Chapter 1: Respuestas
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Después de la explosión en el Purgatorio y su llegada a la Isla Quesadilla, Roier se encontraba más decidido que nunca a encontrar a Cellbit. A pesar de las marcas físicas y emocionales que llevaba consigo tras su paso por el Purgatorio, su determinación no flaqueaba.
Las noches eran solitarias para Roier. Después de cuidar de Pepito y ocuparse construyendo para distraerse de sus pensamientos, se sumergía en el té, el mismo té del que se había hartado en el purgatorio, pero que de alguna manera le brindaba una sensación de familiaridad en medio de la adversidad. Montones de tazas de té adornaban su escritorio, rodeado de computadoras con códigos, antenas y su querida lámpara como única fuente de luz y calor en aquella noche sombría.
Los días se sucedían en una rutina de supervivencia: té para mantenerse despierto y alimentado, apenas dos horas de sueño al día, cuidar de Pepito y de los huevos que poco a poco iban despertando, y la continua búsqueda de pistas sobre aquella isla infernal donde había sufrido junto a sus amigos, no se rendía en la búsqueda incesante de su esposo, atrapado en ese lugar de pesadilla.
Después de una larga jornada de búsqueda sin resultados, Roier decidió que era hora de descansar y planificar su próximo movimiento. Se levantó del escritorio con una taza de té a medio beber en la mano cuando una luz parpadeante captó su atención en el monitor izquierdo. Un punto rojo marcaba la posición exacta de la isla que tanto había buscado. La emoción lo invadió, su corazón latiendo con fuerza ante la posibilidad de un avance en su misión.
Con paso acelerado se dirigió hacia su castillo, pero antes de llegar, fue abordado por un grupo de trabajadores de la federación. En medio de ellos, destacaba Cucurucho, con su sonrisa inquietante que dejaba claro que algo no estaba bien.
"¿Qué haces?" preguntó Cucurucho con su voz artificial, su tono amenazante filtrándose a través de cada palabra.
Roier sintió un escalofrío recorrer su espalda. "Nada importante", respondió tratando de aparentar calma, aunque su voz traicionera delataba su nerviosismo.
La risa robótica de Cucurucho llenó el aire. "Parece que te divertiste un poco", comentó con sarcasmo.
Antes de que Roier pudiera reaccionar, uno de los trabajadores le propinó un golpe en la cabeza, dejándolo tambaleante en el suelo. Lo último que vio antes de perder el conocimiento fue la sonrisa siniestra de Cucurucho, la misma que había sido su preludio de problemas desde el principio.
Cuando recuperó la conciencia, se encontró en una habitación oscura y fría, frente a Cucurucho. La voz del oso resonó mientras Roier fruncía el ceño, su cabeza daba vueltas. "Estás pendejo si piensas que secuestrarme es tu mejor decisión”, sonrió entre el dolor, “ Las cadenas provocan un sentimiento contrario" advirtió Roier, aunque su tono juguetón denotaba una mezcla de agotamiento.
Cucurucho suspiró y sacudió la cabeza. "Disfruta la Isla", dijo con una sonrisa mientras los trabajadores lo restringían y le colocaban una venda en los ojos, privándolo de su visión y dejándolo a merced de los acontecimientos que estaban por venir.
Roier luchó por liberarse, pero la resistencia era inútil. Su mente se llenó de preguntas y estrategias mientras era llevado a un destino incierto, sin saber qué le aguardaba en las sombras de aquel lugar controlado por la Federación.
Chapter 2: Tortura
Notes:
Cuando hable Doied quiero que sepan que no voy a modificar la escritura para que puedan leerlo con normalidad y facilidad, esto no quiere decir que no hable como ya saben que habla, solo lo hago por comodidad. :D
Si esto los incomoda y quisieran que lo modifique, díganme!
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Roier se encontraba en una celda pequeña y fría, con las manos atadas y una venda en los ojos que le impedía ver. La Federación lo había capturado y lo mantenía prisionero en un lugar desconocido, lejos de la Isla Quesadilla y de su búsqueda desesperada de Cellbit.
Los días pasaban lentamente en la oscuridad de la celda, mientras Roier era sometido a interrogatorios brutales y torturas mentales por parte de sus captores. Le hacían preguntas sobre Cellbit, sobre sus conexiones y planes, pero Roier se negaba a revelar cualquier información, manteniendo la esperanza de reunirse con su esposo intacta.
Las torturas iban desde golpes y privación de comida y agua hasta técnicas psicológicas diseñadas para quebrar la mente de Roier. Escuchaba gritos de otros prisioneros y gemidos de dolor a su alrededor, pero se aferraba a su determinación de resistir y mantenerse fuerte.
En medio de la oscuridad y el sufrimiento, Roier encontraba consuelo en los recuerdos de Cellbit y en su amor por él. Recordaba los momentos felices juntos, las risas compartidas y la promesa de un futuro juntos que les había dado esperanzas en el pasado.
Pero la tortura continuaba, y Roier sentía cómo su cuerpo y mente se debilitaban con cada día que pasaba en cautiverio. A pesar del dolor y la desesperación, se negaba a rendirse, recordando las palabras de Cellbit y su idea de reunirse nuevamente.
