuvo allí asintió para Kakashi, quien asintió en dirección a sus hermanos. Naruto y Sasuke saltaron sobre la colina de roca, esperando la señal. Seina aprovechó el momento para crear una especie de clon mágico de Gaara, transformándolo a partir de una rama caída, e invocar unos cuantos de sus insectos más pequeños.
—A la de 3… —dijo él. Ella mandó una señal a sus criaturas para iniciaran la cuenta atrás—. Una, dos, tres.
Quitaron el sello a la vez. Vio a través de sus múltiples ojos como se disolvía y aparecía una especie de golem sin rostro que poco a poco fue tomando su propio rostro.
—Parece que sí que había una trampa —informó ella—. Pero nada importante.
Deshizo todos los clones, viendo como la trampa se quedaba quieta, sin contrincante. Bufó una risa al ver como el sello era vencido tan fácilmente antes de deshacerse por sí solo. Desinvocó todas sus criaturas mágicas al mismo tiempo que Kakashi destruía la pared con un jutsu de tierra. En cuanto la piedra dejó un boquete se adelantó sobre el río, usando rápidamente los kanjis que Kisame le había enseñado hacía ya tantos meses.
—Suiton: Bakusui Shoha.
Moldeó gran cantidad de agua y la dirigió a la cueva. Una ola salió propulsada de su boca y lo devoró todo a su paso como un tsunami. Vio a sus insectos surcar el agua mientras Kakashi y Chiyo protegían su espalda. En poco tiempo llegó a la sala subterránea que habían estado usando, tomándolos desprevenidos a todos. Seina, que había estado esperando este momento, puso toda su atención en lo que estaba contemplando a través de los ojos de su araña, pero quedó sorprendida.
Había una gran estatua espeluznante que salía del suelo de tierra: tenía medio torso acompañado de unas manos abiertas donde, en cada dedo, parecía estar siendo ocupado por integrantes de Akatsuki, y su cabeza estaba cubierta con una especie de venda que le tapaba los ojos pero que dejaba ver la boca abierta de la cual habían salido unas 9 mangas de chakra en dirección a Gaara, quien estaba tumbado en el suelo.
La ola había interferido con el sellado porque 8 de las 10 apariciones se desvanecieron con exclamaciones entrecortadas. Estaba segura que el agua debía haberse llevado algún sello que estaban usando para conectarse a distancia a la estatua, pero era algo fascinante que apuntó mentalmente en su libreta mental antes de dirigir la atención de nuevo a lo que estaba pasando.
Uno de los que quedaron en pie, protegiéndose la cara de los remolinos intensos de agua, fue Sasori. Su descripción concordaba con la que les había proporcionado Chiyo. El otro tipo no era ni más ni menos que el enmascarado que atacó a sus padres. ¿Dónde estaba el tipo planta? Aprovechó el momento, viendo que estaban más preocupados por evitar ser arrastrados por la corriente que los intentaba azotar mortalmente contra la piedra que por mirar a Gaara, para salvar a su amigo. Hizo el sello e intercambió el cuerpo. Antes de que la estatua desapareciera en un remolino de burbujas vio con extrañeza como algo detrás de la venda de sus ojos se removía.
—Bien. Ha salido como planeábamos. Daré la señal a los otros —dijo Kakashi al ver como aparecía Gaara inconsciente, chorreando y totalmente pálido.
Empezó a abrir la boca para hablar, cerniéndose sobre Gaara para curarlo, cuando notó en su cogote una mirada. Sintió un escalofrío porque no había escuchado lo que fuera que los estaba espiando. Había sido capaz de reptar hasta su retaguardia sin llamarle la atención. Miró discretamente a todos lados con su hechizo de auras pero no vio nada. Fuera lo que fuera, estaba fuera de su rango. Kakashi notó el cambio en sus emociones y dedujo rápidamente que algo sucedía porque levantó su banda y usó su sharingan.
—Kage bunshin no jutsu.
Su clon cogió rápidamente a Gaara y usó el hiraishin para regresar sano y salvo a Konoha. Allí su maestra podría curar al Kazekage y ella podría prestar su atención a su nuevo enemigo. Escuchó unas maldiciones a la vez que la roca se caía sobre las cabezas de Akatsuki gracias a sus hermanos. Había estado tan ensimismada que casi no había escuchado las explosiones y el rugido de la piedra quebrarse delante de ella.
—Los de Konoha han llegado antes de lo esperado.
—¡Dijiste que tardarían más en llegar! —escuchó maldecir una voz áspera.
—Heh… Ahora ya da igual —siguió el otro tipo, usando una voz infantil que le erizó el bello.
—Maldito inútil —susurró el otro por lo bajo.
Escuchó como Naruto usaba un jutsu de viento para poder ver a los enemigos, escondidos entre el polvo y cenizas. Kakashi, Chiyo y ella saltaron sobre la entrada derrumbada, pisando los charcos que su jutsu de agua había dejado. La estatua que ella había visto había desaparecido, seguramente porque no estaban todos los Akatsukis para mantenerla allí. Solo quedaban el marionetista, el de la máscara y el que los espiaba, quien probablemente sería el compañero que secuestró a Gaara junto a Sasori, el tipo de la planta.
—Sasori… —dijo Chiyo, cuando los Akatsukis dejaron de hablar y los vieron a ellos—. Ha pasado mucho tiempo.
—Vieja.
—¿Sasori? ¡Tobi no sabía que te llamaras Sasori!
—…Deja de hablar, idiota —dijo Sasori, mirándolo de reojo dentro de lo que parecía ser una marioneta.
—Veo que Hiruko ha cambiado bastante desde la última vez.
—Tobi se va. Tobi tiene mejores cosas que hacer que perder el tiempo en una reunión de amigos.
El enmascarado, todavía bajo su capucha, le despidió con la mano como si fuera un niño pequeño y saltó en dirección al falso Gaara. Seina lanzó una cadena de adamantina al cuerpo a la vez que Naruto y Sasuke desviaban el ataque de Tobi con un shuriken de rasegan y la lanza de chidori.
—No tan rápido, vaquero —dijo ella, cogiendo el cuerpo en brazos y saliendo de allí ante el empujón emocional de su marido.
—¡Eh! ¡Tobi no va a permitir que te lleves a nuestro nuevo amigo!
Seina notó un cosquilleo mental ante sus palabras. Era algo que siempre le pasaba cuando había algo que no encajaba. Era una habilidad extraña que la había ayudado mucho en Hogwarts y luego en su carrera de auror. No sabía qué se le escapaba, pero tarde o temprano lo averiguaría. Se volvió a centrar en la pelea saltando lejos de la cueva derrumbada y se impulsó con sus cadenas. Echó a correr siendo perseguida por el Akatsuki y, tras éste, Naruto y Sasuke.
—¡Atrápame si puedes! —se mofó ella sin mirar atrás. Sabía perfectamente lo que estaba pasando gracias a sus hermanos.
El desconocido pareció tomárselo en serio porque se apareció delante de ella usando un jutsu que solo había visto antes en las memorias de Kurama. Un remolino en el aire la alertó justo a tiempo y logró escapar antes de que pudiera ensartarla con un kunai en el estómago. Era kamui. El jutsu del que les había hablado Itachi. Desapareció usando el hiraishin pero, para su desgracia, cayó en una trampa nada más aparecer en su nueva piedra sellada. Ahogó un grito, casi soltando al cuerpo de Gaara, pero se recompuso rápidamente.
Se desapareció usando su magia antes de que pudieran devorarla unas plantas gigantes carnívoras. Calmó el latido de su corazón mientras se quitaba con un jutsu de fuego el trozo de planta que se le había quedado enganchado al chaleco cuando intentó morderla. Vio como el supuesto cuerpo de Gaara había sido arañado al mismo tiempo que aparecía el tipo restante.
—Tú debes de ser el que nos espiaba —habló ella, frunciendo el ceño y poniendo a Gaara sobre su hombro como un peso muerto.
—¡Muy lista! Es interesante saber que nos has percibido —dijo la parte blanca y negra respectivamente.
Seina no sabía a lo que se enfrentaba, pero estaba claro que no era un hombre normal y corriente. De hecho, se preguntaba si era humano tan siquiera. Se mordió la lengua cuando vio cómo, debido a su irritación, les había proporcionado más información de la necesaria. Escuchó el sonido de una lucha cerca y supo que eran sus hermanos peleando contra Tobi. Ella, en cambio, parecía haber llegado a un impase.
—¿Quién eres y qué eres?
—Nuestro nombre es Zetsu, jeje, y somos- calla idiota —zanjó la otra mitad. Seina los contempló con la ceja alzada—. Tobi está muy decepcionado de haber perdido a su nuevo amigo así que danos al jinchuriki, y acabemos con esto de una vez. Pero, ¿para qué lo queremos si es fal- ¡Um-Mmhm! ¿No te dije que te callaras?
Seina los miró pelear dentro de un mismo cuerpo. Parecía que la parte negra ejercía cierto poder sobre la blanca, pero no sabía el significado de nada de lo que estaba sucediendo. Entonces, se dio cuenta de algo y supo qué era lo que iba a preguntar la parte blanca antes de que fuera acallado. Al instante, se desapareció en dirección a sus hermanos. Se dio cuenta con preocupación que la estaban distrayendo. Desvaneció el cuerpo falso a la vez que interceptaba el nuevo kamui de Tobi. Uno que estaba usando para intentar absorber a su hermano Naruto, quien parecía estar siendo engullido por un vórtice en el aire.
—¡Crucio!
Un rayo de magia roja salió de su mano e impactó con Tobi, quien chilló y se desvaneció de nuevo para huir de su ataque y de la lanza chidori que Sasuke había creado en cuanto ella lo distrajo. Naruto cayó al suelo jadeando.
—Se ha escapado —gruñó irritado Sasuke. Luego miró a Naruto—. ¿Estás bien dobe?
—¿Qué ha sido eso? ¿¡Por qué casi te atrapa!?
—No había forma de tenerlo a tiro de lo contrario —dijo su mellizo, incorporándose como si nada. Seina le dio una fuerte colleja a cada uno—. ¡Hey!
—¿Por qué recibo yo también? Ha sido idea de Naruto.
—Por no disuadirlo —gruñó ella medio enfadada medio divertida al verlos frotarse la cabeza como un par de niños malcriados.
—¿Dónde estará ahora?
Estuvieron buscándolos en el perímetro cerca de la cueva, donde todavía estaban luchando Kakashi y Chiyo, pero nada. Se habían esfumado. No era del todo sorprendente considerando que el mismo Zetsu blanco se había delatado preguntándole a su otra mitad para qué querían a Gaara cuando todos sabían que era un cuerpo falso. Después de todo, el mismo Zetsu también le había dado más información de la necesaria cuando le confirmó que fueron ellos los que les habían estado espiando. Sin duda alguna la habrían visto crear el cuerpo y enviar al verdadero Gaara lejos.
—Regresemos con Kakashi y Chiyo —dijo finalmente ella, viendo que parecían estar solos.
—Dejaré unos cuantos clones alrededor por si acaso.
—Bien pensado dobe. Estoy hasta sorprendido.
—… ¡Teme!
Saltaron las piedras derrumbadas, viendo como Kakashi actuaba como apoyo de Chiyo, quien había sacado unas marionetas vestidas con el atuendo civil de Suna. Una era una mujer de cabello oscuro lacio y largo mientras que el otro era un hombre pelirrojo de cabellos rizados. Ambas habían sido destruidas por una arena oscura. La marioneta anterior, donde sabían que se escondía Sasori, también había quedado hecha añicos. En cuanto lo vieron y comprendieron lo que estaba sucediendo tuvieron que procesar la información en silencio.
—¿Cómo es posible? —susurró Naruto—. ¡E-es una marioneta!
—Tsk… puñetero loco.
Seina asintió, dándole la razón a sus hermanos.
—¡No os entrometáis! —les pidió Chiyo—. Kakashi, tú también deberías retirarte.
—¡No permitiré que huyáis! —gritó Sasori con los ojos abiertos, como endemoniado, y lanzó una cola metálica que salía de su cuerpo a Chiyo.
—¡Vieja! —gritó Naruto, saltando de donde estaban observando sin entorpecer la pelea.
Kakashi fue más rápido. Ni siquiera le había visto usar esa técnica antes. Estaba usando kamui. Le sorprendió verlo. Si bien era cierto que Kakashi le había comentado que había estado entrenando su sharingan con la información que le había proporcionado por carta Itachi, no había atado los cabos cuando le habló de su nuevo jutsu de teletransportación. Volvió a sentir ese picor cerebral mientras veía a su marido salvar a la vieja de morir a manos de su nieto.
—¿Está bien?
—Sí.
—¡Oh, no! ¿¡Qué te crees que estás haciendo, atacando a tu propia abuela!? —gritó Naruto, usando su velocidad mejorada con el chakra de Kurama para coger la cadena metálica en el momento en que Sasori estaba distraído por el kamui de Kakashi.
Sasuke y Seina vieron el rostro sorprendido de Sasori al mismo tiempo que Naruto usaba su fuerza bruta para hacerlo volar por los aires como si fuera un típico lazo western. Seina tuvo que suprimir una risa al ver la cara conmocionada del criminal ante el trato tan humillante que estaba recibiendo. Naruto ni se lo pensó, en cuanto logró acercárselo con la cadena usó su rasengan gigante para hacerlo volar por los aires, destruyéndolo.
—¡Ja! ¡Toma esa! ¡Se acabó vieja!
—¡Se está recomponiendo! —exclamó Sasuke al mismo tiempo que su hermano, viendo las pequeñas diferencias con su nuevo sharingan antes que los demás.
—Acabemos con esto de una vez.
Usó el hiraishin hacia su hermano, que estaba al lado de la marioneta rota en pedazos de Sasori, y lo quemó con un fiendfyre. Escucharon los gritos de Sasori apenas unos segundos antes de que pereciera definitivamente. Se giró a mirar a los otros. Kakashi estaba bien, sin ni un solo rasguño, mientras que Chiyo parecía haber recibido un par de arañazos.
—¿Estás bien? —le preguntó a la abuela.
—Kakashi me ha dado un antídoto —reconoció Chiyo, asintiendo en su dirección—. Un gran trabajo. Te debo la vida.
Seina asintió también, dando por zanjado el tema. Observó de reojo, después de que su equipo se apartara, como se acercaba hasta las cenizas de su nieto. Seina no sintió culpa alguna de haberlo destruido. De no haber sido ella, lo habría hecho Naruto. No tenían otra opción. Aun así, una parte de ella compadecía un poco a Chiyo. Era su nieto, después de todo.
Se acercó a su marido, viendo como sonreía en su dirección después de observarla analíticamente de arriba abajo antes de centrarse en los fluidos vegetales impregnados en su torso. Al darse cuenta de que seguía manchada por ese idiota de tipo planta se limpió la ropa con un chasquido de dedos.
—¿Qué te ha pasado en el chaleco?
—Luego te cuento.
—¿Qué ha pasado con los otros?
—Han huido —chasqueó la lengua Sasuke, malhumorado —. Ese tal Tobi es como una rata, muy escurridizo.
—Y el de la planta, Zetsu, seguramente escaparía cuando le dejé solo —suspiró ella—. Por suerte, fuera lo que fuera que estaban tramando no les salió bien.
—Luego hablamos —reiteró Kakashi, viendo como Chiyo había dejado atrás las cenizas de su nieto—. Chiyo-sama. Deberíamos regresar.
—¿Qué ha pasado con el Kazekage?
—Está bien. Lo envié a Konoha, con Tsunade-sama. Estaba vivo así que debería despertar en poco tiempo.
—Regresaremos a Suna para darles la buena noticia —dijo Kakashi, guardando sus armas y bebiendo un poco de agua—. Seguramente querrán acompañarnos a Konoha con una escolta.
Dejó que la cogieran de los brazos y desaparecieron de allí. Cayeron en su confiable piedra cerca de la puerta principal. Chiyo pareció algo sorprendida antes de recuperar la compostura mientras los chunin de la entrada los dejaban pasar. El acantilado había sido limpiado y reforzado totalmente con nuevos ninjas, que los dejaron pasar con ojo avizor. Rápidamente apareció Kankuro, acompañado de Baki, un par de consejeros ancianos y unos jonin que seguramente serían anbus escoltas del Kazekage.
—¿Y bien?
—¿¡Dónde está Gaara!? —preguntó preocupado Kankuro, mucho menos contenido que su maestro.
—Está en Konoha. Lo envié lejos mientras peleábamos, por su propia seguridad. Está vivo.
Vio como todos respiraban aliviados al escucharlo. Baki pareció perder un poco su postura rígida mientras que Kankuro volvió a sentarse en las escaleras de la mansión del Kazekage donde les habían estado esperando, ahora sin fuerzas después de escuchar la buena noticia.
—Sabíamos que seguramente querríais escoltar personalmente a Gaara-sama, por eso vinimos aquí primero —informó Kakashi. Los de Suna asintieron antes de mirarse entre ellos—. Podemos partir cuanto antes.
—Perfecto. Yo iré con vosotros —dijo Kankuro sin pensárselo.
—Yo también.
Dejaron que se decidieran entre todos ellos mientras Chiyo se despidió.
—Esto ya no es cosa mía. Ya puedo descansar tranquila sabiendo que el Kazekage está vivo, aunque sea a manos de Tsunade, y que Sasori no podrá hacer daño a nadie más.
Y, sin más, se dio la vuelta y se perdió entre las calurosas calles de Suna. Seina la vio irse, contemplando su paso cansado, casi triste, y dudó sobre si algún día volverían a verse. Sasori había hecho mucho daño, pero Chiyo había sellado al Shukaku en Gaara. Podría haberse negado, pero no lo hizo. Chiyo tenía muchos pecados que expiar pues incluso los viejos debían responsabilizarse de sus actos.
—¿Nos vamos? —interrumpió sus pensamientos Kankuro, impaciente.
—Sí. ¿Ya estamos todos?
—Sí.
Dejó que le cogieran de nuevo los brazos y se desvanecieron hasta Konoha. La entrada duró apenas unos pocos minutos. Tampoco tardaron mucho en llegar al hospital y en que dejaran pasar a Kankuro y Baki a la habitación privada, rodeada de anbus escolta, del Kazekage. Su equipo aprovechó para recibir un chequeo médico, uno rápido considerando que estaban todos intactos, y luego se presentaron en la torre de la Hokage, quien todavía no había vuelto.
Se sentaron en las sillas, mirando como ya era noche cerrada, y comieron un par de barras energéticas para saciarlos hasta que pudieran regresar a sus respectivas casas. Unos 20 minutos después apareció la Hokage acompañada de Baki.
—Pasad, equipo 7 —se sentó en su silla, dejándolos a todos de pie y suspiró—. Gaara está estable. Ha recuperado la consciencia al poco rato de aparecer en Konoha y ahora está descansando.
—¿Qué ha pasado con el Shukaku? —preguntó su hermano mellizo después de suspirar aliviado.
—Sigue sellado en Gaara. Fuera lo que fuera que estuvieran haciendo no pudieron extraerlo del todo en tan poco tiempo. Aunque Gaara cree que han logrado sellar una pequeña parte del bijuu, o eso dice.
Seina pestañeó. ¿Podían hacer eso? Aunque… ahora que lo pensaba…ella tenía la mitad de Kurama y ésta seguía teniendo las mismas capacidades mentales que su yo original completo. ¿Sería posible que pudiera haber varias entidades de un mismo bijuu con distinta proporción de chakra pero con las mismas cualidades mentales y habilidades físicas?
—No veo por qué no —dijo Kurama, quien había callado durante toda la pelea mientras analizaba desde la seguridad de su interior lo que estaba sucediendo con Akatsuki.
—¿No te parece extraño? Si a mí me partieran en dos no sería la misma persona.
—Para empezar, eres humana. Yo no. Yo soy una construcción de chakra infinitivo con una serie de cualidades y habilidades únicas derivadas de mi morfología.
—¿Y eso qué quiere decir? Incluso tú tienes una cantidad de chakra finita por muy grandes que sean tus reservas y que parezcas no tener límites.
—Seina… ¿No te dije nunca que puedo regenerarme? Si bien es cierto que necesitaría cierta ayuda para volver a la “vida” y regenerarme de la nada, cosa que sabía hacer mi padre, es posible.
—¿Qué? ¿Cómo es posible?
—Soy chakra natural. No tengo fin a pesar de tener una forma finita. Todo este tiempo, dentro de ti, he estado recuperándome. No necesité ayuda externa porque partía de una base: mi mitad yin. Lo mismo le pasará a Shukaku. Después de todo, ¿qué es el infinito menos “una pequeña parte”?
—Sigue siendo infinito…
Seina evitó mostrar su atónito y preocupación. Si lo que decía Kurama era cierto, y tenía mucho sentido, eso quería decir que la “pequeña parte” de chakra que le habían robado al Shukaku de Gaara era igualmente infinita. Lo cual significaba que, aunque no hubieran extraído al bijuu entero, contaba como el chakra de Shukaku en su totalidad. Lo que, a su vez, quería decir que les quedaba un jinchuriki menos para llevar a cabo su plan. Esto era peor de lo esperado. Esperaba que los idiotas de Akatsuki no se dieran cuenta.
Volvió a la conversación después de que Sasuke notara su repentina distracción. Sintió como Naruto y Sasuke estaban curiosos por saber qué era lo que había estado pensando que la preocupaba, y percibió como Kakashi, a pesar de no parecer estar prestándole atención, focalizaba parte de sus sentidos en ella.
—…-ros esta noche. Seina os regresará mañana por la mañana a Suna, si no hay impedimento.
Baki asintió, haciendo una reverencia, saliendo de la oficina de camino al hospital. Se quedaron en el despacho un rato más, mientras le informaban con pelos y señales a la Hokage de todo lo que había pasado. Seina habló cuando fue necesario, pero solo quería regresar a su casa, ducharse, cenar y pensar.
—Por fin —se estiró Naruto cuando salieron casi 40 minutos después—. Me estoy muriendo de hambre.
—Extrañamente, concuerdo con Naruto.
Kakashi bufó una risa al escuchar las palabras mezquinas de Sasuke mientras caminaban en dirección al complejo Hakate. Luego la miró a ella de reojo. Seina pestañeó viendo que estaba preocupándolo más de lo necesario, y se recostó sobre su pecho mientras caminaban calle abajo. La brisa fresca le despejó la mente. De nada servía preocuparse ahora, ella sola. No era como si pudiera resolver el problema chasqueando los dedos.
En cuanto cruzaron las puertas de las tierras del clan llenas de barreras mágicas, fuinjutsu y trampas, no pudo evitar un suspiro de alivio que le salió del alma.
—¿Por qué no nos damos una ducha y cenamos todos juntos? —ofreció Kakashi, sabedor de que fuera lo que fuera no lo iban a dejar estar.
—Nos vemos en 15 minutos.
—¡Que sean 30! —exclamó ella, entrando en su casa acompañada de su marido.
—Del 1 al 10, siendo el 10 máxima preocupación, ¿cuánto debería preocuparme?
Seina miró a Kakashi, pensándoselo seriamente, acto que irónicamente pareció preocuparlo.
—Un 9.
Se adentró en su ducha, quitándose la ropa y desvaneciéndola al cesto de la ropa, y se metió bajo el gran chorro encantado a modo de lluvia. Kakashi la siguió, sin decir nada, y la abrazó fuertemente mientras el agua caía sobre ambos. Enterró su cara en su pecho musculado y masculino, y lo abrazó contra ella. No intentó consolarla estúpidamente, ni decirle que iba a salir todo bien. Eran ninjas. Ellos mejor que nadie sabían cuánto podían torcerse las cosas.
Un rato después, salieron vestidos con el pijama hacia el comedor. Naruto y Sasuke tardaron un par de minutos en llegar, con el cabello mojado y vestidos también con el pijama.
—Pasad. Estamos calentando unos cuantos bentos.
—¿No está Itachi?
—No. Parece que está de misión todavía.
—Habría estado bien preguntarle unas cuantas cosas de Akatsuki —musitó ella.
—¿Y bien? ¿Qué es lo que pasa? —cortó Naruto, como siempre el más impaciente—. Antes en la oficina de la vieja casi te da algo.
—Tuve una conversación con Kurama acerca del sellado del Shukaku. En la caverna de Akatsuki había una gran estatua, como ya visteis —hizo un ademán a sus hermanos y luego miró a su marido. Alzó la mano para mostrar el recuerdo en el aire, para que pudiera verlo sin tener que implantarle la memoria—. Parecía estar absorbiendo el chakra de Shukaku con la ayuda de esos 10 tipos y un sello.
Observaron con atención la memoria, desde que había entrado su araña en la caverna hasta que se desapareció debido a que su ola los echó y tomó desprevenidos, parando el jutsu.
—El caso es que Gaara está vivo, pero según sus propias palabras le han quitado una parte de chakra del bijuu. Entonces, me puse a pensar en mi mitad yin y en la de Naruto. Ambas mitades son la “mitad” del total y sin embargo tienen plena autonomía por separado. Kurama, al escucharlo, me ha comentado algo que no sabía. Supuestamente los bijuus, al ser seres de chakra natural, pueden regenerarse. Cosa que es lógica ya que es lo que sucede en la naturaleza. También me ha reiterado algo que ya sabía pero que he pasado demasiado por alto: los bijuus son seres de chakra infinito. Lo son porque son chakra natural.
Los 3 hombres meditaron sus palabras en silencio, con el ceño fruncido, mientras pensaban para sus adentros. Finalmente, fue Naruto el que habló, algo desconcertado con lo que les estaba intentando explicar.
—¿Y qué tiene que ver todo eso con Akatsuki?
—Según las mismas palabras de Kurama… ¿Cuál es el resultado de quitar a infinitivo una pequeña parte?
—Infinito —contestaron al unísono Kakashi y Sasuke.
—¿Qué? No lo entiendo.
—Dobe, matemáticamente hablando, restarle, por ejemplo, 10 a infinito sigue dando infinito. Piénsalo de otra forma, si tuvieras una fortuna de oro incuantificable de lo grande que es… ¿Cómo seguiría siendo tu fortuna si te robaran 10 ryo?
—…Infinita.
—Exacto —intercedió ella, volviendo a encaminar la conversación—. Lo que significa que la parte que le han quitado a Shukaku en realidad es teóricamente infinita. Y, si no lo es ahora, la habilidad regeneradora de los bijuu hará que se regenere en una segunda entidad separada al original, el cual todavía está dentro de Gaara.
—Lo que significa que Akatsuki ni siquiera tiene que hacerse con los bijuu —finalizó su teoría su marido, frunciendo el ceño con expresión algo preocupada—. Con que recuperen alguna reliquia cargada de su chakra será suficiente. Con la habilidad regeneradora del chakra de los bijuus esas reliquias deben ser cada vez más poderosas…
—Pero, ¡eso quiere decir que podrían llevar a cabo su plan mucho antes sin que nos demos cuenta!
—Si lo supieran, sí.
—…
—Por suerte parece que no se han dado cuenta todavía —los calmó Kakashi—. Tendríamos que hablar con Tsunade-sama para intentar hacernos con cualquier reliquia que contenga el chakra de Kurama o de los demás bijuus por capturar.
—¿Y si conseguimos estos objetos y llamamos la atención de Akatsuki? —preguntó al aire Sasuke—. Quizás desconozcamos la existencia de alguna reliquia que contenga dicho chakra. ¿Cómo sabemos que no caería en sus manos si ni siquiera sabemos que existe?
—… Ahora no podemos hacer nada. Será mejor descansemos. Mañana será otro día.
Y eso hicieron.
Notes:
¿Qué creéis que le ha picado la atención a Seina? Si alguien lo averigua en los comentarios colgaré un capítulo extra la semana que viene.
Os leo. :)
Chapter Text
Los siguientes días, sin embargo, siguieron sin resolver la incógnita de qué iba a pasar con las reliquias que contenían chakra de bijuu. Tsunade-sama solo había suspirado mientras se masajeaba la cabeza, hasta arriba de faena, y Shikaku había dudado sobre cuál sería la mejor estrategia. Como Sasuke, estaba reticente a mover un dedo antes de tener más información.
—Tenemos muchos frentes abiertos —reconoció el comandante jonin—. Concuerdo con Sasuke en decir que todavía no saben lo que sabemos. O, al menos, si lo saben, tienen una clara preferencia por absorber el chakra entero del bijuu. Me pondré a investigar personalmente lo de las reliquias, si es que existe alguna, así que mantened la boca cerrada sobre esto.
Seina no estaba del todo conforme. En su interior sentía un desasosiego provocado por el hecho de no estar haciendo nada para frenar los pies a Akatsuki, pero, ¿qué podía hacer? Investigar por su cuenta sería temerario considerando que era la jinchuriki de Kurama, y un acto de rebeldía puesto que se estaría revelando contra las órdenes de Shikaku. Así pues, no podía hacer nada más.
—¿Cómo te sientes al volver al hospital? —preguntó una mañana su marido mientras desayunaban tranquilamente con el sonido de los pájaros despertarse en la terraza trasera, sentados en unos bancos de madera con cojines.
—Es extrañamente reconfortante. Supongo que me he acostumbrado a realizar misiones y a estar fuera de la aldea.
—Me alegro por ti, mi amor —sonrió Kakashi, tomándose un té y acariciando su mano tiernamente—. Si quieres podemos entrenar esta tarde como de costumbre. Será como volver a los viejos tiempos.
—Supongo —rio ella—, aunque antes no podía hacer esto.
Se inclinó hacia su costado, sobre su torso, y lo besó. La mano libre de Kakashi se enterró en su cabello suelto, atrayéndola más hacia él a la vez que su lengua rozaba contra la suya. Gimió, repentinamente más excitada de lo normal, y le quitó la taza de la mano, apoyándola sobre la mesa baja de madera y metal. Se arrodilló frente a él, quitándole la camiseta básica que usaba como pijama y bajando por su pecho, besándolo.
—Si vas a hacer lo que creo que vas a hacer, soy todo tuyo.
—Estás demasiado coherente para mi gusto —chasqueó la lengua ella, frotándole su creciente erección con una mano por encima del pantalón.
Kakashi gimió, impulsando sin querer sus caderas contra su piel para darse placer. Seina le bajó los pantalones, liberando su erección frente a sus codiciosos ojos, y luego rozó sus labios contra su pene, sin llegar a metérselo en la boca.
—¿Qué es lo que quieres, Kakashi?
—Tu boca —pidió con voz ronca, casi suplicante, pero no.
—Ya la tienes —susurró contra la cabeza rojiza de tu erección.
—Así no.
—Entonces tendrás que ser más específico.
—Quiero que te metas mi polla en la boca hasta que pueda tocar tu garganta y tu nariz roce mi estómago. ¿Te parece eso más específico? —dijo con una expresión oscura en su rostro—. Quiero correrme en tu boca, en tu lengua, quiero que tragues mi semen.
—¿Todo tu semen? ¿Y si uso un poco para… masturbarme? —preguntó, mirándolo entre sus pestañas, dándole un beso a su pene parado frente a ella.
Kakashi cerró los ojos, apretando el reposabrazos para no perder la compostura. A ella le encantó verlo así: desbocado, deseoso, al borde del precipicio. Tenía unas ganas enormes de meterse su polla en la boca, pero más ganas tenía de hacerle perder totalmente el control.
—Hazlo.
En cuanto le dio el visto bueno le lamió la cabeza lentamente y luego bajó para volver a hacer lo mismo desde su base hasta su punta. Notó como pulsaba su vena bajo su lengua, totalmente excitado. Cuando le tenía casi temblando bajo su cuerpo se lo metió entero en la boca hasta que sus labios se encontraron rodeando la base de su polla y su nariz tocó la pelvis de su marido. Hizo vibrar su garganta en un gorgoteo indistinguible para darle más placer.
—¡Joder! ¡Seina! —gimió Kakashi mientras subía y bajaba, succionándolo y centrándose en su cabeza sensible.
Estuvo un rato complaciendo a su marido, sintiendo como ella misma estaba muy mojada al ver el placer que le estaba dando. Estaba de rodillas en el suelo, con una polla en la boca, pero sin duda era ella quien tenía todo el poder ahora mismo, y ambos lo sabían. Usó su lengua, su garganta, sus cuerdas vocales e incluso su mano, pero tenía un truco guardado para el final. Sabía que si usaba su magia después de haberle mamado la polla casi 15 minutos se correría al instante así que lo rodeó firmemente de la base con una mano y luego dirigió su magia a su lengua. En cuanto su lengua volvió a hacer contacto con la cabeza de su erección Kakashi dio un respingo acompañado de un grito entrecortado.
Estaba tan incoherente que no atinaba a pronunciar ni una sola palabra mientras ella subía y bajaba su cabeza y usaba su magia para hacerle perder el control. Alzó los ojos para mirarlo, viéndolo recostado sin fuerzas sobre su asiento, con la cabeza mirando al cielo, la boca entreabierta que gemía y los ojos fuertemente cerrados. Observó como temblaba bajo su boca, mientras le acariciaba los testículos suavemente con su mano libre a la vez que, su otra mano, seguía apretándole la base para evitar que se corriera.
Cogió una mano de su marido, apretada en un puño, y se la colocó en la cabeza. Kakashi solo atinó a agarrarle el cabello mientras la dejaba hacer. Se lo sacó de la boca, contemplándolo retorcerse y luego volvió a poner sus labios entorno a su glande, lamiéndole la cabeza como si fuera un helado. Kakashi volvió a temblar y a gemir bajo su cuerpo, totalmente roto de placer. La mano en su cabeza la mantuvo quieta, para su sorpresa excitada, mientras que Kakashi alzó las caderas para follarse su boca.
Viendo que había perdido totalmente las inhibiciones, dejó de apretar su base para que se corriera en su lengua. En cuanto tuvo el control total de sus caderas cogió su cabeza con la mano de su pelo y la empujó hasta que su polla tocó el fondo de su garganta, corriéndose lo más dentro de ella. Luego volvió a correrse mientras usaba su cabello para retirarla hasta que la cabeza de su erección quedó reposando sobre su lengua, eyaculando una, dos, tres veces más. Seina le cogió la polla con una mano y se retiró un par de centímetros para hacerla descansar sobre sus labios y así poder lamérsela un par de veces más.
—Dios, Seina —gimió Kakashi, con voz desesperada, mientras lo hacía correrse una última vez en sus labios de lo sensible que estaba.
Vio como recuperaba la cordura, respirando intensamente desde su posición recostada, mirándola con los ojos medio abiertos. Seina tragó el semen de su boca, evitando tocar el que tenía sobre los labios y la barbilla.
—Quítate la ropa —ordenó él, y ella hizo caso—. Siéntate sobre la mesa, con las piernas abiertas.
Seina abrió las piernas, subiéndolas a la mesa para quedar lo más expuesta posible ante él. Luego cogió el semen que había guardado para eso con un dedo y se lo introdujo en la vagina.
—¡Kakashi! —gimió ella, dándose placer fácilmente usando el semen de su marido como lubricante a pesar de que estaba totalmente mojada—. Dios, mmmm….
Vio como Kakashi se masturbaba antes de quitarse los pantalones y lanzarlos en la montaña de ropa que había acumulado. Sin mediar palabra se cernió sobre ella y la penetró. Seina dejó que la embistiera, rodeándolo con las piernas y los brazos y abriendo también su boca para que pudiera besarla tanto como quisiera. Tardó muy poco en correrse considerando que llevaba bastantes minutos al borde del abismo de solo mirar a Kakashi perder el control.
—¡KAKASHI!
Jadearon boca a boca, todavía unidos, encima de la mesa de la terraza. Seina quiso reír, pero no pudo debido a su respiración descontrolada.
—Menos mal que nuestra casa tiene barreras. Todo tipo de barreras —dijo su marido, riendo él también contra su cuello.
—Creo que a Naruto le daría un verdadero infarto si nos pillara ahora mismo —rio con la garganta cogida de tanto gritar.
Kakashi bufó una risa al mismo tiempo que se levantaba, llevándola con él. Su pene se deslizó de su vagina, que lo había estado apretando con sus musculadas paredes vaginales como si no quisiera dejarlo ir, haciéndola gemir. Seina descansó sobre el cuerpo desnudo de su marido, sentado de nuevo su asiento, y se preparó para la semana que tenían por delante. Notó como le acariciaba el cabello, apoyando su mentón en su cabeza y abrazándola contra él.
—Te quiero.
—Yo también te quiero.
Apareció un rato después en su ducha, agotada a pesar de que el día acababa de empezar. Pasó toda la maldita mañana en el hospital. Tenía la confianza de la mayoría de sus compañeros, pero tendría que ganarse al resto si quería que algún día todos la obedecieran, si es que realmente se hacía con el mando del hospital. Por suerte, tenía tiempo por delante antes de que eso sucediera así que no se preocupó demasiado.
—¿Y cómo es Uzu? —preguntó Keiko, mientras desayunaban todos juntos en la cantina del hospital para trabajadores.
—Grande —bufó una risa ella—. Todavía queda mucho por renovar, pero vamos en buen camino.
—Bueno, hasta hace poco solo había escombros así que todo es mejor que nada.
Estuvo explicándoles lo que habían hecho en las islas. Desde los campos para agricultura y ganado, la pesca y los barcos que habían renovado y comprado, los negocios que se habían asentado en la aldea principal, el arrecife de coral y perlas, etc, etc. Nada de lo que estaba contando era un secreto así que no le preocupó hablar demasiado. Sabía que en cuanto se extendiera un poco la información que acababa de corroborar algunos ciudadanos de Konoha se mudarían a su isla, simplemente porque allí no había ninjas y, sin embargo, estaba más protegida que la mismísima Konoha.
Había recibido ya un par de cartas del consejo de personas que dejaron al cargo. Al parecer, algunos ninjas se habían envalentonado al saber que ya no estaban allí, vigilando presencialmente, y habían intentado infiltrarse sin éxito alguno. Ya les estaba bien. ¿Creían que iba a dejar que pudieran sabotear el fruto de su familia así sin más? La gente era más imbécil de lo que creía inicialmente. Suprimió una sonrisa maliciosa al darse cuenta de que las barreras eran prácticamente una selección natural: solo los idiotas morían. Se anotó mentalmente proteger aún más todo lo que entraba y salía de la isla, puesto que era la única forma de intentar atacarlos sin ser carbonizado.
Esa misma tarde regresó a su casa. En cuanto puso un pie en el complejo notó la presencia de su marido y sus hermanos, salvo Itachi.
—¡Seina! Justo a tiempo —dijo Naruto nada más verla aparecer—. Estábamos a punto de entrenar con Kakashi.
—Estoy siendo obligado —bromeó su marido.
—¡Queremos saber qué has estado entrenando todo este tiempo!
—Usa tu voz interior, dobe.
—¡Si ni siquiera estoy gritando! —gritó su hermano, arrancándole una risa a los demás.
—Si os calláis os lo enseño —dijo Kakashi, con voz exasperada, divertida y exhausta a la vez—. ¿Qué te parece una pelea, tú y yo, Naruto?
—¡Genial!
Sasuke y Seina se sentaron en un par de sillas conjuradas mientras su marido y su hermano se disponían a pegarse dentro de la caseta de entrenamiento. Vio como Kakashi parecía haber estado entrenando su resistencia, velocidad y reflejos de nuevo, seguramente por requisito de anbu, en cuanto empezó a usar su taijutsu y nuevos katas contra Naruto. Seina los vio competir con una sonrisa, sabiendo que se lo estaban pasando bien. A su lado, Sasuke los observaba con su mangekyo sharingan activado, sin perderse detalle.
Todo era de lo más normal hasta que Naruto usó una de las dos cadenas de adamantina que podía usar en contra de Kakashi. Eran tan rápidas que su marido solo pudo esquivarlas, pero lo hizo usando su nuevo jutsu de teletransportación, uno incluso mejor que el hiraishin ya que no requería sellos. Kamui. Sintió esa sensación de nuevo. La sensación de que se le escapaba algo. Algo enorme. Lo tenía en la punta de la lengua, pero, ¿el qué?
Vio como acababa la pelea, un rato más tarde, después de ver como Kakashi había inventado todo tipo de genjutsus que acabaron por no funcionar en su hermano, y cómo había creado un par de jutsus de la nada: uno cortaba a los rivales por la mitad y otro era una red paralizadora. Así fue como Naruto fue superado, por enésima vez, cuando Kakashi usó sus nuevos trucos sucios.
—Joder —musitó Naruto, irritado, cuando recobró la consciencia bajo la tela eléctrica—. Sabía que tendría que haber usado el chakra de Kurama o mi senjutsu.
Vieron como usaba una ráfaga de chakra demoníaco para deshacerse de la red de chakra de rayo, levantándose con ayuda de la mano de Kakashi.
—Ha estado bien —reconoció Kakashi, con una sonrisa orgullosa—, aunque hubiera costado más ganarte con el chakra de Kurama.
Naruto bufó una risa. —Eso es lo que tú crees.
—¿Cómo funciona el kamui? —preguntó ella, cortando a su hermano antes de que pudiera pedir la revancha.
Ambos se giraron a mirarla. Naruto sorprendido, como si hubiera olvidado que estaban allí, y Kakashi curioso, claramente preguntándose para qué quería saberlo. Aun así, no le decepcionó.
—Básicamente es un jutsu de teletransportación que utiliza una dimensión paralela como cruce de caminos —se encogió de hombros Kakashi—. Lo que significa que puedo enviar todo tipo de cosas a esa dimensión y extraerlas cuando quiera.
—Imagino que, mientras están en la otra dimensión, no reciben daño alguno, ¿no? —preguntó Sasuke.
—Exacto. Y tampoco pueden escapar.
—Por eso quería absorber a Naruto —frunció el ceño al recordar como ese tal Tobi había intentado secuestrar a su hermano. Volvió a darle una colleja a Naruto al recordarlo, ignorando su grito indignado, por ponerse tontamente en peligro—. Además, parece que también eres ilocalizable e irrastreable mientras usas el jutsu.
—Es cierto. No pude sentirte mientras lo usaste. Por eso me tomaste desprevenido.
—Hmmm… es bueno saberlo —pensó en voz alta Kakashi, rascándose la barbilla—. La cuestión es que solo puedo usarlo un número finito de veces antes de que empiece a cegar mi ojo. Con tu colirio puedo recuperar la visión en un par de días si no vuelvo a usar el sharingan, pero no es algo que quiera usar a menudo. Por si acaso.
—Mejor.
—Además, me he dado cuenta de que tiene limitaciones físicas. Cuanto más pesa un objeto más tardo en absorberlo, aunque curiosamente su peso no afecta una vez está dentro de la otra dimensión. Por no hablar de lo complicado que es apuntar a algo o alguien cuando está en movimiento.
—¿Por qué lo dices?
—Me di cuenta con Sasori que no necesariamente tenía que estar apuntándolo fijamente todo el rato. En un momento dado del jutsu, lo que estoy apuntando es el punto de absorción, independientemente de que yo antes haya estado apuntando a otra cosa. Aun no sé exactamente en qué momento sucede el inicio, tengo que experimentar más con el jutsu.
—¿Y qué hay en la otra dimensión? —preguntó ella con curiosidad.
—¿Quieres que te lo enseñe? De hecho, me gustaría saber si podéis comunicaros mentalmente estando uno de vosotros allí —reconoció Kakashi—. Tobi ha intentado absorber a Naruto así que sabemos que puede volverlo a intentar. Si lo hubiera logrado sin que nos hubiéramos dado cuenta nunca podríamos haber encontrado a Naruto ni sabríamos dónde está.
—Está bien. Inténtalo conmigo. Yo peso menos que Naruto y Sasuke así que debería serte más fácil absorberme.
Naruto y Sasuke no estaban del todo conformes con que la absorbiera, pero viendo porqué lo estaban haciendo no dijeron nada. Kakashi apuntó su ojo en su dirección y ella se quedó totalmente quieta para facilitarle el proceso. A pesar de que estaba siendo atacada por el chakra de su marido en todo momento supo a qué se refería Kakashi cuando dijo que había un punto donde el jutsu de absorción empezaba de verdad. Era como si, de repente, estuviera siendo atraída por una fuerza invisible y su cuerpo perdiera consistencia. Siguió notando a sus hermanos en su mente hasta que, finalmente, la conexión se cortó de golpe y ella cayó en otra dimensión.
Se puso en pie, notando como se le ponía el bello de punta al escuchar el siniestro silencio de un lugar sin vida. El cielo era tan oscuro que solo parecía una mancha negra sin inicio y fin mientras que el suelo consistía en bloques gigantes, cúbicos, de distinto tamaño sin ningún patrón. El color grisáceo casi brillante del suelo era lo único que daba un poco de luz a la dimensión en la que se encontraba. Miró más abajo, entre los bloques separados, y no vio nada. Era como si el suelo tampoco tuviera fin.
Tardó apenas medio minuto en observarlo todo. En cuanto se relajó un poco se dio cuenta de algo que había pasado por alto. Estaba sintiendo magia. No, no magia, su magia. ¿Qué demonios estaba pasando? Un vórtice delante de ella hizo que perdiera el hilo de sus pensamientos. Era Kakashi.
—No puedes hablar con ellos —dijo, con total seguridad.
—No. La conexión se cortó al instante en cuanto me absorbiste —contestó distraídamente.
Volvió a centrar su atención en lo que estaba sintiendo. Era débil, pero era su magia. Echó a andar dimensión abajo, en busca de lo que estaba percibiendo, pero a medida que se fue acercando vio que no había nada. Nada. Era como si un débil rastro, un residuo, de su magia hubiera aparecido en ese punto en el aire, de la nada. Kakashi la siguió en silencio, con curiosidad, claramente preguntándose muchas cosas.
—¿Has aparecido aquí alguna vez? En esta dimensión, quiero decir.
—Mmmm… Un par de veces. ¿Por qué?
—¿Hace cuánto de eso?
—Meses —dijo Kakashi con convicción—. Hace meses que no uso kamui y el otro día no lo usé para teletransportarme aquí. Envié parte de la marioneta de Sasori y luego la usé en su contra para golpearlo. No necesité visitar la dimensión.
Si no había sido su magia residual en Kakashi… De repente, visualizó a Tobi siendo impactado por la maldición cruciatus antes de defenderse de su ataque, desvaneciéndose a la nada con el kamui para cortar el alcance de su magia. Pero, ¿era posible? ¿Compartían dimensión al usar el mismo jutsu? Sintió un escalofrío de solo pensarlo.
—Vámonos de aquí —pidió.
Kakashi la cogió por la cintura y los regresó sin hacer preguntas. Cuando volvieron su hermano Naruto se le tiró encima, zarandeándola y pidiendo que no volviera hacerlo. Sasuke solo suspiró aliviado al notar como el vínculo volvía a reaparecer.
—¿Qué ha pasado ahí dentro? —preguntó finalmente su marido.
—Ugh. No lo sé. Se me escapa algo —aseguró, cogiéndose la cabeza del repentino dolor punzante—. Tengo que meditarlo.
—…Está bien. ¿Por qué no te das un baño relajante y yo preparo la cena?
—Nosotros nos vamos también —dijo Sasuke, arrastrando a Naruto de la camiseta—. Si pasa algo ya sabéis dónde estamos.
Dio las gracias mentalmente a Sasuke puesto que no necesitaba hablar. Necesitaba pensar. Subió las escaleras de su casa para prepararse un lujoso baño. Se lavó antes, quitándose la mugre de todo el día, y observó desnuda como se llenaba la bañera con ojos desenfocados. Vio como las burbujas empezaban a llenarlo todo. Olió el aroma a lavanda, relajándose, sintiéndose mejor. Se metió en el agua caliente, suspirando de placer, y cerró los ojos.
Sin duda alguna, el rastro que había percibido era su magia. Si no había llegado allí pegado a Kakashi, y él no tenía por qué mentirle, quería decir que había sido cosa de Tobi. Tenía mucho más sentido ya que la magia que usó en Tobi era más activa, en comparación con la que su marido llevaba pasivamente encima con su ropa y demás. Si estaba en lo cierto, y todo apuntaba a que sí, quería decir que Tobi y Kakashi compartían una dimensión con kamui. Algo tremendamente peligroso que tendría que contarle a Kakashi.
La cuestión era, ¿por qué? ¿Por qué la compartían? Según lo que le contó Itachi el tsukiyomi era un jutsu que más de un Uchiha había tenido simultáneamente a lo largo de la historia de su clan pero, que ella supiera, Itachi no había mencionado que compartieran dimensión o algo parecido. ¿Sería posible y simplemente Itachi no se lo había mencionado porque era información irrelevante? O, tal vez, ¿porque no lo sabía ya que nadie lo había usado a la vez? Tendría que hablar con Itachi en cuanto regresara de misión.
Por más vueltas que le daba se le escapaba algo, y si se le escapaba algo era porque tenía esa información enterrada en algún recóndito lugar de su mente. Empezó a repasar sus memorias puesto que sabía que ahí estaba la clave.
Tardó tanto rato que hasta llamó Kakashi a la puerta.
—La cena está lista si te apetece comer algo.
—Voy —dijo ella, fuera lo que fuera no pensaba perderse el hecho de cenar al lado de su marido.
Se vistió rápidamente, peinándose el cabello y tirando la toalla a la cesta de la ropa sucia.
—¿Has deducido algo?
—Mmm… No mucho. Todavía tengo que repasar algunas memorias.
—Yo había pensando en hablar con Itachi sobre kamui. Alguna información debe tener, ¿no?
—Sí, eso mismo pensé yo —sonrió en dirección a su marido, quien le devolvió la sonrisa y le entregó un plato lleno de comida.
—Es una pena que queden con vida tan pocos Uchiha. Seguro que alguno de ellos tenía el mismo jutsu que este ojo y podría haberme dado un poco de información.
—Nadie… salvo Tobi —susurró para sí misma, perdida en sus pensamientos y mirando la taza vacía en su mano. De repente, todo le encajó como una patada en el estómago. La taza se le resbaló de la mano, dando un pequeño golpe contra la encimera antes de que pudiera recuperarla. —. Oh, no… ¡No es posible!
¿Qué le había dicho Itachi hacía ya tantos meses? Que el jutsu del enmascarado que atacó a sus padres era kamui y que no todos los ojos la poseían, y no solo eso… Itachi había confundido a Tobi con Madara porque no conocía a nadie vivo de su clan con dicho jutsu ya que era de los más raros. Pero claro, Obito había “muerto” cuando Itachi tenía solo 4 años, después de todo. O eso habían creído. Itachi no podría haber sabido que Obito tenía dicha técnica porque solo había activado su dojutsu al borde de la muerte. Una muerte que todos creían que había sido definitiva.
Todo este tiempo… el joven Uchiha que atacó a sus padres, haciéndose pasar por Madara, no era ni más ni menos que Obito Uchiha de 14 años, disfrazado. Por eso Kurama no lo había reconocido como Madara, pero sí como un Uchiha. Por eso creía erróneamente el comandante Ryu que tenían un topo, porque no estaba pensando en los muertos. Por eso él y Kakashi compartían la dimensión de kamui, porque compartían el mismo ojo, en lados contrarios de su cara. Tantos años dejando creer a todos que estaba muerto, ¿por qué? Alguien le había rescatado y cuidado hasta que había sanado, entonces, ¿por qué no regresar a Konoha con su familia y su equipo?
—¿Ya lo has averiguado? —preguntó Kakashi a su lado, haciéndola botar en su sitio de la sorpresa.
—Tobi… Creo que ya sé quién es.
Las cejas de Kakashi se alzaron al escuchar sus palabras. Estaba claro que esperaba cualquier cosa menos esa. Seina estaba preocupada. Bastante preocupada, para qué mentir. Obito había muerto heroicamente para salvar a su equipo, o eso creía Kakashi, y ahora estaba a punto de decirle a su marido que la persona que había sido su mejor amigo había provocado la muerte de su mentor, su esposa y parte de la destrucción de Konoha. Y no solo eso, Tobi quería a su antiguo amigo muerto y también a su propia esposa.
—¿Quién es? —preguntó con firmeza, viendo que dudaba sobre cómo decir la verdad—. ¿Seina? Dímelo, por favor.
—No sé cómo decirte esto… así que solo lo diré… creo que es… Obito.
Notes:
¡Alguien ha acertado, aunque era obvio! ¿Os imaginabais que Seina o el equipo 7 lo descubriría antes de tiempo?
Chapter Text
Decir que Kakashi se lo tomó bien sería mentir. Se quedó quieto mirándola fijamente. Le contó en voz baja porqué creía que era él y, mientras lo hacía, se sentó en la mesa frente a su plato caliente de comida que poco a poco fue enfriándose. Seina se sentó a su lado, acariciándole la espalda y apretándole el bíceps mientras se sujetaba la cabeza, incrédulo. Sabía que tendría que decírselo a sus hermanos, a todos ellos, y también a la Hokage y a los demás, pero de momento dejaría que Kakashi se recuperara.
Se lo llevó en volandas hasta su cama cuando vio que estaba medio catatónico. Lo abrazó fuertemente, tumbados sobre las sábanas, y lo envolvió con su magia. Solo entonces pareció calmarse un poco. Horas más tarde, con el rostro de su marido todavía enterrado en su pecho, habló.
—No sé cómo sentirme, la verdad. Ahora mismo estoy… una parte de mí no quiere creerlo, pero, a la vez, ahora entiendo muchas cosas de este ojo. Ahora tiene sentido. Dios, ¿por qué no me di cuenta antes?
—Porque creías que tu amigo estaba muerto. ¿Cómo ibas a imaginar que no solo estaba vivo, sino que se convertiría en un criminal?
—¿Un criminal? —Kakashi se movió para mirarle a la cara, con expresión incrédula, acostado sobre su torso todavía—. Seina, si es cierto, es un traidor. Obito Uchiha… mató a tus padres. Mató a muchísima gente. Fueron sus actos los que destruyeron la mitad de la aldea. Ha asesinado a mucha gente desde entonces, secuestrándolos y vete tú a saber qué más. Demonios, ¡quiere ponernos a todos bajo un puñetero genjutsu mundial! Debemos detenerlo.
Kakashi pareció haber recuperado él mismo las fuerzas. Se levantó de su posición recostada y se sentó en la cama. Seina lo miró, todavía tumbada, viendo como pensaba a mil por hora, con el ceño fruncido. Observó cómo se ponía en pie y empezaba a dar vueltas por la habitación, claramente meditando algo profundamente. Ella no dijo nada porque Kakashi había pasado de la tristeza, la decepción y la negación al enfado. Y eso, desde su humilde punto de vista, era una mejoría.
—No vamos a permitirlo —juró él, volviéndose firmemente en su dirección con expresión furiosa y levemente triste—. Sea como sea, da igual lo que haya pasado, Obito planea matarte y no lo voy a permitir. Antes le mataré.
Kakashi se apoyó en la cama, avanzando hasta quedar encima de ella, y la besó de forma violenta, como si quisiera asegurarse de que estaba allí. Seina dejó que le quitara la ropa y la tomara como quisiera, gritando de placer cuando se corrió la primera vez dentro de ella. Sintió la mordida de Kakashi en su cuello, los besos que estaba regalándole por todo su torso, en especial sus pechos, y las manos como tenazas sobre sus caderas.
—¡K-Kakashi! —lloró por enésima vez, cuando se corrió de nuevo.
Esa noche apenas durmió, pero daba igual. Si era lo que necesitaba Kakashi, ella encantada. No es como si fuera a negarse a unos cuantos orgasmos. Aun así, sabía que solo era una distracción.
—¿¡QUÉ!? —gritó Naruto al día siguiente cuando le contó exactamente lo mismo que le había contado a su marido.
La expresión de Naruto era una mezcla de emociones mientras que Sasuke se había mostrado sorprendido y luego impasible. Seina calmó a su hermano, recordándole que no iban a dejar que se salieran con la suya, mientras Kakashi miraba al horizonte con expresión neural, triste, pero decidida.
—En realidad, no ha cambiado nada —dijo finalmente Sasuke—. Ese tío, da igual quien sea, sigue siendo nuestro enemigo.
—El teme tiene razón —chasqueó la lengua Naruto, enfadado.
—Igualmente, Itachi debería saberlo. Quizás con esta nueva información deduzca algo que se nos haya escapado.
Quedaron en que no harían nada más. Kakashi había pedido informarle personalmente a la Hokage de la nueva información, quizás porque se sentía un poco responsable de no haber regresado a por el “cadáver” de Obito. Ella le dejó ir sin decir nada porque sabía que era algo que necesitaba hacer solo. Mientras tanto, se quedó a solas con su equipo pensando en lo que acababan de descubrir.
—Tiene hasta sentido —gimió Naruto—. ¡Hasta su nuevo nombre es un juego de letras de su verdadero nombre!
—¿Os acordáis del otro día? —preguntó Sasuke de repente—. ¿Será que Obito está loco o realmente se estaba quedando con nosotros?
—¿A qué te refieres?
—Habló en tercera persona. Dijo que Tobi estaba muy decepcionado, habló de “nuestro amigo” el jinchuriki. ¿Por qué creéis que lo dijo de esa forma, como si fuera más de una persona?
Cómicamente, Naruto y Seina se rascaron la cabeza a la vez, sin saber qué decir. Lo cierto es que ahora que Sasuke lo decía se acordó de que, en aquel momento, también le pareció extraño. ¿Podría ser que Obito estuviera siendo poseído por una entidad más maliciosa? Eso podría explicar su cambio de personalidad y por qué no había regresado a Konoha. Aun así, era una posibilidad tan remota que ni la contempló con seriedad. Quizás simplemente estaba loco. Eso explicaría porqué creía que un plan tan estúpido como ese genjutsu mundial iba a funcionar. ¿Qué creía que pasaría con la gente cuando no fueran capaces de alimentarse o beber agua si estaban atrapados en genjutsu el resto de sus días? Ahora entendía por qué el clan Uchiha lo había considerado un idiota, y es que Obito Uchiha era un puto idiota.
Kakashi volvió a las pocas horas, informándoles de que los altos mandos intentarían averiguar algo respecto a Obito para corroborar su teoría.
—Hasta dentro de unos días, quizás semanas, no sabremos si es cierto o no, aunque todo apunta a que sí —luego suspiró como un niño chico—. Tsunade-sama incluso me ha prohibido usar kamui. Se lo está tomando en serio.
—Sobrevivirás —dijo ella, bufando una risa, y dándole un beso en la mejilla.
El tema de Obito quedó temporalmente aparcado, como el de Danzo, el de Orochimaru y el de Akatsuki. O eso creía. Hasta que su maestra llamó a Sasuke y a ella a su oficina, para la rabia de Naruto y la preocupación de Kakashi. Cuando llegaron a la oficina vio que no estaba sola. Plantados delante de la Hokage había un par de hombres de aspecto normal: cabello moreno, ojos oscuros, piel pálida, altura media, musculatura típica de un ninja, vestimenta de Konoha… Nada especial, en ninguno de los sentidos. Seina se preguntó con curiosidad quiénes eran.
—Bien, ya estáis todos. Seina, Sasuke, estos son Mizunoto y Kinoto. Realizaréis esta misión juntos —empezó la Hokage, con el rostro más serio de lo normal—. Tenemos información sobre un posible espía de Akatsuki en la base de Orochimaru. El informante, ahora muerto, reveló que se reunía con dicho espía cada cierto tiempo en distintos lugares.
—¿Se puede saber quién era el difunto informante? —preguntó Mizunoto.
—No es información relevante. No necesitáis saberlo para llevar a cabo esta misión. La cuestión es que quiero que vayáis al puente del cielo y la tierra, el último lugar de encuentro, y capturéis al espía para regresarlo con vida a Konoha, ¿entendido?
—¡Hai!
—Perfecto. Seina, tú serás la líder de la misión. Debéis partir cuanto antes, tenéis 5 días para llegar al punto de encuentro y planear una estrategia. Podéis marchar.
Salieron todos de la oficina de la Hokage, en silencio. Seina asintió a los otros dos hombres.
—Nos vemos en la puerta principal en media hora.
Los otros se desvanecieron mientras que Sasuke y ella caminaron en dirección a la puerta, en silencio. Había algo de todo esto que no le gustaba.
—Algo huele mal —dijo Sasuke a través de su vínculo, pensando lo mismo que ella—. ¿Por qué se ha negado a darles a esos dos la información que le sonsacaron a Sasori antes de morir? Siendo una misión de secuestro nos iría muy bien disfrazarnos de Sasori para acercarnos al espía.
—Sí, a mí también me ha parecido raro.
—Además, ¿por qué crees que ha partido nuestro equipo para ponernos a esos dos?
—¿No creerás que es cosa de-
—¿De Danzo? Tiene toda la pinta.
—Si es así tendremos que tener mucho cuidado. Posiblemente a Tsunade-sama no le haya quedado más remedio que ceder ante el consejo y/o Danzo. Lo que significa que-
—Que seguramente esos dos son nuestros enemigos.
—Muy posiblemente. Y, por cierto, deja de-
—¿De acabar todas tus frases? —la cortó mentalmente Sasuke con una pizca de arrogancia, incapaz de evitar una breve carcajada.
Seina rodó los ojos. Lo cierto es que después de tanto tiempo juntos mentalmente era imposible no saber lo que el otro iba a pensar o hacia donde apuntaban sus pensamientos. Eso no quitaba que Sasuke no se mereciera un empujón de hombros por ser tan irritante. Esperaron en la puerta, en silencio, a los otros dos. Tardaron poco tiempo en llegar así que se encaminaron en dirección a Kusa.
—Tenemos tiempo así que partiremos a pie —dijo ella, quien quería dejarles el menor tiempo libre posible para planear cualquier cosa.
Sasuke la miró de reojo, pero no dijo nada más. Ambos sabían por qué había tomado esa decisión aunque iba a ser un total aburrimiento, además de cansado. Echaron a correr en silencio hacia su objetivo. Tenían tiempo más que suficiente para llegar al puente así que acamparían cada noche y pararían las veces que hiciera falta para comer o hacer sus necesidades.
Durante los 2 siguientes días evitó usar la tienda de compaña mágica, prefiriendo no darles permiso sin saber a ciencia cierta si eran o no esbirros de Danzo. Ahora mismo, según lo que tenía entendido, Danzo debería estar rodeado de anbus encubiertos de la Hokage, pero seguro que seguía teniendo hombres y mujeres de confianza. Estos dos, si eran sus hombres, debían serlo. No era nada inteligente, después de todo, infiltrarse en una organización desde lo más alto. Con lo cual, los mandos más cercanos, y más importantes, de Danzo seguramente todavía serían miembros reales de Ne.
Estaba harta de Danzo, pero lo cierto es que ahora él era un problema menor. Ya no eran niños de 12 o 13 años que solo tenían un par de nociones ninjas. No se sentía insegura estando en compañía enemiga, ni siquiera teniendo a Sasuke con ella, porque sabía que podían encargarse rápidamente de ellos, de ser necesario. Eso no quitaba que le irritaba tener que estar en alerta constante. En cuanto se asentasen cerca del objetivo averiguaría quienes eran y qué tramaban.
—Ahí está el puente —dijo Sasuke, haciendo un ademán de cabeza.
Estaban en lo alto de una colina, mirando el puente a un par de kilómetros. Mizunoto y Kinoto, muy poco habladores, asintieron. Seina localizó cerca un pequeño claro donde poder acampar, rodeado de árboles para ofrecerles cobertura.
—Acamparemos las dos noches que quedan ahí. Me gustaría aprovechar el tiempo que nos queda para investigar el perímetro y poner unas cuantas trampas —informó ella, bajando de la colina.
Los hombres la siguieron, sacando sus sacos de dormir y acomodándose en silencio sus armas y mochilas. Mientras comían les explicó lo que pensaba hacer para capturar al espía.
—Nos vamos a dividir en parejas: Sasuke con Mizunoto y Kinoto, tú conmigo. Una pareja esperará en el lado oeste del puente y la otra en el lado este. Quiero ese puente lleno de trampas para herirlo, si hiciera falta, pero lo quiero vivo. Mi objetivo, obviamente, es que no escape. Usaré a uno de mis clones tapado con una túnica para encontrarme con el espía; llevará uno de mis sellos para poder teletransportarme rápidamente a su lado en caso de que descubra que es un clon.
Hubiera preferido ir ella misma, disfrazada de Sasori, pero como se suponía que no sabían quién era el informante no tenía otra opción que hacerlo de esta forma. Vio como los demás asentían. Sasuke sabía por qué lo estaba haciendo así. De ninguna forma quería dejarlo solo con estos dos tipos mientras ella iba sola al encuentro del espía, pero tampoco quería que Mizunoto y Kinoto estuvieran juntos, en solitario, porque facilitaría que pudieran tramar algo. Si se separaban en parejas, los supuestos ninjas de Danzo no podrían comunicarse ni los superarían en número al separarse Sasuke y ella.
Eso no quitaba, claro está, que seguramente ya deberían tener uno o varios planes pensados. Era lo lógico. Por lo tanto, lo que tenía que hacer ella ahora era comprobar quienes eran y, en caso de que fueran de Ne, averiguar qué tramaban. Si tenía algo que ver con Orochimaru seguro que no sería nada bueno, y menos estando Sasuke presente. Puede ser que incluso la misión fuera una trampa para capturar a su hermano. Sería algo rebuscado, pero posible. Después de todo, la información que Kakashi y Chiyo encontraron en las ropas de Sasori podría ser falsa.
Cuando llegó el momento de dormir Sasuke se ofreció voluntario para el primer turno, citando que no estaba cansado. Seina se acostó en su saco de dormir sin pegar cabezada, pero relajando sus constantes vitales. Sonrió dentro del saco sabiendo que quizás los otros hombres estaban haciendo exactamente lo mismo. Dejó escapar un resquicio de su magia, que fue reptando por la hierba hasta que los alcanzó. Los enredó en un encantamiento de sueño del que solo ella podría liberarlos, y solo cuando se encontraron roncando de verdad, abrió los ojos y contempló el cielo estrellado, y los ojos rojos de Sasuke.
—Están dormidos, pero un hechizo de más no estaría mal —dijo su hermano mentalmente.
Les lanzó dos bolas de magia para dejarlos totalmente inconscientes, por si no lo estaban ya. Levitó sus mochilas, evitando tocarlas con las manos, y las examinó con su magia. Sasuke hizo lo mismo con sus ojos.
—Ni siquiera están cubiertas de genjutsu. Patético.
—Solo un idiota pondría un genjutsu en su mochila en presencia de un maestro de genjutsu, Sasuke —rodó los ojos. Eso hubiera picado la curiosidad a cualquiera.
Abrió la mochila y observó el contenido sin tocar nada. Llevaban algo de comida, una cantimplora, un pequeño botiquín, raciones ninja aparte para su uso rápido, una piedra para afilar kunais y un par de pergaminos.
—Mira esto —la interrumpió Sasuke, apuntando con un dedo al interior de la otra mochila—. Parece un falso fondo.
—¿Dentro de una mochila? Interesante, ¿no?
Eso sí que era más inteligente que un genjutsu, y muy curioso. Quería evitar tener que modificarles las memorias, por lo que pudiera pasar, de lo contrario no hubiera sido tan cuidadosa en registrar sus cosas. Aun así, con sus habilidades era coser y cantar reparar algo a su estado inicial. Lo único que tenían que hacer era recordar el posicionamiento de lo que contenían las mochilas y evitar usar el chakra para no dejar rastro. Por fortuna, para ella era pan comido.
—Vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí?
—Son informes de los anbus de Konoha —dijo Sasuke, pasando las páginas con unas pinzas para evitar dejar marcas de aceite—. No solo eso. Son todos los anbus que escoltan a la Hokage. El viejo decrépito trama algo.
Sasuke tenía razón. ¿Para qué llevaban esa información encima si no? La única opción que se le ocurría era que, de algún modo, estos dos imbéciles querían hacerle llegar la documentación a Orochimaru. Si Orochimaru se encargara de eliminar a la escolta de la Hokage, Danzo no tendría que mancharse las manos y tendría vía libre para acceder a la Hokage más fácilmente.
—¿Cómo habrá conseguido toda esta información? —preguntó Sasuke, continuando con su línea de pensamiento—. Anbu debería filtrar todos los topos.
—Buena pregunta… La otra pregunta es, ¿y ahora qué hacemos con todo esto?
Se quedaron en silencio un rato, interiorizando lo que acababan de descubrir. Volvían a estar en una encrucijada. De esas que siempre eran cosa del tocapelotas de Danzo. Si bien ella era la líder de la misión también era cierto que había estado años fuera de la aldea y que el asunto de Danzo era un tema secreto y peliagudo. Sinceramente, no tenía suficiente información como para actuar de un modo u otro.
—No es como si tuviéramos muchas opciones… O los matamos y hacemos ver que ha sido un accidente, cosa que es algo sospechosa, o modificamos la información y dejamos que se la entreguen a Orochimaru haciendo ver que no nos hemos dado cuenta del plan, cosa que tarde o temprano se sabrá en cuanto descubran que es información falsa, o dejamos que pase como estos dos habían planeado y confiamos en que los anbu tomarán precauciones, cosa preocupante considerando que hay un topo que ni siquiera ellos mismos han detectado.
—No me gusta nada de eso que has dicho —masculló ella mentalmente—, pero no veo otra salida.
—Quizás estamos más jodidos de lo que pensábamos —dijo de repente Sasuke. Seina alzó una ceja a modo de pregunta—. ¿No estaba usando la Hokage a anbus de confianza para introducirlos en los orfanatos y en el cuartel de Ne en Konoha? Teniendo un topo en anbu, quizás Danzo ya sabe lo que está planeando la Hokage…
Se le heló la sangre al escucharlo puesto que Sasuke tenía razón. ¿Sería posible que Danzo lo supiera? Eso cambiaba más aun las cosas porque si realmente estos dos pensaban darle la información de los anbus de la Hokage a Orochimaru, y ellos intercedían de algún modo, y luego Danzo se daba cuenta de que lo habían descubierto… ¿Qué le impedía atacar frontalmente Konoha? Demonios, ¿por qué todo pendía siempre de un hilo?
—Esto me sobrepasa. No puedo tomar ninguna decisión por mí misma, ni contigo, ya que justamente nosotros no tenemos ni idea de lo que ha estado sucediendo durante 3 años en Konoha respecto a Danzo —admitió finalmente, viendo que estaba fuera de su jurisdicción.
—Planeas hablar con el comandante y la Hokage.
—Eso sería lo más lógico e inteligente.
—Está bien. Yo me quedaré vigilando a este par de idiotas. Tú llámalos con tu espejo.
Y eso hizo. Tsunade-sama no tenía un espejo propio, pero sí Kakashi y Naruto. Si no le contestaban enviaría un clon en su lugar a Konoha. Por suerte, Kakashi apareció en el espejo en menos de 2 segundos. Debía haber estado durmiendo, pero parecía totalmente lúcido, como si hubiera estado esperando su llamada.
—¿Seina?
—Hola —sonrió ella—. Me gustaría decir que es una llamada social, pero mentiría. ¿Puedes pasarme con la Hokage o con Shikaku? Me temo que tenemos un gran problema.
—¿Problema inmediato o puede esperar un par de minutos?
—No tan inmediato.
—Está bien.
No pudo ver casi nada en el espejo ya que se lo había guardado en un bolsillo del chaleco, pero sí que escuchó como sonaba el viento mientras corría por los tejados y el sonido característico de una verja secreta de los conductos de los anbu.
—Alto. ¿Código?
Supo que debía estar moldeando su chakra en el código secreto de los anbu porque lo dejaron pasar a los pocos segundos. Escuchó como sonaba un par de golpes en clave en una puerta y luego ésta se habría.
—¿Tora? ¿Qué sucede?
—Kakashi-san solicita una reunión de urgencia, Tsunade-sama.
—…Que pase —se escuchó como la puerta se cerraba tras de ellos—. ¿Cuál es el problema?
—Aquí tiene —dijo su marido—. No sé nada más. Puede hablar con Seina a través del espejo.
Y, de repente, apareció su maestra con el cabello suelto y en pijama. Tenía expresión seria, y preocupada, así que Seina supo que estaba esperando lo peor. Antes de que su maestra pudiera abrir la boca, suspiró y se lo dijo todo.
—Tenemos un problema. Estos dos idiotas definitivamente son de Ne y tienen un paquete lleno de informes de los anbus de Konoha. Sobre todo, tus escoltas… —dijo ella, apuntando con el espejo al par de fichas que se podían ver dentro del sobre.
—…Mierda. ¿Están muertos?
—No. Solo inconscientes.
—Bien… Bien. Debo hablar con Shikaku, dame unos minutos. Tora, que venga el comandante Ryu. Tenzo, tú encárgate de Shikaku.
—Hai.
A los pocos minutos escuchó los pasos de alguien que debía ser Shikaku. El espejo se movió, apuntando al suelo, y luego fue colocado en vertical. Seina pudo ver a Shikaku sentado al lado de Kakashi en un sofá y al comandante anbu de pie contra la pared. A su propio lado, Sasuke dejó de observar el perímetro para mirar momentáneamente lo que estaba pasando en Konoha así que Seina agrandó el espejo y lo colocó contra un tronco, para tener las manos libres.
—Seina y Sasuke fueron enviados hace unos días de misión al puente del cielo y la tierra —empezó su maestra ante el silencio de todos ellos—. Danzo se me acercó, como ya sabéis, con la intención de introducir a sus agentes en dicho equipo. Por desgracia, no pude negarme ante la presión del consejo así que Sasuke y Seina partieron con un par de miembros de Ne.
—¿Y bien? ¿Qué ha pasado?
—Los esbirros de Danzo llevan consigo un sobre con informes de los anbus de Konoha… en especial, de los anbus que me escoltan rotacionalmente.
—…Tenemos un topo en anbu —habló el comandante ryu con voz gélida—. Me gustaría ver las fichas que han encontrado.
—¿Seina?
Procedió a enseñarles una a una las fichas que había dentro del sobre. Vio como Shikaku anotaba un par de cosas en una libreta pequeña mientras que Kakashi parecía exhausto de solo verlo. No pudo ver la expresión del comandante anbu, pero por su postura corporal diría que no estaba muy contento con lo que acababa de descubrir.
—La cuestión es, ¿qué hacemos con esto ahora? —preguntó Sasuke, hablando por primera vez en un rato.
—…Buena pregunta. Sin interrogar esos dos miembros de Ne no podemos estar seguros de qué traman —dijo Shikaku, inclinándose sobre su asiento con las manos bajo el mentón—, aunque lo más probable es que pensaran venderle esta información a Orochimaru o pasársela discretamente al espía para que, de igual modo, llegara a manos de Orochimaru.
—Eso significaría que no pueden dejar que capturemos al espía —pensó en voz alta su hermano, mientras ella pensaba exactamente lo mismo en su fuero interno.
—Cierto.
—Entonces, si es así, van a intentar sabotear la misión —masculló ella, irritada. Miró a Sasuke—. Tendremos que comprobar las trampas de estos inútiles.
—Otra opción sería que el espía de Orochimaru fuera un doble espía, es decir, que realmente trabaje para Orochimaru y solo estuviera jugando con Sasori. De ser así… es posible que os encontréis con Orochimaru.
Sasuke y Seina intercambiaron miradas antes de volver a centrarse en el espejo. Se hizo un silencio mientras todos parecían estar pensando qué hacer hasta que finalmente el comandante anbu habló.
—No podemos permitir que esa información salga de Konoha. Mis anbu estarán más en peligro de lo que ya lo están ahora.
—El comandante ryu tiene razón lo que significa que tenéis que falsificar esos papeles. Si los elimináis se darán cuenta de que lo sabéis —dijo Shikaku—. Una falsificación nos dará un poco de tiempo antes de que descubran que lo sabemos.
—Podría falsificar la documentación y usar mis poderes para evitar que se den cuenta —dijo ella, pero luego se le ocurrió otra idea—. De hecho, Sasuke podría poner un genjutsu lo suficientemente complejo para que Orochimaru o el espía piense que no es una trampa, pero lo suficientemente débil como para que pueda deshacerlo. En el momento en que deshaga el genjutsu…
—Planeas hacerle creer que la idea de Danzo es un intento de asesinato —sonrió levemente Sasuke, sabiendo por dónde iba su idea.
—Exacto. La información se destruiría en ese preciso instante así que Mizunoto y Kinoto no sabrían que la hemos falsificado. A su vez, si tenemos un poco de suerte, podríamos enfrentar a Danzo contra Orochimaru.
—Tendremos que distraer a estos dos para que no vean al espía deshacer el genjutsu. Deberíamos hacer estallar una trampa en el puente para camuflar nuestro engaño—meditó Sasuke—. Podríamos usar unos cuantos clones para hacernos pasar por Akatsuki y atacarnos a nosotros mismos, “distrayéndonos” y permitiendo a Mizunoto y Kinoto darle el paquete al espía. Después de todo, la información del topo de Orochimaru proviene de Sasori; no debería sorprenderle mucho que Akatsuki intente traicionarlo.
—Y Mizunoto y Kinoto no deberían sorprenderse de que nos atacase Akatsuki, siendo Orochimaru un antiguo miembro y estando yo presente. Bien visto.
—Bueno, parece que tenéis un plan —intercedió una voz, haciéndola pestañear—. No está mal, no está nada mal.
—Gracias Shikaku —bufó una risa ella—. Pende de demasiados hilos, pero es mejor que nada supongo.
—No. Lo cierto es que es lo mejor que podéis hacer ahora mismo.
—Aprovecharé esta tregua de tiempo para purgar el departamento —informó el comandante ryu—. Es algo que hacemos a menudo así que no debería sorprender demasiado a Danzo, aunque algo sospechará.
—Shikaku, quiero que realices tu propia inspección —ordenó la Hokage con voz autoritaria—. No quiero un maldito topo en ninguno de mis departamentos, ¿entendido?
—Si es necesario plantaré un topo falso de otra aldea —musitó Shikaku—. Eso explicaría por qué tenemos tanto interés en sanear nuestras filas tan de repente.
—Hazlo.
—Será mejor que nos coordinemos —dijo el Nara al comandante anbu—. Con un poco de suerte retirará a su topo antes de que lo “descubras”. Así sospechará menos de la operación.
El comandante ryu asintió, silencioso. La Hokage cogió el espejo para mostrarse a sí misma.
—Proceded con vuestro nuevo plan: que esa información quede destruida y, en segundo lugar, capturad al espía si es posible.
—Hai.
El espejo se desactivó y quedaron reflejados de nuevo en su superficie. Intercambió una mirada con Sasuke antes de fijarse en el par de traidores tumbados en sus respectivos sacos.
—Vamos. Tenemos mucho que hacer.
Notes:
Lo prometido es deuda. Aquí tenéis el capítulo extra. ;)
Chapter Text
La noche fue movida, como era lógico. Los de Ne durmieron sin problemas toda la noche mientras Sasuke y ella se dedicaron a poner una serie de trampas escondidas en ambos lados del puente. Además, modificó todas las fotografías y la mayoría de la información de los perfiles para que no pudieran reconocer a ningún ninja de Konoha. Lo último que hicieron, antes de irse a dormir un par de horas, fue hechizar los papeles para evitar que descubrieran el fraude y poner un genjutsu unido a una bomba, la cual se activaría cuando deshicieran la ilusión.
Al día siguiente, Seina bostezó mientras se tomaba un café para despertarse. Sasuke, a su lado, parecía un zombi mirando a la nada, como cada mañana. Los únicos que estaban más que preparados y descansados eran Mizunoto y Kinoto, irónicamente.
—Debería haberme levantado para mi turno de guardia —dijo Kinoto, cuando los vio descansar un rato sin hablar encima de un tronco.
—Me lo cobraré cuando regresemos a Konoha —contestó evasivamente—. Sea como sea, hoy pondremos las trampas de las que hablamos e investigaremos el perímetro. La cita con el espía es mañana a las 10:00 AM así que tenemos tiempo para hacer todo tipo de reconocimientos del terreno. Mizunoto, Sasuke y tú os encargaréis de la parte este del puente.
El resto del día pasó más o menos rápido. Seina se encargó de separar a la pareja de Ne para mantener a ambos controlados. Además, se asignó al lado oeste debido a que el espía supuestamente vendría desde esa dirección. Fuera como fuera, todo el perímetro que rodeaba al puente iba a estar vigilado por sus criaturas mágicas que ya había repartido la noche anterior. Por otro lado, había creado un par de clones para hacerse pasar por Tobi y Zetsu para que los “atacaran” y distrajeran; clones que estaban bajo un encantamiento y genjutsu en el lado este del puente. Si los de Ne eran medianamente listos sabrían usar ese momento para darle el paquete al espía mientras sus atacantes alejaban a Sasuke y a ella del puente.
Una vez el paquete hubiera sido entregado dejarían a los clones bajo un encantamiento, en espera a la siguiente parte del plan, y regresarían al punto de encuentro mediante el hiraishin. El espía, según lo que tenían calculado, huiría al ver el combate pero, si todo iba según lo esperado, sus criaturas serían capaces de seguirlo para poder capturarlo antes de que huyera demasiado lejos. Sasuke y ella capturarían al espía mientras que los falsos Akatsukis distraerían ahora a Mizunoto y Kinoto.
Era un plan que dependía de tantas variables, algo que odiaba, que estaba hasta nerviosa. Era esencial que los de Ne no supieran que los habían descubierto, pero también era clave que la información se destruyera para evitar cabos sueltos. Por no hablar del objetivo original, aunque ya no principal, de la misión: capturar al espía con vida.
Fuera como fuera, habían planeado y preparado el terreno lo máximo posible. Solo quedaba esperar.
—¿Crees que saldrá bien? —preguntó Sasuke con voz seria desde el otro lado del puente.
—No lo sé.
Estuvieron esperando un largo rato, en silencio, pero con los sentidos en alerta para evitar cualquier emboscada. Su clon, tapado con una túnica negra con una amplia capucha, iba a sonar igual que Sasori dentro de su marioneta. Sin duda alguna, esa voz era la que el espía reconocería ya que según la información de Kakashi, Sasori llevaba años sin usar su propio cuerpo fuera de su marioneta. Seina dudaba que fuera tan confiado como para mostrarse a sí mismo ante un supuesto espía.
De repente, mientras meditaba sobre la misión, vio a una persona aparecer en la línea de visión de una de sus criaturas. Vestía una túnica con capucha también, pero de color blanco grisáceo. No pudo verle la cara, ni tan solo los zapatos, pero por la envergadura y la forma de su espalda dedujo tentativamente que debía ser un hombre. Caminaba tranquilamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo, usando las sombras para pasar más desapercibido. Pronto entró en su campo auditivo y a los pocos minutos apareció ante la vista de todos.
Su clon salió de detrás de un árbol, donde lo había escondido, y caminó al mismo ritmo que el espía hasta que llegaron a la mitad del puente. Entonces, el muy bastardo se retiró la capucha, dejando ver su rostro. Era Kabuto. Sintió la sorpresa de Sasuke resonar con la suya, pero mientras que Kabuto le era indiferente a Sasuke, salvo porque trabaja con la persona que intentó secuestrarlo, Seina tenía algo pendiente con ese gilipollas. El mismo idiota que había intentado matar a su hermano mellizo hacía ya unos cuantos años.
—Tranquila… Tarde o temprano le daremos su merecido a esa ratita —ronroneó con malicia Kurama.
—Mejor temprano que tarde —siseó ella antes de suspirar hondo. Tenía que centrarse en su misión.
Con su araña diminuta en su clon podía verlo todo como si estuviera experimentando la reunión en primera persona así que se dedicó a mantener un ojo en el espía y otro en los alrededores, pero parecía que había venido solo.
—Sasori… Es la primera vez que te veo fuera de tu marioneta —dijo Kabuto, intentando ver a Sasori bajo la túnica.
—Hmpf… ¿Crees que soy idiota? —preguntó su clon con cinismo, con la voz disfrazada—. Preocúpate de tus asuntos, Kabuto, y del tema que nos atañe.
—Cierto, supongo. Todavía estoy un poco desorientado desde que se disolvió tu jutsu y empecé a recordar quien era.
—Tengo unas cuantas preguntas —cortó su clon, igual de soberbio que Sasori.
—Pues tendrás que hacerlas rápido. Estoy arriesgando mi vida en venir hasta aquí.
—Las bases de Orochimaru, cuántas son y dónde se encuentran.
—Existen varias bases habilitadas, a pesar de los esfuerzos de Konoha por destruirlas —musitó Kabuto—. Orochimaru es listo así que cambia de base semanalmente. La mayoría de bases se encuentran en el país del Sonido, pero también hay unas pocas en otros países, donde los espías de Orochimaru las mantienen para cuando él las necesite.
—¿Y dónde se encuentra ahora?
—… Ahora está en una base localizada en un lago del norte. En unos 3 días volverá a moverse.
Seina no captó el sonido, pero vio a Orochimaru aparecer detrás de un árbol de la nada. No logró ver cómo lo hizo, pero, a juzgar por la serpiente que reptaba a sus pies y que podía ver gracias a su abeja espía, dedujo que debió tener algo que ver. Kabuto se cortó de golpe, como si le hubiera sentido él también, y lanzó un kunai en su dirección. Muy astutamente, Orochimaru usó un conejo para cubrir su rastro.
—¿Estás viendo esto? —preguntó a Sasuke. Notó como él asentía—. Al final ha venido.
—No debe fiarse de Kabuto, o Kabuto es un doble espía.
—Tiene más pinta de lo segundo.
Su clon seguía hablando con Kabuto, quien se mostraba algo más nervioso, como si estuviera temiendo por su vida. Seina miró de reojo a Kinoto, quien parecía estar totalmente enfocado en Kabuto, y supo que tendría que poner en marcha la segunda parte del plan antes de que Orochimaru pudiera mostrarse.
—¿Preparado?
—Sí.
Hizo la señal a sus clones disfrazados, usando sus invocaciones mágicas, e hizo explotar una de las trampas que Kinoto y Mizunoto no sabían que habían puesto. Seina observó los 5 frentes con un pequeño dolor de cabeza. Los de Ne parecían mínimamente sorprendidos de la presencia de Tobi y Zetsu mientras que Orochimaru estaba ahora mirando la escena atentamente, escondido en las ramas de un árbol en lugar de estar postrado en el suelo acompañado de su serpiente. Parecía que no quería llamar la atención a sus ex compañeros.
Lo más interesante era, sin duda, la reacción de Kabuto. Estaba claro que no se había esperado el ataque de los nuevos “Akatsukis”. Parecía sorprendido de verdad.
—Vaya, vaya… Sasori no ha sido un chico bueno, no —dijo su clon disfrazado de Tobi, con su voz irritante.
—Te dije que tramaba algo.
—¡Esto no era parte de nuestro acuerdo! —exclamó Kabuto, sacando un kunai y usando su chakra con la mano libre, metros más atrás de donde había explotado la bomba.
—Kabuto es mi espía en la base de Orochimaru —dijo el falso Sasori, con exasperación, ignorando al susodicho—. No estaría mal que alguno de nosotros tuviera información de lo que hace ese traidor a nuestras espaldas.
—Ya es demasiado tarde. Unas 4 ratitas os han estado espiando desde el principio —rio el Zetsu blanco y luego canturreó con alegría—. ¡Salid, ratitas, salid!
Seina dio la señal y todos salieron de su escondite. Las trampas estaban funcionando tal y como habían pensado: Kabuto fue separado de Sasori y herido por un talismán explosivo. Mientras tosía, Kabuto desactivó su escápelo de chakra y se dio media vuelta. Sin decir nada más, dejó atrás a Sasori para escapar de Akatsuki, quienes ahora intentaban capturarlo.
—¡Lo necesitamos vivo! —gritó ella, mientras todo su equipo intentaba retener a sus clones disfrazados, dándole la perfecta oportunidad a Kabuto de escapar.
Sasuke hizo bien su papel, usando las técnicas y estrategias que tantas veces habían practicado para que sus clones supieran como evitar ser disueltos por error. Vio de reojo, suprimiendo una sonrisa, como Mizunoto creaba un clon que se escabullía por la arboleda con la mochila llena de informes falsos. Aun así, la idea había sido quitarse de encima a los miembros de Ne para poder parar la pelea y seguir a Kabuto. Primer punto del plan que se torcía.
—Debemos deshacernos de estos dos temporalmente —le comentó a Sasuke.
—Detonaré la trampa 17.
—Listo.
Una de las trampas secretas se activó, lanzando una red metálica conductiva de chakra. Sasuke usó un genjutsu de amplio rango para capturarlos a todos con la mala “suerte” de que Mizunoto fue atrapado por la red al no poder evitarlo. El chakra eléctrico previamente cargado lo dejó inconsciente en pocos segundos. Kinoto, no obstante, logró evitarlo sin pestañear; ni siquiera miró el cuerpo tendido en el suelo del puente de su compañero.
Seina dio un pequeño golpe de talón cargado de chakra en el puente y éste se tambaleó a la misma vez que otra trampa de fuinjutsu se activaba a manos de Sasuke. Kinoto esquivó varias patadas de uno de sus clones, seguidas de una puñalada casi certera, que lo obligó a retroceder hasta el círculo de fuinjutsu, previamente preparado, quedando inconsciente al instante. En cuanto estuvo tendido en el suelo sin conocimiento Seina lo cogió antes de saltar hacia la arboleda, seguida de Sasuke y el cuerpo de Mizunoto. Los dejaron escondidos, por si acaso, con la compañía de un clon suyo sin disfrazar. Dudaba que se despertaran en horas, pero de hacerlo sospecharían de por qué estaban desprotegidos en mitad de una misión.
Sus clones disfrazados de Akatsuki se escondieron, a la espera de la tercera parte del plan, mientras Sasuke y ella usaban el hiraishin en la criatura que había plantado en la mochila de Kinoto.
—Pero, ¿¡qué demonios!? —gritó Kabuto cuando los vio aparecer encima de él.
Soltó la mochila como si estuviera infectada, pensando más en defenderse de ellos que de mantener su botín a su lado. Orochimaru, un par de metros más allá, se dio la vuelta al instante. Sus ojos se abrieron con un creciente fervor al ver a Sasuke a tan solo 3 metros de distancia.
—Veo que habéis dejado atrás a vuestros compañeros —dijo Orochimaru, postrado en lo alto de un árbol, con una sonrisa algo macabra—. Interesante.
—Nuestra misión es capturar al espía —contestó ella, como si hablara del tiempo. Luego miró a Kabuto—. Pero tú no eres realmente un espía de Akatsuki, ¿verdad?
Kabuto sonrió levemente, con un atisbo de arrogancia que la enfadó, abriendo la boca para contestar. Sasuke, antes de que pudiera decir nada, lo cortó con su fría sequedad habitual; una que a mucha gente le parecía hasta arrogante pero que Seina sabía que era más bien fruto de la impaciencia.
—Da igual lo que sea. Hemos venido a capturarlo. No vamos a dejar que te vayas así sin más. Orochimaru puede irse a la mierda.
Kabuto perdió su expresión complacida, claramente irritado por Sasuke. Estaba claro que se había dado cuenta que para Sasuke él solo era una misión. A su hermano no le importaba ni interesaba lo más mínimo Kabuto, ni Orochimaru, y eso para unas personas tan arrogantes como ellos debía escocerles. Orochimaru dejó de sonreír mientras contemplaba, relamiéndose los labios como un psicópata, a Sasuke. Claramente estaba maquinando algo.
—No tienes muy buenos modales, Sasuke-kun —siseó el sanin—, pero qué se puede esperar de alguien que ha crecido con un par de huérfanos a los todos repudiaban, un jonin lunático como maestro y a la sombra de un traidor y asesino de familia como Itachi Uchiha.
—Mmm… —murmuró Sasuke, sin afectarle nada de lo que estaba escuchando. Miró a Orochimaru con indiferencia—. Supongo que tú claramente entiendes de traidores, después de todo.
Orochimaru, a pesar de lo inteligente que era, pareció haberse ofendido. De su brazo salieron una docena de serpientes hacia Sasuke, atacándolo frontalmente. No sabía si para matarlo o para hacerse con su cuerpo. Aun así, los ojos evolucionados de Sasuke lograron evitar todos los ataques, a la vez que les cortaba todas las cabezas con una lanza de chidori en su mano. Kabuto intentó atacarla a ella, para igualar la pelea, pero no se había dado cuenta de la cadena, tímida y discreta, de adamantina que había estado enterrando en la tierra.
—¡AGH! —gritó él, siendo atravesado por su cadena por la espalda.
Orochimaru dejó de pelear un segundo con Sasuke para mirar de reojo a su mano derecha. Alzó otro brazo, del cual una única serpiente salió, que se enrolló entorno a Kabuto, claramente para arrastrarlo lejos de ella. Antes de que pudieran cortar esa nueva serpiente Kabuto fue reversamente invocado, para la sorpresa de Sasuke y Seina. Orochimaru aprovechó su finta de la serpiente para lanzarse contra ella con la boca abierta. Vio con algo de asco que al mismo tiempo que se abalanzaba sobre ella la punta de una espada empezaba salir de lo más profundo de Orochimaru, dispuesta a ensartarla.
Kabuto reapareció detrás de Sasuke con una serpiente y el escalpelo de chakra en la mano pero Sasuke fue más rápido y logró esquivarlo. Seina dejó de observarlo de reojo para centrarse en su propia pelea. Estuvieron intercambiando golpes con sus armas, pero Orochimaru era escurridizo. Usaba a sus serpientes como si fueran sus propias extremidades aunque, visto lo visto, Seina se preguntó si realmente no lo eran.
El cuello alargado de Orochimaru volvió a su sitio, como si nada, dejándola un poco impresionada, para qué mentir. Por suerte para ella, y por desgracia para Orochimaru, sus cadenas actuaban de la misma forma que sus serpientes. Vio el rostro entre irritado y divertido del sanin cuando sus cadenas de adamantina repelieron por enésima vez a sus animales.
—Debo admitir que eres más interesante de lo que esperaba.
—¿Quieres que te enseñe algo nuevo? —preguntó ella, con voz melosa, contemplándolo con frialdad. Kurama salivó con malevolencia en su interior, su risa siniestra retumbando en su cabeza.
—Dudo que logres sorprenderme mucho más —respondió el sanin con desinterés.
—Huh. Yo no estaría tan seguro.
Sonrió con malicia, provocando que se alzara la ceja de su enemigo, a la vez que uno de sus clones escondidos usaba el hiraishin detrás de él con una bijuu dama del tamaño de una pelota de golf en la mano. Orochimaru lo notó una milésima de segundo demasiado tarde. La expresión sorprendida y temerosa de su enemigo le dio placer. La bola de chakra demoníaco condensado impactó contra su costado medio girado, haciéndolo volar por los aires como una bala y estrellarse contra una ristra de árboles de los cuales no pudo protegerse debido a la parálisis que el chakra demoníaco le estaba produciendo, entre otros efectos igualmente devastadores.
Finalmente, el chakra demoniaco se consumió, quedando Orochimaru sepultado bajo unos árboles y ramas a casi 150 metros de distancia. No tenía que examinarlo para saber que su cuerpo, si realmente no había podido protegerse o escapar, estaría lleno de quemaduras, huesos rotos y chakra corrupto que actuaba tal cual el veneno.
—¡Orochimaru-sama! —gritó Kabuto al verlo.
Hizo el ademán de aproximarse a Orochimaru pero Sasuke no lo dejó. Seina empezó a alzar una barrera de fuinjutsu, ante el creciente nerviosismo de Kabuto, quien ya no parecía tenerlas todas consigo.
—Mantenle distraído un rato —dijo ella, cansada de la misión, a Sasuke.
—¿Qué crees que estoy haciendo?
—¿¡Creéis que lograréis capturarme!?
—Calla, imbécil.
Seina bufó una risa al escuchar la contestación de Sasuke. No quería usar su magia delante de Orochimaru y Kabuto ni de Ne, a pesar de que seguían inconscientes, así que solo quedaba una opción para atrapar a Kabuto sin que usara la invocación reversa como antes. Aun así, antes de que pudiera completar la barrera escuchó el sonido de un árbol caer e impactar contra el suelo. Miró hacia atrás, gruñendo de frustración, y vio como del cuerpo demacrado de Orochimaru salía otro Orochimaru.
—¿Estás viendo eso?
—¡Estoy un poco ocupado! —le recriminó Sasuke, batallando todavía con Kabuto.
De repente, una espada fue lanzada en su dirección, haciéndolos saltar uno tras otro. Seina maldijo en voz alta, evitando ser ensartada y dejando su barrera de fuinjutsu. Sasuke intentó atrapar a Kabuto en un genjutsu, como había estado intentando hacer desde el principio, pero Kabuto siguió sin mirarlo a los ojos. Es más, cambió de estrategia al ver su distracción. Usó un clon de agua con el cual se intercambió y aprovechó el momento para escapar. Sasuke decapitó al clon con un gruñido frustrado y una lanza de chidori.
Cuando pestañearon vieron que tanto Kabuto como Orochimaru habían desaparecido.
—¿Y ahora qué?
—Sigámoslo —ordenó ella, poniéndose en marcha—. He conseguido plantar una invocación en su ropa con mi cadena de adamantina, pero creo que será mejor que nos lleven hasta su base.
—Con un poco de suerte no se irán hasta dentro de 3 días.
—No creo que sean tan arrogantes… —pensó ella en voz alta, saltando de rama en rama a una distancia más que prudencial de Kabuto y Orochimaru.
El paseo duró casi una hora hasta que llegaron a una esplanada de tierra con una pequeña colina de roca. Los había visto entrar ahí dentro así que hizo un gesto a Sasuke desde la última línea de árboles. Pararon detrás de una sombra para formular otra estrategia.
—Comamos algo y descansemos unos minutos —dijo en voz baja—. Ahora mismo están recuperándose de sus heridas. Además, Orochimaru ha cogido la mochila de Kinoto antes de escapar así que con un poco de suerte quedará aún más herido.
Sacaron un bento y sus cantimploras, comiendo resguardados tras un árbol y barreras mágicas. Sentados en la hierba, Seina suspiró mientras descansaba su cuerpo y mente de la tensión de los últimos días. Sintió como la irritación y el enfado de Sasuke por haber dejado escapar a su víctima se desvanecía poco a poco hasta que ambos quedaron nuevamente en harmonía. Había sido muy extraño no tener a Naruto con ellos. Quizás por eso el ambiente estaba tan enrarecido. Después de todo, era la primera misión desde su regreso que hacían por separado, y encima acompañados de los esbirros de Danzo a quien Sasuke ansiaba matar.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó su hermano entre bocados—. ¿Lo intentamos capturar o derruimos su base?
—Sinceramente… Kabuto es escurridizo y ahora mismo está pegado al culo de Orochimaru. Va a ser difícil de capturar. Además, teniendo en cuenta sus habilidades, el hecho de que Danzo haya podido introducir un topo en anbu y su relación con Orochimaru… ¿Crees que no escapará de las celdas de Konoha de una forma u otra si realmente logramos capturarlo?
—Ya. Konoha no es segura ni infalible ahora mismo.
