Chapter 1: El primogénito
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[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850, después que Choi Han hiciera pulpa a Cale.]
[Ubicación: Ala perteneciente a el primogénito de Henituse; antes Ala de la difunta condesa.]
La tarde caía en el territorio Henituse, una tarde normal para los pobladores, pero no para la mansión del conde, de hecho, lejos de ser tranquila era un caos, ya que el primogénito del conde, Cale Henituse, la basura del condado, había sido golpeado hasta convertirse en pulpa por un muchacho pelinegro sin identificación, en presencia del hijo del mayordomo personal del joven, el cual hizo nada para protegerlo, además, él y su padre se mantuvieron alejados del caos que se había causado. Los sirvientes más nuevos se alegraron porque alguien al fin puso en su lugar a esa basura, pero decirlo en voz alta no era lo mejor, los más antiguos se lamentaban por los recuerdos del pequeño tan brillante que se había apagado luego de la muerte de su madre.
Pero había algo que todos los sirvientes notaron por igual, incluso los nuevos se empezaron a sentir culpables pues eras la primera vez que caminaban por esta ala y...
LA SOLEDAD…
La soledad que se sentía cuando caminaban por el ala que pertenecía al joven maestro, a decir verdad, esta parte se veía antigua sin quitar lo lujoso, aunque comparando con el resto de la mansión se veía desgastada y algo polvorienta ¿Acaso nadie limpiaba esta parte?…
Ahora se encontraban afuera de la habitación del joven maestro, murmuraban entre ellos hasta que el conde apareció en compañía de una maga anciana, un médico y el misterioso chico de pelo negro… algunos sirvientes se preguntaban porque estaba él ahí pero no tenían el poder para preguntar…el problema fue cuando los guardias abrieron la puerta, esperaban ver al joven hecho pulpa e inconsciente, pero…
- “¿¡HIJO!?”
Todos los ojos miraban al pelirrojo que se había levantado de la cama sobre la que estaban las vendas que hacía unas horas envolvían la mayoría de su pálido cuerpo, de hecho, algunas aun tenían sangre sobre ellas. Al parecer el causante de este caos era ajeno a la llegada de toda esta gente o simplemente no le importaba porque su atención seguía fija en un libro de tapa roja que leía.
Miró a su progenitor, el cual sintió un escalofrió al ver como su hijo le dedicaba una sonrisa, aunque sus ojos se veían casi tan fríos como los de un muerto.
El pelinegro sintió un escalofrió, algo que no sentía desde hace unas semanas…se sentía la muerte, literalmente muerte, solo observo al pelirrojo con la misma mirada fría aunque estaba curioso por cómo se había sanado tan rápido…
Cale mantuvo su silencio mientras se sentaba en el borde de la cama, a diferencia del resto, él se encontraba completamente relajado. El joven miró al conde y luego a la maga anciana que retrocedió al sentir la extraña aura que emite el pelirrojo, el resto no se movió por temor a encontrarse con la mirada fría del joven.
- “Tuve un sueño muy interesante...que al parecer termina acelerando lo que tú querías.”
Se levanto de la cama haciendo que por toda la habitación se escuchen sus zapatos.
Tomo unos papeles que se encontraban es su escritorio y se los entregó al conde.
- “¿Qué es esto hijo?”
- “Oh solo son los papeles que me sacan oficialmente de la familia Henituse.”
Hizo una pausa para mirar la reacción del que tanto clamaba ser su padre; además de la reacción de los sorprendidos sirvientes y del chico que lo había convertido en pulpa y de cierto modo el culpable de que terminara teniendo ese extraño “sueño”, antes de que el conde pudiera hablar él lo interrumpió.
- “Revísalos son legales y firmados por el sol de nuestra nación, el Rey Zed…Solo fírmalos.”
El conde miro a su hijo sin creer lo que le estaba diciendo, seguro estaba haciendo otros de sus berrinches, sí, él no lo dejaría como lo dejo su amada, ¿Verdad? Además, como su hijo, siendo como es, pudo conseguir la firma del mismísimo Rey, que daba orden inmediata para el cumplimiento del documento, está si parecía su firma y los papeles eran legales…
- “Hijo…Si esto es uno de tus caprichos detente es muy pe-”
- “No volveré a molestarte, haz algo por mi después de 10 años…”
El silencio se hizo presente, los sirvientes miraban al joven con una mezcla de sorpresa y rabia.
¿Enserio iba a dejar al conde después de todo lo que ha hecho por él?
¡Que mal agradecido!
- “Ya tuve suficiente con tus bromas Cale.”
Los presentes se sorprendieron, el conde estaba poniendo a esa basura en su lugar, pero cuando volvieron su mirada al joven, su sonrisa no había cambiado seguía tranquilo incluso cuando el conde rompió los papeles y se los arrojo.
- “No pensé que caerías tan bajo Cale. ¿Qué pensaría tu madre de esto?”
Al contrario de lo que se pensaba, la sonrisa del pelirrojo se hizo más grande, aunque parecía que estaba conteniendo su furia pues tenía las manos apretadas y la mandíbula tensa.
- “Bueno…mamá quiere mi felicidad y eso está lejos de ser lo que tengo cuando estoy aquí.”
La mirada del joven seguía fija en la del conde, desafiando todo lo que este trataba de decir.
El pelinegro estaba curioso por las palabras de Cale, él se refería a su madre como si estuviera viva, una de las antiguas sirvientas le había explicado lo que ella creía era la razón por la que su joven maestro odiaba tanto a esa pequeña villa.
- “¿Qué harás si me voy? ¿Me perseguirás como lo hiciste con mamá? ¿Realmente quieres que termine como terminó ella?”
El conde se quedó frio mirando a su primogénito… ¿Él recordaba ESO?
El resto de los presentes solo observaron la escena, algunos los sirvientes nuevos asustados por el comportamiento del el llamado basura y los viejos indignados por como el conde usaba a la fallecida condesa como herramienta contra su propio hijo…
- “Cale estas siendo muy insolente, no me queda más que encerrarte hasta que entiendas que esto lo estoy haciendo por tú bien.”
El pelinegro observo la situación, tal vez juzgo muy rápido a el pelirrojo…eso no quita lo que ya pasó y que él haya insultado a las personas que consideró su familia, aunque ya supiera la razón.
Cale negó mientras suspiraba; dirigió su mirada a la anciana que se encontraba completamente en shock, incluso se podría decir asustada.
- “Conde Deruth, me temo que eso sería una ma-“
- “Silencio, no tienes derecho a hablar sobre como cuido a mi hijo.”
Los sirvientes más antiguos se miraron entre sí, pero no podían decir cosas como “Oh claro dejar a tu hijo solo por medio año y luego volver con otra mujer y otro hijo de la nada es un perfecto ejemplo de crianza.”
Cale se mantuvo tranquilo mientras miraba a su tan llamado padre salir de la habitación con todos los demás, notando que el pelinegro parecía querer hacer preguntas, pero fue prácticamente arrastrado fuera, la anciana estaba asustada y preocupada al igual que el doctor y los sirvientes…
¿Por qué el conde había llamado a una maga y un doctor si ni siquiera iba a dejarlos revisar a su hijo? ¿Realmente el joven maestro estaba bien?
Choi Han, el pelinegro, no podía hacer más que escuchar al conde, pues este lo había tratado como un huésped a pesar de casi haber matado a su hijo…era extraño, más extraño cuando notó que nadie en ese condado conocía realmente al chico y aunque esta consciente de las jerarquías que se manejaban...pero...tal vez está pensando mucho en algo que no es importante...
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[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.]
[Ubicación: Mansión Henituse, despacho del Conde]
El silencio desbordaba en el despacho del Conde…hasta que la anciana decidió romperlo.
- “Conde Deruth…con todo respeto… ¿No cree que encerrar a su primogénito va a hacer que su comportamiento empeore?”
El conde alzo la mirada, parecía realmente irritado, era extraño verlo de esta forma…
- “Dejé que haga lo que quiere por años, es hora de darle una lección por sus acciones.”
- “Tiene razón, pero…Ni siquiera dejo que revisemos su condi-”
La anciana se quedó callada y mira hacia la puerta del despacho, su cuerpo se tensó mientras volvía su mirada, ahora a un más preocupada al conde.
- “El joven maestro no está en su habitación”
El silencio inundo el despacho, la anciana frunció el ceño y salió prácticamente corriendo, el conde no había movido ni un musculo por el shock pues sabía que la maga no tenía razones para mentir. Choi Han siguió a la anciana, junto con algunos sirvientes curiosos.
Llegaron a la entrada del ala se encontró con algunos guardias los cuales no estaban prestando especial atención a hacer su trabajo…como si no fuera la primera vez que los hacían hacer esto…
La anciana y Choi Han volvieron a ver a los sirvientes que los seguían; al ser ajenos a la casa Henituse era obviamente extraño el comportamiento de los guardias.
Ambos continuaron con su camino sin ser detenidos por los guardias, eso frustró a Choi Han, él sabía que el primogénito no era del agrado de todos, ¿pero…llegar al punto de ignorar su seguridad?
La anciana se detuvo en medio del pasillo, a unos metros de la puerta del joven maestro, su cuerpo le impedía seguir avanzando por la sensación de muerte que se emanaba de la habitación. Así que retrocedió unos cuantos pasos, miró a los guardias y a Choi Han.
- “No puedo seguir…Necesito que vean sí el joven maestro se encuentra en la habitación; yo llamare a un sacerdote de la iglesia del Sol y otro de la iglesia de la muerte. Les pido que me informen directamente a mi sobre lo que encuentren.”
Notó que el conde se acercaba junto con su familia.
- “Conde! Le pido que mantenga a la jovencita lejos de la habitación del joven maestro Cale; es muy peligroso para un cuerpo tan joven estar cerca de la sensación de muerte…”
- “¿Qué te hace creer que mi hijo tiene algo que ver con el Dios de la muerte? ¿Qué dios se interesaría por alguien como él?”
Los ojos de la anciana se oscurecieron, como si quisiera darle amablemente una cita con el dios de la muerte.
- “Ten más respeto. Puede que no estén asociados a una iglesia, pero TÚ sabes qué clase de sangre corre por las venas de ese niño.”
La anciana uso su mágica para hacerse ver más grande e imponente, eso hizo con los guardias se pusieran a la defensiva.
Choi Han y los guardias se empiezan a acercar a la habitación, estos últimos sienten la presión aumentar a medida que se aproximan; antes de abrir Choi Han mira de reojo a los guardias, algunos se habían quedado más atrás y, aunque lo querían ocultar, era notorio que no podían resistir…
La puerta se abrió y…aquel pelirrojo cuyo pálido cuerpo anteriormente cubierto por vendajes que había despertado como si nada hubiera pasado. Todos los presentes eran conscientes del estado de salud del joven, era imposible que se levantara por sí mismo… ¿verdad?
Bueno lo que vieron durante la mañana…Ese no parecía alguien que acababa de ser golpeado hasta el desmayo…
Otras posibilidades serían…
No…
Nadie esta tan loco como para llevarse a alguien considerado basura…Tampoco parecía que haya fingido la golpiza…
Choi Han recuerda a la perfección como se sentía el cuerpo de Cale con cada golpe…
- “¡Guardias! ¡Guardias revisen la habitación!”
Se escucho al Conde gritar desde la puerta…
Él de pelo negro empezó a caminar por la habitación, notó por primera vez la esencia de muerte que impregnaba la habitación, tal vez no la había sentido antes por que seguía molesto con ese pelirrojo, pero ahora podría…
No, no podía ser…
Ese pelirrojo no está muerto, se veía… ¿bien? En la mañana…
Este aroma a muerte era diferente al que había sentido en la Villa Harris…
Siguió esa peculiar fragancia que termino por llevarlo a la única ventana abierta del cuarto…
¿Una ventana abierta?
Regresó su mirada a donde estaba el conde hecho un caos, el resto de la familia está a su alrededor…por alguna razón había estado pasando por alto algo demasiado obvio…esa bas-
No, Cale no se parecía físicamente a nada ninguno de ellos…
Algo que no debía importarle per-
¿Hay alguien un árbol?
Su mirada había regresado a la ventana abierta…notando aquella cabellera rojiza que tanto resaltaba de primogénito Henituse; El pelinegro no lo noto, pero su mirada se había enfriado, como si estuviera molesto, aunque en realidad estaba pensando. El joven de cabello rojizo se estremeció al encontrarse con esa mirada.
- “Tal vez no fue buena idea quedarnos a ver”
Murmuró mientras un espeso humo negro empezaba rodearlo; “Te lo advertí, hijo mío” escuchó en su cabeza; soltó un suspiro pesado mientras asentía.
- “Hay que irnos, parece que le está avisando a el conde Henituse”
Entonces el humo negro rodeo al joven haciendo que desapareciera; una de las sirvientas antiguas se había escabullido adentro de la habitación y ahora estaba cerca del joven de cabello negro y rasgos inusuales.
- “¿Joven Choi Han? Est-”
La sirvienta guardo silencio mirando hacia el árbol, se volvió a Choi Han.
- “Usted… ¿Vio que era eso? Es que sentí un escalofrió…y no parece ser por mi edad”
El chico de rasgos extraños asintió frunciendo el ceño, mientras la sirvienta asentía.
- “¿Puede ir a hablar con la anciana Waylla? Tal vez ella pueda ayudar a saber si eso tiene que ver con la desaparición del joven maestro”
Choi Han asintió, sabiendo que él había visto claramente esa cabellera rojiza…no podría olvidar aquel rostro que tanto le molesta y…al mismo tiempo lo intrigaba tanto. Se había perdido entre sus pensamientos, pero mantenía el paso hacia donde estaba la anciana maga.
- “Oh Joven Choi Han… ¿Qué sucede?”
La anciana estaba en una sala que conectaba el Ala del primogénito con el resto de la mansión, su presencia imponente y, al mismo tiempo confortante y segura…Choi Han sentía como si estuviera hablando con alguien había conocido desde hace mucho tiempo.
- “Señora Waylla, es sobre…Cale…en su habitación puedo oler a la muerte…pero no se parece a las otras veces que la sentí.”
- “Eso es porque esa esencia no significa la muerte de un ser vivo…Es literalmente la presencia del Dios de la muerte…”
Ella noto la mirada de Choi Han, parecía entre confundido y curioso…La anciana suspiro.
- “Parece que el joven maestro cayó en las manipuladoras garras del Dios de la muerte…”
- “No…lo creo…”
El de cabello negro frunció el ceño, Cale no parecía ser alguien que no se dejaría manipular de forma sencilla…al menos eso creía por como actuó frente a él y frente a su propio padre…
- “¿Lo dices por cómo actúa normalmente? Puede que tengas razón, pero el joven maestro Cale siempre asido un misterio, incluso para su familia…”
Choi Han miro a la anciana y luego a su alrededor para asegurarse que estaban solos.
- “Realmente parece que nadie en esta mansión ha intentado hablar con él…ni siquiera ese viejo mayordomo…que por lo que me contaron lo cuido desde niño…”
- “Eso es cierto…tengo conocimiento de lo que paso cuando tú y el joven maestro se conocieron… ¿Por qué a pesar de eso sigues aquí? El conde no te está obligando a pagar algo…”
El muchacho frunció el ceño, para ser sincero…ni siquiera él lo sabía con seguridad…tal vez era porque sintió que ese pelirrojo era más interesante de lo que parecía…pero no podía responderle con seguridad así que solo guardo silencio, un silencio que puede ser fácilmente mal interpretado.
Notes:
¡Hola mis lectores!
Un dato de la anciana es que su nombre, Waylla, significa protectora en aimara, lengua originaria de los Andes de mi país.
¿Cómo estan?
En la próxima volvemos con nuestro querido Org!Cale :D
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Chapter 3: Brisa marina
[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.] [Ubicación: ¿?]
Era casi el atardecer, las olas del mar rompían contra la costa; la brisa del mar movía suavemente una cabellera rojiza que se encontraba en un balcón mirando el horizonte hasta que…
- “¡Joven maestro Cale!”
Un hombre de cabello naranja había irrumpido en la habitación, parecía alterado; Cale volvió su mirada a el joven que en algún momento era su mayordomo.
- “¿Hans? Te ordene irte.”
- “¡No podía dejarlo! ¿Qué sería de usted sin mí?”
- “Hans, puedo hacer las cosas por mí mismo…”
Se sintió el silencio otra vez, se podía ver la mirada ofendida del pelirrojo hacia su ex-mayordomo; él cual parecía determinado a quedarse a su lado, era alguien realmente leal, pero…
¿Cómo se había vuelta tan leal a este joven que hasta su propia familia consideraba una basura?
Bueno esa es historia para otro momento…
- “Sin ofender, pero ambos sabemos que no es cierto, Joven maestro…”
- “Ya ni siquiera pertenezco a la familia Henituse, no puedes servirme.”
