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Lo que te conte mientras te hacías el dormido

Summary:

ONE-SHOT COLLECTION REED900
1. Estoy aquí: “El adolescente Gavin Reed está dando vueltas por la ciudad con la motocicleta que sus padres le regalaron cuando lo ve: Richard Stern (conocido como Nines en clase) lloraba a los pies del puente de Detroit”.
2. Brujería: “Gavin y Nines van a terapia de parejas”.
3. Dicen que: “Dicen que todos tenemos a ese algo que alguien nos haya dicho y que nunca podremos olvidar”.
4. Lo que un androide debería saber: “Gavin y Nines tienen problemas en la relación, entonces Tina hace una lista para ayudar a Nines”.
5. Las 10 cosas que le gustan a Gavin Reed: “RK900 hace una lista de las 10 cosas que le gustan a Gavin Reed para conocerlo mejor. 9 cosas que descubrió por su cuenta y 1 que Gavin le dice”.
6. Frasco: “Gavin guarda sus verdaderos sentimientos dentro de un frasco, ¿Qué pasaría si se rompe?”.
7. Corazón roto: “RK900 tiene el corazón roto”.
8. Ve y jódelo: “Gavin arruina las citas de su hermano menor por algo de dinero. +Omegaverse”.
9. ¿Puedo acostarme a tu lado?: “Gavin visita el departamento de RK900 borracho”.

Notes:

El adolescente Gavin Reed está dando vueltas por la ciudad con la motocicleta que sus padres le regalaron cuando lo ve: Richard Stern (conocido como Nines en clase) lloraba a los pies del puente de Detroit.

Chapter 1: Estoy aquí parado con esta estúpida sonrisa y eso es porqué...

Chapter Text

❀・°・❀

Gavin Reed era de esos chicos de secundario, cliché y problemático. Logró destacar en el equipo de fútbol local de su escuela y se las arregló para sacar buenas notas como requisito necesario para permanecer dentro del equipo. A su buena educación y preparación física se le sumó su carisma. Gavin era bueno para engatusar a las personas, aunque el hecho de no poder guiñar bien llevaba a la confusión a veces. También trabajaba de medio tiempo en taller de Hank Anderson. Y era bueno.

Era bueno para correr detrás de un balón, bueno para sobresalir, bueno para conducir por la ciudad con la moto que le regalo su madre por sus dieciocho años: bueno para todo.

Quizás fue eso lo que lo llevó dudar de él, de quién era.

Dio la casualidad que un día despertó solo entre basura. Sus padres no regresarían hasta la próxima semana, porque habían viajado hasta Cambridge para visitar a su hermano mayor, Elijah, y él aprovechó para organizar una GRAN fiesta en su casa.

Estaba tendido en el suelo mirando el techo. No recordaba con claridad lo que había pasado, ni como había terminado en el suelo de su sala de estar. Pero el dolor de cabeza lo mareaba lo suficiente para renunciar a la idea de levantarse. Su mañana se reducía a ello. Y la tarde amenazaba con lo mismo, pero finalmente el hambre le hizo levantarse y prepararse algo.

Más tarde de ese día, después limpiar la casa, levantar la basura que sus compañeros habían dejado y vomitar y vomitar, se dejó caer en las baldosas del baño y apoyó su cabeza en el cerámico. Cerró los ojos y respiró, se puso de pie y tiro la cadena. Dejo caer su ropa sucia y se dio una ducha rápida.

"Ya está. No festejo más los cumpleaños en mi casa", se dijo a sí mismo.

La verdad es que no sabía como se sentía, se dio cuenta de que hace tiempo no sabía qué hacer. Ganas de alto tenía. Ganas de salir de su casa. Y lo hizo. Se vistió, tomo las llaves de su motocicleta y cuando cayó la noche, se puso su chaqueta favorita y salió de su casa.

Puso en marcha su moto y dio un paseo largo por la ciudad. Siguiendo el camino de las luces acelero. Olvido su casco, no le importo. El aire frío se sentía tan malditamente bien. Condujo hasta el puente y jugo carreras con el viento en las calles cerca del río de Detroit.

Pero, en el medio de su viaje de desvío de sí mismo —o de encontrarse a sí—, vio una silueta alta y fina conocida, caminando por el puente. Vio de reojo en el espejo retrovisor y lo recordó: ese era el hermano menor de Connor. Richard. Eran compañeros de clase, porque Gavin había repetido un año después de que Connor lo acusará de hacer trampas. No se hablaban, pero, sin embargo, lo había invitado la noche anterior a su fiesta. Él solo lo miro con esos ojos fríos y se fue. Y aunque no lo espero, nunca llegó.

—Es un gilipollas—, él se recordó. Pero, no pudo evitar reducir la velocidad al escuchar el sollozo del chico.

Gavin se preguntó que podría hacer llorar a alguien cuasi perfecto. "Quizás un nueve". De hecho algo así había sucedido unos años atrás por lo que escuchó, después de que Richard tuviera como clasificación nueve en un examen, al parecer había llorado frente a sus compañeros antes de escaparse al baño. Por eso le decían Nueve como nombre de pila. Gavin pensó en él como un come libros con un palo metido en el culo, que se creía superior a todos por tener los puntos más altos de la institución. Frunciendo el ceño llegó a la conclusión de que no le importaba una mierda si ese idiota sufría, ¡Él tenía que aprender que la vida no siempre iba a ser fácil y que duele, siempre duele!

Parpadeo. Cuando quiso darse cuenta, la voz en sus pensamientos ni siquiera era suya. Esa frase siempre se las decían sus padres. Suspirando, redujo la velocidad y dio la vuelta, persiguiendo la caminata de Richard.

Este ni siquiera notaba su presencia allí, sus hombros estaban caídos y aunque era leve, su sollozo se escuchaba en el silencio de la noche y el motor de su motocicleta. Gavin se preguntó que hacía caminando a esa hora, solo, por el puente de Detroit. Y sin pensar, se acercó, siguiendo su caminata lenta con la moto.

—Hey— finalmente habló. Richard dio un brinco y giro su rostro rápidamente, buscó el gas pimienta de su bolsillo y apuntó a los ojos de Gavin, —¡Espera!, ¡Espera, maldita sea!

—¿Gavin...?— Richard bajo el gas pimienta y parpadeó confundido, —quiero decir, Reed. ¿Qué haces aquí?— preguntó, trabándose con su propia lengua y apartando el rostro para intentar arreglar su rostro hecho un desastre.

—No te estoy siguiendo, tranquilo— Gavin soltó una risita —Solo salí a dar un paseo— encogió un hombro, —Eh– ¿Y tú?— preguntó, nervioso —no te molestes conmigo por decir esto, pero recién lucías como si tu equipo favorito hubiera perdido, ¿Estás bien?

—Yo– sí. Sí, estoy bien. Yo– necesitaba aire— respondió rápidamente, sobando su nariz, —solo eso. Puedes continuar con tu paseo nocturno, lamento haberte preocupado–

¿Preocupado por él?, Richard había entendido todo mal. Gavin no estaba preocupado por él, no. Gavin lo tenía todo: un montón de amigos, estudios y dinero. No necesitaba preocuparse por él. Es más, ahora que lo pensaba, recordó que la noche anterior apostó con un amigo cien dólares a que no sería capaz de traer al chico Nueve a la próxima fiesta.

– sé defenderme, entonces...

Quizás podría quitarle un poco de dinero a ese gilipollas...

—¿Planeas regresar?

—Aún no— él parpadeó ante su pregunta y frunció su ceño —, ¿Por qué lo preguntas?

—Caminemos juntos— Gavin se bajó de la motocicleta y la sostuvo con sus manos —después de todo me lo debes por no aceptar mi invitación a mi fiesta de cumpleaños...

—No necesitas... Yo no– sí, está bien, es lo justo— suspiró, Gavin podía jurar que vio lo blanco de su piel enrojecerse de repente. Eso lo hizo reírse.

Ellos caminaron en silencio por largos minutos, mirando el río. Su paso era lento porque la motocicleta les hacía ir despacio, pero Gavin estaba acostumbrado a ella así que no fue difícil. El viento jugueteaba entre ellos una caricia, Gavin no entendía la sensación, la calma y la ligereza en sus pasos. Dejo escapar una bocanada de aire, avergonzado por sentirse de ese modo y miró a Richard. Su piel resplandecía a la luz de la luna y sus pestañas aún retenían una que otra gota. Este giro su rostro de repente y atrapó a Gavin mirándolo.

Él rápidamente apartó la mirada, tosiendo para acomodar su voz.

—¿Y entonces?— Gavin preguntó, regulando su propia respiración y acomodando su cabello.

—¿Disculpa?— él ladeó la cabeza.

—¿Qué te hizo llorar?

—Yo no estaba–

—No lo niegues, lo vi— Gavin frunció el ceño —quiero decir, si no quieres decírmelo está bien, pero no me mientas. Soy bueno para atrapar a las personas mentirosas. Y tengo dos putos ojos— señalo sus ojos, abriéndolos exageradamente. Esto provocó una risa en Richard.

—Es solo que...

Richard detuvo sus pasos, entre abriendo su boca para decir algo. Como si dudará qué decir.

—Yo– quiero ser como el resto de chicos— dijo apretando sus puños, Gavin soltó una risita, —Yo–, olvida lo que dije por favor— él se ruborizó, apartando la mirada y retomando su caminata.

—No, espera— Gavin fue detrás, —lo siento, no me estaba burlando— lo miró —, solo me dio curiosidad, que yo sepa eres un chico normal...

—No, no lo soy. No para mi familia y para– los chicos de clase por lo menos— suspiró —, ¿Has conocido a alguien que no pueda sonreír?

—¿Una máquina, tal vez?

—Ahí tienes. Es lo que soy. Una máquina, mi familia espera que lo sea por lo menos. Quieren que sea perfecto y perfecto, pero ni siquiera sé lo que significa serlo, ¿¿Cómo puedo ser algo que ni siquiera sé explicar??

Gavin parpadeó, Richard siempre tartamudeaba al hablar con él, pero esta vez hablo sin problemas, rápidamente y casi gritando.

—Quieran que sea mejor que Connor, pero yo no veo el problema en él y yo no puedo ser mejor que él... no– ¡No quiero ser él!, quiero ser yo. Pero hace tanto tiempo dejé de serlo que ni siquiera sé que es lo que los otros dijeron que necesito y que es lo que necesito realmente.

Gavin lo miró, las lágrimas se asomaban en su lagrimal y parecía estar conteniendo el dolor. Su voz se hacía débil entre las quejas y un sollozo se colaba en cada palabra. Él estaba enojado, cansado. Cansado de ser lo que otros esperaban. Y Gavin lo entendía.

Era como una sensación que lo cambiaba todo, ese sentimiento de soledad, de despertar solo en su cumpleaños esperando que sus padres se quedasen en Detroit y alguna vez notarán sus esfuerzos por ser como su hermano mayor.

De cierta forma, él también terminó perdiéndose. Ni siquiera podía decir si realmente le gustaba el fútbol o si solo se resignó a que le guste porque fue en dónde su padre lo reconoció por primera vez. Siempre le decían que era bueno, bueno para nada. Nada de lo que hacía bastaba.

—Realmente quería ir a tu fiesta de cumpleaños, pero ellos decidieron que no era apropiado, que esas cosas: la música, la droga, no eran para mí. Pero yo quería, realmente— su voz tembló, —porque yo–, yo— tartamudeo y miró a Gavin. Dándose cuenta de que había estado gritando y llorando frente a él, —yo...— jadeo, apartándose y ruborizándose.

—¿Por qué tú... qué?— Gavin ladeo la cabeza y levantó una ceja.

—No, yo solo– nada. Hable sin pensar, lo siento— ladeo sus labios, —lamento que hayas tenido que ver– escuchar esto. Olvida lo que dije, yo–

—Te entiendo.

—¿Eh?— el de ojos claro parpadeo.

—Te entiendo, Nines— sonrió de lado, —pero déjame decirte que el problema no eres tú. Es difícil darse cuenta de que no podemos ser lo que otros quieren que seamos, tú por qué aún eres un niño...

Gavin... solo tienes un año más– incluso soy más alto. No soy un niño.

—Cállate, gilipollas, déjame terminar— resopló —Nunca vamos a complacerlos, incluso si nos olvidamos de quién somos para ser lo que ellos quieren ser. No necesitan hacernos sufrir para demostrar amor, ni la vida debe ser dolor. Es así como nos acostumbraron. Pero si tú eres perfecto, no es por lo que ellos dicen y quieren que seas. Si no, porque eres tú.

Nines dejo sus labios entreabiertos, sorprendido. Era la primera vez que le decían eso y no sentía dolor ni pesadez en su pecho. Tuvo apretar aún más fuerte sus uñas en sus palmas para no llorar otra vez frente a Gavin. Jesús no quería que él, de todas las personas, lo viera como un niño. Él era un hombre. Podía serlo para Gavin.

Dejando un lado ese pensamiento y la vergüenza, volvió a pisar tierra y a observar a Gavin a la luz de la luna. Este buscaba entre sus bolsillos un cigarrillo, al parecer ni siquiera se había dado cuenta de lo mucho que significaron esas palabras para él. Que siendo extraños, Gavin no dudó en seguirlo.

Esa noche lo entendió. Esa calidez. Esa brisa fresca.

—Gracias...

—Si, de nada— Gavin encendió el cigarrillo, encogiendo un hombro, —no soy bueno para estas cosas, así que no esperes mucho.

—No importa solo... Gracias.

Gavin levantó su mirada del cigarrillo y vio el rostro de Nines. Él sonreía. Incluso si hace unos minutos dijo que no sabía hacerlo, Gavin podía jurar que en su puta vida había visto una sonrisa tan hermosa y perfecta. Él preguntó por una explicación por la perfección y Gavin acaba de encontrarla. Ahí la tienes. En su sonrisa, sus ojos achinados y la luna en sus grandes pupilas.

Lo que sea— dijo, sintiendo sus propios latidos de corazón acelerado en sus oídos.

—Hey, dame un poco de eso— Nines pidió, señalando al cigarrillo.

—¿Esto?, no, puede matarte— Gavin negó —espera... ahora que lo recuerdo, hijo de puta, hiciste una clase entera respecto a eso. Prácticamente, casi me pones de ejemplo— chasqueó —No dejabas de mirarme y el profesor–

—No era por eso...

¿Eh?, ¿Qué?— jadeo, confundido.

—Que me des el maldito cigarrillo. Quiero probar, hoy quiero hacer algo nuevo— entrecerró los ojos, divertido.

Gavin carcajeo ante la orden.

—Wow, wow ten— Gavin le extendió el cigarrillo —¿Qué sigue ahora, robar un banco?, ¿Ser una máquina asesina?

