Chapter 1: Siendo padre
Chapter Text
Luffy había sido tomado bajo la protección de Shanks y su tripulación luego de mucha meditación de parte de los piratas pelirrojos, porque todos amaban a su ancla y nadie quería que el niño fuera herido durante sus viajes. Pero habían llegado a la decisión unánime de que Luffy estaría más seguro donde pudiera verlo y controlarlo, podrían protegerlo, eran lo suficientemente fuertes y poderosos para mantener a salvo a su ancla. Por eso todos decidieron que lo tomarían y se irían de Foosha.
Esta decisión fue tomada luego de que Shanks casi perdiera al niño a manos del océano y unos idiotas qué creían qué podían tocar a su hijo. Shanks se había resignado al instinto qué gritaba tan fuertemente en su cabeza ante la sola idea de perder a su preciada Ancla. Así que ante todo pronóstico convenció lo suficiente a Benn para tomar al niño y llevárselo. Tal vez Luffy crecería odiandolo por haberlo tomado de Dawn. Pero Shanks Prefería qué estuviera vivo para hacerlo.
Con Luffy llegaron más problemas qué solo la forma en la que él niño de diez años era un martillo en el agua. O la forma en que podría comer más que una persona normal, ni mucho menos fue tan aterrador pensar que Luffy podría odiar estar en la fuerza roja. No, los problemas llegaron en la forma de un niño pecoso y un niño rubio.
—¡Este es Ace!—grito emocionado mientras ponía al niño menor enfrente suyo para mostrárselo a Shanks con la sonrisa amplia llegando a sus labios rápidamente—¡Y este es Sabo!—se hizo a un lado para dejar ver a la figura oculta detrás suyo—ahora son míos, el abuelo lo dijo.
Shanks sintió qué el mundo de un momento a otro cambio, su eje se desestabiliza, el dolor de cabeza se junta con el asombro y mira a su esposo en busca de ayuda. Beckman solo dejó caer su cigarro con incredulidad. Su pequeña Ancla no era tan pequeña. Pensaron qué Luffy era solo eso, un niño pequeño y solitario qué buscaba la compañía en Shanks. Quien le había prestado la suficiente atención como para que Luffy lo considerará un padre.
—Ancla—Beckman llama, con la voz más calmada y baja qué puede obtener—¿no eres solo tú?
Luffy ladea la cabeza en cuarenta y cinco grados como sí de esa forma tuviera sentido, la mirada aturdida del niño solos en ve opacada por la incredulidad que era tan palpable en Luffy ante el tono de voz tan raro que Benn esta usando. Las emociones del hombre mayor son palpables, qué llega al punto de que Luffy no entiende porque todos están tan asustados, sin darse cuenta que no están asustados porque eran tres niños ahora bajo su cargo. Estaban aterrados de quien había sido el imbécil que dejó a dos niños pequeños a cargo de otro niño pequeño. Luffy tiene dos pequeños a su cargo, dos pequeñas vidas que dependían plenamente de Luffy.
Benn Mira incrédulo a los niños. Luffy es aparente mayor solo por seis años, a diferencia de los pequeños renacuajos qué están sujetando a su ancla. El azabache llamado Ace esta mostrando los dientes como un pequeño gato enojado, mientras que Sabo entrecierra los ojos con la vista fijamente sobre ellos. Beckman sabe que aman a Luffy como el sol de verano qué calienta su piel. Como el amanecer qué les recibe todas la mañanas o el sol de medio día que pega en su piel cuando están en el mar. Pero estos dos niños son nuevos, son gente que sí bien es preciada para Luffy no eran preciados para ellos. Los piratas pelirrojos no tendrían el corazón para negarle a su ancla conseguir a estos gatos callejeros. Pero tampoco esperaban que ambos niños los vieran como familia, solo esperaba que ambos niños fueran lo suficientemente tranquilos y fuertes para soportar ser llevados.
—¡Ace y Sabo son gemelos!—ambos chicos se sonrojan hasta que la vergüenza es más notable qué su sospecha.
Luffy se ríe mientras corre hacia Shanks con ambos chiquillos soltando chillidos al ser cargados como sacos de papas. Todos habían escuchado esa declaración y sabían que no era tan real como Luffy quería hacerlo parecer, pero nadie pudo negarle nada al pequeño rayo de sol qué estaba corriendo por la cubierta hacia su capitán. Shanks sintió qué el corazón le latía a mil por hora y solo pudo sentir que su sonrisa se deslizó por sus labios en un reflejo amoroso. Su pequeña Ancla lo tenía sostenido entre sus pequeños dedos y no era plenamente consciente de ello. Solo abrió los brazos y recibió a los tres hermanos en algo parecido a un abrazo demoledor.
—Oh, ancla deberías tener cuidado—murmuro ocultando su rostro en el cabello azabache, el olor a goma y sal lleno sus sentidos—te puedes lastimar.
Benn suspiro mientras extendía su mano para revolver el cabello de Luffy, quien parecía tan contento mostrando a todos lo que el consideraba como suyo.
—¡No soy un ancla!—el grito lleno el lugar con risas.
—Entonces eres un niño—se burlo ganándose un par de risas de Yassop quien solo estaba disfrutando de toda la escena.
La risa de Luffy se elevó fuertemente, los niños solo se quejaron un poco mientras se acurrucaban entre ambos hombres. El niño mayor solo sonrió como si estar en los brazos de Shanks fuera lo más valioso.
—¡Papá ya no soy un niño!—la declaración hizo qué el pelirrojo casi soltara un grito de pura satisfacción.
Sí bien, había aceptado tomar a Luffy bajo su ala para correr por las colinas y mantener a salvo al niño qué había considerado como suyo. Nunca espero que dicho niño lo mirará más allá de ser la figura que lo inspiró a la piratería. Shanks esperaba ser solo el modelo a seguir de Luffy, pero escuchar qué su ancla lo consideraba un padre hizo qué su corazón se derritiera.
—¿No eres un niño?—la voz burlona se deslizó de sus labios son darse cuenta—Ancla, siempre serás mi niño.
Ace y Luffy se quejaron suavemente ante ser aplastados de manera tan descarada. Luffy lo ignoro solo acurrucándose en los brazos de su padre con satisfacción.
—Papá...
—Mmmm, ¿Sí, rayo de sol?
Benn miro al niño de goma con gran atención, algo le decía que lo que sea que Luffy anunciará conseguiría a toda la tripulación de su lado. Shanks tal vez sufriera un infarto, llámalo sexto sentido o simplemente es un hecho cuando hablamos de un D. Pero Benn sabía que sí Luffy les pidiera hacer un motín, todos los comandantes lo harían sin dudar. Amaban a su capitán, pero su Ancla los tenia tan atrapados qué no había forma de que pudieran decirle que no al niño pequeño.
—Son míos—eso tuvo a Shanks mirando fijamente a Luffy—como yo soy tuyo, como tú eres mío.
Shanks sostuvo la mirada del niño, la falta de sonrisa y los ojos negros brillando tan intensamente le hicieron saber al mayor que su hijo no está dispuesto a ceder. Luffy había decido qué este par de gatos callejeros son suyos. Luffy, el pequeño rayo de sol qué era había mirado a Shanks y su tripulación con la determinación necesaria para que nadie pudiera contradecirlo.
—Oh ancla—Benn acaricio la cabeza del niño con cariño—nadie se atrevería a llevárselos, ¿verdad capitán?
—Él pelirrojo no aparto la mirada de la de Luffy, hasta lo que sea que encontró en los ojos del niño pequeño lo hicieron sonreír enormemente—Claro que nadie se los llevará...—su respuesta se corto en el instante de que su cerebro proceso lo que estaba sucediendo—¿eso me convierte en abuelo?
La risa de todos los tripulantes se escucho por la cubierta. Shanks dejo de mirar a su hijo para mirar a Benn. El primer oficialse río ante la expresión de su marido y capitán. Lucky Roux soltó una risa ligera, mientras que Yasopp parecía estar disfrutando de la forma en que su capitán fue promovido de padre a Abuelo en segundos. Hongo agradeció en secreto que su ancla pudiera dejar al infantil de su capitán tan aturdido. Él hombre se lo merecía por ese afán de salir lastimado con demasiada frecuencia para su gusto y no querer seguir sus instrucciones.
—Ancla, ¿No prefieres que sean tus hermanos?—se agitó notablemente ante la idea que ser un abuelo, podría aceptar ser un padre, eso no era tan malo.
—Nop—hizo estallar la "p" con diversión—el abuelo dijo que eran míos, entonces son míos como yo soy tuyo y tú eres mío.
La sonrisa de Luffy fue tan grande y brillante como el sol. Qué Shanks tuvo que entre cerrar los ojos por un momento con la vaga sensación de que podría quedarse ciego. Se lamento silenciosamente sobre ello, la risa de su tripulación solo conseguía qué sus nervios fueran más notables. Estaba bien con ser un padre, era algo esperado, algo que para su edad podría encontrarse como aceptable. Pero su edad y la de Luffy no dejaban buenas ideas de Como shanks se había convertido en abuelo tan joven. Pero no pudo evitar adorar a los gatos callejeros que su hijo trajo consigo. Benn se rió suavemente, intentando ocultar como el rostro decidido de su ancla y el rostro desencajado de su esposo era lo mejor de su día, pero todo fue en vano cuando los comandantes llenaron el lugar con sus risas tras las quejas infantiles del capitán.
Chapter 2: Ese es mío.
Summary:
—¿Estás listo para salir de aquí con estilo?—pregunto divertido, oh, amaba a su familia y dejaría a Ace en el instante que Luffy subiera hasta el patíbulo, fingiria ser derrotado y amaría ver a sus nietos zarpar hacia la libertad.
—Abuelo, creo que deberías pensar en abandonar MarineFord antes de que sea destruída—se rió, estaba a salvo y ahora podía relajarse hasta esperar ser salvado.
—Ustedes me mataran de un disgusto—Garp estaba sonriendo, sin darse cuenta de que Sengoku había llegado a una resignación silenciosa al verlo—pero este viejo no podría cambiarlo por nada en el mundo.
Notes:
El 21 de mayo fue mi cumpleaños y simplemente estaba existiendo mientras escribía esto. Es mi auto regalo de cumpleaños y para el fsndom de MDZS qué sigue esperando que suba mis fanfics qué baje para copiar, la mala noticia es que no creo regresarlos. Tenía un par de historias algo dudosas en los borradores y me han llegado notificaciones de que se borraron (aunque claramente yo las baje antes de esto). Entonces nos vemos en Ao3. Jajaja cuando decida subir todo poco a poco porque mi pereza y ocupación me gana.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Luffy no sabia porque absurda razón la marina había decidido qué era lo suficientemente valiente para tocar uno de sus tesoros. No entendían porque el mundo seguía queriendo probar su Rabia.
Su ira era ardiente, brillante y salvaje como el sol abrasador del desierto. Tan intensa como el fuego de las fogatas y realmente temible como el mar en calma. Eran tan difícil conseguir qué su ira burbujeara, habían ciertas cosas, ciertos momentos donde su enojo tomaba lugar. Pero la rabia, ohh la rabia, qué Luffy podía llegar a sentir cuando realmente habían tocado algo que le pertenecía era más aterradora qué su ira.
No era la calma antes de la tormenta que normalmente se mostraría y destruiría una isla completa, no era ese silencioso momento donde su rostro se contorsionaba en seriedad o esas veces que gritaba en un intento de liberar tensión. Era salvaje, agresivo, casi primordial.
Todo el mundo sabía que sombrero de paja era el Yonkou más amable y divertido de los cuatro (Shanks podría amar ir de fiesta y beber, pero no era amable, no,el emperador pelirrojo era temible y cualquiera que haya tenido la dicha o la desgracia de enfrentarse al hombre sabía que tipo de monstruo se ocultaba bajo esa sonrisa borracha. Sabían que sí bien Shanks tenía menos tendencias de atacar a los marines a la vista, aún así era un Yonkou al qué no deberías cabrear).
Sí bien todos eran conscientes de que sombrero de paja era menos agresivo ante la presencia de los marines, eso no impedía qué la rabia de Mugiwara No Luffy fuera monstruosa y aterradora. El silencio acompañado de la seriedad abrumadora en el rostro qué nunca dejaba de tener una sonrisa tan brillante como el sol mismo solo aseguraba qué te ibas a arrepentir de haber hecho enojar al joven.
La señal qué mantenía a los marines tanto nuevos como viejos en alerta era su cabello negro tiñendose de un blanco puro y las carcajadas acompañadas del poder más estupido de todos los tiempos, le dejaba saber a muchos saber que el niño era una fuerza de la naturaleza de la cual temer.
Todo el mundo sabía que no debías joder con Mugiwara no Luffy, él chico era lo más parecido que podía a Akagami no Shanks, amaba las fiestas, la comida y la diversión, era alguien que navega a por el mar en busca de aventuras, de libertad, era un hombre que solo quería llegar a la cima para ser el hombre más libre de todos. Pero nada impedía que obtuviera el lado salvaje del hombre, ni que fuera tan unilateralmente agresivo como Benn Beckman cuando algo lo había echo enojar lo suficiente. Monkey D. Luffy, el cuarto emperador del mar había marcado las mareas desde el instante que llegó al Grand Line y solo se reforzó en el instante que derrotó a Kaido demostrando porque el gobierno mundial lo consideraba una amenaza en ciernes. Kaido había caído bajo sus puños, dejando ver que aunque su tripulación era significativamente más pequeña qué de los otros Yonkous, era poderosa, dejando saber al mundo porque su tripulación era lo suficientemente fuerte para estar compuesta de solo diez personas.
—¿Cómo que Ace será ejecutado?—miro a Boa con los labios curvados en enojo palpable.
Sus manos estaban temblando, mientras miraba a la emperatriz pirata enfrente suyo con enojo más que palpable ante la noticia de que alguien se atrevía a mirar de forma incorrecta a sus preciados tesoros. La dama solo le estaba informando sobre las noticias más actuales y no se tenia la culpa de que Ace fuera capturado. Luffy era consciente de ello, pero asumir qué su hermano pequeño sería herido nunca le había sentado muy bien. La ira se encendió y miro a sus compañeros con fuego en los ojos, Nami asintió en reconocimiento mientras gritaba indicaciones.
—¿Esta listo para darles un infierno a los marines, capitán?—Zoro exclamó con la diversión brillando en su único ojo visible.
Sanji negó mientras encendía su cigarro, necesitaba relajarse antes de que su capitán decidiera qué iba a destrozar MarineFord por completo. Robin se rió levemente mientras cubría su sonrisa con su taza de té. Todos eran conscientes de que Luffy no era el único afectado por esa noticia, Ace era uno de los suyos. Y todos serían capaces de ir al infierno por aquel niño pecoso.
—Capitán, ¿tiene algún plan?—pregunto divertida la arqueóloga, sabía mejor que nadie qué Luffy odiaba la idea de seguir planes.
Pero este era el precioso hijo de Luffy, sí bien, al hombre le gustaba decir que Ace y Sabo eran sus hermanos menores todos los que conocían al trio eran conscientes de que no era verdad. Luffy había sido el padre para ambos chicos. Todos en la tripulación de sombrero de paja habían sido intimidados en más de una ocasión por la familia de Luffy, para proteger a su precioso capitán. Entonces sabían la verdad sobre sus lazos familiares.
—Hay que golpearlos—declaró abiertamente ganándose una risa de Robin.
Todos los mugiwaras amaban con locura a los dos pequeños hijos de su capitán. Ace era un pequeño petardo problemático y Sabo era un extorsionador de primera. Perdona a los piratas de sombrero de paja por decidir que Ace y Sabo ahora eran parte de su tesoro. Como Luffy también era su tesoro.
Entonces no podías culparlos por llevar la destrucción hacia los marines. Tal vez su capitán era aterrador cuando realmente lograbas enojarlo, pero todos los sombreros de paja eran aterradores por derecho propio al proteger lo que consideraban suyo. Eran piratas amigables, claro, eso solo cuando su capitán estaba cerca para detenerlos o tranquilizarlos lo suficiente para no herir o traumatizar a los idiotas qué los hicieron enojar.
—¡Ace hemos venido a salvarte!—su voz se elevó rompiendo el aire y la tensión—¡Todos hemos venido a salvarte!—la sorpresa se abrió paso por los rostros de marines y piratas, Mugiwara No Luffy había llegado al terreno de guerra.
—¡Garp!—la ira de Sengoku fue más que palpable—¿¡Es tu familia de nuevo?!
—¡Luffy!—Garp podía sentirse orgulloso de la aparición de su nieto mayor. Después de todo Luffy era un emperador por derecho propio.
Por eso Sengoku se sintió envejecer treinta años más en el instante que el Thousand Sunny arribo a MarineFord con la cabeza de león brillando contra el sol, su presión se precipitó hacia arriba mientras miraba a Garp quien estaba sentado tranquilamente a lado de Ace. Quien mantenían una sonrisa maniática desde el instante que Mugiwara No Luffy apareció en la cubierta del barco sonriendo tan libremente qué no dejaba ninguna duda de como estaba listo para unirse a la batalla. Había una razón muy clara por la que Sengoku no deafiaba a más de un emperador del mar a la vez. Y en especial porque nunca molestaría a Mugiwara no Luffy, y no, no era porque dicho emperador era el nieto mayor de su mejor amigo Garp. Tampoco era por la forma tan aterradora en la que sus ojos solían posarse en la gente y analizar hasta lo profundo de su alma. Existía un miedo más primordial, algo que le decía que no debía joder con alguien que podría matarlo sí quisiera.
—No creo que quieran empezar esto sin mí—exclamó el con la voz cantarina llena de algo demasiado oscuro.
La risa de la tripulación de sombrero de paja se logro escuchar fácilmente en el instante que todos en Marineford guardaron silencio. Había algo salvaje en la risa descuidada de la navegante de los sombreros de paja, algo aterrador cuando Roronoa Zoro sonrió ligeramente y tuvo a todos los marines retrocediendo rápidamente.
—¡Luffy!—el grito de Ace llamo la atención de todos.
Ace lucia tan tranquilo y maniático desde el instante de que el Sunny arribo a MarineFord. Barbablanca se había encargado de secuestrarlo y llevarlo hasta este punto donde su vida sería sacrificada por tener un padre que nunca conoció. Lo había entregado sin darse cuenta los perros de la marina y podría apostar qué a su dulce hermano mayor no le faltarían razones para hacer caer al emperador. No, Luffy era más que un hermano mayor, era un padre por derecho propio y le mostraría al mundo que podría pasar si te atreves a dañar lo que es suyo.
—¡Ace, en un momento estoy ahí!—Él Yonkou más joven parecía derretirse en algo dulce y amoroso cuando el tenia a la vista al chico.
Sengoku lamento fuertemente el hecho de todo lo que había hecho con tal de llegar hacia barbablanca. Volteo a ver a Garp con los ojos brillando en rabia asesina, pero la cara despreocupada del hombre solo le hizo enojarse cada vez más.
Garp estaba sentado con sabía resignación mientras miraba a Sengoku enloquecer rápidamente ante la implicación de la guerra qué estaba llegando con Luffy. Garp solo pudo rezar mentalmente por todas las almas presentes, rogando porque su loca y descarriada familia no se apareciera en el campo de batalla (aunque estaba perdiendo la fe desde el instante que Luffy se posó en su barco luciendo tan orgulloso, solo era cuestión de minutos para que los demás aparecieran) por eso estaba pidiendo porque no dejarán MarineFord bajo el agua, pero estaba seguro que era algo casi imposible.
Lo más seguro es que Shanks, como el padre sobreprotector que es arribe a MarineFord y les de un buen susto por atreverse a tocar a su pequeño principito. Y eso que Garp estaba rogando porque ni a Dragón o Crocodile se les ocurra hacer su aparición para "Salvar" a su adorable hijo. Ya qué no podía pedir qué Buggy no interviniera porque lo podía ver en la zona de guerra acompañado de Mihawk, un leve destello de comprensión lo golpeó al instante qué se dio cuenta que sí Mihawk y Buggy estaban presentes era lo más probable que Crocodile apareciera, lo que implicaba qué Dragón aparcería lo más seguro que lo haría con Sabo acuestas y que Shanks solo por puro placer de dejar en claro a quien pertenecía Luffy no se quedaría atrás con Beckman siguiéndole el paso como siempre. Lo que llevaría ha la tripulacion del pelirrojo a seguirle la pista. Garp suspiro, pero se alegro de manera enorme ante el hecho de que no tendría que ver morir a Ace hoy.
—¿Estás listo para salir de aquí con estilo?—pregunto divertido, oh, amaba a su familia y dejaría a Ace en el instante que Luffy subiera hasta el patíbulo, fingiria ser derrotado y amaría ver a sus nietos zarpar hacia la libertad.
—Abuelo, creo que deberías pensar en abandonar MarineFord antes de que sea destruída—se rió, estaba a salvo y ahora podía relajarse hasta esperar ser salvado.
—Ustedes me mataran de un disgusto—Garp estaba sonriendo, sin darse cuenta de que Sengoku había llegado a una resignación silenciosa al verlo—pero este viejo no podría cambiarlo por nada en el mundo.
Notes:
Como decía esto es un autoregalo de cumpleaños, aunque me arme un árbol familiar solo para saber que onda jajaja. Y ciertamente es más largo de lo esperado, es solo un borrador antiguo qué tejía deslizando por algún lado. Espero les guste y no sé si habrá continuación de esto. Nos vemos en otros fandoms ✨👋
Chapter 3: Ace está enloqueciendo.
