Chapter 1: Caos místico
Summary:
Mikey y April se preparan para regresar a casa, pero su plan se ve interrumpido por la llegada de una criatura extraordinaria. A medida que la historia se desenvuelve, la presencia de enigmáticos personajes obstaculizan sus objetivos
Chapter Text
Era una noche típica en la Gran Manzana, cuando un mutante con pinta de tortuga y una chica de tez oscura, que parecía no estar para juegos, se preparaban para emprender su extravagante viaje de vuelta a casa. Aunque, para ser justos, el lugar en el que se encontraban estaba más perdido que un calcetín en la secadora.
-¿En serio piensas que esto aguantará, Mikey?- preguntó la chica de melena afro, mientras se rascaba la cabeza como si estuviera intentando resolver un enigma cósmico.
Con una sonrisa de autosuficiencia, la tortuga mutante respondió: "Por supuesto que sí, April. Mi monopatín ha soportado cosas más locas que un circo en llamas. ¡Una vez sobrevivió a dos ladrillos, de verdad, 100% real no fake!"
April alzó una ceja llena de escepticismo ante la afirmación de Mikey. Prefería caminar hasta su destino que confiar en esa estrafalaria sugerencia de montar el monopatín.
- Eres la encarnación de la cobardía personificada, ¿verdad? Si no te convence, siempre puedes llamar a un taxi, ¡bleh!", replicó la tortuga mientras se subía a su monopatín con la elegancia de un rey rana y se colgaba unas gafas de sol en plena noche.
- ¿Poner mi seguridad por delante es ser cobarde? Bueno, si eso crees, entonces iré en el metro- dijo la chica con una voz que mezclaba seriedad y un toque de furia conteniendo su enojo, mientras le daba la espalda al chico. La tortuga le sacó la lengua en un gesto burlón, pero su diversión se convirtió en confusión cuando algo impactó su cara con un suave golpe. Una pizca de dolor se apoderó de sus mejillas, y cuando notó que el objeto era algo con vida, el enojo comenzó a burbujear en su interior. Con un grito de frustración, exclamó: "¡Oye! ¿¡Cobarde, regresa aquí, criaturita... animal!?"
Ese encuentro inesperado provocó que la tortuga pusiera en marcha su monopatín, persiguiendo al escurridizo ser que le había golpeado. El roce del viento con su amiga, que ahora estaba aún más enojada por su atropello, lo impulsó a acelerar. Entre la oscuridad, la voz de su amiga resonó: "¡MIKEY! ¿A dónde diablos crees que vas?" Sin embargo, su enojo no logró detenerlo. Mikey siguió a la misteriosa criatura de amarillo y azul, que a medida que se acercaba, parecía ser un gato travieso.
El animal, de manera abrupta, frenó justo antes de estrellarse contra un muro en construcción de un edificio cercano. Mikey, aún atónito por la sorpresa, intentó detenerse de golpe, clavando su pierna en el suelo. De igual forma, sus pensamientos superaron sus acciones, y el resultado fue un descontrolado choque contra el muro. Mientras tanto, April llegó jadeando, su carrera la dejó sin aliento mientras se preguntaba por qué Mikey se había ido de esa manera tan repentina.
- ¡Mikey! ¿Por qué te fuiste así de repente? ¡maldita sea!..- , exclamó confundida mientras se acercaba. Su atención se desvió hacia la extraña criatura frente a ella: un zorro de colores imposibles, azul y amarillo. Detrás de él, Mikey yacía casi inconsciente, apoyado en la pared.
- Vaya... esto es extraño. ¿De qué zoológico escapaste, pequeño? -, murmuró April mientras se acercaba cautelosamente. Finalmente, logró atrapar al asustado animal en sus manos y lo sostuvo con suavidad.
- Aww... qué criaturita más tierna. ¿Qué le hiciste a mi amigo? Lo dejaste estampado como una nuez en una mesa -, soltó una risa burlona mientras miraba a Mikey, quien escuchó cada palabra. Esa risa liberó su ira, y se puso en pie, con un notorio moretón en su rostro.
- "¡Ese perro... cosa! ¡Me golpeó!", exclamó señalando con el dedo acusador a la criatura que April sostenía con ternura.
- ¡Ajá, claro! ¿Cómo algo tan diminuto va a mandarte al otro mundo? Tú eres como rarito verdad. - Ella lanzó un comentario sarcástico mientras acariciaba la cabecita de la criatura con ternura, como si se tratara de un gatito adorable. A sus espaldas, dos montañas de hombres con expresiones tan amenazantes que podrían hacer temblar a King Kong se acercaron, aunque sus cejas fruncidas y arrugas profundas ocultaban cualquier posible emoción en sus ojos.
Mikey, al percatarse de la presencia de estos dos mastodontes, cambió rápidamente su expresión y postura, tratando de lucir como si llevara un disfraz y no fuera una tortuga mutante en absoluto. Con nerviosismo en su voz pero imitando una voz de nerd, intentó entablar un diálogo para desviar la atención.
- ¡Hola, distinguidos caballeros! ¿Podrían ilustrarnos sobre la ubicación de la plaza de convenciones más próxima? Ya saben, la que claramente vamos a visitar mi amiga, su mascota multicolor y yo, con nuestros looks completamente naturales, basados en extraterrestres de ciencia ficción, por supuesto.
April, al escuchar ese intento de engaño patético, no pudo contenerse y golpeó su palma contra su rostro con delicadeza para no dañar sus gafas rojas. Emitiendo un gruñido contenido, su paciencia se desvanecía, mientras que el animalito temblaba como una hoja en el viento.
- "No es necesario que actúen como cosplayers baratos... y hacer voces de nerds, pero sí que nos entreguen al animal", pronunció uno de los hombres con la voz tan imponente como un trueno, enviando un escalofrío por la espalda de April. Ante tal amenaza, se encontró instintivamente abrazando al animalito con protección.
- "¡Nuh uh, señor! Un perro sin correa le pertenece a quien lo lleva", declaró April, desafiante en su postura. La mirada de diversión de los hombres se esfumó al instante, reemplazada por seriedad. Con un parpadeo, decidieron dejar atrás la farsa y revelaron sus verdaderas identidades.
Sus cuerpos se transformaron, convirtiéndolos en hombres casi parecidos a guerreros de apariencia amenazante, con dentadura desordenada y cuerpos musculosos que desafiarían a cualquier gimnasio, todo ello coronado con unas espadas de doble punta que parecían haber sido diseñadas por el mismísimo diablo. Mikey, a pesar de su sorpresa, logró esconder su asombro tras un intento patético de humor.
- "¡Wow! ¡Parece que trajeron los efectos visuales de Hollywood directamente a las calles de Nueva York! ¡Increíble!", exclamó con una sonrisa y ojos brillantes, como si estuviera asombrado por un truco de magia barato.
Los dos "hombres cucaracha" intercambiaron una mirada entre ellos, visiblemente molestos por la reacción de Mikey ante su impresionante transformación. La escena se había vuelto aún más surrealista, con una tortuga mutante que hacía comentarios sarcásticos y unos enemigos que parecían sacados de una pesadilla de ciencia ficción.
- "Entreguen al animal por las buenas, o se lo quitaremos a las malas", espetó el segundo de los hombres musculosos, su voz sonando como el trueno de una tormenta. Sus ojos rojos, ahora aún más grandes, destellaban una amenaza más imponente que antes. Mikey miró a April, y después al asustado animalito, y suspiró profundamente. En un principio, pensó que tal vez sería mejor ceder, pero la mirada decidida de April dejaba claro cuánto quería proteger a la pequeña criatura. Eso fue suficiente para que Mikey tomara una decisión: protegerla también.
- "Si están tan ansiosos por tenerlo, adelante, vengan por él", desafió Mikey con una sonrisa maliciosa, sacando sus Nunchucks con una rapidez asombrosa. April captó la señal y retrocedió de manera prudente, entendiendo que las cosas estaban a punto de ponerse intensas. El aire estaba cargado de electricidad, prometiendo una confrontación cargada de acción y golpes.
Los dos hombres armados intercambiaron una mirada de complicidad, sus movimientos eran tan sincronizados como los engranajes de un reloj. Con un gruñido gutural, dieron un paso adelante, transformando sus espadas en armas listas para el combate. Mikey adoptó una postura defensiva, balanceando sus Nunchucks con destreza, mientras su expresión se tornaba seria y determinada.
Y así, en el oscuro rincón de la ciudad, las figuras se prepararon para el enfrentamiento. El animalito temblaba en brazos de April, mientras que la tensión en el aire se espesaba como una tormenta a punto de estallar. La adrenalina palpitaba en el aire, prometiendo un choque épico de fuerzas en la batalla por la pequeña criatura.
La escena se convirtió en una danza caótica y cómica de movimientos. Mikey, con sus Nunchucks en mano, saltó hacia adelante con una destreza que bien podría haber rivalizado con una ardilla enérgica. Sus ojos brillaban de emoción, mientras trataba de imponerse a los dos hombres que montaban como caballo una extraña especie de perro, con su estilo propio.
"Golpeas como un caracol cansado, ¡eres lento!", exclamó Mikey con una sonrisa burlona, balanceando sus Nunchucks en círculos. Sus palabras fueron seguidas por un rápido giro que parecía más un acto de equilibrio que un movimiento de combate.
Los hombres intercambiaron miradas exasperadas, como si estuvieran lidiando con una criatura que había perdido la noción del peligro. Sin embargo, su paciencia se desvaneció rápidamente, y el primero de ellos avanzó con una rapidez que contradecía su tamaño intimidante. Con una espada en alto, cortó el aire con un movimiento que haría palidecer a cualquier espadachín.
Mikey saltó hacia atrás, esquivando el ataque con una agilidad sorprendente, aunque su aterrizaje fue más bien tambaleante. "¿Por qué no vuelves a proteger el calabozo de dónde saliste?", se burló, realizando una voltereta hacia un costado. Los hombres armados apenas podían ocultar su irritación mientras continuaban persiguiendo a Mikey por el oscuro rincón de la ciudad.
Sin embargo, la destreza de Mikey comenzó a desvanecerse, sus movimientos se volvieron torpes y su postura menos segura. Sus Nunchucks se enredaron en un intento de movimiento audaz, dejándolo vulnerable por un momento. Uno de los hombres aprovechó la oportunidad, lanzándose hacia adelante con un golpe que habría partido un tronco en dos.
Mikey apenas logró bloquear el ataque, pero el impacto lo envió tambaleándose hacia atrás, chocando con una pila de bloques de cemento y bolsas "¡Ah, rayos!", exclamó, frotándose el costado adolorido mientras se tambaleaba hacia sus pies. A pesar de su audacia inicial, estaba claro que su habilidad con los Nunchucks tenía sus límites.
En medio de la confusión, los hombres aprovecharon la oportunidad y activaron un extraño artefacto. Un portal destellante comenzó a abrirse en el muro de la construcción, vibrando con energía desconocida, arrojaron un objeto circular al animal y en cuanto lo tocó este quedó enjaulado. April, presa del pánico, se lanzó hacia adelante en un intento de detenerlos. "¡Esperen, no se lo lleven!", gritó, su voz cargada de desesperación.
El portal comenzó a absorber a los hombres, a la criatura y a April con ellos en un intento desesperado de rescate. Mikey, todavía aturdido por el golpe, extendió su mano en un intento de agarrarla, pero el portal se cerró rápidamente, dejándolo solo en medio del oscuro lugar de la ciudad. "¡Espera, April!", exclamó en vano, su voz resonando en el aire vacío.
La escena, que había comenzado con un torpe intento de enfrentamiento, culminó en una mezcla de comedia y acción que dejó a Mikey solo y confundido. La ciudad parecía más silenciosa que nunca, mientras se encontraba solo en la oscuridad, preguntándose qué demonios había ocurrido y cómo podría recuperar a su amiga y al misterioso animalito.
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Hola niño ahora te toca leer la segunda parte de este capítulo. Cuidate XDD
Chapter 2: Caos místico 2
Summary:
Miguelangel descubre una sirueta en una construcción que coincide con el de un reloj en su hogar, lo que lo lleva a un portal misterioso, con valentía junto su amiga April se enfrentan a un desafío en un mundo místico.
Notes:
Esta artículo puede contener:
— Humor constante
— Narrativa de persecucion compleja y detallada
La aparición de cada personaje será a medida de que avanza la historia.
PARA DETALLES, DIBUJOS Y MÁS:
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Chapter Text
Mikey quedó solo en medio de la oscuridad, con su mente girando en busca de respuestas. Observó a su alrededor, tratando decodificar lo que había ocurrido. Entre las sombras, su mirada se posó en un dibujo en el muro que parecía extrañamente familiar. Frunciendo el ceño, se acercó a inspeccionar. Y entonces, el reconocimiento lo golpeó como una torta en la cara.
El dibujo en el muro era idéntico al que había visto en el reloj que descansaba en el estante de su hogar. Una sonrisa de entendimiento se dibujó en su rostro, la conexión comenzaba a encajar en su mente. El siguiente paso estaba claro.
Con una resolución firme, Mikey se encaminó hacia su verdadero refugio, los callejones subterráneos de la ciudad, conocidos por todos como las alcantarillas. Llegó a su hogar subterráneo, una especie de refugio con toques caseros y detalles peculiares, donde su "papá", una rata sabia y tranquila, se echaba el quinto sueño en el sofá. El olor a pizza fría y la familiaridad del lugar lo tranquilizaron.
Con pasos silenciosos, Mikey se deslizó hacia un estante, buscando cuidadosamente entre los objetos allí colocados. Su búsqueda lo llevó a encontrar un peculiar reloj, un tesoro antiguo que había visto antes mientras limpiaba. Sosteniendo en sus manos, observó el dibujo en la esfera. Sus ojos se iluminaron al ver que el diseño era una réplica exacta del portal que había aparecido en el muro de la construcción.
"¡Bingo!", susurró Mikey, sintiendo como si hubiera resuelto un rompecabezas cósmico. Ahora sabía lo que tenía que hacer. Miró a su alrededor, sintiendo el peso de la responsabilidad y la emoción en sus hombros. Su amiga April y el misterioso animalito estaban del otro lado de ese portal, y él estaba decidido a traerlos de vuelta, sin importar los obstáculos que tuviera que enfrentar.
Con el reloj en mano, Mikey regresó a la construcción. El dibujo en el muro seguía allí, como un enigma esperando ser resuelto. Con el objeto extraño que había encontrado, procedió a redibujar el diseño del portal. Para su asombro, el portal se abrió una vez más ante sus ojos. Sin dudarlo, tomó una profunda bocanada de aire y se lanzó al portal, enfrentándose a lo desconocido con determinación.
El portal lo envolvió en un torbellino de luces y energía, y en un abrir y cerrar de ojos, Mikey se encontró en un lugar que desafiaba toda lógica. Las calles de Nueva York flotaban en el cielo, como si el mundo hubiera sido dado vuelta. Bajo él, otra ciudad se extendía en un laberinto de edificios y estructuras extrañas. Sus ojos se abrieron como platos ante la increíble vista, y su asombro se mezcló con una emoción incontrolable.
Los seres místicos llenaban los cielos y el horizonte. Algunos volaban con gracia y majestuosidad, mientras que otros parecían diminutos puntos a lo lejos, apenas visibles debido a la distancia. Dragones, hadas, criaturas que solo podría haber imaginado en sus sueños más salvajes, todo convergía en un espectáculo que desafiaba la realidad misma.
En medio de su admiración, una mano repentina en su hombro lo sacó de su ensimismamiento. Mikey se giró bruscamente, y su sorpresa se convirtió en una sonrisa de alivio y alegría. Frente a él estaba April, de pie y aparentemente ilesa.
"¡April, estás aquí!", exclamó Mikey, su voz cargada de emoción y sorpresa. "¡Pensé que te habían llevado!"
Mikey rió, abrazando a April con efusividad. La emoción de su reunión se mezcló con la maravilla de ese mundo místico y desconocido que tenían ante ellos.
- "¡Volvamos a casa!", exclamó Mikey emocionado, pero su entusiasmo se vio interrumpido por el dedo de April que se posó en sus labios.
- "¿Ves ese lugar allá?", señaló April con determinación a un establecimiento de aspecto peculiar "Allí se llevaron al 'perro cosa', ¡debemos recuperarlo!" Su insistencia por salvar al animal no dejó espacio para el debate. Mikey la miró dudoso, no estaba seguro de querer aventurarse más en ese mundo extraño, pero la determinación en los ojos de April era contagiosa. No podía imaginar su reacción si le decía que no, así que finalmente cedió.
- "¡Sí! Vamos a recuperar al perro... cosa", accedió Mikey con una sonrisa, y April celebró con un alegre "¡Wujuu!" mientras corría hacia el lugar extraño a la distancia. Aunque no podían discernir si se trataba de una casa o algún tipo de establecimiento, tenía una forma tan peculiar que parecía desafiar toda descripción convencional.
Con cautela, ambos entraron al extraño lugar, subiendo un piso tras otro hasta que finalmente llegaron a un nivel donde su mirada se encontró con la de un individuo que parecía salido de un cuento de hadas. Un hombre con melena larga marrón y patas de oveja, elegantemente vestido con una armadura simple pero sofisticada y una capa.
- "¿Qué diablos es eso?", susurró Mikey en voz baja, sus ojos amplios ante la extraña figura que tenían ante ellos. April también parecía perpleja, pero su confusión pronto se transformó en esperanza al identificar al "perro" enjaulado.
- "¡Ahí está!", exclamó April emocionada, su voz apenas un susurro emocionado.
- "¡Genial!", respondió Mikey, intentando sacar sus Nunchucks para enfrentar la situación, pero su expresión cambió a una de desconcierto. Rebuscó en su cinturón y en sus bolsillos, pero sus armas no estaban allí. El portal debió haberlas arrojado en algún lugar desconocido al cruzarlo. La preocupación se apoderó de él, al darse cuenta de que estaba desarmado en medio de una misión potencialmente peligrosa.
April puso los ojos en blanco con calma ante la situación, luego se dirigió a Mikey con una expresión de resignación. "Oh no, omitiré la parte de 'cuida mejor tus cosas, Mikey', e iré directamente a 'eres un tonto'." Mikey la miró mal por un momento, pero April se levantó y lo agarró del brazo, guiándolo en una dirección desconocida.
- "Creo que vi una habitación con armas mientras veníamos aquí arriba", le informó April en voz baja.
Efectivamente, encontraron una habitación llena de armas. Mikey no pudo evitar sentirse como un niño en una tienda de juguetes, deseando tomar todas las armas para él solo. Sin embargo, su atención se centró en tres armas en particular que brillaban intensamente y flotaban a unos metros del suelo: una de color rojo, otra azul y una tercera de un vibrante naranja que parecía mezclarse con el amarillo.
- "¡Las quiero todas tres!", exclamó Mikey emocionado, tan así que ordenó mal las palabras de su oración. April lo miró confundida, preguntándose por qué alguien necesitaría tres armas.
- "¿Qué...?", comenzó April, pero antes de que pudiera terminar la pregunta, Mikey ya se había equipado con las armas. Una espada, un par de tonfās y un Kusari-fundo. Afortunadamente, habían cinturones disponibles para llevarlas de manera cómoda. Mikey colocó la espada en su caparazón y las tonfās en su cintura, luciendo completamente listo para la acción.
- "¡Estoy listo como la carne de Rupert!", anunció Mikey con una sonrisa, radiante de emoción. April lo miró en silencio por un momento, pero no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa ante su actitud llena de energía y determinación. Ella tomó su bate que siempre llevaba colgado de la espalda, y juntos regresaron al lugar donde habían estado antes.
En silencio, se acercaron lo suficiente para escuchar cómo el hombre "oveja" explicaba su plan a alguien más en la sala. Las palabras fluían, y aunque no podían entender todo, quedaba claro que había algo mucho más grande en juego de lo que habían pensado inicialmente. Mikey y April intercambiaron miradas mientras oían.