—Cierto…
—Entonces será mejor que robemos toda su documentación y destruyamos su base, como hemos estado haciendo.
—Eso es lo que había pensado. Si dejamos que se vayan por su propio pie en 3 días, tal y como ha dicho Kabuto, no encontraremos nada en esta base. Saben que rondamos los alrededores. Lo más inteligente sería dejarlo todo limpio y marcharse sin hacer más ruido.
—¿A qué esperamos? Si nos quedamos aquí afuera esperando mucho tiempo los otros idiotas despertarán, y entonces tendremos otro problema.
—Tienes razón —suspiró ella, bebiendo un poco de agua fresca de su cantimplora—. Acabemos de comer primero y luego seguiremos con la misión.
Comieron en silencio mientras espiaban a través de los ojos de su araña la base de Orochimaru. Por suerte no se habían dado cuenta de su presencia así que pudo ver como se lavaban y curaban las heridas en una especie de laboratorio/enfermería. Orochimaru no dijo nada mientras limpiaba su arma y veía como Kabuto se curaba a sí mismo. Acto seguido, la mochila pareció llamarles la atención a ambos.
—¿Qué cree que quería darnos, Orochimaru-sama?
—Mmm… Seguro que tiene algo que ver con el desgraciado de Danzo.
—Déjeme a mí —cortó Kabuto, cuando vio como su maestro y amo se acercaba a la mochila—. Podría ser una trampa.
Vieron en silencio como Kabuto examinaba la mochila de Kinoto, sin encontrar nada raro. Luego la abrió y procedió a sacar todo su contenido, ordenándolo escrupulosamente en la mesa metálica de operaciones vacía. Orochimaru lo contempló con los brazos cruzados y expresión neutral. Finalmente, la mochila quedó vacía así que Kabuto le dio la vuelta y la sacudió.
—Un doble fondo —dijo el sanin al escuchar el movimiento de algo dentro de la mochila.
—Parece un sobre lleno de documentación.
—Espera un segundo, Kabuto. ¿No notas el genjutsu? —cogió la mano de Kabuto antes de que pudiera abrir el sello—. Parece una trampa.
—¿Cree que serían tan idiotas como para intentar atacarlo?
—Mmm… —musitó de nuevo Orochimaru, mirando de reojo a Kabuto antes de contemplar el sobre—. Dámelo. Yo desharé el genjutsu.
Seina se levantó, haciéndole un gesto a Sasuke.
—Por fin ha descubierto nuestra artimaña —dijo ella, colocándose de nuevo el wakizashi en la espalda—. Voy a llamar su atención. Tú entrarás en la base con la ayuda del hirashin y recogerás todo el papeleo que puedas mientras colocas los talismanes explosivos, ¿entendido?
—Entendido. Estoy listo.
—Esperaré hasta que veamos cómo se quema la documentación y luego empezaremos la última parte del plan.
Vio en silencio como Orochimaru deshacía el genjutsu de Sasuke con bastante maña. Aun así, ni él parecía haberse dado cuenta de las runas explosivas que estaban escritas en cada una de las hojas e incluso en el sobre. En cuanto lo abrió se produjo una explosión instantánea que calcinó las manos de Orochimaru, y los papeles falsificados. Ambos se cayeron al suelo de la onda expansiva. Aun así, no fue tan fuerte como para derrumbar la caverna sobre sus cabezas, pero sí lo suficiente como para haberle hecho daño al mismísimo Orochimaru. De no haber sido por sus reflejos hubiera perdido más que las manos.
—¡Orochimaru-sama!
Orochimaru gruñó de dolor mientras Kabuto le intentaba curar las manos. Le apartó con un codazo antes de volver a deshacerse de su piel, como si fuera una puñetera serpiente.
Seina usó de nuevo una bijuu dama en dirección a la colina de tierra. Explotó creando un cráter del tamaño del comedor de su casa. Sasuke, mientras tanto, activó su brazalete de invisibilidad para poder adentrarse sin problemas en la base. Las vibraciones de su explosión recorrieron toda la base hasta alertar a Orochimaru y a Kabuto de su presencia. Dejaron lo que estaban haciendo, sabiendo que cualquier cosa que hubiera habido en el sobre estaba ya destruido, y se dirigieron hacia la salida. Sasuke aprovechó el momento para entrar en el laboratorio vacío.
—¿Estás preparado para nuestra primera lucha? —preguntó a Kurama, quien estaba deseoso de salir ahora que ya no estaban cerca de los esbirros de Danzo ni de “Akatsuki”.
—No sabes cuanto…
Notes:
Aquí tenéis el nuevo capítulo. ¿Habíais olvidado a Orochimaru? ;)
Chapter Text
Vio a Orochimaru salir el primero por el cráter, con expresión verdaderamente enfadada. No tardó ni dos segundos en encontrarla con la mirada.
—Tú otra vez —siseó, apretando involuntariamente la mandíbula de la ira—. Debí haberte matado hace años, cuando tuve la oportunidad.
—Déjeme acabar con ella, Orochimaru-sama —le pidió Kabuto—. Está sola. No puedo percibir a nadie más.
—Yo nunca estoy sola…
La cadena de adamantina salió de su espalda. Dejó que resonará su tintineo metálico por el claro sin esconder su presencia. Después de todo, pronto verían a Kurama atado a ella. Orochimaru y Kabuto vieron un trozo de una de sus cadenas, cayendo poco a poco al suelo desde su espalda. Estaba claro que no sabían qué tramaba, pero, por primera vez parecían estar entendiendo que era más peligrosa de lo que parecía a simple vista. Kurama saltó de su sello al mismo tiempo que usó la cadena como una extensión, clavándosela indoloramente entre sus enormes clavículas en un practicado movimiento que apenas duró medio segundo.
Saltó en la espalda de Kurama, viendo los rostros no tan indiferentes de sus enemigos: el rostro pálido y conmocionado de Kabuto y los ojos fijos y serios de Orochimaru. Para Kurama, con su altura de 50 metros, Orochimaru y Kabuto debían ser unas verdaderas hormigas, y eso que no era ni la mitad de su altura real.
—No es posible —dijo Kabuto con temor. El rostro blanquecino y húmedo fruto del miedo lo delataron rápidamente—. Naruto es el jinchuriki del Kyubi.
—Y, sin embargo, aquí estoy, gusano —rio con malicia Kurama.
Orochimaru no habló, parecía estar pensando sobre si luchar o huir así que Seina decidió por él. Kurama no se lo pensó un par de veces, se inclinó sobre ellos para darles un zarpado que apenas pudieron esquivar. La tierra voló por los aires, al igual que Orochimaru y Kabuto, quienes aprovecharon para invocar a Manda. El jefe de las serpientes no tuvo tiempo de reconocer dónde estaba ni por qué había sido invocado cuando Kurama lo atrapó entre sus fauces, mordiéndole el cuello y sujetando su cuerpo retorcido con las garras.
Los siseos, gruñidos y rugidos de dolor y exaltación resonaron por todo el claro mientras los humanos se tambaleaban encima de sus respectivos titanes.
—¡Atrápalo con tu cuerpo, Manda! —ordenó Kabuto mientras la serpiente morada con cuernos se retorcía, intentando zafarse de la mordedura.
Le hizo caso, quizás por instinto, y enrolló su cola entorno a Kurama. Antes de que pudiera apretarlo y romper sus huesos, Seina usó sus cadenas cargadas de chakra demoníaco para clavárselas y defender a Kurama. Manda siseó, nuevamente herido, y se removió violentamente de un lado para otro en un último intento de clavarle los colmillos a su atacante. Seina observó como el bijuu bajo sus pies lo escupía, evitando ser alcanzado, con el morro lleno de sangre y las garras clavadas en la carne de su víctima.
—¡Se escapan! —gritó ella, viendo como Kabuto y su amo habían aprovechado la convulsión de Manda para bajar de la invocación sin que casi se diera cuenta.
Kurama arañó por última vez a Manda antes de saltar por los aires, cayendo entre la arboleda. Ambos sabían que no podía dejar a Sasuke solo allí abajo así que, con un rugido furioso y decepcionado, lanzó una pequeña bijuu dama en dirección de Orochimaru y Kabuto, arrasándolo todo a su paso. Cuando todo quedó en calma después de varios minutos vio entre la ceniza, humo y arena que flotaban en el aire como todo lo que había estado delante del ataque de Kurama había quedado arrasado, formando un cráter semicircular en el suelo y prendiendo parte de las ramas más cercanas a la onda expansiva.
Seina chasqueó la lengua, usando un jutsu de agua para sofocar el incendio antes de que pudiera extenderse. Intentó divisar a sus enemigos, pero tuvo que reconocer que habían huido, al igual que la moribunda serpiente que habían dejado a sus espaldas y que no había osado atacarlos cuando estaban medianamente distraídos, quizás porque no había tenido fuerzas o tal vez por temor a la ira de un ser muy superior a él.
—Malditas ratas, siempre escabulléndose —masculló Kurama con enfado—. Ha sido una lucha patética. ¡Ni siquiera me ha dado tiempo a nada!
—Siempre quedará la próxima vez… Mira, ahí está Sasuke. Regresemos.
Kurama se empequeñeció a sí mismo, usando su magia compartida, y la llevó hasta donde Sasuke los esperaba.
—Os he escuchado hasta bajo tierra —rodó los ojos su hermano de otra madre—. No ha sido muy sutil que digamos.
Seina se encogió de hombros mientras Kurama saltó sobre su hombro en su tamaño gatuno, disfrutando del aire libre. Todavía estaban intentando acostumbrar a la gente de sus poderes extras cortesía de Kurama, pero pronto sería habitual que lo vieran acompañarla por la calle. O eso esperaba. Sabía que Kurama estaba deseando más que nadie que llegara ese momento porque querría decir que nunca más tendría que volver a su sello si no quería.
—Está hecho —asintió Sasuke antes de que pudiera abrir la boca—. Tengo un montón de documentos y la caverna está minada. Al parecer no había nadie más salvo Orochimaru y Kabuto.
—Genial. Reventemos esta mierda y vayámonos.
El final de la misión fue extremadamente anticlimático. Mizunoto y Kinoto no habían despertado de su sopor de inconsciencia así que simplemente deshizo los clones disfrazados de Akatsuki y cargaron con los cuerpos dormidos de sus compañeros hasta otra zona más lejana. Iba a ser fácil mentirles y decirles que habían logrado escapar. Después de todo, no es como si pudieran contradecirlos habiendo estado inconscientes durante prácticamente media misión.
—No ha estado mal, después de todo —le dijo a Sasuke mientras corrían en dirección a Konoha, en silencio.
—No sé tú, pero yo estoy deseando sentarme.
Seina evitó bufar una risa al escuchar las palabras secas de su hermano. Miró de reojo a los de Ne, imaginando que se estarían preguntando qué había pasado con la mochila con papeles y con Akatsuki.
Cuando llegaron a Konoha, un par de días después, se marcharon cada uno por su lado. Seina observó por última vez la espalda de Mizunoto y Kinoto, sabiendo que no sería la última vez que los viera. Era de noche cuando llegó a su casa, después de despedirse de Sasuke en su propia puerta, pero no había nadie a quien pudiera despertar con su ruido.
—He salido de misión con Naruto. Nos vemos pronto. Te quiero. K.
Sonrió mientras hacía desaparecer la nota de su marido.
—Hogar, dulce hogar —dijo para sí misma mientras dejaba sus cosas en el armario de la entrada y se calzaba las zapatillas de estar por casa.
Estaba cansada así que se limitó a comer algo rápido, darse una ducha y tirarse en plancha en su cama de matrimonio. Estaba tan rendida que se durmió en cuanto cerró los ojos.
Despertó lentamente, inconscientemente sabiendo que estaba a salvo, cuando notó unos labios sobre su mejilla y una mano acariciarle el cabello. Tardó un segundo en reconocer a Kakashi.
—Mmm… —murmuró, todavía aferrándose al último retazo de sueño.
Kakashi se rio calladamente en su pelo, acostándose detrás de ella y abrazándola por la espalda. Notó la adoración que le profesaba Kakashi, un atisbo de diversión y su amor. No estaba tan consciente como para hablar pero, fuera como fuera, su marido debió de percibir sus emociones porque la estrechó contra él.
—Yo también te quiero. Duerme. Te despertaré en un rato.
Seina dormitó entre sus brazos, sin preocupación alguna. No supo cuánto tiempo pasó hasta que Kakashi la despertó, besando su rostro hasta hacerla sonreír. Se revolvió, enterrando su cabeza en su pecho, y sintiendo como se movía de la risa.
—A pesar de que me encantaría pasarme el resto del día en la cama contigo ha llegado una nota para ti.
—Ugh…
Se levantó con mucho cansancio, como si no hubiera dormido más de lo habitual, y abrió los ojos de mala gana. Vio el rostro de Kakashi a escasos centímetros, sacando la nota con un chasquido de dedos. Ni siquiera tuvo que ver el sello de su maestra para saber de qué iba a ir la reunión.
—Joder.
Kakashi bufó una risa, dándole un último beso en la frente antes de dejarla en la cama. Leyó las escasas frases de la Hokage mientras se lavaba los dientes y empezaba su día a día. Escuchó como Sasuke llamaba a la puerta de su casa antes de que Kakashi le abriera. Bajó las escaleras sin el chaleco puesto, viendo como Sasuke, al contrario, estaba vestido y totalmente despierto.
—¡Hey! ¿¡Cómo te atreves a dejarme hablando solo, teme!? —gritó Naruto, acercándose corriendo peligrosamente a la casa. Sonrió momentáneamente en su dirección antes de fruncirle el ceño a Sasuke, quien lo ignoró completamente—. ¡Yo también formo parte de este equipo! ¡Quiero saber qué pasa!
—Nadie te está ocultando nada, dobe. La nota iba dirigida a mí.
Seina vio cómo se avecinaba otra discusión así que carraspeó la garganta, atrayendo la atención de todos. Se sentó en silencio en la mesa, donde Kakashi le había preparado el desayuno y ya se encontraba comiendo.
—¿Vais a tardar mucho en zanjar esta tonta discusión o podemos ir al meollo de la cuestión?
—Mhpf…
Se hizo un silencio menos irritante mientras desayunaba, aun así, sabía que la estaban esperando para ir a la torre de la Hokage así que suspiró y limpió los platos con su magia antes de ponerse de pie. Al contrario de lo que había esperado, solo la esperaba Tsunade-sama acompañada de Shizune.
—Había pensado en reuniros a todos de nuevo —suspiró su maestra—, pero al final he pensado que era mejor así. No quiero llamar la atención de Danzo ahora.
—Como si no te prestara ya atención —dijo Naruto, cruzando los brazos tras su cabeza.
Tsunade-sama lo fulminó con la mirada un segundo antes de suspirar. A pesar de su falta de tacto Naruto tenía toda la razón. Luego hizo un ademán en su dirección así que procedió a explicarle todo con pelos y señales, segura de que nadie podía espiarlos tras las barreras protectoras que ella mismo puso hacía ya años.
—Más de lo mismo… —suspiró nuevamente Tsunade—. Este hombre no se cansa.
—Debo admitir que su persistencia es admirable, si no fuera porque es como un puñetero grano en el culo.
—Por suerte cada vez falta menos para que pase el plazo de reinserción de Itachi —dijo Shizune, con más optimismo—. Entonces podremos capturarlo y juzgarlo públicamente.
—Lo sé, pero no me gustaría que ahora, en la recta final, algo se torciese. De cualquier modo, equipo 7, podéis iros. Ya tengo toda la información necesaria. Cuidad las apariencias mientras tanto, ya lo sabéis.
—Hai.
Se despidieron al unísono, dejando el despacho de la Hokage con un regusto amargo de boca. Seina se había acostumbrado a estar en el centro del meollo así que le parecía extraño no enterarse de lo que iba a pasar o estar presente en las reuniones de estrategia con Shikaku y el comandante anbu. Aun así, sabía por qué su maestra había sido tan seca. No habían pasado ni 2 días desde su vuelta a casa así que Danzo debería estar muy irritado al no saber si sus hombres de confianza habían podido llevar a cabo su misión extraoficial; sin la confirmación de Orochimaru no podía saber si los papeles habían llegado a él o incluso si pensaba hacer algo con ellos. Si Seina fuera Danzo estaría vigilándolos de cerca, para intentar descubrir si era consciente o no de lo que había tramado.
Al salir de la torre se toparon con Shikamaru, su antiguo profesor Asuma, Kotetsu e Izumo.
—¡Hombre, cuánto tiempo! —saludó con una sonrisa Naruto—. ¿Qué hacéis lejos de la puerta principal?
—Nosotros también hacemos misiones de campo, mocoso —bufó una risa Kotetsu, dándole un empujón amistoso a su hermano al pasar por su lado en dirección al despacho de la Hokage.
—¿Os vais de misión ahora?
—Nah… Solo es una reunión estratégica con los otros equipos —informó Shikamaru, reprimiendo un bostezo—. No sé si lo sabéis, pero Tsunade-sama ha reunido a 20 equipos de 4 ninjas para ocuparse de temas… delicados.
—¿Akatsuki? —dijo Sasuke con voz seria y cruzándose de brazos.
—Entre otros….
—Vamos Shikamaru, ya hablarás luego con tus amigos —cortó Asuma, subiendo por las escaleras detrás de Izumo.
—¡Hey! Queremos saber lo que está pasando.
Shikamaru suspiró, masajeándose las cervicales con expresión cansada. Luego asintió en su dirección con expresión seria.
—Hablamos en un rato en el antiguo campo de entrenamiento.
Vieron cómo se marchaba, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón jonin, antes de darse la vuelta en dirección a las escaleras. Salieron de allí sumidos en un silencio pensativo que fue cortado por su hermano mellizo.
—¿Qué creéis que habrá querido decir?
—¿Sabrá Shikamaru algo de Danzo? —pensó y preguntó mentalmente Sasuke.
—No tengo ni idea… aunque supongo que nos enteraremos dentro de un rato. ¿Por qué no vamos a dar una vuelta por la aldea mientras hacemos tiempo? Dudo que salgan en 5 minutos de la reunión.
Estuvieron caminando la aldea a paso tranquilo, dando unos rodeos por las tiendas y visitando un par de calles interesantes con estantes de comida callejera. Se pidió un par de trozos de pastel, totalmente hambrienta, y se sentaron en un banco frente al río para comérselo lejos del gentío.
—¡Seina, Naruto, Sasuke! —llamó una voz. Se dieron la vuelta, viendo a Ino caminar con Tenten hacia ellos—. ¿Qué hacéis aquí?
—Hacemos tiempo hasta que salga Shikamaru de su reunión.
—¿Shikamaru? Ah, sí, la reunión con Tsunade-sama —meneó la mano distraídamente su amiga. Vio como Tenten parecía interesada, y confundida, así se encogió de hombros—. Es sobre los equipos esos que ha formado Tsunade-sama. Seguro que tiene algo que ver con Akatsuki. ¿Lo estáis esperando para hablar de eso?
—Sí. Nos va a poner al día. Hemos quedado en el antiguo campo de entrenamiento.
—Genial. ¿Os importa si Chouji y yo vamos? También nos gustaría saber qué está pasando.
Naruto y Sasuke se encogieron de hombros mientras ella se acababa su comida.
—Creo que yo también iré —dijo Tenten—. Últimamente he estado escuchando rumores extraños y… Neji dice que vio a un par de ellos en una misión hace un par de semanas. Estaban relativamente cerca.
—¿En serio?
Seina intercambió miradas con su equipo. Se hizo un silencio mientras pensaban en lo que acababan de escuchar. Al final, Ino y Tenten decidieron asistir a su reunión improvisada así que se fueron en busca de sus Chouji y a dejar las bolsas de la compra que llevaban encima.
—Nos vemos en 20 minutos.
—Hasta ahora.
Echaron a caminar hacia el campo de entrenamiento, hablando mentalmente de un poco todo.
—Creo que es el momento de contarles todo lo que sabemos a nuestros amigos —dijo ella, reconociendo la obviedad—. Hemos pasado 3 años a fuera. Ahora ellos también tienen información pertinente.
—Cierto. Podrían saber algo importante que no sabemos.
—Además, si Shikamaru y los demás van a enfrentarse a Akatsuki… cuánta más información tengan, mejor.
—Mira, ya está ahí Shikamaru.
—Si que has tardado poco —dijo ella, dándole un empujón a su pie con el suyo propio al verlo tirado en la hierba.
—Acabo de salir. No era nada importante.
—Nos hemos encontrado a Ino y a Tenten. Dicen que quieren estar presentes.
—…—Shikamaru suspiró con expresión cansada—. Debí verlo venir.
Esperaron a los demás tumbados en la hierba, descansando, cuando apareció Ino y Tenten en compañía de Neji, Shino, Kiba, Hinata y Chouji. Shikamaru, al verlo, volvió a suspirar lo que ocasionó que su equipo entero bufara una risa a su lado.
—Karin está en una reunión con mi padre —dijo a modo de saludo Ino— y Sakura está trabajando.
—Y Lee está en una ruta de entrenamiento con Guy-sensei.
—¿Por fin nos vamos a enterar de lo que sucede? —preguntó Neji, recostándose en un árbol y cruzándose de brazos.
—¿Por fin?
—No es como si no supiéramos que algo pasa…
—¿Crees que somos idiotas o qué, Naruto? —preguntó con su tono mordaz habitual Kiba, rodando los ojos, aunque sin enfado alguno.
Seina alzó unas cuantas barreras para evitar ser espiados. Incluso aunque quisieran leerles los labios no podrían sacar nada en claro. Shikamaru se sentó a mala gana y los demás hicieron lo mismo, salvo Neji y Shino.
—Creo que será mejor que empecemos nosotros a contaros todo lo que ha sucedido durante todo este tiempo… —suspiró ella—. Como ya sabéis Naruto y yo somos los jinchurikis del Kyubi. Nuestro padre nos selló cada mitad el día de nuestro nacimiento debido a que no le quedó más remedio. Lo que no sabéis es que aquella noche un encapuchado fue el que atacó a nuestra madre, quien estaba de parto y era la anterior jinchuriki, con la intención de destruir Konoha usando a Kurama.
—Pero, un momento… Eso quiere decir que vuestro padre era el Cuarto —dijo Chouji, ante el atónito de más de uno. Naruto y ella asintieron.
—Poco después de eso, empezó a haber un creciente resentimiento contra el clan Uchiha debido a que la mayoría sobrevivió el ataque. Esto, más el rumor de que los Uchiha podían controlar a Kurama con el sharingan, acabó con el aislamiento del clan Uchiha en sus tierras y…
—Y provocó que mi clan preparara un golpe de estado contra el Tercero —cortó Sasuke, con voz seca—. Mi clan, por lo visto, también se resentía de las acusaciones y de los continuados vacíos que nos hacía la administración a pesar de ser uno de los dos clanes fundadores de Konoha.
—... ¿Tu clan planeaba un golpe de estado?
—Así es. Algunos miembros de mi clan, obviamente, no estaban de acuerdo. Uno de ellos era mi hermano Itachi. Itachi le contó la verdad al Hokage y a los consejeros. Danzo no se lo pensó dos veces y usó a mi hermano para eliminar la amenaza que suponía mi clan contra Konoha —contó Sasuke, apretando la mandíbula de la ira al recordarlo—. Me usó a mí para chantajear a mi hermano: Itachi debía matar al clan Uchiha a cambio de mi vida y el silencio de la administración sobre el golpe de estado.
—De esa forma la dignidad del clan Uchiha quedaba sin mancha —asintió Shikamaru—, y tú podías volver a reformar el clan sin los demás golpistas.
—Heh… —hizo un sonido sarcástico Sasuke, sonriendo sin alegría—. Eso era lo que Danzo quería hacer pensar a mi hermano, pero lo que realmente quería Danzo eran los ojos de mi familia y deshacerse del clan que tanto envidiaba y odiaba de igual forma.
—¿¡Estás diciendo que-
—¡Esto es traición!
—¿¡Por qué sigue con vida este malnacido!?
—¡Chicos! —llamó la atención Naruto, quien había estado en silencio escuchando—. Esto solo es el principio. Si no os calláis estaremos aquí todo el día.
El zumbido de voces se fue apagando, aunque, a juzgar por los rostros de sus amigos, todos parecían horrorizados y enfadados por lo que estaban escuchando. Shikamaru, mientras tanto, estaba pensando seriamente en algo con el ceño fruncido y la espalda recta.
—Itachi, obviamente, no sabía el motivo real de sus órdenes y tampoco lo sabría hasta años después debido a que, convenientemente, había sido exiliado. Sasuke, por otro lado, solo tenía 6 años cuando sucedió todo así que creció sin nadie que pudiera hablarle del golpe de estado y mucho menos supo la verdad —continuó ella—. Mientras tanto, Naruto y yo crecimos en el orfanato usando el apellido de nuestra madre y siendo vigilados por los anbu del Tercero y los de Danzo. En cuanto pudimos graduarnos y comprar nuestra casa, y protegerla a nuestro gusto, se acabaron las visitas así que me sentí más segura para confesarle a alguien lo que recordaba. Por desgracia, el Tercero murió sin poder hacer nada. No fue sino hasta que llegó Tsunade-sama que se empezó a hacer algo al respecto.
—Eso desencadenó una serie de investigaciones respecto a Ne, Danzo y Akatsuki —asintió Naruto— y se descubrió que muy posiblemente Itachi sí que fuera inocente de matar a su clan.
—En cuanto comprendí que mi hermano era inocente entablé contacto con él gracias a Seina. Mi objetivo era que volviera a casa así que empecé a enviarle cartas de forma habitual. Él no me respondió a ninguna, pero sí que envió una nota de advertencia sobre los planes de Akatsuki a Shikaku-sama.
—Cosa que debería dejarle claro a mi padre la verdadera lealtad de Itachi… —suspiró Shikamaru.
—Mientras se investigaba a Danzo, Akatsuki siguió haciendo de las suyas: secuestrando a jinchurikis y extrayendo sus bijuus.
—Recuerdo que nos dijiste que una participante en los exámenes de chunin de Suna era un jinchuriki.
—Y que fue secuestrada antes de poder llegar al examen —asintió Hinata ante las palabras de Ino.
—Eso fue solo el principio. Con Akatsuki detrás de los jinchuriki y con Danzo en la aldea a la vieja no le quedó más remedio que elegir el mal menor.
—Os envió lejos de la aldea —pensó en voz alta, de forma calculadora, Shino—, por vuestra propia seguridad, y la de Konoha.
—Así es. Danzo, en realidad, era más peligroso que Akatsuki por su proximidad.
—Eso, y porque el muy bastardo no para de intentar secuestrarnos —espetó Sasuke—. A Seina intentó capturarla antes de marcharnos, ¿cuántas veces? ¿2 o 3 veces?
—Perdí la cuenta, la verdad.
—Y a mí otras tantas. Afortunadamente, pudimos escapar sin tener confrontaciones directas o sin levantar sospechas a Danzo de que sabíamos quién eran nuestros presuntos secuestradores.
—Por no hablar de Orochimaru, quien está obsesionado con el cuerpo de Sasuke para su jutsu de reencarnación. Por suerte para Sasuke, Orochimaru fracasó cuando lo intentó secuestrar en los exámenes de chunin en Konoha y gracias al Tercero fue obligado a usar otro cuerpo si quería usar sus brazos. Eso le dio a Sasuke un respiro de 3 años, tiempo que tarda el jutsu en poder volver a usarse.
—Así que, resumiendo, Akatsuki va tras los jinchuriki —empezó Neji con expresión seria—, Orochimaru tras Sasuke y Danzo tras los 3.
—No creo que quiera a los 3. De Sasuke solo querrá los ojos, y acabar con el clan Uchiha, mientras que si quiere un jinchuriki será más fácil pasar desapercibido capturando a Naruto o a Seina, pero no a ambos —dijo Shikamaru—. De hecho, si yo fuera Danzo iría tras Seina.
—Pero… ¿no sería más fácil capturar a Naruto? —se rascó la cabeza Chouji, luego miró a su hermano, quien se había cruzado de brazos con expresión cómicamente irritada—. Sin ofender.
—Sí, pero en cuanto capturara a Naruto tendría a Seina pisándole los talones y, de nuevo sin ofender, es obvio que Seina acabaría descubriendo la verdad mucho antes que Naruto, si sucediera lo contrario.
—Crees que Danzo pensaba que, a pesar de ser más difícil capturar a Seina, si lo lograba hubiera sido más fácil que Naruto no pudiera descubrir que había sido él —dijo Shino. Shikamaru asintió.
—A ver si lo adivino —sonrió una media sonrisa Shikamaru en su dirección—. Las veces que te intentó secuestrar fue cuando estabas de misión, sola, ¿verdad?
—Así es. Salvo al final del todo, donde se desesperó, e intentó secuestrarnos estando el equipo entero de misión.
—Y cuando nos atacó en la aldea, cuando salimos del restaurante el día de vuestro cumpleaños.
—Eso es raro —frunció el ceño Neji.
—No es tan raro… Hizo pasar a sus ninjas por los de Orochimaru —dijo ella, sabiendo que ese último ataque no seguía el patrón del que hablaba Shikamaru.
—Debió sentirse realmente desesperado…
—Con todo lo que estaba pasando, a Tsunade-sama no le quedó otra que alejarnos de la aldea. Con nosotros lejos podía encargarse de deshacer Ne lentamente, para evitar que Danzo, y otros enemigos, lo descubriera. A la vez, estando lejos de la aldea suponía que Konoha ya no era un blanco de Akatsuki.
—Además, al movernos por todo el país del Fuego con ero-senin estábamos más seguros respecto a Akatsuki, y mientras tanto podíamos entrenar duro sin preocupaciones.
—Sobre todo, Naruto y yo, y Kurama.
Estuvieron un rato más, un largo rato, hablando sobre todo lo que había estado sucediendo. Sobre el regreso de Itachi y Kisame, el entrenamiento con Kurama, Orochimaru y sus bases, lo que sabían de Akatsuki, los jinchurikis que habían sido capturados, lo que estaba sucediendo últimamente con Danzo y su topo en anbu… Incluso les hablaron del plan de Obito/Madara, por si tuvieran alguna información al respecto en los archivos secretos de sus clanes, pero, aunque todos parecían preocupados, nadie sabía nada al respecto.
—No recuerdo nada relacionado con eso —dijo Neji. Miró a Hinata, quien también parecía estar haciendo memoria hasta que negó con la cabeza—, pero investigaremos en secreto.
—Sí. Nosotros también —asintió Ino, en dirección a su equipo, quienes asintieron en silencio.
—Quizás deberíamos investigar los archivos de los templos. Su documentación suele ser incluso más antigua que la que guardamos los clanes.
—Shino tiene razón —dijo Shikamaru—. Si no encontramos nada en nuestros archivos o en los templos veo muy difícil que podamos descubrir algo.
—Sinceramente, lo lógico sería buscar en los archivos de mi clan, pero está claro que lo han saqueado —frunció el ceño Sasuke—. Si no ha sido Danzo, o la administración de Konoha, seguramente ha sido Obito, para ocultar sus planes.
—¡Pero quizás encontramos algo!
—Una mínima pista es mejor que ninguna —Shikamaru asintió en dirección a Naruto—. Busquemos en nuestros archivos, y luego ya veremos.
Todos asintieron ante las palabras de Shikamaru. Ahora que todos sus amigos sabían la verdad se sentía más ligera y arropada. Era interesante darse cuenta lo reconfortante que era tener amigos competentes que pudieran cargar con el peso y la responsabilidad de algo semejante. Lo mismo le había sucedido con Ron y Hermione, y luego Ginny, Luna y Neville. Sus antiguos amigos, no obstante, no habían sido entrenados para la guerra de forma profesional como Shikamaru y los demás. No eran interrogadores, torturadores, expertos en artes marciales o asesinos. Y eso, Seina pensó con una sonrisa, suponía una gran diferencia a la hora de abordar situaciones difíciles.
Notes:
¡Por fin lo saben casi todo! ¿Creéis que servirá de algo que los amigos del equipo 7 sepan la verdad? ¿Descubrirán algo importante o quedará en nada?
Chapter 143
Notes:
Advertencia: más o menos escenas sexuales.
Chapter Text
—¡Nada, aquí no hay nada! —reiteró Naruto, dejando un pergamino antiguo en la mesa con delicadeza, a pesar de que sabía que quería lanzarlo con frustración.
—Ya sabíamos que no iba a ser fácil —dijo ella. Luego miró la montaña de pergaminos por revisar con cansancio—. Ni rápido.
—Y encima el teme ni siquiera está aquí para ayudarnos.
—¿Para ayudaros en qué?
Seina lo percibió al mismo tiempo que empezó a hablar, al igual que su hermano, pero no pudo reprimir el bote en su asiento. Lanzó una mirada irritada a Itachi por encima de su hombro, viendo como llevaba el uniforme anbu y la máscara todavía puesta.
—Podrías llamar al timbre o algo. ¡A-achoo! —le recriminó Naruto, estornudando por el polvo.
—No creí que tenía que llamar al timbre de mi propia casa.
Seina bufó una risa, descartando otro pergamino. Itachi desapareció, seguramente a ducharse y a cambiarse, y reapareció unos pocos minutos después con un plato de comida en la mano y vestido con unos piratas y camiseta de manga corta negra. Se sentó a su lado en la mesa del comedor, cubierta hasta arriba de pergaminos del clan Uzumaki.
—¿Qué estáis haciendo?
—Buscando algo sobre Kaguya y todo lo demás.
—Huh.
—Se lo hemos contado todo a nuestros amigos. Hemos decidido mirar en nuestros archivos secretos para ver si hay suerte.
—Dudoso.
—¿Tú nos quieres hundir o animar? —miró con más irritación Naruto por encima de su libro en dirección a Itachi—. Qué pesimista eres.
—Realista más bien.
—¡Achoo!
Seina sacó el pañuelo, secándose la nariz. Tanto polvo no era bueno. Dejó lo que estaba haciendo, cansada después de un par de horas rebuscando entre libros, diarios y trozos de pergamino antiguo.
—Hace tiempo que no nos vemos —sonrió en dirección a Itachi—. ¿Cómo va todo en anbu?
—Igual. Me tienen lejos de Danzo, como es normal. Supongo que esperan que me cabree y lo mate.
—Hn —bufó una risa Naruto—. Si no lo has matado ya…
—Quien sabe, siempre puedo cambiar de parecer.
Los ojos de Itachi brillaron con malicia momentáneamente. No le faltaban las ganas, pero Itachi era paciente y calculador. Entonces, como si hubiera apartado el tema de su mente, la miró a ella con rostro expectante.
—¿Y tú? ¿Cómo te va la vida de casada?
—Genial —sonrió ella, sin poderlo evitar—. Sí que es cierto que nos vemos menos de lo que me gustaría, con tantas misiones como hacemos, pero sé que no será siempre así.
—Ya… No sé si puedo imaginarlo.
—Yo tampoco —dijo Naruto, con rostro entre asqueado y pensativo.
—Tú eres joven Naru e Itachi siempre ha estado emocionalmente comprometido.
—Vaya, gracias por el psicoanálisis —rodó los ojos Itachi—. Si quisiera podría entablar una relación con alguien.
—Esa es la cuestión, que no quieres.
—… Supongo que tienes razón.
Seina le cogió la mano, dándole un apretón, cuando vio que una parte de Itachi se veía incapaz de entregarse a nadie de esa forma hasta dentro de mucho tiempo. No le extrañaba. La vida que había llevado no era normal, ni siquiera para un ninja. Aun así, Seina creía que era cuestión de tiempo. Quizás no sería hasta dentro de años, pero estaba segura de que tarde o temprano encontraría a alguien perfecto para él.
Estuvieron estudiando los pergaminos un rato más, pero no consiguieron nada de provecho relacionado con lo que andaban buscando. Itachi, quien tenía el resto del día libre, les hizo un té y unas galletas mientras trabajaban en su investigación. Seina tuvo que sonreír al ver a Itachi con el devantal cocinando con una pequeña sonrisa en el rostro. Los únicos que faltaban eran Kakashi y Sasuke, ambos en una misión.
A los pocos días se volvieron a reunir con sus amigos, quienes también parecían haber estado llevando a cabo sus propias investigaciones.
—No he encontrado nada —gruñó Ino, irritada—. Es como si no existiera información del pasado.
—Yo tampoco he encontrado nada —dijo Kiba, y Shino también negó con la cabeza.
—Nosotros sí encontramos algo, pero creemos que debe haber más información escondida.
Todos se giraron a mirar a Neji y a Hinata, quienes habían traído una libreta y todo con notas. Estaban todos los amigos presentes así que se arremolinaron entorno a los Hyuga para escuchar lo que tenían que decir.
—Curiosamente, la información relevante estaba escrita en los documentos que datan de la creación del clan. Los pergaminos especulan que el clan Hyuga es, en realidad, una rama secundaria del clan principal —dijo Neji—, llamado clan Otsutsuki.
—No nombran a nuestro ancestro, pero sí que está escrito que nuestro ancestro tenía un ancestro del cual surgió otra línea familiar que acabó desarrollando el sharingan.
—Es verdad… Siempre se ha discutido sobre si el sharingan o el byakugan surgieron el uno del otro o viceversa —musitó en voz alta Sakura—, pero esta nueva información apunta a que su desarrollo es más bien paralelo.
—Entonces, posiblemente Neji, Hinata y yo compartamos un ancestro común…
—Si lo que han descubierto Neji e Hinata es cierto, sí.
—Enana —cortó mentalmente Kurama—, acabo de recordar algo más. Voy a salir.
—Kurama dice que quiere hablar con nosotros —dijo ella. Todos sus amigos callaron de repente. Era la primera vez que iba a ver en persona al bijuu así que entendió su repentino nerviosismo—. ¿Os importa?
—…No. Cuanta más información, mejor —contestó finalmente Shikamaru, después de intercambiar miradas con los demás.
Kurama saltó de su sello ocupando el tamaño de un gato y encadenado a ella invisiblemente con una cadena de adamantina. Los más sensitivos al chakra, como Karin, Hinata y Neji, lo miraron fijamente, mientras él se sentaba en su regazo como un animal de compañía.
—Amigos de Seina… —saludó secamente—. Habéis hecho que recuerde algo más de mi padre, Hagoromo Otsutsuki. Él tenía 2 hijos: Indra y Ashura. Nunca los conocí en persona ya que cuando mi padre nos creó sus hijos ya eran adultos y hacía mucho tiempo que se distanciaron de su padre… pero ahora he recordado los rumores que escuché en mi primer templo.
—¿Rumores?
—Sí… escuché que entre ambos existía una rivalidad, aunque no sé a qué se debió. Además, pasé por alto algo importante —masculló, reconociendo la evidencia ante todos sus amigos—. Hagoromo tenía un dojutsu ocular siempre activo. Sus ojos tenían un iris violeta y sus escleróticas eran grises con un patrón de ondas en su globo ocular.
—…
Se hizo un silencio mientras intentaban pensar en todo lo que sabían y acababan de escuchar. Entonces, mientras lo pensaba, su mirada se encontró con la de Sasuke y ambos pensaron lo mismo: el rinnegan.
—Debe ser eso —dijo él en voz alta, llamando la atención los demás—. Tiene que ser el rinnegan del que habla la tabla de piedra de los Uchiha.
—A ver si lo entiendo —intercedió Kiba, tan directo como siempre—. Estamos hablando de un clan llamado Otsutsuki del cual derivan el clan Uchiha y el clan Hyuga, como mínimo. Un clan que posee un dojutsu llamado rinnegan que puede usarse para crear un genjutsu global.
—Y seguramente Kaguya, Hagoromo, Ashura e Indra eran miembros de los Otsutsuki.
—Supuestamente, según las palabras del propio Kurama, un clan de no humanos.
—Entonces, ¿qué son?
Intercambiaron miradas entre todos, sin obtener respuestas. Shikamaru parecía estar masajeándose la sien fuertemente mientras Sakura miraba al horizonte con ojos desenfocados y el ceño fruncido, claramente pensando en algo.
—…
—Buena pregunta.
—Yo tengo que irme —cortó Karin—, se me acaba el descanso en pocos minutos.
—Yo también.
Sus amigos empezaron a despedirse, pero quedaron en que volverían a verse dentro de un par de días, el lunes, para seguir hablando del tema después de haber buscado más información en sus archivos. Seina los vio irse, sin prisas, sentada en la hierba. Tenía un presentimiento de que se le escapaba algo. Lo tenía en la punta de la lengua. Naruto y Sasuke, conscientes de lo que sucedía, la dejaron pensar con tranquilidad.
—¿Shikamaru? —preguntó Naruto, viendo que se había quedado atrás—. ¿Pasa algo?
—Solo quería hablar con Seina un segundo…
—¿Qué pasa? —pestañeó ella con curiosidad.
—La información que estamos recabando es de vital importancia, quizás encontremos algo en alguna misión —dijo su amigo, con expresión seria—. Es posible que nos topemos con Akatsuki, con Obito o con alguno de estos… A lo que me refiero es que no me gustaría descubrir información importante solo para llevármela a la tumba.
—Quieres saber si sé de alguna forma en la que podamos comunicarnos a distancia, en caso de que estemos en peligro. Una forma de pasarnos información en caso de que… nos veamos a punto de morir.
—Sí. Algo así.
—Sé cómo hacerlo —dijo ella, sonriendo al acordarse de los galeones dorados de Hermione—. El lunes hablamos.
—Genial.
Vieron como Shikamaru se marchó. Seina desistió en pensar en el rinnegan. Se despidió ella también de sus hermanos para encaminarse al hospital, donde trabajaba 3 días a la semana de miércoles a viernes. El día pasó relativamente rápido, más cuando notó el alma de Kakashi acercarse a la villa de su última misión.
En cuanto entró por la puerta de su casa la cogió en volandas, abrazándola fuertemente contra él.
—Te he echado de menos —dijo Kakashi, sujetándola contra su torso.
—Y yo a ti.
Lo besó con ganas, feliz de que estuviera con ella después de casi 10 días fuera de la aldea. Ni siquiera cuando se puso a comer, a la hora de su merienda, la dejó ir. Seina se sentó en su regazo con una sonrisa mientras le explicaba todo lo que había pasado en su ausencia.
—Veo que habéis estado ocupados —sonrió su marido, dándole otro beso corto en los labios.
—Siempre hay algo que hacer así que…
—¿Por qué no hacemos algo solos, tú y yo? —alzó una ceja seductoramente Kakashi.
Al verlo le recorrió un escalofrío por el cuerpo entero. Lo cogió con las piernas y cayeron en su cama con una chispa de magia.
—Me gusta tu idea.
Dio gracias por las barreras puesto que Kakashi no se cortó en expresarle cuanto la había echado de menos. Seina casi perdió el conocimiento la última vez, mientras la embestía contra la pared, gritando de placer al notar como le mordisqueaba el cuello y masajeaba un pecho. Cuando volvió en sí, respirando profundamente, vio como la había acostado en la cama, de lado, apoyando su cuerpo masculino tras el suyo. Sintió como le acariciaba las caderas con la punta de los dedos, como si no pudiera parar de tocarla.
—Te quiero.
—Te quiero —contestó Kakashi, dándole un beso en la mejilla y enterrando su cara su cabello.
Se removió en las sábanas, totalmente confortable, y se relajó. No quería dormir, a pesar de que sería muy fácil perder la consciencia, porque quería estar con Kakashi aunque fuera en silencio. Aun así, sabía que él estaba cansado así que no dijo nada cuando poco a poco la mano que la acariciaba se detenía a la vez que su marido se dormía a su espalda. Se giró poco a poco, para no despertarlo, y le acarició la mandíbula.
Al rato, como no tenía nada que hacer y no quería salir de la cama, decidió ponerse a meditar y a entrenar sus barreras mentales. Como su última preocupación estaba relacionada con los Otsutsuki y el rinnegan, todo en su mente parecía girar en torno a ello. Empezó a revisar cuidadosamente todas las memorias que tenía en relación al misterioso clan. Tal y como había pensado Sakura, los rumores y habladurías de que el byakugan y el sharingan estaban emparentados habían circulado la aldea desde mucho antes de que Itachi matara a los Uchiha así que empezó a explorar su memoria más temprana con la intención de que no se le pasara nada por alto.
Estuvo un largo rato mirando memoria por memoria si había una sola mención o algo relacionado o incluso una pista que le llamara la atención que no tenía relación, pero nada. Sus memorias de su infancia no aportaron prácticamente nada nuevo, y tampoco las memorias de sus primeros años como ninja en Konoha. Las cosas extrañas que le llamaron la atención, como el templo ahora secreto de máscaras de los Uzumaki, parecían no tener nada que ver y, si tenían algo que ver, ahora mismo no sabía qué relación podría tener una cosa con la otra.
Peinó también las memorias de sus viajes con Jiraiya y el equipo 7 sin éxito alguno. Hasta que llegó el momento de visitar la tabla. Repasó esas memorias varias veces, intentando descubrir algún hilo del cual tirar, pero no fue ese el recuerdo que le hizo despertarse de golpe. No. Había sido el rostro de Jiraiya lo que le llamó la atención. Su expresión al escuchar los nombres de los integrantes de Akatsuki de boca de Itachi. Abrió los ojos repentinamente. Eso era lo que se le había escapado.
Dejó con cuidado en la cama el brazo de Kakashi y se vistió rápidamente. Podía notar a sus hermanos, todos ellos, entrenando en la nave de entrenamiento que había construido dentro de los terrenos del clan así que salió de su casa a toda prisa.
Abrió la puerta casi con un golpe, llamando la atención a todos, quienes dejaron de entrenar.
—¿Nee-chan? ¿Pasa algo?
—Creo que he descubierto algo —dijo ella apresuradamente, meneando la mano con agobio—. Itachi. ¿Uno de los Akatsukis tenía los ojos violetas con un patrón de ondas en el globo ocular?
—Sí. Pain.
—¿¡En serio!? —gritó Naruto, con expresión estupefacta—. Pero, ¿por qué no lo has dicho antes?
—¿Decir qué?
—Esos ojos… son el rinnegan del que habla la tabla de los Uchiha —cortó ella rápidamente, antes de que pudieran empezar a discutir. Itachi pestañeó algo sorprendido en su dirección—. Además, no solo eso. Cuando nombraste a los integrantes de Akatsuki, Jiraiya se delató. Él conoce o sabe quién es ese tal Pain y Konan. También dijo y cito textualmente que él “sabía algo” acerca del rinnegan. Sabía, no que había “escuchado”.
—Lo que apunta a que Jiraiya-sama podría conocer a Pain y, o, a Konan antes de la formación de Akatsuki.
—Exacto. Creo que el viejo pervertido tiene información sobre el rinnegan que nos podría servir de ayuda. Supuestamente conoce, o conoció, a alguien que tiene el dojutsu así que quizás sabe de qué clan procede dicha persona.
—Con lo cual podríamos investigar a sus ancestros —asintió Sasuke. Luego se giró a mirar a su hermano—. ¿Cómo es que no sabías que uno de tus compañeros de Akatsuki tenía un dojutsu como el rinnegan?
—Según lo que tengo entendido el rinnegan siempre está activo así que seguro que pensó que eran sus propios ojos —respondió ella antes de que Itachi pudiera abrir la boca; él cerró la boca con expresión exasperada en su dirección, pero no la corrigió.
—¿Y de dónde es ese tal Pain?
—De Amegakure. Él y Konan.
—Definitivamente tenemos que hablar con ero-senin.
—¿Se lo vas a comentar a Tsunade-sama? —preguntó Itachi—. Quizás ella también disponga de información confidencial.
—Ahora mismo tiene demasiados frentes abiertos. Creo que será mejor esperar a que Jiraiya nos diga todo lo que sabe…
Se marchó de allí a paso rápido. Quería enviarle la carta a Jiraiya cuanto antes para que pudiera contestarle lo más rápido posible. Así pues, se fue hacia su casa, a su estudio, y empezó a escribir la carta codificada.
El fin de semana pasó bastante rápido, encerrada en su estudio al lado de Kakashi, quien pasaba el rato leyendo novelas o preguntándole cosas acerca del pequeño brazalete plateado, de apenas medio centímetro de grosor, que estaba preparando para poder comunicarse rápidamente con sus amigos.
—Al final revolucionarás el mundo ninja con tus inventos —le dijo su marido, mirando como grababa las runas dentro del brazalete con una caligrafía minúscula—. Por fortuna, esta tecnología solo es accesible a Konoha…
Ella se encogió de hombros. Sinceramente, la dimensión ninja era una especie de mezcla entre el mundo antiguo y el mundo moderno de su anterior dimensión así que dudaba si sus inventos serían muy “novedosos” cuando en la actualidad existían televisores y radios. Aun así, si se lo ponía a pensar, tenía sentido porqué el mundo no avanzaba. ¿Para qué inventar un coche, u otra tecnología, cuando los ninjas, y civiles con un mínimo entrenamiento ninja, podían correr más rápido que el propio coche? La tecnología avanza en relación a la necesidad de la gente y nadie va a poner dinero para crear algo que solo van a comprar unos pocos. El dinero, después de todo, era lo que realmente movía al mundo.
El lunes llegó a velocidad del rayo. Se encontró de nuevo en el claro de entrenamiento, esperando a sus amigos para ver si tenían algo nuevo que contar. Solo aparecieron por allí Shikamaru, Neji, Tenten e Hinata. Los demás, al parecer, estaban de misión u ocupados en sus trabajos dentro de la aldea.
—No hemos encontrado nada nuevo —negó con la cabeza Neji—, pero lo seguiremos intentando.
—Nosotros tenemos una pista. Un integrante de Akatsuki llamado Pain tiene el rinnegan y, al parecer, Jiraiya sabe algo acerca del dojutsu.
—Hemos enviado una cara al pervertido —dijo Sasuke, cruzándose de brazos a su lado— así que nos sabremos nada hasta dentro de unos cuantos días.
—Entonces no tiene sentido reunirse tan a menudo.
—En cuanto sepamos algo más podemos quedar de nuevo. De momento, seguiremos investigando.
—Genial. Entonces nosotros nos marchamos a entrenar —dijo Tenten.
—Un momento. Shikamaru me pidió que creara algo para comunicarnos —cortó ella, en cuanto vio que se daban la vuelta para irse—. Coged uno para cada uno.
Hinata cogió los de su equipo, así como Shikamaru y Tenten. El brazalete de Sakura, así como el de Karin, fue entregado a Shikamaru, para que Ino pudiera dárselos. Les explicó como funcionaban y todo lo que necesitaban saber.
—Es decir, ¿que nadie me lo va a poder quitar?
—No. Tiene también un jutsu para desviar la atención; la de todos menos la de nosotros. Imagino que si por algún casual alguien se queda sin brazo en una misión en equipo es mejor que pueda ver y tocar el brazalete de uno de sus compañeros de equipo en caso de necesitar refuerzos o algo parecido.
—¿Puedes localizarnos con esto? —preguntó Shikamaru, alzando su brazo con el nuevo brazalete plateado.
—Podría, pero de momento no. Quería saber qué opináis al respecto. Después de todo, en caso de necesitar refuerzos podrías enviar vuestras coordenadas y así se respetaría vuestra privacidad.
—Ya, pero en caso de que nos hayan secuestrado y no sepamos dónde estamos no serviría de nada —dijo Neji.
—Por no hablar de que, a no ser que pensara en modificar de nuevo los brazaletes, solo yo sabría dónde estáis.
—Mmm… Será mejor que lo hablemos todos juntos en la próxima reunión. De cualquier modo, por ahora está bien —se encogió de hombros Shikamaru.
—Genial. Entonces nosotros nos vamos también —bostezó Naruto, acolchando su cabeza con sus brazos cruzados en su nuca.
—¡Hasta luego!
La pequeña reunión de amigos se acabó en menos de 20 minutos. Se alejaron de allí para encaminarse a su propia caseta privada de entrenamiento. Ya no luchaban en público. Después de todo, no querían ser espiados por Danzo o quien fuera que se interesara por ellos.
—¿Ya habéis acabado de hablar con vuestros amigos? —preguntó Kakashi, entrenando su puntería con dianas móviles a la vez que esquivaba trampas y lanzamientos de kunais impredecibles de sus maniquís encantados.
—Sí, solo ha sido un momento.
—Bueno, ¿entrenamos o qué? —dijo Naruto, frotándose las manos con una sonrisa.
Sasuke y Seina bufaron una risa idéntica, pero aceptaron su reto. Después de todo, no es que pudieran hacer demasiado mientras tanto…
Chapter Text
La siguiente semana pasó relativamente lenta. No fueron llamados a ninguna misión así que Naruto y Sasuke se pasaron las mañanas estudiando de mala gana los libros para el examen a jonin que tenían previsto el año que viene en mayo. Kakashi, viendo que no tenía nada que hacer, empezó la semana dedicándose a leer los pergaminos restantes de sus clanes para ver si lograba descubrir algo más. Seina, al contrario, intentó ayudar a sus hermanos a estudiar, pero rápidamente se cansó.
—Naruto, deja de mirar por la ventana y céntrate en el texto, ¿quieres? —le pidió ella—. ¿Para qué quieres que os haga un resumen si no me estás escuchando?
—Es que es una cabeza hueca —picó Sasuke, tomando apuntes sin tan siquiera girarse a mirar a Naruto, quien lo fulminó con la mirada.
—¡Yo no soy una cabeza hueca, teme!
Kakashi, sentado en la mesa, pero con otro material de lectura, bufó una risa tras el pergamino del clan Hatake. Y así fue como empezaron a discutir por enésima vez, y eso que solo era martes. Seina cerró de golpe el libro, aburrida de lidiar con ellos, y se levantó.
—Me voy a dar una vuelta por la aldea.
—Te acompañamos —dijo Naruto, levantándose de un salto ante la mínima escusa.
—¡No! Tú te quedas aquí a estudiar, ¿o es que no quieres ser jonin? ¿O prefieres que todos seamos jonin menos tú?
—Ugh… ¡Por qué siempre me machacas con la lógica! —exclamó su hermano, sentándose de nuevo y abriendo el libro ante el bufido de risa de Sasuke—. ¡Tú calla, teme!
Seina salió de allí después de darle un beso corto en los labios a su marido. Ni siquiera miró a sus hermanos. Demonios, si tan solo regresara Jiraiya para poder hablar de su última preocupación… Le había regresado la paloma con un mensaje, diciendo que regresaría en un par de semanas, así que solo le quedaba esperar pacientemente. Se dio una vuelta por la aldea a paso lento. Tenía tiempo de sobras antes de la comida así que paseó por las tiendas comprando alguna que otra cosa que le hizo gracia.
Finalmente, cansada, se decidió a darse un baño en las aguas termales.
—Ahhh… —suspiró bajito, a pesar de que prácticamente estaba sola—. Esto es vida.
Se recostó sobre la piedra caliente, cerrando los ojos del placer, y despejó su mente.
—No sé cómo los soportas. Yo ya me los habría comido —dijo de improvisto Kurama, refunfuñando en su interior.
—Son mis hermanos, Kurama. No voy a comérmelos.
—Eso que te pierdes.
Cuando salió del onsen, casi arrastrándose de la relajación hasta su casa, se dijo que tenía que visitarlo más a menudo. Eso o construir uno en su casa. Mmm… Ahora que lo pensaba, podía hacer algo con el terreno del clan. Para empezar, podría agrandarlo con runas para tener más espacio. Luego, bueno, ya se vería.
El día siguiente lo pasó enteramente en el hospital, arreglando papeleo y llevando el seguimiento de los enfermos. La idea de su maestra era que cada vez fuera asumiendo más tareas administrativas además de trabajar con los pacientes para que dentro de unos años pudiera hacerse con el control total del hospital. Seina también tenía otra idea, una que todavía no había compartido con su maestra ya que todavía era muy incipiente: crear una clínica alejada del hospital donde poder realizar operaciones a extranjeros.
Los extranjeros que se trataban en el hospital de Konoha eran gente que encargaba misiones y/o rescatados de misiones en el exterior. Seina no entendía por qué no se había creado ya una estructura aparte que sirviera para restringir el acceso de los extranjeros a los recursos sanitarios de la aldea, es decir, ¿cómo sabían que esa gente no eran espías o que no querían robar equipamiento o tenían malas intenciones? No le parecía bien poner bajo el mismo techo a ninjas de Konoha, algunos incapaces de defenderse, con gente desconocida.
Además, esa clínica ficticia podría servir también como clínica de estética ya que, sinceramente, las operaciones estéticas serían lo que más iba a rentarles a largo plazo. Visto así, la clínica se pagaría sola sin que la administración de Konoha tuviera que invertir en ella demasiado. Por otro lado, en el caso hipotético de que el hospital se destruyera, tendrían otro edificio con los recursos ya preparados para cualquier eventualidad.
Seina, en realidad, tenía muchos planes para la aldea, pero iba a necesitar que los consejeros murieran para que no pudieran poner trabas. Ahora mismo, no tenía sentido plantear nada cuando estaban todos ellos vivitos y coleando. Si para cuando Naruto fuera el Hokage no la habían palmado ella misma se desharía de ellos para poder poner en el consejo a Tsunade y a un par más de consejeros leales. Aun así, no podía evitar sonreír al pensar en todo lo que iba a hacer en el país del Fuego.
—¿Sabes lo que he descubierto? —dijo de improvisto Kakashi, la noche del día siguiente cuando se encontraron cenando a solas en el jardín trasero de su casa.
—¿El qué?
—Kurenai está embarazada.
—¿Qué? —preguntó ella, totalmente sorprendida. Miró a su marido, quien sonreía levemente—. ¿Cómo lo has sabido?
—Me choqué con ella esta mañana al volver de misión. Su olor la delató.
—…Vaya. Supongo que Asuma y Kurenai van más fuerte de lo que pensaba.
—Ni que lo digas. Es el primer bebé de mi generación de amigos, ¿sabes?
—Huh…
—Me ha hecho prometer que no se lo diré a nadie —dijo su marido, haciéndola reír—. Al parecer está de 4 meses.
—¿Y lo sabe Asuma?
—Sí, aunque creo que le ha pillado por sorpresa. Ya verás cuando le encuentre por la aldea.
—No, ya verás cuando se entere Guy —pensó ella, reprimiendo una risa que Kakashi no pudo evitar.
Estuvieron hablando un rato más del tema. Seina sabía lo que ambos no estaban diciendo en voz alta, pero que podía notar a través de su vínculo matrimonial. El embarazo de Kurenai les había recordado su promesa de futuro.
—Me alegro por ellos —dijo Kakashi finalmente.
—Y yo.
Seina percibió lo que su marido no estaba diciendo en voz alta, que sentía una mezcla de esperanza, deseo y una pizca de envidia. Le dio un beso en la mejilla. Solo era cuestión de tiempo que ambos dejaran la vida activa de ninjas para poder ser padres.
Un par de días más tarde, mientras estaba ayudando a repasar los apuntes a Naruto y Sasuke, se tumbó en una hamaca conjurada para tomarse un descanso y disfrutar del tibio sol de la mañana. No hacía calor, considerando la época del año, pero era obvio que todavía no era invierno en el país del Fuego.
—¿Cómo vas con el código, Naru? —preguntó a su hermano, reprimiendo un bostezo.
—Voy. Estos trucos que me has enseñado funcionan bastante bien.
Miró el cabello rubio de su hermano, sentado en la hierba a su lado, y cerró los ojos por pereza. Sasuke, a su lado en otra hamaca conjurada, estaba leyendo fervientemente el libro de protocolo con el sharingan activado. Por una vez en horas no estaban discutiendo así que se relajó sintiendo como hasta Kurama dormitaba dentro de ella.
—…-podrás resolverlo?
—Dame-…
El duermevela le duró un largo rato, escuchando de tanto en tanto a sus hermanos intentar descifrar el libro de códigos secretos de práctica, cada cual más difícil. Su mente divagó hasta Kakashi, e incluso en la distancia pudo notar como estaba atento a algo, aunque se sentía un poco aburrido también. Con algo de diversión pensó en que seguro que estaría echando de menos las misiones de an-
—Enana —la voz de Kurama la despertó en un instante de sus cavilaciones medio dormidas—. Tu pulsera se está calentando.
Seina abrió los ojos de golpe. Alzó la mano hasta sus ojos y leyó el mensaje resumido escrito por uno de sus amigos:
Ayuda. Akatsuki. Herido a muerte. 35’68950N, 139’69170E; base de recompensas. Nara.
—¡Naruto, Sasuke! —exclamó mientras se ponía de pie dispuesta a ir corriendo a su casa a por el uniforme y todo lo demás—. ¡Shikamaru está peleando con Akatsuki y parece que está herido mortalmente!
—¿¡Qué!? —gritó Naruto.
—¡Vamos a cambiarnos, idiota!
Se encontraron en el mismo sitio en menos de un minuto. Por fortuna, Shikamaru había sido tan listo como para darle las coordenadas y un punto de referencia así que se desaparecieron con el hiraishin lo más cerca posible.
—¿No puedes teletransportarnos hasta él?
—Su método de teletransportación requiere que conozca el sitio primero, dobe. ¡Espabila! —le reprendió Sasuke mientras corrían siguiendo la dirección de su hechizo localizador.
Por suerte, llegaron en menos de 5 minutos. La base de recompensas de la que hablaba Shikamaru estaba situada en una zona alejada de las aldeas, rodeada de bosque, en medio de un gran claro de tierra y cemento. Los Akatsuki se marcharon en el mismo instante en que ellos llegaron, quizás viendo que eran demasiados ninjas de Konoha en contra o tal vez porque ya habían realizado con éxito su misión. Vio a Shikamaru con vida, pero claramente nervioso encima de quien parecía ser su antiguo maestro Asuma, quien estaba tirado en el suelo mientras Ino intentaba salvarlo con ninjutsu médico a pesar de que el propio Asuma parecía haber tirado la toalla.
—¡Seina! —gritó Chouji al verla, haciéndose a un lado—. ¿¡Puedes salvarlo!?
No perdió saliva. Simplemente lo rodeó con su magia y lo dejó en un estado de estasis regenerativa. Ino paró de curarlo al verlo, confundida, nerviosa y preocupada. Antes de que pudiera empezar a interrogarla al borde del llanto Seina habló.
—No está curado, solo está temporalmente en estasis. El tiempo pasa para él muy despacio, lo suficiente para que podamos curarlo.
Shikamaru, quien había estado callado, inspiró una especie de sollozo al darse cuenta de lo que quería decir. Ino pareció entenderlo también porque empezó a curarlo de nuevo con manos temblorosas. Seina hizo lo mismo con su magia. Entre las dos regeneraron lo mejor posible los pulmones y el corazón de Asuma. Cerró los ojos mientras seguía el camino de su magia dentro de Asuma, reparando los tejidos dañados mientras Ino reconducía la sangre hacia las venas desde sus pulmones.
—¿Está bien? —preguntó Chouji cuando vio como abría los ojos.
—Ha perdido algo de sangre, pero eso lo arreglaremos con una tintura en cuando salga del limbo. Por lo demás, he reparado las puñaladas e Ino ha reconducido la sangre. Debería estar bien, aunque exhausto. No va a poder moverse de la cama en un par de días.
—¡Como si se está una semana atado a su cama! —gritó Ino rompiendo a llorar. Luego la abrazó a fuertemente, sollozando en su oreja—. ¡Gracias, gracias, gracias!
—¿Estáis bien? —preguntó Naruto a los demás miembros del escuadrón de Asuma.
—Solo ha sido un pequeño estrangulamiento.
—Deja que te lo cure.
—No. Volvamos cuanto antes a Konoha.
—Kotetsu tiene razón. No quiero estar expuesto más rato—dijo Shikamaru.
—Está bien. Regresaremos con el hiraishin.
—¿Podrás con todos? —preguntó Aoba.
—Sí.
En un segundo regresaron a Konoha, cerca de la puerta principal. Chouji, quien cargaba de Asuma inconsciente, asintió cuando vio como lo miraba.
—Nosotros regresamos al complejo Hatake. En principio no deberíamos haber salido.
—Nos vemos en el hospital.
Se despidieron después de las palabras de Sasuke, reapareciendo en la casa con un suspiro cansado. Salieron en dirección al hospital, en busca del equipo de Asuma. Tal y como pensaba, los encontraron entrando por las puertas cargando de su maestro. Vio como Aoba y Raido se habían marchado, pero Kotetsu e Izumo los acompañaban.
—Jonin Asuma Sarutobi, herido en combate.
En menos de 5 minutos se encontraron en la planta ninja de críticos, sentados en las sillas de la sala de espera mientras el equipo 10 intentaba entrar al box de su maestro sin mucho éxito. Solo dejaron entrar a Ino ya que era la única médico del equipo. Shikamaru y Chouji se sentaron con ellos, frustrados, mientras que Kotetsu e Izumo habían desaparecido a curar sus propias heridas. Seina miró a Shikamaru con ojo crítico antes de estirar el brazo y ponerle la mano en la cabeza.
—Ouch —se quejó cansadamente su amigo cuando lo limpió concienzudamente con su magia, desinfectándole todos los pequeños cortes antes de curárselos—. Gracias Seina.
—¿¡Shikamaru!? —dijo una voz femenina, acercándose rápidamente desde las escaleras—. ¿¡Dónde está!? ¿¡Está bien!?
—Está en el box. Ino y Seina han logrado salvarlo.
Kurenai se sentó pesadamente al lado de Shikamaru, ahogando un sollozo, mientras se le llenaban de lágrimas los ojos. Luego la miró a ella, dándole las gracias. Seina asintió. En poco tiempo la sala de espera se llenó de conocidos de Asuma, uno de ellos un Kakashi recién llegado de misión. Incluso estaba lleno de sangre.
—¿Estás bien? —preguntó ella levantándose de su asiento.
—Sí. No es mía —dijo él, aceptando su mano tendida y apretándosela. Miró abajo cuando notó como le limpiaba la sangre con su magia. Le dio un beso casto en la mejilla, guardando las formas delante de Kurenai y el equipo 10, y le susurró bajito en la oreja—. Gracias, cariño.
Seina se quedó al lado de su marido, apoyada en la pared, mientras esperaban que el examen de Asuma terminara. Justo cuando lo pensaba salió Ino con una sonrisa pequeña en el rostro que les dejó claro a todos que iba a recuperarse. Kurenai suspiró profundamente en su asiento, tocándose el vientre con ambas manos.
—Vivirá. Lo van a mover a una habitación privada.
—Gracias, Ino.
Se marcharon de allí todos salvo el equipo 10 y Kurenai. La vuelta casi fue algo anticlimática. Caminaron en silencio por la aldea, a paso lento, mientras meditaban lo que acababa de ocurrir. Seina miró a su marido con curiosidad.
—¿Cómo te has enterado de lo de Asuma?
—Me encontré a Raido y a Aoba en el despacho de Tsunade-sama. No sabía mucho sobre lo que había pasado, pero sí que Asuma estaba en el hospital con su equipo y con vosotros.
—Menos mal que Shikamaru fue tan listo como para pedirte algo con lo que comunicarse contigo.
—Si antes dudaba sobre si hacer el brazalete localizable o no ahora ya no se lo pensará dos veces —bufó una risa sarcástica Sasuke.
—Supongo…
—¿Os apetece cenar todos juntos? —preguntó su marido a sus hermanos—. Podríamos preparar una barbacoa, ¿qué os parece?
Naruto y Sasuke asintieron. Vio las hamacas y las bebidas tiradas en el jardín, donde las habían dejado. No tenía ganas de seguir holgazaneando así que se fue a su estudio mientras Kakashi se iba a duchar. Miró las diferentes montañas de cosas por hacer que tenía pendientes con algo de cansancio. No le apetecía hacer pociones ni crear nuevos jutsus así que se centró en la idea alocada que le había dado Jiraiya hacía meses. Tatuajes rúnicos.
Estuvo toda la tarde cavilando qué sería lo más importante a tatuarse y cómo hacerlo. Kakashi metió la cabeza por la puerta, comentándole que iba a la aldea a por la carne y las verduras para la barbacoa, pero ella solo asintió distraída. Un golpe en la ventana la alertó de la presencia de Sasuke, quien estaba de cuclillas sobre el tejado bajo su ventana.
—Vamos a empezar a preparar el fuego, ¿vienes?
—Sí. Dame unos minutos —dijo ella, mientras recogía las múltiples hojas sueltas con secuencias rúnicas.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Te acuerdas de lo que me dijo Jiraiya de tatuarme runas? Pues estaba pensando seriamente en ello. El problema es que, al final, sigo necesitando un conejillo de indias para probarlo y es peligroso…
—Yo me ofrezco.
—¿Qué? —alzó la cabeza ella de sus apuntes, mirando con incredulidad a Sasuke quien no lo había dudado un segundo—. ¿Estás loco? ¿Qué pasa si te jodo para siempre?
—No lo vas a hacer. Te conozco. Además, no voy a decir que no a algo tan útil como las runas.
—¡Ni siquiera sabes qué planeo poner en el tatuaje!
—No, pero no va a ser cualquier chorrada, ¿no?
—…
—Lo dicho. Quiero esos tatuajes rúnicos.
Sasuke se esfumó, siendo llamado por Naruto, y ella se quedó allí de pie como una idiota mirando por la ventana. Sacudió la cabeza con incredulidad, pero anotó mentalmente su ofrecimiento. Lo cierto es que sabía de varía gente en el pasado, en el pasado de su otra dimensión, que sí que se había tatuado runas. Bill y Charlie Weasley eran claros ejemplos, pero hablaba de magos y brujas del pasado. Los egipcios y los vikingos, por no hablar de los celtas, los nativos americanos o los criminales japoneses eran famosos por sus runas. Muchas culturas tenían sus propios tatuajes rúnicos tradicionales. La mayoría de runas habían estado relacionadas con la curación, la fertilidad o cosas más inocuas como resistencia en batalla; poca gente se había atrevido a hacerse tatuajes completos o muy complejos porque, como ya había pensado anteriormente, era peligroso. Pero… ¿y si pudiera hacerlo?
Había pensado que tenía que decidirse por runas inocuas, como la de resistencia, pero, ¿y si fuera posible activar y desactivar los tatuajes rúnicos? Que ella supiera desactivar un tatuaje rúnico no era lo común. De hecho, le había echado para atrás el tema del tatuaje porque no había pensado en ello porque no era algo común. Es más, nunca había escuchado algo así o había leído sobre desactivaciones salvo en textos del antiguo Egipto; y éstos eran muy específicos, relacionados con las transformaciones animales. Pero, si pudiera desactivar las runas y activar runas de forma independiente… sería una gran ventaja. Tal y como pensaba Sasuke.
La cuestión era unir todas las runas a una secuencia de desactivación que tendría que pensarse muy bien. Además, tenía que poder desactivarse por el portador del tatuaje y, como medida extraordinaria, por alguien más. No le gustaría perder la consciencia con los tatuajes activados y morir porque no podían curarla o algo parecido. No. Tenía que pensarlo muy bien. De hecho, necesitaba varias opiniones para minimizar errores. Iba a necesitar hablar con su familia.
Por suerte, estaban todos reunidos esa tarde-noche para su improvisada barbacoa. Incluso estaba Itachi.
—¡Itachi! —saludó ella, dándole un abrazo al verlo vestido de civil—. ¿Cómo estás?
—Bien. He regresado hace un rato de una misión —sonrió levemente en su dirección, aceptando su abrazo—. He escuchado lo que ha pasado. Me alegro de que Asuma esté bien.
—Ya. Una suerte, la verdad.
Se sentó al lado de Itachi, viendo como sus hermanos y su marido cocinaban en la gran barbacoa. Por una vez parecía que Naruto y Sasuke no estaban discutiendo mientras Naruto sazonaba la carne y Sasuke daba vuelta y vuelta a los trozos de comida medio hechos. Su marido, en la mesa de al lado, estaba preparando unas brochetas de pinchitos salteando carne y verduras. Y, por cierto, sin usar su máscara facial. Notó como estaba realmente feliz y contento, tanto que no sentía la necesidad de taparse el rostro. Vio de reojo la diminuta sonrisa en los labios de Itachi, quien como ella miraba a su hermano con ojos brillantes y semblante relajado.
—Por cierto, me gustaría vuestra ayuda con un proyecto —habló ella, llamando la atención de todos.
Sasuke sonrió ladinamente. —¿Es por el tema de los tatuajes?
—¿Tatuajes?
—Sí. Jiraiya me dio una idea para usar mis runas.
—Pretendes tatuártelas —afirmó Itachi, sin duda alguna. Ella asintió—. ¿En qué necesitas ayuda?
Mientras cocinaban les estuvo explicando un poco de runas. Naruto, Sasuke y su marido ya la habían escuchado antes hablar del tema e incluso sabían tallar runas, pero siempre habían usado runas en objetos sin vida. Incluso cuando las usó en Isaribi. Les explicó su reticencia a usar según qué runas, por qué y cómo había pensado en sobre pasar esa limitación con una secuencia de desactivación.
—La cuestión es que, si puedo usar la secuencia de desactivación, querrá decir que puedo tatuarme cualquier cosa.
—Pero necesitas ayuda pensando en qué cosas tatuarte que sean más beneficiosas que perjudiciales en general, ¿no?
—Así es —sonrió a su marido, complacida—. Había pensado en runas de resistencia y flexibilidad. También runas de ligereza, con éstas podríamos correr mucho más rápido, pero habría que desactivarlas independientemente de las otras para poder luchar cuerpo a cuerpo sino nuestros golpes serían muy débiles.
—Ya veo… Parece bastante complicado.
—Por eso necesito ayuda, Naru, 5 cabezas son mejor que una.
Estuvo toda la cena discutiendo el tema con su familia. Su familia. No podía evitar sonreír mientras veía a Naruto y a Sasuke escribir peticiones en una lista mientras Kakashi e Itachi iban analizando una a una si eran una buena idea o no o cómo podía mejorarse. Comió despacio, sin tan siquiera pensar en las muchas cosas que debían preocuparla, sabiendo que tarde o temprano se le acabaría el tiempo de relax. Iba a disfrutarlo mientras pudiera.
Los siguientes días pasaron lentamente. Asuma había despertado en su habitación privada del hospital rodeado de su equipo y su familia, según lo que había escuchado. Seina, en sus ratos libres cuando no entrenaba con sus hermanos y Kurama, empezó a crear unas secuencias para esos tatuajes que Sasuke quería hacerse.
—¿Y qué tal una runa para absorber chakra natural? —preguntó Sasuke, viendo como Naruto entrenaba con su senjutsu—. Podría ser interesante.
—Podría —levantó la mirada de sus papeles para observarlo con una sonrisa divertida—. ¿No crees que en algún momento tendrás que dejar de competir con Naruto?
—Hn. No.
Seina bufó una risa al escuchar su inmediata respuesta. Lo cierto es que tanto discutir sobre runas le había picado el gusanillo a ella también. Ahora también quería tatuarse runas y también quería convencer a Kakashi para que se subiera al carro de las runas. El único que no parecía convencido era Naruto, quizás porque todavía estaba entrenando con Kurama en sus ratos libres y no tenía tiempo para abarcar más cosas.
—¿Estás segura de que quieres tatuar las runas así sin más? —dijo Kurama, libre en su tamaño gatuno, cuando vio los diseños que había dibujado—. Cualquiera podría robarte estas secuencias.
—Pero no podrían activarlas. Necesito ser yo quien las active la primera vez.
—De cualquier modo, ¿estás segura de que quieres correr ese riesgo?
—Podríamos esconderlas con tatuajes de verdad —cortó Sasuke mientras leía un libro para su examen a jonin a su lado en su estudio—. Así nadie se daría cuenta.
—¿En serio quieres tatuarte, no sé, 15 o 20 tatuajes simplemente para esconder las runas?
—No tienen que ser tatuajes enormes, pueden ser cosas pequeñas.
—Huh —se cruzó de brazos ella, exasperada—. ¿Cómo qué? ¿Qué es lo que te puedes tatuar tan pequeño de forma simétrica en el cuerpo sin que nadie se dé cuenta?
—… Deja que me lo piense.
—Bueno, mientras te lo piensas, empieza a sangrar en estos viales, ¿quieres? He pensado en usar mejor la sangre de cada uno, macerada durante 7 horas a la luz de la luna llena que, afortunadamente, es dentro de 3 días.
—¿Cuánta sangre necesitas?
—Con medio litro debería ser más que suficiente.
Sasuke se cortó las venas de la muñeca con un dedo afilado con chakra de rayo. Llenó todos los viales que le dio sin miramientos bajo su atenta mirada. Cuando tuvo suficiente le curó el corte sin más antes de guardar la sangre en un lugar oscuro donde se conservarían gracias a su magia. Ella ya se había sacado la sangre esa misma mañana y, aunque había costado 3 besos, Kakashi también. Itachi, por otro lado, había vuelto a irse de misión con su escuadrón de vigilancia anbu así que dudaba que estuviera pensando en las runas ahora mismo.
Fuera como fuera, pensaba darle todas las ventajas posibles a su familia para sobrevivir lo que se avecinaba. A pesar de que no sabía qué era todavía.
Notes:
El que dijo algo de runas o senjutsu en los comentarios... Deja de leerme la mente. ¿En serio creéis que Seina no va a armar a sus seres queridos tanto como pueda?
;)
Chapter 145
Notes:
Advertencias: escenas sexuales, muerte/asesinato.
Chapter Text
—¿¡Cómo que se han ido!? —exclamó Naruto cuando la dejaron pasar al despacho de Tsunade.
Seina llegó la última puesto que había estado trabajando en el hospital. Apenas le había dado tiempo a ponerse el uniforme de jonin de nuevo cuando un mensajero apareció por la puerta y le dio una nota de su maestra. Al llegar a la oficina vio a Sasuke de pie frente a la mesa, con los brazos cruzados sobre su pecho y frunciendo el ceño fuertemente mientras que, a su lado, Naruto, también vestido como el tokubetsu jonin que era, estaba encarándose con la Hokage, con las manos encima de la mesa e inclinándose hacia ella.
—Como has escuchado —dijo la Hokage con irritación, enviándole una mirada asesina a su hermano—. Pasaba por allí y los escuchó, y decidió unirse al equipo 10.
Sasuke la miró de reojo, cambiando el peso de pierna para acercarse a ella. Seina no dijo nada, nada en absoluto, mientras comprendía que su marido había salido de la aldea para ayudar al equipo de Shikamaru a cazar a esos dos de Akatsuki. Una parte de ella estaba irritada porque se hubiera ido de la aldea así sin más, sin pensar en decírselo. ¿Qué hubiera pasado si no les hubiera pillado la Hokage? ¿Y si hubiera muerto? Seina no sabría qué había sucedido hasta que buscara su cuerpo. Aun así, otra parte de ella estaba aliviada de que Kakashi estuviera protegiendo a sus amigos.
—Antes de que prosigas gritando, cabeza hueca, déjame deciros que pensaba mandaros como refuerzo. Sé que me habríais provocado un dolor de cabeza de lo contrario.
—¿En serio? —preguntó Naruto, con una sonrisa enorme. Luego los miró a ambos, viendo a Sasuke frunciendo el ceño y a ella con expresión irritada. Carraspeó la garganta, perdiendo la sonrisa y poniéndose militarmente recto—. ¿Permiso para partir, Hokage-sama?
—Permiso concedido. Seina, tú liderarás la misión de refuerzo.
—Hai.
Salieron de allí sin más. Tenía un localizador en Kakashi, pero sabiendo que posiblemente estaba peleando con Akatsuki se lo pensó mejor. Lo último que quería era entorpecer un combate y que sus aliados salieran heridos. Por suerte, el localizador también servía como punto de coordenadas así que simplemente sacó su mapa de piedras selladas y buscó la piedra más cercana mientras sus hermanos contemplaban en silencio lo que hacía. Sasuke parecía estar a gusto en silencio, pero Naruto vibraba por decir algo, pero se estaba mordiendo la lengua.
—Vamos. Tengo una piedra a 15 minutos corriendo de ellos.
—¡Yosh! ¡Vamos a darle una paliza a esos Akatsukis!
—Calla, dobe, y date prisa —dijo Sasuke mientras echaban a correr hacia la puerta de la aldea por los tejados.
Tardaron bien poco en salir de Konoha y teletransportarse hasta su piedra. Luego corrieron entre la vegetación escuchando a lo lejos el sonido de la lucha. No había gritos, pero sí vio destellos de luz que parecían ser jutsus de rayo de los que tanto usaba Kakashi. Saltaron al pequeño claro justo cuando un… tío extraño con un montón de caras cosidas a su torso empezaba a desprender unos hilos negros de chakra. Naruto, Sasuke y Seina se lo quedaron mirando un par de segundos.
—¡Refuerzos! —exclamó Ino. Seina miró por encima de su hombro.
—¿Dónde está Shikamaru?
—Está con el otro —dijo Kakashi, sin ni un solo rasguño salvo por el pelo un poco alborotado—. Kuchiyose no jutsu. Pakkun, ¿puedes guiarlos hasta Shikamaru?
—Naruto, Sasuke.
Naruto chasqueó la lengua, irritado por separarse, pero siguió a Pakkun junto a Sasuke, quien no dijo nada. Dirigió toda su atención en el Akatsuki que tenía delante de ella, notando como Kakashi se ponía a su lado mientras Ino y Chouji tomaban la retaguardia.
—¿Qué demonios te has hecho? —preguntó ella al extraño, alzando un poco la voz para que la escuchara, pero no recibió respuesta.
—Ya le hemos matado un par de veces. Usa esos cables negros como tus cadenas. Y también puede usar varias naturalezas de chakra dependiendo de las distintas máscaras.
—Entendido.
—A ti te conozco —dijo el extraño, sorprendiéndolos a todos—. Tu cara aparece en el libro bingo de Iwa y Kumo. Los de Konoha como siempre con sus niños prodigio. Quizás me quede con vuestro corazón para reemplazar los que me habéis arrebatado. Seguro que me dan un precio elevado por el resto de tu cuerpo.
—… Ya veo —musitó ella. Éste debía de ser Kakuzu, según la descripción de Itachi. Con lo cual… el otro que estaba siendo atacado por Shikamaru y sus hermanos tenía que ser Hidan, el inmortal—. Siento decepcionarte, bicho raro, pero hoy no vas a salir de aquí con vida.
—Hmpf… Esto ya lo veremos.
Se abalanzó sobre ellos, pero Seina se protegió con las cadenas de adamantina sin problemas. Vio como alzaba levemente una ceja, mostrando solo eso de sorpresa, antes de que sus mascaras migraran a sus hombros y abrieran ambas bocas. Alzó una barrera con su magia, parando sin problemas el ataque de viento y fuego. Aprovechó la nube de humo para desvanecerse y empujar atrás con su magia a Kakashi y a los demás, quienes captaron la idea y subieron a los árboles a la espera de apoyarla en caso de ser necesario.
Reapareció detrás de Kakuzu en una aparición silenciosa que percibió demasiado tarde. Una de sus cadenas destruyó otra de sus máscaras antes de que pudiera saltar lejos de ella. Seina sonrió con malicia al ver que no se había dado ni cuenta de lo que le había hecho.
—¡Agh! —exclamó su enemigo, pero se recompuso rápido.
Vieron como empezaron a salirle incontables cables de chakra negro de la boca y de las extremidades. Realmente parecía un cadáver cosido a trozos. Seina, y Kurama, lo miraron con algo de asco, viendo como aun le quedaban otros 2 corazones más que liquidar. Por desgracia para Kakuzu, no se había dado cuenta del sello que le había puesto en su primer ataque.
—Destruyamos a este cabrón con una bijuu dama.
—Como quieras.
Alzó una mano como una garra, arremolinando el chakra en su tenketsu como hacía Naruto para usar el rasengan. Escuchó la inspiración entrecortada de su marido al verlo, pero no dijo nada más. Nunca había probado la técnica de su difunto padre teniendo tantas armas y técnicas como tenía, pero eso no significaba que Naruto no le hubiera enseñado a usarla. La esfera de chakra azul empezó a mezclarse con el chakra demoníaco de Kurama, giró y giró hasta que alcanzó el tamaño de una mandarina, vibrando antes de condensarse peligrosamente. Casi parecía que su rasengan no se estaba moviendo de lo denso que era, pero Seina podía notar la vibración de la energía sobre su mano esperando a ser liberada violentamente.
—¡No puede ser! ¡Tú no eres la jin-
Kakuzu no tuvo tiempo a gritar. El sello que le había puesto con su cadena de adamantina sirvió para teletransportar la bijuu dama ransengan justo dentro de él, sin tan siquiera tener que acercarse. La bijuu dama explotó al mínimo contacto con su carne seguida de una onda expansiva que casi la arrastró a ella también. Tuvo que sostenerse en el sitio, tapándose los ojos con los brazos mientras escuchaba durante un solo segundo como su enemigo gritaba al ser desintegrado. Finalmente, tuvo que cubrirse con varias paredes de tierra para contener su propio ataque.
—Demonios, sí que ha sido fuerte —silbó en voz alta, pero hablando con Kurama. Se giró a mirar a los otros—. ¿Estáis bien?
Los rostros de Chouji, Ino y Kakashi casi la hicieron reír. Parecían entre incrédulos, atónitos y, Kakashi, divertido. No, no solo divertido. Su marido estaba excitado. Lo vio en sus pupilas dilatadas y en como tragaba una sola vez fuertemente antes de mirar al suelo para recomponerse.
—Wow…
—¿Puedes usar el rasengan? —preguntó Ino, saliendo de su estupefacción—. Como no. Seguro que Naruto te ha enseñado.
—Cierto.
—Pero, ¿qué clase de rasengan era?
—Una bijuu dama de Kurama —sonrió ella con malicia—. Solo era un poquito de chakra. Estoy deseando usar algo más, a ver qué pasa.
—Mejor que no —cortó Kakashi, viendo que lo decía en serio—. Será mejor que vayamos a buscar a los otros.
—Por cierto, Kakashi —dijo ella, alargando las palabras dulcemente con retintín mientras empezaron a correr de nuevo. Algo en su voz debió de dejarles claro lo irritada que estaba, y porqué, porque Ino y Chouji miraron para otro lado haciendo ver que no estaban allí mientras ella fulminaba con la mirada a su confuso, y preocupado, marido, quien corría a su lado—. Habrás dejado una nota de tu partida en casa, ¿verdad?
—…Eh… —empezó Kakashi, claramente sin saber que decir, con el rostro pálido—. N-no. Se me ha olvidado. Lo siento.
—Ya hablaremos de esto.
Vio de reojo como Chouji hacía una mueca compasiva por su marido mientras Ino ponía caras aguantándose la risa. Ella no dijo nada, siguiendo su conexión hacia sus hermanos. Cuando llegaron allí vieron que su ayuda no iba a ser necesaria. Naruto, Sasuke y Shikamaru estaban mirando lo que parecía ser una reciente fosa tapada con piedra y tierra. No hacía falta ser un genio para saber qué había allí debajo. Seina los observó con ojo médico, pero vio que todos estaban bien. Es más, Naruto y Sasuke no parecían ni sucios.
—Seina-nee, ¿está muerto?
—Muertísimo —dijo ella. Sasuke e Ino bufaron una risa al escucharla.
—No ha quedado nada de él que llevar a Konoha.
—Una lástima. Me gustaría haberlo diseccionado —entonces miró a la fosa—. ¿Ahí está el otro tío?
—Sí. Para el resto de la eternidad, si de verdad es inmortal —contestó con firmeza Shikamaru.
—Otra lástima —volvió a decir ella, suspirando—. Yo habría puesto su cabeza dentro de un tanque de aguas residuales.
Ino y Naruto contuvieron una arcada al mismo tiempo mientras los demás pusieron cara de asco.
—Recuérdame no enfadarte jamás —dijo Shikamaru, tirando un cigarro de Asuma, sin encender, a la fosa.
Chouji le dio un par de palmaditas a su marido en el hombro, con expresión compasiva, mientras Ino le miró con pena. Seina bufó una risa. Estaba un poco enfadada, pero no tanto como para torturarlo de esa forma. Kakashi, no obstante, seguía algo pálido. ¿Quizás creía que iba a gritarle? O, tal vez, se acordaba de las veces que se había vengado de gente con sus bromas. Pobrecillo.
El regreso a Konoha fue muy anticlimático. Al final, los refuerzos no habían servido para casi nada. Había sido ella quien mató a Kakuzu, pero sabía que Kakashi lo hubiera podido hacer él solito o con ayuda de Ino y Chouji. Solo la había dejado atacar sola porque Seina estaba muy irritada y claramente necesitaba descargar parte de su rabia en alguien. Pobre Kakuzu. Sasuke y Naruto, quizás sintiendo su irritación, los dejaron solos sin rechistar.
—Seina, cariño, lo siento —dijo Kakashi nada más cerrar la puerta, rascándose la parte trasera de la cabeza como un niño pequeño—. Vi a Tsunade-sama discutir con ellos y en cuanto supe que querían ir tras Akatsuki me ofrecí acompañarlos.
—¿Sabes lo que me hubiera pasado si te hubiera sucedido algo malo sin saber por qué? ¡Me habría vuelto loca buscándote por la aldea, Kakashi!
Kakashi la abrazó fuertemente cuando vio lo afectada que estaba en realidad. Seina le dio un puñetazo fuerte en el hombro antes de aceptar su abrazo. Lo cogió contra ella, sin dejar un solo espacio entre ambos, y enterró su cara en su cuello.
—¡No vuelvas a hacerlo!
—Lo prometo.
Seina mordió su cuello. Quería que le quedara marca durante un tiempo a modo de castigo. Quería que cuando se mirara al espejo recordara lo que no debía hacer. Ahora ya no estaba solo, estaba con ella, estaba con Naruto y Sasuke e Itachi. No podía desaparecer sin más.
Aparecieron en su cama con una chispa de su magia, cayendo directamente sobre el colchón. Él debajo y ella encima. Le quitó la ropa entera con un chasquido de dedos, y luego le apresó las extremidades con cuerdas de cuero mágicas. Kakashi ni intentó zafarse. Era lo suficientemente inteligente como para saber que no serviría de nada luchar, pero incluso bajo su merced, sabiendo que lo iba a castigar de alguna forma, empezó a sentir la erección bajo sus muslos. Hombres.
Se quitó la ropa muy, muy despacio, dejando que mirara con ambos ojos fijos en ella, y entonces, supo cómo castigarlo. Evitó sonreír con malicia ante lo que estaba a punto de hacer. Se cernió sobre él, besándole la cara con besos ligeros, como las alas de una mariposa sobre una flor: la frente, los párpados, los pómulos, la punta de su nariz, su mandíbula… cuando se acercó a sus labios Kakashi los entre abrió, pidiendo implícitamente que lo besara, pero ella solo rozó sus labios con la punta de su lengua. Observó cómo se le erizaba la piel y sintió su erección rodar insistentemente contra su espalda.
—¡Seina! —casi suplicó su marido, arqueándose bajo la yema de sus dedos que rozaron su piel hasta llegar a sus pezones.
—Oh, no, mi amor. Esto es un castigo, no un premio.
Besó su piel pálida y tersa, sin pelo, hasta bajar a su ombligo. Le introdujo la lengua y mordisqueó sus abdominales mientras sus manos bajaban por sus caderas, rozando sus uñas su pubis masculino sin tocar ni una sola vez su gran erección. Gateó hacia atrás hasta quedar encima de su pene rosáceo, viendo como su punta relucía perlado, desesperado por correrse. Sopló sobre su cabeza, haciéndolo saltar. Ella se echó para atrás.
—Ah-ah —dijo, en tono de burla, negándole su contacto.
Lo tenía justo donde quería. Desesperado, ansioso, excitado… vio como su pecho subía y bajaba y como intentaba forzar ahora las cuerdas de sus manos sin éxito alguno. Con un gemido decepcionado echó la cabeza atrás, cayendo pesadamente sobre la almohada.
—Me estás matando, te lo juro.
—Solo acaba de empezar tu castigo —cogió su polla con una mano, moviéndola lentamente de arriba abajo hasta que consiguió lo que quiso bajo la atenta y delirante mirada de su marido.
Vio como usaba un dedo para recoger su líquido preseminal. Kakashi la miró de nuevo fijamente, como si no pudiera apartar la mirada, y ella gateó de nuevo más arriba, y luego más y luego más hasta que sus rodillas quedaron a lado y lado de su cara y su sexo encima de su cara. Se llevó su mano libre a su pecho, cogiéndose un pezón y pellizcándoselo mientras gemía sobre su marido, quien solo podía mirar cómo se tocaba sin hacer nada. Se acarició el estómago y luego se tocó entre las piernas. Primero solo un roce, luego metió un dedo dentro de su vagina, escuchando como Kakashi gemía bajo ella.
—¿Te gusta? —preguntó ella, abriéndose los labios vaginales con los dedos de la mano izquierda, dejándole ver lo mojada que estaba. Kakashi tragó fuertemente, oliéndola descaradamente—. ¿Qué te parece esto?
Dejó que viera, distraído como estaba, su dedo índice derecho, lleno de su líquido preseminal. Entonces, se masturbó usándolo como lubricante. Vio como se le oscurecían los ojos, y forcejeaba de nuevo, incluso le pareció escuchar un gruñido, pero ella estaba demasiado ocupada dándose placer encima de la cara de su marido, sin dejar que la tocara.
—¡K-Kakashi! —gimió mientras se masturbaba rápidamente, ondulando sin querer las caderas y cerrando los ojos.
—¡Joder! ¡Desátame!
—¡No!
Escuchó como golpeaba de nuevo su cabeza contra la almohada, y como gemía. Su cuerpo se movió bajo sus piernas, pero no consiguió nada.
—¡Córrete en mi boca! —gimió él.
Seina no dijo nada. Se corrió encima de él, a cierta distancia. Antes de que pudiera intentar alzar la cabeza para lamerla se retiró hasta quedar encima de su polla, ahora más roja y brillante que antes. Parecía apunto de correrse así que le cogió la base y su magia formó bajo sus dedos un anillo prieto. Kakashi se revolvió, gruñendo al notarlo, pero intentó mover las caderas arriba cuando ella se sentó en su polla hasta que la tuvo adentro, muy adentro de sí. Estaba tan mojada que no le costó nada impulsarse, apoyada sobre sus abdominales marcadas. Botó sobre la pelvis de su marido, dándose placer y negándole a él lo que quería realmente.
—¿Vas a hacer algo así —jadeó entrecortadamente— alguna otra vez?
—¡NO! ¡Lo juro! ¡No voy a desaparecer sin ti!
—¡PROMÉTEMELO, KAKASHI! —gritó ella, enfurecida y cachonda a partes iguales.
—¡LO PROMETO!
Desvaneció sus ataduras. Kakashi se abalanzó sobre ella, echándola sobre el colchón con violencia. En menos de 2 segundos la dejó sin aliento sobre la cama, le puso las piernas sobre los hombros y le agarró las caderas con ambas manos y toda su fuerza bruta. La cogió tan fuertemente, como si no quisiera dejarla ir, que sabía que no podría deshacerse de él a menos que usara la magia. Cerró los ojos con un grito cuando Kakashi empezó a embestirla. No tenía palabras, ni estaba coherente como para ni siquiera gritar su nombre. Los párpados se le cerraron y se le abrió la boca mientras dejaba que su marido se la follara duro y fuerte, haciendo chocar sus pelvis una y otra y otra vez.
—¡Quítamelo! —gruñó la orden Kakashi, casi enloquecido—. ¡SEINA!
Tuvo que pensar en sus palabras un par de segundos antes de recordar el anillo. Lo desvaneció sin más. Kakashi le mordió el cuello sin miramientos a la vez que se corría al instante dentro de ella una vez tras otra. Seina gritó con las piernas temblando y la respiración desbocada. Notó como su coño se aferraba a la polla de su marido, quien no paró de embestirla mientras se corría lo más fuerte que hubiera sentido antes dentro de ella.
A los pocos minutos, Kakashi colapsó sobre ella y sus piernas, que quedaron abiertas a cada lado de sus hombros, chafándole los pechos y su cuerpo contra los pies de la cama. Ambos jadearon, recuperando la respiración sin decir una sola palabra. Kakashi levantó como pudo las caderas, haciendo que su pene saliera de ella con un gemido compartido. Notó como su semen resbalaba por sus muslos, manchando la cama.
—Lo siento —dijo con voz queda él, con el rostro todavía enterrado en sus pechos.
—Lo sé. Te perdono.
Kakashi le dio un beso en el corazón antes de coger su pezón en su boca. Esa noche no durmieron prácticamente nada mientras reafirmaban su amor y el hecho de que estaban vivos. Cuando se fueron a dormir, horas más tarde, estaba a punto de salir el sol. Seina se durmió un par de horas entre los brazos fuertes y protectores de Kakashi, quien no parecía querer dejarla ir ni un segundo.
Nadie dijo nada del claro mordisco que tenían ambos en el cuello. Ni de sus incipientes ojeras, ni del brazo de Kakashi sobre su hombro, atrayéndola hacia él. Los siguientes días pasaron tranquilamente, analizando las últimas nimiedades de las secuencias rúnicas.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó ella por enésima vez.
Sasuke la miró irritado. —Que sí. No seas pesada.
—Vale, pero si algo sale mal luego no me vengas llorando —dijo ella, arrancándole un bufido de risa.
Se tumbó sobre la camilla de estudio, desnudo salvo por un bóxer negro. No quería que la distrajeran así que había echado a todos los demás de su oficina privada mientras le tatuaba en la piel las runas con varias de hierro y agujas, al estilo tebori. En seguida se dio cuenta de que iba a tardar bastante más de lo previsto puesto que la sangre de Sasuke se mezclaba con la tinta de sangre, haciendo que tuviera que ir despacio, limpiándole la sangre con un trapo una y otra vez para ver dónde estaba tatuando. Sasuke cerró los ojos mientras ella le tatuaba las runas en fila empezando por los pies y subiendo hasta las caderas.
No supo cuánto tiempo había pasado, pero tuvo que encender la luz para ver mejor, dándose cuenta de que estaba anocheciendo. El olor de la sangre era predominante, tanto que tuvo que abrir la ventana un par de dedos. Tenía hecha toda la parte delantera, pero todavía quedaba la parte trasera.
—Gírate poco a poco.
Sasuke le hizo caso, girándose él mismo. Evitó usar la magia para no entorpecer el ritual, a pesar de que hubiera sido más fácil y cómodo. Volvió a mojar la aguja en la sangre preparada y macerada con rayos de luna llena y volvió a los pies.
Cuando acabó habían pasado casi 14 horas desde que empezó cerca del mediodía del día anterior. Sasuke tendría que curar las runas de forma natural, para que se asentara sin interrupciones mágicas. Aun así, podía usar las pomadas del hospital que había preparado justamente para él. No eran mágicas, pero ayudarían a que se recuperara antes. Con su metabolismo y regeneración de ninja seguro que solo tardaría un par de días a una semana.
—¿Cómo te sientes?
—Inflamado.