Notes:
Bien, antes de iniciar. Quiero dejar en claro que Ace no se unió a los Barbablanca. Fue secuestrado como en el canon, y cuando le dijo la verdad sobre su sangre a Barbablanca, Teach se enteró y lo entrego como en el canon. Los Barbablanca van a salvarlo por compromiso o tal vez porque Shanks amenazó con desguatizarlos uno por uno, por poner en riesgo a su "nieto". Por si alguien tenía la duda existencial. Garp simplemente espera que Ace le pida ayuda y en especial la continuación es desde el punto de vista de Ace. Si alguna parte suena fuera de contexto o mal armada, sería genial que me avisarán. Este capítulo lo arme mientras tenía varias ideas que iba anotando en mi blog de notas del celular. Así que solo lo uni y lo modifique a gusto, aunque suelo escribir demasiado rápido y leer demasiado rápido como para darme cuenta de los errores porque mi cerebro corrige las palabras sin darme cuenta.
Sí me sigues en Wattpad sabes que subir esto aquí es algo tardío. Y que mi idea principal era que esto sería un one shot algo dulce en especial que sería con un final abierto. Pero me convencieron para continuarlo.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Los marines habían alterado la frágil paz mental que Ace había mantenido durante tanto tiempo. El escaso autocontrol que su abuelo le había inculcado comenzaba a desmoronarse rápidamente. Estaba al borde de mandarlo todo al diablo, pero su situación actual le impedía ceder a ese impulso. Mientras intentaba encontrar la forma de callar a los marines o, al menos, ignorar sus voces ensordecedoras, la voz severa y fría de Sengoku resonó a través del Den Den Mushi, devolviéndolo bruscamente a la realidad.
—Ace, di el nombre de tu padre —la voz de Sengoku, implacable, cortó el aire.
Ace apretó los dientes, sintiendo la sangre hervir bajo su piel. Gol D. Roger, el hombre que todos querían que fuera su referente, no significaba nada para él. Nunca había sido más que un fantasma del que solo heredó su sangre maldita. Su verdadero padre, el único que importaba, era Luffy.
Nunca reconocería a su progenitor biológico como un padre; Había crecido protegido y amado, oculto del mundo bajo el abrazo del hombre más amoroso que podría haber deseado. Solo había una persona a la que llamaría padre con orgullo y admiración.
Ace había sido bendecido con un padre del cual sentirse orgulloso: Monkey D. Luffy era el mejor padre que Ace podría desear.
Además, no podía olvidar que contaba con abuelos cariñosos y un bisabuelo que había sido un terror mundial en sus días de gloria. Ahora, ese hombre era la prueba viviente de cómo la generación anterior estaba perdiendo la cordura. Rayleigh, el hombre más cuerdo que Ace conocía entre los viejos piratas de la era pasada, tenía como pasatiempo extraño nadar por el Cinturón de Calma después de haber perdido su barco de manera misteriosa. Claro, sin mencionar los constantes problemas en los que se veía envuelto al apostar, o las veces que había tenido que venderse a sí mismo para pagar sus deudas. Sabía que Rayleigh siempre sería el hombre más sensato que podría encontrar entre el resto de los viejos piratas. Después de todo, la vieja era, donde Gol D. Roger había brillado con su gran esplendor, hacía tiempo que había llegado a su fin.
—Mi padre es Monkey D. Luffy —Ace rodó los ojos mientras miraba a Sengoku. No estaba haciendo pucheros, claro que no—no necesito a otro padre—respondió Ace, escupiendo las palabras con un desprecio que no pudo disimular.
El aliento de los presentes se contuvo. Ace sintió las miradas de los marines, incrédulos ante lo que acababan de oír. La confusión y la burla se mezclaban entre sus filas, pero Ace no les prestó atención.
Su mirada se dirigió a Sengoku, que fruncía el ceño, y luego a Garp, quien lo observaba en silencio. Aunque sentía un latido de dolor al saber que Garp, su abuelo, se debatía sobre si ayudarlo o mantener sus ideales, por eso Ace no quería arruinar la vida de su abuelo, por eso nunca le había pedido ayuda, muy en el fondo era consciente de que el hombre estaba sufriendo por donde debería estar su lealtad, al contrario de Ace que era consciente de que su lealtad siempre sería a Luffy.
El Den Den Mushi vibró de nuevo con la respuesta de Sengoku.
—No —mantuvo la voz nivelada con pura fuerza de voluntad. Aunque el leve temblor en su voz traicionaba su agitación—. Tu padre es el Rey de los Piratas, Gold Roger.
El nombre golpeó el aire como una sentencia de muerte. Los marines que rodeaban el patíbulo comenzaron a prepararse, sabiendo que la mención del Rey de los Piratas solo aumentaría la tensión en la batalla. Los piratas de Barbablanca, que aún resistían ferozmente en las líneas del frente, alzaron sus armas con mayor furia al oír el nombre de Roger.
Ace miró de reojo a su "abuelo" Garp. Lamentó no haber mantenido el apellido que el hombre le había dado en un vano intento de preservar el apellido de su difunta hija. Pero Ace comprendía que era solo la absurda necesidad de Garp de no sentir culpa, de auto engañarse sobre que lo le había fallado a su hija, de que su lealtad no estaba puesta en las personas equivocadas lo que lo llevó a dejar morir a uno de sus amigos, y sobre todo, de no haber destrozado a Rayleigh al hacerle creer que el hijo de Roger y Rouge había muerto antes de nacer. El apellido Portgas D. Ace era la pequeña misericordia con la que Garp protegía a su primer nieto, una forma de garantizar que el legado de Roger se desvaneciera en el olvido con todas sus proezas, era una forma absurda de ocultar que el legado de Roger no era más que el One Piece, sí no, también un pequeño bebé, que ahora era un joven pirata que había sido encontrado y enviado a la línea de fuego para acabar con su vida.
El azabache había aceptado que de una u otra forma era uno de los amados tesoros de Luffy tanto como Luffy era uno de los suyos. Él había sido su único refugio durante los primeros cuatro años de su vida, el único que veía a Ace por quien era, no como el eco de otro. Había sido un padre amoroso, alguien que se había enfrentado a Rayleigh por intentar robarle su lugar en la vida de Ace.
Desde el momento en que Luffy dijo que Ace era suyo, Ace nunca había dudado de su amor. Quizás en otra vida, sin Luffy, Shanks, Sabo, Benn o Uta en su vida, podría haber sido un niño abandonado y desconfiado, haberse unido a los Barbablanca con placer y morir defendiendo el honor del viejo pirata.
Pero esa vida no existía, no en este preciso momento donde la muerte estaba lo suficientemente cerca suyo, en una ejecución pública donde todo era claro.
Su mundo cambió cuando Monkey D. Luffy lo vio, lo tomó y decidió que era suyo. Y a pesar de los años que pesaban sobre él, Ace sabía, que no cambiaría nada de lo que había sucedido hace años atrás.
—Mi padre es Monkey D. Luffy—la voz de Ace resonó con firmeza en todo Marineford, su voz se quebró un poco casi al final de la declaración sin que nadie se diera cuenta de ello, lamentando que esta humillación llegara a su "paipai". Aunque no estaba seguro de que a Luffy le preocupaba tanto como a él—. Soy Monkey D. Ace —dijo con una sonrisa ladeada—. Mi único padre ha sido Mugiwara no Luffy. No importa si creen que tengo sangre maldita en las venas, esa es toda la verdad. No hay otro padre para mí, nunca existirá otro.
Ace creía que Sengoku esperaba a un niño marcado por la sombra de Gol D. Roger. O tal vez estaba esperando al hijo resentido de rey de los piratas. Esperaba encontrar al hijo orgulloso del legendario hombre que llegó a la última isla, no a este niño testarudo que se negaba a ser definido por su padre.
Lo que tenía delante era a un joven indomable, que se negaba a ser relacionado con el Rey Pirata fallecido, por una sombra del pasado. El silencio de los marines contrastaba con la creciente tensión en el aire. En los ojos de Sengoku, Ace pudo ver la lucha interna de un hombre al borde de la furia.
—Tu padre es Gold Roger —replicó Sengoku, con un tono tan controlado que su voz temblaba ligeramente—. No puedes huir de ese legado.
—Prefiero que me aten de los pies con piedra marina y me arrojen al mar antes de llamar a Roger, Padre.
Él joven Pirata no dijo nada más, pero su mirada de reojo a Garp lo decía todo. Sabía que la verdad de su linaje era más compleja de lo que cualquiera allí entendía. Sin embargo, para él, solo una cosa importaba: el amor incondicional de su padre y familia.
Sengoku se quedó paralizado ante esa declaración tan audaz de Ace. Miró a Garp, quien lo observaba con cariño. En ese instante, Sengoku comprendió la verdad absoluta. Sí, Gold Roger había contribuido a la existencia de Ace, pero Monkey D. Luffy lo había criado y lo había hecho suyo. Cualquier duda sobre su linaje había sido borrada en el instante en que Luffy lo llamó su hijo. Ace no era un niño tímido o resentido con un padre muerto; la sangre de Gold Roger podría perdurar, pero el legado real vendría de la destreza y el poder de Monkey D. Luffy. Gold Ace había muerto en Baterilla y había nacido Portgas D. Ace, para que un niño de seis años decidiera desde el instante en que lo tomó en sus brazos que Ace era suyo. Garp estaba consciente de que había causado un gran lío, porque Luffy era terco, amaba más que nadie en el mundo y, al mismo tiempo, era salvaje en su amor.
—Sengoku —llamó Garp, ganándose una mirada furiosa—. No está mintiendo. Su padre es Luffy—aseguró, mirando a su mejor amigo con una determinación absoluta.
Nada había salido como Ace esperaba. En su mente, no había espacio para la casi total destrucción de Marineford, ni para su humillación pública al declarar quien era su padre, tal vez su mente sí le suministraba un poco sobre la llegada de su familia en una ola de caos e ingenio. Quizás no esperaba que sus problemas familiares fueran exhibidos al mundo de manera tan fácil. Su caos familiar debería quedarse enterrado en el fondo de su corazón, junto con sus inseguridades y pensamientos efímeros sobre cómo su muerte liberaría a todos de su existencia problemática. Esa basura debería permanecer en lo profundo de su mente hasta que se pudriera y supurara como una herida abierta, matándolo lentamente. Ace esperaba todo, excepto que su "paipai" decidiera que él viviría, aunque tampoco debería sorprenderle ya que su Paipai era realmente protector y egoísta.
El caos envolvía a Marineford, mientras el rugido de los cañones y el choque de las espadas resonaban en el campo de batalla. Sangre y sudor manchaban el suelo, pero ninguna de las batallas que se libraban alrededor importaba más que la lucha que se gestaba entre los corazones de aquellos que ansiaban proteger a sus seres amados.
Atado al patíbulo, miraba con ansiedad creciente hacia abajo en la zona de guerra. Sabía que su tiempo se estaba agotando. El aire cargado de pólvora y tensión lo oprimía, y cada segundo que pasaba sentía el peso de la muerte sobre sus hombros. Los marines se mantenían firmes, listos para ejecutar su misión. Pero Ace sabía que algo estaba por cambiar. El rugido de los cañones y los gritos de los combatientes no podía apagar la única voz que importaba. Después de todo, la única voz que buscaría hasta los confines de la tierra nunca podría ser apagada.
—¡AS!—la voz de Luffy cortó el caos como un relámpago, resonando por todo Marineford.
Ace, alzó la cabeza al escuchar el grito. Una mezcla de emociones cruzó su rostro: incredulidad, alivio y una chispa de esperanza que había estado a punto de apagarse. Lo habían capturado, condenado, pero en ese momento, parecía todo posible.
Desde el horizonte, una sombra comenzó a formarse en medio del caos. Y entonces lo vio: la silueta inconfundible del Thousand Sunny , con su figura de león resplandeciente iluminada por el sol. El barco cortaba las olas con determinación, y la bandera del Sombrero de Paja ondeaba al viento, orgullosa y desafiante. A su proa, como un relámpago cortando la oscuridad, se erguía su capitán: Monkey D. Luffy .
Ace tragó saliva, Luffy solo era el inicio del caos. Su familia había llegado.
El viento llevó consigo una risa ligera y despreocupada.
Con Sengoku al lado de él en el patíbulo, con cara de piedra y los nudillos blancos por la ira reprimida, Ace sentía que el almirante compartía su ansiedad. Sentía la tensión que emanaba de todos a su alrededor, pero sus ojos estaban fijos en la figura en el barco, frente a una flota que nunca había esperado ver allí. La flota de su "paipai" debería estar protegiendo sus territorios, no rescatando al hijo rebelde de su emperador.
Luffy estaba aquí. Y cuando su voz resonó a través del campo de batalla, todas las miradas se volvieron hacia él.
—¡As, hemos venido a salvarte! —la voz rompió el aire y la tensión—. ¡Todos hemos venido a salvarte! —La sorpresa se reflejó en los rostros de marines y piratas por igual; Mugiwara no Luffy había llegado al campo de batalla.
El corazón de Ace dio un vuelo. La sonrisa de Luffy, tan familiar, tan esperanzadora, se expandió por su rostro mientras saltaba del barco, aterrizando en medio de los marines con la gracia de un predador al acecho. A su lado, sus Nakamas, cada uno una fuerza imparable. Zoro, con su mirada feroz y su espada lista, Nami, con los truenos en sus manos, y Sanji, encendiendo un cigarrillo mientras sus piernas ardían en llamas. Cada uno de ellos estaba dispuesto a destruir el mundo entero si era necesario para proteger a su capitán y a su hijo.
Sengoku palideció, apretando cada vez más los puños y gritando órdenes desde el patíbulo, con el rostro tenso y los dientes apretados.
—¡Detengan a los Sombrero de Paja!—ordenó con furia. Los marines comenzaron a moverse, formando barreras entre el ejército y la tripulación de Luffy.
—¡Garp! —la ira de Sengoku era palpable—. ¿¡Es tu maldita familia de nuevo!?
—¡Luffy! —Garp sintió orgullo por la llegada de su nieto mayor. Después de todo, su nieto era un emperador por derecho propio.
Sengoku sintió cómo envejecía treinta años al ver el Thousand Sunny llegar a Marineford con la cabeza de león brillando al sol. Su presión arterial se disparó al mirar a Garp, quien estaba sentado tranquilamente al lado de Ace, quien mantenía una sonrisa maniaca desde que Mugiwara no Luffy apareció en la cubierta del barco, sonriendo tan libremente que no dejaba duda de su disposición para unirse a la batalla.
Había una razón muy clara por la que Sengoku no desafiaba a más de un emperador del mar al mismo tiempo, y en especial por qué nunca molestaría a Mugiwara no Luffy. No era solo porque Luffy era el nieto mayor de su mejor amigo Garp, ni por la forma aterradora en la que sus ojos podían analizar a las personas hasta lo más profundo de su ser. Era un miedo primordial, un sentido de que no debía meterse con alguien que podría matarlo si quisiera.
—No creo que quieran empezar esto sin mí —exclamó Luffy con una voz cantarina llena de algo oscuro.
La risa despreocupada de la tripulación de los Sombrero de Paja se escuchó claramente mientras todos en Marineford guardaban silencio. Había algo salvaje en la risa de la navegante de los Sombrero de Paja, algo aterrador en la sonrisa de Roronoa Zoro que hizo retroceder rápidamente a los marines.
—¡Luffy! —el grito de Ace captó la atención de todos.
Ace lucía tranquilo y maniaco desde que el Sunny llegó a Marineford. Barbablanca lo había secuestrado y llevado hasta este punto donde su vida sería sacrificada por tener un padre que nunca conoció. Lo había entregado a los perros de la marina sin darse cuenta, y apostaría que su dulce hermano mayor no dejaría pasar la oportunidad de derribar al emperador. No, Luffy era más que un hermano mayor; era un padre por derecho propio y le mostraría al mundo lo que pasaría si dañaban lo que le pertenecía.
—¡Ace, en un momento estoy allí! —El Yonkou más joven parecía derretirse en algo dulce y amoroso al ver a su hijo.
Ace sonrió satisfecho al ver a la tripulación de los Sombrero de Paja abrirse paso en la brutal guerra. Zoro estaba allí, protegiendo lo mejor que podía a su "paipai". Ace sintió que podía respirar de nuevo cuando el mundo se detuvo ante la llegada del Yonkou más joven. Sonrió a Garp, quien esperaba con una calma práctica la llegada de Luffy al patíbulo. Pero ese instante fue breve, pues la expresión de su abuelo se tornó en algo cansado. Ace solo había visto esa cara en reuniones familiares. Entonces, la felicidad de Ace se vio ensombrecida por la sorpresa y la desesperación. Amaba a toda su familia con todo su corazón, pero la zona de guerra que Marineford se convertiría después de la llegada de su familia sería lo peor.
Sengoku lamentó profundamente todo lo que había hecho para llegar hasta Barbablanca. Miró a Garp con una furia asesina en los ojos, pero la actitud despreocupada del hombre solo lo enfureció más. Garp estaba sentado con resignación mientras veía a Sengoku enloquecer ante la perspectiva de la guerra que se avecinaba con Luffy. Garp rezó mentalmente por todas las almas presentes, rogando que su loca y descarriada familia no arrasara con Marineford. Aunque perdió la esperanza en cuanto Luffy apareció en su barco, orgulloso y listo para la batalla. Era solo cuestión de minutos antes de que los demás llegaran.
Lo más probable era que Shanks, como el padre sobreprotector que era, llegara a Marineford y diera un buen susto por atreverse a tocar a su "pequeño principito". Y aunque Garp rogaba que Dragón o Crocodile no aparecieran para "salvar" a su adorable hijo, no podía evitar imaginar que Buggy también intervendría. Mihawk estaba en la zona de guerra, y si él y Buggy estaban allí, era probable que Crocodile apareciera, lo que significaba que Dragón también lo haría, tal vez con Sabo. Y Shanks, por puro placer de demostrar a quién pertenecía Luffy, no se quedaría atrás, con Beckman a su lado. Garp suspiró, agradecido de que Ace no tendría que morir hoy.
—¿Estás listo para salir de aquí con estilo? —preguntó divertido. Amaba a su familia y estaba dispuesto a dejar a Ace en el momento en que Luffy llegara al patíbulo, fingiría su derrota y disfrutaría viendo a sus nietos zarpar hacia la libertad.
—Abuelo, creo que deberías considerar abandonar Marineford antes de que sea destruida—se rió Ace, ahora a salvo y listo para relajarse mientras esperaba ser rescatado.
—Me matarán de un disgusto —Garp sonrió, sin darse cuenta de que Sengoku había llegado a una resignación silenciosa al verlo—. Pero este viejo no lo cambiaría por nada en el mundo.
Con la llegada de la tripulación del Sombrero de Paja, Marineford se convirtió en un campo de batalla caótico, donde el rugido de los cañones y el grito de los hombres se mezclaban en una sinfonía de destrucción y esperanza. Luffy, con su característico sombrero de paja y su sonrisa desafiante, lideró a su tripulación con una energía que parecía contagiar a todos alrededor.
Pero era inútil. Con cada paso, la tripulación de Luffy avanzaba, derribando enemigos como si fueran meros obstáculos. Zoro cortaba con precisión letal, abriendo un sendero con sus espadas, mientras Sanji volaba entre los marines, pateando a los que se interponían en su camino. Nami desató una tormenta eléctrica que dejó atónitos a los soldados, y Usopp disparó proyectiles con una precisión que hacía temblar a sus enemigos.
A cada paso que Luffy daba. Sabía que nada, ni siquiera la propia Marina, podría detener a su "paipai".
—¡Luffy! —Ace gritó desde lo alto del patíbulo, su voz quebrándose por la emoción.
Ace, atado al patíbulo, sintió una mezcla de alivio y emoción mientras observaba cómo su familia se abría paso entre el tumulto. La presencia de Luffy, junto con la de Buggy siendo seguido muy de cerca por Cocodrilo para cuidarlo y los demás, era una visión que había deseado en sus peores momentos. La alegría y la esperanza estaban pintadas en los rostros de los miembros de la tripulación del Sombrero de Paja, mientras avanzaban con una determinación implacable hacia el patíbulo.
Sengoku, con el rostro marcado por la desesperación, vio cómo sus planes se desmoronaban ante sus ojos. La flota de Luffy había llegado para cambiar el curso de la batalla, y la figura imponente del emperador del mar se alzaba con una presencia que no podía ser ignorada. Los marines retrocedieron, temerosos y sorprendidos por la llegada de una fuerza que no habían anticipado.
Garp, observando la escena con una mezcla de orgullo y resignación, sabía que el caos se desataría en todo Marineford. Pero en lugar de preocuparse, permitió que una sonrisa se dibujara en su rostro mientras veía a su familia reunirse y enfrentarse a la adversidad juntos. Había visto mucho en los años sirviendo a la marina, pero nunca había sido testigo de una batalla como esta.
Notes:
Espero que les guste, es más largo y ciertamente creo que más amplio que solo el anterior. Les dejo esto, porque no se exactamente porque el siguiente capítulo empezó como una guerra en mis notas en lo que espero que sea el final termino en una pelea entre Mihawk, Shanks y Buggy, con todos los marines hartos y Sengoku listo para la jubilación.
Chapter 4: Se Olvidan Que Es Mío
Notes:
Es el capitulo más largo que he escrito. Desde la perspectiva de todo el mundo, como enloquecen ante las declaraciones absurdas de Sengoku y en especial como espero poder armar mejor la escena de pelea en el siguiente capítulo. Espero que les guste.
Porque me queme el cerebro para darles un poco de contexto familiar antes de tener a Luffy liberando a Ace, también espero que no les parezca muy repetitivo. No estaba muerto, estaba de parranda... Jajaja en realidad murió mi gato hace unos meses y mi depresión me impidió hacer más que trabajar, llorar e intentar recuperarme.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Sengoku reflexionaba sobre su posible jubilación. Sabía que la guerra con Barbablanca era inevitable desde el momento que los informes que recibió mencionaban ha Ace como un tripulante más en el barco de Barbablanca, este pensamiento solo se reafirmo en el momento que capturó a Ace, cuando Teach lo entregó como trofeo, tal vez el pensamiento efimero que era mejor no luchar contra uno de los Yonkou era lo mejor, por más que el hombre fuera viejo y acabado. Algo en su mente le advirtió de que toda la mierda caería sobre él.