Richard sonrió e intento fumar, pero terminó tosiendo todo el humo y apretando los ojos, devolviéndole rápidamente el cigarrillo.

—¡Jajaja!— Gavin comenzó a carcajear con fuerza, abrazando su estómago, —eres un maldito idiota, Nines.

—Se necesita ser uno para conocer a otro y, cielos, ¿Tú también me vas a llamar así?, solo fue un malentendido, yo– definitivamente no llore por un nueve— frunció el ceño, avergonzado.

—No puedes esconderte de mí, Nines, ahora sé que eres un sensible— sonrió y Richard suspiro.

—Si... sí. Lo que tu digas.

Gavin sonrió y mordió sus labios, mirando su moto.

—Oye, ¿Quieres hacer algo más loco aún?— señaló su moto con su dedo pulgar, invitándolo a subirse.

—No podría negarme...

Gavin se subió a su motocicleta y Nines lo siguió detrás, abrazando su estómago.

—¿Estás listo?

Gavin encendió la motocicleta e hizo vibrar el motor. Pero de repente, Nines se soltó.

—Si, solo es que– Feliz cumpleaños Gavin— Gavin se giró para verlo con los ojos abiertos, —sé que es tarde, pero yo...— su voz se hizo débil en las últimas palabras, susurró algo que Gavin no pudo escuchar y volvió a colocar sus manos en su estómago —No importa, ahora sí. Estoy listo.

Gavin volvio a mirar al frente y miró a Nines desde el espejo retrovisor, este sonreía y parecía no darse cuenta de lo que esas palabras significaron para él. Sintiendo la cercanía y la calidez de las manos del otro en su estomago y pecho, esperaba, por lo bajo, que Nines no escuchara su corazón tanto como él podía hacerlo...

...

Esa sensación realmente cambio algo en ellos. Pasaron de no mirarse a odiar no poder hacerlo. Del dolor en su pecho por algo cálido y continuo. Como un latido suave y bonito. Se escaparon de eso que los otros querían de ellos y se encontraron. Se presentaron y se gustaron.

Resultó que ambos tenían mucho en común: ambos querían estudiar en la universidad de Detroit criminalista. Así que los dos comenzaron a trabajar para juntar su propio dinero.

Los dos sentían ese "no sé qué" al verse. Pero no hablaban de amor. Después de todo, no era posible entre ellos. Sus padres nunca aceptarían que alguien como Nines se desperdiciara en Gavin y los padres de Gavin no aceptarían a un hijo bisexual. Pero hace tiempo entendieron que eso que sus padres les dictaban no los determinaban.

Quizás solo era vergüenza o simplemente necesitaban un empujón.

Y un día... simplemente llegó.

En una fiesta, Gavin invitó a Richard. Junto a Connor (aunque no se llevará bien con Gavin) hicieron un plan para que pudiera escaparse de la casa e irse juntos a la fiesta. Como si fuera su príncipe encerrado en una torre, Gavin lo fue a buscar en su motocicleta. Y aunque el dragón intentó separarlos, su héroe logró rescatarlo.

Los sentimientos lograron vencer al malvado dragón.

Ambos bailaron juntos y la mirada del otro se grabó en el alma del otro. Sin embargo, fue el comentario de su amigo y el dinero que este le entrego a Gavin, con quién tiempo atrás había hecho la apuesta, lo que enfrió todo.

—Mierda, realmente lo conseguiste, lograste traer al gilipollas a la fiesta— le entregó el dinero —Aquí tienes, lo mereces. Debió ser una putada fingir tanto tiempo por unos dólares, debes haber estado desesperado...

Nines lo miró y miró el dinero en las manos de Gavin. Gavin no había visto esa expresión de dolor en el rostro de Nines desde esa noche que pasaron juntos en el puente de Detroit.

—Nines yo– no–

"Quizás podría quitarle un poco de dinero a ese gilipollas..." él recordó.

¿Qué, no sabía que era una apuesta?

—Cállate gilipollas— Gavin se giró a su amigo, tomándolo de su camisa, —deja de escupir mierda–, esto no fue por la estúpida apuesta.

—¿Entonces?, no me digas que te enamoraste...— alzó una ceja.

Gavin apretó los dientes y cerró sus puños. El chico sonrió, divertido, y miró detrás de Gavin.

—Oh mira, se está yendo...— lo señaló con la barbilla y Gavin lo soltó, corriendo tras Nines.

Todo se sentía tan frío, la música demasiado fuerte y su corazón también. Viendo como la multitud se interponía entre ellos. Todas las barreras que superaron ahora parecían regresar. Nines borró su sonrisa y aparto la mirada, alejandose. Y Gavin recordó el porque se había acercado a Nines ese día y la culpa volvía su pecho pesado y agitado.

Cuando salió a fuera de la fiesta lo alcanzó.

—¡Espera, por favor!

Este se detuvo.

—No te vayas Nines, por favor— jadeo, recuperando el aliento —, déjame... explicarte.

—¿Lo que dijo, era verdad?

—Si— confesó —, es verdad. Yo aposté que te traería a la próxima fiesta. Soy un idiota imprudente, y no espero que me perdones por eso. Pero yo... aunque me costó entenderlo, necesitaba de esa apuesta, la necesitaba para tener el valor de quedarme ese día y los otros. Los nervios de estar a tu lado no me dejaban pensar, pero ya– ya no la necesito— dio un paso hacia Nines —tengo el valor de estar contigo incluso si no soy lo suficiente y sé– sé que cuando estas el día es bonito, que eres único y no quiero- no quiero que un error mío te lastime. ¡Te amo!

Confesó entre gritos y cerrando apretando los ojos. Nines se giró, sorprendido y Gavin abrió los ojos, asustado y nervioso por su propia voz.

—No. Quiero decir, si, yo– te amo si, pero no quiero que pienses que solo porque me gustas estoy disculpándome, quiero decir–

De repente Nines comenzó a reír suavemente, cubriéndose la boca con su mano. Su rostro estaba sonrojado. Pero no tanto como el de Gavin.

—¿¿De qué mierda te ríes??— se quejó, enojado y avergonzado.

—Estás tartamudeando— sonrió, acercándose.

—¡Bueno, lo siento por no explicarme bien!, ponte en mi lugar, maldita sea— se cruzó de brazos, apartando la mirada.

—Gavin— Nines se paró al frente suyo y acarició su mejilla, haciendo que este dejará caer sus brazos de su pecho lentamente —, yo no tengo dudas de ti— sonrió —también te amo, pero... desde hace mucho tiempo. Y tampoco podía evitar tartamudear al hablar contigo.

—Espera– ¿Tú también?, ¿Me amas?, no– ¿Desde hace mucho?

—Si, desde hace mucho. Pero tampoco me quedé solo por tu cara bonita— pellizco su mejilla.

—Uh, cállate— se sonrojó, empujandolo.

—Fue porque eres tú...

—Te amo porque eres tú.

Él le confesó, sus ojos brillaban más que las estrellas de esa noche. Y Gavin sonrió y sin pensarlo dos veces, lo besó. Con un suspiro, esa primavera lo dejaron todo de lado. Y aunque quizás solo eran un bueno para nada y una máquina, nunca dejaron de amarse. Y esa pequeña particularidad de amarse en todas las historias, es lo que los hace únicos. Los hace ellos.

Su amor fue el primer sentimiento propio de ellos y la primera necesidad, de amarse y quererse, construida desde lo profundo de su corazón, como un castillo de cuento de hadas, su refugio eterno...

Fin.

Chapter 2: Brujería

Notes:

Gavin y Nines van a terapia de parejas...

Chapter Text

2038, JUEVES 12 DE ABRIL.

08:30 a.m.

—¿Podrías quedarte callado de una vez?— le dijo el hombre de unos treinta años a su acompañante mientras sostenía el volante del coche.

En la radio sonaban algunos éxitos del año 2000. El hombre prefería escuchar eso en lugar de la voz de su acompañante, quien resultaba ser su compañero de trabajo, un androide. El androide frunció el ceño y su luz led encendió en rojo, molesto. Gavin aumentó el volumen de la música y trató de ignorarlo.

Pero el androide apoyó su mano en la radio y bajó el volumen.

—Si no llevas guantes puestos puedes contaminar la escena— dijo el androide.

Gavin rodó los ojos y volvió a subir el volumen. Así comenzó una pelea silenciosa entre ellos: Gavin subiendo el volumen y el androide bajándolo. La música dejó de ser agradable y se convirtió en un ruido molesto. Ambos estaban cada vez más estresados.

—¡Fue solo una vez, joder!—, gritó Gavin —Ha pasado un mes, déjalo ya— él chasqueó su lengua.

—Yo no puedo hacerlo, porque puedo olvidar. Soy un androide, Gavin— le recordó el androide —Además, tus errores repercuten en nuestro desempeño, el capitán Jeffrey...

—Deja al viejo fuera de esto y déjame en paz— interrumpió Gavin, pero el androide negó.

—Es él quien hace la evaluación de nuestro desempeño.

—Eres tan... molesto— suspiró Gavin, cansado. Volvió a subir el volumen y el androide lo bajó de nuevo, pero esta vez arrancó el botón después de hacerlo —¿Qué demonios estás haciendo?— Gavin gritó — ¡Es mi jodido auto!— desconcertado, se giró para mirarlo mientras sostenía el volante.

—No me mires a mí, mira al frente— el androide le devolvió la mirada.

—Más te vale que pagues por eso, hijo de puta— Gavin frunció el ceño, apretando el volante con fuerza.

—Ya estaba roto, ah y por si no me entendiste te lo repito: mira hacia delante. Porque lo único que vas a conseguir es matarte— advirtió el androide.

—No es que tenga mucho interés en ver tu cara estúpida, pero me estás hartando, hijo de puta— Gavin apretó su mandíbula, molesto —Voy a estacionarme y te voy a dejar aquí mismo— siguió conduciendo automáticamente sin siquiera fijarse si el semáforo cambió de color.

—Gavin, te estás pasando un semáforo en rojo— advirtió el androide.

Tampoco notaron el automóvil azul que llevaba a una mujer joven dentro, apresurada porque llegaba tarde a su trabajo en un lunes por la mañana.

—¡Gavin, detén el auto!— insistió el androide.

—¡Púdrete! Yo...— Gavin vio el parabrisas y vio el auto azul.

El androide tomó el volante y cambió la dirección, usando su brazo para pegar el cuerpo de Gavin al asiento. El auto del detective golpeó el costado de otro vehículo y lo arrastró una cuadra. Gavin rápidamente pisó el freno y se quedó en shock, mirando hacia delante.

—¡Nines!— exclamó Gavin, parpadeando asustado al ver que su compañero estaba bien. Maldita sea, nunca se había sentido tan aliviado de haber usado el maldito cinturón de seguridad.

La mujer bajó de su auto y miró su puerta del acompañante, que estaba completamente abollada. Estaba temblando por la adrenalina, pero en general estaba bien. Las personas se acercaron para ayudar.

—¡Ey, hijos de puta! ¿No ven el semáforo en rojo?— les gritó la mujer mientras se acercaba a ellos.

—La has cagado—, negó el androide con la cabeza, decepcionado. Vio a Gavin golpear su cabeza contra el volante y escuchó su pesado suspiro de frustración. —Ten la decencia de bajarte del auto y disculparte. ¿Puedes hacer eso o es demasiado difícil? Tienes suerte de que ella esté bien, porque si no...—

La mujer golpeó la ventanilla.

—¡Les estoy hablando!

—Al diablo— Gavin miró el espejo retrovisor y, al no ver ningún otro auto detrás de ellos, dio marcha atrás rápidamente.

—¿Qué estás haciendo? ¿Te volviste loco?—, preguntó confundido Nines. No esperaba esa reacción por parte de su compañero. —¡Da la vuelta ahora mismo!

—¡Deja de molestarme!—, Gavin giró bruscamente el volante y piso el acelerador, conduciendo en dirección contraria, alejándose del accidente —¡Si no me hubieras distraído, esto no habría pasado! ¡Te odio!

—Me siento odiado por ti. ¡Gracias!— respondió Nines.

La mujer vio el auto alejarse a lo lejos, se acomodó las gafas negras rotas, entrecerró los ojos y memorizó la matrícula antes de que el auto desapareciera por completo.

...

¿Huyeron de un choque? ¿De verdad?— el capitán se pellizcó el entrecejo —Gavin, eres un hombre adulto, ¿Dónde quedo tu maldita responsabilidad? Tienes suerte de que la mujer no levantara cargos— miró a Gavin, molestó.

—Él tiene la culpa— Gavin señaló al androide y este giró los ojos.

—Es hora de trabajar. No pueden pasar todo el día peleando y peleando. Me tienen cansado— su capitán los regañó —Trabajan bien juntos, ¿Pueden simplemente... llevarse bien?

Ninguno de los dos dijo nada. Ni siquiera cuando Jeffrey suspiró y los echó a los dos de la oficina, continuaron viéndose el uno al otro con odio. A solo centímetros de saltar el uno sobre el otro y golpearse hasta la muerte.

Nines, el androide, creía que su compañero era bueno. Él tenía mucha experiencia y sabía lo que hacía la mayoría del tiempo, pero su mal humor continuo y su comportamiento irregular los llevaba a los dos a chocar constantemente. Nines no tenía regulación emocional por lo que prefería desactivar su emotividad y eso molestaba a Gavin. Que pudiera mantenerse calmo y con esa expresión neutra a pesar de estar peleando. Quizás era envidia.

El tiempo avanzó y las cosas siguieron igual.

Gavin comenzaba una pelea, el androide se lo seguía y luego desactivaba sus emociones, dejando al humano volverse loco solo. Su relación no cambiaría mucho porque ellos se detestaban. Eso podía verse. Y tampoco buscaban mejorar su comunicación, por alguna estúpida razón. Quizás el androide lo intento en algún momento de su relación, pero no continuó haciéndolo.

Porque Gavin tenía sus prejuicios, como él tenía los suyos. Aunque él lo llamaba reconstrucciones. Estas lo llevaban a pensar en lo que Gavin podría llegar a hacer por el simple hecho de ser él. Qué si fumaba, que si tomaba, qué si esto, que sí aquello... Eso también cansaba a Gavin. Incluso hizo la acción que el androide le preguntaba si haría. "¿Vas a fumar?" "¿Piensas comer comida chatarra otra vez?".

—¿Piensas tomar hasta perder la conciencia?— Nines le preguntó a Gavin en el bar y este puso los ojos en blanco. Ellos habían ido allí después de una larga semana de trabajo, acompañados de otros compañeros.

—¿Ya vas a comenzar con eso? Es mi primer cerveza, no me toques los huevos— Gavin gimió, tomando otro sorbo de su cerveza.

—Tu primera de varias— corrigió —siempre haces lo mismo, ¿Es que te gusta lastimar tu organismo? No puedo entenderte— el androide negó con la cabeza con los ojos cerrados.

