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Will olfateó la felicidad en el aire, la serotonina acentuó su rostro en un encuentro imprevisto al pisar el pasillo principal de la academia del FBI obligándolo a bloquear sus fosas nasales con ayuda del dorso izquierdo. Pese a la obstaculización improvisada y rápida, los aromas continuaron golpeando fuertemente su cara, identificando a los dueños de algunos de los aromas: eran de sus compañeros mezclados en el aire con otros desconocidos. Todo un cóctel de olores.
Una arcada presionó su garganta en señal de estarlo pasando mal.
El ambiente era una bomba de olores que él no podía soportar un segundo más sin antes vomitar el almuerzo del día anterior que, irónicamente, era la última comida que consumió.
Apresuró sus pasos sin despegar la mano de su nariz alejándose lo más veloz del sitio, se preguntó si todos en una noche olvidaron los protocolos de seguridad y salubridad que la empresa mantiene o todos se volvieron locos.
El hecho de que el lugar se hallará notoriamente abandonado por completo y aún así su nariz logrará husmear con demasiada intensidad las feromonas le disgusta haciéndolo sentir incómodo. Más cuando los supresores (dados por el FBI) le dejaron de ser útiles y su única alternativa fueron tapones nasales los cuales había olvidado utilizar esa mañana por descuido aún no acostumbrado a ellos. Ahora que casi corría para repeler los aromas se sintió arrepentido al no regresar por ellos cuando percibió su ausencia.
Su olfato era relativamente normal, olía lo que debía de oler, sin desarrollarlo tan adecuadamente a diferencia de otras personas. Como Omega, los supresores le detuvieron una parte de su olfato al utilizarlos, evitando que las feromonas afectarán su trabajo o por su propia seguridad al no estar enlazado con un alfa. Por supuesto él no protestó cuando Jack Crawford le dio unos supresores más fuertes cuando entró al campo. Su "don", como Jack se refería a él, no se veía involucrado o afectado con los supresores, necesitaba su mente no su nariz. El consumo de ellos se volvió rutinario dejándolo prácticamente como un Beta, sin percepción a las feromonas de alfas y omegas.
Hasta unos meses atrás.
Durante su primera visita a la “galería de arte” como el propio Will declaró en silencio en referencia a los asesinatos poco clandestinos del Destripador de Chesapeake, la brisa mantuvo un vaivén tranquilo, permitiéndole olisquear el residuo del dulce aroma del alfa.
Deleito el sabor a uva en su boca, solo un roce de labios le hizo querer más. 𝘔𝘦𝘯𝘤í𝘢, ese fue el sabor exacto que su boca proclamó como suyo. Una nueva tira de viento se alzó, extinguiendo el alrededor por un instante dejando que los sonidos culminaran a ruido blanco en un eco lejano.
𝘈𝘭𝘧𝘢. Gruñó, el pecho del omega azotó con un fuerte arañazo proveniente de su caja torácica, algo oscuro anunció su llegada.
“𝙀𝙡 𝙢𝙤𝙣𝙨𝙩𝙧𝙪𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙥𝙚𝙧𝙩𝙖𝙧á” cantaran los oyentes sabientes de lo maligno en busca de avisar al diablo para que esté listo para abrazar y guiar a su único igual. Los creyentes de Dios rezaran y advertirán del mal cercano, y al verdugo deben salvar si la paz desean. Sin embargo, nadie escuchó, la melodía terminó a la par del silbido del viento, sólo los pájaros y las hojas de los árboles sabían qué o quién se aproximaba.
La rama de un árbol crujió con fuerza despertando al Perfilador de su ensoñación. La confusión se instaló en Will al darse cuenta lo que su mente ladro sin su consentimiento.
Inhaló profundamente capturando la esencia tenue de la uva nuevamente, era solo una débil línea de aroma, pero Will apreció su cuerpo temblar ante tal delicia.
La fina capa de cordura se apoderó de su mente aclarando su visión, él seguía solo a la espera que descifrara alguna pista que llevara a capturar al asesino. Observó a Jack gritar a la cara de un pobre novato a la lejanía, el equipo forense tomaba fotos de los alrededores que pudieran utilizarse como pruebas o referencias.
Will se ancló a eso, necesitaba hacerlo o se perdería una vez más al suave aroma. Y temió lo que podría significar aquello.