Tal vez ese fue uno de sus primeros errores: subestimar el alcance de las consecuencias. Aunque comprendía que la sangre de Ace solo era significativa para los altos mandos de la Marina, no fue capaz de prever el impacto emocional y simbólico que tendría en otros. Y ahora, aquí estaba, en medio del caos, enfrentando a Shirohige, quien había llegado con sus 43 flotas y sus 14 comandantes, todos dispuestos a arriesgarlo todo por salvar a un joven pirata. Lo que Sengoku nunca anticipó fue que más aliados se unirían a la causa de rescatar a alguien que, para él, aún era un novato.
Shirohige estaba ahí, firme y majestuoso en la proa de su barco, proyectando una imagen de invulnerabilidad. Para los ojos de los novatos, parecía que los años no habían pasado para él. Sin embargo, Sengoku y Garp sabían la verdad; conocían el peso de la enfermedad que aquejaba al hombre, los años que llevaba en sus hombros y las batallas que lo habían forjado como uno de los Yonkou. Aun así, el hecho de que el Moby Dick pudiera deslizarse por la bahía de Marineford con semejante presencia resultaba impresionante.
Con un gesto imponente, Shirohige apartó su capa, revelando la poderosa alabarda Murakumogiri. Su mirada era la de un hombre decidido a llevar la guerra hasta las mismas entrañas de la Marina. Las manos del emperador se alzaron, agarrando el mismísimo espacio, preparándose para desatar un terremoto capaz de reducir a escombros todo lo que se interpusiera en su camino.
A lo lejos, el tsunami comenzó a formarse, un muro de agua amenazante. Garp era uno de los pocos hombres que lo había anticipado.
—Ahí viene—murmuró, con una mezcla de ansiedad y respeto en su voz, observando el mar que se alzaba furioso—. El maremoto que provocó hace unos momentos...
Los marines se quedaron paralizados, observando con asombro y terror las gigantescas olas que se acercaban con brutalidad imparable.
—¡Viene como un tsunami!—exclamó Garp, la tensión palpable en cada una de sus palabras.
Por un instante, miró a Shirohige, y sintió el viejo impulso de enfrentarse de nuevo al legendario pirata.
—¡El hombre terremoto!—rugió—. Ha comido la Gura Gura no Mi, la fruta que puede destruir el mundo...
Aunque la amenaza era aterradora, Garp no pudo evitar hacer notar la magnitud del enemigo al que se enfrentaban. Edward Newgate, el hombre conocido como "Shirohige", no era un pirata cualquiera. Era el titán que podía hundir todo lo que la Marina representaba.
Sengoku no pudo evitar que un viejo sentimiento de temor lo invadiera. Aunque algunos podrían sobrevivir al devastador ataque de Shirohige, sabía que la mayoría de los hombres presentes morirían, especialmente los usuarios de frutas del diablo. Este cataclismo no solo amenazaba a la Marina, sino también a los propios piratas de Barbablanca.
—Tiene el poder para destruir el mundo —recordó las palabras de Garp en algún momento pasado—. ¡Es un tsunami!
A pesar de haberlo anticipado, la advertencia no lo preparaba para el impacto de lo que estaba por suceder.
Desde su puesto reservado, Aokiji observaba el caos desatarse a su alrededor, impasible, pero consciente de la inminente masacre. No podía permitirse que tantos hombres perecieran bajo la furia de las olas. Con una precisión calculada, se lanzó al aire, su cuerpo rodeado de una neblina gélida, y con un solo movimiento de su mano, el aire a su alrededor crujió y se congeló. El tsunami se detuvo en seco, transformado en una monumental muralla de hielo que se alzaba sobre Marineford como un coloso helado. Aokiji flotaba brevemente en el aire, su mirada fría como el hielo que acababa de crear, asegurándose de que su obra se mantuviera firme, conteniendo la furia del mar y, al menos por ahora, salvando las vidas que pendían de un hilo.
Sengoku quien había sido el principal dirigente de esta ejecución ahora mismo se encontraba realmente perdido. Podría recordar la invasión inicial de Los barbablanca. Su mente todavía se encontraba presente en la zona de guerra ante el grito desesperado de Ace por asegurar que Luffy era su padre. Esperaba que el chico pecoso proclarama a Shirohige como su padre, después de todo habiestado navegando con él hombre un aproximado de tres meses, tiempo suficiente para que el viejo Yonkou lo convenciera de unirse a su tripulación como otro de sus hijos.
Levemente se perdió en todo el asunto en el instante que Monkey D. Luffy decidió abriste paso en la guerra y ahora mismo estaba cuestionando su cordura ante el hecho de que el joven Yonkou había adoptaba al hijo de Roger como suyo.
El campo de batalla de Marineford era un caos descontrolado.
La feroz lucha entre los piratas de Barbablanca y los marines alcanzaba su punto más crítico. Mientras los Marines sospechaban que Barbablanca había logrado que puño de fuego se uniera su tripulación, la verdad era más simple que eso.
Encadenado y a punto de ser ejecutado, Ace sentía cómo la desesperación lo envolvía. A lo lejos, Luffy, con su característico sombrero de paja, avanzaba decidido, con una furia imparable, hacia la plataforma de ejecución.
Por un instante, el rugido del campo de batalla pareció detenerse. Un silencio abrumador precedió una explosión de movimiento. Los piratas aliados de Luffy irrumpieron en el frente, arrollando a los marines con velocidad y precisión devastadora. Zoro, envuelto en un aura intimidante, cortaba a través del aire y sus enemigos sin esfuerzo. Sanji y Jinbe, con una elegancia letal, despejaban el terreno con movimientos tan rápidos como letales. La llegada de la tripulación del Sombrero de Paja trajo consigo un caos absoluto. Ace experimentó una mezcla de alivio y angustia. Sabía que la presencia de su "paipai" significaba que Luffy estaba dispuesto a arrasar Marineford entero si era necesario para salvarlo. Sin embargo, también entendía el inmenso peligro que eso implicaba. No solo la Marina se interponía entre ellos, sino también otros Yonkou y Shichibukai, observando con atención. Ace sabía que este momento, este intento por salvar a un pirata novato, lo pondría en el centro de la tormenta, atrayendo la atención tanto de aliados como de enemigos.
—¡Voy por ti, Ace! —gritó Luffy con determinación, sus ojos brillando con la promesa inquebrantable de salvar a su hijo.
Ace lo miró con ojos llenos de esperanza. Aunque su cuerpo estaba cubierto de heridas, el dolor físico no se comparaba con la angustia en su corazón. Desvió la mirada hacia Garp, quien soltó un bufido divertido.
—¡Yo soy el padre de Ace!—exclamó Luffy, su voz resonando por todo el campo de batalla. Los marines se detuvieron, perplejos. Sabían que aquello era imposible, pero aun así, el temor se apoderó de ellos al contemplar la idea de que Monkey D. Luffy, el Yonkou más joven, hubiera adoptado a Ace.
Gecko Moria intentó cortar el avance de Luffy hacia la plataforma, invocando una horda de zombis. Sin embargo, Jinbe rápidamente se interpuso, usando el agua de mar para purificarlos y desmantelar la amenaza.
—¡¿Pero qué haces, Jinbe?!—rugió Moria, furioso por la intervención—. ¡Tú eras un Shichibukai como yo! ¿Por qué proteges a ese mocoso?
Jinbe lo miró con frialdad.—Ser Shichibukai no define quién soy, Moria. Luffy es mi capitán, y no dejaré que nada ni nadie se interponga en su camino.
—¡¿Tu capitán?!—Moria rió con desprecio—. ¿Has caído tan bajo, Jinbe? Aliarte con piratas novatos es vergonzoso. ¡Deberías unirte a mí, no seguir a ese niño!
—Ese "niño" te derrotará sin dudarlo —respondió Jinbe con calma, mientras su puño se envolvía en agua de mar—. Pero no te preocupes, no voy a dejar que llegues tan lejos.
Luffy, sin detenerse, miró la escena de reojo y sonrió confiado. Sabía que Jinbe se encargaría del Shichibukai sin problemas.
—Capitán, yo me encargo de Moria y sus zombies —dijo Jinbe con una expresión seria.
—Gracias, Jinbe —respondió Luffy, su sonrisa más grande que nunca, avanzando sin mirar atrás.
Los marines observaron con asombro la lealtad de Jinbe, el antiguo ex-Shichibukai. Los más jóvenes, que no conocían la profunda relación entre el “Hijo del Mar” y Luffy, apenas podían entender por qué alguien tan poderoso luchaba al lado del joven pirata.
—¿Qué creen que están haciendo?—la voz de Sengoku resonó sobre el estruendo de la batalla, cortando los murmullos de los marines—. ¡No dejen que ese novato controle la guerra! —Sus palabras enfriaron el campo de batalla. Había llamado “novato” a un Yonkou, algo que ninguno de los marines se habría atrevido a decir en voz alta.
—¡A un lado, yo lo aplastaré!—rugió un gigante marine, levantando su mazo colosal con la intención de reducir a Luffy.
—¡Él no es un hombre cualquiera! —advirtió Sengoku con gravedad mientras el gigante avanzaba—. Luffy creció junto a Ace, no solo como su hermano...
Antes de que pudiera continuar, Luffy lo interrumpió con un grito que atravesó el aire con fuerza:
—¡Soy su padre!—declaro, mientras reducía a los marines que lo atacaban.
El campo de batalla entero se detuvo un instante ante las palabras de Luffy. Los marines, boquiabiertos, sintieron que sus cerebros se desmoronaban. Monkey D. Luffy, el Yonkou más joven, acababa de declarar públicamente que era el padre adoptivo de Ace. Una verdad que parecía imposible, pero allí estaba, desafiando toda lógica.
Ace, encadenado y al borde de la ejecución, sintió cómo una oleada de tensión lo recorría. Ya sabía la verdad sobre Luffy y su conexión con Dragon, pero escuchar la revelación en medio del caos lo hizo temer lo peor. Sabía que esa información no haría más que intensificar el odio y el enfoque de la Marina sobre su "paipai". Ace podía sentir la mirada de los marines cambiando, ya no solo lo veían como el hijo de Gol D. Roger, sino como el objetivo que justificaría destruir al hijo del revolucionario más buscado del mundo.
Sengoku, ignorando la interrupción de Luffy, continuó su discurso con voz firme.
—¡Él es el hijo de Dragon, el revolucionario!
El impacto fue inmediato. Los marines colapsaron de incredulidad, y el campo de batalla se llenó de murmullos desconcertados.
—¿Hijo de Dragon...? —La sorpresa invadió las filas de los marines.
—¿El peor criminal de la historia? —murmuraron algunos, sin creer lo que acababan de oír.
Ace tragó saliva, sintiendo cómo la situación empeoraba a cada segundo. Sabía que revelar esa verdad no solo ponía a Luffy en la mira de los altos mandos de la Marina, sino que justificaba cualquier intento de acabar con él en ese preciso momento. No podían permitir que el hijo de Dragon, ahora un Yonkou, siguiera caminando sobre este campo de batalla.
Garp miró a Sengoku con la ira ardiendo en sus ojos. Tal vez el hecho de que Dragón era el padre de Luffy había sido uno de los secretos mejor guardados que poseía. Y si aquel hombre se consideraba su mejor amigo, entonces no podía terminar de decir lo que tenía en la punta de la lengua.
—¡Eso no es todo! —su voz resonó por todo Marineford, amplificada por el Den Den Mushi—. ¡Su otro padre es Cocodrile!
El campo de batalla enmudeció. El impacto de aquellas palabras se sintió como una onda expansiva, dejando a piratas y marines congelados en su sitio.
Ace miró a Garp con horror. Su abuelo le había confiado a Sengoku la verdad sobre la línea sanguínea de Luffy… y él la había arrojado al viento sin miramientos. Garp sintió la furia arderle en el pecho. Había confiado en Sengoku como su mejor amigo, y este lo había traicionado.
—Sengoku, no hables más… —pidió, en un vano intento de detener lo inevitable.
Pero el Gran Almirante ya había cruzado el umbral del desastre.
—¡Sin olvidar que fue adoptado por el Yonkou Akagami no Shanks y su segundo al mando, Benn Beckman! —su voz cortó el aire como una hoja afilada, y el bullicio estalló de nuevo—. ¡Y como si fuera poco… Gol D. Roger es su tío de sangre!
Ace sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Saber que Dragón era el padre de Luffy ya había sido un golpe difícil de digerir, pero esto… esto era otra cosa. Ahora todo el mundo conocía con certeza la magnitud de su linaje. Ahora Luffy no solo era un problema para el Gobierno Mundial… ahora era un blanco.
Ace dejó escapar una risa nerviosa, la única barrera entre él y el colapso. Garp cerró los ojos con fuerza. No sabía cómo decirle a Sengoku que acababa de joderlo todo.
El corazón de Ace latía con fuerza, no por temor a su destino, sino por el peligro en el que Luffy se había colocado al exponerse de esa manera. Sabía que la situación acababa de escalar a un nivel aún más peligroso.
Buggy miró con incredulidad a Sengoku. ¡Oh Dios! Podía apostar que Shanks estaba viendo la transmisión, y seguro enloquecería cuando escuchara cómo su hijo estaba siendo reclamado por otro hombre. El pirata payaso nunca había lamentado tanto haber escapado de Impel Down como lo hacía en ese instante. Sentía el peso de la situación aplastando sus hombros. Giró la cabeza hacia Crocodile, quien observaba a Luffy con una mezcla de asombro y tensión. Su esposo parecía tan desconcertado como desgarrado por la escena.
—¿Por qué mi mocoso está aquí? —Crocodile murmuró para sí mismo, sin dirigir la pregunta a nadie en particular. Su mirada permanecía fija en esa pequeña "bola de sol" que ahora era un Yonkou, abriéndose paso por el campo de batalla con la determinación de salvar a Ace.
—¡Tu cría va a conseguir que nos maten! —sollozó Buggy, en un dramatismo habitual, mientras sus ojos se posaban en su otro esposo, Mihawk, que observaba desde la distancia con la misma calma de siempre.
—Cariño ¡debes detenerlo! —Buggy rogó, lanzando una mirada suplicante a Crocodile. El espadachín de ojos de halcón apenas se encogió de hombros, completamente indiferente a la petición del pirata payaso.
Crocodile, sin embargo, se limitó a soltar una risa grave y corta.
—Detenerlo… —repitió, negando con la cabeza mientras una sonrisa de orgullo se dibujaba en su rostro—. Nadie puede detener a ese mocoso.
Buggy sollozó dramáticamente, como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Mientras tanto, Mihawk esbozó una sonrisa que, aunque sutil, transmitía una mezcla de entretenimiento y satisfacción. Observaba cómo Luffy se abría paso con una rapidez implacable entre las filas de los marines hasta detenerse justo frente a él. El Sombrero de Paja lo reconoció al instante, pero, en su típico estilo despreocupado, parecía querer fingir lo contrario.
Crocodile, sin perder un segundo, lanzó una mirada severa a Mihawk, una advertencia clara y silenciosa: no lastimes a mi hijo, o las consecuencias las pagarás tú. A pesar de ser el mejor espadachín del mundo, Mihawk solo se limitó a responder con una sonrisa maniáticamente divertida, que provocó un escalofrío entre los presentes. Aquellos que nunca lo habían visto así se sintieron genuinamente impresionados y desconcertados por la reacción del espadachín.
Incluso Buggy, que normalmente estaba acostumbrado a las expresiones de sus esposos, no pudo evitar lanzarle una mirada nerviosa.
—Lo siento, Pelirrojo, Crocodrile —murmuró Mihawk, su mirada fija en Luffy mientras alzaba su espada Yoru con calma—. Hoy no voy a contener mi poder.
A pesar de sus palabras, una chispa de emoción brillaba en sus ojos. Sabía que debería intentar detener al Sombrero de Paja, pero en el fondo, había algo en el caos inminente que secretamente le emocionaba.
—Ese es... —pensó Luffy, reconociendo al espadachín al instante, incluso a través del humo y el caos que lo rodeaba—. Mihawk.
Mihawk, por su parte, observó el rostro determinado del joven pirata. —Me pregunto si el destino...—murmuró, levantando a Yoru con una gracia letal— terminará aquí con la vida de este chico de la próxima generación, o si logrará salvarse de mi espada.
Crocodile, que había estado observando en silencio, frunció el ceño, claramente molesto por la intención de su esposo. Su mirada decía lo que no necesitaba pronunciar: No te atrevas.
Luffy, sin embargo, esbozó una sonrisa amplia y despreocupada al ver a Mihawk. Sabía que enfrentarlo directamente en ese momento sería un error, no por miedo, sino porque su misión era otra.
—No tengo tiempo para pelear con alguien tan fuerte —murmuró mientras aceleraba el paso—. Vine a salvar a Ace.
En un abrir y cerrar de ojos, activó su Gear Second y brincó, tratando de evitar la confrontación directa, usando la velocidad como su principal ventaja. Pero Mihawk, con sus ojos siempre alerta, no lo perdió de vista ni un solo instante. La agilidad de Luffy era impresionante, pero el espadachín ya había medido sus movimientos.
Con un movimiento casi imperceptible, Mihawk blandió a Yoru. El golpe fue preciso, y Luffy, pese a su velocidad, no pudo evitar ser alcanzado. El impacto lo lanzó contra una de las paredes de Marineford, dejando una estela de polvo y escombros.
Mihawk cerró los ojos brevemente y ladeó la cabeza al sentir que Luffy había sobrevivido al ataque. —Estás dentro del alcance de mi espada.
Luffy se quejó, todavía sintiendo el dolor del golpe, pero rápidamente intentó levantarse. Mientras trataba de recomponerse, vio que Mihawk no le daba tregua y se disponía a atacar de nuevo.
—¡Mihawk está en el aire! —gritaron algunos marines, asombrados por la facilidad con la que el espadachín estaba sometiendo al Yonkou.
Luffy sabía que su tiempo se agotaba, pero también entendía que enfrentarse a Mihawk en ese instante podría retrasar su objetivo principal: salvar a Ace.
—¡Cretino! —masculló Luffy, esquivando los ataques aéreos de Mihawk con agilidad sorprendente. Cada corte de Yoru atravesaba el aire con precisión letal, pero Luffy, con su instinto de supervivencia agudizado, lo esquivaba sin perder el ritmo. Se preparó para contraatacar, pero al ver cómo Mihawk levantaba a Yoru con seriedad, el brillo afilado de la espada le advirtió lo obvio: si cometía el error de atacar directamente, sus manos serían historia.
Con su típica rapidez de pensamiento, Luffy cambió de estrategia. En lugar de enfrentarse frontalmente, usó toda su fuerza para golpear el hielo a su alrededor, fragmentando el terreno y creando una distracción.
—Estuvo cerca... —murmuró para sí mismo—. Me habría cortado el brazo si lo hubiera estirado.
Aquella declaración, dicha casi sin pensarlo, fue captada al instante por los Den Den Mushi, transmitiéndose en vivo a todo Marineford. La reacción fue inmediata: Crocodile se tensó, su rostro endurecido mientras miraba el combate con creciente preocupación. Buggy, al escuchar las palabras de Luffy, abrió los ojos de par en par, y aunque intentó mantener la compostura, podía apostar que, en algún lugar, Shanks estaba perdiendo la cabeza.
—Ese mocoso... —murmuró Crocodile entre dientes, cruzando los brazos, pero claramente inquieto. Sabía que Mihawk no se contendría por el hecho de ser su esposo, y mucho menos ante alguien tan importante como Luffy.
Mientras tanto, Buggy tragó saliva y, mirando de reojo a Crocodile, se atrevió a soltar en un susurro nervioso—Shanks va a enloquecer cuando vea esto...
Por otro lado, Mihawk, quien no perdió ni un segundo de la concentración, sonrió ligeramente, como si la idea de cortar a Luffy de verdad lo entretuviera. Con una voz baja, pero lo suficientemente clara para que todos la escucharan en la transmisión, dijo: —No esperaba menos de ti, Sombrero de Paja. Pero no siempre podrás escapar.
El campo de batalla quedó en un tenso silencio mientras los combatientes observaban. Luffy, sin embargo, no parecía atemorizado; aunque estaba consciente del peligro, una sonrisa temeraria cruzó su rostro.
“Shanks puede estar preocupado” pensó Luffy mientras apretaba los puños y se preparaba para lo que vendría. “pero no dejaré que nada me detenga, Ace me necesita”.
—No esperaba que pudieras mantener la calma—murmuró Mihawk con su voz grave, sabiendo que sus palabras resonaban en la transmisión para todos. Mientras hablaba, no pudo evitar pensar en cómo sus esposos, Buggy y Crocodile, probablemente estarían molestos. Y luego estaba Shanks... ese tonto pelirrojo. Mihawk sabía que, al ver esto, enloquecería.
Sin perder tiempo, Mihawk lanzó otro ataque feroz. El Haki y la inmensa fuerza de Yoru se combinaron en un corte devastador, pero Luffy, ágil como siempre, lo esquivó por un pelo. A pesar de esto, el tsunami de hielo que había sido congelado por Aokiji no tuvo la misma suerte. El gigantesco bloque de hielo fue partido en dos con un solo movimiento de la espada negra, dejando atónitos tanto a marines como a piratas.
El campo de batalla quedó en silencio momentáneo, todos paralizados ante el poder de Mihawk. Luffy sentía la presión creciente de la situación, pero no era algo que lo aterrorizara. Si algo, lo motivaba aún más a seguir adelante.
—Cortó esa montaña de hielo... con un solo movimiento de su espada —se escucharon murmullos entre los marines y piratas por igual, incrédulos ante la exhibición de poder.