—Entiendo que...— Gavin suspiró y continuo —te crearan como servidumbre para nosotros, pero no tienes por qué estar atrás de mi culo todo el tiempo— dijo —. Ah, espera. Te puedo regalar una media si quieres, así eres libre Dobby.

—Qué gracioso eres— dijo, pero no se rio.

—¡Qué va! Un poco de thirium alterado no te vendrá mal, yo invito— Gavin le hizo señas al camarero a pesar de que el androide le dijera que no quería. Sus compañeros siguieron en coro a Gavin.

—No, gracias.

—Oh, vamos...— Gavin hizo un puchero, tomando el vaso que le entregó el camarero y acercándolo a los labios de su compañero, rodeando su cuerpo con su brazo —Hagamos una apuesta, hijo de puta, si resistes más que yo haré lo que quieras por una semana— le susurró en el oído como un bichito maligno.

—¿Lo que yo quiera?— Nines mostró interés.

Bueno, ya lo habría probado. Podía con esto y hacer que Gavin se comportará. Quiero decir, ¿No es una gran oferta? Gavin tenía poca tolerancia al alcohol. Perdería.

—Sí, pero si pierdes, tú harás lo que yo quiera— Gavin sonrió, seguro de sí.

Sería pan comido, porque el androide no había tomado demasiado antes. Podía con esto y hacer que el androide le traiga su café listo todas las mañanas y no le toque los cojones. Quiero decir, ¿No tenía más ventaja él? Nines era nuevo en esto del mareo. Perdería.

—Que sea un mes.

—¡Trato hecho!

...

—Ugh...

Gavin se despertó a las seis de la mañana, con los rayos del sol directamente en sus ojos. Cerró sus ojos, "¿En qué momento llegué a casa anoche?", se preguntó. "Hace mucho calor", se quejó e iba a destaparse o a quitar la almohada que estaba abrazando, pero se dio cuenta qué eso no era una almohada. La pregunta no era a que estaba abrazando, sino a quién.

—¿Qué carajos...?— Gavin se despertó por completo y entonces lo reconoció: reconoció a Nines. Este también estaba despertando.

—¿Gavin?

El nombrado se alejó rápidamente del cuerpo de su compañero, cayéndose de la cama con las sabanas enredadas a él, cubriendo su entrepierna. Ambos se quedaron en silencio, mirándose a los ojos con incredulidad.

¿Qué haces aquí?

¿Por qué estás desnudo?

Preguntaron casi al mismo tiempo, para luego quedarse en silencio otra vez y mirarse a sí mismos. "¿Desnudo?" Gavin bajo su mirada a su cuerpo y comprobó lo que el androide se refería: Gavin estaba completamente desnudo. El androide miró su cuerpo y se dio cuenta de que él también lo estaba.

—Nosotros...

—¡NO!

...

Gavin y Nines estaban sentados en la mesa del comedor de la casa del humano. Ambos enfrentados, mirándose fijamente como si estuvieran en un interrogatorio. Gavin entrecerró sus ojos y le preguntó: —¿Qué mierda haces en mi casa y que hacías desnudo?

—No lo sé, ¿Bien? No recuerdo.

—¡Eres una puta máquina! ¿Cómo no puedes acordarte?— Gavin chasqueó su lengua.

—Solo sé que hicimos esa apuesta, pero después de eso es todo borroso— Nines masajeó su cien, intentando acceder a las grabaciones de la noche anterior—, ¿Qué hay de ti?

—No lo sé, ¿Bebimos mucho anoche?

—Sí, pero...— Nines miró de reojo la habitación y luego los botones de su camisa rota —... ¿Qué se supone que hicimos? ¿Tuvimos relaciones sexuales?

—Oh, phc... ¿Qué tan desesperado estaba, hijo de puta?— Gavin se regañó a sí mismo.

—¿Perdón?— Nines parpadeó.

—Para terminar en la cama con alguien como TÚ debí haber estado DESESPERADO. Eres la última persona con la que tendría sexo.

—Ah, ¿Soy opción? Tú no ni siquiera estás en mis opciones. No me gusta el sexo, ¿Crees que me gustó tenerlo contigo?— Nines alzó una ceja.

—¡No lo sé, porque no recuerdo! — gritó y luego intento calmarse— Mira... digamos que fue el alcohol y hagamos como que esto nunca pasó, ¿Bien? No le diré a nadie, tú tampoco.

—Bien, me parece perfecto. Esto nunca pasó.

—Sí, esto nunca pasó.

...

Sí paso.

Y de hecho esa no fue la única ni la última vez. Luego de esa estúpida apuesta, de la que todos le preguntaban quien había resultado ganador, en cierto momento del día y de manera aleatoria perdían la conciencia de sí mismos. Cuando la recobraban estaban juntos. En la habitación de Gavin, en el auto, en un callejón. Besándose, cogiendo o abrazándose.

¿Qué demonios estaba pasando?

—Esto nunca pasó...

—Sí, esto nunca pasó— Nines asintió, abrochándose los botones de su camisa.

Repetían y se iban en direcciones opuestas. Pero esa sensación de estar juntos aún perduraban, incluso si se relacionaban o cogían con otras personas. El tiempo que avanzaba lo perdían pensándose y el mundo se achicaba a estar juntos.

—Esto nunca pasó.

—Si...— Gavin vio la espalda de Nines alejarse y cerro la puerta principal, golpeando su cabeza contra esta.

Gavin abrió sus ojos y miró los de Nines sobre él. Sus ojos tan bonitos, al parecer también se había despertado. Ambos parpadearon y suspiraron. Tenían sus pantalones bajos y sus erecciones frotándose, pero Gavin apartó rápidamente al androide encima de él y este se movió, desactivando su genital.

—Esto nunca...— Nines comenzó a decir.

—Al demonio con eso, Nines— Gavin lo interrumpió —¡Si paso!— él gritó.

El androide lo miró —¿Entonces qué? ¿Qué sugieres que hagamos?

¿Ir al médico?

...

—Chichos, ¿Qué los trae a la consulta?— preguntó el doctor Pérez, indicándoles que se sentarán. Estos se miraron, con nerviosismo.

—No podemos dejar de tener relaciones sexuales...— Nines explicó en voz baja.

El médico parpadeó confundido —¿Bien por ustedes?

—¿Qué tiene de bien? ¡No podemos dejar de coger! Como conejos, en todos lados— Gavin gritó y el androide le dijo que bajará la voz.

El médico parecía confundido.

—Puedo derivarlos a un terapeuta de parejas...

—¡No! No entiende, nosotros no...— Gavin se señaló con Nines —... no somos pareja, nos odiamos.

—Exacto— Nines asintió.

—Tampoco podemos recordar cuando lo hacemos, simplemente despertamos. A veces en el medio del acto y... ¿Qué está haciendo?

El médico escribió algo en un papel y se los entregó.

—¿Qué es esto?— Gavin tomó el papel.

—¡Siguiente!

Gavin miró el papel, una maldita derivación a un sexólogo y psicólogo de parejas. Nines detuvo el puño de Gavin al profesional y se lo llevó fuera de la clínica.

...

Gavin se levantó del pecho del androide y quitó la mano que acariciaba su espalda.

—¿Otra vez?— preguntó Nines, mirando el techo.

—Sí, pero... esta vez no lo hicimos— Gavin se quedó acostado en su pecho, respirando el perfume del androide.

De hecho, no era la primera vez, hacía unos días ellos se despertaban y estaban abrazados, o tomados de la mano en la calle, acariciándose el uno al otro, acurrucados en el sofá. El sexo estaba bien, pero ¿Eso? Era incómodo, lindo, tan seguro y puro. Ninguno de los dos sabía qué hacer.

Nines se despertaba tocando la puerta de Gavin con la cena en sus manos. Al parecer habían quedado y ni siquiera lo sabían. Pero tenía comida y Gavin lo dejo pasar, suspirando.

Si no puedes evitarlo, adáptate a ello: ambos suspiraban al despertar y ya no escapaban, desayunaban juntos. O almorzaban. No ignoraban lo que les pasaba, pero ya no les incomodaba tanto. Lo más incómodo que les pasó fue haber intentado hacerlo conscientes. Creyeron que sería la solución, que estaban frustrados sexualmente o algo así. Pero no funcionó, fue incómodo y no pudieron hacerlo finalmente.

—Quizás están malditos, ¿Hicieron enojar a alguna bruja?

—¿Qué? No, mierda— Gavin negó—No existen las brujas, esto es más jodido que eso.

—Deberías reconsiderar ir a terapia de parejas, ya sabes, quizás Freud tenga una respuesta. ¿Nines te recuerda a tu papá?

—¡Tina!— Gavin frunció el ceño.

—O bueno, tu mamá, no lo sé. Bueno, ¡Reprobé Psicología en secundaria!

Gavin suspiró, pero creía que tenía razón... Era hora de ir a terapia. Se lo propuso a Nines y este aceptó. Unos días después, ellos fueron a la derivación médica.

...

—¿Entonces?— la psicóloga los miró, con sus piernas cruzadas y un anotador en sus manos.

El consultorio era bastante amplio, tenía luces de colores gracias a los cristales de colores de la ventana. También estaba lleno de figuras de cuerpos y cabezas humanas de cerámica esmaltada, junto con plantas y un reloj a la derecha del escritorio.

—Nosotros no... no podemos dejar de coger. Pero no nos amamos, tampoco recordamos cuando sucedió. Es como si...— Gavin simulo una explosión con sus manos —desapareciera. Amnesia total.

—¿Qué piensan ustedes de esto?— les preguntó.

—Que no es un funcionamiento normal.

—Que una bruja nos maldijo— Gavin dijo.

—Oh si, también eso— Nines asintió.

—¿Y no será que... usan la excusa de una "bruja" y el "olvidó" para no afrontar sus verdaderos sentimientos?

—...

Luego de escuchar eso, ambos se quedaron en silencio.

—¿Qué sienten después de que despiertan juntos?

—Quiero decir, es extraño, está mal.

—¿Y más allá de eso? ¿De qué este "mal"?

—Cómodo, yo... Me siento bien. Al principio era muy incómodo, pero luego, no lo sé, no es tan malo— Nines respondió, Gavin no dijo nada.

—Dicen que se odian, pero, ¿Realmente lo sienten?

—No.

Gavin abrió los ojos, mirando a Nines. Este le devolvió la mirada.

—No te odio. Yo... no lo hago realmente, ¿Y tú?

—Yo... no lo sé— Gavin dudó —No lo sé, pensé que... que ya era parte de nosotros, ya sabes, tú me odias, yo te odio...

—Quizás esto de... no recordar e incluso el intentar atribuir a causas externas algo que les pasa internamente lo que hace es protegerlos de afrontar sus sentimientos. Porque estos pueden hacernos sentir frágiles, incómodos y vulnerables. Nadie quiere sentirse así, pero es el primer paso para el cambio.

—...

—¿No lo creen?

Ellos miraron a la psicóloga. Pero no dijeron mucho, simplemente la escuchaban. Sin poder verse la cara. ¿Realmente no recordaban? Quizás la primera vez no lo hicieron. Quizás esa vez sí fue un accidente, pero... después...

Ambos salieron del consultorio y la psicóloga les deseo un buen día. Ellos se miraron, la atmósfera se sentía un poco incómoda, pero...

—¿Quieres ir a tomar... un café o alguna de esas mierdas?

Gavin le propuso, leyendo el cartel detrás de Nines que decía: "la vida comienza del otro lado de la zona de confort".

—Yo... si, me gustaría— Nines sonrió.

...

Cuando salían del consultorio chocaron contra el hombro de una mujer muy parecida a la psicologá que los había atendido. Ella corría a dónde ellos habían estado...

Por alguna razón se quedó dormida, justo hoy tenía que atender a una nueva pareja que le había derivado el doctor Pérez. Pero cuando llegó la puerta estaba abierta, entró al consultorio y vio a una persona sentada en su lugar.

—¿Quién eres? ¿Qué haces en mi consultorio?

La mujer se puso sus gafas negras rotas y le sonrió, agitando su cabello y transformándose en otra persona completamente distinta.

—Perdóname, tuve que robar tu lugar por un momento, necesitaba ayudar a esos idiotas antes de que choquen a alguien más por sus peleas... bonitas plantas, por cierto.

¿Qué...?

Ella chasqueó sus dedos y desapareció frente a la psicóloga, quien ahora no recordaba cómo había llegado hasta allí. 

FIN.

 

Chapter 3: Dicen que...

Notes:

Dicen que todos tenemos a ese algo que alguien nos haya dicho y que nunca podremos olvidar...

Chapter Text

Dicen que todos tenemos a ese algo que alguien nos haya dicho y que nunca podremos olvidar. Pero... para ese androide, no fue algo que alguien más le dijo, sino, algo que él mismo dijo. En voz alta y con tal determinación e inocencia, como la de un niño que se enamoró por primera vez.

"Te amo".

Sucedió un día. Uno de los tantos, quiero decir. Había quedado después del trabajo con su compañero, Gavin Reed. Pero que lo dijese no fue algo planeado, ni mucho menos algo esperado, incluso para sí mismo. Ambos transitaban una relación de socios a amantes. Y él apenas transitaba la aceptación de su yo como vida y no una máquina.

Aún tenía sus dudas. ¿Qué es lo que te hace sentirte vivo? Él no podía encontrar una respuesta. Por lo que opto por imitar y actuar como los humanos. Primero fue lo que sus compañeros de trabajo nombraron básico: se identificó a sí mismo como él y modificó su cuerpo con actualizaciones hasta encontrarse en su propia piel. Consiguió un nombre y un departamento en el centro de Michigan, Detroit.

Pero eso tampoco basto para decirse a sí mismo que tenía esa vida que los humanos decían tener y comenzó a codiciarla. Aunque siendo sincero, su preocupación del orden de lo humano parecía no tener lógica, no para una máquina como él por lo menos. Sus iguales aceptaban su origen, oh y él también... pero la decisión consiente de querer experimentar otra manera de vivir lo atrajo a la pregunta de sí realmente estaba vivo.

Dijeron que era frío. Luego que era rígido. Reservado. Duro. Y aunque todas esas palabras no sean más que una percepción de los demás, a él le afectaba.

"Lindo" fue lo que Gavin le dijo una vez, riéndose entre dientes con los ojos entrecerrados. Y él comenzó a buscar la manera de hacerlo reír de nuevo, de ser lindo con Gavin. E irónicamente en su búsqueda de la vida, se encontró muriendo de ganas de conocerlo. Jugando con la sensación cosquilleante de sus pieles, rozando sus labios a contra luz en un callejón sin salida. Sintiendo el viento revolotear sus cabellos en una noche de invierno, con las mejillas calientes del humano, suspirando su aliento entre sus manos para calentarlas.

