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No other shade of blue (II)

Summary:

Cinco años han pasado desde la última vez que Wade Wilson estuvo en New York y muchas cosas han cambiado desde entonces; para empezar, tiene un nuevo par de voces en la cabeza y parece el hijo perdido de Freddy Krueger después de una sobredosis.

Decidido en rehacer su vida y empezar de cero, el mercenario acepta cualquier trabajo que Weasel le ofrezca con una única excepción: ninguno puede involucrar al amigable hombre araña, que de amigable no tiene nada.

Por desgracia, Charles Xavier parece no pensar igual y les pone a cargo de una misión de la que ninguno de los dos está dispuesto a caminar lejos.

 

Este fanfic es la secuela de "the red means I love you".

Chapter 1: Prologo

Chapter Text

I think I've seen this film before
And I didn't like the ending

 

Peter se miró al espejo, procurando mantener su rostro inexpresivo ante la torrente de pensamientos que atravesaban su mente.

Inconscientemente, llevó una mano hasta su pecho, donde las notas de Pepper responsaban en el bolsillo interior de la chaqueta, tibias de la última vez que las repasó hace ya veinte minutos.

—¿por qué la cara larga?—bramó Johnny Storm, entrando a la habitación con una toalla enrollada a la cintura. Su cuerpo, esculpido por las extensas horas que invertía en el gimnasio brillaba gracias a las gotas que resbalaban desde su cabellera rubia hasta el suelo. Sus duchas de más de dos horas eran uno de los motivos por los que siempre terminaban peleando—luces como si hubieras visto un fantasma.

—probablemente porque luzco como uno—bufó, haciendo alusión a la anormal palidez en su piel en contraste con las medias lunas que surcaban sus ojos—Ni siquiera recuerdo cuando fue la ultima vez que dormí.

Johnny suspiró, rompiendo la distancia para acomodar la corbata de Peter, que permanecía deshecha a ambos lados de su cuello. Sus manos se movían con seguridad sobre el pecho del otro, probando una vez más la familiaridad que los unía.

—solo necesitas tomar un poco de sol y dormir tus ocho horas diarias—alentó, curvando la comisura de su labio en una sonrisa amable—A ver, déjame verte—dio un paso atrás, observándolo de pies a cabeza con las manos en la cintura—¿Quién lo diría? No eres completamente un caso perdido. Incluso podría decirse que eres medianamente atractivo.

—con que medianamente, ¿eh?—bufó, arqueando una ceja mientras sellaba los gemelos de oro en las muñecas de la camisa—No me digas que sigues molesto porque te gane en la lista de los solteros más codiciados.

—¡tú ni siquiera estás soltero!—gruñó, frunciendo las cejas encima de sus ojos celeste—Honestamente, ¿a cuantas personas tuviste que sobornar para estar encima de mí en la lista?

Peter viró la cabeza con diversión, volviendo su atención al espejo de cuerpo entero en la habitación. Aun le quedaban quince minutos para que Happy pasara por él y le llevara a la NYU.

—¿tienes preparado tu discurso?—preguntó Johnny, recostándose en la pared junto al espejo de brazos cruzados—Escuché que los universitarios suelen ser salvajes con los invitados especiales. Una vez, alguien arrojó un ladrillo a la cara de Reed. Fue chistosisimo.

—supongo que ser la mente más brillante del planeta no quita el hecho de que sigue siendo un nerd—hizo una mueca, consciente del bullying que sufrió Reed Richards antes de convertirse en el líder de los cuatro fantásticos y cuñado de Johnny—Los graduados no son lo que me preocupan. Si alguien me arroja un ladrillo, lo esquivaré con mi sentido arácnido.

—¿entonces?—insistió, pero Peter optó por cabecear hacia el suelo, frunciendo las arrugas en su frente ante el charco de agua que se había formado bajo los pies de la antorcha humana.

—estás mojando todo el piso—se quejó.

—oh, lo lamento—levantó ambas manos, adquiriendo una postura que pretendía ser inocente y un segundo después las gotas de agua se evaporaban bajo una capa de humo que brotó de su piel—¿Esta mejor así?

—presumido—resopló, pasando una mano por su cabello para terminar de peinarlo—Estoy un poco ocupado. ¿Necesitas algo más o...?

—corta con eso, Pete—frunció las cejas, tomando al pelinegro por los hombros para obligarlo a sentarse al borde de la cama, mientras él tomaba asiento en la silla junto al buro—Dime qué es lo que te molesta y no empieces otra vez con los niños en África porque eso es solo para las entrevistas y eventos de caridad. Ahora somos solo tú y yo.

—pero si me preocupan los niños en África.

—como sea, señor altruista—viró los ojos, sin embargo la sonrisa se extendió hasta sus ojos con cariño—Dile a tu buen amigo Johnny lo que te molesta en verdad. A lo mejor hay algo que pueda hacer para ayudarte.

Peter sonrió leve. Desde que se mudó con Johnny hace tres años, el rubio se había convertido en su mayor soporte y ni siquiera cuando peleaban dejaba de preocuparse por él.

—dudo que haya algo que puedas hacer porque sencillamente no hay nada que me aqueje—sonrió, tomando las muñecas de la antorcha para retirar sus manos y ponerse de pie—¿Que hay de ti? ¿Ya alistaste la maleta?

—no me cambies el tema, Peter. Ya tengo suficiente con Sue diciéndome las 24 horas del día que soy un irresponsable.

—a lo mejor, si hicieras la maletas, Sue y yo te dejaríamos en paz.

—no, puedo, Rey. He estado ocupado—frunció los labios, como diciendo "pobre de mí"

—¿ocupado con qué? Lo único qué haces es tomar el sol y chequear Instagram todo el día.

—he estado ocupado... pensando en tu amiga la actriz—sonrió con picardía, levantando las manos sobre su rostro cuando Peter hizo el amago de pegarle—¿Cuándo me la presentaras? Han pasado años y ni una vez ha venido aquí.

—mantente lejos de MJ—le señaló en advertencia, para después planchar las arrugas fuera del traje—Te conozco y sé que eres una amenaza para el género femenino. Olvida eso. Eres una amenaza para todos los géneros.

—¡tonterías! Solo quiero conocerla.

—eso mismo dijiste de Liz Allen.

—¿y?

—y ahora Liz me odia.

—no es mi culpa que ella quisiera una relación formal cuando solo estábamos pasando el rato.

—tú fuiste quien dijo que quería una relación formal para que Liz aceptara salir contigo—meneó la cabeza en desaprobación—Por tú culpa, Liz volvió con Flash y ahora se van a casar.

—pensé que Flash era tu amigo.

—es mi amigo, pero incluso él es un imbécil con las chicas.

—oh, como si tú fueras mejor. Recuérdame, ¿cómo se llama el último chico con el que saliste?

Peter miró el techo, pretendiendo pensar, aunque fuera en vano. La verdad era que no se consideraba mejor que Johnny o Flash en ese aspecto.

—¿Allan?

—ni cerca. Era Fred.

—no, Fred fue hace un par de años. Antes de que conociera a Selena—enumeró, llevando una mano al bolsillo interno de la chaqueta para buscar su celular, que había empezado a vibrar—Espera un momento. Creo que es Happy.

El celular era de lo último que Industrias Stark había sacado en tecnología, pero incluso para él resultaba un dolor de cabeza introducir un pin de más dieciséis dígitos. Era útil, pero contraproducente a la hora de contestar un mensaje que solo decía "llego en cinco minutos".

Sin embargo, aquel no era el único mensaje que había recibido en la última hora. Debajo del contacto de Happy, el chat con su papá permanecía sin abrir desde hace varios días, aunque la entrada de un nuevo mensaje lo hubiera catapultado a la cima en la montaña de textos sin leer.

Papá: Felicidades por ser elegido para dar el discurso a los graduados de la NYU. Pepper fue quien me avisó que lo estarían transmitiendo por televisión. Me muero de ganas por verte.
Bucky y Sam también están aquí.
Estoy tan orgulloso de ti!!!

Peter apretó los labios, deslizando la conversación hacia la derecha para archivar el chat y que saliera de su campo de visión. Necesitaba relajarse y empezar su discurso con una pila de rocas en el estómago no era lo ideal.

—¿no piensas contestarle?

—lo haré más tarde.

Johnny suspiró, mirándolo de esa manera que Peter tanto odiaba. Era el tipo de mirada que iba acompañada de un sermón.

—¿Cuándo dejarás de ignorarlo?

—no lo estoy ignorando. Solo no me interesa hablar con él en este momento—respondió, sin embargo, el rubio no cambió su postura, frunciendo un poco más las arrugas en su frente—No pienso discutirlo, Johnny. Si Steve quiere hablar, tendrá que esperar. Ahora ando muy ocupado con la empresa y la nueva colección.

—bien. Solo no lo dejes para el final, como sueles hacer—levantó ambas manos, como diciendo que se mantendría fuera del asunto. Storm prefería tomar distancia del drama familiar del arácnido a cambio de que Peter hiciera lo mismo con los cuatro fantásticos—Ahora baja antes de que a Happy le dé una trombosis por esperar mucho tiempo.

Peter exhaló suave, aliviado de no tener que pasar por una conversación similar a la que tuvo con Clint hace un año. La última vez que vio al arquero fue para conmemorar el día internacional de Iron Man y las cosas no terminaron del todo bien entre los dos. Sin embargo, seguía enviando regalos a sus hijos en víspera de sus cumpleaños y navidad.

—ya debo irme—informó, guardando el celular devuelta en la chaqueta tras mirarse una última vez el espejo. El moretón en su ojo de la pelea de anoche había desaparecido casi por completo—No hagas enojar a Sue y has la maleta, ¿Quieres? Ya tiene suficiente con Reed. No hagas que tenga que criarte a ti también.

—ya oí, papá—viró los ojos—Haré la maleta esta tarde. ¿Feliz?—levantó ambas cejas sin perder el fastidio en sus facciones. El arácnido le enseñó ambos pulgares de camino hacia la puerta, pero Storm lo detuvo por el brazo antes de que pudiera irse.

—¿ocurre algo?

Johnny titubeó, apretando sus labios en una mueca insegura. Parecía pensar sus palabras con cuidado.

—¿sabes que te considero el mejor de todos, verdad? Y no me refiero a todo el rollo de los poderes arácnidos y lo qué haces con la empresa. Hablo de que, junto a Reed, eres una de las personas más inteligentes que he conocido en toda mi vida—asintió, enfatizando cada palabra con fervor—No dudo que puedas resolver lo que sea que te esté molestando, solo quiero que sepas que no estás solo.

—lo se, Johnny—aplacó su sonrisa, apoyando su mano encima de la del rubio—Tú también cuentas conmigo. Incluso si se trata de hacer tu estúpida maleta.

Storm suspiró, liberándolo del agarre tras un segundo en el que ninguno dijo nada. En sus ojos se notaba que tenía un mundo de cosas por decir, sin embargo, lo dejó pasar.

—¿te veo esta noche en donde siempre? Escuche que unos chicos están planeando un robo a mano armada en las oficinas de Justin Hammer—Johnny frotó sus manos, emocionado.

—no me lo perdería por nada en el mundo—asintió, guiñando un ojo antes de salir, exclamando sobre su hombro:—Por cierto, la chica con la que saliste la semana pasado llamó. Dijo que su periodo se retrasó.

***

—... Sé que no les gustara oír esto; A mí ciertamente me tomó un tiempo entenderlo, pero en la vida cometerán cientos de errores. Algunos peores que otros. Habrán momentos en los que sentirán que hablaron demasiado y otros en los que se arrepentirán de no haberlo hecho. Confiaran en las personas equivocadas y lastimaran a quienes no se lo merecen. Reaccionaran de millones de maneras o no reaccionarán en lo absoluto. Perderán amigos. Conocerán nuevas personas. Dejaran atrás la casa en la que vivieron toda su vida. Tocaran fondo. Enterraran a sus seres queridos, se enamoraran y luego odiaran a la persona de la que se enamoraron en primer lugar. Esto una y otra vez, todo al mismo tiempo—hizo una pausa para tomar aire. Después de veinte minutos hablando, sintió que por fin había llegado al punto que le interesaba tocar—Es abrumador convertirte en la personas que quieres ser, sobre todo cuando sientes que el tiempo está en tu contra, pero les tengo buenas noticias: Lo que vayan a hacer y en quien se vayan a convertir depende enteramente de ustedes. La mala noticia, por supuesto, es que lo que vayan a hacer y en quien se vayan a convertir también depende enteramente de ustedes—sonrió—Están por su cuenta, chicos. Hagan del mundo un lugar mejor; déjense guiar por sus instintos; sigan sus sueños y aprendan de todo un poco. Cometerán errores. Yo también lo haré y cuando esto pase estoy seguro de que lo leerán en internet. El punto es que la vida trae consigo cientos de cargas, pero el truco está en no cargarlo todo al mismo tiempo. Así que respiren hondo y exhalen porque aún tienen todo una vida por delante.

El auditorio no tardó en sumirse en una ola de aplausos y festejos por parte de los recién graduados, que se pararon de sus sillas, coreando el nombre del empresario.

Peter desapareció tras la cortina después de virar ambas mano, sonriendo una última vez a la cámara que había grabado el discurso de principio a fin. Una parte de él no paraba de preguntarse si Steve había sido fiel a su palabra, mientras la otra luchaba fervientemente por silenciar cualquier pensamiento que involucrara al ex vengador.

Detrás de la cortina, Betty Brant esperaba por él con una botella de agua y la sonrisa ganadora que caracterizaba su hermoso rostro. Su secretaria desde hace dos años tenía la costumbre de cargar una tableta para seguir a tiempo real la interacción del público con Peter. Si alguien al otro lado del mundo se atrevía a teclear su nombre en el buscador, ella lo sabría en un santiamén y sancionaría cualquier calumnia que pudiera repercutir tanto en su imagen como en la de Industrias Stark.

Sonaba excesivo, pero Peter tenía experiencia tratando con la opinión popular y hacerse un equipo de control de daños le había salvado en más de una ocasión de meter la pata desde que aceptó la dirección de la compañía.

—nada mal para un chico que no fue a la universidad—felicitó la castaña, tendiéndole la botella seguido por una toalla para limpiar la humedad en su frente. El corte tipo pixie resaltaba el brillo de diversión en sus ojos cafés—Honestamente, ¿por qué siempre son los que no van a la universidad los que más dinero hacen? Steve Jobs, Bill Gates...—viró la cabeza—Yo ni siquiera he terminado de pagar el crédito con el banco por una carrera que termine hace cinco años.

Peter puso los ojos en blanco, llevándose la botella a los labios. Estaba acostumbrado a las bromas de Betty y su acido sentido del humor. De hecho, lo encontraba refrescante. Para ser siete años mayor y tener poca experiencia en el mundo de la farándula y las acciones comerciales, la secretaria había hecho un buen trabajo en seguirle el ritmo hasta ganarse su confianza.

Fue pura suerte que decidiera escuchar a Pepper cuando le dijo que Betty era la indicada, incluso si al principio se encontró renuente de confiar en alguien más para que cuidara su espalda.

—fui a la universidad, pero me salte el ciclo básico porque adelante la mayoría de materias en el tiempo que estuve en la academia. Se supone que te pago para que sepas ese tipo de cosas—objetó, entregándole la botella junto a la toalla para comenzar a caminar hacía la salida, donde Happy los estaba esperando. A su paso, las personas lo felicitaban e intentaban hablar con él, pero Peter se excusaba con que estaba corto de tiempo.

—a lo mejor no me pagas lo suficiente.

—si, probablemente se trata de eso—bufó, palpando su pecho en busca de los lentes de sol—Además, te he dicho un montón de veces que puedo encargarme de la deuda en el banco, pero eres demasiado orgullosa para aceptar mi ayuda.

—tú eres diez veces más orgulloso que yo—rechinó los dientes con los ojos entrecerrados. Era menuda y por cada paso que daba Peter, ella debía dar el doble para no quedarse atrás. Sin embargo, siempre parecía estar dos pasos por delante del empresario, sobre todo en las cosas más simples, como, por ejemplo, encontrar las gafas de sol en uno de los bolsillos internos del traje—Y te lo agradezco, pero no soy un caso de caridad como esos chicos de la fundación a los que sueles ayudar. Soy perfectamente capaz de encargarme de mis deudas. Se supone que para eso trabajo, ¿no? Pagar deudas, endeudarme, pagar, endeudarme... El ciclo sin fin para quienes no heredamos una compañía multimillonaria.

—si tu lo dices—chasqueó la lengua, olvidándose del tema tan pronto giraron en el pasillo que daba a la salida. Por instinto, contó los pasos que le separaban del auto. Tenerlo todo controlado le ayudaba a mantener la calma en espacios cerrados, sobre todo cuando la falta de ventanas era evidente—¿Qué te pareció mi discurso?

—¿honestamente? Me gustó. Pensé que te irías por todo el rollo de "Tomen buenas decisiones" pero hiciste todo lo contrario y les incitaste a cometer errores—subió y bajó las cejas de modo sugestivo—Clásico movimiento de Peter Stark-Rogers.

—de los errores se aprende—explicó sin más, rememorando una de las últimas cosas que Natasha le había dicho. Un instante después, viró la cabeza, obligándose a pensar en algo diferente—¿Qué hay de los demás? ¿Hay alguien más hablando al respecto?

—siempre hay alguien allá afuera con el suficiente tiempo libre para twittear sobre ti, si eso es lo que te estás preguntando—tamborileó la tableta, que se abrió en una pagina con diagramas y tablas estadísticas—Otra vez eres tendencia, pero los filtros son positivos. El 60% está hablando del discurso, un 30% acerca de como lucías y el 10% restante está comentando el incidente de la semana pasada con el hijo del senador.

—¿solo el 30%?—arqueó una ceja, pretendiendo estar desconcertado—Tendré que hablar con mi asesor de imagen.

—no te preocupes por eso; ya lo despedí—guiñó un ojo, tecleando un rápido mensaje al guardia de seguridad para avisarle que se encontraban a menos de un minuto de la salida—Odio esta parte.

—te acostumbrarás.

—¿ah, si?—abrió los lentes de sol que colgaban del cuello de su camisa para pasárselos por el rostro—¿Cuánto tiempo te tomó a ti?

—veintiséis años—sonrió, provocando que Betty exhalara un largo y profundo suspiro. Su experiencia en el ojo publico como la secretaría de Peter había estado lleno de inconvenientes, acompañados por rumores sobre una supuesta relación que por poco pone en jaque su matrimonio—Quita esa cara. No querrás que te saquen una foto con el ceño fruncido. Créeme, la gente ama hacer memes con esas.

La secretaria tomó la delantera, parándose junto a la puerta a la espera de que Peter diera la orden. Simultáneamente, el arácnido miró las puertas de cristal, pero solo alcanzó a ver su reflejo gracias al vidrio reflector.

Aún habían días en los que si tenía la guardia baja, ver su reflejo le producía un escalofrío helado en todo el cuerpo. Seguía pareciéndole increíble lo mucho que el veneno había alterado su fisionomía, sin embargo, procuraba disimularlo.

Los rumores de que se había operado habían sido desmentidos y reemplazados por la noticia de que un experimento mal elaborado había sido el motivo de su evidente cambio. Incentivar otro tipo de especulaciones sería fatal para ese punto de su carrera.

Ansioso, se puso los lentes de sol y volvió la mirada al suelo antes de asentir.

—preparado para la llamarada de flashes en tres, dos, uno...

En menos de un segundo, ambos se encontraron caminando entre las barricadas de paparazis y cámaras, sin hacer contacto visual con nadie más que el auto estacionado en la acera.

Escuchaba gritos con su nombre venir de todas direcciones, exclamando preguntas a diestra y siniestra, amplificados a la décima potencia gracias a sus sentidos súper desarrollados y el zumbido en su cabeza, que más allá de advertirle de un posible peligroso, lo tenia al tanto de los altos niveles de ansiedad a los que estaba sometiendo su cuerpo.

Cada paso que daba entre la jauría de personas que estiraban sus brazos y le tomaban fotos como si se tratara de un animal exótico en exhibición aceleraba el ritmo de su corazón. Algunos ni siquiera lo llamaban por su nombre, sino que chiflaban del mismo modo en que llamarían a un perro callejero para ofrecerle comida.

Peter lo odiaba. Le hacía sentir igual a uno de esos artistas explotados desde la infancia y que terminaban internados en algún hospital psiquiátrico.

El trayecto a la camioneta se extendió a quince segundos y tan pronto el guardia cerró la puerta tras de ellos, ambos se desparramaron en el asiento, exhalando al unísono.

—por fin—exhaló Betty con una mano en su pecho. Tenía gotas de sudor adheridas al nacimiento del cabello—Siempre tengo la sensación de que alguien se nos va a tirar encima antes de que lleguemos al auto.

—no digas tonterías. Dante los tiraría al suelo antes de que siquiera pudieran saltar la barricada—contestó, dejando de lado el hecho de que su sentido arácnido lo alertaría si algo así llegara a pasar—Además, Happy nos estaba cuidando desde lejos, ¿no es así, amigo?—estiró la mano entre los asientos delanteros para palmear el hombro del conductor, que sonrió a través del espejo retrovisor.

Los años se habían hecho visibles en su rostro de manera significativa, pero para Peter seguía siendo el mismo Happy de siempre.

—jamás permitiría que nada malo les pasara. Si alguien intentara detenerlos, saldría del carro como una bala y lo pondría en su lugar—meneó el dedo sobre el puño cerrado como si se tratara de un sermón—Por cierto, escuché tu discurso en la radio mientras esperaba, Peter. Fue muy conmovedor. Incluso me hizo lagrimear un poco.

—¿seguro que no fue por el olor a cebolla?—Betty zarandeó una mano frente a su rostro, arrugando la nariz—Happy, ¿Cuándo fue la última vez que lavaste los asientos? Juro que hay manchas más viejas que yo aquí.

El celular en el bolsillo del arácnido vibró, abstrayéndolo de la conversación. Por un momento creyó que se trataría del sujeto que había rondado por su cabeza durante las últimas noches y el hito de esperanza floreció dentro de su pecho en contra de sus deseos, pero lo descarto tan pronto vio el nombre en la pantalla.

Papá: Excelente discurso, Pete!!! Le pedí a Jarvis que lo grabara para que lo veamos juntos. Estaba tan nervioso que hice más pastelillos de los que puedo comer. ¿Te apetece venir a ayudarme? Incluso podemos preparar más, si quieres. ¡No tiene que ser hoy si estas muy cansado! Háblame y cuadramos un día.
Te extraño.

Debajo de este, había otro mensaje de un remitente diferente. La hilera de emojis de manos aplaudiendo casi lo hacen olvidar el nudo en su garganta.

Johnny S: Buen discurso. Me hubiera gustado que alguien te arrojara un ladrillo, pero supongo que será para la próxima.
No olvides nuestra cita! Llevaré algo de tomar para que brindemos.

Peter sonrió leve, tecleando en respuesta que no lo había olvidado y que lo vería a eso de las once en el Empire States.

—¿Peter?—llamó Happy, observándolo por medio del espejo retrovisor. El arácnido no se había dado cuenta de en que momento había puesto el carro en marcha—¿A donde ahora?

—oh...—viró la cabeza, ligeramente desorientado. Tanto Happy como Betty estaban al pendiente de sus movimientos y le miraban con un deje de desconocimiento—Primero debemos llevar a Betty a casa y a partir de ahí yo te indicaré la ruta.

Happy y Betty compartieron una poca sigilosa, pero rápida mirada antes de desviar su atención; el primero hacía la carretera y la segunda a la tableta donde revisaba la lista de pendientes. Ninguno dijo nada al respecto, pero Peter se dio cuenta de las miradas que lanzaban en su dirección de vez en cuando y la manera en que fruncían los labios, visiblemente preocupados.

***

Eddie Brock permanecía con los ojos cerrados mientras acariciaba de arriba a abajo la espalda desnuda del arácnido. Su brazo tatuado desde el hombro hasta la muñeca brillaba bajo la luz de la luna que entraba por la ventana, mientras Peter se removía dentro de sus brazos con la sonrisa de un colegial en vísperas de su primer amor.

Cualquiera pensaría que se encontraba en calma, pero Peter había aprendido a leer cada una de las arrugas en el rostro del periodista y sabía que cuando las cejas de Brock se pronunciaban en el centro solo podía significar una cosa.

—eres el único hombre en la fas de la tierra que piensa en el trabajo estando conmigo en la cama—bramó sin sonar molesto a pesar del pellizco que proporcionó en el pezon del periodista—¿un penique por tus pensamientos?

Eddie frunció el ceño, pero en ningún momento intentó retirar al arácnido, que se había acomodado sobre su pecho con el mentón encima de las manos entrelazadas.

—estaba pensando en que se van a cumplir cuatro meses desde que comenzamos a salir—respondió al cabo de un rato, aun con los ojos cerrados—Parece como si hubiera sido ayer cuando publique ese artículo sobre ti.

—lo recuerdo—viró los ojos, trazando con la punta del dedo los bellos en el pecho del periodista—Dijiste que se me había subido el poder a la cabeza.

—desearía haber sido más amable.

—está bien. Estoy acostumbrado—sonrió de costado a sabiendas de que no estaba siendo del todo sincero—Recuerdo que quise matarte apenas lo leí. Parece broma que hubiésemos terminado juntos.

—dímelo a mi—resopló con sorna, abrazando a Peter por la cintura para terminar de subirlo encima suyo—Gracias a ti, ahora tengo que comerme mis palabras.

—y no solo eso—ronroneó, frotando su mejilla contra el cuello de este para dejar su aroma impregnado.

El recuerdo de la primera vez que vio a Eddie permanecía vivido en su cabeza. El periodista que había hablado pestes de él en televisión nacional se encontraba en la fila de la Met Gala para entrevistarlo.

Lo primero que saltó a su atención fue la manera en que iba vestido. Brock era el único que no iba de traje, habiendo preferido unos vaqueros y una remera negra a juego con una chaqueta de cuero.

De buenas a primeras, Peter tuvo verdaderos deseos de conectar su puño a la mandíbula del periodista. Incluso había preparado todo un monólogo para insultarlo, sin embargo, un vistazo le bastó para cambiar de opinión.

El corte al estilo militar, los hombros anchos, la mirada seductiva y su manera de hablar hizo que sintiera mariposas en el estómago.

Eddie Brock había despertado en él algo que no había sentido en mucho tiempo y no estaba dispuesto a dejarlo pasar.

Quizás era todo parte de un capricho; un estúpido juego por ganar terreno y recuperar el control. Lo cierto es que, apenas le vio, supo desde sus entrañas que Eddie debía ser suyo y así fue. En contra de viento y marea, logró convencer al periodista de cenar con él lejos del ojo público y solo eso bastó para que Eddie se olvidara de sus ideas preconcebidas y aceptara una segunda salida, que se convirtió en una tercera hasta que terminaron revolcándose en uno de los apartamentos que Peter tenía escondido a las afueras de New York.

—tu cumpleaños se acerca—murmuró, rozando con sus colmillos el cuello de Eddie, que ronroneó gustoso—Deberías sentirte especial. No todos los días se cumplen treinta y tres.

—me haces sentir viejo.

—anímate. Solo son siete años de diferencia—mordisqueó la piel en el hombro de este, arrimándose otro poco mientras Eddie lo abrazaba por la cintura con el otro brazo. Debía tener cuidado de que sus colmillos no fueran a rasguñarlo—¿Quieres que hagamos algo especial? Podríamos ir de paseo a Italia. Escuche qué hay una especie de festival cerca.

Eddie abrió un ojo, mirándolo de reojo.

—¿quieres hacer público lo nuestro?—preguntó, dubitativo.

—ni hablar, cariño. Nos comerían vivos—viró la cabeza, rodando hacia el lado contrario en la cama para estirarse—Solo quiero ir de viaje. Johnny tiene que ir a una misión y me pidió que cuidara la casa, pero después de eso estoy libre. Bueno, tan libre como una agenda de 22 horas al servicio de industrias Stark me lo permita.

—¿Storm te pidió que cuidaras la casa?—arqueó una ceja con semblante divertido—¿No te preocupa que vivir con un miembro de los cuarto fantásticos te ponga en peligro?

Peter sonrió al recordar el traje escondido al fondo de su maleta. Confiaba en que Brock cuidaría su imagen frente a las cámaras, pero no estaba dispuesto a arriesgar su identidad secreta.

Spiderman era suyo y de nadie más y Peter lo protegería con garras y colmillos, pues era lo único que el mundo no le había arrebatado todavía.

—viví con cinco vengadores casi toda mi vida. Vivir con otro super héroe no es nada en comparación—encogió un hombro, restándole importancia—¿No te preocupa que yo te ponga en peligro? Después de todo, sigo siendo bastante popular entre la comunidad de villanos.

—creo que puedo soportarlo—sonrió, estirando una mano para acunar la mejilla de Peter, que se arrimó al tacto. Cada gesto, expresión y mania del periodista despertaba vívidos recuerdos en él de algo que llevaba mucho tiempo añorando sin saber porqué—No sé cómo lo haces, pero cada día me gustas un poco más.

—¿en serio?—sonrió, picoteando sus labios—Si la memoria no me falla, solías odiar cada aspecto de mí.

—eso es porque no te conocía. Ahora sé la verdad.

—a lo mejor piensas eso porque aún te falta conocerme—aclaró, frotando su nariz con la de Eddie—¿Alguna vez te has preguntado cuántas de esas cosas qué han escrito sobre mí son ciertas?

—no.

—eres un reportero, Eddie. Sé que lo has pensado al menos una vez. Después de todo, me he hecho una reputación dentro de tu círculo, ¿no es así?

—eres mucho más que solo tú reputación—delineó el perfil de Peter con la punta del dedo, deteniéndose en sus labios, los cuales acarició de esquina a esquina—Eres una buena persona, Peter. Eso es suficiente para mí.

—con que una buena persona—resopló acostándose de cara al techo. Era consciente de que lo suyo con Eddie terminaría al cabo de unos meses. No porque no lo quisiera o le encontrara aburrido. Simplemente era natural en él hastiarse e incluso las emociones más fuertes se volvían insípidas después de un tiempo—Si no fuera una figura pública, ¿te habrías interesado en mí?

—que seas famoso es una de las cosas que menos me interesa de ti—bufó con un tono que daba a entender lo poco que le interesaba su estatus.

Peter mantuvo la sonrisa en su rostro en todo momento. Había escuchado palabras similares en la boca de viejos amantes y todos habían llegado a la misma conclusión. Al final, era imposible quedarse detrás del velo e ignorar lo que pasaba detrás de cámaras por mucho tiempo.

—ser una figura pública es gran parte de lo que soy, Eddie. Hace parte del paquete—recalcó como quien no quiere la cosa.

Eddie negó, atrayéndolo contra su pecho una vez más.

—deja de matarte la cabeza con eso. Ahora solo somos tu y yo...—el teléfono de Peter sonó ante la llegada de un nuevo mensaje, cortándolo a la mitad de la oración. Eddie suspiró, apartando su mano con molestia—y tu trabajo—viró los ojos—¿por qué nunca lo apagas?

—sabes que no puedo. Si algo pasa en la empresa mientras no estoy, sigue siendo mi responsabilidad arreglarlo—rodó hasta el extremo contrario de la cama, estirando un brazo para tomar el celular del buro—Solo será un momento. Seguro es Betty para recordarme cuando llega la última colección de computadoras.

Eddie suspiró, estirando ambas piernas al borde de la cama para sentarse mientras buscaba sus calzoncillos en el suelo. La ropa de ambos estaba regada en todas direcciones.

—iré por algo de comer a la cocina mientras tanto—se puso en pie tras pasar ambas piernas por los orificios—¿Quieres algo? Compre pepinillos.

—odio los pepinillos—arrugó el ceño, meneando la cabeza desconcertado. Estaba seguro de que se lo había dicho en su primera o segunda cita, pero lo dejo pasar. No esperaba que Eddie recordara hasta más mínimo detalle—un vaso con agua estaría bien. Gracias.

Eddie asintió, arrastrando los pies camino a la puerta. Los músculos en su espalda se flexionaron de manera exquisita al balancear los brazos, probando una vez más lo en forma que se encontraba.

A los medios de comunicación les encantaba decir que Peter tenía un tipo en cuanto a los hombres. Aquellos que se parecían a Eddie clasificaban instantáneamente como posibles pretendientes. Altos, fornidos, de cabello corto y con una diferencia de edad superior a los cinco años.

La base de fans y los enemigos que había forjado en los últimos cinco años era otro factor relevante a la hora de perpetuar las habladurías. Para los demás, él era una celebridad más, y aunque no le encantaba la idea, había aprendido a vivir con el peso de poseer dos de los apellidos más influyentes en el mundo.

Spiderman, sin embargo, era todo un misterio. Las personas no tenían idea de quien era bajo la mascara; solo sabían que se trataba de un vigilante enmascarado al que le gustaba balancearse por las calles de New York.

No obstante, habían personas como Charles Xavier que conocían la verdad gracias a sus habilidades telepáticas. Por ende, Peter solía recibir mensajes del líder de los X-MEN; En su mayoría halagos de la mano de algún requerimiento, similares al que apareció en la pantalla tras poner el pin de seguridad.

Charles Xavier: Hola, Peter. Maravilloso discurso el que diste el día de hoy. Erik y yo estamos encantados con tu manera de expresarte. Definitivamente, tienes el don de la palabra. Sin embargo, me temo que mi mensaje no solo es para felicitarte, pues me encuentro en la necesidad de tu ayuda y la de tus contactos. De casualidad, ¿te suena el nombre de Víctor Carpenter III?