Desde los cielos, Marco observaba la escena con preocupación. Sus ojos se encontraron con los de Vista, y ambos sabían lo que estaba en juego.
—Vista, nuestro padre nos ordenó que cuidáramos a Ace, ¡no podemos dejar que maten al hermano de Ace! —exclamó Marco, recordando cómo el "tonto pelirrojo" de Shanks los eliminaría si algo le sucedía a Sombrero de Paja. —¡Cúbrelo!
—Entendido, déjamelo a mí —gritó Vista, lanzándose hacia Mihawk y Luffy.
Mihawk, al percatarse de Vista, decidió cambiar de objetivo momentáneamente. El espadachín de los Piratas de Barbablanca era un rival digno de su atención, y sabía que Luffy ahora estaba cubierto. Mientras se enfrentaba a Vista, ignoró deliberadamente a Luffy, consciente de que Crocodile había estado observando su pequeño altercado. Su esposo estaría furioso, aunque probablemente no tanto como Buggy, quien lo miraba desde la distancia con visible recelo. Hacer enojar a sus esposos era una cosa, pero Mihawk sabía que Shanks, viendo la transmisión, sería otro problema.
—No es ni su poder ni su habilidad lo que hace a este chico tan peligroso —pensó Mihawk mientras intercambiaba golpes con Vista, cortando el aire con precisión impecable—. Es la manera en que logra poner de su lado a todos los que están a su alrededor.
Zoro observaba con atención el duelo entre su capitán y el hombre que respetaba como un mentor, casi como un padre. Luffy lucía calmado, pero Zoro, que conocía a su capitán mejor que nadie, podía ver el leve destello de incertidumbre en sus ojos. Luffy, ahora un Yonkou, estaba siendo perseguido por el mejor espadachín del mundo, y aun así, Zoro sabía con certeza que Mihawk no estaba peleando con todo su poder.
Zoro no sabía si Mihawk estaba conteniéndose por respeto a Crocodile y Shanks, temiendo lo que podrían hacer si hería gravemente a su "tesoro", o si simplemente el espadachín estaba de buen humor, disfrutando el enfrentamiento con el más joven de los Emperadores del Mar. Quizás, pensaba Zoro, Mihawk solo quería medir el verdadero alcance del potencial de Luffy, o tal vez encontraba el desafío emocionante, incluso entretenido.
—Mihawk va en serio contra Luffy —comentó Sanji, su voz oscura mientras observaba cómo Luffy esquivaba por un pelo el afilado filo de la espada negra, Yoru.
Zoro soltó una risa burlona mientras veía a Mihawk vacilar por un breve instante antes de blandir su espada nuevamente.
—Está siendo suave —dijo con seguridad, sin apartar la vista del combate. A pesar de la facilidad con la que Mihawk había destruido el tsunami congelado de un solo golpe, Zoro sabía que su mentor no estaba yendo al máximo.
—Está jugando con él —agregó, notando que ni Mihawk ni Luffy estaban esforzándose al máximo. Luffy seguía utilizando su Gear Second, pero no había activado ninguna de sus formas más avanzadas, y Mihawk parecía más enfocado en medir la reacción de su oponente que en derrotarlo de inmediato.
Ambos hombres estaban en una danza de poder, pero Zoro reconocía que Mihawk estaba poniendo a prueba a su capitán. Zoro, con su usual despreocupación, ignoró la pelea de su capitán contra Mihawk, manteniendo su enfoque en la batalla general. Sanji, incómodo ante el espectáculo, se alejó cuando Vista se encargó de distraer al espadachín. Mientras tanto, Luffy avanzaba con sorprendente facilidad, abriéndose paso en medio del caos, aunque parecía contenerse.
Ace, observando todo desde su posición, soltó una risa ligera, consciente de que Luffy no estaba mostrando su verdadero poder. Garp, por su parte, se reía a carcajadas, como si todo fuera un juego.
—¿Te parece esto divertido, Garp? —gruñó Sengoku, dirigiendo una mirada de reproche hacia el hombre que, al igual que su nieto, parecía disfrutar del caos.
Garp solo se encogió de hombros, su risa resonando más fuerte.
—¡Mi nieto apenas está usando Haki y ya están teniendo problemas para detenerlo, Sengoku! —aseguró entre risas mientras veía a Luffy golpear a los marines con facilidad y hasta diversión—. Tal vez hayas revelado quién es su padre, pero ni te imaginas lo peligroso que puede llegar a ser.
Ace, divertido, soltó una carcajada al ver la expresión de sorpresa en el rostro del almirante de flota.
—Abuelo, esto apenas comienza —dijo Ace, su voz lo suficientemente alta para que Sengoku lo escuchara—. Y por lo que veo... Crocodile y Buggy están por ahí entre la multitud. —Hizo una pausa, escudriñando el campo de batalla—. Mihawk está peleando con los marines, pero no cuenta mucho, ¿verdad?
El comentario de Ace era certero. Sabía que, aunque Mihawk estaba técnicamente del lado de los marines, su lealtad era ambigua, y Luffy tenía un extraño magnetismo que atraía aliados incluso en los momentos más inesperados.
Sengoku observó a Garp con desprecio mientras murmuraba entre dientes:
—¿Realmente crees que esta guerra es un juego, Garp?
Pero Garp, como siempre, no mostró señales de tomarse en serio las palabras del almirante. En cambio, dejó escapar otra carcajada, su semblante jovial e imperturbable, disfrutando del caos que se desataba en el campo de batalla. Ace, amarrado, bufó con diversión, relajándose en sus ataduras. Sabía que su abuelo no lo decía por falta de conciencia, sino porque confiaba en que Luffy, a pesar de las heridas que apenas había comenzado a recibir, aún tenía mucho más que mostrar. Ace compartía esa confianza. Por ahora, su hermano estaba saliendo casi ileso de los ataques, pero ambos sabían que el verdadero problema estaba por venir.
De repente, la voz de Sengoku resonó con furia en el aire, rompiendo el débil equilibrio de tensión que pendía sobre Marineford:
—¡HAY QUE ADELANTAR LA EJECUCIÓN!
Ace sintió un escalofrío recorrerle la espalda, su cuerpo se tensó mientras miraba a Sengoku con horror absoluto. No era su vida lo que temía perder en ese instante, no le importaba su propia integridad física. Lo que le aterraba era la reacción de Luffy. Sabía perfectamente lo que significaría para su padre escuchar esas palabras. Ace temblaba, no por miedo a la muerte, sino por lo que estaba por desatarse en el campo de batalla una vez que Luffy comprendiera lo que estaba en juego. Había presenciado el poder de su Paipai en el pasado, pero este era un Luffy diferente. Un Yonkou. Uno que haría lo que fuera necesario para proteger a su familia.
Ace podía imaginar la furia, la desesperación y la fuerza descomunal que Luffy desataría al escuchar el anuncio de Sengoku. Y eso, más que la ejecución inminente, era lo que realmente lo llenaba de terror.
Los gritos llenaron el lugar, la sonrisa de Ace se hizo más grande cuando observo la furia ardiente de Luffy.
Ese fue el segundo error de Sengoku: creer que el curso de la batalla dependía únicamente de los Marines. Tal vez antes habría sido así antes de que pronunciara esas malditas palabras, antes de que destrozara el velo de secretos que protegía a Luffy. Pero ahora, el equilibrio de la guerra había cambiado drásticamente.
Porque en ese preciso instante, en algún punto del mar, un muy enfurecido Akagami no Shanks avanzaba con una furia imparable, decidido a reducir a cenizas a cualquiera que hubiera osado mirar con desprecio a su pequeña Ancla. No habría advertencias, no habría negociaciones. Solo sangre y ruina para quienes se atrevieran a amenazar lo que era suyo.
Pero incluso ese no era el peor de los errores de Sengoku. No.
El verdadero pecado fue haber llamado "novato"al Yonkou más joven.
Porque sí, Luffy era el más joven en llevar ese título… pero eso no lo hacía menos aterrador.
Era el hombre que había doblegado a los dioses y burlado al destino una y otra vez. El que había encendido llamas de rebelión en todos los mares, el que inspiraba a los fuertes y a los débiles por igual. Un monstruo nacido de la tormenta, forjado entre el caos y la insurrección.
Y ahora, gracias a Sengoku, el mundo entero sabía quién era.
Ahora, la ira de un dragón dormido estaba a punto de despertar.
Notes:
Shanks se está cabreado y tal vez aparezca en el siguiente capítulo, armando una guerra por el puesto de padre.
Chapter 5: Rojo como la Ira y azul como la Lealtad.
Notes:
Este capítulo fue el conjunto de mil pensamientos a la vez. En realidad sí hay lago que no cuadre o se ve desfasado. Por favor de avisarme que solo junte lo mejor que pude todos los puntos de vista que escribí en un intento absoluto de obtener todo lo que quería en un capítulo.
Siempre he dicho que los capítulos se escriben solos, y la muestra de esto es la absoluta y desafiante escena de Ace Y Sabo.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Shanks nunca había sido el hombre más sensato del mundo. Tal vez estaba un poco loco dentro de su propia cordura, o quizás su sensatez tenía un matiz caprichoso. Pero si algo era innegable, era su naturaleza ferozmente protectora. Todo lo que consideraba suyo estaba bajo su amparo, y defenderlo no era una opción, sino una necesidad instintiva. Podía pasar de la diversión a la ira en un parpadeo, como si la línea entre la calma y la furia apenas existiera en su mente.
No era un hombre de términos medios, sino de extremos: de risas despreocupadas y de una rabia que ardía como un incendio descontrolado cuando alguien cruzaba sus límites. Porque él era el Yonkou más "tranquilo" que había en el mar, el que siempre era visto con una sonrisa fácil y una jarra de sake en la mano. Un borracho poderoso, así lo llamaban. Pero esa fachada solo enmascaraba la verdad: Shanks era todo sonrisas antes de volverse salvaje. Y cuando esa sonrisa desaparecía, la tormenta que se desataba era imparable.
Tal vez no era sensato, pero sí tenía principios. Creía en los acuerdos, incluso en aquellos nunca pronunciados en voz alta. Entre él y la Marina existía un pacto tácito: él no levantaría su espada sin provocación, siempre y cuando ellos nunca volvieran a tocar lo que le pertenecía. Era un trato conveniente, funcional, que evitaba conflictos innecesarios y mantenía el equilibrio en ese juego de poder. O al menos lo fue, hasta que los Marines lo rompieron de la peor manera posible.
No solo tomaron como rehén a su nieto, sino tomaron todo lo que su pequeña Ancla había logrado y lo pisotearon. Tomaron algo como la sangre de ambos chicos y lo dijeron ante el mundo, lo hicieron con la intención de exponerlos al mundo en un espectáculo vergonzoso.
Transmitieron su mensaje a cada rincón del planeta, proclamando con desdén que Luffy no era más que el hijo de Dragón el revolucionario, como si no tuviera otro valor más que ser el hijo del criminal más buscado de la última década. Era humillante. Luffy no solo había sido el Yonkou más joven en la historia del mar, sino el hombre que había derrotado a Kaido en su propio territorio y había dominado una flota completa con más que desinterés y lealtad letal. Lo que había construido, lo que había logrado, fue reducido a una mera herencia de sangre en cuestión de segundos. Además de que se habían atrevido a llamar a Dragón su padre, cuando Shanks era quien lo había criado, Shanks era el padre de Luffy.
Se regodearon en la revelación de que Ace era el hijo del Rey de los Piratas, como si sus palabras pudieran manchar sus logros. Como si Ace no fuera más que el hijo del hombre que marcó el inicio de la Gran Era Pirata. Y, sobre todo, se llenaron la boca de falsos sentimentalismos al declarar que Cocodrile era su otro padre biológico, como si eso de alguna manera les diera el derecho de usarlo como un símbolo, como un arma política.
Shanks no era ingenuo. Sabía que la Marina amaba jugar con las emociones del mundo, manipular la narrativa a su conveniencia. Pero esta vez habían cometido un error imperdonable: tocar a su familia.
Y eso era lo único que jamás perdonaría.
No malinterpretes a Shanks. Apreciaba a Cocodrile a niveles inimaginables. Si alguien entendía lo que significaba luchar por Luffy, era ese hombre. Cocodrile había sido un torbellino de arena y furia en el instante en que Garp, con su desquiciada facilidad para soltar información devastadora, le reveló que Shanks se había llevado al niño. Cocodrile no lo aceptó. Atacó, luchó y sangró en su intento desesperado por recuperar a su pequeño vástago.
Y ni siquiera sabía dónde estaba su hijo hasta ese momento. Mientras Dragón se ocultaba entre las sombras de sus revolucionarios, proclamando que toda su misión era para crear un mundo mejor para el hijo que ni se había dignado a ver. Y cuando lo vio, solo fue para intentar convencer a Sabo, el nieto de Shanks, de unirse a su estúpida causa. Sabo lo hizo, sí, pero no por Dragón. Lo hizo por su propia convicción, por un ideal que nada tenía que ver con el hombre que se hacía llamar "abuelo". Para Sabo, Dragón no era más que el donante de semen de su Dadda, cosa que el hombre no quería entender.
Shanks respetaba a Cocodrile, él hombre había llegado a enfrentarlo sin temor en busca del niño que no había llegado a conocer.
Porque Dragón, en su infinita arrogancia, había tomado al niño apenas nació y se lo había llevado lejos, sin consultar, sin advertir, sin siquiera dar a Cocodrile la oportunidad de sostenerlo en sus brazos. "Para darle una vida mejor", dijo. Puras patrañas. Garp, con su amor áspero y sus métodos brutales, era la peor opción para criar a un niño. Pero Dragón nunca lo entendió. Nunca pensó en lo que Cocodrile sentía, solo actuó, como si su decisión fuera la única que importaba.
Así que sí, Shanks lo entendía. Entendía la rabia de Cocodrile, su desesperación, su odio contenido. Aunque eso no significaba que le hiciera gracia compartir la paternidad de Luffy.
Si algo le generaba respeto era la tenacidad con la que el ex-Shichibukai había surcado los mares en su búsqueda, la forma en que lo había rastreado sin descanso, desafiándolo con ira pura, gritando su derecho a recuperar a su hijo. Lo hizo sin saber exactamente dónde estaba, sin pistas, solo con la certeza de que lo encontraría. Y no lo habría logrado, de no ser porque Garp, el anciano cabeza hueca de su exsuegro-porque sí, técnicamente Cocodrile era el ex de su hijo- tuvo la brillante idea de quejarse con demasiado entusiasmo sobre el "pelirrojo ladrón de nietos".
Shanks lo toleraba. Incluso lo respetaba. De hecho, se habían convertido en algo así como co-padres de un mocoso de goma, aunque ninguno de los dos lo admitiera abiertamente. Benn Beckman estaba de acuerdo con esa extraña dinámica. Después de todo, Cocodrile traía una nueva perspectiva para entender a Luffy, lo cual nunca estaba de más.
Benn amaba a su pequeño hijo y a sus nietos, pero lidiar con los "D" siempre era un desafío monumental. Al menos, con Cocodrile de su lado, tal vez -solo tal vez- podrían evitar que Luffy terminara metido en otra locura imposible.
Aunque, conociéndolos a todos, la posibilidad de un desastre era prácticamente una garantía.
Y ahora, estaba seguro que era un caos total. Habían varios factores que tenían a Benn Beckman realmente ansioso en el instante que la transmisión del gobierno lleno el área donde Shanks estaba.
Benn Beckman tenía muchas formas de describir el desastre que se desarrollaba frente a él. Pero si tuviera que resumirlo en una sola oración, probablemente diría que esto era una sentencia de muerte anunciada en vivo y en directo.
Era impresionante cómo una transmisión podía pasar de ser un espectáculo militar a un ajuste de cuentas familiar con ramificaciones que harían temblar al mundo.
Primero, una revelación de paternidad improvisada. Porque claro, si ya era problemático que Monkey D. Luffy estuviera aquí desafiando a la Marina, nada como anunciar ante el mundo entero que Dragón, el hombre más buscado, era su padre biológico. Y si eso no era suficiente, sumémosle más leña al fuego: su otro padre era Cocodrile, un ex-Shichibukai. El hijo del criminal más peligroso del mundo y de uno de los Siete Señores de la Guerra, adoptado y reclamado por un Emperador.
Benn dejó escapar un resoplido, sin poder evitar la sonrisa irónica que se dibujó en su rostro.
—Si de incendiar el mundo se trata... nadie lo hace mejor que los D.
Segundo, una falta de respeto que garantizaba el conflicto. Llamar "novato" al Yonko más joven era simplemente impensable. No era solo un insulto, era una provocación directa. Se estaban enfrentando al hombre que había derrotado a Kaido, el mismo que, contra todo pronóstico, se había alzado con una tripulación leal, territorio propio y la voluntad de desafiar el mundo.
Benn se pasó la lengua por los dientes, entre entretenido y exasperado. Había escuchado la palabra "novato" muchas veces, pero esta vez era un error garrafal. No importaba lo que los altos mandos de la Marina quisieran creer, Luffy no era simplemente un pirata más. Y decirlo en voz alta, frente a la cámara y al propio Shanks...
—Ah, Sengoku...—murmuró con un deje de diversión cruel, sacudiendo la cabeza-. No sabes en lo que te metiste.
Tercero, el secuestro accidental de la peor combinación de personas posible. Como si la situación no fuera ya un desastre, Luffy no solo estaba en medio de una batalla, sino que también se habían llevado a Ace.
Benn deslizó la mirada hacia la pantalla, donde la figura de Garp se mantenía inmóvil junto a Sengoku. Su rostro era una máscara de piedra, pero Benn lo conocía lo suficiente como para notar la tensión en su mandíbula, la rigidez de sus hombros.
-Nos llevamos al hijo de un Emperador y al nieto del héroe marino... -dejó escapar una risita seca-. Sí, esto no va a terminar bien.
Y finalmente, la cereza en el pastel.
Poner a un Akagami no Shanks furioso en el mar era prácticamente desatar un desastre natural. Su Haki del Conquistador vibraba como un trueno contenido, listo para reventar a la menor provocación. La presión era casi palpable, incluso desde esta distancia. Benn se pasó la mano por el rostro, sintiendo el cosquilleo en la piel.
—Lo peor de todo es que esta tormenta tiene nombre...—murmuró, dejando escapar un largo suspiro antes de encender su cigarro—. Y ese nombre es Monkey D. Luffy.
A su lado, Roux cruzó los brazos y soltó una carcajada.
—Así que lo admites, nuestro pequeño ancla es un caos absoluto.
Benn bufó, dejando escapar una nube de humo.
—¿Desde cuándo no lo sabíamos?
Los dos compartieron una mirada antes de volver la vista a la pantalla. El caos seguía desarrollándose, creciendo como una ola imparable. Y, sin embargo, Benn no podía quitarse de la cabeza que esto aún no había llegado a su clímax.
Porque si Ace y Luffy estaban en el ojo del huracán, entonces había alguien más que seguro estaba cerca.
Se mordió la lengua en el instante en que notó un detalle en la escena. Uno que, hasta ahora, nadie parecía haber visto.
El verdugo que se movía detrás de Ace.
Su postura.
Su forma de moverse.
Benn entrecerró los ojos.
—Tengo un mal presentimiento...—murmuró.
Y entonces lo vio.
El verdugo, hasta hace poco "desmayado", enderezó su espalda con la fluidez de un depredador.
Sabo.
Benn dejó escapar un resoplido, entre asombro y resignación.
—Por supuesto que está aquí...—susurró, entrecerrando los ojos—. Porque claro, ¿qué es un desastre sin un hermano revolucionario infiltrado?
Exhaló el humo de su cigarro con lentitud, sabiendo que lo peor aún estaba por venir.
—El jefe está enojado—la voz de Yasopp rompió el silencio, cargada de una mezcla de nerviosismo y anticipación.
Benn suspiró, mirando al hombre con calma calculada. Ciertamente amaba a su familia, lo hacía con todo su corazón. Pero estos idiotas le iban a sacar canas más rápido de lo esperado.
—Marineford tendrá suerte si sigue en pie después de esto—murmuró con una sonrisa sádica.
Porque cuando Akagami no Shanks decidía que algo era suyo, no existía fuerza en el mundo capaz de arrebatárselo. Y eso era solo el principio.
El mundo entero entendería al final del día por qué Akagami no Shanks era el Yonkou al que jamás debías hacer enojar.
No por las historias que se contaban en las tabernas, ni por las cicatrices que había dejado en los campos de batalla. No por la forma en la que los mares se partían bajo el peso de su Haki, ni por el terror reflejado en los ojos de sus enemigos cuando esa sonrisa suya desaparecía.
Lo entenderían porque, cuando Shanks se ponía serio, la línea entre un hombre y una calamidad natural desaparecía. Porque su ira no era el fuego caótico de Kaido ni la brutalidad sanguinaria de Big Mom. Era algo más puro. Más frío. Era el filo perfecto de una espada que cortaba el aire con una elegancia letal.
La primera señal fue el silencio. Un vacío absoluto que se extendió por Marineford, como si el aire hubiera sido drenado de golpe. El mar, inquieto y turbio, comenzó a elevarse en olas titánicas que rugían contra el horizonte. El cielo, ennegrecido por nubes densas, crujía con la amenaza de una tormenta que no era natural. El Haki del Conquistador de Shanks no solo aplastó el ambiente; lo desgarró. La presión era tan opresiva que hasta los Vicealmirantes cayeron de rodillas, jadeando por aire que no podían encontrar. Los menos afortunados perdieron el conocimiento al instante, espuma blanca escapando de sus bocas mientras sus cuerpos golpeaban el suelo como marionetas rotas.
Y entonces él llegó. Con tranquilidad fría qué no sentía, con la chaqueta ondeando tras él como una bandera de guerra, el cabello rojo iluminado por el resplandor del sol. Gryphon brillaba en su mano, la hoja reflejando la luz como si el sol mismo le hubiera cedido su filo.
