Chapter 1: Uno
Notes:
Los personajes no me pertenecen, pero las historias son mías y no doy permiso para compartirlas y/o copiarlas. No las publiques en otros sitios.
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Chapter Text
Atrapada En Su Mirada
Capítulo 1: Prólogo
Sakura no podía quejarse de su vida.
Tenía unos padres que se preocupaban por ella y un hermano mayor que era molesto, pero también protector. Tenía amigos que la querían de verdad, como Tomoyo, Eriol y Meiling, y buenos profesores que la estaban preparando para la universidad.
Era su último año de instituto y Sakura tenía que esforzarse más que nunca.
La pregunta era: ¿qué quería hacer después de terminar el colegio? Aún no lo tenía claro.
Había tantas opciones que le daba miedo. ¿Y si tomaba la decisión equivocada y se arrepentía el resto de su vida?
Demasiadas preguntas sin respuesta.
Touya había prometido ayudarla a decidir, pero su hermano estaba demasiado ocupado con los exámenes de la universidad como para molestarlo en ese momento. Sakura aún tenía tiempo para pensarlo; no había prisa.
Le gustaban las ciencias, los idiomas (le había costado mucho de niña, pero ahora podía decir con orgullo que hablaba inglés con fluidez) y la literatura, pero las matemáticas seguían siendo su punto débil.
Rika, Chiharu y Naoko habían cambiado de colegio dos años antes, por lo que ahora solo se veían de forma esporádica. Su amistad seguía intacta, pero sería aún más difícil pasar tiempo juntas una vez que fueran a universidades diferentes.
Naoko quería estudiar Medicina en Tokio, que estaba bastante lejos de Tomoeda, y sus otras amigas aún no habían decidido qué hacer.
A todas les encantaba hablar de chicos, excepto a Sakura, que no tenía mucho que contar. Había tenido algún que otro flechazo, pero nunca había llegado a pasar nada, y su timidez no ayudaba.
Además, salir con chicos no era una opción realista, al menos hasta que consiguiera un trabajo y se fuera de casa. Los padres de Sakura eran demasiado estrictos y nunca permitirían que su pequeña hija se relacionara con chicos con "malas intenciones".
Sakura lo odiaba. Touya llevaba años saliendo con chicas y ni su padre ni su madre tenían ningún problema con ello. ¿Por qué no confiaban en que ella tomara buenas decisiones?
Meiling y Eriol vivían cerca, así que los visitaba al menos una vez a la semana, a veces quedándose a estudiar. Eriol era el único chico en quien sus padres confiaban para estar con ella sin supervisión, e incluso a Touya le caía bien. Era como otro hermano para Sakura, y él sentía lo mismo por ella.
Sus amigos eran la familia que había elegido.
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Se acercaba la Navidad y, con ella, los exámenes finales.
Sakura se dirigía a casa de Meiling con su libro de matemáticas y su cuaderno en la mochila, y estaba de mal humor.
Esa asignatura era una pérdida de tiempo, la verdad. ¿Por qué tenía que seguir estudiándola?
La madre de Meiling la recibió en la puerta y le dijo que su amiga estaba en su habitación. Sakura recorrió el pasillo, llamó a la puerta de madera y esperó hasta oír la voz de Meiling.
—¡Adelante!
Sakura abrió la puerta y frunció el ceño al ver a su amiga con la mochila a la espalda.
—¿Adónde vas?
—A casa de mi primo, y tú vienes conmigo —afirmó Meiling, agarrando a Sakura de la mano y dedicándole una sonrisa antes de arrastrarla hacia la puerta principal.
—¿A casa de tu primo? —repitió Sakura, sorprendida.
Había oído hablar de Syaoran varias veces. Él y sus hermanas vivían en Hong Kong, y su familia se había mudado a Tomoeda el verano anterior. Su madre, la tía de Meiling, echaba de menos a su familia japonesa y estaba cansada de vivir en China, o al menos eso le había contado su amiga a Sakura.
Él también estaba en el último año de instituto, pero Syaoran era casi un año mayor. Su cumpleaños era en enero, por lo que era nueve meses mayor que Meiling y once meses mayor que Sakura.
A su amiga le gustaba llamarlo su hermano mayor.
—Sí —Meiling se despidió de su madre con la mano, cerró la puerta y pulsó el botón del ascensor. —Syao ha prometido ayudarme con matemáticas este año y también se ha ofrecido a ayudarte a ti.
Oh.
—¿Es bueno en matemáticas?
Meiling asintió con la cabeza y su sonrisa se curvó hacia un lado.
—El mejor de su curso.
Vaya, eso era impresionante. Ni siquiera Eriol era el mejor de su curso, y él era brillante.
Cruzaron la calle y charlaron sobre los inminentes exámenes mientras Meiling llevaba a Sakura al edificio donde vivían su tía y su tío, que estaba a solo unos minutos.
Subieron en ascensor hasta la quinta planta y, al salir, Sakura vio a una mujer esperándolas en la puerta.
—¡Meiling!