- - -
Mientras Roier soportaba las torturas en su celda, la Federación se daba cuenta de que su determinación y resistencia eran inquebrantables. Cada intento por hacerle revelar información sobre Cellbit y lo que sea que sepa sobre la isla del Purgatorio, resultaba en fracaso. Cucurucho, observando a través de las cámaras de vigilancia, veía cómo Roier resistía a pesar del sufrimiento al que era sometido.
En medio de esta situación, la puerta de la oficina donde se encontraba Cucurucho observando se abre, y entra Doied, el hermano gemelo de Roier. Doied con una sonrisa burlona se acerca diciendo "¿La arañita te está dando problemas?" lo que hace que la sonrisa en el rostro de Cucurucho se vea más como una mueca forzada.
“¿Qué haces? “ pregunta Cucurucho en su típica voz robótica, tratando de ocultar molestia detrás de una fachada de tranquilidad.
“Oh, no mucho, solo vine a ver como van tus intentos fallidos de controlar a mi hermano” responde Doied, disfrutando cada palabra que pronuncia. “Pero no te preocupes, tengo la solución perfecta.”
Cucurucho voltea a verlo sin decir nada, sabiendo que las palabras de Doied usualmente vienen acompañadas de problemas para la Federación.
Doied se acerca más a Cucurucho, sus ojos brillando con malicia mientras explica el funcionamiento de un invento suyo, desglosando cada componente y proceso involucrado en el intercambio de conciencias. Cucurucho, aunque inicialmente escéptico, se encontraba cada vez más intrigado por las posibilidades que esta tecnología ofrecía para sus propios fines.
"¿Qué necesitas?" se escucha la voz de Cucurucho retumbar en la oficina, su tono ahora más interesado y colaborativo.
El castaño se acomoda sus lentes en su puente nasal de forma rápida, "Para llevar a cabo el intercambio de cuerpos, necesitaré acceso total a las instalaciones más avanzadas de la Federación. Requeriré una serie de recursos específicos, desde equipos de última generación hasta materiales especiales para garantizar el éxito del procedimiento." Luego de una pausa y ver que no obtenía respuesta, aclaró con fastidio "Solo déjamelo a mí, pendejo"
Cucurucho asintió finalmente, evaluando cuidadosamente cada palabra dicha.
"No toleraré errores." advirtió.
El de lentes asintió en señal de entendimiento, consciente de la importancia de no cometer errores como siempre, sabía lo que podía significar un error en esa estúpida isla. La tensión y la anticipación se palpaban en el aire, preparando el escenario para una serie de eventos que desencadenarían consecuencias impredecibles y potencialmente peligrosas. La noche cayó sobre las instalaciones de la Federación, mientras las mentes maestras detrás del plan continuaban sus preparativos en la sombra.
Chapter 3: Cambio
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La puerta se abrió con un chirrido, interrumpiendo la concentración de Doied. Cucurucho entró con paso rápido y decidido, su expresión seguía intacta como siempre, una sonrisa espeluznante, pero la velocidad de sus pasos iban reflejando la gravedad de la situación. Doied lo recibió con una mirada inquisitiva mientras cerraba los planos en su mesa.
Cucurucho no perdió tiempo en rodeos. "Tenemos un problema", anunció, su voz resonando en la pequeña habitación llena de dispositivos y papeles esparcidos.
Doied se levantó con rapidez, su mente ya trabajando en posibles soluciones. "No mames Cucurucho, estoy trabajando", respondió con fastidio, aunque su corazón latía con urgencia.
"Necesitamos hacer el cambio ya", dijo Cucurucho, su tono grave subrayando la seriedad del asunto. Las palabras de Cucurucho hicieron eco en la mente de Doied.
"La máquina aún no está completamente calibrada", advirtió Doied, tratando de transmitir el problema sin demostrar nerviosismo, Cucurucho odiaba eso. "No podemos arriesgarnos a errores, TÚ LO DIJISTE, especialmente en un proceso tan delicado como lo es cambiar la conciencia de Roier por la de una rata!".
Cucurucho frunció el ceño, sus ojos oscuros mostrando molestia. "Cambio de planes, tú tomarás el control."
La mente de Doied se quedó en blanco.
¿¿¿Qué???
Cucurucho miró a Doied fijamente para luego entregarle un libro donde tenía escrito: "Utiliza la máquina para transferir tu conciencia al cuerpo de Roier, es más probable que podamos mantenerlo controlado de esa manera. No hay espacio para discutirlo, es urgente."
Doied asintió, su mente ya trabajando en los ajustes necesarios para la máquina. Sabía que el destino de Roier, Cellbit y toda la Federación dependía de su habilidad para controlar la situación. Cuando levantó la mirada, Cucurucho ya no estaba, Doied se quedó solo y con la responsabilidad pesando sobre sus hombros.
Que fastidio.
Con determinación, se sumergió de nuevo en su trabajo. La sala se llenó de un silencio tenso, solo interrumpido por el suave zumbido de la maquinaria en funcionamiento y el click-clack de los teclados mientras Doied realizaba los ajustes finales.