- “Técnicamente usted es la cabeza de la familia Thames ahora…así que…”
- “No me lo recuerdes…”
- “Además necesita alguien que lo acompañe a el castillo y sí, soy consciente que las apariencias no son relevantes para usted pe-”
El pelirrojo alzo la mano indicando que se callara, tenía el ceño fruncido; era muy difícil ir en contra de los deseos de alguien tan terco y al mismo tiempo leal como Hans…
- “Esta bien, te quedaras conmigo…pero no podrás volver a el condado Henituse, espero seas consciente de ello.”
- “Sí, lo entiendo Joven maestro Cale.”
El más joven suspiro mientras su mirada se suavizaba, era extraño que alguien se preocupara verdaderamente por él, ni siquiera su propia familia lo había visitado después de que ese chico extraño lo golpeara; aunque puede que sus hermanos no pudieran acercarse a pedido del conde.
Entonces se escuchó que alguien tocaba la puerta, Hans se acercó a abrir, encontrándose con una chica de cabello verdosos, Amiru Ubarr, ella y Cale se conoces desde que son niños que luego dejaron de hablar por como Cale se empezó a comportar a sus 10 años…o al menos así fue de cara al público pues ambos se seguían comunicando por cartas secretas, lo mismo era con Eric Wheelsman y Gilbert Chetter, y aunque Cale no explicó sus acciones ninguno lo cuestionó, bueno hasta que eso lo llevo a terminar como una manzana aplastada.
- “Oh Señorita Ubarr, adelante.”
Dijo el mayordomo moviéndose a un lado de la puerta para que ella entrara, ella le sonrió a Hans, pero cuando vio a Cale…
- “Por los dioses, ¿estas bien? ¡Ya ha llegado hasta mi territorio la noticia de que te secuestraron!”
Los ojos del pelirrojo se abrieron por la sorpresa, ¿Cómo llegaron a esa conclusión?
Cale estaba seguro que ese chico extraño lo había visto mientras estaba en el árbol… ¿Tal vez el conde no creyó en lo que decía? O simplemente estaba en negación, después de todo esa explicación del secuestro no tenía ningún sentido pues… ¿Quién querría secuestrar a una basura como él sin pedir ningún rescate?
- “¡Cale, sea lo que sea que estes pensando! ¡Para!”
La de cabello verde lo tenía sujetado de los hombros, sacudiéndolo para que recuperara los sentidos. Cale parpadeo un par de veces mientras se aclaraba la garganta.
- “No, no es nada unna…Creo que debería irme, no quiero causar problemas en tu territorio.”
Ella frunció el ceño mientras suspiraba, parecía apunto de agarrar al joven y agitarlo para que deje de pensar cosas sin sentido, entonces sus ojos se iluminaron, al parecer recordó la principal razón por la que había venido a la habitación en primer lugar.
- “No, no es necesario, solo usa una capa con una capucha, te aseguro que la gente está ciega, además muy pocos han escuchado tu voz.”
Cale miro a la chica, suspiro mientras asentía.
- “Realmente no quieres que me vaya verdad?”
- “Tengo que asegurarme que estes completamente curado…”
Hubo un silencio, Cale se volvió a perder en sus pensamientos…
¿Sería un buen momento de contarle a su unna?
¿Estaba seguro de confiar lo suficiente en ella para decirlo?
Sabía que la respuesta para ambas pregustas era afirmativa.
- “Unna…hay algo que puede que tus magos hayan notado…”
- “Bueno me dijeron que cuando pasaste cerca de ellos se empezaron a sentir inexplicablemente débiles y que eso solo era posible si tuvieras alguna conexión directa con la iglesia del descaso eterno…no creo que hayas hecho un trato con su dios… ¿verdad?
El más joven se rasco la nuca, le indico a la muchacha que se sentara. La muchacha lo miro dubitativa, entonces…lo entendió, pero espero que él se lo diga, esperaba estar equivocada.
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- ¿¡LE VENDISTE EL CULO AL DIOS DEL DESCANSO ETERNO!?
- ¡Pero no lo digas de esa forma!
La mujer está sujetando al menor por el cuello de la camisa y agitándolo, como si eso ayudara a que él entrara en razón, era muy peligroso tener conexión con cualquier dios.
- ¡Que otra cosa más puedo decir!
- “Solo soy su santo, no seas tan exagerada…”
Murmuro suavemente sintiendo como la mirada de la peliverde se volvía más fría, como si tratara de leerlo, como si tratara de entender porque lo hizo…luego su mirada se empezó a suavizar.
- “No entiendo por qué lo hiciste…siempre eliges sin pensar cómo te podría afectar…”
Cale miro hacia otro lado evitando la confrontación directa de la chica, ella suspiro frotándose en entrecejo.
- “¿Qué clase de poder tienes ahora?”
- “Aparte de los que tienen todos los santos…el dios del descanso eterno dijo que tenía acceso al voto de muerte, muy probablemente al contacto con los espíritus, decadencia acelerada…en su mayoría dones relacionados con la muerte.”
La muchacha asintió, aun curiosa por lo que significaba tener estos poderes.
- “Oh claro…y que él se pueda comunicar conmigo en cualquier momento.”
- “¿Habla directa con un dios?”
- “No he dormido desde que acepte ser su santo.”
- “¿Está bromeando?”
- “Solo dormí porque me hicieron mierda el cuerpo.”
Otro silencio, ella tosió falsamente para luego sonreír para tratar de cambiar el ambiente.
- “¡Que tal un poco de vino!”
Los ojos del pelirrojo se iluminaron, “como un pequeño conejito” Pensó la peliverde…
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Notes:
Hola mis lectores!
Aqui volvemos desde los muertos!Nos vemos en proximo año ;D
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[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.] [Ubicación: Territorio Ubarr]
El pelirrojo tomó un largo trago de su copa de vino, suspiro al volver a encontrar con la, aun preocupada, mirada de su amiga.
- "Estoy bien, Amiru... simplemente decidí irme..."
La peliverde di un golpe en la mesa causando que esta se tambaleara, de manera instintivamente Cale tomó entre sus manos su copa y la botella de vino para que ninguna se cayera o derramará.
- "¿Irte? ¿Después de todo lo que has pasado? ¿Sin decirle nada a tu familia?"
Cale desvió la mirada hacia el horizonte, tratando de evitar la intensidad en los ojos de Amiru. No quería tener esta conversación, no cuando aún no había terminado de procesar sus propios pensamientos.
- "No había nada que decir, desde la muerte de mi madre, Mi lugar ya no está con los Henituse."
Respondió finalmente, con un tono más frío de lo que realmente pretendía. La joven noble sabía que Cale había mantenido distancia de su círculo cercano durante años, pero el 'porqué' no le quedaba claro, ni si quiera en las numerosas cartas que Cale escribía para Ella, Eric Wheelsman y Gilbert Chetter.
- "¿Ya no está con los Henituse? Cale, estás hablando como si eso fuera simple. Necesitas ayuda, no abandonarte a tu suerte."
Amiru suspiró, reconociendo que Cale era un experto en el arte de evadir preguntas complicadas. A pesar de que ella se preocupaba genuinamente por el pelirrojo, también entendía que la decisión de Cale de distanciarse de la familia Henituse era algo que debía respetar.
Tomó un lago trago de vino para calmar el ligero dolor de cabeza que le ocasionaba tratar con Cale, decidieron cambiar el tema de conversación, funciono por un rato hasta que la puerta se abrió con un crujido suave, revelando a la anciana maga. Su cabello plateado brillaba a la luz tenue de la habitación, y su túnica de colores profundos ondeaba como si llevara consigo un viento misterioso. Cale sintió un escalofrío recorrer su espalda, un recordatorio de que, a pesar de su edad, Waylla poseía un poder que siempre había respetado.
- "Señorita Waylla, ¿Cómo pudo encontrarme tan rápido?"
Preguntó el joven maestro Cale, mostrando una mezcla de respeto y cautela, La señorita Amiru conocía a la anciana gracias sus visitas al Condado Henituse, la anciana era como una abuela para Cale, aunque él no lo admitiera abiertamente. La anciana, con su presencia digna y autoritaria, se dirigió a Cale.
- "Creo que usted sabe cómo lo encontré tan rápido, por ahora hay asuntos urgentes que debemos discutir."
Cale se inclinó levemente hacia adelante, intrigado, pero su rostro seguía reflejando un aire de desinterés.
- "¿Sobre qué podría ser tan urgente, señora?"
Waylla suspiró, sabiendo que el joven Henituse tenía una actitud desafiante. Aun así, no podía dejar que su preocupación la llevara a la desesperación. Amiru hizo un suave gesto invitando a la señora a sentarse en uno de los sillones cercanos, lo cual la anciana agradeció.
- "Veras...siento una fuerza oscura a tu alrededor. No solo es la esencia del Dios del descanso eterno, sino que también hay algo más. Algo que podrías estar ignorando."
Cale entrecerró los ojos, su interés ahora claramente molesto, no por la anciana, sino por los cuestionamientos sobre su relación con el Dios del descanso eterno.
- "¿Qué quiere decir?"
Waylla frunció el ceño, desde el fallecimiento de la primera condesa, la actitud del muchacho era algo que siempre había dificultado el trato que tenían...
- "No debes tomártelo a la ligera. Este poder puede ser tanto un regalo como una maldición. Necesitas aprender a controlarlo. Si continúas ignorándolo, podría atraer la atención de seres que no deberían interesarse por ti."
Cale se cruzó de brazos, sus pensamientos divagando entre la incredulidad y la curiosidad.
- "Entiendo lo que quiere decir, pero...¿Por qué estoy recibiendo toda esta atención ahora que he dejado de ser parte de la familia Henituse?"
Amiru observó el intercambio entre Cale y Waylla, sintiendo la tensión que crecía en el ambiente. La anciana, con su sabiduría y poder, parecía ser la única que podía tocar la parte más vulnerable del joven maestro. La pregunta de Cale resonó en la habitación, y una leve sombra cruzó el rostro de Waylla.
- "Porque esto no se trata del linaje de los Henituse, sino del linaje de los Thames que no solo está ligado a la nobleza, sino también a antiguos pactos y responsabilidades que han perdurado a lo largo de los siglos."
Cale se quedó en silencio, asimilando las palabras de la anciana. El peso de lo que implicaba ser parte de la familia Thames empezaba a caer sobre él como una carga desconocida, un legado del que hasta entonces había sabido poco, salvo por lo que su madre le había dejado en ese diario.
- "¿Mi madre sabía de esto...?"
Su voz se quebró levemente al formular la pregunta, algo poco común en alguien tan controlado como él. Waylla lo observó con una mezcla de tristeza y comprensión.
- "Ella siempre supo, pero eligió no involucrarte hasta que fuera inevitable. Quería protegerte del destino que viene con ser un Thames. Sin embargo, parece que el momento ha llegado."
Amiru miró a Cale, notando el cambio sutil en su semblante. La mención de su madre siempre había sido un tema delicado, pero ahora parecía tocar una fibra más profunda. La anciana maga se levantó lentamente de su asiento, su mirada aún fija en Cale.
- "Tienes mucho que considerar, joven maestro. Pero te aconsejo que no enfrentes este desafío solo. Hay fuerzas en movimiento que van más allá de lo que puedes imaginar, y necesitarás aliados, no solo de sangre, sino también de corazón."
Con esas palabras, la anciana hizo una leve reverencia y se dirigió hacia la puerta. Justo antes de salir, se giró una última vez.
- "No olvides que el destino puede ser cruel, pero no está escrito en piedra. Aún tienes el poder de decidir qué tipo de hombre quieres ser...pero ahora será mejor que salgas de este territorio, después de todo no soy la única persona que puede sentir la esencia del dios del descanso eterno que sale de tu cuerpo."
Notes:
Holaa mis queridos lectores!
Está bien, pueden quemarme, ¡pero al menos les traje nuevo cap. :D!
¿Quién creen que es la otra persona que puede sentir la esencia del Dios del descanso eterno?
Obvio es un personaje que ya está en la historia, no se preocupen que Cage y Taylor puede que aparezcan más adelante ;]
Chapter 5: Un encuentro [In]esperado
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La luz del mediodía bañaba el tranquilo paisaje de Ubarr mientras Amiru y Hans se retiraban para preparar todo lo necesario para que el joven abandonara el territorio sin ser visto. Cale permanecía junto a la ventana, con una copa de vino en la mano, sus pensamientos atrapados entre los secretos de los Thames y las advertencias de Waylla. Las palabras de la anciana seguían resonando en su mente: "Este poder puede ser tanto un regalo como una maldición."
Cale tomó el último trago de vino y dejó escapar un suspiro cargado de frustración. La sensación lo consumía. Por un lado, deseaba ignorarlo todo y continuar con su vida como si nada hubiera cambiado. Por otro, sabía que escapar no sería una opción sostenible por mucho tiempo.
Esa misma noche, Cale tendría que abandonar el territorio en completo anonimato. Aunque preferiría hacerlo solo, no podía dejar atrás a Hans. Esperaba que el mayordomo no se sintiera demasiado asustado ni estresado por la situación en la que se veía envuelto por culpa de su amo. Sin embargo, antes de que pudiera perderse por completo en sus pensamientos, una figura, desafortunadamente conocida, apareció justo en el pequeño balcón frente a la ventana. Choi Han aún reflejaba la ira contenida en su mirada fría, una furia que lo hacía parecer más un monstruo humanoide del Bosque de la Oscuridad que un simple joven.
Cale suspiró y se levantó para acercarse a la ventana. La abrió con cautela y, de inmediato, notó la rigidez en los movimientos del chico de rasgos exóticos mientras caminaba hacia él.
- "¿Qué haces aquí?"
Sus palabras estaban cargadas de irritación. Choi Han se detuvo frente a él, con el rostro imperturbable, como si nada pudiera alterar su calma exterior.
- "Seguí a la señora Waylla porque noté que estaba siguiendo la esencia de muerte que emana de tu cuerpo... Escuché que planeabas marcharte mientras esperaba el momento para entrar aquí, y pensé que necesitarías protección..."
El pelirrojo lo miró con incredulidad. ¿En serio? Si necesitaba protección, sería de Choi Han, no que él lo protegiera... Especialmente considerando la "relación" tan complicada que ambos compartían.
- "¿Protección? No necesito ni quiero tu ayuda."
A pesar del rechazo, Choi Han no se movió. Por dentro, libraba una batalla contra los sentimientos contradictorios que lo asediaban. Odiaba la actitud indiferente de Cale, pero, al mismo tiempo, su corazón latía descontrolado cada vez que estaba cerca de él. ¿Podía su odio ser tan intenso como para provocar una reacción así?
La luz tenue de la habitación apenas lograba suavizar la dureza en el rostro de Choi Han. El silencio que siguió a las palabras de Cale se sintió denso, casi palpable. Cale frunció el ceño y cruzó los brazos, dejando clara su incomodidad.
- "Si ya terminaste de espiar y seguir a personas mayores, te sugiero que regreses al Bosque de la Oscuridad. Seguro hay algún monstruo por ahí esperando a que lo decapites."
Choi Han no respondió de inmediato. Antes, simplemente habría golpeado al joven pelirrojo una vez más, pero en su mente trataba de racionalizar por qué seguía preocupándose tanto por alguien que constantemente lo apartaba. Sin embargo, el corazón rara vez sigue las leyes de la lógica. Finalmente, habló, con un tono tan firme como sus convicciones.
- "No pienso regresar. Aunque no quieras mi ayuda, la tendrás. No me interesa tu opinión al respecto."
El más joven lo miró incrédulo, soltando una risa seca. ¿Realmente está hablando en serio?
- "Eres increíble, ¿lo sabías? Ni siquiera haces esto porque realmente te importe mi seguridad. Es solo tu obsesión con meterte donde no te llaman."
Esas palabras golpearon a Choi Han más fuerte de lo que había esperado. Su mandíbula se tensó, pero no respondió, porque, en parte, Cale tenía razón. ¿Cómo podría admitir lo que realmente sentía, cuando ni él mismo podía comprenderlo del todo? Especialmente sabiendo que no se conocían mucho... y su primer encuentro... bueno, fue más bien un desastre. Pero, aún así, algo en su interior le insistía en que debía estar cerca de Cale. Algo en su mirada, en su presencia, lo atraía y lo desconcertaba al mismo tiempo. Choi Han apretó los dientes, luchando contra la confusión interna.
Cale, por otro lado, ya comenzaba a impacientarse con la calma tensa que dominaba la conversación. El silencio entre ambos se volvía insoportable, y estaba a punto de dar la vuelta cuando escuchó un leve susurro.
- "No soy solo tu enemigo. No soy solo tu protector. Solo... necesito asegurarme de que no estés completamente solo, Henituse."
Las palabras fueron simples, pero cargadas de una sinceridad que sorprendió a Cale, incluso si lo ocultaba tras su habitual actitud fría. Choi Han no estaba allí solo por obligación ni por un deseo de demostrar su fuerza. Algo más lo movía. Y aunque no podía entenderlo completamente, algo en su pecho apretó al escuchar esas palabras. No quería admitirlo, pero el joven frente a él estaba dispuesto a poner en riesgo su vida para asegurarse de que él estuviera bien, incluso si Cale lo rechazaba.