Su amiga sonrió y besó a su tía en la mejilla, apartándose y haciéndole un gesto a ella para que se acercara.
—Esta es mi amiga Sakura.
Sakura hizo una reverencia con las mejillas sonrojadas. La mujer era bellísima, con una larga melena oscura que le caía por la espalda y unos ojos profundos y fríos.
—Bienvenida a nuestro hogar —La tía de Meiling sonrió a Sakura antes de girarse hacia su amiga. —Ve a su habitación. Yo le diré que has llegado.
Sakura siguió a su amiga hasta el dormitorio que pertenecía a su primo. Era una habitación agradable y cálida, con toques verdosos y una suave alfombra bajo la mesa baja en la que acababan de sentarse.
Miró a su alrededor, pero no encontró ninguna foto de Syaoran. Aún no tenía ni idea de cómo era.
Escuchó a la tía de Meiling hablando en la distancia y los suaves pasos de alguien que se acercaba a la habitación. Sakura se tensó, sin saber qué esperar.
¿Sería simpático? ¿O tendría ese aire molesto de hermano mayor como Touya?
Notes:
Decidme lo que os parece! :)
Chapter 2: Dos
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Sakura levantó la vista cuando él entró en la habitación, y su corazón se detuvo cuando sus miradas se cruzaron.
Syaoran era alto e increíblemente guapo, incluso con su expresión severa. Su cabello era más oscuro que el de ella, pero no tan oscuro como el de Meiling, y el llamativo color de sus ojos era tan bonito que Sakura se perdió en ellos. Nunca había visto a nadie con ese color de iris.
Sakura parpadeó y bajó la mirada, con sus mejillas ardiendo de vergüenza mientras él se acercaba en silencio a la mesa y se sentaba junto a Meiling.
Había estado mirándolo fijamente durante demasiado tiempo. Quizás por eso Syaoran parecía molesto.
Él dejó su cuaderno sobre la mesa y resopló, entrecerrando los ojos al mirar a Meiling.
—Llegas tarde.
—No empieces, Syaoran —su amiga puso los ojos en blanco y hizo un gesto hacia ella. —Estaba esperando a Sakura.
Sakura se tensó cuando él la miró.
—¿Así que tú eres la que ha llegado tarde?
Oh, maldición.
Quería gritarle a Meiling por culparla así delante de su primo. Un primo al que nunca había visto antes, y que ahora la miraba con odio.
Sakura bajó la vista hacia sus manos, apretadas sobre su regazo.
—No sabía que íbamos a venir aquí —admitió, con la voz un poco temblorosa.
Su fuerte resoplido la hizo estremecerse.
—Mi tiempo es limitado. Esto no puede volver a pasar.
Sakura se encogió y asintió, la tensión en el ambiente tan densa que se podía cortar con un cuchillo.
—Lo siento.
—Estás siendo un borde, Syaoran —Meiling le dio un codazo en las costillas y él finalmente apartó la mirada de ella. Sakura casi suspiró aliviada. —No fue culpa suya.
Su expresión se suavizó.
—Claro. ¿Sakura, has dicho? —Él la volvió a mirar y le ofreció su mano. —Encantado de conocerte. Soy Syaoran Li.
Sakura dudó antes de hacer lo mismo. Sus largos dedos le rodearon la mano y la estrecharon una vez, soltándola rápidamente.
—Sakura Kinomoto.
Syaoran asintió con la cabeza a modo de saludo y miró a Meiling con una ceja levantada.
—¿Sois compañeras de clase?
—Sí.
Su mirada paseó entre ella y Meiling, y su expresión se volvió pensativa.
—¿Por qué no la he visto antes?
Meiling puso los ojos en blanco y soltó un suspiro de exasperación.
—No conoces a todos mis amigos, Syao.
Así que también tenía complejo de hermano mayor. Sakura tuvo que contener las ganas de poner los ojos en blanco también.
—Bueno, basta de cortesías —Syaoran puso ambas manos sobre su cuaderno y lo golpeó suavemente con las uñas. —También tenéis los exámenes finales pronto, ¿verdad?
Meiling asintió y abrió su mochila.
—Este es nuestro libro —dijo, colocándolo sobre la mesa.
Syaoran arrugó el entrecejo al ver la portada.
—Yo tengo uno diferente —lo cogió y lo acercó antes de abrirlo. —Dejadme echar un vistazo.
Sakura y Meiling sacaron sus cuadernos de las mochilas mientras él hojeaba el libro con el ceño fruncido.
—¿Con qué ejercicios necesitáis ayuda? —preguntó, buscando la mirada de su amiga.
Meiling apretó los labios.
—Con todos.
Su primo gimió y se frotó la sien como si ya le doliera la cabeza.
—De acuerdo, entonces —pasó las páginas hasta llegar al primer tema y golpeó el libro con la punta de su bolígrafo. —Empecemos desde el principio.
Durante los siguientes noventa minutos, Syaoran explicó los ejercicios de los dos primeros temas con una paciencia increíble, haciendo pausas cuando alguna de ellas se perdía y repitiendo todo lo que no entendían.