El perfil en el cual trabajó y entregó a Jack sobre el Destripador de Chesapeake, describió al asesino como alfa, de una edad madura con conocimiento en medicina y elocuente en el ámbito artístico en distintas áreas conjuntas.
Jack cuestionó el subgénero, protestando ante la falta de feromonas en los cuadros expuestos. El FBI busco respuestas, Will trató de ofrecerlas, él lo hizo, cada una fue refutada por la ignorancia de Jack y el equipo forense que solo utilizó la lógica propia ante el Destripador de Chesapeake y no la perteneciente a él.
Para todos el Destripador de Chesapeake era un beta, para Will era un alfa que sabía esconder su aroma. Eso fue hasta ahora.
Will necesitaba saber por qué las feromonas se desprendieron e hicieron notorias después de años de investigación y por qué solo con él, Beverly y los chicos no hicieron comentarios sobre un olor extraño ni hicieron mención de ello. Will preguntó quién fue el responsable del llamado a la policía, las feromonas sueltas podrían pasarse por alto si un Alfa ajeno a las acusaciones como el auxiliador de la escena estuvo antes en ella. Las feromonas que no suelen comprimirse gracias a la medicina se adhieren con facilidad a su alrededor a la mínima interacción con el o los sujetos. O más simple: los Alfas no suelen consumir supresores por el alto precio y su exclusividad, por lo que la mayoría se limita a enlazarse con algún omega suavizando su aroma, haciéndolo casi inexistente si no prestas atención. Los Alfas de clase alta son, en realidad, los únicos consumidores ante tal producto. Will señaló eso en el expediente del perfil del Destripador, obteniendo que el asesino siguiera como un alfa mientras Jack seguía insistiendo en la posibilidad de que fuera un Beta, el subgénero en el perfil se declaró abierto a cualquier subgénero. Al perfilador del FBI no le dejaban hacer su jodido trabajo.
Quien había llamado era un hombre Beta que pasaba por la zona. Will solo asintió guardando el hallazgo para sí mismo, el equipo del FBI no le importaría mucho esa insignificante información, tal vez su olfato falló y se equivocó en la suposición.
Él mismo lo investigaría. Empezaría por las feromonas impredecibles de los alfas, esa era una buena base, ¿no?
Tres días después Will llenó una libreta en abundantes apuntes, entre la principal información destacada se encontraban las parejas predestinadas, mitos sobre los enlaces creados por la diosa de la luna, combinaciones perfectas de aromas, nada de lo que el perfilador no conociera pero con más detalles. Y algo que realmente el perfilador no conocía: un tercer aroma que solo se muestra ante su pareja ideal.
El entendimiento de Will con respecto a los predestinados se manifestaba en los aspectos básicos. Los maestros de la escuela primaria fueron sumamente cuidadosos con el tema, prestaron demasiada atención, hablaron de las viejas dinastías entre los subgéneros y cómo surgió y se exigió la igualdad año tras año hasta la actualidad. Después el tema se volvió aburrido cuando se comenzó hablar de los enlaces y la responsabilidad que conllevaba, y luego 𝘣𝘭𝘢, 𝘣𝘭𝘢, 𝘣𝘭𝘢, 𝘣𝘭𝘢, 𝘣𝘭𝘢, 𝘣𝘭𝘢, 𝘣𝘭𝘢, 𝘣𝘭𝘢, Will dejo de escuchar en algún punto. El no demostró mucho interés en el amor, ni cuando tenía doce años ni ahora que está en sus treinta. El encontrarlo solo significa socializar y él seguía sin ser bueno en ese ámbito. Preferiría la compañía de sus perros. Descartó el amor al igual que una vieja camisa rota, solo lo hizo a un lado, al final su mente disoció cuando los maestros traían de vuelta el tema.
Su trabajo se basó en perfilar a los asesinos en serie, no verificar si ellos tenían o no su pareja predestinada o algún enlace, por lo que nunca se dio la oportunidad de centrarse en el tema nuevamente. Él se preparó con las referencias comunes para los casos, no esperaba encontrarse con tal investigación que lo llevaría a una enorme revelación.
El Destripador de Chesapeake deshizo dos de sus aromas, los públicos por decirlo de alguna manera, limpió la evidencia del ojo humano y olfato común, no de Will Graham, su pareja predestinada.
Will no sabía qué hacer.
