Chapter 1: P R Ó L O G O
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Ocurrió cierta mañana de primavera, cuando los cerezos estaban por florecer y la brisa era como una suave caricia. Su cabello bailaba con el sol matutino y sus ojos desprendían un brillo que en ese momento sólo podía compararlo con el de las estrellas.
Llevaba el uniforme impecable, no había ni una sola arruga en la chaqueta y su camisa estaba perfectamente planchada; por un momento HyunWoo creyó que aquel muchacho, de nariz pequeña y perfilada, olería a una mezcla de suavizante para telas y vainilla. Su forma de andar lo hacía ver como alguien seguro de sí mismo; mirada seria y al frente, la espalda recta y una pequeña sonrisa que se dibujaba en sus labios al responder cualquier saludo.
HyunWoo no podía despegar la mirada de aquel muchacho castaño de impecable uniforme; con cada paso que daba, despertaba su curiosidad por saber quién era.
Sabía que era de primer año, porque lo había visto en la ceremonia de bienvenida, pero mentiría si dijera que no moría por saber su nombre o por escuchar el timbre de su voz. ¿Sería tan bonita como la imaginaba? ¿Cuál sería su comida favorita? ¿Le gustarían los perros o los gatos?
—¡Hey, Shownu! ¿Me estás escuchando?
HyunWoo parpadeó un poco, desviando su atención hacia el pelinegro sentado frente a él. HoSeok tenía una manzana a medio comer en la mano.
—¿Ah? Sí, sí. Me decías algo sobre... ¿Sobre unas flores? —HoSeok lo miró con la ceja arqueada.
—Eso te lo dije anoche —dijo con una sonrisa burlona—. Has estado muy distraído estos días, ¿Qué es lo que te trae así? Y no me digas que es por los exámenes porque recién comenzaron las clases.
—Creo que tengo hambre.
—Acabas de llegar. ¿No desayunaste algo en casa?
—Claro que desayuné... Pero tengo más hambre.
HoSeok suspiró.
—Bueno, todavía faltan unos minutos para que comiencen las clases, ¿Vamos por unos jugos? Yo invito.
HyunWoo aceptó, no sin antes voltear una última vez por la ventana sólo para confirmar sus sospechas, aquel muchacho se había ido. Suspiró. Tampoco es como si esperara que estuviera en el patio principal todo el día sólo para que pudiera verlo desde su pupitre, pero era el único momento del día en el que podía verlo.
Esta «atracción» de HyunWoo por el misterioso chico de primer año no había pasado desapercibida por HoSeok. Conocía al moreno desde que tenían siete años y era como un hermano para él. Ya que HyunWoo no era de muchas palabras, HoSeok aprendió a leer sus expresiones; sabía cuando estaba feliz por algo, cuando algo le molestaba e incluso aprendió a diferenciar su cara de aburrimiento con su cara de «Tengo hambre, vayamos a comer algo.» Pero desde que este misterioso chico apareció en la ceremonia de bienvenida, HoSeok volvió a ver una expresión en HyunWoo que no había visto desde hacía tiempo.
Supuso que su amigo debió ver algo especial en aquel chico. Tal vez HyunWoo sentía lo mismo que él cuando veía a aquel chico alto que usaba anteojos redondos.
La máquina expendedora de jugos quedaba cerca de la cafetería de la escuela, cruzando el jardín central. Ahí, sentado en una de las bancas, con un libro en mano, estaba el chico más bonito que HoSeok hubiera visto. Lo miró de soslayo, cuidando ser discreto —algo muy diferente a cuando HyunWoo apoyaba ambos brazos en la ventana y miraba al misterioso chico de primer año— pero tomándose el tiempo suficiente de apreciar los bonitos rizos que caían por su frente; tenía la nariz más bonita y manos delicadas, sus labios eran rosados y esponjosos y podía apostar a que tenía los ojos más hermosos del mundo escondidos detrás de aquellos anteojos redondos.
Había escuchado su nombre por casualidad la semana pasada, cuando MinHyuk lo llamó durante la hora del almuerzo. HyungWon, HyungWon, HyungWon. El simple hecho de recitar su nombre en su cabeza hacía que su corazón latiera rápidamente.
Entonces cayó...
—¡Lo siento mucho! Déjame ayudarte —dijo el pelinegro, preocupado, extendiendo su mano hacia la chica frente a él, siendo poco consciente de que daba la apariencia de un príncipe a los ojos de la muchacha—. ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? Realmente lo siento.
—Discúlpeme usted a mí, no me fijé por dónde iba —dijo ella, con la mejillas sonrojadas, haciendo una reverencia—. ¿Se encuentra bien?
HoSeok asintió con una pequeña sonrisa. La chica lo miró un par de segundos antes de ser ligeramente empujada por sus amigas para llegar a clases.
HyunWoo miró divertido a su amigo y antes de que pudiera decir algo, HoSeok se le había adelantado diciendo «Ni se te ocurra decir algo al respecto, Son.» Aún así, HyunWoo se echó a reír.
—Y decías que yo era el que estaba distraído —dijo entre risas, rodeando el hombro del contrario con su brazo—. Debes dejar de andar soñando despierto, lees demasiadas historietas.
HoSeok suspiró y miró en dirección a la mesa donde estaba HyungWon, preguntándose si vio algo de lo que había pasado. Sin embargo, parecía que HyungWon no había levantado la vista del libro en ningún momento.
—Al menos tengo cuidado de leerlas en mi tiempo libre y no en la madrugada —dijo HoSeok, acercándose a la máquina expendedora. Sacó unas monedas de su bolsillo y presionó el código de las bebidas—. Con la de ayer, ya van tres veces que te quedas dormido en clase en lo que va del semestre.
Tomó las latas de jugo y le entregó una a HyunWoo.
—Sabes que apenas tengo tiempo libre ahora que NamJoon se graduó. El comité está organizando las elecciones para escoger al próximo presidente y, mientras eso ocurre, tengo qué hacerme cargo.
—¿Por qué no simplemente te dan el cargo? Eres el vicepresidente, ¿No sería más fácil?
HyunWoo negó, dando un sorbo a su bebida.
—Lo rechacé. Con la vicepresidencia y el club de natación me es suficiente.
Comenzaron a hablar sobre una nueva película que HoSeok había visto con su hermano el fin de semana, HyunWoo se limitaba a asentir y a hacer algún comentario ocasional.
Tomaron las otras escaleras para llegar a su clase, fue entonces cuando la voz de HoSeok se volvió un eco para HyunWoo. Frente a él, a unos escasos metros de distancia, estaba el muchacho por el que había estado suspirando desde hace días y que sólo podía ver a través de la ventana. Era un poco más bajo que él, parecía que tenía la estatura perfecta para poder depositar un beso en su frente. Sus ojos eran bonitos, mucho más bonitos de lo que pudo imaginar; tenía las mejillas redondas, como las de un hámster y el cabello le cubría un poco las orejas, mas no había ni uno solo fuera de su lugar. Estaba mirando un afiche pegado en el tablón de mensajes. HyunWoo estaba tan hipnotizado en la delicadeza de sus movimientos que no se percató en qué momento había tomado un bolígrafo del bolsillo de su chaqueta y se había retirado.
HoSeok se percató de aquello y le dio un ligero empujón al moreno, sacándolo de su trance.
—¿Qué decías de la película?
HoSeok negó con una sonrisa.
—Voy a hacer de cuenta que no me ignoraste estos últimos cinco minutos. ¿Esos no son los afiches que estaba haciendo el comité la semana pasada?
HyunWoo asintió. Dio un último sorbo a su bebida antes de darse cuenta de lo que había pasado. Depositó la lata vacía en el contenedor de basura y se acercó al tablón de mensajes bajo la mirada de un divertido HoSeok.
Su amigo no mentía, eran los mismos afiches que habían diseñado la semana pasada durante los preparativos para las elecciones del próximo presidente.
— CAMPAÑA DE ELECCIÓN PARA PRESIDENTE DEL CONSEJO ESTUDIANTIL —
¿Tienes lo que se necesita para darle voz al cuerpo estudiantil?
¡Escribe tu nombre para postularte!
Y ahí, justo por debajo de otros cinco nombres, estaba escrito el nombre del chico que tantos suspiros le había robado. Escrito en tinta azul y con una bella caligrafía rezaba su nombre: Yoo KiHyun.
Chapter 2: O 1
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Capítulo Uno
❝ Flores ❞
Esa mañana se despertó poco antes de que sonara el despertador; tomó un baño caliente y se vistió con el uniforme que había preparado la noche anterior. Los zapatos estaban perfectamente pulidos y se aseguró de peinarse correctamente el cabello; se miró al espejo una última vez y salió de su habitación con mochila en mano.
Saludó a su madre y a su hermano al sentarse a desayunar. Poco o nada intentó esconder su necesidad por salir lo más pronto posible hacia la escuela; su madre lo miró por el rabillo del ojo, dejó la taza de té y dijo con voz suave:
—Vas a atragantarte si comes así, cariño. Come despacio.
—Lo shiento mamá —dijo con la boca llena—, pero quedé con Shownu para terminar un trabajo de biología en la biblioteca.
Ella lo miró con una pequeña sonrisa.
—La semana pasada fue un trabajo de física.
—Tenemos muchos trabajos últimamente —dijo HoSeok con una sonrisa tímida. Su madre lo miró una última vez antes de seguir comiendo; conocía lo suficientemente bien a su hijo como para saber que había otro motivo detrás de su repentino cambio de rutina.
—Lávate los dientes antes de irte, ¿de acuerdo? —dijo con voz suave.
HoSeok asintió, recibiendo una mirada divertida por parte de su hermano mayor.
Después de desayunar y lavarse los dientes, tomó una manzana verde de la cesta de fruta y la metió a su mochila; se despidió de su madre con un pequeño beso en la mejilla prometiéndole que la acompañaría al supermercado después de la escuela. Y tal y como se había vuelto costumbre en los últimos días, se despidió de su hermano mientras este caminaba a su auto, excepto que ese día le preguntó algo.
—¿Qué flores vas a llevarle hoy?
—Tal vez le dé margaritas.
—¿Llevas la nota?
—Aquí la tengo —dijo, palpando el bolsillo de su chaqueta.
Su hermano se despidió con un movimiento de cabeza y se alejó en dirección opuesta.
HoSeok caminó por las calles del vecindario; no se había puesto los audífonos esa mañana por lo que podía escuchar perfectamente el canto de las aves. Podía sentir la caricia del sol de primavera sobre su pálida piel y respirar la frescura de los árboles. El cielo estaba pintado de un precioso color azul; las nubes, blancas y esponjosas, se movían lentamente en lo que parecía ser el infinito. Le gustaba. Y le gustaba pensar en él al ver los cerezos, al ver sus pétalos caer en una delicada danza que sólo podía comparar con la delicadeza de sus manos. Aquellas manos que tanto anhelaba sostener mientras recibían las caricias del sol.
Al final de la calle, poco antes de doblar a la derecha, había una pequeña florería. En la entrada se exhibían macetas de diferentes tamaños y había todo tipo de flores, desde las más pequeñas y sencillas, hasta las más llamativas. Afuera había un letrero en donde se leía «SE HACEN ARREGLOS PARA BODAS Y EVENTOS ESPECIALES» escrito con tiza blanca y un pequeño corazón dibujado con tiza de color rosa.
HoSeok conocía muy bien aquel pequeño local. Lo atendía una elegante señora que siempre llevaba el cabello recogido en un moño y lo decoraba con un listón del mismo color que su vestido; sus manos tenían pequeños cortes que se escondían detrás de un par de anillos de oro y de un esmalte que daba brillo a sus uñas largas y almendradas. Esa mañana la señora Kim llevaba un vestido blanco con girasoles, por lo que su cabello tenía un precioso broche de girasol.
—Buenos días, señora Kim —saludó HoSeok con una de sus mejores sonrisas.
—¡Ah! Buenos días, hijo. En un momento te atiendo, sólo debo mover estas macetas.
—Permítame ayudarla, parece pesado.
HoSeok tomó la maceta y la movió con cuidado de no quebrarla o de ensuciarse el uniforme, recibiendo una gran sonrisa por parte de la mujer.
—Eres todo un caballero, cariño. Dime, ¿qué flores vas a llevar hoy?
—¿Tiene margaritas?
—Por supuesto, te prepararé un ramo pequeño.
—Gracias.
—Debe ser una persona especial, por eso siempre le llevas flores, ¿verdad? —dijo la mujer mientras tomaba un par de margaritas y las ataba con un hilo blanco—. Cada mañana tienes ese brillo especial en los ojos, por eso siempre trato de escoger las flores más bonitas.
—Tiene razón, señora Kim. Es una persona especial —dijo con una pequeña sonrisa—. Pero... No soy lo suficientemente valiente para decírselo de frente.
—El amor a tu edad es una de las cosas más bellas que existen. Mientras sea sincero, todo lo demás pasará cuando tenga qué pasar —dijo—. Pero para que las cosas pasen, habrá que dar el primer paso, aunque sea con algo pequeño. —Los anillos de sus dedos brillaron con el sol que se colaba por las ventanas. Hizo un pequeño moño con el hilo blanco y se lo entregó al muchacho de bonita sonrisa—. Estoy segura de que estas flores le harán el día más bonito.
HoSeok pagó por las flores, agradeció a la mujer y se despidió con aquel brillo que provocaba tanta nostalgia en la mujer.
Al llegar a la escuela se encontró a HyunWoo con la espalda recargada en la barda, mirando a un punto cualquiera y tamborileando los dedos al ritmo de alguna canción. El moreno se giró para saludar a su amigo, después caminaron al interior del edificio.
Dejaron las mochilas en su salón de clases y comenzaron con lo que era —en palabras de HyunWoo— la operación «una flor para ricitos», que sólo era ir al aula de la clase 1–A para que HoSeok dejara las flores sobre el pupitre de alguien cuyo nombre aún era desconocido para HyunWoo. Pero había algo diferente en HoSeok esa mañana, no salió disparado hacia las escaleras como siempre lo hacía, se quedó de pie junto a su pupitre con un trozo de papel en la mano.
—¿Qué pasa? —preguntó HyunWoo.
—Le escribí algo... —dijo HoSeok en voz baja.
—Eso es genial, pero no estás así por una nota. Pasa algo más, ¿no es así? ¿Firmaste con tu nombre?
HoSeok negó. Respiró profundo y se giró hacia el moreno.
—Anda, vamos. Antes de que lleguen más personas.
Salió del aula con HyunWoo siguiéndolo a un par de pasos de distancia. Faltaban poco más de veinte minutos para que comenzaran las clases, mas esa mañana HoSeok se puso en pensar en si realmente era él quien estaba recibiendo las flores y no otra persona; ¿Qué pasaría si un día era descubierto y rechazado por esa persona? El hecho de pensar en eso le aterraba, pero después recordó la primera vez dejó las flores sobre su pupitre; ese día lo vio en la cafetería a la hora del almuerzo, comiendo con MinHyuk y KiHyun, y tenía las flores en una botella de agua que bien pudo haber sacado de la máquina expendedora del pasillo.
Sin duda alguna él sabía que había alguien que le dejaba flores todas las mañanas, pero hasta el día de hoy sabría que el responsable de aquel detalle tenía nombre... O algo parecido.
Al llegar a la clase 1–A, HoSeok deslizó la puerta trasera del aula mientras HyunWoo lo esperaba cerca de ahí; tenía un buen motivo para acompañar a su mejor amigo en sus pequeñas misiones matutinas. Un motivo que se presentaba justo después de que HoSeok dejara las flores y se alejara lo suficiente del aula. Y al igual que la pequeña inicial con la que HoSeok firmó la nota que acompañaba las margaritas aquella mañana, el motivo de Son HyunWoo también tenía nombre y apellido: Yoo KiHyun.
Parecía coincidencia que la persona especial de HoSeok estuviera en la misma clase que el presidente del consejo estudiantil, el mismo que hacía que el corazón de HyunWoo latiera rápidamente con sólo escuchar su voz o ver su sonrisa.
Siempre había un motivo para que HyunWoo estuviera afuera de la clase 1–A cada mañana, sólo que siempre lo disfrazaba con algún asunto de las actividades del consejo estudiantil.
—Buenos días, Kihyunah~ —dijo HyunWoo con una sonrisa.
—Buenos días, HyunWoo —respondió KiHyun, con voz educada y acomodándose el tirante de la mochila que colgaba de sus hombros—. ¿Qué necesitas?
—Es el presupuesto y las cotizaciones que discutimos en la última reunión para el festival de primavera —dijo, entregándole la carpeta que fue inspeccionada al instante por el menor—. JiHyo se tomó la libertad de hacer unas gráficas a color.
—Está bien, lo revisaré durante el almuerzo. Gracias.
HyunWoo le regaló una sonrisa que fue correspondida por KiHyun sólo hasta que el moreno se alejó.
KiHyun suspiró y entró al aula. Dejó su mochila en su lugar y comenzó a revisar los papeles con números, tablas y gráficas que le había entregado el que era vicepresidente del consejo. Cerró los ojos un momento tratando de olvidar lo bonitos que se veían los ojos del mayor cada vez que sonreía. Se acomodó los puños de la chaqueta y volvió a su tarea.
Poco después comenzaron a llegar sus compañeros de clase, entre ellos destacaba uno por ser un poco más alto que el resto de la clase. Se sorprendió al ver que tenía los rizos ligeramente más alborotados esa mañana y una expresión que era todo lo contrario a la del chico castaño que se acercó por detrás a darle un abrazo.
—Dame un momento, Min, todavía no termino de despertar... —dijo con voz suave, sus labios formando un puchero.
—¿Volviste a desvelarte, HyungWon? —preguntó KiHyun con una pequeña sonrisa divertida. El de cabello rizado asintió con pereza—. No deberías quedarte despierto hasta tarde entre semana, no sé cómo logras llegar a la escuela en ese estado.
—Apuesto lo que quieras a que no hiciste el reporte de historia —dijo MinHyuk.
—Te equivocas, fue justamente eso lo que no me dejó dormir en toda la noche —respondió HyungWon caminando hacia su pupitre. Sus ojitos adormilados se abrieron ligeramente al ver el ramo de margaritas descansando sobre su lugar de trabajo y una sonrisa no tardó en dibujarse en sus labios.
—Nuestro Wonnie tiene un admirador secreto —canturreó MinHyuk acercándose al alto, al igual que KiHyun—. ¿Quién crees que sea, Kiki?
—Alguien con un pésimo gusto.
HyungWon lo miró y le sacó la lengua, haciendo reír a KiHyun por el gesto infantil.
Los dedos de HyungWon deshicieron el nudo de donde colgaba una pequeña nota escrita a mano; el papel tenía la misma esencia natural de las margaritas y algo más que HyungWon no pudo identificar. Desdobló el papel con cuidado y sintió una presión en su pecho, la misma que crecía poco a poquito cada mañana que encontraba un ramo de flores esperando por él.
Con una bonita caligrafía y escrito en tinta azul rezaba:
«Espero que tu día sea tan bonito como el sol de primavera... ♡
— WH»
—¿Quién te mandó las flores, Wonnie? —preguntó MinHyuk, emocionado.
HyungWon dobló el papel con cuidado y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta.
—No lo sé. Pero voy a ponerlas en agua.
Mientras tanto, en el aula 2–A, HoSeok ocultaba su rostro sonrojado entre sus manos mientras escuchaba la risa de HyunWoo.
🐰 🌼 🐢
Chapter 3: O 2
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Capítulo Dos
❝ Matemáticas y Ranas ❞
Si uno se paseara por los pasillos de cierta escuela preparatoria a las 9:47 de la mañana y mirara al interior de las aulas del segundo año se encontraría con lo que, para muchos, es el escenario que describe a la perfección lo que es un salón de clases. Los alumnos escribiendo en sus libretas cuadriculadas, alternando la mirada entre las ecuaciones escritas en la pizarra y las hojas con virutas de borrador; la punta de las lapiceras desgastándose lentamente con cada trazo y el tamborileo de los dedos sobre la superficie de los pupitres.
El profesor Choi Siwon acostumbraba comenzar sus clases con una breve sesión de preguntas y respuestas sobre la clase anterior usando una pequeña pelota de goma, después se dedicaba a explicar el tema nuevo apoyándose con el libro de texto —casi— únicamente para resolver los problemas de ejemplo. Esa mañana decidió que harían un repaso del tema anterior ya que los resultados obtenidos en la última prueba no habían sido los que él esperaba; prefería modificar las fechas del plan de estudios para que sus alumnos aprendieran bien y no se quedaran con dudas.
—De acuerdo, chicos, ¿alguien quiere pasar al frente? —preguntó con una amigable sonrisa que desapareció luego de ver que nadie se animaba. Suspiró y dijo:— Kang, pasa a resolver el problema. Por favor.
El joven de mejillas regordetas asintió levemente y caminó hacia el frente de la clase con libreta en mano. El profesor Choi revisaba el procedimiento matemático a medida que YoungHyun escribía en la pizarra; una sonrisa se dibujó en sus labios acompañado de un «Muy buen trabajo, Kang. Puedes volver a tu asiento.»
—Cómo se habrán dado cuenta, chicos, resolver este tipo de problemas no es algo del otro mundo. El procedimiento que usó Kang es fácil de entender, sin embargo, pueden ahorrarse este paso y trabajar en una misma operación para simplificarla todavía más —explicó—. Pueden usar cualquiera de estos dos procedimientos en el examen parcial, sólo usen el método que les parezca más fácil. ¿Entendido?
La clase respondió al unísono con un «Sí, profesor.»
—Van a resolver estos ejercicios, les servirán para practicar lo que hemos visto hasta la fecha y pueden usarlos para hacer su formulario para el examen —dijo, repartiendo un montón de hojas a los primeros asientos de cada fila—. No quiero que se queden con dudas, ¿de acuerdo? Seguiremos haciendo repasos hasta el día del examen y si tienen dudas pueden buscarme en la sala de profesores.
La campana sonó, marcando el final de la clase. HyunWoo se puso de pie, le siguió el resto de la clase e hicieron una reverencia para despedirse del profesor mientras dejaba el salón de clases.
HoSeok suspiró dejándose caer sobre su asiento, miró las hojas con ejercicios y escondió su cabeza entre sus brazos. HyunWoo lo miró preocupado.
—¿Qué pasa?
—Son estos malditos ejercicios, por más que lo intento no puedo resolverlos rápido —dijo con un puchero—. Me irá fatal en el examen.
—No digas eso, sólo tienes que practicar más y mejorarás mucho para el día del examen.
—Para ti es fácil decirlo. Tú y YoungHyun siempre obtienen las notas más altas en esta clase —dijo, recargando su mejilla en la palma de su mano—. ¿Por qué no pasaste al frente? Te vi terminar antes que YoungHyun.
—No me apetecía. —HoSeok lo miró curioso, sabía leer a su mejor amigo. Aún así lo dejó pasar y volvió su vista al frente—. Anímate, Wonho. ¿Quieres que te ayude a estudiar?
—¿Ya olvidaste lo qué pasó la última vez que fuiste a mi casa a ayudarme a estudiar? —dijo con una sonrisa burlona.
—En mi defensa, no esperaba que el ramen de tu mamá mejorara tanto desde la última vez. Pero si quieres podemos estudiar en la biblioteca después de clases.
—¿No tienes actividades del consejo después de clases?
HyunWoo negó.
—¿Qué hay con el club de natación, no van a preparar algo para el festival de primavera?
—Sí, pero ayudarte es más importante —dijo con una sonrisa—. Ahora que lo mencionas, no hemos recibido la solicitud del club de arte para el festival, ¿MinHyuk no te ha dicho algo al respecto?
HoSeok negó, recargando su barbilla sobre sus brazos como usualmente lo hacía mientras pensaba en algo.
—Supongo que podría preguntarle después.
En ese momento, caminando por los pasillos del segundo piso, un chico de cabello castaño se dirigía hacia la clase 2–A con un juego de papeles en sus manos. Tenía una mirada seria que contrastaba con las pequeñas puntas onduladas que se formaban en la parte trasera de su cabello; él era consciente de eso y de cierta forma le molestaba, por lo que no dudó en hacerse una nota mental de cortarse el cabello apenas llegara el fin de semana.
KiHyun se detuvo frente a la puerta del aula, llamando la atención de alguien que lo conocía por las reuniones esporádicas que tenían en la sala del consejo estudiantil. SungJin se levantó de su pupitre y se acercó a KiHyun con una sonrisa.
—Buenos días, KiHyun, ¿buscas a alguien?
—¿Está HyunWoo?
—Claro, lo llamaré —respondió con su habitual tono alegre. Caminó hasta la esquina del salón, donde encontró al moreno charlando con HoSeok—. HyunWoo, disculpa, te buscan en la puerta.
HyunWoo lo miró curioso antes de dirigir su atención hacia donde apuntaba su compañero. Sintió cómo su corazón daba un pequeño salto de alegría al ver a aquel muchacho castaño de bonitas mejillas. Se disculpó con HoSeok y caminó hacia la entrada.
—¿Qué sucede, Kihyunah~? —preguntó con voz suave.
—Es sobre la distribución de los puestos de comida que pondrán algunas clases y clubes, hablé con el director y dijo que podíamos usar los jardines que están cerca de la cancha de fútbol, pero no quiero que esto sea incómodo para los alumnos así que...
—¿Debemos reubicar los puestos? —agregó HyunWoo, mirando la hoja que sostenía KiHyun, haciendo un pequeño gesto que resultó un tanto adorable a los ojos del menor.
—¿Tienes tiempo después de clase?
—¡Sí! —respondió de inmediato, con un brillo en los ojos. Después recordó su promesa hacia HoSeok y se llevó una mano a la nuca— Bueno, de hecho yo... —dijo con voz suave, viendo de reojo hacia donde HoSeok, quien hacía pequeñas ranas de papel.
Kihyun siguió la mirada del mayor.
—Le prometí a Wonho que lo ayudaría a estudiar para matemáticas después de clases —dijo, apenado.
—Está bien —habló KiHyun de repente—, podemos resolver esto mientras ayudas a... Wonho a estudiar, si estás de acuerdo.
—¿De verdad? ¿No será un inconveniente para ti, Kihyunah~?
KiHyun negó.
—De acuerdo, entonces te veré después de clases —dijo HyunWoo, sintiendo cómo su corazón saltaba de un lado a otro dentro de su pecho.
—Hasta entonces.
Se quedó en el pasillo hasta que la figura de KiHyun desapareció al doblar para bajar por las escaleras. Volvió a su asiento luchando por ocultar una sonrisa que al final hizo que sus ojitos tomaran la forma de una media luna. HoSeok estudió aquel gesto por unos segundos y una sonrisa pícara se formó en sus labios.
—¿Quién te buscaba?
HyunWoo se giró hacia el pelinegro.
—Ah, era KiHyun, quería que resolviéramos algo sobre el festival de primavera.
—¿Sólo eso? ¿No hablaron sobre algo más?
HyunWoo negó, moviendo la cabeza de un lado a otro como un niño pequeño. HoSeok tomó una de las pequeñas ranas de papel y la hizo saltar hacia su mejor amigo.
A decir verdad, HoSeok tenía la ligera sospecha de que era Yoo KiHyun el chico que había logrado que aquella expresión volviera al rostro de HyunWoo, al menos así lo pensó luego de darse cuenta de cómo el mayor se volvía un poco torpe al estar cerca de él sin siquiera notarlo. Ver a HyunWoo de esa manera le resultaba adorable, y si estaba en lo correcto y era KiHyun el que provocaba aquel brillo especial en los ojos de HyunWoo, lo único que esperaba era que las cosas fueran diferentes.
—Voy por una botella de agua —dijo HoSeok, levantándose de su asiento y cogiendo algunas monedas de su mochila—. ¿Quieres algo de la máquina?
HyunWoo negó y HoSeok salió del aula. Estaban en la hora de estudio, por lo que caminó con calma hasta la máquina expendedora. Aprovechó para estirar sus músculos y pronto comenzó a tararear la canción que le había recomendado Jae hace un par de días.
Bajó por las escaleras hasta llegar al piso en donde estaban las aulas del primer año; se preguntó si HyungWon habría leído la nota que le dejó con las dalias esa mañana. ¿Debería caminar hasta el otro extremo del pasillo sólo para verlo? «Realmente quiero verlo... ¿Y si solamente...? No, no debería... —pensó— Aunque... Podría acercarme a saludar a MinHyuk, ¿eso lo haría menos obvio, no? ¡Oh, vamos! Él ni siquiera sabe quién soy, ¿por qué habría de dirigirme la mirada si voy a su clase?»
HoSeok se giró en dirección contraria y siguió caminando, tarareó aquella canción hasta que estuvo a unos pasos de la máquina expendedora. Unas voces llamaron su atención; levantó un poco la vista y sintió un cosquilleo que le recorrió todo el cuerpo. Allí estaba él. HyungWon. A un par de pasos de distancia. Estaba sonriendo. ¿Así es como sonaba su risa? HoSeok se aseguraría de guardar aquel sonido en un lugar especial.
HyungWon conversaba con MinHyuk mientras compraban unas bebidas de la máquina. El castaño le entregó un jugo de frutas sin azúcar mientras él abría el propio; se giró y saludó al pelinegro con una sonrisa.
—¡Hola, WonHo! ¿Cómo estás?
—Ho-hola, MinHyuk —dijo él, tratando de ocultar sus nervios—. Buenos días. ¿Están descansando? ¿Tienen hora de estudio?
El castaño asintió.
—Sí, pero venimos por algo de beber. En realidad KiHyun es el único que aprovecha la hora de estudio para hacer algo productivo. Ah, Wonho, creo que tienes algo en el cabello... —agregó Min, acercándose al mayor, tomando entre sus dedos un trozo de papel que HoSeok reconoció al instante—. Mira, Wonnie, es una ranita.
MinHyuk le mostraba la pequeña figura de papel al más alto; HoSeok sentía sus mejillas arder. ¿Cuánto tiempo trajo eso en la cabeza y cómo había llegado ahí?
—Es muy linda —dijo HyungWon con voz suave; tomó la pequeña figura entre sus manos, observándola con asombro. Presionó la parte trasera y soltó una pequeña risa al verla saltar en su mano. HoSeok sonrió enternecido.
—Puedes quedártela, s-si quieres —mencionó HoSeok haciendo que los ojitos de HyungWon brillaran.
MinHyuk alternaba la vista entre el pelinegro y el de cabellos rizados, conteniendo una sonrisa.
—¿De verdad? Muchas gracias —dijo con una sonrisa. Entonces sus mejillas se colorearon y agregó:— Lo siento mucho, no me he presentado. Chae HyungWon, de la clase 1–A.
—Lee HoSeok, de la clase 2–A. Encantado de conocerte HyungWon —dijo—. Minhyuk me ha hablado sobre ti.
—¿Ah, sí?
—Somos viejos amigos —habló MinHyuk—. Nos conocimos en la secundaria.
—Ah, ya veo —agregó HyungWon, sintiéndose un poco avergonzado.
—Min, Shownu me pidió que te preguntara sobre lo que hará el club de arte para el festival.
—¡Cierto! No he entregado la hoja. Gracias por recordármelo, se la daré durante el almuerzo.
Se formó un silencio entre los tres, entonces MinHyuk supo que era momento de terminar la escena, así que se colgó del brazo de HyungWon y se despidió de HoSeok con su habitual sonrisa, mientras que HyungWon dijo un «Adiós» con voz suave. Una vez solo en el pasillo, HoSeok soltó el aire y se llevó las manos al rostro, escondiendo aquel precioso color rosa suave de sus mejillas y la gran sonrisa que se formó en sus labios.
Por otro lado, HyungWon cargaba con cuidado la pequeña rana de papel preguntándose cómo se harían y si él sería capaz de hacer una. «Tal vez si veo algunos tutoriales en YouTube...», pensó. Mientras tanto, MinHyuk se preguntaba si HyungWon habría puesto atención a cómo llamó a HoSeok, tal vez así tendría una pista más clara que lo ayudara a saber quién era el «WH» que firmaba las notas que recibía con las flores.
—Min, mira esto. —llamó HyungWon, deteniéndose de pronto. El castaño lo miró mientras presionaba la pequeña figura de papel y la hacía saltar, haciéndolo sonreír—. Es muy linda. ¿Crees que sea complicado hacer una?
—No lo creo —respondió—. Wonho siempre ha sido muy bueno con las manualidades, podrías preguntarle cómo hacer una.
—Sí... —dijo con voz suave— tal vez le pregunte la próxima vez.
🐶 🌸 🐢
Apenas sonó la campana del almuerzo, MinHyuk saltó de su asiento estirando los brazos, liberando el cansancio y el sueño que lo había invadido durante la clase de ciencias del profesor Zhan. Tomó su cartera y esperó a sus amigos en la puerta del salón, dando pequeños brincos de un lado a otro porque ese día había brownies en la cafetería y quería alcanzar uno.