Cale lo observó en silencio, su rostro imperturbable, pero por dentro las emociones se mezclaban. El rechazo seguía siendo lo más fuerte que sentía hacia Choi Han, pero también había algo más: una inquietud, una necesidad de que alguien lo entendiera en ese momento de incertidumbre.
- "Para. Sabes que no me necesitas, y yo tampoco te necesito.."
Cale apartó la mirada y dio un paso hacia atrás, sin querer ver la expresión en el rostro de Choi Han.
Choi Han permaneció en su lugar, la mirada fija en Cale, como si quisiera decir algo más, pero las palabras parecían escaparse de su boca. Se sintió completamente impotente. Sabía que Cale no lo aceptaría tan fácilmente, pero no podía apartarse. La tensión entre ellos estaba a punto de estallar, y Choi Han no estaba dispuesto a dar marcha atrás, no ahora.
- "No me voy a ir, y no importa cuánto lo intentes. Estaré contigo, aunque no lo quieras."
Cale lo miró un momento largo, con los ojos entrecerrados, como si evaluara las palabras del otro. Al final, sólo suspiró y murmuró entre dientes, sin querer que Choi Han lo escuchara del todo.
- "Eres un maldito obstinado."
A pesar del tono hiriente, Choi Han detectó algo en el brillo de los ojos de Cale. Tal vez no lo dijera abiertamente, pero algo se estaba rompiendo dentro de él, un leve cambio en su actitud. Por primera vez en mucho tiempo, Cale no estaba completamente solo, y a pesar de su molestia, una pequeña chispa de algo, tal vez esperanza, brilló en su pecho.
La decisión estaba tomada. Ya no había marcha atrás. Aunque ambos preferirían evitarlo, la presencia del uno al otro se volvía inevitable. Sin embargo, Cale aún no podía comprender qué significaba todo eso, ni por qué alguien como Choi Han seguía ahí, dispuesto a arriesgarlo todo por alguien como él, alguien que, a sus ojos, realmente no tenía ningún valor.
El silencio se hizo denso entre ellos, y Cale sintió la incomodidad de la situación golpeando su pecho con fuerza. No podía entender por qué Choi Han, alguien que constantemente le parecía tan ajeno y molesto, seguía persistiendo. ¿Por qué se empeñaba tanto en estar cerca de él? Cale se reprochaba a sí mismo por no poder despejar esa incógnita, pero sabía que no podía dejarlo ir tan fácilmente.
De repente, la fría indiferencia de Cale pareció disiparse un poco, aunque su voz seguía cargada de desdén.
- "Tienes una manera muy molesta de hacer que las cosas sean complicadas, ¿lo sabías?"
Choi Han no pudo evitar esbozar una leve sonrisa. Era una sonrisa que Cale no notó, pues sus ojos seguían fijos en el horizonte, como si buscara algo que no estaba allí. Pero para Choi Han, esa pequeña sonrisa significaba más de lo que cualquier palabra podría expresar. Al menos, Cale estaba reconociendo su presencia de alguna manera.
- "No me importa si te molesta. No voy a irme."
Las palabras de Choi Han, cargadas de una sinceridad que Cale apenas lograba comprender, llegaron a su oído como un susurro. Pero incluso esas palabras no podían penetrar el muro de emociones que Cale había levantado alrededor de sí mismo. Sin embargo, algo dentro de él comenzó a cambiar. Esa terquedad, esa insistencia... de alguna forma, era reconfortante.
Cale se giró finalmente hacia Choi Han, su mirada no tan fría como de costumbre, pero aún distante.
- "No necesito que me cuides, ni que te metas en mis decisiones. No me pidas que te agradezca algo que no quiero."
Pero en el fondo, Cale sabía que había algo que no podía negar. La presencia de Choi Han, aunque indeseada, le ofrecía una extraña sensación de seguridad. No se lo diría en voz alta, por supuesto, pero lo sentía. Era como si, por fin, alguien estuviera dispuesto a quedarse a su lado sin importar lo que hiciera o dijera.
Choi Han lo observó en silencio, como si ya supiera que las palabras de Cale no eran lo que realmente pensaba. Sabía que el pelirrojo no se abriría fácilmente, pero eso no significaba que iba a rendirse. Después de todo, había algo en su corazón que lo empujaba a seguir, algo que no podía ignorar, aunque no estuviera seguro de lo que realmente sentía.
- "Entonces, no lo haré. No voy a pedírtelo. Pero no te dejaré ir solo, Henituse."
Cale suspiró, molesto, pero a la vez un poco aliviado. A pesar de todo, algo en su interior comenzaba a sentirse menos pesado. Tal vez no lo entendiera todo aún, ni lo aceptara por completo, pero la presencia de Choi Han comenzaba a formar parte de su vida de una manera que no podía rechazar por completo.
La noche se acercaba, y ambos sabían que el tiempo se agotaba. No había vuelta atrás. Pero por primera vez en mucho tiempo, Cale no estaba completamente solo. Claro, tenía a Hans, quien lo apoyaba en todo lo que podía, pero... ¿Cómo podía ayudarlo en este momento? Y ahora, aunque fuera contra su voluntad, algo en su interior le decía que, quizás, eso no era tan malo después de todo. La presencia de Choi Han, aunque incómoda y difícil de aceptar, ofrecía una extraña sensación de seguridad. Quizás no todo lo que parecía ser un obstáculo, en realidad lo era.
Chapter Text
La noche envolvía el cielo en un manto estrellado mientras los tres avanzaban hacia el punto de encuentro donde los esperaba la salida del territorio Ubarr. Hans caminaba junto a los caballos, sosteniendo las riendas y lanzando miradas de soslayo hacia Choi Han, quien seguía a Cale con pasos firmes y expresión estoica. Finalmente, incapaz de contenerse más, el mayordomo rompió el incómodo silencio.
- "Joven maestro... ¿Está seguro de que él debería acompañarnos?"
Hans preguntó con cautela, bajando la voz mientras inclinaba ligeramente la cabeza hacia Cale, como si intentara no ofender a Choi Han, aunque su tono dejaba clara su desaprobación. El joven santo, montado en su caballo, lanzó un suspiro largo y exasperado, mirando al cielo como si buscara paciencia divina.
- "Hans, ¿de verdad crees que sirve de algo discutir eso? Si le digo que no, igual nos seguiría. De todos modos, si algo pasa, al menos tendremos a alguien que puede partir monstruos en dos antes de que siquiera lleguen a nosotros."
Choi Han no reaccionó, pero una pequeña chispa de satisfacción brilló en su interior al escuchar que, aunque indirectamente, Cale reconocía su utilidad. Hans, por otro lado, entrecerró los ojos, visiblemente insatisfecho con la respuesta.
- "Muy bien, como diga, joven maestro. Pero si él insiste en acompañarnos, sugiero que tomemos precauciones adicionales. Quizás debería considerar usar su magia sagrada, para cambiar nuestras apariencias. Con tres personas viajando juntas, especialmente con su... notoriedad, llamaremos la atención más de lo que sería prudente."
Cale lo miró de reojo, su expresión indecisa. Cambiar su apariencia requeriría usar un poder que apenas comenzaba a comprender y que, según Waylla, podría ser tanto un regalo como una maldición. Pero Hans tenía razón: tres personas viajando juntas eran más fáciles de identificar, y el riesgo de ser descubiertos no era algo que pudiera permitirse.
- "Bien, pero será algo temporal. Sólo hasta que crucemos esta zona."
Cale cerró los ojos, concentrándose en el poder que ahora latía en su interior, la esencia de un santo del descanso eterno. Sentía el flujo extraño de energía a través de su cuerpo, fría pero reconfortante, como un manto invisible.
- "Esto va a ser incómodo, pero soporten."
Choi Han observó en silencio cómo una suave luz blanquecina envolvía a Cale. Poco a poco, la energía se extendió hacia Hans y luego hacia él, cubriéndolos como una neblina etérea. Cale dejó escapar un jadeo al finalizar el hechizo, su cabello ahora un tono rosado pálido, mientras que sus ojos brillaban con un amarillo intenso que parecía reflejar la luz de la luna. Hans y Choi Han también habían cambiado ligeramente; sus rasgos habían sido alterados lo suficiente como para hacerlos irreconocibles a primera vista.
- "Espero que esto sea suficiente"
Murmuró Cale, sacudiendo ligeramente la cabeza como si intentara acostumbrarse al cambio. Hans inspeccionó su reflejo en un pequeño espejo que llevaba consigo, tocándose la barbilla con cautela. Su expresión se suavizó apenas, aunque su mirada seguía siendo analítica.
- "Esto debería bastar, joven maestro. Aunque debo decir que el rosado le sienta mejor de lo que esperaba."
Cale bufó ante el comentario de Hans y rodó los ojos, ignorando deliberadamente la pequeña sonrisa que el mayordomo intentaba disimular.
- "No me interesa si me sienta bien o no. Solo sigamos avanzando."
El grupo continuó su camino, avanzando con cautela por los senderos menos transitados. La luz de la luna bañaba el suelo con un resplandor tenue, y el sonido de los cascos de los caballos resonaba suavemente en la quietud de la noche.
Choi Han mantenía su posición cerca de Cale, en silencio, pero siempre alerta. Su mirada se perdía en la oscuridad del bosque, buscando cualquier señal de peligro. No le importaba que Hans desconfiara de él, tampoco le molestaba la forma en que Cale intentaba poner distancia entre ellos. Solo una cosa era importante: que Cale llegara a salvo a su destino.
Tras un rato de marcha, Hans volvió a hablar, esta vez con un tono más serio:
- "Joven maestro, según la información que conseguimos, en el pueblo más cercano hay patrullas vigilando los caminos principales. Si queremos evitar problemas, será mejor rodearlo o al menos evitar pasar por la entrada principal."
Cale meditó la situación por unos segundos. Aunque su cambio de apariencia les daba ventaja, no quería arriesgarse innecesariamente.
- "Tomaremos la ruta menos vigilada. No quiero complicaciones innecesarias."
- "Eso pensé... Ya tracé un camino alterno antes de salir de la posada. No será el más cómodo, pero nos mantendrá fuera del alcance de cualquier mirada indeseada."
Choi Han miró a Hans con leve sorpresa. Aunque el mayordomo era extremadamente meticuloso en todo lo que hacía, era evidente que también estaba acostumbrado a prever situaciones como esta.
Cale chasqueó la lengua.
- "Entonces no perdamos más tiempo. Sigamos antes de que me arrepienta de este maldito viaje."
A pesar de sus palabras, el pelirrojo [o más bien, el ahora joven de cabello rosado]no detuvo el paso. Y, sin importar cuánto protestara o intentara mostrarse indiferente, el peso en su pecho seguía sintiéndose un poco más ligero con cada paso que daban juntos.
El camino alternativo que Hans había preparado los llevó a través de un sendero boscoso, donde la vegetación crecía espesa y la luz de la luna apenas lograba filtrarse entre las ramas. El aire era fresco y húmedo, impregnado del aroma de la tierra y la madera.
El silencio solo era interrumpido por el crujir de las hojas bajo los cascos de los caballos y el ocasional susurro del viento. Choi Han, siempre atento, se adelantaba de vez en cuando para asegurarse de que el camino estuviera despejado. Mientras tanto, Cale permanecía en su montura, con la mirada perdida en la distancia, sus pensamientos atrapados en el sinfín de problemas que parecían acumularse sin cesar.
Hans, por su parte, seguía sujetando las riendas con firmeza, pero no pudo evitar lanzar otra mirada furtiva a Choi Han. Finalmente, decidió que la duda que le rondaba la cabeza era demasiado fuerte como para ignorarla.
- "Joven maestro...entiendo la necesidad de contar con protección, pero, ¿de verdad confía en él?"
Dijo en voz baja, lo suficiente para que solo el mencionado pudiera escucharlo. Cale, quien hasta entonces había estado sumido en sus propios pensamientos, giró la cabeza lentamente para mirarlo.
- "No."
La respuesta fue rápida, sencilla y carente de emoción, como si fuera un hecho obvio. Hans frunció el ceño.
- "Entonces, ¿por qué permitir que se quede con nosotros?"
El pelirrojo [o mejor dicho, el joven de cabello rosado] soltó un suspiro de cansancio y se encogió de hombros.
- "Porque nos seguiría de todas formas."
Hans exhaló pesadamente, claramente frustrado.
- "Eso ya lo dijo antes, joven maestro. Pero eso no responde a la verdadera pregunta: ¿qué haremos si en algún momento sus intenciones dejan de estar alineadas con las nuestras?"
Cale no respondió de inmediato. En su lugar, entrecerró los ojos y observó la silueta de Choi Han, que avanzaba unos metros por delante, con la espada envainada en su cintura y sus movimientos silenciosos pero letales.
Finalmente, murmuró con calma:
- "Si llega ese momento... haré lo necesario."
Hans no preguntó más. Sabía que Cale siempre tenía un plan, aunque rara vez lo compartía por completo.
El viaje continuó en silencio, con la tensión flotando en el aire como una sombra persistente. Hans, aunque aún desconfiado, decidió dejar el tema por el momento. No importaba cuánto cuestionara la presencia de Choi Han, la decisión ya estaba tomada.
Por su parte, Cale mantenía la vista al frente, aparentando tranquilidad, pero en su mente, los pensamientos giraban sin cesar. Sabía que Choi Han no era una amenaza—al menos no en este momento—pero tampoco podía permitirse confiar ciegamente en nadie. La lealtad era algo volátil, y si había algo que había aprendido en su vida, era que las personas podían cambiar cuando menos lo esperabas.
El sonido de los cascos de los caballos sobre la tierra húmeda llenaba el ambiente, hasta que Choi Han levantó una mano en señal de alto.
- "Nos están esperando."
Su voz era baja pero firme, y su postura se tornó más tensa. Hans sujetó las riendas con más fuerza, y Cale chasqueó la lengua con fastidio.
- "¿Cuántos?"
Choi Han inclinó ligeramente la cabeza, como si tratara de captar más detalles en la oscuridad.
- "No estoy seguro... pero al menos dos. No se ocultan, están justo en el camino."
Hans maldijo por lo bajo, mientras Cale suspiraba, masajeando sus sienes.
- "¿Nos esperan a nosotros o solo están ahí por coincidencia?"
- "Parecen simples viajeros...Aunque están demasiado quietos... como si supieran que vamos a pasar por aquí."
Cale tenía un mal presentimiento. No parecía una emboscada, pero la quietud de las figuras en el camino lo inquietaba. No llevaban la actitud de soldados o bandidos; si de verdad los estaban esperando, no se estaban esforzando demasiado en ocultarlo.
Choi Han permaneció alerta, listo para reaccionar al menor indicio de amenaza. Hans, por su parte, sostuvo con más firmeza las riendas de los caballos, preparado para cualquier señal de peligro.
Finalmente, Cale tomó una decisión.
- "Seguiremos avanzando. Si fueran enemigos, ya habrían atacado."
Dijo en voz baja, con la seguridad de alguien que ya había vivido demasiados encuentros indeseados. Sin más opciones, el grupo prosiguió su camino, acercándose lentamente a las figuras. A medida que la distancia se acortaba, la luz de la luna reveló más detalles.
Dos personas se encontraban junto a un carruaje modesto. Una mujer de cabello despeinado y ropa gastada se apoyaba con los brazos cruzados en un costado del vehículo, observándolos con una mezcla de cansancio y fastidio. A su lado, un hombre de complexión delgada estaba sentado en una silla de ruedas, con una expresión serena pero atenta.
La mujer, al verlos de cerca, suspiró dramáticamente y murmuró para sí misma:
- "Ugh, maldito dios de la muerte. Siempre dando órdenes sin sentido."
Cale entrecerró los ojos con suspicacia, pero antes de que pudiera decir algo, la mujer levantó la mirada directamente hacia él y sonrió con sorna.
- "Tardaste más de lo que esperaba, oh, grandioso santo del descanso eterno."
Aunque parecia que ella trataba de sonar como una verdadera creyente ferviente, se podia notar en su mirada que realmente no queria decir eso.
"Oh, vaya. Qué reunión más interesante⁓."
Cale reprimió un gruñido y llevó instintivamente una mano a su frente, masajeando el punto donde la punzada de dolor se hacía más fuerte.
- "Maldito dios fastidioso..."
Murmuró entre dientes, A su lado, la mujer también hizo una mueca de disgusto y se llevó la mano a la cabeza, claramente afectada por lo mismo.
- "¡Cállate! Nadie te pidió que hablaras."
Hans y Choi Han intercambiaron miradas confundidas, sin entender a quién se dirigía la mujer. El hombre en la silla de ruedas suspiró y sonrió con resignación.
- "Cage, podrías intentar ser más sutil..."
La mujer, ahora identificada como Cage, rodó los ojos y cruzó los brazos.
- "¿Para qué? No soy la unica que puede escuchar su odiosa voz."