Las horas pasaron en un parpadeo mientras Doied trabajaba sin descanso, su mente enfocada en cada detalle para asegurarse de que todo saliera como estaba planeado. Cada línea de código, cada ajuste en los sistemas, era crucial en un juego donde las apuestas eran altas y el margen de error era mínimo.
Finalmente, Doied levantó la vista, su rostro iluminado por una mezcla de confianza y anticipación. "Está listo", anunció, su voz resonando en la habitación cargada de tensión.
Cucurucho, como si fuera invocado por la determinación de Doied, apareció en la sala asintiendo en aprobación. "Perfecto", dijo, parándose al lado de Doied con una sonrisa más amplia de lo habitual.
Sin más palabras, Doied se preparó para iniciar el proceso que cambiaría el curso de los eventos. Aunque confiaba en sus habilidades y en el funcionamiento de su máquina, una sombra de duda se coló en su mente. ¿Podría él controlar la situación una vez que estuviera dentro del cuerpo de Roier? Una cosa era observar y conocer la vida de Roier a través de cámaras y archivos, otra muy distinta era experimentarla en carne propia.
Se sentía inseguro, algo que no le gustaba admitir. Siempre había sido calculador y eficiente, pero ahora se encontraba en un terreno desconocido, lidiando con emociones que hacía tiempo había relegado al olvido. Sin embargo, se recordó a sí mismo que su objetivo era la misión, no sus sentimientos personales.
El destino de Roier, Cellbit y toda la Federación pendía de un hilo mientras Cucurucho activaba la máquina y Doied se preparaba para el intercambio de conciencias. El corazón le latía con fuerza, una mezcla de anticipación y nerviosismo se apoderaba de él.
¿Qué podría salir mal?
Después de todo, conocía la vida de Roier como si lo hubiera parido, solo tenía que fingir ser él y llevar a cabo el plan. ¿Sería tan fácil como lo imaginaba?
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Doied emergió lentamente de la oscuridad de su conciencia, sumergido en un torbellino de emociones que no le pertenecían. Durante días, había sido arrastrado por un vendaval de recuerdos y sensaciones ajenas, una experiencia completamente desconocida hasta ese momento. Los recuerdos de Roier se entrelazaban con los suyos propios de forma caótica y confusa, formando una amalgama de identidades difícil de descifrar.
El fallo en la máquina había sido un golpe devastador, una jugada del destino que lo había dejado atrapado junto a la conciencia de Roier en un mismo cuerpo. Cada pensamiento, cada emoción, era ahora compartido, una situación que Doied no había anticipado ni deseado. Las primeras horas después de despertar fueron un caos de confusión y turbulencia. Intentó desesperadamente entender lo que ocurría, buscando desligarse de las emociones y pensamientos invasores, pero cada intento fue en vano. Se encontraba encerrado en una prisión de carne y recuerdos ajenos, al borde de la desesperación.
Conforme pasaban los días, Doied se sumergía más y más en la espiral de emociones que no podía controlar. Miedo, desesperación, tristeza, ira... Todas estas emociones lo asaltaban sin piedad, haciéndolo revivir momentos que no eran suyos pero que ahora le pertenecían de alguna manera. Sintió el miedo de Roier al ser secuestrado, la desesperación al enfrentarse a la tortura y no poder defenderse, la tristeza de perder a Bobby, la ira hacia aquellos que lo habían traicionado. Era como estar atrapado en un sueño tormentoso del que no podía despertar.
Con que así se sintió cuando perdió a Bobby...
Lo que más lo atormentaba era la incapacidad de separarse de esos sentimientos. Cada vez que intentaba distinguir sus pensamientos de los de Roier, se encontraba sumergido en un mar de confusión y agotamiento. No era solo el hecho de estar compartiendo un cuerpo, era la intensidad de las emociones que lo abrumaban, haciéndolo cuestionar su propia cordura y estabilidad emocional.
Doied no era un hombre de lágrimas, pero las emociones lo agobiaban de una manera que nunca había experimentado. Se debatía entre la desesperación y la impotencia, sintiendo que estaba perdiendo el control de sí mismo. La lucha interna entre su naturaleza calculadora y la avalancha de sentimientos era abrumadora, un constante torbellino que lo consumía desde dentro.
Finalmente, estaba experimentando en carne propia lo que tanto había anhelado, aunque de una manera que lo dejaba exhausto y confundido. Doied se encontraba en un estado de desesperación y desamparo, una realidad que lo llevaba al límite de su resistencia. Odiaba esta nueva existencia que lo había sumergido en un mar de sentimientos turbulentos, una batalla interna que lo consumía sin tregua. La sensación de estar atrapado en un laberinto emocional sin salida era abrumadora, y cada día que pasaba se hundía más en la oscuridad de su propia desesperación.
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En medio de esa confusión interna, la llegada de Cellbit junto a Richarlyson, Pomme y Baghera trajo consigo una mezcla de alivio y preocupación. El reencuentro con Cellbit fue extraño, una amalgama de emociones que Doied luchaba por descifrar por completo. Roier, o más bien el cuerpo que compartían, se mostraba feliz y contento de una manera que lo dejaba sin aliento.
¿¿Qué carajos??