KiHyun y HyungWon lo seguían un par de pasos por detrás; MinHyuk se acercó a la fila, tomó lo que comería para el almuerzo y pagó por tres brownies. Se sentó a un lado de HyungWon y a cada uno le entregó un brownie.
—¿Qué estás haciendo, KiHyun? —preguntó Min, recargándose sobre sus brazos.
—Estoy reubicando los puestos para el festival —respondió sin levantar la vista del papel—. ¿Ya le entregaste la forma a HyunWoo?
—¿No sería más fácil si te la entrego directamente?
KiHyun negó.
—HyunWoo es el que está llevando el control de las formas, dásela a él.
—Es tan raro escucharte decirle así, ¿por qué no le dices Shownu? Todo el mundo lo hace.
—¿También lo conoces? —preguntó HyungWon, llevándose un bocado a la boca.
—¿También? —preguntó KiHyun, levantando la mirada. MinHyuk asintió.
—Es amigo de Wonho, es divertido hablar con él —dijo—. Deberías llamarlo así, HyunWoo está bien pero... ¿No es un poco formal? Después de todo, están juntos en el consejo.
—Sólo nos conocemos por eso, no somos amigos, mucho menos somos cercanos —dijo KiHyun, con una emoción que contrastaba con sus palabras—. Llamarlo de otra manera podría prestarse a malos entendidos.
—Yah~ No creo que le moleste lo llames así, él te dice Kihyunah —agregó MinHyuk.
—Porque es mayor que yo, puede hacerlo si quiere.
KiHyun volvió su atención al papel, no sin antes morder un trozo de manzana de su almuerzo. MinHyuk hizo un puchero y recargó sus codos en la mesa; HyungWon había sentado la rana de papel cerca de su almuerzo. KiHyun lo miró curioso.
—Qué linda rana —dijo—, ¿tú la hiciste?
—No, la hizo HoSeok —explicó—. Nos encontramos con él en el pasillo y me la obsequió.
—Es un lindo detalle —dijo KiHyun, volviendo su atención hacia las hojas.
Pronto la mesa se envolvió en una conversación sobre la importancia visual de la comida; KiHyun dejó el trabajo de lado a medida que conversaban y pronto se encontró comiendo pequeños trozos del brownie mientras reía con sus amigos. MinHyuk estaba feliz por verlo comer.
HyunWoo y HoSeok entraron a la cafetería poco después, MinHyuk levantó el brazo llamando la atención del moreno para que se acercaran a su mesa.
—Min, te estaba buscando —dijo HyunWoo.
—Lo sé, Wonho me lo dijo —rebuscó entre los bolsillos de su chaqueta y le entregó a HyunWoo la forma que necesitaba—. Lamento no haberla entregado antes, pero no podíamos decir qué hacer para el festival.
Ambos chicos leyeron lo que había escrito y sonrieron.
—Suena divertido —dijo HoSeok con una sonrisa—. Espero que el consejo lo apruebe.
—Gracias, MinHyuk —agregó HyunWoo. Miró a KiHyun—. ¿Necesitas ayuda con algo, Kihyunah~?
Kihyun negó. Ignorando el hecho de que el mayor lo miraba directamente a los ojos y el pequeño cosquilleo en su pecho.
—Estoy bien, gracias.
—De acuerdo, nos vemos después de clases. Hasta luego, chicos —se despidió HyunWoo.
—Adiós, HyungWon —dijo HoSeok con voz suave y una sonrisa tímida, siguiendo al moreno.
—Adiós —respondió HyungWon en voz baja, volviendo su atención a lo que quedaba de su almuerzo.
MinHyuk y KiHyun intercambiaron miradas cómplices por un momento antes de soltar una risita. HyungWon los miró confundido, preguntándoles por qué reían a lo que respondieron con un simple «No es nada.»
—Entonces —dijo MinHyuk después de un rato—, ¿Shownu y tú se verán después de clases?
—Es por cosas del consejo, del festival.
MinHyuk bien podría haber molestado a su amigo preguntándole el porqué del pequeño sonrojo que apareció en sus mejillas cuando HyunWoo se acercó a la mesa o diciéndole algo sobre la expresión en su cara cuando el mayor le dirigía la palabra. Pero conocía a KiHyun lo suficiente cómo para saber que aquello, más que avergonzarlo, sólo lo molestaría y causaría problemas. No quería eso, por el momento sólo quería ver que KiHyun no dejara comida en su plato.
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No podía más. Estaba cansado y ya podía escuchar a su madre sermoneándolo sobre sus calificaciones. No es que fuera malo en matemáticas, sabía muy bien cómo resolver los ejercicios y nunca tenía dudas en las clase del profesor Choi, sin embargo, el tiempo siempre le jugaba en contra. ¿Por qué no podía ser igual que HyunWoo o cómo YoungHyun? Ellos podían terminar uno de los exámenes de Choi con tiempo de sobra mientras que él podía responder poco más de la mitad de los ejercicios.
—No puedo hacer esto, Shownu —suspiró HoSeok—. Voy a reprobar el examen...
—Apenas estás comenzando, no te desanimes. Mira, trata de hacer este ejercicio, es sencillo, te daré un poco más de tiempo —dijo mientras escribía una ecuación en la libreta. HoSeok lo miró dudoso—. Anda, intenta resolverlo en... seis minutos.
—Dijiste que me darías más tiempo.
—Es un minuto más.
HyunWoo puso a correr el cronómetro de su celular mientras HoSeok resolvía la ecuación. Volvió a su trabajo de biología mientras esperaba a que KiHyun llegara; habían acordado verse en la biblioteca, en la mesa cerca del ventanal. Hacía un día precioso afuera y el sol entraba hermosamente al interior de la biblioteca en forma de parches de luz que se reflejaban en los muebles de madera; HyunWoo había escogido ese lugar porque le gustaba ver el cabello de KiHyun a la luz del sol.
Cuando HoSeok iba a la mitad del ejercicio, KiHyun llegó tomando asiento en la silla frente a HyunWoo. Ah, tenía razón, el cabello de KiHyun se veía tan lindo ese día —aunque siempre se veía lindo a ojos HyunWoo—, además estaba ligeramente más esponjado que a la hora del almuerzo.
—Lamento la demora —dijo en voz baja—. ¿Esperaste mucho tiempo?
HyunWoo negó suavemente.
—Llegamos hace poco.
HoSeok lo miró por el rabillo del ojo y volvió a escribir.
—Hablé con el director sobre la actividad del club de arte y la aprobó —dijo HyunWoo—. Quieren usar el salón 305.
—¿El salón 305? ¿No es el que usan como bodega?
—Dicen que se harán responsables de limpiarlo y adecuarlo si se los damos.
—De acuerdo, mientras ellos se hagan responsables —agregó KiHyun, escribiendo algo en su libreta. HyunWoo miraba sus pestañas, curveadas y llamativas, es que todo en Kihyun le parecía lindo—. Hice esto durante el almuerzo —dijo—, es una propuesta de ubicación para los puestos de comida. Hay muchos este año.
HyunWoo estudió el mapa de la escuela con atención, cuidando de no perderse en detalles como que KiHyun se había tomado la molestia de usar un código de color para cada clase y club, y que sus "a" terminaban en curva. Los puestos iban desde la comida salada hasta los postres en una transición que se sentiría natural para los visitantes y ellos podrían escoger por dónde comenzar.
—Es una buena idea —dijo. «Todo lo que hace Kihyunah~ es increíble», pensó. Su celular vibró pasados los seis minutos y se volvió hacia HoSeok—. ¿Terminaste?
HoSeok asintió con una sonrisa, sintiéndose orgulloso de sí mismo.
—Y con dos minutos de sobra —agregó.
—¿Qué están estudiando? —preguntó KiHyun con voz suave.
—Derivadas, lo ayudo a resolverlas más rápido para el examen —explicó HyunWoo, extendiendo el cuaderno al menor—. Estás haciendo un buen trabajo, Wonho.
Entonces KiHyun recordó la pequeña rana de papel que tanto le había gustado a HyungWon.
—Ahora intenta resolver este, en cinco minutos. Es un poco más difícil, pero sé que podrás hacerlo —dijo HyunWoo escribiendo en la libreta. Puso el cronómetro y volvió su vista al castaño frente a él—. Volviendo al festival, TaeHyung y yo podemos hablar con los proveedores de las carpas y el mobiliario.
—JiHyo y JeongYeon ya pueden comenzar a hacer los posters, las ayudaré —dijo—. También le haré llegar el presupuesto a cada club y clase para que compre lo que necesite.
—¿Quieres que me encargue de los clubes deportivos? —preguntó HyunWoo. KiHyun agitó la cabeza suavemente—. Pero ya estás haciéndote cargo de las clases y del club de teatro, te ayudaré con los de deportes. Conozco a los capitanes, no habrá problema —Y antes de que KiHyun se opusiera, agregó—. Has trabajado mucho en esto tú solo. Por favor, déjame ayudarte.
La mandíbula de KiHyun se tensó, pero al ver los ojos de HyunWoo se hizo a la idea de que esas palabras eran diferentes; estaban en un contexto diferente a pesar de que la emoción era la misma. Por algún motivo se sentía diferente proviniendo de él.
—Está bien... —suspiró— Les informaré sobre esto a los demás en el chat grupal.
—Puedes llamarme Shownu —dijo con voz suave—, todos lo hacen.
«No, no quiero hacerlo» pensó KiHyun.
—Creo que es todo por hoy. Voy a presentarle esto al director y les escribiré más tarde —dijo el menor, poniéndose de pie y tomando los papeles que llevaba consigo—. Nos vemos luego, HyunWoo.
Se despidió con un gesto y se alejó de la mesa. Realmente no le molestaba que lo llamara por su nombre, sonaba lindo cuando él lo decía, pero sentía que había algo que no le permitía acercarse a KiHyun, como si hubiera un cristal entre ellos y cada vez que HyunWoo intentaba acercarse KiHyun retrocedía tres pasos.
—Puedes llamarme Shownu, todos lo hacen —se burló HoSeok—. Realmente te gusta ese chico.
—No me gusta, sólo quiero que seamos amigos —dijo, apoyando los brazos sobre la mesa—. ¿Terminaste el ejercicio?
—Desde hace unos minutos, pero no quería interrumpirlos —dijo con una sonrisa socarrona, entregando la libreta al mayor para que revisara su trabajo—. Sabes que puedes contarme cualquier cosa, ¿verdad?
—Sí, lo sé —dijo después de unos segundos—. Como esto, te equivocaste en el signo casi al final.
HoSeok soltó un quejido y borró los últimos pasos de la ecuación. Se quedaron en la biblioteca hasta que el cielo se pintó de color de un suave color naranja con pinceladas rosas; HyunWoo hizo lo posible por evitar que HoSeok sacara el tema de su «enamoramiento» con el presidente de la clase, aunque sabía que tarde o temprano se daría cuenta.
Sin embargo, le parecía injusto, de cierta manera, que él no le haya dicho quién es la persona especial a la que le dejaba flores —y últimamente también notas— cada mañana. ¿Y si era KiHyun? Era una posibilidad, después de todo, no sabía en qué pupitre se sentaba el menor y mucho menos sabía en cuál dejaba dejaba las flores. Bien podría preguntarle a MinHyuk por un mensaje de texto para salir de dudas, pero esperaba que su mejor amigo le dijera. «¿Qué tal si nos gusta el mismo chico? Él no sabe que me gusta KiHyun, pero, ¿y si fuera así, cambiaría algo entre nosotros?» Era lo que inundaba los pensamientos de HyunWoo cada noche antes de irse a dormir.
HoSeok era su mejor amigo, ¿de verdad podrían desechar tantos años de amistad por algo como eso?
🐻 📚 🐰
Cuando HyungWon llegó a casa fue recibido por su madre y por un delicioso aroma proveniente de la cocina. Subió a cambiarse el uniforme por un conjunto de ropa mucho más cómodo, una playera holgada de su banda favorita y unos pantalones de franela eran su definición de ropa cómoda para andar en casa.
Sacó el libro de historia y lo dejó abierto sobre el escritorio en la página donde comenzaba el tema del cual tenía qué escribir. También sacó la pequeña rana de papel que le había obsequiado HoSeok, le parecía adorable que el mayor se hubiera tomado el tiempo de dibujarle un par de ojos y manchas.
—Hyung, ya está lista la comida —llamó Changkyun recargándose en el marco de la puerta. Frunció el ceño al ver que su hermano no le había prestado atención por lo que se acercó sigiloso y lo asustó tocándolo por los costados—. ¿Me escuchaste? Dice mamá que bajes a comer... ¿Qué es eso?
—Una rana de papel.
—¿Tú la hiciste? —HyungWon negó.
—Fue un obsequio.
—Ah. —HyungWon dejó la pequeña rana de papel cerca de las flores que tenía en el marco de la ventana, al igual que las dalias que había recibido esa mañana—. ¿Te la dio la misma persona que te deja la flores?
—No, me la dio el amigo de MinHyuk.
—Te estás volviendo muy popular, Hyungwonnie.
—Nada de eso. Apenas hoy conocí al amigo de Min y no tengo idea de quién me dé las flores, pero son lindas, ¿no te parece?
—A mamá le gustan, ya plantó algunas en el jardín —dijo—. Anda, vamos a comer.
—Espera, todavía no he saludado a Dolly. —Changkyun suspiró y se adelantó al comedor mientras HyungWon se ponía de cuclillas para ver a su pequeña tortuga—. Hola, Dolly. Perdona por irme sin despedirme de ti esta mañana. ¿Me extrañaste? —dijo con voz suave, Dolly giró su cabecita hacia él— ¿Sabes? Hoy conocí a alguien, tiene una sonrisa muy linda y me obsequió una ranita de papel, es amigo de Min. Él dice que es bueno haciendo manualidades, tal vez le pregunte cómo hacerlas para que tengas un amigo y no estés solo mientras yo no estoy, porque no creo que puedas jugar con Maya, eres muy pequeño —HyungWon acarició el caparazón de Dolly con cuidado, su ojitos miraron con ternura al pequeño animal cuando cerró sus ojos—. Te traeré algo de comer, después te contaré más sobre HoSeok.
Y como si Dolly hubiera entendido sus palabras, movió su cabecita y se metió al agua.
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Chapter 4: O 3
Chapter Text
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Capítulo Tres
❝ Un Poquito de Miel ❞
¿Cuántas veces había estornudado ya? ¿Cinco, siete, diez? Había perdido la cuenta desde que HyungWon salió de casa esa mañana.
Su madre le había preparado una sopa de pollo con vegetales y eso lo animó un poco, por un par de horas, hasta que volvió a caer somnoliento por los medicamentos para el resfriado. Apestaba y no sólo porque tenía fiebre y no podía tomar una ducha, sino porque echaba de menos a su mejor amigo y escucharlo reír mientras le contaba lo que había hecho durante el fin de semana. Vio el reloj sobre la mesa de noche y suspiró. Maya levantó su cabecita y lo miró con atención; ChangKyun le acarició detrás de las orejas hasta que se volvió a quedar dormida sobre su regazo.
Eran las 10:23 de la mañana, seguramente JooHeon estaría solo trabajando en el laboratorio de química, a no ser que el profesor lo haya puesto a trabajar con alguien más...
Tenía sueño.
Le molestaba la luz que entraba por las cortinas de su habitación, pero el simple hecho de pensar en levantarse de la cama le daba pereza. Se preguntó si Maya podría hacerlo, pero se veía tan calmada durmiendo que no quería perturbarla de ninguna manera. En ese momento entró su madre a la habitación con una charola con comida, un vaso con agua y las medicinas que debía tomar junto con el almuerzo.
ChangKyun miró la comida y no sintió nada, era su sándwich favorito y no tenía ni la más mínima sensación de apetito.
—Tienes qué comer algo, cariño. Te hará bien —dijo ella con voz suave, ChangKyun negó—. Aunque sea come un poco de manzana, ¿sí?
Se llevó los trozos de manzana a la boca, después se tragó las píldoras y se acabó el agua en dos tragos. Su madre tocó sus mejillas con el dorso de su mano y sus labios se curvearon al ver que la fiebre del menor no había bajado mucho. Le pidió que se volviera a recostar, lo acobijó y cambió la toalla de su frente.
—Mamá... —llamó con voz suave, cuidando de no moverse mucho para no despertar a Maya— ¿Podrías cerrar las cortinas? Por favor. Me molesta un poco la luz.
—Claro, cariño.
Después de que ella salió, sólo se veía un halo de luz tenue alrededor de la cortina. ChangKyun se preguntó si HyungWon estaría bien; el día anterior habían salido a comprar verduras por encargo de su madre al pequeño mercado que estaba cerca de casa; contrario a lo que habían anunciado en el pronóstico esa mañana, ChangKyun vio cómo unas nubes grises y oscuras se asomaban en la distancia y se preocupó, ni él ni HyungWon habían traído algo con qué protegerse en caso de que lloviera (HyungWon incluso seguía con su pantalón de franela). Y habrían vuelto a casa antes de no ser porque el mayor quería ir a comprar papel de colores para hacer ranitas. Claro que llegaron empapados a casa.
ChangKyun recién estaba recuperándose de un resfriado para entrar en otro. HyungWon salió de casa esa mañana como normalmente lo hacía —salvo por el suéter extra que vestía por debajo de su chaqueta— mientras que el menor despertó con fiebre y una molesta congestión nasal. Conocía a su hermano y estaba seguro de que no tardaría en presentar síntomas, pero estaba tranquilo porque sabía que MinHyuk o KiHyun lo llevarían a la enfermería de la escuela. Pero él se sentía solo. Extrañaba a JooHeon.
Sus párpados comenzaron a sentirse pesados hasta que poco a poco fueron cerrándose y se quedó dormido.
No soñó con algo en específico. Se sintió como ver pequeños fragmentos de una de las películas VHS que su papá guardaba en el almacén del garaje; vio un pastel de cumpleaños y a un cachorro de samoyedo que sostenía entre sus bracitos; un aeropuerto y un niño llorando; una videocámara y dos gatitos; un día de San Valentín y unos ojos tristes.
«¿Qué hora es?...»
Sus ojitos se abrieron lentamente, acostumbrándose a la luz que entraba por la puerta y tratando de identificar la silueta que había en ella.
—Trata de no hacer mucho ruido, está durmiendo —escuchó la voz suave de su madre.
—Descuide, señora Chae, seré silencioso.
Aquella silueta se acercó lentamente hasta la cama del menor. Maya se despertó al sentir su presencia y ChangKyun vio cómo su mascota su dejaba acariciar gentilmente por aquella persona.
—ChangKyunah~ Despierta —habló con voz suave, dando pequeños toquecitos por sobre el edredón— ChangKyunah~ Despierta, despierta.
ChangKyun reconoció esa voz y se escondió por debajo de las sábanas, soltando un pequeño gruñido. JooHeon intercambió miradas con Maya, después se levantó de la cama y abrió un poco las cortinas para que entrara un poco de luz al dormitorio de su mejor amigo, escuchando un quejido por parte del menor que seguía escondido.
—No puedes estar toda la vida en esa cama.
—¿Ah, no? Pruébame —dijo ChangKyun, su voz amortiguada por las capas que lo cubrían. JooHeon sonrió y se sentó junto al pequeño bulto que era su amigo y comenzó a hacerle cosquillas; ChangKyun se volvió un mar de risas y fue saliendo de su escondite poco a poco, viendo al rubio frente a él con una gran sonrisa—. Está bien, está bien... Tú ganas.
Tosió un poco y se reincorporó en la cama. Maya se acercó y posó su cabecita sobre su regazo, recibiendo mimos por parte de JooHeon.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Lee con voz suave.
—Un poco mejor, aunque todavía me duele la garganta —dijo. JooHeon tocó la frente del menor con el dorso de su mano.
—Ya no tienes fiebre —susurró—. Tu mamá me dijo que no comiste nada en el almuerzo.
—Comí una manzana.
—Debes alimentarte bien cuando estás enfermo, ChangKyunah~ —JooHeon tomó su mochila y sacó un pequeño postre envuelto en plástico transparente, haciendo que los ojitos del menor se iluminaran—. Te traje esto, era el último que quedaba.
ChangKyun tomó el brownie entre sus manos y miró al rubio, diciendo un «Gracias» en voz baja.
—¿Cómo te fue hoy en la escuela? —dijo, abriendo el empaque del brownie y partiéndolo a la mitad, ofreciéndosela al rubio— ¿Pasó algo interesante?
—En realidad no te perdiste de mucho, salvo que no tuvimos la clase de matemáticas porque el profesor también se enfermó —habló JooHeon, llevándose el brownie a la boca—. En clase de biología aprendimos sobre la migración del alce e hicimos un experimento divertido en química.
—¿Qué hicieron? —preguntó el menor, había pequeñas migajas de brownie en la comisura de sus labios. JooHeon sonrió inconscientemente al verlo.
—Un volcán de espuma. Fue muy divertido y la profesora hizo uno de muchos colores, hicimos un desastre que después tuvimos qué limpiar, pero valió la pena —explicó con una sonrisa. Sacó varias libretas de su mochila y se las entregó a ChangKyun—. Estos son los apuntes de hoy, no son muchos, pero si te sigues sintiendo mal y no puedes ir mañana la escuela, vendré a verte y te traeré las tareas —dijo—. En unos días tendremos una prueba de historia y la profesora nos dio un juego de copias donde viene un resumen de los temas qué hay que estudiar.
—Pero este tiene tu nombre, Honey...
—Sí, no quiso darme otro juego de copias para traértelo —dijo apenado—. Quédate con él, ya le tomé fotografías para estudiarlo después.
ChangKyun sonrió. Dejó las libretas sobre su mesa de noche y se unió al mayor en la sesión de mimos a Maya, que estaba más que agradecida por recibir el doble de caricias.
—Te extrañé mucho hoy —dijo JooHeon de repente, ChangKyun lo miró—. No es lo mismo ir a la escuela sin tu mejor amigo. Trabajé con Jackson durante la clase de química, pero me habría gustado más trabajar contigo... —JooHeon levantó la mirada y siguió:— Prométeme que te cuidarás mucho para que vuelvas pronto a la escuela. Si es necesario yo mismo vendré y te cuidaré, sólo quiero que te mejores.
ChangKyun sintió sus mejillas arder, pero se lo atribuyó a la fiebre.
—Tonto —dijo en voz baja—, si vienes a cuidarme terminarás enfermándote también.
—Será como esa vez que tuvimos varicela al mismo tiempo cuando éramos niños, ¿lo recuerdas? Tenías mucha comezón y tu madre tenía que ponerte de esa crema rosada todo el tiempo —dijo con voz suave—. Maya era tan pequeña, pero se quedaba contigo así cómo está ahora, no se iba ni un segundo de tu lado.
—De nuestro lado —dijo ChangKyun, nostálgico—. Te quedaste en mi casa todo el tiempo que estuvimos enfermos...
JooHeon negó suavemente con una sonrisa, extrañando de cierta manera cómo eran las cosas en aquel entonces.
—¿Cómo está HyungWon? —preguntó.
ChangKyun se encogió de hombros y suspiró.
—Te apuesto lo que quieras a que vuelve de la escuela con la nariz roja de tanto estornudar.
—¿Igual que la tuya? —se burló JooHeon, haciendo que las mejillas de ChangKyun se volvieran de un suave color rosa—. Se ve linda, es como una pequeña fresa.
—¿A eso viniste, a burlarte de tu pobre amigo enfermo? Podría morir ahora mismo.
JooHeon negó.
—No dejaría que te murieras, al menos no en mi guardia.
ChangKyun le sacó la lengua.
Minutos después la señora Chae llamó a la puerta y entró, feliz al ver que su hijo menor se veía mucho mejor y reía con lo que sea que le había contado JooHeon.
—Lamento interrumpirlos, muchachos. Sólo venía a decirles que la comida ya está lista —dijo ella—. ¿Cómo te sientes, cariño?
—Me siento mejor, mamá. JooHoney dice que ya no tengo fiebre —dijo con una sonrisa. La mujer se acercó a tocar sus mejillas para comprobarlo. Sus ojos se posaron sobre las libretas que descansaban sobre la mesa de noche.
—Gracias por cuidar de él, JooHeon —dijo con voz suave—. ¿Quieres quedarte a comer con nosotros? Nos encantaría que nos acompañaras.
—Será un placer, señora Chae —dijo el rubio, con una sonrisa que mostraba sus pequeños y bonitos hoyuelos.
—No tarden, entonces.
—¿Ya llegó HyungWon de la escuela? —preguntó el menor.
La mujer negó.
—Me llamaron de la escuela esta mañana, al parecer a tu hermano le dio fiebre durante la clase de gimnasia y lo enviaron a la enfermería —explicó—. MinHyuk y KiHyun lo están cuidando, dicen que no fue nada grave y que lo traerán a casa apenas se sienta mejor.
ChangKyun intercambió miradas con JooHeon, como si le dijera un «Te lo dije» sin necesidad de usar palabras. Aún así, ChangKyun se alivió un poco al saber que su hermano estaba en buenas manos.
La señora Chae se retiró de la habitación no sin antes pedirles que no se demoraran en bajar. JooHeon se levantó de un salto de la cama, seguido de Maya, y ambos miraron al menor.
—¿Puedes levantarte? —preguntó Lee.
ChangKyun asintió y se levantó de la cama, confirmando las sospechas que tenía JooHeon sobre que estaba usando su pijama favorita de color púrpura con pequeños gatitos estampados en el pantalón. A ojos del rubio, ChangKyun lograba verse adorable aún cuando estaba resfriado y tenía la nariz roja. El menor caminó hasta el cuarto de baño a lavarse las manos, seguido de Maya; JooHeon entró después y ambos bajaron al comedor de la casa, donde los esperaban unos platos de sopa caliente con trozos de carne y verduras. El estómago de JooHeon rugió al ver la deliciosa escena.
Comieron amenamente. A la señora Chae le dio gusto ver cómo su hijo mejor reía y sonreía escuchando lo que sea que estuviera contando el rubio; siempre había sido así, Lee JooHeon siempre había sido el pequeño rayo de alegría de ChangKyun. Y ella lo sabía. Sabía que su relación era especial y verdaderamente fuerte, lo suficiente para haber sobrevivido la distancia y el paso del tiempo. Así como también sabía que había algo diferente en ellos que apenas comenzaba a asomarse en sus ojos, algo que ellos pasaban por alto y seguramente ignoraban, pero era difícil de que pasara desapercibido a los ojos de una madre. Ella sabía. Y había hablado de ello con la madre de JooHeon una mañana que se habían reunido para almorzar. Sólo era cuestión de esperar.
HyungWon volvió de la escuela cerca de las cinco de la tarde, acompañado por MinHyuk y cargado por un chico pelinegro que la señora Chae desconocía, pero que la cautivó con su bonita sonrisa y su forma tan educada de hablar. MinHyuk acompañó a un HyungWon adormilado hasta su habitación mientras que el chico pelinegro se quedó esperando en la entrada principal.
—Gracias por traer a HyungWon y cuidar de él —le dijo ella.
—No es nada, señora Chae —dijo, llevándose una mano a la nuca—. KiHyun también cuidó de él, pero tuvo qué atender algo del consejo después de clases y MinHyuk me pidió que los acompañara.
—Me encargaré de agradecerle a KiHyun también, entonces —dijo—. ¿Cuál es tu nombre?
—Lee HoSeok, encantado de conocerla —dijo, haciendo una reverencia. Los ojitos de la mujer se volvieron una media luna al ver las mejillas sonrosadas del muchacho.
Recordó haber escuchado ese nombre el día anterior, cuando escuchó a HyungWon hablando con Dolly sobre cómo un tal «HoSeok» le había obsequiado una ranita de papel y de cómo él también quería aprender a hacer una.
—¿Eres amigo de HyungWon?
—No en realidad. Soy amigo de MinHyuk, HyungWon y yo nos conocimos hace poco... ayer, de hecho.
Ella sonrió. Pronto se escucharon unos pasos en las escaleras.
—Ya está en cama, señora Chae —dijo MinHyuk—. Tomó la última dosis de la medicina que le dio la enfermera de la escuela, deberá despertar en un par de horas.
—Muchas gracias por traerlo a casa, muchachos.
—No agradezca, señora Chae. No fue nada —dijo MinHyuk—. Por favor, avísenos cualquier cosa.
—Lo haré.
Ambos se despidieron y la señora Chae cerró la puerta tras de sí. Suspiró aliviada al saber que sus hijos estaban en buenas manos. Subió las escaleras y se asomó un poco al dormitorio de HyungWon; estaba durmiendo tal y como MinHyuk dijo. Entonces se preguntó qué tan fuerte sería HoSeok como para poder cargarlo sobre su espalda desde la escuela; no estaba muy lejos desde donde ellos vivían, pero aún así era una distancia considerable.
Después se acercó al dormitorio de ChangKyun, donde lo encontró trabajando en el escritorio mientras que JooHeon estaba sentado sobre la alfombra con Maya escribiendo algo en la con la computadora del menor sobre su regazo. Habían puesto un poco de música R&B de fondo, no sonaba muy fuerte y creaba una atmósfera muy característica de ellos.
—¿Está todo bien, chicos? ¿Necesitan algo? —preguntó ella.
—Estamos bien, señora Chae, muchas gracias —contestó el mayor—. Si algo sucede le avisaré de inmediato.
Ella asintió y volvió a cerrar la puerta del dormitorio.
Se quedaron en silencio por varios minutos hasta que ChangKyun se estiró en la silla, respiró profundo y terminó tosiendo de por medio. Se estaba haciendo tarde y JooHeon sabía lo sensible que era el menor al cambio de temperatura, por lo que se puso de pie y tomó una de las sudaderas favoritas de ChangKyun —en realidad era suya, pero pasó a ser propiedad del menor desde que se había quedado a dormir en su casa jugando videojuegos—. JooHeon se acercó y ChangKyun solamente se dejó vestir por el mayor, quien aprovechó para tomarle la temperatura.
—¿Cómo te sientes? —preguntó con voz suave. Vio sobre el hombro del menor, ya había terminado de transcribir todos los apuntes de aquel día—. ¿Necesitas algo?
—¿Tienes más brownies? —preguntó con un puchero en sus labios.
JooHeon negó suavemente.
—Te voy a preparar un té. Descansa un poco, ¿de acuerdo? —El menor asintió—. Ya regreso.
JooHeon bajó las escaleras hasta llegar a la cocina y se movió en ella con total libertad, como si estuviera en su propia casa —en parte lo era debido a la cercanía que había entre ambas familias—, sabía perfectamente dónde estaba cada cosa por lo que no tuvo problemas al momento de encontrar lo que necesitaba. Llenó la tetera con agua y la puso al fuego, después tomó el frasco donde la señora Chae guardaba las hierbas medicinales y colocó un poco en el infusor con forma de gato —el que siempre usaba el menor— y sólo esperó a que el agua estuviera lista.
Mientras esperaba, recordó lo que le habían dicho ese día en la escuela; la mirada brillante de aquella chica de un grado menor y cómo sus manos temblaban al entregarle aquella carta. Era linda, de las chicas más lindas de la escuela, sin embargo todavía no sabía por qué la había rechazado. Al verla sólo pudo pensar en ChangKyun y en lo preocupado que estaba por él, en lo mucho que lo extrañaba pues ya tenía tres días sin asistir a la escuela a causa de su resfriado.
La chica era linda, sí, pero JooHeon no la conocía en lo absoluto. ¿Cómo corresponder los sentimientos de alguien que no conoces? No sería correcto. Si algún día se enamoraba, se aseguraría de que fuera de alguien que lo conociera y en quien confiara, porque una relación es algo importante y no puede tomarse tan a la ligera.
Las palabras que le dijo aquella chica seguían resonando en cabeza «¿Será qué hay alguien más que te guste?», y no le respondió. Simplemente bajó la mirada y se fue de ahí porque ya había sonado la campana de salida y él quería ver a ChangKyun.
«¿Hay alguien me guste?» se preguntó, recargando sus brazos en la encimera de la cocina. Entonces el sonido de la tetera irrumpió sus pensamientos. Vertió un poco en la taza favorita de ChangKyun y endulzó el té con un poco de miel, tomó un par de galletas que habían llamado su atención desde el primer momento en que entró a la habitación y subió con cuidado las escaleras hasta el dormitorio del menor.
ChangKyun se había colocado el gorro de la sudadera y se había metido de nuevo en la cama; veía algo en la pantalla de su celular, mas lo dejó de lado en cuanto el rubio se acercó a la cama. Tomó la taza con cuidado de no quemarse y una sonrisita se dibujó en sus labios al ver la figura del gato en la taza.
—No había brownies, pero te traje galletas.
—Gracias, Honey —dijo ChangKyun con voz suave.
Y se quedaron allí hasta que dieron las ocho de la noche, riendo y charlando sobre cualquier cosa porque así eran ellos. Podían pasar un buen rato mientras se tuvieran el uno al otro y eso era lo que importaba.