Señaló con el pulgar a Cale.
- "Este joven...¿Acaso tú eres el joven santo del el idiota a estado hablando?"
Cale sintió una nueva punzada de dolor en la cabeza justo cuando la voz del dios de la muerte volvió a resonar en su mente, ahora más temblorosa que antes.
"No soy un idiota... ¿Por qué me tratan así? Yo solo quiero ayudarlos...~"
¿Esta llorando?
Cale entrecerró los ojos con fastidio.
- "No me llames "joven santo"."
Cage lo observó por un segundo antes de soltar una carcajada.
- "¡Oh, cielos! Eres exactamente como me lo describió."
Cale ignoró su burla y simplemente miró a Taylor, quien observaba la escena con calma, aunque con un atisbo de curiosidad.
- "Si el dios de la muerte te envió hasta aquí, debe haber sido por una razón ¿Por qué no empiezas por ahí?"
El joven se cruzo de brazos mientras la sacerdotisa suspiró, frotándose las sienes.
- "Créeme, yo tampoco quería este trabajo, pero el llorón de allá arriba fue bastante insistente. Me envió aquí con la promesa de que podrías ayudar a Taylor a recuperar su movilidad."
Cale arqueó una ceja.
- "¿Y por qué demonios haría yo algo así?"
- "Porque él insiste en que puedes hacerlo. Y porque si me niego a seguir sus órdenes, me va a seguir fastidiando hasta que muera."
Cale sintió cómo el dios volvía a sollozar en su mente.
"Cage... ¿Por qué eres tan cruel conmigo?"
La mujer gruñó y apretó los puños.
- "¡Porque arruinaste mi vida, maldito bastardo celestial!"
Hans y Choi Han intercambiaron otra mirada preocupada, cada vez más convencidos de que tanto Cage como Cale estaban teniendo una conversación con un interlocutor invisible.
Taylor, en cambio, sonrió con paciencia.
- "Cage ha tenido una relación... complicada con el dios de la muerte."
Cage bufó y Cale suspiró, sintiendo que esto iba a ser más problemático de lo que esperaba.
- "Bien. Supongamos que el dios no está mintiendo y que realmente puedo ayudar a Taylor. ¿Qué gano yo con esto?"
El dios de la muerte se apresuró a responder en su mente.
"¡Te ayudaré cuando lo necesites! ¡Prometo no molestarte demasiado! ¡Solo quiero que mis dos humanos favoritos se lleven bien conmigo!"
Cale resopló, dejando que su expresión reflejara toda su incredulidad.
- "Vaya trato... Suena más a una condena que a un beneficio."
El dios de la muerte gimoteó en su mente.
"¡Eso duele, Cale! Yo realmente quiero ayudar!"
Cage dejó escapar una carcajada áspera.
- "Sí, claro. Y yo soy la santa patrona de la paciencia."
Taylor observó la escena con una sonrisa tranquila, mientras Cale y Cage parecían competir por quién podía ser más indiferente ante el lamento del dios.
- "Si la discusión sobre el pobre destino del dios de la muerte ya terminó, ¿podemos hablar de lo que realmente importa?"
Dijo Taylor con un tono ligero, Cale cruzó los brazos, aún con expresión de fastidio.
- "Dudo que simplemente confiar en un dios llorón sea un buen plan."
- "¿Y si te digo que no es solo cuestión de confianza?"
Intervino Taylor, apoyando las manos sobre sus piernas. Cage bufó, rodando los ojos.
- "Si me dices que es "el destino", voy a vomitar."
Taylor rió suavemente.
- "No, nada tan dramático. Solo digo que a veces hay caminos que se cruzan por una razón. Y el dios de la muerte parece convencido de que este es uno de esos momentos."
Cale suspiró, mirando a Taylor con una mezcla de escepticismo y resignación.
- "¿Y tú? ¿Qué piensas de todo esto?"
Taylor sonrió, aunque su mirada se tornó más seria.
- "Pienso que, si hay una posibilidad de que pueda volver a caminar, la voy a tomar. Y si tú eres la clave para eso, entonces prefiero descubrirlo ahora y no más tarde."
Cale se quedó en silencio por un momento antes de encogerse de hombros.
- "Supongo que no hay pérdida en intentarlo... siempre y cuando no me arrepienta luego."
El dios de la muerte, aún con la voz temblorosa, susurró en su mente.
"¡No te arrepentirás, Cale! ¡Prometo que será un buen trato!"
Cage le lanzó una mirada de puro hastío.
- "Ya veremos."
El silencio que siguió a la respuesta de Cage estaba cargado de tensión. Taylor, con su característico aire de paciencia, dirigió su mirada a Cale con una leve sonrisa.
- "Si realmente piensas intentarlo... ¿cómo lo harás? Joven Biel."
Cale entrecerró los ojos, comprendiendo rápidamente que era lo que habia pasado...miró a Cage y asistió. No era una mala idea. Un nombre falso haría las cosas más fáciles, al menos por ahora.
- "Aún no tengo idea..."
El dios de la muerte intervino de inmediato, su voz resonando en su mente con emoción contenida.
"¡Puedo darte una pista! ¡Solo tienes que escucharme!"
Cale cerró los ojos con resignación y murmuró entre dientes:
- "No empieces..."
Cage dejó escapar una risa burlona.
- "Bienvenido a mi infierno personal, joven Biel."
Cale ignoró el apodo improvisado y miró a Taylor con expresión neutral.
- "Si realmente hay algo que pueda hacer, primero necesito entender la situación. No pienso actuar sin saber en qué me estoy metiendo."
Taylor asintió con tranquilidad.
- "Eso es suficiente para mí."
Hans y Choi Han, que hasta ese momento se habían mantenido en segundo plano, intercambiaron una mirada cargada de dudas. Finalmente, Hans habló.
- "Entonces, ¿nos quedamos aquí o seguimos avanzando?"
Cale echó un vistazo al carruaje y luego a los dos desconocidos que ahora, de alguna manera, formaban parte de su creciente lista de problemas.
- "Nos quedamos. No quiero que esto nos persiga..."
Notes:
¡Hola, mis hermosos lectores!
¡Aquí seguimos con vida para el siguiente capítulo!
Un dato sobre mi persona es que soy acuario y de hecho ya pasó mi cumpleaños :D
Soy nivel 20, ustedes...¿En que nivel estan?¡Recuerden mirar mis otros trabajos, necesitan tanto amor como este!
¡Nos leemos pronto!
Chapter Text
[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.] [Ubicación: Mansión Henituse]
La noche en la residencia Henituse transcurría en un silencio apacible, solo interrumpido por el ocasional crujido de la madera y el tenue resplandor de las lámparas de maná.
La pequeña Lily estaba sentada en su escritorio, con la pluma suspendida sobre el papel, pero sin escribir. Sus pensamientos se habían desviado, como tantas veces en estas últimas horas.
- "¿Dónde estás ahora, hermano...?"
Su voz fue apenas un susurro, perdido en la soledad de su habitación.
Desde su partida, la casa se sentía más vacía de lo normal. Aunque su hermano siempre había sido alguien distante y despreocupado en apariencia, su ausencia había dejado un hueco imposible de ignorar. Golpearon la puerta con suavidad.
- "Lily, ¿puedo entrar?"
Era la voz de la condesa.
- "Adelante, madre."
La puerta se abrió, y la elegante figura de Violan entró con la misma gracia de siempre. Observó a su hija por un momento antes de acercarse y tomar asiento en la silla junto a su escritorio.
- "Te noto pensativa."
Lily bajó la mirada, mordiendo su labio inferior.
- "Es solo que... me preocupa Cale."
La voz de Lily era suave, pero cargada de inquietud. Violan observó a su hija con atención, esperando a que continuara.
- "Padre está enojado con él, ¿verdad?"
La condesa no respondió de inmediato. En lugar de eso, entrelazó sus manos sobre su regazo y suspiró.
- "Tu padre... está confundido."
Lily apretó los labios.
- "No lo parece. Solo lo escucho decir que Cale es un irresponsable mal agradecido, y algunos sirvientes dicen que siempre ha sido un problema. Pero ahora que se fue, lo único que padre hace es preguntar por él en secreto."
Violan sonrió con tristeza.
- "Deruth ha pasado años creyendo que Cale nunca asumiría ninguna responsabilidad. Y ahora que su hijo ha tomado una decisión inesperada, no sabe cómo reaccionar."
Lily frunció el ceño, apretando la pluma entre sus dedos.
- "Pero no hizo nada tan malo como para que lo traten como un criminal..."
Violan la observó con atención, viendo la frustración reflejada en su expresión.
- "Algunos solo ven lo que quieren ver, querida."
La pequeña frunció el ceño.
- "Eso no es justo."
Violan suspiró y se inclinó un poco hacia su hija.
- "No lo es. Pero así es el mundo, especialmente para alguien como Cale."
Lily levantó la vista, sus ojos brillando con determinación.
- "¿Por qué? ¿Porque es el hijo mayor? ¿Porque es el que se supone que será el heredero? ¿Porque todos esperan que sea como el príncipe heredero o como... como alguien que nunca quiso ser...?"
Se detuvo por un instante, insegura de si debía decir lo que pensaba. Pero al ver la expresión tranquila de su madre, se atrevió a continuar.
- "O porque se parece a su madre..."
El silencio que siguió fue diferente esta vez. Violan entrecerró los ojos levemente, pero su expresión no cambió.
- "¿Por qué crees eso?"
Lily dudó antes de responder.
- "No sé mucho sobre la anterior condesa, pero... algunas veces, cuando padre habla de Cale, lo hace con una expresión extraña. No solo cuando está molesto, sino también cuando cree que nadie lo está viendo. Como si estuviera recordando algo...En especial cuando está en el jardín cerca de las rosas."
Violan mantuvo su expresión serena, pero Lily notó cómo sus dedos se entrelazaron con más firmeza sobre su regazo.
- "Las rosas..."
Murmuró la condesa en voz baja, casi como si hablara consigo misma. Lily asintió, sin apartar la mirada de su madre.
- "Cuando cree que está solo, lo he visto pararse allí, en silencio. A veces suspira, otras veces simplemente se queda mirando. Y cuando alguien se acerca, se va rápidamente."
La condesa guardó silencio por un momento antes de esbozar una leve sonrisa.
- "Tu padre amaba mucho a la anterior condesa."
Lily ladeó la cabeza, porque a pesar de ser alguien observadora e inteligente, no dejaba de ser una pequeña que ni siquiera llegaba a los 8 años.
- "Entonces... ¿por qué trata a Cale así?"
Violan la observó con una mezcla de orgullo y preocupación. Su hija era inteligente, más de lo que muchos imaginaban, y eso la llevaba a cuestionar las cosas que otros preferían ignorar.
- "Porque a veces, cuando alguien pierde a una persona importante, todo lo que le recuerda a ella se convierte en algo difícil de manejar."
Lily hizo una pausa, su mirada se dirigió hacia un retrato familiar que ella había exigido tener en su habitación, el pintor era muy bueno...lo suficiente como para capturar la mirada distante que el conde tenía cuando su primer hijo estaba cerca suyo...
- "Pero Cale no es solo un recuerdo...Él está aquí. Es su hijo."
Violan esbozó una leve sonrisa, una que no alcanzó sus ojos.
- "Lo sé, querida. Y tu padre también lo sabe... Solo que a veces, el corazón humano es más complicado de lo que parece."
Lily frunció el ceño, como si tratara de comprender esas palabras.
- "Eso sigue sin ser justo."
Violan la observó en silencio por un momento antes de extender la mano y acariciar suavemente su cabello.
- "No lo es, Lily. Pero a veces, la vida no es justa."
Lily apretó los labios. No le gustaba esa respuesta. No le gustaba que su hermano tuviera que cargar con algo que no pedía, ni que su padre pareciera darse cuenta de su valor solo cuando ya no estaba.
- "Cale no eligió parecerse a su madre, no eligió ser un heredero... pero, aun así, siempre estuvo aquí...hasta ahora."
Violan observó a su hija con una mezcla de ternura y melancolía. Lily, tan pequeña y a la vez tan perspicaz, veía con claridad lo que muchos adultos preferían ignorar.
- "Y sigue estando, aunque su camino lo haya llevado lejos."
Lily bajó la mirada al retrato familiar, deteniéndose en la figura de su hermano. El pintor había capturado con precisión su expresión distante, esa mirada despreocupada que engañaba a la mayoría. Pero Lily sabía que no era indiferencia, sino una barrera, una forma de mantenerse al margen de lo que se esperaba de él.
- "Espero que vuelva...pero no quiero que lo haga solo porque padre lo quiere de regreso ahora."
Violan acarició suavemente el cabello de su hija, su sonrisa era serena, pero teñida de tristeza.
- "Entonces, lo único que podemos hacer es esperar... y confiar en que, cuando regrese, lo haga porque así lo desea."
El silencio se instaló entre ambas, solo interrumpido por el crujir de la madera y el suave aleteo de las cortinas con la brisa nocturna. Afuera, más allá de la ventana, las rosas del jardín se mecían bajo la luz de la luna, testigos silenciosas de los recuerdos y los sentimientos que aún perduraban en la mansión Henituse.
[Ubicación: Despacho del Conde Henituse]
Una esfera de cristal emitía un tenue resplandor azulado, proyectando la imagen nítida de Basen Henituse al otro lado de la comunicación. Su postura era recta, su expresión calmada pero atenta, reflejando esa madurez prematura que siempre había llevado consigo.
Deruth observó a su hijo a través del cristal, sintiendo un leve alivio al verlo bien. Basen era alguien en quien podía confiar, un hijo que comprendía las responsabilidades de la familia.
- "¿Cómo va todo en la capital?"
Basen asintió ligeramente.
- "Todo está en orden, padre. He estado supervisando los negocios como lo solicitó. Los registros comerciales no han mostrado irregularidades y la influencia de la familia sigue estable."
El conde asintió con satisfacción, pero su mirada se tornó más seria.
- "Y... ¿qué hay de tu hermano?"
El silencio que siguió fue breve, pero suficiente para que Deruth lo notara. Basen mantuvo la compostura, pero su tono bajó levemente cuando respondió.
- "No he tenido noticias recientes de él."
No era del todo una mentira. Desde que Cale se había marchado, sus comunicaciones habían sido esporádicas, y aunque Basen tenía una idea de sus movimientos, no conocía sus verdaderos planes.
Deruth suspiró y apoyó los codos sobre el escritorio, entrelazando las manos delante de su rostro.
- "Ese irresponsable..."
Basen no dijo nada. Sabía que su padre solía decir esas palabras por costumbre, pero había algo diferente esta vez. Su tono no era de pura desaprobación, sino de frustración... quizás incluso de preocupación.
Basen ajustó ligeramente su postura, ocultando la tensión que comenzaba a acumularse en su interior.
Había pensado muchas veces en aquella carta que le entregó al príncipe heredero por orden de Cale. No sabía qué contenía, pero desde entonces, la seguridad en la capital había aumentado significativamente. Guardias adicionales patrullaban las calles, los movimientos de la nobleza eran más vigilados y el ambiente en la corte se había vuelto más cauteloso.
Y luego estaba la advertencia de Cale...
"Ten cuidado en la celebración de los 50 años del rey."
Basen nunca había ignorado las palabras de su hermano, aunque muchas veces parecieran enigmáticas o carentes de sentido en el momento. Pero ahora, con la creciente tensión en la capital, no podía evitar preguntarse qué era exactamente lo que Cale sabía.
- "Si vuelves a saber de tu hermano, quiero que me lo digas."
La voz de Deruth lo sacó de sus pensamientos. Basen levantó la mirada y asintió con naturalidad.
- "Lo haré."
El conde lo observó con detenimiento, como si intentara encontrar algo oculto en su expresión.
- "¿De verdad?"
Basen sostuvo la mirada de su padre con calma.
- "Sí."
No era una mentira. Si volvía a saber de Cale, lo tendría en cuenta. Pero decirle a su padre todo lo que sabía... eso era otro asunto.
Deruth suspiró y se apoyó en el escritorio, masajeando su sien con una mano.
- "Ese chico... ¿En qué demonios está metido?"
Basen no respondió de inmediato.
- "No lo sé."
Tampoco era una mentira. Podía sospechar, pero Cale nunca le dijo exactamente qué estaba planeando. Y, francamente, cuanto menos supiera, mejor para su propia salud mental.
Deruth permaneció en silencio por unos segundos, tamborileando los dedos sobre la superficie de su escritorio. Basen pudo notar que su padre no estaba satisfecho con su respuesta, pero tampoco insistió más en el tema.
Finalmente, el conde exhaló un largo suspiro y cambió ligeramente su postura.
- "Solo espero que no haga algo de lo que se arrepienta."
Basen sintió un leve cosquilleo en la nuca. ¿Su padre había dicho eso por mera preocupación o porque, en el fondo, intuía que algo grande estaba ocurriendo?
- "Cale siempre ha sabido lo que hace."
Deruth soltó una risa breve, sin humor.