Doied tuvo que ejercer una fuerza descomunal para contener el impulso de arrojarse a los brazos de Cellbit cuando lo vio. Se negaba a tener contacto físico con ese ser que le provocaba tantos sentimientos encontrados. Mostrarse indiferente era una estrategia que formaba parte del plan que tenía con Cucurucho para poco a poco acabar la relación entre Roier y Cellbit, pero en secreto también la utilizaba como una barrera protectora. Era irónico, estaba huyendo, protegiéndose a sí mismo de algo que no podía definir claramente.
Por su parte, Cellbit notó de inmediato la diferencia en el comportamiento de Roier. Sin embargo, decidió no profundizar demasiado en ello. Había algo en la mirada de Roier que le transmitía tranquilidad, como si hubiera encontrado paz y aceptación en medio del caos que los rodeaba.
Aunque una parte de Cellbit se sintió triste al pensar que Roier había seguido adelante sin él después de lo ocurrido en el Purgatorio, otra parte encontró consuelo en saber que su amado había encontrado una forma de sobrellevar la situación. El amor y la complicidad entre ellos seguía intacta para él a pesar de las circunstancias difíciles que los habían separado temporalmente.
Estaba bien, definitivamente no estaba sobrepensando. ¿Por qué sentirse mal por algo que en realidad no era un problema? Tenía a su esposo sano y salvo con él, eso era lo que realmente importaba, ¿verdad?
El amor y la complicidad entre ellos seguía intacta para Cellbit, pero la sombra de la confusión y el desconcierto se alzaba entre ellos, algo en su interior le decía que algo no cuadraba, que había algo más detrás de la mirada contenta pero vacía de Roier, algo que no podía entender que lo mantenía alerta y cauteloso.
Notes:
Yo sé que puede ser tedioso leer estos primeros capítulos, ya vamos a llegar a lo bueno, paciencia jsjs
Igualmente, espero estén disfrutando leer, los escribo lo mejor que puedo :')Háganme saber si les está gustando!! Amaría leer sus comentarios.
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Las mañanas solían ser el centro de la rutina diaria de Doied, pero desde que ocupó el cuerpo de Roier, todo cambió. Esa mañana en particular, se sentía inusualmente inquieto. La sensación de estar en un cuerpo ajeno, rodeado de recuerdos y sentimientos que no le pertenecían, lo desconectaba de sí mismo.
La parte híbrida de Roier parecía ser un factor determinante en su rutina diaria. Un pequeño recordatorio de que no tenía control absoluto del cuerpo en el que estaba.
Mientras trabajaba en su casa provisional, escuchaba las risas de Cellbit jugando a las atrapadas con Pepito y Richarlyson afuera. Las carcajadas resonaban, llenando el ambiente con un aire de alegría que contrastaba con su propio estado interno.
Se escuchaban las carcajadas de Cellbit luego de ver caer a Pepito intentando alcanzar a Richas. Los niños también reían mientras se peleaban por ver quién era el siguiente al que le tocaría perseguir a los demás. Era una imagen demasiado doméstica para su gusto.
Aún así, la imagen de Cellbit sonriente, con sus colmillos asomando de manera sutil, se grabó en su mente, una mezcla de fascinación y frustración.
Maldita cara bonita...
La intensidad del momento, junto con la visión de esos poderosos brazos llenos de cicatrices nuevas al descubierto, le provocan un escalofrío por la espalda. Un recordatorio visual de la fuerza bruta con la que los trataron durante el Purgatorio, pero que también despierta una nueva curiosidad en su interior. Sus colmillos picaban.
Y si...? No, OLVÍDALO
Sus pensamientos se dispersan mientras se deja caer de lo alto de una pared, aterrizando con destreza sobre el pasto que adorna su ahora hogar con un pequeño gruñido de frustración por estar pensando en cosas inútiles.
La parte híbrida en él estaba más presente de lo normal, sus sentidos arácnidos resonaban con intensidad mientras observaba a Cellbit. Una oleada de emociones encontradas lo inundó, luchando entre la atracción y la confusión.
La presencia de Cellbit, su calor y energía, lo cautivaban de manera inexplicable. Cada fibra de su ser reaccionaba a su presencia, incluido su sentido del gusto, que parecía despertar de manera inesperada.
"¿Te unes a nosotros, Guapito?" preguntó Cellbit, rompiendo el hechizo momentáneo que lo mantenía absorto.
Sin darse cuenta, ya se encontraba al lado del de mechón blanco.
"Nah, solo venía a-" se ve interrumpido por unas manitas que tocan su pierna repetidas veces. Pepito sonriendo con orgullo dice en voz alta "¡Apá Roier la lleva!"
Pepito, con entusiasmo, le dió su papel en el juego que llevaban minutos antes jugando con alegría.
Doied se sintió impulsado por sus instintos híbridos, atrapado entre el deseo y la lucha interna. Sus piernas se movieron casi por sí solas, persiguiendo a Cellbit en un instante de adrenalina descontrolada. Sus colmillos creciendo ante la anticipación de la caza, una lucha interna que se reflejaba en su rostro.
Una mordidita no hacía mal, ¿No?
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Cellbit corría sin parar, su corazón latía con fuerza en su pecho, lleno de emoción y ansiedad por pasar tiempo con Roier. Habían pasado semanas desde que regresó del Purgatorio, y la necesidad de tener a su esposo cerca era abrumadora.
