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Language:
Español
Series:
Part 5 of Ikezura (en español)
Stats:
Published:
2022-11-17
Completed:
2022-12-20
Words:
27,767
Chapters:
7/7
Comments:
2
Kudos:
5
Hits:
186

El Cascanueces de Askr

Summary:

Después de que Kiran comparte una tradición festiva de su mundo, una cadena de eventos provoca que ocurra lo inimaginable, entre otras cosas.

Notes:

¡Es el momento más maravilloso del año! Espero que pases una maravillosa temporada festiva :D

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Una tradición de una tierra lejana

Summary:

Kiran comparte una tradición de su mundo, y causa una revolución.

Notes:

¡Te doy la bienvenida a este fic! ¡Por favor, disfrútalo mucho!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Eran mediados de noviembre en el reino de Askr, y todos sus habitantes podían notarlo. El clima era cada vez más fresco, los negocios empezaban a decorar sus vitrinas con motivos invernales, y las personas parecían moverse y actuar de forma más acelerada, pero, al mismo tiempo, con más alegría y entusiasmo de lo normal.

 

En el castillo de aquel reino, la princesa Sharena empezaba a coordinar a varios miembros de la Orden de Héroes para instalar y distribuir las decoraciones del Festival de Invierno de ese año, su fiesta favorita.

   - ¡Atlas! Pongamos el árbol justo aquí, por favor. – pidió Sharena con una voz alegre, señalando con sus dedos el centro de la sala principal, el punto más popular de todo el castillo.

   - Claro que sí, Princesa. – respondió el leñador, cargando sobre su hombro izquierdo un hermoso pino, de unos dos metros y medio de altura.

 

Atlas colocó cuidadosamente el árbol sobre una base, donde la princesa indicó, y el rostro de Sharena se iluminó.

   - ¡Ahora, equipo aéreo! – gritó Sharena a un grupo de héroes capaces de volar por sí mismos.

 

La pequeña Myrrh, volando con delicadeza, rodeó el árbol, colocando una hermosa y brillante guirnalda dorada, yendo de arriba hacia abajo; después de ella, Leanne empezó a poner esferas tan blancas como sus alas; Naesala agregó hermosos adornos resplandecientes en forma de bastones de caramelos, estrellas, y copos de nieve, en colores dorado y plateado; por último, Peony coronó el árbol con una brillante estrella metálica en color dorado.

   - ¡Siguen ustedes, magos! – dio la indicación la princesa de Askr.

 

Lilina, Micaiah, Azelle, y Lysithea apuntaron al árbol, lanzaron un hechizo, y éste se llenó de pequeñas centellas, que parpadeaban en diferentes ritmos e intensidad.

   - Las centellas son seguras, Princesa Sharena. Nadie se quemará si intentan tocarlas. – explicó Micaiah.

   - Y las apagaremos con magia cuando quitemos el árbol. – agregó Lilina.

   - ¡Muchas gracias a todos por su esfuerzo! – la joven princesa respondió con entusiasmo y gratitud en su voz. – ¡Las decoraciones para el Festival de Invierno están listas!

 

Unos momentos después, Kiran entró a la sala, se acercó a ver el hermoso árbol decorado, y ahí se encontró con Sharena.

   - ¡Kiran! – exclamó Sharena. – ¿Qué te parece el árbol para el Festival de Invierno de este año?

   - ¡Es maravilloso! Se nota que todos los involucrados se esforzaron en decorarlo. – le respondió con sinceridad. – Siempre me ha parecido curioso que los árboles para el Festival de Invierno son casi idénticos a los árboles de Navidad que existen en mi mundo.

   - ¿Navidad? – preguntó con curiosidad la joven princesa. – ¿Es como el Festival de Invierno?

   - Así es, Sharena. – le respondió Kiran. – Al igual que el Festival de Invierno, la Navidad también ocurre a finales de año. Algunas otras similitudes entre el Festival de Invierno y la Navidad incluyen la decoración de árboles, darles regalos a las personas importantes en nuestras vidas, y comer galletas y otros platillos deliciosos, entre otras tradiciones más. Personalmente, cuando estaba creciendo, una de mis tradiciones favoritas era asistir, unos días antes del gran día, a ver una obra de ballet basada en un cuento navideño llamado “El Cascanueces”.

   - ¡Un cuento! – exclamó Sharena. – ¿De qué trata, Kiran?

   - Bueno, todo empieza cuando… – comenzó a relatar Kiran.

   - ¡Espera! – la princesa le detuvo abruptamente. – Quisiera que algunos héroes más escucharan el cuento. ¿Puedo ir por ellos?

   - Seguro, Princesa. – respondió Kiran amablemente. – Ve por todos los que quieras, y yo les contaré la historia.

   - ¡Muchas gracias! – exclamó la princesa. – Espera aquí, por favor. –  inmediatamente después de decir eso, se alejó de su estratega.

 

Pasaron quince largos minutos, mientras Kiran esperaba a la princesa, y, en un abrir y cerrar de ojos, todos los héroes pertenecientes a la Orden de Héroes llegaron al lobby del castillo, listos para oír la historia navideña de Kiran. Como su audiencia era tan grande, tuvieron que trasladarse al auditorio del Paraíso Etéreo.

   - Muchas gracias a todos por venir. – dijo Kiran, en el escenario del auditorio, con algo de nerviosismo. – Supongo que la Princesa Sharena ya les explicó la razón para reunirnos aquí el día de hoy. – suspiró para calmar su estrés. – La historia que les voy a contar el día de hoy, es un cuento originario de la tierra de donde vengo, y acostumbraba a verla como una representación de ballet, que es un tipo de baile de mi mundo, en esta época del año. – cerró los ojos un momento. – La historia se llama “El Cascanueces”, y empieza más o menos así…

 

Usando todos sus recuerdos y básicas habilidades histriónicas, Kiran contó un mágico relato que ocurrió durante una noche de diciembre, sobre una niña, su familia, un misterioso hombre mayor, un cascanueces de madera, un ratón con siete coronas, una princesa perdida, una tierra hecha de caramelos, un hada majestuosa, el destino, y cómo, a veces, un sueño puede volverse realidad.

 

Los más de seiscientos héroes escucharon atentamente las palabras de su estratega, guardando silencio, salvo por los momentos divertidos o dramáticos de la narración. Esa pequeña historia era un cuento de hadas que no parecía tener un equivalente cultural en casi ningún otro mundo; ese sencillo relato era un concepto nuevo para la mayoría de los oyentes.

   - …Y así es como termina la historia. – Kiran concluyó, suspirando para recuperar el aliento.

 

Pasaron unos segundos y, acto seguido, se escuchó una sonora ovación en el interior del auditorio. Kiran genuinamente se sorprendió por la aceptación que su historia navideña favorita parecía haber tenido entre los miembros de la Orden de Héroes.

   - ¡Vaya! ¡Sí les gustó! – exclamó Kiran, todavía en el escenario. – No pensé que les fuera a gustar tanto. – una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

   - ¡Kiran! – una dulce voz gritó desde una de las filas de en medio. – ¡Quiero decirte algo!

   - Levántate de tu asiento para que pueda verte, por favor. – Kiran animó a quien le habló.

   - ¡Muchas gracias! – la pequeña Fae se puso de pie en su lugar. – ¡Fae quiere saber si podríamos hacer una obra sobre El Cascanueces, como las que hacen en tu mundo! Nosotros podríamos salir en la obra. ¡Sería muy divertido!

 

Se escuchó un murmullo a lo largo del auditorio, con voces que parecían aprobar la idea.

   - ¿Una obra? – Kiran preguntó desde el escenario. – Me encantaría, Fae, pero montar una obra como El Cascanueces requiere mucha preparación y tiempo. Además, aunque me gusta mucho, no sé bailar ballet, así que no podría enseñarles cómo bailar para la obra, sin mencionar que no tengo la música apropiada.

   - No es necesario que sea exactamente igual a la obra de tu mundo. – expresó en voz alta Hilda Valentine Goneril, también desde su asiento. – Podríamos adaptarla para que sea una obra de teatro normal. Lo más importante de la obra sería la historia.

   - Puede ser… – la idea parecía tentadora para Kiran.

   - ¿Y si lo hiciéramos para ayudar al pueblo? – una madura voz femenina resonó desde las primeras filas.

   - ¡Su Majestad! Por favor, pase al frente. – Kiran invitó a la reina Henriette a subir al escenario.

 

La Reina de Askr se levantó de su asiento, y avanzó hasta llegar al escenario con Kiran.

   - Miembros de la Orden de Héroes, sé que yo no soy miembro oficial de la Orden, pero quisiera proponer que, si se concreta el montaje de la obra, ésta fuera realizada en favor del pueblo de Askr. – sugirió Henriette. – Ustedes han hecho un gran esfuerzo manteniendo a nuestro reino a salvo de los peligros a los que se ha enfrentado en los últimos años, y sé que todos los habitantes de Askr estaremos agradecidos con ustedes por siempre. Sin embargo, como en todas partes, hay quienes necesitan más apoyo, y siempre se necesita hacer más. – admitió la reina. – Quisiera que la obra fuera en beneficio, en particular, de los huérfanos, que siempre son los más inocentes y quienes sufren más en los conflictos.

   - Estoy de acuerdo contigo, madre. – dijo el príncipe Alfonse, quien subió al escenario para acompañar a la reina y a su estratega. – Es nuestra responsabilidad ayudar de todas las formas que podamos, incluyendo brindar un poco de alegría al pueblo de Askr.

   - Tengo una idea. – Kiran indicó. – En alguna ocasión, asistí a un concierto navideño, en el que la entrada consistía en traer un obsequio para un niño, como un juguete, libros infantiles, ropa o zapatos nuevos, o incluso mantas.

   - ¡Qué magnífica idea! – la reina exclamó. – Todo aquel que quiera ver la obra, tendrá que donar un regalo para los huérfanos. Y podríamos hacerlo aquí mismo, en el auditorio del Paraíso Etéreo.

   - Comandante Anna, ¿de casualidad sabes cuánta gente cabe aquí? – preguntó el príncipe de Askr.

   - Este auditorio tiene la capacidad para recibir hasta 20,000 espectadores. – replicó Anna, quien también subió al escenario. – Lo único que me preocupa es que las producciones teatrales pueden ser muy costosas, y los recursos de la Orden de Héroes no están tan holgados como para…

   - Descuida, Comandante. – la reina interrumpió a la pelirroja. – Yo financiaré la obra personalmente. Es mi aportación para que este proyecto prospere y pueda ayudar a mucha más gente.

   - ¡Qué generosa es usted, Su Majestad! – Kiran exclamó.

   - Es lo menos que puedo hacer, Estratega. – Henriette puso sus manos en posición de súplica y vio a los ojos a Kiran. – ¿Puedo contar contigo para que la obra sea un éxito?

   - ¿Conmigo? – Kiran se sorprendió por esa petición.

   - Así es. Tú eres quien conoce mejor la historia, así que creo que es lógico que seas tú quien dirija este proyecto.

   - … Por supuesto, Su Majestad. – Kiran agachó ligeramente su cabeza. – Haré todo lo que pueda para que esta obra de teatro salga bien, y sea capaz de llevarle un momento de felicidad a quienes lo necesitan. Lo prometo frente a usted, y frente a todos los miembros de la Orden de Héroes.

   - Y, a nombre de todos los miembros de la Orden, prometemos ayudar en todo lo que sea necesario. – Alfonse declaró ceremonialmente.

   - Entonces es un hecho. – Henriette sonrió. – ¡La obra se llevará a cabo!

 

Se escuchó un estruendoso aplauso en todo el auditorio, acompañado de otros ruidos de celebración. Cuando éstos terminaron, Kiran tomó la palabra, y se dirigió a los miembros de la Orden de Héroes.

   - A partir de mañana, empezaremos a definir el guion y otros detalles técnicos. Cuando los detalles queden listos, empezaremos con las audiciones para todos los roles de la obra… la cual será estelarizada por miembros de la Orden de Héroes. – Kiran recalcó. – Las audiciones estarán abiertas para todos, pero yo les avisaré en qué fechas las haremos, y en qué días serán las pruebas para ciertos personajes, así que no se apresuren.

 

¡Qué locura! Kiran pasó de, simplemente, querer contarle a Sharena de un cuento navideño de su mundo, a estar a cargo de administrar la planeación, organización, dirección, y ejecución de una obra de teatro que, para agregarle más responsabilidad, sería financiada por la propia Reina de Askr, y tendría un fin benéfico.

 

Pero, primero lo primero. Una obra, por más sencilla que ésta sea, no puede existir si no tiene un guion. Para realizarlo, Kiran sabía exactamente quiénes podrían ayudarle en esta prioritaria e importantísima tarea… pero eso sería mañana. Todos, incluyéndole, necesitaban descansar.

 

Notes:

¿Podrá Kiran organizar una obra de teatro completa en poco más de un mes? ¡Averígualo en el siguiente capítulo!

Chapter 2: Detalles técnicos

Summary:

Hay mucho trabajo detrás de una producción teatral.

Notes:

¡Te doy la bienvenida al Capítulo 2! ¡Muchas gracias por tu apoyo!

Chapter Text

A la mañana siguiente, Seteth, Itsuki Aoi, y Eleonora Yumizuru fueron citados a la oficina de Kiran.

   - Les agradezco que hayan venido. – Kiran les dijo, mientras estaba tomando asiento en su escritorio. – Los he citado aquí porque necesito su ayuda.

   - ¿En qué podemos servirte? – Itsuki le preguntó a su estratega.

   - Itsuki y Eleonora, ¿en su mundo también existe el Cascanueces? – Kiran les preguntó con curiosidad. – Por lo que me han contado, el mundo del que ustedes provienen es muy parecido al mío.

   - Así es, Kiran. – Eleonora le contestó en un tono alegre. – Yo también he visto representaciones en vivo del Cascanueces, y un par de películas.

   - Yo nunca lo he visto en vivo, pero sí recuerdo haber visto una película animada sobre el Cascanueces. – Itsuki agregó. – La historia era un poco diferente a la de la versión que contaste, y la protagonista era Barb…

   - ¿Qué es una película? – Seteth cuestionó al joven. – No reconozco esa palabra.

   - Al rato yo te explico, Seteth. – Kiran intentó cortar la conversación. – ¡Muchas gracias a ambos! Me alegra saber que no soy la única persona en Askr que conocía la historia hasta ayer. – tomó unas hojas de papel, un bote de tinta, y cuatro plumas. – Si están de acuerdo, entre nosotros cuatro, adaptaremos la historia y escribiremos el guion para la obra.

   - Pero lo único que conozco de la historia es lo que contaste ayer, Kiran. – el hombre de cabello verde parecía preocupado. – ¿Qué podría aportar yo a la creación del guion?

   - ¡Mucho más de lo que crees! – Kiran intentó calmar su angustia. – Tienes una gran facilidad para escribir historias, y sé que, si nos ayudas, podremos armar un magnífico guion. – le sonrió. – ¿O ya olvidaste cómo te fue con las fábulas que escribiste cuando tenías poco tiempo de haber llegado a este lugar?

   - Eran para niños.

   - El Cascanueces es una historia para todos, Seteth. – Kiran hizo un gesto de súplica con las manos. – ¿Podrías ayudarnos, por favor?

   - … Daré lo mejor de mí. – Seteth no pudo resistirse al poder de convencimiento de su estratega.

   - ¿Y no importa si hemos visto diferentes adaptaciones del Cascanueces? – Itsuki preguntó.

   - De hecho, creo que es algo bueno. – le contestó Eleonora. – Si comparamos diferentes versiones, podemos hacer una versión que incluya las mejores partes, y se adapte al gusto de la gente de Askr.

   - ¡Excelente punto! – la voz de Kiran sonaba entusiasmada, mientras entregaba a cada uno una pluma y una hoja de papel. – Itsuki y Eleonora, por favor, escriban lo que más les haya gustado de las adaptaciones que hayan visto. – volteó a ver al hombre con barba. – Seteth, de lo que recuerdes de la historia que conté ayer, por favor, escribe lo que te parezca más interesante.

   - Entendido. – dijeron los tres al unísono.

 

Los cuatro empezaron a aportar ideas sobre cuáles elementos debían ser incluidos en el guion de la obra. Kiran y Eleonora mencionaron que la representación de ballet incluía a muchos personajes, pero como la obra omitiría la parte del baile, era mejor descartar a aquellos personajes que no aportaban mucho a la trama.

 

Una hora después, Kiran leyó el resumen de la idea básica del guion que fue armada entre los cuatro.

   - Después de todo lo que acordamos, la trama quedará así: Clara vive con sus padres y hermano. Es Nochebuena, y hay una fiesta en su casa.

   - Los invitados a la fiesta no necesitan diálogos. – recalcó Seteth.

   - Así es. – Kiran asintió. – Luego llega el Padrino Drosselmeyer, y reparte regalos a todos los jóvenes. El último regalo que entrega es un cascanueces, para Clara.

   - ¿Cuántos años debería tener Clara? – cuestionó Itsuki. – En la versión que yo vi, Clara era una adolescente, casi una adulta.

   - En teoría, Clara debería ser una niña menor de diez años, pero, por conveniencia y economía, nuestra Clara será una mujer joven. También aplica para Fritz y el Cascanueces.

   - Estoy de acuerdo con esa elección. – dijo Eleonora.

   - Fritz rompe el cascanueces por accidente, Clara lo repara, Drosselmeyer le dice que ha hecho bien en curarlo, porque el Cascanueces también siente, y la fiesta se acaba. – Kiran se detuvo. – ¿Todo bien hasta aquí?

   - Sí. – dijeron los tres.

   - Muy bien. – continuó su estratega. – Clara se queda dormida en la sala, despierta, ve que el Cascanueces está vivo, y que está luchando contra el Rey Ratón y su ejército.

   - ¿Cuántos ratones deberían ser? – Eleonora preguntó.

   - Creo que seis soldados ratones, y el Rey Ratón. – Seteth agregó. – Va con el tema de las siete coronas.

   - Excelente aportación. – Kiran sonrió. – Antes de que Clara pueda hacer algo, el Rey Ratón la “encoge”, y él se va con todo su ejército de vuelta a su mundo. El Cascanueces se presenta con ella, y le pide disculpas por la situación. Le dice que la única persona que puede regresarla a su tamaño es la Princesa de Azúcar, que vive en el Mundo del Dulce.

   - ¡Como en la película! – Itsuki señaló alegremente.

   - ¡Sí! – Kiran indicó. – Cuando llegan al Mundo del Dulce, el Hada del Azúcar y su Caballero, junto con un grupo de dulces habitantes, los reciben, pero les dicen que la Princesa de Azúcar ha desaparecido, al igual que el Príncipe de las Moras, cuyo puesto fue usurpado por el Rey Ratón a través de un engaño. – dirigió la mirada hacia el hombre con barba, y le sonrió. – Me encantó el nombre, Seteth.

   - Combina con el nombre de la princesa. – Seteth esbozó una ligera sonrisa.

   - Clara le pregunta al Cascanueces si conoce al Príncipe de las Moras, y está a punto de decirle algo, cuando el Hada del Azúcar lo interrumpe. El hada está por señalar que se parecen mucho a alguien, cuando llega el Rey Ratón con su ejército, y se la llevan a su castillo, antes de que alguien pueda hacer algo.

   - Nos estamos separando un poco de la historia original. – protestó la joven actriz.

   - Cierto, pero recuerda que estamos haciendo una adaptación. – Kiran le aclaró. – El Caballero del Azúcar les dice a Clara y al Cascanueces que sólo ellos pueden salvar al Hada del Azúcar, porque él debe cuidar a los dulces habitantes.

   - Buena justificación para que no intervenga. – señaló Itsuki.

   - Él les indica el camino hacia el castillo del Rey Ratón, y les sugiere luchar juntos. El Caballero le presta a Clara su lanza, aunque ella le dice que no sabe usarla. Clara y el Cascanueces llegan al castillo, donde el Hada del Azúcar está encerrada, y empieza la batalla final.

   - ¡Oh sí! – expresó Itsuki.

   - Clara, sorpresivamente, puede usar la lanza, y entre los dos pueden vencer al ejército del Rey Ratón. Cuando sólo queda el Rey Ratón, éste se dirige a atacar a Clara, pero el Cascanueces se atraviesa y lo hieren.

   - ¡Oh no! – volvió a decir Itsuki.

   - Herido, él le dice que lo hizo porque, aunque tienen poco de conocerse, ella se ha vuelto muy importante para él. Clara llora y le dice que él también es importante para ella.

   - La naturaleza de sus sentimientos queda ambigua, y cada espectador lo puede interpretar a su manera. – Seteth aclaró.

   - Ésa es la idea. – dijo Kiran. – Después de eso, ambos experimentan una transformación, y resulta que ellos fueron la Princesa de Azúcar y el Príncipe de las Moras todo este tiempo.

   - ¡Sorpresa! – Eleonora casi parecía reírse.

   - Entre los dos terminan con el Rey Ratón, y el Hada del Azúcar es liberada. Ella les dice que estaba a punto de decirles quiénes eran en realidad, pero ahí fue cuando el Rey Ratón intervino. Los tres regresan al pueblo del principio, y el Hada del Azúcar declara que deben ser coronados como el Rey y la Reina del Mundo del Dulce. Por desgracia, cuando están por coronarlos, Clara desaparece.

   - Seguro habrá quien crea que es un final triste. – afirmó Seteth.

   - Eso puede parecer, pero resulta que no es el final. – Kiran replicó con una sonrisa. – Clara ha despertado en la sala, confundida sobre si lo que pasó fue un sueño o de verdad ocurrió. Ve a sus padres, y les cuenta su historia, pero ellos le dicen que sólo fue un sueño. Ella sigue pensándolo, cuando llega el Padrino Drosselmeyer con su sobrino Paris, quien resulta ser… ¡el Cascanueces!

   - ¡Vaya giro! – la arquera se rio. – Gracias por dejarme ponerle ese nombre al sobrino.

   - Es un nombre bonito. – Kiran le sonrió. – Clara y Paris se observan, y él le pregunta si no se habían visto antes. Ella le dice que no, y él le responde que, en ese caso, le encantaría conocerla. Ambos son llamados a desayunar, van tomados de las manos… y fin. – Kiran terminó, suspirando para recobrar el aliento. – ¿Qué les pareció?

   - ¡Fantástico! – los ojos de Eleonora brillaban. – Es simple, preciso, y muy apropiado. La esencia original de la historia sigue ahí, pero con un nuevo giro.

   - Me gustó que decidiéramos hacer que Clara también luche. – Itsuki agregó. – Hay muchas mujeres guerreras en Askr, y la obra ahora podría sentirse más cerca de la realidad de este mundo.

   - Me pareció muy satisfactorio. – Seteth dijo con seriedad. – Creo que, a partir de estas ideas básicas, se puede formar un guion para una obra de teatro.

   - ¿Entonces podemos empezar a escribir? – Kiran le preguntó.

   - Creo que es prudente comenzar ya. – el de la barba contestó, en un tono un poco más alegre.

   - ¡Muy bien!

 

Durante las siguientes quince horas, el cuarteto estuvo encerrado en la oficina de Kiran escribiendo, leyendo, editando, y confirmando el guion para la obra.