—Lo estás —rio ella—. Recuerda-
—No me ducho en un día, me pongo la pomada, no uso tus creaciones mágicas. Lo he pillado.
Seina rodó los ojos, pero dejó que Sasuke le diera un beso en la mejilla a modo de agradecimiento. Se vistió con su ropa más holgada, claramente algo incómodo, y se fue a su casa. Kakashi no estaba despierto, pero tampoco dormido. Lo abrazó viendo como dormitaba, protegiendo su espalda fielmente. Kakashi le apretó la mano y se durmió de verdad cuando notó como estaban solos, y como ella estaba por fin en la cama.
—Te quiero, mi amor —susurró, dándole un beso en la nuca y cayendo ella también en los brazos de Morfeo.
Chapter Text
—¿Y qué tal las runas? —preguntó Itachi mientras desayunaban todos juntos una mañana.
—Genial —sonrió Sasuke con más entusiasmo de lo normal—. Son la hostia. Puedo recuperar chara 3 veces más rápido con las runas que de forma normal. Además, mi velocidad ha aumentado muchísimo; ahora casi no corro, parece que vuelo.
Estuvieron escuchando atentamente a Sasuke, Naruto rodando los ojos de vez en cuando medio dormido, mientras hablaba de cómo podía activar y desactivar las runas de sus oídos para escuchar de lejos, como podía saltar sin apenas esfuerzo edificios enteros, o como podía oler las cosas a mucha distancia como un perro. Kakashi parecía curioso, y una pizca interesado.
—Quiero que te las pongas —dijo ella cuando se adentraron en la caseta para ver como Sasuke entrenaba con Naruto y su hermano con las runas activadas.
—… No te voy a decir que no a una ventaja así, pero pensé que Sasuke te las iba a poner mañana.
—No. Quiero que te las pongas tú primero. Es más, quiero hacerlo cuanto antes. Vamos.
—¿Ahora? —preguntó incrédulo Kakashi.
—¿Para qué esperar?
Le cogió el brazo y tiró de él. Kakashi era un gran ninja, de eso no cabía duda, pero había visto con sus propios ojos como Sasuke había mejorado muchísimo de un de día a otro. Había igualado la velocidad de Naruto usando senjutsu usando runas, pero mientras que el senjutsu solo aumentaba las capacidades físicas y espirituales, el chakra natural activaba todas las runas que el portador llevara puestas, ya fueran para mejorar el físico u otras cosas más útiles. Era una gran ventaja que quería que su marido tuviera.
Kakashi no tenía el mangekyo sharingan eterno de Sasuke o Itachi, por lo tanto, solo podía usarlo de forma limitada, y no tenían más ojos que pudiera intercambiar con el de Obito y ni siquiera sabían si funcionaría el trasplante para “saltarse” la maldición del ojo ya que Kakashi no era un Uchiha de nacimiento. Tampoco tenía la gran reserva de chakra de Naruto o suya, gracias a que eran jinchurikis, ni podía usar el senjutsu ya que nadie le había enseñado. Sinceramente, de todos ellos, Kakashi era el más limitado en cuanto a habilidades.
Si bien era cierto que era el que más ninjutsus sabía, y que era listo e inteligente, y bueno con según qué fuinjutsu, y un maestro de kenjutsu, eso no iba a ser suficiente para luchar contra lo que se les venía encima. Algo le decía que tenía que hacer algo, y ese algo eran las runas. Con las runas Kakashi podría imitar el senjutsu sin necesidad de aprender senjutsu, y eso era algo grandioso.
Mientras su marido se desnudaba y empezaba a tatuarle las runas, tal y como hizo con Sasuke, pensó en que tenía que hacer algo para que pudiera usar de forma ilimitada su mangekyo sharingan. No sabía el qué, pero algo se le ocurriría.
Se centró en la tarea con toda su atención. No quería cometer ni un solo error, algo improbable siendo maestra de runas, pero por si acaso. Kakashi la dejó hacer sin decir nada. Esta vez tardó bastante menos, solo 10 horas. Cuando acabó dejó que Kakashi se fuera a dormir, sabiendo que debía sentirse bastante irritado físicamente hablando. Le dio un beso en la cabeza antes de bajar a cenar algo.
En cuanto bajó las escaleras vio su paloma mensajera. La que envió a Jiraiya.
—Vaya, vaya… A ver qué dice el viejo pervertido.
Vio que era una nota en clave así que la reveló con su magia. La carta sabía las intenciones de Jiraiya, así que podía traducirse por sí sola con ayuda mágica. Leyó lo que estaba escrito.
—Seina, ahora mismo no puedo regresar a Konoha, pero espero que esto te sirva de algo.
Durante la segunda guerra shinobi, un niño llamado Nagato quedó huérfano en Amegakure a manos de ninjas de Konoha. Este niño vagó durante meses por el país hasta que encontró a otros dos huérfanos, Konon y Yahiko. Eran bastante patéticos, poco más que civiles, vagando de aquí para allá en busca de comida. Tsunade no quiso saber nada de ellos y Orochimaru prefería matarlos por ser una carga. Supongo que me dieron lástima así que me quedé con ellos y les enseñé un par de cosas para que pudieran cuidarse a sí mismos, pero nada importante. Hasta que pasó lo siguiente.
Meses después de iniciar mi ruta de entrenamiento con estos huérfanos, un ninja de Iwagakure encontró a Nagato y Yahiko e intentó atacarlos. Nagato volvió a reactivar el rinnegan, uno que al parecer solo había activado al presenciar el asesinato de sus padres, y mató al ninja de Iwa. Viendo sus poderes claramente ninja supe que no me quedaba otra cosa que enseñarle a controlarlos. Tardé poco más de 3 años en convertirlos en buenos ninjas, pero lo consiguieron.
Después de eso yo regresé a Konoha, pero mantuve los oídos abiertos en relación a estos niños. El sueño de Nagato era la paz mundial. Creía que, de alguna forma, podría implantarla. Yo le dije que para ello primero tendría que aprender a controlar sus ojos, que quizás eran la clave para lograrlo. Durante años estos 3 huérfanos consiguieron lo que mucha gente en Amegakure no pudo: empezaron a reunir a seguidores que eran pacifistas como ellos con la esperanza de que, finalmente, acabara la guerra. Recuerdo haberme sentido muy orgulloso de ellos, pero aun así no fue suficiente.
En Amegakure había un tipo llamado Hanzo que claramente los veía como una amenaza a su liderazgo. No sé exactamente qué pasó, quien ayudó a Hanzo, pero Hanzo tramó eliminar a Nagato y a su grupo de pacifistas. La información en ese entonces es confusa y limitada. Algunos dicen que supuestamente Nagato sobrevivió y siguió con su grupo de ninjas en Amegakure; de ser cierto, esto significaría que Hanzo murió. Otros dicen que Hanzo sigue al mando. No sé qué pasó con esos tres, ni qué hicieron en Amegakure. La información de esta aldea llega a cuenta gotas debido a su política aislacionista y su férrea seguridad.
Sobre lo que sé sobre el dojutsu en sí… poco, muy poco. En mis caminos escuché y leí que el rinnegan se conocía como el Ojo de los Dioses, y que era una habilidad rarísima. Los rumores decían que el padre del ninjutsu poseía estos ojos y que su cometido era traer la paz y el conocimiento al mundo. Esta es una de las razones por las cuales empecé a entrenar a Nagato, porque existe una profecía que dice que alguien será la reencarnación del Sabio de los Seis Caminos. El rinnegan en sí es muy poderoso. Yo no sé prácticamente nada del rinnegan, pero Nagato sí que me contó lo que pasó en ese ataque del ninja de Iwa.
Al parecer, los atacó con un jutsu que Nagato fue capaz de absorber y devolver, matándolo al instante. También vi cómo era capaz de repeler objetos así que no sé si la telequinesis es otro poder, o algo indirecto relacionado con ésta.
Acabó de leer las pocas frases de Jiraiya, pero no había nada más interesante. Sintió un escalofrío mientras leía la carta. No quería hacerse mala sangre a solas, así que dejó la carta donde estaba y se fue a dormir.
—…No sé si la telequinesis es otro poder, o algo indirecto relacionado con ésta. Lo que sí sé es que Nagato, aunque débil físicamente, era el más poderoso de los tres. Aun así, sus poderes lo dejaban a veces exhausto durante días. Quién sabe si era porque estaba empezando a entrenar su dojutsu, o si la razón de su cansancio era que el rinnegan exigía un alto precio…
Neji acabó de leer en voz alta la carta de Jiraiya mientras los demás lo escuchaban en silencio. Pasó la carta a Shikamaru, quien la leyó para sus adentros de nuevo. Los demás meditaron unos minutos lo que acababan de descubrir.
—Resumiendo: Hagoromo Otsutsuki, un tío que puede ser que no sea humano, era el Sabio de los Seis Caminos y el creador de los bijuu. Además, este tío tenía el rinnegan, un dojutsu extremadamente poderoso que apareció en este otro tipo Nagato, cuyas habilidades eran tan extrañas y variadas que Jiraiya-sama no tiene ni idea de cuáles son —dijo Kiba, cruzándose de brazos. Los demás fueron asintiendo—. ¿Me dejo algo más?
—Sí. Supuestamente este hombre era el padre del ninjutsu así que debió de haber realizado alguna hazaña para ganarse ese título. Además, según Kurama, parece que él los creó a partir de una sola entidad.
—Por no hablar de que es el ancestro común del clan Hyuga y Uchiha, y vete tú a saber cuáles más.
—Esta información no nos sirve de mucho —dijo Sasuke, cogiendo la carta de Shikamaru.
—Me temo que Sasuke tiene razón. No importa mucho el origen de Nagato sino lo que pueda hacer con el rinnegan en relación al genjutsu global que quiere usar Akatsuki —suspiró Shikamaru—. Por suerte, ahora Akatsuki tiene a 2 ninjas menos.
—Pero también quedan menos bijuus a los que quitarle el chakra. Solo quedamos Seina y yo, el jinchuriki del 8 colas y Gaara.
—Y a Gaara ya le han quitado una parte del Shukaku, más que suficiente —recordó ella, haciendo que Naruto y Sasuke fruncieran el ceño.
—¿Por qué dices que es suficiente? —preguntó Ino, tan confusa como Tenten, Lee y alguno más.
—Por qué una pequeña parte de infinito sigue siendo infinito. No sabemos si se han dado cuenta o no de esto, pero con encontrar reliquias con los chakras restantes debería ser suficiente. Se lo dijimos a Shikaku, pero cree que empezar a buscar las reliquias podría ser peligroso.
—Lo último que queremos es darles pistas para que lo averigüen ellos mismos —dijo Shikamaru con aspecto preocupado.
Los rostros pálidos de sus amigos le dejaron ver que habían captado el peligro del asunto. Seina se rascó la cabeza, cansada de todo esto. Al lado de un genjutsu mundial Danzo parecía un idiota de barrio. Se despidieron de su reunión extraoficial sin más. No podían hacer nada más salvo intercambiar la información por si acaso. Aun así, el rinnegan parecía un dojutsu muy variopinto y peligroso. Solo esperaba que no tuvieran que toparse nunca con Nagato, o Pain o como se hiciera llamar ahora.
Al par de días, pasó algo insólito.
—¿Otra base de Orochimaru? —preguntó ella a su maestra—. ¿Por qué quieres que seamos nosotros los que la destruyamos?
—Sois el mejor equipo para infiltrarse, destruirla y evadir a Orochimaru, si es que está presente. Sasuke es su objetivo, de eso no cabe duda, pero ya mismo será jonin, y os tiene a todos vosotros cubriendo sus espaldas —dijo su maestra, posando su cabeza sobre sus manos cruzadas—. Además… también creo que sois de los pocos equipos capaces de enfrentaros a él sin terminar en una bolsa de cadáveres.
Sasuke no dijo nada, ni para bien ni para mal, en contra de la misión. Una parte de Sasuke casi había olvidado a Orochimaru. Después de todo, tenían cosas más graves de las que preocuparse. Otra parte de Sasuke, sin embargo, estaba deseosa de acabar con su enemigo de una vez por todas. Sasuke no era un cobarde, ni le gustaba que lo persiguieran o intentaran usarlo; una mala combinación para Orochimaru.
—Equipo 7, Kakashi liderará esta misión: recoged la documentación, destruid su base y eliminadlo si es posible.
—Hai.
Salieron de su oficina sin más. Naruto parecía vibrar, suprimiendo su sonrisa maligna al darse cuenta de que era muy posible que acabaran por fin con uno de sus múltiples enemigos. Ya no eran niños de 12 años recién salidos de la academia. Ahora el cazador podía convertirse fácilmente en la presa…
El país de los Arrozales no había cambiado mucho desde su última excursión con Jiraiya. Le parecía curioso que Orochimaru hubiera vuelto al punto de partida en lugar de haber construido su base lejos, pero claro, estratégicamente hablando a Orochimaru siempre le había gustado estar en el centro de todo o, dicho de otra forma, le encantaba estar cerca del país del Fuego. Quizás fuera porque una parte de él extrañaba tierra, o tal vez no le importara su lugar de nacimiento sino lo que podía sacar de él estando cerca. Con Orochimaru, quien sabía.
—Bueno equipo —dijo su marido, sonriendo como en los viejos tiempos—. Descansaremos aquí esta noche y mañana bien temprano investigaremos la zona donde dicen haber visto la base.
—¿Crees que estará allí Orochimaru?
—Podría ser… los ninjas de Konoha llevan pisándole los talones desde hace meses. No parece haber indicios sobre su nuevo cambio de cuerpo —musitó su marido ante la pregunta de Sasuke—. Quizás estaba esperando a que regresaras de vuestro exilio.
—Pero… eso quiere decir que debe estar muy débil, ¿no?
—Según lo que tenemos entendido, si no ha cambiado de cuerpo, sí.
Naruto y Seina intercambiaron una mirada mientras Sasuke miraba fijamente al norte. No tenía que usar su vínculo para saber lo que estaba pensando su hermano, y para estar de acuerdo con él. Si Orochimaru había estado esperando a Sasuke, cosa que parecía ser cierta a juzgar por su rostro casi desesperado y deseoso de la última vez, eso quería decir que ahora mismo había pasado con creces el plazo para realizar el jutsu de intercambio de cuerpo. Con lo cual… debía estar muy débil. Era el mejor momento para matarlo. Sasuke la miró de reojo, asintiendo.
Cenaron y durmieron en la tienda de campaña, detrás de varias barreras mágicas y de fuinjutsu. Ni siquiera hablaron de la estrategia, prefiriendo dejarlo para el día siguiente que tardó poco en llegar.
—Como dije ayer, hoy vamos a encontrar su base e infiltrarnos. Por el movimiento que han espiado nuestros informantes parece ser más un laboratorio que una base militar, pero no debemos bajar la guardia —dijo Kakashi. Ellos asintieron—. Bien. Empecemos, pues. Kuchiyose no jutsu.
—¡Yo, Kakashi! Equipo 7 —Pakkun asintió hacia sus hermanos. Luego la miró a ella con una sonrisa, saltando en sus brazos—. Seina. He probado el acondicionador que me hiciste. Mira cómo me brilla el pelo.
—Pakkun, ahora mismo no es el momento.
—Sí, sí… —suspiró el perro.
—Más tarde me lo enseñas, Pakkun —dijo ella, suprimiendo una risa y dándole un beso en su cabecita peluda, suave y sedosa.
—Necesito que localices a Orochimaru. Tenemos información fiable que nos indica que está por aquí cerca.
—Entendido.
Miraron como Pakkun olfateaba el aire y luego la tierra. Al parecer Orochimaru frecuentaba esta zona ya que no tardó nada en dar con su rastro. Siguieron corriendo a Pakkun a través de los árboles durante apenas 10 minutos.
—Demonios, estábamos más cerca de lo que pensaba —pensó en voz baja Naruto mientras se paraban a varias decenas de metros y veían lo que parecía ser un pozo en mitad del bosque.
—Es ahí.
—Gracias, Pakkun. Puedes irte —apremió su marido. El ninken desapareció al mismo tiempo que Kakashi se giraba a mirarlos a ellos—. Seina, te toca.
—Kuchiyose no jutsu.
Invocó a varias de sus pequeñas criaturas, insectos y artrópodos, y los envió por la boca de tamaño pequeño de la base que pasaba desapercibida entre la maleza. No encontró resistencia alguna así que espió todo lo que quiso y más. Naruto y Sasuke, a su lado, vieron como ella lo que sus arañas y moscas estaban viendo mientras Kakashi protegía sus espaldas.
La base era parecida a las demás, hecha de tierra y forrada de madera. Era rústica, cruda y sin ventanas. Los suelos eran de tierra y las vigas que sostenían el techo eran de madera y piedra. Era igual de claustrofóbica que las otras bases. Los pasillos se bifurcaban varías veces, pero no vio a nadie ni tampoco encontró una sola habitación hasta que se adentró bastante en la cueva. Entonces, vio a un par de esbirros con batas de laboratorio salir de un pasillo, hablando sobre unos experimentos fallidos que parecían haber llevado a cabo dentro de la base, lo cual le dejó claro que había un laboratorio allí metido.
Sus animales se separaron, yendo por distintos caminos sin que nadie los detectara ni los viera. Entonces, escuchó el sonido de alguien toser repetidamente, con respiración ahogada, y luego escuchó la voz de ese malnacido. Era Kabuto.
—¡Orochimaru-sama! ¡Déjeme que lo levante!
La puerta tras la que se encontraba Orochimaru estaba cerrada así que no pudo ver nada, pero sí que escuchó el sonido de un cuerpo siendo levantado de las sábanas. Seguramente lo estaba apoyando en cojines para que no se ahogara mientras tosía, facilitándole la respiración. Vio distraídamente como una de sus moscas encontraba lo que parecía ser el laboratorio que, al contrario de lo que había pensado inicialmente, era gigantesco.
—Orochimaru está presente —afirmó ella a Kakashi, el único que no estaba viendo nada—. Parece muy débil.
—Quiero matarlo —intercedió Sasuke, con rostro serio y expresión decidida, antes de que Kakashi pudiera abrir la boca.
Los demás se quedaron en silencio. Kakashi miró a Naruto y luego a ella, viendo que ambos no iban a abrir la boca para disuadir a Sasuke. Todos ellos querían que Orochimaru muriera de una vez por todas. Sasuke sentía la necesidad de hacerlo por motivos personales, y ellos lo entendían, así que no se entrometerían. Orochimaru no era Itachi. Kakashi pareció comprenderlo rápidamente así que solo suspiró.
—¿Estás seguro?
—Sí.
—Está bien. Serviremos como tu refuerzo de ser necesario, pero, de lo contrario… Tienes permiso para eliminar a Orochimaru.
—¿Qué hay de Kabuto? —preguntó ella, sus uñas convirtiéndose en garras, sedienta de sangre.
—Ese puedes quedártelo tú —bufó una risa Sasuke, sin importarle lo más mínimo el esbirro de Orochimaru.
—Vamos. No esperemos más aquí. Será mejor que nos teletransportes a una de tus criaturas para sobrepasar cualquier barrera o trampa.
Dejó que le cogieran los brazos, todos ellos invisibles, y aparecieron en mitad de un pasillo. Mientras habían estado discutiendo qué hacer, Kabuto había salido de la habitación, dejando solo a Orochimaru así que sabía que no tendrían mejor oportunidad que esa. Sasuke caminó despacio los últimos metros antes de llegar a la puerta que todos sabían que contenía a uno de sus peores enemigos.
Alzó una mano y en menos de un milisegundo creó una lanza de chidori que atravesó de lejos a Orochimaru. A espaldas de Sasuke, Kakashi, Naruto y Seina vieron a Orochimaru tendido sobre una cama en mitad de una habitación de tierra sin lujos ni muebles. El sanin había sido lo suficientemente veloz para proteger su corazón de la lanza, parándola con sus muñecas, marcadas con fuinjutsu. Vio como Orochimaru estaba pálido, más de lo normal, con el rostro perlado de sudor y ojos debilitados.
—Debí haberlo imaginado —dijo Orochimaru, mirando fijamente a su hermano. Sasuke ni se inmutó—. ¿Has venido solo para matarme?
—Ya es hora de que me deshaga de ti.
Sasuke aumentó la potencia de su lanza, pero Orochimaru usó sus brazos para desviarla lejos de su cara. Sasuke se acercó a paso lento al debilitado sanin, quien no parecía tener fuerzas para mucho más, pero observándolo con atención. Orochimaru era, después de todo, muy escurridizo.
—Ahora soy más fuerte que tú. No veo porque debería dejar que sigas con vida, tocándome los cojones e intentando hacerte con mi cuerpo.
—Muy valiente para un bebé Uchiha —siseó él, sin apartar sus ojos amarillos de Sasuke con deseo e ira.
—Heh… —sonrió con ironía Sasuke ante sus palabras—. ¿Qué dice eso de ti, Orochimaru, que tengas que ir tras un bebé Uchiha porque eres tan débil que es impensable que puedas con Itachi? Y pensar que dicen que eres uno de los tres sanin, pero no estás a la altura de los Uchiha. Mírate… Teniendo que drogarte con medicinas constantemente, saltando de cuerpo en cuerpo mientras ansías el poder de mí clan. ¡Patético! Antes veía a un enemigo, ahora solo veo a un pobre miserable.
Sin decir nada más, el resto del equipo contempló como Sasuke sacaba su katana con la mano derecha y se abalanzaba rápidamente sobre Orochimaru dispuesta a enterrar su arma en su cara. Orochimaru, sin embargo, desencajó su boca de forma inhumana. No pudo ver lo que sucedió puesto que Sasuke estaba tapándolo con su cuerpo, pero dedujo rápidamente lo que había pasado cuando una serpiente blanca creció y creció hasta que se hizo gigantesca, llenando todo el espacio de su gran dormitorio.
Sintió la mano de Kakashi cogerlos a Naruto y a ella de los hombros, echándolos hacia atrás, pero era en vano. Orochimaru no los percibió bajo el brazalete, su magia y el genjutsu invisible de Kakashi. Por no hablar de que parecía 100% centrado en Sasuke, sin importarle nada más que él.
—Tú y tus experimentos —dijo Sasuke, postrado de pie sobre la cama.
No pudieron ver demasiado a través del enorme cuerpo de Orochimaru, hasta que éste se abalanzó sobre Sasuke gritando.
—¡DAME TU CUERPO!
Seina, tensa y preparada para actuar como los demás, vio como su hermano esquivaba el ataque y cortaba las cabezas de unas cuantas serpientes blancas que formaban parte del cuerpo de Orochimaru. Cayó de nuevo en el marco de la puerta, con ellos a menos de un metro de él como sus sombras invisibles. Contempló con una sonrisa como Sasuke activaba sus runas, todas y cada una de ellas. Casi notó como vibraba el chakra natural arremolinándose en torno a él, siendo absorbido por las runas activadas por sangre.
—Muere de una vez por todas.
Orochimaru no pudo con Sasuke. Ni siquiera lo vio venir. Cortó en varios trozos a la serpiente, que cayó al suelo a peso muerto. Kakashi apretó el brazo de Naruto cuando vio como parecía dispuesto a correr hacia Sasuke mientras Seina notaba la presencia de Kabuto acercarse lentamente. La inspiración abrupta de Sasuke la volvió a la pelea. Lo vio arrodillado en el suelo con los ojos rojos abiertos, casi sorprendido.
—Los fluidos de la gran serpiente se evaporan al estar expuestos al aire, y tienen un efecto entumecedor.
—Pero, ¿¡cómo es posible!? ¡Si lo ha cortado en trozos! —gritó Naruto mediante su vínculo. Uno que habían silenciado para no distraer a Sasuke.
—Orochimaru no es un sanin por nada, Naru.
—¡SOY INMORTAL, NO PUEDES MATARME! —siseó Orochimaru, enfurecido y abriendo su boca, dispuesto a tragarse a Sasuke.
¿El problema? El efecto entumecedor solo afectaba al cuerpo de su hermano, pero no a sus ojos… Orochimaru miró sin querer los ojos evolucionados de Sasuke, y cayó en un genjutsu. Seina dejó de mirar, sabiendo que Orochimaru estaba en las últimas, y se giró, casi salivando, a ver como Kabuto se acercaba. En cuanto Kabuto giró la esquina y vio el reguero de sangre que llegaba hasta el pasillo dejó la medicina en el suelo y se acercó rápidamente hasta el marco de la puerta. Seina sonrió antes de desactivar su brazalete de golpe y cogerlo del pelo con una mano y, con la otra, propinarle un puñetazo con toda su fuerza bruta que lo impulsó, mientras gritaba, pasillo abajo.
Impactó contra una pared, llevándosela consigo, y luego cayó en otra estancia que no habían visto aún. Naruto desactivó también su brazalete, pero Kakashi no. Su marido era más precavido que todos ellos, estaba claro. Se acercó andando hasta Kabuto, sonriendo cuando vio su expresión aterrorizada mientras intentaba curarse así mismo con una mano y salir del cráter de piedra y madera donde estaba encajado.
—Vaya, vaya… Por fin nos volvemos a encontrar, Kabuto.
Kabuto no dijo nada. Quizás porque no le quedaba aire con el que hablar, quizás porque sabía que era inútil. Le puso un pie en el estómago, apretándolo más aun contra el suelo, haciendo que gritara de dolor.
—¡Basta!
—¡Casi matas a mi hermano y pretendes que me detenga! —le gritó, inclinándose sobre él para que le viera los ojos rojos de cerca.
Kabuto intentó cortarle el cuello con su bisturí de chakra, pero la cadena fue más rápida. Saltó hacia atrás, impresionada porque hubiera cambiado su jutsu médico sin que se diera cuenta aprovechando su descuido. Aun así, con una cadena clavada en su mano derecha y ésta en el suelo, Kabuto no era una amenaza.
—¡S-Sasuke! —exclamó su enemigo desde el suelo, viendo como su hermano se acercaba a paso lento mientras limpiaba su katana—. ¡No puede ser! ¿¡Tú has acabado con Orochimaru-sama o- ¿Quién eres?
—¿Quién crees que soy?
Los ojos oscuros de Sasuke refulgieron de nuevo con el mangekyo sharingan eterno, y Kabuto fue apresado en un genjutsu que apenas duró medio minuto.
—Le has matado. No-… —susurró Kabuto, intentando inútilmente levantarse con su mano restante, apoyándola tras su espalda para auparse.
—Simplemente lo he absorbido.
—Ew.
Seina bufó una risa ante la cara de asco de Naruto. Entonces, Kakashi los derrumbó al suelo al mismo instante en que Kabuto, quien no se había estado aupando sino que claramente había estado manipulando algo tras su espalda mientras estaban distraídos, hacía explotar un agujero sobre sus cabezas. Tosió polvo, sintiendo el sonido de la roca caer sobre ellos antes de que Kakashi los protegiera con una barrera de piedra. Seina disipó el polvo y apartó los cascotes mientras todos tosían y se protegían los ojos. Vio como Kabuto se había amputado la mano para poder huir.
—¡MIERDA! ¡PUTO GUSANO ASQUEROSO! —gritó ella, y luego Kurama, cuando vio se había escapado.
—¡Acabemos con él!
—Seguro que no ha ido muy lejos —siseó Sasuke atravesando figurativamente con una mirada asesina, sharingan activado, las paredes.
—¡Un momento! —exclamó Kakashi levantando la voz, viendo que se estaban retroalimentando mediante su vínculo abierto—. Nuestra misión es destruir la base y a Orochimaru.
Seina respiró hondo, sabiendo que tenía razón. Vio como los ojos rojos de Naruto remitir y sintió como Kurama se calmaba de mala gana.
—Kabuto tarde o temprano reaparecerá —dijo Kakashi, a modo conciliador, apretándole el hombro—, pero no podemos permitirnos perder la cabeza.
—Está bien. Terminemos con esta mierda.
Se dio la vuelta, ignorando el estropicio detrás de ella, y marchó camino al laboratorio. Encontraría a esa escurridiza serpiente y le arrancaría la cabeza en otro momento.
Notes:
¿Creéis que Orochimaru está realmente muerto o será más escurridizo de lo que piensa el equipo 7? ;)
Chapter Text
El laboratorio era el más grande hasta la fecha jamás encontrado. La primera estancia tenía mesas y archivadores llenos de documentación que cogieron sin miramientos. Un poco más allá había una zona de mesas metálicas, todas ellas impolutas, pero claramente usadas. Eso sumado al hedor de la sangre y fluidos corporales le dejó claro que había sucedido allí incontables veces.
—Mirad esto —dijo Sasuke, chasqueando la lengua.
Indicó con la cabeza a un pasillo bastante grande con unas escaleras hacia abajo. Bajaron despacio, por si hubiera alguna trampa, pero todo estaba despejado. Poco a poco, la tierra de la superficie se fue convirtiendo en roca sólida y compacta de color gris. El suelo, las paredes y el techo eran del mismo material rocoso. No había ventanas, como era obvio, pero sí que había un fluido transparente en el suelo que parecía ser agua producida por la condensación de las decenas de tanques herméticos que había delante de ellos.
Eran tanques circulares que se elevaban hasta el hecho y que parecían estar siendo monitorizados de forma automática por unas máquinas, tubos y cables. Naruto miró con expresión asqueada cómo había un hombre medio descompuesto en un tanque, flotando y moviéndose poco a poco debido a las burbujas que ascendían desde la base del contenedor.
—¿Qué demonios es esto? —preguntó retóricamente.
—Deben ser parte de los experimentos de Orochimaru —contestó con expresión seria Kakashi, mirando cuerpo tras cuerpo.
Algunos tanques estaban vacíos o, al menos, eso parecía. Sasuke se paró frente a uno que no parecía tener nada especial. Seina usó su magia para ver si había alguien vivo cuando su magia difuminó la forma de algo dentro del tanque que miraba Sasuke.
—Hay alguien ahí adentro —afirmó Sasuke, totalmente seguro de eso.
Naruto, en lugar de preguntar, decidió usar la percepción que tanto le había intentado inculcar Jiraiya. En seguida notó lo que Sasuke y ella habían percibido: algo estaba vivo ahí dentro.
—Es cierto. Sea lo que sea, está vivo.
—Muy listos —dijo una voz masculina des de dentro del tanque, a pesar de que no veían nada.
—¿Es el único vivo? —preguntó Kakashi, sin hacer caso del prisionero de Orochimaru.
—No. Parece que hay unos cuantos más.
—Saquémoslos. Ahora son prisioneros de Konoha.
—¡Un momento! —volvió a decir la voz dentro del tanque—. ¿Qué ha pasado con Orochimaru?
—Está muerto —informó escuetamente Sasuke. Luego, como si nada, rajó el cristal del tanque con la katana envuelta en chakra.
Vieron como el agua del tanque se extendía delante de ellos. Poco a poco, se fue formando una cabeza, como si estuviera saliendo del charco desde otra realidad paralela. Luego aparecieron unos hombros y luego un torso hasta que finalmente apareció el cuerpo entero de un hombre pálido, musculado pero esbelto, con el cabello blanco, ojos de color púrpura y dientes afilados y, sobre todo, desnudo. Totalmente desnudo.
Sus ojos chocaron después de que observara primero a Sasuke, impasible, a Naruto, irritado, y a Kakashi, neutral. Sentía curiosidad por este tipo. ¿Cuánto tiempo llevaba siendo prisionero de Orochimaru? ¿Era su prisionero o se había ofrecido voluntario como Karin? ¿Quién era? ¿Qué clase de jutsus usaba?
—Vaya, vaya… —musitó sonriente, levantándose del suelo y quedando delante de ellos desnudo sin pudor alguno—. Menudo recibimiento. Tú debes de ser Sasuke Uchiha. Escuché varias veces a Orochimaru hablar de ti.
—…
Sasuke lo miró, sin decir nada, mientras los demás examinaban al único vivo despierto de todo el laboratorio.
—¿Quién eres? —preguntó finalmente Naruto.
—Mi nombre es Suigetsu. Vosotros debéis ser los compañeros de equipo de Sasuke Uchiha, Naruto y Seina Uzumaki.
—Hatake, para tu información —corrigió ella.
Vieron como Suigetsu parecía estar calculando algo. ¿Quizás quería atacarlos? Pero, finalmente se rindió sin más. Seina alzó una ceja mientras veía como Naruto le ponía unas esposas de chakra para que no pudiera escapar.
—Te has rendido bastante rápido, ¿no crees?
—¿Y cómo quieres que escape de un Uchiha, un anbu rastreador, un jinchuriki… y de ti? —ronroneó finalmente, mirándola de arriba abajo.
—¡Hey! —exclamó Naruto, dándole una colleja a su prisionero—. No mires a mi hermana de esa forma, capullo.
Seina rodó los ojos, sabiendo que Suigetsu estaba a punto de ser dejado inconsciente para poder ser transportado dentro de las celdas de su maleta. Sacaron a los otros prisioneros, algunos en muy mal estado, y salieron de allí. No había información ni viales con químicos ni nada parecido. Era una cárcel de prisioneros para experimentación humana. Era inhumano.
—Deberíamos irnos. No me gustaría que Kabuto regresara de improvisto o nos enterrara aquí debajo.
Ellos asintieron. Sería muy apropiado de una sabandija como Kabuto. Recogieron todo lo que pudieron y plantaron los talismanes explosivos. Tardaron apenas 15 minutos a paso rápido. La explosión resonó por todo el bosque pero, por suerte, no había nadie que pudiera escucharla. Orochimaru había elegido bien su escondrijo. La humareda llamaría la atención a alguna gente, pero para cuando fueran a investigar qué había pasado ellos ya no estarían allí.
—¿Orochimaru ha muerto? —preguntó Tsunade-sama al día siguiente, recostándose en su asiento con expresión sorprendida.
—Así es. Hemos traído su cadáver, o lo que ha quedado de él.
—… Buen trabajo, equipo 7. Podéis retiraros.
Acabaron la misión dejando a los prisioneros en el departamento de interrogación, junto a Anko. Antes de que pudieran encaminarse hasta el complejo Hatake, dando por terminada la misión, Seina se paró frente a los pies de la torre.
—Tengo que hacer unas cosas en la aldea. Vosotros id tirando.
Su equipo parecía muy curioso por saber lo que fuera que tenía que hacer, pero no preguntaron. Más bien, Seina se marchó antes de que pudieran preguntar. Los dejó atrás encaminándose hacia la tienda de Mamoru, el retratista. Hacía mucho tiempo que le había regalado el cuadro de Mikoto a Sasuke, y ya era hora de hacer algo al respecto con su suegro y sus padres. Una parte de ella lo había dejado de lado porque no sabía cómo iba a sentarles a su marido y hermano poder hablar con un retrato incompleto de sus seres queridos, la otra parte… no sabía si quería hablar con sus padres.
No odiaba a Minato y Kushina, pero tampoco los conocía, ni le habían hablado mucho de ellos. En su vida pasada se había acostumbrado a ser huérfana desde bebé y en esta otra vida desde nacimiento. Así pues, no tener padres la dejaba prácticamente indiferente. Lo único que resentía era que una vez más sus nuevos padres la habían dejado cargando el peso muerto gracias a sus decisiones. Esta vez el peso siendo jinchuriki. No sabía si quería, o podía, enfrentarse a sus padres en retrato. ¿De qué servía gritarles si no eran ellos? No se iba a quedar a gusto. No podría pegarles un puñetazo, no podía zarandearlos o darles un abrazo. Aun así, dejando de lado sus razones titubeantes de porque no hacer un retrato, Naruto sí que merecía poder hablar con sus padres, aunque fuera en pintura. Ya lo había pospuesto demasiado…
El ding de la puerta hizo que Mamoru levantara la cabeza de lo que parecía ser un libro de registro.
—Ah, Seina-sama.
—Ugh —se quejó por lo bajo—. Mamoru-san. Me alegra verte de nuevo.
—Y yo a ti. Escuché que te fuiste con Jiraiya-sama el sanin en un viaje largo de entrenamiento. Y que te casaste. Enhorabuena.
—Gracias. Quería encargar 3 retratos más.
—Por supuesto. Vayamos a mi consultorio.
El consultorio era una habitación llena de papeles, tinta y pinceles y cuadros expuestos en la parte trasera. La entrada, pequeña, solo contenía una pequeña recepción con un caballete y su mesa donde seguramente cobraba el dinero. Había otra puerta en su oficina privada, cerrada, seguramente conduciría a su estudio.
—¿De quién se trata?
Seina sacó las mejores fotografías de sus padres y también la fotografía copiada de Sakumo que había mangado del cofre de recuerdos de Kakashi. Era de las pocas fotografías que tenía de su padre, quien no acostumbraba a querer quedar plasmado en una imagen. De su madre no quedaba ni una sola fotografía; lo único que tenía Kakashi de ella era su máscara regalada, que no la usaba para no deteriorarla, y su sortija y anillo de bodas.
—¿El Cuarto Hokage? ¿Y ella-
—Su esposa, Kushina Uzumaki —respondió ella, viendo que no sabía quién era su madre en relación a su padre. La relación de sus padres siempre había sido muy secreta, tanto que solo algunos shinobi habían sabido que estaban juntos.
Mamoru levantó la cabeza de golpe cuando comprendió su parentesco. Observó de nuevo la imagen con ojo crítico, asintiendo para sus adentros.
—Te pareces a ellos.
—Gracias. Me gustaría que estos cuadros fueran regalos de navidad, ¿sería posible?
—Sí. En 3 semanas tengo tiempo suficiente si me dedico a ello a tiempo completo.
Estuvieron concertando los detalles sobre el material, el retrato y el paisaje, y el pago. Quería que cada uno de sus padres tuviera un cuadro separado, por si quisieran hablar con ellos a solas, pero también iba a conectar los marcos de alguna forma para que pudieran estar juntos. El de Sakumo iba a ser en solitario, rodeado de sus lobos ninken en uno de los bosques de Konoha. No creía que quisiera un retrato de la casa donde se suicidó. Suficiente tendría con estar colgado en dicha casa, a pesar de que no tenía nada que ver con el antiguo complejo Hatake desde que Kakashi y ella lo renovaron y redecoraron.
Regresó a casa una hora más tarde, con bastante menos dinero encima, pero una sonrisa en el rostro. Mientras caminaba por la villa, tomándose su tiempo para respirar aire fresco, sintió la presencia de sus maestros en el mismo lugar. Ahora sí que estaba curiosa. Se acercó guardando su chakra con su magia, dispuesta a espiar un poco, pero resultó que la conversación era más seria de lo que imaginaba. Estaban hablando de Akatsuki. ¡En mitad de un bar!
—… ¿¡Solo!? —exclamó su maestra, a medida que escuchaba su voz más cerca—. ¡No! ¡Es demasiado peligroso!
—Sigo siendo uno de los 3 sanin de Konoha.
—Tengo un mal presentimiento…
Seina sacudió la cabeza, casi invisible, mientras espiaba a la Hokage y a Jiraiya hablar de su antiguo maestro y de la muerte de Orochimaru. Alzó una barrera mágica para que nadie pudiera escucharlos. Salvo ella.
—Nuestro trabajo es ser un ejemplo y ayudar a la siguiente generación —suspiró Jiraiya—, aunque creo que la he cagado un poco a lo largo de los años.
—¿Por qué lo dices?
—Sí, Jiraiya —habló ella desde la mesa contigua, tomando su propio plato de aperitivos con una cerveza—. ¿Por qué lo dices?
Se hizo un silencio durante unos segundos. La partición de madera entre ambas mesas había impedido que la vieran, pero eso no quitaba que pudieran escucharla. Incluso había modificado su voz cuando se le acercó el camarero para que no sospecharan nada.
—Maldita Seina…
—Deberíais tener más cuidado, hablando de todo eso en público.
Escuchó como su maestra suspiraba. No había casi nadie en el bar ya que era media mañana. Solo los borrachos o los jubilados irían a un bar tan pronto a emborracharse y a comer tapas. Suponía que por eso habían creído que tenían más privacidad de la que tenían.
—Ven aquí, incordio —dijo Tsunade-sama, con voz un poco exasperada, pero bastante divertida.
Se levantó de su mesa con su plato y bebida en mano. En cuanto la vieron, bebiendo su propia bebida alcohólica, bufaron una risa.
—Te diría que es un poco pronto, pero…
—Ya. Veo que no soy la única emborrachándome a las 11 de la mañana.
—¿Qué era eso que estabas diciendo, Jiraiya? Eso de que la habías cagado —volvió a mirar a su amigo de la infancia, sentado frente a ellas.
Jiraiya palideció al ver cómo tanto la Hokage como ella lo miraban fijamente. Seina no seguía enfadada, después de que hubiera pedido perdón mil veces, una de ellas de forma genuina. Parecía que, por fin, Jiraiya se estaba comportando como el adulto maduro que era en su fuero interno. ¿Quizás es que ella sacaba lo peor de él?
—Ya hablaremos de eso luego.
—¿Qué demonios hacéis hablando de Akatsuki en un bar? —gruñó ella—. ¿Estáis locos?
—Ese tono —regañó sin gana alguna su maestra, bebiendo de su propia cerveza con el rostro algo sonrosado por el alcohol—. Jiraiya tiene una pista.
—Después de tu nota sobre Nagato… He investigado más un poco alrededor de Amegakure. Estoy bastante seguro de que Akatsuki surgió allí y que la base principal de estos terroristas tiene que estar en Ame.
—¿Y planeas ir tú solo? ¿Eres idiota o qué?
Jiraiya no dijo nada ante sus palabras ofensivas, solo suspiró cuando su amiga bufó una risa.
—Eso mismo he dicho yo.
—Tengo tu traslador, y el brazalete de invisibilidad que me ha dado Tsunade. A unas malas puedo abortar la misión si me veo en peligro.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó ella, mirándolo fijamente—. Ya sabes que mi equipo podría ayudarte.
—No. Es mejor que no os acerquéis a Ame. Sobre todo, Naruto y tú.
—… Como digas. Yo me voy.
Seina se marchó con una sensación extraña en el pecho. No era el alcohol. Su sexto sentido le decía que se avecinaba algo. Algo grande.
—Akatsuki está más revuelto de lo normal, ¿no te parece? —habló Kurama desde su interior.
—Sí, eso parece, sí. Ya solo quedamos unos pocos, y no sé si tiene mucho sentido salir a cazar esas reliquias con vuestro chakra. Akatsuki quiere a los jinchuriki. Me extraña que no hayan vuelto a intentar secuestrar a Gaara.
—Ahora es imposible. La seguridad en el país del Viento debe estar al nivel máximo.
—Y, sin embargo, Konoha se siente extrañamente desprotegida.
—Tu maestra no quiere poner nerviosa a la población. Cosa que tiene sentido. La única vez que han ido a por un jinchuriki dentro de la aldea fue para capturar a Shukaku y solo por un motivo, porque tu amigo Gaara, siendo el nuevo Kazekage, no iba a salir de Suna en mucho tiempo.
—Lo sé. Tiene más sentido que intenten capturarnos en una misión, pero eso no quita que tengo un mal presentimiento. No creo que Jiraiya vaya a poder infiltrarse fácilmente en Ame, a pesar de lo que dice…
—Me daría igual si muere, pero es tu maestro. Por muy idiota que sea… Tiene tu traslador. Confía en tus artilugios.
Seina confiaba en sus objetos mágicos, pero no se fiaba de Akatsuki. ¿Y si le cortaban el brazo con su brazalete? Jiraiya estaría jodido en ese supuesto. Sacudió la cabeza, dejando de pensar en ello, y se adentró por las puertas del complejo. Sasuke y Naruto estaban en su casa, y Kakashi parecía estar cocinando.
—Hey, ¿ya has hecho tus recados? —entonces la olió—. Y visitado un bar, por lo que veo.
—Percibí a Jiraiya y a Tsunade-sama. Estaban teniendo una interesante conversación en un bar.
—Ah, ¿sí?
Seina le dio un beso a su marido en la mejilla y procedió a explicarle lo que había escuchado. Kakashi removió la salsa de la sartén más lentamente mientras pensaba para sus adentros. Como ella, parecía algo preocupado, pero no dijo nada.
—Y dices que tienes un mal presentimiento de todo esto, ¿no?
—Sí. Voy a aumentar la seguridad del complejo y la de nuestras otras casas. No me gustaría que nos sorprendieran a todos durmiendo.
Kakashi asintió, sin decir nada. Cenaron hablando un poco de todo, reconectando el uno con el otro después de las varias misiones importantes que habían tenido. Una parte de ella se resentía de haber dejado escapar al idiota de Kabuto, pero debía admitir que era más escurridizo de lo que pensó originalmente. Kakashi, no obstante, no dijo nada para reprenderla, pero ambos sabían que podría haberlo matado varias veces en lugar de prolongar su sufrimiento. Suspiró una vez más, comprendiendo que había cometido un error. Solo esperaba que no acabara siendo grave.
A los días siguientes, después de aumentar las protecciones de sus propiedades, se reunió con sus amigos un par de veces para hablar del brazalete a petición del equipo 10.
—Si no fuera por esto —dijo Shikamaru, levantando su muñeca para que vieran el brazalete—. Asuma estaría muerto.
—Es cierto. No nos habría dado tiempo a llevarlo al hospital para ser operado.
—Pero, ¿podrás localizarnos todo el rato si añades un localizador al brazalete? —preguntó Kiba frunciendo el ceño ante la invasión de privacidad que eso supondría.
—Lo he estado pensando y creo que podría añadir una secuencia activable con sangre. Una vez se active, el brazalete debería mostrar las coordenadas y servir como sello para el hiraishin. Además, puedo proponeros otra cosa —explicó ella, viendo como sus amigos asentían pensativos—. Con mis poderes puedo hacer algo llamado traslador. Básicamente un traslador es un objeto que se activa con un comando de voz y transporta a todos los seres vivos que toque a unas coordenadas preestablecidas.
—Ya veo. Con el… traslador esperas no ser tan necesaria a la hora de salvarnos unos a otros.
Seina asintió ante las palabras de Neji. El brazalete original enviaba los mensajes a la persona en la que su portador estuviera pensando, idea que sacó al pensar en las cartas por lechuza, pero tenía varios fallos. El hecho de haber tenido que recibir las coordenadas manuales de Shikamaru era un gran atraso. ¿Qué hubiera pasado de estar en un lugar desconocido? Tuvieron suerte de haber luchado al lado de un edificio conocido, porque de lo contrario quizás no hubieran llegado a tiempo.
—Tiene sentido. Seina y su equipo no van a estar siempre disponibles.
—Si el brazalete de Shikamaru hubiera tenido esta habilidad simplemente tendrían que haberlo activado y habrían aparecido a las puertas de Konoha.
—¿Y por qué no usar este traslador sin más, sin el localizador? —preguntó Lee, levantando la mano como si estuviera en clase, algo confuso.
—No. Es mejor poder dar nuestra localización a placer. Imagina que tu equipo ha sido capturado y separado. No sabes dónde está Neji ni Tenten, ni si están conscientes. Podrías aparecer en Konoha tú solo y salvarte, pero, ¿lo harías? —dijo Shikamaru. Lee tardó bien poco en gritar una negativa airada—. Exacto. En este caso te interesa poder dar tu localización y esperar a un equipo de rescate.
—No sé vosotros, pero yo quiero que mi brazalete tenga ambas cosas.
Más de uno asintió ante la admisión de Ino. Suponía que después de lo que pasó con su sensei era lo más lógico. Estuvieron puliendo la nueva versión del brazalete, como sabía que sucedería. Ella hizo una lista con todos lo que iba a tener que modificar. Eran tantas cosas que prefirió hacer uno nuevo.
—Podéis quedaros con ese mientras tanto. Es mejor que nada, pero voy a necesitar unos días hacer uno nuevo para cada uno.
Y eso fue lo que hizo en sus ratos libres. Naruto y Sasuke estuvieron entrenando y estudiando para los exámenes mientras que Kakashi hizo una pequeña misión de apenas un par de días. Seina se sentía extrañamente sofocada, como si estuviera al borde de algo, y no era la única. Más de una vez vio a Tsunade-sama pasear por la aldea, sola, en silencio, visitando un estanque o un bar o el río. Sabía que le pasaba. Estaba esperando noticias de Jiraiya. Noticias que parecía que no llegaban.
Aun así, la vida continuaba. Seina tenía fe en que Jiraiya saldría con vida de Ame. A veces era un idiota, pero era un buen ninja. Hasta que pasó lo que pasó.
—¡Seina-nee! —gritó Naruto, apareciendo de un portazo en su casa—. ¡Han encontrado a ero-senin herido de muerte cerca de la aldea!
—¿¡Qué!? Debe estar en el hospital ahora mismo.
Se marcharon corriendo al hospital, viendo que no eran los primeros en llegar. Su maestra no estaba presente, pero no necesitó ser muy lista para saber dónde estaba.
—¡Seina-sama! —llamó una de las enfermeras—. ¡Tsunade-sama la está esperando en el quirófano 5!
Dio un último vistazo a su preocupado y nervioso hermano y se fue. Jiraiya estaba peor, y mejor, de lo que esperaba. Había perdido un brazo, tenía múltiples huesos rotos, contusiones, quemaduras, puñaladas, sufría un claro agotamiento de chakra e incluso parecía haber perdido la mitad de la ropa en la lucha. Seina no podía creerlo. ¿Quién había sido capaz de dejar a Jiraiya tan… herido? Empezó a curarlo sin mediar palabra, viendo como su maestra estaba muy ocupada como para dirigirla.
Algo le decía que Jiraiya no iba a tener muy buenas noticias para ellos cuando despertara. Si es que lo hacía.
Notes:
Por un momento pensé que tendría que poner una nota de autor desde el teléfono. El domingo se murió mi ordenador y todavía sigo sin mi querida torre 🥲. Pensé que había perdido todos mis datos pero al menos el disco duro funciona... Chic@s, acordaos de hacer copias de seguridad a menudo. De lo contrario, os dará un mini infarto como a mí.
Intentaré actualizar las traducciones, pero no prometo nada. Ya no me acordaba que escribir en pages es un asco.
Chapter Text
Jiraiya sobrevivió, pero fue puesto en coma para curar su peligrosísimo agotamiento de chakra. El rostro de su maestra era una mezcla de ira, alivio y seriedad cuando los vio entrar a Naruto y a ella por la puerta al día siguiente.
—Jiraiya logró enviarnos un mensaje antes de reaparecer malherido. Creemos que él mismo sabía que iba a tardar varios días en poder darme su informe. Tal vez pensaba que incluso pudiendo usar tu traslador acabaría pereciendo.
—Pero, ¿por qué tardó tanto en usarlo? ¡Podría haber salido de allí mucho antes!
—Eso es algo que solo él puede decirnos. Lo que pasó, pasó. El caso es que logró enviarnos un sapo con un código antes de perder la consciencia —informó su maestra, luego miró a su hermano—. Quería que invocaras a uno de tus sapos para saber si alguna otra invocación luchó con él. Ahora mismo nuestro escuadrón de criptoanálisis está intentando descifrar el mensaje de Jiraiya, pero va para rato. Si Jiraiya no se fue antes seguramente era porque la información que estaba recabando era de vital importancia; cosa que concuerda con el hecho de que, incluso aunque no muerto, quisiera asegurar que la información llegara a Konoha en un mensaje en clave.
—Quieres saber si una de nuestras invocaciones esté consciente para hablar sobre lo que pasó —dijo Naruto, totalmente serio. Su maestra asintió—. Está bien. Kuchiyose no jutsu.
—¡Yo, Naruto! —saludó Gamakichi—. ¿Qué sucede?
—Hola, Gamakichi. Queríamos saber si Jiraiya invocó a otros sapos en su último combate —cortó Tsunade con impaciencia—. Necesitamos saber qué pasó.
—No va a ser posible. Jiraiya-sama invocó a los ancianos Shima y Fukasaku, y ambos llegaron muy malheridos hace un par de días. Todavía siguen inconscientes, pero se recuperarán.
Tsunade-sama rompió su taza sin poder evitarlo, haciéndola trizas. Al parecer, los otros sapos que invocó Jiraiya no vieron la pelea en su totalidad, solo retazos que no servían de mucho salvo para decirles que posiblemente había uno o dos más atacantes con un dojutsu llamado rinnegan. Naruto y Seina intercambiaron una mirada, y dejaron a la Hokage a solas mientras meditaba la poca información que tenía.
—Vamos a dar una vuelta por la aldea, Naru —dijo ella, viendo que su hermano parecía necesitar un poco de aire fresco y salir de casa.
—¿Has visto cómo quedó el pervertido? Nunca pensé que alguien… ¿Qué habrá pasado? ¿Será Nagato?
—Ya no sé qué pensar. Gamakichi ha dicho que parecía haber más de una persona con el rinnegan. Esto hace que me duela la cabeza.
Naruto asintió. —Ojalá el escuadrón de Sakura sea capaz de descifrar rápido ese mensaje. Tengo la sensación de que será extremadamente importante.
—Y yo, Naru, y yo —aunque ojalá no lo fuera.
—Mira, una tetería nueva. ¿Quieres que nos sentemos?
Seina asintió. Era la primera vez en meses que hacía algo a solas con su hermano sin Kakashi ni Sasuke, ni Itachi. Lo había echado de menos, sobre todo porque durante años habían estado solos. Naruto parecía estar pensando lo mismo porque estaba sonriendo a pesar de lo que había pasado. Quizás porque sabía que Jiraiya sobreviviría a pesar de todo. No estaba mal relajarse de tanto en tanto.
—Te he echado de menos —confesó Naruto, sorprendiéndola. Se rascó un poco la cabeza como si estuviera avergonzado de decirlo en voz alta—. Ya sé que es extraño porque vivimos a 20 metros y hacemos misiones juntos, y entrenamos juntos, pero…
—Lo entiendo. Es justamente lo que estaba pensando. No está mal ser un equipo, pero podemos salir de tanto en tanto los dos solos para reconectar.
Naruto sonrió cuando vio que lo comprendía. Pidieron un par de tés y pastelitos y ankos para acompañarlo. La tetería nueva era un local alargado, con mesas redondas y una puerta acristalada que dejaba pasar muchísima luz. Era la primera vez que entraba, aun estando tan cerca de la torre de la Hokage.
—¿Cómo te va con Kakashi-se-, con Kakashi?
—Genial —sonrió ella—. Es un marido muy bueno. Ojalá algún día encuentres a alguien que te ame de la misma manera.
—Sabes… Creo q-que- creo que me gusta Ino.
La confesión de su hermano fue sorprendente. No porque no supiera que Ino le hacía tilín sino porque se lo estaba confesando. Naruto siempre había sido tímido para algunas cosas, el romance y el sexo una de ellas, pero aquí estaba, buscando apoyo.
—Haríais buena pareja.
—¿En serio? ¿No crees que sería estúpido? Ambos somos herederos de un clan.
—Solo tendríais que tener 2 hijos o hijas, y asunto arreglado —se encogió de hombros—. A unas malas, Kakashi y yo pensábamos tener 3 hijos así que uno de ellos podría ser el heredero del clan Uzumaki. Realmente no importa, Naruto, lo que importa es que seas feliz.
Naruto asintió, relajándose un poco más en su asiento como si se hubiera quitado otro peso de encima. Seina le cogió la mano, apretándosela, cuando vio que su hermano parecía haber escondido algunas de sus inseguridades para que ella no se diera cuenta, o tal vez ella no estaba prestando la suficiente atención. Se sintió culpable de no haberle podido dedicar la misma cantidad de atención que le había dado cuando vivían solos y lejos de los demás.
—Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? Puedes acercarte a mí cuando quieras para hablar de cualquier cosa, incluso de tonterías. El hecho de que esté casada y que Sasuke e Itachi se hayan convertido en prácticamente mis hermanos no significa que tú no seas importante. Siempre lo has sido, y siempre lo serás.
Naruto volvió a asentir, con ojos brillantes, pero labios sonrientes.
—En mi fuero interno lo sé, pero supongo que no está mal escucharlo de tu propia boca. Ya sabes que siempre he competido con Sasuke en muchas cosas, pero competir por tu atención no es algo que quiera… Después de todo lo que hemos pasado, y siendo ahora un poco más listo, he comprendido que para ti no es una competición. Nos quieres a los dos por igual, ¿verdad? —preguntó retóricamente Naruto—. He tardado un poco en entender que eso no significa que sea peor que Sasuke o que Sasuke me haya ganado. Supongo que mientras tanto he actuado un poco inmaduro. Lo siento.
—No lo sientas. Soy yo quien tenía que decirte, asegurarte, que te quiero igual que antes. Siempre pensé que lo sabías.
—Ahora lo sé, nee-chan, y sé que Sasuke te necesitaba. Nos necesitaba. Nos necesitaba a nosotros un poco más de lo que nosotros lo necesitábamos a él. Nos necesitamos los unos a los otros, supongo.
Seina volvió a sorprenderse. Naruto… realmente estaba madurando. Sonrió encantada al darse cuenta de que, a pesar de que podía comportarse como un payaso a veces, su hermano no era un payaso. Siempre había sido una persona extremadamente considerada y generosa, leal y buena persona. Estaba orgullosa de su hermano, y de que fuera su hermano. No podría haber pedido un mejor familiar en esta nueva vida.
—Te quiero, Naru.
—Yo también te quiero, nee-chan —sonrió Naruto, sonrosado.
Estuvieron aireando, tras barreras mágicas, todo lo que deberían haber hablado estos años. Empezando por el elefante gigantesco en la habitación: Jiraiya. Jiraiya era un punto de contención entre ambos porque no había sabido como actuar frente a ella, y menos cuando conectaba tan bien con su propio hermano. Aun así, Naruto entendía los defectos de Jiraiya, y no los exculpaba. Seina, sin embargo, no veía a Jiriaya como su maestro al que ir ante cualquier preocupación. Ese rol siempre había sido compartido entre Kakashi y Tsunade. El hecho de que tanto Naruto como ella podían aceptar que era así, y siempre sería así, les quitó un peso de encima. Naruto y ella diferían en eso, y no pasaba nada.
También hablaron brevemente de Itachi, pero no fue nada del otro mundo. A ambos les caía bien Itachi, creían que era inocente y que merecía ser libre.
—Además, Itachi no es Sasuke —confesó Naruto—. Itachi se siente más como… como tu mejor amigo o quizás un hermano que no depende tanto de ti, al contrario que Sasuke.
—Creo que por eso compites y discutes tanto con Sasuke, porque crees que Sasuke y tú competís por el mismo nicho, ¿no? —dijo ella. Naruto lo pensó unos segundos y asintió—. Itachi, al contrario, no es mi hermano menor, como vosotros dos.
—Exacto. Sí, supongo que es eso. Aunque… no se lo digas a Sasuke, pero es muy divertido discutir con él.
Seina bufó una risa, enterrando su sonrisa en el té para evitar tener que decirle que estaba muy segura de que Sasuke pensaba exactamente lo mismo que él. El 95% de sus discusiones eran bromas mezcladas con insultos de broma, de cosas que no tenían ninguna importancia. ¡incluso vivían juntos sin matarse, por el amor de dios!
—Sasuke y tú, por mucho que no queráis admitirlo, sois mejores amigos.
—¡Hey! E-eso no-… Es… cierto, supongo.
Naruto volvió a sonrojarse, rascándose la cabeza de nuevo como cada vez que se mostraba un poco avergonzado, pero luego empezó a sonreír cuando aceptó en voz alta que Sasuke era su mejor amigo.
Pasaron un par de horas más en la tetería, riendo e intercambiando cuchicheos y hablando de todo un poco. Naruto, cuando salieron a la calle, parecía haberse quitado un gran peso de encima y haber aceptado que Sasuke y él eran mejores amigos, y que eran queridos de igual forma por ella. Casi caminó más erguido, feliz como estaba.
—Deberíamos empezar una nueva tradición —dijo ella mientras iban calle arriba hasta el complejo Hatake—. Podríamos salir a tomar algo tú y yo solos una vez al mes.
—¡El primer sábado del mes, para empezarlo bien!
—Decidido entonces. Aunque… creo que Sasuke y tú deberíais hacer también algo sin mí. No sois solo mis hermanos, somos un equipo y sois mejores amigos.
Naruto asintió despacio mientras lo pensaba. —Quizás tendríamos que salir todos más de casa.
Seina se rio al escucharlo, pero tenía que admitir que era cierto. Kakashi el que más.
—Mira, creo que nos llaman de nuevo.
Siguió el dedo de su hermano y vio el halcón dando vueltas sobre sus cabezas. ¿Otra vez? Fueron hasta el despacho, pero la ninja disfrazada de secretaria los envió a la morgue del hospital. Su maestra los esperaba acompañada de Shizune.
—Ah, por fin. Hemos empezado su análisis hace unos minutos solo.
—¿Quién es?
—Eso es lo que queremos averiguar, entre otras cosas.
El hombre en la mesa metálica tenía el cabello naranja, largo y liso. Su cuerpo era esbelto más que musculado, pero claramente era un ninja a juzgar por su porte. Estaba desnudo así que pudieron ver a simple vista una especie de barras metálicas negras que perforaban prácticamente todo su torso.
—¿Qué es eso?
—No lo sabemos todavía —suspiró Shizune, vestida con una bata de laboratorio y toda la indumentaria—, pero lo averiguaremos.
—¿Puedes averiguar algo de él con tus poderes? —luego Tsunade-sama miró a Naruto—. Tú deberías ir a ver el escuadrón de criptoanálisis. Parece que todavía no han logrado descifrar el mensaje. Quizás puedas ayudarlos. Eres quien más conoce a Jiraiya.
Naruto la miró a ella, y ella asintió. Los dejó a solas para intentar ayudar de otra forma. Seina se puso la bata, los guantes y la mascarilla y pasó a ayudar a su maestra y a los demás médicos. Pasaron un par de horas antes de que la Hokage tuviera que irse a seguir con sus tareas habituales, pero ella se quedó allí.
—Sí, definitivamente son moduladores de chakra —confirmó Shizune—. Inactivos.
—Pero, ¿para qué querría este tipo casi 30 moduladores de chakra? ¿Qué chakra estaba recibiendo?
—…
Miraron al tipo como si tuviera todas las respuestas escritas en la piel, pero era un misterio. Los moduladores de chakra no transmitían chakra, pero sí que lo recibían de forma que este Akatsuki tenía más chakra de lo normal al recibirlo a través de las barras moduladoras. Pero, ¿con qué motivo? ¿Quién le aportaba ese chakra? ¿Sería Nagato? La autopsia reveló que era un cadáver normal, con todos sus órganos en su sitio, aunque había revelado un segundo misterio: su sangre parecía menos fluida de lo habitual y sus células estaban metabólicamente casi inactivas desde hacía tiempo. ¿Qué demonios estaba pasando? Cualquier persona, ya no solo ninja, sufriendo ese fenómeno interno debía estar prácticamente muerta, y este tipo había estado peleando contra un sanin hasta tal punto en que casó lo mató.
—Nee-chan, ¡gamakichi dice que Fukusaku ha despertado!
—Shizune, voy a salir un momento.
—Entendido.
Se encaminó hasta el departamento de criptoanálisis, siguiendo el vínculo hacia su hermano, pero luego se dio cuenta de que parecía estar en la torre de la Hokage. Dio media vuelta, cansada, y fue hasta la torre.
—¿Kakashi?
Su marido sonrió en su dirección. Quizás no la recibió con un beso y un abrazo, delante de todos, pero sus sentimientos de adoración al verla lo compensaban con creces. Se puso a su lado, apoyándose en su cuerpo, en la ventana, viendo a Naruto cruzado de brazos delante de la Hokage, a Sasuke en la pared y a Fukusaku parado encima de la mesa. Ah, y los anbu escondidos.
—Lamento mucho mi tardanza, pero tengo mucho que contaros —dijo el sapo, todavía con algún que otro arañazo, y una venda en la pata izquierda.
Les explicó lo que había pasado, o lo que sabía al menos. Para cuando él había sido invocado Jiraiya ya llevaba varias horas en Ame así que no sabía lo que había pasado antes, pero sí que había estado presente en prácticamente toda la pelea contra Pain. Escucharon como hablaba de los 6 hombres y mujeres, todos con el rinnegan por ojos, que lucharon contra Jiraiya a la vez. Como todos ellos parecían compartir su visión, como cada uno tenía un set de habilidades independiente, lo fuerte que eran, y como Jiraiya pareció reconocer a uno de ellos en particular.
—El cadáver que logramos enviaros era del ninja que usaba invocaciones.
—¿Solo invocaciones?
—Sí. Otro parecía absorber el chakra y devolverlo, otro parecía tener algún tipo de telekinesis o control sobre la gravedad, otro tenía una especie de armadura metálica y armas robóticas…
—¿Y los otros dos?
—Lo desconozco. No usaron jutsu en esa pelea. Ah, una cosa más… Jiraiya tenía la certeza de que el Akatsuki que mató ya había estado muerto.
—¿Muerto?
—Sí. Cree que Pain, de algún modo, puede resucitar a los cadáveres.
—Eso explicaría lo hallado hasta ahora en la autopsia —habló ella—. El metabolismo celular del desconocido debió ser prácticamente nulo antes de su muerte. Debía estar muerto cuando luchó contra Jiraiya.
—¿Y cómo es posible que pudiera combatir? —preguntó su hermano.
Ella se encogió de hombros. —Seguramente tiene algo que ver con los moduladores de chakra que están repartidos por todo su cuerpo. Parece que alguien les envía chakra y así es como pueden moverse.
—Eso explicaría el mensaje de ero-senin.
—¿Qué mensaje? —preguntó Sasuke, hablando por primera vez desde que empezó la reunión.
—“El real no está entre ellos”.
—Son cadáveres siendo usados por alguien desconocido… Después de escuchar tu relato no me extraña que Jiraiya haya tenido tantos problemas —dijo su maestra con la expresión más seria que jamás hubiera visto en su rostro—. Cualquiera los tendría.
—Y pensar que Jiraiya-sama se enfrentó a todos ellos a la vez.
Seina asintió ante las palabras de su marido. Jiraiya era un idiota a veces, pero era un gran ninja. Después de ver lo malherido que había quedado contra 6- ¿Pains?... Naruto estaba callado, al igual que Sasuke, pero parecía estar pensando en algo duramente.
—El Departamento de Interrogación está interrogando a un ninja de Ame que Jiraiya logró extraer con vida. Con un poco de suerte, entre lo que descubramos en la interrogación, la autopsia y tu informe podremos averiguar algo más… —se giró a uno de los anbu escondido—. Informad de todo esto a los otros departamentos.
La reunión improvisada se desconvocó por sí sola. Fukasaku se marchó para seguir recuperándose y su maestra regresó a la morgue a ver si podían rascar algo más. Como no tenían nada que hacer, y era prácticamente medio día, fueron a comer algo a la aldea.
—Seguro que el verdadero Pain es Nagato —dijo ella cuando se sentaron todos en Ichiraku tras barreras mágicas—. ¿Cómo va a ser posible que un dojutsu tan poco habitual ahora aparezca en 6 personas distintas que, por lo visto, eran cadáveres?
—Tiene sentido. Nagato era el único en usar el rinnegan.
Naruto y Kakashi se mantuvieron callados, pensativos. Seina, por otro lado, estaba contenta de tener cada vez más información sobre el rinnegan. De poder derrotarlos antes de que se hicieran con todos los bijuus eso significaría que el plan del genjutsu mundial fracasaría estrepitosamente o, por lo menos, tardaría más en conseguirse. Cada vez quedaban menos Akatsukis. Pronto la organización criminal podría acabar desapareciendo.
Lo más gracioso, o no, de todo fue que en cuanto lo pensó escucharon una gran explosión cerquísima, dentro de la misma aldea.
—¿¡Qué ha sido eso!?
Salieron a la calle y tardaron un de segundos en ver la humareda levantarse a relativamente pocas calles. Pensó de buenas a primeras que había sido una explosión en algún negocio o algo parecido hasta que volvió a explotar algo en otro lado. La gente empezó a correr despavorida, gritando de aquí para allá sin saber qué estaba pasando. Subieron a lo alto de un tejado para intentar ver algo más cuando-
—¡Akatsuki! —gritó un ninja corriendo por los tejados hasta el lugar de la otra explosión.
Seina no podía creerlo. ¿Cómo era posible? ¿Se habían infiltrado en Konoha sin más con tantas protecciones como tenían? Vio como una ninja con el cabello naranja y piercings en el rostro y en las orejas saltaba en lo que parecía ser una invocación gigantesca. Mientras intentaban averiguar qué estaba pasando sonó las alarmas en lo alto de la montaña. Seina abrió su vínculo al máximo, como siempre hacía cuando estaban en una misión. Fue justo en ese momento de caos cuando percibió el pensamiento confuso e interesado de Sasuke.
—Creí que el tío que usaba jutsu de invocación estaba muerto… Bueno, muerto-muerto.
Pestañeó estupefacta al darse cuenta de que Sasuke tenía razón. Estaba muerto. Entonces, ¿cómo era posible que otra persona usara ahora sus poderes? Si tuviera que apostar su sueldo de un año diría que tenía que ser otro cadáver reanimado. Kakashi, a su lado, parecía intuir lo que sucedía porque chasqueó la lengua, irritado.
—¡En voz alta, equipo 7! —exclamó para hacerse escuchar sobre el griterío.
—¡Esa que usa invocaciones no es la Pain que usaba invocaciones! ¡Quien sea que los controle puede seguir reanimando cadáveres con sus habilidades!
—¡Naruto, Sasuke! —llamó Kakashi, haciendo que ambos se pusieran rectos—. ¡Buscad a ese tal Nagato y detenedlo! ¡Seina y yo nos ocuparemos de los heridos y de los atacantes respectivamente!
Naruto pareció a punto de discutir, pero Sasuke le cogió del brazo y ambos saltaron lejos. Antes de que pudiera hacer lo mismo Kakashi la retuvo, cogió su rostro con ambas manos y le dio un beso en los labios.
—No mueras.
—Tú tampoco.
Saltó en busca de su maestra para nuevas órdenes. Con sus poderes de curación y su chakra era obvio que lo mejor que podía hacer era ponerse a disposición de los heridos.
—¡Tsudame-sama! —exclamó al verla correr con su escolta anbu en dirección a la azotea.
—¡Seina! ¿Qué haces aquí?
—¿Cómo que qué hago aquí? ¡Yo tengo más chakra que tú, seré más útil dando chakra a Katsuyu! Tú eres la Hokage.
—No —negó firmemente Tsuande—. Si bien es cierto lo que dices, Naruto, Sasuke y tú sois los más indicados para parar a Pain. Mis poderes no son lo suficientemente fuertes para pararlos a los 6, pero sí que puedo servir como médico.
—… Está bien. Naruto y Sasuke van tras Nagato, quien creemos que es quien mueve los hilos. Yo me quedaré en la aldea intentando retrasar a los otros 6 con la ayuda de los ninjas de Konoha.
Su maestra asintió con el rostro serio, se dio media vuelta y echó a correr de nuevo. Seina se quedó sola un par de segundos antes de desaparecer con su magia. Reapareció en la calle de antes, viendo que había quedado medio destruida. Tardó apenas unos milisegundos en analizar los cadáveres y heridos que estaban tendidos en el suelo, algunos gritando, y ver el fuego que se había empezado a prender en un restaurante. Lo apagó con una mirada. Vio a la tía de las invocaciones crear varios monstruos con más de una cabeza y ojos con el rinnegan, y decidió ir a por ella.
—Kurama… Es el momento de acabar con nuestros enemigos.
Notes:
¡Recuperé mi ordenador y todas mis cosas! Qué alivio.
Os dejo otro capítulo. ¿Qué creéis que pasará con Nagato? ¿Morirá como en el canon, será derrotado sin morir, huirá del equipo 7? Os leo en los comentarios ;).
Chapter Text
—¡Seina-sama! —gritó más de uno en cuanto apareció justo en el momento en que una de esas gigantescas criaturas estaba a punto de aplastarlos.
Le dio un puñetazo usando el hiraishin para moverlas en mitad del mar, dando gracias a su padre por enseñarle una estrategia simple y eficiente incluso muerto. Sabía que los volvería a seguir invocando así que se centró en la chica. Esos ojos activados la miraron fijamente, reconociendo que era ahora su contrincante, y no dudó en atacarla invocando a más bestias. Bestia que se le acercaba, bestia que enviaba lejos. Podría seguir así todo el día.
—¡Recoged a los heridos y marchaos! ¡Yo me encargo de ella!
—¡Entendido!
Los ninjas la dejaron totalmente sola, confiando en ella. La tipa no parecía necesitar sellos manuales así que sabía que no serviría de nada usar el cuerpo a cuerpo cuando estaba invocando a bestias con la mente. No. Iba a tener que destruirla en un descuido. Por suerte, creía que sabía cómo hacerlo… Usó su magia para oscurecer la calle donde estaban peleando, quitándole la visión a su enemigo. Tal y como pensaba que iba a pasar, conjuró a otro animal, esta vez un panda gigante.
—¡Es mi momento! —gritó Kurama saliendo de su sello con una risa maníaca adquiriendo un tamaño de un piso de 3 plantas.
Kurama sometió fácilmente al animal mientras ella aprovechaba el momento para meterse entre su oscuridad y darle un fuerte puñetazo. La chica ni gritó. Realmente estaba muerta. Los rugidos de Kurama y del animal la ensordecieron, pero no quitó la vista de la chica impactando contra una pared, formando un cráter. Su puñetazo le había partido la columna en dos, impidiendo que pudiera moverse con las piernas, pero aun pudo usar las manos. En un momento estaba convaleciente en el suelo, en el siguiente se impulsó en el aire con las manos y desapareció. Seina evitó sonreír. Pain no era el único con distintos trucos.
Saltó por los aires, poniéndose encima de Kurama, quien había estado intentando arrancarme la cabeza al panda de un mordisco al cuello, y usó su magia. Pudo distinguir por la silueta que la criatura encima del edificio, la que había salvado la vida a la chica, era un camaleón.
—Tienes que deshacerte de ella. Parece que solo puede invocar cada 5 segundos.
—Interesante.
Kurama tuvo razón. Vio cómo se acercaba desde el cielo un pájaro gigantesco con el pico reforzado. De impactar contra ella la habría matado, pero, por desgracia para su enemigo, no iba a ser tan fácil.
—Kage bunshin no jutsu —sus 3 clones la miraron—. Ya sabéis qué hacer.
Ella misma desapareció con su magia, dejando que sus clones se encargaran de la Akatsuki, y reapareció en la espalda del ave que estaba a menos de 30 metros de distancia. Usó el hiraishin en la bestia, enviándola lejos, mientras veía como dos de sus clones quemaban hasta reducir a cenizas al panda separado en dos y a Kurama con el clon restante atacar a su enemiga. El camaleón saltó, evitando el zarpazo de Kurama, y los ninjutsus de agua cortante de su clon.
El primer Pain fue reducido en menos de 10 minutos cuando volvió a reaparecer detrás de la silueta mágica de la chica y le pegó otro puñetazo sorpresa. El camaleón, sin nadie encima, se hizo visible y Kurama no perdió un solo segundo en clavarle las garras en la cabeza, haciéndosela trizas. Antes de que pudiera invocar a un solo bicho más, la chica, viva pero ahora tetrapléjica de un puñetazo en las vértebras cervicales, fue neutralizada al desintegrar su cuerpo con un potente rayo de magia antes de que pudiera invocar a otra bestia.
—¿Habéis encontrado al verdadero? —les preguntó mentalmente a sus hermanos.
Sasuke chasqueó la lengua, irritado. —Todavía no. Hemos peinado prácticamente media aldea, y nada. ¿Cómo va por ahí?
—Acabó de eliminar a un Pain, el que invoca bestias. Os dejo con vuestra misión.
Dio un vistazo por última vez al montón de cenizas y moduladores de chakra que tenía a sus pies antes de desvanecerlo a la nada y continuar con su camino. De pie sobre Kurama vio el desastre con más facilidad. Varía gente estaba luchando con un tipo que parecía tener una armadura mecánica y el cuerpo convertido en mitad robot, por lo que podía ver a lo lejos. Le pareció ver a los Akimichi luchar contra él cuando, en cuanto se apartó Chouji, vio a su marido luchando a su lado. Parecía estar bien así que los dejó a solas a favor de ayudar a los Aburame, quien parecían estar pasándolo realmente mal.
—Cuidado con sus manos, Shino —escuchó decir al padre de su amigo, viendo como el tipo parecía estar absorbiendo el chakra de sus kikaichu.
Kurama saltó los edificios con una agilidad pasmosa mientras ella se balanceaba sobre él con la cadena y su chakra. El nuevo Pain saltó por los aires evitando el pisotón de Kurama y las nubes de bichos del clan Aburame. Se desapareció de la espalda de Kurama con su magia, empuñando su ninjato en la mano, y usó las distracciones de sus aliados para aparecerse tras Pain sin que se diera cuenta. La cabeza rodó hacia un lado y el cuerpo cayó a peso muerto. Realmente no eran tan fuertes si usaba su magia y distracciones como Kurama o ninjas de soporte. Eso, o lo había pillado desprevenido.
—Gracias por la ayuda, Seina-sama —asintió Shibi.
—De nada —dijo ella, repitiendo el proceso para deshacerse finalmente de su cuerpo—. Los Akimichi y Kakashi están luchando contra un Pain con armadura mecánica. Seguro que seríais de gran ayuda.
—Nos dirigiremos hasta allí ahora mismo.
Seina asintió ante las palabras de su amigo, confiando en que entre todos pudieran reducir a ese Akatsuki en particular. Eso significaba que solo quedaban otros 3, más el verdadero Pain que sería eliminado por Naruto y Sasuke.
—¡Seina-sama! —llamó una babosa, levantando la cabeza del herido que estaba curando—. ¡Tsunade-sama está en problemas en la azotea de la torre Hokage!
Desapareció con su magia sin pensarlo mientras Kurama volvía a su sello para evitar colapsar la torre de la Hokage. Vio a otro tipo con cabello naranja y piercings moduladores de chakra. Tenía el pelo largo y lacio y no tenía ni idea de quien era ni de sus habilidades.
—Chidori Eiso.
La lanza de chidori lo atravesó al mismo tiempo que la detectó aparecer en la azotea. La magia realmente era increíble. Le estaba dando el tiempo suficiente para lanzar un ataque antes de que la percibieran. Si era lista podía acabar con todos ellos usando sus apariciones y desapariciones combinado con su kenjutsu y ninjutsu.
—¡Tori!
Vio como el anbu al que había cogido caía al suelo y algo que parecía ser una serpiente de carne sin cabeza retrocedía dentro de ella por su boca. El comandante ryu, vestido como siempre con su túnica blanca, aprovechó su ataque para cortarle la cabeza con su ninjato al nuevo Pain. Todo pasó en menos de 5 segundos, tan rápido que casi no le dio tiempo a pestañear.
—¿Está bien? —preguntó ella, dando un repaso a todos, viendo como estaban más o menos bien después de una corta pelea.
—¡Detrás de ti!
El grito de su maestra la alertó lo suficientemente rápido como para desaparecer antes de que un bloque de piedra impactara donde había estado de pie. Reapareció detrás del Akatsuki, pero este parecía estar esperándola porque la mandó lejos con la mirada. Se sorprendió al ver como había sido capaz de percibirla o quizás había visto cómo había incapacitado a su colega y sabía qué iba a hacer. Desapareció antes de que impactara contra otro bloque de piedra de la azotea, apareciendo a pocos metros frente a él como si nada.
Se miraron el uno al otro, analizándose. Kurama no dijo nada mientras esperaba su turno con sed de sangre. Este tipo era el que Jiraiya había descrito como el usuario de telekinesis. Eso significaba que podía atraerla y lanzarla con la mente. Luchar cuerpo a cuerpo contra él iba a ser duro, pero, por suerte, podía luchar a distancia.
—¿Cómo es posible? —preguntó Pain con voz neutral, encarándola a ella solamente a pesar de que los otros anbu y la Hokage estaban a su mano derecha preparados para combatir—. Creía que Naruto Uzumaki era el jinchuriki del Kyubi.
—…
No quiso decir nada. No quería que empezara a pensar que podía haber más gente, o reliquias, con chakra de bijuu sellado de forma independiente. Esta era la pesadilla que habían temido, y estaba sucediendo delante de sus narices. No sabía si lo estaba deduciendo o si simplemente estaba sorprendido porque ella también fuera una jinchuriki… Tendría que derrotarlo para silenciar esa información para siempre.
—Da igual. De hecho, me has facilitado el trabajo mostrándote ante mí.
—Ya he matado a 3 de los tuyos —entonces, escucharon el vitoreo en alguna parte de la aldea—. Parece que ya van 4… ¿Por qué no acabamos con esto… Nagato?
Vio el casi imperceptible agrandamiento de sus ojos al escuchar ese nombre, y supo que Jiraiya había tenido razón. Los Pain solo eran marionetas del verdadero y, por la información que tenían, seguro que el verdadero y único portador del rinnegan seguía siendo Nagato.
—¿Cómo conoces ese nombre?
—Tú no has sido el único alumno de Jiraiya… Mira que intentar matar a tu propio maestro, el que os salvó de morir de inanición y os enseñó a cuidaros solos.
Algo en Pain, en Nagato, cambió. Pareció haberse molestado o haber despertado de ese sopor. Vio un tic en su mejilla, muy leve, como si ese músculo se hubiera contraído de la irritación. Rezó porque Naruto y Sasuke encontraran de una puñetera vez a Nagato porque, por lo que podía ver por el rabillo del ojo, Konoha cada vez estaba quedando más destruida. Por suerte la destrucción estaba en zonas localizadas y estaba siendo más controlada al ver que el número de Akatsuki se había reducido a la mitad.
—Tú no sabes nad-
Aprovechó el momento en que parecía algo distraído para reaparecer detrás de él. Vio como sus ojos se agrandaban de la sorpresa cuando su ataque fue suficiente como para rozar su hombro. No le pudo hacer daño, simplemente desapareció con él lejos de Konoha, en las afueras donde no podía hacer daño a nadie. Solo le había dado tiempo a tocarlo con la punta de una yema de un solo dedo antes de que la repeliera violentamente.
Todo pasó tan rápido. Un segundo estaba en la azotea y al otro ella estaba rodando por el suelo para frenar su caída en la lejanía de Konoha. Pain miró a los alrededores con expresión cada vez más irritada porque lo hubiera alejado de la aldea. No gritó, ni intentó atacarla de nuevo. Se giró a mirarla con ojos entrecerrados, dándose cuenta de que iba a ser más difícil de combatir que los otros ninjas de Konoha.
—Yo no sé nada, ¿no? Eso ibas a decirme —cortó ella, intentando distraerlo y ganar tiempo. Confiaba en que los ninjas de Konoha acabaran con el Pain restante mientras sus hermanos buscaban a Nagato por las cercanías—. ¿Crees que no sé nada de lo que es el dolor? ¿Por eso te llamas Pain, no es así? Me quitaron a mis padres el día de mi nacimiento, pasé mi infancia siendo repudiada por la mitad de la aldea por algo que no pedí ni en lo que tuve nada que ver, han intentado convertirme en un arma y ahora intentas matarme para completar tu estúpido plan.
—Supongo que tú y yo somos lo mismo... Ambos buscamos la paz.
—Extraña forma de buscar la paz —chasqueó ella con sarcasmo la lengua.
—Entonces, llámalo justicia, si te gusta más. Tú luchas por tu justicia y yo por la mía. Algunos enloquecen buscando venganza en el nombre de la justicia, pero si uno busca venganza solo engendrará nueva venganza. Es un ciclo de odio vicioso —explicó Pain, sin mover un solo dedo todavía para atacar—. Ahora mismo vivo en ese ciclo. Las personas son criaturas mezquinas que nunca se entenderán unas a otras. El mundo shinobi está gobernado por el odio. ¿Cómo te enfrentarías tú a este odio para crear la paz? Dímelo.
Seina lo escuchó atentamente, sin pelear. Era un terrorista y seguramente había matado a incontables personas en Konoha, pero también entendía el motivo de su odio y su deseo de venganza o justicia. Sabía los orígenes de Nagato y más o menos conocía su recorrido. Lo que sabía, que era bien poco, la dejó horrorizada así que no podía imaginar lo que había pasado luego que nadie conocía. A pesar de que quería enfadarse por su ataque, la gran parte de ella se compadecía de un pobre huérfano al que el mundo convirtió en esto.
—Nagato… No sé por todo lo que has pasado, pero sí que sé una cosa —afirmó ella con toda la contundencia posible. Nagato esperó a que hablara en silencio, atento—. La violencia solo genera más violencia. La paz que tú y yo buscamos es temporal, ficticia, porque un mundo gobernado por los ninjas solo puede ser violento. Somos armas, todos nosotros. No hace falta que mintamos… Hemos sido criados y adiestrados para matar, eso es lo que sabemos hacer y nos pagan por hacerlo. Fíjate en Kumo. Tiene la mayor reserva ninja de todos los grandes países y casi siempre ha sido instigador de guerras porque le interesa. Su economía está basada en la guerra y sin ésta quebraría en pocos años.
—¿Y qué harías tú para remediarlo?
—No hay remedio. Mientras existan los ninjas, esto es lo que nos espera. Tú mismo has dicho que la venganza o justicia, como quieras llamarlo, puede generar un ciclo de odio y más violencia. ¿Sabes cómo se cortan los ciclos que se retroalimentan solos? Alguna de las partes del ciclo debe hacer algo distinto. Por eso mismo te digo que lo que estás haciendo ahora no es romper el ciclo sino todo lo contrario. Estás llevando a cabo tu venganza porque estás dolido, y lo entiendo, pero si realmente quieres la paz… y lo digo de verdad, no como tu enemiga si no como una persona que entiende lo que dices, si realmente la buscas… esto que estás haciendo no servirá de nada.
—…
Nagato miró en dirección a Konoha, pensativo. Se hizo un momento de calma donde incluso parecían ser conocidos sintiéndose cómodos discutiendo teorías sobre la paz y el mundo ninja. No era algo que la sorprendiera. Siempre había pensado que era horroroso el tema de los niños soldado, más viniendo ella de un mundo donde no existían en los países civilizados, a pesar de que aquí todo el mundo parecía encogerse de hombros cuando veían a niños de 11, o 5 años en caso de su marido, blandiendo kunais.
—Entiendo lo que dices. Es por eso que mi objetivo es mostrarle al mundo el verdadero dolor. Este dolor detendrá las guerras e inspirará a la humanidad a una era de estabilidad y paz. Los humanos no son muy inteligentes así que esta es la única forma de alcanzar mi meta.
—Si no eres capaz de alcanzar la paz de otra forma que no sea la violencia, eso quiere decir que no estás preparado ni entiendes lo que es la paz. Y la paz que de la que hablas no se mantendrá por mucho tiempo.
—¿Por qué?
—¿Cómo explicaría lo que es el verdadero amor romántico alguien que no ha estado enamorado a otra persona? —preguntó ella. Nagato ladeó la cabeza, intentando comprender lo que quería decirle—. Sí, seguro que podría contarnos un par de cosas apoyándose en su experiencia de haber amado a amigos o a familia, pero no sabría cómo explicar lo que se siente cuando realmente amas a alguien de forma totalmente genuina, cuando encuentras a tu alma gemela. No sabría decirte como se te eriza el bello, como se te acelera el corazón, como te sacrificarías por esta persona o como, de solo imaginar su pérdida, sabrías que no podrías volver a amar a alguien de la misma forma. Ni siquiera estas palabras son suficientes para explicarlo. Ese eres tú: alguien que quiere la paz y que no es capaz de decirme qué es la verdadera paz porque nunca la ha tenido. Seguro que piensas que la paz son los momentos que viviste con tus amigos y hermanos, cuando todavía estabais juntos y el mundo no parecía tan real, cuando incluso había esperanza, pero eso no es paz. La paz no son momentos robados ni vanas esperanzas de que todo irá bien o el confort de uno mismo de decir… “Bueno, podría haber sido peor”.
Vio como empezaba a moverse en su sitio, como si no fuera capaz de aceptar lo que estaba escuchando. Alzó las manos, casi como si fuera a cogerse la cabeza o tirarse del cabello, pero cesó el movimiento abruptamente. Incluso parecía estar respirando con más frecuencia que antes, inhalando profundamente mientras batallaba en un estado de negación. Finalmente, se giró de golpe en su dirección con la expresión menos neutral que había visto hasta ahora. Casi parecía vivo.
—Entonces, ¡dímelo! ¿¡Qué harías tú contra este mundo!?
—¡Seina! ¡Hemos descubierto su paradero! ¡Sigue distrayéndolo! —exclamó Naruto, quien, como Sasuke había estado siguiendo su combate mediante su vínculo.
—Yo había pensado en algo más gradual: primero quitaría competencias de los ninjas y se las daría a civiles, reformaría los ninjas para que fueran el ejército del país. Les daría tareas de protección civil tipo rescate o actuación policial… Sí, seguiríamos siendo soldados, pero ahí es donde entra la siguiente parte del plan: consenso. Es necesario que todos los grandes países estén de acuerdo en no atacarnos los unos a los otros. Mientras quede una sola potencia que se resista al camino de la desmilitarización seguirán existiendo ninjas. Eso es en lo que deberías haberte centrado, en la desmilitarización. Podrías haber puesto todo tu esfuerzo en crear un acuerdo y en pensar en cómo generar riqueza cuando las economías caigan a falta de trabajo ninja. Piensa esto: será más fácil que alcances el éxito si todas las partes quieren lo mismo que tú. Mientras tengas una sola persona o un solo país en contra tuyo, tendrás resistencia. Y créeme, la gente arrinconada es la más peligrosa porque no tiene nada que perder.
—…
—Déjame que te de otro ejemplo. ¿Conoces Uzushiogakure?
—Por supuesto.
—Hasta hace poco tiempo era un país en ruinas debido a la guerra, pero mis hermanos y yo lo hemos estado reparando. Desde hace pocos meses Uzu vuelve a ser una aldea en toda regla —sonrió ella sin poder evitar hablar con orgullo de su aldea—. ¿Sabes lo que no tiene Uzu ahora? Ninjas. Los únicos ninjas que ha habido en la aldea hemos sido nosotros y aun sin la presencia ninja la aldea prospera perfectamente. En caso de que sea atacada estaré allí para defenderla, pero no voy a iniciar un ataque a ningún otro país cuando mi propio país prospera con una economía independiente al ninja. ¿Lo entiendes? Uzu es el perfecto ejemplo de lo que te estoy diciendo: ¡un país que crece como una potencia económica sin ninjas!
—… Eso es-
Seina y Nagato presenciaron a distancia como Naruto y Sasuke hacían trizas en ese preciso momento una de las paredes del escondite donde estaba el verdadero Pain. Vio cómo eran atacados por una mujer con la túnica de Akatsuki quien, por la descripción de Jiraiya, solo podía ser Konan. El Pain delante de ella, la marioneta de carne, se giró a mirarla con un atisbo de traición en los ojos.
—Me has estado distrayendo —aseguró.
—Sí… y no. Todo lo que dije es verdad.
Se hizo un silencio tenso, pero no incómodo, mientras se contemplaban el uno al otro. Seina suspiró cuando comprendió qué le decía su corazón. Nagato tenía razón en pensar que la venganza solo genera un ciclo sin fin, pero se equivocaba al pensar que la respuesta para parar el ciclo era un dolor inconmensurable que destruyera a todos de tal forma que fueran incapaces de continuar luchando. Para combatir la violencia tenía que ejercer lo contrario… la concordia.
Alargó su mano en dirección a Nagato.
—Quiero hablar contigo. Cara a cara. ¿Quieres parar el ciclo? Esta es la manera… Demuestra que eres algo más que un hombre violento que hace daño a los demás, tal y como otros hombres violentos te hicieron daño a ti.
Nagato dudó. Contempló su mano, la miró a ella, observó su semblante serio mientras analizaba si era o no una traición de verdad. No podía hacer nada más para demostrarle que no iba a apuñalarlo por la espalda. Nagato debía confiar en ella. La cuestión era, ¿era su deseo de paz verdadero o una tapadera? Y, de ser verdad, ¿sería lo suficientemente valiente para dejar de lado un plan defectuoso, admitiendo que se había equivocado durante años y que se había convertido en lo que más odiaba?
Nagato aceptó su mano, agarrándosela con dedos temblorosos y la fragilidad de un pajarillo. Aparecieron en la cueva que había visto a través de los ojos de Sasuke y Naruto. El hombre delante de sí estaba al borde de la muerte, escuálido y postrado en una especie de altar desde donde enviaba su chakra a las otras marionetas. El cuerpo que había pilotado se quedó quieto a su lado mientras los ojos con el rinnegan de Nagato y sus ojos violetas se encontraban en mitad de la penumbra.
—Konan… —tosió Nagato débilmente. La mujer, quien batallaba con sus hermanos, lo miró por encima del hombro. Entonces la vio a ella y, con expresión horrorizada, se movió para defender a su amigo—. Detente.
—Naruto, Sasuke…
Sus hermanos frenaron sus propios ataques. Konan tardó un par de segundos más, sorprendida y confundida, pero al ver como no estaba atacando a Nagato, a quien podría haber matado 5 veces en todos esos segundos, paró también. Se hizo un silencio mientras Akatsuki y el equipo 7 respiraban sin mediar palabra y sin atacarse.
—¿Qué está pasando, Nagato?
—¿Vamos a matarle? —preguntó Sasuke, como si hablara del tiempo.
—… No.
—De hacerlo seríamos igual que él —continuó Naruto, caminando hasta ponerse a su lado delante de Nagato.
—¿No? ¿¡No vais a pelear!?
Konan era la única que parecía no estar entendiendo nada. Sasuke hubiera preferido acabar con Nagato por haber usado a Itachi, haber sido una amenaza para ellos y haber atacado Konoha, pero… estando conectado a ellos sabía perfectamente porqué era una mala idea. No le gustaba, pero iba a ceder ante el resto del equipo. Tuvo que reprimir una sonrisa cariñosa al ver que Sasuke estaba confiando en ellos.
—Hn.
—No vais a matarme. ¿Por qué?
—Una cosa es defenderte de un ataque o matar a un psicópata, pero tú no lo eres, ¿verdad, Nagato? Tú eres un hombre trastornado por la violencia —Seina suspiró mientras lo contemplaba, fijándose en su cabello pelirrojo idéntico al de Karin. Un hombre trastornado y un Uzumaki, familia, por lo visto.
—Has perdido la fe en lo que Jiraiya te enseñó —dijo Naruto, creyendo firmemente sus palabras—, pero nosotros no. Tal y como Seina te ha dicho, este mundo puede alcanzar la paz gradualmente, pero así no. Si ya no tienes fe en el mundo, si no tienes fe en ti mismo, ten fe en nosotros. Porque no vamos a rendirnos.
El equipo 7 al completo, uno al lado del otro, miraron a Nagato, rodeado de Konan y el otro Pain a lado y lado. Nagato parecía estar dudando seriamente sobre su propio plan ante las palabras de Naruto. Seina no dijo nada mientras se lo pensaba. Pain no habló, Konan solo miró a su amigo por encima del hombro, pero Nagato parecía estar sumido en sus pensamientos mientras los miraba con los ojos desenfocados.
—¿Por qué debería confiar en vosotros? Ni siquiera Jiraiya consiguió alcanzar la paz de la que tanto hablaba.
—Y, sin embargo, sí que intentó cambiar el mundo —sonrió su hermano antes de sacar un libro de su chaleco de jonin—. Y tú le inspiraste.
Nagato pareció conmocionado al ver el libro en la mano de Naruto. Seina sabía que Jiraiya le daba de tanto en tanto libros a Naruto. Siempre había creído que eran eróticos, pero ahora se preguntaba qué contenía ese libro que Nagato parecía reconocer.
—¡Tú le inspiraste a no rendirse jamás! ¡Le hiciste tener fe en que algún día encontraría el camino correcto! ¡No voy a rendirme y a manchar su obra así como así! —gritó Naruto con toda la pasión del mundo mientras Sasuke y ella lo acompañaban silenciosamente—. ¡Voy a tener fe en sus enseñanzas, así como las tiene el protagonista de este libro: Naruto!
—…
Vieron como Nagato agachaba la cabeza mientras pensaba profundamente en algo hasta que finalmente miró a Naruto, luego a Sasuke y, por último, a ella. El silencio se alargó unos segundos más hasta pareció haber tomado una decisión.
—Eres, sois, muy curiosos… Me recordáis a mi yo joven. Es cierto que no conseguí seguir creyendo en Jiraiya, o en mí mismo, pero acabo de tener una visión. Una visión de un mundo alternativo al que yo me imaginé así que creo que… creo que creeré en vosotros —Nagato se llevó las manos al pecho para formar un sello. Seina tocó la mano de Sasuke cuando fue a empuñar su katana, deteniéndolo.
—¡Nagato, no!
—Debo deshacer el dolor que he causado.
—¡Si lo haces ahora-
—Tengo que hacerlo. Gedo Rinne Tensei no Jutsu.
Seina contempló a Nagato, viendo como temblaba del esfuerzo. Entendió entonces que, fuera lo que fuera que estuviera haciendo iba a matarlo por agotamiento de chakra. Se adelantó a paso firme, haciendo caso omiso de Konan, y tocó la cabeza de Nagato para transferirle chakra médico. Por suerte para Nagato, ella sabía curar agotamientos de chakra y tenía unas gigantescas reservas de chakra.
Percibió la sorpresa en el chakra de Nagato, pero aceptó tentativamente su ofrenda como si fuera un niño abusado a punto de recibir su primera caricia. Se sintió muy triste al darse cuenta de que realmente Nagato no era malo, sino que había perdido la fe hasta tal punto en que su única forma de comunicarse con el mundo era la única forma en la que el mundo se había comunicado con él. Con violencia.
El jutsu de Nagato duró casi 10 minutos en los que Nagato gastaba su chakra tan rápido como ella se lo daba. Tembló agotado bajo su mano, pero no murió. Naruto y Sasuke salieron de allí, dejándola a solas con unos clones, para frenar el escuadrón de Konoha que parecía haber descubierto también el paradero de Nagato.
Entonces, Nagato se desmayó, y la marioneta de carne se esfumó.
—¡Nagato!
—Está vivo, pero agotado.
—¡Tenemos que salir de aquí!
—Debéis ser castigados por el dolor que habéis provocado —dijo ella, negándose a que se fueran sin más.
—¿Qué crees que nos harán si nos capturan?
Seina lo pensó. Konan tenía razón. Estar en una celda y sufrir una posible tortura no serviría para rehabilitar a Nagato, pero tampoco podía dejarlos ir sin más. Lo que necesitaba era tiempo y tenerlos controlados en un espacio tranquilo. Suprimió una sonrisa al darse cuenta de que tenía justo lo que necesitaba.
—Agárrate de mí brazo —ordenó ella a Konan mientras cogía el peso muerto de Nagato.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer?
—¡Hazlo, Konan! —gruñó con hastío.