Ver a sus hijos felices y a Roier participando en sus juegos como en el pasado, lo llenaba de alegría y alivio. Aunque quería darle espacio a Roier, la idea de que estuvieran juntos, compartiendo momentos como familia, era reconfortante.
Finalmente, tenía la atención de Roier, no estaba distraído en otras cosas que consideraba "importantes" pero que lo alejaban de la conexión que anhelaba desde que regresó. Sentir la mirada intensa de Roier sobre él lo hacía sentir completo después de tanto tiempo.
Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos abruptamente por el sonido de pisadas rápidas detrás de él. Roier lo alcanzaba, y la adrenalina se apoderó de él, aumentando su velocidad. Ya se encontraban demasiado lejos de la casa de Roier y de los niños.
Flashbacks del Purgatorio lo asaltaron, recordándole los momentos de peligro y supervivencia extrema. La presencia de Roier, ahora más cercana y urgente, desencadenaba una sensación de alerta en su mente y cuerpo.
El juego se volvía más serio, más real, a medida que sentía sus piernas cansarse y sus sentidos gritaban peligro. La imagen de Roier, fuerte y decidido, se contrastaba con la sensación de vulnerabilidad que lo invadía.
Merda.
En un instante, todo se volvió borroso. Un peso lo abatió, mordiéndolo y arañándolo sin piedad mientras rodaban por el verde jardín que los rodeaba. Se sentía como un muñeco en manos de un niño tosco al que nunca le enseñaron cómo cuidar sus cosas, Roier no era significativamente más alto que él, pero era fuerte, tan fuerte que podía enviar su cuerpo volando al otro lado del jardín con un simple movimiento si quisiera. Eso lo estaba asustando, especialmente en medio de sus pensamientos turbios por los recuerdos del Purgatorio.
Sintió como Roier clavó sus colmillos en su cuello, marcándolo de manera instintiva y salvaje. La sensación fue intensa, una mezcla de dolor y posesión que lo dejó sin aliento por un momento.
Cellbit luchaba por contener el pánico que se apoderaba de él, sintiendo el cuerpo de Roier temblar mientras lo mordía. "¿Guapito?", murmuró con voz entrecortada, tratando de encontrar fuerza en medio del caos.
El temblor en el cuerpo de Roier, su respiración errática y pequeños gruñidos que quedaban ahogados mientras lo mordía, lo alarmaron, un indicio de que algo no estaba bien. Por lo que, en lugar de alejarse, Cellbit reaccionó instintivamente, comenzando a consolar a Roier con palmadas lentas en su cabeza, sosteniendo el cuerpo de su esposo en un abrazo débil.
"Está bien, Guapito. No voy a irme, estoy aquí" susurró Cellbit, tratando de transmitir calma y seguridad mientras sentía cómo la parte híbrida de Roier iba cediendo ante su tacto tranquilo.
Finalmente, Roier cayó exhausto y desorientado. El cuerpo no pudo contener la tensión y la confusión acumulada, dejando el cuerpo de Roier sumido en un estado de vulnerabilidad y agotamiento en brazos de Cellbit.
Qué diablos acaba de pasar???
Notes:
Holaaaa
Me extrañaron? Jsjs lo siento, estuve algo ocupada y el capítulo no me convencía.
Espero les guste, avanzamos ya con la historia, se vienen cositas (。•̀ᴗ-)✧
Chapter Text
Cellbit sostenía a Roier en sus brazos, sintiendo el peso literal y figurativo de la situación sobre sus hombros. La adrenalina aún latía en su cuerpo mientras miraba a su esposo dormitando en su hombro herido.
Tenía la certeza de que Roier había tenido problemas para controlar su parte híbrida hace unos momentos, pero eso era....extraño.
Nunca vió a Roier perder el control de ésa manera.
¿Sería estrés acumulado? No, ha visto a su esposo en sus peores momentos, pero nunca así. No entiende que pudo provocar ése desenfreno en el castaño. Eran contadas las veces que Roier lo dejaba ver hacer uso completo de su parte híbrida.
Claro que le halagaba ser receptor de la parte posesiva que su esposo tenía, no lo negaba, pero no esperaba sentirse como una presa en vez de sentirse protegido y amado como siempre en presencia de su parte híbrida.
Lo hablaré con Roier después.
La noche comenzaba a caer, bañando el ambiente en tonos dorados y sombras alargadas. Cellbit, con cuidado, se puso de pie llevando a Roier en sus brazos como si fuera un niño dormido. Roier, aunque inconsciente, parecía más tranquilo ahora, su rostro relajado en su hombro y una mano con un agarre firme en su camisa.
Al acercarse a la casa de Roier, los niños se percataron de la situación. Sus risas se desvanecieron, dando paso a la curiosidad y preocupación en sus ojos. "¿Pai, qué pasó?" preguntó Richarlyson, acercándose con Pepito a su lado haciendo la misma pregunta.
Cellbit sonrió débilmente, tratando de tranquilizar a los niños. "Unos mobs nos atacaron y no teníamos la armadura puesta, todo está bien. Solo necesito un momento con Roier, ¿Pueden ir a jugar con su tío Bad por un rato?"