Peter: Hola, Charles. Muchas gracias. Dile a Erik que le mando mis buenos deseos. En cuando al nombre, no me suena, pero puedo pedirle el favor a Jarvis de que busque en la base de datos de SHIELD.

Charles Xavier: Me comuniqué con Nick Fury más temprano, pero él tampoco parece tener mas información de la que nosotros poseemos.

Peter arqueó ambas cejas con curiosidad. Aunque la agencia de inteligencia, espionaje y antiterrorismo dirigida por Fury había caído hace varios años bajo la influencia de HYDRA, la base de datos a nivel universal seguía estando vigente para el uso de los vengadores.

Esta tenía información detallada y exacta de cualquier persona con habilidades especiales o que supusiera una amenaza, fuese mutante, mutado o simplemente humano.

Que Carpenter no figurase en la lista sólo podía indicar que estaban lidiando con algo desconocido.

Peter: ¿Es posible que me des más información al respecto? De ese modo, sabré donde buscar.

Charles Xavier: Tenemos la sospecha de que Carpenter está usando su influencia dentro del Departamento de Asuntos Mutantes para la trata de mutantes menores de edad. Aun no es oficial, pero necesitamos confirmar si hace parte de alguna red de tráfico o si sus intereses son para la experimentación del gen X.

Peter suspiró, frotando una mano a lo largo de su rostro mientras dejaba escapar un gruñido frustrado de sus labios. Si estaban lidiando con una red de tráfico, solo se le venía a la mente una persona que podría tener información al respecto.

Peter: dame hasta mañana. Conozco a alguien que podría tener alguna idea de lo que estás hablando.

Aunque prefería cortarse la lengua con un alicate antes que volver a ese lugar, sabía que en ningún otro lado encontraría tanta información acerca de la trata de mutantes como en la ratonera a la que Weasel llamaba bar.

Incluso si le dolía en lo más profundo de su orgullo tener que acudir al cantinero, su influencia en el negocio era innegable. Weasel tenía conocimiento hasta de las infracciones de tránsito de cualquiera con un historial criminal.

Sintiendo los huesos pesados, Peter se deslizó hasta el borde de la cama y comenzó recoger su ropa.

Para el momento en que terminó de abrochar el último botón en la camisa, Eddie entró con una bandeja de comida y dos copas de vino.

—¿te vas?—inquirió con una nota de desilusión en su voz. La fluctuación en su boca de una sonrisa a una mueca no pasó desapercibido para Peter, que se inclinó para amarrar las agujetas de sus zapatos.

—lo siento, cariño. Betty necesita mi ayuda. Un encargo que debía llegar mañana temprano se extravió y necesitan mi clave para localizarlo—mintió, manteniendo su atención en las agujetas en todo momento. Aunque era un increíble mentiroso, no ponía en duda las habilidades deductivas del reportero—Prometo recompensártelo.

—no lo sé, Peter. Es como la tercera vez que me dejas botado en lo que va del mes—dejó la bandeja sobre la cama para cruzar los brazos—Dime un motivo por el que debería creerte.

Peter se irguió, rompiendo la distancia para abrazarlo por el cuello y unir sus labios en un rápido beso.

—porque te llevaré a comer la próxima semana—prometió, parándose sobre la punta de sus pies—Solo tú y yo, sin celulares o estúpidos paquetes extraviados de por medio. Lo prometo.

Eddie le miró a profundidad por un instante. Parecía debatirse que tanto de lo que Peter había dicho era verdad.

—vale—suspiró al cabo de un rato, rodeándolo por la cintura para esconder la cabeza dentro de su cuello—Has lo que tengas que hacer y llámame cuando termines.

Peter asintió, picoteando el espacio tras su oreja. Aun tenía que ponerse el traje para encontrarse con Johnny. Sin embargo, al momento en que fue a tomar distancia, el periodista apretó el agarre, murmurando:

—¿no se supone que al ser el jefe puedes darle tu trabajo a alguien más?

—si lo hiciera, la junta directiva no me dejarían en paz. Tengo que esforzarme tanto como el resto para mantener mi trabajo—se lamentó, acariciando el cabello castaño de Eddie con una mano.

Eddie suspiró por segunda vez, dando un paso atrás. A pesar de que solo le llevaba seis años de diferencia, lucía considerablemente mayor o al menos con más experiencia.

—¿te veo mañana?

Antes de que Peter pudiera contestar, su teléfono sonó otra vez.

***

Se suponía que sería un asalto de banco como cualquier otro, pero en lugar de ladrones disfrazados como los vengadores, se encontró con una tribu de robots asesinos y sedientos de sangre.

Ágilmente, lanzó una telaraña a la cabeza del robot más cercano y lo arrojó a la fogata que Johnny había creado a un lado de la autopista. Al instante, la pieza de metal emitió una lluvia de chispas y gruñidos hasta derretirse, sacudiendo las pinzas que tenía por manos.

—uno menos—informó al comunicador en su oído apenas el último tornillo desapareció de su campo de visión. La antorcha humana le enseñó ambos pulgares desde la cima del edificio un segundo antes de correr hacia el borde y prenderse fuego para ir por los demás. Era una suerte que Reed hubiera fabricado todo un kit a prueba de fuego para el uso de los cuatro fantásticos y que Peter fuera lo suficiente cercano para que le concedieran su propio kit—Creo que nos ahorraremos más tiempo si los atrapamos todos en una telaraña y la prenderemos fuego en lugar de ir uno por uno—apoyó una mano en su cintura y miró el cielo, donde docenas de robots volaban de un lado a otro. No estaban el nivel de una armadura de Iron Man, pero al menos no chocaban unos con otros como los de la semana pasada—¿Crees que puedas acorralarlos hasta aquí?

—¿Bromeas? La verdadera pregunta es si puedes tejer una telaraña antes de que llegue—hizo una pirueta en el aire, dibujando un signo de interrogación con las llamas—¿Qué dices? ¿Te apuntas a una apuesta amistosa?

—el perdedor hace el desayuno mañana.

—trató. Recuerda que me gustan mi tostadas con mermelada.

—no hará falta.

En tiempo récord, Peter trepó por el muro lateral del edificio y comenzó a tejer una telaraña lo suficientemente grande para que llegara al lado contrario. Le era un martirio tener que ir de un lado a otro y esquivar los rayos de energía, pero gracias a su sentido arácnido, pudo terminar la trampa veinte segundo antes de Johnny apareciera por el horizonte igual a una súper nova.

—oh, mierda. Se suponía que te tomaría más tiempo—gruñó la antorcha al girar en la esquina contigua del edificio—Tu ganas. Mañana te llevó a desayunar.

—uh-uh. El trato era hacer el desayuno. Nada de comprarlo hecho—apuntó, columpiándose al siguiente edificio para el momento en que los robots colisionaron en la telaraña y Johnny los carbonizó con una bola de fuego—Recuerda que me gustan mis tostadas con mantequilla.

—presumido—escupió, virando los ojos al aterrizar junto a Peter en su forma natural—¿Cómo va todo con Eddie?

—ya sabes. Lo usual—encogió los hombros, volviendo su mirada a los robots, que como moscas utilizaban su última barra de energía para librarse de la telaraña en vano—Creo que se está cansando de que desaparezca todas las noches.

—¿pensará que estás saliendo alguien más?

Peter volvió a encoger los hombros. A decir verdad, su relación era el último de sus problemas en ese momento.

—¿crees que deberíamos encargarnos de los robots?—señaló aquellos que yacían inmóviles en el piso. Antes de que Johnny llegara, tuvo un encuentro mano a mano con varios de ellos.

—que control de daños se encargue. Nosotros ya hicimos nuestra parte—palmeó al arácnido con el revés de la mano para enseñarle un edificio a varios metros de distancia—Ven. Vamos a ese edificio de ahí. Aun tienes que contarme qué pasó con Charles.

Antes de que Peter pudiera decirle que no sabía mucho al respecto, la antorcha salió volando tras una llamarada de humo, que envolvió al arácnido de pies a cabeza.

—bien—suspiró tras un ataque de tos, estirando el brazo para lanzar una telaraña.

Como era costumbre, ambos se sentaron en la cima del edificio y Peter, con la mitad de la máscara enrollada hasta la nariz, le contó todo lo que sabía. Junto a los vengadores, Johnny era el único que conocía su identidad secreta. Sin embargo, no se atrevía a quitarse la máscara completamente, pues era consciente de la alta demanda que había a su nombre. Docenas de periódicos habían puesto recompensas millonarios para quien se atreviera a desenmascarar al hombre araña.

Al finalizar el relato, Johnny dejó escapar un silbido sin apartar la mirada de los carros bajo sus pies.

Para ser una de las personas más egocéntricas que conocía, el rubio siempre hacía un espacio entre sus problemas para escuchar los de Peter. Por ende, era la única persona en la que confiaba plenamente.

—pensé que Eddie en verdad te gustaba—mencionó, cabizbajo.

—de todo lo que te conté, ¿eso es lo único que escuchaste?—bufó, tomado por sorpresa para luego menear la cabeza con diversión. Por supuesto que eso era lo único que a Johnny le interesaría—No se trata de si me gusta o no. Eddie me gusta. Mucho. Es solo que...—viró las manos en lo que buscaba la respuesta correcta—es difícil encontrar a alguien con experiencias de vida similares a las mías.

—¿o sea que quieres salir con un súper héroe?—arqueó una ceja, confundido.

—no me refiero al asunto del súper héroe enmascarado, sino a todo lo demás—boqueó, subiendo la mirada al cielo—Eddie jamás entenderá lo que fue crecer con los vengadores. Y eso está bien. No tiene porque entenderlo, pero a veces... No lo sé. Supongo que me importa más ser amado que amar. De otro modo, estaría solo y no quiero eso.

—eso es triste.

—es más triste estar enamorado y ser botado. Pero si es la otra persona quien pone su corazón a juego, no hay nada que temer—resolvió, estirando la manos tras su espalda—Sé que sabes de lo que hablo, Johnny. Entre los realistas y los románticos empedernidos, ambos pertenecemos al primer grupo.

Hubo una pausa. Entonces, Johnny se giró y le miró por un instante, frunciendo las cejas hasta crear una sola línea en su frente.

—¿Qué hay de él?

—¿quien?

—el mercenario del que me hablaste una vez—hizo otra pausa. Debía sospechar que aquel era un tema delicado para Peter, pues a leguas se notaba que estaba escogiendo sus palabras cuidadosamente, incluso si solo conocía una pequeña parte de la historia—Con el que saliste antes de...—viró una mano, señalando el traje de arriba a abajo—Bueno, él.

La verdad era que Peter no había pensado en Wade Wilson desde que lo vio por última vez. Por supuesto, imágenes cruzaban su cabeza de vez en cuando, pero apenas esto pasaba, cortaba el recuerdo de raíz y se obligaba a pensar en algo más.

Solo de ese modo había sobrevivido los últimos cinco años; reprimiéndose de pensar, sentir y recordar lo que alguna vez fue el momento más emocionante de su vida.

—eso fue hace mucho tiempo. Ya ni siquiera pienso en él—contestó al cabo de un momento, aclarándose la garganta al erguirse en su lugar—No viene al tema mencionarlo.

—pero... con él fue diferente, ¿no? Cuando me hablaste sobre él, sonaba a que él lo entendió...

—como dije, fue hace mucho tiempo. Ya ni siquiera lo recuerdo y tampoco me interesa hacerlo—cortó, dando el tema por zanjado antes de que la bola de nieve siguiera creciendo.

Aun tenía que visitar a Weasel y lo último que necesitaba era pensar en Wade Wilson mientras lo hiciera. Por suerte, Johnny entendió la indirecta y por el resto de la noche no volvió a mencionar el tema.

***

Para su asombro, Sister Margaret's seguía abierta al público incluso a las cinco de la mañana. El bar de mala muerte parecía no conocer lo que eran los domingos y festivos, ni las horas muertas, pues siempre había alguien dispuesto a beber su peso en cerveza, incluso cuando la mitad de las sillas estaban acomodadas sobre las mesas.

Las únicas personas que podían dar testimonio de la presencia de Peter en el bar estaban tan ebrias que ni siquiera ellos terminaban de creérselo. Por ende, entre las cinco a siete de la mañana era la única hora que podía visitar el bar sin correr el riesgo de ser reconocido por nadie más que el cantinero.

Weasel parpadeó con molestia apenas Peter se sentó en uno de los taburete al otro lado de la barra. Sus ojos destilaban pura apatía mientras seguía los movimientos del más joven, que con cuidado de mantener su rostro bajo la gorra, tomó asiento en uno de los taburetes al otro lado de la barra. Los únicos momentos en que no estaba usando un traje hecho a la medida era cuando necesitaba encargarse de asuntos del hombre araña.

—no puedo decir que estoy feliz de verte, niño—masculló con evidente rechazo, mientras pasaba un trapo sucio a lo largo de la barra—Ha pasado un tiempo desde la ultima vez que viniste. ¿Solucionaste lo de aquella vez?

—dos años. Y si, lo hice. Resultó ser el padrastro quien había secuestrado a los niños—asintió, recordando un incidente similar en el que tuvo que acudir a Weasel por información. Fue la primera vez que lo visitó en tres años, después de prometerse que no volvería a pisar ningún lugar que tuviera relación con Wade—Tienes suerte de que me seas útil o de otro modo ya hubiera cerrado este lugar.

—sabía que era el padrastro—cuchicheó para sí mismo, virando el puño de arriba a abajo con satisfacción—¿y bien? ¿Qué quieres?

—¿solo así? ¿No vas a ofrecerme un trago primero?—bufó, buscando la billetera en su bolsillo para enseñarle su identificación—Ya tengo edad suficiente para beber.

—como si eso me hubiera importado alguna vez—viró los ojos, volviéndose a la tarima para tomar un vaso y limpiarlo—No tengo todo el día, niño. Ciertamente, no soy tan joven como lo era antes y no tengo la misma paciencia.

—¿alguna vez has tenido paciencia?—viró la cabeza con aire divertido, guardando devuelta la identificación dentro de la billetera—Supongo que tu sentido del humor murió con el último cabello de color en tu cabeza.

Horrorizado, el cantinero pasó una mano por su cabello canoso. Eran pocas las hebras que aún conservaban un color rubio.

—no te afanes. La iluminación aquí es tan terrible que nadie lo notara—señaló las bombillas titilando con una mano—Ahora entiendo porque tu visión apesta. Prácticamente trabajas sin luz.

Weasel suspiró irritado, depositando con fuerza el vaso sobre la barra para apoyar ambos brazos y mirar a Peter con sus ojos de "no jodas conmigo"

—¿Qué haces aquí, niño?

—vine por información—cruzó los brazos, inclinándose sobre el espaldar al tronar los huesos en su cuello—¿conoces a alguien que trafique con mutantes?

—conozco a mucha gente que trafica con mutantes—corrigió, virando las cejas como si fuera obvio—¿Alguien en específico?

—Víctor Carpenter III.

—ya veo—apretó los labios, retomando la labor de limpiar el vaso.—Te vas a ir por un pez gordo.

—o sea que lo conoces.

—no, pero he oído hablé de él. Tiene influencia en el negocio—zarandeó un dedo en círculos—Se ha hecho toda una reputación dentro de la comunidad mutante.

—¿Qué tipo de reputación?

Weasel levantó la mirada, sonriendo mordaz. Los lentes se deslizaban por el puente de su nariz gracias al sudor en su piel grasosa.

—tendrás que esforzarte un poco más si quieres que te diga lo que sé—negoció, cabeceando hacia la billetera encima de la barra—¿Qué tal dos de cincuenta y te disculpas por llamarme viejo?

—dos de veinte y no vuelvo a mencionar nada respecto a tu edad—tomó la billetera, sacando la cantidad mencionada para levantarla en frente de su rostro—Tómalo o déjalo.

Weasel lo consideró por un momento, meneando la cabeza entre ambos hombros antes de alargar una mano y rapar el dinero de la mano de Peter para guardársela en el bolsillo del pantalon.

—Carpenter es un lastre. Frente a las cámaras se hace el santo grial, pero por debajo de la mesa hace más negocios que cualquier otra persona. Tiene un orfanato, así que ya te imaginarás de donde saca la mano de obra.

—¿un orfanato de mutantes?—agrandó los ojos. Había escuchado de algunas organizaciones que velaban por los mutantes, pero ninguna como la academia de Xavier, dispuestas a acogerlos tiempo completo—¿Por que nadie ha hecho nada al respecto?

—como ya dije, el sujeto sabe jugar sus cartas. Frente a la cámaras es el hijo lejano de la madre Teresa, pero cuando nadie lo ve...—meneó la cabeza, virando las cejas de arriba a abajo en un gesto sugestivo—Algo así como tú y el teatro de caridad que te has montado con los enfermos y huerfanos.

—ya hablamos de esto, Weasel. No estoy metido en ningún tipo de negocio sucio ni hago parte de los iluminatis. Las fundaciones que he creado a mi nombre tampoco son un lavadero de dinero—enseñó ambas manos—Estoy limpio.

—pero, ¿los iluminatis si existen, verdad?—inquirió, a lo que Peter encogió los hombros, negándose a afirmar o negar algo que pudiera meterlo en problemas—Como sea—murmuró como quien no quiere la cosa, frotando la toalla contra la barra—Solo digo que si alguna vez quisieras hacer un dinero extra...

—ya tengo suficiente dinero.

—nunca es suficiente—contradijo, entrecerrando los ojos—Deberías saberlo. Al final del día, es todo lo que tienes.

Peter suspiró, guardando la billetera devuelta en el pantalón al tiempo que se ponía de pie. No tenía caso quedarse más tiempo del necesario.

—¿Algo más que debería saber?—preguntó, ajustando los lentes de sol devuelta a sus ojos—Recuerda que de esta información depende tu pellejo. De otro modo...—se llevó una mano a la oreja, simulando hablar por teléfono—Bueno, ya sabes lo que te pasara.

Weasel puso los ojos en blanco, pero subió la mirada al techo, pensando. No era la primera ni la última vez que Peter le amenazaba con lo mismo.

—no le gustan los soplones. La última vez que alguien intentó ponerse en su contra...—pasó un dedo por su cuello, simulando un cuchillo mientras hacía una mueca—Jamás se ha confirmado, pero se de buena fuente que tiene a más de un político y mercenario en el bolsillo.

Peter asintió, guardando la información al fondo de su cerebro. Ahora que tenía una idea más clara sobre con quien estaba tratando, sentía más confianza de ir con Charles para solicitar un puesto dentro de la misión.

Si el telepata se negaba en aceptarlo, actuaría por su cuenta, pero de ninguna manera dejaría que alguien como William Carpenter se saliera con la suya.

—¿eso es todo?—inquirió Weasel cuando lo vio dar media vuelta e irse—¿No quieres amenazarme otro poco para asegurarte de que no esté mintiendo?

—dudo que haga falta—encogió un hombro, guardando las manos en los bolsillos del pantalón—Eres un hombrecito viejo y patético. Un puntapié bastaría para que dijeras todo lo que sabes, pero eres lo suficientemente listo para hablar sin necesidad de usar fuerza.

Dicho esto, retomó su camino hacía la puerta cuando un escalofrió lo detuvo de golpe. El recuerdo de la primera vez que estuvo ahí le hizo pensar en lo diferente que era su percepción de Weasel y del mundo en general.

Cuando tenía veintiuno creía saberlo todo y se sentía invencible y, sin embargo, no tenía idea de nada. Solo era un niño jugando a la guerra.

Que Wade Wilson apareciera en su camino fue la estocada final. El mercenario lo acogió en su momento más vulnerable y tomó ventaja de su necesidad por ser aceptado para manejarlo a su antojo.

Todas esas veces que Wilson lo hizo sentir especial no fueron nada más que un espectáculo bien elaborado. Y, sin embargo, bastó con que Johnny lo mencionara una sola vez para que todos los recuerdos volvieron de golpe.

¿Por qué siquiera le seguía interesando? Había salido con personas mucho más interesante, inteligentes y nobles que cayeron rendidos a sus pies en menos de veinticuatro horas, capaces de bajarle la luna y todas las estrellas solo para contentarlo, entonces, ¿Por qué no podía dejar de pensar en alguien a quien nunca la importó en realidad?

Él era Peter Stark-Rogers. Era dueño de su propia compañía. Tenía más dinero del que podía gastar. Había sido catalogado como la persona más exitosa por debajo de los treinta. Entonces, ¿por qué seguía sintiendo que había fallado en lo único que alguna vez quiso en verdad?

—¿alguna vez supiste algo de él?—preguntó de espalda a la barra, aguardando un segundo antes de encarar al cantinero con una expresión en blanco. La pregunta pareció descolocar a Weasel, pero este se las arregló para volver a la expresión de póker que le caracterizaba—No me importa si está muerto. Solo tengo curiosidad.

Weasel gesticuló sin producir ruido alguno. Parecía sorprendido de que Peter siquiera lo recordara.

—no lo sé. Wade simplemente desapareció.

Peter asintió, bajando la mirada al suelo. No iba a lamentarse ni insistir. Era suficiente con haber preguntando una sola vez para olvidarse del tema, pero, entonces, Weasel tuvo que abrir la boca.

—siempre me pareció curiosa la manera en que llegaste a su vida, ¿sabes? Wade odiaba todo acerca de tu mundo, pero por algún motivo parecía encantado contigo. Incluso cuando le sacabas de quicio, no podía parar de hablar de ti. Era molesto lo mucho que le gustabas—mencionó como quien habla del clima de repente, pero Peter lo conocía mejor que eso y sabía que se estaba vengando por haberlo insultado—¿Te has preguntado alguna vez que hubiera pasado entre ustedes si Wade se hubiera quedado? Sé que lo has pensado. Se nota por la manera en que ni siquiera puedes decir su nombre sin que se te corte la respiración.

—a Wade solo le interesaba el dinero—aclaró con voz tensa, cerrando las manos en puños al tragar saliva.

—oh, vamos, Peter. Te creí más listo que eso—bufó, cruelmente. En su rostro se reflejaba la felicidad de haber dado en su punto débil e igual a una sanguijuela, no pararía de hacer presión hasta hacerlo sangrar—A Wade le gustaste desde el momento en que te vio. Podría decirse que fue amor a primera vista. Pero ya sabes como era. Con sus malditas bromas y respuestas a medias, le daba miedo admitir lo que sentía y la única manera que halló para estar cerca a ti fue seguirte la cuerda, incluso cuando no quería—hizo una pausa, sopesando sus palabras con una sonrisa divertida al ver el rostro desfigurado del más joven—De igual manera, eso ya no importa ¿verdad? Tú claramente estás mejor y Wade... Bueno, no puedo decir lo mismo por él.

Peter se quedó tieso con la respiración a medio bajar por su garganta.

Un segundo después se obligó a despertar del hechizo y en contra del temblor en sus rodillas, salió de ahí con la mirada en el suelo y la sensación de haber sido golpeado.

Chapter 2: I. ¿oyes a las voces ahora?

Chapter Text

Gary tomó una bocanada de aire, poniéndose de rodillas sobre el tapete con la cara de Jesús.

Después de tardes enteras analizando la alfombra, Wade había llegado a la conclusión de que el rostro con la corona de espinas le pertenecía a Brad Pitt en la película Entrevista con el Vampiro, pero dado que White y Yellow seguían sin ponerse de acuerdo en si Christina era mejor que Britney, no estaba seguro de si valía la pena interrumpir a Gary en medio de su discurso sobre como perder los testículos le salvó la vida.

—hoy estamos reunidos literalmente en el corazón de Jesucristo—Gary palpó el pecho de Brad Pitt, donde había un corazón desangrándose en medio de una daga. Todos sabían que el metal era el mejor arma para los vampiros, después de la cebolla y Bella Swan—Estamos con Jesucristo.

—estamos con Jesucristo—repitió el grupo reunido en circulo al tiempo que Wade escuchaba una explosión dentro de su cabeza, producto de las cajas que ahora vivían con él. Al parecer, Britney había ganado. Sin embargo, Wilson aún podía leer a Yellow quejarse en letras minúsculas—Muy bien, esa es la energía que quiero para hoy. Todos en sintonía como el equipo que somos—besó los labios de Brad Pitt vampiro en el tapete y se levantó con ayuda de ambas manos—¿Quién quiere empezar?

Uno por uno, Wade observó a las mismas personas que conocía desde hace treinta y seis meses ponerse de pie y decir su nombre junto al tipo de cáncer que padecían.

Habían quienes tenían rostros valientes y hablaban con tranquilidad sobre su diagnóstico, mientras que otros lucían cansados y parecían rogar por una bala en el cráneo para librarse del dolor.

(¿Por qué seguimos viniendo a estas cosas?)

[Porque tenemos cáncer]

(Pensé que Francis nos había curado)

[Que nuestras células se regeneren no significa que dejemos de tener cáncer]

(ª)

—Deadpool—llamó Gary, puesto que nadie conocía su nombre ni como lucía debajo del traje. Wade suponía que dentro del grupo habían varías apuestas circulando al respecto, pero dudaba que alguno llegara a ganar antes de morirse, puesto que en general todos eran de tipo terminal—¿Te gustaría ser el siguiente?

Wade suspiró, poniéndose de pie. Había perdido la cuenta de cuantas veces se había presentado en los últimos tres años, pero seguía encontrando divertido todo el protocolo. Eso y que las galletas al final de cada sesión eran sus favoritas.

—mi nombre es Deadpool y...

[tengo colon irritado]

—y soy feo—subió el puño cerrado hasta su boca—horrible.

(Espantoso)

[una abominación]

(Alguien llame a Hulk)

[ja]

—Deadpool, ya hablamos sobre esto—Gary se cruzó de brazos. Se había vuelto una rutina entre ambos que el instructor le riñera al menos dos veces por semana—Este espacio es libre de bromas. Nadie te va a juzgar por decir lo que sientes.

—además, este grupo es solo para personas con cáncer. No tontos con traje—agregó la mujer con el tanque de oxigeno y un cigarrillo a medio terminar en los labios.

Era Linda, la némesis no declarada de Wade, que de linda no tenía ni un pelo en la cabeza (tanto literal como metafóricamente hablando).

En los últimos dos años se había desatado entre ambos una rivalidad por ver quién asistía a más reuniones antes de morir. No obstante, a Wade se le había olvidado mencionar todo el asunto de su sistema regenerativo y posible inmortalidad, así que tenía la victoria asegurada.

—ah, sí, eso también—viró una mano para restarle importancia mientras se sentaba devuelta en la silla de plástico, que crujió bajo su peso—Soy feo y tengo cáncer. Eso me hace el doble de miserable que todos ustedes.

(no te olvides de que estás solo)

[y que nadie te quiere]

—el cuádruple—asintió con una sonrisa—gracias, chicos. ¿Qué sería de mí sin ustedes para recordarme lo infeliz que soy?

[(de nada)] contestaron al unisonó. Criticarlo era de las pocas cosas en las que ambos estaban de acuerdo.

Para ese punto, todos en el grupo estaban acostumbrados a escucharle hablar solo. Para nadie era una sorpresa las acaloradas conversaciones que iniciaba consigo mismo de vez en cuando, donde amenazaba con prenderse fuego si ambos colores primarios se negaban a guardar silencio.

—Deadpool—llamó Gary cuando Wade sacó de la bota una navaja con la intención de clavársela en el cuello y silenciar a las cajas—creo que es suficiente por hoy. ¿Te parece si nos vemos la próxima semana? Cuando White y Yellow se encuentren de mejor humor.

Incluso si Gary era un idiota sin testículo, Wade le tenía aprecio. Probablemente porque era una de las pocas personas que no lo trataba como el bicho raro que era.

—¿el traje es porque eres feo?—Ronan, el más joven del grupo y con riesgo de perder ambos ojos, señaló las katanas que colgaban de su espalda.

—oh, no. El traje es porque me gusta parecer un dildo gigante—pasó las manos de arriba a abajo por el cuero—juggernaut se toca cada vez que me ve.

(Pensé que era para que nuestros enemigos no nos vieran sangrar)

[yo iba a decir lo mismo)

[consíguete tus propios diálogos]

—chicos, chicos. No peleen, hay demasiado de mí para insultar.

—nadie te está insultando...—Ronan miró a todos lados confundido. El pobrecito no debía tener más de veintitrés años.

—oh, no. No hablaba contigo. Me refería a las voces—tocó su sien con el dedo dos veces—Me piden que los mate a todos para acabar con su miseria—sacó la pistola del cinturón para apuntar a la frente de Ronan, que puso los ojos bizcos preso del pánico—¿Quieres que lo haga? Por ser tú, te lo dejo gratis y no le digo eso a todo el mundo. Usualmente la tarifa se mantiene entre semana, pero domingos y festivos cobró un porcentaje adicional.

—me lo dijiste a mi la semana pasada—intercedió Kim del otro lado del círculo con la mano arriba. Wade entrecerró los ojos en su dirección—Olvídalo.

—Deadpool—masculló Gary, parándose de la silla. Algo así ocurría al menos una vez por semana. El instructor culpaba al cáncer que se estaba comiendo su cerebro de su comportamiento errático. Sin embargo, Wade sabía que el cáncer no tenía nada que ver (¿o sí?)—No puedes amenazar a mis invitados. Nadie aquí quiere morir.

—yo quiero—Linda levantó la mano, seguida por John y Frank—Todos aquí queremos morir.

—¡ja!—Wade abrió un brazo satisfecho.

Gary suspiró, pasando una mano por su rostro con cansancio a la par que estiraba una mano hacia la salida.

—¿me permites una palabra?

Wade viró su mirada entre el chico y la salida, debatiéndose en qué era más importante. En momentos como ese era que las cajas en su cabeza podían ser de gran ayuda. Sin embargo, daba la casualidad que White y Yellow siempre estaban ocupados cuando debía tomar una decisión.

—esto no se ha acabado—guardó el revolver en el cinturón—Si fuera tu, dormiría con un ojo abierto mientras pueda.

Wade no le quitó los ojos de encima a Ronan, cuyo rostro había ido desde un color rojizo a un pálido fantasma.

—Deadpool—llamó Garry desde la puerta, instándole a acercarse con un vago movimiento de mano.

Irritado, echó la cabeza hacía atrás, suspirando. Ahí iban de nuevo. Siempre que comenzaba a ponerse cómodo con el grupo, Gary entraba en acción y le sacaba con su sonrisa de otra-vez-estás-poniendo-a-todos-nerviosos.

Wade lo entendía, en verdad que sí. Le faltaba mas de un tornillo y estaba armado, lo que para cualquiera sería una pésima combinación, sin embargo, comenzaba a volverse cansino ser expulsado de todas partes.

—tienes que esforzarte más—dijo Gary, apenas estuvieron solos en la recepción, si es que se le podía considerar recepción al escritorio donde Clara, la secretaria y prima de Gary, servía los bocadillos después de cada sesión—Entiendo que las voces pueden ser molestas, pero no puedes apuntarle de ese modo a las personas. Es insensato.

Wade suprimió una carcajada, pero su silencio solo hizo que las burlas de White y Yellow sonaran con más fuerza dentro de su cabeza.

Ambas cajas se destornillaban de la risa, provocándole una ligera jaqueca, que apaciguó al imaginarse a Gary siendo comido por cocodrilos.

¿Desde cuando un mercenario esquizofrénico de traje rojo debía ser sensato? Francis se había encargado de llevarlo al borde de la locura y traerlo devuelta, quemando las piezas de un rompecabezas de por si incompleto.

—Gary, Gary, Gary...—viró la cabeza de un lado a otro con los brazos en jarras—¿puedo llamarte así?

—es mi nombre, no veo por qué no—encogió un hombro, recostándose en la pared contigua al exhalar todo el aire en sus pulmones. A pesar de las prominentes bolsas bajo sus ojos, normalmente no lucía cansado, a excepción de cuando hablaba con Wade, porque entonces envejecía diez años de golpe y se hacían notorias las sesiones de quimio y las cirugías para seguir con vida. Del resto, era feliz como cualquier otro hombre con dos pelotas en lugar de ninguna—Estoy preocupado por ti, Deadpool.

—¿por qué? No hay nada mal conmigo fuera del cáncer y la voces.

(¿por qué siempre hablas mal de nosotros?)

—¿oyes a las voces ahora?

[¡Dile que no!]

—no.

—¿no?

—no.

(Ahora dile que no sabes de que voces está hablando)

—no sé de que voces estás hablando.

[¡perfecto!]

—me refiero a las voces que te acaban de pedir que finjas demencia.

—¿por qué crees que estoy fingiendo?—sonrió por debajo de la mascara.

Gary volvió a suspirar, desviando su mirada al estacionamiento a través del ventanal, que había sido reemplazado después de que Deadpool lo rompiera por accidente.

El único vehículo era la vespa roja con calcomanías de Hello Kitty en los manubrios, que Wade delicadamente pegó después de asesinar a un par de narcotraficantes la semana pasada.

—creo que deberías volver a casa.

Wilson frunció el ceño bajo la máscara.

—estoy en casa. Soy 100% canadiense—estiró ambos brazos—Por mis venas fluye miel de maple.

Gary sonrió sin creerle ni siquiera por un segundo. Era una de las que cosas que a Wade le sacaba de quicio sobre él: Para no saber nada de su vida, el consejero lo conocía demasiado bien.

—me refiero al lugar donde vivías antes de venir aquí.

El mercenario ladeó la cabeza, confundido. Habían pasado años desde la última vez que piso New York. Incluso cuando algún trabajo surgía, se aseguraba de hacerlo rápido para irse tan pronto como fuera posible.