- "De esta forma, finalmente podremos exterminar la raza humana, y los yokais serán la raza superior", pronunció el hombre con voz amenazante pero elegante. "Gracias a mis oozquitos podré mutar a cada miserable humano de esta tierra en algún animal aleatorio. Solo observa, pequeño aprendiz."
Con un aire de triunfo, el científico se aproximó a una jaula donde un humano estaba encerrado. El hombre humano temblaba de miedo, rogando por su vida mientras intentaba retroceder. La escena era escalofriante.
- "¡No! ¡Espera! ¡Aléjate de mí!", suplicaba el hombre con tono de desesperación.
El científico insertó uno de sus mosquitos en la jaula, permitiendo que inyectara un líquido extraño y verde en el prisionero. Al principio, parecía no surtir efecto, - "fuah, pensé que iba a ser más doloroso" - pero de repente el hombre comenzó a retorcerse de dolor, soltando gritos escalofriantes. Durante la transformación, el humano se convirtió en una criatura mutante con características de pez. Con miedo, escapó de la jaula y huyó. Nadie en la sala se molestó en perseguirlo, dejando claro que el cambio era irreversible.
- "¡NOOO!, ahí se nos fue el sushi" dijo una de las pequeñas gárgolas que se posaba en el hombro del científico alquimista.
Mikey y April observaron la escena atónitos, juzgando en silencio los actos del científico. El hombre oveja científico, con un deje de orgullo, le explicó a su aprendiz cómo se llevaba a cabo la mutación. El muchacho de color verde y banda morada escuchaba con entusiasmo, afirmando que había comprendido sus nuevos conocimientos.
- "Excelente, entonces podemos empezar con la liberación de los hermanos de ese oozquito... que ya se murió", declaró el científico, listo para continuar su plan perverso.
Sin embargo, la entrada impactante de Mikey y April los interrumpió. Los dos intrusos miraron con determinación al científico y su aprendiz. Mikey, en su afán de parecer valiente, soltó una línea que hizo fruncir el ceño de April. "¡Hasta aquí llegaron sus descabellados planes, fenómenos...?", exclamó antes de darse cuenta de su error. "¿Si te das cuenta que tú también eres un 'fenómeno'?", intervino April con una expresión de exasperación.
Los ojos del científico y su asistente se posaron en los dos recién llegados. Intercambiaron miradas, luego dirigieron su atención de nuevo hacia Mikey y April. El científico parecía contemplar la sorprendente aparición de Mikey, mientras que su asistente solo se preparó para combatir, aunque este acto fue interrumpido.
- "¡No lo puedo creer...", murmuró el científico alquimista, sus ojos brillando con emoción.
- "¡No puede ser! ¡Llegó aquí por sí solo!", exclamó el asistente con incredulidad, señalando a Mikey, rápidamente recibe un manoplazo de parte de el científico - "tú... tortuga..." dijo este último.
Mikey antes de que pudiera responder, un grito agudo y decidido resonó en la sala. Era April, sosteniendo su bate de béisbol con firmeza.
- "¡Sin charlas, es hora de la acción!!" comenzó a decir April mientras lanzaba un ataque torpe hacia Draxum.
El científico esquivó con facilidad el ataque descoordinado de April, su rostro mostrando una mezcla de irritación y desdén. "No eres más que una molestia, pequeña humana", dijo Draxum con frialdad, haciendo un ademán con la mano que generó una corriente de aire que hizo tambalear a April, esta choca con el segundo hombre tortuga de la sala "EWWW QUÍTATE" exclamó con asco y la golpeó con su bastón en la espalda
Mikey observó la escena con preocupación, sus pensamientos aún confusos pero su instinto de protección hacia April inquebrantable. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia adelante, enfrentando a Draxum con determinación. "¡No permitiré que lastimes a mi amiga!", exclamó, utilizando sus armas recién obtenidas en un intento de neutralizar al científico.
Los ojos de Draxum brillaron con emoción ante el enfrentamiento, como si estuviera orgulloso de la resistencia de aquel chico Sin embargo, su actitud arrogante le costó caro, ya que subestimó la destreza de Mikey. Mientras luchaban, April recuperó su bate y lo balanceó con fuerza hacia Draxum, atrapándolo por sorpresa. El bate impactó contra su brazo, haciendo que Draxum retrocediera con un gruñido de dolor y sorpresa.
La sala se convirtió en un escenario de caos y movimiento frenético. Draxum desató su habilidad para crear raíces mágicas, que surgían del suelo y se retorcían en formas serpenteantes. Con un movimiento fluido, envió las raíces en dirección a Mikey y April, intentando atraparlos y enjaularlos en un abrazo vegetal. Mikey saltó ágilmente, esquivando las raíces enredadas que buscaban atraparlo, mientras que April utilizaba su bate para desviar las que se acercaban peligrosamente.
A su lado, el asistente de Draxum, vestido con banda morada, hacía girar su palo tecnológico en el aire. Con un toque y un giro de su muñeca, el palo se transformaba en un mazo de componentes tecnológicos. Con movimientos precisos y fluidos, lanzaba golpes energéticos hacia Mikey y April, quienes se movían con agilidad para esquivar los impactos.
En medio de la pelea, Mikey se encontró en una situación complicada. Sostenía su arma naranja en la mano, sintiendo una extraña resonancia con ella. En un intento de aprovechar al máximo su nueva arma, causó que este se encendiera en fuego, los destellos de energía mística se liberaron en todas direcciones, creando llamas de fuego en cualquier lugar donde se posaran.
Mientras la batalla continuaba, Mikey y April se vieron superados por la combinación de las raíces mágicas y los ataques energéticos. Las raíces se enredaron alrededor de sus piernas y brazos, restringiendo sus movimientos. A pesar de sus esfuerzos por liberarse, las raíces se cerraron lentamente en torno a ellos, atrapándolos en su abrazo implacable.
Sin embargo, la lucha había tenido consecuencias inesperadas. Durante la persecución y los impactos de los ataques, varias chispas habían caído en el suelo y habían prendido fuego a los objetos cercanos. El humo empezó a llenar la sala, y las llamas se extendieron rápidamente, creando un peligroso escenario de caos y destrucción. A medida que el fuego se propagaba, la situación se volvía cada vez más desesperada para Mikey y April
Mientras la sala estaba sumida en el caos del fuego y el humo, el asistente, conocido como Morado estaba ocupado analizando frenéticamente la situación. Draxum, visiblemente preocupado, le preguntó qué estaba pasando. Morado frunció el ceño mientras tecleaba en su dispositivo tecnológico, respondiendo con un tono que oscilaba entre la tranquilidad y la alarma.
- "Nada, pa... solo una pequeña probabilidad de que este lugar explote y nos haga compañía en el más allá. Nada de qué preocuparse."
Draxum parpadeó, procesando la información con una mezcla de incredulidad y preocupación. "¿Explote?" murmuró, sus ojos se agrandaron ante la posibilidad.
- "Oh, eso sí sería un gran espectáculo", agregó Morado con sarcasmo, mirando la situación desde su peculiar perspectiva.
Sin embargo, el tiempo apremiaba y la amenaza era real. Draxum no perdió tiempo y presionó el botón de liberación de los oozquitos. Los pequeños insectos salieron en enjambre, zumbando y revoloteando por la sala en su caótica libertad recién encontrada. Morado balanceó su palo tecnológico, que también se convertía en su medio de transporte, y montó su "maso-móvil", listo para la acción.
- "¡Hora de hacer una salida elegante, Papá!", exclamó Morado, su entusiasmo palpable mientras se lanzaba sobre su peculiar vehículo, Draxum también se había subido y ambos salieron de escena dejando caos a su paso.
El perro cosa, liberado tras morder su prisión vegetal, se acercó a Mikey y April, ahora liberados de las raíces mágicas gracias a sus garras, observaron la escena con incredulidad y preocupación.
- "¡Oye, pequeño!", exclamó April en medio del caos, dirigiéndose al perro cosa que ahora estaba cerca. "¿Crees que puedes ayudarnos a salir de aquí antes de que todo esto colapse?"
El perro inclinó la cabeza, mirándola con sus grandes ojos. Un destello de comprensión pasó por su mirada, y en un abrir y cerrar de ojos, tanto Mikey como April se encontraron teletransportados fuera de la sala en llamas. Aterrizaron ilesos, observando cómo las llamas se propagaban y el laboratorio comenzaba a desmoronarse.
- "Bueno, eso fue... ardiente", comentó Mikey con una sonrisa nerviosa, buscando el lado humorístico en medio del peligro.
- "Definitivamente. ¡A quién le gustan las salas de escape extremo, de todos modos?", respondió April, riendo mientras observaba cómo el lugar en llamas creaba un espectáculo impresionante.
Mikey canalizó su energía para crear el portal de regreso a la superficie, con la esperanza de que finalmente pudieran escapar de todo el caos y volver a la relativa normalidad. Juntos, Mikey, April y el perro cosa, entraron en el portal, sintiendo que estaban a punto de dejar atrás todo el lío. Sin embargo, la sensación de alivio fue efímera, ya que una nueva sorpresa los aguardaba.
Emergieron en la superficie, solo para encontrarse con un camino serpenteante de oozquitos que zumbaban alegremente a su alrededor. April abrió los ojos como platos ante la vista. "¡Esos malditos bichos están libres!", exclamó, su voz mezcla de sorpresa y desconcierto.
- "Vaya, no sé si decir que tu culpa causó todo este caos, animalito", bromeó April, mirando al perro cosa con una sonrisa. "¡Oh, Ya sé! ¡Caos, Así te llamarás a partir de ahora!"
El perro cosa asintió, moviendo la cola en aprobación, parecía estar de acuerdo con su nuevo nombre y el giro irónico de los acontecimientos.
Mientras el sol comenzaba a asomar en el horizonte, Mikey miró a su alrededor, notando el inicio de un nuevo día. La preocupación cruzó su rostro. "Bien, April, ahora es de día. Puedes caminar sana y salva por la ciudad de regreso a casa. Yo, por otro lado..." Mikey miró su apariencia monstruosa de tortuga mutante y se encogió de hombros con una sonrisa irónica. "Debo regresar antes de que un humano mire esta... situación."
Con un gesto rápido y un último vistazo a April y al ahora llamado Caos, Mikey se despidió y se lanzó corriendo hacia la alcantarilla más cercana. "¡Nos vemos en otra aventura, April!", gritó mientras desaparecía en la oscuridad.
April observó con una sonrisa y agitó la mano, sabiendo que este no sería el último encuentro con su peculiar amigo mutante. Mientras el caos de oozquitos continuaba en su camino, ella se dio la vuelta para encaminarse hacia su hogar, lista para la próxima aventura que sin duda les esperaba en las calles de Nueva York.
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Chapter 3: Insectos y arañas
Summary:
En Nueva York, una plaga de mosquitos mutantes amenaza a la ciudad. Miguelangel, una tortuga mutante de aspecto juvenil, se une a Gran Mama, una dama araña lider de un Hotel importante con el fin de combatir la amenaza junto a su sospechoso asistente.
Notes:
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¡Conoce al asistente de gran mama: https://twitter.com/Pandlien/status/1713660236467245274?t=GHdE-1D-7gs4dePro3jJCQ&s=19
Conoce a Miguelangel y su mejor amiga April: https://twitter.com/Pandlien/status/1714465602025271464?t=GHdE-1D-7gs4dePro3jJCQ&s=19
EPISODIOS RELEVANTES SON MAS PROPENSOS A TENER DOS PARTES.
Chapter Text
El reloj marcaba las 8 de la noche en la bulliciosa Nueva York, y aunque todo parecía tranquilo en la Gran Manzana, un lugar llamado el Nexus Hotel estaba en medio de una emergencia insectil. Mosquitos de un tamaño alarmante habían invadido el lugar, y la situación requería la intervención de un cazador experto.
En ese momento, un hombre vestido con un traje que parecía hecho a medida para la ocasión entró en escena de manera heroica. Era Miguelangel, la tortuga mutante que había tenido la desgracia de encontrarse cara a cara con los oozquitos, una variante aterradora de mosquitos mutantes que habían causado estragos en la ciudad. Con un insecticida en una mano y herramientas improvisadas en la otra, Mikey se dispuso a librar al hotel de la plaga.
Mientras se preparaba para la batalla, un joven se le acercó con una voz algo irritante. "¡Aleluya! Al fin alguien que se encargue de este desastre", exclamó el chico con alivio.
Mikey, confiado en su habilidad para manejar la situación, le preguntó: "¿Eh? ¡Oh sí, sí, yo resolveré este problema!". Sin embargo, el chico no parecía estar tan convencido y comenzó a expresar sus dudas. "¿Tú solo? Pareces ser solo un adolescente...".
Mikey, conocido por su carácter jovial y su espíritu amigable, no permitió que las dudas del chico lo desanimaran, interrumpió al joven al colocar un dedo en sus labios. "Eh, eh, ¿cómo te llamas?", preguntó con una sonrisa.
El chico, aún confundido por la situación y el comportamiento de Mikey, titubeó antes de responder. "¿Botorones...?"
Mikey, sin perder su entusiasmo, tomó una decisión rápida y le indicó a Botorones: "Bien, Botorones, ve a esa puerta de allí y piérdete". Acto seguido, empujó al chico hacia la salida y cerró la puerta de golpe.
Mikey se lanzó con su aspiradora para atrapar a los mosquitos mutantes, pero su velocidad y agilidad resultaron ser un desafío. En su frenética persecución, terminó rompiendo algunos objetos valiosos en el lugar, incluyendo jarrones, mesas y desorganizando los costosos sillones. Botorones, que observaba la escena detrás del cristal de la puerta, entró en pánico. "¡NO NO! ¡Me van a despedir por esto!", exclamó.
Sin embargo, cuando Botorones abrió la puerta para intervenir, Mikey fue lanzado hacia atrás por la aspiradora, devolviéndolo al exterior antes de cerrar la puerta con cerradura. "¡Quédate afuera!", ordenó Mikey con frustración. La distracción había hecho que los mosquitos se esfumaran de su vista por completo al aprovechar la puerta abierta.
Mikey, visiblemente molesto, arrojó la aspiradora al suelo y se lamentó su incapacidad para atrapar a unos simples mosquitos. "Una cosa, una cosa tan simple como atrapar unos mosquitos y ni eso. ¡Muy bien hecho, Mikey!" se regañó a sí mismo con sarcasmo.
Sin embargo, su frustración se convirtió en desconcierto cuando una puerta se abrió con un estruendo que lo hizo dar un respingo. Un grupo de hombres de aspecto similar se alineó en fila, y una alfombra roja se desplegó desde las escaleras hasta sus pies. Tres figuras, dos hombres que sostenían a una elegante pero peculiar dama, avanzaron hacia Mikey.
El joven se encontraba atónito. "Pero, ¿qué...?" murmuró para sí mismo mientras observaba la escena. La dama se bajó de su colchón y examinó el desastre a su alrededor con una sonrisa de autosuficiencia. "¡Vaya! Pero qué desastre hay aquí", comentó con un tono de voz que sugería que no estaba sorprendida en lo más mínimo, mientras observaba a Mikey, quien lucía como un cazador de insectos bastante genérico en ese momento.
"No te preocupes, mis hombres resolverán esto rapidito", comentó la dama con una tranquilidad aparente, y aplaudió dos veces. De inmediato, sus hombres se coordinaron para comenzar la limpieza. Mikey, sintiéndose un poco avergonzado por el desorden que había causado, comenzó a recoger sus cosas. "Bueno, ya que tienes todo bajo control, me regreso a mi oficina. Buenas noches", dijo mientras se preparaba para irse.
Sin embargo, antes de que Mikey pudiera retirarse, Gran Mama lo detuvo con una risa tranquila. "No tienes que actuar, estás con los de tu clase". De repente, todos los hombres cercanos chocaron manos en sus pechos y se transformaron en una variedad de animales mutantes, dejando a Mikey con la boca abierta.
"Me llamo Big Mama, y es un placer conocerte. Veo que tú y yo tenemos algo en común, y me encantaría que hablemos de ello", sugirió la dama. Mikey, aún desconcertado por la transformación de los hombres y la revelación de Big Mama, se quitó el casco y se rascó la nuca. Estaba confundido, sorprendido y un poco preocupado, pero aceptó la invitación.
Se despojó del traje y se colocó sus gafas de sol. La señora sonrió y lo condujo hacia un ascensor. "En este hotel existen cosas más allá que habitaciones y un restaurante. Permíteme mostrarte cómo funciona". Seleccionó un número extraño en los botones del ascensor de aspecto lujoso, y ella, Mikey y unos pocos hombres ascendieron a un piso desconocido.
Al abrir las puertas, un destello de luz chocó con los ojos de Mikey, y se vio obligado a ponerse las gafas de sol tapando sus ojos. Con la vista más clara, quedó impresionado al ver el escenario frente a él: un lugar increíblemente amplio lleno de mutantes, con pantallas que mostraban luchas entre ellos mismos. Era como un bar, pero más elegante y completamente diferente a cualquier cosa que hubiera visto antes.
Big Mama aclaró: "Aquí, muchos yokais se reúnen para observar las batallas del Nexus". Mikey, aún tratando de procesar todo, preguntó: "¿Yokais? ¿No son mutantes?" Aquella mujer se rió un poco burlón "¿Mutantes? Suena un poco raro decirnos así, de hecho, los Yokais existimos desde varias generaciones", comentó con un toque de humor.
En una de las mesas del lugar, dos gargolas parecían estar pasándola bien. Sin embargo, la diversión se vio momentáneamente interrumpida cuando una de ellas notó la presencia del chico mutante. "Hey... ese chico verde se me hace familiar...", murmuró, tratando de recordar dónde lo había visto antes. La otra gárgola, de figura más ancha, también dirigió su atención hacia Mikey, y ambos comenzaron a procesar sus recuerdos.
Sin embargo, la tranquila conversación se interrumpió abruptamente cuando la mesa saltó por un impacto de puños. "¡Por supuesto que lo conocemos, él explotó el laboratorio!", exclamó con molestia el otro chico verde de banda morada que acompañaba a las gargolas. La gárgola de figura ancha parecía sorprendida. "¿En serio? Pensé que era el tipo del gimnasio, porque trae lentes de sol", comentó, expresando su desconcierto. Las otras dos figuras intercambiaron miradas, claramente impresionadas por el nivel de idiotez de su compañero.
Por otro lado Miguelangelo llegó a la oficina de aquella misteriosa mujer, quien se colocó detrás de su escritorio con vista a la ciudad detrás de ella. "Entonces, últimamente ha habido una amenaza de mosquitos que está convirtiendo a los humanos en una clase de yokais de pacotilla..." Varias pantallas se iluminaron en la sala, mostrando algunas de estas mutaciones, que incluían una gran variedad de animales, desde hipopótamos hasta mantis y mucho más. El chico observó la pantalla con asombro, sintiendo cierta culpa por lo que había sucedido en la ciudad.
Ella continuó: "Sé que estás interesado en atraparlos, así que probablemente no te moleste hacer una alianza conmigo". La oferta estaba sobre la mesa, y Mikey tenía mucho en qué pensar antes de tomar una decisión, pero, él no tiene tiempo para pensarlo, ya que coincidía con ella "Si estás dispuesta a ayudar a capturar los mosquitos entonces si, acepto"
Big Mama se mostró contenta y sonrió tranquilamente ante la respuesta de Mikey. "Muy bien, pequeño. Tengo a alguien que podría ayudarnos. Permíteme llamarlo para ti", le advirtió mientras se acercaba a uno de sus guardias con aspecto de zorro. Entre murmullos incomprensibles para Mikey, en cuestión de pocos segundos, el elevador que daba acceso directo a la oficina de Gran Mama se abrió lentamente. Dos figuras con aspecto amenazante, ocultas tras máscaras, entraron en silencio.