Esperaba que los niños accedieran, sabía que no podía ocultar su herida y mucho menos el rastro de sangre que aún continuaba en la boca de Roier, el estado en el que se encontraban gritaba que lo que les dijo era mentira. Sabía que no le creerían pero confiaba en que accederían a dejarlos solos.
Los niños, aunque un poco dudosos, para su alivio, asintieron y se dirigieron hacia el waystone para ir con BadBoyHalo. Richarlyson miró a Cellbit por un momento más antes de seguir a Pepito.
Una vez solo, se permitió soltar un suspiro, tomar una respiración honda y sin dejar su agarre firme en su esposo, sacó su warp stone para teletransportarlos a su casa.
- - -
Cellbit colocó a Roier con cuidado en su cama y se sentó a su lado, observándolo con atención. Se había teletransportado a su casa por comodidad y facilidad.
Claro que no es porque no conociera la casa de su esposo. Para nada, solo lo hizo porque quería. Además, su casa ya estaba terminada.
...
No es que no quisiera, ¿¿¿Ok???
Roier nunca lo invitaba a pasar más allá de su comedor y sala de estar de su nueva casa. Se hacía la idea de que era porque no terminaba de construirla aún. No, obviamente es por eso.
Como sea, se dirigió al baño para limpiar la herida en su hombro. Mientras veía su reflejo en el espejo, la sangre seca le devolvió recuerdos que preferiría olvidar del Purgatorio. Las cicatrices en su cuerpo hablaban de batallas pasadas, de momentos de supervivencia extrema que habían dejado una huella profunda en él.
Después de curar su herida lo mejor que pudo, regresó a la habitación donde yacía Roier.
Se acercó con cautela, examinando su rostro en reposo. Una oleada de alivio lo invadió al verlo tranquilo, por lo que procedió a limpiar la boca del castaño de su propia sangre, con cuidado de no perturbar su sueño. El Purgatorio le había arrebatado la poca delicadeza que solía tener, y lo último que deseaba era lastimar a su esposo aún más.
Ya hice suficiente con abandonarlo.
Sus acciones se detuvieron abruptamente cuando vio que Roier abría los ojos y comenzó a despertar lentamente, parpadeando varias veces antes de enfocarse en Cellbit.
"¿Guapito...?" murmuró suavemente, buscando alguna señal de que su esposo estaba bien.
Cuando vió que Roier intentaba moverse, dejó el pañuelo ensangrentado y lo ayudó a incorporarse en la cama. Cuando sus miradas se encontraron, su respiración se detuvo.
El momento fue impactante. Cellbit se encontró mirando a Roier de una manera diferente.
En esos ojos reconocía a su esposo.
Por más estúpido que pudiera sonar, esos ojos eran inconfundiblemente los de Roier, y en ese instante, cualquier duda o miedo se desvaneció. Hubo un destello de reconocimiento en los ojos de Cellbit, como si en ese momento, Roier fuera simplemente Roier.
¿Qué?
Roier no apartaba la mirada. Desde que sus ojos se encontraron, parecía que evitaba parpadear, como si temiera que al hacerlo, él desaparecería.
Esta peculiaridad era típica en Roier, una manera de asegurarse que estaba despierto y no inmerso en un sueño. Era un hábito arraigado que adoptaba después de pesadillas, una forma de confirmar su realidad y asegurarse de que no estaba atrapado en un mundo ilusorio.
Esto no había ocurrido desde el Purgatorio, donde en uno de sus muchos encuentros secretos, Roier despertó alarmado después de una horrible pesadilla donde perdía a Richarlyson y Leonarda de la misma manera en la que lo hizo con Bobby.
Sin embargo, más allá de su propósito inicial de calmar sus miedos, este gesto era mucho más. Era una forma de conexión silenciosa, una manera de asegurarse mutuamente que estaban presentes y juntos, enfrentando cualquier adversidad unidos.
La calma que reinaba en la habitación fue bruscamente interrumpida cuando la expresión de Roier cambió drásticamente. Un dolor agudo se reflejó en sus ojos y su rostro se contrajo, emitiendo un gemido lastimero que resonó en el silencio del lugar.
Cellbit se quedó paralizado por un momento, incapaz de comprender la repentina aparición del dolor en Roier. Sus intentos por calmarlo resultaron infructuosos mientras él trataba de apartar las manos de Roier de su cabeza, temeroso de que se lastimara aún más. El deseo de no causarle más sufrimiento lo inundó, pero al mismo tiempo, la impotencia se apoderó de él al no saber cómo aliviar el dolor de su esposo.
La reacción de Roier, apartándose bruscamente y exigiendo que no lo tocaran, lo tomó por sorpresa. Una expresión de temor se dibujó en su rostro, manifestando su angustia con una voz rasposa y temblorosa.
"¡No me toques!" exclamó Roier con urgencia, su respiración agitada y su cuerpo tenso denotaban su malestar y confusión.
Confundido y preocupado, Cellbit retrocedió instintivamente, tratando de entender lo que estaba sucediendo. "Roier, soy yo, ¿Qué pasa? ¿Qué necesitas?" preguntó en un español apresurado, buscando una manera efectiva de comunicarse con su esposo en medio de la confusión y la angustia que llenaba la habitación.