—no hay nada allá para mí—respondió escuetamente, mientras revisaba el cuero en los guantes—¿Cuántos meses crees que le queden a Linda, por cierto? ¿Dos, tres...?

—Deadpool—advirtió, mirándolo con hostilidad al fruncir la boca. Un segundo después, sus ojos volvieron a ser amables—¿A qué le tienes tanto miedo que no puedes aceptar que estás escondiéndote? Es obvio que ya no tienes cáncer. O al menos ya no te interesa. Así que no tiene sentido que sigas viniendo cuando lo único que haces es quedarte en tu apartamento y ver repeticiones de las Golden Girls.

(¿miedo? ¿nosotros?)

[Por favor, yo me rio en la cara del peligro]

—¿me has estado siguiendo o cómo sabes que veo televisión pirata?

—lo sé porque por tres años has venido aquí y lo único de lo que nos has hablado es de que escuchas voces y que solías vivir en New York y cuando hablas de New York suenas miserable.

Wade rio en voz baja, pasando una mano por su mentón. Era un día particularmente malo para las cicatrices y escuchar a Gary hablar sobre New York tan solo empeoraba el escozor en su piel.

—en teoría, ¿quieres que vuelva al lugar donde era miserable?

Gary negó. Cuando lo miraba del modo en que lo hacía, Wade tenía la sensación de estar desnudo.

(Kinky)

—quiero que resuelvas lo que sea que no te deja dormir por las noches y que finalmente seas feliz.

(eh... ¿Qué clase de psicología barata es esta?)

[Yo digo que lo matemos]

—no voy a matarlo. Me agrada—viró los ojos, cansado de tener la misma conversación una y otra vez. Al mirar a Gary se dio cuenta de que había retrocedido un par de pasos, pero lo ignoró junto al frasco de gas pimienta que había sacado de su bolsillo—Volviendo al tema, no pienso ir a New York a menos de que valga la pena y con eso me refiero a mucho, mucho dinero. ¿Entiendes?

Gary desvió la mirada, pero relajó sus hombros en señal de darse por vencido.

—vale—asintió finalmente, palmeando el hombro del mercenario. Wade apretó los dientes para evitar quejarse. Hasta el menor roce se sentía igual a una paliza—Ve a Casa y nos vemos la próxima semana, cuando las voces estén de mejor humor.

Wade no supo si reír o llorar. La verdad era que las cajas nunca estaban de buen humor.

—dalo por hecho—hizo pistolas con las manos hacia el consejero, caminando de espalda a la puerta. Antes de irse, viró una mano hacia la recepcionista, que cabeceó en su dirección mientras estallaba una pompa de chicle en la boca—¡Adiós, Clara!

***

(Eres una basura)

Wade suspiró, quitándose la máscara al cerrar la puerta de una patada.

Las cajas habían estado particularmente habladoras de regreso a casa y sumado con el escozor que las yagas en su espalda le estaban produciendo, comenzaba a rozar al limite de su paciencia.

—¿podrían guardar silencio por un puto momento?—cerró los ojos con fuerza, llevando dos dedos a cada lado de su cabeza para masajear sus sienes.

(¿Qué pasa, grandote? ¿No te gusta la música country?)

[¿No que muy fan de Tyler Swift?]

—para empezar, es Taylor, no Tyler—masculló irritado, caminando con la mirada en el suelo hacía la sala. Sin embargo, su plan de acostarse en el sofá y ver televisión se vio frustrado por el patito de hule que se atravesó en su camino, por poco haciéndolo caer sobre una pila de granadas—mierda—masculló al subir la mirada y ver el desastre que era su apartamento. Ni siquiera el techo se había salvado, pues tenía al menos cinco pedazos de pizza colgando sobre su cabeza—Maldita sea, les pedí que me recordaran llamar a Helga para que hiciera el aseo. Ahora tendremos que esperar hasta el próximo jueves—gruñó, poniendo los brazos en jarras.

(¡te dije que era los jueves!)

[¡no! ¡Yo te dije que era el jueves, pero jamás me escuchas! Ahora el apartamento olerá a los calzones de Wade por toda una semana]

Pasó una mano por su rostro, deteniendo dos dedos sobre el puente de su nariz al inhalar.

—olvídenlo—mordió la punta del índice en el guante para sacárselo, mientras giraba sobre sus talones—Tomare un baño.

[ew, nadie quiere ver eso]

Wade miró su mano ahora descubierta, donde las cicatrices se movían como bacterias bajo un microscopio. No necesitaba verlo para saber que las células en su piel estaban cambiando, ya que podía sentirlo cada segundo del día.

La mutación que lo mantenía con vida escocía con la misma efectividad que un veneno en sus venas. Habían días en los que el dolor era tan insoportable que cada nervio dentro de su organismo se sentía en llamas. Otro días, su piel amanecía tan sensible que le era insoportable usar el traje. Esos eran los días en que decidía poner una bala en su cabeza y acabar con el sufrimiento. Por desgracia, el condominio donde vivía tenía una política bastante estricta sobre los suicidios, así que primero debía encontrar un callejón donde nadie fuera a encontrar su cuerpo en lo que su factor regenerativo actuaba.

Ignorando a las cajas, se deshizo del traje y abrió la ducha para después tomar el frasco con crema y frotar la herida en su antebrazo, siendo cuidadoso de no sacarse sangre en lo que la bañera terminaba de llenarse.

Era un mal día para su piel, pero no se trataba de nada que un baño con agua tibia no pudiera arreglar.

—hogar, dulce, hogar—bramó, deslizándose dentro de la bañera con los brazos a cada lado de la tina y la cabeza contra la pared mientras cerraba los ojos.

Por fin, paz.

(Quiero conocer New York)

[Aquí vamos de nuevo. Ya conoces New York]

(No es verdad. Siempre que vamos es por trabajo. Lo que yo quiero es turistear)

[Sabes que no podemos hacer eso]

(¿Por qué no?)

[porque no]

(Pues yo digo que si)

[Soy cinco segundos mayor que tú, así que tienes que hacer lo que yo diga]

(¡Eso no es justo!)

—suficiente. No iremos a New York y no pienso discutirlo.

(Dame un motivo)

[los vengadores]

(¿Te refieres a los nuevos o a los viejos?)

[¿acaso importa? No les agradamos a ninguno]

(Desde que la pelirroja murió, los vengadores dejaron de ser una amenaza. El equipo original ni siquiera está junto)

[no te olvides de Spi...]

—dije que no y punto—apretó los dientes, hundiéndose la cabeza dentro de la bañera en un intento desesperado por silenciar a las cajas.

[Mira lo que le hiciste hacer. Sabes que odia cuando hablamos de Spidey]

(¿por qué?)

[Tú sabes porqué]

(lo olvide)

[No puedo decirlo]

(deletréalo, duh)

[P-E-T...]

Wade salió de la bañera, resbalando con el agua en el piso al recoger el traje del suelo y desplazarse a su habitación, mascullando entre dientes una canción para mantenerse ocupado.

Después de cuatro años, conservaba la esperanza de que algún día White y Yellow simplemente desaparecerían si los ignoraba por el suficiente tiempo.

[Deberías matarte]

(Aburridooo. Matemos a alguien mejor)

Tiró el traje al suelo y sacó el pijama de debajo de la almohada, concentrándose en pasar la prenda de vestir sobre su cabeza y después los brazos con cuidado de no rozar ningún codo, pues la piel se había abierto.

[¿Qué vamos a hacer?]

—dormir.

[¡pero si apenas son las once de la mañana!]

—¿y?

(Para ser un mercenario, eres demasiado aburrido)

Levantó la sabana, escondiendo ambas piernas bajo las cobijas antes de apoyar la cabeza sobre la almohada y cerrar los ojos. No tenía sueño, pero cualquier cosa era mejor que escuchar a White y Yellow. No obstante, Yellow empezó a gritar y sus gritos era tan fuertes que pasado un minuto optó por volver a la sala para ver televisión.

Al abrir los ojos lo primero que vio fue el portarretrato sobre el buro frente a la cama. El rostro de Vanessa sonriente y lleno de vida le miró devuelta, provocando una punzada de dolor dentro de su pecho.

No había pasado un solo día en que no pensara en ella y se sintiera culpable por lo qué pasó.

[Las personas mueren todos los días. Supéralo]

—mantente fuera de mi cabeza—retiró la sabana, bajando los pies de la cama para arrastrarlos devuelta a la sala—¿Qué ocurre con ustedes? Están siendo más molestos de lo normal.

([estamos aburridos]) Respondieron al unisonó. Otra de las pocas veces en que se ponían de acuerdo era para atormentarlo cuando no tenían nada mejor que hacer.

—lo lamento, pero no saldremos de aquí hasta la próxima sesión.

(¿Ni siquiera para ir a comer?)

—pediremos comida a domicilio.

(¿Qué hay del trabajo?)

—Weasel no ha llamado—se sentó en el sofá, subiendo los pies a la mesa de café mientras estiraba la mano con el control remoto.

(¡El apartamento apesta!)

[Tú ni siquiera tienes nariz]

(Se supone que debes estar de mi lado, ¿o no quieres salir?)

[solo salimos cuando tenemos que hacerlo]

—gracias—suspiró. Al menos White se había acostumbrado a la rutina de ser un ermitaño sin amigos. Wade, por su parte, estaba más que satisfecho de no tener que interactuar con nadie por lo que le quedaba de vida—No hay nada allá afuera para nosotros. Lo más cercano sería un hospital psiquiátrico y ya sabemos como resultó la última vez que intentamos recibir ayuda.

(No me gustan los psiquiatras. Todos están locos)

[Además, las calles están plagadas con periódicos de Spiderman]

(¡Spidey! ¡Amamos a Spidey!)

[Cumplió años hace poco]

(¿Deberíamos enviarlo un regalo?)

Wade frotó una mano por su rostro, maldiciendo entre dientes. Ahí iban de nuevo. La obsesión de las cajas por el héroe de mallas solo podía describirse como insana. Desde su nacimiento, habían insistido en conocer al amigable vecino de New York, incluso cuando les prohibió mencionarlo. Tenía la sospecha de que su historial con el héroe había influido considerablemente en que White y Yellow insistieran en conocerlo.

(Me pregunto que estará haciendo)

[Escuche que tiene un nuevo novio. Probablemente están cogiendo, mientras nosotros estamos aquí, lamentándonos por nuestra prometida muerta]

(¿Tiene novio?)

[¿Cuándo no? Peter es un casanova como su padre]

—vale, ya estuvo bueno—inclinó el torso hacia la mesa y de debajo de esta tomo una pistola, revisando que estuviera cargada antes de llevar la boquilla hasta su frente y disparar.

***

Una semana después, Wade volvió a reunirse con el grupo de ayuda.

En su cabeza, White y Yellow discutían una vez más si la cura para el cáncer estaba oculta en casa de Al. No obstante, a ambos les interesaba mucho más que la cocaína que escondió hace un año en la casa de su ex roomie siguiera ahí.

Wade escuchaba su conversación, interviniendo cada cierto tiempo cuando algo en particular llamó su atención. Uno de los miembros del grupo tenía un folleto con el rostro de Pepper Potts en la portada y leía en voz alta los beneficios que la fundación Stark-Rogers ofrecía para las personas con cáncer bajo el patrocinio de Industrias Stark.

Al instante, Wade desvió la mirada, apretando involuntariamente los dientes ante la mención del difunto dueño.

La primera vez que escuchó acerca de la fundación fue cuando la noticia de que Peter tomaría su lugar como presidente de Industrias Stark se hizo viral hace un par de años.

Aún podía recordar su reacción al verlo en la televisión. Fue como si todo el aire en el mundo desapareciera.

—eres muy valiente por contarnos tu experiencia, Henry—Gary aplaudió al chico con prótesis en lugar de piernas—Debes estar orgulloso de lo lejos que has llegado y de todas las cosas que has aprendido. No todos han pasado por lo mismo que tú y vivido para contarlo.

(Aquí vamos de nuevo)

Wade odiaba cuando las personas se felicitaban entre ellas por superar una situación de mierda. ¿Por qué siquiera era algo de lo qué sentirse orgulloso? A veces el trauma no te hacía más fuerte. A veces el trauma era solo trauma. No tenía por qué ser una lección ni todas esas mierdas que las personas se decían para sentirse mejor consigo mismas. O quizás él simplemente estaba amargado porque su trauma no lo hizo mejor, sino algo que ni siquiera podía mirar al espejo sin sentirse enfermo.

[Para de llorar. Llevamos cuatro años escuchándote quejar de lo mismo]

—¿Deadpool?—Gary viró una mano para atraer su atención, pues Wade se había levantado de improviso, tirando la silla al suelo—¿Ocurre algo?

—yo...

(Di algo, tonto. Todos te están mirando)

[Se están burlando de ti]

(mátalos a todos)

[suicídate mejor]

—creo que deje la estufa encendida—señaló la salida, caminando con torpeza hacia la puerta por la que había entrado hace menos de treinta minutos. Normalmente las sesiones duraban dos horas, pero eran contadas las ocasiones en que duraba toda la charla sin que Gary lo echara o algo como lo que acababa de pasar ocurriera—¡volveré en una semana!

Sin mirar a nadie, salió del edificio y se subió a la vespa, obligándose a bloquear cualquier pensamiento relacionado con estúpidos folletos o noticias de personas que no le interesaban. Él estaba satisfecho con lo que había hecho con su vida...

(Mentira)

No se arrepentía de nada...

[Lloras todas las noches]

Y era muy feliz. Más feliz de lo que hubiese sido si se hubiera quedado en New York para morir.

(Tu teléfono está vibrando)

[oh, ¿es eso? Por un momento pensé que habíamos traído nuestro vibrador con nosotros]

Wade detuvo la moto a un lado de la carretera y sacó el móvil de uno de los bolsillos en el traje. Era un desechable con la única utilidad de recibir llamadas y mensajes.

—cobro por minuto—masculló al llevárselo a la oreja, aún irritado por el fantasma de Pepper Potts rondando en su cabeza.

Había visto a la ex secretaria de Stark un par de veces en la televisión, pero con el paso del tiempo su rostro fue reemplazado por el de su sucesor.

Según había escuchado, Potts seguía siendo la cabecilla detrás de algunas operaciones de industrias Stark, pero en su mayoría era Peter quien se encargaba de todo ahora.

Al parecer, eso de ser un súper héroe de medio tiempo no pagaba lo suficiente.

—¡hasta que por fin te localizo! ¿Para qué tienes un celular si jamás contestas?—gritó Weasel al otro lado de la línea.

—he estado ocupado.

—¿con qué? Lo único qué haces todo el día es rascarte la bolas y asistir a ese estúpido grupo de ayuda.

[Tiene razón]

—¿Qué quieres, Weasel?

—Hydra quiere contratarte para extradición de información. Necesitan el archivo para mañana en la noche a más tardar.

—¿Quién es la fuente?

La línea quedó en silencio por un momento.

—Johnny Storm.

Wade torció los ojos, suspirando de cara hacia el cielo azul. No podía creer su suerte. En realidad, si podía. Toda su vida había sido una tragedia tras otra, así que para ese punto estaba acostumbrado.

(¿Johnny Storm no vive en...?)

—New York—suspiró, aplastando la copa de la máscara sobre su cabeza. El sol hacía que el cuero ardiera igual que en un asadero—En resumen, ¿Necesitan que me infiltre en la torre Baxter y robe un documento?

—no exactamente. Storm tiene un pent-house por su cuenta e Hydra piensa que la información podría estar ahí.

Si en algo estaba de acuerdo con las cajas era que sería mucho más fácil irrumpir en un apartamento cualquiera que en una torre resguardada por súper héroes.

—será mejor que compres un tiquete para terminar de darte los detalles aquí.

—todavía no he dicho que sí.

(¡Vamos a New York, vamos a New York...)

—¿Qué esperas para aceptar?

—conoces mis condiciones. Si tiene algo que ver con...

Weasel suspiró frustrado.

—él no aparecerá si haces un buen trabajo. Nadie tiene por qué enterarse de que estás en New York—hizo una pausa—Además, Spiderman está demasiado ocupado dirigiendo una empresa multimillonaria como para ponerse mallas y saltar a la acción por algo tan simple como un allanamiento.

Wade volvió a mirar el cielo a la espera de que las nubes se abrieran y un rayó le cayera encima para terminar con su sufrimiento de una vez por todas. No estaba seguro de si Thor sabía de su existencia, pero de hacerlo, era probable que lo odiara tanto como el resto de vengadores.

—vale. Comprare un tiquete y estaré en el bar a eso de las once. Asegúrate de tener listo mi favorito.

—lo tengo. Una mamada.

Hubo otra pausa. Ambas cajas se carcajearon entre sus oídos.

—si... deberías considerar cambiarle el nombre a las bebidas.

—pensaré en algo—dijo Weasel antes de colgar.

[es oficial entonces: iremos a New York]

(¡Si!)

Wade solo podía rezar porque un milagro ocurriera y el avión se perdiera en el triángulo de las bermudas.

***

Wade Wilson no tenía vida social y solo salía si era estrictamente necesario o si las cajas insistían tanto que no le quedaba de otra que ir a lugares con mucha gente para silenciar el ruido en su cabeza. Por ende, acudía a grupos de ayuda, pues era lo más cercano que había encontrado a estar acompañado. Tampoco utilizaba ninguna red social ni veía las noticias o estaba al tanto de lo que ocurría en el mundo más allá de lo que observaba a través de la ventana en su habitación.

Jamás se quitaba el traje a menos de que estuviera solo o todas las luces estuvieran apagadas, y casi nunca permitía que los demás le tocaran, aunque gran parte de su trabajo implicaba tener contacto físico, sobre todo si debía torturar al blanco en cuestión.

Wade lo aborrecía. Matar personas siempre había sido ese gran agujero negro dentro de su vida que intentaba tapar con el dedo. Sabía que estaba ahí, pero procuraba ignorarlo. Ser un mercenario meditaba de cierto adormecimiento moral. Podía ser consciente de lo que estaba haciendo o no ser consciente en absoluto. En ambos casos, el agujero estaba ahí, por más indiferente o consciente que fuera.

Sister's Margaret también era una gran parte de su vida, incluso si ya no vivía en New York. El bar donde conoció al único amigo que conservaba en la actualidad se veía igual a como lo recordaba, aunque careciera de su clientela habitual. La mitad había muerto o se habían retirado. La otra mitad fue detenida por los nuevos vengadores, aunque se rumoreaba que en su mayoría se había tratado de Spiderman.

—ese mocoso nos dejara a todos en la calle o peor: tras las rejas—le dijo Weasel un par de años atrás, poco después de que Wade le mostrara su rostro por primera vez. El cantinero tuvo la delicadeza de hacer un chiste sobre lo mal que lucía en lugar de solo vomitar como la mayoría solía hacer—Te lo juro, es incluso más insoportable que todos los vengadores juntos. Tienes suerte de ya no vivir en New York. Si no está columpiándose de un lado a otro, su rostro está en cada maldita pancarta de esta ciudad. ¡Prácticamente se adueñó de todo Queens!

Cuando Wade le preguntó cómo podía estar seguro de que el hijo del capitán América era el nuevo super héroe enmascarado de New York, Weasel simplemente lo miró como si acabase de preguntarle por qué los peces nadaban.

—es tan obvio que me sorprende que nadie más lo sepa—se desparramó en la silla después de dejar dos botellas de cerveza sobre la mesa. Tras la barra, Dopinder les hizo una seña de que los alcanzaría más tarde—No me mires así—entrecerró los ojos, señalándole molesto, como si pudiera ver la expresión del mercenario bajo la mascara—Sé que sabes que tengo razón y no cambiare de opinión solo porque quieras proteger al mocoso.

Wade no quería proteger al hombre araña. En realidad, no quería tener nada que ver con él.

—lo que haga me tiene sin cuidado—encogió un hombro, subiendo la mascara hasta un poco más arriba de su boca para dar un trago a la cerveza. Era consciente de lo particularmente mal que lucían las cicatrices ese día, pero se convenció de que estaba lo suficientemente oscuro para que nadie reparara en como lucía. No obstante, un vistazo a la expresión del cantinero le bastó para acomodar la macara devuelta en su lugar.

—¿o sea que sí es él?—Weasel entrelazó ambos brazos sobre la mesa, interesado.

Wade sonrió de costado.

—no me digas que comienzas a tener segundas opiniones.

—nunca se puede estar demasiado seguro—resopló, volviéndose a desparramar sobre el espaldar mientras pasaba una mano por debajo de las gafas para frotar sus ojos, que se encontraban irritados. Wade no estaba seguro de si era obra de la larga jornada laboral o el porro que colgaba de su oreja—Entonces, ¿es o no es?

—¿por qué tanto interés? Pensé que lo odiabas.

—necesito saber si es una amenaza para el negocio. No sé si lo olvidas, pero gracias a ti, sabe lo que hacemos y una llamada suya bastaría para que todos aquí terminemos en el bote.

No era que Wade desconfiara de Weasel, pero tampoco confiaba en él para decirle algo tan delicado como la identidad del hombre araña. Aunque su vida dependiera de ello, se había hecho la promesa de llevarse el secreto a la tumba. Era lo mínimo que podía hacer por él.

—él no dirá nada.

—¿Cómo lo sabes?

Wade encogió un hombro. En realidad, no lo sabía, pero algo le decía que si el hombre araña los quisiera tras las rejas, lo hubiera hecho mucho antes de siquiera tener una identidad secreta.

—dudo que a alguien con tanto dinero le importe siquiera si el mundo está en llamas.

Weasel no volvió a preguntarle nada al respecto, pero tampoco cambió de opinión sobre la identidad de Spiderman. Tanto así que cuando Wade lo escuchaba quejarse, sabía de antemano sobre quien hablaba. Siempre era Peter esto o Peter lo otro. Aunque jamás decía su nombre, probablemente porque sabía lo mucho que a Wade le molestaba.

No lo odiaba; Simplemente no quería pensar en él. Sin embargo, era inevitable no hacerlo apenas ponía un pie en New York. La gran manzana prácticamente se había convertido en la ciudad del arácnido. Aunque no solo se trataba de Spiderman. En realidad, era peor que eso.

Spiderman podía ser el corazón de la gran manzana, pero Peter Stark-Rogers era el rostro de la ciudad.

A donde mirase, había una pancarta con su rostro y ahora que Wade estaba regreso, podía verse a sí mismo sentado en la barra, hablándole a Weasel por primera vez sobre el estúpido chico que quería contratarlo para fingir ser su novio.

Si hubiese sido más listo en aquel entonces, habría rechazado la oferta desde un principio y se habría ahorrado un montón de problemas, pero jamás había sido del tipo brillante a la hora de tomar decisiones.

Sabía que no tenía caso pensar en el pasado, pero cada paso que daba hacía la entrada del bar se sentía peor que cuando Francis hundía su cabeza dentro del excusado una y otra vez.

[Nada se compara con eso]

(¿Qué hay de cuando conectó nuestros pezones a la batería de un auto y nos electrocuto por todo un día porque le dijimos que tenía nombre de jabón?)

[Touché]

Viró la cabeza, como si de ese modo pudiera silenciar a las cajas, que continuaron hablando de los peores días de su vida con la misma tranquilidad con que hablarían del clima. Definitivamente, lo peor de su mutación no fueron las cicatrices, sino perder la cabeza.

[Nosotros también te odiamos]

—¡Hasta que por fin llegas!—Weasel blandió un brazo encima de su cabeza, instándole a acercarse apenas lo vio cruzar la puerta. El alboroto provocó que más de una persona se girara en su dirección, como si no fuera lo suficientemente llamativo el traje rojo con katanas.

Wade exhaló, abriéndose paso entre las miradas curiosas y los cuchicheos mal disimulados que le siguieron de camino hacía la barra. Aunque estaba acostumbrado a la atención, seguía encontrando molesto ser el blanco de miradas, pues sentía que si mucha gente le prestaba atención al mismo tiempo, eventualmente serían capaces de ver bajo la máscara.

[Nadie quiere ver eso]

—se suponía que estarías aquí desde hace una hora—Weasel entrecerró los ojos en su dirección sin dejar de pulir el vaso en su mano con una toalla más sucia que el vaso en sí. Wade tomó asiento en el última taburete, encorvándose al cruzar los brazos sobre la barra—Dopinder está limpiando los baños, pero me pidió que lo llamara cuando llegarás. Dice que quiere hablar contigo.

—¿sobre qué?

Weasel encogió los hombros, luciendo nada interesando. Era de los que poco cambiaba con los años. Ni siquiera su personalidad parecía diferente, pues seguía siendo el mismo usurero de siempre.

—ya sabes cómo es. Le encanta besar el piso por donde caminas—viró los ojos—En fin, ¿recibiste mi mensaje?—Wade asintió, sacando el celular del bolsillo para asegurarse de que no lo hubiera imaginado. A las cajas a veces le gustaba hacer jugarretas y hacerle ver cosas que no estaban ahí—Excelente. ¿Tienes alguna pregunta?

[si, ¿Por qué Dopinder no está besando nuestros pies en este momento?]

—¿estás seguro de que Storm no estará en la ciudad?—estiró el celular con la noticia que Weasel le había enviado, donde decía que los cuatro fantásticos irían al espacio para recolectar vida silvestre de Marte—Esto lo sacaron hace una semana.

—tranquilo. Tengo una fuente en la torre Baxter que confirmó la información. Se irán en la madrugada y es probable que no vuelvan hasta dentro de una semana.

—¿por qué tanto afán si tenemos una semana?—frunció el ceño, cruzando los brazos sobre su pecho.

—ya te lo dije. Hydra necesita la información lo más pronto posible—Weasel dejó el vaso sobre la barra y mezcló un par de tragos dentro. Después tomó una lata con crema batida y exprimió el interior sobre el licor, creando un remolino—Ahí lo tienes. Una mamada única y exclusivamente para ti.

—hay algo que no me estás diciendo—Wade arqueó una ceja, intercalando la mirada entre el cantinero y el vaso que deslizó en su dirección con cuidado de evitar su mirada.

Weasel reunió un par de copas y le dio la espalda para comenzar a apilarlas sobre la repisa en la pared.

—Weasel—insistió en vista de que el cantinero no parecía tener intención de retomar su conversación por lo pronto.

—vale, puede que haya omitido cierta información—comentó al cabo de un rato con una sonrisa tensa. Los ojos de Wade le siguieron hasta la caja, donde Weasel pretendió contar los billetes mientras tatareaba en voz baja—Storm tiene un roomie.

—un roomie—repitió, saboreando la palabra con desconfianza. ¿Desde cuando los súper héroes tenían roomies? A menos de que roomie fuera algún tipo de código para pareja homosexual—¿Por que la antorcha humana tiene un roomie cuando es millonario?

—según investigué, son amigos desde hace varios años—viró una mano para restarle importancia—el punto es que su roomie está en un viaje de negocios y regresa mañana en la noche.

—¿Hydra quiere que lo mate?

—¡no!—levantó la cabeza de golpe con los ojos ensanchados y la boca entreabierta. A Wade le habría divertido su reacción de no ser por lo genuinamente preocupado que lucia—No te puedes cruzar con su roomie. Hydra fue muy claro al respecto.

—¿por qué no?

Weasel miró al costado antes de volver su atención al mercenario, frotando con una mano su nuca de arriba abajo. No era común para él perder los nervios, pero en ese momento parecía al borde de un vomito verbal.

—no quieren cabos sueltos—torció la boca. Wade seguía creyendo que había mucho más de lo que Weasel le estaba contando, pero lo dejo pasar. Al fin y al cabo, era una misión sencilla y si el único obstáculo era evitar al roomie de Storm, que ni siquiera estaría en la ciudad, sería pan comido—Solo has el trabajo y podrás irte de New York con la cuenta llena.

(Amén)

[¿tan pronto quieres irte?]

(Extraño a nuestro pez)

[No tenemos ningún pez]

—¿algo más que deba saber?—Wade levantó el final de la máscara y se llevó el vaso a la boca, ingiriendo el trago de golpe antes de acomodar la máscara devuelta en su lugar.

Weasel levantó la mirada al techo, apoyando una mano sobre la barra mientras con la otra frotaba su barbilla pensativo. Un momento después, chasqueo los dedos y asintió.

—ahora que lo mencionas, el sujeto de la silla de ruedas estuvo aquí hace un mes. Dijo algo sobre unos niños y que necesitaba hablar contigo antes de que fuera demasiado tarde.

—¿Charles?—Wade arqueó una ceja. La última vez que habló con el líder de los X-Men terminó internado en un hospital psiquiátrico. En resumen, no fue una experiencia agradable—¿Dijo algo más?

—no, pero él y su novio por poco ponen el bar de cabeza buscándote.

Wade sintió los bellos en sus brazos crisparse. No le gustaba nada que dicho par estuviese interesado en encontrarlo. Había aprendido por las malas que nada bueno venía de la mano de mutantes.

Otro motivo para mantenerse lo más alejado posible de New York.

—asegúrate de decirles que no estoy interesado la próxima vez que vengan.

—¿Cómo que la próxima vez?—la mandíbula de Weasel se desencajó. Molesto, el cantinero viró la cabeza de un lado a otro con los brazos en jarras—¿Cuántas veces tengo que decirte que no soy tu secretaria? No jugare al teléfono roto solo porque no tienes las huevas para llamarlo por tu cuenta.

Wade estuvo a punto de replicar cuando escuchó la voz de Dopinder por encima de su hombro. Su fuerte acento sobresalía entre las voces apagadas en el bar, sin embargo , el acento no era tan desconcertante como la presencia de un escuálido y pequeño hombre indio en medio de un bar lleno de criminales. Aunque lo más raro seguía siendo la redecilla en su cabello junto a los guantes amarillos que utilizaba para limpiar el baño.

—¡Señor Pool, esta de regreso!—exclamó con genuino afecto en su voz al sentarse en el taburete junto a Wade. Olía a mierda, probablemente por limpiar el excusado, pero aún así su olor no era el peor ahí—El señor Weasel me dijo que vendría de visita, pero no pensé que fuera a hacerlo en verdad. No sabe lo feliz que estoy de volver a verlo.

(Lo amo tanto. Hay que protegerlo de todo)

[Deberíamos ahorcarlo]

—no lo vamos a ahorcar—siseó entre dientes antes de girarse hacía Dopinder con una pequeña sonrisa en los labios. Las personas solían decir que era bastante expresivo, incluso con la mascara puesta—¡Dopinder, mi hombre! ¿Cómo va todo con Gita?

Dopinder suspiró, encorvándose sobre la barra con expresión derrotada. Por el rabillo del ojo, Wade observó a Weasel virar los ojos y mascullar bajo su aliento "Aquí vamos de nuevo". Al parecer, la situación con Gita se había vuelto un tema recurrente dentro del bar e incluso las personas sentadas a un par de mesas de distancia detuvieron lo que estaban haciendo para escuchar la conversación.

—Bandhu le pidió matrimonio. La boda será dentro de un año.

—¡eso es genial!—Wade sacudió su hombro para instarlo a levantar la mirada. Dopinder ladeó la cabeza igual a un cachorro confundido—Significa que aún tienes doce meses para impedir esa boda. Deberías estar agradecido. Es mucho más tiempo del que la mayoría recibe.

—no lo sé, señor Pool. Bandhu es más astuto y mucho más guapo. Aunque lo que tiene de guapo lo tiene de inmoral.

—Dopinder, eres un taxista que intenta convertirse en mercenario—intercedió Weasel con el ceño fruncido—No hables de moralidad como si fueses mejor que Bandhu.

—pues, a mi me parece que eres una ternurita—Wade apretó el hombro de Dopinder—No le pongas atención. Weasel jamás ha estado enamorado, así que no entiende como funciona el amor, pero nosotros sí—tomó el meñique de Dopinder y lo apretó con fuerza. El taxista arrugó la frente, pero no se quejó. Al parecer, las clases de Weasel sobre cómo ser rudo estaban dando resultado—Aférrate a la idea de recuperar a Gita y verás como todo cae en su lugar. Las personas destinadas a encontrarse, lo harán. Aunque parezca casualidad, hallarán la manera de estar juntas en el momento indicado.

[EW]

(Pensé que odiábamos el amor)

—¿en serio lo cree, señor Pool?—sonrió con un brillo especial en los ojos.

Wade, por supuesto, no creía ni una sola palabra de lo que acababa de decir, pero no podía decírselo a Dopinder sin romper su corazón, lo que era incluso peor que matar según el código de mercenarios.

Por suerte, no tuvo que contestar, puesto que Weasel decidió que ese era el momento perfecto para interrumpirlos.

—¿sacaste eso de una galleta china?—hizo un mohín de asco con los labios antes de darles la espalda—Como sea, ya tuve suficiente de ustedes dos. El partido empezara en cinco minutos y puse una gran cantidad de dinero en Irlanda, así que no quiero escuchar ni una palabra por los siguiente novena minutos—tomó el control remoto de la repisa y retrocedió un par de pasos con el brazo apuntando hacía la pantalla en la pared.

El televisor de 32 pulgadas era el único objeto de valor en todo el bar. Entre todos habían reunido el suficiente dinero para comprar algo con que entretenerse después de que Weasel quitara el tablero de la muerte.

El botón en la pantalla cambió de rojo a verde y después de un segundo de estática, el televisor se prendió en el canal de noticias.

Wade ni siquiera tuvo tiempo de desviar la mirada cuando el rostro de Peter apareció en primer plano.

"Peter Stark-Rogers estrena nuevo novio a tres meses de haber terminado con el último" decía el titular bajo la imagen del dueño de Industrias Stark en compañía de un hombre que aparentaba ser de la misma edad de Wade. La foto era de baja calidad, pero se podía distinguir con facilidad los dos rostros dentro de la camioneta, inclinados en un beso que revolvió el estomago del mercenario.