   - ¿¡Por qué escribir es tan difícil!? – se escuchó desde afuera de la oficina de Kiran, hacia la tarde.

   - ¡No vamos a acabar a tiempo!

   - ¡Tenemos que seguir! ¡No se rindan!

 

Fue una labor extenuante, pero debían asegurar que el guion, o al menos la primera versión, estuviera lista lo más pronto posible.

   - ¡Listo! – suspiró Kiran, con una voz de agotamiento. – El primer borrador está listo.

   - ¿Y ahora qué debemos hacer? – preguntó Eleonora.

   - Mañana lo llevaremos a la biblioteca del castillo, para que quienes estén ahí lo lean, y nos cuenten qué les parece. – respondió Kiran. – Lo dejaremos ahí un par de días, con hojas de papel para que quienes lo lean nos dejen sus comentarios, y cuando volvamos por él, veremos qué opinan nuestros lectores.

   - ¿Es necesario? – cuestionó Itsuki.

   - Soy de la opinión que, de hecho, hacer eso es algo muy positivo. – Seteth señaló. – Cuando alguien lee tu trabajo antes de publicarlo, puede enriquecer aún más el escrito. Alguien podría encontrar un hueco argumental, sugerir, agregar, o eliminar algo que pueda mejorar la trama, y hasta encontrar errores ortográficos.

   - Así es. – Kiran señaló. – Me encargaré de llevarlo a la biblioteca mañana, y nos volveremos a reunir para revisar la retroalimentación. Por ahora, vayan a descansar. ¡Muchas gracias a todos por su apoyo! Mañana tómense el día, por favor.

   - Gracias a ti, Kiran. – los tres dijeron al unísono, y empezaron a salir de la oficina.

 


 

Al día siguiente, después de haber dejado la primera versión del guion en la recepción de la biblioteca, Kiran tuvo una serie de juntas en su despacho para resolver otros detalles técnicos.

 

El primer asunto que debía revisar era el diseño de arte de la obra, por lo que Kiran convocó a su oficina a uno de sus héroes más artísticos.

   - ¿Me llamaste, Kiran? – dijo Ignatz Victor, abriendo la puerta del despacho.

   - Sí, Ignatz. – su estratega le respondió. – Por favor pasa.

   - ¿En qué puedo ayudarte el día de hoy? – preguntó el joven de lentes, mientras entraba a la oficina y tomaba asiento.

   - Como seguramente ya sabes, estamos preparando la obra del Cascanueces, esperando presentarla dentro de un mes, y necesito que alguien me ayude con el diseño de arte de la obra. – Kiran le sonrió. – ¿Podrías ayudarme con los escenarios, por favor?

   - ¡Sería un privilegio! – los ojos del joven se iluminaron. – Me siento muy honrado de que me hayas considerado para encargarme de esa importante misión.

   - He visto tu arte, y es maravilloso. – Kiran le entregó unas hojas de papel con bocetos hechos en tinta azul. – Intenté hacer unos dibujos sobre cómo se ven los escenarios en el Cascanueces que yo conozco. Sé que no son buenos, pero…

   - Te agradezco por este material. – Ignatz le sonrió. – Esto me servirá como referencia para saber qué debo hacer. ¡Muchas gracias por confiar en mí!

   - Gracias a ti, por aceptar. – Kiran habló con calma. – Por favor, realiza una lista de todo el material que necesites, y cuántas personas podrías necesitar para que te ayuden. Sé que habrá héroes que estarán dispuestos a apoyarte, como Sharena.

   - Me encargaré de eso. – el joven le prometió a su estratega.

   - ¿Y podrías hacer el póster, también? – Kiran le preguntó. – Ése hazlo como tú quieras.

   - ¡Claro! Será una estupenda oportunidad para probar un estilo nuevo. – el artista sonaba entusiasmado. – Pero lo diseñaré hasta que el elenco se haya definido. No tienes problema con eso, ¿verdad?

   - En absoluto. – Kiran sonrió. – Tengo la certeza de que harás un trabajo maravilloso.

 


 

Una hora después de entrevistarse con Ignatz, Kiran recibió a dos héroes más en su despacho.

   - Les agradezco a ambos por venir. – Kiran los saludó.

   - Presiento que conozco la razón por la que nos has llamado, estratega. – le respondió Oboro. – Es para que te ayudemos con lo de la obra, ¿verdad?

   - ¿Soy tan evidente? – su estratega admitió. – Sí, es para lo de la obra. Ustedes son los más talentosos costureros y diseñadores de moda que viven aquí, por lo que pensé que ustedes, si lo desean, podrían ayudarnos para el diseño y confección de los disfraces para la obra.

   - ¡Estaré encantado de participar! – Forrest exclamó.

   - Yo también. – agregó Oboro. – ¿Nos puedes dar una idea de cómo visualizas los vestuarios?

   - Toda la Orden sabe que no sé dibujar bien, pero hice unos bocetos sobre cómo se ven los vestuarios de la obra de mi mundo. – Kiran les entregó unos dibujos burdos, hechos en tinta negra, y coloreados con lápices de colores. – Algunos disfraces son simples, y hay inspiración aquí mismo, como los disfraces para los invitados de la fiesta. Otros son más elaborados, pero yo confío en ustedes, y tienen mi permiso para que propongan sus propios diseños.

   - ¡Ya siento venir las ideas! – expresó el joven diseñador. – Ya estoy pensando en colores y telas para los vestuarios.

   - Hay mucho trabajo por hacer, pero aún no podemos tomar las medidas para los disfraces, ¿verdad?

   - Me temo que aún no, Oboro. – Kiran aclaró. – Apenas mañana empezaremos con la selección del elenco.

   - Está bien. – la costurera comentó. – Eso nos dará tiempo para ir consiguiendo materiales.

   - ¡Muchas gracias por considerarnos para diseñar los vestuarios! – Forrest agradeció a su estratega.

   - Gracias a ustedes por su valioso apoyo. – Kiran les sonrió.

 


 

Una hora después de que los sastres le visitaran, Kiran ahora tenía en su despacho a dos hermosas figuras de blancas alas.

   - ¿La música de la obra? ¿Nosotros? – Reyson le dio una mirada de extrañeza a su estratega. – ¿Por qué?

   - Porque su canto es precioso, y creo que sus voces son perfectas para la presentación. – Kiran explicó.

   - Dijiste que, en tu mundo, esta obra era una representación de baile. ¿También aquí habrá van a bailar?

   - No. – le respondió a la garza. – En primer lugar, no sé bailar ballet, y no puedo enseñarlo a quienes vayan a participar, así que no tiene caso incluir los bailes. En segundo lugar, aunque la música es una parte importante de la obra original, sé que no es posible que sea así en esta ocasión. Pero, pese a eso, considero que sería bueno que hubiera un poco de música.

   - ¿Cómo… es… música? – preguntó Leanne.

   - Una de mis piezas favoritas del ballet va más o menos así. – Kiran empezó a tararear la “Marcha” del ballet del Cascanueces.

   - ¡Oh! Es… bonita. – la doncella alada empezó a cantar, replicando la melodía que Kiran estaba interpretando.

 

Kiran siguió tarareando lo que recordaba de la pieza, y Leanne iba cantando a la par de su estratega.

   - ¡Bonita… canción! – Leanne sonrió. – ¿Sólo… ésa?

   - Hay más, pero no recuerdo muy bien todas. – Kiran contestó. – La siguiente también es de mis favoritas, y me la sé bien. – comenzó a silbar la “danza china”, también llamada “té”.

   - ¡También… bonita! – la garza volvió a seguir la melodía.

 

Kiran tarareó y silbó algunas piezas de música más, como la “danza rusa”, la “danza de los mirlitones”, el “vals de las flores”, y el “baile del Hada del Azúcar”. En cada ocasión, Leanne siguió los burdos intentos que su estratega hacía para mostrarle cómo sonaba la música de su mundo, y en cada ocasión, la laguz siguió el ritmo que escuchaba.

   - La música que acompaña a la obra de mi mundo suena, en general, más o menos así, pero…

   - ¡Quiero… ayudar! – Leanne interrumpió a su estratega. – Es… bonita… música. Mi corazón… alegre.

   - ¡Muchas gracias, Leanne! – Kiran le sonrió.

   - Si mi hermana menor quiere colaborar contigo en este proyecto, no puedo hacer otra cosa más que acompañarla. – Reyson declaró, en un tono de decepción.

   - No es necesario que participes en la obra si no quieres, Reyson. – Kiran aclaró al ver su reacción. – No quiero que lo hagas, únicamente porque te sientes obligado a hacerlo.

   - No, está bien. – él le respondió. – Después de todo, puedo tolerar estar en el escenario un rato, y más si sólo será una presentación.

   - … ¿Qué? – Kiran cuestionó en un tono de sorpresa. – Reyson, ustedes no estarían en el escenario, donde ocurre la acción. Hay una sección oculta debajo del escenario, donde los músicos se posicionan. – vio al laguz con una expresión de consternación. – ¿De dónde sacaste la idea de que estarían en el escenario?

   - Ummm… Tibarn me contó que así eran las puestas en escena de los beroc. – él se excusó. – Entonces, si no es necesario estar en el escenario, es mejor para mí, y me sentiré más tranquilo. – volteó a ver a su hermana, y le sonrió. – ¿Estás bien con eso, Leanne?

   - ¡Sí! – ella exclamó. – Yo… ayudaré… no importa… arriba o abajo. – la doncella alada sonrió.

   - Les agradezco a los dos. – Kiran hizo una pequeña reverencia hacia los laguz. – Les prometo que haré todo lo posible para que sea una experiencia amena para todos.

 


 

Sólo quedaba un cabo suelto en lo correspondiente a los detalles técnicos de la puesta en escena: los efectos especiales.

 

Por el propio argumento de la obra, no era necesario recurrir a muchos efectos especiales, salvo por los momentos donde había algo de magia involucrada, como la escena en la que Clara se “encoge”, o como cuando se revelan las verdaderas identidades de Clara y el Cascanueces. Como no era factible escoger sólo a magos como los intérpretes de la representación, de modo que ellos mismos hicieran la magia si ésta era necesaria, Kiran convocó a su oficina a algunos magos que, por sus personalidades y perfiles, probablemente no querrían participar actuando en la obra.

   - Gracias a los cuatro por venir. Sé que todos están ocupados, pero hay algo que quiero preguntarles. – Kiran declaró.

   - ¿Cómo quieres que colaboremos en la obra? – el joven Erk preguntó sin rodeos.

   - No hay secretos en este castillo, ¿verdad? – Kiran dijo, en un tono de irónico encanto. – Sí, les hablé para preguntarles si quieren participar con los efectos especiales para la obra del Cascanueces.

   - ¿Podrías, por favor, definir exactamente qué son los efectos especiales? – Lute preguntó. – Dependiendo de esa definición, podré evaluar si mi interés por participar en la elaboración de la puesta en escena es suficiente para decidir hacerlo.

   - Para efectos de la obra, los efectos especiales incluyen la iluminación, y algunos hechizos sencillos, como crear un poco de humo y chispas de colores. – Kiran detalló. – El efecto especial más elaborado de la obra sería un hechizo para cambiar de vestuario a los protagonistas, lo cual ocurre al momento de la batalla final.

   - ¿Sería un hechizo para transformar sus ropas? – cuestionó Miriel.

   - No necesariamente. De hecho, creo que sería más bien intercambiar los atuendos. – Kiran aclaró. – Había pensado en que Clara y el Cascanueces se elevaran, una luz los rodeara, mientras la luz los rodeara podrían cambiarse de vestuario, bajaran al suelo, la luz se desvaneciera, y aparecieran en el escenario con sus nuevos atuendos. – suspiró para recuperar el aliento. – ¿Creen que sea demasiado?

   - Por como lo describes, suena como algo sencillo que yo podría hacer. – Lute respondió a su estratega. – Aunque, para un mayor rendimiento, sugeriría que hubiera un equipo para hacer esa operación, con un mago creando la luz, uno elevando a los intérpretes, y uno para que cambie los vestuarios, preferentemente uno por actor.

   - Es justo como lo había imaginado, Lute. – Kiran le sonrió. – Entonces, ¿te interesaría participar?

   - Lo has hecho sonar como un proyecto interesante. – la joven maga contestó. – Estoy dispuesta a participar.

   - Yo también quiero. – agregó Erk. – Será una buena oportunidad para practicar mis hechizos, y es un ambiente diferente que hacerlo en el campo de batalla. Aquí no hay un peligro real.

   - Por mi parte, participar en un evento como éste es una oportunidad fascinante. – Miriel señaló. – Como dijo Erk, no nos enfrentaremos a una situación de vida o muerte, y sería una forma de hacer que el espectáculo sea más llamativo.

   - ¡Gracias a los tres! – Kiran les sonrió, y volteó a ver al mago que aún no había dicho palabra alguna. – ¿Tú también quieres participar? Entendería si no quieres hacerlo, y te prometo que no me enojaré.

   - La magia lo es todo, estratega. – contestó Reinhardt. – Estaré encantado de colaborar con la noble labor que estás por iniciar.

   - ¡Muchas gracias! – Kiran exclamó. – Y, como ya dijiste que quieres ayudar, hay una cosa más que me gustaría pedirte que hicieras en la obra, además de crear los efectos especiales.

   - ¿En qué te puedo servir?

   - Tu voz es tan bonita y distintiva, que me gustaría que fueras tú quien avise a la audiencia que el show está por empezar. – Kiran le explicó. – Sería sólo un momento, justo antes de comenzar la obra, pero…

   - … Lo haré con mucho gusto. – el mago de cabello negro respondió, ligeramente anonadado, con una pequeña pizca de rojo en sus mejillas.

 

Después de un largo día buscando a aquellos que pudieran ayudar a que los detalles técnicos de la puesta en escena pudieran salir adelante, Kiran finalmente pudo respirar con calma unos minutos, antes de ir a cenar, tomar un baño, y dormir un poco.

 

Sabía que tenía que aprovechar todos los momentos de tranquilidad que tuviera a su disposición, porque los siguientes cinco días serían todavía más caóticos de lo que habían sido los últimos dos. Los días de las audiciones estaban por empezar, y una vez que el elenco estuviera completo, su calma regresaría hasta que la obra se estrenara.

 

Chapter 3: Días de audiciones

Summary:

En el escenario, las personas que menos esperas te pueden sorprender. También, ten cuidado por dónde pisas.

Notes:

¡Hola! ¡Te doy la bienvenida al Capítulo 3! A partir de este capítulo, irán apareciendo muchos de mis personajes favoritos.

¡Muchas gracias por tu apoyo!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Una vez que todos los detalles técnicos estuvieron resueltos, Kiran, a través de comunicados que fueron pegados por todas las áreas comunes del castillo, avisó el día que empezarían las audiciones para la obra, las cuales estaban abiertas para todos los miembros de la Orden de Héroes, y se llevarían a cabo en el auditorio del Paraíso Etéreo.

 

Quienes se encargarían de hacer las pruebas para el elenco serían Kiran, Itsuki, y Eleonora; éstos dos, además de conocer la historia original, y de haber participado en el desarrollo del guion final, tenían la experiencia de haber trabajado en la agencia Fortuna Entertainment, en especial la joven actriz.

 

De todos los personajes de la obra, había un énfasis especial en buscar a los intérpretes de nueve de ellos:

  • Clara
  • El Cascanueces
  • El Rey Ratón
  • El Padrino Drosselmeyer
  • Fritz, el hermano de Clara
  • Los padres de Clara
  • El Hada del Azúcar
  • El Caballero del Azúcar

 

El primer día de audición fue el más sencillo, porque se enfocó en buscar a quienes representarían los papeles secundarios, como los invitados a la fiesta, los habitantes del Mundo del Dulce, y el ejército del Rey Ratón.

 

Ya que no hubo tantos aspirantes para estos papeles, básicamente, lo único que debían hacer era presentarse, hacer una pequeña prueba de sus capacidades histriónicas, y si encajaban el perfil de uno de los personajes secundarios, eran aceptados.

 

Al final del día, los papeles secundarios se publicaron de la siguiente manera:

  • Invitados adultos a la fiesta de Navidad: Juno, Zelot, Finn, Minerva, Seth, Manuela.
  • Invitados juveniles a la fiesta de Navidad: Nino, Fir, Ross, Donnel, Nah, Caspar.
  • Ejército del Rey Ratón: Matthew, Navarre, Caellach, Ogma, Helbindi, Balthus.
  • Habitantes del Mundo del Dulce: Gaius, Lysithea, Raphael, Fae, Ilyana, Sakura.

 

Esa misma noche, Kiran recogió el guion que había dejado en la biblioteca, junto con las notas que los héroes escribieron para la retroalimentación de éste. En general, los comentarios que se recibieron eran positivos y de apoyo al proyecto.

 

El comentario más “controversial” que recibieron fue alguien, probablemente Soleil, que sugirió que, en vez de un príncipe y una princesa, fueran dos princesas… lo cual no era una mala idea, pero, por esta ocasión y al ser la primera vez que montaban una obra, dejarían la trama como se había pensado originalmente. 

 


 

Al día siguiente, después de una breve junta con Seteth, Itsuki, y Eleonora, donde concluyeron que el guion parecía ser bien aceptado, y dando por concluido ese asunto, comenzaron las audiciones para el Padrino Drosselmeyer, y para los padres de Clara.

 

Cuando narró la historia, Kiran mencionó que el Padrino Drosselmeyer era un hombre mayor, probablemente mayor que los padres de Clara. Naturalmente, entre quienes audicionaron para ese papel, estaban algunos héroes veteranos, como Jagen, Gunter, August, y Wrys. Sin embargo, el último aspirante para interpretar a ese personaje no era como los demás.

   - ¿Quién sigue? – preguntó Eleonora.

   - De acuerdo con la lista de inscripción, el último candidato para el Padrino Drosselmeyer es… ¿¡Lord Sigurd!? – la sorpresa en la voz de Itsuki era notoria.

   - ¿¡Sigurd!? – Kiran mostró tanta sorpresa como el muchacho. – Pero él es muy joven para este papel.

   - ¿No quieres que tome la audición? – Eleonora cuestionó.

   - … Quiero hablar con él. – Kiran hizo una señal a Draug para que abriera la puerta, y Sigurd pudiera entrar.

 

El hombre de cabello azul entró al auditorio y subió al escenario, colocándose al centro de éste con un paso firme y sereno.

   - Buenos días. Mi nombre es Sigurd, y estoy haciendo una prueba para el Padrino Drosselmeyer. – expresó con mucha seguridad.

   - ¡Hola, Sigurd! – saludó Kiran, desde su asiento en la primera fila. – Muchas gracias por venir.

   - Saludos, Kiran, Itsuki, y Eleonora. – dijo gentilmente.

   - Antes de empezar la audición, quiero preguntarte algo, Sigurd.

   - Adelante.

   - ¿Por qué alguien tan joven y galante como tú quiere interpretar al Padrino Drosselmeyer? Seguramente notaste que eras el más joven de los aspirantes a ese papel, ¿verdad? – Kiran no fue sutil.

   - En efecto, lo noté. – Sigurd habló con calma. – Sé que, cuando contaste la historia, mencionaste que el Padrino Drosselmeyer era un hombre mayor, pero algo dentro de mí me decía que sería buena idea hacer una prueba para interpretarlo. – parpadeó lentamente. – La oportunidad de tener una nueva vida aquí en Askr, sólo siendo otro miembro de la Orden de Héroes, me ha hecho desear incursionar en experiencias nuevas, como la actuación.

   - ¿Nunca ha actuado, Lord Sigurd? – preguntó Itsuki.

   - Nunca lo he hecho, pero quisiera hacerlo. Creo que puedo aportar un giro interesante a la historia. – sonrió a sus tres espectadores. – Que el Padrino Drosselmeyer sea un hombre no tan mayor, pero no tan joven, podría agregar una capa de misterio a su ya interesante personaje. Y, además, me pareció que habías dicho que sería una adaptación de la historia que contaste, ¿verdad, Kiran?

   - Tienes razón. – Kiran admitió humildemente. – Las cosas no serán exactamente iguales a la obra que conozco, así que no hay razón para no cambiar también al Padrino Drosselmeyer. – le sonrió. – ¡Adelante, Sigurd! Empieza tu audición.

   - Muchas gracias.

 

Kiran le pidió a Nino, quien estaba tras bambalinas, que pasara al frente para apoyar a Sigurd en su audición. La joven maga ya tenía asegurada su participación en la obra como una de las invitadas a la fiesta de los padres de Clara, porque, aunque había hecho una audición impecable, interpretar a Clara o al Hada del Azúcar involucraba aprenderse muchas más líneas, y Nino apenas estaba aprendiendo a leer.

   - Saludos, Lord Sigurd. – saludó alegremente Nino. – Para ayudarlo con su prueba, actuaré como Clara. ¡Buena suerte!

   - Gracias, Nino. – el caballero le sonrió.

   - …

   - …

   - ¡Tío! ¡Viniste! – la joven le dijo, exagerando un poco su alegría.

   - Buenas noches, mi querida Clara. – la actitud de Sigurd parecía más relajada. – No hubiera dejado de venir por nada del mundo.

   - ¿Tienes un regalo para mí?

   - Por supuesto, mi niña. – Sigurd improvisó y tomó su listón lavanda. – Esto es para ti. – lo puso gentilmente en las manos de Nino. – Espero que te guste.

   - ¡Qué bonito! Pero, ¿qué es?

   - Es un cascanueces, Clara. – su tono era cálido, pero misterioso. – Este cascanueces no es como cualquier otro que hayas visto. – le guiñó el ojo derecho a Nino. – Este cascanueces es mágico.

   - ¿¡Mágico!?

   - Así es. – le sonrió. – Algo muy especial le sucederá a quien lo reciba en una noche tan mágica como ésta. – alzó su brazo y lo movió para señalar sus alrededores. – Hoy es la noche más mágica del año, mi niña, y en esta noche, los milagros ocurren.

   - ¡Muchas gracias por mi regalo, Tío!

 

Itsuki, Eleonora, y Kiran, desde sus asientos, empezaron a aplaudir.

   - ¡Sigurd, eso fue fantástico! – Kiran lo felicitó eufóricamente.

   - ¡No puedo creer que nunca haya actuado antes! – Eleonora le dijo. – Tiene un talento oculto, sir.

   - Muchas gracias por sus palabras. – Sigurd hizo una reverencia. – Agradezco la oportunidad de haber podido audicionar.

   - ¡Sigurd, el papel ya es tuyo! – Kiran habló con sinceridad.

   - ¿Qué? – el caballero se quedó en shock.

   - Ningún otro aspirante para el Padrino Drosselmeyer nos había emocionado de esa manera. – Itsuki agregó.

   - Es cierto. – Nino le aseguró al aspirante. – Yo les ayudé a todos los demás, y ninguno gustó tanto como usted.

   - Es una decisión unánime, sir. – declaró Eleonora.

   - El papel es tuyo, si lo quieres. – Kiran le ofreció. – La decisión es tuya.

   - … Humildemente acepto el rol. – Sigurd volvió a hacer una reverencia. – ¡Muchas gracias! – una sonrisa y una pequeña lágrima en el borde de su ojo derecho aparecieron, acompañadas de los aplausos de Itsuki, Eleonora, Kiran, y Nino.