Mikey se preguntó para el mismo: "¿Y estos qué harán...?" Sin embargo, una de las personas recién llegadas escuchó su pregunta y respondió con un tono relajante. "Me llamo Leonardo, el nombre de mi compañero no es de relevancia. Estoy aquí porque Big Mama selló un trato contigo, y yo, como parte de esa alianza, estoy dispuesto a colaborar y aportar mi experiencia en la captura de los mosquitos mutantes, asegurando que todo se desarrolle de manera impecable", declaró Leonardo. La rapidez y determinación en la respuesta dejaron a Mikey sorprendido y confundido, ya que no creía necesitar ayuda. "¿Es necesario que me acompañe? Normalmente hago el trabajo solo..."
Big Mama intervino con su característico sentido del humor. "Por supuesto que sí, Mi asistente es un experto en caza, lo cual tiene sentido porque su segundo nombre es 'Asistente cazador', aunque suena un tanto informal referirse a él con ese nombre". Su risa burlona llenó la habitación, aunque Mikey y Leonardo la miraron. Mikey intentó unirse a la risa con nervios, pero la tensión en la mirada de Leonardo, detrás de su máscara, lo hizo callar de inmediato.
Gran Mama tomó la iniciativa al declarar: "Para esta misión, van a necesitar algo muy especial. Permíteme estar a la medida". En cuestión de segundos, se sometió a una transformación llena de brillos y tela, revelando su verdadera forma: una enorme dama araña. Mikey se quedó sin palabras, completamente sorprendido por la metamorfosis que presenciaba.
Luego, volvió su mirada hacia Leonardo y, en un tono burlón, preguntó: "¿Y tú? ¿Estás disfrazado, por casualidad?" Leonardo, sin decir una palabra, simplemente le guiñó un ojo y señaló hacia abajo. Mikey siguió la mirada de Leonardo y se dio cuenta de que los dedos de los pies del hombre estaban al descubierto. Al analizarlos detenidamente, notó que eran muy parecidos a los suyos. Mikey se quedó callado, sintiendo un poco de vergüenza.
Big Mama continuó hablando: "Entonces, creo que mi telaraña podría servir de algo, dado que se trata de mosquitos, será más fácil capturarlos". Luego, le arrojó un barril a Mikey, quien inmediatamente preguntó: "¿Para qué es esto?". Leonardo, previsiblemente, se alejó rápidamente de Mikey. Esto resultó ser una buena idea, ya que un chorro masivo de telaraña se originó de la gran y monstruosa boca de Big Mama y atrapó a Mikey en la pared, dejándolo asqueado.
Ella concluyó: "Cuando atrapen suficientes mosquitos, me los traen. Me encargaré de custodiarlo". Leonardo asintió y, utilizando su cuchilla, cortó la tela de araña que mantenía a Mikey pegado a la pared.
Una vez liberado, ellos dos y el soldado de la máscara oni se embarcaron en la gran aventura. Leonardo preparó todo en su imponente motocicleta, preparándose para lo que se avecinaba.
Los tres se encontraban en la enorme motocicleta, recorriendo la ciudad. Esta moto estaba diseñada para llevar hasta cuatro personas, con una anchura desafiante y dos ruedas gigantes que parecían capaces de aplastar a cualquier obstáculo sin esfuerzo.
Leonardo, el conductor de la motocicleta, compartió información importante. "Según lo que me han dicho, estos son insectos que pican, del filo artrópodo. Son atraídos por el dióxido de carbono". Hizo una señal con la mano que solo su compañero soldado entendió, activando un tanque que liberaba dióxido de carbono en el camino en forma de humo.
Mikey, quien estaba detrás de Leonardo, se puso de pie en la motocicleta, lo cual era posible debido a su ancho, sosteniendo un lanzador de redes ligeramente modificado que parecía un cañón. Desde que apareció el primer mosquito mutante, Mikey intentó atraparlo con su red en el primer disparo, pero falló miserablemente. "Ehh, ¿Leo...? Creo que no sé disparar", admitió, añadiendo una risa nerviosa a su comentario.
Leonardo, visiblemente decepcionado, frenó la moto a un lado de la carretera y empujó a Mikey al asiento del conductor, cambiando de posición. "Más te vale no chocar", le advirtió con una voz intimidante que erizó los vellos de Mikey. A partir de ese momento, Mikey asumió el papel de conductor, mientras Leonardo demostró que su segundo nombre de "cazador" no era en vano, atrayendo a los mosquitos mutantes.
Así pasaron la tarde, con una cacería llena de persecuciones en moto a través de la ciudad, en busca de los mosquitos mutantes que amenazaban a la población. La inusual alianza entre Mikey, Leonardo y el soldado de la máscara oni estaba dando sus frutos mientras se adentraban en la noche.
Huginn, Muninn y la tortuga Morado observaban la situación desde la distancia, posados en la azotea de un edificio cercano. La preocupación era palpable en el aire, y Huginn no pudo evitar comentar con sus diminutas manos en el rostro: "Oh oh, al jefecito no le va a gustar esto".
Muninn, la gárgola de apariencia más robusta de los dos, también estaba visiblemente preocupada. "¿Quién le dirá?", se preguntó en voz alta. A continuación, los dos comenzaron a discutir entre ellos sobre quién tendría la desafortunada tarea de informar a su superior, Draxum. V, la tortuga, observaba la discusión con atención.
Huginn finalmente sugirió: "Que lo haga su hijo". Muninn se sintió impactado e indignado por la petición de Huginn, y V tampoco estaba dispuesto a asumir esa responsabilidad. "¡¿Estás loco, cómo puedes pedir que el hijo del jefazo le diga tal noticia?!", exclamó Muninn con enojo y dramatismo.
El chico jóven, cruzándose de brazos mientras sacaba su mazo-móvil, dejó claro que no quería involucrarse en la decisión. "A mí no me incluyan, ustedes dos le dirán", declaró con firmeza. Muninn y Huginn, aunque desanimados, asintieron, reconociendo que debían seguir las órdenes de sus jefes, el Baron Draxum y su hijo, aunque ninguno de los dos quisiera enfrentar la posibilidad de recibir una reprimenda.
Después de un duro día de trabajo, Mikey y Leonardo regresaron al hotel con un frasco grande lleno de mosquitos mutantes. Mikey estaba radiante y su voz resonaba con alegría mientras compartía sus experiencias con Leonardo, quien, a pesar de no ser muy expresivo en palabras, escuchaba atentamente.
"¡Oh, oh! ¿Y qué me dices de ese momento en el que derrapaste? ¡Por un momento pensé que me iba a caer, pero me agarraste antes de tocar el suelo!", exclamó Mikey con entusiasmo. Leonardo, con su característica falta de motivación, simplemente respondió con un "Ajá".
Mikey continuó con su charla animada mientras se dirigían al elevador que los llevaría a la oficina de Big Mama. "¿Sabes una cosa? Pensé que serías más amenazante, pero en realidad eres genial. Solo necesitas quitarte esa cara de 'la vida me odia y yo también', y serás un poco más genial, sugirió el chico, colocándose sus gafas de sol a modo de ejemplo.
Leonardo miró a Mikey y sus ojos brillaron por un instante, pero luego sacudió la cabeza como si se diera cuenta de algo. Quizás debajo de esa máscara de aspecto gruñón se escondía alguien con una perspectiva diferente de la vida de la que no se daba cuenta.
Ambos llegaron a la oficina, donde Big Mama los esperaba colgando del techo en su forma arácnida. Leonardo entregó el frasco lleno de mosquitos mutantes a ella, y la sala estaba envuelta en una oscuridad que creaba un ambiente curioso.
"¡Ohh! ¡Nuevamente mi criatura ha hecho un gran trabajo!", exclamó Big Mama mientras descendía al suelo con el frasco en sus manos. Ella entregó el frasco a uno de los miembros del personal, cuyo aspecto recordaba al de un búho. Leonardo se mantuvo cerca de Mikey, quien rascándose la cabeza, sugirió: "¡Bueno! ¡Creo que el trabajo aquí está terminado!".
El ambiente en la sala era incómodo, en parte debido a la apariencia de Big Mama, que era difícil de mirar. Mikey, sin embargo, no pudo evitar plantear una pregunta importante. "¿Qué harás con los mosquitos exactamente?"
Big Mama respondió con una sonrisa. "¡Excelente pregunta! Usaré los mosquitos para crear más luchadores potenciales. Últimamente, la batalla del Nexus se ha vuelto muy aburrida, y vi la oportunidad". Sus palabras sorprendieron a Mikey, quien se sintió traicionado por la respuesta.
Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Leonardo actuó rápidamente. Agarró las muñecas de Mikey y las colocó detrás de su caparazón, esposándolo con unas místicas esposas. Mikey protestó y solo pudo oír un susurro de disculpa de parte de Leonardo. La situación se había vuelto aún más complicada de lo que imaginaban.
"¡Siempre quise ampliar mi colección de tortugas! Pero primero, debo someterte a una prueba... Hijo mío, llévalo a la batalla del Nexus", declaró con entusiasmo. Mikey, enojado y sorprendido, respondió de manera impulsiva: "¡¿Hijo?! ¡¿Esa mujer es tu mamá?!"
Leonardo asintió, y a pesar de la confusión y frustración de Mikey, lo llevó a la fuerza hacia el elevador. Mikey no pudo evitar expresar su enojo: "¡Viejo, pensé que eras cool, pero resulta que eres un igual de traidor!"
Chapter 4: Insectos y arañas 2
Summary:
Mikey debe enfrentar la intensa misión inicial de recuperar el frasco de mosquitos pero se ve atrapado entre la lealtad hacia su nuevo amigo y la responsabilidad de proteger a Nueva York.
Notes:
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EPISODIOS RELEVANTES SON MAS PROPENSOS A TENER DOS PARTES.
Chapter Text
Leonardo arrojó un gruñido ante las palabras de Mikey y, cuando estuvieron a punto de llegar a su destino, señaló una puerta. "Allí-"
Pero Mikey lo interrumpió nuevamente con vehemencia. "¡NO IRÉ ALLÍ!"
"Déjame terminar-", intentó explicar Leonardo, pero Mikey continuó con sus quejas. "¡¿Sabes lo importante que son esos mosquitos para mí?! ¡Nueva York está en peligro y tú solo sigues órdenes de esa araña gorda!"
Mikey se dio cuenta rápidamente de su insulto y se quedó callado, sintiéndose incómodo por su error. Leonardo, visiblemente enojado pero manteniendo la calma, señaló la salida. "Allí está la salida. Vete antes de que sea demasiado tarde."
Sin embargo, Mikey no parecía dispuesto a ceder tan fácilmente. "Necesito esos mosquitos...", murmuró en un tono de enojo y determinación. La situación se volvía cada vez más complicada y tensa.
Pero no le importó. "Me llevarás a la oficina de Big Mama y recuperaré lo mosquitos, luego te vas a ir. Este asunto es mío, no tuyo", declaró Mikey con un tono de voz que no parecía ser propio de él. Leonardo, consciente de la seriedad de la situación, asintió. "No digas que no te lo advertí."
Ambos se encaminaron hacia la oficina de la dama araña por un oscuro atajo, aunque Leonardo sentía que había algo más detrás de todo esto.
Mientras avanzaban rápidamente, Mikey sintió que algo los seguía, pasos ligeros y apresurados que resonaban en la penumbra. Giró para mirar, pero no encontró nada. Leonardo notó la confusión de Mikey y comentó: "¿Lo sientes también? Algo me hace pensar que tenemos un compañero más."
Mikey estaba perplejo por las palabras de Leonardo, pero antes de que pudiera reaccionar, algo largo y rápido rozó su hombro. Por suerte, Leonardo reaccionó a tiempo y tiró de Mikey por su banda naranja, evitando el ataque.
"¿¡Pero qué diablos!?" exclamó Mikey, retrocediendo y mirando hacia atrás. El atacante se reveló con una iluminación morada que emanaba de su lanza compuesta de tecnología, y su identidad quedó clara.
"¡Hey, hola hermano! Parece que tienes un nuevo amigo", dijo la tortuga con una banda morada, su rostro un tanto inquietante debido a la iluminación. Esto desconcertó a Mikey y dejó a Leonardo paralizado, sin reacción.
"Es un gusto volver a verte, a pesar de que hiciste K-boom mi casa. Pero no estoy enojado en absoluto", continuó la tortuga morada con una sonrisa que apenas ocultaba su enojo. "Intentaste atacarlo con tu..." Leo intentó hablar antes de ser interrumpido por V. "¿Lanza? Ah, sí. Realmente sabía que ibas a jalarlo en otra dirección, así que técnicamente el ataque era para ti... Como puedes ver, aún así fallé. ¿Y si lo intentamos otra vez?"
El nuevo chico atacó nuevamente, con su lanza en posición horizontal y avanzando hacia Leonardo. Este último dio un paso largo hacia atrás, logrando esquivar el ataque con éxito. Mientras evitaba el golpe, Leonardo comentó en voz baja: "Siempre fuiste tan predecible..."
V no se dio por vencido y respondió: "¿Estás seguro de ello?" Acto seguido, le propinó un golpe en el estómago a Leonardo, seguido de un puñetazo en el rostro. Sin embargo, Leonardo llevaba una máscara de metal que amortiguó el golpe y causó dolor en el brazo de su oponente; se esforzó por mantenerse en pie, preparando sus espadas. Luego, le gritó a Mikey: "¡Seis uno!"
Mikey, confundido, respondió: "¿Seis y uno?"
"¡No, seis veces el uno!," corrigió Leonardo mientras se impulsaba hacia su enemigo con sus espadas, intentando desequilibrarlo con un ataque a las piernas. La batalla se volvía cada vez más intensa y estratégica.
Mikey, más confundido que nunca, respondió a las indicaciones de Leonardo, "¿Y yo qué diablos voy a hacer con eso?" Sin embargo, pronto entendió a qué se refería su compañero y exclamó: "¡Ahh, la caja fuerte! ¡Gracias, Leo, se te quiere mucho!"
Mientras Mikey se dirigía apresuradamente a la oficina, Leonardo respondió con sarcasmo mientras se alejaba: "¿Ahora me quieres, imbécil? ¡Maldito interesado!"
Mientras tanto, en medio de la intensa pelea con V, este último se dio cuenta de que su verdadero objetivo no era Leonardo. Gritó: "¡Oye, vuelve aquí!" y trató de perseguir a Mikey. Sin embargo, Leonardo logró sujetarlo por la banda y hacerlo retroceder bruscamente, evitando que interrumpiera el plan de rescate. La batalla continuaba con determinación.
La tensión en la oficina de Big Mama era palpable mientras Mikey intentaba salir de allí lo más sigilosamente posible con el jarrón de mosquitos. Sin embargo, sus planes se vieron interrumpidos por un sonido chillante de una silla girándose, revelando a una figura sentada en ella.
"Oh no, no, no. Definitivamente la única regla de Gran Mama es no robarle, y menos ser ayudado por uno de sus aliad-", comenzó a decir la figura en la silla antes de ser interrumpida por el inesperado estruendo de la demolición de la pared y la ventana. Otra figura entró en la habitación con palabras acusadoras: "Haces lo que odias que te hagan, qué hipócrita de tu parte."
Mikey, atrapado en medio de este enfrentamiento sorpresa, no sabía si debía quedarse y enfrentar a los recién llegados o buscar una salida rápida.
La inesperada aparición del Baron Draxum en la oficina de Big Mama dejó a todos sorprendidos. Su entrada improvisada provocó un comentario sarcástico de parte de la dama.
"¡Oh, Draxum, qué gusto verte! Realmente te recomiendo que para la próxima aprendas a usar la maldita puerta", espetó Gran Mama.
"Y yo te recomiendo que no inventes palabras", respondió el Baron Draxum, seguido de un firme comando: "¡Traigan el jarrón con las mascotas!" Las dos gárgolas se dirigieron hacia Mikey, pero antes de que pudieran alcanzarlo, Leonardo intervino, golpeándolas y enviándolas al otro lado de la habitación.
"Mira eso, los educas durante años y ya prefieren a alguien que conocieron hace pocas horas", Big Mama soltó un comentario sarcástico y decepcionado mientras se transformaba en su forma arácnida, lo que marcó el comienzo de una intensa persecución entre las telarañas y el habilidoso Leonardo. La tensión estaba en aumento con cada momento que pasaba.
En cuanto las puertas del elevador se abrieron, V irrumpió en escena con un objetivo claro: arrebatarle el jarrón de mosquitos a Mikey. Leonardo, alerta y decidido a proteger a su compañero, se interpuso en el camino. Sin embargo, la intervención de Big Mama, lanzada hacia él por Draxum, evitó que Leonardo pudiera defender a Mikey.
Draxum dio la orden: "¡V!" En respuesta, el mencionado arrebató rápidamente el jarrón de mosquitos de las manos de Mikey. Luego, sin perder tiempo, se lanzó a través del agujero que Draxum había creado en la pared. A simple vista, parecía que se lanzaba desde una gran altura, pero, segundos después, comenzó a elevarse hacia la azotea, siguiendo a Draxum.
Hasta que por fin el científico alquimista concluyó en algo: el problema no era el chico de naranja, era ese guardián de Big Mama que complicaba las cosas, así que en un movimiento audaz atrapa a Leonardo de la bufanda con sus raíces y lo aparta hasta estar fuera del tejado, cualquier descuido podía hacer que Leonardo cayera más de 40 pisos de altura.
"Dime algo... ¿Es tu amigo?" Preguntó Draxum con intriga mientras Leonardo parecía estar agitándose en el aire, intentando no ahorcarse con la bufanda, hasta que logra colgarse de ella con los dos brazos con fuerza para no resbalar. "Mikey..." dijo Leo entrecortado.
V le había puesto el jarrón en las manos a Mikey con tal de iniciar una aparente sesión de manipulación, el chico de naranja con visible preocupación y sosteniendo el frasco, asiente. V estaría detrás suyo armado ante cualquier movimiento inesperado. "¿Qué eliges, mosquitos o un amigo?" Preguntó el científico, mientras Leonardo solo lo miraba de una manera que, sin necesidad de palabras, expresaba claramente un "no le des los mosquitos". Mikey estaba indeciso. Salvar la ciudad o a alguien que había conocido recientemente, aunque, algunas mutaciones no se comparan con la muerte de aquel que te protegió a pesar de estar del bando contrario.
"Mikey, no", dijo Leonardo mientras sus manos se resbalaban poco a poco de la bufanda. Draxum lo miró de reojo y volvió a ver a Mikey. "Se te acaba el tiempo, niño."
V, Huginn y Muninn miraban la escena con caras de aburrimiento. Huginn bostezó y Muninn gritó: "¡Apúrenle!"
Draxum respondió con un "Bueno", seguido de soltar la bufanda de Leonardo, haciéndolo caer desde el edificio. Mikey gritó desesperado y V rápidamente le quitó el frasco de las manos. A Mikey no le importó y tomó rápidamente la espada odachi que Leo había dejado caer al suelo durante la persecución. Se lanzó con determinación. Estaba seguro de que, si el asistente cazador Leonardo pudo abrir un portal con la misma espada, él también podía hacerlo. Y así fue. Con varios intentos de abrir un portal en el aire mientras descendía del cielo, logró crear un portal más cerca de Leonardo y lo sujetó del brazo con todas sus fuerzas.
Leonardo, visiblemente exhausto, tomó la espada y a pocos segundos de caer al suelo, abrió un portal al piso. Ambos cayeron con fuerza, pero con menos fuerza que si hubieran caído desde 50 pisos. Mikey miró al cielo y vio cómo todos los mosquitos brillaban en el cielo. Luego, decepcionado, miró al suelo y después a Leonardo, quien yacía boca abajo, inmóvil como un muerto.