Los rumores sobre Peter eran algo que a Wade no le interesaba escuchar y que había evitado a toda costa por los últimos cinco años. No quería saber con quien andaba ni con que frecuencia cambiaba de pareja. De por sí, la reputación del heredero de Stark era algo de conocimiento global. Todos estaban al tanto de que era un casanova, igual que su padre antes de que Steve Rogers entrara en acción. Sin embargo, apenas puso sus ojos sobre la imagen, Wade no pudo concentrarse en otra cosa que no fuera la manera en que ese sujeto tomaba a Peter del rostro y juntaba sus bocas del mismo modo en que él solía hacer.

[Creo que vamos a vomitar]

Viró la cabeza, volviendo su atención hacía Dopinder, que lo miraba con algo similar a la lastima en sus ojos. El taxista no conocía toda la historia, pero sabía pequeños detalles que Wade había dejado escapar en sus momentos más vulnerables.

—no se preocupe, señor Pool. Estoy seguro de que solo es un amigo.

Wade rio; Una risa amarga, pero divertida al mirar el televisor por segunda vez. La imagen fue reemplazada por una en solitario del presunto novio saliendo de industrias Stark en altas horas de la noche. Tenía un atuendo diferente a la anterior fotografía. Esta vez, se podía apreciar los tatuajes en su brazo junto a la sonrisa satisfecha de haber pasado un buen rato.

Verlo le ponía físicamente enfermo.

—no me preocupa—encogió un hombro, desviando su mirada hacía el interior del bar, donde la atención de todos estaba puesta sobre el televisor. Incluso habían quienes hacían apuestas de la pareja, mientras otros se limitaban a blandir el puño hacía la pantalla. A Wade no le quedó de otra que poner atención a lo que la reportera decía, pues irse solo le daría la razón a Dopinder—¿Un periodista?—arrugó la nariz, apoyando el codo sobre la barra para descansar el mentón en la mano abierta—Vamos, sé que puedes hacerlo mucho mejor que eso, mon cheri.

>> En las últimas semanas se ha venido rumoreando sobre una posible relación entre Peter Stark-Rogers y Eddie Brock, conocido por su sección de reportajes en el canal de noticias. Aunque ninguno ha dado declaraciones al respecto, fuentes cercanas a la pareja afirman que llevan un tiempo saliendo.

>>La pareja se conoció durante la Met Gala de este año, cuando Brock entrevistó a Peter sobre los avances en energía renovable que había reportado Industrias Stark a finales de marzo. Según testigos, hubo química instantánea y para el final de la noche ya habían intercambiado números, a pesar de que Peter seguía en aquel entonces en una relación con el dos veces campeón de la Formula uno, Fernando Alonzo Díaz, quien hace poco rompió el silencio sobre su ruptura con el empresario y dijo sentirse herido de que su ex pareja hubiera seguido adelante con un nuevo amor tan rápido.

>> Una fuente cercana al piloto español reveló a The Sun que Fernando Alonzo se sentía herido de haber depositado su confianza en Peter cuando le dijo que Eddie Brock solo era un amigo. Hasta el momento, no hay declaraciones oficiales sobre el motivo de la ruptura, pero se cree que Peter pudo...

—¡es un idiota! Todos saben que a Stark-Rogers solo le interesa pasar un buen rato antes de pasar al mejor postor. Es obvio que lo estuvo engañando—un sujeto con la bandera de Estados Unidos tatuada en la mejilla se levantó de la silla y sacó del bolsillo un par condones, que terminó arrojando al televisor. Las venas se marcaban en su cuello y tenía el rostro rojo, propio de quien está teniendo problemas para mantener la calma—Vaya puta. No es sorpresa que tenga tanto dinero. ¡Ojalá llegué el día en que se quedé sin nada para tenerlo aquí!—señaló la mesa donde por lo general se sentaban las prostitutas.

(Mátalo)

[Demasiado suave. Tortúralo]

Wade apretó los puños, poniendo todo de sí por ignorar las cajas. ¿Por qué todo tenía que ser siempre tan violento con ellas? Lo único que querían era ver sufrir al resto.

[Al único al que queremos ver sufrir es a ti]

—¡Silencio todos! El partido está a punto de comenzar—exclamó Weasel, calmando la ola de murmullos que se habían desatado sobre si Stark-Rogers había engañado o no a su ex pareja. El cantinero pausó el televisor y se subió sobre un banquillo detrás de la barra, moviendo ambas mano a los costados de su cabeza—No quiero escuchar ni una sola palabra más al respecto—señaló al sujeto que había arrojado los condones—Última advertencia.

El sujeto sacó un tercer condón y lo arrojó al rostro del cantinero, que se limitó a parpadear cuando el plástico se incrusto en sus gafas. Weasel suspiró, bajándose del banquillo con las risas de todos en el bar de fondo.

—¿ahora entiendes porqué lo odio?—masculló hacía Wade, retirando con dos dedos el preservativo antes de arrojarlo a la basura bajo la barra y pasarse una toalla por el rostro—Desde que su nombre aparece en revistas importantes, nadie parece querer hablar de otra cosa que no sea él.

Wade inclinó la cabeza hacía el televisor, que se había quedado congelada en la imagen de Peter sonriendo hacía la cámara. Los colmillos eran un complemento interesante, aunque lo más llamativo resultaban ser sus ojos. La iris, alguna vez miel como los rayos del sol en la madrugada, era negra y carecía por completo de vida al igual que él.

(Bonito)

Cualquiera que lo viera se sentiría automáticamente cautivado por la imagen profesional y elegancia que inspiraba en apenas un respiro, pero no Wade. Lo único que el sujeto en la pantalla le inspiraba era urticaria y unas inmensas ganas de perforarse la cabeza con tal de no volver a pensar en él nunca.

Afortunadamente, el partido comenzó cinco minutos después y nadie volvió a mencionar a Peter Stark-Rogers por el resto de la noche.

Chapter 3: II. ¿Te parece si empezamos de nuevo, baby boy?

Chapter Text

Después del partido, Wade le pidió a Dopinder que lo llevara al apartaestudio que tenía en New York. Era un poco más pequeño que su apartamento en Canadá, pero contaba con lo necesario para sobrevivir las siguientes veinticuatro horas: un colchón, un baño y sus preciadas armas.

Weasel había sido claro sobre la misión: Debía ser rápido y discreto. Nadie podía saber que estaba en New York. Sin embargo, al cabo de una hora comenzó a sentir verdaderos deseos de saltar por la ventana. En el apartamento no tenía nada con que entretenerse. Podía contar las baldosas en el suelo, pero eso solo terminaría por matarlo de aburrimiento.

(Deberíamos salir a conocer New York)

[Ya conocemos New York]

(Ya, pero ¿por qué no la conocemos otra vez? Invitarle un trago, sacarla a bailar)

[Absolutamente nada de lo que dices tiene sentido]

Irritado, golpeó el revés de su cabeza contra la pared. Tenía hambre, ya que en su afán por estar solo se olvidó de pasar al supermercado. Podía pedir comida a domicilio, pero entre recibir al repartidor en su traje y arriesgarse a ser reconocido o permitir que alguien viera su rostro y causarle un daño irreparable, prefería pegarse un tiro y rezar por que a su cuerpo le tomara toda la noche regenerarse.

Era poco probable, considerando que su sistema regenerativo era el mejor de su clase, según Francis, aunque el lunático de acento británico no alcanzó a conocer a Wolvie y era probable que jamás lo hiciera ahora que estaba enterrado a diez metros bajo tierra.

[Podríamos volver al bar y comer algo]

Wade resopló entre dientes con una sonrisa vacía y llena de resentimiento.

[No era una broma]

—no hablas en serio.

(Podríamos ir vestidos como civiles. Usar una gorra y gafas como Peter solía hacer)

Peter.

—¿Cuántas veces tengo que decirles que no mencionen ese nombre?

[¿Por qué te molesta que digamos su nombre? Al fin y al cabo, no significa nada, ¿no?]

(Peter, Peter, Peter)

—suficiente.

[Si quieres que nos callemos, ya sabes que hacer]

Deadpool rozó con su mano la pistola en el cinturón. Nunca se quitaba el traje cuando estaba en New York, ni siquiera cuando se encontraba solo. Algo sobre andar expuesto hacía que quisiese arrancarse la piel. En la gran ciudad él era solo un nervio expuesto; El daño colateral de un experimento fallido y nunca nada podría borrar la marca que Francis dejó en él.

Incluso ahora podía recordarlo. El calor de las brasas cuando el laboratorio explotó y la sensación de quemarse vivo, pero antes de eso, la desesperación de quedarse sin oxigeno dentro de la maldita capsula.

Estuvo a punto de perder el conocimiento cuando apareció White, gritando dentro de su cabeza como un recién nacido. Sus gritos alertaron a Wade y lo mantuvieron despierto hasta que la mutación hizo efecto. Yellow fue mucho más sutil; igual a un niño que se cae por primera vez de su bicicleta, gimoteó por un buen rato antes de unirse a los gritos de su hermano.

Odiaba pensar en Weapon X tanto como odiaba pensar en Peter. Los recuerdos, aunque cargados de emociones diferentes, le ponían igual de incomodo. Por ende, intentaba evitarlo tanto como le fuera posible, aunque a las voces les gustara llevarle la contraria.

En casos así, Wade terminaba haciendo lo que hizo a continuación Por suerte, el ruido de la pistola al descargarse pasó desapercibido entre la música dos pisos más abajo.

***

Al día siguiente, despertó a eso de las tres encima de su vomito y sangre seca. No recordaba haber vomitado, pero tampoco le prestó atención al ponerse de pie y caminar hacia al baño, donde se deshizo del traje tras una breve inspección. Tendría que llevarlo a la tintorería antes de ir al pent-house para evitar dejar algún aroma. Por suerte, conocía una cerca de donde vivía.

(¿Eso significa que vamos a salir?)

—sí.

[¡Por fin!]

Las voces continuaron hablando sobre lo que harían en cuanto estuvieran afuera. Como de costumbre, Wade las ignoró e hizo su camino hacía la habitación.

En la esquina había una mochila donde guardaba la ropa de emergencia para cuando su traje estaba sucio. En los últimos años había dejado de comprar otra cosa que no fueran municiones o comida. Toda su vida se reducía al traje y cualquier trabajo que estuviera disponible en el momento. A veces se invitaba a sí mismo a cine, donde era oscuro y las personas pensaban que estaba acompañado cuando hablaba con las voces, pero, fuera de eso, no tenía nada más que ese apartamento en New York.

[¿Comeremos antes o después de lavar la ropa?]

—después.

(¿Qué haremos después de comer?

—nada.

[Eres tan aburrido]

(¡Ha de ser la pubertad!... ¿Qué es la pubertad?)

[Es cuando se mueren tus papás]

—la pubertad es cuando te crece pelo en el culo. Orfandad es cuando te quedas sin papás. Son dos conceptos completamente diferentes.

(¿Nosotros tenemos papás?)

[David Hasselhoff]

Wade suspiró, frotando su rostro de arriba a abajo antes de ponerse los lentes y el tapabocas. Sabía que era una mala idea. Una terrible idea, en realidad, pero terminó caminando hacía la puerta con la mochila al hombro.

En todo el camino se aseguró de mantener la cabeza gacha, ajustando la visera de la gorra en su frente cada cierto tiempo. Era consciente de las miradas y los murmullos. A donde sea que fuera, siempre había alguien que señalaba en su dirección. Probablemente pensaban que era victima de algún incendio o algo por el estilo, pero él jamás se detenía a comprobar la expresión en sus rostros.

Antes de lo pensado, la lavandería apareció en su campo de visión. Había llegado sin ningún contratiempo y ahora solo le quedaba esperar a que el traje estuviera limpio. Mientras, buscaría algo de comer para calmar a las cajas, que no habían parado de quejarse en todo el camino.

—solo tardare un momento—siseó, depositando la mochila sobre una silla para sacar el traje y meterlo dentro de la lavadora—No, Yellow, el jabón no es comida.

(Todo puede ser comida cuando tienes la suficiente hambre)

La lavadora emitió un pitido antes de comenzar a girar en círculos con la ropa dentro. Rápidamente, el jabón se convirtió en burbujas y la mascara se perdió entre la espuma. Fue entonces que entraron dos señoras y se hicieron al otro extremo de la lavandería. Una de ellas sostenía una revista con el rostro de Peter en la portada.

El encabezado era sobre las 50 personas más influyentes en todo el mundo y por supuesto que el empresario se encontraba en el centro junto a Kim Kardashian y Elon Musk.

—pobre chico. Desde que Tony Stark murió, se la ha pasado saltando de relación en relación—dijo una de las mujeres, ojeando las paginas de la revista con un mohín entre los labios—Me pregunto que pensara el capitán al respecto.

(Vieja chismosa)

—se nota que la muerte de Iron Man le afectó mucho, pero al menos le sirvió para madurar. ¿Recuerdas cuando se la pasaba metiéndose en problemas hace unos años?

—¡Ni que lo digas! Nadie creía que fuera a llegar hasta los 25. Era un caso perdido.

Su compañera asintió, llevándose una mano al pecho, para después murmurar en confidencia:

—por cierto, ¿escuchaste lo del periodista?

—¿bromeas? ¡Es de lo que todo el mundo está hablando!—chilló con la misma emoción con la que hablaría de su actor favorito. Wade viró los ojos, procurando pasar desapercibido mientras guardaba el jabón devuelta en el morral. Quería salir de ahí lo más pronto posible—¿Crees que es verdad que empezaron a salir cuando seguía con Fernando?

—no lo sé, pero tampoco me sorprendería si fuera así. Ya sabes lo que dicen: Donde todos tiene un corazón, Peter Stark-Rogers tiene un agujero negro. Así que no me sorprendería si eso fue lo que le pasó a Fernando—suspiró con falso pesar antes de replicar la expresión divertida de su compañera—Además, leí que se lleva siete años de diferencia con el periodista y ambas sabemos lo que eso significa.

—¡Que va! Con Fernando se llevaban casi trece años y duraron ocho meses. Para nadie es un secreto que a Peter siempre le han gustado mayores.

—pobrecito, ha de ser algún tipo de trauma. En fin, esperemos que esta vez vaya en serio y no terminé como con el último.

—¿te refieres a Fernando?

—¡no! Hablo del cantante con el que se fue a Paris hace unos años. ¿Cómo era que se llamaba...?

—¡Ah! Te refieres a...

Irritado, Wade terminó de reunir sus cosas y salió de la lavandería, cerrando la puerta con tanta fuerza que las ventanas repiquetearon. Por supuesto, las cajas no tardaron en señalar su malestar.

(¿Eso que huelo son celos?)

—no.

(¿Es por qué Fernando es mucho más guapo que nosotros?)

—no.

(¿el cantante?)

—nop.

[¿Qué bicho te picó entonces?]

—no tengo nada.

(¿Sabes que no vamos a parar hasta que nos respondas, verdad?)

Wade aceleró el paso, pero una vez más fue inútil.

—me molesta que las personas hablen de él como si lo conociera.

[Las personas siempre hablan. No entiendo cual es el problema]

—que está mal. Ese es el problema—giró a la derecha al final de la manzana. Tenía la añoranza de que el mercadillo donde solía hacer las compras con Vanessa siguiera ahí.

(¿Nosotros lo conocemos?)

Wade continuó caminando hasta dar con la primera caseta de comida que encontró y que para su suerte se encontraba abierta. Con cuidado de que el tapabocas no se saliera de su lugar, pidió tres emparedados y dos refrescos. Era común que la perdida de sangre le produjera más hambre de lo normal. Sin embargo, dos mordiscos más tarde se dio cuenta de que la comida le sabía raro y era porque el estomago se le había cerrado.

[Eh, grandote, todavía no contestas la pregunta]

(¿Será que no nos escucha?)

—no.

(Dios mío, ¡Se ha quedado sordo!)

[Tonto. Nos está ignorando]

—no lo conocemos.

Envolvió los emparedados y los guardó dentro de la mochila antes de emprender devuelta a la lavandería. Suponía que al traje aún le quedaba un buen rato para estar listo, pero cualquier lugar era mejor que ahí, donde cualquier podía chocar con él y ver su rostro.

Algo sobre no tener una opinión acerca del sujeto que aparecía en revistas y del que todos parecían tener algo que decir al respecto lo había dejado con una sensación de perdida. Tenía sentido si consideraba que hubo una época en la que conoció a Peter mejor que nadie y sin embargo ahora no podía pensar siquiera en una palabra para describirlo.

Al igual que con cualquier otro asunto sin resolver en su vida, lo puso al fondo de su cabeza hasta que eventualmente dejó de doler y se encontró tan adormecido que pensar en eso no implicó caer en un agujero negro.

***

La palabra lujosa se quedaba corta para describir el pent-house de Storm. Para ser un super héroe más del montón, se había permitido gustos dignos de un rey, que ni siquiera Wade en su mejor momento pensó en adquirir. Aunque ¿Quién era él para juzgar? Solo el sujeto que estaba teniendo serios problemas para hackear la computadora de la antorcha humana.

Después de pasearse por la sala y robarse un par de huevos de pascua esculpidos en oro, subió al segundo piso, donde supuso que estaría la recamara y por ende la oficina de Storm. En un principio batalló en encontrar la alcoba principal, pues casi todas las habitaciones lucían igual, aunque hubo una en particular que llamó su atención. La habitación no tenía nada en especial o siquiera algún portarretrato para identificar a quien le pertenecía, pero algo sobre el escritorio y las sábanas hizo que su pecho se encogiera. Había un toque de familiaridad en cada objeto a pesar de que ninguno en especifico le fuera conocido.

Al final simplemente cerró la puerta y continuó buscando. El pasillo se extendía un par de metros más, pero para su suerte la siguiente habitación resultó ser la que estaba buscando. A simple vista era la típica biblioteca que toda mansión de ricos petulantes parecía tener, pero después de examinarla a detalle, se fijó en el monitor conectado a un teclado al fondo del cuarto.

Debía admitirlo, no pensó que Storm fuera de los que les gustara leer. O que siquiera supiera como ponerle contraseña a su computador, pero ¿catorce sistemas de seguridad diferentes? Incluso para Wade era un poco excesivo. Es decir, ¿Qué tanto podía esconder una figura pública como lo era Johnny Storm? Hasta sus momentos más vergonzosos eran de conocimiento público, así que no le veía el sentido a proteger su información con tanto ahincó cuando tenía al menos siete cuentas de Instagram diferente. Una para cada día de la semana.

[Alguien viene]

(Sí, yo también lo escuche)

Deadpool miró por encima del hombro hacía la puerta, que permanecía cerrada. Había tenido cuidado de mantener la luz apagada, pero incluso así percibió la sombra tras la mirilla antes de que esta se abriera de golpe. Por reflejo, sacó la pistola del cinturón y apuntó al recién llegado, que estiró un brazo dentro de la habitación para encender la luz.

Peter lo miró, primero con asombro y después nada. Entonces, su boca se curveó en una pequeña, pero burlona sonrisa. Era incluso más imponente en persona.

Por primera vez en mucho tiempo, todo dentro de Wade se quedó en silencio. Incluso su corazón pareció detenerse por un segundo antes de bombear sangre a toda velocidad, consciente de que algo así no debía pasar.

No se suponía que se volverían a ver. Él mismo se había asegurado de eso, sin embargo, ahí estaban. Cinco años después y su corazón seguía acelerándose ante la simple presencia de Peter Stark-Rogers.

—¿un mercenario?—Peter arqueó una ceja, mirándolo de arriba a abajo cuando Wade se levantó de la silla con dificultad—No puedo creer que Johnny tuviera razón. Hydra realmente debe estar desesperado para contratar un asesino a sueldo en un trabajo tan sencillo—guardó las manos en los bolsillo del pantalón, indiferente a la pistola que lo siguió al dar un paso dentro de la habitación—Aunque tú no eres cualquier mercenario, ¿verdad?—ladeó la cabeza, volviéndolo a mirar de arriba a abajo. Las rodillas de Wade temblaron cuando Peter le miró a los ojos y acentuó su sonrisa, como si supiera algo que él no. Incluso su sonrisa había cambiado—Para ser conocido como el mercenario bocazas, estás muy callado.

Wade boqueó; primero, porque estaba en shock; segundo, porque se había olvidado de como respirar; Tercero, porque en ese instante solo existían él y el chico por el que arriesgó todo.

Excepto que Peter ya no era el mismo chico de veintiún años que conoció. No. Peter ahora tenía veintiséis, era dueño de su propia empresa, estaba en el top 10 de las 50 personas más influyentes del mundo y salvaba a New York en su tiempo libre.

Peter ya no era un niño y Wade estaba muy, pero muy jodido porque no hallaba la manera de mirarlo fijamente sin hacer cortocircuito. ¿Cómo se suponía que iba a formar una oración o siquiera una palabra con apenas 27 letras en el abecedario?

[Di algo, imbécil. Nos estás haciendo quedar en ridículo]

—yo...—balbuceó, aclarándose la garganta. Era consciente de que su voz había cambiado después de que Francis quemara sus cuerdas vocales, pero por un segundo temió que Peter fuera a reconocerlo—Yo...

—¿tú...?—Peter viró una mano, instándole a continuar con la sonrisa burlona aún plasmada en el rostro—No me digas que te comió la lengua el ratón, Deadpool, porque eso sería decepcionante.

Wade ahogó un quejido.

[Es Spiderman. Es obvio que sabe quien somos]

(Pero no sabe quien somos bajo la mascara)

[Touché]

—¿Qué haces aquí?—Wade quiso golpearse en la frente apenas terminó de formular la pregunta.

[¿en serio? ¿no se te ocurrió algo mejor?]

¡Entre en pánico! ¿vale?

—¿Que qué hago aquí?—la sonrisa de Peter se ensanchó, luciendo tan divertido como sorprendido de que siquiera tuviera que preguntarlo—La verdad pregunta es ¿Qué haces tú aquí?—subió una mano hasta el cuello de la camisa para deshacer el nudo de la corbata mientras daba otro paso hacía delante. Wade se obligó a mantener su mano con el arma estable, pero por cada paso que Peter acortaba entre ellos, podía sentir su corazón acelerarse otro poco—¿Sabes que vivo aquí, verdad?—apuntó el escritorio sin perder de vista la reacción del mercenario—Ese de ahí es mi computador

—tú... ¿vives aquí?—frunció las cejas, sintiéndose a sí mismo titubear.

¿Qué demonios?

(Si Spidey vive aquí, ¿Eso quiere decir que...?)

[El maldito de Weasel nos engañó]

—¿en serio no lo sabías?—Peter torció la boca, virando la cabeza de un lado a otro como lo haría un profesor después de pillar a un estudiante haciendo trampa. A pesar de que su rostro no cambió de expresión porque, al parecer, era incapaz de reflejar cualquier otro sentimiento que no fuera aburrimiento, por un segundo pareció frustrado—debo admitir que esto es decepcionante. Tenía entendido que eras un profesional.

—soy profesional—recalcó ofendido. Nunca nadie había puesto en duda su profesionalismo y no permitiría que un pringado millonario que lo había tenido todo fácil fuera el primero. Incluso si sabia que la mitad de eso era mentira.

[Todos los millonarios se parecen. No seas blando con él]

(pero... Es Peter)

—¿en serio? porque no me lo parece—dio otro paso sin borrar la sonrisa condescendiente en su rostro. En todo ese tiempo, no había parado de sonreír ni una sola vez y Wade se preguntó si estar tanto tiempo tras las cámaras le había lavado el cerebro—En fin, lamentablemente para ti, Johnny me advirtió que esto podría pasar y me pidió que le echara una mano si la situación lo ameritaba, así que puedes olvidarte de lo que sea que Hydra te haya prometido porque no pasara.

En contra de su voluntad, Deadpool soltó una risita y guardó la pistola devuelta en el cinturón, sentándose al borde del escritorio con los brazos cruzados.

Incluso cuando solo era un niñato sin ningún tipo de poder diferente al dinero de sus padres y una actitud de mierda, Peter siempre había sido demasiado confiado. Solo que esta vez Wade ni siquiera estaba seguro de si Peter estuviera fingiendo o si en verdad se sentía como la persona más importante dentro de la habitación. Probablemente la segunda.

—dudo que los vengadores lleguen a tiempo para evitarlo.

Peter repasó la lengua por su boca, dando otro paso hacía él. Los colmillos brillantes y puntiagudos se parecían a los de un vampiro en más de un sentido.

(¿papá?)

—¿Quién dijo algo sobre los vengadores?

—¿insinúas que tú solo puedes conmigo?—Deadpool apoyó una mano en su pecho con petulancia—Todo el mundo habla de ti, pero nadie mencionó lo gracioso que eras.

Wade esperó a que Peter frunciría el ceño y lo insultara como solía hacer siempre que alguien se atrevía a subestimarlo, pero nada de eso ocurrió. En cambio, su sonrisa se estrechó otro poco y sus ojos adquirieron un brillo divertido. Al parecer, después de años siendo el hazmerreir de New York, se había hecho inmune a las opiniones de los demás.

—voy a tener que pedirte que te alejes del computador y mantengas tus manos donde pueda verlas en lo que llamo a la policía—introdujo la mano al interior del bolsillo en el pantalón y sacó un celular. Wade apenas tuvo tiempo de parpadear antes de que Peter se llevara el dispositivo a la oreja—¿Hola? Si, él habla. Gracias por contestar. Acabo de entrar a mi apartamento, pero creo que alguien más estuvo aquí. Me faltan algunas cosas y dudo mucho que mi compañero las haya cambiado de lugar... ¿Quince minutos? Excelente, gracias.

Peter colgó y depositó el celular en la repisa junto a su cabeza. Luego se quitó la chaqueta y procedió a arremangarse las mangas a la altura de ambos codos.

—para ser blanco y rico, la policía se va a tardar un pelín más de lo necesario—Wade estiró una mano, manteniendo sus dedos índice y pulgar a poca distancia. Entonces fingió mirar la hora en el reloj de Hora de aventura en su muñeca—¡Mira eso, se me ha hecho tarde!—levantó la cabeza, mirando a Peter, que arqueó una ceja cuando lo vio incorporarse de camino a la puerta—lo siento, pero ya perdí demasiado tiempo contigo. Ahora, si me disculpas, aún tengo que encontrar la habitación de Storm y...

—creo que no me has entendido—Peter detuvo a Wade del brazo cuando intentó pasar por su lado, obligándolo a retroceder un par de pasos—No te irás a ningún lado.

Deadpool tragó saliva. Ahora que estaban a menos de un metro de distancia, se daba cuenta de los imperceptibles, pero significativos cambios en el rostro del trepa muros. Definitivamente, ya no era un niño y su anatomía lo confirmaba. A pesar de que Wade le seguía ganando en altura y musculatura, el cuerpo de Peter se veía atlético y bien entrenado, demostrando así que sus años como el amigable vecino habían dado frutos en más de un sentido.

—estoy casi seguro de que eso es considerado secuestro y que es ilegal—viró la cabeza nervioso cuando el agarre arriba de su codo se acentuó. Acaso, ¿eso eran garras? Porque Wade podía sentir las uñas de Peter desgarrar su piel con la misma facilidad con que lo haría un cuchillo—Ahora que lo pienso, ¿no deberías tener al menos un guardaespaldas?

La sonrisa de Peter cambió por una más visceral y por un segundo Wade pudo ver las tuercas maquinando detrás de sus ojos antes de que volviera a la relajada, pero egocéntrica expresión que enseñaba en cada portada de revista en la que aparecía.

(Estoy asustado)

[Yo estoy excitado]

En efecto, estaba asustado y excitado al mismo tiempo, pero sobre todo se sentía fuera de lugar, pues este Peter y el Peter que conoció parecían estar en lados opuestos de la balanza y no sabía con exactitud si eso era bueno o malo.

Lo más aterrador fue llegar a la conclusión de que ni aunque le arrancara el brazo sería capaz de lastimarlo devuelta.

(¿No queremos herirlo?)

[no]

(Pensé que lo odiábamos)

[Es complicado]

—conocí una de tus variantes hace unos años—Peter volvió a pasar la lengua por sus labios, examinando minuciosamente los detalles del traje. Deadpool tuvo la impresión de que estaba forzando sus ojos a ver debajo de la mascara—Intentó matarme. Después se disparó en la pierna y empezó a hablar con las voces en su cabeza—soltó una risita, posicionando los colmillos sobre su labio inferior—Por mucho tiempo pensé que vendrías a terminar el trabajo, pero no fue así. Vinieron mercenarios, más de los que puedo recordar, pero ninguno de ellos fuiste tú. ¿Por qué?

(Dile que somos fans de Spidey)

[Peter no puede saber que sabemos que es Spidey]

(¿Por qué?)

[porque entonces sabría que sabemos algo que solo saben las personas que él sabe]

(No entiendo)

[Me refiero a que podría sospechar quien somos debajo de la máscara, tonto]

—silencio. No me dejan pensar—retrocedió un paso, sintiéndose ligeramente mareado por el constante balbuceo dentro de su cabeza—¿Cuál era la pregunta?

Peter sonrió, deslizando una mano por su cabello. Incluso su peinado había cambiado por uno más profesional.

—ya veo, tú también las escuchas—chasqueó la lengua sin sonar interesado—Supongo que lo mejor sería internarte en un hospital y que la terapia de electroshock haga el resto.

[¿Qué?]

(¿Qué?)

—¿qué?

—ya me escuchaste. Es eso o la cárcel, tú decides. Claro, si te encuentra en tus facultades para hacerlo. En el caso contrario, un juez decidirá por ti.

Deadpool sintió su sangre burbujear. Recuerdos del hospital psiquiátrico llegaron a él en borrosas imágenes, que por años había intentado olvidar. Lo único peor que sentirse devuelta en el manicomio, era alucinar con el lunático que lo torturó día y noche.

[no me importa si su cara parece tallada por los mismos ángeles, tienes que hacerlo sufrir]

(Mátalo)

—apártate—dio un paso hacia la puerta cuando Peter se interpuso en su camino por segunda vez. Wade no quería lastimarlo, pero era difícil mantener la calma cuando las cajas insistían en que era la única manera de salir de ahí—Mira, lo último que quiero es tener una charla cuerpo a cuerpo con el maldito capitán América, pero te matare a ti y a cuantos sea necesario si no te haces a un lado.

A pesar de tener un excelente control sobre sus expresiones, algo cambió en los ojos de Peter ante la mención de Steve Rogers. Fue como si Wade hubiera presionado uno de sus nervios sin darse cuenta.

—como ya dije, la única manera de que te deje salir será esposado o con una camisa de fuerza—empujó a Deadpool por el pecho y Wade aterrizó en la silla del escritorio, rodando un par de metros hacía atrás. Había olvidado todo el asunto de la super fuerza hasta que su espalda rebotó contra la pared—Ahora, se bueno y mantén la boca cerrada en lo que hago una llamada.

Deadpool se puso de pie en cuanto Peter le dio la espalda para tomar el celular. Las cajas seguían gritando todo tipo de barbaridades, pero él se aferró a la última pizca de cordura que conservaba para no cometer una locura. Matarlo jamás sería una opción, pero en vista de que la diplomacia tampoco lo era, llegó a la conclusión de que si no podía lastimarlo, al menos intentaría asustarlo.

—yo no haría eso si fuera tú—siseó Peter con su atención aún en el celular cuando Deadpool desenfundó ambas katanas a cada lado de su cuerpo.

Wade se preguntó si también le habían crecido ojos en la espalda como un rasgo tardío de la mutación. Las garras definitivamente no habían estado ahí la última vez que hablaron.

Estás muerto para mí.

No.

No iba a pensar en eso.

—¿hacer qué?

—lo que sea que estés pensando hacer—levantó la cabeza, tensando su boca en una sonrisa que distaba mucho de ser amigable. Por un instante, ninguno dijo nada, pero las rodillas de Wade volvieron a temblar apenas los ojos de Peter hicieron contacto con los suyos—No me retes.

—curioso. Estaba a punto de decirte lo mismo.

Peter suspiró, depositando el celular devuelta en la repisa antes de hacerle una seña para que fuera a por el.

Wade blandió la katana encima de su cabeza, pero entonces Peter levantó una pierna y le pateó detrás de la rodilla. Fue tan rápido que ni siquiera le dio tiempo de esquivarlo y mucho menos de incorporarse. Apenas vio que Deadpool perdía el equilibrio, Peter mandó una segunda patada que terminó por botarlo al suelo.

(Chale, te humillaron)

—¿listo para rendirte?—Peter lo observó desde arriba con los brazos en jarras.

Deadpool suspiró con la mejilla apoyada en el suelo, maldiciendo entre dientes a Weasel. De haber sabido que Peter era el roomie de Storm, jamás habría aceptado el trabajo. Aunque eso último era su culpa por haber olvidado la primera regla del código de mercenarios.

(¿No hablar del código de mercenarios?)

Vale, segunda regla.

[la segunda regla sigue siendo no hablar sobre el código de mercenarios]

Como sea, pensó, sacudiendo la cabeza. Eso solo había sido el calentamiento. Ahora si, máximo esfuerzo.

—lo admito. Fue mi culpa por subestimarte—apoyó ambas manos en el suelo, impulsándose hacia arriba para incorporarse. Una vez de pie, reafirmó el agarre sobre ambas katanas—¿Te parece si empezamos de nuevo, baby boy?