La agarró del brazo con aspecto dubitativo. Cayeron lejos, muy lejos, de Konoha. El primer lugar que se le ocurrió fue Yuko. Konan miró a todos lados, viendo la caseta de registro a pocos metros.
—¿Dónde estamos?
—Eso es lo de menos. Quítate esta estúpida túnica, entra en esa caseta y firma el contrato.
—…
—Nagato también va a tener que firmar así que voy a reanimarlo lo suficiente como para que firme.
No necesitaba que se leyera concienzudamente el contrato, después de todo, solo que lo firmara él voluntariamente. Decir que fue fácil hubiera sido mentir, pero Nagato fue reanimado con su magia, quedando casi comatoso y firmó con su ayuda el contrato para poder entrar en Uzushiogakure. En cuanto ambos firmaron volvió a cogerlos a ambos, agarrando el cuello de la camiseta de Konan, y cayeron en la mansión Uzumaki con un hiraishin.
—… ¿Dónde estamos? —preguntó de nuevo Konan.
Seina no tenía ganas, ni tiempo, de explicarle nada así que la dejó inconsciente sin miramientos y creó varios clones para que se encargaran de Nagato mientras ella regresaba a Konoha. Apareció de nuevo al lado de sus hermanos, quienes parecían estar discutiendo con Inoichi. Shikaku, al lado de su compañero de equipo, no abrió la boca. La vio aparecer sola, y seguramente supo que se había llevado a Nagato a otro lado al no ver su cadáver.
—Inoichi, basta. Ya ha acabado todo, ¿verdad? —preguntó asintiendo en su dirección.
—Sí. Regresemos a Konoha.
—Por fin.
Se notó extremadamente cansada. El jutsu del rinnegan que había usado Nagato había gastado casi todo el chakra que tenía, y eso que sus reservas eran colosales. El viaje a Uzu y el regreso a Konoha la había dejado temblando. Era la primera vez que notaba un atisbo de agotamiento de chakra, tanto que se sorprendió. Nagato realmente era un Uzumaki… cualquier otra persona usando ese jutsu y el rinnegan habría muerto al instante. Y pensar que había estado pilotando 6 cuerpos a la vez, usando jutsus y demás… Menudo monstruo.
—Deja que te ayude, enana —suspiró el bijuu, algo decepcionado—. Todo este tiempo queriendo luchar y se ha acabado todo con unas cuantas palabras. Humanos… No hay quien os entienda.
Kurama suplió sus reservas poco a poco, dejando que transformara el chakra demoníaco en su propio chakra. Fue sintiéndose mejor a medida que llegaban a Konoha. Parte de la muralla estaba derruida y muchos de los edificios estaban destruidos o prendidos en llamas. Había humaredas de humo negro ascendiendo al cielo por todos lados, algunas más grandes que otras, pero Konoha parecía ¾ intacta. Lo siguiente que vio fueron los heridos levantándose del suelo, siendo abrazados por compañeros o amigos.
—No hay ni un solo cadáver —comentó Sasuke, observando ese curioso detalle antes que los demás.
—¿No creerás que…?
—¿Qué “que”? —preguntó Shikaku ante la pregunta incompleta de Naruto, quien ahora sonreía ampliamente.
—Nagato, la verdadera mente pensante del ataque, se ha arrepentido… Usó sus poderes para devolver a la gente a la vida.
—…
Shikaku parecía estar sorprendido, y pensativo. La observó de reojo sin decir nada, pero ambos sabían que hablarían de esto largo y tendido con todos los responsables. Ahora mismo, el clan Uzumaki estaba escondiendo a un fugitivo. No sabía cómo iba a acabar todo esto, pero lo que sabía era que Nagato tenía que pagar de otra forma en lugar de ser apresado en una celda de por vida.
—Vamos. Tenemos mucho que hacer.
Notes:
¿Os imaginabais un final así para Nagato? Alguien dio en el clavo en los comentarios, y eso que este capítulo lleva escrito meses.
¿Será Nagato rehabilitado por el equipo 7 como sucedió con Itachi? ¿Aprovechará Danzo el momento de caos para amotinarse?
Os leo. ;)
Chapter Text
El regreso a Konoha fue… inesperado. En cuanto cruzaron las puertas principales vieron a un montón de gente que parecía estar esperándolos. Se sorprendió al verlos, pensando que estarían todos muy ocupados con, ya sabes, reparar todos los daños.
—¡Es el equipo 7!
—¡Seina-sama!
—¡Nos han salvado! ¡Naruto y tu equipo nos ha salvado!
Sasuke se mostró interiormente incómodo, pensando que no había hecho prácticamente nada. Seina le dio unas palmaditas en el hombro al notar su exasperación. Naruto, a su otro lado, estaba avergonzado, sorprendido y contento del gran recibimiento. Era como si todo el maldito pueblo se hubiera congregado para esperarlos, y ni siquiera sabía por qué.
En cuanto vio a Kakashi entre el gentío se relajó. La sonrisa de su marido, una que nadie vio porque estaban demasiado ocupados en mirarlos a ellos, la calmó. No supo cuánto tiempo estuvieron recibiendo felicitaciones, abrazos, apretones de mano y agradecimientos. Seina empezaba a sentirse igual de incómoda que Sasuke, quien intentó zafarse lo antes posible de la gente acercándose al pelotón que formaban todos sus amigos juntos. Incluido el equipo de Neji, quien creía que había estado de misión.
—¡Vamos, vamos! ¡Dejadlos respirar!
—¡Volvamos a trabajar!
Dio gracias a Genma y a Anko, quienes eran los únicos que alzaron la voz para que la gente se apartara, y siguió caminando aldea adentro. Aun así, no se perdió de reojo como el comandante anbu aparecía detrás de Shikaku sin que nadie lo viera, y como ambos se fueron rápidamente.
—Madre mía… Pero, qué desastre —suspiró en cuanto vio los primeros destrozos.
—Vamos a tardar mucho en recomponernos —dijo Lee, con aspecto triste.
—No tanto.
Alzó los brazos y dejó que su magia reparara los edificios delante de sí. Era un proceso tedioso, y costoso. No tenía las mismas reservas de magia que de chakra así que sabía que no podría acabar con la reparación hasta dentro de días. Escuchó los murmullos asombrados, encantados y sorprendidos de la gente y la risa de algún que otro niño que había sido incapaz de alcanzar el búnker de las montañas. Apagó fuegos, reparó edificios, curó a heridos supliendo chakra a Katsuyu y consoló a algún que otro histérico mientras sus amigos y equipo hacían lo mismo en la medida de lo posible.
Horas después todavía seguía el mismo patrón. Parecía como si no hubiera fin. Por suerte, la muralla estaba intacta salvo en un punto que los ninjas de Konoha ya habían reparado así que lo múltiples jonin y chunin patrullaban el perímetro en nivel máximo de alerta.
—Estoy molida —reconoció horas después, sentándose en un banco de piedra que había reconstruido.
Ya solo la acompañaba su equipo. Todos los demás se habían dispersado por la aldea para investigar las zonas cercanas a sus clanes. Por suerte, ella sabía que el complejo Hatake debía estar intacto gracias a todas las protecciones que había puesto de antemano. De solo pensar en dormir en su propia cama, en su casa, casi se puso a llorar.
—No me extraña.
Kakashi le pasó un brazo por los hombros, sin importarle que estuvieran en público y que más de uno estuviera mirando. Alguien le pasó un plato de comida recién hecha, dándole las gracias por su esfuerzo.
Cuando cayó la noche todos se fueron a sus casas. La gente que todavía no tenía casa fue enviada provisionalmente a varias zonas públicas, donde los ninjas ya habían preparado comida, ropa y camas. Si algo admiraba de los ninjas era su eficiencia y coordinación. Se fueron a casa caminando, agotados, sangrientos y polvorientos. Era la primera vez en toda la vida en la que estaba a punto de desmayarse si no se tumbaba en su cama en pocos minutos. Debió haber sido visible puesto que Kakashi la cogió en brazos, cargando con ella como si no pesara nada.
—Ya te tengo —dijo, dándole un beso en la frente—. Descansa, mi amor.
Ni siquiera llegó a su cama.
Al día siguiente despertó con el estómago rugiendo, pero recuperada de su agotamiento del día anterior. Se miró hacia abajo y vio que Kakashi la había limpiado y le había quitado la ropa, dejándole un camisón y las bragas. Aun así, sentía el pelo sucio y grasiento así que saltó en la ducha como un rayo.
—Aaaah —suspiró de placer cuando el agua lavó la mugre y todo su cansancio—. Esto sí que es vida.
Kakashi llamó a la puerta. Por sus sentimientos supo que quería verla así que abrió la puerta sin esperar respuesta. La vio a través del cristal impoluto, bajo el chorro de agua a modo lluvia que mojaba la ducha de 150 x 100 centímetros, pensada para dos.
—¿Cómo estás?
—Mejor ahora —le rugió el estómago, interrumpiéndola—. Aunque con hambre.
Su marido rio, todavía vestido con el pijama, y le aseguró de que tenía un banquete preparado. Se sentaron en silencio, mentalmente exhaustos. Kakashi le tocó un pie con su pie, como solían hacer, y ella sonrió. Le encantaba lo fácil que resultaba que Kakashi le arrancara una sonrisa. No hablaron de lo que había pasado, no hasta que se vistieron con uniformes limpios y salieron de casa.
—Seina —llamó Itachi, vestido de ropa de casa, cuando la vio aparecer por la puerta de su casa—. Acabo de llegar hace unas horas.
—¿Estabas de misión?
—Sí. En cuanto vi a lo lejos el humo salir de la aldea me escapé de mi equipo, pero comprobé que estabais dormidos y volví al cuartel anbu. Tori me lo ha contado todo…
Seina percibió como sus hermanos apenas empezaban a despertarse, quizás alertados por el aroma de la comida que estaba cocinando Itachi. Los vio bajar en pocos minutos, con el cabello húmedo y el uniforme nuevo. Kakashi, Itachi y ella, sentados en la mesa de la cocina, vieron como Sasuke y Naruto engullían sin hablar mucho más que de costumbre. Seina le dio un pequeño codazo a Itachi, viendo que no paraba de fruncir el ceño.
—Hn… Tendría que haber estado aquí —dijo finalmente. Luego pareció aguantar un suspiro, girándose a mirarla directamente—. ¿Qué ha pasado con Pain?
—Tal y como dedujimos… Pain era Nagato. Está vivo, pero comatoso, en Uzu.
—¿Te lo has llevado a Uzu? —preguntó Kakashi sorprendido, a quien todavía no le habían contado nada de lo que pasó ayer.
—¡No había otra opción!
Naruto la defendió sin tan siquiera pensárselo, como si Kakashi la estuviera atacando verbalmente. Sabía por qué su marido se preocupaba, pero también sabía que no podría vivir con la culpa si dejaba a su suerte a Nagato después de todo lo que había conocido de él. Por suerte, Naruto le contó a Kakashi y a Itachi palabra por palabra todo lo que se dijo, y todo lo que sucedió. No sabía si le gustaba del todo a Kakashi que estuviera protegiendo a un criminal, pero luego pareció mirar a Itachi discretamente y solo suspiró.
—Supongo que lo entiendo. No es que me guste que te expongas de esta forma —confesó, apretándole una mano para que supiera que la apoyaba—, pero lo entiendo.
—Tengo que ir momentáneamente a revivir a Konan y a explicarle mi plan. Ella va a ser la que tenga que cuidar de Nagato en las próximas semanas, quizás meses. Realmente estaba en muy mal estado.
—Iré contigo.
Todos miraron algo estupefactos a Itachi, pero Itachi parecía totalmente seguro y decidido de lo que estaba diciendo. Intercambiaron miradas, unas más preocupadas que otras, pero Seina sabía por qué se había ofrecido. Itachi había sido un Akatsuki, pero ahora había sido aceptado por Konoha. Él era la mejor prueba que tenía Seina para demostrar a Konan que no iba a dejarlos tirados, que intentaría hacer justicia. Además… Seina tenía la extraña sensación de que Itachi sentía curiosidad por hablar con alguien como Nagato.
—Nos vamos ya. Quiero hablar con Konan cuanto antes.
Kakashi le dio un beso antes de dejarla ir, claramente preocupado. Naruto y Sasuke, sin nada más que decirle a Konan, salieron de casa para ayudar con la reconstrucción. Tendría que volver en pocos minutos, pero esperaba que fuera suficiente para hablar con Konan.
Cuando llegaron con el hiraishin a la mansión Uzumaki vio a sus clones proteger y monitorizar a Nagato, quien estaba inconsciente como esperaba. Konan, en la cama conjurada al lado de Nagato, seguía durmiendo, pero sabía que su hechizo ya no estaba presente. Simplemente debía estar agotada. La despertó con un toque ligero en la puerta. Vio como abría los ojos de golpe, tomando una postura defensiva antes de recordar todo lo que había pasado.
La miró a ella con una expresión de reproche, pero luego vio a Itachi a su espalda.
—¿Itachi…?
—Konan.
—Pero, ¿q- cómo es posible? ¿Qué haces con ella? —preguntó con una clara sorpresa, pero guardando su kunai en su manga—. ¿Qué hacéis aquí?
—Hemos venido a explicarte qué va a pasar… Estamos en Uzushiogakure, en la aldea principal del país de los Remolinos. Os hice firmar un contrato para que pudierais entrar. Gracias a este no podrán atacaros, ni podréis atacar a nadie de la aldea. Te recomiendo que lo leas con más detenimiento que ayer —dijo ella, lanzándole una copia a Konan, quien la cogió al vuelo—. Nagato necesita recuperarse, no una celda, así que para eso os he traído aquí.
—… ¿Vas a curarle?
—Exacto. Voy a hacer todo lo posible por él esta mañana, e iré viniendo de tanto en tanto para seguir su progreso, pero va a necesitarte.
Konan asintió, irguiéndose con decisión mientras ella se acercaba a Nagato para examinarlo con más precisión que el día anterior. Su hechizo diagnóstico le informó que estaba totalmente desnutrido, además de seguir teniendo un claro agotamiento de chakra. Tenía heridas abiertas por los moduladores de chakra que todavía llevaba puestos y también detectó un leve estrés en el cerebro como si sufriera migrañas frecuentes. Estaba claro que ser un líder criminal no era moco de pavo. No se podía imaginar el estrés que debía sentir Nagato a diario.
—¿Qué? —se dijo a sí misma, leyendo de nuevo lo que acababa de leer.
—¿Qué? —preguntó Konan al instante.
Seina no levantó la cabeza del pergamino que apareció de la nada. Había empezado por el final, como era de costumbre, porque era lo más reciente en la historia clínica de su paciente y normalmente informaba de las dolencias a tratar, pero en cuanto subió hasta su niñez, leyendo toda su historia clínica… Encontró algo que no se esperaba.
—¿Qué pasa? —repitió Konan.
—A Nagato… le trasplantaron el rinnegan en su niñez.
—¿Qué? ¿Qué dices?
Seina le mostró el historial clínico y Konan leyó ella misma lo que había descubierto. Con solo 8 años alguien le transplantó el dojutsu ocular más poderoso conocido. ¿Por qué? ¿Qué sentido tenía que alguien se deshiciera de algo tan poderoso, así como así? ¿Por qué Nagato? ¿Quién era esa persona? ¿De dónde había sacado los ojos con el rinnegan?
—¿Por qué nada de esto tiene nunca sentido? —gimió exasperada ella mientras Itachi y Konan pensaban para sus adentros en lo que acababan de descubrir.
—Dejando de lado este descubrimiento… ¿Cuánto se despertará?
—Voy a sacarle los moduladores para evitar que pierda más chakra y voy a curarle las heridas. Está desnutrido hasta casi la inanición así que voy a ponerle una vía parenteral para alimentarlo. Vas a tener que cambiarle las bolsas cuando se le acaben, Konan —fue explicando. Konan asintió, escuchándola con atención—. También he visto un leve estrés cerebral que voy a curarle. ¿Sufre migrañas?
—De tanto en tanto… Es por el uso del rinnegan. Dividir la atención en 6 es muy complejo y cansado.
Seina asintió. Procedió a tratarlo bajo la atenta mirada de Konan mientras escuchaba como Itachi hablaba con su antigua compañera de Akatsuki.
—Así que has vuelto a Konoha…
—Estoy en periodo de prueba, pero sí. El equipo 7 logró convencerme, después de varios años, de regresar y Tsunade-sama ha aceptado mi regreso.
—Pero, ¿cómo es posible? Mataste a todo tu clan.
—… Supongo que ya da igual si te lo cuento —suspiró Itachi, apoyado contra la pared de brazos cruzados—. Konan, yo no los maté porque quise. Me vi obligado a hacerlo, no quise, sino que me ordenaron hacerlo.
—¿Cómo? ¿Quién te lo ordenó?
—Danzo.
—¡Danzo! —siseó Konan nada más escuchar ese nombre.
Seina miró por encima de su hombro, pero no se detuvo en curar las heridas de Nagato. Era la primera vez que veía a Konan verdaderamente furiosa. Hizo un ademán de cabeza para que Itachi se la llevara lejos. Lo último que quería era que la interrumpieran o despertaran a Nagato. Pudo escuchar con su hechizo espía como Itachi le explicaba a Konan, con más detalle del que le gustaría, lo que sucedió. Escuchó también porqué Konan había reaccionado tan furiosamente, sintiendo como sus puños de apretaban de la ira al darse cuenta de que Danzo era un puñetero estorbo en Konoha y fuera. Oh, cómo deseaba matarlo. Lo deseaba casi tanto como su deseo de ver su expresión al darse cuenta de que estaba jodido y de que había perdido.
Para cuando volvieron a Konoha había pasado una hora y media. Más de lo que esperaba. Aun así, Konan aceptó quedarse en la mansión y no salir hasta que todo se normalizara en Konoha y pudiera volver a visitarla más calmadamente. Le enviaría comida y medicinas para Nagato, y algunos libros para que no se volviera loca.
—Konan no es mala persona —pensó en voz alta Itachi cuando regresaron a casa—, y creo que Nagato tampoco. Me gustaría hablar con él cuando despierte.
—Quizás tendrás que esperarte unos días o semanas.
—No tengo prisa.
Cuando regresaron a casa vieron que todos se habían ido a la aldea, a seguir ayudando con los destrozos. Ella, al contrario, fue directa al hospital. Vio que seguía prácticamente en pie así que reparó mágicamente lo que estaba dañado antes de entrar por la puerta. Lo que le esperaba allí dentro era un caos organizado. La gente iba de arriba abajo corriendo o a paso rápido curando a heridos y distribuyendo camas por todos lados.
—¡Seina-sama! Se están llevando a los heridos leves a la arena del estadio —informó una asistente nada más verla.
—¡Nos estamos quedando sin reservas de pociones!
—¡Y no paran de llegar heridos! —exclamó una enfermera civil, con ojos brillantes y aspecto cansado—. Ya no sabemos dónde meterlos.
—Está bien… Voy a invocar a Katsuyu para que se distribuya por toda la aldea. Así aligeraremos el trabajo del hospital. Vosotros formad un equipo de 20 personas para la fabricación de pociones. Esto es lo más importante ahora mismo. Quiero que no se acabe el suministro en ningún momento, ¿entendido?
—¡Hai!
Salió de nuevo del hospital después de relegar unas cuantas tareas más. Invocó a Katsuyu en mitad de un parque abandonado.
—Seina-sama, me alegra de verla con vida. ¿Cómo está Tsunade-sama?
—Lo cierto es que llevo sin verla desde ayer… —confesó ella, acordándose de su maestra por primera vez en horas—. Luego iré a verla. Ahora tengo que curar a los heridos. ¿Podrías ayudarme?
—Por supuesto.
La gigantesca babosa se deshizo en pequeñas unidades a las que fue dando chakra de forma constante. No supo cuánto tiempo estuvo sentada en mitad de un parque medio derruido mientras la gente iba y venía, algunos dándole comida y agua, otros agradeciéndole su esfuerzo antes de seguir con su camino. Poco a poco fue notando como las heridas eran sanadas. Katsuyu no podía curar las cosas más complejas, pero sí que podía curar heridas abiertas y huesos rotos, y podía usar su cuerpo a modo de cámara para transportar a los heridos graves al hospital, donde ya solo estaban siendo tratados los casos que requerían cirugía o mucho más cuidado.
—¿Cómo vas? —preguntó Sasuke mentalmente, estando en otra parte de la aldea.
—Mejor. Las cosas son menos caóticas aquí, pero todavía queda mucha gente herida.
—No te lo vas a creer. Ha venido Tazuna, el constructor de puentes. Al parecer estaban trabajando por aquí cerca y al escuchar la noticia se ha acercado toda la compañía de carpinteros para ayudarnos.
Seina sonrió conmovida al escucharlo. Esta era la prueba, una más, de que los ninjas sí que podían hacer el bien y no solo la guerra. Tazuna no tenía por qué ayudarlos, pero tampoco habían tenido porqué aceptar ayudarlo a él hacía años. Al igual que la violencia genera violencia, la bondad también generaba bondad.
Cuando se levantó, horas después, el número de heridos había disminuido drásticamente a un mísero cuarto. Su equipo pocionero había seguido fabricando en masas pociones y el hospital se había vaciado enormemente, recuperando gran parte de la normalidad. Se improvisaron cocinas callejeras que estaban alimentando a ninjas y civiles por igual y varios edificios habían sido ya reconstruidos.
Después de haber comido y recuperado las fuerzas decidió caminar por la aldea ayudando a la reconstrucción. Y no quería caminar sola.
—Ha llegado el momento de que sepan que estás aquí para ayudar, Kurama.
—… ¿Estás segura?
—Sí, aunque empezaremos por tu forma más pequeña.
Kurama salió del sello sin decir nada más. En su tamaño gatuno casi parecía un ser débil e indefenso, aunque ambos sabían que no podía ser más distinto a la realidad. Kurama había pasado años encerrado en su sello, y luego meses saliendo y entrando cuando convenía para evitar una catástrofe, pero ahora todo habían visto como luchaba con Kurama aunque fuera en una pelea que apenas duró 20 minutos. En esos 20 minutos Kurama no había hecho daño a una sola persona ni había derrumbado un solo edificio. Era hora de que la gente empezara a acostumbrarse a él para bien, y qué mejor momento que ayudándola a reparar la aldea que algún día él mismo ayudó a destruir.
Con él en su hombro, caminaron calle abajo reparando todo lo necesario. Kurama usó su chakra para envolver escombros y levitarlos, ayudándola a sacar algún que otro herido de entre los escombros. El jutsu de Nagato había devuelto a la gente a la vida, pero no había curado sus heridas, y estas eran incontables.
Se hizo un silencio antes de que empezaran los cuchicheos. Alguno gritó temeroso al ver a Kurama sobre su hombro, pero en cuanto el bijuu hizo caso omiso, siguiendo con su labor, callaron.
—Es el K-Kyubi… ¿Qué está haciendo con Seina-sama?
—Creí que Naruto era el jinchuriki.
—¿Nos- Nos está ayudando? ¿Por qué?
—Me da igual. Yo solo quiero recuperar mi vida.
—¡Que nos ayude!
—¡Sí! ¡Con el bijuu más poderoso de todos nadie nos atacará ahora!
—¡Yo vi como ayudaba a Seina-sama a matar a esa mujer que nos atacó! ¡Ayer nos salvó! —gritó una adolescente, acompañada de un grupo de amigos.
—¡Es cierto! De no ser por él ese camaleón nos habría aplastado.
Seina no dijo nada mientras los civiles llegaban ellos mismos a sus propias conclusiones. Solo sonrió y acarició la cabeza de Kurama, percibiendo que una parte de él estaba sorprendida por escuchar a los civiles a los que una vez hizo daño aceptarlo sin más simplemente porque estaba ayudándolos, y otra parte estaba extrañamente feliz, como si no supiera cómo sentirse, al escuchar como no gritaban y huían de él, sino que estaban pidiendo su ayuda como si fuera un héroe.
Estuvieron todo el día ayudando, peinando la zona más cercana al hospital. Poco a poco, gracias a su magia, fue reparando calle tras calle mientras que los civiles la seguían para darle de comer, agua y para barrer el polvo y los objetos personales hechos triza que su magia había ignorado en pro de la estructura de los edificios.
Kurama no regresó ni una sola vez a su sello. No solo eso, sino que cansado de estar cabalgando su hombro saltó al suelo y se agrandó él mismo hasta llegar a su cintura. Y aun así… nadie dijo nada. Incluso uno de los adolescentes que protegió ayer le acercó con manos temblorosas llevando un bol de ramen y un bol de agua que Kurama aceptó sin decir nada, pensando que si lo escuchaban hablar huirían despavoridos.
Poco a poco todos parecieron aceptar y dejar de mirar como una estrella de circo al bijuu más poderoso de todos, sentado en el suelo a su lado mientras comía su primer plato de ramen en… En años. Notó la emoción de Kurama al poder estar al aire libre sin que nadie estuviera cazándolo por ser quien era, y se prometió ayudarlo a normalizar su situación. Ya daba igual que todos supieran que ella era jinchuriki. Su entrenamiento le daba confianza en que podría defenderlos a ambos de ser necesario, pero ya había llegado la hora de dejar de esconderse.
El jarro de agua fría fue enterarse esa misma tarde-noche de que su maestra, la Hokage, había caído en una especie de coma debido a haber consumido todo su chakra usando a Katsuyu. Shizune, revivida con el jutsu de Nagato, no se movió de su lado en todo el día, intentando ayudarla, pero tendría que despertarse sola. El jutsu de transferencia médica de chakra no era bueno a largo plazo ya que irritaba los tenketsus así que solo había podido darle el chakra suficiente como para que no muriera, pero necesitaría tiempo para recuperarse.
Vio como la pulsera que le regaló seguía activa, dándole un aspecto maduro, pero no anciano como la piel de su mano sugería, y deseó haber podido hacer más por ella.
—Se recuperará —le dijo Shizune, intentando convencerlas a ambas.
Eso esperaba porque no quería pensar qué sucedería de lo contrario. Desafortunadamente, no tuvo que esperar mucho más.
Notes:
Nagato y el misterio de sus ojos. ¿Lograrán descubrir la verdad de lo que sucedió? Por otro lado, Kakashi no ha hablado con su padre porque no ha muerto. Sorry.
Se vienen sorpresas, amig@s... Empezando por el siguiente capítulo. ;)
Chapter Text
La recuperación de la aldea continuaba, no tan lenta pero sí inexorablemente. La llamaron de improvisto mientras estaba en el hospital curando a los incontables heridos por tercer día consecutivo. Eso era lo único que hacía, además de reparar las casas con su magia cuando podía por las tardes. Siguió al jonin que le enviaron con algo de sorpresa y curiosidad.
—¿No te han dicho para qué me llaman? —le preguntó ella cuando no pudo resistir la tentación.
—No. Siento no poder darle información, Seina-sama.
Sintió un tic en la ceja al escuchar el honorífico. El jonin la acompañó hasta la puerta de una sala de reuniones que se había mantenido en pie dentro de la torre de la Hokage. En cuanto abrió la puerta para dejarla pasar supo que algo sucedía fuera de lo normal. Dentro de la sala estaban sentados en una mesa rectangular, en cuya cabeza estaba el daimyo del país del Fuego, varios ninjas importantes. Le dio un vuelco el corazón al ver a Danzo sentado, tenso y callado, en la mesa.
—Ah, Seina-san. Adelante —le dijo el daimyo con una sonrisa—. Por fin te conozco en persona. He escuchado muchas cosas de ti.
—Daimyo-sama —saludó ella con una reverencia profunda.
—Pasa, pasa. Puedes sentarte —indicó la silla frente a él, en la otra cabeza de la mesa.
Ella evitó mostrar confusión. Usó sus barreras mentales para mantener su expresión en blanco al darse cuenta de que se estaba sentando en el lugar de la Hokage.
—Te preguntarás por qué te hemos llamado aquí —prosiguió él con una risita—. Hemos decidido que tú serás la Sexta Hokage.
Seina casi se cayó de la silla, de culo, al escucharlo. Evitó mirar a Shikaku a su mano derecha ya que sabía que esto era cosa suya. Vio a Danzo, sentado al lado del comandante jonin, apretar la mandíbula sin poder contenerse. Los viejos consejeros de los Hokage, a mano derecha de Danzo, solo la observaron con expresión severa mientras que Ryu, el comandante anbu vestido con una túnica blanca, asintió imperceptiblemente en su dirección.
Al otro lado de la mesa, se sentaban otros 5 hombres, civiles, pero de alto rango. Reconoció a uno de ellos. Era uno de sus antiguos clientes. El hombre al que secuestraron a su hijo. A los otros… no los había visto antes, pero imaginaba que eran gente importante. Todos la miraban a ella con expresión seria, pero algo complacida, así que no supo qué demonios estarían pensando.
—De 10 votos, has recibido 7 a tu favor, 2 votos en blanco y un voto en contra —dijo el daimyo—. Así pues, la mayoría decide, y yo te nombro la Sexta Hokage. Al menos, mientras Tsunade-sama no se recupere, si es que algún día lo hace.
Shikaku la miró fijamente a los ojos con expresión despierta, ordenándole claramente que aceptara el cargo, así que ella se levantó, hizo una reverencia y aceptó su nuevo puesto.
—Será un honor ser la Sexta Hokage.
—¡Perfecto! ¡Esta tarde mismo se te nombrará públicamente ante todos!
Seina acabó la reunión sin mediar palabra. Estaba en shock. Ella nunca había querido ser la líder de la aldea, y mucho menos sabiendo que su hermano Naruto quería ser Hokage. Se le revolvía el estómago darse cuenta que le había robado el sueño a su hermano. Lo único que la mantenía de pie era saber que solo era temporal, que Tsunade-sama la relevaría del puesto en cuanto despertara de su coma. Porque iba a despertar. Tenía que hacerlo. Ella ni quería ni estaba preparada para ser la Hokage.
—Se cierra la reunión.
—Daimyo-sama —despidieron los otros, dejando que saliera primero con su escolta personal.
Shikaku y el comandante Ryu se pusieron a su lado, un paso detrás, y comprendió que ahora la estaban escoltando a ella. Se tragó la mala cara e hizo una leve reverencia cortés a los demás, que ahora estaban debajo de ella en cuanto a rango.
—Hokage-sama.
Salió de allí evitando correr. Las apariencias lo eran todo. Se encaminó hasta la oficina de la- de Tsunade-sama ya que sabía que tenía todo tipo de protecciones para hablar sin que los espiaran. Shikaku y Ryu la acompañaron sin decir nada. En cuanto cerró la puerta detrás de ellos y corrió las pesadas cortinas blancas, pero opacas, de la oficina con un movimiento de mano se giró como una exhalación.
—Pero, ¿¡qué demonios ha sido eso!? —exclamó, horrorizada por lo que acababa de pasar.
Shikaku se encogió entre culpable y cansado. El comandante anbu simplemente se quedó de pie sin decir nada.
—Antes de que pierdas los nervios, déjame que te lo explique.
—¡Cómo voy a ser la nueva Hokage, Shikaku, solo tengo 16 años!
—Y, sin embargo, el Kazekage fue nombrado Kage más joven que tú.
—¡Porque era el ninja más poderoso de su aldea! ¡En Konoha no faltan ninjas poderosos! ¿Qué crees que van a decir los otros ninjas cuando se enteren?
—Van a decir que eras una buena candidata. Seina —Shikaku le puso las manos en los hombros por primera vez, con aire conciliador, pacificador y paternal a la vez—. Te diré lo mismo que hemos dicho el comandante Ryu y yo ahí adentro: eres la aprendiz de Tsunade-sama, la aprendiz de los otros posibles candidatos a Hokage, la hija del Cuarto Hokage, la jinchuriki del bijuu más poderoso de todos con el que eres capaz de trabajar codo a codo, una médico extraordinaria que ha sobrepasado a su maestra quien es, era, la mejor médica del mundo. Has salvado a Konoha de Akatsuki junto a Sasuke y Naruto. Has salvado incontables vidas y sigues haciéndolo.
—Cuantas con el apoyo implícito de todos los herederos de tú generación —dijo el anbu—, y, por lo visto, con el de la mayoría de los líderes de los clanes. Eres jonin, y anbu, desde hace más de 3 años y chunin desde hace 4. A ojos de todos, eres una ninja veterana a la que se le confiaron secretos de estado sin pestañear, y has merecido esa confianza gracias a tu labor para con Konoha y el país del Fuego. Cuentas con el apoyo de anbu.
—Y de los jonin, y chunin, y de los civiles a los que has salvado y curado y devuelto del borde de la muerte durante años. Asúmelo. Sin quererlo has conseguido la confianza de mucha gente —Shikaku suprimió una risa al ver su mirada asesina.
—No tengo ni idea de lo que significa ser Hokage. No estoy preparada.
—Tendrás toda la ayuda que necesites.
—Ni siquiera quiero ser la Hokage —confesó ella finalmente—. ¡Quien quiere ser Hokage es Naruto, no yo!
—Pero necesitamos que lo seas tú, Seina.
—Sabía que era eso… —suspiró el comandante jonin—. Seina. No estás traicionando a Naruto, ni robándole su sueño. Voy a ser sincero: no tienes, tenemos, otra opción. Si no aceptas el cargo Danzo se convertirá en el Sexto Hokage. Necesitamos que tú asumas el título hasta que Tsunade-sama despierte. Si Naruto no entiende esto, yo mismo hablaré con él, pero te aseguro que no perderás a tu hermano. Es una cabeza hueca, pero no un completo idiota, y te quiere.
—Logramos que el daimyo aceptara tu candidatura gracias a Shikaku y a uno de los civiles, sorprendentemente. De no haber sido por ese hombre, los otros civiles se habrían abstenido de votar y Danzo habría ganado por un voto. Se negaron a aceptar a cualquier otro candidato. Salvo a ti.
—Los consejeros de la Hokage se abstuvieron de votar a tu favor o en tu contra porque sabían que estaba ganado, pero te aseguro que, de no haber sido por el voto de esos civiles, habrían visto la posibilidad real de que Danzo ganara y habrían votado por él —explicó Shikaku con rostro severo—. Ahora pretenden quedar bien ante ti, pero no olvides que ellos prefieren a Danzo.
—Lo sé… No voy a tener que ponerme el estúpido sombrero, ¿verdad? —preguntó ella con algo de horror.
—Me temo que al menos cuando te anuncien esta tarde sí —suprimió otra risa Shikaku—. Luego podrás quitártelo.
—¿Por qué siempre me metes en estos líos? —lo fulminó con la mirada viendo que no podía hacer gran cosa en su contra por el bien de Konoha.
—Porque te necesitamos.
—Llama a mi equipo, quiero hablar con ellos antes de que se esparzan los rumores —pidió ella cuando vio que no podía hacer nada salvo aceptar el marrón que le había caído encima.
Se sentó en el sofá de la Hokage, de Tsunade-sama, pensando a mil por hora. La puerta se abrió minutos después. Paró su pierna en seco viendo cómo le bailaba de los nervios. Kakashi pasó el primero. La observó de arriba abajo cerciorándose de que estaba bien y luego se sentó a su lado con los hombros más relajados de la tensión. Deseó poder sentirse de la misma forma.
Una mano se posó en su rodilla, parando de nuevo su pierna que no se había dado cuenta que estaba temblando de nuevo.
—¿Qué sucede? —preguntó Sasuke.
Seina fulminó con la mirada a Shikaku por ponerla en esta tesitura. El Nara se rascó la barbilla mientras suspiraba profundamente. Kakashi le pasó el brazo por los hombros al notar su claro nerviosismo.
—¿Estás bien? —le preguntó en el oído con algo de preocupación.
—… Estoy bien —dijo ella sin mucho convencimiento.
—Seina es, desde hace media hora, la Sexta Hokage —soltó de repente Shikaku.
—¿¡QUÉ!? —gritó Naruto con estupefacción. Luego se giró a mirarla a ella con expresión incrédula—. ¿¡Seina-nee!?
—Es solo temporal. Hasta que se despierte Tsunade-sama del coma —informó ella—. La otra opción era Danzo.
Sasuke siseó al escuchar ese nombre. Supo que solo con eso ya lo había convencido. No es que lo necesitara, pero la aliviaba saber que al menos uno de sus hermanos estaría apoyándola. Naruto, cuando comprendió la gravedad del asunto con expresión alarmada, pareció entender por qué había aceptado el cargo. Seina estaba totalmente sorprendida porque, gracias a su vínculo, supo que Naruto no le aguardaba ningún rencor en absoluto. Quizás porque él también sabía que ella estaba allí de mala gana y que dejaría que Tsunade-sama la relevase en cuanto despertara.
Es más, cuanto más tiempo pasaba mientras escuchaban las explicaciones de Shikaku y Ryu, más grande era su sonrisa. Seina no entendía nada. Una parte pesimista de ella había pensado que iba a perder a su hermano. Ahora que podía ver como Naruto estaba más feliz que ella misma de que fuera Hokage, no acababa de comprender qué estaba pasando por la mente de su hermano.
—¡Soy el hermano de la Hokage! —gritó zarandeando a Sasuke, quien se dejó coger con expresión exasperada—. ¡Sugoi!
Seina casi se cayó del sofá al escucharlo. ¿En eso estaba pensando? Kakashi se rio a su lado, ocultando la carcajada tras una tos repentina. Ella miró a su marido con algo de atónito.
—¿Debería decir “mi esposa es la Hokage”? —bromeó él en voz baja suprimiendo una risa.
—¿Eso es todo lo que tienes que decir?
—Concuerdo con todo lo que ha dicho Shikaku, y te apoyaré en lo que sea, así que…
—Y yo —dijo Sasuke.
—¡Y yo también, Seina!
—¿Ves? —finalizó Shikaku—. Asunto arreglado.
—Un momento… —siseó ella levantándose del sofá. Luego apuntó un dedo acusador a las montañas de papeleo que había encima de la mesa de su maestra—. ¿Y qué hay de eso? ¡No esperarás que me tenga que encargar yo de buenas a primeras de todo eso!
—¿Y quién sino? —dijo él con una sonrisa totalmente divertida.
—Tenemos que hablar primero de su escolta anbu.
—Y de todas las cosas que hay que hacer en la aldea.
—Y del papeleo.
—Y de su ayudante personal.
Seina evitó gemir al escucharlos. Naruto y Sasuke, y Kakashi, parecían pensar que mejor ella que ellos, a juzgar por sus expresiones horrorizadas. Tenía que encontrar un modo de que Tsunade-sama despertara del coma cuanto antes. Naruto y Sasuke bufaron una risa de mofa al escuchar sus pensamientos frenéticos.
—¿Cuándo es su presentación? —preguntó Kakashi, como siempre la voz de la razón.
—Dentro de 2 horas.
¿¡Dentro de 2 horas!? No estaba preparada para salir ahí y hacer el paripé.
—Cálmate. Todos sabemos que es algo temporal. ¿Vas a dejar que la vieja se muera o se quede en coma mucho tiempo?
—¡Pues claro que no!
—Entonces, ¿por qué estás tan nerviosa? El payaso de tu hermano no está enfadado, los otros te apoyan, tienes a mucha gente ayudándote y la confianza general de Konoha. Además, es solo temporal. Solo eres una sustituta.
Seina paró en seco. Eso era. No era la Sexta Hokage. Era la sustitutita de la Quinta Hokage. Se quitó un peso de encima de inmediato. Nunca había querido ser la Hokage, ni se lo había planteado así que le hubieran endosado el cargo le había sentado fatal. Sobre todo, cuando su propio hermano estaba deseando ser el Hokage. Pestañeó al darse cuenta de que Kurama tenía razón.
—Yo siempre tengo razón —dijeron los dos al unísono. Kurama refunfuñó al escucharlo—. Lo he pillado, Kurama.
—Y no lo olvides.
—Está bien. Me haré cargo de todo este lío mientras Tsunade-sama esté en coma, pero voy a necesitar ayuda.
—Y la tienes.
—¿Dónde está la vestimenta? ¿Tengo que decir algunas palabras o puedo no decir nada?
—Enviaré a un ayudante para que te traiga las ropas de Hokage —aseguró Shikaku—. En cuanto al discurso, solo tienes que pararte allí y saludar.
—Genial. Una cosa menos. ¿Qué es lo que tiene más prioridad ahora mismo?
—Primero de todo, ¿quién quieres que sea tu ayudante personal?
—Shizune. Ella sigue siendo la ayudante de Tsunade-sama y está al día de todo lo que pasa en la aldea. Además, cuando vuelva Tsunade-sama podrá informarle a ella de todo lo que ha sucedido.
—Buena idea —apremió el comandante—. En cuanto a la escolta anbu. Tengo el equipo perfecto para protegerla. ¿Permiso para proceder?
—Permiso concedido —dijo ella, sintiéndose muy rara de darle órdenes a alguien que hasta hace poco la pasaba en rango—. Que venga Shizune también. ¿Quién está protegiendo a Tsunade-sama?
—Un equipo de anbu. Rotan por turnos para no dejarla sola.
—Genial. Que no se quede sola. No quiero que a nadie se le ocurra hacerle algo mientras esté en coma —dijo ella, que ya preveía lo que podía suceder.
—¿Crees que le harán algo a la vieja? —preguntó con enfado Naruto—. ¿Quién sería capaz?
—Danzo. Sin Tsunade-sama y Seina de por medio… —dijo Sasuke—. Estaría un paso más cerca de ser Hokage.
Seina asintió. Se preguntó por qué Danzo seguía estando vivo, y suelto, por Konoha. No había sido partícipe de la investigación contra Danzo antes de partir de la aldea durante años así que ahora no sabía nada relacionado con él más allá de lo que sabía antes, y de lo que le había dicho Kakashi por carta. Tendría que pedirle un informe completo a Ryu si se quedaba mucho tiempo en el cargo. No le gustaba no saber qué estaba sucediendo en los cimientos de Konoha.
Naruto chirrió los dientes al comprender que ella, solo por la situación, estaba en peligro. Otra vez.
—No vamos a dejar que le pase nada, Naruto —prometió Shikaku—. Además, Seina puede protegerse solita.
—¿Qué es lo prioritario ahora? —volvió a preguntar—. Empecemos con la aldea.
—Gracias a tus poderes hemos conseguido recuperar más rápidamente una porción de Konoha. Además, también gracias a tus poderes, muchos de los edificios no se derrumbaron y se mantuvieron en pie. Creemos que, en unas 2 semanas, si no ayudas en las construcciones, habrá finalizado la reconstrucción.
—Seguiré ayudando cuando pueda un par de horas al día. A ver si podemos acabar con la construcción en una semana en lugar de dos. Que venga Shizune, para ir apuntando todo esto.
—Haré que la llamen.
En cuanto vino Shizune dejó que Shikaku la pusiera al día de todo, para su asombro. Shizune aceptó ser su ayudante después de saber que solo era algo temporal y que pensaba retirarse en cuanto Tsunade-sama despertara.
—Esto es lo más urgente —indicó Shizune, apilando la mitad de los documentos que había en la mesa en un costado—. Deben tener una respuesta cuanto antes.
—Me pondré a ello en cuanto acabemos —evitó suspirar ella—. ¿Todo lo demás?
—Los otros documentos son posibles ascensos, bajas, facturación, cartas de agradecimiento, invitaciones a eventos, etc. No es necesario asistir a ninguno, pero sí que es cortés responder con un no cordial —siguió Shizune, separando en 3 pilas distintas el resto del papeleo.
—Lo sé. También me encargaré de eso… De hecho… Kage bunshin no jutsu. Encargaos de escribir las cartas —sus 4 clones asintieron, empezando a leer los cientos de cartas que se apilaban sobre la mesa de la Hokage. Conjuró otra mesa con 4 sillas para que trabajaran ante la estupefacta mirada de Shikaku, Ryu y Shizune—. ¿Qué?
—A nadie se le ha ocurrido nunca usar clones para ayudarse a sí mismo —le comentó Shikaku.
—¿Por qué no? Si son “tú”. Además, ya sabéis que yo uso clones para casi todo —se encogió de hombros—. En cuanto sepa de que va el papeleo importante imagino que también usaré clones para eso.
—¿Qué hacemos con las reuniones programadas de Tsunade-sama? —preguntó Shizune—. ¿Se encargará de eso, Hokage-sama?
—Llámame Seina, Shizune —dijo ella totalmente extrañada—. Me haré cargo de ellas hasta que despierte. Que venga de nuevo la secretaria de Tsunade-sama.
—Enviaré un auxiliar, Seina-sama —contestó Shizune, asintiendo a todo.
—El equipo anbu escolta está aquí —intercedió Ryu cuando vio que no iban a parar.
—Que pasen.
—¿Te podemos ayudar en algo, Seina? —preguntó Sasuke—. ¿O prefieres que nos marchemos?
—Será mejor que ayudéis en la aldea lo que podáis. Por aquí tengo ayuda y más o menos está controlado —suspiró ella.
—Entonces nos vamos a ayudar con la reconstrucción.
Kakashi, quien había estado callado durante todos los procedimientos, le apretó una mano antes de levantarse y salir con el resto de su equipo. Salieron por la puerta al mismo tiempo que entró el equipo anbu. En seguida reconoció a todos ellos. ¡Eran Yugao, Yamato, Ensui e… Itachi! Miró de reojo al comandante anbu con algo de sorpresa. Le estaba dando una escolta de confianza con ella en mente. Estaba claro que estaba más pendiente de lo que sucedía en la aldea de lo que parecía.
—Anbus —llamó la atención su comandante—. A partir de ahora, hasta nuevo aviso, seréis la escolta de Seina-sama, la Sexta Hokage.
—¡Hai!
—Turnos rotativos de 2 personas cada 8 horas —ordenó el anbu—. Efectivamente desde ahora.
Itachi, sin tan siquiera consultarlo con los otros, se fusionó con una pared para empezar a escoltarla. Los otros intercambiaron miradas. Al final, fue Ensui quien se adelantó para empezar su turno en ese mismo momento. Ya les diría que, por la noche, en su casa, no hacía falta que la protegieran. Más que nada porque nunca podrían pasar las barreras del complejo así que no tenía sentido que perdieran sueño merodeando los alrededores de un sitio al que no podían atacar. Les daría un espejo o alguna cosa para poder comunicarles cuando salía de casa.
—¿Hay algo más que quieras comunicarme, comandante Ryu?
—No. Eso es todo.
—Puedes marcharte.
—Con permiso.
El anbu desapareció dejándola a solas con Shizune, Shikaku, sus clones y los 2 anbu escondidos. Seina se levantó del sofá para sentarse en la butaca de la Hokage. Cogió la pila de documentos más importantes.
—¿Misiones? ¿Contratos? ¿Alianzas? —leyó ella. Luego los miró a ellos—. ¿Por dónde empiezo?
—Tienes una hora antes de tu anuncio al público así que empezaría con las alianzas. Necesitan respuesta. Las misiones ahora mismo han parado en seco. Muchas de ellas dirigidas a genins ya no existen ya que algunas casas han sido destruidas, y requieren más que “cortar el césped” —dijo Shikaku.
—Que el departamento de misiones compruebe las misiones dentro de la aldea que siguen efectivas —ordenó ella. Shizune apuntó en su diario de páginas infinitas—. Luego examinaré con más calma las misiones fuera de la aldea. No me gustaría enviar lejos a muchos ninjas estando tan débiles como lo estamos ahora.
—Buena idea. Envía solo a los imprescindibles a misiones necesarias. Lo demás puede esperar.
Así es como pasó la hora que le quedaba, poniendo en orden su nuevo papeleo mientras los clones diezmaban el papeleo no esencial escribiendo cartas cordiales en respuesta a muchas peticiones. Las misiones de los genin pudieron quitárselas de encima momentáneamente mientras no comprobaran si seguían vigentes. A su vez los contratos menos convenientes para Konoha, con la ayuda de Shikaku, fueron rechazados. Los que eran más ventajosos tendría que pensárselo con más calma.
—Ha llegado el momento —informó Shizune con expresión lastimera—. Tiene que ponerse la ropa y salir ahí afuera.
El estómago le dio un vuelco al escucharlo. Se había olvidado por completo de eso. Le entregó la túnica y el sombrero de pico rojo y blanco. Horrible, francamente horrible. No tendría que haberse reído de Gaara hacía meses. Se lo puso encima de su uniforme jonin sintiéndose fuera de lugar. Era una sensación muy extraña.
—¿Habrá alguien que no se sienta como un idiota con este sombrero? —suspiró ella en voz alta.
Escuchó un bufido ahogado de Ensui en la pared y la tos repentina de Shikaku.
—Vamos. Ya han avisado sobre el anuncio.
Caminó en la punta, con Shikaku a su derecha y Shizune a su izquierda. Itachi y Ensui los siguieron detrás, en silencio, mientras subía las escaleras hasta la azotea del edificio. Hizo algo que no había hecho en años: desactivó su hechizo espía. No quería escuchar lo que estaban murmurando, ni lo que dirían al verla. A veces era mejor no saberlo todo. Alzó completamente sus barreras de oclumancia y, con rostro impasible, esperó a que el consejo de ancianos anunciara las nuevas noticias.
—Ciudadanos de Konoha —llamó la atención a todos uno de los viejos del consejo. Se hizo un silencio entre el gentío—. Debido a la situación actual de la aldea se ha nombrado a un nuevo Hokage por mayoría absoluta.
Todos los que lo estaban viendo, desde el suelo o desde sus balcones, empezaron a cuchichear entre sorprendidos y aliviados. Aunque algunos unos pocos estaban enfadados por el cambio. Seina se mostró impasible al notar las primeras miradas de los afortunados con balcón que podían verla esperar fuera del rango de visión de los pueblerinos ahí abajo.
—Nos complace anunciar a la Sexta Hokage: Seina Hatake.
Caminó a paso firme, ni lento ni rápido, hasta llegar al borde de la azotea, en el centro. Escuchó las exclamaciones atónitas de mucha gente. Por lo que pudo oír parecía que no se habían imaginado que hubiera sido ella la candidata. Ahora que lo sabían, vio como algunos perdían la expresión airada ante su estupefacción. Vio a su equipo en primera fila, sonriendo en su dirección. Luego vio las miradas sorprendidas de algunos amigos entre el gentío, y sus sonrisas crecientes al comprender que era la Hokage ahora.
Entonces, alguien desconocido empezó a aplaudir. Eso provocó una avalancha de aplausos y silbidos. Ella no tenía ni idea de qué demonios hacer así que asintió en dirección a la multitud.
—Podemos irnos, si quiere —susurró Shizune fuera de rango, seguramente viendo que quería fugarse de allí.
Asintió de nuevo y se dio la vuelta. Contuvo un suspiro que luchaba por salir. En cuanto estuvo dentro del edificio de nuevo se quitó el sombrero. Definitivamente, no se acostumbraría a ser la Hokage por muy temporal que fuera.
Pasó el resto de la tarde hasta entrada la noche en la oficina con Shizune y Shikaku. Habían pasado casi 5 días desde el ataque y todo había quedado en el limbo desde la última vez que Tsunade-sama se sentó en esta misma silla. Seina, con la ayuda de sus clones, logró hacer desaparecer todo el papeleo no vital mientras que con la ayuda de Shizune y Shikaku pudo archivar un tercio de los documentos importantes que tenía que atender. Por la noche también recibió las misiones de los genin revisadas, viendo como la mitad habían desaparecido de su lista de misiones.
—Algunos prefieren esperar unas semanas antes de pedir la misión nuevamente y en otros casos la misión ha dejado de ser necesaria —informó Shizune, leyendo la nota del departamento de misiones—. Aquí tiene, Seina-sama.
Dejó a sus clones el registro de misiones y el censo ninja para que adjudicaran el día siguiente todas las misiones que había a los equipos disponibles. Antes de irse a su casa a dormir acabó de revisar las peticiones del hospital sobre material y demás. Por suerte, se trataba de ingredientes de laboratorio y otras cosas de fácil reposición así que mandaría a un equipo de chunins el día siguiente a buena hora en busca de las plantas necesarias.
—Voy a descansar unas horas —dijo ella viendo que era noche cerrada y ni habían cenado.
Coordinó con sus nuevos anbu la hora de llegada, vía hiraishin, y luego regresó a su casa ya que tenía un presentimiento de que estarían esperándola para hablar. Podía quedarse en la torre de la Hokage, en la residencia privada, pero prefería no hacerlo. Llegó a su casa con el jutsu de teletransportación. Fue la única forma de que la dejaran ir sola sin escolta.
—¡Nee-chan! —llamó Naruto saltando del sofá nada más verla—. ¡Felicidades por tu ascenso!
—Solo es una sustitución, Naru.
—¡Aun así!
—¿Cómo ha ido? —preguntó con interés Sasuke.
—Demasiado papeleo. ¿A quién podría gustarle tantos quebraderos de cabeza? —se quejó ella como la adolescente que era. Naruto no sabía el cambio de vida que le esperaba cuando decía que quería ser Hokage.
—Te hemos guardado un plato para cenar, ¿quieres que te lo caliente? —dijo Kakashi, masajeándole los hombros como un profesional.
Ella asintió. Fue Naruto quien le calentó el plato mientras ella estaba sentada en el regazo de Kakashi, recuperando fuerzas. Necesitaba al menos un día cerca de todo su equipo. Sobre todo, para asegurarse de que Naruto no había cambiado de opinión respecto a su ascenso temporal. Kakashi lo percibió porque no dijo nada, simplemente la abrazó contra él, acariciándole un muslo.
—Mañana será otro día, uno mejor que este —suspiró finalmente, incapaz de creer lo que había pasado en un abrir y cerrar de ojos.
Notes:
¡Sorpresa! ¿Quién más esperaba que Danzo no fuera el nuevo Hokage? ¿Será esto la gota que colma el vaso de Danzo? ¿Se amotinará contra Seina? ¿Intentará asesinarla desde las sombras? ... ¿Tendrá Seina motivos suficiente para matarlo públicamente?
Os leo ;)
Chapter Text
El mañana no fue otro día mejor. Itachi la acorraló en cuanto puso un pie fuera de las protecciones del complejo, y no fue el único.
—No deberías ir tú sola por ahí —la regañó Yamato, antes de que ella lo mirara con exasperación.
—¿Quién de aquí es el Hokage y quién puede darle una paliza al otro?
—… ¡Eso no significa que puedas ir sola justo en este momento tan delicado!
Seina bufó una risa, pero aceptó la reprimenda. Se marcharon en dirección a la torre de la Hokage, ahora totalmente intacta. Vio la montaña de papeleo suprimiendo un gemido y un puñetazo de ira dirigido a Shikaku.
—Seina-sama, aquí tiene la lista de tareas de hoy por orden de importancia —dijo el anbu disfrazado de secretaria nada más se sentó en la silla—. Todas son extremadamente urgentes.
Dio un vistazo por encima a la lista, sintiendo un cansancio tremendo, y empezó a usar los clones. Solo había estado sentado 20 minutos cuando apareció las 3 personas a las que menos quería ver. Kurama no levantó la cabeza, tumbado a sus pies, pero sí que abrió los ojos y los labios se le rizaron de golpe al ver a Danzo acompañado de los otros consejeros. La mujer y el de gafas se quedaron parados en el marco de la puerta al ver a Kurama del tamaño de su mesa tumbado a su lado en una cama conjurada.
—Hokage-sama… Veníamos a darle la enhorabuena y a ofrecernos para lo que necesite.
—Gracias por vuestras palabras —sonrió falsamente, sabiendo que no tenían intención de ayudarla. Aun así, ella era casi 3 veces más vieja que todos ellos—. Sé que están deseando colaborar en estos momentos de dificultad así que pueden empezar a ayudarme con esto.
Le entregó la solicitud de nuevos ingredientes para el hospital a la mujer, la lista de preparación de funerales para la poca gente que sí que había muerto de sus heridas al de las gafas y para Danzo se guardó lo mejor, la coordinación de las reparaciones restantes de la aldea con las empresas de carpintería y demás.
Antes de que pudieran decir nada para negarse llamó a su asistente.
—Shizune, dale la información esencial a los consejeros para que puedan realizar sus nuevas tareas, ¿quieres?
—Hai. Lo tengo todo aquí, Seina-sama.
—Ah, y Mari-san —dijo ella, hablando a su secretaria—. ¿Podría llamar al comandante jonin? Eso es todo, consejeros. Buena suerte en sus tareas. Konoha depende de ustedes.
Los viejos se la quedaron mirando con un atisbo de estupefacción antes de mirarse los unos a los otros y salir de allí con sus carpetas de información en la mano. Danzo, al contrario, solo la miró fijamente y ella sonrió.
—Que tenga un buen y productivo día, consejero Danzo.
Vio como su mano apretaba levemente los papeles con rabia antes de darse la vuelta e irse. Ninguno de ellos se negó a realizar las tareas que les encomendó al ver que estaba dispuesta a encararse a ellos y demostrar lo muy hipócritas que eran. Les había dado tareas banales, aunque importantes para la aldea, que servirían para mantenerlos ocupados durante mucho tiempo. Por no hablar de que todas esas tareas iban a hacer imposible que se escondieran en sus oficinas a confabular en su contra. Difícilmente Danzo podría dirigir Ne en estos momentos cuando requería estar en la aldea haciendo de manager de los carpinteros.
Escuchó una risa ahogada detrás de una pared falsa.
—Buen trabajo —susurró Shizune para sus oídos, suprimiendo una sonrisa.
Pasó las siguientes horas quitándose papeleo de encima. Por suerte, con sus clones trabajaba 4 veces más rápido que una sola persona. Lo que a Tsunade-sama le habría llevado días a ella a penas le ocupó media mañana. Los genins habían sido puestos a cargo de los civiles para ayudar con la comida y para cuidar a los niños de los civiles que ahora estaban todos volcados en ayudar a los chunin y a las empresas de construcción que estaban reconstruyendo la aldea.
Parte de los jonin, al contrario, estaban patrullando la muralla y el perímetro de Konoha día y noche. Lo último que quería era que tuvieran otra sorpresa cuando la aldea estaba en su momento más frágil. La otra parte de las fuerzas especiales se encontraban haciendo las misiones de máxima importancia que no podían rechazar; misiones que Shikaku le solicitó en la montaña de papeleo del día anterior.
—Voy a comer algo, Shizune.
—El cocinero puede enviar algo a su oficina, si lo prefiere.
—Creo que será mejor que salga para ayudar a la aldea mientras voy a comer.
Shizune asintió. Seina no tenía ganas de estar encerrada lo que quedaba de día así que salió acompañado de Ensui, vestido de jonin, e Itachi como su sombra anbu en los tejados. Mucha gente se le acercó a felicitarla, haciendo alguna que otra reverencia, y a agradecerle de nuevo su trabajo. Tardó casi 30 minutos en llegar a la cola de la comida más cercana.
—Hey —llamó Sasuke mientras cargaba con una viga de hierro como si nada apareciendo por una callejuela—. ¿Qué tal te ha ido en la torre?
—Bien, supongo —suspiró ella—. ¿Dónde están los otros?
—Naruto está en la ac-
—¡Seina, Sasuke! —llamó Tenten, agitando el brazo unos metros más para allá.
Estaba sentada con todo su equipo, quienes parecían estar tomando un descanso. Bueno, ella y Neji porque Lee y Guy estaban ayudando a una anciana con algo que no pudo ver. Fueron a sentarse con ellos, viendo como Ensui parecía estar tomándose un descanso social desde un tejado. Aun así, sabía que no iba a dejar de vigilarla a pesar de no sentarse a su lado.
—¿Cómo llevas ser la Hokage? —sonrió levemente Neji.
—Por favor, no me hables de eso.
De repente, su clon apareció a su lado. Era el clon que había dejado con Konan. Suspiró de nuevo por enésima vez, dejando su plato de comida en el banco de piedra. Cogió la nota que le entregaba para leer lo que le había escrito Konan.
—Nagato ha despertado, pero está muy débil. Tiene fiebre y tu clon no me ha dado antipiréticos, dice que debes administrárselos tú.
¿Nagato había despertado? ¡Solo habían pasado 3 días! Debía ser su constitución Uzumaki. Cualquier otra persona se habría pasado una semana o quizás dos en coma, o más, considerando el mal estado de Nagato en general. Miró el final de la nota. Claro que no le había dado antipiréticos. Estaba tan débil que era mejor no darle nada si no estaba ella presente para monitorizarlo. Suspiró por enésima vez.
—Tengo que hacer algo. Ahora vuelvo.
Sintió la mano de Itachi en su hombro, sabiendo que había bajado al suelo en cuanto apareció su clon. Aparecieron de nuevo en la mansión Uzumaki, viendo a Konan vestida con ropa de casa que le había dado hace un par de días, caminando con preocupación.
—¡Por fin llegas!
—¡Hey, que tengo cosas que hacer! —se defendió ella—. No perdamos el tiempo, debo volver a la aldea.
—Ensui estará tirándose del pelo.
Las palabras de Itachi la hicieron reír mientras entraba en la habitación de Nagato con vistas al mar. Nagato estaba dormitando, pero abrió los ojos en cuanto pasó el marco de la puerta. Ni siquiera pudo levantarse de la cama, pero sí que pestañeó en su dirección con expresión exhausta y la frente perlada de sudor. Usó su magia para calmar su fiebre viendo que era una consecuencia de la nutrición parental.
—Su cuerpo está desacostumbrado a los nutrientes—informó a Konan, calmándola un poco—, pero necesita alimentarse o morirá. Te dejaré un antipirético suave por si la fiebre se prolongase, pero ahora su temperatura es normal. Y por suerte está despierto.
Sacó de su mochila sin fondo unas pociones nutritivas que iba a acelerar su recuperación. Cogió a Nagato con un brazo y le dio una de ellas. Por suerte su chakra estaba empezando a recuperarse, pero preveía que tardaría más tiempo en poder ponerse de pie. Nagato se durmió cuando se le pasó la fiebre y su cuerpo aceptó su poción, mucho más satisfecho que con la nutrición parenteral.
Konan se sentó a peso muerto en una butaca que había arrastrado de otra habitación vacía de invitados.
—Quiero que le des una de estas una vez al día. De ser posible al medio día. Es una poción nutritiva mucho más potente que la vía.
—¿Durante cuánto tiempo debe tomárselas?
—… Hasta que parezca menos un cadáver —rodó los ojos—. Tengo que irme. Vendré por las noches, o cuando pueda, para hablar contigo sobre lo que está pasando.
—Está bien.
Regresaron a la aldea en menos de media hora. Los demás seguían donde los había dejado, hablando de todo lo que habían hecho esa mañana y de lo que faltaba por hacer. Cogió su comida, fría, y la calentó con una chispa de su magia. Los otros la miraron en silencio.
—¿Qué?
—No paras quieta ni un segundo.
—No me lo recuerdes…
—¡Nee-chan! —gritó su hermano Naruto, apariendo al inicio de la calle—. Mira quien tengo aquí.
A su lado, bastante más mayor que la última vez que lo vio, estaba Inari. El niño llorón de la Ola. Y no solo estaba él, también estaba su abuelo Tazuna y más hombres que participaron en la construcción del puente.
—Seina-sama —sonrió Inari—. Ya nos hemos enterado de todo.
—Las noticias vuelan.
—Konoha siempre es un punto de interés de las otras naciones —afirmó Sasuke con expresión neutral. Neji y Tenten asintieron.
—¿Cómo habéis estado?
—Bien. Reformamos la economía del país de las Olas gracias a nuestro puente.
Tazuna les estuvo explicando por encima todo lo que pasó una vez se marcharon de la Ola y el puente fue construido al completo. Cómo la economía subió exponencialmente, cómo empezaron a hacer alianzas con los países más cercanos, cómo empezó a haber un flujo de empleos más allá de los pescadores… Seina no quería escuchar más. Quería relajarse, quería silencio y soledad. Pero no era posible.
Cuando acabó de comer volvió a la torre para seguir con su nuevo trabajo. El único descanso que tuvo fue para visitar a Tsunade-sama, quien seguía igual de inconsciente que hacía horas. Vio de reojo a Danzo en la aldea, ayudado y espiado por los ninjas de confianza de Shikaku, y también divisó a su marido junto a los demás jonin patrullar la muralla cerca de la torre Hokage.
Se fue a su casa después de casi 13 horas de trabajo.
—Estoy agotada —confesó a su marido, cenando ellos solos por primera vez en días.
—No me extraña. Aun así, poco a poco la aldea se está recuperando. De hecho, se está recuperando mucho más rápido de lo que mucha gente se había imaginado horas más tarde de la destrucción de Nagato —Kakashi aprovechó el momento en que estaba masticando para fijarse bien en ella. No supo qué vio, pero debía parecer cansada porque le sonrió con compasión—. ¿Quieres que te prepare un baño? Puedo hacerte un masaje luego, si te apetece.
—¿En serio?
Las estrellas en sus ojos debieron ser cómicas puesto que Kakashi se rio. Dejó que le preparara un baño, con sales y aceites aromáticos, ¡y velas! Si tuviera más energía le habría dado un buen morreo, pero solo atinó a adentrarse en la gran bañera con un suspiro de placer.
—¿Entras conmigo?
Kakashi asintió, desnudándose. Se quedaron un buen rato en el agua caliente, mágicamente caliente a pesar del tiempo que había pasado, sin hablar. Estaba agotada. Incluso le dolía la garganta de tener que reunirse con tanta gente. No sabía cómo lo hacía su maestra, pero estaba deseando que despertara para llevar una vida normal de nuevo. No podía imaginarse mucho tiempo de esto, y su hermano quería ser el Hokage durante años. Realmente Naruto estaba loco y no sabía lo que decía.
—¿Qué tal es ser Hokage?
—…Por si no te has dado cuenta, cansado. A parte de eso… No quiero que toda la gente dependa de mí de esta forma siempre. Me basta con encargarme del hospital, si es que llega ese día algún día.
—Bueno, piénsalo de esta forma: con la experiencia que estás ganando estos días te resultará más fácil acceder al mando del hospital y, seguramente, ser una de las consejeras de tu hermano dentro de unos años.
—Ahora mismo no quiero pensar en ello, Kakashi.
—Está bien.
Se despertó de golpe, la mañana siguiente. Gimió al darse cuenta de que se había dormido en la bañera. Estaba sola, de nuevo, así que se puso el pijama y fue a desayunar. Vio que Kakashi le había preparado del desayuno, preguntándose a qué hora se había ido si no eran ni las 7 de la mañana. El chakra de Itachi acercándose la hizo suspirar. Abrió la puerta de entrada con su magia sin levantarse de su asiento.
—¿Estás preparada?
—Por favor, no quiero hablar de ello antes de pisar la torre.
—¿Por qué te agota tanto ser la Hokage? —preguntó Itachi, sentándose en una silla en la mesa—. He visto cómo trabajas y se te da muy bien ser la líder.
—Una cosa es que se me dé bien y otra es que quiera serlo.
—Ya. Supongo que todo radica en si te gusta o no ser Hokage. Y pensar que Naruto en lo único que piensa es en ser Hokage —esbozó una leve sonrisa Itachi, vestido ya con su uniforme anbu pero sin la máscara—. Quizás se arrepienta dentro de unos años.
—Quizás.
El camino hasta la torre de la Hokage fue relativamente corto. La gente empezó a dejarla en paz, teniendo más cosas que hacer que seguir incordiándola, pero asintieron al verla pasar. Se sentó en la silla de su maestra, viendo como la montaña que ayer dejó casi a cero se había multiplicado. No era el mismo papeleo del primer día, pero un palmo de documentos seguía siendo un puñetero incordio. Aun así, en pocos días las cosas se estaban normalizando y muchas de las tareas que ahora mismo estaba resolviendo pronto no requerirían su gobierno absoluto.
Es más, ya había delegado muchísimas cosas y prácticamente solo se tenía que preocupar de la seguridad de la aldea y de las relaciones exteriores, que en este preciso momento eran las que estaban en el aire hasta que Konoha no levantara cabeza. Nadie quería confiar en una aldea para protegerlos sino se podían proteger a sí mismos.
Un toque en la puerta la hizo suspirar. Otra visita más.
—Adelante.
—Seina-sama, está aquí Shikaku-sama.
—Que pase.
En cuanto Shikaku cerró la puerta tras de sí y ella levantó la cabeza del fajo de documentos que estaba firmando supo que algo no iba bien.
—A ver… ¿Qué pasa ahora?
—Tienes que leer esto —contestó el comandante jonin tendiéndole un pequeño sobre blanco con el sello rojo partido en dos—. Viene del país del Hierro.
—¿Del país del Hierro?
Sacó la carta, viendo que solo era una pequeña hoja de pergamino premium de color perla. Desdobló la hoja y leyó rápidamente lo que estaba escrito, sintiéndose más y más exhausta. Era una invitación oficial a una cumbre de Hokages en un país neutral, es decir, en el país del Hierro. Al parecer el jinchuriki de Kumo había desaparecido sin dejar rastro y el Raikage estaba muy enfadado. El mismo Raikage que había hecho oídos sordos a las alertas de los otros países respecto a Akatsuki ahora estaba alzando la voz para que todos pagaran por el secuestro de su arma.
—Tienes que ir, Seina.
—…Lo sé.
Aun así, lo más preocupante no era la reunión ni enfrentarse al Raikage. Era el secuestro del jinchuriki del 8 colas. Con él, Akatsuki estaba más cerca de tener todos los bijuus. Si tan solo Nagato estuviera despierto, pensó con irritación. No. Konan. Eso era. Tenía que hablar con ella en algún momento. Quizás sabía algo más de suma importancia.
—Dejaré a Kakashi al mando mientras no esté dentro de la aldea. Entre él, Naruto y Sasuke podrán afrontar cualquier peligro mientras no esté.
—Eso no les va a gustar nada.
—Yo hablaré con ellos —asintió ella—. ¿Cuál es tu recomendación sobre este viaje?
—Una escolta completa. Yo te acompañaré. Eres la nueva Hokage de hace solo 4 días. Mi presencia no supondrá una sorpresa.
—¿Y la partida?
—Esta misma tarde. La cita es dentro de 4 días y, sinceramente… Esperaría algo de resistencia. Ahora mismo grupos de bandidos y otras organizaciones oportunistas rondan Konoha para ver si pueden sacar tajada de nuestra supuesta debilidad —dijo Shikaku, con expresión muy seria.
—Está bien. Prepárate para partir —luego miró a Shizune—. Llama a mi equipo primero. ¿A quién me recomendarías para escoltarme?
—Yo usaría a dos de tus anbu escolta —asintió Shikaku en dirección a Itachi, quien sabía que siempre estaba vigilando— y también Genma y Raido. Genma y Raido son capaces de usar el hiraishin, por si sucediera… algo. Entre todos ellos tendrás una buena escolta de protección.
—Tenzo, Karasu —llamó a sus anbu—. Cambiad la rotación y preparaos para partir esta tarde.
Su equipo no tardó en llegar. Los hizo pasar, sintiendo las barreras levantarse solas con una sonrisa diminuta.
—¿Qué pasa? —preguntó Naruto bastante serio, viendo que estaban todos reunidos. Le lanzó la carta como si fuera un shuriken. Vio como su familia leía la invitación, la orden, silenciosamente—. ¿Qué es esto? ¿Una invitación a una cumbre?
—Tengo que partir hoy mismo.
—¿Qué? Pero, ¿qué va a pasar con Konoha?
—¿Y quién va a ir contigo? —preguntó mirándola fijamente Sasuke cruzándose de brazos.
—Kakashi se quedará al mando temporalmente y vosotros lo ayudaréis.
—¿¡Qué!? ¡No puedes ir sin nosotros! ¡Es peligroso!
—Naruto, escúchame —dijo ella mientras le tocaba el hombro a su hermano—. La aldea no puede quedarse sola, y nuestro equipo es el más fuerte de Konoha ahora mismo. Yo puedo escapar fácilmente con mi escolta si fuera necesario, pero no quiero que la aldea se quede desprotegida. No solo de peligros externos sino de…
—De Danzo —finalizó Kakashi con un suspiro. Parecía que él había aceptado que iba a ir sin él.
—Ahora mismo Tsunade-sama está siendo protegida, pero podrían intentar algo estando todos nosotros lejos. Quiero que la protejáis y también quiero que detengáis a Danzo si pensara aprovechar mi partida para suplantarme, ¿vale?
—¿Esa es una orden para eliminarlo en caso de un motín, Hokage-sama?
—…
Seina lo pensó seriamente. Sasuke le estaba pidiendo permiso explícito para poder matar a Danzo si se le ocurría cualquier cosa extraña. Llegados a este punto Danzo tenía los días contados. Menos de 2 meses, para ser exactos, si seguía el plan de su maestra. Tsunade-sama había pensado en usar la vuelta de Itachi y su inocencia, y la culpa de Danzo respecto a él, para poder juzgarlo duramente, pero… Pero si ahora Danzo intentaba un golpe de estado una excusa no iba a ser muy necesaria para frenarlo. Sería normal matar a los traidores, aunque eso significaría que Danzo no podría ser interrogado sobre Itachi. Le gustaba más el plan de dejarlo vivo para que viviera una tremenda humillación, pero también le bastaba con matarlo por traidor. De un modo u otro, la gente sabría que Itachi era inocente.
Así pues…
—Permiso concedido.
Sasuke sonrió peligrosamente. Casi su primera sonrisa desde que Konoha fue atacada hacía días. Los demás no dijeron nada, pero podía notar la excitación de Naruto casi deseando que Danzo se amotinara. Seina solo bufó una risa.
Esa tarde la pasó preparándose para su partida. Relegando más tareas e informando a las personas oportunas de lo que iba a suceder. Se presentaron ya preparados en su oficina el resto de su equipo escolta mientras ella se despedía de sus hermanos y, finalmente, de Kakashi. Cuando se quedaron solos se dieron un abrazo fuerte.
—Haz todo lo que tengas que hacer para regresar, ¿me oyes?
—No va a pasar nada.
—Lo sé. Confío en ti.
Seina le acunó la mandíbula para darle un beso. Kakashi la besó fervientemente, como si no quisiera dejarla ir sin devorarla primero, y luego se apartó.
—Nos vemos pronto, mi amor. Cuida de la aldea y de esos dos.
—Te lo prometo.
Salió por la puerta, asintiendo a su equipo, y se marchó de Konoha.
Notes:
Y la historia continúa... ¿Qué creéis que pasará en la reunión de los 5 Kages? ¿Se pondrán de acuerdo para formar la alianza o la presencia de Seina lo cambiará todo?
Os leo.
Chapter Text
Era inicios de enero y, a pesar de ser el país del Fuego, hacía frío. Vestía su uniforme jonin puesto que eso era lo que era, antes que Hokage. También llevaba puesta una capa blanca típica de Konoha aunque realmente no lo necesitaba. Sus ropas encantadas la protegían de cualquier temperatura. Un beneficio que no estaba disfrutando nadie, salvo Itachi, en su escolta. Alzó la mano, viendo la piel erizada de Genma al soportar una brisa fría, y los rodeó con su magia.
—¿Huh?
—Gracias Seina —dijo Shikaku, deduciendo al instante que había sido ella.
—Tus poderes son la hostia —exclamó Genma. Yamato lo miró exasperado, aclarándose la garganta—. Quiero decir… Son muy útiles, Hokage-sama.
Seina suspiró al escucharlo. Observó de reojo a Itachi, siguiéndolos con el uniforme anbu al completo, también bajo una túnica blanca. Solo Yamato y Shikaku sabían quién era, pero los demás no habían preguntado por qué un anbu estaba protegiéndola sin descubrir su rostro.
El camino se le hizo ameno considerando que estaba dejando de lado una montaña de papeleo que ahora mismo debía estar firmando Kakashi, maldiciéndola en su fuero interno. Cualquier respiro fuera de la aldea era bienvenido. Incluso un respiro que acabaría en una cumbre con los países más poderosos del mundo. Disfrutaría del viaje a pie mientras pudiera. Kurama, a ratos, salía a correr a su lado usando al máximo su casi total libertad. Cuando se cansaba, volvía al sello para verlo todo desde sus ojos o subía a su hombro para que ella lo llevara. Rodó los ojos al ver que Kurama se estaba acostumbrando a usarla como a un caballo. Para que luego dijera que no era una criatura de confort y que ella no lo mimaba. Podrían haber llegado a la cumbre en un par de horas, considerando que tenía una piedra en la frontera del país del Hierro, pero si no lo había mencionado era porque tanto Kurama como ella querían despejarse el mayor tiempo posible sin responsabilidades.
Después de varias horas de viaje, lejos de Konoha, empezó a captar movimiento acercándose por el sureste. Obviamente, alguien estaba intentando seguirlos desde atrás y atacarlos por el costado. Típica estrategia de abordaje. Itachi, quien tenía ya todos los gadgets con los que había surtido a su equipo –brazalete de invisibilidad, pendiente espía, mochila sin fondo, brazal transformador de aspecto…– se dio cuenta al mismo tiempo de lo que estaba a punto de suceder.
Lo vio alejarse, siguiendo su aura dorada, para comprobar quién era lo más sigilosamente posible. Los otros parecían no haberse dado cuenta todavía de que alguien los seguía. En cuanto vio a través de los ojos de su araña invocada, sobre la cabeza de Itachi, quien era supo que el momento tan ansiado había llegado.
Al llegar a un claro bastante grande se paró de improvisto. Los demás se pararon como ella, pestañeando en su dirección por haber frenado en seco.
—¿Qué sucede?
—Tenemos invitados —masculló asqueada. Los otros adoptaron posiciones defensivas alrededor suyo al notar su tono negativo de voz. Pocos minutos después, Danzo apareció—. Ah, por fin apareces.
Caminó al claro, seguido de 6 hombres con máscaras blancas e identidad desconocida. De reojo vio como tanto Raido como Genma apretaban los dientes, furiosos, al verlo. Los demás solo parecían atentos a lo que pudiera ocurrir.
—Seina Hatake —chasqueó la lengua el viejo, andando sin su bastón con paso y actitud confiada—. Diría que es un honor encontrarnos cara a cara, al final, pero mentiría.
—Lo mismo digo. Finalmente te atreves a salir de tu cueva, escurriéndote como el gusano que eres —rio calmadamente, viendo como sus palabras parecían haberlo irritado momentáneamente—. Sabía que tarde o temprano no podrías aguantarlo más, pero has actuado antes de lo que pensaba.
—El consejo nunca debió votarte como Hokage —siseó él, haciendo caso omiso de sus palabras—. ¿Qué va a saber una cría de 16 años sobre liderar una aldea? Tú no sabes lo que es cargar con el peso de Konoha. Tomar decisiones difíciles. Todo ese poder que tienes… y mira como lo desperdicias.
—Déjame adivinar, ¿mi poder estaría mejor en manos de alguien como tú? —preguntó irónicamente, con un claro aburrimiento.
—No me va a gustar matar a tantos shinobis competentes de Konoha, pero debes desaparecer para que alguien más adecuado asuma el poder.
Seina había escuchado mil veces el mismo discurso. Rodó los ojos. Estaba tan ensimismado en su monólogo que no percibió como creaba unas cadenas y las escondía en la tierra, dispuesta a proteger a su escolta.
—Es curioso, pero yo discrepo. Me va a gustar ver como eres reducido —miró discretamente a Itachi, que esperaba detrás de Danzo, invisible, y asintió de forma minúscula para que supiera que le hablaba a él—. Quiero saber todos los nombres de los ninjas, colaboradores, simpatizantes… Todo.
Danzo se rio, pensando que se lo estaba diciendo a él. Estaba tan confiado que incluso se permitió reír como si le hubiera contado un chiste. No parecía dispuesto a atacarla hasta que no le contara como el idiota que era todos sus planes.
—A pesar de que tu escolta va a morir, y tú vas a ser encarcelada de por vida mientras todos te dan por muerta, es mejor ser prudente así que me guardaré esa información.
—No hablaba contigo, viejo decrépito —contestó ella, con tono ligeramente desinteresado.
Expulsó su magia en una onda expansiva, dejando a sus 6 acompañantes inconscientes. Antes de que pudiera cuestionarse con quién hablaba, o pestañear en dirección de sus esbirros, Itachi lo atravesó con un ninjato anbu por la espalda. El rostro conmocionado de Danzo le dio placer, para qué mentir. Sus escoltas, en silencio a su lado, preparados para protegerla, observaron lo que sucedía ante ellos con atención.
Danzo se miró el pecho, pero no vio el arma que lo había atravesado hasta que Itachi desactivó el brazalete. En cuanto vio la punta del ninjato inclinó el rostro por encima del hombro para ver la máscara anbu de Itachi con expresión conmocionada. Incluso ella, a lo lejos, pudo ver el sharingan ahora activo de Itachi a través de los agujeros de la máscara anbu. Más de uno de sus escoltas inspiró fuertemente al darse cuenta de quien era, pero no dijeron nada.
—¡I-imposible!
—Por fin nos reencontramos —saludó gélidamente Itachi—. Hoy vas a ser arrestado por mi mano, a órdenes de la Sexta Hokage. Tu organización será desmantelada para siempre y el clan Uchiha resurgirá de sus cenizas más fuerte y unido que nunca.
Danzo saltó, alejándose de Itachi y sacándose la espada del pecho. Aprovechó el salto para enviarles una ráfaga de viento junto a unos shurikens, para intentar matar a alguno de los ninjas que la acompañaban, pero Seina alzó las cadenas, creando una burbuja con ellos adentro. Itachi se quitó la máscara para que pudiera verle la cara un segundo antes de abalanzarse sobre Danzo, quien se quitó la venda y una especie de candado dorado de su brazo derecho mostrando un brazo de color más pálido con al menos 10 sharingans robados e implantados. Era una verdadera monstruosidad.
Al verlo, sintió el instinto asesino de Itachi. En sus ojos, el mangekyo sharingan eterno de Sasuke contempló al antiguo consejero de Konoha, quien estaba al borde de su fin. No hablaba de la muerte, sino de su fin como persona libre e importante en Konoha.
—¿Eso es una cara? —dijo Raido horrorizado, mirando el brazo de Danzo desde muy lejos.
Nadie pudo o quiso contestarlo, todos estaban observando demasiado atentos lo que estaba sucediendo ante ellos.
—Aunque me derrotes no pienso contaros nada —Danzo escupió algo de sangre a los pies de Itachi.
—Hn. Ya lo veremos.
Itachi lanzó otra flecha con su susanoo pero, de repente, creció un árbol del brazo postizo de Danzo, deteniéndola. Entonces, Danzo usó su sangre para invocar a una bestia enorme.
—¡Se dirige hacia aquí! —gritó Raido a su espalda. Todos se alistaron para saltar o defenderse.
Itachi solo la miró un segundo, viendo como ella estaba esperando que la bestia se acercara, y procedió a atacar de nuevo a Danzo. En cuanto tuvo a esa cosa a menos de 10 metros usó las cadenas que había conjurado y que los estaban protegiendo para amarrar fuertemente a la invocación de arriba abajo.
—Si un bijuu es incapaz de moverse con 8 cadenas, una simple invocación no va a ser problema.
Shikaku suspiró detrás de ella mientras que, delante de ellos, Danzo parecía estar irritado, pero demasiado preocupado combatiendo a Itachi como para volverlos a atacar. Realmente quería matarla, ¿eh? Incluso combatiendo uno versus uno contra un prodigio del clan Uchiha estaba intentando encontrar debilidades en su defensa para deshacerse de ella. Se dio cuenta en ese preciso momento que Danzo tenía que morir, ahora o después de su juicio, porque nunca iba a parar. Ansiaba tanto el poder que conllevaba ser Hokage que hasta pensaba que podría ganar contra Itachi, y luego contra ellos, y volver a Konoha como si nada. Increíble. Realmente estaba trastocado.
La bestia entre sus cadenas rugió, intentando usar un jutsu de viento, pero Itachi solo necesitó mirarlo con el mangekyo sharingan para prenderlo en llamas negras. La pelea que siguió entonces fue un poco aburrida, considerando que solo estaban intercambiando algunos golpes antes de quedarse quietos cuando usaban genjutsu. El combate se puso interesante cuando Itachi usó el susanoo para marear a Danzo, golpeándolo tan fuertemente que salió despedido más allá. No se acercaron, prefiriendo verlo desde lejos, pero era obvio que Itachi estaba jugando con él. Itachi ya no era el mismo de hacía años. Ahora tenía el mangekyo sharingan eterno, había sido curado de su enfermedad terminal y disponía de sus gadgets mágicos. Por no hablar de todo lo que habían entrenado durante meses en Uzu que le había servido para superarse de nuevo.
Seina vio con algo de curiosidad como se cerraban un par de ojos del brazo de Danzo. Sin duda, su hermano había visto lo mismo.
—¡No voy a dejar que me venzas así como así! —gritó Danzo, cada vez más desesperado porque ni su genjutsu ni sus ninjutsus de viento eran capaces de rozar a Itachi—. ¡Tengo algo que tú no t-…! ¡AGH!
El espejo de yata del susanoo de Itachi reflejó la lanza de aire que le mandó Danzo, chocando contra su creador inevitablemente. Para la estupefacción de todos, Danzo desapareció ante ellos, reapareciendo sin la herida, como si no le hubiera atravesado el pecho por segunda vez. Itachi lo remató otras 2 veces seguidas, pero Danzo siguió usando los sharingans para evitar su muerte hasta que, finalmente, Itachi fue más listo que él.
—¡Muere! —gritó Danzo, cuando creyó haber visto una debilidad en el susanoo incompleto de Itachi.
Itachi fue atravesado por la lanza de aire de Danzo, que empuñaba como una espada, pero explotó en una nube de humo. La espada gigantesca, amarillenta y algo anaranjada del susanoo de Itachi, le rebanó el brazo al viejo decrépito, usando la explosión del clon como distracción y lo que parecía ser un genjutsu de Itachi creado hacía rato. Danzo aulló de dolor antes de contenerse. Por su mirada supo que le dolía más haber perdido el arma que había tardado tanto tiempo en fabricar que el hecho de haber perdido una extremidad.
—Demonios —musitó por lo bajo Genma, cuando vio que el final de la lucha estaba cerca.
Danzo pretendió un ataque desesperado con el brazo restante. Intentó coger a Itachi del cuello, no supo por qué exactamente, pero en cuanto se giró con el brazo extendido, antes de que pudiera tocarlo, vio al cuervo recién invocado de Itachi. El cuervo que contenía el ojo regalado, sacrificado, de Shisui. Paró en seco. El susanoo se deshizo poco a poco mientras Itachi miraba fijamente a Danzo con su mangekyo sharingan. No lo sabía a ciencia cierta, pero algo le decía que lo estaba usando para forzarlo a confesar toda la información que supiera. Sería la venganza más sublime de Shisui, de Itachi y del clan Uchiha: usar el jutsu más ansiado por Danzo, motivo por el cual había conducido al clan Uchiha a su muerte, para que confesara la información necesaria para reducir a cenizas a Ne. Era el sumun de lo mezquino.
Segundos después, cuando Itachi le sacó hasta la última gota de información, usó el ninjato anbu para separarle los brazos del cuerpo y luego las piernas. Danzo por fin había sido reducido. Se sintió extremadamente feliz por verlo. Aulló de dolor mientras Itachi le cauterizaba las heridas con fuego sin miramientos. Seina comprobó que realmente seguía vivo antes de dejarlo inconsciente.
—Lo mandaré de vuelta a Konoha para que lo vigilen hasta que regresemos. Este no va a escapar ser expuesto y ejecutado como un traidor del país del Fuego —siseó ella.
—Espera —pidió Itachi—. Danzo tenía algo más.
—¿Más?
—El otro ojo de Shisui.
Vieron como destapaba las vendas del ojo derecho, mostrando otro sharingan robado. Observaron cómo, sin compasión alguna, Itachi se lo arrancaba.
—Con este ojo podría haberse escapado de nuevo. Por suerte, sin su brazo con células de Hashirama Senju, sin este ojo y sin extremidades ahora Danzo no tiene poder alguno.
—Ha sido una suerte que le hayas rebanado el brazo y puesto bajo genjutsu antes de que él pudiera hacer lo mismo —bufó un suspiro aliviado Shikaku mientras Itachi asentía.
—No iba a dejar que siguiera usando los sharingan de su brazo y, a juzgar por el árbol de antes, era obvio que podía volver a usar el mokuton de su brazo. Lo más eficiente ha sido amputarlo. Y otra cosa…
Les mostró el sello de su pecho. Seina lo contempló con irritación. Si Itachi no le hubiera sonsacado toda la información que contenía su mente Danzo habría estado dando guerra hasta el último momento. Seina procedió a grabar en su piel un sello con fuinjutsu, arruinando su plan de inmolarse.
Después de eso, invocó a un clon para que se llevara a Danzo de vuelta a Konoha junto con sus esbirros. Pero antes de que pudiera partir le dio una orden que sabía que le encantaría a Sasuke. Aun así, se sentía algo decepcionada y enfadada. Tantos años Tsunade-sama había estado batallando contra Danzo para que luego éste los atacara frontalmente, sin dejar duda alguna de que era un traidor, y acabara con 4 extremidades amputadas y un collarín supresor de chakra. Increíble.
Los demás se acercaron después de asegurar a los otros prisioneros que todavía estaban inconscientes.
—Ya es hora de acabar con Ne. Que reúnan a un escuadrón anbu de confianza y destruyan a Ne a trizas.
Su clon se fue con las 7 personas malheridas y una orden oficial, dejándolos a solas. Todos parecían estar mirando a Itachi, ahora sin su máscara, sin saber qué decir.
—Bueno, finalmente se ha descubierto el pastel —cortó Shikaku, como si hablara del tiempo.
—¿¡Shikaku-sama!? —dijo Raido, casi atónito—. ¿Está diciendo que lo sabía?
—Efectivamente. Itachi es inocente, por si no os habéis dado cuenta.
—… ¿Y qué tiene que ver Danzo en todo esto?
—Danzo es el culpable de la muerte del clan Uchiha —intercedió ella—. Pero por fin ha sido detenido. Vamos, tenemos que seguir. Ya os explicaremos por el camino todo lo que ha sucedido en las sombras de Konoha.
Parecían a punto de preguntar de nuevo, pero todos se acordaron de que ella era ahora la Hokage, y de que sus últimas palabras no habían sido una petición sino una orden. Itachi se volvió a tapar la cara sin decir nada. Los demás echaron a correr detrás de ellos dos, rodeándola.
Durante las siguientes horas apenas pararon para comer, beber o ir al baño. El resto lo pasaron corriendo en dirección al país del Hierro. En cuanto salieron del país del Fuego irían caminando y su único consejero, Shikaku, se encargaría de ponerla al día con los últimos detalles que debía conocer. Sobre todo, información de los otros Kage, de sus alianzas e intereses. Los únicos aliados que tenían en Konoha era Suna, y en menor medida, Kiri. Esta última no había sido ni firmada todavía.
Se preguntó qué estaría pasando en Konoha respecto a su orden, pero no intentó contactar con su equipo. Lo último que quería era distraerlo mientras acababan con los últimos reductos de Ne, desprotegidos y sin liderazgo ahora que Danzo había sido enviado a la cárcel secreta de la cuarta planta del departamento de interrogación con órdenes de arrancarle todos los ojos y de examinarlo de arriba abajo para evitar sorpresas.
—Estamos cerca de la frontera. A unos 10 minutos —avisó Shikaku, reduciendo la marcha.
—Pararemos por aquí unos minutos.
Se detuvieron en un claro rodeado por árboles. Evitó suspirar de cansancio cuando se sentó en un tronco caído, notando como se convertía en un cojín mágico bajo su trasero gracias a su magia. Mientras bebía unos cuantos sorbos de agua empezó a vislumbrar los primeros copos de nieve que caían sobre sus cabezas.
Entonces, alguien los atacó. Genma y Raido la cogieron, poniéndola entre ellos con Shikaku a su espalda mientras Itachi y Yamato se hacían cargo fácilmente del grupo de ninjas enmascarados que estaban intentando matarla a ella. Ni siquiera le dio tiempo a pestañear un par de veces que Itachi los dejó a todos bajo genjutsu y Yamato aprovechó para empalarlos uno tras otro.
—¿Y ahora quienes son estos? —preguntó con exasperación.
Shikaku los examinó junto a Yamato. —Parecen ser miembros de la resistencia de los Han’nya, del país de los Bosques.
—Danzo los atacó hace años, destruyéndolos a casi todos —le informó Yamato—. Lo sé porque en aquel entonces estaba en Ne y escuché todo tipo de rumores. Desde entonces han aprovechado cualquier oportunidad para atacar a ninjas de Konoha.
—Que Seina sea la Hokage debe haber sido suficiente para que nos atacaran tantos de ellos juntos.
—Por suerte no ha sido para tanto. Sigamos con el camino. Shikaku, ¿qué puedo esperar de esta cumbre?
—… Como mínimo esperaría un Raikage muy cabreado por haber perdido a su arma. Seguro que quiere teneros a todos juntos para interrogaros sobre su paradero. Imagino que a estas horas varios equipos de Kumo deben estar patrullando todo el territorio para recuperar a su jinchuriki.
—¿Y respecto a nosotros? ¿Cómo crees que actuará el Raikage?
Shikaku la miró con expresión cansada. —Akatsuki ha actuado en Konoha hace menos de una semana así que puedes esperar un interrogatorio forzoso para intentar averiguar si sabemos algo. O, al menos, acusaciones.
—Lo que faltaba. Una cabeza hueca del rayo gritándome en la cara.
Se retocó el moño trenzado que se había hecho para evitar cabello en los ojos debido al viento. Ni ella misma sabía cómo actuar contra 5 Kages, salvo Gaara, que le superaban físicamente en edad. No podía darle un puñetazo a A para callarle la boca, pero quizás sí que podía fulminarlo con los ojos. Quien sabía. Hasta que no llegara el momento no sabría qué hacer.
Continuaron con su camino, caminando sobre la nieve que empezaba a acumularse con más fuerza a medida que se adentraban en el frío y montañoso país del Hierro. No tardaron mucho en llegar a lo que parecía ser el fuerte o aldea principal, estando bastante cerca de la frontera. Shikaku le señaló el complejo donde se celebraría la reunión. Desde lejos solo vieron lo que parecía ser la gigantesca boca de una cueva que se alzaba incluso por encima de las montañas y el bosque a varios quilómetros de distancia. Los samuráis los dejaron pasar, algunos de ellos siguiéndolos claramente con su postura corporal mientras salían de la aldea hacia el bosque en dirección a la cueva.
La cueva no era más que un túnel extremadamente alto pero angosto que acababa en una fortaleza cuadrada al aire libre con varias murallas en paralelo, una dentro de otra, hasta finalizar en una especie de pirámide sin ventanas. Les hicieron caminar todo el laberinto de murallas hasta llegar a la puerta principal.
En cuanto se abrieron las puertas silenciosamente se dio cuenta de que la pirámide solo era un señuelo. Todo el complejo parecía estar excavado dentro de la piedra. La caverna principal era gigantesca. Tan alta como un piso de 6 plantas y grande a lo largo como un campo de quidditch. Las paredes tenían dibujos geométricos tallados a mano y hasta había columnas decorativas más grandes que su casa.
—Os hemos estado esperando —saludó un samurái, viendo que por fin estaban todos reunidos en grupos aislados en la colosal sala principal—. Por aquí.
Los llevaron a una gran sala de reuniones, tapizada con madera para darle un aspecto neutral y confortable. Había una mesa semi circular con grandes banderas blancas y el kanji de cada país detrás de cada silla. Tras las banderas, también en semicírculo, había bancos elevados de madera donde los acompañantes de los Hokage podían sentarse sin molestar. Para su desgracia le tocó sentarse en medio de la mesa. A su mano izquierda tenía a Oonoki y a A en la punta y a su mano derecha estaba sentado Gaara y Mei Terumi en el extremo.
Todos se miraron sin decir nada, con sus sombreros delante de ellos en una especie de tonto ritual que la exasperó. Gaara, a su lado, asintió en su dirección con el rostro totalmente neutral; luego miró a los demás Kages y se inclinó sobre sus manos viendo que los otros no iban a hablar.
—Empezaré yo la reunión-
—Debéis de ser bastante especiales para ser Kages a vuestra edad —interrumpió Oonoki—, pero veo que al Kazekage su padre no le ha enseñado modales.
—Por eso estoy aquí como Kazekage.
—¡Hahaha! —rio Oonoki, como si hubiera contado un chiste—. Pequeña rata.
—Tsuchikge, por favor, deje de interrumpir.
—Soy un jinchuriki. Akatsuki me capturó y casi mi mata así que yo sé mejor que nadie que Akatsuki es tremendamente peligroso. Pedí ayuda varias veces a los demás Kage pero todos me ignoraron salvo la Hokage. Creo que ahora ya es demasiado tarde para muchos de los otros jinchuriki.
—Si un país pierde a un jinchuriki no tiene porqué darles órdenes a otros países. ¡Menuda vergüenza! —dijo el viejo Tsuchikage—. Tu responsabilidad es recuperarlo en secreto. No puedes esperar que otros te ayuden.
—Aparentar, honor… No tengo tiempo para cosas pasadas de moda.
—Solo porque los bijuus hayan sido robados no es razón para tener miedo. Toma tiempo y conocimiento poder controlarlos —intercedió la Mizukage. Solo con eso le dejó claro de que no sabía mucho respecto a Akatsuki.
—Los huéspedes deben vivir con ellos varios años para llegar a adaptarle. Incluso si el control es difícil. Esto no sucede de un momento a otro, ¿verdad, Raikage?
—¡Konoha! ¡Iwa! ¡Suna! ¡Kiri! Akatsuki se ha formado con varios ninjas de vuestra aldea, y eso no es todo —exclamó el Raikage, poniéndose en pie de golpe. Seina vio de reojo como sus escoltas se inclinaban, con las manos en sus bolsillos, pero la cosa quedó en nada—. ¡Todos vosotros habéis usado a Akatsuki para vuestros propios intereses!
—¿Usado a Akatsuki? —preguntó Gaara, pestañeando sorprendido.
—¡No confío en ti! ¡No tengo ninguna intención de hablar contigo! —espetó A de muy malas maneras.
Viendo que el ambiente se estaba caldeando, el samurái que lideraba la reunión, sentado en una mesa frente a la suya, habló.
—Concedí liderar esta reunión para saber cuáles son sus lealtades —dijo, mirando a A, sin que él le devolviera la mirada.
—Eres el Kazekage. ¿Acaso nadie te ha dicho nada? ¡Vosotros mismos habéis usado a Akatsuki!
Oonoki cortó la diatriba del Raikage, mucho menos airado que él. Les explicó a Gaara, y a ella, cómo las grandes naciones habían gozado de una paz temporal a costa de la desmilitarización, y de cómo las villas emplearon a Akatsuki al estallar una nueva guerra durante los tiempos de militarización hasta poder enfrentarse a sus enemigos con sus propios ejércitos.
—Toma tiempo y dinero para una villa construir su propio ejército, pero Akatsuki es una organización mercenaria militar que da buenos resultados por relativamente poco dinero.