 


 

El segundo día de las audiciones terminó con el feliz hallazgo de los intérpretes de los principales personajes “adultos” de la historia, con Lord Sigurd como el Padrino Drosselmeyer, Lord Pent como el padre de Clara, y Lady Louise como la madre de Clara.

 

Pent y Louise, en realidad, obtuvieron los papeles por accidente; se habían puesto en la fila de las parejas que también buscaban interpretar a esos personajes, pensando que era la fila para adquirir los boletos de la obra. Cuando se dieron cuenta que, de hecho, estaban en la fila de las audiciones, se encontraban muy cerca de llegar con Kiran, así que decidieron participar haciendo la prueba y, para su sorpresa, su química natural por ser un matrimonio amoroso los hizo merecedores a interpretar a los padres de Clara.

 

Cuando confesaron a Kiran que todo había ocurrido por una confusión, se echó a reír, y les dijo que debió haber sido el destino quien intervino para que participaran en la obra.

 


 

Al día siguiente, se prepararon cuatro audiciones importantes: el hermano de Clara, que en la obra se llama Fritz, el Rey Ratón, el Hada del Azúcar, y el Caballero del Azúcar, en ese orden.

 

En la audición para Fritz, varios héroes de apariencia juvenil hicieron la prueba, incluyendo a Azelle, Asbel, Siegberth, y Shiro. Después de las audiciones de ésos y otros héroes más, llegó el turno de un joven dragón para hacer la prueba.

   - ¡Buenos días! Mi nombre es Nils, y estoy audicionando para interpretar a Fritz. – se presentó el joven bardo.

   - Hola, Nils. – Kiran respondió a su saludo. – Empieza cuando quieras.

   - Seguro, pero hay algo que debo aclarar antes de hacer mi prueba. – señaló Nils. – Creo que no podré ser el hermano menor de Clara.

   - ¿Por qué no? – esa declaración resultó extraña para Kiran. – Todavía no hemos decidido quién interpretará a Fritz…

   - No, no es por eso. – el muchacho aclaró. – Es que, salvo que Clara sea mi propia hermana u otra manakete, probablemente quien se quede con el papel principal femenino sea menor que yo, aunque no lo parezca.

 

Kiran, Itsuki, y Eleonora se soltaron a reír durante unos segundos; el joven dragón parecía mortificado por haber provocado esas reacciones.

   - ¡Lo siento, Nils! – Kiran se disculpó. – No queríamos reírnos, pero tu comentario nos pareció muy tierno.

   - No te preocupes por eso, jovencito. – le dijo la joven actriz con una voz amable. – Es muy común que, en las representaciones teatrales, a veces los actores interpreten personajes más jóvenes que ellos. Incluso, en ocasiones, los actores que interpretan a padres de familia son casi de la misma edad que sus “hijos”, pero está bien, porque todos sabemos que una obra de teatro no es como en la vida real.

   - ¿Entonces no pasará nada si me quedo con el rol y quien interprete a Clara sea menor que yo? – la voz del dragón parecía más optimista.

   - No pasará nada. – Kiran le aseguró. – Te lo prometemos.

   - ¡Qué bueno! – Nils suspiró con alivio.

 

Después de que se aclaró ese punto, el joven bardo empezó su prueba como el hermano menor de Clara. Debido a que él ya era el hermano menor de una doncella, su audición para interpretar al hermano menor de Clara fue impecable.

 

Aunque hubo un par de aspirantes más después de él, los encargados del reparto ya se habían decidido por el joven manakete, y cuando le anunciaron que había sido seleccionado para participar en la obra, Nils se alegró mucho.

   - ¡Muchas gracias a todos! Prometo que daré mi mejor esfuerzo. – exclamó el dragón.

 


 

Las audiciones para el Rey Ratón habían sido las más complicadas hasta ese momento. El intérprete ideal para el Rey Ratón debía ser alguien suficientemente carismático, con un cierto aire de petulancia y orgullo, que fuera capaz de usar un arma física, y que disfrutara de la atención que su rol como el antagonista principal de la obra le daría.

   - ¿Quién sigue de hacer prueba para el Rey Ratón? – preguntó Itsuki.

 

Antes de que Kiran o Eleonora pudieran contestar su pregunta, un general de Biran pasó al frente del escenario, con un marcado y arrogante paso.

   - ¡Ya llegué! – anunció, casi exclamando, un hombre rubio.

   - Narcian, siempre es un placer verte. – Kiran lo saludó, en un tono aburrido. – Por favor, preséntate e indica para qué personaje estás haciendo prueba el día de hoy.

   - Ustedes ya saben quién soy, y mi razón para haber venido a este lugar. – replicó el general.

   - Sí, ya sabemos, pero todos los aspirantes deben hacerlo. – su estratega refutó. – Es como una tarjeta de presentación.

   - Como quieras. – respondió resignado. – ¡Soy el General Narcian, y he venido a ganarme el rol del Rey Ratón!

   - Bienvenido, Narcian. – Eleonora lo saludó. – ¿Podrías contarnos por qué has elegido audicionar para el Rey Ratón?

   - ¡Por supuesto! – exclamó entusiasmado. – El Rey Ratón es ambicioso y orgulloso, igual que yo. No le importó expulsar a un heredero legítimo de su tierra para adquirir el poder que se merecía, y luchó hasta el final para conservarlo. Es una cualidad admirable, y creo que solamente alguien digno podría representarlo en el escenario.

   - Sabes que el Rey Ratón pierde, ¿verdad? – Kiran lo cuestionó. – Y que es el villano de la historia.

   - ¡Qué importa que sea el villano de esa versión de la historia! Todos somos los héroes en nuestra propia historia, y seguramente ése era su razonamiento. – declaró él. – Además, si bien es cierto que pierde, Clara y el Cascanueces sólo ganaron porque lo enfrentaron juntos. Si no hubieran hecho equipo, o si Clara no hubiera decidido luchar, el Rey Ratón hubiera ganado.

   - … Es un buen punto. – Kiran señaló. – Por favor, realiza tu prueba.

   - Será un placer para ustedes. – Narcian sonrió con satisfacción.

 

El general de cabello rubio empezó con su prueba, que fue algo exagerada. Si bien la calidad histriónica de Narcian no era la mejor de todas, escucharlo hablar con tanta pasión sobre el Rey Ratón y cómo se identificaba con él, fue suficiente para que el equipo de selección del elenco le otorgara el rol.

   - Tienen el mejor gusto de toda la Orden de Héroes. – Narcian halagó a quienes lo escogieron, dejando implícita su gratitud.

 


 

Después de haber seleccionado al intérprete del Rey Ratón, llegó el momento de elegir al Hada del Azúcar y a su caballero. Antes de iniciar con los llamados, el equipo de elección del elenco se encontraba discutiendo una posibilidad para ese par de personajes.

   - ¿Y si llamamos directamente a una de las elfas de verdad? – Itsuki sugirió. – El Hada del Azúcar es un tipo de ser mágico, igual que ellas.

   - Aunque la idea me agrada, no sé si sea posible. – Kiran refutó.

   - ¿Por qué lo dices? – él le preguntó.

   - Tenemos a cuatro elfas viviendo en Askr. Trianda es hostil con casi todo el mundo, Plumeria no se siente muy cómoda cuando está rodeada de humanos, Mirabilis siempre está medio dormida, y Peony, aunque podría ser la mejor candidata para el rol, me pidió específicamente no considerarla para participar en la obra. – Kiran enumeró.

   - ¿Y por qué te pidió eso? – cuestionó Eleonora.

   - Ella me dijo que prefiere ayudar a los niños de forma anónima, brindándoles sueños hermosos. – Kiran explicó. – Me parece muy dulce de su parte, y debo respetar su decisión.

   - Entonces, ¿seguimos con la audición como la teníamos planeada?

   - Sí, Itsuki. – su estratega le respondió. – Pero agradezco que aportes tus ideas.

 

Cuando se abrieron las puertas del auditorio, las aspirantes comenzaron a desfilar. En los detalles enumerados en los avisos para las audiciones del Hada del Azúcar, se señaló que este rol permitía realizar audiciones en pareja para, también, seleccionar a un Caballero del Azúcar que ya tuviera química con el hada.

 

Algunas de ellas hicieron caso a esa sugerencia, y trajeron a sus parejas de verdad para las pruebas, como Mathilda y Clive, Est y Abel, y Tanya y Osian.

   - ¡Buenas tardes! Soy Celica.

   - Y yo soy Alm.

   - Y venimos a hacer la prueba para el Hada y Caballero del Azúcar. – dijeron al mismo tiempo.

   - ¡Bienvenidos, chicos! – Kiran los saludó. – Me sorprende verlos en esta audición. Si acaso, los esperaba para Clara y el Cascanueces.

   - Sí consideramos audicionar para Clara y el Cascanueces, pero es más probable que pudiéramos estar juntos en la obra si nos presentábamos a la prueba que se permite hacer en pareja. – la pelirroja explicó.

   - Además, los papeles protagónicos son más populares, y seguro habrá más candidatos. – Alm agregó. – Nos gustan más estos roles.

   - Entiendo. – Kiran les respondió. – Adelante, inicien su prueba, por favor.

 

La pareja de Valentia comenzó con su prueba, y su química natural hizo que sus actuaciones se sintieran auténticas. Aunque hubo otros aspirantes después de que Alm y Celica terminaron sus pruebas, el grupo de selección del elenco no tuvo que ver más parejas para decidir a quiénes les darían los roles.

   - ¡Qué día tan productivo ha sido! – Eleonora exclamó. – ¡Ya casi terminamos con la selección del elenco!

   - No creí que fuera a ser tan rápido. – Kiran señaló. – Llevamos sólo tres días de pruebas, y sólo faltan Clara y el Cascanueces.

   - Al ser los roles protagónicos de la obra, seguramente serán las audiciones con la mayor cantidad de aspirantes. – Itsuki señaló. – Mañana sólo veremos a quienes buscan interpretar a Clara, así que debemos estar descansados para poner atención a todas las candidatas.

   - Es cierto. – Kiran afirmó. – Vayan a descansar. Muchas gracias por su arduo trabajo, y nos vemos mañana.

   - Hasta mañana, Kiran. – Itsuki y Eleonora dijeron al unísono.

 


 

Al día siguiente, por fin empezó, oficialmente, la búsqueda de la intérprete de Clara. Como Itsuki predijo el día anterior, en la lista de aspirantes estaban escritos más de cuarenta nombres, que iban desde conocidas bailarinas y cantantes, princesas de infinitos reinos, damas nobles, raudas mercenarias, y hábiles guerreras. Cada una de ellas hizo su mejor esfuerzo frente al grupo de selección, y todas tenían algo que podían aportar a la obra. Era, definitivamente, el día de audiciones más difícil que Kiran, Itsuki, y Eleonora habían tenido hasta ahora.

 

Una de las últimas candidatas para el papel de Clara, una hermosa mujer de cabello celeste, subió al escenario del auditorio.

   - Buenas tardes. Mi nombre es Rinea, y estoy audicionando para el rol de Clara. – dijo en un tono muy dulce.

   - Bienvenida, Rinea. – Kiran le sonrió.

   - Y yo soy Berkut, prometido de Rinea, audicionando para el Cascanueces. – el príncipe de cabello oscuro se puso a lado de su novia.

   - Berkut, las audiciones para el rol del Cascanueces son mañana. – Kiran lo reprendió con gentileza. – Por favor, baja del escenario.

   - Lo haría, Kiran, pero he venido específicamente a apoyar a Rinea en su prueba.

   - No pueden hacer la audición juntos. – Kiran se estaba impacientando. – Sólo quienes buscaban interpretar a los padres de Clara, o al Hada y Caballero del Azúcar tenían autorización para hacer audiciones conjuntas. – agregó en un tono irritado. – Además, ninguna otra aspirante a Clara ha hecho la prueba acompañada.

   - Por favor, Kiran. – insistió gentilmente Rinea. – Sé que pido demasiado, y nadie más ha hecho una audición en pareja para Clara, pero mi señor Berkut desea acompañarme y asistirme en la prueba. Es la forma en la que quiere apoyarme en mi deseo de participar en la obra. – puso sus manos en posición de súplica. – Por favor, permítanos hacer la prueba juntos, y aceptaremos el resultado de la audición sin queja alguna.

   - … – el rostro de Kiran mostraba seriedad. – Denos un momento, por favor.

 

Kiran hizo una seña para que Itsuki y Eleonora se le acercaran, e hicieron una formación en círculo.

   - ¿Deberíamos dejarlos hacer la audición así? – Kiran preguntó, en voz baja.

   - Ninguna otra aspirante a Clara trajo una pareja para que la apoyara. – Eleonora replicó. – Creo que no sería del todo justo.

   - Estoy de acuerdo. – Itsuki afirmó. – Sin embargo, no creo que haya sido Rinea quien realmente quiere audicionar en pareja, sino Berkut.

   - ¿Por qué dices eso, Itsuki? – cuestionó la joven actriz.

   - Sé que, en un mundo diferente del que estos Berkut y Rinea vienen, él enloqueció, y realizó un acto abominable contra su prometida, sólo para conseguir más poder. – Itsuki narró.

   - Es cierto. – Kiran le dio la razón. – El Berkut que realizó ese terrible acto está lleno de culpa y odio hacia sí mismo, hasta el punto en que ha dicho que desearía estar muerto, y que la vida carece de sentido para él. – la mirada de Kiran se entristeció. – Seguramente este Berkut, quien vino al mismo tiempo que Rinea, se enteró de esa posibilidad y, tal vez para asegurarse de que nunca hará lo mismo que su otra versión, está dispuesto a hacer todo lo que pueda para que Rinea sea feliz.

   - Eso es muy triste. – Eleonora se lamentó. – Dejémosles hacer la prueba juntos.

   - ¿Te parece bien, Itsuki? – Kiran le preguntó.

   - Sí.

   - Muy bien. Vamos a avisarles. – su estratega concluyó.

 

El grupo rompió filas y, desde sus asientos, avisaron a la pareja que tenían permiso de hacer la audición juntos.

 

Rinea, de naturaleza gentil y cariñosa, empezó a declamar algunas líneas de la copia del guion que había leído en la biblioteca.

   - ¿De verdad estás bien, querido Cascanueces? – la dama preguntó a su prometido.

   - Lo estoy gracias a ti, dulce Clara. – él le respondió, ya metido en el personaje. – Gracias a tus cuidados, estaré aún mejor. – su mirada se hizo triste. – Lamento haberte involucrado en esta guerra, y que te hayan hechizado.

   - Estaré bien. – ella le aseguró. – Seguro existe alguna forma de revertirlo.

   - La hay, pero es peligrosa. – el joven de cabello oscuro indicó. – La única persona que puede regresarte a tu tamaño real es la Princesa de Azúcar, pero ella vive en la Tierra del Dulce.

   - ¿Ése es el mundo del que provienes? – cuestionó la doncella.

   - Así es. – había pesar en su voz. – Antes era un lugar maravilloso, pero desde que el Rey Ratón se adueñó de él…

   - Vayamos juntos. – ella lo interrumpió. – Algo dentro de mí me dice que, si estoy a tu lado, todo saldrá bien. Guíame al Mundo del Dulce, querido Cascanueces. Por favor. – una cálida y sincera sonrisa apareció en su rostro.

   - ¡Yo te protegeré de cualquier peligro, dulce Clara! – el joven levantó su puño con determinación. – Vamos al Mundo del Dulce. – la misma mano que cerró apenas unos segundos antes, la ofreció a la joven dama.

   - Vamos. – Rinea tomó su mano, y empezaron a caminar.

 

Unos segundos después, la pareja se detuvo, y voltearon a ver a Kiran y al resto del grupo. Silencio.

   - Muchas gracias por dejarnos hacer la audición juntos. – Rinea agradeció, y ambos hicieron una reverencia.

   - No nos agradezcan… ¡Clara y Cascanueces! – Kiran exclamó, seguido de una ronda de nutridos aplausos.

   - ¿Significa que…? – la joven de cabello azul preguntó con incredulidad.

   - Vimos a muchas aspirantes para el rol de Clara, pero tú lo has hecho increíble, Rinea. La ternura, calidez, y gentileza en tu actuación son palpables. – Eleonora comentó. – Si a eso le sumamos la buena actuación de Berkut, y la innegable química entre ustedes, tenemos a un dúo que no debe separarse.

   - Mañana anunciaremos la lista final del elenco, y ustedes serán nuestros protagonistas. – Itsuki señaló. – ¡Muchas felicidades!

 

Los ojos azules de Rinea se llenaron con lágrimas de alegría. La joven abrazó a su prometido, y lo cubrió de besos en las mejillas; él le correspondió con uno en sus labios.

   - ¡Mi señor Berkut! – ella exclamó, mientras lo soltaba. – ¡Estoy tan feliz! ¡Lo logramos, mi señor Berkut! – Rinea empezó a saltar de alegría.

   - ¡Tú lo lograste, mi vida! – le habló con cariño, la tomó de la cintura, la levantó, y la hizo girar en sus brazos.

 

Berkut hizo girar a su prometida por cerca de un minuto, haciéndola reír durante casi todo ese tiempo. Cuando él la bajó, Rinea se tambaleó levemente, y parecía un poco mareada.

   - ¡Muchas gracias a todos por habernos elegido! – dijo Rinea mientras daba zancadas amplias en el escenario, un poco desorientada. – ¡Sé que todo va a ser maravi…! – la doncella dejó de pisar el escenario. – ¡AAAAAAAAAA! – cayó del escenario, que estaba a metro y medio del piso.

   - ¡Rinea! – Berkut corrió hacia la escalera del escenario para acercarse a su novia y revisarla.

   - ¡Rinea! – los encargados de la selección del elenco se levantaron de su lugar, y se acercaron hacia ella.

 

Berkut tomó en sus brazos a su prometida, quien se quejó de “no sentir su brazo”, y se la llevó al castillo para que un sanador le ayudara. Kiran los acompañó, dejando a Itsuki y Eleonora temporalmente solos.

 

Los tres llegaron lo más rápido que pudieron al castillo, y la primera sanadora que encontraron fue la Venerable Emmeryn, quien rápidamente revisó a Rinea, mientras escuchaba la historia de lo que había ocurrido.

   - ¡No siento mi brazo derecho! – Rinea lloraba de dolor.

   - Tranquila, amor. – Berkut intentó calmarla. – Emmeryn ya te está revisando y te curará.

   - ¿Estará bien, Emm? – preguntó Kiran, con una voz de preocupación. – ¿Es muy grave?

   - Ya casi termino de revisar. – respondió calmadamente Emmeryn, mientras pasaba su bastón sanador sobre el brazo derecho de la doncella. – Señorita Rinea, esto va a dolerle un momento, pero le prometo que le ayudará. – hizo presión con su bastón sanador sobre la mitad del antebrazo derecho de Rinea.

 

Rinea gritó con dolor, y apretó la mano de Berkut con su mano izquierda. Cuando Emmeryn dejó de presionar, el dolor de Rinea aminoró.

   - ¡Vaya! ¡Ya casi no me duele! – Rinea sonrió. – ¡Venerable, me ha curado! ¡Muchas…!

   - No, señorita Rinea. – la interrumpió Emmeryn, con una voz resignada. – Me temo que sólo ayudé a calmar el dolor, y a acomodar su radio para que empiece a sanar.

   - ¿Radio? – la joven no reconoció esa palabra.

   - Es uno de los huesos de su brazo. Sufrió la fractura de su brazo derecho, y por eso no lo sentía hace unos momentos.

   - Oh… – suspiró con sorpresa. – Pero ya lo va a reparar, ¿verdad?

   - Las fracturas de hueso son complicadas, incluso si se usa un bastón sanador. – Emmeryn se sinceró. – Como los huesos son tan delicados, la forma más segura para lograr una recuperación exitosa es dejándolos enyesados, y que se curen de forma natural, permaneciendo inmóviles por un tiempo. – ella sonrió para inspirarle confianza. – Me encargaré de enyesarle el brazo, y le explicaré cómo debe cuidar de él para acelerar su recuperación.

   - ¿Cuánto tiempo le toma a un hueso sanar por completo? – preguntó Berkut.

   - Depende del tipo de fractura, pero el tiempo estándar es aproximadamente de dos meses. – contestó la Venerable. – De hecho, ése es el tiempo que Rinea tendrá que usar el yeso.

   - Dos meses… – Rinea puso una expresión de ligera preocupación. – Parece mucho tiempo, pero no importa. Voy a estar bien. – sonrió, tratando de permanecer calmada. – Con todos los preparativos para la obra, el tiempo pasará…

   - Me temo que, por el bien de su recuperación, no debe participar en la obra, señorita Rinea. – sugirió Emmeryn, en un tono de pesar.

   - … ¿Qué? – la joven estaba en shock. – ¿Pero, por qué? Aún me puedo mover, así que…

   - No es por la falta de movilidad. – replicó la Venerable. – Por supuesto que puede moverse con libertad, pero no es lo mismo hacer su rutina diaria, como desplazarse dentro del castillo de la forma en que lo haría normalmente, a moverse por todo un pequeño escenario, haciendo movimientos bruscos en sus ensayos y en la presentación final.

   - ¡Pero es el brazo lo que me he roto! – exclamó Rinea, con desesperación. – Si me hubiera roto la pierna, entendería que no debo actuar en la obra, pero…

   - Sé que no parece lógico, señorita Rinea, pero participar en la obra podría ser contraproducente para usted. No es conveniente que haga movimientos rápidos, ya que podría pegarse en el brazo y retrasar su mejora. También puede ser más agotador para usted moverse sin parar por un periodo prolongado. – Emmeryn dijo con gentil firmeza. – Además, recuerdo haber leído el primer borrador de la obra en la biblioteca, y vi que su personaje tiene una pelea con una lanza, la cual tiene que manejar con ambos brazos. – la Venerable acarició la cabeza de Rinea. – Lo lamento mucho. – suspiró con congoja. – Iré por el material para enyesar. Vuelvo enseguida. – Emmeryn salió del consultorio.

   - Gracias… – empezaron a brotar lágrimas de los ojos de la doncella. – ¡Lo siento mucho, mi señor Berkut!

   - Mi pobre avecilla. – él besó la coronilla de Rinea. – No te disculpes por eso, amor. Esto fue un lamentable y terrible accidente. – besó su frente. – Lamento mucho que te hayas lastimado, pero lamento más que, por esa lesión, ya no podrás participar en la obra.

   - Me había esforzado mucho en la audición, y lo arruiné por dar un mal paso. – Rinea seguía llorando. – Estoy devastada.

   - Te prometo que haremos una audición para la próxima obra que preparen. – Berkut envió una mirada de reclamo a Kiran. – Habrá más obras, ¿verdad?

   - Espero que sí, Berkut. – le respondió secamente. – Quizá podamos hacer más obras de teatro, si ésta tiene éxito.

   - ¡Qué alivio! – exclamó Rinea. – Con mi señor Berkut como el Cascanueces, la obra será todo un éxito.

   - De hecho, mi vida, voy a renunciar a la obra. – él admitió con un tono pacífico.

   - ¿¡Por qué!? – Kiran y Rinea preguntaron al mismo tiempo.