Su forma de escribir era clara, cada letra y cada número perfectamente formados y fáciles de leer.
Sakura lo escuchaba con admiración, obligándose a concentrarse y a no distraerse con su voz grave o su agradable aroma. Syaoran podría ser un gran profesor algún día, si esa era una profesión que le interesara.
Cada vez que Meiling lo interrumpía o le pedía que repitiera la última parte, se le notaba la irritación en los ojos, pero Syaoran no perdió los estribos ni una sola vez.
Quizás se arrepentía de su primera interacción con Sakura, porque cada vez que ella le hacía una pregunta se mostraba extremadamente amable, su voz baja y suave mientras resolvía sus dudas y hacía anotaciones en los márgenes de su cuaderno con un lápiz.
Sakura sintió que su cuerpo se relajaba una vez que estuvo segura de que él no volvería a enfadarse, y acabó entendiendo todos los problemas con los que había estado luchando durante semanas.
Syaoran dejó caer el lápiz y se echó hacia atrás, pasándose la mano por el pelo.
—¿Alguna duda más sobre esto?
Sakura negó con la cabeza, con una sonrisa de agradecimiento en los labios. Estaba cansada, pero había valido la pena.
—Yo tengo una —dijo Meiling, empujando su cuaderno hacia él y señalando el último problema que habían resuelto juntos. —¿Puedes explicarme esta parte otra vez?
Syaoran frunció los labios, pero no protestó y le pidió a su prima que se acercara con un gesto de su mano.
Sakura los observó mientras trabajaban, con su mirada recorriendo el rostro de Syaoran y fijándose en cada detalle. Tenía pestañas largas y oscuras, una nariz afilada y cejas expresivas y gruesas que se movían cada vez que Meiling le hacía otra pregunta.
De repente, sintió la mirada de su amiga sobre ella y descubrió un brillo cómplice en los ojos de Meiling cuando la miró.
Sakura desvió la mirada hacia la pared, con su cara ardiendo.
—Gracias, Syao —Meiling sonrió y cerró su cuaderno, estirando los brazos por encima de su cabeza. —Eres mucho mejor que nuestro profesor.
Syaoran resopló incrédulo, clavando sus ojos en Sakura.
—Tiene razón —ella admitió, apoyando a su amiga. Cerró la cremallera de su mochila y se puso de pie. —Gracias por ayudarnos.
Syaoran asintió.
—Ha sido un placer —Él también se levantó y miró a Meiling con expresión interrogante. —¿La semana que viene a la misma hora?
Su amiga sonrió y le dio un beso en la mejilla. Sakura inclinó la cabeza y salió de la habitación detrás de Meiling, sintiendo la mirada de Syaoran en su espalda durante todo el camino hasta la puerta principal.
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Una vez fuera del edificio, Meiling le rodeó el brazo con el suyo y se rio.
—Vaya, vaya, vaya —sonrió, lamiéndose el labio inferior. —Ha sido interesante.
Sakura siguió caminando y evitó su mirada.
—No sé de qué estás hablando.
—No te hagas la tonta conmigo. —Meiling le agarró la cara y obligó a Sakura a mirarla. —No podías dejar de observar a mi primo.
Ella jadeó indignada.
—¡Eso no es cierto!
No le había resultado fácil apartar la mirada de él, pero Sakura había hecho todo lo posible por evitar contemplar al apuesto chico sentado frente a ella. Solo se había permitido hacerlo dos o tres veces, y durante unos pocos segundos.
—¿Entonces no te parece guapo? —preguntó Meiling con una mirada incisiva.
Sakura se encogió de hombros, ignorando los latidos de su corazón.
—Es guapo, igual que Eriol —No era mentira, pero ella no encontraba atractivo a Eriol y nunca se había fijado en sus ojos. Meiling se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza, y Sakura le lanzó una mirada enfadada. —Ya basta. No he mirado a Syaoran.
—Me temo que no te creo —dijo Meiling con una sonrisa, inclinándose hacia ella y bajando la voz. —También lo he pillado a él mirándote varias veces, ¿sabes?
El corazón de Sakura dio un vuelco.
—¿En serio?
Su amiga le dedicó una sonrisa triunfal.
—Lo sabía —le dio un golpecito en la punta de la nariz. —¡Te gusta!
—No es verdad —insistió Sakura, deseando que Meiling dejara el tema. —Tiene muy mal humor.
Su amiga resopló al oír eso.
—Syaoran está obsesionado con la puntualidad y a veces es un poco pesado, pero es un buen chico.
—Si tú lo dices —murmuró Sakura entre dientes.
Se detuvieron al llegar al edificio de Meiling, y su amiga se volvió hacia ella.
—¿Vendrás la semana que viene?
Sakura meditó su respuesta. Aunque Syaoran había sido duro al principio, ella había entendido más en una tarde con él que en los casi tres meses de instituto.
—Sí, estaría bien —Sakura sonrió muy a su pesar. —Es un buen profesor.
—Lo es, ¿verdad? —respondió Meiling con una sonrisa. —Siempre se lo digo.