Su expresión era serena. Sus pasos, medidos. Pero sus ojos... Sus ojos ardían. Y todos lo supieron. Supieron que no había escapatoria. Que no había negociación posible. Que el pelirrojo no estaba ahí para hablar ni para imponer términos.
Estaba ahí para recuperar lo que era suyo. Porque Akagami no Shanks no era solo un pirata. No era solo un emperador del mar. Era una fuerza de la Naturaleza.
Y el error de la Marina había sido pensar que podían tocar lo que él amaba y sobrevivir para contarlo.
No habría negociaciones. No habría treguas. Solo quedaría el acero, el mar teñido de rojo y el eco de gritos apagados bajo el rugido del océano. Porque Shanks no estaba enfadado.
Estaba decidido, su hijo lo estaba esperando, su pequeño rayo de sol, la luz que había iluminado su vida incluso en las noches más oscuras. El niño que se había enredado en su corazón con una sonrisa descarada y una risa contagiosa. Ese niño, su niño, estaba en peligro.
Y si tenía que hundir Marineford en las profundidades del océano para recuperarlo, así sería.
El mar se alzaba a su alrededor como una criatura viva, rugiendo y retorciéndose bajo su voluntad. Las olas chocaban contra los acantilados de Marineford con la violencia de una tormenta desatada. El aire era espeso, cargado de electricidad y furia contenida, y cada paso que daba Shanks sobre las piedras del puerto resonaba como un eco ominoso.
El Haki de Shanks estalló una vez más, desgarrando el ambiente. El suelo tembló, las baldosas se agrietaron bajo sus pies y la presión en el aire se volvió sofocante. Pesada. Mortal. Los reclutas más jóvenes de los Piratas Pelirrojos cayeron de rodillas, jadeando y temblando mientras la fuerza bruta del Haki los aplastaba sin misericordia. Algunos simplemente perdieron el conocimiento, desplomándose como muñecos rotos en el suelo.
Lucky Roux soltó una carcajada ronca, masticando despreocupadamente un trozo de carne mientras observaba la escena con diversión.
—Parece que el jefe está realmente animado—comentó con una sonrisa torcida, dándole una mirada divertida a Hongo, quien estaba inclinado sobre uno de los reclutas caídos, intentando reanimarlo con palmadas en el rostro.
Hongo suspiro, su expresión siendo una mezcla de resignación y molestia.
—Sería más fácil si dejaras de reírte y me ayudaras.
—¿Para qué?—replicó Lucky Roux, encogiéndose de hombros—. Si no pueden soportar el Haki del jefe, no deberían estar aquí.
—El jefe está muy enojado—murmuró Limejuice, su voz cargada de tensión—. Y nuestra Ancla no está a la vista.
Las últimas palabras fueron casi un susurro, como si temiera que solo pronunciarlas bastara para desatar una tormenta aún peor.
Benn Beckman exhaló una bocanada de humo, la brasa de su cigarro brillando tenuemente bajo la sombra de su cabello oscuro. Sus ojos entrecerrados seguían cada movimiento de Shanks, analizando con calma cada paso, cada respiración, cada ligera inclinación de la Gryphon en su mano.
—No se preocupen—dijo Beckman con una sonrisa peligrosa, la bruma de su cigarro envolviendo sus palabras como un veneno suave—. El jefe sabe lo que está haciendo.
—Parece que quiere reunirse con Luffy—aventuró Hongo, observando a Shanks con una mezcla de fascinación y respeto.
—No—corrigió Beckman, su sonrisa tornándose afilada—. El jefe está cazando y encontrar a nuestra Ancla rápidamente solo es uno de los puntos en su mente.
Y cuando Akagami no Shanks cazaba, el mar entero se teñía de sangre.
El silencio que siguió fue casi reverencial. Los piratas pelirrojos no dijeron nada, solo observaron mientras su capitán avanzaba hacia Marineford con la determinación de un depredador al acecho. El aire vibraba a su alrededor con la promesa de violencia contenida, una amenaza silenciosa que hacía que hasta los oficiales de más alto rango de la Marina sintieran el escalofrío de la muerte recorriendo su espina dorsal.
Marineford pronto sería reducido a escombros y cadáveres, y el eco de la masacre se grabaría en la historia como una advertencia silenciosa:
No toques lo que es suyo, nunca. Porque Shanks no era Kaido, cuyo poder venía de la brutalidad. No era Big Mom, cuya locura la volvía impredecible. No era Barbablanca, cuya fuerza residía en la magnitud de sus ataques.
Shanks era otra cosa.
Su poder no solo venía de la fuerza de sus golpes ni de la profundidad de su Haki. Venía de la certeza inquebrantable de que, cuando algo era suyo, nadie podía arrebatárselo. Porque cuando Shanks amaba, lo hacía con cada fibra de su ser. Y cuando lo protegía, lo hacía con la ferocidad de un dios iracundo.
Había quienes decían que la mayor señal de peligro era cuando la sonrisa de Shanks desaparecía. Pero eso era solo un mito. La verdadera advertencia era el silencio que precedió a su ira. El instante en que su espada brillaba en la penumbra. El momento en que sus ojos-esos ojos normalmente cálidos, llenos de risas-se volvían fríos y vacíos como el acero.
Y ahora, sus ojos ardían con una promesa mortal. El mar rugió detrás de él mientras Shanks se detenía frente a las puertas de Marineford.
—Es hora—dijo Beckman, su voz un murmullo cargado de anticipación oscura.
Los soldados de la Marina que estaban apostados en las murallas tragaron saliva. Sabían lo que significaba esa presencia. Sabían que estaban a segundos de entrar en el ojo de una tormenta que no podía detener.
Akagami no Shanks estaba cazando.
Y el precio por tocar lo que era suyo sería alto. Demasiado alto. Él pelirrojo inclinó ligeramente la cabeza. La Grifo se elevó, brillando con el reflejo de la tormenta sobre su filo. Su Haki se intensificó, arremolinándose a su alrededor como una sombra viva.
—¡Cierra las puertas!—gritó un Vicealmirante—. ¡Preparad los cañones! ¡No dejen que pase!
Shanks sonrió, su sonrisa era tranquila. Serenamente peligroso.
—Ya es demasiado tarde.
El primer disparo voló por el aire. Gryphon se movió con un destello plateado, y la bala fue partida en dos antes de siquiera tocar el suelo.
Un segundo después, Shanks avanzó. El cielo rugió. El mar se levantó. La tormenta comenzó.
Cuando Akagami no Shanks cazaba, el único desenlace era sangre, fuego y muerte. Nadie sobreviviría intacto.
Nadie olvidaría ese día. Porque cuando Shanks iba por lo que amaba, no quedaba nada en pie.
Mientras Shanks se abría paso de manera rápida y eficiente en Marineford, Buggy estaba sufriendo un colapso nervioso en medio del caos de la batalla, mientras Luffy y su tripulación luchaban ferozmente para rescatar a Ace, la mente de Buggy estaba en un lugar completamente diferente.
—A ver...—murmuraba para sí mismo, esquivando por poco un disparo de cañón mientras corría por la cubierta destrozada de Marineford—. Si Cocodrile es el papá de Luffy... y yo estoy saliendo con Cocodrile... ¿eso me convierte en su padrastro? ¡Pero si también salgo con Mihawk! ¡Y Shanks también es mi hermano! ¡Y Luffy fue adoptado por él! ¿Qué significa eso? ¿Soy el padrastro o el tío de Luffy?
Su rostro mostraba una mezcla de pánico y confusión absoluta mientras intentaba dar sentido a la red familiar absurda en la que, de alguna manera, se había enredado. Levantó ambas manos hacia su cabeza, como si apretarse el cerebro pudiera ayudarle a resolver el embrollo.
—¡Esto no tiene sentido!—gritó, alarmando a los marines que lo rodeaban. Algunos lo miraron desconcertados, pero la mayoría simplemente se dispersó, decidiendo que cualquier cosa que estuviera ocurriendo con el payaso claramente no era su problema.
Desde una distancia cercana, Mihawk observaba la escena con una ceja arqueada. Una leve curva en sus labios sugería el fantasma de una sonrisa, aunque cualquiera que lo conociera bien sabía que Mihawk no sonreía a menudo. Pero Buggy tenía el curioso don de hacer reír hasta al hombre más estoico.
—No pienses demasiado, Buggy—dijo Mihawk con su tono frío y controlado, aunque el brillo divertido en sus ojos lo traicionaba.
Buggy se detuvo abruptamente, mirándolo con ojos desorbitados.
—¡¿No pensar demasiado?!—exclamó, agitando las manos en el aire—. ¡Si soy el padrastro, entonces... ¿tengo que tratar a Luffy como mi hijo?! ¿O si soy el tío, solo tengo que darle regalos en los cumpleaños? ¡Esto es demasiado complicado.
—Para ser alguien que literalmente puede partirse en pedazos, te estresas con mucha facilidad—comentó Mihawk, afilando su sonrisa.
Buggy gruñó, jalándose de los mechones de cabello azul mientras giraba en círculos.
—¡Es que no es tan simple! ¡Si soy el padrastro, eso significa que tengo responsabilidades!—dijo mirando a a Mihawk con los ojos casi enloquecidos—¡¿Y si Luffy me pide consejos de vida?! ¡¿Qué le voy a decir?! ¡No sé nada de crianza, Mihawk! ¡Ni siquiera sé cómo mantener mi tripulación en orden!
—Podrías preguntarle a Shanks—sugirió Mihawk con sarcasmo.
—¡¿A Shanks?!—Buggy palideció—. ¡Si soy el tío, al menos puedo devolverlo con él cuando las cosas salgan mal!
—Claramente—susurró Mihawk, aunque Buggy estaba demasiado ocupado hiperventilando como para escucharlo.
Fue entonces cuando Cocodrile apareció, con la diversión brillando en sus ojos.
Había estado concentrado en la batalla hasta ese momento, pero el tono agudo de la voz de Buggy y la expresión divertida de Mihawk llamaron su atención. Con una sonrisa socarrona en los labios y una calma letal en sus ojos dorados, Cocodrile se acercó lentamente a ellos, el sonido de su gancho de oro rozando las baldosas destrozadas resonando entre los ecos de la batalla.
Sin decir una palabra, se inclinó hacia Buggy y le dio un beso en la mejilla.
Buggy se quedó congelado, sus ojos abriéndose como platos.
—¿E-e-eso fue...?—tartamudeó.
—Ahora eres un padre, Buggy—dijo Cocodrile con esa voz baja y profunda que siempre parecía cargada de amenaza, incluso cuando no lo estaba—. Deja de complicarte. Luffy es nuestro hijo. Ahora... ¿quieres seguir dando vueltas o prefieres pelear?
Buggy parpadeó, mirando entre Cocodrile y Mihawk como si acabara de recibir la respuesta de un oráculo ancestral. Aunque todavía tenía preguntas (muchas preguntas), al menos ya tenía algo de claridad.
—¿Un... un padre?—repitió con la boca ligeramente abierta.
Mihawk soltó otra risa, esta vez más audible, y le dio una palmada a Buggy en el hombro.
—Aparentemente, eso es lo que somos, Buggy. Padres. Nada de tíos. Padres. Así que empieza a comportarte como tal.
Buggy todavía parecía procesarlo, su boca abriéndose y cerrándose como un pez fuera del agua.
—¿Tengo que empezar a darle regalos en el Día de su cumpleaños?
—Eso sería apropiado—dijo Mihawk con una sonrisa afilada.
—¡¿Pero qué le voy a regalar a alguien que literalmente puede comerse un barco entero?!
—Una fruta del diablo estaría bien—sugirió Cocodrile con sarcasmo, tal vez así su esposo se con entraría en la lucha.
—¡¿Una fruta del diablo?! ¡¿Quieres que mate a Luffy o qué?!
Mihawk soltó un suspiro divertido antes de desenvainar su espada y lanzarse de nuevo al combate. Cocodrile giró sobre sus talones, la sonrisa en su rostro transformándose en una expresión fría y peligrosa cuando una ráfaga de arena se arremolinó a su alrededor.
Buggy, por su parte, se quedó allí de pie, aún intentando procesar lo que acababa de ocurrir.
—¿Entonces... Luffy me llamará papá?—susurró para sí mismo.
Desde la distancia, Mihawk soltó una carcajada baja.
—Tal vez—respondió Cocodrile—. Pero primero sobrevive a esta batalla.
Buggy palideció.
—¡¿Cómo que "primero sobrevivo"?! ¡¿Nadie me dijo que tendría que pelear por la custodia?!
—Bienvenido a la paternidad—dijo Mihawk con una sonrisa helada antes de desaparecer entre el humo y el caos.
Buggy se quedó boquiabierto. Luego, lentamente, su rostro se endureció.
—¡Está bien! ¡Si tengo que pelear por la vida de mi hijo, lo haré!
Se partió en múltiples pedazos, flotando en el aire mientras sacaba una daga de su cinturón.
—¡Voy a ser el mejor padrastro—tío del mundo!
Cocodrile y Mihawk intercambiaron una mirada, mientras Buggy se lanzaba de lleno al combate, gritando promesas sobre comprarle helado a Luffy y enseñarle a estafar a la gente, Mihawk y Cocodrile lo observaron desde la distancia.
Tal vez, solo tal vez... Buggy sería un buen padre.
Si es que no lo mataban primero.
Aunque Cocodrile esperaba que Buggy explotara (literalmente), jamás habría anticipado esta clase de aceptación por parte del hombre de cabello azul. No después de lo que había hecho. Cocodrile le había ocultado a Luffy. Le había mentido. Había asumido que Buggy reaccionaría con rabia o al menos con el tipo de rencor mezquino que solía acompañar cualquier crisis emocional de Buggy. Pero en lugar de eso... ahí estaba. Gritando y lanzándose de lleno a la batalla como si estuviera listo para ganarse ese título de padre.
—¿Entonces simplemente vas a aceptar que nuestro esposo sea el padre de tu cría?—preguntó Mihawk, con la voz cargada de una fría diversión mientras miraba a Buggy abrirse paso entre los marines. El payaso había dejado de lado su habitual ansiedad, avanzando con una inesperada determinación.
Cocodrile sonrió, agitando su garfio con una calma peligrosa.
—Cariño, Buggy y tú están atrapados conmigo por el resto de nuestras vidas—dijo con una sonrisa ladina—. Y Luffy también. Sin olvidar que, técnicamente, comparto la custodia con Shanks.
La mención de Shanks hizo que Mihawk frunciera levemente el ceño.
—Así que tendrás que acostumbrarte a ser copadre... o morir en el intento—añadió Cocodrile con una sonrisa depredadora.
Mihawk dejó escapar una leve risa por la nariz.
—Creo que te olvidas de que Benn Beckman también es padre de Luffy—dijo Mihawk, su sonrisa afilándose peligrosamente—. Sobreviviré... si aún queda alguien cuerdo en esta familia disfuncional.
Cocodrile soltó una risa baja, divertida y peligrosamente calmada.
—No cuentes demasiado con eso—advirtió Cocodrile, sus ojos dorados brillando con malicia—. Buggy ya está queriendo enseñarle a estafar a la gente. Es cuestión de tiempo antes de que Luffy lo supere en eso también.
Mihawk observó cómo Buggy se partía en múltiples pedazos, esquivando una andanada de balas mientras reía como un lunático.
—Si Buggy sobrevive a esta batalla...—comenzó Mihawk.
—Sobrevivirá—interrumpió Cocodrile con convicción—. Es Buggy, después de todo.
Mihawk lo miró de reojo.
—¿Desde cuándo confías tanto en él?
Cocodrile le lanzó una mirada lateral, una sonrisa apenas perceptible en sus labios.
—Desde que aceptó ser padre.
Buggy, mientras tanto, aterrizó desarmado frente a un vicealmirante.
—¡Soy el papá de Luffy!—gritó Buggy, mientras lanzaba un puñetazo directo a la cara del marine—. ¡Y ningún marine de pacotilla me va ha quitar a mi hijo!
El vicealmirante salió volando hacia una pila de escombros. Mihawk y Cocodrile intercambiaron una mirada cargada de silenciosa incredulidad.
—Va a morir—dijo Mihawk.
—Probablemente—respondió Cocodrile con calma.
Buggy volvió a partirse en pedazos para esquivar un corte de espada, su cuerpo flotando en el aire.
—¡Pero voy a morir como el mejor padre-tío del mundo!
Mihawk suspiró, llevándose la mano a la empuñadura de su espada.
—Y después de esto—continuó Mihawk —tendrás que explicarle a Luffy por qué Buggy ahora es oficialmente su padre
—Eso será problema de Buggy—respondió Cocodrile.
Mihawk soltó un suspiro divertido antes de desenvainar su espada y lanzarse de nuevo al combate. Cocodrile giró sobre sus talones, la sonrisa en su rostro transformándose en una expresión fría y peligrosa cuando una ráfaga de arena se arremolinó a su alrededor.
Crocodile detuvo la espada de Mihawk en el instante en que el espadachín decidió volver a alzarla contra Luffy. El sonido del choque metálico resonó en el aire, haciendo vibrar las losas bajo sus pies. Mihawk sostuvo el contacto, sus ojos dorados entrecerrándose mientras la sonrisa ladeada de Crocodile se ampliaba con un toque de malicia. La tensión entre ellos era palpable, una presión sutil pero peligrosa que solo dos hombres con ese nivel de poder podían generar.
Mihawk podía notar la irritación detrás de la expresión relajada de Crocodile, el claro disgusto que reflejaba el brillo de sus ojos.
—¿Ahora estás en medio?—preguntó Mihawk, su voz baja y afilada como el filo de su espada.
Crocodile soltó una risa seca, casi burlona, mientras su garfio presionaba contra la hoja de Mihawk, un sonido metálico rechinando entre ellos.
—Todavía no se me olvida que ibas tras mi cría—aseguró Crocodile con un tono peligroso, aunque el brillo divertido en su mirada delataba su humor retorcido—. Además, mi esposo parece más interesado en hacerme enojar el día de hoy... dejaré que Buggy se queje contigo—añadió con diversión. Buggy tendría un colapso nervioso cuando se enterara de que Mihawk había amenazado de nuevo a Luffy, y Crocodile iba a asegurarse de que así fuera.
Mihawk dejó escapar una sonrisa ladeada, sus ojos reluciendo con una chispa de interés.
—Nuestro esposo no está tan mal—declaró Mihawk, divertido—. Podría escucharlo hablar por horas.
—Yo igual—respondió Crocodile, agitando su garfio de manera peligrosa para cualquier otro que no fuera Mihawk—pero podría usar su boca para cosas mejores.
Mihawk rio entre dientes, su espada retrocediendo un poco mientras Crocodile mantenía la presión. Ninguno estaba peleando en serio, pero ambos disfrutaban del intercambio de poder.
Luffy, que se abría paso entre el caos de la batalla, miró brevemente hacia ellos. Su padre lucía demasiado relajado para una situación tan grave, pero la expresión de Mihawk le dijo que aquella pelea no iba a volverse más seria de lo necesario. Eso le permitió respirar con más facilidad.
Al otro lado del campo de batalla, Kizaru se percató de que Luffy se estaba acercando al patíbulo con demasiada facilidad. Su cuerpo comenzó a fragmentarse en destellos dorados de luz, desapareciendo entre parpadeos eléctricos mientras se movía a velocidad sobrehumana para interceptarlo.
Pero Shirohige intervino.
—¡No en mi guardia!—gruñó Shirohige, su bisento descendiendo con una fuerza devastadora.
Una onda de choque reverberó por todo Marineford, rompiendo el suelo y forzando a Kizaru a detenerse bruscamente. Luffy aprovechó la oportunidad y corrió hacia el patíbulo. A mitad de camino, una figura bloqueó su paso. Garp. Luffy sintió ganas de simplemente detenerse y gritar. Su abuelo solo estaba haciendo todo más complicado. Aunque Luffy entendía las razones de Garp, eso no le impedía sentir una ira creciente.
—Abuelo, muévete—pidió Luffy, su respiración entrecortada mientras apretaba los puños.
Garp lo miró con expresión severa, aunque la sombra de una tristeza contenida destellaba en sus ojos.
—Si quieres pasar... será sobre mi cadáver—prometió Garp con un tono firme y peligroso.
Luffy rechinó los dientes.
—No puedo hacer esto...—gruñó—¡Muévete!
Garp no cedió ni un milímetro. Luffy sintió que todo el maldito mundo lo estaba fastidiando ese día: primero Teach atando a Ace, luego Sengoku revelando que Dragón era su padre en lugar de Shanks, después Boa y Smoker distrayéndolo, y ahora su abuelo bloqueándole el paso.
—Luffy... yo te considero mi enemigo.
Antes de que pudiera terminar la frase, el puño de Luffy impactó en el rostro de Garp con un golpe directo y brutal. El sonido del impacto reverberó en el aire mientras Garp salía despedido hacia atrás, rodando por las piedras.
Sengoku pareció sorprendido de que Garp cayera tan fácilmente, pero Ace soltó una risa baja y burlona desde el patíbulo.
—¿Eso fue... todo?—murmuró Ace, con una sonrisa torcida.
Sengoku y Ace se dieron cuenta al mismo tiempo. Garp había fingido.
El golpe había sido fuerte, pero no lo suficiente como para derribar a Garp. Se había dejado vencer.
Luffy casi quiso quejarse del tonto de su abuelo, pero entendía por qué lo hacía... o por lo menos quería creer que lo entendía.
—¡Garp!—el rugido de Sengoku dejó claro que el engaño no pasó desapercibido.
Ace dejó escapar una carcajada baja, mientras Luffy, ahora sin obstáculos, subía al patíbulo. Ace sabía que nadie en su familia era capaz de fingir para salvar su vida. Pero Garp era ridículo.