   - Personalmente, a mí no me interesa participar en la obra si no estás en ella, cariño. – su voz sonaba sincera. – Yo hice la prueba contigo, y estaba dispuesto a actuar en esto solamente por ti, mi querida Rinea. Lo único que quería era hacerte feliz y apoyarte en aquello que te apasiona. – acarició la mano izquierda de su prometida. – No tiene ningún sentido para mí permanecer en la obra si no aparecerás en ella. – volteó a ver a su estratega. – ¿Aceptas mi renuncia, Kiran?

   - Sí, Berkut. – Kiran le contestó en un tono comprensivo. – Entiendo tus razones para renunciar, y las acepto.

   - Te agradezco. – Berkut respondió, casi con una sonrisa en su rostro.

   - Mi señor Berkut… – los ojos de Rinea volvieron a humedecerse.

   - No estés triste por mí, amor. – él le sonrió. – Ahora lo importante es tu recuperación, y asegurarte de que no queden secuelas en tu brazo.

   - Tienes razón. – ella le devolvió la sonrisa. – Debo recuperarme para estar lista para la próxima audición.

 

Viendo que Rinea ya estaba siendo atendida, y sin poder hacer más, Kiran dejó a la pareja a solas, y salió del consultorio para regresar al auditorio, y avisar a su equipo sobre los cambios en la situación del elenco de la obra.

 

El proceso de selección había sufrido un revés importante. No sólo se quedaron sin su protagonista femenina, sino que también sin el protagonista masculino.

 

Cuando regresó al auditorio, y les contó a Itsuki y Eleonora todo lo qué pasó, Kiran les preguntó su opinión sobre qué debían hacer ahora.

   - Propongo que mañana abramos la audición para el Cascanueces, justo como la teníamos programada. – Eleonora sugirió. – De todos modos, nadie supo que ya habíamos escogido a nuestro Cascanueces.

   - ¿Y qué hacemos con las pruebas para Clara? – Kiran les preguntó.

   - ¿Todavía conservas la lista que llevábamos antes de que Rinea hiciera su prueba? – cuestionó Itsuki.

   - Sí, la dejé en mi asiento. – contestó Kiran.

   - ¿Y si llamamos a la primera opción de la lista? De cualquier forma, ella ya estaba considerada como nuestra Clara antes de que Rinea hiciera su prueba, y se hubiera convertido en la primera suplente. – dijo Itsuki.

   - Entonces, ¿no hacemos audiciones de nuevo?

   - No lo veo necesario, Kiran. – Eleonora le respondió. – Es muy común que se llame a los suplentes para que tomen el lugar de los protagonistas si éstos no pueden seguir en el proyecto.

   - De acuerdo. En ese caso, la llamaremos mañana a mi oficina, antes de empezar las audiciones para el Cascanueces, y le ofreceremos el papel. – Kiran expresó, con más entusiasmo. – Si no acepta, nos iremos con la siguiente opción, hasta agotar la lista.

   - ¡Excelente! – le contestó Eleonora. – Ésa es la manera.

   - Muchas gracias a los dos, por todo su apoyo. – Kiran habló humildemente. – No sé cómo podría hacer todo esto si ustedes no me estuvieran ayudando.

   - No tienes nada qué agradecer. – le sonrió Itsuki.

   - Me he divertido mucho en todo este proceso. – Eleonora respondió, con una gentil sonrisa en su rostro. – Gracias por confiar en nosotros, Kiran.

   - Ha sido un día muy largo. Vayan a descansar, y nos veremos mañana. – se despidió su estratega.

   - ¡Hasta mañana! – ambos exclamaron al unísono.

 

Había sido un largo día repleto de emociones, y todos necesitaban descansar y prepararse para el día siguiente, pues sería el último día de las audiciones, y un punto de inflexión para el desarrollo de la obra. Sería el día en que Clara y el Cascanueces, por fin, serían encontrados.

 

Notes:

¡Feliz Diciembre!

Chapter 4: Segundas opciones

Summary:

Los protagonistas para la obra son elegidos; Kiran tiene buena memoria, y conoce muy bien a sus héroes.

Notes:

¡Te doy la bienvenida al Capítulo 4! ¡Muchas gracias por tu apoyo!

A partir de este capítulo, hay cierta atención a mi rare pairing favorito de Fire Emblem, la cual irá aumentando conforme la historia siga avanzando, además de que hay continuidad relacionada a fanfics anteriores sobre ellos.

Para tener contexto de algunas partes, por favor consulta la serie completa.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

A la mañana siguiente, Kiran, en compañía de Itsuki y Eleonora, mandaron llamar a la oficina de Kiran a quien habían escogido como la primera suplente para Clara. Alguien tocó la puerta, y Kiran le autorizó a entrar.

   - Buenos días, Kiran. ¿Querías verme? – preguntó una doncella de cabello celeste y ojos dorados, mientras entraba a la oficina.

   - Buenos días, Azura. Gracias por venir. Toma asiento, por favor. – Kiran la recibió.

 

La cantante tomó asiento, sin estar segura de la razón por la que fue llamada a la oficina de su estratega.

   - Te hablaré con sinceridad, Azura. – Kiran le dijo en un tono serio. – Ayer escogimos a Rinea para que interpretara a Clara.

   - Oh. – suspiró decepcionada.

   - Sin embargo, Rinea sufrió un accidente unos minutos después de haber conseguido el papel, y se rompió el brazo.

   - ¡Qué terrible! – Azura parecía genuinamente preocupada. – ¿Se recuperará a tiempo?

   - Se va a recuperar, pero le tomará al menos dos meses, por lo que no podrá interpretar a Clara. – Kiran intentó calmarla.

   - Menos mal que se recuperará, pero seguro que la señorita Rinea se puso triste. – la cantante respondió en un tono compasivo. – Me dijeron que estuvo hablando de eso los días anteriores a la audición, y que la vieron practicar con su novio un par de días antes.

   - Si todo sale bien, montaremos otra obra en algún punto del año entrante, y tendrá oportunidad de participar. Ella es más fuerte de lo que parece. – Kiran le sonrió. – Pero me estoy saliendo del tema. – suspiró. – Por causa de ese desafortunado accidente, es que nos hemos reunido aquí esta mañana.

   - ¿Qué quieres decir?

   - Quisiéramos que interpretaras a Clara, Azura. – Kiran admitió, con una voz gentil. – Itsuki, Eleonora, y yo estuvimos de acuerdo en que serías una maravillosa Clara, pero sólo tú puedes decidir si aceptas quedarte con el papel o no.

   - ¡Estaré encantada de participar! – la dama de cabello celeste exclamó. – Les agradezco mucho el haberme considerado y escogido para este rol. Prometo que daré mi mejor esfuerzo.

   - Estamos seguros de que así será, Azura. – Eleonora afirmó.

   - ¿Y ya escogieron quién será el Cascanueces? – Azura preguntó, como si buscara una respuesta específica.

   - Hoy haremos las audiciones para el Cascanueces. Es el último rol que falta por elegir. – Itsuki le respondió. – Sabrás quién es cuando lo veas en el primer día de ensayos.

   - De acuerdo. Estaré atenta al día que se convoque al primer ensayo. – expresó educadamente la cantante. – ¿Hay algún otro asunto que necesites tratar conmigo, Kiran?

   - Es todo, Azura. Ya puedes retirarte. Gracias por venir. – Kiran respondió su pregunta. – De hecho, nosotros también ya debemos irnos al auditorio para empezar con las pruebas de hoy.

 

Todos salieron de la oficina de Kiran. Azura se dirigió al jardín del castillo, y los demás se movilizaron hacia el auditorio para encabezar las últimas pruebas de la obra.

 

Para evitar que ocurriera un incidente como el del día anterior, se marcó hasta dónde podían caminar los aspirantes, se prohibió dar giros en el escenario, y no se volvieron a permitir hacer audiciones conjuntas. Adicionalmente, si todo lo demás fallaba, Mist y Brady estaban sentados en la segunda fila, listos para socorrer a quien lo necesitara.

 

Kiran tomó la lista de aspirantes y, con tan sólo darle un vistazo, se dio cuenta que se habían inscrito más de cuarenta héroes. Como el día anterior, iba a ser un largo día de audiciones.

 

Las pruebas ocurrieron de forma tranquila, sin que nadie se lastimara. Por desgracia para el equipo de selección de elenco, más de la mitad de los aspirantes habían hecho audiciones de buen nivel, por lo que aún era difícil escoger a uno de ellos para ofrecerle el rol.

   - Hay que hacer un segundo filtro. – sugirió Eleonora. – Si sus actuaciones no bastan para que seamos capaces de tomar una decisión, hay que pedirles que hagan algo más.

   - ¿Qué otra cosa podrían hacer para ayudarnos a decidir? – cuestionó Kiran.

   - ¡Ya lo tengo! – exclamó Itsuki. – En la obra, el Cascanueces tiene dos batallas contra el Rey Ratón y su ejército. Propongo que los aspirantes de la segunda ronda hagan una demostración de su habilidad para el combate cuerpo a cuerpo.

   - ¡Excelente idea! – Kiran le contestó. – No importa si usan espadas, lanzas, hachas, u otro tipo de arma, todos los candidatos deberán usar una espada de entrenamiento y probar su habilidad de combate físico.

   - ¿Y cómo lo probamos? – preguntó Eleonora.

   - Podrían enfrentarse a mí. – se ofreció Itsuki. – Podrían “atacarme”, y así comprobar personalmente su habilidad.

   - Gracias por ofrecerte, Itsuki, pero sería preferible que sólo los observaras. – advirtió Kiran. – Además, no quisiera que te lastimaras si a alguien se le pasa la mano.

   - Entonces, si no se enfrentan a mí, ¿quién podría ayudarnos a realizar las pruebas de combate? – cuestionó él.

   - Disculpen… – intervino Mist, que estaba sentada en la fila de atrás. – No quiero entrometerme, pero conozco a alguien que no vino a la audición, y quizá podría ayudarlos.

   - ¿De verdad, Mist? – la voz de Kiran sonaba esperanzada. – ¿Podrías convencerle para que venga a ayudarnos, por favor?

   - ¡Seguro! – respondió la sanadora. – Volveré con él en un momento. – Mist salió del auditorio.

   - ¿De quién se tratará? – se preguntó Eleonora, unos segundos después de que la joven sanadora saliera de su vista.

   - Creo que sé de quién hablaba. – Kiran sonrió. – Vamos a esperarlos.

 

Unos diez minutos después, Mist regresó al auditorio acompañada de la versión más mayor de su hermano.

   - Buenos días, Kiran. – Ike saludó a su estratega. – Mist dijo que necesitabas ayuda. ¿Qué puedo hacer por ti?

   - ¡Hola, Ike! – Kiran devolvió el saludo. – Estamos realizando las pruebas para el rol del Cascanueces, pero aún no podemos elegir a alguno de los candidatos, así que, para definir quién se quedará con ese personaje, se decidió que el segundo filtro consistirá en probar las habilidades de combate de aquellos que pasaron la primera ronda. – pausó unos segundos. – Lo único que necesitarás hacer es defenderte de los ataques directos que los aspirantes hagan contra ti. Y no te preocupes, todos usarán armas de utilería, así que es más seguro que si lo hicieran con sus propias armas. – Kiran juntó sus manos, y las puso a la altura de su pecho. – ¿Podrías ayudarnos, por favor?

   - … – el héroe legendario no respondió enseguida. – Está bien. Les ayudaré con lo que me piden.

   - ¡Muchas gracias, Ike! – Kiran se entusiasmó, y volteó a ver a la hermana menor del espadachín. – Y muchas gracias a ti, Mist.

   - No tienes qué agradecer, Kiran. – la joven respondió, sonriéndole.

 

Después de que Kiran le entregara a Ike una espada de utilería, el héroe legendario subió al escenario y se colocó a mediación de éste. Itsuki felicitó a los aspirantes que pasaron a la segunda ronda, y explicó en qué consistía la siguiente fase de la selección, aclarando que era necesario usar espadas, lanzas, o hachas de utilería, que estaban hechas de madera, para que el proceso fuera más seguro para todos los involucrados.

 

Uno a uno, los candidatos se dirigieron hacia Ike, quien los recibía con la misma intensidad con que ellos atacaban. Aunque Kiran sólo le había pedido “defenderse” contra los ataques, Ike no sólo se defendía, sino que también estaba correspondiendo los ataques frontales de los aspirantes.

 

Después de que pasaron una decena de candidatos, incluyendo a Marth, Roy, Byleth, y Corrin, los miembros del equipo de selección, sin haberlo discutido antes, ya tenían una idea de a quién debían elegir.

   - ¿Qué piensan del desempeño de los aspirantes en el segundo filtro? – Itsuki preguntó a Kiran y Eleonora.

   - Todos lo están haciendo excelente. – Eleonora declaró gentilmente. – Pero… no, olvídenlo.

   - ¿En qué estás pensando, Eleonora? – le preguntó Kiran.

   - Bueno, no me hagan mucho caso, pero mi aspirante favorito, hasta ahora… es el General Ike. – la joven actriz se sinceró. – Yo sé que es un guerrero consumado, igual que la mayoría de los candidatos, pero, cuando lo veo pelear, es como si hubiera algo en su estilo de combate que me dice “lucho por mis amigos”… no sé cómo explicarlo.

   - Sé a lo que te refieres. – Itsuki agregó. – Aunque es sólo una pelea de práctica, donde él no tiene nada qué ganar, el General Ike está dando un combate formidable. Pero no creo que podamos ofrecerle el rol.

   - ¿Por qué no? – cuestionó Kiran. – Si todos estamos de acuerdo en que Ike está haciendo un trabajo increíble, y podemos preguntarle si quisiera participar en la obra, no veo la razón para no hacerlo. – les sonrió. – Cuando las pruebas terminen, le preguntaremos.

   - ¿Y si declina el ofrecimiento? – preguntó Itsuki.

   - Entonces iremos con quien esté en primer lugar de nuestra lista, pero decidiremos quién será hasta que todos terminen su audición. – Kiran afirmó.

 

Escoger a Ike como el protagonista masculino de la obra era una gran idea. No sólo era un profesional dedicado y un guerrero hábil, sino que era un héroe muy popular en Askr, por lo que su presencia podría hacer que la obra fuera más mediática y, de esa manera, más personas querrían asistir y, así, donar muchos más regalos para los niños. Sin embargo, ésa no era la única razón que Kiran tenía en mente para traer a Ike a la obra.

 

Habían pasado cerca de cuatro meses desde aquella tormenta en la que Ike se quedó afuera del castillo en la noche, y regresó hasta el día siguiente. En esa ocasión, Kiran encontró a Ike en la cabaña que pertenecía a Azura, la cual estaba cerca de un lago. La versión que el héroe legendario dio para explicar por qué estaba ahí era detallada y coherente, pero… Kiran sospechaba que había pasado algo más.

 

Ese día, cuando todos estaban regresando al castillo, Kiran notó que tanto Ike como Azura, conocidos por ser algo estoicos y reservados con quienes no formaban parte de su círculo cercano, parecían buscar cualquier excusa para estar físicamente cerca uno del otro. Ya que, aparentemente, ellos apenas habían cruzado palabras antes de ese día, esas sutiles pistas encendieron una alarma en la cabeza de Kiran.

 

A partir de ese entonces, Kiran empezó a llevarlos a misiones juntos. Aunque no fue capaz de detectar esas señales durante las misiones, Kiran notó que, en momentos, Ike y Azura se veían de una manera particular, además de que ambos tenían la tendencia de proteger al otro durante el combate. También recordó el Viaje Heroico que realizaron juntos, hacía ya algunas semanas, donde fue la propia Azura quien escogió a Ike como su acompañante, y regresaron de ese viaje tomados de las manos. Adicionalmente, Kiran y otros héroes habían visto que, una vez al mes, se les encontraba en el jardín oeste del castillo tomando té, sentados muy cerca uno del otro, viéndose con una mirada más suave de lo que generalmente veían a la mayoría de sus compañeros.

 

Considerando todos esos puntos, Kiran no podía desaprovechar la oportunidad de que ese par de héroes pudieran convivir en un ambiente mucho más relajado, bajo su supervisión… y esperar para ver qué pasaba entre ellos.

 

Después de que todos los candidatos terminaran sus pruebas, Kiran les agradeció por su esfuerzo, y avisó que, aquel aspirante que fuera seleccionado para el rol del Cascanueces, recibiría la notificación en privado. Cuando todos los candidatos salieron del auditorio, Ike también estaba por irse acompañado por su hermana, pero Kiran lo detuvo.

   - Necesitamos hablar contigo, Ike. – Kiran lo interceptó antes de que saliera del auditorio.

   - ¿Sucede algo? – preguntó él, con un tono de extrañeza.

   - No es nada malo, pero necesitamos preguntarte algo, a solas. – Eleonora aclaró.

   - Entiendo. – Ike volteó a ver a su hermana. – Mist, regresa sin mí, por favor. Tengo que hablar con ellos. ¿Estarás bien?

   - Claro que sí, hermano. – ella le sonrió. – Creo que sé de qué tema quieren hablar contigo, pero no te lo voy a decir. – le guiñó el ojo derecho. – Te veré más tarde. – la joven salió del auditorio.

 

Después de que Mist saliera del auditorio, los cuatro se quedaron solos.

   - Ahora sí. ¿De qué necesitan hablar conmigo? – cuestionó Ike al grupo.

   - Primero que nada, te agradecemos por habernos ayudado con las pruebas para los aspirantes. – Eleonora le dijo. – Gracias a ti, pudimos tomar una decisión.

   - Me alegra haber podido ayudar. – le respondió. – Y quieren decirme a quién escogieron, ¿cierto?

   - En realidad, así es. – Itsuki afirmó.

   - A quien escogimos para que interprete el rol del Cascanueces… es a ti, Ike. – expresó Kiran con sinceridad.

   - … ¿Perdón? – Ike parecía estupefacto. – ¿Yo?

   - Así es, Ike. – Kiran le sonrió. – Si lo deseas, el papel es tuyo.

   - Pero yo nunca he actuado. – Ike aún sonaba sorprendido. – Además, ni siquiera hice la prueba. Todos los demás la hicieron, y creo que escogerme sería injusto.

   - Lo sabemos, pero ya lo discutimos, y probablemente la mayoría de los aspirantes que se batieron contigo estarán de acuerdo con nosotros. – Itsuki aclaró. – Además, no te preocupes por tu falta de experiencia en la actuación, porque todos los demás participantes también son amateurs.

   - ¡Y yo los voy a entrenar! – exclamó Eleonora. – Con una maestra como yo, seguramente todos podrán hacer un gran trabajo.

   - ¿Están seguros? Digo, en el cuento que nos contaste, Kiran, dijiste que el Cascanueces, en secreto, era un príncipe y… no soy el hombre más principesco de la Orden de Héroes. – Ike señaló, con un tono de humildad. – Lord Marth o Lord Seliph tienen una apariencia más principesca. Yo…

   - No estamos buscando a un príncipe, Ike. – Kiran lo interrumpió. – Esta obra es una adaptación de ese cuento, y no todo será igual a lo que conté el otro día.

 

Kiran notaba que Ike no tenía muchos deseos de participar en la obra, así que, usando su lado estratega, decidió cambiar de táctica, y usar una irresistible arma secreta.

   - Ike, algo me dice que no quieres participar en la obra. – Kiran le lanzó una mirada comprensiva. – No te puedo obligar a participar si no lo deseas. – dijo, aparentemente, en un tono de resignación. – Te agradezco por habernos ayudado hace un rato. Con tu ayuda, y con las notas que tomamos del resto de los aspirantes, analizaremos quién es el candidato correcto para que acompañe a Azura en el escenario. – Kiran sabía que no se podría resistir a eso.

   - … ¿Azura? – atrapó el anzuelo. – ¿Ella va a interpretar a Clara?

   - Así es, aunque no fue la primera opción. – Kiran admitió, con una voz calmada. – La verdad es que ayer habíamos escogido a Rinea y a Berkut para los estelares, pero ella se rompió el brazo y tardará dos meses en recuperarse, y él renunció porque no le interesaba seguir sin Rinea en la obra. Azura había sido escogida originalmente como la primera suplente, y cuando le ofrecimos el rol esta mañana, ella aceptó en el momento.

   - … – Ike se quedó pensando unos segundos, acariciando su barbilla, casi sonriendo. – … Aceptaré el rol. No sé nada sobre actuación, pero prometo que daré lo mejor de mí.

   - Yo sé que sí, Ike. – Kiran le respondió en un tono de satisfacción. – ¡Bienvenido a bordo!

 

Después de haber confirmado a Ike como el protagonista masculino de la obra, finalmente el elenco estaba completo. Después de una ajetreada semana de preparación, la producción de la obra podía empezar por completo.

   - ¿Cómo supiste que mencionar a Azura lo convencería? – Itsuki preguntó a su estratega. – ¿Acaso ellos…?

   - No, Itsuki. – Kiran aclaró rápidamente. – Ellos sólo son amigos. Sólo digamos que… hay una razón por la que me escogieron como estratega de la Orden de Héroes.

   - ¿No fue porque te invocaron, desde tu mundo, hace ya unos años? – cuestionó Eleonora.

   - También, pero no fue sólo por eso. – sonrió con satisfacción.

 

Era la tarde del 22 de noviembre, así que faltaban treinta y un días para la fecha en que se llevaría a cabo la obra, el 23 de diciembre. Las siguientes cuatro semanas llevarían mucho esfuerzo de parte de todos los involucrados, pero existía la confianza de que todo saldría bien… probablemente.

 

Notes:

¡Ya vamos a más de la mitad! Espero verte en el siguiente capítulo.

Chapter 5: Días de ensayos

Summary:

Los ensayos pueden detonar mucho más que una buena actuación.

Notes:

¡Hola! ¡Te doy la bienvenida al Capítulo 5! ¡Muchas gracias por tu apoyo!

Éste es el capítulo más largo de este fanfic. Empiezan los ensayos para la obra, y todo puede pasar...

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Dos días después del último día de audiciones, el 25 de noviembre, se convocó a todos los miembros del elenco al auditorio para que asistieran a la primera lectura del guion, iniciando los ensayos de manera oficial.

 

Azura, buscando ser amable con sus compañeros de elenco, estaba intentando conversar con Narcian, aunque él prácticamente había convertido su charla en un monólogo sobre él, naturalmente. De repente, los dorados ojos de la cantante se iluminaron, en cuanto la visión de un héroe de cabello azul entrando al auditorio llegó a ella.

   - ¿Me disculpas un momento, Narcian? – dijo Azura, moviéndose sin ponerle atención.

   - Oye, ¿a dónde…? – el rubio general pareció algo ofendido por la acción de la cantante.

 

La doncella de cabello celeste se dirigió directamente hacia su objetivo.

   - ¡Ike! – la sorpresa y alegría en su voz no podían ocultarse. – ¿Qué estás haciendo aquí?

   - Hola, Azura. – él le sonrió. – ¿No te lo dijeron? Me ofrecieron ser el Cascanueces, y acepté.

   - ¿¡Tú eres el Cascanueces!? – sonaba eufórica. – ¡Increíble! Entonces tú y yo…

   - … Somos los protagonistas de la obra. – agregó Ike, como si hubiera adivinado lo que ella iba a decir.