Chapter 3: Tres
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Pasaron los días y Sakura se dio cuenta de que ahora era capaz de hacer los deberes de matemáticas por sí misma por primera vez. Menuda sorpresa.
Y todo gracias al chico ceñudo de ojos extraños.
Había revisado sus anotaciones más de una vez, siguiendo distraídamente con la mirada los trazos de su lápiz mientras la voz del profesor se desvanecía en la lejanía. Meiling le daba codazos repetidamente cuando se distraía demasiado, riéndose a su izquierda y lanzándole miradas cómplices.
Eso siempre hacía que Sakura se sonrojara intensamente.
De acuerdo, puede que su amiga tuviera algo de razón. Pero eso no significaba que se estuviera enamorando de su primo, como afirmaba Meiling.
Solo se había pillado un poco y todo eso pronto desaparecería, igual que con los otros chicos que habían llamado la atención de Sakura en el pasado.
Sonó el timbre y Sakura salió del aula con Tomoyo y Eriol. Él le rodeó los hombros con un brazo y sonrió.
—¿Cuándo vamos a salir?
—¿Por qué? —Sakura lo miró. —¿Tienes algún plan?
Su amigo se encogió de hombros, con sus ojos azules brillando detrás de sus gafas.
—La verdad es que no, pero hace tiempo que no salimos.
Era cierto. Aparte de los batidos que ella y Eriol compartían todos los sábados y la excursión al centro con las chicas para comprar ropa nueva, Sakura no había hecho gran cosa desde que empezaron las clases.
—Es nuestro último año, Eriol —le recordó con mirada severa. —Tenemos que centrarnos en las clases.
—Créeme, lo sé —él puso los ojos en blanco y miró a Tomoyo en busca de apoyo. —Pero una noche de fiesta no nos matará.
Tomoyo le sonrió, asintiendo con la cabeza para animarlo, y Sakura admitió su derrota.
—Podríamos hacer algo este viernes.
—Trato hecho —aceptó Eriol con una sonrisa, acercándola más a él. —Díselo a tus amigas y yo se lo diré a los míos.
—¿Eso significa que yo también puedo ir? —preguntó Tomoyo, paseando la mirada entre ambos.
—¿Tienes que preguntarlo? —Eriol le guiñó un ojo y soltó a Sakura. —Nos vemos, chicas.
—Nos vemos.
Aceleró el paso, dejándolas atrás. Sakura y Tomoyo salieron juntas del colegio y se despidieron de Chiharu con la mano.
—¿Dónde está Meiling? —preguntó Sakura, mirando a su alrededor.
—Estaba justo detrás de nosotras —Tomoyo se detuvo una vez que estuvieron en la calle. —¿Quieres que espere contigo?
Sakura sacudió la cabeza. Tomoyo vivía en la otra dirección y ella siempre esperaba a Meiling para volver juntas a casa.
—La esperaré.
Tomoyo asintió y agitó su mano para despedirse.
—Te enviaré un mensaje más tarde.
Sakura le devolvió el saludo, observando cómo su amiga se perdía en la distancia.
¿Dónde demonios estaba Meiling?
—Oye.
La voz la sobresaltó y Sakura casi dio un salto, girándose con la mano en el pecho.
—¿Syaoran?
Él estaba apoyado contra la pared con las manos en los bolsillos.
—¿Está mi prima por aquí?
Sakura parpadeó.
—Eh... —dejó caer la mano a un lado y cambió el peso de un pie al otro. —Sí, ella... ella llegará pronto.
Él asintió con la cabeza, con el pelo cayéndole sobre los ojos.
—De acuerdo.
Ella lo miró fijamente, atónita al verlo apoyado con tanta naturalidad en la pared de su instituto, como si fuera algo habitual.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó Sakura sin pensarlo.
Syaoran levantó la mirada y entrecerró los ojos.
—¿No puedo venir a recoger a mi prima?
—Claro que puedes, es solo que... —Sakura se estremeció cuando él la miró con más intensidad. —Nunca te había visto por aquí.
Syaoran resopló.
—Entonces deberías fijarte mejor —su mirada se posó en algún lugar detrás de ella. —¿Meiling?
Su amiga apareció en su campo de visión.
—¡Syao! —Ella corrió hacia ellos, con sus coletas negras ondeando en el frío viento. —¿Por qué estás aquí?
—Otra vez no —Syaoran puso los ojos en blanco y bufó. —Las chicas sois muy predecibles.
Meiling le lanzó una mirada helada.
—¿Has vuelto a ser grosero con Sakura? —Miró a Sakura y le dio un puñetazo en el hombro a su primo. —¡Syao!
Él dio un paso atrás, frotándose el lugar donde ella le había golpeado y mirándola con odio.
—¡No lo he sido!
Meiling se puso las manos en las caderas.
—Pídele perdón ahora mismo.
—Pero...
—Syaoran —su nombre sonaba demasiado suave en sus labios, e incluso Sakura sintió la advertencia que se escondía en él. —No te conviene verme enfadada.
Él tragó saliva.
—Está bien —aceptó a regañadientes.