"¡Maldicion- Leo!" Mikey entró en pánico y empezó a agitarlo, pero aquel lo empujó diciendo "¡Ya, ya! Estoy vivo." El joven de naranja rápidamente lo abrazó. Leo, muy confundido pero al mismo tiempo sorprendido, intentó decir algo, pero fue interrumpido por Mikey, quien tenía pequeñas lágrimas en los ojos. "¡Perdón por dudar entre los mosquitos o tu vida! Me siento tan mal por arrastrarte a esta situación." Leonardo respondió el abrazo con unas palmadas en su caparazón, seguido de apartarlo.
"¿Por qué te preocupaste por mí en primer lugar..." Comenzó a decir, pero se detuvo al notar una figura en la puerta de cristal del Hotel Nexus observándolos a los dos. Luego, la figura se alejó y desapareció. Leonardo tenía el cuerpo tembloroso y se puso de pie rápidamente. Mikey, sin entender lo que estaba pasando, se levantó también.
"Uhmm... También quería pedir perdón por llamar gorda a tu mamá..." Añadió Mikey avergonzado mientras se rascaba la cabeza. Leonardo, con poco interés y nerviosismo, caminó alejándose de él. "Está bien, no te preocupes. Nos vemos en otra ocasión", dijo Leonardo sin pensar, mientras abría la puerta.
Mikey no entendía lo que estaba sucediendo y se cuestionó a sí mismo. "¿Dije algo mal?" Se preguntó mientras la figura de Leo desaparecía dentro del Hotel. Mikey retrocedi,, sosteniendo la espada odachi, "¿Será porque lo abracé?" con dudas e ideas de lo ocurrido se perdió en las sombras de los callejones entre los edificios.
Chapter 5: Una cosa te lleva a la otra
Summary:
Miguelangel en su sueño de ser un motociclista debe realizar una tarea que fácilmente no encaja con su personalidad, junto a Caos, su nuevo amigo animal se avientan a una nueva aventura por el gran sueño motorizado
Notes:
Este capítulo es un poco más largo de lo habitual, y mil disculpas por eso, me emociono mucho cuando escribo historias con personajes secundarios. :')
— Capitulos de mayor relevancia son más propensos a tener continuaciones
— Capítulos de relleno sobre información de personaje obtienen otro formato de narración.
Chapter Text
Mikey y su nuevo amigo Caos estaban inmersos en su propia versión moderna de una búsqueda del tesoro, hurgando en el vertedero de metales como unos arqueólogo de chatarra.
"Oh, ojalá poder encontrar algunas piezas para armar mi propia motocicleta, me encantaría tener una como la de Leonardo" Le comentó Mikey a Caos con una expresión de esperanza, aún no podía olvidar lo genial que se sentía montar una, pero no se podía imaginar lo genial que podría ser siendo conductor de una propia. Caos por otro lado estaba curioso y eso lo dejaba saber por la expresión que formó en su pequeña cara de zorro; Miguelangel lo notó y solo le dió unas palmadas en la cabeza "Larga historia, larga historia"
Continuaron buscando más piezas, pero entre los montones de desechos y el caos industrial, algo destelló y llamó su atención como una señal de neón en medio de un desierto. Sus ojos se abrieron como platos y una sonrisa de incredulidad se formó en su rostro. El corazón de Mikey latía con una emoción irresistible mientras se acercaba a la visión que tenía delante: una motocicleta reluciente como una joya en medio del caos. "¡Increíble! Si esto fuera una película, sería el momento en el que el héroe encuentra su fiel compañero motorizado en el lugar más inesperado", murmuró para sí mismo mientras admiraba el brillante vehículo.
Sin embargo, el destino había planeado una entrada más dramática para este escenario peculiar. Justo cuando Mikey estaba a punto de tocar la moto con reverencia, una figura alta y de aspecto completamente fuera de lo común emergió de las sombras circundantes. Sus brazos largos se agitaban con una teatralidad que hubiera enorgullecido a cualquier actor de Broadway. "¡Alto ahí muchacho, no te emociones demasiado, porque esa moto no es solo un regalo esperando ser desempacado", declaró el recién llegado con una sonrisa que dejaba claro que tenía planes más intrincados en mente.
Mikey se quedó perplejo, sus ojos alternando entre la loto y este extraño individuo. "Uh... ¿Hola?"
La figura misteriosa se enderezó con una elegancia exagerada. "Soy Repo Mantis, el titán de las transacciones, el supremo señor de los tratos. Y te aseguro que esa motocicleta no se compra con monedas de cambio ordinarias."
Mikey frunció el ceño, tratando de discernir si este era el comienzo de una especie de juego cósmico de "¿adivina el precio?". "¿Precio? ¿Estás hablando de algo más valioso que los diamantes o simplemente estás asumiendo que tengo un banco en Marte?" Respondió Mikey.
Un estallido de risa salió del Repo Mantis, una risa que parecía una orquesta de pitufos desatados. "¡Dinero, artefactos, secretos! Las puertas de la negociación están abiertas, mi amigo. Pero si tu billetera es tan delgada como un alambre de cabello, siempre puedo considerar otros métodos de trueque más... imaginativos."
Mikey levantó una ceja en un gesto que claramente decía "esto va a ser bueno". "¿Trueques imaginativos? ¿Vas a pedirme que intercambie la moto por una colección de sombreros de papel aluminio?"
Repo Mantis se inclinó hacia adelante con una expresión de malicia que recordaba a un gato que acaba de descubrir una caja de juguetes. "Si estás dispuesto a aceptar una misión desafiante, hay dos trabajos esperando por ti. Una camioneta ha estado desaparecida en la oscuridad durante meses, y necesito a alguien con un toque de genialidad y un aluvión de audacia para traerla de vuelta. La segunda es una más desafiante, un loquito me debe pagar unas piezas desde anteayer, lo cuál es curioso porque la gente lo conoce más como el cobrador; le debes algo y a las 5 horas de que te lo preste te lo anda cobrando a la fuerza, para ser honestos, es una oportunidad perfecta para darle de su propia medicina. Si completas estas tarea, la motocicleta podría ser tuya."
Mikey puso una mano en la barbilla, como un estratega maestro contemplando su próximo movimiento en el juego de ajedrez de la vida. "Recuperar una camioneta perdida y cobrarle a alguien para obtener una moto en recompensa... suena como la trama de una película de acción, ¡y yo soy el protagonista! ¡Cuenta conmigo!" Caos miró con mucha desconfianza a Repo Mantis, algo para él no andaba del todo bien.
Después de sellar el trato Repo Mantis guió a Mikey a través de pasillos llenos de chatarra hacia su "oficina" improvisada. Después de una búsqueda frenética en su caótico escritorio, Repo finalmente extrajo el papel requerido con una sonrisa de triunfo que solo un villano de película podría lograr. Mikey asintió solemnemente, tomando el papel con una reverencia exagerada que habría sido digna de un caballero medieval. "Este papel se convertirá en el mapa que me guiará hacia la gloria motorizada".
"¡Pero una cosa! Ese papeleo vale más que tú casa, si es que tienes una, ¡Así que ni se te ocurra perderla!" Exclamó el Repo cruzándose de brazos con una mirada tan seria como la de un juez, Mikey asintió nervioso alejándose lentamente del lugar junto a su amigo animal listo para su gran aventura.
saliendo de la ciudad en su monopatín, se aseguró de parecer una persona normal, camuflado entre los humanos en pleno día mientras se dirigía hacia el bosque cercano, listo para su odisea de camionetas y motos en el mundo de lo absurdo.
Una vez en el bosque, Mikey se topó con una valla de madera que bloqueaba el camino hacia la camioneta. Pero entonces, de la camioneta surgió una figura fuera de lo común: una boca gigante con un hocico oscuro y dientes de castor. Mikey se sobresaltó, pero la figura, de repente amigable, lo saludó con entusiasmo. "¡Hey! ¡Hola, chico!"
Mikey, aún aturdido, balbuceó: "¡Ah, me ha visto!" Intentó esconderse, pero recordó su tarea y decidió enfrentar a la extraña criatura. "¿Tú también eres un mutante?", preguntó, dudando.
La figura respondió con una sonrisa. "¡Oh, sí! ¡Soy Todd!" Dijo mientras le daba de comer a sus amigos de cuatro patas. Mikey, intentando mantener su compostura, preguntó: "Tenemos mucho de qué hablar, señor". Todd cambió de tono de manera cómica: "Oh, para eso necesitamos algo de... ¡Limonada!" y entró en la camioneta dando pasos ridículamente pequeños.
Mikey no pudo evitar reír ante el espectáculo. Se sentó en la mesa al aire libre mientras miraba a su alrededor.
Todd regresó con vasos de limonada simple y los colocó en la mesa con un gesto amigable. "¡Toma uno!", invitó con un tono alegre. Mikey aceptó y al primer sorbo experimentó un sabor que desafió las leyes de lo ordinario. "¿Cómo puede ser que esta limonada esté en un nivel superior de existencia?" pensó, sorprendido.
Después de saborear el néctar de los dioses (o al menos eso parecía), Mikey decidió enfrentar la situación que lo había llevado hasta aquí. "Ehem... Todd, esta camioneta... ¿cuándo fue la última vez que la pagaste?" La pregunta parecía cargar el aire con una sensación de preocupación, rompiendo momentáneamente la burbuja de comedia en la que se encontraban.
Todd pareció perder un poco de su brillo y sus perritos también miraron con expresiones entristecidas. "Oh, ehmm... Verás, uso la camioneta para salvar a perritos sin hogar. Pero, claro, las colitas agradecidas no pagan las facturas."
La mirada de Mikey se desvió hacia los cachorros, sintiendo una mezcla de comprensión y pesar por su situación. Él no podría ser el portador de malas noticias, no así. "Lo siento mucho, Todd", comenzó con un tono apesadumbrado, "pero tengo que recuperar la camioneta. Es parte de mi trabajo."
La tristeza pareció cubrir a Todd como una nube gris. Incluso los perritos dejaron de saltar y ladrar, compartiendo la melancolía de su dueño. Mikey no pudo soportar el peso de la tristeza y, como si su naturaleza cómica lo impulsara, tuvo una idea. "¡Espera! ¡Tengo una idea que podría ser de ayuda!"
Todd levantó la mirada, sus ojos grandes y esperanzados como los de un perrito abandonado en busca de cariño. "¿Una idea?", preguntó, su voz temblorosa con un atisbo de emoción.
Mikey asintió con entusiasmo, decidido a convertir la situación en algo más positivo. "Si me permites recuperar la camioneta, puedo construirte una pequeña casa de madera para ti y tus perritos. ¡Sería como un hogar un poco más fijo!"
El cambio en la expresión de Todd fue tan dramático como el giro en una obra de teatro. Sus ojos se iluminaron como las luces de un escenario y sus labios se curvaron en una sonrisa radiante. "¡De verdad crees que podrías hacer eso?"
Mikey imitó un gesto de un hombro encogiéndose con aire de humildad. "¡Claro! ¿Que tan difícil podría ser construir una casa de madera? ¡Seguro que es como armar un set de LEGO gigante!"
La escena siguiente se desarrolló en un frenesí cómico de clavos, martillos y madera que parecía tener vida propia. Mikey y Todd trabajaron juntos, aunque con resultados algo torpes. Las tablas de madera se cayeron más veces de las que se mantuvieron en pie y el martillo se convirtió en un instrumento de sonido más que en una herramienta.
Sin embargo, a pesar de las dificultades, los errores y los momentos de caos, la pequeña casa de madera comenzó a tomar forma. Y cuando finalmente la estructura estuvo en pie, se pararon ante su creación, respirando agitados pero triunfantes luego de días de trabajo.
Todd miró la pequeña casa con ojos húmedos, una expresión de gratitud en su rostro. "¡Es perfecta! ¡Gracias, Mikey!"
Mikey le palmeó el hombro, sintiéndose satisfecho con el resultado. "¡De nada, Todd! ¡Ahora tienes un hogar que combina la elegancia de una camioneta con la comodidad de una cabaña!"
Mikey ya estaba listo para su siguiente misión, y ver qué logró con éxito la primera vió que todo el trabajo era pan comido.
Chapter 6: Una cosa te lleva a la otra 2
Summary:
Para alcanzar el sueño motorizado, hay cumplir la última tarea: la recuperación de un nuevo vehículo a medio pagar. Es común ver esta escena en las calles de Nueva York, pero ¿quién creería que el deudor lleva consigo una máscara familiar?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
"Ya debo irme, ¡mucha suerte!" Mikey se despidió de Todd, quien estaba feliz por el regalo. Con algo de agotamiento, aquel joven muchacho condujo hacia una parte algo abandonada de la ciudad, donde los callejones yacían en un estado desastroso.
"Eh... ¿Hola? Estoy buscando a un señorito llamado..." Mikey revisó sus papeles y mencionó en voz baja "¿Leonardo?" Aunque el nombre le sonaba, no consideró la posibilidad de encontrar al Leonardo que conocía. De repente, una figura extraña tocó su hombro, y Mikey, alerta, giró rápidamente. "¡Hey, si esto es un intento de robo, escogieron al chavo equivocado!"
"No sabes usar tu espada y ya te consideras peligroso, típico de principiante", respondió una voz desde las sombras.
Mikey buscó la identidad de la persona, pero la figura volvió a tocar su hombro. Rápido de reflejos, Mikey evitó que la figura se ocultara y la obligó a retroceder.
"Ay ay ay, oye, ¡Solo estaba jugando contigo!" dijo la figura, sorprendida, mientras intentaba mantener la compostura.
"Leonardo!?" exclamó Mikey sin poder creerlo. Era la misma persona que se encontró en el Hotel Nexus.
"Ah sí, llamé a Repo hace unas horas y me dijo que ibas a cobrar mi deuda," aclaró Leo.
"Ah... Espera, ¿cómo supiste que yo...?" Mikey intentó preguntar, pero fue interrumpido por Leo: "Cuando dijo: 'un chico verde te lo va a cobrar en el sitio habitual', automáticamente pensé en ti. Aunque estaba dudando de si ibas a recordarme, después de todo, ha pasado una semana desde esa noche."
Mikey guardó silencio y tosió. "¡Pues, es hora de pagar, jovencito!"
"¿Siquiera sabes mi edad?" murmuró Leo mientras sacaba lo que parecía ser un llavero. "Toma, dile a Repo que le hice unas cuantas modificaciones." Le entregó las llaves a Mikey, quien confundido miró hacia donde señalaba Leonardo. Junto a un bote de basura estaba la motocicleta de esa noche. Mikey, sorprendido, exclamó: "¡Pero es tu motocicleta!"
"Era. Verás, Gran Mama no me paga lo suficiente," dijo Leo en tono cómico.
"Porque es tu mamá-" dijo Mikey con sarcasmo, pero al mismo tiempo tristeza. No podía imaginar lo que Repo le haría a la motocicleta en un lugar tan horrible como ese vertedero de chatarra.
"No te preocupes, unas semanas... o meses, incluso años... Uh, no es un problema," dijo Leo. Mikey inmediatamente tuvo una idea.
"No dejaré que devuelvas esta motocicleta."
Leonardo se sorprendió: "¿Qué...?"
"Soñé con tu moto durante estos últimos días y lo único en que pensé fue tener la mía. Acepté este trabajo para tener una, pero no puedo quitarte la tuya," dijo Mikey con determinación. Leonardo solo lo miró, se dio la vuelta y se fue caminando. Mikey se quedó paralizado, preguntándose si a Leonardo realmente no le importaba.
Pero Mikey no se dio por vencido. "¡Tengo un plan!" Leonardo se detuvo, solo por curiosidad. "Llevaremos la camioneta y la motocicleta, y vamos a negociar con Repo, ¿Qué te parece?"
Leonardo encogió los hombros y miró a Mikey detrás de él. "Bueno," dijo en seco. Ambos condujeron al vertedero del sujeto Mantis, y una vez ahí, lo encontraron organizando cosas en su oficina improvisada.
"Oh, ya llegaron las dos lacras," añadió Mantis en un tono de burla. Inmediatamente, Leonardo, aún sentado en su motocicleta, respondió: "¿Lacras?"
"Ya tengo la camioneta y la motocicleta, pero..." dijo Mikey. Quien continuó la oración fue Leonardo, "pero debo negociar contigo."
Mantis arqueó una ceja, curioso por la solicitud. "Como verás, la motocicleta está... muy modificada. Además, dudo que puedas revenderla," dijo Leonardo cruzándose de brazos.
Mikey, aún dentro de la camioneta, añadió: "¿Me vas a dar lo que acordamos?" Endulzado por tener un nuevo vehículo, de repente apareció aquel animal místico llamado Caos sobre la cabeza de Mikey, mirando de mala gana a Repo.
"Pues, ¿qué te digo? La vendí," dijo Repo sin importar la reacción de Mikey. Este último sintió cómo su mundo se desmoronaba, dramático, estrelló su cabeza en el volante, el cual emitió un sonido de bocina molesto. Leonardo, al ver esta escena, se sintió indignado y se puso de pie en su gran motocicleta.
"Haces que este chico te haga el trabajo sin nada a cambio? Sabía que eras un imbécil, pero no a este punto," dijo apretando los puños. Mikey estaba saliendo de la camioneta cuando rápidamente Leonardo jaló su bandana y lo hizo sentar bruscamente en la moto, la cual empezó a humear tierra porque la rueda trasera comenzó a girar rápidamente.
"Soy capaz de arrollarte, pero no me gusta matar bichos." Tras decir eso, aceleró la moto, y Mikey rápidamente se agarró fuerte para no caerse, al igual que Caos.
Repo gritó desde lejos, "¡Hey! ¡Vuelve aquí!", pero Leonardo ya había acelerado, dejando atrás el vertedero con Mikey sujetándose fuerte para no caerse, y Caos, el animal místico, haciendo equilibrio sobre su hombro.
"¡Más despacio, vas a hacer que me caiga!" exclamó Mikey mientras la velocidad aumentaba y Caos intentaba aferrarse a él como podía.
Poco tiempo después, Leonardo se detuvo tras tomar algunos atajos.
"No deberían permitirte tener vehículo," protestó Mikey una vez que Leo se detuvo cerca de un callejón, considerablemente lejos del vertedero. "Y a ti salir a la calle, confías mucho," añadió Leo con un toque de sarcasmo, mientras Caos emitía un gruñido como si estuviera de acuerdo.
"En serio creí que podía conseguir una motocicleta, sueño mucho despierto..." dijo Mikey encogiéndose de hombros mientras acariciaba a Caos en la cabeza. Inesperadamente, el chico enmascarado le arrojó un llavero al rostro.
"Te la regalo," dijo Leonardo. Mikey, con los ojos brillando, no podía creerlo y se rehusó: "¡Pero es tuya! No puedo-"
"No me importa," interrumpió Leonardo, decidido, mientras se daba la vuelta para marcharse. Mikey corrió hacia él, y Caos, el animal, solo miró la escena expectante.
"Entonces, ¡toma!" dijo Mikey con la espada odachi en sus manos. Leonardo no podía creerlo; sus ojos se agrandaron con el regalo. "No puedo recibirlo," pero Mikey interrumpió, "no me importa."
_
Luego de un minuto de silencio, Leo aceptó el regalo, algo avergonzado. "La tomaré solo porque soy mejor espadachín que tú, y... porque debo estudiar la espada para enseñarte cómo usarla", inventó una excusa entre nervios. Mikey sonrió con determinación.
"¿Me enseñarás a usar una espada?" preguntó Mikey.
"Eh?" Leo, confundido por sus palabras, respondió, "Ah sí, sí... Te enseñaré a usarla".
"¡Entonces serás mi maestro!" añadió Mikey con entusiasmo. Leo solo asintió y abrió un portal con mucha facilidad con la espada obtenida. "En el callejón de la calle en el frente, donde hay una calavera dibujada en la pared, será nuestro punto de encuentro. El miércoles, no lo olvides", mandó Leonardo antes de meterse al portal y desaparecer. Mikey estaba emocionado, aún no podía creer lo que había sucedido.