El apodo abandonó su boca con la misma naturalidad con que hubiera dicho su nombre. Ni siquiera notó el modo en que lo había llamado hasta que se fijó en la reacción de Peter, que por primera vez paró de sonreír.

—nadie me llama así—espetó con cada uno de los músculos en su rostro tensos.

Wade sonrió debajo de la máscara. Al menos aún sabía que nervios tocar para obtener una reacción real.

—demasiado tarde, baby boy, porque ese será tu apodo de ahora en adelante y...

—te lo advierto. No me gustan los apodos.

—nada de lo que digas hará que cambie de opinión, baby boy...

Antes de que pudiera terminar lo que estaba diciendo, Peter levantó la pierna y por segunda vez lo pateó en el abdomen, mandándolo devuelta al suelo.

[Está barriendo el piso con nosotros]

—realmente no tengo tiempo para esto—se quejó cuando su celular repiqueteó por la llegada de un mensaje.

—yo tampoco—Wade se incorporó, sosteniéndose del escritorio y la pared para evitar trastabillar. Podía ver estrellas encima de su cabeza, pero se las apaño para mantener una postura relajada—¿Te parece si lo consideramos un empate y me dejas ir con una advertencia?

—dudo que una advertencia sea suficiente para ti, Deadpool.

—mis amigos me llaman Pool.

—¿se supone que ahora somos amigos?—arqueó una ceja.

—podríamos serlo.

—no me hago amigo de mercenarios—entrecerró los ojos, afilando ambos extremos de su sonrisa.

—es una lástima—levantó las katanas—¿segundo round?

Peter suspiró.

La pelea hubiera podido extenderse por al menos unas cuantas horas de no ser por la mala pasada que le jugaron las cajas. Fue apenas un segundo en el que Wade se distrajo para contestarle algo a Yellow, pero solo eso bastó para que Peter saltara sobre su cabeza y le clavara un objeto puntiagudo entre las costillas.

—¿me acabas de apuñalar?—chilló estupefacto, llevando una mano hasta su espalda para palpar el objeto que sobresalía de su piel—¿Qué carajos? ¿no se supone que eres de los buenos?

—¿te parece que luzco como uno de los buenos?—abrió los brazos. Su pecho subía y bajaba con fuerza, aunque su rostro carecía del rubor característico tras una pelea—Además, ¿no se supone que eres inmortal?

—¿y?

—pues, no es como si te fueras a morir ¿o si?

[creo que lo amo]

—¡eso no significa que esté bien!—cerró la mano sobre el mango del objeto y lo retiró de rapidez, apretando los dientes para evitar gritar.

Decenas de personas habían muerto por mucho menos, pero Wade se dijo una vez más que no lo iba a lastimar.

[gallina]

—tu matas personas por dinero—Peter lo señaló, torciendo la boca en un mohín—No eres mejor que yo.

(Auch)

—¿y por eso tenía que apuñalarme?

Peter encogió los hombros, quitándole peso al asunto mientras pasaba ambas manos por el contorno de su camisa. No parecía interesado en nada de lo que Wade pudiera decir, pero aún así mantuvo un ojo sobre él al inclinarse sobre la repisa para tomar el celular y llevárselo a la oreja después del tercer timbre.

(¿Ahora qué?)

[Podríamos apuñalarlo devuelta]

Deadpool viró los ojos, bajando la mirada al objeto en su mano. Esperaba encontrarse las llaves de un auto o un llavero con la torre Eiffel en miniatura, pero en su lugar encontró una vieja y desgastada navaja.

Sus iniciales talladas al reverso del mango le confirmaron que se trataba de la misma que le obsequió a Peter cinco años atrás. Honestamente, ni siquiera se acordaba de la navaja, pero algo en su pecho se calentó al comprobar que Peter la había conservado después de tantos años y que incluso la cargaba con él.

No se consideraba materialista, pero tan pronto su mano se cerró sobre la navaja supo que no estaba dispuesto a regresarla. Había sido su navaja primero y lo justo era que volviera a serlo ahora que no tenía nada más en el mundo.

(Algo no esta bien)

—tienes razón. No tiene sentido que la haya guardado.

(no, tonto. Me refiero a que algo en serio no está bien. Me siento observado)

[Sí, yo también lo siento]

(Creo que hay alguien más aquí. No puedo pensar)

—por fin—masculló Peter bajo su aliento. Al levantar la cabeza, Wade le vio teclear algo sobre su celular—Tu transporte llegó.

(Tenemos que irnos)

[Wade, sal de ahí]

Habían pocas cosas que ponían a las cajas ansiosas. La primera sucedía cuando llevaba mucho tiempo sin salir del apartamento. Eso las volvía locas, pero no en un sentido literal. La segunda, sin embargo, era un poco más complicada e iba de la mano de un telepata en silla de ruedas.

Wade apretó los dientes al sentir un pinchazo en su sien. No era ajeno a la sensación de alguien más en su cabeza, pero desde que aprendió la diferencia entre las cajas y cualquier otra persona, se volvió receloso con quienes dejaba entrar a sus más profundos pensamientos.

Afortunadamente, su cabeza estaba lo suficientemente jodida para Charles Xavier y sus intentos de control mental. El líder de los x-men era brillante, pero incluso él tenía problemas para establecer contacto con el cerebro de Wade debido al estado en que se encontraba. Demasiadas voces y pensamientos deteriorados para una mente tan sensible como la de Xavier. Aunque podía leer la mayoría de lo que pensaba, tenía problemas para controlarlo como al resto de sus minions de traje amarillo.

—no puedo creer que llamaras a los X-men—Wade guardó las katanas devuelta en su estuche, caminando de espalda hacia la ventana. Hydra podría contratar a otro conejillo de Indias para hacer el trabajo sucio, pero él no se arriesgaría a terminar con una camisa de fuerza otra vez—¿Qué pasó con los vengadores? ¡No puedes reemplazar a tu familia! ¿Qué pensaría Toreto si te viera?

—tranquilízate. Charles solo quiere hablar contigo—Peter estiró ambas manos en señal de que guardara la calma.

Wade negó.

—ya he escuchado eso antes—miró la navaja antes de guardarla en uno de los orificios del traje. Por el rabillo del ojo vio a Peter fruncir el ceño—Lo siento, baby boy, pero tendremos que continuar esta charla en otro momento.

Antes de que el sentido arácnido de Peter le advirtiera lo que pensaba hacer, Wade pateó el escritorio a sus pies y saltó por la ventana.

Para el momento en que recordó que se encontraba en un pent-house y que no cargaba un paracaídas fue demasiado tarde.

***

—¡eres una rata vil y traicionera!—Wade tomó a Weasel por el cuello de la camisa, botando un par de vasos al limpiar la barra con la mejilla del cantinero—¡debería hacerle un favor al mundo y matarte!

Weasel intentó decir algo, pero Wade volvió a jalarlo del cuello como si se tratara de una muñeca de trapo. Fue entonces que Dopinder apareció del cuarto de aseo al otro lado de la barra, sujetando un trapero como si se tratara de un bate de beisbol.

—¿Qué ocurre?—exclamo, mirando con ojos desorbitados la navaja en el cuello de Weasel y después al mercenario—Por favor, no, señor Pool. Me tomara toda la noche limpiar la barra. La sangre es imposible de sacar.

(Podríamos ayudarle a limpiar)

Wade viró su mirada entre Weasel y Dopinder antes de exhalar un gruñido molesto y retroceder, guardando la navaja en el cinturón.

—el único motivo por el que sigues con vida es porque Dopinder ya tiene suficiente trabajo.

Weasel se incorporó a duras penas con una mano en su cuello mientras con la otra acomodaba los lentes sobre su rostro. Lucía desaliñado y un tanto molesto, pero no había un rastro en sus ojos que indicara que estaba asustado.

—¿Qué pasó?—preguntó con dificultad, tomando asiento en el banquillo tras la caja registradora al tiempo que Dopinder apoyaba una mano en su hombro.

—pasó que eres un vendido y un traidor. ¿Cuándo pensabas decirme que el roomie de Storm era el maldito Peter Stark-Rogers?—cruzó los brazos, molesto—Por tu culpa estuve a nada de cruzarme con Charles Xavier. ¿Siquiera te das cuenta del lio en que me metiste?

—oh, vamos, estoy seguro de que no pudo ser tan malo.

—Peter me apuñaló, Weasel. Me apuñaló justo después de venderme a los x-men.

—¿te apuñaló?—repitió, frunciendo el ceño. No era común que los vengadores utilizaran ese tipo de modalidades a menos de que fuera estrictamente necesario. Era lógico pensar que Spiderman se regiría bajo las misma reglas—¿Qué demonios? ¡Los héroes no pueden apuñalar! Va en contra de su naturaleza.

—¡ya lo sé!—frustrado, se sentó con fuerza en el taburete y tomó cualquier vaso que tuviera un poco de alcohol antes de arrojárselo al rostro y beberlo a través de la mascara—No entiendo que hace con Storm. Siempre pensé que se iría con Osborn a alguna isla desierta donde nadie pudiera joderles la vida o lo que haga la gente rica para pensionarse.

—¿se refiere al señor Harry Osborn?—Dopinder intercaló su atención entre Weasel y Wade, apretando el agarre en el hombro del primero. De manera casi imperceptible, Weasel enterró su codo en el estomago de Dopinder, pero la agresión no lo detuvo de seguir hablando—Señor Pool, pensé que estaba enterado. El señor Osborn y el señor Peter no han hablado en años.

—¿a qué te refieres con que no han hablado en años?—confundido, arqueó una ceja debajo de la mascara al tiempo que se inclinaba sobre la barra para hablar en voz baja. No se olvidaba de que Weasel estaba al tope de su lista de pendientes, sin embargo, pensó en darle un descanso antes de cortarle los dedos de la mano—Supuse que Peter eventualmente le perdonaría por todo el asunto con su variante. Después de todo, el Harry Osborn de esta dimensión no tuvo nada que ver con lo que le pasó a Tony Stark.

Weasel y Dopinder volvieron a mirarse entre ellos.

—es un poco más complicado que eso—Weasel se aclaró la garganta, sacando de debajo de la barra un celular para teclear algo en la pantalla—Osborn lleva internado en un hospital psiquiátrico desde hace tres años.

(¿Cómo dices que dijiste?)

—¿qué?

—el sujeto perdió la cabeza—estiró el celular con la pantalla en una noticia de hace unos años. En la cima tenía una imagen de Harry Osborn apresado con una camisa de fuerza, mientras lo subían a la parte trasera de una patrulla. Detrás de él se podía ver la figura del hombre araña cruzados de brazos—La versión oficial es que su papá comenzó a experimentar con él. Le ponía medicamentos en la comida que alteraron los químicos en su cerebro hasta que se volvió loco y decidió aterrorizar New York vestido de duende. Spiderman lo detuvo, pero Osborn alcanzó a llevarse consigo a un buen numero de personas. Entre ellos a la hija del capitán de la policía—se giró hacía Dopinder, que observaba atento la reacción de Deadpool. A Wade le dio la impresión de que se habían hecho cercanos en el tiempo que estuvo lejos, pero estaba demasiado estupefacto para decir algo al respecto. Sus ojos no paraban de escanear la imagen a blanco y negro de Osborn, que tenía el rostro desencajado, como si estuviera gritando algo—¿Cómo era que se llamaba? La hija del policía que murió un año antes peleando contra el lagarto. Sé que el apellido era Stacy, pero no logro recordar su nombre.

—Gwen—respondió Wade antes de que Dopinder siquiera pudiera pensarlo. No había pensado en ella desde que se fue de New York, así que le sorprendió la facilidad con que lo recordó. Lo único que sabía de Gwen era lo que Peter le había contado y en general todo fueron halagos y suspiros—Se llamaba Gwen Stacy. Estudiaba con Peter.

—sabía que empezaba por g—Weasel chasqueó los dedos, molesto por no recordarlo primero—en fin, Osborn terminó en Ravencroft y lo único que se sabe es que Stark-Rogers está financiando su tratamiento, pero que jamás va a visitarlo. Creo que las únicas personas que van son su mayordomo y una actriz de broadway, aunque ella también dejó de visitarlo después de que la contrataran para una película en Los Ángeles.

[Por supuesto que iría a acabar en Ravencroft]

(si es cierto que está ahí, no me sorprendería si sale más loco de lo que entró)

[Nadie sale de Ravencroft]

(Nosotros lo hicimos)

[¿Seguro?]

—suficiente—chistó, virando la cabeza antes de centrarse devuelta en Weasel—¿Qué pasó con Norman Osborn?

—en la cárcel. Stark-Rogers se aseguró de que le dieran cadena perpetua y después compró Oscorp. Tengo entendido que puso al monstruo de Banner a cargo.

—no le digas así—Wade entrecerró los ojos.

—ahora todos le dicen así, señor Pool. Desde que hizo fusión con Hulk, se volvió una celebridad de las grandes. Es incluso más famoso que el señor Peter.

—¿fusión con Hulk?—repitió Wade, frunciendo las arrugas en su frente al tiempo que Weasel resoplaba entre dientes que nadie era más famoso que Peter—¿Por qué apenas me entero de todo esto?

—porque vives en una burbuja de autocompasión y lastima—Weasel se puso en cuclillas para recoger los vasos rotos en el suelo—Siempre que intentamos decirte algo, te cierras. Ya ni siquiera recuerdo la última vez que hablamos de algo que no fuera una misión.

—lo que el señor Weasel intenta decir es que no ha sido fácil hablar con usted desde que se fue de New York. Es como si fuera una persona completamente diferente.

Wade viró los ojos. Ahí iban de nuevo. No necesitaba que la palabra "intervención" estuviera escrita encima de su cabeza para saber que tanto Weasel como Dopinder tenían planeado todo un discurso para que hablara de sus sentimientos y la caída en picada que había sido su vida desde que Francis hizo emerger su mutación.

(ow, se preocupan por nosotros)

[Deberíamos matarlos]

—volviendo a lo realmente importante, ¿hay algo más que debería saber antes de irme de New York?

Dopinder asintió.

—el señor Peter está saliendo con un periodista llamado Eddie Brock.

—me refería a algo relevante—masculló entre dientes.

—espera, ¿Cómo que te vas?—intercedió Weasel, golpeándose en la cabeza con la barra al incorporarse. Adolorido, se llevó una mano a la coronilla antes de blandir un dedo acusador hacía Wade—Aun no has terminado la misión con Hydra. ¡No puedes irte!

—lo siento, Weas, pero es tu pellejo el que está en juego, no el mío—encogió un hombro, librándose de toda responsabilidad—Agradece que no hago el trabajo de Hydra y te cortó en pedacitos por utilizarme de esa manera. Sabias que no quería encontrarme con Peter y aun así me sugeriste para el trabajo. ¿Qué clase de amigo eres?

—un amigo con deudas que pagar y un bar lleno de incompetentes. Oh, no me mires así. Desde que te fuiste, el negocio decayó bastante. Ya nadie confía en nosotros para hacer el trabajo díficil. Con tantos súper héroes es imposible hacer un trabajo de calidad a menos de que tengas a otro súper y ahora que tú eres un mutante, eres nuestra mejor jugada—se detuvo al notar la tensión en los hombros de Wade, que dio media vuelta para dirigirse a la salida—Mira, admito que estuvo mal lo que hice. Debí decirte que se trataba de Peter, pero solo te mande porque jamás pensé que fueran a encontrarse. Se suponía que Stark no llegaría hasta mañana.

Wade negó, girando sobre sus talones para apuntarle con el dedo.

—pues, te equivocaste y ahora por tu culpa los x-men saben que estoy aquí. ¿Siquiera te imaginas el problema en que me has metido? ¿o por qué no llamas a Kraven y le dices que tiene una última cacería a la orden?

Weasel resopló en voz alta, cruzándose de brazos. Detrás de él, el rostro de Dopinder se distorsionó en una mueca paniqueada, pero ninguno de los dos le prestó atención.

—¿y qué harán los x-men, eh?—gritó Weasel—¿Entrar al bar y llevarte a la fuerza?

—es precisamente lo que haremos.

Wade se sintió empequeñecer al momento que la figuró de Coloso apareció detrás de él. Su sombra era imposible de confundir con esos hombros de metal formidos y la cabeza cuadrada. Ni siquiera tuvo la necesidad de girarse para comprobarlo, sin embargo, decidió disipar sus dudas y con una mano viajó por la pierna del mutante hasta el bulto entre sus pantalones.

—¿papá?—bromeó para aliviar la creciente tensión entre ellos. La última vez que vio a Coloso, le salpicó el rostro con sangre al cortarse la mano y dudaba que el mutante fuera a caer con el mismo truco una segunda vez (¿o era la cuarta?)—¡Coloso! Mi viejo amigo, ¿Qué tal todo? ¿Cómo están los niños?—abrió los brazos, encarando al mutante de metal con una sonrisa que no engañaba a nadie—con los niños me refiero a Negasonic Teenage Warhead y a Yukio.

—suficiente, Deadpool—cruzó los brazos—El profesor quiere hablar contigo.

—¿McAvoy o Stewart?—cruzó los brazos también.

El bar se sumió en un profundo silencio. Para nadie era un secreto la existencia de personas con habilidades especiales, e igual que con los super héroes, la mayoría lo aceptaba, pero había algo sobre los mutantes que les hacía perder los nervios. Quizás era su anatomía fuera de lo normal, como en el caso de coloso o el color de su piel, si te llamabas Mystique, pero los mutantes siempre hacían que las personas dieran un paso atrás.

—basta con las bromas. Vas a venir con nosotros, quieras o no—Intercedió Erik Lensher con su característico sombrero y gabardina.

Wade se lo reconocía: Su simple presencia era aterradora. Erik imponía respeto hasta a un radio de distancia y las historias que le precedían no eran para irse a dormir.

Como si no fuera suficiente tener al Adolf Hitler de los mutantes entre ellos, Coloso había traído consigo a Jean Grey, también conocida como la consentida de Charles Xavier.

—en la salida están Storm y Quicksilver. Acéptalo, Deadpool, estás rodeado—recalcó Jean después de dar un rápido vistazo a sus pensamientos. Igual que Charles, ella podía entrar y salir de su cabeza, pero era limitado su acceso antes de que las cajas la echaran.

A Wade le agradaba el velocista. Le gustaba su aura de chico rebelde y desinteresado por la vida. Sin embargo, dudaba que la conversación de cinco minutos que forjaron antes de que Xavier lo internara a un manicomio fuera a servirle de algo para salir de ahí.

—mantente fuera de mi cabeza—gruñó, mirando a su alrededor en busca de una salida.

Podía dispararse en la cabeza y volverse a disparar hasta que eventualmente los x-men se cansaran de esperar a que reviviera una y otra vez. Sonaba a un buen plan. Solo tenía que alcanzar la pistola en su cinturón y...

—o podríamos arrastrar tu cuerpo hasta la mansión y encadenarte a una camilla en lo que vuelves al mundo de los vivos—Jean sonrió, acomodando un mechón de cabello tras su oreja.

Deadpool odiaba lo perfectamente perfecta que lucía para ser otra lunática que escuchaba voces en su cabeza. La única diferencia entre ellos era que Jean podía controlar cuando escuchar las voces y él no. Bueno, y que tenía piel perfecta. Y un novio perfecto. Y vivía en una mansión perfecta.

Estúpida niña perfecta.

[Ella me agrada]

(Pensé que no nos gustaban los x-men)

[Me gusta cualquier persona que ponga a Wade de malhumor]

—¿otra vez está hablando con las voces?—Erik miró por encima del hombro a Jean, que asintió mientras pulía sus uñas con una lima—Genial—resopló en voz baja, pasando una mano por sus ojos con cansancio—Es por esto que jamás vengo a estás cosas. Siempre hay alguien con voces en la cabeza. ¡Me tienen harto!

—ey, para empezar, tú eres el que se casó con el telepata que escucha los pensamientos de los demás sin su permiso—Wade lo señaló, tan ofendido como las cajas, que iniciaron una disputa por ver quien insultaba más rápido al mutante—Si tanto te molestan mis voces, ¿Qué haces aquí, eh? New York tiene cientos de mercenarios a su servicio—abrió los brazos, girando la cabeza de un lado a otro encima de sus hombros para enfatizar su punto. No necesitaba hacer contacto visual con nadie para saber que la atención de todos estaba sobre ellos—Literalmente estamos en un bar lleno de Mercenarios, ¿ven? Cualquiera aquí mataría al presidente por una cochina tasa de café.

—estamos aquí porque el profesor te quiere a ti—Coloso dio un paso al frente, reemplazando su expresión molesta por una comprensiva e incluso empática, capaz de descongelar hasta el corazón más frio. Wade quiso vomitar. Casi podía escuchar el discurso de "hay cuatro o cinco momentos para ser un héroe" repetirse en su cabeza—Él vio algo especial en ti y cree que con el acompañamiento correcto podrías hacer mucho bien. Incluso podías ser parte de los x-men algún día.

Deadpool se llevó una mano al estomago mientras con la otra se golpeaba en la rodilla, expulsando una ruidosa pero falsa carcajada. La última vez que Charles Xavier intentó encaminarlo con las personas correctas, terminó amordazado y con una tercera voz en su cabeza que le pedía matar a todos los super héroes habidos y por haber.

—¿sí? Pues dile a el profesor que puede venir aquí y chuparme la...

—suficiente—Erik cerró el puño y las katanas en el traje de Deadpool salieron disparadas como resortes, dando una pirueta en el aire antes de atravesar al mercenario en ambas piernas. Wade chilló de dolor, cayendo de rodillas al suelo—Jean, ponlo a dormir. No lo soporto ni un segundo más.

—Erik, creo que deberíamos hablarlo antes—Coloso se inclinó junto a Wade, que continuaba mascullando entre dientes lo mucho que les odiaba.

No importaba donde estuviera, siempre había alguien que se creía con el derecho para lastimarlo solo porque tarde o temprano se recuperaría. Era molesto. Que tuviera un factor regenerativo avanzado no hacía menos dolorosas las heridas, ni le curaba de tener que desangrarse hasta morir.

La peor parte era tener que encontrarse con su ex. No Vanessa. Por desgracia, jamás se había cruzado con Ness en su tour hacía la otra vida. Shiklah, por el otro lado, siempre estaba disponible cuando estiraba la pata.

—acabo de apuñalarlo. Dudo que haya algo más de que hablar—Erik les dio la espalda, chasqueando dos dedos junto a su cabeza antes de salir del local con la gabardina balanceándose de un lado a otro—Jean, aprovecha que esta débil y duérmelo. Le prometí a Charles que volveríamos antes de las doce.

Lo último que Wade escuchó antes de perder la consciencia fueron los gritos indignados de Dopinder, acusándolos de secuestro y amenazándolos con llamar a la policía antes de que Weasel le rapara el celular de las manos y le pegara en la cabeza con el palo del trapero. Luego todo fue silencio.

Chapter 4: III. Caballo de troya radioactivo

Chapter Text

La primera vez que Wade fue a la academia Xavier para jóvenes especiales tenía 31 años y llevaba un par de meses lidiando con las cajas en su cabeza.

Había matado a Francis hace menos de un mes, pero la invitación de Coloso para que se uniera a los x-men y rehiciera su vida lo mantenía despierto día y noche.

Incluso ahora seguía sintiendo un nudo en la garganta cada vez que debía llamar a los x-men por refuerzos, pero después de perderlo todo hace cuatro años, supo que no tenía de otra que pedir ayuda. Muchas veces pensó en llamar a Weasel, pero le bastó con verse al espejo para cambiar de opinión. La idea de buscar a Al también cruzó su cabeza, pero que su mejor opción se tratara de una anciana ciega y con demencia senil lo hacía sentir incluso peor.

Entre todas las ideas que cruzaron por su cabeza, visitar a Peter jamás fue una opción. Peter era de los buenos, siempre lo había sido, ¿pero él? Mucho antes de que el cáncer lo tumbara en una camilla y la mutación le pudriera la piel, su vida se había reducido en una serie de interminable tragedias y no estaba dentro de sus planes arrastrar a Peter con él.

De modo que cometió el segundo error más grande de su vida y acudió a Xavier en busca de ayuda. Al principio fue agradable. Incluso le dio permiso al télepata para que entrara a su cabeza e intentara deshacerse de las cajas, pero en vista de que White y Yellow no pensaban irse a ningún lado y que la cordura de Wade decaía por cada día que pasaba, Charles optó por recluirlo en Ravencroft.

Por supuesto, nadie contaba con que el terapeuta a cargo terminaría siendo un loco psicópata con el afán de erradicar a toda la raza de mutantes y súper héroes, pero el Baron Zemo siempre había sido escurridizo y de algún modo hizo aparecer una tercera voz en su cabeza con sed de sangre y matanza.

Al final, Wade escapó y logró deshacerse de la voz, pero de vez en cuando aún podía sentirla al fondo de su cabeza, mascullando malévolos planes para acabar con el universo.

Así que estar devuelta en la mansión, sentado en la ostentosa, pero aburrida oficina de Charles no lo hacía sentir mejor. En especial porque tanto sus manos como sus piernas se encontraban esposadas a una silla de metal, igual a los de un presidiario que espera en la silla eléctrica.

(Podríamos escapar por la ventana)

—ya revise. Storm está haciendo guardia afuera.

[¿Qué hay de los ductos de ventilación?]

—sellados.

(¿La puerta?)

—cyclops.

(Rayos)

[eso es tu culpa]

—¿mi culpa?—escupió, indignado—Fueron ustedes los que me distrajeron en primer lugar.

[si hubieras matado a Pe...]

—ya te dije que no digas su nombre.

[Si lo hubieras matado cuando te dijimos, habríamos ido por la información y escapado a tiempo]

(Tiene razón)

—nada de esto es mi culpa. Si algo, yo soy la victima.

[aquí vamos de nuevo]

—oh, no lo digas como si me estuviera quejando. Y si lo hiciera, ¿qué? ¡Todo esto es una mierda!

[Tu vida era una mierda mucho antes de que nosotros apareciéramos]

(White, no seas duro con él. Tuvo un día difícil)

[Nosotros también tuvimos un día difícil]

—antes de que ustedes aparecieron, mi vida estaba bien. Bueno, no estaba bien, pero al menos era normal. Podía pensar y salir y hacer cosas por mi cuenta sin volverme loco. Ahora no. Ahora ni siquiera recuerdo como se siente tener respeto por mí mismo.

—lamento que te sientas de ese modo, Wade.

El mercenario enmudeció, girándose hacía la puerta por donde acababa de entrar Charles Xavier en su silla de ruedas.

—no quiero tu lastima.

—no es lastima, aunque comprendo que la confundas con la empatía—Charles se detuvo al otro lado del escritorio al fondo de la oficina—¿Quieres hablar sobre el elefante en la habitación o vamos directo al grano?

(Que susto. Por un momento pensé que yo era el único que veía el elefante)

[¿Cómo sabe que tenemos un grano si tenemos la mascara puesta?]

—está hablando en sentido figurado. Luego se los explicare—murmuró entre dientes, suspirando al final—Ve al grano, Charles. Ya me quitaste demasiado tiempo.

Charles asintió, deslizando una mano sobre el control remoto en el escritorio para encender el televisor.

—¿reconoces este lugar?—Charles hizo zoom en la imagen de lo que parecía ser una escuela por los niños agrupados en la entrada con uniformes iguales. Wade negó, derritiendose en la silla, aburrido—Es el Orfanato Carpenter para mutantes. Cuando los padres descubren que sus hijos poseen el gen X y sienten que puede salírseles de control, los internan hasta que cumplen dieciocho años. Muchos de ellos se quedan ahí toda su vida.

—nunca escuche de él.

—era secreto hasta hace unos años. Ahora cuenta con el permiso del gobierno para operar bajo la supervisión de DAM, también conocida como el Departamento de Asuntos Mutantes. Es decir que operan bajo su propia jurisdicción, aunque deban rendirles cuentas al Estado sobre la tasa de mutantes que reciben semestralmente.

Wade asintió en señal de que estaba prestando atención, aunque en su cabeza no podía parar de preguntarse que tenía que ver él con todo eso

Había sido un niño huérfano hace veinte años, así que dudaba que el uniforme fuera a quedarle en caso de que el plan de Charles consistiera en infiltrarlo.

—lo siento, Charles, pero hasta ahora lo único que he escuchado es: blah, blah blah y otro poco más de blah—abrió y cerró su mano encadenada a la silla, imitando el movimiento de una boca—Pensé que habíamos acordado que irías al grano.

Charles cambió la imagen del orfanato por la de un hombre vestido en traje, saliendo del orfanato con el teléfono en la mano. A simple vista parecía un sujeto cualquiera con los ojos saltones y la barba de candado hasta la barbilla, pero el instinto de Wade le indicó que viera un poco más allá de la superficie.

Había visto cientos de sujetos iguales a lo largo de su vida. A simple vista parecían inofensivos, pero eran de los que escondían cadaveres bajo la alfombra.

En el orfanato donde estuvo después de que su papá decidiera morirse de una sobredosis, solían haber docenas de ellos, camuflados entre las sombras e incluso ahora seguía dándole escalofríos recordar sus manos huesudas y cuencas vacías.

Las cosas que sujetos así podían llegar a hacer no era algo para tomar a la ligera, sobre todo cuando habían menores involucrados. Y si había algo que ponía a Wade al limite era cuando habían niños de por medio.

—hace una semana, uno de los niños que estaba viviendo en este orfanato escapó y acudió a nosotros por ayuda. Dijo que el director del Orfanato, Victor Carpenter III—hizo zoom en la imagen para que Wade pudiera detallar mejor en las facciones del hombre de cabello castaño y ojos cafés—Estaba aplicando métodos de tortura y subversión para controlar el gen mutante. Al parecer, está intentando crear una cura a base de experimentos con estos niños.

—¿por qué nadie lo ha reportado?

—mi escuela es la única otra institución que acoge mutantes. Cuando declare el caso con DAM, pensaron que intentaba sabotearlo.

El estómago de Wade pegó una sacudida. No quería saber nada de orfanatos ni directores que aplicaban métodos de tortura. Ya había tenido suficiente para toda una vida con el tiempo que estuvo en manos de Francis y el Baron Zemo.

—¿Qué hay de los padres? ¿No se dan cuenta de que sus hijos están siendo maltratados?

—si lo hacen, no les importa—apretó los labios, cambiando de imagen una última vez. Se trataba de un anuario con las fotos de decenas de niños entre los cuatro a dieciocho años—Estos niños están completamente solos, Wade. Nosotros somos todo lo que tienen.

(Nosotros me suena a multitud)

Wade suspiró, intercalando su mirada entre Charles y el televisor, donde los ojos de cientos de niños parecían estar mirándolo fijamente.

[¿no estarás considerándolo, cierto?]

—exactamente, ¿Qué es lo que quieres que haga?

[Lo estas haciendo]

—solo necesito que hagas unas cuantas rondas de vigilancia hasta obtener la información suficiente para demostrar que son culpables. Sé que solías estar en las fuerzas armadas, así que no será un problema para ti infiltrarte dentro del orfanato si es necesario. Lo importante es que nadie dentro o fuera sepa que estás trabajando en el caso.

(¡Wade, no! Recuerda lo que nos hizo)

[No puedo creer que voy a decir esto, pero Yellow tiene razón. No podemos confiar en él]

Irritado, viró la cabeza de un lado con la intención de romperse el cuello. Necesitaba un poco de calma en su cabeza para tomar una decisión, pero con las cajas hablando al mismo tiempo, le era imposible encontrar una espacio para pensar.

Por un lado, era consciente de que Yellow podía tener razón y que Charles solo intentaba apelar a los pocos valores morales que conservaba hasta que bajara la guardia. Por el otro lado, no podía hacer la vista gorda ante lo que estaba pasando frente a sus ojos. Si era verdad que esos niños estaban sufriendo algún tipo de abuso dentro del orfanato, no habría nada en el mundo capaz de detenerlo de hacerlo cenizas junto a su director.

—¿por qué yo?—preguntó entonces, enderezando la espalda en la silla. Aún podía escuchar a White y Yellow intentar disuadirlo, pero se decidió a ignorarles—No soy un héroe, Chales. Ni siquiera me interesa el bien común. No tiene sentido que me elijas a mí por encima de tus preciados x-men.

Charles lo analizó por un instante antes de contestar. A pesar de que Wade no podía sentirlo dentro de su cabeza, tenía la sensación de que todos su secretos se encontraban al descubierto.

—porque sé que nadie hará un trabajo mejor que tú—oprimió un par de teclas sobre el teclado y automáticamente las esposas de la silla de Wade se abrieron—Hay mucho más en ti de lo que crees. No solo hay dolor y ira. También hay bondad. Que hayas perdido el camino no significa que todo esté perdido, solo necesitas recordar que cosas son las que verdaderamente importan.

[Solo intenta manipularte. Sabes que no confía en nosotros]

—todavía no he dicho que sí—espetó tanto para Charles como para las cajas, poniéndose de pie con una mano alrededor de su muñeca, mientras masajeaba la zona—Necesito comprobarlo por mi cuenta antes de aceptar.

—por supuesto—asintió Charles, girándose hacía el monitor del computador—Te enviare un correo con la dirección junto a un adelanto a tu cuenta bancaria para que termines de considerarlo.

—¿me pagaras?

—¿pensabas hacerlo gratis?—arqueó una ceja. Wade no contestó. Le era embarazoso admitir que no había pensado en cobrar ni una sola vez desde que Charles comenzó a hablar—eso creí.

Dando por sentado que la conversación había llegado a su fin, Wade rodeó la silla de camino hacía la puerta, distraído con la conversación entre White y Yellow sobre todo lo que podía salir mal.