- "¿De verdad crees eso?"
Basen mantuvo la compostura.
- "Sí."
La respuesta de Basen fue firme, sin dudar.
Deruth lo miró por un momento, buscando quizás algún indicio de incertidumbre en su hijo, pero solo encontró convicción.
- "Siempre pensé que él solo estaba escapando de sus responsabilidades."
Basen apretó los labios. Era lo que todos decían, ¿no? Que Cale era un vago, un problema, alguien que no valía la pena. Pero él lo veía diferente.
- "Tal vez no quería las mismas responsabilidades que usted esperaba de él."
Deruth arqueó una ceja.
- "¿Y cuáles eran las que sí aceptaba?"
Basen guardó silencio por un momento, organizando sus pensamientos.
- "Las que nadie más veía...pero..."
Basen hizo una breve pausa, eligiendo sus palabras con cuidado. Si él no las notó en su momento, ¿de qué serviría que se las dijera ahora?
Deruth frunció el ceño.
- "¿Pero...?"
Basen sostuvo la mirada de su padre con tranquilidad.
- "Si Cale hubiera querido reconocimiento, lo habría buscado. Si hubiera querido que usted lo viera... se lo habría mostrado."
Deruth chasqueó la lengua, desviando la mirada momentáneamente antes de volver a fijarla en Basen.
- "Hablas como si realmente creyeras que él tenía algún tipo de plan oculto."
Basen no respondió de inmediato. En su interior, quería decirle que sí, que Cale siempre había sabido lo que hacía, incluso cuando los demás lo miraban con desprecio o indiferencia.
Pero decirlo en voz alta no cambiaría nada.
- "No es un plan oculto, es simplemente la forma en la que él ha decidido vivir."
Deruth soltó una leve risa, sin humor.
- "Siempre lo justificas, Basen. Siempre lo defiendes. Pero no puedes negar que se fue sin una sola explicación."
Basen sintió una punzada en el pecho, pero su expresión no cambió.
- "¿Usted realmente lo habría escuchado si la hubiera dado?"
El silencio que siguió fue más pesado que cualquier respuesta que Deruth pudiera haber dado. El conde entrecerró los ojos, analizando a su segundo hijo con detenimiento, como si no reconociera con quien estaba hablando.
- "¿Qué estás tratando de decir?"
El joven mantuvo la compostura, aunque en su interior sentía la tensión acumulándose.
- "Nada, solo que Cale nunca ha sido alguien que hable sin motivo. Si no explicó por qué se fue, entonces es porque creyó que no era necesario hacerlo."
Deruth se apoyó en el respaldo de su silla, cruzando los brazos.
- "¿Y tú lo aceptaste así de fácil?"
El joven exhaló suavemente; no era fácil aceptarlo, sabía que desde afuera se veía mal lo que, hacia su hermano, pero...había algo que le impedía detestarlo.
- "No es cuestión de aceptar o no. Simplemente confío en él."
El conde apretó los labios, su mirada reflejando frustración.
- "Eres demasiado indulgente con él."
Basen no respondió de inmediato. Sus dedos se entrelazaron con calma sobre su regazo, pero en su mente, las palabras de su hermana resonaban con fuerza.
"Padre no quiere a nuestro hermano aquí solo porque es su hijo... hay algo más..."
¿Realmente era solo preocupación lo que impulsaba a Deruth?
Basen bajó la mirada por un instante antes de volver a alzarla, su voz manteniéndose serena.
- "Tal vez. Pero no creo que sea el único que lo es."
Deruth entrecerró los ojos con desconfianza, pero Basen no le dio oportunidad de insistir.
- "Hablando de responsabilidades, hay algo más que debería saber sobre la capital."
El conde estudió a su hijo por un momento antes de asentir lentamente, permitiendo el cambio de tema.
- "Adelante."
Notes:
¡Hola, mis hermosos lectores!
¡Aquí seguimos con vida para el siguiente capítulo!Disculpen si este capítulo es más lento que los demás, pero tenía que poner que es lo que estaba haciendo la familia Henituse.
Otra vez, recuerden que los personajes no tienen necesariamente la misma personalidad que en la obra original (digo el Basen original no hubiera dicho nada al conde)
Nos vemos en el siguiente cap, probablemente me demore más porque...estoy en la Universidad chiquillos :D
Chapter Text
[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.] [Ubicación: En algún lado a las afueras de territorio Ubarr.]
Hans y Choi Han asintieron, aunque por razones muy distintas. El primero, con una ligera tensión en la mandíbula; el segundo, con una expresión que se mantenía serena, pero que ocultaba el torbellino que llevaba dentro.
Unas horas después, la atmósfera en el campamento se había relajado. Cage reía escandalosamente, con una copa de vino en la mano, su voz resonando alegre mientras lanzaba blasfemias creativas contra el dios de la muerte. Taylor Stan, en cambio, permanecía en silencio, observando el fuego con una serenidad extraña, como si el caos a su alrededor no le concerniera.
Biel estaba sentado a su lado, recostado con el rostro levemente enrojecido por el alcohol, aunque realmente no estuviera borracho, una media sonrisa en los labios.
-"¿Sabes, Cage? Si ese dios quiere matarme, que lo intente. Le costará trabajo."
-"¡Ja! ¡Eso, Biel! ¡Enséñale tú quién manda! ¡Brindo por los mortales tercos!"
El más joven bufó, pero no negó el brindis. Alzó la copa con desgano y bebió; apoyado contra un tronco, sin dejar de mirar las llamas del fuego. No le molestaba la irreverencia de Cage; al contrario, le parecía un raro respiro en medio del caos.
Pero entonces, sintió un leve estremecimiento. Un escalofrío le recorrió la espalda, como un susurro que no provenía del viento.
Susurro del descanso eterno.
Esa sensación... no era la primera vez. La había sentido en Taylor, hace unas horas, cuando lo conoció, también la sintió en el Condado Henituse, por parte de la excusa de padre que tenía, la sensación en el condado era MUCHO más incomoda que la de ahora. También con Hans, una vibración leve, como una campana que no se decide a sonar, pero cuya amenaza pende en el aire.
Desde un poco más lejos, Choi Han los observaba en silencio. Sus ojos no se apartaban de Biel, aunque su rostro se mantenía inexpresivo. El contraste entre la ruidosa alegría de Cage y la relajación de Biel le parecía insoportable. Ese era su lugar... él quería estar ahí. Pero no se atrevía. No todavía.
Hans lo notó.
Y no le agradó.
Apoyado contra un árbol, cruzó los brazos con tensión apenas contenida. La audacia de ese hombre... había golpeado a Biel un estado cercano a la muerte. Y luego casi se marchaba con Ron y Vicross. ¿Y ahora lo observaba con esa mirada?
El ambiente se rompió abruptamente con un sonido lejano y violento. Una explosión retumbó en la noche, distante, pero suficiente para cortar la risa de Cage y hacer que todos se pusieran de pie.
Taylor Stan alzó la cabeza, tranquilo.
-"Eso no fue un accidente."
Biel sintió un escalofrío recorrerle la espalda. El tipo de frío que no se mitigaba con una manta. Un susurro invisible en su oído. "Muerte". No inevitable. No predestinada. Una que podía evitarse.
-"Es un dragón..."
Dijo en voz baja, apenas un murmullo, pero que bastó para que todos lo escucharan.
Cage parpadeó, bajando la copa.
-"¿Qué dijiste?"
Biel no respondió de inmediato. Sus ojos estaban fijos en la oscuridad más allá del fuego, como si pudiera ver a través de la noche. El escalofrío persistía, una advertencia muda que vibraba en su nuca. Era diferente a las veces anteriores. Más urgente. Más dirigido.
Una vida. Un alma. Dolor. Soledad. Muerte que aún puede evitarse.
La habilidad no ofrecía explicaciones lógicas, pero tampoco mentía. Lo sabía.
Hans frunció el ceño, moviéndose más cerca.
-"¿Está seguro joven maestro?"
-"Sí..."
Musitó, como si respondiera más a sí mismo que a los demás...parecía perdido entre la conmoción del momento y sus propios pensamientos.
-"Él estaba atrapado, pero logro liberarse...No es un dragón adulto..."
Cage se puso lentamente de pie, su expresión ahora más seria.
-"Si es un dragón, la situación es grave, más si es un niño. ¿Sabes dónde está?"
-"No exactamente."
El pelirosa cerró los ojos por un segundo, intentando enfocar el murmullo persistente que invadía sus sentidos. Una dirección vaga. Una emoción pesada. Luego los abrió, con decisión.
-"Pero no está lejos."
Sin pensarlo, echó a correr hacia el sendero. El murmullo, antes apenas un susurro, ahora parecía guiar cada uno de sus pasos. En su pecho, sentía un nudo: veía al dragón joven como un reflejo de sí mismo, atrapado y solo, desprovisto de la calidez maternal que ambos habían perdido.
Cage soltó un quejido y, tras un breve instante de sorpresa, agarró su capa y lo siguió con paso firme.
-"¡Espera, Biel! No me dejes atrás."
Hans maldijo entre dientes, tomó su arco y corrió tras ellos. Choi Han, imperturbable, se puso en movimiento con la misma elegancia letal de siempre, manteniendo la mirada fija en Biel.
El bosque los envolvió con su oscuridad y el crujir de ramas secas bajo sus pies. Cada paso que daban, el susurro se hacía más claro, más urgente. Biel notó el pulso de la vida en la tierra, la tensión en el aire, y se recordó a sí mismo niño: corriendo, herido, anhelando ayuda.
Era un recuerdo borroso, pero tan familiar... El crujir de las ramas, el perfume húmedo del musgo, las sombras que danzaban como manos al acecho. Cale podía sentir, bajo sus pies descalzos de niño, la misma mezcla de miedo y determinación que lo impulsó tiempo atrás a seguir adelante, aun cuando su pequeño cuerpo sangraba y su corazón dolía.
Sacudió esa visión y apretó los puños: no era el niño herido de entonces, sino alguien que había aprendido a convertir el dolor en fuerza.
Al doblar un tronco derribado, el claro apareció de golpe: la hierba pisoteada y el murmullo ahora inconfundible se concentraban en un mechón de escamas moteadas que sobresalía entre las raíces. Con cuidado, Cale se acercó y allí estaba: el dragón bebé, con uno de sus alerones doblado y la mirada clavada en la niebla nocturna.
Se arrodilló, dejando que el recuerdo definitivo del susurro le recorriera la nuca. El pequeño alzó la testa con esfuerzo, sus ojos negros como perlas reflejando un terror tan puro como el que él conoció al quedar solo.
-"Ya voy..."
Murmuró, en un tono más suave del que se había oído salir de él en mucho tiempo. El dragón bebé parpadeó lentamente, como si luchara por mantenerse consciente. Sus escamas, aunque opacas por la suciedad y el dolor, relucían débilmente bajo la luna. El alerón doblado se movía apenas, y con cada intento, un gemido agudo escapaba de su garganta.
Cale se arrodilló sin dudarlo junto al pequeño dragón. A su alrededor, el mundo parecía diluirse: no había Cage, ni Hans, ni Choi Han. Solo ese ser encogido por el dolor... y el eco profundo de su propia infancia.
-"No llores...No estás solo."
Rebuscó rápidamente en su bolso hasta dar con una pequeña botella de cristal, donde una tenue luz azulada oscilaba dentro. Era una opción de alto nivel, una de las pocas que tenía guardada desde su llegada, destinada a emergencias. Esta era una.
La destapó con cuidado. El dragón gimió otra vez, moviendo la cabeza débilmente. Cale notó cómo su cuerpo entero vibraba, no solo de miedo, sino de una energía inestable... oscura. La ira y el dolor se entremezclaban en un caos latente. Si esa criatura estallaba...
-"Shhh...Ya está... No va a doler más."
La poción no era suficiente para sanar una herida tan profunda de inmediato, pero su magia alivió el dolor al instante. Las tensas escamas del pequeño dragón se relajaron. El temblor disminuyó. Su respiración, antes entrecortada, comenzó a acompasarse.
Cale notó cómo el murmullo del Susurro del descanso eterno retrocedía, como si la muerte misma diera un paso atrás.
-"Así está mejor, ¿eh...?"
El dragón bebé ladeó la cabeza, sus párpados cayendo. Cale, aún con la mano sobre su frente, sintió que un lazo se formaba entre ambos. No mágico. No impuesto. Algo más antiguo y puro: la promesa de no dejar a nadie más atrás.
Entonces, tras ellos, se escuchó un crujido.
-"¿Está bien?"
la voz de Cage, contenida y baja, se acercó por detrás de él. Cale asintió sin mirar atrás.
Cale asintió sin mirar atrás, los ojos clavados en las pequeñas garras del dragón que, aún adolorido, se aferraban a su ropa como si su vida dependiera de ello. Sus labios, antes curvados en una tenue línea de ternura, volvieron a adoptar la expresión apática que todos conocían.
-"Está vivo. Eso es suficiente."
Su voz sonó seca, casi indiferente, pero no soltó al dragón.
Cage entrecerró los ojos al notar el cambio. Había una tensión rara en el aire, como si ese gesto, ese instante de ternura, hubiera sido un error que Cale intentaba borrar. El dragón movió la cola débilmente, y con esfuerzo alzó la cabeza. Su voz era un susurro rasposo, apenas audible.
-"¿Vas a... domarme... también?"
Sus ojos negros lo observaban con desconfianza. Había odio contenido allí, no hacia Cale... sino hacia todo lo que representaba el encierro, la soledad, el abuso. El muchacho chasqueó la lengua, girando el rostro apenas para escupir su respuesta con esa frialdad calculada que usaba como coraza.
-"No tengo interés en eso. No me importan las criaturas mágicas si no quieren estar cerca."
El dragón parpadeó. Sus párpados temblaron. Por un momento, el silencio fue tan profundo que incluso las ramas dejaron de crujir. Y entonces, muy lentamente, el pequeño cuerpo se acomodó contra el pecho de Cale, sin decir nada más.
No huyó.
No intentó alejarse.
Simplemente se quedó allí.
Hans se mantuvo unos pasos detrás, los brazos cruzados con una rigidez que delataba su incomodidad. Su mirada estaba fija en la escena: Cale, de pie, sosteniendo al dragón sin una pizca de dramatismo, como si cargar con criaturas heridas fuera parte de su rutina diaria.
Hans bajó la vista, sintiendo cómo algo viejo y no dicho se agitaba en su pecho. Recordaba vagamente las historias que escuchó durante su primer mes en la mansión Henituse, cuando aún era un simple aprendiz entre los mayordomos de más edad.
Cale, el niño que desaparecía sin previo aviso...
Cale, el que volvía con rodillas rotas y manos llenas de espinas...
Cale, que nunca daba una explicación, solo subía a su habitación y dormía como si no existiera nadie más.
Al principio, los adultos pensaron que era un berrinche, una rabieta silenciosa por la nueva esposa del conde. Pero a medida que los años pasaron, y el chico seguía escapando sin llanto, sin reclamos, solo con un silencio espeso y resignado... comenzaron a decir que estaba dañado. Roto por dentro.
Hans no lo había entendido del todo. Hasta ahora.
Choi Han dio un paso adelante, aún sin quitar la vista del pelirrojo. La imagen que había construido de él, la máscara de noble mimado y desagradable, se estaba resquebrajando. Había en Cale una calma fría que no nacía del poder... sino del dolor. Un tipo de control que solo nacía en quienes no habían tenido otra opción más que resistir.
-"¿Por qué haces esto?"
Preguntó el chico de rasgos exóticos, como si no supiera si quería oír la respuesta.
Cale levantó ligeramente la cabeza, sin apartar la mano de las escamas del pequeño dragón.
-"No voy a dejar que destruya media aldea por una herida mal curada. ¿Eso es tan difícil de entender?"
Respondió, con esa sonrisa sin que la emoción no tocara sus ojos. Choi Han lo miró un momento más, como si buscara algo detrás de esas palabras. No lo encontró. Solo una barrera más.
Al ver que nadie más decía nada, Cale se puso en pie con el dragón aún en brazos. No hizo ningún comentario, ni una orden, simplemente comenzó a caminar de vuelta hacia el campamento. El silencio que lo envolvía era de esos que dejan una estela. Cage y Choi Han lo siguieron, intercambiando una breve mirada que no necesitaba palabras.
Hans fue el último en moverse, aunque por un instante pensó en quedarse. Algo en esa escena, en la sombra de ese chico caminando bajo la luna con una criatura rota contra el pecho, le pareció demasiado íntimo. Demasiado humano. Pero finalmente avanzó, cruzando los brazos tras la espalda, tragándose la pregunta que aún ardía en su garganta.
Cuando llegaron al campamento, el fuego seguía crepitando. Algunos sirvientes se habían quedado dormidos en sus puestos, otros fingían estarlo. Solo Taylor Stan estaba completamente despierto, pues había una tenue luz en su carpa.
