Chapter 1: Dead Laugh
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CAPÍTULO I: «Dead Laugh»
Abotono su camisa con la misma rapidez con la que se dirigía a pasos acelerados hacia la cocina. Tendría que esperar a la llegada de su hermano para poder salir, había recibido una llamada de urgencia hacía algunos minutos, y solo podía esperar que se tratara de un halo de esperanza dentro de toda la mierda en la que estaba viviendo.
Saco un par de tazas de la alacena y empezó a preparar el desayuno a la par que abría un blíster repleto de las pastillas para colocarlas una por una sobre la barra. Su teléfono comenzó a sonar cuando estaba contando las gotas de Vitamina A que incluiría en la manzanilla.
—¿En dónde rayos estás? ¡La recepcionista fue clara! Me quiere allí a las 10 y ya son 9:38. — Inquirió fastidiado.
«—Cálmate ya, idiota, estoy llegando.
—Hoy tengo que cumplir las horas extra de la semana pasada. Así que necesito que te quedes aquí cuidando a Reiju. Y por cuidar, ¡Significa que estés con ella, y no que te quedes dormido en el sofá mientras la dejas viendo televisión todo el día! ¿Está claro?
—«¡Con un demonio! ¡Ya lo sé! Solo pide un Uber de una maldita ve—.
Colgó.
Ni siquiera se molestó en responderle. Su hermano era consciente de la situación en la que se encontraban y el muy cabrón le hablaba de gastar dinero en algo tan banal como un taxi.
Termino de cortar el melón en trozos cuadrados, justo como a ella le gustaban. Pero cuando estaba a punto de subir las escaleras con una bandeja en la mano, noto como su pequeño y hermoso ángel lo veía desde las escaleras.
Lucia su lindo vestido rosa con espirales, sonriéndole como solo ella podía hacerlo, con esos enormes ojos azules llenos de alegría, y todo lo que él pudo hacer, fue devolverle el mismo gesto de la mejor forma que podía, hasta que la escucho soltar una contagiosa y dulce risilla.
—¿Qué es tan divertido? — Pregunto curiosamente entretenido.
—Tu camisa está mal abotonada — Comento a la par que se hincaba para sentarse sobre la barra de la pequeña cocina — ¿En serio te tienes que ir?
—Ya hablamos de esto, y solo será por unas horas, además no estarás sola. Niji y tú verán películas toda la tarde. — Trato de animarla mientras se reacomodaba la ropa — Escucha, si te portas bien, te prometo que iremos al Drury Lane cuando estrenen Ana Karenina ¿Sí?— No entendía por qué su hermanita estaba tan embelesada con ese libro. Lo único que le veía a la obra de Tolstói era a una estúpida mujer encaprichada con un amor imposible, pero bueno, mejor eso a leer las típicas historias simplonas obras de hoy en día como «Fifty Shades» o alguna porquería similar.
De pronto la mirada de Rei se ensombreció por unos instantes —Aún faltan unos meses para el estreno... — Comento la menor con la mirada perdida.
Al instante, Ichiji entendió el significado tras esas palabras, pero no permitió que aquellos demonios se interpusieran por sobre ellos. — Y aunque me tenga que gastar todo el dinero destinado a la comida del mes, tú y yo estaremos en primera fila. — Le aseguro mostrando la poca ternura que conocía gracias a ella.
La pequeña tomo con profunda emoción el gesto de su hermano. — Gracias Ichi.
La puerta se abrió de improvisto, interrumpiendo su conversación, y dando paso a un peliazul alto que compartía los mismos ojos azules que Ichiji. Por sus pronunciadas ojeras era evidente que no había podido dormir en toda la noche. El pelirrojo se levantó de la silla de inmediato y beso en la mejilla a su hermanita. No le preguntaría a ese idiota en donde diantres se había metido, solo esperaba que no se quedara dormido mientras estuviera al cuidado de la pequeña.
—Sanji dejo comida en el microondas, — Le indico mientras colgaba su maletín sobre el hombro — Y no olvides que Rei tiene que cumplir su dieta ¡Así que ni se te ocurra pedir una pizza! O de lo contrario—
—¡Ya lárgate antes de que hagas una escena y me culpes por llegar tarde, Ichiji!
__________
Bajo del metro de Londres mientras revisaba su teléfono, un Iphone que había conseguido en una noche de apuestas en el póker, de otra forma no había podido costearse algo así.
Tenía trece mensajes de su jefe; reclamos por sus tardanzas, solicitud de balances mensuales, y una amenaza implícita de que si no asistía a la próxima reunión de personal, su trasero estaría en la calle antes de que pudiera darle cualquiera de sus estúpidas excusas para siempre llegar tarde al trabajo.
Soltó una risa amarga pensando en lo bueno que sería todo si solo fueran simples excusas.
Finalmente, llego a su destino, justo frente a las orillas del Támesis, y no pudo evitar que un frío temblor se apoderara de él cuándo ingreso al lugar. Sus pies se movieron por sí solos, conocía el camino de memoria.
Al ver la fría recepción se acercó hacia esta. Solo esperaba no tener que empezar otra pelea campal con la recepcionista. Eran las 10:12, y sabía muy bien lo molestas que resultaban si llegaba un solo minuto tarde.
Bueno, ya se las arreglaría.
Esbozo la sonrisa más forzada del mundo para una vieja mujer vestida en un uniforme de enfermera. Era pequeña y de blancos cabellos recogidos en un moño alto.
—Buenos días, Soy Ichiji Vinsmoke. Recibí una llamada de urgencia hace unas horas, me dijeron que—
—Llega tarde, señor Vinsmoke, el doctor está ocupado. — Lo interrumpió en el acto. — Tendrá que llamar a una de nuestras asesoras y le reprogramarán la cita para la próxima semana — La reliquia andante ni siquiera se dignó a verlo al estar tan concentrada en la pantalla de su portátil, y estaba a punto de soltarle unas cuantas verdades cuando escucho una fría voz por detrás.
—Tsuru, ya terminé mis rondas de la mañana. Cruza los dedos para que en los diez minutos que hablo con el señor Vinsmoke, no muera nadie en urgencias. — Comento con extrema seriedad un pelinegro. Cualquiera pensaría que con esa facha y los brazos repletos de tatuajes sería un vagabundo cualquiera, pero de hecho, ese joven era de los mejores especialistas a nivel mundial en su campo — Ichiji, ven conmigo.
La pobre anciana quedó horrorizada al oír tamaña imprudencia del especialista. — Los médicos de hoy son cada día más atrevidos — Escupió indignada.
Apenas salieron del ascensor e ingresaron al piso, Ichiji empezó a escuchar risas y correteos a por montones. Nunca entendió como podía existir tanta alegría dentro de un lugar tan miserable.
—¿Cómo han estado? — Pregunto con preocupación el galeno, pero siempre bañado en ese tono de extrema indiferencia que muchas veces llegaba a hartarlo.
— Sanji ya encontró otro trabajo en un bar. Los primeros días se veía como un maldito zombie salido de The Walking Dead, pero parece que ha logrado adaptarse, y Yonji sigue invicto en el circuito de luchas callejeras. — Comento agachando la mirada — Si su récord continúa, en un par de meses más podremos juntar lo suficiente.
—Sé que Rei valora mucho todo lo que están haciendo por ella. — Aseguro con una sonrisa apenas perceptible, pero sincera.
«Esa niña es más fuerte que todos nosotros juntos»; pensó el pelirrojo
—Quiero creer que pronto se encontrara alguien. Solo es cuestión de esperar, ¿No? — Imito totalmente convencido el mayor de los hermanos Vinsmoke — Y bien, ¿Para qué me llamaste, Law?
Fue entonces que el galeno detuvo su andar intempestivamente. Habían llegado a su destino y de no haber estado atento hubieran chocado.
— Ichiji... — Lo llamo con voz taciturna. — Mejor entremos al consultorio primero.
Como odiaba ese lugar, realmente esperaba que su estancia fuera lo más mínima posible. Leyó las letras que decoraban la placa de la puerta muy lentamente, y sin más, ingreso a la habitación.
Dr. Trafalgar D. Water Law
Oncología Pediátrica
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CAPÍTULO II: «The Strongest»
Cortaba la porción de bife con una precisión envidiable. Era increíble como sus manos estaban automatizadas para la cocina aun cuando su mente se encontrase en un lugar completamente distinto, ya que no podía dejar de pensar en la llamada que le hizo a Ichiji hace un par de horas preguntando por la cita que tuvo con Law.
«—Recién estoy llegando al trabajo, me espera una gran putiza. Hablaremos en casa, ni se te ocurra llegar tarde.
Uno de los pocos beneficios de trabajar en un bar era que tenía descansos los primeros días de la semana, por lo que si se apuraba con los pedidos podría salir a las diez de la noche del restaurante.
Lo único que le quedaba era esperar que las noticias de Ichiji fueran positivas.
¿Como habían llegado hasta ese punto?
Era una de las preguntas que más se repetían en la cabeza de Sanji cuando se enfrentaba a la cruda desnudes de su conciencia. Jamás se hubiera imaginado que las cosas llegarían al punto tan critico en el que estaban. Siguió divagando entre sus pensamientos hasta que una desesperada voz lo hizo reaccionar.
—¡Por Dios, Sanji! La estufa se está quemando — Grito exaltada una voluptuosa joven con larga cabellera color aguamarina, vestida en un lindo traje de mesera.
—¡Maldición! — No perdió tiempo en correr hacia la columna en donde descansaba el extintor más cercano y apenas libero el seguro, apunto directo hacia la hornilla.
«Adiós a la idea de salir temprano del trabajo. ¡El idiota de Ichiji va a matarme!»; pensó
—Gracias Vivi. — Soltó cansado a su mejor amiga.
—De eso nada ¿Estas bien? – Pregunto mientras lo veía con una mirada llena de preocupación.
—Si, no te preocu— Pero no pudo finalizar su frase cuando de repente un fuerte grito seguido del rotundo golpeteo de una puerta los interrumpió.
—¡Sanji! Idiota, mira lo que le hiciste a mi cocina ¡Limpiaras todo lo que quemaste con un maldito cepillo de dientes! — Exclamo el hombre que se acababa de asomar por la puerta lateral, vestía unas impolutas ropas de Chef y tenía un copete muy llamativo de color café.
—Por favor, señor Thatch ¡Cálmese! Espantará a los clientes con sus alaridos. — Suplico una pequeña joven de cabellos marrones al ingresar al lugar.
Inesperadamente el hombre comenzó a reírse como si de una broma se tratase — Mi querida Rika, si tú me lo pides entonces no me puedo enojar — Tomo rumbo a su oficina cuando de repente le devolvió la mirada al rubio – Apropósito Sanji, no estaba bromeando, en verdad te quedaras a limpiar. — Y sin mediar más palabras, cerró la puerta tras de sí.
—Te debo una Rika, si hubiera continuado gritando le habría lanzado el extintor a él también.
— Ignóralo Sanji. Rika y yo nos haremos cargo, tu ve a casa. — Le ordeno Vivi. La joven era de las contadas personas que estaban muy al corriente de toda la situación que envolvía a los Vinsmoke, y también la única que había visto en primera persona como la vida de esa familia se había caído a pedazos frente a ellos.
—Vivi tiene razón, ve con Rei, San. Olvida al Señor Thatch, tu mejor que nadie sabe que el sería incapaz de correrte de aquí por una simple olla quemada. Te debe sus estrellas Michellin.
Sanji se rio con ganas ante el comentario.
Rika tenía razón, por más que su jefe actuara como un idiota la mitad del tiempo — y estuviera ebrio la otra mitad. — Thatch era una persona en extremo comprensiva que valoraba mucho a sus empleados. Nunca lo obligo a quedarse cuando su hermana tenía una recaída. Es más, él era el primero en tirar sus cosas a la calle para que el rubio saliera corriendo a ver a la pequeña.
Pero por más que su jefe lo apoyara en todo lo que podía, el dinero no era suficiente. A pesar de trabajar en las mañanas para su abuelo tampoco podía abusar de los ingresos que el viejo le daba. Por tal motivo, no le quedo otra opción que buscar un empleo nocturno en un bar. No es que fuera su lugar favorito, pero al menos con eso podían juntar suficiente para los medicamentos de Reiju.
—No sé qué haría sin ustedes chicas — Ambas le devolvieron la sonrisa. Sanji era de los hombres más valientes que habían conocido. Lo mínimo que podían hacer por él era darle ese tiempo con su hermanita.
—¡Hey! No les pago para que se miren con lastima ¡Tenemos clientes que atender, dense prisa! — Grito Thatch con una copa de vino en mano desde su oficina.
—¡Ya quisieras Thatch! — Le respondió divertido el rubio.
—Mejor volvamos a trabajar antes de que cambie de opinión y realmente nos eche a la calle — Aseguro Rika, y con esa advertencia en mente, las chicas volvieron a atender a los clientes y Sanji se puso a buscar otra olla.
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«—...El reporte de Ingresos de la firma, y tenemos que presentar todo eso antes del viernes o de lo contra... ¡¿Vinsmoke, me estas escuchando?! — Exclamo con un fuerte alarido su castaño jefe.
Aunque para ser franco no le había prestado atención a Drake, ni a nadie, desde que llego al trabajo.
Ni siquiera era capaz de racionalizar más de dos ideas seguidas en esos momentos, las palabras de Law lo habían dejado cual un cascaron vacío.
—Deberías estar agradecido de ser el hijo de Judge, de lo contrario hace mucho te hubiera echado a patadas de aquí. — Escupió furioso su superior.
La sola mención de ese nombre hizo que Ichiji le dirigiera unas miradas más oscuras que Drake recordaba en sus 36 años de vida, y con una voz en extremo vacía el pelirrojo le respondió.
—¿Solo eso? La próxima vez que te vayas a exaltar, que sea por algo realmente importante. Todos los documentos que necesitas estarán mañana a primera hora en tu oficina — Escupió con seguridad, y dando por finalizada la conversación el pelirrojo salió de la oficina de X Drake, jefe del Departamento de contabilidad financiera de la gran firma de abogados «Imperator».
Aunque nunca lo admitirá, el muy desgraciado tenía razón, odiaba usar el nombre de ese maldito para conseguir algo, pero no le quedaba de otra. Necesitaba con urgencia el empleo, e ingresar a trabajar en ese bufete fue quizás de las mejores cosas que le pudieron pasar. Sabia bastante bien que al ser un economista recién graduado de la facultad, le seria prácticamente imposible encontrar un trabajo bien remunerado fácilmente, y en su situación actual, no se podía dar el lujo de esperar a que llamen a su puerta por empleo.
Por lo que tuvo que hacer unas cuantas llamadas, dar su apellido un par de veces y mentir en otras para así fabricar su propia suerte.
Que la Firma Imperator, quizá el más exitoso estudio de abogados de los Estados Unidos, según la opinión de muchos estadistas y de la mismísima Forbes, la misma que había logrado eclipsar a bufetes de renombre como Sullivan & Cromwell, e incluso Cravath. Haya decido trasladar sus oficinas centrales desde el corazón de Manhattan, para remplazarlo por la gris y también cosmopolita Londres — Estremeciendo Wall St. en el proceso — Fue una noticia que hizo a más de uno levantar la mirada. Muchos analistas consideraron esta decisión muy arriesgada y hasta incluso disparatada, pero eso no impidió que la firma hiciera las maletas despidiéndose del sueño americano.
Lo demás era historia, pero sorprendentemente Imperator no solo había duplicado, sino más bien triplicado sus ingresos desde su llegada al país anglosajón.
¿Quién sabe? Por lo visto sí era posible sacarle provecho del Brexit.
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Se vio en la necesidad de hacer una pausa luego de pasar horas tecleando sin parar, necesitaba un café, y uno bastante cargado. Es especial luego de que la noche anterior no fue capaz de conciliar el sueño en lo absoluto, lamentablemente Reiju no había tenido una buena noche.
Froto su entrecejo con notorio cansancio. Iba a ganarse un gran lio con sus hermanos.
Prácticamente los amenazo para que llegaran a casa temprano, y él se encontraba encadenado a la maldita silla de su escritorio cumpliendo las horas extras que debía por haberse largado sin más a ver a Reiju debido a una deshidratación que tuvo la semana anterior.
Costándole a la pequeña pasar tres noches en UCI, y a sus hermanos… Mejor ni recordarlo.
Sanji casi pierde la conciencia cuando recibió la cuenta del hospital.
Se sorprendió cuando giro la mirada, percatándose al instante que el sol ya se estaba ocultando, el clima de Londres era belicoso hasta con sus propios habitantes al anochecer apenas a las cuatro en una tarde de otoño como esa.
Salió de la oficina, saludando en el camino a Jewelry Bonney, su compañera de oficina, y según los del área de Marketing y muchos otros entendidos, la amante de Drake.
Eso explicaría porque a pesar de siempre comer sin parar en la oficina, estando prohibido, y olvidar por completo hacer sus reportes semanales, Drake nunca le decía nada. —Todo lo opuesto a él. — Le restó importancia al asunto, la persona con la que su jefe saciaba sus bajos instintos no le importaba en lo más mínimo. De hecho, estaba seguro de que Bonney debía estar haciendo una muy mala performance ya que el condenado de Drake seguía con los nervios de punta.
Sin más llamo al ascensor, dispuesto a tomar un pequeño descanso.
La cafetería era enorme y estaba ubicada en la décima planta del gran edificio de 50 pisos construido exclusivamente para la firma, y todo el conglomerado de empresas que estaban a su nombre.
Vio el Starbucks del lugar con notorio aburrimiento. Realmente odiaba ese café, hubiera preferido que pusieran un Brickwood Coffee o alguna estupidez parecida, pero teniendo en cuenta que más de la mitad del personal era Yankee, supuso que a los jefes no les quedo de otra.
Mientras hacia la cola para hacer su pedido, las personas a su alrededor no paraban de hablar.
«—...Vamos a Xoyo esta noche...
«—...¡Esta ciudad es horrible! Jamás pensé que extrañaría tanto el bullicio de Manhattan...
«—¡Y que lo digas! Los ingleses son muy cuadriculados.
«—...Escuche que el Señor Queen llegará en estos días a la firma — comento con alegría una rubia de cortos cabellos a sus espaldas.
¿Señor Queen? ¿Qué persona en sus cinco sentidos pondría a su hijo Queen? Bueno, él no podía decir mucho, su nombre también era inusual.
«—¿Enserio? ¡Que falta nos hace el señor Queen! Ojalá ponga una Jacuzzi en la terraza como lo hizo en la sucursal de San Francisco – Le respondió su acompañante, un afroamericano de cabello gracioso que tenía un aire a Sideshow Bob.
«—...Espero que el Arsenal gane el partido de esta noche. Le aposte 100 libras a Smoker pensando que valía lo mismo que 100 dólares...
«—Eres un idiota Blueno — dijo un hombre con una peculiar nariz.
«—...Me gustaría saber de quien fue la idea de que terminemos tomando el té con la Reina...– Hablo tranquilamente una chica de medias largas con encaje.
«—Estoy seguro de que «Juana la loca» tuvo mucho que ver — Le respondió un corpulento hombre de largos bigotes y melena espesa.
¿La española?
Apenas recibió su café salió de allí.
«Sarta de idiotas si tanto odiaban esa ciudad ¿Por qué demonios aceptaron venir en primer lugar?»
Volvió a la oficina para continuar con su tortuoso balance, pero una voz en su espalda lo detuvo.
—Ichiji, el área de Recursos Humanos te estuvo llamando, como no estabas me tome la libertad de responder. Dicen que recibieron tu solicitud y te darán una respuesta los próximos días —Le comento tranquilamente Bonney mientras engullía feliz un trozo de pizza.
¿A dónde iba toda esa comida?
Sin duda era una pregunta que a Ichiji le causaba insomnio por las noches. La mujer era tan esbelta como un tallo y aunque de buen mirar, a todas luces la palabra mesura era desconocida en su vocabulario.
—Gracias Bonney — Se fue dando una respuesta seca rumbo a su prisión.
Si el mundo tenía el más mínimo grado de piedad con sus hermanos y con él por todas las cosas que les hicieron pasar, esperaba que esa carta pudiera ayudarlos en algo, ya que si las cosas estaban de por sí muy mal...
Estaban a punto de ponerse peor.
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Luego de seis horas de arduo trabajo, finalmente pudo sentir el indescriptible placer de apagar el iMac.
Por fin había terminado el bendito balance de rentabilidad. No entendía por qué le estaban solicitando a todas las áreas presentar los progresos completos de toda su gestión desde el inicio de sus operaciones en Inglaterra. Tal vez su jefe se lo menciono, pero, como casi siempre, no le prestó atención.
—Hasta nunca, Drake —Suspiro feliz. También había cumplido con las horas extra de la semana pasada. Así que finalmente podría salir en su horario habitual de ese maldito edificio a partir de mañana.
El que dijo que la esclavitud había terminado en el siglo XIX estaba muy equivocado.
Mientras guardaba sus cosas se fijó en la hora de casualidad y se llevó una para nada grata sorpresa —¡No puede ser! Ya casi va a ser media noche — exclamo colérico.
Salió a toda prisa de la oficina. No imagino que las horas se pasarían tan rápidamente. Debía apurarse.
Apenas el ascensor del primer piso abrió sus puertas, fue corriendo hasta la entrada principal, pero nada lo preparo para lo siguiente. Cuando en un arrebato de adrenalina y sorpresa, termino cayendo al piso como si de una pluma se tratara. Se había dado de bruces contra algo duro, — Bastante duro, a decir verdad —. Y de no ser porque estaba seguro de que era el Hall del edificio, apostaba su mano derecha a que había impactado contra algún muro de concreto.
Seguía sobándose la cabeza hasta que sintió que le estaban tendiendo la mano. Lo más probable es que se tratara de uno los gorilas del personal de seguridad haciendo sus típicas rondas nocturnas. Maldición ¿Por qué siempre tenían que contratar a esas montañas de tres metros para cuidar las puertas?
No es como si alguien fuera a disparar a quema ropa dentro del lugar.
—¡Grandísimo idiota! La próxima enciende las luces, ¿¡Acaso crees que eres intangible?! — Rechazo el gesto del desconocido delante suyo y salió del edificio. No podía perder tiempo con un inútil despistado, necesitaba llegar a su casa a la máxima brevedad.
...Pero la verdad es que lo último que deseaba era cruzar el portón de su hogar.
El hombre se quedó observando al impertinente y pequeño pelirrojo correr por eternos segundos y soltó una inesperada risilla.
Hacía mucho, pero mucho tiempo que alguien se atrevía a hablarle así.
De repente su teléfono empezó a sonar, e inmediatamente saco un Iphone último modelo de su traje de diseñador, para contestar de manera tranquila.
—¿Qué ocurre? — Cuestiono mientras ingresaba al mismo ascensor del que hace unos minutos aquel mismo pelirrojo había salido.
«—¿Qué ocurre? — le remedo su interlocutor con un matiz que rayaba entre la burla y preocupación —¿Dónde te metiste? El gordo y el flaco están hechas unas fieras preguntando por ti, y no me dejan en paz ¿Por qué tenían que venir a mi casa? ¿¡No podían tener su reunión de matones en otro lugar!?
No podía negar que los socios de su padre eran particulares — Vine a conocer mi nueva oficina— Aseguro con una sonrisa orgullosa que se ocultaba muy bien bajo su espesa bufanda.
«—Hahaha ¡Hermano, eres el mejor! Paso por ti en veinte.
—Que sean diez, Cracker. — Ordeno y corto la llamada. Apoyo sus manos sobre la baranda. Observando en silencio el oscuro cielo de Londres desde el piso más alto del edificio.
Finalmente lo había logrado.
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—Hey, Reiju ¿No prefieres ver «La princesa y el sapo»? o alguna de esas estúpidas películas que ven las niñas, no se... ¿Normales? — Soltó Niji sin un ápice de tacto mientras veían «La Naranja Mecánica».
No es que a él le gustaran las películas de Disney, de hecho, era mucho más entretenido ver a Malcom Mcdowel actuar como un psicópata mientras cantaba «Singin' in the Rain» pero la verdad es que ya llevaba sentado más de dos horas y necesitaba urgentemente ir al baño. Desgraciadamente no podía levantarse porque Reiju se encontraba descansando encima de él.
–No Ni, — Negó estando tiernamente fastidiada — La historia de Alex es muy intrigante, y te recuerdo que no soy una niña normal ¡Tengo cáncer! – Clamo la ojiazul muy seriamente.
—Mocosa ¡Eso es obvio para cualquiera que te ve! —Respondió con visible molestia —Terminemos de ver esta cosa de una buena vez. Tengo hambre, y supongo que tú también.
La niña empezó a reír. Conocía muy bien al ojiazul y sabía que esa era su forma de decirle que estaba preocupado por su alimentación.
Para Niji, escuchar aquella dulce risa justificaba el tener ambas piernas entumecidas hasta el punto de dudar en que si quiera estuviesen allí, y el no haber ido al baño desde la mañana, pero claramente no se lo iba a decir.
—Gracias Ni. — Susurro la menor.
De repente la puerta principal se abrió dando paso al tercero de los hermanos. Provocando al instante que la niña se levantara del pecho del peliazul para ir en busca de Sanji con una gran sonrisa en el rostro.
–¡Sanji! — Canto dulcemente la menor. —¡Por fin regresaste!— Secundo mientras extendía sus brazos para que el rubio la levantaba hasta quedar a la misma altura.
—Gracias mi princesa, yo también te extrañe mucho. — Le respondió el rubio con la misma expresión al llenarla de besos.
«¿Así que con él si eres una princesa? Niña engreída» pensó el ojiazul haciendo una mueca.
—No te pongas celoso, Ni. — Reiju noto de la molestia de su segundo hermano casi al instante, causándole mucha ternura el gesto.
Niji estaba a punto de refutarle a la menor cuando el rubio le alzo la voz — ¡Niji! ¿Cuántas veces tengo que repetirte esto? ¡No quiero que Reiju vea esta clase de películas, idiota! – Reclamo visiblemente molesto mientras apagaba el televisor.
Bueno al menos se desahogaría insultando a Sanji — Escucha imbécil, antes de qu—
—¡Yo le pedí que pusiera esa película Sanji! — Se apresuro en responder su hermana, no quería ver a Niji y Sanji peleando por su culpa nuevamente.
—Tsk, ¡Demonios Niji! A veces en verdad me pregunto quién es el adulto responsable de entre ustedes dos —Articulo contrariado el rubio.
—En vez de estar jodiendo, San. Haz algo útil y prepara la cena, mientras, Rei y yo veremos como Alex se lanza por la ventana — Disparo certero el segundo de los Vinsmoke al arrebatarle la niña al rubio para dirigirse a la sala a encender el televisor nuevamente.
—¡Si serás hijo de–
—Si yo fuera tu no terminaría ese insulto Sanji. Recuerda que compartimos a la misma madre, y Reiju ¿Qué haces despierta a esta hora? – Se pronuncio un cansado pelirrojo mientras cruzaba la puerta de su casa. Aún tenía un fuerte dolor de cabeza por culpa del idiota del Hall y regresaba a casa, siendo casi la una de la mañana para encontrarse a su hermana totalmente despierta y a sus hermanos discutiendo por una estúpida película. Vaya que sería una noche muy larga — Reiju a tu habitación. En un momento Sanji te llevara la cena – ordeno rápidamente el mayor de los hermanos.
—Per–
—¡Arriba Reiju! ¡Ya es hora de dormir!
—¡Bien! De acuerdo. — Respondió la niña con un tono molestia.
Mientras, el pelirrojo observaba seriamente a sus hermanos. Odiaba que la ojiazul los viera discutir —¿Qué les pasa? Quedamos en que no pelearíamos frente a Reiju, si tienen que agarrarse a golpes, por mí no hay ningún problema, solo háganlo afuera.
—¡Sanji se comporta como un marica con Reiju! Está enferma sí, pero no es ninguna retrasada mental — respondió un colérico Niji.
—¡Tiene nueve años!
—¿Y qué más da? Yo vi esa película con mucho menos.
—Entonces entiendes por qué no quiero que la expongas a...
Ignoro la discusión sin sentido y empezó a subir las escaleras. Necesitaba una ducha con urgencia.
—Cuando terminen "su plática", Sanji quiero que vayas a la cocina y veas si hay algo para comer, para saber si pido un delivery, y Niji, llama a Yonji. Pregúntale a qué hora llegara— Los interrumpió y sin más se fue rumbo a su habitación.
—¿Qué le pasa? — Pensó en voz alta el rubio. Sabía que Ichiji estaba bajo un constante estrés por su trabajo, pero esta vez se le notaba diferente, como ido.
–Nah, olvídalo. No es para tanto, de seguro necesita que le den y ya — Respondió con una media sonrisa el peliazul.
—...En verdad a veces dudo que seamos familia — Le contesto con gracia el rubio y sin más fue a la cocina a preparar algo para sus queridos hermanos.
—Tomare eso como un cumplido.
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Sentía las gotas de agua caer sin piedad sobre él, un torrente que amenazaba con ahogarlo en su oscuridad mientras caía por todo su cuerpo, y lo único que podía hacer era abrazarse a sí mismo en medio de aquella densa niebla, sentado sobre las frías baldosas del baño.
El único faro que podía iluminarlo era el de las risas de Reiju en la otra habitación. De seguro sus hermanos estaban haciendo otra de sus típicas escenas mientras le daban la cena.
Como le gustaría estar en esa habitación, ser bañado por esa luz y compartir un escaso momento de paz con su familia, pero si veía a Reiju a los ojos una vez más, terminaría de quebrar las pocas partes que quedaban apenas unidas en él, y no podía darse el lujo de que su hermana lo vea llorar.
Al menos no a él.
Al mayor.
Al más fuerte.
Aun cuando ni él se lo creía.
Se sentía roto, pero no lloraba, era un lujo que él no podía darse. Reiju estaba luchando por su vida día tras día y él no podía ser tan egoísta.
Pero las palabras de Law habían dejado un boquete muy profundo en su alma.
Se encontraba en el consultorio de Trafalgar, era algo extraño que alguien tan sombrío como él tuviera un consultorio tan alegre, lleno de corazones y siluetas de renos pintados por doquier.
—Cuando Reiju fue traída la semana pasada por su deshidratación, hicimos un recuento de sus células T, y tengo que decirte que la proporción esta decre–
—Law, no empieces con tus malditas explicaciones teóricas de dos horas. Sabes que apenas puedo entender la mitad de lo que dices. Así que deja tu lenguaje medico a un lado y ve al grano ¿Por qué me llamaste? — Estaba desesperado, y albergaba una pequeña esperanza de que fueran buenas noticias.
El galeno hizo una prolongada pausa, mirándolo fijamente al mismo tiempo que volvía a ser invadido por aquella indescriptible presión sobre su pecho. Tal y como la primera vez que piso ese hospital en busca de una respuesta por un inesperado desmayo de Reiju.
—Bien. ¿Quieres que sea claro? Perfecto, lo seré. A Reiju se le está acabando el tiempo — Soltó sin más—Tras veintitrés sesiones de quimioterapia, su cáncer parece no ceder y el pronóstico no es para nada alentador. Supongo que sabes lo que sigue, tenemos dos opciones; seguir con el tratamiento de qui–
—Ni hablar Law. No expondré a mi hermana a pasar por ese infierno nuevamente — Recordaba perfectamente lo doloroso que había sido para todos las sesiones de quimio. El llanto de Reiju rogándole no llevarla al hospital, suplicándole que no le pusieran más agujas, los vómitos, los interminables dolores de cabeza y por último, su hermoso cabello sonrosado.
No, no le haría eso a su hermanita.
No otra vez.
La decisión fue unánime por parte de los cuatro cuando Reiju por fin recibió la tan ansiada ultima dosis.
—Entonces solo nos queda la opción del trasplante. Así que seré conciso en esta parte; encontramos un donante compatible con tu hermana.
De no ser porque estaba sentado, muy probablemente hubiera terminado de bruces contra el piso — ¿Lo dices enserio? ¡Porque si es una broma juro que te matare! – Amenazo con clara molestia. Había deseado escuchar esas palabras desde hace tanto tiempo y ahora que finalmente se las decían.
No lo creía posible.
Tenía que llamar a sus hermanos, decirles que finalmente... ¡Había una chance!
—Escucha Ichiji, si queremos salvar a Rei tenemos que empezar el tratamiento ya. De lo contrario te puedo asegurar que ni Dios podrá salvarla.
—Perfecto. ¡Llamare a Niji! Le diré que la traiga en este mismo instante. — Se hallaba en la cúspide de la alegría, pero como todo en su vida, sus ilusiones siempre terminaban echas pedazos.
—Ichiji... aún no termino. — Law lo interrumpió una última vez, y sus siguientes palabras lo llevaron de estar en la punta del cielo a caer directo al mismo averno.
—¡Con un demonio Ichiji! ¡Ya dinos qué rayos dijo ese hijo de puta! — Grito Niji exasperado.
—Se supone que ya encontraron a alguien ¿No es así? Entonces ¿Por qué sigues tan callado? Ichiji ¡Reiju se va a recuperar! — Remarco Sanji irradiando felicidad, no podía creerlo, finalmente su hermanita, su princesa, se libraría del cáncer.
Se encontraban en su pequeña sala, la ojiazul estaba dormida en su pieza mientras sus hermanos discutían sobre la cita que tuvo el mayor con su oncólogo. Y tanto amarillo como azul estaban expectantes, pero lo que salió de los labios de Ichiji hizo que se les fuera el alma del cuerpo.
—Es cierto, encontraron a un donante p-pero ese no es el verdadero problema... — Comenzó a tartamudear del coraje — El problema es la cirugía en sí. Law intento ser positivo, pero en el mejor de los casos, e incluso con ayuda del seguro — Hizo una pausa, necesitaba respirar — Nos va a costar un aproximado de dos millones de libras. — exclamo temblando.
Sanji perdió el color del rostro al instante.
—¿Pero... que? — Ni vendiendo todas sus pertenecías llegarían si quiera a la décima parte de esa abrumadora cantidad. — No es posible...
Quizás era la primera vez que Niji no encontró ningún comentario irónico que pudiera decir. Era consciente de que la cirugía de la mocosa iba a ser muy costosa, pero jamás imagino que fuera tanto dinero
— Maldita sea.
—...Y hay más — Continuo Ichiji.
«¿Más? ¿Podía ser incluso peor?» Caviló el rubio
—Únicamente contamos con un plazo de diez días — El pelirrojo seguía con los ojos cerrados — De lo contrario le darán el trasplante a otra persona y Reiju… — Se vio obligado a detenerse, no se atrevía a decirlo.
Niji intuyo lo que su hermano quería decir, e hizo la cruda interrogante que antes jamás habían considerado antes.
—¿Cuánto tiempo nos dio Law, Ichiji? — Pregunto mirando al suelo.
Sanji busco en el bolsillo de su pantalón, necesitaba un cigarro ahora más que nunca. Y pesar de que Ichiji le había prohibido bajo cualquier circunstancia fumar dentro de la casa. Necesitaba dar una gran calada para sobrellevar lo que vendría.
Tres miradas zafiros de encontraron en la más absoluta penumbra, Ichiji sabía que sus palabras no solo se asentarían como un contundente golpe en sus hermanos, sino que también marcarían el inicio de una ardua cruzada contra el tiempo.
—...Dos meses.
Notes:
N/A:
Muchas gracias por leer.
Aclaraciones Capítulo:
Rika: Personaje que apareció en los primeros capítulos de OP, es la niña que le dio las bolas de arroz a Zoro en el arco del Capitán Morgan y actualmente es cocinera de la Marina.
Estrella Michellin: Es un reconocimiento a nivel mundial para los restaurantes u hoteles que presentan una propuesta única y excepcional de comida.
Cravath Swaine & Moore y WLRK: Son dos de las mejores firmas de abogados en Estados Unidos.
Wall Street: avenida neoyorquina considerada el corazón del distrito financiero de los EUA.
Brexit: Movimiento por el cual Reino Unido se desliga de la Unión Europa trayendo graves consecuencias económicas al país.
UCI: Unidad de cuidados intensivos.
Brickwood Coffee: Cafetería inglesa muy conocida en Londres.
XOYO: Famoso Club nocturno inglés.
Arsenal F.C: Club de futbol londinense.
El gordo y el Flaco: Dúo de comediantes de los años 20 muy reconocido a nivel mundial.
Libra esterlina: Moneda nacional del Reino Unido.
Malcolm Mcdowel: Actor inglés famoso por interpretar a Alex Delarge en La Naranja Mecánica.
Singin' in the Rain: Canción de 1952 interpretada en la película-musical del mismo nombre.
Quimioterapia: Tratamiento a base de químicos para la lucha contra el cáncer, dependiendo del tipo de la enfermedad, suelen ser muy dañinos para el paciente. Se aplica por vía intravenosa.
Trasplante de medula ósea: Tratamiento quirúrgico para las personas que sufren de cáncer a la sangre como el caso de Reiju, más adelante daré detalles de esto para no confundirlos.
Chapter Text
CAPÍTULO III: «El arribo de las bestias»
Se encontraba en el sótano que solían utilizar como vestidores. Estaba colocándose unas vendas en las muñecas cuanto de repente sintió una leve molestia en la cabeza que lo hizo detener su acción.
—¿Estás listo? Hoy nos toca aperturar la noche. — Le hablo un hombre de larga melena rubia desde la puerta.
Aún cuando el dolor parecía no menguar, opto por ignorarlo, se le pasaría más tarde. Por lo que tomo impulso para colocarse una toalla que fuera lo suficientemente grande para tapar sus largos cabellos verdosos.
—Hagamos esto, Killer. — Respondió el peliverde con una sonrisa confiada mientras subía las escaleras, rumbo al espectáculo en donde él era la atracción principal.
—Destrúyelos, Yon – Le animo el rubio al darle un par de golpes a su hombro.
«Esta es por ti Rei»
Se dijo a si mismo mientras chocaba los puños camino al octágono. Haciendo su ingreso en la arena mientras era bañando por la ardiente luz de los reflectores y una ola de insultos.
_______
El silencio que había en la pequeña habitación era sepulcral. De repente, Niji alzo la vista observando la sala, no era muy grande, solo habían un par de cuadros en las paredes y unos cuantos sofás de estilo nórdico que compraron de remate en Ikea. Aparte de eso contaban con un Kitchenette y las cuatro habitaciones de arriba.
En otras palabras;
Estaban bien jodidos.
—Entonces, simplificando, estamos en la mismísima mierda. Ni vendiendo esta pocilga podremos juntar suficiente. — Fue directo, no tenía por qué adornar la realidad.
—¿Y qué? ¿¡Dejamos a Reiju morir sin hacer nada!? Tenemos diez días, algo se nos puede ocurrir.
—Me parece genial, Sanji. ¡Vamos! La puerta está allí — Exclamo ácidamente el peliazul mientras apuntaba hacia la salida — Busca algún idiota con dos millones en el bolsillo y nos avisas. Te esperaremos con el desayuno listo. — Resalto con su característico cinismo mientras recibía una mirada asesina de parte del rubio.
¿En verdad Sanji era tan idiota? ¡Ni vendiendo sus culos juntarían tanto dinero!
—Pedí un préstamo en la firma — Articulo finalmente Ichiji, haciendo que sus hermanos abandonaran su lucha de miradas para verlo fijamente.
—Ningún banco nos prestara esa cantidad, no tenemos ni dos años residiendo en Londres; así que no se hagan ilusiones. — Era franco, ser economista tenía algunas ventajas, como saber perfectamente cómo funcionaba el sistema financiero. — Pero tal vez el bufete si acceda. Yo mismo he hecho el balance de sus ingresos del último mes. — Tomo aire — Es irreal. Ingresan millones diariamente. — Incluso llego a creer que la firma estaba defraudando dinero o algo por el estilo, pero no, al hacer los análisis de egresos, todo concordaba.
No obstante, Niji se mostró escéptico. — ¿Crees que acedan? Tú mismo lo dijiste, es mucho dinero.
—Recursos humanos acepto mi carta, y no la tiraron a la basura apenas la vieron. Así que tengo la certeza de que leerán el caso. — Si ese era su ultimo «as» lo iba utilizar a como dé lugar — Si llegan a aceptar el préstamo y lo juntamos con el dinero que ha estado haciendo Yonji los últimos meses, más tus propinas — Señalo viendo a Sanji — Y tus ahorros— Se refirió a Niji, — Tal vez podríamos llegar.
¡Oh Yonji! Su tonto hermanito. Ninguno de ellos imagino que terminaría metido en uno de esos círculos dantescos. Aunque era un hecho factual que la lucha por apuestas era absolutamente ilegal en el Reino Unido, la sed de sangre y el aflote de emociones que causaba ver aquel espectáculo barbárico digno de las épocas de gladiadores, hacia que todos obviaran ese insignificante detalle, y además, las ganancias que se daban en ese lugar hacían que valiera la pena todas las golpizas.
Desde la llegada de Yonji, su récord permanencia invicto, lo que eran buenas noticias para sus hermanos.
—Solo recemos porque no termine como Apollo Creed, o todos aquí moriremos de hambre.
Bien, eso fue la gota que colmó el vaso su paciencia cuando termino garrando a su hermano del cuello de la ropa —¡Imbécil, eso no es gracioso! Estoy moviendo cielo y tierra por Reiju, y tu no paras de decir idioteces Niji.
—¡Hey! Ichi, tranquilo que es una puta broma. Ya suéltame, o tendrás que pedir otro préstamo para comprarme un nuevo suéter.
—¡Niji, esto es serio! ¡Madura de una vez! — Grito Sanji, como odiaba ese humor tan retorcido de su hermano.
Estaban a punto de irse a los puños cuando de repente se asomó un peliverde por la puerta y sus miradas se dirigieron directo hacia él. Por un instante la respiración de los tres Vinsmoke se cortó cuando vieron a Yonji.
¿Qué rayos hacía aquí a las dos de la mañana?
Si él llegaba a casa a esta hora ¿Era por qué...? ¿Acaso él?
—Tranquilas señoritas, gane, no pasó nada. Solo quise llegar antes, me sentía cansado ¡Y qué suerte que lo hice! Estaban a punto de jalarse de las mechas.
El oxígeno les volvió poco a poco a la sangre. Si Yonji perdía una sola pelea significaba malas noticias para todos.
—Bien ¿Qué paso? —Pregunto mientras se dirigía a la cocina en busca de comida. Moria de hambre.
Los tres hermanos se vieron analíticos y fue Sanji quien tomó la palabra. —Yon, deja eso un rato. Tenemos que decirte algo.
—Claro, ni siquiera un ¿Cómo estas hermanito? o ¿Qué tal estuvo la pelea? ¡Son unos malditos malagradecidos! ¿Acaso sabían que mi cabeza me ha estado jodiendo como no tienen idea los últimos días? ¡Por supuesto que no! ¡Todo porque les importo un buen carajo a todos ustedes! Yo me saco la mierda por Reiju ¡Literalmente! Y ni si quiera son capaces de—
—¡Yonji, con un demonio! Quéjate otro día por tener los peores hermanos del mundo, pero ahora ¡Siéntate! Tenemos que decirte lo que paso esta mañana con Law. — Ichiji en verdad se encontraba muy agotado, tanto física como mentalmente. Solo quería terminar su agradable reunión familiar de una buena vez e irse a tomar un merecido descanso.
—...De acuerdo, habla de una vez — Articulo serio el peliverde mientras cerraba la refrigeradora y se dirigía al sofá.
—Veras...
_______
Preparaba unos Cosmopolitan en la barra mientras la gente gritaba eufórica. El alcohol iba y venía, mientras que Nami y Nojiko servían cervezas en todas las mesas. Estaba contento, hoy sería un buen día para las propinas.
Finalmente, el tacaño de Scratchmen había entendido que si deseaba que el bar reventara de gente tendría que abrir su billetera y contratar alguien que pudiera mover masas, y ese alguien era Brook, el autodenominado Dios del Soul y tenía que admitirlo, en verdad se merecía el nombre.
El sujeto era un dios con la guitarra.
—Sanji, tres Long Island para la mesa cinco — Le pidió dulcemente una pelinaranja vestida en un ajustado traje rojo.
—Claro Nami. — Estaba contento. El ambiente era genial y eso le permitía darse un respiro de toda la situación que vivía, pero su fantasía termino cuando apareció Apoo, el dueño del bar, visiblemente molesto frente a él.
—¡Sanji! Yo me encargare de la barra. Necesito que saques la basura. Las botellas no paran acumularse y no quiero que haya una pelea en el bar que termine con mi costoso piso repleto de vidrios rotos.
Claro. Le preocupa su maldito piso, pero no las denuncias que le caerán al lugar si alguien se llegaba a sufrir una herida de gravedad ¡Apoo era sorprendente, en verdad!
—Yo me encargo — Y sin más fue por las bolsas para dirigirse a la puerta.
Estaba deshaciéndose de la basura cuando un inesperado detalle capto su atención. Había una persona sentada a un lado del hediondo conteiner. No lo podía distinguir bien, ya que tenía una larga polera gris que tapaba todo su rostro y se extendía hasta sus rodillas.
—Disculpa, ¿Estas bien? — Pregunto curioso tendiéndole la mano, pero de repente esa persona se levantó exaltada, alzándole la voz.
—¿¡Quién eres!? De seguro otro de esos malditos paparazzi ¡Aléjate de mí! — Le respondió visiblemente alterada. Era una chica, de eso no había dudas, y por lo poco que podía divisar era bastante delgada y con un largo cabello de un tierno tono toffee.
— No, no. Tranquila, yo trabajo en este bar – Le explico alzando las manos, lo que menos quería era que la chica lo atacara.
—No me importa, ¿Qué eres sordo? Dije que te alejaras de mí.
Estaba a punto de empujarlo, pero Sanji fue mucho más rápido y la tomó de las muñecas – ¡Por favor señorita, cálmese! No deseo hacerle daño.
—Escúchame bien idiota, sino me sueltas voy a llam... —Un sonido proveniente de la chica seguido por un fuerte sonrojo de parte de esta distrajo a ambos jóvenes y el rubio no pudo evitar reírse.
—¡Piérdete imbécil! — Le grito, pero a cambio el rubio le regalo una gran sonrisa.
—Tienes Hambre — No era una pregunta, sino una afirmación, y todo lo que la joven pudo hacer fue dignarse a agachar la cabeza. —Sígueme, mi turno terminara en un par de horas, pero creo que te puedo preparar algo de comida — y sin más reingreso al bar.
—¡Oye! ¿Por qué me estas ayudando? Ni siquiera me conoces — Le cuestiono profundamente confundida. De donde ella venia era muy raro que las personas se preocuparan por desconocidos. Lo que le llevaba a preguntarse ¿Quién era ese chico?
—Nada en especial, pero nunca le negaría un plato de comida a alguien ¿Cómo te llamas? — Le pregunto con esa estúpida sonrisa nuevamente.
Dudo por un momento en decirle quien era, pero había algo en esa mirada que le decía que él era sincero. Además, si en verdad la hubiera reconocido se hubiera lanzado sobre ella apenas verla.
—Pudding, Charlotte Pudding.
_______
Se encontraba en su maldito cubículo, o bueno, al menos físicamente, porque su cerebro estaba totalmente apagado. No pudo dormir, las últimas dos noches se había quedado despierto haciendo todos los presupuestos posibles para poder costear la operación de su hermana.
Contaban con muchas fuentes de ingreso, pero de poco presupuesto, y sumado al hecho de que el departamento de Recursos Humanos aun no le notificaba nada con respecto a su carta, solo lo desesperaba más y más.
Necesitaría inyectarse cafeína directo a las venas sino deseaba dar una patética imagen de él rendido en su escritorio, pero ya no tenía dinero para el maldito Starbucks — Maldición ¿Por qué no pueden disponer de simples máquinas de café como en cualquier otra empresa normal? — Pensó mientras repasaba su rostro e intentaba hacer la lista de cobros del mes que le había pedido la marrana de Drake, entiéndase Bonney.
Estaba quedándose dormido hasta que el intercomunicador hizo un pitido y escucho esa maldita voz que siempre lo sacaba de quicio.
—¡Vinsmoke! A mi oficina, ¡Ahora! — Se escuchaba molesto, que sorpresa, pero hasta donde recordaba no había hecho nada para cabrear a su jefe, o al menos no en los últimos días.
Cuando estaba a punto de ingresar al despacho de su superior, una Bonney visiblemente desarreglada salió a duras penas de la oficina dándole una mirada llena de culpabilidad.
¿Qué rayos?
Al ingresar a la gran oficina, la primera pregunta que choco en su mente fue ¿Cómo era posible que le dieran un espacio tan amplio a una sola persona? Solo ese lugar tenía el tamaño de toda su casa.
Busco a Drake con la mirada y lo encontró en el bar de la oficina, se estaba sirviendo un trago.
—¿Se te antoja algo Vinsmoke? Vamos, con confianza, tengo casi todo. — Le invito de espaldas a él, con un tono inusualmente tranquilo.
Algo anda mal.
¿Desde cuándo Drake actuaba tan tranquilo?
—No gracias, solo bebo Brandy. — Negó secamente.
—Claro, lo olvide. Eres francés — Afirmo haciendo hincapié en sus raíces Galas mientras le ponía un par de hielos a su vaso de cristal — Sabes, cuando estábamos en América nunca falto un buen Bourbon, pero ahora solo encuentro puros Scotch — Su tono poco a poco se estaba oscureciendo — ...Es una tortura, dejar una Nueva York con puros Bourbons, para venir a una Londres infestada de Scotch.
—¿Qué es lo que quieres Drake? — Se estaba cansando del monologo de su jefe. Si deseaba que alguien oyera sus dilemas existenciales para eso tenia a Bonney — Escucha, si es por la lista de cobros, no te la podre presentar si sigo aquí parado mientras me ofreces alcohol.
—¡Olvida la estúpida lista! Déjale eso a Bonney. — Su tono de voz cambio de inmediato — La razón por la que te llame es porque me he enterado de que mandaste una carta a recursos humanos — Soltó mordaz mientras terminaba su vaso de un solo golpe y volteaba a verlo directamente.
Ichiji se puso tenso, se supone que su jefe no tendría que saber eso. El área de recursos humanos era muy estricta en cuanto a la privacidad de sus empleados ¿Cómo era posible que–
Bonney.
¡Esa zorra!
Le pondría veneno para ratas a su hamburguesa.
—Ichiji — De inmediato le devolvió la vista a su jefe. Su mirada se había oscurecido varios tonos —Si esa carta contiene algo que perjudique mi imagen con la junta directiva — Hizo una pausa mientras se acercaba lentamente — Juro que no descansare hasta que termines en la calle, y no me va a importar que seas el hijo de Judge o de la mismísima Reina de Inglaterra.
Un segundo.
¿Ese idiota pensaba que se había quejado de él, con el departamento de personal? Tenía sus sospechas, pero ahora lo confirmaba ¡Drake era un completo imbécil!
—Esa carta no tie–
—¡Cállate! No te di permiso para hablar. ¡No me importa lo que diga esa carta! pero yo mismo me encargare de quemarla, ¿Me escuchaste bien? — Le grito colérico.
Oh no...
Eso sí que no. Le podía aguantar muchas cosas a este mugroso Yankee porque necesitaba el trabajo, pero de ahí a que se metiera con la última esperanza de vida de su hermanita, había un trecho muy, pero muy largo.
—Mira Drake, si quieres despedirme por esa maldita carta, hazlo, pero si te atreves a interferir con mis asuntos, yo mis—
—¿Tus asuntos? Crees que la junta directiva le prestara atención a la palabra de un maldito niñato como tú en vez de a uno de sus jefes de departamento. ¡Debes estar soñando! y puedes estar seguro de que cumpliré tu maldito deseo. ¡Hare que nunca más vuelvas a encontrar otro empleo que no sea de cajero de McDonald, maldito mocoso malnaci–! — En ese momento el teléfono principal de la oficina de Drake sonó y fue inmediatamente a contestar.
Ichiji estaba en extremo furioso, pero no por las amenazas del castaño, sino porque quería romperle la cara a golpes.
¿Quién rayos se creía que era? ¡Nadie le habla así a Ichiji Vinsmoke!
—Drake — Contesto seco, pero inesperadamente su tono cambio en cuestión de segundos —¿Y-Ya llegaron? — Parecía muy nervioso — Bien, voy para allá.— Al instante corto la llamada y fue hacia la habitación continua, donde se encontraba su archivador personal y volvió con un fail de papeles debajo del brazo.
—Salvado por la campana Vinsmoke, pero no celebres tanto. Apenas termine mi reunión lo primero que firmare será tu carta de despido — Pronuncio molesto y se fue dando un portazo.
—Merde.
¿Y ahora que iba a hacer?
_______
Era un día bastante inusual en Londres, pero no por el inesperado clima soleado, sino por los dos pares de autos que se aparcaron frente al gran rascacielos de vidrios polarizados en pleno corazón de The City, el cual tenía escrito Imperator en letras plateadas.
Los Valet parking fueron a recibir inmediatamente los autos, pero se quedaron anonadados al ver un Bentley Mulsanne Speed, del cual bajaba un hombre algo subido de peso, —por no decir bastante. — en un impoluto traje gris, con un largo bigote igual de extenso que su rubia cola alta. Además, llevaba un par de googlees que tapaban completamente sus ojos. Del otro auto, el cual era un Maserati Alfieri, descendió otro sujeto extremadamente alto, de piel cobriza y con una larga cabellera albina recogida en una excelentemente peinada media cola, portando al igual que su contraparte un intachable traje de diseñador completamente negro.
—¿Qué están esperando? Esto no es un Auto Show ¡Llévense los malditos carros de una buena vez! — Grito molesto el moreno.
—¡Ay, no empieces con tu condenado humor tan temprano King! No vamos ni un minuto de haber llegado y ya estas maltratando al personal — Le respondió exaltado el otro hombre.
—¡Silencio, Queen! No quiero oír tu maldita voz. Por tu culpa de tu estupidez no podre ver un partido los Knicks en mucho tiempo — Le continúo recriminando al obeso hombre mientras entraban al gran Hall de la firma.
—Supéralo lastre ¡Existe el condenado streaming para que veas la jodida NBA! Ahora, déjame hablar — Le respondió Queen con molestia a medida que se acercaban hacia la recepción en la que se encontraba una belleza de mujer poseedora de unos cortos cabellos verdes.
—Buenos días caballeros, bienvenidos a la firma Imperators. Mi nombre es Camie ¿En qué puedo ayudarlos? — Les pregunto con un marcado acento británico y una gran sonrisa en el rostro.
Mientras que Queen tomo el desconocimiento de la joven con soberana gracia, por el claro rostro de pocos amigos que se cargaba King, era mas que claro que la situación no le gusto ni un poco.
—No tienes ni idea de quienes somos, ¿No es así? — La voz del moreno fue absolutamente dura, no era una pregunta, sino una afirmación.
—Ehm… ¿A-Acaso tienen una cita?
King iba a decirle que recogiera sus cosas en ese preciso momento, pero de repente la característica y sonora voz de una joven llamo la atención del rubio algo subido de peso, al igual que todos los presentes al rededor.
—¡Señor Queen! No puedo creerlo, realmente es usted ¡Que alegría verlo! Finalmente llego a Inglaterra — Chillaba rebosante de felicidad aquella mujer al llegar hasta el rubio.
«Valentine... ¡Maldita sea! ¿Quién rayos decidió traer a esta loca a Londres? Definitivamente alguien será despedido.» Concluyo King.
—Mi querida Valentine que emoción encontrar un rostro conocido a penas entrar. Espero que todo haya marchado bien en nuestra prolongada ausencia, pero teníamos qu–
—¡Queen, cierra la boca! — Lo interrumpió en el acto, no quería que el gordo hablara de más.
—Es un placer verlo igualmente, señor King —Pronuncio la rubia dirigiéndose respetuosamente hacia el otro hombre de imponente aura.
Si había una regla no escrita en la firma, era que nadie podía molestar a King a menos que el edificio estuviera en llamas. Todo lo contrario a Queen, el cual era una de las personas más amenas del lugar. Aunque sin quitarle su lado sádico y mortífero, pero teniendo en cuenta que en «La Gran manzana», la firma se había hecho la fama, el bufete de las bestias. Eso era mucho que decir.
—Ahm... Caballeros disculpen si los interrumpo, pero no me dijeron que en que los puedo ayudar — Comento nerviosa Camie, se sentía algo intimidad por la presencia de ambos sujetos.
Valentine le dirigió una mirada venenosa a Camie; «estúpida inglesa.»
—¿Trabajas aquí y no tienes idea de quienes son? ¡El Señor King y el Señor Queen son los directores de la firma! Déjalos pasar si no quieres terminar trabajando de mesera — Soltó venenosa mientras miraba como la peliverde perdía el color del rostro.
—L-Lo Lamento, y-yo no tenía idea, un momento por favor. — Al instante levanto el intercomunicador de recepción. — Los anunciare en este—
No tuvo la oportunidad de marcar ni un numero cuando el dedo de King presiono el botón central del teléfono, colgando cualquier llamada en el acto.
—No es necesario. Tenemos una reunión pactada para hoy, — Aclaro el director — Solo respóndeme algo, linda ¿El CEO ya llego? — Cuestiono King mientras afilaba la mirada a la par que se dirigía junto con Queen hacia los ascensores principales.
—A-Aun no... D-Directores — Respondió nerviosa la joven recepcionista.
—Perfecto. — El sonido en la voz del albino fue totalmente siniestro. — Tienes suerte de que este sea mi primer día, de lo contrario ya te hubiera sacado de aquí. Que tengas buen día, Camie... — Sin más el ascensor se cerró permitiendo que la peliverde por fin pueda dar un respiro.
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La primera reunión ejecutiva oficial de la firma desde su llegada al Reino Unido había empezado hacía unos quince minutos. Luego de las presentaciones, y un agradecimiento por adelantado hacia todos los jefes de departamento, incluido Drake, así como a los de las diferentes ramas de abogacía que ofrecía la firma, se encontraban presentes en el imponente salón.
King tenía la palabra, y venía dando un discurso sobre la importancia de mantenerse en la cima como la firma más prestigiosa del mundo.
A pesar de que ahora su cede central estuviese en Londres, esa jamás podría ser una excusa para que bajen la guardia. Sino todo lo contrario, tenían que verlo como una oportunidad para cazar nuevos clientes y ganar aún más renombre.
«—Véanlo de esta forma. Ahora somos «nosotros» los vienen a conquistar Inglaterra. Nuestros ancestros estarían orgullosos.
Todo marchaba relativamente bien hasta que el zumbido de un helicóptero aterrizando se escuchó muy cerca de la gran sala de conferencia, haciendo que Queen se empezara a reír y causándole un gran fastidio al otro director por tener que interrumpir su catedra.
Escucharon un par de pasos cuando de repente la puerta se abrió. Dando paso a un hombre con una altura imponente, de inusuales cabellos granate, y con una penetrante mirada rojiza. Cuyo rostro era en parte cubierto por una gran bufanda negra Prada. A simple vista se podía notar que tenía un cuerpo muy bien trabajado por el traje Brioni azul noche que llevaba puesto.
El nuevo CEO finalmente hacia acto de presencia y todos los presentes se levantaron de sus respectivos asientos para recibirlo.
—Buenos días, Señor Charlotte — Repitieron simultáneamente todos los empleados; a excepción de los dos directores claro está. Mientras uno lo veía con una sonrisa orgullosa, el otro se mostraba visiblemente furioso.
—Es un placer verlos nuevamente, en nombre de la junta directiva, y el mío, les agradezco infinitamente el contar con ustedes en este nuevo proyecto. — Artículo con una voz muy profunda y pausada que hizo a más de uno, tanto hombres como mujeres presentes en esa sala de reuniones, se les prendieran las mejillas.
Sin duda alguna Katakuri Charlotte era de esos hombres que aparecían una vez cada cien años..
—Continúe con su discurso, director. — Comento en un tono neutral que pasó desapercibido por todos los presentes, excepto por King y Queen. Ese niño no los engañaba, no por nada lo habían criado desde que era un infante, Katakuri solo se estaba divirtiendo con la situación.
Sin más novedades, la reunión prosiguió sin contratiempos. Se hablo de la cantidad de casos registrados en los últimos meses, las licencias que habían obtenido, el marco legal del país anglosajón y cómo afectaría sus inversiones en América; y así sucesivamente hasta que llegaron a la parte que más le llamaba la atención al Charlotte; Contabilidad Financiera. Le generaba mucho interés saber el total de ingresos que había generado «su firma» desde que empezaron sus operaciones en Inglaterra.
Fue entonces que Drake salió al frente para exponer los avances de su área. Sabía muy bien que todos los presentes estaban expectantes de lo que sea que fuera a decir, ya que aquellas astronómicas cifras serían los millones que todos ellos se llevarían al bolsillo.
—Antes que nada, quisiera agradéceles. Señor King y—
—¡Apresúrate, Drake! — Lo silencio de inmediato el moreno — No me interesa que vengas a adularnos, como si fueras una prostituta.
—C-Claro — Respondió nervioso el castaño— Como todos sabrán, el equipo de analistas independientes que contratamos antes de hacer nuestro traslado oficial al otro lado del mundo, pronosticaron que nuestros ingresos disminuirían en un 47% en el primer trimestre al venir a Londres per–
—Hasta ahora no puedo creer que la firma haya invertido cien millones en un estudio de mercado sin sentido! ¡Era imposible que nos hubiéramos arriesgado tanto de no tener la seguridad que el traslado seria exitoso! — Argumento Page One, jefe del departamento de Operaciones y uno de los diamantes de la firma.
—¡Tarado! Cuando propuse contratar a un equipo de analistas para estudiar las repercusiones de nuestro traslado a Inglaterra, fue porque todos ustedes pensaron que era una idea estúpida ¡En especial tú, Page! — De inmediato, Ulti, jefa de Marteking, y hermana gemela de Page, lo golpeo en el hombro sin importarle la presencia de la mesa directiva.
—Malditos mocosos... guarden silencio. — Argumento Sasaki, Jefe del departamento de Administración. Si los directores y el CEO se enteraban de que nadie además de ellos estaban de acuerdo con el traslado realmente los despedirían todos.
—¿Cómo nos llamaste? — Reto Ulti.
—Ya me estaba preguntado en qué momento empezaríamos a atacarnos entre nosotros. — Sonrió ladinamente Whos Who, Jefe del departamento de Logística. No era extraño que estas reuniones terminaran con algunos dientes en el piso.
—¡Silencio, imbeciles! — Rugió King dando un rotundo golpe sobre la mesa— ¡Drake, empieza de una maldita vez!
«Idiotas»; Pensó Queen.
Katakuri no puedo evitar soltar una ligera risa.
—Bueno, retornando al hilo de nuestra conversación. Permítanme decirles que todas esas hipótesis no pudieron ser más erróneas. Imperator arribo a Londres hace seis meses y desde ese momento no solo hemos duplicado, sino triplicado nuestras ganancias. Es cierto que perdimos algunos clientes, pero los márgenes son mínimos para la empresa. En síntesis, y para no aburrirlos, hemos llegado a facturar un estimado de cuatrocientos millones de dólares mensuales, solo en Londres. — Clamo orgulloso el castaño, mientras señalaba la gráfica ascendente que se proyectaba en la sala, a lo que todo el salón empezó a aplaudir.
Pero Katakuri en ningún momento presto atención a las palabras del castaño. Centrándose únicamente en el informe que había recibido instantes antes de la mano del mismo Drake.
Algo no encajaba.
La reunión prosiguió sin contratiempos hasta que fue el turno de Kiku, Jefa de recursos humanos, y lo que dijo puso en jaque a varias de las cabezas del lugar, e hizo que a Katakuri frunciera el entrecejo, aunque muy levemente.
Prometiendo que él personalmente resolvería ese asunto, dio la reunión por terminada.
Todos los presentes empezaron a retirarse de a pocos de la sala de reuniones. Habían estado sentados aproximadamente cuatro horas debatiendo y necesitaban un descanso, pero antes de que cierto castaño se retirará del lugar alguien lo llamo por la espalda.
—Drake.
—D-Dígame, Señor King — Pregunto con el miedo palpado en su voz.
—Permite felicitarte personalmente por tu informe. Estoy muy sorprendido por el análisis financiero que presentaste sobre la firma. En verdad todas las proyecciones fueron acertadas, logramos superar nuestras estadísticas. Sin mencionar que los números que ingresamos fueron correctos, no se te escapo nada — Argumento con una media sonrisa. — Por eso quiero que me digas ¿Quién lo hizo? — Pregunto mientras su expresión iba mutando peligrosamente hacia una mirada asesina.
Conocía muy bien al castaño, el imbécil prefería los vicios del sexo y el alcohol a sus responsabilidades en la firma, y si había llegado tan lejos fue solo porque Basil Hawkins, — Otra de sus putas, — Era el que llevaba las riendas del departamento. Por eso mismo lo dejo allá, necesitaba que alguien con cerebro se quedara en Estados Unidos.
King se le adelanto. Una de las muchas virtudes que Katakuri tenía que reconocerle a, su padrino, era que desconfiaba hasta de su propia sombra.
Y al igual que a King, para él; algo tampoco cuadraba en el informe de Drake.
Había leído todos los reportes financieros anteriores de la empresa y siempre había alguna cifra que se le escapa, pero este era simplemente perfecto. Lo que hacía imposible que fuese hecho por él.
—Se-Señor King, vera y-yo — Drake se hallaba visiblemente nervioso—
—¡No me importa Drake! Responde la maldita pregunta o te mandare devuelta a Nueva York en una caja — Amenazo tajante.
—E-Es un ch-chico nuevo, postulo cuando la f-firma… ¡Digo! Cuando iniciamos nuestras operaciones en Londres — Lo soltó con tanta rapidez que se le atragantaron las palabras.
King libero una fuerte carcajada, en verdad amaba su trabajo.
—Eres un tipo con mucha suerte, Drake. Ruégale a tu Dios por que ese niñato no se canse de tu estupidez y se largue; o de lo contrario perderemos un gran potencial y tú, perderás tu puesto ¡Ahora largo! — Grito con fuerza y Drake salió como alma en pena de la habitación dejando unicamente a los tres directores en el gran salón de conferencias.
—King, no tenías por qué ser tan bestia con él. Estaba a punto de mojarse en los pantalones ¿Te imaginas lo que asqueroso que hubiera sido? — Le regaño Queen mientras sacaba un habano de la caja de Cohiba Bejike que siempre cargaba consigo, y lo encendía.
—Queen, juro que si me vuelves a dirigir la palabra en lo que resta del día ¡Te voy a matar! — Ya había aguantado al muy desgraciado desde la mañana y este había puesto al límite a su dé por si poca paciencia.
—¡Y no creas que me olvido de ti! — Giro la vista hacia Katakuri, que estaba sentado tranquilamente con las piernas cruzadas mientras leía unos reportes — ¿Cómo es posible que llegues tarde a tu primera reunión como CEO?
El Charlotte simplemente dejo los reportes en la mesa y hablo — Queen tenemos que hacer algo con respecto a lo que menciono Kiku — Ignorando olímpicamente a su querido padrino.
—¡¡Kuri!!
Antes de que King soltara toda su furia en contra del CEO, el intercomunicador de la oficina sonó dando paso a la dulce voz de la secretaria del Charlotte.
«—¡Muy buenos días, jefe~! Su hermano acaba de llegar.
—Dile que esp...–
Ni siquiera pudo terminar, la puerta fue abierta de un portazo.
—Hermano~— Una cantarina voz invadió la oficina — ¡Si que eres un cretino! No me esperaste. Te dije que ya casi estaba listo — Reclamo con una falsa pena un joven de larga cabellera morada amarrada a una cola. Alto y poseedor de un excelente físico. Siendo lo que más destacaba de él, aquella inusual su cicatriz que decoraba su ojo derecho.
—Si lo hice Cracker, pero te dije cinco minutos, no media hora — Respondió con suma tranquilidad el Charlotte mayor.
—Como sea, ya estoy aquí. Gordo, flaco ¿Cómo andan? — Dijo saludando a los dos hombres restantes en la habitación.
—Hola Galletita ¿Cómo estás? — le pregunto Queen en un tono que hizo temblar al pelivioleta.
—¿Por esta «cosa» te retrasaste? — Demando King mientras señalaba al recién llegado como si de un objeto se tratase. Estaba a nada de volver a estallar cuando de repente algo, o mejor dicho, alguien lo distrajo.
El pausado sonido de unos tacones altos chocando contra el estilizado piso de mármol empezaron a rebotar por toda la habitación y los presentes dirigieron su mirada hacia una joven de incomparable belleza, Donquixote Violet, mano derecha de Katakuri y la miembro más joven de la selecta junta directiva de Emperors. Era una hermosa morena de cuerpo envidiable y apetitosa figura. Española de nacimiento y una de las pocas personas en el mundo que poseía el título de «amiga» del Charlotte mayor.
—Perdón por la demora, pero tuve unos inconvenientes en casa— Menciono con su gatuna voz mientras saludaba cortésmente a todos los presentes.
—No te preocupes Violet ¡A ti se te puede perdonar todo! – King solto una risilla. ¿Para qué negarlo? Esa mujer era en extremo atrayente. Tenía aquel encanto andaluz que hacía a los hombres caer rendidos a sus pies.
—¿Qué paso Violeta? — Desafío llamando a la mujer por su nombre romanizado — ¿Doffy se volvió a escapar con Crocodile sin avisar? — Solto con sorna el Charlotte menor, desatando las risas de King y Queen.
—Cracker, cuidado. — El Charlotte mayor le dio una mirada de advertencia.
Todos sabían que si bien a Violet ya no le importaba ese tema. Doflamingo seguía siendo su esposo, pero eso era otra historia que preferían no abordar.
—De hecho, el Bentley se averió y tuve que llevarlo al taller. — Detallo con simpleza — Niño, si ya terminaste tu show espera afuera. Los adultos tenemos que trabajar – Ordeno una tranquila Violet. Conocía muy bien a la familia Charlotte, y entendía perfectamente por qué nunca seria la persona favorita del artista , pero eso no implicaba dejarse amedrentar por él.
—Aún no lo eches Violet, tal vez nos sea útil — Comento Katakuri mientras cerraba el último informe de la firma — Verán, todo se desarrolló sin contratiempos en la reunión hasta que el área de recursos humanos me informo de algo que me tiene intranquilo.
—¿De qué se trata? — Cuestiono la morena sentándose en uno de los asientos que quedaron vacíos de la eterna sala de conferencias.
—Se trata de un problema muy estúpido que de por sí se pudo haber evitado con los idiotas del personal — Desafío furibundo King, dirigiendo su letal mirada hacia Katakuri
—No creo que haya sido tan sencillo — Se contrapuso Queen, mientras daba otra calada a su habano – Los pondré al tanto, lo que paso fue...
Después de dar una rápida contextualizar a los recién llegados, Cracker soltó una risa altanera.
—Hermano ¡Eso se resuelve de una forma muy simple!
Escucharon al joven, y por primera vez en mucho tiempo, a Katakuri no le pareció tan estúpida una idea de su hermano, pero como siempre King se opuso tajantemente.
—¡No! ¡Definitivamente, no! Kaido jamás hubiera permit–
—«Padre...» — Katakuri lo llamo con un tono diferente — Sabes muy bien que siempre he respetado tu opinión, pero la idea de Cracker no me parece tan mala. Incluso podría ser una buena estrategia publicitaria para la firma — Se levantó y empezó a tomar rumbo a la salida. — Y si tanto deseas saber la opinión de Kaido... — Todos en la habitacion sintieron como el ambiente se volvio extremadamente pesado cuando el CEO meniono aquel nombre — Puedes ir a buscarlo en su safari por Kenia. Debe estar cazando animales, o haciendo que ellos lo cacen a él — Argumento dando la ultima palabra para salir de la habitación siendo seguido por Violet y Cracker.
—Encárgate de todo y mantenme informado — Le ordeno a su mano derecha.
—Perfecto ¿Cuándo se llevará acabo? — Cuestiono la morena sacando su iphone, tenia muchas llamadas por hacer.
—Lo más pronto posible — Contesto el granate al mismo tiempo que se dirigía hacia el helipuerto.
—Hermano, prometiste que almorzaríamos juntos ¿Ahora a dónde vamos? — Pregunto curioso Cracker.
–A Whole Cake – Aún tenía mucho por hacer.
—¡Pero tengo hambre! — Le reclamo indignado.
De vuelta en la oficina, el robusto hombre de cola alta observaba como su habano se consumía hasta finalmente morir — Terminaras igual si sigues explotando por todo ¿Qué esperabas? A fin de cuentas, por más que sea hijo de Kaido, también es el hijo de esa maldita mujer.
Le dirigió una última mirada a su compañero y hablo cansado —...Te maldigo Queen — Salió de la sala de reuniones. Necesitaba un trago y uno fuerte.
_______
Se encontraba en la vinoteca de su casa; su querido esposo le había comprado un Chateau Petrus en uno de sus últimos viajes a Francia, y tenía muchas ganas por probarlo. Había ledio muy buenas criticas, y espera con muchas ancias que cumpliera sus expectativas, pero estando a punto de abrir la botella, uno de sus mayordomos lo interrumpió.
—Amo Dracule acaba de llegar esto para usted — Anuncio mientras le hacia entrega de una invitación en una bandeja de plata.
—Parece que tendrás que esperar un poco más, mi querido Chateau — Le hablo a la fina botella mientras dejaba la dejaba en una de las cavas y abría el fino papel.
La Prestigiosa Firma de Abogados "Imperator" Tiene el agrado de invitar a:
Dracule Mihawk & Akagami No Shanks
A la fiesta de gala que se realizara en celebración a su llegada al Reino Unido. El cual se llevará a cabo en «The Mandarin Oriental Hyde Park», el di..–
—¡Padre! — El grito de su hija lo desconcentro. Una jovencita con unos profundos ojos ónix y larga cabellera rosa llego corriendo hasta donde él se encontraba; se veía muy exaltada.
—Perona ¿Qué ocurre? Sabes que no me gusta que corras en este lugar, podrías romper una de las botellas –Reclamo serio, mientras colocaba la invitación en su bolsillo.
Odiaría que uno de sus vinos se hiciera añicos. No por el contenido en sí, sino porque Shanks le había comprado cada una de esas botellas. Tenían un valor sentimental muy importante para él.
—Vamos hija, dime — Alentó al retomar la botella de vino, y su respectivo abridor para hacer presión sobre el corcho.
La joven seguía callada, como si estuviera pensando detenidamente sus siguientes palabras.
—Padre, se trata de Zoro... — La sola mención de ese nombre hizo que al hombre se le fuera el aliento — El h-ha regresado… Esta aquí. — Admitió finalmente con un tono de incertidumbre.
Solo el tronar de un fuerte estruendo se escuchó después — ¡Ah! ¡Por Dios Papá! ¿Estas bien? — Grito la joven asustada.
La mirada de Mihawk estaba fija en la nada y la botella de Chateau Petrus, yacía en el piso hecha añicos.
Notes:
Aclaraciones del capítulo III:
Apollo Creed: Boxeador de la franquicia Rocky, el cual es asesinado en el cuadrilátero en plena pelea.
Brandy: Bebida alcohólica proveniente de Francia, se obtiene de la destilación del vino.
Bourbon: Un tipo de Whisky hecho en específicamente en Estados Unidos.
Scotch: Bebida alcohólica, proveniente del Reino Unido, Es un Whisky especial, ya que solo se le puede llamar Scotch al Whisky que es producido específicamente en Escocia. Se obtiene de la destilación de la malta.
The City: Centro financiero de Londres y de los más importaste de Europa
Valet Parking: Servicio ofrecido por algunas empresas en el que un grupo de personas se encarga de recibir y entregar los automóviles de los visitantes y/o trabajadores.
Auto Show o Motor Show: Es una exhibición de autos de todas las marcas en el que se muestran infinidad de modelos; el cual dependiendo del tipo de exposición se exhiben desde los más económicos hasta los más lujosos.
Mikita: Tal vez la recuerden como Miss Valentine.
Cohiba Behike: Lujosa marca de Havanos, cada caja ronda los $18.000
Vinoteca: Deposito de vinos.
Chateau Petrus: Vino tinto francés hecho únicamente con uva Merlot, cada botella tiene un valor superior a los $3.000
The Mandarin Oriental Hyde Park : Uno de los hoteles más lujosos de Londres.
Chapter 4: Cosas buenas, cosas malas y cosas innecesarias.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
CAPÍTULO IV «Cosas buenas, cosas malas y cosas innecesarias»
Veía el eterno jardín de su casa desde el estudio privado. Un hermoso colibrí de alas bermellón aleteaba de manera rimbombante sobre su gran fuente de mármol, muchos verían tal acto como una hermosa alegoría, pero lo que realmente se desarrollaba ante sus ojos, era la desesperada búsqueda de descanso ante una inevitable condena. Nadie pensaría que una avecilla tan hermosa fuera a tener un final tan trágico.
Ya que, si el pobre pajarillo dejaba de revolotear en aquel limbo sin fin, perecería…
La noticia de su hija realmente le había revuelto el estómago; y aun cuando varios minutos de letargo cayeron sobre sus hombros, no se sentía capaz de asimilar un hecho ineludible. Continúo divagando entre sus pensamientos hasta que la comprensiva voz de su amado le hizo un llamado a la realidad.
—En algún momento tendrás que hablar con él. Es nuestro hijo, Mihi — Le pidió en un tono conciliador su esposo, Shanks. A pesar de no ser sus progenitores en el estricto sentido de la palabra, para el pelirrojo, Zoro y Perona eran sus hijos en todo sentido. — Por más errores que cometa somos sus padres, y es nuestro deber apoyarlo.
—Shanks, él solo se fue... — le respondió con un aire frio — Nunca nos dio explicaciones, jamás, y ahora, tiene el descaro de regresar como si nada hubiese ocurrido, es un ingrato.
—No dudo de que hubo una razón. Sabes que Zoro es un buen–
¿Cómo su esposo podía seguir defendiéndolo? —¡Han pasado diez años Shanks! ¿Qué clase de hijo le haría eso a sus padres? — Lo corto obnubilado por la rabia, pero solo Shanks se percató del dolor tras esas palabras — No te imaginas la vergüenza y decepción que sentí cuando finalmente descubrimos por qué se había ido. — Esculpió indignado — ¡Quiero que se largue de mi casa! — Él nunca iba a olvidar lo que les hizo pasar Zoro. Si Shanks quería fingir ser una familia feliz, allá él.
En ese momento el pelirrojo se levantó de su asiento e impacto su único brazo contra el escritorio —¡No te lo voy a permitir, Mihawk! Ya perdí a mi hijo una vez, no pienso perderlo una segunda ocasión — Era muy raro que el pelirrojo alzara la voz, pero ese instinto protector hacia sus hijos únicamente salía a flote cuando veía que alguno de ellos era amenazado.
—¡Haz lo que quieras! — Escupió el moreno. No iba a medir más palabra con su esposo.
—¡Mihawk, maldito necio vuelve aquí—
Estaba a punto de salir a gritarle un par de verdades a su marido cuando se percató de una tarjeta de color negro con letras doradas descansando en el escritorio de Mihawk. La tomo sin pensarlo y al leer en contenido se formó una gran sonrisa en su rosto.
«Quizas esto ayude.»
...
Observaba detenidamente la impresionante pintura enmarcada en un borde de madera caoba bañada en oro; su tamaño era impresionante.
Dentro de aquella foto hecha en acuarelas yacían cuatro personas; dos hombres jóvenes, uno de cabellos negros con una profunda mirada de halcón y un pelirrojo con una cicatriz en el ojo y una gran sonrisa. Ambos estaban sentados y en sus piernas descansaban dos niños, una hermosa pelirosa con un gran peluche de oso al que le faltaba un ojo y un niño peliverde con el ceño duramente fruncido por el aburrimiento.
Aún recordaba lo molesto que fue para él posar durante 4 horas seguidas para aquel maldito cuadro.
Hacía tantos años que no pisaba esa casa, su casa, pero finalmente había decidido volver a Inglaterra, aun cuando estaba completamente convencido que la sola idea de respirar el mismo aire asqueaba a cierto pelinegro. Sin embargo, tenía asuntos pendientes en Londres, y únicamente fue a casa de sus padres para ver a Shanks y su hermana.
Ya luego se daría el tiempo para finalmente limar asperezas con Mihawk.
—¡Zoro! — No logro reaccionar a tiempo cuando unos largos y tersos brazos se extendieron fuertemente sobre su pecho.
Provocando que algo se moviera dentro de él al caer en cuenta de que aquella pequeña niña del cuadro ya no existía más.
Ya que su hermana se había vuelto toda una señorita, dejando atrás a esa triste niña gótica con coletas altas. Ahora llevaba sus rizos sonrosados en una hermosa melena tan larga como radiante, además que portaba un hermoso vestido negro que atribuía perfectamente todas sus nuevas dotes.
Sonrió desde lo más profundo de su ser.
—Vaya, quien diría que los años no cambiarían esa cara de monstruo. — Reto con gracia.
De manera abrupta ella lo soltó en un duro empujón. — ¡Sigues siendo un idiota! — Le respondió con molestia.
No paso mucho hasta que ambos empezaron a reír.
Perona lo vio detenidamente. No había cambiado mucho, al menos no físicamente. Seguía siendo mucho más alto que ella y aún tenía ese cuerpo tan trabajado que empezó a formar desde muy niño cuando entrenaba con su padre. Además, aún contaba con esa mirada indomable, aunque…
Su reflejo había cambiado.
—¿Qué le paso a tu ojo? — Le cuestiono la menor al acariciar suavemente aquella prominente cicatriz por encima de su rostro
—No es nada. — Le restó importancia retirando el tacto de la menor con suavidad. — Gaches del oficio.
—P-Pero… ¿Qué oficio—
Estaba a punto de reaccionar de manera cortante cuando de repente una presencia bien conocida por ambos llego hasta el Hall de la gran casona de estilo Victoriano.
—Que sorpresa no encontrarlos peleando uno encima del otro, mis niños. — Recito un pelirrojo visiblemente emocionado.
—Shanks…— Fue tan extraño volver a decir su nombre luego de tanto tiempo.
—Hay mucho de qué hablar, Zoro. — Recordó el pelirrojo — Pero tenemos todo el tiempo del mundo para eso. Ahora quisiera que me acompañen a hacer unas compras a Royal Arcade.
—¿Y eso? — Pregunto escéptica Perona; conocía bien a su padre, y odiaba comprar en lugares exclusivos o exuberantes, a menos que sea alcohol claro está.
—Llego una invitación para su padre, y como él y yo tendremos mucho que hablar esta noche. He decidido que ustedes irán en nuestra representación — Soltó con seguridad el pelirrojo; haciendo que la sonrisa de Perona se estirara a mas no poder y que Zoro soltara un bufido de molestia.
«Como odiaba esos eventos.»
—Papá, yo solo...—
—Zoro. —El pelirrojo lo interrumpió en el acto — Acabas de volver después de mucho tiempo. Lo menos que puedes hacer por tu guapo y joven padre es regalarle una tarde de tu vida. — Lentamente Shanks empezó a fruncir el entrecejo a pesar de seguir sonriendo.
Y con eso, todas las excusas que tenía en la cabeza murieron en su garganta. De sus dos padres, sin duda el pelirrojo siempre fue el más comprensivo, pero era consciente de que si hacia enojar a Shanks, no dudaría en destrozarlo.
...
Ichiji nunca fue de las personas que esperaban que algo les callera del cielo por arte de magia. De hecho, era de los que pensaban que lo único que te podría caer del cielo eran secreciones de palomas, pero, por coincidencias del destino, él iba a recibir muchas cosas durante esos días.
Cuando Drake volvió de su reunión, parecía que hubiese visto su peor pesadilla hecha realidad, ya que se encontraba más pálido que el fantasma de la Opera.
«—Drake ¿Estas bien? — Bonney lo llamo preocupada. Nunca había visto al castaño así en el poco tiempo en el que se llevaban de conocerse.
«—¡Ahora no, Jewerly! — Ordeno agitado, encerrándose de manera rauda en su despacho.
Solo luego de un par de horas Ichiji lo vio salir de su oficina para retirarse del edificio sin dar explicación alguna.
Al día siguiente Ichiji llego mentalmente preparado para todo. Si lo despedían al menos su gratificación sería muy generosa y ayudaría mucho para la operación de Reiju, pero se llevó una inesperada sorpresa cuando su jefe actuó como si nada hubiera pasado entre ellos el día anterior, y hasta lo felicito por su buen desempeño.
¿Qué rayos le habría pasado a Drake para que estuviera actuando como un ser humano civilizado?
Y aunque le hubiera encantado descubrir la razón, no le pagaban por chismosear en su trabajo, así que tuvo que continuar con sus labores hasta que dieron las dos de la tarde; y eso solo quería decir una cosa; comida. Por lo que tomo el ascensor y se dirigió hacia los pisos superiores con su refrigerio en la mano, cortesía de Sanji.
El comedor superior era mucho más privado y se encontraba al aire libre. Era un lugar muy tranquilo al que iban muy pocas personas. Estaba lleno de jardines verticales y se podía apreciar una buena visión de la ciudad, pero por extraño que parezca, ese día casi todas las mesas estaban repletas y no precisamente de personas consumiendo alimentos, sino de chicas chismoseando entre ellas.
«¿Qué no tienen trabajo que hacer? Bueno, como sea.»
Encontró una mesa libre en el extremo del balcón. Limpio sus tenedores con un cuidado total y empezó a comer tranquilamente, o al menos así fue hasta que un fuerte zumbido llamo su atención.
Un helicóptero se estaba acercando al edificio. No tenía idea que tuvieran un aeródromo, pero mientras no terminaran como las Torres Gemelas todo estaría bien.
No pudo pasar por alto que todas las personas que se encontraban hablando entre si se callaron por un segundo y dirigieron instantáneamente su mirada hacia ese helicóptero, en especial las chicas.
«¡Tontas! Solo es otro malditico helicóptero ¿Nunca vieron uno?»
De repente una joven vestida en un ajustado vestido azul marino con una pequeña lonchera se cruzó en su visión. Tenía el cabello bien recogido en dos trenzas de un tono rosa claro y ojos marrones. Parecía ser la única junto con él que no estaba idiotizada por el espectáculo de allá arriba.
—¿Disculpa, está ocupada? — Pregunto refiriéndose a la silla que estaba frente a él con una voz muy amena.
Hizo un gesto negativo mientras masticaba un brócoli y la chica le tendió una dulce sonrisa para después sentarse frente a él. — Muchas gracias, por cierto, me llamo Rebecca. — Se presento mientras abría una botella de agua.
—Ichiji. —Siempre fue malo para iniciar conversaciones, pero no porque no pudiera relacionarse, sino porque nunca le intereso hacer amistades; en contraste con Sanji o Yonji.
—Hahaha... — La joven tenía una risa agradable — No eres muy conversador por lo visto, si me pongo algo pesada solo avísame. — Le susurro.
—Aja. — Respondió de manera cortante mientras veía como la gente seguía observando la azotea.
Rebecca siguió la mirada de Ichiji y se percató que estaba viendo hacia los montones de mujeres que veían embobadas el helicóptero o, mejor dicho, a la persona que estaba adentro.
—Actúan como si nunca hubieran visto a un hombre ¿No? — Soltó con tono de burla.
—¿Hm? — No entendía a lo que se refería.
—Olvídalo, cosas mías. — Secundo — Y cuéntame ¿A qué área perteneces, Ichiji? — Pregunto animosa mientras degustaba de una ensalada César.
—Contabilidad — Comento sin ganas.
No era muy fanático de su trabajo, y no lo decía por su estúpido jefe. La verdad era que ni siquiera le gustaba mucho la economía. Solo lo había estudiado bajo coacción de su padre.
—Uff... Drake. — Reconoció el nombre de su jefe al instante. — Tiene un temperamento un tanto, difícil. — X Drake siempre había sido sinónimo de excesos dentro de la firma. — Debe ser difícil para ti acostumbrarte a sus métodos, sobre todo cuando no tienes mucho tiempo en la firma.
—¿Cómo lo supiste? — Ichiji alzo la vista, finalmente la chica había logrado captar su atención.
—Es mi trabajo conocer el nombre de todas las personas que trabajan para el bufete, y no recuerdo haberte visto antes. — Le restó importancia mientras le daba una sonrisa conciliadora.
Si lo que esta chica decía era cierto, debía tener una posición importante.
—Rebecca ¿Qué es lo que haces exactamente? — Pregunto escéptico
Ella simplemente soltó una risa — Soy la secretaria del CEO.
—Oh. Ya veo — Se sorprendió que siendo tan joven tuviera una posición tan influyente, pero bueno; era simpática y de buen mirar, así que se podía dar una idea de por dónde iba la cosa.
—...Debe ser un trabajo muy agotador — Comento con doble intención, no para ofenderla claro está.
—¡Y que lo digas! Es demasiado cansado... Un momento —De inmediato saco un Samsumg de último modelo de su bolso. Estaba sonando, y como buena secretaria era su deber contestar inmediatamente cualquier llamada.
—¡Estoy almorzando, Cracker! — Respondió ¿Fastidiada? — Si, ya vi que acaban de llegar —Hizo una pausa mientras escuchaba a su interlocutor. —...Perfecto entonces voy para allá — Colgó la llamada. — Cuando invocas al diablo este siempre aparece — Bromeo divertida — Fue muy divertido platicar contigo, Ichiji. ¡Espero verte en la fiesta! Adiós — Sin más recogió sus cosas y se fue.
—Adiós Rebecca. — También tenía que volver al trabajo.
Un segundo ¿Acaso le menciono algo de una fiesta?
De repente, su teléfono también empezó a sonar y apenas vio de quien se trataba contesto inmediatamente — ¿Sí?
—Señor Vinsmoke, — Una pausada voz lo llamo desde el otro lado de la línea — Puede acercarse al piso de recursos humanos, ya tenemos una respuesta a su solicitud.
Oh no, otra vez ese nudo en el estómago.
—Por supuesto.
...
Si Sanji pudiera describir a Puding en una palabra, seria intensa. Era una chica muy agradable, pero con un temperamento fuerte; en otras palabras, le caía bien. Sabia por lo que ella misma le había dicho, mientras comía la hamburguesa que le había preparado en el bar, que era modelo.
Algo que lo dejo sorprendido por el gran apetito de la castaña.
Sin embargo, la misma Pudding le restó importancia, pero sí que se llevó una sorpresa cuando puso su nombre en Google y la chica salía como una de las embajadoras de marcas como Dior o Versace.
También le dijo que era inglesa pero no residía en Londres, tampoco le comento el porque estaba en la puerta trasera del bar el día que la conoció. Aun así, no indago en el tema. No tenía por qué meterse en su vida privada si ella no quería.
Justo ahora había quedado para verse con la toffee en un café a las afueras de Londres, a petición de ella, ya que no quería fisgones detrás.
Por supuesto que Sanji no se negó, aprovecharía que hoy le tocaba a Niji cuidar de Rei. No es que no quisiera pasar tiempo con su hermana, pero también quería un poco de espacio para él.
Poder olvidarse por un segundo de la dura realidad en la que vivía.
La vio llegar caminando del otro lado de la cera y levanto la mano para que lo reconociera.
—Hola Sanji — Se saludaron y sin más entraron al local.
—¿Cómo has estado Pudding? — Pregunto alegre a lo que la castaña lo miro confundido.
—No muy bien, pero no importa— Sonaba decaída.
El rubio pensó un momento y busco su algo en su pantalón; saco un billete de su cartera — Cinco libras por tus tristezas — Le propuso con una media sonrisa.
Pudding soltó una risa cómplice — Sanji, gano mil veces más que eso. — A pensar que lo decía riendo, era cierto.
—¡Vamos! No habrá ningún otro hombre que se ofrezca a comprar tu dolor para que seas feliz.
La castaña lo pensó por un momento — Mi familia me tiene como loca. Siempre que vengo de visita a Londres es lo mismo… — Decía con molestia
En ese momento al rubio le dieron ganas de partirse de la risa — Pudding, no llevamos mucho tiempo de conocernos, pero si te dijera que yo tengo que compartir techo con tres psicópatas ¿Te asustarías? — Por supuesto que no le diría eso.
—Pudding, la familia es algo así como los amigos que el destino te obliga a tener, aunque no quieras — Al menos así era como el veía la extraña relación que tenía con sus hermanos.
La castaña bisbiseo una inesperada risa —Eres un buen chico, Sanji. — Le respondió con una sonrisa sincera.
En ese momento llego su pedido; dos tartas de manzana; un café bien cargado y un Frapuccino, ambos se miraron cómplices.
—Después de ti.
...
El departamento de recursos humanos de la firma tenía un aire diferente al de toda la compañía, era mucho más tranquilo ¿Cómo decirlo? Menos bestial. Pero en ese momento él se encontraba hecho una furia; una que estaba a punto de estallar en llamas y carbonizar a todas las personas en la planta.
—P-pero Kanjuro ¿¡Acaso no leyeron mi carta!? No estoy pidiendo un préstamo para irme a Las Bahamas ¡Mi hermana se va a morir! — Exclamo un exaltado pelirrojo. Esto era el colmo. Si, habían aceptado su solicitud de préstamo, pero no de la forma que él hubiera querido.
—Lo sé Vinsmoke, no soy ciego. Leí la carta muy bien y tu caso fue debatido, pero tienes que entender las políticas de la empresa. Teniendo en cuenta el tiempo que has laborado aquí y tu rendimiento, ¡Lo máximo que se te puede financiar son cincuenta mil libras! — Aclaro otro pelirrojo con una inusual dentadura.
—¡No voy a perder mi tiempo contigo! ¿Dónde está Kiku? — Estaba decidido, no lo iban a sacar de allí hasta que le dieran aunque sea un poco más.
—¡No juegues, Ichiji! — Le reclamo el mayor — La jefa salió; tenía que ver los detalles de no sé cosa qué evento con los directivos. Ahora, firma aquí antes de que me arrepienta de darte el maldito cheque — En verdad le agradaba Ichiji, su situación era muy complicada y deseaba ayudarlo, pero no podía hacer nada más.
—¡Bien! La esperare aquí.
—¡Por Dios, Ichiji! No puedo creer que sean tan...— Estaba a punto de mandar a la mierda a ese mocoso, cuando una figura muy conocida para el mayor se posó justo detrás del chico.
—¿Por qué tantos gritos, Kanjuro? — Pregunto con absoluta tranquilidad un hombre de gran masa muscular. Tenía que estar en un almuerzo con la directiva y se le hacía tarde, pero escucho unos gritos que le llamaron la atención desde el ascensor y fue a dar un vistazo.
Inmediatamente Kanjuro presintió que se le venia la noche. —S-Señor Queen, p-pero que agradable sorpresa. Vera..
«Un segundo», pensó Ichi «¿Ese hombre era Queen?»
Permaneció callado, dejando que Kanjuro le explicara la situación en la que se encontraba; no se iba a arriesgar, por lo visto este hombre era —Literalmente — un peso muy pesado dentro de la firma.
Pero el supuesto Señor Queen únicamente escuchaba Kanjuro en silencio mientras daba unas cuantas caladas a su habano.
—Auméntale cincuenta mil más y que se largue. — Termino la conversación y se dio media vuelta dispuesto a irse. Se le hacia tarde.
¿Pero qué? ,Ichiji sabía que si no hablaba ahora, estaría perdido.
—¿Por qué me esta–?
—No te estoy ayudando, niño. Estas pidiendo un préstamo, no caridad. Significa que nos devolverás hasta el último centavo, y con intereses. Lo que implican más ingresos para nosotros. Cualquier idiota con la más mínima idea de negocios sabría eso.
«¿Ese imbécil realmente creía que le estaba haciendo un favor con darle 100 mil libras?»
El pelirrojo se quedó congelado, no puede ser ¡Este no podía ser el final!
—Disculpa Ichiji, en verdad, pero esto es todo lo que puedo hacer por ti— Se lamento Kanjuro mientras le entrega un nuevo cheque; pero el pelirrojo ni siquiera lo escucho, tomo el papel y se largó.
«Unas simples palabras no salvaran a Reiju.»
Volvió a su oficina solo para encontrar una tarjeta negra en su oficina; por el tipo de presentación intuyo que era.
«Así que a esto se refería Rebecca» Observo la carta por unos segundos. Ni siquiera lo leyó cuando la hecho a la basura
—No tengo nada que celebrar — Se dijo a sí mismo. Solo quería ir a casa.
A medida que iba saliendo del edificio se dio cuenta que el personal estaba más alocado de lo normal. Por lo visto esa invitación era la causante de tener tan idiotizados a los trabajadores de la firma.
...
Había quedado con sus hermanas para ir a Agua Bathhouse and Spa, uno de los spas más lujos de Londres, según Smoothie tenían que pasar tiempo juntas, ya que era raro que todas pudieran coincidir en Londres al mismo tiempo, y no podía dejarlo pasar, a fin de cuentas era una ocasión importante.
—No puedo creer que estemos reunidas después de tanto tiempo — Comento contenta una rubia mujer de gran altura y tersa piel clara desde la piscina, Praline Charlotte.
—Cierto, tendré que agradecerle a Katakuri el gesto. — Hablo una deslumbrante mujer de incalculable belleza, dueña de una interminable cabellera albina, mientras recibía un masaje en su tallada espalda totalmente descubierta. Smoothie Charlotte, la reina de hielo.
—Querrás decir a la «perra española» — Escupió con sorna Flampe, penúltima hija de la Familia Charlotte. Una jovencita de no más de dieciséis años que por tener unos cuantos millones en Youtube por su canal de maquillaje, ya se creía una influencer que ensombrecía a la propia Kylie Jenner. — Tengo entendido que ella organizo todo el evento, o al menos eso dijo madre.
Las risas de sus hermanas no se hicieron esperar. En cualquier otro momento Smoothie la hubiera corregido. Violet era una muy buena amiga suya, pero el hecho de que su hermanita la haya insultado en un pésimo acento español le causo más gracia que la falta de respeto en sí.
«Aun te falta aprender mucho de la vida Flampe», Recapacito para si la albina.
—Cierto, conociendo a la «zorra andaluza» ella debe estar detrás de todo. No entiendo como nuestro amado hermano mayor aun la tiene en tal alta estima. — Secundo Ángel Charlotte, otra joven que al igual que sus hermanas, compartía sus voluptuosas medidas, y una roseasea cabellera. — Oh, Smooth ¡Vamos! No me mires así.
—Espera Annie, Tengo entendido que la idea de la fiesta nació de la retorcida mente de Cracker. — Apunto Cusart, la melliza de Angel, mientras nadaba totalmente desnuda en la piscina. Tener un poco de tiempo para divertirse con sus hermanas siempre lograba relajarla. Sobre todo, ahora que estaba en miras de estrenar su nueva gran producción.
—Cuando no ese idiota... — Soltó Angel por lo bajo. Claro, debió haberlo supuesto. Solo su estúpido mellizo pudo haber planeado algo así.
—Obviamente tendría que haber sido idea de Cracker. Solo a él se le ocurriría hacer una fiesta con una temática como esa — Comento Galette Charlotte, otra joven dueña de una enigmática belleza, de cortos cabellos turquesas y piel tan blanca como la nieve, mientras barnizaban sus uñas con un esmalte Azature negro.
—A mí no me importa quien la pensó, eso no quita que sea muy divertido. — Destaco Brulee Charlotte— Según Perospero han sido muy selectivos con las invitaciones. Los empresarios más influyentes del continente, famosos y hasta políticos; además de la firma de Katakuri.
A fin de cuentas, la fiesta era para ellos.
—¿Creen que Oven y Dai vengan? — Pregunto curiosa Flampe, y al instante la pregunta dejo en un mortal silencio a todas.
Smoothie le dio una mirada rápida a su masajista para que detuviera su acción, pero se quedó a medio camino cuando Cinnamon tomo la palabra.
—Flam, linda. No te revientes la cabeza pensando en cosas tan banales. Si vienen, será increíble y sino; mucho mejor. No necesitamos que esos dos vengan a alterarnos los nervios. — Relato comprensiva, amenizando en el acto el ambiente.
—¿Qué pasa Pudding? Estas demasiado callada — Pregunto Smoothie, preocupada al ver el humor de su pequeña hermanita castaña — ¿Tiene que ver con Cavendish? — Susurro por lo bajo.
Hakuba Cavendish, su maldito ex novio. Ambos se conocieron en la semana de la moda en Nueva York y habían tenido una bonita relación hasta que se enteró que este la había engañado más veces de las que podía contar, y de inmediato corto todos los lazos con él.
Lo único que ese idiota buscaba, al igual que casi todas las personas que se acercaban a ella, era las ventajas que venían con el nombre de su familia.
«En ocasiones, realmente odiaba el apellido que tenía.»
—Pudding ¿Me estas escuchando? — Le pregunto Flampe con una sonrisa maliciosa.
—¿Qué quieres mocosa?
—Te estaba preguntando con quien iras a la fiesta. Sería muy vergonzoso que una modelo de tu talla asista sola a un evento de tal magnitud — Si su hermana no sonreía más era porque su cara no se lo permitía.
—¡Flampe! — Smoothie, ya se estaba cansando de la actitud de la menor.
Pudding conocía bien a la mocosa de su hermana y era muy consciente de lo fastidiosa que podía llegar a ser cuando se lo proponía, pero no le iba a dar el gusto de verla flaquear y sin pensarlo detenidamente hablo.
—Solo para que sepas mi linda hermanita, las chicas como yo no tenemos que buscar desesperadas la atención de un hombre — Le respondió con un brillo en los ojos — pero tienes razón en algo. Una supermodelo como yo no se puede dar el lujo de ir sola ,y ya tengo un acompañante para la velada de mañana – Afirmo segura.
...
Esa noche el coliseo estaba hasta el tope de gente, había un arrasador Sold Out, teniéndolo a él como la atracción principal, algo que sorprendió al propio Yonji. Además, que por primera vez en mucho tiempo, las apuestan no estaban a su favor. Sin embargo lejos de preocuparse, tomo la noticia con bastante algarabía, si ganaba se llevaría a casa una para nada despreciable cantidad de dinero. Así que estaba dispuesto a hacer lo que sea por mantener su invicto de veintisiete victorias consecutivas.
Así que con la característica confianza que siempre lo acompañaba se adentró por el túnel de ingreso acompañado por su entrador y amigo, Killer, únicamente para ser recibido por el siempre típico mar de insultos del público.
«Imbéciles, hare que se traguen todas sus palabras»
Estaba confiado, o al menos fue así hasta que vio a su oponente. Pensó que todos los que participaban en este tipo de eventos de lucha tenían al menos un mínimo sentido de respeto hacia su rival, pero debió suponer que este no era el caso cuando el imbécil ni siquiera se digno a chocar los puños con él.
Que iluso había sido
—¡Vamos, dale a la quijada! ¡No retrocedas! — Apenas y podía escuchar los gritos a modo de indicaciones que le estaba dando Killer desde su lado del octógono.
—¡Mátalo Urouge! — Escucho vívidamente el estremecedor grito del entrenador de su oponente.
Podía sentir la ardiente luz del techo sobre él, tenía que terminar la pelea pronto. Ya no podía ver bien por el ojo izquierdo debido a la hinchazón. Ese loco lo había golpeado antes de que sonara la campana.
«—¡Se acabo el récord Yonji!
«—¡Urogue te hará mierda!
«—¡Dale su merecido a ese asqueroso francés!
«—¡Regresa a tu condenado país! — La gente estaba eufórica
Por unos instantes todo se oscureció para Yonji cuando su oponente le dio un puñetazo directo en la parte frontal de la cabeza, cayendo en seco al piso del octágono.
¡Maldita sea!
Iba a perder la conciencia…
—Vamos Winch Green ¡Arriba! De lo contrario te moleré a golpes en el piso. — Podía sentir el asqueroso aliento de Urouge en su oreja. Debía levantarse, vamos reacciona, se dio fuerzas, pero el dolor era muy intenso.
«—P-pero ¿¡Que mierdas estás diciendo!? —No podía creer lo que acababa de salir de la boca de Sanji.
«—Law fue claro Yon, por más ganas que tenga de salvar a Reiju, sino pagamos la cirugía él no podrá hacer nada — Susurro Niji.
«—E-Eso no puede ser, Reiju... e-ella no...
Oh no, aquí venia otra vez esa maldita desesperación que lo hacía sentir que los golpes que recibía en la arena fueran simples caricias.
En ese momento Ichiji se le acerco, se veía hecho mierda. Podía verlo en sus ojos. Su hermano se estaba consumiendo cada día más, como si fuera él quien recibiera todos los golpes de sus peleas y todos los pinchazos de las quimioterapias de Reiju.
«—Se que lo que estoy a punto de pedirte es muy egoísta de mi parte, pero Yonji, si hay alguien que tiene la mayor probabilidad de juntar esa cantidad de dinero, ese eres tú. Por favor — Lo tomo con fuerza de los hombros — por más duro que sea el golpe... ¡Tienes que levantarte!
Estaba a punto de salir rumbo a la arena cuando una voz lo llamo desde las escaleras.
«—Yonji ¿Hoy vendrás temprano a casa no? Extraño jugar contigo. — Le reclamo Reiju haciendo ese puchero tan adorable que a el tanto le gustaba.
En ese momento, una parte suya quiso tirar sus cosas y subir a abrazarla, pero sabía que si lo hacía, no iba a ser capaz de salir de esa casa.
«—¡Por supuesto, Rei! Espérame despierta y jugaremos — Le aseguro con una fresca sonrisa, ocultando tras su expresión la dura realidad a la que se enfrentaba todas las noches únicamente por esa pequeña.
Reacciono de manera impensable cuando estaban a punto de ser declarado en Knock out, y dando una fuerte bocanada de aire saco fuerzas de lo más profundo de su ser para levantarse de manera atronadora e impactar un cabezazo de lleno en Urogue, el cual retrocedió agarrándose el rostro por la brutal fuerza del impacto, acto que el peliverde aprovecho para iniciar el contrataque, lanzando un centenar de golpes a puño limpio en la cabeza de su oponente aprovechando que estaba arrodillado en la arena por el golpe anterior.
Uno.
Dos.
Seis.
Diez.
Quince.
Los espectadores estaban mudos, —¡Es un monstro! —decían algunos mientras otros solo le gritaban —¡No, no otra vez! ¡Ese hijo de puta!
La campana finalmente sonó al vigésimo golpe dando como ganador a un desangrado peliverde y aumentando así su récord de victorias.
Killer corrío para recibirlo justo a tiempo, apenas podía mantenerse de pie — ¡Yonji! Lo hiciste ¡Ganaste, hermano! — Le decía alegre su amigo y entrenador. Había sido una pelea muy difícil, pero nunca dudo de la victoria del peliverde.
—O-Oye, ¡Cobra el dinero y l-larguémonos de a-aquí! —Decía sin aire — L-Le prometí a Rei j-jugar con ella.
El rubio únicamente pudo soltar una inconfundible risa al escuchar al peliverde. — Por supuesto, amigo.
...
Niji se encontraba tomando un café muy cargado en la barra de la cocina mientras veía a Reiju y Yonji jugar Ajedrez en su pequeña sala, era una mañana tranquila. Hoy le tocaba a Ichiji cuidar de Rei en la tarde, y esa era la única razón por la que lo habían dejado dormir más tiempo.
Ayer había vuelto con un humor de porquería, —si es que eso era posible — y se fue directo a dormir. Normalmente a Niji le hubiera importado un bledo su molestia y hubiera ido a su pieza a fastidiarlo, pero cuando Yonji volvió a casa con la cara hecha mierda prefiero ayudar al peliverde que ir a fastidiar al cuatrillizo mayor.
Rei había escuchado el portazo de la puerta y teniendo en cuenta que esa noche a Sanji le tocaba el turno de noche, solo podía ser una persona la que acabara de llegar. Por lo que fue corriendo hacia la primera planta de su casa.
«—Yonji empecemos el ¡Ahg~! —Grito asustada Reiju — ¿Qué te paso en el rostro? — Le interrogo preocupada a la pequeña mientras pasaba sus pequeñas manos por su hinchada cara.
El peliverde estaba pensando seriamente que decirle, pero Niji, — Siendo mucho más perspicaz que su tonto hermanito —se las arregló para responder la pregunta de Reiju, aunque teniendo en cuenta su particular personalidad, tampoco fue la mejor de las respuestas.
«—Fue por imbécil, Reiju. Calculo mal sus golpes y por consecuencia el costal de boxeo se lo cogió, y con ganas.
«—¡Al único que se cogen, y con ganas es a ti, Niji! — Le reclamo con furia contenida el peliverde
«—Hahaha ¡Yonji, en verdad eres muy tonto! Debes tener cuidado la próxima vez que entrenes. — Le pidió mientras cubría el rostro de su peliverde hermano con un abrazo.
«Si realmente supiera la razón tras esos golpes…» Pensó el peliazul mientras terminaba el oscuro liquido de su taza.
—¡Yonji! Ya deja eso. ¡Eres pésimo en este juego! No sabes jugar Ajedrez. ¿Por qué crees que Reiju siempre quiere practicar contigo? Es muy fácil vencerte cuando tienes que usar tu reducido cerebro.
—¡Silencio idiota, no me dejas pensar! — No iba a dejar que una niña lo volviese a derrotar en un juego tan tonto.
—¿Tú puedes pensar? — Vivía para joder a sus hermanos.
—¡Ya lárgate, o te rompo el culo! —Le rugió el peliverde, si Niji seguía así le iba dar un golpe mucho más fuerte del que le dio a Uroge.
Antes de que el zafiro terminara con la nariz rota, y para calmar los ánimos, Rei opto por intervenir —Jugaría contigo Niji, pero te pones muy pesado cuando pierdes — La menor era consciente que de sus cuatro hermanos, el segundo era un genio en el Ajedrez, pero por el mismo temperamento explosivo de este, prefería evitar jugar con él.
—Ya verás niña, ahora alístate que tenemos que ir a ver al viejo. Cuando volvamos te tragaras tus palabras — Le advirtió a la menor.
—Ni, dile abuelo, no esta tan viejo — Lo corrigió tiernamente la niña mientras se ponía de pie.
Los fines de semana el viejo Zeff pasaba tiempo con Reiju en las mañanas y hoy le tocaba a Niji ir con ella.
—Vamos Reiju, te ayudare con tu ropa – Le dijo Yonji mientras le ofrecía su mano para cargarla hasta su habitación.
—¿Y porque no vienes con nosotros Yon? — Le pidió la menor viéndolo con esa mirada llena de luz.
«Maldita sea.»
—Está bien, Rei. – Aunque su dolor de cabeza no había persistido, de seguro salir con sus hermanos y abuelo a tomar un poco de aire fresco lo relajaría un rato.
...
Se despertó por el ruido de la calle y hubiera vuelto a dormir de no ser porque vio la hora y casi se espanta al ver que eran las tres de la tarde. Se rasco la cabeza y fue directo hacia el baño de su habitación. Era el único que junto con Yonji tenían un cuarto propio, y todo gracias a que eran ellos dos quienes más aportaban en los gastos de casa. A diferencia de Sanji y Niji que compartían habitación.
Bajo las escaleras para encontrarse a Sanji en el baño de visita; vestido con una blazer de Zara, un pantalón negro y sus zapatillas Gucci.
—¡Sanji! ¿Qué haces con mis tenis puestos? — Si había algo que le cabreaba en verdad era que sus hermanos tomaran su ropa sin avisarle.
¡Esos zapatos habían sido de las pocas cosas que pudo tomar de Francia antes de llegar a Londres y ni siquiera él los usaba seguido!
—¡No me molestes Ichiji! ¡Cuando tomaste mis Ray-Ban sin permiso y los rompiste nunca te dije nada! Tengo que salir y los necesito. — Le recrimino Sanji mientras se peinaba.
Se quedó callado, la verdad fue Niji quien los rompió, pero ¿Qué importaba ya? En esa época se podían dar el lujo de hacer lo que sea sin consecuencias, —pero la vida era muy perra — o al menos lo había sido bastante con ellos.
—Bien. — Acepto contrariado — pero las quiero de regreso intactas. Apropósito ¿Dónde está Rei? ¿Y por qué estas yendo tan temprano a una fiesta? Son las tres de la tarde — Argumento curioso.
—Se fueron a ver al abuelo, y una amiga me pidió pasar por ella.
—Ni se te ocurra volver ebrio. — Le advirtió y fue a prender la televisión. — Hm, al menos el Manchester está jugando — Susurro con una sonrisa apagada. Una de las pocas ventajas de vivir en Inglaterra era la Premier League. Le gustaba futbol, pero la liga profesional de Francia no era tan buena; todo lo contrario a la inglesa.
Se quedo viendo la paliza que le propino el United al Tottenham hasta que sus hermanos y Reiju volvieron. Estuvieron en Hyde Park con el viejo hasta que Rei se cansó. Así que prefirieron no arriesgarse y volver a casa antes de tiempo. Además, Yonji quería dormir por lo que apenas cruzaron la puerta el peliverde junto a la pequeña fueron a descansar juntos en la habitación de Rei.
...
Se encontraba cansado y sudoroso, había tenido que caminar más de quince cuadras para poder llegar a su destino. Antes de que Pudding le pasara la dirección de su casa, se había hecho una idea de que se encontraría en un barrio bien acomodado de Londres, pero cuando le dijo que residía en un apartamento de lujo en el corazón de Hampstead le dieron ganas de meter su cabeza a una olla hirviendo por haberse ofrecido a recogerla, ya que en esa maldita zona residencial ¡Solo pasaban autos! Y ni muerto pediría un uber o Ichiji lo mataría por algo que el pelirrojo consideraba como «gasto innecesario», por lo que no le quedo de otra que usar sus pies.
Finalmente llego al Hall del gran rascacielos, pero estando a punto de decirle al recepcionista el nombre de Pudding, este se le adelanto.
—¡Finalmente llegas muchacho!, Te estábamos esperando, ven sígueme hay mucho trabajo que hacer en los jardines ¡El gras esta por los cielos! — Lo tomo del brazo, conduciéndolo por la puerta trasera.
¿Ah?
—Señor ¿De que habla? Yo no trabajo aquí — Le recrimino mientras se soltaba del agarre del otro hombre.
«¡Demonios dejo una mancha en el blazer de Niji!» Se lamentó internamente.
—¿Pero qué...? Oh, disculpa muchacho, pero con esa ropa creí que eras el jardinero. — Y es que los residentes del edificio, y sus visitas jamás vestirían de una manera tan… menesterosa. —Bien, dime ¿A quién vienes a ver?
—Departamento 2068 — Corroboro el numero en su teléfono.
—¡Oh! — El mayor lo vio sorprendido — ¿Eres conocido de los Charlotte?
Sanji se estaba empezando a hartar, algo que el recepcionista cayo cuenta por lo que de inmediato le permitió el ingreso; indicándole que tenía que ir por los ascensores laterales.
Apenas llego al vigésimo piso, el ascensor le dio paso al sorprendente amplio departamento de Pudding —¿Así es como viven las modelos entonces? —Tenía un diseño muy cálido, de colores tierra y con un diseño extremadamente minimalista.
Lo que más le llamo la atención fue la gran cantidad de cuadros en los que colgaban en una de las paredes con algunas de las portadas más famosas de la modelo.
Vanity Fair.
Vogue.
BOF.
Elle.
Pudding realmente era una modelo muy cotizada en el mundo de la moda, sin embargo, se mostro sorprendido al notar un cuadro que no pertenecía a una revista, sino que parecía mas una foto familiar, en donde salían varias personas, entre ellas Pudding, y en el centro de la fotografía, una mujer bastante subida de peso con cabellos color rosáceos, al igual que la mayoría de sus descendientes.
—¿Acaso esa es la madre de Pudding?
—El titulo le queda algo grande, pero si, lo es.
Sanji casi suelta un grito del susto que se llevo al tener a la castaña justo a sus espaldas. —¡Pudding! ¿Qué demonios?
Pero la joven supermodelo mostro su cara mas jovial al notar la expresión de muerte en su amigo — ¡Ay Sanji, no seas exagerado! — Soltó en una risa — ¿Y bien? ¿Interesado en alguno de mis hermanos? Porque de ser así, olvídalo, terminaras hecho pedazos. — Como la gran mayoría de personas que pasaban por las sabanas de un Charlotte.
—Tks… Descuida. No busco una relación seria por el momento — Y tampoco es como que tuviera tiempo para una.
A decir verdad, no había tenido nada serio en mucho tiempo, tener a cargo una hermana con cáncer limitaba mucho su agenda personal. Además, no era algo que cualquier persona pudiese entender.
A decir verdad, apenas y tenia tiempo para él, por eso acepto de buen gusto la invitación de Pudding, a veces era bueno recordar que aun era un simple adolescente de veinticuatro años.
Pudding se percató de que algo no estaba bien cuando Sanji se mantuvo callado por un buen lapso de tiempo — Vamos, Sanji. No te desanimes, no falta mucho para estar lista — Intento bromear con él.
En ese momento el rubio entro en cuanta de lo que decía su amiga. Por lo visto, aún se iba a demorar mucho ya que tenía miles de ganchos en el cabello. Le iba a decir que no había problema con esperarla hasta que se percató que la modelo lo estaba observando muy fijamente.
Un segundo. No lo estaba viendo a él, sino a su ropa.
«Demonios, debo verme fatal.»
De pronto la castaña se llevó las manos a su cabeza — ¡Oh rayos! Sanji, disculpa me olvide decirte el tema de la fiesta.
«¿Qué?»
—Mierda —¿Qué iba a hacer? No iba a regresar a su casa para cambiarse. Tendría que volver a hacer esa horrible caminata hacia el departamento de la castaña una vez más.
—¡Pudding ven acá aun no termino contigo! —Escucho una femenina voz, y en instantes noto la presencia de una pelinegra de ojos azules que llamaba a su amiga desde la mezanine del segundo piso. —¿Quién es él? — Pregunto la mujer señalándolo.
—Es Sanji, me acompañara a la Gala de la firma — Comento de lo más tranquila la Charlotte, provocando un retorcijón en el estómago del rubio.
—¿Y lo vas a llevar así? — Esa mujer hablaba como si el rubio estuviera pintado.
—¡Pudding me dijiste que era una fiesta, no una Gala! — Le recrimino algo cabreado. De haber sabido que clase de evento era no hubiera aceptado acompañarla.
—¡Oh vamos, Sanji una fiesta o una Gala es lo mismo! — Le corrigió, al menos para ella significaban lo mismo.