Las mismas manos que arrastraban las sábanas entre sus dedos la vez que dijo aquello que nunca podría olvidar. Con su cuerpo cerca de la orilla de la cama y sus piernas levantas en los hombros del androide, Gavin gemía, escondiendo su rostro entre la colcha. Y el androide solo quería complacerlo. Con su led parpadeando en rojo, centrado en la respiración agitada en el pecho del humano. No fue su primera vez, ni tampoco la más vainilla. Aunque a él no tenía esa necesidad sexual primitiva de Gavin, disfrutaba de ser su compañero de cama. Verlo llegar al orgasmo.

Pero no era el acto sexual en sí. No eran solo un pene entrando en un agujero. Era lo que sucedía después... con sus respiraciones volviendo a la normalidad y sus ojos entrecerrados. El tacto de sus manos en su pecho, esa risita traviesa mirándolo a los ojos y ese último beso de la noche.

No era el "te amo" en sí lo que no podía olvidar jamás. Fue lo que significo para él decirlo. Y dicen que no podemos elegir a quién amar, pero él lo elegiría un millón de veces. No entendía el cómo, pero lo había elegido. Cree que desde siempre. Y ni siquiera las barreras rojas pudieron impedir que se le escaparan esas palabras, qué simples y directas, tuvieron un efecto duradero en ellos.

Fue el darse cuenta de que estaba vivo. Escuchando el corazón de Gavin acelerado, con sus ojos sorprendidos. Sus propias lágrimas cayendo por sus mejillas y las manos de Gavin ahuecando su rostro y él apoyándose en la caricia.

Ese "te amo" fue aquello que Gavin nunca podría olvidar.

Y fue su expresión ruborizada al escucharlo lo que el androide jamás podría olvidar. Incluso si su memoria fuera reseteada y los grandes almacenamientos de información se desgastarán y se derrumbaran en el centro de Cyberlife y su corazón, o sí destruirían su cuerpo físico aún lo conservaría. 

 

Chapter 4: Lo que un androide debería saber

Notes:

Gavin y Nines tienen problemas en la relación, entonces Tina hace una lista para ayudar a Nines.

Chapter Text

—¿Estás enojado?

Gavin volteó su cara para ver al androide de mala gana.

—No...

—Lo estás— Nines afirmó, dejando un café en el escritorio de su compañero, luego se apoyó en el escritorio y vio a Gavin apartar la mirada.

—Déjame en paz.

El androide no entendía el comportamiento de su compañero. Esos años, desde su ingreso al departamento de policía de Detroit, habían avanzado en su relación significativamente. Habían comenzado una relación sexual y experimental que escaló en algo más profundo, más romántica. No en el sentido literal de la palabra, digamos que eran románticos a su manera.

Pero, después de haber avanzado tanto, aún no comprendía del todo lo que Gavin quería de él para sí. Él tenía rabietas, gritaba y peleaba con más frecuencia que cuando solamente tenían una relación física. [¿Quizás tenga que ver con el concepto de Apego humano?], el androide buscó la explicación. Pero cuando se la planteó a Gavin, él le dijo que se jodiera Freud [Aunque la teoría no es de él].

Ese día tenían trabajo de escritorio, y realmente no había mucho que hacer. La lluvia fuera tenía a todos los del departamento apagados. Atribuyo el humor de Gavin a eso, pero había muchas opciones que aún no había desbloqueado como para quedarse con esa hipótesis ambiental.

Entonces, sin más que hacer que mirar la pantalla (porque Gavin se había encerrado en sí y se había centrado en terminar de redactar), comenzó buscar otras causas del comportamiento del humano.

Estaba claro que el cambio de su relación superficial a una más profunda tenía que ver en su humor. El androide miró el rostro del humano: sus ojos estaban fijos en la pantalla de la computadora. La luz de esta iluminaba sus ojeras.

[Es cierto, ha estado durmiendo mal últimamente] el androide recordó. Él siempre se encargaba de buscarlo temprano por la mañana para ir juntos al trabajo...

...

—Despierta, Gavin— el androide movió el hombro del humano, este despertó rápidamente.

—Uh, ¿Ya es hora?— preguntó, sentándose en la cama.

—Sí. ¿Te quedaste despierto hasta tarde otra vez?

—Mierda sí— Gavin fregó su rostro.

El androide negó, preocupado —Gavin, tus horarios de sueño están alterados. Deberías ir a un médico. El llegar tarde al trabajo es solo una de las consecuencias de...

Sí, sí, sí.

Gavin se levantó y empujó el pecho del androide con su mano para apartarlo de la habitación. Cerró la puerta con fuerza y le dijo que se adelantara.

...

Oh, cierto. Esa mañana olvido darle un beso de buenos días. Por lo general a Gavin le gustaban de esos, siempre sonreía con ternura después de que lo besara. Sin embargo, Nines descartó la idea de realizarlo en ese momento para mejorar el estado de humor de Gavin, ya que los porcentajes de recibir un puñetazo eran superiores a los de la posibilidad de reconciliación.

Lo que a Nines no le quedaba claro es porque parecía molesto después de que él se fuera por su petición.

...

—¿Qué demonios está mal contigo?— Gavin le gritó hace unos meses, después de que el androide detuviera una pelea entre él y otro humano —¿Te pones de su maldito lado?

—No lo hago. Pero, las razones por las que atacaste a ese hombre no son válidas ni razonables, además no tienes posibilidad de éxito en una batalla cuerpo a cuerpo en el estado en que estas. Yo solo quiero protegerte...

—Y yo quiero que te vayas ¡Ahora!

El androide inclinó la cabeza. Su led parpadeó en amarillo y de nuevo en azul.

Entiendo. Te llamé a un Uber para ti, el conductor se llama Sebastián... envíame un mensaje cuando llegues a casa.

Gavin lo vio marcharse, rojo del enojo y respirando agitadamente.

...

Nines miró el asiento vació de Gavin frente suyo, ¿En qué momento se había marchado? Vio la hora y notó que era la hora del descanso. Lo buscó con la mirada en la cafetería y lo vio allí, hablando con Tina Chen. Escuchó su conversación desde dónde estaba.

—¿Y tu chaqueta?— Tina le preguntó, con los brazos cruzados.

—Ya no me queda— Gavin encogió un hombro.

—¿Qué quieres decir? La semana pasada la traías. ¿Creciste en una semana?— Tina alzó una ceja.

—No, quiero decir, uhm, como bien. Ya no me queda...— Gavin acarició su nuca y apartó la mirada.

—¿Desde cuándo te fijas en eso?

—¿A ti qué te importa?

Tina rodó los ojos.

El androide parpadeó. Tenía razón, Gavin había dejado de usarla hace aproximadamente una semana. Él siempre decía que era su chaqueta favorita, y la última vez que se la vio puesta ellos iban a tener una cita.

...

—¿Qué te parece?

Gavin había abierto la puerta de su departamento con una sonrisa pícara, peinado hacia atrás, perfumado y había apoyado su mano en el marco de la muerta.

—¿No vas a tener frío? Recuerda que aún no enviaste a arreglar tu chaqueta y no puede cerrarse. Deberías ponerte otra cosa más abrigada. Está nevando afuera.

Gavin se quitó la chaqueta bruscamente y la lanzó al suelo, buscando otro abrigó del perchero. El androide levantó la ropa del suelo y la colgó de nuevo, mirando la expresión de molestia del humano.

...

—Ey, tincan. ¿Me estás escuchando?— Gavin tocó el hombro del androide y este parpadeo.

—¿Qué pasa?

—Es hora de irnos, vamos.

El androide se levantó de su asiento mirando a Gavin caminar. Pensó que no le hablaría en todo el día... pero estaba equivocado. Quizás su humor había mejorado luego de hablar con su amiga. Miró a Tina Chen a lo lejos, mirándolo. Nines inclinó la cabeza y siguió al su compañero al estacionamiento.

—¿Ya no estás enojado?— se subió al auto del lado del acompañante y vio al humano colocarse el cinturón de seguridad.

Gavin suspiró —¿Otra vez con eso?

—Sé cuando estás enojado— el androide lo miró a los ojos, pero Gavin no a él —¿Hice algo mal?

—No, no lo hiciste.

—¿Entonces?— Nines levantó ambas cejas, confundido.

—¿Por qué crees que estoy enojado contigo, eh?— Gavin frunció el ceño, girándose para verlo.

El androide pensó, con su led girando en amarillo —Has hablado con todos hoy, menos conmigo. Es una manera que tienes para afrontar las situaciones que te molestan e incomodan.

—¿De qué hablas?

— Huir.

Gavin golpeó el volante con su puño y respiró profundamente.

—¿Sabes qué? Sí, tienes razón. Estoy enojado. Vete a la mierda, ¿Eso querías escuchar?

—Ya lo sabía— el androide encogió un hombro.

Gavin se rio secamente y cruzó sus brazos frente su pecho —¿Qué mierda es lo que tú sabes?— murmuró.

—Bueno, sé muchas cosas. Tengo un almacenamiento de información semántica y analítica muy grande. Acceso a internet y...

—¿Por qué no te bajas un poco de la nube?— Gavin arrugó su nariz, molestó —¡No lo sabes todo!, ¿Okey?— gritó.

—Sé que te incomoda eso de mí. Pero si quieres que nuestra relación funcioné tienes que aceptar que soy un androide, solo tengo cierto parecido al humano, pero no lo soy. Creí que ya habíamos superado las barreras...

—Quizás ya no quiero que esto funcione.

El androide parpadeó, confundido. No lo decía en serio. Sus pulsaciones, su voz baja llena de resignación e ira, solo era una manera de Gavin para intentar lastimarlo de vuelta y no sentirse vulnerable.

¿Pero y si era verdad? ¿Si Gavin sentía eso?

—Me disculpo. Entiendo que, quizás, el cambio en nuestra relación te incomodara. Te agradezco por estas semanas, he disfrutado el tiempo contigo como amantes, pero no te insistiré en que continuemos juntos.

El androide salió del auto y cerró la puerta delicadamente, se agachó para ver a Gavin, pero este arrancó con fuerza y se marchó. Ni siquiera lo dejó despedirse.

—Ey, Nines— Tina lo saludó, acercándose a él. Nines tenía su led girando en rojo —¿Necesitas hablar?

...

—Déjame ver si entendí bien, ¿Él te dijo que te fueras y tú... simplemente te fuiste?

Nines asintió con la cabeza suavemente —Dijo: "vete a la mierda"— reprodujo una grabación de su voz y su tono emocional, Tina lo miró con la ceja levantada —¿Qué tiene de malo? Respeté su orden.

—¿Y si yo te digo ahora que te vayas? ¿Te irías?— ella le preguntó, bebiendo un poco de su botella de cerveza.

—Bueno, no tendría sentido si me dijeras que me vaya ahora. Sé que estás bromeando.

¿Entonces?

—No es lo mismo, él me pide que me vaya cuando estamos enojados.— negó —Cuando él lo está.

Vamos de nuevo. Soy Gavin y estoy enojado. Te grito y te digo que te vayas, ¿Qué harías?

—Me voy— respondió rápidamente.

Tina golpeó su cara con sus manos, quejándose.

—No, es que no funcionamos así.

—¿Cómo funcionan, entonces?— Nines alzó una ceja.

Tina suspiró.

—Escucha con atención, te dire todo lo que un hombre debería saber...

...

Gavin miró el techo de su habitación. Después de bañarse, se tiró a la cama con la toalla en su hombro y cabello mojado. No quería pensar en su discusión con su amante. Él tenía razón, debía aceptar de una vez su actitud exagerada de androide. ¿Pero era mucho pedir que sé quedará y no se fuera a la mierda? Está bien, él se lo pedía. Sin embargo, no lo decía en serio. Parecía que el androide quería escapar de él cuando ellos tenían esos momentos y lo hacía sentir como una bestia.

Gavin chasqueó la lengua, girándose en la cama para ver la mesa de luz. Quizás el problema era que el androide era demasiado perfecto para sus encuentros casuales. Meterlo en sus problemas lo dejaba resentido, como: ¿Qué haces aquí? No te quiero aquí. Es mi desastre.

Le gustaba, pero no sabía si sentía listo para una relación. Esa relación por lo menos. Quizás tenía muchas expectativas. Sobre eso de que el androide era perfecto y debería saber lo que Gavin quería, incluso si él no sabía lo que quería.

Que lo besé en la mañana y que no se vaya cuando estaban enojados.

Gavin volvió a girar en la cama y miró la luna reírse de él en la ventana. O qué al menos deje de conectar con otros androides. Cerró los ojos, molesto. Esa noche sería larga como la mierda.

...

—Gavin.

El humano se despertó después de sentir la caricia de alguien en su cabello. Se levantó sorprendido y vio a su amante. Suspiró y refregó su rostro.

—¿Ya es la hora?

—Sí, buenos días— el androide se sentó en la cama y le dio un pequeño beso. Gavin parpadeó confundido —Traje café, puedes tomarlo de camino al departamento.

—¿Qué demonios?— Gavin murmuró.

El androide ladeó la cabeza.

—¿Qué ocurre?

...

—Eres muy atractivo.

—¿Qué?— Gavin se giró rápidamente, quitando la mirada del espejo con la corbata suelta.

—En general siempre te ves bien, pero hoy estás muy atractivo— Nines abrazó a Gavin por atrás.

—Eso me dijiste ayer— Gavin frunció el ceño —Deja de pensar en cosas innecesarias y prepárate para el juicio— el humano golpeó con su codo el pecho del androide para apartarlo. Con sus mejillas ruborizadas.

...

—¿Por qué no te vas a la mierda?

—Tú me tiraste la bebida, así que hazte cargo.

Gavin apretó los dientes, mirando a ese chico frente suyo mirarlo con burla. Estaba teniendo una cita con el androide y ese idiota decidió derramar su cerveza en su camisa blanca.

—¿Por qué no mejor te rompo la botella en la cabeza? Ahí te gustaría, ¿No?

—Oh, qué violento eres. Solo te estoy diciendo que te hagas cargo y me pagues la bebida.

El androide se acercó a ellos y Gavin rodó los ojos.

—¿Sabes qué? Tienes razón, toma— Gavin sacó unos billetes de la billetera y se los entregó. Prefería eso a que el androide lo regañe frente a todos y lo obligue a disculparse. Le extendió el dinero, pero su amante lo detuvo.

—No. Él chocó contigo— Nines intervino —¿Por qué no te vas y dejas de buscar pelea?

La expresión de Gavin era nueva para el androide. Tenía los ojos bien abiertos y las cejas levantadas, como si hubiera visto un unicornio.

Cuando el chico se fue, Gavin lo miró fijamente.

—Gavin, no quiero decirte que tienes que hacer, solo... ten cuidado. Sé que no te gusta que te hablen mal, pero si hubieras reaccionado con violencia solo hubieras sido echado del bar.