   - Tú y yo… los protagonistas. – su sonrisa era inusualmente radiante.

 

Mientras ellos seguían viéndose, Kiran, en compañía de Itsuki y Eleonora, llegaron a donde se había reunido el elenco, y empezaron a repartir copias de los guiones.

   - ¡Buenos días a todos! – Kiran los saludó con entusiasmo. – Muchas gracias por venir al primer día de ensayos. La primera actividad que tendremos hoy es la lectura del guion, para que todos conozcan la obra, y sepan qué sucederá antes, durante, y después de su participación.

   - Kiran, yo apenas estoy aprendiendo a leer. – Nino señaló rápidamente, con algo de preocupación.

   - Descuida, Nino. Tu rol no tiene diálogos. – Kiran la tranquilizó. – Sólo tienes que escuchar lo que ocurre en la historia, y recordar en qué momento debes salir de escena.

   - ¡Qué suerte! – la maga respondió aliviada.

   - Ahora, por favor, todos siéntense en el suelo, y hagamos un círculo. – Eleonora indicó. – Como es la lectura del guion, sólo necesitan leer en voz alta sus diálogos, así que pongan atención para que sepan cuándo les toca hablar.

 

Los héroes obedecieron a Kiran y a Eleonora, y formaron un círculo en el suelo. Kiran empezó leyendo el título de la obra, y cada uno empezó a decir sus respectivos diálogos.

 

Después de terminar la lectura del guion, Oboro y Forrest llegaron con cintas de medir, una libreta, un lápiz, y algunas muestras de telas.

   - Por favor, fórmense enfrente de Oboro y Forrest, y díganles el papel que van a interpretar. – Kiran ordenó. – Ellos van a tomar las medidas para su vestuario y, para algunos, van a revisar qué colores son los que les combinan mejor.

 

En segundos, todo el elenco obedeció a su estratega, y formaron una fila ordenada.

   - Parece que somos los que tienen más diálogos, Ike. – le dijo Azura, que estaba detrás de él en la fila. – Tiene sentido, porque somos los protagonistas, pero no creí que fueran tantos.

   - Sí, pero no son diálogos tan largos. – él le aseguró, volteando su cabeza para verla. – Podemos practicarlos juntos, si quieres.

   - Eso me encantaría. – ella sonrió. – Ya casi seguimos.

 

Después de que los sastres les tomaran las medidas a todos los miembros del elenco, Eleonora se puso al centro del escenario, e hizo señas para que el elenco se acercara a ella.

   - Sabemos que casi nadie de los que están aquí el día de hoy han participado en un evento como éste, por lo que, obviamente, no conocen de técnicas de actuación. – Eleonora señaló. – Para ayudar a que sus actuaciones sean todavía mejores, les voy a dar una pequeña clase de actuación antes de comenzar con los ensayos.

 

La joven actriz habló de puntos básicos en la actuación, como la voz, la mímica, el tono, la coordinación, la memoria y, especialmente, la voluntad de hacer una buena actuación. También mencionó que, como un elenco es un equipo, debían confiar los unos en los otros, por lo que sugirió un ejercicio para mejorar la confianza.

   - Hagan un círculo, así como están, y vean hacia su derecha, por favor. – Eleonora pidió. – Cuando diga sus nombres, déjense caer de espaldas, y la persona detrás de ustedes los debe atrapar. – la actriz explicó. – Y, por favor, no queremos lesionados.

 

El ensamble se acomodó como la instructora les pidió y, empezando por Fae, cada uno de los miembros del elenco empezaron a caer en los brazos de quien estuviera detrás de ellos.

   - ¡Atrapaste muy bien a Nah, Nils! – felicitó Eleonora al joven bardo. – Ahora, por favor, déjate caer para que Azura te atrape.

   - Sí. – respondió el dragón, cayendo de espaldas en los brazos de la cantante. – ¡Gracias por atraparme!

   - ¡Bien hecho, Azura! Ahora, por favor, deja que Ike te atrape.

   - Así lo haré. – contestó ella.

 

La cantante no necesitaba de un ejercicio de confianza para saber que Ike la atraparía, pero lo hizo de todos modos. La dama del cabello celeste cerró los ojos, se inclinó sobre sus talones, y se echó hacia atrás. Antes de que ella sintiera que de verdad estaba cayendo, unas cálidas manos ya estaban sosteniendo su espalda.

 

Cuando abrió los ojos, vio el rostro del espadachín, sonriéndole.

   - Sabía que me atraparías, Ike. – ella le sonrió.

   - Jamás te dejaría caer. – él respondió, viéndola por más tiempo del que debían permanecer en esa posición.

   - OK… – dijo Eleonora, para intentar cortar con esa larga interacción. – Muchas gracias por atrapar a Azura tan rápido, Ike. Ahora, por favor, suéltala y cae de espaldas para que Lord Sigurd te atrape.

   - … Sí. – Ike le dio un empujón a la cantante para que se irguiera. – Aquí voy.

 

El espadachín cayó de espaldas en los brazos de Lord Sigurd, quien también lo atrapó rápidamente.

   - Listo, “sobrino”. – el caballero de Jugdral le sonrió a quien tenía en sus brazos.

 

Después Sigurd se dejó atrapar por Alm, quien se dejó atrapar por Celica, y así siguió avanzando el ejercicio.

 

Cuando todos los miembros del elenco atraparon a alguien, Eleonora les dio unos minutos para descansar. En ese pequeño espacio de tiempo, Lord Sigurd abordó a Ike.

   - ¡Ike!

   - ¿Sí, Lord Sigurd?

   - Puedes llamarme sólo Sigurd. – él aclaró. – No sé si lo sepas, pero, desde que llegué a Askr, me he hecho amigo de varios héroes, incluyendo de tu padre. – le dijo en un tono cálido.

   - Creo que sí me había dicho que ustedes se hicieron amigos. – Ike le contestó educadamente.

   - Nos conocimos a través de Lord Eliwood, y nos hicimos buenos amigos. – Sigurd sonrió. – Él me ha hablado mucho sobre tu hermana y sobre ti, tanto que casi siento que ya los conozco. – él suspiró. – Sé que no somos cercanos, y que no hemos interactuado más que en unas pocas ocasiones, pero siento tanto respeto y admiración por tu padre y por ti, que te veo como un “sobrino” de verdad.

   - ¿Un sobrino?

   - Sí. – Sigurd se puso un poco nervioso. – Bue… bueno, es que vas a ser mi sobrino en la obra, y… – desvió ligeramente la mirada, un poco avergonzado, pero sin llegar a sonrojarse. – Lo siento, me dejé llevar. Por favor, olvida lo que…

   - Nunca he tenido un tío. – Ike señaló. – No me molestaría tener uno. – le sonrió.

   - ¡Muchas gracias, muchacho! – Sigurd exclamó, devolviendo la sonrisa.

 


 

El 1° de diciembre, Oboro y Forrest terminaron los primeros vestuarios, los cuales eran para los invitados de la fiesta, y los padres de Clara. Para asegurar que sus esfuerzos estaban bien encaminados, le llevaron a Kiran un par de piezas para que las evaluara.

   - ¡Son muy veloces! – Kiran alabó a los sastres. – ¡Y les quedaron preciosos!

   - Lady Ethlyn nos ha ayudado mucho. Ella se ofreció a ayudarnos cuando se enteró de que su hermano estaría en la obra. Es rápida y precisa con las puntadas. – señaló Oboro. – En este momento, ella está en el taller, terminando los uniformes del ejército del Rey Ratón.

   - Y en un par de días, los disfraces para los habitantes del Mundo del Dulce estarán listos. – agregó Forrest. – ¡Ha sido muy estimulante! He dejado volar mi imaginación, y me siento motivado.

   - Les agradezco mucho por el duro trabajo. También a Ethlyn, aunque no haya venido con ustedes. – su estratega declaró. – Entonces, ¿quién falta de tener su vestuario listo?

   - Nos faltan los atuendos para el Rey Ratón, el Hada del Azúcar, el Caballero del Azúcar, el Padrino Drosselmeyer, y Fritz. Para Clara son dos vestuarios, y para el Cascanueces son tres. – la costurera de Hoshido aclaró. – Y ahora que lo mencionamos, ¿puedes llamar a Azura para acá, por favor? Necesitamos ver qué color se ve mejor en ella, para el vestido de la Princesa de Azúcar.

   - Veamos dónde está. – Kiran giró su cabeza para ubicarla y sonrió con satisfacción. – Está practicando con Ike. Vuelvo en seguida.

 

Kiran se acercó a los protagonistas de la obra, que estaban leyendo el guion en una esquina del escenario, y le pidió a la cantante que le siguiera; el espadachín, en silencio, la siguió con la mirada.

   - Aquí estoy, Oboro. – la dama de cabello celeste anunció. – ¿Qué necesitas revisar?

   - Vamos a empezar a fabricar el vestido que usarás cuando seas la Princesa de Azúcar, pero antes queríamos ver qué color va mejor con tu tono de piel y cabello. – le respondió Forrest, mientras sostenía varios trozos de tela de diferentes tonos de lavanda enfrente de la cara de Azura. – Mmm… ¿qué opinan?

   - Éste es adorable. – Kiran opinó, señalando la muestra de tela de en medio, de un intenso color lavanda. – El rostro se le ve más iluminado. Pero no me hagan caso, ustedes son los profesionales.

   - De hecho, es una buena elección. – Oboro concedió. – Va muy bien con el tono de su piel y sus ojos.

   - ¡Estoy de acuerdo! – agregó Forrest. – Parecieran que tus ojos brillan más de lo normal. ¿Tú qué opinas, Azura?

   - Es un color bonito. – la cantante señaló. – No estoy muy acostumbrada a usar esa clase de tonos, pero confío en su buen juicio.

   - ¡Ya está! – exclamó el joven sastre. – Entonces usaremos esta tela para tu vestido, combinada con éstas.

 

Mientras el cuarteto seguía hablando sobre el vestido para la Princesa de Azúcar, Ike observaba la situación desde una distancia moderada.

   - “La de en medio. Ésa es la que se le ve mejor.” – él pensó para sí mismo, sin quitarle la mirada de encima. – “¡Vaya! Es la que eligieron. Se verá preciosa en ese color.” – una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, y cerró los ojos.
 


 

El 3 de diciembre, Ignatz pidió a su estratega permiso para pasar ese día con el elenco de la puesta en escena, con el objetivo de diseñar una composición para el póster de la obra.

   - Por favor, Lord Sigurd, póngase de este lado, viendo ligeramente hacia abajo. – el joven artista indicó.

   - Por supuesto. – el caballero lo obedeció. – ¿Así está bien?

   - ¡Excelente! – exclamó Ignatz. – Ahora usted, Narcian. La misma posición que ha hecho Lord Sigurd, pero viendo hacia la dirección a la que él está.

   - Más te vale que captes mi mejor ángulo, chiquillo. – refunfuñó el general de cabello rubio.

   - Teniendo un modelo como usted, eso no será difícil. – le respondió diplomáticamente.

   - Me agrada este chico. – Narcian sonrió satisfecho.

 

Ignatz siguió acomodando al elenco principal de la obra. Colocó a Sigurd, Pent, Louise, Nils, Nino, y Caspar viendo para un lado, y a Narcian, Alm, Celica, Lysithea, Gaius, y Fae viendo hacia el otro, viéndose ambos grupos de frente.

   - General Ike, usted colóquese aquí. Princesa Azura, usted aquí. – los puso uno enfrente del otro, al centro de la composición. – Ahora, por favor, nadie se mueva. Voy a empezar a hacer el boceto. – Ignatz se acercó a su caballete, y comenzó a trabajar. 

 

Unos minutos después, el artista detuvo sus manos, y observó el avance en su lienzo.

   - Creo que hay un hueco aquí. – el artista susurró para sí mismo. – General Ike, Princesa Azura, ¿puedo pedirles un favor?

   - Claro. – el espadachín le respondió. – ¿Qué necesitas?

   - ¿Podrían tomarse de las manos, por favor? Hay un hueco entre ustedes, y creo que podría verse bien si lo rellenamos con sus manos. – Ignatz sugirió. – Por favor, entrelacen sus manos, y súbanlas a la altura del pecho.

   - Por supuesto. – los estelares dijeron al unísono.

 

Como si fueran el reflejo del otro en el espejo, Ike y Azura levantaron sus manos, y las entrelazaron. No era difícil para ellos; ya se habían tomado de las manos muchas veces antes. Y, pese a que mantuvieron la misma expresión que tenían antes de que el pintor les diera la indicación, por dentro atesoraron ese momento, en el que podían tomarse de las manos una vez más.

   - ¡Awww! ¡Están tomados de las manos! – Fae señaló la obviedad.

   - Sí, pero sólo porque les pidieron hacerlo, pequeña Fae. – Celica aclaró.

   - Por favor, guarden silencio, y no se muevan. – Ignatz les pidió. – Cuando termine el boceto, podrán retomar sus actividades.

 

Una cantidad de tiempo no especificada después, el pintor finalmente terminó de armar la composición del póster para la obra, e invitó a sus modelos a que vieran el resultado.

   - ¡Ignatz, está increíble! Y si éste es sólo el boceto, seguro el trabajo final será fantástico. – Lysithea felicitó a su compañero de clases.

   - No mentiste con lo de captar mi mejor ángulo. – Narcian admitió. – Tu habilidad es impresionante.

   - Tu talento es una bendición, joven Ignatz. – Sigurd agregó. – Gracias por compartirlo con todos nosotros.

   - No podemos esperar para verlo el resultado final. – comentó Alm.

   - Gracias a todos por sus palabras. – sonrió el pintor.

 


 

En la tarde del 8 de diciembre, Ike y Azura se reunieron en el jardín oeste para practicar sus líneas. Siguiendo la tradición que ellos tenían cuando se encontraban en el jardín, él llevaba una taza de café, y ella tenía una de té.

   - Como el clima ya es más frío, la idea del té es más acogedora de lo que era en el verano. – Azura, usando un largo suéter azul marino, dio un sorbo a su taza. – ¿Detecto un toque de menta?

   - Estás en lo correcto. – Ike, que usaba un suéter color rojo, le contestó, después de tomar un sorbo de café. – Quise darle un toque diferente comparado a como lo preparo normalmente y, como la gente asocia el sabor de la menta con esta temporada, me pareció que le quedaría bien al té de jengibre.

   - ¡Sabe muy bien! – ella bebió un poco más de té. – Pero no era necesario que me lo prepararas, Ike. Ya me enseñaste cómo hacerlo, y soy capaz de prepararlo. De hecho, desde que empecé a beberlo de la forma en que tú lo preparas, ya no he tenido cólicos fuertes.

   - Me alegra que ya no sufras de eso, pero lo seguiré haciendo de todos modos. – él le sonrió. – Y ahora, practiquemos.

 

Ambos buscaron uno de sus diálogos en sus respectivas copias del libreto, y empezaron a leerlos.

   - Ahora que ya los leímos, vamos a decir los diálogos, sólo tratando de recordarlos. – propuso Azura. – Yo empiezo.

   - Muy bien. – Ike la observó.

   - …

   - …

   - ¡Qué bonito es el Mundo del Dulce! – ella exclamó, entrando en el personaje de Clara. – Nunca había visto un lugar como éste.

   - Y era aún más hermoso antes de que el Rey Ratón usurpara el trono. – él le contestó, de la forma que su personaje lo haría. – Te habría encantado verlo en todo su esplendor.

   - ¿Por qué ocurrió esto, Cascanueces? ¿Por qué el Rey Ratón está en el poder?

   - Porque el príncipe que estaba a cargo de esta tierra fue engañado para di… di…

   - Dimitir. – ella susurró.

   - ¡Dimitir! Fue engañado para dimitir. – él concluyó. – Azura, ¿de verdad crees que lo voy a hacer bien?

   - ¡Por supuesto! – la cantante lo animó. – He visto que te has esforzado en aprender tus líneas y las coreografías para las batallas, así que estoy segura de que tu desempeño será increíble.

   - Puede ser, pero a veces tengo problemas para recordar palabras como ésas. – el espadachín se reprochó. – No son palabras que use frecuentemente.

   - Lo sé, pero recuerda un consejo que nos dio Eleonora. – Azura enunció. – Si no puedes recordar la palabra que tienes que decir, pero sí te acuerdas de su significado, cámbiala por la que recuerdes.

   - ¿Cuándo dijo eso?

   - Hace unos días, cuando estaba asesorando a Nils. – la dama respondió. – Entonces, si no recuerdas la palabra “dimitir”, pero sabes que eso significa “renunciar”, puedes decir “renunciar”, y no afectarás el argumento de la obra.

   - Es un buen consejo. – Ike señaló, y le sonrió. – Entonces eso es lo que haré si olvido una palabra. – se llevó su taza de café a la boca. – Mi café se enfrió. – puso una expresión de decepción, y sacó la lengua por una fracción de segundo.

   - Quizá no fue una buena idea practicar en el jardín, a principios de diciembre. – Azura comentó. – Todavía no ha caído la primera nevada, pero los días definitivamente son cada vez más fríos. – tomó su taza de té, ya vacía. – ¿Qué tal si vamos a practicar a la biblioteca? Podemos hacer más café y té, si quieres.

   - No podemos llevar comidas o bebidas a la biblioteca. – el espadachín aclaró.

   - Cierto. – la dama concedió. – Mejor sólo vayamos a la biblioteca, y cuando terminemos, podemos ir unas galletas para acompañar el té y el café. ¿Está bien?

   - Por supuesto. – él ofreció su mano. – Vamos a la biblioteca.

   - Vamos. – ella tomó su mano, se pusieron de pie, tomaron las tazas y los guiones y, guiados por la cantante, se dirigieron hacia la gran biblioteca del castillo.

 

Tomarse de las manos cuando tenían que ir a algún lugar juntos se había vuelto un hábito para ellos. Había algo en esos pequeños momentos de contacto físico que les hacían sentirse bien, pero ninguno de los dos se lo había dicho al otro de forma explícita… y ese día tampoco sería el día en que lo harían.

 


 

El 12 de diciembre, iniciaron las pruebas para coordinar los diálogos y acciones con los efectos especiales.

   - Muy bien, practiquemos la escena en la que el Rey Ratón encoge a Clara. – Kiran indicó. – Narcian, Ike, Azura, y el ejército del Rey Ratón, tomen sus posiciones, por favor. – volteó a ver a la maga de cabello violeta. – Lute, también tú debes prepararte.

 

Los diez héroes tomaron sus respectivas posiciones y, a la orden de Kiran, comenzaron con la práctica.

   - ¡Nos encontramos de nuevo, cabeza de madera! – Narcian exclamó.

   - ¡Esta vez no ganarás! – Ike le contestó, en un tono retador.

   - ¡Eso está por verse! – el rubio hizo una seña con su mano. – ¡Ahora, caballeros!

 

El ejército del Rey Ratón inició la coreografía de la batalla contra Ike. Después de su señal, Azura, que estaba recostada en el sillón de utilería, “despertó” por el escándalo.

   - ¿Qué está…? – Azura preguntó, en un tono adormilado.

   - ¡No intervengas, niña! – Narcian vociferó, al mismo tiempo que Lute, tras bambalinas, dirigió algunas chispas inofensivas hacia la cantante, quien cayó al suelo, fingiendo haber sido hechizada.

   - ¡Clara! – exclamó Ike, acercándose a ella. – ¿Te encuentras bien? – miró a Narcian con ira. – ¡Miserable!

   - ¡Corte! – Kiran gritó. – ¡Excelente trabajo! ¡Sus interpretaciones han mejorado mucho! – volteó a ver a la joven maga. – ¡Bien hecho, Lute! Lo hiciste estupendamente en tu primer ensayo.

   - Naturalmente, estratega. – Lute le respondió. – Un prodigio como yo debe hacer las cosas bien a la primera.

   - Entiendo, y me parece genial. – Kiran les sonrió a todos. – Sigamos practicando, por favor…

 


 

El 18 de diciembre, sólo cinco días antes del estreno, se llevó a cabo la prueba de vestuario general. Oboro, Forrest, y Ethlyn fueron a entregar las piezas, y aunque estaban agotados, se enorgullecían por todo lo que lograron en menos de un mes. Su estratega les pidió que le acompañaran.

   - Por favor, todos vayan a ponerse sus trajes. Tienen una etiqueta con su nombre, para que no se confundan. – Kiran indicó. – Ike y Azura, como ustedes son los únicos que tienen más de un disfraz, por favor, pónganse su primer atuendo. En un rato más, les pediré que se cambien para ver cómo se les ven el resto de sus vestuarios.

 

Obedeciendo a su estratega, los miembros del elenco tomaron sus respectivos atuendos, y se dirigieron a los vestuarios del auditorio.

 

Mientras estaba terminando de cambiarse, Sigurd tocó el hombro de su “sobrino” con su dedo índice derecho dos veces.

   - Se te nota. Y mucho. – Sigurd comentó, sin ofrecer más contexto.

   - ¿Qué cosa? – Ike le respondió, volteando a verlo.

   - Tú sabes qué. Se te nota en los ojos. – el caballero insistió.

   - ¿Tengo lagañas en los ojos? – el espadachín talló sus cuencas. – ¿Se refiere a eso, Sigurd?

   - No, Ike. – le contestó gentilmente. – No es algo que esté literalmente en tus ojos. Hablo de tu mirada.

   - ¿Qué tiene mi mirada? – cuestionó el espadachín, ya preocupado por las palabras que estaba escuchando. – ¿Acaso me veo cansado?

   - … – Sigurd no estaba seguro si su sobrino adoptivo realmente no sabía de lo que estaba hablando, o sólo lo estaba evadiendo. – No te muevas… – lo vio fijamente a los ojos por unos segundos. – ¡Oh, ya veo! De verdad no te has dado cuenta. – sonrió ligeramente. – Pero seguro que lo sabrás muy pronto.

   - ¿Qué voy a saber pronto, exactamente? – él se estaba impacientando. – Sigurd, no entiendo de lo que está hablando.

   - Ya me di cuenta, pero no importa. No me hagas caso, muchacho. Lamento haberte abrumado. – el caballero de Jugdral puso su mano derecha sobre la cabeza de Ike, y le dio unas palmaditas suaves. – Lo sabrás cuando tengas que saberlo, supongo. Sólo espero que, por tu bien, lo hagas para antes de que ella se dé cuenta. A ella también se le nota en los ojos, pero, a diferencia de ti, parece que ya es consciente de eso, y lo ha aceptado. – se puso el sombrero de copa que era parte de su vestuario, mientras salía del vestidor. – Te veo en el escenario, sobrino.

   - ¿Ella? – esa última parte lo intrigó. – ¿A quién se refiere con “ella”, Sigurd? ¡Sigurd! – Ike suspiró, ligeramente frustrado, y terminó de vestirse.

 

Sigurd no era alguien a quien le gustara crear intrigas o causar molestias a los demás, por lo que Ike asumió que sus intenciones al decirle que “se le notaba”, probablemente, eran buenas, pero… ¿qué podría ser lo que, según él, “se le notaba”? Y, además, ¿a quién se refería cuando habló de “ella”? Todo eso dejó algo confundido al héroe de cabello azul, pero sabía que no era momento para distraerse con esos pensamientos.