¿Había alguien que le gustara? JooHeon sólo estaba seguro de que ChangKyun iría a la escuela al día siguiente.
🐝 🍯 🐺
Esa mañana el señor Chae se encargó de llevar a sus hijos a la escuela. Ambos salieron de casa con una bufanda cubriéndoles la nariz, una mascarilla y un suéter extra por encima de los uniformes. Primero dejaron a ChangKyun, quien fue recibido por JooHeon en la entrada de la escuela con una sonrisa tan brillante como el sol de esa mañana; antes de despedirse le prometió al señor que Chae que cuidaría bien de él. Después dejó a HyungWon, a quien lo esperaban dos personas que el señor Chae ya conocía perfectamente.
—Recuerda no tomar bebidas frías, ¿de acuerdo? —dijo él, girándose hacia su hijo mayor.
—Sí, papá. Tendré cuidado.
—Tu madre se verá con unos clientes a la hora de la comida por lo que pasaré por ti y por tu hermano para que vayamos a comer, ¿está bien?
HyungWon asintió, haciéndose a la idea de que probablemente irían a uno de esos elegantes restaurantes en donde sólo se sentía incómodo, pero a su padre le gustaban esos lugares y valía la pena si podían convivir un poco más con él.
—Nos vemos más tarde, papá —dijo HyungWon y bajó del auto.
MinHyuk y KiHyun se despidieron del señor Chae con un movimiento de manos y caminaron hacia el edificio principal.
—¿Cómo te sientes, Wonnie? ¿Cenaste algo? —preguntó MinHyuk.
—Mamá preparó sopa de pollo, creo que le puso jengibre. No estoy seguro, pero sabía bien —dijo.
—Tu mamá cocina muy bien, tal vez luego vayamos a tu casa después de la escuela —dijo KiHyun.
—Hablando de eso, ¿a qué hora volviste a casa ayer, Kiki? —preguntó MinHyuk, colgándose del brazo de HyungWon.
—¿Te quedaste en la escuela ayer después de clases? Creí que habías acompañado a Min ayer que me llevaron a casa —dijo HyungWon, confundido.
—Me fui a casa poco después de las seis, tampoco me quedé tan tarde. HyunWoo me acompañó hasta que terminamos todo lo que teníamos qué hacer —dijo KiHyun, acomodándose la mochila—. Me acompañó a la estación.
—¿Caminaron juntos hasta la estación? ¿Solos? ¿Sólo ustedes dos? —preguntó Min con una gran sonrisa, KiHyun arrugó la nariz en respuesta.
—Él se ofreció a acompañarme, es todo.
—Yah~ Kiki, ¿estás seguro de que no son lo suficientemente cercanos ya como para que lo sigas llamando por su nombre? —dijo MinHyuk, con mirada pícara.
—¿Entonces dejaste que MinHyuk me llevara solo hasta mi casa? —preguntó HyungWon, otra vez.
—No te llevó él solo, HoSeok fue con él —dijo KiHyun.
—Dijo que eras tan pesado como una pluma —agregó MinHyuk, sonriendo al ver las orejitas rojas de su amigo—. Tranquilo, llegaste sano y salvo y eso es lo que importa, ¿no? Además, al final todo salió bien para todos, HyungWon llegó bien a casa, KiHyun salió con Shownu y yo compré la última leche de fresa que había en la tienda conveniencia, todos ganamos.
—HyunWoo y yo no salimos, sólo me acompañó hasta la estación —dijo KiHyun, desviando la mirada.
—Espera, ¿cómo está eso de que soy tan pesado como una pluma? —preguntó HyungWon a MinHyuk mientras subían las escaleras— ¿Qué pasó ayer?
—¡Mira, Wonnie! Te dejaron algo sobre tu pupitre —dijo MinHyuk, cambiando el tema de conversación.
La mirada de HyungWon se suavizó al ver el pequeño ramo de flores sobre su pupitre. Sin embargo, se sorprendió al ver que había más que un ramo de flores y una nota escrita en papel color lila, había un termo con dibujitos y una nota adhesiva pegada en él. KiHyun y MinHyuk se acercaron al más alto cuando desdobló la nota de esa mañana:
«No es mucho, pero espero que este té y estas flores ayuden a que pronto te sientas mejor y vuelvas a sonreír de esa manera tan bonita... ♡
–WH.»
Los ojitos de HyungWon tomaron la forma de una media luna al sonreír. Dejó la nota en el bolsillo de su chaqueta y tomó el termo, giró la tapa y respiró profundo el aroma del té.
—La persona que te dejó esto debe sentir algo muy fuerte por ti —dijo KiHyun, tomando las flores—. Son iris, en el lenguaje de las flores significan que deseas una pronta recuperación a la persona que se las des. Me preguntó quién podrá ser.
—Alguien que quiere mucho a Wonnie, eso es seguro —dijo MinHyuk, aunque él ya sabía perfectamente quién era. Se encargaría de contarle sobre la reacción de HyungWon más tarde—. Vamos a ponerlas en agua, Wonnie.
MinHyuk tomó a su amigo del brazo y salieron del salón de clases, mientras que KiHyun acomodaba sus cosas sobre su pupitre para la primera clase del día. Sin embargo, se preocupó al no encontrar su libro de texto de física; trató de recordar dónde podría estar hasta que supo dónde lo había dejado.
Salió del salón de clases y caminó hasta la sala del consejo estudiantil, buscó por todos lados; por debajo de las mesas, de las sillas, en los armarios, incluso en el pequeño hueco detrás de los libreros. «¿Dónde lo dejé? Tiene que estar por aquí.» No le quedó de otra más que agacharse y buscar por debajo de los muebles más grandes de la sala, quizás se le había caído durante la reunión del día anterior y sin querer lo había pateado. Aquello era poco probable, pero a esas alturas no podía descartar ninguna posibilidad.
Gateó por el piso de la sala hasta que escuchó una voz que lo hizo reaccionar.
—¿Kihyunah~? ¿Qué estás haciendo en el piso? —KiHyun se puso nervioso y se levantó de inmediato, golpeándose accidentalmente la cabeza con el escritorio de la sala. HyunWoo lo miraba divertido con una pequeña y adorable sonrisa—. Déjame ayudarte.
Con cuidado, tomó al menor del brazo y lo ayudó a ponerse de pie. KiHyun se sacudió las rodillas y sintió sus mejillas arder cuando HyunWoo le acomodó el cabello.
—¿Qué hacías en el piso? —preguntó, acomodando un mechón de cabello detrás de la oreja del menor.
KiHyun abrió la boca intentando hablar, mas unos balbuceos salieron en su lugar volviendo más intenso el sonrojo en su mejillas. HyunWoo sonrió enternecido ante aquella imagen. KiHyun se aclaró la garganta y dijo en su voz habitual:
—Estaba buscando mi libro de física, creí que lo había olvidado aquí durante la junta de ayer.
—Lo hiciste —dijo HyunWoo. KiHyun desvió su mirada hacia las manos del mayor y notó el libro de texto. HyunWoo se lo extendió—. Lo olvidaste aquí, después de la junta, estaba sobre tu lugar. Lo encontré esta mañana cuando vine a buscar algo e iba a llevártelo a tu salón, pero no te encontré allí.
A HyunWoo le pareció ver que los ojitos de KiHyun brillaban con el sol matutino que se colaba por entre las cortinas de la sala. Sólo Dios sabe lo mucho que se resistió para no acunar aquellas adorables mejillas sonrojadas y besar sus labios. KiHyun se había adueñado del corazón de HyunWoo, el vicepresidente del consejo estudiantil, el llamado «chico de oro» de toda la escuela, y él ni siquiera estaba consciente de eso.
—Gra-gracias por encontrar mi libro, HyunWoo... —dijo KiHyun con voz suave, rompiendo el contacto visual—. Te-te veré después, ¿de acuerdo?
Y salió de la sala del consejo con el corazón latiéndole tan rápido que podría salirse de su pecho en cualquier momento. Una vez estuvo lo suficientemente lejos de la sala del consejo se recargó en una pared y respiró profundo, tratando de calmar la tormenta de emociones que provocaba HyunWoo dentro de él. No quería, no quería sentir nada por él y no deseaba que hubiera algo más que una relación de compañeros de consejo entre ellos, pero cada vez que estaban juntos era como si su corazón y su pensamiento racional entraran en disputa por ver quién tomaba el control.
Pero la última vez que el corazón ganó, KiHyun salió perdiendo.
🐻 📚 🐹
Chapter 5: O 4
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Capítulo Cuatro
❝ Suéter ❞
HyunWoo tenía sueño; sentía los párpados pesados y creía que en cualquier momento podría quedarse dormido en el tren. Lo único que se interponía era la voz de Rain sonando en sus auriculares y el rítmico —pero un poco perezoso— golpeteo de su pie.
Se había quedado despierto hasta poco después de las dos de la mañana trabajando en un reporte para su clase de literatura; habría terminado antes de no ser porque HoSeok le había enviado cerca de veinte mensajes preguntándole qué color de tulipanes debería obsequiarle a su persona especial. «¿Desde cuándo Wonho se interesa tanto por el significado de las flores? –pensó– Mientras sean bonitas es todo lo que importa, ¿no?» Aprovechó la hora de la cena para preguntarle a sus padres sobre aquello y después de una larga charla que involucró una historia sobre cómo sus padres se comprometieron, HyunWoo se encontró preguntándose cuál sería la flor favorita de KiHyun.
«KiHyun» el otro motivo por el cuál ahora se encontraba luchando contra el cansancio.
Desde que el menor se volvió el presidente del consejo estudiantil sólo intercambiaban mensajes y fotografías ocasionales relacionadas a sus actividades en el consejo —casi toda su comunicación era por medio del chat grupal con el resto de los miembros del consejo— y la noche previa no fue la excepción; KiHyun se había reunido con el director de la escuela debido a que habría algunos «cambios menores» en cuanto al calendario de actividades escolares, adelantando los exámenes parciales y cambiando la fecha del festival de primavera para una semana después de las evaluaciones. «Aparentemente fue una decisión que tomó el presidente de la junta de padres de familia para que los alumnos se concentren en los exámenes y puedan disfrutar del festival sin preocupaciones –explicó en el mensaje–. Le informaré a los presidentes de cada club y a los representantes de cada clase...» Sería una mentira decir que esta situación tomó por sorpresa a HyunWoo y a los miembros del consejo que cursaban su último año, ya había pasado algo similar durante el baile de navidad del año pasado, pero este año el festival de primavera era más grande y ya se había gastado mucho dinero. Fue una noche larga para todos los miembros del consejo estudiantil.
Bostezó por última vez antes de salir del tren. Guardó sus auriculares en su estuche y continuó su recorrido hacia la escuela, aprovechando para estirar un poco los brazos. El cielo era de un precioso color azul que le recordó el último viaje que hizo a la playa con sus padres; las nubes eran suaves pinceladas blancas en lo que parecía ser un lienzo infinito. Apenas transitaba algún vehículo por la calle y a lo lejos se veía un grupo de niños que también se dirigían a la escuela, uno de ellos usaba un pequeño sombrero de color amarillo.
Respondió a los «buenos días» de sus compañeros mientras caminaba hacia el aula 2–A. Una vez ahí, dejó su mochila sobre el asiento y rebuscó entre sus cosas la lista con los nombres de los proveedores con los que él y JiHyo se habían contactado el día anterior para informar sobre el cambio de fecha del evento; algunos accedieron sin mayor problema, pero otros se disculparon ya que para entonces tendrían otros eventos y no podrían darles lo que necesitaban. HyunWoo suspiró, cansado, y salió hacia la sala del consejo.
Sabía que KiHyun tenía libre la primera hora de ese día y estaba seguro de que buscaría resolver todo lo que hacía falta para el festival por su cuenta, como se estaba haciendo costumbre. «Si tan solo me dejara ayudarlo un poco más...» pensó HyunWoo.
Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos al abrir la puerta de la sala del consejo, encontrándose con una escena que hizo latir su corazón con fuerza: KiHyun tenía el rostro escondido entre sus brazos, estaba dormido sobre un montón de papeles. ¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿A qué hora había llegado? Era demasiado temprano y apenas había un par de alumnos en la escuela además del personal administrativo. HyunWoo se acercó, cuidando de no hacer mucho ruido. Los labios del menor estaban ligeramente entre abiertos y sus pestañas parecían ser más largas y curveadas desde donde lo miraba; tenía una expresión tranquila que casi nunca dejaba ver. Se removió un poco al sentir una brisa entrar por la ventana, arrugando un poco su pequeña nariz.
HyunWoo observó los diferentes papeles que había sobre el escritorio y se sorprendió al ver que eran hojas con ejercicios matemáticos de nivel universitario y también había algunas otras con extensos párrafos escritos en inglés y en japonés. Aquello no era de materias de primer año, él lo sabía perfectamente.
—Kihyunah~ —llamó en un suave susurro. KiHyun se encogió en su lugar, como un niño pequeño que se negaba a despertar. Una sonrisita se dibujó en los labios del moreno y volvió a llamarlo—. Kihyunah~ despierta, te lastimarás el cuello si duermes así. Kihyunah~
KiHyun abrió sus ojitos poco a poco, frotándose suavemente el rostro —asemejándose a un hámster— y dirigió su mirada al mayor, diciendo con voz suave y un poco adormilada aún:
—Buenos días, HyunWoo. ¿A qué hora llegaste?
—Llegué hace poco, ¿tú a qué hora llegaste? Es muy temprano.
—Me trajo mi papá, salió temprano esta mañana y se ofreció a traerme a la escuela —dijo, estirándose sobre la silla—. ¿Es la lista de los proveedores?
—Sí, JiHyo y yo hablamos con la mayoría ayer en el transcurso de la tarde. Muchos no tuvieron problema con el cambio de fecha —explicó mientras KiHyun leía la lista—. Aunque todavía tenemos qué conseguir las carpas y un grupo que toque en el evento de clausura.
—Sólo necesitamos las carpas, ya resolví lo del grupo —dijo, cubriéndose la boca al bostezar—. Hablé con SungJin anoche y se ofreció a ayudarnos. Encontraré un proveedor de carpas para antes del almuerzo.
—¿Hablaste con los presidentes de los clubes y los representantes? —preguntó HyunWoo, sentándose a su lado. KiHyun asintió.
—JeongYeon dijo que se sentía aliviada porque el protagonista de la obra se lastimó la pierna y necesitaban más tiempo para encontrar un reemplazo —agregó, descansando su mejilla sobre la palma de su mano—. También dijo que necesitarían un poco más de presupuesto por un problema que hubo con el mobiliario, le dije que me enviara la forma con la firma del profesor DongHae para poder autorizarlo.
HyunWoo estudió por un segundo el rostro del menor, apenas podía permanecer con los ojos abiertos y debajo de sus párpados se asomaba una suave sombra purpúrea.
—¿Has dormido bien últimamente? —preguntó.
—Sí —respondió KiHyun después de unos segundos. Su voz sonaba débil y sólo logró preocupar más al mayor.
HyunWoo tomó una de las hojas con ejercicios matemáticos, observándolas por un momento. Sabía lo que eran, su padre solía dejar hojas parecidas por toda la casa cuando él era un niño por lo que se sentía un poco familiarizado con los símbolos impresos en el papel, pero mentiría si dijera que sabía cómo resolverlos de memoria. ¿Por qué KiHyun tenía todo eso?
Cuando estaba por preguntárselo, se encontró con el menor a medio dormir. Era evidente su falta de sueño y, si dependiera de él, cerraría todas las cortinas de la sala para que no entrara la luz del sol, improvisaría una almohada con el bonito suéter color menta que guardaba en su casillero y lo cubriría con su chaqueta para que pudiera descansar. Sin embargo, KiHyun despertó de repente murmurando (o más bien enlistando) las cosas qué debía hacer. A HyunWoo le dolía verlo así, con la mirada apagada y la piel pálida.
—Kihyunah~ —llamó con voz suave, KiHyun se giró hacia él—, deja que JiHyo se encargue de los presupuestos y del dinero. Yo me encargaré de lo demás.
—Pero...
—¿Tienes hora de estudio, verdad? —preguntó, KiHyun asintió. HyunWoo de verdad quería abrazarlo en ese momento—. ¿Por qué no descansas? Te ves exhausto. Deja que el resto del consejo te ayude en esto, nos haremos cargo.
KiHyun negó con los ojos cerrados. Abrió la boca para decir algo, pero HyunWoo lo interrumpió.
—No te lo estoy pidiendo como vicepresidente, te lo estoy pidiendo como tu mayor. Descansa un poco, por favor —dijo con voz suave y por un segundo le pareció ver un suave color rosa en las mejillas del castaño—. ¿Harías eso por mí?
KiHyun no sabe si aceptó porque se lo había pedido de una manera dulce y amable que eran tan propias de él, o si porque, muy en el fondo, realmente quería descansar aunque fuera sólo por una hora. Se convenció de que fue por lo segundo.
Lo último que vio antes de quedarse dormido sobre el escritorio fue la sonrisa de HyunWoo acompañada del vago recuerdo de una caricia. Despertó después de que la primera hora terminara; las cortinas de la sala estaban cerradas dejando entrar apenas un halo de luz que iluminaba las baldosas y algunos muebles. Lo cubría una chaqueta y encontró que había dormido sobre un suéter de un bonito color menta que guardaba una fragancia que él conocía perfectamente.
Realmente necesitaba dormir...
🐹 💤 🐻
HyungWon había mejorado mucho en lo que se refería a hacer ranitas de papel, esa mañana había dejado una para ChangKyun en la bolsa de su almuerzo acompañada de una nota que rezaba: «No olvides comerte todos los vegetales, mamá se dará cuenta si no lo haces.» Incluso había hecho una en papel rosado para MinHyuk y una de color naranja para KiHyun. Sin embargo, KiHyun no se apareció en el aula sino hasta poco después de la segunda hora; recibiendo miradas curiosas y un tanto confusas por parte de sus amigos.
—No es propio de ti llegar tarde, Kiki —dijo MinHyuk, apoyando sus brazos sobre el pupitre del castaño—. ¿Te quedaste dormido? ¿Pasó algo? ¡No me digas que también te resfriaste!... Ese suéter no es tuyo.
Inconscientemente, KiHyun abrazó el bonito suéter color menta contra su pecho bajo la mirada curiosa de MinHyuk.
—Toma, es para ti —dijo HyungWon, entregándole la ranita de papel. KiHyun le agradeció con una sonrisa—. ¿Dónde estabas? Creímos que no vendrías.
—Me quedé dormido en la sala del consejo... —admitió en voz baja—. No he dormido bien en los últimos días.
—¿Sigues tomando esas clases? —preguntó MinHyuk, preocupado, poniéndose de pie. KiHyun asintió—. Creí que habías dejado de tomarlas el verano pasado.
—O que habías hablado con tus padres al respecto —agregó HyungWon.
—No son tan malas, me gusta tomarlas. Sobre todo las de inglés, así puedo ayudarlos con sus tareas —dijo, intentando calmar el ambiente que se había formado entre ellos. HyungWon arqueó una ceja, mirándolo divertido—. Bueno, así puedo ayudar a MinHyuk con su tarea.
—Vamos, no me va tan mal en inglés —dijo MinHyuk, mirando a sus amigos—. Aunque no lo crean, mis calificaciones en inglés han mejorado mucho desde la secundaria.
—Lo mismo dijiste de física —se burló HyungWon—. ¿Hiciste la tarea que dejaron? Vale el quince por ciento de la calificación parcial.
—Claro que la hice, ¿por quién me tomas, Wonnie? —dijo MinHyuk, mostrándole la lengua al de cabellos rizados. Después se giró hacia KiHyun, quien jugaba con la ranita de papel—. Si dices que te gusta tomar esas clases, te creo, pero trata de dormir mejor después de los exámenes, ¿de acuerdo?
—Lo intentaré —respondió con una pequeña sonrisa—. Cambiando de tema, ¿qué flores te trajeron hoy, HyungWon?
Las mejillas de HyungWon se colorearon de un precioso color rosa suave mientras tomaba los tulipanes blancos que encontró esa mañana sobre su pupitre y le entregaba a KiHyun la nota que las acompañaba. El mayor se aclaró la garganta y leyó:
«Cada vez que escucho tu voz me invade una sensación de paz y tranquilidad, pero al mismo tiempo siento mi corazón explotar por todo lo que me haces sentir. ¿Te gustó el té? Me hizo feliz verte sonreír. ♡
— WH.»
MinHyuk suspiró de manera dramática, logrando que el color rosado en las mejillas de su amigo llegara hasta sus orejas.
—¿Cuánto más durará en el anonimato esta persona? Parece que de verdad le gustas —dijo KiHyun, devolviendo la nota.
—Tal vez pronto revele quién es —agregó MinHyuk—. Al principio sólo dejaba las flores, pero ahora te escribe notas y las firma con sus iniciales, ¡incluso te trajo té cuando te resfriaste! ¿Quién crees que sea?
HyungWon acarició el papel con cuidado, grabándose la textura de la tinta y de los trazos de aquella hermosa caligrafía. No era la primera vez que esta persona le regalaba tulipanes; cuando llegaba a casa con un ramo de estas flores su madre parecía alegrarse más que él ya que eran sus flores favoritas. Su padre prefería las flores que eran más sencillas, pero hermosas, como las margaritas; ChangKyun prefería las rosas, pero hasta ahora no había recibido ninguna.
Los pequeños ramos de flores que aparecían sobre su pupitre cada mañana terminaban en el jardín de su madre o decorando los rincones de la residencia Chae, pero sus favoritas vivían en su dormitorio, en pequeños frascos de cristal, siendo lo primero que veía al despertar y el motivo de su primera sonrisa del día. A Dolly y a Maya les gustaban; tenía fotografías de sus mascotas posando con las flores, la de Dolly con unos crisantemos rosados era su favorita y el fondo de pantalla de su teléfono.
—Sólo sé que me hace feliz y que tiene bonita letra —suspiró HyungWon.
MinHyuk sabía a quién correspondían esas iniciales y KiHyun no tardó mucho en darse cuenta; ambos querían mucho a HyungWon, pero a veces les sorprendía lo despistado que podía ser con algunas cosas, como el hecho de que la persona que hacía latir su corazón cada mañana se encontraba en la entrada del aula ayudando a la profesora Choi con el material para su clase.
Lee HoSeok se había ganado el título de «Príncipe» entre el alumnado desde su primer año y era un título bien merecido ya que era difícil no caer ante sus encantos; a su forma tan educada de hablar y a su genuina amabilidad y generosidad. Decían que su sonrisa era capaz de curar cualquier herida y de derretir hasta el corazón más frío; que en su mirada se resguardaba una galaxia completa y el brillo de inocencia característico de un niño. MinHyuk sabía que esos rumores eran un poco exagerados, pero no podía negar el hecho de que HoSeok daba la perfecta apariencia de un príncipe.
Y alguien tan popular como HoSeok no pasaba desapercibido. Cuando las chicas de la clase 1–A lo vieron entrar al aula acompañando a la profesora Choi, los susurros y risitas no se hicieron esperar.
—Gracias por ayudarme, Lee, puedes retirarte —dijo la profesora Choi.
HoSeok hizo una pequeña reverencia y antes de salir del aula su mirada viajó directamente hacia el bonito chico de cabello rizado y anteojos redondos, que sostenía los tulipanes que le había comprado a la señora Kim esa mañana como si fueran lo más precioso del mundo. HoSeok sintió que su corazón saltaba de felicidad dentro de su pecho y que probablemente tendría una «sonrisa boba» dibujada en sus labios.
—¿Pasa algo, Lee? —llamó la profesora Choi, dedicándole una sonrisa.
—L-lo siento, profesora. Con permiso —dijo nervioso, retirándose del aula.
MinHyuk soltó una risita y volvió a su lugar en cuanto la profesora comenzó la clase.
No podía asegurar que en los ojos de HoSeok se resguardara una galaxia o que su sonrisa era capaz de derretir hasta el corazón más frío, pero podía asegurar que Lee HoSeok tenía el corazón más puro y sincero del mundo, y que su sonrisa sí era capaz de curar cualquier herida, incluso las que se escondían en lo más profundo del alma.
🐰 🌷 🐢
Normalmente HoSeok acompañaba a HyunWoo a la estación después la escuela —siempre y cuando no tuvieran actividades en sus clubes o trabajo del consejo— y había sido así desde que iban juntos a la escuela primaria; antes caminaban juntos de regreso a casa, pero la familia Lee se había mudado a otro vecindario poco después de que entraran a la escuela secundaria. Les gustaba conversar sobre cualquier cosa, últimamente hablaban sobre los discos que Jae les prestaba o HyunWoo contaba divertidas anécdotas de su nuevo trabajo de medio tiempo, pero había días en los que sus conversaciones rozaban lo superfluo y discutían sobre si iba primero la leche o el cereal al momento de servirlo.
Esa tarde HoSeok le contaba sobre el nuevo videojuego que WonWoo le había recomendado y de cómo seguía perdiendo contra el jefe de la mazmorra en la que estaba. HyunWoo lo escuchaba con atención mientras guardaba un par de libretas en su pequeño casillero.
—Mi hermano dice que debería buscar una guía en internet, pero yo prefiero guiarme con mi instinto para... ¿No tenías un suéter ahí? —preguntó HoSeok.
—Se lo presté a alguien —respondió HyunWoo, sin mirar al pelinegro.
HoSeok no había hecho preguntas cuando vio a KiHyun devolverle a HyunWoo su chaqueta porque creyó que la había olvidado en la sala del consejo, pero aquel suéter era uno de los favoritos de HyunWoo y solía guardarlo en su casillero en caso de que llegara a necesitarlo y le extrañó un poco no verlo ahí.
—¿Qué me decías sobre el juego? —dijo HyunWoo, cerrando la puerta del casillero y colgándose la mochila en el hombro.
HoSeok salió de sus pensamientos y retomó la conversación a medida que salían de la escuela; para cuando doblaron la esquina ya habían cambiado de tema y hablaban sobre el disco que les había recomendado Jae durante el almuerzo.
—¿Sabías que van a presentarse en el festival de primavera? —dijo HyunWoo cuando se detuvieron en un cruce peatonal.
—¿SungJin y su banda? ¿De verdad? —dijo HoSeok, sorprendido— He oído que son muy buenos y YoungHyun dice que el nuevo baterista es estupendo. Wah~ Ya quiero escucharlos.
—KiHyun habló con SungJin porque la banda que habíamos contratado antes no podía presentarse en la nueva fecha —agregó HyunWoo—. Dice que fue SungJin el que se ofreció. Nunca los he escuchado en vivo, pero si KiHyun los aceptó es porque deben ser muy buenos.
—Parece que KiHyun y tú se están llevando mejor, eso es genial —dijo HoSeok, empujando al moreno del hombro suavemente—. Min dice que no le gusta llamarte Shownu.
—Es curioso, sigue llamándome por mi nombre aun después de que le dije que podía llamarme así —dijo HyunWoo, haciendo un pequeño puchero—. A todo esto, ¿cómo está Min? No he podido hablar mucho con él últimamente, ¿está bien?
HoSeok se encogió de hombros.
—La última vez que hablamos sobre el tema dijo que estaba bien. Aunque a veces lo noto un poco evasivo, pero definitivamente lo veo mejor.
—Me alegro.
Antes de llegar a la estación, HyunWoo le hizo al pelinegro una última pregunta.
—Wonho —habló, deteniendo su andar. HoSeok se detuvo poco después y lo miró curioso. HyunWoo abrió un par de veces la boca antes de respirar profundo y decir:— la persona a la que le dejas flores todas las mañanas, ¿es KiHyun?
Y ahí estaba, la pregunta que confirmaba todas las sospechas que tenía sobre su mejor amigo y el presidente del consejo estudiantil.
—No, no es es él —respondió con voz tranquila. Creía saber porqué HyunWoo sospechaba que era KiHyun y es que lo único que le había dicho sobre su «persona especial» era que tenía el cabello rizado; KiHyun tenía el cabello ligeramente ondulado, pero era muy diferente a los bonitos rizos de HyungWon.
—¿Quién es, entonces?
—Chae HyungWon —dijo, HyunWoo vio ese brillo especial en los ojos del pelinegro y supo que no mentía.
Chae, Chae, Chae. El apellido le resultaba familiar, estaba seguro de que lo había escuchado antes en otro lugar. HyunWoo se acercó a HoSeok y siguieron caminando hasta la estación. No volvieron a tocar el tema hasta esa misma noche, cuando HyunWoo recordó dónde había escuchado antes el apellido Chae: Así se apellidaba el chico de nariz perfilada y bonitas mejillas que visitaba a su compañero de trabajo en la cafetería los fines de semana.
Chae ChangKyun. O ChangKyunah~ como solía decirle JooHeon.
🐻 ⛅️ 🐰
Chapter 6: O 5
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Capítulo Cinco
❝ Café y Dibujitos ❞
A través de las ventanas del aula se podían ver las copas de los árboles que cambiaban con el paso de las estaciones del año; a ChangKyun le gustaba ver cómo se llenaban de flores durante la primavera y cómo las hojas se teñían con los colores del atardecer durante el otoño, a veces las veía tomar un color verde que le recordaba al caparazón de Dolly. Sin embargo, ver los cerezos florecer durante la primavera de su último año de secundaria se sentía, de cierta manera, un poco nostálgico. Pero no podía darse el lujo de sumergirse en sus recuerdos, al menos no en ese momento, no mientras el reloj del aula siguiera avanzando a un ritmo constante.
Sobre su pupitre había pequeñas virutas de lápiz y restos de borrador; el costado de su mano se encontraba ligeramente manchado de grafito. La punta del lápiz se desgastaba cada vez más y él sólo quería que llegara la hora del almuerzo para recostarse bajo la sombra de un árbol a ver los cerezos meciéndose con el viento.
—Quedan cinco minutos —dijo la profesora Kwon, su voz resonó por cada rincón del aula.
Los dedos de ChangKyun tamborileaban sobre la superficie de su pupitre mientras hacía los últimos cálculos en su cabeza para terminar encerrando en un círculo el resultado del ejercicio. Poco antes de que sonara la campana.
—Pasen los exámenes hacia adelante, por favor —pidió la profesora, levantándose de su silla y acercándose a los primeros lugares de cada fila, recibiendo los exámenes para posteriormente guardarlos en su maletín—. Tendrán los resultados la próxima semana, hasta entonces, descansen un poco, ¿de acuerdo?
La clase se puso de pie e hizo una reverencia por indicación del representante mientras la profesora Kwon se retiraba del aula. Después, todos se volvieron para discutir las respuestas del último examen parcial.
ChangKyun se dejó caer sobre su asiento, suspiró profundo y miró los árboles a través de la ventana. Todavía faltaba una hora para el almuerzo.
—¿Cómo te fue, ChangKyunah~? —preguntó JooHeon, sentándose junto a él.
—Por poco no termino el último ejercicio —respondió, mirando al rubio—. ¿A ti cómo te fue?
—No alcancé a resolver los últimos dos ejercicios —dijo él, apenado. ChangKyun percibió un toque de tristeza en su voz—. Pero, está bien... Es el primer examen parcial, lo haré mejor en el próximo.
—Siempre dices eso —dijo ChangKyun con voz suave, JooHeon le regaló una pequeña sonrisa. ChangKyun se recargó sobre sus brazos y un puchero de formó en sus labios—. Tengo hambre...
JooHeon imitó la posición del menor y lo miró a los ojos; se veían un poco más claros que de costumbre por la luz del sol.
—Traigo una manzana en mi mochila, ¿la quieres? —dijo. ChangKyun negó suavemente con la cabeza. JooHeon llevó su mano a los cabellos del menor y los acarició lentamente, le gustaba ver los pequeños gestos de ChangKyun cuando lo hacía—. ¿Crees aguantar una hora más? ¿Trajiste almuerzo?
ChangKyun asintió, sus ojitos estaban cerrados.
—Mamá hizo sándwiches y HyungWonnie me compró dulces, deberíamos comerlos juntos —dijo con voz suave, dejándose llevar por las caricias del rubio.
A JooHeon le gustaba ver así a ChangKyun, tranquilo, relajado, con una sonrisa en los labios y un ligero rubor en las mejillas. Podrían descansar un poco ahora que habían terminado los exámenes parciales, tal vez podría invitarle algo la próxima vez que fuera a verlo a la cafetería.
—ChangKyunah~ no te duermas, todavía falta la clase de historia —dijo JooHeon con voz suave, sonriendo al ver los bonitos gestos del menor.
—¿Almorzamos juntos, entonces? —preguntó, levantando la mirada. JooHeon retiró su mano y asintió con una sonrisa que volvió sus ojitos dos medías lunas. ChangKyun tocó uno de sus hoyuelos diciendo «Boop~», recibiendo una risita como respuesta.
El profesor llegó poco después y JooHeon se fue a su pupitre. Esa clase estaban repasando uno de los temas que habían visto la clase pasada; JooHeon comenzó a garabatear en una de las últimas páginas de su libreta mientras escuchaba al profesor explicar el conflicto que hubo entre Estados Unidos y lo que fue la Unión Soviética.