—¡No Pudding no es lo mismo! En una gala hay camarógrafos y prensa y–
–¡Sanji, tranquilo! Yo me encargo de todo — Lo callo mientras sacaba un Iphone último modelo.
La mujer de profundos ojos azules empezó a bajar la escalera, permitiendo que Sanji la pueda ver mucho mejor, era muchísimo más alta que Pudding y el juntos, y su piel era muy blanca, casi parecía sin vida.
—Shirley él es Sanji; Sanji te presento a Shirley, es mi maquillista y asesora de imagen —Le comento mientras empezaba a hablar en italiano por teléfono.
La mujer le dio una mirada rápida, devolviendo de inmeditato su atención a la castaña — De seguro es Russian, las ventajas de ser una supermodelo supongo — Comento mientras prendía un cigarro frente al rubio.
—¿Quién es Russian?
—Digamos que es alguien importante de Versace — Le contesto mientras soltaba un poco de humor por la boca.
«¿Qué cosa?»
—¡Listo! ¡Ya todo está arreglado! Ahora tomemos unos tragos mientras esperamos por tu traje Sanji — Comento de lo más despreocupada la modelo.
—¡Pudding! — De inmediato Shirley le llamo la atención la morena — ¡Aun tenemos mucho que hacer!
—¡Esperen! Pudding, perdona, pero no puedo aceptarlo. Jamás podre pagarte un traje a la medida, además yo—
—Escúchame atentamente Sanji — Le pidió la castaña mientras le agarraba las manos — La mayoría de las personas que me rodea en el mundo en el que estoy metida es horrible. Tu eres de las poquísimas personas que no ha pedido nada más que mi amistad, y para mí eso vale más que todo el dinero en el mundo. Déjame ser tu hada madrina por esta noche ¿Si?. — Rogo con una sonrisa.
Tenía el presentimiento que no era una buena idea. No entendía nada de lo que estaba pasando y algo dentro de él, le decía que se iba a terminar arrepintiendo por lo que estaba a punto de decir.
—...Bien, pero solo en esta ocasión.
La castaña de inmediato cambio su expresión a una rebosante de alegría y lo abrazo — ¡Oh Sanji! No tienes idea de lo feliz que me haces. Ahora vamos arriba. Haremos una mini celebración con Vodka — Le dijo feliz mientras le guiñaba el ojo — Aparte, Shirley tiene que terminar con mi cabello — Le confeso en un susurro coqueto.
—Qué bueno que no te hayas echo de rogar. Así hubieras movido cielo y tierra, no hubieras podido conseguir el traje para hoy. — Le aseguro la asesora de su amiga mientras los seguía por las escaleras.
—No entiendo ¿Es solo un traje no? No creo qu... —Fue entonces cuando Sanji pensó detenidamente e hizo la pregunta que debió haber hecho desde el principio —¿Qué clase de Gala es a la que vamos a asistir Pudding?
—¿No te lo dije? — Se rio – Mea culpa— Comento en latín — Veras, la firma de mi hermano se acaba de trasladar de Estados Unidos así que van a realizar una fiesta en honor a su llegada a Londres, pero lo harán ¡Al más glamoroso estilo de los locos años veinte! — Le comento emocionada.
—¡Rápido Pudding, se está haciendo tarde! Y aún tengo que colocarte la cinta de diamantes en el cabello — Resondro la mayor ya impaciente.
¿Pero? ¡¿D-diamantes?! ¿En qué rayos se había metido?
...
Ya estaba atardeciendo y se encontraba tranquilo viendo el resumen del partido contra el Tottenham cuando su bendito iPhone sonó, mandando al diablo su momentánea paz mental.
—¿Sí? — Respondió de manera parca.
«—Vinsmoke ¿Estas camino al Hotel? — Reconoció a la perfección la voz de Drake, se le escuchaba agitado, muy agitado.
—¿Disculpa? — Replico indignado alzando una de sus particulares cejas. Podía jurar que escuchaba una serie de profundos gemidos femeninos del otro lado de la línea, pero por su salud mental, prefirió ignorarlo.
«—¡La fiesta grandísimo inútil! No sé si vives bajo una piedra, ¡Pero te recuerdo que es hoy!
Y allí estaba el Drake de siempre, adiós al jefe pasivo que fue por un par de días.
—Bote la invitación; no asistiré — Escupió en el acto. Lo último que quería era salir de casa.
«—Pues que lastima Ichiji, porque tendrás que rebuscar en la basura, ya que ¡Tú vas a asistir! — Le ordeno cada vez más molesto —Tuve un inesperado inconveniente, por lo que yo no podre hacer acto de presencia, pero no existe justificación alguna en el mundo para que tu no vayas.
—Escucha Drake, ya hice planes. Dile a Bonney, estoy seguro de que ella morirá por asistir — Si era una fiesta habría comida por doquier, un escenario perfecto para la pelizorra de Bonney.
«—La señorita Jewelry esta indispuesta, y como eres el único asistente del jefe del Área ejecutiva de Contabilidad disponible, llevaras tu trasero a esa gala, ya que de lo contrario le haremos un desplante a los directivos y no queremos eso ¿No, Ichiji?
Drake justifico con una inmediata rapidez la ausencia de Bonney, ya se hacía una idea del porque estaba indispuesta.
—Te repito Drake que ten–
—¡No me importa lo que tengas que decir, Vinsmoke! Si no asistes a la gala, te voy a despedir ¿Quedo claro? — Resalto iracundo el castaño.
«Maldito hijo de puta», que ganas de fastidiar. Niji y Yonji lo iban a matar ¡Tenia que cuidar de Reiju!
—¡Bien! ¿Dónde se llevará a cabo esa idiotez? Pero que conste Drake, solo estaré un rato y luego me iré — Si le iba a hacer este favor a su jefe seria bajo sus condiciones.
—Como quieras, en verdad eres un idiota por botar la invitación. Te pasare la dirección por iMessage, pero tienes que saber algo antes de que te vayas, no es una fiesta de gala cualquiera ¿Entendido? — Fue entonces que su jefe empezó a detallarle los por menores del evento.
¿Pero qué…?
«¿Quién fue el grandísimo estúpido que pensó en semejante tontería?»
...
Estaba tomando un vaso de Whisky con Shanks mientras veían como Perona terminaba de colocarse una ostentosa pedrería de rubies en el cuello. La verdad, de no ser porque el pelirrojo lo obligo, ni siquiera se habría puesto el traje para la dichosa fiesta. Odiaba en demasía los eventos de alta sociedad y toda la basura que los involucraban.
Aun cuando sus padres lo criaron dentro de ese mundo, nunca se sintió parte de él.
Ni de ningún otro…
Acababa de llegar a la ciudad y se encontraba muy cansado, solo fue un momento a casa de sus padres a saludar y planeaba retirarse después de eso, pero no esperaba que el pelirrojo prácticamente lo hubiera arrastrado a este circo.
Solo acepto por el hecho de que Perona estaba muy ilusionada con su regreso y quería pasar un poco de tiempo con su hermano.
Pero lo que más le sorprendía, era que en ningún momento se llegó a cruzar ni por asomo con su otro padre, lo cual internamente agradecía. Todavía no estaba listo para hablar con Mihawk, tenía que hacer algo más antes de enfrentar la mirada de halcón del pelinegro.
—¡Vamos no estés tan serio hijo! Cuando yo tenía tu edad esas fiestas eran lo mejor del mundo. Alcohol por todos lados y lo mejor de todo, es gratis — Clamo animado el pelirrojo mientras extendía las manos.
—No todos compartimos tus malos hábitos, Shanks. – Conociendo al mayor, de no ser por Mihawk hace años que el pelirrojo hubiera muerto de cirrosis por sus excesos.
—Dahahaha~ ¡Por esos malos hábitos conocí a tu padre! Así que deberías estar agradecido. Es más, gracias a que ambos quedamos totalmente idos luego de una fiesta, fue que logre convencer a Mihi de adoptarlos, así que indirectamente fueron producto de una noche loca.
–¡Por Dios, Papá! ¿Pero qué cosas estas diciendo? — Susurro sonrojada Perona.
—Bien, iré a planear mi velada con su padre. Tengo que aprovechar que mis dos hijos no estarán en casa esta noche — Les susurro con una sonrisa pícara mientras salía de la habitación.
Aunque, a decir verdad, tenía mucho de qué hablar con Mihawk esa noche, y necesitaba que sus dos hijos estuvieran lo mas lejos posible de la casa.
Ambos hermanos no pudieron evitar el ataque de risa cuando su pelirrojo padre ya se había ido. — Me alegra que no haya cambiado nada, sigue siendo el mismo viejo loco de siempre — Pensó en voz alta viendo a su hermana.
«De hecho, si, cambiaron bastante cuando te fuiste sin decir nada», Pensó la pelirosa.
—Zoro — Perona lo llamo con voz contenida. Debía que aprovechar que Shanks finalmente los había dejado a solas. Era hora de hablar seriamente con su hermano.
—¿Hm?
—Ya estamos solos. No tienes por qué seguir actuando.
Con su único ojo, el peliverde pudo notar la preocupada mirada de su hermanita a través del reflejo del espejo— ¿Por qué volviste? — Sentía la gran tristeza que emanaban sus ojos.
Tristeza que había sido, y era, causada por él.
Pensó detenidamente las palabras que iban a salir de sus labios — Extrañaba ver tu horrible cara y la de los otros dos viejos — Contesto llevando su vaso de Whisky a los labios.
—No pensaste mucho en mi cara o la de nuestros padres cuando nos abandonaste —El aire empezaba a volverse pesado entre ambos hermanos. — ...Dime la verdad.
—Perona, ahora no ¿Quieres? — Aun no quería abordar el tema. No se sentía listo.
—Si es por lo que creo... Déjame decirte que ella no... — Se detuvo al sentir la intensa mirada del peliverde.
—¡Te dije que ahora no! — Zoro se levantó intempestivamente de la cama de su hermano y abrió la puerta dispuesto a salir de allí — Te espero abajo, no demores.
—¡Zoro, espera! — Soltó una maldición y volvió a sentarse frente al espejo — Claro, sigue huyendo, pero en algún momento tendrás que afrontar la realidad, por más dura que sea.
...
Niji se estaba abriendo paso rumbo a la cocina, planeaba salir en un rato, iba aprovechar al máximo que esta era su noche libre, pero antes de irse iba a comer algo. Lo mas probable era que el desgraciado de Sanji le había dejado algo para comer, aun cuando siempre lo amenaza de envenenar su comida.
Sin embargo, apenas llego a la primera planta noto que algo que no debería faltar, de hecho brillaba por su ausencia.
«Ichiji»
Le sorprendió de sobremanera que el idiota no se encontrara en la sala, de todos, Ichiji era el que menos vida social tenía ¿Dónde carajos se había metido? En un principio, creyó que podía estar en su pieza, pero al ir a buscarlo, lo único que encontró fue su habitación hecha un desastre.
Encolerizado, no perdió tiempo en sacar su teléfono y marcar de inmediato.
—¿¡Dónde demonios estas!? ¿Cómo se te ocurre irte sin avisar? ¿Acaso eres idiota, Ichiji? ¿Quién se quedará con la mocosa? ¡Tenía planes para hoy!
«—Déjame en paz Niji ¡Mi jefe amenazo con despedirme si no asistía a un estúpido evento! Volveré rápido, y si tienes tantas cosas que hacer, ¡Entonces lárgate! Estoy seguro de que Yonji no se hará problema en quedarse con Reiju.
—Eres un... — Pero el pelirrojo ni siquiera le permitió terminar su insulto cuando le corto la llamda — ¡Maldito sea! — Gruño encolerizado, tomando rumbo a la habitación de Reiju.
Los vio dormir tranquilamente desde el portón de la puerta. Pensó en despertar a Yonji para decirle que iba a salir, y se quedaría a solas con Rei, sin embargo, no se sintió capaz de interrumpir el descanso que desde hace mucho, Yonji merecía.
Lo más probable era que ambos se quedaran así hasta mañana. Fue entonces que su teléfono volvió a sonar, en su bandeja de entrada habia un nuevo mensaje...
«Blue Meth, acabo de volver a Londres. Tengo que asistir a la estupidez de un amigo, pero después tengo tiempo libre para romperte el culo, ¿Que dices?» 9:58 pm
Niji solto una risa socarrona al leer el texto, «Sigue siendo mi día libre»; pensó.
«Digo que mi culo y tu verga hacen un match perfecto.» 10:00 pm
Apenas mando el texto, seguido de un emoji de diablillo sonriendo, tomo su camiseta, y salio de su hogar con rumbo fijo.
...
Estaba haciendo el nudo de su corbata de lazo, se encontraba entre los tres espejos de su amplio Walking Closet. Lamentablemente, tuvo que quedarse en el Penthouse, tenía que estar cerca de The City para el evento de esta noche. Según Violet, ya todo estaba listo y la única pieza faltante del rompecabezas era él.
No era muy fanático de esa clase de eventos sociales, pero debía admitir que tenían ciertos beneficios, y sin duda la única razón por la que hacía esto era para limar las asperezas de sus bestias por el reciente traslado a Inglaterra.
Porque si, finalmente eran sus bestias.
De repente Cracker Charlotte, hizo su dramático ingreso a la habitación en un smoking rosa pálido — ¿Cómo me veo? Max Mara lo diseño exclusivamente para mí ¡Solo existe uno en el mundo! — Soltó divertido con una sonrisa de autosuficiencia en el rostro.
—Con ese color no me sorprende que solo exista uno en el mundo... — Le respondió divertido mientras se colocaba su Rolex Bao Dai en el brazo derecho.
—¡En el fondo sé que me envidias! Por cierto, te ves bien, pero no mejor que yo — Felicito mientras empezaba a reírse — Apropósito, fui al hotel antes de venir para acá. Déjame decirte que Violeta me ha sorprendido. Hizo todo como se lo pedí.
—No la hice mi mano derecha por su apariencia.
—Si, si. Como digas, ¿Nos vamos ya? Aunque no lo creas estoy muy ansioso. Los invitados quedaran fascinados con la fiesta que yo planee.
—Eso espero, porque he invertido una fortuna por tus exquisiteces — Le advirtió seriamente.
—Vamos, ¿Cuándo te he fallado? — Casi al instante recibió una mirada reprobatoria del mayor— ¡Bien! ¡Bien! La he cagado un par de veces, pero esta vez es imposible y lo sabes — Afirmo totalmente convencido —Tus bestias Yankees quedaran muy satisfechas; ya que nada es más americano que una buena fiesta al más puro estilo de los excéntricos Golden Twenties.
—Tks… Mas te vale. — Ambos hermanos no perdieron tiempo, e iniciaron el rumbo hacia el ascensor.
—Oye Kat…— Lo corto de inmediato, sabía exactamente lo que le iba a pedir el pelilila.
—No, Cracker ¡No vas a conducir!
—...Maldición ¡Al menos lleva el Rolls Royce!
...
En el momento que abrió sus enormes y hermosos ojos azules sintió mucha hambre, y también frio, el hecho de no tener cabello hacía que esa sensación solo aumentara.
Giro su cabeza y se percató que el peliverde no se encontraba con ella en su habitación «Tal vez fue a ver UFC en la sala» pensó.
Le dio un ligero vistazo al reloj de madera que se encontraba en la pared de su habitación, y sin duda se sorprendió al notar que ya era pasada la media noche.
No había tomado su medicación por quedarse dormida y por lo visto Ichiji también lo había olvidado, ya que no la fue a despertar.
«Qué raro, Ichi nunca olvida mis pastillas»
Tenía que ir a la cocina por su medicamento. De seguro Sanji ya le habría dejado preparada su comida, por lo que se puso sus crocs rosas y empezó a bajar las escaleras con cuidado.
A pesar de haber dormido no tenía mucha fuerza, la quimio prácticamente había drenado todas sus energías.
De repente sus ojos notaron algo que le llamo la atención y acelero el paso, asustada.
—¡Oh no! ¡Yonji! — Grito la niña.
El peliverde yacía tirado en el piso de la sala con la mirada perdida y las pupilas en extremo dilatadas. Lo único que Reiju fue capaz de hacer fue ir corriendo a mover a su hermano, buscando desesperadamente una reacción en él, pero fue inútil.
Ya que obtuvo una respuesta.
Reiju no fue capaz de contener sus lágrimas mientras llamaba inútilmente los nombres del resto de sus hermanos.
—N-No... Yonji, ¿¡Que te pasa!? ¡Por favor, reacciona!
Notes:
Aclaraciones capítulo IV:
Azature: Marca de Diamantes que también fabrica esmaltes hechos con los mismos, cada presentación vale alrededor de $ 250.000
Hyde Park: Uno de los parques más grandes del Reino Unido; algo así como Central Park de Nueva York.
Royal Arcade: Uno de los centros comerciales más antiguos y exclusivos de Londres.
Destilería: Son fábricas que se dedican a procesar bebidas alcohólicas.
Agua Bathhouse and Spa: Spa de lujo, sus honorarios rondan las 20.000 libras por persona.
Charlotte Custard: Es la hermana trilliza de Cracker junto con Angel (Si chicas, la galletita también vino en paquete de tres) Oda revelo ese dato en la OP Magazine N°5. Cracker es el mayor de los tres.
Premier League: Liga de futbol profesional inglesa.
Manchester United: Uno de los equipos de futbol más laureados de Reino Unido y el mundo; además de ser el equipo favorito de Ichiji.
UFC: Empresa de artes marciales mixtas, también conocidas como MMA.
Golden Twenties: Época dorada de los Estados Unidos, conocido por su auge económico y derroche de dinero en todos los ámbitos socioculturales.
Hampstead: Uno de los tres barrios más lujosos de Londres, el dato de que solo se pueden trasladar en auto es cierto. No pasa ni un alma, solo automóviles.
Shirley: Es la sirena que es ve el futuro en la Isla Gyojin y hermana de Arlong.
Russian: Es la esposa del Sr. Pink.
Los años locos: Otra forma de llamar a los Golden Twenties.
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Capitulo V: «The Unhappy Twenties»
Cuando tenía dieciocho, solía acompañar a su padre a infinidad de reuniones para la alta sociedad. A fin de cuentas, como su primogénito codearse con personas de su mismo status social para sobresalir y crear nuevas conexiones era lo mínimo que se esperaba de él, o al menos eso solía decirle Judge en harás de prepararlo como su sucesor.
Pues bien, ni todas las fiestas a las que recordó haber asistido, ni a las que iría en un futuro, se compararían con lo que sus ojos estaban viendo. Si pensaba que los franceses eran estrafalarios a la hora de hacer celebraciones, era porque estaba muy lejos de conocer el pésimo gusto que tenían los americanos.
Apenas llego al Mandarin Oriental Hyde Park, lo primero que noto fue la interminable fila de autos de diferentes marcas de lujo hacer cola solo para poder ingresar. El lugar estaba infestado de reporteros con cientos de cámaras y micrófonos, expectantes como buitres en busca de carroña la llegada de algunas de las figuras más influyentes del medio.
Al ingresar al salón principal, finalmente comprendio lo que decían en su clase de historia, sobre porque Estados Unidos se fue hasta el fondo del pozo después de Los Maravillosos Años Veinte.
Todo el ambiente estaba rodeado por pilares de estilo corintio, el techo de la estructura estaba lleno globos dorados y de estos sobresalían arboledas llenas de flores color lavanda que hacían un juego perfecto con los miles de candelabros colgantes de cristal. Las paredes estaban bañadas en una cascada que simulaban diamantes y había miles de mozos que llevaban cuantas botellas de alcohol pudieran cargar en las bandejas de plata, listas para servir a todos los comensales.
Había una banda de Jazz a un lado del escenario y todos estaban vestidos en ridículos trajes clásicos de color blanco. Por Dios, si hasta había una piscina enorme en el centro de la pista de baile, la cual era completamente negra y resaltaban líneas de color dorado; en el que se podía leer perfectamente el nombre Imperators.
Y para rematar este derroche de dinero que hacía que Ichiji solo tuviera más ganas de vomitar... Estaban todos los presentes. Los cuales creían que estaban en una escena digna de Great Gatsby, bailando como idiotas al ritmo del Charleston, con trajes llenos de diamantes y perlas hasta los dientes. Las mujeres, iban vestidas como Flappers, con cada vestido incluso más extravagante que el anterior, sin contar a los hombres con típicos trajes con lazos y corbatas de los años veinte.
Para su suerte Niji tenía un smoking negro que había guardado en su habitación al no tener espacio en su armario compartido con Sanji. Le quedaba perfecto, aunque algo ajustado en la parte baja.
«¿Qué más da? No es como que alguien me fuera a ver el trasero»; se dijo a sí mismo, y hablando del peliazul, lo había llamado hace un par de minutos para gritarle por haberse ido, pero lo mando al diablo.
Si fuera por él, jamás hubiera accedido asistir a tamaño circo.
Empezó a avanzar hacia el gran salón, adentrándose cada vez más a ese mundo en el que antes se sentía como pez en el agua, y que ahora...
Ahora solo lo hacía sentirse como un perfecto extraño.
—Al menos podre disfrutar un buen Brandy. — Era consciente de todo el estrés que cargaba con consigo, por lo que un par de copas no le harían daño.
...
Estaba anonadado, el lugar era simplemente impresionante. Aun ahora seguía preguntándose como había terminado en un evento de esa magnitud, ya que apenas bajaron del Aston Martin Vanquish, todos los flashes se dirigieron a Pudding, la cual estaba magníficamente vestida con un vestido de transparencias decorado con diamantes. Ignorando a las cámaras ingresaron al lugar y la toffee empezó a saludar a diestra y siniestra a todas las personas que se encontraban en el evento de forma encantadora.
Por lo visto la familia de Pudding era muy conocida en todo Londres...
—¡Vaya que tu hermano sabe cómo hacer una fiesta! — Exclamo el rubio mientras tomaba una copa de Armañac .
Pudding únicamente atino a reírse. — Me creerías si te dijera que hasta yo estoy sorprendida — Le contesto muy animada la supermodelo.
«No tengo dudas de que esto es demasiado, creo que a Cracker se le fue la mano al momento de planear la fiesta»; pensó para si la castaña.
—Debes estar muy acostumbrada a este tipo de celebraciones ¿No? — No le diría que él solía estarlo también, prefería escuchar la versión de la castaña.
—Al principio me parecían deslumbrantes, después las encontré un poco aburridas. Supongo que la magia se acabó — Le respondió soltando un bufido.
Estaba de acuerdo, nunca le encontró razón a esta clase de eventos que lo único que buscaban era generar una competencia de egos en un mundo lleno de hipocresía y sonrisas falsas entre los asistentes.
Para su buena suerte, era Ichiji el que asistía a la mayoría de esas estupideces junto con Judge. Iba a preguntarle a Pudding si irán a buscar a su hermano para felicitarlo por su evento cuando alguien lo interrumpió.
—¿Pudding? ¿Pudding Charlotte? ¡No puede ser! — Escucho el grito de una mujer y de entre la multitud de personas una pelirosa se alzo frente a ellos.
Por lo visto su amiga la conocía muy bien, porque se soltó de su agarre en un instante y fue a abrazar a la joven, la cual llevaba un vestido negro de tiras y cargaba una ostentosa pedrería de diamantes en el cuello.
—Eres una tonta ¿Por qué no me dijiste que habías vuelto a Londres? No fue nada lindo de tu parte — Le reclamo molesta la recién llegada.
—Hahaha, ¡Perona! ¡Pero si eres tú! Que alegría me da verte, estas radiante. — Había conocido a la pelirosa en sus años en Cheltenham Ladies College. Era una chica muy agradable, aunque algo extraña, pero a pesar de eso habían logrado congeniar de forma perfecta.
—No más que tú— Aseguro la pelirrosa. Como debía ser, los organizadores de la fiesta eran los que mas deslumbraban en aquel baile de absoluto derroche.
El rubio se dio cuenta que estaba haciendo mal tercio, y prefirió darles un poco de privacidad yendo en busca de un buen trago.
—Espera, antes de nos pongamos al día te quiero presentar a San... — Pero cuando Pudding se dio media vuelta, el rubio había desaparecido — ¿Sanji? ¡Sanji! ¿Dónde estás?
Perona también se percató que algo, o mejor dicho alguien, tampoco se encontraba a su lado —¡Oh, rayos! Este idiota se me volvió a perder ¡No ha cambiado nada! Sigue siendo el mismo despistado de siempre.
Por lo visto, ambas señoritas habían perdido a sus respectivas parejas esa noche.
Y fue en ese momento, mientras trataba de buscar a Sanji, que Pudding noto la presencia de un rubio que ella conocía muy bien entre las mesas principales del evento, pero…
No del rubio que estaba buscando.
—¡Esto tiene que ser una jodida broma! — La castaña sentía que estaba a punto de explotar.
...
Acababa de llegar hacia menos de cinco minutos a la fiesta y ya necesitaba con suma urgencia un trago. Cuando su hermana le pidió que fueran juntas al evento, pensó eso.
¡Que irían juntas!
No se le paso por la cabeza que su querido cuñado las acompañaría.
«—Te fuiste a Ibiza como si nada ¡Ni siquiera me dejaste un mensaje! — Le grito su hermana al conductor del vehículo
«—Fufufufu ¿Celosa? — Se notaba que la situación le estaba causando mucha gracia.
—¡No digas estupideces, Doffy!
«—Vamos, no querrás hacer un escándalo con Rebecca aquí, si tanto deseas desahogarte espera a que volvamos a casa y te dejare hacer lo que quieras conmigo por haberte dejado abandonada.
¿Es que acaso no podía dejar de ser tan desgraciado por solo cinco minutos?
Después de eso, se tuvo que tragar media hora de reclamos, acusaciones y peleas, solo para que al llegar al Hotel y salir del Bentley la pareja se volviera automáticamente el matrimonio perfecto.
Realmente era incapaz de entender como Violet podía seguir casada con alguien como él. No negaría que Donquixote Doflamingo, era el encanto hecho persona, y en eso radicara su mayor atractivo. En ser una ilusión destructiva, y a la vez adictiva, pero sin restarle lo desgraciado y cínico que podía llegar a ser.
—Necesitare algo fuerte — También se preguntó dónde estaba el cerebro de galleta que tenía por novio.
Tal vez debieron ir juntos al evento, pero no quería que su familia pensara que los quería opacar en su gran noche, o su de por si mala relación con las hermanas de su pareja empeoraría aún más.
...
Ya había perdido la cuenta de cuantas copas de brandy tenía encima, dejo de contabilizarlas al pasar la quinta, por lo visto estar rodeado por doquier de personas carentes de materia gris lo estaba afectando de más.
¿Dónde estaban los grandes abogados a los que todos temían como Las Bestias?
Oh si, bailando como si no hubiera un mañana mientras se bañaban con ropa en la piscina al cantico de «New York, New York.»
Lo peor de todo, es que había un sujeto de largos cabellos negros con una risa demasiado aparatosa vestido en una horrible capa blanca y con los malditos labios morados, parado en uno de los pilares que sobresalía de la piscina, y creyéndose Frank Sinatra no paraba de cantar a todo pulmón.
«If I can make it there,
I'm gonna make it anywhere.
It's up to you, New York, New York...»
Se tuvo que tapar los ojos, era demasiado — ¿Acaso no caen en cuenta que dan mucha pena ajena? — Solo se quedaría allí un par de minutos más y luego se largaría ¡Al diablo, que Drake lo despida! Esto era patético.
—Concuerdo contigo, nunca pensé que extrañarían tanto América como para llegar a estos extremos. — Ichiji soltó al instante un espasmo involuntario.
Una voz muy profunda le respondió justo detrás de él, y en sus veinticuatro años de vida, jamás había experimentado tal sensación.
«Mierda, quizás tengo demasiado Brandy en la sangre»
De igual forma se decidió a responder, más por educación que otra cosa — No entiendo porque una compañía tan importante permite que se celebre esta cosa. ¡Ja! Me imagino que el CEO debe ser un grandísimo imbécil como para permitir esta clase de eventos — Trato de sonar seguro.
Pero sorpresivamente no hubo respuesta.
Fue en ese momento en el que Ichiji se dio la vuelta, dándose cuenta que no había nadie junto a él.
No… Esa voz no pudo haber sido un sueño.
Sin embargo, el pelirrojo empezó a divisar luces de colores que lo hicieron obviar completamente lo que acababa de experimentar. Al principio pensó que le habían metido algo a su bebida y estaba alucinando cosas, pero lo que veían sus ojos no lo estaba engañando y fue allí que cayó en cuenta de lo imbécil que había sido.
¡La solución a todos sus problemas se hallaba justo frente a él!
—¿Cómo pude ser tan iluso? — Dilucido riendo de manera aparatosa mientras se formaba una gran sonrisa en su rostro, y sin perder tiempo se dirigió hacia ese colorido lugar.
«¡No! ¡Piensa en lo que estas haciendo, pelirrojo idiota!»
Su subconsciente estaba tratando de advertirle sobre la gran estupidez que estaba a punto de cometer. Si lo hacía se arriesgaba a perder lo poco que tenían, ¡Pero si salía a su favor! Eso significaría que ya no tendría más problemas, ni él, ni su familia.
No es que no lo hubiera pensado antes, pero desecho la idea por el mismo hecho de que era muy peligrosa. Desgraciadamente, Ichiji no se encontraba en completo control de sus sentidos, por lo que su batalla mental fue bastante corta.
«Esto puede salvar a Reiju ¡Tengo que intentarlo!»
—¡Quiero 100,000 fichas! — Prácticamente le grito a la azafata mientras le entrega aquello que tanto le costó obtener, el cheque de la firma.
Le hubiera dado su teléfono, pero era consciente que no recibiría más de 1.000 fichas por un simple iphone y por la clase de lugar, era obvio que se estaban jugando cantidades mucho más fuertes.
«Mejor para mí», pensó.
—M-Mesa cuatro — Le contesto asustada la pobre azafata mientras le entregaba una infinidad de fichas de colores a cambio de su flamante cheque.
Partió rumbo a la mesa del Gran Casino de estilo clásico que habían armado en esa zona de del salón, era perfecto.
Sabía bien que el Póker era un arma de doble filo. El mismo había visto a su padre perder millones en una noche, pero no era ni de cerca como Judge, y con esa misma confianza puso sus manos en el tablero, en donde ya habían otros dos hombres y una mujer jugando.
—Oye niño, ¿No eres muy joven para esto? — Pregunto un hombre en un tono muy relajado, estaba vestido con un espantoso traje amarillo y tenía unos lentes de sol bastante peculiares.
—Deja jugar al niño, Kizaru. Así los mocosos aprenden a no meterse en cosas de hombres — Le hablo desafiante un peliblanco de piel pálida el cual tenía un habano en la boca.
—Hijo, si sabes lo que te conviene retírate a la segunda partida — Recomendó una mujer con lentes oscuros y cabello rosa. Tenía un cigarro en la boca que desprendía un aroma que lograba marearlo un poco — Tenemos más de trescientos mil en fichas cada uno. No habrá mucho que puedas hacer con unos miseros cien mil.
En ese momento, Ichiji sonrió como no lo había hecho en mucho tiempo — ...Empecemos de una vez.
...
Se encontraba en la barra de la fiesta, muchas personas se habían reunido en la mezanine del evento tratando de charlar tranquilamente entre todo el bullicio de la gran fiesta. A esa distancia, Sanji podía ver los miles de globos que empezaban a caer sobre la gran piscina como si de una cascada dorada se tratara, asombrando así a todos los asistentes.
—¡Aquí tiene joven, un Congnac Louis XIII! Tiene suerte, se lleva la última copa de la cosecha de ese año — El Barman le entrego la copa con una sonrisa.
—¡Muchas gracias! —contesto amablemente.
Estaba regresando por donde había venido. Tenía que reencontrarse con Pudding lo antes posible, no conocía a nadie allí, además, tampoco le gustaba mucho la idea de quedarse solo en un lugar como ese.
Hasta que noto como la castaña se dirigía corriendo hacia las mesas principales del centro del salón, se veía muy molesta, ya que apenas llego, comenzó a reclamarle a una chica pelinegra y a un rubio de largos cabellos, los cuales se encontraban sentados de lo más tranquilos.
—¡Mocosa estúpida! ¿¡Como se te ocurre traer a este imbécil aquí!? — Sus gritos se escuchaban hasta donde él se encontraba.
—¡Pudding! Nena no pensé encontrarte aquí, Oye ¿Has engordado un poco?
—¡¡Cállate Cavendish!! ¡Flampe, tal vez Smoothie o Galette te dejen pasar muchas cosas, pero conmigo te equivocaste Charlotte!
—Cálmate hermanita, Cavendish me llamo y me dijo que se moría de ganas de venir conmigo a la fiesta, no le pude decir que no. No es mi culpa que él se haya aburrido de ti tan rápido.
—¡Flampe, te voy a.. —
Fue en ese momento en el que el Sanji supo que debía intervenir. Acelero el paso para llegar lo más pronto posible donde Pudding, olvidando completamente que su copa estaba casi llena.
Lo que paso a continuación no fue otra cosa que el destino, pero que en ese momento el rubio lo sintió como una puta mierda, ya que de manera completamente inesperada un hombre se cruzo en medio de su camino, provocando que todo el liquido de su copa se derramase de golpe en la camisa de aquel desconocido.
«¡Maldita sea!»
—Oh… Mierda. — Estaba jodido. Bien jodido —D-Disculpa, en serio no me percate.
Escucho una melodiosa voz, la cual provenía del mismo mocoso que intentaba limpiar inútilmente su traje azul. — ¡Eso es muy obvio, imbecil!
Lo que le faltaba, primero Shanks lo obligaba a venir a este estúpido evento, luego su hermana intenta meterse en su vida nuevamente, apenas llega a este enorme hotel se pierde, y para rematar un rubio hijo de papi lo baña en Whisky.
—¡Hey! Tampoco es para que te exaltes tanto. — Le respondió molesto. Era consciente que la había cagado, pero de allí a dejarse ningunear por un idiota había una gran diferencia.
—¡Mira niño, sino sabes consumir alcohol simplemente no lo hagas y ya! Pero no te pasees con una copa llena de Whisky por todo el salón — ¡Bien! Tenía que relajarse. A fin de cuentas, el adulto aquí era él.
Sanji le desvió la mirada, se notaba que estaba avergonzado. —Perdón, no fue mi intención destruir tu traje.
Fue en ese momento en el que lo vio detenidamente, era delgado y esvelto, llevaba puesto un smoking clásico color blanco, le quedaba muy bien. Era un poco más bajo que el, pero podía ver perfectamente sus ojos, azules, azules como un día de verano, de esos que muy escasamente se ven en una ciudad tan gris como Londres.
Pero lo que más le llamo la atención fueron esas particulares… cejas.
Chasqueo la lengua y giro el rostro — ¡Ya que! Me has dado una excusa para largarme de aquí — Al menos ya sabía que decirle a Perona para que lo dejara en paz y volver a su Hotel.
Estaba a punto de irse, pero el chico lo llamo por la espalda.
—Espera… — Lo vio fijamente, tenía que hacer algo por el hombre al que le acababa de arruinar la velada, en especial luego de echarle a perder la ropa — Antes de que te vayas, al menos déjame invitarte un trago. Te prometo que esta vez no te lo lanzare sobre la ropa.
A Zoro le causo gracia su comentario, y al soltar un soplido, que más se asemejaba a una risa, hizo pensar al rubio que era uno de los suspiros más sexys que había escuchado.
No estaba del todo seguro de aceptar la oferta. A fin de cuentas, tenía una enorme mancha amarilla en su camisa, sin embargo, sus labios se movieron por si solos.
— De acuerdo.
«¿Qué más da?»
No había probado nada desde que llego, con esto podría decirle a Shanks que no murió de aburrimiento.
—Bien, emm...—
—Zoro — fue directo y con una mirada que el rubio no supo identificar, pero muy dentro de él, le gusto — ¿Qué hay de ti?
—Soy Sanji.
...
Muchos de los asistentes se quedaron boquiabiertos al ver a una hermosa morena en un largo vestido blanco y un peinado Bob clásico. Deslumbrante era poco para describirla, pero se desanimaron al instante al verla de la mano de un rubio ataviado en un traje de época color vino, el cual era bien conocido por todos los presentes.
Donquixote Doflamingo era un hombre muy famoso en el ámbito social de Inglaterra, un gran diseñador de modas que había hecho millones con sus excéntricas y llamativas propuestas, llenas de plumas y brillos para muchos miembros de la aristocracia británica. Sin duda eran una pareja muy conocida y el hecho que el rubio estuviera presente en ese lugar era porque quería apoyar a su bella esposa con la firma para la que ella laboraba.
Nada podría ser más falso.
«—¡Que bien se ve el matrimonio Donquixote!
«—¿Para cuándo los niños?
«—¡Ustedes son la pareja perfecta!
Eran cumplidos a los cuales Violet estaba muy acostumbrada a recibir, pero era una lástima que ninguna de esas frases pasaría de eso, de simples palabras.
Como si ya estuvieran automatizados para saber qué decir y hacer, siendo prácticamente robots, se encontraban de los más tranquilos saludando a todas las personas que les dirigían la palabra cuando un hombre que la morena conocía muy bien se acercó a ellos.
—Señora Donquixote, permítame decirle se ve excepcionalmente esplendida esta noche — Reconocía muy bien ese tono frívolo y Violet pudo captar la acides de sus palabras.
—Muchas gracias, Sir Crocodile. Me alegra infinitamente que haya podido venir a la fiesta — Le respondió con la misma frivolidad.
—Jamás me perdería un evento de tal magnitud, sin duda Katakuri Charlotte es digno hijo de su padre ¿No lo crees, Violet?
«Maldito sea este hombre.»
—La verdad es que sí, es alguien increíble, pero no se confunda, Sir. Él no es como su padre — Siempre era lo mismo con ellos dos, nunca podían tener una conversación que no incluyera algún ataque, ya sea directo o indirecto.
—Fufufu, juez Crocodile, espero que no esté incomodando de más a mi amada esposa — Para Doffy, como siempre, la situación solo le causaba un morbo desmesurado.
—Para nada Doflamingo. Tengo asuntos más importantes que hacer aquí — Ambos hombres chocaron miradas y se dio un silencio incomodo del cual Violet solo quería desaparecer.
—Mi hermosa Violet, necesito que el juez me dé una asesoría legal en cuanto a las nuevas telas que exportare desde Pakistán. En un momento te doy el alcance— Sin decir más soltó la mano de la española y comenzó su retirada junto a Crocodile.
—¡Doffy! —antes de desaparecer de su vista, la morena lo agarro del brazo y le estampo un fogoso beso que Doflamingo acepto gustoso — Te veo después, esposo mío. — Apenas pronuncio esas palabras pudo sentir la lacerante mirada del pelinegro sobre ella.
¿Cómo es que Doflamingo la había arrastrado a vivir una vida tan indeseable?
Siguió su camino sola, planeaba ir a saludar a Smoothie. Quizás se tomaría uno o dos tragos para olvidar el sinsabor de su último encuentro, pero sus planes cambiaron de inmediato cuando un par de manos le ofrecieron un Martini. Haciéndola recuperar la sonrisa al ver el rostro de la persona que sostenía la copa.
—No pensé que vendrías —sonrió al aceptar la copa del recién llegado. Un pelirrojo de cabellera indomable, casi tan alto como Katakuri, con un traje negro y con una sonrisa muy altanera. — Creí que el Grand Prix de Budapest era esta semana.
—De hecho sí, es mañana. Tuve que salir de incognito. No pensaba asistir, pero es una noche importante para nuestro hombre. — Le explico visiblemente entretenido mientras se terminaba su Martini de un sorbo —¿Y Donquixote? Pensé que estaría contigo haciendo el papel de hombre ejemplar.
—Se fue con su puta — Estaba agradecida que el pelirrojo estuviera al tanto de toda la situación, así no tendría que guardarse nada.
Su interlocutor soltó una aparatosa risa — Vi, en el mundo en el que nosotros vivimos, todos somos putas. De una u otra forma terminamos vendiéndonos como mercancía al mejor postor, ya sea brindando nuestros conocimientos, talentos o cuerpos.
—Que visión más excéntrica de la vida, Kid. — Le comento con una portentosa sonrisa.
—¿Quién crees que me la enseño, preciosa? — Inquirió mostrándole una de esas sonrisas sádicas que siempre usaba.
Violet únicamente soltó una risa, quien más que Katakuri...
...
Cracker no podía contener su emoción. Todo estaba saliendo a la perfección. Cuando llegaron al evento casi la mitad de los asistentes se abalanzaron sobre Katakuri, por lo que se salvó de la gran putiza que le daría su hermano por haber exagerado,tal vez un poco, en el exuberante evento.
Luego sus hermanas decidieron entretener a toda la familia y a los presentes con un espectáculo digno de un Stand up Comedy, en el su hermana con desórdenes alimenticios casi golpea a la que se creía Kylie Jenner, pero sin cirugías, y solo por haber traído al ex novio de la castaña a la fiesta.
Pagaría un millón de libras solo por tener la bofetada a Flampe en video ¡Y dos millones por ver a Pudding echar a Cavendish de la fiesta!
¡Como amaba ser un Charlotte!
Y para rematar la velada estaba Violeta, la cual estaba de lo más alegre junto a su falso esposo, haciendo gala de toda su exuberancia, hasta que llego el juez Crocodile y la cara de esa mujer paso de ser un lienzo a fuego puro.
Ahora solo tenía que encontrar a su sexy novia, ya que si Violeta estaba en el edificio, entonces ella también debía haber llegado. Pero a medio camino del centro de la fiesta se percató de cierto lugar al que le llamaba mucho la atención entrar.
Por lo que aplazo la búsqueda de su amada y decidido ir a entretenerse un momento.
...
A pesar de encontrarse apartados del bullicio central de la firma, Sanji podía notar las penetrantes miradas que apuntaban en su dirección, pero no hacían hincapié en él, sino en su acompañante, en Zoro.
«—¿Lo notaste? Es el hijo de Lord Mihawk.
«— Quizas vino a reclamar lo que le pertenece por derecho.
«—¿Qué hace aquí? Creí que lo habían desheredado.
«—Tengo entendido que dejo Londres hace años.
—Por lo visto eres conocido en esta clase de… círculos. — Menciono el rubio ignorando la gran cantidad de murmullos.
Pero por la mirada despreocupada de Zoro, intuyo que al peliverde no le podían importar menos tales comentarios — Mis padres, no yo. Pero a decir verdad, este lugar no ha cambiado nada. Sigue estando en la misma mierda.
El rubio compartió una ligera risa con el peliverde, aparentemente no era el único incomodo con esta clase de eventos.
—Y bien ¿Qué haces aquí si al igual que yo prefieres una extracción de muelas antes de asistir a esta clase de eventos? ¿Trabajas para la familia Charlotte? — Le inquirió mientras se apartaban rumbo a uno de los balcones del hotel, en donde ni los murmullos ni la desbordante música pudieran interrumpirlos.
—No, de hecho, llegue por una amiga — En ese momento Sanji debió acordarse de Pudding y el escándalo que había hecho hace un rato, pero su cerebro simplemente formateo ese hecho, ya que estaba concentrado en cierto peliverde — ¿Qué hay de ti?
—Igual, de hecho, terminé aquí porque no pude negarme. — No le diría que su padre lo amenazó con llevarlo a rastras hasta la puerta del hotel.
El rubio soltó una ligera carcajada, tenía una risa contagiosa, pensó Zoro.
En ese momento llego el somelier hasta donde se encontraban, provocándole un micro infarto a Sanji al leer la excéntrica carta de cocteles, y es que ¡Todos los tragos, especialmente preparados, tenían un precio mínimo de cinco mil libras!
«¡Ichiji me va a arrancar los ojos! Pero... Ichiji no está aquí.»
Zoro se percató de la expresión del rubio. No fue difícil deducir por su rostro que no tenía dinero suficiente para pagar el consumo de ambos. Lo que era totalmente normal, la verdad es que pocas personas podrían costearse un Macallan de 65 años.
Decidió entretenerse un poco a costa de ese niño, un par de juegos no le hacen daño a nadie ¿No?
—Tráeme un Ron Akagami; 30 años y para él; un vaso con agua. — Le pidió divertido. — Aún no está en edad para tomar alcohol.
Sanji soltó un bufido seco, si ese estúpido peliverde quería jugar, entonces que así sea — Que sean dos Akagamis — le corrigió el pedido al joven somelier.
Que Ichiji lo quemara vivo, le daba igual. Su orgullo estaba por encima.
Zoro sonrió divertido — ¿Estás seguro niño? Un ron de 30 años es solo para hombres.
—¿Qué puedo decir? A pesar de ser un niño, me gustan mayores.
Zoro no negaría que esa frase movió algo dentro de él, en especial en su entrepierna.
—Solo no me lo vayas a lanzar esta vez. — Entono a la par que sacaba un gran rollo de billetes del bolsillo de su saco. Tenía suerte de haber cambiado sus euros antes de venir, era consciente que iba a necesitar dinero si es que a Perona se le ocurría consumir algo por el estilo.
—Son tres mil libras, señor. — Le recordó el Garzon mientras apuntaba el pedido.
Eso lo dejo algo trastocado. Shanks había subido el precio de sus bebidas, — ya luego le pediré un rembolso — a fin de cuentas, iba a ser la primera vez que pagaría por consumir un producto que técnicamente le pertenecía.
—¡Oye espera! Yo iba a...—Zoro detuvo sus reclamos rozando sus dedos sobre los labios del rubio. Hacía mucho que no hacía eso.
Debía reconocer que eran muy suaves.
—Invitas la siguiente ronda — Hablo divertido — Si llegas, claro está, ya sabes lo que dicen, «Quien con niños se acuesta…
Sanji sintió el frio tacto de sus manos, y lejos de amedrentarse por el hombre, no perdió tiempo en morder de manera posesiva el pulgar del mayor.
—Quien sabe, quizás le guste amanecer… «mojado».
...
La Dealer coloco la última carta, el river, en la mesa. Finalmente el Floop se había completado y la sonrisa de un joven pelirrojo no hizo mas que ensancharse al llevarse nuevamente la victoria gracias a un Full House.
Inmediatamente un golpe seco trono sobre la mesa, seguido de un fuerte alarido — ¡Esto no puede estar bien! ¡Estás haciendo trampa, maldito mocoso! — Ese niño les había ganado las siete ultimas partidas ¿En qué momento paso? Ya había perdido casi doscientas mil fichas.
—¡Vamos, viejo! No es para tanto! Tampoco esperes ganarme con un mísero par. — Bramo un desinhibido Ichiji.
—¿¡Que dijiste!? — El albino estaba perdiendo el poco control que tenía.
—Estoy sorprendido jovencito. Hace mucho tiempo no veía a alguien con tanta suerte en una mesa — Concilio el otro sujeto de horrible traje amarillo — Mejor tranquilízate, Smoker. Este niño tiene mucho talento.
El que esos viejos estúpidos lo subestimaran por su juventud le fue de mucha ayuda. Había conseguido ya trescientos cincuenta mil fichas. Sin duda, tenía una habilidad nata para estos juegos, aun así, no solía ir seguido al casino, porque era consciente que también podían llegar a ser muy peligrosos.
Y lo último que deseaba era terminar igual que Judge.
Muchos de los presentes en el casino se habían amontonado alrededor de la mesa para ver a ese brillante jovencito de ceja graciosa ganar partida tras partida, sin perder ni una sola ficha y avergonzando en el proceso a tres de los abogados más respetados de la firma.
—¡Vámonos, Smoker! Ya fue suficiente — Hina estaba cansada, ese niño le había quitado todas sus fichas en solo cinco turnos, y no iba a esperar a que su marido despilfarrara lo que le quedaba solo por su maldito orgullo.
—¡Silencio, mujer! — Smoker la callo con rabia.
«Perfecto, ya perdió la concentración, si sigue así le podre quitar las otras cien mil fichas que le quedan, pero el importante aquí es el otro viejo que habla raro» — Miro al tal Kizaru por unos segundos y después le devolvió la mirada al del habano —Solo le he podido ganar cuarentaisiete mil. Tengo que hacerlo jugar o de lo contrario estaré alargando esto demasiado.
—¡Caballeros! ¿Les importa si me uno?
Ichiji levanto fastidiado la vista. Un hombre de cabellera pelilila, alto, y con una gran cicatriz en el ojo derecho se presentó frente a ellos — y con otro horrible smoking — ¿Quién demonios asistirá a una fiesta con un traje color rosa?
—¡Cracker! Claro siéntate — Kizaru lo invito animado. Por lo visto se conocían a pesar de tener una clara diferencia de edad — Cuéntame, ¿Dónde está tu hermano? No lo he visto en toda la velada. — Pregunto curioso mientras encendía un cigarro.
—¿Cuál de todos? – Ichiji no entendió el por qué, pero todas las personas que estaban rodeando la mesa empezaron a reír al unísono.
—¡Hey! — Lo llamo serio, ya cansado de juegos, y provocando que el animado ambiente cesara al instante — Más te vale dejar de reírte y haber traído muchas fichas, porque te las quitare todas — Ichiji le dio una sonrisa orgullosa. Estaba en racha y lo que más necesitaba en ese momento eran idiotas llenos de dinero como el que tenía en frente.
Cracker de inmediato arrugo la nariz y afilo esos ojos tan rasgados que tenía — Si que tienes una boca muy grande, pero veamos cuánto te dura esa mugrosa sonrisa — Fue entonces que el pelilila saco de su bolsillo un par de fichas, pero no eran como ninguna de las que Ichiji poseía.
De hecho, eran unas fichas muy especiales, siendo mucho más grandes que las típicas monedas, bañadas en plata, y de forma rectangular.
Fue en ese preciso momento en el que a Ichiji se le fue el aliento.
—¿Q-Que? — Se había quedado sin palabras. Cualquier jugador de Poker que se precie de serlo conocía ese tipo de fichas. Eran piezas especiales, y solo se ofrecían en casinos realmente lujosos, ya que el valor de cada una era de un millón de euros.
Empezó a temblar. A pesar de tener un poco de alcohol en la cabeza, era muy consciente de que frente a él se encontraba la cura para la enfermedad de Rei.
—¿Qué pasa imbécil? ¿Ya te cagaste encima? — Ichiji le devolvió la mirada al pelilila. Estaba con una sonrisa exageradamente grande en toda su asquerosa cara.
Kizaru y Smoker se levantaron de la mesa al instante de ver esas piezas plateadas. No había posibilidad alguna de jugar contra esa cantidad. Era como si una simple hormiga intentara hacerle frente a un poderoso elefante.
Cracker rápidamente empezó a reír sin control. Le encantaba ver esas expresiones de impotencia en...
—¿¡Acaso estas esperando una invitación para empezar a jugar, idiota!? — Le grito aquel orgulloso pelirrojo desde el otro lado de la mesa, interrumpiendo al instante sus pensamientos.
Todos los presentes lo miraron anonadados, incluido los cuatro que se hallaban más cerca a la mesa ¿En verdad era tan tonto como para intentar hacerle frente a un hombre con dos millones de fichas solo con trescientos mil?
«Soy consciente que la probabilidad de ganarle es casi nula, pero si logro quitarle la mayor cantidad posible entonces habrá valido la pena.» — Eran los únicos pensamientos que rodeaban la mente de Ichiji en esos momentos.
Cracker empezó a reír sin control ante las palabras del más joven— ¡Me agradas pelirrojo! Las tienes bien puestas. Vamos — Rugió a la Dealer — ¡Lanza las cartaa... —
Cracker se vio obligado a detener sus gritos de manera abrupta, anchando sus rasgados ojos a mas no poder.
Ichiji se percató que estaba empezando a sudar frio; y no solo él. Todas las personas alrededor del Vinsmoke se quedaron mudas. Hasta los que estaban en otras zonas del casino.
—Cracker, finalmente doy contigo ¿Por qué no me sorprende encontrarte aquí? — Ichiji de inmediato se tensó sobre la silla. Él ya había escuchado esa voz hace un momento, pero pensó que el porcentaje de alcohol que tenía en la sangre simplemente le había hecho una broma a su cabeza.
Sin embargo, para su suerte, o desgracia, esa voz si tenía un dueño.
Fue entonces cuando lo vio, era un hombre vestido en un impoluto traje de diseñador, de saco blanco y pantalón de vestir negro. Grande, era una palabra que no se podía usar para describir el tamaño de ese sujeto. Aún por encima de la ropa, se notaba a leguas que el hombre era increíblemente fornido, esos hombros estaban muy bien marcados, al igual que todo su cuerpo. Pero lo que más le sorprendió a Ichiji eran esos ojos color sangre y esa sonrisa tatuada perfectamente sobre su rostro en forma de cicatriz, que lejos de verse grotesca, solo hacia resaltar el innegable atractivo sexual que ese sujeto desprendía desde cada poro de su cuerpo.
Ichiji jamás había visto a alguien así de imponente en toda su vida.
¿Quién era este tipo?
—H-Hermano... Justo te estaba buscando y e-empecé por aquí — Soltó lo primero que se le vino a la mente. Cracker estaba visiblemente nervioso, no pensó que Katakuri fuera a ir por él.
«¿Hermano?» Repitió mentalmente Ichiji.
—¿Así? No me digas ¿Y decidiste empezar por el casino? —Le pregunto escéptico el granate.
—Y-Yo–
—Andando. Tengo que hablar contigo, en privado — No dijo más y de inmediato se dio media vuelta.
La cara del pelilila era un poema, sabia la que se le venía.
Fue en ese momento, en el que Cracker se paró de la mesa tomando ambas fichas, en el que Ichiji simplemente actuó por instinto. Esta era una oportunidad que simplemente no podía dejar escapar.
—¿Qué pasa, te acobardaste? ¿Acaso tu hermanito tiene que venir a salvarte el culo? — Todos los presentes se quedaron viendo fijamente a Ichiji Vinsmoke, como si lo que hubiera dicho haya sido un sacrilegio contra la humanidad.
Cracker no lo podía creer, en un instante paso de la resignación a la rabia absoluta ¿Quién carajos se creía este pelirrojo para hablarles así? ¿¡A ellos!?
—¿¡Con quien mierda crees que estas hablan...¡?
—Cracker, dame las fichas. — Ordeno al instante Katakuri, tendiéndole la mano al pelilila.
Tenía la vista clavada en ese pelirrojo.
Ichiji sintió la penetrante mirada del granate en él. Sentía que lo estaba quemando con esos ojos color fuego.
—¿Kat...? — Solo basto otra mirada de su hermano para que Cracker le entregara las piezas plateadas sin dudarlo, y fue el mayor de los Charlotte quien se sentó en la mesa que antes era ocupada por él.
Había un silencio unisonó en todo el casino.
—Empecemos — Esa voz, lejos de amedrentar a Ichiji, lo emociono.
La dealer, capto la indicación del moreno y lanzo los dos primeros naipes a los únicos jugadores que se encontraban en la mesa.
Ichiji dio un profundo respiro y observo sus cartas, as de corazones y también de diamantes.
«¡Eso es!»
Mejor dúo no pudo haber sacado, pero no lo demostró. En esta clase de juegos la serenidad era lo principal. Observo al granate, se veía impasible. ¡Maldición! Sus ojos no podían ver más allá detrás de esa mirada tan absorbente dirigida hacia él.
—Caballeros, la ciega inicia con cincuenta mil — Pidió la Dealer.
Ichiji dio setenta mil. Necesitaba que ese intimidante sujeto siguiera aumentando el pozo, pero no espero que la subiera a cien mil.
—¿Acaso no te enseñaron que en este juego se va despacio? — Le sugirió Ichiji en un tono divertido. Dándole una sonrisa confiada en el proceso. El hombre había colocado de golpe una gran cantidad de fichas sin ni siquiera ver el Floop inicial.
—Nunca lo hago despacio— El desgraciado tenía una voz muy hipnótica.
Eso hizo que al pelirrojo le hirviera la sangre
«¡No es más que un fanfarrón!»
El Floop fue revelado y se colocaron las tres primeras cartas en la mesa.
As de Trébol, J de espadas y cuatro de trébol.
Los ojos de Ichiji empezaron a brillar, cosa que no pasó desapercibida por el Charlotte mayor, solo necesitaba un As más para lograr su jugada. Estaba a punto de subir el pozo cuando escucho una tenue risa de parte de la persona que se hallaba frente a él.
—¿Qué es tan gracioso? — La gente a su alrededor solo podía contener la respiración.
¿Este niño se estaba atreviendo a tutear a Katakuri Charlotte?
—No eres más que un mocoso buscapleitos, y cuando acabe esta partida, veras lo estúpido que has sido — El Charlotte hablo tranquilo, como si supiera desde ya el resultado del juego.
Fue entonces que Ichiji la encontró, esa emoción única y excitante que te daba el Póker. El poder de controlarlo todo con unos simples naipes. Nunca había compartido ningún tipo de placer más allá del que tenía por el juego, pero estaba seguro que nada se compararía a esta sensación — Quiero verte intentándolo — Lo reto con tanta seguridad que el granate agudizo su mirada en él.
«Sorprendentemente, ese niño no le tenía miedo.»
Ichiji decidió llevar el juego aún más lejos y aumento la apuesta a doscientos mil, sorprendiendo a todos los presentes ¡Ese pelirrojo ya estaba apostando más de la mitad de sus fichas!
«Vamos, aumenta el pozo. ¡Hazlo!»
Parecía que Katakuri tenía una especie de ventana a su cerebro, ya que la jugada de Ichiji quedo en nada cuando doblo la apuesta a cuatrocientos mil.
Con el pozo subiendo su demanda. La penúltima carta, el Turn se revelo, era una K de espadas.
Katakuri no se veía sorprendido. Devolviéndole en el acto la mirada a Ichiji — Parece que llegamos al final del juego — El Charlotte hablo por lo bajo, en un susurro imperceptible para todos menos para Ichiji.
—Me doy cuenta. Terminemos con broche de oro ¿Quieres? — Le siguió el juego divertido. No lo admitiría, pero esta era le lejos la mejor partida que había jugado en su vida, ya que estaba a punto de lograr algo histórico.
Fue entonces que Ichiji lanzo todas sus fichas a la mesa.
—All in.
Sabía perfectamente el peso de esas palabras, pero solo necesitaba el ultimo as y estaba seguro de que lo iba a conseguir, por él, por sus hermanos y sobre todo por Reiju.
—Eres alguien interesante, niño. — Exclamo Katakuri.
Fue entonces que Cracker noto algo que lo hizo parpadear, su hermano… Estaba sonriendo, y a diferencia de todos los presentes, incluido él, Ichiji era el único que se encontraba completamente fascinado por aquella sonrisa.
—All in — Sentencio el Charlotte para finalmente lanzar aquellas dos preciadas piezas plateadas sobre la mesa verde. Mientras que todos los presentes observaban atónitos como estas caían lentamente ante sus ojos.
«¿Qué rayos? No puede ser ¡Como se le ocurre apostar toda esa cantidad en una única partida! ¿Acaso está loco?»
Cerro los ojos un momento, no podía perder el control. «Si ese millonario idiota quería derrochar su dinero, allá él. Al menos yo le daré un mejor uso.»
—Me pregunto quién será el estúpido cuando esto termine.
—¡H-Hermano! ¿Q-que estas? — ¿Katakuri estaba apostando como si nada dos millones de libras? ¿Qué rayos estaba pasando?
—¡Silencio, Cracker! — Le dio una mirada de muerte a su hermano menor. El pelilila no tenía ni voz, ni voto en su decisión y regreso su vista directo hacia su contrincante.
Ambos hombres no podían quitarse la mirada de encima. Ichiji se mordió el labio inconscientemente de la emoción, provocando que las arqueadas cejas del Charlotte mayor se fruncieran, afilando la mirada.
Había llegado la hora de la verdad, el climax de su duelo, y solo hasta entonces el River, la última carta, fue finalmente revelada.
As de Espadas.
El pelirrojo ni siquiera se reconoció a sí mismo, ni lo que hizo después. Se paro de la silla, tirando sus cartas a la mesa, para que todos los presentes y ese estúpido de cabello granate lo pudieran ver, y empezó a reír como no lo había hecho nunca.
Jamás había reaccionado así.
Póker.
Había logrado completar cuatro pares de ases.
«¡Si! ¡Lo conseguí, joder! ¡Reiju, lo conseguí!»
Todos los presentes estaban con la boca abierta, hasta el mismísimo Cracker.
—¡K-Katakuri! — Cracker no lo podía creer ¿Su hermano había perdido?
Dio un ligero respiro y llego a la conclusión de que ya había sido suficiente — Realmente eres un estúpido. — Fue lo último que pronuncio Katakuri antes de mostrar sus cartas y que todas las personas del Casino soltaran exclamaciones de sorpresa e Ichiji dejara de reírse abruptamente y levantara sus espiraladas cejas a mas no poder. Llevándose una mano a la cabeza para mirar atónito la mesa.
10 y Q de espadas.
—¡N-No! ¡No! Espera, e-eso no es posible... — fue lo único que el menor pudo articular, ya que su voz se apagó en ese preciso momento.
Royal Flush.
Todos los asistentes del casino empezaron a aplaudir, y es que no era para menos, una escalera imperial era algo prácticamente imposible de hacer en el Póker. El granate había llevado a cabo la jugada más poderosa del juego, y a pesar de que el pelirrojo tuviera un Póker, no había nada que pudiera hacer contra la mano del Charlotte.
Para Ichiji, no cavia en su propia cabeza «¿Cómo era posible?» La escalera imperial tenía una probabilidad de cuatro en más de dos millones.
Pero... No podía ser posible.
Como si estuviera leyendo su mente, el Charlotte se levantó de la mesa y le dio una mirada desbordante de lastima. — Te lo dije antes, confió en mi instinto.
Kizaru y Smoker estaban anonadados, ese niño que los había hecho ver como unos idiotas, había sido humillado en un solo turno por el CEO.
En ese preciso momento, al pelirrojo lo golpeo la cruel realidad. Sintió que la presión de su sangre bajaba lentamente, se tuvo que sostener de la mesa o caería al piso de rodillas.
¿Cómo era posible que haya perdido todo?
¿Cómo pudo ser tan idiota?
Nunca en su vida había perdido tanto en una partida de cartas y lo peor era que ni siquiera era su propio dinero, era el dinero que salvaría la vida de Reiju.
Sintió que había caído casi tan bajo como su padre.
Y para rematar, noto como Cracker se acercaba lentamente hacia él —Espero que esto te haya servido como lección, estúpido. Nunca le muestres los dientes al dueño del látigo, mugrosa perra. — Le susurro justo en el oído solo para disfrutar de la mirada de desesperación del pelirrojo.
Cuando Ichiji cayó en cuenta de lo que había hecho, ya no había absolutamente nada en su lado de la mesa.
El Charlotte mayor le dio una última mirada y se retiró del casino con Cracker cargando sus dos piezas plateadas, y todas las fichas que hacia solo segundos, le habían estado en posesión de Ichiji.
...
Sanji nunca fue un gran fanático del alcohol, he hecho de entre sus cuatro hermanos, Ichiji y él eran de los que menos consumían esa clase de bebidas, gracias Judge. A diferencia de Yonji o Niji que podían tomar litros de Vodka en una noche, y estar como si nada al día siguiente.
Pero eso no significaba que con la primera copa perdiera el conocimiento, de hecho, para estar en su segundo vaso de Ron aún se encontraba muy despierto, y es que no era para menos.
—¿Entonces no te gusto Bulgaria? — Soltó una risa curiosa. Zoro le estaba hablando de los viajes que realizo, por lo visto había viajado mucho los últimos años a causa de su trabajo, y muchos de ellos habían sido en lugares bastante particulares.
—La verdad no mucho, la comida era muy mala, y era difícil comunicarme. Solo fui a probar su famoso Yogurt y debo decirte que fue de las mejores cosas que comí.
El moreno no pensó que se explayaría tanto hablando de él. Es más, estaba seguro de que Sanji perdería el conocimiento después del primer ron y se iría tranquilo, pero, allí estaba, hablando con un completo extraño de los viajes que hizo en los últimos diez años.
No sabía porque, pero hablar con ese rubio le era tan natural.
Si Perona estuviera allí lo golpearía por hablar como si nada de su vida con alguien que apenas conocía, mientras que su hermana se desvivía para que se abriera con ella.
—Entonces aun no has probado el mío — Sanji interrumpió los pensamientos homicidas que se hacía sobre su hermana, hablando con mucha seguridad, pero por la cara de Zoro, lo había entendido de una forma completamente diferente.
—¿Perdón? —Estaba con una mueca de sorpresa
—O-Olvidado — ¿Qué rayos estaba diciendo? Lo mas probable era que el alcohol ya hubiera subido hasta su cabeza.
—¿Sabes hacer yogurt? — Zoro alzo una ceja curiosa.
—¡No!, bueno, si, digo; no es difícil. Estudie gastronomía — Y volvió a tomar su vaso para terminarlo de un solo golpe.
—No me digas, yo apenas y puedo freír un huevo — Empezó a reír, la verdad no mentía — ¿Dónde?
—P-Paris… — Fueron buenas épocas, claro hasta que Judge se enteró que el dinero que invertía en la "educación universitaria" de Sanji iba a parar a «un asqueroso instituto de cocina» como lo llamaba él. — No pude terminar, vine a Londres a un año de graduarme.
No le explicaría la razón por la que termino en esta ciudad.
—Así que francés. Me hacia una idea, tu acento es casi perfecto, pero… — Se detuvo y la vista de Sanji fue a parar hacia ese único ojo marrón. — Eres diferente a todas las personas que están en este lugar.
Sanji sintió como algo en su pecho hizo Click, y estaba a punto de responder cuando su teléfono sonó.
—Discúlpame — conocía el número y apenas lo leyó su respiración se volvió pesada — ¿Sí?
«—¡Sanji, por fin! Ninguno de tus hermanos me contestaba. Soy Cossete, ¡Tienes que venir al hospital, ahora! Se trata de tu herman…— Apenas escucho la voz de la enfermera del Saint Thomas Hospital, hablo sin si quiera dejarla terminar.
—¡Voy de inmediato, Cossete! — y corto la llamada.
—¿Paso algo? — El rubio había cambiado completamente su expresión, se notaba increíblemente desesperado, como si estuviera a punto de perder el control.
—T-Tengo que irme — Y sin más se paró, dispuesto a correr hacia la salida del hotel.
—¡O-Oye! ¡Sanji espera!
Ni siquiera fue capaz de escuchar a Zoro cuando empezó a correr, pero algo no cuadraba ¿Por qué Cossete le dijo que ninguno de sus hermanos le contestaba el teléfono?
¡Se supone que Ichiji debería estar con Reiju!
No entendía nada de lo que estaba pasando, estaba por marcarle al pelirrojo cuando de la nada agarraron su brazo fuertemente. Giro la cabeza dispuesto a gritarle al peliverde que lo soltara, pero se sorprendió al encontrarse con Pudding.
—¡Sanji! ¿Dónde estabas? Me tenías preocupada. Te perdiste la sacudida que le di a mi her...— La castaña se percató al instante de la mirada llena de desolación que tenía el rubio — Sanji... ¿Cariño, que paso? ¿Estas bien?
—M-Mi hermana está en el Saint Thomas. T-Tengo que ir a verla — Apenas podía formular palabras de manera coherente.
Pudding se llevó las manos al rostro — ¡Por Dios, Sanji! Déjame, yo te llevo.
—¡Yo me encargare, Charlotte! — Ambos giraron la vista hacia cierto hombre con la camisa llena de Whisky.
—¿Z-Zoro? — Pero si era el hermano de Perona — ¿Y tú qué haces tu aquí? ¿Cómo es que se conocen? ¿Y qué te paso en la camisa? —Miro escéptica al recién llegado. Se percato al instante de que veía a Sanji fijamente.
—Dile a Perona que pasare por ella después. — Ordeno dirigiéndose a la castaña. Recordaba a la chica. Era una vieja amiga de su hermana. — ¡Vamos Sanji! — el rubio solo asintió y salieron a toda prisa del lugar.
—¡Espera! ¡Sanji! — A pesar de que alzo la voz fue demasiado tarde, el rubio ya había desaparecido de su vista.
«¿Pero qué es lo que le pasa?»
No lo conocía mucho, pero nunca lo había visto así de exasperado, siempre estaba con una sonrisa. Estaba preocupada por él, lo llamaría luego para preguntarle por la situación de su hermanita, aunque ahora que lo pensaba.
Sanji nunca le menciono que tenía una hermana…
Pensaba detenidamente en lo que acababa de pasar cuando pudo escuchar una risa muy fastidiosa y escandalosa acercándose. La reconoció de inmediato y giro el rostro para encontrarse a dos de sus hermanos.
—¡Pudding, allí estas! No te imaginas lo que acaba de pasar ¡Katakuri hizo dos millones trescientos cincuenta mil libras en cinco minutos!
—¿De qué demonios estás hablando, Cracks? — Pregunto desconcertada. Siempre era lo mismo con ese idiota. Jamás iba a madurar.
—Ignóralo. — Pudding pudo sentir la avasallante mirada de su hermano mayor sobre ella — Quiero que me expliques ¿Qué paso con Flampe?
Oh no, demonios. —V-Veras, ella trajo a Cavendish a la fiesta y yo...–
—Pudding, honestamente no tengo ningún inconveniente con que disciplines a esa niña, pero no puedes ir y armar una maldita escena por un mero imbécil. — Smoothie ya le había informado de lo que paso, y no podía permitir que sus hermanas se sacaran los ojos por un ser tan insignificante.
—E-Entiendo — Le contesto nerviosa, su hermano era realmente intimidante cuando se lo proponía. — Lo siento.
—¡Vamos no seas así! Es el riesgo que corres al tener a casi toda la familia junta. Piénsalo, tienes suerte que hayan sido solo ellas dos, hasta ahora.
—Eso me recuerda algo ¿Quién te autorizo a volver mi evento en un Bacanal?
A Cracker se le bajaron los colores del cuerpo en el acto. Estaba pensando que decirle para evitar no morir, cuando fue salvados por la campana, o mejor dicho por el diablo.
Pudding al instante hizo una señal con la mirada al pelilila, y los ojos de ambos jóvenes Charlotte se vieron cómplices. Dos personas muy conocidas para su familia se habían acercado hacia su hermano.
Y sus presencias no podían hacer mas que ponerlos, alerta.
—Finalmente te encuentro ¿Dónde te metiste, negro? — Clamo eufórico con una media sonrisa Eustass Kid.
—Estaba buscando a un idiota... — Contesto sin cuidado, y al instante Cracker pudo sentir la pesada mirada de Katakuri sobre él.
—¡Hahaha! Pero si aquí hay varios. Apropósito, felicidades por tu golpe de estado, hermano. — El pelirrojo se acercó a Katakuri y le dio una fuerte palmada en la espalda pero el Charlotte ni siquiera se inmuto a pesar del amistoso golpe.
—¡Ten cuidado Kid! Ese traje es un Dormeuil, y cuesta un millón de dólares — De inmediato Violet resondro al pelirrojo mientras se acercaba a acomodar el saco de Katakuri. Tenía suerte de estar usando tacos tan altos. De lo contrario no hubiera podido llegar hasta allí — Bien, escucha. En un rato te llamaran para dar el discurso de bienvenida, descuida, es corto. Solo debes verte igual de perfecto que siempre, y cambia esa cara por favor. — Lo vio con una sonrisa.
—Es la única que tengo, Vi.
—¡Sabes de lo que hablo, Katakuri! Trata de sonreír. — Le pidió terminando de acomodar su saco.
—Cuándo no con esa jodida actitud ¡Maldito malagradecido! ¿Tienes idea de todo lo que tuve que hacer para venir a este circo de payasos? ¡Al menos finge que estas feliz, hijo de puta! — Kid le dio una sonrisa homicida a lo que Katakuri soltó un único bufido, que era lo mas cercano que el hombre tenía a una risa.
Kid y Katakuri se habían conocido en la prestigiosa Universidad de Oxford. Viniendo ambos de realidades totalmente opuestas, quizás fue esa la razón por la que ese pelirrojo se volvió lo más cercano que Katakuri tenía a un amigo de verdad.
—¡Oye maldito Yokel! — De inmediato la voz de Cracker corto el singular encuentro de ambos. —Él no ha sido, es, ni será tu hermano. — Desgraciadamente para el pelilila, a Violeta la tenía que aguantar por las buenas o por las malas, no le quedaba otra, pero con esa basura blanca de Eustass Kid, la cosa era muy diferente.
—¡Cracker! No te había visto. Realmente Katakuri es una buena persona. Mira que vigilar de su hermano retrasado no es su responsabilidad, pero aun así lo hace — Ese comentario solo encolerizo al pelilila, pero era consciente que si hacia algo más para cabrear a Katakuri, terminaría muerto.
—¡Hola Pudding! La última vez que te vi fue en Nueva York ¿Cómo has estado? — Pregunto Violet de lo más tranquila. Pudding había trabajado infinidad de veces para Doffy. A fin de cuentas, era una de las caras de su línea de ropa.
—Muy bien Violet, gracias — A diferencia de la gran mayoría de sus hermanos que tenían opciones bastante comprometedoras con la española, a Pudding le daba absolutamente igual esa situación.
—Me alegro — Le dio una rápida sonrisa y le devolvió la mirada a Katakuri. Violet se acercó un poco más para acomodarle el lazo de la camisa y susurrarle – ¿Paso algo interesante? Te veo más pensativo de lo usual.
Esa mujer lo conocía demasiado bien. — En lo absoluto.
Termino de hacer el nudo a su corbatín, se veía increíble. — Eso espero, Katakuri.
...
Caminaba hacia la salida del Hotel sin rumbo fijo, no tenía nada más que hacer allí. Se sentía como un completo estúpido ¿Cómo le iba a explicar esto a sus hermanos?
Siempre era el responsable. El que les gritaba cuando gastaban dinero en tonterías. El que ponía como principal prioridad a su hermana.
Por sobre todas las cosas, inclusive el mismo.
Todo era para Reiju
Tuvo la cura para su hermanita entre sus manos, pero el destino disfrutaba haciendo su existencia miserable, y perdió la posibilidad de salvar a una niña inocente de tan solo nueve años.
Para empeorar las cosas no encontraba su Iphone, probablemente lo dejo en la mesa de póker. A estas alturas, ya no estaba seguro de nada.
«Supongo que volveré caminando», se dijo mentalmente.
Podía escuchar como la gente empezaba a aplaudir sin parar y gritar como locos, pero ni siquiera se molestó en darse la vuelta, estaba realmente cansado.
De todo…
«—Y ahora; presentamos al hombre que hizo todo esto posible, ¡Nuestro nuevo CEO!»
«Katakuri Charlotte..»
Habia escuchado ese nombre antes, pero ¿Qué importaba ya? El camino a casa seria largo y ya eran la una de la mañana. Tendría que darse prisa.
...
Se encontraba con Cracker, escuchando atentamente las palabras que su hermano le dirigía a sus empleados, invitados y a la prensa. Desde el exterior todos podían ver a ese monumento de hombre y sentir, o una gran admiración, o una profunda envidia hacia su persona.
A sus treinta y cinco años había logrado lo miles de personas solo soñaban. Ser el dueño de dos de las empresas más famosas y rentables de Reino Unido y Estados Unidos respectivamente. Hijo de dos titanes en la industria y —la creación perfecta —como lo solía llamar su madre.
Era una pena que Linlin se encontrara de vacaciones en Catar con su nuevo juguete de turno, como para ver la coronación de su hijo, pero Pudding estaba segura de que era algo que Katakuri internamente agradecía.
Para Cracker, esto era solo protocolario. Conocía muy bien a su hermano — O al menos creía que lo hacía — y era consciente que Katakuri odiaba mostrarse en público por más de cinco minutos, ya pronto bajaría de allí y lo convencería de irse a... —
—¿Dónde demonios estabas, «Gilipollas»? — De la bendita nada le cayó una bofetada tan fuerte que le rebobino todo el cerebro de un golpe.
Instintivamente se llevó la mano al rostro — ¡Auch! Maldita seas, Rebecca. ¡Eso duele! Y deja de insultarme en español que no entiendo nada.
–¡Cállate, Cracker! Page me dijo que te vio entrando al casino ¡Pobre de ti que te hayas puesto a apostar como un demente! — Conocía muy bien a ese idiota, cuando se lo proponía su novio era insoportable.
«¡Mierda! Haría que Katakuri despidiera a ese estúpido, apostaba sus manos a que ese imbécil se moría por cogerse a su novia.»
—¡No sé de qué me hablas Rebecca! ¿Qué no ves que has dañado mi hermoso rostro? Ahora ninguna chica querrá salir conmigo nuevamente y me tendré que quedar estancado contigo para siempre.
Bien, no sabía si Cracker estaba intentando ser tierno o un cretino, pero conociéndolo, aposto por lo segundo.
— Debería ser yo la que se lamenta — Ella por naturaleza era una persona muy dulce pero si había alguien que la sacaba de sus casillas era ese hombre. En sus casi cuatro años de relación, había aprendido a la mala que con Cracker había que usar mano dura.
Pudding solo vio divertida la escena, luego le daría las gracias. De no ser por esa mujer y Katakuri, no se podría imaginar que sería de la vida del pobre Cracker — ¡Hola, Becca! ¿Cómo estás?
—¡Oh, Pudding! No esperaba verte aquí — Que bueno que pudiste venir — La pelirosa llevaba un hermosos vestido corto y abierto hasta el ombligo. Decorado con infinitas plumas blancas, cortesía de Doffy, pensó — Si nos disculpas, tengo que hablar con tu hermano un momento en privado. — Sin más, la singular pareja se retiró rápidamente con los reclamos de Cracker de fondo.
Devolvió su atención hacia Katakuri cuando todas las personas del recinto se ensalzaron nuevamente como si estuvieran en un concierto de Rock, pero fue únicamente para recibir a los socios fundadores de Emperors,— y padrinos de su hermano —King y Queen, estando el segundo en un muy visible estado etílico.
Hubiera escuchado lo que sea que intentaba salir de los labios de Queen, de no ser porque Perona la distrajo al tomarla por el hombro.
—Pudding ¿Dónde te metiste? Te vi corriendo hacia donde estaba tu hermana y luego te perdí.
La castaña se avergonzó un poco de que su amiga la haya visto en esa faceta, solo un poco —Peleas de hermanas, tu entiendes.
Perona empezó a reír –La verdad no, pero no creo que se comparen a las peleas que solía tener con mi hermano de niña.
Cuando su amiga le menciono de Zoro fue cuando Pudding recordó el mensaje que le dejo el peliverde — Apropósito, vi a tu hermano. No tenia ni idea de que había regresado. Bueno, en fin, me dijo que pasaba por ti después, fue a llevar a un amigo al hospital.
En ese momento la risa de Perona se detuvo de manera abrupta, desencajando su mirada intempestivamente. —¿Q-Qué? ¿¡A qué hospital!? ¿Te lo dijo?
Pudding se rasco la cabeza, no recordaba el nombre que Sanji le menciono, sin embargo, las fuertes manos de su amiga oprimiéndole los brazos la trajeron de vuelta a la realidad.
—¿Pero qu...—
—¿¡A qué Hospital!? — Demando saber la pelirrosa.
«¿Pero qué le pasa?» Pensó la modelo. Perona se encontraba visiblemente alterada — Creo que el Saint Thomas.
Fue entonces que los peores temores de Perona se hicieron realidad, provocando que al instante la tomara del brazo —Tenemos que alcanzarlos, Pudding. — Aquellas palabras salieron de sus labios con tal determinación que asustaron a la joven Charlotte.
«Zoro no puede cruzarse con ella, de lo contrario no quiero ni imaginarme lo que pasaría. »
...
Ichiji abrió bruscamente la última puerta de la casa; el cuarto de Yonji, pero fue recibido por un silencio de ultratumba. Ya había buscado por todas partes, pero no había señal de ninguno de sus hermanos, ni de lo más importante; Reiju.
—No puede ser… ¿¡En donde demonios están!? — Grito desesperado el pelirrojo, con el terror apoderándose poco a poco de él.
¿Dónde se habían metido su hermanita y los otros estúpidos?
Acababa de llegar a su casa y lo único que quería era dormir, pero antes de dirigirse a su habitación, paso por la de Reiju, como siempre hacia cada vez que llegaba tarde a casa, pero solo encontró la habitación vacía.
Había intentado llamar a sus hermanos desde el teléfono de su casa, pero lo mandaban al buzón, o estaban apagados. Entonces decidió llamar al único número que le quedaba.
—Buenas Noches, Hospital Saint Thomas ¿En qué podemos ayudarlo? —Ichiji sintió que se le secaba la garganta al oír ese maldito nombre.
Tenía miedo de preguntar, pero necesitaba respuestas. —Buenas noches, quisiera saber si Reiju Redleg fue ingresada a su institución, soy su hermano mayor, Ichiji Vinsmoke.
—Un momento por favor — A medida que pasaban los minutos se inquietaba más y más, sentía que el tiempo se estaba haciendo eterno.
—El ultimo registro de la paciente Redleg fue hace una semana Sr. Vinsmoke — Sintió que el alma le volvía al cuerpo, pero aún era muy temprano para celebrar, ya que luego de una muy corta pausa, la recepcionista volvió a tomar la palabra. — Sin embargo, hace dos horas ingreso a nuestra institución un hombre que necesita una neurocirugía de emergencia. Se identifica como Yonji Vinsmoke ¿Tiene algún parentesco con usted?... ¿Señor Vinsmoke? ¿Disculpe, Señor Vinsmoke?
Estaba sosteniendo el teléfono con tal fuerza que podía ver como sus manos se ponían cada vez más blancas ¿Acaso estaban condenados a ser infelices hasta el final de sus días?
Ya ni siquiera era capaz de entenderlo.
—Es mi hermano, voy para allá. — Por primera vez en su vida, Ichiji se preguntó si iba a estar preparado para seguir aguantando todo esto.
Notes:
Aclaraciones del Capítulo V:
Gran depresión: Se refiere a la inflación económica sin precedentes que vivió Estados unidos en el año 1929
The Great Gatsby: Película del 2013, retrata la vida de la alta sociedad americana de los años 20.
Flappers: Mujeres de la época de los veintes, que usaban ropa mucho más esterilizada, consistía en vestidos cortos con grandes collares de perlas.
Armañac: Trago fino hecho en Francia.
Cheltenham Ladies College: Escuela para señoritas fundada en 1853 en Gloucestershire, Inglaterra.
Ron del Pelirrojo: No es una marca de Ron como tal, le pertenece a la destilería de Shanks que usaremos para fines del fic.
Floop: Las tres primeras cartas que se muestran en la mesa de Poker.
Ciega: La ciega es la apuesta obligatoria que deben hacer todos los que desean jugar una mano de Póker, dependiendo de la exclusividad del casino, la ciega aumenta.
Pozo: El acumulado total de toda la apuesta
Turn: cuarta carta mostrada del Floop, se tiene que subir la apuesta para revelarla.
River: Última carga mostrada en la mesa, se vuelve a subir la apuesta para revelarla
Dealer: Son las personas que están encargadas de controlar las cartas y fichas en los casinos
Full House: trio de cartas de igual valor y un par del mismo valor, pero diferente símbolo
Par: Dos cartas de igual número y tres diferentes
Póker: cuatro cartas de igual valor
Royal Flush: cinco cartas seguidas desde el 10 hasta el as y necesariamente del mismo símbolo.
Bacanal: Fiestas de la antigua roma, extremas, muy extremas.
En la última jugada, Ichiji pensó que había ganado porque necesitaba el as de espadas para completar su jugada de cuatro cartas de igual valor, pero Katakuri también necesitaba el as de espadas para completar su Royal Flush, al final Charlotte gano porque su mano era más valiosa que la del Vinsmoke.
Muchas gracias por leer <3
Chapter Text
CAPÍTULO VI: «Araña Acecina»
—Y-Yonji ¡Despierta por favor! — Reiju no dejó de sacudir el cuerpo inerte de Yonji en ningun momento, sus manos temblorosas reflejaban la desesperación que la invadía. Pero, por más que suplicaba y lo llamaba, no obtuvo respuesta alguna del mayor.
El silencio en la casa era abrumador. Reiju sabía que sus hermanos no estaban cerca; había gritado por ayuda hasta quedarse sin voz, pero sus ruegos solo se perdieron entre los vacios pasadizos. Tenía que actuar, y rápido, o no sabía qué podría sucederle al peliverde.
Se secó las lágrimas con un movimiento brusco, tratando de mantener la calma.
«¡Vamos, Reiju! Piensa, ¡Piensa! ¿Qué hace Ichiji cuando me pongo mal?»
La respuesta llegó a su mente con claridad: «¡Llamar al Doctor Trafalgar!»
Con manos temblorosas, buscó entre los bolsillos de los jeans de Yonji. No tardó mucho en encontrar el teléfono. Gracias a la función de huella dactilar, solo necesitó colocar el índice de su hermano sobre el sensor, y el dispositivo se desbloqueó. Rápidamente, localizó el número del oncólogo.
Por lo visto, sus hermanos hablaban frecuentemente con él.
Cada segundo que pasaba mientras esperaba que contestaran la llamada se le hizo eterno, sus dientes atraparon su labio inferior en un intento de contener la creciente ansiedad que sentía con cada frío «beep» que resonaba en su oído, hasta que finalmente, escuchó una familiar voz al otro lado de la línea.
«—Dame un segundo... —susurró Law, con un tono bajo, aparentemente no estaba solo— ¿Yonji? ¿Le pasó algo a Rei?
Escuchar la voz de su querido doctor provocó un nudo en su garganta; al fin, alguien podría auxiliarla. —D-Doctor Trafalgar, soy y-yo...
«—¿¡Reiju!? —La voz del doctor cambió drásticamente, su tono se tornó grave y preocupado—. ¿Qué pasó? ¿Estás bien?
—Doctor Trafalgar... ¡N-No sé qué hacer! No hay nadie en casa, Yonji se desmayó... y no despierta… E-Está en el suelo. ¡Por favor, tiene que ayudarme!
Hubo un prolongado silencio en la línea antes de que Law respondiera con calma «—Reiju, necesito que te tranquilices para que puedas describirme qué síntomas presenta tu hermano. Voy a mandar una ambulancia a tu casa ahora mismo y me dirigiré al hospital. Te veré allí.
—M-Muchas gracias, Doctor Trafalgar... ¿Oíste, Yonji? Ya viene la ayuda. ¡Por favor, no te mueras! —Reiju apretó la mano de Yonji entre las suyas, eran tan pequeñas en comparación a las del mayor, pero aun con su débil calor, esperaba que su hermano hubiera escuchado sus ruegos.
Mientras tanto, al otro lado de la línea, Law se apresuraba a despedirse de su acompañante para dirigirse al hospital. Una furia fría se encendió en su pecho. Si de algo estaba seguro el oncólogo, era de que haría pagar al idiota del pelirrojo que Reiju tenía por apoderado
«¿¡Dónde diablos te has metido, Ichiji!? ¿Cómo pudiste dejar sola a Reiju?»
...
Zoro había perdido la cuenta de cuántos semáforos se había saltado. La velocidad a la que conducía era vertiginosa, se sorprendía de que no lo hubieran detenido aún. Aunque, francamente, no habría importado. La desesperación en la mirada de Sanji hablaba por sí sola. Afortunadamente, el hospital ya estaba a un par de cuadras de distancia.
—No sabes cuánto te agradezco que hagas esto — Soltó Sanji, su voz era tensa a pesar de que intentaba mantener la calma.
—No me lo agradezcas aún. Apenas lleguemos, ve por tu hermana. Yo buscaré dónde estacionar y te daré el alcance. —Zoro le dirigió una rápida mirada a Sanji. El rubio se veía terrible—. No te preocupes, seguro que tus padres ya están allí.
El comentario golpeó a Sanji como un puñal en el pecho.
«Sus padres...»
El silencio que se apodero del rubio hizo caer en cuenta al mayor de que había hablado de más, por suerte llegaron a la puerta de emergencias antes de que aquel insípido silencio se volviera intolerable.
—Corre.
El rubio ni siquiera tuvo que oír su orden, saliendo del auto lo más rápido que sus piernas le permitieron, incluso obviando cerrar la puerta apenas diviso la recepción de Emergencias.
No tenía tiempo para formalismos, debía ponerse al corriente con la situación de Reiju.
—Soy hermano de Reiju Redleg ¿¡Cómo esta ella!? — Inquirió con urgencia, su voz apenas era perceptible en medio de la desesperación que inundaba su ser.
De no ser porque la recepcionista estaba acostumbrada a los constantes gritos de locos en esa sección del hospital, hubiera echado a ese impertinente rubio del lugar. Se tomo su tiempo para revisar con extrema lentitud el historial médico que tenia registrado en su computadora, y solo cuando finalizo su búsqueda le devolvió la mirada a Sanji.
—Lamento informarle que existe ningún paciente con ese nombre internada en nuestra institución actualmente.
La desesperación repentinamente se transformó en una rabia agobiante que golpeó a Sanji como una ola incontrolable. Jamás se atrevería a alzarle la voz a una mujer, pero esta vez no pudo contenerse. —¡¿Pero que mierda me está diciendo?!
—¡Sanji! —Una voz familiar lo sacó de su furia, y al girar vio a Cosette, la delicada enfermera de cabello castaño y ondulado, vestida con ropa médica verde agua.
—¡Cosette! ¿Dónde está Reiju? ¿Está bien?
La enfermera lo miró con una expresión preocupada y algo confundida. —Sanji, cuando te llamé no me dejaste terminar —Dijo, intentando calmarlo—. No te llamé por Reiju; se trata de Yonji.
—¿Qué? —La noticia lo dejó completamente descolocado—. Pero… ¿Qué tiene que ver ese idiota en todo esto?
No entendía absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo.
—¿Es usted pariente de Yonji Vinsmoke? —Una voz firme y atractiva habló a sus espaldas, y al seguir su singular canto, Sanji diviso a una impresionante mujer de largo cabello negro, vestida con ropa médica azul oscuro y una bata blanca. Sus ojos azules eran indescriptibles, llenos de una pureza que solo había visto antes en Reiju.
—S-Sí — Contestó el rubio, visiblemente nervioso—. Soy su hermano.
—Fufufu... Me lo imaginaba; esas cejas te delatan — Aseguro la mujer con una dulce sonrisa—. Acompáñame, por favor. Soy la neurocirujana que lleva el caso de tu hermano.
Inexplicablemente, la calidez en la voz de aquella desconocida doctora logró transmitirle a Sanji una inesperada sensación de calma.
...
Conducir sin tráfico era una sensación que Pudding ya casi había olvidado. En Nueva York, la idea de desplazarse en auto era impensable, así que prefería caminar a sus sesiones. Pero hoy, sacaba a relucir su lado rápido y furioso. Sin embargo, algo que la mantenia intranquila, y era la pantalla del Aston Martin brillando intensamente con el nombre de Smoothie.
Su hermana la iba a matar por haberse ido de la fiesta sin ni siquiera avisar, pero...
¡Esto era mas importante!
—¡Vamos, acelera Pudding! Toma la calle Great George, llegaremos más rápido — Perona no paraba de darle indicaciones mientras aumentaba la velocidad cada vez más hasta llegar a los 150 km/h.
—¡Perona, basta! Me estas poniendo nerviosa. Si sigues gritando voy a chocar y lo que queremos es llegar al hospital para buscar a Zoro, no para terminar en emergencias.
—...Disculpa — La pelirosa intento calmarse. Llamaba a Zoro sin descanso desde su iPhone, pero el peliverde ni siquiera le prestaba atención a su celular. —¿¡Por qué ese idiota nunca piensa lo que hace!?
—Al menos sabes donde esta — Hablo irónica la modelo — Cuando mi hermana descubra que me fui, me van a arrancar las pestañas una por una.
Perona soltó una risa seca, pero no había diversión en esta. Estaba absorta en sus pensamientos, no podía dejar de pensar en lo que pasaría con Zoro sí... — Debemos darnos prisa. — Hablo decidida.
Pudding tenía una gran interrogante en la cabeza, sabía que tocaba terreno peligroso, pero de todas formas se aventuro a preguntar — ¿Esto tiene algo que ver con tu salida de Cheltenham? — Hace diez años, y sin explicación aparente, Perona se fue del College. Nunca le pregunto la razón, pero por lo que pudo escuchar en los pasadizos de la escuela, sus padres estaban pasando por una etapa muy complicada.
Perona solo miraba hacia la ventana. El cielo se oscurecía más y más, pronto se formaría una tormenta — Si — Su respuesta fue inexpresiva — Mi familia se estaba resquebrajando. Zoro... — Hubo una prolongada pausa — Cometió una estupidez que terminamos pagando nosotros. Mis padres estuvieron a un paso del divorcio por esa misma razón — Lo recordaba perfectamente, a pesar de solo tener doce años era muy consciente de todo lo que había pasado.
Nunca vio a Shanks tan triste, ni a Mihawk tan avergonzado.
Fueron las peores épocas de su vida, y odio tanto a Zoro en esos momentos llenos de desesperanza. Ella, siendo una niña, tuvo que ser el soporte de sus padres, evitar que Shanks se quebrara del dolor, y apaciguar la incontrolable furia de Mihawk.
La modelo escuchaba en silencio. Podía entender, hasta cierto punto, las palabras de su amiga…
Ya que al igual que la familia de Perona, la de ella era exactamente igual.
Una familia rota, unida únicamente por un poderoso apellido.
—Es tragicómico ¿No crees? — Las palabras de Pudding iban a juego con la tormenta que se estaba alzando sobre el cielo.
—Demasiado diría yo.
Cualquiera que las viera de lejos, veria la maginificencia de un apellido, una familia de renombre, una vida de ensueño, pero todo eso no era más que una fachada.
Un papel que estaban obligadas a poner en escena.
—¡Allí está! Puedo ver el auto de Zoro —Perona tomó instintivamente el volante, sacando a Pudding de sus pensamientos y provocando un giro brusco que hizo derrapar al auto en la autopista.
—¡Perona, jo…! — La castaña estuvo a punto de soltar una sarta de maldiciones en los cuatro idiomas que dominaba, de no ser porque Perona presionó accidentalmente el botón del teléfono en el volante, contestando una de las incesantes llamadas que estaban reventando su celular, provocando que fría voz de su hermana mayor resonara por todo el vehículo.
«—Pudding Henriette Charlotte ¿Me puedes decir donde te metiste?
¡Con un demonio!
—¡Smooth! No te imaginas lo que pasó. Mi vestido tuvo una pequeña abertura después de mi encuentro con Flampe, así que tuve que volver a casa para arreglarlo. Ya sabes, ¡No puedo permitir que las cámaras me vean así! —Intentó sonar lo más convincente posible, esperando que su hermana se conformara con esa excusa.
«—...Claro — Obviamente Smoothie no se había tragado esa patética justificación, pero su hermana jamás le armaría un escándalo por teléfono — Escucha, en cualquier momento los camarógrafos iniciaran la sesión de fotos que teníamos programada. No me importa lo que hagas, pero ¡Ven de una vez! Esto es importante y los quiero a todos aquí.
La castaña le dio una mirada rápida a Perona, ella se limitó a asentir y descender del auto — Enseguida llego Smooth. — Colgó la llamada y le devolvió la mirada a su amiga — Suerte, y por favor si ves al rubio que fue con Zoro, dile que lo siento.
—Descuida ¡No olvides que aún tenemos un par de tragos pendientes entre tú y yo! Gracias por haber acumulado diez papeletas por mi — Compartieron una última sonrisa, hasta que la imagen de Perona se perdió en medio de los pasadizos de aquel hospital.
...
Estaba buscando al rubio por todo el hospital, en verdad fue una muy mala idea esto de separarse de él. Quería preguntar por Sanji, pero solo sabía su nombre, por lo que no le quedo de otra que seguir indagando por los pasadizos de ese gran edificio. Sin embargo, le traía un muy mal sabor de boca estar allí, apenas viera al rubio y se asegurarse de que estuviera bien, saldría de ese condenado lugar.
En ese momento, noto una figura familiar frente a él, pero no se trataba de Sanji. Acaso esa era ¿Su hermana? ¿Qué rayos hacia Perona aquí?
—¡Zoro! — La pelirosa llego corriendo hacia él y comenzó a darle golpes en el pecho, que poco o nulo efecto tenían. — Por fin te encuentro ¡Idiota! Me preocupaste mucho ¡No me vuelvas a dejar sola en una fiesta!
—Deja de gritar. Tenia que traer a alguien aquí, y le dije a tu estúpida amiga que iría por ti más tarde. En ningun momento pense dejarte abandonada. — Estaba confundido, no comprendía porque diablos su hermana lo había seguido hasta allí.
—¡Bien! Ya lo trajiste. Ahora, volvamos a casa estoy muy cansada. — Sin decir más, Perona lo tomo del brazo con más fuerza de lo usual, y empezó a arrastrarlo hasta la salida.
—¡Hey! Aguarda un segundo. Tengo que encontrar a Sanji. Él está solo y su hermana esta enferma — Le hablo molesto
—¡De seguro sobrevivirá! ¿Qué no me escuchaste, idiota? ¡Quiero ir a casa! — Estaba empezando a alterarse. No corregía ningún riesgo, tenían que salir de allí ahora — ¡Larguémonos ya!
—¿Qué diablos te pasa? Si tantas ganas tienes de salir, espérame en el auto — Ya empezaba a cabrearse ¿Por qué su hermana insistía tanto en querer irse?
—¡Zoro, Vámonos ahora! — Así tuviera que aguantar todas las miradas de odio del peliverde, lo iba a sacar de allí le guste o no.
Fue en ese momento que Zoro, sin la necesidad de hacer uso de toda su fuerza, tiro de un simple movimiento de su brazo, e hizo a Perona impactarse de frente contra su duro abdomen.
Ahora si estaba cabreado, y ella lo iba a escuchar.
Pero antes de que el peliverde pudiera decir unas cuantas verdades. Una de las puertas del pasadizo se abrió, dando paso a dos personas que Zoro conocía, sin embargo, su ojo únicamente pudo posarse en una.
Alguien que el peliverde nunca pensó encontrar en un lugar como ese, y mucho menos tan pronto.
Sintió como si un bloque de hielo macizo le cayera encima, congelándolo y destruyéndolo en mil pedazos al mismo tiempo. Parpadeo infinidad de veces por segundo, solo para comprobar que su vista no lo estaba engañando. No había duda. Esa persona estaba junto frente a él y solo se necesito tenerla frente a si para que su mundo se desplomara en instantes.
A pesar de todos estos años, aun no estaba listo para verla...
Pensó que después de tanto tiempo podría volver a enfrentarla, pero era claro que estaba equivocado.
Perona únicamente pudo ser testigo del encuentro con un inusitado terror apoderándose de ella, contemplando como la perdida mirada de Zoro chocaba contra un par de inconfundibles ojos turquesas.
Si que el destino era cruel, y la vida de Zoro era un claro ejemplo de ello.
...
A pesar de estar a altas horas de la madrugada, aun se podía escuchar las estruendosas risas, el choque de las copas y la desbordante música. La administración del Mandarin ya le había pasado la cuenta de todos los daños que habían ocasionado hasta el momento, y estaba segura de que esa noticia no le caería en gracia a Katakuri.
Ya había tenido suficiente, quería ir a casa, pero antes de retirarse, tenía que discutir de ciertos detalles con su socio. Por lo que se dirigió hacia el único lugar en el que lo podría encontrar, el balcón del hotel.
Abrió la gran puerta de estilo Eduardiano y pudo verlo parado frente a las miles de luces que iluminaban toda la ciudad. Como de costumbre se veía magnifico, pero no pudo evitar que aquel mismo que sentimiento que vivió hace unas horas la volviera a embargar.
Estaba segura que Katakuri tenia la mente en otro lado.
—¿Qué paso, Vi? — Le pregunto sin apartar la vista de la ciudad.
La morena esbozo una tenue sonrisa, acercándose hacia el granate para apoyar su cabeza sobre el fuerte brazo del Charlotte — Estoy cansada... Tuve que hablar con al menos treinta periodistas locos por obtener una exclusiva contigo. — Comento en un susurro —También había un enviado de «The Times» y Morgans mando a uno de sus esbirros en busca de alguna exclusiva, vaya que ese «tío» es realmente molesto cuando quiere. Por suerte logré programar todo, ¡Ah! y de paso me encontré con los hijos del viejo Newgate, son muy agradables. Me dijeron que su padre te mandaba saludos y desea que se vean pronto para poder platicar un poco.
—Bien. —No había duda, estaba pensando en otra cosa. Él siempre era muy meticuloso con todo ¿No le preguntaría nada mas?
—Si yo fuera tu no me lo agradecería — Le respondió divertida — Tendrás una agenda muy apretada las próximas semanas — Casi al instante su expresión muto a una preocupada —¿Estas seguro de que podrás hacerte cargo de todo con la «otra cuestión» a cuestas? Recuerda que no puedes descuidar tu—
—Vi, no empieces ¿Quieres? — Exclamo cansado —Me he encargado de peores cosas antes y lo seguiré haciendo ahora. — Esa seguridad, esas palabras y la frialdad con que se las dijo, logro estremecerla. A pesar de conocerse de años y compartir una amistad tan larga y hasta cierto punto extraña.
Katakuri Charlotte nunca dejaba de asombrarla.
Y no siempre era para bien.
Solo le pudo dedicar una mirada dolida, a pesar de saber que el granate las odiaba. Sabía muy bien el verdadero significado de esas palabras y todo lo que había sacrificado por llegar hasta donde estaba.
Y vaya que el precio había sido alto...
—Solo quiero que sepas que no estas solo en esto, Kuri.
El poderoso CEO finalmente giro a verla, soltándose abruptamente de su agarre. — ¿Cuántas veces tendré que repetirte lo mismo? — Soltó sin cuidado. Ya estaba cansado de tener el mismo argumento con Vi, una y otra vez.
Su dura respuesta logro irritarla. —¿¡Sera porque cada vez que tocamos el tema tu solo lo…— Callo de inmediato.
No tenía caso.
Él no iba a cambiar de opinión.
No buscaba pelear con Katakuri, y decida, lo tomo del brazo nuevamente. Encaminándolo hacia el salón principal — Solo vámonos, ¿Sí? — Pidió en un susurro, en aquel lenguaje encriptado que solo ellos dos conocían, y compartían.
Katakuri la vio fijamente por unos segundos, entendía lo que su mirada trataba de decirle, y luego de unos segundos, asintió.
No podía molestarse con ella.
—¡Bien! Tenemos que resolver un par de cosas antes de que acabe la noche, y entre ellas se encuentra cierto pelirrojo que tú y yo conocemos muy bien. Desgraciadamente Queen y Kid se encontraron en plena fiesta, y hay que evitar que entre ambos se terminen todas las reservas de vino que quedan en hotel o de lo contrario—
—Ese imbécil... — De Queen no le sorprendía, cuando su padrino estaba bajo la influencia del alcohol mandaba al diablo la imagen de hombre respetable, pero con Kid la cosa era totalmente diferente. — ¿Cuándo regresa a Budapest?
—Katakuri, no seas ingrato, ¡Se escapo de su preparación solo para venir a verte!
Se sobo el entrecejo, cansado. — Eso no quita que sea un imbécil.
—Como digas — Aseguro la morena rodando los ojos, el granate podria insultarlo todo lo que quisiera, pero no dudaba de que seria capaz de dar la vida por ese imbécil. — Apropósito, tus hermanos ya están listos para la sesión de fotos que les hará Vogue. Solo que Cracker tiene el rostro algo hinchado por culpa de Rebecca, pero no es nada que no se pueda arreglar con algo de Photoshop.
—¿Ahora que hizo?
—Es Cracker, no tiene que hacer mucho. — Bufo la mujer.
—Buen punto, pero ¿Por qué diablos escogiste esa revista? Hubiera preferido The Economist o Forbes para dar una entrevista.
—Tranquilo, ya llegamos a un acuerdo con The Economist para que salgas en la portada de Otoño, y si las cosas van tan bien como hasta ahora, Forbes sin duda te volverá a incluir en su lista de este año. Aunque tu y yo sabemos que esas nimiedades no te importan en lo absoluto — Susurro con una sonrisa cómplice.
—Vi, aún no contestas mi pregunta.
—¡Bien! Smoothie insistió, no me lo confirmo directamente, pero estoy segura que Anna Wintour le pidió la exclusiva como favor. Creo que ya supero el que le hayas roto el corazón a su hija. — Exclamo con tono jocoso. — Aparte recuerda que no solo estas al frente de dos transnacionales, también eres un miembro de la "Gran Casa Charlotte" — Enfatizo irónica — Y al menos en este país, para lo único que sirven las grandes familias como la tuya, —Además de hacer millones con solo respirar. — Es para que la gente normal gaste su dinero en comprar como maniáticos revistas para creer que los conocen y embelesar sus pensamientos imaginando su magnífica vida.
Vi noto como por fin sus ojos escarlata se relajaron un poco, pudiendo escuchar claramente una ligera risa resoplando de los labios del granate.
—Si tan solo supieran la realidad, Vi.
...
La doctora lo había conducido hasta su consultorio, en todo el trayecto su sonrisa no había desaparecido, lo que internamente agradeció. No tenia idea de donde estaban sus hermanos, pero por lo visto él era el único que se hallaba en el edificio en estos momentos.
—Tu hermanita se encuentra bien, está en el piso de Oncología junto al Dr. Trafalgar. La mande allá para que estuviera mas tranquila —Comento intuyendo cual era su principal preocupación — Es una niña muy valiente, fue ella la que pidio ayuda para Yonji.
—Maldición... entonces realmente estaba sola —Llevo las manos a su rostro. No se hubiera perdonado jamás si algo le hubiera pasado a Reiju.
—Ahora, con respecto a Yonji. — La morena encendió una Tablet y comenzó a leer una historia clínica, que dedujo, era del peliverde — Sanji, necesito hacerte un par de preguntas. Por favor, trata de ser lo más honesto posible conmigo ¿Sí? — El rubio asintió con cierta renuencia. — ¿Tu hermano ha tenido dolores de cabeza últimamente? O ¿Algún accidente que haya comprometido algún tipo de traumatismo encéfalo craneano?
—N-No. No que yo sepa — La verdad no veía muy seguido a Yonji. Él regresaba a casa pasada la media noche, justo cuando el peliverde estaba metido en...—
Mierda.
Inesperadamente empezó a hiperventilarse.
—H-Hace mucho ejercicio — Era lo único que podía decir. Lo que hacía Yonji, así fuera con la mejor intención del mundo, era ilegal. Si alguien se llegaba a enterar, no quería ni imaginar lo que le pasaría a su hermano.
—Escúchame Sanji, como doctora de tu hermano no te voy a mentir. La situación de Yonji es crítica — Lo vio fijamente — Todo lo que digas quedara en estricta confidencialidad de médico-paciente, pero necesito saber que es exactamente lo que hacía Yonji para saber qué acciones tomar.
Decir que estaba asustado era poco. Normalmente era Ichiji quien se encargaba de lidiar con todo el estrés de los doctores y demas.
Tal vez la ojiazul no lo noto al estar sentados, pero las manos de Sanji no paraban de temblar bajo el escritorio. Estaba realmente asustado.
—¡Por favor, Sanji! Quiero salvar la vida de tu hermano, su diagnóstico no es algo normal para su edad, sino me lo dices en lo que él estaba involucrado, podría morir esta misma noche. — Por la mirada que le dio, estaba seguro de que la pelinegra hablaba muy enserio.
¿Por qué?
¿Por qué todo esto les pasaba a ellos?
Sentía un nudo en su garganta. Se estaba ahogando con su propia saliva
—P-Pelea en circuitos de lucha callejera… Q-Quizás en alguna de esas barbaries llegaron a golpearlo de gravedad. — Solto con un hilo de voz.
Sentía que estaba traicionando a Yonji al decir esas palabras, que indirectamente lo estaba condenando. El agua que se acumuló en sus ojos, provocando que su estrés se desatarse en forma de lágrimas, como estrellas fugases en un firmamento de muerte.
En ese momento, la mujer frente a él lo tomo de las manos.
—Muchas gracias por confiarme esto. De mi boca no saldrá nada, lo prometo. — Le sonrió de una forma muy maternal — Ahora necesito que seas fuerte Sanji, sino es por ti, hazlo por Reiju — Lo veía con uno ojos tan bellos, tan protectores, que por un momento le recordaron a ella.
A su madre.
—Lo que Yonji tiene es una hemorragia subaracnoidea. Es un sangrado que se da en la membrana de la cabeza. Es extremadamente raro en chicos de su edad, pero se puede presentar cuando las personas sufren graves traumas en el cráneo, como golpes, o contusiones por accidentes. En el caso de Yonji, lo mas probable es que el estar expuesto a esa clase de contacto físico, haya ocasionado la inflamación y posteriormente la hemorragia.
Esto era para no creer, nunca entendía lo que decía Law con respecto al tratamiento de Reiju, pero a ella la entendió en un santiamén.
Un segundo — ¿Cómo es posible que Yonji no se haya dado cuenta antes? ¿Por qué—
—Normalmente inicia con incones en la cabeza, para pasar a fuertes dolores craneales y mucho cansancio ¿No les menciono nada? — Estaba sorprendida ¿Acaso esos chicos no tenían comunicación entre sí?
—Él... Él nunca... — En ese momento recordó algo que lo hizo sentir mucho peor.
«—...¡Claro! Ni siquiera un ¿Cómo estas hermanito? o ¿Qué tal estuvo la pelea? Son unos malditos malagradecidos...
—Sanji, hare todo lo que este en mis manos para que tu hermano logre recuperarse —Esas simples palabras evitaron que se volviera a hundir en el pánico — Ahora le están sacando unas resonancias que necesito para saber en dónde operar. En un momento ingresare a sala, y necesitare que firmes unos cuantos papeles para autorizar la intervención.
—B-Bien — Estaba con la mirada perdida, no sabia que pensar.
Fue entonces la doctora se dirigió a la puerta, pero antes de salir, Sanji recordó que no le había preguntado algo muy importante…
Su nombre.
—Disculpe mis modales, me ha estado apoyando desde que llegue aquí, pero ni siquiera sé su nombre— La ojiceleste le devolvió la mirada al rubio —¿Podría decirme cuál es?
Ella le regalo una cordial sonrisa, al mismo instante que escucho claramente como se llamaba la joven, pero…
—...Ro-Robin.
No por los labios de la pelinegra.
Sino de los de Zoro, que se había quedado en un estado de paraplejia en pleno pasadizo, con su único ojo totalmente abierto, como si hubiera visto el mismísimo demonio en esa mujer.
¿Qué hacia el peliverde allí?
La recién mencionada giro la mirada hacia la persona que había entonado su nombre, y al verlo, rostro transmuto en una confusión absoluta.
Pensó que nunca lo volvería a ver, pero jamás olvidaría ese cabello tan particular, ni esa mirada tan decidida. Sin embargo, la expresión de Zoro únicamente reflejaba un caos sin precedentes.
Caos que era causado por su sola presencia.
¿Pero? ¿Cuándo regreso?
Fue un milisegundo, pero su expresión volvió a ser la misma de antes, una sonrisa que siempre acompañaba a esos encantadores ojos aguamarina—Zoro — Lo llamo amena — Esto sí que es una sorpresa ¿Cuándo volviste?
Eso solo lo descoloco aún más, si es que eso era posible.
—¿Q-Qué haces aquí? ¿¡Por qué estás en lugar como este!? — El peliverde empezó a hiperventilar. No lo podía creer
¿Acaso esto era algún chiste de mal gusto?
Robin únicamente soltó un suspiro de tranquilidad — Trabajo aquí, me hice neurocirujana. Ahora me decido a salvar vidas. ¡Que alegría me da verte! Ha pasado mucho tiempo. Oh, Perona, pero si eres tú ¿Cómo has estado? —Hacia algunas semanas que no veía a la pelirosa, y la saludo con total naturalidad al cruzar miradas con ella, pero apenas salieron esas palabras de sus labios, se arrepintió.
En ese momento la furia del peliverde se desato.
—¡Tú! ¿¡Tú sabias de esto!? — Sin esperar una réplica, Zoro empezó a despotricar a todo pulmón sobre su hermana, sin importarle que algunas personas se giraran hacia ellos —¿Entonces Mihawk también lo sabe? ¡Vamos habla! — Era extraño que perdiera el control tan rápidamente, pero estaba abrumado.
Perona se sentía tan impotente, no sabía cómo reaccionar — Z-Zoro, no es lo que piensas. Necesito que me escuches— intento calmarlo, pero fue inutil.
—¡No me toques! — El desprecio que recibió de su parte le dolió mucho más que el empujón que su hermano le propino tan solo instantes después.
Sanji solo veia la escena incredulo. No entendía nada de lo que estaba pasando ¿Por qué Zoro actuaba como un demente?
—¿¡Que es lo que te pasa!? Estamos en un Hospital ¡Compórtate! No tienes ningún derecho de tratar así a tu hermana después de todo lo que le hiciste a tu familia — Robin no iba a permitir que el peliverde maltratara de esa forma a Perona, esa niña no era responsable de nada de lo que habia pasado.
Zoro le devolvió la mirada y hablo por autodefensa — ¿Y de quien crees que fue la culpa?
Algo dentro de Robin se rompió en ese momento, dejándola sin habla. No espero que Zoro llegara a darle un golpe así de bajo después de tantos años.
—¡Zoro! Ya basta, Robin no tiene la culpa de tus idioteces. — Perona no se iba a quedar callada. Sabia perfectamente que en algún momento esos dos se tendrían que reencontrar, pero nunca pensó que fuera tan pronto.
No esperaba que su hermana se pusiera automáticamente en su contra sin siquiera haber escuchado su lado de la historia, pero no tenía por qué aguantar esta mierda. Les dio una última mirada a ambas mujeres y se fue ignorando completamente a Sanji, el cual se había mantenido como un espectador pasivo en toda la escena.
No tenia sitio en ese conflicto que por lo visto le competencia únicamente a Zoro y a esa mujer.
—Zoro ¡Espera…! — Perona estaba a punto de correr para alcanzarlo, pero las palabras de Robin la detuvieron.
—Déjalo Perona, necesita estar solo — Estaba segura de que la razón por la que el peliverde reacciono así, fue porque este era el ultimo lugar en el que Zoro hubiera esperado verla.
Pero tenia que dejar sus problemas personales de lado, esa etapa de su vida ya había cerrado hacía mucho para ella, y si Zoro aun no era capaz de hacer lo mismo, era a causa de las mismas decisiones que tomo en el pasado. Ella no podía, ni debía, seguir lamentándose por eso.
Tenía algo mucho más importante que hacer, como salvar la vida de Yonji y evitarle aún mas dolor a su familia.
...
Caminaba a pasos apresurados por los pasadizos del hospital ¡Tenia que llegar a oncología, ahora!
Ya estaba al tanto de la situación de Yonji, y la verdad estaba muy contrariado por eso. No sabía que pensar.
¿Acaso era su culpa?
Alejo esos pensamientos de su cabeza por un momento. Primero tenía que asegurarse que Reiju estuviera bien. Por lo que le habían dicho por teléfono, su hermano ya se encontraba en sala de operaciones, así que no podria verlo hasta dentro de varias horas.
Ingreso a la habitación que le habían indicado, solo para encontrar a Reiju sentaba sobre una camilla jugando cartas con Trafalgar. Apenas lo diviso, la pequeña se bajo de la cama con ayuda de su doctor y fue corriendo hacia su hermano mayor.
—¡Ichiji! — Clamo la menor — Estaba muy asustada, ¡Y-Yonji! Se desmayo y y-yo — Había empezado a hipar — N-No s-sabía que hacer — Las lágrimas se hicieron espacio de su angelical rostro lentamente. — ¡Pensé que iba a morir!
A veces el pelirrojo olvidaba que a pesar de que Reiju fuera una niña muy madura para su edad, e hiciera cosas poco comunes a sus nueve años — A causa de todo lo que le había tocado vivir siendo tan joven — Seguía siendo solo una niña.
—Reiju, estoy muy orgulloso de ti — Limpiaba las tersas lagrimas con sus dedos mientras la veía fijamente — Actuaste de forma correcta con Yonji.
—Ichiji ¿Por qué nos dejaste? — La mirada que le dio su hermana lo hizo sentir como el peor ser humano sobre la tierra.
No sabía que decirle, la única persona capaz de dejarlo sin habla era ella.
—Reiju, tu hermano habrá tenido sus razones para irse. No seas muy dura con él, por favor. — Law supo que tenía que intervenir, al intuir que el pelirrojo no tenía argumento alguno para responderle a la pequeña.
La mirada que le dio Ichiji le transmitio de todo.
«Gracias.»
—Reiju, espéranos un momento ¿Sí? Tengo que hablar con tu hermano.
La pequeña, ya más calmada le asintió — ¿Ichiji, vendrás pronto?
—Por supuesto que si, Rei — Tuvo que hacer un gran esfuerzo para darle una sonrisa y salió de la habitación junto con el oncólogo.
Estando ya afuera, Trafalgar hablo unos minutos con Cossete para que se quedara con Reiju hasta que ellos regresaran, y sin más comenzó a caminar.
—Oye, ¡Law! — ¿A donde demonios se estaba yendo?
—Ven conmigo, Ichiji — Le hablo en un tono mucho mas frio de lo normal.
Al pelirrojo no le gustó nada la forma en la que se refirio a él, pero no tuvo más opción que seguir al doctor.
—¿Dónde demonios te metiste? — Le inquirio molesto — Una cosa es que tengas mucho trabajo y no puedas estar siempre disponible para Reiju, pero otra completamente diferente es dejarla abandonada como si fuera una maldita mascota.
—¡Tsk! ¡Cállate, Law! Tu no eres nadie como para entrometerte en la relación que tengo con mi hermana. — Lo miro furibundo. No iba a permitir que ese maldito medico pusiera en tela de juicio su forma de actuar. Hacia todo lo que podía con Reiju, pero tenia un trabajo que si en algún momento llegaba a perder, dejaría a toda su familia en la nada.
—Te equivocas, Ichiji. Soy su doctor y tengo toda la autoridad para hablarte así, porque fue la propia Reiju quien busco mi ayuda, luego de no encontrarla en su familia. — Solto sin restricciones — ¿Tienes idea de todos los problemas en los que te podrías meter si servicios sociales se entera de que Reiju estaba sola cuando a su hermano le dio una hemorragia cerebral?
El pelirrojo detuvo su caminar intempestivamente.
—¿Q-Que?