—Kirigakure, tú eres la más sospechosa. No tienes casi relaciones diplomáticas con otros países y hay rumores de que Akatsuki se formó en tu país —dijo A, sentándose de nuevo algo más calmado.
Seina evitó suspirar al ver como los otros países no parecían tener mucha idea de nada. Mientras que ella había estado investigando con sus maestros y su equipo, los demás habían enterrado la cabeza en la arena. No le extrañaba que hubieran perdido el último jinchuriki que tenían en Kumo.
—¡Cuide su lengua, Raikage! Ustedes estuvieron acumulando poder y técnicas en todo este tiempo de desarme. ¡Razón por la cual los otros países se vieron forzados a contratar a Akatsuki en primer lugar! —exclamó el Tsuchikage.
—Antes de que esto vaya a más —intercedió ella sin caer en ninguno de sus juegos de rencillas y rencores—. Debería informarles de unas cuantas cosas.
—¿¡Qué cosas!? —le gritó el Raikage, irritándola en sobre manera.
—Para empezar, me gustaría que dejara de gritar como un energúmeno. Que yo sepa todos tenemos aquí un objetivo común —se hizo un silencio mientras A, siendo contemplado como si fuera un niño pequeño por los otros Kage y el líder de los samuráis, se mordía la lengua y dejaba de gritar—. Tal y como decía, quiero contarles unas cuantas cosas respecto a Akatsuki. No se formó en Kiri, a pesar de los rumores, sino que surgió como un movimiento rebelde que buscaba la paz en Amegakure. Por desgracia, fueron traicionados y linchados por Hanzo y sus compinches lo que tergiversó el objetivo inicial de Akatsuki.
>> Durante todo este tiempo Akatsuki ha servido como mercenarios para ganar dinero, pero su verdadero objetivo eran los jinchuriki. Se sirvió de varios ninjas de casi todas las aldeas, es cierto, pero su propósito final era robarnos a los bijuu, no pelear nuestras guerras. Su objetivo es sellar el chakra de los bijuu con el cual llevarán a cabo un genjutsu global que nos someterá a todos. Konoha ha estado investigando durante mucho tiempo todo esto, desde hace años, y ha detenido a varios de sus integrantes. Ahora mismo, si los miembros vivos de Akatsuki no han reclutado a nadie más, deberían quedar solamente 2 Akatsuki: uno de ellos es un tipo mitad planta y otro lleva una máscara con un remolino que responde al nombre de Tobi.
>> Quiero que entiendan esto: durante muchos años, desde hace más de 16 años, Akatsuki ha estado saboteándonos a todos. Desató el Kyubi en Konoha, liberándolo del sello de su anterior jinchuriki. Puso bajo genjutsu a Yagura, el anterior Mizukage, por motivos que todavía desconocemos, quizás para que acabara muerto y así poder capturar a un bijuu que era controlado fácilmente por su anfitrión. Se ha infiltrado en aldeas para secuestrar a los jinchuriki, como en el caso del Gaara-sama o de la jinchuriki del Nibi. Ha estado recabando nuestros secretos al reclutar a nuestros renegados… No es coincidencia. Todo esto es parte de su plan. Y nuestras rencillas ahora mismo solo le facilitan el trabajo.
Se hizo un silencio sepulcral cuando acabó de hablar. Todos parecían estar asimilando lo que acababa de confesar. La información que había dado no dañaba a Konoha, pero sí que era útil para la reunión. Sobre todo, porque todos iban a ser víctimas de dicho genjutsu. Escuchó un par de cuchicheos tras las banderas blancas, pero pronto dejaron de hablar ellos también.
—…Como país neutral debo decir que Akatsuki ha sabido leer los signos del tiempo. Hokage-sama tiene razón. Akatsuki tiene su propio cometido y usa la inestabilidad y la sospecha que existe entre los países para incrementar su poder. A este ritmo incluso el país del Hierro… —dijo el samurái, acallando sus palabras como si no quisiera contemplar que su país pereciera—. Es extraño que los 5 Kages se reúnan de esta forma. ¿Qué les parece combatir contra esta amenaza juntos?
—¿Acaso quieres formar una alianza de 5 países? —preguntó Oonoki.
—¿¡Una alianza!?
—En un estado de emergencia como el que ha descrito Hokage-sama será bueno que las aldeas cooperen. La cadena de mando debe ser uniforme para evitar confusiones.
—Pongamos que formamos una alianza… La pregunta es quien tendrá autoridad sobre esta nueva armada.
—Si lo dejamos a ustedes solo pelearán. Me gustaría que respeten mi posición como un país neutral. Yo decidiré quien está más capacitado para el trabajo. Los únicos jinchurikis que quedan son el Ichibi de Suna, a quien no consiguieron sellar, y el Kyubi de Konoha. Curiosamente, ambos son ahora Kages de sus respectivos países.
Seina evitó gemir o darse un cabezazo contra la mesa. No, por el amor de Dios. Todo menos eso. Los demás Kages los miraron a ellos y pudo notar la mirada de los escoltas en sus cogotes.
—¡Mi aldea no ha perdido ni un solo ninja a Akatsuki! ¡El control de algo tan importante no puede ser puesto en manos de gente que no llega a la veintena! —gritó el Raikage, poniéndose en pie de nuevo y dando un fuerte puñetazo en la mesa de madera, quebrándola—. ¡Yo digo que debería ser yo-
—No estoy de acuerdo —cortó escuetamente, pero con decisión, el samurái. Luego apuntó en dirección al Raikage con un dedo acusador.
—¿¡Qué!?
—Alguien como usted, que solo está gobernado por sus emociones seguramente acabaría dividiendo un ejército unido tal y como ha destruido esa mesa —comentó Mifune incluso cuando vio como A temblaba de rabia y gruñía apretando los dientes como un animal—. Es mi humilde, y neutral, opinión.
—Entonces, ¿quién? —preguntó casi en un siseo A.
—Kazekage-sama es joven para ser el líder y no goza de mucho peso en otros países. Únicamente su título de Kazekage no es suficiente. Por otro lado, Tsuchikage-sama es demasiado mayor y aparenta no tener movilidad, por no hablar de que también ha usado bastante a Akatsuki como mercenario lo que lo convierte en el menos fiable. En cuanto a Kiri, puede ser que no sea la cuna de Akatsuki pero en los últimos años ha tenido filtraciones de información continuadas y en cuanto a alianzas no tiene ninguna formal, teniendo menos peso aún que Kazekage-sama. A usted ya lo he descartado por su comportamiento violento y su política aislacionista.
—¿Piensas que esta niña sea la líder? —preguntó A, apuntándola con un dedo.
Seina, sorprendentemente, estaba de acuerdo con el Raikage a pesar de que no lo pensaban por el mismo motivo. Iba a matar a Shikaku en cuanto pudiera.
—Si bien es cierto que es igual de joven que Kazekage-sama, Hokage-sama es la jinchuriki del Kyubi al que puede controlar como su propio hermano, Killer Bee —le recriminó el samurái al Raikage—. Ha sido discípula de 2 sanin y ha detenido el ataque de Akatsuki a Konoha hace menos de una semana sin necesitar ayuda externa. Aparece en el libro bingo como una ninja veterana, igual de poderosa que los otros Kage, y también he visto pruebas contundentes que demuestran que ha superado con creces a su maestra como la mejor médica del mundo. Por no hablar de que ha sido la única persona que ha entendido, junto a Kazekage-sama, el objetivo de esta reunión e incluso ha aportado información confidencial sabiendo que todas las aldeas se verían perjudicadas de no hacerlo. Ha demostrado con su talante ser una líder sensata, preocupada por lo que realmente importa, capaz de dejar a un lado las obvias rencillas entre sus países.
—Además, cuenta con la confianza de Suna —añadió Gaara. Seina evitó mutilarlo con la mirada.
—Y con la de Kiri.
Seina empezó a abrir la boca, queriendo comunicarles a todos que, aunque agradecía las palabras, no se veía preparada para liderar un puñetero ejército de 5 países cuando lo notó. Se levantó rápidamente de su silla, llamando la atención a todos, pero ella no estaba interesada en ellos. Miró a todos lados percibiendo señales contradictorias.
—¿Qué sucede, Hokage-sama?
—No estamos solos.
—¿A qué se ref-
De la nada, apareció el tipo mitad planta de Akatsuki, frente a todos ellos. Seina, estupefacta, sintió como Itachi la movía tras su cuerpo al mismo tiempo que todos los Kage se levantaban de sus sillas al instante. Acto seguido, todos los escoltas se interpusieron entre el Akatsuki y sus líderes.
El muy perturbado no se inmutó. Simplemente se puso a gritar como una colegiala, alzando los brazos frente a su pecho blanco como si estuviera viendo a su crush sin camiseta.
—¡Está aquiiii! ¡Tobi se ha infiltrado en esta fantaaástica reunión!
No sabía por qué, pero algo de todo lo que acababa de pasar le causó una tremenda risa que tuvo que contener. ¿Por qué siempre las cosas iban de mal en peor? ¿Y por qué siempre los villanos eran unos putos locos?
Notes:
¡Pasó! Después de tanto tiempo esperando a que Danzo fuera derrotado... por fin ha sucedido. Todos los que preguntabais por qué Seina no hace esto o aquello, bueno, pues era porque tenía pensado que fuera Itachi de regreso a la aldea quien lo detuviera. Karma en estado puro. ¿Esperabais un final así para Danzo? ¿Realmente es el final? ¿Qué creéis que pasará ahora que Itachi se ha mostrado delante de los ninjas de Konoha?
Os leo.
Chapter Text
La reunión continuó después de que el Raikage partiera el cuello del Akatsuki como si nada. Seina tuvo que contener su ira ante la oportunidad perdida.
—¿Por qué lo ha matado? —preguntó Mei Terumi, chasqueando la lengua, irritada—. ¡Podríamos haberle sacado más información!
Escucharon una risa estridente encima de sus cabezas. Era Tobi… Obito. Llevaba consigo lo que parecía ser la punta de lo que debería ser un tentáculo de un pulpo gigantesco, a juzgar por las proporciones. Verlo enfureció al completo al Raikage.
—Eso es un trozo de mi hermano, Gyuki —informó Kurama cuando notó su confusión.
Y solo con eso lo entendió todo. Suspiró al ver como el Raikage, envuelto en rayo, intentaba darle un puñetazo mortal a Tobi sin éxito. Tobi era la peor rata de todas. Más que Danzo, más que Kabuto, más que Orochimaru… Era el más escurridizo de todos, a pesar de no ser el más poderoso. Sabía que A no iba a poder con él. No solo era una cabeza hueca, sino que estaba gobernado por sus emociones violentas lo cual lo hacía extremadamente predecible, y eso sin contar que Obito tenía su mangekyo sharingan para ayudarlo a descifrar los movimientos de su enemigo.
Gaara sacudió mínimamente la cabeza cuando vio el gran agujero en la pared que había causado A al salir detrás de Tobi sin miramientos, acompañado de su escolta ninja.
—Tal y como dije —suspiró el líder de los samuráis, Mifune, contemplando el agujero—. Raikage-sama no está preparado para líder una alianza común. Al menos no él solo.
—A todo esto —intercedió ella, antes de que pudieran seguir endosándole el muerto—. Aunque agradezco sus palabras de apoyo debo rechazar el mando. Estoy aquí como Hokage, es cierto, pero solo hasta que Tsunade-sama despierte. Cuando eso suceda le cederé el mando y volveré a mis deberes como jonin, y soldado del ejército del país del Fuego.
—Hmm… Ya veo. Supongo que no sería adecuado que un jonin se hiciera cargo de una alianza por encima de 5 Kages. Una lástima, no obstante, como ya dije tiene grandes dotes de líder y creo que hubiera sido la mejor candidata entre todos ustedes para liderar la armada.
—Si me lo permite, ya que iba a confiar en mí para semejante cargo, me gustaría proponer a Kazekage-sama para ser el líder de la alianza. Sé que es joven, también lo soy yo e iba a darme las riendas de la armada, y que quizás no tiene tantas alianzas o contactos como Konoha pero olvida algo muy importante… —dijo ella, sin mirar a Gaara a su lado acompañado de sus hermanos—. Hasta hace pocos años Gaara-sama era temido en su país natal por sus actos violentos, producto de un sello débil, la influencia de su bijuu y las repetidas traiciones que sufrió a mano de su padre, el anterior Kazekage.
>> Por casualidad de la vida, fue el examen de chunin en Konoha, lejos de la aldea que tanto le temía, lo que sirvió para que Kazekage-sama abriera los ojos y decidiera cambiar él solo con tan solo 12 años. A pesar de no contar con la ayuda de prácticamente nadie y de seguir siendo despreciado por su propia aldea por algo que le fue impuesto desde nacimiento, Gaara-sama logró enmendar sus actos, ganarse el afecto y la confianza de su pueblo y convertirse en el Kazekage más joven de la historia. No sé si se puede imaginar el coraje y el valor que se necesita para cambiar de semejante forma cuando no hay nadie apoyándote. No, peor aún, cuando estás rodeado de gente que quiere que fracases. Si Gaara-sama ha podido darle un giro a su vida de esta forma es porque ha demostrado ser una persona que merece la pena seguir. De lo contrario, su pueblo, el más perjudicado de todos por sus actos, no le habría aceptado jamás. Es por esto que creo que Kazekage-sama debería liderar la alianza y tiene mi apoyo.
—…
Mifune pareció meditar sus palabras. Mei Terumi y Oonoki extrañamente no dijeron nada para refutar lo que acababa de decir. El viejo se sentó en su silla de nuevo, cansado, pero con expresión menos combativa. La Mizukage, por otro lado, parecía estar reprimiendo una pequeña sonrisa mientras miraba de reojo a Gaara. Y, por último, Gaara parecía no saber qué decir ante sus palabras. Finalmente, asintió en su dirección con una sonrisa. Sus hermanos, escoltándolo, parecían estar exhibiendo más emoción que él mismo, erguidos con orgullo a su lado.
Se escuchó una explosión que hizo vibrar toda la sala de reuniones. Seina suspiró de nuevo. Menudo día. Se levantó de su asiento dispuesta a ver qué demonios estaba pasando. Gaara empezó a caminar a su lado cuando lo sobre pasó.
—Gracias por tus palabras, Seina —murmuró por lo bajo, hablándole claramente como su amigo—. Sé que eran totalmente genuinas.
—No dije nada que fuera mentira.
Gaara abrió la boca para decir algo más, pero luego la cerró. En cuanto llegaron a la caverna principal vieron varios cráteres en el suelo, en las paredes e incluso lo que parecía ser al Raikage siendo curado por uno de sus escoltas. Se sorprendió al ver como en menos de 10 minutos había perdido una mano.
—Ya te dije que no te entrometieras en mi camino —dijo Tobi, usando su voz real y dejando de lado su personalidad irritante.
—¿Qué quieres? —preguntó ella antes de que pudieran seguir peleando.
—¿Y quién eres?
Notó como se les unían los otros Kage y todas las escoltas. Tobi pareció contemplarlos a todos hasta que llegó a Itachi, en su espalda, todavía enmascarado. No sabía si lo había reconocido o no, pero no dijo nada mientras lo contemplaba fijamente.
—Mi nombre es Madara Uchiha y quiero hablaros de mi plan: operación Tsuki no Me.
—¡No me importa tu estúpido plan de genjutsu global! —gritó A, levantándose del suelo con un brazo menos—. ¡Devuélveme a mi hermano!
—Escucha mi explicación. Dependiendo de tu respuesta tendrás lo que quieres.
—Escuchémoslo, Raikage —cortó Oonoki antes de que pudiera volver a atacarlo.
—Estaba pensando en conseguir algunos rehenes para que aceptéis mi plan pero viendo que-… bueno, ya no tiene sentido intentarlo.
—¿Rehenes?
—Para asegurar el cumplimiento de mi plan.
—¿Qué estás tramando? ¿En qué consiste este plan tuyo? —preguntó Mifune. Seina escuchó como lo tuteaba, demostrando mucho menos respeto que antes, con una sonrisa.
Tobi procedió a explicarles más de lo que creía que iba a explicarles. De hecho, parecía no estar mintiendo cuando les habló de la tabla de piedra de los Uchiha o de lo que estaba escrito. Aun así, Seina se preguntó silenciosamente si Tobi contemplaba que algunas cosas que estaban escritas parecían ser falsas. El falso Madara, quien podía ser o no Obito, no parecía ser muy listo. La cuestión es, ¿si no había escrito él esas palabras falsas en la tabla, quien había sido?
—El Sabio de los Seis Caminos ya nos salvó una vez de cierto monstruo —dijo Tobi, devolviéndola a la realidad.
—¿Monstruo?
—Gaara, tú solo tienes una pieza de ese monstruo sellado en ti. En realidad, el monstruo era un agregado de todos los bijuu cuya existencia poseía un chakra casi infinito. Hablo del Diez Colas. El Sabio fue el primer jinchuriki, su jinchuriki, todo para retener al monstruo. Debido a esto, se le consideró el salvador de la humanidad y fue admirado como un dios. El Sabio, no obstante, temía lo que sucedería una vez muriera así que en sus momentos finales partió el chakra del Diez Colas en 9 piezas que fueron repartidas por todo el mundo. El cuerpo sin chakra del monstruo fue enviado al cielo y se convirtió en la luna.
—Este cuento es ridículo… ¿Qué humano podría hacer semejante cosa?
—Como el jinchuriki del Diez Colas, el Sabio de los Seis Caminos era capaz de muchas cosas que escapan a la humanidad.
—Así que estás intentando unir estas partes separadas para obtener un poder inhumano —declaró Mifune con expresión muy seria—. ¿Qué planeas hacer con ese poder?
—¡Revivir al Diez Colas y convertirme en su jinchuriki! Entonces usaré mi poder ocular para lanzar cierto jutsu.
—¿¡Cierto jutsu!? ¿¡Qué justu!?
—Un super genjutsu que se reflejará en la luna. Un tsukuyomi infinito. Todos los humanos de este planeta caerán bajo mi genjutsu y serán controlados por mí. ¡Yo me convertiré en el unificador del mundo! ¡Crearé un mundo donde no haya rencillas, ni guerra, donde todos se convertirán en uno conmigo y estarán unidos! Esa es la operación Tsuki no Me.
Los gritos de los Kages no se hicieron esperar. Seina no dijo nada porque ya lo había sabido. Eso no quitaba que escucharlo de la boca de Tobi no le hirviera la sangre. Pensaba esclavizarlos a todos. No importa qué dijera ni sus motivos. Si Tobi iba a ser el único libre eso significaba que debía ser detenido.
—¿¡Y qué habéis hecho todos vosotros!? Todos deberíais saber que es cierto. ¡No hay esperanza! Así pues… Dadme a los jinchuriki restantes, decidme dónde puede haber huido Killer B… Cooperad o vayamos a la guerra.
—¿Guerra?
—¿¡”Dónde puede haber huido”!? ¿¡Eso quiere decir que B está vivo!?
—Tobi. Eres un mentiroso compulsivo, ¿verdad? —dijo ella mirándolo fijamente. Todos se callaron mientras Tobi le prestaba toda su atención—. Tú no eres Madara Uchiha. Eres Obito Uchiha. No es que hayas “perdido tu poder” en el último ataque contra Hashirama, es que no eres igual de poderoso que el verdadero Madara. ¡Patético! Y ahora quieres que nos arrodillemos ante ti como perros, entregándote a los bijuus para llevar a cabo tu estúpido plan. Ni siquiera eres muy listo, o quizás eres más mentiroso de lo que pensaba. ¿Qué crees que pasará cuando nos tengas a todos durante semanas bajo genjutsu? Nuestros cuerpos perecerán y solo quedarás tú vivo. ¿Eso es lo que quieres realmente? ¿Por qué mentir tanto? Solo di que quieres matarnos a todos porque eres un hombre traumatizado por la guerra, un debilucho y un cobarde.
—… Debí imaginármelo. ¿Quién iba a descubrir si no tú, Seina Uzumaki, no, Seina Hatake, mi verdadera identidad? Todos estos años has estado desmontando mis planes como un grano en el culo, pero eso no quita que siga queriendo el bijuu que tienes dentro.
—Mala suerte, Obito —sonrió ella, sintiendo a Kurama alzarse hasta su consciencia, compartiendo momentáneamente su cuerpo—, porque no pienso dártelo y no voy a dejar que captures a mis hermanos, Killer B o Gaara.
—Incluso sin vosotros 3 sigo teniendo el chakra de otros 6 bijuus. No podréis ganar.
—¿Estás seguro? Después de todo, lo único que tú conoces es perder.
—E, igualmente, no vamos a ceder anti ti —cortó Gaara.
—¡No vamos a darte a los jinchuriki!
Obito pareció vibrar de la ira en su asiento de madera, delante de todos ellos, pero se calmó visiblemente antes de responder. Estaba claro que sus últimas palabras le habían tocado la fibra sensible.
—Está bien… entonces, declaro oficialmente a todos vosotros la cuarta gran guerra ninja.
Si antes había dudas sobre si unir a los países o no en una alianza, Obito las destruyó a todas de un plumazo con su declaración. Lo que no le hizo ninguna gracia fue el hecho de que Mei Terumi empezara a hablar de enviar a los jinchuriki restantes a algún lugar remoto. Antes de que su idea pudiera coger algo de peso Seina habló, desechándola rotundamente.
—Enviar lejos a los jinchuriki es una terrible idea, estratégicamente hablando. Para empezar, mi hermano Naruto no aceptaría que nuestros aliados pelearan solos y acabaría huyendo, haciendo gastar recursos tontamente a la alianza. Además, es más fácil proteger a los jinchuriki estando rodeados de miles de ninjas aliados que esconderlos en algún lugar remoto con apenas una docena de guardias. Obito ha logrado infiltrarse en esta reunión, ¿quién dice que no nos acabaría encontrando sin que nadie se diera cuenta? —dijo ella totalmente irritada—. Por no hablar de que Obito tiene razón: tiene el poder de 6 bijuus. Nosotros tenemos a 3 bijuus y a 4 jinchuriki, considerando que el Kyubi fue separado en dos. Por si fuera poco, los bijuus restantes, el Ocho y Nueve Colas son los más poderosos. Usarnos en la guerra igualaría muchísimo el poder de los bijuus que ha extraído Obito. Lo que tenemos que hacer primero es rescatar a Killer B para que no caiga en sus manos. Lo demás está por ver.
—Seina-sama tiene razón. Los jinchuriki serán una gran baza en la alianza. Dejarlos de lado sería bastante inútil. Sobre todo, si lo que dice respecto a su hermano es cierto.
—Shee, envía un mensaje a la aldea. ¡Necesitamos encontrar a B ahora!
—¡Hai!
—Enviaré información de B a las otras aldeas para que podáis buscarlo de forma más eficiente —dijo el Raikage, actuando como un verdadero Kage por primera vez en un par de horas.
Antes de disolverse la reunión, Mifune propuso a dos candidatos para liderar la armada, a Gaara y al Raikage. Al final, acabaron aceptando al Raikage con la condición de que compartiera el liderazgo con Tsunade-sama una vez despertase. Después de todo, una médico no debía estar en el campo de batalla. A Gaara, por el contrario, le darían el mando en el campo de batalla.
—Y ya le estará bien tener a alguien que le contradiga de tanto en tanto —dijo Oonoki, como si A no pudiera escucharlos mientras salían de la sala de madera medio destruida.
Seina suspiró mientras veía como A se coordinaba con sus escoltas. No le caía bien. Hasta hace pocos sus shinobi habían intentado secretamente matar a gente de Konoha, a ella incluida, debido a antiguas rencillas, pero ahora… ahora iba a liderarlos. Si Naruto estuviera allí con ella le diría que debía confiar en sus nuevos aliados porque si no la armada estaba perdida desde el minuto uno. Aunque no le gustaba admitirlo tenía que darle un voto de confianza a A. Mierda.
—Raikage-sama —habló ella, cortando en un momento de silencio mientras Shee escribía lo que parecía ser un mensaje para enviar a su aldea.
—…Hokage-sama. Felicidades por su ascenso, por muy temporal que sea.
—Ha sido inevitable —se encogió de hombros—. Le seré sincera. No sé si me gusta que nos lidere, aunque lo entiendo, pero… si vamos a tener que depender de usted será mejor que confíe en su liderazgo.
El Raikage chasqueó la lengua ante su osadía, extrañamente divertido. Shee parecía dudar sobre si fulminarla con la mirada o mostrarse neutral mientras que el otro tipo, Darui, estaba sonriendo abiertamente.
—Intentaré no defraudarla.
—No he venido aquí solo para decirle eso —sonrió ella viendo que pensaba irse sin más tras su comentario sarcástico—. Nuestro líder no puede ir por ahí con un brazo menos. No estando yo aquí.
—…
Seina cogió una silla y alzó una mano, y A aceptó su ofrenda de paz sin mediar palabra. Le reabrió la herida más o menos curada que había cerrado Shee, usó su magia para reducir su flujo sanguíneo y su dolor, le dio una poción para recuperar la sangre perdida y le operó allí mismo. Solo era una mano, y tenía su miembro original, así que tardó bastante menos que sus operaciones de piernas o brazos enteros. El Raikage no dijo nada, ni gruñó ni gritó mientras le conectada su mano en 30 minutos. Su trabajo más rápido hasta la fecha.
Vio como flexionaba la mano, sintiéndola seguramente algo extraña.
—Gracias, Hokage-sama.
—De nada.
—Seina-sama —llamó Shikaku a sus espaldas—. Debemos regresar a la aldea cuanto antes.
Ella asintió. Ahora ya tenía una piedra en la aldea principal del país del Hierro podrían regresar rápidamente de ser necesario.
—Usaremos el hiraishin para volver. Tenemos mucho que hacer.
Se dio la vuelta para salir de la cámara, cuando vio el cuerpo sin vida del Akatsuki tipo planta. Entonces se dio cuenta de algo que había pasado por alto en medio de todo el caos. ¿Dónde estaba la mitad negra?
—¿Sucede algo? —preguntó Yamato, mirando también al cuerpo.
—Le falta la mitad.
—¿Qué?
Vio los rostros confundidos de los otros shinobi extranjeros, pero negó con la cabeza. No sabía ni cómo explicarlo. Cogió el cuerpo con una cadena de adamantina, por si acaso, y lo metió en un pergamino.
—Tendré que investigar más sobre él. Quizás sirva de algo.
Se despidieron de los demás, asegurando de que estarían en contacto, y se fueron. El regreso a Konoha fue casi instantáneo. Solo tardaron en entrar en la aldea 5 minutos y en llegar a la torre otros 10 minutos. Era la hora de la comida así que no había nadie, salvo una secretaria.
—Bienvenida de nuevo, Seina-sama. ¿En qué puedo ayudarla?
—Reúne al consejo ninja y a las cabezas de departamento cuanto antes. Se trata de una emergencia.
—Ahora mismo.
—También quiero que examinen este cadáver. Tomad todas las precauciones necesarias. Protocolo Alfa.
Genma, Raido y Yamato se habían ido, pero Shikaku seguía a su lado, y también Itachi tras una pared. Le dio el pergamino a su secretaria para que se encargara de hacérselo llegar a la morgue y se sentó en su asiento. Shikaku se sentó delante de ella, al otro lado de la mesa.
—Creo que comeré algo rápidamente. ¿Quieres? ¿Itachi?
—…
Se encogió de hombros, dejándole una porción de comida en una planta para que comiera en secreto. El comandante jonin asintió, dándole las gracias, mientras comían rápidamente un bento que tenía preparado de antemano en la mochila sin fondo.
—Deberíamos enviar un mensaje al daimyo cuanto antes —señaló Shikaku—. Cuanto antes sepa lo que está pasando, antes podrá ponerse en contacto con los otros líderes.
—Genial —suspiró, pero invocó a un clon para que escribiera mientras comían.
La secretaria regresó, tocando a la puerta antes de entrar. —Ya han sido avisados, Hokage-sama. La reunión está prevista para dentro de 10 minutos.
—Gracias, Mari-san. Una cosa más, envía este mensaje. Es de extrema urgencia.
Le entregó el pequeño pergamino sellado con instrucciones. Su anbu/secretaria hizo una reverencia y salió de allí al mismo tiempo que ellos. Se limpió la boca con una chispa de magia, mirándose rápidamente para ver que estaba presentable, y salieron caminando en dirección a la sala de conferencias. Era la más grande que tenían. En cuanto llegaron vio a todos los líderes de los clanes de Konoha así como a los cabezas de departamento ninja. Le envió una diminuta sonrisa a su equipo, viendo a Sasuke y a Naruto sentados por primera vez como los líderes del clan Uchiha y Uzumaki, y se sentó pesadamente en el asiento del Hokage.
—Bienvenidos a todos. Iré al grano porque son terribles noticias. Desde hace media hora el grupo Akatsuki ha declarado la cuarta gran guerra ninja. Antes de que empecemos a discutir —alzó la voz cuando empezó a ver cómo se levantaban algunos—, también he de informaros de que en la cumbre en el país del Hierro se ha creado una alianza shinobi de las 5 grandes naciones. Será liderada por el Raikage, A, junto a Tsunade-sama, una vez despierte.
—Pero, ¿por qué ahora? ¿Cuál es la motivación de Akatsuki? —preguntó el líder del clan Kurama.
—Voy a explicaros algo que seguramente no sepáis. Empezando por la creación de Akatsuki. Guardaos las preguntas hasta el final.
Empezó a explicarles lo mismo que había explicado a los otros Kages: cómo y cuándo se creó Akatsuki, cuál era su objetivo, cómo se modificó el objetivo principal, los integrantes de Akatsuki a lo largo de los años, cuántos bijuus tenían ya sellados y por qué. Les habló de las palabras de la propia boca de Obito sobre su plan y sus motivaciones.
—¿Cómo es posible que Madara Uchiha esté vivo? —preguntó alguien. La mayoría de miradas se desplazaron a Sasuke.
—No está vivo. Tobi el Akatsuki es en realidad Obito Uchiha. Intentó hacerse pasar por Madara pero rápidamente perdió su tapadera.
—¿¡El mismo Obito Uchiha que se dio por muerto hace años!?
—¿Por qué no regresó a la aldea?
—¿Lo sabían, los Uchiha?
—Obito Uchiha es un traidor de Konoha y del país del Fuego. Ha sido eliminado de los registros del clan Uchiha para siempre—dijo firmemente Sasuke—. Como es obvio, nadie sabía que estaba vivo después del relato de su equipo sobre su muerte. Nunca se puso en contacto con nadie del clan ni figura en mi documentación.
—Dejando de lado la traición de Obito, la cuestión es que Akatsuki debe ser detenido.
Se hizo un silencio mientras los clanes y los ninjas de alto rango interiorizaban que iban a ir de nuevo a la guerra. Aprovechando el silencio, habló también de Danzo.
—Además, tengo que contaros otra cosa. Mientras marchábamos al país del Hierro fuimos atacados por Danzo y un escuadrón de Ne. Afortunadamente fueron reducidos.
—¿¡El consejero Danzo!?
—¡No es posible!
—Ya os dije que era un viejo codicioso.
—Seina-sama tiene razón —intercedió Shikaku cuando vio que había una mezcla de respuestas ante su confesión—. Y no solo eso… Durante años Tsunade-sama ha estado intentando reducirlo por todos los medios.
—Pero, ¿por qué?
—Por traidor.
—¿Es eso cierto Utatane-sama, Mitokado-sama?
—… Nosotros no tenemos información al respecto.
—No, claro que no. Solo habéis sido los mayores aliados de Danzo durante años —bufó una risa sarcástica ella—, pero eso es cosa del pasado. Aunque dejadme decir que habrá una depuración de responsabilidades. No importa si Tsunade-sama despierte hoy o dentro de una semana.
Se hizo otro silencio mientras comprendían que quizás los consejeros también estaban implicados. Utatane y Mitokado parecían estar bastante serios y contemplativos, pero no dijeron nada.
—¿A qué se refiere con lo de que Danzo es un traidor?
—Danzo planeó el asesinato del clan Uchiha, manipulando a Itachi Uchiha, para robar los sharingan a los cadáveres. No solo eso, sino que también robó células del Primer Hokage y se fabricó un brazo protésico con el que podía usar el mokuton. Ahora mismo, como ya he dicho, está en un confinamiento secreto y totalmente estricto, y será juzgado como el traidor que es.
Las caras horrorizadas de los ninjas le hicieron asentir. Ella también se había sentido así hacía años. Antes de que pudieran preguntar algo más el chakra de Shizune se acercó rápidamente a la puerta. Tocó un par de veces antes de que la dejaran pasar. Se acercó rápidamente a ella y le susurró en la oreja la buena noticia.
—Tsunade-sama ha despertado.
Seina sonrió y suspiró aliviada sin poder evitarlo. Se giró a mirar a los demás.
—Buenas noticias. Tsunade-sama ha despertado finalmente del coma.
—¿Piensa dar un paso atrás como Hokage? —preguntó Utatane.
—Así es. Será mejor que pospongamos la reunión. Informaré de todo esto a Tsunade-sama y que ella decida qué hacer a continuación. Gracias por vuestra cooperación.
Dejó a todos ellos hablando, cuchicheando sobre todo lo que se había dicho en apenas una hora, y acompañó a Shizune hasta la habitación protegida de la Mansión Hokage donde residía su maestra. Naruto fue el único que la acompañó mientras que Kakashi se quedó en la sala de conferencias para apoyar a Sasuke, quien estaba siendo avasallado a preguntas sobre Obito, Itachi, Danzo y los sharingan robados.
—¿Crees que estará bien? —preguntó Naruto, algo preocupado—. Han pasado varios días desde que cayó en coma.
—Seguro que está bien, Naru. Simplemente necesitaba descansar.
—Seina-sama tiene razón. Físicamente Tsunade-sama no tenía herida alguna y ya debe haber recuperado gran parte de su chakra —pararon frente a una puerta. Shizune tocó un par de veces y un anbu la abrió—. Tsunade-sama. He vuelto con invitados.
—Adelante, Shizune.
Seina entró primero, viendo a su maestra sentada en la cama comiendo lo que Shizune le había preparado en una bandeja. Divisó el vial de poción vigorizante con una pequeña sonrisa. Incluso había recuperado el chakra del sello de su frente.
—Seina, Naruto… Me alegra volver a veros. Ya me ha informado Shizune de todo lo que sucedió durante el ataque. Todo lo que ella sabe, al menos —alzó una ceja su maestra, sabiendo que seguramente Shizune no lo sabía todo—. Sentaos.
—Tengo mucho que decirte —suspiró ella—, y no te va a gustar.
—… Empieza por el principio. Desde el ataque.
Bajo una barrera silenciadora, una donde solo estaban incluidos su maestra, Naruto y ella, le explicó todo lo que pasó en el ataque hasta el momento en que dejó a Konan a cargo de Nagato en Uzushiogakure. Después, le contó todo lo que habían hecho en la recuperación de la aldea y cómo la hicieron Hokage. Su maestra solo sonrió cuando lo escuchó, rompiendo su expresión neutral. Cuando le habló de Danzo prácticamente descuartizado, pero vivo, Tsunade-sama tuvo que morder una risa para seguir escuchándola en silencio.
—¿Y qué pasó en la cumbre?
—… Aquí viene lo peor.
Seina le contó palabra por palabra todo lo que se dijo y lo que pasó. Cuando llegó a la parte de la declaración de guerra Tsunade-sama cerró los ojos unos segundos.
—Esto era justamente lo peor que podría haber pasado.
—¡Pero por fin el mundo ninja se ha unido en una gran alianza! —dijo Naruto—. Eso es genial, ¿no?
—Algo es algo… Veo que tengo mucho por hacer. Por suerte, con esta poción tuya he recuperado bastante mis fuerzas. Creo que mañana estaré recuperada totalmente después de una segunda dosis.
—Me alegra oír eso, Hokage-sama —dijo ella—. No sabe cuánto.
El bufido de risa de su maestra fue lo último que escuchó antes de dejarla a solas para que descansara. Ella, obviamente, iba a hacer lo mismo. Qué cansado había sido ser Hokage, y eso que su reinado había durado una semana.
Notes:
¡Por fin todos saben de la traición de Danzo! Itachi está más cerca de ser finalmente libre.
Chapter 155
Notes:
Advertencia: ninguna
Chapter Text
A pesar de que le hubiera gustado reunirse con el resto de su familia, todavía tenía muchas cosas por hacer. Como, por ejemplo, ir a la morgue para saber si habían descubierto algo acerca del cadáver mitad planta, o preguntar sobre el juicio de Danzo.
—Todavía estamos examinándolo, Seina-sama. Lo que sabemos de antemano es que no está totalmente compuesto de la misma materia orgánica que compone nuestro organismo humano. Está… modificado.
—¿Modificado?
—Sí. Todavía estamos cotejando de quién son las células originales que se modificaron para crearlo.
—Mmm… A juzgar por su apariencia de planta podría ser que estuviera relacionado con Hashirama Senju.
—Eso mismo hemos pensado, pero la tumba del Primero fue profanada y ya no queda nada con lo que comparar. Esperábamos que Tsunade-sama despertase para pedirle permiso para extraer una muestra de ADN.
—En realidad, sí que tenemos células del Primero —dijo ella—. Danzo tenía un brazo protésico fabricado con dichas células. Debería tenerlo el departamento de interrogación.
—¿En serio? —preguntó el médico, sonriente—. Eso son buenas noticias. Ahora mismo mandaré una petición. Gracias por su colaboración.
—Gracias por vuestro esfuerzo.
Salió de la morgue, pensativa. ¿Este tipo planta estaría creado con células de Hashirama Senju? Eso explicaría por qué podía usar plantas para atacar y, por lo que había visto de otras veces que se cruzaron, parecía muy bueno camuflándose. Incluso lo pasó por alto cuando fueron a rescatar a Gaara. ¿Quizás porque podía transformarse en plantas o fusionarse de verdad con árboles como Yamato? Tendría que buscar más información de las habilidades de Hashirama. Algo le decía que si habían creado a un tipo-planta seguramente habrían creado a más. Obito no parecía muy disgustado o incluso sorprendido de haberlo encontrado muerto en la cumbre. ¿Le daba igual lo que le pasara o es que realmente tenía más tipo-plantas a los que usar?
—Seina, estamos preparando la comida en el complejo. ¿Vienes? —preguntó Sasuke, sonando algo cansado.
—Voy.
—Genial.
Caminó por la aldea, viendo como estaba prácticamente reparada. Un día más y habría acabado todo. Konoha seguiría como si nada mientras todos los ninjas se preparaban desde las sombras para marchar a la guerra. Se le hizo un nudo en el estómago mientras se daba cuenta de que toda su familia y amigos iban a ponerse en peligro para detener a un chalado. Maldito Obito. Debería haber muerto en aquel derrumbamiento. La única razón por la cual no había intentado matarlo en la cumbre fue porque sabía que con kamui era extremadamente difícil de darle un golpe. De hecho… paró en seco en mitad de la calle. Sí, Obito había esquivado todos los ataques de su equipo la otra vez, pero su maldición impactó. Eso significaba que el justu de intangibilidad de Obito tenía alguna debilidad, y ella le dio con su magia debido a la suerte. Eso era tremendamente interesante.
Cuando llegó al complejo vio que ya estaba todo listo para comer.
—¿Dónde has estado? —preguntó Naruto—. Creí que íbamos a verte reparando la aldea o en el hospital.
—Te fuimos a buscar —aclaró Sasuke, viendo su confusión.
Seina se alzó sobre sus talones para darle un beso en la mejilla a su marido, quien salió de la casa con los brazos cargados de platos y nada más verla sonrió con una pizca de cansancio.
—He estado en la morgue. Al parecer el tipo planta, ese de la otra vez, es una especie de humanoide modificado, seguramente con células de Hashirama.
—¿Humanoide modificado?
—Eso dije yo —asintió ante las palabras incrédulas de su hermano mellizo—. Todavía no saben si lo de las células de Hashirama es cierto, pero seguro que lo descubren dentro de poco con el brazo de Danzo.
Vio como Sasuke inspiraba con rabia, como hacía siempre que alguien mencionaba a Danzo, pero no dijo nada. Kakashi se había encargado de encarcelar a Danzo en la planta secreta del departamento de interrogación cuando le envió el cuerpo mutilado del antiguo consejero, todavía con vida. Sasuke ni siquiera había podido verlo cosa que era lo mejor considerando las ganas de apuñalarlo que tenía. Naruto se había encargado de distraerlo para que no pudiera perder la cabeza.
—¿Cuándo va a ser el juicio de ese bastardo? —siseó finalmente Sasuke, pensando también como ella en Danzo.
—Pues no tengo ni idea, la verdad… Ahora mismo la aldea tiene muchas cosas pendientes importantes que hacer, pero a la vez Itachi sería un gran apoyo en la guerra.
—Sí, lo cierto es que Tsunade-sama va a desear volver al coma a este paso —ahogó una risa Kakashi, sentándose a su lado y poniéndola la mano sobre su muslo disimuladamente.
Naruto y Seina bufaron una risa al unísono; Naruto porque le parecía cómico y ella porque estaba segura de que las palabras de Kakashi eran ciertas. Sasuke no sonrió. Llevaba días, semanas, irritado en sobre manera. Cada día que pasaba sin que Danzo fuera detenido era una tortura para él ya que tenía que morderse la lengua y aguantar las ganas de matarlo. Ahora que estaba derrotado, Sasuke estaba aún más irritado si cabe ya que deseaba que todo el mundo supiera que era un traidor y que su hermano era inocente. Lo entendía perfectamente, pero habiendo sido Hokage aunque fuera unos días sabía lo difícil que lo iba a tener su maestra para alcanzar las expectativas de todos en todo.
Tenía que destituir a los antiguos consejeros por conflicto de interés respecto a Danzo, nombrar a nuevos consejeros, crear un consejo ninja de guerra, preparar a los civiles para la guerra, asignar a altos mandos para que se queden en la aldea mientras los demás iban al frente, tenía que preparar la economía para entrar en recesión debido a que prácticamente todos los civiles iban a trabajar en tareas relacionadas con la guerra, tenía que aumentar los recursos sanitarios que iban a ser esenciales en el frente… Teniendo todo esto en cuenta Danzo no era más que un mosquito medio muerto que ya no podía hacer daño a nadie.
Kakashi le apretó la pierna haciendo que volviera en sí. Pestañeó fijándose de nuevo en la comida, dándose cuenta de que había estado perdida en sus pensamientos. No es que estuvieran hablando mucho, pero prefería centrarse en su familia mientras pudiera.
—¿Dónde está Itachi, por cierto?
—Está en el cuartel anbu.
—Hn…
Estuvieron unas horas comiendo, sentados en el patio exterior de la mansión del complejo. A pesar de que lo intentaron la conversación no despegó. Kakashi solo suspiró, pero no dijo nada mientras que Naruto fruncía el ceño pensativo y Sasuke intentaba prender el postre con los ojos.
—¡Mirad! —dijo Naruto, apuntando a un mensajero de la Hokage—. Parece que viene a por ti, nee-chan.
Seina cogió el mensaje, leyendo rápidamente el contenido. Miró a su expectante equipo ahogando un suspiro.
—Quiere vernos a todos. Ahora.
—Será mejor que no la hagamos esperar —dijo Kakashi, antes de entrar dentro de la casa para refrescarse.
Seina se miró al espejo con ojos desenfocados, viendo como Kakashi la esperaba en el marco de la puerta mientras se lavaba los dientes.
—¿Crees que será algo grave?
—No lo sé.
Su marido la abrazó por detrás, posando su mentón sobre su cabeza mientras ambos se miraban en el espejo. Seina no quería pensar en lo que podía pasar en el frente. No iba a morir así como así, pero no sabía si iban a separarla de su equipo. No quería ni contemplar qué-… No podía. Kakashi no dijo nada para reconfortarla. ¿Qué podía decirle? Seina acabó de lavarse los dientes y se dio la vuelta para abrazarlo. Se quedaron allí medio minuto, abrazados fuertemente como si no quisieran dejarse ir el uno al otro.
—Prométeme que harás todo lo posible por sobrevivir —pidió ella aguantando un nudo en la garganta. Lo último que quería era llorar ahora mismo.
—Lo prometo —dijo él. Entonces se apartó unos centímetros para mirarla a ella fijamente—, siempre y cuando hagas lo mismo. Incluso aunque tengas que revelar todos tus poderes, ¿me entiendes?
—Lo prometo.
Caminaron con el resto del equipo hasta la torre de la Hokage, viendo como alguna gente todavía reparaba un edificio con ayuda de carpinteros y ninjas. A penas quedaba ya nada que reparar. Se notaba porque la mayoría de la gente iba y venía sonriendo y riendo como si nada. Poca gente había muerto considerando el daño que podría haber hecho Nagato aunque claro, su justu lo había cambiado todo. De lo contrario la estampa sería muy distinta.
Shizune los esperaba cuando llegaron al último piso.
—Pasad, os está esperando.
Dentro había presente la Hokage, Shikaku, el comandante Ryu, Inoichi, Jiraiya e Itachi. Nada más ver a su hermano notó como Sasuke se alegraba un poco. Seina le tocó el hombro, notando como Sasuke se relajaba un poco más ante su silencioso apoyo. Naruto, al otro lado de Sasuke, se mordió la lengua al ver a Jiraiya de pie, aunque con aspecto cansado.
—Ya estamos todos presentes —dijo su maestra, sentada en su asiento con pesadez—. Tenemos muchas cosas de las que hablar así que poneos cómodos. Iré al grano. Ayer por la tarde hicimos una conferencia a distancia, los otros Kage y yo, y hablamos de los jinchuriki. Tal y como le dijo Seina, yo reiteré la idea de que esconderos no serviría de nada. Sin embargo…
—¿Qué? —cuestionó Naruto con impaciencia—. ¿Qué pasa?
—Naruto, tú todavía no has acabado tu entrenamiento con Kurama, y ahora mismo eso sería el factor decisivo para dejar que te unieras al frente con Seina y Killer B, quien ya ha aparecido sano y salvo.
Seina vio como Sasuke apretaba el hombro de Naruto, tal y como ella había querido hacer, cuando vio como abría la boca con expresión sumamente enfadada y decepcionada. Naruto cerró la boca con un audible clic mientras Tsunade sonreía. Los demás no dijeron nada, dejando que hablara la Hokage sin entrometerse.
—Por lo menos eres capaz de controlarte, no como antes. El caso es que A, y los demás Kage, tienen razón. Un jinchuriki que no puede controlar a su bijuu es un ninja normal y corriente. Aun así, según lo que tengo entendido de Jiraiya y Yamato te queda poco para dar ese paso así que eso mismo le comuniqué a A.
—¿…Y?
—Al parecer en Kumo tienen una isla móvil donde Killer B entrenó de forma especializada para controlar a su bijuu. A se ha ofrecido a prestárnosla para que puedas entrenar una semana con ayuda de Killer B, quien sabe cómo funciona todo. Pero, Naruto —llamó su maestra con expresión seria—. Solo tienes una semana, ¿lo entiendes? Una semana para acabar tu entrenamiento con Kurama. Eso es todo lo que podemos darte. Luego Killer B tendrá que unirse al frente ya que él, junto a Seina, son los únicos capaces de usar el poder total de sus bijuus y la armada los necesita.
—Acabaré el entrenamiento, lo prometo.
La expresión más que decidida y tozuda de su hermano le dejó claro que iba a finalizar ese entrenamiento, aunque tuviera que estar 7 días sin dormir. Sasuke bufó una risa al verlo mientras ella suprimía una risa. Tsunade-sama vio lo mismo ya que sonrió, asintió y acabó de zanjar el tema.
—Perfecto. Partirás mañana por la tarde con Jiraiya y una escolta hacia el punto de encuentro. Allí te esperarán Killer B y una escolta de Kumo. Respecto a Jiraiya-
—¿Dónde demonios has estado, ahora que lo pienso? —preguntó Naruto, interrumpiendo a la Hokage con una ira focalizada en el pervertido.
—Unos ninjas me encontraron en las coordenadas del traslador de Seina, inconsciente. Por suerte pude escapar antes de que Nagato me matara, pero fue cuestión de minutos.
—Y, volviendo al tema, Nagato… Ya les he contado lo que pasó el otro día —dijo su maestra, asintiendo en su dirección—. Ahora mismo Nagato puede ser una gran fuente de información. Necesitamos hablar con él.
—Nagato tiene el rinnegan así que debe saber algo más del objetivo de Obito. Nos gustaría hablar con él cuanto antes. Antes del consejo de guerra, de hecho.
—Está bien. Tendré que ver si está despierto y hablar con Konan para avisarla… y tendréis que firmar los contratos para ir a verlo a Uzu. No creo que acepte volver a Konoha.
—Es entendible —asintió Shikaku después de mirar a la Hokage y a Inoichi.
—No me gusta… pero creo que no queda otro remedio.
Seina asintió ante las palabras del padre de Ino. Nagato no estaba en condiciones físicas de ser trasladado de nuevo y Konan no iba a permitir que lo transportara a Konoha después de lo que hicieron hacía casi 2 semanas.
—Genial. En cuanto acabemos la reunión quiero que hables con Konan para poder reunirnos con Nagato hoy mismo, de ser posible. Pasando al siguiente punto… El hospital y el consejo de guerra. Yo voy a ayudar a A con la comandancia así que se ha decidido que el liderazgo de las fuerzas médicas sea compartido; Shizune asistirá en la retaguardia y Seina en el frente. Sé que algunos preferirían tenerte a tiempo completo en las enfermerías, pero con tus poderes y siendo jinchuriki tu lugar está en el campo de batalla.
—Tus tareas en el frente serían asistir a los heridos en batalla ya sea con tus poderes, con Katsuyu, etc. Aquellos que necesiten atención médica especializada deberás transportarlos a las instalaciones que preparará Tsunade-sama en la retaguardia bajo el liderazgo de Shizune —informó Shikaku—. De cualquier modo, hablaremos más de esto en el consejo de guerra.
—Consejo al que me gustaría que asistieras como mi aprendiz y como comandante médica de la nueva armada shinobi. Se celebrará mañana por la mañana al alba.
—Allí estaré.
—Pasando al último tema: Danzo e Itachi —suspiró Tsunade-sama, mirando al susodicho—. Esta es la parte más complicada. Danzo ha sido definitivamente neutralizado, pero ahora no tenemos tiempo para tener un juicio público. He decidido aprovechar la reunión general que tendremos mañana, después del consejo de guerra, para informar de lo que ha estado pasando en Konoha a los civiles y a los clanes… Aprovecharé el momento para destituir finalmente a los consejeros y para presentar el informe de Jiraiya de los últimos 2 años y medio que has pasado con ellos bajo vigilancia estricta.
—¿Eso quiere decir que Itachi podrá regresar por fin sin la máscara? —preguntó Sasuke de inmediato.
—No. Antes de eso me gustaría hacer un discurso público, delante de todos los aldeanos, para hablarles de la nueva… situación y también de lo que ha estado pasando. Espero que cuando lo vean a mi lado, junto a Jiraiya y a los demás altos cargos, acepten que ha cumplido el protocolo de reinserción.
Seina miró a Itachi, quien estaba de pie de brazos cruzados al lado del comandante. No dijo nada a pesar de que estaban hablando de él. Es más, era Sasuke el que parecía más preocupado de ambos. Suponía que para Itachi la cosa ya no podía ir a peor que ser considerado un traidor y asesino de familia.
—Eso quiere decir que mañana o mañana pasado…
—Itachi será declarado oficialmente inocente —sonrió Inoichi—. Todos aquí podemos testificar que lo es.
—Y por si fuera poco tenemos con vida al verdadero culpable.
—Danzo —siseó Sasuke por enésima vez.
—Danzo. Es muy peligroso aun sin brazos ni piernas así que procederemos a ejecutarlo dentro de 3 días. Quemaremos su cadáver para evitar sorpresas, pero eso debería zanjar parte de Ne y la otra parte…
—Mis operativos encubiertos están preparados para eliminar a los ninjas restantes de Danzo. Han abandonado el cuartel de Danzo, pero gracias al mapa pudimos identificarlos y los tenemos localizados en sus escondrijos —asintió el comandante anbu, hablando por primera vez desde que entraron a la oficina—. Será cuestión de horas.
—Ha sido un camino largo y arduo, pero Danzo ha perdido.
—Por fin.
Después de tanto tiempo aceptando las órdenes de los altos mandos para que el conflicto se resolviera lo más pacífica, y secretamente, posible… por fin había llegado a su fin. Seina vio como los hombros de Sasuke caían a peso muerto, como si se hubiera quitado un lastre de encima, y supo que esa espina llevaba años carcomiéndolo. Años en los que su familia había sido asesinada en los que la mente maestra campaba a sus anchas mientras su hermano inocente y manipulado, un niño en aquel entonces, era tratado como una paria en la aldea que amaba.
Seina le pasó un brazo por la cintura, no llegando a sus hombros, y Sasuke se apoyó en ella. No iba a derrumbarse, así no era Sasuke, pero sabía que aceptaría algo de confort de su equipo.
—La reunión ha llegado a su fin. Preparaos para los siguientes días. Todavía no tenemos información sobre cuándo empezará la guerra, pero estamos seguros de que Obito se pondrá en contacto.
—Ya lo hizo una vez. Volverá a hacerlo —asintió Shikaku.
Salieron de allí en silencio. Kakashi alargó su mano para coger la suya y entrelazar sus dedos como había querido hacer hace rato. Seina le sonrió un segundo antes de que su mente volviera a centrarse en lo más necesario. Nagato. Tenía que regresar a Uzu para hablar con Konan. Sabía que Tsunade-sama no era la persona más paciente del mundo así que si no lo hacía cuanto antes la incordiaría hasta que lo hiciera.
—Tengo que ir a ver a Konan —afirmó mientras caminaban por la aldea—. Creo que iré ahora.
—Yo te acompañaré.
Seina asintió ante las palabras de su marido. Sabía que no quería que fuera sola, a pesar de que podía protegerse de ser necesario. La última vez fue con Itachi, pero ahora Itachi debía estar pasando las últimas pruebas de su periodo acortado de redención. Después de todo, en lugar de 6 meses, Itachi solo iba a cumplir 4 de su condena. Era ya mediados de febrero y no creía que la Hokage pudiera prescindir de la genialidad de Itachi así como de sus poderes oculares en la próxima guerra. Sobre todo, cuando Obito usaba también el sharingan.
En cuanto entraron en el territorio del complejo se despidieron de Sasuke y Naruto momentáneamente. El viaje a la mansión de Uzu fue instantáneo. Aparecieron en su suite personal para evitar toparse de lleno con Nagato o Konan. Kakashi dejó que saliera ella primero para que vieran que no era una trampa, pero Konan no estaba paseando por la mansión. La sintió en la suite vacía donde había dejado a Nagato.
—Konan. Soy yo, Seina —llamó antes de que pudiera sentirla—. He venido con Kakashi.
La puerta se abrió. Konan estaba vestida con las prendas que le había comprado, pero vio la túnica tirada en el respaldo de la butaca. Nagato, al contrario de lo que había creído, estaba sorprendentemente despierto, aunque recostado sobre cojines. Estaba comiendo él solo, usando la bandeja de madera pensada comer en la cama.
—Seina —llamó él en cuanto la vio. Sus ojos, como de costumbre, mostraron el rinnegan— y tu marido, ¿no es así?
—Kakashi Hatake.
—Sí… te reconozco.
—¿Qué sucede? —cortó Konan, sentándose en la butaca al lado de su amigo.
—El idiota de Obito ha declarado la guerra a los grandes países.
—¿Obito?
—¿Te refieres a Tobi?
—Sí. Se ha querido hacer pasar por Madara Uchiha pero realmente es Obito Uchiha. Una historia muy larga —suspiró ella al ver la sorpresa y curiosidad en sus expresiones—. La cuestión es que está decidido a luchar contra la nueva alianza ninja para hacerse con los bijuu restante y poder llevar a cabo ese genjutsu suyo.
—Es por eso, siendo antiguos miembros de Akatsuki y compañeros de… Obito, que Tsunade-sama quiere hablar con vosotros. Cualquier información, llegados a este punto, es buena. Quizás sepáis algo que nos dé cierta ventaja contra él.
Konan y Nagato se miraron. Luego Konan suspiró y sacó un pequeño pergamino, de esos que eran tan pequeños que podían esconderse en cualquier lugar. Se lo lanzó. Seina lo abrió y leyó lo que estaba escrito antes de pasárselo a Kakashi.
—Un tipo con túnica de Akatsuki y máscara naranja ha estado apareciendo por Ame. Ha matado a Kanoto mientras patrullaba las inmediaciones del templo. No sabemos que quiere, pero parece estar buscándoos. Tened cuidado, M.
—Es uno de mis informadores —añadió Konan cuando vio sus rostros algo confusos—. Obito parece haber regresado a Ame en busca de Nagato. Estamos convencidos de ello.
—Pero, ¿por qué?
—Obito siempre ha sido muy curioso en lo que respecta el rinnegan —dijo con algo de cansancio Nagato—. Creo que pretende quedarse con mis ojos. De hecho, después de lo que me contaste, estoy seguro de que necesita el rinnegan para llevar a cabo sus planes.
Kakashi y Seina se miraron un segundo antes de volver a centrarse en Nagato. Konan, aun así, parecía preocupada. No le extrañaba. Un chalado estaba buscándolos activamente mientras Nagato seguía encamado.
—Le dije a Nagato lo que encontró tu jutsu de diagnóstico. Eso de que sus ojos fueron trasplantados. Hemos estado pensando en ello y, aunque Nagato no lo recuerda, creemos que es posible, pero hay otro misterio.
—Yo tengo ahora 35 años. Si realmente Tobi es Obito eso quiere decir que tiene… menos de 30 años, si mi información no es errónea. Cuando conocí a Yahiko y a Konan con 10 años yo ya tenía el rinnegan desde hacía años, según mis recuerdos.
—Ya veo. Es imposible que Obito, quien en ese entonces no tendría ni 10 años, pudiera trasplantarte el rinnegan. Pero, ¿entonces quien fue?
—Ese es el misterio que me tiene en vilo —suspiró Nagato—. Obito ha intentado hacerse pasar por Madara así que… ¿Y si no ha estado mintiendo sobre eso? ¿Y si realmente Madara no murió en la lucha contra Hashirama Senju? De ser esto cierto, para cuando yo nací sería un anciano, pero sería mucho más factible que pensar en Obito trasplantándome los ojos.
—De ser Madara tendría más de 90 años —sacudió la cabeza Kakashi, pero no lo negó verbalmente.
—Lo sé, pero tengo una teoría… El rinnegan está conectado a la Estatua Demoníaca, la que contiene todo el chakra de los bijuus ya sellados. Durante un tiempo he usado la estatua como una batería de chakra. Por eso no he muerto bastante antes teniendo estos ojos y usando todo este poder.
—¿Estás sugiriendo que-… que Madara tenía el rinnegan antes que tú? ¿Qué lo usaba para alargar su vida de alguna forma?
La pregunta de Kakashi se quedó en el aire. Se hizo un silencio mientras todos pensaban en teorías sobre lo que podría haber pasado. Seina aprovechó para fijarse en Nagato, viendo como su cuerpo se había llenado un poco debido a los cuidados y el alimento, como ya no parecía tan pálido y cenizo y como su cabello había empezado a verse más sedoso y lustroso. Parecía agotado, como era normal, pero su recuperación estaba siendo increíble después de todo el poder que usó y todo lo que había hecho antes de atacar Konoha.
—¿Crees que te trasplantó sus ojos? ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene?
—No lo sé. Ahora mismo estoy tan confundido como vosotros.
—Bueno, dejando de lado todo esto… —cortó ella, viendo que se habían ido por las ramas—. Hemos venido aquí para informarte de que Tsunade-sama y Shikaku quieren hablar contigo. Los traeré dentro de un par de horas, para que te dé tiempo a adecentarte, comer y hacer lo que tengas que hacer.
Nagato asintió lentamente. —Está bien. Los estaré esperando.
Kakashi y ella se marcharon de allí con más preguntas de las que tenía que cuando llegaron a Uzu. A su lado, Kakashi no habló mientras pensaba claramente en algo con el ceño fruncido. Seina, por otro lado, se preguntó si todo este tiempo que había pensado que Madara estaba muerto, y que Obito era un farsante de pies a cabeza, no habría algo cierto en sus palabras… Estaba claro que tarde o temprano iban a saber la verdad, e imaginaba que no pasaría mucho tiempo antes de eso.
Chapter Text
No supo qué se habló con Nagato puesto que solo hablaron con él su maestra y el comandante jonin. Ella aprovechó, después de dejar un clon en la mansión por si acaso, para visitar de nuevo su aldea y ponerlos al corriente de todo lo que estaba pasando. La reunión improvisada que pidió fue todo un éxito porque vino cada uno de los altos cargos públicos de la aldea.
—Seina-sama —saludaron al entrar, viéndola al lado del alcalde que había elegido hacía meses.
—Mucho gusto de volver a verla.
—¿Va a quedarse un tiempo?
—Me temo que no… Sentaos, tengo algo que contaros.
Los casi 30 hombres y mujeres se sentaron en la sala semicircular. Era en todo menos en nombre un parlamento, y era la sala perfecta para contarles todo lo que tenía que decir.
—No sé si os habréis enterado de lo que está sucediendo en el continente, pero van a haber grandes cambios y movimientos.
—Escuché rumores de un pescador en Yuko. Decía que las grandes naciones se están movilizando.
—¿Es eso cierto? —preguntó uno de los ancianos jubilados que habían entrenado al nuevo gobierno.
—Es cierto. Las grandes naciones vamos a la guerra.
Les explicó a grandes rasgos lo que había pasado en la cumbre, sin mencionar el plan de Obito, culminando en que un chalado había declarado la guerra a la nueva alianza ninja y que, por lo tanto, iba a ausentarse junto a su equipo al frente. Esperaba que le hicieran preguntas, que gritaran o mostraran algo de emoción negativa, pero solo se hizo un silencio mientras todos se miraban unos a otros.
—Os he llamado aquí porque, obviamente, no voy a regresar en cierto tiempo. Lo que sí que voy a hacer es seguir enviando y recibiendo vuestra correspondencia con los informes una vez por semana, cuando pueda, para daros apoyo o consejo si lo necesitáis. Por fortuna, el país de los Remolinos es un país ninja independiente así que vais a sobrevivir sin necesidad de que me quede. Voy a alzar más protecciones y aumentar las que ya están puestas de modo que vais a estar seguros en el territorio nacional.
—¿Y qué va a pasar con nuestras importaciones y exportaciones fuera de Uzu?
—Seguramente se vean afectadas respecto al país del Fuego y del Agua, considerando que toda su maquinaria económica, o casi toda, va a estar preparándose para la guerra. Yo me centraría con comerciar con países más neutrales como el país del Mar o la Ola, o incluso el de las Cascadas…
—Seina-sama, hablo personalmente cuando digo que estoy agradecido por todo lo que ha hecho su equipo por mi familia —dijo un hombre al que habían aceptado a pesar de no tener mucho dinero y una hija enferma que necesitó cuidados desde el primer minuto—. Me gustaría saber si podemos contribuir a la guerra de alguna forma.
—Si eso queréis, podéis ayudarnos con alimento e ingredientes de pociones. Eso es lo único que estoy dispuesta a aceptar para no involucraros y, a la vez, no afectar demasiado a la economía del país.
Estuvieron hablando un largo rato. Tanto que al final su clon explotó dejándole saber que la charla de Tsunade-sama y Shikaku con Nagato había finalizado. Le mandó otro clon para dejarle saber dónde estaba y qué estaba haciendo. Lo que no esperó fue que su maestra no quisiera regresar ya a Konoha, sino que saliera de la mansión con su clon en dirección a la sala de reuniones. Se aclaró la garganta cuando vio que los aldeanos no se habían percatado de nada, haciendo que se giraran hacia ella.
—Siento interrumpir, pero Tsunade-sama, la Quinta Hokage, va a reunirse con nosotros en breves.
Se escucharon cuchicheos nerviosos y excitados. Nadie había visto antes a un Hokage en persona, o cerca, y todos ellos estaban llenos de curiosidad por conocerla. Tsunade-sama llegó acompañada de Shikaku y su clon a sus espaldas.
—Tsunade-sama —llamó ella, haciendo una leve reverencia.
—Seina. Señores y señoras. Es un honor estar de nuevo en Uzushiogakure —dijo luego, mirando a cada uno de los aldeanos con una pequeña sonrisa. Entonces la miró a ella—. Me has sobrepasado, mi aprendiz.
Seina bufó una risa, viendo que lo había dicho así a propósito. —Quien sabe. Siempre hay tiempo para que montes una nueva aldea.
Su maestra bufó su propia risa, sabiendo que le estaba tomando el pelo. Demasiadas cosas tenía ya por hacer como para pensar en crear una aldea desde cero. Se sentó a su lado en una silla conjurada, a la cabeza del semi círculo, y le resumió rápidamente lo que habían hablado. Al escuchar que los aldeanos pensaban ayudarlos con la guerra proporcionándoles cargamentos de comida e ingredientes de pociones, estos últimos cultivados en vertical dentro de edificios especializados para incrementar la producción, sonrió.
—La nueva alianza ninja aceptará la ayuda de buena gana. Cualquier cosa, no importa lo pequeña que sea, será de gran ayuda.
—¿Aceptaría a voluntarios en el frente?
—No. Me temo que va a ser una guerra totalmente ninja.
—¿Por qué tiene que estar Seina-sama en el frente? —preguntó de repente una mujer, una de las que llevaba el nuevo hospital—. Creía que siendo médico la mantendrían a salvo. Ha dicho que es su aprendiz, ¿no es así? ¿Por qué poner en peligro a su aprendiz, a nuestra líder?
Tsunade-sama suspiró y se tomó unos segundos antes de responder. Seina no dijo nada. Sabían perfectamente que nunca habría aceptado quedarse en la retaguardia, médico o no médico, si sus hermanos y su marido estaban en el frente.
—Seina no es solo médico. Es-…
—Lo que Tsunade-sama no sabe cómo deciros es que soy necesaria en el frente. No lo sabéis, pero soy una de los pocos jinchurikis restantes que quedan con vida —confesó ella. Llegados a este punto le daba todo igual. Vio el rostro confundido de la mayoría—. ¿Conocéis a los bijuus? ¿Las bestias gigantescas con chakra casi infinito que han campado durante años por todo el planeta?
Algunos asintieron. Otros parecían igual de confundidos hasta que sus colegas se inclinaron para comentarles a los más jóvenes lo que era un bijuu.
—¿Sabéis lo que es un jinchuriki?
—Escuché que eran personas con mucho poder, temidos por sus aldeas —dijo un anciano cuando nadie respondió.
—Los jinchurikis son personas a los que se le ha introducido uno de estos bijuus para poder controlarlo. Hay 9 bijuus, cada uno tiene una cola más que el anterior y, cuantas más colas, más poderoso el bijuu.
—P-pero eso… ¿¡Quiere decir que tiene un bijuu en su interior ahora mismo!?
—Así es.
Escuchó de nuevo los murmullos de la gente, algunos fascinados, otros asqueados por pensar en cómo se lo habían metido, otros preocupados. Aun así, como la habían conocido sin prejuicios, no parecían haber cambiado de opinión sobre ella. A su lado, su maestra y Shikaku no dijeron nada mientras observaban en silencio como los aldeanos se cuestionaban entre ellos qué suponía ser jinchuriki.
—¿Y qué tienen que ver los jinchurikis con la guerra? —preguntó finalmente el más astuto.
—El enemigo ha conseguido hacerse con 6 de los 9 bijus después de matar a sus portadores. Eso significa que tiene 6 bestias de poder casi infinito bajo su control. Los jinchurikis restantes vamos a estar en el frente para defender al mundo de estas bestias. Por suerte para la armada ninja, los jinchurikis que quedamos tenemos en nuestro interior a los bijuus más poderosos y, la gran ventaja, es que podemos luchar codo a codo con ellos.
Vio como más de uno palideció al comprender o imaginarse contra lo que iba a luchar. Seina los consoló antes de que pudieran ponerse a planear su funeral.
—Pero no os preocupéis. No voy a morir contra un idiota y 6 bijus —bufó una risa, intentando hacer una broma. Más de uno se atragantó con sus palabras—, y aquí estaréis a salvo ya que la guerra va a suceder en otro lugar muy alejado. Eso sí… voy a dejaros unas coordenadas muy al interior del océano para que no enviéis a ningún barco. Quizás me vea obligada a… deshacerme de algún producto de la guerra en mitad del mar.
Los aldeanos intercambiaron miradas sin decir nada antes de asentir. La reunión acabó después de que aceptaran enviar cargamentos con trasladores que iba a preparar con las coordenadas de la base general de la armada. Antes de regresar a Konoha hizo lo prometido, aumentó las protecciones. Se fue de Uzu mucho más satisfecha que hacía semanas. Nagato por fin había hablado con su maestra, los aldeanos habían prometido contribuir con alimentos e ingredientes a la guerra y su aldea estaba ahora totalmente protegida. Ni una bijuudama podría destruirla con los sellos de fuinjutsu que había puesto para desviar los ataques de chakra en dirección contraria. Es más, los ataques de chakra servirían para dar energía a sus sellos.
—¿Ya habéis hablado todo lo necesario con Nagato? —preguntó ella cuando no pudo aguantar su curiosidad al llegar a la oficina de su maestra.
—Sí. Tal y como decías, no es una mala persona, pero sí que ha tomado decisiones equivocadas. Le di una carta de Jiraiya —confesó su maestra. Seina pestañeó al acordarse de que Nagato había intentado matar a Jiraiya hacía unas semanas—, y pareció genuinamente apenado por sus actos.
—Mmm…
—De cualquier modo, Nagato no está en forma para ayudarnos en la guerra —cortó Shikaku, dejando de lado los sentimentalismos—, pero ha podido darnos información importante sobre su dojutsu ocular.
—Además, Nagato nos ha contado lo de Obito y su búsqueda en Ame. Si realmente quiere el rinnegan de Nagato va a tener que encontrarlo primero, y ahora en Uzu está más que protegido.
—Cierto. Si Nagato no puede ayudarnos en la guerra lo segundo más importante es que se quede tras tus protecciones para que Obito no pueda hacerse con el rinnegan. Aunque… viendo que alguien se lo ha trasplantado, esperamos que Obito consiga otro rinnegan de otra forma que todavía desconocemos.
—Jiraiya ha estado investigando sobre esto y ha recordado una conversación que tuvo con un sapo anciano —dijo Tsunade-sama mientras les ponía algo de beber a todos—. Creemos que el rinnegan surge de mezclar la sangre Uchiha con la Senju de forma que Obito podría tener dentro de muy poco un rinnegan propio.
—Necesitaría células de Hashirama, las que son genéticamente más… fuertes, por así decirlo, pero el cadáver del Primer Hokage desapareció hace tiempo. No sabemos cuándo, ni sabemos quién lo tiene. En el interrogatorio de Danzo sabemos que consiguió robar unas células hace décadas, pero curiosamente no tocó el cadáver de su sitio. Eso quiere decir que alguien tuvo que volver a su tumba y coger el cadáver. Creemos que fue Obito.
—También pensamos que Madara, durante la lucha contra mi abuelo, pudo hacerse con unas cuantas muestras de sus células y su mokuton. Le resultaría extremadamente fácil considerando su lucha. Eso explicaría porqué Nagato cree que fue Madara quien le implantó el rinnegan. Madara poseía el sharingan y, si lo que creemos es cierto, también las células de mi abuelo…
—Así que, resumiendo… —musitó ella, intentando hacerse la idea de lo que pasó—. Creéis que Madara Uchiha robó células de Hashirama Senju en su última pelea contra él. Con esas células desarrolló el rinnegan y siendo un anciano se lo trasplantó a Nagato. Mientras tanto, Danzo también robó células de Hashirama pero de su cadáver, al que dejó casi intacto en su tumba para no levantar sospechas. Y luego de eso, creéis que Obito robó el cadáver de Hashirama en su totalidad. Cadáver cuyas células podrían suponer que Obito volviera a desarrollar otro rinnegan.
—Exacto.
—Pero, ¿por qué trasplantarle el rinnegan a Nagato? ¿Qué sentido tiene?
—Eso es lo que más nos preocupa —confesó Shikaku, después de intercambiar una mirada con la Hokage y suspirar. Incluso se rascó la cabeza—, y no me gusta nada. Nadie da algo así de poderoso a un niño al azar porque sí. Está claro que, si estamos en lo cierto, Madara tenía un plan en el cual Nagato es una pieza fundamental. Sinceramente… Después de hablar con Nagato tengo una cierta teoría, una que encajaría con lo que creemos saber pero que es totalmente rocambolesca. Casi no me la creo ni yo.
—¿De qué teoría se trata?
—¿Recuerdas el jutsu de resurrección de Nagato? He hablado con él y me ha contado que usarlo supone tener una gran cantidad de chakra. Mucha más de la que Nagato o cualquier persona normal y corriente posee. Sin tu ayuda y la de Kurama, quien te suplió su propio chakra, no habría sobrevivido. Por lo tanto, ese jutsu es un jutsu suicida y los jutsus de ese tipo siempre se usan como última baza —Seina asintió ante las palabras del comandante—. No solo eso. Una persona normal, aunque poderosa- por ejemplo, imagina que Kakashi hubiera tenido el rinnegan. Él nunca hubiera podido usar ese jutsu. Hubiera muerto casi al instante. Pero Nagato es un Uzumaki. Al igual que tu hermano, Karin y tú tiene unas reservas gigantescas y una vitalidad y poder de regeneración increíbles. Lo suficiente como para no morir antes de finalizar el jutsu.
—¿Estás diciendo… que Madara buscó a un Uzumaki joven expresamente para que pudiera usar ese jutsu al completo?
—… Creo que así es. Y no solo eso. Creo que Madara pudo manipular a Nagato con su sharingan para dirigirlo como él quería. Si Nagato en lugar de haber sido convencido por tu equipo de cambiar hubiera seguido con “su” plan de Akatsuki… ¿A quién podría haber revivido usando este jutsu suicida?
—Ya veo. Al verdadero Madara Uchiha, ¿no?
—Así es. Y también tengo otro presentimiento, aunque no tengo indicios. Creo que Madara fue quien salvó a Obito de una muerte segura. Obito no tenía ni 14 años en ese entonces y sería fácilmente manipulable. Con Obito, además, Madara tenía otro sharingan disponible. Sobre todo, si consideramos que Madara trasplantó sus propios ojos con el rinnegan a Nagato un tiempo antes. A unas malas, un sharingan era mejor que ninguno para Madara, llegados a ese punto.
—Pero, ¿cómo sabemos que es Madara el instigador de todo esto? ¿Por qué no otro Uchiha?
—Por varios motivos: para empezar, tiene que ser un Uchiha de cierta edad – considerando que le trasplantó el rinnegan a Nagato hace casi 25 años – alguien que hubiera podido robar células del cuerpo del Primero, alguien que hubiera tenido acceso a los documentos del clan más limitados, alguien poderoso para poder usar el rinnegan sin morirse antes de trasplantarlos y, en último lugar, porque Obito ha intentado hacerse pasar varias veces por Madara. Este último punto podría ser cuestionable, pero considerando que Obito podría haberse hecho pasar por cualquier ancestro, ¿por qué elegir ser alguien que debería tener casi 100 años? A menos que Madara tenga algo que ver. Quizás se sienta conectado, agradecido o dependiente de Madara porque lo salvó. Incluso si no consideramos este último motivo, Madara era el más poderoso, el que tenía acceso a las células sin tener que saquear una tumba, la persona cuyo cadáver no está en las tumbas de los Uchiha y fue líder del clan así que tenía acceso a toda la documentación relacionada con el sharingan, y seguramente el rinnegan.
Empezó a dolerle la cabeza al escuchar la teoría de Shikaku. Tenía razón al decir que era rocambolesca, pero todo parecía encajar perfectamente. Sin la ayuda de los sapos, de Itachi y Nagato no podrían haber deducido nada de todo esto. Sintió un escalofrío al darse cuenta de que habrían ido a la guerra casi ciegos. Aun así, ¿servía de algo saber todo esto? Lo único importante era que parecía que Madara, si la teoría de Shikaku era cierta, deseaba volver a la vida mediante el rinnegan. Entonces, se dio cuenta de algo.
—¿Podría ser que Madara también esté manipulando a Obito con este plan suyo y que realmente el plan que dice tener Obito sea una tapadera?
—Que esté manipulando a Obito, seguramente sea verdad si damos por hecho de que Madara ha sido el instigador de todo esto. Que sea un plan tapadera… eso ya es más complicado de saber —suspiró su maestra—. De cualquier modo, estamos casi seguros de que tarde o temprano veremos al verdadero Madara en el campo de batalla. Si la teoría de Shikaku es cierta, y casi nunca se equivoca, significaría que, independientemente del genjutsu mundial, Madara ha estado allanando el camino para regresar a la vida.
—Tengo que informar a Sasuke y a Itachi de esto. No va a haber nadie mejor para enfrentarse a Madara que ellos.
—Cierto. Puedes irte. Ya te hemos robado mucho tiempo. Ve y pasa los últimos días en la aldea con tu familia, Seina.
Pero Seina no se fue a su casa. Necesitaba asegurarse de que su familia regresara con vida así que eso implicaba que los recursos médicos debían estar preparados. Fue al hospital para ver cómo iba el escuadrón de pociones que había dejado al mando de realizar en masa, día y noche, las pociones médicas.
—Seina-sama —llamó una de las mujeres, llevando el uniforme de protección junto a unas gafas y una máscara contra vapores—. Hemos avanzado mucho su pedido. Tenemos ya preparadas las primeras 100 cajas de suministro. Himeko puede darle el informe de los números.
La mencionada sacó lo que parecían ser un montón de hojas y empezó a detallarle los números de las pociones que ya estaban listas y preparadas para ser transportadas. Seina fue asintiendo, tomando nota de lo que faltaba por realizar, pero estuvo satisfecha de lo que estaba escuchando. Pociones vigorizantes, pociones para aumentar la sangre, pociones para huesos rotos, cremas desinfectantes, colirios para ojos, pociones para reparar nervios, pociones para el insomnio, pociones sedantes…
—¿Y cuánto nos queda en relación a los ingredientes?
—Tenemos todavía una gran partida que nos han traído los Yamanaka y los Nara en los últimos días, pero esperamos consumirlo todo en menos de 36 horas al ritmo al que vamos.
—De acuerdo. He pedido a mis aldeanos en Uzu que me envíen más ingredientes. Además, también he dejado a un grupo cultivando día y noche para aumentar nuestras reservas durante la guerra. Tenemos que prepararnos para trasladar esta unidad de fabricación a la base de la alianza, para poder seguir fabricando pociones.
—¿Quiere que empecemos a recoger gradualmente?
—Sí, será lo mejor. Tenemos suficiente cargamento para poder asistir a la alianza al completo durante las primeras semanas, dependiendo del número de heridos, pero nunca está de más tener reservas.
Se marchó de allí dándose cuenta de algo muy importante. Ella solo era una persona y aunque habría médicos en el frente la mayoría iba a estar en la retaguardia, protegidos. Eso significaba que muchos heridos quizás perecerían por el camino hasta el hospital de campaña.
—Necesito hacer esos trasladores en masa —musitó para sí misma, doliéndole otra vez la cabeza.
Estaba dándose cuenta de que los trasladores iban a ser un gran recurso para la armada. No solamente les servían a los aldeanos de Uzu para enviarles la comida al instante sin tener que moverse de la isla, sino que podría producir trasladores en masa para que los ninjas de la alianza pudieran enviar a sus camaradas heridos al hospital sin tener que dejar el frente. Eso supondría que habría menos muertos y el frente nunca se debilitaría en caso de que hubiera heridos en masa ya que no necesitarían ser llevados por compañeros al hospital.
Fue a casa a paso rápido, saludando con la cabeza y con unas pocas palabras a los que la vieron pasar y se inclinaron ante ella. Cuando llegó al complejo vio que Itachi no estaba. No le extrañaba ya que al día siguiente era su día de reinserción; debía estar haciendo todo tipo de cosas de última hora. Sasuke y Naruto, no obstante, parecían estar organizando el contenido de sus mochilas sin fondo mientras que Kakashi estaba cerrando las propiedades restantes del clan hasta nueva orden.
—¿Cómo ha ido? —preguntó Naruto nada más verla.
—Demasiado que explicar. Ya os lo contaré cenando. Se me ha ocurrido la idea de crear un traslador por cada persona de la armada, para que puedan ser transportados a la enfermería sin tener que llevarlo físicamente.
—¿Vas a hacer 80000 trasladores en un par de días? —preguntó Sasuke con incredulidad, quien sabía que sus clones no podrían ayudarla—. Es una locura. ¿Por qué no hacer mejor unos cuantos trasladores por escuadrón?
—En ese caso, una vez lo usaran necesitaría ser devuelto al escuadrón restante en el frente. Ya lo he pensado por el camino.
—Podrías crear una plataforma de hiraishin en la enfermería —dijo su marido, apareciendo por la puerta del edificio de entrenamientos que había construido hacía meses—. Eso significaría que podrías enviar a mucha gente a la enfermería sin tener que usar un traslador.
—Pero solo le serviría para enviar a gente que estuviera herida cerca de ella.
—Algo es algo —se encogió de hombros Kakashi—, pero sí. Un traslador por persona sería lo ideal. Aunque te olvidas de algo.
—¿De qué?
—De que todavía no sabemos las coordenadas del hospital de campaña.
—… Es verdad.
Se desinfló con decepción al darse cuenta de que no podía empezar a fabricar esos trasladores simplemente porque no sabía dónde enviarlos, y pasarían unos días antes de que supiera la localización del hospital móvil. Al final, Sasuke tendría razón al decir que sería más útil y menos complicado fabricar unos pocos trasladores y dárselos a los médicos de cada escuadrón en el frente en cuanto vieran que no podían curar a ciertos heridos allí mismo. Igualmente, eso era mejor que nada. Se apuntó mentalmente crear esa plataforma de hiraishin para poder enviar a sus heridos al hospital.
—Demasiado que preparar y poco tiempo para pensar.
—Yo sé lo que necesitas.
Kakashi la cogió en volandas en medio de la entrada del clan, dejando a Naruto y a Sasuke con sus cosas. Seina se olvidó al instante de todo, riendo contra el cuello de su marido mientras lo dejaba todo atrás como si no tuviera importancia.
—¡Necesitas relajarte, nee-chan! ¡Hazle caso a Kakashi!
—… Mira que eres idiota, Naruto. No creo que Kakashi esté pensando en lo mismo que tú —escuchó a lo lejos decir a Sasuke con exasperación.
Notes:
Se va acercando la guerra, amig@s...
También tenéis subido el último capítulo del Pozo de los Deseos.
Chapter 157
Notes:
Advertencia: escenas sexuales
Chapter Text
—¿A dónde me llevas? —preguntó ella cuando la puerta de su casa se cerró detrás de ellos, silenciando todo lo que pasaba dentro.
—Primero, a darnos un baño.
Kakashi subió las escaleras con ella en brazos, como si no pesara nada, y la dejó sentada en la tapa del váter mientras llenaba rápidamente la gran bañera para dos que habían instalado pensando precisamente en ellos. Observó como preparaba el agua con aceites esenciales y burbujas, como a ella le gustaba, mientras sonreía como una tonta sin mover un solo dedo viendo a su marido sin camiseta.
—¿Cuándo fue la última vez que te dije que te quiero? —preguntó ella al aire. Kakashi la miró por encima de su hombro con una sonrisa—. Porque te quiero, no lo olvides nunca.
—Lo sé, mi amor. Yo también te quiero.
Se inclinó en dirección opuesta a la bañera, en su dirección, y le dio un beso. Seina enterró su mano en su cabello, las hebras ahora rozando tímidamente sus hombros después de las semanas caóticas que habían tenido, y se olvidó de todo salvo de los labios sobre los suyos. Sintió la lengua de Kakashi entrelazarse con la suya, devorándola sin prisas, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, y necesitó estar más cerca de él. Se deslizó hasta el suelo, hasta quedar sentada en su regazo, mientras se besaban una y otra vez.
A los minutos, Kakashi dio un bote bajo su cuerpo, maldiciendo.
—¡El agua!
Seina rio al ver como rápidamente cerraba el grifo, mojándose los pantalones con el agua que se había derramado mientras se besaban. Se giró a mirarla y en cuanto sus ojos conectaron por encima de su hombro se partieron de risa. No sabía por qué se estaba riendo tanto, quizás era el estrés de los últimos días, pero sirvió para que se relajara al completo. Se dio cuenta de que estaba más agobiada de lo que había pensado.
Kakashi la cogió del suelo, levantándola junto a él, y se quedaron mirando el uno al otro durante unos minutos fijamente sin decir nada. Pareció como si fuera a decirle algo, pero se lo pensó mejor. Vio como sacudía la cabeza negativamente, casi de forma imperceptible, antes de volver a mirarla a los ojos.
—Te amo —dijo finalmente, levantando una mano para ponerle un mechón de cabello suelto tras su oreja—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Y tú a mí… por eso no quiero perderte. Por eso… necesito hacer todo lo posible.
—Y lo haremos, ¿me escuchas? Lo haremos, Seina.
Ella asintió, sintiéndose extrañamente vulnerable súbitamente. Abrazó a su marido con fuerza, enterrando su rostro en su pecho musculado y desnudo. Kakashi no dijo nada mientras la reconfortaba con su presencia. A los minutos, se separó de él para poder desnudarse y entrar en el agua que había preparado y que se mantenía mágicamente caliente. No tenía sentido seguir sintiéndose mal por algo que todavía no había sucedido. Necesitaba desconectar de verdad de estas últimas semanas.
Kakashi se quitó lo poco que llevaba, los pantalones y la ropa interior, y se metió detrás de ella en la bañera. Miró por la ventana hechizada que daba a la parte trasera de la mansión principal mientras su marido la abrazaba por la espalda. No supo cuánto tiempo estuvieron allí metidos, sin decir nada, mientras se reconfortaban mutuamente. Al rato cambió de postura, quedando tumbada de lado sobre Kakashi y enterrando la cara en su cuello perlado de agua.
—¿Cómo llamarías a nuestro hijo o hija?
Kakashi paró de acariciarle momentáneamente la espalda, denotando su sorpresa, pero luego siguió tocándola con la punta de los dedos.
—Mmm… Lo único que sé es que no le daría un nombre usado.
—Ya. Yo tampoco. Querría que fuera su propia persona.
—¿Qué te parece Haruki o Haruka? Sería un buen guiño a tu anterior nombre.
—Mmm… Tendría que pensármelo, pero me gusta más el nombre en un niño.
—¿Haruki? Haruki Hatake. Sí, no está mal. ¿Y de niña?
—Quizás un nombre de pronunciación menos fuerte, como Yuna o… No sé.
—¿Cómo Asuna?
—Asuna —musitó ella, pronunciándolo despacio. Asuna Hatake—. Me gusta.
Levantó la cabeza y se dio cuenta de que Kakashi ya la estaba mirando a ella con ambos ojos descubiertos. Le cogió la mejilla con suavidad antes de besarla, acunándole la cara. Perdió totalmente el hilo de sus pensamientos mientras Kakashi usaba su lengua para darle placer y acariciarle su propia lengua como si tuvieran todo el tiempo del mundo. Notó en seguida su erección creciente contra su estómago plano, pero Kakashi la retuvo entre sus brazos para que no se levantara. Lo único que pudo hacer fue bajar su mano lentamente desde su cabello pasando por su pecho, sus abdominales hasta llegar a donde más quería tocarlo.
En cuanto tuvo su erección grande y caliente en su mano Kakashi dio un pequeño brinco, abdominales tensándose bajo su propio cuerpo mientras ella pasaba suavemente su dedo por la cabeza de su pene. Su marido gimió en su boca, volviéndose más agresivo en su beso, agarrando su cabello para tirarle la cabeza atrás, dejándole su cuello al descubierto.
—¡Kakashi! —gimió mientras le besaba el cuello, usando la punta de su lengua tan sutilmente que le erizó el bello y le puso los pezones duros de golpe.
La otra mano, antes en su espalda, reteniéndola contra él, bajó y bajó y bajó hasta que sus dedos rozaron sus glúteos y luego se perdieron entre los labios de su vagina totalmente mojada. Gritó cuando le introdujo un par de dedos a la vez que levantaba de golpe su pierna extendida, quedando su muslo prieto por el entrenamiento entre sus piernas abiertas, rozando duramente su clítoris. Casi olvidó la polla de su marido entre su mano mientras él le daba placer moviendo sus dedos y su pierna rápidamente. Estaba tan estresada que el orgasmo la tomó desprevenida y pareció como si todas sus extremidades se volvieran gelatina.
—¡KAKASHI!
—Te tengo —escuchó como le susurraba en el cuello, cogiendo su peso muerto mientras jadeaba—. Te tengo.
—Más —suplicó y reinició el movimiento de su mano.
Kakashi la levantó de golpe, cogiéndola como si fuera una pluma, y le dio la vuelta en menos de medio segundo. Pasó de estar tumbada sobre su marido a tener los pechos colgando del filo de la bañera, con su torso firmemente pegado a la porcelana blanca y sus rodillas resbaladizas plantadas en el fondo. Kakashi no lo dudó ni un segundo. Le dio exactamente lo que quería. Su erección la penetró de golpe, sin aviso, y necesitó usar sus pies para aguantar el equilibrio mientras su marido la embestía contra la bañera, cortándole la respiración, los jadeos y los gemidos una y otra vez.
—¡Joder! —gruñó detrás de ella, cogiendo sus caderas y usando su agarre para impulsarse. Luego se inclinó sobre ella, pegando su torso a cada centímetro de la piel de su espalda, y jadeó con voz oscura—. Si pudieras verte, cariño. Si pudieras ver como mi polla te penetra, como tu coño se aferra a mi erección cada vez que estoy a punto de salir de ti, como si no quisieras dejarme ir.
Seina no atinó a decir nada, pero Kakashi parecía querer hablar por ambos porque siguió embistiéndola y relatando lo que veía y pensaba. Ella solo podía sentir el roce de sus pieles y el cosquilleo cada vez más pronunciado en su vagina que le aseguraba que se acercaba un orgasmo.
—¿Eso quieres? ¿Quieres que te folle esta noche una y otra vez? —asintió. Lo único que pudo hacer cuando una embestida la dejó sin aliento—. ¿Quieres que me corra dentro de ti? ¿Quieres notar mi semen dentro de ti, como sale de ti, como te mancha los muslos?
Gimió sin poderlo evitar, a pesar de que no tenía aire con el que hablar. Se levantó como pudo para poder respirar a la vez que los dientes de Kakashi se cernían en su cuello y sus dedos encontraban su clítoris. Gritó y gritó cuando todo fue demasiado para ella, corriéndose por segunda vez. Kakashi se corrió a penas un par de segundos más tarde, llenándola con su semen caliente. Jadeó apoyándose sobre el borde de la bañera, mirando al suelo, lleno de agua, a juego con su ducha de piedra gris. Entonces notó el dolor de la mordida de su marido en el cuello, quien ahora se la estaba lamiendo despacio.
La cogió en brazos nuevamente, pero para sacarlos del agua. Notó las burbujas aferrarse a su cuerpo, y olió el aceite de lavanda llegarle hasta las fosas nasales. Gimió cuando Kakashi salió de ella.
—¿Ducha o cama?
—Cama —jadeó, recuperando el aliento.
La llevó en brazos a su cama, viendo como los últimos rayos de sol traspasaban las cortinas blancas a través de los grandes ventanales. Contempló a su marido, a escasos centímetros de ella, mirarla como si fuera una obra de arte en la penumbra casi violeta de la puesta de sol. Sus ojos chocaron y, de repente, tuvo la extraña sensación de haberse reencontrado con su marido como si llevaran semanas separados. Se le erizó el bello de nuevo al ver la devoción en los ojos de Kakashi, y tuvo que recriminarse haber desperdiciado tanto tiempo. ¿Por qué no le había hecho el amor más a menudo? Hubiera perdido más horas de sueño, pero habría estado con él. ¿Y si morían? ¿Y si todo lo que habían hablado nunca se hacía realidad?
—No pienses en eso —cortó Kakashi, cuando percibió sus sentimientos gracias a su unión mágica.
La besó, e hizo que todos los pensamientos negativos se desvanecieran. La dejó en la cama con sumo cuidado, como si fuera de frágil porcelana, y luego se cernió sobre ella mientras Seina se tumbaba sobre su espalda, en el colchón, viendo como la tenue luz anaranjada bailaba sobre la piel de su marido, y le iluminaba los ojos seductoramente. No pudo evitarlo. Le cogió del pelo y lo arrastró, sin que él pusiera impedimento, hasta ella.
Lo besó como debería haber hecho cada día desde que el mundo dio un vuelco. Sus lenguas se reencontraron, uniéndose en un remolino apasionado que la dejó sin aliento nuevamente. Se separaron para mirarse de nuevo, a la vez que sentían las emociones del otro mediante su vínculo renovado. Se le llenaron de lágrimas los ojos al notar la devoción, la pasión y el amor de Kakashi.
—No sé cómo decirte lo mucho que te amo —susurró, mientras la contemplaba tendida bajo su cuerpo—. No tengo palabras.
—No hacen falta.
Kakashi apoyó su frente en la suya y… simplemente… existieron un rato en silencio. Seina arqueó la espalda, queriendo más, y atrajo su cuerpo hasta el suyo, haciéndole un hueco entre sus piernas. Sentir el cuerpo de Kakashi sobre el suyo, sus labios en su cuello, sus caderas una junto a la otra, era lo único que necesitaba.
—Te amo —confesó finalmente, cuando no pudo contenerse.
Kakashi alzó la cabeza, buscando sus labios con una pequeña sonrisa que nadie tendría el placer, salvo ella, de ver. Sus labios se volvieron a encontrar. Irremediablemente sus caderas se alzaron también, rozando las caderas de su marido. Notó su erección crecer del todo sobre su muslo al mismo tiempo que un brazo de Kakashi cogía su muslo y lo levantaba. Seina gimió cuando entró otra vez en ella, sintiéndolo totalmente distinto.
Kakashi le hizo el amor con lentitud, saboreando cada segundo en los que sus cuerpos rozaban, besando sus labios, su rostro, su cuello, gimiendo solo para sus oídos, haciendo que se le descolgara la mandíbula del placer, incapaz de decir nada al sentir el placer y su amor al mismo tiempo. Le cogió la espalda, notando la ola de su orgasmo aproximarse lentamente, pero mucho más poderosamente que antes mientras su marido los mecía a ambos en su cama de matrimonio.
—¡K-Kakashi! —gimió, lágrimas recorriendo su rostro de placer y felicidad.
—Seina… Te quiero —jadeó él, cogiendo el lóbulo de su oreja con sus labios.
Se le hizo un nudo en la garganta ante las emociones de ambos. Era demasiado. Casi no podía soportar lo mucho que la quería, y a la vez era la único que quería. Era- era-…
—… -na, cariño. ¿Estás bien?
Volvió en sí, viendo que Kakashi se había alzado sobre su codo al lado de su cabeza, mirándola con algo de preocupación. Se dio cuenta de que había perdido el conocimiento unos segundos al llegar al orgasmo.
—Estoy bien. Solo me has querido demasiado fuerte —rio casi sin aliento.
Kakashi se rio con ella, viendo que no estaba mintiendo, dándole un beso corto en los labios y luego recorrió el camino de sus lágrimas antes de rozar sus narices con afecto. Seina no podía creer que este hombre, el amor de su vida, era su marido. Era tan feliz que no podía contenerlo en su interior. Kakashi le observó, ahora tumbado a su lado, de lado, mirándola desde arriba, apoyado en su mano. Su mano libre había estado acariciándola suavemente, como si no pudiera dejar de tocarla. Seina vio el anillo que le dio hacía tantos años al lado de la banda plateada de su anillo de bodas. Cogió su mano cuando la alzó a acariciar su mejilla y se la beso. Kakashi pareció levemente sorprendido ante su acción.
—Definitivamente, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
Vio como la expresión de Kakashi se derrumbaba, como sus ojos se llenaban de las mismas lágrimas que ella no había podido contener hacía rato, antes de volver a recomponerse. Sonrió, frotándose alguna que otra lágrima, como si no pudiera comprender que estuviera llorando. Seina sonrió también, acunándole el rostro y usando su pulgar para acariciar su mejilla.
Se fueron a dormir sin cenar, sin ducharse y sin vestirse. Lo único que necesitaba era estar con su marido en su cama, entre sus brazos, recuperando el tiempo perdido.
Al día siguiente fue como si algo hubiera cambiado para mejor. Su relación se había vuelto más fuerte si cabe. Algo en su interior le decía que iban a salir de esta, todos juntos. Sus instintos, cuando no había sido mentalmente manipulada por Voldemort, no le habían fallado así que… Tenía fe de que así sería.
—Parece que no has dormido nada —susurró su maestra cuando, por supuesto, se reunieron al alba tal y como había ordenado.
—No mucho, la verdad.
Tsunade-sama bufó una risa, pero no dijo nada cuando vio que Kakashi tenía el mismo aspecto algo cansado que ella. La sala se llenó muy rápido, considerando que los ninjas eran militarmente puntuales; salvo Kakashi con su equipo genin y sus amigos. Todos se sentaron en sus asientos, sobre cojines previamente puestos en los tatamis. La Hokage se sentó en la punta y al lado tenía a Shikaku, quien ahora actuaba obviamente como su brazo derecho.
—Bienvenidos a todos al consejo de guerra. Estáis aquí los altos mandos, y aquellos que habéis sido seleccionados por la alianza para comandar o capitanear alguna compañía shinobi —asintió Tsunade-sama—. Seina Hatake se encargará de liderar las fuerzas médicas en el frente mientras que Shizune hará lo propio en la retaguardia. Kakashi Hatake será el capitán de la tercera compañía de ninjas. Los otros cargos han sido repartidos con ninjas de alto nivel de las demás aldeas. Por último, Shikaku liderará el escuadrón de inteligencia. En cuanto a mí, mi rol en esta guerra será principalmente coordinar a la armada junto a los demás Kage, a excepción de Gaara cuyo papel de jinchuriki le requiere en el frente.
Seina escuchó, sentada al lado de su marido y de su maestra, como se desarrollaba la reunión. Escuchó por fin dónde iba a lucharse, dónde iban a alzar el hospital de campaña, dónde estaría el cuartel general de los Kages, en cuántas compañías iba a dividirse la armada, cuál era el objetivo de cada compañía, etc. El silencio era tenso, pero no incómodo. Nunca había visto, a excepción de estas semanas pasadas, a todos los altos cargos tan atentos y en guardia. Se notaba que se lo estaban tomando en serio. Era la primera gran guerra en la que luchaba, la segunda para Kakashi, y no sabía si sería la última.