Esperaba con ansias la hora del almuerzo.
Desde que ChangKyun se había recuperado de su último resfriado, JooHeon se aseguraba de que se alimentara apropiadamente para que se mantuviera saludable; ChangKyun se volvía como un niño pequeño cuando JooHeon cuidaba de él, y eso le gustaba mucho. Le gustaba cuando lo ayudaba a acomodarse la bufanda o cuando se aseguraba de que se comiera todas las verduras que le ponía su madre en su caja para el almuerzo; le gustaba consentirlo con deliciosas bebidas calientes y hacerle mimos porque siempre había creído que ChangKyun tenía las expresiones más adorables.
Su mirada se paseó por el resto del aula hasta detenerse en ChangKyun; tenía el mentón apoyado en la palma de su mano y ojitos perezosos producto de los mimos que le había hecho recién. Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de JooHeon.
Dibujó un gatito.
🐝 ✏️ 🐺
Hacía un día precioso, el sol brillaba en lo más alto del cielo y las nubes navegaban el azul infinito. Sin embargo, la clase de 1–A no estaba disfrutando mucho de aquel escenario; la mayoría de la clase tenía las mejillas coloradas y el cabello revuelto y sudoroso. No ayudaba mucho el estar dando de vueltas en la cancha donde solía practicar el equipo de béisbol de la escuela; MinHyuk sentía su garganta doler con cada paso que daba y la tierra suelta le picaba la nariz.
—Aagh~ Voy a morir... —se quejó MinHyuk, bajando el ritmo de sus piernas— Voy a vomitar y luego a voy a morir...
KiHyun lo empujó levemente por la espalda para evitar que se quedara atrás.
—Deja de quejarte. Si el profesor te escucha te hará correr más.
—Me queman las piernas, Kiki —dijo MinHyuk, haciendo un puchero—. ¿Dónde está Wonnie?
—No lo sé, iba detrás detrás de mí —dijo KiHyun.
—¡Lee, Yoo, no es hora de charlar! A la próxima harán tres vueltas más, ¡rápido! —exclamó el profesor, haciendo sonar su silbato.
Pasaron quince minutos hasta que el profesor sonó su silbato una vez más y le indicó a la clase que podía descansar. KiHyun y MinHyuk caminaron con pasos pesados hasta la sombra de un árbol cercano, dejándose caer en la banca de concreto tratando de regular su respiración.
KiHyun recargó sus manos sobre sus rodillas, respirando lentamente; levantó al mirada al sentir la presencia de alguien frente a él.
—¿Dónde estabas? —preguntó KiHyun.
—Estaba detrás de ti, pero pedí permiso para ir al baño —respondió HyungWon, sentándose junto al mayor. KiHyun lo miró curioso.
—¿Te escapaste de clase?
—Esa es una manera de verlo —respondió, encogiéndose de hombros y abriendo su botella de agua.
Entonces KiHyun se dio cuenta.
—¿No trajiste agua, Kiki? —preguntó MinHyuk, limpiándose la barbilla. El castaño negó.
—Sabía que algo se me olvidaba... —suspiró KiHyun.
—¿Quieres un trago? —preguntó HyungWon, extendiendo su botella.
KiHyun negó suavemente.
—Está bien, compraré una al terminar la clase.
—¿Seguro? —preguntó MinHyuk. KiHyun asintió—. De acuerdo... Cambiando de tema, ¿están emocionados por el festival de primavera? ¿Invitarán a sus familias?
—ChangKyunnie está emocionado, creo que vendrá con JooHeon —dijo HyungWon, dando un trago a su botella.
—¿Y tus padres? —preguntó KiHyun.
—Mamá quería venir, pero tiene trabajo. ¿Qué hay de ustedes? ¿KiHyun?
—Mis padres vendrán, pero no sé si mi hermano pueda hacerlo —dijo—. Cuando hablamos por teléfono parecía estar emocionado, pero tal vez no pueda venir.
—Hace mucho que no lo vemos... —dijo MinHyuk— ¿Cuándo fue la última vez, en navidad?
—Creo que sí... —dijo KiHyun, bajando la mirada hacia sus manos.
—¡Ah! ¡Shownu! —llamó MinHyuk, agitando su mano en el aire. El moreno lo miró y caminó hacia ellos.
KiHyun sintió un cosquilleo en su pecho.
—Buenos días —dijo HyunWoo con una sonrisa. El cosquilleo de KiHyun se hizo más fuerte—. Creí que iban a tener la clase de gimnasia adentro, ¿no tienen calor?
—MinHyuk casi vomita en la última vuelta —se burló HyungWon, recibiendo un ligero golpe en el hombro.
HyunWoo miró a KiHyun, tenía las mejillas coloreadas de un bonito color rosa y había un par de mechones rebeldes —y un poco ondulados— que le daban a su cabello una apariencia suave y esponjosa. Cuánto deseaba HyunWoo poder llenar de besitos sus adorables mejillas.
—Kihyunah~, ¿y tu botella de agua? —preguntó HyunWoo con voz suave.
—L-la olvidé en casa —respondió, avergonzado.
—Toma, está sellada —dijo él, extendiéndole la botella de agua que traía consigo—. Debes mantenerte hidratado, es muy importante.
KiHyun intentó negarse, pero al ver la mirada de HyunWoo supo que no podía hacerlo, así que la tomó y trató de ignorar el cosquilleo en su pecho al momento de rozar la mano del mayor.
—Gracias, HyunWoo —dijo con voz suave, casi como un susurro.
—No hay de qué —respondió.
MinHyuk y HyungWon miraba la escena e intercambiaron miradas cómplices, como si estuvieran de acuerdo en que esos dos comenzaban a perderse en su propio mundo.
—Shownu —llamó MinHyuk, el moreno se giró hacia el castaño y su mirada divertida provocó que sus orejas se coloraran—, ¿Vas a trabajar hoy después de clases?
—Ah, sí. Pedí el turno de hoy para poder estar libre el día de mañana.
—¿Invitarás a alguien al festival? —preguntó MinHyuk.
HyunWoo negó.
—Mañana vamos a estar ocupados supervisando que todo salga bien, Min —agregó KiHyun.
—¿Todo el día?
—Es probable —respondió HyunWoo—, pero aún así iré a la actividad del club de arte. Te lo prometí.
—¿Qué va a hacer el club de arte? —preguntó HyungWon, recargando su cabeza en el hombro de MinHyuk.
—Es una sorpresa, pequeño Wonnie —canturreó el castaño.
HyunWoo se despidió poco después de que sonara la campana con un «Hasta luego, chicos», intercambiando una mirada fugaz con KiHyun y dejando al presidente del consejo con un cosquilleo comúnmente conocido como «mariposas en el estómago.» Aunque KiHyun se negaba a usar ese término.
Más tarde, cuando volvieron al aula, KiHyun guardó la botella de agua en su mochila y se giró hacia sus amigos, quienes jugaban con bolitas de papel sobre el pupitre del menor.
—¿Quieres jugar, Kiki? —preguntó HyungWon.
—No, gracias —dijo—. No sabía que HyunWoo trabajaba.
—No tiene mucho tiempo, tal vez un mes cuando mucho —dijo MinHyuk—. Trabaja en una cafetería.
—¿Y tú... sabes dónde queda esa cafetería? —preguntó, escondiendo esas pequeñas notas de timidez en su voz.
MinHyuk lanzó la última bolita de papel y luego lo miró curioso. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
—Claro que lo sé —dijo, cruzándose de brazos—. Es más, creo que deberíamos ir hoy después de clases. Yo invito.
—¿Tienen galletas? —preguntó HyungWon con interés. MinHyuk asintió—. Iré.
MinHyuk miró a KiHyun, casi podía escuchar una excusa saliendo de él. Acertó en cuanto vio que KiHyun abría la boca y lo interrumpió de inmediato.
—No te atrevas a mentirme, Yoo KiHyun. No tienes clases particulares después, no tienes qué ir al supermercado con tu mamá y tampoco tienes consulta médica. Así que vendrás con nosotros.
HyungWon miraba la escena y no pudo evitar recordar; era casi el mismo escenario y eso le sacó una risita.
🐶 🌸 🐹 🍪 🐢
Ubicada al final de la calle, pasando por un conjunto de casas con pequeños jardines al frente y macetas en las ventanas, está la cafetería de la familia Lee. Con una preciosa fachada de ladrillos grises y un ventanal que mostraba el cálido interior del local; en la entrada había un cartel con pintura para pizarrón donde rezaba la bebida del día acompañada de pequeños garabatos hechos con tiza de colores. Todos los martes y miércoles había una bicicleta de color rojo brillante descansando en la entrada, junto a las macetas con flores que tanto cuidaba la dueña del local.
HyunWoo caminaba acompañado de HoSeok hacia el trabajo; HoSeok lo acompañaría un par de horas mientras trabajaba en su ensayo para la clase de literatura.
La pequeña campanilla de la entrada sonó en cuanto cruzaron la puerta. HyunWoo se fue hacia la parte de atrás del local mientras HoSeok se ubicaba en una pequeña mesa cerca de las escaleras; encendió su computadora y después se acercó a la barra, donde lo atendió un muchacho de cabello rubio y ojos que se asemejaban a una media luna.
—Buenas tardes, bienvenido. ¿Puedo tomar su orden? —dijo con una sonrisa, mostrando un adorable par de hoyuelos en sus mejillas.
HoSeok sonrió y dijo:
—Tomaré un capuchino con crema, por favor. ¡Ah! Y unas galletas con chispas de chocolate.
El muchacho asintió mientras anotaba la orden en la pantalla táctil. HoSeok sacó su billetera para pagar y volvió a su mesa a esperar su orden.
HyunWoo salió poco después, vistiendo una camisa blanca y un mandil de color marrón oscuro con una pequeña placa con su nombre. JooHeon le dijo la orden y comenzó a prepararla.
La campanilla de la entrada volvió a sonar poco después, anunciando la entrada de tres muchachos que cargaban con una mochila en sus espaldas. La mirada de MinHyuk se posó en una figura familiar, miró de reojo a su amigo de cabello rizado.
—Buenas tardes, bienvenidos. ¿Puedo tomar su orden? —dijo JooHeon con una sonrisa. HyungWon lo miró con sorpresa.
—¿JooHeon? No sabía que trabajabas aquí —dijo.
—Comencé hace un par de semanas. Mi tía necesitaba que la ayudara, abrió hace poco tiempo —dijo, con una sonrisa tímida—. Creí que ChangKyun te lo había dicho. Viene muy a menudo.
«Entonces no se quedaba estudiando en la biblioteca», pensó HyungWon.
—¿Qué les puedo ofrecer?
—Yo quiero un capuchino con crema, por favor, Honey —dijo HyungWon.
—Yo tomaré un café americano con crema, por favor —dijo KiHyun.
—Un frappé con caramelo, por favor —agregó MinHyuk.
—Min, tienen galletas... —dijo HyungWon con voz suave, tomando al castaño por la manga de su chaqueta como un niño que pide dulces a su madre en el supermercado.
—¿Puedes agregar un plato con galletas, también? Por favor. —JooHeon asintió y agregó el postre a la cuenta. MinHyuk sacó su billetera y pagó.
—En un momento estará lista su orden —dijo JooHeon.
Los chicos le dieron las gracias y comenzaron a buscar una mesa para esperar; MinHyuk caminó hacia la mesa donde estaba HoSeok, seguido de KiHyun y HyungWon, cuyas mejillas se volvieron de un suave color rosa al ver al pelinegro.
—¡Seokkie! Qué sorpresa encontrarte aquí —dijo MinHyuk.
—Lo mismo digo. ¿Quieren sentarse?
Dejaron sus mochilas en el suelo; MinHyuk se sentó al lado de KiHyun, dejando a HyungWon cerca de HoSeok. MinHyuk intentaba reprimir una risita al ver a sus amigos nerviosos; HoSeok tenía las orejas coloradas y HyungWon no sabía hacia dónde mirar y podía apostar que estaba jugando con sus dedos por debajo de la mesa.
—¿Ya habías venido antes? —preguntó MinHyuk, mirando al pelinegro.
—Un par de veces, pero no entre semana. ¿Y ustedes?
—Sólo había venido una vez, pero quise invitarlos para que conocieran el lugar —agregó MinHyuk, observando a sus amigos.
—Deben probar el pastel de fresa, es muy rico. A Shownu le gusta mucho —dijo HoSeok—. Hablando de...
HyunWoo se acercó a la mesa con una bandeja de madera en mano. Sus ojos se fijaron directamente en KiHyun y ese pequeño cosquilleo se hizo presente una vez más; KiHyun se veía tan lindo bajo la iluminación cálida de la cafetería.
—Buenas tardes —dijo cortésmente, comenzando a entregar las bebidas—. Traigo dos capuchinos con crema, uno es para Wonho y el otro debe ser para...
—E-es para mí... —dijo HyungWon con timidez, levantando un poco la mano. HoSeok lo miró de reojo; no era la primera vez que lo tenía tan cerca, pero aún así sentía su corazón latir con fuerza dentro de su pecho.
HyunWoo dejó los platos con galletas al centro de la mesa y antes de retirarse se aseguró de grabarse la pequeña y adorable sonrisa de KiHyun al ver lo que había dibujado en su taza.
—Si necesitan algo más, estoy a sus órdenes —dijo HyunWoo antes de retirarse.
MinHyuk sacó su celular y tomó una fotografía de su bebida.
—Wah~ Son tan bonitas, sería una lástima beberlas —dijo MinHyuk—. ¿Qué dibujó en sus bebidas?
—La mía tiene un conejo —dijo HoSeok.
—Parece una ranita —dijo HyungWon—. Es linda, el conejo también es bonito. ¿Qué hay de ti, Min?
—Hizo la cara de un perrito con las chispas de chocolate —dijo con una sonrisa—. Pero miren el de KiHyunnie~, es adorable.
—Es cierto, se parece a ti —agregó HyungWon.
—¿HyunWoo siempre hace cosas como estas? —preguntó KiHyun, tomando la taza con cuidado.
—No, normalmente sólo hace dibujos sencillos —respondió HoSeok, dando un sorbo a su bebida; HyungWon reprimió una risita al ver que le quedaba un poco de crema en el labio superior.
Por un segundo, el corazón de KiHyun latió rápidamente al pensar qué tal vez —sólo tal vez— HyunWoo había dibujado aquel bonito hámster en su bebida sólo para él. «Debería tomarle una fotografía», pensó, así que tomó su celular y sacó una fotografía a su bebida aprovechando que MinHyuk hablaba con HoSeok y HyungWon; después dio el primer sorbo.
—¿Y en qué estás trabajando, Wonho? —preguntó MinHyuk, tomando una galleta.
—En un ensayo para mi clase de literatura, es un análisis de las obras de Julio Verne y la revolución industrial —explicó.
—Eso es interesante. A HyungWonnie le gusta mucho leer, creo que leyó a Verne en la secundaria, ¿no es así?
HyungWon abrió la boca un par de veces para después asentir, desviando la mirada hacia su bebida.
Chae HyungWon es una persona tímida, le toma tiempo desenvolverse con las demás personas y aún así suele ser reservado con muchas cosas. Sin embargo, sus amigos descubrieron que HyungWon se volvía el doble de tímido y un poco torpe cuando estaba cerca de alguien que le gustaba, aún si HyungWon era la última persona en darse cuenta de ello. Hasta la fecha, sólo habían observado ese comportamiento en el chico de cabellos rizados dos veces, siendo Lee HoSeok la segunda persona.
Cuando HoSeok habló, MinHyuk se dedicó a beber lo que quedaba en el fondo de su vaso.
—¿Te importaría leerlo cuando lo termine, HyungWon? —preguntó HoSeok, tímido. Las mejillitas del más alto se colorearon de un bonito color rosa—. Me vendría bien una segunda opinión, sobre todo de alguien que conoce el trabajo de Verne.
—Se-seguro, me encanta- digo, me gustaría.
—¡Ah! Kihyunnie~ Acompáñame a la barra, quiero comprar un pay de queso —dijo MinHyuk, tomando al castaño por el brazo—. Sígueme la corriente y te compraré algo —le dijo al oído.
KiHyun miró a los otros dos y entendió el plan de su amigo.
—¿Ustedes quieren algo, chicos? ¿No? De acuerdo, ya volvemos —canturreó MinHyuk, yéndose antes de que siquiera pudieran decir algo.
HoSeok negó suavemente soltando una risita mientras HyungWon miraba al castaño guiñarle un ojo desde la barra, arrugando la nariz inconscientemente.
—Entonces, HyungWon... —habló HoSeok— ¿Qué más te gusta leer?
Aquella pregunta podría parecerle un tanto divertida a alguien que conociera perfectamente a Lee HoSeok, pues sabría que el pelinegro siempre prestaba atención a los libros que leía su persona especial cada vez que lo veía. Sabría también de la pequeña lista de títulos que se refugiaba en la sección de notas de su teléfono, mismos que buscaba en internet por las noches para saber la trama del libro o leer un poco acerca del autor cuyas palabras captaban la atención de Chae HyungWon.
—Me gustan las novelas de misterio y últimamente he estado leyendo a Han Kang —dijo HyungWon, su voz parecía una caricia para HoSeok. Era suave, sedosa, como el terciopelo, y podría escucharla todo el día—. ¿A ti qué te gusta leer?
HoSeok se quedó pensando por unos segundos. HyungWon tomó una galleta.
—Supongo que me gusta leer de todo un poco... También me gustan las novelas misterio —dijo él—. Mamá dice que me gustaba mucho jugar a los detectives cuando era niño.
—A mi hermano y a mí también nos gustaba jugar juntos cuando éramos pequeños. Papá nos hacía naves espaciales con cajas de cartón y jugábamos juntos en el jardín hasta la hora de cenar. —HoSeok miraba atentamente a HyungWon y la tímida sonrisa que se dibujó en sus labios no pasó desapercibida. HyungWon dejó la taza sobre la mesa y sus dedos se aferraron al dobladillo de su suéter—. MinHyuk dijo que me llevaste, bueno, que lo acompañaste a mi casa el día que me enfermé en la escuela. Y-yo no he podido agradecerte por ello... Lamento las molestias...
—No fue ninguna molestia para mí —dijo—. MinHyuk se preocupó mucho por ti, estabas muy enfermo ese día. Me alegra que te hayas mejorado pronto.
HyungWon recordó lo que encontró en su pupitre la mañana siguiente; esa adorable nota elogiando su sonrisa y el té que lo ayudó a sentirse mejor. Su corazón latió con fuerza, dejando ver la sonrisa que tanto le gustaba a HoSeok.
Desde la barra los observaban dos pares de ojos; MinHyuk se llevó una mano al pecho enternecido por la escena mientras KiHyun intentaba distraerse de no ver a HyunWoo (aunque también le pareció lindo ver a su amigo y a HoSeok actuando de una manera tan tímida y adorable).
—¿Crees que lo sepa? —preguntó KiHyun.
—No, tardará un tiempo en darse cuenta. Pero, tengo una idea para hacer que pasen más tiempo juntos —dijo MinHyuk con una sonrisa pícara. KiHyun lo miró curioso.
—Se ven muy bien juntos —dijo una tercera voz que provocó un cosquilleo en KiHyun. HyunWoo recargó sus brazos sobre la barra, mirando discretamente los mechones ondulados del presidente del consejo—. ¿Cuándo creen que se dé cuenta?
—No muy pronto, eso es seguro —dijo MinHyuk, llevándose un trozo de pay a la boca—. Cambiando de tema, ¿están emocionados por el festival de primavera? Mañana es el gran día.
—Mañana será un día ocupado, ¿no lo crees, Kihyunah~?
—Mientras la escuela siga en una sola pieza para el evento de clausura, todo estará bien —suspiró KiHyun, dejando su vaso de lado. HyunWoo tomó el marcador que guardaba en su bolsillo y aprovechó para dibujar algo mientras el menor decía algo sobre el programa del día de mañana, dejando el vaso en su lugar al terminar—... JeongYeon dijo que se pasó la noche entera adaptando el guión para el actor de reemplazo. Sólo espero que las cosas salgan bien.
—Si todo sale bien eso quiere decir que tu primer gran evento como presidente del consejo habrá sido un éxito, ¿no es así, Shownu? —preguntó MinHyuk, girándose hacia el moreno.
—Tranquilo, Kihyunah~ Si algo sale mal encontraremos la manera de solucionarlo, no te preocupes demasiado, ¿de acuerdo?
KiHyun asintió. Su mirada se fijó en las luces de un auto que se estacionaba afuera del local. Suspiró y se giró para despedirse de MinHyuk y HyunWoo, diciéndole a este último un «Te veré mañana temprano». Tomó su bebida y se acercó a la mesa para tomar su mochila y despedirse de los otros dos muchachos.
MinHyuk y HyunWoo lo siguieron con la mirada hasta ver que se subió al auto; las luces rojas se volvieron un pequeño destello que se perdió en la distancia. HyunWoo suspiró, escondiendo la cabeza entre sus brazos.
—¿Y tú cuándo crees que se dé cuenta? —cuestionó MinHyuk.
—¿Estoy siendo muy obvio? —preguntó HyunWoo desde su escondite.
MinHyuk suspiró y frunció el ceño levemente.
—No te preocupes mucho —dijo, dándole un par de palmadas suaves en la cabeza—. KiHyun es una buena persona, sólo... dale un poco de tiempo, ¿de acuerdo?
HyunWoo asintió. Salió de su improvisado escondite siendo recibido por una mirada cálida y comprensiva por parte de MinHyuk, quien volvió a la mesa poco después. HyunWoo respiró profundo y volvió al trabajo.
Cuando KiHyun volvió a casa, se encontró avanzando en un par de tareas buscando distraerse de lo que podría pasar al día siguiente. En las bocinas de su computadora sonaba una vieja canción de jazz que de cierta manera combinaba con esa atmósfera tranquila y relajada que había creado en su habitación; por su ventana se colaban las luces del exterior y, si ponía suficiente atención, podía escuchar el tránsito de un par de vehículos sobre la avenida.
La lámpara de su escritorio iluminaba su libreta y parte de su rostro; su cabello caía suavemente sobre su frente y sus orejas, dándole ese aspecto despreocupado que nadie en la escuela imaginaría que tenía. Se había puesto un pantalón gris de franela y un bonito suéter color menta. Todavía le quedaba un poco de café en el vaso, se bebió lo último que quedaba de un solo trago y sus dedos repasaron una vez más el pequeño dibujo hecho con marcador.
Su mirada se suavizó al recordar la bonita sonrisa de HyunWoo; el cosquilleo que sentía cuando estaba cerca del moreno se volvía cada vez más imposible de ignorar. Una risita se escapó de sus labios al recordar el hámster en su taza y las palabras de HoSeok. «Tal vez sí dibujó eso para mí...», pensó.
Una parte de él esperaba pasar un día divertido al lado de HyunWoo durante el festival. Pronto dejó la lapicera de lado y se encontró imaginando cómo sería disfrutar del festival de primavera a su lado sin las obligaciones o preocupaciones que tenía como presidente del consejo estudiantil. Al menos pensar en eso lo mantuvo distraído hasta la hora de cenar y lo hizo olvidar el mensaje de texto de su hermano mayor.
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Chapter 7: O 6
Chapter Text
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Capítulo Seis
❝ Festival de Primavera ❞
Sus pies golpeteaban sobre la acera al ritmo de la música; sus dedos tamborileaban sobre la tela de su pantalón mientras, en su cabeza, el mundo se volvía pinceladas de color que se movían libremente por el lienzo mezclándose entre sí de vez en cuando.
Era su pequeño mundo, en donde todo estaba bien y todo seguía un flujo natural, tan natural como el agua que gorgoteaba entre las piedras del río o las pequeñas gotas de lluvia que se acercaban a saludarlo por su ventana durante los días de lluvia. Tan natural como el canto de los grillos en las noches de verano o la danza de las luciérnagas del jardín de su abuela; esa pequeña casa de ladrillos azules rodeada por flores y una pradera que no tenía fin. MinHyuk recordó los rosales y el olor de los roles de canela recién salidos del horno; su primera pintura y la fotografía instantánea que probablemente seguía sobre aquel buró.
MinHyuk cerró los ojos por un momento, tratando de recordar aquella pintura, hasta que sintió un pequeño toque en su hombro. Abrió los ojos y giró su cabeza hacia el chico de cabello rizado y bonitas mejillas que lo saludaba con una sonrisa.
—Por fin llegan, ¿por qué tardaron tanto? —dijo, quitándose los auriculares.
—Sólo nos tardamos diez minutos, Min, no fue para tanto —dijo HyungWon revisando el reloj de la estación—. Además, ChangKyun no salía del baño. Quién sabe qué estaba haciendo allí.
—Te dije que sólo estaba peinándome, es todo —dijo, haciendo un pequeño puchero.
—¿Te demoraste quince minutos peinándote? Te ves como siempre —se burló HyungWon, recibiendo un ligero golpe en el brazo por parte de su hermano.
MinHyuk los miraba divertido hasta que se movieron para esperar el tren. Hacía tiempo que él y HyungWon no se iban juntos a la escuela, por lo que se sorprendió cuando recibió un mensaje de texto del más alto preguntándole si podían verse en la estación para ir juntos aprovechando que sería el festival de primavera. ChangKyun también iba con ellos, pero a diferencia de ellos —que vestían con el uniforme escolar—, vestía un bonito suéter color púrpura a juego con un par de zapatillas amarillas. MinHyuk no se había fijado en lo mucho que había crecido ChangKyun. ¿Hacía cuánto no tomaban el mismo tren? El único que faltaba en aquella ecuación era KiHyun.
Al bajar del tren, y conforme fueron acercándose a la entrada de la escuela, el mayor reparó en la pequeña chispa de emoción que se asomaba en los ojos de ChangKyun.
—¿Hasta qué hora estarás libre? —preguntó HyungWon.
—Hasta las dos de la tarde, tenemos tiempo suficiente para disfrutar el festival —dijo MinHyuk, acomodándose la mochila en la espalda—. ¿Qué quieres hacer primero?
—Quiero comer algo dulce —respondió casi de inmediato, recibiendo una sonrisa por parte del castaño—. Después me gustaría jugar algo, oí que los de la clase 3–C trajeron un juego de pesca.
—¿Pesca, eh? Suena divertido. ¿Qué hay de ti ChangKyunnie? ¿Qué harán tú y JooHoney primero?
—Supongo que podríamos buscar algo divertido para jugar, tal vez comer algo —dijo, la pequeña chispa fue brillando cada vez más hasta convertirse en una pequeña estrella al ver a JooHeon en la entrada de la escuela—. ¡Honey! —llamó con una sonrisa.
JooHeon agitó su mano saludándolos, mostrando sus adorable hoyuelos.
—Gracias por esperar, ¿llegaste hace mucho? —preguntó ChangKyun.
—No, llegué hace poco —dijo con voz suave—. Te ves muy bien, ChangKyunah~
—Gracias, tú también te ves muy bien —dijo, siendo JooHeon el único testigo del bonito color rosado que se asomó tímidamente en sus mejillas. ChangKyun tomó su mano y dijo:— Vamos, Honey, antes de que se haga más tarde.
JooHeon sintió un revoloteo en su estómago, un leve cosquilleo que le recorrió todo el cuerpo. ¿Tomar la mano de ChangKyun siempre se había sentido así?
—JooHeon —llamó HyungWon antes de que los menores se echaran a correr como acostumbraban, el rubio se giró a verlo mientras ChangKyun arrugaba la nariz como un gatito molesto—, recuerda, nada de...
—Nada de comer demasiados dulces o algo que tenga maní y llevarlo a casa antes de que anochezca —dijo con una pequeña sonrisa—. Descuida, HyungWon, cuidaré bien de él.
ChangKyun tiró levemente del brazo de JooHeon y ambos se despidieron para echarse a correr al interior de la escuela, perdiéndose al instante entre los puestos de comida y las personas que visitaban el festival. HyungWon suspiró y caminó junto a MinHyuk esperando encontrar algo divertido qué hacer.
🐶 🎟 🐢
Mientras tanto, en el auditorio de la escuela, KiHyun ayudaba a JeongYeon y al club de teatro con los últimos toques para la obra. Quedaban menos de dos horas para la gran función y la rubia iba de un lado a otro con KiHyun siguiéndola por detrás cargando un montón de vestuarios.
—¿Dónde está DaHyun? ¿Alguien ha visto a DaHyun? —dijo, preocupada, sin apartar la vista de su reloj de muñeca— ¡Alguien dígame dónde está DaHyun!
—Ya hablé con ella, está por llegar —habló una de las actrices.
—JeongYeon... JeongYeon... —llamó KiHyun, siguiéndole el paso con dificultad. Sin embargo, la rubia parecía no escucharlo así que acercó a NaYeon—. NaYeon... ¿Podrías ayudarme? Por favor.
—¡Ah! Por supuesto, permíteme —dijo, tomando las primeras prendas del montón hasta que los ojitos de KiHyun aparecieron.
—Gracias.
—No hay de qué —dijo ella, con una sonrisa que marcaba sus adorables mejillas—. Creo que es la primera vez que la veo así, esta obra es importante para ella.
—¿De verdad?
NaYeon asintió.
—Ella misma la escribió, es muy buena, pero ha estado muy estresada desde que JiMin se lastimó —dijo ella—. Gracias por estar al pendiente de la obra, KiHyun.
—JeongYeon no me dejó leer todo el guión, pero me aseguró que el final sería interesante. HyunWoo conoce más su trabajo que yo, así que confié en ella.
NaYeon sonrió con dulzura.
—JiHyo me dijo que Shownu cuida muy bien de ti. No esperaba menos de él —dijo—. También me dijo que...
—¡Ah, KiHyun! Aquí estás —exclamó JeongYeon, interrumpiéndolos—. DaHyun ya llegó y hay qué vestirla, pero todavía faltan algunas pruebas de sonido, ¿puedes ir con Joshua y ayudarme con eso? Por favooor~
—Seguro.
JeongYeon le agradeció, tomó los vestuarios de las manos de KiHyun mientras ambas chicas veían cómo se alejaba. JeongYeon tomó el vestuario de DaHyun, encontrándose con las bonitas mejillas infladas de NaYeon acompañadas de un ceño fruncido.
—¿Qué? —preguntó JeongYeon, inclinando la cabeza.
—¿Te han dicho qué a veces eres bastante inoportuna?
—¿Y a ti te han dicho que no deberías andar contando los sentimientos de los demás? —contraatacó ella.
NaYeon le sacó la lengua y JeongYeon dejó un besito en su nariz antes de irse. NaYeon se giró hacia el espejo para seguir maquillándose cuando vio el reflejo de HyunWoo; el moreno ayudaba a un par de chicos del último año a mover parte de la escenografía, mas se dio cuenta de las pequeñas miradas que lanzaba hacia algún punto en la habitación, más específicamente al presidente del consejo estudiantil. Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de la chica y es que no culpaba a HyunWoo pues ese día KiHyun se veía especialmente lindo, tal vez era porque su cabello se veía más suave y más esponjoso que de costumbre o a los pequeños mechones ondulados que adornaban su cabellera castaña.
Sería una mentira decir que las pequeñas miradas de HyunWoo no eran correspondidas, así como también sería una mentira decir que el bonito cosquilleo que sentía KiHyun cada vez que sus ojitos se encontraban con los de HyunWoo no le provocaba querer buscarlo con la mirada cada que creía que nadie lo veía. Una sensación de calidez inundó su pecho cuando sus miradas se encontraron en medio de todo el movimiento que había en el auditorio. Las luces del escenario acentuaban las suaves facciones de KiHyun y su preciosa cabellera castaña mientras KiHyun pensaba que en los ojos del mayor se guardaban un par de estrellas brillantes.
—¿Shownu, me escuchaste? —habló DongHun, volviendo al moreno a la realidad. Una risita salió de sus labios al verlo asentir rápidamente con las mejillas sonrojadas—. Anda, sólo tenemos que subir esto y habremos terminado.
Unos minutos más tarde, KiHyun salía del auditorio luego de haberle hecho saber a JeongYeon los resultados de la prueba de sonido —además de la misma insistencia por parte de la chica para ultimar detalles de la obra— por lo que ahora se encontraba esperando a HyunWoo bajo la sombra de un árbol tratando de no dejarse llevar por las mil y un emociones que el moreno provocaba dentro de él con una simple mirada. Se repetía a sí mismo «cálmate, relájate, contrólate», mas el recuerdo del día anterior y de la bonita sonrisa de HyunWoo parecían ser más fuertes que él.
—KiHyunah~ —escuchó la voz de HyunWoo, despegó la vista de la pequeña roca y lo vio acercarse—. ¿Estás bien?
KiHyun asintió.
—Me habían dicho que JeongYeon era perfeccionista, pero nunca creí que tanto —suspiró—. Vamos, todavía nos falta ver el resto del festival.