Sakura dio un paso atrás cuando él se giró hacia ella.
—No pasa nada, de verdad...
Syaoran la ignoró y agarró su mano izquierda. La voz de Sakura se esfumó al contacto.
—Por favor, acepta mis disculpas si alguna vez te he faltado al respeto —Él la levantó hasta la altura de su boca y le besó los nudillos, sosteniendo su mirada. —No era mi intención.
Sakura se limitó a mirarlo con los ojos muy abiertos y las mejillas enrojecidas.
—Vale.
Syaoran soltó su mano y la miró fijamente durante un instante antes de volverse hacia su prima.
—¿Ya estás contenta?
Meiling estaba sonriendo.
—Puedes ser tan caballeroso cuando quieres, primo.
—La mayoría de las veces no vale la pena —dijo él con desgana, poniendo los ojos en blanco. Syaoran se enderezó y señaló el final de la calle. —He venido a acompañarte a casa.
Meiling arqueó las cejas.
—¿Por qué?
—Basta de preguntas —Syaoran dio un paso adelante y resopló, sujetando con más fuerza la correa de su mochila. —No puedes volver a llegar tarde, Meiling.
Su amiga gimió.
—¿Has venido aquí solo para decirme eso? —Meiling sacudió la cabeza. —Eres un pesado, Syao.
Él la miró con el entrecejo arrugado en silencio.
—¡No llegaré tarde! —chilló Meiling, exasperada.
Los hombros de Syaoran se relajaron.
—Perfecto —ambos se dieron la vuelta y él miró por encima del hombro a Sakura. —¿Vienes?
La pregunta la devolvió al presente y ella se apresuró a seguirlos.
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—¿Alguna otra duda?
Sakura levantó la vista de su cuaderno y cruzó los tobillos bajo la mesa baja, observando cómo Meiling sonreía a su primo y negaba con la cabeza.
Llevaban una hora en la habitación de Syaoran haciendo ejercicios de matemáticas, y él había vuelto a mostrarse increíblemente paciente con ellas.
—Eh, Syaoran —dijo Sakura en voz baja, apretando los labios cuando él la miró. —Yo tengo una.
Meiling se levantó y se excusó para ir al baño, dejándolos solos. Syaoran se acercó y miró su cuaderno.
—¿Qué pasa?
Su aroma era aún más intenso que la última vez. ¿Acaso se ponía colonia todos los días?
Sakura apartó esos pensamientos de su mente y carraspeó.
—¿Puedes repetir cómo se calcula esta área? —preguntó, golpeando suavemente la página con su lápiz. —Estaba un poco distraída.
Syaoran chasqueó la lengua y ella se quedó paralizada cuando él le quitó el lápiz de los dedos.
—De acuerdo, pero no más distracciones.
Como si fuera tan fácil.
Él era zurdo, lo que ayudaba a Sakura a ver lo que escribía sin que su mano le tapara la libreta. Syaoran dibujó dos líneas verticales, separando el área en tres partes, y escribió las fórmulas que ella tenía que seguir.
Le devolvió el lápiz y esperó a que ella resolviera el problema por sí misma. Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando Sakura terminó y lo miró.
—¿Mejor?
Ella no pudo evitar devolverle la sonrisa.
—No es tan difícil como parece, ¿verdad?
—Por supuesto que no —Syaoran dio un golpecito con el dedo en el libro abierto. —Una vez que entiendes las reglas, solo hay que resolver la integral de la función y hacer los cálculos matemáticos.
Era realmente brillante, el mejor profesor que Sakura había tenido nunca. A veces le costaba creer que tuviera su misma edad.
Syaoran era más maduro, serio y formal que cualquier otro chico que Sakura conociera, incluidos Eriol y su hermano. Y Touya era dos años mayor.
—Si apruebo el examen, te haré un pastel —Sakura cerró su cuaderno y apoyó los antebrazos sobre él, ladeando la cabeza. —¿Qué sabor prefieres?
Syaoran la observó, tocándose el interior de la mejilla con la lengua mientras recorría su rostro con la mirada. Sakura sintió que se sonrojaba hasta el cuello.
—Chocolate.
Su voz era baja y ronca, y sus ojos se habían oscurecido ligeramente. El corazón de Sakura dio un vuelco y luego se aceleró, latiendo con fuerza detrás de sus costillas.
¿Qué estaba pasando?
—¿Has terminado, Sakura? —Meiling entró en la habitación y la tensión que había sentido crecer entre ellos se desvaneció. Syaoran apartó la mirada y se echó hacia atrás. —Son casi las siete.
—¡Hoe! —Sakura se puso de pie de un salto e hizo una reverencia. —Gracias, Syaoran.
Él descartó su gesto con un movimiento de la mano.
—No hace falta que me des las gracias. ¿A la misma hora la semana que viene? —preguntó, mirando a su prima, que asintió. Syaoran estiró los brazos por encima de la cabeza y suspiró antes de ponerse de pie. —Disfrutad de vuestra tarde.
—Siempre tan formal, Syao —Meiling se rio y le dio un beso en la mejilla. —¡Nos vemos!