Al escuchar la voz de Cellbit, Roier pareció enfocarse nuevamente, reconociéndolo con dificultad debido al dolor que lo embargaba. Sin embargo, su cuerpo seguía tenso, su respiración agitada y entrecortada por el sufrimiento que experimentaba.
"No lo sé, algo está mal," murmuró Roier con esfuerzo, su voz interrumpida por el dolor. "Cellbo, me duele," agregó, buscando consuelo y ayuda en medio de la situación angustiosa.
Cellbit quería gritar.
Cellbit anhelaba desesperadamente encontrar una solución mientras su corazón latía con fuerza en su pecho. Su esposo le pedía ayuda y él se sentía impotente al no saber cómo aliviar su sufrimiento.
Con la voz más suave que pudo reunir, rogaba en susurros por respuestas. "¿Dónde duele amor? ¿Qué pasa? ¿Qué sucede corazón?" Las palabras salían de su boca con rapidez, buscando desesperadamente entender la situación mientras acariciaba con delicadeza el rostro de Roier entre sus manos.
A medida que intentaba consolarlo, la sensación de que algo no estaba bien se intensificaba. El comportamiento errático y desconcertante de Roier parecía indicar una lucha interna contra algo invisible pero poderoso.
En un instante, la atmósfera en la habitación cambió drásticamente. Cellbit percibió un cambio bajo sus manos mientras intentaba tranquilizarlo con suaves caricias. Los temblores de Roier parecían disminuir, su respiración se estabilizaba, y Cellbit creyó haber logrado calmarlo. Sin embargo, al buscar su mirada, se dio cuenta de que algo había cambiado profundamente.
Los ojos que lo miraban ya no eran los de su esposo. ¿Sonaba estúpido? Sí, pero él sabía que no lo eran.
No es Roier.
La mirada se volvió más afilada, vacía, su boca parecía curvarse en una pequeña sonrisa de victoria con colmillos ligeramente más notables, como si la parte híbrida de Roier intentara tomar el control. Pero Cellbit sabía en su instinto que no era solo eso lo que estaba sucediendo. Había algo más, algo que no podía identificar.
Abatido por la confusión y la preocupación, Cellbit se quedó sin palabras. Una sensación de inquietud se apoderó de él mientras la expresión de Roier cambiaba por completo ante sus ojos.
Sin saberlo, la conciencia de Doied se había apoderado del cuerpo de Roier, pero Cellbit aún no tenía idea de lo que realmente estaba ocurriendo.
Notes:
Se vienen capítulos más largos yeiii???
Quiero que sepan que habrá más dolor que amor :')
¿Creo que es muy obvio? Pero por si acaso, lo aclaro.
Espero les guste el cap, los leo (◕ᴗ◕✿)!
Chapter Text
La sensación de haber perdido el control, aunque fuera por unos segundos, lo dejó aturdido. Doied se sintió como un espectador dentro del cuerpo de Roier, observando con recelo como Cellbit reaccionaba antes de que él pudiera recuperar el mando.
Solo entonces se permitió entrar en pánico. Su experimento había fallado.
La máquina no había funcionado como debía y ahora estaba atrapado en un cuerpo ajeno, uno que no solo conservaba su vitalidad, sino también la conciencia de su dueño original. Roier no estaba muerto. Seguía ahí, en algún rincón, compartiendo espacio con él.
Genial.
Una sonrisa amarga cruzó su rostro. Su mente no dejaba de dar vueltas. Sus otros ojos se abrieron sin querer, volviendo borrosa la visión. Todo se superponía: luces, sombras, formas sin sentido. Su cuerpo ardía, y la garganta le escocía.
Todo es culpa de ese maldito oso. ¿Cómo pude confiarle algo así? ¡Le dije que necesitaba más tiempo!
El torbellino mental se detuvo en seco cuando notó el movimiento de alguien frente a él.
Mierda, se me olvidó que tenía público.
Alzó la vista. Cellbit lo miraba fijamente, buscando respuestas en sus ojos.
Intentó hablar, pero la garganta cerrada solo permitió un carraspeo seco. Apartó la mirada. Esa intensidad lo incomodaba. Le provocaba un sentimiento difícil de ignorar.
"¿Roier?" La voz de Cellbit, suave y preocupada, sonó más lejana de lo que realmente estaba. ¿Desde cuándo lo llamaba por su nombre y no por alguno de sus apodos ridículos?
"A-agua…" Logró decir, aunque la palabra salió apenas como un susurro áspero. Una mano temblorosa fue a su cuello.
Cellbit reaccionó de inmediato, buscando en su inventario. No tardó en colocar una botella de agua en sus manos, que Doied bebió con desesperación.
Su cabeza latía con fuerza. Sabía que lo estaban observando. Cuando terminó el último trago, cerró los ojos. Inhaló profundo.
No puedes seguir evitándolo.
"Me vas a desgastar de tanto mirarme, gatinho" Dijo, con una sonrisa ladeada, sin atreverse a mirarlo directamente. Era una frase que había escuchado de Roier. Demasiado descarada para su estilo, pero efectiva. La tensión pareció ceder un poco.
"Tú… estás teniendo problemas para controlar tu parte híbrida."