—¿Quieres comer algo primero? —sugirió HyunWoo. KiHyun estaba por decir algo cuando el sonido de su estómago se le adelantó; HyunWoo sonrió mientras las orejitas de KiHyun se pintaban de un suave color rosa—. Vamos a comer, yo invito, escoge lo que quieras.
Una sonrisita se dibujó en los labios de KiHyun y ambos avanzaron hacia donde se encontraban todos los puestos de comida —dirigidos en su mayoría por chicos de primer año—, una vez se acercaron al pabellón, ambos inhalaron profundo la deliciosa mezcla de olores dejándose encantar por ellos. Había todo tipo de puestos de comida (tteokbokki, patatas fritas en forma de espiral, kimbap, hot dogs, la lista era larga y ambos la conocían ya que fueron ellos quienes recibieron las solicitudes de cada clase).
—¿Qué quieres comer, KiHyunah~? —preguntó HyunWoo mientras caminaban por el pabellón de comida. Ver a KiHyun recorriendo los puestos con la mirada mientras sostenía su pequeña libreta contra su pecho resultaba adorable, como si fuera un niño pequeño buscando su cereal favorito entre los estantes del supermercado.
—¿Pollo frito está bien? —dijo— La clase 3–E puso un puesto de eso.
—Suena bien.
En el trayecto, KiHyun aprovechaba para hacer un par de anotaciones en su pequeña libreta mientras HyunWoo miraba en derredor; había muchas personas en el festival, estaba seguro de que eran más que las del año pasado. Se preguntó si se debía a los atractivos carteles que había diseñado KiHyun o a su idea de convertirlo en un evento familiar, tal vez también se debía a la promoción que hizo el pequeño —pero bastante activo— club de fanáticos de la banda de SungJin.
Llamó su atención la risa de un par de niños que jugaban un juego de aros y botellas, supuso que buscaban ganar alguno de los osos de peluche que descansaban en la repisa del fondo junto a los demás premios; uno en particular llamó su atención, era de color marrón y tenía blanco en el área de su boquita, un adorno de color rojo alrededor de su cuello y una simpática pero elegante vestimenta. «Se parece a KiHyun —pensó, volviendo la vista al frente—. Tal vez pueda convencerlo de jugar después de comer».
Cuando llegaron al puesto de comida los recibió una chica de hermoso cabello negro y labios con forma de corazón en los que se dibujaba una brillante sonrisa, ambos hicieron su pedido y, mientras esperaban, KiHyun escribía algo en su libreta.
—¿Te estás divirtiendo? —preguntó HyunWoo con voz suave. KiHyun soltó un pequeño sonido de afirmación, su mirada viajando entre el puesto y su libreta.
HyunWoo se balanceó sobre sus talones hasta que la chica les entregó su comida. HyunWoo pagó por ella no sin antes decirle un cumplido al presidente del consejo seguido de un «Disfruten de su comida» para terminar con una sonrisa.
KiHyun guardó la libreta en el bolsillo de su chaqueta y dio el primer mordisco; sus ojitos se volvieron un par de medias lunas y sus mejillas se coloraron, aún sin saber si era porque realmente estaba hambriento o si era debido al delicioso y crujiente sabor de su comida.
—Eshtá delicioso —dijo él, llevándose otro bocado a la boca—. Muchas grashias, HyunWoo.
El mayor soltó una risita al verlo así, feliz y disfrutando de comer comida deliciosa. Miró al menor por unos segundos, los suficientes para que la fierecilla que vivía en el corazón de KiHyun se alterara cuando lo vio acercarse.
—Tienes algo aquí... —señaló en voz baja, limpiando la comisura de sus labios con una servilleta—. Listo.
KiHyun le agradeció y comenzaron a caminar, buscando un lugar dónde sentarse a comer. Fue entonces cuando dos figuras se acercaron a ellos; él vestía un impecable traje con unos gemelos decorando los puños de su saco y una corbata con detalles dorados, mientras que ella vestía un adorable conjunto color crema que resultaba su precioso cabello castaño mientras su sonrisa se ocultaba bajo la sombra de su elegante, pero discreto, sombrero. Ambos muchachos los miraron y se pusieron de pie al instante para saludarlos con una reverencia.
—Buenas tardes, director, señora —habló KiHyun.
—¿Están disfrutando del festival? —agregó HyunWoo.
—¡El festival es maravilloso! La música, la comida, la organización, todo está perfecto —dijo ella, abrazando el brazo de su esposo—. Me siento tan joven, es como volver a mis días de escuela.
—Estoy impresionado, el consejo hizo un gran trabajo. Es mucho mejor que el festival del año pasado —habló el director. HyunWoo miró de reojo al chico a su lado, sintiéndose orgulloso—. Debo felicitarlo, señor Yoo, a usted y a todo el consejo estudiantil.
—Se lo agradezco señor —dijo él, recibiendo un asentimiento como respuesta.
—Sigan disfrutando del festival, muchachos. Hasta luego —se despidió ella con una brillante sonrisa, llevándose al hombre consigo.
KiHyun soltó un suspiro y volvió a sentarse para terminar el pollo que quedaba en su plato. HyunWoo hizo lo mismo y al poco tiempo dijo:
—Parece una mujer agradable, pero el director es una persona realmente seria. Son como polos opuestos.
«De verdad lo son...» pensó KiHyun.
—¿No hablas mucho con él? —preguntó KiHyun. HyunWoo negó—. ¿Ni siquiera cuando NamJoon era el presidente?
HyunWoo negó una vez más, sus mejillas llenas de comida lo hacían ver como un osezno y KiHyun sonrió ante la idea.
—Los vicepresidentes no tratan mucho con el director. Aunque, tampoco era como si NamJoon hablara mucho con él —explicó—. A TaeHyung y a JungKook no les gusta admitirlo, pero NamJoon no era tan buen presidente como tú.
—¿Ah, no?
—Él era más de actuar por su cuenta, a veces rompía las reglas y eso nos metía en problemas. También rompía muchas cosas y eso no le gustaba mucho a JiHyo —dijo—, pero dejando eso de lado, era un buen líder e hizo muchas cosas bien. Aunque, si me lo preguntas, creo que tú eres mucho mejor.
KiHyun se giró, encontrándose con una mirada tierna, esa que siempre lograba ponerlo nervioso. HyunWoo acercó su mano hacia su mejilla, casi acunándola.
—Tienes algo aquí... —dijo él con voz suave, limpiando una migaja. Estaban tan cerca. HyunWoo realmente quería llenar de besitos esas bonitas mejillas de hámster—. ¿Quieres que jugar un poco antes de volver a trabajar?
KiHyun inclinó su cabeza, confundido por su propuesta.
—Hay un juego que me gustaría probar, vi a unos niños jugando hace un rato y se veía divertido. ¿Quieres ir?
—¡Ah! S-seguro, vayamos —dijo KiHyun, poniéndose de pie, sintiendo un ligero ardor en su rostro.
«¡Tonto, tonto, tonto KiHyun! —pensó una vez comenzaron a caminar—. ¿En qué estabas pensando? Debes controlarte... Ugh~ Si MinHyuk estuviera aquí seguramente se estaría muriendo de risa». Un silencio se formó entre ellos mientras caminaban hacia el juego, sin embargo, a HyunWoo no parecía incomodarle, incluso trataba de hacer que sus dedos rozaran de vez en cuando.
Cuando llegaron, los saludó un chico que probablemente era de segundo año, llevaba una clásica vestimenta de carnaval siendo lo más llamativo su pequeño corbatín azul. HyunWoo pagó por un juego y el chico le entregó tres aros; KiHyun lo miraba curioso, cambiando su expresión a una de asombro cuando le vio acertar los tres tiros en el primer intento.
—¡Woah~! No esperaba menos de ti, Shownu —exclamó el muchacho con una gran sonrisa—. ¿Quieres intentarlo, KiHyun?
—No, gracias, Lucas —dijo él cortésmente, escribiendo algo rápidamente en su libreta.
—Bueno, tú te lo pierdes, amigo. ¿Qué vas a querer como premio, Shownu? ¡Escoge lo que quieras!
HyunWoo buscó aquel osito que había llamado su atención, cuando lo encontró, lo señaló. Lucas desató las patitas del muñeco y se lo entregó.
—¿Se han vuelto muy populares últimamente, no lo crees? —dijo Lucas— A mi hermanito le gustan mucho. Debe ser porque son lindos.
—Debe ser por eso —dijo HyunWoo antes de despedirse del muchacho, KiHyun hizo lo mismo y ambos se alejaron del puesto.
Ambos siguieron recorriendo los diferentes pabellones del festival; KiHyun haciendo anotaciones y HyunWoo deteniéndose en algún puesto cada tanto. Fue casi a la una de la tarde cuando el reloj de HyunWoo comenzó a sonar.
—Ya casi es hora —dijo él, KiHyun lo miró confundido—. KiHyunah~, ¿me acompañarías a la actividad de mi club?
—Seguro, ¿dónde es?
—En la pista de atletismo. —KiHyun ahora estaba más confundido, se preguntó por qué el club de natación haría su actividad en la pista de atletismo. No estaba seguro de qué era lo que habían preparado los clubes deportivos ya que TaeHyung y HyunWoo fueron los que se encargaron de eso. HyunWoo soltó una risita al ver la bonita expresión de KiHyun y dijo:— Vamos o llegaremos tarde.
KiHyun se ahorró sus preguntas al sentir la mano de HyunWoo tomar la suya.
🐻 🎪 🐹
Habían comido dulces, dos hot dogs y una rebanada de pizza; MinHyuk le había ganado en el juego de pesca y se había llevado la pequeña figura de un oso rosado que le había gustado. Mas se vengó de él en el juego de los dardos y los globos, llevándose un bonito llavero de cuentas de colores que ahora decoraba la funda de su teléfono. Sin embargo, lo que más le había gustado a HyungWon era ver lo mucho que se estaba divirtiendo MinHyuk; se preguntó cuándo fue la última vez que se habían comportado como un par de chiquillos. MinHyuk iba de un lado a otro, dando pequeños brincos en su lugar como si fuera un niño que había comido montones de dulces —lo cual no era del todo mentira— y sus ojos tenían ese brillo especial que hacía mucho tiempo que HyungWon no veía y que ciertamente echaba de menos.
Su imagen de niño hiperactivo terminó en cuanto lo vio tirarse en el césped, mirando al cielo y suspirando de cansancio. HyungWon le hizo compañía sentándose a su lado. Estaban en uno de los jardines laterales; el sonido del festival se amortiguaba por la distancia. Su piel se cubrió de parches de luz producto del sol que se colaba por entre las ramas de los árboles de cerezo que los cubrían; no faltaba mucho para que perdieran su precioso color rosado marcando con ello el final de la primavera. MinHyuk estiró su mano como si intentara atrapar los rayos de sol.
—Estoy tan cansado... —dijo MinHyuk— Me pregunto qué estará haciendo Kiki, ¿Crees que se esté divirtiendo tanto como nosotros?
HyungWon se encogió de hombros.
—Dijo que estaría trabajando junto con Shownu.
—Creo que se ven lindos juntos —soltó de repente—. ¿Has visto la manera en la que sus ojos brillan cuándo se ven? Harían una linda pareja.
—Siempre has sido muy observador, Min.
—¡Claro que lo soy! Es porque soy un gran artista y porque he desarrollado un gran nivel de sensibilidad que ustedes, los simples mortales, no entenderían —dijo con una sonrisa burlona.
—Hace mucho que no te veo pintar —dijo HyungWon—, ¿terminaste el cuadro de las frutas?
—Sí, pero no supe dónde ponerlo, por eso lo dejé en la sala.
—¿Sobre la chimenea? —preguntó, abrazando sus rodillas. MinHyuk asintió—. Supuse que lo pondrías ahí, combina con los muebles.
—Deberían visitarme algún día —dijo MinHyuk con voz suave—. No lo sé, tal vez podamos cocinar algo, ver películas, jugar videojuegos, lo que sea está bien mientras ustedes estén ahí.
—Suena bien —dijo HyungWon, recargándose sobre su mentón—. Podríamos robarnos a KiHyun del consejo, seguro que a Shownu no le molesta.
Un recuerdo apareció en la memoria de MinHyuk como si de una estrella fugaz se tratase, dejando una sonrisa melancólica a su paso. Cerró sus ojos luego un rato, disfrutando de la fresca brisa de primavera y de la calidez del sol; HyungWon se habría quedado dormido de no ser porque accidentalmente escuchó la conversación de unas chicas que pasaban por ahí.
—HoSeok se veía tan apuesto, ¡de verdad parece un príncipe! Quería tomarme una foto con él para mostrársela mi mamá.
—¿Eh, para qué? ¿Acaso piensas proponerle matrimonio? —dijo la otra chica entre risas.
—¡Nada de eso! Pero realmente me gusta mucho, ¿debería confesárselo? ¡Me pongo nerviosa de sólo pensar en él!
La otra chica no le respondió, sólo siguió riéndose e hizo un par de bromas sobre el color de su rostro y unos tomates hasta que dieron vuelta para volver al festival. HyungWon se quedó pensando, mirando fijamente algún punto en medio de la nada; MinHyuk le había dicho que HoSeok era muy popular en la escuela, pero fue hasta que escucho a aquella chica que verdaderamente se preguntó qué tan popular era Lee HoSeok y si recibiría muchos chocolates el día de San Valentín.
—Min... —llamó con voz suave, halando ligeramente de la chaqueta del mayor hasta que abrió sus ojos— Min, ¿HoSeok está en algún club?
—Está en el club de cocina —dijo, incorporándose sobre el césped y estirando sus brazos—. Creo que pusieron una cafetería. ¿Quieres ir?
—¿Podemos ir?
—No veo porqué no. Será divertido.
HyungWon se puso de pie con ayuda de MinHyuk y se dirigieron al interior del edificio. Resultaba un tanto curioso ver las aulas y corredores decorados con diferentes temáticas; su clase había adaptado el aula para poner un estudio fotográfico donde los visitantes podían tomarse fotografías divertidas usando pelucas de colores brillantes o algún otro disfraz. A medio camino vieron a JooHeon y a ChangKyun a lo lejos, riendo mientras veían un montón de fotografías en sus manos; JooHeon aún llevaba una peluca estilo afro de color rojo. HyungWon sonrió al verlos, parecía que se estaban divirtiendo.
Subieron por las escaleras hasta el segundo piso del edificio, fue entonces cuando un dulce aroma llamó su atención. ¿Era chocolate? ¿Caramelo? ¿Malvaviscos? Fuera lo que fuera, olía delicioso. Llegaron a la cafetería del club de cocina; había muchas personas afuera, en su mayoría eran chicas jóvenes —de primer año y otras que parecían ser de secundaria— y alguna que otra familia acompañadas de niños pequeños. En la puerta había una chica vestida con un elegante traje azul con rayas blancas y un bonito corbatín color rojo brillante; llevaba el cabello recogido en una coleta alta y usaba guantes blancos. MinHyuk y HyungWon se acercaron cuando ella los saludó agitando su mano.
—¡MinHyuk, HyungWon! Qué alegría me da verlos —dijo ella, sonriente.
—El café se ve bien, la decoración es muy linda —dijo MinHyuk—. ¿Han recibido muchos clientes?
Ella asintió.
—Aunque ya no sé si es por la comida o por los meseros, los chismes vuelan rápido.
—¿Los meseros? —preguntó HyungWon.
—¿Quieren pasar? Tenemos un pastel de chocolate y fresas que está delicioso —dijo sonriente. Los chicos asintieron y ella los guió al interior de la pequeña cafetería; la decoración era sencilla, pero los espacios estaban bien aprovechados y los colores daban esa sensación de calidez que uno esperaría al entrar en un lugar así—. Por favor, tomen asiento. En un momento tomarán su pedido.
—Gracias, Mina —dijo MinHyuk, volviendo su vista al menú.
Mientras HyungWon debatía sobre qué golosina ordenar, el castaño sentado frente a él se percató de la presencia de una tercera persona que se acercaba a su mesa; ahora entendía el porqué del gran número de visitantes a la pequeña cafetería del club de cocina. HoSeok se acercó a ellos con una bonita sonrisa, las puntas de sus orejas se volvieron de un suave color rosado cuando su mirada encontró con los ojitos de HyungWon.
—Ahora entiendo a lo que se refería Mina sobre los meseros —dijo MinHyuk—. Te ves muy bien, Wonho. ¿No lo crees, Wonnie?
—Me gusta el color, es lindo —dijo con timidez, desviando su mirada hacia el menú.
—¿De verdad lo creen? Mamá tomó muchas fotos cuando se lo mostré —dijo—. En fin, ¿qué les puedo ofrecer?
—Mina nos habló del pastel de chocolate con fresas, yo quiero una rebanada, por favor —dijo MinHyuk.
HyungWon aún no se decidía entre el cheesecake y la malteada de galletas, ambas opciones se escuchaban deliciosas; en otro escenario pediría ambos postres, pero ChangKyun no estaba con él para comerse la otra mitad y la idea de que HoSeok pensara que era un glotón si pedía ambos postres para él solo le avergonzaba demasiado, además de que no podría con ambos.
—Si me lo permites, puedo pedir que preparen un cheesecake con trocitos de galleta —dijo HoSeok con voz suave. MinHyuk sonrió para sí al ver las mejillas de su amigo teñirse de un suave color rosa—, ¿Qué te parece?
—¿No sería una molestia para las otras órdenes?
—En lo absoluto.
HyungWon comprendió porqué aquellas chicas habían descrito a HoSeok con la palabra «príncipe», de verdad parecía uno vistiendo aquel traje tan bonito.
—E-está bien, eso me gustaría —dijo él con voz tímida. HoSeok le dedicó una pequeña sonrisa antes de retirarse.
Las manos de HyungWon se aferraron a la tela de su pantalón, bajó la mirada al mantel de la mesa e internamente esperaba que MinHyuk no dijera algo sobre su apariencia ya que sentía sus mejillas arder. Para su fortuna, MinHyuk no dijo ni una palabra hasta que HoSeok volvió con sus postres. Claro que el fugaz intercambio de miradas entre el pelinegro y su amigo de cabello rizado no pasó desapercibido; entonces decidió poner en marcha su pequeño plan.
—¿Wonho, vas a ver la competencia de Shownu? —preguntó, recargando su barbilla en la palma de su mano.
—Sí, estoy libre poco antes de la una de la tarde. ¿Van a ir?
MinHyuk asintió; HyungWon se llevó a la boca un pequeño trozo del cheesecake, estaba delicioso.
—Podríamos ir juntos, después de comer. Probablemente KiHyun también esté ahí. ¡Será divertido! ¿Qué dices?
—Suena divertido —dijo, mostrando una brillante sonrisa—. Ustedes terminen de comer, yo iré a cambiarme y nos vemos en un rato, ¿de acuerdo?
Ambos chicos asintieron. Siguieron comiendo luego de que HoSeok se retiró; los ojitos de HyungWon se posaron en la mesa de junto donde dos chicas —muy bonitas, de mejillas coloradas— murmuraban cosas entre sí y miraban hacia algún punto en específico. MinHyuk estaba demasiado ocupado con su postre como para prestar atención a los movimientos de su amigo, quien se había girado levemente siguiendo la mirada de las chicas. Una extraña sensación nació en su pecho, comparable a cuando uno se encaja una espina por accidente; las chicas miraban a HoSeok —quien hablaba con uno de sus compañeros del club— y una de ellas incluso sacó su teléfono para tomar un par de fotografías. La espinita era realmente molesta.
Poco después terminaron de comer y MinHyuk se encargó de pagar por los postres, mas se llevó una sorpresa cuando le dijeron que su comida ya estaba pagada. No le tomó mucho tiempo darse cuenta de quién lo había hecho.
Mientras tanto, HoSeok los esperaba en el descanso de las escaleras; había vuelto a vestir su uniforme y cargaba con una mochila en el hombro. Intentó no pensar en el hecho de que pasaría tiempo con HyungWon, pero todo eso pasó a segundo plano cuando lo vio bajar por las escaleras mientras conversaba con MinHyuk. Su sonrisa era preciosa, tan hermosa y brillante; le encantaba verlo sonreír, le encantaba escuchar su risa porque era como una suave caricia.
—¿Nos vamos? —dijo al tenerlos en frente.
MinHyuk asintió, feliz como de costumbre, mientras una pequeña mariposa daba sus primeros aleteos dentro de HyungWon.
🐰 🍰 🐶 🧁 🐢
Chapter 8: O 7
Notes:
¿recuerdan a los ositos de twotuckgom? ♡
Chapter Text
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Capítulo Siete
❝ Presente ❞
La cantidad de personas que había superaba sus expectativas. Sabía que el festival había llamado mucho la atención y pudo notarlo mejor cuando llegó el evento deportivo. Si bien, HyunWoo y TaeHyung se habían encargado de ello, KiHyun aún no tenía idea de qué habían preparado los clubes deportivos de la escuela, pero ver los banderines de colores y globos por toda la pista de atletismo de la escuela le ayudaba a darse una idea.
En ese momento se encontraba sentado en las gradas, rodeado por un montón de desconocidos que conversaban de cualquier cosa y con el osito que HyunWoo había ganado descansando entre sus brazos; tenía una apariencia adorable y una pequeña sonrisa bordada. Pronto se encontró jugando con las patitas del muñeco, haciéndolo saltar de vez en cuando sobre su regazo.
—¡Kihyunnie~, ahí estás! —escuchó la voz de MinHyuk. Iba acompañado por HyungWon y HoSeok—. ¿Podemos acompañarte? —dijo, sentándose a su lado.
—Hay mucha gente —dijo HyungWon, mirando en derredor—. Me pregunto qué es lo que harán. ¿Y ese muñeco?
—Ah, es de HyunWoo —dijo KiHyun, abrazando ligeramente al osito—. Me pidió que lo cuidara por él.
—Es muy lindo —dijo HoSeok.
KiHyun asintió levemente y giró el muñeco para que pudiera ver lo que estaba por ocurrir, recargó su barbilla sobre la suave cabecita del oso y dirigió su atención a la pista.
En cada carril se formó una fila de jóvenes portando chaquetas deportivas de diferente color; unos se quedaron en la línea de salida mientras otros tres se ubicaban en distintos puntos de la pista.
Los ojitos de KiHyun se fijaron directamente en HyunWoo; vestía una bonita chaqueta de color azul. Podía escuchar las voces de sus amigos conversando de algo, mas todo pareció desaparecer a su alrededor cuando cruzó miradas con el moreno; en medio de sus estiramientos, le regaló una sonrisa, de esas que hacían brincar de felicidad a la fierecilla dentro de KiHyun, y él le respondió agitando su mano y posteriormente la del muñeco en su regazo. «Una carrera de relevos —pensó—, ¿Cómo no se me ocurrió antes?»
Entonces se escuchó la voz de uno de los profesores y la carrera dio inicio una vez sonó la bocina. El primer miembro de cada equipo sostenía un bastón del mismo color que sus uniformes; no era de sorprenderse que el equipo de atletismo estuviera a la delantera, dejando atrás al equipo de básquetbol y al de fútbol. Todos los espectadores daban gritos de apoyo mezclados con gritos de emoción. El equipo de natación se estaba quedando atrás y KiHyun apretó su agarre al pequeño oso; MinHyuk lo miró por el rabillo del ojo y no pudo evitar soltar una risita.
HyunWoo sería el que terminaría la carrera por su equipo, mas las probabilidades de que el club de natación quedara entre los primeros tres lugares se iban haciendo cada vez menores a medida que se acercaban los corredores.
KiHyun se mordió el labio inferior, notablemente nervioso. Pero cuando el bastón de color azul brillante llegó a manos de HyunWoo, todo fue diferente. Las gradas se envolvieron en una misma voz que vitoreaba: «¡Shownu, Shownu, Shownu!» y no hacía más que volverse más y más fuerte a medida que el moreno reducía la distancia entre los primeros corredores.
—¡Tú puedes, Shownu! ¡Corre, corre! —gritaban MinHyuk y HoSeok.
Entonces todas las personas se pusieron de pie animando con más fuerza a los corredores, pronto KiHyun se encontró haciendo lo mismo; sus brazos sosteniendo con fuerza al osito.
Faltaban pocos metros y HyunWoo ya había dejado atrás al corredor del equipo de fútbol. Yendo en contra de cualquier tipo de probabilidad o cálculo matemático, el primer lugar ahora se disputaba entre el club de atletismo y el club de natación; HyunWoo corría cada vez más rápido e intercambiaba miradas feroces con el corredor de chaqueta roja. Fue un final de fotografía, acompañado de gritos y ovaciones; mientras el corazoncito de KiHyun latía rápidamente por la emoción. Nunca se imaginó que HyunWoo pudiera correr tan rápido.
Y mientras todos esperaban el veredicto de los profesores, HyunWoo apoyó sus manos sobre sus muslos mientras trataba de recuperar la respiración; fue más agotador de lo que pensaba. Tenía las mejillas rosadas y el cabello alborotado por el viento, el otro chico no se encontraba en mejor estado. Ambos se miraron y chocaron sus manos diciendo: «Fue una buena carrera, lo hiciste bien». El profesor Yeom se acercó a ellos.
—Cruzaron la línea al mismo tiempo —dijo y les mostró la pantalla de su tableta. Ambos chicos se miraron con aire de sorpresa y un poco de incredulidad—. Si están de acuerdo, pueden compartir el primer lugar o podemos repetir la carrera.
HyunWoo y su compañero intercambiaron miradas cómplices, después miraron al profesor y dijeron al unísono: «Compartiremos.»
Todos los clubes recibieron un pequeño y sencillo, pero no por eso menos hermoso, ramo de flores; el equipo de fútbol recibió cupones de descuento para una tienda deportiva al igual que los clubes de natación y atletismo, salvo que estos compartirían una comida en una de las pizzerías más populares de la ciudad.
Minutos más tarde, los espectadores comenzaron a dispersarse al igual que los competidores. HoSeok y MinHyuk fueron los primeros en acercarse a felicitar a HyunWoo y al resto del equipo por su participación en la carrera, seguidos de HyungWon que se había quedado intercambiando palabras con ChangKyun y JooHeon. KiHyun también felicitó al club y, una vez los chicos se alejaron, aprovechó para felicitar directamente a HyunWoo.
—Hiciste un gran trabajo en la carrera de hoy, no tenía idea de que pudieras correr tan rápido —dijo, sus ojitos brillando con genuina emoción—. Él también se quedó sorprendido —agregó, levantando los brazos al osito.
—Gracias por acompañarme —dijo HyunWoo con voz suave.
—TaeHyung y tú hicieron un gran trabajo organizando todo esto. Estoy seguro de que al director le dará gusto.
—Me es suficiente con saber que te gustó lo que hicimos.
Una pequeña burbuja comenzaba a formarse entre ellos, hasta que fueron interrumpidos por TaeHyung. HyunWoo se apartó por un segundo para ir con el profesor que lo estaba llamando acompañado por el pelinegro. KiHyun se quedó mirando la cabecita del muñeco.
—¿Está todo bien, Kihyunnie~? —preguntó MinHyuk. KiHyun asintió levemente con la cabeza para después mirar al castaño—. ¿Has comido algo?
—Sí, HyunWoo y yo comimos pollo frito.
MinHyuk sonrió.
—Debo ir con los de mi club, ¿Vendrás a nuestra actividad, verdad?
—Claro que sí, Min —dijo con una suave sonrisa. Los ojitos del mayor brillaron como un par de piedras preciosas.
—Entonces supongo que los veré más tarde —agregó, después se giró hacia HoSeok y HyungWon—. ¡Adiós, chicos! Nos vemos después.
MinHyuk se alejó de la pista dando pequeños trotes y agitando su mano, gesto que fue correspondido por los tres chicos.
HyunWoo volvió poco después y los invitó a jugar algunos juegos antes de ir a la actividad del club de arte, así que caminaron de regreso al centro del festival. Pronto se encontraron envueltos en una atmósfera dulce y divertida, había música y el cielo estaba despejado, mostrando su precioso color azul; el sol los abrazaba cálidamente mientras recorrían los pabellones en busca de algo divertido para jugar.
KiHyun y HyunWoo iban adelante de HoSeok y HyungWon, quiénes habían retomado la conversación del día anterior en la cafetería. HoSeok hablaba sobre el ensayo que estaba escribiendo, divagando de manera ocasional en alguna de las obras de Verne y HyungWon soltaba alguno que otro dato histórico que le parecía interesante y que podría ayudar al trabajo del mayor. Un par de pasos después, HyungWon se encontró hablando sobre sus libros favoritos y la preciosa colección literaria de sus padres, todo bajo la atenta mirada —y sonrisa bobalicona— de HoSeok. Se preguntó si Chae sería consciente de los pequeños gestos que hacía al hablar y de lo bonita que se veía su nariz cuando la arrugaba.
—... Aún así no he logrado convencer a mi hermano para que lea el libro, prefiere ver la película. Dice que me paso todo el tiempo con la nariz metida entre los libros. —HoSeok lo sabía, sabía que HyungWon acostumbraba leer entre clases y en lugares tranquilos; una vez lo vio sentado en las escaleras que dan a la parte trasera del gimnasio, con sus ricitos cayendo hermosamente sobre su frente y emanando una sensación de paz y tranquilidad—. Perdona, creo que me desvíe un poco del tema —dijo, jugando torpemente con sus dedos al percatarse del silencio y la mirada fija de HoSeok.
HoSeok negó.
—Al contrario, me gusta escucharte.
Las mejillas de ambos se volvieron de un bonito color rosado y una sonrisita se escapó de sus labios. HyungWon bajó la mirada hacia sus manos mientras HoSeok se llevó una mano a la nuca.
—Wonho, ¿ya viste eso? —llamó HyunWoo. HoSeok miró hacia donde apuntaba su amigo y lo miró con diversión—. ¿Quieren jugar?
—Seguro, se ve divertido —dijo HyungWon con una sonrisita.
Al llegar al puesto fueron recibidos amablemente por la chica en turno. Primero jugaron HyungWon y KiHyun, el más alto tenía los ojos puestos en el osito de color lila; era parecido al que le había ganado MinHyuk, salvo que llevaba un bonito gorro de color verde con ojitos de una rana. Sin embargo, el dardo no logró reventar el último globo otorgándole la victoria a KiHyun.
—Excelente tiro, KiHyun —aplaudió la chica—. Aquí tienes tu premio. ¿Ustedes también quieren jugar? ¡Anímense! Es muy divertido y podrán ganar un premio.
HoSeok y HyunWoo asintieron y recibieron los dardos que les extendió la chica. KiHyun y HyungWon los miraban atentos. El primero en tirar fue HyunWoo, reventando tres, cuatro, cinco globos de los de mayor puntaje. Al terminar, miró a HoSeok, invitándolo a superar su puntaje, y HoSeok no podía estar más decidido a ganar; había visto cómo los ojitos de HyungWon estaban fijos en aquel tierno osito de color lila. Supuso que esperaba ganarlo al jugar contra KiHyun.
HoSeok respiró profundo y fijó su vista en los globos. Reventando uno, tres, cuatro, cinco globos. Todos ellos con el mayor puntaje.
—¡Tenemos un ganador! —canturreó la chica, acercándose a HoSeok; los chicos miraban sorprendidos, HyungWon daba pequeños aplausos—. ¿Qué quieres como premio?
—Quiero ese, por favor —dijo, apuntando al pequeño osito que descansaba sobre una repisa improvisada. Ella se lo entregó con una sonrisa y se despidió de ellos con el mismo buen humor.
HyunWoo y KiHyun seguían un par de pasos adelante, hablando sobre algo que le era completamente ajeno a los dos muchachos que intercambiaban miradas tímidas.
HoSeok miró la carita bordada del muñeco y se lo entregó a HyungWon. Detrás de aquellos anteojos redondos y de esa postura introvertida se asomó un precioso brillo que le recordó las estrellas; el cielo de una noche de verano cubierto de estrellas que centellaban en el infinito.
—Es para ti —dijo con voz suave.
Sus miradas se cruzaron. Oh, si tan solo HyungWon supiera lo rápido que latía el corazón de Lee HoSeok en ese momento; si supiera que, sólo con una sonrisa y un libro entre las manos, se había adueñado de uno de los corazones más hermosos, puros y sinceros que había en la Academia Shinhwa.
—¿De verdad? —cuestionó, mirando al muñeco y al muchacho frente a él. HoSeok asintió—. Muchas gracias —dijo con una tímida sonrisa dibujada en los labios.
HyungWon estaba tan feliz. Su pequeño corazón se volvió una mezcla de mariposas y fuegos artificiales cuando su mano rozó con la mano de HoSeok.
🐰 🧸 🐢
El festival de primavera se acercaba a su final a medida que el cielo se tornaba de un color ámbar con suaves pinceladas rojizas y purpúreas.