—¡Allí estas, Trafalgar! — Ambos giraron su vista hacia donde venia esa voz. Era un hombre de piel bronceada, moreno y con infinidad de marcas de la edad sobre el rostro. Llevaba un traje rojo debajo del tipico guardapolvo blanco de doctor.
Al intante la mirada de Law se agito, «¡Maldita sea! Justo ahora tenia que llegar este imbécil»
—Buenas noches Dr. Sakazuki — Respondió irritado.
Pero el recién llegado medico ignoro completamente el saludo del oncólogo, centrando toda su atención en el pelirrojo —Supongo que usted debe ser el Sr. Vinsmoke. Soy el Doctor Sakazuki pero puede llamarme Akainu, jefe del departamento de cirugía, y administrador de este Hospital.
El pelirrojo le dirigió una mirada desafiante, no sabía porque, pero algo dentro de él gritaba peligro. Tenia un mal presentimiento, y respondio con total desinterés — Así es.
—Por favor, acompáñeme, señor Vinsmoke. Tengo que hablar de ciertos asuntos logísticos con usted.
—¿Hm? — Ichiji alzo una ceja — ¿A qué se refiere?
El mayor esbozo una sonrisa temeraria — Es sobre la cirugía de su hermano, y otros asuntos más.
—Un momento, Dr. Sakazuki. Yonji Vinsmoke aún sigue en sala, así que usted...—
—¡Silencio Trafalgar! Hasta donde tengo entendido eres oncólogo, no neurocirujano, así que esto no te concierte en lo mas mínimo.
Ichiji se dio cuenta de la mirada que le dirigía Law a ese sujeto y sintió que esto solo podía significar una cosa. Por lo visto tendría que lidiar con otro dolor de cabeza más, pero no es que le molestara.
Estaba acostumbrado a lidiar con bastante mierda en su vida.
Vio inquisidoramente a Sakazuki y se dispuso a seguirlo.
...
Había terminado en la azotea del Hospital, necesitaba respirar. Podía sentir el frio de la noche golpeando su rostro mientras las gotas de lluvia caían sobre él, y en todo el cielo de Londres. Necesitaba estar un momento solo, procesar todo lo que acababa de pasar.
Acababa de firmar un consentimiento informado en caso de que Yonji no lograse sobrevivir a la cirugía.
Nunca pensó que su hermano terminaría luchando por su vida en una maldita mesa de quirófano — Soltó una leve risa — Si Yonji estuviera despierto lo golpearía por haber permitido que le abrieran la cabeza sin haberle consultado antes.
El menor de los Vinsmoke odiaba los hospitales.
Saco una caja de cigarros del bolsillo de su saco y lo encendió para ver como el humo del tabaco se expandía hasta desaparecer.
Al igual que sus esperanzas de salvar a Reiju, y ahora, también a Yonji.
—¿Me das uno?
Reconoció la voz al instante, pero siguió con la vista al frente. No deseaba ver a Zoro, ni a nadie, en ese momento. Lo único que hizo fue estirar el brazo para que el peliverde pudiera tomar un cigarro.
—No se debe fumar en hospitales. — Fue lo único que argumento.
—Sin duda te esfuerzas en cumplir la ley. — Respondió irónico Zoro.
No estaba de humor, ¿Cómo es posible que Robin estuviera aquí? ¿Cómo termino siendo doctora? Y lo que es peor, por lo visto su familia estaba muy al pendiente de la situación de la pelinegra.
Algo que debió haber sido su responsabilidad.
No llevaba ni veinticuatro horas de haber vuelto y su vida se volvía a complicar nuevamente.
Esa ciudad estaba maldita para él.
—Si mi hermano no sale de esto — La voz de Sanji lo interrumpió —No sé qué será de nosotros.
Su familia de por si estaba rota, pero perder a uno de los cuatro, seria desestabilizar de forma irreparable la gran muralla que habían construido alrededor de Reiju, para protegerla de todo.
A pesar de que en el pasado a penas y se soportaban, ahora daría lo que fuera por alguno de esos tres estúpidos.
Eran lo único que le quedaba.
—No soy quien para darte consejos familiares—Escupio Zoro. A fin de cuentas, había sido una mierda con la suya. Arrojo el cigarro tras la última calada, tenía que salir de ese lugar, o terminaría volviéndose loco.
— Quédate… — Le pidió el rubio. — Por favor. No quiero estar solo.
—Déjame en paz, niño — Deseaba salir lo más rápido que fuera posible de ese lugar. Tenia muchas cosas que pensar.
Fue entonces que Sanji lo agarro fuertemente del brazo y lo vio directo a los ojos — ¡Imbécil, te dije que te quedes!
—¿¡Que carajos quieres!? No soy tu puta niñera, solo me ofrecí a traerte ¡No te hagas ideas estúpidas, niño!
Eso solo lo hizo enojar aún más — No eres más que un maldito cobarde. — Sanji ni siquiera supo porque dijo eso, pero fue lo que pudo sentir con la intensa mirada que aquella pelirosa le dedico a Zoro cuando este la abandono en el pasadizo del Hospital.
Instantáneamente el peliverde lo tomo sin contemplación de los hombros, empujándolo con una fuerza sobre humana hacia el muro de la azotea, quedando a solo centímetros de su rostro, con sus respiraciones chocando de manera rabiosa una contra la otra. Estaba sorprendido, no pensó que Zoro reaccionaria así, dándole una de las miradas más intensas que había visto en su vida.
—¿¡Quién mierda te crees para juzgarme!? ¡No me conoces! Solo eres un mocoso idiota que prefirió irse de fiesta mientras su hermano era traído a un mugroso Hospital
Aunque sonara horrible, Zoro tenía razón. Pudo haberse quedado en casa, pero prefirió largarse a una fiesta llena de gente vacía e hipócrita que ni siquiera conocía. Aparentando tener una vida que había dejado atrás hace mucho.
Y de la que él mismo renegó.
Su rostro se desfiguro tanto que hizo a Zoro arrepentirse de lo que dijo por un momento, pero el peliverde aun seguía enojado por las palabras de Sanji hacia su persona, por lo que el sentimiento duro poco.
No se iba a disculpar por decirle algo así. Sabia que lo que había dicho era hiriente, pero ese idiota no era nada suyo como para tener el derecho de llamarlo así. Ni siquiera sabía de lo que hablaba.
Él jamás huyo, pero desgraciadamente todas las personas a su alrededor lo entendieron de otra forma.
Empezó a caminar rumbo a la salida de emergencia de la azotea, pero antes de desaparecer, quiso tener la certeza de que ese rubio idiota no hiciera nada estúpido — Ni se te ocurra saltar. — Le advirtió.
—Descuida, a diferencia de tuya, yo sí estoy dispuesto a afrontar mis cagadas. — Sanji respondió carente de toda duda mientras levantaba la vista hacia el cielo.
Eso solo hizo que el peliverde soltara una risa apagada — Eres un estúpido, pero no te culpo...
—No me vengas a dar discursos superfluos, al igual que yo desconozco sobre tu pasado con Robin —El solo escuchar ese nombre le causo una gran migraña — Tú no sabes nada sobre toda la mierda que yo he tenido que tragar ¡Solo lárgate! ya fuiste claro. No tienes nada más que hacer aquí — No tenía por qué guardarse nada.
A fin de cuentas, fue el mismo Zoro el que se expresó claramente sobre él.
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Sentía que la cabeza le iba a reventar, había llegado a altas horas de la madrugada y le dolia el cuerpo a horrores, en especial el culo, pero al menos había valido totalmente la pena. Jamás sintió tanta paz al tirarse sobre su cama como peso muerto.
«¡Maldita resaca!»
Quien quiera que fuera el imbécil que tocaba como maniático el timbre sin duda sería víctima de toda la furia contenida que sentía. Odiaba que lo despertaran en la mañana, y maldecía a todos los idiotas de sus hermanos por no haberse dignado a abrir la jodida puerta. Apenas llego al último escalón, se dirigió a pasos lentos a hacia el ingreso de la casa.
—¡Con un carajo, ya voy! — Grito exaltado, solo para que al abrir la puerta se fuera de lleno al piso por el golpe seco que le planto Ichiji en el rostro.
—¿P-Pero qué? — Pudo sentir todo el peso del pelirrojo encima de él mientras lo sostenía del cuello de la ropa de dormir — ¿¡Qué mierda te pasa, imbécil!?
—¿¡Donde demonios has estado, Niji!? — Decir que estaba furioso era poco. Después de todo lo que había pasado en ese lapso de horas, lo último que Ichiji necesitaba era a su hermano en un deplorable estado post alcohólico.
—¡Te dije que iba a salir! No es mi problema el que seas tan estúpido como para olvidar tus llaves.
—¿¡Tú…!? —En verdad se estaba controlando para no matarlo a golpes en ese mismo lugar. Soltó al peliazul y se dirigió rápidamente al segundo piso, no tenía tiempo que perder.
—¡Oye! Ichiji, vuelve acá — Pero el pelirrojo lo ignoro olímpicamente, yendo directamente hacia la habitación de Yonji.
El peliazul lo siguió, confundido, y al entrar pudo ver a Ichiji abriendo ese lugar. En ese momento Niji se hizo una idea de lo que estaba pasando.
—¿Qué le paso a Reiju? ¿Tuvo una recaída? — Pregunto visiblemente preocupado.
Ichiji empezó a sacar fajos y fajos de billetes para colocarlos sobre la cama — Si contestaras tu maldito teléfono de seguro estarías enterado.
—¡Con un carajo Ichiji! ¿Qué paso? —Se estaba empezando a asustar.
Ese cajón era el lugar en el que Yonji guardaba todo el dinero que acumulaba de sus peleas y habían quedado que solo abrirían ese lugar cuando tuvieran el dinero suficiente para la operación de la mocosa.
—Alístate Niji, tenemos que volver al hospital — No tenia ganas de ver al peliazul. Estaba con el pulso a mil, y no quería golpearlo nuevamente — Pediré un taxi, hay que estar allí lo mas pronto posible.
¿Qué? ¿Ichiji pidiendo taxi?
—Ichi ¿Qué…?—
—¡Apresúrate Niji! — Le grito, se podía palpar la desesperación en sus palabras, por lo que el peliazul fue corriendo a la ducha.
Ichiji giro su vista hacia la montaña de billetes que había en la cama, sentandose en la esquina de esta.
Tenia que respirar, debía organizar sus ideas.
Se odiaba a si mismo por lo que estaba a punto de hacer, pero no le quedaba de otra.
«—Señor Vinsmoke, por favor siéntese. — Le pidió el tal Sakazuki al momento de entrar a su despacho.
«—No es necesario, no planeo quedarme por mucho aquí. Por lo que le pido que sea conciso con lo que sea que tenga que decirme. — No estaba de humor para lidiar con este idiota y sus papeleos administrativos.
«—Si yo fuera tú me sentaría, ya que tengo que discutir seriamente contigo sobre el caso de Yonji Vinsmoke— Se lo dijo de tal forma que hizo pensar a Ichiji que estaba disfrutando de esto.
«—La cirugía de una hemorragia subaracnoidea es una de las intervenciones más difíciles y complejas del campo de la neurocirugia, y solo los gastos del material medico que esta siendo empleado en este momento en el procedimiento de tu hermano ronda las cien mil libras.
Ichiji empezó a fruncir cada vez más el entrecejo.
«—En caso de que Yonji logre sobrevivir al procedimiento. La posibilidad de recuperación sigue siendo baja, por lo que tendrá que pasar una buena temporada en el hospital. Supongo que sabes lo que eso significa, ¿No?
«—Nunca he sido bueno escuchando, así que no perdamos más el tiempo ¿Cuánto va a salir todo? —Tenia cosas mas importantes que hacer que escuchar a ese payaso hablar de dinero.
«—No me hagas reír, mocoso. Ambos sabemos que ese no es el verdadero problema. El costo de la cirugía se hará efectivo así tu hermano salga caminando, o en un cajón, ese no es mi problema.
La forma en la que ese bastardo le planteo la muerte de su hermano como si se tratara de una mera formalidad, lo hizo reventar la fuerza de sus puños contra el escritorio.
«—¿¡De que mierda me está hablando!?
Yonji iba a sobrevivir.
El debía sobrevivir.
«—Hablo de todos los años en prisión que le caerían encima a Yonji cuando notifique a la policía sobre sus «actividades nocturnas» — Exclamo con una sonrisa tan descarada que Ichiji hasta pudo sentir como ese hombre se regocijaba con su rostro lleno de horror.
«—N-No sé a qué se refiere, mi hermano trabaja en un gimnasio — Estaba perdiendo el color de la cara ¿Cómo es que ese idiota sabia sobre eso?
«—Vamos, tu y yo sabemos bien que dejo de trabajar allí hace meses. Mas específicamente cuando la situación de tu hermana se empezó a complicar.
¿Cómo pudo obtener esa información?
No lo comprendia
¿Acaso él…?
Ichiji solo bajo la vista, viendo hacia el piso. Entendía muy bien hacia donde se quería dirigir ese maldito.
Conocía de sobra a esa clase de basura humana.
«—¿Cuánto es lo que quiere? — Su voz se escucha rota, al igual que él.
Akainu solo le dedico una sonrisa cínica «— Tráeme medio millón de libras antes del amanecer. De lo contrario te juro que hare todo lo que este en mis manos para hacer que tu hermano vandálico salga caminando de este Hospital, solo para ver cómo se pudre en una mugrosa celda. Y déjame decirte algo, a los franceses como él no les va nada bien una cárcel inglesa.
Se dirigió rumbo a la salida en silencio, no deseaba seguir compartiendo el mismo aire que esa escoria por más tiempo.
Sabía lo que tenía que hacer, pero no quería llevarlo a cabo, al perder el dinero del cheque, solo le quedaba un único lugar del cual obtener esa cantidad y la verdad...
Nunca pensó que le daría esa clase de uso.
Niji estaba anonadado ¿Cómo era posible que todo se haya ido al carajo en solo una noche? De por si estaban jodidos pero ¿Por qué justo ahora pasaba esto?
—Ichi... —
El pelirrojo volvió a hablar — Yonji obtuvo con sus peleas aproximadamente cuatrocientos ochenta mil libras, tuve que sacar la diferencia de mi cuenta bancaria para poder completar la cantidad que pedía ese hijo de puta — Seguía con la vista fija en la ventana.
Ya casi no les quedaba nada…
Giro la vista hacia un costado. Todo el dinero que estaba llevando, esos billetes que su hermano lucho tanto por conseguir y ayudarían en gran medida a salvar la vida de Reiju.
Ahora serian empleados para callarle la boca a un medico corrupto.
—Se que es raro que presisamente yo mencione esto, pero si notificamos esto a la policía tal vez—
—Ya lo pensé Ni — Era consciente de la situación, y en todos los frentes ellos salían perdiendo —El delito de Yonji es grave. Así sea para ayudar a otra persona, es enriquecimiento ilícito, además del cargo por participar en luchas clandestinas. En el mejor de los casos, estaría diez años tras las rejas.
—Pero y si Yonji…—Sabía que era horrible pensar en eso siendo su hermano, incluso para él, pero aun así Niji tenía que decirlo — Si él no…—
—Sobrevivirá Niji, alguien como él jamás permitiría que su vida terminara por una estupidez como esa — Solo por esa razón hacia todo esto. Porque estaba totalmente convencido de que Yonji saldría de esto.
Y no era capaz de condenar a su hermano a una vida en prisión por algo que él mismo le pidió hacer.
—¿Y qué pasará con Reiju? — Todo lo que habían dejado atrás por la mocosa, todos los sacrificios que habían hecho.
—No lo sé Ni, te juro que no lo sé.
Se produjo un silencio mortífero, por primera vez en mucho tiempo el pelirrojo no tenia una respuesta, y Niji solo podía sentir como la ultima esperanza de su hermana se desvanecía juntas con las gotas de lluvia. Había dejado de llover para dar paso a la mortífera mañana en el cielo de Londres.
...
Apenas llegaron a ese endemoniado Hospital, Ichiji le dijo que iría él mismo a ver Sakazuki. Era lo mejor, si Niji veía a ese maldito no dudaría ni un segundo en lanzársele encima. Por lo que prefirió ir en busca de Reiju, iba camino hacia la habitación que el pelirrojo le indico cuando al pasar por la sala de Oncología pediátrica, pudo ver a su hermana hablando con una mujer de cabellos rubios con lentes oscuros.
¿Por qué carajos la mocosa estaba afuera de la habitación?
De inmediato se alarmo y fue aceleradamente hacia la pequeña —Oiga ¿Qué hace hablando con mi hermana? — Demando visiblemente molesto
Reiju se percato al instante de la presencia del peliazul y fue rápidamente hacia él — ¡Niji! — Su hermanita le levantó los brazos y Niji entendió de inmediato que quería que la cargara.
Algo no andaba bien. Estaba asustada.
De repente la rubia se levantó del sofá en el que estaba hablando hace segundos con la pequeña, para dirigirse hacia el peliazul, saco una tarjeta y se la entregó a la pequeña envuelta en absoluto silencio, pero Niji se la quito al instante. Cuando el peliazul la leyó, sintió que el dolor de su resaca se multiplicaba por mil.
Domino Down.
Abogada.
Servicios Sociales.
La rubia solo atino a sonreír, dirigiéndose a la menor como si Niji no existiera — No dudes que estaremos en contacto, Reiju. Buen día joven — Fue lo ultimo que menciono al momento de retirarse.
«¡Maldita zorra!»
De no ser porque la quería ahorcar, y porque su culo ya tuvo mucha acción en la noche anterior, de seguro hubiera pensado en tirársela.
—Esa mujer me pone nerviosa Ni. Cossete fue a traerme el desayuno cuando ella entro a mi habitación, y pidió que habláramos un rato — Hablo Reiju con la mirada en el piso.
Niji la sujeto fuertemente de los brazos y la puso a su misma altura — ¡Reiju! Tienes que decirme absolutamente todo lo que te dijo. — Exigió serio. Esto era grave, tenían que andar con cuidado.
No podían permitir que servicios sociales intentaran quitarles a Reiju.
No ahora.
—Ella solo me pregunto... — Estaba a punto de hablar, pero desvió la mirada por algo que llamo su atención — ¡Niji, mira en Sanji! — Su hermanita señalaba hacia la salida de la sala del pabellón.
El peliazul dirigió su mirada hacia donde Reiju le mostro y pudo notar la sombra del rubio. Decir que se veía horrible era poco, estaba mojado, y tenía una espantosa tela color verde que lo cubría. Al estar lo suficientemente cerca a sus hermanos, lo ignoro completamente y le quito a Reiju de los brazos solo para abrasarla.
—Sanji ¿Estas bien? — Pregunto Reiju inocentemente.
El rubio seguía con los ojos cerrados mientras tenía fuertemente agarrada a Reiju — Ahora lo estoy.
—Oye idiota ¿Qué haces vestido así? Pareces un indigente
En cualquier otro momento le hubiera respondido, pero no tenia deseos de pelear con su hermano. —¿Vamos a ver si Yonji ya salió de cirugía? — Pidio con un hilo de voz.
Al peliazul no le quedo otra que asentir. Ichiji se iba a tomar su tiempo, y tenían que estar todos reunidos para poder hablarle a sus hermanos sobre lo que acababa de pasar con esa mujer.
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Estaba en su escritorio, esperaba ansioso una llamada mientras leía el historial de cierta pequeña. Estaba asombrado, en verdad esos hermanos habían movido cielo y tierra por esa mocosa.
Paciente: Reiju Elise Redleg
Edad: 9 años
Peso: 38kg
Diagnóstico: Leucemia Linfática Crónica
Era una lástima que a esa niña no le quedaran más que un par de meses de vida.
De repente el teléfono empezó a sonar y no dudo en contestar de inmediato — Ya era hora ¿Por qué tardaste tanto? — Pregunto molesto.
Escucho una risa de la otra línea «— Estaba ocupado. Cuéntame Sakazuki ¿Qué paso?
—Me encontré al mayor, le dije que estaba al tanto de toda la situación. Al principio se hizo el idiota, pero termino aceptando por cuenta propia. Me traerá el dinero al amanecer.
«—¿Quién diría que podrían sobrevivir tanto tiempo sin mí? Estoy sorprendido — Por el tono de su voz, en verdad debería estarlo. Inclusive él lo estaba. — Avísame cualquier cambio.
Akainu únicamente soltó una risa cínica — Tenlo por seguro. A fin de cuentas, eres el padre, estas en todo tu derecho, Judge.
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Se encontraban en una impresionante propiedad a las afueras de Londres. Habían decidido reunirse al medio día, después de la gran fiesta de la firma.
Personalmente, no le gustaba compartir su espacio privado con nadie, pero esta ocasión era especial. Estaban en el inmenso jardín, y se encontraba de lo mas tranquilo escuchando como sus padrinos y su hermano hablaban pacíficamente.
Cracker y Queen se reían como si fueran amigos de toda la vida, — cosa extraña — mientras compartían una botella de Macallan.
—¡Sin duda debo reconocerlo mocoso de pelo gracioso! Tu idea, aunque algo estúpida y exagerada, fue bastante acertada.
Cracker, el cual tenía la mitad del rostro hinchado a causa de cierta pelirosa, solo pudo soltar grandes carcajadas — ¡Es el encanto Charlotte! Tendremos que hacerlo más seguido.
—No me digas. Se nota que Rebecca cayo bajo el encanto Charlotte — Rescato Queen sarcásticamente, al mismo tiempo que divisaba divertido el rostro de Cracker — Hablando del encanto Charlotte ¿Porque la maldita vieja bruja no fue al evento?
—Queen, abstente de hablar sobre mi madre. — Solto Katakuri en un tono tranquilo, pueda que su padrino tuviera razón, pero lo último que quería en ese momento era escuchar o traer el nombre de Linlin a la mesa.
Cracker sin embargo tomo el comentario con gracia — Según Smoothie, llego a Abu Dhabi hace un par de días con Vergo . Por lo visto se quedarán allí un tiempo más, pero llegarán a tiempo para mi nueva exposición de arte.
Vergo, el nuevo juguete de Linlin.
Honestamente, a Cracker dejo de importarle hacía mucho la vida personal de su progenitora. Si esa mujer no había cambiado después de tantos años y de dar a luz a tantos hijos, no iba a cambiar nunca.
Sin embargo, para Katakuri eso no pasaba desapercibido, que su madre quisiera gastar su tiempo y dinero en jóvenes que solo buscaban dar un mordisco de la gran fortuna de su familia le daba absolutamente igual. A fin de cuentas, era el dinero de Linlin y ella podía hacer con este lo que le viniera en gana, pero la cosa cambiaba cuando exponía a sus hermanas a esa interminable lista de hombres.
Ya hablaría con ella cuando regresara de sus lujosas vacaciones en medio oriente. Tendría que hacer un esfuerzo para poder soportarla ahora que tendría que verla mas seguido. A fin de cuentas, tenía que cumplir su rol en Whole Cake.
—Toda una joya ¿No, hijo? — Pregunto divertido el albino.
Queen rio de manera cínica — Y Kaido tampoco es mejor en ese aspecto ¿O sí?
Ni siquiera le causo gracia el comentario y respondió arisco —...Por supuesto que no.
Fue en ese momento que King deicidio intervenir. El idiota de Queen estaba tocando un tema delicado, y lo ultimo que deseaba era que su pequeño se enojara — Dejando el tema de Linlin de lado. A pesar de que la idea fue acertada para el personal, no se volverá a repetir. La fiesta y los daños que esos salvajes le hicieron al Hotel terminaron costándonos un aproximado de diez millones de dolares. Sin mencionar tu vergonzosa actuación Queen, me das asco.
—¡Cállate estúpido! ¿Acaso quieres que te lance la botella de Whisky y te prenda fuego?
—Quisiera verte intentándolo. — El albino hizo una pausa — Pero ya hablando seriamente... — Por el grave tono que empleo King, hizo que Katakuri pusiera toda su atención en él. —Tenemos que centrarnos en cosas más importantes. Ahora que todos en la firma creen que lo peor ya paso, es momento de empezar la purga.
—¡Maldito seas King! Ni cuando en verdad me dan ganas de relajarme dejas de joder.
—Concuerdo contigo, King. —Fue lo único que menciono el Charlotte mayor — Y se perfectamente por donde tenemos que empezar.
Cracker se le prendió el foco en ese mismo instante, esta era su oportunidad —Si es que van a hacer lo que creo que van a hacer, les recomiendo empezar con Page ¡Ese imbécil solo.. —
—¡Cracker! Los problemas personales que tengas con mi Jefe de operaciones no son de mi incumbencia, pero Page aun me es bastante útil. ¡Así que cierra la jodida boca!
—Sabes «Kuri» Tengo a alguien en mente, es algo joven, pero creo que nos será de mucha ayuda — Comento Queen — ¿Recuerdan el plan de negocios que se propuso para la sede en Brasil? — El granate y King asintieron.
—Pero por supuesto, la idea era una completa—
—¡Cállate, King! Aún no termino — Tenia que silenciarlo antes de que ese idiota empezara a decir tonterías e insultar a medio mundo — Bien, el día que llegue tarde al almuerzo en Le Gavroche, fue porque me quede revisando esos documentos, y como decirlo... Creo que encontramos un diamante en bruto, o mejor dicho...
«Un Rubí»
Katakuri tomo un largo sorbo de su vaso de Whisky, para luego cuestionar con cierta intriga a su otro padrino — ¿De quien se trata?
Notes:
Aclaraciones del Capítulo VI:
Neurocirugía: Rama de la medicina que se dedica a intervenir quirúrgicamente las complicaciones del cerebro y la espina dorsal.
Shots: Tragos cortos
Estilo Eduardiano: Estilo arquitectónico que se desarrolló en Inglaterra desde los años 1900. Marcaba el epílogo de la época Victoriana.
The Times: Periódico nacional del Reino Unido
"Big News" Morgans: El pájaro gigante que es uno de los emperadores del bajo mundo y presidente del World Economic Journal.
Vogue: Quizás la revista de moda y glamour más famosa del mundo.
Forbes: Revista americana especializada en el marco de los negocios y las finanzas. Son mayormente conocidos por hacer listas de las personas más ricas del mundo en diferentes ámbitos.
The Economist: Famosa revista Inglesa conocida a nivel mundial por abordar temas como la globalización y economía desde un marco mundial.
Traumatismo encéfalo craneano: Forma médica de llamar a un fuerte golpe en la cabeza
Hemorragia subaracnoidea: Tal y como lo explico nuestra pelinegra más arriba. Es un sangrado del cerebro, es muy peligrosa y si no se trata adecuadamente la persona puede morir en cuestión de horas.
Domino: Es una de las carceleras de Impel Down, fue la que le puso las Kairoseki a Hancock.
Leucemia Linfática Crónica: Uno de los tipos más agresivos de cáncer a la sangre.
Macallan: Marca de Whisky inglés.
Abu Dhabi: Capital de Emiratos Árabes Unidos y uno de los destinos turísticos por excelencia del Medio Oriente.
Chapter Text
CAPÍTULO VII: «Programmed to Receive»
Apenas llegaron a la Gran Casona Dracule-Akagami, Perona salió del auto dando un fuerte portazo y se dirigió a paso rápido hacia la entrada. Zoro la siguió con la mirada, era obvio que aún estaba molesta, por lo que opto por seguirla para tratar de hablar con ella, pero no contó con que Shanks saliera en una bata roja de la habitación principal y le diera el encuentro a su hija cuando esta se encontrara subiendo las escaleras.
Shanks en el acto tomo entre sus brazos a su pequeña — Mis niños, ¡Por fin han regresado! ¡Estoy tan contento! Solo espero que no estén ebrios, de lo contario no estaré muy conten… — El pelirrojo callo al instante que noto a su pequeña empapada y con el rosto hinchado.
«¿Acaso estuvo llorando?»
—Hija ¿Pero qué paso? — Shanks se veía claramente preocupado. En busca de respuestas le dio una rápida mirada a Zoro, solo para caer en cuenta que se encontraba en las mismas condiciones, y con una gran mancha seca sobre la camisa — Oigan ¿En dónde rayos se metieron?
Sin embargo, las preguntas del pelirrojo se mantuvieron sin respuesta ante el inhóspito silencio de Perona y Zoro.
La pelirosa deshizo con delicadeza el agarre de su padre, de lo último que tenía ganas, era de hablar, optando por dirigirse directamente hacia su habitación, pero no espero encontrarse a otra persona en su camino.
—Su padre les hizo una pregunta ¿Dónde estuvieron? —Perona quedo paralizada al enfrentar la penetrante mirada de halcón de su otro padre sobre ella.
Finalmente, los cuatro miembros de esa ya resquebrajada familia estaban reunidos después de doce largos años, quedando todos envueltos en un incómodo silencio, pero a pesar de ello Zoro, tenía su único ojo fijo en Mihawk, desafiándolo incluso desde una posición de clara desventaja.
La mirada se su padre lo decía todo.
«¿Por qué diablos volviste?»
—Había una piscina en la fiesta. Zoro y yo decidimos entrar un rato, fue divertido. Los Charlotte les mandan saludos — Perona hablo de manera tan acelerada que Shanks tuvo que hacer un gran esfuerzo por entenderla.
—Perona, si nos vas a mentir al menos haz que sea convincente.
—¡No les estoy mintiendo, padre! — Alzo la voz sin querer — ¡Realmente había una maldita piscina!
—Vamos Mihi, el interrogatorio ya termino. Todos estamos cansados ¿Por qué mejor no–?
—¿¡En qué maldito momento pensaban decirme lo de Robin!? — El grito de Zoro retumbo por toda la casa, estaba harto de esta farsa.
El rostro de Shanks se descompuso por completo, ¿Acaso su hijo..?
— Z-Zoro, nosotros... — No sabía que decirle, nunca pensó que sería el mismo peliverde quien traería a colación el nombre de esa mujer nuevamente.
—¡¿Ustedes lo sabían?! — Estaba furioso, sus propios padres estaban al tanto de toda la situación.
Fue en ese momento que Mihawk empezó a descender las escaleras en dirección al peliverde. Cuando finalmente estuvieron frente a frente, paso algo que el peliverde no vio venir, Mihawk le ensarto un puñetazo de lleno en el rostro, lanzándolo al piso en un instante.
—Mihawk ¿¡Qué crees que estás haciendo!? — Shanks no dudo en socorrer a su hijo — Oye idiota ¿Qué no ves qu–?
—¡Cállate Shanks! — Puede que fuera un hombre muy serio y recto, pero en muy raras ocasiones tendía a enojarse, y claramente nunca fue una persona violenta. Estaba haciendo un gran esfuerzo por su esposo. Sin embargo, jamás le iba a permitir a su hijo levantarle la voz de esa forma en su propia casa, ese maldito lo iba a escuchar — Solo cállate y déjame hablar.
—¡Tu! — Señalo directamente a Zoro, al cual le salía sangre por la boca — ¿Quién demonios crees que limpio tu desastre cuando te fuiste? ¿Quién rayos crees que tuvo que reparar la mierda que dejarse cuando huiste con el rabo entre las patas? Me avergüenzo de ti, yo nunca te eduque así, Zoro ¡Jamás en mi vida recuerdo haber criado a un maldito cobarde!
No era la primera persona que le decía eso, ese rubio le había dicho lo mismo. Pero la diferencia entre ellos dos, era que Mihawk se lo decía estando completamente consciente de todo el peso que esas palabras, haciéndolas mucho más duras de los labios de su propio padre. Sabía de todo el daño que dejo con su partida, pero el pelinegro estaba muy equivocado si pensaba que solo él era el culpable de todo.
—Puedes decirme lo que quieras, lo merezco, pero no vengas a hacerte el hombre intachable, que claramente no eres, padre. Si yo soy una mierda por haberme ido, entonces tu eres igual a mí por jamás haber movido un dedo y solo dedicarte a destruir la vida de Robin y la mía.
—¿¡Como te atreves a hablarme así!? — La mirada de Mihawk se oscureció varios tonos. No negaría que tuvo cierta culpa de lo que paso y estaba seguro que nunca terminaría de pagar su error.
Lo que paso casi le costó su matrimonio y a su familia, pero por más arrepentimientos que tuviese, sabía que no se podía cambiar el pasado.
Estaba a punto de volver a golpear a Zoro, pero solo tuvo que ver el rostro suplicante de Shanks, pidiéndole que no hiciera más leña del árbol caído, y se calmara.
Lo que paso había afectado en gran medida al pelirrojo y esa mirada lo hizo detener las ganas homicidas que sentía para con su hijo y reflexionar su siguiente acción detenidamente.
—Zoro...La razón por la que mi opinión sobre esa mujer cambio tan drásticamente, fue porque me di cuenta de que Robin es una persona capaz de superar todos los golpes que la vida le puso en frente — Lo dijo de una ligera curva en sus labios, lo más cercano que él tenia a una sonrisa — y lo más admirable es que lo hizo sola.
Entendía claramente el significado encriptado en esas palabras.
«Ella no te necesito a ti.»
—Ahora, lárgate de mi casa. No eres bienvenido y no deseo ver tu rostro por aquí nuevamente — Fue todo, no desea ver a ese ingrato por más tiempo. Empezó a subir las escaleras, aún tenía sueño y ya no tenía nada más que decirle a su hijo.
—¡Mihawk! ¡Como te atreves de deci–! — Zoro tomo el rostro de Shanks entre sus manos, obligándolo a verlo. Sabía que por más que su padre amara a ese testarudo pelinegro con toda su alma, siempre tendría como principal preocupación a sus hijos y no era justo que por su estupidez, sus padres terminaran enemistados nuevamente.
—Tranquilo, está bien. — Al pronunciar esas palabras pudo ver como el rostro de Shanks se quebraba de a pocos.
Rechazo la ayuda de su padre, levantándose por sí solo del piso. Le dio una última mirada a Perona, la cual le estaba dando la espalda, pero por sus ligeros temblores, claramente estaba llorando.
Solo atino a dirigirle la vista a ese cuadro nuevamente y preguntarse si alguna vez volarían a ser como ellos.
«No seas iluso, tú mismo fuiste el que se encargó de quebrar a su propia familia…»
...
La pantalla de la Mac llevaba prendida como una hora, pero en todo ese tiempo no había hecho nada, por primera vez, no se sentía capaz de nada. Solo quería seguir escuchando «Hotel California» con su cabeza descansando sobre el escritorio mientras se perdía entre los acordes de la guitarra, pensando que al igual que esa sinfonía, él también se encontraba en un lugar maldito del cual no tenía escapatoria.
Su prisión,
Su Hotel California…
«—P-pero ¿¡Qué tu hiciste qué!? — Decir que Sanji estaba molesto era poco.
Estaban en la puerta de UCI, la operación de Yonji ya había terminado y Reiju se encontraba profundamente dormida entre los brazos de Niji. Por lo que les había dicho Robin la operación fue un éxito.
Ahora solo quedaba esperar a que el peliverde despertase.
«—¿Por qué me preguntas eso nuevamente? Se que eres idiota, pero que yo sepa no eres sordo — Se encontraba de un pésimo humor, ya le había entregado el dinero a Akainu y este solo le dio una sonrisa muy extraña al tiempo que se perdía entre los pasadizos de ese maldito hospital.
«—¡Ichiji! — el rubio se acercó con furia a su hermano — ¿Tienes idea de lo que has hecho?
¿Acaso Sanji también tenía una hemorragia en la cabeza?
«—Si te refieres a salvar a Yonji de una vida sin futuro, entonces sí, tengo una idea muy clara de lo que hice.
«—¡No me refiero a eso, y lo sabes! — Si su hermano creía que se iba a librar de él estaba muy equivocado —Se supone que ¡Tú! Debías estar con Reiju ayer, esto no debi—
«—¡Cierra la puta boca, Sanji! Tú no tienes idea de todos los sacrificios que tengo que hacer por esta loca y disfuncional familia, así que no me vengas a juzgar como si tu actitud fuera intachable ¿Dónde estabas tú cuando el maldito de Akainu me chantajeo?
Sanji solo bajo la mirada, quedándose callado. Ichiji tenia razón. Él no era nadie para dar una charla sobre moralidad.
Obviamente el pelirrojo aun no les mencionaba lo que paso con el préstamo de la firma, sus hermanos ya estaban de por sí muy estresados con el tema del peliverde. Por lo que decirles que perdió el cheque en una estupidez de la que arrepentiría lo que le quedaba de vida, sería poco prudente.
Se lo guardaría para él, como todo lo que le pasaba.
En ese momento Niji recordó lo que había pasado hace varias horas con Reiju. Pensó que lo mejor era hablar de una buena vez con sus hermanos sobre eso, hasta que sintió un ligero movimiento en su hombro y giro la vista para encontrarse con un par de hermosos cielos.
«— ¡Por fin niña! Duermes más que un oso perezoso.
«—De hecho Ni, el animal que más duerme en el mundo es el koala — Le respondió soñolienta Reiju.
El peliazul refunfuño un gruñido — Como sea.
Reiju solo lo vio con una sonrisa para girar la vista hacia sus hermanos — Ichi, te vez muy lindo — Alago a su hermano mayor al mismo tiempo que se sobaba los ojos.
El pelirrojo le sonrió a la pequeña por el tierno cumplido, y estaba a punto de agradecerle el gesto, hasta que la sarcástica voz de Niji le recordó cierto detalle «— Si Ichiji, ahora que lo veo detenidamente, ese traje se ve de maravilla pero... ¿¡Quién carajos te dio permiso para tomar mi smoking!?
Ichiji opto por rodear los ojos, fastidiado «— ¡No seas ridículo! ¿En verdad me vas a reclamar eso en este momento? Y ahora que lo pienso — Giro la mirada al rubio de los Vinsmoke — Sanji ¿Dónde están mis tenis?
«—Oh... mierda. — Había dejado toda su ropa en la casa de Pudding.
Esa respuesta solo lo encolerizo «—No me vengas con tú «¡¡Oh mierda!»! ¿¡Los perdiste!?
«—¡Pero Ichiji, no seas ridículo! — Niji le tomo del brazo, imitando las palabras del mayor de manera relajada—– ¡Ja! Si claro, ridículo mis bolas, tu si puedes reclamarle a Sanji, y yo no puedo decirte nada ¿No? ¡Ahora mismo te quitas mi smoking! — Le ordeno molesto mientras lo tomaba del saco.
«—¡Quítame las manos de encima, Niji!
«—¡Ya dejen de ser tan idiotas y cállense! Si siguen haciendo escándalo nos van a sacar de aquí — Sanji estaba empezando a hartarse por el estúpido drama que estaban armando sus hermanos. Como siempre, estaban a punto de iniciar otra pelea sin sentido hasta que las risas de Reiju los detuvieron.
«—¡A mí me gusta está loca y disfuncional familia! — Esas palabras fueron suficientes para los tres hermanos se detuvieran al instante, dándole paso a una incertidumbre y miedo sin precedentes.
Se les estaba acabando el tiempo...
—...moke ¡Oye Vinsmoke! — Un fuerte golpe en su escritorio hizo que Ichiji alzara la vista, pasmado ¿En qué momento Drake había llegado hasta su puesto? — ¿Crees que firmo tus cheques para que seas DJ? ¡Apresúrate con el balance de costos, maldito inútil! Y bájale a esa maldita música, ¡Detesto a The Eagles!
Nunca en su vida había odiado a nadie, solo sentía un profundo desprecio por la humanidad, pero podía decir sin lugar a dudas que aborrecía a ese hombre.
—Bien.
—Y cuando termines quiero qu... — El castaño callo cuando su teléfono personal empezó a sonar. —Drake... ¡Hola Rebecca! Si por supuesto, voy enseguida — Pero repentinamente su expresión cambio a una de sorpresa — ¿Qué? P-Pero... De acuerdo — Expreso finalizando la llamada.
Rápidamente le dirigió una mirada furibunda al pelirrojo — ¿Qué demonios hiciste con el análisis de inversión financiera?
—¿De qué hablas? Lo termine hace una semana y te lo di — Recordaba bien esa cosa ¡Le tomo veinte días hacerlo! fue una de las cosas más tediosas que su jefe le pidió hacer en todo el tiempo que llevaba allí.
—¡Maldita sea, Ichiji! ¡Vamos, vendrás conmigo! — Rugió molesto
—¿Qué rayos te pasa Drake? —Porque demonios le preguntaba como si no supiera nada del proyecto ¿Acaso no se había tomado el tiempo de leerlo?
—No preguntes y date prisa — Estaba a punto de irse, pero se detuvo unos instantes para verlo fijamente — Pobre de ti si no logro arreglar esto, Ichiji. ¡Si caigo, tu caerás conmigo!
De camino al elevador pudo ver llegar por el pasadizo a un peliverde que tenía la desgracia de conocer. Otro de los desesperantes miembros del departamento de contabilidad, que siempre tenía esa presencia desarreglada y un horrible aro en medio de la nariz.
¿Cómo es que recursos humanos permitía que esta clase de personas ingresaran a trabajar aquí?
—¿Estas son horas de llegar Bartolomeo? ¡Son las once de la mañana! — Le grito ofuscado Drake.
—See~, como diga jefe, ya que usted no fue a la fiesta se salvó de la resaca del siglo — Le contesto con la voz hecha trizas, al mismo tiempo que se sostenía la cabeza, tomando de una botella de agua — Me siento como la mierda, estuve vomitando desd–
—No me importa, ¡Empieza tus labores ya! Cuando baje hablaremos —Siguió de frente sin mirarlo si quiera.
Pero desgraciadamente para Ichiji, el escandaloso peliverde se percató de su pelirroja presencia cuando seguía a Drake y lo tomo del hombro, obligándolo a verse. — ¡Hola Vinsmoke! Escuche de tu ascenso y caída en el casino. Vaya que eres un–
—Si quieres vivir te recomiendo que guardes silencio y quites tu mugrosa mano de mí hombro.
—Nah, que aburrido eres. —La mirada que le dedico Ichiji fue brutal — Ya cálmate y ¿A dónde vas? No me digas que ya caíste en las garras de Drake. Déjame decirte qu—
—¿¡De qué demonios hablas!? — Le grito indignado — Estamos yendo a revisar un análisis arriba.
Al decir esas palabras la cara de Bartolomeo se quedó tiesa, abriendo su enorme boca, sorprendido a mas no poder para Ichiji tuviera una visión perfectamente desagradable de sus horribles dientes — Buena suerte, créeme que la necesitaras.
¿Pero es que acaso estar loco es un requisito para entrar a laborar aquí?
Estaba subiendo por el gran ascensor hacia lo más alto del edificio. Nunca había llegado hasta esos niveles, pero tenían una panorámica excelente de los grandes rascacielos que rodeaban The City desde esa altura. Llegaron al último piso en un santiamén, e Ichiji se percató que el gran hall estaba cubierto por mármol negro en las paredes, dándole un aire muy misterioso. A un lado del extenso lugar, pudo ver una gran sala de espera que era compuesta por sofás minimalistas en tonos grises y al lado derecho estaba una gran recepción de mármol blanco, en la cual vio a una chica que ya había conocido antes.
Estaba hablando por teléfono en ¿Ruso? ¿Griego? No logro identificarlo bien.
«—¡Vis ses senare!» —Rebecca la llamada, centrando toda su atención hacia Drake, pero termino ignorándolo olímpicamente al castaño al notar cierta cabeza roja que ya conocía. — ¡Ichiji! — alzo la mano animada — ¡Bienvenido al Averno de las bestias! — Lo recibió con una gran sonrisa.
¿Pero qué…?
— Gracias — Ni siquiera se tomaría la molestia de preguntarle a que rayos se refería.
Ella atino a reírse — Como siempre irradias felicidad ¡Oye! No te vi en la fiesta ¿No asististe?
Se quedo callado unos momentos —Honestamente yo–
—Rebecca, vinimos a ver a los Desastres ¿Dónde están? — Drake ni siquiera le permitió formar más de dos palabras juntas, como siempre. En verdad disfrutaba hacerlo ver como un estúpido.
La pelirosa hizo una mueca, dirigiendo su vista hacia Drake — Siempre tan oportuno X Drake, síganme por favor — Rebecca empezó a guiarlos por el gran pasadizo; y vaya que Drake no era para nada discreto al ver tan descaradamente el trasero de Rebecca mientras caminaba delante de él.
—Page tenía razón —Hablo en voz baja, pero eso no evito que Rebecca lo escuchara.
—¿De qué hablas Drake? — Le pregunto fastidiada la pelirosa.
—Nada Rebecca, cosas mías — Su jefe solo se hizo el desentendido, riendo bajo.
Realmente era alguien repugnante.
Mientras esos dos tenían su choque verbal, Ichiji se percató de una gran e imponente puerta en tono fresno, pero la ignoro rápidamente, siguiéndole el paso a la joven secretaria. Finalmente, se detuvieron frente otra imponente puerta negra. La pelirosa toco un par de veces antes de abrir. Drake ingreso al instante, pero antes de que el pelirrojo cruzara, Rebecca lo tomo del brazo por unos segundos para susurrarle algo.
—No te dejes amedrentar por ellos, Ichiji. Si huelen tu miedo, se acabó.
Recordó las palabras de Bartolomeo y hablo tranquilo — Rebecca, yo no me dejo amedrentar por nadie.
A fin de cuenta, ya conocía el infierno.
Esa seguridad hizo que la secretaria lo viera con asombro — Eso espero.
Al abrirse paso en el lugar, lo primero que le vino a la mente fue la oficina de Drake, ya que si la del castaño le parecía grande, esta de plano era inmensa. Sentía un aire tétrico merodeando el ambiente y que las paredes estuvieran cubiertas de un mármol tan oscuro como la noche, le daba una perspectiva mucho más oscura al lugar, también había un living bien equipado con un enorme televisor pantalla plana y un bar gigante, a la vez que una interminable biblioteca con algunos ejemplares que realmente captaron la atención del pelirrojo.
Hay que decir que si bien a Ichiji ya le habían dejado de sorprender muchas de las excentricidades de esa empresa, se amilano por unos instantes al ver dos enormes presencias que se encontraban en ese imponente escritorio de metal pulido. A uno lo reconoció al instante, se trataba de Queen, que estaba sentado en una de las sillas frente al escritorio. La otra persona, era un hombre que se encontraba en la silla principal del buró, tan grande como Queen pero sin tanta grasa en el cuerpo.
De hecho, tenía una presencia majestuosa, casi como un demonio, cuya piel morena y largos cabellos albinos resultaban llamativos para cualquiera que lo viese.
—Buenos días Señor King, Señor Queen — Drake se anunció en un tono muy respetuoso, casi rayando en la sumisión.
—Finalmente Drake ¿¡Pensabas hacernos esperar aquí hasta el día siguiente!? — Hablo con extrema dureza, el hombre que Ichiji dedujo, era King.
—¡N-No! Para nada. P-Perdone la demo—
¿Acaso Drake estaba tartamudeando?
—Si, si, como sea ¡Cierra la boca! — King lo silencio imponiendo su voz.
Si toda la reunión iba a desarrollarse de esa forma, en verdad la iba a disfrutar, pero fue la intensa mirada de King hacia su jefe de Contabilidad financiera lo que termino con la fiesta mental del pelirrojo.
—Drake, será mejor que me expliques lo que mis ojos acaban de leer con respecto a esta cosa — Recalco levantando el informe que Ichiji había realizado — De lo contrario, no dudes de que te lanzare por esa ventana — Quizá lo más terrorífico de ese hombre no fue su mirada, sino la seriedad con la que lo dijo mientras señalaba una de las tantas mamparas de la oficina.
—B-Bueno, ve-vera y-yo... —
Era obvio que Drake no tenía ni idea de lo que decía el papel. El pelirrojo se quería palmear el rostro ¿Cómo su propio jefe podía ser tan descuidado y no leer el informe que le tomo días hacer?
—Según la conclusión de este estudio — Se manifestó mientras golpeaba el fail de papeles con su puño — El proyecto que presentó el área de Planificación y Desarrollo hace un año, en el que se planteaba el ingreso de la sucursal de Sao Paolo a la bolsa de valores de Brasil, considera y cito:
«Que la firma debería pensar seriamente en despedir a la persona que planteo dicha iniciativa, al ser incapaz de ver que la empresa no necesita esta clase de soporte financiero de un país que está pasando por una inestabilidad política y económica sin precedentes, sumado a sus problemas de corrupción y su un índice de 3.78% de inflación por año y aumentando. Por lo que, si bien esta decisión generaría una rentabilidad de más del 78% en la compañía. Al no tener al «Real brasileño» tan estable como en años anteriores, podría dar como consecuencia que gracias al tipo de cambio perdamos cantidades astronómicas de dinero y no solo eso, corremos el riesgo que los "inversionistas" que fueran a comprar nuestras acciones tengan una posibilidad del 28.6% de ingresar dinero ilegal o proveniente de lavado de activos a nuestras cuentas bancarias"
—Luego hay puros gráficos y estadísticas que sustentan esta burla hacia mi ¿¡Quién demonios crees que eres como para decirme que acciones tomar en cuanto al futuro de esta firma y del jodido personal¡? — Bramo colérico el albino —¡¡Responde, maldito estúpido!!
–Se-Se-Señor K-King y-yo le pido una dis–
—¿¡Qué demonios te pasa!? ¿Acaso tienes algún tipo de verborrea verbal? ¡Habla claro, maldita sea! Porque de no darme una respuesta lógica, recuerda, ¡Te espera una caja! — King rugió con tal fuerza que el escritorio, e incluso la silla sobre la que estaba sentado Queen temblaron por unos instantes.
—Fui yo quien hizo ese informe. —Ichiji tomo la palabra sin que ni siquiera se la pidieran, pero no lo hizo por salvar el pellejo de su jefe, simplemente no iba a permitir que ese sujeto menospreciara su trabajo, sin importarle quien demonios fuera.
King hizo una mueca extraña, desentendido giro su rostro casi de forma mecanizada hacia Ichiji, mirándolo con una inquietante intriga — ¿Quién demonios es este niño, Drake? ¿Y en que maldito momento fue que llego?
Queen empezó a reírse como si no hubiera mañana y a Ichiji se le prendieron las mejillas del coraje.
Este imbécil ni siquiera había notado su presencia.
—¡Es uno de los esclavos del departamento! Solo igno—
—Soy Ichiji Vinsmoke, y fui yo quien hizo ese análisis en donde especifico muy bien las razones por la cual, al menos desde el punto de vista socioeconómico considero que, si bien es una inversión que dará frutos a corto plazo, es mala para la reputación de la empresa al no tener ningún tipo de garantía gubernamental. — Argumento decidido — Arriesgarse a ingresar a bolsa en un país con una PBI que va en aumento cada año, pero que actualmente es económicamente inestable, ¡No es solo una decisión imprudente, también es estúpida! Y si bien es cierto que tal vez no sea nadie para decirle que hacer, señor, me contrataron para dar mi opinión ¡Y mi opinión es que solo un idiota no se daría cuenta de que tan malo es ese plan! — Sintió que se le fue el aire en última instancia, pero estaba totalmente convencido de sus palabras.
Había investigado por horas, leyendo hasta amanecerse ¡Incluso tuvo que revisar estudios financieros en español y portugués! ¡Ni siquiera sabía portugués, por amor de Dios! Esos hombres por más importantes que fueran, no lo iban a ningunear como si fuera un novato.
King mantuvo su vista fija en él, estupefacto, al mismo tiempo que Queen había detenido sus burlas; por otro lado, Drake estaba botando espuma por la boca, si fuera por el castaño, lo desollaba ahí mismo.
—A pesar de seguir siendo un impertinente, al menos ya no te considero «tan estúpido» — Ichiji escucho esas palabras a la perfección, pero no era de ninguno de los tres hombres que estaban frente a él.
No... Claro que no.
Él conocía muy bien esa voz.
No dudo en seguirla, y al darse la vuelta se dio de lleno con esos ojos color sangre.
Era él... ¡El hijo de puta que le gano la maldita partida de Póker esa noche! ¿En qué momento había llegado? Estaba sirviéndose un Whisky como si nada en el bar de la oficina de King, y con tan solo verlo en aquella pose tan tranquila, la colera se apodero de su ser, dirigiéndose a pasos furiosos hasta ese imbécil.
–¡Tú~! ¡¡Maldito idiota!! ¿¡Qué diablos haces aquí!? — Le alzo la voz con tal potencia que hasta la propia Rebecca ingreso a la oficina a cerciorarse qué pasaba.
Pero en contraste con la exasperada expresión del pelirrojo, el muy desgraciado se mantuvo sosteniendo sostuvo su bebida, a la par que levantaba una de sus pronunciadas cejas.
—Vin-Vinsmoke te juro que s-sigues hablando y-yo… — Drake estaba en medio de un estado de catatonia — ¿Ichiji era suicida potencial, o qué?
¿Acaso tenía una idea de a quien le acababa de gritar?
Incluso Rebecca se quedó anonadada — I-Ichi, ven conmigo — Estaba perpleja, pero por la seguridad del pelirrojo tenía que sacarlo de allí.
Ichiji estaba rojo, pero no por su cabello tan exótico, sino por la rabia que sentía. Era cociente de que muy raras veces perdía el control, pero no podía evitar sobre exaltarse cuando todos en esa habitación, lo veían como un ser inferior.
A él nadie lo iba a ningunear como si fuera poca cosa.
Unas fuertes carcajadas se llevaron todo el tenso ambiente. Todos los presentes dirigieron sus miradas a King y Queen, los cuales estaban colorados de la risa, incluso King había empezado a lagrimear.
—¡Ahí lo tienen! Yo tenía razón, King, ¡Me debes cinco mil dólares! — Exclamo divertido Queen.
–Maldito seas, Queen ¡Con mil demonios! Odio decir estas palabras, pero es correcto, tenías razón, gordo. — Tuvo que detener sus palabras para seguir riendo plenamente. — Niño, me has dejado impresionado ¡Lograste descifrarlo! Estoy muy sorprendido con tu análisis. Fue excepcional, las estadísticas y pronósticos que colocaste para darle fundamento a tus hipótesis y conclusiones financieras estuvieron muy bien planteadas. Sin duda nos has dado una gran sorpresa, pero... ¿Tienes la más remota idea de quien es la persona que te acaba de alagar, y que tu tan descaradamente acabas de alzarle la voz?
Ichiji titubeo por un segundo, devolviendo la vista hacia el granate. Al ya no tener alcohol en la sangre como aquella noche lo podía ver claramente, y vaya que su mente no lo había engañado aquella noche. Era por mucho, más alto que él y en verdad tenía un atractivo muy particular. Si tuviera que escoger un par adjetivos para él, sin duda serian misterioso y atrayente...
Ichiji podía sentir perfectamente como esa mirada le quitaba el oxígeno lentamente.
Era una mirada lacerante, que quemaba todo lo que veía.
Y que lejos de asustarlo, desde lo más profundo de él, le gusto esa sensación.
Volvió a su realidad, en la cual él era el único que no entendía la situación que se desarrollaba a sus narices.
Rebecca se apiado de Ichiji y decidió hablar aun cuando no tuviera nada que hacer allí — I-Ichi, él es mi jefe... Aunque, es más correcto decir que es nuestro jefe — Le comunico apenada.
¿Qué cosa?
¿¡Jefe!?
—P-Pero Rebecca, si tú eres la secretaria del CEO, entonces ese sujeto es... —En ese momento el cerebro de Ichiji empezó a conectar todos los cables.
Queen se aclaró la garganta — Niño, sería muy raro que a estas alturas no lo supieras, pero de igual forma te lo aclarare — Comento en un tono jocoso — El hombre que esta frente a ti, es el CEO de esta firma y una de las mentes más brillantes que he tenido el placer de conocer. Te presento a tu nuevo jefe; Katakuri Charlotte.
¿Acaso tanto daño había causado en el pasado como para que ahora el Karma le cobrara todas sus jugarretas?
Esto debía ser una puta broma...
...
Estaban en una habitación de hospital, era completamente blanca y fría, no había nada más que un armario pequeño, unos cuantos muebles y un baño, además de la ventana por la cual se podía ver el cielo nublado de la ciudad. Se encontraba sentado en una de las sillas, mientras que Reiju estaba en el sofá, leyendo Ulises con Niji.
Pero mientras suspiraba en silencio, Sanji no pudo apartar su vista de la camilla del cuarto, en donde Yonji se encontraba profundamente dormido con un gran vendaje en la cabeza.
Robin estaba tomando lectura de sus signos vitales. Se veía cansada, a fin de cuentas, la cirugía del peliverde había durado aproximadamente quince horas y luego de las veinticuatro horas cruciales, como las llamo la doctora, pudieron finalmente bajar a Yonji de UCI.
Niji tuvo que pedir permiso en la tienda para poder quedarse con Yonji. Después de lo que paso, tenían que dividirse muy bien sus tiempos. No podían volver a descuidarse, y el viejo Zeff no se hizo problema con que Sanji faltara en la mañana para estar con Reiju.
—¿Crees que despierte hoy? — Aún se sentía muy confundido por todo lo ocurrido, no había hablado con Robin sobre cómo se enteró Akainu de lo de Yonji, pero estaba seguro que la pelinegra no había tenido nada que ver.
—No lo sé Sanji, estas cirugías son de alto riesgo, y cada paciente reacciona de forma diferente al tratamiento. Lo más difícil ya paso, solo falta que abra los ojos, pero eso puede ser en cuestión de horas o... semanas. — Pero debía darles esperanza — Tranquilos, hay que tener fe en Yonji. — Cualquiera que viera a Robin diría que con esa mirada podría incluso convertir al más vil pecador en un santo.
—Si yo fuera él y tuviera una doctora tan sexy como tú que me visita todos los días, no despertaría jamás — Niji la halago con picardía, causando las suaves risas de Robin.
—Idiota ¡Déjala en paz! — El rubio conocía las tendencias y excesos del peliazul, para Niji la vida eran cúmulos de experiencias tras experiencias, o como él lo llamaba «coger y ser cogido», por lo que prefería que su hermano se mantuviera lejos de Robin.
—¡Vamos, es broma! Todos sabemos que, si Yonji no despierta en treinta días, yo mismo lo desconectare — Sanji lo vio con visible molestia — No vamos a pagarle este hotel cinco estrellas para siempre ¿Oíste eso, idiota? — Grito hacia la camilla —¡Mas te vale mover el culo de una buena vez!
—Si que son una familia muy especial. — Aseguro Robin mientras terminaba de redactar algunas notas sobre la evolución del peliverde.
Sanji dirigió nuevamente su mirada hacia la neurocirujana, y en su cabeza solo pudo visualizar la imagen de Zoro. Las cosas entre ellos no habían terminado de la mejor manera. En especial después de lo ocurrido en la azotea…
Zoro libero un rotundo suspiro, estaba harto de toda esta situación.
Las palabras de ese niño lo hicieron recapacitar por un momento «—Planeaba irme incluso si no me lo pedias. Si te soy honesto ni siquiera sé porque demonios me ofrecí a traerte — Gruño molesto, se veía impotente.
«—Gracias por eso — A pesar de estar molesto, no podía negar que, de no ser por el peliverde, no hubiera podido llegar al Hospital —En esos momentos deben estar operando a Yonji, ¿Tú crees que Robin...?
«—No me hables de esa mujer — Fue tajante, como si su sola mención trajera a su memoria una profunda angustia, pero Sanji también pudo detectar una gran culpa a través de sus ojos.
Pudo escuchar los pasos de Zoro a sus espaldas, alejándose de él. «— Te lo preguntaba porque necesito tener aunque sea un poco de calma. Una completa desconocida le está abriendo la cabeza a mi hermano en este momento, y yo solo...
El peliverde hizo una prolongada pausa «—No tenía ni idea de que se había hecho doctora, así no te podría afirmar nada — La mandíbula de Sanji se tensó — …Pero esa mujer es de las personas más perspicaces que he conocido en mi vida, cometerías un error si dudas de ella.
Esas simples palabras causaron en Sanji una tranquilidad desmedida, y a la vez una gran curiosidad.
El peliverde lo tomo del brazo sin previo aviso, hablándole con inusual suavidad. «— Sígueme — Sanji se limitó a asentir, dejándose guiar por Zoro hasta el estacionamiento del hospital.
Al llegar, pudo divisar a la misma joven pelirosa sentada bajo la lluvia con su pomposo vestido negro totalmente empapado, estaba apoyada sobre el Aston Martin DB8, el mismo en el que llego con Zoro.
«—Espera aquí un momento — Le pidió el peliverde al momento de dirigirse a la joven, que por lo que Sanji tenía entendido era su hermana, detalle que llamo su atención si tenía en cuenta que no se parecían en nada.
Zoro le tendió la mano para ayudarla a levantarse, solo para recibir una cacheta de lleno en el rostro.
«—¡Nunca más vuelvas a tratarme de esa forma! ¿Oíste bien? — Perona estaba totalmente ofusca.
Zoro, aún con la cara volteada respondió con inesperado pesar «— Lo siento... — Por su tono de voz, estaba realmente arrepentido, pero eso no hizo más que aumentar la indignación de la pelirosa — Anda sube, ya nos vamos — Le entregó las llaves, y antes de que Perona ingresara al lujoso automóvil, le dio una última mirada a Sanji.
«—Espero que tu hermano se recupere. No dudes de Robin, es una doctora increíble, ella lo salvara. — Le aseguro sin la menor duda, pudo sentir la mirada lacerante de Zoro tras mencionarla, pero no le importo.
Había escuchado con sumo detalle como Robin le hablaba a ese chico antes de irse al quirófano, pensó que su hermana era la enferma, pero ni siquiera conocía al rubio como para atreverse a hacer preguntas tan personales.
A pesar de que la joven estaba bañada por la lluvia, con su peinado y maquillaje totalmente estropeado, Sanji la vio como un ángel; un ángel que le dio la confianza necesaria para confiar plenamente en la pelinegra.
«—Apropósito, Pudding se tuvo que ir, tenía que volver con su familia, habían unos asuntos que no podía dejar pasar.
«—Gracias —Aun recordaba el nombre por el que Robin llamo a la joven. – Perona — Ella le dedico una leve sonrisa antes de cerrar la puerta del Bentley.
«—Sanji — Zoro lo llamo, estaba parado frente a la cejuela del auto, lo vio sacar algo de color verde oscuro — Toma, estas mojado — Eso le causo un ligero sonrojo — Por lo que veo te quedaras aquí por un largo rato, la necesitaras más que yo – El rubio la tomo, la verdad a pesar de querer golpear a Zoro, no podía rechazarle este gesto. Se estaba muriendo de frio. Era un abrigo largo – Tenia un olor único «A Zoro de hecho», pensó el rubio.
«—Adiós. — Apenas lograron darse una última mirada para que el peliverde se dirigiera al asiento del piloto y pisar el acelerador para perderse en la autopista.
Al ingresar al Hospital nuevamente, lo primero que se le vino a la mente fue buscar a su hermanita. Robin la había mandado a Oncología pediátrica, por lo que supuso que seguiría allí, pero antes de ingresar al pasadizo de hospitalización, noto de singular la cabellera azul de Niji, y como este hablaba seriamente con Reiju.
El ver a su hermanita fue suficiente para que todo el estrés que sentía se fuera tan rápido como llego.
—¡Sanji!
Reiju interrumpió sus recuerdos con su tierna voz, había cerrado su libro – Tengo hambre — Si, eso intuía. Ya casi era la una de la tarde, le tocaba su segunda comida del día — Ven Princesa — por suerte tuvo tiempo para hacer la comida de Reiju antes de regresar al Hospital.
—Mmm… ¿En verdad tengo que comer eso? — Comento la pequeña con cierta aflicción.
Estaba hastiada su puré, no le ofendía, de hecho él también se cansaría de comer lo mismo todos los días, pero tenían que balancear muy bien la dieta de su hermana para que no sufriera desmayos de manera repentina.
—Sabes Reiju, yo conozco de una deliciosa receta de ensalada y champiñones — Robin se dirigió a la pequeña hasta agachase y quedar a su altura — Podríamos ir a la cocina del hospital, y hacerla juntas si te parece — Le propuso con una deslumbrante mirada.
—¿Pero no tienes más pacientes que ver? — Pregunto curiosa la más joven.
Robin se sorprendió, esa niña era muy perspicaz. Niji solo se río ante las palabras de Reiju.
—¡Reiju! — Le recrimino el rubio.
—Descuida Sanji. La verdad no, mi siguiente visita es en un par de horas ¿Qué dices?
—¿Sanji? —Los ojos de Reiju le decían todo. Se moría por acompañarla.
—Anda, nosotros estaremos aquí — Le aseguro. A Reiju le vendría bien algo de compañía femenina. A fin de cuentas, por más duro que fuera, ellos nunca podrían suplir el papel de una madre en la vida de esa niña.
—Oye Robin ¿No necesitaras ayuda extra? — Pregunto el peliazul con una peligrosa sonrisa.
¿Pero qué rayos estaba diciendo ese idiota? Apenas y podía usar el microondas.
—Descuida Niji, estamos cubiertas. Además, tengo una gran habilidad con las manos — Le asevero con una mirada coqueta que se prestaba a muchas interpretaciones antes de salir de la habitación cargando a la menor de los Vinsmoke.
—Te puedo apostar lo que quieras a que no eres su tipo — Niji soltó una risa altanera al escuchar a su hermano.
—Tienes razón, prefiero otras cosas, pero eso no quita que sea jodidamente sexy.
—Como sea, pero ni se te ocurra incomodarla cuando regrese. — Ya tenía que ir a trabajar — Me voy, Thatch me amenazó con hacerme lavar platos toda la semana si no asistía hoy.
—Tu vida es un asco Sanji, se parece mucho a la de cierto rubio idiota que conozco y tiene cuatro hermanos. — Bufo — Y también escuche que el peliazul está bastante bueno.
El rubio rodo los ojos con aburrimiento — Volveré a casa en la noche. Recuerda, Reiju tiene que tomar su medicación, las vitaminas están en la repisa de la cocina — Antes de salir le dirigió una última mirada a Niji — Ni se te ocurra volver a ponerle esa clase de pelicu–
—Ya lárgate a tu trabajo de esclavo ¡Quiero dormir! — Ordeno el peliazul señalando la salida.
Con el rubio fuera, Niji aprovecho en estirar toda su humanidad en el amplio sofá, tomaría un muy merecido descanso aprovechando la ausencia de Reiju. Sin embargo, el de ojos turquesas estaba tan absorto en su búsqueda de Morfeo que no cayó en cuenta que cierto peliverde empezó a mover los dedos de sus manos de forma casi imperceptible.
...
Muchas cosas habían pasado en su trabajo durante las últimas horas, y valgan verdades, aun no podía diferenciar si era, o muy bueno, o muy malo lo que le estaba ocurriendo.
Al cruzar el portón de su hogar, encontró a Reiju y Niji jugando ajedrez en el piso de la sala como si la vida se les fuera en ese tablero.
—Jaque — Reiju había logrado acorralar al Rey de Niji, y el peliazul solo quería lanzar todas las fichas al aire.
—Ahg, mocosa ¡Que sean dos de tres! — Le reclamo molesto volviendo a alinear todas las piezas nuevamente.
Pero el tablero fue empujado abruptamente por los pies de Ichiji, quien no encontró mejor manera para llamar la atención de ambos y tomar asiento en medio de las piezas dispersas.
—¡Ichiji, no! Tienes que tener cuidado — Le reclamo Reiju con un muy tierno puchero.
—Oye idiota ¿Acaso el uso excesivo de esos malditos lentes de sol te dejó ciego? Estábamos en medio de una partida.
Pero el pelirrojo opto por ignorar el comentario de su hermano, dirigiéndose en el acto hacia la niña — Discúlpame Reiju, te lo compensare. En mi bolso hay una barra de arándanos de Whole Cake. Ve por ellos, y luego anda a ver televisión en mi cuarto —Si bien a ninguno de sus hermanos, incluido él, les gustaba el dulce. Whole Cake tenía una línea de dulces ácidos que eran francamente increíbles.
Quien quiera que haya pensado en esa idea para atraer a clientes sin tanto fanatismo por el azúcar, era un genio.
Esas palabras fueron suficientes para que Reiju entendiera que sus hermanos tenían que hablar de algo serio, por lo que opto por seguirle la corriente al pelirrojo — ¿¡Enserio!? ¡Muchas gracias Ichi! — Honestamente a ella le encantaban esas barras, pero era consciente de su inusualmente alto costo, por lo que no las pedía con regularidad.
Tal y como le indico su hermano, hallo el dulce entre sus cosas y rápidamente se dirigió a la planta superior de la casa.
Solo cuando Niji escucho el portazo del cuarto de Ichiji fue que se dignó a hablar — Solo quiero que sepas que ya había descubierto como ganarle a esa niña, así que más te vale que sea importante.
El pelirrojo soltó un fuerte suspiro, a ciencia cierta ni él sabía como explicar lo que le había pasado, así que simplemente le soltó la bomba. — Soy el nuevo jefe del departamento de Contabilidad Financiera de la firma.
—Espera ¿¡Qué tú que…!?
Ichiji había quedado perplejo, sin la menor idea de que decir. Realmente no tenía idea que ese hombre, el cual dicho sea de paso insulto en más de una ocasión, era el CEO del que todos estaban hablando. Su cabeza era todo un alboroto, y por lo visto iba a seguir por un rato más, o al menos eso pensó hasta que Drake nuevamente abrió la boca.
«—D-disculpe el atrevimiento de este idiota, Señor Charlotte. L-Le prometo que personalmente me haré cargo de él — Advirtió con notoria agresividad el castaño.
«—Solo confírmanos algo Drake ¿Este es el mismo niño que ha hecho los últimos informes de contabilidad, no es así? — Indago Queen viendo de manera curiosa a ese menudo pelirrojo.
El castaño soltó un gruñido en respuesta. — Así es, señor Queen.
Al oír tal afirmación, King abrió ligeramente su escarlata mirada.
Entonces ¿Ese era el niño que había hecho todas las estadísticas que presento la firma en los últimos seis meses?
Queen soltó una risa orgullosa, entablándole un ligero golpe en el hombro de King — Te lo dije estúpido ¡Ya hazlo de una vez!
El moreno de larga cabellera albina le dio una última mirada retadora a su socio y fijo su mirada en el castaño.
«—Drake, a veces me pregunto porque rayos sigues trabajando para nosotros.
«Ah ya lo recordé, su jodidamente sexy madre me lo pidió como favor» King se perdió un momento en sus fantasías, pero casi con la misma agilidad mental, volvió a hacer uso de la palabra.
«— Creo que no has entendido nada de lo que acaba de pasar, así que lo dibujare para que tu reducido cerebro de nuez lo entienda claramente; aprovechando que acabamos de llegar a este maldito país, hemos decidido hacer unos pequeños ajustes. Obviamente, todo por el bien de la firma — La mirada de King se estaba endureciendo muy lentamente — Y Drake te tengo que felicitar, porque tú te llevaste el premio gordo.
«—¿E-Enserio, señor King?
Ichiji sintió repulsión al notar como ese idiota en cualquier momento empezar a babear cual perro esperando a que le lancen una croqueta.
«—Por supuesto... — La sonrisa del director rozo lo diabólica — Estas relegado de tus funciones como jefe de departamento de manera inmediata. — A decir verdad, King guardaba unas ansias incontrolables de expresar esas palabras desde hacía tiempo, por lo que saboreo cada letra al mismo tiempo que la expresión de Drake se deshacía en una mirada de desconcierto absoluto.
«—P-Pero… ¿Qué acaba de decir? Acaso estoy…? ¿Estoy d-despedido? — Por Dios, hasta para entender una simple frase era demasiado imbécil.
«—No Drake, como dije antes. Eres un chico con suerte — «Suerte de tener el monumento de madre que tienes» — Pero eres muy idiota como para darte cuenta que el informe que te encargue era una absoluta trampa.
—P-Pero… ¿De que está hablando?
Queen se percató que la conversación estaba a punto de estancarse, por lo que decidió hacer uso de la palabra — Ese proyecto fue presentado hacía varios años, y nosotros lo íbamos a dar de baja por considerarlo superfluo, pero estando a solo semanas de partir hacia acá. Decidimos ponerte a prueba. A ti y a todos los idiotas de los jefes de departamento que creen que por estar donde están, no nos desharemos de ustedes si la llegan a cagar. — Bramo el masivo director.
«—Queríamos ver si tenías el cerebro suficiente como para realizar un análisis exhaustivo de este proyecto, darte cuenta que era un plan insostenible desde todos los puntos de vista posible, y tuvieras el valor de notificárnoslo con un fundamento valido pero, por lo demostrado hace unos minutos, ni siquiera se te paso por la cabeza y se lo encargaste a este niño, que se tomó el tiempo de hacer tu trabajo — Queen le estaba hablando directamente al castaño — y cuando se percató de la trampa, no le tembló el pulso para sustentar su postura con un trabajo perfecto. — Hizo una pausa para dirigir su vista hacia King — Y sino fuiste capaz de ver ese problema, ciertamente, no veo que utilidad más puedas tener para nosotros de ahora en adelante.
«—En fin, para no hacer el cuento más largo — King tomo la carpeta de hojas que le entrego Queen, lo leyó rápidamente y dirigió su mirada hacia aquel confundido niño pelirrojo.
«— Ichiji Vinsmoke…
¿Vinsmoke?
El de piel ébano estaba seguro de haber escuchado ese apellido antes, pero «¿Dónde?» Tuvo que hacer sus pensamientos a un lado, no tenía tiempo que perder en estupideces. «— Oficialmente te asciendo a nuevo jefe del departamento de Contabilidad financiera, y si decides rechazarla ¡Te despediré ahora mismo! ¿Entendido?
«—¿Ah…? — No le importo en lo más mínimo que sus jefes lo vieran como un retrasado, al menos no en ese momento, ya que había muchas cosas que aún no podía terminar de digerir.
¿Acaso esto era un maldito sueño o algo así?
Pero intempestivamente, el pelirrojo sintió como alguien lo abrazaba por la espalda, coreando su nombre con absoluta alegría «— ¡Ichiji! ¡Muchas felicidades! — Rebecca no cabía de la emoción, a pesar de no conocerlo mucho, el pelirrojo realmente había llegado a agradarle. — Se que lo harás estupendo.
«—...Muy cerca, Rebecca — No se le ocurrió que más decir. No se sentía muy cómodo con el contacto físico.
«—E-Espere un segundo, Señor King ¡Debo protestar! ¡No puede darle mi puesto solo porque si a este estúpido! — Bramo señalando al pelirrojo — Apenas lleva aquí seis meses, a diferencia mía que prácticamente desde qu–
«—Drake, ahora que lo recuerdo ¿No fuiste a la Gala, o sí? — La piel del castaño empezó a perder color — No recuerdo haber visto tu maldito rostro a pesar de que le especifique muy claramente a todos los jefes de departamento que su participación era... Obligatoria. Se nota lo "mucho" que te importa tu puesto, así que no creo que te duela tanto perderlo — Le recrimino un escéptico Queen.
«—Y a mí me importa una reverenda mierda si llevas trabajando en Imperators desde que los Knicks ganaron su último campeonato de la NBA. Únicamente me interesa el beneficio que una persona sea capaz de brindarle a mi firma, y ese niñato — Indico señalando a Ichiji —En solo seis meses, con sus sorprendentes y muy acertadas estadísticas, ha hecho mucho más de lo que tú en todos los años en los que nos llevas molestando con tu indeseable presencia — Le recrimino lanzándole en la cara los perfectos informes del pelirrojo — ¡Ahora largo! Quiero que desocupes tu oficina, y te traslades al piso de Contabilidad financiera ¡Vamos, deja de verme con esa cara de idiota y fuera de aquí!
Ichiji, al estar tratando de asimilar aun la situación en la que se encontraba, no se dio cuenta que Drake le lanzo una mirada de odio puro mientras se retiraba de la oficina.
—…Vinsmoke — Esa voz, maldita sea — Quiero un estudio completo de la proyección financiera de la firma en cinco días.
Rebecca, que estaba de lo más feliz abrazando a su nuevo amigo, soltó a Ichiji solo para dirigir su avispada mirada a Katakuri, cargando una clara indignación en su rostro «— O-Oiga ¡Jefe, no sea así! Ichiji lleva menos de cinco minutos en su nuevo puesto, y ya lo está bombardeando de trabajo ¡No es justo!
Queen, el cual había encendido un nuevo habano, lanzo por los aires el humo que se estaba almacenando en sus pulmones para despejar la situación. «—Rebecca, te pido que cierres la boca. Si este niño no es capaz de hacer algo tan insignificante en cinco días, entonces—
«—No será necesario tanto tiempo. Tendrá el estudio listo en dos días, Señor Charlotte — Su mirada estaba llena de determinación, y al chocar miradas, Ichiji pudo experimentar todo el peso de esos ojos traspasándolo de manera visceral, pero…
Aun cuando sintiera que el oxígeno se reducía peligrosamente estando tan cerca a ese sujeto ¿Por qué demonios no era capaz de apartar la vista de ese hombre?
«—Bien. Felicidades por tu asenso, y que disfrutes tu nuevo puesto — El CEO se retiró, no sin antes dar una última orden — Rebecca; sígueme, necesito que me informes sobre la llamada que hicieron los inversionistas de Suecia.
Ichiji noto como ambos se retiraban hasta dejaro a merced de King y Queen, los cuales lo veían como si fuera la nueva atracción del circo.
«—Sera mejor que no nos decepciones niño. Estoy apostando por ti y si me fallas, créeme que el que más lo lamentara serás tú — El corpulento director había sido tajante, y por la mirada de King, era obvio que la amenaza iba por ambos.
Sin embargo, Ichiji solo tenía una duda en su cabeza, ni siquiera había aceptado formalmente el puesto, pero eso era lo de menos, y al hacerla, ambos directores lo vieron con inesperada sonrisa.
«—¿Eso es todo? Porque tengo trabajo que hacer.
«Quizás esto niño realmente era un Rubi en bruto»
—Entonces, déjame ver si entiendo —Niji levanto una mano en un gesto de calma, era mucha información por analizar. — Sacaron a tu jefe por ser uun completo inútil; ahora tú mandas, y como primera tarea, tu nuevo jefe te ha pedido realizar un informe prácticamente imposible, el cual tu por ser un estúpido orgulloso redujiste el plazo de entrega a solo cuarentaiocho horas — El segundo de los hermanos se llevó las manos a la cabeza — ¡Y yo pensaba que el estúpido era Sanji!
...
Había llegado hacia horas al restaurante y para su mala suerte, Thatch lo pillo justo cuando iba de salida. Por lo que ahora se encontraba en el lavatorio, raspando una sartén lo más fuerte que podía, tratando fallidamente quitar una enorme mancha de grasa cuando de la nada estornudo.
Qué raro.
Estaba harto, llevaba más de una hora intentando, pero por lo visto la mancha no quería ceder — ¡Maldición! Tendré que buscar algo más fuerte para sacar esta cosa.
Vivi, la cual estaba lavando manteles sucios, se percató de su rabia y trato de animarlo — Tranquilo Sanji, aún falta un poco más para abrir el turno de la noche. Mas bien cuéntame ¿Cómo sigue Yonji?
Sanji solo dio un fuerte suspiro — Aun no despierta, espero que lo haga pronto o no sabremos qué hacer.
—Relájate, confió en que todo saldrá bien— Le respondió Rika, la cual estaba de lo más tranquila sentada sobre la barra de la cocina leyendo una revista.
—Sabes Rika, podrías darnos una mano en vez de estar leyendo esa cosa — Le recrimino Vivi.
Le había llamado la atención que la castaña estuviera tan concentrada en su profunda lectura. Lo cual era raro, Rika siempre se ofrecía para cualquier cosa cuando alguien necesitaba ayuda.
—Vivi tiene razón ¡Tenemos que dejar esto impecable antes que llegue Thatch o hará un escándalo! como siempre... – Bufo el rubio.
–Si, lo sé pero es que acaba de salir el nuevo número de Vogue y en verdad esta increíble – Les contesto Rika sin apartar la vista de la revista.
—No pensé que fueras de las personas que leen esas cosas — Pregunto escéptica la peliazul.
—La verdad no, pero están haciendo una edición especial sobre el último gran evento que hizo la familia Charlotte, ¡Y tienen que escuchar esto! «No contentos con ser la familia con la fortuna más grande de Europa, los Charlotte, considerados "La realeza británica sin corona", volvieron a hacer gala de todo su porte y elegancia al celebrar la llegada de su bufete de abogados a la tierra que los vio nacer. Los distinguidos asistentes al magno evento en el prestigioso Mandarin Oriental Hyde Park disfrutaron de una de las fiestas del año en el Reino Unido al más puro estilo de los años dorados...» ¡Por Dios! Vivi, Sanji tienen que ver estas fotos. Las fiestas de las Kardashian-Jenner quedan como meras tarde de té a comparación de esta. — Chillo emocionada la joven.
—¡Ya entendimos, Rika! Deja de perder el tiempo.
—Es que esto es para no creérselo, según esta cosa, Smoothie Charlotte, vicepresidenta de la franquicia Whole Cake, asistió con un vestido corto hecho a base de más de cinco mil perlas, y el vestido que uso Pudding Charlotte en la gala estaba valorizado en ochocientos mil dólares, ¡Se ve tan hermosa! y no fue sola ya que... – De repente la voz de Rika se apagó
—¿Sanji, este eres tú? — Pregunto confundida.
Eso fue suficiente para que al rubio se le subieran los colores a la cabeza, no le había prestado atención a Rika hasta que ella se le acercó mostrándole una fotografía en la que salía con Pudding tomados de la mano ingresando al Mandarin Oriental Hyde Park.
—¡¿Pero qué demonios?! — Le arranco la revista a Rika al momento. El nunca autorizo que su imagen saliera en esa revista ¿Qué rayos hacia allí?
Vivi se acercó hacia sus amigos y tranquilamente tomo la revista — No pensé que volverías a asistir a esta clase de eventos nuevamente.
—Ella me lo pidió como favor, no me lo recuerdes — Sanji bajo la vista, de no haber sido por esa fiesta, se hubiera evitado muchos problemas.
—¿¡La conoces!? — Le pregunto sorprendida Rika — Espera, luego me respondes eso ¡Miren, también hay una fotografía en la que sale el Sr. Thatch! — Menciono la castaña y los otros dos inmediatamente centraron su atención en la imagen en la que su jefe salía de lo más alegre junto a un hombre moreno, alto y de un largo bigote.
Los hermanos Newgate; Thatch y Vista. Era la única descripción que salía en el texto.
—Así que también asistió, que suerte que no me lo cruce — Aunque no le sorprendía, el salón era inmenso.
Tampoco es que fuera una gran sorpresa para él encontrar a Thatch en la foto, a fin de cuentas, la cadena de restaurantes de su jefe era parte del conglomerado Newgate, uno de los grupos financieros más grandes de Europa y si él había conseguido el trabajo allí, fue más que nada por Vivi, ya que su padre, Nefertari Cobra y Thatch eran viejos amigos.
—Vivi ¿Tu padre también asistió? – Le cuestiono curiosa Rika.
—Ni idea, pero lo dudo, ya no está para esos trotes — A pesar de ser la única hija de la familia Nefertari. Vivi nunca quiso depender de la fortuna de su padre, fue por eso que prefirió trabajar y estudiar por su cuenta. Quería hacerse un nombre por si sola y su familia lo tomo muy bien.
Estaban tan concentrados en su lectura que no prestaron atención cuando la puerta fue abierta y unas bolsas con copas dentro de ellas cayeron al suelo.
—Esto sí que es una sorpresa, salgo por unas horas para comprar unos cuantos vinos y regreso esperando encontrar mi restaurante limpio para abrir sus puertas, pero lo único que encuentro son a mis tres trabajadores estrella leyendo una maldita revista — La seria voz de Thatch se escuchó claramente en toda la cocina, haciendo que Sanji, Vivi y Rika detuvieran su respiración al instante.
¡Joder!
De repente Thatch cambio su expresión por una sonrisa y empezó a reírse fuertemente — ¡Debieron ver sus caras! ¡Hahaha!
Los tres jóvenes soltaron aire pesadamente y vieron de forma asesina a su jefe.
—¡Que te den Thatch! — Le grito Sanji mientras su jefe se acercaba.
–Señor Thatch eso no es gracioso – Le reclamo Vivi
—Ya, tranquilos que era una broma ¿Qué es eso dulce Rika? — Pregunto mientras la castaña le pasaba la revista. Entonces la cara de Thatch paso a una de sorpresa — ¡Diablos! Salgo muy mal ¿Por qué demonios pusieron una foto así?
—¡Sales fatal Thatch! — Respondió Sanji con una sonrisa.
—¡Nah! por esta vez te daré la razón. La invitación me cayo de sorpresa, la verdad solo iría mi hermano, pero por cierto asunto no puso asistir y tuvimos que ir Vista y yo — Soltó un suspiro de resignación — Fue divertido, pero pensé que Akagami asistiría, era el alma de las fiestas en aquellas épocas. Es una desgracia que ahora el cabeza de halcón no lo deje tomar más de dos copas de vino.
Los tres jóvenes vieron curiosos al castaño de extraño copete y Thatch se percató de esas miradas — Ignórenme, son cosas mías. Ahora ¡Vuelvan a trabajar o me quedare con las propinas de esta noche!
...
Había recibido una llamada del Hospital hace una semana aproximadamente, por lo visto dentro de poco seria la intervención, cosa que lo tomo desprevenido, ya que le dijeron que aún no había una confirmación. Por ese motivo, tuvo que abstenerse de consumir bebidas alcohólicas o cualquier tipo de alimento que pudiera comprometer su cuerpo. Esa fue la principal razón por la que tuvo que faltar al gran evento de los Charlotte, sin embargo, para su suerte o desgracia sus hermanos fueron en su lugar.
Fue rumbo al hospital para hablar con el director y que lo internaran. Apenas llego lo atendieron muy bien y fue directo hacia la gran oficina de la cabeza del nosocomio. Era un viejo amigo de la familia por lo que lo atendió de inmediato.
–¡Vaya, como has crecido! — Se levanto de su escritorio y le dio un apretón de manos — Ahora eres todo un hombre de negocios, estoy seguro que el viejo debe estar muy orgulloso.
Río ante ese comentario — Muchas gracias Dr. Sengoku, pero a diferencia de mí, usted sigue igual — Ambos hombres pasaron a tomar asiento en el despacho del mayor.
—En verdad estoy muy agradecido que hagas esto, como no tienes idea — Le comunico el galeno.
—No tiene nada que agradecerme, lo hago con gusto. A fin de cuentas, es para una buena causa ¿No es así? — Estaba muy consciente que lo que iba a hacer le salvaría la vida a otra persona.
—Sin duda que lo es, y Marco, que el vicepresidente del conglomerado Newgate, haya decido ser donador servirá para concientizar a mucha gente en la importancia de esto.
—Claro que si Sengoku, pero no lo hago con fines publicitarios, todo es para ayudar — A fin de cuentas, su padre siempre los crio así.
—Por su supuesto que si — Sengoku sonrió contento — Déjame decirte que la familia Monkey-Portgas acaba de llegar desde Edimburgo y estarán eternamente agradecidos contigo.
Ante ese comentario el rubio solo pudo sonreír desde lo más profundo de su ser — ¡Pues me alegra mucho escuchar esa noticia!
...
Mientras tanto, en ese mismo Hospital pero unos pisos más abajo. Robin estaba realizando el primer chequeo del día a cierto peliverde, ya habían pasado cinco días desde que Yonji fue traído y lamentablemente, aún no tenía signos se mejora. El día de ayer, únicamente Niji vino a verlo, ya que, según el peliazul, Sanji tenía que atender el restaurante de su abuelo, e Ichiji estaba encerrado en su habitación trabajando sin descanso.
Aumento las dosis de sus medicamentos, y reviso sus signos vitales para cerciorarse que todo estuviera en orden. Estaba a punto de colocar la última inyección por la vía del peliverde cuando los ojos azules de Robin se abrieron desmesuradamente al chocar con otro par, con el mismo azul intenso que los de ella.
Yonji la veía fijamente, su respiración era errática, parecía muy confundido, por lo que intento quitarse a la fuerza el respirador pero Robin lo detuvo antes de que sufriera algún daño.
—Espera, déjame ayudarte Yonji. Soy la Doctora Nico Robin — Intento tomar sus manos pero la fuerza del peliverde era mucho mayor a la de ella, cosa que le sorprendió mucho, ya que no debería tener tanta ¡Acababa de despertar de una cirugía de alto riesgo!
—Escucha, Estamos en un Hospital, tuviste una cirugía mayor. Te quitare esto, pero tienes que quedarte quieto, o podría hacerte daño — A pesar de la mirada confundía del peliverde, se dejó hacer y Robin paso a quitarle el respirador con delicadeza.
—¿D-Dónde mierda estoy? — Estaba afónico y no era para menos — ¡Ah~! — Al intentar recordar sintió un fuerte hincón en la cabeza, llevándose las manos hacia esta al instante — ¿Qué demonios me paso? ¿Por qué tengo una malla en la cabeza?
—Tranquilo, tuviste una hemorragia subaracnoidea y te tuvimos que operar de emergencia — Intentaba calmarlo y alejar sus manos de su cabeza, lo último que deseaba era que la sutura se abriera.
Fue en eso que se percató que, aparte de la pelinegra, no había nadie más en esa habitación y una gran interrogante se apodero de el — ¿Dónde está Sora? — Pregunto asustado.
Robin lo vio con una evidente duda, no tenía idea de a quien se refería — Disculpa, pero ¿Quie–
—¿¡Donde esta Sora!? Si dices que me han operado ella debería estar aquí ¿Dónde está mi madre? — Era evidente que se estaba comenzando a exaltar, pero Robin no tenía la más remota idea de donde se encontraba la madre del pobre peliverde...
Notes:
Aclaraciones del Capítulo VII:
The Eagles: Banda de rock Norteamérica
Vi ses senare: Hasta luego en Sueco
Síndrome de Tourette: Trastorno neuropsiquiátrico que se caracteriza por presentar tics físicos o sonoros.
Ulises: Obra cumbre de James Joyce, considerada como la mejor novela de habla inglesa del siglo XX. Nos cuenta la trágica y compleja vida del antihéroe Leopold Bloom, su esposa Molly y Stephen Dedalus. Si no la han leído, se las recomiendo a horrores, es de los mejores libros que he tenido la oportunidad de leer.
New York Knicks: Equipo de baloncesto de Nueva York, para poder entender las palabras de King, el equipo no gana el Campeonato de la NBA desde 1973.
Chapter Text
CAPÍTULO VIII: «Inferno»
Estaba sentado en la cama, que había convertido en un improvisado escritorio, tecleando sin parar y tomando café como un maniático desde hacía dos días. Ni siquiera se había permitido una pausa para una ducha, pero ya qué. En un par de horas amanecería, y ese día debía entregar el informe final para su nuevo jefe. Afortunadamente, King y Queen, pese a su apariencia peculiar, resultaron ser bastante razonables y le concedieron permiso para trabajar desde casa, dándole el espacio que necesitaba para avanzar sin distracciones.
Al menos su corta estancia en casa le permitió pasar un poco más de tiempo con Reiju, y decía al menos porque solo la veía de vez en cuando. Ella entraba a su cuarto, se ponía a leer, veía Netflix o dormía a su lado mientras él seguía repitiendo aquel sonido metálico tan característico del choque de sus pulgares contra las teclas de su laptop.
Todo debía salir perfecto, no se podía dar el lujo de dejar alguna cifra o cuestionamiento al aire. Estaba decidido a realizar una presentación inolvidable para sus jefes, ya que si todo salía como él pensaba, tal vez podría financiar el tratamiento de Reiju con su nuevo puesto.
Aunque eso le costara el trabajar en esa maldita firma hasta su muerte, y quizás más.
—Demonios ¡No puede ser! — Maldijo al caer en cuenta que ya eran las siete de la mañana ¿En qué momento había amanecido?
De repente la puerta de su habitación se abrió lentamente, mostrando a una niñita en un gracioso enterizo de pantera rosa, cortesía de Vivi — Se dice buenos días, Ichi.
—Si, eso, buenos días, Rei ¿Qué tal dormiste? — Claramente solo hablo por compromiso, no tenía tiempo para prestarle atención a la niña en este momento. Estaba a punto de terminar su vigésima gráfica de presupuestos y necesitaba toda la concentración posible.
—¡Muy bien a decir verdad! — Contesto animada, para después ruborizarse de manera encantadoramente nerviosa mientras entrelazaba sus pequeñas manos entre si con insistencia. — Mas bien Ichi, ayer terminé de leer Ulises, y prometiste que cuando lo hiciera podríamos platicar un poco sobre el libro, porque a decir verdad me pareció muy–
—Reiju ¿¡Qué no ves que estoy ocupado!? Entiende, ¡Ahora no!
Por la manera en la que se oscureció el rostro de su hermanita, supo en el acto que había usado un tono inusualmente fuerte, lo cual con Reiju era raro, él nunca le gritaba.
Ciertamente, el estrés le estaba pasando factura luego de tantas horas sin dormir.
—Discúlpame Ichi… N-No tenia idea. No te quería molestar — Le hablo la menor, agachando su pequeña cabeza.
—Oye estúpido ¿Qué diablos te pasa? Entiendo que estés con la cabeza a punto de explotar, y toda la mierda, pero la mocosa no tiene la culpa de que te creas tan autosuficiente como para haber adelantado tu día de entrega — Niji había despertado intempestivamente para ir al baño, justo a tiempo para escuchar claramente las duras palabras pelirrojo.
—¡Niji, solo llévatela, me queda una hora! — Estaba empezando a desesperarse, tenía sueño, hambre, y no estaba de humor para pelear con su hermano.
—¡Ichiji! ¡Niji! — En ese momento, el rubio llego corriendo a la habitación gritando el nombre de sus hermanos con su teléfono en la mano, pero apenas ingreso, un aroma nada agradable invadió sus fosas nasales — ¡Ah Demonios! Ichiji, este lugar huele fatal — Inmediatamente Sanji se llevó la mano a la nariz — ¿Acaso guardas un cadáver aquí dentro?
Ya había tenido suficiente. Dejo de teclear solo para ver a sus hermanos con fuego en los ojos — ¡¡Con un demonio!! ¡Largo de aquí Sanji, o serán tus restos los que oculte bajo mi cama! — Estaba harto, los echaría a patadas si no se largaban en ese mismo momento.
—¡Deja de gritar! — Sanji tuvo que igualar su tono de voz al mismo nivel que el del pelirrojo — Escúchame por cinco segundos y luego si quieres nos vamos, Jeffrey Dammer sin carisma. Se trata de Yonji, Robin me acaba de llamar ¡Ha despertado!
De haber sido otra la situación, se hubiera ofendido profundamente por la escabrosa comparación, pero con solo escuchar las palabras «Yonji» y «Ha despertado», Ichiji sintió como lentamente aquellas pesadas cadenas creadas por su conciencia perdían poco a poco un gran peso en su conciencia.
Niji empezó a reírse de manera socarrona— ¡Ya era hora! ¿Escuchas eso Rei? ¡¡El retrasado abrió los ojos!! — Termino por cargar a Reiju de la alegría, la cual también estaba contagiada de la algarabía del peliazul.
—¡Si! ¡Yon despertó! — Nada en el mundo lograría siquiera acercarse a la felicidad que experimento el pelirrojo al ver a su pequeña hermana sonreír de esa manera.
En ese momento, Reiju jalo a Sanji para que se dieran un abrazo entre los tres.
—¿Qué esperas Ichi? Solo faltas tú, y bueno, también Yonji — Aclaro la menor de los hermanos luego de una divertida pausa.
No dudo en obedecer, levantándose lentamente de la cama, sintiendo el escozor de sus piernas entumecidas, pero aun así, decidido a abrazar a esos estúpidos con los que compartía el cumpleaños, y a Rei.
—Oye, espera, espera. — Casi al instante, Niji le llamo la atención — Apestas Jeffrey, así que tu solo danos un abrazo mental.
—¿Me estas jodiendo, o qué? — La mirada del pelirrojo lo dijo todo, pero fue el mismo Sanji lo tomo fuertemente del plazo y lo fundió en un fuerte abrazo.
—Solo cierren la boca, y ya.
Era un retrato muy extraño, un pequeño momento de alegría para esa pequeña y rota familia. La cual tuvo la suerte de tener un segundo de paz en medio de toda la miseria que experimentaban día tras día.
—Rayos, en verdad huelo bastante mal — Fue todo lo que pronuncio el pelirrojo mientras soltaba una ligera risa — Bien, esto es lo que haremos, ustedes vayan al Hospital y vean como esta ese idiota. Apenas termine esta cosa les daré el alcance ¿Les parece?
—Más te vale no demorarte, Ichi — Le advirtió Niji y fue rumbo a la ducha. No iba a permitir que Sanji lo dejara sin agua caliente.
Antes de irse, Reiju se acercó al pelirrojo y le abrazo las piernas para luego levantar su rostro, hablandole con una gran sonrisa — ¡Te estaremos esperando, Ichi!
—¡Vamos Reiju! Tenemos que alistarte, no iras a ver a Yonji en pijamas — Sanji la cargo, tomando rumbo para la habitación de la pequeña.
Ichiji estaba a punto de sentarse nuevamente sobre la cama, y reiniciar su labor de teclear cuando se percató de la hora — ¡Ah! ¿Por qué diablos soy tan desgraciado? — Solo le quedaban diez minutos para terminar su informe si quería tener tiempo para bañarse y llegar al metro de la mañana.
...
Acababan de ingresar al imponente Hospital Saint Thomas, un edificio colosal que se alzaba como una fortaleza en la ciudad. Reiju no podía ocultar su alegría: por fin estaba allí como visitante y no como paciente. Sonreía mientras Sanji la llevaba en brazos, y a su lado, Niji bebía tranquilamente un Red Bull sin azúcar, observando todo con su usual indiferencia.
—¿Creen que Yonji recuerde lo que paso? —Pregunto dudosa la menor, a la vez que ingresaban al ascensor.
—¡Yo que se, niña! Lo mejor es que no te hagas muchas ilusiones, si tenemos en cuenta que ese idiota apenas y recuerda lo que desayuna.
—¿No podrías ser un poco más perceptivo? — Le recrimino el rubio rodando los ojos. — Princesa, estoy seguro de que Yon estará muy contento cuando le digamos que tú lo salvaste.
—¿Enserio Sanji? — Sus ojos empezaron a brillar, la verdad ella también extrañaba mucho al peliverde, y no podía esperar para volver a verlo.
Estaban llegando al piso de neurología cuando los Vinsmoke notaron la para nada discreta figura de Robin firmando unos papeles en la estación de enfermeras. Se veía algo agotada — Adelántense, quiero hablar con ella — Les pidió Sanji viendo con desconfianza a cierto peliazul. — En un momento los alcanzare.
—¡Hmmp! ¿Como puedes dudar de mi integridad? ¡Jamás me involucraría con la doctora de mi hermano! — El tono tan sarcástico que empleo Niji solo hizo que Sanji lo viera con especial escepticismo, y sin más sus hermanos fueron rumbo a la habitación del peliverde.
—¡Robin!
Al escuchar su nombre, la neuróloga volteo en dirección a Sanji y le devolvió la sonrisa, pero ni de cerca se parecía a la Robin de siempre. — Sanji, que bueno que llegaste, no te podía dar tantos detalles por teléfono, pero—
—No te preocupes, apenas mencionaste lo de Yonji decidimos venir — Sin perder tiempo, Sanji tomo las manos de Robin entre las suyas, agradecido — Siempre estaré en deuda contigo por salvar la vida de mi hermano.
Pero extrañamente Robin solo le devolvió un gesto apagado. — Escúcha Sanji, si bien es cierto que Yonji recobro la conciencia, por lo visto presenta un episodio de amnésica disociativa — El rubio la vio sin comprender, por lo que Robin decidió explayarse un poco más. — Veras, él no puede recordar eventos actuales. Ni siquiera sabía que estaba en Londres. Esto es un síntoma muy común en pacientes que sufren algún tipo de daño neurológico, suele ser temporal. — Aclaro — Y por cierto, también estuvo preguntándome por una tal Sora. No tenía idea de que responderle, por eso quería que vinieran, para que quizás cuando los viera él... ¿Sanji estas bien?
Apenas el rubio escucho ese nombre, sintió que el techo se le venía encima, y de repente escucharon un fuerte estruendo que venía de una habitación del fondo.
«Por favor que no sea la de Yonji.»
«¡Por favor que no sea la de Yonji!»
Suplico en sus adentros.
Fue a toda prisa junto con Robin hacia el lugar del cual provenía el bullicio, solo para que, al entrar en la habitación, ser testigo de cómo el peliverde estaba de pie intentando avanzar, siendo Niji quien le impedía el paso sujetándolo fuertemente de los hombros, estaban gritándose.
—¡Niji! Suéltame estúpido — Yonji estaba molesto. Era obvio que el peliazul no iba a poder aguantar mucho tiempo, no por nada Yonji estaba en un circuito de peleas.
—¡Primero cálmate idiota! — Mierda nunca pensó que conservara tanta fuerza aún estando en ese estado — Sanji, ¡Se útil con un demonio! No te quedes ahí parado como un imbécil ¡Ayúdame!
—Eres un estúpido Niji ¿Por qué carajos trajiste a esa niña? ¿Y por qué rayos esta calva? — El peliverde poco a poco estaba empezando a recordar porque Sora no estaba allí con él cuándo despertó, y todo su ser ardió en cólera al ver a la menor.
—Reiju largo de aquí, no quiero ver tu maldita cara ¡Fuiste tú! ¡¡Tú mataste a mamá!!
La pequeña estaba sentada en el piso llorando y tapándose los oídos sin efecto alguno, había escuchado claramente la cruel acusación de su hermano. No era la primera vez que lo oía recriminarle tal cosa, pero nunca pensó que lo volvería a escuchar.
—¡N-No, y-yo no fui…! ¡N-no fue mi culpa! — Intentaba inútilmente defenderse y restarle peso a las horribles palabras que le escupía su hermano mayor mientras sus finas lagrimas caían al piso.
Fue solo en ese momento que Sanji logro reaccionar, y fue directo a encarar a Yonji. Le importaba un carajo si su hermano lo destrozaba, no le iba a perdonar lo que acaba de salir de su boca. Estaba a punto de golpearlo, pero Robin detuvo el impacto de su puño justo a tiempo.
—¡No Sanji! Si lo golpeas sus suturas se abrirán nuevamente y el trauma podría ser irreversible — Robin estaba haciendo un esfuerzo sobre humano para calmar al rubio. — Piensa en lo que vas a hacer, ¡En estos momentos Yonji no es consciente de sus actos!
—Sanji ¿Tú también? ¡Maldita escoria! ¿Qué mierda haces aquí?
Al verse amenazado, el instinto de supervivencia en el peliverde reacciono en defensa propia, doblando de manera imposible el brazo de Niji con la misma facilidad con la que se dobla una hoja de papel, provocando que el peliazul soltara un fuerte quejido mientras era arrojado al piso. En ese momento, Yonji fue directamente a por Sanji, el cual al tener a Robin sujetando su mano no logro defenderse a tiempo y recibió un golpe seco en la nariz, impactando de lleno contra la mesa de utensilios médicos.
Sanji instantáneamente se llevó la mano directo al rostro — ¡M-Mierda! — El intento rojizo de su sangre y la dificultad para respirar se hacia cada vez mas evidente. Hacía mucho tiempo que Yonji no le lanzaba un puñetazo, pero vaya que el maldito había obtenido bastante fuerza con el pasar del tiempo.
—¡Lárgate Reiju! O juro que te dejare peor que esos dos — Yonji alzo el puño lleno de la goteante sangre de Sanji hacia la niña, empezando a caminar peligrosamente hacia ella, pero Reiju ni siquiera se podía mover, estaba petrificada del miedo.
Yonji había sido muy duro con ella en el pasado, pero él había cambiado, ya no era esa misma persona. Ahora lo veía como un hermano tierno y amoroso, y no podía creer lo que sus ojos estaban viendo.
«¿Por qué Yonji?»
Fue entonces, cuando el peliverde estaba a solo pasos de ella, que Robin le aplico una inyección en la espalda baja y comenzó a caer lentamente, siendo sujetado por la pelinegra — ¡Yonji, escúchame! Tienes que calmarte, esto es un sedante, no te pasara nada, lo prometo, pero ¡No voy a permitir que le pongas un dedo encima a Reiju!
El menor de los cuatrillizos unicamente pudo soltar un gruñido de dolor ante la reciente intromisión del frio liquido en su torrente sanguíneo — ¿Q-Que demonios m-me hiciste…? Maldita pu... — Ni siquiera pudo terminar de pronunciar su frase al caer inconsciente en el piso.
Robin estaba respirando rápidamente mientras trataba de sostenerlo, sin duda era pesado — Evitar que cometas una estupidez de la que te arrepentirás toda tu vida — Apenas cargo la inyección, tuvo que aplicarla de un solo golpe al peliverde, o de lo contrario quien sabe lo que hubiera pasado con Reiju.
Con el peliverde neutralizado, Robin dirigió su atención a la niña — ¡Reiju! ¿Estas...? — La pelinegra se percató al instante que Reiju estaba empezando a respirar con mucha dificultad, agarrándose fuertemente el pecho.
«¡Esto no está pasando!»
—¡¡Carro rojo, y llamen al Doctor Trafalgar en este instante!! — El desolador alarido que salió de la habitación 905 se pudo escuchar claramente en todo el hospital.
Sentía como su cabeza daba vueltas sin parar, pero no pudo evitar susurrar en vano el nombre de su princesa — ¡N-No! Reiju… — Sanji únicamente logro levantar la mano en un vago intento por intentar alcanzar a su hermanita.
Mientras la habitación empezaba a rodearse de enfermeras y personal médico; y a pesar de sentir un insoportable dolor en el hombro, Niji logro ponerse de pie para ir rápidamente con Reiju, la cual estaba recibiendo reanimación cardiopulmonar por parte de Robin.
El color que tenía no le gusto en lo más mínimo — ¡O-Oye mocosa! ¡Demonios, Robin! ¿Qué diablos le pasa?
La cirujana sintió al instante la desesperación del segundo de los Vinsmoke, pero en esos momentos no podía detenerse a dar explicaciones de lo que estaba ocurriendo, por que ni ella misma lo sabia. No podía tenerlos en esa habitación por más tiempo, o ralentizarían su trabajo, por lo que su orden fue inmediata.
—¡Sáquenlos de aquí!
...
Salió del ascensor a toda prisa, estaba más de media hora tarde ¡Maldición! Su primera reunión como jefe de departamento, y ya estaba dando una pésima impresión. Se dirigió corriendo hacia la recepción, solo para encontrarse con el rostro de incertidumbre de Rebecca.
Al notar su presencia, la joven lo vio con un claro signo de alivio — ¡Ichiji! Por fin, estaba preocupada. Te estuve llamando varias veces, pero la línea estaba inhabilitada.
—Perdona, extravié mi teléfono el día de la fiesta — Y por razones que estaban de mas explicar, aun no compraba uno nuevo — ¿El CEO ya está aquí? — Pregunto tenso.
Rebecca le dio una sonrisa forzada — Llego a las siete de la mañana. A-A veces tiende a ser muy madrugador, p-pero ¡Estoy segura de que te entenderá!
«Si claro... ¡Ni ella se lo creía!»
—Apropósito, que bueno que mencionas lo de tu celular — Rebecca abrió uno de los cajones de su amplio y marmoleado escritorio, haciéndole entrega de una caja, la cual era algo grande, y al abrirla y sus ojos vieron el contenido con sorpresa.
—¿Qué rayos es esto?
—¡Por Dios Ichiji! Es un teléfono ¿Qué más? — Le respondió como si fuera lo más obvio del mundo.
—¡Claramente es un teléfono! La cuestión es ¿Porque me estas entregando uno? — Lo último que quería era endeudarse más de lo debido con esta maldita firma.
—¿Drake no te lo dijo? — Pregunto sorprendida, se supone que el castaño debió poner al día a Ichiji con respecto a todas sus nuevas funciones.
—Rebecca, falte los últimos dos días a la firma, y aunque hubiera venido, dudo que ese idiota hubiera mencionado algo — Maldición estaba perdiendo tiempo inútilmente.
—Bueno, en fin, no tienes que pagar nada, a todos los jefes de departamento se les da un celular para que puedan usarlo libremente, junto a otros beneficios, que luego te diré — Le explicaba de lo más tranquila mientras sacaba el costoso equipo de la caja — Algunas ocasiones, raras pero pasan, Los desastres piden documentos a horas poco usuales, por lo que con estas cosas — Explicaba mientras le entregaba un Samsung Galaxy de la más alta gama — Evitan problemas que según el señor King son; "Excusas estúpidas para no cumplir con su trabajo."
«Ya se estaba harto ¿Quiénes demonios eran los malditos desastres? ¡Que nombre para más ridículo!»
—El número ya está habilitado y apunte el mío por si alguna vez... — La conversación fue interrumpida por una voz conocida por los ambos, escuchándose por el intercomunicador de manera peligrosa.
«—Rebecca ¿Alguna noticia de Vinsmoke?
La secretaria presiono casi el instante el botón del intercomunicador —¡Hola Jefe! — Su voz era jovial y pegajosa — Ya está aquí, solo le estaba dando algunas indicaciones sobre su puesto.
No hubo respuesta.
—Muy bien Ichiji, vamos sígueme ¡Se que lo harás genial! — Le animo con una amplia sonrisa.
—¿Ya llegaron King y Queen? — Lo más probable seria que King le lanzara el escritorio en la cabeza apenas entrar.
La joven se giro para verlo, e Ichiji capto al instante la extrañada mirada de Rebecca — No sé de qué hablas. Los desastres tuvieron que viajar a Múnich por una junta de negocios. Tu reunión va a ser únicamente con el jefe — Le comunico de último minuto.
¿Qué?
Demonios ¿Iba a estar solo en una habitación con ese sujeto? No podía entender la razón, pero enterarse de la noticia lo puso en inusual alerta, prefería mil veces estar encerrado con los psicópatas de King y Queen a tener que pasar un momento a solas con su nuevo jefe.
Justo cuando los altos y estilizados tacones de Rebecca se detuvieron, se dio cuenta que estaba frente a ese enorme portón de madera tallada que vio la primera vez que subió hacia este piso con Drake.
—Bien, aquí vamos, confió en ti Ichiji. — Le dio un par de golpes al portón y abrió la puerta, haciéndole una seña para que entrase.
Necesito de un interminable respiro para poder liberar, aunque sea un poco de la tensión que lo embargaba e ingresar, y al hacerlo pudo escuchar claramente el crudo tronar de la puerta cerrarse tras de él.
A diferencia de la oficina de King, la cual era tétrica y sombría. La del CEO era completamente blanca gracias al mármol que cubría todas las paredes, era iluminada por la gran luz que ingresaba por la enorme mampara, y se podía ver claramente una panorámica completa a The City. El lugar estaba amueblado únicamente por muebles del cuero más fino, resaltando de forma increíble con el piso de cuarzo negro.
Tenía un diseño único y extrañamente, le gustaba. Era sobrio, pero a la vez soberbio, tal y como su dueño.
—Y bien ¿Cuánto tiempo más vas a seguir husmeando mi oficina para que podamos iniciar lo que nos compete?
Soltó un leve gemido de sorpresa, buscando con la mirada al dueño de aquella portentosa voz, solo para poder advertir al CEO sentado en el gran living de su oficina.
Se veía imponente en ese traje negro de diseñador, portando unos soberbios lentes de lectura tras esos penetrantes ojos borgoña mientras revisaba atentamente unos papeles.
Diablos... hasta con esas cosas en los ojos se veía endemoniadamente bien.
Todo lo opuesto a él, que estaba usando un blazer color vino con una camisa blanca y un pantalón de vestir que compro en una rebaja de Westfield.
—Disculpe la tardanza, Señor Charlotte.
Katakuri no se exalto, no le grito, ni siquiera lo vio. Únicamente realizo una seña con los dedos para que se acercara sin apartar la vista de los informes que tenía en la mano.
Y al tomar asiento en el mueble que se encontraba justo frente a Katakuri, fue cuando el mayor aparto los papeles que estaba leyendo para centrarse única y exclusivamente en Ichiji, y haciendo uso de esa voz tan atrayente que solo el mayor poseía, le dirigió la palabra.
—Espero que haya valido la pena esperarte Vinsmoke, sorpréndeme.
Vaya, no estaba molesto.
Le entrego una copia de su trabajo y empezó a sustentar su estudio con total seguridad. Hablo de la cantidad de nuevos clientes que habían hecho desde su ingreso al mercado anglosajón. Todo gracias al margen de 98% de juicios ganados en lo que iban del semestre, para luego pasar a la cantidad que estos generaban en la empresa. Siendo así la rama de derecho empresarial, la que mas efectivo había ingresado, con un aproximado de seiscientos millones mensuales, teniendo como referente al Doctor Borsalino quien por sí solo, genero más de la mitad de esa cantidad.
A Ichiji se le paso por la mente que ese tal Borsalino debía ser un maniático del trabajo para ser de los abogados que más facturaban en la firma, pero la ligera risa de Katakuri corto sus pensamientos.
—Nunca te dejes guiar por las apariencias Vinsmoke, son engañosas.
¿Pero qué...? ¿Acaso podía leer la mente?
—¿A qué se refiere? — Sabía que tenía que continuar con su discurso, pero su maldita curiosidad por una vez le ganó la partida. Siendo incapaz de resistirse a la pregunta, al fijar su visión en el CEO para que sus pozos azules chocaran de lleno con los ríos de lava de Katakuri.
—Me refiero a que nada es lo que parece. En esta vida, uno puede creer que ha encontrado un rubí, pero al final del día, no resulta ser más que una mera espinela, nada mas que una superflua piedra sin valor alguno. — Se lo decía en un tono tan lento y calmado que Ichiji sentía que era un narcótico —...Como también, puede ocurrir lo contrario — De no ser porque estaba reflexionando las palabras que acababan de salir de la boca de su jefe, se hubiera percatado al instante de la mirada tan profunda que le estaba dando Katakuri.
Ichiji bajó la mirada y tragó saliva rápidamente. —Eso es una sandez, señor Charlotte — Replicó con su habitual narcisismo— Un rubí o una espinela se forman como son, y no existe fuerza en el mundo capaz de cambiar la esencia de ese hecho. —Para él, las cosas eran como eran; no había razón para perder tiempo filosofando sobre su naturaleza cuando lo mejor era aceptarlas sin más.
De repente, Katakuri soltó un bufido malicioso.
—¿Acaso dices por ti, Ichiji? —El simple sonido de su nombre en los labios de Katakuri hizo que un nudo se formara en el estómago del pelirrojo. El granate lo miraba con una intensidad calculada, cada palabra cargada de intención—. Porque si de mí dependiera, no descansaría hasta descubrir si eres un rubí… o una simple y mundana espinela. —La insinuación, sutil y a la vez peligrosa, quedó suspendida en el aire, envolviéndolos como una llama latente. Tan pronto como aquellas palabras alcanzaron sus oídos, el rostro de Ichiji se tornó del mismo tono encendido de su distintivo cabello.
Consciente del efecto que había provocado, Katakuri mantuvo su compostura, observándolo en silencio, como si estuviera esperando que Ichiji respondiera al desafío escondido en sus palabras.
Pero contrario a lo que el mayor quizás hubiera esperado, logro algo apoteósico aun sin ser consiente de ello, dejo a Ichiji sin argumento alguno.
—¿D-Disculpe?
Para suerte de un muy nervioso Vinsmoke, la puerta de la oficina fue abierta para dar paso a Rebecca, la cual venia con un carrito de comida. Ambos hombres permanecieron en silencio mientras la secretaria del Charlotte colocaba un platillo de ¿Donas? Para el CEO junto con una taza de te negro y para Ichiji un vaso con agua.
—Ichiji, no estaba muy segura de que te gustaría como aperitivo. Así que pensé en venir y pre... —
—Rebecca — La voz de Katakuri interrumpió inesperadamente a la joven, la cual oriento la vista a su jefe — Estamos ocupados, retírate — Escuchar a su jefe empleando ese tono fue suficiente para que la joven se percatara al instante que estaba sobrando en esa conversación.
Su secretaria solo atino a soltar una risa nerviosa y comenzó a retroceder — C-Claro, perfectamente entendible jefe, ¡M-Me avisa cualquier cosa que necesite!
Antes de que saliera por la puerta, Katakuri la llamo nuevamente — De hecho, si hay algo que te quiero pedir — En todo ese tiempo, en ningún momento le quito la mirada al pelirrojo — Que nadie me interrumpa.
—C-Como ordene, jefe.
Apenas la puerta se cerró, Ichiji tomo el vaso de agua casi con desesperación, tomo con tanta fuerza el liquido que no se percato de una solitaria gota que escapo de sus carnosos labios rosas para dar un paseo por su cuello y luego perderse dentro de su ropa.
Pero Katakuri si lo noto.
Ichiji respiro profundamente luego de poner el vaso nuevamente en la mesa y hablo más relajado — ¿Continuamos? — Trato de olvidar las palabras de aquel hombre, fingir que no eran mas que una alucionacion suya provocada por el sueño casi inexistente que llevaba a cuestas, y para la tranquilidad de su psique, Katakuri pareció entender su silenciosa petición, asintiendo sin mas, y permitiendo que el Vinsmoke retomara su ponencia, prefiriendo suprimir el recuerdo que aquellas palabras habían dejado en su ser.
Era simplemente impensable que su jefe estuviera flirteando con él.
Hablo durante horas, en las que Katakuri le dio pequeñas acotaciones y algunas cuantas correcciones, no volvieron a desviar el tema de su reunión hasta bien llegada la tarde.
Cuando estaba a punto de terminar, se percato que los aperitivos que había traído Rebecca seguían intactos. En ningún momento Katakuri probo esas cosas, que, a opinión personal suya, contenían demasiada azúcar.
—En síntesis, si reforzamos nuestro sector de consultoría jurídica y ponemos parámetros de exclusividad en el área de derecho civil y del mercantil para que nuestros honorarios crezcan un 25% mensual; a finales de año podemos acabar con una cifra récord de doscientos mil millones, tal y como lo puede leer en la gráfica 9.5 — Su garganta era un desierto, maldecía el haberse acabado de golpe el vaso que trajo Rebecca y maldecía aun mas al Charlotte por haberle prohibido ingresar nuevamente para que le pudiera traer un poco más.
El CEO le dio una ultima mirada a su informe y se puso de pie. Solo sentado frente a él, Ichiji cayó en cuenta que, al lado de aquel hombre, él no era nada más que un insecto, y no porque Katakuri le llevara como dos cabezas, sino porque el granate era simplemente imponente. Una persona que destacaba entre el resto de los mortales, sin ser posible que ignoraras su portentosa presencia.