Bastante directo huh?
"Estoy perfectamente bien" Respondó con el orgullo herido, la voz más tosca de lo que habría querido.
El silencio se volvió incómodo.
"Lo siento, yo…" intentó corregirse, pero se quedó a medias, se detuvo antes de seguir tartamudeando una disculpa que no tenía que salir de su boca. Se sentía tonto.
Estás cometiendo demasiados errores. Deja de actuar como tú mismo.
Un suspiro de frustración escapó de sus labios. Se frotó el puente de la nariz, intentando calmar el dolor de cabeza. Las lágrimas amenazaban con traicionarlo.
Entonces sintió los brazos de Cellbit rodearlo.
Se congeló.
Y luego, sin pensarlo, se dejó caer contra él.
Su cuerpo se rindió al instante. Su cabeza encajó sobre el hombro ajeno, y el mundo pareció disminuir su velocidad. El aroma familiar de Cellbit lo envolvió, y una sensación cálida, desconocida y dolorosamente necesaria, se instaló en su pecho.
"Está bien, no te preocupes" Susurró Cellbit, como si pudiera sentir todo lo que él no decía.
El contacto fue un bálsamo. Y las lágrimas comenzaron a caer.
Sin dramatismo, sin sollozos. Solo caían, silenciosas, mientras Cellbit lo acomodaba con suavidad sobre su regazo, acariciando su espalda de manera lenta.
Cada caricia era una tregua. Cada gesto, una oportunidad para respirar.
El cuerpo —el de Roier— se dejaba querer con demasiada facilidad. Era como si supiera lo que necesitaba antes que su propia mente. Se acomodó instintivamente, buscando más contacto, más consuelo. Y Doied no encontró fuerzas para detenerlo.
Una mano subió a su nuca. Un roce suave, casi imperceptible, recorrió la piel entre los cabellos. Cerró los ojos, vencido.
¿Desde cuándo no me dejaba cuidar? ¿Desde cuándo no sentía esto?
"No tienes que explicarme nada si no quieres" murmuró Cellbit. No había presión en su tono. Solo espacio. Refugio.
Doied tragó saliva. Su voz, cuando por fin habló, fue apenas un murmullo "Gracias."
No supo bien qué agradecía. El agua. Que no lo hayan descubierto. El silencio. El abrazo. La paciencia. Tal vez todo eso. Tal vez algo más.
Cellbit no respondió con palabras. Solo continuó acariciando su espalda con lentitud, como si supiera que ese gesto decía más que cualquier frase.
Doied se permitió observarlo desde su hombro. Sus ojos seguían húmedos, pero ya no le importaba tanto. Cellbit no lo juzgaba. No lo empujaba a hablar. Solo estaba ahí, firme, cálido.
Y fue ahí donde algo dentro de Doied se quebró y se acomodó al mismo tiempo. Una parte suya, pequeña pero insistente, deseó quedarse así. Solo un momento más. Solo por hoy.
El cuerpo de Roier, ese que tanto le costaba controlar, no luchaba. Al contrario, parecía que por primera vez estaban en sintonía. El silencio los envolvió. Ya no era incómodo. Era una pausa.
Y Doied, por primera vez desde que todo salió mal, cerró los ojos y descansó.
No es tuyo.
No es real.
Pero por ahora, eso no importaba.
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Cellbit sostenía con fuerza a Roier, como si al soltarlo fuera a desvanecerse. Acariciaba su espalda con paciencia, ignorando el temblor en sus propios dedos.
Sintió el momento exacto en que Roier se quedó dormido otra vez en sus brazos. Su respiración se volvió lenta y profunda, su cuerpo más pesado. Cellbit no se movió, solo bajó la mirada y se quedó viéndolo.
El rastro seco de las lágrimas en su rostro le apretó el pecho.
"Soy un idiota" murmuró para sí en portugués.
¿Cómo había podido pensar que Roier no era Roier? ¿Qué clase de esposo era para sospechar de alguien tan cercano, tan amado? Claro, había algo extraño en su comportamiento, una barrera invisible entre ellos, respuestas a medias y miradas perdidas… pero era su esposo!!!
¿Qué te pasó, amor? ¿Qué sucedió mientras no estaba?
Entendía que le guardara rencor. Después de todo, lo había abandonado. Había elegido quedarse en esa maldita isla, dejando que la sed de sangre lo consumiera y se perdiera en el sentimiento de haber perdido a su hijo.
Preferiría que me gritaras o golpearas.
No se sentía como antes, definitivamente se notaba herido y distante. Conocía a su esposo...no?
Se acomodó con cuidado, llevándolo entre sus brazos mientras se dejaba caer sobre la cama con él finalmente. Lo acurrucó cerca de su pecho y suspiró, permitiéndose un momento de calma.
Ya no importaba cuanto le doliera o cuanto se odiara a sí mismo por todo lo que pasó.
Iba a recuperarlo.
Iba a ganarse su confianza otra vez. Aunque tuviera que empezar desde cero.
Notes:
Holiii, regreseeeee ♡(ӦvӦ。)
Una disculpa por estar tan inactiva por acá, espero les guste como va la historia.
Alguna idea de lo que pueda pasar? Jsjs