Sakura le dedicó una tímida sonrisa antes de seguir a su amiga hacia la puerta.
El sol ya se estaba poniendo y la brisa otoñal era fría. Se abrochó el abrigo y miró a Meiling, que la observaba con ojos brillantes.
—¿Y bien?
Sakura hizo una mueca y apartó la mirada.
—Puede que me guste un poco tu primo.
—¿Incluso cuando está gruñón? —preguntó Meiling, sonriendo.
Sakura soltó un largo suspiro. Tenía la teoría de que Syaoran solo utilizaba su mal humor para mantener alejada a la gente, pero en el fondo era una persona tierna.
—Incluso entonces.
Meiling soltó una carcajada y golpeó su hombro con el suyo.
—Bienvenida al club.
Sakura la miró con el ceño fruncido.
—¿Qué?
—Tiene un club de fans en su instituto —explicó Meiling, encogiéndose ligeramente de hombros.
A Sakura se le cayó el alma a los pies.
—¿Un club de fans?
—Oh, sí. Mi primo es muy popular entre las chicas desde que tenía catorce años —Meiling se echó el pelo hacia atrás y puso los ojos en blanco. —Aunque a él eso no le importa.
Sakura asintió, sin saber qué decir. Nunca lo había pensado, pero tenía sentido.
Por supuesto que ella no era la única que se había fijado en él. Acababa de descubrir que también era bueno en los deportes, por lo que tenía un futuro prometedor.
Podía hacer lo que quisiera, ser lo que quisiera. Tenía todas las opciones a su alcance.
Syaoran podía salir con cualquiera, y nunca elegiría a una chica torpe y tímida como ella.
Chapter 4: Cuatro
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Llegó el viernes y Sakura se encontró en el centro de la ciudad rodeada de sus compañeros de clase.
Eriol había insistido en que fueran a un nuevo pub que había abierto recientemente, y sus padres habían aceptado siempre y cuando Sakura se mantuviera alejada del alcohol y Touya la recogiera a las once.
Meiling estaba de viaje por el sur de Japón con sus padres, por lo que no se había unido a ellos. Tomoyo y Chiharu estaban allí, ambas emocionadas por la noche que les esperaba.
—Hace mucho que no salimos así —comentó Tomoyo con una sonrisa, sus ojos oscuros brillando bajo las luces de colores. —¿Qué queréis hacer, chicas?
—¡Bailar!
—No digas más —respondió Eriol, agarrando a Chiharu de la mano y llevándola a la pista de baile.
Tomoyo y Sakura los observaron bailar, riéndose cuando Eriol hizo girar a su amiga.
Takashi estaba cerca bailando con Rika y, a juzgar por la expresión de enfado de ella, contándole otra de sus mentiras que ya nadie se creía.
Sakura miró de reojo a su amiga, que no podía dejar de mirarlos mientras daban vueltas por la sala.
—¿Nunca se lo dirás?
Su pregunta sorprendió a Tomoyo, que miró a Sakura con el ceño fruncido.
—¿Decirle qué?
Sakura levantó las cejas, sin querer decirlo en voz alta. Tomoyo nunca hablaba de ello, pero sabía que su amiga sentía algo por Eriol desde hacía tiempo.
Una sombra cruzó el rostro de Tomoyo, que sacudió la cabeza, apartando la mirada y bebiendo un sorbo por su pajita.
—No hay nada que decir.
Sakura suspiró.
—Tomoyo...
—No —su amiga la interrumpió con una mirada severa. —Solo soy su amiga.
Sakura apretó los labios, sin saber si insistir. Tomoyo no estaba preparada para admitir sus sentimientos y temía que, cuando lo hiciera, ya fuera demasiado tarde.
Eriol era muy popular entre las chicas y ya había salido con dos el año anterior. Quizás eso era lo que frenaba a Tomoyo.
—Quizás podrías ser algo más —murmuró, haciendo una mueca cuando Tomoyo puso los ojos en blanco.
—Déjalo, Sakura —sus ojos azul oscuro la miraron con determinación. —En serio.
Sakura asintió.
—De acuerdo.
Se apoyó contra la pared y se llevó el vaso a los labios, dando un largo sorbo y disfrutando de cómo las burbujas explotaban en su lengua mientras miraba a su alrededor en el pub.
Empezaba a llenarse, con más adolescentes y jóvenes entrando en busca de diversión en una noche de viernes. Su corazón dio un vuelco cuando encontró un par de ojos ámbar que le resultaban familiares entre la multitud.
Él estaba rodeado por tres chicos y dos chicas, probablemente compañeros de instituto, y tenía una bebida naranja en la mano. Llevaba una camisa blanca abotonada y vaqueros oscuros, con el pelo tan revuelto como de costumbre.
Tomoyo, siempre perspicaz, se dio cuenta de que Sakura se había puesto rígida y siguió su mirada.
—¿Quién es?
Sakura apartó la mirada rápidamente, pero ya era demasiado tarde.