Sengoku, al ver a Mugiwara no Luffy frente a él, decidió que ya no podía contenerse más. Su cuerpo comenzó a expandirse, tomando la forma de un Buda dorado gigante. Su mano colosal descendió sobre Luffy con una fuerza capaz de reducir el suelo a polvo.
Pero Luffy no estaba solo.
Podía sentir la presencia de Sabo. Su Haki era reconocible a simple vista. Luffy sonrió ligeramente cuando uno de los verdugos, que hasta ese momento parecía inconsciente, se deslizó detrás de Ace con una precisión inquietante.
Luffy le lanzó una llave que Hancock le había dado, Sabo solo pudo refunfuñar por lo bajo.
Su Dadda lo había descubierto con una sola mirada, que ni si quiera fue eso, ya que Luffy pudo distinguir su Haki apagado.
Ace sintió el roce de una mano en su muñeca y levantó la mirada hacia el verdugo. Entonces, escuchó esa voz familiar, baja y segura.
—Necesito que te quedes callado—susurró la figura encapuchada.
Ace parpadeó, desconcertado.
—¿Sabo?—su voz tembló al reconocer el tono inconfundible del rubio.
El verdugo se bajó la capucha, dejando ver la cabellera rubia y la cicatriz en su rostro. La sonrisa suave fue sorprendente hasta para Ace, pero eso duró apenas unos segundos, ya que el rubio lo miró con claro enojo ante la forma tan absurda en la que había terminado en esta situación, Ace podría saber con la forma en la que ojos de Sabo lucían realmente juzgarlo.
—El mismo. Ahora vamos a sacarte de aquí—aseguró, tomando las esposas de piedra marina y examinándolas con destreza—Aunque no entiendo como Dadda se dio cuenta de que era yo—murmuró por lo bajo.
—Pésimo disfraz—aseguró Ace, con una sonrisa burlona—. Si Papai se dio cuenta, quiere decir que no eres tan bueno en esto.
—¡Soy el segundo al mando del Ejército Revolucionario!—se quejó Sabo—¡Soy muy bueno en los disfraces! Solo que Dadda tiene un buen Haki de observación.
—Qué mentiroso—Ace rio—. Papai no reconocería ni a Usopp disfrazado. Pero llegas aquí con un disfraz mejor que el de Usopp y aun así eres descubierto...—su sonrisa se ensanchó—. Eres peor actor que Usopp, Bo.
—Tú, pequeña mierda...—siseó Sabo por lo bajo.
—¡No discutan!—gruñó Luffy, bloqueando el ataque de Sengoku con ambos brazos cubiertos de Haki—¡Estamos en medio de algo!
—Lo siento, Dadda—murmuró Sabo.
—Lo siento, Papai—dijo Ace.
—Ahora cállate, Ace—Sabo empujó la cabeza del pelinegro—necesito concentrarme.
Luffy sonrió de manera salvaje mientras esquivaba el siguiente golpe de Sengoku. Su Haki estallaba en el aire, haciendo vibrar el suelo bajo sus pies.
—¡Ace, prepárate!—rugió Luffy—¡Ya casi estamos!
Ace sintió un alivio desgarrador recorrer su cuerpo cuando las esposas de piedra marina cayeron al suelo con un tintineo sordo. La energía de su fruta regresó de golpe, envolviéndolo en una calidez reconfortante, pero nada se comparaba con la sensación de la mano de Sabo todavía aferrada a su muñeca, su rostro peligrosamente cerca del suyo.
—Ahora vámonos de aquí, pequeña mierda—siseó Sabo, su voz tensa, con la adrenalina ardiendo en cada palabra.
Ace le dedicó una sonrisa de pura diversión.
—¿Me llamaste pequeño? Sabo, mi amor, si alguien es pequeño aquí, eres tú—Bromeó, disfrutando del modo en que el rubio se sonrojaba con facilidad. La experiencia cercana a la muerte tal vez había iluminado Ace.
Sabo chasqueó la lengua con fastidio, tratando de ignorar la mirada traviesa de Ace mientras lo jalaba para sacarlo del patíbulo. Pero Ace no iba a dejarlo ir tan fácil.
—Sabes, Bo, aún no me has dado un beso de reencuentro. Estoy empezando a pensar que no te alegras de verme...—inclinó la cabeza con aire pícaro, sus ojos chispeando malicia.
Sabo sintió su rostro arder, y Luffy, que los seguía de cerca esquivando los ataques de Sengoku, soltó una carcajada.
—¡Ace, Sabo, apúrense—-gritó entre risas—¡Dejen el coqueteo para después!
—¡No estamos coqueteando!—protestó Sabo con furia, pero su tono no sonaba nada convincente.
Ace rió entre dientes, disfrutando de su evidente nerviosismo.
—¿No estamos?—la sonrisa ladeada del pelinegro consiguió al rubio mirándolo con atención—. Entonces explícame por qué sigues sujetándome la cintura, comandante del Ejército Revolucionario...
Sabo retiró la mano con tanta rapidez que casi tropezó, y Ace aprovechó el momento para atraparlo del mentón y acercar su rostro con lentitud, deleitándose con la forma en que Sabo se tensaba.
—No es momento para esto...—murmuró el rubio, sin apartarse.
—Siempre es momento para un buen beso—Ace sonrió, inclinándose más.
—¡NO LO ES!—Sengoku rugió, su forma dorada de Buda emitiendo una onda de choque que destruyó parte del patíbulo mientras los tres piratas saltaban fuera justo a tiempo.
Mientras huían, las reacciones en el campo de batalla eran variadas.
—¡¿Qué demonios fue eso?!—gritó Smoker, aún tratando de procesar la situación. Sí antes creía que Mugiwara no Luffy era el colmo del descaro y de las situaciones inusuales, ahora estaba seguro que ambos piratas bajó su manto solo seguían sus pasos.
—Pensé que Ace estaba saliendo con Marco...—murmuró Buggy, atónito pero extrañamente emocionado. Ligeramente orgulloso de que Ace estuviera saliendo con alguien de su edad, en lugar de tener a Marco como algo cercano a un nieto político.
—Yo también lo pensé—Mihawk alzó una ceja, observando con calma el espectáculo.
—No me sorprende—Crocodile sonrió, divertido.
—¡¿Y NO AVISASTE?!—Buggy lo fulminó con la mirada. Mihawk asintió en aprobación.
Los Mugiwara estaban agotados. Su capitán era absurdo, era el hombre con el poder más ridículo de la historia. Podría hundir con facilidad Marineford, pero aquí estaba jugueteando y riéndose junto a sus hijos. La tripulación solo quería tomar al hombre y sus tesoros para llevárselos a un lugar seguro.
—Luffy, recoge a tus hijos y vámonos—gruñó Zoro, cruzado de brazos.
—Sí, sí, lo haré... ¡pero míralos, están tan lindos juntos!—exclamó Luffy con orgullo paternal.
Sengoku se agarró la cabeza. Maldiciendo mentalmente a Garp, su familia era tan ridícula.
—No está bien... nada de esto está bien...
Garp se dejó caer en algunos escombros, realmente cansado y harto de sus nietos.
—¡¿Lo ves, Sengoku?! ¡Estos mocosos son unos idiotas! ¡Siempre lo han sido!
Sengoku apretó los dientes, observando cómo los tres hombres se alejaban entre risas y coqueteos.
—Y tú se los permitiste, Garp. ¡Tú!
—¡¿Y qué demonios querías que hiciera?! ¡Ese idiota de Luffy los crió como piratas tontos!—Garp bufó. Recordando como la furia ardiente de Shanks se había visto reflejada en una declaración de guerra, jurando qué si tocaba a alguno de los chicos se volvería una guerra a la vista. Beckman solo había estado ahí, silenciosamente limpiando su rifle para dejar el asunto en claro.
Antes de que Sengoku pudiera responder, una voz interrumpió su frustración.
—Tch. Un pirata tonto, ¿eh?—Akainu se quitó la gorra, con una sonrisa cruel—. Bueno, con el padre que tienen, imagino que es de esperar.
El ambiente se tensó de inmediato. Akainu miró fijamente a Ace.
—A fin de cuentas, Mugiwara es un novato, una vergüenza para los piratas. Un mocoso inútil que juega a ser capitán...
Ace se detuvo en seco. Su sangre hirvió. Estaban a hablando de su padre, él único que había reconocido desde que tenia memoria.
—¿Una vergüenza?—murmuró, con la furia creciendo.
—Ace, no lo escuches—Sabo intentó detenerlo.
—Retira lo que has dicho de mi padre—empujó levemente al rubio con su hombro, no quería lastimar al chico.
Akainu sonrió con sadismo—Tu "padre" no es más que un mocoso sin futuro.
Las llamas rodearon rápidamente a Ace.
—¡Monkey D. Luffy es un gran pirata que le dará forma a esta era!—las llamas lo rodearon rápidamente, dejando ver su ira—¡No te burles del hombre que me salvó!
El suelo se resquebrajó bajo los pies de Ace cuando se lanzó al ataque.
—¡ACE, NO!—Sabo gritó con desesperación. Luffy lo sujeto para que no se lanzará de golpe a acompañar a Ace.
—Sabo, no—regaño ligeramente, esperando el impacto de ambas frutas. Tendría que actuar rápido para tomar a Ace.
El choque entre fuego y magma estremeció Marineford. La ira ardiente de Ace se dejó ver, con su ceño fruncido y su determinación. Pero la fuerza de Akainu no era algo que despreciar, por algo el hombre era un vicealmirante. Sin olvidar que era el enemigo natural de la fruta del diablo de Ace.
—Mira con atención—Akainu desvió la mirada hacia Luffy—mira—declaró con oscura satisfacción.
El puño de magma se elevó, buscando atravesar a Ace. Pero nunca llegó a su objetivo, Luffy se lanzó entre su hijo y el puño de magma sin dudarlo.
El impacto fue brutal. Un sonido sordo, la sangre en el aire, el olor a muerte y fuego envolviendo el lugar. El destinguible olor de la goma siendo quemada se quedo la nariz de los presentes.
Ace y Sabo quedaron petrificados, Luffy cayó de rodillas, jadeando de dolor. El aire se le escapaba rápidamente, por un instante Luffy deseo haberle hecho caso a Torao, tal vez seguir su plan no hubiera sido tan malo. Pero Luffy sabía que aún así era mejor hacer las cosas rápido, ahora mismo podría lamentarse un poco de como siempre hacia enojar a Torao y este lo regañaría.
Porque podía escuchar en su mente al doctor reclamarle por ser tan imprudente, tal vez ya estaba alucinando por el dolor.
Los Mugiwara sintieron su mundo romperse, su capitán había sido herido. Casi habían perdido a Luffy a manos de Kaido y ahora, Akainu se había atrevido a dañar a su tesoro. La tripulación del sombrero de paja sintió que el mundo se le caía a pedazos, su capitán, él hombre que los había aceptado y luchado por ellos no podría morir de esa forma. No cuando estaban lo suficientemente cerca de conseguir convertirlo en el rey de los piratas.
—Luffy...—Nami susurró, con la voz quebrada.
—¡NO!—Sanji y Zoro se tensaron, listos para desatar el infierno. Pero una mirada rápidamente al hombre herido, les hizo detenerse, esos ojos negros los miraban con determinación, una orden no escrita sobre tomar a Ace y Sabo, huir con ellos dos.
Crocodile sintió que el aire le faltaba. Su pequeña cría había sido herida por el perro rojo de la marina. El. Niño que hasta hace unos años le llamaba corriendo y le pedía escuchar sobre sus aventuras se estaba muriendo.
Buggy, por primera vez, sollozó de verdad.
Buggy no había sido un padre en el sentido tradicional, no sabía ni siquiera que lo era hasta este mismo día absurdo. Había sido más un tío para Luffy qué cualquier cosa, pero eso no evitaba que sintiera ansiedad por la herida inflingida en el chico.
Mihawk miró a sus esposos. Sabía que debía detenerlos antes de que hicieran algo irreversible.
Pero nada de eso importó para Ace y Sabo.
El horror en sus rostros era absoluto.
—¡Luffy!—Ace lo atrapó antes de que cayera por completo.
Sabo se arrodilló junto a él, temblando.
—Luffy, aguanta, por favor...
Luffy sonrió con dificultad, su mano temblorosa alcanzando el rostro de Ace—No... peleen más—pidió casi sin habla—solo huyan...
Ace apretó la mandíbula, las lágrimas surcando su rostro ennegrecido por el humo.
—Maldito sea, Papai... ¿por qué hiciste eso?
Luffy sonrió débilmente—Porque te amo, idiota.
Ace y Sabo no lo soportaron más. Ace besó su frente con desesperación. Sabo presionó su frente contra la de Luffy, como si pudiera transferirle su propia fuerza.
—Te sacaremos de aquí... lo prometo...
Ace sintió que algo dentro de él se rompía.
Sabo apretó los dientes, con la mandíbula temblando. Y entonces, algo cambió, la furia en los ojos de Sabo era algo que Ace nunca había visto antes. Se puso de pie, con Luffy en sus brazos, su mirada helada.
—Nos vamos.
Pero Akainu no había terminado.
—¿Van a huir como cobardes?
La mirada de Sabo se oscureció.
—No—La sonrisa maliciosa qué le brindo al Marín fue desconcertante. Como sí él rubio supiera algo que Akainu no era capaz de discernir.
Sabo sabía que Shanks había estado siguiendo la transmisión, él hombre nunca desaprovecharía el tener noticias de Luffy, menos cuando el adorado hijo de su pequeño Príncipe había sido tomado como rehén. Sabo era consciente de que su abuelo pelirrojo estaba en camino a MarineFord envuelto en ira ardiente, si es que el hombre no estaba entrando ya al lugar.
Los tres se pusieron de pie, listos para luchar de ser necesario. Pero la idea quedó rápidamente descartada ya que Luffy estaba demasiado herido, Sabo no tuvo otra opción, tomó a Ace y a Luffy y desapareció en el caos. Jinbe apareció para ayudarlos a escapar, Sabo estaba silenciosamente agradecido con el timonel de su hermano.
Garp observo la sangre de su nieto llenar el campo de batalla, su mirada se centro en Akainu, sin decir palabra se levantó de su posición relajada y camino decidido hacia el hombre. Sengoku se dio cuenta rápidamente de lo que estaba pasando, camino dispuesto a detener al hombre.
—Vicealmirante, Garp—los marines observaron sorprendidos como Garp se abrió paso entre ellos—¿Qué va a hacer?
Sengoku se dio cuenta rápidamente que cualquier cosa que Garp hiciera, no iba a terminar bien para Akainu.
—¡Garp!—corrió para alcanzar a su amigo. Termino estrellado el rostro del héroe de la Marina contra el piso de Marineford—¿Qué piensas hacer?,!¿Té volviste loco?
—Sí, sígueme deteniendo Sengoku—declaró, con la voz quebrada de ira fría—de lo contrario asesinare a Sakazuki-afirmó mirando al hombre de magma que era detenido por Jinbe.
—Idiota—Sengoku sintió las palabras de Garp como verdaderas.
Y fue entonces cuando Mihawk lo sintió.
Un escalofrío recorrió el aire. El Haki llegó primero, una presencia oculta que solo alguien como él podría percibir. Mihawk retrocedió, guardando lentamente su espada.
Mihawk lo sintió antes de cualquiera de los presentes, mucho antes de que llegara la fuerza total del Haki qué estaba siendo una llama tenue, apenas lo suficientemenre notable como para que alguien más que él fuera testigo de la ira.
La presencia era tenue, apenas un susurro en el aire, pero para alguien como él, era imposible ignorarla. El Haki estaba oculto y demasiado apagado para que alguien más se diera cuenta. Pero él lo hizo. Una brisa fría se deslizó entre los restos de Marineford, levantando el polvo y el olor metálico de la sangre. Mihawk retrocedió, guardando lentamente su espada mientras su mirada dorada se deslizaba hacia el horizonte.
—Alto ahí—la voz de uno de los marines lo detuvo a medio paso—¿A dónde vas?
Mihawk apenas le dirigió una mirada. En su rostro había una expresión inmutable, pero sus ojos afilados brillaban con una comprensión que el marine no poseía.
Su mirada se deslizó hacia Cocodrile, que estaba de pie a unos metros, con la mandíbula tensa y el ceño fruncido. Cocodrile parecía menos sorprendido que el resto, lo que no hizo más que confirmar las sospechas de Mihawk. Él también lo había sentido.
—Acepté pelear con Shirohige y sus hombres, mugiwara todavía está dentro de lo razonable—afirmó Mihawk con tono neutro mientras guardaba completamente su espada—pero el pelirrojo no es parte del acuerdo.
Un murmullo inquieto se extendió entre los marines que los rodeaban. Las palabras de Mihawk habían sido simples, pero el peso detrás de ellas era innegable. Los soldados intercambiaron miradas alarmadas.
—¿P-pelirrojo...?—musitó uno de los marines, su voz temblorosa.
Mihawk escuchó el gemido de angustia de Buggy detrás de él.
—¡No, no, no, no, no, no!—Buggy comenzó a temblar visiblemente—¡No puede ser él! ¡Tiene que ser otro pelirrojo! ¡Cualquier otro pelirrojo menos ese!
Cocodrile bufó, con una expresión de hastío absoluto. Sus ojos dorados brillaban con irritación mientras su garfio raspaba las baldosas rotas bajo sus pies.
—Realmente no puedo creerlo—dijo Cocodrile con sarcasmo afilado, dirigiendo una mirada fría a Mihawk—¿Así que el hecho de hacer enojar a Shanks te preocupa más que hacerme enojar a mí que soy tú esposo?
Mihawk desvió los ojos hacia Cocodrile con una calma peligrosa.
—Tú no destruyes civilizaciones enteras cuando te enojas—replicó Mihawk con frialdad.
Cocodrile frunció el ceño, su irritación visible en la forma en que la arena comenzaba a arremolinarse a su alrededor.
-No porque no pueda-advirtió Cocodrile, su tono impregnado de amenaza.
—Ah, claro—susurró Mihawk, con una curva apenas perceptible en sus labios—. Pero Shanks sí puede.
El aire pareció congelarse en ese instante. Un peso invisible cayó sobre el campo de batalla. Era sutil al principio: una vibración en el suelo, un cambio en la presión del aire. Los marines comenzaron a tensarse, algunos retrocediendo instintivamente, sin siquiera comprender por qué.
El cielo sobre Marineford comenzó a oscurecerse. El sonido del océano se volvió más pesado, las olas rugiendo con un eco profundo. El Haki que Mihawk había sentido antes comenzó a crecer, expandiéndose con una intensidad que hizo que incluso las rocas bajo sus pies se agrietaran.
Y entonces, lo sintieron.
Un estruendo resonó en la distancia. La figura de un barco imponente emergió entre la niebla que cubría el puerto de Marineford. La bandera pirata ondeaba al viento, el símbolo de los Piratas del Pelirrojo claramente visible bajo la tenue luz del sol que luchaba por atravesar las nubes.
—No puede ser...—susurró uno de los marines.
El barco se detuvo, y una silueta apareció en el borde de la cubierta. El viento sopló fuerte, apartando la bruma y revelando el cabello rojo ondeando al viento.
Shanks.
La presencia de su Haki se sintió como una ola que estalló contra Marineford. Los marines más cercanos cayeron de rodillas, sus cuerpos temblando bajo la presión. Algunos simplemente colapsaron, con los ojos en blanco y la boca entreabierta. El aire vibraba, cargado de electricidad y un poder absoluto.
Shanks saltó del barco con una facilidad casual, sus botas resonando contra la roca destruida del puerto. Su capa ondeaba tras él mientras avanzaba con pasos lentos y seguros. La espada Gryphon descansaba en su cadera, pero Shanks ni siquiera la tocó. No necesitaba hacerlo. Su simple presencia bastaba para sembrar el pánico.
Buggy comenzó a hiperventilar.
—¡Lo sabía! ¡Sabía que esto pasaría! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué no puede dejarme en paz?!
Shanks levantó la mirada, sus ojos dorados y cálidos encontraron a Buggy entre la multitud. La sonrisa fácil y despreocupada de siempre apareció en su rostro.
—Buggy.
Buggy palideció.
—¡N-no me mires! ¡No me mires con esa cara de "te extrañé"! ¡Yo no te extraño!
Shanks comenzó a caminar directamente hacia él. Cada paso que daba hacía que la tensión en el aire aumentara. La presión del Haki se intensificaba con cada movimiento, y Mihawk observó en silencio, una sombra de comprensión cruzando su mirada dorada.
—Está enojado—susurró Mihawk, para que solo Cocodrile pudiera escucharlo.
Cocodrile sonrió, sus ojos dorados brillando con una malicia peligrosa.
—Oh, sin duda.
Buggy retrocedió instintivamente, sus piernas fallándole mientras Shanks se detenía a pocos metros de él.
—B-Buggy—repitió Shanks, su voz tranquila pero cargada con una gravedad que no coincidía con su expresión relajada—¿Qué estás haciendo?
—¡N-nada! ¡Solo estaba... defendiendo a nuestro hijo!
Shanks entrecerró los ojos.
—¿Nuestro hijo?
Buggy abrió la boca y la cerró inmediatamente. Se dio cuenta demasiado tarde de lo que había dicho.
Shanks inclinó la cabeza, su sonrisa se volvió peligrosamente estrecha.
—Así que... ¿es nuestro hijo ahora?
—¡No! ¡Sí! ¡O tal vez! ¡Mihawk dijo que era su padre, Cocodrile también lo dijo, y yo pensé que si los dos lo decían, entonces yo también...!
Shanks se acercó aún más, hasta que la distancia entre ellos fue apenas de centímetros. La presión del Haki hizo que Buggy sintiera que su cuerpo comenzaba a desarmarse involuntariamente.