El Charlotte se dirigió hacia su amplio escritorio de cristal, sentándose en aquel trono que era la silla del CEO. Y solo en esa ubicación, la cual lo hacia ver como una especie Dios en la tierra que estaba listo para lanzar su furia contra los simples mortales, fue que dio un ligero suspiro y tomo la palabra.
—Ciertamente estoy sorprendido, y que yo me sorprenda por algo, es muy poco usual, Ichiji — El pelirrojo tenia las retinas pegadas a la imagen de Katakuri — Hace años que no veo un estudio de mercado tan bien desarrollado, de hecho, la última vez que vi algo tan si quiera parecido — Hizo una pequeña pausa para quitarse los lentes — Fue cuando yo realice mi primera proyección financiera para la empresa de mi madre siendo un estudiante de Oxford.
No sabia si sentirse alagado, o por el contrario; avergonzado por lo que acababa de escuchar.
—Eso es todo Vinsmoke. A penas llegues a tu nueva oficina, envía un correo a todos los jefes de departamento; y reenvíalo a King y Queen. Seguiremos tu plan de estudio — No le volvió a dirigir la mirada, empezando a firmar unos papeles en el escritorio, olvídense por completo de su existencia.
Ichiji se levanto del sofá, pero en vez de salir de la oficina de su jefe, emprendió un camino completamente distinto, uno que, sin saberlo aún, cambiaria su vida.
«Es el momento, sino se lo pides ahora ¡Jamás podrás hacerlo! Tienes que aprovechar que esta satisfecho con el trabajo que tanto te costó hacer.»
—Disculpe, Señor Charlotte — Hablo en un tono muy bajo, no sabría cómo saldría esto, pero tenía que agotar todas sus opciones por Reiju. Esta seria la única mano que tendría sobre la mesa de juego, su último all in, en el cual no estaba poniendo en juego dinero, sino algo mucho más importante. — Antes de retirarme, me gustaría hacerle una petición.
El granate siguió envuelto en su papeleo de lo mas tranquilo, respondiendo sin ni siquiera dignarse a devolverle la mirada al pelirrojo. — ¿Requieres de algo más Vinsmoke? ¿Necesitas ayuda con Drake? Si es por eso, no te preocupes. Queen ya se encargó.
«¿Drake? Ese idiota era la última de sus preocupaciones.»
—No, de hecho... — Se detuvo un momento para repasar mentalmente lo que iba a decir, dándole una mirada desafiante a su jefe. — Quisiera solicitarle un préstamo.
Fue allí cuando Ichiji logro captar toda la atención de Katakuri, que finalmente hizo una pausa a lo que estaba haciendo para centrar su exclusiva atención en él — ¿Acaso las doscientas mil libras anuales, mas regalías, que recibirás como nuevo jefe de departamento no son suficientes?
—Con todo respeto, no lo son. — Lo veía sin miedo en sus ojos, había pensado mucho el decirle o no su situación, pero la verdad lo último que necesitaba seria causarle lastima a su jefe, y ademas, entendía perfectamente que no era de esos hombres a los cuales se les podía convencer a base de sentimentalismos.
—¿Y de cuanto estamos hablando Vinsmoke? Considerando tus habilidades podría considerarlo. Tienes potencial, el cual gustosamente explotare — Katakuri lo veía sin bacilar, por lo que Ichiji tuvo que hacer un esfuerzo increíble para poder ignorar su magnética mirada.
Había llegado el momento de la verdad. Sabia que estaba corriendo muchos riesgos, pero por Reiju, lo valía.
—Necesito un aproximado de 2.5 millones de libras.
Katakuri permaneció envuelto en un irrompible silencio, había acentuado su mirada, e Ichiji solo pudo ver como esos ojos se hacían cada vez mas y más profundos — ¿Acaso tu cerebro sufrió algún tipo de daño parcial por el exceso de trabajo?
El pulso de Ichiji se aceleró abruptamente — ¡No estoy bromeando! — Le alzo ligeramente la voz — En verdad necesito ese dinero, ¡Juro que le pagare! Si desea puedo hacer horas extra, incluso venir los fines de semana ¡No me importa! Pero necesito el préstamo — No quería que ese hombre lo viera flaquear nuevamente, pero ya no le quedaban más opciones y necesitaría el dinero ahora más que nunca, ya que no solo tenia que pagar la cirugía de Reiju, sino también la operación y posteriores terapias de Yonji.
Él era el mayor de los cinco, y era su deber velar por la seguridad de su familia, ya que esa fue el ultimo deseo que ella le pidió.
—No estas siendo racional. Deberías saber que para devolverle ese dinero a la firma, tendrías que trabajar al menos unos veinte años, y sin cobrar — Este niño no era más que un simple orate, pero debía admitir que lo había dejado sorprendido.
Nunca nadie se había atrevido a pedirle tal disparate.
¡Ni siquiera Cracker! Y eso era decir mucho...
—¡Ya le dije que no me importa lo que tenga que hacer!
Genial, la terquedad de ese idiota había logrado irritarlo — ¿Acaso esto se debe a lo que paso en el casino? ¿Fuiste tan imbécil como para apostar todo lo que tenias, y ahora vienes exigirme que te dé una cantidad disparatada de dinero para poder arreglar tus estupideces? — Recordaba claramente la desesperación que vio en los ojos de ese niño cuando le gano fácilmente esa mesa de póker, fue tan patético.
No espero que Katakuri le restregara en cara lo que paso en aquella fiesta, y la forma en como se lo dijo solo lo hizo rabiar aún más.
—Olvida la maldita partida Katakuri ¡Esta es una mano completamente diferente!
Fue en ese momento en el que Katakuri la vio, esa mirada, era la misma mirada desafiante que le dio cuando chocaron en esa mesa de póker. En ese momento, el niño no tenía ni idea de quién era él. Sin embargo, ahora el pelirrojo era completamente consciente de su persona, y aun así se atrevía a desafiarlo sin flaquear.
¡Incluso haciéndole una petición irremediablemente estúpida!
Fue entonces que Katakuri se alzó de su despacho para acercarse al pelirrojo de forma depredadora, como si el Charlotte fuera a cortarle la yugular por su atrevimiento. Fue solo cuando estuvo a un paso de él, fue que le respondió.
—Ichiji, tal vez me equivoque, cosa que dudo, pero igualmente te daré el beneficio de la duda, y pensare que aún no asimilas bien tu nuevo puesto y tu lugar en esta firma. Si estas en donde estas, es únicamente por Queen. Se consciente que yo no estaba de acuerdo con tu ascenso por tu juventud e inexperiencia. Tenía a muchas personas en mente para ocupar tus zapatos, pero como Queen tiene un muy buen ojo para los negocios, accedí a su propuesta.
Aquella relevación por parte de Katakuri sorprendió a Ichiji, no esperaba que Queen hablara en serio cuando le dijo que estaba jugándose el pellejo por él — ¿Entonces tu jamás quisiste que yo…?
—Grábate esto en la cabeza — Katakuri ni siquiera lo dejo terminar. El tono de su voz había sido tan oscuro que hizo que a Ichiji se le hincara la piel — Esto es una firma de abogados, no una maldita ONG. No hay manera en la que esta empresa acceda a firmar un cheque con esa cantidad de dinero a un simple empleado como tu ¿Entendido?
«¡¿Simple empleado?!»
Perfecto, mandaría al diablo a ese sujeto y se largaría de allí. No necesitaba esta humillación, y claramente no dependería de la ayuda de ese grandisimo imbécil.
Se dio la vuelta, dispuesto a retirarse con su orgullo intacto en ese mismo instante, pero de repente, paso algo que él jamás espero...
Su brazo fue sujetado abruptamente por Katakuri
impidiéndole el paso, y bloqueando cualquier posibilidad de huida.
La fuerza que ejerció sobre su delicada muñeca hizo que le recorriera una corriente que le erizo todo el cuerpo, por auto reflejo soltó un gemido involuntario, pero extrañamente no era de dolor. Fue un cosquilleo que recorrió toda su espina.
Nunca había experimentado una sensación ni siquiera similar en su vida, por lo que no pudo descifrar lo que significaba, sin embargo, la sensación, lejos de asustarlo…
Le gusto.
—Aun no te he dado permiso para retirarte. — El tono tan enigmático y misterioso de Katakuri solo lograba confundirlo mas y más — Tu petición es increíblemente estúpida, pero... —
Fue todo lo que pudo decir Katakuri antes de que su Iphone empezara a sonar.
Con un gesto claramente incomodo, libero el brazo del pelirrojo para averiguar de quien se trataba, y apenas pudo leer el nombre de la llamada entrante, su ceño se frunció con extrema molestia.
—Espera afuera, Vinsmoke. — Ordeno.
Esas palabras hicieron que Ichiji reaccionara al instante, tomo sus cosas lo más rápido que pudo y salió rápidamente de esa oficina, y solo cuando la puerta estaba a punto de cerrarse, fue que escucho un pequeño fragmento de dicha llamada que era tan importante como para que el CEO interrumpiera una reunión.
—Supongo que ya volviste de tu viaje ¿Cómo te encuentras? Madre...
Se apoyo contra la puerta de madera y se llevo la mano al rostro, su respiración estaba disparada. No pensó que la conversación con su jefe terminaría de esa forma.
«¿Qué demonios había significado eso último?»
«¿Acaso Katakuri...?»
—Ichiji, por Dios ¿Estas bien? — Rebecca se acercó rápidamente al pelirrojo con una botella de agua. Lo vio salir muy agitado de la oficina de su jefe y se alarmo — Ichi ¿Qué paso?
Únicamente fue capaz de tomar la botella y empezó a beber como si no hubiera probado agua en años. — Nada Rebecca, no pasó nada.
Era obvio que mentía, pero si Ichiji no deseaba hablar de más, ella no le iba a insistir — Entiendo, las primeras veces siempre son intimidantes. No eres el primero al que el jefe deja con una crisis nerviosa — Intento sacarle una risa, pero no tuvo el efecto que esperaba en el pelirrojo.
Tenía que tratar de calmarse y pensar con la cabeza fría, como siempre. — Verdaderamente es un imbecil.
Pudo detectar la forzada risa de Rebecca — Si te soy completamente honesta, no es tan malo cuando llegas a conocerlo mejor.
¿Hablaba enserio?
—¿Acaso lo has visto en otra faceta que no sea esta? — Pregunto ácido, a fin de cuentas, Rebecca era la secretaria de Katakuri.
Rebecca empezó a reírse nerviosa, rascándose la cabeza con clara tensión, por lo visto estaba pensando cuidadosamente sus palabras — Ahh... Bueno he visto como trata a sus hermanos y es... —
Dejo de escucharla cuando Rebecca pronuncio esa simple palabra, recordando que sus hermanos lo estaban esperando junto con Yonji. Al instante saco su nuevo teléfono y se sorprendió al ver la hora, ya casi eran las tres de la tarde.
«¿Paso tanto tiempo estuvo encerrado con Katakuri?»
Pensó que lo mejor sería llamar para decirles que se demoraría un poco más, por suerte se sabia de memoria el numero de todos, tecleo el movil Sanji y espero a que los pitidos empezaran a sonar, pero, el rubio no le dio respuesta.
«Idiota ¿Para qué rayos tenía celular si nunca contestaba?»
Fue entonces que llamo a Niji, y a diferencia del teléfono del rubio, su segundo hermano contesto al instante.
—¿Sí? — La voz de Niji se escucha temblorosa y fue suficiente para que las alarmas se prendieran en la mente del pelirrojo.
—Ni, soy yo ¿Qué paso?
—¡Joder! Ichiji, por fin das señales de vida. Tienes que venir al Hospital, ¡Reiju... — Claramente, Niji estaba ansioso, y fue él quien le informo al pelirrojo acerca de todo lo que había acontecido durante el tiempo que estuvo desconectado del mundo.
Apenas Katakuri termino la tediosa llamada con su madre, la cual, por cierto, trato de reducirla lo más posible. Presiono el intercomunicador y le hablo a su secretaria.
—Rebecca, dile a Vinsmoke que ya puede ingresar — Pero extrañamente no recibió la respuesta inmediata de su hiperactiva subordinada de cabellos melón — …Rebecca.
La pelirosa se tomo su tiempo, pero finalmente contesto «—J-Jefe – Había algo distinto en su voz, miedo. — Ichiji se fue corriendo, no me dijo nada. Solo se fue…
—Maldita sea, Vinsmoke…
...
Entendía perfectamente que el haber dejado plantado a Katakuri le traería graves consecuencias, pero le daba absolutamente igual. Tenia algo mucho mas importante que hacer que estar en una estúpida reunión con su aún más estúpido jefe. Para su mala suerte, le tomo mas tiempo del esperado encontrar un taxi que estuviese dispuesto a llevarlo al ser una hora de tan alto tránsito.
Era en momentos como este donde realmente echaba de menos su deportivo.
Ingreso corriendo hacia el pabellón de UCI, sus hermanos ya estaban en la puerta. Sanji tenía un pequeño yeso en la nariz, además, en su ropa había una gran mancha de sangre seca, y no era el único, Niji tenía vendado el hombro.
¡Joder! Nunca pensó que Yonji llegaría a golpearlos con tanta fuerza.
No les preguntaría como estaban, con solo ver sus caras ya era suficiente.
Ambos hermanos notaron la presencia del pelirrojo, pero ni aun así encontraron fuerzas para romper aquel mortífero silencio. Ya había pasado mucho tiempo, y aun no tenían noticias de Law. Robin había ingresado junto con él para asistirlo, pero cada minuto que pasaba solo los ponía más y más tensos.
Sanji tenía la vista fija en el piso, pero aun así logro juntar fuerzas para empezar a articular palabras de a pocos. — Por lo visto... Reiju tuvo una descompensación y su corazón empezó a fallar. Al tener sus órganos tan débiles a causa de la quimioterapia, su cuerpo no pudo resistir lo que paso con Yonji — Ichiji podía sentir el profundo pesar que tenía el rubio al decir esas palabras — Tuvieron que hacerle reanimación cardiopulmonar, ya que, si usaban un desfibrilador, Robin dijo que había la posibilidad de que su corazón no lo resistiese.
Ichiji sintió que el tiempo se detuvo por un segundo luego de escuchar las palabras de Sanji, pero su corazón reinicio un bombeo errático en el instante que Law finalmente salió de UCI. Estaba acompañado por su típica seriedad de siempre, y casi al instante fue abordado por los tres Vinsmoke. El doctor se dio cuenta de inmediato de las miradas de los tres hermanos.
Lo que sea que salieran de sus labios podría cambiar para bien o para mal la tormentosa vida de esa familia…
Por lo que pensó que lo mejor seria decirles toda la situación sin tapujos — No voy a preguntarles porque cometieron la estupidez de arriesgar a Reiju de esa forma, eso ya lo haré después, por ahora me centrare en lo realmente importante; logramos estabilizarla. — Fue directo y solo con esas palabras Sanji se cubrió en el acto el rostro, pero aun así Ichiji pudo escuchar el ahogado gemido de las lagrimas que salían del rostro de su hermano, Niji solo se masajeo la frente y respiro hondo.
—Gracias — No existía otra palabra que pudiera describir el sentimiento que tenía en esos momentos, Ichiji le estaría eternamente agradecido a ese hombre.
Al haber obtenido una reacción positiva de los hermanos, Law decidió dar más detalles de la situación — Reiju tuvo lo que se conoce como una Neutropenia febril, fue desatada a causa del fuerte shock que tuvo. Logramos compensar e hidratar su organismo, pero... —
Esa maldita palabra ¿Por qué nunca podían ser solo buenas noticias?
—Suficiente, quiero ver a mi hermana Law — El tono tan frio que empleo Ichiji por un momento se igualo al de Trafalgar, y este le dio una mirada que el pelirrojo pudo leer perfectamente.
«Si yo fuera tu, no lo haría»
—Ichiji, considero que-
—Law, te agradezco lo que hiciste por Reiju, pero ¡No hagas que me den ganas de golpearte! — La voz de Niji se había escuchado perfectamente por todo el pasadizo, pero le importaba un carajo, al igual que la opinión del jodido oncólogo.
Él también quería ver a Reiju.
Ichiji les dio una mirada rápida a sus hermanos. Estaba seguro que en el estado de Sanji, que entrara solo empeoraría la situación, y Niji se encontraba visiblemente alterado, lo más probable era que el tema con Yonji los abría descompuesto mas de lo que el peliazul le comento.
—Ichiji, ven conmigo — Law no dijo más, ingreso nuevamente a UCI, siendo el pelirrojo quien siguió sus pasos en silencio. Por lo visto el oncólogo había llegado a la misma conclusión que él con respecto a los otros Vinsmoke.
Apenas entrar, lo obligaron a colocarse ropa quirúrgica, no podían arriesgarse a que Ichiji infectara el área. Law lo llevo hacia una de las cámaras apartadas, en el camino, el pelirrojo no pudo ver nada más que la espalda del doctor, no quería girar la vista y ver a todas esas personas postradas en las camillas de manera agonizante.
El galeno abrió una puerta de vidrio, e Ichiji diviso a dos personas dentro, una era Robin y la otra era una enfermera, pero ni siquiera se molestó en saludarlas, ya que solo importaba Reiju, la cual estaba inconsciente en esa gran cama, se veía tan diminuta.
Estaba pálida, sus hermosas mejillas habían perdió por completo el color, llevaba una máscara de oxígeno y habían miles de tubos saliendo de su pequeño cuerpo.
Supo que hizo lo correcto en ver primero a su hermana, Niji o Sanji no se hubieran podido mantener serenos si la hubiesen visto en ese estado.
Se saco el guante quirúrgico lentamente solo para poder tocar la mejilla de Reiju, resonando el eco del látex entre todas esas máquinas que no dejaban de hacer sus tediosos y horribles ruidos.
—Disculpe, pero no puede...–
—Silencio Koala, yo lo he autorizado — El tono autoritario de Law fue suficiente para callar a la enfermera.
Ichiji necesitaba hacer esto.
—Law… —La voz de Ichiji sonaba inusualmente baja — ¿Por qué esta tan fría?
Robin decidió apoyar un poco a su amigo, y colega, podía hacerse una idea de lo que estaba pasando por la mente del pelirrojo — Es a causa del ambiente y todos los medicamentos que tuvimos que subministrar en el cuerpo de Reiju, pronto recuperara el calor.
Law vio por el rabillo del ojo a Robin, y tomo la palabra — También tuvimos que usar un desfibrilador en tu hermana, si lo hacíamos había una posibilidad que el corazón de Reiju no lo pudiera soportar, pero si no lo realizábamos y seguíamos con el RCP, Reiju ya no estaría aquí. No tuve otra opción más que arriesgarme —Tenia completo conocimiento que al tener el cuerpo tan comprometido a causa del cáncer, el aplicarle altas dosis eléctricas al ya debilitado corazón de esa niña era casi suicida, pero, en eso consistía su trabajo.
Él tenia que pelear contra la muerte día tras día.
La mirada de Ichiji había perdido color, no podía apartar la vista de Reiju a pesar de haber escuchado perfectamente a Trafalgar. Estaban pasando demasiadas cosas por su cabeza como para decir algo coherente, y en esa posición repleta de confusión y miedo, fue que le respondió.
—Quiero hablar contigo, a solas —Su voz estaba carente de cualquier tipo de vida.
Robin lo tomo bien, entendía que el pelirrojo necesitaba estar un momento con el medico de su hermana, por lo que se retiró en silencio de la habitación, llevándose consigo a Koala.
—Mi hermana, ¿Está completamente estable?
El médico le dirigió una rápida vista a la pequeña y respondió — Si, estará dormida por un par de horas más, pero su vida ya no corre un peligro potencial.
Esa era la única confirmación que necesito — Bien, escúchame atentamente Law — Ya había tomado una decisión, no quería repetir esa imagen de su hermanita nunca mas.
—Vas a operar a Reiju, ¿Me oíste?
La mirada que le dedico el pelinegro denoto una completa confusión — ¿Pero de que estas hablando Ichiji? ¿Ya conseguiste el dinero de la cirugía? Recuerda que aún tienes un par de días, así que... —
—¿Tus orejas acaso se taparon por todas las perforaciones, o que? ¡Te dije que la vas a operar! — El pelirrojo le dirigió una mirada de furia a Trafalgar, y en esos ojos, Law pudo ver todo el peso que el pelirrojo llevaba encima.
Comprendiendo que, si Ichiji seguía por ese camino, iba acabar incluso peor que Reiju.
Intento hacerlo entrar en razón — Escucha Ichiji, estás pensando con la cabeza caliente. Te comprendo, enserio, si fuera por mi hubiera intervenido a Reiju desde el principio, pero el hospital me prohíbe...—
—Te juro que te traeré el dinero esta misma noche, pero ¡Por favor! — Su tono se torno en uno que Law pensó, no existía en aquel joven tan petulante y frívolo; uno suplicante — ¡Por favor! Cura a mi hermana de su maldita enfermedad de una vez — No se dio cuenta del momento en el que Ichiji lo había tomado de los hombros, pero incluso su tacto era urgente — ¡Tu puedes hacerlo, tu eres su médico! Y sé muy bien, que al igual que yo, no quieres perderla ¿O no?
El duelo de miradas que se dieron era un torbellino. Law no quiso seguir aguantando esa mirada ojiazul tan intensa y cerro sus ojos.
«No quieres perderla»
Esas palabras le hicieron recordar a cierta persona, haciendo que liberara un fuerte suspiro y volvió su vista hacia el pelirrojo
—De acuerdo Ichiji, lo haré. Me estoy arriesgando demasiado al realizar esta cirugía sin el consentimiento de mis superiores, pero confió en tu palabra — Sabia que si Akainu se enteraba de esto, sería despedido en el acto, pero le daba igual.
Él más que nadie quería que la ojiazul se salvara. En todo el año que llevaba de conocerla, le había demostrado que era una niña asombrosa. Reiju tenía todo el derecho de tener una vida feliz, se lo había ganado al luchar tan valientemente contra su enfermedad. Y muy aparte de eso, él había hecho un juramento de luchar para salvar a la mayor cantidad de personas que pudiera.
—Nunca podre agradecerte todo lo que has hecho por nosotros Law, enserio gracias por tomar este riesgo conmigo — Era lo único que le podía decir, no era una persona de muchas palabras, pero le debía mucho a ese particular médico.
Ichiji le dio la espalda y tomo la mano de Reiju, odiaba escuchar el sonido de esas maquinas marcando el pulso de su hermana, pero prefirió ignorarlas para poder hablar con ella por unos segundos.
—Rei, sé que puedes escucharme, Law te va a operar. ¡Vas a estar bien! Yo tengo que irme un momento, pero te prometo que cuando vuelva por ti, será la última vez que tengamos que pisar este hospital, así que espérame por favor, y ten por seguro que cuando regrese, tendremos esa charla sobre el maldito de Leopold Bloom.
...
Al salir de UCI, Niji y Sanji lo vieron con ojos expectantes, pero él ni siquiera reparo en sus hermanos y se dirigió a pasos acelerados hacia a la salida del Hospital.
Sabía lo que tenía que hacer, y no existía fuerza humana que fuera capaz de detenerlo.
—¡Ichiji, con un demonio! ¿A dónde rayos vas? — Pudo escuchar claramente el reclamo de Niji, pero decidió ignorarlo y siguió su camino.
—Espera Ichiji, ¿Qué paso ahí adentro?
«Maldición Sanji ¿Tú también?»
Sabía que tenía que encarar a sus hermanos, y que decirles un par de cosas si quería que lo dejaran en paz por un momento — Hable con Law, le harán el trasplante a Reiju en una hora.
Los ojos de sus hermanos se abrieron a mas no poder, pero a pesar de la noticia de Ichiji. El peliazul tenía que preguntar.
—¿Pero cómo...?
—Accedieron a mi solicitud de préstamo en la firma, por eso me demore — Mintío con descaro. No tendría porque decirles más, a fin de cuentas, nunca les comento a sus hermanos lo que paso con el cheque, ni siquiera al peliazul.
La expresión de Sanji paso de la incertidumbre, a una de total sorpresa —Pero ¿Por qué no nos dijiste nada? — Sentía que algo no cuadraba.
—No me lo habían confirmado hasta hoy, parece que el ascenso me sirvió de algo, es un monto fuerte por lo que tenían que firmar muchos permisos para darme el efectivo. Tengo que ir a recogerlo para que podamos efectuar el pago. Así que ustedes se quedaran aquí por si pasa cualquier cosa, Law ya está al tanto, está preparando todo.
—Entonces, voy contigo grandísimo idiota, es mucho dinero ¿Qué pasa si...? —
—Iré solo — Se impuso de manera silenciosa — Quiero que se queden con Reiju, ella necesita a su familia aquí.
—¿Y acaso tu no eras parte de su familia también? ¿¡En verdad te volverás a ir!? — El reclamo de Sanji era válido. ¿Realmente Ichiji los iba a abandonar en este momento?
—Sanji... — El peliazul trato de dialogar con él rubio, pero el tercero de los Vinsmoke ya no estaba dispuesto a escuchar más de la misma mierda.
—¡Guarda silencio! — Le recrimino ofuscado — ¿Acaso eres tan descarado como para dejarnos todo esto a Niji y mi nuevamente, Ichiji? ¿No crees que es injusto para Reiju el nunca estar aquí? — Sanji ya estaba cansado, no tenia ni idea de lo que estaba pasando por la roja cabeza de su hermano, pero ellos también lo necesitaban allí.
¿Cómo responder a eso? Aunque le molestara en demasía, Sanji tenía razón. Él nunca estaba allí cuando sus hermanos más lo necesitaban.
Hubo un prolongado silencio entre los tres — Regresare lo más... —
—¿Qué pasa si Reiju no sobrevive? — Sanji entendía que era una gran posibilidad, eran conscientes de lo peligroso de esta intervención y el que Reiju hubiera tenido una recaída no hacia mas que empeorar la situación — Ichiji, conoces las probabilidades, quizás hasta mejor que yo ¿Acaso podrías perdonarte el no estar presente si algo le llegase a pasar en esa mesa de quirófano?
No, jamás. Preferiría morir el también a afrontar ese posible futuro.
—Sanji, no voy a discutir esto ahora. Lo único que te puedo decir es que todo lo que he hecho desde que nos largamos de Paris ha sido por y para Reiju... Y también por ustedes.
Sanji lo miro fijamente, era obvio que Ichiji les estaba ocultando algo, pero por la situación en la que se encontraban prefirió aplazar su plática, ya luego el pelirrojo les explicaría todo con lujo de detalles.
O al menos eso quiso pensar.
Niji había permanecido en silencio en todo momento, no sabia a ciencia cierta la razón, pero había algo que le daba un muy mal presentimiento, algo que le decía que no debía dejar que su hermano se fuera…
—Ichi, lo que sea que esté pasando por tu jodida cabeza, tendrás que decírnoslo cuando todo esto se termine — De haber sido otra la situación, hubiera estado totalmente de acuerdo con Sanji, pero en ese momento, su amor por Reiju fue más que el que sentía por Ichiji.
Y en un futuro no muy lejano, Niji se arrepentiría profundamente de haber dejado a su hermano irse esa noche…
...
Corría lo más rápido que sus delgadas piernas le permitían, el sol acababa de morir bajo el manto de la oscuridad permetua, para dar paso a la fría noche. Por fin se había librado del cuestionario de sus hermanos. Por lo que ahora, tenía toda la libertad que necesitaba para dar el siguiente paso.
Por lo que saco su celular, y marco el único numero que tenía apuntado.
Los pitidos se comenzaron a escuchar como estos poco a poco se acercaban a su final lo ponían más y más nervioso
—Vamos, ¡Vamos! Contesta.
«—¿Ichiji? — Aunque no creyera en Dios, bendijo con todo su ser aquel chispeante acento español «—¿Qué paso? Te fuiste sin decir nada ¿Estas bien? —A pesar de no conocerla mucho, estaba sorprendido de que ella en verdad se preocupaba por alguien como él.
—Rebecca, tuve un inconveniente y no pude terminar mi reunión con el jefe. ¿Sabes si aún está en la oficina? — Preguntó, seguro de que, si alguien sabía con precisión el paradero del CEO, era ella.
«—¿De qué hablas Ichi? Ya son las mas de las siete de la noche, el jefe se fue hace horas.
Tuvo que invocar toda la paciencia que claramente no tenia, para no terminar exaltándose con la urgencia de su situación. — Comprendo, entonces necesito que me digas... ¿En dónde está?
«—Mmm... Teniendo en cuenta el día, debe estar en su Penthouse, pero tiene que asistir a un evento esta noche. Debe ir a una exp... —
—Dame su dirección — Al invocar esas palaras genero un gran silencio en la otra línea.
«—Ichiji... ¿Porque me pides algo así? — Sus dudas eran obvias, esto no tenia nada que ver con el ámbito profesional.
—Rebecca, no te lo puedo explicar, pero necesito que me des su dirección. Por favor, no le diré que tu me la diste.
—Ese no es el problema ¿Por qué me estas pidiendo algo así? ¿Qué está pasando Ichiji? Se que no nos conocemos muy bien, pero puedes confiar en mí.
—No quiero que el señor Charlotte piense que no me tomo enserio mi trabajo, por favor. Quiero explicarle personalmente el motivo se mi repentina salida — Tenia que sonar convincente, jamás le diría la verdadera razón de su llamada a la pelirosa, pero tenía que hacer que ella abriese la boca.
Se genero un prolongado silencio del otro lado de la línea, uno que con cada segundo que pasaba lograba desesperarlo aún más.
—Espera un segundo Ichi... ¡Cracker, olvide mi bolso! — Pudo escuchar el eco de sus tacones al caminar y el sonido de una puerta cerrándose — Esta cerca a The City ¿Tienes algo para apuntar? — Apenas la pelirosa termino de darle todos los datos, le agradeció y corto la llamada.
Pidió un uber lo más rápido que pudo, tomando rumbo a aquella desconocida dirección que le había pasado Rebecca. De camino hacia ese lugar, se puso a pensar en lo que estaba a punto de hacer.
Esto sin lugar a dudas le podria costar el trabajo, pero no le quedaba otra opción.
Ese hombre, era la última esperanza que tenía, ya no habrían segundas oportunidades. Se reusaba a seguir viendo a su hermana sufrir, a ver a Yonji poner en riesgo su vida en ese maldito circuito, a que el inútil de Sanji apenas y pudiera pegar el ojo por su exceso de trabajo, y que Niji mandara al demonio un futuro tan prometedor solo para trabajar como dependiente en una maldita tienda de ropa y hacer de niñera de Reiju.
Esa no fue la vida que les prometió a sus hermanos cuando abandonaron Paris…
Cuando el taxi ingreso al lujoso Barrio de Belgravia, se dio cuenta que estaba muy cerca de cometer una gran estupidez, pero una vez llegado a este punto, ya no había marcha atrás. Se bajo frente a un enorme rascacielos hecho del cristal más fino, deteniéndose por unos segundos al ver su reflejo en uno de esos vidrios, desconociendo, que esa seria la última vez que podría verse al espejo sin sentir asco de su reflejo.
Solo quedaba un ultimo paso, y aplicar un poco de su destreza natural —¡Buenas tardes! — Hablo en un tono sorprendentemente jocoso y alegre hacia la recepcionista del gran edificio — Vengo de la firma Imperators, tengo que dejarle unos documentos al Señor Charlotte — Les mostró la identificación que lo certificaba como miembro de la empresa y unos fails, que en verdad eran un puñado de hojas que robo de la estación de enfermeras del Hospital.
—¡Oh! Ya veo, tienes suerte, el señor Charlotte llego justo hace una hora, a veces ni siquiera viene a dormir. — Añadió de más, soltando una risa ruborizada — Le avisare que vas en camino — Contesto una pelinegra de cabello ondulado y pecas en el rostro. Pero antes de que levantara el teléfono, Ichiji coloco su mano sobre ella.
—Disculpa ¿Cómo te llamas? — ¡Demonios! Como odiaba fingir esa estúpida sonrisa.
—I–Ishilly — A la chica se le habían encendido las mejillas con el suave toque del pelirrojo.
—Ishilly, el Señor Charlotte ya esta al tanto de mi visita y por la hora que es, no me gustaría que se enojara por mi tardanza. Tu entiendes, si el hombre me llega a despedir no se lo que seria de mi — Esa última parte la dijo muy enserio.
La chica se llevó su mano a la boca y soltó un leve gemido de tristeza — Entonces no te preocupes. Adelante, usa el ascensor principal, solo presiona el numero más alto y cuando llegues a la última planta toca el timbre del elevador.
«¡Perfecto!»
Antes de ingresar al ascensor de cristal, tiro los papeles que tenía en un bote de basura que había cerca, y ya adentro presiono el botón hacia la planta más alta del edificio.
Mientras el ascensor ascendía a toda velocidad, Ichiji observaba desde la distancia los jardines del Palacio de Buckingham. Eran un espectáculo de libertad en estado puro, una extensión donde la naturaleza parecía respirar por sí misma, sin someterse a los patrones rígidos de la civilización. Aquellos jardines ingleses, caóticos y desbordantes, parecían reflejar una rebeldía que él sólo podía anhelar: nada de líneas estrictas, ni de formas simétricas que limitaran sus formas; simplemente, una armonía natural, sin la mano restrictiva del hombre.
Completamente opuestos a los jardines franceses: lugares que aparentaban perfección y simetría, siendo otros quienes escogían su forma y destino, incapaces de florecer fuera de las reglas impuestas.
Eso era él… un jardín francés, atrapado en un diseño exacto y milimétrico. Y, aunque lo dominaba la rectitud, deseaba aquella libertad indomable que observaba ahora, inalcanzable, a través del cristal.
Cuando finalmente llego al último piso, Ichiji respiró hondo, preparándose para tocar el timbre, pero antes de que pudiera hacerlo, las puertas del ascensor se abrieron de repente, revelando la opulencia del penthouse del CEO de Imperators. Aún más impactante fue encontrarse con Katakuri parado justo frente al gran elevador, vestido con un impecable esmoquin Vinotinto y con el cabello perfectamente engominado hacia atrás.
Diablos, ya antes lo había visto en traje, pero verlo así, tan imponente, tan sobervio, con con esa mirada que reflejaba una libertad y rebeldía sin igual.
Allí lo entendió, Katakuri era un jardín inglés.
Sin embargo, lejos de la embelesada mirada que Ichiji profeso por aquella hipnótica y adictiva visión, los ojos de Katakuri mostraron una sorpresa que duro unos instantes antes de volver a su típica expresión impenetrable. Era obvio que encontrar a Ichiji, literalmente en la puerta de su casa, lo había tomado desprevenido.
—Vinsmoke, ¿Qué estás haciendo en mi departamento? —La pregunta llegó cortante, bordeada de molestia, pero eso fue lo último que le importó a Ichiji.
¿Departamento? —pensó con una mueca irónica —. Si esto es un "departamento", no quiero ni imaginar cuál será su concepto de casa.
Sin esperar invitación, Ichiji entró al lugar con paso firme, desafiando la mirada fulminante de Katakuri. Se detuvo justo frente a él, bajando la vista un momento mientras reunía las palabras. Había llegado el momento y tenía que sonar seguro, tan convincente que no diera pie a dudas. Alzó la mirada, dejando que el azul de sus ojos se encontrara con la mirada penetrante de Katakuri, aún cuando el otro lo superaba en estatura.
—Nuestra reunión quedó inconclusa, Katakuri — Expresó Ichiji, con la voz firme y decidida—. Mencionaste un "pero”, sin embargo, nunca llegaste a explicarlo... — Le hablo con tanta seguridad hizo que Katakuri levantara levemente sus cejas. — Ahora quiero saberlo de tus labios. ¿Qué significó ese "pero"?
—¿Solo por esa estupidez viniste hasta aquí? Lárgate de aquí ahora, o te prometo que despedirte será poco, Vinsmoke — El tono tan gélido y venenoso que salió de sus labios habría desconcertado a cualquier persona común, pero no a un pelirrojo que ya no tenía nada que perder.
—No me importa. Hazlo si se te antoja. Incluso puedes llamar a la policía, si te parece. Pero no me iré de aquí hasta que me digas qué significó esa palabra. —Frunció sus cejas respingadas con una determinación feroz. Si había alguna mínima posibilidad de que ese hombre le ayudara a conseguir el préstamo, no descansaría hasta que Katakuri le explicara el "pero".
—No voy a volver a repetirlo, Vinsmoke. Haz lo que te digo y lárgate. — La voz de Katakuri se volvió más grave, como un rugido de advertencia, mientras se acercaba lentamente a Ichiji. El pelirrojo sintió el peso de la presencia del hombre sobre él, como si la temperatura del aire se hubiera elevado a su alrededor.
El control de Ichiji comenzaba a resquebrajarse. Sabía que no debía perder la calma, pero ese individuo, con solo mirarlo, lograba llenarlo de una rabia indescriptible.
—Mira, la verdad no me importa lo que hayas querido decir, solo quiero que sepas algo… —Los ojos de Ichiji se hicieron más intensos, como si en ellos se formara un tsunami que amenazara con ahogar a Katakuri en el.
—¡Lo haré! —Las palabras estallaron con una energía frenética—. ¡No me importa lo que sea! Pero autoriza mi maldito préstamo.
—¡Eres el estúpido mas grande que he conocido! — Katakuri se detuvo frente a él, y la frustración en su rostro se intensificó—. ¿Qué mierda puede ofrecerle un mocoso como tú a alguien como yo?
—¡Nada! — ¿En qué momento habían dejado de hablar para pasar a gritarse? —. ¡Pero si hay una posibilidad, aunque sea la más mínima, de que la firma me dé ese dinero, no me rendiré hasta conseguirlo!
El silencio cayó entre ellos como una pesada cortina. Katakuri no dijo nada, pero el peso de su mirada era tan aplastante que Ichiji sintió que su cuerpo se encogía bajo el peso de su silencio. La rabia seguía burbujeando dentro de él, pero también algo más, una oscuridad que no lograba identificar. Había algo en ese hombre que Ichiji era incapaz de entender por más que tratase.
Y de repente, el gesto de Katakuri cambió.
La mano del CEO se levantó, y de manera inesperada, se posó sobre la mejilla de Ichiji. El tacto era cálido, pero una extraña sensación helada recorrió el cuerpo de Ichiji, como si la temperatura del mundo hubiera vuelto nuevamente a una era glacial.
—Bien... con que lo que sea ¿No? — El tono de Katakuri era más sombrío que nunca, lleno de una amenaza contenida.
Una ola de miedo recorrió el pecho de Ichiji, aunque se negó a dejarlo ver. Algo dentro de él temía lo que vendría.
—...Si. — Su afirmación había salido en un hilo de voz pero no por eso carecía de seguridad.
Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para salvar a su hermana.
Katakuri lo observó, como si evaluara cada palabra que había pronunciado.
—Que asi sea, Ichiji.
El pelirrojo, incapaz de apartar la mirada de los ojos azules de Katakuri, sintió una sacudida que recorrió su columna vertebral. No entendía lo que estaba pasando, pero la presión de la situación lo envolvía, lo oprimía. Haciéndolo incapaz de caer en cuenta del verdadero peso que tendría su respuesta cuando las siguientes palabras que salieron de Katakuri, sellaron la sentencia que cambiaria su vida para siempre.
—Quiero que te entregues completamente a mí, que me dejes cogerte. —La voz de Katakuri no tenía la más mínima suavidad. Cada palabra era como un látigo, cortante y fría, sin piedad.
Ichiji se quedó paralizado. El aire en sus pulmones pareció volverse espeso, denso, mientras sus ojos azules se abrían con incredulidad. La oferta era tan cruda que casi podía saborearla, una mezcla amarga de humillación y desesperación.
...
Lavaba sus manos de la forma mas pulcramente posible, se encontraba en la zona gris del quirófano. El donador ya se hallaba en la sala y en cualquier momento Reiju llegaría hacia el sótano de operaciones. Niji había firmado todos los papeles correspondientes a la cirugía y gracias a Robin, lograron cambiar el nombre del quirófano para que así Akainu no descubriera la identidad de la persona a la que estaba a punto de intervenir.
Ya nada podía detenerlo.
Cosette, que sería la enfermera que lo asistiría en la operación, estaba colocándole la bata azul. Reiju acababa de ingresar a la sala, totalmente inconsciente, y estaba siendo anestesiada por unas enfermeras.
Dio un último respiro, repasando en su memoria todos los pasos que tendría que realizar antes de empezar tamaño procedimiento, e hizo su ingreso al quirófano en el que él seria el maestro de ceremonias, dejando una corriente de aire cuando las puertas batientes del quirófano se abrieron para él
Sin embargo, antes de que aquellas añejas maderas se cerraran por completo, estas fueron tomadas por una persona que a Law, ni siquiera se le vino a la mente que podria estar allí.
—¿Qué demonios crees que estas haciendo Trafalgar Law? — Hablo con una furia imperecedera el director del Hospital, provocando que todo el personal médico se congelara en ese instante.
—S-Sengoku ¿Qué rayos haces aquí? ¿Que no ves que estoy a punto de iniciar un procedimiento? — Respondió lo más calmado que pudo ¿Por qué su jefe estaba allí?
—Eso esta bastante claro, Trafalgar, por eso mismo, quiero que me expliques ¿Qué rayos crees que estás haciendo al hacer una intervención por trasplante de médula ósea a una paciente que aún no ha bonificado al hospital el precio de su cirugía?
Eso dejo sin palabras al pelinegro ¿Cómo demonios se enteró de ese dato?
—Por tu silencio puedo ver que lo sabias — Sengoku oscureció su mirada hacia Law — Tienes suerte de ser de los mejores oncólogos del mundo, porque de lo contrario, créeme que enfrentarías graves, enserio graves, consecuencias.
El mayor le dio una leve mirada a aquella pequeña. — Si bien es cierto que esa niña es un paciente oncológico que necesita con urgencia el trasplante, al no haber realizado la bonificación de la cirugía no puedo autorizar este procedimiento.
—¡Sengoku! Solo escúchame un momento — Arremetió Law, pero el director no se lo permitio.
—Además, parece que no te informaron que hubo un cambio de planes. Hay una familia que ya ha hecho el pago completo de todo el tratamiento, y también es compatible con nuestro donador, el señor Newgate, por lo que aprovechando que ya estas listo para iniciar un procedimiento, lo harás en este momento ¡Ahora dirígete al quirófano tres!
La piel de por si pálida del Law perdió aun mas color al escuchar la orden del mayor
«¡Esto no podía estar pasando!»
—¡Espera un segundo, Sengoku! Nunca fui informado de este cambio ¡No puedes hacer esto!
—No te atrevas a desobedecer mis ordenes Law ¡Yo soy el Director de este Hospital! Y se hará lo que yo ordene.
—Sengoku escucha, Reiju es solo una niña, no merece que le hagan esto ¡Ella no escogió tener cáncer! Si le podemos salvar la vida ¿Por qué no hacerlo? — Le grito desde el quirófano cuando el Director estaba a punto de salir.
Pero Sengoku ni siquiera le devolvió la mirada, podía comprender lo que decía el joven Doctor, ¿Cuantas veces no experimento lo mismo con sus pacientes? Era consciente de la situación de la familia Vinsmoke, el pelirrojo siempre solicitaba plazos para los pagos correspondientes al tratamiento de su hermana al área de cobranzas, en su estado actual era imposible que ellos juntaran el dinero suficiente para la cirugía. Por eso, cuando recibió una llamada de su viejo amigo explicándole la situación de uno de sus nietos no dudo ni un segundo en ayudarlo.
Se iría al infierno por condenar a una niña inocente, pero ese era su trabajo, ser el juez de aquella corte en donde la palabra justicia no era suficiente cuando se trataba de escoger entre una vida u otra, ese era el precio que tenía que pagar al estar al frente. Y si bien ya no podrían hacer nada por esta niña, al menos habría otra persona la cual viviría por esto, y eso, seria suficiente para él.
—Nuevamente, has cometido el error de apegarte mucho a tu paciente Trafalgar. Sera mejor que te calmes, y luego te dirijas al quirófano que te acabo de ordenar. La única persona a la que vas a operar esta noche será Monkey D. Luffy — Sin más el director salió del quirófano ocho, dejando a Law con un el corazón en la mano.
...
Ichiji sintió como si una fuerza titánica dentro suyo le gritara que atacara a Katakuri, que lo golpeara hasta matarlo, pero la realidad era que ni siquiera podría rozarlo. Ese hombre, con una sola mano, tenía más poder que él en cien vidas.
Lo único que le quedaba era salir de allí lo más rápido posible.
No sabía si las lágrimas que sentía amenazando con brotar eran de rabia, vergüenza o desesperación pura. Pero una cosa estaba clara: la oferta de Katakuri no era un trato, era una sentencia.
El dolor lo atravesó como una daga, pero no fue solo el daño físico. Era la vergüenza, la profunda humillación de saber que su propio ser estaba siendo reducido a un objeto, una moneda de cambio para una transacción tan sucia.
El ascensor comenzó a descender, pero Ichiji seguía sin reaccionar. Su cuerpo temblaba sin control. Miró su propio reflejo en la puerta metálica y vio a alguien a quien apenas reconocía. Las palabras de Katakuri resonaban en su cabeza, frías y despiadadas, como un veneno que se repetía sin cesar: Te acuestas conmigo o pierdes todo. No había metáfora en esa orden, ni doble sentido; solo una brutalidad cruda e hiriente.
El solo imaginarse en esa posición le revolvía el estómago y lo hacía temblar de ira. Él tenía orgullo, y por más que la desesperación lo ahogara, jamás se rebajaría al punto de convertirse en la puta de nadie.
Jamás.
Nunca.
Aceptaría algo tan humillante.
Su respiración se volvió un llanto ahogado, el dolor de su propia impotencia era sofocante. Se llevó las manos al rostro, intentando encontrar calma, pero no había alivio posible.
Solo fuego.
Un fuego que lo consumía, quemando su voluntad, arrastrándolo al abismo. La imagen de Reiju postrada en la cama surgió de nuevo en su mente, y sus piernas cedieron. Cayó de rodillas, con las palmas apoyadas contra la pared fría del ascensor.
—Respira, solo respira. — Era lo único que podía decirse a sí mismo, mientras llevaba sus manos hacia sus cabellos color sangre y empezaba a inhalar por la boca a un ritmo desesperado.
¡Él no podría si quiera considerar esa propuesta!
Pero por mas que lo intentaba, recordar su hermanita postrada en esa cama, tan frágil y con la piel fantasmagoría, solo lo atormentaba más y más.
¿Cómo es posible que ese hombre se haya atrevido a aprovecharse de su desesperada situación para hacerle esa clase de petición?
Estaba a dos pisos de llegar al Hall del edificio para largarse de allí y jamás volver, cuando repentinamente se escuchó un golpe rompiendo aquel cruento silencio cuando su puño detuvo el ascensor.
Miró hacia arriba, buscando una salida en aquel nubloso cielo, con los ojos ardiendo en una última chispa de orgullo y odio, luchando por no apagarse.
Escapar de allí significaría condenar a su familia, ver cómo aquel fuego que lo estaba consumiendo les arrebataba todo; significaría aceptar que Reiju jamás podría regresar a una vida normal...
Porque no habría una vida a la cual regresar.
Y si protegerla a ella y sus hermanos implicaba traicionarse a sí mismo, destruir cada pedazo de su dignidad hasta no reconocerse en el espejo...
Entonces él...
Él...
Él...
La puerta del ascensor fue abierta nuevamente para abrirle camino a los pasos temblorosos de un pelirrojo. Pudo divisar claramente la imagen de ese hombre en la terraza del Penthouse, por lo que cruzo la mampara para golpear con toda su fuerza el vidrio, haciendo que el granate se percatara de su parecencia y diera la vuelta para verlo sin un ápice de sorpresa en su rostro.
Como si el muy desgraciado supiera que sin importar que, él iba a regresar.
Estaba mirando al piso, con el puño de su mano derecha todavía pegado al vidrio luego del impacto que le dio. Ichiji levanto el rostro y Katakuri pudo ver que el pelirrojo estaba teniendo una guerra interna dentro de él.
—...De acuerdo.
Podía sentir que sus labios temblaban, como si se resistieran a las palabras que acababa de pronunciar. Todo su cuerpo se retorcía ante el peso de su propia decisión.
Pero...
Si alguien se tenía que sacrificar por todos. Prefería mil veces que fuera él, ya que no soportaría que ninguno de esos idiotas que tenía como hermanos o Reiju sintieran, ni por asomo, lo que él estaba experimentando en ese momento.
Katakuri dio un paso hacia él, lento, cada paso se sentía como un latido en el vacío. El hombre lo miró desde arriba, frío e implacable.
—Mas te vale no olvidar tus palabras, porque a partir de hoy, serás completamente mío.
Ese tono, tan cercano y cruel, como si él ya no fuera más que una posesión en manos de ese hombre, fue lo que terminó de descomponer a Ichiji. La frialdad de las palabras fue como un puñal que se clavó en su orgullo, desgarrando el último rastro de dignidad que le quedaba.
Mientras los ojos de Katakuri devoraban a su nuevo juguete, Ichiji sintió que algo en su interior se rompía, que todo su ser caía al vacío, sumergiéndose en un infierno del que ya no habría retorno.
...
—¡Doctor Trafalgar! ¿A dónde vamos? — Preguntó Cosette, esforzándose por mantener el paso mientras Law avanzaba con determinación. Apenas el director abandonó el sótano de cirugías, Law salió disparado y pidió a la enfermera que lo siguiera. Ella no tenía idea de qué podía estar pasando por la mente del oncólogo.
—¡Apresúrate, Cosette! ¡No voy a permitir que Reiju pierda esta oportunidad! —Exclamó él, con una urgencia que encendía cada palabra. Quién sabe cuándo volverían a encontrar otro donante, y la pequeña ya no tenía tiempo; debía moverse rápido.
«¡Me niego a operar a esa persona! Lo siento por él, pero ya lo he decidido. ¡Será Reiju quien reciba el trasplante!», pensó, con una resolución tan feroz como desesperada.
Notes:
Aclaraciones Del Capítulo VII:
Amnesia disociativa: Es un trastorno que se caracteriza por una fuerte perdida de memoria que se atribuye a un intenso estrés o daño neurológico.
Carro rojo: O también conocido como carro de paradas, en un mueble desplazable que cuenta con todas las herramientas necesarias para tratar un paro cardiaco, incluyendo un desfibrilador.
Westfield: Es una cadena de tiendas por departamentos, algo así como el corte inglés o Saga Falabella.
Neutropenia Febril: Es una descompensación que suele ocurrir en los pacientes con cáncer, en el que su cuerpo experimente fiebres, fallas renales y hasta paros cardiacos. Todos los pacientes que son tratados con quimioterapia corren el riesgo de sufrir esto como uno de los efectos secundarios del tratamiento.
Leopold Bloom: Es el protagonista de Ulises
Ishilly: Es la sirena que ayudo a ocultar a Sanji cuando los hijos de Neptune fueron a buscar a los Mugiwara.
Zona Gris: Es una de las tres áreas que componen una sala de cirugía, la zona gris es en la que el cirujano tiene que estar completamente vestido en ropas quirúrgicas, se encuentra el lavado, cuarto de anestesia, cuarto séptico, etc.
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CAPÍTULO IX: «Una vida por otra vida»
La terraza del hotel ofrecía una vista espectacular del horizonte teñido por los últimos destellos del atardecer. El cielo poseía una mezcla de tonos naranjas y púrpuras, asemejándose a un lienzo que se desvanecía lentamente en la penumbra de la noche. Sobre la mesa descansaban un par de cervezas, cuyos cristales empañados por el frío contrastaban con el ambiente lleno de calidez.
Apenas puso un pie en Londres, una de las primeras personas que quería ver, junto con Shanks y Perona, era a su entrañable mejor amigo. Sin embargo, aquel encuentro sufrió un ligero revés cuando este se excusó de una manera bastante estúpida, diciéndole que estaba lidiando con un asunto delicado, por lo que no le quedo de otra que conformase con el demente de Franky.
—¿Y qué tal esta de aquí? ¡Tiene una piscina enorme! ¡Esta super~! — El alto y bronceado hombre de cabellera celeste le mostró animado el anuncio de una casona a la venta en el barrio de Chelsea.
Estaban buscando una casa para el peliverde. Ahora que se había mudado a la capital inglesa, teniendo una estancia que se alargaría de forma indefinida, llego a la conclusión de que lo más cómodo seria comprar una casa. No pensaba vivir para siempre en el Mondrian, ya que si bien era un lugar bastante céntrico, y bien posicionado para su trabajo, también era demasiado ostentoso para alguien con necesidades tan básicas como las suyas.
—No Franky, me gustaría algo más sencillo, nada extravagante — Quería establecerse en un lugar tranquilo.
Supuso que ese gusto por la calma, lo había sacado de Mihawk.
Después del altercado que experimento en casa de sus padres, no había vuelto a entablar conversación con su familia. A pesar de ello Perona no paraba de poner a prueba su paciencia al reventarle el teléfono cada cierto tiempo. Ignoraba la razón de su insistencia en tratar de comunicarse con él, pero si su hermana había sido capaz de esperarlo por diez años, estaba seguro de que podría esperarlo un poco más.
Finalmente iba a ponerle un punto final a aquella pesadilla que había iniciado hacia tanto tiempo, pero que curioso que resulto el destino, puesto que jamás pensó que esto lo llevaría a terminar su travesía en la misma ciudad en donde todo inicio.
Solo falta un poco más… Y estaría libre de toda esta mierda.
—¡Oye Zoro! — Franky resquebrajo sus pensamientos de un fuerte grito.
—¿Qué? ¿Ya encontraste algo mejor?
—No idiota, no es por tu maldita casa — El más alto soltó un leve suspiro — Se que no quieres hablar de esto, pero creo que ya has tomado suficientes cervezas como para que pueda decirlo sin que vayas a intentar golpearme.
—¿Ah?
—Tienes que aclarar las cosas con Robin — Se mostraba serio, algo bastante inusual de parte de Franky — Por más que me agrades, ella es mi amiga y considero que tiene derecho a saber todo lo que paso aquella vez.
—Puta madre… ¿Tú también? — Ya estaba harto de tocar el mismo tema. Él mejor que nadie sabía lo que tenía que hacer, pero aún no era el momento.
—Hablo enserio cerebro de alga, ya le hiciste suficiente daño con abandonarla sin darle la más mínima explicación.
Soltó un gruñido molesto, buscando masajearse el cuello en un intento vano por relajarse.
Franky era un viejo amigo suyo, de hecho, fue él quien le presento a Robin con el afán de que lo ayudara a conquistarla. Pero nunca pensó que la pelinegra terminara fijándose en alguien tan despistado como él, y Franky como buen caballero, prefiero dar un paso al costado por la felicidad de sus amigos.
Algo que asumía, Franky termino lamentando profundamente.
Zoro le dio un sorbo largo a su Heineken, observando como el sol se ocultaba lentamente frente a sus ojos — Estoy consciente de todo lo que le hice a Robin, pero hubo una razón. Yo mejor que nadie se que no merezco su perdón, pero antes de decirle toda la verdad, necesito dar por saldada la deuda pendiente que tengo.
Franky únicamente se cruzó de brazos — Al menos habla con ella, invítala a tomar algo y charlen… — Abrió otra botella con sus dientes y continuo — No sé si lo sabes, pero de alguna forma inexplicable, esa mujer no te guarda rencor.
¡Lo que le faltaba!
Eso solo lo hizo sentir más culpable de lo que ya estaba. Era cierto y lo peor es que él ya lo sabía. Robin era incapaz de sentir desprecio por alguien. Su naturaleza calmada y amable irradiaba en todas las personas que la rodeaban.
Y quizás… Fue eso lo que le atrajo de ella desde un principio.
—...De acuerdo, la buscare más tarde.
—¿Cuánto tiempo te dieron de licencia? — No esperó que Franky le hiciera esa pregunta — Estoy seguro de que esos sabuesos no dejaran que uno de sus mejores agentes los abandone como si nada. Así que habla ¿Cuánto?
Zoro se tomó unos segundos para responder esa pregunta —Pedí un traslado, me quedare aquí. — Admitió —Ya tuve suficiente de est —
—¡Supeer~! No se diga más, ahora ya no hay excusa para que no la vayas a ver — A pesar de su aparente animosidad, Franky seguía escéptico, y no era para menos. A fin de cuentas, cuando se trataba de Robin, la mente de Zoro era más volátil que una bomba nuclear, y seguir insistiendo con el tema podría terminar siendo perjudicial para ambos.
—Cuando te lo propones eres realmente insoportable — Se levanto de la tumbona para caminar hacia el extremo de la baranda, apoyándose sobre el grueso e incoloro vidrio del balcón mientras escuchaba de fondo las sonoras risas de su amigo. Aunque pensándolo bien, quizás no era tan buena idea estar allí, ya que si le mencionaba sobre su encuentro previo con Robin, y lo mal que había terminado, no tenía la menor duda que Franky lo lanzaría directo al Támesis.
Sin embargo, y a pesar de todo, ni él ni sus amigos más cercanos lo abandonaron luego de lo que paso, obviamente tuvo que dar sus explicaciones, pero ellos jamás le dieron la espalda.
Tal vez pudo haber hecho lo mismo con Mihawk y Shanks, pero no tenía sentido lamentarse por eso a estas alturas.
Inesperadamente, aquel pensamiento le hizo recordar un detalle importante.
—Apropósito ¿Tienes idea de cuál es el asunto "tan importante" en el que esta metido esa piña andante de Marco? El muy bastardo no me quiso decir.
—¿Ah? — Franky se quitó las gafas de sol, viéndolo sin saber a ciencia cierta como explicarle la situación del rubio — ...Será mejor que se lo preguntes tú mismo.
***
Sanji observaba la cama de Yonji en silencio. Tenía fe que cuando despertara, seria nuevamente aquel idiota adorable que todos conocían. Hasta cierto punto, podía comprender la reacción de su hermano, pero eso jamás justificaría el peso de sus palabras sobre su pequeña princesa.
Lo que paso no fue culpa de su hermanita, mucho menos de Sora, y hasta cierto punto, ni siquiera de Judge...
Hacía mucho que no reflexionaba sobre su madre, por lo que realmente debía estar muy cansado como para volver a pesar en ella, ya que cada vez que su recuerdo se asomaba por su mente, solía suprimirlo de inmediato y no porque guardase algún resentimiento hacia ella, sino todo lo contrario.
Recordarla era su más grande alegría, pero también, su más grande dolor...
¡Maldición! Necesitaba que Niji volviera antes de que su propia mente empezara a hacerle estragos, no obstante, el muy desgraciado se estaba tomando su tiempo en la cafetería.
No habían podido comer nada por todo lo que había pasado con Yonji y Rei, por lo que iban a sortearse quien iría primero. Sin embargo, el peliazul, haciendo uso de su infinita picardía, fue más astuto, desapareciendo para ir al baño, solo para después llamar a Sanji y decirle que lo esperara, ya que quería comer tranquilo.
No planeaba quedarse un segundo más sentado viendo como sus jugos gástricos le destruían el estómago. Por lo que dejo solo a Yonji por un momento, y se dirigió hacia las máquinas expendedoras que se encontraban en la planta, pero para su mala suerte las estaban reabasteciendo.
Después de soltar un ligero gruñido, no le quedo de otra que ir en busca de las que se encontraban en otros pisos.
No obstante, en el momento que estaba por ingresar en el ascensor, su teléfono empezó a sonar. Observo pensativo la pantalla al ver de quien se trataba. Estaba indeciso si contestar o no, pero finalmente se decantó por deslizar el botón verde de su teléfono.
—Hola Pudding —Contesto algo cansado.
«—¡Sanji! No me devolviste la llamada después de que te fuiste de la fiesta — Sonaba triste — ¿Cómo estás? ¿Cómo sigue tu hermanita? Disculpa si no te pude llamar antes, pero tuve que ir a Milán de último minuto por trabajo .
Estaba algo indeciso sobre que responder, no le había hablado a la castaña sobre el tema de Reiju. A decir verdad, eran muy contadas las personas que sabían la situación de su princesa.
—Ya se encuentra mejor, gracias por preguntar. — No le estaba mintiendo, Reiju se recuperaría pronto.
No se percató que el ascensor había iniciado su descenso al no haber presionado ningún número, llevándolo sin querer hasta a los pisos inferiores del Hospital, por lo que al abrirse las puertas empezó a caminar despreocupadamente en búsqueda de una dispensadora.
«—¡Eso es genial Sanji! Realmente espero que nos podamos ver pronto. En unos días volveré a Nueva York. Por lo que me gustaría hacer una pequeña fiesta de despedida.
—Mientras no sea como la última, será un placer estar allí. — Aseguro con una tibia sonrisa.
Pudding río ante su comentario.
«—Pierde cuidado, después de lo que hice dudo que me vuelvan a invitar… Al menos por una buena temporada.
—Genial, entonces... — El rubio hizo una pausa al escuchar una voz conocida a lo lejos — Espérame un segundo Pudding.
—¡Pero que estás diciendo, Akainu! Reiju Redleg tiene mayor derecho a recibir esta intervención antes que el paciente llegado de Edimburgo. Ella lleva tratando su enfermedad en este Hospital desde que la diagnosticaron.
—¡Cállate Trafalgar! Eso a mí no me importa, y tampoco te debiera importar a ti. La familia Monkey-Portgas ya realizo el abono completo de los dos millones de libras por la cirugía, y por más derecho que tenga esa niña. ¡Ya se decidió quien recibirá el trasplante! Por lo que tengo entendido, el mocoso ya está siendo trasladado al quirófano. Así que, ¡Ve a operarlo en este mismo instante!
—Doctor Sakazuki ¡Esto es un abuso! No puede decidir quien recibe el trasplante basándose meramente en un aspecto financiero, hay parámetros para esto. Reiju tiene mayor prioridad al tener un cáncer mucho más avanzado ¡Usted no pued–!
—¿Tú también Nico Robin? — Le miro irritado Sakazuki — Lo podría esperar de Trafalgar, pero ¿Tú? Recuerda que no llevas ni un año de haberte recibido como especialista. Seria una verdadera pena que tu novel carrera se viera manchada tan pronto con un acto tan poco ético como este, ¿No lo crees?
Robin lo vio con furia contenida, era muy raro que ella se alterara, pero ese hombre era de lo peor. Su turno ya había terminado, y estaba a punto de dejar el hospital hasta que pudo ver como Law salía a toda prisa del sótano de cirugías acompañado por Cosette.
Supo al instante que algo andaba muy mal. Lo abordo en un segundo para preguntarle qué había pasado, y sin perder tiempo, Law le explico todo lo que había ocurrido con Sengoku.
Se sentía tan indignada, podía comprender la situación del joven y la de su familia, la enfermedad que tenían era sin lugar a dudas bastante dura, pero Reiju no merecía perder esta oportunidad solo por aun no haber pagado su cirugía.
Confiaba al igual que Law en que Ichiji cumpliría su palabra, por lo que decidieron ir juntos en busca de Sengoku, y hacer el mayor tiempo posible para el pelirrojo. Sin embargo, no esperaban toparse en el camino con Akainu.
—No diré una palabra más, Trafalgar, ¡Dirígete hacia el quirófano tres en este momento! — Esa fue la última palabra que le dedico Akainu, pero al ver que Law se encontraba tieso en su sitio, dirigiéndole una mirada de muerte, decidió tomar las riendas de la situación el mismo.
—¡Koala! Traslada al donador, Marco Newgate, al quirófano número tres en este instante ¡Vas a usar esas malditas manos de millones de dólares para operar noche Law! — Lo amenazo con sangre en los ojos. — ¡Te guste o no!
«—¿Sanji? ¡Oye Sanji! ¿Estás ahí? — Pudding ya no podía escuchar nada del otro lado de la línea.
El teléfono del rubio había terminado en el piso, el rubio se encontraba estático ¿Acaso había escuchado mal...?
¿Ese hombre había desahuciado a su princesa únicamente por dinero?
Esto no podía estar pasando...
¿Su hermana iba a perder la última oportunidad de vivir que le quedaba?
¿Ni siquiera Law iba a ser capaz de salvarla?
Reiju iba a...
...¿Morir?
Sintió un retorcijón en el estómago; tenia que salir de allí. Ya no podía soportar seguir escuchando como un hombre que ni siquiera conocía sentenciaba a su hermana a morir como si se tratara de un mero trámite.
Quizá fue lo correcto, quizá no, pero en ocasiones, cuando la desesperación toma el control, uno actúa por mero instinto, volviéndose un superviviente. La mente humana en su complejidad a veces solo permite eso: Dejarse llevar sin pensar demasiado en las consecuencias.
Pero ahí radico el error de Sanji, en no quedarse.
No quedarse para ver como un joven doctor ponía en riesgo su prominente carrera por una niña con la que no compartía ningún tipo de lazo sanguíneo, pero que había llegado a querer como si fuera su propia hermana.
—¡Entonces tendrás que buscarte a otro cirujano! —La voz de Law, tensa y contenida, vibraba con una determinación clave— Yo no pienso operarlo. Ni a él, ni a nadie que no sea Reiju Redleg.
Decir que Akainu estaba fuera de sí sería quedarse corto. Sabía que Law estaba haciendo un gran esfuerzo por contenerse, y para su desgracia, conocía muy bien el talón de Aquiles de ese crio.
—¿Con que así es como le hablas a tu superior? — Lo miró con desprecio—¿Acaso alguien como tú cree tener derecho a desafiarme? No eres más que un perro callejero que Donquixote recogió por mera lastima.
Law sintió cómo la sangre se le helaba. Su mandíbula se tensó, mezclando el sabor de la ira con el de la humillación. Las palabras de Akainu no eran un insulto cualquiera: eran un golpe directo a su orgullo y a lo que había luchado por ser.
Su padre adoptivo, Corazón, lo había sacado del polvo, de una vida rota, enseñándole un camino que él nunca había creído posible.
—Vaya desperdicio —continuó Akainu, sin piedad—. Tanto esfuerzo, tanto tiempo perdido… y al final, Rosinante solo crio a un salvaje incapaz de entender su lugar.
Nunca debió haber mencionado eso ultimo.
No se dio cuenta en qué momento Robin y Koala intervinieron, tratando inútilmente de separarlo de Akainu, ya que, sin pensarlo, Law había arrinconado al hombre contra la pared, clavando sus tatuados dedos en el cuello ajado de su adversario, como si la única forma de apaciguar la furia que le ardía dentro, fuera asfixiar a ese hombre que lo miraba con un desprecio que le hervía la sangre.
—¡Law, basta! ¡Suéltalo! — Escuchaba perfectamente la voz de Robin en su oído, pero no le importo.
—¡Doctor Trafalgar! Por favor deténgase, ¡Lo está ahogando! — Gritaba desesperada Koala.
«Esa es la idea.» — Pensó en sus adentros.
—¡¿Acaso perdiste la cabeza, Trafalgar Law!?
Sin previo aviso, sintió como fue lanzado hacia el otro lado del pasadizo, su cuerpo impacto de lleno contra la dura pared de concreto y a pesar de la fuerte contusión se levantó rápidamente para ir contra Akainu y el recién llegado.
—¡No te metas Onigumo! — Bramo furioso hacia el médico recién llegado— O ten por seguro que te dejare peor que Akainu. Esto es únicamente entre ese hijo de–
«—¡Doctor Trafalgar D. Law, preséntese en la oficina del Director Sengoku, en este instante!»
A través de un parlante, la oxidada voz de Tsuru se escuchó claramente en todo el hospital, poniéndole fin al tenso ambiente que se vivía en el sótano de cirugías. Robin vio asustada a su colega y amigo, pero Law solo pudo concentrase en Akainu, el cual a pesar de haber sufrido un intento de asfixia, sosteniéndose el cuello intentado recuperar todo el oxígeno posible, tenía una sonrisa victoriosa en el rostro.
***
Comía su roast beef con el entusiasmo de quien degustaba el manjar más exquisito del mundo, aunque la realidad era otra: sabía francamente mal. Después de estar acostumbrado a la perfección culinaria de Sanji, cualquier cosa que no proviniera de las manos de su estúpido hermano le sabía a una buena mierda, aunque claro, jamás le diría tal cosa al rubio. Por mucho que detestara admitirlo, incluso en sus pensamientos, Sanji tenía un don que nadie en la familia podía igualar. Pero el hambre era una bestia implacable, y en ese momento no podía darse el lujo de ser exigente. Con un suspiro resignado, continuó masticando aquel mediocre plato de hospital.
Pero a medida que seguía engullendo su cena, no podía dejar de pensar en cierto asunto que lo tenía de cierta forma, intranquilo.
¿Cómo fue posible que Ichiji pudiera conseguir el dinero para la operación de Reiju?
No se creía esa basura de que habían aceptado su solicitud de préstamo solo por un mero ascenso. Él no era Sanji, ni mucho menos Yonji. Sabía cómo funcionaba el juego de tronos a nivel empresarial, por lo que no podía dejar de taladrarse el cerebro pensando que rayos fue lo que paso.
De no ser porque Ichiji era tan orgulloso, y no soportaba el contacto ajeno, excusa que siempre ponía para ocultar que no era más que un jodido mojigato, incluso se atrevería a decir que se estuvo subastando en Soho.
Se llevo la mano al rostro y empezó a reír con sus propios disparates. Eso era simplemente imposible. Ichiji jamás se prestaría para algo así.
No es que a él no se le haya pasado la idea por la cabeza, disfrutaba mucho ser cogido, y había encontrado a alguien con quien valía la pena hacerlo de manera repetitiva, pero...
¿Cobrar por eso?
Nah, no iba con él, y estaba más que seguro que si les proponía la idea a sus hermanos para recaudar dinero, lo más probable hubiera sido que el mismísimo Ichiji lo hubiera echado a patadas de la casa.
Aunque también había ideado otras formas para conseguir dinero, y no negaría que incluso considero vender el riñón de Yonji en el mercado negro para recaudar algo, pero el muy desgraciado ya había despertado.
«De seguro me escucho, por eso se levantó como demente y me disloco el hombro», pensó eso mientras sujetaba su lesionado brazo.
La pantalla de su teléfono empezó a vibrar, y Niji no necesito ser un genio para saber que se trataba de su molesto jefe, por lo que termino ignorando el vendito aparato.
Sabía que tendría problemas por haber faltado sin avisar, pero le daba absolutamente igual lo que el inútil de Jango le fuera a decir.
Soltó un fuerte bufido, si le hubieran dicho que a sus veinticuatro años terminaría mandando al carajo sus estudios en la Sorbona para terminar en Harvey Nichols como un maldito dependiente de Chanel, sin duda hubiera tenido un ataque de risa.
Sabía de sobra que ese Niji, ya era historia, aunque a decir verdad, tampoco lo extrañaba. Quizás un poco las fiestas y la adrenalina de ser la estrella de la noche en Paris, pero nada más.
Tomo su brazo por unos instantes, que Yonji le hubiera dislocado el brazo era realmente jodido. Por suerte, después que Law llegara para llevarse a Reiju hacia UCI, Cosette lo pudo auxiliar. Ya se las ingeniería para vengarse de Yonji, le pondría tinte rosa en su Shampoo o algo por el estilo.
Seguía perdido en sus banales pensamientos, hasta que fue tomado bruscamente del hombro.
—¡Ah~! — No pudo evitar soltar un fuerte quejido de dolor — ¡Maldito Idiota! Que no ves qu— Detuvo sus gritos al ver a Cosette detrás de él, sus juveniles rasgos se habían perdido por la desesperación que llevaba en el rostro.
El doctor Trafalgar le encomendó la tarea de buscar a los hermanos Vinsmoke mientras él lidiaba con Sengoku. Fue por ellos a la habitación de Yonji, pero ninguno estaba allí, para su suerte eran pocas las personas con esas particulares y simpáticas cejas, por lo que fue fácil dar con el segundo de los cuatrillizos.
—¡¿Qué crees que haces?! Tu misma me vendaste el hombro, y por si no lo sabias ¡Esto duele como la mierda! — Si bien no le grito porque se la debía, sí que le alzo la voz.
—¡Olvida tu brazo, Niji! Esto es urgente ¡Tienes que decirle a Ichiji que venga en este momento con el dinero o Reiju perderá la cirugía!
¿Había escuchado mal?
—¿De qué hablas? Ichiji dijo que Law ya tenía todo cubierto.
—Lo estaba hasta que otra familia llego solicitando el mismo trasplante. Ellos ya pagaron por la operación, pero si ustedes hacen la bonificación en este momento. Entonces Reiju podrá ser operada al tener prioridad como paciente de alto riesgo — o al menos esa fue la conclusión a la que llego la Doctora Robin.
—Joder ¡¿Acaso me estas...?! ¡Joder! — Tomo su teléfono, marcando el número de Ichiji de forma desesperada, pero por su desgraciada suerte, el celular de su hermano se encontraba apagado.
«¡Maldito imbécil! Justo ahora se te ocurre quedarte sin batería Ichi ¿Dónde demonios te metiste?»
Siguió intentando.
—¡Niji tienes que apurarte, no sabremos cuanto tiempo más vamos a...! — No pudo terminar, porque fue interrumpida por uno de los parlantes del lugar.
«¡Doctor Trafalgar Law, preséntese en la oficina del Director Sengoku en este instante!»
Cosette enterró sus uñas lo más que pudo en sus delicadas manos.
—¡Escúchame! Tienen que conseguir el dinero ya ¡No importa cómo, Niji, pero tienen que hacer el pago ahora, o Reiju perderá la cirugía!
—¿¡Acaso te volviste loca!? ¿Cómo voy a—?
Niji sintió como todo a su alrededor empezaba a hacerse más y más pequeño, como si las paredes de ese comedor se acercaran poco a poco hacia el hasta el punto de aplastarlo por completo.
¿Cómo iba a conseguir dos jodidos millones en solo cinco minutos?
***
Cerro con fuerza la puerta del taxi. Estaba molesto, no lo negaría.
¡No podía creer que era la segunda vez que pisaba ese lugar en menos de una semana! Como odiaba a Franky por esto, pero bueno; debía reconocer que tenía un buen punto.
A fin de cuentas, en unos días tendría que presentarse en la nueva sede y era consciente que su tiempo libre se reduciría exponencialmente a cero, sin mencionar que no podía descuidar sus otros asuntos.
Tenía pensado que su charla con Robin fuera lo más corta posible. A fin de cuentas, no había mucho que hablar entre ellos... Aunque, teniendo en cuanta la hora que era, lo más probable seria que ella ya haya dejado el edificio hace mucho.
Siempre fue muy...
¡No! No tenía por qué pensar en eso ahora. Ya muchos problemas llevaba encima como para martirizarse con recuerdos del pasado.
Las puertas eléctricas del Saint Thomas se abrieron a medida que se acercaba al ingreso, pero instantes antes de cruzar el portal del imponente hospital, algo llamo la atención de su muy agudo olfato.
Por un segundo pensó en ignorarlo, a fin de cuentas, no estaba de servicio en ese momento y no tendría razones para ponerse a investigar como un maniático, pero a pesar de lo que su mente le decía, sus pies lo guiaron hacia la parte lateral del nosocomio, muy al fondo, a un reducido acceso entre los arbustos mal podados del edificio. Solo una persona muy pequeña podría pasar tranquilamente por esos matorrales sin golpearse con tantas ramas.
Quien quiera que sea el niño que se haya puesto a jugar con fuego en las afueras de un hospital debe ser un maldito pirómano en potencia. — Pensó para sí.
Pero grande fue la sorpresa de Zoro al no encontrarse a un infante; o al menos, no a uno en el estricto sentido de la palabra. Se trataba del mismo rubio que lo había rociado por accidente en esa estúpida fiesta, pero algo no andaba bien.
Se veía... horrible.
Estaba hecho un ovillo en la tierra, había un pequeño yeso en su nariz, que supuso fue consecuencia de una pelea, forcejeo o algo por el estilo. Sin mencionar la camisa bañada en sangre seca y lo que le permitió encontrarlo en primer lugar, un cigarro a medio consumir en la mano izquierda, el cual estaba chocando contra la palma de su otra extremidad, ocasionando que su blanca piel se tornara negra por el calor del pitillo.
—…Hey — Así que de allí venia el aroma — Suelta eso, o tu mano se hará trisas.
Al ver que no obtenía respuesta intento acercarse él mismo para quitárselo, pero apenas sintió que se estaba aproximando, Sanji lo aparto bruscamente. Había reconocido al instante que llego la presencia de Zoro, pero ¿Acaso era importante?
—Lárgate, no es un buen momento…
—Se nota que no lo es, pero si te vas a inmolar; te doy un consejo: hazlo lejos de aquí. A nadie le gustan los incendios en esta ciudad.
Fue entonces que Sanji cayó en cuenta de lo que hablaba Zoro, el cigarro que tenía, le estaba quemando la mano; pero era extraño, en ningún momento sintió el escozor del fuego contra su piel.
¿Acaso ya no podía sentir nada?
—¿En qué momento...?
—¡Dame eso! — Zoro le arranco el filtro de las manos, tirándolo entre los espesos árboles, procediendo a revisar la quemadura de su palma detenidamente. Su dermis estaba negra y el agujero que tenía, si bien era pequeño, también era profundo.
—Idiota, ¡Esto se ve mal! ¿En que estabas pensando, mocoso? Necesitamos agua para—
Su voz se apagó cuando vio como una solitaria gota cayo de improvisto en la palma de Sanji, para luego ser acompañada de muchas más.
—...Mi hermanita tiene nueve años, y va a morir — Aun no lo podía creer, estaba quebrado.
Zoro lo miró fijamente, y en silencio.
—Ella solía venir aquí cuando escapaba de su tratamiento. Era nuestro lugar secreto; yo siempre venía a buscarla, le prometía que todo estaría bien y me quedaba con ella hasta que se le pasara el miedo — Sanji se quebraba más y más, tratando de que su voz se entendiera en medio de sus sollozos de dolor. — Soy un idiota, nunca debí haberla ilusionado de esa forma.
Reiju siempre odio las agujas, sabía que cuando se las colocaban se pondría muy mal, pero quizás nunca les tuvo tanto miedo como el que les infundio a Sanji y sus hermanos. Porque ellos sabían que cada sesión de quimioterapia era sinónimo de dolores de cabeza, vómitos, mareos, cansancio extremo, falta de apetito, terror.
Terror a que ella no logre soportar el duro tratamiento, pero no había otra opción. Confiaban en que Reiju sería lo suficientemente fuerte como para resistir, y ellos estarían allí a su lado, apoyándola en todo lo que necesitara y vaya que lo fue.
Sin embargo, ahora... todos sus sacrificios fueron en vano.
«El cáncer nos unió y ahora será el mismo cáncer quien nos separe…»
—No espero que entiendas de lo que hablo pero… ¡Ahh~! — Se sorprendió cuando de un momento a otro Zoro lo rodeo entre sus brazos, tomándolo por detrás de su espalda y rodillas, cargándolo consigo sin problemas.
—¡Oye! ¿Qué crees que estás haciendo, idiota? ¡Bájame!
—Esto es lo que vamos a hacer, cejas. Primero, hay que tratar tu quemadura, no querrás que se infecte. Segundo, te cambiaras la camiseta que le robaste a Rocky luego de una pelea, y luego iras a ver a tu hermana ¿Entendido?
Ahora fue el turno de Sanji para quedar sin palabras, Zoro aprovecho el apacible silencio entre ambos para retomar la palabra.
—Sanji, si ella pronto se va a ir. Entonces tu lugar está a su lado, no aquí ¡Dando lastima mientras te autocompadeces! — Hizo una ligera pausa — Créeme, por más duro que sea, no querrás perderte los últimos momentos que les quedan juntos.
El rubio podía entender muy bien el significado del dolor. Había comprendido hace mucho que era algo que acompañaba al ser humano durante toda su vida, como una sombra, pero aprendió a sobrellevarla al abrirse paso entre los ligeros rayos de sol que alumbraban su camino.
Sin embargo, en las últimas semanas, la sombra, se había hecho enorme. Siendo más grande que incluso él mismo, más, sin embargo, en ese preciso instante, y a pesar de que el cielo estuviera en la más absoluta penumbra.
Estaba siendo rodeado por el Sol.
Como pudo, seco los rastros de lágrimas que aun radicaban en su rostro.
—Te debo una.
El peliverde le dio un ligero silbido de resignación — ¿Otra más? Al paso que vas nunca podre cobrarte un solo favor.
—¿Alguna vez te han dicho que eres un verdadero cretino?
—Mas de las que crees — Su comentario le causo gracia al rubio; quien se río, aunque muy ligeramente —…Y de nada, Sanji.
***
Abrió la puerta de esa gran oficina muy lentamente, abriéndose paso con tu típica seriedad de siempre, pero esta vez, su mal humor se encontraba en medidas desproporcionadas. Siempre era lo mismo con ellos dos, no podían tener una relación medianamente cordial a causa de los diferentes métodos y opiniones que tenían, a pesar de conocerlo desde que era un niño.
Pudo divisar la cara de pocos amigos del maldito director, esto iba a ser muy largo, ya se lo veía venir, por lo que trato de iniciar la conversación con tono conciliador.
—Escucha Seng– pero fue silenciado al instante
—¡¿Cómo te atreves a desobedecerme Trafalgar?! — El viejo se llevó las manos a la frente — No sé cómo hacerte entender esto, pero ¡Tienes que dejar ir ese estúpido complejo tuyo de querer salvar a todo el mundo a tu alrededor!
Lo intento, pero ya estaba harto ¡Ese viejo lo iba a escuchar!
—¡Realmente eres un grandisimo imbecil! ¿¡Porque crees que nos hicimos doctores en primer lugar!?
—¿Acaso piensas que en verdad estas ayudando a esa niña? ¡Le diste una esperanza vacía a esa familia! Tu mejor que nadie debería saber que nunca lograrían juntar esa cantidad de dinero, y el que hayas aceptado ser parte de este circo, y tratar de operarla a mis espaldas, te va a costar caro.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Despedirme? — Amenazo — ¡Vamos! ¡Despídeme, quiero verte haciéndolo! para que veas como toda la población oncológica de tu querido hospital se larga de aquí con sus preciadas billeteras a buscarme a donde quería que me vaya.
Nunca le gusto alardear de sus logros, pero no por nada era reconocido como uno de los mejores cirujano-oncólogos del mundo.
—¿Acaso crees que no me importan mis pacientes? — Sengoku tenía una mirada dura, al igual que su voz.
—No solo lo creo, lo doy por hecho. ¿En qué momento fue que te volviste un maldito mercenario al igual que Akainu? — Levanto la mano para señalarlo acusadoramente — ¿Fue él no es así?
—El Dr. Sakazuki es el administrador de este hospital, Law. El únicamente hizo su trabajo, algo que tú también deberías hacer.
Como se arrepentía de no haberlo asfixiado.
En verdad debió haber aplicado más presión y hacerles un favor a todos en ese hospital.
Se acercó rápidamente al despacho principal de Sengoku, dispuesto a golpearlo, pero en vez, se detuvo a solo centímetros de su rostro.
—¡¡Él y tu son la misma mierda!! y si me vas a despedir por decir la verdad ¡¡Hazlo de una vez, hijo de puta!!
Sengoku permaneció impasible, con los brazos apoyados sobre su escritorio; Law ya no tenía nada más que decir, por lo que se dio media vuelta, dispuesto a salir de allí. Él mismo iría a hablar con la familia del chico Monckey de ser necesario.
—No me interesa que Rosinante me odie por esto — Escuchar el nombre de su querido padre lo hizo parar en seco — Pero no me dejas otra opción, te quitare tu licencia médica, y te relevare de tu cargo como el oncólogo encargado del caso de Reiju Redleg si no le realizas el trasplante a Monckey D. Luffy.
Esas palabras le helaron la sangre, deteniendo su andar al instante para verlo con los ojos perdidos
—No puedes hacer eso, yo—
—¡Puedo y lo hare si no haces lo que te ordeno, Trafalgar Law! — El tono que uso Sengoku hizo que Law se diera cuenta al instante que hablaba enserio — No podrás ayudar a un solo niño más, y nadie correra el riesgo de contratar a un médico no autorizado para ejercer la medicina, por más éxitos y reconocimientos que tengas.
Estaba anonadado, Sengoku lo había sin replica alguna ¿Acaso era capaz de llegar tan lejos? Nunca pensó que tendría que volver a ver tal grado de indiferencia en ese hospital.
—¿Pero en donde esta tu sentido común Sengoku? Los Vinsmoke han estado esperando un trasplante para su hermana por más de un año, sino lo consiguen esa niña que viste en el quirófano morirá en cuestión de semanas. Nosotros aun podemos hacer algo, ¡Reiju merece ver un mañana!
Sengoku se quitó sus viejas y gastadas gafas, se tuvo que sobar el entrecejo. Estaba cansado de hablar del mismo tema con Law, por lo que opto por otro enfoque.
—Se llama Luffy, acaba de cumplir diecisiete años, y tiene un mieloma multiple.
Law endureció la mirada, ese tipo de cáncer era extremadamente raro en gente joven. Entendió al instante la intención de Sengoku, viéndolo asqueado
—¿¡Me están chantajeando–!?
—Desde que era un niño había soñado con hacer un viaje en altamar con su hermano. Finalmente iban a partir este verano hacia las costas del Caribe, pero hace 3 meses fue diagnosticado con cáncer, haciéndolo incapaz de moverse de una cama por insoportable dolor que siente en la espalda.
Law solo escuchaba en silencio.
—Al igual que Reiju Redleg; él también es compatible con el Señor Newgate. Su enfermedad lo hace apto para entrar al programa y poder recibir el trasplante que le permitirá viajar por el mundo.
Sengoku se levantó de su vieja silla algo cansado, tomando rumbo hacia el novel médico, viéndolo como él solía verse en sus años de mayor gloria, como alguien hambriento de gloria, y fama, pero por sobre todo, lograr a su forma, cambiar el mundo.
—Te haré una pregunta, y si tu respuesta me convence, prometo que te dejare intervenir a esa niña.
Law lo vio confundido ¿Hacia dónde quería llegar Sengoku?
—¿Crees que ese joven que está esperando a que tú te dignes a operarlo y hacerle el trasplante que podría salvare la vida no merece también ver un mañana? ¿Qué te hace pensar que tienes el derecho de escoger quien vive y quien muere? ¡No eres Dios, Trafalgar Law!
Esas palabras lo habían dejado con una desolación sin igual en los ojos. Sengoku había usado otro método, uno mucho más complejo, bajo, y que sabía mejor que nadie, comprometería su juicio.
Sengoku había puesto en duda su capacidad para diferenciar entre el valor de una vida y la otra.
***
Katakuri se inclinó un poco más, invadiendo el espacio de Ichiji con esa presencia suya, intensa y embriagadora. Estaban tan cerca que podía sentir el calor del cuerpo del otro, un aroma a roble y canela ligeramente dulzón, acariciándole la nariz. Era adictivo, peligroso, y sin saber cómo, el pulso del joven francés se aceleraba cada vez más. Katakuri alzó su mano con tranquilidad y sujetó su barbilla, forzándolo a mirarlo a los ojos, una mirada borgoña que parecía derretirlo y calarlo hasta los huesos.
Instintivamente, Ichiji apartó su mano de un manotazo, temblando de ira y vergüenza.
—Si vamos a hacer esto, escúchame bien antes— Soltó el pelirrojo, con el tono cargado de una rabia contenida —Quiero el efectivo hoy mismo. ¡¿Quedó claro?! No mañana, ni en unos días. ¡Hoy! — Hizo una pausa para respirar hondo — Jamás hablaremos de esto ¡Y nunca se volverá a—
—No.
Ese monosílabo, frío y directo, hizo añicos su arrebato de valor.
—¿N-No? — Repitió el más joven, estupefacto, mientras sentía el nudo en su estómago volverse cada vez más opresivo.
El granate sonrió apenas, con una expresión calculadora.
—Estoy de acuerdo con tus dos primeras “condiciones”. El dinero no es un problema, y créeme que el más interesado en que esto no se sepa soy yo. Pero la tercera... Olvídalo.
Katakuri entrecerró los ojos, sin apartarse un solo centímetro de él. El cambio en su mirada fue sutil, pero lo suficientemente oscuro para enviar una advertencia clara.
—No te confundas, Ichiji — Comento en un tono bajo, casi murmullando. —Si alguna vez se te ocurre abrir la boca, y hablar de lo que sea que pase aquí, ten por seguro que será la última vez que vuelvas a hablar.
La declaración cayó en el ambiente con una contundencia helada, e Ichiji sintió cómo esas palabras despojaban el aire a su alrededor.
Estaba claro que Katakuri era intocable, alguien que no necesitaba amenazas directas para asegurar que su voluntad se cumpliera. No era un simple desafío; era un recordatorio de la abrumadora disparidad de poder entre ambos.
Un Rey, contra un simple peón.
Solo cuando la desolación absoluta oscureció la mirada del pelirrojo, Katakuri percibió plenamente el impacto que sus palabras habían tenido, sembrando un temor profundo en Ichiji. Fue entonces, en un gesto de sorpresiva indulgencia, que el empresario, como todo buen hombre de negocios, decidió mejorar su oferta, no solo como pago por su silencio, sino como una muestra calculada de su capacidad para controlar y conceder.
—Te daré tres millones de libras — Continuó el Charlotte, con una frialdad que hizo estremecer a Ichiji al notar que estaba incrementando por medio millón la cifra que inicialmente le pidió, como si se tratara de un mero juego de niños para el granate— Honestamente, me importa un carajo lo que hagas con ese dinero. Pero de algo estoy seguro; te estoy resolviéndote la vida, y rápido. Tú ya pusiste tus reglas; y ahora es mi turno. Por lo que estas son mis dos únicas condiciones: cada vez que te llame, tu vendrás sin excusas, y esto se repetirá hasta que yo decida que es suficiente.
Ichiji sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. ¡Esto no podía estar pasando! La humillación ardía en sus mejillas, y con un movimiento iracundo, levantó la mano para abofetearlo, pero Katakuri la detuvo con facilidad, atrapándola en el aire y mirándolo con una calma desconcertante.
—Tranquilo. No pierdas el control — Expuso, con una ligera sonrisa que denotaba una malicia despreocupada—. Piénsalo detenidamente. Es un intercambio justo: tres millones de libras por pasar las noches conmigo. Estoy seguro que la mayoría de las personas aceptaría la segunda condición sin siquiera pensar en la primera.
—¡No te creas la gran cosa, idiota! —Ichiji lo miró con odio. No podía negar el enigmático atractivo de Katakuri, pero acceder a algo así era traicionar sus propios principios de una manera irremediable.
Katakuri lo miró con esa misma sonrisa viperina, y acercó su rostro hasta que Ichiji sintió la calidez de su aliento contra su piel.
—No me lo creo, lo soy. — Respondió ocasionando un dulce escalofrió en su interior.
Se mordió los labios siendo víctima de un extraño pero agradable placer al ver la determinación y excelsa seguridad en sus palabras. Katakuri no tenía la necesidad de creerse superior a nadie, él sabía muy bien lo que era.
Su respiración seguía irregular, estaba demasiado tenso, y ya se había rendido en el vano intento de calmar los temblores de sus piernas.
En ese instante, el teléfono de Katakuri comenzó a sonar. Y a diferencia de la última vez, respondió la llamada sin soltarle la muñeca, inmovilizando a Ichiji con su sola mirada mientras hablaba con alguien al otro lado de la línea. Por la voz, Ichiji reconoció al instante que se trataba de una mujer, aunque sus palabras eran poco más que chillidos ininteligibles.
—¿Podrías calmarte? — Señaló el granate, con un tono impaciente — Hubo un inconveniente con las negociaciones de Bayer. Tuve que volar de emergencia a Múnich, así que tendrás que ir sola a la exposición. — Fue toda la explicación que dio antes de colgar la llamada.
Ese pequeño intercambio de palabras hizo que se formara una sonrisa maliciosa en el francés. Por fin algo por donde tomar desprevenido a Katakuri.
—¿Qué pasa? ¿Tu esposa quiere saber en dónde te metiste? — Inquirió con sarcasmo, disfrutando de la idea de haber encontrado una fisura dentro de la inquebrantable fachada que era Katakuri.
Mas el granate únicamente dejó escapar una risa baja y profunda, cargada de una burla sutil, como si la pregunta le resultara absurdamente ingenua. Luego, inclinándose aún más, hasta que la distancia entre ambos se desvaneciera por completo, se acercó al oído de Ichiji y susurró con una intensidad que hizo su piel arder.
—No te confundas... Jamás cometería el error de casarme.
El susurro, acompañado de su respiración en el cuello, erizó la piel de Ichiji, quien se tensó de inmediato, pero Katakuri aprovechó su cercanía para mirarlo con un toque de diversión en los ojos.
—Dime, Ichiji... — Su tono era suave, burlón, como quien se divierte con un juego que, desde la primera mano, sabe que ganara. — ¿Eres virgen?
El impacto de la pregunta hizo que el rostro de Ichiji se tiñera de un rubor intenso. Su mente se atascó entre la humillación y la incredulidad, provocando que su voz saliera sin querer en un débil tartamudeo:
—¿Q-Qué clase de pregunta es esa? —Desvió la mirada, queriendo apartarse, pero Katakuri no se lo permitió. Sus dedos apretaban su barbilla con una firmeza que resultaba irrefutable.
Katakuri sonrió, inclinándose hasta que sus labios casi rozaron la piel del pelirrojo.
—Necesito saberlo, por si lo que sigue termina siendo demasiado... para alguien como tú — Murmuró, dejando que su aliento cálido se deslizara por el cuello del pelirrojo— Y... también, tengo que asegurarme de que no haya riesgos de un "accidente", ya que eso sería bastante problemático para ambos, ¿No te parece?
La insinuación lo golpeó como un balde de agua helada. ¿Bebes? ¿De eso estaba hablando Katakuri?
La posibilidad jamás había cruzado por su mente, ni siquiera en el sentido más abstracto. Desde los quince años, se había visto obligado a asumir un rol protector para su hermana menor, alejándolo de cualquier pensamiento sobre formar una familia propia. La sola idea de cargar a un niño en sus entrañas le parecía tan lejana y absurda que ahora, enfrentarla de manera tan cruda, sintió que el desconcierto lo inundaba.
Era como si la presencia imponente de Katakuri, su voz tan controlada y cada insinuación calculada, intensificaran un nerviosismo que lo dejaba vulnerable, casi sin defensas.
Ichiji sintió que las piernas le temblaban con la insinuación oculta en sus palabras, y el calor en su rostro se intensificó. No sabía qué responder, ni cómo defenderse de ese asalto lento y calculado. Se sentía atrapado, como un pequeño mamífero en las garras de un depredador, pero la crueldad y seguridad de Katakuri, lejos de amedrentarlo, lo hacía sentir una atracción que ni siquiera podía reconocer.
—No tienes porque... saber eso —Intentó apartarse una vez más, pero Katakuri solo aumentó la presión en su agarre, disfrutando de cada atisbo de resistencia.
—Oh, de hecho, estas muy equivocado, Ichiji. Tengo todo el derecho de saberlo. — Le respondió en un susurro, con una risa casi inaudible que solo intensificaba su nerviosismo—. No quiero complicaciones... y mucho menos contigo.
La cercanía era asfixiante, y aunque sus palabras eran dulces y susurradas, la fuerza de su cuerpo no dejaba lugar a dudas sobre quién estaba al mando. Ichiji apenas respiraba, atrapado entre el calor del otro hombre y la fuerza de su agarre. Intentó resistirse, pero sus movimientos se sentían torpes, poco efectivos.
De repente, sin advertencia alguna, Katakuri redujo aún más la distancia entre ellos. Sus manos grandes y firmes se deslizaron con una precisión casi calculada, atrapando el rostro de Ichiji entre sus palmas con una delicadeza engañosa. El pelirrojo apenas tuvo tiempo de procesar el cambio antes de que los labios de Katakuri cayeran sobre los suyos con una intensidad avasalladora.
Su primer beso.
Ichiji había leído sobre ellos, los había visto en películas, e incluso había despreciado las formas tan estúpidamente románticas en que otros describían la experiencia. Pero esto...
Esto era diferente.
El contacto lo atravesó como un rayo, arrancándole el aliento y cualquier atisbo de control. Sus ojos se abrieron de golpe ante la invasión inesperada, pronto se cerraron, como si fuera imposible resistir la marea que lo arrastraba.
La lengua de Katakuri, hábil y dominante, lo reclamaba sin permiso, explorando cada rincón, exigiendo una respuesta que Ichiji no sabía cómo dar. Cada segundo era un torbellino de sensaciones desconocidas: la calidez, el sabor ligeramente dulce del beso, la manera en que sus labios encajaban en un ritmo perfecto que él no sabía que podía seguir.
Sentía el corazón desbocado, martillando contra su pecho como si quisiera escapar. Algo dentro de él se rompía con cada movimiento; algo que siempre había mantenido protegido, que nunca había permitido salir. Una mezcla de vergüenza, desconcierto y placer lo consumía, mientras su cuerpo temblaba en una traición flagrante a sus propios pensamientos.
Y entonces, por un breve instante, lo entendió: ese beso no era solo un acto físico; era un nuevo territorio conquistado, una barrera rota, un momento que no podría olvidar jamás…
Ni siquiera fue capaz de notar cuando aquellos brazos, tan hercúleos y despóticos, lo levantaron cual pluma, hasta que la sensación del frio vidrio de la mampara chocando contra su delicado cuerpo lo saco de su ensueño. El golpe le dejó una ligera punzada de dolor, pero el calor de las manos de Katakuri, deslizándose con absoluta maestría sobre su cuerpo, disipó rápidamente cualquier reclamo o incomodidad.
El pelirrojo no tuvo tiempo de quejarse, porque la sensación de las frías manos del moreno adentrándose entre su ropa lo dejó completamente inmóvil.
Un leve chillido escapó de sus labios cuando Katakuri apretó con fuerza, sus manos invadieron su espacio personal de una manera que lo hacía sentir frágil, expuesto.
—Ichiji, con esto... — Murmuró con un tono que hacía difícil discernir si era un reto o una promesa, mientras volvía a apretar sus glúteos con una intensidad que lo hizo sonrojar más de lo que hubiera creído posible. —Vas a devolverme con creses cada libra que te daré — Esas palabras solo hicieron que el sonrojo que sentía en sus mejillas se esparciera a todo su cuerpo.
Gracias a la inesperada cercanía, Ichiji se encontró absorto en aquel rostro que exudaba una virilidad poderosa y casi intimidante. La nariz, tallada con precisión, y la quijada firme le daban a Katakuri un aire imponente, mientras que los labios finos y perfectamente delineados agregaban un matiz peligroso y sensual.
Pero lo que verdaderamente capturó su atención fueron las cicatrices; parecían las huellas de una sonrisa de Glasgow, pero no como las de los cuentos medievales que solía leer. Estas marcas, que se extendían desde las comisuras de sus labios hasta perderse en su salvaje cabello magenta, parecían esculpidas a propósito, como si un artista experto, con una espada como pincel, las hubiera diseñado solo a su medida, para embellecerlo y resaltar aún más su aire de misterio.
Se encontraba cautivo de aquel rostro, enredado en un embrujo de deseo y fascinación, hasta que su profunda voz rompió la burbuja en la que había quedado atrapado.
—No imaginas las jodidas ganas que tengo de verte rebotar encima de mi polla. —Gruño Katakuri, en un tono bajo y controlado que hizo que la piel de Ichiji se erizara—. Ser el primero en invadir tu pequeño e inexplorado interior, hasta hacer que te desbordes de mí.
Las palabras se deslizaron como un golpe, llenas de una crudeza que hicieron que el rostro de Ichiji ardiera al instante. Su piel enrojeció desde el cuello hasta las orejas, y la expresión de absoluto desconcierto fue incontrolable. Sus ojos se abrieron de par en par y un temblor involuntario recorrió su cuerpo. No sabía hacia dónde mirar; cada vez que intentaba esquivar la mirada de Katakuri, el peso de sus palabras lo devolvía a una vergüenza intensa y desconocida. Su mente, a pesar de la confusión, no podía dejar de dar vueltas a la idea, y aunque la incomodidad lo hacía querer apartarse, también lo atrapaba una fascinación abrumadora que lo inmovilizaba.
«¿¡A-Acaso lo vamos a hacer ahora!?»
—Si Ichiji, lo vamos a hacer ahora — Esas simples palabras se repitieron como un constante eco en su cabeza.
¿Por qué siempre sabía lo que estaba pensando?
Todas sus alarmas se encendieron y su cuerpo se paralizo al instante, como si fuera un ancla hundiéndose en lo más profundo del océano
Pensó que iba a explotar cuando algo descomunalmente grande y pesado, la hombría de Katakuri, empezó a arremeter contra la suya con una firmeza y precisión que no dejaban lugar a dudas sobre su control. Los movimientos duros y decididos lo hacían temblar, y justo cuando un nuevo gemido escapaba de sus labios, fue silenciado por el peso de la boca de Katakuri sobre la suya.
El calor y la presión eran tan abrumadores que lo único que podía pensar era en la intensidad que lo consumía.
Su tamaño se sentía irreal, y esa cercanía estaba despertando en él una maraña de sensaciones desconocidas que parecían reclamar su voluntad.
Siempre había sido escéptico sobre el sexo; lo veía como una debilidad, una atadura que volvía a las personas patéticas y dependientes. Además, nunca había encontrado a nadie que siquiera lo hiciera considerar el compartir algo más que un roce fugaz.
…Hasta ahora…
Una parte de él, enterrada y silenciosa, empezaba a despertar, y el choque entre el deseo físico y el rechazo emocional lo llenaba de confusión. Sentía cómo su cuerpo, respondiendo a la brutalidad y a las caricias de Katakuri, lo traicionaba sin pudor, haciéndolo sentir sucio y vulnerable. No debería estar reaccionando de esta forma.
¿Por qué su cuerpo lo arrastraba hasta una posición tan humillante, tan indigna?
La punzada en su cuello lo arrancó bruscamente de sus pensamientos. Los dientes de Katakuri se hundieron en su piel con una fuerza calculada, desatando un gemido involuntario que escapó de los labios de Ichiji antes de que pudiera reprimirlo. El sonido resonó en el aire, y Katakuri lo recibió con una satisfacción oscura, casi depredadora, como si hubiera conseguido exactamente lo que buscaba.
El dolor era agudo, penetrante, pero estaba teñido de un placer inquietante que Ichiji no lograba comprender del todo. Era un contraste desconcertante: su mente se resistía, gritándole que se apartara, mientras su cuerpo traicionero respondía, cediendo ante la intensidad de esa mordida que lo marcaba de formas mucho más profundas que la piel.
—¡S-si me dejas alguna marca, te juro que voy a...! —La amenaza murió en su garganta cuando un nuevo espasmo de placer lo traicionó, arrancándole un gemido que lo hizo morderse el labio con fuerza.
Katakuri soltó una risa grave, cargada de una arrogancia que quemaba como brasas. Se inclinó sobre él, con su aliento cálido rozando la piel ardiente de Ichiji.
—¿Una marca? —musitó con un tono que era puro desafío—Si te dejo una, considérala un regalo. Ahora, cierra la boca... O usa esa lengua para algo que valga la pena.
El corazón de Ichiji se tambaleó entre la indignación y un deseo que lo consumía más de lo que estaba dispuesto a admitir. ¡Maldita sea! ¡Ese hombre era un demonio! Y lo peor era que su cuerpo, traidor, lo estaba disfrutando.
Podía sentir el deseo crudo en esas palabras, el hambre que Katakuri no se molestaba en ocultar. Era una declaración descarada, un recordatorio de quién estaba al mando, y algo en su interior se retorcía con una mezcla de indignación y un deseo tan visceral que lo enfermaba.
Cayo en cuenta que Katakuri ya se había cansado de jugar cuando lo introdujo en el Penthouse. Sentía como lentamente caía victima de esos fuertes brazos que no dejan de tocarlo. Sus manos jugaban dentro de su camisa como si fuera un niño con su nuevo juguete, acariciando sus pezones, contorneando sus piernas y exprimiendo sus glúteos al mismo tiempo que el moreno disfrutaba de los inútiles esfuerzos de Ichiji por reprimir sus sonoros gemidos al picar fuertemente los labios.
No fue consciente del instante exacto en el que cruzaron el umbral hacia lo que suponía sería la habitación del Charlotte, hasta que de repente, se encontró cayendo sobre una cama gigantesca y sorprendentemente mullida. Katakuri lo soltó solo por un breve momento, pero antes de que pudiera reaccionar, chasqueó los dedos, y al instante, las luces de la habitación se encendieron, inundando el espacio con un resplandor que acentuaba aún más la tensión palpable entre ellos.
—¿Q-Qué haces? — La pregunta salió de sus labios con una claridad que le disgustó, consciente de lo entrecortada que sonó su voz, pero no podía evitarlo.
—¡Quítate la ropa, Ichiji! — La orden retumbó en el aire, cargada de una intensidad feroz y palpable. — Quiero ver lo que ocultas ahí, ahora.
Su respiración se volvió errática, el pánico mezclado con una extraña excitación que le nublaba la mente. — ¿Acaso estás hablando en serio, o este es otro de tus extraños fetiches? — La voz de Ichiji tembló, con su orgullo aún intentando resistir el vértigo de la situación.
Katakuri soltó una risa baja, su mirada era ardiente y ansiosa. —Créeme, si fuera por mí, te la quitaría yo mismo, pero estoy convencido de que si lo hago, terminarías saliendo de aquí completamente desnudo, porque la romperé por completo.
Ichiji bufo con nerviosismo, pero su mente giraba a toda velocidad, luchando por aferrarse a algún vestigio de control. — Vaya, no esperaba que el gran CEO de Imperators tuviera esta clase de... fetiches ocultos. — El sarcasmo le salió casi por inercia, un intento torpe de ocultar lo vulnerable que se sentía bajo la mirada intensamente fija de Katakuri.
— No son fetiches, Ichiji... Es lo que soy. — Su voz fue firme, como un decreto que no permitía objeciones. Un destello de impaciencia brilló en sus ojos, como si estuviera a punto de desbordarse. — Ya te lo he dicho antes: las apariencias son solo sombras en la pared, nada más que meros espejismos. No te dejes engañar por lo que ves, mi tonta espinela.
Escuchar esa maldita comparación lo cabreo más de lo que Katakuri pudo imaginar. Solo ellos dos comprendían la carga detrás de ese inocente apodo, pero antes de que el menor pudiera contratacar, Katakuri levantó una mano y rasgó su camisa con la facilidad de quien desgarrara un simple papel, exponiendo su piel pálida bajo la mirada ardiente del hombre frente a él.
El sonido de los botones cayendo al suelo fue casi irrelevante, como un eco lejano ante la intensidad de la mirada depredadora de Katakuri, que nunca dejó de recorrer cada centímetro de su piel expuesta. No hubo ni un parpadeo, ni un resquicio en su concentración.
—Te lo advertí. — Su voz resonó con una calma que solo aumentó la presión en el aire.
Esas palabras le arrebataron el aliento, pero lo que realmente lo desarmó enteramente fue lo que vino después. De un solo movimiento, como un maestro experto en el arte de fornicar, Katakuri se deshizo de su pantalón y ropa interior sin que el pudiese hacer nada, tal y como lo hizo con cientos de cuerpos sin rostros en el pasado, dejándolo completamente desnudo, expuesto ante él, sin ninguna prenda que lo protegiera de esa mirada tan visceral y depredadora que lo consumía lentamente. La vulnerabilidad lo invadió como un peso pesado, oprimiendo su pecho y despojándolo de cualquier rastro de control o dignidad.
Sintió como su cuerpo ardía, una mezcla de humillación y deseo que lo dejaba sin respiración. La desesperación por recuperar, aunque fuera algo de poder lo invadió, haciendo que su mente se nublara. Sin opciones y sin escape, actuó por instinto, haciendo lo único que sabía hacer en momentos como ese: atacar.
—Si serás hijo de pu... ¡Mhhg~! — Se tuvo que morder los labios para no darle la satisfacción de escucharlo gemir.
Katakuri no le permitió continuar en el momento en que su lengua provo con arrolladora gula sus rosados botones; rozándolos y mordiéndolos como si se tratara de un bebe en busca del pecho de su madre. Podía sentir con total claridad como aquel húmedo y lascivo musculo descendía lentamente por su delgado cuerpo. Degustando cada rincón posible, reclamando cada centímetro de su piel como suya, titiritando ante aquella profunda respiración sobre sus costillas, sintiendo como marcaba sus caderas con sus dientes, gimiendo ante la calzada de besos que repartía sobre su cuerpo.
—Interesante, no pensé que fueras de las personas a las que les atraían los tatuajes. —Katakuri interrumpió sus caricias por un instante, levantando lentamente su brazo derecho.
El roce de sus dedos sobre la piel de Ichiji era eléctrico, y la cercanía de sus labios parecía incendiar cada rincón de su cuerpo. Al ver cómo el mayor mordía ligeramente la parte del brazo que había tocado, Ichiji no pudo evitar emitir una exclamación suave, una mezcla de sorpresa y un leve estremecimiento de placer. Sabía que esa marca permanecería allí, que ese gesto dejaría huella.
—Comprobémoslo, entonces — Aclaro Katakuri, su voz un murmullo bajo y desafiante— Si realmente eres el número uno, Ichiji.
Fue en el momento en que Katakuri le abrió las piernas con una fuerza casi brutal que el libido de Ichiji se desplomó, como si la presión de la situación le hubiese arrancado toda su vitalidad. La humillación lo envolvió con una rapidez abrasadora, pero lo más perturbador era que, a pesar de todo, había algo dentro de él que le decía que estaba disfrutando, que esa mezcla de desprecio y deseo lo estaba consumiendo.
Se vio obligado a cubrir sus ojos, incapaz de tolerar la visión de sí mismo en esa posición, sintiendo el peso de la repulsión y la vergüenza devorarlo por completo. Solo quería desaparecer, borrar esa imagen de su mente, no quería ver lo que sea que Katakuri estaba a punto de hacerle.
¿Cómo había llegado tan bajo? ¿Cómo había permitido que todo esto sucediera, que su cuerpo fuera reducido a no más que una mercancía, una pieza en medio de una transacción de dinero? ¿En qué momento un chico como él había caído tan bajo, convirtiéndose en el juguete de otro, en la puta de alguien más?
El silencio pesado que se formó entre ellos lo aplastó con fuerza. El Charlotte, al parecer, había notado el cambio en su actitud y no dijo una palabra, pero lejos de aliviar la situación, Ichiji únicamente sintió que el tiempo se prolongaba más y más, convirtiendo esos segundos en una eternidad que sólo aumentaba su interminable tortura.
Estaba a punto de quebrarse, resquebrajarse en cientos de pedazos frente a ese hombre, cuando, de repente, escuchó su nombre, pronunciado por los labios de Katakuri con una calma inquietante.
Ese simple sonido fue suficiente para despejar la niebla de su mente, obligando a todos esos pensamientos tortuosos a desvanecerse, aunque solo fuera por un momento.
—Ichiji, mírame.
Esa orden lo hizo sentirse tan pequeño, tan insignificante.
Una presión insoportable se acumuló en su pecho provocando que incluso sus ojos empezaban a revelarse ante él, cometiendo la peor de las traiciones al sentir como el agua se acumulaba poco a poco en ellos.
¡Lo que le faltaba! ¡Él nunca lloraba!
No podía, no ahora, y mucho menos frente a ese hombre que lo tenía atrapado. No era solo un asunto de dignidad; era el límite de todo lo que había sido antes.
—Ichiji, no lo repetiré otra vez... ¡Mírame!
El tono tan demoledor de Katakuri no dejaba espacio para dudas, y eso solo aumentaba su frustración.
Respiró profundamente, tratando de calmar la tormenta que rugía dentro de él. Necesitaba obedecerlo, debía obedecerlo, lo último que deseaba era que Katakuri se retractara de su promesa, y lo dejara sin nada después de haber llegado tan lejos.
Pero, en el fondo, sabía que esto no se trataba de él. No era solo una cuestión de orgullo o de control.
Era por Reiju.
Todo lo que hacía, toda esta humillación, era por ella. Por el propósito que se había jurado cumplir, aunque eso significara perderse a sí mismo en el proceso.
Alejó las manos de su rostro con una lentitud agonizante, secando en el proceso las lágrimas que aún quedaban en sus mejillas, mientras sus ojos se abrían poco a poco, como si temiera lo que pudiera encontrar.
Pero cuando sus pozos azules finalmente se enfocaron, un nudo se formó en su garganta, reteniendo su respiración de manera aparatosa.
Katakuri estaba allí, entre sus piernas, tan cerca que podía sentir su calor, completamente desnudo, en igualdad de condiciones que él, pero su presencia... era todo lo que necesitaba para hacer que el mundo a su alrededor se desvaneciera.
«¿En qué momento fue que...?»
Si ese hombre ya era una figura imponente, dominante, y con su sola presencia ya era capaz de llenar el espacio, ahora, al tenerlo tan cerca, sin nada que lo cubriera, Ichiji no pudo evitar sentirse desbordado por la intensidad de la situación. La vulnerabilidad que compartían en ese instante seria lo más estimulante de lo que jamás hubiera experimentado en su vida.
De repente, y sin explicación alguna, un calor abrazador se apodero de su cuerpo y empezó a sentir un fuerte palpitar en su parte baja.
Cada músculo de su cuerpo parecía esculpido a mano, tan definido que Ichiji no podía evitar compararlo con el culmen del renacimiento. Era como si el propio Miguel Ángel hubiera hecho realidad sus sueños más húmedos al tallar con su cincel a este hombre. Su piel morena y cálida, parecía brillar bajo la suave luz, contrastando totalmente con la palidez casi etérea de la suya. A su vez, las líneas de un intrincado tatuaje tribal recorrían la zona lateral de su pecho, subiendo desde el hombro y descendiendo por su torso a través de unas líneas, con detalles en magenta que resplandecían como marcas de fuego.
Pero fue cuando su mirada siguió el camino de aquellos interminables gráficos, cazando su rastro cual explorador incansable, que su mente perdió por completo la capacidad de razonar.
Lo que encontró lo dejó sin respiración, dejando sus rosáceos labios, resecos. Su cuerpo reaccionó antes que sus pensamientos, y lo único que pudo hacer fue quedarse allí, paralizado, observando cómo aquel brutal y enorme falo, repleto de enrevesadas venas gruesas y una espesa mata granate, se erguía con una arrogancia inclemente, mostrándose orgullosa y abrasadora ante él.
Ya ni siquiera fue capaz de pensar claramente ¿Cómo alguien la podía tener si quiera de ese tamaño? ¿Acaso eso iba entrar dentro de él?
La pregunta rondaba su mente sin respuesta, ahogándolo en un mar de dudas y una anticipación palpable.
—Ichiji.
Cuando Katakuri pronunció su nombre, fue como si el sonido atravesara su pecho, desgarrándolo, dejándole sin aire. Sentía que una bala de calibre cincuenta acababa de atravesarle la cabeza, pero en lugar de dolor, lo único que emergió fue un deseo ardiente, incontrolable.
¡Era malditamente excitante!
—No apartes la vista de lo que estoy a punto de hacerte ¿Entendido?
Ni siquiera pudo articular una palabra coherente. El miedo y la excitación se fusionaron en su interior, ahogando cualquier protesta. Solo pudo asentir, con los ojos fijos en Katakuri. Incapaz de apartar la mirada mientras veía cómo su mano se acercaba, despacio, calculada, con la certeza de que cada movimiento estaba hecho para llevarlo más allá del borde de la desesperación.
Katakuri no tenía prisa. Cada centímetro que recorría hacia él era como si estuviera rodeando su presa, preparándose para saltar, para reclamarlo como suyo en la forma más salvaje y primitiva. La lenta tortura de la anticipación se apoderó de Ichiji, y aunque no podía dejar de mirarlo, su cuerpo temblaba, prisionero de la inminente explosión de lo que estaba por suceder.
Fue un simple roce, pero en el instante que el granate hizo contacto con su miembro fue suficiente como para que algo en él explotara y una sensación de puro placer lo envolviera desde la punta de sus pies hasta el extremo de sus rojos cabellos. Tuvo que abrir la boca lo más que pudo para que el oxígeno se permitiera llegar a sus pulmones, soltando un gemido agónico, e hincándose sobre la cama, cuando un líquido blanquecino le mancho el torso.
Katakuri soltó una risa, disfrutando del espectáculo que tenía ante sus ojos mientras llevaba su mano, manchada con la esencia de su pequeña espinela, a sus labios, degustando de la dulce esencia, gratamente complacido.
—Eso sí que fue rápido, pero no te adelantes, mi traviesa espinela, que aun no llegamos a la mejor parte...
—Eres un... ¡Mhha! ¡Mierda~! Katakuri.
Sin previo aviso, el granate sumergió dos de sus gruesos dedos en su parte más íntima, provocando que el grito del pelirrojo, fácilmente hubiera llegado hasta los oídos de su Majestad en el Palacio de Buckingham.
Ichiji tenía suerte de que el Pent-house de Katakuri contara con ventanas anti acústicas.
Si antes estaba agitado, ahora sus pulsaciones iban a mil por hora. Ichiji podía sentir esos dígitos entrar y salir de forma sincronizada dentro de él.
Intentaba con todas sus fuerzas relajarse, controlar su respiración como si tuviera el control, pero todo esfuerzo era en vano. La explosión de placer que había experimentado antes no se comparaba en lo más mínimo con la pulsación intensa y dolorosa que cernía ahora dentro de él. Cada movimiento de Katakuri lo empujaba más allá de sus límites, desbordando sus sentidos y llevándolo a un punto donde la incomodidad se volvía insoportable. El dolor, hiriente y crudo, se apoderaba de su cuerpo con tal fuerza que le dejaba sin aliento.
Cerró los ojos, tratando de bloquear la sensación, pero no pudo evitar que unas lágrimas traicioneras se asomaran, preparándose para caer. Estaba a punto de quebrarse, su mente a punto de colapsar ante la magnitud de lo que estaba viviendo. El dolor era tan grande, tan abrumador, que comenzó a preguntarse si sería capaz de soportarlo por más tiempo. Esto, esto era demasiado para alguien como él.