—Para finalizar la reunión —cortó sus pensamientos la Hokage—, debo hablaros de otra cosa: Itachi Uchiha.
—¿Itachi Uchiha? —preguntó el jefe de la morgue con sorpresa.
Unos pocos se miraron unos a otros, pero gran parte de los que estaban allí sabían de lo que hablaba la Hokage. Inoichi, Shikaku, el comandante anbu, la médica que lideraba el departamento de evaluación psíquica, Shizune y unos cuantos más ya lo sabían. Los pocos sorprendidos se callaron cuando la Hokage alzó una mano.
—Itachi Uchiha es inocente. Quien movió los hilos contra el clan Uchiha fue Danzo Shimura. Aquí os dejo el informe de Jiraiya, quien ha estado evaluándolo durante 2 años y el comandante Ryu, quien hizo lo mismo en cuanto Itachi regresó hace ya 4 meses. También tenéis este otro informe de Ibiki e Inoichi sobre la interrogación de Danzo.
Escucharon los cuchicheos mientras hojeaban las páginas con los informes al completo de todo lo que sucedió, salvo por la parte redactada de que solo parte del clan Uchiha quería llevar a cabo el golpe de estado. De nada le serviría a Itachi volver si todos los aldeanos y ninjas los repudiaran por los actos fallidos de su clan. Sabía lo que estaba escrito en el informe, el énfasis que se había dado a que habían sido los mismos Uchihas los que reportaron la planificación de dicho golpe ya que no estaban de acuerdo con lo que pensaban hacer unos pocos ancianos del clan. Había sido idea de Jiraiya, y estaba totalmente a favor de que se redactara como decía su maestro.
Cortando entre los cuchicheos, su maestra habló de nuevo. —Esta tarde daré un discurso ante los aldeanos para aclararlo todo.
—¿Y qué sucederá con el traidor Danzo? —preguntó otro hombre, con una mueca asqueada al leer el informe del antiguo consejero.
—¡No podemos dejar con vida a un traidor como este!
—No, definitivamente no. Será juzgado ante el consejo ninja y finalmente ejecutado. Los consejeros del Tercero, debido a su implicación con la masacre del clan Uchiha, serán destituidos y encarcelados hasta que regresemos del frente.
Seina tuvo que contener su emoción al darse cuenta de que por fin todos sabían la verdad. Su maestra había cumplido su palabra. El plan de Shikaku había salido a la perfección, sin que la Hokage tuviera ni una sola baja en la lucha contra Ne y sin que nadie supiera lo que había estado pasando. No podía creer que Itachi esa misma tarde dejaría de ser considerado un traidor ante los civiles, y que todos sabrían de los actos abominables de Danzo. Oh, como deseaba ver su cara cuando lo posaran en su asiento y se viera delante de todos los líderes de clanes de la aldea, más indefenso que un gatito recién nacido.
Salieron de la sala de reuniones más despiertos que antes. Kakashi rodeó sus hombros con su brazo, dándole igual alguna que otra mirada de desaprobación. Le dio un beso en la frente mientras salían a la aldea de nuevo.
—¿Quieres ir a desayunar algo?
—Claro.
—Puedes llamar a los otros dos, si quieres.
—¿Naruto, Sasuke? Kakashi y yo hemos salido de la reunión y vamos a desayunar algo por la aldea, si queréis venir.
—Ugh… —gimió su hermano con sueño—. Dame 15 minutos.
—Hn.
Seina bufó una risa al escuchar a Sasuke. Naruto no mintió cuando dijo 15 minutos porque aparecieron en la aldea puntualmente, aunque con expresiones cansadas, como si ellos tampoco hubieran dormido mucho.
—Ayer nos fuimos a tomar algo —dijo sorpresivamente Naruto, luego hizo una mueca de asco—. Lo necesitaba después de que-… Ugh.
—Después de que este idiota se diera cuenta de lo que estabas haciendo.
Kakashi y ella bufaron una risa al unísono al ver la cara de asco de su hermano. Seina no dijo nada al respecto. No pensaba dejar de acostarse con su marido, pero era interesante saber que Naruto había tomado la iniciativa y le había hecho caso respecto a Sasuke. Era su mejor amigo así que podía salir con Sasuke a solas cuando quisiera, sin necesitar que ella le cogiera la mano. En cuanto la mirada de Naruto se topó con la suya, ella le guiñó un ojo y Naruto sonrió traviesamente, mirando hacia otro lado. Bueno, no necesitaba que le cogiera de la mano, pero sí que podía usarla como excusa si quería.
—Me alegro por vosotros —sonrió ella, sintiendo la mano de Kakashi apretarle la suya entre sus dedos entrelazados—. ¿Vamos a desayunar?
—Vamos.
Se sentaron en una panadería que además también era pastelería. Estaba bastante llena considerando que era primera hora de la mañana, pero pudieron encontrar una mesa para 4 en pocos minutos, mientras hacían cola para pedir en el mostrador. Pidió una tostada y un té de jazmín acompañado de un brownie. Su escaso desayuno, en comparación con el de Naruto y Sasuke, pareció algo ridículo. Naruto lo ojeó con sospecha, y ojos entrecerrados.
—¿Solo vas a comer eso?
—Ya he comido al levantarme, Naru. Este es mi segundo desayuno —confesó ella, arrancándole un bufido de risa a Sasuke.
—¿Estás preparado para partir esta tarde, Naruto?
Su hermano suspiró, mirando su plato de comida mientras pensaba. Los demás lo observaron en silencio pacientemente. Con Jiraiya no había sido capaz de entrenar en su totalidad con Kurama. Quizás porque el pervertido no entendía lo que era ser un jinchuriki ni tratar con un bijuu, y Naruto tampoco había podido usar su experiencia con Kurama porque Seina no partía de la misma base que él. Así pues, la persona más cercana a su experiencia era, extrañamente, Killer B. Killer B no había sido una bruja en su anterior vida ni había sido reencarnado en esta vida, con la ventaja que eso suponía para ella, así que podría explicarle a Naruto lo que había hecho para entrenar con su bijuu desde niño sin gozar de una sola ventaja. Quizás eso era justamente lo que Naruto necesitaba, eso y un lugar especializado para el entrenamiento con bijuus.
Según lo que tenía entendido de esa isla móvil, allí había todo un complejo montado pensado para dicho entrenamiento. Si a eso le sumaban la ayuda de Killer B… estaba segura de que Naruto conseguiría mejorar bastante en solo 7 días.
—No quiero dejaros ir solos al frente, pero tampoco serviría de gran cosa como jinchuriki ahora mismo… Sobre todo, si me comparo con Killer B o contigo, nee-chan. Necesito poder usar el chakra de Kurama y luchar con él si queremos tener más posibilidades de acabar con la fuerza de 6 bijuus.
—Entre Killer B, Yamato y las instalaciones de la isla seguro que mejorarás muchísimo —lo consoló Kakashi—. Además, solo pasarás alejado de la guerra 6 días, considerando que nosotros no nos vamos hasta mañana al alba.
—Algo es algo.
De nuevo, se hizo un silencio cargado. Era como si cualquier intento de normalidad fuera truncado por la sombra de la guerra. Lo entendía perfectamente, puesto que estaban a un día de marchar al frente, pero por otro lado… quería usar todo su tiempo libre antes de separarse de su hermano, lo cual suponía dejar de nuevo Konoha, para pasárselo bien.
—Mira, ahí está Lee —dijo Naruto, minutos después, cuando lo vio caminar calle abajo acompañado de Neji y Tenten—. ¡Hey, Lee!
—¡Hola a todos! —saludó Lee, sin perder su sonrisa radiante.
—¿Últimos preparativos antes de partir?
—Algo así. Ya nos ha dicho Guy-sensei que partirá contigo durante una semana así que hemos estado entrenando por última vez.
—¿Os apetece reuniros con los demás este medio día antes de que te vayas? —preguntó Tenten, mirando primero a Naruto y luego a Sasuke y a ella.
Seina miró a su marido, quien estaba bebiendo su té en silencio.
—Yo iré a ver a Kurenai y a los pocos amigos que se quedan en la aldea así que podéis hacer lo que queráis.
—Entonces, sí.
—Iremos a hablar con los otros equipos. ¿Quedamos en el restaurante de Chouji dentro de 3 horas?
—Perfecto.
—¡Hasta luego!
Seina contempló el animado Lee caminando entre su equipo, como si no estuvieran al borde de una guerra, y se sintió mejor. Kakashi le tocó el muslo sin decir nada cuando sintió su leve mejoría anímica y comprendió que por eso quería ir a ver a Kurenai y los demás, para darle la opción de reunirse con sus amigos en la aldea, donde no corrían peligro, una última vez. Sintió una punzada de afecto al darse cuenta de que Kakashi siempre estaba mirando por su bien, incluso cuando ella no se daba cuenta. Miró a Kakashi por encima de su taza, viendo como hablaba con sus hermanos, y sonrió como la mujer enamorada que era sin que nadie la viera. Este maravilloso hombre… y pensar que la mayoría creían que era un antisocial y un vago. Idiotas.
Chapter 158
Notes:
Advertencia: ninguna.
Chapter Text
Seina observó a sus amigos en silencio. Estaban todos juntos, y pensar que solo habían necesitado una guerra para que pudieran juntarse sin más… Pensar en ello le hizo gracia, aunque quizás no debería hacérsela teniendo en cuenta la situación. Tomó un trago más de su cerveza a pesar de que no tenía sed. Lo último que quería era que la vieran riendo, no porque se estuviera divirtiendo, sino por estrés. Mientras todos comían, charlando más comedidamente que nunca antes, se dio cuenta de que era literalmente la última cena. Tuvo que suprimir otra risa estresada. ¿Por qué su mente no paraba de recordarle tonterías en el peor momento?
—¿Os imaginabais que iba a pasar algo así? —preguntó Ino con voz melancólica cuando las charlas en voz baja se fueron apagando poco a poco.
—…
Todos dejaron de comer. Vio como alguno miraba su plato con la mirada perdida, otros contemplaban a los pocos civiles que caminaban a prisa por la calle a través de las ventanas del restaurante… No sabía qué le impulsó a hablar ante la pregunta retórica de Ino, pero se encontró hablando antes de que pudiera pensar mucho en su respuesta.
—Sí, para qué mentir —contestó ella con voz seca. Todas las miradas fueron a parar a ella, quien era la única que estaba cogiendo un trozo de carne del asador como si tuviera hambre—. Somos ninjas. Casi todo lo que hacemos está relacionado con la violencia. Estaba claro que tarde o temprano algo o alguien iba a desencadenar otra guerra.
—Entonces… nunca existirá la verdadera paz mientras existamos, ¿no?
Seina miró a Tenten. Su pregunta había sido dubitativa, pero no por ello era una mala pregunta. No. Tenten había dado con el quid de la cuestión, y tenía razón. Vio como más de uno asentía silenciosamente. Sasuke suspiró y la imitó, cogiendo otro trozo de carne. Naruto, al contrario, estaba apretando tan fuerte los palillos que estaba a punto de quebrarlos. Sus amigos no sabían lo que había sucedido con Nagato, aunque sospechaba que algo intuían de lo que habían hecho con él, pero se preguntó qué pensarían de su conversación con Nagato y de lo que ella le había propuesto para acabar con la violencia.
No había vuelto a hablar con Naruto sobre lo que pasó, pero sabía que estaba rumiando en ello. Después de todo, Naruto era un pacifista empedernido. No como Sasuke, o incluso como ella. Sabía que, si ascendiera algún día a Hokage, cosa que estaba segura de que pasaría, el reinado de su hermano sería muy distinto al de los otros Kage simplemente porque Naruto buscaría activamente la paz y para lograrlo tendría que cambiar el cometido de los ninjas. Y eso iba a ser tremendamente difícil.
Aun así, Seina estaba convencida de que si alguien podía lograrlo era su hermano, con la ayuda del equipo 7 y de sus compañeros y amigos. Además, Naruto partía de una base muy importante: Gaara, el Kazekage, era su amigo. Si lograba convencer a Gaara, cosa que no tenía pinta de ser muy difícil, para que ambos actuaran como uno solo en busca de la paz seguramente otros países se unirían a ellos. Sobre todo, países pequeños a los que les interesaba que dejaran de librarse guerras en su territorio. Ya podía imaginarlo ahora… poco a poco Naruto conseguiría que más y más países se unieran a su conversión militar de forma que solo quedarían las grandes naciones, y posiblemente Kiri podría ser camelada fácilmente con su alianza del sur. Eso dejaría a los huesos duros de roer: el país de la Tierra y el país del Rayo.
Un codazo la volvió en sí. Vio a Sasuke alzando una ceja en su dirección y luego se dio cuenta de que le habían preguntado algo.
—Perdona, Shika, estaba pensando en algo. ¿Qué has dicho?
—Te preguntaba que si sabes ya a qué escuadrón estás destinada.
—Lo único que sé es que se plantean si van a separarnos a Gaara y a mí. Al parecer, tener a 2 de los últimos 4 jinchurikis juntos no es muy buena estrategia que digamos.
—Tiene sentido —pensó en voz alta, con su típico tono severo y frío Shino—. Que secuestren al Kazekage ya sería malo, que además te secuestren a ti en el mismo ataque sería nefasto.
—Sería lo peor que podría pasar en la guerra —reconoció Neji, frunciendo el ceño.
—Sobre todo porque Seina es una de las piezas clave de todo esto ahora mismo.
—¿Yo? —preguntó ella, sorprendida, al escuchar las palabras de Shikamaru—. ¿De qué hablas?
—Seina —rodó los ojos Ino—, incluso yo me he dado cuenta. No solamente eres la jinchuriki del bijuu más poderoso, sino que eres la que mejor combate con su bijuu, a excepción de Killer B.
—Por no hablar de tu nueva kekkei genkai que te da incluso más poder que un jinchuriki normal, con lo cual sobre pasas con creces a Killer B —asintió Shikamaru ante las palabras de su compañera de equipo—. Además, dejando de lado el hecho de que seas más o menos poderosa que los demás, tienes otra ventaja: eres un gran ninja respecto a las habilidades clásicas de los ninjas. Asúmelo, estratégicamente hablando, sois los jinchurikis los que vais a tener más peso en esta guerra. Los jinchurikis y los ninjas de muy alto rango que puedan frenar lo que se nos viene encima…
—Los demás vamos a ser carne de cañón.
Se hizo otro silencio ante la afirmación de Neji. Se sintió estresada nuevamente al darse cuenta de que posiblemente Shikamaru tuviera mucha razón; de estar en lo cierto eso significaba que la mayoría de ninjas que formaban parte de la alianza iban a ser su soporte y, por lo tanto, en términos ninjas, eran prescindibles. Se le revolvió el estómago cuando comprendió que mucha gente pensaría lo mismo y, lo peor de todo, no le importaría sacrificarse para que los jinchurikis, los únicos que podían competir contra Obito y sus 6 bijuus robados, lograran derrotar a su enemigo. No le gustaba, pero si ella hubiera sido un ninja cualquiera también habría hecho lo mismo con tal de que su aliado acabara con un peligro que ponía en riesgo a su familia.
Sintió de repente el peso de tener que ganar a toda costa. No lo había pensado seriamente, habiendo decidido ir enfrentándose a las cosas a medida que iban a suceder, pero ahora se había dado cuenta de que cargaba con la esperanza de mucha gente en los hombros, no porque fuera especial sino simplemente porque su hermano y ella eran los más preparados para enfrentarse a Obito. De no ser jinchuriki no estaría en la misma tesitura. El problema era que lo era y eso lo cambiaba todo.
Maldijo mentalmente a sus padres al darse cuenta de que el hecho de que ahora se sintiera así era totalmente culpa suya. Aun así… no pensaba dejar vivo a Obito, ni a quien fuera que se entrometiera en su camino hasta matar a Obito, aunque tuviera que revelar todos sus poderes mágicos. Se dio cuenta de que no tenía otra opción.
La comida se empezó a acabar al poco rato, cuando un chunin apareció por la puerta del restaurante con un mensaje de su maestra.
—Bueno, supongo que es una señal para que nos vayamos a casa —bostezó Karin, levantándose de su asiento.
—Sí, será mejor que lo dejemos. Quiero hablar con mi familia antes de-… antes de irnos.
No es que tuvieran algo que hacer, pero querían despedirse de sus seres queridos. Ya fuera de los que iban a quedarse como de los que iban a luchar en otros escuadrones. Seina lo entendía perfectamente. Naruto iba a partir esa misma tarde en dirección al este y Sasuke ni siquiera sabía si iba a luchar a su lado o con Kakashi o Itachi. Sabía que todo se revelaría al alba o quizás cuando llegaran al territorio donde iba a disputarse la lucha. Fuera como fuera, no iba a tardar en saber si lucharía con su familia o lejos de ellos.
—Te vemos luego —asintió Sasuke cuando salieron todos del restaurante.
Naruto asintió también, sin decir nada, todavía con expresión seria. Vio sus espaldas antes de girarse en dirección a la torre de la Hokage. Allí la esperaban Shikaku y el comandante Ryu, además de su maestra y Shizune.
—Ah, Seina, pasa, pasa.
—¿Qué sucede?
—Iré al grano ya que no tenemos mucho tiempo. En la última reunión de Kages se ha hablado de la protección de los daimyo. Al principio pensamos en pedirte permiso para que se escondieran en Uzu, pero eso expondría tu isla demasiado y no quiero tener que pedirte algo así.
—Habíamos pensado en usar las múltiples bases que recuperasteis a lo largo del país del Fuego hace años. Ya están todas bajo tus protecciones así que no perderíamos el tiempo protegiéndolas con barreras y demás —intercedió Shikaku, sentado en el sofá con aspecto cansado—. Además, no necesitarían firmar ningún contrato para poder entrar en la base, al contrario que en Uzu.
—¿Y qué queréis entonces?
—Queremos unos trasladores, uno para cada séquito. Cada daimyo llevará con él a sus sirvientes y a sus ninjas escolta así que el camino hasta sus respectivos búnkeres será largo y peligroso.
—Si el enemigo es medio listo intentará deshacerse de ellos para desestabilizarnos —asintió su maestra ante las palabras del comandante anbu—. Con tus trasladores podrán evitar el camino, con lo cual la probabilidad de que sean atacados durante el trayecto sería prácticamente nula. Además, nadie sabría quién es el creador de los trasladores, con lo cual quedarías protegida, ni la localización final de cada base.
—Mmm… No es una mala idea. Tendréis que decirme las coordenadas y darme algo para que puedan usar como traslador.
—Ya lo tenemos preparado.
Seina aceptó la lista de coordenadas y los objetos: eran cuerdas largas, decorativas, cada una con el sello de su respectivo país. Tardó bien poco en llevar a cabo su cometido y marcharse de allí. El comandante Ryu se encargaría de enviarles cuanto antes los trasladores a los daiymo de la forma más segura, rápida y secreta posible. No sabía cómo pensaba hacerlo, pero no es que le faltaran recursos para llevar a cabo una misión tan fácil. Así pues, se marchó sin preocuparse de nada más.
Cuando llegó a su casa ya era noche cerrada y Kakashi estaba presente en su salón, sentado en un sofá mirando por la ventana con un vaso de té en las manos. En cuanto pasó por la puerta su marido se giró a mirarla con una sonrisa, una más pequeña de lo habitual pero no por ello menos genuina. Seina suspiró mientras se dejaba caer al lado de su esposo. Kakashi le pasó un brazo por encima de los hombros.
No hablaron durante un largo rato. Seina simplemente enterró su cara en el cuello masculino de su marido, intentando desaparecer. Estaba cansada y la guerra prácticamente no había empezado.
—¿Cuánto crees que durará?
—… Semanas, quizás meses.
—¿Años?
—No lo creo. Con tanto poder de por medio siendo usado… es más probable que todo acabe destruido en poco tiempo en lugar de alargarse durante años.
Se le puso el bello de punta al escuchar que Kakashi creía más probable una destrucción total en comparación a una guerra larga. Suponía que tenía razón. Obito iba a intentar ganar por todos los medios y teniendo a 6 bijuus bajo su poder… sabía que tarde o temprano los usaría. Sobre todo, en cuanto se viera acorralado por toda la armada shinobi.
Unos golpes en la puerta la volvieron a la realidad. Supo por el chakra que eran sus hermanos. Todos ellos.
—Nee-chan… Ha llegado el momento —dijo Naruto en cuanto abrió la puerta.
El rostro serio y cada vez más adulto de su hermano biológico le revolvió el estómago. No atinó a hablar así que solo asintió con la cabeza. Naruto partía esa misma tarde-noche mientras que los demás lo harían al alba del día siguiente. Sasuke e Itachi no dijeron nada mientras se despedían silenciosamente, Kakashi postrado contra el marco de la puerta detrás de ella.
—Volveré cuanto antes, lo juro —susurró Naruto cuando le dio un abrazo fuerte. Ella asintió contra su hombro—. Prométeme que harás todo lo necesario.
—Lo prometo.
—Sasuke… Itachi, cuidad de mi- de nuestra hermana —luego miró a Kakashi, quien asintió antes incluso de que se lo pidiera.
—Lo haré.
Sasuke asintió con expresión severa, sin tan siquiera intercambiar sus habituales insultos. Itachi no dijo nada, postrado a su lado como una estatua. Naruto asintió hacia Kakashi y luego se marchó. La mochila de su hermano fue lo último que vio ese atardecer. Miró el cielo rojizo sintiendo el viento frío contra su rostro. Le recorrió un escalofrío al darse cuenta de que ya nada parecía igual. Se preguntó cómo lo había hecho Kakashi para regresar a la normalidad después de haber luchado en una guerra ninja.
—Vamos… Cenemos algo juntos.
Los demás no dijeron nada ante las palabras de Kakashi. Seina cerró la puerta detrás de sí con un nudo en la garganta.
Al alba siguiente presenció algo que nunca pensó que presenciara. Quizás había sido demasiado ingenua, pero una parte de sí, contagiada por el idealismo de Naruto, creyó que nunca iba a participar en una guerra ninja. Postrada en primera fila con los otros capitanes de escuadrón, Kakashi a su lado izquierdo, vio como los comandantes del ejército de Konoha miraban a la larga columna de ninjas vestidos de uniforme.
Nadie dijo una sola palabra mientras amanecía. A pesar de ser tan temprano, parecía como si la mitad de la aldea estuviera presente en azoteas, balcones y terrazas para verlos partir. Solo se quedaban atrás unos pocos genin, los ninjas convalecientes y un escuadrón de servicios mínimos para proteger a la aldea de otras posibles amenazas. Los demás… los demás iban a ir al frente. Tal vez regresarían, o quizás era la última vez que verían con vida la aldea.
—Ninjas de Konoha… —habló su maestra, alzándose ante todos ellos sin tener ni siquiera que levantar la voz. El silencio, abrumador y constante, hizo que su voz llegara a todos los rincones—. Ha llegado el momento de partir a la guerra.
—Dejad paso a la Hokage.
La voz de uno de los ninjas abrió la columna del ejército en dos. Tsunade-sama echó a andar entre las columnas, seguida por el comandante Ryu y Shikaku. Luego le tocó a ella al lado de Inoichi, y supo que tras ella iba su marido acompañado de Shizune. Intentó no mirar los rostros serios de los ninjas postrados a lado y lado, pero era imposible no darse cuenta de que algunos parecían nerviosos. Observó de reojo a algunos de sus amigos, y a Sasuke acompañado de Itachi, antes de llegar a final de la columna y echar a correr bosque adentro.
Los pasos de los casi 20.000 ninjas de Konoha que iban a la guerra era lo único que escuchó durante horas mientras corrían todos en orden en dirección noroeste, siendo encabezados por los altos mandos del país del Fuego. Intentó no pensar en nada mientras se acercaban a su destino. Tardarían horas en llegar al punto de encuentro así que no quería preocuparse antes de lo necesario por cómo estaría Naruto o por lo que iba a pasar en cuanto se juntaran los otros ejércitos.
El camino se le hizo largo y tedioso. Sentía la presencia de Sasuke en su mente, separados por una mísera barrera mental, pero igualmente reconfortante. No hablaron, a pesar de que podrían haberlo hecho sin que nadie se diera cuenta. Tampoco intentó contactar con Naruto, pero sentía sus emociones tensas y determinadas, como si estuviera deseando empezar su último entrenamiento cuanto antes.
Tardaron casi 2 días en llegar, usando la máxima velocidad posible. El recorrido final hasta el punto de encuentro de la nueva armada no tardó en vislumbrarse a lo lejos. No eran los primeros en llegar, considerando que la batalla iba a librarse en territorio de Kumogakure, en una playa inhóspita bastante al norte. Allí los esperaban ya los ninjas de Kumo, por supuesto, pero también los ninjas de Iwa. Ellos eran los terceros en llegar, seguramente seguidos por sus aliados de Suna y finalmente por Kiri.
—Tenemos una reunión esta misma mañana —informó su maestra mientras recorrían el trecho final de explanada, mirando al gran ejército congregado a apenas 30 minutos de distancia—. Shikaku, Kakashi, Shizune y tú deberéis asistir.
—¿Qué pasará con las tropas?
—El comandante Ryu se encargará de la organización mientras no regresemos. No creo que tardemos mucho en salir de la reunión.
Seina asintió. En cuanto llegaron vio como los demás ninjas, los que alguna vez fueron sus enemigos, los contemplaban con curiosidad, interés, desconfianza e incluso ira. Una parte de sí lo entendía, pero le preocupaba que las antiguas rencillas pudieran echar a perder una alianza antes incluso de que pudieran combatir juntos. Escuchó los murmullos y algunas voces, pero no intentó espiar lo que se estaba diciendo. A veces era mejor no saberlo… aun así no pudo escapar las miradas en el rostro. Estaba claro que la noticia de que era una jinchuriki más ya había corrido como la pólvora en los otros países.
Mientras no llegaban los últimos aliados, Seina, acompañada de Shizune, se hizo cargo de alzar el hospital de campaña a órdenes de su maestra. Lo prepararon todo con la ayuda de cientos de ninjas de todos los países, todos ellos dedicados a la medicina, para que estuviera todo ordenado y organizado. Por su parte, se encargó de ocupar y proteger una zona cercana al hospital donde iban a trabajar el equipo de ninjas que había formado para producir pociones.
Horas más tarde, cuando ya estaban todos presentes, un chunin la vino a buscar. La hicieron caminar lejos del campamento, donde había una torre solitaria que parecía ser el cuartel oficial de los líderes. Allí se encontró a los otros kage y a los comandantes de varios países ninja. Kakashi, a su lado, observó junto a ella y a Shikaku como su maestra se unía a la mesa redonda.
—Bien. Estamos todos. Tenemos un mensaje de Obito que asegura que la guerra comenzará dentro de 2 días así que debemos darnos prisa —dijo A, mirando a todos después de un tenso silencio. Luego la observó a ella—. ¿Cómo va la instalación del hospital?
—El hospital de campaña está 100% operativo. Nuestro suministro de medicinas va a ser diezmado rápidamente en cuanto empiecen a llegar los primeros heridos así que he instalado a mi equipo cerca para que puedan ir reponiendo lo que consumimos. Los alrededores del hospital están protegidos con barreras de fuinjutsu, entre otras protecciones. Ningún enemigo podrá acercarse a menos de 500 metros del hospital. A día de hoy, el hospital contiene unas 3000 camillas y tenemos 10 quirófanos en activo, entre otros servicios. Es posible que en los próximos días aumentemos la capacidad del hospital, de ser necesario —informó ella, siendo lo más concisa posible, pero enumerando lo que creía más importante—. Tenemos preparada también una sala de embalsamamiento, y un crematorio.
—Perfecto.
—Mizukage, ¿los informes sobre los daimyo?
—Cada séquito ha llegado a las instalaciones facilitadas por la Hokage. He recibido los reportes en clave que aseguran que están seguros y fuera de peligro.
A asintió. Luego miró a Shikaku. Seina escuchó en silencio como se desarrollaba la reunión, exponiendo cada uno su reporte de aquello de lo que se encargaban. Tardaron un par de horas en escuchar con pelos y señales lo que se había estado cociendo mientras ella preparaba el hospital. No solamente eso, sino que se tuvieron que modificar algunas cosas para mejorar la coordinación entre los aliados.
Se marchó con Kakashi, viendo de reojo como Shikaku se quedaba con los Kage, y fue en busca de Sasuke e Itachi. Los encontró rodeados de los demás compañeros de academia, lo que parecían haber hecho un muro entre Itachi y el resto de ninjas que contemplaban con estupefacción su presencia en las líneas aliadas.
—¿Cómo ha ido? —preguntó Sasuke, dejándole un lugar para sentarse.
—Largo, pero fructuoso.
Seina asintió ante las palabras de su marido con la mirada perdida. Tenía que hacer algo, algo que tendría que haber hecho hacía días. Kakashi le apretó el muslo con la mano, percibiendo sus emociones. Con un suspiro conjuró una hoja, un bolígrafo y preparó un traslador con unas coordenadas cerca del hospital.
—Nagato,
Te escribo desde la retaguardia de la alianza. La guerra empezará dentro de 2 días, a juzgar por un mensaje de Obito. Dentro de este sobre encontrarás una cuerda que he convertido en un traslador. Ahora no es el momento de explicarte cómo funciona; solo necesitas saber que es un objeto que, cuando lo tocas y lo activas con un comando de voz, te transportará a las coordenadas que he añadido (en este caso aquí, en la retaguardia).
Si te encuentras lo suficientemente bien y quieres luchar con nosotros esta es tu oportunidad. No estaría mal tener a un Uzumaki más luchando a nuestro lado.
Seina.
Pd. El comando de voz es “Familia”.
Chapter Text
Nagato no apareció. Una parte de ella lo comprendió, pero la mayor parte de ella se sentía… decepcionada. Nagato había sido cómplice de Obito y, aunque manipulado a medias, era bastante culpable de la guerra que estaban a punto de librar. La muerte de Yahiko lo trastocó, y había perdido a sus padres, pero… ¿qué culpa tenían los miles de ninjas que no habían ni nacido cuando eso sucedió? ¿Qué culpa tenían los familiares civiles de los ninjas que morirían en una guerra que no era suya?
Seina no dijo nada al respecto, pero Kakashi le apretó una mano fuertemente cuando notó su dolorosa decepción. La guerra, no obstante, seguía su curso.
—Seina, tú serás enviada con la primera división —comentó Shikaku, enseñándole un mapa y apuntando con un dedo el curso planeado de las tropas—. Ya sé que puedes luchar a corto y medio alcance, pero se plantea que la primera división sea la que se encargue del grueso enemigo. Por lo tanto, es la división que va a tener, hipotéticamente hablando, más heridos. Por otro lado, Sasuke será destinado a la cuarta división. Gaara es un objetivo en esta guerra, teniendo en cuenta que sigue siendo jinchuriki, así que esperamos que reciba una gran ofensiva.
—¿Y qué tiene que ver Sasuke en eso?
—Vuestra conexión.
Seina observó fijamente a Shikaku. ¿Estaba separándolos simplemente porque quería que se comunicaran instantáneamente? No dijo nada ante los rostros curiosos de A, Darui, Kitsuchi, Gaara y demás.
—Sé lo que estás pensando, y sí. Con vosotros dos separados, en divisiones distintas, la comunicación será instantánea.
—¿Estás diciendo que Seina-san puede comunicarse mentalmente con Sasuke-san no importa la distancia? —preguntó Kitsuchi, estupefacta.
—Podemos. También puedo conectar con mi hermano Naruto.
—Es por eso que quiero que estés cerca del comandante Darui —continuó Shikaku, haciendo caso omiso de las miradas sorprendidas de los demás no enterados de sus poderes—. Ahora mismo tú eres una pieza clave en lo que a la comunicación entre divisiones respecta así que Inoichi contactará contigo a lo largo de la lucha. Además, esperamos que la primera división acabe rodeando la zona costera así que con tus invocaciones podrás peinar de forma más exhaustiva el mar.
—Así que es verdad… Realmente fuiste la aprendiz de Kisame —dijo la Mizukage con cierto asombro en la voz. Luego se giró a mirar a su ayudante—. Te lo dije, Ao. Te dije que no mentía.
—…
—¿Está aquí? —sonrió ella, pensando en su antiguo maestro.
—Está reunido con un “viejo amigo”.
Seina sonrió al darse cuenta de que seguramente estaba hablando con Itachi. Le sorprendió darse cuenta de que realmente la Mizukage había aceptado a Kisame, y que habían confiado en él hasta tal punto de que habían pedido su ayuda para luchar en la guerra. Se alegraba por Kisame.
—Volviendo a lo que nos atañe… Kakashi, tú comandarás la tercera división.
Escuchó la distribución de comandancias, estudiando el mapa en silencio. Faltaba a penas medio día para que acabara el último día antes de la guerra, y todavía se estaban cuidando los últimos detalles. Sobre todo, porque Shikaku había necesitado información de última hora. Aun así, parecía que todo iba más o menos bien.
Naruto no había dado señales de vida así que asumía que estaba bien, aunque distraído. Faltarían 5 días para que se reuniera con ellos en el frente, si es que no lo hacía antes… En cuanto a sus amigos, a algunos ya les había perdido la pista. Sabía que estarían distribuyéndose por las distintas divisiones. Solo esperaba verlos de nuevo con vida. Al menos, se quedaba tranquila pensando en que había podido hechizar sus brazaletes como trasladores hasta su localización. Eran los pocos trasladores que había creado, considerando que Kakashi tenía razón al decir que no tenía tiempo en equipar a cada ninja de la armada.
—Bueno… supongo que ha llegado el momento de irme a tomar por culo —suspiró Sasuke, viendo que tenía que irse a su división, cientos de metros más allá. Le cogió el hombro, apretándoselo fuertemente antes de besarle la mejilla y susurrarle al oído—. Nos vemos pronto, hermana.
—No mueras, o te mataré.
Sasuke bufó una risa, dándole la espalda y yéndose a paso lento. Itachi, quien combatiría en el mismo regimiento que su marido, estaban también esperando poder despedirse de ella. Itachi le dio un leve abrazo, silencioso pero cargado de sentimiento, y se marchó con un asentimiento de cabeza. Sabía lo que no le estaba diciendo: que se cuidara, que cuidaría de Kakashi, que volverían a verse.
—Tengo que subir —le recordó Kakashi cuando vieron como Itachi se marchaba—. ¿Me acompañas?
Ella asintió. Los comandantes y altos cargos de la nueva alianza se mostrarían ante todo el mundo. El camino hasta la terraza en la colina se le hizo demasiado corto puesto que sabía que cada minuto que pasaba se acercaba más al momento en que Kakashi se despediría temporalmente de ella. No le dio la mano, a pesar de que quería hacerlo, ya que notaba los miles de miradas fijas en ellos en cuanto salieron al exterior. Allí estaban esperándolos los demás.
—Seina, Kakashi… —saludó Gaara, vestido con el nuevo uniforme de la armada y su calabaza llena de arena en la espalda.
—Ha llegado el momento —recordó Shikaku.
Él y los demás cargos que no comandaban las divisiones principales, en los que se incluía ella, esperarían un par de metros atrás. Seina asintió a Kakashi, poniéndose al lado de su maestra, lejos del borde de la terraza, pero aun así contempló las decenas de miles de ninjas allí abajo con el estómago encogido. De la tensión que sentía no podría haberse comido ni un caramelo. Escuchó a medias lo que se estaba diciendo, pero estaba claro que el descontento y el resentimiento entre los ninjas era cada vez más grande mientras se reprochaban una u otra cosa. Le hubiera gustado decir que estaba sorprendida por presenciar algo tan triste, pero no lo estaba.
Gaara, a apenas un par de metros, dio un paso al frente mientras los comandantes escuchaban las voces que gritaban que no querían luchar al lado de sus antiguos enemigos.
—¡Nunca debimos aceptar esta alianza! ¿¡Cómo vamos a luchar al lado de escoria como vosotros!?
—¡Sí, eso!
—¿¡A quién estás llamando escoria!?
—¡Hey!
Antes de que pusieran empezar a pelear con los puños, Gaara habló por encima de todos ellos.
—¡Soy Gaara del Desierto, el Kazekage de la Aldea Oculta de la Arena! Antes de eso, muchos de vosotros me veíais como un enemigo… He herido a muchos, incluso a aquellos que me eran cercanos. Soy un jinchuriki, odiado y temido por todos. No conocía el amor. Solo vivía para odiar y matar —exclamó su amigo, imponiéndose a todas las voces resentidas de la multitud que poco a poco callaron—. Pero los hermanos Uzumaki, Naruto y Seina, me salvaron. Me hicieron ver que no estoy solo. Ahora, como Kazekage, he sido aceptado y tengo un propósito. Todos aquí venís de diferentes aldeas y habéis luchado entre sí… pero hoy nos enfrentamos a una amenaza mayor: ¡el enemigo quiere borrar nuestra existencia!
Seina escuchó con una creciente esperanza como Gaara estaba uniendo con las palabras, sin la violencia, a la gente. Se acordó de aquel niño con ojos vacíos y herido en el alma hasta tal punto que solo experimentaba emociones mediante el dolor y comparó al hombre que tenía a su lado, al que no le costaría nada seguir hasta la muerte. Si tan solo Naruto pudiera presenciar lo que estaba viviendo, darse cuenta de cómo había cambiado a alguien para bien.... Gaara había matado a incontables personas, sí, pero el hombre que lideraba el ejército ahora mismo era una buena persona porque había cambiado con la ayuda de su hermano, y quizás un poco de la suya.
Observó como el rencor desaparecía de los ojos de los hombros poco a poco. Incluso le pareció ver a un par darse la mano con cierta reticencia.
—Maldita sea, parece que lo está consiguiendo —masculló el Raikage, resguardado lejos de la terraza, dándole el espacio necesario a los comandantes de las divisiones para que pudieran presentarse ante todos.
—Quizás me equivocaba —reconoció el Tsuchikage a regañadientes.
Seina rodó los ojos sin reprimirse. Solo se dignó a observar cómo Gaara unía la alianza por primera vez desde que se creó. Supo que ya no quedaba mucho tiempo para partir así que no quería perderse un solo segundo de su marido. Tuvo que morderse el labio para no sonreír al examinar su trasero bien prieto de forma discreta. Solo cuando vio como se daban la vuelta fue cuando volvió a la realidad. Bajaron la colina sin decir nada, llegando otra vez a la extensa meseta llena de ninjas esperando órdenes.
Entonces le tocó despedirse de Kakashi. Llevaba despidiéndose de él desde hacía días así que no supo qué más decirle salvo suplicarle que no muriera. En cuanto se miraron a los ojos supo que no hacía falta pues estaba leyendo en los ojos de su marido todo lo que ella estaba deseando decir y que, curiosamente, tenía atragantado en la garganta. ¿Qué podía decirle que él no supiera ya? ¿Qué lo amaba, que quería que le prometiera vivir, que volverían a verse?
—Lo sé —cortó sus pensamientos Kakashi, sintiendo sus emociones convulsas. Le puso una mano en la mejilla, discreto, sabedor de las miradas que los observaban de reojo—. Por si no podemos despedirnos luego… Nos vemos pronto.
Se inclinó sobre su oído, susurrando en la voz más débil posible para evitar ser espiados que la quería. Ella asintió, mandándole todo su amor y devoción mediante su vínculo, incapaz de hablar. Era lo único que pudo hacer mientras veía como la espalda de su marido empequeñecía en la distancia. Escuchó el ruido de pasos detrás de sí y supo por el chakra y el sonido que era Tenten. Ella tampoco dijo nada mientras esperaba a que se diera la vuelta. Cuando ya no le quedó más remedio que afrontar la realidad se tragó un suspiro y dejó de mirar el regimiento de su marido.
Junto a Tenten la esperaban Chouza y el equipo 10. Shikamaru la miró con expresión neutral pero algo severa. Estaba claro que sabía lo que se jugaban. Vio a Ino y a Chouji detrás, metros más allá, despidiéndose de Chouza.
—Tenemos que irnos.
Caminó al lado de sus amigos hasta la división que le había tocado, sintiendo algunas miradas puntiagudas en su cogote. Ahora que era físicamente adulta era obvio el parecido físico que tenía con su padre, a pesar de tener los ojos de su madre. Estaba claro que algunos de los ninjas que la rodeaban se habían dado cuenta ya quienes eran sus padres, y quién era ella. Su cara llevaba años impresa en el libro bingo y, si la gente no se había dado cuenta quien era por ella, lo habrían deducido por su cercanía a Kakashi, quien tenía su propia entrada en el libro negro. Por no hablar de lo que pensarían cuando vieran a su hermano, quien cada día que pasaba era más un calco a su padre.
Observó como Darui se acercaba hasta ellos. Los miró a todos por encima hasta que dio con ella, y asintió. Seina caminó entre la gente, sintiendo como el equipo 10 la acompañaba, y se presentó ante su nuevo líder.
—Bien. Ya estamos todos. Seina-san, quiero que estés cerca de mí en todo momento mientras sea posible.
—Entendido.
—Genial. Somos los primeros en partir así que iremos saliendo en dirección oeste.
Seina siguió a Darui, la primera en hacerlo de hecho, y sintió como los pasos de los incontables ninjas detrás de ellos los seguían en dirección al frente. El camino se le hizo pesado y lento. Nadie hablaba mientras corrían hasta la que podía ser su muerte. Era curioso darse cuenta de que su propio temor no era morir si no que murieran sus seres queridos. Otro de sus mayores temores era el dolor que su posible muerte les provocaría a su familia. Un poco macabro pero, después de todo, ella ya había muerto 2 veces. ¿Qué era una tercera?
Sabía que la muerte no era el final si no el principio. Quizás por eso no le había costado casi nada adaptarse a su nueva vida de ninja. ¿Qué importaba matar si no era el fin? En cambio, si no mataba a algunos depravados era posible que gente inocente sufriera o incluso muriera. En ese caso, sus muertes habrían manchado sus manos ya que podría haber eliminado a un monstruo y al no hacerlo había provocado la muerte de un inocente. Era por eso que no le temblaba el pulso cuando cortaba cuellos o apuñalaba pechos.
Luchar contra alguien que quería subyugarlos a todos era ridículamente más fácil de contemplar. No había nadie inocente luchando en contra, ninguna muerte que pudiera hacerle sentirse culpable. Estaba Obito y quien se hubiera aliado con él. Le costaba pensar o imaginar a quienes había reunido Obito, pero si había declarado una guerra a tantos países juntos seguramente era porque se sentía confiado en sus números. La incógnita era lo que más llevaba de cabeza a Shikaku y al resto del escuadrón de inteligencia. Solo esperaba que pudieran hacer frente a lo que fuera que les esperara ahí afuera.
—¡Alto! Pararemos a descansar —ordenó Darui,
Era bien entrada la tarde así que nadie se quejó por tomarse un respiro. Seina observó rápidamente a los ninjas que los acompañaban, incapaz de contar todas las cabezas que se extendían como una gran columna, y se sentó al lado de Tenten, y curiosamente Hiashi Hyuga. Vio de reojo como los ninjas encargados de la comunicación hacían su trabajo, intercambiando información con los altos mandos.
—Tenemos nuevo informe, comandante —avisó uno de los ninjas, de procedencia de Suna.
—Proceded.
—El equipo sensorial ha detectado un gran movimiento procedente de la supuesta base de Akatsuki. El equipo de inteligencia ha ordenado a un pequeño escuadrón la infiltración de la base. Esperamos recibir información al respecto en unas cuantas horas.
—¿Sabe el equipo sensorial hacia dónde se dirige esa masa de movimiento?
—Hacia el norte. La segunda división va a conducirlos
—Mmm…
Seina escuchó atentamente como se intercambiaban palabras, sin decir nada, acerca de lo que iba a hacer la primera división. Según parecía, Shikaku creía que intentarían entrar por el golfo del norte, en una de las zonas costeras del país del Rayo, tal y como había deducido días antes. Era por eso que se habían desplazado hacia el oeste, pero muy cerca de la región norte del país. Tardarían medio día en llegar al golfo que les señalaba el equipo de inteligencia.
Pensando mentalmente en el mapa del país del Rayo empezó a dibujar la estrategia de Shikaku. El país del Rayo hacia frontera en el oeste con el país Helado. La lucha hacía sido programada justo en esta zona, donde no había aldeas y donde las bajas civiles iban a ser nulas. Al parecer, era la única concesión que les había dado Obito, quien supuestamente no quería “matar” a nadie, aunque tenía sentido considerando que su intención era subyugarlos con un genjutsu.
El hecho de que la lucha se centrara entorno a una región tan hostil y geográficamente estrecha, quería decir que era más fácil de controlar para la alianza. La segunda división estaba marchando al oeste también, pero más al sur, e iban a sellar el camino entre el país del Rayo y el país Helado en un punto clave. La tercera división contendría el enemigo en el sur antes de que cruzaran dicha frontera y protegerían la frontera del país de las Aguas Termales, dirigiendo al enemigo hacia el norte. Para finalizar la cuarta y quinta división iban a sellar el acceso norte del país Helado y servir de apoyo a las otras divisiones.
En definitiva, lo que estaba haciendo Shikaku era formar un conducto por el cual quería dirigir a sus enemigos hacia la localización más óptima donde podrían hacerles frente con la primera división, la que contenía el grueso del ejército. La segunda división frenaría el paso norte, la tercera división el paso por el sur, la cuarta división se movería por todo el terreno dirigiendo a los ninjas enemigos hasta el punto de ataque donde finalmente la primera división los eliminaría. Sencillo. Lástima que los planes siempre se torcían tarde o temprano.
El camino fue largo y tedioso. Para cuando llegaron por la noche al golfo del que hablaba Darui pudo ver que el lugar era más grande de lo que había pensado.
—Tenemos mucho trabajo que hacer. Primero, fortificaremos la entrada por el mar del norte. Seina, ¿puedes controlar el mar con tus invocaciones?
—Sí.
—Perfecto. Rashii, tú encárgate de mostrarles los puntos clave del acantilado a los especialistas en trampas. Especialistas en bukijutsu, cread unas trincheras con la ayuda de los expertos en doton. Van a ser necesarias para resguardarnos.
Nadie perdió el tiempo mientras preparaban el terreno, basto y sin un solo árbol bajo el cual esconderse. Aquí sería fácil ver al enemigo, pero también que los vieran. Estaba claro que la poca cobertura que iban a tener era la que ellos mismos crearan. Por suerte, había mucha gente talentosa entre ellos.
Se despreocupó de los demás, plantándose en el precipicio, y conjuró a sus tiburones.
—Seina-sama —llamó uno de ellos—. ¿En qué podemos ayudarla?
—Samjiro, encantada de volver a verte. ¿Podríais montar una patrulla en el mar? Creemos que este será un punto de entrada del enemigo. Haré que varios de mis clones os acompañen para mantenerme informada.
—Por supuesto.
Los 10 escualos que conjuró, del irónico tamaño de un autobús, se desvanecieron como el humo entre las olas sin hacer el menor ruido, con sus clones cogiendo sus aletas dorsales.
Durante horas no pasó nada, pero la actividad frenética no se detuvo. No podía montar un hospital de campaña improvisado así que se tomó el tiempo de invocar a Katsuyu, en el tamaño más grande posible que podía permitirse sin perder la mitad de su chakra. La babosa de 200 metros se inclinó hacia ella, saludándola con voz femeninamente grave.
—Un placer verla de nuevo, Seina-sama.
—Lo mismo digo, Katsuyu. Estamos preparándonos para el primer enfrentamiento. ¿Te importaría repartirte entre todos de forma preventiva?
—Será un placer.
Katsuyu se deshizo en miles de babosas pequeñas, lo suficientemente pequeñas como para cabalgar los hombros de los ninjas que la rodeaban. No serviría para prevenir un golpe mortal, pero ayudaría a mantener con vida a los heridos antes de que pudiera enviarlos al hospital de campaña, de ser necesario, o para que pudieran vivir el tiempo suficiente como para que los ninjas médicos que estaban allí presente los trataran.
Cuando ya no hubo nada que preparar se plantaron tras las trincheras, o sobre las mini colinas que crearon de la nada, a esperar. La noche pasó de forma lenta mientras se turnaban para descansar un poco con los ojos cerrados, aunque atentos a cualquier indicio de peligro.
—¡Comandante! Nueva información del equipo de inteligencia.
—Adelante.
—Al parecer el enemigo se ha aliado con Kabuto, el brazo derecho de Orochimaru. Además, unos 20.000 efectivos enemigos se están desplazando en dirección a la segunda división.
—¿Kabuto? —preguntó ella, sorprendida.
—¿Lo conoces?
La pregunta de Darui le sacó un bufido de risa. Tenten, esperando la lucha a su lado, habló antes de que ella pudiera abrir la boca.
—La primera vez que lo vimos se coló en el examen de chunin de Konoha, hace ya unos cuantos años. Su intención era informar a Orochimaru de la situación en Konoha y vigilar a Sasuke.
—Hace unos meses me topé con él en una misión. Se escapó antes de que pudiera matarlo —confesó ella, con un regusto amargo en la boca.
—Mmm…
—¿Qué estará haciendo uniéndose a Obito? —preguntó en voz alta su amiga.
—Quizás sin Orochimaru de por medio esté esperando aliarse con otra persona igual de poderosa.
—Eso quiere decir que seguramente vaya a usar el Edo Tensei. Siendo tan cercano a Orochimaru es imposible que no sepa cómo usar esa técnica.
—De ser así —habló por primera vez el líder de los Hyuga, con expresión seria y fría— tendremos que sellarlos. No sirve de nada enfrentarse a ellos físicamente.
Se hizo un silencio mientras todos contemplaban la envergadura del problema. Obito no necesitaba a ninjas exiliados ni a mercenarios, no si tenía la ayuda de Kabuto y un ejército de muertos. Sin duda alguna ese era uno de los motivos por los cuales Obito había estado tan confiado días antes. No le extrañaba. No importaba lo que hicieran sus peones, la muerte no sería un obstáculo para él como lo era para la alianza. Obito podía hacer servir cuerpo tras cuerpo mientras que la alianza tenía un número finito de integrantes.
Supo que no era la misma que había llegado a esa misma conclusión, a juzgar por los rostros preocupados de algunos ninjas. Aun así, los ninjas resistieron sin decir nada salvo por algún que otro murmuro.
El día se fue alargando, poco a poco, hasta que llegó el amanecer. Comieron y bebieron rápidamente, manteniéndose en alerta por turnos, y siguieron esperando hasta que…
Su clon se deshizo en el agua.
—Están aquí —informó ella de inmediato a Darui—. Mi clon me ha dejado saber que se acerca un gran número de enemigos. Parecen ser Zetsus blancos acompañados por algunos muertos reanimados.
—¡Preparaos para el ataque!
—¡En formación!
Los gritos de alerta se fueron extendiendo por el ejército. Notó la energía tensa y contenida de la gran columna de ninjas que estaban repartidos por toda la esplanada. De repente, escuchó el sonido frenético de los tiburones atacando en el agua y solo cuando uno de ellos saltó, propulsándose en el aire, pudo ver a un montón de Zetsus blancos siendo triturados entre sus múltiples filas de dientes blancos.
Percibió la sorpresa de Hiashi a su lado y en cuanto se fijó más allá de la primera línea de enemigos se dio cuenta de porqué. Su hermano gemelo, fallecido, estaba allí presente junto a otros tantos ninjas muertos que habían sido revividos por el enemigo.
—Deberías encargarte de los clones blancos. No podemos permitir que este ejército sufra demasiadas bajas. Deja que los ninjas de alto rango se encarguen de los muertos.
Seina chasqueó la lengua, irritada, pero asintió. Hiashi parecía dispuesto a pelear con su hermano y Darui estaba hablando con un par de gemelos muertos que habían pertenecido al Rayo, a juzgar por sus bandas ninjas. Su cometido era curar a los heridos y quedarse cerca de Darui para servir como comunicación entre la primera y cuarta división así que eso haría. Impediría que atacaran a Darui por la espalda y limpiaría la zona de la costa. Sus tiburones estaban haciendo un gran trabajo en el agua así que haría lo mismo en tierra.
Conjuró una ola de fuego que desintegró a la primera tongada de Zetsus, los que pudieron resguardarse con la espalda de otros clones fueron repelidos por los ninjas expertos en armas que protegían su propia espalda. Oleada tras oleada de fuego quemó y desintegró a más clones, protegiendo la línea de costa con sus cadenas y una barrera de chakra anclada en ellas. Los ninjas a su espalda solo tenían que rematar a los pocos que podían esquivar su fuego. Hasta que los Zetsus cambiaron de estrategia.
—¡Bajo tierra! —gritó alguien antes de ser apuñalado.
Seina se dio la vuelta al mismo tiempo que muchos de sus aliados repelían ataques bajo sus pies. Algunos se le adelantaron, usando jutsus de tierra para remover el suelo. Ella simplemente lo partió en pedazos, mostrando al enemigo.
—¡Detrás!
Las cadenas hicieron su trabajo protegiéndola de los gusanos que habían intentado atacarla por la espalda. Los ninjas aprovecharon para recomponerse, vigilando el suelo, mientras ella creaba una decena de clones para sanar a los pocos heridos graves. Vio como Katsuyu parecía estar haciendo lo propio con los que habían sido heridos leves.
De reojo, contempló como dos rubios bajaban a ayudar a Darui, quien parecía estar luchando ahora. Sintió como Kurama examinaba la batalla con atención, preguntándose cuál sería el mejor momento para salir, cuando escucharon un rugido descomunal. Todos se giraron, mirando en dirección a la playa, y vieron una aparición de casi 3 metros.
—Pero, eso es…
—…Mi chakra.
Observó con sorpresa la criatura en transformación parcial. ¿Desde cuándo alguien más podía usar semejante forma sin ser jinchuriki? La sorpresa dio paso a un mal sabor de boca. Tenía un mal presentimiento, y algo le decía que fuera lo que fuera no iba a hacerse esperar.
Notes:
Voy con un día de retraso. Ayer intenté actualizar pero me fue imposible.
Quedan exactamente 3 fines de semana antes de que me vaya de vacaciones durante un mes así que espero poder actualizar ambas historias antes de desconectar.
¡Hasta el próximo finde!
Chapter 160
Notes:
Advertencia: de aquí en adelante podéis imaginar multitud de muertes.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Los rugidos del hombre convertido en bestia le pusieron el bello de punta. No porque le pareciera monstruoso sino porque ella podría haber perdido el control de esa forma de no haber tenido la relación que tenía con Kurama. ¿Estaba acaso en sus cabales ese hombre o simplemente se dejó llevar por el chakra demoniaco de Kurama? Y pensar que ni siquiera era un jinchuriki.
—¡Están enviando una vasija de sellado! —gritó alguien del escuadrón de inteligencia.
Seina lanzó una bola de fuego a más Zetsus mientras escuchaba como hablaban del origen de Kinkaku y su hermano. Kurama, en su interior, recordó el momento en que sucedió con irritación.
—Ah… Recuerdo haberme tragado a un par de imbéciles hace años. No creí que fueran esos dos.
Convirtió el chaleco de un ninja al borde de la muerte en un traslador y lo envió con Shizune, al hospital de campaña de la retaguardia. Observó de reojo como los ninjas postrados en el acantilado hacían llover miles de kunais sobre Kinkaku, sin mucho éxito, hasta que una bola de 2 metros lo arrolló. ¡Era Chouji!
—¡RAAWR!
El rugido iracundo de la bestia resonó por toda la playa, pero el equipo de Shikamaru no tardó ni 5 minutos en sellarlo en la vasija que cargaba Darui. Los ninjas de la alianza gritaron, alzando los puños en señal de victoria, cuando se hizo una calma temporal que les permitió recuperar el aliento. De repente, Shikamaru se dio la vuelta, mirándola por encima del hombro y asintió.
—Nosotros nos encargamos de esto. Cuida de los otros.
—¡Katsuyu!
—¡Hai!
—Kage bunshin no jutsu.
Ni siquiera perdió el tiempo aceptando el ofrecimiento de su amigo. Se dedicó a sanar a todo aquel que se le puso delante, liberando ninja tras ninja para que volviera al frente o a las trincheras una vez sanado. Notó con algo de sorpresa como un par de ninjas cubrían su espalda mientras estaba distraída. No sabía qué le sorprendía más, el que se hubieran puesto de acuerdo sin hablar para cuidar de ella o que fueran ninjas de Sunagakure y Kirigakure.
—¡Chouji! ¡Mueve el culo!
—¡Toma! ¡Una de rayo! —escuchó reír fuertemente a Tenten.
Tuvo que evitar girarse a mirar qué estaba pasando cuando escuchó el grito de Asuma, irritado, intercalado con la risa casi infantil de su amiga. ¿Qué demonios estaba pasando ahí abajo?
—Seina-sama, no podemos hacer nada por este.
La voz de un médico de Kumo la sacó de sus pensamientos. Dio un vistazo rápido al hombre y al ver las vísceras colgando fuera de su cavidad abdominal lo envió al instante al hospital con otro traslador. No tenía sentido perder el tiempo en una vida que podía o no salvarse. Tenía incontables heridos que podían regresar al frente en ese preciso instante si tan solo los curaba un par de minutos. Por suerte, Katsuyu estaba sanando a los menos heridos con lo cual liberaba a los médicos para ocuparse de los casos algo más graves.
Escuchó más gritos y el sonido de las llamas agitar el aire. Sintió una gran cantidad de chakra, uno que reconocería con los ojos cerrados, y supo que Chouji debía estar haciendo de las suyas. Se limpió el sudor de la frente, ignorando a los cientos de ninjas peleando a su alrededor, hasta que-
—Nee-chan. Finalmente lo conseguí. ¡Espérame! ¡Tengo muchas cosas que contarte!
La voz de Naruto resonó por su mente, sorprendiéndola. Ni siquiera había pasado el tiempo acordado, ¿y ya lo había conseguido? Notó como Naruto había apagado su conexión de nuevo para no distraerla, lo que le permitió pensar para sus adentros en su hermano. Estaba segura que había pasado los últimos 3 días entrenando sin dormir, echando alguna que otra cabezada para poder lograr su objetivo cuanto antes.
No supo cuánto rato estuvo peleando y curando. Era un trabajo interminable. Poco a poco, no obstante, empezó a notar un descenso de heridos y se dio cuenta que había menos heridos porque casi todos los enemigos estaban siendo sellados con éxito por el equipo de sellado. Hasta que finalmente escuchó las palabras que más quería escuchar.
—¡Este es el último!
—¡Sí, señor!
—Quemadlos.
Se estiró, sintiendo su espalda crujir, cuando una cantidad de chakra gigantesca apareció a pocos cientos de metros.
—¡RAAAAAAWR!
Todos se giraron a mirar al mar. Allí, a lo lejos, había una estatua de carne más grande que un rascacielos. El chakra que contenía era tan poderoso que hizo que se le pusiera el bello de punta por todo el cuerpo.
—¿¡Qué es eso!?
—¡Es más grande que Chouji!
Seina no escuchó nada mientras contemplaba aquella cosa monstruosa mirar en su dirección. Era una especie de hombre despellejado hecho de una carne que parecía tener la textura de la madera. De su espalda salían múltiples ramas cortadas, como si alguien se las hubiera serrado. Su rostro estaba cubierto por lo que parecía ser una venda, como si fuera un alma en pena condenada por sus pecados. En sus muñecas, tenía dos grilletes metálicos pero ninguna cadena. Si no fuera porque era un ser inhumano y atroz, y porque su chakra perverso le ponía los pelos de punta, hasta le habría compadecido.
Observó como Chouji y su padre, agigantados, intentaban frenarlo. La cosa solo gruñó y rugió, haciéndole apretar los dientes del dolor. Se levantó una onda de viento casi huracanada que echó por los aires a todo aquel que pilló desprevenido. Por suerte, tuvo el tiempo suficiente para alzar sus cadenas y proteger la playa y la explanada tras ella. Los Akimichi y los ninjas adelantados frente a ella no tuvieron tanta suerte y salieron despedidos entre gritos.
—¡Barreras de tierra!
—¡Contenedlo!
Seina sacudió la cabeza. Era un chakra tan poderoso que no iban a poder con jutsus normales. Saltó al agua, dejando de lado la seguridad del acantilado, y echó a correr. Shikamaru e Ino echaron a correr tras ella sin ni siquiera hacer preguntas, a pesar de que escuchó la maldición de su amigo mascullada entre dientes. Darui los siguió un paso atrás. En cuanto estuvo a rango y vio que estaba distraído con Chouza, las 13 cadenas de adamantina salieron despedidas de su estómago y lo rodearon extremidad a extremidad, torso, cabeza y piernas. Lo retorció, ignorando los rugidos y estruendos que le habían hecho sangrar un oído, y lo contuvo. Escuchó el vitoreo de sus camaradas resguardados en la costa cuando vieron que el monstruo había sido retenido.
—¿Y ahora qué hacemos con esto? —jadeó Ino al ver que ella no podía hablar del esfuerzo que estaba haciendo.
Darui miró por encima de su hombro, moviendo un brazo vigorosamente.
—¡Equipo de sellado!
—¿Crees que podremos sellar algo así? —preguntó Shikamaru a Darui, recuperando el aliento con la tregua que ella les estaba dando—. Seina es la única que parece poder contenerlo, y eso que es una jinchuriki y una Uzumaki. Debemos acabar con Obito.
—Buena idea.
—¿Dónde está? —preguntó la voz de Kitsuchi, apareciendo tras ella acompañado de más ninjas.
Seina no pudo hacer más que mantenerse concentrada en retener a la abominación con sus cadenas, pero ojalá se dieran prisa porque no podía hacer nada más que eso. Sus dientes chirriaron del esfuerzo cuando, de repente, sus cadenas colapsaron en el aire. La estatua… había desaparecido.
Unos brazos la cogieron cuando se inclinó para recuperar el aliento, sintiendo de golpe todo el gasto que había hecho.
—¿Estás bien?
Levantó la cabeza, viendo que el que la había cogido era Darui, y asintió. Le pasó un brazo por la espalda, viendo que le temblaban las piernas, y regresaron a la costa.
—¡Comandante! ¡La vasija ha desaparecido! —gritó un ninja, apareciendo frente a Darui con expresión horrorizada.
Se hizo un silencio mientras se preguntaban por qué Obito se había rendido tan fácilmente… y si tendría algo que ver con la vasija. Shikamaru la miró, como si le hubiera leído el pensamiento, y supo que estaban pensando en lo mismo.
—El chakra de Kurama.
—¿Qué? —preguntó Ino—. ¿A qué te refieres?
—¿No te acuerdas de lo que hablamos? Una pequeña parte de chakra infinito sigue siendo infinito.
—Obito debe estar cansado de esperar… —dijo ella, preocupada. Muy preocupada.
—Pero entonces… solo le faltaría el chakra del bijuu de Killer B, ¿no?
Seina palideció de golpe. Su mente le facilitó la imagen de Obito, sosteniendo un trozo de tentáculo en aquella ridícula cumbre, y supo que ya tenía todo lo que necesitaba. Tanto tiempo intentando frenar sus planes y ahora… ¿Había sido para nada?
—Shikamaru… Obito tiene un tentáculo de Gyuki. ¿Qué hacemos ahora?
—¿Te refieres a…? —pregunto su amigo, palideciendo él también—. Tenemos que contactar con el escuadrón de inteligencia.
—Contactaremos con el cuartel general, pero desde un lugar seguro.
La orden de Darui los interrumpió. La noche era inminente y todos estaban agotados, en mayor o menor medida. Se alimentaron haciendo turnos, limpiando la playa de Zetsus blancos y recogiendo las armas que habían lanzado. Vio como Darui estaba enviando un informe al cuartel general con los nervios en punta.
Le habría gustado poder cerrar los ojos 5 minutos pero, de golpe, sintió el chakra extraño de varios Zetsus acercarse. No estaban recorriendo la playa como antes, si no que estaban acercándose a paso lento desde el perímetro. Levantó la cabeza, mirando hacia donde sentía el chakra enemigo, pero no vio nada. Solo porque estaba vigilando a los ninjas de cerca, usando su chakra para agudizar su visión, fue que vio a un ninja aliado sacar un kunai dispuesto a matar a un compañero.
Reapareció sin pensarlo, apartando a ese ninja disfrazado que claramente no era un aliado. Los verdaderos aliados, al ver como mataba a uno de los suyos de un puñetazo, se pusieron en alerta. En cuanto el disfraz se disipó y apareció el Zetsu blanco se levantaron las voces haciendo sonar la alarma.
—¡Estamos siendo infiltrados!
—Kage bunshin no jutsu.
Envió a sus clones a destruir a los Zetsus. Al ver que su tapadera había sido desbaratada los clones intentaron aniquilar al máximo número de aliados posibles, pero, para su desgracia, estaban tan en alerta que solo pudieron herir a un par antes de ser repelidos.
—¿¡Qué está pasando!? —gritó Darui, saliendo rápidamente de la trinchera donde estaba reunido con el equipo de comunicaciones.
—Zetsus blancos están infiltrándose en el campamento.
—¡No pudimos distinguirlos, tienen el chakra de nuestros aliados!
Darui se giró a mirarla a ella, viendo que era la única que había sido capaz de notar algo raro. Seian se encogió de hombros.
—Podía notar el chakra de Zetsus y algo extraño.
—Algo es algo. Mantén a tus clones en el perímetro, no quiero que pase uno de esos gilipollas. Voy a avisar de esto también.
—Hablaré con Sasuke. A lo mejor se están infiltrando también en su división. Quizás Gaara podría detectarlos.
—¿Crees que los detectaste por ser jinchuriki?
Se volvió a encoger de hombros. —¿Qué otra cosa me diferencia de los demás? Soy la única jinchuriki.
—Y la única Uzumaki —le recordó Shikamaru.
—Bien visto.
Sabía que los Zetsus eran modificaciones de las células de Hashirama, pero, ¿poder clonarse en otras personas imitando incluso su chakra? Era algo que el departamento de la morgue no había sido capaz de descubrir en Konoha. Quizás porque solo habían dispuesto de un cuerpo y éste no se había clonado en ningún ser antes de morir. Aun así… eso significaba que la hipótesis de Shikaku de hacía ya días estaba ganando peso. Si Zetsu podía clonarse al absorber el chakra de alguien vivo, y si Madara había estado vivo hasta hacía relativamente pocos años… ¿Qué le impedía a Obito mandar a un clon de Madara o a Madara reencarnarse en un cuerpo mejorado, vivo? No. Ahora que lo pensaba. Seguro que Zetsu tenía también el chakra de Nagato… ¿Sería posible que al clonarse en alguien pudiera obtener su kekkei genkai? Eso explicaría cómo Obito parecía haber obtenido otro rinnegan con el cual invocar la estatua.
Pero, entonces, ¿por qué intentar hacerse con el cuerpo de Nagato? La única conclusión a la que llegaba era que, de alguna forma, los clones de Zetsu fueran más débiles que el original. Obito también había dispuesto de parte del tentáculo del Gyuki y podía absorber el chakra de Kurama de Kinkaku con la ayuda de Kabuto, pero no lo había hecho servir de buenas a primeras. Obito quería a los originales porque eran más poderosos, pero también era impaciente.
Al ver que ella no estaba usando a Kurama en la batalla había preferido llevarse la vasija. Era justamente lo que quería evitar, impidiendo que Kurama participara, pero no había servido de nada al final.
Antes de que pudiera contactar con Sasuke, sintió la voz de Shikaku en su cabeza.
—Seina, parece que eres de las pocas personas, junto a Naruto, que puede detectar esos clones mediante el chakra. Creemos que es por vuestra sangre Uzumaki, más por el hecho de que ambos seáis jinchuriki. Gaara y Killer B son incapaces de notar la diferencia —le dijo, anticipándose a sus preguntas—. Nagato ha aparecido en el hospital de campaña y rápidamente ha logrado reducir a todos los Zetsus. Por suerte, el sharingan de Itachi y Sasuke también es capaz de detectar anomalías, así como el byakugan de los Hyuga. Ahora mismo cada división está protegida, pero no sabemos por cuánto tiempo y cuál será el siguiente paso de Obito.
—Shikaku, con el chakra de Kurama de Kinkaku-
—Lo sé. He hablado con las otras divisiones y parece que también han tenido problemas con ninjas revividos de alto rango. Gaara y su división ha tenido que enfrentarse a los antiguos Kage, los que Kabuto ha podido revivir al menos. Creemos, no obstante, que todavía tiene guardados a unos cuantos cuerpos. Así que estate atenta.
—No creerás que…
—Es posible. Teniendo en cuenta las habilidades del sharingan creo que la mejor baza es que Itachi se encargue de Kabuto. Él me dijo que tenía el ojo de Shisui, y me explicó lo que había pasado con detalle así que sé que puede hacerlo. Mientras tanto, estad alerta. Obito volverá a hacer de las su- Mierda.
—¿¡Qué pasa!? —preguntó ella al notar la sorpresa que sentía Shikaku.
—Madara Uchiha ha aparecido en la cuarta división. Tengo que dejarte.
Sintió como se desconectaba de ella, dejándola sola.
—¡Necesitamos refuerzos! —gritó de repente Sasuke, su voz reverberando en su mente—. ¡Demasiados heridos!
—¡Darui! La cuarta división está en problemas. Madara ha sido reencarnado. Al parecer los heridos son cuantiosos.
—Ve. Con tus clones podemos hacer frente a los Zetsus. Mientras no tengamos más órdenes nos quedaremos aquí.
Desapareció al instante. Cayó en mitad de una duna, al lado de sus hermanos, escuchando de repente los gritos taladrarle los oídos.
—¡TODO EL MUNDO FUERA! —la voz de Gaara ordenando que se movilizaran hizo que se diera la vuelta.
Reconoció una especie de meteorito gigante caer sobre ellos, provocando una estampida. Saltó en el aire, tocando la roca, y la envió en mitad del océano, en un lugar que ya tenía preparado de antemano. Le dio un vuelco el corazón cuando vio como caía otra roca gigantesca sobre su cabeza, pero se recuperó al instante, haciéndola desaparecer también. Vio como los ninjas dejaban de huir, volviendo a retomar sus posiciones. Gaara la encontró con la mirada, dándole un asentimiento de cabeza.
—¿Oh? —escuchó decir—. Muy interesante.
Levantó la cabeza y los vio. Un hombre lleno de vendas y un Uchiha. Solo podía ser Madara. La miró fijamente, con un ojo de cada color, y supo que había llamado la atención para mal.
—¿Progenie de Tobirama? Mmmm… No. ¿Quién eres? —Seina no dijo nada, sintiendo como Sasuke y Naruto se ponían a sus lados, mirando fijamente a Madara—. Y un Uchiha…. Sea como sea, hay algo que quiero probar.
Madara empezó a realizar unos sellos que nunca antes había visto, pero que parecían sospechosamente a los que usaba Yamato. Del suelo surgieron decenas de ramas, tan grandes como edificios, que se lanzaron peligrosamente sobre ellos. De nuevo con el vínculo entre los 3 abierto, Naruto y Sasuke comprendieron lo que quería que hicieran al instante. Sasuke envió sus llamas negras a Madara, distrayéndolo, mientras que Naruto lanzó una bijuu dama entre el hueco de sus cadenas que creó especialmente para él.
Se levantó una humareda de ceniza, humo y polvo que Naruto se encargó de disipar con una bocanada de aire.
—¡Tsunade-sama!
—¡Kuchiyose no jutsu! ¡Seina, encargaos de ese! ¡Yo me encargo de los heridos! —dijo su maestra, recién aparecida en el terreno de batalla, habiendo hecho uso del traslador que le preparó en sus coordenadas a modo de emergencia.
—Nosotros nos encargamos de Mu-sama.
Escuchó el movimiento detrás de ellos: como su maestra empezaba a curar a los heridos y como un equipo se desviaba en busca del elusivo Kage muerto. No vio como se alejaban porque no quería perder de vista a Madara, pero notó la presencia de cientos de ninjas esperando que se iniciara el combate de nuevo.
—Itachi está yendo a por Kabuto así que lo único que tenemos que hacer es distraer a este el tiempo suficiente para que Itachi acabe con el Edo Tensei.
—¡Genial!
—¡Esperad! —llamó la voz del Raikage cuando Naruto iba a lanzarse a atacar a Madara—. Vosotros sois más necesarios en otro lado.
—¿¡Qué!? ¡Estábamos a punto de acabar con él!
—Obito ha reanimado a los otros jinchuriki… Killer B necesitará ayuda para lidiar con ellos.
Los otros Kage se habían reunido allí con ellos poco a poco sin que se dieran cuenta. Vio como Tsunade-sama dejaba de curar a los heridos, prefiriendo usar la invocación de Katsuyu, y se reunía con los líderes de las otras aldeas. Su maestra asintió, reforzando las palabras del Raikage, e hizo un gesto con la cabeza para que se marcharan. Seina dio un último vistazo a Madara, viendo como este empezaba a sonreír, y escuchó el chasquido de lengua de Sasuke.
—Será mejor que vayáis vosotros… Yo me quedaré aquí.
—¿Estás seguro?
—Sí. La única posibilidad que tienen estos contra el sharingan es que alguien que tenga el sharingan luche contra él… Con el mangekyo eterno y 5 Kages Madara debería caer tarde o temprano. Al menos hasta que Itachi se encargue de Kabuto.
—Sasuke quiere quedarse con vosotros.
—Un Uchiha contra un Uchiha no nos vendría mal —afirmó Mei Terumi, relamiéndose los labios.
—Marchaos.
Naruto y ella dieron un último vistazo a Sasuke, irritados por tener que dejarlo solo de nuevo, y se marcharon en una desaparición silenciosa.
—Tendría que haberte dado uno de mis sellos —dijo ella, suspirando, mientras echaba a correr en dirección a Killer B—. A este paso llegaremos tarde.
Un rugido la cortó de golpe. Intercambió una mirada preocupada con Naruto, sin dejar de correr. Estaba harta de correr de arriba abajo, pero no parecía quedarle otra. Llegó al claro al mismo tiempo que los otros jinchuriki muertos y revividos se transformaban en su segunda fase.
—Pero, ¿¡no les habían extraído a los bijuus!?
—¡Ahora no es el momento para preguntarse cosas! —gritó ella para hacerse escuchar por encima de los rugidos—. ¡Kurama!
El rugido que salió de su interior inundó el claro por duplicado. No pudo suprimir la sonrisa al ver como el Kurama-yang de Naruto rugía también, liberándose del sello como lo hacía su Kurama-yin. Dejó que el chakra demoníaco la envolviera mientras saltaba a lomos de Kurama, en su tamaño máximo, en un movimiento económico que apenas duró un segundo. Gyuki bramó, apareciendo de la nada en una explosión de tentáculos.
—¿Preparada para la última fase? —preguntó retóricamente Kurama.
No pudo atinar a decir nada de lo excitada, y sedienta de sangre, que se encontraba. El chakra burbujeante de su bijuu los transformó a ambos. Vio las marcas negras recorrerle la piel de las manos hasta llegar a la cara, sus ojos ardieron un segundo antes de evolucionar, enrojeciéndose. Notó la capa de chakra cubrirla como una manta, salvaguardando cada milímetro de su cuerpo.
—Siento como si mi hermano estuviera encadenado por uno de esos moduladores de chakra.
—Debe estar conectado a la estatua esa que vimos antes, la que tiene el chakra sellado de los bijuus. Eso explicaría cómo pueden usar el chakra de los bijuus estos muertos.
—¡Yosh! ¡Quitémosle esos moduladores!
—Yo me encargaré de retenerlos —dijo Gyuki—. Uno de vosotros deberá distraerlos mediante ataques mientras el otro busca ese modulador.
—¡Vamos, Kurama!
Notes:
Solo faltan 2 fines de semana antes de que empiece mi mini hiatus por vacaciones. ¿Podrán derrotar a Madara y a Obito? ¿Se acabará la guerra o solo habrá empezado?
Chapter 161
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Su vínculo abierto les ayudó a formular un plan en apenas un par de segundos, mientras cabalgaban sobre sus respectivos bijuus en dirección a la pelea. Seina tenía sus cadenas así que era más eficiente que ella se encargara de distraer y capturar temporalmente a los bijuus. Naruto, quien también podía usar un par de cadenas, usaría su reducido número de cadenas de adamantina para retirar los moduladores sin tener que acercarse demasiado.
El mono gigantesco de color rojo fuego con 4 colas rugió mientras ella lo apresaba con las cadenas y su Kurama lo empujaba contra el suelo, usando su peso para tenerlo controlado. Naruto buscó frenéticamente los moduladores de los que hablaba Kurama.
—¡Creo que tiene uno dentro! ¡Voy a tener que entrar!
—¿¡QUÉ!? —gritó ella, incrédula, dejando de mirar al bijuu para mirar abajo, en dirección a su hermano—. ¿¡Cómo que entrar!? ¿¡Estás tonto o qué!?
—¡Sé lo que digo!
Seina maldijo en voz alta, furiosa, mientras veía como Naruto se adentraba en la boca del bijuu. Pudo notar la incredulidad de Kurama bajo sus pies, tan conectados por su chakra como estaban ahora. El bijuu intentó clavarle un cuerno a Kurama, pero éste lo tenía bien sujeto. Aun así, la fuerza que estaba haciendo para sacárselos de encima era inmensa y sintió como sus cadenas se tensaban. Sabía que no podría sujetarlo indefinidamente así que esperó a que Naruto se diera prisa haciendo lo que sea que estuviera haciendo. Entonces, notó como una parte de Naruto se desconectaba de ella, y se preocupó momentáneamente.
Antes de que pudiera abrirle la boca al bijuu y rescatar a su hermano, escuchó el sonido metálico de algo chocar contra el suelo y al mirar abajo vio un modulador de chakra muy grande, tan negro como los que usaba Nagato para su jutsu, y supo que su hermano lo había conseguido. Notó como Naruto regresaba a su vínculo con un sentimiento de alivio. Aun así, cantó victoria demasiado rápido puesto que el mono se contrajo, rugiendo, como si todavía siguiera preso.
—¿¡Por qué no se desconecta!? —preguntó ella a Kurama.
—¡Parece que todavía está siendo controlado!
Kurama saltó en el aire, esquivando a Gyuki que había sido lanzado por los otros jinchurikis semi transformados, cuando Yonbi fue reclamado por la estatua de Obito, todavía rodeado de cadenas. Seina suspiró cuando vio a su hermano intacto. A su lado, estaba tendido el cuerpo sin vida del jinchuriki del 4 colas.
—No te relajes demasiado. Mira eso —le dijo Kurama, mirando a la lejanía—. Creo que a esa rata no le ha gustado demasiado que le quitemos a un bijuu.
Vio como los distintos jinchurikis se transformaban en sus respectivas bestias con preocupación. Todo fue tan rápido que solo su experiencia creando bijudama fue lo que le puso en preaviso a lo que estaba apunto de pasar, y debido a eso, a Naruto. Notó como se arremolinaba el chakra demoniaco en la lejanía, siguiendo el mismo patrón que ella usaba. El patrón que Kurama le había enseñado. Supo qué iba a pasar antes de que pasara.
—¡Vamos a tener que enviarlas lejos, Naruto! —exclamó.
—¡Kage bunshin no jutsu!
Ambos crearon unos cuantos clones. Su hermano podía usar el hiraishin pero no tenía su misma experiencia. Seina se encargaría de las bijudama mientras Naruto atacaba a los bijuu, evitando que volvieran a formar de nuevo el ataque.
—¡Aquí vienen!
Seina contempló con toda su atención como se acercaban esas masas gigantescas de energía. Un solo fallo y moriría carbonizada.
—Un poco más cerca… Un poco más…
En cuanto la tuvo a tocar desvió el ataque al océano, sintiendo el calor del chakra demoníaco rozar su piel un mísero instante antes de desaparecer. Vio como todas las bolas de chakra habían desaparecido, suspirando de alivio. El sonido de los rugidos la devolvió a la realidad. Vio a Naruto contener a un bijuu con sus 2 cadenas y a otro con el peso de Kurama. Gyuki estaba haciendo lo mismo con otro bijuu. Los otros 2 bijuus restantes se estaban acercando peligrosamente a ella.
—¡Agárrate!
Antes de que pudieran embestirla, el Kurama-yang dio un coletazo al bicho gigante que había sido contenido dentro de Fu, y la mandó volando a los tentáculos de Gyuki, pero escapó usando sus alas. Volvió a lanzarse en su dirección, surcando los cielos sin que nadie se lo impidiera. Aun así, no era intocable. Con sus cadenas contuvo al bijuu volador, cazándolo en el aire y arrancándole un chillido agudo mientras lo estrangulaba, a la vez que Kurama cogió en el vuelo con sus zarpas al gato envuelto en llamas. Los siseos, rugidos y gruñidos eran ensordecedores. Le dolían los oídos, pero no pudo hacer nada al respecto mientras batallaban contra 5 bijuus.
Volvió a sentir ese patrón de chakra y al girarse vio a escasos metros la boca abierta de Matatabi creando una bijudama. Lanzó una de sus cadenas, clavándosela en la garganta, deshaciendo de golpe el justu al impactar con su cadena cargada de chakra. Casi sin quererlo, vio el modulador de chakra, negro, clavado en su cuello. Estaba camuflado por las llamas oscuras que envolvían su cuerpo, pero ahora que lo había visto sabía que podía quitárselo.
Kurama pareció intuir lo que iba a hacer puesto que lo sujetó con las garras contra el suelo, dándole un golpe sordo que hizo volar la tierra por los aires. La cadena se desincrustó de su garganta y agarró la estaca metálica, tirando de ella con todas sus fuerzas. Sintió el grito eufórico de su hermano en la lejanía y supo que había conseguido arrancar su propio modulador. Cuando, de repente…
Seina pestañeó.
—¿Dónde estamos? —se preguntó, viéndose rodeada de todos los bijuus a los que acaban de rescatar.
Su hermano estaba de pie, a su lado, frente a su mitad demoníaca.
—Estábamos esperando —susurró una tortuga gigantesca.
—Las cadenas de chakra y los moduladores nos han traído al plano psíquico de bijuu —le dijo Kurama, mirándola desde arriba—. Aquí el tiempo es relativo, y estamos conectados por el chakra que compartimos.
—Así que sí que habéis podido llegar hasta aquí, justo como predijo el Yonbi.
Seina y Naruto se dieron la vuelta, siguiendo la voz hasta que encontraron a una chica rubia, sentida en la cabeza de Matatabi.
—Os damos las gracias en nombre de todos los jinchuriki y bijuu —dijo otro. Por su descripción física y por el hecho de que estaba postrado encima del bijuu tortuga supo que era Yagura, el antiguo Mizukage.
Naruto se puso a llorar mientras ella lo miraba extrañada.
—Pareces más pequeño, más joven y más débil que yo… Ser jinchuriki es duro, ¿verdad? —dijo su hermano, muy sentimental. En cuanto comprendió que lo estaba tomando por un niño pequeño se empezó a reír a carcajada limpia, llorando de la risa. Naruto se giró a mirarla, consternado—. ¿Acaso no estoy diciendo la verdad?
—¡Ese es el antiguo Mizukage, idiota! —dijo como pudo, entre risas.
—¿¡QUÉ!? ¿¡Pero el Mizukage no era un adulto!? ¡Eso ponía en el libro bingo!
—¡SOY UN ADULTO! —gritó histérico, con una vena engrosada en la frente, Yagura.
Escuchó las risas de los otros jinchuriki y bijuu. El Kurama-yang de Naruto bufó una risa, sacudiendo la cabeza con incredulidad, mientras que su Kurama-yin se partía de risa.
—Estamos aquí porque el Yonbi nos invocó —cortó Utakata, volviendo a temas más serios—. Nos dijo que te diéramos algo.
Seina contempló como su hermano recibía el nombre de cada jinchuriki y bijuu, y con el nombre un poco de su chakra. Estaba orgullosa de lo que Naruto estaba consiguiendo y esto que estaba viendo reafirmaba más su creencia de que Naruto tenía el poder para reconducir el mundo ninja a otro nivel, a conseguir una verdadera paz. Nagato estaría orgulloso también si pudiera verlo.
Entonces, justo cuando su hermano se secaba un par de lágrimas emocionadas, los bijuus se giraron a mirarla a ella. Seina dio un respingo al tener toda la atención centrada en ella de improvisto.
—Tú eres diferente. Él esperaba que aparecieras. Sabía que lo harías —habló Matatabi.
—¿Yo?
—Dijo que en algún momento las cosas serían distintas, que aparecería un ser que lo cambiaría todo… Alguien que está por encima de todo, capaz de unir ambas partes como siempre han estado destinadas a ser unidas. Alguien que sería clave para alcanzar el equilibrio.
—Tú eres ese nexo —dijo su Kurama, asintiendo a las palabras de sus hermanos—. Durante mucho tiempo he pensado en las palabras de mi padre, y finalmente entiendo qué quería decir hace ya siglos.
—Pues yo sigo sin entender nada. ¿Qué partes representa que estoy destinada a unir?
—A unir y traer el equilibrio —corrigió Isobu.
—Él dijo que lo sabrías cuando llegara el momento.
Seina suspiró, irritada. —¿Y cuándo es ese momento? Por si no os habéis dado cuenta, estamos en mitad de una guerra.
—Tranquila, lo que está destinado a suceder… sucederá.
Seina pestañeó, apareciendo en el mundo real. Vio como los bijuus eran absorbidos en la estatua, dejando caer los pesos muertos de sus jinchurikis sin vida. Sintió el chakra familiar de su marido, dándose la vuelta con una sonrisa. En cuanto sus miradas se encontraron vio como suspiraba aliviado. A su lado, vio a Guy y a Jiraiya.
Saltó de la espalda de Kurama, sin perder de vista de reojo a Obito, montado en la estatua a lo lejos. Kurama se sentó a su lado, descansando un poco ahora que tanto ellos como Obito parecían estar deliberando el siguiente ataque. Examinó de pies a cabeza a su marido, viendo que estaba bien, y le curó las pocas heridas que sentía. Kakashi apretó su mano reluciente, observándola también a ella, y luego a Naruto.
—Estáis bien —dijo él aliviado, como si necesitara proclamarlo en voz alta—. Casi me da algo.
Jiraiya bufó una risa. —Tuve que retenerlo para que no saliera corriendo como un idiota.
Seina vio como Naruto miraba fijamente a Obito, sin decir palabra. Obito, al contrario, parecía estar temblando en su sitio. No retrocedió, pero algo en su aura estaba un tanto indeciso. Escucharon sus palabras gritadas, como si quisiera convencerse a sí mismo de lo que estaba diciendo.
—Después de que acabe esta guerra, no habrá pasado o futuro. Nada de lo que existe ahora importará entonces. ¡Nada!
—Seina —llamó Jiraiya a su espalda—. Quiero que me envíes con Tsunade.
Lo observó por encima del hombro. Vio su expresión seria, decidida, y supo que algo había cambiado. No supo el qué ni cuándo, pero parecía… renovado. Algo en su mirada hizo que no discutiera con él. Comprobó las coordenadas de Sasuke y lo envió lejos. Kakashi sonrió de forma diminuta en su dirección, cuando levantó una ceja cuestionándolo.
—Creo que Jiraiya-sama ha descubierto que la vida es más corta de lo que pensaba, y que no vale la pena tener remordimientos a última hora.
—¿Te refieres a que…?
—Sí.
Seina estaba sorprendida. Gratamente sorprendida. ¿Jiraiya por fin había decidido actuar en lugar de huir como un cobarde? Se preguntó qué cara pondría su maestra en cuanto viera que Jiraiya había dejado de lado el frente, donde más lo necesitaban, solo porque quería asegurarse de que ella no muriera porque la quería. Bien por él.
—¡Algo está pasando! —gritó Naruto, el único que no se había dado la vuelta a ver como desaparecía Jiraiya.
—¡Los jinchuriki están desapareciendo!
—Itachi debe haberlo conseguido —rio ella, aliviada, mientras veía como múltiples halos de luz blanca se desplegaban por el cielo, a lo largo del horizonte.
—Oye, tíos, tenemos un problema —cortó la voz de Sasuke, cansada y exasperada—. Madara no ha desaparecido. Se ha autoliberado del Edo Tensei.
—¿¡Qué!?
—Más bajo, Naruto. Ugh…
—Tendrás que seguir reteniéndolo con los demás Kage. Aquí nos queda todavía la estatua.
—Entendido. Al menos ahora está Jiraiya aquí. ¿Cosa tuya?
—Sí. Nos vemos luego, Sasuke.
—¡Aquí no hemos acabado, nee-chan, así que acabemos con esto!
Naruto salió corriendo, viendo que Obito parecía haber llegado a una conclusión luego de examinar las luces a lo lejos, y ella lo siguió. Killer B, todavía transformado en Gyuki, se lanzó sobre sus cabezas. Obito intentó esquivarlo, pero consiguió darle un puñetazo cuando esquivó un tentáculo. La estatua salió volando y luego cayó al suelo con un enorme estruendo.
—¡Quítate la máscara y enseña tu rostro al mundo! ¿O es que eres un cobarde?
—Qué inoportuno eres… —suspiró Kakashi, subiendo a lomos de Kurama cuando ella le hizo un gesto. Evitó mirar fijamente a Obito, y éste hizo lo mismo.
—Bueno, no es como si no supiéramos quien es, eh, Obito.
—¿Sabes qué? Ya estoy harto así que voy a tener que hacerlo —dijo Obito, saltando en frente de la estatua y llevándose las manos en un sello que invocó la calabaza robada.
Seina ni siquiera lo pensó. Le lanzó todas sus cadenas, dispuesta a pararlo antes de que pudiera hacerlo, pero, aunque pudo retener la calabaza vio como Obito había sido más rápido lanzándole el tentáculo del Gyuki que tenía en su mano.
—¡Que no se trague la calabaza! —gritó ella—. ¡Tiene el chakra de Kurama, Naruto!
En un segundo Obito estaba allí, en otro apareció detrás de ellos, lanzándole una bola de fuego que Kakashi repelió con un chorro de agua. Naruto cogió la calabaza mientras que Guy lo atacaba frontalmente para distraerlo. Una patada logró darle de lleno, enviándolo de nuevo lejos.
—¡La tengo!
Retrocedieron lejos de la estatua, llevándose consigo la calabaza, y enviándola lejos con el hiraishin para que Obito no pudiera acceder a ella. Justo cuando suspiraron aliviados escucharon como Obito empezaba a reír. No era esa risa estridente, falsa, que había teatralizado desde hacía años, no fue una risa alocada, trastocado por haber perdido su última baza… No. Fue la risa de alguien que ha ganado.
Observaron como se creaba un remolino en mitad del aire y escucharon el rugido de una bestia antes incluso de verla. Seina lo comprendió todo demasiado tarde. Kinkaku apareció, enfurecido y transformado aun por el chakra de Kurama, y antes de que pudieran hacer nada, Obito lo lanzó contra la boca abierta de la estatua. En cuanto desapareció entre esas fauces, la mandíbula se cerró con un chasquido potente, y supo que no habría forma de sacarlo de allí.
—Veo que Kakashi no te contó mi pasado como bromista, ¿eh? —dijo Obito, totalmente tranquilo—. Yo también tengo mis trucos. Sabía que sentiríais el chakra del Kyubi en la calabaza y que intentaríais quitármela así que dejé a Ginkaku adentro, para que supierais que no estaba vacía, pero liberé a Kinkaku, guardándolo en un lugar seguro. En cuanto bajarais la guardia al haberme robado la vasija, sería ridículamente fácil aprovechar el momento para invocar a Kinkaku. Y así ha sido.
La estatua se contrajo y, de repente, gritó. Parecía estar transformándose en algo nunca visto. Obito la observó un instante por encima de su hombro antes de girarse a mirarlos a ellos de nuevo.
—Este mundo ya no necesita esperanza o futuro, o héroes famosos. Incluso aunque esté incompleto, el genjutsu infinito puede ser alcanzado… La realidad llegará a su fin y todo lo que exista será un solo sueño sin fin que durará toda la eternidad. Nunca más habrá guerras ni malos sentimientos. ¡Solo con una consciencia colectiva podremos encontrar la verdad!
—…Mis padres, y a mi gente querida que murió…. Ellos son mis héroes. Los niños adoran admirar a sus héroes: son un ejemplo y una esperanza. Es por eso que puedo seguir mi camino sin titubear. Por eso quiero convertirme en el mejor Hokage de todos. ¡Quiero ser el Hokage que acabe con las guerras, el Hokage al que todos los niños puedan admirar! ¡Ese es mi sueño, idiota! Seina, encárgate de contener a la estatua con tus cadenas. Si podemos librarnos de Obito la estatua debería desaparecer, ¿no?
Seina no dijo nada, asintiendo no verbalmente. Sabía que las palabras de Naruto eran reales, pero también eran una distracción. Había notado como creaba un clon hacía unos segundos, usando el discurso de Obito para preparar el terreno de su nuevo ataque. En cuanto Obito siguió hablando…
—¡Toma esta bijudama!
Obito lo esquivó, como si fuera de plastilina, y reapareció al segundo de carne y hueso. Seina se lanzó con Kurama, dejando que Kakashi saltara a ayudar a su hermano, mientras sus cadenas de movían en el aire, danzando solo con su chakra. Lo último que quería era tener que descubrir que la estatua podía absorber el chakra de Kurama a raíz de sus cadenas. Lo encadenó, ignorando los rugidos, asegurándose de que su espalda estaba protegida de Obito por el rabillo del ojo.
Los ojos de la bestia empezaron a abrirse, llorando lo que parecía ser sangre, así que le vendó los ojos con una de sus cadenas. Empezó a removerse entre ellas, haciendo que sudara del esfuerzo, así que apretó sus extremidades, forzándolo a arrodillarse y a postrarse contra el suelo. Gyuki la ayudó, saltando encima del monstruo que rugía, se retorcía y arañaba al aire.
—¡Daos prisa! —bramó Gyuki—. ¡No creo que aguantemos mucho más!
Seina no perdió visión de la estatua, pero tampoco pudo evitar mirar a la pelea que estaban teniendo Guy, Kakashi y Naruto contra Obito. Parecía que Kakashi se había dado cuenta de algo respecto a kamui. Mientras más veía los ataques coordinados de su familia más se daba cuenta de que parecía que Kakashi estaba intentando usar el mismo kamui contra Obito.
—No sabía hasta que punto kamui estaba ligado a ti, pero ahora lo sé —reconoció Kakashi, hablándole directamente a Obito por primera vez desde que murió—. Obito… qué bajo has caído.
No pudo ver el ojo de Obito, mirando fijamente a su marido, pero toda su postura corporal denotaba lo irritado que estaba. Aun así, no dijo nada para hablar o defenderse. Solo pausó la pelea un segundo y luego desapareció.
—¡Cuidado! —gritó Kurama, mirando al cielo.
Alzó las manos, creando una barrera mágica al instante que protegió a Kurama y a Gyuki de ser atravesados por unos moduladores de chakra modificados. Estos revotaron contra su barrera, cayendo por los lados inofensivamente. La estatua aprovechó para intentar moverse, sin mucho éxito. Obito no pareció muy angustiado porque su ataque hubiera fallado, quizás porque estaba demasiado ocupado esquivando la lucha física contra su hermano y los ataques de kamui de Kakashi.
—Parece que fallaste la teletransportación, Kakashi —se regocijó Obito—. Una pe-
—¡No del todo!
Naruto apareció de la nada, con la ayuda de Kakashi, portando una gigantesca bijudama. Seina enmudeció, con el corazón en un puño. ¿¡Estaba loco!?
—¡Es inútil!
—¡Ah, ¿sí!? —gritó Naruto, riendo, usando su verdadero cuerpo y su técnica favorita envuelta en el chakra de Kurama—. ¡TOMA ESTO!
Obito salió disparado, perdiendo la máscara, siendo herido por el chakra demoníaco de ese rasengan. Se levantó despacio, como si no pudiera creerse que Naruto lo hubiera herido, y luego se puso de pie.
—¿Crees que podríamos absorber el chakra del Diez Colas usando mis cadenas? —preguntó mentalmente a Kurama, usando la distracción para intentar hacer desaparecer al monstro que tenía retenido temporalmente.
Kurama alzó el rostro, mirándola con un ojo por encima de su hombro. Parecía estar contemplando su pregunta seriamente mientras ella sentía como las gotas de transpiración bajaban por su cuello.
—Creo que será mejor no intentarlo. Tal y como sabemos, puedes usar las cadenas bidireccionalmente. ¿Qué crees que pasaría si intentaras medirte con este ser que tiene el chakra de todos los bijuus? Eres humana, incluso con mi ayuda estamos en desventaja. ¿Y si pudiera usar tus cadenas en tu contra y absorberte a ti? Me arrastraría a mí también, aumentando su poder. No. Mejor no tentar a la suerte.
Seina evitó suspirar de rabia. Kurama tenía razón. La posibilidad de que algo así saliera mal era grande, y con unas consecuencias demasiado malas como para intentarlo.
—Así que… era verdad. Sobreviviste —dijo Kakashi, suspirando. Parecía decepcionado porque Obito fuera realmente su antiguo amigo muerto, ahora un villano—. ¿Por qué no volviste? ¿Por qué no te mostraste antes?
—Porque es irrelevante el que sobreviviera o no. Aunque supongo que si quieres una respuesta… Es porque dejaste que Rin muriera.
—Quizás hace años te habría dado la razón, pero ahora no puedo echarme la muerte de Rin a las espaldas. ¿Sabes acaso lo que pasó? ¿Por qué murió?
—La dejaste morir —refutó Obito, su voz más dura que antes, pero luego pareció calmarse—. De cualquier modo, no tengo interés en saber nada más de este mundo que pronto dejará de existir. No tengo nada que decirte. ¡Muere mientras estés unido a esta realidad!
—¡Cuidado Seina!
El grito de Kakashi la alertó en el mismo instante en que sintió una gran presencia cernirse sobre su cabeza. Kurama actuó sin pensarlo, saltando lejos de la estatua, arrancándole de golpe las cadenas de adamantina que lo mantenían preso. Seina maldijo para sus adentros, tosiendo el polvo que acababa de tragar, cuando del cráter vio salir a quien menos esperaba. ¿Qué cojones hacía Madara allí? ¿Qué había pasado con los Kages, con Sas-
—Estoy aquí —la calmó su hermano de otra madre, apareciendo del cielo como Madara.
Vio como Naruto también se encogía, aliviado al verlo. Seina vio con preocupación como la estatua se levantaba poco a poco, deslizándose del suelo y poniendo en orden sus extremidades dobladas como si fuera una araña.
—Obito, ¿por qué has lanzado el plan a medio acabar… antes de coger a los bijus restantes?
—¿Qué haces aquí?
—En cuanto lo he sentido supe que no tenía importancia hacerme con el jinchuirki del Ichibi. Por cierto, ¿qué has estado haciendo? ¿Dónde está Nagato? Debería haberme revivido.