Agarró a su amigo Caos entre sus brazos y se montaron en la motocicleta. Las luces de la ciudad destellaban mientras Mikey sonreía emocionado. "¡Una motocicleta nueva y monstruosa, y un nuevo amigo! Después de tantos años, al fin no solo seremos April, papá y yo, porque estás tú, Caos y Leonardo."
Caos miró dudoso, como de costumbre, algo para él no andaba bien en esa situación.
"A saber por qué no me acompañaste al recuperar la camioneta, pero sabes qué, no me importa."
Con las llaves en mano, Mikey encendió la moto, el rugir del motor resonó en el callejón, y comenzaron su viaje rumbo a casa, bajo un anochecer común. Mientras tanto, el chico enmascarado se dirigía a su hogar, pero no encontraría los besos y abrazos que normalmente una madre daría al llegar. En cambio, su destino le deparaba otro tipo de realidad.
Notes:
El capítulo queda abierto para la reescritura de lo que solía ser el anterior episodio 5, con un mejor contexto y nivel de detalle ¿Pero sabes algo? Te toca esperar.
Chapter 7: Doble Récord
Summary:
Mikey y su recién forjada amistad se aventuran intrépidamente en un laberinto acompañados por una joven y su intrépido compañero de caparazón resistente, en busca de un deleite culinario exquisito. Aunque en un principio sus motivaciones podrían parecer envueltas en un velo de arrogancia, tras esta fachada se revela una verdad inimaginable.
Notes:
— Reescritura de lo que solía ser el capítulo 5
¡Conoce a Cassandra y Raphael!
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Chapter Text
El reloj marcaba las 8 cuando el joven enmascarado finalmente pisó el suelo de su hogar, el Hotel Nexus, repleto de habitaciones de lujo, aunque él no contaba con esa suerte. Al abrir la puerta de su desastroso dormitorio, sintió cómo el silencio se apoderaba de la sala. Entró como de costumbre, quitándose aquella máscara incómoda. Se dirigió al pequeño baño y se lavó el rostro, pero es interrumpido por el choque de la puerta principal.
"¿Asistente cazador? He visto que llegó."
Una voz irreconocible para él llamó. Fue directamente a abrir, pero solo un poco para que no vieran su rostro.
"Gran mama te llama a su oficina."
Quien tocaba la puerta era un empleado corriente del lugar, de aspecto semejante a un zorro antropomorfo. Leonardo inmediatamente cerró la puerta, se colocó su máscara y todo lo que anteriormente se había quitado, para salir disparado hacia el lugar mandado, con pensamientos en el aire. ¿Qué quería su madre? ¿Una misión nueva? Aunque normalmente recibe misiones a diario, sea cual sea el caso, estaría allí para ella a tiempo.
Una vez llegó a la oficina en compañía del silencioso soldado de máscara Oni, el lugar estaba más oscuro de lo normal. Gran mama lo estaba esperando en su forma arácnida con una sonrisa común que daba escalofríos. "¡Hijo mío! No sabes el regalito que te compré", dijo descolgando del techo para estar más cerca. La luz llegó a la sala y se notó cómo otro soldado Oni y el que Leonardo acostumbra llevar consigo tomaron fuertemente sus brazos, inmovilizándolo. Leonardo exclamó, "¿Qué está pasando?"
"Lo vi en oferta y quise aprovechar. Ya tu hermana tiene uno y se ve muy contenta con el. Ahora es tu turno", dijo la alegre madre.
Leonardo no entendía qué ocurría, ¿De qué hablaba ella para estar tan feliz? Sus preguntas aumentaron cuando una señora de piel rosa y melena rubia, que parecía ser una especie de bruja yokai, caminó hacia él y dijo: "Para esto necesito quitar el viejo, de este modo, podré colocar el nuevo".
Gran mama sonrió con malicia y respondió, "Yo me encargo". Le quitó la máscara a Leonardo, seguido de acercar sus garras al ojo izquierdo y, con rapidez, arrancarlo en una escena algo sangrienta. La bruja comentó de manera tranquila, "Habían métodos más limpios para ese paso..."
Leonardo se guardó el ruido de las emociones que sentía; su vista se hacía borrosa por el sentimiento del momento. Mientras la sangre corría por su rostro, la bruja desató una serie de movimientos aptos para un hechizo con ayuda de su aparente vara. Gran mama se volteó, tomando el ojo ya arrancado, mientras la señora de aspecto amigable hacía su trabajo. Dijo en un tono incrédulo, "De esta forma lograré tener más control sobre tus actos rebeldes."
Guardó el ojo en un frasco de aspecto especial y se lo entregó a uno de sus empleados Yokais. "Ponlo en la caja fuerte junto al otro. Luego, lleven al muchacho a su habitación para que se recupere." Gran Mama abandonó la oficina mientras la respiración agitada de desesperación en Leonardo se convertía en música habitual para la situación.
Por otro lado, ya era miércoles, y ¿saben qué significaba eso?
Eran las 4 de la tarde en ese mismo día en la ciudad, y en medio del profundo alcantarillado se oían las voces de dos personas que al parecer discutían.
"¿Cuál es el problema en que consiga nuevos amigos?" dijo una voz masculina joven, era Miguelangel discutiendo con su amiga de infancia, April O'neil, quien estaba dudando de si era buena idea dejar que su amigo, casi hermano, se metiera con desconocidos.
"No hay problema en eso, solo digo que quizás no sea muy seguro. Dijiste que era un soldado misterioso, eso no da nada de buena vibra", dijo April cruzándose de brazos, esperando que sus palabras hicieran efecto en la mente poco desarrollada de la tortuga.
"Tú no me dices qué hacer, además, él es un mutante... o yokai, como yo", dijo Mikey. La chica aún no comprendía la lógica de este caso. "Te regaló su moto..." Dijo en voz baja, pensando
"Pues sí, es de confianza, créeme", añadió Mikey.
Este agarró las llaves de la motocicleta y la encendió. "Si me disculpas, querida amiga chocolate, debo asistir a mi encuentro con mi nuevo potencial segundo mejor amigo."
April se encogió de hombros. "Bien, ten cuidado, brócoli." Despidiéndose de él mientras desaparecía en la oscuridad de las alcantarillas hacia una ruta que parecía estar personalizada.
"Debí sugerir ir con él", dijo ella, reconociendo que ya era tarde para peticiones.
Mikey llegó al lugar citado, el callejón con grafiti de calavera. El anochecer casi alcanzaba las 5.
"El mongolo no especificó una hora", comentó mientras apagaba la moto. Repentinamente, una voz lo asustó: "Perdón, por suerte no fuiste tú quien se quedó esperando". Era Leonardo a su lado; el chico casi se caía del vehículo por el susto.
"PERO- olvídalo, por favor no hagas eso".
"¿El qué?" preguntó Leonardo con gesto de curiosidad. El movimiento a la izquierda de su cabeza hizo que Mikey se fijara en un factor importante.
"¿Qué te pasó en la cara?, bueno, el ojo", curioso por ver por qué uno de los ojos del enmascarado, específicamente el izquierdo, no se veía.
"Oh. Eso- lo tengo vendado", respondió el soldado rascándose la cabeza.
"¿Para qué o qué?" preguntó el joven nuevamente, pero Leo siguió caminando hacia el grafiti, haciendo caso omiso a la pregunta.
La acción alimentó la curiosidad de Mikey, quien lo siguió. "¿Entonces, qué haremos? ¿Me enseñarás a usar la espada?" dijo entusiasmado, emocionado por la idea de entrenarse como espadachín. Sin embargo, Leo negó con la cabeza y preguntó: "¿Cuál es tu comida favorita?"
Mikey, visiblemente confundido, respondió: "Pizza, me encanta la pizza."
"Perfecto..." dijo Leonardo en voz baja. Abrió un extraño tipo de portal en la pared, más parecido a una puerta secreta mística. Mikey se sorprendió y lo siguió rápidamente para entrar juntos.
Dentro, Mikey quedó sin palabras al ver que era un restaurante, pero en lugar de humanos, todos eran Yokais. La sensación de ser normal en un espacio público le proporcionó una mezcla de emoción que debía contener.
Leonardo lo miró con curiosidad. "¿Nunca has estado en un restaurante?"
"No", contestó Mikey, mirando a su alrededor. Al instante, es jalado por Leonardo en una dirección desconocida del restaurante. "¿Dónde vamos?"
"Quiero invitarte algo de comer", respondió Leonardo, soltándolo en una sala llena de fotografías en la pared, una alfombra roja mostrando la exclusividad de la sala.
"¡Wowie! ¿Qué es esto?" Mikey expresó su confusión. El soldado enmascarado dirigió su mano a la cabeza del chico para hacerlo mirar a una parte específica de la pared. En ella, se encontraban cuatro fotos, pero con espacio extra, como si fuera una zona exclusiva en la pared.
"De todos los que aparecen en este mural, soy el único que tiene cuatro fotos", dijo Leonardo con las manos en la cintura, en una pose de victoria y voz incrédula. "Esta noche, lograré el récord de aparecer cinco veces aquí por cinco miércoles seguidos."
Mikey, confundido, miró a Leonardo "OH, entonces tienes un récord por comer pizzas, pff, podría vencerte."
Leonardo captó que él no entendía, pero mejor así. Lo que iba a pasar a continuación era mejor dejarlo como sorpresa. "Vamos por la mejor pizza del mundo. Y quiero que seas uno de los muy pocos yokais que la han probado."
"No soy yokai, soy un mutante", respondió inmediatamente Miguelangel.
"Está bien, mutante."
Leo llevó a Mikey por una puerta mística, y una vez dentro, esta se cerró detrás de ellos. Se encontraron en un lugar misterioso con un enorme laberinto de muros altos que se extendía frente a ellos.
"¿En serio no mencionaste nada sobre un laberinto?" preguntó Mikey, frunciendo el ceño.
Leo intentó convencerlo con una mirada astuta "¡Sorpresa! Un pequeño desafío antes de llegar a la mejor pizza del mundo."
Mikey, molesto, cruzó los brazos. "¡Podríamos habernos quedado en el restaurante! ¿Por qué necesitamos un laberinto?"
"Piénsalo, Mikey", dijo Leo, con tono persuasivo. "Este laberinto es como la salsa secreta en una pizza. El verdadero sabor está en superar los obstáculos y llegar al centro. ¡Una experiencia culinaria única!"
Mikey, aun molesto, resopló. "Eso es lo más ridículo que he escuchado."
"¿Ridículo o emocionante?" Leo intentó animarlo.
"Emocionante, por supuesto, pero solo porque quiero esa pizza", respondió Mikey con desconfianza.
Leo sonrió, satisfecho aunque era imposible verlo por la máscara. "¡Esa es la actitud!"
Mientras avanzaban por el laberinto, Leonardo deslizaba su imponente espada por el suelo para afilarla, un sonido que irritaba a Mikey.
Llegaron a un punto donde se encontraron con otros dos participantes. Mikey, curioso, se preguntó quiénes eran. Una chica humana con casco y un yokai tortuga de caparazón puntiagudo. Este último, con una sonrisa que intentaba ser amenazante, se acercó a ellos.
"¿Eres el de las cuatro victorias?" preguntó la otra tortuga, cuyo tamaño duplicaba el de Leo y Mikey juntos, con apariencia intimidante.
"Sí, soy el rey de este laberinto", respondió Leo con orgullo. Mikey rodó los ojos.
"Soy Rojo y ella es Cassandra. Venimos a alcanzar nuestro récord de tres victorias seguidas, gracias a un truco que nos lleva a la victoria más rápido", explicó Rojo con confianza.
Leonardo, conocedor de dicho truco, asintió. "Sí, conozco ese atajo."
Mikey, buscando respuestas, preguntó: "¿Qué truco? ¿Por qué nadie me cuenta nada?"
Leo, con chispa en los ojos, le dijo a Mikey: "Este atajo es nuestro boleto hacia la mejor pizza del mundo, Mikey.
Mikey, motivado por la perspectiva de la pizza, asintió. "¡Por supuesto! Pero alguien debería explicarme ese truco."
Leonardo, con emoción, explicó el truco del laberinto. Señalando un punto en el cielo, reveló que un punto místico guiaba directamente al centro. El grupo avanzó juntos, pero el laberinto estaba plagado de trampas. Mecanismos de robots místicos, dedicados a la elaboración de pizzas, atacaron con utensilios de cocina como cuchillos y rodillos.
Ante la amenaza, Mikey, con sus tonfas místicas en mano, se preparó para enfrentar a los robots. Sin embargo, antes de que pudiera actuar, Leonardo lo detuvo.
"No puedes usar magia mística aquí, sería trampa", advirtió Leonardo, frustrando los planes de Mikey. Este, molesto, exclamó: "¿Trampa? ¿En serio? ¡Solo quería ayudar!"
Cassandra y Rojo, más experimentados en la competencia, continuaron el avance, evitando con habilidad las trampas del laberinto mientras Mikey lidiaba con su frustración. El reto se intensificaba con cada paso y golpe de utensilio de cocina místico.
"En primera... ¡¿Porqué hay trampas aquí?!" Preguntó él, Leonardo se quedó en silencio.
Rojo intervino con una sonrisa serena: "Chicos, todo esto es parte de la emoción ¡Es un laberinto de la muerte! La adrenalina, el riesgo, eso es lo que lo hace emocionante."
Cassandra, con un tono rudo pero directo, añadió: "Esto no es para los débiles de corazón. Si no pueden manejarlo, mejor que se retiren ahora."
Mikey, con un tono de voz elevado y lleno de enojo al enterarse del detalle, confrontó a Leonardo: "¡¿Por qué no me dijiste que esto era un laberinto de la muerte?!"
Leonardo, tratando de suavizar la situación, respondió con calma: "No pensé que importara, Mikey"
La tensión en el grupo era palpable, y Mikey, decepcionado, exclamó: "¡No debí confiar en ti, prometiste que habría pizza!"
Leonardo, sintiendo el peso del enfado de Mikey, rápidamente se movió para bloquear un ataque sorpresa de un robot, destruyéndolo con su imponente espada. Sin embargo, esto solo avivó la ira de Miguelangel.
"Solo buscas completar tu estúpido récord, ¿Tengo razón o no?"
El enmascarado, en medio del repentino silencio tras la destrucción de la amenaza, trató de explicarse: "Mikey, no es solo por el récord. Es que yo-"
"Están teniendo un pequeño problema de amigos, y los entiendo, yo también me he peleado mucho con la calva de allí atrás", intervino Rojo, apuntando a Cassandra, quien respondió: "¡NO ESTOY CALVA!, ¡TU ESTAS CALVO!"
"Quiero irme de aquí", sugirió Mikey, desanimado por la decepción.
Cassandra y su compañero Rojo observaron, al ver la gravedad del tema decidieron que era mejor no intervenir.
"Te deseamos suerte con tu amigo, nosotros tenemos cosas que terminar, no queremos pasar otra vez un día completo aquí", se despidió Rojo, y junto a su amiga, se dirigieron a completar el desafío. El chico de naranja con los ánimos al piso se alejó unos pasos, pero Leonardo rápidamente extendió su brazo y lo detuvo, agarrándolo por las colas de su vendaje naranja.
"¡¿Cuál es tu problema con jalar a la gente?!" Dijo Miguelangel acomodándose el vendaje, visiblemente enojado por la sorpresa.
"Mikey, ¿podrías dejarme explicar?" solicitó Leonardo con un tono de urgencia, a quien le hablaba solo le miró con expresión de que continuara.
Leonardo, avergonzado, intentó explicarse. "Mikey, la verdad es que... la pizza era solo una excusa, digo, si, si hay pizza al final pero-"
Mikey lo interrumpió con expresión de confusión. "¿Una excusa? ¿Confirmas que solo viniste por el récord?, ¡¿O a lo mejor no querías morir solo?!" El enojo aumentó.
Entre cortes y suspiros, Leonardo confesó, "La razón real, Mikey, es que después de lo que dijiste en el ascensor sobre que yo era genial, me sentí inseguro. Quería mostrarte que soy impresionante como dijiste."
Miguelangel, con una mirada entre incrédula y comprensiva, respondió, "¿Por qué? Apenas nos conocíamos. No deberías tomar tan en serio lo que dice cualquiera. ¿Acaso crees que una sola opinión define quién eres?"
"Eres la primera persona joven que me ha halagado en mucho tiempo", admitió Leonardo, desviando la mirada hacia otro lado con una mezcla de nostalgia y vulnerabilidad. "Pensé que sería agradable desarrollar eso."
"Leo, no necesitas hacer todo esto para impresionarme. Eres genial tal como y eres", respondió Mikey con sinceridad, tratando de romper la tensión con una pizca sentimiento positivo. Leonardo continuó, entre cortes y con una expresión avergonzada: "Lo lamento mucho, soy novato en esto."
Miguelangel, dejando de lado su molestia inicial, no pudo evitar sonreír ante la honestidad de Leonardo. "Entonces creo que el Doctor Positivo te deberá introducir en el mundo de la amistad."
"¿El Doctor qué cosa?" preguntó Leonardo, ahora más confundido que antes. Mikey, decidido a continuar el laberinto, despertó la curiosidad de Leonardo. "¿Quieres continuar?" intrigado y sorprendido al mismo tiempo.
"Siempre y cuando no nos manden al Lobby, sí. Además, parece ser importante para ti, y yo tengo ganas de saber si esa pizza es tan buena como dices", respondió Miguelangel con astucia, ajustándose las gafas de sol lentamente para cubrir sus ojos.
"¿Te... gustaría entrenar con la espada?" La repentina pregunta de parte de Leonardo sorprendió a Mikey, y la emoción subió como un termómetro. "¿¡EN SERIO!? ¿ME VAS A ENTRENAR?" Leonardo asintió confirmando: "Ya que estamos en un lugar altamente peligroso, hay que aprovechar."
Mikey brincaba de alegría mientras Leo le entregaba su espada mondable, que, a pesar de su enorme tamaño, no pesaba nada. Listos para continuar la aventura, siguieron caminando en la ruta hasta que en pocos segundos se reencontraron con Cassandra y Rojo, quienes estaban tan cerca que pudieron oír toda la conversación. Rojo estaba ridículamente emotivo.
"Es un viejo chismoso", dijo Cassandra mientras jalaba las orejas de Rojo en su vendaje rojo. Mikey y Leonardo intercambiaron miradas y siguieron el camino. Los cuatro enfrentaron numerosos desafíos de vida o muerte mientras Leonardo le enseñaba a Mikey cómo usar su espada. Después de una hora y media agotadora, finalmente llegaron al centro del laberinto, exhaustos y manchados de ingredientes para una pizza, pero Mikey estaba contento con el resultado, emocionado por saber si valió la pena.
Leonardo, en un tono agradable, saludó, pero al principio parecía que nadie respondía. Cassandra y Rojo permanecían expectantes. "¿Por qué se tarda?" dijo Cassandra con desesperación.
Rápidamente, una señora con aspecto de cabra llegó con dos cajas de pizza. "¡Felicidades! Ustedes tres son de mis mejores participantes. El deseo de la aventura y el sabor de la pizza los alimenta de más, ¿estoy en lo correcto?"
Los cuatro asintieron, y la mujer se percató de la presencia del joven tortuga. "Tú debes ser nuevo. Qué suertudo eres al llegar en compañía de estos tres luchadores."
"Es un amigo mío, se llama Mikey", respondió Leonardo. Mikey no se dio cuenta de que hablaban de él porque estaba ocupado lamiéndose ciertas partes del brazo que estaban cubiertas de salsa. La mujer cabra entendió al instante y les dio las pizzas a todos. Mikey y Leo compartían una caja, Cassandra y Rojo también, como debía ser.