—Kata-Katakuri, d-detente ¡Ya no…! Ya no pue–
—¡Dije que no apartes la vista! — La orden de Katakuri fue tan firme, tan penetrante, que atravesó todas sus defensas en un instante.
El pelirrojo se sintió como si el aire mismo fuera arrancado de sus pulmones, sus ojos luchando por mantenerse abiertos ante la mirada implacable que Katakuri le lanzaba.
—Ichiji... —La prominente voz del mayor, ahora más grave y profunda, resonó como un eco dentro de su cabeza. — Prometo que no te haré daño. Pero necesito que soportes esto, por ti, por nosotros…
Las palabras lo atravesaron, como una orden que desbordaba cualquier resistencia que pudiera quedar en él.
Intempestivamente los dedos de Katakuri se enterraron con más fuerza de la normal e hicieron que abriera los ojos a mas no poder al sentir como una corriente eléctrica se apoderaba de él. Aquel indescriptible cosquilleo invadió todo su cuerpo, y como acto reflejo arqueo su espalda cual bailarina de ballet haciendo el perfecto fouette.
—K-Katakuri… ¿Q-Qué…? — La pregunta se desvaneció entre los labios del inglés, sumergiéndolo en un beso ardiente, húmedo, cargado de una calma feroz que con palabras el mayor era incapaz de transmitir.
—¿Con que aquí estaba? — Expresó entretenido el granate, mientras mordía ansiosamente sus labios, haciendo que un tercer digito aprovechaba la oportunidad de unirse al juego, provocando que Ichiji perdiera la poca cordura que le quedaba ante aquel nuevo invasor, que ansioso reclamaba hambriento su porción del pelirrojo.
Podía sentir cómo su cuerpo estaba al borde del colapso, pero sus ojos, perdidos en los de Katakuri, no podían desviarse. Aquellos ojos, como un incendio imparable, ardían con una intensidad que quemaba su alma. Fuego. El fuego primordial, el más antiguo y peligroso de todos, venerado por siglos, y Katakuri era su encarnación más pura.
Él era el fuego nacido de las cenizas del mundo.
E Ichiji, cual Prometeo, no podía hacer otra cosa más que rendirse ante aquella venerable llama, ansioso por robar de ella, sin importar que el precio de su pecado fuera una condena eterna.
Ya no podía soportarlo más. Su voluntad se había quebrado.
Había perdido, y con ello, también daba por muerto cualquier rastro de control sobre sí mismo.
Katakuri había ganado nuevamente la partida y él, finalmente, se había dejado vencer por la lujuria que se apoderaba de su cuerpo. Muy lentamente rodeo con sus temblorosas manos los fornidos hombros de aquel semental que se encontraba encima suyo. Pudo sentir como la respiración de Katakuri se volvía pesada, algo le decía que él tampoco podía, ni quería, esperar más.
Fue entonces cuando el granate entendió que tenía permiso para seguir adelante.
Ichiji por fin estaba listo...
Extrajo sus dedos de forma rápida, ocasionando un incómodo jadeo en el pequeño pelirrojo por el brusco movimiento. Katakuri sonrió con autosuficiencia ante aquel tierno gesto, tomando su abrumadora y pesada erección para dirigirla ansiosa hacia aquella diminuta, rojiza y palpitante entrada, que llorando, lo llamaba de vuelta.
Pero antes de ingresar definitivamente, y cerrar su pacto, el granate tuvo un último gesto que dejo pasmado a Ichiji.
Acaricio su mejilla en un delicado rose, provocando que ambos se enfrentaran nuevamente en aquel duelo de miradas que ya se había vuelto tan intimo entre ellos.
—¿Por qué estás haciendo esto? — La pregunta no salió como una orden, mucho menos siendo una demanda, sino como una duda, una que no lograba tener claridad para alguien como Katakuri.
La intensidad de sus miradas fue la colisión de la propia naturaleza, una explosión volcánica y un tsunami encontrándose frente a frente, listos para colisionar entre sí.
Esa pregunta quebró algo dentro de Ichiji, aquella ligera muestra de piedad, de lastima, lo hirió de tal forma que no se sentía capaz de dar forma ni siquiera en sus pensamientos, temiendo que incluso estos los juzgaran. Lo único que se permitió, fue que una pequeña lagrima huyera de sus lagos azules para caer imperceptiblemente sobre las sábanas blancas.
Una lagrima que Katakuri presencio en silencio.
Pudo haber dado mil respuestas, mil razones, mil excusas. Incluso podría haber revelado la verdad, y evitar lo que a estas alturas ya era inevitable, algo que en lo más profundo de su ser, sabía que dejaría una marca imborrable en su vida para siempre. Pero...
Quiso olvidar.
Quiso enterrar en lo más oscuro de su ser esa agonía que lo perseguía, esa tristeza que lo devoraba lentamente. Buscando refugio en los brazos de ese hijo de Mefistófeles, consciente de que lo que le ofrecía no era amor ni ternura, sino la lujuria en su forma más cruda, más salvaje, más imperiosa. Un deseo tan primitivo y profundo que no dejaba espacio para nada más. Se entregó a la oscuridad que Katakuri representaba, aceptando el vacío que su toque provocaba, creyendo que tal vez, al menos por un instante, esa tormenta interna podría calmarse.
Sus manos, aun temblorosas, descendieron con suavidad por el rostro de Katakuri, contorneando esas cicatrices con delicadeza y admiración, como si intentara comprender la historia que cargaban consigo, y luego, en un gesto tierno y cargado de una pasión contenida, atrapó sus labios con los suyos. Pero a diferencia de los besos cargados de fogosidad y lujuria que Katakuri le entrego, el suyo era uno distinto, más profundo, más vulnerable, un beso inexperto y asustadizo que hablaba más por él que lo que cualquier palabra podría.
El beso de un virgen.
—S-Solo terminemos con esto de una vez ¡Por favor…!
Era una súplica, pero Katakuri no pudo diferenciar si era de placer o desesperación.
—Realmente eres alguien muy interesante, Ichiji Vinsmoke.
Algo en el pecho de Ichiji se movió, como si un suspiro del viento hubiera recorrido su alma. Sintió cómo su corazón comenzó a latir de manera frenética, sin razón aparente, como si hubiera sido invadido por una energía ajena, poderosa, imparable.
¿Qué era lo que estaba pasando? No podía explicarlo. Era una sensación tan extraña, tan opresiva, que ni siquiera se atrevía a nombrarla.
¿Quién era Katakuri Charlotte en realidad?
¿El hijo de un Dios, capaz de desencadenar tal poder con solo su presencia? O quizás, un pecado capital personificado, arrastrándolo sin remisión a su destino, despojándolo en el proceso de su voluntad y razón.
Y mientras esos pensamientos se agitaban en su mente, una punzada inexplicable de deseo y fascinación lo atravesó. Algo en su pecho lo impulsó hacia Katakuri, como una fuerza invisible que lo ataba, que lo marcaba, que lo hacía querer más, sin ni siquiera saber por qué.
Aún no lo sabía, pero ese era el primer latido de algo mucho más profundo, mucho más irreparable.
Sin embargo, todos sus cuestionamientos se hicieron polvo de estrellas cuando Katakuri ingreso de forma lenta y tortuosa a través de su pequeño orificio, sin quitarle la vista de encima ni un solo momento, disfrutando de como esos profundos azules se nublaban por la lasciva y el dolor en igual escala, al mismo tiempo que el cuerpo de Ichiji soltaba un temblor involuntario por el gran tamaño que estaba recibiendo.
El cúmulo de nuevas sensaciones que le atravesaron como un relámpago lo hizo arquearse, y el lacerante gemido que escapó de su garganta resonó por toda la habitación. Katakuri sintió cómo el cuerpo de Ichiji temblaba bajo el suyo, vulnerable y tenso, mientras las uñas del pelirrojo se clavaban con fuerza en su espalda musculosa, dejando marcas profundas en la piel canela.
El dolor era indescriptible y su dimensión, irreal. Sentía con absoluta claridad como su cuerpo estaba siendo desbordado por algo mucho más grande que él.
—K-Katakuri… —Fue lo único que pudo articular, un eco tembloroso de su nombre que parecía aferrarse a la última pizca de cordura que le quedaba.
El granate se detuvo un instante, sus ojos ardientes suavizándose al escuchar su propia identidad pronunciada de una manera tan quebrada, tan… perfecta.
«Y vaya que sonaba bien...»
—Shhh… Resiste, mi espinela —murmuró con una voz tan profunda como el océano, cada palabra bañada en un deseo oscuro y controlado—. Pronto, todo ese dolor convergerá en el placer más adictivo que jamás hayas sentido. Y cuando eso ocurra… —sus dientes rozaron el borde de su oreja—No podrás volver a ser el mismo.
Las palabras se grabaron en la mente de Ichiji como un fuego ardiente, mientras su cuerpo, aunque desgarrado, se debatía entre el miedo y la expectativa, incapaz de decidir si rendirse al sufrimiento o anticipar la dulzura que se prometía detrás de él.
Katakuri captó el pesar en sus ojos y, sin decir una palabra, empezó a retroceder, lento, pausado, dejando un vacío que apenas duró un segundo antes de volver a reclamar su lugar con toda su potencia. Fue en medio de aquel baile de pieles, deliberado y certero, en el que ese palpitante y glorioso pene tomo posesión de todo su ser de un solo golpe.
El peso de aquel hombre lo llenaba por completo, cada palpitación se sentía como un recordatorio de su absoluta entrega, mientras que cada retirada era una tortura casi exquisita, una promesa rota solo para ser cumplida al instante siguiente.
En esos momentos, la mente de Ichiji se desvaneció por completo, siendo arrasada por la fuerza de una supernova que atravesaba su cuerpo. Estaba perdido en ese vaivén, completamente rendido ante la humanidad desbordante de Katakuri, quien demandaba cada rincón de su ser con una intensidad que lo hacía olvidar incluso quién era.
—Mierda, Ichiji... —gruñó Katakuri con voz grave, sus palabras cargadas de un deseo abrasador—. Eres tan jodidamente estrecho que siento que me vas a volver loco. Mi espinela… naciste para esto… Para ser mío.
La confesión descarada, dicha con una intensidad cruda y salvaje, hizo que todo el cuerpo de Ichiji ardiera como nunca antes. La voz de Katakuri era un arma letal, un veneno que en lugar de matarlo lo volvía adicto a un placer irrenunciable.
El cuerpo de Ichiji, inicialmente tenso por el dolor, comenzaba a ceder, a rendirse al torrente de placer que ahora dominaba cada fibra de su ser. Los gemidos que se escapaban de su garganta eran una mezcla de deseo y rendición, amplificados por el morboso sonido del choque de sus pieles, un compás crudo e hipnótico que lo llevaba al límite.
Cada embestida lo despojaba de control, llenándolo de una vertiginosa lascivia desconocida, algo tan contradictorio que parecía consumirlo y sanarlo al mismo tiempo. Era como caer en un abismo y encontrar consuelo en la caída.
—¡Ka-Katakuri…! ¡P-Por favor! —Su voz, quebrada y llena de necesidad, escapó de sus labios antes de que pudiera detenerla.
Y ahí estaba: suplicando. Él, quien jamás había pedido nada a nadie, ahora imploraba más a ese hombre, perdido en la maraña de sensaciones que lo sometían y que, de alguna manera, también lo liberaban.
La voz quebrada que escapaba de los labios de Ichiji, gritando su nombre, pidiéndole, no, rogándole sin pudor que lo follara hasta al límite, encendió en Katakuri una llama que no sentía desde hacía mucho tiempo. El pelirrojo, con su cabellera color sangre hecha un caos, los ojos húmedos de lágrimas y sus piernas abiertas, completamente entregadas a él, era un cuadro de devoción y lujuria tan puro que golpeó directamente en su verga, haciendo tambalear incluso su férreo autocontrol.
Era demasiado. Demasiado perfecto.
Ichiji, en todo su vulnerable esplendor, era una bomba de erotismo que estallaba ante sus ojos, incitándolo a más, siempre más. Y aunque Katakuri había intentado mantener la compostura, había llegado al límite de lo que podía soportar. La necesidad se convirtió en un rugido interno, imposible de acallar.
Había tratado de controlarse con todas sus fuerzas, pero hasta él tenía un límite.
—¡A-Aguarda K-Katakuri! ¿¡Q-Que crees que estas...!?
El granate no atendió razones cuando rodeo fuertemente a Ichiji de la cintura, levantándole hasta empotrarlo encima de él. Clavándole de una sola estocada toda la extensión de su pene, introduciéndose de manera brusca en los confines de esas largas y sedosas piernas de leche. Apenas Ichiji fue colocado de esa forma tan grosera y bestial encima de Katakuri, un lacerante gemido de dolor desemboco de sus labios; sosteniéndose de él como si estuviera a punto de caer al vacío, mordiendo con fuerza su hombro hasta el punto de sentir el metálico sabor a sangre del mayor sobre sus labios.
Era tan sucio y a la vez tan reparador...
—Vamos, Ichiji... Quiero verte bailar sobre mi verga — El susurro del granate era como una caricia oscura, grave, cargada de deseo, que se deslizó por su oído como un dulce veneno.
Katakuri intentó tomar su rostro para robarle un beso, pero lo único que recibió a cambio fue un escupitajo, teñido de sangre, su sangre, directamente en su rostro.
—¡Hijo de...! —murmuró, sintiendo cómo la vergüenza quemaba más que el dolor que aún recorría su cuerpo. Pero fue el sonido, el maldito sonido de la risa confiada de Katakuri, lo que terminó por encender algo más profundo en él: una furia voraz que no podía contenerse.
Observó, con el rostro enrojecido por la rabia y el bochorno, cómo Katakuri lamía lentamente la sangre de su mejilla, su lengua moviéndose de una manera deliberada, casi burlona.
«¿Por qué incluso hasta con respirar este desgraciado tiene que ser tan... tan jodidamente sensual?» Pensó Ichiji, sintiendo cómo su cuerpo lo traicionaba de nuevo.
—Eso, pequeño rebelde... Te va a costar caro, muy caro. — Murmuró con una calma escalofriante, pero que llevaba en sus palabras la promesa de una tormenta inminente.
Y como si el universo conspirara en su contra, Ichiji sintió el calor inundarlo una vez más, su mente gritando negaciones mientras su cuerpo se rendía, incapaz de resistir el magnetismo de ese hombre que parecía tallado en fuego y tentación.
En un abrir y cerrar de ojos, Katakuri hizo uso de sus fuertes manos para separar los glúteos del menor lo más que pudo, exprimiéndolos hasta dejar su blanca y tersa piel, roja como una brasa, provocando un agudo gritillo en Ichiji ante el rudo tacto que se cernía sobre él, sin embargo, esto era solo el principio.
El mayor no desperdicio tiempo, colocando al pelirrojo en la posición perfecta para iniciar así un vaivén de penetraciones, que ingresaban en el pelirrojo de forma brutal y errática, haciendo que Ichiji lo montara de arriba hacia abajo sin control. Provocando que el pelirrojo les diera rienda suelta a sus incontrolables gritos, hundiéndose más y más en el inmenso placer que Katakuri le brindaba a cada célula de su cuerpo.
Profanándolo sin piedad... Rápido y fuerte. Como debía ser.
—Ten presente esto, Ichiji... — La voz de Katakuri bajó un tono, oscura y cargada de autoridad— Eres mío. Y no voy a permitir que vuelvas a hacerme algo así.
La forma tan dominante en la que le hablaba mientras lo penetraba, Katakuri y su descomunal falo enterrándose en lo más profundo de él, haciendo que el choche de sus testículos contra sus delicados glúteos fuera una sinfonía sensual e impúdica que rebotaba en toda la habitación...
Era tan enfermo y a la vez tan placentero...
—¡Oh por...! ¡Mhhg~!
—Déjalo salir mi espinela, quiero ser el primero en ver cómo te corres.
Esas palabras fueron los detonantes de su todo, de su éxtasis total y absoluto. Por un momento olvidó como respirar; como escuchar, incluso como hablar cuando su cuerpo fue envuelto por un estallido incontrolable de placer en el que su esencia termino regada entre su tórax y el de Katakuri. Pudo sentir el momento exacto en el que todo su cuerpo se contrajo, no pudiendo hacer más que caer rendido en medio la mullida cama, siendo sostenido únicamente por unos fuertes brazos de bronce.
Su cuerpo comprimía toda la longitud de Katakuri dentro de él, al mismo tiempo que el granate acelero sus embestidas hasta alcanzar un vaivén descomunal que únicamente dio tregua a causa de un grosero y brutal gruñido salido de la boca del Charlotte, llenándolo y marcando su cuerpo como suyo con su semen.
No lo comprendía, su cuerpo se encontraba desgastado, hecho trizas hasta el punto de casi ni sentirlo, un cansancio extremo se apoderaba de él, y su respiración estaba totalmente desembocada, pero se sentía tan… Ligero.
—Ka-Katakuri...
El mencionado rozo su frente contra la suya, dándole un inesperado, pero suave roce, antes de besarlo de manera voraz.
—¿...Sí? Ichiji — Señaló mordiendo ligeramente el labio inferior del pelirrojo.
Era tan denigrante y a la vez tan sagrado...
En estos momentos se hallaba en lo más alto, pero también, paradójicamente, había terminado en lo más bajo...
El sexo con Katakuri había puesto al límite a su cuerpo. Estaba agotado, y en ese momento a su mente empezaron a llegar flashes de imágenes sobre el Charleston y Jazz, una Royal Flush, fuego, sus hermanos...
Sora y su última voluntad...
—...Reiju... — Fue el ultimo suspiro que abandono sus labios antes de caer rendido.
No había dormido por más de dos días, y tras esto, ya había llegado a su límite. Sabía que tenía que volver al hospital, sus hermanos lo estaban esperando, pero se sentía tan... cansado.
—Oye, ¡Ichi...! — Ni siquiera fue capaz de escuchar a Katakuri.
No pudo resistirlo más tiempo, cayendo inconsciente en el lecho ante la atenta mirada del granate, siendo esos pozos de sangre lo último que vio antes de quedar completamente dormido.
Katakuri era...
...Indescriptible.
***
Era consciente del frío que se colaba en su piel, calando hasta los huesos, pero de alguna manera, el aire gélido que golpeaba su rostro parecía no existir. La quietud de la noche se había vuelto insoportable, y el paso del tiempo parecía distorsionarse a su alrededor. Habían pasado muchas horas desde la última vez que vio a Ichiji, era como si la tierra se lo hubiera tragado, y lo peor es que tampoco había rastro del retrasado de Sanji por ninguna parte, dejándolo solo en medio de esta condenada situación que no hacía más que consumirlo.
«¿Cómo se le ocurre perderse justo ahora? ¿Acaso no sabe lo...?» Pensó, pero se detuvo en seco, riendo amargamente de sí mismo.
¿Así que esto era la desesperación? Aquella emoción que pensó había olvidado, aquella sensación tan visceral, tan asfixiante, que lo invadía con tal fuerza que casi podía saborearla. Estaba solo en el gran jardín interno del hospital, rodeado de flores que, a pesar del frío implacable, se mantenían vivas, desafiando la naturaleza con sus vibrantes pétalos morados. Por un momento, se preguntó si no serían de plástico, pero al mirarlas más de cerca se dio cuenta de que no, eran auténticas. Estaban vivas.
Vivas.
Sintió cómo un nudo se le formaba en el estómago. Sin pensarlo, levantó el teléfono, marcando unos números que, a pesar del tiempo que había pasado, aún conocía de memoria. Sabía que Ichiji jamás le perdonaría por esto, pero ya no quedaba tiempo. No había otra opción.
No tenía a nadie más a quien recurrir.
Los pitidos de la línea se detuvieron, y después de casi dos años, escuchó una voz que, aun con el paso del tiempo, seguía manteniendo aquella rudeza y desconfianza nata.
Los pitidos dejaron de sonar y después de casi dos años, pudo escuchar su cansada, pero aun fuerte voz.
«— Esto sí que no me lo esperaba ¿A qué debo esta desagradable sorpresa a medianoche?
—Necesitamos tu ayuda. — Fue directo, sin preámbulos ni falsas cortesías que, sin lugar a duda, él no merecía.
«— Claramente necesitan mi ayuda, como siempre. Nunca han sido más que unos inútiles, buenos para nada.
El sarcasmo en su voz provoco en Niji unas ansias homicidas, pero no era esa actitud tan déspota lo que lo irritaba, sino la indiferencia con la que lo decía.
Con un esfuerzo sobrehumano, el peliazul reprimió el impulso de colgar el teléfono y mandar todo a la mierda.
No podía fallar ahora. No esta vez.
—¡Hablo en serio! ¡Te necesitamos! — Que difícil fue para él pronunciar esas palabras de su boca. — ¡Si no nos ayudas, Reiju va a morir! — La angustia le quebró la voz, como si esas palabras pudieran destruirlo.
No obstante, un largo silencio se generó al otro lado de la línea, dando como respuesta, unas palabras robóticas y hasta casi ensayadas:
«— ¿Y por qué habría de ayudarlos a ustedes, o a esa niña?
La pregunta le revolvió el estómago del asco, escuchar de primera mano la indiferencia con la escupió esas palabras, como si la vida de Reiju fuera un simple juego sin valor. Esa arrogancia, esa distancia, su falta total de humanidad... Despertó en él fue una furia tan primitiva que le nubló la razón. Él mismo admitía ser un hijo de puta en muchos sentidos, pero jamás podía entender cómo alguien podía llegar a ser tan asquerosamente insensible como ese sujeto.
—¡Porque Reiju es tu hija, Judge! — La frase le salió como un grito reprimido, la verdad destilada en cada sílaba, y siendo lo único que podía salvarlos ahora.
Notes:
Aclaraciones del Capítulo IX:
Barrio de Chelsea: Es uno de los barrios que componen el municipio de Kensington y Chelsea; la zona más exclusiva y residencial de Londres.
Mondrian Hotel: Cadena de Hoteles Boutique Americana, se encuentra en el centro de la ciudad de Londres.
Heineken: Marca de cerveza proveniente de los Países Bajos.
Río Támesis: Es el principal afluente de Londres, el Mondrian, al igual que muchos edificios históricos de la ciudad, se encuentra justo frente a este.
Onigumo: Vicealmirante de la marina, está igual de loco que Akainu. Fue el que le puso las esposas Kairoseki a Marco en la guerra de Marineford.
Roast Beef: Plato bandera Inglés, es un corte de buey al horno.
Soho: Conocido como el barrio rojo de Londres; cuando vallan háganlo con cuidado; si bien es muy divertido, también es muy alborotado.
Harvey Nichols: Lujosa tienda por departamentos inglesa.
Chanel: Prestigiosa firma de ropa francesa, fundada por la mismísima Coco Chanel.
Con la frase; "A nadie le gustan los incendios en esta ciudad" Zoro hace una referencia histórica al Gran incendio de Londres; que ocurrió en 1666. El siniestro duro cuatro días enteros y volvió cenizas más de la mitad de la ciudad medieval.
Mieloma múltiple: Tipo de cáncer que se produce en la medula ósea.
Licencia Médica: Es la licencia que permite a los médicos ejercer la medicina, sin esta no pueden oficiar o serían enviados a prisión por mala praxis. Los hospitales tienen el derecho de quitarles las licencias a sus médicos si estos cometen una falta muy grave.
Sonrisa de Glasgow: Era una antigua forma de tortura escocesa, en la cual se le hacía un corte a la persona desde la comisura de los labios hasta las orejas, dejando una cicatriz parecida a una sonrisa.
N/A:
Espero que hayan disfrutado el KataIchi tanto como sho... Solo dos cositas; les deseo a todas una feliz Navidad, cositas ricas, y como regalo, les adelanto el nombre del siguiente capítulo que será vital para entender muchos sucesos de esta bonita historia. Así que nos leemos en la próxima actualización: Capítulo X: «Mother's Love»
Chapter 10: Mother's Love Part. I
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo X: «Mother's Love Part. I»
«...Welcome to your life»
«There's no turning back»
«Even while we sleep»
«We will find you»
«Acting on your best behavior»
«Turn your back on Mother Nature»
«Everybody wants to rule the world...»
Everybody wants to rule the world; Tears for Fears
Como todas las tardes, se dirigió a la biblioteca, donde aquel majestuoso piano de cola blanco la esperaba. Sus dedos rozaron las teclas con la precisión de un pintor que mezcla los tonos perfectos, y pronto, los acordes de Suite Bergamasque inundaron cada rincón de la mansión. La música parecía flotar en el aire, hechizando a las mucamas que, dejando sus tareas, no pudieron evitar quedarse a escucharla.
No le molestaba; al contrario, disfrutaba de ser observada, aunque aquel día una presencia distinta llamó su atención. Mientras iniciaba las primeras notas de Clair de Lune, su mirada se posó en una figura oculta tras las estanterías repletas de libros, tratando de pasar desapercibido, oculto tras las enormes repisas abarrotadas de libros.
Desafortunadamente para él, ese inconfundible cabello merlot jamás la engañaría.
——Époni, cierra las puertas por favor —— Pidió educadamente a su ama de llaves, que al igual que muchos otros, admiraba embelesada como su señora recreaba su magia con aquel hermoso piano de cola blanco.
Sin detenerse en su perfecta composición, el sutil sonido de su voz volvió a percibirse en la "casi" vacía habitación.
——Ichiji, ya puedes salir.
Desde su escondite, el pequeño se tensó. «¿Cómo había logrado descubrirlo?»
Sin perder el hilo de sus notas vio como su hijo mayor se acercaba lentamente hacia ella con un libro que resaltaba enormemente entre sus cortos y ligeros brazos.
«La dama de las camelias»
Se asombró de que estuviera leyendo ese tipo de obra con solo diez años.
——¿Qué hacías allá atrás, mi pequeño rosal? ¿Me estabas espiando? ——Preguntó con una sonrisa juguetona.
——Te equivocas Madre —— Contesto sonrojado, tratando de ocultar su claro sonrojo por aquel estúpido apodo tras un tono agrio y molesto —— Solo buscaba un espacio para leer tranquilamente, pero tú ruido no me lo permite.
Sora soltó una risita ante el desafío en sus palabras.
——Oh, ¿De verdad? Entonces, ¿por qué no buscaste otro lugar donde mi ruido no te molestara?
——Eso es por qué... —— El silencio que prosiguió a esas palabras llenas de seguridad hicieron que Sora levantara una ceja sorprendida, era la primera vez que Ichiji se quedaba sin argumentos frente a ella.
Su pregunta lo había hecho recapacitar. Abrió la boca para replicar, pero ningún argumento surgió. El silencio lo traicionó, y Sora tuvo que contener una carcajada al ver cómo su hijo mordía su labio, evidentemente frustrado.
——Eso es porque… ——Empezó, pero el razonamiento murió en su garganta.
El rubor y la expresión contrariada de Ichiji la conmovieron. No obstante, su sonrisa solo logró encender más la rabia del pobre infante, que apretó los puños antes de responder con una mezcla de furia y vergüenza:
——¡Es porque también es mi casa, y puedo estar donde quiera!
Sora dejó escapar una risilla antes de contestar con serenidad:
——Si quieres, yo puedo enseñarte.
El pelirrojo la miró, incrédulo.
Sabía que no era la primera vez que Ichiji la espiaba, siempre lo veía detrás de los inmensos libreros, viéndola fijamente mientras ella realizaba su arte. En verdad la alagaba, ya que siempre quiso que al menos uno de sus hijos mostrara interés en la música y por lo visto; y para su sorpresa, fue su hijo mayor el que cayó rendido ante los maravillosos acordes de Debussy.
——¡No digas tonterías! A mí no me interesan esas cosas ¡Así que déjame en paz! No voy a perder mi tiempo tocando un estúpido piano.
Nunca fue asiduo de compartir su tiempo con Sora y la razón, porque esa mujer era demasiado estresante. Siempre tratando de acercarse a él, tratando de invadir su espacio, ¡Metiéndose en su vida como si no tuviera nada mejor que hacer!
Él no necesitaba nada de eso. No era un retasado con complejo de Edipo como Sanji, o guardaba una obsesión malsana con ella como en el caso de Yonji.
——Bien. —— Detuvo su performance para disponer de toda su atención en Ichiji —— Hagamos un trato —— ¡No se iba a rendir tan fácilmente! No ahora que finalmente había encontrado algo que le permita acercarse a Ichiji y tratar de romper la coraza que él mismo había autoimpuesto entre ambos.
——Déjame enseñarte una sola composición. Si es de tu agrado seguimos practicando, pero si lo odias, prometo que no te volveré a molestar con mi música, y dejare la biblioteca a tu entera disposición ¿Qué dices?
Tener acceso a toda una librería exclusivamente para su uso, sin duda era una propuesta demasiado tentadora como para dejarla pasar ¿En verdad lo estaba considerando? Sus labios se movieron por sí solos, contestando mucho más rápido de lo que ella hubiera esperado.
——Bien, pero promete que luego me dejaras en paz.
——Me parece justo, mi pequeño rosal. —— Aceptó Sora con una sonrisa, haciendo espacio a su lado en el diván frente al piano.
Observó como un receloso Ichiji colocaba con sumo cuidado el libro sobre una de las mesas de madera tallada, como si tuviera miedo de que este fuera a desaparecer, y con pasos lentos pero elegantes tomo un lugar a su lado. Compartiendo el mismo espacio y viendo hacia las mismas teclas negras y blancas. Llevo una de sus manos hacia estas y le indico al pelirrojo que la imitara, empezaron con una composición muy básica.
«Do» «Re» «Mi» «Fa» «Sol»
——Todos los pianos cuentan con un gran número de teclas y cada una tiene un sonido único. Son como las personas, —— Detallo fascinada —— Especiales e irrepetibles, pero no quiero que te abrumes, el secreto está en aprender las Clef de–
——De las partituras —— Interrumpió su explicación, ya cansado de escuchar tantas cursilerías — Estas indican en que grupo de octavas se debe de tocar y al ser 88 teclas, cuentan con siete octavas y una tercera menor, que van desde graves a agudas. Las Clef más importantes son «Sol», «Fa» y «Do». Además——
——¡Espera! ¡Espera! ¿Dónde aprendiste eso? —— Cuestiono sorprendida, a ella le había tomado mucho tiempo entender la teoría básica de composición musical.
Mas el pelirrojo solo atino a encogerse de hombros —— Lo leí en un libro de acústica.
Pensó que lo iba a reprender por el gesto desinteresado, pero en su lugar, fueron las risas de Sora las que empezaron a rebotar por todo el lugar.
«Realmente tenía una risa muy amena»
——Si ese es el caso, no perdamos tiempo con algo tan simple —— Empezó a buscar entre sus partituras hasta que encontró la pieza perfecta.
«Arabesque»
——¿Debussy nuevamente? —— Exclamo aburrido.
——Tranquilo mi pequeño Beethoven, la próxima será «Gaspard de la nuit».
——…Que graciosa —— No había que ser un genio para saber que esa composición era quizá la más compleja que se había creado para el repertorio de piano en la historia.
——¿Empezamos? ——Lo invito colocando sus aterciopeladas manos sobre su pequeña muñeca, y así, se dejaron llevar al ritmo de Clef de Sol.
Fue la primera de muchas canciones que tocarían juntos.
Porque luego de ese día, los recitales de Sora se convirtieron en duetos...
Nunca supo porque empezó esa extraña costumbre de espiarla desde los puntos ciegos de la biblioteca, quizás fue por el sonido tan relajante que hacía, o por ser el ambiente ideal para perderse entre las letras de Camus o Sartre.
Ya que, sin darse cuenta escuchar ese "ruido" se volvió por lejos lo mejor de su día...
Abrió los ojos con un jadeo ahogado, el recuerdo se desvanecía como un espectro en la penumbra de la habitación. Su madre, su piano, su infancia… Y luego, la cruda realidad: una cama extraña, un cuerpo que no sentía como suyo, y un dolor punzante que lo atravesaba sin piedad desde las caderas hasta la base del alma.
Sus manos temblorosas apartaron las sábanas, solo para mirar horrorizado aquel ligero, pero indudable hilo de sangre que recorría sus piernas. El intento de levantarse fue inútil; su cuerpo se desplomó en el frío suelo, llevándose consigo lo poco de dignidad que aún le quedaba.
¿¡Qué demonios había hecho!?
Abruptamente, empezó a hiperventilarse mientras el dolor que antes solo se encontraba entre sus piernas se expandía a gran velocidad hacia todo su cuerpo y en especial en su cabeza.
¿En verdad fue capaz de ... vender... su cuerpo?
Con siquiera pensarlo, su estómago se revolvió de tal forma que tuvo que cubrirse la boca para no terminar devolviendo lo poco que almacenaba en su estómago.
No...
Ya no era su cuerpo, era el de Katakuri.
La sola idea le pareció tan degradante, que fue suficiente para que su cuerpo se descompensara y la opresión en su pecho crecía más y más, cortándole rápidamente el suministro de oxígeno.
Instantáneamente recordó ese maldito libro de «La Dama de las camelias»
¿Acaso se había vuelto alguna especie de copia cara de Margariete Gautier?
«¡No! No pienses esas estupideces.»
Al menos, no por ahora. Tenía que levantarse y continuar, como siempre, como todo en su miserable vida, aun cuando en el proceso, su ser se resquebrajaba lentamente. Trato de ponerse de pie nuevamente, pero sus piernas no respondieron como él hubiera deseado.
——¡Maldición! ¡Esa bestia me dejo inconsciente! —— Siseo indignado, pero solo tuvo que escucharse así mismo para que sus pulmones por poco, y sufrieran un colapso.
«¡¡No puede ser, me quede dormido!! »
Se sobrepuso a dolor físico en cuestión de segundos. Tenía que materializarse en el hospital lo más pronto posible y cuando por fin pudo ponerse de pie, se percató que, al otro lado de la cama, faltaba alguien...
«¿Katakuri no durmió aquí?»
¡Un segundo! Eso era... ¿Decepción?
No fue capaz de entender porque tenía la incómoda sensación de haber despertado solo, pero la parte más racional dentro de él, agradecía enormemente que el Charlotte no se encontrara en la misma habitación, ya que no hubiera sabido cómo reaccionar si se topaba de lleno con esos ojos luego de lo que había ocurrido entre ambos hacia solo unas horas.
Al acercarse lentamente a la cama diviso que encima del lecho se encontraba un objeto que no pasaba en lo absoluto desapercibido.
Un maletín.
Pudo reconocerlo de inmediato, era Louis Vuitton, una Keepall Bandouliére, para ser exactos.
Contemplaba el enorme bolso escéptico.
«¿Acaso Katakuri...?»
Dejo atrás sus dudas, para que sus manos abrieran lentamente el zíper dorado. Al ver el contenido, su mente finalmente pudo afrontar la realidad que su subconsciente aún se negaba en aceptar.
Se había vendido como un trozo de carne a Katakuri y a cambio, él le dio un maletín donde la imagen de Elizabeth II se repetía en cada uno de los miles de billetes que se encontraban dentro.
«——Esto no está pasando. Esto no está pasando.» —— Repetía su subconsciente de forma consecutiva.
Tuvo que reprimir a la fuerza el torrente de emociones que amenazaba con desbordarse. Se vistió con torpeza, maldiciendo las punzadas que le impedían moverse con rapidez. Su ropa, nueva, lavada y doblada, estaba al lado del maletín.
El cuidado detalle era casi insultante.
Como si con aquel gesto, Katakuri quisiera demostrarle que estaba entero, aun cuando antes de eso, ya lo hubiera destrozado en miles de pedazos.
Tuvo especial cuidado al colocarse la ropa interior a causa de las molestias que sentía. Y solo cuando estuvo listo, noto que Katakuri había dejado otro “presente” para él sobre la mesa de noche.
Un vaso de agua, y un pequeño blíster con una única pastilla, con la clara indiciación de «Tómame» escrita en una pequeña carta finamente doblada.
No tuvo que ser un genio para saber que era…
«No quiero complicaciones, y mucho menos contigo.»
Solo cuando estuvo listo, ocupó el pesado maletín. Ya no tenía nada más que hacer allí.
Salió tambaleándose hacia la puerta, ignorando el ardor en cada paso que daba. Quería huir a como dé lugar de ese pent-house, ya que mientras se dirigía rumbo a la salida, le era imposible no revivir todo lo que esas paredes habían presenciado en las últimas horas.
Pronto llegaría al hospital, y estaría con su hermanita.
«Lo más probable es que Reiju haya salido ya del quirófano.»
Pero antes de poner un pie en el elevador su plan se disolvió con una simple palabra.
——…Ichiji.
El sonido de su nombre, pronunciado con esa calma imponente, fue como un puñal directo al corazón. Se detuvo de inmediato, incapaz de seguir avanzando.
«No mires atrás. No lo mires.»
Pero lo sintió, la presencia de Katakuri, poderosa, inmensa, envolviéndolo como una sombra que no podía escapar.
——¿Huyendo, mi espinela? —— La grave voz del granate estaba cargada de algo más que burla.
Ichiji apretó los dientes, temblando tanto que apenas podía sostener el maletín. No dijo nada. No podía. Sus piernas amenazaban con fallarle de nuevo, y entonces lo sintió: el calor de un cuerpo que se acercaba demasiado, un aliento que rozó su piel.
Katakuri se inclinó y aspiró el aroma del cuello del pelirrojo, susurrando con una suavidad aterradora:
——Aún hueles a mí.
Sin embargo, para Ichiji esa sencilla acción le hizo recordar aquello que tanto trataba de evitar. De repente, ya no se encontraba a las puertas del Pent-house, sino en esa habitación. Viéndose a sí mismo bailando al ritmo de las envestidas de Katakuri.
Piel contra piel.
Canela y Azúcar.
Fusionando ambos cuerpos al compás sus gemidos y gritos de placer.
A la par que el granate lo profanaba vorazmente y sin detenerse, cual bestia en celo, haciendo que sus más bajos instintos salieran a flote de la forma más malditamente lasciva que se hubiera imaginado.
Involuntariamente, soltó el maletín a causa del temblor que recorrió su espina dorsal, pero antes de que la preciada valija cayera al piso, fue sostenida muy fácilmente por uno de los brazos de Katakuri, ocasionando un ruido seco.
——Cuidado, mi espinela. ——Sostuvo de manera burlona el mayor, al presionar nuevamente el botón del asesor, llamándolo. ——Trabajaste muy duro por esto.
¡Maldito! ¿Cómo podía estar tan tranquilo? Él apenas y podía mantenerse en pie.
«——¡Suéltame! ¡Aléjate! ¡¡Deja de tocarme!!...Por favor» —— Eran las suplicas silenciosas que salían de su cerebro, pero que morían en su garganta. No iba a darle la satisfacción de escucharlo rogar nuevamente.
——D-Déjame ir —— Susurró Ichiji, odiándose por lo débil que sonaba su voz.
——¿Dejarte ir? —— Katakuri acarició su clavícula, sus labios rozaron la piel, dejando una línea de besos ardientes. Ichiji quiso gritar, pero su voz se ahogó en su garganta. —— Ni lo sueñes. La próxima vez, no seré tan indulgente.
El pelirrojo sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Apenas tuvo fuerzas ignorar el comentario del inglés, tomar el maletín y entrar al ascensor sin mirarlo.
——Vinsmoke. —— La voz de Katakuri lo detuvo justo antes de que las puertas se cerraran. Era fría, sin rastro de emoción. —— Ni se te ocurra llegar tarde. Tienes mucho trabajo por hacer en la firma.
La indiferencia en su voz fue un golpe más duro que cualquier palabra cruel.
Lo que había pasado entre ellos dos, no cambiaba absolutamente nada en la vida de ese sujeto, a diferencia de todos los estragos que se desarrollaban en la mente del pelirrojo.
Charlotte continuaba siendo uno de los hombres más poderosos e imponentes del mundo y él...
Él solo era un simple muchacho desesperado por probarse a sí mismo que podía cargar con mucho más peso del que sus delgados brazos podían soportar.
——Lo lamento, Señor Charlotte, pero hoy no podré asistir. —— Lo mejor que podía hacer era ignorarlo y responder con el mismo tono de indiferencia.
Porque si bien Ichiji Vinsmoke no era débil, tenía que aprender una lección muy importante, a veces, el precio de ser el más fuerte, era demasiado alto.
No hubo replica por parte de Katakuri.
El ascensor se cerró, dejándolo solo con sus pensamientos, su dolor, y el eco de su propia conciencia.
(...)
Obligo a sus ojos a cerrarse con extrema fuerza, presionando sus parpados lo más posible, incluso hasta hacer de ese contacto, algo doloroso.
No quería dejarlas salir.
Nunca se había sentido tan inservible.
Lo odiaba, lo odiaba con todo su ser, ya que, a pesar de ser un gran pedazo de mierda, el muy maldito… Tenía razón.
No eran más que unos buenos para nada.
«¿Porque tenían que pasar por toda esta mierda?»
Los golpes que daba a la columna de concreto solo hacían que la nívea piel de sus nudillos fuera opacada por un espeso tinte rojizo. Haciendo que, poco a poco, las pequeñas gotas de sangre se esparcieran por todo su brazo, llenándolo de un intenso escarlata.
Era consciente de que se estaba destrozando adrede su único brazo sano, pero no le importaba, necesitaba mitigar de alguna forma la rabia e impotencia que sentía en esos momentos.
——Joder, ¿¡Cómo puedes ser tan ciego…!?
Tal vez Niji merecía todo lo que le estaba pasando, y siendo honestos, lo hubiera aceptado. Hizo tantas estupideces en el pasado, de las cuales solo algunas se arrepentía, no todas, ya que muchas realmente las disfruto.
Pero Reiju no era culpable de nada. Ella estaba limpia, era pura, aunque algo extraña y retorcida porque a fin de cuentas no dejaba de ser su hermana, pero, aun así, ella era...
Si bien no había absolutamente nada perfecto en aquel pútrido mundo que Niji habitaba, a sus ojos, Reiju era lo más cercano a la perfección que existía, aun cuando nunca lo fuera a admitir. Y la única forma de causarle algún daño, ya que después de todo lo que había vivido, se sentía incapaz de sentir dolor, era si algo le pasaba a ella...
Aun podía recordar la forma tan abrupta en la que esa mocosa llego a sus vidas, dándole un giro de ciento ochenta grados a sus malditas existencias.
Y por supuesto… También la recordaba a ella.
Nunca fueron muy cercanos, incluso llego a pensar que lo veía como una aberración a la cual nunca quiso, ni se tomó el tiempo, de comprender. Siendo ya muy tarde cuando se dio cuenta que ella lo amaba a pesar de todas las disfuncionalidades que cargaba encima.
Porque sí.
Ella...
Amo con locura a todos y cada uno de sus hijos; y la prueba más clara de ese amor se dio con el nacimiento de Reiju... o quizás, mucho antes de eso.
«Siempre pensó que, de los cuatro, él representaba la destrucción en su estado más primario... O mejor dicho.... la autodestrucción»
No tenía la más remota idea de que hora era, es más, ni siquiera sabía cómo demonios podía seguir caminando sin haber tropezado antes. Aunque cavia la posibilidad que ya llevara encima un par de caídas y ni siquiera las pudiera recordar. Demoro varios minutos tratando de abrir, sin éxito, la puerta de su casa. Tal vez, el que sus ojos vieran tres perillas en vez de una, era lo que hacía tan complicada una tarea tan simple.
Lo último que recordaba era que estaban en casa de Lily, rubia de metro setenta cuyo único atributo era tener buenas tetas, puesto que había reprobado el mismo año tres veces; y Dellinger, otro fanfarrón con el que compartían un excéntrico gusto por el sadismo. Estaban tomando un Chambord que había tomado prestado de la reserva de Judge, hasta que a la rubia le llego un mensaje de un evento en Le Marais. Después de eso, solo quedaron fugases flashbacks en su cabeza...
De cómo las luces multicolores se mezclaban con el estruendoso sonido de la música electrónica, seguido de un fuerte zumbido en sus oídos y las risas descontroladas de sus amigos entre toda la multitud.
También recordaba al idiota de Dellinger sacando una bolsa de Mollys de su horrendo saco Dolce Gabbana, y el estrepitoso efecto de las mezclas de Daft Punk fundiéndose con el ambiente infestado de personas. Mientras él se movía a un ritmo desenfrenado a medida que unas rudas y callosas manos se paseaban por todo su cuerpo. No lo pudo ver con detenimiento, sin embargo, Niji podía apostar su falsa virginidad a que ese sujeto sabía muy bien que era menor de edad, pero...
¿Acaso importaba?
Rubio. Piel canela. Sonrisa aparatosa.
Eso no evito que terminaran encerrados en un depósito, con él arrodillado sobre un húmedo y descuidado piso, mientras succionaba la palpitante erección de su acompañante, para luego ser interrumpido de un fuerte jalón y empotrado con fuerza sobre el muro. Permitiendo a ambos fundir sus pieles, a la par que el mayor invadía con gran destreza su preciado punto azul.
Su camisa acabo llena de semen ajeno y apenas estuvo satisfecho, se subió el pantalón y salió de allí sin mirar atrás.
«Como odiaba recurrir a todas esas mierdas solo para sentir algo»
Luego de su intento mil en tratar de abrir la puerta, esta se abrió frente a sus ojos, permitiendo que el frío de la calle ingresara a través de ráfagas fugaces dentro de la mansión Vinsmoke. Levanto la vista intuyendo quien era su salvador, solo para encontrarse con los mismos ojos azules que él poseía, con la única diferencia que los de ella mostraban un brillo único detrás de esas largas y bonitas pestañas.
Le dio una mirada rápida para ver todo estuviera en su lugar. Estaba despeinado, su ropa de diseñador hecha un desastre, y aunque desprendía un aroma nada agradable a menta y alcohol, tenía el mismo gesto altivo y desafiante que siempre mostraba exclusivamente con ella.
Una vez comprobó que estaba en perfecto estado, al menos físicamente hablando, finalmente pudo soltar la respiración que llevaba contenida desde hacía varias horas.
——Niji… —— Hablo en un susurro para luego ir elevando lentamente su refinada voz —— No recuerdo haberte dado permiso para salir. Así que ¿¡Me puedes decir en don–
——¿Me vas a dejar pasar o qué? —— La desafío en un tono provocador. No deseaba perder tiempo con Sora y sus innecesarias, y estúpidas, preguntas —— Porque si no lo vas a hacer, dímelo de una buena vez y me iré a otro lado a pasar la noche.
——¿¡Pasar la noche!? —— Nunca le gusto alzar la voz, pero con Niji era imposible no hacerlo. —— Faltan solo minutos para que amanezca ¿Tienes idea de lo preocupada que estaba? No me dijiste nada, ni siquiera se con quién te fuiste ¿Por qué nunca...?
Ignoro olímpicamente los reclamos de Sora, yéndose de largo rumbo a su alcoba. En verdad estaba muy cansado, y lo último que necesitaba en esos momentos era que su insoportable madre le quitara lo último que le quedaba de tolerancia.
——¡Niji Philippe Vinsmoke! —— Le siguió a la vez que alzaba la voz —— ¡Regresa aquí ahora mismo! Aún no hemos terminado de—— El jalarle levemente la muñeca fue la ultima gota que necesito para derramar el diminuto vaso de su paciencia.
——¡¿Que mierda quieres?! —— La brusquedad con la que se libró de su agarre lograron hacer a Sora retroceder. A pesar de solo contar con quince años, su segundo hijo ya le llevaba varios centímetros de altura.
El silencio de su madre le dio rienda suelta a su ira contenida —— Deja de hacer el jodido papel de madre abnegada ¿Quieres? ¡No te queda! Y por una vez en tu vida, se honesta, «madre» —— Soltó la palabra como si fuera ácido contenido en la boca de su estómago —— Si en el camino de regreso me hubiera arrollado un auto, de seguro hubieras estado muy contenta.
La mirada de Sora permaneció impasible, y solo luego que verlo por varios segundos, fue que finalmente lo comprendio.
——Estas drogado… —— No era una pregunta, en esos momentos los ojos de Niji estaban prácticamente negros por la dilatación de sus pupilas. Había perdido el brillo de sus ojos.
No, eso lo había perdido hace mucho...
«P-Pero…¿En qué me equivoque?»
Se cuestionaba cada vez que veía esa mirada de odio en sus ojos cuando la observaba. La culpa la carcomía mientras pequeñas e imperceptibles lagrimas empezaron a surcar su etéreo rostro, como estrellas fugaces.
——Niji, por favor. Escúchame... —— Trato de hacer un último intento, no quería darse por vencida, ya lo hizo una vez con otro de sus hijos. No volvería a cometer el mismo error.
——No, Sora —— Fue tajante —— No te voy a escuchar así me estés «jodidamente» llorando ¿Quedo claro? —— Se acerco para verla de frente ——Y no necesito estar drogado para decirte lo que pienso. Así que escúchame tu a mí y grábatelo en el cerebro —— No le importaba en lo absoluto ser cruel con ella. —— Solo te importa tu maldita música, el imbécil de Sanji, y quizás un poco Yonji, pero luego de eso para ti no existe nada más.
Le dolía, cada palabra que salía de los labios de Niji se sentía como un martillazo en el pecho ——¿Cómo me puedes decir eso, Niji…? Yo…—— Guardo silencio por unos segundos, levantando la mirada, dando una plegaria en silencio —— A veces me pregunto... —— Se mordió los labios al segundo. Tener esa clase de pensamiento la hacía sentirse una persona, y una madre, tan horrible. Sin embargo, para su desgracia, él podía ver lo que ocultaba tras esos inconfundibles ojos turquesas.
——…Te preguntas; ¿Cómo es posible que algo como «yo»… Un monstruo, sea tu hijo, no es así? —— Sus palabras fueron tan frías que la mirada perdida y asustada de Sora no se hizo esperar.
Esa fue la primera vez que ella lo vio de otra forma a la que siempre lo solía ver, y muy en el fondo, pensó que era eso lo que en verdad estaba buscando.
«Que idiota era, joder»
Su propia madre lo estaba viendo con miedo...
Cada vez que recordaba ese fragmento de su vida se sentía como el ser más asqueroso del mundo...
De repente la respiración de Sora se aceleró.
¿Acaso Iba a llorar nuevamente?
Pero no, no ocurrió nada de eso. Por el contrario, el sonido de una fuerte bofetada junto al repentino dolor en su mejilla le indico lo opuesto.
Solo fueron unos segundos, pero lograron desarmarlo por completo. No podía creer lo que acababa de pasar. Se giro para verla con sangre en los ojos.
——Tú… ¿¡Como te atreves a–!?
——¡Largo! ——Su voz corrompida por el llanto estaba lleno de angustia. Parpadeo incrédulo, apaciguando su rabia, no esperaba que Sora reaccionara de esa forma. —— ¡Largo de mi vista, Niji!
¿Cómo era posible que su propio vástago llegase a ese nivel de crueldad?
Nunca pensó que el primer golpe que daría en su vida seria a su propio hijo. El dolor que sentía en el pecho era tan grande que callo de rodillas frente al menor. El haber dejado esa marca roja en su rostro le dolió mucho más a ella que a él, porque sabía que esa acción abría mucho más la de por sí, enorme grieta que existía entre ambos.
«Acércate» «Pídele perdón» «¡¡Acércate, con un demonio!!»
Titubeo al dar un ligero paso hacia ella, pero repentinamente perdió el equilibrio, cayendo al piso dolorosamente. Apenas estaba recuperando la noción de lo que acababa de pasar antes de que un puño reventara de lleno en su roja mejilla.
——¡Eres un enfermo, Niji! —— La ira en la voz de Sanji no se hizo esperar, mientras le propinaba varios golpes certeros en el rostro —— ¡Un jodido enfermo! ¿Es divertido para ti hacer llorar a mamá?
No era novedad despertar los fines de semana con los gritos de Niji en esa mansión de locos. De hecho, era algo que se repetía con mucha frecuencia. Niji salía de fiesta sin que "nadie" lo supiera, y volvía irreconocible al día siguiente. Lo que conducía a las típicas discusiones con su madre en las mañanas, pero esta vez el peliazul había traspasado un límite, que antes jamás había rosado si quiera.
Apenas escucho la voz entrecortada de Sora desde su alcoba, se deshizo en un santiamén de las sabanas para ir en su auxilio, y al ver a su ángel hincada en el piso llorando, fue suficiente para que una furia titánica hiciera ebullición dentro de él.
——¡Suéltame escoria! —— Enrosco sus piernas en el torso de Sanji para sacárselo de encima e invertir las posiciones. Ahora, era él quien estaba dando golpes directos a la facie de su "hermanito". Aprovecho cada descargo de energía para desahogarse, puesto que la razón de gran parte de sus problemas estaba debajo de él —— Siempre metiéndote donde no te incumbe ¿No, imbécil?
No se detuvo, ni por los gritos suplicantes de Sora, rogando que ambos se detuviesen, ni por estar botando sangre por la boca. Quería sacar toda su rabia contenida, pero la única forma que conocía de hacerlo era a través del sufrimiento de otros, más específicamente de los «causantes» de su profundo vacío.
Su propia familia.
Inesperadamente, una robusta mano lo arrastro del cuello de la camisa para alejarlo del rubio, propinándole un golpe directo en la cien en el proceso, para luego dirigirse hacia Sanji y hacer el mismo proceso con el rubio.
——¡Ya basta de estupideces! Son las seis de la puta mañana —— El Vinsmoke menor impuso con su presencia el fin de la riña entre ambos hermanos. La sorpresa que se llevaron Niji y Sanji al ver a Yonji, logro el tan anhelado silencio que esa casa pedía a gritos.
——¿Qué crees que estás haciendo babuino idiota? ¿Acaso estas del lado de ese fracasado?
——¡Cállate Niji! No estoy de su lado, pero tampoco del tuyo.
Sora agradeció en silencio la aparición de su hijo menor. Nunca le gusto que Yonji abusara de su descomunal fuerza para sobreponerse a los demás, pero solo por esa vez, no iba a opinar nada al respecto.
——Yonji, cariño ¿Qué haces despierto? Hoy es el gran juego, necesitas descansar.
Ese día se llevaría a cabo la final del campeonato local de Rugby, y necesitaba estar fresco, pero los estragos de sus hermanos lo hicieron detener su concentración. Sin embargo, la mirada preocupada de Sora logro apaciguar su molestia.
——Madre, ve a tu habitación. Ya soportaste mucho de estos dos en un día. En un momento te subiré un vaso con agua —— La dulce caricia que le dio en el rostro, seguida de un simple «gracias» hicieron que Niji hiciera una mueca de asco.
——Niji…
——¡Púdrete Yonji! Lo último que necesito es que tú me des un maldito sermón ¡Ojalá te tacleen tan fuerte que no puedas levantarte en una semana!
Cuando Niji termino de subir los escalones y se perdió en el pasadizo, fue que Sanji se puso de pie. Vio la dura expresión de Yonji y pensó que lo mejor sería agradecerle, pero la fuerte voz del peliverde frenó en seco sus intenciones.
——No hables ¡No lo hice por ti, fracasado! —— Era obvia la verdadera razón ——Volveré a dormir, para la próxima no intentes hacerte el héroe. Si ese idiota se vuelve a pasar de listo con mamá, yo mismo me encargare de ponerlo en su sitio ¿Te quedo claro?
¿Por qué nunca podían terminar una frase sin insultarse?
——Vaya forma de empezar el día... —— Suspiro el rubio.
Niji estaba listo para caer rendido en su cama, y no despertar hasta dentro de mil años, pero al estar a solo pasos de su habitación se encontró apoyado sobre el marco de la puerta al mayor de los cuatrillizos.
Ichiji estaba finamente envuelto en una bata Chanel, acompañando su lúgubre imagen con una fría expresión en el rostro, como casi siempre.
Giro la perilla, dispuesto a ignorar la pose altiva del mayor, y estaba a punto de cerrar la puerta en su cara, hasta que la fina voz de pelirrojo llamo su atención.
——Lo que hiciste fue muy estúpido Niji, no debiste hablarle a Sora de esa forma.
Se quedo en silencio por unos cortos segundos, para luego soltar una risa burlesca —— Al menos yo le hablo, Ichi. —— La mirada que le dio el pelirrojo expresaba muchas cosas, y a la vez ninguna. A veces, la actitud tan frívola de Ichiji realmente llegaba a hartarlo, hasta un jodido cadáver mostraba más vida que él —— Y no me hables de hacer estupideces ¿Quieres? …No soy yo el que tiene que andar como momia por miedo a que vean mi hombro.
Antes de que pudiera cerrar la puerta, el pie de Ichiji sobre la madera lo detuvo. —— ¿Quién te lo dijo?
El segundo de los hermanos dejó escapar una risa cargada de burla ——Resulta que Lily es una vieja amiga de Sarquiss ——Comentó con deliberada lentitud, saboreando cada palabra.
El simple sonido de ese nombre hizo que la expresión del pelirrojo se endureciera al instante. La sonrisa del peliazul se ensanchó, alcanzando prácticamente las orejas, como si disfrutara cada segundo del momento.
——Tuve el "placer" de cruzármelo ayer. ——El tono burlón hacía evidente que no había sido un encuentro agradable——. Me habló de alguien con una ceja bastante peculiar que estuvo buscándolo en su estudio hace unos días.
Hizo una pausa para dejar que las palabras calaran, observando con satisfacción cómo la mandíbula de su hermano se tensaba.
——Lo demás fue pura intuición, hermano. ——Remató con una chispa de malicia en los ojos, como si no pudiera resistir la oportunidad de sacar a relucir algo que sabía lo incomodaría.
Esto sí que era nuevo ¡Ichiji Vinsmoke se había quedado sin habla! Tenía que buscar su cámara para captar ese momento tan especial.
——Descuida Ichi, tú y yo somos aliados, tu secreto está a salvo conmigo. Aplicare tu estrategia y no le diré absolutamente nada a Sora, pero me debes una, y ten por seguro que cuando llegue el momento, cobrare mi deuda.
——Me sorprendería que no lo hicieras. —— con esa última frase procedió a cerrar la puerta, retirándose de a pocos la ropa. Solo cuando estuvo en la soledad de su alcoba, recapacito un poco sobre lo que había ocurrido hacía unos minutos.
Él no era como ellos, no entendía que rayos era lo que veían en Sora. Solo era una mujer estúpida que había fracasado en la única responsabilidad que tenía.
Ser madre.
Pero… Si la consideraba un fracaso como mamá, ¿Por qué no podía quitarse de la cabeza la mirada que le dio cuando le propino esa maldita bofetada? La veía cada que cerraba los ojos en su fallido intento por conciliar el sueño.
«Esto es solo producto de lo que tu misma cosechaste, Sora.»
Niji Vinsmoke tenía muy pocos remordimientos en su vida, o, mejor dicho, Sora era el único remordimiento que en verdad valía la pena. Porque en esa época tan oscura de su vida, él simplemente opto por cegarse a sí mismo, cual Edipo en su desesperación por encontrar un escarmiento a su pecado mortal, decidiendo lanzarse por voluntad propia a un desierto lleno de remordimiento y dolor.
Siendo incapaz de ver el amor que su madre desbordaba por él, junto a todos sus esfuerzos fallidos por tratar de salvarlo de su peor enemigo, él mismo.
«—— ¿Según quién? ¡Esa niña no es nada mío! Al igual que ustedes ¡¡Yo ya no tengo hijos!! Así que ni se te ocurra volver a contactarte conmigo. En lo que a mi concierne, ustedes son menos que nada, y si Reiju morirá, pues entonces es lo que se merece por haber matado a su propia madre.
——Perdóname... por favor perdóname... S-Sora…
Sus suplicas, a este punto, ya eran inútiles. Ella ya no lo podía escuchar.
Ya no las pudo contener más, por más que apretó los parpados lo más que pudo, estas empezaron a correr sin control por sus delicadas mejillas.
Era tan extraño, todos decían que las lágrimas eran saladas pero las de él,
Eran ácidas.
(...)
Sanji veía su muñeca como si fuera el objeto más alucinante del mundo.
La sentía tan desconocida, ajena a él.
Una gaza cubría por completo su quemadura y vaya que la mierda dolía.
Zoro lo había llevado a uno de los almacenes donde depositaban material médico, o algo así. Por lo visto, sabia de primeros auxilios, ya que el mismo peliverde desinfectó y debridó la quemadura de su mano.
Observaba su reciente "operación" detenidamente, hasta que un paquete envuelto en plástico cayó intempestivamente sobre sus piernas.
——Póntelo, es lo mejor que encontré. Aunque teniendo en cuenta donde estamos, no esperaría algo mejor —— Menciono el mayor para luego tomar una botella de agua y perderse entre los pasillos del lugar.
Supuso que le quiso dar privacidad.
Era una chaqueta médica. Se desabotono la camisa lentamente y cuando esta cayó al suelo, por la gravedad se llevó consigo la compresa que llevaba puesta.
Lejos de importarle ese detalle, levanto su muñeca nuevamente mientras sentía como el ardor se hacía cada vez más intenso por la pérdida de la gaza.
Reparo en su herida, ya no estaba calcinada, pero la piel se encontraba abierta, al rojo vivo, y la profundidad de la quemadura le permitía ver cuan grave era el daño en su mano.
«¿Cómo algo tan pequeño podía doler tanto?»
——¡Maldita sea, Sanji! —— Zoro había regresado con un par de vendas, se veía molesto —— Si tanto quieres perder la mano solo avísame para traer un cuchillo y–
——No es para tanto —— Lo corto —— Cuando estudiaba gastronomía lleve un seminario sobre siniestros de cocina. Había leído que las quemaduras de tercer grado eran indoloras, ya que las terminaciones nerviosas eran calcinadas en su totalidad y, teóricamente, no habría porque sentir molestia alguna.
Pero en ningún momento mencionaban que eran los contornos de la herida los que ocasionaban en verdadero tormento.
A su mente vino aquella vez, en la que siendo un niño quemo sus manos al sacar un pastel del horno sin guantes, que tonto fue. Grito tan fuerte que su madre llego en segundos pensando que Yonji o Niji lo habían empujado.
Las saladas lagrimas se derramaban por su infantil rostro, veía como Sora lo embadurnaba con extrema delicadeza un poco de ungüento que, según ella, dejaría sus palmas como nuevas.
Sin quemaduras, ni cicatrices.
——La próxima vez, llámame para que pueda ayudarte con el horno ¿Sí? —— Le sonrió dulcemente, tratando de alegrar a «su adoración».
«Era tan hermosa, con sus rubios cabellos cayendo como hilos de oro sobre su angelical rostro.»
——¡Mira! Lo hiciste excelente —— Llamo su atención, refiriéndose al pastel que se encontraba sobre la barra de la cocina, se había desinflado, y tenía muy mala pinta —— Podemos decorarlo juntos ¡Estoy segura de que sabrá delicioso!
«Era tan positiva, siempre veía lo bueno dentro de lo malo.»
——¡N-No! —— Le respondió el infante entre sollozos —— ¡No quiero!
——¡Vamos! No te puedes desanimar por algo como esto.
Lo tomo por debajo de los hombros, sentándolo sobre la barra, justo al lado su obra. Ambos se veían fijamente, y fue Sora quien acaricio su roja mejilla llevándose en el proceso las lágrimas que se acumulaban en su rostro.
——Sanji, tú tienes un don —— Le aseguro mientras apoyaba sus codos sobre el mármol de la cocina, viendo con fascinación al tercero de sus cuatrillizos — No pensaras desperdiciarlo por pequeñeces como estas.
——P-Pero… Me duele.
Su madre acaricio sus rubios cabellos, pasándolos por detrás de su oreja para luego contornear esa coqueta y tierna ceja espiralada que compartían todos sus hijos.
«Su tacto era tan gentil…»
——El dolor siempre pasa, Sanji, toda herida se cierra, toda lagrima se seca, y toda sonrisa se puede volver a dibujar —— Lo cargo nuevamente, llenándolo de alegría y vitalidad con esa aterciopelada voz, sonriéndole como solo ella podía hacerlo.
Para Sanji, Sora podía hacer magia solo con su sonrisa, ya que era tan contagiosa que te hacia olvidar todas tus preocupaciones solo con verla y cuando menos lo esperabas, terminabas riendo junto a ella.
«Y esa sería la forma en la que siempre la recordaría...»
Su madre, Sora Redleg, fue una encantadora, pero decidida jovencita británica que, en sus escasos dieciocho años, salió de su natal Londres para estudiar música en Francia. Dejando atrás a familia y amigos por el sueño de convertirse en una compositora de fama mundial.
Nunca espero que, al finalizar su primer año en el Conservatoire de Paris, y en unas cortas vacaciones a Marsella con unas amigas, conocería a un hombre bien parecido, alto y rubio de aproximadamente veintiocho años, el heredero del imperio naval de la Familia Vinsmoke,
Judge, su donador de esperma, porque él no merecía llamarse padre.
Era parte de una larga dinastía de comerciantes marítimos, que manejaban flotas de portacontenedores transportando las más importantes mercancías europeas a través de sus mares.
Nunca sería capaz de entender qué demonios fue lo que vio su madre en alguien como él, pero si podía entender lo que Judge vio en Sora; ella era simplemente «deslumbrante» y esto iba mucho más allá de su belleza física...
En cuestión de meses, el cortejo entre ambos culminó en una boda que dejó a todos perplejos. ¿Qué hacía un hombre de semejante posición con una jovencita extranjera y sin estatus? A pesar de las dudas, el matrimonio floreció rápidamente y, antes de lo esperado, Sora quedó embarazada. Pero lo que comenzó como la espera de su primogénito, terminó en la inesperada llegada de cuatro.
¡Sora estaba maravillada!
Desde el instante en el que nacieron, dejo de lado las partituras y los instrumentos para dedicarse a tiempo completo a su nueva labor de madre.
Había encontrado otra pasión.
La dulce sinfonía de un cuarteto que nunca se cansaría de escuchar...
Pero donde Sora veía una obra maestra, Judge veía una oportunidad. Su interés en los niños no era paternal, sino estratégico, y su presencia en casa era más bien simbólica, dejando a Sora a cargo de criar a los pequeños.
Pasaba mucho más tiempo en el puerto de Marsella, que, en París con su familia, pero a pesar de las circunstancias, eso nunca desanimo a Sora en su deseo por ser una mujer ejemplar para sus hijos.
Sin embargo, la maternidad, lejos de ser idílica, se convirtió en una lucha solitaria. En esa mansión inmensa, y siendo apenas una niña, Sora intentó ser un faro de amor, pero el vacío dejado por Judge la hacía tambalear. Su amor de madre, aunque inmenso, no fue suficiente para salvarla del peso de sus propias expectativas.
Y fue inevitable que priorizara a los que ella consideraba, sus hijos más vulnerables.
Yonji era el menor de los cuatro y a pesar de ser el último, por unos ocho minutos, se podría decir que fue él que se llevó la mejor parte. Era un niño atlético que enorgullecía a Judge con su fortaleza física y fuerza relativamente superior al promedio, pero a los ojos de Sora, el peliverde siempre seria su pequeño. Si bien nunca falto a ninguno de sus partidos, y siempre se sentaba en primera fila animándolo en sus eventos deportivos, sentía un miedo indescriptible de que algo le pasara, que se lastimara, que le hicieran daño…
Yonji representaba su fragilidad, aquella parte de ella que no podía permitirse perder.
Sanji era el tercero, siendo el único que había heredado sus rubios cabellos. Era un reflejo del alma de Sora: dulce, bondadoso y lleno de empatía. Pero esas cualidades que su madre adoraba de él, Judge las despreciaba, calificándolo de débil y dependiente, viéndolo como un hijo indigno de llevar su apellido; siempre dependiente de su madre.
Por un lado, Judge tenía razón, Sanji siempre estaba al lado de su madre. Compartiendo juntos todo el tiempo que él, como su esposo, debió haber pasado junto a ella. Porque Sanji era el único de los cuatro que podía ver cuanta falta le hacia su padre a Sora en esas interminables noches en las que ella se quedaba completamente sola en aquella enorme alcoba. Esperando inútilmente a que Judge se dignara a dejar a su amante de turno para pasar, aunque sea un momento con su esposa.
Y a pesar de ser plenamente consciente de todos los deslices de su marido, ella nunca se apartó de su lado y puso todo de si para mantener a su ya resquebrajado matrimonio, unido.
Pero… ¿Cómo ensamblar algo que desde un principio estaba destinado a romperse?
Por otro lado, siempre se esforzó en darle la fortaleza necesaria a su alegría, porque Sanji era, su alegría, para que este enfrentara sus miedos.
Algo irónico... Ya que al final no sabía quién protegía a quien; pero Sanji si estaba seguro de algo, ella era su todo.
El segundo era Niji; su madre siempre estuvo asombrada de su capacidad ¡Era un genio! Una lástima que desperdiciara sus habilidades en jugarle bromas pesadas a todo el mundo, y hacerle la vida imposible a Sanji. Siempre al lado de Ichiji, eran inseparables. Sora lo veía como un chico tan hábil e independiente, que nunca pensó que él necesitaría de su ayuda.
Sin embargo, ese pensamiento fue determinante en la vida del peliazul, ya que, al ser ignorado por su madre, que siempre estaba al pendiente del llorón de Sanji. Fue Judge el que tomo mayor influencia en su vida; celebrando sus fechorías, riéndose de la forma en la que Niji menospreciaba a la gente, haciendo que viera a las personas como seres inferiores a él.
Sora había notado la actitud que estaba adoptando su pequeña morita, e infinidad de veces trato de interferir, pero Niji simplemente la repelía como a la lepra, y a medida que fue creciendo, se convirtió en el único de sus hijos que le decía sin tapujos, lo pésima madre que era a sus ojos, jamás midiendo el peso de sus palabras ni en ella, ni en nadie.
Fue así como Niji se convirtió en su miedo; miedo que se volviera el reflejo de Judge.
Y finalmente estaba su primogénito; su rosal, Ichiji…
El pelirrojo fue al primero que pusieron en sus brazos. El primero que la hizo sentirse madre. El primero en hablar, el primero en caminar y el primero al que ella... le fallo.
Desde que era pequeño, Sora se dio cuenta que era un niño diferente, encerrado en su mundo. Parecía disconforme con todo lo que le rodeaba, excepto cuando se tratase de manipular a otros para su placer y beneficio. Una cualidad de desgraciadamente había heredado de Judge y que este destacó; era la mejor arma de Ichiji para con el mundo.
Siempre era la mente maestra detrás de todas las vilezas que hacían con Niji y Yonji. Sabía que tenía que hacer algo y para su buena fortuna, fue el pelirrojo, el único de sus hijos que heredo su habilidad con la música. Por lo que entre ellos se desarrolló otro tipo de comunicación. Una no verbal, en la que Sora descubrió que Ichiji era todo un prodigio en el piano, logrando superar incluso su propio talento a una muy corta edad y en relativamente poco tiempo.
Siempre lo veía asombrada mientras tocaba, nunca pensó que, tras esa indiferencia, su hijo mayor era un chico que disfrutaba de la música, literatura y las artes casi tanto o incluso mucho más que ella.
Fue entonces que trato de formar otra clase de vínculo con él, uno en el que no solo estuviesen unidos por los acordes de un piano, sino que compartieran un lazo mucho más profundo, pero desgraciadamente para ella. Ichiji era una muralla impenetrable; y como toda buena fortaleza, atacaba, cuando sentía que perturbaban su tranquilidad.
Él nunca la dejo entrar más allá de lo permitido, y llegaron a un punto muerto, en el que Sora dejo de intentar, cayendo rendida en la lucha por sacar a Ichiji del estado estacionario en el que se encontraba.
Pero Ichiji seguía siendo su rosal. Y por mas que su hijo mayor sacara a relucir sus espinas ante ella, siempre iba a estar allí, así él la necesitase o no.
Como lo estaría para todos sus hijos...
Pero fue ese mismo amor desenfrenado, lo que hizo que su amada madre desapareciera de sus vidas. Dando por terminados los torneos, las tardes de cocina, las peleas y los interminables duetos de piano...
El estado de su mano era el ejemplo más claro de lo que eran ellos, Sora era la quemadura, un agujero hueco, ya no había nada en él; y ellos, eran los contornos que llevaban todo el dolor que había dejado ese vacío.
(...)
«Madre, nunca me intereso tu opinión cuando era joven, pero si me vieras ahora...»
«...¿Sentirías repulsión de mí?...»
Con esa pregunta surcando su mente, apoyo su cabeza sobre la ventana del taxi. Vio como el vidrio se empañaba lentamente frente a él, notando como de a pocos dicho circulo aumentaba su tamaño, por lo que decidió ignorarlo, cerrando por unos instantes sus profundos pozos azules.
Sin embargo, su propia mente lo traiciono, cuando inevitablemente recordó aquel día de falsa primavera...
«El día en que todo inicio...»
Las gotas de lluvia caían sobre el cielo de Paris, llenando todo a su paso con aquel liquido incoloro. A lo lejos una limosina se acercaba a la mansión Vinsmoke a toda velocidad, pero eso era lo de menos. Él se encontraba en la gran biblioteca de estilo barroco, parado justo frente a ella, su madre. Lo contemplaba acusatoriamente, esperando a que Ichiji tomara la iniciativa, pero en esos momentos lo único que surcaba la mente del pelirrojo, era la identidad del autor de los libros que se encontraban en la hilera doce de la estantería C que se hallaba al lado izquierdo del salón.
——¿Y bien? —— Pregunto la rubia ya bastante incomoda.
«Sino me equivoco son los de Balzac ¿O quizás son los de Flaubert? No… No lo recuerdo.»
——¡Ichiji! —— Su voz se alzó de manera inesperada.
«No, Époni cambio el orden de varios de los ejemplares cuando limpio este lugar la semana pasada ¡Es una estúpida! ¡Me tomo semanas organizarlos por año, género y autor!»
——¡¡Ichiji Louis Vinsmoke!!
«Creo que la doce es Verne.»
——¡Ichiji Louis! Sera mejor que...
Sora había empezado, nuevamente, con su sermón, pero eso era irrelevante para un Ichiji que seguía preguntándose quien rayos estaba en la hilera número doce, o al menos así fue hasta que escucho la peligrosa orden de su madre, y ya no pudo seguir perdido en sus pensamientos.
——¡Quítate la camisa!
Sus ojos denotaron un desconcierto que fue muy difícil de ocultar —— ¿Qué rayos te pasa?
——Dije. Que te quites. La camisa.
——No, gracias.
——No es una consulta.
——Madre, escúchate ¿Tienes idea de lo que me estás pidiendo? —— Le contesto haciéndose el desentendido —— Me vas a preocupar en verdad.
«¿Qué demonios? ¿Acaso Sora lo sabe? No, imposible. No se lo he mostrado a nadie y he tenido extremo cuidado al mome–»
——¡Ahh~! —— El gemido de dolor que lanzo cuando Sora presiono ligeramente su hombro derecho fue lo que finalmente lo delato.
Los ojos de su madre pasaron de la rabia a la incertidumbre en instantes ——¡Ruega porque no sea lo que creo que es! ——— Le advirtió mientras jalaba de la camisa negra del pelirrojo.
——¡Oye! ¿¡Qué crees que estás haciendo!? —— Alzo la voz preocupado, tratando de liberarse del agarre de su madre —— Esto es tentativa de acoso sexual ¡Detente!
Sora dejo de forcejear para verlo con los ojos en blanco —— ¿Disculpa? ¿Qué acabas de decir? —— Le hablo indignada —— No trates de volver esta situación en mi contra, Ichiji, sabes muy bien de lo que te estoy hablando. Ahora, es la última vez que te lo voy a repetir ¡Quítate la camisa!
«Demonios...»
Su cerebro empezó a maquinar en cuestión de segundos alguna forma en la que pudiera salir ileso de esa situación, pero la única que se le venía a la mente con su madre frente a él, era saltando desde la ventana. Lo cual implicaría serias heridas en su cuerpo, junto a una larga, y nada placentera estadía en el hospital.
Sin muchas ganas, y de la forma más lenta que pudo, empezó a desabotonarse. Dejando su torso expuesto a su progenitora. Solo cuando sus hombros se liberaron de la prenda Armani, mostrando un patrón de trazos negros por todo su brazo con un «1» en el medio fue que Sora cubrió su rostro con ambas manos.
——No puede ser, Ichiji... —— Su voz salió entrecortada —— ¿Qué has hecho?
Tuvo que desviar la mirada ante la molesta imagen —— ¡No es para tanto, madre!
——¿¡Cómo me puedes decir que no es para tanto, Ichiji!? ¡Apenas acabas de cumplir quince años! ¿En qué cabeza cabe el hacerte un tatuaje siendo tan joven?
¡Maldición! Quien diría que estaría así de sensible desde su encuentro con Niji.
——¡No seas dramática! Es mi cuerpo y puedo hacer con él lo que se me venga en gana —— Honestamente, nunca había cruzado por su mente el hacerse un tatuaje. Hasta que leyó la trilogía de Millennium, sintió una conexión tal de admiración/odio con Lisbeth Salander y su dragón, que no pudo resistirse ante la idea de tener uno propio, aunque claro está con su respectivo sello.
«Esa mujer era adrenalina pura, una lástima que esa clase de personas solo existiesen en la literatura..»
——¿Te estas escuchando? ¡Me sorprende que seas tan inmaduro! Pero ni creas que esta vez te saldrás con la tuya Ichiji, mañana mismo iremos a que te saquen esa horrible cosa del cuerpo.
——¡Estas muy equivocada si crees que–!
Unos ligeros golpes en la puerta interrumpieron su "tranquila" conversación, mostrando a una mujer regordeta y entrada en años, asomándose con una sonrisa temblorosa para dirigirse a su madre con voz nerviosa.
——El Amo Vinsmoke acaba de llegar, mi señora.
¡Lo que faltaba! Se supone que su padre no volvería hasta finales de Abril ¿¡Qué demonios hacía en casa por estas fechas!? Lidiar con Sora era una cosa, pero si Judge se enteraba de su tatuaje, lo más probable seria que él mismo se lo arrancara de la piel con sus propias manos.
——¿¡Se lo dijiste a Judge!? —— Le recrimino indignado.
——¡Guarda silencio, Ichiji! —— La mirada de Sora se endureció —— Gracias Époni. Por favor, comunica al Chef que empiecen a preparar la cena; hoy comeremos en el salón principal.
Partiendo de esa simple frase debió darse cuenta que ese día no sería como ningún otro, algo importante iba a pasar. Ellos solo cenaban allí por Navidad u onomásticos.
——Como usted ordene, mi señora.
Cuando su ama de llaves se retiró, Sora paso las manos por sus brillantes cabellos, sobándose la cien en el proceso.
«Se veía agotada»
——¡Rápido! Cúbrete y ve a tu habitación —— Le indico —— Luego terminaremos nuestra platica.
Se dirigió hacia la puerta dispuesto a retirarse, pero antes de abrir el portón, se dio media vuelta, viendo fijamente hacia Sora.
——…Madre.
——Ichiji, te dije que fueras a tu... ——
——¿Judge lo sabe? —— Se adelanto a ella, temiendo su respuesta.
Sin embargo, Sora lo vio confundida, como si el pelirrojo hubiera destapado un secreto aún más profundo que su tatuaje. —— ¿Q-Que? ——Ahora fue su turno para lucir desconcertada.
——Lo de mi brazo —— Le aclaro. Por lo visto, sus palabras la habían tranquilizado, ya que su expresión volvió a ser la misma.
——Ichiji, hablaremos de esto lu-
Pero antes de que pudiera terminar, la puerta se abrió nuevamente, e Ichiji pudo sentir como un inconfundible aroma a Partagás mezclado con Brandy, empezaba a apoderarse de todo el ambiente.
No lo veía desde su cumpleaños, pero francamente estaba igual que siempre —— Padre…——Le llamo a modo de saludo —— ¿Qué tal todo en Germa?
——¡Hijo! —— Judge soltó una fuerte carcajada y removió cariñosamente sus rojizos cabellos —— Muy bien, de hecho, no podrían estar mejor, pero no vengo del Naviero sino de América. Luego te contare todo —— Le contesto con jocosidad, y para mala suerte de Ichiji, Judge termino palmeando su delicado hombro con una de sus enormes manos como una inesperada muestra de afecto.
«¡Maldito seas! ¿Por qué tenías que golpear justo allí?»
A pesar de que trato de no mostrar expresión alguna, el tatuaje aún estaba muy fresco. Sarquiss le menciono que, al tener una piel tan delicada, era propenso a sufrir una infección. Por lo que le advirtió que tuviera el mayor cuidado posible, y el tosco saludo de Judge género en él una mueca de dolor que fue inevitable ocultar.
——Traigo muy buenas noti... ¿Qué te pasa? —— Pregunto intrigado por el reciente cambio de actitud su hijo mayor.
——Se calló tratando de tomar un libro de las hileras más altas. Ten cuidado Judge, aun le duele.
¡Vaya! Ahora si estaba sorprendido, esto no podía estar pasando, ¿Sora lo estaba cubriendo?
——Que idiota eres. —— Lo recrimino el mayor —— Lo esperaría de Sanji ¿Pero de ti?
——¡Judge!
——¡No empieces mujer! No he recorrido más de cinco mil kilómetros para escuchar tus reclamos.
——Ichiji, ve a tu recamara —— Fue clara, no lo quería allí cuando tuviera que hablar con su esposo.
Pudo sentir como se formaba un tenso ambiente en la habitación y opto por retirarse. Alejándose lentamente mientras escuchaba a lo lejos la conversación de sus padres. Fueron unos cuantos intercambios de palabras, pero era más que suficiente para darse una idea del desgraciadamente infeliz matrimonio que "unía" a los Vinsmoke.
«——...Mi Lady, tan bella como siempre...——»
«—— ...Judge, esto no puede seguir así...——»
Cerró la puerta, y en el momento en el que la antigua madera de cedro choco contra el alfeizar... Comenzaron a retumbar los gritos llenos de ira de Judge.
Nunca le importo la forma en la que se desenvolvía el matrimonio de sus padres. O al menos eso solía decirse, para de alguna manera, mitigar toda la incertidumbre que se cernía cada día en su cabeza. Si Sora iba a aceptar todos los deslices de su padre, quedándose a su lado y sin mover un dedo.
Entonces él no tendría por qué sentir lastima por ella.
A medida que sus pasos hacían eco por la enorme vivienda, tomando rumbo a su habitación. Encontró una imagen parecida a la que se había dado unas semanas atrás con Niji en la puerta de su habitación. La sonrisa socarrona del peliazul le hizo formular una idea para nada atractiva en su mente, pero antes de que fuera a decir algo, el peliazul se le adelanto.
——No me mires a mi idiota, te dije que no diría nada —— Luego de eso, paso a abrir la puerta de su habitación y entro a su cuarto sin ni siquiera pedir permiso.
La habitación del pelirrojo era como un museo de antigüedades en miniatura, su petit Louvre, miles de cuadros donde los nombres como Botticelli, Velásquez, Fragonard o Tiziano, eran comunes. Libreros clásicos llenos de sus obras favoritas y cosas tan absurdas como baratijas de todo tipo, que denotaban un pequeño pedazo de cada parte del mundo.
Pero eran esas simples chucherías, las que Ichiji más valoraba, ya que a través de esas pequeñas piezas de cerámica era que veía una pequeña parte del mundo que, con sus propios ojos, jamás se podría dar el lujo de conocer...
Porque sabía que siendo el primogénito de Judge, su vida estaba prácticamente planeada, sin tener ningún derecho a opinar.
Volvió a quitarse la camisa con sumo cuidado mientras veía a su hermano por el rabillo del ojo —— ¡No toques eso, Niji! —— El peliazul tenía entre sus manos uno de sus Caballos de Delecarlia.
——¡Ah! Eres muy sensible por basura que no vale más de cinco euros —— Pero la dura expresión del mayor le hizo entender a Niji que no estaba para bromas, o al menos no con sus posiciones más valiosas. Dejo la pieza de cerámica en su sitio, divisando como Ichiji se untaba con sumo cuidado, una crema en el brazo.
——¿Judge está aquí? ——Se aventuró a preguntar el peliazul.
Ichiji lo vio como si le hubiera cuestionado porque la tierra era redonda, optando por ignorarlo para darle prioridad a su hombro.
——Ichi…
——¡Si! Judge está aquí, con un demonio, pero no tengo idea de porqué. Así que ¿Quieres dejar de hacer preguntas estúpidas, Ni?
——¡Maldita sea! —— Suspiro resignado —— Desde lo que paso, Sora me ha tenido enclaustrado en esta condenada casa ¡Me estoy volviendo loco! Lo único que hago es ir a la escuela, para luego regresar a la jodida Mansión Winchester y estar encerrado en mi habitación viendo «How i met your mother». Además, permíteme decirte que cada temporada que pasa empiezo a dudar más y más de que Ted logre encontrar una mujer que soporte todas sus disfuncionalidades. Es más, creo que al final tendrá a sus hijos en un acoston cualquiera y solo se hará cargo de ellos por denuncias de manutención.
——¿Qué tiene que ver eso con padre?
La pregunta fue casi insultante para Niji ——Como que ¿Qué tiene que ver? ¡Tiene todo que ver, Ichi! Si él está aquí, tampoco podré salir este fin de semana.
——...Sigo sin ver el problema.
——…Olvídalo —— Alguien tan recatado, aburrido, como Ichiji no lo entendería —— Tal vez debería decirle a Judge lo de tu tatuaje, para divertirme un poco ¿Sabes? Seria muy entretenido ver cómo te arranca la dermis con un tenedor.
——Hazlo y le diré a Yonji que empeñaste el Bat de Cleyton Kershaw que le trajo papá.
——...Solo se lo podrás decir si sobrevives —— Le recordó el peliazul —— Además, necesitaba el dinero y a él ni siquiera le gusta el beisbol. —— Aclaro sin el más mínimo sentimiento de culpabilidad.
(…)
Las risas de Vivi se habían detenido cuando la vista de Sanji se dirigió fija hacia el ingreso posterior de su casa. A través de los vidrios incoloros del enorme invernadero podía ver como todos los empleados corrían con bandejas, flores y porcelanas hacia la zona oeste de la mansión.
Justo donde se encontraba el salón principal.
«¿Por qué?»
Su relativa calma, se perdería en cuestión de instantes. Confirmando sus peores miedos cuando escucho la estruendosa risa de ese hombre, llegando hasta el lugar en el que se encontraba con Vivi.
Fue como si una gran piedra cayera imprevistamente dentro de una laguna, haciendo que las tranquilas aguas se volvieran turbias y pesadas con cada onda.
——Sanji, ¿Qué ocurre? —— El rubio pudo escuchar la voz de su amiga perfectamente, pero paso de esta. Había dejado de lado el Brioche que habían hecho juntos hace unas horas para levantarse y empezar su camino hacia la puerta posterior de su casa.
«Algo no anda bien»
——Será mejor que vayas a casa, Vivi —— Estaba preocupado por su madre, la había visto muy agotada los últimos días. Además, ella y Niji no se habían dirigido la palabra desde lo ocurrido entre ellos y aunque a él no le afectara la indiferencia del peliazul, a la cual ya estaba acostumbrado, no podía decir lo mismo de Sora.
A eso, sumarle la presencia de Judge no retribuía en nada a la situación. Además, cada vez que toda la "familia" se reunía, las cosas nunca terminan precisamente bien, y no quería que su amiga se viera envuelta en la catastrófica disfuncionalidad de su convivencia familiar.
Eran precisamente en esa clase de situaciones en las que Vivi prácticamente podía palpar la preocupación de Sanji. Ella era uno de los principales testigos del entorno tan toxico que rodeaba a una de las familias con más renombre de Paris. Conocía muy bien a los Vinsmoke y sus herederos, era difícil no hacerlo. Esos rasgos tan finos y elegantes destacaban en cualquier lugar al que fueran y eran muy llamativos en la escuela, pero solo eran una vil pantomima de la profunda miseria que ocultaban dentro de ellos.
Sentía mucha tristeza por Sanji y su madre, a la cual ella apreciaba bastante. Eran los únicos rescatables dentro de esa, si se les podía llamar, familia. Aunque según Carrot, cuando Yonji y ella estaban asolas, su personalidad distaba mucho de la del deportista estrella con complejo de superioridad que mostraba frente a todo el école.
——¿Estás seguro? Si quieres puedo quedarme, creo que el conocer a tus hermanos me ha preparado mentalmente para todo —— Le sugirió con gracia, tratando de mejorar su ánimo.
——Gracias Vivi, pero tengo que insistir; vete. Apenas pueda te llamare para——
Los ligeros golpes en la puerta, seguidos del ingreso de Époni corto su conversación. Sanji veía en la vieja ama de llaves, un aura maternal que siempre lo fascino. Nunca conoció a ninguna de sus abuelas, pero esa mujer era lo más cercano que el rubio tuvo a una ——Joven Sanji, la cena está servida; por favor, preséntese en el salón principal. Los amos solicitan la presencia de todos sus hijos.
Paso de la preocupación al asombro en un abrir y cerrar de ojos ¿Qué demonios estaba pasando? Internamente rogó por que fuera otra de las proezas de Judge.
——...Señorita Nefertari, uno de nuestros autos la llevara hasta su hogar, permítame escoltarla hacia la——
——Descuida Époni, de Vivi me encargo yo —— Interrumpió el discurso de la mujer en forma más delicada que encontró. Le tenía mucho cariño a la vieja Eponi y nunca se atrevería a faltarle el respeto. —— ¿Sabes qué está pasando? ¿Por qué mi padre está aquí? ¿Cómo está mi madre?
——Sanji... Mi niño, descuida. No es nada malo —— Lo animo con una sonrisa que no ayudo a calmar nervios del rubio —— De hecho, creo que es justo lo que esta familia necesita.
De haber sabido la verdadera razón desde un principio, quizás no se hubiera tomado las palabras de Époni como un indicio de demencia senil
Prefirió no comentar nada, poniéndose de pie junto con Vivi. Se dirigieron en silencio hasta la puerta del invernadero y aprovecharon la lluvia y el único paraguas con el que contaban, para acercarse lo más posible, solo para que Sanji susurrase en su oído de forma apenas auditible.
——Camina rápido, y por nada del mundo apartes la vista del frente cuando entremos —— Un simple parpadeo por parte de Vivi logro tranquilizarlo a medida que se acercaban cada vez más y más a la mansión Vinsmoke.
Como siempre, ella lo entendía perfectamente.
Apenas ingresaron a la casona, estrecho su mano con rapidez y se dirigieron con paso ligero hacia la puerta principal. La peliceleste tenía la vista fija en la vieja puerta de cedro. Por el contrario, Sanji analizaba detenidamente cada rincón del lugar. Los empleados estaban inquietos, la calma que transmitía su madre se había esfumado con la sola presencia de Judge.
Podía escuchar todo el ruido que salía de la cocina, pedidos concisos y llamadas apresuradas a la par que los cocineros y las sirvientas salían corriendo rumbo al gran salón llevando consigo miles de fuentes de plata llenas de comida rumbo a la mesa.
——En verdad no hay nada que odie más que su presencia —— Susurro en un hilo de voz, justo en el preciso momento que llegaron hasta la puerta principal para tomar la vieja perilla de metal entre sus manos y poder abrir la puerta.
——Descuida, por lo que siempre me comentas, lo más probable es que se vaya hoy mismo ¿No? —— Trato de animarlo, a pesar de saber que en esas ocasiones el sentido del humor de Sanji se volvía tan ácido y duro como el de sus hermanos.
——Mas le vale irse hoy, Vi——
——¡Vivi Nefertari! —— Escuchar su ronca voz tan claramente desde las escaleras, seguido de su tono de falsa empatía le hizo sentir nauseas.
«¡Joder! ¿Por qué tenía que aparecer justo cuando ya estaba a un paso de sacarla de aquí?»
La mencionada vio a Sanji con una mueca de incomodidad que duro un milisegundo para que inmediatamente, se diese la vuelta y saludara de la forma más educada que podía, porque así la habían criado, al padre de su amigo.
——Señor Judge, que «agradable» sorpresa encontrarlo aquí.
——Igualmente, sabes que todos los amigos de mi «querido» hijo son cordialmente bienvenidos en mi casa —— Pronuncio esas últimas palabras como una advertencia encriptada hacia el rubio.
Sanji casi podía escuchar esa molesta voz gritándole en los tímpanos «Mi casa; mis reglas y si no estás de acuerdo con ellas; la puerta está allí»
Vivi le agradeció al patriarca de la familia, sabiendo a la perfección como ocultar su incomodidad tras una perfecta fachada de elegancia y gracia que aminoro de cierta medida la pesada tensión del lugar que emanaban las miradas de Sanji.
——¿Cómo esta tu padre? —— Y allí estaba, la verdadera meta de Judge, ¡Por esa razón quería evitar este circo! —— Espero que el embajador se encuentre bien de salud —— Otra vez abusando de su falsa empatía —— La última vez que lo vi fue en el aniversario de Paribas.
——Si... bueno él ha estado un poco... ——
——Coméntale que estoy interesado en expandir mis exportaciones hacia el Golfo Pérsico —— Ni siquiera le permitió continuar, no era que le importara mucho lo que esa niñata estaba diciendo —— Pasar mis barcos por el canal de Suez es algo que he tenido en mente por muchos años. Así que no estaría mal—
——Suficiente Judge —— No iba a permitir que esta situación de alargar ni un segundo más —— Vivi se tiene que ir. Ya se hizo tarde para ella, y además, que yo sepa aun no cuentas con los permisos necesarios para exportar tus barcos fuera del hemisferio occidental, así que no la hagas perder su tiempo.
Desvió su atención de la chica, para finalmente recaer en la presencia de la burla andante de su familia. Como siempre, Sanji lo veía con esa maldita mirada desafiante tatuada en el rostro.
Los ojos llenos de ira que dirigió hacia su tercer hijo fueron suficientes para saber que su falta de respeto le iba a salir muy cara.
——¿Acaso escuche mal? ¿Qué acabas de decir?
——Nada que no sea cierto, Judge.
——…Sanji —— Vivi detuvo el avance del rubio hacia su padre. Sabía que el rubio menor le había perdido el miedo al señor Vinsmoke hacia mucho, y por esa misma razón prefería evitar una confrontación entre padre e hijo.
Judge era consciente de que mostrar un mal ejemplo frente a la hija de un hombre tan importante como Cobra Nefertari, embajador de Egipto en Francia, podría convertirse en una jugada contraproducente. Por lo que prefirió pasar por alto el insulto de Sanji e ir rumbo hacia el salón principal, ya cuando esa niña se fuera le daría un escarmiento apropiado a su impertinente hijo, y no iba a impórtale en lo más mínimo la opinión de Sora.
——Fue un placer verla señorita Nefertari, espero que pronto se vuelva a repetir ¡Sanji, no demores!
——...Igualmente, señor Vinsmoke —— Cuando el patriarca de la familia salió del lugar, Vivi por fin pudo respirar tranquila, pero al girar en dirección de Sanji, el rubio tenía la misma mirada desafiante que siempre mostraba cuando si quiera le mencionaba a su padre —— ...Hey ——Tomo su rostro entre sus manos, transmitiéndole a través de sus azules un poco de la calma que Sanji había perdido —— Todo estará bien.
«Si... claro»
De repente la puerta principal se abrió para dar paso al menor de los Visnmoke. Estaba vestido con su típico uniforme de rugby, completamente mojado, y lleno de lodo por la práctica de la tarde. Su aparición fue suficiente para detener la dulce escena de ambos chicos.
Al ver la cercanía de ambos Yonji no dudo mostrar una sonrisa socarrona y alzar sus espiraladas cejas hacia su hermano —— Ya era hora Sanji.
El ligero sonrojo de Vivi con las palabras del menor de los cuatrillizos hicieron que soltara a Sanji de inmediato. A Yonji le pareció muy cómico el gesto. A fin de cuentas, Vivi era de las chicas más bonitas que había en la escuela.
Una pena que perdiera su tiempo con su dulce hermana.
——¡No digas estupideces Yonji!
Desafío el rubio, sin embargo, el peliverde lo ignoro como si fuera un simple objeto inanimado y siguió caminando mientras tomaba agua de la forma más brusca que podía de su botella deportiva.
Hoy estaba de buen humor, le fue increíble en la práctica y lo más importante ¡Carrot por fin había aceptado ser su novia! Por lo que no tenía ganas de usar a Sanji como saco de boxeo, pero solo basto con que el rubio terminara de hablar para que se atorara hasta que el agua saliera a gorgotees por su nariz.
——Por cierto, ve a tomar un baño; Judge está aquí.
Ahora fueron las risas de Vivi y Sanji las que no se hicieron esperar —— No bromees con eso Sanji, o juro que pateare tu trasero tan fuerte que no podrás diferenciar entre tu——
——No está bromeando retrasado, así que por una vez has lo que te dice y terminemos con este circo lo más pronto posible —— La aparición de Ichiji vestido en un blazer azul eléctrico y de Niji acomodándose la camisa de cuello de tortuga color negro terminaron de encender todas las alarmas del menor.
——Oh ¡Maldita sea! —— Con solo unas cuantas zanjadas logro llegar hasta el segundo piso de la mansión, yendo a toda prisa a cambiarse.
——Vivi ¡Que sexy estas esta noche! ¿No quieres acompañarnos en nuestra última cena?
——Piérdete Niji —— El segundo de los Vinsmoke contaba con una fama para nada agradable entre los chicos y chicas de la escuela, y que fuera tan cercano de la resbalosa de Lily tampoco ayudaba en nada a su reputación.
Sanji sonrió para sus adentros, Vivi nunca fue una damisela en apuros que necesitara de su protección.
——Suerte esta noche, Sanji —— Volvió a abrir su paraguas y luego de darse un corto beso de despedida en la mejilla, la peliazul salió de la mansión Vinsmoke dando una última mirada al rubio antes de subir al Mercedes que la llevaría hacia su hogar.
Luego de estar seguro de que su auto se perdiera entre la fuerte lluvia, se dio la vuelta para ver como Ichiji y Niji ya se habían adelantado. Camino con paso tranquilo mientras los grandes cuadros de estilo renacentista decoraban su lento compás hacia el lujoso salón.
«Ce qu'il doit êtreserá»
(...)
Para cuando Yonji llego, ya toda su familia estaba ocupando sus respectivos lugares, degustando de los miles de platos que había en la mesa. Judge se encontraba en la cabecera de la mesa, a su derecha estaba Ichiji y a su izquierda Sora, que estaba al costado de Sanji y finalmente Niji encontrándose al lado del pelirrojo. Habiendo una la última mesa libre entre ellos dos, justo en frente de su padre.
Dio un silbido de asombro para tratar de aminorar la tensa aura de la habitación, nunca le gustó mucho el silencio por lo que pensó que cualquier estupidez ayudaría en algo.
——¡Joder! Époni y los otros sí que se esforzaron. Esto se ve increíble —— Tampoco estaba mintiendo. Había platos de todas las regiones de Francia; Confit de Canard, Merluza al beurre blanc, Magret de canard; hasta incluso Coq au vin y muchos otros más.
——Solo siéntate y deja de hablar con el culo por una buena vez —— Escupió Niji, desviando ligeramente la mirada de la mesa para advertirle a Yonji.
El ruido de los tenedores de Sora chocado contra la vajilla Flora Danica, hizo suponer lo que vendría ——Niji, no voy a permitir que hables así en la——
——¿¡Qué!? —— Bramo furioso el peliazul —— ¡Ahora si me vas a hablar!
——¡No tienes por qué gritarle, grandísimo imbécil! —— Defendió el rubio a su madre.
Niji mordió sus labios, molesto —— Pero claro, Sanji me insulta y te quedas callada ¿Por qué no me sorprende? —— La mirada de Sora se intensifico al escuchar las palabras llenas de ira que salían de los labios de Niji —— Sé que tienes tus preferencias, Sora, pero no deberías hacerlas tan obvias.
——¿Ya probaron el Aligot? Sabe muy bien —— Yonji llamo la atención de sus hermanos levantando una bandeja llena de la espesa crema.
——¡Ya tuve suficiente de su estúpido drama! Niji y Sanji ¡Cierren la maldita boca! —— La escabrosa voz de Judge fue suficiente para silenciar a todos los presentes.
——Y eso que apenas llevas dos horas aquí. —— Silbo largamente el peliazul ——Imagínate tener que lidiar con esta mierda todos los días. De seguro te volverías loco, padre.
——¿Qué dijiste, Niji?
El pelirrojo; quien había estado ocupado en todo momento jugando con el único guisante de su plato, alzo la mirada para apreciar el incómodo ambiente que rodeaba a todos los comensales. Debía dar gracias al cielo por las muy esporádicas visitas de Judge. Ya que, de no ser así hubiera tenido que huir de casa hace mucho. No hubiera podido soportar sus tediosas reuniones familiares.
Agradeció no tener que escuchar algún otro ruido incomodo, hasta que el patriarca alzo la voz nuevamente, pronunciando el nombre de su, en ese entonces, ultimo vástago.
——¿Dónde demonios estabas?
Cuando todos los pares de ojos se pusieron sobre el menor de los cuatrillizos, fue que Yonji extrañamente empezó a sudar frio —— V-Veras… La práctica se retrasó un poco y yo…–
——No me molesta que le dediques parte de tu tiempo al deporte, pero que nunca se vuelva una prioridad en tu vida. —— Le advirtió con recelo —— No me importa que hayas ganado el M20. Jamás descuides tus verdades responsabilidades —— El mayor apoyo sus hombros en la mesa y juntando ambas manos frente a su rostro, le advirtió de frente —— Algo tan banal como el Rugby nunca te llevara a nada.
——Dan Carter estaría en desacuerdo contigo —— Siseo el rubio, buscando cabrear a su padre.
——¡Nadie pidió tu maldita opinión, Sanji! —— Escuchar la estrepitosa voz de Judge, lejos de asustarlo, hizo que en el rostro del mencionado se alzara una imperceptible sonrisa.
——Solo está dando su punto de vista, no tienes por qué alzarle la voz —— Estaba cansada de escuchar tantos gritos y reclamos en una cena que suponía era para celebrar algo mucho más importante, tanto para ella, como para su familia.
Pensó que quizás él lo entendería, pero con el simple tronar de los dientes de su esposo, la hizo darse cuenta de su error y antes de que Judge volviera a levantar la voz, fue Niji quien se adelantó.
——¡Ves a lo que me refiero, padre! Siempre es la misma mierda con ellos dos.
——¿Podrías dejar de gritar por un momento? —— Vocifero el tercero de los cuatrillizos —— ¡Que no vez que–!
—— Padre.
El simple vocablo del pelirrojo detuvo los reclamos de Sanji como si hubiera presionado un interruptor. Ichiji rara vez hablaba en estas cenas, pues las consideraba innecesarias y repetitivas. Siempre acababan igual: alaridos, palabras corrosivas, una exhibición de egos desmedidos en la cual le causaba mucha tirria participar.
Y esta situación en particular lo estaba sacando de quicio.
En verdad quería retirarse, e ir a su alcoba de una buena vez, y sabía que la única manera de conseguirlo sería con Judge habiéndose vanagloriado frente a ellos de lo que sea que hubiera logrado.
——¿No tenías que contarnos algo importante? —— Preguntó, con la indiferencia cortante que tanto le caracterizaba.
Como por arte de magia, las palabras del primogénito surtieron efecto. La furibunda expresión de Judge se desvaneció, reemplazada por una sonrisa socarrona.
——Tienes toda la razón. —— Hizo una pausa para ordenar que trajesen el mejor vino de su reserva personal.
Apenas Niji escucho la orden de Judge, una ligera gota de sudor frio recorrió de forma diminuta su frente, la reserva de su padre tenía de los mejores licores del mundo. Él mismo había robado varios ejemplares para llevarlos a sus fiestas. Habían whiskys que rondaban los trecientos mil euros, que él vilmente había remplazado por simple té de jazmín.
——Por muchos años he cosechado grandes éxitos en el mercado europeo y americano —— Comenzó Judge, su voz rebosante de orgullo——. Pero siempre hubo una barrera. Una limitante que, tras años de esfuerzo, he logrado superar.
——¿Encontraste una forma de evadir impuestos? Oh, no, lo olvidaba. Siempre has sido un experto en eso. —— Interrumpió Sanji con sarcasmo, arrancando risitas contenidas de Niji y Yonji.
——Sanji, por favor, modera tus comentarios ——Pidió cortésmente Sora, mientras veía como su esposo recibía la botella de Romanee Conti, y a su vez, le daba una molesta mirada a su tercer hijo, lo que hizo que el aludido desviara la mirada hacia uno de los candelabros de oro blanco, pero sin quitar la sonrisa de su rostro.
——Como decía, antes de que tu estúpido comentario me interrumpiera ——Abrió en cuestión de segundos la costosa botella verdiana sin necesidad de un abridor, la experiencia, concluyo Sanji.
——Luego de muchos años podre llevar a cabo la ambición que tuve desde el día que tomé las riendas de Germa —— Ichiji podía contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que había visto a Judge sonreír de tal forma, y esa ocasión fue una de ellas. El hombre desbordaba alegría mientras lentamente servía en finísimas copas de cristal el líquido violeta —— Finalmente logre conseguir los permisos necesarios para expandir «mis» exportaciones hacia el mercado asiático. ¡A fin de mes, Germa hará su primera ruta de comercio hacia la mayor economía de exportación en el mundo!
Cuando Ichiji recibió la copa de la mano de su padre, su cerebro no reparo en el exquisito aroma de la cosecha de 1945, sino en una simple pregunta.
«¿Cómo?»
Paso por alto las sutiles miradas, acompañadas de las felicitaciones de su madre, que parecía ser la única contenta por la noticia. A Sanji le daba absolutamente igual, y era obvio que Yonji no entendía absolutamente nada de lo que acababa de decir el mayor, pero Niji, al igual que él, tenía una expresión seria en su rostro.
——¿Eso significa que iremos de vacaciones a Tokio? —— Preguntó ingenuo el menor, entre bocados de carne.
——¿Vacaciones? ¿Con ustedes? ¿Por qué habría de malgastar mi tiempo en eso? —— La incredulidad de su respuesta hizo que Yonji rodara los ojos.
——Entonces, ¿qué significa? ——Insistió el peliverde
——Significa que Judge lograra hacer que las estúpidas muñecas inflables que pides por Aliexpress lleguen más rápido —— Comento ácido Sanji, sirviéndose una nueva copa de vino como si nada, no sabía tan mal como creyó.
——¿¡Cómo es posible que compartamos el mismo genoma humano, Sanji!? —— Le recriminó Niji por las ignorantes palabras del rubio —— ¡Ahora estoy seguro que de los cuatro, Ichiji y yo fuimos los únicos que desarrollamos el jodido cerebro! No solo se trata de hacer envíos "más rápidos" ¡Idiota!; es "¿Cómo lo consigues?" Ingresar al mercado asiático es algo muy difícil, empezando porque los malditos tienen miles de restricciones para el comercio con extranjeros, en especial en China.
——Niji tiene razón, padre ¿Cómo lograste conciliar los términos con las «FAS» o los «FOB»? —— Ni siquiera le preguntaría por todo el papeleo burocrático de Incoterms, o como llego a un acuerdo con los millones que tendría que pagar por los aranceles de exportación. Si bien era cierto que el mercado asiático era de los más rentables del mundo, en lo que a exportación se refieren, lograr esa clase de acuerdos comerciales marítimos tomaban años.
Sora vio con una sonrisa como Ichiji y Niji sabían tantas cosas que incluso ella misma ignoraba, pero no porque quisiera, Judge siempre le pidió mantenerse lejos de sus negocios, y ella, como una esposa comprensiva y sin deseos de invadir u hostigar a su esposo con esa clase de preguntas, le dio su espacio, pero por lo visto con sus hijos mayores la cosa era diferente.
Pero ni toda la expectativa de sus hijos, evito que Judge ignorara las preguntas y probara de su segunda copa de vino —— Estoy confundido entre alegrarme porque sepan varios de los procedimientos que se manejan en el Naviero o molestarme por su incansable curiosidad. Así que, ahora yo les haré otra interrogante que responderá a todas sus dudas. —— Sus dos hijos mayores lo vieron expectantes.
——¿Por qué creen que viaje hacia los Estados Unidos?
Niji bufó, irritado por la evasión. ——Padre, no desvíes la pregunta ¿Quie——
——Encontraste alguien que lo hiciera por ti —— Argumento con seguridad el pelirrojo.
Judge vio de nueva cuenta su copa semi vacía para responder con una simple frase —— No alguien ...algo —— Carraspeo su garganta para ver a sus vástagos de frente —— Alguna vez escucharon de la firma "Imperators".
——¿Le pediste a un bufete de abogados que hiciera el trabajo sucio por ti? —— No es que a Sanji le importaran los negocios de su padre, pero le pareció extraño que Judge haya doblegado su orgullo para dejar que terceros se inmiscuyan en los negocios del astillero.
——No es un simple bufete de abogados, es quizás la más prestigiosa firma de toda Nueva York y la costa este, pequeño idiota con cerebro reducido.
——Ninguna firma tendría tanto poder para conseguir esa transacción en solo días. —— Aseguro el pelirrojo.
——En un principio, yo también pensé lo mismo, Ichiji, pero luego de tener una pequeña charla con unos inversionistas neerlandeses, estos me comentaron cosas muy positivas sobre esa firma y decidí comprobarlo por mi propia cuenta —— Ni aunque fuera sometido a tortura admitiría que fue una de sus amantes, nada menos que la esposa de uno de los abogados de esa firma, la que lo convenció de hacer negocios con ellos.
Sin embargo, el escéptico de Niji, lo que menos quería era poner en riesgo el astillero que en un futuro, no muy lejano, también seria suyo.
——¿No te parece que es un poco extraño? ¿Cómo lograro–?
——Esos Yankees son unos malditos demonios, es la única explicación que le encuentro. Lograron conseguir los permisos que a mí me tomaron años en cuestión de días —— Le molestaba mucho admitirlo, pero esos idiotas le habían ahorrado mucho tiempo ——Luego de eso, prácticamente usaron como papel de baño a los términos de los Incoterms.
Honestamente, podría decir que fue gracias a los abogados de ese bufete, que eran la personificación del espectro más abominable del infierno para toda entidad pública o privada, el que todo saliera tan rápido, pero al indagar un poco más profundo, descubrió datos muy interesantes que relacionan al CEO de esa firma muy íntimamente con el gobierno federal americano.
——¡Vaya! Quien quiera que haya sido la persona encargada del caso debió haber sido muy hábil —— Si bien Sanji no era muy fanático del sarcasmo, pensó que esa era la ocasión adecuada para poder emplearlo, solo para joder un poco a Judge.
——¿Crees que dejaría que cualquier idiota recién graduado de Harvard haya si quiera osado poner sus manos sobre mi imperio? —— Aunque no negaría que en un principio desconfió del abogado que le asignaron a su caso, al cual aquel imbécil director de cabello albino tildo de "poca relevancia".
——¿Entonces quien fue? ¿Saul Godman? —— Ichiji tuvo que ahogar su risa por el comentario tan inapropiado de Niji pero tenía que reconocerlo, era una excelente comparación.
——¡Cállate Niji! Aun no llego a esa parte ——Luego de que Yonji viera la primera temporada de Breaking Bad, se volvió adicto a esta, incluso por momentos consideraba en dejar la escuela solo para dedicarse a "cocinar".
——Yonji, no se grita en la mesa —— Le recordó Sora.
——Si no mal recuerdo, su nombre era Barrels… «Diez Barrels», es abogado mercantil.
——¿Derecho comercial? Debieron haber cobrado una fortuna teniendo en cuenta la rapidez con la que obtuvieron los permisos.
Si bien para Ichiji esto significaba un comentario muy obvio, Judge no lo tomo exactamente igual, endureciendo la mirada ante la declaración del pelirrojo.
Ya que si bien, esa firma había logrado darle lo que tanto ansiaba, a cambio, ellos se había llevado una jugosa tajada de su parte, y no se refería únicamente a los millones que tuvo que desembolsar.
No, esa firma tenia bien ganado su fama de bestias, ya que lograron llevarse un botín mucho más valioso que su dinero, a cambio de darle algo que sin lugar a dudas lo haría uno de los hombres mas ricos del país.
Sin embargo, esa información no era algo que deseaba compartir con su familia.
A pesar de ello, para la mala suerte de Judge, ese pequeño dato no pasó desapercibido por Niji —— Buen punto, Ichi. ¿Cuánto fue lo que pagaste, padre?
La pregunta genero una prolongada pausa en el mayor.
——¿Qué cuánto pagué? Digamos que fue más de lo que jamás podría valer cualquiera de ustedes. —— La risa helada que soltó después no solo rompió el incómodo silencio, sino que, a su vez, logro sacarle una divertida carcajada tanto a Niji como a Ichiji.
—Judge, ¿¡Como se te ocurre decir semejante barbaridad!?, ¿Qué crees que van a pensar los chicos luego de escucharte hablar así? —— Le incrimino Sora, completamente indigna de las palabras de su marido.
——¿Pensar? —— ¿Por qué siempre era tan difícil entender a esa mujer? —— ¡No hay nada que pensar! La única idea racional que debería existir en sus cerebros es que su padre es un hombre muy inteligente y hábil que les ha dado la mejor vida que pudieran tener.
Antes el discurso de Judge, él rubio solo presiono con mayor fuerza el tenedor de plata que había en sus manos, el fino metal estaba a nada de doblegarse entre sus manos. En esos momentos, tenía un debate interno entre si vomitar o no en la mesa por aquel comentario tan asqueroso.
——¿Y acaso te sientes orgulloso de tratar a tus hijos como una inversión fallida? ¡Bueno! No debería sorprenderme de alguien que apenas y es capaz de manejar su propia familia. —— Las risas de sus hermanos y su padre frenaron de un segundo a otro.
Nuevamente, la espesa aura de hace unos minutos había vuelto para cubrir a todos los involucrados en esa habitación, y la mirada que le dio Niji le hizo entender que había hablado de más...
"Si serás imbécil, Sanji ¿Por qué siempre te esfuerzas tanto en joderlo todo?"
Y con eso se fue la última gota de paciencia en Judge, se le levanto de la mesa bruscamente haciendo un ruido seco por la fricción entre la costosa silla de ébano contra el frío y blanco piso de mármol —— ¡Maldito seas, Sanji! No puedo ni tener una cena tranquila en mi casa sin escuchar alguna estupidez de esa asquerosa boca tuya.
——¡Judge! No es para tanto, Sanji solo estaba bromeando —— Sora y sus dulces ojiazules trataron de calmar la ira de Judge pero este rechazo su tacto y alzo la voz nuevamente.
——¡¡Cállate Sora!!
El grito que resonó en toda la habitación silencio en un segundo a la bella mujer e hizo que Sanji reaccionara al instante, irguiéndose frente a su padre y respondiéndole de la única forma que parecía entender.
——¡No te permito que le hables así a mi madre!
——¡Yo le hablo como se me da la jodida gana! De no ser por mi hubiera terminado tocando en algún jodido cabaré de Paris. Gracias a mi tiene la vida con la que jamás soño. ¡Al igual que todos ustedes! y ¡No voy a permitir que se me falte en respeto en mi propia casa! ¿Entendido?
Ese comentario le hubiera causado gracia de no haber estado tan molesto —— ¿Perdón? Si estuvieras aquí tanto como dices de seguro te darías cuenta que en este lugar ¡Lo que menos predomina es tu voluntad!
——¡Sanji, cállate joder! —— Yonji golpeo la mesa haciendo que todos los utensilios temblaran por el corto pero energético impacto.
——¡Empezando por ti, Yonji! ¿Acaso no pensabas dejar la escuela para dedicarte a tiempo completo al Rugby? Te aseguro que si lo haces tal vez llegarías al Top 14. —— La forma en la que se desencajo la mirada de Yonji y la sorpresa que se llevó Judge luego de escuchar tal cosa casi lo hace flaquear «casi».
Mas para Niji esto se convirtió en una buena tarde de películas de culto, o al menos, lo fue hasta que Sanji puso su mirada en él.
«Oh no, no te atrevas o conocerás el verdadero infierno»
Pero cuando ambos ojos chocaron, no hubo duda en la mirada del rubio.
«Pierdes tu tiempo amenazándome, ya estoy en él»
——Y qué hay de ti, Niji ¿Crees que nadie se da cuenta que robas los licores de Jugde y los remplazas por cualquier otra cosa?
——¡Eres un hijo de puta mentiroso, Sanji!
——¿¡Que cosa!? —— Esa revelación hizo la rabia que sentía en ese momento se volviera furia absoluta —— ¡Niji! ¿¡Te atreviste a tomar de «mis» posiciones más valiosas!?
——¡Claro que se las tomo y hasta el fondo! —— Ratifico Sanji altaneramente.
Cuando las manos de Niji temblaron en un pequeño espasmo. Lo supo, la mirada de Judge no mentía, estaba en grandes aprietos. Por primera vez en su vida lo habían acorralado y sabía que la única forma de salir ileso de esa situación era desviando la atención de Judge hacia algo mucho, pero mucho peor.
Le dio una mirada rápida al mayor. Fueron milisegundos, pero bastaron para que Ichiji entendiera que su favor seria cobrado en ese preciso instante, y deseo con todas sus fuerzas que la tierra se lo tragase.
——¡Vamos! No me mires a mí. Si vas a empezar a cortar cabezas, te recomiendo empezar por tu adorado hijo mayor ¡Tiene un–¡
——¡¡Ya basta!! ——El grito de Sora fue la perfecta sinfonía entre la voz de una sirena contra la rudeza de las olas del mar —— ¡Paren, ya! ¿Es que acaso no pueden llevarse bien ni una sola vez? Ni siquiera tratan de actuar como una familia, se comportan como animales —— Tuvo que cubrir sus ojos al sentir sus ojos llenarse rápidamente.
Sanji pudo ver como ese hermoso rostro que él tanto amaba, era abordado poco a poco por un riachuelo cristalino.
Solo con escuchar esa voz entrecortada, las peleas cesaron, los gritos se detuvieron y los reclamos se apaciguaron.
El ver por segunda vez a su madre llorando, hizo que a Niji se le revolcara el estómago, para él, ver a cualquier sujeto en ese estado era algo normal, ya que siempre solía orillar a las personas a la desesperación, pero con Sora, sentía una extraña sensación de culpa. Yonji tenía la cabeza gacha, pero no por eso estaba menos molesto, ¡Mataría a golpes a Sanji! Si es que Judge no lo hacía antes. Si ese idiota no se hubiera excedido, su preciada madre no estaría llorando e Ichiji, a pesar de haber salido ileso nuevamente, estaba lejos de sentirse bien. Le incomodaba en demasía ver a Sora, y aunque quiso pensar que se debía a su falta de empatía con las personas, en el fondo sabia que no era por eso.