Cuando se vieron las primeras las parvadas volar de regreso a casa, el escenario del auditorio se cubría de rosas y se llenaba de vítores hacia los miembros del club de teatro y una sonrojada JeongYeon recibía un precioso arreglo floral por parte de sus compañeros; los miembros del club de arte reían y MinHyuk sentía su corazón lleno, dando de brincos por todo su pecho al ver a sus amigos felices y sobre todo por las pequeñas gotas de pintura amarilla que cubrían el rostro de KiHyun y parte de su ondulado cabello castaño. HyunWoo lo miraba y juraba que el joven presidente estudiantil le recordaba al otoño en ese momento, con sus preciosos colores y la calidez que desprendían sus ojos cada vez que reía en compañía de sus mejores amigos.
«¿Cómo puedo hacer para que siempre sonrías de esta manera, Kihyunah~?», pensó cuando vino a su mente el recuerdo de aquella mañana en donde lo encontró dormido en la sala del consejo estudiantil. Sin embargo, HyunWoo no tenía idea; no tenía idea de que lo qué había visto aquella mañana no se comparaba, en lo absoluto, con lo que había visto MinHyuk esa tarde, poco después de que el sol se ocultara, cuando se presentó en casa de KiHyun y lo encontró con los ojos inundados en lágrimas.
Pero en ese momento, sólo importaba el presente. Esos instantes que se graban en el corazón como si fueran una fotografía o —como a MinHyuk le gustaba describirlo— como la más hermosa exposición de arte que se haya visto jamás.
Importaba el color del atardecer y sus pinceladas de nostalgia; importaba el olor de los dulces y el viento del este. Importaban los chistes de MinHyuk que hacían reír a HyungWon y la mirada cargada de amor de HoSeok; importaban las manchitas de pintura en las mejillas de KiHyun y las pequeñas pecas que enamoraban a HyunWoo cuando lo ayudó a limpiarse. Importaban las palomitas con mantequilla del cine y lo que JooHeon sentía cuando veía al «niño bonito» que conocía desde la infancia.
Importaba el mejor obsequio que uno pudiera recibir: el presente.
Y en ese presente, KiHyun subía al escenario de madera que estaba iluminado por guirnaldas que se trenzaban en las copas de los árboles mientras HyunWoo, sus amigos y muchas personas más lo miraban atentamente desde abajo con sonrisas en el rostro y globos de colores o algodones de azúcar en mano. Todos escuchando el discurso de agradecimiento que había escrito el presidente del consejo estudiantil desde hacía varios días, pero que ahora resultaba una mezcla de palabras grabadas con tinta en su cabeza y líneas improvisadas que salían desde lo más profundo de su corazón. Estando allí arriba pudo darse cuenta de que todo había salido bien; pudo ver a algunos miembros del consejo y al vicepresidente que lograba ponerlo nervioso con su bonita sonrisa y suaves mejillas.
—Antes de terminar, démosle una cálida bienvenida a uno de los mejores grupos locales, ¡Un aplauso para DAY6! —Los gritos de emoción y los aplausos no se hicieron esperar; el pequeño club de fans de SungJin y su banda fueron los que hicieron más ruido en cuanto los chicos subieron al escenario y se posicionaron frente a sus instrumentos—. Buena suerte, chicos —dijo KiHyun al entregarle el micrófono a SungJin.
—Gracias por esto, KiHyun —le dijo sincero. Se colocó la guitarra y saludó al público mientras KiHyun bajaba las escaleras.
—Fue un gran discurso, Kihyunah~ —dijo HyunWoo, recibiéndolo al pie de las escaleras de madera; KiHyun sonrió, sintiendo ese cosquilleo en el pecho una vez más. Ya se estaba acostumbrando a sentirse así con cada sonrisa que le dedicaba el moreno.
HyunWoo le devolvió el pequeño oso de peluche al ver que estiraba sus manitas de manera inconsciente para tomarlo.
—¡Kihyunnie, eso estuvo grandioso! —exclamó MinHyuk lanzándose a abrazarlo—. Estoy tan orgulloso de usted, señor presidente.
—Todo salió perfectamente, KiHyun. El consejo hizo un gran trabajo —dijo HyungWon, acercándose con el muñeco en brazos. MinHyuk soltó una risilla al ver que sus amigos estaban en la misma posición.
—¿Quieren quedarse a bailar? La música es realmente buena —dijo MinHyuk.
—Es una buena idea —habló HyunWoo.
—Me encantaría, pero debo volver a casa temprano —dijo KiHyun, acariciando los bracitos del oso con su pulgar.
—Vamos, Kiki, sólo una canción, quédate una canción y ya. Por favooor —gimoteó MinHyuk, juntando sus manos y haciendo un puchero. KiHyun rodó los ojos y asintió, riendo ante la idea de que algunas cosas nunca cambian.
MinHyuk sonrió y tomó a sus dos amigos por los brazos, arrastrándolos a la pista de baile mientras HoSeok y HyunWoo los seguían con calma.
So free 하게 내일은 걱정 말고
아무 신경 쓰지 말고
Así que sé libre, no te preocupes por el mañana, no tengas cuidado
So free 하게 우리들뿐이라고 생각해봐
Así que sé libre, piensa que sólo somos nosotros
Ese «Quédate una canción y ya» desapareció a medida que las voces de los chicos ambientaban y marcaban el final del festival; el pequeño grupo de amigos saltaba de un lado a otro, extendiendo los brazos en al aire y tarareando intentando seguir el ritmo de la música hasta que las estrellas iluminaron el cielo y pronto comenzó a sonar una balada romántica y las parejas se apropiaron de la pista frente al pequeño escenario.
KiHyun estaba cansado, una fina capa de sudor cubría su frente y su cabellera estaba ligeramente alborotada, aún con rastros de la guerra de pintura cortesía del club de arte. Ahora se encontraban caminando a la salida de la escuela; HyungWon revisaba los mensajes más recientes en su celular mientras MinHyuk rodeaba su brazo —claro que le hizo un gesto gracioso a HoSeok al hacerlo— y KiHyun se acomodaba la chaqueta del uniforme y sacaba una preciosa bufanda de color crema que guardaba en su mochila no sin antes agradecerle a HyunWoo por traerla desde la sala del consejo estudiantil.
—¿Esperaremos a ChangKyunnie y a Honey? —preguntó MinHyuk. HyungWon negó.
—Se fueron hace un par de horas, están en el cine. ¿Quieres quedarte a dormir? No quiero que vayas solo.
—Sólo si me dejas jugar con tu cabello, Wonnie —dijo MinHyuk, aferrándose al brazo del más alto. HyungWon asintió con una sonrisa—. ¿Te acompañamos a la estación, Seokkie?
HoSeok negó.
—Mi hermano vendrá por mí, iremos al supermercado.
—¿Podemos esperarlo contigo? —preguntó HyungWon con voz suave— Así no esperarás tú solo.
HoSeok sonrió al ver sus mejillas volverse de un color rosa tan suave como su voz.
—Gracias —dijo, después se giró hacia HyunWoo y KiHyun—. ¿Se irán juntos?
HyunWoo asintió.
—Acompañaré a KiHyun hasta la estación.
—De acuerdo, vayan con cuidado.
—Avísanos cuando llegues a casa, Kiki —agregó HyungWon—. Te enviaré fotos graciosas de MinHyuk cuando se quede dormido.
—¡No si yo le envío las tuyas primero! —contraatacó el castaño, haciéndole cosquillas a HyungWon. KiHyun soltó una risilla antes de despedirse e irse caminando con HyunWoo.
El camino fue tranquilo, en su mayoría cubierto de un silencio cómodo y de algunas corrientes frías de aire que hacían que el menor se aferrara con más fuerza al pequeño oso de peluche buscando un poco de calor. HyunWoo lo miraba de soslayo, viendo sus orejitas de color rojo y su pequeña nariz cubierta por la bufanda; sus mechones ondulados revolverse con el viento. De verdad quería abrazarlo. Quería abrazarlo tan fuerte como abrazaba al muñeco de peluche.
Hubo un momento antes de llegar a la estación, en el cruce peatonal, cuando KiHyun levantó la mirada hacia el cielo porque le encantaba ver las estrellas y HyunWoo se deleitó con la imagen más hermosa: Los ojitos marrones del menor reflejaban el cielo nocturno en toda su infinidad, sus labios entreabiertos dejaban escapar un poco de vaho y su nariz se había coloreado de un precioso y suave color rosa. Al principio no podía creerlo, pero con el paso del tiempo se convenció de que cada día se enamoraba más y más de Yoo KiHyun; del timbre de su voz y de su inteligencia; de las diminutas pecas en su rostro y de su pulcra caligrafía. De sus sonrisas y su habilidad innata para liderar.
Pero había detalles que solamente HyunWoo tenía el honor de presenciar, como la manera en que sus pestañas acarician su rostro cuando dormía o la forma en que jugaba con un muñeco de peluche sobre su regazo. O como ese momento, cuando sus ojos se llenaban de estrellas.
El semáforo cambió a verde. Cruzaron la calle y bajaron las escaleras para llegar al andén.
KiHyun se avergonzó por haber cargado al osito de HyunWoo todo el día e intentó devolvérselo, pero HyunWoo le dijo con voz suave y un corazón inquieto: «En realidad, lo escogí para ti. Porque es lindo y me recordó mucho a ti. Es tuyo si así lo quieres, Kihyunah~». Después apareció un par de mejillas sonrojadas y un incontrolable deseo por llenarlas de besos.
La voz en los altoparlantes anunció la llegada del tren de KiHyun.
—Ve con cuidado a casa, HyunWoo —dijo KiHyun, mirándolo a los ojos—. Gracias por apoyarme el día de hoy.
—Gracias por confiar en mí. Avísame cuando estén en casa, ¿de acuerdo? Y tú... —dijo, señalando al osito— Cuida muy bien de KiHyun, por favor.
KiHyun lo miró, enternecido. HyunWoo era una cajita llena de sorpresas.
—Tengo qué irme. Nos vemos el lunes en la escuela.
HyunWoo asintió y entonces tocó la mejilla de KiHyun, acariciándola con su pulgar haciendo que se volvieran cálidas y rosadas. Le había quitado una traviesa manchita de pintura.
—Nos vemos el lunes.
KiHyun caminó al interior del vagón, mirando a HyunWoo por la ventana. Apenas sintió el movimiento del tren, tomó la patita del osito y la movió simulando un gesto de despedida que el moreno correspondió. Para después desaparecer al interior del túnel.
🐻 🌟 🐹
Apenas pusieron un pie en la residencia de la familia Chae, MinHyuk caminó directamente a la cocina con el único objetivo de asaltar la nevera. HyungWon lo siguió, dejó al osito sobre la encimera de la cocina y comenzó a rebuscar en la alacena un par de bocadillos mientras discutía con MinHyuk sobre qué películas podrían ver. Cuando se giraron para colocar las palomitas en el tazón, se encontraron con la señora Chae usando una mascarilla de color verde y con el cabello recogido con una banda del mismo color que su bata.
—Buenas noches, niños —dijo ella con una sonrisa, caminando hacia la nevera.
—Buenas noches, tía —saludó MinHyuk, llevándose una patata frita a la boca.
—Hola, mamá —saludó HyungWon de igual manera.
—¿Cómo les fue en el festival? ¿Se divirtieron?
Ambos asintieron, tenían la boca llena de golosinas.
—ChangKyun fue al cine con Honey, dice que no tardan en llegar —agregó HyungWon. Tomó el tazón lleno de palomitas mientras MinHyuk cargaba las bolsas de bocadillos—. Estaremos arriba, vamos a ver una película. ¿Papá ya está dormido?
—Está leyendo. No hagan mucho ruido, ¿de acuerdo, niños?
Ambos asintieron y estaban a punto de salir cuando HyungWon volvió rápidamente por el osito que descansaba en la encimera. «Casi te olvido, Zizi», dijo en voz baja, tomándolo entre sus brazos con cuidado.
Cuando llegaron al dormitorio de HyungWon, MinHyuk dejó su mochila sobre el mueble y acomodó las almohadas de la cama para que pudieran sentarse cómodamente. Las flores no pasaron desapercibidas y una sonrisa apareció ante el recuerdo del mensaje que le había enviado HoSeok la noche previa a la primera flor matutina.
«¿Qué flores le gustan a HyungWon? ¿No es alérgico, verdad? ¿En qué lugar de la clase se sienta?»
Ay, HoSeok. Tan dulce y tan perdidamente enamorado del pequeño Chae HyungWon, amante de las galletas y de la literatura.
—¿Son todas las flores que te han obsequiado? —preguntó MinHyuk, abriendo una bolsa de frituras.
—Son mis favoritas, el resto está en el jardín de mamá o decorando alguna parte de la casa. Pásame las galletas, MinMin, por favor.
—¿Ya me vas a decir cómo ganaste el oso?
—Ah, m-me lo obsequió HoSeok —dijo en voz baja, con el rostro sonrojado. MinHyuk le sonrió divertido haciendo que se avergonzara aún más—. Yah~ no te burles. Fue muy lindo de su parte.
—Wonho es una persona muy linda, creo que le gustas.
—Para nada, seguramente es así con todo el mundo. Es muy amable y gentil. Ya veo porqué dicen que parece un príncipe.
—Se veía muy apuesto hoy en el café, ¿Cierto? —preguntó. HyungWon asintió tratando de ocultar la sonrisa que se dibujaba en sus labios—. Y preparó un postre especialmente para ti.
—¿A dónde quieres llegar con todo esto?
—A nada en especial. Sólo digo que nunca lo había visto hacer con otras personas lo que hace contigo. ¡Oh! Veamos esa, se ve divertida.
Mientras la comedia que habían escogido sonaba por la habitación, HyungWon se encontró recordando lo que una vez llegó a preguntarse en una de sus conversaciones nocturnas con Dolly: «¿Quién me gustaría que fuera el remitente de las flores?... Huh, nunca lo había pensado, pero... Creo que sería lindo si alguien como HoSeok hiciera eso por mí, parece el tipo de persona que haría algo así. ¿Tú qué opinas? Después de todo, HoSeok hizo la ranita que te hace compañía cuando no estoy...»
Sonrió. Ahora Dolly tenía dos amigos que le harían compañía durante el día; la ranita de papel y el osito color lila. Ambos por parte de HoSeok.
🐶 🍿 🐢
Chapter 9: O 8
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Capítulo Ocho
❝ Buenos Días ❞
Su madre entró en la habitación poco después de que sonara la alarma del despertador; vestía su bata favorita, una de color rosa pastel con las mangas bordadas. Tenía el cabello recogido en un moño, un poco desordenado, pero lucía lo suficientemente bien considerando que se lo había hecho con los ojos cerrados.
Al entrar al dormitorio visualizó la figura de su hijo y lo miró con una suave sonrisa antes de abrir las delicadas cortinas permitiendo que la luz del amanecer coloreara cada rincón de la habitación, como si fuera una suave brisa de primavera cargada de color. Se acercó lentamente a la cama, viendo cómo su pequeño arrugaba la nariz al sentir la caricia del sol en su rostro.
—Kiki, mi amor, es hora de levantarse —dijo con voz suave, acomodando los pequeños cabellos castaños que descansaban sobre la frente del menor. KiHyun se revolvió entre las sábanas murmurando algo en voz baja que le sacó una sonrisa a la mujer—. Si no te levantas, tu hermano se quedará con todos los panqueques.
Los ojitos de KiHyun se abrieron de repente; salió de su escondite y miró a su madre diciendo: «¡Yo también quiero panqueques!»
—Entonces date prisa y baja a desayunar, mi amor —dijo ella, depositando un beso en su frente.
Se formó una sonrisa en los labios de KiHyun y salió de la cama de un brinco; se puso sus pantuflas favoritas y salió del dormitorio con su madre siguiéndole por detrás. Su pequeña carrera se detuvo apenas llegó a las escaleras, pues no quería tener ningún accidente. «No bajes corriendo por las escaleras», le había dicho su madre hacía tiempo.
Dio un brinco en el último escalón y volvió a correr hacia el comedor. Allí su padre lo recibió con una sonrisa, dejando el periódico de lado.
—Alguien despertó de buen humor —dijo, revolviendo la cabellera castaña del menor.
—Salió corriendo apenas escuchó la palabra «panqueques» —agregó la mujer entre suaves risas.
—Es porque tus panqueques son los más ricos que he probado, mami —exclamó KiHyun con una gran sonrisa, mostrando el pequeño espacio vacío entre sus dientes que le valió una moneda—. Y no es justo que YoonGi se los coma todos.
—Yo también tengo derecho a comer los panqueques de mamá —contraatacó el pelinegro, llevándose una mano al pecho.
—Ya los has comido por mucho tiempo. Es mi turno de comerlos.
—Sólo por tres años más que tú, ardillita. ¿Y sabes qué? Comeré todos los panqueques que quiera mientras sea mayor que tú —se burló YoonGi, sacándole la lengua en una mueca chistosa.
—Eres muy viejo para comer panqueques, se te caerán los dientes. ¿Y sabes qué es lo peor? Que a las personas viejas no les deja monedas el ratón, así que... —KiHyun le devolvió el gesto, inflando sus bonitas mejillas en el proceso. YoonGi no pudo evitar sonreír al verlo; su hermano menor era adorable.
—No importa, siempre puedo robarte tus dulces.
—¡Mamáaa! ¡Meow Meow quiere robarse mis dulces!
—Nadie robará los dulces de nadie —dijo ella, dejando los platos con panqueques al frente de cada uno sus hijos. Una pequeña y esponjosa torre con trocitos de fruta en la parte superior, espolvoreados con una fina capa de azúcar glas y un jarabe de color dorado que brillaba con el sol; a los pequeños se les hizo agua la boca al igual que a su padre—. Además, no tendrán necesidad de hacerlo, seguramente habrá muchos dulces en la fiesta de hoy. ¿Ya tienen su ropa lista?
—Sipi —dijo KiHyun, llevándose un trozo de bizcocho a la boca.
—Yo no encuentro mi camisa —dijo YoonGi.
—Estoy segura de que la dejé en tu armario. La buscaremos después de desayunar, ¿de acuerdo?
YoonGi asintió. La familia se volvió en una conversación casual dirigida, en su mayoría, por el señor Yoo y chistes ocasionales por parte de su esposa que lograban sacarle una sonrisa al resto de la familia. Después hubo un tiempo donde solamente se escuchaba el sonido de los cubiertos dando ligeros golpes a la porcelana de los platos. Ah, y los hermanos disputaron un duelo de tenedores por una fresa, grande y jugosa.
KiHyun movía sus piernitas, sus pies apenas tocaban el piso. Estaba emocionado por la fiesta de cumpleaños de MinHyuk, sobre todo porque quería ver su reacción cuando abriera su obsequio de cumpleaños. Estaba seguro de que no había levantado sospechas en toda la semana; pareciera que KiHyun no prestaba atención a las conversaciones de sus amigos en la escuela, pero la realidad era que se grababa hasta el más mínimo detalle. Y aunque al principio se negaba a jugar con ellos, siempre terminaba cediendo y con dolor de pancita por tanto reír.
Cuando se terminó los panqueques pidió permiso para retirarse primero y, apenas su padre asintió con la cabeza, salió rápidamente hacia su dormitorio —recordando subir las escaleras con cuidado, «No queremos terminar como Meow Meow», pensaba— y cerró la puerta tras de sí. Fue al baño, tomó su banquito y se lavó los dientes. Luego se lavó el cabello, así como su mami le había enseñado, y lo secó con cuidado con su toalla favorita.
Tiempo después escuchó un par de toques en la puerta; su madre entró al dormitorio y lo ayudó a terminar de secarse el cabello y a perfumarlo. En otro tiempo le habría ayudado a vestirse, pero KiHyun últimamente se mostraba renuente a eso porque «ya era un niño grande y los niños grandes se visten solitos». Y ella lo entendía, YoonGi hizo lo mismo, pero no pudo evitar acomodar el bonito corbatín una vez estuvo completamente vestido.
—¿Cómo me veo, mami? —preguntó, extendiendo sus bracitos.
—Como todo un caballerito.
Cuando todos estuvieron arreglados apropiadamente (y después de que YoonGi se cambiara la corbata) salieron de casa y emprendieron rumbo a la residencia de los Lee. KiHyun traía el obsequio en su regazo y movía sus piernitas al ritmo de la canción que sonaba en la radio. YoonGi de vez en cuando lo molestaba pinchando sus mejillas y haciéndole cosquillas en los costados, sacándole un par de risitas infantiles.
El auto frenó y KiHyun levantó su cabecita para ver a través de la ventana. Lo primero que vio fueron los bonitos globos de colores y las guirnaldas que decoraban la entrada principal.
KiHyun y YoonGi fueron los primeros en bajar del auto. El mayor se estiró un poco para tocar el timbre, y mientras esperaban su madre arreglaba sus cabelleras o el cuello de sus camisas. Cuando la puerta se abrió, los recibió una mujer que tenía una sonrisa tan parecida a la de MinHyuk; llevaba el cabello recogido en una coleta alta y su cuello estaba decorado por un precioso collar de perlas.
—Los niños están en el jardín, hay sándwiches y jugos —les dijo a los menores después de saludarlos.
Los hermanos corrieron hasta el jardín, que estaba hermosamente decorado con globos y guirnaldas; había mesas de madera con flores al centro y una parrilla en la que estaban cocinándose ruedas de carne para hamburguesa y vegetales. Había un trampolín y un par de cabecitas que KiHyun identificó al instante; una era castaña y la otra le recordaba al pelaje de la mascota de su vecina, pero más bonita.
—¡Minnie! —llamó KiHyun con una sonrisa, el castaño dejó el juguete que sostenía en sus manitas y salió corriendo hacia su amigo apenas se giró; sus bracitos lo rodearon en un fuerte abrazo—. Feliz cumpleaños, Min. Toma, este es tu obsequio.
—Me basta con saber que viniste, ¡Estaba preocupado! Nunca me dijiste si vendrías o no —dijo con un puchero—, pero no importa, me hiciste ganar una apuesta con Wonnie.
—Quería que fuera una sorpresa.
—Anda, vamos a jugar con Wonnie. Lo dejé solito en el trampolín y no quiero que se lo roben.
MinHyuk tomó la manita de KiHyun y ambos corrieron hasta el trampolín (le señora Lee puso el obsequio a salvo de la curiosidad de su hijo poco después) donde HyungWon jugaba con uno de los dinosaurios de MinHyuk.
—¡Mira quién llegó! —dijo MinHyuk, mirando al niño de cabello rizado— Parece que gané la apuesta, HyungWonnie.
—Bien, cumpliré con mi parte del trato.
—¿Qué apostaron?
—Galletas —respondieron a la vez ambos niños.
—Pero no cualquier galleta, no, no, no. Apostamos las galletas de la mamá de Wonnie.
—Mis galletas especiales —dijo HyungWon, enfatizando la primera palabra—. Pero no importa, igual quería compartirlas con ustedes. ¿Quieres jugar, Kiki? —dijo, extendiéndole el dinosaurio que traía en mano.
KiHyun lo tomó y comenzaron a jugar. Los padres de los niños estaban sentados en una de las mesas de madera, comiendo los bocadillos que la señora Lee había preparado. A la madre de KiHyun le resultaba curioso cómo el jardín estaba lleno de risas y juegos por parte del resto de los invitados, le causaba cierta diversión ver cómo el resto de los niños jugaban entre ellos, mientras que su pequeño parecía desenvolverse únicamente con el adorable par de niños que había conocido hacía poco tiempo en la escuela. Era como si esos tres estuvieran en un mundo completamente ajeno al que les rodeaba y le daba gusto, le gustaba ver a KiHyun divertirse y actuando como un niño de su edad.
Y KiHyun lo recuerda. Recuerda las fiestas de cumpleaños de sus amigos y cómo el número de invitados se reducía con el paso de los años; recuerda los pasteles de cumpleaños y esa vez en la que un cachorro de pelaje blanco lamió las mejillas de HyungWon cubiertas de dulce, haciéndolo reír.
Lo recuerda. Eran como las fotografías que se guardaban en el álbum familiar; un libro con cubierta de cuero y el grabado de una flor que descansaba en el librero del dormitorio de sus padres, con las esquinas doradas y el nombre de su familia grabado en el lomo. A simple vista podía pasar desapercibido con el resto de los libros de sus padres y probablemente a ellos mismos también se les olvidaba que estaba ahí, pero para KiHyun resultaba difícil olvidar ese precioso color bermellón.
Él sabía en qué parte del librero se encontraba el álbum familiar porque a su lado descansaba una fotografía de aquella fiesta de cumpleaños en casa de MinHyuk; fue la primera fiesta de cumpleaños a la que había sido invitado y era también la fotografía que estaba sosteniendo su madre la noche que la encontró llorando, cuando estaba sola en el dormitorio porque su padre había salido de la ciudad por el trabajo. Sabía que si encontraba la fotografía, encontraría el álbum familiar.
—KiHyun, mi amor, es hora de despertar —llamó su madre al otro lado de la puerta—. Date prisa o llegarás tarde.
KiHyun abrió los ojos lentamente, acostumbrándose a la mínima cantidad de luz natural que entraba por entre las cortinas del dormitorio. Talló su rostro con cuidado y miró hacia el umbral de la puerta, viendo cómo la sombra de su madre se alejaba. Se sentó en la orilla de la cama, se puso las pantuflas y arregló las sábanas y el edredón; acomodó las almohadas y los cojines, asegurándose de dejar al pequeño osito sentado en medio.
Estiró los brazos y tomó su teléfono de la mesita de noche. Revisó su bandeja de correos y sus mensajes mientras caminaba hacia el baño; para cuando terminó de lavarse los dientes ya había revisado todo, dejando para el final dos de sus conversaciones favoritas: La que tenía con su hermano mayor —que consistía en su mayoría de fotografías e imágenes graciosas que se encontraba quién-sabe-dónde— y la que tenía con el vicepresidente del consejo estudiantil.
Habían pasado un par de días desde el festival de primavera y ese pequeño cosquilleo que sentía en su pecho al ver a HyunWoo todas las mañanas no hacía mas que crecer y volverse más intenso; las mariposas en su estómago aleteaban con tanta fuerza que bien podrían crear un huracán. El reloj marcaba casi las seis y cuarto de la mañana, demasiado temprano para sentir su feroz aleteo con leer un simple: «Buenos días, Kihyunah~»
Todavía tenía el bonito suéter de color menta; el osito que le había obsequiado el día del festival descansaba sobre su cama y era objeto de sus abrazos. Cuando llegaba de la escuela abrazaba al osito imaginando, de cierta manera, que abrazaba a HyunWoo y sentía su corazón crecer, llenándolo de una calidez que era particularmente nueva para él porque nunca, ni siquiera en el pasado, se había sentido así.
HyunWoo provocaba un mar de emociones dentro de él; mentiría si dijera que la fierecilla que vivía dentro de su corazón no daba brincos de felicidad cada vez que lo veía. Quizás era también la responsable de que se demorara más de lo normal en responder sus mensajes. Antes le resultaba un poco más sencillo responderle, pero ahora llegaba a preguntarse si enviar un emoticón sería demasiado. HyunWoo era el que enviaba los emoticones. KiHyun solamente usaba uno o dos emoticones cuando le escribía a su hermano mayor o a sus amigos (y eso fue por insistencia de MinHyuk).
Mientras preparaba el agua de la ducha se mordía el inferior, pensando. «¿Debería responderle? Sería muy grosero si no lo hago... ¿Uso un emoticón? ¿Uso el que sólo está sonriendo o el que sonríe y está sonrojado? ¿Y si le envío un sol? No, eso sería demasiado... Sí, el de la sonrisa está bien.»
«Buenos días, HyunWoo. 😊». Escribió.
Sí, eso estaba bien. ¿Verdad? Para conocer la respuesta bastaría con ver la sonrisa de HyunWoo apenas sonó su teléfono y leyó el mensaje.
🐻 💬 🐹
En la residencia Chae se desarrollaba un escenario que parecía haber salido de alguna de esas películas «cursis» que tanto le gustaban a la señora Chae. La cocina estaba llena de risas y en los platos había panqueques y huevos revueltos, pequeños tazones con fruta y una jarra con jugo de naranja; tres asientos de la barra estaban ocupados por adolescentes que vestían uniformes elegantes, bellamente planchados y perfumados. MinHyuk y HyungWon conversaban sobre la película que habían visto la semana pasada, mientras ChangKyun intercambiaba mensajes de texto con JooHeon.
La señora Chae observaba la escena, enternecida. Le gustaba sentir que su hogar estaba lleno de alegría, tal vez por eso siempre aceptaba cuando MinHyuk o JooHeon se quedaban a dormir.
Una sonrisa se dibujó en sus labios rosados. Tomó un poco de agua y se acercó a regar y a darles los buenos días a las plantas que descansaban cerca de la ventana; las flores estaban creciendo muy bien y se veían más hermosas que el primer día.
—Pero no lo veas de esa manera, velo como un sacrificio de amor no solamente por esa persona especial, sino por todos aquellos que te importan —argumentaba MinHyuk, dando un trago al jugo de naranja—. ¿Qué es mejor, arriesgar una vida para salvar miles o arriesgar miles de vidas por salvar a ese alguien que te importa más que nada en el mundo?
—Sigo creyendo que es mejor salvar a la mayoría —agregó HyungWon, llevándose un trozo de fruta a la boca—. No lo veas como personas, velo como si fueran... árboles. ¿Prefieres matar a miles de árboles sólo para salvar tu árbol favorito? Sería muy egoísta.
—Piensa que estarías salvando a HoSeok y las otras personas son...
—¿Qué tiene que ver HoSeok en todo esto? —interrumpió HyungWon.
—Es para ver si así entiendes mi punto. Uno podría hacer las cosas más alocadas con tal de salvar a ese alguien especial.
—¿Estás diciendo que HoSeok es mi persona especial?
—No me sorprendería si lo fuera, te la pasas hablando de él —agregó ChangKyun con voz tranquila, dejando el teléfono de lado para terminar con su desayuno.
—Eso no es cierto... —dijo HyungWon, bajando la mirada. Sus mejillas se volvieron de un bonito color rosa; MinHyuk lo miró curioso.
—¿Es así, ChangKyunnie? ¿Qué dice Wonnie sobre HoSeok?
—Todos los días le cuenta a Dolly sobre él —dijo—. HoSeok hizo esto... HoSeok hizo aquello... HoSeok me regaló una galleta, me prestó un libro y me está gustando mucho. HoSeok, HoSeok, HoSeok.
—¡ChangKyun, eso no es cierto! —dijo HyungWon, sonrojado.
—Claro que lo es, incluso hablaste de él con mamá el otro día.
HyungWon sentía sus mejillas arder. MinHyuk reprimía una carcajada.
—Eso es porque admiro mucho a HoSeok, es muy inteligente y nos gustan los mismos libros. Eso es todo.
Entonces la señora Chae se acercó a la barra para entregarle los almuerzos a los muchachos.
—¿De qué tanto hablan, niños?
—Del novio de HyungWon —se burló ChangKyun.
—¡No es mi novio! —exclamó HyungWon completamente sonrojado mientras MinHyuk reía— Es sólo una persona a la que admiro mucho, eso es todo.
—¡Ah! ¿Hablan de ese chico HoSeok? —preguntó la señora Chae— Creí que ese chico te gustaba, Wonnie, todo el tiempo hablas de él con Dolly y cuidas mucho del osito que te obsequió.
—¡Mamáaa! —gimoteó HyungWon, escondiendo su rostro entre sus manos.
MinHyuk se apiadó de la situación y decidió intervenir.
—Seguiremos con esta conversación más tarde, ahora debemos irnos a la escuela. Vámonos ya, Wonnie —dijo, poniéndose de pie y tomando a HyungWon por los hombros—. Muchas gracias por el desayuno, tía, estuvo delicioso.
—Gracias a ti por acompañarnos, Min.
MinHyuk sonrió.
—¿Vienes con nosotros, ChangKyunnie?
—No, me iré con Honey.
—De acuerdo, entonces nos vamos primero. ¡Hasta luego, tía! Nos vemos después.
—Adiós, mamá... —dijo HyungWon en voz baja. Su madre le respondió con una sonrisa que se debía, principalmente, al bonito color de sus mejillas.
ChangKyun se quedó terminando su desayuno; Maya se había acercado a él, ahora descansaba su cabecita sobre su regazo. De vez en cuando lo miraba con esos bonitos ojitos oscuros y brillantes para pedirle un trozo pequeño de tocino y ChangKyun nunca podía decirle que no a esa carita.
—¿Terminaste tu reporte, mi amor? —dijo su madre, apoyándose sobre la encimera mientras bebía un poco de jugo. ChangKyun asintió—. ¿Te dormiste tarde?
—No, me fui a la cama antes de las doce. Aunque me habría dormido más temprano si alguien no hubiera acaparado la mitad de la cama... Y sí te lo estoy diciendo a ti, pequeña bola de pelos —dijo con una sonrisa mientras acunaba el rostro de Maya, quien comenzó a mover la cola ante la repentina muestra de afecto—. Ya no eres tan pequeña como antes, ya creciste mucho, princesa.