"¡Por fin!" exclamó Mikey sin pensarlo dos veces, destapando la caja y llevando una porción a su boca. Asombrado y sin palabras, disfrutó de una pizza suave, con suficiente queso para enredarse en la garganta y una elección perfecta de pepperoni. Efectivamente, esta era la mejor pizza que había probado, y su contento era notable. Cada mordida producía la melodía de su deleite.
"La primera vez siempre es la mejor", dijo Rojo, tragando como el animal que era una porción de la pizza. Cassandra también se sumó al festín, pero Leonardo era el único que no comía, y Mikey lo notó. "¿Pasa algo?"
"No, simplemente no me puedo sacar la máscara, no ahora", respondió él. Esto alimentó la curiosidad de Mikey, quien quiso hacer otra pregunta, pero fue interrumpido por la mujer cabra que dijo: "¡Hora del récord! ¿Quieres que tu nuevo amigo salga?" Leonardo asintió, y junto a Mikey, ambos se tomaron una fotografía para el mural, cumpliendo el récord de cinco victorias, además de las tres de Cassandra y Rojo.
Al salir de allí, Mikey aún sosteniendo la caja con pizza, ambos se quedaron en el callejón fuera del restaurante, en el frío de la medianoche, ya siendo la hora de despedirse.
"La pasé genial, Leo. ¿Cuándo será el próximo encuentro?" preguntó Mikey. Leonardo se quedó en silencio, haciendo que la preocupación y curiosidad crecieran. "¿Estás bien?"
"Laberinto de la muerte", susurró Leonardo. Mikey no entendió a qué se refería esta vez.
"Los primeros dos miércoles asistí para... ver si era verdad. Pero tengo pésima suerte". Esto era curioso, Mikey no podía descifrarlo. "Olvídalo, estás muy agotado para poner a funcionar el cerebro. ¿Quieres que te lleve a tu casa?" añadió, al ver el estado de Mikey. "Vivo como, uh... 10 metros bajo tierra".
"¿Alcantarillas?" preguntó Leonardo, confundido. Mikey asintió, y en ese mismo instante, Leonardo sintió mucha pena. Pensó que vivir en una habitación pequeña siendo que él vive en un lugar lujoso era un infierno, pero al ver el estado en donde vive su amigo lo hizo comprender que no todos tienen la oportunidad de hospedarse en lugares mínimamente agradables.
"Lo siento, debe ser horrible. En mi casa... uh... olvídalo, deberías hacer las paces con mi madre primero, ¡aún así! Puedo llevarte cerca de tu hogar, para ahorrarte la molestia de conducir".
Mikey asintió, quizás no era mala idea; además, Leonardo tendría la oportunidad de visitarlo, era perfecto. "Entonces vamos", confirmó Leonardo subiéndose a la motocicleta junto a Mikey. Ambos fueron a las alcantarillas según las indicaciones de Mikey. Leonardo estacionó la moto en la entrada del pequeño garaje, y con un corto abrazo que él no correspondió, se despidieron. Una vez que Leonardo abrió un portal místico con su cuchilla para marcharse, April justo apareció cuando ya atravesaba el portal, sin oportunidad de hacerle preguntas.
"¡Mikey! ¿Sabes qué hora es? Ni siquiera le avisaste a Splinter. Lo tenías preocupado". Inmediatamente se percató del cansancio del chico, agarró la caja de pizza y lo ayudó a caminar hacia la cama, y se despidió: "Mañana me cuentas cómo te fue. Me ocuparé de esto".
Con eso, la noche culminó, dejando a Mikey sumergido en la experiencia del laberinto y la promesa de nuevas aventuras con Leonardo.
Notes:
Espero les haya gustado este capítulo, el siguiente ya no es sobre Mikey y Leonardo porque hay que dejarlos descansar.
Chapter 8: Yo, noticiera
Summary:
La busqueda de la historia perfecta para el periódico escolar se termina convirtiendo en una jaula de agujas.
Notes:
— Conoce al asistente del científico alquimista, cuál se oculta en su falso él.
https://twitter.com/Pandlien/status/1737902161357361192?s=19
Chapter Text
En el corazón de la Ciudad Oculta, donde la realidad desafía la imaginación, un lugar desgastado por el tiempo, como si hubiera sido tocado por las llamas de un antiguo incendio. Violet, el joven de tonalidad verde, irrumpió con entusiasmo en lo que algunos llamarían hogar, aunque su apariencia contara otra historia. Las puertas chirriaron mientras las abría con una patada, y su grito entusiasta resonó por los pasillos desordenados.
"¡Padre!" Corrió por pasillos caóticos hasta llegar a una sala con una chimenea apagada. Dos gargolas estaban profundamente dormidas en un cojín, y un hombre con una presencia imponente estaba inmerso en la lectura de un periódico.
"Padre", repitió Violet, con una sonrisa juguetona, buscando captar la atención del hombre.
"¿Qué pasa?" dijo el hombre sin apartar la vista del periódico.
"Quería preguntarte algo, si no te molesta." Violet se sentó frente a él, ansioso por compartir su descubrimiento. "Adelante, cuéntame." respondió el mayor, con entusiasmo contenido, el jóven desenvolvió un cartel que anunciaba una promoción de regreso a clases en la Ciudad Yokai.
"Estaba pensando si podrías... inscribirme en una de estas cosas para este año. Me lo prometiste hace... uh... 2 años."
El hombre apartó el periódico y observó el cartel, retirando sus lentes. Exhaló, como si la idea le causara cierta molestia "¿Para qué quieres ir a una patética escuela cuando ya estudias aquí?" preguntó con desdén. Violet bajó la cabeza, pero mantuvo su determinación. "¡La experiencia escolar, por supuesto!"
El hombre soltó una risa apagada, murmurando algo sobre la juventud, pero Violet no se dio por vencido. "Papá, por favor, todos mis amigos van a la escuela. ¡Necesito experimentar el mundo exterior y hacer amigos normales!"
El hombre suspiró, dobló el periódico y lo apartó. "No, Violet. No permitiré que vayas a esa escuela donde todos esos Yokais de mentalidad corta perjudiquen la tuya. Tienes demasiado que aprender aquí, eres un guerrero, no un estudiante promedio"
El joven con formalidad pero angustiado, salió de la sala, llevándose consigo el peso de una oportunidad perdida y la certeza de que su padre no comprendía del todo sus deseos. desilusionado por lo ocurrido en el desastroso laboratorio, decidió tomar un respiro al aire fresco. Pronto, escuchó dos voces cercanas: dos jóvenes Yokais inmersos en una conversación.
"Obviamente no iré a la escuela de Ciudad Oculta, planeo inscribirme en la de la superficie", declaró uno de ellos con orgullo. Intrigado, Violet se centró en su diálogo, donde discutieron acaloradamente sobre si era mejor asistir a la escuela humana o a la Yokai. El debate concluyó en desacuerdo, y una vez que uno de ellos se marchó, Violet aprovechó la oportunidad para acercarse al Yokai que optaría por la escuela de la ciudad de Nueva York. Quería saber cómo se había inscrito y entablaron una conversación que los llevó a dar varios pasos por el extenso tema.
Pocos días después, en un jueves que parecía tan común como cualquier otro en la escuela secundaria de la ciudad, Una chica de melena afro y lentes rojos, estaba con una expresión de preocupación "¿Cómo se supone que entraré al periódico escolar sin una historia que contar?" Pareciese angustiada con la idea de que, probablemente no va a poder cumplir sus sueños antes de acabar la escuela, aunque su tristeza se desvaneció en bala cuando noto que se había formado un gran grupo de estudiantes, congregándose como si estuvieran a punto de presenciar un accidente o una pelea a punto de desatarse; aquella chica notó la agitación y se apresuró a prepararse para reportar el incidente.
"¡April está presente para el periódico escolar! Pasen contexto", anunció. Inmediatamente, una de las personas a su lado, una chica con apariencia clásica de nerd, le respondió: "¡Hay alguien nuevo y es muy...!" Sin embargo, fue interrumpida abruptamente por alguien que duplicaba el tamaño y tenía un aspecto más fornido al de un maleante.
"¡Dicen muchas cosas de él, como que sabe muchas cosas de nerds e incluso pelear! Yo, por mi parte, creo que está mintiendo. Se nota de lejitos", dijo con burla al final. April se abrió paso entre la multitud para llegar al frente; la curiosidad por conocer al nuevo estudiante picaba en su cerebro, activando su sección de intriga como un pájaro carpintero.
"¡Ya hemos dicho que se aparten!" Exclamó con firmeza una voz más femenina. Una chica de cabello morado y tez oscura intentaba apartar a la gente, respaldada por otros dos chicos de diferentes alturas que parecían estar protegiendo a alguien de la alta sociedad.
"Uhh... ¿Kendra?" dijo O'Neil, acercándose de manera apropiada. "¿Qué sucede?" preguntó.
"¿Tú eres?" inquirió Kendra, curiosa por saber quién le hablaba. "Soy April, nos conocemos desde primaria", respondió O'Neil desconcertada.
"Ahh, tú... no me acordaba. ¿Qué quieres?" dijo Kendra con poco interés pero con un propósito claro: alejar a la multitud. "¿A quién proteges?" preguntó O'Neil nuevamente, tratando de cruzar la barrera sin ser repelida.
"La situación es que tenemos un nuevo que, por alguna razón, se volvió el centro de atención al darle una lección a un matón de pacotilla. Ahora todos quieren conocerlo cuando, hasta hace cuatro días, nadie sabía que estaba en la escuela", explicó Kendra con un toque de fastidio. April asintió, captando la dinámica.
"Comprendo", dijo April mientras echaba un vistazo detrás de Kendra. Logró avistar al chico nuevo por unos momentos, encapuchado, y extrañamente de un tono de piel lila, simplemente concentrado en su celular como si no hubiera un alboroto a su alrededor. Se le ocurrió una idea.
"Permíteme echarte una mano con esto", propuso. La hora del almuerzo se acercaba, así que anunció con entusiasmo: "¡Hoy en la cafetería hay una oferta del 50% en hamburguesas!" Instantáneamente, todos se dispersaron, algunos tropezando y otros siendo impulsados por los empujones, como si participaran en una carrera a vida o muerte por obtener a bajo precio un manjar apetitoso.
"Problema resuelto, mis gracias", declaró April con orgullo. No obstante, su satisfacción se vio empañada cuando sintió a alguien pasar a su lado. Con irritación, repitió, "¿Mis gracias?"
Era el chico encapuchado que se disponía a irse. Solo pronunció un seco "Gracias, April O'Neil" mientras continuaba su camino hacia un destino misterioso. April respondió con un simple "De nada", pero enseguida se percató de que algo no estaba bien. ¿Cómo sabía él su nombre completo? Nunca habían hablado antes. Era una situación curiosa: un chico nuevo, dotado de diversas habilidades, que, por alguna razón, conocía ese dato.
Aunque tuvo la tentación de preguntarle a Kendra cómo ese chico había obtenido esa información, recordó que ella apenas la recordaba. Mientras los dragones púrpura se alejaban, April se quedó sola en el pasillo, sumida en sus pensamientos.
Miguelangelo estaba en su casa, entretenido cocinando y con ganas de llenar su estómago, cuando el timbre del teléfono lo tomó por sorpresa. Dejando caer el cucharón en el caldero, contestó con tono relajado y guantes calientes: "¿Qué onda, malteada de choco?" Mientras tanto, Caos hacía de las suyas en la cocina.
April, al otro lado de la línea, preguntó con cierta incredulidad: "Sé que suena extraño, pero ¿alguna vez te topaste con alguien de piel morada, biológicamente imposible, verdad?"
"Uh... sí", respondió Mikey confundido, mientras Caos continuaba su alboroto en la cocina, creando un desastre sonoro.
"Conocí a un chico, es muy extraño, supo mi nombre completo sin decírselo", dijo la chica nerviosa, sorprendiendo al chico tortuga que intentaba escuchar atentamente. "¿Qué? ¿Conociste a alguien que?" logró preguntar Mikey, justo antes de interrumpir a Caos: "¡Caos, maldita sea, pon tu cola en el suelo ya!"
"¡Mikey!" exclamó April con enojo y desesperación. "Ni idea. Quizás es un yokai haciéndose pasar por humano", sugirió Mikey. De repente, una explosión retumbó en el fondo, y una voz saturada exclamó "¡Me cago en...!" La llamada se cortó, dejando a April confundida y preguntándose qué hacer respecto a su peculiar caso.
Con sus dudas flotando como nubes grises sobre su cabeza, se propuso con determinación hallar la historia perfecta para el periódico escolar. Abandonando momentáneamente la misión de desentrañar el enigma del chico nuevo, decidió enfrentar su horario de clases como si fuera un detective en busca del chisme más explosivo.
Sus intentos previos de recolectar anécdotas del día fueron tan emocionantes como una carrera de caracoles: un chico que se resbaló con una banana y otro que simplemente se rió, la maestra de química protagonizando una siesta gourmet durante la hora del almuerzo, y la líder de las porristas haciendo acrobacias inesperadas que resultaron en una lesión más propia de un malabarista principiante que de una profesional de las piruetas.
Aquellas historias, o más bien "anti-historias", no eran ni la mitad de emocionantes que un partido de ajedrez entre tortugas. April, sintiendo que sus esfuerzos se desvanecían más rápido que un globo de helio en una aguja, estuvo a punto de declararse vencida. Sin embargo, su instinto periodístico rechazó la idea de la rendición y, como un superhéroe de las noticias, decidió explorar terrenos más salvajes y desconocidos. ¿Podría encontrar algo más fuerte que un chico resbalándose con una banana? La misión estaba en marcha.
El chico de gafas que parecían tener un conocimiento secreto, apareció tras April como un mago que revela sus trucos de la nada. Un saludo energético hizo que April diera un salto que haría envidia a un gato asustado. El chico nuevo de la mañana quería interactuar con ella, y eso la dejó intrigada.
"Vi que estás tratando de captar una historia interesante para el periódico," dijo, su tono llevaba esa combinación única de entusiasmo y misterio. April, aún recuperándose del susto, no pudo evitar preguntarse cómo diablos él sabía de su búsqueda. "¿Cómo sabes eso?" cuestionó O'neil, sus ojos buscando respuestas.
Entre risas, él se presentó: "Me llamo Thello, pero muchas veces me llaman Violet. Tu actitud activa de reportera me intrigó." April, ahora más curiosa que asustada, decidió escuchar lo que Thello tenía para proponer.
"Tengo una idea. ¿Has oído hablar sobre las mutaciones recientes en la ciudad?" preguntó Thello, lanzando una bomba inesperada que dejó a April sobresaltada. Ella conocía muy bien las mutaciones, quién las provocó y cómo lucían la mayoría de los mutantes. Intentó disimular su conocimiento respondiendo, "Noo... ¿qué diablos es una mutación?"
Aquel chico con una sonrisa que sugería que sabía más de lo que revelaba, propuso una idea intrigante. "¿Qué tal si creamos nuestro propio mutante aquí en la escuela? Tú le sacas fotos y lo llevas al periódico escolar. Solo piénsalo. ¡Una babosa parlante en el laboratorio de la escuela! Eso sí es un notición."
April frunció el ceño, cuestionándose cómo Thello podía sugerir algo tan descabellado. La creación de una mutación requeriría algo tan fantástico como un Oozquito, y ella empezó a considerar la posibilidad de que este chico estuviera vinculado de alguna manera con las recientes mutaciones en la ciudad.
"¿Qué dices?" preguntó Thello, esperando su confirmación. April negó con determinación, con una expresión que dejaba claro que la idea le parecía absurda. "No sé de qué hablas, no veo conveniente y es imposible 'mutar' algo."
Una sonrisa contenida se formó en el rostro de Thello. "¿No crees en los mutantes?"
"No," respondió April con firmeza.
"Pero son reales. Nadie quiere hablar de eso, ¡pero lo son!" insistió Thello, dando pasos hacia ella que la hicieron retroceder hasta chocar con un casillero. Aunque se encontraba un poco acorralada, mantenía la distancia suficiente para escapar.
"Si consideras que no existen, entonces podríamos probar su existencia," dijo Thello en un tono frío que envió escalofríos por la espalda de April.
El chico deslizó misteriosamente un objeto desde su abrigo; al principio, parecía un dispositivo extraño, algo así como un estuche de plástico. Sin embargo, de repente, extrajo una aguja del ancho de un meñique que comenzó a brillar con un tono verde neón. La apariencia le resultaba familiar a April, como si hubiera visto algo parecido antes.
"De mutante veterano a futuro mutante novato, te aseguro que tú podrías ser la noticia," proclamó Thello con una sonrisa que desafiaba la comprensión detrás de sus gafas verdes. Aunque su expresión era indescifrable, parecía disfrutar del momento. April intentó moverse a un lado, pero dos agujas más bloquearon su camino, surgiendo amenazantes de la espalda de Thello.
"¿Qué quieres realmente?" preguntó April, con una mezcla de temor y determinación en su voz, mientras se sentía atrapada por la situación inesperada. La escuela se convirtió repentinamente en el escenario de una historia que superaba sus expectativas periodísticas.
"Hagamos un intercambio. Yo no te mutaré en una ardilla siempre y cuando me digas dónde está él," declaró Thello, acercando la aguja con firmeza y amenaza. April, confundida, preguntó: "¿Él?"
"Mi hermano," respondió Thello. La atmósfera se volvió más oscura, y el clima sugirió que sería un día lluvioso. April quedó paralizada mientras analizaba toda la situación. Recordó repentinamente que Thello se hacía llamar Violet, y lo único que relacionaba con ese nombre era el asistente del Baron Draxum. Todo comenzó a tener sentido: su sugerencia, sus habilidades, su apariencia inusual...todo encajaba.
Ahora consciente de que no podía arriesgarse, y mucho menos poner en peligro a Mikey, April comprendió la seriedad del momento. Estaba atrapada entre la amenaza de ser mutada y la necesidad de proteger a su amigo. La historia que buscaba para el periódico escolar se había convertido en un laberinto peligroso, y ella se preparó para tomar decisiones extremas; le propinó un puñetazo en el rostro al chico que desconfiguró su camuflaje humano, él con rabia exclama: "¡Golpe genérico! Te mostraré como son los golpes reales"
April en bala salió corriendo por los pasillos, Thello ya estaba decidido.
La escena de la lucha se convirtió en un frenesí de movimientos ágiles y ataques sorprendentes. Thello, ahora revelado como el asistente mutante del Baron Draxum, desplegó sus habilidades con maestría, moviéndose con una agilidad sobrenatural. April, por su parte, defendía con valentía, utilizando su bate como una extensión de su voluntad y esquivando con gracia los ataques de Thello.
El sonido de la lanza Tech-Bō de Thello cortando el aire se mezclaba con el resonar del bate de April al bloquear sus ataques. Cada movimiento estaba cargado de intensidad, y las miradas decididas de ambos mostraban que esta confrontación no era solo física, sino también una batalla de determinación.
"¿Sabes? Tu primer error fue intentar ayudarme," dijo Thello mientras esquivaba un barrido hábil de April.
"¡¿Disculpa?!" respondió April, lanzando un contraataque que Thello evadió con agilidad. "De primeras, es tener modales," continuó, aprovechando un pequeño respiro para recalcar su punto. "Y segundo, ¡No sabía que el 'súper dotado' resultaría ser un súper farsante!"
Thello, sin perder la compostura, añadió: "Si te soy honesto..." Sacó una bola de raíces diminutas que lanzó al suelo, desencadenando raíces enormes que crecían con frecuencia, rompiendo la cerámica y crearon una trampa para las piernas de April.
"Encontrarte fue una casualidad," concluyó Thello mientras las raíces tomaban a April y la arrastraban hacia él. La lucha, lejos de debilitarse, alcanzó un nuevo nivel de complejidad mientras ambos se esforzaban por ganar la ventaja en este enfrentamiento inesperado.