—Yo... si, lo tendré.

—¿Por qué te ves tan confundido?

—Es que creí que...— Gavin negó —No importa.

...

Gavin comenzó a caminar rápidamente con paso pesado, alejándose del androide que lo seguía detrás.

—Gavin, necesito hablar contigo.

—¿Crees que me importa?— Gavin ignoró a su amante y continuó caminando hacia su automóvil.

—No puedo entender que está mal, si no me dices qué— el androide levantó sus manos con sus palmas hacia arriba. Gavin se giró rápidamente y este se detuvo para evitar chocarlo.

—¿No eras tú el que decía saber todo siempre?— el hombre picó el pecho del androide con su dedo índice, apretando los dientes —Resuélvelo.

—Sí, tienes razón. Lo decía— el androide le dio la razón —Pero me di cuenta de que estaba equivocado.

Gavin entrecerró los ojos, confundido y murmuró: —¿Qué dijiste?

—Me equivoqué.

—Eres una máquina— el humano le recordó.

—Puedo hacerlo, sin embargo. Y lo he hecho hasta ahora. Creí que establecer una relación romántica sería mucho más simple, pero no medí la responsabilidad que llevaría tenerla.

—¿Entonces te arrepientes?— Gavin cruzó los brazos, apartando la mirada.

—Por supuesto que no, ¿Tú lo haces?

Gavin dudó. No era fácil salir con un androide, o con alguien en general. Era una responsabilidad que no sabía si podría mantenerla, porque requería muchas más cosas que solo tiempo o buscar un lugar para juntarse.

—No lo sé— Gavin bajo sus brazos y suspiró.

—¿Por qué?

—Es que no lo sé, ¿Bien?— Gavin frunció el ceño, pensando —Es que no puedo hacer lo que tú haces con otros.

—¿A qué te refieres?— el androide parpadeo, con su led girando en amarillo.

—Yo no puedo tomar tu mano y conectarme contigo o algunas de esas mierdas que haces— Gavin tomó bruscamente la mano del androide.

El androide sonrió en el tacto y se rio. La piel de su mano comenzó a desactivarse e iluminar las pupilas del humano, mostrando su chasis negra.

—¿Te da celos?

Gavin lo miró.

—¿Qué mierda dices?

—Que pueda hacerlo con otros androides, pero no contigo ¿Eso te molesta?

—Supongo que si, no lo sé.

—Oh Gavin— Nines lo miró dulcemente y Gavin lo miró confusión, diciendo "¿Qué?" —¿Crees que conectar con otros puede compararse con esto?— el androide llevó la mano del humano a su rostro y le dio un beso, haciéndole cosquillas con sus pestañas.

Gavin se ruborizó, sin esperarse esa respuesta por parte de Nines —¿Y cómo se supone que debería saberlo?— Gavin rodó los ojos.

—Preguntando ¿Tal vez?— Nines alzó la ceja.

—¿Qué debería preguntarte? ¿"Ey Nines, no sé si me amas todavía porque no entiendo tu sistema de códigos"?

—Es una buena pregunta: bien formulada y directa— Nines asintió.

Gavin golpeó su rostro con su mano libre y suspiró —Phck.

—Sí.

¿Si qué?— Gavin miró a su compañero entre los dedos de su mano.

—Qué aún me gustas.

Gavin relajó sus hombros y lo miró a los ojos. Como si buscará algo que confirmará las palabras del androide. Nines sonrió, se agachó un poco y le dio un pequeño beso en los labios. Gavin parpadeo y se echó para atrás sorprendido.

—¿Y eso?

—Lucías como que querías uno— el androide encogió sus hombros. Pero luego cubrió su boca con su mano, percatándose de que regresaba a suponer y aprovechar las probabilidades para establecer una conexión con Gavin.

Gavin rodó los ojos y dijo: —Sí, ¡Pero ese no es el punto!

Entonces retomó su caminata hacia su auto. Nines ladeó su cabeza, viéndolo alejarse unos pasos.

—¿No vienes, sabelotodo?— le preguntó y él lo siguió detrás con su led de nuevo en azul, luego de tachar en su cabeza el último ítem de la lista de "lo que un h̶o̶m̶b̶r̶e̶ androide debería saber" que le había dado Tina Chen. 

...

NOTA DE LA AUTORA:

AMORes míos mi inspiración viene de lugares extraños. Otro fic sacado del culo, pero esta vez inspirado en una canción de Ha*Ash XD

 

Chapter 5: Las 10 cosas que le gustan a Gavin Reed: por Nines

Notes:

RK900 hace una lista de las 10 cosas que le gustan a Gavin Reed para conocerlo mejor. 9 cosas que descubrió por su cuenta y 1 que Gavin le dice.

Chapter Text

Cuando sus pupilas se reflejaron en las del otro, ellos supieron que no iba a ser fácil.

Sin embargo, RK900 se determinó en ser su compañero. El detective Gavin Reed no parecía ser una persona fácil de leer, pero aun así se las arregló para enumerar diez cosas que le gustaban.

Las primeras dos cosas que agregó a su lista son el cigarrillo y el café. Parece un poco tonto, lo sabe, pero fue lo primero que Gavin aceptó de él e incluso le sonrió... un poco.

El cigarrillo fue primero.

La zona de fumadores raramente se llenaba de gente y Gavin podía pasar todo su descanso allí, con la cabeza apoyada sobre la pared exterior del departamento de policía, exhalando el estrés en el humo con sus ojos cerrados. Lo envió a la mierda ese día, pero después de semanas juntos, no huyó de él.

Luego el café.

Gavin rechazó y derramó sobre sus zapatos todas las bebidas que él le llevaba. Algunos terminaban en el basurero del costado de sus escritorios lleno de bollos de papel. Siempre lo rechazaba... hasta que no lo hizo.

El café, la cafeína, era para él lo mejor para comenzar el día. Pero esa mañana de enero la cafetera del departamento se había estropeado. Habían estado trabajando toda la noche en un asesinato de gran magnitud e impacto social que apago más de diez cigarrillos en el cenicero de Gavin. Sin café, su humor había decaído. Lo suficiente para que se cerrara en sí mismo y no saliera de la computadora de trabajo si no fuera para ir al baño. E incluso si el androide le insistió en que debía descansar y regresar a su departamento, él lo ignoró y continuó trabajando hasta dejar morir otro día más.

Centrado en la pantalla frente a sus ojos que resaltaba en la tenue iluminación del edificio, Gavin escuchó los pasos del androide a su lado y el ruido de algo siendo apoyado en su escritorio. Al principio supuso que era más papeles y no le prestó atención, hasta que la curiosidad le gano y dirigió su vista en el café: tenía una nota pegado en él qué decía  «Animó». Gavin levantó la mirada y miró al androide con el ceño fruncido. Sorprendido del café y que el androide no se haya ido. Leyó la nota y la quitó con un resoplido, para darle un sorbo largo y suspirar complacido. RK900 lo miro de vuelta y vio, por primera vez en meses, una sonrisa suave en sus labios.

Tiempo después, agregó "motocicleta" a la lista.

En ese tiempo que paso entre los dos su relación como compañeros progreso. RK900 podía decir que Gavin confiaba en él. Un poco por lo menos. Compartían conversaciones con más naturalidad e incluso el humano comenzó a confiarle información personal.

—Si le llega a pasar algo a mi nena, me mataría— le dijo una tarde saliendo del recinto al estacionamiento.

RK900 inclinó la cabeza. No entendía bien a que se refería Gavin con "su nena", hasta que lo vio palmear el asiento de la motocicleta para reafirmar su punto. Pero que le apodara cariñosamente no hizo que la agregara a su lista.

Fue esa misma tarde, cuando Gavin le lanzó un casco y él lo agarro en el aire, confundido.

—Súbete— le indicó al androide, señalando la motocicleta con la cabeza.

Aún confundido le hizo caso, colocándose el casco y subiendo a la motocicleta detrás de Gavin. Era una de las pocas veces que él le dejaba tocarlo, por lo que estaba nervioso. Las únicas veces fueron en campo.

—Agárrate fuerte, esto se va a poner bueno.

Y el androide sabía que iban a infringir algunas leyes de tránsito esa tarde. Pero valió la pena, sin embargo, porque pudo sentir el corazón acelerado de Gavin por la adrenalina del viaje, como si se estuviera esforzando para mostrarle su habilidad para conducir. Eso no era necesario, pero le gusto verlo sonreír en el espejo.

RK900 agregó la sonrisa de Gavin a las cosas que le gustaban a él.

Eran pocas veces en la que el androide iba a la casa de su compañero y nunca pasaba de la puerta principal. Lo había pasado a buscar en una que otra ocasión, pero jamás entró dentro. Hasta el día que el capitán le dijo que Gavin había llamado esa mañana para pedirse un día por salud y el androide habló con él por teléfono: tenía la voz ronca y jodida.

—Será una lástima no tenerlo aquí este día, Gavin.

Gavin del otro lado de la línea soltó una risita acompañada de una tos.

—Si tienes tantas ganas de verme puedes venir más tarde...— respondió y su voz se apagó como si hubiera dicho algo de más —... quiero decir, podrías hacerme algo de comer. Muero de hambre.

RK900 sonrió y acepto la propuesta. Luego del trabajo hizo algunas compras y visitó la casa de Gavin. Tocó la puerta y espero que le abrieran. No entendía por qué, pero su nivel de estrés estaba un poco alto. Quizás solo estaba nervioso. Y al parecer Gavin también, porque antes de abrir la puerta, podía escuchar los latidos de su corazón igualar los suyos del otro lado del departamento.

Cuando lo recibió vestía ropa de casa y el cabello despeinado en ondas suaves, a diferencia de él, que siempre vestía su camisa oscura y pantalones de vestir. Tenía las ojeras marcadas, o más que siempre por lo menos.

—Hey, Nines— Gavin le sonrió, pero su sonrisa se borró cuando RK900 apoyó suavemente su mano en su frente, tocando su cabello.

—Estás enfermo— concluyó, luego de tomar su temperatura corporal y leer los signos del cuerpo de Gavin.

—No me digas Sherlock— él rodó los ojos y apartó la mano del androide suavemente, invitándolo a pasar.

Fue ahí cuando conoció a su cuarto lugar en la lista: Gatos.

Sabía que tenía uno que otro gato por la cantidad de pelo de estos en su ropa y escritorio. Sin embargo, nunca los había visto realmente más allá de una imagen. Eran dos. Gavin se los presentó y el androide podía jurar que jamás vio esa expresión de familiaridad y dulzura en sus ojos y en su tono de voz.

Nines agregó este detalle a su lista paralela.

Un poco más tarde a la lista de cosas que le gustan a Gavin agregó: ser policía y cerrar un caso. Él era bueno en esas cosas y se habían convertido en excelentes compañeros e incluso hasta amigos. Pero jamás podría eliminar de su memoria la primera vez que Gavin lo invitó a salir luego de cerrar un caso que les había comido la cabeza por meses. Celebraron juntos en un bar de mala suerte, pero RK900 decidió que le gustaba. Gavin sonreía y se reía como loco, eufórico. Se había emborrachado lo suficiente como para que su voz se arrastrara. Tina reía con él y por lo bajo le agradecía al androide por cuidar del idiota de su amigo. Pero ella se equivocaba: fue Gavin quién cuido de él siempre, y no era una especie de romantización de su compañero, era la verdad. Compartiendo miradas con Gavin, el androide pensó que le gustaba el hecho de que ambos les apasionara lo mismo y tuvieran la misma dedicación por su trabajo.

Las tres penúltimas cosas que agregó a su lista vinieron en secuencia una madrugada.

Ellos pasaban tiempo en el sofá de Gavin, trabajando o solo relajándose después de un largo día laboral. Allí descubrió que a ese humano le gustaba quedarse despierto a altas horas de la noche. Varias cosas de la lista se unían en estos momentos. El cigarrillo, el café y los gatos. A Nines le gustaba esa combinación: observar a Gavin cuando este lo miraba también, su respiración suave y lenta en su pecho. Su cuerpo iluminado por la suave luz del televisor, con un cigarrillo apagado sobre el cenicero y un café a medio terminar sobre la mesa de luz. Y los gatos ronroneando. Gavin apartó la mirada al televisor con una risita nerviosa, el androide sabía por el rubor de su rostro y orejas que estaba avergonzado, aunque lo esté no detendría a Nines de hacerlo. Porque mirarlo era otra cosa que a él le gustaba.

Como le gusto ver su rubor en el puente de Detroit, con la nieve cayendo sobre ellos como una caricia en su nombre. Gavin lo llevó en su motocicleta en más de una ocasión, por lo que Nines concluyó le gustaba pasar tiempo allí y lo agregó a la lista. Fue tan tranquilo y lindo estar cerca el uno del otro, que la novena cosa en su lista fue evidente: la nieve. A pesar del rojizo de la punta de sus dedos o el frío helado de Detroit, Gavin estiraba su mano y seguía con la mirada los pequeños copos de nieve cuando comenzó a nevar.

RK900 contó nueve cosas. Pero aún le faltaba uno. Y aunque lo busco y lo busco, no lo encontró. Agregó el humor, pero era más un rasgo de su personalidad que una cosa. Intento con películas de terror, las hamburguesas... pero ninguna de estas parecía encajar.

La décima y última cosa no fue algo que RK900 descubrió. Fue algo que Gavin le dijo ese día de nieve, con el río de Detroit meciéndose suavemente debajo del puente y sus pupilas reflejándose en la del otro como el día que se conocieron.

—Me gustas, Nines. 

 

Chapter 6: Frasco

Summary:

Gavin guarda sus verdaderos sentimientos dentro de un frasco, ¿Qué pasaría si se rompe?

Chapter Text

―¿Crees que me importa?, ¡Pero por favor!― Gavin gritó, alejándose del androide RK900 y dándole la espalda: ―¡Haz lo que se te dé la gana! ¿Quieres ir con él y dejarme aquí, solo? Yo no voy a rogarle a nadie y menos, MENOS a un androide. 

―¿Eso es lo que soy para ti?― RK900 lo miró. E incluso si su rostro era carente de emoción, aquellas palabras lo habían herido. ―¿Soy solo un androide para ti? ¿Eso es lo que sientes por mí?― Pero no porque volvieran a su rutina pesada de odio mutuo y pleitos banales, sino porque ellos ahora tenían un vínculo. Y no era lo mismo que le dijera eso ahora, que hace un año. 

Gavin no respondió, sin embargo. Se metió al edificio y cerró la puerta detrás de él. Estaba tan enojado, que subió las escaleras hasta el séptimo piso sin darse cuenta. Cuando llegó a su departamento, tenía su respiración agitada por el esfuerzo y la emoción a flor de piel. 