—Buggy...—Shanks sonrió, su tono casi juguetón—¿Desde cuándo aceptas responsabilidades familiares?
—¡Desde hace cinco minutos! ¡Y ya me arrepiento!
Shanks rió—Entonces supongo que tendré que ayudarte.
Buggy parpadeó.
—¿Ayudarme...?
Shanks desenvainó lentamente su espada, la sonrisa en su rostro afilándose con peligrosa calma.
—¿No dijiste que estabas defendiendo a nuestro hijo?—Shanks giró la cabeza hacia la línea de marines que todavía los rodeaba—. Entonces déjame ayudarte.
El Haki de Shanks explotó.
Los marines comenzaron a desplomarse en masa. La tierra crujió bajo sus pies, las baldosas rajándose por la presión. La expresión de Shanks no cambió en lo más mínimo.
Buggy tragó saliva.
—Estoy muerto.
—Sí—respondió Mihawk con calma.
—Probablemente—añadió Cocodrile, sonriendo.
Shanks sonrió, alzando su espada con una facilidad letal.
—Vamos, Buggy—dijo Shanks con una calma inhumana—. Defendamos a nuestro hijo.
Buggy gimió—¡Estoy muerto!
Shanks sonrió con calidez.
—No mientras yo esté aquí.
Y entonces, el caos comenzó de nuevo.
Notes:
No sabía que me gustaba shippea a Ace con Sabo, hasta que busque inspiración en Ao3 y termine shippeandolos. Agregaré la advertencia en cualquier momento en esta semana. Buggy representa a mi yo, colapsando ante la perspectiva de la familia disfuncional qué le cree para este fanfic a Luffy.
Sí te leíste esto en menos tiempo del que me costó escribirlo... Quiero decirte que no me agradas... Jajajajaja mentira. Escribí esto con menos de ocho horas de sueño, cuatro tazas de café y con un pedazo de pan tieso. Así que por lo menos disfrútalo, hasta que mi cerebro vuelva a tener coherencia.
Chapter 6: Amado hasta colapsar.
Notes:
Benn Beckman ama a su familia. Claro que lo hace, pero los D y Shanks lo están dejando con el cabello blanco del Estrés. También, este creo que es último capítulo de este hermoso fic. Tal vez suba un especial explicando todo el desastre familiar.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Shanks era un hombre posesivo. Odiaba la mera idea de compartir lo que consideraba suyo. Y cuando se trataba de sus seres queridos, su instinto protector rozaba lo irracional. Pocos eran aquellos que entraban en ese círculo íntimo, pero quienes lo hacían eran defendidos con la ferocidad de un emperador.
Se podría decir que era un padre celoso. Un guardián implacable. Si alguien osaba mirar mal a sus hijos, era capaz de desatar una tormenta solo para hacerles pagar por ello. Durante años, esa protección se había centrado en Luffy y Uta, sus tesoros más preciados. Pero en el instante en que obtuvo el título de abuelo, Ace y Sabo también entraron en esa categoría. Su instinto posesivo solo se intensificó.
No compartía fácilmente. Y cuando escuchó a Buggy referirse a Luffy como "suyo", una chispa de ira se encendió en su interior. Ya le costaba tolerar la idea de compartirlo con Cocodrile; ahora, tener que oír a Buggy reclamándolo como hijo lo sacaba completamente de quicio. La rabia ardía en su pecho, cada vez más incontrolable, mientras la incertidumbre sobre el estado de su hijo lo carcomía. Quería verlo, tocarlo, asegurarse de que respiraba.
Sabía que era un hombre territorial. Sabía que no toleraba la competencia, especialmente cuando el mundo intentaba arrebatarle a su pequeña ancla. Luffy era su rayo de sol, su hijo. No había pasado años criándolo para que, de repente, cualquiera viniera a reclamarlo. Solo con una persona había compartido con él ese lazo inquebrantable desde el inicio: Benn Beckman. Su segundo al mando, su familia en todo menos en sangre. Su amado esposo. No había persona más importante en su mundo que no fuera protegida de manera recelosa por su esposo y tripulación.
Con Benn, compartir a Uta, Luffy, Ace y Sabo se sentía natural, inevitable, jamás les haría daño.
Le idea de compartir con Cocodrile le generaba un poco de incomodidad, a diferencia con Benn con Cocodrile en cambio, la situación era distinta. Había tenido años para acostumbrarse, pero nunca fue de su agrado. Lo único que los había mantenido en relativa paz era el desprecio mutuo por Dragón. Durante mucho tiempo, Shanks encontró algo casi catártico en odiar junto a Cocodrile al bastardo que había abandonado a Luffy. Su relación como co-padres surgió de esa furia compartida, y con el tiempo, se convirtió en una especie de tregua incómoda. En algo que ambos piratas reconocerían y harían obvio en el instante que Luffy les pidiera su atención.
Buggy... Buggy era otro caso. Más allá de los rencores del pasado, Buggy era su hermano, era su familia y antes de declararse "padre" de Luffy, ya había sido su tío en la práctica. Podía hacer berrinches, podía quejarse y protestar, pero en el fondo, sabía que Buggy siempre había estado allí, incluso cuando él no lo veía. Y aunque le exasperara su actitud de "ladrón de hijos", la realidad era que su relación siempre había sido un torbellino de reproches y risas.
Pero Mihawk... Dios, Mihawk tenía suerte de seguir respirando.
Shanks lo había visto durante la transmisión de la guerra. Dos veces, dos veces había intentado atacar a su hijo. Y tendría suerte si salía vivo de Marineford. No importaba su amistad, su rivalidad, ni la extraña relación que ambos compartían. Si Mihawk se atrevía a proclamarse padre de Luffy luego de casi conseguir asesinar al chico, Shanks lo asesinaría en el acto. Parecía que no era suficiente con que hubiera atacado a Luffy, aunque algo en el fondo de su mente le decía que ni Luffy ni Mihawk estaban luchando en serio, sí lo hubieran estado haciendo tal vez Marineford no seguiría en pie. El sabía que Luffy estaba jugando con Mihawk o viceversa. Pero el miedo visceral que de Luffy fuera herido no lo dejaba ser racional. Él sabía que estaba enloqueciendo silenciosamente, el hecho de que Benn le ofreciera un poco de tiempo para procesar sus emociones de manera silenciosa, lo dejaba saber que estaba a punto de un colapso.
—Es el esposo de tu hermano—comentó Benn con una mezcla de diversión y advertencia, observando a su esposo al borde de matar al mejor espadachín del mundo—además de que parece que adoptó al vicecapitan de nuestra ancla—aseguro intentando no expresar como pensaba que Mihawk terminaría siendo su consuegro en un futuro, sí la forma en la que Zoro estaba mirando hacia Akainu revelaba algo, claro que Benn no estaba olvidando la ira silenciosa de pierna negra. Tal vez Zeff no sería tan mala integración a la familia, por lo menos su otro consuegro cocinaba de lujo.
Shanks le dirigió una mirada de advertencia, pero Benn solo se encogió de hombros. No iba a intervenir; simplemente le recordaba que si hacía algo, Buggy y Cocodrile estarían furiosos. Y sin mencionar de manera abierta como Luffy se uniría a sus padres para enojarse con Shanks por la forma en la que trata a su futuro suegro.
Shanks enloquecería. Benn Beckman lo sabía demasiado bien. Conocía mejor que nadie el temperamento de su esposo y su feroz instinto protector cuando se trataba de Luffy. Bastaría con que descubriera que su hijo tenía novio... o novios, para que el caos estallara.
Benn podía imaginarlo con claridad: la manera en que Shanks perseguiría a Zoro y Sanji por todo el Nuevo Mundo, amenazándolos con su Haki asesino si siquiera se les ocurría lastimar a su "pequeño príncipe". Con su carácter, seguramente armaría un escándalo digno de un emperador del mar, exigiendo saber sus intenciones, su historial de relaciones y, probablemente, haciendo jurar a ambos que protegerían a Luffy con sus vidas.
Debería estar preocupado... pero en realidad, solo estaba gratamente divertido.
Porque Benn sabía algo que Shanks aún no comprendía del todo: Luffy no era precisamente alguien que pudiera ser dominado. Y si había elegido a Zoro y Sanji, entonces esos dos ya habían pasado pruebas mucho más difíciles que cualquier amenaza de su temible suegro.
Eso, claro, no evitaría que Shanks intentara asesinarlos al menos una vez por pura satisfacción personal.
Pero eso era un problema para el Benn Beckman del futuro, por el momento se asegurará qué su esposo no asesine a nadie que no lo merezca para ganarse la ira de Luffy. Y tal vez disfrutaría un poco de la amenaza pelirroja qué era Shanks cuando estaba cegado por la sobreproteccion.
A lo lejos, Buggy observaba la escena con inquietud. Algo en la postura de Shanks le alertó. Sus hombros estaban tensos, su mirada clavada en Mihawk con una intensidad asesina.
—¿Has visto eso?—murmuró para sí mismo. Se giró hacia Cocodrile, quien apenas esbozó una mueca de desdén-Está a nada de apuñalar a nuestro esposo.
—Ese hombre se deja llevar demasiado por sus celos—bufó Cocodrile con desinterés—. Siempre tan obsesionado con no ceder terreno—casi se quiso reír—pobre pelirrojo y sus intentos de dominio.
Mientras tanto, Mihawk sintió la mirada ardiente en su espalda y giró lentamente. Sus ojos dorados se encontraron con los de Shanks. Ya no era el hombre con el que compartía copas en noches de calma. No, este Shanks era un emperador, un depredador. Su futuro consuegro sí es que Zoro había sido lo suficientemente valiente para declararse a Luffy.
—¿Hay algún problema, Shanks?—preguntó Mihawk con su habitual serenidad, aunque en su voz había una sutil nota de cautela.
Shanks no respondió de inmediato. Lo observó con la mandíbula tensa, la respiración controlada. Finalmente, una sonrisa afilada se dibujó en su rostro. Más tarde hablaría con Mihawk sobre ciertos intentos de asesinato hacia su hijo.
—Aún no—murmuró.
En ese instante, su Haki se desbordó. Como un rugido silencioso, su furia se sintió en el aire. Marinos cayeron de rodillas, incapaces de soportarlo.
Sabía lo que había pasado. Había visto a su hijo desplomarse. Sabía quién era el responsable. Y se aseguraría de que ese bastardo pagara.
Cuando su espada detuvo el ataque de Akainu, lo hizo con una fuerza descomunal. Coby quien les había cobrado tiempo para dejar huir a Luffy estaba mirándolo con pánico, el nivel de preocupación del chico por el pirata que debería ser su enemigo era notable.
—Bien hecho, Joven marin—aseguro alejando a Akainu. Su espada se agitó de manera sangrienta mientras cubría al chico de cabello rosa.
Akainu retrocedió tambaleante en el instante en que Gryphon le cercenó el brazo. La espada, recubierta de Haki, se hundió en su carne con una precisión brutal, llevándose parte de su rostro en el proceso. El almirante dejó escapar un gruñido de agonía, su sangre ardiente chisporroteando al tocar el suelo destrozado de Marineford.
Garp, observando desde la distancia, sonrió con satisfacción cuando Gryphon cortó el brazo de Sakazuki. La satisfacción de ver la sangre del bastardo qué había herido a su nieto fue notable, Sengoku lo sujeto con más fuerza. Intentando ordenar una retirada qué nadie escuchó.
No fue un golpe letal inmediato, pero sí lo suficientemente grave como para que se desangrara si nadie lo atendía de inmediato.
Cosa que Shanks se aseguraría de impedir.
Cada gramo de odio y furia que había volcado en ese ataque no se desperdiciaría.Se encargaría personalmente de que ningún médico, marine o aliado lograra salvar al hombre de lava. Lo vería morir lentamente, tal como él había planeado.
Y mientras el caos estallaba a su alrededor, en otra parte del campo de batalla, Law maldecía.
Ace y Sabo corrían con Luffy entre los brazos, sosteniéndolo como si con solo tocarlo pudieran evitar lo inevitable. Jinbe, a su lado, tenía el rostro serio, su duda evidente.
El pulso de Luffy era casi inexistente. Su pecho no se movía. Su cuerpo colgaba, inerte. Law le había advertido siento de veces a Mugiwara-Ya sobre lanzarse sin un plan. Le había advertido sobre hacer las cosas sin pensarlas.
Ahora mismo por la forma tan imprudente en la que el Yonkou tendía a actuar es que estaba sintiendo la ansiedad subirle por la garganta y el pecho apretado.
—Maldita sea, Mugiwara-ya—murmuró al persivir la gravedad del daño—¡Dámelo!—gritó Law, tomando a Luffy con determinación.
—No puede estar muerto...—susurró Ace, con la voz rota—Es Luffy.
Sabo temblaba, incapaz de aceptar la realidad. Jinbe apoyó una mano en sus hombros, su expresión firme.
—Estará bien—declaró.
Law sintió que la sangre se le helaba. No podía prometer eso. Luffy lucia destrozado, como una vieja muñeca a la que le cortan los hilos, no sabía si podría repararlo, pero por el bien de la estabilidad de la gran era pirata Law se encargaría de que lo fuera.
A lo lejos, Benn alzó su rifle y le apuntó a Kizaru antes de que este pudiera moverse. Había distinguido el intento del almirante de ir tras Law y Luffy. No permitiría que nadie tocara a su hijo ni a sus nietos.
—Yo no me movería si fuera tú, Kizaru.
El almirante alzó las manos en un gesto de falsa sorpresa, con esa misma expresión despreocupada que siempre llevaba.
—Vaya, Benn Beckman...
Benn sabía que Kizaru no estaba tan asustado como aparentaba, pero eso no lo hacía menos entretenido. Hombres como él no eran fáciles de intimidar, pero incluso Kizaru parecía renuente a provocar a Shanks y su tripulación en ese momento. Lo entendía bien. Después de todo, nadie quería ser el enemigo de un Emperador enfurecido.
Mientras tanto, en algún rincón de su inconsciencia, Luffy sintió un eco lejano. Se sentía liviano, flotando en un espacio indefinido. La paz que lo rodeaba era tan absoluta que comprendió al instante lo que significaba.
—Oh. Estoy muerto.
Pero no había miedo. Solo pensamientos dispersos sobre su tripulación, las risas compartidas, los banquetes que nunca volvería a disfrutar. Pensó en Ace y Sabo con una calma extraña. Sabía que estarían devastados, pero también sabía que podían cuidarse solos. Los había criado para ser fuertes. Shanks, su Papai, tampoco los dejaría solos. Eran suyos hasta su último aliento.
Hubo una silenciosa aceptación. Habría querido llegar más lejos, vivir más aventuras... pero estaba feliz. Había salvado a su hijo.
Y entonces, los tambores comenzaron a sonar.
Un latido distinto, vibrante, como el eco de la diversión corriendo por sus venas. Algo lo llamaba, lo sacudía desde lo más profundo de su ser. La emoción burbujeó en su pecho, creciendo, expandiéndose... hasta que la risa estalló de sus labios.
Y en el mundo real, la risa se escuchó en Marineford.
Law, que sostenía su cuerpo inerte, casi lo dejó caer del puro impacto. Sus ojos se abrieron con incredulidad cuando sintió la explosión de energía emanando de Luffy.
—¡¿Qué demonios...?!
El Haki que acompañaba la transformación los golpeó como una ola. Jinbe, al reconocer lo que estaba sucediendo, reaccionó de inmediato y apartó a Ace y Sabo del alcance de la energía desbordante. Su rostro reflejaba un alivio casi reverencial al escuchar la risa que resonaba en todo el campo de batalla.
Los piratas y marines retrocedieron, con expresiones de alarma. Algo les decía que aquello que estaba despertando no era algo que quisieran enfrentar.
Y como si el universo respondiera a su voluntad, la carne quemada de Luffy comenzó a regenerarse. Sus pulmones se llenaron de aire.
La libertad vibraba en cada célula de su cuerpo.
Y entonces, su Haki estalló en una explosión salvaje.
Monkey D. Luffy se levantó, libre y vivo.
Su cabello ahora era blanco como la espuma del mar, flotando con energía pura. Sus ojos brillaban con un rojo intenso, la chispa de algo divino en su mirada. Su sonrisa, amplia y desbordante de alegría, tenía un matiz casi maníaco.
Law, aún sintiendo el peso abrumador de la presencia de Luffy, retrocedió. Su instinto gritaba que aquello podría terminar peor que en Wano.
—¡Retírense!—ordenó, su voz casi ahogada por el estruendo del Haki de Conquistador de Luffy, que hizo que la mayoría en el campo de batalla cayera inconscientes al instante.
La tripulación del Sombrero de Paja gritó su nombre, algunos con alivio, otros con puro asombro. Jinbe no dudó en tomar a Ace y Sabo y moverse, alejándolos del epicentro de la tormenta.
El suelo tembló.
El cielo pareció doblarse a la voluntad de Luffy. El área de despejo ante la potencia del Haki, fue abrumador para la mayoría de la gente que no tenía la fortaleza para resistir el Haki.
Sengoku, que había intentado mantener el control de la batalla, entendió al instante lo que estaba viendo. Con la urgencia de un hombre que sabe que está presenciando algo que cambiará la historia, gritó.
—¡Retirada inmediata!
Pero para algunos, ya era demasiado tarde.
Pero entonces, algo cambió.
La rabia abrasadora que lo dominaba se disipó en un instante cuando él despertó.
Luffy abrió los ojos.
La imagen que ofrecía era la de un hombre que regresaba de los muertos, un dios.
Su cuerpo irradiaba una energía imposible de ignorar, su Haki rugía como una tormenta desatada, y el suelo de Marineford se volvió de hule, retorciéndose y deformándose bajo su influencia. Los escombros vibraban como si estuvieran respondiendo a su despertar, las olas del mar se alzaban en respuesta.
Shanks, que había visto los carteles de recompensa de su hijo con aquella forma, supo en ese momento que ninguna imagen podía transmitir lo que realmente significaba. Observarlo en persona, sentir su Haki, comprender hasta qué punto su poder había evolucionado.
Ese era su hijo.
Ese era Monkey D. Luffy, el futuro Rey de los Piratas.
Shanks sintió un alivio casi cegador al percibirlo tan vivo, tan imponente, tan absolutamente Luffy.
Pero no tuvo tiempo de disfrutarlo.
El caos se extendía por el campo de batalla cuando, con un movimiento rápido y decidido, Shanks atrapó a Koby.
Pudo ver la expresión de absoluto horror en el rostro de Garp al darse cuenta de que se estaba llevando a su nieto.
La situación no podía ser más irónica.
Le estaba dando a Garp una dosis de su propia medicina.
—¡¿Estás secuestrando a un marine?!—exclamó Hongo, atónito.
Para él, su capitán era menos un Yonko y más un niño caprichosocon lo infantil que estaba siendo.
Shanks apenas pudo contener una carcajada.
—Lo estoy reubicando—Su tono tenía una diversión descarada.
Lucky Roux se echó a reír mientras seguía a su capitán.
—¿No deberíamos preguntarle al chico si está de acuerdo?—intervino Benn Beckman con calma, aunque su mirada calculadora dejaba claro que ya estaba analizando la situación.
Para sorpresa de todos, Koby levantó la vista con decisión.
—Quiero ir—La firmeza en su voz hizo que varios piratas se detuvieran en seco.
El chico no dudó ni un segundo.
—Necesito ver cómo están mis hermanos y Papai.
Shanks sintió que su corazón se detenía un segundo.
—¿Quién es tu padre?—preguntó con un tono tenso, casi rogandoporque su ancla no hubiera recogido otro gato callejero sin avisar. Luffy tenía la costumbre de adoptar familia a diestra y siniestra sin avisar a nadie.
Limejuice lo miró con incredulidad.
—Como si no conocieras a Luffy, capitán...—murmuró.
Koby tragó saliva, pero su voz fue clara y segura:
—Luffy es mí Papai—declaró con orgullo—Ace y Sabo son mis hermanos.
Shanks sintió un mareo repentino.
Oh, no.
Era demasiado joven para ser abuelo.
Como si Benn pudiera leer sus pensamientos, lo miró fijamente antes de suspirar y hablar con el tono de voz más cansado que Shanks le había escuchado en años.
—Shanks, ya eres abuelo—Declaró con la paciencia de un hombre que ha lidiado con muchas locuras a lo largo de su vida.
Shanks parpadeó, demasiado abrumado para procesarlo.
—Tu hijo tiene 23 años—continuó Benn con una calma casi cruel—. Te hizo abuelo cuando tenía diez. Acostúmbrate.
Shanks sintió que la vida le pasaba ante los ojos.
—Voy a quejarme con Luffy—murmuro para sí mismo, frotándose la sien con desesperación—. Nos está ocultando información importante.
Intentando asimilarlo, miró fijamente al joven marine.
Con un largo suspiro, pasó una mano por su cara, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. Estaba colapsando.
Buggy estaría orgulloso de ver cómo se desmoronaba en tiempo real.
Benn no dijo nada, solo tarareo por lo bajo, sin querer decirle a su esposo que había más sorpresas en camino. En como pronto sería un suegro en todo derecho compartiendo custodia con el hombre que amenazó con apuñalar hasta hace unos minutos atrás.
—¿Por qué marine?—logró preguntar al final, su voz apenas más fuerte que un susurro.
Koby no dudó ni un instante.
—Es mi sueño—La seguridad en su voz era inquebrantable. Cruzó los brazos y miró desafiante a su propio abuelo.
Shanks sintió un escalofrío de reconocimiento.
Ah... esa mirada terca y decidida.
La había visto antes.
Era la misma mirada que Luffy le lanzaba cada vez que alguien intentaba interponerse en su camino.
Este chiquillo era una copia exacta de Luffy. Bueno, por lo menos en la forma tan obstinada en la que esté chico estaba desafiando a Shanks. No parecía el mismo tímido Marín que se enfrentó contra Akainu.