En medio del forcejeo, Thello reveló con más claridad su identidad, poniendo su pie con fuerza sobre la espalda de April, quien yacía en el suelo debido a la trampa vegetal. "Tienes talento, necesita ser forjado, y quizás así puedas servir como un soldado para nosotros," dijo él, riendo entre dientes. La aguja amenazó con acercarse al cuello de April, pero el timbre de la siguiente clase interrumpió el inminente peligro.
Thello, o mejor dicho, Violet, susurró, "La sesión queda para otro día," volviendo a camuflajearse como humano. Rápidamente, abandonó la escena. April, al estar a salvo, liberó su pierna de la trampa.
"Salvada por el timbre. ¡Qué cliché tan conveniente!" exclamó ella, aliviada y con entusiasmo, celebrando el giro inesperado. Ahora, con las raíces haciendo pedazos el suelo del pasillo, April decidió convertir ese percance en una historia para el periódico escolar. El título de esta categoría sería "La escuela se está deteriorando", no sonaba mal, no exponía a nadie, quizás era un poco difamatorio siendo que fue a propósito pero ¿que se podía hacer?
Al día siguiente, April salió del salón del club del periódico escolar con alegría desbordante. Había logrado que su historia fuera aprobada y ahora formaba parte de ese club tan importante en la escuela. Sacó un brownie de su bolso, con una pegatina similar a las que Mikey siempre tenía pegadas en su caparazón. Antes de darle un bocado, dijo con determinación, "Muy bien, O'neil, no los defraudes."
"Sí, O'neil, no los defraudes," una voz masculina repitió desprevenida. April, sorprendida, se atragantó con el bocado, sintiendo escalofríos recorrer su espalda mientras la figura se acercaba. Era Thello, esta vez sin las gafas que solían cubrir sus ojos, con las manos en los bolsillos. La chica se puso en posición de defensa por precaución, lista para cualquier eventualidad.
Thello se acercó a April con una mirada burlona, amenazándola con sacarle información sobre el paradero de su hermano. "Vaya, vaya, si no es la valiente O'Neil. ¿Pensaste que podías ocultar algo así de importante?"
April, manteniéndose firme y en defensa, respondió con un toque de sarcasmo. "Oh, ¿me estás amenazando? Creo que necesitas más práctica en eso. Tus intentos son tan patéticos como tu camuflaje humano."
Thello, sin perder la compostura, continuó con su advertencia. "O'Neil, no te conviene ocultar cosas, ¿Quién sabe? Quizás estaré contigo en tus próximas clases."
"Lo siento, pero tus amenazas no me asustan," replicó April con determinación. "¿Acaso te enseñaron a ser un matón en la escuela de mutantes?"
"Nah, de hecho esta es la primera vez que voy a una escuela, encontrarte fue mera casualidad" dijo el chico riéndose al recordar y sin demostrar debilidad, se dio la vuelta con un tono lo suficientemente directo y crudo como jamón.
"Ya te lo advertí, O'Neil. Esto es solo el principio. Si no cooperas, me aseguraré de que seas la primera persona en ver cómo tú amigo se da cuenta para lo que realmente está hecho, y cuando eso pase, tú serás su primer objetivo." Con esas palabras, se retiró, April observó cómo Thello se alejaba con paso seguro, dejándola con un torbellino de emociones. Aunque había logrado mantener su postura ante las amenazas, no podía evitar sentir un cosquilleo de preocupación por lo que el futuro podría deparar. Sin embargo, también se sentía renovada por haber enfrentado al peligroso asistente del Baron Draxum y haberse mantenido firme en sus convicciones.
Con un suspiro de alivio, April guardó el brownie en su bolso y se encaminó hacia su próxima clase. Sabía que esta batalla no había terminado, pero estaba lista para enfrentar lo que viniera con valentía y determinación. Con un expresión seria decidida en el rostro, cerró la situación en su mente y se preparó para lo que el próximo día escolar le depararía.
Chapter 9: Influyente
Summary:
Según las investigaciones de Leonardo, es posible que cierto Clan esté intentando traer devuelta una impactante amenaza, junto a Miguelangelo, se sumergen en una búsqueda para detenerlo, pero necesitaran ayuda de un tercero.
Chapter Text
En los rincones más sombríos de la Gran Manzana, donde los ratones correteaban entre las sombras y los bocinazos se mezclaban con el ruido de la ciudad, una furgoneta y un grupo de tipos vestidos de negro y morado se reunían tras un centro comercial cerrado. La atmósfera estaba cargada de tensión, como si en cualquier momento fuera a desatarse algo importante.
En medio de todo, destacaba un coloso verde, alto e imponente, con un cubrebocas que parecía burlarse del concepto de "cuidado personal". Su sola presencia imponía respeto, aunque él no parecía muy interesado en la dramatización.
"¡Por fin hemos encontrado el guantelete izquierdo de la Armadura Oscura!" gritó una voz femenina con entusiasmo, como si acabara de descubrir un tesoro.
El gigante verde apenas levantó una ceja. "Sí, sí, por fin me pagarán lo que me deben desde hace dos semanas", dijo en un tono monótono, claramente más preocupado por cuestiones prácticas.
La mujer lo miró, frustrada. "¿Solo te preocupa el dinero? ¿¡Qué hay de la hermandad del clan!?"
Él se encogió de hombros, como si el asunto no fuera tan profundo para él. "La hermandad no llena mi nevera."
Los tipos de negro y morado, que hasta ahora habían estado en silencio, intercambiaron miradas, acostumbrados a las quejas del coloso. Parecía que, al final, para él la lealtad siempre venía después del sueldo.
"Cassandra, sabes perfectamente que estoy aquí por una razón: necesidades básicas. Si tú prefieres jugar a ser Indiana Jones restaurando una armadura que, según tú, va a resucitar a algún tipo que lleva más tiempo muerto que las ganas de estudiar en verano, pues... no es mi problema".
La chica, con un tono de indignación digno de un huracán, replicó: "¿¡Cómo te atreves a hablar así del líder de nuestro venerable Clan del Pie!? ¡Voy a informar a nuestros superiores sobre tu falta de respeto!"
Antes de que el coloso pudiera responder, una voz juvenil resonó desde lo alto de un edificio cercano: "Quiero pizza... Además, ¿qué demonios es una Armadura Oscura?"
"Creo que leí algo sobre eso, pero hey, ese guante tiene buena pinta, ¿crees que me quede bien?" comentó otra voz, con un tono de sarcasmo inconfundible.
"Leo, a ti se te ve bien hasta un moño rosa", replicó la primera voz con una risa.
¡Espera un momento, eran Mikey y Leonardo! Cassandra y el grandulón se tensaron de inmediato, poniéndose en posición de combate, mientras el resto del clan se preparaba como si se estuvieran enfrentando a algo más serio de lo que probablemente era.
"¿De verdad vamos a pelear con estos imbéciles, Rojo?" preguntó Cassandra, mirando de reojo al gigante, que tenía la vaga sensación de que había visto a esos dos antes, y que esta pelea no iba a ser tan sencilla.
"¡Todos a la furgoneta, necesitamos mantener el guantelete a salvo!" rugió el coloso, decidiendo que pelear con dos tipos nada que ver probablemente no entraba en su contrato.
"Pagaré lo que sea por esa cosa, ¡dámela, dámela!" gritó Leonardo mientras se lanzaba de frente hacia Cassandra. Aunque ella intentó esquivar el ataque, Leonardo resultó ser mucho más rápido de lo que parecía. Rojo, viendo el caos, intentó apartarlo con un golpe que, de haber acertado, probablemente habría arrancado algo de cuajo. Pero justo a tiempo, Mikey apareció, bloqueando el golpe con su espada y desviando la embestida. El impacto hizo que Mikey rebotara hacia Leonardo, quien, sin siquiera perder el ritmo, lo empujó fuera de su camino, totalmente obsesionado. Sus ataques se habían vuelto desesperados, moviéndose constantemente gracias a los teletransportes de su espada, como si la urgencia de conseguir el guantelete fuera lo único que le importara.
Cassandra, en un intento de distraer a Mikey, señaló hacia un lado y gritó: "¡Mira, un repartidor de pizza!" Y como si fuera una táctica infalible, Mikey cayó en la trampa. Se giró inmediatamente, buscando al supuesto repartidor con ojos brillantes de esperanza. Pero cuando no encontró nada, ya era demasiado tarde. Cassandra se había deslizado dentro de la furgoneta, aprovechando la distracción.
Dentro de la furgoneta, todos se apiñaron de manera absurda, como si estuvieran recreando un truco de payasos en un coche pequeño. Sorprendentemente, lograron caber todos, aunque fuera a duras penas. Arrancaron a toda velocidad, con el guantelete a salvo en su poder, mientras Rojo se quedaba atrás para lidiar con los dos intrusos. Haciendo gala de una fuerza y resistencia increíbles, logró distraerlos lo suficiente como para que la furgoneta desapareciera en la distancia.
Leonardo, jadeando y frustrado por la derrota, soltó un sonoro: "¡Maldición!" mientras observaba impotente cómo la oportunidad de recuperar el guantelete se desvanecía ante sus ojos.
Mikey soltó un suspiro dramático y miró a su alrededor, claramente decepcionado, antes de decir con una sonrisa: "Bueno, supongo que no siempre se puede ganar en esta vida. ¿Qué te parece si vamos a por una pizza? No hay mal que una buena porción de pepperoni no pueda arreglar."
Rojo, todavía molesto, frunció el ceño y cruzó los brazos con impaciencia. "¿Están bromeando? ¿Por qué están aquí y qué demonios quieren con ese guantelete?" preguntó, visiblemente irritado.
Mikey se encogió de hombros, con su clásica despreocupación, como si la situación no fuera nada del otro mundo. "Yo no lo quiero. Es mi amigo el que está obsesionado con esa cosa", respondió con una sonrisa tan relajada que parecía hablar de algo trivial, como el clima.
Leonardo, aún con la mirada encendida de determinación, sostuvo un rollo místico que había sacado de su cinturón. "No te preocupes, iré tras el otro guante, y si no lo consigo... ¡iré tras el casco!" exclamó, tan resuelto que casi parecía un caballero de una vieja leyenda en busca de una reliquia sagrada.
Rojo observó a Leonardo por un momento, intrigado por su actitud. Esa obsesión y determinación le resultaban extrañamente familiares, aunque no podía recordar de dónde. Pero en lugar de continuar la confrontación, decidió que no valía la pena en ese momento. "Si siguen molestando al Clan del Pie, lo van a lamentar. No se arriesguen más", advirtió antes de dar media vuelta y salir corriendo, sin mirar atrás.
Mikey lo siguió con la mirada mientras se alejaba, luego volvió a mirar a Leo. "Oye, ¿crees que ese tipo quiera pizza también?" Leonardo no responde.
Frotándose el estómago con un gesto teatral, comentó: "Clan del Pie... No sé tú, pero suena más como un concurso de pasteles que una organización criminal. En fin, Leo, tengo hambre."
"Pero no vamos a parar a comer hasta que encuentre el otro guante," respondió Leonardo sin emoción, sin despegar la mirada del rollo místico que sostenía, como si fuera el mapa que resolvería todos sus problemas.
"¿Puedes decirme por qué estás tan obsesionado con esa cosa?" preguntó Mikey, alzando una ceja, con una sonrisa socarrona jugueteando en sus labios.
Leonardo se volvió hacia él de repente, lo agarró de los hombros y su voz adoptó un tono más grave del habitual. "Si consiguen reunir todas las partes de la Armadura Oscura, el portador original podría regresar y causar un desastre. Investigué todo sobre esto. Desde que se reportó el primer robo, he estado centrado en detenerlo, Mikey. Esto es más grande de lo que parece."
Mikey soltó una risita, claramente sin tomárselo tan en serio. "Pff, la Armadura Oscura, ¿de verdad? Bueno, me voy a comer algo. Son las siete y llevo desde las dos con el estómago vacío. Si fueras padre, seguro se te mueren los hijos de hambre con lo desconsiderado que eres," bromeó mientras hacía una pequeña reverencia burlona antes de saltar ágilmente a las escaleras de un edificio cercano.
Cualquiera habría pensado que Mikey iba directo a por comida, pero en realidad, tenía otro plan. Mientras se deslizaba por los tejados, su objetivo real era rastrear al grandulón de piel verde para descubrir dónde se escondía su "guarida". Una pizza podría esperar, pero un misterio como ese no.
Mientras tanto, Mikey había seguido a Rojo hasta una pequeña tienda con un cartel que rezaba "La Choza del Pie". Al ver el nombre, Mikey no pudo evitar reír entre dientes. "¿El Clan del Pie es una zapatería? ¡Ja!", exclamó, mientras Rojo desaparecía de su vista. "Quizás entró para cubrir sus espantosas uñas...", añadió con sarcasmo, claramente entretenido por la situación.
Mikey se acercó a la ventana del local y miró hacia adentro, esperando ver al grandulón. Pero la tienda no tenía mucho que mostrar más allá de lo que parecía una típica tienda de zapatos. Sin éxito, decidió cambiar de táctica y se dirigió al callejón trasero, ocultándose pacientemente entre las sombras.
Dentro de la tienda, las cosas eran muy diferentes. Rojo había descendido a una sección subterránea que poco tenía que ver con una tienda de zapatos. El lugar se transformaba en un salón extraño, casi ceremonial, donde varios miembros del Clan del Pie se reunían. Rojo se acercó a dos figuras de aspecto peculiar, con piel rosada y fuego en sus cabezas, como si estuvieran ardiendo desde dentro. A pesar de lo inusual de la escena, no era tan extraño comparado con un hombre tortuga gigante que hablaba.
Rojo, con seriedad, se arrodilló ante ellos y empezó a hablar. "Cassandra ha traído una de las piezas de la Armadura Oscura, pero tuvimos algunos problemas en el proceso", informó.
El hombre más delgado del dúo, con una expresión severa, respondió: "Deben evitar cualquier inconveniente que ponga en riesgo nuestros planes. Si algo sale mal bajo tu liderazgo, podrías retrasar la ceremonia y tu oficialización."
Rojo bajó la mirada, pero su voz fue firme. "No me importa tanto mi posición, creo que alguien más sería más digno de ella."
Ambos hombres intercambiaron una mirada sorprendida antes de que uno de ellos levantara una ceja, burlón. "¿Quieres ser tan mediocre como ella?" lanzó en tono desafiante.
Rojo titubeó un segundo. "¿Eh?", pero rápidamente recuperó la compostura.
"Olvídalo. Aquí tienes tu paga atrasada y la de esta semana", dijo el otro, lanzándole una bolsa pesada. "Que tengas un buen fin de semana."
Rojo tomó la bolsa y, sin decir más, se levantó y salió del salón, encontrándose con Cassandra en la salida.
"¿Feliz ahora?" le preguntó ella con una sonrisa burlona.
"No empieces, me voy", respondió él sin mirarla y se dirigió hacia la salida.
Al salir del callejón, algo lo puso en alerta. Sintió que lo estaban siguiendo, y cuando menos lo esperaba, Mikey se lanzó hacia él desde las sombras con un grito entusiasta. Rojo, con los reflejos afilados de un verdadero guerrero, esquivó el ataque justo a tiempo.
"¡¿Pero qué demonios?!" exclamó Rojo, preparado para defenderse, mirando a Mikey con desconfianza.
"¡Lo siento, lo siento! ¡No era mi intención atacarte así!" dijo Mikey, levantando las manos con una risa nerviosa.
Rojo, todavía en guardia, frunció el ceño. "¿Tú otra vez...?" Su tono dejaba claro que no estaba de humor para juegos.
Mikey dio un paso hacia adelante, intentando calmar la situación. "Oye, solo quiero hablar. Estaba investigando sobre la Armadura Oscura y pensé que tú podrías tener alguna información", explicó con su típica actitud relajada.
Rojo, aunque aún cauteloso, relajó un poco los hombros. "¿Por qué tanto interés en esa leyenda?" preguntó, levantando una ceja con curiosidad.
Mikey se encogió de hombros, su expresión era una mezcla de asombro y diversión. "Es una historia increíble, ¿no? Una armadura que podría devolver a la vida a su portador original. ¿No te parece algo que vale la pena descubrir?"
Rojo reflexionó por un momento, su expresión endurecida. "Para mí, sigue siendo solo una leyenda. No me preocupa demasiado", dijo con indiferencia antes de girar sobre sus talones y empezar a caminar hacia una escalera cercana, dispuesto a subir a la azotea para perder de vista a Mikey una vez más.
La expresión de Mikey se iluminó con interés mientras seguía a Rojo. "¿Y qué hay de ti? ¿Cómo es vivir en el mundo del Clan del Pie?" preguntó, inclinando ligeramente la cabeza con curiosidad. Estaba decidido a ganarse su confianza.
Rojo suspiró, dejando escapar una mezcla de resignación y cansancio. "Es agotador", comenzó, mostrando un gesto de fatiga en su rostro. "Vivo en un departamento abandonado cerca del muelle con mis tres hermanos mayores. Trabajo para el Clan del Pie para cubrir nuestras necesidades básicas. Y Cassandra...", su voz se apagó levemente al mencionar su nombre, "es muy insistente con todo este asunto de la armadura. Apenas tengo tiempo para descansar", concluyó.
"Me recuerda a Leo," añadió Mikey con el mismo tono, mirando hacia otro lado.
"¿Quién?" preguntó Rojo, frunciendo el ceño.
"Leo, el chico de máscara azul que se aferró como garrapata a tu amiga hace unos momentos," respondió Mikey, volviendo su atención a Rojo. "Es muy decidido con lo que quiere. Primero fue el laberinto, el día en que casi destruye una tienda de dulces solo porque el dueño no le quiso vender, y ahora este asunto de la 'Armadura Oscura'. Diría que es pura farsa, pero sabiendo que existe un mundo aparte debajo de la ciudad, es... posible, creo."
"Laberinto..." Al instante, los recuerdos llegaron a Rojo. "¡Hey! Ya te reconozco, ¿tú y tu amigo son los que tienen el récord en el restaurante de Hueso, verdad?"
"¡Sí! La mejor pizza que he probado," dijo Mikey con los ojos brillantes y la boca ligeramente húmeda al recordar la comida. La idea de una pizza no ayudaba en nada a su hambre.
"Uh, supongo que no eres una amenaza como pensé. De hecho, creo que eres más amigable de lo que aparentas," dijo esto último entre dientes.
Ese comentario tomó por sorpresa a Mikey; recibir una descripción como esa sobre él no era lo que buscaba para el tipo de personalidad amenazante que intentaba proyectar.
"Ven, te invito algo. ¿Qué opinas de un pretzel? No es mucho, pero debo moderar mis gastos."
"¿¡En serio me invitarás a comer!? Pensé que los de tu Clan eran rudos y crueles," dijo Mikey, sorprendido.
"Aunque no lo creas, el 70% son adolescentes buscando plata fácil. No reconocen en lo que se meten. El papel no funcionó y tuvieron que buscar huesos," explicó con una mueca.
Se puso una chaqueta con varios agujeros y ajustó sus cintas para cubrirse las manos, intentando parecer un poco más normal y no dejar a la vista que pertenecía a algún clan. Mikey observó la escena y sugirió: "La banda que tienes en tu cabeza, puedes usarla como antifaz. Te aseguro que se te verá genial."
El chico de gran tamaño pensó un momento. "Tendría que hacerle agujeros," comentó.
"Lo hago por ti, tengo experiencia en cortes," respondió Mikey. Una vez hecho el ajuste con la ayuda de un cristal roto del suelo, ambos se encaminaron hacia el muelle, donde había un puesto de pretzels que ya estaba a punto de cerrar. Rojo compró uno para Mikey, ya que él era el que tenía el estómago vacío.
Ambos pasaron una hora y media hablando y disfrutando de su pretzel hasta llegar al apartamento de Rojo. Mientras caminaban, Mikey tuvo una revelación. "Oye, no has pensado en conseguir un trabajo más... normal?"