—¿Quieres que la lleve a pasear antes del trabajo? Tengo tiempo.
—¿De verdad? —preguntó. Su madre asintió—. Eso estaría genial, gracias, mamá.
Minutos después, llamaron a la puerta. ChangKyun sonrió, terminó la fruta que quedaba en el plato y se levantó del taburete de un brinco.
—Debe ser Honey. Ya me voy, mamá —dijo, acercándose a la mujer y besando su mejilla—. Nos vemos después.
—Vayan con cuidado, mi amor. Saluda a JooHeon de mi parte.
—Sí, mamá.
ChangKyun tomó la mochila del sofá, se la colgó en la espalda y caminó hasta la entrada principal seguido de un par pasitos que resonaban por el piso hasta que abrió la puerta y vio a JooHeon, con su bonito cabello rubio y sus anteojos; casi nunca usaba sus anteojos, pero a ChangKyun le gustaba cuando lo hacía porque, en su opinión, se veía adorable y bastante guapo.
JooHeon lo saludó con una sonrisa y un «Buenos días, ChangKyunnie. ¿Listo para irnos?» Su sonrisa era una de las cosas favoritas de ChangKyun.
—Sip, sólo dame un segundo —dijo antes de girarse hacia Maya. Se puso a su altura y dijo:— No puedes venir conmigo a la escuela, eres demasiado bonita y adorable y alguien podría robarte, y no pienso correr ese riesgo.
Maya bajó sus orejitas, como si entendiera las palabras de su dueño. Sus ojitos se fijaron en el rubio detrás de él y comenzó a llorar. JooHeon imitó la postura de ChangKyun y le dijo a Maya:
—ChangKyunnie es bonito y adorable, pero está a salvo porque yo lo cuido muy bien de todas las personas que quieren robárselo —dijo, mirando fijamente al animal, siendo poco consciente de la suave mirada que le dedicaba el menor—. Pero si tú vienes, entonces tendré que cuidar a dos criaturas bonitas y adorables. Tranquila, Maya, cuidaré bien de él y cuando regrese iremos juntos al parque, ¿Te parece bien?
El semblante de Maya cambió luego de escucharlo; sus ojitos brillaron con fuerza, sacó la lengua y movió la cola con alegría, dio un par de vueltas en su lugar antes de soltar un ladrido. JooHeon sonrió y acarició su cabecita antes de levantarse.
—Entonces tenemos una cita, Maya —dijo el rubio con voz suave—. Anda, ChangKyunnie, vámonos ya o se nos hará tarde.
ChangKyun asintió.
—Adiós, Maya.
Cerró la puerta tras de sí y ambos comenzaron a caminar hasta la parada de autobuses más cercana.
—¿Acabas de invitar a salir a mi mascota? —dijo ChangKyun entre suaves risas; sus ojitos se cerraron por un segundo y JooHeon sentía tu corazón latir rápidamente.
«En realidad los invité a salir a los dos», pensó JooHeon, pero no podía decirle eso.
—Lo hice porque últimamente no has podido salir a pasear con ella. Tal vez por eso ha estado triste y no se separa de tu lado —dijo él—. Estoy seguro de que te extraña mucho.
—También extraño salir con ella... —dijo—. Entonces, si vamos a salir juntos al parque, ¿Qué deberíamos hacer?
—Haremos todo lo que ustedes quieran. Podemos jugar, correr. Creo que adaptaron una parte del parque para que juegue con otros perros, podríamos hacer eso.
—Eso suena bien —dijo ChangKyun con una tímida sonrisa en los labios—. Y... ¿Tú qué quieres hacer?
JooHeon lo miró curioso.
—Quiero salir con ustedes.
—Quiero decir, haríamos las cosas que le gustan a Maya, ¿Pero qué hay de nosotros? —dijo con un rastro de timidez en su voz y un color rosado que se asomaba por sus mejillas. JooHeon sonrió al verlo—. Hay muchas cafeterías cerca del parque y permiten la entrada de mascotas, tal vez podríamos tomar algo.
Las mejillas de ChangKyun se veían preciosas. Él era realmente la persona más hermosa que JooHeon hubiera conocido y en ese momento no quería hacer otra cosa más que dejar un beso en esas bonitas mejillas, porque ChangKyun era adorable en muchos sentidos, sobre todo cuando mostraba su faceta tímida.
—Me encantaría —dijo con voz suave.
ChangKyun lo miró e inmediatamente desvió la mirada hacia el frente. Carraspeó la garganta y dijo:
—B-bien, entonces e-es una cita. ¡Mira, el autobús ya llegó! ¡Corre, Honey!
JooHeon no pudo pensar en nada más durante el trayecto. Tendría una cita con ChangKyun, la persona que lograba ponerlo nervioso y hacer su corazón latir con fuerza; la persona que le gustaba desde hacía tanto tiempo. Su persona especial. Era inevitable que sonriera, ¡Tendría una cita con ChangKyun! Con su precioso ChangKyun... y la bonita Maya.
🐝 🐕 🐺
Chapter 10: O 9
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Capítulo Nueve
❝ Atardecer ❞
El profesor Hwang caminaba por entre las filas del aula. Vestía su clásico —y algo viejo— saco de color marrón, tenía parches de cuero en los codos, muy al estilo de los profesores universitarios que veía en las series de televisión americanas. Era casi como una copia exacta, salvo por el color de su piel y que procuraba peinar perfectamente su cabello cubierto de canas. Ese día se había arriesgado y se había puesto un suéter de color azul cielo que resaltaba su nada peculiar color de ojos.
Al profesor le gustaba caminar por el aula mientras explicaba y sus alumnos escuchaban atentamente; de vez en cuando les pedía que escribieran punto por punto lo que salía de sus boca y a veces sólo se recargaba en el escritorio del aula, un gesto que probablemente adquirió de su colega, el profesor de álgebra, el señor Choi.
HyungWon escuchaba todo lo que decía el profesor, mas parecía estar más atento a lo que garabateaba en la esquina inferior de su libreta; esa mañana había recibido una preciosa gardenia blanca que lo hizo sonreír apenas la vio descansando sobre su pupitre.
«Eres la persona más dulce y hermosa que existe... Cada vez que escucho tu voz, cada vez que veo tu sonrisa, siento mi corazón llenarse de felicidad.
Por favor, nunca dejes de sonreír... ♡
— WH»
Rezaba la nota que acompañaba la flor. Y HyungWon inconscientemente recordó la sonrisa de HoSeok, esa hermosa sonrisa que hacía que los ojos del mayor adoptaran la forma de dos medias lunas. Cada vez que HoSeok sonreía, las mariposas dentro de HyungWon se alteraban y poco faltaba para que finalmente salieran despavoridas; con suerte los envolverían a ambos en una escena que podría haber salido de una de las películas favoritas de su madre.
Ah, HoSeok... El simple hecho de recordar su nombre lo hacía sonreír y lo volvía incapaz de controlar el cosquilleo que nacía en su estómago y rodeaba a su corazón en un cálido abrazo. HoSeok. HoSeok. HoSeok. Pronto HyungWon se encontró recargando su barbilla sobre la palma de su mano mientras seguía garabateando con la otra; MinHyuk soltó una risita al ver la «sonrisa bobalicona» en el rostro de su amigo.
—La migración es una herramienta importante en la supervivencia de los alces, y el tiempo es crítico. En los meses de invierno, el alce debe estar cerca de áreas boscosas con muchos árboles para... —la campana lo interrumpió, marcando también el final de la clase. El profesor Hwang se acomodó el saco y mientras guardaba su material de trabajo dijo—: No olviden que el reporte sobre los cérvidos se entrega el viernes a primera hora. Espero que hagan un buen trabajo.
La clase se puso de pie por indicación de KiHyun y volvieron a sus asientos apenas el profesor salió del aula.
—Es un lindo dibujo, HyungWonnie —dijo MinHyuk, mirando la libreta. KiHyun se giró y enarcó una ceja al ver los garabatos.
—¿Qué se supone que es?
—Me sorprende que lo preguntes, es obvio que se trata de una tortuga. Mira, estas son sus patitas —dijo MinHyuk. KiHyun ladeó la cabeza, intentando encontrarle forma al dibujo.
Las mejillas de HyungWon se tiñeron de un suave color rosado y dijo en voz baja:
—Es un conejo...
Sus amigos intercambiaron miradas con un cierto brillo de complicidad.
—Nuestro HyungWonnie es todo un artista, ¿no lo crees, Kiki?
KiHyun asintió.
—Un artista que debe poner en agua la flor que le dieron esta mañana —dijo con una sonrisa—. Vamos, y de paso compramos algo de la cafetería.
—¿Nos vas a invitar algo? ¿Pasó algo bueno? —inquirió MinHyuk— Hoy llegaste con una sonrisa que no podías ocultar.
—Si sigues diciendo eso voy a retirar mi oferta. Vamos.
KiHyun salió del aula, sus amigos salieron detrás de él; MinHyuk se colgó de sus hombros y pronto se encontraron envueltos en una conversación llena de risas —principalmente del castaño— y alguna que otra sonrisa tímida por parte del presidente del consejo.
Tenían hora de estudio, por lo que caminaron sin prisas hasta la cafetería de la escuela. Compraron un par de botellas de agua, MinHyuk escogió un té verde; HyungWon se las arregló para convencer a KiHyun de compartir un bizcocho de miel.
Hacía un día precioso. Los rayos de sol se colaban por entre las nubes; se sentía como una suave y cálida caricia. De vez en cuando se presentaba una brisa fresca de primavera, de esas que despeinan los cabellos más pequeños y traviesos; una brisa que desprendía las últimas flores de cerezo de los árboles y las invitaba a bailar. Una danza que era tan bella como hipnotizante; tan tranquilizante, como nostálgica.
Días como estos eran los favoritos de MinHyuk. No sólo porque lo llenaba de inspiración para pintar algo nuevo apenas llegara a casa después de la escuela, sino porque le llenaba el corazón de cálidos y dulces recuerdos.
Sus recuerdos eran como un rosal que crecía en su corazón; en él siempre había hermosas rosas, creciendo saludables y fuertes con el paso de los días, pero mientras más crecían, más espinas brotaban de sus tallos. Dolían. Pero a medida que las flores se volvían más hermosas, MinHyuk aprendía a vivir con el dolor de las espinas.
—Listo, eso deberá mantenerla fresca hasta que terminen las clases —dijo KiHyun, entregándole la flor a HyungWon—. Me pregunto quién será ese tal «WH», parece saber mucho sobre flores. ¿Tienes idea de quién sea?
—B-Bueno, en realidad... Yo...
—¡Por aquí, estoy libre! —Escucharon los muchachos a lo lejos; una de las clases superiores estaba en plena clase de gimnasia y uno de los grupos jugaba en la cancha de fútbol.
HyunWoo corría con el balón en brazos hasta que un grupo de chicos le impidió el paso, entonces rápidamente se giró hacia HoSeok, lanzándole el balón. HoSeok dio un salto en el aire, atrapando en balón y corriendo hasta el área de anotación. MinHyuk sonreía mientras sus amigos soltaban disimulados suspiros al verlos jugar.
—Vaya, hace mucho que no los veía jugar —dijo MinHyuk, dando un trago a su bebida—. Juegan muy bien, ¿no lo creen?
—Fue un buen pase —KiHyun bajó la mirada al bizcocho de miel para partirlo por mitad. MinHyuk creyó ver un color rosado asomándose tímidamente en sus mejillas—. Toma, HyungWon —dijo, entregándole un trozo del bizcocho de miel.
Siguieron conversando por un rato, entre risas y datos curiosos sobre temas banales, y una que otra mirada de HyungWon hacia el bonito chico de cabello azabache y lindas orejas que jugaba en la cancha a sólo unos metros de su posición. Pero lo que HyungWon ignoraba es que esas pequeñas miradas eran correspondidas por HoSeok, cuyo corazón comenzó a latir rápidamente con tan solo verlo ahí, sentado a la sombra de uno de los árboles de la escuela. Incluso había comenzado a jugar mejor con la vaga esperanza de impresionar al chico de bonitos rizos que tanto le gustaba.
Llegó un punto en el que HyungWon dejó de escuchar las voces de sus amigos y se concentró en el partido frente a él. HoSeok parecía estar divirtiéndose. Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios rosados de HyungWon; el muchacho abrazó sus piernas y apoyó la barbilla sobre sus rodillas, preguntándose si esa noche hablaría con HoSeok y si hablarían de algo más además de libros e historia porque realmente no sabía muchas cosas sobre él, salvo por las que él mismo le decía o lo que sabía por medio de MinHyuk. Le agradaba, de verdad que lo hacía y quería volverse más cercano a Lee HoSeok, pero no sabía cómo. Suspiró, llevándose a la boca el último bocado del bizcocho de miel. «Si no fuera tan tímido, tal vez podría hablar con él sobre algo más —pensó HyungWon, cerrando sus ojitos al sentir la brisa acariciándole el rostro—. Tal vez podríamos hablar de películas, música. ¿Le gustarán los animales? ¿Y si le muestro mi fotografía favorita de Dolly?»
—¡Yoo-hoo! Tierra llamando a HyungWonnie, ¿Me escuchas? —dijo MinHyuk, pasando su mano frente a la mirada de su amigo. HyungWon parpadeó rápidamente antes de mirarlo con esa carita de cachorrito que el castaño conocía perfectamente—. ¿Estás bien? Te desconectaste por un momento.
—Estoy bien —susurró, bajando la mirada.
—¿Seguro? —inquirió KiHyun, terminándose el bizcocho de un bocado. HyungWon sonrió en su interior al ver que su amigo no se había desecho del delicioso postre.
—Sí, sólo estaba pensando en una tarea, es todo.
—¡Ah! ¿La tarea de biología? No debería darte muchos problemas, tienes una biblioteca entera en casa.
—¿Ya te fijaste, Kihyunnie? Nuestro Wonnie tiene las orejas rojas —habló MinHyuk, KiHyun lo miró curioso.
«Maldita sea, MinHyuk», pensó HyungWon.
—¡Es verdad! ¿Nos estás ocultando algo?
—¡No hay nada con mis orejas! ¡No las miren! —dijo él, ocultando los lóbulos con sus manos—. Es porque ha hecho mucho calor últimamente, es por eso.
—Así estaba en el desayuno, definitivamente nos está ocultando algo. ¿De verdad pensabas en una tarea o en...? —MinHyuk no pudo terminar cuando la mano de HyungWon le tapó la boca; el mayor lo miró divertido y soltó un lengüetazo en la palma de HyungWon.
—¡Agh! ¡Eso fue...! ¡Ven aquí, de esta no te escapas!
MinHyuk se levantó de un brinco de su lugar y se echó a correr con HyungWon siguiéndole por detrás. KiHyun no pudo evitar echarse a reír a carcajadas al ver cómo MinHyuk corría y saltaba para escapar del más alto, era algo que definitivamente le trajo muchos recuerdos y eso sólo propició que su sonrisa creciera de oreja a oreja.
A lo lejos, la clase de gimnasia recién terminaba y los alumnos de la clase 2–A se preparaban para volver al aula. Sin embargo, HyunWoo se había quedado mirando en dirección a uno de los jardines, aquel de donde provenía uno de los sonidos más hermosos que él hubiera escuchado. Sonrió. Realmente le gustaba mucho la risa de KiHyun.
—Shownu, es hora de irnos, tenemos clase de matemáticas... ¿Qué estás mirando?
HyunWoo se giró y le sonrió divertido al pelinegro.
—A donde tú no dejabas de ver durante toda la clase —respondió con una risa y una palmada en el hombro.
HoSeok miró hacia el árbol, sólo para ver que los muchachos comenzaban a alejarse. Sintió que su corazón daba un brinco cuando HyungWon se giró; en sus manos llevaba la hermosa gardenia que había dejado sobre su pupitre esa mañana.
HyungWon. HyungWon. HyungWon.
Cuánto deseaba ser lo suficientemente valiente como para confesarle sus sentimientos, o al menos para firmar una nota con su nombre.
🐰 ☀️ 🐢
Cuando la campana sonó, todos los estudiantes se estiraron en su lugar buscando despedirse del entumecimiento en sus músculos y se aseguraban de tener las energías suficientes para volver a casa por ese día. Unos se colocaban los auriculares apenas salían del aula y otros salían en grupos conversando animadamente. KiHyun, por su parte, preparaba los folios en su pupitre para la reunión que tendría con el consejo estudiantil dentro de un par de minutos. Cualquiera que viera su trabajo y su sistema de organización por colores quedaría impresionado; no había ni un solo punto fuera de su lugar en aquellos folios y las palabras resaltadas en tintas de determinado color parecían haber sido trazadas de manera milimétrica.
KiHyun miró su trabajo una última vez, sintiendo una espinita de orgullo en su pecho.
—¿Seguro que no quieres que te esperemos, Kiki? —preguntó MinHyuk, recargándose sobre su mochila—. Podemos hacer el trabajo en la biblioteca mientras tanto y después ir a comer pizza.
—Está bien, no se preocupen. Ustedes vayan, me aseguraré de enviarles mi parte del trabajo apenas llegue a casa —dijo con voz tranquila.
—¿Hoy no tienes clases? —preguntó HyungWon, KiHyun negó.
—Hasta la semana entrante, el profesor se enfermó —agregó. Se colgó la mochila en la espalda y tomó los coloridos folios—. Tranquilos, esta vez organicé mejor las actividades. Dormiré bien.
—Más te vale, sino yo mismo voy y te saco de ese lugar para que te vayas a dormir —dijo MinHyuk, arrancándole una risa a KiHyun.
—Ya váyanse o se les hará tarde.
—Avísanos cuando te desocupes y hayas llegado a casa, ¿de acuerdo?
—Sí, HyungWon. Tranquilícense. Nos vemos mañana.
Ambos muchachos salieron del aula agitando sus manos. KiHyun caminó en dirección contraria por el pasillo. Sería una mentira decir que no sentía a la fierecilla volverse cada vez más inquieta a medida que se acercaba a la sala del consejo.
Los días que no coincidía con HyunWoo en los pasillos de la escuela o en la cafetería se sentían extraños. Sentía que algo faltaba y quizás eso que faltaba era ver la hermosa sonrisa del moreno o tal vez era escucharlo decir «Kihyunah~» con ese precioso tono de voz que lograba erizarle la piel, pero que a la vez cubría su corazón en un cálido abrazo de oso.
HyunWoo era... Era...
—Ah, Kihyunah~ llegaste —dijo él con una suave sonrisa. Estaba recargado en el escritorio de la sala—. ¿Tienes hambre? El resto del consejo se retrasará un poco porque fueron a comer algo.
—¿No fuiste con ellos?
HyunWoo negó.
—Quería esperarte. Además, me gusta estar contigo —admitió. Sus mejillas ligeramente pintadas de color rosa—. ¿T-te gustaría comer algo? Yo invito.
KiHyun sonrió.
—Los sándwiches de la cafetería no están mal —dijo con voz tímida, dejando la mochila y los folios sobre el escritorio.
HyunWoo soltó una risita.
—De acuerdo, un sándwich será. Después de usted, señor presidente.
HyunWoo escuchó la risa de KiHyun por segunda vez en el día. Ver sus ojitos brillar y cómo sus mejillas se volvían de un suave color rosa no hacían más que enamorarlo cada vez más y más. Él quería, con todo corazón, poder rodearlo con sus brazos mientras lo llenaba de besos y de palabras bonitas, tan bonitas como todas las emociones que ha provocado en él desde la primera vez que lo vio en la ceremonia de bienvenida.
—Ah, espera —dijo KiHyun, volviendo sobre sus talones para tomar los folios de colores. HyunWoo lo miró con esa expresión que tanta ternura le provocaba al menor—. Aprovechemos el tiempo —dijo, sosteniendo la carpeta con ambas manos; sus ojitos brillando como un par de estrellas.
—Me parece perfecto.
Ambos caminaron hacia la cafetería de la escuela, conversando de algún tema relacionado con una asignatura cualquiera y con una fierecilla que brincaba y corría de un lado a otro ante la cercanía de Son HyunWoo.
Una vez ahí, pidieron un sándwich de pollo con vegetales; KiHyun pareció dudarlo por un segundo, pero también pidió un jugo de frutas. HyunWoo pagó y se sentaron en la que era una de las mesas favoritas de KiHyun.
La cafetería de la escuela era amplia, de techos altos y con un gran ventanal que abarcaba casi la mitad de la periferia del espacio, creando así hermosos escenarios durante las estaciones del año, sobre todo durante el invierno que era cuando se podía ver los jardines cubiertos con una perfecta sábana blanca de nieve.
HyunWoo sólo había presenciado una nevada en el poco tiempo que llevaba estudiando en la Academia Shinhwa, mas poco sabía que después de aquella solitaria mañana de diciembre la primavera le sonreiría de una manera diferente; de una manera que llenaba su corazón de calidez hasta con el más mínimo detalle. Una calidez que venía acompañada de una caligrafía tan pulcra que uno fácilmente podría creer que era producto de un ordenador; una calidez que amaba los sistemas de organización por colores y que tenía una habilidad innata para ser líder. Una calidez que tenía el cabello ondulado a la altura del cuello y pequeñas constelaciones escondidas en el rostro que le recordaban las noches de verano. Una que tenía las mejillas más hermosas y que alegraba sus días sólo con una sonrisa.
Una calidez que ahora se sentaba junto a él, en su mesa favorita de la cafetería, bañada en la luz de un inevitable atardecer y que de vez en cuando se acomodaba un mechón ondulado detrás de la oreja.
—Creo que es importante que los alumnos se sientan seguros en la escuela, por eso... ¿HyunWoo, me estás escuchando?
HyunWoo parpadeó, volviendo su vista a la carpeta frente a él.
—S-sí, te estoy escuchando —dijo con voz tímida—. Me decías sobre los espacios inclusivos en los vestidores.
«¡Qué vergüenza! ¿Por cuánto tiempo estuve mirándolo?», pensó él.
—Muchos estudiantes están descubriéndose a sí mismos en esta etapa, por eso creo que es apropiado que tengan un espacio donde puedan sentirse seguros, aunque sea para cambiarse el uniforme de gimnasia —dijo KiHyun, dándole un bocado a su sándwich—. ¿Qué te parece la idea de hacer un foro abierto para los estudiantes? Podríamos reunirnos cada cierto tiempo y así escuchar sus opiniones y necesidades de primera mano.
—Es una buena idea, así también podemos crear propuestas más específicas antes de presentarlas ante la mesa directiva —dijo—. Hablemos de esto con el resto del consejo y también con...
—Los representantes de cada clase, los presidentes de los clubes —agregó KiHyun.
—¡Exacto! Mientras más cerca estemos de ellos, podemos hacer un mejor trabajo.
—De acuerdo, entonces hagamos eso.
Revisaron más cosas que KiHyun había preparado en las últimas semanas hasta que un mensaje de texto los sacó de su pequeña burbuja.
—Es JiHyo, dice que ya volvieron de comer. ¿Nos vamos ya?
—Seguro, debemos comunicarles todo lo que vimos —dijo KiHyun, terminándose el jugo de un trago y limpiándose las migas de pan.
Se levantaron de la mesa, desecharon la basura y devolvieron las bandejas de comida al personal de la cafetería.
De camino a la sala del consejo, HyunWoo se armó de valor, respiró profundo y dijo lo que tantas veces había practicado frente al espejo del baño.
—Kihyunah~ —llamó. El menor se giró al ver que ya no caminaba a su lado y lo miró curioso, inconscientemente inclinando ligeramente la cabeza—. ¿Te gustaría ir conmigo a la cafetería?
—¿Quieres que almorcemos juntos? —preguntó con voz suave.
—No esta cafetería, la cafetería en la que trabajo... ¿Te gustaría ir conmigo?
La fierecilla comenzó a correr de allá para acá, brincaba tan alto como podía y rodaba por el suelo en un ápice de felicidad. HyunWoo lo estaba invitando a salir, ¿O había escuchado mal?
La adorable expresión en el rostro de KiHyun —además de parecerle lo más lindo del mundo— en ese momento lo estaba poniendo nervioso. Había consultado a su madre antes de hacer esto. Eran varias las ocasiones en las que HyunWoo llegaba a casa después de clases y era recibido por la misma pregunta por parte de su madre: «¿Ya le preguntaste? ¿Lo invitaste a salir?» y en todas ellas la respuesta había sido la misma. No. Y no era porque no quisiera invitar a salir a KiHyun, sino porque no sabía cómo hacerlo. KiHyun le gustaba, de verdad que le gustaba, pero no quería dar un paso en falso y arriesgar la relación de compañeros que tanto le costó construir con el menor. Invitarlo a salir era un riesgo que debía correr y su madre —incluso su padre— se lo dijo, «Ya tienes asegurada una de las dos respuestas, ahora ve y consigue la otra.»
Y eso estaba haciendo. Por la tarde, en los pasillos por donde lo veía pasar todos los días y lo miraba desde lejos. Una tarde que los bañaba con la luz del sol que se colaba por las ventanas y se dibujaba a manera de parches sobre los azulejos del piso; una tarde en la que la primavera dio su último suspiro.
—L-lo siento, sé que fue muy repentino y...
—Me encantaría —dijo él. HyunWoo miró ese par de hermosos ojos marrones y encontrándose con la sonrisa que alegraba sus días—. Me encantaría salir contigo, HyunWoo.
HyunWoo sonrió y ambos siguieron caminando hacia la sala del consejo.
🐻 🥪 🐹
Después de comer, MinHyuk y HyungWon comenzaron a trabajar en su proyecto de física. La parte teórica estaba casi completa, sólo faltaba otro tanto de información y llevar a cabo la parte práctica del trabajo. Optaron por trabajar en un prototipo de esto último en el jardín, bajo la atenta mirada de Maya y su juguete de tela que chillaba cada que lo tomaba con su hocico y se acercaba a los muchachos pidiéndoles que jugaran con ella, algo que fue inevitable ya que Maya era una perrita encantadora y muy ingeniosa.
—¿Quién es la niña más hermosa del mundo? ¡Tú lo eres, princesa! —decía MinHyuk con voz chillona mientras acariciaba la cabecita del animal.
—¿De verdad me eres infiel aún cuando estoy enfrente de ti?
—¿A quién de los dos le dices? —dijo MinHyuk, girando la cabecita de Maya mientras la tomaba por las mejillas e imitaba su expresión. HyungWon rió.
—A ambos.
—¿Sabes? Me pregunto qué dirá Dolly cuando le muestre esta fotografía tuya haciéndole mimos a la preciosa Maya, probablemente se ponga triste y decida vivir conmigo.
—Mi relación con Dolly es diferente.
—Seguro, lo que tú digas, Wonnie. Ambos sabemos que lo mío con Maya es especial.
HyungWon arqueó la ceja divertido.
—Maya, ven aquí, preciosa —llamó y la perrita se acercó a él, recargando inmediatamente su cabecita sobre su regazo dejándose mimar—. ¿Qué decías?
—Celoso —dijo y le sacó la lengua.
—Ahí está mi princesa, ven aquí —dijo ChangKyun apenas se asomó al jardín y Maya no tardó ni un segundo en abandonar el regazo de HyungWon para correr hacia el menor agitando la cola y sacando la lengua en un adorable gesto.
—Creo que nunca podremos competir contra ChangKyun, ¿no es así? —suspiró MinHyuk, recargando su mejilla sobre la palma de su mano.
—Y que lo digas —agregó HyungWon, girándose para ver a su hermano colocándole la correa a Maya, llamándole la atención su vestimenta—. ¿Vas a salir?
—Voy a pasear a Maya.
—¿Vestido así?
—Siempre me visto así.
Ambos muchachos lo miraron. ChangKyun no solía arreglarse de esa manera cuando sacaba a pasear a Maya; normalmente vestía con un viejo traje deportivo y una gorra de color púrpura —o simplemente una pijama—, no con uno de sus vaqueros favoritos, un suéter de color azul con mangas verdes y las zapatillas rojas que rara vez sacaba del armario.
—Honey vendrá con nosotros...
Bingo. Ahí estaba el motivo de su vestimenta.
—¿Le dijiste a mamá?
—Sí, ella y papá ya lo saben.
—No vuelvan tarde.
—No, HyungWon.
—Te ves muy bien, ChangKyunnie —dijo MinHyuk, sonriendo divertido al ver las mejillas coloradas del menor—. Diviértanse mucho y mándale mis saludos a Joohoney.
—Seguro —dijo. El timbre sonó y tanto Maya como ChangKyun se emocionaron (principalmente ChangKyun)—. Debe ser Honey. Ya me voy, nos vemos más tarde.
Se despidió de los chicos con un gesto, fue a la cocina y se despidió de su madre con un beso en la mejilla. Se arregló el cabello en el espejo del recibidor por décimo tercera vez y abrió la puerta luego de respirar profundamente.
—Hola —dijo JooHeon con una sonrisa tímida, mostrando sus bonitos hoyuelos.
—Hola, Honey —respondió ChangKyun, su mirada perdiéndose en el brillo del cabello rubio y la forma en la que la luz del atardecer se reflejaba en él hasta que Maya soltó un ladrido y se acercó al mayor, demandando atención y cariños (sobre todo cariños)—. ¿N-nos vamos?
—Seguro, después de ustedes.
Durante el camino, JooHeon jugaba con su sombra y con la de ChangKyun, tal y como cuando eran niños, sólo que en ese momento JooHeon quería hacer algo más que sólo sostener su mano.
🐝 ⛅️ 🐺
Chapter 11: 1 O
Chapter Text
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Capítulo Diez
❝ Perritos ❞
La primera vez que JooHeon y ChangKyun intercambiaron palabra fue durante el jardín de niños. ChangKyun dibujaba un gatito y JooHeon tenía crayones de todos los colores. ChangKyun quería un gatito morado y JooHeon no quería compartir sus crayones.
JooHeon se encontró recordando ese momento a la vez que miraba de reojo el perfil de ChangKyun y se perdía en el color de sus ojos, iluminados por la luz del atardecer. Una sonrisa se dibujó en sus labios al ver que su amigo no había cambiado mucho desde entonces; al menos sus cosas favoritas seguían ahí, su sonrisa, sus mejillas y ese bonito puchero que hacía de vez en cuando.
La primera vez que lo vio hacer ese gesto fue justamente el día que se conocieron, cuando ChangKyun se acercó con pasitos tímidos a la mesa de JooHeon y le preguntó por el crayón morado. Solía mirar la fotografía que su madre tomó aquel día por lo que le resultaba imposible olvidar que ChangKyun vestía un overol que tenía pequeños corazones rojos bordados en los bolsillo; una playera de manga larga, blanca con delgadas líneas azules. ChangKyun se veía muy bien de blanco.
—¿En qué estás pensando? —preguntó ChangKyun con voz suave, sacando al rubio de sus pensamientos.
—Cuando nos conocimos —respondió—. Eras tan pequeño en ese entonces... Y llorabas mucho.
—¿Cómo no iba a hacerlo? Si tú no querías compartir tus crayones conmigo. Los niños buenos deben aprender a compartir, Honey.
Una risita se escapó de los labios de JooHeon a la vez que bajó la mirada hacia la pequeña piedra con la que había estado jugando desde hace un par de metros atrás. Sus ojos se fijaron en la sombra de ChangKyun y la del samoyedo que los acompañaba, y junto a ellos estaba él. Un chico cuyo corazón revoloteaba cada que veía a su mejor amigo; un chico que no tenía mucho qué ofrecerle a alguien que lo tenía todo, pero que daría todo con tal de sostener su mano un par de segundos.
JooHeon lo quería. JooHeon quería a ChangKyun más allá del cariño que le puedes tener a la persona que te ha otorgado su amistad y apoyo incondicional a través de los años, logrando incluso superar la barrera de la distancia.
Apartó la mirada del juego de sombras para ver el perfil del muchacho a su lado; a veces seguía viendo a ese adorable niño que quería un crayón morado para colorear su gatito. Sus labios rosados se movían articulando palabras que JooHeon no escuchaba porque estaba perdido en la belleza de su nariz y en esas adorables mejillas que tanto le gustaba acariciar.
Luego de unos minutos, habían llegado al parque para perros. Era grande, bastante grande, y había perros de distintas razas corriendo de un lado a otro, agitando sus colas o persiguiendo los juguetes que arrojaban sus dueños. Las orejitas de Maya despertaron al instante y comenzó a agitar su cola esponjada y a dar pequeños brincos en su lugar; ChangKyun soltó una risita al verla porque le recordaba a una niña pequeña que ansiaba por ir a jugar (y de cierta manera lo era).
—No te vayas muy lejos, ¿de acuerdo, princesa? —le dijo ChangKyun mientras le quitaba la correa y la miraba fijamente. Maya acercó su naricita a la mejilla del muchacho antes de irse corriendo.