—¡Así que sí estabas usando a Nagato! —exclamó Naruto, incapaz de contenerse.
Obito lo ignoró.
—Nos traicionó. Usó su jutsu para revivir a los pueblerinos de Konoha.
—Bah. Sea como sea, no es demasiado tarde.
—Entonces, ¿no capturaremos a los que faltan?
—Supongo que tenemos tiempo… —dijo Madara, como si hablara del tiempo y no estuviera siendo acechado por una armada ninja—. Quizás debería haberme deshecho definitivamente de los Kage, en lugar de dejarlos con vida. Debería haber capturado al pelirrojo en lugar de jugar con ellos. Bueno, qué más da.
—¿Qué coño ha pasado en el otro lado? —preguntó ella, necesitando llenar algunos huecos de lo que estaba descubriendo.
—Tsunade-sama ha usado tu traslador de emergencia y ha enviado al hospital de campaña a Gaara en cuanto lo han dejado inconsciente y ha visto que Madara estaba intentando capturarlo. Una vez Gaara ha desaparecido, Madara ha desistido en sus intentos de matarnos a todos y ha huido hacia aquí. Los demás Kage estaban malheridos, pero vivos. Lo último que sé es que Tsunade-sama los estaba curando con la ayuda de Katsuyu. Jiraiya me dijo que lo siguiera así que me fui. El viejo y Mei Terumi estaban inconscientes pero A seguía despierto.
—Supongo que viendo que Gaara ya no estaba disponible, sin poder rastrearlo y debido a que Obito ya ha puesto en marcha su plan sin necesitar a Gaara habrá pensado que era más eficiente dejar a los Kage y venir hasta aquí —pensó Naruto, y ella asintió pensando lo mismo.
Se hizo un silencio momentáneo donde cada bando se miró con calculación y determinación, dispuestos a derrotarse los unos a los otros. Hasta que finalmente, Naruto no pudo más y habló.
—¡No vamos a caer en vuestras trampas! ¿Por qué no acabamos con esto de una vez por todas?
—Estaba reprimiéndome ya que eres el jinchuriki real, y no un clon. Pero te aviso… no me retendré con esto —dijo Madara, haciendo un sello. De la nada apareció una estatua gigantesca hecha de madera con la forma de un dragón chino—. ¡Esta es el dragón de madera de Hashirama, previamente usado para detener a mi Nueve Colas!
—¡Nosotros tampoco vamos a reprimirnos contra un zombie!
—Entonces… Empecemos —rio Madara, alzando los brazos de par en par con una sonrisa maliciosa.
Seina encajó la cadena en la espalda de Kurama, nuevamente, y se preparó para lo que venía. Tenía la sensación de que iba a ser una larga noche…
Notes:
Este va a ser el penúltimo capítulo antes de irme de vacaciones. Actualizaré también la otra historia antes de irme.
Chapter Text
La gigantesca estatua de madera apareció de la nada con unos pocos sellos. Kurama gruñó, sabiendo que esa cosa había sido usada hacía años para retenerlo, pero no se movió. Parecía estar esperando su orden.
—Seina, Naruto… Dejadme a Obito, por favor —llamó Kakashi desde el suelo—. ¿Guy?
—¡Cuenta conmigo, Kakashi!
Ella titubeó, pero al mirar fijamente los ojos de su marido, y al notar sus sentimientos y emociones, supo que necesitaba hacerlo. Además, tenía a Guy como refuerzo y estaba en buena forma física así que asintió.
—Por fin una lucha digna de nuestro equipo —pensó Sasuke, usando su vínculo para evitar hablar.
—No podemos dejar que nos coja con el mokuton o nos paralizará.
—Tenemos que destruir la estatua esa antes de que sea imposible.
Seina asintió, escuchando a medias como Kakashi discutía con Obito, recriminándole varias cosas que se había guardado para él desde que conoció la verdadera identidad de Tobi. Le dolía saber que su marido estaba dolido porque Obito estuviera vivo, y encima le culpara de la muerte de Rin. Sabía que una parte de Kakashi se consideraba culpable de todo lo que estaba pasando simplemente porque la muerte de Rin fue el desencadenante de la idiotez de Obito que luego culminó en esta guerra.
Ella, sin embargo, no las tenía todas consigo. Estaba empezando a comprender que Obito solo era otro títere. En este caso su marionetista era Madara. El mismo Madara había reconocido estar usando a Nagato, años antes de que Obito estuviera envuelto en la trama del rinnegan y el genjutsu global. No creía que Madara hubiera estado esperando precisamente a Obito para seguir adelante con sus planes, pero estaba claro que el hecho de que Obito cayera en sus manos por un motivo u otro le había venido como anillo al dedo.
Cuantas más vueltas le daba, más se daba cuenta de varias cosas. Para empezar, Obito estaba trastornado por la muerte de Rin. En segundo lugar, Madara lo sabía y lo había manipulado a su antojo y, por último, Madara parecía tener un plan secreto que ni el mismo Obito conocía. Las intenciones secretas de Madara eran tan evidentes que el hecho de que Obito no se diera cuenta, él, quien había pasado años al lado de Madara, decía bastante del estado mental de Obito.
—¡Ahí viene!
La voz de Naruto lo sacó de sus pensamientos, centrándola de golpe en la pelea que tenía delante. El equipo 7 atacó conjuntamente. Ella esquivó a la estatua, clavándole sus cadenas para retenerla lo máximo posible mientras el susanoo de Sasuke se dedicaba a cortar troncos al igual que el rasengan de Naruto.
Los minutos corrían mientras incendiaban o amputaban extremidades de Madera con distintos tipos de jutsus, cubriéndose los unos a los otros y evitando que Kurama se acercara a la estatua de dragón. Madara parecía estar divirtiéndose mientras usaba su rinnegan para empujarlos de un lado a otro lejos de la estatua demoníaca a la que querían sellar, pero lo más preocupante era saber que no estaba usando todo su poder. No como había visto Sasuke hacía horas.
Cuando, de pronto, escucharon un grito que los ensordeció momentáneamente. Vio como todos se tapaban las orejas, protegiéndose de esos rugidos inhumanos que inundaron el claro. Con dolor de cabeza, vio como la estatua había adquirido otra forma mientras Madara los distraía.
—Debe haber usado la tierra para evolucionar mientras no nos dábamos cuenta —chasqueó la lengua mentalmente Sasuke.
—¿Estáis viendo eso? Tiene un solo ojo con el sharingan…
La estatua de madera que había creado Madara no reapareció después de que Sasuke la carbonizara. Madara saltó sobre la enorme bestia, cuyo colosal cuerpo resurgió de bajo tierra en su totalidad, quitándole el aliento. Era la cosa más grande que había visto nunca antes y tenía un puñetero sharingan por ojo apuntando en su dirección.
—¿Por qué no lo hemos sentido? —preguntó Sasuke.
—No tiene emociones ni sentimientos, no podemos percibirlo —habló su Kurama—. Es energía natural por sí mismo así que se confunde con el entorno: el agua, la tierra, el aire…
—Aunque podríamos sentirlo en modo sabio.
Naruto lo intentó, y con él, Sasuke y ella pudieron observar con un nudo en la garganta lo insondable que era la presencia de la estatua. No. Del Juubi. Ni siquiera Kurama era comparable a esa cosa…
—¡Sube, Kakashi! —gritó ella, cuando vio como el Juubi estaba creando un bijudama otra vez.
Naruto cogió a Guy y a Sasuke y ella hizo lo mismo con Kakashi. Kurama y Gyuki intentaron repeler el ataque con sus propias bijudama pero sin demasiado éxito.
—¡Agárrete! —le gritó Kurama mientras se enrollaba con su chakra y su cuerpo, poniéndola a ella en medio. Kakashi la cogió, protegiéndola también con su cuerpo mientras el chakra demoníaco del Juubi volaba hasta ellos como una exhalación.
—¡Tengo una idea!
Naruto, Sasuke y Kurama fueron los únicos que sabía lo que estaba apunto de intentar. Kurama confió en ella puesto que se desenrolló el mismo instante que ella usaba una cadena de adamantina para lanzar un kunai de su padre en dirección al Juubi. Los teletransportó con el hiraishin encima de Madara y Obito, con la esperanza de distraerlos lo suficiente para que Sasuke pudiera actuar.
—¡Patético! —gritó Obito, cuando vio como Kurama intentaba impactar una bijudama en el ojo del Juubi, siendo evitado por el Juubi con un chasquido de dedos—. Os parecéis a mí hace-
—¡RAWWWR!
—¿¡Qué!?
—¡Genial, Sasuke!
Seina volvió a transportarlos lejos mientras el Juubi se revolvía en su sitio gritando de dolor, con la flecha de chakra y llamas negras que el susanoo de Sasuke le había lanzado clavada en su enorme ojo. Antes de que pudiera quemarle el ojo, el Juubi se arrancó la flecha y luego se cortó esa extremidad para evitar que las llamas se propagaran. Seina maldijo al ver como el ojo parecía casi totalmente intacto. A penas le habían hecho nada.
—No importa cuánto lo intentéis. Vosotros y yo somos shinobi sin poder —dijo Obito mientras el Juubi se reconstruía como si nada gracias a su chakra infinito—. Acabaréis como yo.
—¡NUNCA VAMOS A ACABAR COMO TÚ! —negó Naruto, enfurecido—. ¡CUÁNTAS VECES TENEMOS QUE DECÍRTELO! ¡NUESTRO SUEÑO ES TRANSFORMAR ESTE MUNDO Y LLEGAR A UNA VERDADERA PAZ Y VOY A TRABAJAR POR ELLO CUANDO ME CONVIERTA EN HOKAGE, AL LADO DE MI FAMILIA!
—No importa… Todo va como planeado. No hay justu más poderoso que el tsukuyomi infinito.
El Juubi abrió la boca, mostrando esa ristra de dientes enormes y otra bijudama que apuntaba en su dirección. Cuando, entonces, la columna de chakra se desvió hacia un lado. ¡Era Ino e Hinata! Sonrió mientras veía aparecer por instantes a todos sus amigos acompañados de las diferentes divisiones ninja, antes repartidas por todo el mapa.
—¿¡Estáis bien!? —preguntó Hinata.
—¡No puedo creer que se liberará de mi justu de transferencia de mente ayudada por el byakugan en tan solo 2 segundos!
—¡Estamos aquí, equipo 7!
—¡Bee-sama, se te ve mejor de lo que esperaba! —dijo una chica del rayo.
—¡Primera división, presente!
—¡La segunda división también ha llegado!
—¡Tercera división!
—¡Cuarta división!
—¡Quinta división!
—¡La unidad médica también está aquí!
—¡Unidad sensorial presente!
Seina no dijo nada mientras miraba los miles de ninjas agrupándose detrás de ellos. Los bijuus aprovecharon el respiro para poder recuperarse un poco mientras ella curaba las pocas heridas que habían recibido del último ataque e invocaba a Katsuyu en su totalidad.
—Así que este era el verdadero plan… —dijo una voz que reconoció a sus espaldas.
Nagato, vestido sorprendentemente con un uniforme jonin de Konoha y llevando la banda de la alianza, caminó hasta su lado acompañado de Konan. Sasuke miró tras de él, en busca de Itachi, pero parecía que no estaba allí.
—Necesitamos algo de tiempo, Naruto. Tú eres quien más ha logrado frenar con las palabras a Obito, danos tiempo —escuchó decir a Shikaku en la mente de su hermano.
Naruto no perdió el tiempo y empezó a hablar con Obito. Mientras tanto, Shikaku se dedicó a explicar su plan a todo el mundo usando comunicación mental.
—Primero, impediremos su movimiento destruyendo su visión con jutsus de rayo. Con los jutsus de Kirigakure y los insectos de los Aburame así como el polvo levantado en el aire por el jutsu de rayo no solamente eliminaremos su visión completamente sino que impediremos que nos sientan. Y como su tamaño impide que se escondan, seremos capaces de usarlo como ventaja. Escuchad, haremos esto…
Seina escuchó como su hermano debatía con Obito sobre si el mundo iba a o no a destruirse. Era un ambiente tan tenso que nadie habló mientras Naruto y Obito discutían si merecían vivir o no, y porqué. Una parte de ella rezó porque Naruto pudiera convencer a Obito, pero la mayor parte de ella sabía que era inútil. Obito, a pesar de ser consciente de la manipulación de Madara, solo parecía estar interesado en su propio dolor y en sus planes.
Por suerte, no fue la única que se dio cuenta de que su hermano estaba llegando a un impase.
—¡Usuarios de rayo! ¡Atacad! —gritó Darui cuando parecía que Naruto no iba a poder conseguirles más tiempo contra Obito.
Seina apartó la cara, quedándose momentáneamente ciega del resplandor de cientos de jutsus de rayo. Un rugido dolorido llegó a sus oídos, y supo que la estrategia de Shikaku estaba dando sus frutos.
—¡Jutsus de viento!
Miró de reojo lo que estaba pasando, aguantando su posición al lado de su familia y amigos, y contempló como los demás ninjas tomaban el relevo mientras ella se recuperaba lo más rápido posible. No estaba agotada en cuanto a chakra, pero sí mental y algo físicamente. Kurama, en su interior, estaba intentando recuperar chakra aunque ambos sabían que tenía un sello lleno de energía para cuando lo necesitara.
—¡Jutsus de tierra!
—¡RAWWWR!
Los rugidos y graznidos no se hicieron esperar mientras el Juubi desaparecía como por arte de magia en una caverna recién creada bajo sus pies. Corrió al borde, viendo como caía y caía hasta que decenas de metros de tierra los separaron. Los ninjas especializados en jutsus de lava empezaron a llenar el agujero y segundos más tardes los usuarios de fuego emplearon sus jutsus para solidificar el cemento.
—¡Lanzadle todo lo que tengáis!
Observó con algo de atónito como todo el mundo procedía a enviar jutsus y armas al agujero, dispuestos a acabar con esa cosa y sus enemigos. El Juubi rugía cada vez más enfurecido mientras los gritos de sus aliados, gritos de ira y jubilo, sonaban por su alrededor. Cuanto, de repente, del suelo salieron incontables brazos. El polvo que se había levantado de golpe le impidió ver lo que estaba pasando pero el ruido era ensordecedor y cada vez lo tenía más cerca.
—¡Replegaos! ¡Retirada! —gritó alguien, tosiendo.
Los gritos de sus aliados malheridos no tardaron en llegar a sus oídos.
—¡Katsuyu!
—¡Hai! ¡Empezaré a curar de inmediato!
—¡Equipo médico!
—¡Jutsus de viento, despejad el humo! —gritó otro capitán mientras la bestia rugía.
En menos de unos segundos vieron con horror como esa cosa había evolucionado de nuevo, consiguiendo ahora 4 patas, 10 colas y una cabeza con cuernos. Lanzó un grito estridente a la vez que se ponía en 2 patas, rugiendo al aire con toda la ira contenida de su inmenso cuerpo.
—¿¡Qué cojones está haciendo!? —gritó Naruto, cuando vio como lanzaba una bijudama al aire, impactando a lo lejos y pasando de largo.
—¡Está apuntando a algo!
Seina asintió mentalmente a la afirmación de Sasuke. El Juubi parecía estar recalibrando sus movimientos erráticos para acertar a algo en la lejanía. No fue si no hasta que apuntó, luego de 4 bijudama, en dirección al cuartel de inteligencia que comprendió qué estaba haciendo.
—¡Quiere acabar con Shikaku y los otros! —pensó a sus hermanos, con algo de horror.
—Shikaku tiene tu traslador de emergencia —cortó Sasuke, recordándole el momento en que había entregado esos pocos trasladores antes de partir de Konoha a los altos cargos—. Podrán escapar.
Finalmente, el Juubi acertó y lanzó una bola de chakra demoníaco en dirección al cuartel. Seina miró con rabia la expresión satisfecha de Madara al ver como aquella bomba explotaba a lo lejos en una gigantesca bola de fuego, humo y cenizas.
—Voy a buscarlos. Sin el equipo del cuartel general no podrán contactar con todos nosotros a la vez. Estamos sin un plan.
—Ve. Nos encargamos de esto de mientras.
Sin embargo, justo cuando iba a irse, vio al Juubi lanzar cientos de estacas en su dirección, dispuesto a empalarlos a todos y a liquidar a la mayor parte de la alianza.
—¡REPLEGAOS! —gritó Naruto al mismo tiempo que ella alzaba todas sus cadenas, formando una burbuja de chakra que protegió a gran parte de los que la rodeaban.
Escuchó aullidos de dolor y supo que algunos no habían tenido tiempo de alzar sus propias protecciones o de ponerse tras sus cadenas. Aun así, pronto empezaron a repeler los ataques con jutsus de tierra.
—Kage bunshin no jutsu. Ve a por Shikaku y los demás. ¡Corre!
Su clon desapareció mientras ella mantenía las cadenas intactas tras una y otra oleada de pinchos gigantescos. Vio el chakra verde de los médicos curar a los heridos y a Katsuyu hacer lo propio con los que habían quedado inconscientes, metiéndolos dentro de sí en una funda protectora que los mantendría a salvo hasta que pudieran atenderlos.
—¡Replegaos tras las cadenas de adamantina! —gritó Darui viendo como algunas barreras de tierra estaban cediendo ante tantos ataques continuos.
De repente, su visión se agrandó como nunca antes y sin girarse a mirar pudo ver que Neji estaba usando su dojutsu para que pudiera ver los puntos débiles de su escudo de cadenas. No hizo preguntas ni perdió el tiempo admirando el dojutsu de su amigo, simplemente hizo lo que tenía que hacer. Pronto estuvieron todos tras sus cadenas, viendo como las estacas se desintegraban al chocar contra su escudo de chakra demoníaco.
—¡Contraatacad! ¡Paredes de tierra a cada lado!
—¡Machacad a esa cosa!
Las inmensas paredes de tierra intentaron comprimir al bijuu, pero no tuvo apenas éxito. El Juubi era demasiado grande y demasiado poderoso para que pudieran retenerlo con jutsus normales. Naruto y Sasuke parecían estar contemplando si actuar o seguir reservando sus fuerzas, pero sin un plan no tenía sentido seguir gastando chakra inútilmente.
—¡Ahí viene de nuevo!
Vieron como el Juubi se enroscaba sobre sí mismo, partiendo las rocas que lo mantenían preso como si nada, y acto seguido abría de nuevo la boca para formar otra bijudama. Estaba empezando a cansarse de los ataques de ese bicho. Parecía que lo único que sabía hacer era soltar bombas por la boca.
—¡Recarga completada!
—¡Es Killer B! —dijo Naruto, señalando a B montado en lo que parecía ser un pájaro de tinta.
—¿Quién es ese tío? —preguntó Sasuke, quitándole la pregunta de la boca.
Seina contempló estupefacta como Killer B se transformaba en el aire y le metía en la boca una bijudama considerablemente más pequeña al Juubi. Cuando volvió a ver al chico del pájaro algo en su perfil le llamó la atención hasta que, al darse la vuelta, supo quien era. Era el chico que Kakashi había rescatado de Ne hacía ya tantos años. Se sorprendió al verlo llevar el uniforme de Konoha, preguntándose si su maestra lo había rehabilitado desde las sombras sin que nadie se diera cuenta. Ella no había preguntado por él ni había pensado más en las personas que rescataron de Ne, pero ahora que lo pensaba… Seguían siendo ninjas de Konoha.
—¡Papá! —escuchó gritar a Ino.
Su clon se deshizo, aportándole la información pertinente. Miró por encima del hombro y vio como Shikamaru abrazaba con fuerza a su padre un par de segundos. La mirada de Shikaku encontró la suya, una mezcla de agradecimiento y orgullo, y asintió. Entonces, escuchó la voz de Inoichi en su cabeza y vio como parecían haberse traído consigo un par de equipos portátiles para poder seguir con sus funciones.
—Escuchad todos con atención, este es el plan definitivo —habló Shikaku a través de Inoichi—. Naruto, Seina… Esto es lo que tenemos que hacer.
Escucharon rápidamente el plan de Shikaku, sin perderse ni un solo detalle. Naruto quiso empezar cuando, pero ella lo detuvo. No. El Kurama-yang lo detuvo.
—Espera, cabeza de chorlito. Nosotros todavía nos estamos recuperando de todo el chakra que hemos gastado. Deja que actúen los otros dos.
—Dales nuestro chakra, Seina —llamó Kurama desde su interior, dándole la razón a su otra mitad—. Ahora todos son un estorbo para nosotros. No pueden combatir contra el Juubi tal y como son. Nosotros tenemos chakra de sobra. Shikaku ha analizado bien nuestras habilidades.
—Muy bien. Naruto, ya has escuchado a Kurama. Yo me encargo de repartir el chakra y tú empieza con las distracciones. Sasuke-
—Lo sé. Ayudaré al dobe.
—¡Kage bunshin no jutsu!
Sus clones se repartieron por la esplanada, dándole chakra a sus aliados. Observó como se maravillaban del chakra más que energético de Kurama, brillando envueltos en una especie de vaina anaranjada. Kakashi se acercó a ella, alzando la mano para recibir su chakra.
Vio de reojo como las distracciones de su equipo estaban funcionando. El Juubi intentó atacarlos pero los ninjas eran ahora más fuertes, más rápidos y más poderosos. El clan Nara cogió con sus sombras una de las extremidades, aguantándola en su sitio mientras los demás se preparaban para atacar con todo a la enorme bestia que no paraba de rugir e intentar atacarlos.
—¡AHORA!
—¡Vamos Lee!
Seina se lanzó al lado de sus hermanos, creando un jutsu de fuego para distraer al Juubi mientras los más rápidos atacaban a Obito y Madara.
—¡Rasenshuriken!
Los gritos ensordecedores de la alianza la inundaron por todas partes. No estaban gritando nada definido sino más bien su ira y rabia. La marabunta de personas recubiertas con el chakra de Kurama se lanzó sin miedo sobre el Juubi cuando antes habían retrocedido aterrorizados. Lee llegó el primero, quitándole de una patada el arma a Madara, y luego Obito fue desconectado del bijuu gracias al ataque de Naruto. Tuvieron que retroceder con un salto para evitar las llamas de Sasuke y las invocaciones de Nagato en el aire.
Estuvo a punto de lanzar otro jutsu de fuego cuando algo en su interior la alertó. Sintió una presencia rozar las barreras protectoras que había puesto hacía ya años alrededor de aquel templo.
Estupefacta, vio como sus aliados la sobrepasaban, gritando y arrojando armas y jutsus de todo tipo con la esperanza de matar a Obito. Sasuke la observó por encima del hombro, notando su distracción, con una clara pregunta en los ojos.
—Alguien está intentando acceder al templo Uzumaki —dijo ella, incapaz de creérselo.
—... ¿Qué?
—¿Cómo es posible? ¿Por qué?
Intentó contestar las preguntas sorprendidas de sus hermanos cuando notó como las barreras la alertaban más insistentemente, como si alguien estuviera intentando invocarla allí. Era tan intenso que apenas podía concentrarse en lo que estaba pasando frente a sus narices.
—¿Crees que será algo importante? —preguntó Naruto, pero ella no tenía la respuesta. Naruto pareció comprenderlo porque asintió—. Ve. Tu misma dijiste que las coincidencias no existen. Tantos años buscando respuestas sobre ese templo, y es ahora cuando parece que vamos a saber qué sucede.
—Nosotros nos encargamos de esto. Si sucede algo, te avisamos.
Seina gruñó irritada y desapareció. Apareció invisible a pocos metros del templo. A escasos pies de sus barreras indetectables encontró a quien menos esperaba.
—¡Tú! ¿Qué haces aquí?
—Ah… Por fin llegas. Sabía que serías tú —habló Orochimaru, vivo y coleando. Se dio la vuelta, ignorando totalmente a los otros dos—. Tu hermano no tiene las mismas capacidades que tú, por lo que sé, así que estas barreras solo podían ser cosa tuya.
—…
Seina no podía creerlo, pero, a la vez, estaba tan harta de sorpresas que esta última casi no la movió. Sacudió la cabeza mientras contemplaba al tipo de cabellos naranjas y ojos amables, y a Suigetsu, quien debería estar prisionero en Konoha. Ni siquiera quería saber cómo coño se había escapado ni qué hacía aquí con Orochimaru. Después de todo lo que estaba sucediendo en el otro lado del mapa, eso era lo de menos.
—¿Qué quieres? ¡Tengo cosas más importantes que hacer! ¿Y cómo estás vivo? Sasuke te mató.
—Sasuke mató una parte de mí, sí, pero yo siempre tengo mis ases en la manga. Aquí Suigetsu me ha devuelto a la vida con el sello maldito simplemente para poder adueñarse con mi espada —rodó los ojos Orochimaru, como si las razones de Suigetsu le parecieran ridículas—. Sea como sea, estoy vivo y sé lo que está pasando.
—¿Y eso qué tiene que ver con este lugar?
—Puede ser que no recuerde la localización del templo, pero recuerdo cuando usé la máscara la última vez —admitió Orochimaru sin pudor alguno—. Estas barreras tuyas son muy útiles, pero necesito acceder al templo.
—¿Por qué iba a dejarte? —bufó ella una risa incrédula—. ¿Acaso crees que soy gilipollas?
—No. Lo que sí que creo es que la alianza necesita ayuda. Kabuto me usó para transformarse así que una parte de mí ha sido consciente de todo lo que ha pasado hasta ahora. Cuando Suigetsu me revivió contemplé no hacer nada, pero Jugo tiene razón: si el mundo es destruido yo también seré destruido. No es que quiera mezclarme con la alianza, pero no voy a permitir que se interpongan en mi camino.
—…
Seina no podía creerlo. Orochimaru… ¿ofreciéndose a ayudar? Se miraron fijamente el uno al otro, pero por más que indagaba en sus ojos y sus facciones, algo en su interior le decía que estaba diciendo la verdad. Por los motivos que fuera, Orochimaru no quería quedarse al margen. Si bien sus motivos parecían puramente egoístas, ahora mismo cualquier ayuda era mejor que ninguna. Si luego intentaba algo… Bueno, siempre estaba a tiempo de matarlo definitivamente ella misma.
—Está bien. ¿Cuál es tu plan?
—Primero necesito una máscara de demonio. Una en concreto. Mi plan es revivir a los antiguos Hokage, los que saben cómo pelear contra Madara —luego la miró a ella de arriba abajo—. Y ya que estamos podemos revivir a tu padre. Seguro que le gustará verte.
—¿Me estás diciendo que una de esas máscaras tiene el poder de traer de vuelta las almas de la gente?
—No del todo. Contiene la esencia de los muertos, pero no los puede revivir como tal. Son solo… sombras. Sombras a las que puedo darles cuerpo temporalmente.
Sacudió la cabeza con más incredulidad. ¿Ese era el plan de Orochimaru? ¿Traer a más muertos a la vida para poder pelear contra un muerto? Tuvo que aguantarse una risa algo histérica, pero cuanto más lo pensaba… ¿No era Hashirama el único que había podido vencer a Madara? ¿Y si el loco de Orochimaru tenía razón? Antes de que pudiera arrepentirse, quitó las barreras y dejó el templo en vista de todos.
Orochimaru no dijo nada, pero asintió cuando comprendió su rendición. Seina caminó la última, con el corazón encogido, sintiéndose desconfiada de mostrar su espalda a estos criminales. Vio como Jugo cargaba con un par de cuerpos inconscientes mientras que Suigetsu lanzó al suelo a otro hombre cuyas extremidades estaban encadenadas.
—Ahora que lo tenemos todo… Empecemos.
Notes:
Este será el último capítulo de esta historia hasta la vuelta de mis vacaciones. Actualizaré mañana un último capítulo de la traducción, pero después de eso no nos veremos hasta mediados de agosto.
¡Buen verano!
Chapter Text
—¡AAAAAAH!
El chillido le heló la sangre. Nunca habría imaginado estar contemplando el Edo Tensei y menos para resucitar a los antiguos Hokages, entre los cuales incluía su padre. Todo pasó tan rápido que casi no tuvo tiempo de comprender lo que estaba sucediendo. No había memorizado el procedimiento de la técnica cuando lo leyó aquella vez, pero había esperado algo más y, sin embargo, Orochimaru lo estaba logrando con 4 cuerpos, la máscara demonio, algo de chakra y unos cuantos sellos en el suelo. Ni siquiera había tardado 15 minutos en prepararlo todo.
Pero aquí estaba… viendo como el cuerpo de una persona al azar se transformaba en su difunto padre. En cuanto alzó la cabeza, muerto pero vivo, sus ojos chocaron inevitablemente. No supo qué sentir o qué decir cuando vio el shock en el rostro de Minato Namikaze. Por suerte, parecía que Tobirama estaba más que dispuesto a hablar.
—Otra vez ese shinobi… Orochimaru.
—¿Qué está pasando? —preguntó el Primero.
—Sospecho que ha deshecho el sello que nos retenía y luego llevado a cabo el Edo Tensei.
—… ¿Seina? —preguntó su padre, haciendo caso omiso de las teorías de los otros Hokage—. ¿Eres tú?
—Sí.
No dijeron nada mientras se miraban el uno al otro. Ella, sin saber qué decir ni cómo llamar a su padre otra cosa que “Minato” y él… incrédulo porque fuera ya adulta.
—¿Quién es ella? —preguntó Tobirama de repente—. Conozco al otro, pero ella…
—Es mi hija.
—¿Seina? ¿Qué haces con Orochimaru? —preguntó el Tercero, claramente cuestionándose su salud mental.
—Es una historia muy larga, pero no “estoy” con él —contestó ella, lanzándole una mirada de asco a Orochimaru que pareció hacerle gracia.
—¡Un momento! ¿Quién eres tú? —cortó Hashirama, apuntando a su padre, quien se dio la vuelta mostrándole la espalda—. ¡El Cuarto Hokage! Pero, entonces, ¿quién es ahora el Hokage?
—Mi maestra, Tsunade.
—¿¡Tsunade!?
Seina tuvo que contener una risa al ver como Hashirama parecía en shock, y cómicamente aterrorizado por la aldea. Ignoró la mirada fija y triste de su padre en su cara, quien ya no había dicho nada más mientras la contemplaba silenciosamente. Escuchó como Orochimaru hablaba sobre el jutsu que había usado con los hermanos Senju mientras el Tercero parecía consolar a su padre con una mano en el hombre. Seina simplemente… no sabía qué hacer. Una parte de ella resentía a su padre por haberlos abandonado como lo hizo, por haberlos convertido en armas de la aldea y destinado a una existencia tan difícil como la de un jinchuriki. Sí, Naruto y ella habían podido prosperar, pero porque tenían una gran ventaja: el hecho de que no era una niña. No quería ni imaginar cómo habría sufrido su hermano si ella no hubiera nacido a su lado, o si ambos fueran realmente niños.
Ignoró momentáneamente su caos emocional para centrarse en la conversación de Orochimaru con Tobirama, quien, obviamente, quería saber el motivo de su resurrección. Orochimaru le estaba contando todo lo que había sucedido en Konoha en los últimos años, empezando por su huida de la aldea y finalizando en la muerte de Danzo por traidor.
—Así que finalmente sí que planearon un golpe de estado y ahora Madara de nuevo… Siempre pensé que acabaría pasando.
—Tú eres uno de los causantes de todo esto —cortó ella, enfurecida por lo que estaba escuchando. Tanta hipocresía le daba hasta asco—. Eras el Hokage. Tu obligación era velar por todos tus ciudadanos, incluido el clan Uchiha, y en lugar de hacerlo creaste un departamento de policía justo al lado de las tierras del clan y enviaste a vivir al clan Uchiha lo más lejos posible del centro, donde estaban aislados y controlados. ¿Y eres tan hipócrita como para decir que sabías que acabaría sucediendo? ¿Tú, que traste con desconfianza y resentimiento al clan Uchiha desde el primer momento? ¿Qué esperabas que sucediera cuando ni el mismo Hokage quiere a su clan en la aldea que ayudaron a fundar? Es más, tú no merecías ser Hokage. Si hubierais pensado de forma diplomática, lo lógico hubiera sido que el segundo Hokage hubiera sido un Uchiha. Sobre todo, teniendo en cuenta de que Madara fue uno de sus fundadores mientras que tú solo eras un seguidor de tu hermano.
Tobirama no dijo nada, pero pudo ver algo de sorpresa en sus ojos al escuchar sus palabras, mientras que Hashirama parecía cada vez más irritado por lo que estaba escuchando. Se giró rápidamente a mirar a su hermano, quien parecía estar esperándolo con expresión neutral de nuevo, y le echó bronca.
—¡Tobirama! ¿¡No te enfatice una y otra vez que no ofendieras a los Uchiha!?
—Les di posiciones a las que estaban más que cualificados. Como bien sabes, el clan Uchiha están poseídos por el mal.
Seina vibró en su sitio, incapaz de creer lo que estaba escuchando de alguien que debía tratar a sus aldeanos por igual. Orochimaru, curiosamente, le recriminó a Tobirama estar aterrorizado del clan Uchiha. En cuanto el Segundo abrió la boca en lo que parecía que iba a ser una respuesta larga e irritante, ella se adelantó.
—Sea como sea. Yo ya te he ayudado —le dijo a Orochimaru, ignorando a los otros—. Voy a volver a poner las protecciones así que o salís por vuestro propio pie o las barreras os echarán.
—¿Echarnos? Este es el templo Uzumaki. ¡Los Senju hemos sido bienvenidos en este templo desde hace décadas! ¿Quién eres tú para echarnos?
—Soy Seina Uzumaki… Y yo te digo que, en concreto, tú, Tobirama Senju, no eres bienvenido. Mi hermano en todo menos en sangre es Sasuke Uchiha —dijo ella, callándolo de golpe. Alzó el brazo y se arremangó la manga, enseñándole el brazalete que la marcaba como miembro del clan Uchiha—. El líder del clan Uchiha me ha aceptado como un miembro más y no voy a dejar que tú manches su nombre. Ahora… O salís por las buenas de este templo… o por las malas.
—¡Ya nos vamos, ya nos vamos! —calmó Hashirama, cogiendo del brazo a su hermano y arrastrándolo fuera del templo a pasos agigantados.
Seina invocó la máscara y la colocó en su sitio, intacta, y vio marchar a los otros con ojos desconfiados. Su padre fue el último en salir, dándose la vuelta para mirarla expresión triste. Salió de allí unos segundos más tarde, después de cerciorarse de que todo estaba en su sitio. Alzó la protección de nuevo, añadiendo más barreras letales por si acaso, y se giró a mirar a Orochimaru.
—Me voy al frente.
—Espera. No estaría mal que nos ayudaras a llegar instantáneamente.
—¿¡Frente!? ¿Qué frente? —preguntó su padre con preocupación.
—¿No os lo he dicho? Estamos en guerra —dijo el muy trol de Orochimaru, con una sonrisa ladina—. Todas las naciones… contra Madara renacido y el Juubi.
—¡Tenemos que ir a la batalla!
—¡Espera, Seina! —llamó su padre, hablándole directamente, cuando vio que iba a desaparecer—. Llévame contigo, por favor.
—¡Por el amor de dios! ¡Está bien!
—Llévame con Tsunade. Regresaremos contigo lo antes posible —le pidió Orochimaru. Tanto Orochimaru como ella ignoraron la indignación de los Hokages y la suplica de su padre.
Seina le hizo caso, ubicando el localizador que le había dado a su maestra, y reapareciendo allí un segundo después. A pesar de estar lejos del frente pudieron escuchar al instante los rugidos y graznidos estridentes provenir de más allá. Cuando, de repente… empezó a notar esa concentración enorme de chakra y supo que debía irse. Volvió a transportarse justo al mismo tiempo que notó la mano de su padre y la de los otros Hokage cogerla del chaleco. Lanzó un kunai sellado, desplazando al océano la bijudama.
—¡YA ERA HORA, HASHIRAMA! —gritó como un puto lunático Madara, con los ojos casi salidos de las cuencas de la excitación.
—¡DE TI NOS OCUPAREMOS LUEGO, PRIMERO EL JUUBI!
—Deja que nos ocupemos de esto, Seina, cuida de tu hermano —dijo su padre, apuntando con la cabeza a Naruto, quien estaba claramente agotado.
Miró fijamente a su padre, cuestionándose silenciosamente si hacerle caso, hasta que vio el rostro cansado de su hermano. Le hubiera gustado seguir llevando la contraria a su padre, pero estaba claro que Naruto necesitaba unos minutos para curarse y recuperarse. De hecho, estaba sentado meditando para recargar su chakra, pero nunca estaba de más una ayuda. A su lado, Sasuke estaba descansando los ojos del sharingan y, un poco más allá, había aparecido Itachi.
—Así que esto tenía en mente Orochimaru —bufó una risa Naruto, dejando que lo curara rápidamente.
—¿Dónde está Kakashi?
—Está peleando con Obito con el kamui —dijo Sasuke, tomándose una poción vigorizante.
Seina no dijo nada más. Le preocupaba su marido, pero también sabía que tenía muchos ases en la manga. Las runas que le había tatuado hacía relativamente poco le iban a dar ventaja física frente a Obito siempre y cuando fuera más listo que éste. Sin embargo, le preocupaba que usara tanto el kamui a pesar de tratarse los ojos con el colirio mágico que le fabricaba especialmente para él.
—¿Dónde está Orochimaru? —preguntó con irritación Sasuke.
No tenía ganas de seguir hablando así que les mostró lo que había pasado y dónde había dejado al sanin. No había visto a su maestra porque Katsuyu la estaba curando bajo su cuerpo, pero estaba claro que la intención de Orochimaru era ayudarla. Lo último que había visto antes de irse fue el rostro atónito de Jiraiya, quien estaba guardando a los Kages malheridos mientras Katsuyu los curaba. No sabía exactamente cuál era el plan de Orochimaru aunque podía imaginar que quería curar a los Kages para traerlos como refuerzo al frente. Era lo más lógico, después de todo.
—¡La barrera de los Hokage está resistiendo! —gritaron más de uno al ver como el Juubi parecía estar contenido dentro de una barrera roja que los antiguos Hokage habían alzado mientras ella curaba a Naruto.
—¡Podemos liquidarlo mientras esté ahí dentro!
—Parece que Madara no quiere pelear contra el Primero si no es con su verdadero yo. Deberíamos intentar deshacernos de esa cosa mientras podamos —afirmó Sasuke, levantándose de su sitio de nuevo. Itachi no dijo nada, cruzado de brazos de pie detrás de Naruto—. ¿Qué os parece un ataque frontal con nuestras invocaciones?
—Yo iré con Seina —asintió Itachi—. ¿Recuerdas cómo usar el susanoo de armadura, hermanito?
—Hn.
—No perdamos el tiempo —dijo ella, viendo como Sasuke empezaba a caminar en dirección al Juubi sin decir nada más.
De reojo vio como Naruto sonreía, siguiendo a su compañero de equipo y mejor amigo en dirección a la batalla. Itachi y ella caminaron tras sus hermanos pequeños hasta alejarse de la retaguardia, donde muchos ninjas descansaban o estaban siendo curados rápidamente.
—¿Preparado, Kurama?
—Siempre estoy preparado.
Kurama salió de su sello, recuperado de chakra de nuevo, y envolviéndola en llamas anaranjadas. Itachi se subió a su lomo también, esperando el momento idóneo para cubrirlos a ambos con una armadura de susanoo mientras se lanzaban a gran velocidad al Juubi, esquivando sus clones de varios metros, uno tras otro. Vio de reojo a Sasuke y Naruto hacer lo mismo, uno con expresión determinada y el otro con una sonrisa contenida.
—¡Obito ha reaparecido! —escuchó decir a alguien.
Seina agudizó la vista y vio que, efectivamente, era cierto. Se quedó en shock al ver como tenía un gran agujero en el pecho, pero aun así se mantenía con vida. Observó también como la mitad de su cuerpo parecía estar engullido por una sombra negra, sólida y poderosa, con la que parecía estar luchando.
—¡Matémoslo ahora! —gritó Kurama.
Antes de que pudiera ni siquiera alzar las manos en un sello, apareció de la nada su padre, cuyo cabello rubio era tan característico que no pudo confundirlo con nadie más. Atacó a Obito en menos de lo que se tarda en pestañear, lanzándolo al suelo de nuevo, más malherido de lo que ya estaba. Parecía que todo se estaba precipitando en favor de la armada: Hashirama estaba reteniendo a Madara con sus clones, los otros Hokage estaban limitando la zona de acción del Juubi con su barrera, la alianza estaba recuperando el aliento y siendo curada mientras ellos atacaban y, finalmente, Obito parecía totalmente hundido.
Cuando… de repente… El Juubi desapareció.
—¿Y ahora qué coño está pasando? —preguntó al aire ella, totalmente irritada.
Naruto despejó la humareda con una bocanada de aire huracanado. Seina lo vio en seguida ya que lo había estado buscando a consciencia. Allí estaba Obito, levitando en el aire, transformado en otra cosa. Su cuerpo parecía haberse teñido de un blanco grisáceo, pálido y enfermizo, mientras que la zona previamente negra de su mitad derecha ahora había desaparecido, dejando detrás un brazo con lo que parecían ser grandes escamas. ¿En qué demonios se estaba transformando?
—Parece que se ha convertido en el jinchuriki del Juubi…
—¿¡Cómo es posible!?
—¡Tenemos que atacarle antes de que sea demasiado tarde!
Se lanzaron de nuevo contra Obito, pero éste parecía mucho más escurridizo que antes. Los esquivó uno tras otro, pero por fortuna, su equipo tenía una gran coordinación que les permitía cubrirse las espaldas. Obito no parecía frustrado por no poder atacarlos de forma certera, más bien… parecía que no se inmutaba por nada. Le lanzó una maldición mortal que esquivó por los pelos, sin pestañear, y luego hizo lo mismo con un kunai envuelto en llamas negras de Sasuke. No lo esquivó. Dejó que lo atravesara formando un agujero en su pecho.
—Es capaz de esquivar todos nuestros ataques. Vamos a tener que ser más listos que él —dijo Sasuke mentalmente cuando vieron como Obito esquivaba también el ataque sorpresa de Itachi.
—¡Cuidado!
La voz de su padre los alertó un instante antes de que un tori rojo dejara postrado a Obito en el suelo. Durante unos segundos no sucedió nada más. Obito no se movió, simplemente miró sobre su cabeza aquello que lo retenía sin el menor asombro. ¿Ya estaba? ¿Era eso suficiente para retenerlo? Justo cuando pensó que, quizás, habían tenido un poco de suerte… No. Vieron como el tori se desintegraba, liberando a Obito como si nada.
De repente, escuchó un rugido, que parecía provenir de dentro de Obito, y luego una onda expansiva se liberó de él, llevándose por delante la barrera roja de los Hokages.
—Este tío… Cada vez es más fuerte —admitió Naruto, como si le costara hacerlo.
—Hn… Pero parece tener problemas con su bijuu.
Seina tosió, volviendo a mirar a Obito para ver qué estaba señalando Itachi, y se dio cuenta de que parecía medio transformado, como si todavía fuera incapaz de trabajar codo a codo con la entidad que tenía en su interior. Kurama no dijo nada, pero ambos sabían que tarde o temprano lograría hacerse con el control… o perecer. No habían más opciones.
—¡Ouch!
Cayeron de golpe metros más allá, esquivando una explosión que los habría tomado desprevenidos gracias a su padre. Asintió en su dirección, viendo como sonreía porque no lo hubiera ignorado. Obito volvió a intentar atacarlos, esta vez de frente y sin esconderse tras el humo, cuando la bijuudama explotó antes de que pudiera liberarla, hiriéndolo a sí mismo.
—Parece que apenas tiene control sobre el Juubi —comentó su padre, mirando fijamente a Obito.
—Eso quiere decir que es muy peligroso acercarse a él.
—¡Yo os crearé una apertura!
Su padre lanzó sus kunais especiales, dispuesto a atacar a Obito quien ahora gritaba una mezcla de ira y dolor que les puso el bello de punta. Antes de que pudieran hacer nada más, una humareda de humo se levantó alrededor de Obito y volvió a transformarse. Pararon el ataque de golpe, viendo como ahora Obito parecía haber recuperado el control total del Juubi.
—¡Espera, Minato! —gritó ella cuando vio que había aprovechado el momento para atacar a Obito.
Obito lo esquivó, desintegrándole el brazo sin problemas. Su padre regresó a su lado y solo cuando estuvo con ellos vieron la bijuudama de color blanco que Obito le había enganchado en su costado. Moldeó el chakra para hacerla desaparecer cuando apareció Tobirama. Todo fue tan rápido que no le dio tiempo a reaccionar, solo a taparse los ojos para evitar quedarse ciega al ver la explosión.
—¿¡Tobirama!?
—No os preocupéis, solo era un clon mío.
Vieron como Obito se recuperaba sin problemas, como si aquello solo hubiera sido el ataque de una mosca. Tobirama miró a su padre, quien todavía seguía medio roto, y frunció el ceño.
—¿Por qué no te estás recuperando? Deberías regenerarte bajo el Edo Tensei.
—¿Eh? Es cierto.
—Mmm… Tu chakra quedó afectado por su ataque. Tendremos que tener cuidado, o nos destruirá definitivamente antes de que podamos deshacernos de él.
—Entonces… quiero probar algo —dijo Naruto mentalmente, y Sasuke y ella asintieron.
—Yo también quiero probar algo, Naru.
Seina miró a su padre discretamente, asintiendo en dirección a Obito, y luego a Tobirama. Sasuke e Itachi distrajeron a Obito, manteniéndolo ocupado esquivando llamas negras, jutsus de fuego y kunais. Sintió la mano de su padre agarrarla del chaleco antes de desaparecer al lado de su hermano. Cayeron sobre Obito, impactando contra él un rasengan de senjutsu y una punzada mágica que lo dejó malherido desde dentro. Le produjo placer ver la expresión totalmente sorprendida de su enemigo antes de impactar contra el suelo, incapaz de librarse de las llamas negras de Sasuke.
Por desgracia, Obito pareció recuperarse relativamente pronto del ataque. Aunque eso no era lo más importante. Lo importante era saber que el senjutsu y su magia funcionaban contra Obito.
—Es posible que todo lo que no sea chakra sea el punto débil de Obito —reconoció Kurama desde su interior—. No está acostumbrado a lidiar con senjutsu o con tus poderes. Eso puede ser lo que necesitemos para matarlo.
Obito se levantó, recuperándose al instante de las heridas, y luego los observó con expresión irritada. Su sharingan empezó a girar, y la realidad pareció contraerse alrededor de él. Supo lo que iba a hacer antes de que lo hiciera simplemente porque no era la primera vez que usaba el kamui desde que empezó la guerra.
—¡Agarraos!
El grito de alguien se perdió entre los gritos de los demás, quienes saltaron lejos del alcance de la bestia que Obito invocó. Esa cosa con un solo ojo de sharingan rugió a los cuatro vientos, levantando una polvareda y haciendo retumbar sus tímpanos.
—Obito ha evolucionado de nuevo —le dijo Kurama, llamándole su atención al olvidado, a Obito.
Vio como éste parecía haber cambiado de nuevo, adquiriendo una apariencia aun más sofisticada con sellos en su cuerpo y una especie de cuernos en la espalda.
—Seina, tengo una idea —intercedió Naruto—. Tienes chakra de Kurama guardado, ¿no? Necesito que le des parte de ese chakra a la armada. Kurama dice que podemos sacarle a los bijuus que tiene dentro como entidades separadas ya que hemos interactuado con ellos previamente.
—Eso debilitaría muchísimo a Obito. Quizás incluso desharía al Juubi…
Seina asintió ante los pensamientos de Sasuke y Naruto. Creó un ejército de clones para empezar a distribuir el chakra de Kurama que tenía almacenado en su sello secundario. Le reduciría un poco las reservas, pero aun así no iban a quedarse sin chakra durante al menos unas semanas, según sus cálculos.
—¡Shikamaru! —gritó Ino desde la retaguardia.
Se giraron de golpe, viendo como una sombra casi invisible parecía estar absorbiendo el chakra de los ninjas de la armada uno tras otro, dejándolos secos… y muertos.
—¡Corre, Seina!
—¡Kage bunshin no jutsu! ¡Id, deprisa!
—Sois un incordio… —habló Obito, viendo como se empeñaban en salvarlos a todos—. ¿No os dais cuenta de que este mundo ya está muerto?
Seina intentó prestarle atención, pero empezó a sentir una extraña sensación, como si el fin de algo se acercara irremediablemente. Miró a ambos lados, pero nadie parecía sentir lo que ella estaba sintiendo. Los únicos que la miraron de reojo fueron Sasuke y Naruto, y ese fue el único motivo que la tranquilizó, dándose cuenta de que no estaba perdiendo la cordura. Intentó centrarse en la pelea contra Obito, escuchar sus palabras por muy irritantes que le parecieran, pero no podía. Sintió un pitido en sus oídos; primero distante, pero luego cada vez más cercano y potente. Era una sensación tan potente que la dejó sorda, como si no pudiera hacer nada más que centrarse en lo que estaba sintiendo.
Empezó a sentir en su interior las manecillas de un reloj – tic, tac, tic, tac – hasta que Obito, delante de sí, sacó un arma negra con la punta entrelazada como hebras de ADN y, de repente…
Clic
La cuenta atrás se detuvo y en su mente, curiosamente, apareció la imagen de aquella cámara que Jiraiya había descartado abrir a la fuerza hacía meses. De golpe, sintió la necesidad de ir allí. Algo la estaba llamando. Algo necesitaba su atención. Luchó contra ella misma por mantenerse al lado de su familia y de la armada, pero la necesidad era como un vacío en su interior cada vez más grande que casi la incapacitó para seguir el plan de Naruto. Finalmente, fue Sasuke quien la reprendió.
—Ve, y vuelve. Así no podemos concentrarnos.
—Lo tenemos todo controlado aquí. Solo regresa pronto.
—¡Joder! —maldijo, cuando algo casi la zarandeó en su sitio, como si la estuvieran jalando desde lejos.
Desapareció sin pensarlo, dejándose llevar por el llamamiento en su interior. Se sorprendió de sobremanera al encontrarse dentro del templo Uzumaki. El mismo templo que había sellado nuevamente hacía horas. El templo que pensó que no volvería a pisar en meses, quizás años… y, sin embargo, su magia la había traído hasta aquí sin quererlo. Justo cuando empezó a preguntarse qué cojones estaba pasando y qué hacía ahí cuando ella había estado pensando en Uzu… escuchó las voces provenientes de la máscara de demonio, más nítidas y claras que nunca antes.
La máscara… estaba hablándole.
Cógeme… Soy tuya… Ha llegado el momento… Hazlo… Hazlo. ¡Hazlohazlohazlohazlo!
¡HAZLO!
—¡PARA! ¡Está bien! —gritó ella, sintiendo como le dolía la cabeza del poder que emanaba de esa reliquia de tiempos antiguos.
Cogió la máscara por primera vez. Con las manos. Y solo entonces fue cuando sintió un chasquido en su interior, como si una pieza más hubiera regresado a ella. Sintió la euforia de la máscara, como si estuviera feliz de haber vuelto a casa, y vio como las líneas de sangre de la “pintura” se entrelazaban con su mano derecha, apresándola para siempre. ¿Qué demonios estaba pasando? Siguió de nuevo la sensación en interior, y desapareció.
Uzu estaba en silencio, durmiendo. Era bien entrada la madrugada y pocos comercios estaban abiertos en su aldea. Por no hablar de que la cámara de su clan estaba lejos del pueblo, escondida en uno de los recónditos lugares de la isla. La tranquilidad del sitio le puso el bello de punta. Hacía un segundo había estado protegiéndose los tímpanos de los rugidos de una bestia colosal y ahora… ahora estaba sola a kilómetros de distancia, viendo como la piedra que sellaba la entrada de la cámara de los Uzumaki había empezado a brillar débilmente como por arte de magia.
Era de noche, y no había ninguna luz salvo aquel brillo tenue, pero algo la alertó del peligro. Quizás era la oscuridad que la rodeaba, la misma que había aterrorizado a los humanos desde tiempos inmemoriales, o tal vez era la sensación de que no estaba sola y de que allí adentro la esperaba algo que no podía ni imaginar. Fuera como fuera, hasta que no resolviera este asunto no podría volver al frente, y como no quería dejar a sus seres queridos a su suerte…
Se adentró cueva abajo.
Notes:
¡Volví!
Chapter Text
En cuanto dio un paso hacia delante, rozando con las barreras de fuinjutsu que nadie había podido abrir y que ella no había osado a destruir con su magia, empezaron retraerse como si nada. Tanto tiempo pensando e intentando abrir la cámara secreta para que luego se abriera sola. Era irónico. Contempló como el fuinjutsu se desplazaba hacia el exterior, creando un marco lleno de kanjis irreconocibles, y cómo aparecía una hendidura en la piedra. Atónita, se dio cuenta de que era la hendidura exacta de la máscara demonio. Algo nerviosa, alzó la máscara y la puso a modo de llave.
La piedra crujió, como si llevara muchísimos años sellada. Seina cogió la máscara cuando vio que estaba a punto de caer al suelo. Esperó unos minutos a que se creara una apertura lo suficientemente grande como para poder entrar, y entró. Antes incluso de que conjurara una luz, se prendieron dos velas blancas a cada lado del angosto pasillo subterráneo. Siguió andando, dirigiéndose hacia donde la conducían las nuevas velas encendidas como por arte de magia. Bajó, y bajó, hasta que llegó a algún lugar desconocido que daba paso a otro pasillo y, unos metros más allá, una cámara. Se iluminó sola, rodeada de velas.
Lo primero que vio fue una espada en forma de hélice. La había visto antes, o eso creía, pero esta espada negra de doble filo con 2 puntas y una sola empuñadura era muchísimo más poderosa. Ni siquiera necesitó cogerla para darse cuenta de que lo otro era una burda imitación. Esta espada parecía estar hecha de sombras sólidas, pero cuando se fijó más de cerca, vio que el núcleo interno no era negro, sino rojo sangre. Alargó la mano con respeto. Ni siquiera se fijó en los pergaminos y libros apilados detrás del altar, sobre una especie de estantería de piedra. En cuanto su mano se cernió entorno a la empuñadura sintió un dolor inimaginable que le hizo perder la consciencia. Por un momento creyó haber muerto.
—…Por fin —siseó una voz en su cabeza.
Seina abrió los ojos, encontrándose en el suelo de un lugar desconocido y oscuro. Pestañeó mientras se sentaba. Entonces, con el corazón desbocado, le pareció ver el contorno de alguien o algo que llevaba una túnica negra con la capucha puesta. No pudo ver su rostro, ni lo que llevaba debajo, porque lo/la tapaba de pies a cabeza. Aun así, aun sin saber quién era, lo supo. Era la Muerte.
—Bienvenida de nuevo, mi Señora.
—¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué estás tú aquí?
—¿Todavía no te has dado cuenta?
La voz masculina y femenina, grave y aguda, joven y anciana de la Muerte le habló en voz baja. Se le puso el bello de punta de solo escucharlo. Se movió en su dirección despacio, como si tuviera todo el tiempo del mundo y, quizás, lo tenía. Seina siguió a la entidad lo más atentamente posible, pero sabía que si quisiera hacerle daño no podría defenderse. ¿Cómo se iba a defender contra algo no humano con un poder infinito?
—No es la primera, ni la segunda, vez que nos hemos visto. ¿No te acuerdas? O, tal vez, ¿no te diste cuenta de cuando nos conocimos por primera vez?
Intentó pensar en algún momento donde se hubiera topado con un ser igual, pero no encontró ningún recuerdo de eso. La última vez que se le ocurría que podía haberse encontrado con la Muerte fue cuando murió la primera vez, pero se encontró con Dum-… No. No era posible. En estado de shock, no pudo hablar, pero eso no impidió que la entidad pudiera ver a través de ella como si nada.
—Finalmente te acuerdas. Sí. Yo tomé la forma de Albus Dumbledore porque sabía que no estabas preparada para conocer mi verdadero yo. ¿De verdad creías que un simple mortal tiene el poder de aguardar en el limbo durante tanto tiempo para reencontrarse contigo?
—Pero… Me diste a elegir —pensó ella en voz alta, todavía atónita por lo que acababa de descubrir—. ¿Por qué?
—En aquel momento ya eras mía, ya no eras del todo… mortal. Aceptaste mis reliquias, pero, sobre todo, me aceptaste a mí. Incluso cuando te di una nueva oportunidad, preferiste deshacerte de mis regalos, a pesar del poder que te hubieran brindado, pero no te deshiciste de mí. Así que yo te acepté a ti también. ¿Acaso no te pareció extraño que pudieras dejar de usar totalmente tu varita, años después, cuando nadie era capaz de hacer las mismas proezas que tú a los 25 años, incluso después de décadas de práctica? ¿Acaso no te pareció extraño que pudieras salvar milagrosamente a tus compañeros aurores cuando parecían estar muertos, cuando tú no tenías ningún tipo de entrenamiento médico? —Seina escuchó la narrativa de la Muerte en silencio, inhalando fuertemente al oír las mismas palabras que ella había pensado tantas veces—. ¿Acaso no te pareció extraño que nadie te descubriera cuando mataste a incontables asesinos y violadores que escaparon la justicia, a pesar de los errores que cometiste a veces al principio debido a tu ira y desconocimiento mágico? No podías salir a la calle sin que te pidieran un autógrafo, pero pudiste cazar a esos criminales sin ser vista durante años, como si fueras invisible. Irónico, ¿verdad?
Así que… después de todo este tiempo en el que ella pensó que había dejado atrás las Reliquias de la Muerte, ¿habían seguido a su lado? ¿Había usado el incontable poder de la varita de sauco sin darse cuenta, pensando que simplemente las varitas se le habían quedado pequeñas y que no necesitaba una para usar su magia? ¿Había revivido realmente a sus compañeros recién muertos sin saberlo gracias a la piedra de la resurrección? ¿Había escapado a la justicia mientras cazaba a otros criminales aún más culpables que ella debido a la capa de invisibilidad? Se quedó en shock al darse cuenta de que era muy posible. Se acordó de las veces que Hermione, frustrada, le dijo que no era posible lo que había empezado a hacer con su magia. Como no. Hermione tenía razón.
—Por fin has empezado a entenderlo —se rio de ella, poniéndole el bello de punta de nuevo—, pero eso solo es el principio.
—¿A qué te refieres?
—¿No te has dado cuenta de que mis Reliquias te han seguido? Han esperado tanto tiempo para caer de nuevo en tus manos, ansiando que llegara la hora. O es que… ¿no te das cuenta de que vuelves a empuñar las 3 ahora mismo?
Seina miró hacia abajo, buscando la capa de invisibilidad o el anillo de los Gaunt, o algo parecido, pero solo encontró la máscara demonio en su mano izquierda y la espada Nunoboko en su mano derecha. Como si la hubieran electrocutado dio un bote al darse cuenta de que habían cambiado de forma, así como había cambiado ella también. Alzó su manga izquierda, viendo como el brazalete de invisibilidad, el más poderoso de todos los brazaletes que había creado, estaba activo sin que ella lo hubiera usado.
—Y eso no es todo. Como ya sabes… las personas que nos aman nunca nos dejan del todo.
Se tambaleó al escuchar las palabras de Sirius en su boca. Sintió como perdía fuerzas cuando empezó a comprender lo que le estaba dando a entender. Con el corazón aleteando como las alas de un colibrí tuvo que cuestionar a la entidad delante de sí con un hilo de voz.
—¿Me estás diciendo… que no soy la única reencarnándose en esta dimensión?
—Oh, querida. Para nada. Mucha gente que te quería quiso seguirte cuando vieron por adelantado tu último final. Decidieron seguir apoyándote así que me suplicaron ayuda, y yo se la concedí a cambio de que no pudieran recordar nada de su vida anterior, nada que pudiera interferir con tu nueva vida. Aceptaron mi ofrenda, sabiendo que, de un modo u otro, os encontraríais de nuevo en vida. Eso era, después de todo, lo más importante para ellos.
—¿Y quiénes son? ¿En- en qué personas se reencarnaron? —preguntó ella, aguantando las ganas de llorar—. ¿Ron y Hermione? ¿Mis padres? ¿Sirius?
—Ron y Hermione debatieron durante largo tiempo sobre si seguirte, pero creían que cuidar de tus descendientes de tu vida anterior era lo mejor que podían hacer por ti, pensaban que saber que ellos cuidaban de tu familia te permitiría sentirte aliviada una vez supieras la verdad; ellos ya habían vivido su vida contigo y no tenían remordimientos. Tus amigos no se reencarnaron aquí, pero tus padres sí lo hicieron. Y Sirius, y Remus, incluso Andrómeda, y algunos más. ¿No recuerdas cómo Minato te salvó la vida, sacrificándose por ti como tu madre, dándole una tregua con su muerte a Konoha? ¿No escuchaste hablar de Kushina como alguien testarudo y bromista, amante de su familia? ¿No ves los patrones de tus seres queridos de tu antigua vida en esta nueva vida tuya?
>> ¿No ves a Remus en Jiraiya, el hombre que se acobardó durante años antes de presentarte ante ti como un amigo de la familia? ¿A Andrómeda en Tsunade, tu maestra, amiga, alguien que perdió a sus seres queridos y se convirtió también en una figura materna con el tiempo? ¿Al sabio que te falló, demasiado cobarde para hacer frente a la realidad, en Hiruzen? Incluso Tom te siguió, aceptando mi oferta para redimirse, y míralo ahora… Cruzando la línea roja de nuevo, ansioso por la inmortalidad. ¿No te suena? Incluso Severus y Peter quisieron redimirse de sus pecados, con más o menos éxito. Peter volvió a traicionar a tus padres, provocando su muerte, mientras que Severus… El inteligente Severus… sus actos acabaron con la muerte, nuevamente, de sus seres queridos debido a su propia mano. También fue traicionado por ambos amos, pero esta vez ha conseguido redimirse y ha logrado el perdón mucho antes de su muerte.
—Tom es Orochimaru y, ¿Peter y Severus…? —empezó a decir ella, dándose cuenta de las absurdas coincidencias hasta que recordó algo más importante—. ¿Y Sirius? ¿Qué ha pasado con él?
—Querida, ¿no eres capaz de pensar en quién podría reencarnarse tu devoto padrino? ¿El que perdió a tus padres y con ello parte de su cordura? ¿El que vivió al límite para sentirse vivo, aceptando que iba a morir, muriendo por salvarte? ¿El que hizo todo lo necesario, lo que pudo, para estar a tu lado, para protegerte, para ganarse tu confianza? ¿El que te amó más que nadie desde el principio, con solo verte? ¿El que te consoló, te mimó, luchó por ti y para estar a tu lado? ¿El padrino en el que siempre piensas, incluso décadas después, por qué lo amabas y te amaba de verdad, a pesar de los errores que cometió? ¿El que caminó a tu lado mientras te acompañaba a morir?
—Kakashi…
La Muerte rio, complacida, mientras ella intentó aguantar las lágrimas. Ahora entendía por qué su patronus había tomado otra forma. Una forma de perro que le recordó a Sirius porque Kakashi era Sirius. No eran la misma persona, pero sí la misma alma.
—Pero, ¿cómo es posible? Kakashi, Tsunade y los demás… son mucho mayores que yo. ¿Cómo sabían que yo iba a venir aquí? ¿Por qué aceptaron renacer aquí?
—Porque sabían que cuando murieras aparecerías aquí. Yo se lo dije. Además, no tienes que pensar en el tiempo como algo lineal. Tú mejor que nadie deberías saber que el tiempo va en todas direcciones y sentidos.
—¿Y por qué ahora puedo abrir la cámara? ¿Por qué no contarme todo esto antes?
—Has recogido mis Reliquias en el momento preciso, tal y como lo hiciste en tu otra vida. Primero la capa, luego la piedra y luego la varita… La espada pasó de la mano de Hagoromo a tus ancestros, que juraron protegerla hasta que llegara a ti, según mis órdenes. Hagoromo solo la poseyó durante un tiempo porque era necesario para que, posteriormente, pudiera ser tuya. En cuanto el clan Uzumaki se dio cuenta de su inminente destrucción guardaron sus pergaminos más secretos junto a la espada en esta cámara. Pusieron ese sello en forma de cuenta atrás porque sabían cuándo regresarías para abrirla porque yo se lo dije.
—Entonces… ¿Mi madre sabía algo de todo esto? ¿De la cámara?
—No. Solo tu abuelo materno, Kyoya, sabía que su futura nieta sería la que abriría la cámara. Por desgracia, su propio padre Yukichi, líder de Uzushiogakure en ese entonces, murió en el primer asalto contra la aldea. El liderazgo pasó a Kyoya ese mismo día y tuvo que quedarse en Uzushiogakure para proteger la cámara, ya que solo los líderes de la aldea, y sus herederos al cargo, sabían de la tarea que yo les encomendé. Kushina fuera enviada lejos de la aldea, sola, mientras su padre se quedó en Uzushiogakure para proteger la cámara. Pereció junto a la mayoría, intentando derrotar a sus enemigos, pero pudo cumplir su cometido. La cámara no fue destruida.
—…Si no se hubieran quedado, la cámara seguiría intacta, ¿no es así?
—Sí. Los sellos de sus antepasados habrían resistido sin necesidad de que él se quedara, pero él no lo sabía. Como tu madre no sabía nada de esto debido a que no había sido preparada por su padre, o su abuelo, no pudo dejarte ninguna pista. Aunque, tal y como estás pensando, no hubiera cambiado nada. Estabas destinada a recoger mis Reliquias en el momento exacto. Con mi mínima intervención fuiste capaz de alcanzarlos tú misma.
—¿Tú intervención? ¿Cómo interviniste para que yo creara el brazalete de invisibilidad? Eso fue solo cosa mía.
—¿Estás segura? La primera vez que se te ocurrió hacerlo fue porque viste en la aldea, en un escaparate, un brazalete muy parecido a los que se usaban en tu antiguo mundo. Eso te dio la idea, tal y como sabía que sucedería, y el resto es historia. En cuanto a la máscara… conservé ese mapa para que no se perdiera con el paso de los años y le di un empujón a Tsunade para que os enviara de “vacaciones” a Uzushiogakure. Sabía que acabarías encontrándolo tú sola en cuanto rebuscaras entre las ruinas. Sobre todo, después de que Shikaku te diera aquellos pergaminos de tu familia, tal y como yo quise. También sabía que la cámara sellada te picaría la curiosidad y que pedirías ayuda a alguien experto en fuinjutsu después de notar los sellos superpuestos que cada líder ha creado durante cientos de años. Sabía que Jiraiya analizaría los sellos y vería que no tenía sentido dedicar tanto tiempo a desenredar los miles de capas de fuinjutsu cuando la misma cámara estaba programada para abrirse sola en poco tiempo.
—Podría haber olvidado la cámara. Podría haberse quedado aquí, abierta, pero desierta durante años.
—No, mientras tuvieras mi máscara, no. Porque, tal y como te acompañaron James y Lily en tu camino a la Muerte la última vez… De nuevo están aquí para guiarte hasta mí. Incluso aunque no te hayas dado cuenta.
—Pero, ¿a qué viene todo esto? ¿Por qué darme esta oportunidad de una segunda vida? ¿Por qué dejar que recuerde mi vida pasada? Solo… ¿Por qué?
—Porque este mundo es el purgatorio. Tu nueva vida es tu prueba final.
—¿Una prueba para qué?
—Reuniste mis reliquias por primera vez por pura suerte. No las buscaste a consciencia así que no te preparaste para usarlas. Seguí tu vida anterior con curiosidad: la humana que no quiso ser inmortal pero que, sorprendentemente, se convirtió en inmortal por casualidad —rio la Muerte, incrédula y divertida a más no poder, con voz aguda y estridente— De todos los finales que vi, este era el único que pensaba que no iba a suceder. Una posibilidad entre infinitas posibilidades. Y, sin embargo…
—Entonces, ¿para qué crear las reliquias si el objetivo no era la inmortalidad?
—Las creé para castigar a los Peverell y a todos aquellos humanos ingratos que creían que podían subyugarme, y eso hice durante años. Las reliquias eran una maldición, un castigo —Seina tragó sintiendo sudor frío mientras observaba como la sombra de la entidad frente a ella se alargaba y se perdía entre la oscuridad, a la par que siseaba, enfurecida, el porqué de sus acciones. Cuando, de repente, pareció olvidar su enfado de un plumazo. Sus cambios de humor eran tan imprevisibles que solo pudo seguir escuchando en silencio, sin saber qué decir, como suavizaba su tono de un instante al otro—. Hasta que llegaste tú. Tu intención no fue someterme, ni huir de mí. Me demostraste desde el primer momento que no me temías. Aun sin saber qué estabas haciendo ni en qué te estabas metiendo. Tú… no me temías. No querías poder. No querías ser inmortal. Eras todo lo contrario a los otros humanos. Superaste mis expectativas sin saberlo y pensé… Quizás no tengo porqué seguir existiendo en soledad el resto de la eternidad.
—…
—Así que ideé esta dimensión mientras tú reunías mis reliquias, distorsionando el tiempo para transformarla en algo únicamente para ti. Una nueva vida, con nueva familia, una nueva oportunidad… y una última prueba. Necesitaba que recordaras el pasado para que la suerte no tuviera nada que ver esta vez. Quería ver si tú, con tus poderes y tu experiencia, te convertirías en lo mismo que esos humanos que intentaron someterme o, si, por el contrario, aun sabiendo lo que sabías y teniendo el poder que tienes… serías alguien digno.
—¿Y bien?
—A pesar del poder casi infinito que puedes y has cultivado en esta realidad, has superado mis expectativas. Tu mayor deseo es cuidar de tus seres queridos y ser feliz. A pesar de todo el poder que he desviado hacia ti, tú te has mantenido firme en tus convicciones, y por eso, has superado mi prueba. Ahora, ha llegado el momento en que te conviertas en mi Avatar, y asciendas.
—¿Eso qué significa? No lo entiendo.
—Tranquila. Tendremos tiempo para hablar en un futuro, pero ahora tienes que regresar con tu familia. El mundo no se va a rescatar así mismo él solito, ¿sabes?
La Muerte chasqueó los dedeos en mitad de la oscuridad y acto seguido notó una punzada de dolor recorrerle el cuerpo. Fue todo tan rápido que no le dio tiempo a pensar. Cuando pestañeó, se encontró sola. Miró para todos lados. Por un segundo pensó que se lo había imaginado todo hasta que vio las reliquias en sus manos y volvió a sentir las conexiones con su familia en el fondo de su mente. Había vuelto al mundo real, o al purgatorio, o a dónde quiera que estuviera, pero con su familia.
Sintió el poder de las reliquias en su interior, transformándola, y supo que nunca sería la misma. No podía hacer nada por impedir lo que había pasado, pero sí que podía regresar con su equipo para detener a Obito. Escondió las reliquias y usó el hiraishin.
Lo que no esperaba cuando regresó, quizás 20 minutos más tarde, fue ver a los bijuus en carne y hueso intentando destruir el árbol junto a la armada y a Madara revivido de verdad peleando contra quien creyó que era Guy, totalmente desatado, usando a Nagato de refuerzo. Vio a Obito en el suelo, al borde de la muerte, siendo atrapado por el Zetsu negro. Konan parecía estar hablando con él, vigilándolo, mientras que su padre y su marido, con Itachi protegiendo sus espaldas desde las sombras, estaban arremolinados alrededor de algo en el suelo. Le dio un vuelco el corazón al sentir la preocupación de Kakashi desde lejos, y pensó en lo peor.
—No… No. ¡No, no, no! ¡Naruto, Sasuke! —llamó ella, corriendo a su lado lo más rápido posible—. Pero, ¿¡qué ha pasado!?
Apartó de golpe a su padre, creando un clon para que se encargara de la sanación de chakra, y procedió a intentar curarlos a ambos. Estaban inconscientes, pero vivos, y parecían no estar malheridos.
—No sabemos qué ha pasado. En un momento estaban bien, y luego… se han desmayado en mitad de la pelea —informó Itachi, mirando con el sharingan evolucionado a su hermano sin pestañear.
—Madara aprovechó para golpearlos, pero logramos protegerlos del golpe. Aunque Tobirama ha resultado inutilizado…
Puso una mano en cada uno, viendo como su clon hacía lo mismo, y procedió a usar su magia para curarlos mientras su clon usaba el chakra. Las pocas heridas que tenían se curaron al instante debido a la potencia de su jutsu, impulsado por su desesperación. Cuando comprobó ella misma que físicamente estaban bien respiró más tranquila antes de adentrarse en sus mentes. Sin éxito. ¿Qué demonios estaba pasando?
—¿Qué demonios ha pasado mientras no estaba? —preguntó ella, viendo el rostro de Hashirama en el pecho de Madara, fulminándolo con la mirada—. ¿Por qué no puedo llegar a ellos?
—Parece que estos dos también están experimentando algo extraño. Ahora que puedo ver tus recuerdos sobre lo que ha pasado en la cámara de los Uzumaki… ¿Estás segura que la Muerte no está visitándolos ahora mismo?
—¿La Muerte? ¿Tú crees? No me dijo nada al respecto.
—Mmm… Lo cierto es que hay algo…
—¿Qué?
—Vuelve a entrar en sus mentes.
—No puedo. ¿No lo has visto?
—Solo pruébalo —refunfuñó Kurama al escuchar su tono irritado, y algo desesperado.
Seina le hizo caso. Como pensaba, no pudo acceder a sus mentes, era como si estuvieran envueltos en sombras. Lo que la aliviaba era percibir que seguían ahí, aunque no sabía qué estaba pasando ni por qué.
—Lo sabía. Es él.
—¿Él?
—Siento la presencia de mi padre.
—… ¿Qué?
—No sé por qué ha decidido reaparecer ahora, ni porqué en tus hermanos, pero su presencia es inconfundible. Solo es una mera sombra, pero es él.
Justo cuando iba a abrir su metafórica boca para seguir cuestionando a Kurama mentalmente, vio como Sasuke parecía removerse en su sitio. Itachi estuvo allí en un milisegundo, mirándolo sin pestañear. Su mirada fue a Naruto, quien estaba siendo observado por su padre con ojos de halcón. Tal y como pensaba, empezó a moverse hasta que abrieron los ojos al mismo tiempo. Escuchó la inspiración de su marido al ver el rinnegan en uno de los ojos de Sasuke y las pupilas transformadas en modo sabio de Naruto.
—Ugh… —musitó Sasuke, levantándose con la ayuda de Itachi. Luego, antes de poder explicar nada, miró la palma de su mano—. Así que no ha sido un sueño.
Naruto, por otro lado, parecía estar haciendo exactamente lo mismo todavía tumbado en el suelo.
—Vamos. No es momento de quedarse aquí parados —instó su padre, levantando a su hermano—. ¿Qué ha pasado?
—Es una historia muy larga. Ya os la contaremos.
Seina miró fijamente a sus dos hermanos, esperando de brazos cruzados una explicación, aunque fuera extremadamente breve. Sasuke, al verlo, simplemente le mostró lo que había pasado en tiempo récord. Naruto concordó con Sasuke mentalmente.
—¿Y tú? ¿Qué ha pasado?
—Será mejor que os lo muestre —procedió a mostrarles rápidamente lo que había pasado, sintiendo la sorpresa y el asombro de ambos, y luego deshizo su clon—. Y eso ha sido todo.
—Hn… Eso explicaría los tatuajes de tus manos.
—¿Tatuajes?
Se miró las manos, sin ver nada nuevo, y luego las palmas de la mano. Incrédula, vio la marca de las Reliquias de la Muerte grabada en sus manos de forma casi imperceptible. En cuanto lo vio supo qué eran. No eran una marca de poder como las de Naruto y Sasuke. Eran literalmente las reliquias, esperando ser usadas desde el limbo. Se subió la manga, esperando ver el brazalete de invisibilidad, cuando vio que había desaparecido. No. No había desaparecido. Había sido absorbido en su brazo en forma de tatuaje. Sacudió la cabeza, incapaz de seguir sorprendiéndose por todo lo que estaba pasando, y miró a Madara.
—¿Qué ha pasado con el Primero?
—Madara lo ha absorbido. También intentó absorber a los bijuus de nuevo, pero Naruto lo detuvo.
—Y luego entramos en trance. Sea como sea, tenemos que acabar con esto de una vez por todas —dijo Naruto, y Sasuke y ella asintieron—. Ya es hora de que enfrentarnos a él con todo.
—¡Basta!
El grito irritado de Madara los devolvió a la realidad. Miró hacia donde estaba Obito, tumbado en el suelo y siendo protegido por su padre, su marido, Itachi y Konan y luego hacia ellos.
—Sois un estorbo y no voy a permitir que me retengáis más tiempo.
—¡Guy-sensei! —gritó Lee cuando vio como el susodicho y Nagato eran lanzados muy lejos, repelidos por una onda expansiva invisible.
Vio como Tenten, Lee y Neji corrían a rescatar a su maestro mientras que Konan desapareció y reapareció al lado de Nagato, quien pudo mantenerse en pie a pesar de que estaba jadeando de cansancio. No le extrañaba. Las últimas semanas no debían haber sido suficiente para curarlo del todo y ahora volvía a estar gastando su chakra al usar el rinnegan sin parar. Konan intentó llevárselo de allí, en dirección a la retaguardia, pero Nagato se negó.
—Espera Konan. Tenemos que acabar con esto. Es culpa nuestra.
—No —cortó ella, haciendo que ambos se giraran—. Tú solo fuiste un peón de Madara. Como Obito. Has ayudado lo que has podido. Itachi me dijo que con tu ayuda pudo deshacer el Edo Tensei de Kabuto. Ya has hecho suficiente. Ahora descansa. Vuelve con la armada.
Naruto asintió. Konan no se lo pensó dos veces, y se marchó en un remolino de papel con un Nagato exhausto y derrotado.
Madara lo contempló todo con una expresión extraña, como si le divirtiera escucharlos o le pareciera ridículo que pensaran que podían derrotarlo. Seina se preguntó cómo había recuperado el rinnegan que llevaba ahora, ojo que seguramente había recuperado cuando ella se había marchado, hasta que se dio cuenta de que no importaba su origen. El problema era que lo tenía, y parecía estar mirando a Obito con interés.
—Quiere el otro rinnegan —pensó Sasuke, justo lo que ella estaba pensando.
—Entonces… ¡impidámoslo!
No sabía por qué, pero tenía el presentimiento que el final de la guerra iba a tardar en llegar…
Notes:
Pues sí. Seina es la Señora de Muerte. Tenía este capítulo medio escrito desde hace un año casi. No me puedo creer que ya esté publicado.
¿Sabéis quienes son Peter y Severus en esta realidad? Os leo.
Chapter Text
Los gritos eran ensordecedores, y por primera vez en horas se permitió echar un vistazo rápido a todo el mundo: sus amigos esperando en la retaguardia, los Kage recuperando el control de la armada, la armada luchando contra las distracciones de Madara y, por último, Madara…
—¡Acabemos con esto! —gritó Naruto, usando sus nuevos poderes como si los hubiera tenido desde hacía años.
—¡Espera Naruto! —avisó Sasuke, cogiéndose la cabeza como si le doliera, observando fijamente a su enemigo con su nuevo ojo—. Está pasando algo extraño.
Seina y los demás observaron como Zetsu negro parecía estar atacando a Madara, quien se mostró igual de sorprendido que todos ellos al notar los actos traicioneros de la entidad que había creído como suya propia. El Zetsu negro, no obstante, clavó sus ojos inhumanos en ella, como si estuviera sorprendido de su presencia.
—Algo ha cambiado… Tú… —siseó la entidad, con algo de confusión—. Iba a dejar que jugarais un poco más con Madara, pero creo que habrá que adelantar los planes.
—¿¡Cómo te atreves!? —gritó el susodicho, pero fue ignorado por Zetsu como si fuera una mosca—. ¡Tú debes servirme a mí! ¡No puedes- AGH!
—Calla, mortal.
Naruto, Sasuke, Itachi, Kakashi y ella observaron con confusión y alerta lo que estaba sucediendo. Vio de reojo como los demás ninjas parecían estar recuperándose en la retaguardia, algunos de ellos habían perecido al ataque de Madara, ¿o era Zetsu?, y parecían haber perdido totalmente su chakra, muriendo al instante.
—¡Atentos! ¡Está haciendo algo!
La voz de su marido la sacó de sus ensoñaciones. Vio como Madara desapareció en una especie de bola de chakra que lo engulló. Del suelo salieron unas raíces de las cuales colgaban incontables ninjas muertos, rodeados de vendas como si fueran momias. Ante sus ojos, la transformación continuó hasta que las momias se convirtieron en Zetsus blancos y por fin… por fin, comprendió casi todo. Justo cuando estaba sintiendo la sorpresa y estupefacción de Naruto y Sasuke al entender de dónde habían salido los Zetsus vio como la bola que tragó a Madara y que ahora era gigantesca se transformaba en una persona. Era-
—Kaguya Ohtsutsuki.
Sasuke la nombró con una certeza total. Seina empezó a notar un retortijón en su pecho, como si alguien le hubiera cogido el corazón y estuviera retorciendo sus entrañas con su puño. Tuvo que inclinarse, intentando no hacer ruido y no llamar la atención, mientras seguía contemplando a Kaguya delante de ellos. Kakashi, alarmado por sus emociones llenas de dolor, se giró a mirarla y la vio claramente intentando pasar desapercibida.
—¿¡Seina!? —exclamó Sasuke, haciendo que Naruto se girara a mirar.
—¡Nee-chan!
—No. No la perdáis de vista. Estoy bien.
—¿¡Cómo vas a estar bien!? —gritó Naruto, sintiendo ahora lo que ella estaba sintiendo—. ¡Parece como si te estuviera dando un infarto!
—Centraos en ella, o moriremos todos.
Seina cortó su conexión para evitarles el dolor. Sasuke la fulminó con la mirada al comprender qué estaba haciendo, pero se giró a cubrir las espaldas a Naruto mientras ella se retorcía cada vez más de dolor. Ahora ya no solo en su corazón sino también sus pulmones e incluso su estómago empezó a sentirse dolorido. No sabía qué le estaba pasando, pero se horrorizó cuando comprendió que hacía rato que no sentía a Kurama. No entendía nada. Era como si un agujero negro se hubiera tragado a Kurama. Lo que no sabía era desde cuándo había perdido la pista a su bijuu…
—¡Agh! —exclamó, jadeando, y luego sintió una punzada de dolor inmensa que la debilitó.
Lo siguiente que sintió fue a Kakashi cogerla en volandas, dispuesta a llevarla ante un médico, y a sus hermanos lanzándose a pelear contra Kaguya.
—Te cubriré las espaldas, Kakashi-sempai —dijo la voz de Itachi, pero sin perder de vista a Sasuke—. Cogeré a Obito.
—Gracias. Intentaré buscar a Tsunade-sama, Seina. Ya mismo te atenderán.
Pero, antes de que pudiera hacer nada más, Seina perdió la consciencia debido al dolor.
Se despertó de nuevo en el limbo. Era igual de oscuro e igual de basto, pero ahora sabía qué esperar. No vio su presencia como la otra vez, pero sabía que estaba vigilando, siempre controlando todo. La muerte llegaba a todas las esquinas del universo y esta esquina no iba a ser distinta. Curiosamente no sintió dolor a pesar de que claramente recordaba haberse desmayado debido a eso.
Un resplandor le llamó la atención así que cuando miró abajo se sorprendió de verse totalmente desnuda. Sus extremidades brillaban con una tenue luz que antes su piel no poseía.
—¿Kurama? —preguntó, recordando lo último que había pensado.
—No puede sentirte todavía.
Seina suspiró al escuchar la voz de su nuevo patrón en su mente. ¿Acaso no compartía ya su cabeza con suficiente gente? Le pareció escuchar una risa antes de que su presencia se diluyera: no había desaparecido, pero ya no estaba ahí. Era extraño de explicar. Tan extraño como saber que era ahora la Señora de la Muerte, por segunda vez. Notó el conocimiento arremolinarse en su mente, como recuerdos difusos que tenía al alcance de la punta de sus dedos.
En cuanto pensó en qué le estaba pasando supo qué le estaba pasando. No le dolió la cabeza, pero quiso que le doliera porque eso habría significado que seguía siendo normal… humana. Ahora sabía, y sabía por qué lo sabía, que no era del todo mortal. La omnisciencia que se escondía en su mente era extraña y alienígena. No estaba pensada para que un humano pudiera acceder a ella y, sin embargo, aquí estaba ella. No lo sabía todo, pero porque no quería saberlo todo. Una parte de ella se negaba a aceptar tanto poder porque había visto lo que mucho menos poder había hecho de los hombres.
De repente, supo que Kurama seguía dentro de ella, hibernando temporalmente, mientras ella se transformaba a marchas forzadas para poder ayudar al universo. Sabía que Kaguya estaba intentando separar a sus hermanos para que no pudieran sellarla y también sabía que ella tenía el poder de dejar atrás esta dimensión y envenenar otros mundos que todavía no sabía ni siquiera que existían, pero que acabaría descubriendo.
Su mente captó con adelanto la inminente presencia de alguien. Alguien importante para Kakashi.
—Seina-sama…
Seina se giró, conjurando con el pensamiento una túnica blanca para taparse, y vio a Rin. A Rin en su estado adolescente. El mismo con el que había sido asesinada accidentalmente por Kakashi.
—Tú.
—Siento mucho todo lo que pasó —dijo Rin, haciendo una reverencia profunda de 90 grados—. Kakashi no merecía lo que le hice.
—Y, sin embargo, lo hiciste…
—Haré todo lo que me pida, me someteré a cualquier castigo, pero… déjeme recibir el alma de Obito. ¡Se lo suplico!
Rin se arrodilló en el suelo, postrándose contra la nada. Seina supo lo que sentía sin quererlo. Era una maldición y una bendición a la vez puesto que quería seguir enfadada con ella pero, a la vez, comprendía que Rin sentía un arrepentimiento real. La irritó no tener motivos para seguir enfadada, pero suspiró.
—Está bien.
En el momento en que aceptó la petición de Rin, apareció el alma de Obito y comprendió que había muerto. Se sumergió en su consciencia para ver qué estaba pasando y vio como Naruto y Sasuke habían sido separados mientras que Obito había muerto protegiendo a su marido quien, a su vez, estaba protegiendo su cuerpo. Miró al antiguo compañero de equipo de su marido, quien todavía no se había percatado de su presencia mientras era consolado por Rin.
—Obito… —llamó ella, haciendo que se giraran—. Gracias por salvar a Kakashi.
—Era lo mínimo que podía hacer.
Seina asintió. Tantas cosas que podría decirle a Obito… y no servirían de nada. Obito ya sabía de sus pecados sin que ella tuviera que decir nada. Su irritación se duplicó al ver que tampoco serviría de nada recriminar sus actos a Obito. Suspiró con exasperación y volvió en sí al ver que él parecía estar esperando tener su atención.
—Me gustaría poder visitar a Kakashi una última vez. Le debo un regalo de bodas, después de todo.
—¿Seina-sama? ¿Podrías decirle a Kakashi una cosa de mi parte?
Seina bufó una risa mientras Obito y Rin desaparecían como humo entre las nubes. Cerró los ojos mientras intentaba retrasar el tiempo para poder completar su inminente transformación lo antes posible. El tiempo pasó mientras un cosquilleo recorría sin prisa, pero sin pausa cada centímetro y recoveco de su cuerpo, transformándola en algo que todavía no acababa de comprender.
Por suerte, parecía que no sentía nada estando en el limbo así que cerró los ojos hasta que…
—¡Seina! —gritó Kakashi sobre su cabeza.
Abrió los ojos de golpe, sintiendo que tenía todo el tiempo del mundo. La expresión de su marido, la misma expresión que ella había estado vistiendo durante toda la guerra e incluso meses antes, contrastaba enormemente con lo que sentía ahora. Era como si… como si fuera intocable. Inmortal. En su fuero interno sabía que lo era. Moriría como Kakashi y sus hermanos, pero renacería intacta de nuevo como lo que era… La Eterna Señora de la Muerte.
Sintió la presencia de Sasuke, Itachi y Naruto muy lejos, en otras dimensiones. No sabía qué había pasado, pero Kaguya no estaba allí con ellos. Solo quedaban Kakashi y ella, y el polvo cadavérico que había sido Obito. Miró los nuevos ojos de Kakashi, a juego, y supo porque Obito había contactado con él antes de irse al más allá.
—Para ser un idiota, es un buen regalo de Obito.
—…—Kakashi la observó con ojos ávidos, comprobando que estaba bien, y luego reparó en sus palabras alzando una ceja—. Usamos el kamui para colarnos en esta dimensión. Kaguya intentó matarte, no sé por qué, pero Obito me protegió cuando te protegía.
—Lo sé. Recibí su alma en el limbo junto a Rin.
—¿Junto a Rin?
El susurro de Kakashi, su sorpresa, llegó a sus oídos. A pesar de su expresión de póker pudo sentir su conmoción. Seina tocó la mejilla de Kakashi, dándose cuenta de que hacía semanas que no paraba a respirar. Todo había sido ansiedad, prisas, preparación, concentración en la inminente batalla. Ahora que había ascendido sentía como si todo hubiera vuelto a la normalidad. Quizás así era, considerando que sus nuevos poderes le habían borrado todas sus preocupaciones.
—Rin me ha dicho que te pida perdón. Dice que no debió hacer lo que hizo.
—… Cuando tengamos tiempo ya me contarás todo lo que ha pasado estos últimos días.
—Te lo prometo. Tenemos todo el tiempo del mundo.
—¿Seguro? —preguntó Kakashi, echando un vistazo a todos lados como diciendo “¿y esto?”—. Es curioso… Tantos días sintiéndome al borde de la muerte, y ahora que estamos lo más cerca posible del precipicio es como si tuviera la certeza de que vamos a vivir. ¿No es extraño?
—Vamos a vivir, Kakashi —aseguró ella, con una certeza absoluta, y se levantó del suelo—. Ya es hora de que alguien le demuestre a Kaguya que no es una diosa, ni inmortal…
—¿Cómo lo sabes? A todos los efectos… parece serlo.
Seina observó a su marido. Se quedaron mirando unos segundos el uno al otro, comprendiendo más de lo que estaban diciendo. El sharingan evolucionado de Kakashi refulgió mientras la contemplaba hasta que algo debió deducir porque inspiró una bocanada de aire mientras se sentía completamente en shock.
—¿Qué ha pasado en la caverna de los Uzumaki?
—Digamos que me he convertido en el avatar de un verdadero Dios.
—…
—Vamos. Estoy harta de esta guerra. Allá afuera solo los muertos permanecen en pie —sonrió ella con ironía—. Por suerte para todos nosotros, el plan de Orochimaru, aunque no preveía esto, nos viene como anillo al dedo.
—¿A qué te refieres? Además, ¿cómo vamos a-
Seina alzó una mano, creando un portal en mitad de la nada. Dejó el mundo de hielo detrás, dándose cuenta por primera vez del lugar donde habían caído a manos de Kaguya, y luego oscureció el cielo para evitar que el sol del desierto la cegara.
—Sasuke… Estoy aquí. Seguid mi señal.
Kakashi la miró como si no la conociera. Si se esforzaba, usando sus nuevos poderes y habilidades, podía saber sin necesidad de leerle la mente qué estaba pensando. Estaba contemplando su nuevo poder, preguntándose qué clase de fuerza tendría ahora cuando Obito y él habían tenido que reunir todo su chakra restante para cambiar solo 2 veces de dimensión.
—¡Seina! ¡Por fin! No encontrábamos la salida de este puto sitio —exclamó Sasuke, cogiéndola en un abrazo que la sorprendió. Vio a Itachi tras él—. Tenemos que volver con Naruto. Solo si estamos juntos-
—Podréis sellar a Kaguya. Lo sé.
Pero no. Hagoromo había tramado parte de toda la historia para sellar a su madre con el poder de sus descendientes, pero ella no estaba de acuerdo. Sabía que el sellado de Kaguya no sería eterno. Tardaría miles de años en deshacerse, pero cuando desaparecieran los ninjas en cientos de años también desaparecerían las personas suficientemente poderosas como para encargarse de su reaparición. Todo el mundo olvidaría el pasado, considerándolo meras leyendas o historias anticuadas. Kaguya, con su chakra inmenso, podría destruir el mundo del futuro como un niño juega con una lupa, el sol y unas hormigas.
Kaguya iba a dejar de existir. Su nombre olvidado, para nunca más ser mencionado, todos olvidarán su aspecto, su historia y su voluntad. Incluso su alma iba a desaparecer, atomizada y esparcida por distintas dimensiones del cosmos. Kaguya no iba a regresar nunca jamás.
—¡Ahí está Naruto! —dijo Kakashi, señalando al cielo después de que todos pasaran de una dimensión a otra a través de otro de sus portales.
Seina observó con todo el tiempo del mundo como Sasuke se lanzaba a luchar con Naruto contra Kaguya. En menos de una hora, Kaguya moriría. Cerró los ojos, sintiendo a Kurama de nuevo, despertando del coma del limbo.
—Ugh… ¿Qué cojones ha pasado?
—Solo una pequeña ascensión a dios.
—… —Kurama observó sus memorias, sintiéndose igualmente en shock que Kakashi, y luego suspiró—. Supongo que si le tenía que pasar a alguien…
—¿Te animas a matar a una “diosa”?
—¡Ya te digo!
Seina saltó sobre el lomo de Kurama, sintiendo como la envolvía su magia, ahora infinita, y miró a Itachi y a Kakashi.
—Subid. Es hora de que veamos qué pueden hacer 2 sharingans, un bijuu y una diosa contra Kaguya Otsutsuki.
Itachi miró con una ceja alzada a Kakashi, pero subió tras ella encima de Kurama. Seina envió a su bijuu con una capa refulgente de magia púrpura, de cabeza a cola. Sus cadenas de adamantina obedecieron más fácilmente que nunca antes, como si fueran metal líquido, y se convirtieron en una armadura para Kurama mientras que el susanoo de Itachi los recubrió a todos con el chakra escarlata de su hermano de otra madre. Seina puso una mano sobre el pelaje de Kurama, devolviéndole parte de su chakra almacenado en su sello de espalda, viendo como era absorbido rápidamente por él. La otra mitad de chakra se lo transfirió a Itachi y Kakashi. Recuperando a todos al completo.
El chakra demoníaco de Kurama empezó a escapar de su cuerpo, mezclándose con su magia y luego con el susanoo de Itachi. Era tanto el poder que los envolvía que el aire parecía vibrar con malicia y potencia. Kaguya los observó, esquivando los ataques coordinados de Sasuke y Naruto. El rostro casi temeroso de esa mujer le dio placer.
—¡RAAAWWR!
El rugido de Kurama resonó por toda la dimensión, ensordeciéndolos a todos. No se lo pensó ni un segundo. Kurama desapareció tras un portal que ella creó, apareciendo tras Kaguya. La mujer se retorció, llevándose consigo el ambiente, y luego apareció a lo lejos.
Siguieron persiguiéndola, usando sus ataques para que Naruto y Sasuke pudieran acercarse a ella cada vez más peligrosamente. Kaguya pareció darse cuenta de que estaba siendo encerrada puesto que intentó fugarse a otra dimensión donde tuviera más ventaja.
—¿¡Qué!? ¿¡Por qué no puedo irme!? —gritó Kaguya, esquivando las llamas negras de Sasuke y la flecha gigantesca del susanoo de Itachi.
—¿Creías que iba a dejarte escapar justo ahora?
—¿¡Tu!? ¿Tu has hecho esto? —exclamó su enemiga con expresión enfurecida y presa del pánico.
—¿No decías que eras una diosa? ¿Inmortal? ¿Por qué no lo ponemos a prueba? Tu poder, el chakra de la diosa conejo, contra el mío… Solas tú y yo…
El reto que le lanzó quedó en el aire mientras todos tomaban unos segundos para respirar. Kaguya pareció estar pensándoselo, dudando. Una sombra en su manga siseó una negativa, y sus ojos se movieron hasta donde estaba escondido el Zetsu negro. A ese… a ese también lo destruiría por siempre jamás.
—¿¡Qué me dices, Kaguya Otsutsuki!? ¡Una lucha tú y yo!
Notes:
¡Siento el retraso! No me matéis :(
Tengo buenas y malas noticias. La buena es que no he muerto y voy a seguir actualizando. La mala es que voy a tener que hacerlo cada 2 semanas, o quizás 3. No quería poner una nota diciendo que iba a tardar en actualizar porque odio las notas, pero quizás habría estado bien que supierais que no he abandonado la historia.
Lo cierto es que compré hace un mes un piso y lo estoy reformando así que entre los papeleos (que nadie me dijo que eran tantos... madre mía), la reforma y el trabajo no tengo tiempo para escribir. Aun así, voy a finalizar la historia. De hecho, yo creo que antes de 2026 habrá acabado... Vaya. Muchos finales y muchos comienzos.
¡Espero que haya ido bien el verano, amig@s!
Chapter Text
El rostro de Kaguya se mostró confuso, pero, sobre todo, aterrorizado. Era como si la estuviera contemplando con otros ojos por primera vez desde que renació. El silencio creció mientras, por un instante que pareció eterno, la pelea se detenía como por arte de magia. Seina le había lanzado un reto, y Kaguya no era de las que se amedrentaban. Estaba convencida de que su ego la obligaría a aceptar su duelo, pero por desgracia no había pensado en el Zetsu negro que escondía en su manga, y que era claramente más cobarde que su propia “madre” podría llegar a convencerla.
—¡No! ¡Es una trampa! ¡Salgamos de aquí! —gritó la voz desde su manga, sacando de su ensoñación a Kaguya—. ¡Madre!
Kaguya pestañeó, dando un sobresalto, y quiso desvanecerse lejos de ella usando un portal a otra dimensión. Seina la dejó huir con una creciente sonrisa en labios. Ahora, con sus nuevos poderes, sabía exactamente dónde estaba yendo. Ya nada ni nadie podía esconderse de ella… mientras usara sus nuevos poderes, claro está.
—¡Se escapa! —dijo Naruto, saltando en dirección a Kaguya. Sasuke la miró un segundo, pero luego optó por no dejar solo a su hermano.
Los únicos que se quedaron a su lado fueron Itachi, Kurama y Kakashi. Ambos se giraron a mirarla, ignorando a Kaguya momentáneamente.
—¿La vas a dejar escapar? —preguntó Kurama mientras que Itachi y Kakashi solo la miraron fijamente.
—Ya no puede escapar de mí así que no hace falta seguir persiguiéndola.
Seina alzó una mano y las dimensiones que la rodeaban se vinieron a bajo como un castillo de arena. Una tras otra, las dimensiones convergieron todas en una hasta que a Kaguya no le quedó más espacio al cual escapar. Vieron a Sasuke y Naruto peleando con ella, llevándola al límite como nunca antes. Kurama gruñó sobre su cabeza, queriendo hacerle daño a la mujer que había orquestado todo esto, y Seina asintió para sus adentros. Empezaría por liquidar a ese Zetsu de la faz del universo.