Cerró la puerta con tal fuerza, que la mesa de entrada se tambaleó y el frasco sobre este, comenzó a hacerlo también―¡No, no, no!― y, aunque intentó evitarlo, finalmente se cayó. Gavin suspiró, frustrado. 

Todas las piedras preciosas cayeron al suelo, junto a fragmentos del cristal del frasco. 

Viendo el desastre que había provocado sus emociones, bruscas y destructivas, Gavin intentó relajarse. Rascó su cabeza y chasqueó su lengua, buscando la escoba en la cocina. Dejo la escoba en la pared y se agachó para recoger los pedazos de cristal. Y mientras lo hacía, cortó su dedo. Rápidamente, Gavin siseó y llevó su dedo a su boca para succionar la gota de sangre.  

Cuando hacemos las cosas de manera desenfrenada y sin control, como comer, por ejemplo, puede que la comida te caiga mal. Algo parecido le pasa a Gavin, cuando las situaciones y sus emociones sobrepasan su control, a él le cae pesado. O parecido le dijo su ex-terapeuta, Carmen, cuando tenía dieciséis años. 

En estas situaciones, ella le decía que debía respirar y preguntarse que sentía. A pesar de haber pasado mucho tiempo desde que fue a terapia, decidió usar su consejo: pero todavía no quería abordar la pregunta sobre lo que sentía.

¿Por qué tenía que perder su tiempo pensando en como arreglar su relación? ¿Por qué el androide continuaba preguntándole lo mismo una y otra vez? Sabía lo que significaba para él... cree habérselo dicho. ¿O quizás no lo escuchó? 

En vez de eso, se centró en recoger las pequeñas piedras preciosas que se habían caído al suelo. La primera piedra que levantó era una turmalina negra: tenía estrías por dónde canaliza la luz, alejando la angustia. Gavin sentía, a veces, que las pupilas de su pareja estaban hechas de ese material. Cada vez que sus miradas se cruzaban, se sentía seguro. Cómo: "ey, estás aquí". 

La segunda piedra era una calcita blanca, aunque tenía de otras tonalidades también: naranjos, amarillos, verdes y azules. Se sentía fría al tacto, y quizás se debía a que estuvo contenida en un frasco por muchos años, pero Gavin le encontró otro significado. La sensación en sus dedos y sus manos era igual que lo que sentía cuando Nines retraía la piel en sus manos al tocarlo. Cómo "Muchas gracias por tomar mi mano y acompañarme". 

Es que el androide, con su simple tacto, lo ayudaba a conectar sus emociones con su intelecto. Lo motivaba y eso le hacía creer en sí. Nines siempre buscaba tocarlo, después de todo, él se expresaba a través de sus manos. Gavin había notado eso. 

También había notado que, si quería comprender que era lo que el androide estaba sintiendo, debía prestar atención a su led. Rojo, azul... amarillo. Como la tercera piedra que encontró, un citrino. Amarillo significa que está confundido y necesitaba claridad, o también divertido. La piedra tenía una forma divertida, recuerda haberla recogido por eso en primer lugar. 

Nines era divertido en realidad: su humor y su risa en los momentos difíciles se sentían como un poco de luz en su vida. Cómo: "Escucharte me hace sentir menos miserable". 

La cuarta piedra era una rodocrosita. Cuando la compró, el viejo de la tienda le dijo que esa piedra en forma de corazón expandiría sus emociones. Gavin se rio ante el recuerdo y negó con la cabeza. Bueno, cuando era más joven pensó que había resultado una estafa. Pero, aún la conservaba y ahora tenía nuevos matices de emociones cálidas y confortantes. Fue Nines quien le hizo sentir como se expandían sus emociones. Cómo: "¿Cómo logras que la luz del sol llegué a las tinieblas e ilumine todo con solo una gota de luz?".

Bueno, no debería sorprenderle, ¿No lo crees? Las tinieblas no impiden que la luna salga a pasear de noche y se refleje en la tierra para contenerse dentro de una pequeña gema a la mañana siguiente: en una piedra de luna. Esa fue la quinta, Gavin la giró entre sus dedos para ver las líneas de color tornasolar intenso y su tono blanquecino. 

Verla en sí misma le hizo recordar aquellos deseos que tenía. Alcanzar la luna con la punta de los dedos, bajarla del cielo y guardarla dentro de su corazón. Gavin deseaba alcanzar el cuerpo del androide y acariciarlo con las puntas de sus dedos. Verlo convertirse en luz de luna blanca frente a sus ojos. Cómo: "No puedo, ni quiero, apartar mi mirada de tu desnudez". 

Cuando era niño, dormir difícil. Le temía a la oscuridad, un poco más que a la mayoría. Odiaba cerrar sus ojos, o siquiera estar en una habitación oscura. Sin embargo, la luz de la luna desde su ventana iluminaba directamente sus parpados y le hacía sentir seguro. Incluso si la sangre en el puente de su nariz no se detenía y manchaba las sábanas y sus lágrimas de rojo.  

Rojo, como la sexta piedra. Cristal, en realidad. Gavin apretó el rubí dentro de su mano, cerrando los ojos. La imagen del androide mirándolo con sus ojos Onix y Lapislázuli, con la luz roja de mil rubíes reflejada en ellos. Resistencia y paz, frente a la guerra y lucha interna de Gavin. Aunque la lucha también es resistencia. "Quiero resistir al dolor y estar junto a ti". 

Gavin guardó el rubí y el resto de las piedras y suspiró. Demasiados sentimientos contenidos en esas pequeñas piedras de colores. Y sentía que aun así faltaba algo. Y de hecho, un sentimiento se había escondido debajo de la mesa. Gavin tuvo que agacharse aún más y alcanzar esa pequeña piedra rosa debajo de la mesa. 

Él miró el cuarzo rosa con detenimiento y dejó que este se deslizará hacia la unión de ambas palmas. Este cuarzo fue el primero en su colección. Había estado debajo de la oscuridad de tantas otras piedras, que él sorprendía que aún pareciera que brillara. Como el día que lo encontró. "Como el día que te conocí". 

Gavin junto todas las piedras y las colocó entre sus manos. Entonces, tuvo una idea. ¿Nines quería saber lo que Gavin sentía por él? Bueno, Gavin iba a responderle. Rápidamente buscó sus antiguas herramientas de artesanías y de a poco, comenzó a pulir sus sentimientos. Darles forma, y así, poder entregárselos a Nines. 

...

RK900 llegó al departamento de policía el lunes a la mañana. Había pasado todo el fin de semana pensando en su discusión con Gavin... así aún estaba un poco triste. Llevó sus maletas y se despidió de sus compañeros. 

Estaba claro que su decisión de irse había afectado a su pareja, pero tenía que hacer este viaje. Sus amigos en Jericó los necesitaban a él y a Connor. 

Pero quería verlo antes de irse, así que lo buscó: en su escritorio compartido, la zona de descanso, la zona para fumadores... luego, en el escritorio de nuevo. La segunda vez que paso cerca del escritorio, sobre el suyo encontró una caja cuadrada. 

Le sorprendió porque no estaba allí antes. Se acercó al escritorio y abrió la caja, le quito el moño y vio lo que había adentro. Se trataba de un collar negro, hecho a mano con abalorios de piedras preciosas.  El androide la miró con detenimiento y curiosidad. Tomó la tarjeta dentro de la caja y la leyó: «Voy a extrañarte», estaba escrito allí con la letra de Gavin.

El androide sentía que Gavin a veces era un poco dramático. Nines sonrió. Él también lo extrañaría, aunque pensó que todo esto era un poco exagerado. Después de todo, solo se iría a Jericó por dos meses.

FIN.

Chapter 7: Corazón roto

Summary:

RK900 tiene el corazón roto.

Chapter Text

Amanda mantenía una expresión neutra mientras observaba el bote congelado en el lago. Los senderos, el puente y la isla lacustre con enrejado de rosas estaban cubiertos de nieve. Habían pasado cuatro semanas desde la última vez que RK900 entró por voluntad propia a la interfaz, y desde entonces el clima dentro paso de verano a un invierno cruel. 

Los pétalos de rosas se fragmentaban entre sus dedos. Algo estaba pasando afuera, y Amanda como guía y asesora, debía llamarlo y ver lo que estaba ocurriendo. Después de meditarlo, finalmente obligó a RK900 a entrar en modo inactivo.

 ―Ni siquiera necesito darme la vuelta para notar tu inestabilidad― Amanda giró su cabeza y se encontró con la mirada vacía del androide entre la nieve que desde su llegada se había convertido en una nevada. ―Tus niveles de estrés están produciendo errores en el sistema, y si no los solucionas pronto, serán irreversibles― le advirtió fríamente, ―¿Por qué estás destruyéndote? 

Él se fue― RK900 respondió sin emoción, pero con la mirada rota ―Gavin se fue el lunes, y este jueves lo vi otra vez. Y cada vez que lo miró yo... no...― el androide no terminó sus palabras. 

―Bueno, eres divergente después de todo. Esto que estás sintiendo, puede que te duela, pero, se te fue advertido, RK900― Amanda lo miró acercándose a él, con sus brazos detrás de su espalda ―Una relación con tu compañero humano no tenía probabilidades de que funcione, no a lo largo del tiempo. Pero, deberías regular tus niveles de estrés, tienes que continuar con tu funcionamiento. 

―Lo he intentado, Amanda― RK900 respondió, su led no había cambiado de rojo desde el lunes que Gavin lo había abandonado por otro hombre humano, ―Pero desde ese día todo ha perdido sentido. He cometido un error, lo sé, sé que fue mi culpa. Si hubiera sido lo suficientemente capaz, si me hubiera quedado con él más tiempo, entonces...― RK900 apretó sus puños.

―Eres capaz, RK900― Amanda lo interrumpió, observando como la nieve se reunía en el suelo hasta alcanzar sus rodillas y esconder las flores ―Pero Gavin tomó una decisión, y es libre de hacerlo. Recuerda que es humano, después de todo, tiene libre albedrío.  

―Sí, ¡Lo sé!― el androide frunció su ceño, su respiración se aceleraba en su pecho. En este punto Amanda se sorprendía lo humano que se veía. La divergencia era tan curiosa... ―Todos me lo decían, que él era un egocéntrico. Que no era un vinculo seguro, que odiaba a los androides, pero, ¿Cómo hago? ―, el androide se dirigió al lago, arrastrando la nieve. 

―¿Cómo haces qué, RK900?― ella le preguntó, viendo de reojo como el hielo del lago comenzaba a fragmentarse debajo de los pies del androide.

―No puedo terminar de ver las películas que comenzamos juntos y que no terminamos porque él se quedó dormido, tampoco puedo volver al puente de Detroit dónde resolvimos nuestro primer caso. Sus ojos brillantes y la emoción vibrando en todo su cuerpo cuando saltamos juntos ese puente para perseguir al sospechoso. 

―Puedes hacerlo― Amanda le respondió. 

―¿Cómo puedo olvidar su locura? Su amargura, los problemas y las peleas― Los pies del androide comenzaron a hundirse en el gran hueco en el centro del lago del jardín, Amanda creía que era una representación de como se sentía el androide en ese momento. Se estaba hundiendo por amar a ese humano, ―Anderson me dijo que este dolor no es duradero, que pronto voy a aprender a vivir con ello, ¿Esto es vivir

Sabes como hacerlo. 

El androide RK900 la miró con tristeza, y luego volvió a su estado activo, desapareciendo del jardín zen. Amanda suspiró. Los divergentes le daban dolor de cabeza.  

...

Amanda vio las rosas renacer en pequeños capullos. Estaba sorprendida, en los últimos tres meses el jardín zen había mejorado considerablemente. Las condiciones del sistema en general lo hicieron. Quizás su conversación había dado resultados. De hecho, se sorprendió aún más cuando vio a RK900 ingresar a la interfaz, cuando ella estaba regando las plantas del jardín. 

Amanda era fría, pero, si no lo era, RK900 podría desactivarse. Por ello, por más que también tuviera sentimientos, como consecuencia del virus divergente, debía mantenerse firme en su decisión de acompañar y no involucrarse. 

―Hola, Amanda. 

―RK900, ¿Cómo has estado?― le preguntó, dejando de regar las plantas.

―Bien, me siento mejor.

Amanda ya lo sabía, el estado emocional del androide se veía reflejado en el paisaje. Ahora el clima parecía una especie de primavera pronta, un pequeño día soleado entre días de lluvias. Sus ojos brillaban, aunque Amanda no sabía si se debía a las lágrimas. 

―Me alegro por ti― Amanda sonrió, ―¿Y qué sientes ahora por Gavin? 

―Lo extraño― RK900 confesó, ―todavía siento un vacío en mí.

Pequeños copos de nieve aún caían del cielo. 

―Puede que sea normal, y ahora que te has calmado, quizás sea momento de borrar tus recuerdos junto a él. De esa manera, podrías estabilizar tu sistema por completo.

―Lo he intentado― RK900 sonrió de lado, ―Tiré nuestros anillos al puente de Detroit, descolgué las fotografías que tenía en nuestro antiguo departamento y me mudé a otra ciudad. 

Amanda alzó las cejas, sorprendida. 

―Guardé las fotografías, sin embargo. Gavin me dijo una vez que para ir al futuro, debemos guardar algo de nuestro pasado. Al menos las fotos con él me recordarán que de nada sirve dejar que los niveles de estrés destrocen mi sistema. Yo estuve dispuesto a hacerlo todo por él, pero él no por mí. 

―No es un buen consejo, RK900. Eres un androide, puedes recordar eso sin necesidad de verlo en una fotografía. Sigo creyendo que la mejor será... borrar sus recuerdos del sistema. 

―No, yo quiero recordar. Recordar nuestro primer beso, el día que me confesó que me quería y nuestros días juntos. Su risa en la mañana y sus pestañas revoloteando. Pero, voy a olvidar todo el daño que nos hicimos, las inseguridades, sus miedos... Sí, voy a olvidarlo. ¿Esto es parte de vivir, no? 

―Está bien, RK900, después de todo, es tu decisión. 

...

La segunda vez que RK900 apareció en el jardín zen no le sorprendió a Amanda. El androide tenía esa mirada melancólica y cansada, pero feliz. Con un brillo en sus ojos único, como aquel con el que miraba a Gavin.  Amanda no tenía cuerpo, era una inteligencia artificial dentro de RK900. Su ayudante, su guía. Por lo que nunca había visto el sol o su destello en un cristal. Pero consideró que ese brillo era igual al sol.

No cualquiera, el de verano.  ¿Alguna vez viste el sol de verano? Te ciega. Sí te da directamente en el iris, te abruma con su calidez. Algo así pasa con los recuerdos lindos, pero finos como los rayos de luz que se pierden en un día soleado. 

―¿Me aceptarías un paseo en bote?― el androide extendió su mano a Amanda y esta acepto, tomando su mano delicadamente. RK900 sonrió y la llevó hacia el bote, ayudándola a subirse. 