Cage fue directo a él. Con la calma de quien sabe que la fe también se alimenta de verdades terrenales, se sentó a su lado y comenzó a hablar en voz baja. Le contó lo que había sucedido, omitiendo detalles innecesarios, pero sin ocultar la gravedad del momento. Taylor escuchaba sin interrumpir, su expresión tornándose lentamente más seria.
Cale, mientras tanto, entró en la tienda más grande del campamento con el dragón ya medio dormido entre los brazos. Lo colocó sobre una manta y, sin pensarlo, se quitó el abrigo para cubrirlo. Luego, se sentó a su lado, cerrando los ojos como si pudiera apartar a todos los demás del mundo.
Y así terminó la noche.
Sin grandes revelaciones.
Sin promesas.
Solo el sonido del viento entre los árboles... y un niño que una vez se escapó de casa, cuidando ahora de alguien que también había estado solo demasiado tiempo.
Notes:
¡Hola, mis hermosos lectores!
¡Aquí seguimos con vida para el siguiente capítulo!
Disculpen si este capítulo hace que los personajes estén DEMASIADO fuera de su personalidad canon, pero...otra vez, recuerden que los personajes no tienen necesariamente la misma personalidad que en la obra original (digo por Hans)Además, las ubicaciones de los lugares están mezcladas ¿por qué?
Bueno, ¿fueron los dioses :D?
Nos vemos en el siguiente cap.
Pregunta: ¿Tienes algún youtuber de videojuegos favorito?Fecha original de publicación: 30/04/2025
Chapter 9: Un paseo al pasado...
Chapter Text
Era el tercer día consecutivo que el pequeño Cale se escabullía de la mansión sin que nadie lo notara. A veces caminaba sin rumbo; otras, corría sin detenerse, como si la distancia pudiera borrar las voces que aún resonaban en los pasillos: "La nueva señora Henituse es tan amable", "El conde se ve feliz otra vez".
¿Feliz? ¿Otra vez?
Cale tragó saliva. ¿Cuándo había sido la primera vez?
El bosque no era tan espeso como lo describían los libros de la biblioteca Henituse, pero sí lo suficiente para ocultar a un niño de diez años, con ropa manchada y pasos silenciosos. Vestía lino sencillo, intentando confundirse entre los pueblerinos. Nadie podría tomarlo por un noble... salvo por ese cabello rojo que ardía como una vela en la penumbra. Lo ocultó bajo una capucha, pero no servía de mucho. Más de un campesino lo había observado con recelo ese día, sabiendo que ese color no pertenecía a la región. No preguntaron. Él no explicó.
Apenas habían pasado unas semanas desde que su padre regresó con la nueva esposa. Cale no recordaba su nombre. No quería recordarlo. Lo que sí recordaba eran las miradas que ya no se dirigían a él, los pasillos que ahora se sentían ajenos, y la habitación de su madre... vacía.
Caminaba entre raíces y piedras, pero lo que más pesaba no eran sus piernas, sino sus pensamientos.
¿Era muy egoísta desear que todos desaparecieran?
¿Quizá sería mejor que me fuera?
Pensar en eso no le causaba miedo. Solo una calma extraña, venenosa, como si su ausencia no le hiciera falta a nadie. La nueva esposa del conde sonreía demasiado. Y lo peor era que no parecía fingido.
"Tan encantadora", "Tan educada", "Una madre dulce para los nuevos hijos que vendrán", decían las doncellas.
¿Nuevos hijos?
¿Eran sus hermanos? ¿Lo serían?
¿Llamarían "padre" al conde con una facilidad que él nunca pudo imitar?
Cale recordaba a su madre. No por su voz, que ya se desdibujaba. Ni por su rostro, que apenas sobrevivía en recuerdos borrosos, como retratos desleídos tras una lluvia. La recordaba por su ausencia. Por la forma en que nadie pronunciaba ya su nombre, como si nunca hubiera existido.
Y si ella desapareció tan fácil... ¿qué evitaba que él también lo hiciera?
Sus pasos se volvieron más pesados. La humedad del bosque le calaba las botas, pero no le importaba. Tenía barro hasta las rodillas y sangre seca en los nudillos, tras tropezar con una rama. Nadie lo buscaría hasta el anochecer. Tal vez ni siquiera entonces.
Y fue en medio de ese silencio espeso que lo sintió.
Primero, un escalofrío. Como si el aire se adelgazara de golpe. Luego, una presión leve en el pecho, apenas un susurro en los bordes de su conciencia, pero innegable.
Cale se detuvo. Alzó la mirada.
Y entonces lo vio.
No era un hombre. Tampoco exactamente un elfo. Tenía el porte, sí: el rostro afilado, el cabello largo que caía como oro fundido hasta la espalda. Pero los ojos... los ojos traicionaban cualquier forma. Eran antiguos. Cansados. Dorados como monedas viejas, no por su brillo, sino por el peso que cargaban.
El desconocido estaba de pie junto a un árbol, apoyado con un aire casi perezoso, como si llevar horas esperándolo no fuera nada nuevo. Su túnica clara no tenía barro ni arrugas. No era parte del bosque, pero tampoco desentonaba. Era como si el bosque lo permitiera estar allí. Como si lo conociera.
Entonces, el aire cambió.
Los árboles parecieron contener la respiración.
El mundo entero se inclinó levemente hacia un punto del bosque.
Justo donde Cale estaba parado.
Alzó la vista.
Entre los troncos cubiertos de musgo, la figura se definía: alta, demasiado elegante para pertenecer a ese lugar. Sus cabellos dorados caían como una cascada de luz antigua. Vestía como un noble de un reino olvidado. Y sus ojos...
Eran como metal fundido: dorados, fríos y viejos.
- "Un niño solo en este bosque no vive mucho tiempo."
Dijo la figura, con una voz pausada, cargada de años, Cale no respondió de inmediato. Lo miró con desconfianza. No era miedo exactamente. Era más como... agotamiento.
- "¿Y tú? ¿Acaso vives aquí?"
El hombre...aunque algo no se sentia totalmente humano en él...entre cerro los ojos.
- "Depende de qué entiendas por vivir."
Cale suspiró. Se sentó en una raíz expuesta, empapada de barro. Sus rodillas temblaban, pero no por el frío.
- "No vine a que me rescaten."
El otro no se movió. Tampoco desapareció, como lo hacían todos últimamente. Permaneció allí, observando.
-"Lo noté. Aunque podría decir que sí viniste a que alguien te encontrara."
- "No vine por nadie. Solo quería...estar lejos....de todos..."
El desconocido lo examinó por un momento más largo de lo necesario. No había simpatía en su mirada, pero tampoco juicio. Solo una especie de reconocimiento molesto. Como si ya supiera quién era ese niño antes de que él hablara.
- "Los humanos tienen esa costumbre; Huir de donde duele, aunque lo lleven encima."
Cale frunció el ceño.
- "No soy un humano cualquiera."
- "Ah. ¿Y qué eres entonces?"
- "Soy Cale Henituse"
Respondió, más como una queja que como una afirmación. Después bajó la vista, en voz más baja.
- "Aunque creo que eso ya no significa nada."
- "¿Crees que si te vas, dejarás de ser tú?"
Cale no contestó. Lo pensó.
Quizás no dejaría de ser él. Pero sí dejaría de ser "el que estorba en la casa del conde". "El hijo de nadie" "Parece una cascara vacia, ¿acaso no es humano?"
El hombre se agachó con la fluidez de alguien que no pesa. Que flota. Sus ojos estaban justo frente a los de Cale.
- "Dime, pequeño, ¿qué harás si un día no puedes huir más? ¿Si el bosque ya no te alcanza?"
- "No sé..."
- "Respuesta incorrecta."
- "Eso ya no me importa..."
El hombre suspiró. Un suspiro largo, profundo, como si llevara siglos cansado.
- "Te pareces demasiado a alguien que conocí hace tiempo."
- "¿También era un solo niño?"
- "Era un dragón testarudo y también estaba solo."
- "¿Eres un dragón?"
Cale lo miró, escéptico. Pero no dijo nada. Después de todo, ¿por qué no? ¿Qué tenía de raro un dragón cuando lo demás en su vida ya era tan extraño?
- "Eruhaben. Puedes recordarlo o no. Me da igual."
- "Entonces, ¿te vas?"
- "Vendrás mañana, ¿no?"
Cale no respondió.
Pero Eruhaben ya lo sabía. Así que simplemente se desvaneció entre la niebla del bosque.
Y Cale, por primera vez en semanas, se quedó con algo que se parecía vagamente a la curiosidad.
Cuando regresó a la mansión Henituse, el cielo comenzaba a oscurecer. El crepúsculo caía con la pereza de quien no tiene prisa, tiñendo el mundo de un gris apagado. Entró por la puerta trasera, la misma que usaban los sirvientes, con el barro seco en las botas y las mejillas frías por el viento.
Nadie lo detuvo.
Nadie preguntó a dónde había ido.
Ni siquiera un "¿Dónde estabas?" murmurado con desdén.
Al pasar por uno de los salones, escuchó las risas. La nueva señora Henituse, Violan, estaba sentada tomando té con una de las doncellas mayores, sonriendo de ese modo tan educado y tranquilo que parecía nunca apagarse.
Cale se detuvo un momento al borde de la puerta.
¿Tan fácil era para todos fingir que las cosas estaban bien?
Subió las escaleras sin hacer ruido, más por costumbre que por miedo. Su habitación seguía igual de silenciosa que cuando la dejó esa mañana. Las sábanas intactas. La ventana, abierta. ¿Ni siquiera una criada lo había buscado?
Cerró la puerta con suavidad. Se sentó en el borde de la cama.
Horas. Había estado fuera por horas. Caminando, corriendo, tropezando entre raíces, hablando con un ser que no debía hablar con humanos.
Y nadie lo notó.
¿Cuánto tiempo les tomaría notarlo si algo realmente le pasara?
¿Un día?
¿Una semana?
Pensó en su padre. El conde Henituse. El hombre que una vez, quizás, fue feliz con su madre.
¿Cuánto le dolió perderla?
¿Un día?
¿Un mes?
¿Lo suficiente como para casarse tan rápido?
Y Violan... Violan no era cruel. No era mezquina. A veces, incluso intentaba hablar con él. Pero lo hacía con una amabilidad medida, cuidadosa, como si se tratara de un animal herido que podía morder si se le acercaban demasiado.
Y odiaba, aún más que a Violan, el hecho de que a veces ella lo mirara como si quisiera decir algo... pero no lo hiciera. Como si pensara que intentarlo ya era suficiente.
Pero no la odiaba. No del todo.
Odiaba más a su padre. Por traerla. Por no haberle dicho nada antes. Por no haberlo mirado a los ojos, ni siquiera para explicarle. Ni siquiera para intentar.
¿Qué clase de hombre reemplaza a su esposa y espera que su hijo sonría?
Y lo peor era que Violan lo intentaba. De verdad.
Cale lo veía en sus gestos torpes, en sus preguntas suaves durante el desayuno, en los silencios incómodos que dejaba cuando él no contestaba. Pero ya era tarde. Era ella, sentada en la silla de su madre. Eran sus pasos los que ahora resonaban en los pasillos donde antes solo habitaba el eco.
¿Por qué tendría que hablarle? ¿Para qué?
La habitación le pareció más fría que el bosque.
Entonces pensó en el dragón.
En esos ojos dorados que lo miraban sin piedad, pero también sin lástima. En la forma en que no intentó consolarlo. En la forma en que simplemente... se quedó.
¿Vendrás mañana, no?
Cale se acostó en silencio, sin cambiarse, con la ropa aún húmeda y los pies sucios manchando las sábanas.
No encendió la lámpara.
Y por primera vez en mucho tiempo, deseó que alguien entrara a buscarlo.
Nadie lo hizo.
Esa noche, Cale durmió sin querer hacerlo. El cuerpo le pesaba más que los pensamientos, y la mente se rindió antes de poder seguir cuestionando el silencio de los pasillos. Cayó, simplemente. Como un niño que no sabe si aún quiere despertar.
Y soñó.
Pero no fue un sueño normal. No eran esas imágenes borrosas que a veces lo visitaban. Esta vez, el mundo era claro. Demasiado claro.
El cielo estaba teñido de un negro espeso, sin estrellas, sin luna. Solo una niebla plateada flotaba sobre un campo vacío. No había viento, pero el aire olía a algo antiguo. A cenizas. A piedra. A final.
En medio de ese lugar, sentado sobre una roca rota y cubierta de líquenes, había un hombre.
Cale lo miró con desconfianza inmediata.
- "¿Quién eres tú?"
Preguntó el niño de ojos marrones rojizos, cruzándose de brazos.
El hombre levantó la mirada. Era alto, vestido con ropas negras como si fuera parte del cielo mismo. Tenía el cabello blanco, desordenado, y una sonrisa floja en los labios. Una de esas sonrisas que parecen no tomarse nada en serio... pero tampoco se deshacen fácilmente.
- "Qué niño más malhumorado, Deberías tener más modales en los sueños ajenos."
- "Este es mi sueño."
- "¿Seguro?"
Cale entrecerró los ojos. El hombre no parecía peligroso. Solo molesto. Exasperante.
- "¿Qué eres? ¿Otro espíritu del bosque? ¿Una ilusión?"
El hombre apoyó la mejilla en la mano y lo miró como si acabara de decir algo encantadoramente estúpido.
- "Soy el dios de la muerte."
Respondió en un tono casual aunque aun sonaba un poco pretencioso.
Silencio.
- "...Eres un idiota."
El dios de la muerte se llevó una mano al pecho, fingiendo una expresión dolida que no convencía ni a una piedra.
- "¡Tan cruel! ¡Apenas nos conocemos y ya me insultas! ¡Mi pobre corazón inmortal no puede con esto! ¡Voy a desvanecerme por la pena, oh, tragedia divina!"
Cale lo observó sin pestañear.
- "Dije que eras un idiota, ahora eres un idiota y un actor patético."
El dios bajó las manos con rapidez. Sonreía de nuevo, sin rastro de sufrimiento.
- "Ah, ahí estás. Ese es el tono. Me agradas."
- "No estoy aquí para agradarte."
- "Lo sé. Pero aun así me agradas."
Cale suspiró con impaciencia.
- "¿Qué quieres? ¿Vas a arrastrarme a algún "destino más grande que yo" o solo viniste a molestar?"
El dios levantó una ceja, fingiendo estar pensativo.
- "Mmm... podría decir que vine a ayudarte, a guiarte... pero suena muy cursi, ¿no?"
- "No quiero tu ayuda, suena a una perdida de mi tiempo."
- "Técnicamente, el tiempo no existe aquí, Pero si quieres una respuesta directa... vine porque pronto vas a tomar decisiones. Unas que cambiarán más de lo que imaginas."
- "¿Por qué debería importarte?"
- "Porque en algunas de esas decisiones... morirás."
Cale lo miró en silencio. No parecía sorprendido. Solo molesto.
- "¿Y qué? ¿No eres el dios de la muerte? ¿No se supone que eso es lo tuyo?"
- "Cierto. Pero no me gusta cuando alguien muere antes de tiempo."
- "¿Y mi madre?"
Espetó de pronto, sin pensarlo. Su voz salió baja, afilada.
- "¿Ella también murió "antes de tiempo"?"
- "Qué pregunta tan cruel... Yo que venía con tanto cariño y..."
- "Responde."
- "No puedo."
- "¿No quieres o no puedes?"
El dios giró, como si de repente le interesara observar el cielo sin estrellas.
- "Tonto."
El silencio volvió a llenar el espacio. Cale no hizo más preguntas. No porque no las tuviera, sino porque ya no quería oírlas esquivadas entre tonterías.
- "Puedes irte ahora."
- "Oh, lo haré. Pero nos volveremos a ver, pequeña manzana. No importa cuánto corras, siempre camino al lado de los que cargan la muerte."
Cuando despertó, el cuarto estaba oscuro y helado. No había rastros del dios, pero Cale se quedó mirando el techo un largo rato.
No porque creyera en él...
Sino porque lo había hecho en el sueño.
Y eso, de algún modo, le molestaba más que cualquier otra cosa.
Chapter 10: Imprudente cercanía
Notes:
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Chapter Text
[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.] [Ubicación: En algún lado entre el Territorio Ubarr y la Capital de Roan.]
La mañana llegó envuelta en una neblina suave que se aferraba a los árboles y al pasto húmedo. El aire olía a tierra fresca y a humo de fogata apagada. Cale salió de la tienda con paso tranquilo, vestido con una capa sencilla, el cabello despeinado y los ojos levemente sombreados por la falta de sueño. No porque no hubiera descansado, sino porque llevaba días soñando con la misma escena: sangre, caos y un grito infantil quebrado por el estallido de una explosión.
Hans lo esperaba afuera, ajustando las correas de su bolso con eficiencia. Al verlo, inclinó ligeramente la cabeza, ya acostumbrado a los silencios del pelirosa.
- "Hoy partimos"
Hans asintió con un leve movimiento de cabeza.
- "¿Hacia la capital?"