Bien, la había cagado y en grande. Nunca pensó que sus palabras terminaran hiriendo al ser que más amaba en el mundo, su Madre. Trato de calmarla, pero el dulce tacto de la rubia sobre su mano le decía que volviera a sentarse.
——¡Lo único que deseaba!... Era que compartamos un pequeño momento en familia, pero veo que como siempre no pueden evitar canibalizarse entre ustedes —— Comento dolida —— ¡La razón por la que te pedí que vinieras, Judge! No era para celebrar la nueva ruta del naviero —— El Vinsmoke mayor afilo la mirada —— De hecho, es algo mucho más importante...
Todos se mantuvieron en completo silencio y solo después de un corto, pero necesario letargo mental, Judge finalmente fue capaz de ver a la cara a su esposa.
——Estoy embarazada.
(...)
Ni siquiera sabía porque estaba contándole todas esas cosas a un extraño, en un oscuro y frio almacén, pero al parecer el peliverde era la única persona dispuesta a escucharlo en ese momento.
——Cuando mi madre anuncio que estaba en espera, fue un completo shock para todos. Ninguno de mis hermanos supo cómo reaccionar, incluyéndome.
Zoro solo escuchaba en silencio, sabía que interrumpir al rubio en un momento como ese sería contraproducente, Sanji necesitaba desahogarse.
——Luego de esa noticia, todo paso demasiado... rápido. —— Ya que esa afirmación fue el desencadenante de absolutamente todos los cambios que sus vidas tendrían a partir de ese momento...
Recordaba perfectamente los gritos de confusión de Niji, la incredulidad con la que Yonji tomo la noticia e incluso como Ichiji llego a decir que «Era una forma muy astuta de dejarlos a todos incapacitados.» Él, por el contrario, tomo la declaración con un poco más de normalidad, aunque no por eso menos sorprendido. Saber que pronto tendría un hermano u hermana fue algo que en verdad lo alegro bastante...
Ya que al igual que Sora, él también lo veía como una nueva oportunidad...
Pero al igual que recordaba las reacciones de todos sus hermanos y la sonrisa tan despampanante de su madre... Era inevitable que viniera a su mente el recuerdo de Judge.
No hubo unas felicitaciones, tampoco la abrazo, ni tan si quiera una palabra de aprecio o agradecimiento...
Nada.
Únicamente le pidió a su madre hablar en privado. Luego de eso, Judge partió inmediatamente hacia Marsella. Nunca se atrevió a preguntarle qué fue lo que paso entre ellos dos esa noche. Sora solo les menciono que su padre volvería de vez en cuando para ver la progresión del embarazo. Pero como siempre, era mentira... y pasaría mucho, pero «mucho» tiempo antes de que volvieran a ver a Judge nuevamente.
——Por un tiempo, las cosas fueron relativamente tranquilas. Mi madre estaba muy contenta por su estado, para ella fue como una luz de esperanza que le permitiría volver a tener a toda su familia junta.
Tal vez Sanji no se daba cuenta, pero la forma en la que su rostro se transformaba de una desidia absoluta con el mundo, a un resplandor de esperanza al hablar de su madre, era singular y irrepetible. Hizo que Zoro viera aquel brillo de esperanza que no había visto en mucho tiempo..
«——¡Mira Yonji! Está pateando. Si es un niño quizás se vuelva tan fuerte como tú»
«——Niji ¡Acércate! Quiero que sientas como se mueve»
«——Sanji, ¿Ya viste la hermosa manta que Vivi trajo para el bebe?»
«——Deberías volver a tocar el piano, Ichiji. Estoy segura de que le encantaría»
——Incluso yo, por un momento, me permití pensar lo mismo, pero —— Su voz poco a poco se fue apagando —— Nada nunca nos preparó para lo que vendría luego...
Notes:
Aclaraciones del Capítulo X:
Suite Bergamasque: Composición hecha en 1890 por Claude Debussy, uno de los compositores franceses más influyentes de finales del siglo XIX.
Clair de Lune: Es la tercera pieza de Suite Bergamasque y quizás la más famosa de toda la composición.
La dama de las Camelias: Libro escrito por Alejandro Dumas, hijo. La obra relata la historia del trágico amor entre Margariete Gautier, cortesana de la alta sociedad francesa, y Armando Duval, un desdichado abogado. Al igual que Ichi, yo también leí este libro siendo muy joven y debo decir que es una de las historias de amor más hermosas y desgarradoras que existen, lo recomiendo completamente y a diferencia de otros libros de la época, es relativamente corto.
Arabesque No. 1: La pieza completa se conoce como Deux Arabesque, otra de las melodías cumbres de Claude Debussy.
Neumotórax: Simplificando, es el colapso del pulmón, en casos extremos el pulmón acumula un exceso de aire que puede incluso llegar a reventar.
Lily: Quizás muchas no recuerden a este personaje, yo ni recordaba que había salido en OP xd, pero es una de los miembros de los piratas de Bellamy, sale cuando Doffy le da una paliza a Bellamy.
Dellinger: Oficial de la tropa de Diamante y miembro de los piratas de Doffy. Es un híbrido entre gyojin y humano.
Chambord Liqueur Royale de France: Licor francés elaborado en el valle de Loira, está hecho a base a frambuesas, miel y Cognac. Cada presentación ronda los 3.5 millones de dólares, debido a que su botella esta hecha de contornos de oro y diamantes.
Le Marais: Uno de los barrios más geniales de París, en cuanto a juerga se refiere. Aunque también hay cosas muy interesantes para visitar, como el Place des Vosgues, la plaza más antigua de París.
Mollys: Es un ingrediente activo derivado del éxtasis, solo que con efectos mucho mayores a los de estos.
Sarquiss: Primer oficial de los piratas de Bellamy, es el que supuestamente y digo "supuestamente" porque yo juraba que había matado a la hiena, cuando este era controlado por los hilos de Doffy.
Debridar: Cuando la piel sufre una quemadura grave, la dermis se pudre y es necesario retirar la piel muerta si no se desea que el músculo se necrose y pueda conducir a una amputación.
Puerto de Marsella: Conocido como El gran puerto marítimo de Marsella, es el puerto más importante de Francia, se encuentra al sur del país.
Millennium: Saga de novelas criminales creadas por el sueco Stieg Larsson, nos cuenta las "aventuras" del periodista Mikael Blomkvist que trabaja para la revista Millennium y Lisbeth Salander, una hacker. En un principio tenía muchas dudas con este libro, pero cuando finalmente me aventure. Fue una experiencia increíble, muy bien estructurados los personajes y Lisbeth es claro ejemplo de eso. Recomendado al 1000%.
Lisbeth Salander: Mi diosa, u odiosa dependiendo del libro. Es la protagonista femenina de Millennium. Esta chica es una genio, punk y hacker profesional, aunque con serios problemas para relacionarse con otras personas. Personalmente, considero que ella e Ichiji podrían ser muy buenos amigos (o matarse entre ellos) porque tienen personalidades muy compatibles.
Partagás: Marca de puros cubanos.
Caballos de Dalecarlia: También llamados Dalahäst, es una estatuilla de madera que se usaba antiguamente como juguete para los niños, en nuestros días se ha vuelto un símbolo de Suecia.
Mansión Winchester: Ubicada en San José, California. Perteneciente a Sara Winchester, viuda de William Wirt Winchester, creador del fusil semiautomático. Cuenta la leyenda de que la mansión estaba embrujada por todas las personas que fueron asesinadas por el fusil que creo su marido y por tal motivo, le recomendaron que nunca dejara de construir su casa para que los espíritus no encontraran morada. Al momento de la muerte de Sara había un total de 560 cuartos, 6 cocinas, 2 salones de baile, 47 hogueras, 17 chimeneas y dos ascensores. Actualmente, la mansión es un museo.
Clayton Kershaw: Jugador de Beisbol de la MLB y Lanzador de Los Angeles Dodgers, ha ganado el All Stars ocho veces.
Brioche: Pan de yema francés, muy delicioso y popularizado al haber sido erróneamente atribuido a María Antonieta con su frase ¡Que coman Brioche! (o como yo lo conocí en la escuela, "Que coman pasteles")
BNP Paribas: Uno de los principales grupos financieros de Francia y Europa.
'il doit être será: "Lo que tenga que ser, será" en francés.
Flora Danica: Línea de vajillas de lujo de la empresa Royal Copenhagen, el juego más simple ronda el millón de euros.
M20: Seis naciones M20, es una competición de rugby para menores de 20 años que se realizan entre las seis potencias europeas de Rugby.
Chapter 11: Mother's Love Part. II
Notes:
¡Hola Guapas! Quiero aclarar un par de cosas, en este capítulo, vamos a jugar con escenarios del pasado y del presente a la vez. Así que los acontecimientos de pasado estarán con cursiva y los actuales de forma normal. También habrá una especie de "separación" entre estos, ya lo verán. Igual cualquier duda que tengan no duden en preguntármelo.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Para Ichiji, las cosas no cambiaron demasiado cuando Sora anunció su embarazo. No le sorprendió que Judge desapareciera del mapa apenas escuchó la noticia, ni mucho menos la indiferencia de su madre ante la actitud tan despectiva de su esposo.
O al menos, así fue hasta aquella tarde en que, al pasar junto a la biblioteca sin mayor interés, la vio llevándose una mano al vientre con el rostro marcado por una mueca de dolor. Algo dentro de él se agitó, impulsándolo a detenerse. No supo explicar el motivo, ni por qué, en un acto instintivo, entró en la biblioteca y la ayudó a sentarse en la mecedora. Se arrodilló frente a ella, con el ceño levemente fruncido.
——¿Estás bien?
——Estoy bien —— Respondió Sora con una sonrisa que no logró ocultar del todo su incomodidad——. Solo se está moviendo.
Las palabras de su madre, aunque tranquilizadoras, dejaron en él una extraña sensación.
——¿Quieres que llame a Époni?
——No es necesario... mañana es mi cita con la ginecóloga. ¡Le harán su primera ecografía! —— Su emoción era palpable a medida que tocaba la ligera curvatura de su vientre —— ¿A ti que te gustaría que fuese?
Ichiji estuvo a punto de responder con un; «Me da igual», pero la emoción tatuada en el rostro de su madre lo detuvo, y, sorprendiéndose a sí mismo, dijo:
—— Niño o niña, cualquiera está bien.
«Solo espero que no sea como nosotros…»
Se dispuso a marcharse tras esas palabras, pero antes de poder incorporarse, sintió la suave presión de la mano de Sora en su antebrazo.
——Quizás un poco de música le vendría bien al bebé —— Susurró, desviando la mirada hacia el viejo piano blanco en la esquina de la habitación.
Era una petición que había hecho en más de una ocasión, un eco de tiempos pasados, cuando él aún era un niño. Sin saber bien por qué, Ichiji se levantó y se acercó al instrumento. Levantó la tapa y deslizó los dedos sobre las teclas. Aunque algo descoloridas por el tiempo, el sonido seguía siendo impecable. Apenas tocó las primeras notas, su madre cerró los ojos, con una expresión de calma, mientras acariciaba su vientre. Aún era pequeño, apenas perceptible en su delgada figura, pero la curva ya estaba ahí, marcando el inicio de una nueva vida.
—— Veo que sigues amando los clásicos…
—— Beethoven nunca pasa de moda, ¿no?
——Cierto ——murmuró con una sonrisa nostálgica, recordando la primera vez que le enseñó a tocar las composiciones de aquel maestro alemán——. Tu talento sigue intacto, Ichiji. Cuando te gradúes, podrías postular a cualquier escuela de música. No dudo que te aceptarían.
Por un instante, las notas perdieron su continuidad fluida, como si su mente hubiese tropezado con aquellas palabras. Se recuperó al instante, devolviendo la armonía a la melodía.
——No creo que a Judge le agrade mucho la idea… ——admitió, con una honestidad inusual. Como primogénito, lo mínimo que se esperaba de él era la grandeza. Aún faltaban tres años para graduarse, pero su padre ya le había presentado una larga lista de prestigiosas escuelas de negocios, dentro y fuera del país.
——No importa lo que él quiera, sino lo que tú deseas ——replicó Sora con firmeza——. Ichiji, nunca hagas algo que te haga infeliz. Prométemelo, ¿sí?
Él pensó que sería una de esas conversaciones sin trascendencia, así que respondió con ligereza:
——Solo si tú prometes dejar de interrumpirme mientras toco.
La risa de su madre se entrelazó con los acordes de sus manos, ligera y armoniosa, como una pieza bien ejecutada.
—— Sabes… si es niña, me gustaría llamarla Elise.
——No sería una mala idea. Ya hicieron un pésimo trabajo con nosotros ——murmuró, alcanzando las notas más altas de la bagatela——. Le harás un gran favor si le das un nombre normal. —— Le contesto llegando a las notas más altas de la Bagatela.
La parte final de «Für Elise»
«...»
«——Lo siento tanto, Yonji, pero no podré ir a verte hoy. El embarazo me tiene muy cansada.
«——¡Pero dijiste que...!
«——Sé lo que dije, y lo lamento tanto, mi amor, de verdad.
«——¡Maldición! Siempre es lo mismo, desde que estas embarazada prácticamente te olvidaste de mi ¡Bien! Si no quieres venir, no lo hagas. ¡No te necesito!
«——¡Yonji…!
Fue la primera vez en diez años que Sora faltó a uno de sus juegos. Desde que tenía uso de razón, siempre la veía en primera fila, animándolo en cada disciplina en la que participaba. Campeonatos de natación, básquet, fútbol, críquet, rugby… y en todas salió ganador.
Siempre estuvo allí para él. Pero a medida que su embarazo avanzaba, la veía mucho más agotada… y lo más sorprendente era que apenas iban cuatro meses.
Enterarse de la llegada de Reiju fue una noticia agridulce. Sabía que haría a su madre inmensamente feliz, pero también que perdería gran parte de su atención. Nunca fue tan bueno en la escuela como Ichiji, ni tan suspicaz como Niji, ni tan querido por todos como Sanji. Sin embargo, su madre veía en él algo que no vio en ninguno de sus otros hijos. Y eso fue lo que más le dio fuerzas para superar cualquier obstáculo.
Pero nada lo preparo para lo que vendría el día que regreso a casa luego de ese maldito juego de conferencia.
No era tan tarde en comparación con otros días, pero la mansión estaba completamente a oscuras. Pensó que quizás su madre les había dado la tarde libre a todos los empleados y no le dio importancia. Sin embargo, cuando llegó a la cocina y vio a todos los sirvientes reunidos, con expresiones de profunda tristeza y consternación, lo supo.
Algo muy malo había pasado.
«——Su madre sufrió un desmayo mientras paseaba por el jardín, joven Yonji. La llevaron al hospital de inmediato, pero aún no tenemos noticias de su estado.
Nunca en su vida había corrido tanto. Estaba casi seguro de que por poco lo atropellaban dos veces en el trayecto, pero en lo único que podía pensar era…
«Que esté bien. Que no le haya ocurrido nada.»
No fue una sorpresa encontrar a Sanji sentado junto a la puerta de emergencias, aparentemente dormido de tanto esperar.
«Pero yo no fui capaz de esperar. Y quizás ese fue mi primer error.»
Dar con ella no fue difícil, la habían trasladado a una habitación privada. Ver su nombre escrito en aquella puerta le transmitió tanta calma, pero ese solo fue el inicio de su mayor pesadilla. Instantes antes de girar la perilla, pudo escuchar una voz, pero no, no era la de su madre.
« ——Tuvimos que repetir varias veces los estudios.
« ——En un principio pensamos que altos niveles de estrógeno se debían al embarazo.
« ——Suele ser muy poco común, pero no imposible.
« ——Lo siento tanto.
« ——El feto no nos permitió visualizarlo antes.
« ——Usted tiene un carcinoma en el útero.
« ——Le recomendamos finalizar el embarazo de inmediato, e iniciar el tratamiento con quimioterapia y radioterapia lo más pronto posible.
«Esa fue la primera y desgraciadamente no sería la última vez que tendría contacto con el cáncer a lo largo de mi vida»
«¿Por qué a ella?»
Fue lo único que pudo pensar en ese momento.
Su madre nunca fue una mala persona. Jamás hizo nada malo.
Con la misma rapidez con la que llegó al hospital, se fue. No podía quedarse allí, se sentía incapaz de hacerlo. Porque si él ya sentía su corazón hecho pedazos, su madre debía estar aún peor… y no era capaz de soportar verla así.
Perdió la noción del tiempo mientras caminaba sin rumbo, fueron minutos, o quizás horas. Su teléfono no paraba de sonar. Sabía que era Carrot, pero no tenía ganas de hablar con ella ni con nadie. Y aun cuando no se sintiera listo, en algún punto tenía que volver a casa.
Apenas cruzó el portal de la mansión, sus pasos lo llevaron hasta la sala, donde encontró a Ichiji leyendo un libro y a Niji viendo alguna tontería en la televisión.
«No podía entender nada de lo que estaba pasando»
——¡Oye Yon! —— ¡Niji le hizo un llamado a la realidad ——¡Hazte a un lado, tu cuerpo de gorila no me permite ver el partido!
——¡¿Dónde está madre? —— Pregunto con la voz reseca.
——Supongo que en su habitación —— Respondió Ichiji mientras pasaba la página del libro que llevaba entre las manos.
«¿Cómo podían estar tan tranquilos? ¿Acaso no sabían que...?»
——¿Qué creen que están haciendo?
——Yo estoy leyendo «En la corte del Lobo» y creo que Niji está usando un aparato que se llama televi–
——¿¡Qué mierda creen que están haciendo!? —— Su rugido acallo de improvisto a los Vinsmoke mayores. Ichiji le devolvió la mirada, analizándolo, mientras Niji solo atino a hacer un carraspeo con su garganta.
——¿Nos puedes decir qué carajos te pasa?
——¿¡Qué carajos les pasa a ustedes!? ¿Acaso no saben que madre...?
——¿Estuvo en el hospital? —— Pregunto Niji de forma sarcástica, como si dijera algo que ya todos sabían —— Claro que sí, y ya está de regreso.
«¿Qué cosa?»
——Dijo que solo fue una descompensación por anemia, no había nada de qué preocuparse. Ahora ¿Nos puedes explicar porque tienes esa expresión de haber matado a alguien?
No fue capaz de formular respuesta alguna, sus labios estaban entreabiertos, pero de ellos no salió ni una palabra. ¿Qué era lo que estaba pasando?
¿Y si todo había sido producto de su imaginación por exceso de entrenamiento?
Sea como fuese, tenía que comprobarlo en ese preciso instante. Sus piernas se revitalizaron dirigiéndose rumbo a la alcoba principal de la mansión, dejando a Ichiji y Niji con la palabra en la boca. Ni siquiera espero a tocar la puerta. Debía de comprobar lo que había escuchado solo horas antes.
¿Y si quizás se equivocó de habitación? ¡Podría haberse tratado de otra mujer embarazada! En verdad lo lamentaría mucho por esa persona, pero al menos su amada madre estaría a salvo.
Al ingresar vio a Sora de lo más jovial, riendo junto a Sanji mientras comían lo que pensó era un trozo de Brioche. Ella se veía tan vivaz y contenta pero su sonrisa desapareció al levantar la vista para ver a su hijo menor.
———Yonji, ¿Estas bien, mi pequeño? —— Pregunto preocupada al ver el estado en el que se encontraba el peliverde. Su ropa estaba sucia y su rostro estaba lleno de sudor. Además, el la veía como si estuviera observando al mismísimo satán.
——¡Whoa! ¿Qué te pasó? ——Sanji frunció el ceño——. Tenía entendido que habían ganado el juego hoy. Te ves como si…
——¡Cállate Sanji! —— No tenía tiempo para lidiar con ese esperpento ahora.
La rubia vio la escena confundida, Yonji no solía ser tan agresivo y cortante, pero era claro que el peliverde estaba muy contrariado por algo — Yonji ¿Qué es lo que te pasa? — De repente se le vino a la mente una idea de lo que podía haber ocurrido — Si esto es por lo del juego, te dije que en verdad lo sentía y prometo que será la última vez que falte, ya que–
——M-Madre, y-yo —— Tuvo que hacer una ligera pausa para recomponerse y poder hablar sin dificultad —— ...Escuche que te llevaron al hospital. —— Era lo único que podía atreverse a decir.
Y como por arte de magia, el cristalino rostro de Sora paso de la consternación a la ternura, sonriendo amorosamente mientras veía hacia el benjamín de sus vástagos —— Sanji, ve a la cocina a traerme un tazón de ciruelas, por favor. Últimamente estoy teniendo muchos antojos.
El rubio entendió a la perfección las palabras codificadas de su madre y procedió a retirarse de la habitación no sin antes susurrar a su hermano
«Descuida, ella está bien. El doctor menciono que solo era anemia»
Apenas sintió que la puerta cerrarse, fue corriendo hacia los brazos de su madre, quien extendió sus manos para recibirlo cariñosamente —— Oh cariño. Descuida, no fue nada grave.
No se dio cuenta de en qué momento había empezado a temblar —— L-Lo siento… Lo siento tanto, ¡Nada de lo que dije era en serio! Y-Yo solo… Pensé que algo muy malo te había pasado.
De no haber sido porque estaba entre los delicados brazos de su madre, aferrándose a ella como si fuera a desaparecer, se hubiera dado cuenta de la expresión que ella llevaba en el rostro.
Pero cuando Sora y él se separaron, ella volvió a tener la misma sonrisa llena de serenidad y paz.
——Entonces cuéntame ¿Qué tal estuvo el juego?
——¡Fue increíble, Madre! Es una lástima que te lo hayas perdido, yo solo logre hacer cinco Trys.
Escuchaba las hazañas de su hijo con una clara sonrisa de orgullo y devoción —¡Vaya! Eso es estupendo Yonji. Estoy segura de que si te sigues esforzando de esa forma te llamaran para las ligas mayores. ¡Estas en camino a convertirte en toda una estrella!
Nunca se cansaría de escuchar esas palabras, él era único a sus ojos. Único y especial...
Le importaba un comino si Judge lo desheredaba, ¡Que Ichiji y Niji se quedaran con Germa! Al menos su madre estaría allí para apoyarlo siempre y eso era todo lo que necesitaba.
Se quedaron hablando por horas sobre el juego, en el que Yonji le explicaba todas las jugadas y estrategias que habían empleado. Luego hablaron sobre su rendimiento académico, que su madre sabia, no era el mejor, pero aun así le insistió en que se esforzara si quería ir a la universidad con una beca deportiva. La cual, era consciente que sería una ventana para cumplir su mayor aspiración... Y por supuesto que también hablaron de sus sueños, llegar al Top 14.
——Bueno superestrella, será mejor que vayas a darte un baño. Cuando termines ve a comer algo ¿Sí?
——Claro, madre. Te veo en un rato —— Solo se permitía ser dulce con ella, y quizás con Carrot algunas veces, pero con Sora podía permitirse el mostrarse como realmente era. Una persona vulnerable y con muchas inseguridades a pesar de su apariencia.
Y era por eso que la amaba tanto.
Al cerrar la puerta de la alcoba de su madre, sonrió tranquilo. Todo había sido un completo malentendió ¡Su madre estaba muy bien y en perfectas condi——!
Pero un sonido lo golpeó como un mazazo. Un gemido seco, ahogado, seguido de una tos rasposa que lo arrancó de su engaño.
Dudó apenas un instante antes de entreabrir la puerta. Solo un poco, apenas un resquicio… pero lo que vio convirtió sus peores pesadillas en realidad.
Sora se aferraba con fuerza a su abultado vientre, el dolor reflejado con crudeza en sus ojos vidriosos. Su otra mano temblaba al alejarse de sus labios, revelando los rastros oscuros de sangre que manchaban su aterciopelada palma.
El pánico se apoderó de él. Cerró la puerta de golpe, como si al hacerlo pudiera borrar la imagen que ahora ardía en su mente. Retrocedió torpemente, las piernas convertidas en gelatina, hasta chocar con algo sólido. Se giró con brusquedad, listo para defenderse, pero su desconcierto solo creció al encontrarse con la mirada vacilante de su cuatrillizo mayor.
——¿Qué es lo que está pasando, Yon? ¿Porque estas actuando de forma tan extraña? —— La pregunta fue hecha con rapidez, pero extrañamente Yonji sintió que pasaron años para poder digerirla.
Las palabras simplemente se atoraban en su garganta.
——Y-Yo... ——¿Acaso había olvidado cómo hablar? Tragó saliva, buscando una salida—. No es nada, Ichi. Iré a tomar un baño.
Dio media vuelta antes de que su hermano pudiera insistir. No tenía idea de qué hacer. No podía procesarlo. Su madre estaba enferma… No. No era solo eso.
Sora estaba grave. Muy grave. Y no pasaría mucho tiempo antes de que la verdad se hiciera imposible de ignorar.
«...»
Niji tenía serias sospechas de que algo nada bueno estaba pasando desde que vio a Yonji llegar de forma tan intempestiva hacia la mansión, incluso lo podía afirmar mucho antes de ese acontecimiento. Sabía que Sora no se encontraba del todo bien, ya sea por alguna estupidez como el estrés del embarazo o algo mucho más siniestro.
Fue por eso que en verdad se esforzó por no cabrear a su madre tan seguido desde que anuncio, como si de la llegada del hijo prodigo se tratase, que se encontraba en la "dulce espera".
Y tenía que hacer énfasis en que al menos trato de esforzarse, ya que nada en el mundo podía evitar que siguiera en su lento y vil proceso de autodestrucción.
——Entonces ¿Tu mamá esta encinta? —— Pregunto Lily mientras hacia un ovillo con un billete de cien euros.
——¡Que si, joder! Y no me lo recuerdes más, porque se me viene a la mente que mis padres aún tienen sexo y la sola idea me genera escalofríos. —— Le contesto fastidiado mientras ordenaba finamente y en línea recta el polvillo blanco.
——¿Y eso por qué? Tu madre esta buena —— Le recrimino Dellinger mientras se acercaba lentamente a la mesa para esnifar la primera línea.
Era extraño que él lograra asquearse con algo, pero el comentario del rubio hizo que en verdad le dieran ganar de partirle la cara, y el escuchar las risas de Lily de fondo no contribuyo en nada a la situación.
——Tienes razón Dell, ¡Lo que daría yo por estar así a esa edad!
——¡Y por cómo vas, pronto te verás de esa edad! Auch... ¡Ten cuidado golfa! —— incluso Niji pudo sentir la fuerza con la que la rubia había lanzado su fino cojín hasta el rostro de Dellinger.
——Aunque teniendo en cuenta la clase de engendros que tiene como hijos, en verdad me sorprende que tu madre se arriesgue en traer uno más al mundo.
Ya había tenido suficientes estupideces por un día. Sin previo aviso se levantó bruscamente del piso, tomo su chaqueta de cuero y abandono el Chalé de Lily sin decir ni una palabra. Y no se detuvo, ni siquiera cuando escucho las falsas disculpas, y sonoros reclamos de ambos rubios en su espalda.
Al entrar a su habitación, estaba dispuesto a tomarse un baño para eliminar todas las toxinas que hubiesen quedado en su cuerpo, pero justo cuando empezó a desvestirse vio a una figura peculiar sentado a un lado de su cama.
——Ichi, no sabía que tenías tu lado voyerista, pero te comprendo ¡Nadie puede resistirse a–!
——Algo no anda bien con Sora —— Aparentemente, el pelirrojo no tenía tiempo para juegos. Por lo visto, había llegado hacia la misma conclusión que él.
Prosiguió con su acción de quitarse la ropa hasta quedar completamente desnudo e ir rumbo a al baño privado de su habitación. Abrió la regadera dejando que el agua cubriera por completo su cuerpo y mientras se purificaba a través de las interminables gotas de agua, se aventuró a preguntar.
——¿Por qué lo dices? Hasta donde sé, las embarazadas siempre tienden a exagerar.
——¿Sera por el hecho de que no ha salido de su habitación en semanas? Ya casi no habla con Sanji. Sin mencionar que prácticamente se ha olvidado de que tiene un hijo llamado Yonji que está a un paso de ser expulsado del equipo de Rugby y se me hace aún más extraño que no haya movido ni un dedo por eso.
——Yo siempre pensé que Sora Vinsmoke solo tenía dos hijos. Bueno, tres con el que está en camino.
——¿Puedes separar tu lado sociópata de tu lado racional por un momento? Necesito que dejes de estar resentido con ella por unos minutos y me escuches.
——Habla él imbécil que sufre de fobia social y nunca pudo superar que Sora prefiriera pasar sus tardes al lado de Sanji; que contigo y ese jodido piano.
—–Niji, no estoy bromeando. Tengo un mal presentimiento —— Intuía que algo no andaba bien cuando vio a Sora en la biblioteca y la reciente actitud de Yonji solo hacía que sus sospechas aumentaran considerablemente, estaba seguro de que el peliverde sabia algo que ellos ignoraban.
——Yo tampoco estoy bromeando, Ichi. —— Cerro la regadera mientras abría la puerta de la ducha para que todo el vapor caliente saliera para esparcirse por toda la habitación —En verdad padeces fobia so–
——¿Sabes? No entiendo porque pierdo mi tiempo contigo. Es claro que estas drogado, así que si prefieres consumir esa basura y seguir ignorando la realidad ¡Adelante! No te detendré.
——Eres increíble, Ichi… —— Estaba de espaldas, pero estaba seguro que el pelirrojo se había detenido para verlo de nueva cuenta —— De hecho, siempre he creído que eres alguien increíble y no necesariamente por las razones correctas, pero ¿Acusarme de ignorar la realidad? No me hagas reír. Tu ansiedad social ha hecho que alejes de absolutamente todo lo que te rodea, y no te atrevas a negarlo o ¿Acaso me dirás que de un día para otro te importa Sora? Cuando los últimos años de tu vida has hecho hasta lo imposible por mantenerla lejos de ti.
——Tal vez tengas razón, Ni. Pero prefiero mil veces tener fobia social, a estar rodeado por la clase de parásitos que tienes a tu alrededor.
La franqueza con la que Ichiji se había dirigido hacia su persona lo hizo verse por unos largos minutos frente al espejo. Podía ver a un chico joven, muy joven, piel tercia, cabello azul eléctrico y rasgos juveniles, pero sus ojos reflejaban lo mucho que había recorrido en ese corto lapso de tiempo. Siempre rodeado de excesos, fiestas y drogas. Siempre en busca de sentir algo más.
¿En qué momento se había jodido tanto a si mismo?
¿Y si Ichiji tenía razón?
Decidió que lo mejor era enmendar las cosas con el pelirrojo. A fin de cuentas, era el único con el que contaba al cien por ciento en esa casa, pero justo cuando estaba por salir rumbo a su habitación. Lo encontró parado justo frente a su puerta, apoyado sobre el balcón del segundo nivel de la mansión.
Lo llamo, pero Ichiji estaba ensimismado en ignorarlo y al llamarlo por segunda vez pensó que solo lo hacía para hincharle las pelotas.
——Vamos, no me vas a ignorar como un crío—— Insistió, pero Ichiji ni siquiera parpadeó.
Frustrado, Niji le tomó del hombro para hacerlo reaccionar, pero el otro solo murmuró:
—Mira eso.
No tuvo que preguntar a qué se refería.
El sonido del cristal rompiéndose lo dejó claro.
Uno de los jarrones de porcelana china de Sora yacía hecho pedazos en el suelo. Y, junto a los restos, Yonji se dedicaba a destrozar todo lo que encontraba a su paso.
——Joder, y luego dices que el que tiene trastornos sociópatas soy yo. —— Estaba sorprendido por la escena.
Yonji nunca había sido una persona violenta.
Pero la situación empeoro cuando Époni llego corriendo hacia el peliverde rogando que ya no destrozara nada más o despertaría a su madre. Por la mirada que le dio Yonji, Niji estaba casi seguro de que el peliverde le lanzaría un puñetazo a la vieja.
Fue entonces que vino a su mente el recuerdo de lo que había pasado entre él y Sora hace unos meses.
«¿Acaso él también había actuado así de irracional?»
——¡Oye Yon! ¿Por casualidad te dejaron con una contusión en la práctica? ¡Se que es difícil, pero trata de actuar como una persona con cerebro! —— Era cierto que por la actitud que traía entre manos el peliverde en los últimos días, Ichiji podía haber esperado una reacción así, pero nunca pensó que fuera Niji el que trata de razonar con Yonji.
No supo si fue su mordaz comentario o tal vez fue que Yonji tuvo un ligero segundo de lucidez, pero gracias a su llamado, el menor de los Vinsmoke se debutó en su campaña de destruir la sala y con claras señas de confusión empezó a caminar con pasos inseguros rumbo a su habitación.
——Yonji. ——Ichiji intentó detenerlo, pero el peliverde lo ignoró por completo.
Al pasar junto a Niji, le dio un empujón con el hombro, haciéndolo retroceder.
——¿Qué mierda te pasa, retrasado?
——¡¡Púdranse los dos!!
El portazo que siguió hizo que hasta Sanji saliera de su habitación para averiguar qué estaba pasando, y al ver la expresión confusa de sus hermanos, supo de inmediato quién había sido el causante del desastre en la sala de estar.
——¿Por qué está actuando tan extraño?
——Si lo supiéramos no estaríamos parados en pleno pasillo haciéndonos la misma pregunta, idiota ——Niji no podía evitar mostrar su molestia con Sanji. A pesar de que Judge había olvidado lo que había hecho con sus licores luego de la noticia de Sora, el jamás olvidaría que el imbécil de Sanji lo había delatado, y tarde o temprano se las iba a cobrar.
——¿Acaso le diste algo de la basura que sueles usar? —No le importaba llegar a ser tan mordaz con Niji. A estas alturas, ya estaba harto del peliazul.
——¡Que te den por el culo, hijo de puta!
——Basta. —Ichiji cortó la discusión antes de que empeorara——. Si siguen gritando, Sora saldrá de su habitación. Y conociéndola, se volverá loca cuando vea su sala destrozada.
——¡Hay que decirle que fue Sanji! A fin de cuenta es imposible que se enoje con él.
——¡Mira Niji, si crees que——
——Yo sé lo que le pasa —— La aparición de Vivi desde la habitación de Sanji fue algo que ninguno de los tres hermanos espero.
—Oh… ——Niji ladeó la cabeza con sorna y le dio un palmazo en el hombro a su hermano——. Parece que, por primera vez en tu vida, harás feliz a padre. ¡Felicidades!
——Daria lo que sea porque dejes de decir estupideces por solo cinco minutos —— Le susurro bajo a Niji, para seguidamente dirigir su mirada a la chica —— Vivi, te dije que me esperaras adentro.
No es que estuvieran haciendo nada malo ¡Vivi era su mejor amiga! ¡Por amor de Dios! Solo estaban viendo una película en su Macbook hasta que la chica le dijo que estaba segura de que había escuchado un estruendo afuera y le pidió que fuera a ver de qué se trataba.
——No, a lo que me refiero es que en verdad te envidio, ya que como sa–
——¡Sera mejor que te calles sino quieres que–!
——Expulsaron a Yonji del equipo de Rugby —— Fue todo lo que Vivi tuvo que decir para que Sanji y Njji se quedaran mudos y la vieran con un gran signo de interrogación en la cabeza.
——¿Cómo lo sabes? —— Ichiji, como siempre, reacciono primero. Sabía que el rendimiento deportivo de su hermano había disminuido exponencialmente desde hace unas semanas, pero luego de todos los títulos que Yonji había conseguido para la escuela ¿Llegar al extremo de que lo expulsen del equipo? Era algo exagerado, incluso para él.
——Carrot me llamo en la tarde ——No sabía hasta qué punto tenía que hablar de una conversación privada con su amiga, a los Vinsmoke pero ella también creía que algo no andaba del todo bien ——Me comento que últimamente había visto actuar muy extraño a Yonji. Estaba demasiado arisco con ella y apenas le hablaba. Así que fue a encararlo luego de la práctica, pero al preguntarle al entrenador donde estaba, este le dijo que lo había tenido que expulsar luego de que usara a Sentomaru, como saco de boxeo hasta el punto de dejarlo con graves hematomas en todo el cuerpo.
——Maldita sea, Yonji. —— Escupió con ira el mayor de los hermanos mientras arrastraba sus hebras rojisas con las manos.
——¡Ja! ¿El idiota con peinado de niña? ——Niji no pudo evitar reírse al recordar a ese fracasado ——¡De seguro se lo merecía!
——¿Acaso tienes basura en el cerebro? —— Vivi le resondro indignada —— ¡Casi lo mata! Yonji debería estar agradecido de que solo lo expulsaran del equipo y no de la escuela.
——No solo en el cerebro.. —— Comento el rubio.
——Mira Sanji, si me vas a decir algo ¡Dímelo en la puta cara, y arreglamos esto de una buena vez!
——¡Sanji, no~!
Ichiji veía como Vivi trataba inútilmente de detener a sus dos hermanos e ignoro sus llamados de ayuda para ir rumbo a la habitación de Yonji. Cuando empezó a tocar la puerta también pudo oír el sonido seco del puño de Sanji impactándose sobre el rostro de Niji y su quejido de dolor.
«Idiotas»
Sus golpes a la puerta se hicieron más fuertes, pero dudaba que Yonji pudiera escuchar algo con los gritos de Niji, Sanji y Vivi en el fondo.
——Yonji ¡Abre la puerta! —— Estaba seguro que se lastimaría las manos por la fuerza de sus impactos, pero por lo visto Yonji estaba decidido a ignorarlo. —— Por si no lo sabes, vivimos bajo el mismo techo ¡Puedo estar aquí todo el día!
——¡Quita tus asquerosas manos de encima, Sanji!
——¡No seas cínico! El jodido adicto hablando de asquerosidad.
——¡Se comportan peor que niños! ¡Ya deténganse!
Había hecho un gran esfuerzo por tratar de controlarse, pero todo el ruido que hacían esos imbéciles le hizo mandar al diablo su autocontrol. Los vio dispuesto a darles la putiza de sus vidas, pero ocurrió algo que no tenía planeado —— ¡Niji! ¡Sanji! ¡Ya dejen de actuar como anima–
En cuestión de segundos Yonji había salido de su habitación y como si estuviera poseído por el mismísimo demonio lo tomo del cuello para enviarlo hacia el otro lado del pasadizo. Haciendo que su cuerpo impactara contra la dura puerta de Niji.
Lo primero que se le vino a la mente al pelirrojo, fue que lo que acaba de acontecer era una simple alucinación. Sin embargo, el dolor era demasiado real y cuando pensó que se podría reponer, fue levantado bruscamente por Yonji quien no perdió tiempo para gritarle a todo pulmón.
——¿¡Que mierda es lo que quieres, maldita perra roja!? —— La forma en la que el rugido de Yonji se escuchó en toda la mansión y a solo centímetros del rostro del pelirrojo. Logro hacer que Niji y Sanji dejaran de golpearse para ver directamente al peliverde; y que Vivi retrocediera del miedo.
Al tener al peliverde a solo centímetros de él, fue que Ichiji captó un minúsculo, pero muy importante detalle —— Yonji, ¿Acaso tu... —— su voz fue lo suficientemente baja para que solo el peliverde lo pudiera escuchar —— ...Estuviste llorando?
Solo se necesitó de esa pregunta para que el rostro de su hermano menor se descompusiera, e Ichiji fuera testigo de algo que no había visto desde que eran niños. Poco a poco la presión en su cuerpo empezó a disminuir mientras que el cuerpo de Yonji se debilitaba y caía rendido al piso. Las lágrimas empezaron a acompañar al rostro lleno de desesperación del peliverde.
——O-Oye Yon. Descuida, el equipo de Rugby estará perdido sin ti. Ya lo veras, en un par de semanas te rogaran volver al equipo.
——E-Eh, si ¡Sanji tiene razón! —— Le apoyo nervioso Niji, no tenía ni idea de que decir en esa clase de situaciones —— Y si esto es por el cara de niña de Sentomaru, puedes estar seguro de que mañana orinare en su casillero.
A pesar de que Vivi se sintió asqueada por el comentario de Niji, pensó que también ayudaría en algo que mostrara su apoyo con el pobre de Yonji —— Y si deseas puedo hablar con el entrenador del equipo de Básquet —— Tenia ciertos privilegios al ser la presidenta del consejo estudiantil – Estoy segura que con tu talento cualquier equipo——
——¿Creen que estaría así por algo tan estúpido como eso?
Cuando Niji lo escucho, en verdad pensó que algo estaba muy jodido ¿Qué Yonji mandara a la mismísima mierda lo único para lo que era bueno? Porque si el jodido rubgy no era la razón por la que su hermano estuviera en ese estado, entonces ¿Qué demonios era?
Ichiji pudo escuchar la voz completamente destrozada de Yonji, y en vez de tratar de solidarizarse con él, pensó en que era lo que lo había desatado esa reacción. Y la respuesta fue tan clara que casi se golpea contra la pared por no haberlo notado antes.
Solo había una cosa que Yonji amaba mucho más que a su maldita rutina de deportes, o a su obsesión con la popularidad y el reconocimiento social.
——Esto tiene que ver con mamá, ¿No es así? —— Dio en el clavo, porque apenas la menciono, las lágrimas de Yonji se hicieron más abundantes, al igual que sus gemidos de dolor.
——Ichiji ¿A qué te refieres? —— Sanji fue el primero en reaccionar, con solo mencionar a Sora un sudor frio le recorrió la espalda—— Yon, si es por lo del hospital. Ya te lo dije, hablé con ella. Solo es anem——
——¡¡Que no, joder!! —— Sentía que se ahogaba con sus propias lágrimas, paso su mano por su rostro, tratando de que esta se llevara toda el agua que acumulaba en sus ojos. No se sentía capaz de hacerlo, porque sabía que, si lo decía, ya no sería solo un pensamiento, se haría real, pero ya no podía cargar más con todo el dolor que sentía dentro de él.
——No seas estúpido, Sanji ¿En verdad crees que por una jodida anemia no sale desde hace dos semanas de su habitación? ¡Se supone que tú eres el más atento con ella! ¡Debiste darte cuenta! —— Ya ni siquiera sabía porque le estaba reclamando cosas sin sentido al rubio.
——Yon, sabes que las embarazadas tienden a estar hormonales e insoportables ¡Quizás solo quiere estar sola!
——En ese aspecto le tengo que dar la razón a Niji. Sabes Yonji, muchas veces las mujeres somos un poco–
——No lo entienden. ¡Fui al hospital el día que llevaron a Sora!
La forma en la que se estaba tornando la conversación empezaba a poner cada vez más nervioso a Sanji ——¿De qué hablas? Yo estaba allí y nunca——
——¡Nunca me viste porque te quedaste dormido, maldito imbécil!
Entonces, lo recordó.
Era cierto.
Se había quedado dormido luego de pasar horas sin poder ver a su madre. Al principio, le pareció extraño que tardaran tanto en diagnosticar algo tan simple como anemia, pero la tranquilidad en la voz de Sora lo había desarmado. Nunca sospechó… jamás lo cuestionó. Pero ahora, su mente era un torbellino de dudas.
Ningún doctor le confirmó el diagnóstico.
Solo ella.
——Ese día mamá y yo discutimos en la mañana por una estupidez. Estaba agotada por su estado y no podría asistir a mi juego...Yo, me enoje, me enoje mucho, y dije muchas estupideces —— Le estaba costando articular cada palabra
La culpa lo carcomía, lo devoraba.
—— Luego de eso, cuando volví y me dijeron que la habían llevado al hospital. En lo único que pude pensar, es en cómo había terminado nuestra última conversación. Así que me dirigí lo más rápido que pude hacia el hospital. Fue entonces que te vi, Sanji, pero honestamente lo que menos iba a hacer en ese momento era quedarme esperando como un idiota a que me informaran como estaba mi madre. Así que les dije a unas enfermeras que me había luxado el hombro, por mi aspecto me creyeron en un segundo. Después de que me dejaran ingresar a emergencias. Hallarla fue muy sencillo, pero... — En ese punto tuvo que empezar a respirar por la boca si quería que sus pulmones no se quedaran sin oxígeno.
——¿Pero qué? ——Sanji sentía cómo el corazón le golpeaba las costillas con violencia—— ¡Habla de una vez, con un demonio!
——Sanji, cálmate. ——Vivi se apresuró a sujetarlo del brazo, pero el rubio la apartó con un movimiento brusco.
——¡No! ¡Tú no lo entiendes! ¡Si algo le pasó a mi madre y yo…!
——Yonji… ——Niji habló por primera vez en minutos, su voz más grave de lo normal. Podía intuir lo que había logrado poner a Yonji en ese estado, pero por primera vez en su vida deseaba con todas sus fuerzas estar equivocado, porque de tener razón. Estaba seguro de la decisión que habría tomado Sora, y no le gustaba en lo más mínimo.
——E-ella no se dio cuenta de que estaba allí… ——Cada sílaba se sentía como una piedra en su lengua——. Estaba hablando con los doctores y…
Sabía que él nunca fue el indicado para revelar ese secreto, pero cargar con el, era un peso que ya no podía soportar.
Un silencio insoportable lo envolvió todo. Nadie respiraba.
El aire se hizo denso, sofocante.
Ya no dormía, apenas comía, había olvidado la existencia de su novia, y en los juegos… simplemente lo estaba arruinando. Lo de Sentomaru había sido la prueba definitiva de que estaba perdiendo el control. El idiota había hecho un comentario sobre que «seguramente tenía un tumor en la cabeza con lo desconcentrado que estaba» y, antes de darse cuenta, lo había dejado al borde de un coma en plena práctica.
Pero ya no podía seguir callando.
Ya no.
El destino estaba echado.
Sus labios se separaron, dejando escapar un hilo de voz que, aunque tembloroso, era lo suficientemente fuerte como para destrozarlos a todos.
——Mamá tiene cáncer.
Silencio.
Un vacío insondable.
Como si la realidad misma se resquebrajara.
Como si, en ese instante, el mundo se hubiera detenido para siempre.
«...»
Sanji nunca se había quejado de la vida que tenía. Era consciente que había nacido con privilegios a los que muy contadas personas en el mundo podían acceder, nunca le falto nada, por el contrario; siempre creyó que tenía mucho más de lo que merecía y a pesar de haber sido visto como una escoria por su padre por el simple hecho de existir.
El amor de Sora lo compensaba todo.
Y fue por esa misma razón que la sola idea de perderla lo asusto como nunca nada lo había asustado en su vida.
El primer golpe fue el silencio, brutal y sofocante. Luego, el peso de unos brazos rodeándolo, aferrándolo con desesperación. Vivi lo abrazaba con fuerza, susurrándole entre sollozos lo mucho que lo sentía, pero él apenas podía procesar su voz. Su mente zumbaba, su cuerpo temblaba. Ichiji estaba paralizado en el suelo, como si esperara despertarse de una pesadilla, y Yonji… Yonji lloraba sin consuelo. No era el llanto de un niño caprichoso, sino el de alguien que había guardado un secreto tan oscuro que, al soltarlo, se sentía liberado y condenado al mismo tiempo.
Sanji no podía respirar.
No. No podía quedarse allí.
Se apartó de Vivi con un movimiento brusco y se encaminó con pasos firmes hacia la alcoba principal de la mansión.
——¿A dónde crees que vas, Sanji? —— Lo dejaba sin palabras que la voz y porte de Niji se encontraran en absoluta calma, pero ni aun con eso lo iba a detener.
No respondió. No tenía tiempo.
——¡Oye, retrasado! ¿Acaso no me oíste?
——¿¡Que no es obvio!? ——Sanji se giró con furia, su pecho subiendo y bajando descontroladamente——. ¡Voy a ver a mamá!
——¡No seas estúpido! ——Niji lo alcanzó en un instante, sujetándolo de los hombros con fuerza—. ¡Tenemos que pensar con la cabeza fría! Si le reclamas ahora, solo empeorarás las cosas.
Sanji se soltó de un tirón y lo encaró. Sus ojos, de un azul intenso, estaban encendidos por una furia incontrolable.
——¿Así que ahora quieres actuar como un buen hijo? ——espetó con desprecio——. ¡No me hagas reír, Niji! A ti nunca te importó mamá… ¡Y a ella nunca le importaste tú!
El golpe fue certero. Letal.
Los ojos de Niji se abrieron de par en par. Su mandíbula se tensó, y por un segundo, Sanji vio algo en su expresión que nunca antes había visto: dolor.
Pero fue solo un instante.
Luego, la rabia se apoderó de él.
——Eres un… ——La voz de Niji se quebró antes de que pudiera terminar la frase. Su corazón latía con tanta violencia que sentía que explotaría en su pecho. Sintió como el hueco que tenía en el pecho se hacía casi tan grande como un agujero negro. Durante un segundo, su puño se crispó, listo para estrellarse contra Sanji con toda su fuerza.
Pero no lo hizo.
Lo soltó.
Dio un paso atrás, con los puños apretados hasta que sus nudillos se pusieron blancos.
——Haz lo que quieras.
Sanji sintió un nudo en la garganta, pero no dijo nada. No podía.
——¡Sanji! ——Vivi lo llamó con el dolor reflejado en su voz. Sus ojos brillaban con una mezcla de confusión y decepción——. ¿Qué es lo que te sucede?
Pero él ya no era capaz de escuchar.
——¡Vivi, solo vete a casa!
El eco de sus propias palabras se sintió como una bofetada.
Pero no se detuvo.
No podía detenerse.
Sanji avanzaba con pasos apresurados por el gran pasadizo, su respiración entrecortada por la ira y la angustia. Su entorno era un borrón de esculturas, espejos y cuadros de alto valor, pero nada de eso importaba. Sus ojos solo buscaban un punto: la puerta de su madre.
Pero algo cambió.
De repente, las paredes comenzaron a perder color. En vez de blancas, eran grises. En vez de cuadros, había estantes. Y en vez de la puerta de Sora, lo único que tenía frente a él… era Zoro.
El peliverde estaba allí, en silencio, con los brazos cruzados y la mirada fija en él. No había una sola palabra en su boca, pero su expresión hablaba por sí sola. Había escuchado todo. Y, aunque Zoro no era alguien que se dejara afectar fácilmente por los dramas ajenos, Sanji supo en ese instante que su relato había removido algo dentro de él.
El espadachín se aclaró la garganta, un gesto simple, pero cargado de intención. Como si con eso dijera: «Bien, pongamos pausa a tu desgarradora historia por unos minutos. Ahora escúchame tú a mí.»
——Cuando era niño, mi hermana rompió uno de mis juguetes favoritos tratando de imitarme. ——Su voz era baja, casi despreocupada, pero Sanji notó la sombra en su tono. Era la primera espada que Mihawk le había obsequiado. ——Nunca había estado tan molesto en mis once años de vida, como lo estuve en ese momento. Así que le di la peor gritoneada de su vida, espantándola al decirle que por haber hecho eso, mis padres la devolverían al orfanato.
Sanji frunció el ceño, sorprendido por la confesión.
——Esa misma tarde, uno de mis padres me dio la peor paliza de mi vida. ——Zoro sonrió con amargura, como si recordara el dolor con cierto cariño retorcido——. Estuve cojeando por semanas y tuve que decirles a todos en la escuela que tenía escoliosis para que no se rieran de mí. —— Y si bien Shanks no estuvo de acuerdo con el castigo físico de Mihawk, el suyo fue mucho peor al dejarlo sin jugar por seis meses.
Sanji parpadeó. No sabía qué era peor: revivir los peores momentos de su vida o escuchar la absurda historia que Zoro había inventado para intentar animarlo. Aunque, debía admitirlo, la imagen de un pequeño peliverde siendo reprendido le sacaba cierta gracia.
Pero esto no tenía nada que ver con él.
——Pero eso no tiene nada que——
——Déjame terminar. —Zoro lo interrumpió sin rodeos. Luego, soltó un suspiro antes de continuar, su voz tornándose más seria——. Lo que trato de decir con este agridulce recuerdo es que, cuando alguien se deja nublar por la rabia, dirá cualquier estupidez con tal de herir a la otra persona. No importa si eres un niño, un estúpido adolescente o un adulto. Está en nuestra naturaleza humana lastimar a otros cuando estamos cegados por el enojo. ——Hizo una pausa, y su mirada se ensombreció, como si la sombra de una cierta morena de ojos azules cruzara fugazmente su mente——. Es algo que no se puede evitar.
Sanji tragó saliva.
——Entonces… ¿Estás justificándome?
——No. Para nada. ——Zoro lo miró con absoluta seriedad——. En verdad fuiste un imbécil.
Sanji sintió un golpe en el estómago.
Porque tenía razón.
Claro que lo fue. Ese día, tocó una fibra muy íntima dentro de Niji, algo que quizá nunca podría reparar. Pero lo peor de todo… es que el peliazul no fue el único afectado…
——¡Madre! ——Ni siquiera espero a que le diera permiso para ingresar. Abrió la puerta de un solo portazo y tampoco le importo que Époni tratara de detenerlo en la entrada, rogándole que no ingresara.
Pero nada evito que al entrar a la majestuosa habitación viera a su madre dormida detrás de las finas cortinas de dosel. Se veía tan tranquila, tan hermosa. Se aproximo lentamente y a medida que las distancias se reducían pudo darse cuenta que su madre había perdido algo de su etéreo color y juraría que estaba un poco más delgada, algo que contrastaba mucho con el tamaño de su vientre.
——¿Madre? —— Susurro bajo.
——¡Sanji! —— El murmullo molesto de Époni lo hizo voltear molesto.
—— ¡Mira, Époni! En verdad te aprecio, y mucho, pero no voy a–
——...Sanji ¿Qué paso? —— Ambos perdieron el hilo de su conversación al escuchar la cansada voz de Sora, estaba con los ojos cerrados, pero había estado consciente desde el momento en que su tercer hijo había ingresado a su alcoba.
——Madre… —— Traspaso las cortinas transparentes para tomar una de sus manos, estaba fría — ¿Te encuentras bien?
«Di que sí» «Por favor, di que si»
Sora siempre pudo ver a través de Sanji, era como verse en un espejo. Ambos eran muy parecidos entre sí y por esa misma razón pudo reconocerlo.
...Él lo sabía...
——No Sanji, no lo estoy… —— A medida que sus palabras eran procesadas por el joven rubio se dio cuenta que las pupilas de su hijo se dilataban cada vez más. ——Tengo cáncer.
El aire en la habitación se volvió insoportablemente denso, como si el peso de las palabras de Sora hubiera drenado todo el oxígeno. Sanji sintió que se ahogaba. Su cuerpo temblaba, sus rodillas amenazaban con ceder otra vez, pero se obligó a mantenerse en pie, aferrándose a las manos frías de su madre como si así pudiera retenerla un poco más.
——No, madre… Por favor, no hagas esto. ——Su voz apenas era un susurro, quebrada, desesperada—. No puedes hacer esto… No puedes rendirte así…
Pero Sora sonrió. Una sonrisa pequeña, llena de ternura, pero con la irremediable tristeza de quien ya había tomado una decisión.
—— No es rendirse, Sanji. Es elegir.
Él negó con la cabeza, negándolo todo, rechazando la realidad con la fuerza de un niño que aún cree que el amor puede solucionar cualquier cosa.
——¡Pero puedes tratarte! ¡Tienes que hacerlo! ¡Eres fuerte, madre, tú puedes luchar! ¡Encontraremos al mejor Oncologo! ¿¡Me oíste!? ——apretó sus manos con fuerza——. No puedes… No puedes dejarnos… ¡No puedes dejarme!
La sonrisa de Sora se amplió, pero sus ojos brillaban con una tristeza infinita.
——Sanji… no se trata de fuerza. No se trata de cuánto quiera quedarme. —Hizo una pausa, su aliento era leve, casi imperceptible——. Se trata de ella.
Sanji sintió que algo dentro de él se rompía.
Porque lo entendió.
Porque, por primera vez en su vida, deseó no parecerse tanto a su madre.
—— Quiero que sientas algo.
Aun tomados de las manos, fue que Sora dirigió su palma hacia ese pequeño bulto en su estómago y entonces lo sintió. Fueron solo segundos, pero el vientre de su madre se había movido.
——Escúchame Sanji, yo tuve la suerte de nacer en una hermosa familia, con un padre y una madre que me dieron todo el amor del mundo. Tuve una increíble vida en Inglaterra. Luego me enamore e incluso me case, y aunque mi matrimonio no resulto de la forma en la que yo hubiera esperado, aun así, yo siempre estaré muy agradecida con tu padre, porque él me dio el mejor regalo que pude recibir en la vida… A mis cuatro niños… ¿Y que clase de madre seria si no fuera capaz de mostrar el mismo amor que yo tengo por ustedes, a mi pequeña? —— Reconoció con lagrimas en los ojos. ——No puedo salvarme a mí misma sin sacrificarla a ella. Y yo… yo no puedo hacer eso.
El rubio apretó los dientes, con la mandíbula tan tensa que dolía.
——¡Pero es tan injusto! ——exclamó, sintiendo cómo el enojo lo ahogaba.
Sora cerró los ojos y asintió.
—— Sí. Lo es.
Sanji dejó escapar un sollozo ahogado, inclinando la cabeza mientras su cuerpo se sacudía con cada lágrima que caía. No podía hacer nada. No importaba cuánto lo deseara, cuánto lo odiara… Nada de lo que hiciera cambiaría la decisión de su madre.
Ella ya había elegido.
Sanji lo supo en el momento en que sintió ese pequeño movimiento en el vientre de Sora. Esa diminuta señal de vida, tan frágil, tan insignificante comparada con la inmensidad de su dolor, pero lo suficientemente fuerte para marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Su madre estaba eligiendo morir para que su hermana viviera.
Y él…
Él no tenía derecho a detenerla.
El joven rubio respiró entrecortadamente, sintiendo su pecho arder con la impotencia, la tristeza, la rabia. Quería gritar, quería suplicarle que cambiara de opinión, quería arrancarle esa enfermedad maldita y destrozarla con sus propias manos.
Pero no podía.
Así que, en lugar de eso, lo único que pudo hacer fue inclinarse sobre ella, apoyando su frente contra la de Sora, con los ojos cerrados y las lágrimas resbalando silenciosas por su rostro.
——Te amo, madre… ——murmuró, con la voz quebrada——. Te amo tanto…
Sora sonrió, y con la última fuerza que le quedaba, le acarició suavemente la mejilla, limpiando sus lágrimas como lo hacía cuando era un niño.
—— Gracias, Sanji.
Y en ese momento, supo que su despedida ya había comenzado…
«...»
Lejos de esa habitación, Niji podía escuchar como Ichiji hablaba furibundo al teléfono, solo pasaron unos segundos luego de que Sanji se fuera para que el pelirrojo reaccionara y se pusiera de pie para llamar a directamente a Judge, pero por lo visto no parecía tener mucho éxito.
——¿¡Como que no puedes venir¡?... ¿Y eso que? ¡Tu esposa está muy mal!... No te lo puedo explicar por teléfono ¡Tienes que regresar a París!
Se pudo hacer una idea de la respuesta de su padre, cuando Ichiji lanzo su teléfono con toda la fuerza que tenía hacia la primera planta, rompiéndose en miles de pedazos en el piso.
——No vendrá ¿No es así? —— Le inquirió Yonji con un hilo de voz.
Pocas veces había visto a Ichiji con el entrecejo tan fruncido. Él nunca era de molestarse, de hecho, nunca era de sentir nada. Vio cómo se cubría el rostro con una mano para responder de forma entrecortada.
——Dijo que podría venir en ocho meses.
——Y porque carajos no mencionaste que aparte de que Sora tiene un engendro creciendo en su vientre ¡También tiene un maldito tumor! —— Le reclamo Yonji a Ichiji.
...Un engendro...
No había que ser un genio para saber la razón, comprendía porque Ichiji no había tocado ese tema con su padre, él hubiera hecho lo mismo. Que Judge supiera esa noticia empeoraría aún más la situación para todos, y lo que menos debían hacer en ese momento era presionar a Sora.
——Yonji, te recomiendo que te abstengas de expresarte así, si mamá llega a escucharte ——
—— ¡No! ¡El problema es ese monstruo! Es por esa cosa que Sora no quiere tratarse y nosotros debemos hacer que reaccione de una buena vez.
——¿Y qué es lo que pretendes? Encararla y decirle; Madre ¿Podrías someterte a un aborto para eliminar al bebe que con tanta ilusión has esperado y así puedas tratar tu enfermedad? ¡Ni en sueños, Yonji!
—— ¿¡Por qué!? No es justo que mamá muera por algo así.
——Porque ella jamás acedera —— Niji lo supo desde el momento que Yonji les revelo la verdadera enfermedad de su madre. Sora tenía todas sus esperanzas puestas en ese bebe y la sola idea de arrebatarle tal sueño era impensable.
El peliazul estaba seguro que Yonji lo lanzaría de las escaleras por lo que acababa de decir pero el último de los Vinsmoke solo vio a sus hermanos mayores con una mirada vacía.
——Sanji tenía razón, nunca te importo mamá, al igual que a ti. —— Refiriéndose a Ichiji.
——Cuida tus palabras, Yonji —— Ichiji no quería iniciar una discusión sin sentido con la situación de Sora acuestas ¡Claro que quería ayudar a su madre! El problema era que la única forma de hacerlo sería destruyendo su mayor ilusión —— ¿Y si se somete al tratamiento sin tener que abortar? —— Las palabras simplemente salieron de su boca, pero desde antes de formularlas sabía que la idea era imposible.
——No seas idiota, la radiación mataría al bebe —— Contesto cortante Niji.
——Al menos trato de pensar en una solución.
——¡Piensa en una solución que tenga sentido! —— Yonji estaba empezando a caer en la desesperación — La única forma de salvar a Sora es matando al bebe primero y la única manera de salvar al bebe incluye en letras pequeñas la muerte de Sora, y eso ¡Jamás lo voy a permitir!
——Aun si por alguna extraña anomalía en el universo, ella accediera a abortar, ni siquiera sabemos que tan avanzado esta su cáncer. Tal vez hasta sea inú– No pudo terminar al sentir como perdía el aire a causa del certero golpe de Yonji en la boca de su estómago.
Empezó a toser por la fuerza del impacto es su delgada figura, pero eso poco importo para el peliverde —— ¡No quiero volverte a escuchar decir esas estupideces nuevamente! ¿Quedo claro?
——¡Maldita sea, Yonji! —— Ichiji tuvo que acercarse a Niji al ver que este no paraba de toser. Si que le había dado con fuerza.
——…Oigan —— Los tres levantaron la vista hacia Sanji, que acababa de regresar de la habitación de Sora. Se veía sereno, pero las comisuras de sus ojos estaban hinchadas, era claro que estuvo llorando —— Mamá quiere hablar con los cuatro.
——¡Idiota! ¿Qué no vez que es un mal momento? ——Le contesto arisco Ichiji mientras trataba de levantar a Niji, que buscaba inútilmente llenar sus pulmones de oxígeno dando fuertes bocanadas de aire.
——¡No me importa, Ichiji! Por una vez en tu triste y miserable vida te pido que me hagas caso porque si no... — Antes de reiniciar otra pelea sin sentido, recordó las palabras de Sora. —— Por favor... Solo vayamos con ella.
——No puede ser... —— Yonji no quería ni pensar en el significado de las palabras del rubio.
——Luego de eso, mis hermanos a regañadientes acudieron a hablar con mi madre. Ella les dijo lo mismo que a mí. Como siempre Ichiji y Niji tomaron la noticia impasibles, pero lo aceptaron, a fin de cuentas ese era el deseo de mi madre. —— La fina línea de sus labios le mostró a Zoro lo amargo que fue ese momento en la vida de Sanji — Sin embargo, Yonji… fue quien peor tomo la noticia. Le dijo a Sora que lo estaba abandonando, poniendo a ese bebe por sobre sus otros hijos. Luego lo golpee y él me golpeo a mí. Pensé que me mataría, pero, increíblemente fue Ichiji quien lo detuvo. —— El asombro que sintió cuando vio al pelirrojo haciéndole frente a la furia de Yonji sería algo que jamás olvidaría.
El asombro que sintió al ver al pelirrojo haciéndole frente a la furia de Yonji era algo que jamás olvidaría. Fue la primera vez que Ichiji actuó como una persona con sentimientos.
Nunca supo qué rayos pasó por su mente, pero algo cambió en él. La enfermedad de Sora le hizo caer en cuenta de que estaba a punto de perder algo que, sin saberlo, era vital en su vida.
«Aun así, no negaría que la mayoría de las veces seguía actuando como un cretino».
——Después, nuestra madre nos hizo prometer que no le diríamos ni una palabra a Judge, y nosotros le prometimos que la apoyaríamos en todo, sin importar que, pero... esa promesa se convirtió en una tarea tan difícil a medida que el embarazo de mi madre avanzaba —— Nuevamente sentía sus ojos acuosos y es que era imposible, el solo recordar los gritos de dolor de Sora ante el insufrible dolor lo hacía temblar de terror —— Porque sabía que a medida que él bebe creciera y se hiciera más fuerte con cada día, su enfermedad también.
——Sanji, no tienes que seguir hablando sino——
——Fue verdaderamente horrible, peor que el infierno… —— En este punto ya no podía quedarse callado, había reabierto la herida y tenía que drenarla o de lo contrario se infectaría —— Y-Yo la amaba y tuve que ser testigo de cómo su vida se extinguía día tras día.
——...Sanji
——¿Quieres saber algo más? ¡Ella nunca tomo medicamentos! Tenía miedo de que pudieran dañar a mi hermana. ¡Soporto tanto dolor únicamente por Reiju! —— ¿Por qué sentía que estaba haciendo un gran esfuerzo por respirar? —— Apenas y podía comer. Fue cuando nos dimos cuenta de que el cáncer se había expandido hacia su estómago. E-Entonces tuvimos qu——
——Sanji, ya cállate, es suficiente —— Zoro lo tomo de los hombros, sino lo callaba ahora el rubio tendría otro ataque de pánico —— Deja se torturarte, no fue tu culpa.
——¡No, tu cállate! No tienes idea de lo que se siente ver morir a la persona que te vio nacer... Ella fue tan valiente y-y nosotros s-solo——
Podía sentir las calientes gotas caer incontrolables por todo su rostro, como una lluvia de estrellas y también sintió como Zoro lo tomo entre sus fuertes brazos, abrazándolo mientras el dejaba salir todo el dolor que lo torturaba desde lo más profundo de su mente. Sus demonios querían salir y su lucha interna por impedírselos lo estaba matando por dentro.
Estaba roto, al igual que todos sus hermanos, pero nunca culparía a Reiju por nada. De hecho, de no ser por ella estaba seguro de que en verdad se habría vuelto completamente loco.
——Sanji, quizás no pueda entender lo que se siente ver a una madre agonizar frente a su hijo —— Él tuvo la suerte, disfrazada en desgracia, de ser abandonado por su madre biológica en un mugroso y pestilente orfanato. Porque de no haber terminado allí, jamás hubiera conocido el amor de una verdadera familia.
Pero Sanji… Sanji sí lo había tenido, y lo había perdido.
——No obstante, estoy seguro que ella hizo ese gran sacrificio, por la simple razón de que el amor de una madre es quizás el vínculo más fuerte e inexplicable del universo. —— Alejo al rubio de el por unos momentos para ver directamente a esos frescos azules —— Y no tienes que atormentarte por una decisión que no estaba en tus manos.
Se puso de pie dispuesto a ir hacia la puerta de salida de aquel ático cuando sintió como Sanji nuevamente lo tomaba del hombro —— No te vayas, por favor —— La sola idea de que Zoro se fuera le causaba pánico —— ¡No esta vez! No quiero estar solo.
——Tranquilo, no me iré —— Su tono tan pausado lograba tranquilizarlo en solo segundos ——Le pondré seguro a la puerta. Estas confiándome lo que quizás sea uno de los recuerdos más duros de tu vida y no voy a permitir que nadie, además de mí. Invada esa parte tan privada de tus memorias.
«...»
Cuando realizó la última sutura, dando por finalizado el largo procedimiento, el estruendo de aplausos lo sacudió. Enfermeras, internos y residentes observaban desde los ventanales, algunos con sonrisas de admiración, otros con un brillo febril en los ojos, como si acabaran de presenciar un milagro.
Alzó la vista hacia la galería superior. Los veía. No como simples espectadores, sino como versiones más jóvenes de sí mismo. Ojos hambrientos, mentes ansiosas, soñando con el día en que ocuparían su lugar.
Antes, esa mirada lo enorgullecía.
Pero hoy, hoy por primera vez, se sentía avergonzado de ser lo que era.
Aunque muchas personas consideraban su trabajo como depresivo y trágico, él siempre había estado muy orgulloso de este. Desde un principio fue consciente de haber escogido una de las especialidades más duras y complejas de todas, pero su mayor satisfacción estaba al final. Cuando finalmente podía decir esas palabras que hacían que a los padres se les aguaran los ojos y a los niños saltar de alegría.
Pero esta fue la primera vez en toda su carrera que Trafalgar Law se sintió avergonzado de cumplir con su labor.
No se detuvo a recibir elogios, ni a responder preguntas. Apenas le entregó las instrucciones a Cossete y salió del quirófano con pasos rápidos y pesados. Necesitaba largarse de allí. De ese aire que lo asfixiaba. De ese lugar donde, por primera vez, sintió que con su bisturí había hecho algo peor que fallar.
Cuando entró a los vestidores, arrancó la ropa quirúrgica con un temblor en las manos.
Se sentía indigno de llevar esas ropas.
El tapabocas le cortaba la respiración. La bilis subió por su garganta como un fuego implacable. Apenas alcanzó el lavamanos antes de escupirlo todo.
El reflejo en el espejo le devolvió la mirada de un hombre que, en ese momento, detestaba ser quien era.
Fue el sonido de su celular lo que lo sacó de su miseria momentánea. Lo tomó con dedos entumecidos, deslizándolo hasta la única notificación que le importaba.
«Hola, mi muchacho, sé que debes estar muy ocupado salvando vidas y haciendo todas esas cosas de doctor que me hacen sentir tan orgulloso, pero haz un espacio para venir a casa mañana. ¡Tendremos una cena familiar!»
«Te ama, Papá 😊 »
Leyó el mensaje una, dos, tres veces. Con cada repetición, algo en su interior se quebraba un poco más. La pantalla tembló entre sus dedos.
Las palabras de Cora, lejos de reconfortarlo, le hundieron el pecho en un peso insoportable.
Tomo una ducha en completo silencio. Pero ni el agua helada, ni la quietud del vestidor lograron arrancarle esa sensación de vacío.
Estaba harto de todo...
Salió del vestidor y comenzó a caminar por los pasillos oscuros del hospital. No sabía hacia dónde iba, solo que necesitaba moverse… Y entonces la vio.
No se habia movido de ese lugar, aun cuando su turno hubiera terminado hace horas, y todo porque sabia que cuando él saliera, necesitaría su apoyo.
No hubo palabras. Ni preguntas. Solo el instante en que sus cuerpos se encontraron en un abrazo que dolía. Un gesto que no necesitaba explicaciones. Igual que la primera vez, cuando ambos habían perdido demasiado en una sola noche.
——Solo estamos tú y yo aquí, Law… ——Susurró Robin, con una suavidad que perforaba más que cualquier grito——. Puedes soltarlo.
No hubo respuesta por parte del oncólogo. Solo el temblor en sus brazos, un agarre desesperado en la espalda de su amiga, y la humedad que empapaba sus ropas hasta volverse un peso tangible.
La neurocirujana no se movió. No retrocedió.
——No tienes que sentirte culpable de nada ——Dijo, su tono firme pero cálido——. Hiciste todo lo que estuvo en tus manos. —— Desde que conoció a la morena, siempre la considero una mujer extraordinaria. Tenía la extraña habilidad de ver en los corazones de las personas. Sabía lo que buscaban, lo que apreciaban y lo que los heria...
Law soltó una risa seca, amarga.
——A veces… ——su voz salió rota, casi inaudible——. Solo a veces, me pregunto por qué demonios sigo haciendo esto. —— Recordaba perfectamente la razón que lo motivo, como si hubiera sido ayer. Había cambiado su mundo por completo y hasta le dio una nueva razón de vivir, pero luego de haber recorrido un camino tan extenso, lleno de éxitos y derrotas.
Ese recuerdo se hacía tan lejano.
Robin no respondió de inmediato. Lo sostuvo entre sus manos, alzándole el rostro hasta que sus miradas se encontraron. Sus ojos oscuros, insondables, tenían una certeza que él no podía permitirse.
——Porque eres una persona increíble. Porque dedicas tu vida a salvar lo más valioso que existe en este mundo. La sonrisa de un niño. —— Ella sabía perfectamente lo que estaba rondando por su mente, y pensó que la ojiazul se alejaría de su lado, pero fue entonces que sintió las cálidas manos de la morena sobre su rostro, alzando su mirada y viendo a través de sus azabaches ojos.
Y entonces, lo recordó.
«Usted es alguien increíble, Doctor Trafalgar. Aunque un poco extraño… pero me agrada. ¡De grande quiero ser como usted!»
Por primera vez en toda la noche, Law cerró los ojos y exhaló.
Apretó las manos de Robin entre las suyas, con más fuerza de la necesaria. Y cuando habló, su voz fue baja, pero firme.
——Gracias.
Ella le dedicó una leve sonrisa.
——De nada, Law.
Aunque se odio por hacerlo, tuvo que soltarla. Aún tenía una última cosa por hacer.
Secó los últimos rastros de humedad en su rostro y se giró hacia el pasillo. Pero antes de tomar el ascensor, su voz rompió el silencio.
——¿Sabes algo de Ichiji?
Robin vaciló.
——No… —— El tono de su voz la delataba, la joven se sentía igual de abatida que él ——. No tengo ni idea de dón—
Su frase se cortó abruptamente. Law se detuvo en seco.
Y entonces la escuchó murmurar una maldición.
Robin miraba su localizador con el ceño fruncido, la expresión endurecida.
——Es de la habitación de Yonji.
«...»
«——¿Cómo puedes preferir a esa cosa antes que a nosotros?...
«——¡Eres tan desconsidera!...
«——¡Jamás te perdonare si no luchas por tu vida!...
«Por favor, madre, no me abandones»
Nunca se perdonaría toda la sarta de estupideces que le dijo a Sora cuando ella solo le pidió que la escuchara, pero era inevitable no sentir tanta impotencia ante la situación.
Un día su madre fue una mujer hermosa y al día siguiente, era solo una sombra de lo alguna vez fue.
A pesar de que Ichiji lo obligo a prometer que no le daría la espalda a Sora. No fue capaz de cumplir esa promesa, para él, fue el mayor tormento de su vida fue ver como la vida de su madre se extinguía, mientras la vida en su vientre se fortalecía.
Que irónico.
Odió tanto a ese bebe, lo odió con todo su ser. Porque la mujer que más lo amaba en el mundo prefería sufrir dolores inimaginables por esa cosa, que tratar de salvar su vida. En todo ese tiempo Yonji solo fue capaz de ver a Sora en un par de veces, no pudo soportar ser testigo de todo el proceso que conllevo su enfermedad.
Era increíble como Sanji pudo resistirlo, jamás se apartó de su lado, o que Ichiji volviera a tocar el piano solo para tratar de amenizar un poco su dolor. Inclusive Niji, se abrió un poco a Sora en sus últimos momentos.
Pero él solo se alejó...
Y el día que Sora se fue para más nunca regresar, él ni siquiera se despidió.
«Madre, no te vayas»
Quería gritar, pero ninguna palabra salía de él. Sentía que una piedra de millones de toneladas estaba reposaba encima suyo. ¿Dónde estaba? Solo veía una oscuridad absoluta y sin fin, no comprendía nada de lo que estaba pasando en su entorno.
«——¡Madre! Toma las recogí para ti —— Entono en una mueca de extrema felicidad un pequeño de cinco años mientras entraba corriendo a la cocina y le extendía unas flores a su madre.
«——Mi amor, gracias, están her… ——Hizo una ligera pausa cuando se percató de un ligero detalle —— Yonji ¿Las sacaste del jardín?
——Uhh… no.
——Ohh, mi pequeño. Tu ramo es precioso, pero tengo que decirte algo; no tienes que arrancar las flores, mi cielo. Ellas tienen sentimientos y les duele cuando haces eso. —— La expresión de Yonji cambio en segundos, agachando la cabeza, avergonzado por su actitud. Al ver como la tristeza se apoderaba del menor de sus vástagos, Sora se colocó a su altura solo para darle un cálido y profundo beso en la frente.
——Perdón Madre, pensé que les gustaban a las niñas.
A Sora le causo mucha ternura el gesto —— ¡Claro que nos gustan, mi niño! y estoy segura de que cuando crezcas y te vuelvas todo un galán, muchas chicas que serán incluso mucho más bonitas que yo, te pedirán a gritos que les regales flo–
——¡Entonces nunca le regalare flores a ninguna chica! —— Le reclamo, molesto.
«Basta»
——¿Por qué dices eso, mi cielo? —— Le cuestiono la rubia, sorprendida.
——¡Porque nunca encontrare a una chica más bonita que tú! —— Le respondió seguro.
«Ya no más, por favor»
Solo en la más absoluta penumbra, pudo escuchar como una voz lo llamaba con insistencia, era melodiosa. —— Casi como la de ella —— Y él no pudo hacer mas que seguirla. Se sentía desesperado, ya no soportaba estar más en ese lugar, siendo torturado por sus memorias.
Él ya no era esa persona, —— y jamás lo volvería a ser —— Tenia algo por que vivir, e irónicamente, era ese mismo regalo que tanto llego a despreciar.
Él estuvo equivocado; y Sora siempre tuvo razón.
Ella no era un monstruo…
Era una nueva oportunidad en su vida, y esta vez no la iba a perder.
——¡Yonji, reacciona! —— Nuevamente volvió a escuchar esa desconocida voz.
No podía quedarse más tiempo en aquella horrible oscuridad, ¡Ella lo necesitaba!
——¡…Reiju! —— Finalmente pudo abrir los ojos, pero lejos de encontrarse con el pequeño cuerpo de su hermana, vio a una hermosa mujer de cabellos negro...
——Yonji ¡Despertaste! —— Su voz era tan pausada y tranquila que logro alejar toda la oscuridad que se encontraba su alrededor.
Y poseía la sonrisa más perfecta y sincera que hubiera visto jamas.
¿Quién era ella? Y ¿Por qué estaba así de feliz por él?
No tenía idea de quien se trataba, pero por lo visto ella sabía perfectamente quien era él. Era imposible que él la conociera; porque de haberlo hecho, no hubiera sido capaz de olvidar un rostro tan hermoso.
——H-Hola... —— Joder, ¡Joder! Tener tan cerca a esa chica lo ponía nervioso —— ¿Quién eres tú? ¿En dónde estamos? —— Se sentía tan patético de hacer preguntas tan absurdas, pero necesitaba respuestas, estaba muy confundido.
——Me llamo Robin y... —— Entendía que explicarle la situación en estos momentos no seria lo más sabia, así que simplemente opto por regalarle una cálida sonrisa —— Soy una amiga. Se que tienes muchas dudas, pero primero necesito que te tranquilices —— Hizo una pausa para entrelazar sus manos con las del peliverde —— Estas en un hospital, y… —— Detuvo su explicación al escuchar los constantes vips de una de las maquinas.
Yonji se había puesto muy inquieto por el inesperado contacto y para Robin fue muy fácil darse cuenta cuando las pulsaciones de Yonji empezaron a sonar de forma descontrolada a través del monitor de frecuencia cardiaca al que estaba conectado.
«——Para tener ese tamaño es bastante tímido; pensó la neurocirujana. pareciéndole muy tierna la reacción del chico.
Pero el peliverde no solo estaba intranquilo por la pelinegra sino por el comentario que soltó luego de presentarse —— ¿Estoy en un hospital? —— Empezó a tensarse —— Entonces ¿Dónde está Reiju? ¿Ella está bien? ¿¡Acaso tuvo una recaída!? Lo último que recuerdo fue que... ¡Agh!
Tuvo que llevar la mano a su cien a causa del el intenso dolor que sintió al tratar de recordar lo que había pasado esa noche en la que se quedó solo con Reiju, y al palpar su cabeza sintió algo que no le agrado nada —— Oh, mierda. Mi cabeza ¡Qué diablos le paso a mi cabeza!
——Yonji, cálmate —— Tuvo que aplicar algo de presión en el peliverde para alejar sus manos de esa parte tan delicada de su cuerpo, y el menor de los cuatrillizos se vio desarmado cuando aquel fino y delgado cuerpo mostro una nada despreciable fuerza en los brazos —— Te explicare todo con lujo de detalles, pero por favor no te sobre esfuerces en recordar. No quiero colapses nuevamente.
Solo necesito de esas palabras para que su mente se tranquilizara en segundos. De un momento a otro, ya no necesitaba respuestas, no habían más preguntas. Lo único que deseaba hacer era seguir escuchando aquella hermosa voz.
——E-Esta bien.
...¡Nunca encontrare a una chica más bonita que tú!...
«Quizás estaba equivocado en eso también»
«...»
Las cortinas estaban entreabiertas, permitiendo que los últimos resquicios de luz dorada se filtraran a través de la ventana. Afuera, las hojas caídas teñían el suelo con su marchito cobrizo, como un eco del otoño que se despedía, dejando paso al crudo invierno. Una brisa helada se colaba por el balcón, tímida y paciente, como si pidiera permiso para adentrarse en aquella habitación y ser testigo de un momento reservado solo para dos almas.
Un concierto con una única espectadora.
El sonido de un piano llenaba el aire, envolviendo cada rincón con una melodía etérea y melancólica. Ichiji estaba en el centro de todo, sus dedos se deslizaban con elegancia y precisión sobre las teclas, creando una sinfonía que parecía fluir directamente desde su alma. No muy lejos de él, Sora lo escuchaba en silencio, con los ojos cerrados, sumida en la secuencia de aquella composición que no conocía, pero que, sorprendentemente, entendía a la perfección.
Su rosal nunca fue bueno para expresar sus sentimientos con palabras. La música era su único refugio, su único lenguaje sincero. Cada nota hablaba por él, le daba voz a todo aquello que su orgullo y su naturaleza reservada le impedían decir. Sora había aprendido a leer cada matiz en su música, a descifrar lo que su hijo mayor nunca se atrevía a admitir. Cada melodía guardaba un universo propio, una historia, un deseo.
Tuvo que inhalar profundamente para reunir la fuerza necesaria y romper el silencio. Últimamente, cada palabra le costaba un esfuerzo sobrehumano, pero no dejaría que la fatiga le robara la oportunidad de decir lo que sentía.
——E-Es… nueva. ——Su voz sonó frágil, pero llena de ternura——. ¿Acaso la compusiste tú, mi rosal?
Ichiji fingió ignorar el rubor que subió a sus mejillas ante aquel apelativo infantil que solo ella usaba. Desvió la mirada, concentrándose en las teclas bajo sus dedos.
——Solo improviso un poco. Aún no es muy buena, necesito trabajar en ella, pero pensé que ya estarías cansada de escuchar a Debussy, Chopin o Stravinski.
Sora esbozó una sonrisa tenue, cargada de dulzura.
——Tienes razón, no es buena.
Él alzó una ceja, divertido por su franqueza.
——Es perfecta. Incluso diría que es mejor que las composiciones de Claude.
Ichiji se tensó de inmediato. No esperaba un elogio tan grande, y mucho menos de ella. Su mirada, por fin, se alzó para encontrarse con la de su madre, que acariciaba su ya abultado vientre de siete meses con infinita ternura.
——Y a ella también le gusta —— Susurró Sora con una sonrisa, sintiendo los fuertes movimientos, llenos de vida y emoción que crecían dentro de agonizante cuerpo.
El joven detuvo sus manos sobre las teclas, y por un instante, el mundo pareció detenerse con él. Su expresión, siempre estoica, se suavizó. Y entonces, sucedió algo que muy pocos podían afirmar haber afirmado ver: Ichiji sonrió. Pero no fue una sonrisa sarcástica, ni forzada.
Era genuina, reservada solo para ella.
Sin embargo, la imagen que Ichiji presencio frente a sí le recordó lo cruel que podía resultar la realidad. Sora estaba más delgada que nunca, en total contraposición a su gran e hinchado vientre. Sus extremidades eran frágiles como porcelana, su piel; que un día era desbordante, y llena de vida, ahora estaba pálida y marchita. La enfermedad la devoraba poco a poco, y aun así, en ese instante, Ichiji pensó que nunca había visto a su madre tan hermosa como ahora.
——Mi rosal…
El tono de su voz hizo que Ichiji se pusiera en alerta. Se levantó de inmediato, con el ceño fruncido.
——¿Te duele algo?
Ella negó con suavidad, calmándolo con una caricia en la mano.
——Solo quería saber… ——Tomó aire——. ¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión? ¿Es porque pronto ya no estaré más por aquí?
Los últimos meses habían sido los más difíciles, pero paradójicamente, también los más hermosos de su vida. La muerte se cernía sobre ella como una sombra perenne, pero Sora no tenía miedo de aquel hombre encapuchado, con una hoz en mano esperando pacientemente su último suspiro. Su único temor era partir antes de asegurarse de que sus hijos, todos sus hijos estuvieran a salvo. Había soportado todo, cada punzada de dolor, cada noche en vela, cada diagnóstico desalentador, con un solo propósito: permanecer un poco más, un día más, solo un día más.
Los médicos habían sido muy escépticos con su enfermedad y la disparatada decisión que tomo. Sabía muy bien que a medida que los días pasaban, había menos probabilidades de supervivencia para ella, pero no le importaba. Aguantaría todo el dolor que fuera necesario, y su mejor consuelo fue que en el ocaso de sus días, sus pequeños finalmente se hayan podido acercar a ella.
La mirada de Ichiji se ensombreció, sabia tan bien como Sora que ya no le quedaba mucho tiempo. Los últimos estudios mostraban que su cáncer había hecho metástasis hacia su estómago. Luego de eso, las probabilidades de que llegaran a sus pulmones y necesitara de un respirador artificial para seguir con vida, eran muy altas.
Lo único que rogaba, es que la bebe, porque si, sería una niña…
Pudiera llegar a término.
——Con todo lo que hemos recorrido hasta ahora… ——susurró él, con la voz tensa——. ¿Acaso importa ya?
——Todo lo que tenga que ver contigo me importa, mi rosal. Siempre me ha importado.
Él sintió que algo se rompía dentro de su pecho. Tomó aire y habló con un tono bajo, pero firme.
——Eso ya no es relevante, madre.
Sora parpadeó lentamente, su expresión cambio de forma inesperada. Su voz, que hasta hace unos instantes era cálida y apacible, se tornó seria, directa.
——Ichiji…
Él la miró. Por un segundo, no era su madre moribunda la que le hablaba, sino la mujer dulce y hermosa que recordaba de su infancia, y había algo en su mirada que le suplicaba no ignorarla esta vez.
El joven bajó la cabeza, cerrando los puños. No tenía respuesta para su pregunta. No quería admitir que sí, que una parte de él temía perderla más de lo que jamás se había permitido demostrar. No quería aceptar que, en el fondo, solo estaba tratando de aferrarse a lo que le quedaba de ella, aunque fuera tarde, aunque fuera egoísta.
El silencio se instaló entre ellos. Afuera, el viento soplaba con más fuerza, como si el invierno quisiera hacerse notar. Pero dentro de esa habitación, el frío no tenía cabida. Solo quedaban ellos dos, madre e hijo, compartiendo un momento que, en lo más profundo, ambos sabían que sería uno de los últimos.
——¡Mamá! La cena esta lista —— El ingreso de Sanji, seguido de Époni trasladando consigo una mesa mayo a la biblioteca, logro quebrar esa atmósfera tan única que ensamblaba a madre e hijo.
Ichiji pudo ver a Sanji por el rabillo del ojo, le sonreía a Sora, alagándola como siempre solía hacerlo. Incluso le hacía un par de bromas y reía con ella, pero todo era un engaño, él lo sabía, Sanji lo sabía, e incluso Sora lo sabía.
Su hermano lloraba por dentro, pero por más dolor que existiera en su haber, tenía que hacer el mayor esfuerzo por demostrarle a su madre que ellos estaban bien y estarían bien... Aun cuando ella no estuviera más.
Tenia que darle eso, era lo menos que Sora merecía.
No había nada que Sanji odiara más que la hora de comer, y quizás esa era una de las cosas que el rubio más odiaba de la enfermedad de Sora. Antes, solía ser uno de los mejores momentos de su día. Disfrutar de una deliciosa comida, hecha por él y su madre, juntos. Compartiendo esos efímeros y a la vez eternos momentos.
Sin embargo, ahora, tenía que colocarle a su madre una sonda nasogástrica para que la bebe, ni siquiera Sora, pudiera alimentarse como era debido.
A este punto, Sanji ya habia olvidado cuando fue la última vez que pudieron sentarse a disfrutar juntos de algo tan simple como una cena.
——..Sanji! ¡Joven Sanji!
——¿Ah? ¿Qué cosa? —— Los llamados de la anciana Époni lo devolvieron a la realidad.
——Necesito que me entregue el catéter.
——Si... claro —— Hablo entre dientes, pero cuando se acercó a la charola para recoger el dispositivo, vio que el teléfono de su madre estaba brillando.
Era una llamada del hospital.
Estaba a punto de tomar el equipo cuando Ichiji se adelantó, tomando el aparato —— Termina con lo que estás haciendo. —— El pelirrojo lo dejo con la palabra en la boca cuando salió de la habitación a toda prisa para contestar la llamada.
——Sanji —— La voz de Sora siempre lograba abstraerlo —— Deja de preocuparte por todo, mi niño. ¿Quién sabe? Quizás sea algo bueno —— Sin importar que tan mala fuera la situación, ella nunca perdía su esencia —— ¿Cómo te está yendo con el nuevo inicio de curso?
«——No hagas eso madre, no trates de minimizar lo que está ocurriendo» —— Dijo en sus adentros.
Mordió sus labios con fuerza. No se suponía que ella lo consolara a él.
«...»
——Si, por supuesto... Gracias.
Nunca fue una persona que creyera en el destino. De hecho, siempre fue escéptico si de este se trataba. Las únicas cosas que tenían valides para él, eran aquellas que se podían probar y comprobar.
El hombre solo temía hacia aquello que era desconocido, hasta que se hiciese corriente y desechable.
Sin embargo, habiendo llegado hasta el punto en el que se encontraban. Cualquier camino era válido, ya que esta vez no podía valerse de las probabilidades.
Porque ya no había ninguna.
Cuando supo que Sora tendría a Reiju, trato de analizarlo de forma racional. Técnicamente, era posible, su madre aún era joven, pero... ¿Acaso era la decisión correcta? Cada uno de ellos eran hiedras venenosas, el más mínimo roce infectaría a cualquiera que se acercase y en especial si se trataba de un pequeño capullo.
——¿Qué querían? —— Le cuestiono Niji, apareciendo detrás de él, con una pequeña caja entre las manos.
——Era su ginecóloga, básicamente pregunto por su estado, y si estaba respondiendo bien a la alimentación por Sonda.
El peliazul guardo silencio, ¿Qué podía decir ante eso? «—— Pero ¡Por supuesto! Le hubieras mencionado que Sora adora que le introduzcan un tubo de más de tres metros por la nariz solo para poder alimentarse porque su cáncer esta tan jodido que ahora ni siquiera puede comer ——»
Sin duda eso hubiera sido alentador.
——Si vas a usar eso con ella —— Ichiji lo hizo reaccionar, refiriéndose al contenido de la caja ——Será mejor que empieces de una vez.
——Solo quiero comprobar algo, es todo. —— Aclaro el peliazul.
——Adelante entonces.
——¿A dónde vas? —— Le inquirió —— Necesitare tus habilidades de pianista frustrado. Nunca está de más una buena música de fondo para aminorar la tensión.
——Tengo algo más productivo en mente para dedicarle mi tiempo.
——¿Cómo cuál? ¿Hacer que Yonji salga de su habitación? ¡Si lo consigues, prometo que te dare...
——No —— Lo pelirrojo interrumpió —— Si quiere estar solo, no hay nada que podamos hacer.
Evitaban tocar el tema de Yonji, prácticamente se había borrado del radar de Sora, y ella, a pesar de la gran tristeza que le causaba, lo entendía. Incluso él trato de razonar con el peliverde pero desgraciadamente para Ichiji; Yonji no deseaba tener ningún contacto con Sora o su embarazo...
Solo esperaba que en un futuro no muy lejano, Yonji no se arrepintiera de su decisión.
——Son treintaicuatro libras, señor.
——¿Mmm..? —— La voz del conductor lo despertó de su ilusión, y al girar la mirada, Ichiji cayo en cuenta que finalmente había regresado al Hospital.
«...»
«——Échec et mat. (Jaque Mate)
Niji Vinsmoke fue la personificación de la perplejidad por unos cuantos segundos. Era la primera vez en su vida que perdía, y lo peor de todo: había sido derrotado por Sora. ¡Sora, joder! En un par de jugadas, y solo con el alfil, ella había logrado derrocar su Rey con una facilidad humillante.
——¿¡Cómo hiciste eso!?
——Un mago nunca revela sus trucos, Niji —— Al ver que la respuesta tan ambigua estaba haciendo enrojecer de la rabia al peliazul, decidió agregar un último comentario a modo irónico, pero con cierta jocosidad. —— ¿En verdad creíste que tus dotes en el ajedrez eran por Judge?
La rápida negación murió en su garganta. Nunca, ni por un instante, se le había pasado por la cabeza que Sora pudiera ser una maestra en el arte de guerra cuadriculado. Siempre asumió que su inteligencia y habilidad en la estrategia provenían de su padre.
——¡No es justo Sora! ¡Te exijo que me enseñes esa jugada! Es tu deber como madre.
——Niji...
——¡No! ¡No puedes decirme que no! Le enseñaste a Ichiji a tocar ese maldito piano; a Sanji a cocinar. ¡Yo también exijo mis derechos como tu hijo, Sora!
El reclamo desesperado lo tomó por sorpresa tanto a él como a Sora. Se había expresado sin filtros, con una intensidad que ni él mismo sabía que poseía. Su madre se mordió los labios con fuerza, intentando contener la emoción que pujaba en su pecho.
——¿Acaso nunca te das cuenta de que...? ——Quiso seguir hablando, pero su voz se extinguió al cruzar miradas con su madre.
Y entonces la vio.
Los ojos de Sora brillaban con una ilusión infantil, como si acabara de recibir el regalo más preciado de su vida. Lo que ocurrió a continuación fue algo que Niji jamás habría esperado. Con un esfuerzo titánico, Sora se incorporó del diván y, antes de que pudiera reaccionar, lo envolvió en un abrazo fuerte y desesperado, como si su vida dependiera de ello.
Niji sintió el peso de su madre apoyarse sobre él, sus delgados brazos rodeándolo con una calidez que nunca había pedido, pero que de alguna manera, sintió que siempre había necesitado.
Por primera vez en su vida, Sora lloraba por su causa... pero no de dolor.
Sino de felicidad.
——¡Claro que sí! ¡Claro que sí, Niji! Te enseñaré todo, ¡Todo lo que sé!
El peliazul sintió su garganta cerrarse. Algo en su pecho dolía, como si una lámina ardiente se estuviera abriendo paso en su interior.
¿Con que así se sentía? ¿Así se sentía ser...
…Amado?
——¡S-Sora, ya suéltame! —— Tener tan cerca el vientre de su madre lo ponía intranquilo.
——Oh, Niji, mi niño, mi dulce morita. No te imaginas lo feliz que me haces.
«Morita».
Esa palabra retumbó en su mente con una fuerza devastadora. Nunca antes Sora lo había llamado así de una manera tan natural, tan sincera. Un sonrojo involuntario se adueñó de su rostro, y agradeció internamente que su madre no pudiera verlo.
——¡Ya fue suficiente, Sora! Suéltame, tengo que reacomodar las piezas para qué... ¿…Sora? ——Inesperadamente, sintió un inesperado peso asentándose sobre sus hombros —— ¡Sora! ¡Oye, Sora! !Mamá~! —— Al no sentir ninguna reacción por parte de su madre, fue que finalmente cayo en cuenta de lo que había pasado. ——¡No…! ¡No! ¡No! Mierda ¡Mierda!
Su sangre se congeló en segundos. La realidad se desplomó sobre él con la brutalidad de una avalancha. Con un nudo asfixiante en la garganta, alzó la cabeza y gritó con una desesperación que no supo que era capaz de sentir:
——¡¡Ayuda!! ¡Necesito ayuda! ¡Mamá perdió la conciencia!
«...»
Cruzó las puertas del hospital con el corazón desbocado y las manos crispadas. Afuera, el cielo se tornaba de un gris casi ominoso, y el aire denso anunciaba la pronta llegada de una inminente tormenta. Law lo mataría por la demora, lo sabía. Pero, francamente, le daba igual si el cirujano le atravesaba el cráneo con un bisturí. Lo único que importaba, lo único que habitaba su mente, era Reiju.
«¿Cómo será su vida luego del cáncer?»
Nunca se había detenido a pensarlo. Todo había sucedido con una rapidez despiadada, arrastrándolo con una violencia tal que nunca pudo darse el tiempo para pensar en ello. Pero ahora, al fin, Reiju podría vivir como cualquier niña de nueve años. No, no como cualquier niña, sino como la niña más feliz del mundo. Se aseguraría de ello. Su infancia no sería una sombra de la suya, no mientras él pudiera evitarlo.
Tal vez Sora ya no estaba, pero ellos sí.
Él sí.
Y cumpliría cada uno de los sueños de Reiju, sin importar el costo. El tiempo ya no sería una maldita limitante. La llevaría al Shakespeare’s Globe, al Teatro Real, al Museo Británico, a la Galería Nacional. A donde ella quisiera.
Sanji, al fin, podría respirar sin el peso del mundo sobre sus hombros. Niji terminaría la universidad sin la culpa de haber abandonado a su hermana. Y Yonji… Yonji ya no tendría que seguir luchando como un condenado gladiador, vendiendo su sangre por unas cuantas monedas.
Reiju viviría. Y con ella, todos ellos también lo harían…
Ichiji podía sentir la sangre latiendo con fuerza en sus sienes, su respiración era irregular, su pecho subía y bajaba con violencia. La confusión le nublaba el juicio. ¿Qué demonios había pasado? Cuando se fue, Sora estaba estable.
Y ahora... ahora ella yacía en una cama de hospital.
Sanji no dejaba de caminar de un lado a otro, cada paso cargado de frustración. No podía fingir calma como los dos mayores, no cuando su madre estaba al otro lado de esa puerta.
——¡¿Qué mierda hiciste, Niji?! —— Espetó de repente, su voz estaba desbordante de ira. Habían llegado hacia horas al hospital y en todo ese tiempo, su hermano de cabello azul había guardado un silencio sepulcral.
——Cállate, Sanji —— Ordenó Ichiji, con el temple de quien intenta evitar que todo se desmorone.
——¡Púde Ichiji! ——bramó el rubio, encendiéndose más ——. Este idiota ha tratado como basura a mamá siempre que ha podido. Ella estaba bien, y de la nada colap...
——…Sanji ——el tono del pelirrojo fue bajo, pero letal, como un cuchillo deslizándose por la piel—. Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantener la compostura, pero si sigues gritando y culpando a Niji, no te prometo nada. ¿Tienes idea de lo que estás diciendo? ¡Sora no ha estado bien, no está bien y no estará bien! ¡Tiene cáncer, maldito idiota! Y si eso no fuera suficiente, ¡Está embarazada! ¡Con un demonio! ¿Es tan difícil de entender?
Las palabras golpearon al menor como un mazo. Sintiendo las piernas fallarle, cerró los puños con fuerza, clavándose las uñas en las palmas.
Tenía que confiar. Su madre era fuerte. Saldría de esta. Volverían a casa.
——Ustedes nunca cambian, ¿verdad? ——la voz de una mujer hizo a los trillizos girarse.
La presencia de una singular rubia de increíble altura apareció ante los tres hermanos, con los brazos cruzados y una mirada severa.
——Desde que los saqué del vientre de su madre no han hecho otra cosa que pelear.
——¡Doctora Gerd! —— Sanji corrió hacia ella, los ojos encendidos por la desesperación—. ¿Cómo está mi madre? ¿Se pondrá bien?
La médica sintió un nudo de pena en la garganta. Conocía a esos niños incluso antes de que nacieran. Esos pobres ojos azules habían visto demasiado para su corta edad, y lo peor, lo peor aún estaba por venir.
——Gerd, Sanji te hizo una pregunta —— la voz de Niji era afilada, impaciente. Su mirada casi la hizo estremecer.
Casi.
Soltó un suspiro. Esta era la parte más difícil de su trabajo.
——Ichiji, acompáñame. Sora necesita hablar contigo.
——¿Qué? ——el pelirrojo y el rubio reaccionaron al unísono; uno con incredulidad, el otro con un dejo de resentimiento.
«——¿Por qué Ichiji y no él? —— Pensó Sanji.
«——¿Por qué yo y no Sanji? —— Se preguntó Ichiji.
——¿Estás sordo? ¡Rápido, niño, no tengo todo el día! —— Y tu madre tampoco, pensó.
Ichiji siguió a la doctora, viéndola perderse entre los pasillos que poco a poco se estrechaban a su alrededor, como un laberinto sin salida, cuando de repente Gerd se detuvo y giró para enfrentarlo.
——Ichiji... ——Exhaló hondo antes de continuar——. El colapso se debió a que el cáncer ha hecho metástasis. Se ha extendido por todos los órganos del abdomen. Lamentablemente Sora padece uno de los tumores más agresivos que he visto, y ha avanzado mucho más rápido de lo pronosticamos.
¿Cómo se afronta la muerte?
La pregunta se filtró en su mente como veneno en el torrente sanguíneo. Fue la misma que se realizo cuando supo de la enfermedad de Sora y su inminente decisión.
Científicamente, era un suceso que experimentaban todos los humanos en algún momento de su vida, un proceso natural, pero, si era tan común, si todos en algún momento de sus vidas lo iban a experimentar, entonces ¿Por qué se le temía tanto?
——Ella no va a salir de aquí, ¿verdad? —— Susurró.
La negación en el rostro de Gerd fue una confirmación silenciosa. El tiempo de Sora estaba llegando a su fin.
——¿Lo sabe?
——Lo supo desde el principio, Ichiji. No había mucho que pudiéramos hacer. —— Al menos si ella seguía con esa loca idea de aferrarse a su embarazo, concluyo internamente la doctora.
Joder. Solo faltaba una cosa más para que se pegara un tiro.
——¿Y el bebé?
La doctora se pasó una mano por el rostro, exhausta.
——El cáncer también se ha esparcido hasta el cordón umbilical. Pronto se obstruirá, provocando que el feto deje de recibir nutrientes y...
Todo se volvió borroso.
Ichiji tuvo que apoyarse en la pared. La cabeza le daba vueltas. Su madre estaba muriendo. El bebé estaba muriendo. Todo estaba derrumbándose en cuestión de segundos.
——¿Ichiji? ¿Estás bien?
Y entonces, rió. Una risa hueca, rota, escapó de su garganta.
——Es hasta hilarante... —— Se llevó una mano al rostro, intentando recuperar el aire entre carcajadas ——. Hace siete meses, mi madre estaba perfectamente sana, y ahora ¡Cada célula de su cuerpo tiene cáncer! ¿No es gracioso?
Exhaló hondo, tratando de contener la histeria.
——¿Ahora qué? ¡¿Quieres que les diga a Niji y Sanji que Sora y el bebé están tocando las puertas del infierno?!
——No —— Respondó Gerd, su voz fue siempre firme.
Ichiji parpadeó, confundido.
——Tu madre ha decidido inducir el parto. —— Nunca había conocido a una mujer más testaruda que Sora Redleg, puede que no lo pareciese, pero sus ella y sus hijos realmente eran muy similares.
——¿Qué? —— Ichiji no podía creer lo que acababa de escuchar ——Pero... ¡¡¡El bebe solo tiene siete meses!!! ¿Se volvió loca?! ¿Acaso el cáncer también le llego al cerebro?
——¡Cállate y escúchame, Ichiji! —— La mujer lo tomo fuertemente de ambos brazos, necesitaba la ayuda del niño para esta última parte — ¿Acaso crees que Sora no lo sabe eso, niño tonto? Mi juramento me obligo a decirle a tu madre que aún tengo la posibilidad de darle un par de meses más con medicina paliativa. Sin embargo la concentración de medicamentos hara inviable que el bebe pueda seguir desarrollándose en su útero. Así que no me queda otra opción que inducir el embarazo ahora, pero si ella da a luz en su condición actual…
La mirada de Gerd logro transmitir un sentimiento del que Ichiji poco a poco fue cayendo en cuenta.
——Ichiji… No fui yo la que te llamo, fue ella...
Y entonces lo comprendió. No lo había traído para convencer a Sora de salvarse a sí misma.
Lo había traído para despedirse.
«...»
Finalmente había llegado a recepción, necesitaba noticias del estado de Reiju, pero antes de que pudiera preguntar, se percató que la anciana que lo ignoro la vez anterior, ahora lo veía como si hubiera estado aguardando únicamente por él, con una sonrisa tatuada en el rostro.
——Buenos días.
——Buenos días, señor Vinsmoke —— Esa expresión que rosaba el éxtasis logro estremecerlo de una forma bastante particular —— ¿En qué lo puedo ayudar?
——Quisiera saber sobre el estado de mi hermana luego de su cirugía —— Trato de ignorarla, pero fue imposible cuando la avanzada mujer le alzo la ceja, divertida ante el obvio desconocimiento del pelirrojo.
——¿No le informaron, señor Vinsmoke…?
El pavor que lo atravesó cual rayo, paralizando al instante sus pulsaciones —— ¿Informarme de qué? ¿De qué está hablando?
——Pues vera...——
——¡¡Tsuru!!
El desbordante alarido que lanzo Trafalgar Law desde el otro lado del pasadizo llamo la atención de todos los presentes en recepción, y en especial el de la veterana enfermera, a la que dejo boquiabierta —— ¿¡Qué demonios crees que haces!? ¡No tienes autorizaron para hablar con los familiares de mis pacientes sin mi consentimiento explicito! Más te vale que esto no se repita sino quieres terminar colocando enemas hasta que te jubiles —— Algo que Law en verdad deseaba que pasara pronto.
La anciana mujer estaba perpleja, en sus más de cincuenta años de profesión, nunca había visto a un médico más irrespetuoso y desvergonzado que Trafalgar Law. Tenía suerte de ser protegido por el apellido de su familia adoptiva, porque si no, hace mucho le hubiera pedido a Sengoku que lo despida del hospital.
——Claro, Doctor Trafalgar. Disculpe mi imprudencia, no se volverá a repetir.
——Mas te vale...
——¡Law! ¿Dónde está Reiju? A que se refiere esa mujer —— Aun cuando la expresión de Law se mostraba impasible, dentro suyo, no se sentía capaz de responder a esa pregunta —— ¡Respóndeme, maldita sea! ¿Dónde está mi hermana?
Por el rabillo del ojo pudo ver el brillo en los ojos de Tsuru —— Ichiji, necesito que me acompañes. Tengo que hablar contigo, en privado.
De repente, los eternos turquesas de Ichiji se abrieron con impasible sorpresa.
Sin añadir ninguna otra palabra, Law escolto hasta el sótano. Se mostraba igual de reservado que siempre, pero con la diferencia que, extrañamente el medico estaba evitando su mirada.
Finalmente, se detuvieron frente a una puerta. Ichiji la reconoció al instante, convencido de que era la de Reiju. Contuvo la respiración antes de asomarse por la ventana… Pero en vez de ver el pequeño y frágil cuerpo de su hermana, sus ojos se encontraron con la silueta de un joven de cabellos negros, durmiendo profundamente.
Su corazón se desplomó.
——N-No entiendo... ¿Dónde está Reiju? —— su voz temblaba, cargada de desesperación.
Law no respondió. Ni siquiera se dignó a apartar la vista de la ventana.
La angustia se convirtió en furia. Ichiji lo tomó bruscamente por la bata blanca, obligándolo a mirarlo. El médico era más alto, y por varios centímetros, pero eso no importaba. Su agarre era frenético, su mirada feroz.
——¡Te hice una pregunta, con un carajo! ¿Dónde. Está. Mi. Hermana?
Law tragó saliva, pero no se inmutó. Su mirada seguía fija en el cristal, en el muchacho que dormía profunda y tranquilamente del otro lado, ignorando que todo lo que se había desatado, era por su causa. Y entonces, las palabras empezaron a brotar de su garganta con un peso insoportable.
——Él... él es Monkey D. Luffy.
Ichiji gruñó con furia.
——Me importa una mierda quién coño sea. ¿¡Dónde está Reiju!? Te lo advierto, no me hagas volver a preguntar.
Law suspiró. Sus manos se cerraron en puños. ——Te equivocas, Ichiji. Sí te importa saber quién es este chico.
——¿¡De qué demonios hablas!? —— Ya estaba harto de tanto secretismo, si bien no era un luchador nato como Yonji, si sabía cómo entablar un buen golpe, y aunque tuviera que sacarle la verdad a la fuerza, iba a hacer que ese maldito le dijera donde estaba su hermana.
Ya estaba harto. Si tenía que sacarle la verdad a golpes, lo haría. Pero antes de que pudiera hacer algo, Law dejó caer la bomba que partiría su mundo en dos.
——Él... fue quien recibió el trasplante que estaba destinado para Reiju.
Los dedos de Ichiji se aflojaron de inmediato. Su cuerpo entero se quedó sin fuerzas de manera abrupta al escuchar sin filtros ni antesalas lo que había acontecido en su ausencia.
¿Había escuchado mal?
——¿Q-Qué... qué acabas de decir?
—Lo siento, Ichiji. Lo siento de verdad.
El médico bajó la cabeza. Nunca lo había hecho ante nadie, pero esta vez era incapaz de sostenerle la mirada.
——Hice todo lo que estuvo en mis manos, pero la decisión ya no me pertenecía.
——P-Pero tú dijiste que...
——No necesitas repetírmelo, estoy muy consciente de lo que dije. Pero... ——Law inhaló profundo, sus siguientes palabras fueron extremadamente difíciles de pronunciar ——. La junta médica del hospital tomo la decisión de darle el trasplante a un paciente con mayores probabilidades de supervivencia y...
No alcanzó a terminar. Ichiji lo tomó de nuevo por el cuello, pero esta vez sus ojos estaban cristalizados, completamente rotos.
——¡No puede ser! ¡Esto no puede ser, Law! ¡Mi hermana está a un paso de la tumba! —— Su voz se quebró en pura desesperación—. ¡Ha pasado más de un año en este puto hospital! ¡Esperando! ¡Día tras día! ¡Y ahora me dices que unos malditos burócratas decidieron que su vida valía menos que la de un mocoso cualquiera! ¿¡Estás jugando conmigo!?
Law cerró los ojos con dolor.
——En verdad lo lamento, Ichiji. Pero mi ética profesional me obligó a dar mi opinión como médico y oncólogo. Y la realidad es que... incluso con el trasplante, las probabilidades de que Reiju sobreviviera eran bajas. Muy bajas. En cambio, este chico... para él, el trasplante significaba una segunda oportunidad de vivir.
——Estas diciéndome que tu… ¿Tu formaste parte de esto?
Un vacío insondable se apoderó del pelirrojo. Durante las últimas horas había sentido miedo, enojo, frustración… pero nada se comparaba con la desesperanza y la rabia que le estaban consumiendo ahora.
——Tu… ¡¡Tu fuiste capaz de hacerlo eso a mi hermana!!
Hace solo unos instantes, todo estaba tan... bien.
——Y-Yo… —— Por primera vez, su voz trastabillo, pero solo fueron por unos segundos. No podía retractarse, no ahora —— Realmente lo lamento.
Law sabía que decirle la verdad completa solo lo rompería aún más. Así que prefirió dejarlo con una verdad a medias, aunque eso significara perder para siempre la confianza de Ichiji. Era mejor cargar con su culpa que revelarle que lo único que condenó a Reiju no fue la biología… sino algo tan miserable como el dinero.
El pelirrojo empezó a reír. Una risa seca, amarga, llena de un veneno que apenas podía contener.
——Sí, claro. Tú «lo lamentas».
Su voz se quebró.
——¿Y qué hay de mí, Law? Soy yo quien tiene una hermana con una enfermedad terminal. Soy yo quien tiene que sostener a su familia. ¡Soy yo quien...!
De repente, el peso de su maletín sobre el hombro se volvió insoportable. deslizándose hasta el suelo con un golpe seco.
«No deberías soltar algo tan valioso de esa forma...»
La realización lo golpeó como una bala directa a la nuca.
Si Reiju no iba a recibir el trasplante...
Eso significaba que...
——No...
El aire se volvió escaso.
——No... no... ¡NO! ¡No puede ser!
Sus gritos resonaron en el pasillo. Se llevó las manos a la cabeza, desesperado.
No iba a soportarlo. No iba a soportar la idea de que su sacrificio fue en vano. No iba a soportar ser la puta de Katakuri...
Si iba a perder lo más importante en su vida.
Law lo vio empezar a hiperventilar. Siendo el primer, y único testigo, del colapso del pelirrojo, presenciando en primera fila como todo el castillo que él mismo construyo para proteger a su hermana se resquebrajaba ante sus ojos.
Tenia que hacer algo.
——Ichiji, escúchame. —— Se acercó con cautela. —— Tienes que tranquilizarte. ¡Aún podemos hacer algo! Si retomamos el tratamiento, quizás yo pueda...
Pero Ichiji ya no estaba escuchando. Porque en su mente, el eco de una sola idea lo estaba consumiendo.
Había perdido. Había perdido todo.
——¡No! ¡Cierra la boca! No quiero escucharte más ¡Ya no tienes derecho a opinar sobre la salud de mi hermana! Tú no eres su médico, ni mucho menos su amigo ¡Eres menos que nada!
——Ichiji... —— El pelinegro nunca lo había visto tan abatido, jalando sus cabellos escarlatas, tirado en el piso como si fuera nada.
Completamente derrotado.
El pelirrojo lleno de determinación que conoció cuando iniciaron la larga batalla de Reiju, y el que veía en estos momentos eran dos personas completamente diferentes; como si a Ichiji le hubieran arrancado a la fuerza una parte de su esencia.
——¡Maldito seas! ¡Todo esto es tu culpa! —— Law pensaba erróneamente que esos insultos iban dirigidos hacia él y los acepto, Ichiji tenía todo el derecho en maldecir al mundo, pero por primera vez, las aseveraciones del oncólogo eran erróneas.
El joven francés no lo maldecia a él, sino a aquel hombre de ojos sangre, que había conseguido doblegar su voluntad, llegar hacia la parte más recóndita de él, y hacerla suya en un parpadeo.
«Ichiji, con esto. Vas a devolverme con creses cada libra que te daré»
Su mente lo estaba traicionando, cual caja de pandora, finalmente había cedido ante la presión de su portador y no se detendría hasta drenar todo lo que estuviera dentro de esta.
——¡Basta!
«No apartes la vista de lo que estoy a punto de hacerte»
——¡No! ¡No~!
——Ichiji —— Law trato de ayudarlo, el pelirrojo se encontraba en un estado de Shock, debía de darle un tranquilizante o podría causarse daño a sí mismo.
——¡Aléjate de mí! —— Empezó a correr sin rumbo, llevando consigo la única prueba del pecado que había cometido. No sabía hacia donde se dirigía, sus pies se movían solos. Solo deseaba escapar, solo quería huir.
Había fallado, otra vez...
«Perdóname, madre.»
«No fui capaz de cumplir nuestra promesa.»
Al entrar a la habitación, lo primero que vio fue a su madre, o lo que quedaba de ella. Los cables que salían de su cuerpo parecían encadenarla a una vida que ya no le pertenecía. La mascarilla de oxígeno cubría casi todo su rostro, y su frágil figura se hundía entre las sábanas blancas. Por primera vez, Ichiji no reconoció a la mujer que lo crió, la mujer dulce, de risa fácil y espíritu libre.
Dolía. Dolía como nunca creyó posible.
Los ojos de Sora, ya agotados de esa vida y clamando por un descanso, apenas lograron abrirse. Pero al ver la estela roja de su hijo, su mirada se encendió, tenue pero real.
——Mi rosal… Alli estas. —— Su voz era un hilo quebradizo, como si cada palabra le costara un pedazo del tiempo que le quedaba.
Con pasos tensos, hizo lo que ella le pidió. Una vez junto a la cama, Sora tomó sus manos entre las suyas.
Frías.
Sus manos siempre habían sido cálidas, pero ahora estaban tan heladas como el invierno mas crudo.
——Mi hermoso rosal… No pudimos terminar nuestra charla…
Ichiji tragó en seco. ——Madre… eso ya no importa ahora…
——Claro que importa. Todo lo que tenga que ver contigo siempre tendrá importancia para mí… ——Los ojos de Sora, aquellos zafiros que siempre habían brillado con vida, eran ahora una sombra de lo que fueron, pero a pesar de que su enfermedad había drenado todo de ella, esos perfectos azules todavía reflejaban todo el amor que sentía hacia sus pequeños.
——Si está en mis manos cumplir uno de tus últimos deseos, lo haré.
Una sonrisa triste se dibujó en sus labios. ——Descuida, es una de las pocas cosas que llevaré conmigo…
Ichiji se inclinó hasta su oído, y le susurró algo tan bajo que apenas fue un soplo de voz.
El aire en la habitación pareció detenerse.
Sora cerró los ojos, y sus pestañas temblaron cuando las lágrimas escaparon de ellas.
¿Los ángeles lloran? Ichiji lo podía confirmar. Era un espectáculo asombrosamente desgarrador.
—— Oh, Ichiji… ——La voz de su madre se quebró. Y entonces lloró. Lloró como si su alma se rompiera en mil pedazos. —Me embarga una felicidad inmensa y, al mismo tiempo, una tristeza tan profunda… Daría lo que fuera por un día más… Solo un día más con ustedes… ¡Por Dios! No quiero dejarlos… No aún…
Ichiji apretó los labios con fuerza, pero no pudo evitar que las lágrimas le nublaran la vista.
——Nosotros fuimos los afortunados, madre. Tenerte fue el mayor regalo que pudimos recibir.