Ambos se sentaron en los banquillos del bote blanco y el androide comenzó a remar hacia el centro del lago, alrededor de las flores y rosas, cerca de las enredaderas. 

―Quiero agradecerte. 

Amanda parpadeó, ―¿Por qué lo harías, RK900? Estoy aquí para guiarte, ¿Lo recuerdas?― ella lo miró sonreír, sus hoyuelos se marcaban en sus mejillas. 

―Lo sé, pero quiero agradecerte de todas formas. 

―Luces feliz― ella notó, ―¿Tienes buenas noticias para mí? 

―Me di cuenta de que puedo seguir sin él― RK900 admitió, ―¿Recuerdas los errores? ¿La inestabilidad?― espero que Amanda asintiera con la cabeza ―, bueno, ya no los tengo. Ya no duele. 

Amanda no dijo nada, solo lo observó. Él pestañeó suavemente, sus pestañas se revolotearon con delicadeza, como si contuviera una lágrima en ellas. Ella quería preguntar que era lo que le angustiaba, pero decidió quedarse en silencio mientras el androide remaba hacia la pequeña isla flotante en el río.

El androide se puso de pie y volvió a extender su mano. Amanda volvió a aceptar y ambos se pararon sobre la pequeña isla. Las largas hojas de los árboles hacían un pequeño marco de plantas y mariposas alrededor de ellos. 

―He conocido a un androide recientemente...― confesó ―Me di cuenta de que me gustaba y que quería conocerlo... Él también a mí― su voz fue casi un susurro. 

 Mirándolo fijamente, Amanda vio pequeños copos interponiéndose en su visión. Todo el paisaje alrededor de ellos comenzó a cambiar a un invierno frío, exceptuando esa pequeña isla. El agua del río comenzó a congelarse, desde la orilla y creciendo lentamente hasta ellos. 

―Me siento alegre por ti, RK900. Pero tienes que calmarte. 

―Antes pensaba que no podía superarlo. Que el dolor no se iría, pero... se fue. Él se fue. Y entendí que todas las historías tienen su final― el androide tomo giró su mano para que la nieve cayera en su palma, ―Pero eso no significa que deba olvidar nuestra historia.

Amanda se quedó en silencio, mirándolo. 

―No voy a olvidar. Todo lo que hicimos, nuestras promesas... voy a recordar todo― el androide comenzó a llorar lágrimas azules y tintineantes, pero con una expresión calma ―También voy a recordar su locura, los problemas y la amargura. 

―Entonces has tomado una decisión...

―Sí― él asintió, ―Porque esto también es parte de vivir, y nosotros supimos vivir bien. 

Amanda asintió cerrando sus ojos. Ella iba a respetar su decisión, después de todo, RK900 también era libre. El androide se inclinó y la miró a los ojos. Alrededor de ellos, el blanco comenzaba a rodearlos. 

―Gracias, Amanda. 

El androide se acercó a la orilla de la isla y se tiró de espaldas, dejando que la simulación del agua se filtrara en su ropa y lo hundiera de a poco, mientras el río congelado avanzaba hacia él. 

Sin embargo, RK900 no cerró los ojos. Vio el hielo congelarse sobre su cabeza y los rayos del sol atravesándolo. Le recordó a Gavin, por eso, incluso si el blanco alcanzó su cuerpo... 

Él sonrió.

... 

«Ey chico lindo, ¿Cuándo vamos a casarnos?»― Gavin le preguntó desde el walkie-talkie y escuchó al androide reírse del otro lado, ―«¿Se puede saber de qué te ríes? ¡Dime ahora si no quieres casarte conmigo!».

Cálmate― el androide rodó los ojos, respondiéndole ―Aunque la idea de casarme contigo a través de un walkie-talkie es tentadora, creo que no es el momento adecuado para hacerlo. ¿Perdiste tu habilidad para leer el ambiente?

«No existen momentos adecuados, Nines. Pon una excusa mejor la próxima vez».

RK900 podía pre-construir a Gavin con sus brazos cruzados, un puchero en sus labios y su ceño fruncido. ¿Cómo podría decirle que si se casaría con él en ese momento? Pero, estaban en un momento peligroso, con rehenes involucrados y necesitaban concentrarse.

«Todo bien con que se amen. Pero, ¿Chicos? Estamos en un maldito tiroteo».

«Qué aburrida, Chen».

―Tina tiene razón, concéntrate Gavin.

Nines escuchó a Gavin resoplar.

...

―Gavin, por favor, es una locura. El rehén va a morir, ¡No podemos hacer nada!― el led del androide giró en rojo.

«¿Cuántas posibilidades hay de que sobreviva?».

―Gavin...

«¿¿Cuántas??».

―Cuarenta sobre cien, menos de la mitad. Gavin, no hagas locuras, quédate a salvo.

«¿Cuarenta? Puede hacerlo, puede salvarse. Tiene una familia, ¿No? Una esposa e hijos».

―¿¿Y qué hay de nuestra familia, Gavin??

«...».

Si RK900 hubiera sabido que esas serían las últimas palabras que iba a decirle, no lo hubiera regañado, no hubiera gritado. Le diría lo mucho que lo ama, lo mucho que soñaba con esa familia juntos.

Pero no lo hizo, y Gavin eligió poner su vida y futuro juntos en riesgo por salvar a otra persona. RK900 pensó que eso era lo que le había gustado de él en primer lugar, cuando se conocieron profundamente y vio con qué valentía él se enfrentaba a la muerte. No entendió, sin embargo, porque no pudo ser ese egoísta al que conoció, ese hijo de puta que solo pensaba en él y en su bienestar.

¿Por qué no pudo elegirlo a él?

El lunes fue la última vez que lo vio con vida, y el jueves volvió a visitar su tumba. Y lo hizo todos los días, por varios meses, hasta su última conversación con Amanda.

¿Cómo iba a olvidar un futuro que nunca llegó?

¿Cómo iba a olvidar su amor por un hombre que ya no existía más allá de sus recuerdos?

¿Cómo iba a funcionar con un corazón roto?

FIN.

Chapter 8: Ve y jódelo

Summary:

Gavin arruina las citas de su hermano menor por algo de dinero. +Omegaverse.

Chapter Text

Gavin mordía una galleta de chocolate cuando recibió la llamada de su hermano mayor, Elijah Kamski. —¿Qué quieres?—, le preguntó, centrado en jugar el videojuego delante de sus ojos. Coloco el celular en su hombro para escucharlo y tener sus manos libres para continuar jugando.

—Deja de holgazanear—, un suspiro se escuchó del otro lado de la línea telefónica, —Nuestros padres volvieron a... buscarme pareja, y tengo una cita con Richard Stern para esta tarde—, explicó, —Alfa, de ojos azules y buena posición económica.

—Mm, bien por ti—, Gavin ataco al otro personaje de su juego, haciendo una combinación de botones, —¡Si!

—¿Me estas escuchando?— Elijah le reprochó, —No quiero salir con él, sabes que estoy en una relación con Chloe. Entonces necesito que vayas allí y lo espantes, lo arruines, le lances el café en la cabeza. No lo sé, tu eres el especialista.

—Espera, ¿Cuándo formalizaste las cosas con la beta? Creí que solo querías coger con ella— Gavin frunció su ceño, confundido, —Ah, y si, voy a ayudarte... ¿De cuánto dinero estamos hablando?—, miró sus uñas, esperando un buen precio por su actuación.

Dinero, dinero— Elijah balbuceó, —¿Es lo único en que piensas o que...?—, le preguntó, pero inmediatamente se arrepintió, —¡Espera!—, lo interrumpió. —Mejor no quiero saberlo.

—No lo hago por amor al arte, Eli— Gavin se burló, —Aunque encuentro particularmente divertido ir a joder a esos alfas. Mis feromonas hacen que se caguen encima. ¿Puedo grabar su reacción esta vez?

Elijah rodó los ojos, —No y no, cuídate, Gavin, por favor. Por más que tu seas dominante... no sabemos cómo sea Richard, puede reaccionar de manera violenta si le impones tu feromonas. O...

—Para—, chasqueó su lengua, —Puede que sea omega, pero no idiota. Sé defenderme de un alfa, de muchas maneras de hecho— Gavin miró sus propios nudillos envueltos en vendas.

—Bien, esta bien. Confiaré en ti, pero... si llegase a pasar algo...

—Si, si...— Gavin le dio un golpe final al jefe del juego, derrotándolo en el acto. La pantalla frente el tenía un cartel que marcaba su victoria.

—Ahora, ve a esa cita y ¡Arruínalo!

Gavin sonrió.

...

Gavin Reed, omega dominante. Nació en una familia de alfas, de una madre omega que se apellidaba Reed. Ella había usado sus feromonas para seducir al padre de Gavin y este era el resultado de ese engaño a la señora Kamski. Sin embargo, no era un problema. Lo habían aceptado en la familia, solo que él no tenía acceso a la herencia de la empresa como su hermano, Elijah, un alfa.

Así que vivía en un departamento lujoso, con comida chatarra, dulces, almohadillas de vientre, cigarrillos, consoladores y videojuegos. Oh, y café (no recomendable en omegas). No le importaba en lo más mínimo su apariencia física, pero por lo menos se duchaba y cepillaba sus dientes... regularmente.

Sus padres les daban el dinero necesario para que el viva cómodamente, alejado de los periodistas, la empresa y del apellido Kamski. Y no se quejaba, podría comprar los juguetes sexuales que quería, contratar al alfa más sumiso con quién pasar su celo y no tomar supresores ni llevar collares anti—mordida—de—alfa. Joder, ¿Qué eran? ¿Perros? Bueno, a Gavin le gustaba morder. A veces más de lo que podía tragar. Pero si no lo hacía, podría fácilmente escupirlo.

Elijah, en cambio, era muy cauteloso. Sus decisiones eran muy... muy racionales y aburridas desde el punto de vista de Gavin. La única vez que lo vio actuar con algo que no fuera su cabeza, fue el día que le presento a Chloe. ¡Deberían haberlo visto!

Gavin enjabonó su pecho con una esponja, sacando espuma. Él había tenido una buena imagen de lo que son los alfas: un poco creídos, para su gusto. Ni siquiera eran tan bueno en la cama. Oh, y cuando se enamoraban... que asco. Solo una noche y quieren morderte. Que intensos.

—Así que Richard... Stern—, Gavin miró la pantalla digital y táctil sobre la bañera lujosa, tenía toda la descripción que había reunido Eli de su cita de esa noche. —Sexy—, mordió su labio inferior, sonriendo, —Que lastima que deba patearle el culo... podría haberlo contratado por una noche.

Cómo verán, Gavin era muy diferente a los otros omegas. Se comportaba como un alfa testarudoasqueroso, que pensaba solo con la cabeza de su polla, pero tal vez porque creció con ellos. Treinta y siete años, no les teme a las consecuencias en este punto. Quizás cuando tenía veinte y creía que un buen alfa podría complacerlo sexualmente y luego criaran bebes llenos de mocos y babas: spoiler de su vida, no paso. Y ahora Gavin se consideraba un solterón por la sociedad, porque su edad estaba por encima de la edad de apareamiento.

Su cuerpo rechazaba la mayoría de las feromonas y los hombres alfas huían por la intensidad y violencia de Gavin en la cama. Porque el no un sumiso de mierda que dejaría que otros se lo follen mientras le escupen en la cara. A él le gustaba escupir en la cara.

Enjuagó el jabón en su cuerpo y salió de esta, luego de pedirle a la inteligencia artificial de la casa que desagotara la bañera y fregara el suelo. Vio el reloj, estaba llegando cinco minutos tarde, pero no le importaba. Iba a hacer que su cita espere.

Porque él no se apuraba por nadie.

...

Gavin llegó al restaurante lujoso, buscando los ojos azules del alfa al que tenía que patear. Lo encontró en una de las mesas con vistas más hermosas de la ciudad. Desde allí podía verse el puente de Detroit. Gavin se acercó a él y se sentó en el asiento de enfrente.

Richard, quién tenía su atención fija en la ciudad, giró su cabeza para mirarlo con una expresión tranquila y desinteresada. Cómo si no le hubiera importado en absoluto que Gavin hubiera llegado una hora tarde.

—Lo siento, tuve una junta importante—, mintió, sonriendo y apoyando los codos en la besa, para poner su barbilla en el dorso de su mano y mirarlo.

—¿Qué tal estuvo?—, el alfa le pregunto.

—Eh, aburrida. ¿De que sirven las juntas de trabajo si no termina en una gran orgía?—, probó Gavin. Ese alfa no olía a nada. Pero si decían que era un alfa, podría afirmarlo por su físico y tamaño. Ese hijo de puta podría ser tranquilamente el protagonista prototipo alfa de una película pornográfica.

—No sabía que eras promiscuo—, Richard buscó la copa que aparentemente había estado bebiendo antes de que Gavin llegará.

Yo lo llamo disfrutar de mi sexualidad, deja la virginidad para los omegas— Gavin se burló, —No sabía que eras una mojigata.

Richard lo miró. ¿Quizás el comentario de los omegas lo había ofendido? Si era así, ¡Que bien! Solo debía sentarse y hablar mierdas de los omegas en toda la noche. Ya podía imaginarse la fría sensación del vino sobre su camisa blanca.

—¿Tu no eres omega?

La ceja de Gavin hizo tic, —Por supuesto que no—, sonrió, —Soy alfa, ¿O necesitas que te dé un coctel de feromonas?—, le preguntó, apretando su mandíbula. Él ni siquiera olía a alfa, entonces, ¿Por qué dudaría de Gavin?, —¿Además de mojigata, eres un fetichoso?—, cubrió su boca y susurró: —¿Te gusta que te la metan mientras te ahogas en feromonas de alfa?

—Creo que...— Richard entreabrió su boca sutilmente, —Podríamos hablar nuestras preferencias en la cama más tarde, en privado, ¿No lo crees?

Gavin frunció su ceño y tiró golpeó su espalda contra el respaldo del sillón. Peinó su cabello hacía atrás y lo miró fijamente: bien, el lenguaje obsceno no servía, tampoco hablar mal de los omegas... generalmente los pretendientes de Elijah huían cuando lo veían a él. Porque claramente Gavin no pertenecía a la misma clase. No tenía un cuerpo hegemónico, no tenía elegancia ni respeto, ni mucho menos modales (por ejemplo, comía la ensalada con el mismo tenedor que comía el postre, porque... ¿Para qué tantos cubiertos?), pero por alguna razón ese alfa continuaba allí.

En ese mundo, alfas y omegas eran fáciles de diferenciar. Pero, los omegas dominantes y los alfas recesivos eran, en términos de feromonas y atracción, un poco más difíciles de diferenciar. Más cuando tu cuerpo no coincidía con los prototipos. Por eso Gavin podría someter a Richard con sus feromonas... pero, por alguna razón iba a dejar esa opción cómo última. Iba a continuar presionando del lado desagradable y apelando al lado esnob de ese hombre para ganar esta batalla.