Él no quiere lidiar con eso, es un agente del FBI que captura asesinos y los pone en una celda, no debería tener una pareja predestinada con antecedentes asesinos. El mismo ya era un asesino y no trabaja consigo mismo, no sabe si será capaz de hacerlo con otra persona.
Aunque ya sabe la respuesta, en el fondo de todo, en la oscuridad junto a una última vela que evita que todo se entorne lóbrego, sabe cuál es su respuesta, porque después de todo, Jack no lo sabe.
El destripador es su pareja destinada. Y William aún no acepta del todo ese hecho.
Casi ocho meses después, sigue tratando de evitar la realidad, ignorando las ansias de cada mañana a la espera de un hermoso cuadro que el destripador haya preparado, llevando una desilusión cuando no obtiene ninguna llamada de Jack, generando el resto del día dolor de cabeza y un mal humor, el cual todos han comenzado acostumbrarse.
Estiró el brazo empujando la puerta de su salón de clases de manera rápida tratando de evitar que los olores del pasillo entrarán.
Su clase comenzaría en dos horas, en un intento por regalarse emprendió una salida temprana para correr con sus perros, el resultado fue un poco… renuente. El bosque le hizo recordar la última exposición de arte del destripador, el cuadro dejó sin aliento al perfilador, la descripción de lo que sintió fue… simplemente magnífico, en esa última escena el destripador había dejado un mensaje claro, aunque solo para Will, una especie de carta firmada con el aroma de uva. El contenido de esta le fue entregado limpio, una carta de espera, lo que Will aún no descifraba era el tiempo y lo que realmente se avecinaba. Sus pensamientos siguieron en un vals extraño, girando en distintas direcciones y al final terminando nuevamente en el centro, donde comenzó. Su mente no paró, por lo que decidió dejar a los perros y luego marcharse a la academia en busca de Jack y dejar el perfil de su nuevo asesino.
Alguien había estado matando a Alfas drenado la sangre de su sistema para posteriormente dejándolos nadando en sangre en la piscina de sus propias casas, por supuesto, la sangre era de ganado, los humanos no tienen la sangre suficiente para llenar una piscina de unos cuantos metros.
No contaba que el lugar se convertiría en un baño de feromonas. Y ahora se resguarda detrás de las puertas del salón de clases. Resoplo irritado, inició camino al escritorio, podría revisar el expediente del destripador antes de que sus clases comenzarán, o simplemente se escondería hasta que el timbre sonara, daba igual, solo quería alejarse de todos los aromas asquerosos que flotaban.
Se detuvo a unos cuantos metros al notar un obsequio particular. Un arreglo floral decoró el escritorio de clases perteneciente a Will, pareciendo una marcha colorida en aquella sala. Las flores eran rosas rojas sencillas, solo una nota en papel blanco en el centro.
Will frunció el ceño ante el regalo, acercándose como un depredador. Podría decirse que tenía un serio problema con los regalos anónimos, muchos asesinos han querido regalarle algún presente y bueno, él no aprecia partes humanas como regalos ni cartas con versos íntimos escritos con sangre, no de esos asesinos insípidos.
Soltó el bolso descuidadamente en la silla, tomando la nota en medio de las flores.
𝘞𝘪𝘭𝘭,
𝘍𝘦𝘭𝘪𝘻 𝘥í𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘥𝘳𝘦𝘴.
𝘓𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵ó 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘥𝘪𝘴𝘧𝘳𝘶𝘵𝘦𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘥í𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘳í𝘢𝘴, 𝘮𝘦𝘳𝘦𝘤í𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘭𝘰, 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘰 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘢𝘭𝘨ú𝘯 𝘱𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘷𝘪𝘥𝘢𝘴.
–𝘋𝘳. 𝘉𝘭𝘰𝘰𝘮.
Will observó la firma tallando el dedo índice en las últimas letras.
𝘋í𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘥𝘳𝘦𝘴. El perfilador asimilo la causa de los olores de los pasillos. Los empleados con hijos trajeron consigo la felicidad de sus casa, era un día feriado por lo que podían hacerlo. Los que no tenían hijos simplemente no les molestó y compartieron la serotonina.
Will Graham no participaba con la misma opinión, mucho menos cuando su olfato era sumamente sensible. En los años pasados, Will terminaba por faltar ese día, Jack le regalaba aquella fecha, como si fuera alejarlo de un mundo de dolor. Al perfilador no le importó mucho, todos a su alrededor asumen que es débil, él dejó que siguieran creyendo eso.