—¿No es el primo de Meiling? —su amiga entrecerró los ojos, buscando algo entre la multitud. Se giró hacia Sakura con los ojos muy abiertos. —¿El chico por el que estás pillada?
Sakura casi gimió. Meiling y su bocaza.
—No estoy pillada por él —murmuró, ignorando el calor de sus mejillas. —Solo me parece guapo.
Tomoyo hizo un ruido suave con la garganta.
—Le vendría bien sonreír más—miró a Sakura y sonrió. —Pero entiendo lo que quieres decir.
Sakura se encogió de hombros, con la mirada fija en su vaso.
—Nos está mirando —susurró Tomoyo, riéndose entre dientes.
Sakura puso una mano sobre el brazo de su amiga y lo apretó.
—Deja de mirarlo.
Tras suspirar, Tomoyo la agarró de la mano y la llevó a la pista de baile contra su voluntad. Dejaron sus copas vacías en la mesa del bar y juntaron sus manos, riendo y moviendo el cuerpo al ritmo de la música.
Sus problemas parecían desvanecerse mientras bailaban, y Sakura sonrió, riendo cuando Eriol chocó contra ellas y la robó de los brazos de Tomoyo.
Sakura no volvió a mirar en su dirección, pero juraba que pudo sentir la mirada de Syaoran sobre ella más de una vez.
Él ya se había ido cuando Touya le envió un mensaje diciendo que ya casi había llegado. Sakura cogió su abrigo y se despidió de sus amigos con la mano mientras se marchaba, divisando el coche de sus padres cerca con un hermano malhumorado dentro.
—¿Te has divertido? —preguntó él cuando ella abrió la puerta.
Sakura se abrochó el cinturón de seguridad y se recostó en el respaldo de su asiento, apartando de su mente todos los pensamientos sobre Syaoran.
—Ha estado bien.
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El primer examen de matemáticas fue un éxito. Sakura y Meiling compartieron una sonrisa cuando recibieron sus notas, y ella levantó el pulgar hacia Eriol, que la miraba con ojos preocupados.
Todo había sido gracias a Syaoran. Sakura pasó el resto de la mañana mirando por la ventana mientras se preguntaba qué pastel de chocolate le gustaría más.
Le había hecho una promesa y pensaba cumplirla.
Después de comer, Sakura entró en la cocina y dejó el libro de recetas sobre la encimera mientras reunía los ingredientes necesarios.
Le llevó casi dos horas, pero terminó la tarta sin ayuda. Touya la observó guardarlo en la nevera con los labios fruncidos y entrecerró los ojos cuando ella se giró hacia él.
—¿Para quién es?
—No es asunto tuyo —respondió Sakura con brusquedad, levantando la barbilla mientras salía de la cocina.
El bufido de su hermano se escuchó claramente mientras subía las escaleras hacia su habitación.
Sakura se dejó caer en la cama, cerró los ojos, respiró profundamente y esperó a que su corazón se calmara.
Solo era un pastel. Un regalo para agradecer a un amigo su ayuda.
Abrió los ojos de golpe.
¿Era Syaoran realmente su amigo? No estaba segura.
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Sakura respiró hondo y pulsó el interfono. Dijo su nombre cuando una voz femenina respondió y empujó la puerta para abrirla, subiendo en el ascensor hasta la quinta planta.
Una joven a la que nunca había visto la esperaba junto a la puerta.
—Hola —la saludó con una amable sonrisa y se apartó a un lado. —Por favor, pasa.
Sakura sonrió tímidamente y se quitó los zapatos.
—Solo vengo a darle esto a Syaoran.
—¡Hermanito! —gritó la chica, girándose. —Hay alguien aquí fuera que te busca.
Una puerta chirrió al abrirse.
—Te he dicho cien veces que no me llames hermani...
Syaoran se quedó paralizado cuando su mirada se encontró con la de Sakura.
—Oh.
—Hola —Sakura tragó saliva y le tendió la caja cuadrada azul que llevaba. —Te he traído tu tarta.
Él bajó la mirada hacia sus manos y luego volvió a subirla a su rostro.
—No tenías por qué traerme nada.
Su comentario parecía un rechazo. Sakura sintió un nudo en el estómago, pero no dejó que eso la detuviera.
Tenía una misión.
—Dije que lo haría, ¿no? —Se acercó a él y empujó la caja contra su pecho. —Ten.
Syaoran parpadeó y esbozó una sonrisa mientras sostenía el pastel con cuidado. A Sakura le bajó un escalofrío por la espalda cuando sus dedos rozaron los de ella, y dio un paso atrás.
—Gracias.
Sakura sonrió y dio otro paso atrás, mirando hacia la puerta que su hermana acababa de cerrar.
—¿No te quedas a comer un trozo? —preguntó ella, levantando una ceja hacia Sakura.
—Oh —Sakura dudó, frotándose el brazo izquierdo. —No quiero molestar.
Syaoran señaló con la barbilla lo que ella creía que era la cocina.
—Puedo preparar un poco de té.
—Maravilloso —Su hermana dio una palmada y le quitó la caja de las manos. —Cortaré la tarta. El salón está ahí, Sakura —añadió, señalando una puerta con la mirada y guiñándole un ojo antes de entrar en la cocina.