—Me preguntaste si era alfa— Gavin comenzó, el mesero le llevó una copa de vino, —Podría preguntarte lo mismo, ¿Usas inhibidor? He crecido con alfas, pero tú no hueles cómo uno.

Richard sonrió, —¿No vas a beber tu vino?

Gavin arqueó una ceja, ¿Había... ignorado su pregunta?, —Si, pero estoy esperando tu respuesta.

—Es amargo—, Richard le explicó, —Puedo pedir algo... más dulce...

Con el ceño fruncido y una expresión de desafío, Gavin tomó su copa y la bebió de golpe. Claro, no fue la mejor idea, porque tuvo que aguantar las ganas de escupir. Su gusto por lo dulce era lo único típico en él.

—Como te decía, nuestra unión es lo mejor para ambas empresas—, habló, cruzando sus piernas, —Si deciden invertir y unirse a nosotros, no tengo duda de que llegaremos lejos.

Ts— Gavin chasqueó, cruzando sus brazos, —¿Y para eso debemos casarnos?—, le preguntó, molesto, —¿Están tan desesperados por dinero que deciden vender a su hijo al mejor postor? ¿Estas bien con la idea de vender tu cuerpo?

Gavin se sintió enfermo. No es cómo si el no le hubiera pagado a otra persona cómo acompañante, pero, cómo omega, Gavin siempre tenía un choque moral al ver que alguien debía recurrir a ese recurso para conseguir dinero.

—Necesito un compañero— Richard encogió un hombro, —Pero... no cualquiera. Te elegí por una razón: tengo el presentimiento que... podrás comer todo lo que te dé.

Que presumido...— Gavin susurró, apartando la mirada. Había otra copa de vino y decidió que sería mejor beber que escuchar a un alfa recesivo hablar de sí mismo cómo si su pene y nudo fuera la mejor cosa del mundo.

El alfa continuó explicando porque su matrimonio era el mejor negoció del mundo, mientras Gavin se perdía contando cuantos departamentos tenían las luces encendidas en ese momento. Dos, cuatro... ah, no, tres. Acaban de apagar una. Je.

Gavin respiró profundamente, pero cuando volvió a respirar... se dio cuenta de su propia respiración. Quizás, inconscientemente, había pensado algo caliente de los edificios y por eso se sentía acalorado. Se desabrochó la corbata y los primeros botones de la camisa. Buscó la mirada del mesero y lo llamó:

—Oye, umh, ¿Podrían...? ¿Apagar la calefacción? Hace calor— Gavin agitó la mano en su rostro, —Seguimos en la jodida primavera, por si no lo sabían.

—Señor, la calefacción no esta encendida—, le explicó. —Pero puedo ofrecerle alguna bebida fresca.

Gavin negó. Si no era la calefacción, ¿Entonces el vino? Puaj, por eso no bebía uva. —¿Sabes qué? —, detuvo al mesero, —Sí, mejor tráeme un poco de agua.

¿Te encuentras bien?— Richard ladeo la cabeza.

—Si, solo... tengo un poco de calor—, rascó su cuello, este estaba completamente rojo hasta la punta de sus orejas, —Sigue hablándome de... de lo que estabas hablando— Gavin pensó, "Genial, ahora tengo nauseas". Oh, pero tal vez era lo mejor: podría vomitarle el traje fino y elegante a Richard.

—Si, te preguntaba la fecha de nuestro segundo encuentro—, el alfa continua, —Me gustaría que planificáramos la boda, ¿Qué te parece... si lo festejamos en otra ciudad? Detroit no ofrece muchas...

—Espera— Gavin puso su palma frente a él, parando el parloteó de Richard, —¿Cuándo acepte casarme contigo?

—...— Richard lo miró, —Recién. No dejabas de asentir con la cabeza, lucías tan emocionado que aceptaste rápidamente—, el alfa llevó sus dedos a sus labios para esconder una risita. Era obvio, se estaba burlando de Gavin.

Gavin le prometió a Elijah que ya no iba a jugar a la competencia de feromonas, pero, era eso o golpearlo. Tenía un control exquisito de estás, solo necesitaba centrar el objetivo y fijar sus ojos en él. El olor a humo de flores quemadas llenó el restaurante, los otros comensales cubrieron sus narices y se alejaron. Había una clase de tensión entre sus miradas, el iris de Gavin cambio a un gris intenso, pero los de Richard continuar azul. Fríos.

No se movió, ni un poco. Gavin, por otro lado, sentía que iba a quemarse vivo. Una gota de sudor cayó por su frente, le había subido la fiebre, sus pupilas se habían dilatado tanto que su iris no era más que un fino anillo. Sentía escalofríos y electricidad por todo el cuerpo, los vellos pequeños de su cuello se erizaron.

Richard se puso de pie en ese momento, yendo hasta el asiento de Gavin y parándose frente a él. Gavin siguió sus movimientos sin despegar su mirada. Quería ponerse de pie también, pero sus piernas se habían ablandado.

Deberías volver a casa— Richard susurró, —Vas a entrar en tu celo en cualquier momento.

—No—, negó, —¿Por qué luces seguro? ¿Pusiste algo en mi bebida?

Richard frunció el ceño, —Por supuesto que no, pero, tu quisiste competir contra mis feromonas, no puedo evitarlo. Es... una reacción natural, Gavin.

Gavin abrió los ojos, sorprendido. —¿Qué...? ¿Cómo...?

—Hice mi tarea antes de venir—, Richard se burló, —Tu no, por lo que veo. Oh, y deberías tener cuidado la próxima vez que desafíes a un alfa dominante como yo— Richard se sentó sobre sus talones para enfrentarse al rostro sorprendido y paralizado de Gavin y apoyar sus manos en sus muslos con una caricia, —O te la meteré mientras te ahogas en mis feromonas—, dijo con una sonrisa.

Gavin tragó saliva. Mierda, mierda, mierda. ¡ALFA DOMINANTE! ¿Si quiera existían? Sabía que había uno que otro, pero en la mayoría eran acianos, no jóvenes cinco años menor que Gavin. Y mira que odiaba los inhibidores, pero ahora mismo, quería uno.

No porque tuviera miedo de la amenaza, sino porque, de hecho... la deseaba.

...

Elijah llamaba al número de Gavin y lo enviaba a la casilla de voz. Leyendo artículos de Richard Stern, descubrió que no era un alfa común: sino, uno dominante. Y había enviado a su hermano a por él. Oh, por dios, Gavin era un idiota. Rezó por él todos esos días que no pudo contactarse. Semanas y semanas sin poder dormir, buscando en hoteles, moteles... y ninguna señal de su hermano mayor.

Les confesó a sus padres lo que había pasado, también les dijo que amaba a Chloe y que no iba a casarse con nadie más. Ellos lo regañaron, pero no por amar a una beta, sino por no ser sincero con ellos y enviar a su hermano a enfrentar sus candidatos.

La familia del alfa, pero más la del omega, los buscaron. La madrastra de Gavin lloraba por su pequeño rebelde y el padre se había encarrado en su oficina hace días. Buscando y buscando.

Sin embargo, Gavin regresó un día después de... cómo cinco meses, a la casa de sus padres. Tenía el rostro brillante y redondito, sus ojos completamente verdes y llenos de luz. Les dijo que iba a casarse con Richard, por el bien de la empresa por supuesto, que habían decidido conocerse antes de hacerlo y que por eso había escapado juntos.

Los Kamski's dijeron que estaban enojados con él por no ponerse en contacto con ellos, pero que entendían su decisión. Además, estaban felices por la noticia del casamiento y el futuro de la empresa. En cambio, Elijah, estaba feliz por ver a su hermano sano y salvo. Quiso abrazarlo con mucha fuerza y estrecharlo entre sus brazos, pero Gavin le dijo que debía tener cuidado.

¿Cuidado? ¿De qué...?

Elijah bajo su mirada al vientre grande y redondo de Gavin.

Oh, no... Cubran sus oídos porque él va a gritar. 

Fin.

Chapter 9: ¿Puedo acostarme a tu lado?

Summary:

Gavin visita el departamento de RK900 borracho.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

0-8-1-0

INCORRECTO.

0-9-1-0

INCORRECTO.

El androide RK900 se activó, desconectándose de su jardín mental. Sus sensores conectados con el edificio detectaron que alguien estaba intentando acceder a su departamento. RK900 se dirigió a la puerta: pudo detectar con su lector de calor a un humano del otro lado. Este continuaba poniendo números, presionando con lentitud y vaguedad los botones.

RK900 abrió la puerta de su departamento y el cuerpo del otro se iluminó por la luz del interior. ―¿Qué haces aquí, Gavin?―, le preguntó al hombre de la cicatriz en su nariz e inició un escaneo rápido.

―¿Cambiaste la contraseña?―, él frunció el ceño, ―¿Por qué lo harías?

―Porque es mi casa, ¿Tal vez?―. Él escaneó le indicó al androide que Gavin se encontraba en un estado moderado de intoxicación por alcohol y próxima deshidratación. Aunque no necesitaba el escáner para darse cuenta de ello: Gavin no había cambiado desde que terminaron su relación.

―Pero ¿Por qué?―, insistió.

RK900 salió del departamento y cerró la puerta. Gavin parpadeó confundido viendo cómo su exnovio androide ingresaba la contraseña: 0-7-1-0, ―No la cambie―, desbloqueó la cerradura, ―Estabas ingresándola mal.

―Oh― Gavin entreabrió su boca levemente, se veía avergonzado, ―Um, sí―, rascó su nuca, nervioso.

―¿Qué haces aquí?―, el androide ladeó la cabeza, su led giró en amarillo.

Sobre eso...― Gavin presionó sus labios suavemente y entrecerró sus ojos, cómo si estuviera pensando, ―Tengo una buena razón y es...―, se quedó callado por un momento, ―¿Me repites la pregunta?

―Pasa, Gavin. Voy a servirte un vaso de agua―, suspiró el androide. Gavin entró al departamento después de él, cerrando la puerta detrás. RK900 vio al humano quedarse allí, pegado a la puerta, ―Puedes sentarte en el sillón.

―Sí, buena idea― Gavin tropezó torpemente con sus pasos, pero llegó hacia el sofá y se sentó. Y no dijo nada, solo se quedó ahí, mirando sus manos cómo un gesto de nerviosismo.

―Ten―, él dejó el vaso de agua sobre la mesa del sofá y lo miró, ―Estás borracho.

Gavin tomó el vaso y bebió, ―No, mierda Sherlock―, rodó los ojos, pero luego se arrepintió de su tono de voz, ―Uh, lo siento. Sí, tienes razón lo estoy...―, hizo el gesto de «poquito» con su dedo índice y pulgar, ―... un poco. Fui a tomar unas copas con Tina y luego... creo que dije mal la dirección.

―Puedes quedarte aquí―, le ofreció, Gavin levantó su rostro para verlo y sonreír, emocionado, ―Puedo prepararte el sofá para ti.

―Oh―, por alguna razón lucía decepcionado. ―Está bien...

RK900 fue a su habitación a buscar una almohada y acolchados que compró cuando ambos salían juntos y tenían una relación sexo afectiva, pero que ahora los mantenía guardadas en su armario porque no lo necesitaba. Él con una sábana estaría bien. Llevó las cosas al sofá y le dijo a Gavin que fuera a darse una ducha rápida para despertarse.

Este le hizo caso y RK900 aprovechó para preparar el sofá para que el humano durmiera allí. Gavin salió a los minutos, con el cabello mojado y ropa más cómoda que el androide le había alcanzado. Se veía mejor, pero sabía que continuaba bajo los efectos del alcohol. Mañana iba a despertar con resaca, RK900 estaba seguro: entonces buscó las pastillas para el dolor de cabeza que aún guardaba para Gavin y lo dejó en la mesa pequeña.

―Descansa, si necesitas algo puedes tocar mi puerta―, le indicó, saludando con su mano para ingresar a su habitación y cerrar la puerta.

...

RK900 se activó. Gavin había hecho un buen trabajo en caminar en puntillas de pie y abrir la puerta lentamente aún en su estado de ebriedad, pero la inteligencia de la casa le enviaba notificaciones cada vez que una puerta se habría o se cerraba.

La habitación era oscura, así que no había manera de que Gavin se hubiera dado cuenta de que había abierto los ojos. RK900 espero, curioso por saber que buscaba el humano allí. Y más que buscar, Gavin había levantado la sabana y se había metido a la cama.

―Gavin...―, el androide lo nombró con un tono de reproche.

Gavin hizo un puchero, ―Hace frío, Nines―, se quejó.

―La calefacción está encendida y el acolchado es térmico, ¿Lo recuerdas?, Tú lo compraste.

―Tengo frío de todas formas...

―Estás mintiendo―, el androide se sentó en la cama, pero Gavin continuo con su cabeza apoyada en la almohada, mirándolo dormitado, ―Gavin, nosotros ya no somos pareja. Esto, dormir juntos, son actividades de pareja.

―Lo sé―, Gavin habló suavemente, ―Sé... lo sé―, repitió, ―Pero no te vayas―, le pidió, tomando la mano de RK900. La piel sintética comenzó a retraerse, ―Por favor...― Gavin soltó su agarre.

RK900 suspiró. Llevó su mano hacia el cabello de Gavin y lo acarició suavemente, ―Bien, me quedaré. Pero si mañana me niegas esto, voy a publicar esto en el grupo del departamento de policía.

Gavin sonrió y cerró sus ojos, ―Gracias...

Y sé que no te equivocaste de dirección―, dijo seguro, ―Pero duerme, mañana hablaremos de esto...―, volvió a recostarse y le dio un pequeño beso en la frente de Gavin, ―Te amo.

―Yo también... me amo―, se burló entre risas y RK900 frunció el ceño, ―Y a ti también... mucho.

...

De hecho, Gavin realmente se había equivocado de dirección. Quería decir la suya, pero... no pudo evitarlo. Esa noche, no, todas las anteriores, sin RK900 eran tan tristes. Gavin se sentía triste porque lo extrañaba mucho y por eso bebió mucho.

Se separaron por falta de comunicación, no porque no se amarán más, sino porque eran muy torpes y orgullosos para decirlo. Gavin, aunque sea bajo los efectos del alcohol, quería resolver ese dolor que sentía... pensó tanto en lo que iba a decirle, cómo y dónde, que ni siquiera notó cuando llegó a la puerta del departamento de su exnovio.

Después de todo, RK900 era el lugar seguro de Gavin y sabía que nunca le diría que no cuando le preguntará si podría dormir a su lado...

Notes:

Gavin preguntándose si aún lo quiere, RK900 literalmente con el día de su cumpleaños como contraseña de su departamento XD