Anteriormente jamás recibió un obsequio de parte de nadie, no sabía porque Alana quería felicitarlo ahora. Ella debió de ignorarlo como un día normal, como todos los años.
Un gesto... amable, supone Will. No entiende el sentimiento realmente, por un lado siente la intención que Alana quería crear para él y por el otro, si tan solo hiciera, fuera irá pura, pero no lo hace, el no siente nada.
"𝘔𝘦𝘳𝘦𝘤í𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳𝘭𝘰" él no creyó eso. Por supuesto que no lo hace, ¿Qué padre desea que su cachorro muera? El estaba por tener a su hijo en brazos, semanas, días, horas, el tiempo estaba tan cerca de llegar, y el, el solo quería regresar el tiempo y evitar que sucediera.
Will rezó, él no cree en ningún dios, su padre lo hacía, era un devoto fiel de la iglesia, intentó que su hijo se relacionara y tomará a dios en su corazón, Will solo se alió por órdenes de su padre, después de la muerte de su progenitor dejó el templo sagrado para jamás pisarlo. Y sin embargo, él se arrodilló y suplicó una 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘷𝘦𝘯𝘤𝘪ó𝘯 𝘥𝘪𝘷𝘪𝘯𝘢, y al poco tiempo su deseo se cumplió.
Will se debate internamente en ir agradecerle a Alana o fingir que no recibió tal regalo. Duda un poco antes de salir a buscarla a los pasillos, las feromonas siguen impregnadas en el aire, por un segundo desea esconderse en el salón de clase, y tal vez lo hubiera hecho si no hubiera encontrado a la doctora deambulando a unos cuantos pasos de la oficina de Jack.
"Doctora Bloom", llamó.
"Will”, ella recibe el saludo con una sonrisa acercándose a centímetros de distancia del perfilador, “¿Cómo estás? Escuché sobre el último caso.” la sonrisa amable de Alana seguía mientras conversaba, la del omega se apagó en el instante que el aire acondicionado hizo de las suyas y voló suavemente el cabello de la doctora soltando el fino aroma a uva. 𝘔𝘦𝘯𝘤í𝘢. La ira surgió, su pareja había estado jugando un poco con otros omegas, Will odio ese hecho. Un gruñido trató de salir de su garganta, quería matar a Alana por tocar lo que es suyo. Ella pagaría por poner las manos donde no debe. Will se encargaría de eso. El destripador también la pasará mal por dejarse seducir por alguien que no es su pareja y acceder ante tal invitación. Tuvo la tentación de arrancarle ese olor por la fuerza ahí mismo, noto un leve hematoma colorido en un costado de su garganta, ella llevaba puesto un saco que en una buena posición cubría la totalidad del moretón. Fantaseó con desgarrar la garganta de la doctora en un mordisco dejando que sus dientes extrajeran una gran parte de la carne, permitiendo a simple vista la exposición de sus cuerdas vocales. Las huellas del destripador serían borradas de aquella forma.
"¿Will?", pronunció su nombre con preocupación genuina. Su voz trajo de vuelta al Hombre.
Will parpadeo para disipar cualquier rastro de pensamientos en un intento de arreglar sus emociones, sonrió, transformando al final una mueca de arrepentimiento.
“Disculpa, ¿Decías?” sugirió.
“Will, ¿Todo en orden?” Alana, como la excelente psiquiatra que era, no dejaría que el perfilador se saliera con la suya en un intento de retomar la conversación sin responder apropiadamente
𝘕𝘰. 𝘛𝘰𝘤𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘭𝘰 𝘮í𝘰. 𝘔Í𝘖. Gritó su mente. “Si”, habló rápidamente, haciendo que la psiquiatra no creyera en sus palabras. “Es solo- hueles a café y recordé que dejé el mío en el salón de clases.” justificó observando en dirección a su salón.
“𝘖𝘩.” esta vez le creyó, llevando las mangas de su chaleco a su rostro, “¿Es fuerte? Lo lamento, está mañana lo derrame en un descuido” ella se sonrojo al decirlo, Will pudo imaginar el momentáneo recordatorio.
La sangre del perfilador hirvió, Alana definitivamente moriría en manos de Will.