 

Todos los miembros del elenco, ya usando su vestuario, llegaron al escenario, y rodearon a su estratega.

   - Antes de que hagamos algo más, por favor, demos una ronda de aplausos a Oboro, Forrest, y Ethlyn, quienes se encargaron de diseñar y confeccionar todos los atuendos y accesorios para la obra. – Kiran volteó a verlos. – ¡Muchas gracias por su arduo trabajo!

 

El elenco aplaudió y alabó el trabajo de los sastres, quienes sólo asintieron con la cabeza.

   - Ahora, de uno en uno, muéstrenos cómo les quedaron, y si tienen alguna inquietud sobre sus atuendos, por favor compártanla. – una pequeña mano se levantó entre la multitud. – ¿Sí, Fae?

   - Fae sólo quería preguntar a quién se le ocurrió el diseño de mi vestido. – preguntó la dragona.

   - ¡Fui yo, pequeña! – Forrest apresuró su respuesta. – ¿Por qué lo preguntas?

   - ¡Porque me gustó mucho! – la niña soltó una risita. – Fae nunca había usado un vestido que se pareciera a un panecillo. – la pequeña dio un giro en su lugar. – Cuando lo uso, me siento como un lindo rol de canela. ¡Muchas gracias!

   - Es el mejor cumplido que alguien ha hecho sobre uno de mis diseños. – Forrest le sonrió. – Te agradezco, Fae.
 

 

Uno a uno, los intérpretes de la puesta en escena fueron desfilando frente a Kiran y los sastres, para revisar que los vestuarios les hubieran quedado correctamente, y no tuvieran algún defecto menor.

   - ¡Mi atuendo es el más espléndido de todos los que hicieron! – Narcian empezó a parlotear. – Ciertamente es un atuendo digno para quien interpretará al Rey Ratón en la obra, y me veo magnífico usándolo. – movió sus dedos índice, cordial, y anular de ambas manos. – El detalle de usar anillos como las otras seis coronas fue muy ingenioso. – sonrió satisfecho. – Estoy gratamente complacido.

   - ¡Qué bueno que te gustó, Narcian! – Oboro respondió amablemente, intentando cortar su conversación antes de que se convirtiera en uno de sus monólogos.

 

El grupo siguió avanzando para someterse a la inspección, con excelentes resultados. Entre los comentarios que los diseñadores recibieron, estuvieron los de Nino, quien se sorprendió de lo bonito que era su vestido, especialmente considerando que sólo aparecería unos minutos en la obra; Balthus agradeció que su uniforme destacase sus músculos; y Sakura se alegró de ver que incorporaron algo de la cultura de Hoshido en su vestuario.

   - Creo que me veo un poco rara usando ropa rosa. – Azura señaló, mientras usaba un vestido de fiesta de color rosa clavel. – El diseño es precioso, y me queda muy bien, pero casi nunca uso colores cálidos. No me veo extraña, ¿verdad?

   - ¡En absoluto! – Ethlyn le respondió. – Ese tono de rosa luce adorable en ti. Oboro hizo un trabajo magnífico diseñando ese vestido.

   - ¡Y aún falta el vestido de la Princesa de Azúcar! – Kiran agregó. – Ve a probártelo, por favor, y regresa para que podamos ver cómo te luce.

   - Así lo haré. – la cantante se dirigió a los vestidores de mujeres.

 

Mientras el grupo esperaba a que Azura volviera, siguieron revisando a los participantes restantes. Cuando Ike llegó luciendo el atuendo del Príncipe de las Moras, que era similar al atuendo normal del Cascanueces, pero con un saco blanco con detalles dorados y un pantalón en un tono de azul más oscuro, notó que uno de los ojales del abrigo era demasiado amplio, y eso podría causar que éste se abriera durante la presentación.

   - Yo lo repararé. – Ethlyn ofreció. – Sólo tengo que hacer que el ojal sea más pequeño, y así el botón no tendrá riesgo de salirse. Ike, por favor, dame el saco, y lo arreglaré enseguida.

   - Está bien. – él le respondió, y se quitó el abrigo, quedando sólo su camiseta interior para cubrir su torso.

   - Ethlyn, mientras arreglas el ojal de Ike, veremos a la siguiente persona. – Kiran indicó. – ¿Está bien?

   - Sin problema. Terminaré en un momento. – la dama de cabello rosado expresó, mientras se colocaba sus lentes, sacaba su kit de costura, y se sentaba en una esquina. – Ike, no tienes que quedarte conmigo. Puedes acompañar a los demás a ver cómo se ve la siguiente persona. Te avisaré cuando termine con el ojal.

   - Gracias, Lady Ethlyn. – le agradeció, y se sentó en la silla que ella estaba usando.

   - ¡Siguiente! – gritó Kiran, y la próxima persona en la fila se acercó a ellos. – ¡Qué raro! Creí que seguía Gaius.

 

En lugar de que el fanático de los dulces se presentara ante el grupo, quien llegó fue Azura, usando el hermoso vestido lavanda que usaría después de que se revelara que ella era la Princesa de Azúcar. Era una pieza maravillosa, con una larga falda que recordaba a una flor, coloreándose más clara conforme se acercaba al suelo, y repleta de pequeñas y fulgurantes gemas incoloras a la altura del pecho, con mangas de tul en el mismo color, sutilmente salpicadas de brillantina.

 

Ike no podía creer la visión que tenía frente a él. Si ya era consciente de la belleza de Azura, verla usar un atuendo diseñado específicamente para destacar sus mejores cualidades físicas, era poco menos que una locura.

   - Gaius me cedió su lugar en la fila. – explicó Azura. – Necesitaba ir al… – notó una mirada familiar entre quienes la observaban. – ¡Oh! ¡Hola, Ike! – dio un pequeño giro sobre sí misma. – Mira, éste es el vestido que voy a usar cuando sea la Princesa de Azúcar. – ella sonrió. – ¿Qué te parece? ¿Se me ve bien?

   - Wow… – Ike, con el rostro ligeramente ruborizado, no pudo articular más palabras.

   - Voy a asumir que quisiste decir que se me ve bien. – ella le respondió, aún sonriendo.

   - ¡Te ves increíble! – Kiran exclamó, poniéndose de pie, y acercándose a ella para revisar el vestido desde una distancia cercana. – Éste es, definitivamente, mi atuendo favorito de todos los que hicieron para la obra. ¡Se lucieron!

   - Lo diseñamos juntos. – Forrest agregó, mientras él y Oboro se acercaban a donde Kiran se había ubicado. – Fue el vestido más difícil de hacer, pero valió la pena el esfuerzo.

   - Ciertamente, Forrest. – su estratega admitió. – Es un vestido espectacular. Y tiene sentido que lo sea, porque, como Azura es la protagonista femenina, es meritorio que use el atuendo más hermoso de toda la obra.

 

Mientras Kiran seguía deshaciéndose en halagos hacia los diseñadores del vestido, Ike, aún sentado en donde estaba, seguía embelesado con la apariencia de Azura. Había algo cautivante en verla usar ese color tan inusual para ella, como si el color violeta de un arcoíris hubiera bajado del cielo.

 

Sin quitarle la mirada de encima, el espadachín acarició su mejilla derecha, que aún se sentía cálida, tratando de racionalizar la causa por la que no fue capaz de responder apropiadamente a la pregunta que Azura le hizo. Tan concentrado estaba en la cantante, que no escuchó la voz de Ethlyn, quien trataba de avisarle que ya había reparado el ojal.

   - ¡Ike! – la dama de cabello rosa remarcó enérgicamente para captar su atención. – Ya reparé el ojal. – ella le acercó el saco.

   - … – él parpadeó rápidamente, agitando su cabeza. – Gracias. Lo siento, Lady Ethlyn. – tomó el abrigo blanco. – Yo…

   - No pasa nada. – Ethlyn lo vio con una mirada comprensiva. – Era imposible que Azura no captara tu atención. ¡Se ve preciosa! – ella rio sutilmente. – La ves de la misma forma en que mi hermano ve a Deirdre cuando usa un vestido bonito. – le dijo de forma casual. – Disculpa, pero iré a ver a los demás. – se dirigió a donde estaba el grupo.

 

Y con esas sencillas palabras, Ike finalmente comprendió lo que Sigurd estaba tratando de decirle en los vestidores. Su mirada parecía un poco más sorprendida de lo normal, pero fuera de eso, no hubo cambios en su rostro.

   - “¡Oh no!” – Ike pensó en silencio, todavía viendo a la dama de cabello celeste, mientras se levantaba de su silla. – “Entonces… ¿esto es…?” – puso su mano izquierda sobre su corazón, mientras seguía caminando a un paso normal. – “Creo que ahora sí es de verdad…” – suspiró, a la vez que se alejaba de ahí. – “Necesito salir de aquí discretamente.”

 

Aún rodeada de su estratega y los sastres, Azura notó que Ike parecía aturdido mientras se iba de ahí. Como su semblante no parecía normal, la cantante se preocupó un poco por él.

   - “¿Ike?” – ella se preguntó. – “¿A dónde vas? ¿Estás bien? ¿Qué sucede?”

 

Después de que la avalancha de elogios terminara, Azura se retiró para cambiarse de ropa, y buscar a Ike para averiguar qué había pasado… pero no pudo encontrarlo en lo que quedó del día. ¿La razón? El espadachín volvió al castillo, y se encerró en su habitación durante unas horas. Tenía mucho en qué pensar.

 


 

Al día siguiente, la cantante volvió a buscar al espadachín, para preguntarle qué fue lo que le había pasado la tarde anterior. Para fortuna suya, no tardó mucho en encontrarlo.

   - ¡Buenos días, Ike! – Azura lo saludó, tocando su hombro. – ¿Te encuentras bien? Ayer te fuiste con un semblante más serio de lo normal.

   - ¡Azura! – él le respondió, en un tono de sorpresa. – ¡Hola! Ummm… – pensó un momento, y habló de forma serena. – Lamento haberte preocupado. Estoy bien, y ayer también estaba bien. – carraspeó su voz. – Sólo estaba esperando a que Lady Ethlyn reparara uno de los ojales de mi vestuario, y… – su mirada se dirigió a los suaves y rosados labios de la cantante, a los que nunca les había puesto atención. – Y…

   - ¿Y…? – ella le preguntó. – ¿Y luego qué pasó? ¿Lady Ethlyn pudo repararlo?

   - ¡Sí, pudo hacerlo! – Ike volvió en sí. – Lo reparó, y después me fui. No tenía caso que me quedara ahí, especialmente porque aún faltaba más gente de pasar.

   - Entonces eso era. – la dama suspiró aliviada. – ¡Me alegra que sólo haya sido eso! ¿Vamos juntos al auditorio? – ella ofreció su mano. – Ya estamos en la recta final, y hoy empiezan los ensayos generales. ¿Vienes conmigo?

   - Por supuesto. – él tomó su mano, y se dirigieron al auditorio.

 

Él no lo dijo, pero tomarla de la mano esa mañana le dio una sensación diferente. Era un sentimiento agradable, como siempre, pero ahora había una nueva capa de emoción al hacerlo. Una emoción que empezó a aceptar la tarde anterior.

 


 

Era la tarde del 22 de diciembre y, finalmente, el último ensayo general terminó, seguido de una ronda de aplausos hecha por todos los que estaban en el auditorio.

   - ¡Terminamos! – Kiran gritó de alegría. – ¡Ése fue el último ensayo de la obra, y salió fantástico! ¡Todos lo han hecho increíble! – suspiró para recuperar el aliento. – Ahora, todos vayan a descansar. Duerman lo suficiente, no coman comida grasosa, y manténganse relajados desde ahora. Mañana necesito que lleguen, a más tardar, cuatro horas antes de empezar la función, para prepararlo todo, y estar listos para el espectáculo. – sonrió con satisfacción. – ¡Nos vemos mañana!

   - Sí, Kiran. – respondieron todos los que estaban en el escenario y tras bambalinas.

 

Ya no había vuelta atrás. La obra estaba a unas horas de estrenarse. El día siguiente sería la prueba final para Kiran y los involucrados en la puesta teatral. Si todo salía como ocurrió en el último ensayo, no había nada que temer, pero eso no era una garantía de que las cosas salieran bien la noche siguiente.

 

Ésa fue, sin duda, la noche más larga de todo el año, literal y figurativamente, pues era el día del solsticio de invierno… el día más corto del año.

 

Notes:

¡El capítulo siguiente es la noche de estreno!

Chapter 6: ¡Hora del show!

Summary:

¡La noche de la premier llegó!

Notes:

¡Hola! ¡Te doy la bienvenida al Capítulo 6! ¡Muchas gracias por tu apoyo!
¡Disfruta del espectáculo!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Después de extenuantes semanas de ensayos, preparaciones, y fechas de entrega por cumplir, el día de la presentación por fin había llegado. Los 20,000 asientos disponibles en el auditorio estaban ocupados, y no cabía nadie más.

 

Entre los asistentes estaban, por supuesto, todos los miembros de la Orden de Héroes que no estaban participando en ese momento en la obra, gente común de Askr, y los niños de los orfanatos más cercanos al castillo, quienes estaban en primera fila.

   - ¡No puedo creerlo! ¡El auditorio está lleno! – Kiran dijo a Sigurd, quien ya estaba caracterizado como el Padrino Drosselmeyer, asomándose al escenario tras bambalinas. – Sólo saldré a escena por un momento, y siento mariposas en el estómago.

   - Todo saldrá bien. – Sigurd calmó a su estratega, con una voz casi paternal. – Todos tus esfuerzos lograron este momento. Enorgullécete por lo que has hecho, Kiran.

   - Tienes razón, Sigurd. Pero esta obra no es sólo mi logro. – Kiran le sonrió, con un poco más de calma. – ¡Todos acérquense, por favor! – indicó a su elenco y a su personal de apoyo.

 

Unos momentos después, todos los involucrados en la obra, ya sea que se mostraran en el escenario o detrás de éste, rodearon a Kiran.

   - Antes que nada, quiero agradecerles a todos por su increíble trabajo durante las últimas semanas. – Kiran habló con un tono humilde. – Hoy es el día en que nuestros esfuerzos culminan, y sin importar lo que pase esta noche, siento un profundo orgullo y admiración por todos ustedes. – una lágrima parecía salir del ojo derecho de Kiran. – Hablo como su estratega, como la persona a quien se le encomendó dirigir todo esto, y como alguien que los quiere y aprecia. – dio una palmada. – ¡Creo en ustedes!

 

Los miembros del elenco y el personal de apoyo dieron una discreta ronda de aplausos, y luego se dispersaron, tanto para tomar sus lugares en el escenario, como detrás de éste.

 

Unos minutos después, una hermosa voz masculina resonó por todo el auditorio.

   - Buenas noches, damas y caballeros. – la melodiosa voz de Reinhardt enunció. – La obra está a punto de iniciar. Por favor, tomen sus asientos y dirijan su atención al escenario. Agradecemos su colaboración, guardando silencio durante la presentación. Gracias por acompañarnos a esta noche mágica.

 

Al escucharlo, el bullicioso público calló casi de inmediato.

 

Una luz se centró en el escenario, aún con el telón abajo, y Kiran, usando su capucha de gala, se colocó ahí.

   - ¡Buenas noches a todos! – Kiran saludó a su audiencia. – ¡Bienvenidos a la presentación del Cascanueces de Askr! Antes que nada, deseo agradecer públicamente a la Reina Henriette, ya que, sin su invaluable apoyo, esta obra de teatro jamás hubiera pasado de ser un simple relato. ¡Muchas gracias, Su Majestad!

 

Otra luz iluminó a la reina, quien, desde su asiento, saludó elegantemente, mientras la multitud le aplaudía.

   - También deseo agradecerles, en nombre de todos los que participamos de alguna forma u otra en la realización de la obra, a todos ustedes por haber venido a nuestra presentación. – Kiran hizo una reverencia, la cual fue correspondida con aplausos. – Hay 20,000 asientos en este auditorio, y está al máximo de su capacidad. ¡Son 20,000 obsequios para los niños! ¡Muchas gracias! – sonaron más aplausos. – Finalmente, espero que disfruten de nuestra obra. Todos los que participamos en ella, hemos dejado una parte de nuestro corazón ahí. ¡Disfruten del espectáculo! – dio una reverencia más, y salió del escenario.

 

La luz que estaba al centro del escenario se apagó, y el telón se levantó.

 

La hermosa escena de una elegante fiesta navideña apareció a la vista del público. Lord Pent, Louise, Juno, Zelot, Finn, Minerva, Seth, Manuela, Nino, Fir, Ross, Donnel, Nah, Caspar, Nils, y Azura recorrían el escenario, con elegantes atuendos hechos a la medida. Se les veía conversar y parecían estar pasando un buen rato juntos, acompañados por una alegre melodía en voz de las garzas. De repente, alguien tocó la puerta.

   - ¡Debe ser él! – Lady Louise indicó, y abrió la puerta. – ¡Por fin llegaste, querido amigo!

   - ¡Feliz víspera de Navidad! – Lord Sigurd se quitó el sombrero de copa que llevaba puesto, hizo una reverencia, y pasó por el umbral. – Lamento haber llegado tarde. Para compensar mi falta de puntualidad, he traído obsequios para todos. – abrió el saco que llevaba en el hombro.

 

El Padrino Drosselmeyer comenzó a repartir pequeños objetos entre los asistentes a la fiesta, y lanzando unos pocos más fuera del escenario; eso último fue idea del propio Sigurd.

   - ¡Clara, mi niña! – Sigurd se acercó a ella.

   - ¡Tío! ¡Qué alegría verte! – Azura exclamó.

   - Mi querida, sólo faltas tú de recibir un regalo. – él sacó de su bolsa un cascanueces con cabello azul, hecho por Atlas para ser utilizado en la obra. – Esto es para ti. – lo puso gentilmente en las manos de Azura. – Espero que te guste.

   - ¡Muchas gracias, Tío! – ella le sonrió. – ¡Es un cascanueces precioso!

   - Este cascanueces no es como cualquier otro que hayas visto. – le guiñó el ojo derecho. – Este cascanueces es mágico. – le devolvió la sonrisa. – Algo muy especial le sucederá a quien lo reciba en una noche tan mágica como ésta. – alzó su brazo y lo movió para señalar sus alrededores. – Hoy es la noche más mágica del año, mi niña, y en esta noche, los milagros ocurren.

   - ¡Muchas gracias por mi regalo, Tío!

 

La protagonista de la obra comenzó a dar vueltas por el escenario, sosteniendo al muñeco de madera en sus brazos.

   - Acabo de conocerte, y ya siento que te quiero, Cascanueces. – ella le dio un beso en la frente. – Ojalá pudieras hablar. – dijo en un tono nostálgico.

   - ¡Hermana! ¿Qué te dio el Tío por Navidad? – preguntó Nils. – A mí me dio un ejército de pequeños soldados.

   - ¡Mira mi obsequio! – Azura le acercó el cascanueces. – ¿No crees que es divino?

   - ¡Está increíble! – el joven exclamó. – ¿Puede ser el general de mis soldados, por favor? Es mucho más alto que ellos.

   - ¿Y cómo sabes que es un soldado? Puede ser que sólo se haya vestido así para la ocasión.

   - Sí es un soldado. – Nils señaló la cintura del muñeco. – Tiene una espada, así que seguro sabe cómo usarla.

   - Él no necesita luchar mientras esté aquí. – ella sonrió, aún sosteniéndolo.

   - Entonces, ¿me lo prestas un momento, por favor? – insistió el joven dragón.

   - … Está bien. – Azura cedió. – Pero debes tratarlo con cuidado. – entregó el muñeco a Nils.

   - ¡Te prometo que lo cuidaré con mi vida! – exclamó el muchacho.

 

Nils dio unos pocos pasos, y tropezó con los pies de Nah. Cuando cayó al suelo, no fue lo único que terminó ahí.

   - ¡Cascanueces! – Azura corrió para recoger su muñeco, lo cual provocó risa entre los espectadores. – ¡Oh no! ¡Su brazo izquierdo se le ha caído!

   - Yo estoy bien, hermana. Gracias por preguntar. – Nils le dijo con un poco de enfado, haciendo que se escucharan aún más risas.

   - ¡Tú te puedes levantar solo, y no te lastimaste! – ella reclamó. – Mi querido cascanueces necesita de mi ayuda. – tomó uno de los blancos listones de su cabello, acomodó el brazo del muñeco, y le hizo un vendaje alrededor de su brazo. – Listo, mi querido cascanueces. Así sanarás más rápido. – le dio un beso en la frente.

   - Has hecho bien en curarlo, mi querida. – Sigurd la felicitó. – Aunque su cuerpo sea de madera, él tiene sentimientos, igual que tú.

   - ¿De verdad? – la doncella le preguntó.

   - Te lo aseguro. – él afirmó. – Y sé que, si él pudiera hablar, te agradecería por cuidarlo de esa manera. – le dio una palmada en la cabeza a su “sobrina”. – Ha sido una velada encantadora, pero es momento de irme.

   - ¿Te vas tan pronto, Tío? – Azura se puso un poco triste. – Madre aún no ha partido el pastel.

   - Quisiera quedarme más tiempo, pero mi sobrino Paris llegará a mi casa cerca de la medianoche, y debo estar ahí para recibirlo.

   - ¿Tu sobrino? – la cantante estaba intrigada. – No sabía que tenías un sobrino de verdad.

   - Paris es el hijo mayor de mi hermano. Viene a la ciudad a iniciar sus estudios superiores el año entrante, y vivirá en mi casa durante ese tiempo. – él suspiró. – Por desgracia, la única diligencia que viene desde su zona hacia la nuestra sólo hace un viaje cada tres meses, y la siguiente oportunidad para venir hubiera sido hasta finales de marzo. Tenía que venir hoy, o no podría llegar a tiempo para inscribirse en la escuela.

   - Entiendo, Tío.

   - Pero vendré mañana al desayuno navideño de tus padres. – Sigurd sonrió. – Ahí conocerás a mi sobrino Paris.

   - ¡Claro que sí! – Azura lo abrazó. – ¡Muchas gracias por haber venido a la fiesta!

   - Gracias a ti, querida. – él correspondió el abrazo. – Buenas noches, Clara.

   - Buenas noches, Tío.

 

Después de que Sigurd se despidiera de sus anfitriones, la fiesta siguió un poco más. Uno a uno, los elegantes asistentes a la reunión fueron saliendo de escena, hasta que sólo quedó la familia titular.

   - Es hora de dormir, niños. – Lady Louise avisó a sus hijos ficticios. – Mañana es Navidad, y necesitan descansar.

   - ¿Podría quedarme un poco más aquí, madre? – preguntó Azura. – Me dijiste que no puedo llevar al cascanueces a mi habitación, así que quiero verlo en la sala un poco más.

   - Está bien, Clara. – la dama rubia accedió. – Pero sólo un poco más. En cuanto termines, deberás irte a dormir.

   - ¡Muchas gracias, madre! – ella sonrió. – ¡Buenas noches a todos!

   - ¡Buenas noches, Clara! – le dijeron los tres, mientras salían de escena. 

 

Cuando Azura se quedó sola, se sentó en el cómodo sofá de su estancia. Aún embelesada por el muñeco de madera, lo siguió contemplando un rato más, hasta que el sueño la venció.