——Mi hermoso rosal ——Sora alzó una mano temblorosa y secó las lágrimas que caían por su rostro. —— No permitas que nadie vea tus lágrimas. Un rostro tan hermoso como el tuyo no debe mancharse nunca…
——C-claro, madre…
Sora sonrió levemente y recorrió con la yema de los dedos cada rasgo de su hijo, como si quisiera grabarlo en su memoria. Su mano se detuvo en la ceja espiralada, su rasgo favorito.
——Tengo hijos muy hermosos, ¿verdad? —— rio suavemente, pero con dificultad. Ichiji se sonrojó, incapaz de responder.
De repente, su risa se detuvo. Con la poca fuerza que le quedaba, entrelazó las manos de su hijo con las suyas y las llevó hasta su vientre.
——Cuídala, Ichiji. Prométeme que lo harás. A ella y a todos tus hermanos…
El pelirrojo sintió que su pecho se rompía en dos. ——Lo haré.
Sora inspiró profundamente y continuó. —— No dejes que Niji salga tanto a fiestas, y de preferencia instalo a buscar mejores amistades. Vigila que Sanji no fume, sé que desarrollo ese mal habito por todo el estrés al que ha estado sometido, pero aún es muy joven; podría hacerle mucho daño. Ayuda a Yonji con sus estudios, sé que él no es tan habilidoso con los números o las letras, como Niji o como tú. Sin embargo, necesita de los estudios si quiere obtener una beca deportiva. Estoy segura de que se convertirá en todo un deportista profesional.
Sora se detuvo, con la mirada cargada de nostalgia al pensar en el prometedor futuro que les esperaba a sus hijos. Futuro que, lamentablemente para ella, nunca podría presenciar.
—Y finalmente tú, mi rosal… Al menos considera ir a un conservatorio. Tienes un talento innato para el piano y no lo digo porque seas mi hijo. Podrías llegar muy lejos si te lo propones…
——Madre, eso…——
——¡Deja de decir que no importa, Ichiji! ——Su voz, aunque débil, fue firme. —— ¡Todo lo que tenga que ver contigo, me importa!
Su sonrisa se iluminó con orgullo, viendo en Ichiji al rosal más hermoso de su jardín. Pero a su vez, mirada se oscureció por un instante cuando lo mencionó:
——También... traten de llevar una buena relación con Judge.
Por unos segundos, el dolor y la soledad la embargaron al recordar a su esposo.
——Sé que tiene un temperamento muy difícil, pero no olviden que es su padre. Además, quiero que visiten al abuelo y le digan c-cuánto lo s-siento... ——Era inevitable que su corazón se llenara de aflicción al pensar en su adorado papá. Nunca se atrevió a revelarle la verdad de su triste destino, porque sabía que el roble que era Zeff Redleg, aun con cientos de batallas en su haber, no sería capaz de soportarlo.
——Siempre traten de estar juntos, ——Enfatizó——. Entiendo que es difícil porque son muy diferentes, pero creo que en eso radica su mayor valía. Cada uno de ustedes es especial a su manera. Tampoco quiero que duerman tarde, traten de alimentarse bien, estudien mucho, bañense todas las noches; el aseo es importante, recálcaselo a Yonji en especial.
Ambos se permitieron compartir una última risilla, efímera y frágil como el cristal.
——Por último, sé que no eres una persona muy afectiva, y eso está bien. Está bien ser diferente. Solo asegúrate de encontrar a alguien que te ame, con todos tus defectos y tus maravillosas virtudes. Tienes que encontrar a una persona que sea honesta. Enamórate de alguien que te haga sentir especial todos los días de tu vida, alguien por quien te sientas capaz de...
Por un instante, la mirada de Sora se cristalizó en una mueca de dolor y tristeza, y fue allí, en los últimos momentos de su existencia, que se permitió recordarlo...
Recordó esa perfecta sonrisa que siempre amó... Esa sonrisa imborrable, que incluso en sus más oscuros momentos, la hizo feliz. Y sus ojos... sus ojos eran lo más bello que ella vio jamás, tan brillantes como el mismísimo sol.
Él...
Él, era su sol...
——...Capaz de hacerlo todo... Y cuando finalmente lo conozcas, no lo dejes ir... No cometas mi error... —— Una lágrima resbaló por su mejilla
Ichiji se vio sorprendido y a la vez, confuso al no entender esa ultima frase, pero no tuvo tiempo para replicar cuando su madre continuo su monologo.
——Ve a verme y preséntame a esa persona tan especial... Y-yo estaré muy c-contenta de...
No pudo continuar. Sentía que sus pulmones se quedaban sin aire al compás de sus llantos y tuvo que respirar hondamente por varios minutos para poder hablar de nuevo.
——No te encierres en tu coraza. Allá afuera hay cosas muy bellas esperando por ti, pero nunca podrás verlas si no te atreves a salir. ¿Entendido? Repite todo lo que te estoy diciendo a cada uno de tus hermanos... ¡Por favor!
Las últimas plegarias de Sora...
——Por último, quiero que ella sepa que «no fue su culpa». Esta niña es mi más grande sueño. Recuérdaselo siempre. Prométeme que lo harás, Ichiji.
——Sí, madre.
Su promesa fue sellada junto a la última gota que cayó por su rostro. Se prometió a sí mismo no volver a llorar nunca, y hacer todo lo que estuviera en sus manos para asegurar aquello que su madre había defendido a capa y espada.
——Lo prometo...
——Oh... I-Ichiji...
Esa sería la última sonrisa que Sora le dedicaría.
——Hay tantas cosas que me gustaría decirte, tanto que me gustaría enseñarte, mi niño... Lamento mucho irme tan pronto, mi rosal, y me odio tanto por no haber podido protegerte un poco más... Lamento mucho no haber sido una mejor madre para...
——¡Fuiste la mejor...! —— No lo decía para reconfortarla en sus últimos momentos. Sus lágrimas no mentían, su coraza había sido rota. ——F-fuiste la mejor madre que pudimos... que pude... tener. No tienes que arrepentirte de nada.
La mirada de Sora tampoco mentía.
——Gracias, mi rosal. ¡Muchas gracias!
Esa, era la ultima memoria que Ichiji guardaba de su madre, y curiosamente, también su recuerdo mas preciado.
Apenas se soltaron, Gerd ingreso junto a todo un grupo de médicos. Preparados para llevarse a su madre a un viaje sin retorno. Veía como le suministraban suplementos y hormonas, ya no para aliviar el dolor de Sora; sino para fortalecer los órganos bebe una vez que ella llegara al mundo.
La rubia se acercó hacia su paciente y amiga de tantos años.
Había llegado el momento.
——Es hora de irnos —— Este sería por mucho, el alumbramiento más difícil que habría de hacer en su vida.
——Oh, mi querida Gerd, desearía tener un poco más de tiempo...
No habría nada que pudiera decir para reconfortar a la pobre mujer, pero al menos le podía brindar un último consuelo. —— Es tradición que el padre asista a la llegada de un nuevo miembro a la familia, pero teniendo en cuenta las circunstancias, voy a permitir que uno de tus hijos te acompañe...
Ver a los brillantes ojos de Sora en ese momento fue algo mágico para Ichiji, a pesar de todo el dolor que ella pudiera estar pasando, podría compartir de un último momento con su familia, pocos podían recibir ese regalo a las puertas del final.
——¿No pueden ser los tres? —— Pregunto en una contenida suplica.
——Lo lamento Sora. Son por razones de bioseguridad, si hay muchas personas en el quirófano corremos el riesgo de que él bebe contraiga una infección.
——Está bien, madre —— Ichiji trato de reconfortarla e inmediatamente su camino hacia la salida de la habitación. En busca de la persona, que estaba seguro, su madre escogería.
A fin de cuentas, fue él quien jamás se apartó de su lado, era un derecho que se había ganado y no le incomodaba en lo absoluto brindarle tal honor.
——Descuida —— La tranquilizo el pelirrojo —— Haré que San... ——
——Que sea Niji.
Ichiji se detuvo inmediatamente. Girando hacia Sora, claramente sorprendido ante la inesperada decisión de su madre, pero ella, con una simple sonrisa y un asentimiento, le confirmo su último pedido.
——Nunca pudimos compartir algo juntos, quiero que al menos… tengamos esto.
Ichiji no pudo hacer más que sonreír de manera tranquila y genuina ante las palabras de su madre, y aunque Gerd no lo dijera en voz alta, cuando sonreía, noto que el pelirrojo era la copia exacta de su madre.
Sora verdaderamente era una mujer fantástica...
«...»
Las nubes de tormenta colisionaban cual batalla homérica. El frió gris que siempre cubría Londres, estaba hoy más oscuro que nunca. No había rastro de que fuera a amanecer pronto, o al menos, ya no habría otro amanecer para Ichiji Vinsmoke.
Las gruesas gotas de lluvia chocaban contra su fría piel, disminuyendo aún más la fría temperatura de su cuerpo. Tropezó luego de dar interminables zanjadas bajo la lluvia, con su cuerpo cayendo de lleno en el barro.
Nunca se había sentido tan derrotado en la vida...
Vio sus manos, llenas de inmundicia y las miles de gotas caer sobre estas, pero solo una, de entre tantas miles, llamo su atención...
Y fue la que salió de sus propios ojos.
Luego de casi nueve años, sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas que se difuminaban con la tormenta. La sequía que había es su rostro, concluyo cuando las cristalinas gotas, llenas de desesperación y desasosiego, cayeron por sus ojos.
«Otra promesa rota...»
Ya no tenía que aparentar más, ni tampoco deseaba hacerlo. Empezó llorar desconsoladamente, como si de un niño se tratase, gritando en busca de respuestas hacia aquel despiadado cielo.
....Y fue entonces que unos delgados brazos lo tomaron por detrás...
Cuando ingreso a hacia el quirófano en el que se llevaría a cabo la cirugía, fue recibido por la gran sonrisa de Sora, se veía tan contenta, a pesar de estar unida a todos esos extraños aparatos. Aun no podía creer que ella lo hubiera llamado específicamente a él.
——Que guapo... —— El alago fue apenas auditable, pero Niji lo tomo como tal, no todos los días se podía entrar a una sala de operaciones sin ni siquiera haber estudiado medicina.
——Nunca imagine que tendrías un fetiche por los doctores —— Quizás fue la única ocasión en la que Niji le pudo sacar una risa sincera a su madre.
——Con tu ingenio podrías ser un gran médico.
——Nah, requiere demasiado compromiso —— Algo que desgraciadamente él no era capaz de brindar —— Mejor dejémosle eso a Yonji ——Enfatizo sarcásticamente, mientras se acercaba hacia la mesa de quirófano donde una sábana colocada de forma superior en el pecho de su madre, separaban la zona quirúrgica del resto de su cuerpo.
——Niji... —— Le regaño extenuada, pero con una sonrisa juguetona.
——Hablo en serio mujer, él será el próximo Newton.
Tomo su lugar frente a la cabeza de su madre, estaba completamente cubierto de esas ropas azules a acepción de sus ojos. Se vieron por unos segundos que parecieron eternos... y que ambos desearon que fuesen así.
——...Niji
——No tenemos que hacer esto, Sora —— Su momento para buscar la redención había pasado hace mucho.
——Solo quería decir que, fue tu abuelo quien me instruyo a jugar. Cuando lo veas, dile que te enseñe un par de cosas de mi parte.
Nunca pudo compartir nada con Niji, ni siquiera le pudo enseñar algo tan simple como una estrategia de ajedrez... y fue por eso que quiso que lo acompañara en ese momento tan especial. Quería que él fuera el primero en conocerla, en escucharla, en tocarla. Sería el ultimo recuerdo de su vida terrenal y deseaba que fuera al lado de Niji.
Sino fuera por el cubrebocas, Sora hubiera podido ver que su hijo estaba sonriendo tras esa mascarilla.
——Mamá, yo.. —— Si esta sería la última vez, entonces quería cambiar su historia. Disculparse por todo lo que le hizo pasar, pero las palabras no pudieron salir de su boca.
¿Con que cara podría atreverse a pedirle perdón?
——Sora, ya vamos a empezar —— Fue muy difícil para Gerd interrumpir ese momento, pero ya no quedaba más tiempo – Ya sabes cómo es esto, la anestesia local está haciendo efecto en estos momentos. Puedes estar tranquila.
——Lo estoy... —— murmuro sin apartar la vista de su segundo hijo.
En ningún momento del procedimiento despegaron sus ojos del otro. Niji veía hacia las inmensas auroras de Sora y ella se perdía entre sus eternos glaciales azules. Existiendo solo ellos dos en ese momento.
Pero cuando Niji se dio cuenta que su madre empezó a hacer un gran esfuerzo por respirar, supo que ya no quedaba mucho…
——Saturación de oxígeno en 60 y bajando.
——Temperatura central en 32°.
——¡Doctora Gerd!
En toda la habitación se podían escuchar a las maquinas resonando, a los médicos debatiendo y a las enfermeras yendo de un lado para otro, trayendo consigo bolsas de sangre, pero ellos lo ignoraban todo, nada les arrebataría ese momento tan especial.
——Sora, Niji; hay alguien que los quiere conocer...
Entonces paso, por un segundo todo se detuvo a su alrededor y en el universo. Ambos dirigieron su vista hacia el mismo punto. Una pequeña toalla que colgaba de los brazos de Gerd y dentro de esta, estaba lo más perfecto que Niji había visto en sus quince años de vida.
Era tan pequeña, también tenía un color muy extraño, incluso y la podía comparar con el tamaño de su mano, pero no se fijó en ninguno de esos detalles...
Sino en lo hermosa que era.
——H-Hola mi amor —— Las silenciosas lágrimas de Sora adornaban su rostro cual pétalos invisibles —— Finalmente estas aquí.. O-Oh por Dios. Niji, mírala ¡Es perfecta!
«Perfecta»
——Sostenla —— Gerd le ofreció la fina toalla al peliazul, deseando que este cargara a su nueva hermana entre sus brazos.
——¿¡Ah!? ¿Que? ¡Claro que no! ¡Yo no sé cargar bebes!
——Tomalá, Niji... —— No pudo negarse ante la petición de Sora.
Apenas la sostuvo, sintió que era demasiado liviana, aun no abría los ojos, pero se veía tan tranquila, como si fuera ajena a todo lo que pasaron para finalmente conocerla. La acerco lo más que pudo a su madre, y ella, con el último aliento que le quedaba le dio un primer, y también último beso.
Uno de bienvenida, pero también de despedida...
Y con aquella tierna muestra de afecto, su princesa finalmente logro despertar de su profundo letargo. Abriendo sus ojos por vez primera en su vida... Haciendo que Sora fuera incapaz de contener su gran alegría...
Ya que su pequeña compartia los mismo hermosos zafiros de todos sus hermanos mayores...
Lo sabia, ya podía irse en paz. Dejaba a su pequeña en buenas manos.
——¿Mamá~?—— Para Niji fue inevitable llamarma, pedirle que le diera unos últimos segundos con él, que no lo dejara todavía —— ¡Oye Sora!
——¡Es acidosis! —— Escucho a lo lejos como el anestesiólogo hacia un rápido diagnóstico al reconocer los síntomas.
En un parpadeo a Niji le arrebataron a la bebe de las manos —— Tenemos que llevarla a la unidad de cuidados intensivos neonatales, necesita una incubadora.
——¿Q-Que está pasando? —— No era capaz de comprender la situación, todo estaba ocurriendo demasiado rápido.
——¡Doctora Gerd! Tenemos que iniciar reanimación cardiopulmonar.
——¡Presión arterial de 60 sobre 40 y bajando!
Sin embargo, la doctora solo atino a retirar sus manos de la mesa de quirófano.
Ya no había nada más que ella pudiera hacer.
Sabía muy bien lo que pasaría a continuación, no faltaba mucho para que todo el cuerpo de Sora empezara a fallar de forma sistemática. El estado tan deteriorado de los órganos y la hemorragia causada por la cirugía hacían imposible cualquier chance de recuperación.
Solo le quedaba una última cosa por hacer a petición de la misma Sora —— Niji, ya cumpliste lo que tenías que hacer aquí, es hora de que te retires.
——P-Pero.. ¡Tienes que hacer algo! ¡No puedes dejarla morir así!
——Yo sé muy bien lo que hago niño ¡Ahora, largo de aquí!
Solo cuando lograron sacar a Niji de la habitación, y Gerd de aseguro de que estuviera lo suficientemente lejos como para no escucharlos, fue que la mujer dio la indicación para que apagaran el monitor cardiaco que no paraba de sonar en interminables «beeps», y atreverse a decir esas palabras que todo medico odiaba mientras veía el reloj en la pared…
——…Hora de muerte…
Sora Vinsmoke, dio a luz a las 19:44 de un treinta de noviembre.
Y a las 19:50 de ese mismo día, dejo de existir...
——Niji… eres tú.
No fue una pregunta. Ichiji podía reconocer en cualquier parte ese cabello azul agua marina que caía en cascada sobre sus hombros, al igual que el suyo. Sintió el ligero peso de su hermano pegándose a su empapado cuerpo, y aún así, no se atrevió a voltear. Las gotas calientes que caían sobre su piel no eran de la lluvia. Eran las lágrimas de Niji.
——Ni... fallamos. Les fallamos a ambas.
——No, Ichi. ——Lo corrigió Niji con la voz áspera, la mirada clavada en el vacío gris del cielo——. Hicimos todo lo que pudimos. Peleamos contra toda la mierda que se nos puso enfrente y logramos salir adelante.
——Yo no… ——susurró Ichiji, fascinado por su propia tragedia. Un hilo de voz que apenas se escuchó entre el retumbar de la tormenta——. Cuando llegamos a Londres me prometí que esta vez sería diferente. Que no la dejaría sola. Pero fallé… otra vez. Sanji tenía razón.
El peso de la verdad lo ahogaba. Nunca estuvo ahí cuando Reiju más lo necesitó. No cuando era una niña que lloraba en silencio. No cuando Sora luchaba por seguir adelante. Y no ahora, cuando lo único que quedaba de ellas era un vacío imposible de llenar.
No hubo nada que Niji pudiera refutar, porque cualquier cosa que contestara, no cambiaría en lo más mínimo el pesar de Ichiji. Guardo silencio, escuchando los gemidos y llantos de dolor, que a la par del cielo, también derramaban lagrimas amargas por la trágica suerte de esa desdichada y rota familia...
No tuvieron que esperar a que Gerd terminase de dar su reporte médico para que Sanji cayera de rodillas al piso. Niji estaba acurrucado contra la pared, con el rostro oculto entre sus piernas y las manos crispadas sobre su cabello, confundido, sin saber que hacer. Ichiji fue el único que se mantuvo en pie, inmóvil, escuchando la voz de la doctora ahogarse en el peso de la realidad.
Sora Vinsmoke ya no existía más.
Y de repente, todo lo hermoso que había en el mundo, se marchitó frente a ellos.
La vida, con toda su crueldad, les había arrebatado lo único que los mantenía en pie. Y fue en ese momento en el que Ichiji sintió cómo algo dentro de él se rompía en mil pedazos, algo que nunca podría recomponer.
Esperó unos segundos más a que Gerd desapareciera de su vista antes de moverse. No había tiempo para llorar. No ahora.
——¡Arriba! ——Ordenó con dureza.
Sanji negó con la cabeza, los labios temblorosos, los ojos perdidos en el suelo. Se había preparado para ese día. Porque desgraciadamente sabía que vendría más rápido de lo que él jamás espero, pero… si ya conocía el final de esa trágica historia, ¿por qué dolía tanto? ¿Por qué su pecho se sentía como si estuviera ardiendo desde dentro? ¿Por qué no podía aceptar que Sora se había ido?
——N-No… No puedo Ichiji… Por favor… No me hagas hacerlo
——¡No me jodidas importa, Sanji! ¡Ponte de pie, con un demonio!
——¡Para que! ¿Q-Qué se supone que haremos? ——preguntó con la voz quebrada.
La pregunta golpeó con fuerza en el pecho de Ichiji. Porque él tampoco lo sabía. Porque nada en el mundo podía prepararlos para un momento como ese. Pero no podían detenerse.
——¡Seguir adelante, Sanji! ——rugió, su voz cargada de rabia y desesperación——. Aun no sé cómo, pero es lo que haremos... ¡Porque eso es lo que ella hubiera querido!
——Ichi… ——Niji apenas y podía sentir su cuerpo. Se sentía como si el veneno más letal le recorriera las venas, paralizándolo por completo—. Necesitamos un segundo…
——¡Pues no se los daré! ——Ichiji no iba a permitir que ninguno de ellos se derrumbara. No ahora——. Tendremos el resto de nuestras vidas para culparnos por haber sido unos malditos miserables. Ahora, tenemos que ir con ella.
Levantó a Sanji con una mano y con la otra sostuvo el brazo de Niji, obligándolo a moverse.
——¿…Y Yonji? —— Susurró el rubio con un nudo en la garganta. El menor de los cuatrillizos era el único que aún no sabía lo ocurrido.
Ichiji tragó saliva. Su instinto le decía que Yonji podía irse al infierno, pero ya no podía actuar con impulsos. No en un momento como ese.
——Yo mismo se lo diré… pero por ahora, esto queda entre nosotros.
El pabellón de UCIN estaba en la penumbra, solo iluminado por las luces frías que resaltaban el blanco impoluto de las paredes. Se perdieron entre las hileras de incubadoras, todas llenas de bebés diminutos, envueltos en cables y máquinas que pitaban en intervalos regulares. Algunos apenas eran visibles entre los dispositivos que los mantenían con vida.
Una bienvenida hostil para quienes apenas acababan de llegar al mundo.
Niji no dijo nada. Solo levantó un dedo, señalando la última incubadora en una esquina apartada.
Uno nunca olvida la primera impresión. Es algo que queda grabado en la memoria para siempre. Pero esta visión… era difícil de procesar.
Tan diminuta. Su piel apenas tenía color. El tubo de respiración parecía más grande que su frágil cuerpecito. Y aún así, ahí estaba.
Nació siendo una guerrera... No llegaba ni a las 29 semanas, y ya estaba luchando por su vida.
——Se ve tan… pequeña —— Susurró Ichiji, sin poder apartar la vista de ella.
—Un kilo y setecientos gramos de puros cojones —— Enfatizó Niji.
Sanji no dijo nada. Su peso, su tamaño… nada de eso importaba. Lo único que veía era lo indefensa que era. Lo frágil. Y lo supo, sin necesidad de pensarlo dos veces.
La protegería por el resto de su vida.
Su ángel se había ido. Su sufrimiento había terminado. Pero a cambio… les dejó su última lágrima de esperanza. Y ese pensamiento provoco que aun con el dolor de haber pedido a su tan amada madre, una enorme sonrisa llena de lágrimas de emoción y alegría floreciera en Sanji.
——¿Cómo la llamaremos? —— preguntó el rubio, fascinado. Esa pequeña había robado su corazón en segundos.
——Sora y yo habíamos pensado en un nombre —— Contestó Ichiji en voz baja. El dulce recuerdo de aquella conversación en la biblioteca ahora estaba grabado a fuego en su memoria, teniendo como único testigo a aquel piano de cola que en tantas melodías lo acompaño junto a su madre, y ahora, se había vuelto su posesión más valiosa.
——Por favor, dime que no es Gonji —— Murmuró Sanji, horrorizado.
Ichiji le lanzó una mirada de incredulidad. ——¿Qué dijiste? —— Exhaló con exasperación, comprendía que Sanji estuviera sensible, pero ¡Jamás sería capaz de entender su gran nivel de estupidez! ——. ¡Claro que no! Quedamos en que si era una niña sería…——
——Yo tengo un nombre. ——La voz de Niji cortó la conversación.
No apartó la vista de la incubadora, de esa pequeña cápsula de cristal que, como aquel bizarro cuento infantil alemán que leyó, y que no se parecía en nada a lo que Disney le había hecho creer al mundo, resguardaba a una princesa.
——Nosotros tenemos nombres derivados de números ¿No? Somos una continuación de error tras error, pero ella no. Ella simboliza un nuevo comienzo, una oportunidad para empezar desde cero…
Esta vez, no lo iba a arruinar.
——¿Qué tal… Reiju?
La sonrisa de Sanji se dibujó por sí sola, entre el cansancio y el dolor. No podía existir un nombre mejor.
——Es perfecto. —— Secundo el rubio —— Al igual que ella.
——Entonces está decidido… ——Coincidió Ichiji.
El camino por delante sería largo, y muy difícil. Al final del día, ellos seguían siendo apenas unos adolescentes. Pero esta vez… tenían una razón para no cometer más errores.
«…Reiju Elise…»
——¡E-Este no puede ser el fin! …Reiju… ——La voz de Ichiji se quebró en mil pedazos, al igual que su voluntad.
Finalmente, y después de mucho tiempo, su voluntad había sido quebrada...
«...»
Al mismo tiempo, un ambiente muy diferente se desarrollaba en una calle de Chelsea, más específicamente en uno de los restaurantes del mítico Gordon Ramsey. En donde el propio aire desbordaba alegorias y risas, totalmente ajeno de toda la inmundicia del exterior, y en la que una despampanante mujer de blancos cabellos no podía contener su alegría ante la noticia que acababa de recibir.
——...No puedo creerlo ¿Hablas en serio, Vi? —— Pregunto con una sonrisa felina Smoothie Charlotte, una de los miembros más influyentes de la poderosa familia Charlotte.
——Te lo juro, Smooth. —— Asimilo Violet Donquixote, mano derecha de su hermano y amiga de casi toda la vida. —— Debiste haber estado allí. En un instante la muestra paso completamente a segundo plano ¡Todo el mundo se quedó boquiabierto con lo que hizo Cracker! —— Inclusive ella, pudo haber esperado que cualquier cosa pasara en ese evento, menos eso.
——No te imaginas lo feliz que me hace escuchar eso —— A fin de cuentas, la felicidad de su galletita, al que ella veía como un hijo junto a todos sus hermanitos, era lo más importante —— Supongo que ahora tenemos mucho que planear.
——Pierde cuidado—— Contesto Violet, restándole importancia a la situación mientras daba una probada a su Mont Blanc —— Yo me encargare de todo. Conozco los gustos de ambos y desde que era una niña, mi hermanita siempre soñó con algo muy tradicional. Además, sé que el nuevo proyecto en el que están trabajando Katakuri y tú, te tiene completamente absorbida.
——A decir verdad, era algo que teníamos planeado desde hace mucho. Solo que recién ahora podemos centrar toda nuestra atención en eso —— Era un plan demasiado ambicioso como para que lo desarrollasen con Katakuri yendo y viniendo a Londres.
——Si, lo sé. Aunque no lo parezca, tu hermano es el hombre más obsesivo que conozco; Vi esto, Vi aquello… —— La morena suspiro con diversión —— A veces no se ni como lo hace.
——…Ni yo. ——
——En fin, lo único que te voy a pedir a cambio de darme el trabajo de organizar este evento en menos de dos semanas, es mantener a tus hermanas a raya en todo momento. Y en especial a Cusart y Angel; las hubieras visto, entraron en un ataque de histeria cuando todo termino.
Smoothie libero una suave risilla de sus gruesos y tentadores labios, podía intuirlo a la perfección. Conocía demasiado bien a su familia, y sabia de sobra que ellos jamás perdonarían a Violet, ni a cualquiera que tuviera una relación directa con ella por lo que ocurrió en el pasado.
Incluso para ella misma, fue muy complicado dar ese paso.
Pero eso era historia antigua... o al menos eso quería creer.
——Esas dos, nunca van a cambiar —— Reconoció con jocosidad —— Puedo hacerme una clara imagen mental. Agh, haces que casi me arrepienta de haberme ausentado, pero le había prometido a Anana llevarla a Las Vegas para ver a Cirque du Solei por su cumpleaños —— Se encogió de hombros mientras tomaba entre sus finas manos un Martini doble —— Me disculpe con Cracker, pero... ya sabes cómo tiende a reaccionar cuando se molesta —— El brillo en sus salvajes ojos azules, hizo a la pelinegra sonreír divertida.
——No tienes ni que mencionarlo... Lidiar con su carácter debió haber sido casi tan extenuante tu estancia en el Bellagio —— Le refuto sarcásticamente, recordando aquel hotel de cinco diamantes en el corazón de Las Vegas.
La fina risa ambas mujeres sonaron como el cantar de dos sirenas en aquel ostentoso pero vacío restaurante, cerrado al público a pedido especifico de alguien tan distinguida como la Charlotte, ya que lo que acontecería en esas paredes a continuación era una conversación que debía quedar estrictamente entre ambas.
——De hecho, lo verdaderamente extenuante fue mi reunión con Oven y Daifuku en Los Ángeles al día siguiente —— La risa de la morena se detuvo abruptamente al escuchar esos nombres y al ver la seriedad que transmitirá el rostro de Smoothie, supo que estaba hablando muy enserio.
Tal vez Smoothie nunca lo admitiría, pero Katakuri y ella eran más parecidos de lo que pensaban. Empezando por esa actitud tan orgullosa y la grandeza que dejaban a más de uno en piedra al verlos de frente.
Por lo visto si había una razón oculta tras su indispensable girl talk apenas Smoothie regresara de su corto viaje a Estados Unidos. No podía esperar menos de la albina, pero no por nada Violet trabaja tan de cerca con Katakuri.
Y sabía muy bien cómo manejar esa clase de situaciones...
Levanto su copa, en un llamado silencio, solicitando que llenaran el claro cristal del vino mas exclusivo y solo tras dar un buen primer sorbo, prosiguió —— Mira Smooth, una de las mejores cosas de haber dejado América, es que ya no tengo que seguir viendo la cara de esos Charlotte. Así que no me sorprende que te hayan sacado de quicio en las pocas horas que compartieron juntos.
——Sabes de lo que hablo, Vi.. —— La morena estaba muy equivocada si creía que con esas mañas se libraría tan fácilmente de ella. Nadie conocía mejor a esos tres que Smoothie. —— Katakuri no quiso darme los detalles de porque intempestivamente, decidió cambiar la vida que desde hace años llevaba en Nueva York solo para volver a casa, y tras hablar con esos dos; mis dudas no han hecho más que crecer.
——Oh, «Joder tía...» —— Necesitaba liberar un poco de tensión hablando en su lengua natal ——Muchas cosas cambiaron desde el retiro de su padre —— Ni siquiera se atrevía a mencionar su nombre por la bilis que saldría de sus labios con solo escucharlo —— Tu mejor que nadie sabes que Katakuri siempre odio Nueva York, era de esperarse que apenas pudiera, se iría de allí.
——No con toda la firma —— Refuto seria la albina—— Sin mencionar que ni siquiera se estableció en Frankfurt, donde se encontraba la sede europea del bufete, sino aquí, en Londres y mucho menos dejando a esa…——
——Smooth, te estas imaginando un lió sin pies ni cabeza —— Tenia que cortar las intenciones de la mujer de una vez —— Confía en mí, Katakuri se encuentra tranquilo consigo mismo, y eso es lo más importante, tanto para ti como para mí. Además, créeme ¡Si algo estuviera pasando! Tú serias la primera persona que lo sabría —— Debía saciar la mayor cantidad de dudas que tuviera la albina sino deseaba tener a Smoothie rondando por la firma —— Y con respecto a Imperators, no tienes de que preocuparte. Katakuri, como siempre, previo todo y se encargó de dejar a un perro bien entrenado para cuidar las Joyas de la corona, si prefieres verlo de esa forma.
Pero la astucia de Smoothie nunca se debía subestimar —— Por lo que yo pude ver, era más un gato... —— Esa afirmación no pasó desapercibida para la española, y no pudo evitar que, un sonrojo apenas perceptible adornara sus mejillas —— Aunque también posee mucho de perro…
——...Eres una estúpida —— Lo dijo con seriedad, pero al instante tanto ella como la inglesa empezaron a reír con fuerza.
Y es que a pesar de habérselo revelado a Smoothie hace tiempo, no dejaba de ser algo vergonzoso.
Sorpresivamente, al ser testigo de ese corto momento de susceptibilidad por parte de Violet. Hizo que el rostro de la albina se relajara en una sonrisa confiada
——De acuerdo Vi, confiare en ti… ——A pesar del bochornoso momento que la albina le hizo pasar, esas palabras la hicieron sonreír para sus adentros ——Sin embargo... —— Por unos instantes, vio como las turquesas pupilas de Smoothie se tornaron casi tan escarlatas como las de Katakuri, dejando salir a la luz a ella, a la reina de hielo…
——Si hay algo más detrás de todo esto. Puedes estar segura de que esta vez, no te lo voy a perdonar.
La advertencia estaba dada, y Violet sabía muy bien lo que se estaba jugando, ya que la última vez, le costó todo…
——Se que estoy sonando muy impetuosa, pero Vi, él es mi hermano —— Podía entender su necesidad de protección hacia Katakuri, porque el de ella era exactamente igual, si es que no era mayor. —— No estuve allí en los peores momentos de su vida. Y sé que él lo hace para protegernos, pero nosotros somos su familia, no permitas que nos aislé de su vida nuevamente.
——No lo hare... —— En verdad le dolía mentirle a Smoothie pero... su lazo con Katakuri era mucho más fuerte del que compartía con su mejor amiga.
——Gracias Vi, solo no olvides lo que te dije. —— Hizo una pausa mientras, tranquilamente, llevaba hacia sus carnosos labios aquel olivo antes se encontraba sobre su copa —— Ahora, dime ¿Que se siente volver a la vida conyugal tan excéntrica que compartes con Donquixote?
Río nerviosa por el tipo de pregunta, y procedió a responderle con una satírica jocosidad. A la par que, su cerebro llegaba a la conclusión que no era necesario mencionar que no tenía noticias de Katakuri desde ayer en la tarde, con su repentina, pero no menos sorpresiva ausencia en el evento de su tonto hermano menor.
Sin mencionar que, al menos su propia paz mental se vería truncada por unos días, por la llegada de cierta arpía a Londres, y con la que, dicho sea de paso, tuvo la desgracia de coincidir el día de ayer, cuando extrañamente llego sin Katakuri a la exposición de arte de Cracker, en la Real Academia de Bellas Artes.
Notes:
Aclaraciones del Capítulo XI:
Für Elise: Conocida en español como "Para Elisa" es una de las composiciones más famosas de Beethoven y se cree que está inspirada en una joven alumna a la que Beethoven se declaró, pero que esta decidió rechazarlo y casarse con un noble austriaco.
Carcinoma: Cuyo nombre completo es Carcinoma seroso de papilas uterinas, un tipo de cáncer extremadamente agresivo y muy difícil de detectar. Afecta al menos del 2% de las mujeres con neoplasias uterinas y puede causar la muerte en menos de 12 meses si no es debidamente tratado.
En la corte del lobo: Novela historia escrita por Hilary Mantel, relata el ascenso al poder de Thomas Cromwell, que se desempeñó como secretario de estado en el reinado de Enrique VIII.
Trys: Son como los "goles" del rugby.
Fobia Social: Trastorno social caracterizado por el miedo persistente a experimentar situaciones sociales. ( Sé que suena redundante, pero es la mejor explicación que se le puede dar)
Sentomaru: Apareció en Sabody junto con Kizaru cuando fueron a cazar a los supernovas.
Escoliosis: Es una curvatura anormal que se forma en la columna vertebral, hace que las personas que padezcan de esta malformación tiendan a caminar incorrectamente y con la pelvis inclinada. Las causas son desconocidas y existen tratamientos quirúrgicos como no quirúrgicos.
Mesa Mayo: También conocida como mesa quirúrgica o instrumental.
Sonda nasogástrica: Es un tubo de plástico que se introduce a través de la nariz y va directo hacia el estómago, esto normalmente se coloca cuando los pacientes ya no son capases de alimentarse por su propia cuenta o cuando sus cuerpos ya no se los permiten.
Échec et mat: Jaque mate en francés.
Todos los lugares que menciona Ichiji, a los cuales desea ir con Reiju, existen en la vida real, y cada uno de ellos son atractivos turísticos muy famosos en Inglaterra.
Gerd: Medico que pertenece a los nuevo piratas Gigantes Guerreros y que tmb son miembros de la gran flota Mugiwara. Un dato interesante, es que ella salió en los recuerdos de Linlin cuando esta era una niña que vivía en Elbaf.
Enemas: Procedimiento medico por el cual se introducen líquidos atreves del potito; se usan por razones de higiene, diagnósticos y terapias.
Escorpión de colo gorda: Quizas de los tipos mas venenoso de escorpiones en el mundo,
Restaurant Gordon Ramsey: Uno de los restaurantes mas famosos de Londres, debido a la fama de su dueño Gordon Ramsey, el que quizás sea el mejor Chef de todo UK. La cena mas económica, ronda las 300 libras por comensal.
Bellagio: Hotel y Casino de Lujo en las Vegas, y sede de "O" una de las tantas producciones que tiene Cirque Du Solei en las Vegas.
Real Academia de Bellas Artes: Una de las instituciones artísticas de mayor prestigio en Inglaterra.
Chapter 12: Después de la tormenta
Chapter Text
Capítulo XII: «Después de la tormenta»
«...Non, rien de rien
Non, je ne regrette rien
Ni le bien qu'on m'a fait
Ni le mal
Tout ça m'est bien égal
Non, rien de rien
Non, je ne regrette rien
C'est payé, balayé, oublié
Je me fous du passé...»
«Non, je ne regrette rien»; Edith Piaf
La superficie del agua apenas se movía, quieta como un espejo agrietado por el tiempo. Ichiji yacía sumergido en la bañera, desnudo en todos los sentidos posibles, mientras su mente se deslizaba como un barco a la deriva, atrapado en un oleaje brutal e interminable. No había faro ni costa en la que refugiarse.
Solo un mar gris, implacable, donde sus pensamientos naufragaban uno tras otro, sin consuelo.
El techo, tan anodino y blanco, se presentaba ante sus ojos como una tela manchada por los años. ¿Siempre había estado así de envejecido? ¿Siempre tan opaco, tan indiferente? Era un detalle nimio, insignificante... pero lo perturbaba con una fuerza casi insoportable.
Tal vez porque, como él, ese techo también se había ido agrietando con el tiempo sin que nadie se molestara en notarlo.
¿Cuándo fue la última vez que se permitió una pausa? ¿Un respiro? ¿Un espacio donde no tuviera que fingir dureza o perfección? No lo recordaba. La vida había sido una cadena de obligaciones, de deberes, de expectativas que no admitían demora ni descanso. Su existencia, medida por la exactitud de los segundos y la rigidez de sus principios, no contemplaba indulgencia alguna.
Ahora el agua lo cubría por completo. Lo envolvía como un sudario tibio.
¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿Una hora? ¿Dos?
Desde alguna habitación contigua, la voz de Édith Piaf emergía con una dulzura cruel, entonando aquel himno desafiante: «Non, je ne regrette rien». La melodía, perfecta y limpia, lo atravesó como un cuchillo en la carne. Sintió un odio irracional, feroz, hacia cada nota, cada palabra pronunciada con tanta convicción. No se arrepentía de nada, decía Piaf. Pero él... él no podía afirmar lo mismo sin que el alma se le desgarrara.
Y sin embargo...
Con la mirada todavía fija en el techo, deslizó lentamente la mano por su cadera, rozando los moretones oscuros que el tiempo aún no se atrevía a borrar. Luego subió por su cuello, palpando las marcas rojas, vivas, que descendían como una cadena rota hasta el pecho. Rasguños, cicatrices frescas, huellas que no eran solo físicas. Las había intentado borrar, desesperadamente, con uñas temblorosas y jabón hirviente. Pero seguían allí, tercas, grotescas. Testigos de su humillación.
Su vergüenza más íntima.
Y lo peor de todo era que... no se arrepentía. Como Piaf, como esa maldita canción que seguía sonando al otro lado de la puerta.
Lo había disfrutado.
No importaba cuántas veces lo negara en voz alta, en lo más hondo de su conciencia latía esa certeza maldita, venenosa: se había entregado a Katakuri Charlotte. Había sucumbido a su tacto, a su fuerza, a su deseo. Había roto cada una de sus reglas, había escupido sobre su propio orgullo, y lo había hecho con los ojos entrecerrados por el placer.
Y eso era imperdonable.
Por eso lo odiaba. Por eso se odiaba. Por cada segundo que deseó prolongar ese contacto. Por cada gemido que no pudo callar. Por el estremecimiento que aún lo recorría cuando recordaba las embestidas brutales, su cuerpo arqueándose, su garganta clamando por más. Por cada caricia que fue golpe y cada golpe que se disfrazó de placer.
Con solo cerrar los ojos, el rostro de Katakuri aparecía de nuevo: salvaje, hambriento, poseído. Y él, atrapado en esa mirada, no supo resistirse.
Y tal vez nunca quiso.
Pudo escuchar unos sonoros golpes en la puerta, pero no fueron más que un eco lejano en sus oídos, una interrupción molesta que no pertenecía a su mundo acuático. No respondió.
No podía.
No quería.
Si dependiera de él, se quedaría allí mil años, y quizás un poco más. Fundido con el agua, con el silencio, con su vergüenza.
Pero la voz de Niji estalló con la fuerza de una bofetada:
——¡Ichiji! ¡Sal de una jodida vez! Tenemos que volver al hospital.
Con un movimiento torpe, rabioso, emergió de la tina. El agua se derramó a sus pies como un río de derrota. Alzó la vista, y entonces lo vio: el espejo de cuerpo entero frente a él, implacable. Su reflejo era la imagen viva del dolor: piel marcada, ojos vacíos, labios aún temblorosos. Intentó apartar la mirada. Quiso cerrar los ojos, fingir que no existía, que no era él. Pero era inútil.
No había forma de borrar esas marcas.
Estaban tatuadas, no solo en su piel... sino en su alma.
——...Ahora voy —— Susurró con voz apócrifa de vida.
Y su voz, al igual que él, estaba hecha pedazos.
***
——Mockey D. Luffy, paciente de diecinueve años derivado del Royal In——
——Solo me interesa el cuadro clínico. ——interrumpió, con voz seca, sin siquiera alzar la vista.
——L-Lo lamento, D-Doctor Trafalgar, no volverá a suceder... ——Titubeó Kujaku, una de sus jóvenes internas, agachando la mirada.
Law no soportaba estar cerca de ese chico. Ni siquiera respirar el mismo aire que él.
Con solo mirarlo, volvía a esa imagen imposible de borrar: Reiju siendo retirada del quirófano como una pieza desechable, como una moneda de cambio.
Era inconcebible para él,que el chico que se encontraba inconsciente sobre esa camilla, aun sin desearlo, haya dictado una sentencia máxima sobre el futuro de Reiju.
Y en aquellos momentos de tanta discordia consigo mismo, lo que menos deseaba hacer, era instruir a sus estúpidos estudiantes.
——No te dije que pares Kujaku...
——C-Claro... —— Asintió nerviosa —— Vitales estables a ocho horas de recibir una cirugía por trasplante de médula a causa de un mieloma múltiple con afectación al tejido óseo. Actualmente, mantiene temperatura normotérmica y sin signos clínicos de infección.
——¿Qué precauciones debemos priorizar en este caso específico? —— Lanzó la pregunta al aire, e inmediatamente, más de diez manos se levantaron.
Quizás no eran tan idiotas como pensaba, aunque bueno, para entrar al programa de residencia bajo su tutela personal, Law pedía un puntaje prácticamente perfecto en la facultad, y si tenían en cuenta que se trataba de nada más y nada menos que la escuela de medicina, la valla estaba bastante elevada.
Si iba a transmitir sus conocimientos, serian exclusivamente a los mejores de los mejores.
——Isuka ——llamó. Entregándole la palabra a una jovencita de cabello corto anaranjado y ojos oscuros.
——Monitorear cualquier indicio de hipercalcemia y actividad osteoclástica, además de realizar electrocardiogramas seriados cada cinco horas para vigilar la función cardíaca —— Respondió con seguridad.
Era talentosa.
En una clase llena de la más pura excelencia académica, siempre solía destacar entre el resto. Pero había algo en esa chica que a Law no terminaba de convencerle, y quizás tenía que ver con esa mirada vacía con la que observaba a los pacientes... Como si no fueran más que simples maquinas a las que se debía de reparar, mostrando nada mas que una total carencia de humanidad.
——Y personalmente, lo mantendría en aislamiento estricto, limitando visitas al mínimo para reducir el riesgo de infecciones. También incrementaría la infusión de electrolitos de 2,1 a 3 litros por hora para mantener una adecuada hidratación y función renal.
——¡E-Esperen! —— Solo una voz pareció atreverse a contradecir a la joven promesa, nada menos que un joven rubio, alto, y de curiosos cabellos rizados. —— Con todo respeto a tu enfoque Isuka, no considero que aislarlo sea lo más sabio. ¡Acaba de pasar por una cirugía mayor! Lo que este joven necesita, además del soporte clínico que nosotros podamos brindarle, es un apoyo emocional que solo su fami——
——Sabo, el piso de psiquiatría esta dos plantas más abajo, si tanto te interesa el estado emocional de los pacientes, quizás deberías cambiarte de especialidad. —— La respuesta de la pelirroja fue brutal —— Cirugía esta reservada solo para los médicos de verdad.
——¿Disculpa? Creo que cualquier medico de verdad sabría que esta científicamente comprobado que el apoyo emocional es tan, o más importante, que el apoyo clínico cuando se trata de una neoplasia, Isuka.
——Ya fue suficiente. Sabo, si no vas a opinar algo clínico sobre mi paciente, mantén la boca cerrada. —— No negaría que el enfoque de Isoka era el indicado, pero Sabo tenía un punto muy importante entre manos, sin embargo, no pensaba tener concesiones con este chico. —— Ahora, ¿En caso de que presente una falla reuma——
——Buenos días.
La pregunta quedó suspendida en el aire.
La interrupción vino de parte de una mujer. Una muy hermosa mujer, si se le preguntaba. Tenía el rostro agotado, pero ni aun así, su descomunal belleza era capaz de deslucirse. Cabello rosado con tonos dorados, largo, ondeado. Además de tener un rostro particularmente hermoso, del que destacaban unas curiosas pecas cafés, que eran parcialmente opacadas por las inusuales ojeras que adornaban sus parpados
——L-Lamento interrumpir, estoy buscando al Doctor Trafal——
——Soy yo. Pero no estoy atendiendo en estos momentos ——Respondió tajante, sin mirarla directamente——. Además, esta es un área restringida. Así que tendré que pedirle respetuosamente que se retire lo antes po——
——Doctor Trafalgar ——la voz de Koala, que apareció detrás de la recién llegada, llamo la atención del oncólogo con su comprensiva voz ——. Ella es la madre del paciente.
Ah, claro.
Ahora que lo pensaba, si había algo peor que enseñarles a esos ineptos a como ser doctores de verdad, y era tener que lidiar con la familia que, teóricamente, le había robado a Reiju su última oportunidad.
Solo necesitó esa frase para despachar la sala con una simple mirada. Todos sus estudiantes huyeron como si una bomba hubiese estallado.
Cuando la mujer se acercó a él, Law tensó la mandíbula.
Ella parecía sorprendida al verlo, como si hubiera esperado encontrar a alguien completamente distinto. Pero tal detalle no podía pasar más inadvertido para él. Sabía que distaba mucho del estereotipo de médico convencional, con sus tatuajes visibles y la barba desordenada de varios días.
Estaba determinado a hacer esto rápido, normalmente se tomaba todo el tiempo del mundo para lidiar con los padres de sus pacientes, atendiendo todas sus dudas y escuchando sus temores, pero este no era un caso normal.
——Disculpe mi actitud anterior, señora. No tenía idea de quien se trataba. Soy el doctor Trafalgar D. Wa—
——Doctor Trafalgar Donquixote Water Law...
Tuvo que respirar hondo. El peso de ese nombre era una carga que siempre se esforzó por ignorar.
Pero no por su padre, sino por todo lo demás.
——...Cirujano pediatra, con especialización en oncología y medicina intensivista. Graduado con honores en la Universidad de Cambridge y primero de su clase en Johns Hopkins. Además, de claro, el ganador más joven del premio Lasker.
——Veo que me ha investigado bien.
——Quería saber todo lo posible sobre la persona que intervendría a mi pequeño. —— Articulo algo compungida la mujer.
——No tendría por qué dudar de mi profesionalidad. Considero que, al menos, tengo una ligera idea de lo que hago. —— Espeto de manera cínica.
——Todo lo contrario, lo último que haría seria poner en tela de juicio su deslumbrante trayectoria médica. En realidad, yo vine p-porque...—— Inesperadamente, y sin previo aviso, la mujer había terminado entre sus brazos, abrazándolo fuertemente, sorprendiendo a su vez al joven galeno por unos cortos segundos.
——¡Gracias! ¡Muchas, Muchas Gracias! —— Las lágrimas en su rostro no mentían. —— No tiene idea de cómo le agradezco salvar la vida de mi hijo ¡Siempre estaré en deuda con usted!
A pesar de ver las finas gotas que recorrían su rostro y la emoción con la que esa mujer le hablaba, él se limitó a permanecer en silencio.
——No tiene que agradecerme en lo absoluto, es mi trabajo. —— Aseguro con una mirada carente de toda emoción.
Pero en contraste con su extrema frialdad y su mirada arrolladora, ella nunca borro la sonrisa de su rostro —— Claro que lo tengo, vera, cuando diagnosticaron a mi pequeño Lu... —— No pudo evitar girar la vista hacia la camilla en donde aquel pelinegro se encontraba profundamente dormido, a pesar de ser tapado por esas gruesas cortinas transparentes, poder ver a su hijo dormir plenamente, algo que no pasada desde hace meses. —— Sentí que el mundo se había acabado para mí. No existe nada más horrible que ver a tu propio hijo sufrir el peor de los dolores, y ser incapaz de ayudarlo.
Pero su mirada siguió impasible y a pesar de seguir sollozando, la mujer se separó de él para abrirse paso hacia la camilla.
Al ver ese minúsculo movimiento tuvo que reaccionar en el acto.
——Manténgase alejada del paciente. —— Su voz fue firme, incluso autoritaria. ——La cirugía de su hijo consistió en destruir todas las defensas de su sistema inmunológico para remplazarlas por células madre completamente renovadas. Lo que significa que, en estos momentos, él no cuenta con una protección hacia agentes patógenos, algo tan simple como un resfriado podría matarlo.
Pero la mujer ni siquiera se inmuto ante las toscas palabras del joven galeno —— Descuide Doctor Trafalgar, lo último que haría seria poner en riesgo la vida de mi hijo. Solo quería verlo un poco más de cerca, la paz que me causa el verlo dormir... No lo puedo describir con palabras —— Murmuro la mujer mientras colocaba sus manos sobre la gruesa cortina incolora, como deseaba poder sentir el rostro de su niño en esos momentos.
——...Luffy no es mi hijo biológico. —— La frase lo obligó a alzar un poco la vista. —— Su padre y yo nos casamos cuando él apenas tenía tres años; yo me había divorciado siendo muy joven del padre de mi primer hijo, y Dragon había perdido a su esposa en un accidente de tránsito a los pocos meses del nacimiento de Luffy ——Hizo una pausa para volver su vista hacia Law —— Mi segundo matrimonio finalizo cuando Dragon murió en Irak mientras estaba de servicio, apenas unos años después de nuestra boda. —— Reconoció con dolor —— Pero ni siquiera la perdida de mi esposo cambio mi postura con Luffy, estaba dispuesta a criarlo y amarlo como una madre a su hijo.
Law tragó saliva. No respondió.
Nadie mejor que él podía entender ese sentimiento, también compartía la idea de que los vínculos sanguíneos estaban de más. Aunque la ciencia dicte lo contrario, a su punto de vista, era innecesario compartir el mismo material genético con otra persona como para considerarse familia.
Esos vínculos se construían con el pasar de los años, no simplemente "nacían".
——Y cuando mi Padre en ley me informo que aquí en Londres había un donador compatible con el mal de mi hijo, no dude ni un segundo en dejar todo lo que tenía en Edimburgo para venir hasta aquí.
Una sombra de culpa la cubrió al decirlo. Porque sabía que muchos otros no habían tenido esa misma oportunidad que para ella, gracias a su éxito de antaño, no le suponía un gran problema.
Law lo sabía también. Pero no podía opinar.
No quería.
——Tengo que ver a otros pacientes, con permiso seño——
——Por favor llámame Rogue, me hace sentir algo mayor con el «señora» —— Le pidió con una tenue, pero dulce sonrisa.
——Siga las instrucciones que le di al pie de la letra y si tiene alguna pregunta, no dude en consultarlo con cualquier miembro de mi equipo —— Sin devolverle la mirada se dirigió rumbo a la salida. —— Koala, mantenme informado de cualquier cambio —— Le dio una última orden a la enfermera para recibir una confirmación por parte de esta y salir del lugar.
Necesitaba un poco de café, no había dormido en toda la noche, y aun le quedaba un largo día por delante.
Sin embargo, Rogue, con una ligera sonrisa cincelada en el rostro, se quedó observando un poco más a ese peculiar joven. Habían pasado muchos años, pero aun podía recordar al pequeño niño que solía aparecer junto a Rosinante en los eventos de Doffy, y por lo visto, no había cambiado nada.
——Su personalidad difiere mucho de la de su padre, o su tío.
——¿Ah? ¿Qué cosa dijo? —— Koala, casi se atraganta al escuchar aquel comentario. —— ¿Cómo es que usted conoce a la familia Donquixote?
Rogue le devolvió una sonrisa llena de nostalgia. —— Porque hace muchos años, pose para un par de revistas y tuve la oportunidad de trabajar para la línea Donquixote.
La castaña la observo por largos minutos para luego contener la respiración, completamente anonadada —— No me digas que usted es... ¿¡Gold D. Rouge¡?
¿¡Un par de revistas!? ¿Acaso estaba bromeando?
¡Esa mujer fue una de las supermodelos pioneras de Inglaterra junto con Naomi Campbell y Kate Moss! Ahora que la veía detenidamente, era imposible no darse cuenta, era como si los años no hubiesen pasado para ella, se veía prácticamente igual que hace veinte años.
La rubia solo encaro una ceja, sorprendida. Hace mucho que no la llamaban por ese nombre, no era que le molestara. Sin embargo, había pasado mucho tiempo desde que alguien la relacionaba con Roger.
——En efecto, y disculpa que te cambie el tema, pero —— Soltó una risilla avergonzada —— ¿Has visto por aquí a un jovencito de cabello negro y con unas pecas como las mías? Se quedó dormido junto a mí en la sala de espera, pero cuando desperté él ya no estaba.
——Oh no, disculpe no lo he visto, pero si desea puedo mandar a buscarlo.
——Te lo agradeceríamucho, no me gustaría que se meta en problemas. —— Lo que, conociéndolo, seriacuestión de tiempo. —— Se trata de mi hijo mayor, Ace.
***
Para Sanji, aquella situación bordeaba lo insólito.
Estaba tan acostumbrado a ser el confidente, el refugio donde otros depositaban sus tormentas, que verse en el rol inverso; hablando, vaciándose, confesándose sin pudores, le parecía casi un desliz de la realidad, como si de pronto hubiese cambiado de cuerpo con alguien más. Supuso que esa cualidad era herencia de Sora: la capacidad de hacer a otros confiar, abrirse, entregarse. Pero en esta ocasión no era él quien brindaba paz, sino quien la recibía.
Y se sentía tan jodidamente bien.
Zoro lo escuchaba con una atención que bordeaba el respeto absoluto, sin interrumpirlo jamás, como si cada palabra dicha por Sanji fuera una pieza de cristal que no debía tocarse hasta que estuviera completamente pulida. Y era raro, sí, pero no incómodo. Se sentía bien. Plenamente bien. Como si llevaran toda una vida conociéndose, compartiendo silencios, construyendo esa complicidad que sólo se logra cuando alguien conoce tus heridas y decide no juzgarlas.
Las horas pasaron sin que Sanji pudiera contarlas. Su voz, por momentos temblorosa y por otros, firme como un martillo, terminó por relatar fragmentos de una historia que siempre había preferido ocultar bajo la alfombra. No era fácil hablar del pasado cuando una parte suya prefería negarlo. Pero con Zoro, esa resistencia desaparecía.
No lo miraba con compasión ni con lástima, sino con una especie de comprensión silenciosa, como si él también supiera lo que significaba crecer bajo una sombra demasiado grande.
Zoro, por su parte, se mantuvo sobrio en sus palabras. Reveló lo justo y necesario, como quien va soltando migas de pan en un bosque espeso. Sanji descubrió que había sido adoptado, igual que su hermana. Que su infancia había transcurrido entre Londres, Glasgow y Bucarest. Mencionó esas ciudades con la naturalidad con que se enumera una serie de estaciones pasadas, sin dramatismo ni orgullo. Las nombró como quien dice: esto también soy yo. No hacía falta más.
Y entonces, en medio de esa atmósfera templada, casi frágil en su intimidad, Sanji no pudo evitar preguntarse algo que lo inquietaba desde hacía tiempo. ¿Dónde entraba Robin en todo aquello? ¿Qué lugar ocupaba esa mujer serena, pausada, en el mapa de alguien tan parco como Zoro? ¿Qué había ocurrido entre ellos para que no pudieran siquiera verse sin que el ambiente se helara?
Pero no se atrevió. Supo, instintivamente, que romper esa burbuja sería traicionar el pacto tácito que habían creado. Así que cambió de tema.
——¿Dónde aprendiste a hacer esto? ——preguntó, señalando el vendaje, limpio y preciso, que ahora protegía su mano.
Zoro, que hasta entonces bebía agua con lentitud, detuvo el movimiento. Sanji lo observó a plena luz por primera vez en horas. Sin el traje, sin la rigidez de aquella fiesta, con una simple camiseta azul y pantalones negros, se veía increíblemente joven. Casi irreconocible.
——Mmm... se podría decir que mi trabajo me obliga a saber una que otra cosa —— Comento el peliverde, buscando la palabra exacta——. ¿Cómo decirlo?
——¿Ejercer?
——Sobrevivir ——corrigió con una sonrisa torva.
——¿Mierda... eres militar?
——¡No! ——se río——. Lo mío nunca ha sido seguir órdenes. Ya te habrás dado cuenta. Pero estás cerca.
——¿Policía?
——Dejemos de hablar de mí, ¿Te parece? —— Replicó, desviando la mirada con cierta incomodidad. Luego, más directo—— ¿Qué hay de ti? ¿Vas a seguir hundido en trabajos de mierda que no te dejan ni ir al baño?
Sanji no se molestó por la forma abrupta de la pregunta. En el fondo, sabía que Zoro tenía razón. Por mucho que en su momento creyera que sacrificar el sueño, el tiempo libre y hasta su vida personal valía la pena para asegurar el futuro de Reiju... algo había cambiado.
Algo que aun cuando lo intentara con todas sus fuerzas, ya no podía cambiar.
——Honestamente, no tengo la más remota idea ——Admitió, sacando del bolsillo una cajetilla arrugada. Se llevó un cigarro a los labios, buscó el encendedor, pero el cigarro voló de su boca, arrebatado por una mano rápida.
——¡Oye!
——No intentes evadir mi pregunta. Y por si no lo sabías, fumar es bastante estúpido. ——gruñó Zoro——. Mi padre tenía esa misma maldita costumbre, nunca la entendí.
——¡No la evado! Es solo que...
——Tú ya sabes qué hacer ——lo interrumpió, esta vez con una firmeza que parecía brotar de otro lugar, más hondo——. Solo que no te atreves. Te da miedo lanzarte al océano por si te ahogas.
Se incorporó lentamente. El piso de concreto le había entumecido las piernas. Estiró los brazos, se colocó la sudadera.
——Te daré un último consejo. Solo hazlo. Ya no tienes nada que perder, Sanji.
Ya se iba. Habían pasado horas. Tal vez más. Y aunque el verdadero motivo por el cual había ido al hospital seguía inconcluso, no sentía que el tiempo hubiera sido perdido.
——¿Ya te vas?
——No. Eres tú quien se va ——respondió, mirándolo de lleno, sin pestañear.
Y en ese instante, Sanji supo que no hablaba del hospital, ni del piso helado, ni siquiera del presente. Zoro hablaba del limbo en el que llevaba años estancado. Del miedo. De la jaula.
——Alguien te está esperando, ¿no es así?
Sanji tragó saliva. Miró el vendaje en su brazo, luego al cigarro abandonado en el suelo, y por último a Zoro, que ya se daba media vuelta, rumbo a la puerta.
Sí. Alguien lo esperaba.
Y él, finalmente, lo sabía.
Zoro le tendió la mano para ayudarlo a incorporarse, pero no llegó a tocarla. Un chirrido repentino, metálico y seco, cortó el silencio: la puerta del sótano se abrió de golpe, como una bofetada lanzada por el destino. Ambos se tensaron al instante, el cuerpo de Sanji reaccionando antes que su mente, pero fue Zoro quien, guiado más por el instinto de años de servicio, lo tomó entre sus brazos y lo arrastró con él, acorralándolo contra una de las columnas del oscuro pasadizo. Quedaron envueltos en la penumbra que ofrecían los grandes anaqueles, como si el polvo de ese rincón olvidado pudiera protegerlos del mundo.
Sanji no tuvo tiempo de reaccionar. La cercanía de Zoro era abrumadora, física, definitiva. Su torso ——duro, caliente, curtido por años de entrenamiento—— se pegaba al suyo, como si intentara atravesarlo.
——Zo... ——susurró, con la voz atrapada entre el asombro y otra cosa más que no quería nombrar.
——Shhh ——ordenó el peliverde, con un suspiro contenido entre los dientes——. Si nos descubren, estaremos bien jodidos.
Había urgencia en sus palabras, pero también un temblor contenido. Quizás no era consciente, quizás sí. Lo cierto es que la presión de su cuerpo contra el de Sanji era excesiva, casi cruel. Como si, en su afán por proteger, estuviese castigando sin darse cuenta.
——Idiota, me estás... —— Sanji intentó protestar, sintiendo cómo el aire le faltaba, más por la situación que por la fuerza aplicada.
——¡Joder, Sanji! ¿Acaso no puedes cerrar la... ——Zoro giró el rostro hacia él, molesto, dispuesto a callarlo de una vez. Pero en ese instante, sus miradas se encontraron. Y fue como si el tiempo se plegara sobre sí mismo.
Zoro se quedó mudo.
Los ojos de Sanji, tan absurdamente claros, tan despiadadamente francos, lo atravesaron. No eran solo bonitos; ni una especie de espejo profundo que no devolvía su reflejo, sino algo más crudo: una verdad que no sabía que escondía.
Nunca había visto ojos así. O tal vez sí, pero nunca los había mirado tanto tiempo como para entenderlos.
Ambos se quedaron quietos. La respiración detenida, el silencio saturado de posibilidades. Una brisa ligera, o tal vez el eco de algo que pudo haber sido, se coló entre ellos. Y entonces, justo cuando algo invisible pero determinante empezaba a tomar forma, las voces al otro lado de la puerta lo rompieron todo:
«——¿Por qué la puerta estaba con pestillo?
«——De seguro habrá sido el doctor Momonga. Tiene la manía de usar los almacenes como burdeles.
«——¡Dios, eso lo sabe hasta el director Sengoku! Pero bueno, ¡Hablemos de lo verdaderamente importante! ¿Saben si Tsuru ya le asignó enfermera al señor Newgate? Si me tocara a mí, les juro que haría hasta lo imposible por embarazarme de ese hombre y así largarme de este infierno de una vez...
«——¡Jajaja, eres una puta! Aunque por lo que leí, Marco Newgate es muy discreto con su vida privada. No se le conoce pareja. Pero descuiden, tiene muchos hermanos... ¡Y varios siguen solteros!
«——¡Chicas, controlen sus hormonas! Hasta ahora, la momia de Tsuru no ha dicho ni una palabra. Está furiosa por lo del incidente de la mañana, y ni hablar de los regalos robados. La vieja está desquiciada buscando al culpable.
«——Pobre Tsuru. Merece descansar en paz. ¡Bah! ¿A quién engaño? Esa bruja se lo merece.
Zoro tragó saliva con violencia. La rabia subió como fuego desde su estómago hasta la garganta.
——Oh, Marco... vas a agradecer estar en un hospital, porque cuando te encuentre, juro que te voy a matar ——escupió con furia contenida, como si las palabras fueran cuchillas lanzadas al aire.
«——¿Escucharon eso?
«——Yo no oí nada.
«——Debe ser tu cerebro pidiendo auxilio después de diecinueve horas de turno. Vamos, hay que llevar los marcapasos al piso de cardiología.
Las voces se alejaron con pasos que apenas perturbaban el suelo encerado. Y solo entonces, cuando la seguridad volvió a instalarse como una sombra al fondo del cuarto, fue que Zoro finalmente libero a Sanji. El rubio se desplomó levemente hacia adelante, tomando aire como si regresara de las profundidades del mar.
Y cuando por fin lo miró, con el impulso de reprocharle, de reclamarle por lo ocurrido, se topó con algo inesperado: sorpresa. No miedo, ni enojo. Sorpresa pura, casi infantil, en la mirada de Zoro. Como si algo dentro de él hubiese tambaleado.
——Zoro... ¿estás bi...?
——No es nada. Debo irme ——interrumpió, con esa voz inexpresiva que usaba cuando no quería que el mundo supiera lo que sentía.
Avanzó hasta la puerta, con pasos firmes pero ligeramente más pesados que antes. Y justo antes de abrir la pesada lámina de acero, se detuvo un segundo. Solo un segundo.
——Sé que va a ser difícil, pero trata de no regarla más, cejas de sushi.
Sanji reprimió una sonrisa. Ese maldito apodo. Tan tonto, tan típico, tan suyo.
Le hubiera gustado retenerlo un instante más. Quizá alargar ese momento extraño, incómodo, pero indiscutiblemente íntimo. Sin embargo, comprendía mejor que nadie que ya había robado demasiado tiempo al reloj de arena. Y que el mundo real, gris, ruidoso, y cruel, reclamaba su lugar.
***
Una parte de Sanji deseaba con todas sus fuerzas que Reiju estuviese dormida cuando cruzara la puerta de la habitación. Dormida, inconsciente, ajena aún al peso del mundo que había caído sobre sus hombros. Él no se sentía capaz ——ni física, ni moralmente—— de explicarle lo que había sucedido en las horas en que estuvo ausente, sumida en ese sueño asistido, tan frágil, tan necesario.
¿Cómo explicarle, sin quebrarse, que habían perdido la última esperanza que les quedaba? ¿Cómo poner en palabras la derrota cuando todavía dolía como una herida abierta?
Al menos, pensó con amargura, el hospital había tenido la decencia de llevarla al piso de oncología. No la habían arrojado a una UCI llena de máquinas frías, ni la habían abandonado en algún pasillo lúgubre y deshumanizado. No, estaba en una habitación con cortinas limpias y un leve olor a lavanda artificial, una simulación patética de serenidad. Pero ni eso bastó para aliviar la punzada en su pecho cuando cruzó el umbral.
Fue entonces cuando lo vio.
Sentado, inmóvil, como una estatua de carne y hueso que resistía el paso del tiempo a puro estoicismo. El cabello rubio platinado, encanecido y desordenado como un campo arrasado por la guerra. El bigote, rebelde y todavía erguido, le daba ese aire feroz de león viejo que se niega a dejar de rugir. Zeff Redleg, su abuelo, su roca, su tormenta, estaba allí. Y Sanji, al verlo, se congeló como si la escena que tenía frente a los ojos fuese un castigo diseñado por los dioses.
——¿Vi... viejo? ——musitó, atónito, como si pronunciando esas dos sílabas pudiese confirmar que aquello era real, que no era un espejismo convocado por la culpa o el cansancio.
Zeff no giró la cabeza. No era necesario. Su voz, profunda y cansada, lo atravesó como una estaca.
——Tengo más de noventa años, ¿Lo sabías, muchacho? ——Comento, con ese tono que no admitía interrupciones——. Muchos dirían que es un privilegio. Un regalo de la vida. Pero yo...
Zeff no solía hablar del pasado. No con tanto detalle. No con esa voz hueca, grave, que parecía surgir de las ruinas de una vida que aún no terminaba de morir.
——Apenas tenía quince años cuando me enlisté para la guerra, ¿Pero acaso crees que lo hice por ansias de gloria? No, claro que no muchacho... Lo hice porque mi patria me necesitaba, era lo que se esperaba que hiciera, así que, tome mi fusible, y fui a pelear mi nación. Sobreviví al infierno de Normandía, pero en el proceso, perdí a mis a mis amigos, mi pierna... e incluso, a mí mismo ¿Y sabes qué me dieron a cambio? Una maldita medalla de hojalata y el título de "veterano". ¿Quieres saber de qué me sirvió todo eso, Sanji?Un silencio denso. Sanji no respondió. No podía. No cuando veía aquella prótesis de metal donde alguna vez hubo una pierna viva, fuerte, invencible.
——De nada ——escupió el anciano——. Creí que nunca volvería a ser el mismo después de ese infierno. ¿Quién podría?... Hasta que conocí a tu abuela...
Por un instante fugaz, su voz se ablandó. El recuerdo de su esposa le tembló en los labios como un rezo olvidado. Sanji bajó la mirada. Sabía lo que venía.
——Ella me reconstruyó, pedazo a pedazo. Me hizo un hombre nuevo. No... —— Dudo por unos instantes —— Ella me hizo el hombre que jamás creí llegar a ser. Vivimos una buena vida... y tuvimos a la mejor hija que pude imaginar. Pensé que había vencido al destino, que por fin el dolor había terminado.
Una pausa. Un suspiro que pesaba como un ancla.
——Pero entonces... la perdí. La vida decidió arrancármela sin previo aviso, aun cuando estábamos destinados a pasar el resto de nuestras vidas juntos. Ese día, una parte de mi —— Quizás la mejor —— Se fue con ella.
Zeff cayó en un silencio largo, tan hondo que se podía escuchar el leve pitido de la máquina de monitoreo cardíaco. Sanji se removió, incómodo, pero no dijo nada. Algo en su interior intuía que aquel monólogo no había hecho más que comenzar.
——Creí conocer el dolor——Prosiguió Zeff, más bajo ahora——. Pero no, no lo conocía. No hasta que tuve que enterrar a Sora. ¿Qué clase de castigo divino hace que un padre tenga que enterrar a su propia hija?
Sanji apretó los puños. Sabía que debía hablar, ofrecer una excusa, o un consuelo. Pero las palabras se le atascaban en la garganta como fragmentos de vidrio.
——Y ahora, como si eso no hubiese sido suficiente... ——la voz del anciano tembló, y no de vejez, sino de rabia—— ... la vida me obliga a seguir respirando solo para ver cómo mi nieta sufre. Cómo se marchita. Lentamente. Día a día.
El silencio era casi insoportable.
——Dime tu muchacho, ¿Qué clase de privilegio es este?
——Viejo, no tienes por qué...
——¡No! ——el rugido fue brutal, ancestral——. ¡Quiero que te calles y me escuches, maldito idiota!
Zeff se incorporó de golpe. La silla cayó tras él, golpeando el suelo con un estruendo que rompió la calma de la habitación como un disparo. Su rostro, encendido de ira, era la viva imagen del dolor en su forma más pura.
——¿¡Por qué me ocultaron el estado tan crítico de Reiju!? ——gritó, cada palabra era un latigazo——. ¿¡Por qué nadie me dijo que Yonji estuvo al borde de la muerte!? ¿¡Y por qué demonios tuve que enterarme de todo por una maldita llamada del hospital!?
Sanji no podía mirarlo a los ojos. No cuando sabía que cada reclamo era justo, merecido, desgarrador.
——Y para colmo ——continuó Zeff, cada vez más iracundo——, ¡Me piden que venga a cuidar de mi nieta porque ninguno de sus hermanos, ni su tutor legal, y me refiero a ese estúpido pelirrojo, se encontraban con ella! ¡¿Qué clase de basura tienen ustedes en la cabeza!?
El joven bajó la mirada. Sintió cómo la vergüenza le trepaba por el cuello como una liana venenosa.
Tenía razones. Excusas, incluso. Acuerdos que creyó justos.
«——Ese viejo ya ha tenido que soportar demasiados dolores de cabeza como para que nosotros le demos otro más—»
Ichiji lo había dicho con convicción. Niji y él estuvieron de acuerdo. ¿No era lo correcto proteger al abuelo, evitarle más sufrimiento?
¿No era eso lo que hacía un buen nieto?
Pero ahora, viendo a Zeff arder de dolor frente a la cama de Reiju, Sanji comprendía que no se puede proteger a alguien del amor.
Porque tal y como podía ser algo hermoso y ferviente, también podía infligir las mas dolorosas e irremediables heridas.
——Nosotros solo...
«Esta en nuestra naturaleza humana el herir a otros, es algo que no se puede evitar.»
Zoro tenía razón. Le pesaba admitirlo, pero sí, tenían razón. ¿De qué servía la buena intención cuando el daño ya estaba hecho? ¿Acaso el silencio era más noble que la verdad? ¿A quién creían estar protegiendo cuando decidieron esconderle la gravedad del asunto al viejo Zeff? Aquel hombre que les había tendido la mano con la terquedad de los justos, que les había dado un techo, una familia, cuando su propio padre los arrojó al abismo sin remordimiento alguno, como si se deshiciera de desperdicios.
——Hicimos lo que creímos era lo mejor para ti ——dijo Sanji, aunque su voz se quebró en la última sílaba, consciente ya de lo inútil que era esa defensa.
Pero esa respuesta, tan endeble, tan huérfana de verdadero valor, no hizo más que incendiar la cólera del viejo lobo de mar.
——¿¡La mejor opción!? ¿¡Me estás diciendo que esconderme la situación de mis propios nietos era lo mejor para mí!? ¿¡Quién demonios crees que soy!? ¿¡Un anciano chocho al que hay que mantener en la ignorancia para evitarle sufrimientos!? ¿¡Acaso crees que...——
Sanji, por un momento, pensó que vendrían veinte minutos de gritos, insultos y amenazas. Pero algo insólito ocurrió. Zeff cayó en un mutismo repentino, como si algo en su interior se hubiera quebrado sin aviso.
El anciano bajó la mirada. Se inclinó lentamente hacia la silla que había caído, la levantó con parsimonia y se dejó caer sobre ella como si toda la fuerza que lo sostenía se hubiera escurrido de sus huesos. Con una mano se acarició las arrugas profundas de la frente, aquellas líneas que habían sido testigos de sus batallas, de sus risas, de su orgullo... pero también del abandono, del hambre, del frío, del naufragio moral que significa amar a quienes no te deben nada.
Se cubrió los ojos, y por un instante, breve, casi imperceptible, su cuerpo titubeó. Las lágrimas, que se negaron durante años a correr, ahora se asomaban como traidoras del tiempo. Lágrimas de impotencia, de decepción, de un dolor tan viejo como el amor mismo.
——Vie... abuelo ——susurró Sanji, quebrado por dentro——. Aún podemos hacer algo por Reiju, aún no es tarde...
——No te molestes en presentarte mañana en el restaurante. Estás despedido.
Fue como si el tiempo se detuviera. Sanji sintió cómo el aire se espesaba, cómo la sangre se le helaba en los dedos. No podía haber oído bien.
——¿Q-qué estás diciendo? ¡Viejo, por favor! Sé que cometimos un error, pero eso no tiene nada que ver con——
——¡Ya me escuchaste! ¡No quiero volver a verte en mi cocina!
Zeff se incorporó con una lentitud obstinada, arrastrando la pierna de su prótesis con ese sonido áspero que parecía rasgar las entrañas del suelo. Salió caminando con la frente alta, la mirada perdida en una dignidad que no había perdido, pero que se tambaleaba. Y al pasar junto a Sanji, se detuvo. No lo miró. Pero habló.
Y su voz fue un puñal frío, preciso, infalible.
——Todo este tiempo los dejé hacerse cargo de Reiju porque pensé que sería lo mejor para ella. Me dije a mí mismo que ya era demasiado viejo para cuidar a una niña como ella. Me convencí, me mentí. Pero estaba equivocado. Y ahora... ahora solo queda una cosa por hacer.
Sanji sintió un vértigo oscuro recorriéndole el pecho. Comprendió. Y el horror lo golpeó de frente.
——V-viejo... ——le sujetó los hombros, sin delicadeza, sin filtros, buscando sus ojos como un niño que suplica. Que no entiende. Que no quiere entender——. ¡¿Te has vuelto loco?! ¡No puedes proponer semejante barbaridad!
——¡Mírala, Sanji!
Y él obedeció. Giró el rostro y la vio. Su hermanita, su pedazo de alma dormido en una camilla de hospital. Tan quieta, tan pálida, tan irreal. Como si el mundo ya no la mereciera. Como si cada día la vida le fuera robando un poco más de su color, de su aliento, de su risa.
——¡Reiju merece mucho más que esta rutina de agujas, sueros y quimioterapias! ¡Más que una habitación blanca y las falsas esperanzas que ustedes siguen alimentando! No sé qué demonios pasa por sus cabezas ——hizo una pausa y escupió con veneno——. Sobre todo por la de ese tomate insípido que tienen por hermano.
El nombre de Ichiji fue como un chasquido seco en el ambiente.
——Solo les pido una cosa. Cuando llegue el momento de decidir ——porque llegaria, asi ellos no lo quisiesen——, no olviden lo que Reiju es. Lo que significa. Y pregúntense, si serán capaces de vivir el resto de sus vidas sin eso.
Zeff se fue, sin ni siquiera devolverle la mirada.
Sanji no supo cuánto tiempo estuvo allí, clavado al suelo, con el alma hecha jirones. Las palabras de su abuelo repicaban en su cabeza como campanas fúnebres. Las odiaba. Las rechazaba. Y, sin embargo, algo dentro de él, algo muy callado, muy íntimo, comenzaba a rendirse. A preguntarse si seguir luchando era realmente por Reiju... o por ellos.
Reiju no estaba viviendo. Estaba resistiendo. Día tras día, siendo la bandera de una guerra que no eligió, arrastrada por el amor desesperado de sus hermanos, que no sabían hacer otra cosa más que luchar por ella, incluso si eso significaba perderla más rápido.
¿Y si Zeff tenía razón?
¿Y si lo más noble ya no era seguir peleando, sino aprender a soltarla con dignidad?
¿Era justo seguir aferrándose al cuerpo de una niña de apenas nueve años, cuando todo indicaba que ella ya no podía sostenerse por sí misma?
No tenía respuesta.
O tal vez sí.
Y no quería oírla.
Reiju dormía. Y parecía flotar. Era tan hermosa que dolía mirarla. No lo decía por amor fraterno: lo decía con esa clase de devoción que solo se siente una vez en la vida. Era una ninfa. Su pequeña ninfa.
Hecha de fragilidad y luz.
——¡Sanji!
La voz de Cosette irrumpió como una brisa inesperada. La enfermera apareció con una sonrisa radiante, una que no tenía cabida en aquel cuarto sombrío, pero que aún así se sintió como un rescate.
——¡Es Yonji! La doctora Robin acaba de decirme que ha despertado. Está preguntando por ustedes. Y por Reiju.
Sanji sintió que algo se le movía por dentro, como un susurro de fe. Quizás, solo quizás, todavía quedaba un poco de vida a la que aferrarse.
***
Cuando Marco recuperó la conciencia, o lo más parecido a ella, lo primero que lo tomo por sorpresa no fue el ruido metálico de las ruedas de una camilla lejana ni el olor antiséptico que flotaba con arrogancia en el aire, sino la ausencia rotunda, casi insultante, de sensibilidad en la mitad inferior de su cuerpo. Y en los pocos puntos donde aún se atrevía a sentir algo, la sensación era la de haber sido pisoteado por una manada de elefantes con la más fatal de las resacas.
Solo entonces comprendió, como una revelación tardía pero ineludible, por qué tan pocos se ofrecían como donadores de médula. El dolor no era una metáfora: era una epifanía encarnada, una puñalada constante, un recordatorio orgánico de su nobleza mal recompensada.
Y como si el sufrimiento físico no fuera suficiente, tenía que soportar la insistencia casi maniática de las enfermeras de aquel hospital, que aparecían cada diez minutos con la misma sonrisa falsa y pregunta plastificada: "¿Desea algo más, señor Newgate?", mientras sus miradas deslizaban insinuaciones tan torpes como evidentes.
Lo único que deseaba, y ni siquiera era un deseo particularmente ambicioso, era un poco de paz. Pero, por supuesto, ese sería el último lujo que se le concedería. Apenas había cerrado los ojos, o fingido hacerlo, cuando la puerta volvió a sacudirse con golpes impacientes, toscos, casi violentos, que él prefirió ignorar con la vana esperanza de que el agresor, sea quien fuere, comprendiera la indirecta. Lamentablemente para su desdichada suerte, no fue así. Escuchó la perilla girar, y entonces la voz, aguda, falsa, y fingidamente dulce, que él de inmediato asoció con otra enfermera demasiado entusiasta por su trabajo.
——¡Señor Newgate! Despierte, es hora de su supositorio.
——¿¡Que cosa!?
El horror fue instantáneo, casi bíblico. Marco abrió los ojos como si acabara de regresar de una pesadilla, solo para descubrir que no estaba frente a una enfermera, sino ante un impostor que, entre risotadas cada vez más abiertas, se quitaba la cofia con teatralidad y dejaba al descubierto una cabellera verde, rebelde, e inconfundible a sus ojos azules.
——Zoro... ¡Eres un grandísimo hijo de puta!
——A mí también me alegra verte, Marco ——Comento el aludido, aún ahogado en carcajadas.
Sí, era él. Zoro. En carne, hueso y desfachatez. El mismo que hacía años había desaparecido sin explicaciones convincentes, el mismo que aún era capaz de aparecer en los lugares más inverosímiles con una entrada de ópera bufa.
Marco, por un instante, no supo si reír, llorar o pedir una dosis casi mortífera de morfina.
——Esto sí que no me lo esperaba. No digo que no me alegre, pero... ¿qué haces aquí?
——Te sorprendería saber cuántas cosas inesperadas pueden encontrarse en un hospital. Aunque, eso sí, jamás imaginé ver al vicepresidente del conglomerado Newgate acostado como un anciano en recuperación.
——¿Me creerás si te digo que estas son las peores vacaciones que he tenido en la vida? —— Marco se cruzó de hombros, pensando por unos momentos su siguiente movimiento, quizás no era lo más indicado, pero era necesario que Zoro, al menos, estuviera al tanto de un detalle muy importante —— Y antes de que sigas con tus bromas de pésimo gusto sobre mis esfínteres, tengo que decirte que——
——Robin trabaja aquí, lo sé. ¡Gracias por haberme dicho que se hizo doctora!
La mención de su nombre produjo en Marco un leve tic en la ceja. El tema de Robin siempre terminaba con ambos agarrándose a golpes, o en el mejor de los casos, mandándose mutuamente a la mierda.
——No sé si recuerdas al idiota que entraba en un ataque de ira cada vez que mencionaba a Robin por nuestras llamadas, y además ¿Me puedes explicar cómo rayos sabes eso?—— La respuesta llego como un rayo a su cerebro e intuir la respuesta lo preocupo de sobremanera. —— ¡Espera! ¿¡No me digas que tu–!?
——Si. Hace un par de días, y solo diré que nuestro encuentro no pudo salir peor.
——¡Maldición, Zoro! —— Se palmeo el rostro molesto —— Escucha, si volviste tiene que ser para finalmente cerrar todas las heridas que ocasionaste en el pasado, y no par——
——¡Imbecil! ¿Acaso olvidaste porque me fui en primer lugar?
——¡Claro que no! Pero resulta que no eres el mejor dando explicaciones, ¡Pelmazo!. Yo ni siquiera tenía idea de que habías dejado el país, ¡Hasta que Shanks apareció en la puerta de mi casa, desesperado preguntando por ti! y... ¡Agh! Joder—— Tuvo que detenerse cuando un fuerte dolor se posiciono sobre su columna y tuvo que llevar sus manos hacia el vendaje que cubría su espalda baja.
——¿Y ahora qué te pasa?
—Doné mi médula ósea ——Revelo, como si confesara un crimen menor.
Zoro alzó una ceja. No era fácil impresionarlo, pero eso lo sorprendió.
——¿Hablas en serio?
Marco suspiro con cansancio. ——Completamente. ¿Sabes por qué lo hice?
Zoro no contestó. Bajó la vista al suelo, como si examinara sus zapatos o buscara respuestas. ——¡Adelante! De todos modos, lo vas a decir ——murmuró.
——Nosotros tuvimos suerte, Zoro. Mucha suerte. Nacimos en familias que, con todos sus defectos, nos dieron educación, privilegios, incluso afecto. ¿Cuántos pueden decir lo mismo?
——¿Suerte? Mi infancia fue literalmente excremento hasta que Mihawk y Shanks me sacaron de ese infierno. O ya lo olvidaste.
——Tú lo dijiste: hasta que te sacaron. A partir de ahí, tu vida cambió.
——Marco, ¡No eres mi jodida conciencia! y tampoco lo serias aunque el puesto estuviera vacante.
Y sin embargo, en esa negativa había una grieta. Marco lo sabía. Había aprendido que con Zoro no se debía insistir como se insiste con la gente común. Él era distinto. Un enigma con espadas. Con él, cada palabra mal dicha podía desatar un vendaval.
——Solo quiero que sepas esto. Ya te lo dije una vez, y si es necesario, te lo repetiré mil veces más: tienes que dejar ir el pasado. Buscar redención está bien, pero no sirve si no puedes perdonarte a ti mismo. La búsqueda se vuelve una excusa para seguir huyendo.
Zoro lo miró largo, sin parpadear, con esa expresión que mezclaba rabia y cansancio. ——Es fácil para ti decirlo, no perdiste nada. A diferencia de mí.
Que le costó el repudio de sus amigos, la vergüenza de sus padres y el herir a la persona que, en cierto momento, considero como el amor de su vida.
Todo por una promesa, que a pesar de lo que acarreaba consigo cumpliría sin dudarlo.
——Te equivocas —Comento finalmente el rubio——. Yo perdí a mi mejor amigo.
Y por primera vez en años, el único ojo de Zoro, no busco la evasión. Quizás por eso el hijo del viejo Shirohige, era de las mejores personas que había conocido en su vida.
——Me alegra que hayas vuelto a casa, y a pesar de que me haría muy feliz que siguieras adelante con tu vida, sé que no lo harás. —— Al menos no por el momento —— Te ayudare en todo lo que pueda, pero eso sí. Pase lo que pase, Robin no debe salir lastimada ¿Entendido?
——Lo último que quiero es que ella salga herida. Nuestra historia termino hace mucho, pero... aunque no lo parezca, aun le guardo mucho aprecio.
——Mmm...
——¿Qué? —— Pregunto dubitativo el peliverde.
——Nada, es solo que... —— Medito un poco en si decirlo o no —— Es extraño que lo admitas.
A la memoria del rubio vieron los recuerdos de aquellas épocas, en las que todo era relativamente tranquilo. Nunca había visto una faceta de Zoro como la que mostraba cuando estaba al lado de Robin. A pesar de todos los factores que tenían en contra y la clara desidia de la familia de Zoro hacia la morena...
Ellos eran felices.
Por su parte, él había llegado a tenerle mucho aprecio a Robin, y a pesar de encontrarse en una posición compleja por su relación con Zoro, ambos habían logrado mantener una sólida amistad con el pasar de los años.
——Bueno, será mejor que me vaya, tengo ciertas cosas que hacer y tú necesitas tiempo para recuperarte, en ese estado de semi paraplejia no le sirves a nadie.
——¿Por qué será que te tienes que ir? —— La exagerada y sarcástica expresión de Marco al hacer la pregunta, casi hace a Zoro soltar una risa, casi —— ¡Déjame adivinar! Conociéndote, hoy empiezas a trabajar ¿No es así?
El ligero asentimiento del peliverde fue seguido por las risas de Marco.
——Es mi primer día, y ya voy dos horas tarde. —— Cuando saco su teléfono para ver el reloj, no se sorprendió de lo tarde que era, ni siquiera se inmuto a pesar de ser consciente de la gran reprimenda que se ganaría.
——Zoro, cualquier persona que te viera jamás pensaría que trabajas para la——
Ambos amigos suspendieron su conversación al escuchar un alboroto en el pasillo. Fue primero un estruendo, luego un par de gritos mal contenidos, y finalmente, como un suspiro impaciente de la casualidad, un joven irrumpió en la habitación. Era un muchacho de cabellos negros, desordenados como si el viento o la rebeldía le peinaran, y en cuanto sus ojos toparon con los de los dos hombres, alzó una mano pidiendo silencio, con la urgencia muda del que se sabe perseguido.
——¡Maldición! ——murmuró, respirando entrecortado. Y antes de que Marco o Zoro pudieran articular palabra, ya se había deslizado bajo la camilla del rubio con la rapidez y el descaro de quien lleva años haciendo del caos una costumbre——. ¡No les digan que estoy aquí!
——¡Oye mocoso! —— Zoro fue el primero en llamarle la atención —— ¿Qué demonios estás hac——?
Los pasos se acercaban. Y con ellos, las voces femeninas, animadas por la furia o el deber, era difícil saberlo. Marco las reconoció al instante.
——¡Zoro, escóndete! ——Ordenó con premura, como si su instinto fuera más veloz que su mente.
——¿Qué? ¿Por qué?
——Eres un idiota. Robaste ropa médica y estás en un área restringida. —— Además, su padre era muy amigo del director, y lo último que quería, eran problemas.
Apenas dichas estas palabras, la puerta se abrió. Una mujer de cabello rubio, enfundada en un uniforme de enfermera que parecía hecho más para llamar la atención que para atender enfermos, entró con expresión perpleja, pero se detuvo al reconocer al paciente.
——Oh, señor Newgate. Mil disculpas por la intromisión. Buscamos a un joven, altura media, cabello azabache. ¿No lo habrá visto?
——No, para nada. ——respondió Marco, con una calma que sólo se alcanza cuando se miente por razones nobles o por puro deseo de travesura. Si aquel chico podía provocar aunque fuera una mínima perturbación en la rutina de esas enfermeras que no lo habían dejado en paz desde la mañana, bien valía la mentira.
——P-pero lo vimos correr hacia esta dirección...
——¿Está insinuando que miento?
——¡No! ¡Por supuesto que no, señor Newgate! Disculpe la molestia...
Pero justo cuando la mujer giraba sobre sus talones, un ruido sordo surgió del baño contiguo. Marco contuvo un suspiro.
«Zoro ¡Maldito seas!»
La enfermera lo miró con suspicacia.
——¿Me permite? ——preguntó, avanzando hacia la puerta del baño.
——¡Disculpa! ——la voz de Marco fue tan oportuna como forzada——. Desde que desperté, siento un dolor leve en la espalda baja. Me dijeron que era normal, pero por si acaso... ¿Podrías llamar a un médico?
La petición no admitía negativa. Las órdenes del director Sengoku eran claras: ese paciente debía ser tratado como prioridad. Así que, forzando una sonrisa, asintió.
——Por supuesto, señor Newgate. Llamaré al Doctor Trafalgar Law. Él estuvo a cargo de su intervención.
Apenas se marchó, el joven escondido emergió de su refugio. Había algo travieso en su sonrisa, algo que se desbordaba de su edad.
No sabía porque, pero le gustaban, las encontraba muy tiernas, le daban un aire de inocencia único.
——Buena actuación, señor Newgate ——Comento, con una sonrisa que bailaba entre la gratitud y la burla.
Marco, ahora viéndolo con más atención, reparó en sus rizos oscuros que caían justo por debajo de sus mejillas, en la expresión despreocupada de su rostro, en las pecas que lo salpicaban como si el sol hubiera jugado a marcarlo de niño. Había algo dulce en él, una ternura involuntaria que no podía ocultarse ni siquiera detrás de su insolencia.
——¿Cómo te llamas? ——preguntó, con la curiosidad genuina del que se siente de pronto intrigado.
——Ace. Solo Ace ——respondió el chico, tendiéndole la mano con una soltura que desarmaba——. ¿Y usted? ¿O debo seguir diciéndole "señor Newgate"?
——Puedes llamarme señor Newgate todo lo que quieras ——replicó Marco, dejando que el humor se le escapara por la comisura de los labios.
——Usted es muy raro, señor Newgate ——comentó Ace, sin rencor ni juicio —— ¡Bueno! Estoy seguro de que fue un placer el haber disfrutado de mi presencia, desgraciadamente para usted, me tengo ir, pero antes ¿Sabe dónde puedo encontrar la habitación 690?
——Ah.. Es esta —— Respondió el rubio extrañado, señalando hacia el número que se mostraba en la puerta de la habitación con notoria obviedad.
——¿Lo dice enserio? —— Ace se giró hacia el ingreso. Viendo aquel número por varios minutos para luego responder con una gran sonrisa en el rostro —— ¡Tiene razón! ¡Es esta!
——¿Acaso tienes algún problema de visión?
——No para nada, ¡Soy disléxico! —— Le comento con orgullo, nunca había visto su dislexia como una limitante, es más, siempre pensó que eso lo hacía especial.
Marco lo miró con renovado asombro.
——Ya veo y ¿Porque estás buscando esta habitación?
——¡Cierto! Casi lo olvido ——De repente, el pecoso saco de entre sus ropas una flor, era una Common Daisy y se la tendió.
Marco pudo observar que le faltaban varios pétalos y estaba casi marchita, pero a pesar de su desprolija apariencia, acepto el rudimentario presente.
——Como se trata de usted entonces puedo presentarme como corresponde. Mi nombre Ace, Portgas D. Ace. Soy el hermano mayor del chico al que usted salvo donándole su medula.
Marco observo al joven sorprendido, no espero que fueran a buscarlo. Técnicamente tenía prohibido tener cualquier tipo de contacto con la familia que recibiera el trasplante.
——Sé lo que está pensando. Y no, no soy idiota ——continuó Ace——. Tengo muy claro que está prohibido conocernos, pero no podía evitarlo. Tenía que conocerlo. Y... perdone lo de la flor. Tenia entendido que era una chica. Las enfermeras no dejaban de hablar de una paciente que salió de cirugía, así que robé unas flores de recepción. Solo pude salvar esta.
——No.. está bien. —— Marco veía con mucha ilusión aquel presente, ese regalo destilaba inocencia pura, al igual que ese jovencito. —— Es perfecta, Ace.
Ace abrió sus ojos en gran medida por aquel gesto, no era el hombre más atractivo del mundo, pero...
La calma que transmitía su sonrisa era única.
——B-Bueno, debo irme —— Pronuncio el jovencito, atropellando sus palabras —— Mi madre debe estar preocupada por mí, y quizás mi hermano despierte pronto. Tal vez no tengamos permitido conocernos, pero créame que le hablare a Luffy sobre el hombre que salvo su vida. ¡Hasta pronto señor New——!
——Marco, solo Marco. —— Le corrigió el mayor con una sonrisa.
Ace le sonrió una última vez antes de marcharse. Y fue solo hasta entonces, con la puerta ya cerrada, que Marco recordó la existencia de Zoro cuando la puerta del baño fue tirada con violencia.
——¡Oye, ten cuidado! No queremos que esas locas regresen hasta——
Pero al ver como Zoro emergio con el rostro nublado, guardo silencio.
——¿Qué pasa contigo?
——Me voy. Avísame cuando te den de alta —— Aclaro, con voz gélida. Y antes de que Marco pudiera replicar, ya había desaparecido por el pasillo.
Zoro caminaba sin mirar atrás, como si huyera de un incendio. Pero el fuego no estaba en el hospital, sino en su mente. Y ardía con un solo nombre.
Trafalgar Law.
¿Cómo era posible que ese imbécil siguiera trabajando allí?
Cuando Zoro lo conoció, Law solo era otro estudiante más de Cambridge, al igual que él. Nada que ver con la eminencia medica en la que termino convertido con el pasar de los años, o al menos eso había leído.
Y sin embargo, desde aquel primer encuentro, supo que lo odiaría. No por lo que era, sino por lo que siempre intento ser: alguien que jamás tendría derecho a ocupar el lugar que Zoro había perdido a su lado.
Jamás.
***
Estaba comprobado científicamente, y, para Ichiji, empíricamente, que uno de los temores más hondos del ser humano, junto con la muerte y la pérdida de autonomía, era el fracaso. Si tomaba en cuenta aquellos factores, bien podía decir que había batido un récord: los había reunido todos, uno por uno, en su turbulenta existencia.
——¡Ya te dije que fue una emergencia!... ¡Sí, sí, mañana abriré la tienda! ¡No! ¡No puedo quedarme hasta tan tarde, mi hermana sigue en el hospital!... ¡Claro! Porque yo tengo una bola de cristal y sé cuándo Reiju va a tener otra recaída, ¿No?... ¿Sabes qué? Puedes irte directamente al ca... ——la interrupción fue abrupta, brutal——. No puede ser... ¡Ese malnacido colgó!
——Niji ——intervino Ichiji, aún con la voz densa por la rabia que flotaba en el aire——, estoy seguro de que Jango no es precisamente el jefe del año, pero por lo que más quieras, no pierdas tu trabajo por un mero arranque de furia. Ya tenemos suficiente con todo lo demas.
Niji le había contado, camino al hospital, sobre el breve y tenso encuentro con la asistente social el día de la cirugía de Yonji. Y lo último que necesitaban, era añadir a su ya vasta colección de desgracias un conflicto por la tenencia de Reiju.
——¡Es fácil para ti decirlo! Tú tienes un trabajo decente —— Le escupió el peliazul sin disimular el rencor.
«Trabajo decente... claro. Si tan solo supieras.» Adjudico el pelirrojo en sus adentros.
Antes de cruzar las puertas del hospital, los hermanos se detuvieron unos segundos. El mismo edificio blanco. El mismo olor estéril. Un año atrás, lo vieron por primera vez. Entonces era solo un resfriado... Y ahora Reiju había atravesado una metamorfosis de la que ya no había retorno posible.
Ichiji estaba por dar el primer paso cuando sintió la mano de Niji aferrarse, ligera pero firme, a su hombro.
——Ichi... Sé que no es el momento ideal, pero necesito que seas honesto conmigo. Ya que si no lo haces, no podré ayudarte, y mucho menos defenderte de las preguntas que, tarde o temprano, Sanji ——y si Yonji despierta algún día —— te van a lanzar. ——Los ojos de Niji se afilaron, reflejando la tensión como cuchillas contra los pozos cristalinos de su hermano ——. Ese dinero... Dime ¿De dónde lo sacaste?
Ahí estaba. La prueba viviente de que los estudios científicos eran un fraude. Porque existía algo peor que la muerte. Al menos para él.
La vergüenza.
Nunca le contaría a nadie lo que había pasado entre Katakuri y él. Y no tenia nada que ver con la amenaza implícita del ingles. Lo que ocurrió esa noche, lo que negoció, las condiciones... serían un secreto que Ichiji Louis Vinsmoke se llevaría consigo, incluso más allá de la tumba.
——Ya te lo dije: la firma financió todo.
——¡No me veas la cara de estúpido! ¿Pretendes que crea que una firma como esa te forró en dinero de la noche a la mañana?
——¿Y de qué sirve que me lo preguntes si ya no tiene importancia? ——Musitó entre dientes, derrotado. Tal vez lo que más le dolía no era lo que tuvo que hacer...
Sino que ese sacrificio no hubiese servido para nada.
——Entonces, ¿qué se supone que haremos ahora?
——¡No lo sé! ¿¡Quieres que te diga eso!? ¡¡No tengo ni puta idea, Niji!! ——¿Por qué, carajo, todo tenía que depender siempre de él? ——. ¡Ahora lo único que ronda por mi cabeza es cómo le voy a explicar a Reiju que solo le quedan semanas de–!
No alcanzó a terminar. El puño de Niji impactó directo en su mejilla, haciéndolo trastabillar hacia el frío y áspero pavimento.
——Eres un desgraciado ——escupió el peliazul, temblando de rabia ——. ¡Olvidas que Reiju es solo una niña! ¿Cómo puedes siquiera pensar en decirle que va a morir tan a la ligera? Nunca me habías dado tanto asco.
Ichiji no supo si dolía más el golpe o aquellas palabras. Quedó ahí, quieto, mientras Niji se alejaba sin volver la vista atrás. El eco de sus pasos era un veredicto.
Y aun así, una parte de él se sintió extrañamente aliviada.
Niji había salido del círculo. Finalmente había escapado de aquella espiral de autodestrucción en la que todos habían estado atrapados. Pero, ¿y él?
¿Acaso aun quedaba algo dentro de aquel cascaron vacio que era su cuerpo?
A ciencia cierta, no tenía una respuesta, pero...
No podía permitirse caer. No otra vez. Todo lo que había hecho no podía ser en vano. Siempre había logrado levantarse, incluso después de las peores caídas.
Pensó en Sora. En como ni siquiera tuvo tiempo de llorarla como debía. Tenía que estar ahí para sus hermanos. Para Reiju, que apenas abría los ojos a un mundo que ya la estaba rodeando de espinas.
Pensó en Judge. En cómo los echó como si fuesen animales. En cómo les advirtió que no volvieran jamás. Pensó en el viaje, en la incertidumbre, en los hostales húmedos y las maletas ajenas. Pensó en todo lo que hizo para que tuvieran un hogar, para llegar hasta Inglaterra... y ponerlos a salvo.
Y ahora...
¿Cómo se camina cuando la niebla es tan espesa que no puedes ver ni tus propios pies?
Divisó a Niji hablando con una enfermera. Corrió hasta él justo cuando estaba por entrar al ascensor. El peliazul no lo miró. Y él no insistió. ¿Qué podía decirle?
El trayecto transcurrió en silencio. No era oncología. Ni UCI. No, no estaban yendo hacia Reiju.
——Oye, Ni... ¿Qué estás haciendo? Reiju no...
——Cállate y sígueme ——ordenó el peliazul sin mirarlo siquiera——. Sanji ya está allí. Nos está esperando.
La voz era apenas un murmullo. Pero bastó.
——¡Ni...!
——Ichiji ——gruñó el segundo Vinsmoke sin girarse——, si vuelvo a escuchar tu jodida voz, te juro que te rompo el cuello.
El pelirrojo lo siguió sin rechistar. Se topó de lleno con su espalda cuando Niji se detuvo de golpe, frente a una puerta. Ni siquiera tocó. Entró.
——¡Oye, Ni...! —— ¡Maldita sea! ¡Por mas molesto que estuviera tenia que escucharlo!
——¡Ya era hora, señoritas!
La voz lo atravesó como un relámpago.
Sus pupilas azules buscaron al dueño con desesperación, temiendo que fuera una alucinación más. Pero allí estaba. Sentado sobre una camilla de hospital, con una de esas sonrisas torpes que intentaban ——sin éxito—— ser galantes.
Entonces, Ichiji supo que no todo estaba perdido.
No del todo.
Todavía quedaba algo.
Todavía tenía sentido.
***
——Creía haber sido clara Doffy. Te dije que no te metieras en esto. —— Violet piso con fuerza el acelerador de su Mercedes AMG-GT, ante la discusión conyugal que estaba teniendo con su esposo a través del altavoz del auto de lujo. —— Esto no debe ser de conocimiento público ¡No quiero tener a la presa detrás de mi hermana!
«——Mi querida Violet, no sé si eres consciente de la magnitud de este acontecimiento, pero sin duda, esto merece ocupar todas las portadas de los periódicos en Inglaterra.
Claro que lo entienda, ¡Doflamingo era el sinónimo de la opulencia en su máxima expresión!
——¡Con la cena de hoy es más que suficiente! ——Le exclamo fastidiada —— ¡No quiero que te inmiscuyas en nada más! ¿Entendido?
«——Amada mía ¿Me puedes explicar porque tienes ese humor? En la mañana saliste como un rayo al encuentro de Smoothie, y ahora cualquiera que te escuchara, pensaría que estuviste batallando contra una hidra —— Hizo una pausa para soltar su hipnotizante risa —— o quizás ese fue el caso Fufufu...
——Te veo esta noche, Doffy. —— Ni siquiera le dieron ganas de responderle.
Doflamingo era de los pocos hombres que lograba sacarla de quicio.
Aunque Violet siempre le reconocería algo, era un maestro para leer a las personas y su comportamiento. Había aprendido mucho de él y aunque Doflamingo tuviera miles de defectos, esa atracción y carisma natural fácilmente podían compensar la balanza a su favor.
Pero se equivocaba en algo. Smoothie no era una hidra, no, claro que no. Era la mismísima Medusa en persona, ya que si esos afilados y absorbentes ojos te agarraban desprevenidos. Terminabas hecho piedra; congelado, sin palabras ni argumentos ante su vil y calculadora mirada.
Pero al menos había llegado a un par de conclusiones luego de la charla con su íntima amiga; primero, tenía que informarle de toda la situación a Katakuri. No podían permitir que Oven y Daifuku actuaran con tanta libertad. No tenía ni idea de lo que esas dos víboras le habrían susurrado a la albina, pero tampoco había que romperse mucho la cabeza para llegar la conclusión de que estaba íntimamente ligado con Kaido.
Estaba segura de que alguien había dejado abierta la jaula de esos dos. Lamentablemente, para la desgracia de aquella persona, ella conocía muy bien de quien se trataba...
Solo era cuestión de hacer unos cuantos movimientos desde la pantalla táctil de su flamante deportivo para que al tercer pitido se escuchara una irritada voz desde el otro lado de la línea.
«——Mas te vale que haya una buena razón para despertarme en plena madrugada... Violeta.
——Oh cariño, disculpa, pero teniendo en cuenta el cambio de horario en Nueva York, ya deben ser más de las cuatro de la mañana y si añadimos el tipo de estilo de vida que llevamos; dudo mucho que haya interrumpido tu estimado sueño.
«——¿Qué es lo que quieres?
Vaya, estaba de mal humor... que sorpresa.
Pero no era el único.
——Quiero que me expliques porque demonios permitiste que Oven y Daifuku pactaran un encuentro con Smoothie y aún peor ¿¡Porque nunca se te ocurrió mencionármelo!?
Por el silencio que prosiguió al otro lado de la línea, estaba segura de que lo había tomado por sorpresa.
«——..Escúchame bien, porque solo voy a repetir esto una vez. Si esos dos estúpidos hablan o no con la versión femenina de Katakuri, no es mi problema.
——¿¡Estas de coña!? —— Era inevitable para ella soltar maldiciones en español cuando en verdad llegaba a molestarse —— ¿Tienes idea de lo que podría pasar si esos dos–
«——Cuida ese tono conmigo, Violeta. —— Su advertencia fue simple pero efectiva —— y no, no soy idiota. Cuando esos dos me comentaron de la visita de Smoothie a América, no le vi el menor problema ¿Y sabes por qué? Porque las palabras de unas simples ratas valen menos que nada para cualquier persona con dos dedos de frente, y estoy seguro de que Smoothie es igual o incluso más perceptiva que Katakuri con respecto a eso. Además, ¿No crees que hubiera sido aún más extraño que Oven y Daifuku no se encontrasen con su hermana, teniendo la oportunidad de hacerlo?
——Eres un.. —— Nunca le agrado ese aire de superioridad que siempre mostraba, pero al menos sus fundamentos eran validos——¡Bien! pero eso no explica porque no me mantuviste al tanto de esa reunión.
La cínica risa que soltó del otro lado de la línea la hizo levantar los ojos. «——Porque te conozco ——Era increíble como un hombre podía tener ese nivel de autoconfianza. —— Y sé que cuando estas molesta, te dejas llevar por ese órgano que está en tu tórax, más que por el que está en tu cabeza. Lo que te recuerdo es un defecto fatal para las personas como nosotros.
Aunque odiase admitirlo, él estaba en lo cierto, si ella hubiera estado al corriente de todo habría preparado una estrategia mucho más invasiva y Smoothie se hubiera dado cuenta de que algo no andaba bien.
——...¿Entonces qué?
«——Sigue cumpliendo con tu labor, Violet, yo haré lo mismo desde aquí y de esa forma mantendremos a todas las bestias bajo control en sus jaulas.
Era más fácil decirlo que hacerlo, pero con el pasar de los años había logrado entender a la perfección como se desenvolvía el juego. Desgraciadamente, ellos solo eran los alfiles y como tal, aunque sus movimientos fuesen de gran escala, hasta cierto punto, eran limitados. No podían competir en igualdad de condiciones contra el rey o la reina. Una cosa era manejar a los jefes de departamento, los Senior Parthers y hasta incluso a algunos de los COO de la firma, pero otro caso muy apartado eran King y Queen.
¿Y Katakuri? Bueno, a él podría considerarlo como el dueño del tablero.
«——Apropósito, tengo entendido que la arpía está en Inglaterra ¡Buena suerte con eso!
——¡Agh! Ni me lo menciones, tuve la desgracia de encontrarme con ella hace dos noches y sigue igual de insoportable que siempre. No puedo creer que Katakuri mantenga cerca de él a alguien tan desesperante, molesta y arrogante como esa——
«——No seas hipócrita Vi. Tu eres igual.
——¿Disculpa? —— La indignación que sintió al ser comparada de tal forma fue incalculable.
«——Tranquilízate ¿Quieres? Yo estoy de tu lado, pero no negare que esa mujer es tan capaz como tú, y entiendo perfectamente porque Katakuri la tiene tan cerca.
——...Eres un asco.
«——Gracias.. y aprovechare el motivo de tu llamada para adelantarte que pronto haré una corta visita a Londres.
——¿¡Qué tu qué!? —— Recibió esa noticia como un golpe certero. Tuvo que pisar el freno muy toscamente para evitar chocar con el auto de adelante.
«——Pronto nos volveremos a ver, Violet. Que tengas un buen día.
——Espera, ¡Lucci!——
Pero era demasiado tarde, la llamada había sido cancelada.
¿Qué.. Que estaba pasando? ¿Por qué precisamente él vendría a Inglaterra? Solo había una persona que podía autorizar ese viaje, pero no tenía el más mínimo sentido.
¿¡Por qué Katakuri habría de necesitar explícitamente la presencia de Rob Lucci en Londres!?
***
A medida que Ichiji hablaba, con esa voz suya que no se rompía nunca, ni siquiera ahora, Yonji sintió que algo dentro de él se descosía. Era como si cada palabra le fuera arrancando una costilla, como si el peso de la verdad le cayera directo en los huesos. No podía respirar. El aire era denso, hostil, y su cuerpo, aún débil por la operación, no alcanzaba a sostener la magnitud del derrumbe que se avecinaba.
Nombres, cifras, decisiones, sacrificios. Un completo desconocido negociando su libertad como si fuera una pieza remplazable. Su hermana... Reiju... como una ofrenda. La imagen de ella, frágil y dormida, tendida en una cama que no era suya, invadió su mente con la violencia de una pesadilla. Sintió que se asfixiaba. Que su cuerpo no le pertenecía. Que estaba mirando su vida desde afuera.
Pero no fue el chantaje, ni el dinero, ni siquiera la prisión lo que lo destruyó.
Fue preguntar por ella.
Fue ver cómo lo miraban. Cómo lo callaban. Cómo evitaban responderle.
Y entonces lo entendió.
Hubiera preferido morir en aquella cirugía a haber sido el causante del paro cardiaco de Reiju.
Nadie dijo nada. El silencio fue brutal. Peor que la mas fuerte de las palizas que tuvo en ese matadero. Más cruel que cualquier verdad.
——No... no podría haber hecho eso... ——susurró Yonji, apenas audiblemente, como si la garganta se le hubiera tapado con tierra. Como si le hablara al fantasma de sí mismo.
Y entonces se rompió.
Se llevó las manos al rostro, como un niño que no quiere ver, que no quiere estar ahí. Pero las lágrimas no lo perdonaron. No salieron tímidas, sino con furia. Le empaparon la cara, le rompieron los labios, le sacudieron los hombros. Era un llanto animal. Crudo. Como si todo lo que había contenido durante años, todas las emociones que se había prohibido sentir, lo estuvieran devorando por dentro.
——¡Yonji, basta! —— Niji trató de sacudirlo, de arrancarlo de ese espiral. Pero no dejaba de mirar ese cielo miserable de Londres, gris, sórdido, como si se burlara de todos——. ¡Deja de llorar, joder!
——¡Soy un monstruo! ——gritó entonces, con un aullido que desgarró la habitación. El rostro empapado, los ojos inyectados, la voz hecha de culpa y fuego—. ¿¡Cómo pude hacerle eso a Reiju!? ¡Yo... yo la amo! ¡Es mi hermana, carajo! ¡Mi hermana!
——¡Carajo, cierra la puta boca! —— Niji lo tomó por los hombros——. ¡Si la hubieras matado, entonces tendríamos un problema! Pero no lo hiciste. ¡Está viva! ¡Te equivocaste! ¡Punto! ¡Supéralo!
——¡Niji! ——Sanji intervino por primera vez con firmeza——. No lo estás ayudando.
—No se si no te has dado cuenta, Sanji, pero ¡No necesitamos ayuda, necesitamos soluciones! ——Niji escupió las palabras, pero el temblor de sus manos lo traicionó.
——¡Toda la mierda que hemos tragado en los últimos días, Yonji la ha tenido que digerir en solo minutos! No tienes que ser tan duro con él, imbecil.
Sanji poso una mano en el hombro de Yonji. Fue un gesto simple. Silencioso. Pero Yonji se aferró a ese contacto como si fuera un salvavidas. Como si ese pequeño acto lo anclara a la tierra que sentía que se le desmoronaba bajo los pies.
Apenas se encontró con el peliverde, la única reacción de Sanji fue correr y abrazarlo, como jamás lo había hecho en su vida, y a pesar de las claras preguntas de su hermano, no fue capaz de responderlas hasta que Niji junto con Ichiji llegaron.
——Ichiji ——murmuró entonces el menor de loz cuatrillizos, alzando los ojos rojos——. Dime que tienes un plan... Por favor. Dime que esto no es el final.
Pero Ichiji no respondió. El más fuerte de ellos, el imperturbable, tenía las manos cerradas con tanta fuerza sobre su propio brazo que la piel estaba enrojecida, marcada. La mandíbula tensa. La mirada perdida en un punto donde nadie más miraba.
El silencio fue una bofetada.
El pelirrojo no era capaz de admitir que ya no tenia idea de que mas hacer.
——Yo... ——Inesperadamente, fue Sanji quien alzo la voz, y su voz era la única cuerda que sostenía la escena——. Vi a Zeff hoy. Estuvo cuidando a Reiju.
——Lo que faltaba ——murmuró Ichiji, sin girarse. Niji maldijo entre dientes. Yonji bajó la cabeza otra vez, derrotado.
——Él hablo conmigo... ——continuó el rubio——. Y creo que tiene razón. Estamos siendo egoístas con Reiju. Todos.
——¿De qué mierda hablas, Sanji? —— Niji había usado un tono rasposo e hiriente cuando formulo su pregunta.
——Sabes perfectamente de lo que hablo Niji... ¿Quién la necesita más viva? ¿Ella o nosotros?
Y de pronto, la sala pareció encogerse. Como si esas palabras fueran demasiado grandes para caber ahí dentro.
Transcurrieron unos cuantos minutos sumidos en el más profundo mutismo hasta que Yonji desencajo su mirada, viendo horrorizado a Sanji —— ¿¡No estarás sugiriendo que..!?
——¡Sanji! Mas te vale que todas las estupideces que están saliendo de tu boca sean producto de la pérdida de sangre que tuviste a manos de Yonji, porque de lo contrario...——
——¡Ella no merece esto, Niji! Si es que así es como va a terminar... al menos debemos darle un final feliz.
—¡Ojalá tú y ella pudieran cambiar lugares! Te juro que no movería ni un maldito dedo para intentar salvarte, hijo de puta ¡Es más! Te vería morir mientras como palomitas de maíz —— Ahora Niji estaba completamente seguro de que Sanji había perdido la cabeza.
Su mente era incapaz de aceptar una derrota, no, eso jamás.
No estaba dispuesto a dejar ir a Reiju, no, eso nunca.
A fin de cuentas, no todo estaba perdido. Finalmente contaban con el alcance económico suficiente. Solo necesitaban encontrar un donante. Podrían buscar alternativas en otros países hasta hallarlo. Había leído sobre muchos estudios en Suiza y Dinamarca, tenían muy buenas estadísticas contra la leucemia linfática en adultos. ¡Quizás en niños el efecto pudiera ser incluyo mayor!
Sanji ni siquiera tomo enserio las ácidas palabras del peliazul, porque sabía que era la frustración de Niji la que estaba hablando, pero no podían seguir ignorando una realidad que tocaba cada vez más fuerte a su puerta y por más que ellos no quisieran abrirle la puerta...
Esta entraría de entrar de todas formas.
——¿Ustedes creen que ella quiere esto? —— Pero el rubio no estaba dispuesto a rendirse, y esta vez vio al resto de sus hermanos.
Ichiji estaba seguro de que ya estaba empezando a rasgarse las capas de la piel a medida que escuchaba al rubio.
——¿Estar atada a una cama, entre tubos, entre máquinas, sin poder correr, sin poder respirar aire puro? ¿Tú crees que eso es vida, Niji? Yo la conozco. Reiju soñaba con salir de aquí. Con ir a clases. Con bailar. ¡Con tener una vida, joder!
——¡Estás delirando! ——Niji se llevó las manos a la cabeza——. ¡Eso no lo vamos a permitir!
——Dímelo tú ——Sanji se giró hacia Yonji——. ¿Tú quieres que viva así? ¿Con la conciencia dormida, con la vida a medias, mientras nosotros esperamos un milagro que no llega?
Yonji tragó saliva. Le ardía el pecho. Le sangraba el alma. Quería gritar que no. Que prefería verla viva de cualquier forma. Pero no podía mentirse. No más.
——Yo... Yo no... ——susurró. Yonji no tenía idea de que decir.
——¡Aún podemos buscar más opciones! ——explotó el segundo de los cuatrillizos—— ¡No podemos simplemente dejarla morir!
——¡Niji! ——rugió Sanji——. ¡Acepta que ya lo hicimos todo! ¡Todo! Y ni eso fue suficiente.
——¡Eso no interesa! Podemos hacer tiempo, solo tenemos qu——
——...Niji. ——Fue solo hasta ese momento que Ichiji se atrevió a retomar la palabra ——Ya fue suficiente.
El peliazul dirigió su mirada hacia el pelirrojo, esperando que su hermano, que su cómplice en el crimen se solidarizada con su causa, y de paso lo ayudara a lanzar a Sanji de la ventana del hospital.
Sin embargo, solo reparo en los dedos de Ichiji, los cuales reposaban sobre su hombro y se encontraban completamente cubiertos por una tonalidad rojiza que sobresalía de su camisa.
——Ya fue... Suficiente.
Porque a veces, lo mas duro no era seguir luchando, sino, saber cuando retirarse con valentia, con honor...