Sin poder evitarlo, Shanks pellizcó suavemente la mejilla de Koby, incapaz de ocultar lo encantado que estaba con la escena.
Benn Beckman se pasó una mano por la cara con resignación.
—Si te lo vas a llevar, hazlo ya antes de que nos hundamos todos aquí.
Sin darle tiempo a reaccionar, tomó a Shanks del brazo con firmeza.
Si tenía que arrastrarlo de vuelta a la Force Rouge por la fuerza, lo haría. Los piratas del pelirrojo rodearon rápidamente a Koby, preguntándole cómo es que Luffy lo adoptó.
Todos eran tíos del chico ahora.
—Ese niño va a matarme...—Benn murmuró, masajeándose las sienes—Preparen todo para zarpar.
Ignoró el puchero de Shanks, que parecía genuinamente triste por no ver a Luffy hundir Marineford con su furia desatada.
Pero Benn solo necesitó ver el fuego, los gritos y la abrumadora presencia de Luffy para saber que no necesitaban quedarse más tiempo.
La guerra estaba sellada.
Y Shanks tenía un nuevo nieto del cual ocuparse.
Notes:
1. Benn es definitivamente es más el Papá que Shanks, siento que Shanks es una madre gallina preocupada, mientras que Benn simplemente esta aceptando las cosas como vengan porque era el más consciente de que significa que Luffy fuera adoptado por ellos.
2. Benn es un gremlin, igual que sus hijos. No le crean la faceta seria, solo esta esperando a la reunión familiar para ver arder el mundo.
Chapter 7: Mi familia no es rara, tú eres el raro.
Notes:
Hola, este es un especial explicando todo el desastre familiar. Benn Beckman es el troll más grande del mundo. Zoro Y sanji solo estaban sintiendose nerviosos, por eso Zoro hablo de esa forma. El realmente respeta y quiere a Luffy. Solo intentaba llevarle la contraria a Sanji en el peor momento. Luffy no está ofendido, sabía que dirían algo así y por eso los dejo hundirse solos.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
En Rusukaina, toda la familia D estaba reunida para disfrutar de un día tranquilo. Luffy seguía en recuperación, y Shanks estaba a nada de un colapso nervioso, tener a toda la familia reunida en la fuerza roja solo lo hacía sentir incómodo, no en el mal sentido, pero le hacía saber que los D harían su vida más complicada.
Benn Beckman amaba a Shanks con todo su corazón. Tal vez al inicio no fue perfecto, pero llegó a adorarlo y haría cualquier cosa por ese idiota con el que había decidido casarse. Shanks era la mitad de su alma y, aunque lo amaba con su vida, debía aceptar que su esposo era, en muchos sentidos, una pequeña mierda.
Cuando decidió casarse con la amenaza pelirroja, lo hizo con plena conciencia de lo que implicaba: problemas interminables, discusiones absurdas, los riesgos de ser un pirata de alto nivel y, por supuesto, la posibilidad de que aparecieran hijos secretos producto de amoríos pasados. Pero, sobre todo, había aceptado que la familia de Shanks era extremadamente rara. Prueba de ello era que su cuñado Buggy lo había amenazado con usarlo como tiro al blanco si alguna vez se le ocurría herir a Shanks, y Rayleigh tampoco se quedó atrás con sus advertencias veladas.
La familia de su esposo era cualquier cosa menos convencional. Más que entenderlo, Benn lo había experimentado en carne propia.
Desde el momento en que conoció a Shanks, tuvo que acostumbrarse a la existencia de Rayleigh y Buggy, quienes parecían formar parte inherente de su vida. Y, de alguna forma misteriosa, eso también incluía al infame Monkey D. Garp, quien, en cuanto asistió a su boda, lo recibió en la familia con los famosos "puños de amor", que no eran más que una excusa para golpearlo con Haki de armamento.
Por eso, cuando Garp llegó a la isla, Benn ni siquiera se sorprendió. Al fin y al cabo, todo el mundo había estado preguntando por el árbol genealógico de Luffy.
—¿Entonces, técnicamente, Garp es el abuelo de la mayoría de los presentes?—preguntó Usopp, con la voz llena de incredulidad.
Benn no pudo evitar sonreír. Todos estaban tan desorientados como él al inicio.
Era un alivio saber que nadie entendía la familia Monkey D. porque intentar encontrarle lógica era un desafío que bordeaba lo absurdo.
Shanks, sentado a un lado, ya tenía la cara enterrada entre las manos. Su oscuro pasado estaba saliendo a la luz, y su esposo, en lugar de defenderlo, estaba disfrutando cada segundo del caos.
—Bien, escuchen todos—Benn aplaudió para captar la atención general—. La situación es la siguiente.
Hizo una pausa dramática, disfrutando de la expectación.
—Garp tuvo una aventura con Xebec, de la cual nació Dragón—soltó con absoluta normalidad mientras encendía un cigarrillo.
El silencio que cayó sobre la tripulación fue sepulcral.
—¡¿Garp estuvo con Xebec?!—el grito de Buggy resonó como un trueno en la cubierta.
—¡Ya lo sabías!—se quejó Shanks con exasperación, fulminando a su hermano con la mirada.
—¡Eso no significa que lo haya aceptado!
—Disfrutabas llamarlo abuelo cuando eras joven.—Shanks acusó.
Buggy se giró con los ojos inyectados en horror.
—¡Sí, pero trato de olvidarlo cada día de mi vida!
Benn, por su parte, disfrutaba cada segundo. Ver a su esposo retorcerse de incomodidad después de haberlo metido en tantos problemas a lo largo de los años era un placer que no podía darse con frecuencia.
—Pero eso no es todo—Prosiguió, ignorando los murmullos escandalizados de los piratas—. Garp terminó su relación con Xebec, con el tiempo, se enamoró de la madre de Rouge, quien había enviudado.
Shanks se removió en su asiento. Ya sentía venir el desastre.
—Ella ya tenía a Rouge cuando se casaron, pero eventualmente, juntos tuvieron a Makino—Benn sonrió con malicia al ver cómo Shanks se estremecía ante la implicación—. Así que, técnicamente, Makino es la tía de Luffy y Ace.
Luffy miró a su Papai antes de soltar una carcajada.
—Eso explica por qué Papai le temía a Kino—Dijo con una sonrisa divertida.
—Ella es aterradora—murmuró Shanks, visiblemente asustado ante la idea de hacer enojar a Makino.
—¡Como buena Monkey D!—alardeó Garp, con evidente orgullo.
Benn continuó, disfrutando el caos que había desatado.
—Lo que hace que Makino sea la tía de Ace y Luffy—Reiteró con absoluta diversión—Pero dejando eso de lado, Dragón se casó con Cocodrile por lo consiguiente tuvieron a Luffy al igual que aparentemente, también adoptaron a Nico Robin.
Robin, simplemente, los observó con la misma calma de siempre y les dedicó un leve saludo.
—¿Y aún así pelearon en Arabasta?—La voz incrédula de Nami hizo que Benn sonara con diversión.
—Como buen D, hay que defender nuestros ideales—bromeó Cocodrile con una media sonrisa.
—Mamá estaba siendo tonta—declaró Luffy sin pensarlo, ganándose un suave golpe en la cabeza con el garfio de Cocodrile.
—No seas irrespetuoso —lo reprendió el ex Shichibukai con una ceja alzada—. Además, esa pelea fue una prueba para ver si estabas listo para ser un verdadero pirata.
—¿Por eso me hiciste pelear con él en Orange Town?—Buggy sonaba resignado, cruzándose de brazos.
—No te sorprendas—comentó Mihawk con una sonrisa ladina—a mí me hizo seguirlo hasta el Baratie—declaro, recordando Como Garp y Cocodrile le habían pedido conseguir a Luffy—Zeff todavía me cobró la cuenta de Luffy.
—Tch—Cocodrile chasqueó la lengua, mandando a callar a sus esposos con un gesto de la mano—. Como decía, somos D's. Es una tradición pelear para demostrar que estamos listos.
Robin dejó escapar una risa suave mientras con una de sus manos acariciaba la cabeza de Luffy con ternura.
—En mi caso, solo quería ver cómo estaba Luffy—comentó con una sonrisa—pero Luffy siendo Luffy, decidió que era hora de que fuera parte de su tripulación.
—¡Porque eres genial, Robin!—exclamó Luffy con entusiasmo, frotando su cabeza contra su mano como un cachorro.
Benn soltó una carcajada, mientras Buggy suspiraba pesadamente.
—Es un milagro que no haya intentado adoptar a Zeff también—comentó Buggy con ironía.
—Zeff lo intento—murmuró Sanji entre dientes.
Todos rieron, mientras Luffy solo los miraba con una sonrisa traviesa.
Benn carraspeo llamando la atención de todos de nuevo hacia él.
—Luego, Dragón y Cocodrile se divorciaron—Benn se encogió de hombros y dio una larga calada a su cigarrillo—. Lo que nos lleva a Rouge, quien se casó con Rayleigh y Roger.
—¡JÁ!—La risa de Rayleigh resonó por todo el barco.
—Quienes, por cierto, ya estaban en una relación desde antes—añadió Benn, ganándose una sonrisa divertida de Rayleigh—además habían adoptado tanto a Shanks como a Buggy.
Los gritos de asombro se mezclaron con las carcajadas de Rayleigh y la expresión horrorizada de Shanks.
Ace parpadeó, procesando la información.
—Espera… ¿Rayleigh es mi otro padre? —preguntó, mirando al hombre con atención.
—Así es, hijo—respondió Rayleigh con satisfacción.
—No te llamaré padre —aseguró Ace con firmeza, ignorando cómo el hombre se tensaba—. Entiendo que no sabías que existía hasta hace unos años y estoy bien con eso. Pero Luffy es mi "Papai". Aunque, claro, me encantaría saber más sobre mi mamá.
Rayleigh sonrió con tristeza. En otro momento, podría haber criado a ese mocoso y llamarlo suyo, pero estaba claro que en el corazón de Ace solo existía Luffy como padre.
—Lo entiendo—prometió—. Luffy ya me dijo lo que pasaría si intentaba forzarlo.
Dirigió una mirada a Luffy, quien le devolvió un gesto entre divertido y amenazante. El chico realmente se parecía a su tío; protegía lo que era suyo.
—Entonces… ¿Luffy y yo somos primos? —preguntó Ace, realmente interesado.
—Políticos o adoptivos, pero sí—respondió Benn, encogiéndose de hombros.
Ace se llevó las manos a la cara, completamente aturdido.
Benn siguió hablando, ignorando el colapso existencial de Ace.
—Después, Shanks se casó conmigo. Como ya saben, adoptamos a Uta y a Luffy—dijo, riendo cuando la pelinegro aplaudió con alegría al escuchar su nombre.
—Buggy, por su parte, terminó en un matrimonio extrañamente funcional con Cocodrile y Mihawk.
El payaso tembló de vergüenza.
—¡No lo digas así, maldito bastardo!
—Mihawk tiene a Zoro y Perona como hijos adoptivos—continuó Benn, señalando al espadachín, que no había hecho más que beber sake.
Zoro alzó la vista con expresión confusa.
—Espera, ¿qué?—un gruñido frustrado escapó de su garganta—¡¿Desde cuándo soy hijo de ese bastardo?!
—Desde que decidiste entrenar con él—respondió Benn con una sonrisa descarada.
—Y luego está Cocodrile, que se suma a la ecuación con Nico Robin y Luffy —prosiguió Benn, con absoluta diversión—lo que significa que Zoro y Luffy son hermanos adoptivos.
—Sanji soltó una carcajada ahogada—Oh, dios… Ahora competir con el marimo por la atención de Luffy será aún más divertido.
Zoro se quedó inmóvil, como si acabara de recibir un golpe.
Pero Benn aún no había terminado.
—Y por si fuera poco, Luffy rompe por completo el esquema adoptando a Ace, Sabo y Koby como hijos.
Los tres chicos bajaron la mirada con incomodidad cuando todos los ojos se posaron en ellos.
—Ah, y no olvidemos que Trafalgar Water Law también fue nombrado su hermano—añadió Benn, llevándose el cigarro a los labios.
Law, quien se había mantenido en silencio todo este tiempo, sintió que el alma le abandonaba el cuerpo.
—¡No me metas en esta locura!
—Demasiado tarde—se burló Benn.
—Por cierto, Ace y Sabo están saliendo—miro a ambos chicos con diversión—sin olvidar que ambos se hacen llamar hijos de Luffy, implica que son hermanos.
—No de sangre—aportó Sabo con la sonrisa inocente en sus labios.
El gemido de vergüenza de Ace se escuchó en toda la cubierta.
Sabo simplemente se rió. Ace sabía que lo estaba disfrutando.
—Eso también podría incluir a Marco—añadió Benn con malicia.
—¡NO LO HAGAS PEOR!—chillo totalmente avergonzado.
—Benn sonriendo con absoluta satisfacción y dejó caer la última bomba de la conversación—Y por último, pero no por eso menos importante Zoro y Sanji están saliendo con Luffy.
Hubo un segundo de silencio sepulcral.
Shanks, quien hasta ese momento solo había estado lidiando con su vergüenza, apenas pudo reaccionar ante las palabras de su esposo.
—¡QUÉ!?—El rugido de Shanks resonó por todo el barco, sacudiendo incluso a las gaviotas que volaban cerca. Luego, como si el horror se multiplicara en su cabeza, abrió los ojos con pánico renovado—¡¿Tener de consuegro a Mihawk?!
El barco estalló en carcajadas y murmullos, pero nadie se reía tanto como Buggy.
—¡Oye!—Buggy miró a su hermano con una expresión entre burla y exasperación—. ¡Ese es mi esposo!
Cocodrile casi se rió al ver lo ofendido que lucía Buggy, especialmente porque Mihawk, en contraste, no parecía ni remotamente afectado.
—Acaso te estás burlando de él?—Continuó Buggy con el ceño fruncido.
—Shanks le dirigió una mirada seca—Sin ofender, Buggy, pero Mihawk apenas y puede ser socialmente funcional.
—¿No a mí me debería estar pidiendo disculpas?—Pregunto Mihawk realmente perdido.
—Lo que sea—Se encogió de hombros, ignorando totalmente el hombre.
Mihawk se encogió de hombros con total indiferencia. Sabía que Shanks tenía un punto. Pero ver a su esposo tan ofendido en su nombre le calentó el corazón aunque no lo admitiría.
Shanks, sin embargo, tenía problemas más importantes que el orgullo herido de su hermano. Se giró con fuego en los ojos, dirigiendo su furia hacia los dos interesados.
—¡¿Qué demonios significa esto?!
Sanji arqueó una ceja y encendió un cigarro con toda la calma del mundo.
—¡A ver, par de mocosos!—Shanks se levantó de golpe, sacando a Gryphon y señalándolos con ella—¡Explíquenme qué demonios quieren con mi hijo!
Sanji, aún recuperándose del impacto de que Shanks, el puto Yonkou , lo estaba amenazando con una espada, trató de suavizar la situación con su encanto habitual.
—Capitán Shanks, le seguro que mis intenciones con Luffy son completamente puras.
Shanks entrecerró los ojos con desconfianza.
—Puramente sexuales. —Zoro soltó con absoluta seriedad.
Hubo un segundo de silencio sepulcral. Sanji sintió que su alma abandonó su cuerpo. Mierda.
Sanji se giró lentamente para ver a Zoro con incredulidad, mientras Ace escupía la bebida que tenía en la boca y Benn casi se atragantaba con el cigarro.
—No me jodas, marimo—Sanji murmuró entre dientes.
Aunque conocía al idiota de cabeza de musgo lo suficiente como para notar que lo decía en tono de broma, Zoro había cometido el peor error posible: hacer ese comentario delante del padre de su novio, quien sin olvidar era un maldito Yonkou.
El rugido de Shanks hizo temblar los tablones.
—¡¿QUEEEE?!
—¡¿QUÉ DEMONIOS SIGNIFICA ESO?!
—Si alguien tiene un problema, podemos resolverlo con espadas—Zoro declaró, ignorando la mirada enojada de Sanji, lucia furioso, pero nunca pensó en decir aquello. Simplemente estaba intentando hacer una broma tonta.
—¿¡QUÉ!?—El grito de Shanks y Ace se unió en perfecta armonía antes de que ambos saltaran sobre los dos hombres con intención asesina.
—¡LOS VOY A MATAR!
La cubierta se convirtió en un completo caos. Zoro, que ya se esperaba algo así, desenvainó sus espadas de inmediato, preparadas para enfrentarse a Shanks y Ace.
—¡Eh, viejo, cálmate!—Sanji saltó hacia atrás para esquivar el ataque de Ace—¡Deberías estar agradecido de que seamos personas decentes y no ningún imbécil!
—¡CÁLLATE, MALDITO COCINERO!—Ace intentó lanzarle un puñetazo envuelto en fuego, pero Sanji se apartó un tiempo—¡Luffy es mi papá! ¡NO VOY A DEJAR QUE DOS IDIOTAS LE PONGAN LAS MANOS ENCIMA!
—¡Ace, maldita sea, no es una niña inocente! ¡Es un jodido emperador del mar!
—¡NO ME IMPORTA!
Shanks, por su parte, estaba completamente fuera de sí.
—¡Zoro, te confié a mi hijo y ahora me sales con esto!
—No te lo pedí—respondió Zoro sin inmutarse.
—¡MÁS RAZÓN PARA PARTIRTE LA CARA!
Shanks lo atacó con Gryphon, pero Zoro bloqueó con sus katanas, aunque la fuerza del golpe lo hizo deslizarse unos metros por la cubierta. Mientras tanto, en un rincón de la nave, Benn, Sabo y Buggy disfrutaban del espectáculo con una copa en la mano.
—Deberíamos detenerlos…—murmuró Sabo, aunque no parecía muy convencido.
—Nah, dale unos minutos más—respondió Benn con una sonrisa divertida—Shanks colapsando es demasiado entretenido.
—¿Quién diría que esto sería lo que lo haría perder la cabeza? —Buggy se río con malicia—. No cuando su hermano y su rival se casaron, no cuando descubrió que Roger técnicamente lo adoptó, sino cuando descubrió que su hijo tiene novio.
—Bueno, son dos novios—corrigió Benn.
—Peor aún—Buggy soltó una carcajada.
Sanji y Zoro intentaron contener a Shanks y Ace, pero la situación estaba completamente fuera de control.
—¡Ustedes dos, dejen de atacarnos!—gritó Sanji, esquivando una nueva patada de Ace.
—¡NUNCA!—respondió el pelirrojo, con el ceño fruncido y llamas rodeándolo—¡Luffy se merece algo mejor que esto!
— ¿Algo mejor?—Zoro bloqueó otro golpe de Shanks—. ¿Y quién sería mejor, según ustedes?
—...
—...
Shanks y Ace se detuvieron un momento. Compartieron una mirada antes de simplemente ignorarlo.
—¡ESO NO IMPORTA! —gritaron al mismo tiempo antes de retomar la persecución.
—Malditos idiotas…—gruñó Sanji, corriendo por su vida.
Mientras tanto, Luffy, que había estado ausente durante toda la conversación, regresó a la cubierta con una gran sonrisa.
—¡Oigan! ¿Qué están haciendo?
Shanks, Ace, Sanji y Zoro fueron detenidos en seco. Hubo un silencio incómodo. Porque los cuatro sabían que si Luffy se enteraba de que estaba peleando entre ellos, se pondría de mal humor.
—Benn sonrió—Oh, nada, Luffy. Solo estamos discutiendo sobre tus novios.
—Luffy parpadeó—¿Eh? ¿Ya lo sabes?
Shanks se puso rojo otra vez. Su hijo era tan despreocupado que empezaba a darle dolor de cabeza.
—¡LUFFY, MALDITA SEA!
Y así, la persecución continuó.
Notes:
1. LUFFY no es inocente. No va a salvar a Zoro Y sanji, hasta que Shanks y Ace logren por lo menos darles un golpe. Vamos, quién los manda a decir idioteces frente a todos sus padres?
2. Benn Beckman esta navegando a esta familia con estilo.
A guest (Guest) on Chapter 1 Mon 07 Apr 2025 02:41AM UTC
Comment Actions
A guest (Guest) on Chapter 2 Mon 07 Apr 2025 02:50AM UTC
Comment Actions
Denissita (Trafalgar_D_Sora) on Chapter 5 Sat 29 Mar 2025 05:50AM UTC
Comment Actions
alondrayouarethefuckingboss_01 on Chapter 5 Fri 04 Apr 2025 05:11AM UTC
Comment Actions
A guest (Guest) on Chapter 5 Mon 07 Apr 2025 03:45AM UTC
Comment Actions
Ross_Bell on Chapter 6 Wed 28 May 2025 12:46AM UTC
Comment Actions
Derek_Daniel on Chapter 6 Tue 24 Jun 2025 01:55AM UTC
Comment Actions
releena_stark on Chapter 7 Wed 09 Apr 2025 05:32AM UTC
Comment Actions
Derek_Daniel on Chapter 7 Sat 12 Apr 2025 03:01AM UTC
Comment Actions
ThatChaoticEmo on Chapter 7 Wed 09 Apr 2025 11:10PM UTC
Comment Actions
Nothingbutsecrets on Chapter 7 Sat 26 Apr 2025 07:14PM UTC
Comment Actions
Derek_Daniel on Chapter 7 Tue 24 Jun 2025 01:56AM UTC
Comment Actions
Ross_Bell on Chapter 7 Wed 28 May 2025 12:52AM UTC
Comment Actions
Derek_Daniel on Chapter 7 Tue 24 Jun 2025 01:54AM UTC
Comment Actions
Relsa on Chapter 7 Fri 25 Jul 2025 09:13PM UTC
Comment Actions
DarkYasei on Chapter 7 Sat 13 Sep 2025 07:46PM UTC
Comment Actions