—una cosa más—llamó Charles antes de que pudiera salir. El telepata ya le estaba mirando cuando Deadpool le encaró—Hay otra persona interesada en este caso. Al igual que tú, estuvo por un tiempo dentro de un orfanato y su influencia podría ser de gran ayuda. Así que es probable que se encuentre contigo para iniciar las rondas nocturnas.

(¿Batman?)

[Es probable que sea Daredevil. Necesitamos un abogado de nuestro lado]

(¡Equipo rojo!)

—¿le conozco?

Charles lo pensó por un momento antes de negar.

—sería la primera vez que trabajan juntos.

Wade suspiró, abriendo y cerrando las manos hasta que el cosquilleo en la punta de sus dedos desapareció.

—dile que iré esta noche. Si voy a aceptar, necesito saber con quienes estoy tratando primero.

Xavier asintió, indicándole con un asentimiento que era libre de irse.

***

Wade decidió que si bien iba a quedarse en New York por otras 24 horas, estaría en un lugar que no apestara a sangre y deshechos humanos.

La mansión de Xavier no era para nada como su apartamento. En lugar de una simple colchoneta a la que le hacía falta un cambio de sabanas urgente, tenía una basta cantidad de habitaciones donde podría recuperarse hasta que el reloj marcara las diez.

Después de que Charles le diera el visto buena para andar por su cuenta, los demás x-men se hicieron a un lado y le dejaron irse, pero Wade decidió dar un paseo por los alrededores de la mansión. Habían pasado años desde la última vez que estuvo ahí y quería ver cuánto había cambiado, sin embargo, la única diferencia que encontró fue que ahora habían más mutantes que antes.

—¿le robaste la silla al profesor?—Quicksilver apareció detrás de él de camino hacía la cocina. Se había cambiado el traje por una pantaloneta para piscina y una camisa de los Beatles—Hice una apuesta con Kurt de que lo harías.

—¿por qué haría eso?

—lo hiciste la última vez que estuviste aquí.

—¿lo hice?—preguntó inseguro, abriendo y cerrando cajones al lazar hasta encontrar algo que le apeteciera comer—No lo recuerdo.

—también robaste las gafas de Cyclops, pero Rogue te encontró antes de que pudieras venderlas por eBay—Quicksilver saltó sobre la barra y un segundo después apareció junto a Wade con un paquete de gomitas en la mano—¿quieres?—estiró el paquete frente a él. Wade negó y Quicksilver volvió a aparecer en la barra con las piernas cruzadas—¿Dónde has estado?

—viajando.

—¿por qué?

—trabajo.

—¿sigues matando gente?

—sí.

—Jean piensa que eres peligroso.

—tiene razón.

—pero Scott piensa que solo eres un idiota.

—también tiene razón.

—yo creo que estás loco.

—sí, eso también es cierto—encogió un hombro—¿No tienes nada mejor que hacer?

—Logan me pidió que te vigilara mientras estuvieras aquí.

—eh, ahora que lo mencionas, ¿dónde está Wolvie?

—tuvo que ir a una misión, pero volverá mañana. ¿Quieres que le mande un mensaje de tu parte?

—nah, creo que alcanzaré a cruzármelo. ¿Dónde está tu papá?

—afuera. Está ayudando a Hank a reparar el auto.

—¿Qué le pasó?

—lo destruiste de camino hacia acá. Atravesaste el motor con ambas katanas.

Wade río, recordándolo de repente. Su memoria a corto plazo solía ser un problema, pero al menos lo mantenía entretenido.

—¿Quieres hacer algo?—Quicksilver balanceó ambas manos, haciendo aparecer dos controles para jugar en el xbox. Era tan rápido que Wade ni siquiera estaba seguro de si su mutación consistía en ser veloz o teletransportarse—Tengo toda la saga de Resident Evil.

[Este Peter si me agrada]

Wade miró el reloj en la entrada de la cocina, relajando sus hombros al exhalar derrotado. Tenía planeado comer algo y dormir un rato, pero algo le decía que eso no se iba a poder con Quicksilver siguiéndolo a todos lados.

—vale, pero mas te vale no hacer trampa.

Juntos se dirigieron a la sala donde Bobby y Kitty veían una película de acción.

Emma Frost los observaba desde la cima de la escalera, pero sus ojos se desviaron a Wade, haciendo un mohín con los labios al verlo tomar asiento en el sofá.

[Justo lo que necesitábamos. Otra Telepata entrometida]

—hola, pool—Kitty viró una mano, sonriendo con su cabeza apoyada en el hombro de Bobby, que cabeceó a modo de saludo—Ha pasado un tiempo desde la última vez que te vi. ¿Qué has estado haciendo?

—oh, ya sabes. Un poco de esto, otro poco de aquello. Soy alguien por lo general ocupado, Kitty-cat. Nunca encuentro un momento libre para venir a saludar.

—escuchamos que después de Ravencroft, compraste un terreno en Canada y te volviste un ermitaño—Bobby estiró la cabeza por encima de Kitty para verlo a los ojos.

—bueno, eso también.

(Hoy en día todos son críticos)

—vamos a jugar Resident Evil, ¿quieren jugar?—Quicksilver les puso un control en la mano antes de que pudieran contestar. Kitty y Bobby se miraron entre ellos, pero Peter les ganó una vez más al cambiar la película por el intro del juego—¡Genial!

Deadpool desvió su atención hacía las escaleras, pero solo encontró a un par de mutantes hablando entre ellos. Sin embargo, la sensación de que alguien había estado rondando por su cabeza no lo abandonó hasta muchas horas después.

***

El orfanato Carpenter para mutantes estaba alejado del centro de la ciudad. Sin embargo, había un par de edificios cerca desde donde Wade podía observar en la azotea lo que ocurría tras las rejas de la institución.

A simple vista le seguía pareciendo un colegio cualquiera, mucho más pequeño que la mansión de Charles. No obstante, por la numerosa cantidad de guardias que resguardaban tanto el interior como el exterior de la institución, supuso que se regía bajo un riguroso toque de queda. Eso y que en los cuarenta minutos que llevaba sentado en la orilla del edificio no había visto ni un solo mutante.

Mientras esperaba, se tomó la tarea de revisar el archivo que Charles le había enviado más temprano con la biografía del director del orfanato. En general, la información se resumía en la influencia de los Carpenter en contra del movimiento mutante y las numerosas inversiones que habían hecho a lo largo de los años para hallar una cura del gen X.

No era información del todo útil, pero le ayudó a crear un perfil de Carpenter en su cabeza. Sobraba decir que hasta el momento no le gustaba como pintaban las cosas.

(Escuche algo)

—seguramente fue White.

[No fui yo]

—entonces fue el viento—chistó, deslizando el dedo por la pantalla del celular hasta dar con la foto del director.

(¡Ahí está! Otra vez lo escuche)

[Pues yo no he escuchado nada]

—ya te dije que es el viento, para de...

Fue entonces que lo sintió. La presencia de alguien más en la azotea hizo que enderezara la espalda y guardara el celular en el bolsillo.

A pesar de que el recién llegado no había hecho ningún ruido para revelar su posición, Wade estaba entrenado para saber cuando estaba siendo observado y en ese momento se sentía en el centro del huracán.

—vaya, primera cita y llegas tarde—bramó al cabo de un rato, recogiendo las piernas del borde para incorporarse y encarar a quien suponía sería su compañero. Aunque la idea de trabajar en equipo no estuviera en su top 3 de actividades favoritas, decidió que no le haría mal tener a alguien con quien hablar mientras estuviera en New York. Solo esperaba que no se tratara de ningún mutante en la lista de espera para convertirse en un x-men—Estoy dispuesto a dejarlo pasar si me dices donde puedo encontrar una plantación de marihuana decente...—perdió el hilo de lo que estaba diciendo tan pronto hizo contacto visual con los ojos en la mascara de Spiderman.

Wade esperó que las voces enloquecieran. Que el edificio estallara en llamas. O que al menos la estrella más cercana les cayera encima, pero nada de eso ocurrió.

Por segunda vez en cinco años, lo único que escuchó fue el profundo e intimidante silencio.

—pensé que el traje debía ser rojo y azul—murmuró después de lo que se sintieron horas, a pesar de que solo había pasado un minuto. El modulador de voz en el traje del héroe era otro accesorio imposible de ignorar.

Spiderman dio un paso adelante, permitiendo que la luz de la luna lo bañara de pies a cabeza. A pesar de que la mascara impedía ver su rostro, Wade podía darse cuenta de que tenía el ceño fruncido y los músculos de los hombros tensos.

—lo era hasta que mi ex decidió que un traje negro me iría mejor—dio otro paso adelante. Sus pisadas podían confundirse con el ruido del viento al barrer las hojas en el suelo—Creí que te irías de New York después de tu fracaso con Hydra.

Wade se había quedado atascado en la palabra "ex", inseguro de si se trataba de una broma o si era en serio que alguno de los ligues de Peter sabía acerca de su pasatiempo nocturno.

—hubo un pequeño cambio de planes—aclaró su garganta, señalando el orfanato detrás de él—El profesor me contrató para hacer un poco de trabajo de campo.

Peter tardó un momento en responder y cuando lo hizo, su voz sonó seria, como si acabara de escuchar un chiste que encontraba particularmente ofensivo.

—no.

Wade miró hacía el orfanato y devuelta a Peter sin entender.

—¿Qué quieres decir con no?

—a que no te quiero metido en esto.

(auch)

—¿por qué no?

—porque no—respondió, cruzando los brazos mientras daba otro paso hacia adelante. Incluso con el traje, tenía ese aura de persona ocupada. Daba la impresión de que en cualquier momento sacaría su celular y se iría con la excusa de tener una reunión—mi benefactor fue muy claro con Charles acerca de a quienes podía involucrar en el caso y tú definitivamente no cumples con el perfil.

—bueno, si tienes algún problema, puedes hablar con el profesor porque es él quien me está pagando por estar aquí. Así que, si tienes algo más que decir...

—eres un mercenario.

Wade apretó los dientes, saboreando el sabor de la sangre al morder su lengua con fuerza. ¿Por qué todo el mundo tenía la necesidad de recordárselo? Era consciente de donde salía el dinero con que compraba su comida.

No estaba orgulloso, pero tampoco intentaría excusarse. Nunca nadie le había dado nada gratis y no dejaría que Peter, que había crecido con lujos y una familia que lo amaba incluso cuando se comportaba como un idiota, lo hiciera sentir culpable por hacer lo necesario para sobrevivir.

—sí, eso ya lo sé. ¿Por qué no lo gritas para que los niños en el orfanato puedan escucharte?—replicó igual de enojado a pesar de que su voz se mantenía neutra. No necesitaba gritar para que las personas lo tomaran en serio. Las armas hacían eso por él, pero con Peter parecía tener el efecto contrario—Podría matarte ahora mismo si quisiera.

[Mentiroso]

—dudo que siquiera muevas un dedo sin dinero de por medio.

—oh, créeme que hay mucho dinero de por medio. Tienes muchos enemigos poderosos, Spidey. Sé que la mayoría pagaría bien por tener tu cabeza colgada en su sala de estar—dio un paso adelante, pero el héroe se mantuvo firme en su lugar. Por un segundo, todo se sintió demasiado familiar y extraño a la vez. Wade no necesitaba gritar, pero quería hacerlo. Peter siempre había tenido la capacidad de llevarlo al limite y le preocupaba que estar mucho tiempo con él fuera a nublar su juicio otra vez. Después de todo, no había mayor tipo de intimidad que la de dos personas que sabían exactamente qué botones presionar para sacar de quicio al otro—Tienes suerte de que tenga otro trabajo de que ocuparme.

Sintiéndose de repente hastiado, tomó la decisión de irse para poder descansar, pero apenas fue a dar un paso, Peter le arrojó una telaraña a los pies y se paró frente a él con un dedo sobre su pecho.

—este es mi caso. Fui yo el que encontré al niño y lo llevé con Xavier. Es mi responsabilidad que esos niños estén bien.

Wade levantó ambas manos y asintió en señal de que lo estaba escuchando y que estaba de acuerdo. No quería pelear. A pesar de que les salía natural, nunca le había gustado reñir con Peter.

—lo entiendo y estoy de tu lado.

—¡no! ¡No estás de mi lado!—chilló frustrado, levantando ambas manos. Era irónico lo expresivo que era con el traje puesto en comparación a cuando se encontraba sin la mascara y su rostro permanecía en la misma mueca burlona o aburrida de siempre—Eres un mercenario. No te importa lo que pasé ahí dentro. No realmente. Y en cuanto tengas tu parte del trato, te iras por el siguiente pez gordo. Lo sé y tú lo sabes porque así es como funcionan las personas como tú. Solo les importa llenarse los bolsillos con dinero y ya está.

(creo que nos odia)

[¿tu crees?]

(sí)

[Estaba siendo sarcástico. Es obvio que nos odia]

—ustedes dos, silencio—masculló, sacando la navaja de su bota para después ponerse de cuclillas y cortar la telaraña bajo la mirada del arácnido. Una vez libre, se puso de pie y camino hacía el final de la azotea, seguro de que Peter no lo detendría una segunda vez—como dije, si tienes algún problema, tendrás que hablar con el profesor—gritó por encima del hombro, pasando una pierna seguida de la otra por el borde del edificio—Un gusto conocerte, Spidey. Gran fan de tu trabajo, aunque prefiero el otro traje. Definitivamente resalta más tu trasero.

(Eso salió bastante bien)

—esa navaja le pertenece a Peter Stark-Rogers.

—¿en serio?—sin girarse, Wade viró la navaja de un lado al otro al costado de su cabeza en lo que saltaba al siguiente edificio gracias a la corta distancia que los separaba—Porque las iniciales talladas en el mango dicen lo contrario.

Peter no lo siguió y Wade volvió al apartamento al otro lado de Queens, donde se disparó en la cabeza un par de veces para asegurarse de que en toda la noche no volviera a abrir los ojos.

***

Al día siguiente, decidió ir a la mansión de Xavier para comunicarle su decisión. Estaba enojado de que una vez más alguien lo hubiera engañado para que terminara en una situación con Stark-Rogers de por medio.

¿Por qué nadie podía respetar su decisión de mantenerse al margen? No quería nada que ver con Spiderman o su alter-ego.

Además, ahora sabía que los niños estarían bien con Spiderman involucrado. Definitivamente, no había nadie mejor que Peter para el trabajo, mientras que él solo estorbaría si se quedaba en New York.

A un metro de la oficina del telepata, escuchó lo que parecía ser una acalorada discusión dentro de la oficina. Su mano a centímetros de la perilla quedó congelada en el aire al oír el tono molesto en la voz de Peter.

—¡es un mercenario!—exclamó, y aunque Wade no podía verlo, sabía que estaba dando vueltas de un lado a otro por el sonido de pasos erráticos—¿Qué estabas pensando?

—confío en él. Sé que quiere lo mejor para esos niños tanto como tú.

(¿Estará hablando de nosotros?)

[¿Tú qué crees, genio?]

—shh.

—eso no lo sabes—hubo una pausa. El sonido de pasos se detuvo—¿Siquiera sabes quien es debajo de la mascara? Podría ser un degenerado o peor.

—¿Qué es peor que un degenerado?

—¡No lo sé! El punto aquí es que no sabemos quien es.

—yo sí lo sé. De hecho, sé todo sobre él. Sé que es huérfano al igual que tú y que tiene buenas intenciones, justo como tú.

—pues yo no confío en él.

—tú no confías en nadie, Peter—hubo una pausa llena de silencio. Entonces, la voz de Charles atravesó la puerta—Deadpool, ya puedes pasar.

[Mierda]

(¿Huimos?)

—dudo que sirva de algo—resopló, abriendo la puerta para entrar en la oficina bajo la atenta mirada de ambos. Charles lucía complacido de verlo, pero Peter parecía a punto de arrancarle la cabeza con el abre cartas en el escritorio—Nos esperaba verte tan pronto, baby boy. Supongo que tu eres el benefactor que Spidey mencionó ayer.

Peter lo miró de pies a cabeza. Su rostro era inexpresivo a pesar de que sus ojos permanecían molestos, como dos rendijas que contienen una llama a punto de estallar. Sus labios, apretados en una fina, pero irritada línea, se curvearon en la punta al subir ambas cejas. Por un momento dio la impresión de estar confundido de verlo ahí, pero la sorpresa desapareció de su rostro tan pronto apareció.

—¿Qué tanto escuchaste?

—no mucho. Solo escuche la parte en que me llamaste degenerado.

(Y que no confiaba en nosotros)

—sí, eso también—chasqueó la lengua, cerrando la puerta detrás suyo para entrar a la oficina y sentarse en la silla frente al escritorio. El profesor sonrió leve, pero Wade le ignoró, girando la cabeza por encima del hombro para ver a Peter—¿Spidey te contó sobre nuestro pequeño encuentro el día de ayer? No estaba nada contento de que trabajáramos juntos.

—yo tampoco lo estoy—cruzó los brazos, permaneciendo a una considerable distancia del mercenario—No te quiero en el caso.

—sí, supuse que dirías algo así.

—¿entonces?

Wade se acomodó en la silla, mirando a Charles.

—¿entonces?—replicó con el mismo tono impaciente—¿Qué vamos a hacer? Son dos contra uno.

(No se vale si son la misma persona)

—Peter, ¿te molestaría sentarte para que podamos hablar?—Charles señaló la silla junto a Wade, sonriendo cordial.

Deadpool apretó los labios, suprimiendo la carcajada atorada al fondo de su garganta. Esperaba que Peter hiciera un escandalo y se rehusara, como siempre que se le ordenaba algo con lo que no estaba a gusto, pero la reacción que obtuvo a cambio fue distinta a la que imaginó.

Tras un suspiro, Peter relajó sus brazos y caminó hasta la silla, sentándose con cuidado de no arrastrar las patas contra el suelo. Tenía un traje similar al que le había visto hace dos días a excepción de la corbata y que el reloj en su mano parecía hacer de todo menos dar la hora. En realidad, era un reloj bastante particular, pero Wade se obligó a desviar la mirada antes de que su intrusión llamara la atención del arácnido.

—debo ir a la empresa en una hora, así que debe ser rápido.

—por supuesto—Charles asintió, apoyando ambas mano en el teclado para comenzar a teclear una serie de comandos de los que Wade apenas captó un par de números antes de perder el interés—Peter, creo que te alegrara saber que el niño que Spiderman trajo, despertó y se encuentra estable. De hecho, preguntó por Spiderman. Quiere agradecerle por haberle salvado.

—se lo haré saber—asintió, entrelazando las manos encima de su regazo sin cambiar de expresión—¿Es posible que hable con él? Me gustaría hacerle algunas preguntas.

Charles lo pensó un momento antes de asentir, volviendo su atención al monitor.

—no veo porqué no. Siempre y cuando lleves a Deadpool contigo.

Peter se tensó a su lado. Aunque no podía verlo, físicamente sintió todos los músculos en su cuerpo contraerse y la manera en que sus cuerdas vocales se irguieron, tan rígidas como las cuerdas de una guitarra.

—si no hay otra opción...

—no la hay.

Peter exhaló, contrayendo su quijada al rechinar los dientes.

—bien.

Wade empezaba a preguntarse si habían cámaras escondidas dentro de la oficina porque no había manera de que Peter simplemente actuara de ese modo todo el tiempo.

¿Qué pasó con el chico altanero y malhablado que no sabía morder su lengua? ¿El que actuaba acorde sus impulsos? Siempre tres pasos por delante de los demás, el Peter de hace cinco años jamás habría aceptado un no por respuesta.

[Tú sabes que pasó]

Nadie cambia tanto.

[Nosotros lo hicimos]

(Sí, la pubertad cambia a cualquiera)

Estás proyectando tus pensamientos. Es difícil ignorarlo, murmuró alguien dentro de su cabeza diferente a las cajas. Al levantar la mirada, Wade se encontró con los ojos de Charles observandole fijamente. El telepata sonreía avergonzado, como si hubiera estado fuera de su control escuchar lo que pensaba.

—Peter, ¿te molestaría esperar afuera? Necesito hablar con Deadpool en privado.

Si le molestó ser echado, Peter no lo demostró. Simplemente miró el reloj en su muñeca y asintió, poniéndose de pie mientras sacaba un audífono del bolsillo del blazer y lo ponía en su oreja.

—estaré en la sala—informó, tecleando algo en su celular al dirigirse hacia la puerta—¿Alo? ¿Betty, me escuchas? Creo que llegare un poco tarde. Necesito que pases mi reunión de las diez...

Wade contó hasta diez después de que Peter cerrara la puerta. Entonces, señaló a Charles, inclinándose sobre el escritorio al hablar entre dientes.

—espero que sepas lo jodido que es esto. Sabes que Peter y yo... Sabes lo que pasó entre nosotros y aún así armaste esta especie de caballo de troya radioactivo y nos metiste adentro como si fuéramos fichas de ajedrez—retrocedió en la silla, llevando una mano hasta su cabeza para acomodar la mascara. La piel en sus mejillas escocia dolorosamente, pero se concentró en la rabia que sentía para de ese modo ignorar las punzadas de dolor—¿Quién más lo sabe, eh? Sé que Magneto y tú se cuentan todo, así que supongo que él está enterado, pero ¿Quién más aparte de ustedes dos?

—Erik no sabe nada al respecto, Wade. Puedes estar tranquilo. Sin embargo, no puedo decir lo mismo sobre Jean y Emma, aunque ellas tampoco dirán nada. Te lo prometo.

Deadpool exhaló un gruñido, apoyando los codos en sus rodillas y el rostro sobre las palmas de sus manos. Quería volver a Canadá donde no habían x-men ni vengadores. Solo él y un montón de hojas y miel de maple y personas con cáncer. No podía creer lo que iba a decir, pero incluso extrañaba escuchar los sermones de Gary.

—esto está mal. Peter me odia.

[Para odiarte, tendría que pensar en ti y dudo que lo haga]

(Es verdad. Ahora viste de traje)

—entiendo que lo qué pasó entre ustedes dos sigue afectándote, pero no puedes seguir culpándote...

—va mucho más allá de si me afecta o no—levantó la cabeza, frunciendo el ceño a pesar de que Charles no podía verlo—No puedo trabajar con él. Simplemente no...—viró la cabeza, teniendo dificultad en encontrar las palabras correctas. Pensar en la última vez que habló con Peter le era doloroso y tenerlo cerca no le hacía más fácil la tarea de bloquear los recuerdos—No después de lo que le hice.

Siempre que intentaba hablar sobre lo que pasó, se sentía abrumado. Su cerebro se bloqueaba e incluso las cajas perdían el hilo, convirtiéndolo en un nido de pensamientos inconexos.

Charles debió prever su descenso en espiral a la locura porque decidió que ese era el momento perfecto para intervenir con sus enormes ojos azules de te-conozco-mejor-de-lo-que-tú-mismo-te-conoces y necesito que recojas tu mierda.

—escucha, Wade. No puedo decirte con certeza si Peter te odia o no. Estaría mal de mi parte y sería injusto con él, pero puedo asegurarte que es mucho más complicado de lo que crees. No se resume en si te guarda rencor o no. Sus sentimientos hacía ti son complejos. Él es complejo. Tuvo que crecer más rápido que la mayoría y ahora carga consigo dos identidades distintas, que requieren más esfuerzo del que cualquier persona podría dar en toda su vida—apoyó su mano en el control de la silla para salir de detrás del escritorio y alcanzar a Wade, deteniéndose junto a él en medio de la oficina—Sé que no es fácil, pero la causa es mucho más grande que todos nosotros juntos. Esos niños requieren de nuestra ayuda, pero más allá de lo que yo o cualquier otra persona pueda brindarles, necesitan alguien que les entienda y sepa por lo que están pasando y es por eso que no creo que exista un dúo mejor que ustedes dos para el trabajo.

[Es un manipulador de lo peor]

—lo es.

(Nos gustan los niños)

[Sigue sin ser nuestro problema]

—es un trabajo—enunció y un momento después, preguntó mirando a Charles—¿Me seguirás pagando, verdad?

El rostro del telepata se tiñó con decepción e incluso sus ojos parecieron menos azules.

—si eso es lo que quieres, lo haré.

[No confiamos en él]

—no confiamos en nadie. Son gajes del oficio.

(Los niños nos necesitan)

[A la mierda los niños. ¿Qué hay de Peter?]

Peter.

La mente de Wade quedó en blanco. Era dolosamente consciente del vacío en su estomago y el frio cortante en su piel. Incluso con el traje, se sentía expuesto, igual a una herida que no paraba de sangrar.

—si él se entera de que lo planeaste todo, te odiara. No me importa cuanto haya cambiado, dudo que ahora practique la dinámica de perdonar y sanar.

Charles no titubeó. Las arrugas en su frente se crisparon al levantar las cejas.

—es un riesgo que estoy dispuesto a tomar.

[No lo hagas]

Wade sintió la comisura de su labio dispararse hacía el costado en un tic nervioso. Había trabajado con Charles en el pasado, pero siempre se habían tratado de situaciones de amenaza mundial y todas ocurrieron fuera de New York. Incluso se había enfrentado a Juggernaut, pero ni siquiera entonces se sintió tan inseguro sobre aceptar un trabajo.

(Peter podría necesitarnos)

Consciente de que había un alto índice de probabilidad de que todo saliera mal, repasó las manos por los pliegues del traje y asintió, poniéndose de pie. Su rostro se había endurecido debajo de la mascara y las cajas hablaban acaloradamente una encima de la otra, pero él ya había tomado una decisión.

—en ese caso, tenemos un trato.

***

Después de encontrar a Peter hablando con Logan sobre la cena de cumpleaños que había llevado a cabo hace una semana en su pent-house y a la cual el mutante de garras de adamantium no había podido asistir por estar demasiado ocupado (ambos sabían que se había quedado en casa viendo televisión y tomando cerveza), Charles los guió hasta el ala oeste de la mansión, donde estaban la mayoría de habitaciones para mutantes entre los siete a catorce años.

—Russel es un niño introvertido. Hasta el momento no nos ha contado mucho sobre como funciona el orfanato, pero por las heridas en su cuerpo podemos afirmar que el maltrato era constante—enunció Charles al girar a la derecha en el pasillo hacía la última habitación en el corredor—De acuerdo a los exámenes médicos que le hicimos cuando llegó, su mutación le permite manipular el fuego, pero aún tiene problemas para controlarlo. Ayer casi quemó su habitación cuando uno de los niños chocó con él en el pasillo.

—¿Qué hay de sus padres? ¿Han intentado localizarlos?—preguntó Peter, mascando un chicle. Su ceño permanecía contraído en una mueca de concentración.

—ambos fallecieron hace un par de años. Murieron en un accidente de auto cuando Russel tenía nueve años. Actualmente tiene trece.

(¿por qué los padres siempre tienen que estar muertos? Parece una película de Disney)

[Silencio, no me dejas escuchar]

(Grosero)

[Idiota]

—me tienen harto—escupió, apretando las manos en puños—juro que me volare la cabeza y no de un modo divertido si no se callan.

Tanto Peter como Charles le ignoraron.

—¿Russel sabe si más niños han intentando escapar?—Peter bajó la mirada al reloj en su muñeca. Tenía la costumbre de revisar la hora más veces que cualquier otra persona que Wade hubiera conocido antes.

—dice que algunos han desaparecido, pero no está seguro de si escaparon o si algo más les pasó—Charles se detuvo frente a la puerta con marcas de quemadura. Antes de abrirla, giró en la silla para encararlos con expresión cordial, pero estricta. Bajo la iluminación de las bombillas en el pasillo sus ojeras eran de un color grisesco y se le notaba más cansado—Esperó de ambos alta discreción y tacto. No queremos asustarlo más de lo que ya está y que desconfié de nosotros. Los últimos días han sido estresantes y cualquier ruido inesperado logra ponerlo nervioso—su mirada se detuvo en Wade al tiempo que Peter hacía una pompa con el chicle y la hacía estallar—Deadpool, sé que tienes la costumbre de responderle a las voces en voz alta, pero mientras que estés con Russel, te agradecería si te limitaras a llevar la conversación dentro de tu cabeza. Él no está acostumbrado a ver rostros nuevos y temo que verte hablando solo pueda confundirlo.

(¡Que grosero!)

Los ojos de Peter se detuvieron sobre Wade, limitándose a observarlo por un segundo antes de apartar la mirada y estallar otra vez el chicle.

—otra cosa...—recordó Charles cuando su mano se cerró alrededor de la perilla tras tocar la puerta—Ninguno de los dos tiene permitido preguntarle sobre sus heridas. Es un tema delicado y debe ser tratado con respeto.

Dicho esto, Charles empujó la puerta hacía dentro y entró despacio, indicándoles con una seña que esperaran afuera. Le tomó cinco segundos desaparecer dentro de la habitación y tres para que su voz fuera apenas un murmullo.

—quiero mi navaja devuelta—dijo Peter de repente con las manos en los bolsillos y el semblante aburrido. Su atención estaba puesta en el interior de la habitación, aunque por su posición respecto a la puerta solo podía ver parte de la cama y un par de juguetes a lo largo del suelo.

Charles y el niño debían estar en la esquina contraria, fuera de su campo de visión.

(¡Peter nos está hablando!)

[Actúa normal. No queremos que piense que somos patéticos]

Wade puso los ojos en blanco.

—olvídalo. La perdiste al momento que decidiste apuñalarme con ella.

La comisura derecha en el labio de Peter se inclinó hacía arriba y por un instante sus ojos brillaron con algo parecido a la aversión.

—veo que sigues resentido por nuestro pequeño encuentro de hace unos días.

—resentido es una palabra muy agría. Prefiero indignado.

Peter chasqueó la lengua. Al hablar, su voz sonó una decima más baja.

—escuche que amenazaste con matar a Spiderman.

—no lo amenace. Tan solo le dije que podía hacerlo.

—sigue siendo bastante insensato.

—¿no querrás decir temerario?

—no, pero supongo que es propio de ti ser insensato—respondió con tanta elegancia que al mercenario le tomó un momento concretar si lo había insultado o no—Créeme, no quieres hacer de Spiderman tu enemigo.

(¿Es otra amenaza?)

—¿Que hará? ¿Lanzarme una de sus telarañas y dejarme suspendido en el aire?—resopló con tono ligero. Sabía que no era inteligente de su parte provocar a Peter, pero no podía evitarlo cuando podía escuchar la petulancia y sentimiento de superioridad en su voz—No sé tu, pero esa es mi idea de diversión.

—claramente, tú y yo tenemos ideas diferentes de lo que es divertido—se burló, mirándolo entonces a los ojos con expresión mordaz—Solo lo dire una vez: Arruina esto y yo personalmente me asegurare de hacer tu resurrección un infierno—acarició su propia cabeza, golpeando con el índice su sien, como si Wade necesitara un recordatorio de cómo pensar. Parecía decir "¿ves esto? Es un cerebro. Úsalo"—No quiere ser mi enemigo tampoco. Spiderman al menos tiene un compás moral, pero yo no.

Wade estuvo a punto de contestar cuando la voz de Charles les interrumpió. El telepata había retrocedido hasta el marco de la puerta con la mano estirada para indicarles que podían pasar.

—Russel, ellos son Peter y Deadpool—presentó, señalándolos respectivamente. Peter inclinó la cabeza, mientras que Wade balanceó los dedos de una mano como le había visto hacer a Yukio varias veces—Ellos quieren saber cómo estás porque al igual que tú estuvieron por un tiempo en un orfanato y saben que es un proceso difícil de afrontar.

El niño abrió y cerró la boca al instante, contrayendo sus labios al aguantar la respiración en un hipido nervioso. Su cuerpo temblaba de pies a cabeza, aunque lo más inquietante era la manera en que sus ojos permanecían abiertos, temeroso de que algo terrible fuera a ocurrirle si se atrevía a parpadear.

Un segundo después su mirada se detuvo en Peter con asombro y admiración, similar a la reacción que produciría una celebridad al caminar por la calle un sábado en la tarde.

—eres Peter Stark-Rogers—dijo en apenas un susurro que se perdió en el viento.

—lo soy—asintió Peter despacio, aunque eso bastó para que Russel diera un respingón, aferrándose al cubo rubik en su mano hasta que los dedos se le pusieron blancos—¿Te gustan los vengadores?—preguntó en un tono incluso más suave, deslizando las manos fuera de sus bolsillos para que el niño viera que se encontraba desarmado. Russell asintió después de un momento, mirándole de reojo con incertidumbre—A mí también. ¿Cuál es tu favorito?

Russel tardó un poco más en contestar. Sus ojos permanecían sobre Peter, aunque cada cierto tiempo miraba a Wade por el rabillo del ojo, probablemente para mantenerlo en su radar.

—Thor.

—¿en serio? El mío también—cambió su tono por uno más animado. Russel exhaló un gemido a través de sus dientes, aferrándose al cubo rubik en su pecho—¿Si te digo un secreto prometes guardarlo?—Peter se inclinó para quedar a la misma altura de Russel mientras apoyaba una mano junto a su boca en señal de confidencia—A Thor le gusta pintarse el cabello. Piensa que nadie se da cuenta, pero tiene la costumbre de dejar el lavamanos sucio.

Aunque su respuesta fue tardía, los labios de Russel terminaron curveándose en las puntas de manera casi imperceptible.

—ustedes también son huérfanos—murmuró Russel, respirando hondo. Parecía pensar mientras hablaba, arrugando la nariz con dificultad al decir más de dos palabras seguidas—como yo.