***
——¿No puedo creerlo? ¿Él te dijo eso?
Robin había contenido la respiración apenas Law le relató los detalles del encuentro con Ichiji, pero ahora el aire se le escapaba en pequeños sorbos incrédulos. Sus ojos, marcados por la fatiga, brillaban con ese resplandor entre indignación y compasión que solo los médicos de guardia conocen bien: la mezcla de la rabia moral con la impotencia.
Ambos estaban allí, sentados en esa diminuta sala de descanso cuya luz amarillenta apenas alcanzaba a borrar las ojeras que se habían instalado bajo sus párpados hacía semanas. La noche se había tragado las últimas horas con una violencia brutal. Y ahora, en el silencio pesado del hospital, el mundo parecía colapsar en pequeñas frases.
——Robin, dejémoslo ahí, ¿Si? ——murmuró Law, su voz quebrada por dentro aunque se mantuviera firme por fuera. Su perfil se recortaba con elegancia cansada, como si la entereza fuera una camisa que ya le quedaba demasiado grande.
——No trates de engañarme, Law. ——La mujer se irguió, lo miró con ternura pero con firmeza, con esa firmeza de quien ha visto a muchos hombres romperse y sabe cuándo uno está a punto de hacerlo——. Estás tan herido como ellos... con todo esto. Con Reiju...
Él giró la cara, como si la ventana que daba a un cielo muerto le ofreciera consuelo. No dijo nada. Pero entonces, Robin bajó la voz, como si el peso de los recuerdos no se pudiera nombrar a volumen alto.
——Todo esto... te hizo recordarlo, ¿no?
Y entonces ocurrió. El cuerpo de Law se congeló por un segundo, como si alguien le hubiera helado la sangre en las venas. Sus ojos se abrieron con una mezcla de sorpresa y temor. La quijada le tembló apenas. Fue un momento corto, casi imperceptible, pero Robin lo vio. Lo sintió. El pasado acababa de regresar.
——¿A ti no...? ——susurró él, con la voz desgarrada, como si acabara de pronunciar un nombre prohibido.
Robin lo miró, y por un instante, su rostro dejó de ser el de una mujer adulta y fuerte. Su sonrisa se hizo delgada, temblorosa, llena de melancolía.
——No hay día que no piensen en él, Law...
No hacía falta decir su nombre. No hacía falta nombrar al pequeño que había cambiado sus vidas. El niño con los ojos de ella y el corazón de él, que corría por los pasillos del hospital hacía unos años, siempre con una bata blanca de juguete y un estetoscopio de mentira, jurando que un día curaría lo que nadie más podía.
El mismo niño que ya no estaba.
El silencio cayó entre ambos como una sábana húmeda. Los segundos pasaban con una lentitud atroz. Hasta que Robin habló de nuevo, intentando aligerar la atmósfera, aunque solo un poco:
——¿Ya viste a Mar...? Digo, al paciente Newgate. ——La corrección fue torpe. El tono, culposo.
Law suspiró. No respondió. No hacía falta. Robin ya sabía que no había ido. Él había ignorado el aviso, el nombre del paciente brillando en su beeper, como una advertencia. No podía con más. No hoy.
No después de lo que Ichiji le había dicho.
Ichiji.
Ese maldito.
«Siempre fuiste un parásito, Trafalgar. Metiéndote donde no te llaman, como si fueras uno de sus hermanos. No lo eres. Nunca lo fuiste.»
Law había aceptado dicha realidad sin parpadear, pero ahora le ardía por dentro como ácido.
El zumbido de su celular lo sacó de sus pensamientos. "Corazón" decía la pantalla. Resopló.
Realmente no tenia las ganas, ni el deseo, de hablar con nadie, ni siquiera con él...
——Te he dicho mil veces que no me llames mientras estoy trabajando...
«——¡Ay, Law, hijo! ¡Pero si no me contestaste ninguno de los mensajes!
——Y mucho menos ahora. Voy a colgar.
«——¡Espera! ¡Espera! ¡Dios! ¿Por qué siempre has tenido que ser tan cortante? ¡Yo lo hice todo bien! ¡Fui un padre muy guay! ¿Recuerdas cuando...?
——¿Qué quieres, Corazón?
Robin soltó una risita en voz baja. Law rodó los ojos. Rosinante seguía siendo el mismo: teatral, cálido, irremediablemente optimista.
«——¡Recordarte la cena que tenemos para esta noche! Hablo enserio jovencito, la familia siempre es primero. Además, te prometo que esto no tiene nada que ver con ninguna pasarela, se trata de Rebe——
——Pues lamento decepcionarte, pero he tenido un día muy difícil y no parece que vaya a mejorar, así que tendré que declinar de tu invitación. Además, va a ser en su casa y prefiero mil veces introducir mis manos a una trituradora industrial a compartir el mismo oxigeno con el odioso de tu hermano.
A pesar de que sintió a Cora alejarse de la línea, pudo escuchar la fuerte corriente de aire que salieron de los pulmones «—— Es tu tío, y por si lo olvidaste te recuerdo que también es mi casa; así como la tuya.
——Y yo te recuerdo que no vivo allí desde hace varios años. —— Mas específicamente desde que se fue a Maryland para estudiar en Johns Hopkins. Un hecho que hasta ahora Corazón no era capaz de superar..
«——Por favor Law.. Hazlo por tu viejo y débil padre.
¿Viejo y débil? Pero si Cora estaba en mejor estado físico que él.
——No te prome——
«——¡Entonces le diré a Babyfive que añada otra silla a la mesa! Te estaré esperando hijo y recuerda esto siempre, ¡Te quie——
Colgó antes de escuchar esas últimas palabras.
——Fufufufu... Rosinante es un padre adorable ——murmuró Robin, con los ojos brillantes.
Solo había podido tratar con el padre de Law un par de veces, pero fueron más que suficientes para considerarlo como una persona maravillosa. Era imposible no encariñarse con él.
——Lo es... quizás demasiado. Pero al menos——
No terminó de hablar cuando tocaron la puerta.
——Adelante ——Dijo Law, seco.
Al ver a la condenada de Tsuru, Law tuvo que contener una maldición. El silencio que dejó en la habitación fue como una tromba. La vieja enfermera saludó apenas con un gesto y se acercó a él con paso firme, dejando un fajo de papeles sobre la mesa.
——¿Qué se supone que es esto? —— Renego el afamado oncólogo.
——Simple papeleo, Doctor Trafalgar ——anunció la octogenaria mujer.
Ni una palabra más. Salió. Law la fulminó con la mirada, pero no tocó los papeles. No quería saber nada relacionado con la medicina. Al menos no por ahora.
Hasta que Robin los leyó. Y su respiración se rompió.
——Law... es sobre Reiju.
Él giró la cabeza. Vio su expresión. El temblor de sus manos. Y supo que algo iba mal.
Una orden.
Una sentencia.
——N-No... Esto no... ¿Cómo pueden...? —— Balbuceó Law, sin aire.
***
Ni siquiera tuvo que abrir los ojos para saberlo: el aroma punzante del desinfectante le confirmó que se encontraba en el hospital. Otra vez. ¿Había tenido otra recaída? ¿Cuántas iban en el mes? ¿Cuatro? ¿Cinco? Ya no estaba segura.
Era extraño —y cruel, pensó— cómo su pequeño y frágil cuerpo podía seguir resistiendo aun cuando su alma se sentía cada vez más exhausta. Respirar le costaba. Dormir era un acto interrumpido por la punzada de mil agujas imaginarias. Incluso digerir, una función que debería ser simple y automática, se había transformado en una tarea pesada, casi heroica.
A veces se preguntaba, en medio del insomnio medicado, cómo se combatía al cáncer. O mejor dicho, ¿Cómo se sobrevivía a él? Porque cada sesión, cada pastilla, cada examen, le había enseñado que no existía fórmula ni garantía. Podías seguir todos los tratamientos, creer en las estadísticas, y aun así perder la batalla.
Recordó entonces a Apis. La conoció el primer día que puso pie en el ala de oncología pediátrica. Le habló con voz clara y firme de su melanoma, de cómo había desaparecido durante cuatro años para luego volver con furia, alojándose en los pulmones como un huésped cruel. Pero Apis sonreía. Siempre. Le había dicho con los ojos brillantes que, si ya había vencido al cáncer una vez, lo haría de nuevo.
Durante las sesiones de radio, en las terapias conjuntas con el doctor Trafalgar, Apis era luz. Su fuerza era contagiosa. Sin darse cuenta, Reiju, y todos los demás niños, se aferraban a su esperanza como a una cuerda que los mantenía a flote. Hasta que un día, simplemente, desapareció.
No volvió a verla en los pasillos. Ni en las salas de espera, ni en las frías butacas de quimio. Reiju quiso creer que había sanado, que la vida le había devuelto la libertad. Se alegró sinceramente por ella, aunque lamentó no haber podido despedirse.
Tuvieron que pasar varios meses, y muchas miradas evasivas del personal médico, para que entendiera lo que en el fondo ya sabía: Apis había muerto. Apenas tres meses después de su recaída.
¿Acaso ese sería también su destino?
No.
No podía morir.
Ichiji, Niji, Sanji y Yonji... sus hermanos habían dado todo por ella.
Estaba agotada, sí, pero no podía permitir que su muerte fuese el precio.
No podía abandonarlos. No después de todo lo que habían luchado por ella.
Pensó entonces en Ichiji, revisando cuentas hasta entrada la madrugada, con el ceño fruncido por la preocupación. En Sanji, que se desvivía trabajando cada día, robándole horas al sueño. En Niji, que había detenido su vida entera solo para cuidar de ella. En Yonji, que salía cada noche y volvía con los ojos hinchados, el rostro marcado, como si la oscuridad misma le diera puñetazos.
Sabía que lo hacían por amor. El doctor Trafalgar solía decirle que no había sacrificio que no naciera de la convicción. Pero aún así, no podía evitar sentirse como una carga. Como un ancla oxidada que arrastraba a su familia hacia un mar oscuro y sin fondo.
¿Por qué a ella? ¿Por qué su cuerpo? ¿Por qué ese castigo sin causa?
Incluso llorar se había vuelto agotador. Pero inevitable.
Y fue entonces cuando lo sintió.
El roce de una mano.
Tibia, ligera, casi etérea.
Secando sus lágrimas con una dulzura que no recordaba haber sentido jamás.
——Mi pequeña princesa... no tienes por qué llorar. Pronto, todo va a mejorar, confía en mí. No estas sola.
La voz era desconocida, pero al mismo tiempo... profundamente familiar. Sus párpados se abrieron con lentitud. Y por un instante, juraría que la mujer más hermosa del mundo se encontraba frente a ella. No era humana. Era un ángel. Tenía cabellos que caían como cascadas doradas, un vestido azul cuyas telas parecían flotar por sí solas, y alas... alas doradas que brillaban como el amanecer.
¿Acaso estaba soñando?
Pero mientras su visión se acomodaba, el dorado fue tornándose escarlata poco a poco, hasta que sus ojos se esclarecieron al notar una mirada ya muy familiar para ella.
——I-Ichi... ——El sollozo le quebró la voz al ver a su hermano mayor inclinado junto a su cama, apoyado en el barandal, observándola con esa sonrisa que ella siempre había relacionado con el calor del hogar. Su mano, grande y firme, rozó con ternura su mejilla y se llevó con ella el rastro salado de sus lágrimas. Pero no estaba solo.
——Niji... Sanji... ¿Ustedes también...?
No estás sola, recordó de pronto. La frase había surgido como un susurro entre sueños, dicha por aquel ángel cuya imagen se le escurría cada vez que intentaba recordarla.
——Hola princesa, ¿Cómo te sientes? ——Le pregunto Sanji con esa calidez que siempre lo envolvía, con esa magia suya que parecía conjurada solo para hacerla sonreír, aún en medio del dolor.
Reiju abrió los labios, ansiosa por contar lo que había visto, por narrar lo que acababa de vivir. Pero entonces cruzó la mirada con Niji... y se detuvo. Había en los ojos de su hermano una bruma espesa, una ausencia inquietante.
——Ni... ¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal? ¿¡Y qué pasó con tu brazo!? ——inquirió alarmada, sus ojos fijos en el vendaje que ceñía su mano izquierda.
Pero Niji le respondió con una sonrisa tenue, melancólica, apenas un eco del espíritu efervescente que solía ser. Nunca lo había visto tan vulnerable. ¿Era su culpa? No, no podía serlo.
¡Ella quería de vuelta al Niji que hacía de la burla un arte!
——No es nada, mocosa ——le restó importancia, sosteniendo su brazo como si al hacerlo pudiera disminuir su dolor——. Me alegra que estés bien.
Aquellas palabras, tan sencillas, obraron en ella un alivio inesperado. Y le sonrió. Una sonrisa apacible, íntima. Ichiji, que había esperado con prudencia a que los dos hermanos terminaran su breve conversación, se incorporó para intervenir.
——Reiju, Dime ¿Cómo te sientes? ——preguntó con genuina inquietud, sabiendo que su respuesta definiría el ánimo de todos.
La pequeña bajó la mirada, sus ojos detenidos en sus manos, cubiertas de agujas y vías intravenosas. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al ver cuántos antibióticos debía tener en circulación. Esta vez, comprendió, su recaída había sido seria.
——Yo... ——empezó, con voz temblorosa, vencida por el miedo que su cuerpo le provocaba. A veces, el simple hecho de habitarlo resultaba aterrador. Pero al alzar la vista y encontrarse con sus hermanos ——sus pilares—— a su alrededor, esa oscuridad se desvaneció. Sintió el calor, la fuerza, la protección. Como si todos esos hilos, cables y tubos se disolvieran bajo la certeza de que no estaba sola.
——No podría estar mejor ahora.
——Reiju... ——dijo Niji con voz queda, queriendo añadir algo, pero fue interrumpido por unos toques en la puerta, suaves al principio, y luego una voz tímida que pedía permiso para entrar.
Ella giró el rostro y sus ojos se agrandaron al ver a Yonji en el umbral, sentado en una silla de ruedas. Respiraba con dificultad, y había en su expresión una mezcla de ansiedad y temor, como si no se atreviera a cruzar ese umbral. Parecía diminuto, a pesar de su altura, se veía ridículamente frágil frente a la niña que apenas alcanzaba su cintura.
Se sentía como un completo cobarde. Ichiji le había pedido esperar afuera, dejar que los demás hablaran con Reiju primero. Pero la impaciencia lo devoró. No podía más. Tenía que verla. Tenía que pedir perdón.
——Ho-Hola, Reiju... ——murmuró, y la vergüenza lo azotó de inmediato. ¿Eso era lo mejor que podía decir? ¿En serio?
——Yo... yo quería...
——...Yonji. ——El nombre se le escapó como un aliento retenido——. ¡Yonji! ¡Estás bien!
La emoción la sobrepasó. Saltó de la camilla con torpeza, empujando sin querer a Ichiji. No le importaron las intravenosas ni el tambaleo de sus piernas. Sujetó el porta-sueros como si fuera un trofeo y se lanzó hacia él, tambaleante y determinada, guiada solo por el corazón.
Sus bracitos rodearon el cuello del peliverde con una fuerza desesperada. El contacto de sus manos, el calor de su respiración, las lágrimas que ahora brotaban sin pudor... Todo se conjugó en una escena que a Yonji le pareció irreal. Allí estaba ella. Viva. Con él. Después de todo lo que habían pasado.
Después de lo que él había hecho.
——L-Lo siento Reiju... Lo siento tanto...
——Y-Yonji, estás a salvo... ¡Qué alegría!
Para ella, todo aquello era apenas un mal sueño. Lo había sepultado. No quería recordar. Lo único que importaba era eso: estaban juntos.
Estaban completos.
Reiju se separó solo un poco, lo suficiente para mirarlo, mirar lo llorosos y arrepentidos que estaban los ojos del peliverde. Luego volvió la mirada a sus otros tres hermanos.
Y entonces habló en su lengua natal, como si pronunciara una plegaria:
——«Rogue, bleu, jaune, vert. Allons à la maison, s'il vous plaît.» (Rojo, azul, amarillo, verde. Volvamos a casa, por favor.)
El francés de Reiju flotó en el aire como un himno de esperanza en tiempos de guerra. Como una oda sencilla, hermosa, imposible de ignorar.
Y fue suficiente.
El silencio que siguió fue tan elocuente como sus palabras. Niji e Ichiji intercambiaron una mirada. No había más que añadir.
Sanji, en cambio, volvió en el tiempo. La recordó de bebé, confundiendo sus nombres idénticos, nombrándolos por el color de sus cabellos: rojo, azul, amarillo, verde. Así podía distinguirlos.
Eran tan perfecta.
Para Yonji, esas palabras eran otra cosa. Durante años no había sido capaz de mirarla sin pensar en la muerte de su madre. La evitaba, como si su sola presencia le recordara el dolor. Pero ahora... ahora quería escucharla reir cada mañana.
Ichiji, que siempre había cargado con el peso del deber, sintió por fin una punzada de culpa. Tal vez, si no los hubiera dejado solos... si hubiera estado allí... quizás nada de esto habría ocurrido. Pero era tarde para lamentos.
Estaban juntos.
Y eso era suficiente.
O al menos, lo era para tres de ellos.
Y aunque una parte diminuta y testaruda de él insistía en susurrarle que quizás estaban cometiendo un error, Niji tuvo que comprender, con esa resignación amarga de quien ama de verdad, que esto era lo mejor para Reiju. No importaba lo que él deseara. Ya no sabía hacia dónde apuntaba la brújula; la única certeza era que, para bien o para mal, estaban juntos en esto.
——Yon ——. Ichiji detestaba interrumpir ese momento, ese instante suspendido en la ternura de los dos, pero...
El peliverde le oyó sin mirar. Yonji lo comprendió con solo una mirada: «Solo unos minutos más», pedían los ojos del menor.
Una súplica muda.
Niji mantenía la vista fija en ellos. Su mirada se afilaba como una cuchilla contenida. Sanji, a su lado, cruzaba los brazos con una tensión visible, presionando apenas su puño derecho. Ese gesto, casi imperceptible, delataba su ansiedad: era lo que hacía cada vez que la necesidad de fumar lo poseía por completo, en vano.
Yonji avanzó con su silla de ruedas, arrastrándola apenas, con Reiju sentada sobre él. Cuando se acercó a los demás Vinsmoke, Ichiji la recibió con una naturalidad inesperada, como si la hubiese cargado desde siempre. La levantó con cuidado por debajo de los hombros y la sentó sobre sus piernas con una delicadeza casi ritual.
——«Vos souhaits sont des ordres, mademoiselle.» (Tus deseos son ordenes.) —— Le confirmo el pelirrojo con galantia y caballerosidad.
——«Merci, Ichiji.» (Gracias, Ichiji.) ——.
Era imposible no admirarla. Reiju era, en su fragilidad aparente, la criatura más fuerte que jamás hubiesen conocido. Había vivido tanto, sufrido tanto, y aun así, su mirada aún tenía el poder de calmar.
——Reiju, tenemos que hablar ——. Ichiji usó ese tono, firme, sin dramatismos——. ¿Recuerdas la promesa que te hice sobre ir a ver Ana Karenina?
——Sí, claro. ¿Por qué? ¿A-Acaso iremos? ——. Al no ver siquiera una chispa de burla en su rostro, el asombro dio paso a una alegría infantil, luminosa——. ¡No puede ser! ¿Es en serio, Ichi?
La literatura había sido un refugio silencioso para ella. En la reclusión de su enfermedad, los libros se convirtieron en ventanas. Tolstói, Gorki, Dostoievski... La crudeza rusa se le hizo entrañable. Pero Ana Karenina era otra cosa. Era su debilidad.
La noticia la entusiasmó tanto que no percibió la expresión de Niji. El peliazul apretaba los labios, furioso, y se giró hacia la ventana como si necesitara alejarse del aire mismo que compartían. Esa reacción, absurda en apariencia, solo escondía lo evidente: el resentimiento ante lo inevitable.
——Espera un segundo, Ichi ——. La voz de Reiju volvió, dudosa——. Hay algo que no entiendo... Pensé que el Drury Lane estrenaba la obra recién en seis meses.
...Seis meses...
Aquel número resonó en la mente de Sanji como una condena. No sabía qué sería de ellos entonces. No quería saberlo. Pero conocía lo suficiente como para saber que, en seis semanas, sí sabría.
——Permíteme explicarlo yo, Reiju ——. Sanji hablaba con una dulzura medida, fruto de años de contención aprendida con Sora. Sabía esconder las emociones mejor que nadie——. Ichiji será un excelente economista, pero es un pésimo comunicador.
——¡Y que lo digas! ——. Yonji soltó una sonrisa fingida, jugando su parte——. Yo ni fui a la universidad y me expreso mejor que él.
——...Estúpidos ——. Ichiji murmuró el insulto sin fuerza. No era ira, era una manera torpe de estar presente.
Sanji ignoró la pulla. Se inclinó ligeramente hacia Reiju y continuó.
——Tienes razón, en Londres la obra recién se estrenará el próximo año, pero... ——. Hizo una pausa, estratégica. Vio la curiosidad prenderse en los ojos de su hermana como un fósforo——. Ichiji nunca dijo que la veríamos en Drury Lane...
«Reiju merece más que un hospital.»
La voz del abuelo, lejana, pero nítida, le dio la convicción. Lo que ellos sintieran no importaba. Esto era por ella. Y solo por ella.
——Iremos al mismísimo Bolshói.
——¿¡Q-Qué!? ¿¡Iremos a Rusia!? ——. Su voz se quebró. Por un instante, creyó que se quedaría sin aire.
——Rei... ——. Sanji se adelantó para calmarla, pero ya era inútil.
——P-pero ¿Y sus trabajos? Y-y el abuelo... y el hospital... ¿Acaso...?
——Reiju ——. La voz de Ichiji la atravesó con serenidad.
No más hospitales. No más tratamientos. No más agujas. No más dolor.
Lo habían discutido largamente en la habitación de Yonji. Horas. Sanji, Yonji, incluso Ichiji habían llegado a la misma conclusión: esto era lo que Reiju deseaba. Pero Niji... Niji se había negado con una fiereza descomunal. Había gritado, insultado, llamado cobardes a todos. ¿Cómo podían rendirse así? ¿Tirar todo a la basura?
Y, sin embargo, Ichiji había reflexionado más que nadie. Si había una posibilidad, era someterla otra vez al dolor. A la incertidumbre. A la enfermedad que no perdonaba. No podía.
Si no conseguían otro donante, lo único que quedaba era regalarle algo que valiera por todo el tiempo perdido. Usar el dinero de Katakuri para eso, al menos, sería un acto de amor. El único.
——Nada de eso importa ya, Reiju. No tienes por qué seguir sufriendo. Esta será la última vez que estés en un hospital... Tu cáncer se queda aquí.
Reiju no pudo contenerse.
Las lágrimas, los sollozos, no eran de tristeza. Era alivio. Era libertad. Como si, por primera vez, las cadenas invisibles de su enfermedad se rompieran. Sus hermanos no dudaron en arroparla entre sus brazos, rojo, amarillo y verde se funcioeron en un mismo abrazo, uno que representaba el amor mas grande, y a la vez, el mayor de sus dolores.
Pero faltaba él.
Entonces lo vio.
Niji, aún vuelto hacia la ventana, con los hombros tensos, rígidos. Cuando se giró hacia ella, lo que Reiju vio no fue un hermano fuerte e iracundo, sino un ser humano. Por un instante fugaz, lo vio pasar la manga por los ojos.
¿Acaso Niji...? ¿Estaba llorando?
——¡Escúchame bien, mocosa! ——. Su voz sono como un latigazo.
——¡Niji! ¡No te atrevas a...! ——. Sanji iba a protestar, Yonji también, estaba a punto de amenazarlo con enterrarlo cinco metros bajo tierra.
Pero Niji los calló con una sola mirada.
——Reiju... ——. Lo que vino después fue lo más difícil que había hecho en su vida——. Más te vale que te guste la jodida Moscú, ¡Porque no pienso congelarme el trasero en ese maldito invierno ruso solo por la historia de una neurótica con problemas de autoestima! ¿Está claro?
Las palabras eran ásperas, sí. Pero Reiju las comprendía. Como solo alguien que ha amado a Niji podía hacerlo.
Le tendió la mano. Y Él, a regañadientes, la tomó.
——La historia va mucho más allá que Ana y Alekséi, pero está bien, Ni. ¡Estoy segura de que nos divertiremos mucho! ¡Te lo prometo!
***
Se habían quedado toda la tarde planificando los detalles del viaje.Ichiji, aunque lo disimulaba bien, no salía de su asombro. Hacía años que no veía a Reiju con una sonrisa tan ancha, tan auténtica, tan llena de vida que dolía solo de mirarla. Y no podía estar más feliz por eso.
A medida que las horas fueron cayendo una tras otra, como hojas secas al final del otoño, pidió que trasladaran a Yonji a la misma habitación de Reiju. Quería que estuvieran juntos, aunque fuese solo por una noche más. Que compartieran esa pequeña victoria efímera: estar vivos, estar unidos.
Niji y Sanji no tardaron en caer rendidos, víctimas inevitables del cansancio acumulado. Dormían como niños, ajenos por unas horas al dolor que los rodeaba. Y solo Ichiji permanecía despierto, sentado en aquel viejo sofá que chirriaba cada vez que se movía, contemplando a su familia con una ternura que se le escapaba por los ojos.
La escena era tan frágil como hermosa: Sanji abrazaba a Reiju con tal fuerza que parecía temer perderla incluso en sueños, y ella ——milagrosamente—— dormía tranquila entre sus brazos. Yonji roncaba con tal potencia que, de seguir así, no dudaría en ahogarlo con una almohada, y Niji, que en su esquina, se había apropiado del sofá más grande, arropado por las mantas que Cosette, siempre tan diligente, les había traído.
Quizás fue la oscuridad, o el leve resplandor plateado de la luna llena colándose por la ventana, o tal vez solo la certeza de que el tiempo les era adverso. Lo cierto es que Ichiji, en ese instante, pudo ver con claridad algo que había ignorado por tanto tiempo: que había vivido huyendo hacia el futuro, corriendo desesperado por un mañana que nunca llegaba, mientras su presente, su ahora, se le deshacía entre los dedos.
Y estaba cansado. Cansado de perseguir fantasmas, de acumular remordimientos, de fingir que el amor podía aplazarse indefinidamente.
Ya no más.
Estaba harto de cometer ese error.
Había dejado pasar mucho tiempo, y era hora de disfrutar del tiempo que les quedaba.
Del poco tiempo que les quedaba.
Y para eso, sabía bien lo que tenía que hacer... Mañana a primera hora estaría en la firma.
Con ese pensamiento claro en su mente, se dispuso a ir dormir, aunque fuese solo unas cuantas horas. Estaba convencido de que mañana sería un día muy largo y necesitaba descansar. A pesar de que ese incomodo y horrible sofá hiciera esa tarea casi imposible.
Estaba a punto de rendirse ante el agotamiento, cuando una sombra, al borde de su campo visual, lo sacó abruptamente de su paz. No necesitó girarse para saber de quién se trataba. Nadie más usaba un sombrero tan ridículo en un lugar como ese.
——¿Qué haces aquí?... Law.
No hubo acritud en su voz. Solo sorpresa. Tal vez, incluso, una pizca de gratitud muda. Aquel hombre había arriesgado su carrera por ellos y lo único que Ichiji le había ofrecido a cambio fue un lugar en el cual desfogar su odio hacia si mismo.
Y sin embargo, ahí estaba.
——No es por ti ——aclaró el galeno con frialdad quirúrgica.
—No lo dudo. Supongo que es por la solicitud de alta de Reiju, ¿No es así?
El silencio fue confirmación suficiente. Lo sabía. Era el único que la podía autorizar. El único que podía liberarla de aquel hospital que había sido prisión y refugio a la vez.
Law había leído el documento incontables veces, como si necesitara que el papel se retractara de lo que decía. Pero no. Era claro, brutal en su sencillez: los Vinsmoke ya no buscaban curas. Solo querían tiempo. Tiempo para vivir, para viajar, para reír aunque fuera por última vez.
Tiempo para morir con dignidad.
Su primera reacción había sido visceral, furiosa: quería llamar a servicios sociales, acusarlos de abandono, de cobardía. ¿Cómo podían rendirse así? ¿Después de todo lo que habían peleado?
Pero Robin, siempre Robin, lo había frenado de cometer lo que hubiera sido quizás, uno de las mayores injusticias de su carrera. Con su voz serena y su mirada implacable, la morena lo obligó a ver lo tanto ella como Sengoku habían notado hacía mucho, pero que él aún se negaba a aceptar.
Que Reiju había dejado de ser una paciente hacía mucho, ya que, hacía tiempo, esa pequeña se había vuelto mucho más que eso en su vida.
Por eso, cuando habló, su voz sonó más cansada que airada.
——Solo lo preguntaré una vez ——Dijo, dando unos pasos hacia Ichiji, clavando sus ojos en los del pelirrojo——. ¿Están seguros de que quieren hacer esto?
Ichiji no respondió con sarcasmo ni con altanería. Solo suspiró, largo, profundo, como si dejara salir años de culpa contenida, y luego esbozó una sonrisa rota, triste.
——Hoy... fue la primera vez que vi a Reiju verdaderamente feliz. No sé si fue por la promesa de dejar este lugar o por el sueño de conocer esa ciudad lejana de la que tanto ha leído. No lo sé, y en realidad no me importa. Solo quiero... que esa felicidad no se apague otra vez.
Law bajó la mirada, no habia nada mas que decir.
——Haré los procedimientos necesarios para que Reiju pueda salir de alta mañana. ——murmuró finalmente. Y sin añadir más, se dio la vuelta y se fue, dejándolo solo en la penumbra, como un susurro que se disuelve entre las paredes vacías.
Caminó por los pasillos en penumbra del hospital como si los recorriera en sueños. Conocia a la perfección cada grieta, cada rincón. Cuántos niños había visto correr por esos pasillos, riendo, creyéndose invencibles. ¿Y cuántos habían desaparecido, como estrellas fugaces que se apagan demasiado pronto?
Las palabras de Ichiji le habían abierto una puerta que llevaba años cerrada. Una puerta que daba a una memoria que todavía dolía.
«——Hermano, quizás ya no deberías hacer esto. ¿Y si te atrapan?
«——Descuida, voy a estar bien.
«——P-Pero... tal vez deberíamos...
«——Confía en mí, ¡Vamos a estar bien! Deja que me encargue de todo. Yo siempre te protegeré, Lami.
Recordó la calidez de esos brazos minúsculos rodeándolo. Su risa entrecortada. Su cuerpo flaco temblando de frío. Y cómo un día, sin aviso, sin despedidas, la perdio de la forma mas tragica de todas.
Se apoyó contra una pared, sintiendo cómo las lágrimas que no se había permitido derramar en años le quemaban los ojos. Porque en el fondo, lo sabía. No era solo Reiju. Era Lami. Era él mismo. Era la infancia perdida, la promesa rota, la esperanza que siempre se presentaba tarde en su vida.
Y por eso, aunque doliera tanto, debía dejarlos ir.
Porque no todos los milagros ocurrían en quirófanos. Algunos, los más grandes, acontecían cuando dejábamos de aferrarnos y empezamos por fin a vivir.
***
Apenas ingresó, no se dignó a prestar atención a los grandes y excéntricos diseños de las paredes, ni a los jarrones de porcelana china que custodiaban con aire arrogante cada esquina, tampoco a las inmensas arañas de cristal que colgaban como guardianes del silencio sobre el amplio corredor.
Caminó con pasos duros, resueltos, como si cada zancada llevara consigo una carga insoportable. Pero antes de alcanzar su destino, BabyFive se cruzó en su camino, intentando detenerlo con una mezcla de desconcierto y desesperación.
Pobre muchacha. No tuvo oportunidad.
——¿Qué es lo que ocurre contigo, idiota? ¡No te puede presentar así frente al Joven amo!——
——¡Oye, Law! ¡Aguarda...! ——la voz lejana de Buffalo se perdió en el pasillo, como un eco sin fuerza.
Lo ignoró. Tenía que verlo.
Necesita verlo.
«——La verdad, no creo que sea para tanto...
La risa nerviosa de Rebecca no lo engañó. Sonaba forzada, como una nota equivocada en una pieza solemne.
«——¡Ay, no seas modesta! ¿Tienes idea de cuántas chicas matarían por estar en tu posición?
Aquella voz lo hizo avanzar con más premura, como si cada palabra le pesara en el pecho.
«——¡Vamos, Rosi! Déjala en paz ——Expuso alguien más, y reconoció al instante la serena voz de la esposa de Doflamingo.
«——En esto concuerdo plenamente con Rosinante. —— Añadió Doffy con tono amable——. En verdad has logrado algo apoteósico, y no solo hablo por mí cuando digo que estamos inmensamente felices por ti, Rebe...——
La frase quedó inconclusa.
Doflamingo, que solía dominar las conversaciones como un actor su escenario, se vio obligado a guardar silencio. Algo lo congeló. Y no solo a él: los tres comensales se quedaron inmóviles, como figuras de cera. El que más sintió el golpe fue Rosinante. Porque fue entonces cuando lo vio.
Law.
Su hijo estaba de pie, justo sobre el marco del comedor. Pero no era solo su presencia lo que perturbaba, sino la manera en que su cuerpo parecía a punto de colapsar. Su respiración era errática, sus pupilas dilatadas, su camisa empapada a pesar de los cuatro grados bajo cero que hacía afuera. Y, sobre todo, aquella mirada...
Era la misma que Rosinante había visto hacía más de veinticinco años, cuando encontró a un niño roto entre los escombros del mundo.
Rebecca se levantó instintivamente, dispuesta a ayudar al pelinegro, pero Violet fue más rápida y la hizo sentarse de nuevo con un tirón discreto pero firme. En esa condición, nadie debía acercarse a él.
Nadie excepto Rosi.
——¿Me puedes explicar qué está pasando aquí, Rosinante? ——Doflamingo fue el primero en romper el silencio con su voz cortante. No comprendía que diablos estaba haciendo ese muchachito. Nadie lo hacía.
——Hijo... ——Corazón intentó calmarlo con suavidad, levantándose lentamente de la mesa, tratando de mostrarse tranquilo, y así evitar alguna reacción negativa por parte de su hijo.
Pero Law no escuchó. No parecía dispuesto escuchar a nadie, salvo su propio caos interno. Giró sobre sí mismo y se marchó por el pasadizo, ajeno a todo, como un espectro en su propio hogar.
El jardín interno de la mansión Donquixote lo recibió con su aire frío y su penumbra melancólica. Caminó en círculos entre los árboles, como si buscara aire o una verdad inalcanzable. Pisoteó las begonias de su padre sin notarlo. O quizás, sin importarle.
Logro sentir sus latidos a una gran velocidad, era bradicardia sin duda. Tuvo la necesidad de desabotonarse los primeros botones de la camisa ¿Acaso era un ataque?
No... imposible.
No había señales de fatiga, presión alta o aturdimiento.
¿Entonces porque sentía que no podía respirar?
——¡Law! ——La voz de Corazón llegó hasta él justo antes de que se doblara sobre sí mismo, presa de arcadas tan fuertes que parecían querer arrancarle el alma.
——¡Maldición! ¡Baby Five, agua! ¡Ahora!
——¡N-no! ——jadeó él, aún de rodillas, humillado ante su propia fragilidad. El vómito bajo él era un testimonio de su impotencia. ——S-Solo es un ataque de p-panico...
Corazón se congeló al oírlo. No podía ser. No después de tantos años, después de todo el esfuerzo por superar aquellos fantasmas.
¿Qué había detonado ese regreso al abismo?
Al mirarlo, vio no al médico brillante, sino al niño que solía despertar entre gritos, empapado en sudor, perseguido por pesadillas que nunca se iban del todo.
Se arrodilló a su lado sin vacilar. Abrazándolo con todas sus fuerzas, sin importar que el saco de diseñador quedara arruinado por el vómito.
——Law... hijo, ¿qué pasó?
——C-Cora... ——Law temblaba——. Hoy cometí un terrible error.
——Oh, hijo... ¿De eso se trata?
Corazón cerró los ojos por un instante. Comprendía. Él siempre comprendía. Porque conocía cada rincón del miedo que habitaba en ese cuerpo.
——Estoy seguro de que no es nada que no puedas arreglar. Tus pequeños pacientes son tigres. Siempre encuentras la manera de salvarlos.
Recordaba con nitidez el día que Law le anunció que dejaba la especialidad de cardiología por la oncología pediátrica. Orgullo y miedo se entrelazaron en su pecho. Sabía lo que significaba: convivir no solo con la muerte, sino con los propios demonios de su hijo.
Día tras día.
Para alguien como Law, eso era caminar sobre cristales. Claramente le transmitió su preocupación, temía que esto fuera demasiado para su pequeño, pero él ya había tomado una decisión.
——N-no, Cora. Esta vez no... ¡No la pude salvar!
Corazón lo abrazó con más fuerza. No había palabras. Solo amor.
Law bajó la mirada, con los ojos empañados en lágrimas. En un estado tan frágil que jamás se permitiría mostrar ante nadie que no fuera ese hombre.
——Extraño mucho a Lami... Y-Yo le falle, papá...
Aquellas palabras le atravesaron el alma Rosinante.
Cora recordó. Lo haría por siempre. Aquel callejón oscuro, el invierno implacable, y ese niño... flaco, sucio, roto... sosteniendo el cuerpo inerte de su hermana.
«——Lami, Despierta ¡Ya pude conseguir comida!»
Estaban tan delgados que parecían hechos de huesos y sombras.
«——¡Vamos, Lami! ¡Abre la boca! ¿Estás dormida? ¿L-Lami...?»
El destino le entregó a ese niño. No había otra explicación. Y si no lo hubiera arropado esa noche, si no lo hubiera llevado consigo...
¿Dónde estaría ahora?
Ante él no tenía al afamado médico, ni mucho menos al ganador más joven del premio Lasker. Tenía a su hijo. Al niño que había gritado en sueños durante años. Al niño que se esforzaba por cargar culpas que no le pertenecían.
Lo rodeó con los brazos una vez más.
——Law... no pude haber criado a un mejor hombre. No me equivoqué el día que decidí hacerte parte de mi vida.
***
Antes de que Sanji terminase de contar su relato a Thatch, en el que, entre muchos detalles, le explicaba el verdadero motivo de su larga ausencia. Su jefe ya tenía una de sus manos raspando fuertemente su entrecejo y es que no era para menos. Nunca fue partidario de usar su posición casi aristocrática, ya que lo consideraba algo muy bajo —— A menos claro, de que estuviese relacionado a hermosas mujeres despertando en su cama —— pero ¡Ojalá Sanji se atreva a decirle el nombre de ese maldito hospital! Para así poder aplastarlos con todo el peso del Conglomerado Newgate.
¡Joder! Si hasta él se sentía indignado y ni siquiera tenía un parentesco con la hermana de Sanji. ¿Cómo era posible que existiesen tales hijos de puta respirando en el mundo?
Soltó todo el aire contenido sus pulmones y le levanto de la silla de su escritorio para ir hasta el rubio y agacharse hasta ponerse a su altura
——Sanji, en verdad eres una persona admirable. No tienes idea de lo que vales, hijo.
——Thatch, yo... no te digo esto porque quiera tu lastima –——Lo último que deseaba era dar pena frente a su jefe, pero sabía que tenía que ser completamente honesto con Thatch.
——¡Y lastima es lo último que tendrás de mí, estúpido! Lo que trato de decirte, es que en verdad te has ganado mi respeto. Digo, no es que no lo tuvieras, pero; enfrentar todo lo que tú y tus hermanos han enfrentado; pocos serian capaz de llevar tal responsabilidad sobre sus hombros.
——Gracias Thatch.
——¿Cuándo planean irse?
No criticaba, pero tampoco aplaudía la decisión que habían tomado Sanji y su familia. A fin de cuentas ¿Quién era él para hacerlo de todas formas? Cumplir el último deseo de una niña moribunda no era algo egoísta, de hecho, era la mayor muestra de sacrificio y desinterés que había visto en mucho tiempo.
——En dos días, aún tenemos que hacer un par de cosas que hacer aquí. —— Trato de sonreír, pero no podía evitar sentirse un tanto decaído. No era por estar inconforme con la decisión, pero pensar que era el último viaje que harían con Reiju, en verdad lograba derrumbarlo —— No soy muy fanático de las temperaturas extremas, pero Reiju está muy emocionada.
——Sabes... —— Thatch se froto el cuello mientras buscaba las palabras adecuadas, quería hacer algo por el chico, pero en verdad no sabía cómo. La situación de Sanji era muy compleja —— Uno de mis hermanos, Jozu, tiene una residencia de invierno en Arbat, le podría decir que se las preste durante todo el tiempo que estén en Moscú.
——No, Thatch. No es necesario. Ya te estoy causando muchos problemas dejándote sin cocinero, no quiero que——
——¡Vamos Sanji, no seas ingenuo! Si no me hubieras dicho lo que paso, aun así, te hubiera despedido y me hubiera quedado sin cocinero —— No lo decía enserio, pero quería que el rubio entendiese su punto —— Además, créeme, a él no le importara, y en verdad hasta nos harían un favor si la usan. Ese idiota compro la propiedad hace ocho años y nunca ha puesto un pie en Rusia desde entonces.
Claramente eso también era mentira. Para la World Cup de Rusia, prácticamente toda su familia se mudó a esa casa, y él la usaba al menos una vez cada seis meses.
Sanji tomo con mucho aprecio el ofrecimiento de su jefe; Thatch era una buena persona, con unos cuantos problemas de faldas y alcohol, pero agradable, a fin de cuentas. No pudo haber tenido un mejor ambiente laboral, y posiblemente esa era una de las razones por las que le dolía tanto renunciar...
Pero por Reiju, haría cualquier cosa. Incluso dejar un trabajo que en verdad amaba.
——Descuida Thatch ——Se levanto de la mesa y en un último adiós a su exjefe, le tendió la mano —— y en verdad, gracias por todo.
El suspiro de derrota del mayor fue muy sentido por Sanji; pero aun así Thatch le devolvió el apretón con fuerza —— No, Sanji... Soy yo quien tiene que agradecerte. Fuiste el mejor cocinero que pude tener. ¡No tan bueno como yo, claro está! —— intentó reírse, sin éxito ——. Me hubiera gustado enseñarte muchas cosas más, hijo. Eres toda una promesa en este mundo tan despiadado que es la alta cocina. Si algún día decides regresar a Londres, recuerda que aquí siempre tendrás las puertas abiertas.
¿Regresar?
Sanji bajó un poco la mirada. No estaba seguro. Esperaba que sí. Esperaba que al menos quedara una parte de él lo suficientemente viva como para desearlo, un día.
Pero ese día no era hoy.
Quiso responder a las halagadoras palabras del castaño, pero antes de hacerlo, la puerta de la oficina de Thatch sonó de un portazo, y detrás de esta se encontraban Rika y Vivi, ambas con lágrimas con el ojos.
——¡Demonios! ¿¡Estuvieron espiándonos!? ¡Les dije que espera—— Pero antes de que Thatch terminase su frase, ambas chicas ya estaban adheridas al rubio.
——¡Sanji! —— Su nombre era lo único que podía entender entre las miles de palabras llenas de gemidos que salían de Rika —— ¡T-Te vamos a extrañar mucho!
——Sanji, tu... —— Vivi a pesar de estar un poco más tranquila que su amiga, por dentro se sentía igual de impotente —— Tu en verdad... Estoy segura de que Sora debe estar muy orgullosa de ti, eres un chico maravilloso.
——Chicas... —— Rayos, lo último que deseaba era llorar —— Gracias por apoyarme en todo, jamás se los podre pagar.
——No Sanji... soy yo la que——
——Vivi, tu estuviste conmigo desde el principio, incluso desde antes. No sé qué hubiera sido de mi familia sin tu ayuda.
——S-Sanji —— Las lágrimas de Vivi se acumulaban desbordantes en sus ojos, ¿Por qué todo debía terminar de esa forma?
Ella era una de las pocas que, había visto en primera persona toda la metamorfosis por la que pasaron Sanji y su familia. La Vivi de hace nueve años jamás hubiera creído que los Vinsmoke pudiesen sobreponerse a todas las desgracias y perdidas a las que se tuvieron que enfrentar. Ellos lograron romper sus cadenas, y ahora; habiendo llegado al epilogo de sus caminos. Lo que más deseaba, era que la misma razón que los unió, ahora más que nunca, los mantuviera juntos para siempre.
——S-Sanji... yo... yo...——
Ni siquiera podía continuar, pensar que la pequeña que conoció siendo apenas una bebe, recordar el sacrificio de la madre de Sanji. A la que consideraba una de las mujeres más admirables que jamás pudo conocer. Y la forma tan cruel en la que el padre de Sanji los elimino de sus vidas.
Ellos habían soportado mucho, y no era justo.
——Vivi, está bien. Ya no llores más, por favor. —— Ella no le debía nada, Vivi ya había hecho suficiente por él y su familia.
——Esto es inaudito ——Si para ella era muy difícil aceptarlo, no se imaginaba como debió haber sido para los cuatrillizos —— ¡Se supone que yo debería estar consolándote y no al revés!
Pero lo más sorpréndete, vino cuando los tres chicos escucharon un ligero gemido del lugar donde se hallaba Thatch, el cual se estaba cubriendo el rostro, tratando inútilmente de ocultar su semblante frente a sus jóvenes empleados.
——Señor Thatch a usted también le duele que Sanji se vaya, ¿No es así?—— Pregunto Rika al ver los ligeros, muy ligeros, espasmos de su jefe.
——N-No digas tonterías, dulce Rika. Y-Yo, yo solo recordé que este idiota quemo mi costosa estufa... N-Nada más... Agh ¿A quién engaño? Vamos ¡Vengan aquí! Solo haremos esto una vez.
——Señor Thatch, a veces usted es muy estúpido. —— Los presentes no pudieron evitar soltar unas risas tras el comentario de Vivi, y entre los cuatro, se dieron un último gran abrazo.
Uno que Sanji en verdad disfruto, porque quizás, esa sería la última vez que los vería.
——Esto es tan raro —— No dejaba de ser algo insólito para Sanji ver a Thatch en esa situación, pero al menos se llevaría un buen recuerdo de ese lugar.
——Lo sé... ¡Y si se lo dicen a alguien juro que yo——
——¡¡Thatch!! ¡Tenemos un problema!
Apenas escucho el grito de Squard, jefe de meseros del restaurante, como si los chicos quemaran, Thatch los soltó en un santiamén.
——Squard ¿Qué es lo que quieres? ¿¡Que no ves que nos estamos lamentando por mi estufa!?
——¡Al carajo con tu maldita estufa, Thatch! ¡Tenemos cosas más importaste con las cuales lidiar! Hay un miembro de la familia Charlotte en la puerta y...——
El viejo capitán de meseros tuvo que devolver la vista de donde vino al escuchar los fuertes gritos que estaban tomando lugar en el primer piso del restaurante y que todos los presentes en esa habitación pudieron escuchar claramente.
«——¡Señorita Charlotte! No puede ingresar allí, es área restringida.
«——¿Tienen idea de con quien están tratando? Para mí no existen las «áreas restringidas».
——Squard ¿Qué diablos? —— No podía permitir que esa clase de escándalos ocurrieran en su restaurante.
——Ay no...—— Sanji pudo reconocer ese barítono en el acto.
Pero ¡Era imposible que ella...!
Squad trato de hacer un último intento por detener su paso, pero fue inútil.
——¡Acércate un solo centímetro más, y juro te arrepentirás de haber nacido!
No había duda, ese tono tan altanero y desafiante...
Solo podía ser el de ella.
A medida que el viejo Squard retrocedía el paso, todos pudieron ver a la persona a la que pertenecía esa fuerte voz y el bello rostro que se perdía tras la mirada furiosa de una jovencita con largos cabellos toffie.
——¡Oh, Dios mío! ¡Esto no puede estar pasando!—— Rika se llevó las manos al rostro completamente anonada. Este debía ser por lejos el mejor día de su vida —— T-Tu eres...
——...Pudding. —— Bien, de todas las locuras que le habían pasado en los últimos días, esta era, y por mucho, la más inesperada.
¿Cómo rayos fue que ella lo pudo encontrar?
Cuando la castaña pudo reconocer la voz de Sanji, de inmediato sus duras facciones se suavizaron.
——Sanji, ¡Finalmente!
***
Cuando Ichiji puso un pie frente al imponente edificio de la firma, una sombra densa, casi tangible, le cayó sobre los hombros. Los cristales ahumados del rascacielos, tan familiares antaño, se erguían ahora como un espejo oscuro que devolvía una imagen de sí mismo que apenas reconocía.
No era miedo lo que sentía, o eso deseaba creer, sino una mezcla espesa de vértigo y desasosiego, como si aquel monstruo de acero y vidrio tuviera la capacidad de devorarlo, de arrancarle de nuevo algo más que el alma: su convicción.
Había alargado cuanto pudo el camino desde casa hasta The City. Caminó despacio, se detuvo más veces de las necesarias. Miró escaparates, revisó su móvil sin propósito alguno. Pero todo aquello no fue más que una trampa para su propia conciencia.
El destino, por muy disfrazado que viniera, siempre acababa alcanzándolo.
No.. ¡No podía permitir que sus emociones le jueguen en contra nuevamente!
Ichiji Vinsmoke podía haber perdido el brillo de su apellido, el eco de los privilegios que alguna vez lo envolvieron como una segunda piel, pero aún conservaba lo único verdaderamente suyo:
Su orgullo.
Y usandolo como un escudo invisible, aunque resquebrajado, alzó el mentón y cruzó la barrera de seguridad sin dar marcha atrás.
Apenas deslizó su ID por el lector, un pitido seco confirmó su entrada.
Con cada paso que daba, la incomodidad crecía como una presión invisible en el pecho. No tardó en advertir las miradas: los ojos que se giraban con disimulo, los susurros contenidos, las sonrisas nerviosas.
Se obligó a no detenerse.
Quizá era paranoia, se dijo, una jugarreta más de su cansada mente. Pero en el fondo lo sabía: no era imaginación.
Cuando el ascensor lo arrojo en su planta habitual, la certeza se clavó como un alfiler en la nuca.
Silencio.
Todos lo miraban.
Todos.
Senior, juniors, asistentes, practicantes. Un desfile de rostros expectantes, tensos, inquisidores. Tenía la atención absoluta de todos los miembros del Departamento de contabilidad financiera a sus espaldas.
No estaba dispuesto a darles el gusto.
Siguió caminando, ignorándolos con la frialdad de un emperador que regresa al trono tras un largo exilio, apresurando el paso hasta llegar a las oficinas centrales.
Cerró la puerta de su oficina con más fuerza de la necesaria y se dejó caer sobre la misma, soltando al fin el aire que había contenido por minutos.
——¿Qué demonios está pasando? ——Murmuró, más para sí mismo que para nadie.
No obtuvo respuesta. Pero una voz conocida ——áspera, seca, casi violenta—— lo sacó del trance.
——Eso mismo me pregunto yo... ¿Qué demonios haces aquí, Vinsmoke?
El sobresalto fue instantáneo, y sus ojos se abrieron como platos al ver a nada más y nada menos que a Drake...
¡A X Drake!
¡¡A X Drake, en su oficina!!
——¿...D-Drake? ¿Cómo que...? ¡Esta es mi oficina! ¿¡Qué haces tú aquí!? – Le reclamo ofuscado ¡Esto ya era el colmo!
——¿Tu oficina? ——repitió el aludido, con una carcajada amarga——. ¿Acaso una piedra te callo en la cabeza?
Ichiji estuvo a punto de responder con su usual ironía venenosa, con esa elegancia devastadora con la que solía despachar a quienes se atrevían a increparlo. Pero no lo hizo.
Una chispa de lucidez lo sacudió, logrando que recapacitase por unos segundos las palabras de Drake, y no pudo más que llevarse la mano al rostro por su soberana estupidez.
Drake. Su oficina. La mirada de todos.
——Carajo...
¡Claro! Había sido nombrado jefe de Contabilidad Financiera hacía menos de una semana.
Esto no estaba pasando, su cabeza estaba hecha un desastre desde hace días.
———¿Terminaste tu telenovela interna, Vinsmoke? ———bufó Drake, con ese tono ácido que lo caracterizaba.
———Esto no me puede estar pasando...
———Lo mismo digo. ———murmuró Drake, derrotado. Estaba completamente convencido que su padre, aquel que prácticamente entrego su vida entera a aquella firma, se estaba revolcando en su tumba en esos momentos.
Ichiji lo miró entonces con más atención. Había algo diferente en su rostro: un gesto de desilusión, sí, pero también de cansancio. Era el rictus de un hombre que había sido obligado a aceptar lo que más despreciaba.
Porque sí, ahora él, el legendario Drake, estaba subordinado a Ichiji. Y eso debía dolerle más que cualquier degradación.
——De acuerdo, Vinsmoke —— El castaño se apresuro al levantarse de su silla ——. Ahora que tus queridas vacaciones finalmente han terminado, ven conmigo.
——Espera Drake. —— Rayos, como iba a explicar esto —— Necesito hablar con King y Queen sobre——
——¡Harás lo que se te venga en gana después de que te explique tus nuevas funciones de ahora en más! ——Lo interrumpió con brusquedad——. Además, aunque quisieras no podrías hablar con los desastres en estos momentos, ellos, junto con él CEO, se encuentran en Alemania en estos momentos.
——¿Alemania? —— El nombre se deslizó de sus labios como un eco perdido.
Eso quería decir que... ¿Katakuri estaba fuera del país? ¿De verdad se había marchado a Múnich, como insinuó aquella noche?
Quizás era la primera vez en su vida que algo salido de la boca de Drake lograba ponerlo de buen humor.
Katakuri lejos significaba aire en sus pulmones.
Significaba no tener que enfrentarlo, ni hoy.
Ni mañana.
Ni nunca.
Solo por eso le siguió la corriente al castaño. A fin de cuentas, nada podría cambiar su decisión a estas alturas, y no quería que después de hoy, King y Queen contaran con más razones de las que ya tenían para poner una recompensa por su cabeza.
Cruzaron los pasillos en silencio. Un silencio denso, cargado, apenas interrumpido por el crujir de unos zapatos de tacón sobre el mármol. Cuando pasaron junto a Bonney, Ichiji apenas tuvo tiempo de devolver el saludo.
La joven le sonrió con cortesía, pero sus ojos estaban dirigidos con veneno hacia Drake, que el castaño opto por ignorar.
Esas miradas contenían más historia de la que Ichiji podía procesar.
¿Qué tanto podía cambiar la firma en solo cuatro días?
Al llegar frente a una imponente puerta de cedro, Drake empujó sin ceremonia y se adentró. Pero Ichiji se quedó ahí, inmóvil.
Con la mano sobre el picaporte, la garganta seca, y la piel erizada.
Miró el cartel a la altura de los ojos, bañadas en letras negras, serenas, casi solemnes.
Ichiji Vinsmoke
General Manager of Finance & Account
Y por primera vez desde aquella noche maldita, una sonrisa surco su rostro de manera casi imperceptible.
Sin darse cuenta, sus dedos rozaron la superficie de la pulida placa de metal que resplandecía con una dignidad casi ofensiva en la entrada de la oficina: el nombre que ahora la coronaba era el suyo. Ya no era la antesala de Drake. Era suyo.
¿Esto en verdad estaba pasando?
——¡Apresúrate, Vinsmoke! No tengo todo el día. —— escupió Drake, como si aún conservara alguna autoridad sobre él.
—Pues será mejor que te hagas tiempo, Drake ——respondió sin apartar la mirada de aquella puerta que alguna vez había sido infranqueable para él. —— No estás tratando con cualquier asistente. Te recuerdo que ahora yo, soy quien dicta las reglas aquí.
Fue un momento visceral. No de soberbia, sino de una justicia largamente esperada. Por primera vez en su vida, alguien lo había elegido por su talento, no por su apellido, no por la sombra de su padre. Y si solo iba a durar un día, entonces él haría que fuera glorioso.
——¿¡Que cosa dijiste!? —— La cara de Drake no tenía precio.
——Y dirígete a mi como Señor Vinsmoke.
—Escúchame bien, pequeño hijo de... —— comenzó Drake, pero su lengua se detuvo a medio camino, como si hubiera sentido el filo de su error al ver la oscura densidad en los pozos sin fondo que Ichiji tenía como ojos. ——. C-Claro, Señor Vinsmoke.
Perfecto.
Sin más, Ichiji se adentró a su nueva oficina con una determinación seca, contenida, brutal.
——Ahora, explícame todo. Con lujo de detalles.
—Tsk... Como quieras... —
Increíble.
Estaba seguro de que en cualquier momento le explotaría un aneurisma a ese hombre.
Pero Ichiji ignoraba que Drake le tenía un pequeño regalo de bienvenida. La sonrisa del castaño se tornó cínica cuando señalo con la mirada un escritorio abarrotado de documentos, era una emboscada burocrática, una bienvenida venenosa.
Como si todos esos interminables files fueran cadáveres amontonados tras una guerra encarnizada, y nadie más que Ichiji sería el encargado de moverlos.
«Vamos a ver si ahora quieres seguir jugando, pequeño payaso»; pensó el castaño con satisfacción.
——P-Pero... ¿Qué demonios es esto? —— Ichiji palideció. Eran... cientos, quizás miles de hojas, reportes, balances, cifras.
——Oh, lo lamento, Señor Vinsmoke —— replicó Drake con una falsa cortesía que olía a podredumbre ——, pero resulta que una de las principales responsabilidades de tu nuevo puesto es supervisar, auditar y distribuir cada ingreso que genera esta firma a través de sus juicios, asesorías, clientes, audiencias y demás rubros que maneja la firma a nivel mundial... Y ya que has estado ausente tantos días, nada de eso se ha hecho.
——¡Eso ya lo sé! Pero eso no explica por qué——
——Porque es deber exclusivo del jefe de departamento, ósea, el tuyo, asignar cada porcentaje de ingreso a cada área. ¿Y sabes qué pasa cuando el jefe no está? Nada. —— Detallo con simpleza —— Eso es porque los engranajes de esta firma, Vinsmoke, se ajustan con precisión quirúrgica y sin autorización no hay acción ¡Así que todo se ha acumulado!
Ichiji sintió que el peso del mundo se le asentaba en los hombros.
——P-Pero... ¡Se supone que King y Queen–!
——¿Realmente pensaste que cuando les pediste días libre a Los desastres solo para hacer tu maldito informe de proyección financiera, ellos se encargarían de hacer tu trabajo? ¡Que iluso! Fueron ellos mismos quienes ordenaron que no se tocara absolutamente nada, para que apenas volvieras te hicieras cargo de todo personalmente.
Era demasiado. Cifras sin fin, reportes amontonados como ladrillos de una prisión invisible.
——Esto no puede estar pasando... —— ¡Le tomaría semanas organizar todo! Eran demasiados reportes.
——Si yo fuera tú, empezaría de una buena vez. Porque hay algo incluso más tedioso que todo este estúpido papeleo y es tener que lidiar con los COO. —— Y quizás la única razón por la que podría decir que no extrañaría su puesto.
——¿COO?
——Los Chief Operating Officers. Los jefes de las nueve sedes globales de Imperators, y también los mayores hijos de puta en toda esta firma.
Nueve miembros que habían sido entrenados por nada menos que el padre del CEO, el fundador de la firma, y seleccionados por Katakuri Charlotte. Solo lo mejor de lo mejor para proteger sus intereses, y los de su familia.
——Estoy seguro de que ya deben haber llenado tu mensajería con amenazas de muerte por no haberles enviado sus balances generales. —— Y eso era decir poco. —— ¿Pensaste que esto era solo una firma de abogados? No, Vinsmoke. Esto no es más que la fachada dorada del imperio de la familia Charlotte. Aquí se lavan, redirigen y protegen miles de millones. Se blindan empresas, se negocian guerras, se controla la economía desde las sombras. Incluso algo tan estúpido como el costo del café que tomas cada mañana, se decide aquí.
La revelación cayó como un martillo.
——Pero... Se supone que las otras sedes también cuentan con su propio departamento de contabilidad.
——Eso únicamente es en la teoría. Solo esta oficina tiene acceso a los balances globales. Porque el Señor Charlotte, junto con King y Queen, instauraron un sistema donde nadie sabe cuánto gana realmente. De esa forma, las sedes compiten entre sí, de esa forma luchan por clientes como perros por un hueso. Porque aquí, solo sobrevive el más apto. Bienvenido al corazón del imperio.
Ichiji sintió cómo la sangre le ardía.
——¡Espera un segundo, Drake!
¡Acaso esto era una especie de prueba o algo por el estilo! ¿Cómo lograría terminar todo esto en un día? ¡No! Debía pensar rápido y avanzar, pero... ¡Sería imposible terminar todo a tiempo!
Mas el castaño ya no respondió. Solo sonrió, dispuesto a irse. Ese ya no era mas su problema.
«Al diablo», pensó Ichiji.
Durante las siguientes seis horas, no apartó la vista del escritorio. Respondió cientos de correos, la mayoría de COO exigiendo sus cifras con amenazas veladas o abiertas. Leyó contratos, revisó pagos, actualizó balances. Uno a uno, los fue despachando. También había miles de felicitaciones por su ascenso, la gran mayoría, de personas que ni siquiera conocía, pero que estaba seguro, trabajaban en la firma y solo buscaban adularlo.
Fue entonces, hundido entre tantas cuentas, tantas facturas, tantas cifras, que finalmente lo entendió.
Ese no era un bufete cualquiera. Era una red invisible de poder. Una maquinaria tan aceitada, tan cruel, tan sofisticada, que los gobiernos eran apenas un tablero más de juego. Empresas de Fortune 500 pagaban cifras astronómicas no por ganar juicios, sino por no perder jamás.
Y eso era exactamente lo que obtenían.
¿Qué clase de entrenamiento poseían estos abogados?
Supo que tenía que hacer una pausa cuando se acabó la tinta del tercer bolígrafo que llevaba usando. Al sobar su mano, se percató que se había formado una pequeña ampolla en su dedo angular, pero lo dejo pasar.
Podrían llamarlo loco, pero de cierta forma, se sentía muy cómodo. A pesar de tener una infinidad de trabajo amontonado, y estar contra el reloj, por muy claros motivos, una parte de él no deseaba que el día terminase.
Y es que, a sus veinticuatro años, había logrado algo que siempre creyó imposible.
Dejar de lado la sombra de su apellido y lograr ser alguien por sí mismo.
Sabía que, de encontrarse en una situación diferente, tal vez hasta hubiese disfrutado en gran medida de su nuevo puesto. Quizás por eso fue hasta doloroso para él redactar su carta de renuncia, en la que alegaba razones familiares como principal motivo para dejar vacante su lugar en la firma.
La carta iba dirigida específicamente hacia Queen, aunque odiase admitirlo, le debía mucho. Ni siquiera lo conocía y le dio la oportunidad que jamás espero. Aunque eso no cambiaban los deseos homicidas que tenía sobre aquel inflado ser por llenarlo de trabajo hasta los dientes.
Antes de seguir hundiéndose en más papeleo, pensó que lo mejor sería entregar la carta de una vez. Se dirigió nuevamente hacia el ascensor principal y esta vez, muchos de los empleados lo saludaron con efusividad, varios de ellos felicitándolo por su reciente logro.
Él correspondió de manera respetuosa, con leve asentimiento... excepto a Bartolomeo, quien intentó lanzarse sobre él como si fuera un ídolo de rock para agradecerle "el fin del reinado opresivo de Drake". Por poco le asesta un golpe por reflejo, pero no pudo evitar reírse.
Llego de lo más calmo hasta último piso de la firma, y como no podía ser de otra forma. Encontró a aquella tierna pelirosa en su puesto de siempre, aunque, se veía un poco diferente.
Algo... ¿Estresada? Quizás. Era la palabra correcta.
——Si, Si muchas gracias... No, no se preocupe.... Perfecto, los veo este fin de semana entonces ¡Adiós! —— Exclamó con voz alegre, pero el brillo en sus ojos pedía auxilio.
Se podía ver a kilómetros que la joven había estado contestando llamadas todo el día. Aparentemente, aunque Katakuri estuviera fuera del país. Su secretaria aún tenía mucho trabajo por hacer.
Cuando su cabellera rojiza entro en contacto con los ojos chocolate de Rebecca, ella alzo su sonrisa de inmediato.
——¡Ichiji! ¿En qué puedo ayudar al nuevo jefe de contabilidad financiera? —— Pero antes de que el joven economista pudiera responder, el teléfono empezó a sonar nuevamente —— «Jode..» Dame un segundo Ichiji. Esta cosa lleva sonando todo el día.
——Descuida Rebecca, toma el tiempo que necesites. —— No tenía ningún apuro.
——Buenos tardes, oficina de... —— Supuso que la habían interrumpido, por como Rebecca comenzó a girar los ojos, agotada. —— Si... gracias... Claro, claro. Sera este sábado.... Si muchas gracias, hasta luego —— La joven colgó con tanta fuerza, que el pobre teléfono chirrió en protesta.
——Ichiji, no doy más ——se quejó dramáticamente mientras dejaba caer la cabeza sobre el escritorio——. ¡Necesito desconectar esta maldita cosa antes de volverme loca!
——Si no es un buen momento, entonces yo——
——¡No, no! Quédate un rato. Es insoportable estar sola aquí cuando ni los desastres, ni el jefe, están presentes —— Reconoció con tono teatral.
Vaya paradoja. Para él, su ausencia hacia ese lugar bastante más soportable.
——Apropósito, que bueno que pasaste por aquí, ¡Así me ahorras el tener que ir a buscarte! ——Vio como la extrovertida pelirosa empezó a buscar entre uno de los cajones de su escritorio, para sacar lo que Ichiji reconoció como una tarjeta color rosa pálido y muy estilizada —— Aquí tienes, esta es tuya, y si deseas puedes llevar a un acompañante.
Ichiji alzó una ceja, curioso. Mientras observaba la tarjeta, recordó por qué había subido y le tendió un sobre blanco a la joven.
——Whow Ichiji ¿Qué es esto? ¿¡No me digas que tú también.. ——!?
——No empieces —— Le aclaro —— Por favor, necesito que se la hagas llegar lo más pronto posible a Queen.
——Mmm... comprendo —— A pesar de ver la carta algo escéptica en un principio, Rebecca no le tomo mayor importancia, guardándola entre los miles de documentos que iban dirigidos hacia los directores —— Descuida, pasado mañana estará de regreso en Londres y apenas lo vea se la entregare.
Ichiji asintió. Luego volvió a mirar la tarjeta en sus manos.
—— Así que ¿Vas a decirme qué es esto? ——Pregunto curioso al ver la carta, que más parecía una invitación, ya que llevaba su nombre escrito en esta y únicamente estaba decorada una C entrelazada con a una R en la parte central.
——A-Ahm... Bueno... verás... ——Rebecca empezó a tartamudear, un leve rubor tiño sus mejillas de carmín ——. Nunca te lo conté porque... bueno, no es algo que diga abiertamente y... no porque no me caigas bien, ¡Al contrario! Pero yo... yo me voy a...
Pero antes de que la joven pudiera revelarle el significado oculto tras su carta, la contestadora de su escritorio volvió a sonar y esta vez, ya no fue la dulce Rebecca quien contesto.
——«¡Jode!» ¿Qué rayos es lo que quieren? ¡A menos de que no sea para comunicarse con la oficina central del CEO de esta firma, «pueden irse a tomar por...!
«——Rebecca ¡Mujer! ¿Qué mosco te pico? —— La secretaria, al momento de presionar con excesiva fuerza la contestadora, activo accidentalmente el altavoz, e incluso Ichiji pudo escuchar la voz de un hombre, que se percibía muy oxidada, tras lo que el pelirrojo creyó, eran muchos cigarros.
——¡Oh! Eres tú, Pauli ——Anuncio la secretaria, soltando un suspiro cargado de alivio y vergüenza —— Perdona, pero han estado llamando todo el día y... ¡Detente ahí! ¿¡Porque precisamente tú estás llamando?
No, no podía ser...
¡Solo había una razón por la que Pauli llamaría a la oficina! Y de ser así ¡Estaría en graves!
¡Graves problemas!
«——¿Cómo que porque llamo? ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Para lo mismo que llamo los cinco días de la semana! ¡Pido permiso para aterrizar, el jefe está aquí! ¡Vamos! No nos hagas esperar todo el día.
Silencio.
El jefe está aquí.
¿El jefe está aquí?
¿¡El jefe está aquí!?
¿Por qué el universo estaba tan encaprichado con joderle a vida?
¡Debió haber mandado su maldita renuncia por correo y no regresar nunca en ese maldito edificio!
Ichiji quedó completamente paralizado ante las palabras de ese desconocido. Catatónico. Tan fuera de sí que ni siquiera cayó en cuenta de que Rebecca se encontraba en un estado igual, o incluso peor que el suyo.
«——¿Qué está sucediendo, Pauli? ¿Por qué aún no tienes permiso para descender?
¡Joder¡ ¡Joder! ¡Joder!
Ya no había dudas ¡Era él!
¡Oh mierda, tenía que salir de allí! Lo último que necesitaba era ver a ese malnacido otra vez.
«——No tengo ni idea, je–
Rebecca corto la llamada al instante. Sus manos temblorosas se apresuraron a guardar en un santiamén todas las cartas rosa pálido que habían quedado sobre su escritorio.
——R-Rebecca, me tengo que ir ——Balbuceó Ichiji con una voz apenas entendible, dando media vuelta rumbo al ascensor, Ignoraba si sus palabras habían salido claras o atropelladas, a estas alturas, era lo último que le importaba.
Pero antes de dar siquiera un paso, sintió un ardor punzante, inconfundible: las largas uñas de Rebecca se habían enterrado sin piedad en su brazo.
——¡No, Ichiji! ¡Por favor! ¡No me dejes sola!
Estaba desesperada.
Se suponía que su jefe ¡Volvería en dos días! Por eso había acordado con Cracker en darle la noticia juntos, a primera hora.
¡Katakuri iba a explotar cuando se enterara de lo que pasó en la muestra de arte!
Y ella no se sentía preparada para enfrentarlo sola.
Por más aprecio que le tuviese, cuando su jefe se enfadaba de verdad... no solo daba miedo.
Llegaba a ser... Aterrador.
——¡Rebecca, suéltame! ¡Hablo en serio! ——Gruñó Ichiji. Maldita sea, sentía las uñas de la mujer hundiéndose hasta el hueso.
——¡Yo también hablo en serio! ¡No tienes idea de lo que me pasará si te vas!
——¡¡No es mi problema!! ¡Suéltame ya o voy a...!
Pero ninguna amenaza surtió efecto cuando de nueva cuenta el ascensor de la firma se descubrió frente a ambos jóvenes, para darle paso a la única persona con poder absoluto dentro de esa firma, en uno de sus miles de trajes de diseñador, calzado italiano y un portentoso reloj suizo de quien sabe cuántos millones.
Allí estaba.
Nada menos que Katakuri Charlotte.
Ichiji sintió que sus piernas fallaron al verlo nuevamente, pero esta vez era incluso peor. Estaba rezando internamente para que un movimiento telúrico echara abajo Londres y se lo llevase a él consigo.
——«Me cago en la leche...» —— Rebecca hablo sin pensar. Desconocía si el pelirrojo sabia español, pero a este punto ni siquiera le importaba que, hasta su propio jefe, quien podía hablar su idioma natal incluso mejor que ella, la escuchara.
——Que inesperada sorpresa. Justo la persona que quería ver. —— Soltó Katakuri con una ambigüedad tan afilada que puso la piel de gallina a los dos presentes. Aunque estaba claro que solo uno era el receptor real de esa frase.
Pero bueno... antes de que nada, siempre estaban los negocios.
——Buenas tardes Rebecca ¿Tienes los——
——¡J-Jefe! ——Su joven secretaria lo interrumpió con más entusiasmo del que el Charlotte hubiera esperado. —— Q-Que bonita sorpresa encontrarlo aquí. D-Dios ¡Que bien se ve! ¿A-Alguna vez le he dicho que el azul marino es su color? ¿Qué tal Alemania? ¿Llego a probar una Weisswurst? Me han dicho que son deliciosas ¡Oí que las negociaciones en Múnich salieron m-muy bien! ¡Y es que no era para menos! Sabe, yo nunca dudo de sus habilidades para...
Su joven secretaria continúo hablando sin parar como si se tratase de un disco rayado y Katakuri solo la pudo ver con una ceja alzada, hasta que su muy limitada paciencia tuvo suficiente.
——Rebecca. Guarda silencio.
La tranquila pero autoritaria voz hizo que la chica bajara la mirada rápidamente —— C-Como diga, jefe.
——Ahora, ¿Tienes los reportes de——?
——¡De los COO! ¡Por supuesto jefe! ——Reconocía que estaba actuando como una completa idiota, pero no sabía que más hacer ¿Y si ya le habían dicho algo? ¿Y si él ya estaba al tanto de toda la situación? ¡Oh no! ¡Era seguro que la iba a despedir! Se levanto desesperada de su asiento dispuesta a ir hacia el archivador. —— Es más ¡Iré por ellos en este instante!
«¿Qué es lo que le pasa a esta chica?» Concluyo el Charlotte mayor.
Desde que esa bomba de energía rosada empezó a trabajar para él, siempre había sido muy enérgica, pero esta vez...
Estaba mucho más inquieta de lo normal.
Mientras tanto, el pelirrojo ignoro la vergonzosa escena que planto Rebecca frente a Katakuri, usándola como cuartada para ir escabulléndose lentamente hacia el ascensor. ¡Pon fin! Estaba a solo unos escasos centímetros de finalmente tocar el bendito botón.
——¿Quién te dio permiso para irte, Vinsmoke? Porque no fui yo.
«¡No seas estúpido, no respondas! ¡Eso es lo que él quiere! ¡¡No caigas en su juego!!»
——¿Perdón? ¿Cuál es tu maldito problema?
Como se odiaba así mismo, a sus impulsos, y más que nada... A ese hombre.
Y, como si fuera una maldición lanzada desde el mismísimo infierno, Katakuri comenzó a acercarse. No lo hizo con prisa, ni con violencia; pero su sola presencia era tan pesada, tan calculada, tan opresiva, que Ichiji sintió la piel tensársele hasta el cuello.
Retrocedió al sentirse acorralado, Katakuri no se aproximó en exceso, pero si lo suficiente como para que Ichiji escuchara a la perfección su masculina voz retumbando en sus tímpanos.
——¿Con que quieres saber cuál es mi problema? Qué empleado tan considerado. ——Su tono era tan pulcro como su impecable traje, pero en cada palabra había una carga eléctrica——. Te diré cuál es mi maldito problema, Vinsmoke. Resulta que tengo un nuevo jefe de departamento que, al parecer, piensa que puede tomarse la libertad de faltar al trabajo cuando de plazca. Y no conforme con eso, tiene acumulados reportes millonarios de mis otras sucursales, empolvándose encima de su escritorio, sin procesar. Y para rematar, en lugar de estar encerrado en su oficina cumpliendo con las funciones por las que se le paga una cifra nada despreciable de dinero, lo encuentro aquí... Perdiendo el tiempo con mi secretaria, a la que claramente le está contagiando sus pésimos hábitos.
Katakuri inclinó apenas la cabeza, sin levantar la voz, pero su tono adquirió un filo tan preciso como un espada afilada.
——Y como todo CEO responsable, que sí valora la opinión de sus empleados... dime tú, Vinsmoke: ¿cómo crees que debería proceder?
Ichiji apretó los puños. A este punto eran incontrolables sus deseos de ensartarle una patada en las...
——Quizás debería empezar por dejar de ser tan mezquino con sus empleados ——soltó con furia contenida, aun sabiendo que ese comentario era gasolina pura.
Era consciente que aún no se sentía del todo listo como para enfrentarlo, pero tampoco iba ocultarse de Katakuri para siempre. Aunque jamás aceptaría que el Charlotte en verdad lograba intimidarlo con su sola presencia, también era ese mismo hombre el que lograba llenarlo de coraje con su maldita actitud.
Pero ni aun así ¡Iba a permitir que un desgraciado pisoteara su orgullo nuevamente! ¡Y mucho menos un maldito ingles con trastornos obsesivos compulsivos, tendencias sadomasoquistas y claros signos de megalomanía!
No obstante, ver los sangrientos ojos de Katakuri centellar ante sus palabras lo hicieron bacilar por unos segundos, pero fue únicamente la risa burlesca del mayor, lo que hizo que su rabia se reavivara nuevamente.
——¿Qué es tan gracioso? ——Espetó Ichiji, sintiendo el calor subirle por el cuello.
Katakuri no respondió. Se limitó a apartarse de su espacio con la misma calma con la que un cirujano se retira de la mesa de operaciones tras una disección exitosa.
Y como si lo hubiera calculado con un cronómetro invisible en mano, Rebecca apareció exactamente en ese momento desde el pasillo, con unos gruesos sobres grises entre los brazos.
¿Cómo diablos sabía que ella aparecería justo ahora?
——¡Jefe, aquí tie–!
——Dime exactamente cuánto tiempo ha pasado desde sus envíos, y a que sucursal pertenece.
——Ahh... Claro. Deme un momento.
Rebecca parpadeó, confundida por unos instantes, antes de revisar los sobres con una rapidez casi robótica, y hacer cálculos a una velocidad más que automatizada.
——Frankfurt; cuatro horas. Nueva York; tres horas con cincuenta y cinco. San Francisco; tres cuarenta. Doha; tres veinte. São Paulo; tres exactas. Johannesburgo; dos con cuarenta. Seúl; dos cinco. Sídney; una con diez... y Tokio; treinta minutos.
——Déjalos en mi oficina, por favor. —— Rebecca asintió y obedeció sin hacer preguntas. Apenas ella desapareció tras la puerta, Katakuri giró la mirada de nuevo hacia Ichiji, como si nunca hubiera desviado el enfoque.
——Vinsmoke, ven conmigo.
«Tsk ¡Si claro! A otro perro con ese hueso.»
——Disculpe señor Charlotte, pero como usted mismo menciono; tengo mucho trabajo por hacer, así que será mejor que regrese a mi——
——No te estoy consultando.
El tono le heló la espalda. No fue un grito, no fue una amenaza. Fue una sentencia. Un punto final.
Por dentro, Ichiji quería estallar. Quería decirle hasta de lo que iba a morir. Pero algo en esa mirada... ese aplomo... lo hizo tragar saliva.
No era miedo. Era el pavor que se siente cuando sabes que tu oponente no solo va tres jugadas adelante, sino que ya ganó la partida y tú apenas estás acomodando tus piezas.
——Rebecca. ——llamó Katakuri sin volverse.
——¡Nada de interrupciones! A la orden, jefe ——Respondió la joven secretaria, con una velocidad que rozaba lo militar.
Y así, con el paso firme y la autoridad de quien no necesita levantar la voz para tener el control absoluto de la situación, Katakuri entró a la oficina principal de la firma. Ichiji lo siguió con los pasos medidos y los ojos bien abiertos. Como si caminara directo a la boca de un león.
Un león elegante, británico y cabreado.
——A propósito ——Le menciono Rebecca antes de que la puerta se cerrara por completo—. Ahora que menciona lo de las interrupciones... la arp——digo, la señorita Hazard —— Se autocorrigió ——Ha estado llamando muy insistentemente desde esta mañana y——
——Si vuelve a llamar, simplemente dile que no tengo tiempo para ella.
——Será... Todo un placer ——respondió Rebecca, con una sonrisa tan altiva como hambrienta.
Ichiji no pudo evitar alzar una ceja.
¿La señorita Hazard?
Sabía que no era de su incumbencia, pero no pudo evitar preguntarse quién era La señorita Hazard. Parecía que Rebecca la conocía bien, y por la cara que puso cuando la nombro; estaba convencido de que esa mujer era un problema con tacones.
——¿Tienes alguna idea de lo que son estas cosas, Vinsmoke?
La voz firme de Katakuri lo sacó bruscamente de sus pensamientos.
Solo entonces Ichiji notó que estaban ya en la oficina del mayor. Las puertas cerradas detrás de ellos lo hacían sentir atrapado. Frente a él, Katakuri, con la mirada borgoña encendida como brasas, lo observaba desde su lugar junto al escritorio de cristal, apoyado con una postura que irradiaba autoridad.
Con un gesto de la mirada, señaló los sobres que Rebecca había dejado hacia instantes.
——Una pila de files ——murmuró Ichiji.
——Vamos—— El granate lo animo con una tranquilidad que era incluso más mortífera que el peor de su rostros —— Intenta hacer un esfuerzo. Sé muy bien que no eres tan estúpido como lo aparentas.
——¡Eres un...! ——El impulso fue automático, pero las uñas clavándose en sus palmas lo detuvieron.
Se contuvo. Apenas.
——Esos sobres contienen dentro de sí un sin número de cifras. Son más que meros números: son los reportes semanales de las nueve sucursales de Imperators. Cifras que mueven esta firma, que afectan a cientos de empleados y millones en inversiones.
——Sí, sí, ¡El tarado de Drake ya me lo explicó! ——exclamó con irritación.
——Bueno, entonces tengo dos teorías: o Drake hizo un pésimo trabajo explicándote la importancia de estos números, lo que es poco probable ya que lleva haciendo el mismo trabajo por más de cinco malditos años... o tú, no entendiste absolutamente nada.
——¿¡Cuál es el punto!? ——bufó. Odiaba que Katakuri lo tratara como un imbecil.
——El punto, mi diminuta y estúpida cereza ——la voz del granate se volvió una cuchilla helada—— es que toda esta pila de papeles ¡¡Debió estar en mi escritorio ayer!! ——Inmediatamente la voz de Katakuri se volvió tórrida. —— Pero como cierto jefe de contabilidad financiera que tú conoces muy bien, decidió desaparecer como si le hubiera dado vacaciones para irse a solo Dios sabe dónde a perder el tiempo, generó un efecto dominó innecesario, que afecto a mis otras sedes. ¡Y todo por tu estúpido descuido!
——¡King y Queen me autorizaron a—!
——No metas a esos dos en esto, y aprende a aceptar tus malditos errores. Ellos te dieron dos días, no tres. ¿Quién te dio permiso para no venir ayer? Porque no recuerdo haber sido yo.
——¡Bien! ¡Cometí un error! ¡Lo siento! ¿Ya estás contento?
——No, Ichiji, no lo estoy. ——respondió sin levantar la voz, pero cada palabra cayó como plomo——. Porque si de verdad lo sintieras, estarías rogándome que no te sacara a rastras de esta oficina.
——¿Qué cosa dijis–?
——¿¡Crees que esto es un maldito juego, niño!?
Ichiji retrocedió de manera instintiva ante el incontrolable impacto del energético puño del Charlotte estrellándose contra su escritorio, fue un verdadero milagro que aquel grácil buro de cristal no se hiciera pedazos por la fuerza del mayor.
Pero el mensaje fue claro.
Había sido duro e hiriente, pero posiblemente fue la fulminante mirada que le dio, junto a sus palabras cargadas de desprecio hacia su persona, lo que hicieron a Ichiji conocer una nueva faceta de Katakuri...
Sentir sus pulsaciones disparatadas y la mirada fija en ese par de mares de sangre, únicamente confirmaron sus más profundas emociones.
Miedo. Sentía miedo de ese hombre.
Y fue tan solo esa mirada perdida, que trataba de refugiarse inútilmente en una capa de falso orgullo, lo que hizo a Katakuri caer en cuenta de su error.
Quizás, y solo quizás, se había pasado un poco de la raya.
Tuvo que respirar hondo, soltar todo el aire contenido en sus pulmones y redirigir su mirada hacia en perturbado pelirrojo, que lo veía como si fuera un auténtico demonio.
——Escucha, Ichiji. Esto no se trata de ti. Ni de mí. Así yo esté de acuerdo o no, ya no eres más una simple hormiga obrera. Ahora estas a cargo de muchas personas y cada error que cometas traerá consigo una cadena de que no solo te afectará a ti, sino que arrastraras a otros también. Trata de ponerte en mi lugar, esta firma le da trabajo a más de diez mil individuos, y protege los intereses de millares de empresas. —— Reflexiono el mayor —— ¿Quieres saber porque adelante mi regreso de Múnich? Es simple, porque recibí miles de llamadas de mis COO, irritados hasta el hartazgo de no poder entregar sus reportes semanales, debido a que el único departamento que no les había proporcionado sus cifras actualizadas... era el tuyo.
Ahí estaba todo.
La realidad, cruda y sin adornos.
Las llamadas, los mensajes, las miradas tensas de sus compañeros... todo encajaba ahora. Todo tenía un origen, y él lo había provocado.
Podría debatir eternamente sobre la actitud de Katakuri, podría odiarlo por haberle hecho una propuesta totalmente aberrante; incluso podría criticarle su falta de tacto y brusquedad cada vez que se dirigía a su persona; pero jamás pondría en tela de juicio su profesionalismo.
En verdad era una persona que se preocupaba por el bien de su empresa y los suyos.
——Lo lamento. Es en serio ——reconoció al fin, sin adornos, sin excusas. Solo con la verdad.
«Cada error que cometas traerá consigo una cadena de que no solo te afectará a ti...»
En aquella frase podía encontrar los vivos reflejos de todos y cada uno de sus hermanos; y en especial de Reiju... No había segundo en el que no se cuestionase a sí mismo si en verdad no estaba cometiendo un error.
Pero a esas alturas, la marea era ya tan potente que no conseguía evitar ser arrastrado por esta. Le había hecho una promesa a su hermanita, promesa que por nada en el mundo se planteaba romper.
Más sin embargo... ¿Él en verdad deseaba abandonarlo todo?
¿Acaso aun existía algo que lo amarrase a Londres?
——Acércate, mi espinela...
Creyó que su mente le estaba jugando una mala pasada, pero el decreto de Katakuri había sido muy claro. Ichiji levanto la mirada súbitamente para chocar contra la avasallante presencia de aquel Adonis.
Esa mirada tan carente de dudas.
——A-Aquí estoy bien, gracias. —— Se apresuro en pronunciarse, ese intervalo de diez metros entre ellos era la mínima distancia a la que se arriesgaría de estar del mayor.
——No hagas que yo tenga que ir hasta allá.
El énfasis de su expresión hizo que ipso fácticamente sus extremidades empezaran a moverse. Katakuri no estaba bromeando, y la parte más racional dentro de él le decía que no era lo más sensato hacerlo enfadar nuevamente.
Decidió que era suficiente cuando estaba a solo unos pasos de distancia del Charlotte.
——¿Acaso me tienes miedo? Mi dulce espinela... dije que te acercaras.
——¡Por supuesto que no! —— Por supuesto que sí, pero jamás se iba a tolerar el mostrarlo. —— Y por si no lo notaste ¡Ya estoy cerca!
——Como quieras —— Apenas Katakuri hizo tan solo el amague de querer avanzar, Ichiji sintió su alma en vilo.
——¡Alto! —— Se vio en la instintiva necesidad de alzar su brazo, poniendo una barrera entre ambos y evitando el avance de Katakuri —— ¡No te atrevas a invadir mi espacio!
——Sin duda eres toda una caja de sorpresas, Ichiji. —— En la vida había sentido que su nombre se escuchara tan bien, era un tono en extremo varonil y perfectamente acentuado; que invita a cualquier persona que lo oyera, a pecar —— ¿En verdad me vas a hablar de invasión al espacio? —— En el momento que finalmente pudo reaccionar, ya era demasiado tarde. Su muñeca ya había sido alcanzada con brusquedad únicamente para ser arrastrado a la fuerza; dándose de lleno contra aquel formidable tórax y eliminando en el proceso el más mínimo rastro de distancia entre ambos ——...Cuando fuiste tú el que apareció, literalmente, en la puerta de mi Pent-House.
——¡Katakuri, suelta–!
Ni siquiera pudo terminar cuando el granate, muy astutamente, levanto su mentón, para que Ichiji combatiese frente a frente contra aquella hipnotizante mirada carmesí.
——Shh... —— Aquella densa corriente de aire salida de sus labios, logro erizarlo y desarmarlo en segundos.
Llegado a ese punto, Ichiji tuvo que invocar toda su determinación interior, no quería dejarse llevar por sus deseos más primitivos, pero es que era tan difícil con ese malnacido susurrando sobre sus labios. Como si se tratase del mismísimo Satán llamando a las puertas de San Pedro, únicamente para invitar a aquel ser celestial a cometer el mayor y más placentero de los pecados.
——¡Vamos Vinsmoke! Tú lo sabes incluso mejor que yo, deseas esto... Casi tanto como me deseas a mí.
Los frenéticos latidos que empezaron a golpear de forma descontrolada su caja torácica eran la prueba más fidedigna del poder que ese hombre ejercía sobre su cuerpo.
——No eres nada más que un cínico malnacido, Charlotte. —— Recito esas palabras desde lo más profundo de su ser ——...Y no imaginas el desprecio que siento hacia ti.
Sus labios colisionaron súbitamente; llamándose, buscándose y adentrándose cada vez más en la boca del contrario. Envolviendo sus lenguas en una lucha de poder; una lucha por demostrar quién de los dos sería el sometido y el sometedor. Una lucha sin tregua en la que ninguno de los dos daría su brazo a torcer, marcando al contrario con duros raspones y mordidas voraces.
Hasta que el sonido de un fuerte ¡Clap! Seguido del agudo gemido de Ichiji revoto en toda la habitación, Katakuri había concentrado más fuerza de la usual en el manotazo que le dio a las sublimes posaderas del pelirrojo, haciendo que este arqueara su cuerpo de tal forma que le diera un acceso directo a su apetitoso cuello, el cual ataco mientras hurgaba de la forma más sórdida posible sobre todo su cuerpo.
Solo él podía amaestrar a ese ente de fuego fato oculto tras la fachada de un jovencito de hipnotizantes cabellos escarlatas, y obtener el tan anhelado botín de guerra; los exquisitos y apasionados gemidos de Ichiji.
¿Cómo era posible que, con palabras tan vulgares y movimientos bruscos, Katakuri lo pudiera arrastrar hacia ese estado de necesidad?
——No volveré a repetir esto, así que te recomiendo prestar atención ——Le susurro mientras saboreaba con su lengua el dulce sabor de los jugosos labios de Ichiji. —— Nuestro acuerdo, no tiene ninguna relación con los asuntos laborales. Esta va a ser la primera, y última, jugarreta que te permita. Vuelve a cometer una sola insubordinación más, y desearas nunca haber puesto un pie en mi firma ¿Entendido, Vinsmoke?
Katakuri podía ser tan apasionado como arrollador en igual medida; pero no por eso tenía que aceptar todas sus estúpidas, autoritarias y obsesivas reglas.
¡Aunque hubiera aceptado entregarle su cuerpo, jamás le iba a entregar su alma! Porque era suya.
Y solo suya.
——Señor Charlotte —— Apropósito, degusto sugestivamente cada una de aquellas letras —— Con todo el respeto que se merece... Puede besar mi trasero.
Se arrepintió de soltar esas palabras incluso antes de que salieran de su boca, ya que fue como si el mismo se hubiera auto infringido un tiro en la pierna al ver como una desmesurada y sedienta sonrisa se abrió paso en el rostro de Katakuri.
——Sera todo un placer, mi espinela.
¡Pelirrojo Idiota! De todo en infinito abanico de palabras que existían en el vocablo ingles ¿¡Tenías que escoger precisamente esas!?
Su cuerpo cayo víctima del rudo contacto de Katakuri, que impetuoso y violento, busco abrirse paso entre las ropas tan ajustadas al cuerpo de Ichiji, y que pedían a gritos ser hechas pedazos por él.
Despertó de la ensoñación solo cuando su cuerpo termino siendo alojado en aquel curioso e indescriptiblemente fastuoso despacho de cristal.
——¡E-Espera! – ——Le era casi imposible articular más de una palabra con los labios de Katakuri sobre los suyos, que buscaban llenar cada centímetro de su boca con la esencia del contrario —— Ka-Katakuri ¡Basta! —— Debía evitar a toda costa que lo tomase allí mismo —— Tu mismo acabas de decir que el trabajo es primero y no lo mezclaríamos con... —— Ni siquiera sabía que palabra usar para describir lo que sea que tenían —— ...esto.
——Tienes toda la razón, mi espinela, pero... —— Fue imposible para el pelirrojo hacerle frente a la fuerza bélica que ese desgraciado poseía. No era rival para los vehementes brazos de Katakuri, que de un solo movimiento se enroscaron a sus endebles y níveas extremidades, colocándolas por encima de su roja cabeza y dejándolo a completa merced del granate. – En estos momentos hay una labor mucho más importante con la que tienes que lidiar y se encuentra explícitamente aquí.
——¡Kata... ¡Ahg~!
Enseguida pudo detectar un sabor metálico que empezó a esparciese por sus labios, inconscientemente se había mordido con más fuerza de la que debía para impedirle la huida de los incontrolables quejidos que empezaban a apoderarse de su cuerpo al sentir la apabullante hombría de Katakuri colisionar indómitamente contra el tierno nucleo de su cuerpo.
——No trates de engañarme Ichiji, por más que finjas que me desprecias, el cuerpo no miente. Deseas con todas tus fuerzas que te empotre contra este maldito escritorio y te folle hasta que pierdas el conocimiento... De nuevo —— Esas dos últimas palabras ocultaban consigo un dejo de jocosidad plena.
——¡No! Eso no es——
¿Por qué? ¿Por qué únicamente con su presencia, Katakuri lograba arrastrarlo hasta esas circunstancias tan...?
——Ichiji, no quiero que pienses en nada más, solo... mírame.
Esa palabra.
Recordar esa endemoniada palabra, era reavivar esa noche.
Una tan trágica como indomable. Verlo directamente a los ojos, era entregarse voluntariamente a él. Sentir su piel, era un grito desesperado de su cuerpo por ser marcado.
——Vamos a coger en mi oficina ¿Está claro?
Katakuri lo volvía débil; lo volvía adicto...
Adicto a él.
——S-Si...
***
——¡Creo que no estas entendiendo la verdadera magnitud de este asunto! ¡Realmente te necesito aquí, Cracker!
El pelilila finalmente le había cogido el móvil luego de incansables llamadas. Supuso que debía estar muy ocupado con la exposición, pero necesitaba de Cracker ahora más que nunca. Tenía mucha suerte de que Ichiji hubiera estado en el piso cuando su jefe llego.
Y de todo corazón, esperaba que su reunión se prolongara lo más posible.
No obstante, sabía que en algún momento el Charlotte mayor saldría de esa oficina, y el solo pensamiento la hacía temblar del miedo.
«——Rebecca, no entiendo nada de lo que está pasando, pero, no puedo simplemente ir corriendo a la firma de mi hermano y abandonar la exposición ¡Hay muchos periodistas haciendo notas de mis obras! Sin mencionar que esta noche será la subasta, que te recuerdo usare para financiar nuestra——
——¡Cracker! —— Su voz se alzó en una fuerte suplica que decayó instantáneamente —— ...No me dejes sola en esto.
Escuchar el semblante tan apagado de alguien que siempre destilaba alegría como Rebecca, logro afectar al joven artista.
——No puedo describir con palabras lo orgullosa que me siento por ti; sé que esta exhibición ha sido el sueño de toda tu vida; pero yo——
«——Alto ahí. —— El Charlotte más joven la corto —— Antes que nada; el sueño de mi vida no es nada de lo que está en este lugar, eres tú. Así que deja de hablar... Ay, ¡Maldición! ¿Como le dicen ustedes...? «gilipolleces». Y con respecto a lo otro, quiero entender tu miedo, pero no te ofendas si te digo que es un pensamiento bastante estúpido ¡Mi hermano jamás prescindiría de ti por algo como eso!
Inclusive a veces llegaba a pensar que Katakuri quería mucho más a Rebecca que a él.
«——Además, por si las dudas tome todas las medidas necesarias para que fuéramos nosotros los que le diéramos la noticia personalmente. Así que en verdad dudo mucho que Katakuri sepa algo.
——¿¡Cómo puedes estar tan seguro!? ¿Qué hay de toda la prensa que estuvo presente ayer, los invitados o...?
...Tu familia
«¡Que, si antes me detestaban, ahora desean verme a cuatro metros bajo tierra!»
Nunca se atrevería a hacer ese comentario en voz alta, porque sabía lo mucho que Cracker adoraba a los suyos, pero es que ellos eran tan... complicados.
La gran mayoría de los Charlotte únicamente la veían como una oportunista que engatuso al hermano de su jefe ¡Cuando la verdadera historia era completamente distinta! Sin mencionar que por el simple hecho de tener un lazo sanguíneo con Vi, la habían tachado con el peor concepto posible que se podía tener de una mujer.
«——Becca.
Por un segundo olvido que Cracker seguía al otro lado de la línea
«——No tienes por qué callarte si algo no te parece. Se que estás pensando en mi familia, pero ya te lo he dicho mil veces, si ellos no te aceptan ¡Es su jodido problema, no el nuestro!
Tampoco es que Cracker fuera un idiota, sabía que la única razón por la que gran parte de su familia no era capaz de aceptar a Rebecca. Además de que no cumplía con los estándares necesarios a ojos de su madre para pertenecer a su familia, era por la maldita de Violeta.
Jamás le perdonaría a esa descarriada lo que le hizo a su hermano, y si hace unos años le hubieran dicho que terminaría perdidamente enamorado de la hermana pequeña de «la perra española», de seguro se hubiera cagado de la risa, pero...
El corazón nunca entiende lo que la razón comprende.
«——Escucha, ya me tengo que ir, William y Kate acaban de llegar, y quiero mostrarles la exposición personalmente. Solo confía en mí y deja de taladrarle la cabeza ¿Quieres? Estoy absolutamente convencido de que mi hermano no tiene ni idea de lo que paso, porque si Katakuri estuviera al tanto de lo ocurrido ¡El primero al que él buscaría seria a mi!
Quizás esa una de las tantas razones por las que Rebecca no tenía dudas de la decisión que había tomado al arriesgarlo todo por estar al lado de Cracker, él siempre lograba sacarle una sonrisa, incluso en los momentos más tensos.
«——¡Rebecca, no te rías! ——Le reclamo —— Estoy hablando en serio, yo soy el que más se la está jugando de los dos con todo esto, ¡Y lo hago porque...——
La mujer interrumpió antes de que le pudiera decir las palabras que ella ya conocía de sobra...
——Te amo, mi Simba.
...Ya que ella deseaba recitarlas primero.
Conocía al pelilila desde niños, y sabía que cuando a Cracker le decían esa clase de cosas, tendía a quedarse sin palabras, terminando siempre por sonrojarse.
——...Y yo a ti, Nala. —— Ni siquiera se despidió cuando corto la llamada, porque para ellos dos...
No existía la palabra «Adiós».
Durante mucho tiempo creyó que su relación con Cracker estaba destina al fracaso; y no porque ella lo quisiese así, sino por lo difícil que fue lograr que él se abriera con ella. Aunque debía reconocer que la desconfianza era una característica natural en todos los Charlotte.
Por fuera solo destacaba el gran apellido, una poderosa trasnacional y la incalculable fortuna; pero ella había sido testigo de lo que se ocultaba tras todos esos títulos; una madre cuyo único mérito había sido el parirlos, y miles de padres, pero ninguna figura paterna.
Una familia que solo se había mantenido unida por el esfuerzo de unos niños.
A los que ni siquiera se les permitió vivir su infancia.
Que se obligaron a sí mismos a madurar, solo para cuidar de los más pequeños. La misma familia que cuando se les arrebato a la piedra angular de sus vidas.
Una de las personas por las que Rebecca sentía más cariño y admiración en el mundo.
Fue como si les arrebatasen la luz de sus ojos.
El mismo Cracker le admitió que nunca pudo superar la partida de Katakuri a los Estados Unidos. A sus propias palabras, siendo solo un niño le arrebataron a la persona que más amaba en el mundo.
«——Cuando Katakuri regreso a Inglaterra para iniciar sus estudios en Oxford; ¡Yo me sentí tan feliz! ¡Por fin mi hermano volvería a casa!, pero la persona que vi... No era ni por asomo la que yo tanto añoraba.»
«——En solo cuatro años viviendo con esa bestia, casi logra que Katakuri se vuelva una máquina.»
Cualquier persona hubiera pensado que Cracker solo estaba exagerando. Sin embargo, tener el dis-gusto de haber conocido al padre de su jefe, era razón suficiente como para darle validez a todas las palabras de Cracker.
Nunca había conocido a nadie más brutal y desalmado como ese hombre.
Era como si disfrutase de hacer pedazos a la gente.
¿Y quién mejor que un desalmado sin escrúpulos para liderar una firma de abogados?
Sus divagaciones hicieron que se perdiese por incontables minutos en su mente, reaccionando únicamente cuando su Samsung volvió a vibrar entre sus manos, y al leer el nombre del receptor, si bien no se sorprendió, si la tomo desprevenida.
——¿...Camie? ¿Está todo bien? No es común que llames a mi línea personal —— Era una de las recepcionistas que trabajaban en el Hall del bufete.
La había conocido cuando cierto día se apareció en el último piso de la firma, diciéndole que el Señor Queen la había mandado a llamar personalmente. Aunque no la pudo tratar mucho, logro agradarle, se veía como una chica muy risueña, pero también algo ingenua. Por eso mismo le recomendó que se mantuviera lo más alejada posible del depravado del rubio, y no se tomara enserio sus galanteos.
«——¡Rebecca, finalmente! ——Se escuchaba preocupada —— He estado llamando insistentemente a tu anexo, pero no lograba hacer conexión.
«Jode, probablemente esa cosa se descompuso luego de todos los golpes que le di», Pensó la secretaria.
——¿Así? ¡Que extraño, «tía»! Le encargare personalmente a Page que lo revise, pero dime ¿Sucedió algo allá abajo?
«——¡Si! Ni te lo imaginas, hace unos minutos alguien se presentó en recepción con el ID Platinium de la firma.
——¿¡Que cosa!?
Todas las personas que laboraban en el bufete contaban con una identificación que los reconocía como miembros de la firma; y variaban de material dependiendo de la relevancia del trabajador en la firma, pero lo que acababa de decir Camie no era posible.
Solo había cinco personas con ese tipo de ID en toda la compañía; una de ellas estaba en América, King junto con Queen aún seguían en Alemania, Vi le había dicho que estaría en Whole Cake todo el día y el jefe... ¡El jefe estaba en su oficina!
——¿A quién pertenecía la identificación? —— Tenía que haber un error ¡Era inviable que existiera una séptima copia! Ese ID debía pertenecer a alguno de los directivos.
«——¡Por eso mismo te llame! La identificación que tenía era la del mismísimo CEO, y no tuvimos otra opción más que dejarla ingresar, pero——
——¡Ni se te ocurra decirme que le diste acceso a las plantas superiores de la firma! ¿¡Pero qué es lo que tienes en la cabeza, Camie!? ¡Debieron llamar a seguridad en ese mismísimo segundo! ¿Cómo es posible que–?
¡Alto ahí! Tal vez había escuchado mal, pero...
Sabía que tenía que asegurarse, pero como odiaba hacer esa pregunta —— ¿Acaso dijiste... dejarla?
La respuesta de Rebecca llego como un misil cuando las puertas del fino ascensor de cristal se reabrieron. Dándole paso al mismísimo satán escondido en una sonrisa vanidosa y con un bolso Prada.
——¡Whow! Se nota que Katy no escatimo en gastos con este lugar, todo se ve tan vanguardista, muy chic ¡Me encanta! Aunque quizás abusaron un poco del mármol.
«¡Agh, no!»
«¡No!»
«¡Coño, no! ¡¡Camie, te daré un buen par de ostias si logro salir de esto!!»
Preferiría mil veces tener que lidiar hasta con la mismísima madre de Cracker...
¡¡A tener que lidiar con esa «hijaeputa»!!
***
Ya no quería esperar más, sabía que estaba siendo un completo estúpido, pero en esos momentos su cerebro se encontraba completamente desconectado del resto de su cuerpo. Únicamente ansiaba el tacto de Katakuri, añoraba los besos de Katakuri y anhelaba la mirada de Katakuri.
——¡Ya deja de perder el tiempo, Charlotte! Si me vas a coger, hazlo de una vez.
——Vinsmoke ——Con una maestría admirable, Katakuri empotro sin esfuerzo la parte frontal de su cuerpo contra la mesa de cristal; haciendo que su rostro chocara contra el gélido material —— Vuelve a darme órdenes y te haré algo peor que dejarte inconsciente.
——...Q-Quisiera verte intentándolo —— Solo Katakuri lograba corromperlo y llevarlo hasta un estado de salvajismo puro.
Y era impensable para alguien como Katakuri que un simple mocoso lograra llevarlo hacia tal estado de necesidad.
Hacía tanto que no sentía un deseo tal por estar dentro de una persona. Había perdido la cuenta de los miles de cuerpos que se habían paseado por sus sabanas; siempre pidiendo más, mientras el exigía sus cuerpos hasta el límite.
Pero Ichiji...
Desde la primera vez que lo vio en ese ajustado traje en aquella condenada gala, moviéndose con suma elegancia y la paronimia de cada paso como si fuera ensayado, marcando sin saberlo aquella apetitosa figura que era sinónimo de deseo. Sintió unos insaciables deseos por acorralar al chico contra una de las fuentes de aquel lujoso hotel y cogérselo hasta el hastió. También aceptaba que, en su primer encuentro, el pelirrojo le pareció en extremo idiota; un perdedor con demasiado alcohol en el cerebro y una lengua demasiado afilada para su propio bien, pero cuando pudo conocer más afondo a aquella fiera escarlata; no pudo estar más que satisfecho con lo que veía.
Siempre fue partidario de jamás mezclar el trabajo con nada, pero Ichiji...
Ichiji fácilmente podía ser la personificación de sus más bajas y sucias perversiones. Ese condenado pelirrojo era la mezcla perfecta entre inocencia e insolencia. No había nada que desease más que amaestrar a aquel diablo, y que ambos ardieran juntos en el más profundo del averno,
Y que él lo hiciera en lo más profundo de Ichiji...
A pesar de ser un completo hijo de puta, por lo visto Dios; o quien quiera que estuviera allá arriba, aún conservaba una pequeña pisca de fe en él, haciendo un último esfuerzo por salvar su ya condenada alma, al poner en su camino un apolíneo como Ichiji.
Sin embargo, como todo buen pecador, se encargaría de profanar una y otra y otra vez a ese ser que se había convertido en su nuevo y único objetivo.
Tenía muchos planes para él, y francamente le importaba un carajo si Ichiji estaba de acuerdo o no... Porque estaba completamente convencido de que al final, terminaría doblegándose por completo ante su voluntad.
——Solo trata de no gritar demasiado.
Cuando Ichiji finalmente pudo escuchar el sonido del zipper de Katakuri descender; sus mejillas fueron atacadas por un fuerte escarlata que era incluso más intenso que sus cabellos; sentía sus ojos lagrimear de deseo, únicamente deseaba hacerse uno con aquel portento de hombre. Su ser se encontraba al límite y aunque su psique jamás lo llegaría a aceptar, no le interesaba que el edificio entero fuese a escuchar sus gritos; porque únicamente deseaba a Katakuri desatando toda la fuerza de su miembro sobre él.
——¡Es-Espera! —— Inesperadamente el pelirrojo tomo una fuerte bocanada de aire —— No te atrevas a estropear mi ropa otra vez ¿Entendido? No sé si tienes un extraño fetiche por romper cosas, pero si tanto quieres verme desnudo, puedo hacerlo yo mismo.
——Descuida Ichiji —— El semblante de Katakuri cambio completamente, sus labios formaron una sonrisa orgullosa y prepotente —— Lo único que deseo romper en estos momentos, es a ti.
«Demonios, ese hombre era tan... tan... A diablo ¡Que rompa lo que quiera!»
No había nada más que perversión absoluta en lo que hacían, pero antes de que Katakuri fuera a dejarlo completamente desnudo de un movimiento, el fuerte sonido del intercomunicador en el escritorio del CEO empezó a rechinar haciendo un pitido nada agradable a los oídos de Ichiji.
Sin embargo, eso no fue impedimento para que Katakuri empezara a forzar el ajustado pantalón del pelirrojo, deseando liberar la parte más codiciada de él, le daba absolutamente igual la maldita línea.
E Ichiji hubiera compartido su opinión, si tan solo el maldito sonido hubiera cesado.
——Ka-Katakuri... quizás sea impor——
——No interesa.
——Pe-Pero...——
El mayor gruño por lo bajo cuando el contacto entre sus pieles ceso, solo para tomar con desmesurada fuerza aquel maldito aparato que como nunca antes, deseaba destruir con todas sus fuerzas.
——¿¡Qué carajos pasa Rebecca!? ¡Creí haberte dicho explícitamente que nadie debía interrumpirme!
«——...Ay Jefe —— Incluso Ichiji pudo sentir el incontrolable miedo que Rebecca emanaba a través del altavoz —— ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! Enserio lo siento, pero es que–
——¡Habla de una buena vez!
«——Yo jamás lo interrumpiría, pero es que se trata de——
En ese preciso momento, Ichiji pudo escuchar un sonido extraño, no podía distinguirlo del todo, pero quizás se trataba de un... ¿Forcejeo?
«——¡Oye, Charlotte!
Ahora si estaba convencido de que esa jamás podría ser Rebecca; primero porque ella nunca se referiría a Katakuri de esa forma tan agresiva, y segundo, porque ¡Era una voz completamente diferente!
«——¿Cómo te atreves a decirle a esta niñata que no tienes tiempo para mí? ¡Eres un maldito cerdo! Primero me dejas plantada largándote a Múnich sin darme ninguna explicación, y ahora esto.
Enseguida sintió la exasperación de Katakuri, lo oyó maldecir por lo bajo al mismo tiempo que alejaba su tacto para reponerse sobre el escritorio.
——Siéntate y mantente callado, Ichiji. —— Le ordeno de mala gana.
«——Oye ¿Me estas escuchando? ¿Acaso te estas cogiendo a alguien allí adentro?
——¡Te repetí miles de veces que no te quería ver en la nueva firma! ¿No podías haber llamado antes? —— Le reclamo hastiado.
«——¡Claro que lo hice, idiota! Pero no se te dio la gana de contestar tu maldito celular, y por si no lo sabias Señor «La tengo tan grande como mi ego» ¡Si te llame! Pero como siempre, tu solo haces lo que se te salga de las bolas y ya. Pero descuida, no vengo a interrumpir tu preciado tiempo laboral, sino a sacarte de una vez por todas de esta maldita cueva tuya. Aprovechemos que ya es la hora del almuerzo. Muero de hambre ¡Llévame a comer! ¿Sí?
Ichiji se quedó absolutamente pasmado tras escuchar esas palabras ¿Acaso exista una persona que fuera capaz de hablarle así a Katakuri Charlotte?
El pelirrojo escucho perfectamente el crujido de las articulaciones en el cuello del granate, el cual trato de juntar toda la poca paciencia que tenía en su cuerpo a pesar de que se encontrase muy molesto.
——Ichiji —— El mayor lo llamo de un rápido avistamiento——Lo que sea que vaya a salir de la boca de esa mujer, no la escuches, ni te lo tomes enserio.
——¿Por qué me dices eso?
——Porque va a entrar en este preciso momento.
Dicho y hecho, la extraña habilidad de Katakuri para ver el futuro acertó de nueva cuenta cuando de un portazo las puertas de la oficina fueron abiertas e Ichiji finalmente pudo ver de quien se trataba la persona que le hablaba a Katakuri con una extrema confianza.
Wow...
Fue lo único que pudo pensar cuando la vio.
Era alta, muy alta, su piel parecía porcelana recién pulida, dueña de una melena larga y verdosa con ligeras ondas, y sus ojos, eran de un dorado tan brillante como la costosa pedrería que colgaba de su cuello. Lucia un vestido blanco sin mangas demasiado corto para su gusto, pero que destacaba perfectamente bien a su delgada figura y sus enormes... pechos.
¡Bien! Debía admitirlo, era sexy pero... ¿De quién diablos se trataba?
——¡Katy~, ya llegué!
¿Katy?
Bien la magia únicamente se limitó a diez segundos, ahora solo quería vomitarle encima.
Inmediatamente, Ichiji le regreso la mirada al recién mencionado solo para notar que Katakuri se hallaba sobándose el entrecejo con exasperación.
——¿Qué es lo que haces aquí, Monet?
——Ouch, el gran CEO esta de mal humor ¡Arreglaremos eso más tarde! Ahora——
«¿¡Que cosa dijo!?»
——Creo que no me escuchaste —— El mayor ni siquiera le prestó atención a sus palabras, no tenía tiempo para sus juegos —— ¿Qué es lo que haces aquí?
Pero lejos de amedrentarse, la recién llegaba avanzo campante hacia la parte central de la oficina, más cuando estaba a unos metros de distancia de ambos, y estando a un segundo de reabrir sus labios pintados de rojo mate, desvió unos cuantos grados su vista, al percatarse de una presencia de más.
——No sabía que tenías reuniones con practicantes ¡Que jefe tan generoso!
——No soy ningún practicante ——– Antes de que Katakuri pudiera responder, su voz salió disparada.
——Él es uno de los nuevos jefes de departamento en la firma; Ichiji Vinsmoke. Ichiji, te presento a... una amiga, Monet Hazard.
¿¡Ella era la susodicha «Señorita Hazard»!?
¡Si claro! Quizás Katakuri tuviera un concepto muy distorsionado de lo que era la amistad, pero esa mujer no se veía como la clase de «amigas» a las que solo le contabas tus problemas.
——¿No es demasiado joven para ocupar un puesto tan importante?
——No vuelvas a responderme con otra pregunta ¿Quieres? —— A pesar de estar asesinándola con la mirada desde que ingreso a su oficina, para la ojiverdes, las amenazas del Charlotte carecían de efecto.
Se conocían demasiado bien como para que Katakuri lograra asustarla.
——Sera mejor que yo me retire —— No era lo más sano que él continuara en ese lugar, había tenido suficiente y a decir verdad no sabía porque, pero no deseaba compartir el mismo oxigeno con esa mujer.
Pero antes de que siquiera pudiese levantarse, la simple mirada de Katakuri detuvo en seco todas las intenciones del pelirrojo.
Ichiji pudo leer a la perfección lo que trataban de decirle aquellos penetrantes ojos ígneos:
«Ni se te ocurra moverte...»
Monet se percató del particular lenguaje corporal entre ambos, pero como siempre, haciendo uso de su extrema astucia, lo dejo pasar. Aunque eso no implicaba que no se lo mencionara a Katakuri cuando estuvieran solos.
——No sé si lo recuerdas, pero te dije que vendría a visitarte seguido a este desdichado y lluvioso país. ¡Dios! No puedo creer que prefieras este lugar por sobre California o Nueva York, es tan tétrico. —— Se dijo más para sí misma —— También acordamos que iríamos juntos a la muestra de Cracker, pero cuando el dichoso día llega ¿Qué es lo que haces? Me dejas con la palabra en la boca y solo te justificas diciendo que "Hubo un inconveniente con las negociaciones". Para tu información el vestido borgoña de Fendi, era de colección. Además, ¿Tienes idea del ridículo que hice al llegar sola a la exposición? Y por cierto me debes una, Cracker estaba al borde del colapso cuando supo que te habías ido sin darle ninguna explicación.
«——Hubo un inconveniente con las negociaciones——»
Ichiji parpadeo infinidad de veces por segundo, recordaba que Katakuri menciono esas palabras cuando estaban en su Pent-House y los chillidos de una mujer mientras el mayor hablaba por teléfono.
¿Así que se trataba de ella?
Pero, no lo comprendía ¿Iban juntos a eventos? ¿Viajaba desde América solo para verlo? Y esa relación tan estrecha entre ambos, porque era imposible que cualquier persona con dos dedos de frente le hablara a Katakuri de la forma en la que ella lo hacía, solo lo hacía pensar.
¿Quién era esa mujer exactamente?
——¡Oye! ——Con solo ver la mirada homicida que le dedicó una enfurecida y recién llegada Rebecca a Monet, el pelirrojo lo supo. Esa mujer seria de todo, menos agradable... —— ¡Te dije que no podías ingresar sin el consentimiento del jefe! No tienes ningún derecho a——
——Katy, dile a la cachorra que deje de ladrar —— Ichiji pudo reconocer el perfecto español con el que escupió esas peyorativas palabras —— ¡Es más! No entiendo que rayos hace aquí ¡Pensé que a estas alturas ya la abrías echado de la firma!
——¡Como te atreves a hablarme de esa forma, maldita bruja! ¿Acaso crees que——?
——¿A qué te refieres, Monet? —— De haber sido otro el escenario, a la que hubiera echado de su oficina hubiera sido a la mismísima Monet, pero desgraciadamente tenía que darle el beneficio de la duda a esa mujer.
Ya que, ella jamás soltaba sus mordaces comentarios sin antes contar con una base que le diera fundamento a sus palabras.
Además, con solo ver como el rostro de Rebecca perdió el color cuando ella lanzo sus dardos, supo que había algo que él desconocía.
Y si existía una sola cosa que Katakuri Charlotte odiaba con toda sus fuerzas; era que le ocultaran cosas.
Instantáneamente la mirada de águila de Monet se percató de como las manos de Rebecca empezaron a temblar, no resistió la tentación de reír de forma satírica.
——No puedo creerlo ¿Trabajas para Katakuri y no te has atrevido a decírselo? Gracias a él, tu vida volvió a tener algo de sentido luego de ese accidente, ¿Y se lo devuelves de esa forma? Violeta sí que te ha enseñado bien.
——¡Guarda silencio! —— Trato de detenerla, pero era simplemente imposible que esa mujer cerrara la boca una vez empezaba a hablar.
——Y por lo visto Cracker tampoco te lo menciono, Katy. Lo comprendo, de seguro fue influenciado por el miedo de Rebecca.
——¡Monet, no te atrevas–!
——Permíteme anunciarte que el día que te ausentaste a la tan soñada exposición de tu hermanito en la Real Academia de Artes de Londres, por estar en «nosedonde». Cracker le propuso matrimonio a Rebecca y ella, ni tonta ni perezosa, acepto casi instantáneamente. Hubieras visto la cara que puso tu madre o hermanas cuando la dulce galletita se arrodillo frente a todos ¡Fue tan romántico! ¡Parece que pronto habrá una nueva Charlotte! Ya que su boda se llevará a cabo este fin de semana ¿Acaso no es lindo, Katy?

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