Syaoran se frotó la nuca y suspiró antes de seguirla. Sakura se quedó allí de pie un momento, atónita, y dejó que sus pies la llevaran hasta la sala de estar. Estaba iluminada con cálidas lámparas y había dos sofás de color crema colocados alrededor del televisor. En una esquina había una chimenea encendida.
Se sentó en uno de los sofás con las manos en el regazo y se tensó cuando la hermana de Syaoran se acercó con una bandeja.
—Ahora mismo vuelvo —murmuró tras dejarla sobre la mesa baja.
Sakura asintió y la vio marcharse antes de deslizarse hasta la alfombra, sentarse sobre sus talones y colocar cada plato sobre la madera. Syaoran entró en la habitación con otra bandeja y se arrodilló frente a ella, levantando la tetera y llenando las tres tazas con té recién hecho antes de entregarle una.
Sakura la sostuvo entre sus manos y sopló suavemente. Olía muy bien.
—¿Es esa tu hermana?
—Una de ellas —Syaoran apoyó los antebrazos en la mesa y puso los ojos en blanco. —Se llama Fanren.
—¿Cuántas hermanas tienes?
—Cuatro —respondió, arrastrando las palabras y arrugando la nariz. —Demasiadas, en mi opinión.
Sakura contuvo la risa.
—Yo solo tengo un hermano, y también es más que suficiente.
—¿Es más joven que tú?
—Más mayor.
—Qué suerte tiene —Syaoran la miró con una sonrisa torcida. —Seguro que no te pasas el día burlándote de él.
—Es él quien se burla de mí —respondió ella con un bufido.
Él se rió, una risa suave que le puso la piel de gallina. ¿Alguna vez lo había escuchado reír?
—Lo siento. Tenía que hacer una llamada —Fanren volvió a la habitación y se sentó junto a Sakura, acercando uno de los platos y cogiendo un tenedor. —La tarta tiene muy buena pinta.
Sakura le dedicó una sonrisa de agradecimiento, con el rostro sonrojado tras el cumplido.
—¿Te gusta, hermano? —preguntó Fanren, dirigiendo la mirada a Syaoran.
—Está bueno —él asintió, dando un sorbo a su taza antes de mirar a Sakura. —¿Lo has hecho tú?
—Sí.
—Mi hermano pequeño es adicto al chocolate —dijo Fanren, ignorando la mirada envenenada que le estaba lanzando Syaoran. —La tarta desaparecerá en un par de días.
Él apretó la mandíbula con irritación.
—Cállate, Fanren.
—Solo digo la verdad —replicó ella, intercambiando una mirada divertida con Sakura antes de recoger los platos vacíos y levantarse. —Yo me encargo de esto.
Volvió a salir de la habitación y Syaoran suspiró, pasándose los dedos por el pelo.
Era difícil no quedarse mirándolo.
—¿Estabas estudiando? —preguntó Sakura en voz baja.
Él asintió con la cabeza, con la mirada perdida en la distancia.
—Siento haberte interrumpido.
—No te disculpes —Syaoran giró la cara hacia ella y levantó una ceja. —Supongo que aprobaste el examen, ¿no?
Una sonrisa se dibujó en los labios de Sakura.
—Saqué un sobresaliente.
Su corazón se aceleró cuando él le devolvió la sonrisa.
—Enhorabuena.
—Te lo debo todo a ti —admitió ella, mirando sus manos entrelazadas en su regazo.
Syaoran resopló.
—No ha sido nada.
El silencio se hizo pesado entre ellos. Sakura no sabía qué hacer con las manos, así que las colocó alrededor de la taza y dio el último sorbo de té.
—¿Te lo pasaste bien la otra noche? —preguntó Syaoran de repente.
Ella casi se atragantó.
—Sí —Sakura se aclaró la garganta y miró su rostro impasible. Ojalá supiera lo que estaba pensando. —Todos nos lo pasamos bien, pero eché de menos a Meiling.
Cogió la taza de Fanren y estaba a punto de agarrar la de él cuando Syaoran la detuvo.
—No —Le quitó las tazas de las manos y se levantó. —Yo lo haré.
Sakura también se puso de pie.
—Gracias por el té.
—Gracias por la tarta —respondió él, con otra pequeña sonrisa en el rostro.
Era mejor marcharse antes de que se pusiera en evidencia a sí misma aún más. Sakura le dedicó una sonrisa forzada, con las manos cerradas en puños mientras lo seguía hasta la puerta. Él sostuvo las tres tazas en una mano para abrirla.
Sakura asintió con la cabeza en señal de agradecimiento, se calzó los zapatos y salió al exterior.
—Adiós.
Los labios de Syaoran se torcieron hacia arriba.
—Adiós, Sakura.
Un momento después, Sakura salió del edificio con una sonrisa, con su corazón latiendo más rápido después de haberle oído pronunciar su nombre.

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BlueZeldana_esp on Chapter 1 Tue 20 Feb 2024 07:49PM UTC
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