 

Las luces se apagaron, y el telón se cerró. Ike, Narcian, Matthew, Navarre, Caellach, Ogma, Helbindi, y Balthus tomaron sus posiciones, mientras Azura seguía en el sofá.

   - Aquí voy. – Ike suspiró, mientras se colocaba delante del sofá.

   - Vas a hacerlo increíble. – Azura le susurró.

 

El telón se volvió a levantar y, en cuanto la luz los iluminó, el Rey Ratón y su ejército llegaron a invadir la casa de Clara. Al darse cuenta de la invasión, el cascanueces “cobró vida” y se puso en frente del Rey Ratón.

   - ¡Nos encontramos de nuevo, cabeza de madera! – Narcian exclamó al ver al soldado contrario.

   - ¡Esta vez no ganarás! – Ike le respondió, desafiante.

   - ¡Eso está por verse! – el general rubio hizo un movimiento con su mano. – ¡Ahora, caballeros!

 

El enfrentamiento entre el ejército del Rey Ratón contra el Cascanueces era desigual, pero el soldado de madera era hábil, incluso teniendo un solo brazo disponible. El ruido de la batalla fue suficiente para despertar a Clara.

   - ¿Qué está…? – la doncella preguntó, tallándose los ojos.

   - ¡No intervengas, niña! – Narcian lanzó un “hechizo” a Azura, y ésta terminó en el suelo.

   - ¡Clara! – exclamó Ike, acercándose a ella. – ¿Te encuentras bien? – giró para ver a su némesis, con furia en sus ojos. – ¡Miserable! – tomó la empuñadura de su espada.

   - Hay demasiada gente aquí. – refunfuñó el rubio, moviéndose rápidamente. – Terminaremos nuestra batalla en el Mundo del Dulce, cabeza de madera. – hizo un movimiento con sus manos a su ejército. – ¡Hora de irnos, caballeros!

   - ¡Sí, señor! – los seis soldados ratones dijeron al unísono, mientras empezaban a marchar.

 

Unos segundos después de que el Rey Ratón y su comitiva volvieron a su mundo, Azura recobró el conocimiento.

   - Uhhh… – gruñó la dama del cabello celeste, mientras volvía en sí. – ¡Qué sueño tan raro tuve! Soñé que el Cascanueces estaba vivo y… – no había terminado de hablar cuando, al girar su cabeza, lo vio. – Espera… ¿¡no fue un sueño!?

   - Me temo que no. – el espadachín, que estaba a su lado, le respondió.

   - Eres real… ¡eres real! – ella casi gritó. – ¡No puedo creerlo! Estás vivo y… creo que medimos lo mismo.

   - No pude evitar que el Rey Ratón te encogiera. – confesó él, con pesar. – Lo siento mucho, dulce Clara.

   - No te preocupes. Yo… – ella notó que fue nombrada. – ¿Cómo sabes mi nombre?

   - Lo escuché en la fiesta. – él le sonrió. – Es un nombre precioso.

   - ¡Gracias! – la doncella agradeció humildemente. – Pero, entonces, si estuviste consciente todo este tiempo, significa que… – volteó a ver el brazo inmovilizado del soldado. – ¡Tu brazo! ¿Te duele?

   - No. – él apresuró su respuesta. – Le pusiste el vendaje justo a tiempo, y pronto estaré bien.

   - ¿De verdad estás bien, querido Cascanueces?

   - Lo estoy gracias a ti, dulce Clara. Gracias a tus cuidados, estaré aún mejor. – Ike sonrió con una mirada triste. – Lamento haberte involucrado en esta guerra, y que te hayan hechizado.

   - Estaré bien. – ella le aseguró. – Seguro existe alguna forma de revertirlo.

   - La hay, pero es peligrosa. La única persona que puede regresarte a tu tamaño real es la Princesa de Azúcar, pero ella vive en la Tierra del Dulce.

   - ¿Ése es el mundo del que provienes? – cuestionó la doncella.

   - Así es. – había pesar en su voz. – Antes era un lugar maravilloso, pero desde que el Rey Ratón se adueñó de él…

   - Vayamos juntos. – ella lo interrumpió. – Algo dentro de mí me dice que, si estoy a tu lado, todo saldrá bien. Guíame al Mundo del Dulce, querido Cascanueces. Por favor. – una gentil sonrisa apareció en su rostro.

   - ¡Yo te protegeré de cualquier peligro, dulce Clara! – él respondió con determinación. – Vamos al Mundo del Dulce. – ofreció su mano libre a Azura.

   - Vamos. – la cantante tomó su mano, y empezaron a caminar.

 

El telón se volvió a cerrar, y se escuchó una avalancha de aplausos.

   - ¡Lo hiciste increíble! – Azura le susurró a Ike.

   - Tú eres quien lo está haciendo de maravilla. – él devolvió el cumplido. – Ahora, a nuestras posiciones.

   - ¡Sí! – ella lo tomó de la mano, y atravesaron el escenario para tomar sus puestos en la siguiente escena.

 


 

El telón se abrió nuevamente, y el escenario había cambiado de una elegante sala de estar a una encantadora tierra invernal.

 

Mientras que los protagonistas de la obra llegaban al Mundo del Dulce, en uno de los asientos de una de las filas de en medio, un hombre de mediana edad y cabello castaño, observaba con tanta dedicación el escenario, que su interés llamó la atención de su vecina de asiento.

   - ¿Cuál es el suyo? – una voz femenina preguntó en volumen bajo, y distrajo al hombre.

   - ¿Perdón? – al hombre de cabello castaño le pareció que era una pregunta extraña, y volteó a su izquierda.

   - Noté que está poniendo mucha atención a la obra. – dijo la vecina de asiento, una dama de cabello celeste y ojos dorados. – La mayoría de los adultos que le ponen tanta atención a una presentación como ésta, es porque alguien importante para ellos está participando.

   - Buena observación. – él asintió con la cabeza. – Sí, alguien importante para mí está actuando en la obra.

   - Yo también tengo a alguien a quien amo interpretando un papel. – admitió en un tono ligeramente presumido, y observó con detenimiento a su vecino de asiento. – Usted también es miembro de la Orden de Héroes, ¿cierto?

   - Así es, señora. Creo que no hemos sido presentados formalmente. – él extendió su mano para saludarla. – Soy Greil, el padre de Ike. – sonaba muy orgulloso de serlo. – Él es el Cascanueces.

   - Mucho gusto. – ella correspondió el saludo. – Mi nombre es Arete, y mi hija Azura está interpretando a Clara esta noche. – declaró en un tono de satisfacción. – Su hijo lo está haciendo muy bien. Debe estar muy orgulloso de él.

   - Lo estoy. Él y mi hija Mist son el mayor orgullo de mi vida. – sonrió complacido. – Su hija está haciendo un trabajo fantástico. Seguramente también se enorgullece de ella.

   - Por supuesto que lo estoy. – cerró los ojos y puso su mano izquierda sobre su corazón. – La hermosa mujer en la que mi hija se ha convertido es mi mayor fuente de alegría. – abrió los ojos. – Verla en el escenario es un deleite.

   - Ciertamente lo hace muy bien. – Greil volteó a ver hacia la obra, y vio cómo estaban interactuando Ike y Azura. – El muchacho jamás había actuado, y estoy sorprendido de lo bien que lo hace, especialmente cuando interactúa con su hija. – se detuvo un momento para pensar. – Parece que nuestros hijos tienen buena química en el escenario.

   - Es cierto. – ella estuvo de acuerdo con él. – Ambos están haciendo un gran trabajo en la obra. Además, su hijo es muy bien parecido, y mi hija es preciosa. – sonrió mientras contemplaba la puesta en escena. – Pareciera casi como…

   - ¿Casi como…? – Greil quería saber lo que la mujer de cabello celeste sospechaba.

   - No, no me haga caso, Greil. – Arete hizo un gesto de negación con la mano derecha. – Estaba pensando un disparate. Disfrutemos el resto de la obra.

   - Estoy de acuerdo, Arete.

 

Lo cierto es que, gracias a la edad y madurez que ambos cargaban, el padre de Ike y la madre de Azura sospechaban, cada uno por su cuenta, que esa “química” en el escenario era algo más profundo.

 


 

La batalla final de la obra ya estaba en su punto más álgido. Cuando Clara y el Cascanueces terminaron con el ejército enemigo, el propio Rey Ratón tomó su espada, y corrió frenéticamente para atacar a la joven, que estaba asegurándose de que su compañero estuviera a salvo.

 

Cuando el protagonista masculino notó que un inminente ataque frontal se dirigía hacia la doncella, él apartó a la cantante a un lado, recibió una estocada en el pecho, y se desplomó. El público, que estaba en silencio, exclamó cuando ocurrió la escena.

   - ¡Noooooooo! – se escuchó la conocida voz de Brady entre el silencio.

   - ¡Cascanueces! – la joven cayó de rodillas, a su lado. – ¡Cascanueces! ¡Resiste!

   - Ahora no hay nadie que me pueda ganar, ingenuos. – se regodeó el hombre rubio. – ¡El Mundo del Dulce es mío!

   - Clara… – el espadachín de cabello azul susurró, intentando levantar su mano para acercarse al rostro de ella.

   - ¡Cascanueces! – ella tomó su mano. – ¿¡Por qué lo has hecho!? – sollozó Azura, arrodillada a su lado.

   - Porque no podía permitir que te hirieran. Yo te hice esa promesa. – él le respondió, en un tono debilitado. – Aunque tengo poco de conocerte… – hizo una expresión de dolor, con una onomatopeya correspondiente. – Te has vuelto alguien importante para mí.

   - Tú también lo eres para mí. – la doncella derramó unas pocas lágrimas cerca de la herida hecha por el Rey Ratón. – ¡Resiste! Quédate conmigo, por favor… 

 

Entre la callada multitud, se escucharon algunos sollozos. Pero esos sollozos se convirtieron en sonidos de sorpresa cuando, gracias a la magia de Erk, Miriel, Reinhardt, y Lute, inició la transformación. Reinhardt se encargó de iluminar a Ike y Azura, Lute los elevó, Erk se encargó de intercambiar el atuendo del Príncipe de las Moras, y Miriel hizo el cambio al vestido de la Princesa de Azúcar. Cuando los protagonistas estuvieron listos y de nuevo de pie, un estruendo invadió el auditorio.

   - ¿¡Ya vio, Arete!? – el padre de Ike le preguntó a su vecina de asiento. – Su hija se ve preciosa.

   - Y su muchacho luce radiante, Greil. – ella le respondió, con gran entusiasmo. – ¡Mire! ¡Ya van contra el Rey Ratón! – en el fondo de la conversación entre ellos se escucharon los gritos de batalla de Ike y Azura, y el bien diseñado chillido de derrota de Narcian.

   - ¡Lo lograron! – ambos padres exclamaron al mismo tiempo, sin dejar de ver el escenario.

   - Greil, tú ya sabías que Ike iba a ganar. – comentó en voz baja Eliwood, que estaba sentado a su derecha. – Kiran lo dijo cuando nos relató la historia original.

   - Si Roy fuera el que estuviera allá arriba, tú también te pondrías a gritar. – replicó el mercenario.

   - Buen punto, mi amigo. – el pelirrojo concedió.

 

Mientras ese pequeño grupo de espectadores seguía hablando, en el escenario, el Hada del Azúcar abrazó a su caballero y a los dulces habitantes, mientras que los protagonistas se observaban a sí mismos y al otro.

   - Entonces… ¿soy la Princesa de Azúcar? – Azura le preguntó a Celica.

   - Así es, pero sólo en este mundo. – la pelirroja le contestó. – Este mundo es diferente del que provienes, pero sus habitantes están conectados, incluso aunque no sea evidente al principio. – volteó a ver a Ike. – Por eso fue a buscarla, ¿verdad?

   - No sabía que Clara era la Princesa de Azúcar. – él respondió. – Sólo sabía que debía estar cerca de ella y protegerla.

   - Pero fue gracias a ella que usted pudo volver a ser el Príncipe de las Moras, y reclamar su lugar como soberano del Mundo del Dulce. – Celica agregó.

   - Nuestro lugar. – Ike tomó la mano de Azura.

   - Príncipe… – la dama del cabello celeste lo miró enternecida.

   - No puedo imaginar a nadie más para que esté junto a mí, mi amada princesa. – su voz sonaba sincera, casi como si no estuviera actuando. – ¿Te gustaría quedarte aquí, conmigo?

   - ¡Por supuesto! – ella le sonrió.

   - Entonces debemos coronarlos como el Rey y la Reina del Mundo del Dulce. – Celica anunció. – ¡Vayamos al Castillo de Dulce! – los dulces habitantes empezaron a hacer ruidos de algarabía.

   - ¿Ya? ¿En este momento? – Ike preguntó, algo sorprendido.

   - No hay tiempo que perder, Alteza. – Alm le contestó, mientras se le acercaba. – El Rey Ratón causó muchos problemas y, con su liderazgo, sé que nuestro mundo volverá a su brillantez original en muy poco tiempo.

 

Mientras todo el grupo empezaba a moverse hacia el castillo, un humo mágico, creado por Erk, rodeó a Azura.

   - ¡Princesa! – Ike exclamó, todavía sosteniendo su mano.

   - ¡Me lo temía! – Celica se lamentó. – Su mundo de origen la está reclamando.

   - ¡Príncipe! – la voz de Azura se llenó de desesperación. – ¡No me quiero ir!

   - ¡Quédate! ¡Por favor! – él suplicó, en un tono dramático, acercándose al rostro de Azura.

   - ¡Yo…! – la dama desapareció antes de poder terminar de hablar, entre el humo.

   - ¡Noooooooo! – Brady volvió a gritar, desde su asiento.

   - Princesa… – la voz de Ike sonaba devastada, mientras su mano sólo sostenía el aire.

   - Lo lamento mucho, Alteza. – Celica le dijo. – En una cruel ironía, la Princesa de Azúcar no puede vivir mucho tiempo en el Mundo del Dulce.

   - ¿Entonces…? – él volteó a verla.

   - La princesa seguro ha vuelto a su mundo, y si usted ya pudo encontrarla en ese lugar, quizá la pueda volver a encontrar. – la pelirroja sonrió.

   - En su mundo… – el espadachín casi susurró, mientras el telón se cerraba.

 

En el rápido proceso del cambio de escenografía, Kiran felicitó a todos, y los animó diciéndoles que ya estaba por empezar la última parte de la obra.

 

De vuelta en la elegante sala de la familia de la protagonista, Azura seguía dormida en el sillón. Despertando lentamente, cayó en la cuenta de lo que le había pasado, y fue a informarle a sus padres falsos. Como lo dictaba el guion, Pent y Louise le dijeron a su hija ficticia que lo que vivió fue sólo un magnífico sueño navideño, y que debía ir a alistarse para el desayuno.

 

Mientras la protagonista de la obra seguía debatiéndose entre si lo que había experimentado realmente había sucedido, o si sólo fue un fragmento de su imaginación, alguien llamó a la “puerta”, la cual fue abierta por Lord Pent.

   - ¡Feliz Navidad! – Sigurd volvió a entrar en escena, con una canasta en el brazo derecho. – Traje panecillos de moras para complementar el desayuno navideño.

   - Muchas gracias, querido amigo. – Lord Pent le agradeció. – Acompáñanos a la mesa, por favor. – le invitó, mientras salía del escenario.

   - Así lo haré, sólo dame un minuto, por favor. – él le pidió. – ¡Ah, Clara! ¡Feliz Navidad!

   - ¡Feliz Navidad, Tío! – la joven respondió, acercándosele. – Anoche me pasó algo muy extraño, pero mis padres insisten en que fue un sueño. Si te lo contara, me creerías que lo que pasó fue algo real, ¿verdad?

   - Por supuesto, mi niña… – Sigurd volteó hacia “afuera”. – Pero, primero, quiero presentarte a alguien. – Ike, usando un atuendo más parecido al del lugar y tiempo en que se desarrollaba la obra, se puso a lado de su “tío”. – Clara, éste es mi sobrino Paris, el hijo mayor de mi hermano. Llegó anoche, y quería que lo conocieras. En lo que se presentan, iré a dejar los panecillos de moras en la cocina. – él se fue de ahí, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

   - … – la sorpresa en el rostro de la doncella era evidente. – Yo…

   - Señorita Clara, mi tío me ha hablado mucho de usted en sus cartas. – Ike hizo una pequeña reverencia. – Pero… ¿no nos habíamos conocido antes? En otro lugar, ¿tal vez?

   - Creo que no, joven Paris. – ella respondió, algo nerviosa. – Un rostro como el suyo es difícil de olvidar.

   - Igual que el suyo. – él le dijo en un tono excepcionalmente coqueto. – Si ése es el caso, me encantaría conocerla. – Ike tomó la mano derecha de Azura, y la besó, improvisando ese movimiento.

   - … Por supuesto. – la dama se sonrojó de verdad. – Creo que éste puede ser el comienzo de una hermosa amistad. – ella le sonrió.

 

Una voz los llamó al comedor para que fueran a desayunar, y tomados de las manos, salieron de escena. En cuanto los protagonistas dejaron de ser visibles, el telón bajó por última vez.

 

Unos segundos después de que el telón bajara, el auditorio estalló en aplausos y sonidos de aprobación. Los involucrados en la obra salieron al escenario, con Kiran al centro de ellos, se tomaron de las manos, e hicieron una reverencia.

   - ¡Gracias! ¡Muchas gracias a todos! – Kiran exclamó, con una gran sonrisa en su rostro.

 

La reina Henriette subió al escenario, y le entregó un ramo con una docena de rosas blancas a Kiran.

   - ¡Sabía que podía contar contigo, estratega! – le dijo, casi susurrando. – Gracias por todo.

   - No fui sólo yo, Su Majestad. – volteó a verla. – Fuimos todos. Los que se veían y lo que no.

   - ¡Gracias a todos! – la reina exclamó.

 

Notes:

¡La obra fue un éxito! Pero aún queda un cabo suelto...

Chapter 7: Una decisión

Summary:

Ha llegado el momento de tomar una decisión. Y Hallmark Channel mataría por tener algo así.

Notes:

¡Te doy la bienvenida al último capítulo de este fic! ¡Gracias por tu apoyo!

Es lo último que subiré este año, y espero seguir escribiendo el año que viene.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Los espectadores de la obra salieron del auditorio con una sonrisa; la misión de la obra se cumplió satisfactoriamente.

 

Después de que, por indicación de la Reina Henriette y la aprobación de su estratega, algunos héroes se llevaran todos los regalos recolectados al castillo para almacenarlos el resto de la noche y entregarlos en la tarde del día siguiente en el orfanato local, el auditorio se vació casi en su totalidad, solamente quedando al interior del inmueble el elenco, el personal de apoyo, y su estratega.

   - ¡Estoy tan feliz! – Kiran dio saltos detrás del escenario, con algunos de los miembros del elenco y apoyo descansando. – ¡Todo salió de maravilla!

   - Sabía que todo saldría bien. – Sigurd le dijo, ya usando su ropa habitual, acompañado de una gabardina blanca. – Todos dieron lo mejor de sí mismos.

   - ¡Es verdad, Siggy! Tú también lo hiciste. – su estratega exclamó con alivio, sin contenerse para no llamarlo de forma afectuosa. – ¡Todos hicieron un trabajo increíble! – Kiran se puso al centro de ese lugar. – ¡Atención a todos! Como todo salió tan bien, tengo una pequeña sorpresa para ustedes. – hizo una pausa dramática. – ¡Fiesta de cierre en el castillo!

 

Hubo ruidos de algarabía después de que Kiran revelara la sorpresa. Su estratega les indicó en qué sala del castillo sería la fiesta, en caso de que quisieran asistir.

   - ¿Podemos llevar invitados? – preguntó Nils, usando una chamarra color amarillo. – Si es posible, quisiera que mi hermana viniera a la fiesta.

   - Todos pueden traer a un invitado, pero sólo a uno, por favor. – Kiran aclaró. – Es un evento pequeño, y no quiero que se haga grande. Y, en caso de que se lo pregunten, no pasa nada si no quieren ir. Entenderé si están cansados, o quieren hacer otra cosa.

   - ¡Muchas gracias, Kiran! – el joven dragón agradeció. – Me iré adelantando para avisarle a mi hermana. ¡Nos vemos en un rato! – el chico salió del auditorio con un paso acelerado.

 

Poco a poco, todo el equipo de la obra fue saliendo del auditorio, la mayoría en dirección al castillo, para asistir a la fiesta que su estratega había organizado. Sigurd, siendo un caballero en todos los sentidos, se ofreció a llevar a su estratega al castillo en su caballo, para que ambos pudieran pasar por Lady Deirdre, y que ella también pudiera asistir a la reunión.

 

Todos se fueron… menos quienes interpretaron a los dos personajes más importantes de la obra.

 

Previendo que la noche ya estaría fría, Ike salió del camerino usando un abrigo café, con botones dorados, y una bufanda roja, del mismo color de la banda de su cabeza. Por un momento creyó que se había quedado solo, cuando vio a Azura venir de la dirección contraria, portando un elegante abrigo en color azul claro, una bufanda blanca con dos pompones en uno de los extremos, y una boina del mismo color de la bufanda.

   - ¡Azura! – le dijo con sorpresa, acercándose a ella.

   - ¡Hola, Ike! – ella lo saludó.

   - Creí que te habías ido con Kiran y los demás al festejo del fin de la obra. ¿Vas a ir a la reunión? – Ike le preguntó.

   - Voy al castillo, pero no iré. – Azura contestó. – Me disculpé con Kiran antes de que se fuera, y me dijo que no pasaba nada si no quería ir a la fiesta.

   - Si estás de acuerdo, quisiera acompañarte al castillo. – él le ofreció. – Ya está oscuro, y es más seguro si vamos para allá juntos. Además, yo tampoco iré a la fiesta, así que no hay prisa.

   - Me encantaría regresar al castillo contigo, Ike. – ella le sonrió cálidamente.

 

Ambos salieron del edificio, y empezaron a caminar rumbo al castillo. Era una noche fría, con viento ligero y algo nublada, muy típica de principios del invierno en Askr. Quizá era por la hora, quizá por el clima, o quizá porque acababan de terminar con todo el asunto de la obra, pero había una reconfortante sensación de calma en el ambiente.

 

Ike y Azura estaban caminando uno al lado del otro, en silencio; por supuesto, los silencios que ellos compartían nunca eran incómodos.

   - Me alegra que todo haya salido bien. – declaró la dama de cabello celeste. – Y también me alegra que haya sido una sola presentación. – soltó una pequeña risa. – Me siento como si hubiera ido a una batalla en el Coliseo. No sé cómo lo hacen los profesionales, que pueden hacer varias representaciones a la semana.

   - ¿No se supone que tú ya tenías experiencia en estas cosas? – él le preguntó. – Imaginé que, de todos los que estuvimos en la obra, tú serías la más experimentada en estas cuestiones.

   - Sí y no. Aunque yo ya había estado en un escenario, actuar no se parece nada a cantar. – afirmó Azura. – Cuando canto, quien está ahí soy yo misma. Al actuar, me transformo en alguien más, y puedo experimentar emociones que no son mías. Es una experiencia fascinante, y me encantaría volverlo a hacer. – se sonrojó un poco. – ¡Lo siento! Seguro soné como una rara.