Se desvaneció en una nube, reapareciendo tras la espalda de Kaguya. Ella la notó en el último instante, pero Seina ya había cogido su manga y la había desgarrado, llevándose consigo a Zetsu sin que Kaguya pudiera hacer nada más que fulminarla con la mirada mientras se defendía de sus hermanos. Zetsu intentó escapar, pero ella cogió la masa amorfa con mano firme, recomponiéndolo rápidamente y de forma brusca en su cuerpo humanoide.
—¡AAAAH! ¡PARA! ¡ME QUEMA! —gritó Zetsu, retorciéndose bajo su mano sin poder alguno—. ¿¡Quién eres!? ¡NO, POR FAVOR! ¡AAAAAARGH!
Seina no respondió. Usó sus nuevos poderes para desintegrar la existencia de Zetsu, convirtiéndolo en cenizas que se desvanecieron en el aire con un último chillido desgarrador. Kaguya no gritó, pero el gemido angustiado fue suficiente para hacerle saber que había visto el final de su “voluntad”. Sus ojos se reencontraron en mitad de la batalla contra Sasuke y Naruto y, antes de que pudiera darse cuenta, Seina se encontró dentro de ella.
El agua bajo sus pies era fría y oscura, sin reflejo alguno. El espacio dentro de Kaguya era igual de siniestro que ella misma, retorcido y carente de calidez. Kaguya no la sintió, no la intuyó dentro de ella puesto que solo había pasado una milésima de segundo en su dimensión exterior, pero Seina tenía todo el tiempo del mundo siendo el Avatar de la Muerte. Quería entender a Kaguya pero, sobre todo, quería cerciorarse de que todo iba a acabar con su muerte. No quería que volviera a suceder algo similar a lo de Madara, más cuando sabía ahora cómo se las gastaba Kaguya.
—¿¡Por qué haces esto!? —gritó una voz masculina a la lejanía—. ¡Creí que el plan era que ambos plantáramos este árbol!
—¡Solo muere!
Seina deambuló en busca de esa memoria. Contempló como si estuviera pasando en tiempo real como Kaguya luchaba contra un miembro de su clan, a juzgar por su apariencia. Otro alienígena. Kaguya, en su arrogancia, lo dejó medio muerto creyendo que estaba al borde de la perdición. Seina, con sus nuevos poderes, supo que el destino de ese hombre no acababa allí. A través de esa memoria recorrió el espacio tiempo, observó como Isshiki sobrevivía poseyendo a un monje y su posterior compra de un niño al que trató como a un objeto.
—Mmm… Tendré que hacerme cargo de este también —dijo para sus adentros, sabiendo que estaba totalmente sola.
Kaguya, mientras tanto, se convirtió en una concubina y engendró a un bastardo con Tenji, un humano. Seina observó sus actos, a veces compadeciéndose de ella, pero siempre teniendo claro que Kaguya estaba condenada a morir. Observó como Aino era asesinada por el hombre al que amaba Kaguya, vio como su muerte desencadenó el inicio de la locura de Kaguya y como ésta usaba el tsukuyomi infinito para atrapar al mundo entero por primera vez.
Vibró en su sitio cuando vio como Kaguya trataba a todos los humanos como esclavos, satisfaciendo sus necesidades o usándolos como sirvientes. La vio sentada en su trono, usando a un humano como si fuera una banca de madera para reposar sus pies, embarazada de gemelos.
Seina trajo de la nada la consciencia de Kaguya, arrastrándola a su interior sin que ella pudiera resistirse. El pequeño grito de Kaguya se detuvo al instante en que la vio. Observó la memoria delante de ellas y luego a ella.
—¿¡Quién eres!? ¿¡Por qué tienes todo este poder!? ¡Debería ser MÍO! —gritó Kaguya, totalmente enfurecida y fuera de sí. Intentó usar su chakra, pero no pudo—. ¡No! ¡No, no, NO! ¿¡Por qué no puedo usar mis poderes!?
—Has estado jugando a ser dios mucho tiempo, ¿verdad, Kaguya? Ya no recuerdas lo que era ser “normal”.
—¡YO NUNCA FUI NORMAL!
—Discrepo… De cualquier modo, ahora sé muchas cosas de ti. Lo sé todo, de hecho —reconoció Seina, saboreando el rostro aterrorizado de Kaguya—. Por culpa tuya, tu clan va a ser destruido. Sois demasiado peligrosos para dejaros con vida: destruís aquello que tocáis por vuestra ansia de vida eterna. Pero ya se acabó. Si tú hubieras pasado desapercibida quizás no me habrían enviado contra ti, pero tus actos han llamado demasiado la atención.
—¿Quién te envía?
—¿Acaso no lo sabes? —rio ella—. Soy parte del ser al que repudiáis. Está cansado de recoger almas que no deberían haber muerto mientras vosotros huis de vuestro destino a costa de dichas almas.
—…
El rostro aterrorizado de Kaguya le dejó ver que había comprendido lo que le estaba diciendo, pero por si no le quedaba claro Seina se inclinó sobre su cuerpo postrado en la nada, desvalido y sin fuerzas. Ante ella, Kaguya no era más que una mujer cualquiera.
—Se acabó para ti. Para tu clan. Para siempre.
—…No vas a sellarme.
—No. Me temo que solo queda la nada para ti —dijo ella, poniéndose de cuclillas para poder verla a la cara—. Y cuando acabe contigo iré a por los otros. Es curioso… Todo este tiempo tú has confabulado para regresar y tu hijo Hagoromo hizo lo mismo para sellarte. Él todavía te quiere, muy en el fondo, y quiere evitar tu muerte.
—¿Esperas que te suplique compasión? —escupió Kaguya, con ojos enloquecidos—. ¡Nunca!
—No gastes saliva. Vas a morir, pero tendré compasión de tu hijo y dejaré que crea que estás viva, aunque sellada. De cualquier forma… pronto olvidarás todo esto.
Acabó de ver todo lo que tenía que ver. Kaguya había perdido bastante tiempo mientras estaba sellada la primera vez así que apenas tuvo que perder tiempo recorriendo sus memorias. Lo que más le llamó la atención fue el hecho de que, a pesar de enloquecida, Kaguya sí que había pensado en cómo proteger su nuevo dominio de su clan. Estaba claro que los Otsutsuki eran peligrosos y un estorbo que debería hacer desaparecer en el futuro. En cuanto cerró los ojos y pensó en los Otsutsuki pudo notar sus presencias en la lejanía. Todavía seguían con vida…
—¡No! —gritó Kaguya, viendo como eliminaba a su tercer hijo.
Seina saltó a pelear con su equipo, siendo seguida por los demás. Las bijuudama de Kurama fueron esquivadas por Kaguya, al igual que el rasengan volador de Naruto. Aun así, una de sus cadenas la atrapó por un tobillo y Sasuke aprovechó para lanzarle una flecha con su susanoo que la atravesó por el estómago.
—¡No podéis detenerme!
—¡Cállate ya, vieja idiota!
Kaguya usó su cabello para quitarse la flecha, recomponiéndose como si nada mientras el equipo 7 la atacaba. Por el rabillo del ojo vio como Kakashi e Itachi seguían la pelea, ambos con el mangekyo sharignan activado, con algo de gracia. Parecían estar dejándolos a ellos encargarse de todo esto. Por un momento pensó en hacer lo mismo, en dejar que sus hermanos pelearan a solas contra la madre de sus reencarnaciones, pero se negó a abandonarlos. Sirvió de apoyo con Kurama, protegiéndolos de ataques y sirviendo como distracción mientras Sasuke y Naruto la cansaban cada vez más. Kaguya tenía los minutos contados…
—¡Ahora Naruto! —gritó Sasuke, viendo como los clones de su hermano habían distraído doblemente a Kaguya después de que ésta esquivara sus cadenas y los zarpazos de Kurama.
Seina se tapó los ojos cuando sus manos empezaron a brillar. Escuchó el chillido ensordecedor de Kaguya y el sonido de la bestia de Diez Colas en la lejanía, que se colaba entre las dimensiones que se venían abajo. Justo cuando parecía que todo iba a acabar Kaguya se transformó en un intento desesperado por liberarse del sellado.
—¡Tiene que ser el Diez Colas! —dijo Kakashi a su lado, mirando la enorme bestia que contenía diferentes partes de los otros bijuu.
—Diría que más bien parece un conejo.
La voz tranquila y cargada de ironía de Itachi la hicieron reír. El plano de hielo bajo sus pies se retorció, como si fuera una ilusión inestable, hasta que se convirtió frenéticamente en lava y roca. Invocó con la mente a su dragón, viendo como Kurama desaparecía dentro de ella con hastío, y como Sasuke y Naruto hacían lo mismo desde la otra punta del cráter. Kaguya no parecía molesta por no haberlos matado. Llegados a este punto, Seina intuía que quedaba poco de ella allí dentro.
—Necesitamos una distracción desde la lejanía —pidió Sasuke mentalmente. Seina comprendió que quería que se alejara para no interferir en el jutsu que tenía que armar con Naruto.
—Déjamelo a mí —aseguró ella. Luego, en dirección a Kurama—. Será mejor que te quedes quitecito mientras acabamos con esto.
—¡Me conformo con que le arranques la cabeza!
Seina bufó una risa. Se desapareció, reapareciendo tras Kaguya de nuevo, y usó su magia para atacarla. En cuanto hizo contacto con ella, forzó el chakra a desvanecerse, haciéndola involucionar de nuevo. Sasuke, viendo lo que estaba haciendo, preparó una flecha negra que impactó contra el tercer ojo de Kaguya, destruyéndoselo.
—¡AAAAAAAH! —aulló la mujer que tenía bajo sus brazos, pero se desvaneció de nuevo.
Ella siguió su estela por segunda vez. Kaguya esquivó un ataque de Naruto, ataque la que distrajo lo suficiente como para que la percibiera tarde así que se comió de lleno la oleada mágica cuyo único objetivo era romperle los huesos. No gritó, pero sí que mordió un gruñido dolorido al ver como su pierna se quebraba. Antes de que pudiera seguir atacándola, Kaguya desapareció por tercera vez.
—¡Quieres parar de moverte! —gritó Naruto, asqueado.
Seina intuyó donde iba a reaparecer así que la esperó allí, cogiéndola en un lariat y noqueándola espacio abajo. Naruto la interceptó con una patada voladora que la mandó, irónicamente, a volar. Vio los ojos de Sasuke girar, montado en su dragón rojo, esquivando los cabellos puntiagudos de Kaguya, y usando el chidori para atravesarle de nuevo el estómago. La sangre brotó de sus labios. Seina vio como iba a hacer otro gesto manual así que la envolvió con cadenas a la vez que Naruto, con la mano ya precargada con el jutsu de sellado, cogía la mano de Sasuke que todavía estaba atravesando a Kaguya.
—¡NO! ¡NO VA A ACABAR ASÍ! —gritó Kaguya, intentando zafarse sin éxito de sus cadenas de adamantina—. ¡DEJADME SALIR! ¡YO SOY LA DIOSA CONEJO! ¡YO OS DI ESE CHAKRA! ¡ES MÍOOOOO!
Seina usó una de sus cadenas, clavada en su espalda, para sacarle el chakra. Observaron como el chakra de los bijuu salía de Kaguya por última vez, volando en todas direcciones hasta disiparse mientras Kaguya aullaba de forma casi inhumana al ser sellada por sus hermanos. Poco a poco, una esfera empezó a contenerla hasta transformarse en lo que parecía ser la Luna.
—¡Lo conseguimos!
—¿Y ahora qué? —preguntó Sasuke, mirando a la nueva Luna—. ¿La dejamos aquí?
—Yo me encargaré de ella —dijo ella, llamando la atención a todos—. Voy a ponerle un sello mágico. Así nadie podrá deshacer vuestro sello.
—Bien pensado —suspiró Kakashi, estirando la espalda con un crack—. Deberíamos regresar.
—Dadme la mano.
Seina cogió las manos de su familia y desaparecieron. Antes de marcharse, no obstante, selló esa dimensión para poder encargarse de Kaguya lo antes posible. En cuanto aparecieron en el campo de batalla vio como el hombre del momento estaba allí. Dio un vistazo rápido a todo viendo como sus amigos parecían más o menos intactos, así como la armada. Algunos habían estado medio convertidos en Zetsus blancos pero, por suerte, ahora tenía el poder de revertir el tiempo.
Alzó una mano, usando la espalda de Kakashi para esconderse, y cerró los ojos. La Muerte todavía no se había llevado a algunos así que hizo todo lo posible para arreglarlo.
—¿Esto es cosa tuya? —preguntó mentalmente Naruto—. ¿Cómo lo haces?
—Todavía no lo tengo muy claro…
—Ya somos tres —dijo Sasuke, viendo como Naruto parecía estar intentando salir de su nuevo estado llameante.
Seina abrió los ojos justamente en el peor momento. El momento en que su padre se acercó hasta ellos a pasos agigantados. Antes de poder hacer nada, Minato Namizake los cogió en un abrazo con su único brazo. Casi pudo notar como se relajaba al verlos con vida.
—¡Estáis bien!
—Claro que sí —sonrió Naruto, dándole un codazo—. ¿Verdad que sí, Seina?
—Sí…
Seina miró por encima del hombro de su padre a su marido, viendo como él asentía con ojos risueños, y supo que ya era hora de dejar de huir. Lo cierto es que no sabía qué decirle a su padre, quien realmente era su madre de su anterior vida. Vaya lío. Una parte de ella culpaba a Minato de todo lo que pasaron en su infancia, otra parte de ella sabía que su padre había tenido pocas opciones para derrotar a Kurama.
—¿Podemos hablar?
Su padre se sobresaltó, mirándola ahora directamente en lugar de seguir observándola de reojo. Seina echó a caminar hasta que escondió tras un trozo de árbol gigantesco. Su padre la siguió en silencio, quizás contemplando qué iba a decirle, y no se inmutó cuando usó sus poderes para silenciarlos. Se quedó allí, recostada contra el tronco sintiendo el paso de los días. Ahora más que nunca estaba cansada de todo y eso que habían pasado pocos días, si pensaba fríamente en el calendario.
—Estás molesta por algo.
—Claro que estoy molesta. ¿Qué es lo que sabes de Naruto y de mí? ¿Pudiste ver algo en el más allá? —dijo ella, sin levantar la voz, a pesar de que sí que estaba enfadada.
—Una parte de mí siempre estuvo dentro de vosotros, aferrado a Kurama por si… por si acaso. Una parte de mí, y de vuestra madre.
—Huh —bufó una risa sarcástica al escucharlo—. Ya ves tú de qué nos ha servido. Sabes, al principio me dio más igual darme cuenta de que fuiste tú el que nos condenó a ser jinchurikis. Pensaba que nunca te vería, que os habíais convertido en un recuerdo, pero luego… Luego cree un retrato mágico para Sasuke y pensé… ¿Por qué no hacer uno de vosotros? En cuanto lo pensé algo me lo impidió. Pensaba en reencontrarme con vosotros, aunque fuera en retrato, y me enfadaba.
—Ya no hubiéramos sido un recuerdo sino algo más tangible —suspiró su padre, mostrándose más triste que nunca—. Seina… yo…
—¿Sabes lo mucho que nos odiaban en el orfanato? ¿Sabes que no nos daban de comer a veces? ¿Sabes que por las calles algunos incluso querían pegarnos? ¿O que intentaban vendernos comida caducada a precio de oro? ¿Qué intentaron sabotearnos en la academia para que fracasáramos o muriéramos? ¿Sabes, acaso, que la única solución del Tercero fue independizarnos y darnos una mísera paga con 5 años? —masculló ella, cada vez más enfadada. Entonces recordó algo—. No. Espera. Esto debe escucharlo también la otra.
—¿No dirás…?
Seina alzó una mano y, sin saber como lo hizo, Kushina Uzumaki apareció allí de forma traslúcida como por arte de magia. Su padre la observó en shock mientras que su madre solo pudo mirarla con ojos llenos de lágrimas.
—Lo siento mucho, Seina —dijo su madre, arrodillándose en el suelo.
—¿Naruto? ¿Puedes venir?
Seina no dijo nada mientras esperaba a que su hermano mellizo apareciera. En menos de un minuto se encontró a su lado antes de quedarse de piedra al ver a su madre.
—Mamá —dijo su hermano, corriendo a abrazar a su madre, pero ésta era incorpórea—. ¿Qué-…
—No está viva, Naruto. Solo es su alma a la que he llamado del más allá. ¿Te acuerdas de esa máscara de la que os hablé? —señaló la máscara que colgaba ahora de su cinturón—. Al parecer no era del todo un horrocrux sino más bien… Un teléfono al más allá.
Naruto observó la máscara y luego vio el arma refulgente que ahora colgaba de su espalda. Sacudió la cabeza con poco asombro. Miró a sus padres con mucho menos rencor que ella. Como siempre, Naruto le ganaba en compasión.
—Te he llamado para hablar de… bueno, de todo, supongo.
—Ya. Supongo que nunca hablamos de cómo nos sentíamos al descubrir que fue… papá el que nos convirtió en jinchurikis —se rascó la cabeza Naruto, pareciendo un adolescente en lugar de un poderoso ninja que se había enfrentado a la persona más peligrosa del mundo hacia solo 15 minutos—. Lo cierto es que durante unos años me enfadé, pero luego pensé en qué hubiera hecho yo si hubiera sido papá y bueno… es difícil enfadarse con alguien cuando ni tú mismo sabes qué hubieras hecho diferente. Lo cierto es que no sé qué podría haber hecho. Si hubiera sellado a Kurama en otro bebé que no fuera un Uzumaki seguramente habría muerto y, según lo que me contó Jiraiya, Konoha no dispone de vasijas como Kumo o Suna.
—Que sepamos… —interrumpió ella sin creerse este último argumento.
—¿Y qué habrías hecho tú? —preguntó su padre, más con curiosidad y tristeza que con tono acusador.
—Para empezar, habría parido lejos, muy lejos de Konoha. Se me viene en mente un lugar alejado y abandonado —dijo ella con retintín, en referencia a Uzu—. Además, tal y como ha dicho Naruto, podría haber buscado con anterioridad una vasija de sellado por si acaso. Y habría montado un equipo de élite de gente de confianza. Jiraiya, Tsunade… ¡incluso el Tercero! Joder, incluso podríais haber pedido ayuda a Kakashi. ¿Qué coño se os pasó por la cabeza? Ni siquiera, pensando en el peor de los casos, nos dejasteis una carta. ¡Una mísera carta! Si no hubiera sido por la compasión del Tercero quizás Naruto y yo habríamos tenido que vivir en la calle cuando nos echaron del orfanato. Sin una puñetera paga ni un techo sobre nuestra cabeza.
—¡Hiruzen nunca lo habría permitido!
—¡Sí, claro! ¡Como tampoco permitió que nos echaran del orfanato o que nos sabotearan en la academia! De no ser porque yo me reencarné con mis poderes y mi memoria… No sé dónde habríamos ido a parar.
—… ¿Tu memoria? —preguntó su padre mientras su madre intentaba no sollozar en voz alta—. ¿A qué te refieres?
—¿Crees que cualquiera puede traer un alma de vuelta del más allá con el pensamiento? Esta es mi segunda vida. La segunda que yo recuerde, al menos. Pero eso no tiene importancia —sacudió una mano dando por finalizado el comentario—. El caso es que nos abandonasteis. Sabiendo el peligro potencial… No tomasteis todas las medidas necesarias para protegernos a nosotros ni a la aldea. Confiasteis ciegamente en los altos mandos de Konoha y estos hicieron lo mínimo imprescindible, pero nada más. Así que sí. Me cuesta miraros a la cara sin tener la necesidad de daros un puñetazo.
Se hizo un silencio, roto por las inspiraciones entrecortadas de su madre, en el que todos se miraron los unos a los otros sin hablar. Su padre intentó abrazar a su madre, sin éxito, y luego suspiró mientras miraba al suelo. Naruto no dijo nada porque, a pesar de que no sentía el mismo rencor que ella, sí que había tenido sentimientos contrarios respecto a sus padres en cuanto empezaron a descubrir cosas de ellos. Saber que sus padres no eran perfectos era como una patada al estómago.
Sin embargo, ahora que había dicho lo que pensaba se sentía marginalmente mejor. Naruto le pasó el brazo por los hombros, apretándole fuertemente el brazo sin decir nada.
—Lo siento. ¡Lo siento muchísimo!
—Lo sentimos de veras —afirmó su padre con el rostro cansado y desencajado—. Nosotros… Nosotros queríamos estar a vuestro lado de todo corazón, pero a veces las cosas no salen como esperamos o queremos. Creedme que si hubiera habido otra forma aquel fatídico día… Deberíamos haber planeado mejor ese día, pero os fallamos. No tengo excusas ni palabras de confort.
—Cuando me enteré de que estaba embarazada fue el día más feliz de mi vida —lloró su madre, sonriendo un solo instante al recordarlo—. A veces creía que os estaba condenando a algo terrible. Sabía que tarde o temprano alguno de vosotros o quizás vuestros hijos podrían ser el nuevo jinchuriki, pero… yo… os quería tanto. Deseaba teneros con nosotros. Deseaba tanto ser vuestra madre. Lamento tanto que no pudiera estar a vuestro lado, que no pudiera defenderos de todos y de todo. Os merecéis más de lo que habéis recibido. Yo…
Seina sintió como se le llenaban los ojos de lágrimas al escuchar algo que había necesitado escuchar durante tanto tiempo. Esta era su madre, y su antiguo padre, y necesitaba oír de su boca que los quería y que se arrepentía de haberlos dejado, que sentía haberle fallado. Era la segunda vez que sus padres le fallaban. La segunda vez que no pensaban suficiente en sus hijos. Si James y Lily hubieran decidido irse del país quizás hubieran sobrevivido y ella no habría sido enviada a casa de los Dursley, donde fue abusada durante años. Joder, si tan solo James y Lily hubieran pedido a Peter que realizara un juramento inquebrantable antes de asignarlo como el guardador del secreto nunca podrían haber sido traicionados. Al final, siempre acababa sufriendo ella la inconsciencia de las decisiones de sus padres.
—No puedo decir que esté arreglado, pero al menos os he dicho lo que pensaba y me alegra haber escuchado que lo sentís.
Kushina lloró sin poder contenerse, sabiendo que no podía tocarlos, mientras que Minato se secó las lágrimas con su único brazo. Naruto hizo lo mismo, pestañeando las lágrimas, mientras ella intentaba recomponerse silenciosamente.
—Seina… ¿Qué es ese retrato mágico que le hiciste a Sasuke?
—¿El retrato? —preguntó ella, sorprendida por la abrupta pregunta de su padre—. Es un retrato que normalmente se hace en vida. Los protagonistas ponen cada cierto tiempo parte de su… esencia para poder ir actualizando las vivencias del retrato. Cuando la persona muere, el retrato se activa y es lo más cercano a volver a estar a su lado.
—¿Podrías hacernos uno? Ahora que estamos juntos, aunque sea por unos minutos, me gustaría poder volver a hablar contigo. Aunque solo fuera un retrato…
—¡Sí, podríamos darte nuestra esencia ahora mismo! En el último momento antes de morir. Seríamos la cosa más cercana a estar vivos que tendríais.
La expresión esperanzada de su padre, su madre y los sentimientos igualmente sorprendidos y anhelantes de su mellizo la hicieron suspirar. Lo pensó durante unos segundos hasta que se dio cuenta de que quizás era justamente lo que necesitaba. Si pudiera hablar con sus padres, no con una copia incompleta de ellos como Mikoto sino con sus verdaderas esencias… Quizás podría hacer terapia ella sola con su ayuda para desprenderse de esos rencores que ahora veía que guardaba en su interior. No quería iniciar su nueva vida con Kakashi de forma negativa y no estaba dispuesta a dejar que nada afectara al futuro de su familia así que tenía que hacerlo.
—Está bien. Cuando regresemos a casa haré que os pinten un retrato a ambos y os volveré a llamar.
—Me alegro mucho de haberos visto —sonrió su madre, ahora mucho más calmada y radiante que antes—. Os he echado de menos desde que me fui. Estoy orgullosa de ambos. Ahora tengo que regresar…
—Hasta la próxima, ma.
Seina asintió con la cabeza y dejó que se esfumara. Minato se quedó con ellos unos segundos más hasta que Naruto se apartó de su lado y le dio un abrazo fuerte. Seina lo contempló más tranquila que antes. Vio como su padre la miraba, sin pedir nada, así que suspiró. Antes de que pudiera arrepentirse se acercó para darle un abrazo. Su padre la apretó contra él, como si no quisiera dejarla ir, y le dio un beso en la cabeza.
—Te quiero, mi niña. Nos vemos pronto, te lo prometo.
—Hasta pronto… papá.
Su padre se convirtió en cenizas que bailaron en el aire nocturno, perdiéndose en la oscuridad. El alma de su padre se elevó por los cielos hasta viajar a la otra dimensión, donde podía sentir como se reunía con su madre.
—Vamos, Naru. Tenemos que acabar con esto y regresar a Konoha. Tengo que contaros unas cosas acerca de los Otsutsuki.
—¿Cómo qué? —preguntó su hermano, echando a caminar a su lado y mirándola de reojo con curiosidad.
—Como que esto no ha hecho más que empezar…
Notes:
¡Siento la tardanza! Estamos en la recta final... No me puedo creer que lleve escritas 1800 páginas de esta historia. Menuda locura. De mi otra historia pensaba escribir como 5 capítulos y ya llevo 17... ¿Será que me enrollo como una persiana? 😥
Chapter Text
El final de la guerra fue tan abrupto que dejó a mucha gente rascándose la cabeza. La mayoría habían sido inutilizados por el genjutsu de Kaguya y los pocos que se habían aferrado a la consciencia eran ninjas muertos que habían sido resucitados por Orochimaru. Los únicos que conocían lo que había sucedido de verdad era el equipo 7 e Itachi, y en breves minutos, los otros Kage y altos mandos.
Mientras los ninjas de a pie continuaban trabajando para desmantelar y desmilitarizar las zonas empleadas para la guerra, se encontró de nuevo teniendo una reunión de esas largas y tediosos.
—Dímelo otra vez, Kakashi —pidió Tsunade-sama mientras Shikaku se masajeaba la sien—. No está muerta.
—Está sellada.
—¿Por cuánto tiempo?
—Por siempre —intercedió Naruto.
—Por escasas horas… —pensó para sus adentros en la soledad de su mente.
—¿Y qué ha pasado por los bijuu? —preguntó A mientras Oonoki asentía.
Seina evitó rodar los ojos. Después de todo lo que había sucedido, ¿todavía estaban preocupados por repartirse equitativamente el poder que quedaba entre todos? No habían aprendido nada de todo lo que había pasado. No le extrañaba que Madara, que Kaguya, hubiera podido regresar de su anterior sellado. Era un factor más por el cual estaba convencida de que Kaguya necesitaba ser eliminada permanentemente.
Escuchó sin comentar prácticamente nada como Naruto y Kakashi explicaban, de nuevo, con pelos y señales lo que había pasado. Mientras los escuchaba distraída, miró por la ventana de la tienda de campaña militar y vio como médicos allí abajo acababan de curar a los heridos. Faltaba mucho para volver a casa. Días quizás. Sus clones estaban esparcidos por todos lados, agilizando el trámite, pero era un trabajo tedioso. Aunque, en realidad, todo le parecía tedioso ahora que todo parecía haber acabado. Lo único que quería era regresar a casa, pero una parte de ella se encontraba angustiada. O, más bien, llena de incertidumbre.
Todo lo que le había dicho a Nagato se había cumplido de cierto modo. ¿De qué servían los ninjas ahora si ya no iba a haber conflicto? Si las naciones ya no iban a luchar unas contra otras eso quería decir que los ninjas se habían convertido, en gran parte, en irrelevantes. Era una transición que había esperado llevar a cabo con su hermano Naruto de forma gradual, pero la guerra había hecho trizas sus planes. No es que quisiera seguir poniendo a su familia en peligro con conflictos constantes entre naciones, pero también sabía que cambios drásticos a veces tenían graves consecuencias… Quizás su familia podría subsistir de sus negocios familiares, pero mucha otra gente dependía totalmente de su salario como ninja. Y no solo tenía que pensar en lo económico. Mucha gente era ninja porque tenía tendencias violentas. Era una realidad que mucha gente no quería aceptar. ¿Qué iba a pasar con todas esas personas con rasgos sociópatas o psicópatas que hasta ahora habían brillado como ninjas?
El futuro era bastante incierto, pero no había perdido ni una pizca de fe. No quería hacer uso de sus poderes nuevos para calmar sus miedos porque sabía que si los seguía usando constantemente acabaría perdiendo la humanidad. Se convertiría definitivamente en el Avatar de la Muerte con todo lo que eso conllevaba, y no estaba dispuesta a que sus nuevos poderes afectaran a sus relaciones, cosa que inevitablemente pasaría si aceptaba convertirse en el avatar de un ser primordial.
Le había prometido a Kakashi el resto de su vida, y eso le daría. La Muerte había esperado mucho tiempo y sabía que podía esperar un poco más. ¿Qué era un siglo, si no una gota en un océano, en comparación con la eternidad?
—-imos preparativos para regresar —dijo Shikaku—. Lo último en ser desmantelado será el hospital aunque ya se han enviado a las distintas aldeas a los heridos estabilizados junto con la primera oleada de shinobis.
—Bien, bien…
—Sigo sin creer que todo esto haya sido engendrado por un ser que ni siquiera era humano —sacudió la cabeza la Mizukage, con rostro incrédulo—. ¿Y qué pasará si el resto de su clan regresa a este mundo?
—Deberemos protegernos, obviamente —contestó el Raikage—. No vamos a permitir que 4 humanoides del espacio nos quiten lo que ya es nuestro.
—Por fortuna, o por desgracia, solo los quedan 3 bijuus. Los demás han sido sellados.
Las palabras Oonoki los callaron a todos. Por desgracia, el sellado de Kaguya había traído consecuencias, como que los bijuus que habían sido sellados habían desaparecido para “siempre” dentro de la estatua demoníaca. Si no fuera por su futura intervención con la cual pensaba destruir a Kaguya y a la estatua, los bijuus reaparecerían con el paso del tiempo. Como Kaguya y esa estatua eran demasiado peligrosas como para seguir existiendo… iba a deshacerse de todo definitivamente.
—Podrías usar tu nuevo poder… una última vez —pidió Kurama, quien estaba siguiendo sus pensamientos muy de cerca—. Mis hermanos no tienen la culpa de que nuestro padre-
—Lo sé, pero lo cierto es que viendo cómo se están tornando las cosas… Dejaros ir como antes es peligroso.
—¿En serio estás contemplando destruir a mis hermanos, Seina? —siseó Kurama, enfurecido.
—No lo sé. No.
—Ten cuidado… no te vayas a convertir en lo que más odias.
Kurama desapareció en su interior, dejándole muy mal sabor de boca. Sus palabras hirieron, pero quizás eran justo lo que necesitaba. Por una parte, entendía lo que quería decir Kurama, sus hermanos no tenían la culpa de existir porque no habían pedido existir, pero, por otro lado… Sabía que dejar a los bijuu de nuevo a sus anchas generaría preguntas que no quería responder y que tarde o temprano afectarían a su familia. Después de todo, todos los altos mandos sabían que su equipo había estado implicado en la derrota de Kaguya. Lo lógico sería pensar que si los bijuu reapareciesen como por arte de magia todos los señalarían a ellos. Además, si dejaba a los bijuu en libertad, ¿quién le aseguraba que no volverían a esclavizarlos por su poder? ¿Sería bueno dejarlos en libertad cuando uno de sus planes era la desmilitarización? ¿Y si algún bijuu se revolvía contra la humanidad cuando ésta ya no fuera lo suficientemente poderosa como para protegerse de uno de ellos? Estaba claro que algo tenía que cambiar, tanto para proteger a la humanidad como a los propios bijuus. Eso era lo que más la hacía dudar puesto que con sus nuevos poderes había podido ver un atisbo del futuro. Uno donde los ninjas ya no existían.
Hasta que se acordó de algo.
—Quizás… Sí. Creo que haré lo mismo que él, pero con mi toque personal.
Cuando comprendió qué debía hacer, lo fácil que era, se asqueó de sí misma. Estaba claro que necesitaba un respiro, salir de la tienda de campaña y alejarse de la guerra. Su mente seguía pensando en lo peor, gestionando planes que ya no tenían cabida en un escenario sin guerra. No… no solo eso. Le preocupaba pensar que el poco uso de sus nuevos poderes la habían cambiado para mal. ¿Estaba perdiendo la humanidad? Antes nunca habría pensado en destruir a los hermanos de Kurama, pero ahora incluso se lo había planteado antes que buscar una tercera solución. En términos primordiales… destruir a los bijuu era lo más ventajoso, y fácil, para el cosmos. Pero Seina no quería perder la humanidad.
Salió de la tienda un par de horas más tarde. Era la primera vez en toda su vida que estaba deseando acabar una reunión, por muy interesante que fuera.
—¿Estás bien? —preguntó Kakashi en un susurro mientras se alejaban de todo.
—No. Necesito centrarme de nuevo. Necesito volver a sentirme como yo.
Kakashi asintió sin decir nada más. La abrazó contra él por primera vez en semanas. En cuanto estuvo en sus brazos fue como si algo dentro de sí se rompiera, como si fuera respirar. Le flojearon las piernas mientras intentaba no jadear y llorar sin saber qué le estaba pasando. Curiosamente, cada segundo que pasaba le aportaba más claridad, como si hasta ahora hubiera estado demasiado ofuscada como para ver la luz al final del túnel. Empezó a sentirse de nuevo como ella misma, como la Seina de siempre, y notó como los poderes a los que se había estado aferrando desde que aceptó las reliquias se disipaban al limbo.
La máscara y la espada… habían estado influenciándola.
—Necesito un segundo para guardar unas cosas, y ahora vengo —pidió ella.
Kakashi asintió de nuevo, dejándola ir sin más al darse cuenta de que volvía a ser ella. Seina desapareció y apareció en la cueva de los Uzumaki. Las reliquias aparecieron con tan solo pensar en ellas, postrándose en sus manos de nuevo.
—Os vais a quedar aquí hasta nuevo aviso. Me temo que todavía no sé cómo adaptarme a vosotras, pero aprenderé.
Las selló dentro de la cámara, sintiéndose mejor al dejarlas atrás, y volvió con su familia. Kakashi la estaba esperando en el mismo sitio, como si hubiera sabido que iba a regresar en poco tiempo. La observó de reojo, parado sobre una roca medio destruida. Seina se sentó a su lado, sintiendo todo el cansancio acumulado en ese preciso momento.
—¿Estás mejor?
—Sí —sonrió débilmente y luego… para sus adentros—. Kurama. Lo siento. Por un momento se me ha nublado el juicio.
—… Está bien. Yo también he podido notar la diferencia —admitió a regañadientes el bijuu en su interior al percibir como los poderes de las reliquias se disipaban lejos de ella, de ellos—. Pero no vuelvas a decir algo así... Tu no.
—Está bien.
Kurama se durmió, más tranquilo, recuperándose de su cansancio en su interior. Kakashi no dijo nada mientras veía como creaba unos cuantos clones para ayudar mientras ella no pudiera hacerlo. Necesitaba un descanso, y lo necesitaba ya.
Esa noche durmió por primera vez en su tienda de campaña mágica, acompañada de su familia entre los cuales estaban Karin, Nagato, Konan y Kisame. Jiraiya, como no, estaba acompañando a su maestra quien todavía tenía muchas cosas que hacer antes de poder partir de nuevo a Konoha con todo su séquito.
Miró el semblante medio dormido de Kakashi, sabiendo que a pesar de tener los ojos cerrados estaba pendiente de ella.
—Vas a destruirla, ¿verdad? —preguntó él, sin abrir los ojos, en un murmullo.
—Sí.
—… ¿Vas a ir esta noche?
—… Sí.
Kakashi abrió los ojos para mirarla fijamente. No dijeron nada mientras se contemplaban en mitad de la oscuridad, en su habitación compartida. Seina percibió los sentimientos convulsos de su marido. Notaba como una parte de él quería acompañarla y como otra parte de él sabía que no necesitaba compañía para destruir a Kaguya definitivamente. Seina alzó una mano para ponerle un mechón de pelo tras la oreja, viendo como entorpecía la visión de su magnífico rostro esculpido en carne y hueso. Kakashi cerró los ojos, saboreando su caricia, la primera en días, y no dijo nada más.
Antes de que pudiera arrepentirse, se desapareció.
—Tanto tiempo tramando tu regreso… y mírate en lo que te has convertido —musitó sin fuerzas, suspirando, al ver el sellado de Kaguya en todo su esplendor—. Lo tenías todo al alcance de tus dedos: una familia, belleza, inteligencia, influencia, poder… Y lo destruiste todo con tu avaricia. Por tu culpa, mucha gente inocente ha muerto.
Puso la mano encima de la esfera que flotaba en el aire, encapsulada en la dimensión donde ella la dejó después de que sus hermanos la sellaran. Notó como la esencia de Kaguya, a pesar de no tener cuerpo, era, de un modo u otro, consciente de sus palabras. Pudo notar su ira, su rabia, su desesperación… Kaguya sabía que había perdido por siempre jamás. Seina no quiso regodearse ni alargar más la agonía. Ya le había dicho todo lo que tenía que decirle, y ya no tenía más fuerzas para seguir. Quería acabar ya con el tema, quería pasar página por fin.
—Tan poderosa y, a la vez, tan frágil —dijo Kurama, saliendo de su sello para ver con sus propios ojos como Kaguya se evaporaba hasta convertirse en cenizas que luego desaparecieron del cosmos para siempre.
Observaron en silencio como la antigua dimensión de Kaguya se ensombrecía hasta que poco a poco fue engullida por la nada hasta quebrarse. No había nadie cerca cuando reaparecieron en su propia realidad, postrados el uno al lado del otro mirando al horizonte que ahora volvía a ser la negra noche llena de estrellas. Seina se sentó en el suelo, notando la brisa fría rozarle las mejillas y traspasar su fino pijama. Kurama y ella observaron durante un largo rato el cielo. Ni siquiera se preguntó qué iba a pasar ahora, qué iban a hacer ni cómo se iban adaptar a su nueva realidad. Simplemente… existió. Tanto tiempo luchando contra sus enemigos y éstos se habían ido para ya no volver.
Kakashi la abrazó cuando regresó, helada, casi una hora más tarde. No dijo nada ni preguntó qué había pasado. Solo la cogió entre brazos y dejó que se escondiera del mundo enterrando su rostro en su pecho desnudo.
Los días siguientes fueron un pequeño caos.
—¿Por qué no podemos marcharnos ya? ¡Está todo recogido! ¡Todos estamos apunto!
—¡Por diplomacia, Naruto! —ladró su maestra y luego fulminó a Jiraiya y a Orochimaru cuando estos reprimieron una risa y una mueca sarcástica respectivamente—. Además, marchamos esta tarde. ¿No te puedes esperar ni un par de horas antes de empezar a quejarte como un niño pequeño?
—Hn… —Sasuke bufó una risa.
Seina todavía no podía terminar de creerse que Orochimaru, Orochimaru, hubiera accedido a volver a Konoha. Echó un vistazo a las cabezas de Nagato, Itachi y Kisame hablando más allá, y solo pudo sacudir la cabeza. El brazo de Kakashi por encima de su hombro la hizo sonreír. El tiempo que habían pasado descansado estos últimos días fueron increíbles. No solo había visto el regreso de Orochimaru sino que presenció como rencillas antiguas quedaron zanjadas para siempre o como antiguos enemigos se despedían como amigos antes de marcharse a sus respectivas casas.
Parecía que la guerra los había unido como nunca antes, y Seina se preguntaba una vez más cuál sería el destino de los ninjas de diferentes naciones ahora que ya no eran enemigos. ¿Podría matar a alguien que había luchado a su lado, protegiendo su espalda durante semanas? Lo dudaba mucho. Nagato, y Naruto, parecía haber llegado a la misma conclusión porque no podía quitarse la sonrisa diminuta pero genuina que se había grabado en sus labios cuando él comprendió que su sueño se estaba haciendo realidad delante de sus ojos.
Otra parte de ella, no obstante, se preguntaba si no estaban siendo demasiado ingenuos. Si no se estarían equivocando al pensar que las cosas nunca regresarían a ser como lo fueron.
—No podemos adelantarnos a acontecimientos —le recordó Naruto, poniendo sus brazos tras su cabeza mientras contemplaba el cielo azul con una tranquilidad pasmosa—. Eso es lo que siempre dices, ¿te acuerdas?
—… Supongo que Naruto tiene razón.
Seina no dijo nada mientras Sasuke asentía despacio, claramente sin saber qué iba a pasar. Ella miró a todos lados, viendo como alguna que otra mirada acababa dirigiéndose a ellos, y supo que iba a tener que esperar. Decidió, con algo de cansancio, que les comentaría lo que sabía del clan de Otsutsuki en cuanto llegaran a Konoha.
El camino de regreso fue más rápido y a la vez más tortuoso que el camino de ida. Aunque pocos, algunos habían muerto a manos del enemigo, los cadáveres estaban siendo transportado en pergaminos por la misma Hokage. Una parte de ella se compadecía de esos camaradas, pensando en cómo habría sido todo si Obito hubiera decidido volver a Konoha en lugar de unirse a Madara. De no ser por él, ¿seguirían vivos sus padres?
La mano de Kakashi, rozando el dorso de su mano, la sacó de sus ensoñaciones. Como siempre, acababa pensando profundamente y debatiendo ella sola. Parecía que era lo único que hacía últimamente, llena de melancolía, pero también de esperanza.
—¿Qué haréis cuando acabemos con esto? —preguntó de improvisto Naruto, caminando delante de ella, al lado de Sasuke e Itachi.
—Me gustaría construir un nuevo hospital.
—¿En serio?
—Sí. Tengo muchos planes que me gustaría implementar. ¿Y tú?
—Creo que voy a retirarme oficialmente.
Las palabras de Kakashi dejaron helados a su equipo y a Itachi. Naruto y Sasuke intercambiaron una mirada sorprendida, pero Itachi solo la miró a ella con comprensión en los ojos. Seina le guiñó un ojo, dejando que Kakashi la abrazara contra él. No dijo nada de su cambio de planes, pero tarde o temprano le preguntaría el motivo.
Ahora mismo, lo único que quería pensar era que su familia estaba viva. Era lo único importante.
Chapter 168
Notes:
Advertencias: ninguna.
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Konoha apareció a lo lejos como Valhala. Una ciudad de héroes y caídos. Seina recordó por encima del hombro a los pocos que habían muerto, desaparecidos de entre los demás, y supo que, a pesar de que habían salido bien parados de semejante guerra, ¿cómo iba a explicarle eso a los familiares de los muertos? Nadie quería ser el pobre desafortunado, el único entre un millar, que tuviera que enterrar a su ser querido y sin embargo… habría familias que iban a tener que hacerlo. Era por eso que, a pesar del sentimiento generalizado de alivio y alegría por regresar a casa, también rezumaba un aire de melancolía imposible de evitar.
En las puertas les esperaban tanto familiares como civiles como los ninjas dejados atrás protegiendo la aldea. Vio como algunos buscaban entre las cabezas a sus seres queridos, suspirando con una sonrisa al verlos de nuevo, mientras que otros parecían no querer comprender la realidad. Seina y su familia fueron directos a las tierras del clan Hatake, cansados y exhaustos. La guerra había sido corta, pero intensa.
A pesar de que todos estaban agotados, Sasuke paró en mitad de las tierras del clan, girándose a mirarla, y preguntó lo que casi quería olvidar.
—¿Qué tenías que contarnos?
—Me temo que Kaguya no estaba sola —suspiró ella, rascándose la cabeza—. Vino a este planeta acompañada de otro alienígena. Kaguya lo atacó, dejándolo moribundo y creyendo que estaba muerto, pero…
—Pero no murió.
Seina asintió ante las palabras convencidas de Kakashi. —Y no solo habló de Isshiki. Kaguya estaba aterrorizada de un tal Momoshiki. Su terror era tal que ideó la forma de crear un ejército para combatir contra él. A pesar de sus temores, Momoshiki no entró en nuestro planeta. Todavía.
—El ejército de Zetsus, imagino —habló Itachi, quien había estado callado contemplando sus palabras—. ¿Y qué más sabes de este clan?
—Será mejor que os lo cuente después de una ducha, mientras cenamos. Esto va para largo.
Se despidieron temporalmente, afirmando que se verían en media hora. Seina dejó a unos clones cocinando mientras Kakashi y ella se iban a duchar. Lo primero que hizo, desnuda como estaba bajo la cascada de agua, fue abrazar a su marido. Kakashi la abrazó fuertemente, como si quisiera darle ánimos o quizás como asegurándose de que estaban vivos. Fuera como fuera se sentía extraña estando de nuevo en su baño. Era como… como si no hubiera pasado nada. Como si hubiera sido una misión normal y no una guerra. Se sentía extrañamente descolocada, y así se lo dijo a su marido.
—Pasará. De hecho, no me extraña que te sientas así —dijo Kakashi, alejándose un poco para mirarla a la cara.
Ver su rostro masculino cubierto por su cabello mojado le dio un no sé qué. No tenía ganas de tener sexo, después de los últimos días que habían vivido, pero había algo tremendamente arrebatador al ver a su marido desnudo, mojado y musculado abrazándola bajo el agua de la ducha.
Kakashi la cogió en volandas, apagando el agua con su mano libre, y la secó con un truco de chakra. Seina solo pudo sonreír al ver como la recostaba en su cama hecha de forma impoluta.
—Solo tenemos unos minutos —susurró ella cuando vio como el rostro de Kakashi se cernía sobre ella.
—Lo sé, pero podemos aprovecharlos. Juntos.
Kakashi la besó profundamente, con lengua, por primera vez en días. ¿Había dicho que no tenía ganas de tener sexo? Había mentido. Sabía que solo tenían 20 minutos, pero los iba a disfrutar al máximo. Alzó las piernas sin contemplaciones, poniéndolas seductoramente a lado y lado de sus caderas, y antes de que pudiera hacer poco más, Kakashi la penetró primero con sus dedos, dándole placer, y luego con su pesada erección. Fue rápido e intenso, justo lo que necesitaban para volver a conectar. Era como si cada embestida de Kakashi le hiciera olvidar un poco más y más todo lo que pasó hasta que, alcanzando el orgasmo, quedó en paz.
Cuando volvió en sí vio como estaba aferrada a la espalda de su marido, como si le fuera la vida en ello, y como Kakashi jadeaba contra su cuello.
—Madre mía…
Kakashi bufó una risa contra su cuello antes de darle un pequeño beso bajo el lóbulo de su oreja. Con un movimiento de mano los volvió a limpiar, estirándose placenteramente en su cama de matrimonio. Vio como Kakashi se vestía a paso lento, poniéndose su ropa interior y luego un pantalón de chándal negro que hizo resaltar su pálida piel maravillosamente. Le guiñó el ojo mientras abría la puerta del armario empotrado, buscando una camiseta que ponerse.
—A este paso no vamos a tener esa reunión.
—Ugh… Está bien.
Seina evitó mirarle mientras se vestía mucho más rápido con lo primero que pilló. Por suerte, el clon ya había acabado de hacer la cena y había puesto la mesa para 5. Se preguntó si debía comunicarle todo lo que sabía a su maestra y a Shikaku pero luego… pensó que mejor que no. No quería tener que admitir que tenía ahora al alcance de sus dedos un poder incluso superior al de un jinchuriki. El camino a la desmilitarización era real, muy real, no solo un sueño. Lo último que quería era dar ideas a las grandes naciones sobre otro poder descomunal.
Sasuke, Itachi y Naruto se sentaron en la mesa de comedor, todos duchados y vestidos con ropa de calle, para variar. Mientras cenaban Seina les explicó todo lo que había descubierto, contándoles toda la verdad a excepción de su… destrucción de Kaguya.
—… ¿Por qué parece que nunca se acaba? —preguntó Itachi, con un suspiro que la dejó algo sorprendida. Era la primera vez que lo escuchaba quejarse de algo.
—De cualquier modo, tenemos que eliminar a los Otsutsuki que ya están aquí.
—Y a los de la Luna —recordó ella—. Ellos también son una amenaza a la paz mundial, y a la humanidad.
—¿Y cómo vamos a hacerlo? Si no le decimos nada de esto a la vieja, ¿cómo vamos a poder salir de la aldea sin que nadie sospeche?
—Creo que lo mejor será decirle a Tsunade-sama una media verdad, o quizás pedir carta blanca con su confianza —musitó Kakashi, cenando a su lado—. Sea como sea, si salimos en una misión los 5 a la vez vamos a levantar sospechas.
—¿Por qué? ¡Si siempre hemos salido juntos, aun sin Itachi!
—Porque, Naruto, por si no te has dado cuenta somos uno de los equipos más poderosos del planeta ahora mismo. Cualquiera se preguntaría qué clase de misión tienen que llevar a cabo 2 jinchurikis, 2 Uchiha con ojos ultra evolucionados y un anbu veterano que además es un ninja prodigio —se encogió de hombros Sasuke—. Y más en una misión secreta.
—Eso pondría nerviosos a muchas personas —asintió Kakashi—. Con lo cual, vamos a necesitar la ayuda de Tsunade-sama y Shikaku para enmascarar nuestras intenciones. Ahora no debe haber casi ninguna misión importante así que lo lógico sería hacer creer a todos que no vamos de misión.
Estuvieron debatiendo qué inventar para que fuera plausible que todos se fueran de Konoha durante unas semanas hasta que se acordaron de Uzu. Todos tenían negocios en Uzu así que podrían usar como escusa una visita a la aldea aliada para cerciorarse de cómo estaban las cosas. En Uzu no había ninjas así que nadie sospecharía de ellos si enviaban a sus clones en su lugar para poder tener una coartada, más que nada porque nadie tenía la capacidad de discernir entre un clon y la persona real.
Hablaron durante un rato más, pero finalmente todos se fueron a la cama.
—Entonces… ¿esta será tu última misión? —preguntó ella al aire, al darse cuenta de que así era—. Dijiste que te retirarías.
—Eso parece. Una misión extraoficial.
Kakashi la abrazó contra su pecho, cortando de raíz sus cavilaciones, y no dijo nada cuando vio como se le cerraban los ojos.
A los pocos días, cuando tuvieron esa reunión con Tsunade-sama y Shikaku, supo que estaba un paso más cerca de acabar con los Otsutsuki.
—Me estás pidiendo carta blanca… —dijo en voz alta su maestra, mirándola fijamente a los ojos—. ¿Por qué?
—Será mejor que no preguntes. Solo digo que es necesario. Extremadamente necesario.
—¿Necesario enviar a un equipo de 5 personas? ¿Justamente las 5 personas más cualificadas y poderosas de la aldea?
—Sí.
—¿Qué nos puedes decir, entonces? —preguntó Shikaku, con ojeras bajo los ojos más pronunciadas que nunca, después de intercambiar una mirada con la Hokage.
Seina suspiró, pensando en qué decir para conseguir esa carta blanca sin alarmarlos más de lo necesario. Miró por la ventana, viendo el ambiente nuevamente relajado de Konoha, como si no hubiera pasado nada. Ilusos…
—El clan Otsutsuki no está muerto —reconoció finalmente—. Deben ser eliminados antes de que vuelvan a amenazar la paz mundial.
Vio por el reflejo de la ventana como ambos altos mandos se miraban nuevamente, claramente pensando en sus palabras. Estaba sola. Había pedido una cita con su maestra ella sola para no levantar sospechas así que no había nadie, es decir Naruto, que pudiera servirle de apoyo con sus palabras. Ahora todo el mundo estaba algo nervioso, mirando a todos lados. Sabía que su familia formaba parte del escrutinio general, simplemente porque habían tenido un gran papel en la guerra. Que ella visitara a su maestra no levantaría tantas cejas como que lo hiciera el equipo 7 en su totalidad. Aun así, una parte de ella deseó poder haberle dejado el muerto a su hermano mellizo.
—¿Cuán fiable es tu información?
—Totalmente.
—Entonces, el equipo 7 e Itachi tenéis carta blanca para eliminar al clan Otsutsuki.
—Pensaremos algo para esconder vuestra salida —dijo Shikaku, rascándose la barbilla.
—Habíamos pensado en un viaje a Uzu. Allí tenemos nuestros negocios.
—Podríamos vestirlo como un favor de la Hokage —musitó Shikaku, asintiendo—. Si alguien se merece unas vacaciones, sois vosotros.
Seina asintió. Escuchó como su maestra y el comandante jonin acababan de zanjar los últimos cabos sueltos antes de irse de allí. No era que le apeteciera volver a salir de la aldea para cazar a esos aliens. Huh. Quién lo hubiera dicho hacía meses: tan preocupada por la guerra ninja cuando ahora se daba cuenta del peligro real.
Paseó por la aldea de vuelta a casa, sintiendo la mirada de algunos en el rostro o en el cogote. Saludó a conocidos, se paró a charlar con antiguos pacientes, compró alguna que otra cosa… hasta que se topó con Karin y Shino en lo que parecía ser una cita romántica. Sintió como se le estiraban solos los labios en una sonrisa que no pudo esconder.
—Vaya, vaya… ¿Qué tenemos aquí? —preguntó algo traviesa, viendo como tanto Karin y Shino se sonrojaban más o menos violentamente—. No habéis perdido el tiempo, ¿eh?
—Es lógico. ¿Por qué? Porque la guerra nos ha demostrado que en cualquier momento podemos morir.
Karin rodó los ojos con afecto al escuchar hablar a su novio. Le dio unas palmaditas en el hombro y luego se giró a mirarla a ella. Seina vio como se había cortado el cabello por encima de los hombros y…
—¿Qué ha pasado con tus gafas?
—Ya no las necesito —se encogió de hombros su prima—. Llevaba tiempo indecisa, pero al final las he descartado.
Seina asintió. Sabía que los cristales que llevaba Karin no tenían graduación alguna. Simplemente usaba las gafas para esconderse cuando se sentía insegura. Le alegraba darse cuenta de que quizás ella no era la única que había madurado durante todo este tiempo.
—¿A dónde vas? —preguntó Shino con curiosidad, habiéndola visto salir de una tienda de alimentación.
—Kakashi y los demás nos vamos unas semanas a Uzu. Tenemos que asegurarnos de que todo esté bien con nuestros negocios y… para qué mentir, nos hará bien un cambio.
Karin asintió con expresión triste y seria. Estuvieron hablando un rato acerca de sus planes de futuro. Karin, después de todo, seguía viviendo en el piso que le compraron Naruto y ella aunque ahora pagaba todos los gastos e incluso un pequeño alquiler. No lo necesitaban, teniendo en cuenta las arcas del clan Uzumaki y Hatake, pero Karin se sentía mejor contribuyendo de alguna forma.
—Por cierto, Seina… Cuando regreséis de vuestro viaje a Uzu me gustaría hablar con vosotros.
Seina pestañeó sorprendida, mirando por encima del hombro, hasta que vio el rostro rojo de Karin y la expresión seria de su amigo. En cuanto supo de qué estaba hablando tuvo que reprimir una sonrisa gigante. Dejó a sus amigos pensando en la cara que iba a poner Naruto en cuanto lo supiera. No pudo evitar reír en voz alta cuando la expresión imaginaria de Sasuke apareció en mente, portando una mueca de ligero asco al hablar de una “relación”.
Esa misma tarde se encontró con su marido, revisando las cosas que iban a necesitar en su misión extra oficial.
—Tenemos comida para meses —musitó Kakashi, mirando el inventario que estaba guardando en su mochila.
—Y medicinas para otros tantos.
—Espero que no las necesitemos.
—Quien sabe. No se esperan que los vayamos a cazar, pero no me fío del clan Otsutsuki.
—No me extraña… Después de Kaguya, ¿quién lo haría?
Un toque en la puerta hizo que levantara la mirada de sus provisiones. Abrió la puerta con un movimiento de mano, viendo que era Itachi, y luego continuó guardando cosas.
—¿Ya estás preparado?
—Sí. Se me hace extraño dejar mi banda ninja aquí —confesó Itachi, vestido de calle—. Es la primera vez en años, desde que la tuve por primera vez, que me la quito.
—Y, sin embargo, esta va a ser una de tus misiones más importantes.
Itachi no dijo nada ante sus palabras. Se dedicó a observarlos mientras se apoyaba contra la pared. Escucharon los pasos de sus hermanos, silenciosos como pocas veces, y vieron como aparecían Naruto y Sasuke.
—¿Ya lo tenéis todo?
—Sí.
—Antes de nada… ¿Cómo vamos a proceder? —preguntó Kakashi, mirándola a ella.
—Tenemos 3 puntos de acción: los Otsutsuki de la Tierra, los que habitan lejos y de la Luna. En la Luna solo quedan 2 de ellos y, por lo que he visto con mis nuevos poderes, uno de ellos morirá en pocos meses por causas naturales. El restante se llama Toneri Otsutsuki y puede ser un potencial problema en el futuro.
—Así que ahora mismo solo nos encargaremos de los que ya estén aquí, ¿no? —preguntó Sasuke, cruzándose de brazos.
—Así es. No tiene sentido eliminar a alguien que todavía no es una amenaza. Si Toneri se acaba convirtiendo en un problema entonces…
—Ya.
—Por otro lado, también existen Otsutsukis que no están ni en la Tierra ni en la Luna. Esos son un peligro real pero ahora no tenemos los medios para eliminarlos. Por lo que he podido ver, tarde o temprano vendrán a este planeta, cuando destruyan el mundo desconocido que ahora habitan.
—Entonces, ¿a quién podemos eliminar?
—Esa es la cuestión. Ahora mismo solo hay un único integrante de los Otsutsuki en la Tierra, pero lo necesitamos vivo. Pienso usarlo en un ritual para abrir un portal que nos conduzca hasta los otros integrantes. Cuando nos deshagamos de ellos la única amenaza será Toneri, y éste es el más débil de todos.
—Imagino que para ello necesitas su sangre, ¿no? —preguntó Kakashi, quien la había escuchado muchas veces hablar de sus poderes. Ella asintió.
—Esos 3 que quedan no tienen descendencia en este planeta así que, aunque nosotros estamos emparentados con ellos lejanamente, es preferible usar la sangre de un pariente mucho más cercano.
—Ese tal Isshiki.
Asintió otra vez.
—Entonces, demos caza a Isshiki Otsutsuki y acabemos con esto.
La salida de Konoha fue extraña, como sucedía con todo últimamente. Pronto se desviaron del camino al sur y marcharon entre los árboles a toda prisa en dirección a Isshiki. Su magia no mentía e Isshiki estaba confiado en su anonimato. El trayecto fue lo más fácil, encontrarlo también, pero Seina sabía que no era débil. En cuanto supiera que estaban cerca… Por suerte, ahora mismo se encontraba debilitado, poseyendo a un monje e hibernando mientras recuperaba la totalidad de sus poderes.
—¿Ahí está? —preguntó en un susurro Naruto. Ella asintió—. ¿A qué esperamos?
Seina cogió a su hermano del brazo, parándolo en seco. —Espera, Naru. Hoy es luna menguante. Esperaremos a que pase a menos que queramos llamar la atención de los de arriba. Son solo dos y no creo que estén mirando, pero nunca está de más.
—¿Crees que saben que aquí está Isshiki?
—No lo sé, pero si viviera prácticamente en solitario ahí arriba mirar aquí abajo sería uno de mis pasatiempos.
—Esperaremos a que la luna menguante se acabe —zanjó su marido, asintiendo—. Acamparemos cerca y haremos turnos rotatorios para mantenerlo vigilado.
Y así fue como se encontró vigilando desde lejos al monje Jigen. Por suerte, Isshiki estaba muy debilitado. Habían pasado muchos años desde que Kaguya intentó matarlo, pero no sería hasta dentro de unos cuantos años más que Isshiki tendría el poder suficiente como para renacer. Ahora era el momento perfecto para acabar con él y con los otros. Al contrario que el joven Toneri, un adolescente, Isshiki era un ser sin escrúpulos. Era una de las razones por las cuales Kaguya había intentado matarlo. En su fuero interno, Kaguya temía que Isshiki pudiera tornarse contra ella porque lo conocía. Y ahora Seina también lo conocía.
Las memorias de Kaguya junto con los poderes de la Muerte le habían otorgado mucha información valiosa. Sabía que si quería vivir en un futuro donde sus hijos estuvieran seguros iba a tener que deshacerse de los Otsutsuki. Toneri podría, o no, reaparecer. En cuanto se presentase en la Tierra, si es que lo había finalmente, se desharía de él.
—Siento como si todo estuviera llegando a su fin —dijo en voz muy baja Sasuke, a pesar de las barreras mágicas que los escondían—. ¿No se te hace extraño?
—Sí. Tanto tiempo entrenando duramente, creciendo en poder, para que ahora…
—¿Para que ahora acabe todo así, sin más?
—Sí. Incluso Kurama duerme profundamente —confesó ella—, como si se hubiera quitado un peso de encima.
Sasuke miró de nuevo a joven novicio, el monje al que había llegado a parar Jigen después de arrastrarse durante años entre cuerpos, recuperando poco a poco su fuerza. Seina lo miró también a través de la ventana de cristal. Pudo ver, afilando sus ojos, como se estremecía mientras dormía, perdiendo cada segundo que pasaba un poco más el control de su cuerpo. Le parecía curioso que Isshiki hubiera tardado tanto tiempo en recuperar los poderes y que fuera a hacerlo en el mismo momento en que Kaguya moría por fin. ¿Coincidencia? ¿Era también coincidencia que ella estuviera allí presente, en la misma línea espacio temporal, para detenerlo? Miró el cielo estrellado, preguntándose si todo esto no era más que otro plan de los seres primordiales, los mismos que jugaban con ellos como si fueran muñecas de trapo. Fuera como fuera, Isshiki iba a morir.
Se despertó al día siguiente, después de otras 2 rondas de vigilancia, cuando Kakashi le tocó el hombro. Era de día y Jigen ya se había despertado. Itachi lo seguía de cerca mientras que Naruto estaba cocinando algo de desayunar. Sasuke, despertándose a su lado, bostezó mientras se recomponían al instante como si nada.
—Todo tranquilo.
Los siguientes días pasaron de la misma forma. Aprovechó los momentos en que no vigilaba para preparar el ritual en un punto lejano dentro del bosque. Tardó un par de días en grabar todas las runas y sellos necesarios, en preparar la poción y en tenerlo todo listo.
—No se huele nada —dijo Naruto.
—Hoy es luna nueva. ¿Interferirá en tu ritual?
—No. De hecho, mejor. Los poderes de los Otsutsuki de la Luna deberían influir lo mínimo posible al ritual.
—Entonces, esta noche secuestraremos al monje. Lo dejaremos K.O. con un senbon, evitando manchar su sangre, y luego lo llevaremos directo a las coordenadas del ritual.
Seina contó los minutos para que Jigen regresara a su cuarto diminuto. Estuvieron esperando, acechando desde las sombras, viendo como entraba en su habitación y se cambiaba su túnica blanca. Esperaron a que se lavara la cara, a que se trenzara el cabello… cuando por fin se acostó esperaron el tiempo necesario hasta que estuviera lo más profundamente dormido. Seina buscó los ojos de su marido, y vio como asentía.
Desvaneció el cristal de la ventana sin hacer el menor ruido. En menos de 5 segundos Kakashi ya le había clavado el senbon y había desaparecido con el cuerpo en volandas. Seina dejó atrás un cuerpo falso, aparentemente dormido, y desapareció.
—Ponlo boca arriba —dijo ella, quitándole la ropa con una chispa de magia.
El cuerpo desnudo de Jigen no le provocó nada en absoluto mientras le cortaba las palmas de las manos y las ponía en sus posiciones correctas. Sintió como la presencia dentro de Jigen se revolvía, como si estuviera consciente de la inconsciencia de su… vasija, pero antes de que pudiera hacer nada Seina inició el ritual. Isshiki tomó consciencia de nuevo cuando ella lo extrajo a la superficie. Intentó zafarse del ritual pero le fue imposible. Los sellos impidieron que usara sus poderes mientras ella usaba su sangre como conducto hasta los otros 3 Otsutsuki.
El portal apareció de la nada, como si la realidad se quebrara hasta ensancharse en un agujero. Naruto, Kakashi y los demás entraron, armas en mano, mientras ella estabilizaba el portal y lo anclaba en la Tierra. Los ojos amarillentos de Isshiki redujeron a cenizas los ojos de su anfitrión, mirándola fijamente.
Sabía que quería maldecir, pero lo único que podía hacer era gritar mientras su sangre era lentamente usada para dar poder al portal.
—No te preocupes. En unas pocas horas perecerás, y ya nada te dolerá —dijo ella, antes de entrar al portal.
Los gritos de Isshiki la siguieron mientras contemplaba el mundo desconocido donde se escondían los últimos 3 Otsutsuki. A juzgar por las expresiones de atónito estaba claro que no les estaban esperando. Seina miró hacia otro lado, sabiendo que allí se encontraba otro de ellos, y después de asentir con la cabeza hacia su marido, miradas cruzándose a lo lejos, fue en busca de éste.
Cada vez estaban más cerca del final de la era ninja, y del comienzo de su nueva familia.
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Urashiki era igual de pálido y prepotente que Kaguya e Isshiki. No la notó entrar en su laboratorio, a pesar de que la entrada de su equipo no había sido nada discreta. Estaba corriendo de aquí para allá, guardando cosas y documentos en una especie de sello grabado en un cristal. Antes de que pudiera hacer nada más, Seina arremetió contra él con sus cadenas de adamantina. Lo atravesó por cada extremidad, haciendo caso omiso de sus gritos de dolor.
Urashiki intentó usar su chakra, pero no pudo. Seina apareció, dejando de lado el velo de la Muerte que la escondía, y vio como palidecía aún más.
—I-imposible —jadeó, tosiendo sangre—. ¿Cómo has llegado hasta aquí?
—Eso no importa.
Sacó el pergamino que había preparado con anterioridad para ello y cogió con un cuchillo la sangre que había perdido. Urashiki gritó de nuevo, electrocutado por sus cadenas, mientras intentaba activar sus ojos.
—No te servirá de nada —comentó ella mientras usaba la poción genealógica, manteniendo vigilado a su prisionero por el rabillo del ojo.
Los nombres surgieron en el pergamino, mostrando la familia de los Otsutsuki en todo su esplendor. La mayoría de nombres estaban tachados, denotando que habían muerto, pero algunos se mostraron con vida. Los que ya sabía que estaban vivos.
—Mmm… Una suerte.
—¿Quién eres? —preguntó Urashiki, mucho más calmado que antes, mirándola fijamente.
—No importa. El clan Otsutsuki es una amenaza. No solo para mi planeta sino para el resto de planetas. Sois parásitos —declaró ella, haciendo desaparecer el pergamino a la nada—. Tomáis todo sin importar a quién o a qué tenéis que destruir para conseguirlo. Dime… ¿En serio creías que nadie os plantaría cara?
—…
—Oh, ¡vaya! —rio ella con ironía, leyéndole las intenciones y deduciendo qué pensaba en realidad—. Creías que nadie tendría el poder suficiente para hacerlo. Sabes que lo que hacéis no es moralmente correcto, pero te da igual.
—Podemos llegar a un acuerdo —intentó Urashiki, concluyendo acertadamente que no iba a liberarlo así sin más—. Excluiremos tu planeta de nuestra lista de planetas por consumir, a cambio de nuestras vidas. Es un trato justo, ¿no?
—No, Urashiki, no. La Muerte lleva muchos años acechando vuestra sombra… ya es hora de que muráis y paguéis por lo que habéis hecho.
—¡Espera! ¡Podemos hablarlo! ¡NO! ¡NO!
Las sombras tomaron vida propia en aquel laboratorio y devoraron a Urashiki, quien solo podía gritar con terror extremo mientras veía con sus propios ojos su fin después de milenios de vida extra a costa de la vida de otros. Seina sonrió mientras observaba como dejaba de vivir para siempre. Itachi no dijo nada mientras esperaba en las sombras, protegido por su genjutsu como si fuera invisible. Ni siquiera había hecho falta que le echara una mano contra su enemigo.
El camino de vuelta a su equipo fue corto. Lo primero que vio fue la oscuridad mágica que lo cubría todo, seguro que para cegar los ojos activados de los otros Otsutsuki. Estos dos eran considerablemente más peligrosos que Urashiki, quien principalmente había sido un investigador, al parecer. En cuanto regresó con su equipo y los vio a todos juntos se dio cuenta de que iba a ser la última misión del equipo 7 al completo.
Ese pensamiento le chocó. Tanto tiempo queriendo estar juntos en activo y ahora estaba luchando para poder retirarse en un mundo en paz. Irónico. Vio a sus hermanos y a su marido enfrascados en la pelea y decidió esperar junto a Itachi al momento idóneo. Al contrario que Urashiki los últimos integrantes vivos de Otsutsuki en este planeta eran tremendamente más peligrosos.
—¡Gusanos! ¿¡Cómo os atrevéis a atacarnos!?
—¡Os dije que tendríamos que haber ido tras Kaguya y ese mísero planeta! —gritó uno, el que parecía más joven, con una mueca de rabia y asco en la cara. Voló alto, como si quisiera escapar, pero Naruto le envió sus cadenas de adamantina—. ¡Morid!
Vio como activaron sus dojutsus usando el byakugan y el rinnegan para atacarlos a todos ellos sin piedad.
—¡Cuidado con él, Naruto! ¡Puede absorber el charka! —dijo Kakashi, avisándolos a todos pero sobre todo a su hermano, quien estaba lanzándole una bijuu dama combinada con el rasengan.
Naruto desapareció, usando el hiraishin, con la ayuda de Sasuke. Era una estrategia que habían entrenado poco, pero parecía la mejor baza para alguien que podía ver el chakra y que, además, tenía todo tipo de habilidades a su disposición mientras usara el rinnegan. Podía ver el chakra… Huh…
—¿Crees que podré cegarlo? —preguntó a Kurama, quien había despertado con tanto grito.
—Es muy posible.
La onda expansiva fue rápida y violenta, sin objetivo alguno. Escuchó los gritos dolidos de Momoshiki y Kinshiki al mismo tiempo que Sasuke aprovechó para atacarlos a ambos conjutamente con Itachi. Kakashi y Naruto rodearon a los enemigos mientras ella clavaba sus cadenas en el suelo para poner en marcha la barrera de retención.
Vio de reojo como, byakugan desactivado, lograban zafarse de la patada de Sasuke, pero no del puñetazo de Itachi. Kinshiki impactó contra el suelo al mismo tiempo que Naruto lo golpeaba con otro rasengan. El grito resonó por todo el palacio alienígena, el lugar donde habían caído, pero Kinshiki se recuperó rápido.
—¡Kuchiyose no jutsu!
El perro gigantesco de 3 cabezas, negro como el azabache, logró morderle un brazo. Intentó zafarse, clavándole uno de esos receptores de chakra, pero tarde se dio cuenta de que el perro invocado no estaba vivo ni tenía chakra como tal.
—¡No puede ser! ¿¡Qué es esta cosa!?
La cadena de Naruto se clavó en su pecho, arrancándole un aullido desgarrador, mientras que Kakashi le cortó la cabeza con su espada electrificada.
Al mismo tiempo, Itachi y Sasuke lucharon contra Momoshiki, distrayéndolo de su labor, intercambiando puñetazos, patadas y puñaladas que no impactaron con nadie. En cuando Kinshiki fue derrotado Momoshiki se dio la vuelta, con gesto violento, e intentó absorber a su familiar caído. Cuando fracasó intentó teletransportarse, usando el mismo jutsu que Kaguya para huir a otra dimensión. Cuando eso fracasó, chilló de rabia e impotencia, girándose a mirarla a ella y a sus barreras rúnicas escondidas tras sus cadenas.
—¿¡Es que no entendéis que así debe ser!? ¡Vosotros, gusanos, solo servís para alimentarnos! ¿¡Cómo os atrevéis a alzaros contra nosotros!?
—¡Calla de una puñetera vez, inútil! —le gritó Naruto, harto y cansado de escuchar tonterías—. ¡No somos tus esclavos ni tus sirvientes!
—¡MORID!
Seina reforzó las cadenas con su magia, deseando probar su nueva técnica, y al instante vio como Momoshiki caía al suelo, gritando de dolor. La barrera atacaba a los que usaban activamente el chakra usando el maleficio cruciatus como castigo. Momoshiki levantó la mirada del suelo, viendo como todos ellos estaban de pie, esperando a que hiciera algo, sin usar su chakra. En cuanto lo comprendió sacó de su manga un arma y se lanzó con su increíble velocidad contra ella, pero era inútil.
—Estás acabado —dijo ella, viendo como luchaba cuerpo a cuerpo contra los otros, intentando llegar hasta ella para poder quitar la barrera—. Ríndete. No nos hagas perder el tiempo.
—¡JAMÁS!
Itachi salió despedido, incorporándose en el aire, en su dirección. Momoshiki aprovechó el momento para usar un poco de su chakra, ahogando un grito, mientras se quitaba de encima a Naruto, Sasuke y a Kakashi con una onda de chakra. Todo pasó tan rápido: en un segundo estaba allí, lanzándole a Itachi, y al siguiente lo tenía frente a ella con su arma plateada, como si fuera la luz de una estrella, apunto de clavársela en su pecho.
—¡SEINA!
—¡ARGH!
El gorgoteo sangriento se hizo eco por toda la cámara. Momoshiki respiró como pudo, intentando inhalar el precioso aire que no llegaba a sus pulmones, pero estaba acabado. La intención de Momoshiki había sido buena, pero no había caído en la cuenta de que ella podía aparecerse con su magia. Más que nada… porque no sabía de sus habilidades.
—¿C-cómo lo has hecho? —preguntó, con voz cada vez más débil, mirándola por encima del hombro—. Tu barrera es perfecta.
—Porque soy una bruja, pequeño idiota. ¡Avada kedavra!
El cadáver de Momoshiki cayó al suelo a peso muerto. La espada Nunoboko refulgió con la sangre de su enemigo, absorbiéndola para hacerse más poderosa. Lanzó otra maldición mortal al otro cuerpo, para asegurarse de que estaba realmente muerto, y luego deshizo las barreras. Kakashi la cogió en brazos, dándole un beso sorpresivo y lleno de preocupación.
—¿Ya está? —preguntó Naruto con voz queda—. ¿Ya no hay más Otsutsuki?
—Quedan esos 2 de la Luna, pero por ahora… Por ahora no son un problema.
—Deberíamos irnos, no sé cuánto más va a aguantar el otro idiota —interrumpió Sasuke.
Usaron el portal abierto para volver a su planeta, dejando un horizonte ardiente a sus espaldas. No sabía dónde estaban, pero no quería que nada de los Otsutsuki sobreviviera. Itachi y Sasuke se encargaron, junto con sus llamas mágicas, en hacerlo desaparecer todo con sus llamas negras. Kakashi no dijo nada mientras veía a Naruto atravesar el primero el portal de regreso. Luego, girándose a mirarla a ella, le tendió la mano.
Isshiki parecía al borde de la muerte. Lo único que lo mantenía en pie eran las pociones que le había dado y el ritual. En cuanto el portal se cerró tras ellos, bajo la mirada débil y casi desorientada del Otsutsuki, Seina le lanzó otra maldición. Los ojos entelados de Isshiki miraron el cielo por última vez en su larga, larga vida. Las llamas negras casi la sorprendieron. El sharingan de Sasuke retrocedió después de asentir en su dirección.
—Ya está.
—¿Ya está? —preguntó de nuevo Naruto. Ella asintió—. ¿Y ahora qué?
—…
—¿Sabéis? ¿Por qué no nos vamos de vacaciones a Uzu? —preguntó inesperadamente Kakashi, pasándole un brazo por los hombros—. Creo que vosotros, más que nadie, os lo habéis ganado.
Itachi asintió. Sasuke, Naruto y ella se miraron algo sorprendidos, y luego asintieron.
El viaje a Uzu se sintió totalmente extraño. Era la primera vez que viajaba con todo su equipo al completo, más Itachi, a Uzu. Podrían haber aparecido directamente en la aldea, pero decidieron coger los barcos desde el país del Fuego en dirección al sur. Dio un vistazo a los demás, vestidos curiosamente de calle, y se dio cuenta de que estaba siendo acompañada por prácticamente toda su familia. Quizás le faltaba el pervertido, Nagato, Karin, su maestra y Shikaku, pero no estaba mal.
—No puedo creer que hayamos llegado hasta aquí —dijo Sasuke, poniéndose a su lado en la proa del barco, apoyándose en la madera—. Es extraño.
—¿Por qué lo dices?
—Porque llevamos años preparándonos para la guerra y se ha acabado en un abrir y cerrar de ojos.
La voz de Naruto, acercándose por sus espaldas, denotaba lo serio que estaba su hermano mellizo. Seina miró por encima de su hombro, viendo además como detrás de Naruto, a varios metros, se encontraban charlando Kakashi e Itachi, y vio como Naruto observaba el horizonte azul con ojos desenfocados.
—Pensaba que íbamos a tardar más, que la guerra iba a alargarse durante meses, pero al final… Lo más difícil de todo fue deshacernos de Danzo —bufó una risa Naruto, sacudiendo la cabeza y cruzándose de brazos—. Tanto tiempo pasado entrenando y preocupándonos, para casi nada.
—Para nada no, Naruto, estamos vivos porque gastamos ese valioso tiempo en prepararnos —contestó Sasuke, por primera vez en la vida nombrando a su hermano sin burla alguna, mirando también al horizonte.
—Sasuke tiene razón.
—… —Sasuke suspiró, mirando hacia al frente—. Naruto, Seina… Gracias.
—¿Por qué?
Seina se mantuvo en silencio, dejando que Naruto tomara las riendas de la conversación. Tenía un presentimiento sobre qué quería agradecerles Sasuke. Naruto, claramente extrañado, pero, por una vez en su vida, serio, dejó que Sasuke hablara.
—Mi vida habría sido muy distinta sin vosotros. Le he dado muchas vueltas estos últimos años y tengo la certeza de que Itachi hubiera muerto si vosotros no hubierais estado en mi vida del modo en que habéis estado… Yo lo habría matado, tarde o temprano. Itachi os debe su libertad. Por no hablar de Obito… —suspiró su hermano de otra madre. Sasuke se dio la vuelta para mirarlos a la cara—. El clan Uchiha os debe su existencia, por mísera que sea en estos momentos.
—Somos tus hermanos, pues claro que íbamos a ayudarte. No nos debes nada.
—Naruto tiene razón. No lo hicimos para que el clan Uchiha nos debiera un favor sino porque te queremos —sonrió ella, viendo el brillo acuoso en los ojos de Sasuke. Éste asintió.
—Naruto, ni una palabra de esto, ¡eh! —inhaló Sasuke antes de, sorprendentemente, sonrojarse—. Yo también- yo también os quiero. Me hace feliz formar parte del equipo 7.
Y Seina, que pensaba que iba ver a su hermano mellizo sonreír de forma traviesa, se quedó atónita al ver las lágrimas en los ojos azules de Naruto. Antes de que pudiera decir o hacer nada, Naruto le dio un abrazo a Sasuke y, con más estupefacción, Sasuke abrazó a Naruto por primera vez en la vida. Sin bromas, sin burlas, sin violencia. Seina observó con una creciente sonrisa como sus hermanos por fin se mostraban el aprecio que sentían el uno por el otro.
De repente, la mano de Sasuke tiró de su camisa, arrastrándola al abrazo. Rio contra el pecho de Sasuke, sintiendo como Naruto la apretaba contra ellos. Durante el resto del viaje el equipo 7 respiró en perfecta harmonía por primera vez en 5 años. Hasta que vio la isla a lo lejos y tuvo una loca idea.
—Ya es hora de que nos comportemos como los adolescentes que somos —dijo ella, acercándose al filo del barco. Sonrió de forma traviesa por encima del hombro, viendo las caras extrañadas y cejas alzadas de Sasuke y Naruto. Se tiró por la borda—. ¡El último que llegue a la isla es una mierda pinchada en un palo! ¡Kuchiyose no jutsu! ¡Vamos Samjiro, enseñémosles quien manda aquí!
—¡Por supuesto, Seina-sama!
—¡HEY! ¡Eso no es justo!
—¿¡A quién estás llamando mierda, Seina!? ¡SEINA!
—¡Kuchiyose no jutsu!
Seina se partió de risa, viendo como Sasuke y Naruto se peleaban por no quedar atrás, mientras el tiburón blanco surfeaba las olas a la velocidad de un tren. Por primera vez en la vida… eran libres.
Notes:
Amig@s, tengo una buena y mala noticia. Esta historia... ha llegado a su fin. Solo falta un capítulo más, y ya habrá finalizado. No me puedo creer que haya pasado ya 3 años desde que la inicié.
Unos 170 capítulos (sin contar spin off), 700.000 palabras, más de 1800 páginas. Si habéis leído todo esto sin desfallecer... os felicito. Y pensar que he escrito todo esto porque leí una enésima historia Kakashi/Harry sin acabar...
Ahora me voy a centrar en traducir los capítulos restantes al inglés y en acabar mi otra historia (por si no os habíais enterado que existe, es un Harry/Shikamaru). Quizás, cuando acabe con ambas historias, empiece a escribir una nueva o tal vez finalice una de las tantas que tengo empezadas en mi ordenador esperando ver la luz de internet.
¡Hasta el próximo capítulo!
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10 años más tarde
Se dice que el tiempo pasa rápido cuando te lo estás pasando bien. Los últimos 10 años habían sido los mejores de su vida así que, por supuesto, el tiempo parecía haberse esfumado entre sus dedos.
—¡Mamaaaa! —gritó uno de sus hijos pequeños. Ni siquiera tuvo que verlo para saber de qué gemelo se trataba.
Seina cerró el libro, suprimiendo una risa, y salió en busca de su hijo. Lo encontró zarandeándose de los pelos con su hermano gemelo. Al final, no había sido niña, ni niño, sino niños. Los primogénitos de la familia, y pronto hermanos mayores de su tercer hijo.
—¿Qué pasa ahora?
—¡Haruki me ha quitado mi kunai especial!
—¡No es verdad! ¡Lo vi en el desván!
Alzó la mano para invocar el kunai de juguete del que hablaban. Era objeto de riñas casi a diario así que ni siquiera tuvo que pensar en él. Su otro hijo gemelo, Masami, casi jadeó al verlo. Era un regalo de su abuelo materno, sí, Minato, a quien llamaba de tanto en tanto con la ayuda de la máscara.
La casa de los Hatake, ahora más llena de vida y risas que nunca, era un caos. Kakashi, quien había sido fiel a su palabra y había dejado oficialmente de ser un ninja en activo hacía ya poco más de 9 años, estaba ocupado con el negocio familiar que tenían en Uzu, su posición en el consejo ninja como líder del clan Hatake y, últimamente, como consejero personal de su hermano mellizo Naruto. Ella, en cambio, trabajaba a tiempo completo en el hospital como su directora además de médico y también se encargaba a tiempo parcial, algo que compartía con su marido, de sus gemelos.
Sasuke había pasado los últimos años siendo la sombra del comandante Ryu y pronto sería su sucesor, algo que solo sabían el equipo 7, Itachi, Tsunade-sama y Shikaku. Itachi, por otro lado, había aceptado de nuevo la responsabilidad de ser el líder del clan Uchiha pero, para diversión y espanto de algunos, se había negado en rotundo a casarse con ninguna mujer o engendrar un hijo. Al parecer estaba de lo más contento con Neji.
Su hermano mellizo, al contrario, había alcanzado por fin su sueño de ser Hokage después de 7 años de duro entrenamiento con Tsunade-sama, Shikaku y el comandante Ryu. Lo que menos se hubiera imaginado fue que Naruto le pidiera de salir a Ino nada más regresar de la guerra, y que en menos de un año acabara casado con su propio hijo en camino.
—¡Tía Sei! ¿Podemos ir a entrenar? ¡Le prometí a mi padre que practicaría con mis senbon!
Isami Uzumaki, tan rubio como ella y sus propios gemelos, la cogió de la pierna con algo de desesperación, haciéndola reír. Haruki y Masami le recordaron a su exuberante hermano mellizo cuando Naruto era pequeño así que comprendía porqué Isami quería escapar de su yugo. Sobre todo, porque sus gemelos, con tan solo 5 años, lo único que querían era jugar con su super guay primo mayor.
Abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera hacer nada notó la presencia de su marido acercarse rápidamente a la cocina de la casa principal del clan Hatake. La misma casa que habían compartido casi 11 años ya. Evitó sonreír al percibir que no venía solo.
—¡BOO! —gritó Naruto, apareciendo de la nada y asustándolos a los 3 con un chillido.
Los niños gritaron, dando un salto. Kakashi cogió a sus hijos en volandas, dándoles un abrazo y un beso a cada uno, mientras que Naruto paró en seco el puño con el senbon que estaba aprendiendo a usar Isami. Kakashi rodó los ojos mientras soltaba a sus hijos, cogiéndola a ella en un abrazo y dándole un beso profundo, lengua incluida.
—¡Ew!
Seina rio contra los labios de su marido al escuchar las 4 voces masculinas en su cocina. Kakashi se separó unos escasos centímetros de ella para poder darle un beso en la mejilla y otro bajo la suave piel de su oreja. La mano posesiva de Kakashi, como no, fue a parar a su estómago de 6 meses. Entre los fuertes brazos de su marido miró a Naruto, postrado en su cocina vestido todavía con las ropas de Hokage.
—¿Sucede algo?
—Nah. Kakashi te echaba de menos —luego, Naruto miró a lado y lado en busca de Ino y susurró—. Y yo echaba de menos tu comida.
Kakashi bufó una risa contra su cabello, apretándola más contra él y sosteniendo su vientre en alto como solía hacer cada vez que podía. No pudo evitar suspirar de alivio cuando notó lo liviana que se sentía su espalda al no estar sujetando el peso de su barriga.
—La comida ya está preparada.
—¡Genial! ¡Vamos a servirnos, tropa!
—¡Yo quiero tarta de chocolate!
—¡Yo la de fresa!
—¡Ya sé! ¡Comeremos a fuera en la hierba!
Los niños, y su hermano, se adentraron en el comedor y luego se marcharon a fuera. Seina tenía hambre, pero también quería estar un rato a solas con su marido. Kakashi, a pesar de sentirse ligeramente hambriento, no dijo nada mientras se abrazaban en la repentina tranquilidad de su normalmente caótica cocina.
—¿Cómo has estado hoy? —preguntó, acariciándole la barriga.
—Bien. Mejor.
—Me gusta oír eso.
Kakashi le dio un beso corto en los labios y luego enterró su cara en su cuello, besándole la piel y lamiéndosela seductoramente. Madre mía… Tenía suerte de ya estar embarazada porque estaba tan excitada que estaba segura que se hubiera quedado preñada otra vez con solo una de esas miradas profundas y lujuriosas de su marido. Kakashi la cogió en volandas sin hacer el menor ruido y aparecieron en menos de un par de segundos en su habitación. La puerta se cerró detrás de ellos con un ruido sordo. Las barreras mágicas, permanentes, resistieron sin rechistar.
Kakashi le quitó rápidamente el vestido y luego la ropa interior, dejándola desnuda y embarazada. Ni siquiera le dio tiempo de alzar las manos para quedarse desnudo que ella ya había hecho lo propio con su magia.
—Joder. ¿Quién iba a decirme que iba a ser así? —preguntó Kakashi al aire mientras mordisqueaba sus pezones sin poder contenerse—. Si lo llegamos a saber…
—Kakashi, menos hablar y más follar. Necesito tu polla en mi coño ahora mismo.
Ni se rio. La puso a cuatro patas y la embistió desde atrás. Dio gracias a ese enlace mágico que existía entre ambos porque no preguntó ni cuestionó si le estaba haciendo daño, sabiendo que no era así. Seina gimió mientras sentía la erección de su marido penetrar su prieta vagina. Sintió los dientes de Kakashi cernirse en su cuello y las manos masculinas cogerle las nalgas con fuerza mientras la embestía. Tardó poco en correrse por primera vez, tan sensible y excitada como estaba. Kakashi la siguió poco después, corriéndose dentro de ella con un grito sordo.
Jadeó en su espalda mientras ambos recuperaban el aliento, unidos todavía.
—¿Sabes que la mitad del tiempo tengo que taparme estratégicamente por culpa de una erección? Cada vez que pienso en ti acabo…
—¿Queriendo metérmela hasta correrte?
—Iba a decir “mal”, pero también me sirve —rio Kakashi. Su pene medio flácido, todavía dentro de ella, pulsó.
Las caderas de su marido se movieron de nuevo, sin salir de ella, mientras la penetraba de nuevo. Poco a poco recuperó de nuevo la erección, haciéndola gemir. El sonido pegajoso de sus fluidos la puso más cachonda si cabe.
—Conjura un espejo, mi amor.
Seina le hizo caso, conjurando un espejo de cuerpo entero, de pie, frente a la cama. Levantó un poco la cara, una que había estado escondiendo entre sus brazos, y vio a Kakashi detrás de ella, follándola despacio, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Su marido la cogió como si no pesara nada, saliendo de ella momentáneamente, haciéndola gemir casi desesperada.
—Lo sé, lo sé —dijo él, con las pupilas totalmente dilatadas, mientras la colocaba a su antojo.
Puso su espalda contra su pecho masculino, ambos mirando al espejo, y dejó que ella lo cogiera por el cuello mientras la sostenía en el aire cogiéndole las piernas por las rodillas. La movió hasta que su coño rosáceo y brillante, perlado con su semen, quedó encima de su mojada erección. Seina gimió mientras la bajaba, penetrándola de nuevo. Esta vez duró menos aun que la anterior.
—Deberíamos ir a comer. Se van a preguntar dónde estamos.
—Que Naruto los distraiga —rio Kakashi, sin moverse de su lado, abrazándola fuertemente contra su pecho—, yo me quedo aquí.
Seina no discutió. Los momentos a solas con su marido eran lo que más fuerza le daba para empezar el día. Sobre todo, teniendo a gemelos de 5 años y tan embarazada como estaba. Cerró los ojos, ignorando el hambre que sentía, y recordó los últimos años con cariño. ¿Quién le iba a decir a su yo renacido, hacía ya casi 27 años, que iba a casarse con su maestro? ¿Qué lo amaría más que a nada ni a nadie en el mundo? ¿Qué después de 15 años todavía seguía queriéndolo cada día más?
El mundo había progresado, y ellos con él, pero todavía tenía esa certidumbre en su interior. Esa cosa que le decía que podría matar a cualquiera con tal de mantener con vida a sus seres queridos. Y pensar que hacía ya años que no salía de la aldea en una misión… Ahora los ninjas actuaban más bien como un ejército de salvamento que otra cosa. Tal y como habían teorizado tantas veces junto a Nagato, Itachi y Naruto, si no había conflictos que requirieran a ninjas entonces los ninjas desaparecerían por su propio peso.
Habían tardado años en alcanzar acuerdos de paz, en desarrollar nuevos protocolos ninjas para modificar poco a poco a los ninjas desde la base. Empezando con los niños. La academia empezaba a los 8 años y era obligatoria hasta los 13 años. Los nuevos equipos ya no estaban formados por niños sino por jóvenes adolescentes cuyas primeras misiones no eran pintar paredes sino servir como seguridad en eventos públicos o de protección en rutas comerciales contra bandidos civiles.
Los jonin, los que sirvieron en las antiguas guerras, se habían destinado a acabar con ninjas exiliados y renegados. Los países se limpiaron de bandas criminales ninjas de arriba abajo en un esfuerzo conjunto de todas las naciones. Oonoki y A fueron sustituidos, por propia voluntad, para dejar paso a líderes más benévolos y menos marciales. Por otro lado, mientras tanto, los grandes países se habían dedicado a modificar sus economías para evitar depender en los ninjas, aumentando la investigación médica y tecnológica exponencialmente.
En la actualidad trenes de alta velocidad que circulaban con energías renovables estaban empezando a conectar todas las regiones del mundo, aumentando el intercambio de profesionales y mercancías como nunca antes. En tan poco tiempo los ninjas habían dejado de ser necesarios para pasar a ser prescindibles, tal y como sabía que sucedería. Para más inri, los bijuu restantes habían sido liberados en un esfuerzo conjunto de Jiraiya, Naruto, Nagato y ella. Ahora Kurama tenía su propio cuerpo, independiente al suyo, cuyo tamaño no superaba al de un humano normal y corriente. Era una de las condiciones que habían tenido que aceptar para poder ser liberados permanentemente. Eso y evitar atacar a la humanidad indiscriminadamente. Kurama se pasaba el tiempo recuperando los momentos perdidos, viajando de arriba abajo con sus hermanos y enviándole cartas ridículamente hilarantes.
Poco a poco todo había cambiado. Todavía faltaba mucho por cambiar, obviamente, pero todos podían ver las semillas que habían plantado con tanto ahínco dando sus frutos. Antes la tasa de ninjas representaba 4 de cada 10 personas, ahora solo llegaban a 2 ninjas por cada 10 pueblerinos. Y sí, aunque todavía quedaban reductos de resistencia, esos que se aferraban a tiempos pasados, era obvio que los ninjas iban a dejar de existir en relativamente poco tiempo. Después de haber combatido todos en el mismo bando, de haber luchado por salvar a la humanidad, de haber muerto unos al lado de otros… ¿Quién querría seguir matando y muriendo por nada?
—¿Seina? —susurró su nombre Kakashi, dándole un beso en la mejilla—. ¿Quieres que te deje descansar?
—No. Vamos a comer.
Se pasaron la tarde entera entreteniendo a los niños, después de que Naruto se marchara a la oficina de nuevo. El complejo Hatake rezumaba paz y tranquilidad mientras Kakashi y ella, abrazados y sentados en un sofá exterior, miraban como sus hijos jugaban con su primo en la piscina. Se le cerraron los ojos del sueño, siendo acunada por la presencia de su marido, sin poder evitarlo.
—¡Tío Sasuke! —gritó Masami, dejando todo lo que estaba haciendo, corriendo en dirección al recién aparecido.
—¿Otra tarde en la piscina? Te vas a arrugar como un viejo —bromeó Sasuke, cogiendo en volandas a su hijo. Luego los miró a ellos—. Menuda vida os pegáis.
—Déjame, estoy embarazada.
—¿Y tú escusa?
—Yo soy su esclavo.
Sasuke bufó una risa, dándole un beso a su hijo antes de dejarlo en el suelo, y luego se sentó en la silla delante de ellos. Sasuke, al contrario que su hermano, todavía no parecía asentar la cabeza. Quizás porque todo el mundo esperaba que empezara a engendrar hijos después de que Itachi se negara en rotundo. La sociedad había cambiado, sí, pero mucha gente no quería ver desaparecer los dojutsus que los habían convertido en tan especiales hacía cientos de años.
—¿Cómo va el trabajo? —preguntó ella, abriendo los ojos de nuevo y bostezando.
—Bien. Es interesante todo lo que se cuece detrás del telón, aunque poco a poco anbu desaparecerá. Sinceramente, creo que seré el último comandante… si no me muero en relativamente poco tiempo, claro está.
Seina asintió. Sasuke pareció pensativo, contemplando algo en silencio, pero finalmente habló.
—Hemos descubierto algo más…
—¿De qué?
—De Toneri. Por fin ha aparecido.
Kakashi se quedó quieto bajo su espalda, pero no dijo nada. Sasuke los miró a ambos esbozando una pequeña sonrisa, una que nunca habría visto en su yo de 7 años.
—Solo os lo comento para que estéis alerta, pero no creo que sea para tanto. Voy a partir con Nagato, Itachi y Neji así que debería ser algo rápido y fácil.
—Menuda exageración de equipo —comentó ella, volviendo a cerrar los ojos, y así se zanjó el tema.
El bebé dentro de su vientre le dio una patada, como si estuviera de acuerdo con él, y Kakashi le besó el hombro mientras acariciaba su estómago. La preocupación que la había invadido hacía ya tantos años brillaba por su ausencia. Sasuke y los demás eran más que suficientes como para acabar con Toneri. De eso no tenía duda alguna. Ella, mientras tanto, no iba a perder el sueño mientras otros se encargaban por una vez sin su ayuda de la nueva amenaza.
Por una vez en la vida iba a cerrar los ojos y a disfrutar de los años que le quedaban. Sin Voldemort ni Kaguya ni Danzo ni Madara ni ninguna otra sombra que pudiera enturbiar su segunda vida. En cuanto Sasuke se fue los niños volvieron a la piscina y ella volvió a estirarse en el sofá, como si nada. Bajo su cuerpo, Kakashi, quien la abrazaba al mismo tiempo que le acariciaba la espalda, le besó la suave piel bajo la oreja.
—¿Es lo que esperabas, mi amor? —preguntó en voz baja, mientras miraba a sus hijos correr y chillar.
Seina alzó la cabeza de su pecho para poder mirarle a los ojos, ahora siempre descubiertos. El rostro de Kakashi, igual de masculino, atractivo y joven que hacía años, la excitó incluso más que al principio, pero esos ojos tiernos que la miraban con amor y que no podía creer que pertenecían al hombre que la amaba eran lo mejor del mundo.
—Mejor. Te amo, Kakashi.
—Te amo, mi ángel.
Cerró los ojos sin poder contener su sonrisa extasiada, y disfrutó de su vida.
Notes:
Se acabó. Después de tanto tiempo, esta historia está finalizada. Como último regalo de Navidad colgaré un último capítulo en el POV de Kakashi, un último spin off, y ya habrá terminado por completo. Entonces me centraré en traducirla y acabar mi otra historia con Shikamaru.
He tomado nota de todas vuestras peticiones, algunas de ellas no creo que se hagan realidad porque no he visto el anime, pero os puedo decir que ya tengo empezada una historia con Katekyo Hitman Reborn aunque la pareja no es Tsuna (simplemente porque no lo trago, lo siento, no me matéis). De hecho, os puedo decir lo que tengo iniciado en cuanto a crossovers, aunque quizás tarde años en publicarlo, si es que algún día lo publico:
-Peaky Blinders: Tommy Shelby/fem!Harry Potter.
-Katekyo Hitman Reborn: pareja por determinar con Sky!Harry Potter.
-House of Dragon: Daemon Targaryen/fem!Harry Potter.
-Avengers: Loki/fem!Harry Potter.Y en cuanto a Harry Potter sin crossovers, tengo varías historias bastante avanzadas de las cuales no voy a hacer spoilers.
Si os interesa alguno de los crossovers que tengo empezados y queréis un pequeño vistazo a la historia podéis dejármelo en los comentarios y os lo puedo mostrar ;)
¡Felices fiestas y feliz Navidad!

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