- "Exacto. Quiero hablar con Basen antes de que algo pase... y ese "algo" está cada vez más cerca."
Hans se tensó, pero no preguntó. Había aprendido que si Cale quería contarle algo, lo haría. Y si no, insistir era inútil. Ambos comenzaron a andar por el camino de tierra húmeda que rodeaba el campamento. Pero al doblar la primera curva, se detuvieron.
En una esquina del sendero, como dejados allí a propósito, había varios cuerpos de conejos apilados. No estaban ensangrentados ni desmembrados, solo cazados con precisión y reunidos con una intención clara.
- "¿El joven dragón?"
- "Sí, parece haberse quedado cerca..."
Lo habían dejado libre, pero el pequeño claramente había decidido lo contrario. No por obediencia... sino por elección. Eso lo decía todo.
- "¿Quiere que preparemos uno?"
- "Sí...Diles que coman. Yo iré más tarde"
Minutos después, el grupo comía junto al fuego, con la carne asada crepitando sobre la leña. Cage se reía con la boca llena, y el pequeño dragón, aún sin nombre, masticaba su parte del botín con orgullo, sin apartarse de Cale aunque se mantuviera a cierta distancia.
Taylor, con los brazos cruzados, observaba en silencio hasta que su mirada se desvió hacia el pelirosa, sentado más alejado, sobre una roca, con una pequeña taza de té entre las manos.
- "¿Siempre es así?"
Hans, ocupado en ajustar la cuerda de su aljaba, alzó una ceja.
- "¿Así cómo?"
- "Reservado. Distante. Como si no fuera parte del grupo."
Hans se encogió de hombros.
- "No es un fan del conejo asado...Nunca lo fue."
Cage, que había escuchado el comentario, se acercó dando un sorbo a su taza.
- "Una de las cualidades de un santo es tener una resistencia mayor a la de un mortal. Tal vez no necesite tanto alimento como nosotros."
Hans sonrió, esta vez con algo más de ironía. Sabía que la verdadera razón era otra. Él había sido así incluso antes de ser un santo... al menos, eso había visto desde la distancia.
El vapor cálido de la taza aún humeante subía lentamente frente al rostro de Cale, fundiéndose con la niebla matutina. No se movía, apenas respiraba, como si su alma también se hubiese quedado atrapada en la escena gris del sueño que lo perseguía. Las voces del grupo llegaban apagadas, como ecos de otra dimensión.
Choi Han se detuvo a un par de pasos, con las manos entrelazadas tras la espalda. La postura, algo torpe para alguien tan diestro en batalla. Su mirada bajó un segundo hacia el dragón dormido, luego se fijó en Cale, con esa intensidad que ya se había vuelto familiar.
- "...Te ves cansado."
Cale bufó por lo bajo, sin molestarse en desmentirlo.
- "¿Y qué con eso?"
Choi Han no respondió de inmediato. Lo observó un momento más, como si buscara palabras que no encontraba. Finalmente, se sentó a su lado, no demasiado cerca... pero no lo suficientemente lejos. Cale, por reflejo, giró un poco su cuerpo hacia el lado opuesto, pero no se apartó del todo. Choi Han tomó eso como permiso tácito.
A unos metros, bajo un árbol de sombra tenue, Hans fingía revisar su bolsa como si contuviera algo interesante. Pero sus ojos no se despegaban de ellos. Su mandíbula trabajaba con fuerza contenida. Chasqueó la lengua.
- "¿Por qué justo ese tipo?"
Cage, sentada sobre una roca y mordisqueando pan, ladeó la cabeza con interés.
- "¿Te molesta que estén juntos?"
Hans lo negó, demasiado rápido.
- "Me molesta que él crea que lo entiende."
Cage sonrió como si hubiera escuchado algo más profundo de lo que Hans pretendía admitir.
- "Tal vez lo entienda...A su manera...ninguno conoce a ese chico como para asegurarlo."
- "No es eso. Es que no fue él quien lo vio arrastrarse fuera del bosque con fiebre y sangre bajo las uñas. No fue él quien escuchó a los sirvientes murmurar que el hijo mayor del conde estaba "perdido para siempre". No fue él quien-"
Se calló. Cage no dijo nada. Pero su expresión ya no era burlona, sino seria.
- "¿Lo admiras?"
Hans apretó los labios.
- "Lo respeto. No lo diria nunca directamente al joven maestro, pero es como un hermano para mi."
Cage asintió, como si entendiera. Aunque en realidad, lo que le interesaba era por qué ese respeto dolía tanto. El vapor de la taza se había disipado, pero Cale seguía sosteniéndola como si aún ofreciera calor. A su lado, Choi Han había dejado caer ligeramente los hombros, como si el simple acto de sentarse lo despojara de su papel de espadachín y lo acercara a algo más humano.
- "...No tenías que venir "
Choi Han giró el rostro hacia él.
- "No tenia, pero igual lo hice."
Cale no respondió. Su pulgar rozaba la cerámica de la taza, luego la bajó lentamente hasta que el fondo golpeó la piedra con un leve "clac". Sus ojos se dirigieron sin intención al dragón dormido. Luego, como si resignarse fuera más fácil que discutir, volvió la vista al horizonte.
- "La gente que me sigue suele arrepentirse, ¿sabes?"
- "Yo no soy "la gente"."
Esa respuesta hizo que Cale girara el rostro, apenas, con una ceja arqueada. Una mueca que no era sonrisa ni burla, solo... un reconocimiento.
- "Cuidado con ese ego, podrías herirte con él."
Choi Han rió por lo bajo. Un sonido corto, contenido, como si no quisiera arruinar el momento. O tal vez porque sabía que, de hacerlo, Cale se levantaría y se iría.
Cale guardó silencio, los dedos aún rodeando la taza vacía. La niebla persistía como un manto sobre la tierra húmeda, y el aire que compartían no parecía pertenecer al resto del mundo. Era una burbuja tenue, frágil, hecha de palabras no dichas... y de las que aún pesaban demasiado para pronunciarse.
Choi Han lo observó de reojo. Sus ojos se detuvieron en las ojeras tenues de Cale, en la tensión de sus hombros, en la forma en que su respiración no era del todo tranquila. Sabía que algo más se escondía detrás de ese rostro neutro, algo que venía persiguiéndolo desde antes de que él llegara.Pero no preguntó.
No porque no le importara.
Sino porque tenía la sensación de que, si lo hacía, el momento se rompería. Cale se levantaría, diría algo seco, y volvería a esconderse detrás de esa muralla de sarcasmo y apatía que tan bien había construido.
Así que no lo hizo. Solo se quedó ahí. Y fue suficiente.
Cale no lo miraba, pero sus hombros ya no estaban tensos. El silencio entre ellos, en vez de alzarse como un muro, se volvió un puente. Inestable. Incierto. Pero real.
Y entonces, con la misma naturalidad con la que uno parpadea o respira, Cale dejó que su cabeza cayera suavemente sobre el hombro de Choi Han.
No fue un gesto ensayado. Tampoco dramático. Solo... inevitable.
Choi Han se quedó inmóvil por un segundo. Su espalda se tensó, no por incomodidad, sino por temor a arruinarlo. Luego, muy lentamente, relajó el cuerpo. No dijo nada. No hizo nada más. Solo permaneció allí, como si eso fuera exactamente lo que debía hacer.
Cale no se disculpó. No se explicó. Su mirada seguía fija en algún punto perdido del horizonte, pero sus párpados caían levemente, como si por primera vez en mucho tiempo el peso sobre sus hombros se hubiese repartido, aunque fuera un poco.
A unos metros, Cage soltó un leve silbido entre dientes, sin disimular su sonrisa torcida.
- "Bueno, eso fue...¿tierno?"
Hans, aún con los brazos cruzados, frunció el ceño sin apartar la vista de los dos.
- "Es imprudente."
- "¿Imprudente? ¿Porque están cerca o porque no estás tú ahí?"
Hans no respondió. Sus labios se apretaron hasta volverse una línea delgada. No era celos, se dijo. Era precaución.
¿Quién, en su sano juicio, dejaba que alguien como Choi Han se acercara tanto sin dudar?
En especial después de la golpiza que le había dado.
Pero la escena frente a él no parecía peligrosa.
Solo... humana.
El dragón, enroscado a los pies de Cale, abrió un ojo, los observó un segundo y volvió a dormirse. A su manera, ya había aceptado que ese humano de cabello rojizo era un lugar seguro. Y Choi Han... bueno, él aún no lo sabía del todo. Pero por primera vez desde que llegó a este mundo, no sentía la necesidad de huir ni de empuñar una espada.
Solo de quedarse. Y Cale... no lo alejaba.
La niebla empezó a disiparse con la lenta claridad del amanecer. Las sombras se retiraban, pero la quietud permanecía. Un suspiro invisible pasó entre los árboles, como si incluso el bosque reconociera que aquel momento —por breve y torpe que fuera— significaba algo.
El mundo podía seguir ardiendo después.
Pero por ahora, nadie se movía.
Notes:
¡Hola, mis hermosos lectores!
¡Aquí seguimos con vida para el siguiente capítulo!Un Cap cortito sisisi.
Puede que haya contradicciones en capítulos, si es así, pueden escribirme para señalarlo y lo volveré a arreglar. Las correcciones son un paso mas cerca del la coherencia.
Nos vemos en el siguiente cap.
Pregunta: ¿Qué carrera les gustaria estudiar?
Chapter 11: Entrada con nueva ¿aliada?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.] [Ubicación: En algún lado entre el Territorio Ubarr y la Capital de Roan.]
La noche caía nuevamente sobre el campamento, pero esta vez sin niebla. El cielo, despejado y punteado de estrellas, ofrecía una calma aparente. Solo el crujido del fuego y los pasos suaves del dragón bebé, al acomodarse más cerca de Biel, rompían el silencio.
El resto del grupo dormía, o fingía hacerlo.
Excepto él.
Biel permanecía junto a una lámpara de aceite, con los dedos manchados de sangre seca y una tenue luz dorada disipándose entre sus palmas. Frente a él, Taylor Stan, ahora sentado con la espalda recta y los ojos abiertos de par en par, aún no asimilaba lo que acababa de ocurrir.
- "Pruébalo, solo...levántate. "
Su voz era neutra. Taylor dudó. Llevaba tiempo sin sentir del todo la presión del suelo bajo sus pies, pero ahora un cosquilleo cálido se expandía desde sus tobillos. Cerró los puños, respiró hondo... y se puso de pie.
Las piernas temblaron, torpes y débiles, pero lo sostuvieron. Ahogó un sonido entre sorpresa y miedo. Biel desvió la mirada, como si no quisiera ver tanta esperanza reflejada en aquel rostro.
- "¿Esto es real?"
- "Lo es, pero tiene condiciones."
- "¿Cuales son esas condiciones?"
- "La magia sagrada cura lo que puede ser corregido. Pero no crea milagros sin costo. Tu parálisis fue causada por alguien. Algo deliberado. Si esa causa no recibe su merecido en un mes, la parálisis volverá."
Taylor se quedó quieto, su expresión endureciéndose. Ya sabía quién. No necesitaba que Biel lo dijera.
- "Venion..."
El nombre cayó como una piedra en la quietud.
El dragón, que dormía cerca del fuego, se agitó. Sus escamas se crisparon y su respiración se volvió irregular. En un segundo, se incorporó con un sobresalto, los ojos abiertos y oscuros, brillando como el fondo del mar.
- "¡Venion...!"
La pequeña voz sonó como un rugido tembloroso, lleno de dolor.
Cale se puso de pie de inmediato, en alerta.
El dragón alzó el vuelo, aún torpe por la herida no del todo sanada. Voló en círculos, no de forma agresiva, sino desesperada. Cada batido de alas parecía un intento de liberarse de un recuerdo incrustado en carne viva.
- "¡Él que me encadenó! Él que... él que me quemó las alas...y reía mientras me dejaban sin comida."
Biel alzó una mano. El dragón, tras unos segundos de resistencia, descendió en picada directo hacia su pecho. Biel lo atrapó sin esfuerzo, y el pequeño se aferró a su capa, temblando.
- "Nos vas a volver, nunca más."
Taylor, pálido, observaba en silencio. El dragón se ocultaba contra el pecho de Biel, vulnerable, respirando con dificultad. El silencio volvió, más espeso que antes.
- "Entonces... ¿fue mi hermano quien causó que el dragón perdiera el control? ¿Cómo llegó tan lejos de mi territorio?"
- "No lo sé...fuera de eso, Tu hermano no será eliminado de este plano fisicó."
- "Entonces, ¿seguirá con vida?"
Cale lo miró por fin, los ojos fríos como el acero.
- "El poder que usé para curarte no menciona muerte. Solo exige castigo igual... o mayor."
El pequeño dragón se calmaba poco a poco, pero aún temblaba.
- "No voy a matarlo. Lo voy a destruir de una forma en que desee estar muerto."
Taylor se tensó. ¿Cómo podía hablar así alguien que representaba a una iglesia? Claro, no era cualquier iglesia... Era la del dios de la muerte.
- "Sé que no tratarás de detenerme...sabes mejor que nadie que eres el más beneficiado si tu hermano pierde la razón de un día a otro."
Taylor no respondió. Sus ojos se perdieron en el fuego. El calor no alcanzaba a calmar el frío que sentía en la espalda.
- "¿Y si ya esta loco?"
Biel bajó la mirada al dragón que aún se aferraba a su capa. Lo acarició con una suavidad inusual.
- "Entonces será fácil llevarlo más allá del borde."
Taylor inspiró hondo. La rabia que tanto tiempo había reprimido comenzaba a agitarse.
- "¿Tienes un plan?"
- "No todavía, pero tengo tiempo. Y eso es más de lo que él cree que tengo. "
El dragón alzó la cabeza, aún jadeante.
- "¿Lo vas a encerrar... como él me encerró?"
Cale lo miró. Su expresión no cambió, pero algo en sus ojos se volvió más oscuro, más preciso.
- "No. Se volverá prisionero de su propia mente"
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El viaje a la capital había comenzado con la primera luz del amanecer. Los caballos pisaban la tierra aún húmeda con un ritmo constante, los carruajes avanzaban pesadamente tras ellos, y el sonido de ruedas, cascos y viento componía una melodía monótona, pero tranquilizadora.
Cale cabalgaba al frente, con el dragón invisible posado sobre su hombro izquierdo, enroscado como un broche etéreo. La criatura dormía la mayor parte del tiempo, aunque en realidad, nunca descansaba del todo. Sus emociones se entrelazaban con las de su nuevo "refugio", volviéndose cada vez más difíciles de distinguir.
A su derecha, Choi Han montaba en silencio. El sol, filtrado entre las hojas, dibujaba sombras sobre su rostro, y aunque mantenía la postura de un guardaespaldas, su atención estaba firmemente clavada en Cale.
—¿Tuviste el sueño otra vez? —preguntó en voz baja, sin mirarlo.
—Todos los días —respondió Cale, con tono seco, casi con desgano—. Ya estoy acostumbrado.
Choi Han asintió. Pero lo que sentía no era costumbre, sino preocupación. Se estaba acostumbrando a preocuparse por alguien que rara vez dejaba ver si estaba bien.
Unos pasos detrás, Hans cabalgaba con la espalda recta, como si su sola presencia bastara para ahuyentar la posibilidad de peligro. De vez en cuando, sus ojos recorrían el camino, luego se detenían en Cale. Notaba los pequeños gestos: el movimiento de los hombros, la rigidez en la mandíbula, el modo en que tocaba la tela de su capa cuando creía que nadie lo veía.
—Sigue perdiendo peso —murmuró para sí, frunciendo el ceño—. Y no acepta ni una porción entera desde hace días.
Cage, desde el carruaje trasero, lo había escuchado y asomó la cabeza, estirando los brazos con pereza.
—Tal vez no necesita comer. Es un santo, ¿recuerdas?
—Los santos también sangran —dijo Hans, con más dureza de la que pretendía.
El viaje continuó sin sobresaltos. El campo se volvió más denso, más ruidoso. Gente viajaba en ambas direcciones: mercaderes, soldados, mendigos. Todos camino a la capital. A la distancia, las torres de vigilancia se alzaban como dientes contra el cielo azul.
Y fue justo en la bifurcación del camino empedrado que la vieron.
Una figura solitaria, de ropas sencillas y cabello castaño, se mantenía cerca de un árbol seco, mirando en dirección a la entrada principal de la ciudad. Estaba tensa, como si su mente recitara y corrigiera planes una y otra vez.
El dragón invisible alzó la cabeza.
—Esa humana... tiene magia.
Cale levantó una ceja, sin girarse.
—¿Amenaza?
—...Útil.
Cale desaceleró el paso, y pronto, los demás lo alcanzaron. Fue Taylor Stan quien, tras reconocerla, bajó del carruaje con cierta sorpresa en el rostro.
—¿Rosalyn?
La joven giró con sobresalto, pero al ver al noble de cabello dorado, sus hombros se relajaron... solo un poco.