Wade conocía los síntomas de haber sido violentado. La necesidad de elegir las palabras correctas si no quería terminar con el labio roto o peor. El niño claramente estaba teniendo problemas para relajarse y su presencia estaba tocando alguna fibra nerviosa de la que Peter todavía no se había percatado.

Tenía sentido. Peter jamás tuvo que preocuparse en reponer las cervezas que robó del refrigerador cuando pensó que su papá no volvería o de recoger los pedazos de la botella que golpeó su cabeza cuando se negó a preparar la comida. No importaba lo difícil que hubiera sido crecer con el Capitán América y Iron Man, Peter jamás sabría lo que era irse a dormir con el estomago vacío por temor a recibir una paliza al momento que pusiera un pie fuera del cuarto.

—sí, como tú—Peter sonrió cálidamente. Las arrugas en las esquinas de sus ojos se extendieron a lo largo de su rostro como los rayos del sol en la madrugada. Era maravilloso y cálido—¿Te molestaría hablarnos un poco del orfanato? Deadpool y yo tenemos curiosidad de tu experiencia.

[Primer Strike]

(¿No deberíamos hacer algo? Ya sabes, antes de que Spidey lo eche a perder)

Lo tiene bajo control.

[Si tu lo dices]

Aturdido, el niño viró la mirada entre Peter y el profesor, que se había relegado a observarlos desde la puerta. La petición debió perturbarlo, pues de la mirada de adoración con la que se había dirigido a Peter solo quedaban retazos de desconfianza y un toque de resentimiento.

(Si alguien que fue adoptado por una pareja de millonarios y ha vivido la mayor parte de su vida rodeado de lujos, me pregunta cómo me fue, es probable que lo mande de una patada a Marte)

Peter no es así.

[¿En serio? Porque la última vez que me fije tenía un rolex para cada día de la semana]

—yo...—Russell miró a Peter con las mejillas sonrojadas y un brillo acuoso en los ojos. Sus manos empezaban a ponerse rojas a medida que la temperatura dentro de la habitación subía—Yo no... No sé...

—ey, está bien. No tienes que hacerlo, si no quieres—Peter levantó ambas manos para indicarle que se calmara, pero Russell malinterpretó el movimiento y en lugar de relajarse, retrocedió un paso con los hombros tensos y el rostro desfigurado en una mueca asustada—No te vamos a hacer daño. Puedes confiar en nosotros.

[Segundo Strike. ¿Adivinas cual será el tercero?]

(Ka-Boom)

Wade miró por encima del hombro a Charles, esperando que intercediera o que al menos hiciera algo para calmar al niño, pero el profesor se limitó a arquear una ceja en silencio. Para estar en una situación que podía escalar rápidamente a una explosión nivel Hiroshima, lucía bastante calmado.

[Te dije que no era buena idea confiar en él]

Frustrado, volvió la mirada al niño y se fijó en que se había refugiado en una esquina de la habitación, parado sobre la punta de sus pies como si pretendiera ocupar la menor cantidad de espacio posible. El cubo de rubik se escurría entre sus dedos igual a una plasta de todos los colores.

(¿están pensando lo mismo que yo?)

[Hasta hace un momento no sabía que podías pensar]

(No siempre tienes que humillarme, ¿sabes?)

[Es difícil cuando me lo pones tan fácil]

—ey, ¿eso es un cubo rubik?—Wade señaló el objeto en las manos del niño, esforzándose por que su voz sonara cantarina mientras se sentaba con las piernas cruzadas sobre el suelo—¡Amo los cubos rubik! Una vez salí con un chico que intentó enseñarme como usarlo, pero siempre se desesperaba y terminaba armándolo por su cuenta. ¿Tú sabes armarlo?

Por el rabillo del ojo, vio a Peter girarse con las cejas ligeramente fruncidas y los ojos más grande de lo normal. Sus pupilas reflejaban a Wade igual a dos espejos negros sin fondo. Parecía a punto de reñirlo cuando escuchó un siseó detrás de él.

—sí—respondió Russell bajito. Sus ojos estaban húmedos.

Wade dejó que su mandíbula se deslizara hacía abajo como en las caricaturas. Era consciente de que al parpadear la mascara imitaría el movimiento.

—¿En serio? No te creo.

—Ellie me enseñó y a ella le enseñó su papá—tartamudeó, mirando de reojo a Peter antes de tragar saliva con fuerza.

Wade asintió, fingiendo interés. Las cajas le daban ideas, pero cada una era peor que la anterior. No podía cortarse la cabeza para hacer reír a Russel. Eso solo lo traumaría de por vida, si es que no lo estaba ya.

—¿me enseñarías a armarlo?—inquirió suave, apuntando el juguete con la cabeza. Russel parpadeó hacía el cubo y devuelta a él, inseguro—En el orfanato no teníamos mucho juguetes, pero siempre quise aprender. Y cuando tuve el dinero para comprarme uno, ya no había nadie que pudiera enseñarme.

Russel entreabrió la boca antes de volver a cerrarla. Lentamente, tomó distancia de la pared y se apoyó sobre ambos pies, dando un pequeñísimo paso al frente.

—¿nunca te adoptaron?

—no. Tuve un par de entrevistas, pero la mayoría se quejó de que era demasiado indisciplinado. Decían que tenía una lengua escurridiza—encogió los hombros, tomando el carrito de juguete junto a su rodilla para examinarlo de cerca. Cuando era más joven estaba obsesionado con coleccionarlos, pero luego de que su papá le amenazara con metérselos por la boca si no hacía silencio, perdió el interés y los botó todos a la basura—¿Qué hay de ti? ¿Has tenido alguna entrevista?

Russell titubeó.

—no nos dejan tener entrevistas.

Wade parpadeó, intercambiando miradas con Peter antes de volver su atención al niño.

—¿nunca?—insistió con cuidado de que su voz no sonara apremiante, mientras deslizaba el carro a lo largo del suelo. Por el rabillo vio a Russell mover la cabeza de un lado a otro.

—entonces, ¿Cómo los adoptan?—preguntó Peter. Se había alejado del niño y ahora estaba recostado contra la pared.

Russell le miró con desconfianza, ciñéndose al cubo en su mano. Wade pensó que no le contestaría hasta que pasado un momento lo escuchó suspirar.

—no nos adoptan.

Peter arqueó una ceja, intrigado.

—deben haber muchos de ustedes.

—antes si. Ahora no tanto—arrugó la nariz, bajando la mirada al suelo por un momento. Al levantar la cabeza, estiró la mano con el cubo hacía Wade tímidamente—¿Aún quieres que te enseñe?

Wade sonrió, asintiendo suavemente. Sintió una punzada en el pecho al ver la incertidumbre en el rostro de Russel cuando fue a dar un paso y se dio cuenta de que tendría que pasar frente a Peter. Claramente, no confiaba en el lo suficiente para darle la espalda.

(¿deberíamos acércanos?)

[No, deja que él se acerque]

(Está hiperventilando)

[¿y? Tiene que ser fuerte]

—¿Prefieres que yo vaya?—inquirió, deslizando el carrito de juguete hasta los pies de Russel, que asintió, no sin antes mirar de reojo a Peter, que tecleaba algo en su celular.

Wade se arrastró de manos y rodillas hasta donde Russel se había sentado con la espalda apoyada contra la pared. De cerca se veía incluso más pequeño, por lo que procuró guardar distancia para no intimidarlo.

Sus enormes ojos café le miraban de reojo cada cierto tiempo mientras sus manos se movían sobre las caras del cubo, que estaba parcialmente derretido.

—es más sencillo de lo que parece—murmuró, enseñándole el cubo desarmado—Solo tienes que...

Los ojos de Peter vigilaban hasta el menor de sus movimientos, supervisando con atención cada palabra que salía por su boca.

Wade lo ignoró la mayor parte del tiempo, determinado en atender a las indicaciones del joven mutante, mientras examinaba de cerca las heridas a lo largo de sus brazos. En su mayoría se trataban de ronchas por el fuego, aunque también habían algunas cicatrices que solo podían haber sido hechas con objetos corto punzante.

Las lesiones más graves resultaron estar escondidas en su cuello. Lineas irregulares y agujeros, como si alguien hubiera intentando atravesarle la piel con alguna especie de collar para torturarlo.

—y eso es todo—celebró el niño, enseñándole el cubo completamente armado con una pequeña sonrisa de satisfacción en los labios—Ahora es tu turno.

Resulto ser que Russell era un increíble maestro y en menos de media hora Wade consiguió armar el cubo también, aunque con un poco de ayuda del niño que le susurraba las respuesta al verlo batallar en algún paso.

—¿volverás?—le preguntó Russell cuando Charles les dijo que era hora de irse. Tanto él como Peter esperaban junto a la puerta a que Wade se despidiera, mientras hablaban en voz baja.

—¡Claro! Si prometes enseñarme a jugar ajedrez—apuntó el tablero sobre la cama. El rostro de Russel se iluminó. Sus mejillas regordetas se contrajeron al sonreír por un segundo antes de que su rostro se ensombreciera y bajara la mirada. Wade podía imaginarse que tipo de cosas estaban pasando por su mente en ese momento—El profesor tiene mi número. Puedes llamarme cuando quieras, excepto los viernes de 2 a 4. Es cuando dan mi telenovela.

El labio de Russel se curveó hacía arriba. Wade supo que sería lo máximo que conseguiría, pero se sintió satisfecho. Ya tendría tiempo de hacerlo reír.

—gracias.

—no hay de que—guiñó un ojo, girándose hacia la puerta—No causes problemas. El profesor ya tiene suficiente con tener que reconstruir la mansión en cada película—exclamó por encima del hombro.

Peter y Charles ya se encontraban a la mitad del corredor cuando cerró la puerta detrás de él, pero al girar en el pasillo alcanzó a escuchar un fragmento de su conversación.

—¿ya entiendes porqué lo quiero en el caso?—le decía Charles a un Peter que se mantenía con la mandíbula apretada y las cejas contraídas.

Chapter 5: IV. El itsy bitsy decide tejer su telaraña

Chapter Text

Weasel arrugó la nariz, parpadeando un par veces con la botella de cerveza a centímetros de su boca. Sus labios, partidos en una mueca confundida emitieron un gruñido cuando Wade terminó de contarle lo sucesos de los últimos dos días.

—¿o sea que te quedas?—preguntó con una nota de resentimiento en su voz—¿Después de casi matarme, decidiste de repente que trabajar con Stark-Rogers no era tan malo?

—eso parece. No puedo decir que me encuentro satisfecho al respecto, pero es lo que es—encogió un hombro, frotando su mejilla con el mango de la pistola. Weasel entrecerró los ojos, pronunciando una arruga entre sus cejas—No pongas esa casa. Solo te cause una pequeña contusión. Nada de lo que quejarse.

—mi nariz no ha parado de sangrar en dos días—señaló su rostro, meneando la cabeza exasperado.

—bueno, te lo merecías y no pienso disculparme. De hecho, es tu culpa que todo esto este pasando. Si jamás me hubieras dado ese trabajo, Charles Xavier no se habría enterado de que estaba en New York y yo no estaría trabajando con Spiderman, sino en Canadá, lejos de toda esta mierda—frustrado, se golpeó en la frente con la pistola, maldiciendo entre dientes. No había parado de darle vueltas a la conversación con Charles en su oficina. La simple idea de trabajar de la mano con Peter hacía que quisiera arrancarse la piel con las uñas—Debería dispararte ahora mismo. Tienes suerte de que necesite desahogarme o ya me habría hecho un abrigo con tu piel.

[Aquí vamos de nuevo. ¿Por qué siempre tienes que culpar a los demás?]

(Ahora que lo mencionas, necesitamos un abrigo para invierno)

Weasel viró los ojos, llevándose la botella a los labios mientras echaba la cabeza hacía atrás para tomársela toda de un trago. Al terminar, dejo la botella a un lado y cruzó los brazos encima de la barra.

—¿y bien? ¿Cuál es el plan? ¿Tú y Spiderman se infiltraran en el orfanato y adoptaran un ejercito de niños mutantes?

(No estoy listo para ser papá. Apenas puedo amarrarme las agujetas)

[¿Cuántas veces tengo que decirte que nosotros no tenemos pies?]

—eh... todavía no hay un plan—torció la boca.

Después de que Charles los escoltara fuera de la habitación de Russell, Peter y él tomaron caminos separados y desde entonces no se habían vuelto a cruzar. Probablemente porque Wade se encerró bajo llave en su apartamento, determinado en no volver a salir nunca más. Sin embargo, pasadas cuarenta y dos horas con la única compañía del nido de hormigas bajo el colchón y las voces, no le quedó de otra que buscar a la única persona capaz de aguantar su mierda.

—¿Y qué piensas hacer, genio? A este paso, esos niños terminaran pensionándose y tú no habrás hecho nada para ayudarles.

—no lo sé, ¿esperar?—respondió dudoso, guardando la pistola en el cinturón del traje. Weasel ladeó el rostro con expresión exasperada—¡Deja de mirarme así! Eventualmente algo pasara, ¿vale? pero por ahora estamos en una especie de punto muerto—ansioso, se levantó de la silla y tamborileó los dedos contra la barra—¿tienes algún trabajo libre? Necesito distraerme con algo en lo que el itsy bitsy decide tejer su telaraña.

—¿por qué no simplemente lo llamas? Hay un edificio con su nombre. Dudo que sea difícil de rastrear—rezongó, sin embargo, se sentó frente al monitor y comenzó a buscar en la lista de clientes que tenía pendiente por atender.

—prefiero darle su espacio. No está nada feliz de tener que trabajar juntos, así que le daré hasta mañana para tomar una decisión. Si no tengo noticias de él, iré al orfanato por mi cuenta y le dejaré el camino libre para que haga lo que quiera. Yo cumplo mi parte del trato, él se lleva el crédito y todos somos felices.

—suena a que tienes miedo de llamarle, pero allá tú. Ya estás grande para tomar tus propias decisiones—estiró una mano debajo de la barra, donde la impresora emitió un pitido antes de expulsar una hoja con la imagen de un sujeto de rasgos occidentales—Aquí tienes. Es un trabajo sencillo, pero te mantendrá ocupado por un par de horas. Toda la información que necesitas está ahí, pero puedes llamar al empleador por si quieres negociar el precio antes.

Wade suspiró agradecido, llevándose la hoja de papel al rostro para besarla con los ojos cerrados y una sonrisa bobalicona. Ahora que tenía su boleto para una noche llena de acción, solo debía llamar a Dopinder y pedirle que lo llevara cerca a donde se haría la entrega y babadin babdum.

Nada podía salir mal.

***

Dos horas después, todo salió mal.

Asaltar un camión con un encargo de cocaína e inhalar parte de la mercancía cerca a una fábrica de explosivos probablemente no entraba en su top 3 de ideas brillantes, pero al menos fue lo suficiente llamativa para atraer la atención de Spiderman.

Después de que parte del camión explotara, Wade se encontró mareado y experimentando más alucinaciones de lo normal, pero eso no lo detuvo de iniciar una pelea con Maxim, el ladronzuelo que intentó llevarse a espaldas de su jefe un camión con la suficiente cocaína para hacer nevar toda Latinoamérica.

Era una lástima que parte del trabajo consistiera en devolver el camión y la mercancía completa, pero Wade contaba con que llevar la cabeza de Maxim bastaría para recibir al menos una parte de lo que se le prometió.

Aunque, por supuesto, pelear contra alguien que disparaba a diestra y siniestra, mientras que la mitad de su cerebro se encontraba dormido y en la otra mitad tenía dos cajas discutiendo sobre cuál era la derecha y cual era la izquierda, tampoco entraba en la categoría de "ideas brillantes".

Apenas habían pasado veinte minutos desde que interceptó el camión, pero ya contaba con más agujeros que un colador cuando captó por el rabillo del ojo la figura de una sombra por encima de su cabeza seguido por el hilillo que mandó a volar tanto su pistola como la del ladronzuelo.

—¿tu también viste eso?—preguntó Maxim con un fuerte acento ruso, mientras buscaba al recién llegado con ojos saltones. Parecía que había visto un fantasma por la manera en que revisaba detrás de su hombro cada dos segundos.

(Quizás lo fue)

El ataque sucedió con tal rapidez que ninguno de los dos estaba seguro de donde había venido ni hacía donde se había ido, pero a Wade le bastó con observar los restos del liquido entre sus dedos para expulsar un suspiro ahogado y mirar al cielo, consciente de que su noche estaba a punto de empeorar.

—créeme, si piensas que yo soy un dolor en el culo, no te va a gustar nada lo que viene a continuación—murmuró, frotando su mano contra el revés del traje.

—un poco duro, ¿no crees, Deadpool?—masculló Spiderman detrás de él.

El héroe se encontraba sentado en la cima de un poste, balanceando sus pies de atrás hacía delante.

[No digas nada estúpido]

—lo siento, Spidey. Es imposible no estar duro cerca tuyo.

(Dijo estúpido, no patético)

[¿Estás... coqueteando con él?]

—¿y quién demonios eres tú?—exclamó Maxim, señalando al super héroe con la nariz arrugada y los ojos inyectados de sangre. Su expresión había transitado del pánico al enojo en cuestión de segundos.

Debía ser nuevo en la ciudad porque no había manera de que desconociera la existencia de Spiderman y viviera en New York al mismo tiempo. Era como ver Bob esponja e ignorar que era una esponja hasta el final del capitulo. Simplemente no sucedía. Una cosa iba ligada con la otra. Punto.

—oh, pero ¿Dónde deje mis modales? Llevo años haciendo esto y siempre olvido presentarme—Spiderman empujó sus piernas hacía delante, aterrizando frente a ellos con la mano estirada—Soy el hombre Araña; puedes llamarme telarañas o sorprendente, pero no me llames tarde para cenar, ¿entiendes?

[Lo admito... Es un poco asombroso]

—ya veo—escupió Maxim, observando con asco la mano del héroe mientras cruzaba los brazos—Otro charlatán al que le gusta bromear.

—es una ciudad grande—explicó Wade, encogiendo ambos hombros—Nos reproducimos como ratas—imitó el ruido de un roedor, subiendo ambas manos a su boca—Igual que los emprendedores y capitalistas.

—buena alegoría—Spiderman chasqueó los dedos, asintiendo de acuerdo.

(¿escuchaste eso? Acaba de decir que somos increíbles y que nos ama)

[Definitivamente no dijo eso]

—¡Basta de bromas! ¡me tienen harto!—Maxim sacó del bolsillo de la chaqueta un cuchillo, balancéndolo de Deadpool a Spiderman, que levantó las manos, pretendiendo estar asustado mientras chillaba que los cuchillos pequeños eran su única debilidad—Me iré de este horrible país, pero primero los matare a ambos y venderé sus órganos para recuperar el dinero que perdí por su culpa. ¡Bichos raros y molestos!

Spiderman y Deadpool se miraron entre ellos y devuelta a Maxim y sin haberlo acordado rompieron en carcajadas al mismo tiempo.

(¿Cuánto creen que valgan nuestros órganos?)

[Es probable que debamos ofrecer un descuentos si decimos que tenemos cáncer]

—¿seguro no prefieres hablar primero?—preguntó Peter al cabo de un rato. El cuchillo se movió un poco más cerca de su rostro, pero el arácnido ni siquiera se inmutó—vale, tú ganas, pero cuando sea la hora de los colapsos nerviosos, yo iré primero. Ah y por cierto...—liberó una telaraña, arrebatándole el cuchillo, que voló a su mano igual a un yoyo—Las navajas de esta colección están pasadas de moda. Deberías intentar por algo más nuevo, ¿sabes? Es difícil tomarte en serio cuando usas algo que pudo ser parte de la escenografía de pulp fiction.

(Es oficial: lo amo)

[No está mal]

Maxim maldijo en ruso al tiempo que una de las llantas del camión descendía envuelta en llamas por la carretera. Wade se había olvidado de ese pequeño detalle y por el suspiro del héroe supuso que él también.

—de casualidad, ¿a alguno le pertenece la camioneta en llamas y con más de 30 kilos de cocaína?—Spiderman señaló el camión por encima del hombro.

Maxim aprovechó que estaba distraído para levantar el puño y golpearle, pero Peter lo atrapó por la muñeca y torció su brazo en una llave.

Maxim emitió un gruñido gutural al tiempo que el arácnido se giraba hacía Wade, ladeando el rostro como si acabase de recordar algo de suma importancia.

—¿Dónde has estado?—inquirió con un tono que reflejaba a la perfección el ceño fruncido bajo su mascara—He intentando ponerme en contacto contigo desde hace dos días, pero nadie sabía donde estabas.

—¿Tú me has estado buscando a mí?—sorprendido, dio un paso atrás al tiempo que ambas cajas chillaban de la emoción—¿Por qué?

—bruh, se supone que estamos trabajando juntos, ¿recuerdas?—a pesar de no podía verlo al rostro, Wade estaba seguro de que Peter había puesto los ojos en blanco. Sin embargo, su discurso se vio interrumpido por la sarta de maldiciones de Maxim—¿Te importaría? Estamos intentando tener una conversación aquí.

—sucio y estúpido héroe de pacotilla. Ya verás lo que te haré cuando...

Antes de que pudiera terminar lo que estaba diciendo, Spiderman le empujó contra la pared y le inmovilizó de brazos y piernas con una telaraña, dejándose la boca para el final.

—te lo advertí—Peter le señaló, apoyando una mano en su cadera como un padre que regaña a su hijo y se excusa bajo la frase "mira lo que me hiciste hacer"—No es nada personal, pero no me gusta que me interrumpan y tú no parabas de hacerlo. Oh, no. No me mires así. Es tu culpa que las cosas terminaran así.

Wade aprovechó que estaba distraído para retroceder lentamente, pero tres pasos después tropezó con la telaraña en sus pies y terminó de culo en el suelo. Empezaba a creer que a Peter en serio le habían crecido ojos en la espalda.

—alto ahí, Deadpool. Aún no termino contigo—siseó, girándose para encararlo con ambas manos en la cadera. Wade debía admitirlo: ese traje se pegaba en todos los lugares correctos de manera celestial—¿En serio pensabas irte y dejarme aquí para limpiar tu desastre?

—eh... ¿No? ¡Por supuesto que no, Spidey! ¿Por quién me tomas? ¡Debería estar ofendido por tu falta de confianza hacía mí!

Spiderman balanceó la cabeza de un lado a otro, mascullando entre dientes. De lo poco que Wade alcanzó a escuchar, hubo un par de insultos dirigidos a su persona y una que otra suplica hacía Odín por que Charles tuviera razón.

—mira, no hay una manera agradable de decir esto, así que simplemente lo diré—inició, exhalando una bocanada de aire al tiempo que se ponía de cuclillas y arrancaba con sus garras la telaraña en los pies de Wade—Te detesto. Todo acerca de ti me parece molesto y lo que haces para vivir me desagrada tanto que, si pudiera, te metería en una cárcel al fondo del océano con tal de no volverte a ver. De hecho, no veo la hora para que te vayas de mi ciudad, pero...—agachó la cabeza, como si le costara verlo a la mascara sin tener arcadas. Entonces, masculló entre dientes—Creo que podrías ser de ayuda.

Wade tan solo pudo parpadear. Justo cuando pensó que la situación no podía ser peor, venía Peter y le decía que lo odiaba y de repente Wade volvía a tener treinta años y Peter estaba parado frente a él con lagrimas en los ojos.

Y Peter... Oh, Peter lo odiaba. Él en verdad lo odiaba. Después de todo ese tiempo, lo seguía odiando tanto como la primera vez y no había nada que Wade pudiera hacer para cerrar la herida.

(¿Deja vu?)

—no, no es un deja vu—balbuceó, deslizándose hacía atrás con ayuda de sus manos. Quería vomitar. No. Quería dispararse en la cabeza y después vomitar. Quería que parara de doler en todas partes—Él no sabe... No sabe con quien está hablando. No es lo mismo. Lo de hace unos años no tiene nada que ver con esto.

Estás muerto para mí.

[No importa que no sepa. El punto es que te odia]

—no me conoce.

[No necesita conocerte. Antes odiaba a Wade Wilson y ahora odia a Deadpool]

—cállate—aulló, meneando la cabeza con fuerza mientras a duras penas gateaba lejos del arácnido. Necesitaba estar solo. De preferencia, en su apartamento con una bala en la cabeza y el cuerpo dentro de la bañera para que al volver su piel no estuviera en llamas después de visitar el infierno—No quiero hablar contigo ahora. Tú y Yellow pueden irse a la mierda.

(¿Y ahora yo qué hice?)

—nacer. Eso hiciste.

—¿Deadpool?

[Peter te odia Wade]

—no. Charles dijo que era complicado.

[Charles te metió a un manicomio cuando se dio cuenta de que no podía controlarte. Dirá lo que sea con tal de tenerte en la palma de su mano]

—por Odín—suspiró Peter, poniéndose de pie con la cabeza inclinada hacía el costado para verlo al rostro—Mira, es obvio que necesitas ayuda, pero necesito que te concentres en lo que te estoy diciendo. No puedes hablar conmigo un minuto y al otro dejarme hablando solo. No si vamos a trabajar juntos—chasqueó los dedos, pero fue inútil. Irritado, tiró su cabeza hacía atrás y suspiró, liberando la tensión en sus hombros—Por supuesto que esto tiene que pasar cuando no tengo tiempo para ir a terapia.

(¿Terapia? ¿dijo terapia? ¿Eso significa que nos van a internar otra vez?)

—¡no si somos más rápidos!—chilló, gateando más rápido. Sin embargo, un segundo después, Peter aterrizó frente a él tras una pirueta.

En lugar de intentar detenerlo, Peter se sentó con las piernas cruzadas y apoyó la mejilla sobre el puño cerrado, observándolo fijamente a través de los lentes en la mascara.

—¿Cómo se llaman?—su voz, aunque menos airada, distaba de ser amable.

—¿uh?—desorientado, Wade levantó la cabeza, pero lo único que vio fueron puntos de todos los colores junto a un par de ojos vidriosos que lo seguían a todas partes.

—las voces en tu cabeza o con quien sea que estés hablando. ¿Cómo se llaman?

[Él... ¿Quiere conocernos?]

(Nunca nadie había preguntado por nuestro nombre antes)

—no son exactamente voces—balbuceó, apretando ambas manos a los costados de su cabeza con los ojos cerrados. Era la primera vez que le decía a alguien la verdad sobre White y Yellow. Por algún motivo, tener globos de diálogo en la cabeza era incluso más raro que escuchar voces—Son cajas.

—¿cajas, eh?—masculló, sonando interesado, pero no del modo en que las personas en el grupo de ayuda solían sonar cuando decía que oía voces, porque entonces le miraban con lastimaba y alguien levantaba la mano para murmurar que probablemente se debía a un efecto secundario del cáncer que descomponía su cerebro. Peter no sonaba así. En su voz no había lastima ni compasión. En cambio, había una nota de entendimiento escondido bajo un tono que pretendía ser indiferente—¿Cómo en las historietas?

Wade asintió, abriendo y cerrando la mano hasta recuperar la movilidad del brazo. A medida que recobraba el control sobre sus sentidos, el rostro de Spiderman comenzaba a cobrar forma frente a él.

—hay una caja amarilla y otra blanca. White y Yellow—golpeó su sien dos veces, sintiendo de repente la necesidad de explicarse. A lo mejor, si lograba que Peter entendiera por lo que estaba pasando, este dejaría de hablarle como si fuera la peor escoria del universo y solo entonces las cajas dejarían de tratarlo mal por cada error que cometía—Han estado conmigo por un tiempo, así que son... Son básicamente todo lo que tengo y si ellas están mal, yo también lo estoy.

—ya veo—chasqueó la lengua—¿Son amables?

—a veces—hizo una pausa, riendo entre dientes—Casi nunca, en realidad.

Peter asintió quedó, dándole a entender que estaba prestando atención a pesar de que no tenía nada más que decir cuando el silencio cayó sobre ellos. Lo único que se podía escuchar eran los gritos ahogados de Maxim, pero incluso él pareció callarse al cabo de un rato.

Wade no odiaba el silencio, pero le ponía incomodo. Estaba tan acostumbrado al caos que encontrarse solo con sus pensamientos le parecía alguna especie de castigo divino.

(Has algo)

[Definitivamente no]

(Peter piensa que somos estúpidos)

[Pues tiene razón]

—Escucha, Deadpool—suspiró al cabo de un rato, pasando una mano por su cuello mientras balanceaba la cabeza de un lado a otro, provocando que sus huesos tronaran como cohetes en navidad—No confio en ti. No confío en que cuides mi espalda o que siquiera te interese lo que estamos haciendo, pero confió en Charles y sé que si te eligió fue por algo. Así que más te vale llegar a un acuerdo con White y Yellow porque no dudare en sacarte de la misión si algo como lo de ahorita se repite, ¿entiendes? Y no me refiero a esto, sino a lo que ibas a hacer antes de que llegara.

Incapaz de llegar a un acuerdo con su lengua para decir algo coherente, Wade meneó la cabeza de arriba a abajo. No estaba seguro de que hubiera escuchado correctamente, pero se negaba a echarlo a perder.

—te doy mi palabra—balbuceó apenas pudo, cruzando una X encima de su corazón.

—tú palabra no vale nada para mí—replicó con amargura, apoyándose de sus rodillas al levantarse. Sin embargo, un instante después cabeceó en su dirección, cruzando los brazos sobre el pecho—¿Qué hay de White y Yellow? ¿También me dan su palabra?

(¡A Spidey le importa lo que pensamos!)

[Literalmente dijo que no significa nada para él]

(ya, pero ¿alguna vez te han preguntando tu opinión?)

[No...]

(Exacto)

—ellos prometen comportarse—tragó saliva, observando con ansiedad la figura del héroe tomar distancia para caminar hacia la pared donde el ladrón seguía atrapado—Los tres lo prometemos. Por la garrita.

—por la garrita—asintió sin prestarle atención, mientras tiraba de las muñecas de Maxim para liberarlo, seguido por sus piernas.

(Su trasero es increíble)

Maxim chilló con lagrimas en los ojos y rodó por el suelo mientras Peter le enrollaba dentro de una nueva telaraña igual a un burrito antes de levantarlo por el torso y depositarlo sobre su hombro cual costal de papas.

[¿No te olvidas de algo? Te doy una pista: Spidey se está llevando nuestro objetivo]

Mierda.

—eh, ¿Spidey?—llamó, poniéndose de pie al tiempo que el héroe giraba sobre sus talones para encararlo con una mano en la cadera. Pese a la ausencia de palabras, sus hombros y el gesto cansado que hizo con la mano en señal de que tenía su atención fue un claro indicativo de que se le estaba agotando la paciencia—Ahora que hemos llegado a un acuerdo y todo está bien, ¿te molestaría si lo llevo a pasear un ratito? Juro que solo será un momento—señaló a Maxim, juntando sus manos a modo de ruego—Tenemos uno que otro asunto pendiente y sería de muchísima ayuda si por una vez hicieras la vista gorda y me dejarás llevármelo antes de que la policía llegue.

[¿Estás jodiéndome? Tómalo y ya. Peter no tiene ninguna oportunidad contra nosotros]

(¿Qué hay de cuando nos ganó en su apartamento?)

[Eso fue porque nos estábamos conteniendo]

(aja)

—¿hablas en serio?—Peter inclinó el rostro, dando un paso hacía delante que hizo a Wade retroceder. Debía reconocérselo; El traje negro era mucho más intimidante que el clásico rojo y azul—¿O es otra de tus bromas? Porque no le veo la puta gracia.

(No sabía que Spidey podía maldecir)

—yo tampoco. Su película es pg-13.

El arácnido viró la cabeza y probablemente los ojos también. Sobre su hombro, Maxim observaba la interacción con el rostro tan pálido que las venas se le marcaban en los ojos.

—¿puedes creerlo?—le preguntó Peter, señalando al mercenario. Debido a la telaraña en su boca, Maxim solo pudo proferir un gruñido—¡Yo tampoco! ¡Es un sinverguenza!

Deadpool saltó sobre la punta de sus pies, dispuesto a caer de rodillas y suplicar.

—vamos, Spidey. Era mío mucho antes de que tu llegaras y si no lo llevo...

—déjame detenerte ahí—estiró una mano, cortándolo en seco con voz áspera, como si estuviera hablando entre dientes para evitar gritar—Tienes suerte de que siquiera te deje caminar lejos de este desastre que, por cierto, fue tu culpa. Así que no hagas que me arrepienta de dejarte por tu cuenta porque no dudare en llevarte conmigo la próxima vez que te pille en algo similar—amenazó, aunque por el temblor en su manos se podía intuir que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por no lanzarle una telaraña y llevárselo a la comisaria más cercana. Wade suspiró, levantando ambas manos en señal de que se mantendría fuera de problemas, al menos por un tiempo—Tienes una única oportunidad, Deadpool. No la eches a perder.

Dicho esto, Spiderman lanzó una telaraña y se balanceó lejos, dejándole solo con sus palabras, que se repetían una y otra vez dentro de su cabeza.

"Tienes una única oportunidad"

***

Wade no podía morir y gracias a su factor curativo, tampoco envejecía al mismo ritmo de los demás. Cuando todos los que conocía, perecieran por el motivo que fuera, él seguiría recorriendo la tierra y aceptando trabajos de medio tiempo hasta que alguien allá arriba decidiera que había tenido suficiente y lo librara de una vez por todas de su sufrimiento.

Hasta entonces, observaría morir a las personas que hacían parte de su vida y se vería en la obligación de continuar pese al vacío de su ausencia, pues, él seguiría gozando de una grandiosa salud y los frutos de una vida sin moral o consciencia.