"No creo tener lo que buscan. En Ciudad Oculta, tampoco tengo un trabajo honesto," contestó Rojo con una nota de resignación en su voz.
"Auch, entiendo," dijo Mikey, sintiéndose un poco mal por su nuevo amigo.
"Quédate aquí, voy a dejar algo dentro y regreso," dijo Rojo, y Mikey asintió, sentándose en las escaleras del exterior. La ventana estaba blindada en negro, no podía ver en el interior, así que no le quedó más que esperar.
Unos minutos después, sintió una extraña vibra detrás de él. Antes de que pudiera reaccionar, una voz familiar lo sorprendió: "¡Mikey, eres un genio!"
Era Leonardo, colgando de cabeza frente a Mikey. Después de acomodarse, puso los pies en la barandilla. "¿Qué?" respondió Mikey, todavía confundido.
"Hacerte amigo de un integrante importante del Pie para que así nos diga dónde encontrar las demás piezas de la armadura," dijo Leo, entusiasmado y sacudiendo los hombros de su amigo. "¡Cada día me sorprendes más!"
"¿Eeh? No, no, solo hicimos las paces. No hay necesidad de—" Mikey trató de aclarar.
"Me estás diciendo que solo te juntaste con él por..." Leo retiró lentamente sus manos de Mikey con un tono de repulsión, "¿diversión?"
"Sí, así es como se define la amistad," respondió Mikey, confundido por la actitud de su amigo enmascarado.
Leonardo, visiblemente frustrado y preocupado, replicó: "¿Eh? ¿Por qué? Para eso me tienes a mí, ¿no?"
Mikey sintió un ligero cosquilleo de incomodidad ante el reproche. "Sí, pero tener más amigos no es malo, Leo. Además, siento que hace mucho no tenía una charla normal con alguien hasta hoy."
Leonardo frunció el ceño, evidentemente todavía no convencido. "Solo ten cuidado, Mikey. No todos los del Clan del Pie son de confianza, y no quiero verte enredado."
Mikey sonrió, intentando disuadir la tensión. "¡Vamos, Leo! ¿Desde cuándo has sido tan protector? Solo estoy haciendo un nuevo amigo, y parece un buen tipo."
Leonardo se cruzó de brazos, aún indeciso. "Entiendo."
Mientras Mikey continuaba defendiendo su decisión de hacerse amigo de Rojo, Leonardo fruncía el ceño, aún no convencido. "No estoy de acuerdo con que tengas más amigos aparte de mí," murmuró Leo, cruzando los brazos de forma defensiva. "Pero supongo que si su conexión con el Clan del Pie es útil, podría valer la pena."
Chapter 10: Trío verde
Summary:
Una inesperada alianza sería el camino al éxito, pero no para todos los del equipo.
Notes:
Realmente lamento la longitud de estos capitulos, quizás esto compense la larga espera.
Chapter Text
En ese momento, Rojo apareció, sorprendido y en alerta, como si temiera que Leonardo intentara atacarlo. Miró de un lado a otro, su expresión reflejando una mezcla de sorpresa y desconfianza. "¿Qué está pasando aquí?" preguntó, con los músculos tensos.
Mikey se apresuró a intervenir. "¡Tranquilo! No vamos a atacarte. Solo es Leo, mi amigo."
"Sí, solo soy un simple chico de máscara azul," bromeó Leonardo, levantando las manos en señal de rendición. "No muerdo, a menos que me provoquen."
Rojo relajó un poco su postura, aunque todavía miraba a Leo con recelo. "¿Qué querías?" preguntó, con desconfianza.
Leonardo sonrió de forma astuta. "Quiero ofrecerte mayor ganancia si me ayudas a extraviar alguna pieza de la armadura oscura."
Frunció el ceño, dudando. "¿Por qué debería hacerlo? Solo estás tratando de sacar ventaja."
"Porque el dinero es bueno, y estoy seguro de que tú y tus amigos podrían usarlo," replicó, manteniendo una expresión despreocupada. "Además, siempre es bueno tener un compañero en el mundo del crimen, ¿no crees?"
Mikey, entusiasmado con la idea, sonrió ampliamente. "¡Esto va a ser genial! ¡El dúo de chicos verdes se convierte en un trío! ¡Imagina las aventuras que vamos a tener!"
El grande lo miró, tratando de contener una sonrisa. "¿Aventuras? ¿De qué hablas? Esto es un trabajo, no un paseo en el parque."
"¿Desde cuándo el Clan del Pie se preocupa por las aventuras?" soltó Leo, con sarcasmo en su voz. "Pero oye, si esto sale mal, siempre podrías usar tu hermosa chaqueta con agujeros para hacer una declaración de moda en la cárcel."
"¿Y tú qué sabes de moda?" le respondió, sintiendo que su orgullo estaba en juego. "Tu estilo es tan original como un pizza de cuatro quesos."
Se echó a reír. "Oye, al menos tengo un estilo, mientras que tú pareces un maldición de Halloween. No puedes entrar a un club de moda ni que lo intentaras."
"¡Cállate! No necesito tu aprobación sobre mi atuendo," contestó, con los ojos entrecerrados. "Solo estoy tratando de sobrevivir aquí."
"Y yo aquí tratando de ayudarte," respondió con una expresión neutra. "Solo recuerda, el dinero no puede comprar la clase."
"¡Eso lo dices tú!" replicó, cruzando los brazos. "¿Y qué vas a hacer cuando tu estilo de 'chico misterio' ya no esté de moda?"
"Seguiré siendo un chico misterio, y tú seguirás siendo el chico de la chaqueta rota," bromeó Leonardo, disfrutando de la pequeña discusión.
Mikey, viendo que los dos se estaban divirtiendo, se unió a la broma. "Vamos, chicos, si van a pelear, al menos háganlo por el título de 'el más elegante del Clan del Pie'."
Finalmente, con una risa compartida, Rojo cedió. "Está bien, acepto. Pero si esto sale mal, ¡seré yo quien tenga la última palabra en tu ropa!"
Leonardo sonrió, sintiéndose un poco más relajado, aunque su máscara no lo representaba. "Lo dudo. Pero por ahora, hagamos que esto funcione, y tal vez puedas conseguir una mejor chaqueta de mi parte."
Mikey aplaudió, emocionado por la nueva dinámica que se estaba formando. "¡Esto es perfecto! Un nuevo equipo, y, quién sabe, tal vez un poco de diversión en el proceso."
Leonardo se volvió hacia Rojo, su mirada seria. "¿Dónde se ubica alguna de las piezas de la armadura? Necesitamos un lugar que no haya sido revisado por el Clan del Pie."
Rojo miró hacia el suelo, pensativo. "Hay un centro de metro cerrado cerca de aquí. La última vez que lo revisaron, no encontraron nada, pero no han vuelto desde entonces."
"Perfecto. Entonces vamos," dijo Leo, decidido.
Los tres se dirigieron al centro de metro. Al llegar, encontraron la entrada cerrada, pero no completamente abandonada. El aire estaba impregnado de un olor a recién lavado, parecía que cerraron recién.
Mikey miró nerviosamente a su alrededor, sintiendo que algo no estaba bien. "¿Estás seguro de que este es un buen lugar? Se siente... raro," murmuró, tratando de no mostrar su miedo.
Rojo frunció el ceño, sintiendo la tensión en el aire. "Raro como… ¿qué?" preguntó, mirando en dirección a las sombras.
"Raro como un episodio de terror en el que todos se van a asustar en cualquier momento," respondió Mikey, forzando una risa nerviosa. "O como una película de zombies en la que los personajes toman las decisiones más estúpidas."
Leonardo se cruzó de brazos, observando las sombras que parecían danzar en la penumbra. "Lo que sea que haya aquí, no va a detenernos. Vamos a hacer esto rápido."
Mientras Leo preparaba un portal para que sus soldados oni buscaran cuidadosamente el fragmento de la armadura, Mikey continuó hablando, tratando de mantener la calma, pero su nerviosismo comenzaba a mostrar su verdadero lado. "Oye, ¿y si hay algo más aquí? Algo que nos está acechando… No estoy diciendo que no seamos valientes, solo que, ya sabes, a veces es mejor ser cautelosos."
"¿Cautelosos? ¿Estás bromeando?" interrumpió Rojo, con un tono irritado. "No podemos ser cautelosos, tenemos que actuar. Si no lo hacemos, solo estaremos perdiendo el tiempo."
Mikey intentó disimular su miedo. "¡Sí, claro! Estoy totalmente de acuerdo, pero hay una gran diferencia entre ser valiente y ser imprudente, ¿verdad? Como el momento en que tú—"
"¿Tú qué? ¿Me vas a dar una lección de valentía ahora, Mikey?" lo interrumpió Leo, sin poder evitar la burla en su voz. "Porque la última vez que revisé, tú te escondías detrás de una caja de pizza mientras yo luchaba contra un grupo de villanos."
Mikey sintió la presión del comentario y trató de defenderse. "¡Eso fue una estrategia! A veces, la mejor manera de luchar es desde las sombras, como un ninja."
Rojo se unió a la broma. "Sí, claro, un ninja con una gran sonrisa y una caja de pizza. Eso es muy amenazante."
"¿Pueden dejar de burlarse de mí por un segundo?!" exclamó Mikey, algo irritado, pero una risa nerviosa se escapó de sus labios. "Solo estoy tratando de ser un compañero valiente, ¡como tú!"
Leo hizo una mueca mientras abría el portal. "Claro, un compañero valiente que está a punto de dejarse llevar por el miedo. Si sigues así, es posible que termine llevándote a casa en vez de a la batalla."
Mientras los soldados oni maniquí atravesaban el portal, Leo observó cómo la cantidad de ellos comenzaba a disminuir. Cada vez que un maniquí cruzaba al otro lado, la sensación de inquietud aumentaba. "¿Dónde están yendo? Esto no es bueno," murmuró, frunciendo el ceño.
"¿Qué pasa?" preguntó Rojo, su preocupación comenzando a reflejarse en su rostro.
"No lo sé," respondió Leo, mirando el portal. "Pero si esto sigue así, nos quedaremos sin opciones."
Las sombras en el centro de metro parecían moverse con más intensidad, y la silueta morada que habían visto antes se perfiló en la oscuridad, dejando una sensación escalofriante que se extendía por el aire. Mikey, sintiendo el sudor frío correr por su frente, comenzó a inquietarse más.
"¿Y si hay algo allí, en las sombras? ¿Y si…?" murmuró, sintiendo que el pánico comenzaba a tomar el control.
Rojo lo miró con impaciencia. "¡Deja de pensar en lo peor! Si hay algo, lo enfrentaremos juntos. Ahora, mantén la calma y no te dejes llevar por tu imaginación."
Leonardo, mientras tanto, se preparaba para actuar. "Si esto se pone feo, tendremos que salir de aquí rápido. Pero por ahora, solo sigue mi lead."
Una voz burlona resonó entre las sombras, imitando las palabras de Leonardo: "¡Si esto se pone feo, tendremos que salir de aquí rápido! ¡Pero por ahora, solo sigue mi lead!" La risa que siguió fue como un eco en la oscura parada, y la tensión se cortó como un cuchillo afilado.
"Genial, ahora tengo una versión malvada de ti a la vista," dijo Mikey, intentando no dejar que la inquietud se apoderara de él. Se puso en posición de combate, su corazón latiendo con fuerza. Esta vez, decidió cambiar de táctica. Sacó su kusari fundo y comenzó a girarlo en el aire, el metal brillando tenuemente en la penumbra. Al principio, estaba nervioso, pero al ver quién era el responsable de la voz burlona, su cuerpo se relajó ligeramente.
"¿Qué estás haciendo? ¿Quién es?" preguntó Rojo, buscando en las sombras con creciente ansiedad. Sus ojos se abrieron como platos al reconocer la silueta que emergía: "Es... ¿V?"
Mikey lo miró con incredulidad. "¿Sabías que esto iba a pasar y no dijiste nada? ¡Súper útil, amigo!"
Leonardo, apretando los puños, estaba furioso por la desaparición de sus soldados. "No me importa quién sea, solo quiero saber por qué está aquí. ¡No va a mostrar piedad!" gritó, su voz resonando. Su paciencia se había esfumado y estaba listo para la pelea.
"¿Piedad? No te preocupes, no creo que tenga un corazón que romper," contestó la figura en la sombra, V, con una sonrisa torcida. "A decir verdad, parece que solo tengo que preocuparme por ustedes dos."
Mikey miró a Leo con una mezcla de miedo y emoción. "Esto va a ser divertido, ¿no? Solo tres contra uno, como en la vida real."
"¡No es divertido si no tenemos a los demás para ayudar!" respondió Leo, ya cansado de las bromas de Mikey. "¡Concéntrate!"
La batalla comenzó con V lanzándose hacia ellos, el rostro cubierto por una mueca burlona. Mikey, aún girando su kusari fundo, lanzó un ataque hacia la tortuga morada, que lo esquivó con facilidad. "¿Eso es lo mejor que puedes hacer? Creía que la tortuga ninja promedio era un poco más emocionante," se burló V, mientras se movía con gracia.
Rojo, que todavía estaba paralizado por el reconocimiento, finalmente se unió a la pelea. "¡Oye, no la subestimes! ¡Nosotros somos… bueno, somos algo!"
Leonardo avanzó hacia V, sus puños listos. "Eres una molestia. Pero hoy no te dejaré ganar. ¡Prepárate!"
"¿Ganar? no estoy aquí para ganar, vengo a reportar" replicó V, esquivando los golpes de Leo y lanzando comentarios sarcásticos entre los ataques.
Mikey, ahora más concentrado, giró su kusari fundo con mayor fuerza, intentando encontrar el momento perfecto para atacar. "¡Te vas a arrepentir de habernos subestimado!" gritó, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir.
La tensión aumentó, y aunque la pelea era intensa, también había algo ligero en el aire, una especie de humor oscuro que los mantenía a todos alerta. Mientras V se movía con agilidad entre ellos, las bromas y las burlas continuaban, convirtiendo la batalla en un extraño juego de ingenio y fuerza.
La batalla se intensificó, y los golpes se volvieron más serios. Leonardo lanzó un puñetazo directo a V, pero este se inclinó hacia atrás, esquivando el ataque con una agilidad sorprendente. "¿Te has dado cuenta de que te esfuerzas demasiado, Leo? Eres como un perro rabioso persiguiendo su propia cola."
"¡Cállate!" gritó Leonardo, frustrado. "¡Esto no es un juego!"
"¿No lo es? Porque parece que estamos en un espectáculo de comedia," V respondió, sonriendo mientras giraba para evitar otro golpe. "Y tú eres el payaso principal."
Rojo, finalmente recobrando la compostura, intervino en la pelea. "¡Oye, eso no fue justo! ¡Los payasos no están aquí para pelear!" Intentó lanzar un ataque, pero V lo esquivó con facilidad.
La batalla continuaba en el oscuro metro, y V, la tortuga morada, parecía disfrutar del caos que se había desatado. Con cada intercambio de golpes, sus comentarios sarcásticos se volvían más incisivos.
"¿Ves? No sé cómo te atreves a pelear con un atuendo así, Rojo. ¿Estás seguro de que el Clan del Pie te paga lo suficiente? Tal vez deberías considerar un trabajo en el que no te hagan usar esa ropa de trapo," dijo V, esquivando un ataque de Mikey con una risa burlona.
Rojo frunció el ceño, aún tratando de entender la dinámica entre ellos. "¿Qué tiene de malo mi ropa? ¡Al menos tengo algo!"
Mikey se unió a la broma. "¡Sí, al menos no tengo que preocuparme de que mis pantalones se rasguen mientras giro mi kusari fundo! Oh, espera, eso también puede pasar."
Leonardo, claramente exasperado por las constantes burlas, respondió con rabia. "¡Deja de hablar como si supieras de lo que hablas, V! Este no es un juego. La última vez que te vi, estabas jugando a ser un villano en un hotel. ¡Hiciste que el lugar se convirtiera en un desastre!"
V sonrió con desdén. "Oh, vamos, Leo. ¿Te dolió perder frente a mí? ¿Y que fuiste a ver a Mama llorar tu derrota? ¿Porqué no dejas que la familia se encargue de esta situación? No tienes nada que ver aquí."
En ese momento, el ambiente se volvió tenso. Leo bajó la voz, apenas audible, "¿Ya no soy parte?" Esa pregunta dejó a V paralizado, el desafío en el aire haciendo que la batalla se detuviera momentáneamente. La confusión y el dolor se reflejaron en su rostro.
Mikey, viendo la oportunidad, no dudó. "¡Ahora!" gritó, atacando a V por detrás con su kusari fundo. El impacto fue brutal, y el caparazón de batalla que V había diseñado se rompió con un crujido resonante que dejó volando un pedazo de metal extraño.
El silencio en el metro era abrumador, interrumpido solo por el sonido de V cayendo al suelo. Todos los ojos se posaron en el fragmento que había salido volando de su caparazón, brillando con una luz oscura y poderosa. Leonardo, con una rapidez casi instintiva, lo recogió antes de que pudiera tocar el suelo, un chillido de satisfacción escapando de sus labios.
"¡Lo tengo!" exclamó, y su tristeza se desvaneció momentáneamente ante la victoria. "Ustedes pueden volver solos. Debo asegurar que esto esté en un lugar seguro."
Sin más, Leo abrió un portal y desapareció, dejando a Mikey y Rojo boquiabiertos, incapaces de asimilar lo que acababa de suceder.
Rojo, aún en shock por la abrupta pausa, miró a V. "¿Hermano...?" su voz tembló, reflejando su preocupación.
V permaneció en el suelo, su expresión en blanco como si un choque de realidad lo hubiera golpeado. A pesar de la cercanía, no se movió ni hizo ningún intento por levantarse. Mikey, observando la escena, se sentía completamente perdido. "¿Qué acaba de pasar? ¿Por qué no están peleando? ¿Por qué te llamas 'hermano'?"
V finalmente levantó la mirada, la confusión y el dolor reflejados en sus ojos. "No hay nada que entender, niño," dijo con un tono cortante, tratando de desviar la atención. "Olvídate de lo que viste."
Mikey frunció el ceño, incapaz de entender por qué V se comportaba de esa manera. "Pero... ¡Eres su hermano! ¡Y él ni siquiera sabe que eres parte de esto!"
V se enderezó lentamente, desafiando a Mikey con su mirada. "Escucha, no importa lo que creas. Debes alejarte de Leonardo. No es quien crees que es. Te está usando," advirtió, su voz firme y tensa.
"¿Usándome? ¿Por qué me dirías eso?" Mikey se sintió herido por la insinuación. "Solo estaba tratando de ser amigo de todos." aún confundido, buscó entender. "¿Qué pasó entre ustedes?"
"Es mejor que no te metas en eso," respondió, su tono se tornó más cortante. "Lo que importa ahora es que estamos aquí. Y Leo... no es quien dice ser. Es peligroso."
Rojo miró a V, buscando alguna respuesta en su rostro. "¿Y tú? ¿Ahora eres peligroso también?"
V suspiró, dejando caer la guardia un momento. "No les conviene hacer negocios con él. Ese soldado de Gran Mama está atrapado en su propia batalla, y no puedo permitir que los arrastre."
Mikey sintió un nudo en el estómago, cuestionándose si debía seguir adelante con su deseo de ser amigo de Leo o escuchar las advertencias de V. "No sé si puedo hacer eso," dijo finalmente, su voz apenas un susurro.
El ambiente se había vuelto sombrío, con la promesa de conflictos aún por venir. Mientras Rojo y Mikey se quedaban allí, la incertidumbre y el secreto sobre quiénes eran realmente pesaban en el aire, dejando todo en un hilo que podría romperse en cualquier momento.

Hellight on Chapter 1 Tue 19 Sep 2023 02:08PM UTC
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