—Taylor... Vaya. No pensé encontrar a alguien conocido aquí.
Rosalyn lo miró de pies a cabeza; sus ojos se abrieron de golpe.
—¿Estás... de pie?
Taylor le devolvió una sonrisa tranquila, con esa serenidad medida que había perfeccionado en los últimos días.
—Tuve ayuda.
No explicó más. Y Rosalyn, aunque la curiosidad le carcomía la lengua, no preguntó. Sabía cuándo alguien no quería compartir los detalles.
El grupo se acercó lentamente. Cale desmontó sin palabras, con los ojos clavados en ella como si la midiera con cada segundo. Rosalyn sintió el peso de su mirada. No era amenazante, pero tampoco cordial. Era... analítica. Precisa. Casi inhumana.
A su lado, Choi Han también desmontó, aunque se mantuvo medio paso detrás. Rosalyn reconoció en él a alguien que sabía blandir más que una espada. Su presencia no era la de un escolta común, sino la de alguien que observaba para proteger.
Hans, en cambio, parecía un mayordomo bien entrenado... salvo por la tensión en sus hombros y la mirada que escaneaba su entorno como un halcón.
Y luego estaba Cage. Aún sentada en el borde del carruaje, con los pies colgando y una sonrisa apenas ladeada en los labios.
—¿Nos reencontramos, maga? —dijo con tono casual.
—No esperaba hacerlo tan pronto —respondió Rosalyn, con una leve inclinación de cabeza—. Tampoco esperaba ver tantos rostros nuevos.
—Este viaje es así... —intervino Cage, girando un poco el rostro hacia Cale—. Uno no elige a quién se cruza. A veces, ni siquiera elige a quién se queda.
Rosalyn desvió la mirada hacia Cale. Algo en él la incomodaba. No por desconfianza... sino porque su magia parecía ondear como una segunda piel sobre su cuerpo. Era una mezcla contradictoria: fuego ancestral y sombra fría. Había poder allí. Poder de dragón. Y algo más.
—¿Eres mago? —preguntó sin pensar, con el ceño levemente fruncido.
Cale la miró con calma.
—No.
El dragón invisible ronroneó bajito sobre su hombro, divertido. Rosalyn no pudo evitar dar un paso atrás, como si hubiera sentido una vibración extraña en el aire. Pero lo disimuló rápido.
Taylor fue quien rompió el silencio.
—Rosalyn es una maga viajera. Se dirige a la capital. Tal vez podríamos ayudarla a entrar.
—Soy Hans. Viajo con él; el que va delante es Biel, y el grandote tenso es Choi Han, un espadachín —dijo Hans con tono neutro, aunque sus ojos estaban fijos en ella—. ¿Tienes algo más que decir sobre ti misma?
—Solo el hecho de que soy una maga descolorida —respondió Rosalyn, sonriendo con cortesía—. Las autoridades no siempre son amables con quienes no visten el color de su torre.
Hans asintió sin quitar la mirada.
Cale asintió brevemente, como si el asunto ya estuviera decidido.
—Joven Stan, ¿podrías encargarte tú? Si es problema tuyo, también lo será para el grupo.
Y con eso, volvió a montar. El dragón invisible se acomodó de nuevo, su pequeño cuerpo vibrando con una emoción que Rosalyn no logró identificar del todo. Pero sabía que lo había sentido. Había algo... siguiendo a ese chico.
—¿Siempre es así? —preguntó, ya en voz baja, al lado de Cage.
—Solo cuando respira —respondió la mujer con una carcajada seca.
Rosalyn subió al carruaje trasero. Su mirada se quedó fija en la figura de Cale, que ahora se perdía entre la multitud que aguardaba en la entrada de la ciudad. No preguntó más. No todavía. Una cosa era segura: no se alejaría hasta descubrir qué clase de criatura caminaba bajo esa piel de humano.
Notes:
Hola, mis hermosos lectores!
¡Aquí seguimos con vida para el siguiente capítulo!Biel=Cale
En la narración se hará referencia al personaje utilizando los nombres 'Cale' o 'Biel', según corresponda: se usará 'Biel' cuando esté utilizando su disfraz y 'Cale' cuando no lo esté. Asimismo, se tendrá en cuenta si el personaje que interactúa con él conoce o no su identidad real.
Puede que haya contradicciones en capítulos, si es así, pueden escribirme a mis dms para señalarlo y lo volveré a arreglar. Las correcciones son un paso mas cerca del la coherencia.
Nos vemos en el siguiente cap.
Pregunta: ¿Cómo se lo tomarían si ahora no actualizo en dos meses?
Chapter 12: La capital y un reencuentro.
Notes:
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Chapter Text
[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.] [Ubicación: La Capital de Roan.]
El bullicio de la capital los recibió como una marea constante de pasos, voces, ruedas y campanas. Los guardias de la puerta apenas alzaron la vista cuando Taylor Stan presentó su identificación. Entraron sin complicaciones. Ni siquiera se pidió el nombre del resto del grupo: los sellos reales hablaban por sí solos.
Los cascos de los caballos resonaban sobre el empedrado húmedo, marcando su paso por las calles llenas de comerciantes, nobles disfrazados de humildes y aprendices de magos. Los carruajes se mantenían detrás, avanzando al ritmo dictado por la figura al frente del grupo: Cale, bajo el nombre de Biel, envuelto en su capa gris oscuro y la expresión opaca de siempre.
La mansión Henituse en la capital no era tan grande como la del territorio familiar, pero sí más elegante. Sus muros blancos relucían con la luz del mediodía, y las ventanas altas daban una impresión de vigilancia silenciosa. Dos sirvientes abrieron las puertas al verlos llegar. Uno de ellos, tras confirmar con una carta previamente recibida, corrió al interior.
—"Ya lo esperaban"—murmuró Hans, sin desmontar.
Taylor asintió. Era lo previsto
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[Un mes antes – Territorio Henituse]
Cale y Basen estaban sentados en una sala privada de la biblioteca familiar. El lugar olía a madera vieja y tinta fresca. Lily jugaba en el jardín, vigilada por una doncella.
—"¿Quieres que reciba a Taylor Stan en la mansión de la capital?" —preguntó Basen, entre incrédulo y preocupado.
Cale asintió, removiendo la taza de té con lentitud.
Basen lo observó largo rato. Luego bajó la mirada al papel frente a él, donde reposaba la carta que Taylor había enviado con cuidado y respeto.
—"Tendremos que justificarlo."
—"Lo harás tú."
Cale sonrió con ironía.
—"Dilo como una alianza temporal. Tus estudios te dan espacio para conocer posibles aliados, ¿no?"
Basen asintió, más tranquilo. Luego, con voz más suave:
—"¿Y tú qué opinas de él?"
Cale sostuvo su mirada un segundo.
—"La familia Stan lo considera inútil por su discapacidad, misteriosamente causada. Pero por lo poco que sé de él, es alguien considerado y amable, muy diferente al resto de su familia. ¿Quién sabe? Tal vez el futuro tenga algo preparado para él. Además, no es Venion. Eso basta."
—"Suenas muy seguro sobre su futuro. ¿Planeas hacerlo caer?"
—"No necesito planear nada. Él solo se cavará su tumba... yo solo le daría un empujón, si se me permite."
Basen apoyó el mentón sobre su puño.
—"Lo odio. Pero no quiero su sangre en tus manos, Cale."
—"No tiene que haber heridas físicas. Solo perder todo lo que cree suyo."
Basen asintió lentamente.
—"Y Taylor... ¿de qué lado estará si sobrevive?"
Cale miró al fuego. Su voz fue más baja, como si no estuviera hablando directamente a su hermano.
—"Del lado de quien le devolvió el suelo bajo los pies."
Basen asintió. No era como si siguiera al pie de la letra todo lo que decía su hermano, pero siempre era bueno tener más de una perspectiva. Después de todo, si no hubiera preguntado, era muy probable que hubiera negado, de la forma más cortés, el acceso de Taylor Stan a la mansión Henituse de la capital
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[El nacimiento de un héroe, Línea temporal N°850.] [Ubicación: Mansión Henituse en la capital.]
Basen apareció al pie de las escaleras con paso ligero, el cabello ordenado y una capa corta con el escudo de Henituse. Su mirada pasó de rostro en rostro hasta que encontró a Taylor... y se quedó quieto.
—"Estás de pie..." —murmuró, bajando las escaleras con rapidez—. "¿De verdad estás de pie?"
Taylor sonrió. Sus manos temblaban apenas por la emoción. Basen llegó hasta él y lo abrazó brevemente, golpeando su espalda con más fuerza de la necesaria.
—"Estoy de pie."
—"Dioses..."—Basen se apartó, los ojos brillando—. "Venion se atragantaría si te viera."
Cage, al descender con el resto, comentó por lo bajo:
—"Ese chico es como una versión con filtros suaves de Cale..."
Rosalyn se giró a mirarla, curiosa.
—"¿Cale? ¿Cale Henituse? ¿La tan llamada "basura del condado"?"
—"Shhh. No te guíes por rumores. Cale es más que una basura. Luego entenderás" —respondió Cage, divertida.
Hans bajó con paso medido, como si evaluara la estructura por costumbre. A su lado, Choi Han se mantenía en silencio, la mirada baja pero atenta.
Basen les ofreció una inclinación de cabeza cortés. Al llegar a Cale, aún con su disfraz de "Biel", sus ojos se estrecharon un segundo. El santo desmontó sin decir palabra, y justo cuando Basen estaba por seguir saludando, algo brilló en la bolsa de Biel: un pequeño broche que sobresalía apenas del borde. Una insignia antigua, hecha a mano, en forma de hoja azul. Era una de las cosas que Lily había compartido con su hermano mayor. Un recuerdo. Un símbolo silencioso.
Los ojos de Basen se entrecerraron.
—"Joven Santo, ¿podría robarle un momento de su tiempo para discutir sobre la situación espiritual del territorio Henituse?"
Cale no sonrió. Pero alzó la mirada, y en ella había una sombra de complicidad.
—"Por supuesto. Estoy para servir a los fieles."
Choi Han desmontó sin ser llamado. Se ubicó cerca de la entrada, sin decir palabra. Su postura era recta, su mirada afilada... y no se movió ni un paso cuando Basen le dirigió una rápida, seca mirada, cargada de juicio y contención.
Un segundo de silencio bastó. Luego, el segundo hijo de la casa Henituse giró hacia Hans, como buscando confirmación. Hans asintió levemente.
Era ese chico.
El que casi mata a Cale.
Basen no comentó nada. Pero la tensión en su mandíbula no pasó desapercibida para nadie.
Rosalyn, a una distancia prudente, alzó una ceja.
—"¿Santo?" —murmuró, apenas audible para Cage, que sonrió con la boca cerrada.
—"¿Esperabas menos?"
Rosalyn apretó el borde de su capa. Un santo que sabe esconderse. Uno que carga magia de dragón... y algo más. No estaba segura de en qué se había metido exactamente. Pero ya no pensaba retroceder.
Mientras caminaban por el pasillo, Basen alzó una ceja y murmuró:
—"¿Era necesario todo este teatro?"
Biel respondió con una voz baja, cargada de resignación:
—"Lo era."
El despacho de la mansión Henituse estaba envuelto por una penumbra suave, iluminado solo por la luz que se filtraba a través de las cortinas cerradas. Las paredes estaban cubiertas de estanterías con documentos bien organizados, mapas del reino y algunos libros de historia militar. El escritorio de Basen era impecable, como siempre.
Cale se apoyó levemente en el respaldo del sillón frente a él, sin quitarse la capa todavía. Solo cuando Basen cerró la puerta y giró la llave con un clic silencioso, se permitió chasquear los dedos.
La ilusión se disipó con la misma naturalidad con la que uno se quita un abrigo viejo. El cabello rosa, los ojos apagados de Biel, se desvanecieron. Cale Henituse volvió a ocupar el lugar que le correspondía.
Basen no parpadeó, pero su mirada se suavizó por un instante.
—"Así que... Cale."
—"Gracias por no decirlo antes." —respondió Cale, dejando la capa sobre una silla vacía—. "No todos aquí conocen el disfraz."
—"¿'Biel'?" —preguntó Basen, alzando una ceja.
—"Fue idea de Cage. Lo dijo una vez en voz alta frente a extraños... y ya no había marcha atrás. Me quedé con el nombre." —Cale encogió los hombros como si no fuera la gran cosa—. "Tiene sentido, supongo. No me parezco a mí mismo cuando uso esa cara."
—"Tiene más sentido que te llames así cuando hay gente buscando a Cale Henituse en cada pueblo."
Basen suspiró y se acercó al escritorio, apoyando ambas manos sobre la superficie pulida.
—"¿Estás bien?"
—"No." —Cale respondió sin ironía—. "Pero estoy completo."
Basen lo observó con detenimiento, notando los cambios: la postura más tensa, los ojos que pesaban más que antes, la forma en que sus dedos jugaban con el borde de su capa sin que él se diera cuenta.
—"Y ese tipo... Choi Han." —la voz de Basen bajó un tono—. "¿Qué demonios pasó?"
Cale se quedó un momento callado. Luego se sentó en uno de los sillones, como si necesitara ese respiro antes de dar explicaciones.
—"No es como crees. Me atacó la primera vez, sí, pero él venía de un pueblo masacrado y apenas sabía hablar sin temblar." —lo miró de reojo—. "Ahora... es útil. Leal. Y probablemente uno de los pocos que aguantaría una batalla real sin huir."
Basen apretó la mandíbula, pero no insistió.
—"¿Y Ron? ¿Vicross? ¿No se habián ido con él?."
Cale negó con la cabeza.
—"No he tenido señales de ninguno."
—"¿Crees que están en peligro?"
—"No lo sé. Pero no lo descarto." —Cale bajó la mirada—. "En este momento, no puedo darme el lujo de pensar que están a salvo solo porque quiero creerlo."
Basen se sentó frente a él, su rostro más serio ahora, más frío.
—"Y el sueño... ¿sigues viéndolo?"
Cale asintió lentamente.
—"Más claro cada día. Niños gritando. Gente corriendo. Una explosión cerca del palacio. Y sangre. Mucha sangre."
—"¿Estás seguro de que es durante la ceremonia del rey?"
—"No puedo afirmarlo. Pero la fecha y el contexto coinciden con lo que estoy viendo." —Cale cruzó los brazos—. "Si es lo que creo... entonces hay un plan para provocar un desastre. Uno que se vea como un accidente o como una rebelión."
—"¿Tienes nombres?"
—"Solo sospechas. Y eso no es suficiente para mover piezas sin que se vuelvan contra mí."
Basen asintió con lentitud, digiriendo cada palabra.
—"Entonces estaremos preparados. Yo estaré junto al rey como noble representante del condado Henituse. Y tú..."
—"Iré como tu acompañante religioso." —Cale sonrió apenas—. "'El Santo Biel' suena lo bastante convincente para entrar sin preguntas. Y ahora todos creen que vengo de una orden oculta del Dios de la Muerte. Lo cual es... técnicamente cierto."
Basen soltó una risa nasal, breve.
—"¿'Biel'? ¿De dónde sacaste ese nombre?"
—"Cage. Así empezó a presentarme. Y para cuando quise corregirla, ya era demasiado tarde."
—"Clásico." —Basen se levantó, cruzando los brazos—. "Muy bien, Santo Biel. Prepárate. El cumpleaños del rey es en dos días. Si hay algo por estallar... será entonces."
Cale se puso de pie también.
—"Y si no lo evitamos a tiempo, Roan sangrará desde adentro."
Basen asintió una vez más. Luego, más bajo, agregó:
—"Y esta vez, no dejaré que te lastimen por protegernos."
Cale no respondió. Solo bajó la vista, como si no supiera dónde colocar esa promesa.
Basen se dirigía a la puerta cuando Cale, aún ajustándose la capa para volver a su disfraz de "Biel", murmuró como si fuera un dato irrelevante:
—"Ah, por cierto... hay un dragón viajando conmigo."
Notes:
Hola, mis hermosos lectores!
¡Aquí seguimos con vida para el siguiente capítulo!Se nota que estoy de vacaciones jijiji
Nos vemos en el siguiente cap.
Pregunta: ¿Cómo se lo tomarían si hay actualización dos veces a la semana solo por este mes?
Adaliathefire on Chapter 1 Sat 19 Oct 2024 02:36AM UTC
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Adaliathefire on Chapter 2 Tue 11 Mar 2025 04:43AM UTC
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Symphy_m on Chapter 4 Thu 19 Dec 2024 01:16PM UTC
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Seeyousoon_Miru on Chapter 4 Sat 21 Dec 2024 03:50AM UTC
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murasaki78 on Chapter 6 Thu 13 Feb 2025 04:34PM UTC
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Adaliathefire on Chapter 7 Tue 11 Mar 2025 05:16AM UTC
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murasaki78 on Chapter 7 Wed 12 Mar 2025 02:58PM UTC
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Adaliathefire on Chapter 11 Tue 08 Jul 2025 06:10PM UTC
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