La primera en partir fue su mamá cuando él apenas era un bebé. Ni siquiera llegó a conocerla, pero pensar en ella le ponía irremediablemente triste debido a la interminable lista de conjugaciones y posibilidades que le asaltaba al fantasear con la que pudo ser su vida si el cáncer no se la hubiera arrebatado del mismo modo en que le arrebató muchas otras cosas.

Por desgracia, su mamá murió y Wade tuvo una infancia de mierda.

Le siguió su papá, pero ni una sola lagrima derramó el día que lo encontró frente al televisor con el rostro desencajado y la piel del brazo curtida bajo una aguja. A pesar del shock y las nauseas, lo bañó una sensación de alivio que no había experimentado nunca. Por primera vez en su vida era libre y no tendría que rendirle cuentas a nadie... O eso pensó antes de que los de servicios infantiles decidieran internarlo en un orfanato en contra de su voluntad.

Luego fue el turno de Vanessa Carlysle y con ella su corazón se detuvo. Todo lo que creía y todo por lo que había luchado murió en el piso de su sala de estar junto con ella. Así nada más: en un segundo, perdió a su prometida por un matón al que había hecho enojar en el pasado y a partir de entonces no volvió a confiar en nadie más del mismo modo. Al menos así fue hasta que conoció a Peter.

Incluso el maldito Tony Stark: genio, multimillonario, filántropo y ex playboy, murió y ni todo el dinero del mundo pudo hacer latir su corazón otra vez porque la muerte no discriminaba entre ricos y pobres, héroes o villanos. A todos les llegaba la hora tarde o temprano. A todos menos Wade porque la vida era así de injusta con él.

Ese día, sin embargo, le tocó a Jack Holland. Padre, esposo y amigo. Ladrón de tiempo completo, conocido por sus increíbles hazañas, entre las cuales destacaba ser la persona con más secuestros llevados a cabo en contra de Peter Stark Rogers.

Quince horas después de que Peter lo dejara solo y que el jefe de Maxim mandara a su pandilla para "ajustar cuentas" por incumplir el trato y perder la camioneta junto a la mercancía a manos de Spiderman, recibió un mensaje de Weasel, donde le pedía ir al bar lo antes posible. No le dio mucha más información, pero Wade supo al instante que algo iba mal.

Así que apenas terminó de regenerar el brazo que le había sido arrancado con una motosierra, tomó sus cosas y partió hacía el bar, donde encontró a la clientela habitual reunida alrededor de un cofre cerrado. No hizo falta que preguntara de quién se trataba, pues alguien se había tomado el tiempo de enmarcar una foto de Jack junto al ataúd.

Su compañero de habitación en el orfanato estaba muerto, pero él no sentía dolor o siquiera lastima por su partida. El luto que mantenía era hacía sí mismo por tener que vivir otro día mientras alguien más descansaba dentro de un ataúd. Ver el cofre cerrado con la corona de flores hizo que una sensación amarga tiñera su sangre con un profundo resentimiento y odio hacía Jack. Estaba celoso. Celoso de su piel fría y carente de color; de sus mejillas ahuecadas; de las uñas moradas; de los gusanos que se comerían su carne; del pulso inexistente y del proceso de corrupción en general.

Jack tenía una familia; Tenía hijos y un propósito que alimentaba sus días y lo mantenía con vida. Wade no. Wade quería morir. Lo anhelaba. Deseaba cerrar los ojos y no volverlos a abrir nunca. Todas las noches soñaba con la posibilidad de ver a Vanessa y conocer a su mamá en el más allá. Entonces, ¿por qué debía ser alguien más quien gozara de su más profundo y sincero anheló?

No era justo. Nada en su vida lo era.

—¿Cómo ocurrió?—preguntó al sujeto junto a él, que se había quitado el sombrero en señal de respeto. Tenía los ojos empañados, pero su rostro permanecía seco.

—fue un negocio que salió mal. Uno de sus amigos lo traicionó.

—¿quién?

—no estamos seguros. Hay quienes dicen que fue Marlo. Jack confiaba en él, pero Marlo siempre quiso quedarse con el negocio—inhaló con fuerza, sorbiendo la mucosidad en su nariz. Sus hombros temblaban, pero Wade no estaba seguro de si estaba temblando por el frio o la tristeza—Dicen que se robó una mercancía e inculpó a Jack. Ya sabes como es: Pierdes algo y lo pagas con tu vida.

Sí, Wade lo sabía y los dedos que no habían terminado de crecer bajo el guante lo respaldaban.

(Jack me agradaba)

—a mi también.

[Ni siquiera lo conociste]

(no, pero Wade sí y a Wade le agradaba)

[Wade arruinó la oportunidad de Jack por ser adoptado. Por su culpa terminó robando]

(¿O se que es nuestra culpa que esté muerto?)

[Básicamente]

—no. No es mi culpa—frunció las cejas, apretando los puños inconscientemente. Quería romper algo. De preferencia, el cuello del sujeto junto a él—Yo no sabía que era día de visitas. Fue culpa de Jack por no revisar el puto calendario.

[Sí lo sabías. Lo sabías y estabas celoso de que alguien quisiera a Jack y a ti no]

—las cosas no sucedieron así.

[Tenías miedo de quedarte solo otra vez, así que hiciste lo que siempre haces y lo saboteaste]

—cállate.

[Viste que la pareja que quería adoptarlo iba a llegar, así que le ofreciste ir al bosque a fumar hierba porque sabías que eso no les gustaría]

—ya te dije que las cosas no sucedieron así.

[Nadie adoptó a Jack y ambos terminaron en la calle. Tú por tu lado y él por el suyo. La única diferencia es que ahora Jack está muerto y tú no]

Entumecido por la avalancha de pensamientos que descendían sobre él, tomó la navaja y se la clavó en el muslo, apretando los dientes para evitar gritar cuando la cuchilla atravesó su piel hasta rozar el hueso.

El sujeto junto a él profirió un chillido, retrocediendo con una mano en su pecho y los ojos fuera de las cuencas a medida que un charco de sangre se formaba bajo sus pies.

Su pequeño espectáculo atrajo la atención general, pero pasado un instante los demás procedieron a ignorar al maniaco que se había clavado un puñal en la pierna.

Para ese punto, Weasel ya les había advertido a todos de que era normal en Deadpool comportarse así.

—de casualidad, ¿sabes dónde puedo encontrar a Marlo?—inició Wade con los dientes apretados por el esfuerzo que hacía en no proferir una sarta de maldiciones mientras giraba el mango de la navaja. Lo único que lamentaba era que por su culpa Dopinder tendría el doble de trabajo—Me gustaría hablar personalmente con él. De ladrón a ladrón, tengo un par de consejos que podrían servirle.

—eh...—el sujeto intercaló su mirada entre la herida que no paraba de sangrar y la mascara, que permanecían arrugada en una mueca de agonía—No, pero Weasel podría saberlo. Tiene un registro con la información de todos aquí.

—genial—asintió, dando media vuelta para cojear hasta la barra, donde el cantinero tenía los labios crispados en una mueca iracunda. Detrás de él, Dopinder oprimía las hebras del trapero dentro de un balde—¡A trabajar, comadreja! Necesito información.

—eres un imbécil. Te dije que ya no podías suicidarte en mi bar—señaló el charco de sangre que Wade había dejado a su paso, mientras el mercenario se sentaba en el taburete junto a la barra—¿Sabes cuanto tiempo le tomara a Dopinder limpiar tu desastre?

Dopinder levantó una mano detrás de Weasel, negando con una diminuta sonrisa.

—no se preocupe, señor Pool. Amo limpiar.

—deja de mentir. Te escucho llorar todas las noches—chistó Weasel por encima del hombro antes de girarse hacía Wade con las manos en la cadera y una ceja arriba—¿y bien? ¿Cuál es tu excusa para comportarte como un demente?

—eh... No sé si lo olvidas, pero estoy demente. Literalmente escucho voces en mi cabeza—cuchicheó con una mano al costado de su boca para alimentar la vibra de confidencialidad. Weasel viró los ojos, retirando el cabello de su rostro en un gesto airado—Quita esa cara. Últimamente todo lo que hago te parece que está mal.

—porque todo lo que haces esta mal—refunfuño, entrecerrando los ojos—Dejas trabajos a medias, haces a Hydra enojar, permites que Spiderman se lleve nuestros objetivos...—enumeró con los dedos antes de apoyar los brazos sobre la barra y suspirar, meneando la cabeza —¿Qué sigue? ¿Volverte policía? ¿Ayudar a los vengadores?

(¿creen que nos contratarían como policías?)

[Somos mercenarios. ¿Tú qué crees?]

—no, pero estoy ayudando a los X-MEN—rezongó tan bajito que dudó que Weasel llegara a escucharlo, sin embargo, el rostro del barman se frunció incluso más de lo que estaba hace un momento, con todas las líneas de expresión colisionando en un semblante grotescamente furioso. Wade suspiró, tirando el cuchillo fuera de su pierna al tiempo que apoyaba una mano en su muslo para detener el sangrado—Entiendo. Estás enojado conmigo.

—estoy furioso contigo—corrigió rojo de la ira—Es más, debería echarte del bar.

[Deberíamos matarlo]

Wade enderezó la espalda y levantó un dedo, preparado para pelear.

—¡si fuiste tú el que me invitó en primer lugar!

—sí, para poder echarte.

—oh, no peleen, por favor. Odio cuando pelean. Me recuerda a mis papás—intercedió Dopinder, frotando las manos entre sí, nervioso. Su cabeza iba de un lado a otro como en un juego de ping pong—Por favor, sea lo que sea que les esté molestando, se puede resolver hablando. No hay nada que la terapia no solucione.

(ahí esta esa palabra otra vez. ¿Por qué todos quieren que vayamos a terapia?)

[Se refiere a terapia de parejas]

(¿Estamos saliendo con Weasel?)

—no.

—¿no qué?—inquirió Weasel en un tono que le hubiera puesto los bellos de punta si no fuera completamente calvo.

—no quiero ser tu novio—respondió. Weasel arrugó la nariz, perdiendo la ferocidad en sus facciones—no eres mi tipo.

En silencio, mantuvieron una lucha de miradas por ver quien cedía primero, pero al cabo de un rato el cantinero terminó hartándose y deslizó una cerveza en su dirección, mientras se sentaba tras la caja registradora para contar el dinero.

—¿Qué quieres?

(Nos ama)

—necesito la dirección de Marlo.

—olvídalo. Esa información es confidencial.

—te pagare.

Weasel chasqueó la lengua, guardando el dinero devuelta en la caja.

—como decía, no hay nada que no haría por un viejo amigo—farfulló, presionando una tecla en el teclado junto a la caja para iluminar el monitor—Creo que hay una orden de captura a su nombre. Así que lo que sea que pienses hacer, podríamos hacerlo pasar por un trabajo y ganar un poco de dinero extra, ¿te parece?—viró las cejas hacía el mercenario, que encogió los hombros—Excelente. Sabía que no todo estaba perdido contigo.

—¿gracias...?

La impresora emitió un pitido y Weasel sacó de debajo de la barra una hoja con la información de Marlo.

—una cosa más...—mencionó antes de que Wade se bajara del taburete—No eres el único que lo está buscando.

—¿por qué lo dices?

—hace diez minutos recibí una alarma en mi celular. Alguien entró a los archivos y hackeó la base de datos para conseguir la dirección de Marlo—tensó la boca, mirándole de esa manera suya que quería decir tenemos-un-problema-Houston y que ponía a Wade de malas porque significaba que alguien más iba tras su objetivo—Ya sabes que hacer.

—si—resopló, palpando la pistola en el cinturón—Máximo esfuerzo.

***

Ubicado en uno de los peores barrios de New York, el edificio donde Marlo vivía tenía siete pisos. Las personas que entraban y salían por lo general revisaban su espalda un par de veces antes de cruzar la calle para asegurarse de que nadie las estuviera siguiendo. Sin embargo, eran pocas las que llegaban al otro lado antes de que un carro sin placas y con los vidrios tintados apareciera de improviso.

No era un espacio seguro, pero para alguien que huía de la ley o quería desaparecer del radar, era sin lugar a dudas el mejor lugar para esconderse sin levantar sospechas.

Wade vivió ahí por un tiempo, poco después de cumplir dieciocho y mucho antes de que Vanessa le permitiera mudarse con ella. La renta era barata y las ratas pequeñas, pero por lo general fueron días amargos. Absolutamente nadie quería darle trabajo a un niñato sin educación o padres que se responsabilizara si metía la mata y el dinero que había ahorrado en el orfanato comenzaba a escasear. Estaba solo, con el estomago vacío y sin nadie a quien acudir para que le echara una mano, de modo que hizo lo que cualquier ciudadano sin nada que perder haría y se enlistó en las fuerzas especiales de los Estados Unidos.

Un par de años después, se convirtió en mercenario y el resto era historia.

Estar devuelta le hizo caer en cuanta de algo que había ignorado hasta entonces y era que nada en su vida había cambiado desde que tenía dieciocho y vivía en una ratonera, haciendo cuentas para llegar a fin de mes con el estomago medio lleno. Al final del día seguia estando solo.

Tuvo a Vanessa y la perdió; Luego conoció Peter, pero también lo perdió. Finalmente, llegó el cáncer y perdió la cordura. El punto era que nunca nada buena se quedaba con él; Su vida era una serie de interminables desastres con pequeñas pausas comerciales de felicidad.

Ensimismado en el fracaso que era su vida, ignoró las arrugas en el tapete y la marca de pasos que conducía hasta la puerta de Marlo en el quinto piso cuando el sonido de pasos dentro del apartamento llamó su atención.

(Escuche algo)

[Creo que hasta Shiklah lo escuchó desde el infierno, pero gracias por la información]

—creo que llegamos tarde a la fiesta—musitó, rozando con un dedo la perilla y con ella las marcas que rodeaban la herradura, indicando que había sido forzada con un objeto puntiagudo—Bueno, mejor tarde que nunca.

[Ya cállate y entra]

Cuidadoso de no hacer ruido, sacó la navaja de la bota e ingresó la punta dentro de la herradura, girando su muñeca en círculos hasta que sintió el seguro ceder tras un silencioso "clic".

(Algo no está bien)

Rozando la pistola en su cadera, dio un paso adentro y parpadeó un par de veces hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad dentro de la sala. Le tomó un momento, pero logró identificar el sofá y un par de sillas cuando escuchó la puerta cerrarse a su espalda seguida por la presencia de alguien más en la habitación.

Le tomó un segundo desenfundar la pistola y apuntar a la frente de Peter, que estaba apoyado en la pared con una sonrisa presumida. El arácnido estiró el brazo y encendió la luz con el interruptor junto a su cabeza.

—Deadpool—saludó, enseñando sus colmillos al levantar una ceja de manera inquisitiva, pero no lo suficiente para verse sorprendido—Tenemos que dejar de encontrarnos de esta manera. Comienza a volverse cansino.

[Estoy empezando a creer que es él quien nos está siguiendo]

(¡Spidey es nuestro fan!)

Atónito, Wade bajó la pistola, boqueando hasta que sintió su mandíbula acalambrarse. De todas las personas que tenían algún motivo para ir tras de Marlo, Peter jamás pasó por su cabeza.

—¿Qué haces aquí?—preguntó Peter con el semblante vacío.

—debería preguntarte lo mismo—vociferó, balanceando la mano con la pistola—¿No había ningún hotel cinco estrellas donde pudieras pasar la noche?

Peter apretó los labios en una sonrisa amarga, estrechando sus ojos de una manera que lo hacía ver cruel. Su cuerpo, forrado en otro traje hecho a la medida, se desprendió de la pared al dar un paso adelante con las manos en los bolsillos del pantalón.

—no voy a dejar que mates a Marlo—enunció con seguridad.

—¿Quién dijo algo sobre matar?—se llevó una mano al pecho, pretendiendo estar ofendido mientras guardaba la pistola—A lo mejor solo vine a torturarlo.

Peter arqueó una ceja, adquiriendo una chispa de diversión en los ojos.

—¿ahora te dedicas a hacer visitas domiciliarias?—meneó la cabeza, exhalando una bocanada de aire con los ojos más grandes de lo normal—Sabía que el negocio estaba decayendo, pero escucharlo de tu boca es simplemente desgarrador.

(¿se está burlando de nosotros?)

—eso creo. No sé si es sarcasmo o si lo dice en serio—rezongó, cerrando las manos en puños. Peter aprovechó que estaba distraído para caminar alrededor de la sala, observando sin entusiasmo los objetos en la mesa de centro—en todo caso, ¿Dónde está él? ¿y qué haces tú aquí?

—todos los martes Marlo sale de cinco a ocho y visita la tumba de su hermana en el cementerio que queda a tres manzanas de aquí. Compra flores y se sienta a hablar con ella hasta pasadas las seis. Luego toma el metro y va al bar de la 15 con 35 y se gasta todo su dinero en prostitutas y alcohol—levantó la muñeca con el reloj, asintiendo para sí mismo—Ya debe estar cerca. Le pongo diez minutos a lo mucho.

Wade tenía más preguntas que respuestas, pero dudaba que Peter fuera a tomarse el tiempo de responderlas todas. Jamás había sido del tipo comunicativo y saltaba a la vista que los años lo había vuelto incluso más taciturno y receloso con la información que compartía.

—él y Jack solían secuestrarse—estableció y pese a que no pudo ver la reacción en su rostro, la manera en que los hombros de Peter se tensaron por un momento no le fue indiferente.

—así es.

—¿te torturaron?

—¿leíste en alguna parte que me torturaron?—replicó al instante, mirándole por encima del hombro con una ceja arqueada. En sus ojos había una chispa, que Wade no supo descifrar. A pesar del tono controlado y calculador, podía darse cuenta de que el arácnido estaba limitando su reacción, ocultando lo que pensaba en realidad—¿O te lo susurraron las voces?

(Creo que si se está burlando de nosotros, pero no estoy seguro)

—un poco de ambas. A veces les gusta inventar cosas, así que debo hacer una lista de lo que es real y lo que no—asintió, haciéndose la nota mental de no ir por ese camino mientras entrelazaba las manos bajo su espalda—Conocí a Jack hace unos años. Éramos cercanos.

—mis condolencias—murmuró sin sonar realmente interesado.

—¿sabías que era huérfano? Sus papás seguían siendo unos niñatos cuando su mamá quedó embarazada, así que apenas dio a luz lo dejaron en una canasta frente al orfanato y nunca más volvieron por él. Yo llegue mucho después, cuando el orfanato en el que estaba se quedó sin recursos y tuvieron que cerrarlo—Wade esperó un momento por si había alguna reacción por su parte, pero Peter continuó paseándose de un lado a otro con su mirada en cualquier parte que no fuera él—Marlo solía decir que algún día tendría tanto dinero que compraría el orfanato y le daría a todos esos niños un apellido propio. Estaba obsesionado con sacarlos de ahí... Supongo que cumplió la parte de hacer mucho dinero porque lo último que supe fue que mandó a sus hijos a Europa para que pudieran estudiar lejos de aquí.

Peter le miró de reojo con los músculos de la mandíbula tensos antes de desviar su atención a la siguiente fotografía en la pared.

Ambos sabían que Jack había muerto sin un centavo en los bolsillos y que el dinero para llevar a sus hijos a Europa había venido de otra fuente. Específicamente, de una cuenta bancaria anónima, pero con el suficiente dinero para hacerle una transferencia cada dos meses.

—me pregunto que pasó con su esposa. No la conocí, pero todos decían que era una mujer muy agradable.

—murió—Peter carraspeó, frotando un dedo detrás de su oreja—Tenía un tumor en la cabeza.

—¿sufrió?

Peter asintió con la mirada en el suelo y un par de arrugas en la frente.

—en sus últimos días perdió el habla y dejó de reconocer a Jack. Lloraba todo el día, no entendía que estaba pasando—tragó saliva, deslizando una mano por su cabello—Él estaba con ella cuando sucedió.

Wade silbó por lo bajo, agrandando sus ojos.

—bueno, con algo así no me sorprendería si Jack pasó sus últimos días secuestrando y torturando animalitos...

—Jack era un buen hombre—interrumpió con firmeza, mirándole de lleno con las manos hechas puños y el semblante severo.

—eh... ¿seguimos hablando del hombre que te secuestró durante años?

—Jack hizo todo lo que pudo por mantener su familia a flote y no lo resiento por eso. En todo caso, siento lástima de no haberlo visto una última vez—un segundo después emitió un bufido y viró la cabeza con diversión, mirando a Wade con dagas en los ojos—No espero que entiendas lo que es la empatía. Alguien en tu línea de trabajo no debe saber lo que es cuidar de otra persona cuando puedes aprovecharte de su debilidad—hizo otra pausa. Su vista se nubló por un momento, mientras su rostro se contraía en una maraña de emociones conflictuadas, que se resumieron en un tono resentido y amargado—Jack lo entendía y por eso le pasó lo que le pasó.

[Piensa que somos un monstruo]

—tiene razón—Wade encogió un hombro, subiendo una mano al borde de la mascara para asegurarse de que estuviera bien sujeta—Me gusta lo que hago y soy el mejor haciéndolo.

—lo sé. Leí tu archivo.

—no sabía que tenía un archivo—contrajo las cejas, ligeramente preocupado.

—todos tienen uno. Incluso los que están fuera del planeta.

Wade se hizo la nota mental de buscar dicho archivo y revisar que tanto decía.

—¿Qué hay de Marlo? ¿También tiene un archivo?

—Marlo es una cucaracha, pero sí. Incluso él tiene un archivo.

—aún así no quieres que lo mate—sostuvo con un tono que daba a entender que necesitaba una confirmación verbal para estar seguro—Apuesto que ni siquiera quieres que lo lastime

—no. Nadie tiene el poder para decidir quien vive y quien muere. Además, matarlo lo eximiría de pagar por sus actos y eso es algo que no pienso tolerar—pasó un dedo por la mesa y lo acerco a su rostro, frunciendo el ceño ante la acumulación de polvo y mugre en su huella dactilar—Tengo otros planes para él.

Wade iba a contestar cuando escuchó el sonido de pasos, seguido por el tintineo de llaves. Al instante, Peter levantó la mirada y viró su atención entre la puerta y Wade. Entonces, tomó una roca del tamaño de una canica de un florero y lo arrojaba al interruptor al otro lado de la sala para apagar la luz.

—voy a matarlo—susurró Wade cuando lo sintió deslizarse junto a él—Nada de lo que hagas podrá evitarlo.

—suenas muy seguro para estar esposado a la pared.

Confundido, bajó la mirada hasta sus manos y se dio cuenta de que, en efecto, su muñeca estaba esposada a una repisa atornillada a la pared. Ni siquiera se había dado cuenta en que momento Peter lo había apresado.

—esclavizando a la clase trabajadora—siseó, tironeando su mano inútilmente. Entre todas las mejorías que le había dado su mutación, super fuerza no había sido una de ellas—Típico del capitalismo.

—shh.

La puerta se abrió y Marlo entró, cargando una bolsa del super mercado. Sin determinar en su presencia, se quitó los zapatos, dejó la bolsa a un lado y estiró las manos encima de su cabeza con los ojos cerrados. Había envejecido un par de años y la joroba entre sus hombros no le hacía ningún favor, pero para Wade seguía siendo el mismo segundón de siempre.

—esto es ridículo—ansioso, desenfundó la pistola con su mano libre y apuntó a la cabeza del recién llegado a la par que Peter lo tomaba por la muñeca y levantaba su brazo para que la bala aterrizara en el techo—Oh, púdrete. Ya lo tenía—chilló cuando Peter apretó su muñeca con tal fuerza que podría haberle roto el hueso de no ser porque Wade soltó la pistola antes—¡él es el culpable de que Jack esté muerto!

—¿crees que no lo sé?—espetó, empujándole por el pecho contra la estantería con el semblante tenso—Acaso, ¿crees que no me importa?

—has algo, entonces—escupió con la misma aflicción en su voz.

[Si quieres que algo salga bien, hazlo tu mismo]

Marlo dio un paso adelante, desenfundando la pistola que tenía escondida tras su espalda para apuntarles respectivamente. El pobre temblaba de pies a cabeza.

—¿Peter?—arrugó la nariz, desconcertado antes de volver su atención a Wade—¿Y quién demonios eres tú?

—tú peor pesadilla.

—¿en serio? ¿esa es tu frase?—Peter meneó la cabeza poco impresionado—Olvídalo. Mas tarde hablaré contigo—levantó una mano, indicándole que guardara silencio tan pronto Wade abrió la boca—Hola, Marlo. No puedo decir que es un gusto volverte a ver, pero me alegra que sigas en una pieza—subió la mirada donde la bala había perforado el yeso—En fin, espero que no te moleste que haya venido sin avisar. Entenderás que, dadas las circunstancias, no me quedó de otra que venir personalmente a arrestarte por el asesinato en primer grado de Jack Holland.

Marlo lo miró de arriba a abajo. Por la expresión en su rostro daba la impresión de que no se enteraba de nada de lo que estaba pasando

—¿ahora eres policía?

—no, pero me gusta el trabajo de vigilante—encogió un hombro, revisando sus uñas—¿Podrías bajar el arma, por favor? Esta es una conversación civilizada.

—yo no mate a Jack.

—por supuesto—asintió Peter, guardándose las manos en los bolsillos del pantalón al avanzar un paso a pesar de la pistola que apuntaba a su frente. Simultáneamente, Wade intentaba sacar su mano de las esposas, pero primero tenía que hallar la manera de romper el hueso en su pulgar sin hacer ruido—Tienes derecho a un abogado. En caso de que no cuentes con uno, el estado te proporcionara uno.

Jack boqueó, rozando la boquilla del arma contra la frente de Peter, que se limitó a parpadear cuando el rostro del criminal quedó a centímetros del suyo.

Wade contrajo la mano, mordiendo el interior de su mejilla cuando sintió uno de sus dedos desprenderse por la fuerza con que tiró de las esposas. El guante y un par de nervios era lo único que impedía que se le saliera completamente.

—¿Quién mierda crees que eres?—escupió Marlo con los ojos inyectados de sangre y la boca fruncida, igual a un animal que enseña los dientes y escupe espuma por la boca—te piensas que eres mejor que yo solo porque ahora vistes de traje y tienes a un montón de personas en la palma de tu mano, pero en el fondo sigues siendo el mismo niñato hijo de papi que nadie soporta—empotró la pistola contra la frente de Peter, clavando la boquilla en su piel— Vienes a mi casa, me faltas el respeto, ¿y crees que voy a querer tener una conversación civilizada contigo?

—vamos, Marlo. ¿En serio piensas que apuntándome a la cabeza vas a conseguir asustarme?—rápidamente, tomó la muñeca de Marlo y torció su brazo en un ángulo doloroso, alejando la pistola de su rostro. Un segundo después, Wade consiguió librarse, pero ninguno se dio cuenta—He pasado por esto desde que tengo memoria. Personas mucho más inteligentes, entrenadas y poderosas que tú han intentado matarme y tú crees que tu patético intento por intimidarme tiene algún efecto sobre mí—su comisura tembló hacía arriba en una diminuta sonrisa—No eres nadie, Marlo. Ni siquiera vale la pena ensuciarme las manos contigo.

[Bueno, para eso estamos nosotros aquí]

(¡Toma la pistola!)

Wade tomó la pistola a sus pies y golpeó a Peter en la coronilla con el mango, tirándolo al suelo. Ni por un segundo pensó que fuera a conseguirlo, pero entonces el cuerpo de Peter rodó por el suelo y de su sien brotó un hilillo de sangre. Honestamente, algo dentro del mercenario esperaba que el arácnido lo detuviera a último minuto, pero Peter lucir tan conmocionado como él.

(¿QUÉ ACABAS DE HACER?)

[¡POR FIN ALGO DE ACCIÓN!]

—¿Qué mierda...?—bramó, palpando la sangre en su mejilla con ojos desorbitados y furiosos. En su mirada había una chispa que Wade no había visto antes. Estaba iracundo. Frenético. No había ni una pizca de control en sus movimientos y, sin embargo su voz salió hueca, aunque increíblemente amenazante—¿Me acabas de golpear?

Wade miró la pistola en su mano, manchada con sangre en el mango, luego la cabeza de Peter, que no paraba de sangrar, y devuelta a la pistola, abriendo los ojos como platos.

(¡Dile que no!)

[¡Dile que sí!]

—no...—escondió la pistola tras su espalda—Fue él—señaló a Marlo al tiempo que lo tomaba del brazo y depositaba la pistola en medio de su mano—Yo lo vi. Tomó la pistola cuando estabas distraído y te golpeó.

Mientras Wade intentaba explicarle a Peter una versión errónea y retorcida de lo que había pasado, Marlo aprovechó para quitarle el seguro a la pistola y disparar en la pierna del mercenario, que aulló de dolor mientras saltaba en una sola pierna por toda la sala.

—¡santa María, madre de Dios!—chillaba una y otra vez.

[Mátalo]

(Mátalo)

—lo siento, Marlo, pero las voces y yo hemos llegado a un acuerdo—estiró un brazo tras su espalda y sacó una katana, obligándose a suprimir el dolor cuando el agujero en su pierna se cerró al cabo de dos minutos—¿últimas palabras?

—te dije que no—exclamó Peter, saltando sobre él para tirarlo al suelo y rodar uno encima del otro. Wade consiguió quitárselo de encima y le enterró un codo en el estomago al tiempo que Peter le pateaba en la barbilla—Sabía que serías un problema, pero jamás imagine lo molesto que eras.

—ni siquiera estoy siendo la mitad de molesto que puedo llegar a ser, baby boy.

—¡Deja de llamarme así!

Hombro contra hombro, se propinaron patadas y puños capaces de noquear hasta a los soldados más fuertes. Era anormal lo elástico que Peter era, esquivando golpes sin siquiera despeinarse. No obstante, saltó a su atención que el arácnido estaba midiendo sus golpes y que su estilo de pelear era opuesto al de su alter ego.

Peter peleaba con base al entrenamiento que recibió durante su crianza, y aunque su destreza era proporcional al de la viuda negra, no había nada extraordinario en la manera en que se movía. Spiderman, por otro lado, era todo un espectáculo de ver. Incluso si todavía no lo había visto en acción con sus propios ojos, Wade había visto todo tipo de videos y podía afirmar que la forma en que el arácnido se movía era algo fuera de ese mundo.

—comienzas a acabar con mi paciencia—gruñó Peter, poniéndose de piel al tiempo que lo pateaba en el pecho.

Wade aprovechó para tomarlo del tobillo y tirarlo devuelta al suelo.

—es el encanto Deadpool—gimoteó, gateando lejos del imaginario ring de pelea para levantarse. Simultáneamente, Peter se impulsó hacía arriba con ayuda de sus pies y aterrizó frente a él. Solo entonces, Wade se fijó en un pequeñísimo detalle—¡Mira lo que hiciste!—molesto, señaló su alrededor con la mandíbula desencajada. No podía creer su suerte—¡Marlo se escapó!

Como si un rayo le hubiera caído encima, Peter agrandó los ojos y miró la puerta, que estaba abierta.

—¿mi culpa?—escupió, estupefacto—¡Si tú no te hubieras aparecido en primer lugar, Marlo estaría en una patrulla en este momento!

Wade viró las manos a la altura de su cabeza.

—claro, porque seguramente tu sabes tanto de patrullas.

Peter entrecerró los ojos, captando inmediatamente la indirecta detrás de su comentario. Después de todo, su primer encuentro sucedió tras las rejas de una comisaría y Peter Stark Rogers nunca había sido de los que seguían las reglas al pie de la letra.

—debería poner una orden de captura a tu nombre—rezongó, cruzándose de brazos con aire importante—Claramente es un peligro tenerte en libertad.

—pues, ¿adivina qué? ¡Ya tengo cientos de capturas a mi nombre!—abrió los brazos, iracundo.

Wade apenas podía contener las ganas de gritar. Era irónico que hace tan solo un par de días la idea de lastimar a Peter le hubiera parecido inconcebible cuando ahora parecía tan sencillo.

—no se porqué siquiera pierdo mi tiempo contigo—gruñó Peter, deslizando una mano por su cabello con la mirada en el techo—Hazme un favor y mantente fuera de mi camino. Ya hiciste suficiente por hoy.

[Tiene que estar bromeando]

—¿siquiera te estás escuchando?—bramó, golpeándose en la cabeza, desesperado. Había olvidado lo insoportable que podía ser Peter cuando se ponía en su papel de niño rico—Esto es tu culpa tanto como mía. No. De hecho, es 100% tu culpa. Si no me hubieras atacado en primer lugar...

—te recuerdo que fuiste tú quien me atacó a mí—rechinó los dientes con las manos hechas puños a los costados de su cuerpo—Tú con tus estúpidas armas y tu estúpida boca...

—¡al menos yo estaba haciendo algo! No como tú, que te quedaste haciendo la charla...

—para tu información, estaba a punto de hacer algo antes de que me interrumpieras.

—¿ah, si?—dio un paso adelante al tiempo que Peter—Te propongo algo, baby boy. ¿Por que no...?

Antes de que pudiera terminar, un escudo con los colores de la bandera voló por la puerta, rebotó en la pared y chocó contra el pecho de Wade, mandándolo al suelo. Un segundo después, Peter lo atrapó a centímetros de su rostro, retrocediendo apenas un paso.

En la entrada, el capitán América les miraba con los brazos en jarras y los labios crispados bajo los goggles de cristal rojo.

—Peter—llamó sin un tono en especifico, simplemente observando al empresario, que expulsó un suspiro cansado al tiempo que relajaba sus hombros en señal de derrota—tu papá quiere hablar contigo.

(¿desde cuando el capitan america es negro?)