   - Claro que no. – Ike le dijo con una voz calmada. – Creo que entiendo cómo te sientes. – una pizca de color salpicó sus mejillas. – Debo confesar que estaba un poco nervioso porque nunca había hecho algo como esto, y no creí que algún día lo haría, pero fue una experiencia increíble. – hizo una pequeña sonrisa, con un poco más de rojo en el rostro. – Y también debo admitir que acepté el papel del Cascanueces porque me dijeron que tú harías a Clara.

   - ¿¡Entraste a la obra por mí!? – ella jamás hubiera esperado que el estoico General Ike fuera capaz de hacer algo así.

   - … Sí. – admitió algo apenado. – Y me alegro de haber aceptado. No sólo pasé mucho tiempo contigo, también me divertí de verdad. – se detuvo a pensar un momento. – En realidad, hace mucho tiempo que no me divertía así.

   - Me alegra que te hayas divertido, Ike. – ella le sonrió. – Yo también me divertí, y me encantó pasar tiempo contigo. – reflexionó unos segundos. – Hice mi mejor esfuerzo, y espero que se haya notado en el escenario, aunque mi fuerte no sea la actuación. ¿Crees que lo hice bien? – le preguntó Azura.

   - ¡Lo hiciste increíble! – la voz de Ike sonaba inusualmente entusiasmada. – La forma en la que le diste vida a Clara fue grandiosa. Tu sensibilidad en el escenario es brillante, y me cuesta creer que era tu primera vez actuando en una obra de teatro. – le sonrió con sinceridad. – Pienso que fuiste la mejor de todos.

   - Ike, ¡me estás apenando! – sonrió gentilmente, con algo de rubor asomándose por sus mejillas. – Todos hicieron un gran trabajo. Lord Sigurd, Nils, Narcian… a su manera, todos dieron su mejor esfuerzo, y por eso la obra salió tan bien. – su sonrojo se hizo un poco más fuerte. – Pero, de todos modos, yo creo que, quien lo hizo mejor, fuiste tú.

   - ¿Yo? – le sorprendió su afirmación. – No creo haber hecho una actuación así de especial. – respondió con humildad.

   - Sí lo hiciste. – Azura le sonrió, y acarició el dorso de la mano del espadachín. – En el escenario, te vi convertirte en ese personaje que, aunque es diferente a ti, tiene muchas de tus cualidades, como la valentía y la determinación. Se nota que dejaste tu corazón en el escenario. Incluso me sorprendiste cuando improvisaste lo del beso en mi mano. – ella acarició afectuosamente el dorso de su propia mano derecha. – ¡Eso me encantó!

   - …  – las palabras de Azura lo tomaron por sorpresa. – Ummm… – su rostro se cubrió de rojo, acompañado de una inusual sonrisa tímida. – Muchas gracias por tus palabras.

 

Siguieron caminando unos minutos más, todavía conversando sobre la obra y sobre cómo todos los involucrados habían realizado un excelente trabajo. Su plática llegó a un punto donde empezaron a comentar sobre qué cambios hubieran hecho si la creación del guion hubiera dependido de ellos.

   - Sigo pensando en la última escena antes de que Clara despertara. – Ike reflexionó. – Clara y el Príncipe ya estaban listos para iniciar una vida juntos, pero no pudieron hacerlo.

   - Le pregunté a Kiran porqué Clara tuvo que irse de esa manera del Mundo del Dulce, y me respondió que era porque ése no era su final. – Azura comentó. – El verdadero final era en su mundo, y por eso ahí sí fue un final feliz y esperanzador.

   - Tiene sentido, pero sigue siendo un cuento de hadas. – él refutó. – Los cuentos de hadas, como éste, siempre terminan con un beso. Siento que el guion debió haber incluido esa parte porque, aunque ya no estarían juntos en ese mundo, se reencontrarían en el mundo real. Es su destino estar juntos.

   - Puede ser. Quizá debimos haber improvisado en esa parte, pero no me quise arriesgar. – ella contestó. – ¿Tú crees que hubiésemos causado un mayor impacto en el público si nos hubiéramos besado? – Azura preguntó, un poco apenada.

   - Es probable. A la gente le encantan esas cosas. – Ike le respondió, poniendo sus manos detrás de su cabeza. – Pero, siendo sincero, no hubiera querido que nuestro primer beso fuera visto por toda la Orden de Héroes y un montón de desconocidos.

 

Azura se detuvo después de escucharlo hablar de “su primer beso”, con una expresión de sorpresa.

   - ¿Qué sucede? – él le preguntó, no entendiendo su razón para detenerse.

   - Dijiste “nuestro primer beso”. – habló despacio, tratando de procesar lo que esa declaración implicaba. – ¿Eso significa que has pensado en besarme?

   - Pues… – estaba atrapado, y el rojo en su cara era la mayor evidencia. – Sí, he pensado en eso desde hace tiempo.

   - ¿Tú quieres besarme de verdad? – le preguntó con incredulidad.

   - Sí, Azura. – acarició su mejilla derecha, como siempre lo hacía cuando estaba avergonzado de verdad. – … Creo que ya no lo puedo seguir negando ni ocultando.

 

Ike se puso en frente de Azura. Su mirada era suave, su boca estaba seca, toda la parte media de su rostro y las puntas de sus orejas estaban sonrojadas, sus manos parecían temblar un poco, y su corazón latía con tal fuerza que parecía querer salirse de su pecho.

   - Desde hace unos días, cuando empezamos a ensayar juntos, comencé a ser consciente de algo que ya sospechaba desde hacía meses, en especial después de nuestra primera cita, pero no había querido aceptarlo. – suspiró. – No sé cómo vas a reaccionar a esto, o si lo que estoy por decir cambiará la forma en la que me ves, pero quiero ser sincero contigo. – puso su mano derecha sobre su corazón. – No sólo he pensado en besarte. Yo… – Ike tomó la mano derecha de Azura con ambas manos. – Estoy enamorado de ti.

   - … – el rostro de Azura se empezó a ruborizar, a la vez que estaba congelada por las palabras de Ike.

   - Empecé a desarrollar sentimientos por ti desde el incidente en la cabaña. – él evadió un poco la mirada. – En estos meses, creí y quería convencerme de que sólo eran sentimientos de amistad. Después de que fuimos al Viaje Heroico juntos, empecé a dudar sobre si lo que sentía era sólo amistad, porque ahí fue cuando me di cuenta de lo hermosa que eres. Finalmente, al estar conviviendo tanto contigo estos últimos días, y después de que alguien, a quien no nombraré, hizo un comentario que llamó mi atención, empecé a aceptar que lo que sentía por ti era algo más fuerte. – suspiró y la soltó. – En el pasado, creí haberme enamorado de otra persona, pero rápidamente comprendí que ese sentimiento no era amor romántico. Lo que siento por ti es diferente. – sonrió tímidamente, todavía desviando la mirada. – Me descubro pensando en ti muchas veces al día, incluyendo cuando despierto y cuando me estoy quedando dormido. Pienso en tu voz, tus ojos, tu cabello, tu risa, en la calidez de tus manos, y en todo sobre ti. Me siento muy feliz cuando estoy a tu lado, y tengo muchos deseos de permanecer junto a ti. – su mirada se entristeció. – Pero ese sentimiento es sólo mío, y no tengo derecho a exigir que me correspondas. No es mi deseo incomodarte. No tienes que decir nada, ni hacer nada. Yo sólo…

 

Antes de que Ike pudiera decir algo más, Azura lo abrazó tiernamente, y empezó a llorar sobre su hombro. Él no estaba seguro del significado de esa reacción.

   - ¿Azura…?

   - ¡Estoy muy feliz! – dijo ella, todavía sollozando.

   - ¿¡Qué dijiste!?

   - ¡Ya no tengo que ocultarlo! – exclamó en un tono de alivio.

   - O sea que… – la voz de Ike parecía llenarse de esperanza.

   - Ike… – ella lo soltó para verlo a los ojos. – Yo también estoy total y absolutamente enamorada de ti. – una hermosa sonrisa contrastaba con las lágrimas en sus ojos.

   - … – ahora era él quien estaba congelado.

   - He sido consciente de este sentimiento desde que regresamos del Viaje Heroico. – secó sus lágrimas delicadamente. – Me di cuenta de la verdadera naturaleza de mis sentimientos por ti, cuando, dos días después de regresar, empecé a improvisar una canción sobre el color más hermoso del mundo, y terminé describiendo tus ojos. – desvío su mirada. – También empecé a desarrollar sentimientos fuertes por ti después del incidente en la cabaña, y se reforzaron la primera vez que me hiciste té de jengibre. A partir de ahí, empecé a pensar en ti todo el tiempo, y cuando me enteré de que estaríamos juntos en la obra, mi corazón estalló de alegría. Sin embargo, aunque estaba muy feliz de haberme dado cuenta de este sentimiento, también me invadió un miedo terrible.

   - ¿Por qué tenías miedo? – Ike estaba intrigado.

   - Me aterraba confesártelo, y que no pudieras corresponder a mis sentimientos. O, peor aún, que quisieras cortar el contacto conmigo. – volvieron a brotar lágrimas de sus ojos. – Ya te he dicho que no quiero volver a sufrir, y no hubiera soportado perder la amistad que ya tenía contigo si declaraba lo que sentía. Por eso…

 

Ahora era Ike quien iniciaba el abrazo. Ella le correspondió, y como en aquella noche en que se permitieron ser vulnerables, la comodidad que encontraban en los brazos del otro era indescriptible.

   - Yo también tenía miedo. – la voz de Ike se quebró. – No sólo tenía miedo de que me rechazaras, o a perder tu amistad si confesaba. Tenía miedo de aceptar este sentimiento, y reconocer lo vulnerable que todo esto me hace sentir. Cuando por fin entendí qué era lo que sentía por ti, estaba abrumado, y no pensé que podría decírtelo de frente. – se separó un poco para verla, ahora con una sonrisa sincera y una lágrima en cada ojo. – ¡Pero me alegra haberlo hecho! – la tomó de la mano. – No tienes idea de lo aliviado que me siento por decirte la verdad.

   - Yo también me alegro de haberlo admitido, y me siento muy aliviada por saber que no te perderé después de confesarte esto. – Azura también tenía lágrimas en sus ojos. – ¡Nuestros sentimientos son correspondidos! – ella acarició la mano de Ike mientras él sostenía la suya. – Somos muy afortunados de que la persona de la que nos hemos enamorado corresponde a nuestros sentimientos.

   - Lo somos. – él volvió a abrazarla.

 

Permanecieron sin soltarse por un par de minutos, en silencio. Se mecían lentamente, como si estuvieran arrullándose. Era como si no hubiera nadie más en el mundo, como si el tiempo se hubiera detenido, y como si todas las inseguridades que sintieron durante las últimas semanas hubieran desaparecido… todas, menos una.

   - Ike. – dijo ella, sin soltarlo.

   - ¿Sí, Azura?

   - ¿Qué va a pasar con nosotros ahora? – su voz sonaba preocupada.

   - … No lo sé. – la soltó delicadamente, y la vio a los ojos. – No sé qué debemos hacer ahora.

 

Ike y Azura guardaron silencio por unos minutos, reflexionando sobre cuál debería ser su siguiente paso a partir de ahora. Evidentemente, su relación ya no podía ser sólo de amistad, pero quizá era precipitado de su parte iniciar una relación formal.

   - Hace un tiempo, estuve en un equipo con la Reina Shiida. – Azura empezó a hablar. – En esa ocasión, le pregunté cómo es que su relación con el Rey Marth pudo prosperar, pese a haber pasado por situaciones tan difíciles.

   - ¿Y qué te respondió?

   - Me dijo que lo que los mantenía juntos era el amor, porque el amor es una decisión.

   - ¿Una decisión? – definir al amor de esa forma era algo nuevo para Ike. – ¿Cómo?

   - Shiida me explicó que la mayoría de la gente confunde al enamoramiento con el amor. – Azura contó. – Ella me dijo que el enamoramiento puede ser poderoso, y ocurre bajo diferentes circunstancias, pero eventualmente se puede desvanecer si los involucrados no se deciden a hacer algo para que ese sentimiento madure y se convierta en amor.

   - … – él la escuchaba atentamente.

   - Cuando aquellas personas enamoradas deciden que, a través de sus acciones, harán todo lo que puedan para hacer que sus sentimientos maduren, es cuando el amor verdadero puede existir. – ella suspiró. – Sé que es mucho menos romántico si lo comparamos a como sucede en los cuentos de hadas, pero es más realista y saludable para todos los involucrados. – Azura tomó la mano de él. – Y, en este momento, he decidido que quiero hacer todo lo que pueda para que esto funcione. – ella sonrió. – Quiero conocerte más, y pasar más tiempo junto a ti. Quiero amarte, Ike.

   - ¡Yo también quiero amarte! – él declaró, sin un ápice de duda en su voz. – Te prometo que me esforzaré para hacer que esta relación crezca y prospere. – él le sonrió cálidamente. – Quiero amarte de verdad.

 

Se vieron a los ojos por algunos minutos, sonriendo sin decir una palabra. Fue en ese momento que supieron que, aquello que se había plantado en sus mentes y corazones cuando estuvieron en la cabaña, por fin estaba empezando a crecer, y si ambos se esforzaban, algún día podrían ponerle una etiqueta.

   - Hay algo que quiero pedirte. – Ike dijo, terminando el silencio entre ambos.

   - ¿Qué puedo hacer por ti?

   - Ya que hemos decidido qué es lo que vamos a hacer a partir de hoy… ¿crees que podríamos besarnos? – Ike pidió en un tono casi de súplica, con sus mejillas y orejas en llamas.

   - ¡Sí! – exclamó ella, con algo de rubor en su rostro. – Pero yo nunca…

   - Yo tampoco. – adivinó sus pensamientos. – Me disculpo si mis movimientos son torpes.

   - Los míos seguro que también lo serán. – Azura se sinceró. – Pero eso no importa ahora.

 

Se tomaron de ambas manos y, con algo de nerviosismo, acercaron sus rostros lentamente. Cerraron los ojos mientras lo hacían, temblando un poco, hasta que finalmente sus labios se tocaron. Era un beso inocente, puro, que no pretendía ser más de lo que era, ni buscaba iniciar otra cosa.

 

Era el primer beso de tinte romántico de ambos, así que no tenían experiencia sobre cómo moverse o qué debían hacer, pero eso no era lo importante en ese instante; más allá de cómo ejecutaron el acto, lo que hacía que el beso fuera especial era su significado. Ese beso era, primero, la confirmación de que sus sentimientos eran recíprocos, y, segundo, simbolizaba la promesa de que ambos lucharían y se esforzarían en hacer que su relación floreciera y madurara en algo más fuerte, algo que estuviera más allá de un enamoramiento.

 

Unos segundos después, sus labios se separaron, y se vieron a los ojos, aún sin soltarse de las manos. Conociéndose lo suficiente, sabían que las palabras no siempre eran necesarias. El viento, cada vez más fuerte, se sentía helado en las ardientes mejillas de ambos… y esa curiosa sensación detonó que los enamorados se empezaran a reír, pero no de forma discreta, como era típico de ellos.

 

Eran risas genuinas, sonoras, liberadoras, incluso hasta cómicas. Esas infecciosas carcajadas simbolizaban que existía suficiente confianza entre ellos como para hacer algo que, a veces, ni siquiera eran capaces de hacer cuando se encontraban a solas.

 

Cuando terminaron de reír, unos tres o cuatro minutos después, se volvieron a ver a los ojos, sonrieron, y se dieron un abrazo más, volviéndose a mecer de la misma forma en que lo habían hecho hacía rato. Todavía sosteniéndolo, Azura, que había cerrado sus ojos, los abrió lentamente, y observó que una fina escarcha blanca empezaba a caer desde el cielo.

   - ¡Ike! – se separó de él para verlo a la cara. – ¡Mira, está nevando! ¡Es la primera nevada de la temporada!

   - Es verdad. – vio que el cabello de su amada empezaba a recolectar unos diminutos copos, y tomó algunos de ellos con su mano derecha. – Significa que la temperatura está bajando. Será mejor que nos apuremos en regresar al castillo, o nos podríamos resfriar.

   - Veo que has aprendido de mí. – Azura soltó una pequeña risa. – Vamos a casa. – ella le ofreció su mano.

   - Vamos a casa. – Ike tomó su mano, las entrelazaron, y empezaron a caminar, cuidando de no pisar alguna superficie congelada.

 

El viento estaba cada vez más frío y arrachado, así que Ike y Azura iban muy cerca uno del otro, en parte para conservar el calor, y en parte porque estaban disfrutando de su cercanía física.

   - ¿Tienes frío? – Ike le preguntó a su amada, en un tono de protección. – Sé que llevas tu abrigo, pero tal vez no es tan cálido, y el clima se siente más frío que hace unas horas. Si quieres, te puedo prestar mi bufanda.

   - Estoy bien. Te agradezco por preguntar. – ella le respondió con dulzura. – Mi abrigo es bastante cálido. ¿Tú tienes frío, querido?

   - No, mi abrigo… – le tomó dos segundos notar una palabra extraña. – ¿Me dijiste “querido”?

   - ¡Oh, lo siento! – Azura se preocupó. – Es que…

   - ¿Por qué te disculpas? – él la detuvo. – ¡Me encantó que me dijeras así!

   - ¿Entonces podemos usar nombres cariñosos entre nosotros? – la cantante parecía emocionada.

   - Por supuesto, mi vida. – Ike le respondió.

 

Ella lo tomó del brazo, y siguieron caminando. Aunque era más lento para ellos avanzar de esa manera, no parecía importarles. La adrenalina que sentían contrastaba con la quietud nocturna que encontraron en su camino.

   - Hay algo más que tengo que confesar, amor. – Azura declaró.

   - ¿Sí, preciosa?

   - … Te di un beso en la mejilla mientras estabas dormido afuera de la tienda de campaña, cuando fuimos al Viaje Heroico. – la cantante confesó. – Vi que estabas dormido, te arropé, y te di un beso en la mejilla derecha. – agregó, algo apenada. – Yo…

   - También te di un beso cuando estabas dormida, pero yo te lo di en la sien. – Ike admitió. – Te quedaste dormida mientras estábamos hablando, y decidí salir de la tienda. Cuando estaba saliendo, vi que te estabas angustiando, y te di un pequeño beso en la sien. – sus mejillas se ruborizaron de nuevo. – Quería evitar que tuvieras pesadillas, querida.

   - Oh… ¡Qué vergüenza! ¡Me quedé dormida en dos segundos esa noche! – la dama exclamó. – Pero… ¡qué dulce eres! – ella apretó el brazo que ya estaba sosteniendo. – Gracias por cuidar de mí. Y ahora, permíteme corresponder a ese beso. – se puso de puntillas, y besó su sien.

   - Ahora yo te debo uno. – él le dio un beso en la mejilla, y Azura soltó una risita.
 

 

Más rápido de lo que imaginaron, los enamorados llegaron al tranquilo y solitario lobby del castillo de Askr. Muchos héroes ya habían regresado a sus habitaciones, y algunos más se encontraban en la fiesta que Kiran había organizado. Las habitaciones de Ike y Azura estaban en alas diferentes, así que ése era el punto donde debían separarse… al menos por esa noche.

   - Supongo que aquí nos despedimos por hoy, mi vida. – Azura señaló, sosteniéndolo de ambas manos.

   - ¿Podríamos vernos mañana, aunque sea un momento? Sé que mañana será un día ocupado, pero quiero verte y entregarte un pequeño obsequio, por el Festival de Invierno. – Ike comentó, con una sonrisa de esperanza en el rostro.

   - ¡Claro que nos veremos! De aquí en adelante, nos veremos todos los días. – ella devolvió la sonrisa. – Yo también tengo un regalo para ti. ¿A qué hora estará bien? Kiran acompañará a la Reina Henriette, mañana en la tarde, a entregar los regalos que se consiguieron hoy y, como fuimos los protagonistas de la obra, presiento que nos pedirá que también vayamos a repartir los obsequios.

   - ¿Qué tal si nos vemos como a las once de la mañana? – él propuso. – Es una hora tranquila y, si Kiran nos pide acompañarle para ir a entregar los regalos, nos podremos volver a ver. – guiñó su ojo derecho.

   - ¡Me encanta la idea! – la cantante exclamó en voz baja. – Entonces, ¿te veo a las once, en el jardín oeste, donde nos sentamos a tomar té y café?

   - Cuenta con eso. – él acarició la mejilla de ella. – Entonces nos veremos mañana. – afirmó, mientras sonreía. – Ha sido un día muy largo, y necesitamos descansar. Buenas noches, querida. – acercó sus labios a la frente de ella, y le plantó un pequeño beso.

   - Que descanses, cariño. – ella puso sus labios en la mejilla derecha de él, y le dio un beso.

   - No me voy a cansar de esto. – Ike, sin dejar de sonreír, acarició el pedazo de piel que fue besado por Azura.

   - Más te vale, porque no va a ser el último. – ella le guiñó el ojo y sonrió, mientras se alejaba hacia su habitación.

 

Sin mucho deseo de hacerlo, Ike y Azura partieron en direcciones opuestas, con rumbo a sus recámaras. Tratar de dormir después de lo que había sucedido sonaba como una tarea difícil, pero debían intentarlo.

 

De lo que ninguno de los dos se percató fue que, desde las sombras, alguien observó y escuchó su pequeña conversación, aunque lo hizo por accidente, cuando salió de la fiesta para lavarse las manos.

   - “¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Lo supe desde que vi cómo se miraron ese día! ¡lke y Azura están enamorados! ¡Feliz Navidad para mí!” – Kiran gritó por dentro, y sonrió con satisfacción. – “Por lo que dijeron, pareciera que acabaran de confesarse, así que quizá lo hicieron en el trayecto del auditorio hasta acá. ¡Tenerlos juntos en la obra funcionó!” – puso su dedo índice derecho sobre su barbilla. – “Seré benevolente y no estaré tras ellos para que me cuenten lo que sucedió, pero me encantaría escuchar una confirmación de sus propias voces.” – asintió con la cabeza. – “Y claro que van a ir mañana conmigo a repartir los obsequios. Ya lo había pensado así, pero escucharlos especularlo me hizo querer hacerlo.” – suspiró con alivio. – “Ha sido un día repleto de emociones. Pero debo volver a la fiesta, o se preguntarán qué me pasó.” – giró hacia la dirección del salón en el que se llevaba a cabo la reunión en ese momento.

 

Kiran regresó a la fiesta, como si nada hubiera pasado, y permaneció un rato más ahí, de un ánimo espléndido. Nadie hubiera podido sospechar que la verdadera razón de su sonrisa, era porque su corazón había estallado en júbilo.

 

Pese a tener a más de 600 héroes a su cargo, le era imposible no involucrarse emocionalmente con algunos de ellos, así que cuando, por fin, sus sospechas sobre Ike y Azura fueron confirmadas, se sentía como si fuera la mañana de Navidad.

 

¡Fin, y Feliz Navidad!

 

Notes:

¡Terminamos! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAA!

¡Muchas gracias por leer! ¡Espero verte pronto!

¡Felices Fiestas!

Notes:

¡Muchas gracias por leer!
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