—¿Quieres un helado? —preguntó JooHeon con voz suave. ChangKyun asintió, sintiendo un cosquilleo en la boca del estómago al ver la sonrisa del rubio— Ya vuelvo, no tardo.
ChangKyun tomó la correa de Maya y caminó hasta una banca cercana. Su mirada viajaba entre Maya y sus zapatillas rojas. Suspiró. JooHeon había estado muy callado en el camino y no pudo evitar preguntarse si quizás había exagerado en su atuendo. «No, no, no, él dijo que me veía bien y Honey nunca dice mentiras —pensó, negando suavemente la cabeza y formando de manera inconsciente un tímido puchero en sus labios—. Aunque él siempre me dice eso...»
Abrazó sus rodillas, siguiendo a su princesa con la mirada y sonriendo de vez en cuando al ver lo mucho que se estaba divirtiendo. HyungWon tenía razón; había pasado un tiempo desde la última vez que había sacado a pasear a Maya y realmente se había olvidado de lo relajante que era. Maya jugando en el césped fresco con los de su especie mientras él la cuidaba desde una distancia prudente, dejándose acariciar por el atardecer y respirando una efímera sensación de tranquilidad. Salir con Maya implicaba presionar el botón de «pausa» en su vida diaria, olvidarse por un par de horas de la escuela, de sus obligaciones, y más recientemente de lo molesto que le resultaba Jackson cuando pasaba mucho tiempo con JooHeon.
Fue entonces cuando un cono de galleta con una bola de helado de fresa encima apareció frente a sus ojos. ChangKyun parpadeó un par de veces antes de levantar la mirada y encontrarse con los bonitos hoyuelos de su mejor amigo.
—Gracias —dijo con voz suave, tomando el postre y llevándoselo a la boca, dejando un poco de helado en la punta de su nariz—. ¡Está delicioso!
—Me alegra que te guste —dijo JooHeon, limpiando con cuidado el rostro del menor. Se dijo a sí mismo que las mejillas de ChangKyun siempre tenían cierto rubor al atardecer—. ¿Cómo está Maya?
—Al parecer se está llevando bien con ese dóberman de allá. El que tiene el collar azul, ¿lo ves?
JooHeon miró hacia dónde apuntaba el menor, entrecerrando ligeramente sus ojitos por la luz del atardecer.
—¡Ah! Ya lo veo. Maya se ve muy contenta —dijo, agregando una sonrisa al final—. Me pareció verlo llegar con un grupo de perros, hay varios con el mismo collar.
—¡Es cierto! Los maltés de allá también traen el mismo collar —dijo, apuntando a un par de bolitas de pelo que jugaban en el césped, aprovechando para probar otro bocado de su helado de fresa—. Tal vez vinieron con esa chica, la de chaqueta de colores, trae varias correas.
—Es probable —agregó el rubio, comiendo de su postre. Luego de unos segundos de silencio dijo:— Te ves muy lindo con ese suéter.
—Gra-gracias —respondió con voz suave—. Mi madre lo compró para mí hace un tiempo... La última vez que fuimos de compras.
—¿Hablas de esa vez en la que no parabas de escribirme pidiendo ayuda porque te morías del aburrimiento?
—¡De verdad que es increíble! Por más que lo intento, no logro seguir el ritmo de mi madre cuando vamos de compras —suspiró—. Por eso HyungWon se va a la librería apenas llegamos al centro comercial. Voy a denunciarlo por abandono infantil.
JooHeon soltó una carcajada.
—Podrías escaparte de esas salidas si le dices que vas a ir a la cafetería.
—Sería capaz de arrastrarnos a ambos a un maratón de tiendas.
—No me molestaría. Acompaño a mi mamá todo el tiempo.
—¿De verdad crees poder seguirle el paso? —ChangKyun enarcó una ceja, divertido.
—Suena a que me estás retando, ChangKyunnie.
—Tal vez lo estoy haciendo —dijo, sonriéndole divertido.
Ambos se dedicaron a cuidar a Maya con la mirada mientras comían sus helados. La preciosa samoyedo corría de un lado a otro por el parque, siguiendo a los demás perritos y de vez en cuando se recostaba en el césped a descansar.
Ciertamente sería mentira decir que Maya era una perrita pequeña pues le llegaba a los hombros a ChangKyun cuando se paraba sobre sus patas traseras; el muchacho tuvo qué cambiar de una cama de tamaño individual por una mucho más grande porque él y Maya ya no podían dormir juntos en la misma cama sin que alguno de los dos cayera, llevándose consigo las sábanas y el edredón. Pronto HyungWon se encontró cambiando de cama también pues la perrita disfrutaba de dormir en su recámara al mediodía; a HyungWon no le molestaba porque le hacía compañía a Dolly cuando él no estaba. Aún así, Maya siempre sería la cachorrita de ChangKyun, su pequeña bolita de pelos que llegó en una caja de color morado brillante y con un collar del mismo color.
Woof. Woof.
ChangKyun levantó la mirada de sus manos y se encontró con su preciosa mascota caminando hacia ellos con la lengua de fuera y un brillo en los ojos que decía: «¿Jugamos? Quiero jugar. Vamos a jugar. Juguemos con la pelota». Maya recargó su cabecita en el regazo de JooHeon, mirándole con esos ojitos de cachorro a los que era imposible resistirse.
—Parece que alguien quiere jugar —dijo el rubio, acariciando las orejitas del animal. Le regaló una sonrisa a ChangKyun antes de levantarse y sacar una pelota de su mochila. Los ojitos de Maya brillaron al ver el juguete—. ¿Quieres jugar, Maya? ¿Quieres la pelota? ¿La quieres?
ChangKyun rio por lo bajo al ver las divertidas expresiones de Maya. Estaba casi seguro que en su cabecita decía: «La quiero. Quiero la pelota. La quiero, la quiero, la quiero. De verdad quiero la pelota.»
JooHeon le sonrió a la samoyedo y después lanzó la pelota; Maya salió corriendo tras ella, dando un brinco para tomarla con su hocico. Después regresó con trotes elegantes hasta el rubio, quien tomó la pelota una vez más y la lanzó un poco más lejos.
—¡Ven, Kyunnie, vamos a jugar! —exclamó con sus ojitos convertidos en dos finas líneas curvas, mostrando su preciosa sonrisa y aquel par de hoyuelos que volvían loco a su corazón.
JooHeon era un chico realmente encantador a los ojos de cualquiera, pero en especial lo era para los ojos de ChangKyun.
—Apuesto a que puedo lanzarla más lejos que tú —dijo el menor, subiéndose un poco las mangas de su bonito suéter.
JooHeon rió.
—Ya lo veremos, ChangKyunah~
Maya volvió a los pocos segundos. ChangKyun tomó la pelota y la lanzó mucho más lejos que JooHeon, quien lo miró socarrón.
Y así se llevaron el resto de la tarde, entre juegos y mimos hacia la pequeña Maya y competencias amistosas como las que siempre solían hacer. A ojos desconocidos eran un par de muchachos jugando con su perro, pero si uno miraba lo suficiente se daría cuenta de las mejillas sonrojadas de ChangKyun cuando JooHeon lo abrazaba por sorpresa y de cómo el muchacho de cabello rubio trataba y cuidaba del pelinegro como si fuera lo más precioso del mundo; la manera en la que le acomodaba sus salvajes mechones de cabello detrás de la oreja, como lo ayudaba a limpiarse las pequeñas manchas de helado de la mejilla, y sobre todo la manera en la que lo miraba como si no existiera nada más en el mundo salvo él y su preciosa sonrisa.
Eso fue lo que pasó con alguien que los miraba a lo lejos, a un par de metros de dónde estaban jugando con la samoyedo, quien, en medio de sus pequeñas travesuras, terminó desviándose hacia un viejo pastor inglés que descansaba al pie de la banca donde estaba aquel muchacho. El pastor inglés, de apariencia sencilla y con un simpático collar de color rojo, miró a la perrita curioso, ladeando su cabecita cuando ella dejó la pelota frente a su nariz.
—Creo que alguien te está invitando a jugar, MinJun —dijo el muchacho, su mirada yendo de su perro hacia Maya, quedándose en ella un poco más al ver su simpática expresión—. Perdónalo, preciosa, ya es un perro viejo. ¿Cómo te llamas? —Mientras acariciaba las orejitas de la samoyedo, revisó la placa que colgaba de su bonito collar púrpura—. Te llamas Maya, ¿eh? Qué lindo nombre. ¿Dónde están tus dueños?
—¡Maya, ahí estás! —exclamó ChangKyun, recargándose sobre sus rodillas al llegar frente al muchacho en la banca; Maya levantó sus orejitas al verlo y se acercó agitando la cola—. Una disculpa, normalmente no se aleja cuando estamos jugando.
—Está bien, no te preocupes —dijo con una amigable sonrisa—. Parece que quería jugar con MinJun, pero el pobre parece ya no tener energías. Soy Lee HoSeok, mucho gusto.
Extendió su mano. ChangKyun la tomó.
—Chae ChangKyun.
—¡ChangKyunah~! ¿La encontraste? ¿Eh? ¿Wonho? Qué sorpresa encontrarte por aquí —dijo JooHeon, acercándose para darle un abrazo rápido al pelinegro.
—¿Se conocen?
JooHeon asintió.
—Es amigo de Shownu y un cliente frecuente en la cafetería los fines de semana —dijo con una sonrisa—. No sabía que venías a este parque, ¿vives cerca de aquí?
—Ah, no, vine aquí a pasear con los perros del refugio.
—¿Del refugio? —preguntó ChangKyun, curioso.
HoSeok asintió.
—Soy voluntario en un refugio de animales que está cerca de aquí. Así que yo y unos cuantos chicos más venimos aquí a jugar con los perritos entre semana.
—¡Ya veo! Suena genial. ¿Entonces este amiguito de aquí es del refugio? —dijo ChangKyun, poniéndose de cuclillas frente al perro de expresión cansada con Maya por un lado.
—Sí, él es MinJun. Uno de los amiguitos más viejos del refugio. Lo encontraron en el estacionamiento de una bodega, dormía detrás de unos contenedores de basura y tenía la patita rota. Ha estado con nosotros por mucho tiempo, pero no hemos podido encontrarle un hogar —agregó HoSeok, su voz cargada con sutiles notas de tristeza—. Aún así, ninguno de los dos pierde la esperanza, ¿verdad que no, MinJun?
Los muchachos sonrieron al ver al mayor haciéndole mimos al gran y viejo perro, quien sólo atinaba a mover lentamente la cola y a devolver las caricias con su pequeña nariz húmeda. Maya también se había acercado al pelinegro en busca de mimos y caricias, sorprendiendo a ChangKyun en el proceso pues Maya no era muy afectuosa con desconocidos; había algo especial en ese chico Lee HoSeok que le agradaba, tanto a él como a su pequeña Maya.
—¡HoSeok, ya es hora de irnos! Ya casi es hora de cenar —llamó un chico alto, de cabellera rubia. A ChangKyun y a JooHeon les recordó a un golden retriever.
HoSeok se puso de pie y tomó la correa de MinJun.
—Ya debo irme. Fue agradable encontrarme con ustedes, chicos, y haber conocido a esta princesa tan preciosa. —Maya se sentó a un lado de ChangKyun; sabía cuando alguien hablaba de ella y sobre todo sabía cuando le decían cumplidos—. Nos veremos después, supongo. Sigan disfrutando de su cita. ¡Adiós!
Las mejillas de ambos muchachos se tiñeron de un suave color rosa. Si HoSeok se hubiera quedado lo suficiente, tal vez se habría dado cuenta del gran parecido que había entre el rostro sonrojado de ChangKyun y el del chico de cabellos rizados que se había adueñado de su corazón.
ChangKyun y JooHeon intercambiaron miradas rápidamente antes de que el rubio dijera con voz tímida: «Se está haciendo tarde, ¿deberíamos volver ya?» Así, como una pregunta, como si no quisiera que aquella tarde nunca terminara. Como si no quisiera volver a una realidad en la que ChangKyun y él sólo eran mejores amigos y en la que debía estar constantemente reprimiendo los sentimientos que habían nacido, como los capullos del rosal de su madre, por el chico que conoció gracias a un crayón morado.
🐝 🌥 🐕 🐺
Aquella escena era algo clásico y siempre había más del 85% de probabilidad de encontrarla apenas abrieras la puerta del dormitorio de Yoo KiHyun; una habitación suavemente iluminada por la lámpara del escritorio, con las cortinas cerradas y una atmósfera de tranquilidad y concentración cortesía de su playlist favorita de música lo-fi. Sobre el escritorio hay una pila de tres libros, ordenados por tamaño, y uno más abierto en una página cualquiera con palabras resaltadas en tintas de diferentes colores y anotaciones al pie de página con una tinta azul que era claramente ajena a la tinta negra de la impresión. En su libreta a rayas se encontraba la tarea de biología, acompañada por pequeños dibujos e impresiones cuidadosamente recortadas, toda la información escrita en tinta azul y con una caligrafía tan pulcra y fina que dejaría impresionado a cualquiera.
En la pantalla de su computadora se leía información concreta sobre un tema de física; KiHyun no era de las personas que gustaban de tener muchas pestañas abiertas en su navegador, sin embargo, esa noche en específico sería la primera excepción. Pues mientras dedicaba veinticinco minutos a leer y escribir sobre su proyecto de física, pasaba otros cinco minutos buscando ideas de vestimentas para salir en una cita, soltando de vez en cuando una sonrisa que podría calificarse como «soñadora» cuando recordaba las palabras de HyunWoo. Oh, HyunWoo. El hecho de recordar algo como eso lograba pintar sus mejillas de un precioso color rosado.
—¿Qué debería usar...? Tengo una chaqueta parecida a esta, pero no estoy seguro de si tengo una camisa así... —Suspiró—. ¿Debería cortarme el cabello?
—¿Con quién estás hablando? —enunció una voz suave cerca de su oreja, tomándolo por sorpresa.
KiHyun dio un ligero brinco en su silla antes de girarse hacia su hermano con un adorable puchero y un ceño fruncido parecido al de un hámster.
—Sí toqué —se defendió YoonGi.
—Claro que lo hiciste —refunfuñó KiHyun, girándose sobre su silla. Minimizó la ventana con fotografías de ropa para volver su atención hacia su proyecto—. Creí que estarías en tu habitación, dijiste que tenías sueño después de la cena.
—Dormí un rato, después decidí venir a hablar con mi hermanito favorito —dijo él, recargándose sobre el escritorio.
—Soy el único hermano que tienes.
—Y por eso eres al que más quiero. —KiHyun puso los ojos en blanco antes de volver la vista a la pantalla del ordenador—. Vamos, Kiki, acabo de llegar y me estás ignorando.
—Estoy ocupado.
YoonGi enarcó una ceja.
—Has leído el mismo párrafo unas cinco veces, ¿por qué no mejor me dices sobre lo otro que estabas viendo?
—Son sólo ideas para renovar mi guardarropa, no es la gran cosa —dijo con voz tímida.
—Ajá. ¿Y desde cuándo ese tipo de páginas tienen un encabezado enorme que dice «Diez ideas de outfits para tu primera cita»?
KiHyun desvió la mirada. YoonGi sonrió victorioso mientras se acercaba al ordenador y maximizó la ventana que su hermano recién había ocultado, notando su adorable sonrojo en el proceso. Deslizó por la pantalla unos segundos, analizando cada fotografía del artículo.
—¿No crees que es demasiado?
—¿A qué te refieres?
YoonGi se aclaró la garganta y leyó:
—«Las camisas con cuello son casi siempre imprescindibles para una primera cita. Para una cena acogedora, elije una camisa abotonada con un estampado clásico...», a ti no te gustan esas camisas.
—Pero podría probar algo nuevo, tal vez termina gustándome y se vuelva parte de mi estilo.
—Sí... no lo creo. Además, mira estas fotografías, ninguno de estos atuendos se siente como algo que tú usarías. —YoonGi cerró la computadora y se sentó sobre la cama, KiHyun mirándolo desde la silla—. Mira, cuando vas a salir con alguien por primera vez no hay nada mejor que ser tú mismo. Seguir tu propio estilo es algo que refleja tu seguridad, tu personalidad, y si la otra persona te invitó a salir debe ser porque le gustas por quién eres, no por lo que intentas aparentar imitando modelos de internet. Verás, la primera vez que salí con Hobi estaba muy nervioso, tanto que no pude dormir la noche previa a la cita, y me vestí siguiendo mi propio estilo, pero al día siguiente me sorprendí al no ver a Hobi con alguno de sus atuendos coloridos o usando los pantalones que tanto le gustaban. No parecía él y lo notaba muy incómodo. No quiero que te sientas así, hermanito.
KiHyun jugaba con los dedos de sus manos. Suspiró y levantó la mirada hacia los pequeños ojos de su hermano mayor.
—¿Pero... Y si a HyunWoo no le gusta cómo me veo con ropa diferente al uniforme?
YoonGi sonrió.
—Estoy seguro de que le gustará. Pero sabes que si necesitas algo, para eso estoy aquí.
—Gracias, YoonGi.
—Ahora, ¿qué tal si me cuentas más sobre este chico HyunWoo? Debe gustarte mucho como para que despegues la nariz de los libros un rato —dijo. Las mejillas de KiHyun se encendieron al instante—. Háblame de él. ¿Es alto, bajo, estatura media? ¿Cómo se conocieron? ¿A dónde van a salir?
—¡Aaaah, eres peor que MinHyuk! Sal de aquí. —KiHyun tomó a YoonGi por el abrazo y lo arrastró a la puerta de su dormitorio—. ¡Fuera, fuera, fuera! Se acabó el horario de visita, vete o llenarás mi cama de piojos.
—Pero mira tus mejillas, ¡te ves adorable, Kiki!
—Y tú te ves como un bobo, así que sal de aquí o me vas a contagiar. ¡Fuera, fuera, fuera! ¡Largooo!
KiHyun lo sacó del dormitorio, cerrando la puerta tras de sí.
—Meow Meow tonto —dijo en voz baja.
—¡Te escuché, ardillita!
KiHyun le sacó la lengua desde el otro lado de la puerta y volvió a su silla, tomó fotografías de su proyecto de física para enviársela a sus amigos y dio un último suspiro antes de volver a abrir el navegador de su computadora, cerrando las pestañas relacionadas a la que sería su primera cita con HyunWoo.
🐱 💻 🐹
MinHyuk no podía dormir. Algo curioso si se toma en cuenta que terminaron su proyecto de física apenas KiHyun les hizo llegar su parte del trabajo y prepararon todo para la entrega final; también habían ayudado a la señora Chae a preparar la cena y habían avanzado lo suficiente en su tarea de biología gracias a la gran colección de libros de la familia Chae. ChangKyun incluso se sorprendió al verlo jugar con Maya después de la cena.
Aún así, Lee MinHyuk no podía dormir y en el fondo, muy en el fondo de aquel hermoso rosal que había crecido en su corazón, sabía la razón.
HyungWon no lo dejó ir a casa esa noche y estaba seguro de que sería lo mismo si se llegara a quedar en casa de KiHyun. No le molestaba, al contrario, agradecía que sus amigos tuvieran ese detalle con él. Sin embargo, eso no borraba el hecho de que su habitación seguiría llena de pinturas y lienzos vacíos apilados en las esquinas y cubiertos de una ligera capa de polvo. No cambiaba el hecho de que tarde o temprano le abrumaría el eco de sus pisadas o de que se ponía nervioso cuando el reloj marcaba las once las noche... Tal vez por eso ninguno de sus amigos lo dejaba ir a casa en estas fechas.
Se encontraba sentado en la banqueta que había en la ventana de la habitación de HyungWon, con la barbilla descansando sobre el cojín que había abrazado desde hacía un par de minutos —tal vez horas, en realidad no llevaba la cuenta de cuánto tiempo había estado ahí— y su mirada se paseaba de manera ocasional entre las luces de la calle, la pequeña casa de Dolly y los floreros de cristal con las flores que HoSeok dejaba en el escritorio del más alto cada mañana. En algún momento cruzó por su cabeza la idea de que HoSeok y KiHyun podrían llevarse bien al ser un par de románticos empedernidos.
Hacía frío. Sus coloridos calcetines no eran apropiados para una noche así.
Su teléfono vibró una vez más sobre la banqueta, rezando su nombre en la pantalla. ¿Por qué insistía? ¿Por qué seguía escribiéndole aún cuando sabía que no le respondería?
Sin embargo, esta vez fue diferente. Normalmente dejaba de escribirle después de quince mensajes, pero esa noche se había atrevido con una llamada que logró sobresaltarlo.
El teléfono cayó de la banqueta, despertando levemente a HyungWon.
—¿MinMonggie...? ¿No puedes dormir? —preguntó con voz perezosa. MinHyuk sonrió al ver que ni siquiera se había molestado en abrir los ojos.
—Para nada, sólo me levanté por un poco de agua —dijo con voz suave, acercándose a la cama e intentando que su amigo volviera a dormir acariciando su cabello—. ¿Quieres que te traiga algo?
—A... HoSeok... Quiero a... HoSeok... —musitó entre bostezos hasta que se volvió a quedar dormido.
MinHyuk sonrió con ternura. A esos dos les tomaría mucho tiempo antes de que confesaran sus sentimientos.
El castaño tomó su teléfono y lo dejó sobre el escritorio, asegurándose de apagarlo antes, e hizo caso a su propia mentira y bajó a la cocina por un vaso con agua.
🐶 🌙 🐢
Chapter 12: 1 1
Chapter Text
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Capítulo Once
❝ Libros y Rosas ❞
Si bien decir que HyunWoo había despertado de buen humor era correcto, no describía al cien por ciento cómo se sentía. Y al encontrarse con esa problemática, optó por intentarlo como si se tratara de una de las recetas del libro de cocina de su madre.
«Batido de Felicidad», pensó mientras se arreglaba la corbata del uniforme, «agregue una cucharada de la sonrisa más hermosa del mundo y mezcle con pétalos de flores de primavera... añada una taza de rayos de sol, una pizca de valentía y dos galletas con forma de corazón...» Eso sonaba bien, al menos en su cabeza.
HyunWoo revisó su cabello una última vez antes de salir de la habitación y bajó hacia la cocina, encontrándose una escena bastante familiar para él: Su madre estaba dando los últimos toques a los deliciosos omelettes —cuyo aroma lo despertaron más temprano que de costumbre— y a su padre sentado en el desayunador con una taza medio llena de café americano y el crucigrama del día cortesía del periódico local; sus anteojos empañándose ligeramente cada que se llevaba la taza a los labios.
—Buenos días —saludó como de costumbre, recibiendo un asentimiento casual por parte de su padre y una sonrisa por parte de ella.
—Buenos días, cariño. Siéntate, el desayuno está casi listo —dijo su madre.
HyunWoo se sentó en una de las sillas, sirviéndose un poco de jugo de naranja.
—¿Estás preparado para la competencia? Es dentro de una semana.
—Estoy listo, papá. El equipo ha estado entrenando muy duro últimamente.
—Lo harán muy bien, de eso no hay duda.
—¿Irán a verme?
—Claro que iremos, cariño —dijo su madre, dejando los deliciosos platillos en la mesa. Una sonrisa se dibujó en sus labios al ver los ojitos de HyunWoo—. Tu padre incluso pidió el día en el trabajo.
—¿De verdad? —preguntó, sorprendido.
—Tampoco es como si hubiera sido algo complicado. Sabes que nunca nos perderíamos una competencia tuya —dijo con voz cálida—. Ahora vamos a comer porque esto se ve delicioso.
—¡Gracias por la comida!
La familia Son vivía en un departamento bastante lindo. Y aunque no siempre había sido así, ellos sabían que mientras estuvieran juntos y hubiera amor en sus corazones no les faltaría nada.
HoSeok y su familia los visitaban a menudo —gracias a la amistad que unía a ambas madres de familia— y cuando eso ocurría el departamento se llenaba de risas y deliciosos platillos que adornaban la gran mesa del comedor a la hora de cenar. Ambas familias eran muy unidas, por eso llegaban a pasar juntas las celebraciones navideñas o fechas importantes para alguna de las dos. MinHyuk también los había visitado en varias ocasiones, y ya que la señora Son no pudo tener más hijos, terminó «adoptando» al adorable MinHyuk después de su primera visita. Y a MinHyuk no le molestaba en lo absoluto, sino todo lo contrario.
Uno podría decir que la familia Son tenía tanto amor en su corazón que gustaban de compartirlo con muchas personas y de maneras en las que ese amor pudiera cultivarse en todo aquel que los conocía. En el mejor de los casos esa persona también lo compartiría con alguien más. ¡Ah! Y había otra cosa en la que los Son eran buenos, y tanto HoSeok como MinHyuk podrían confirmarlo, pues bastaba con una visita para poder sentir lo que a MinHyuk le gustaba describir como «los mejores abrazos de oso del mundo.»
Una vez terminado el desayuno, HyunWoo se cepilló los dientes, se despidió de sus padres y tomó una manzana antes de salir rumbo a la estación; escuchando el álbum que le había recomendado HoSeok la noche anterior y pensando en la manera perfecta de terminar la receta del batido de felicidad. ¿Qué más podía agregarle? Repasó en su mente los ingredientes una y otra vez, optando por agregar chispas de chocolate y... faltaba algo más. Estuvo pensando en ese ingrediente faltante mientras la voz de DEAN lo acompañaba en su camino a la escuela (después le pediría más recomendaciones musicales a HoSeok, tal vez también a YoungHyun y a SungJin).
Era relajante. Ver el paisaje urbano a través de la ventanilla del tren era relajante y de cierta manera parecía una pausa en su rutina diaria. Le gustaba ver el juego de volúmenes que existía entre las diferentes edificaciones, los colores que iban y venían como las aves del parque y sobre todo cómo el cielo parecía moverse de una manera tan lenta y pacífica, contrastando con el ritmo de vida de una ciudad tan grande como Seúl.
Solía acompañar a KiHyun hasta la estación en donde tomaba el tren y solían mirarse hasta que veía su sonrisa desaparecer en la oscuridad del túnel, pero era en momentos como ese donde se preguntaba qué clase de paisaje vería KiHyun a través de la ventana.
Después de unos minutos más de viaje, HyunWoo bajó en la estación correspondiente y caminó lo de costumbre, con una canción de DPR LIVE sonando en sus audífonos y visualizando a lo lejos a HoSeok con la flor de ese día en mano; esperaba que pronto él también pudiera agregar una pizca de valentía y decirle a HyungWon todo lo que guardaba en su corazón, pero entendía que lo haría cuando estuviera listo y él estaría ahí para apoyarlo, así como HoSeok también lo había hecho.
—Buenos días —saludó HoSeok con una sonrisa que el moreno correspondió.
—Buenos días —dijo, quitándose los audífonos. Sus ojitos se centraron en el precioso par de flores que su amigo llevaba en mano—. No habías traído estas antes, ¿dónde las conseguiste?
—La señora Kim tiene contactos, no fue difícil. ¿Crees que le gusten?
—Claro que le gustarán. No todos los días se reciben rosas azules.
—Tienes razón —dijo con voz suave. Mientras caminaban hacia la entrada principal, saludando cortésmente a los profesores que gustaban de llegar temprano, HoSeok notó algo poco usual en su mejor amigo. Lo estudió por unos segundos antes de decir:— ¿Qué te tiene tan feliz?
—Es una sonrisa normal.
—Ajá, claro. Y el ramen de mi mamá no es el mejor del mundo.
Las orejas de HyunWoo se tiñeron de color rojo, delatándolo y haciendo que una sonrisa triunfal se dibujara en los labios de HoSeok. HyunWoo sabía que era difícil ocultarle algo.
—¿Soy muy obvio?
—Un poco, sí. ¿Tiene que ver con KiHyun? —preguntó discreto.
HyunWoo asintió, cerrando su casillero. Y cubriendo ligeramente su rostro con el libro de historia dijo:
—Lo invité a salir.
HoSeok se quedó pasmado por unos segundos, después parpadeó rápidamente y caminó hasta ponerse a la par de HyunWoo, cuyo semblante había vuelto a ser tan pacífico como de costumbre —con la excepción de ese pequeño brillo en los ojos— y siguiendo su tan acostumbrada ruta hacia el aula 2-A. Al llegar, dejó su mochila en el asiento y buscó en ella algunos documentos que debía llevar a la sala del consejo, además de un libro que había de regresar a la biblioteca de la escuela.
—¿Cuándo se lo pediste? ¿Cómo fue?
—Ayer por la tarde, antes de la reunión con el consejo. Fuimos a comer y cuando íbamos de regreso a la sala se lo pregunté.
—¿Comieron juntos? Yah~ ¿Por qué no me habías contado de esto? ¿A dónde van a ir?
—A la cafetería donde trabajo. Parece que la pasó bien la última vez que fue. —Tomó las cosas de su pupitre y agregó:— Y no te lo dije porque has estado muy ocupado con alguien —dijo, mirando las rosas que HoSeok aún traía consigo—. Será mejor que las lleves antes de comiencen a llegar los demás. Iré a la biblioteca.
Ambos salieron del aula, partiendo en diferentes direcciones al llegar a las escaleras; HoSeok bajó al nivel donde se encontraban las aulas de primer año mientras que HyunWoo siguió su camino hasta la preciosa biblioteca de la escuela.
Mas calificarla de esa manera no le hacía justicia completamente a lo que en realidad era aquel espacio. Para llegar a ella había que salir del edificio principal, caminar por un jardín hermosamente trabajado y cuidado —parecía sacado de un cuento de hadas— y finalmente uno se encontraría con la majestuosa fachada del edificio, con arbustos al frente y rosales que mostraban el talento artístico de la naturaleza misma, creciendo en diferentes direcciones, pero de una manera tan perfecta que parecía haber sido planeada.
El interior recordaba mucho a la arquitectura renacentista, con una gran cúpula al centro de todo y ventanales que permitían el paso de luz natural al amanecer y al atardecer. En cada piso había cientos, miles de libros; un océano lleno de conocimiento y de mundos por explorar, pero en ese momento HyunWoo sólo tenía dos tareas: la primera era regresar el libro de álgebra que había pedido la semana pasada, y la segunda era buscar alguna novela para distraerse por las noches hasta su próxima visita a su librería favorita del centro.
—Buenos días, señora Choi —saludó a la adorable mujer sentada frente al computador de la recepción.
—¡Ah! HyunWoo, qué maravilla encontrarte por aquí —dijo ella, acomodándose los anteojos—. ¿En qué puedo ayudarte, mi niño?
—Vine a regresar este libro.
—¿Ya pasó una semana? —dijo, tomando el libro entre sus manos para después teclear algo rápidamente en la computadora—. ¿Qué libro vas a llevarte esta vez?
—Aún no lo sé, tal vez esa vieja novela de piratas. Ya sabe cuál, la del periodista francés.
—No te cansas de ella, ¿verdad? Eres igual que mi nieto, siempre leyendo los mismos libros —dijo con voz suave—. Bueno, creo que ya sabes dónde está.
HyunWoo asintió.
—¿Quiere que la ayude a regresar el libro a su lugar?
—No te preocupes, mi niño. SooBin no debe tardar en llegar.
A HyunWoo le gustaba ir a la biblioteca de la escuela, sobre todo durante las mañanas en las que no tenía pendientes del consejo o del club de natación. La tranquilidad que inundaba el lugar se sentía casi sagrada, haciéndole honor a uno de los tantos nombres que recibían estos lugares en el pasado: «Un templo del conocimiento.»
Y envuelto en esa tranquilidad subió las escaleras; su rostro recibiendo las caricias del amanecer que se colaba por las ventanas mientras sus pasos resuenan como un suave tamborileo sobre el piso de porcelanato, guiándolo directamente hacia el pasillo donde está aquella vieja novela de piratas. Sus ojos se pasean por los pasillos que dejaba atrás, casi en una curiosidad automática por saber si había alguien más en el lugar o si la pobre señora Choi se quedaría sola en espera de su nieto apenas HyunWoo encontrara su libro. Mas la escena que pasó frente a él, como una estrella fugaz en una cálida noche de verano, hizo que detuviera su pasos para poder apreciarla como lo más hermoso que sus ojos hubieran visto jamás, aunque eso pasaba cada vez que KiHyun aparecía.
El presidente estudiaba los libros en el estante, su mirada curiosa revisando los títulos grabados en el lomo de cada de uno ellos. Sus labios, de apariencia suave y esponjosa, se movían en un delicado vals que dejaba un rastro de voz a su paso. HyunWoo se acercó, cuidadoso, llamando la atención de KiHyun, cuyos ojos dejaron ver el brillo que guardaban únicamente para el moreno.
—Buenos días, Kihyunah~ —saludó HyunWoo con voz suave.
—Buenos días —dijo KiHyun, sus mejillas abultándose discretamente por la pequeña sonrisa que se dibujó en sus labios.
—¿Estás buscando un libro en especial?
—Sí. HyungWon me ha recomendado El Retrato de Dorian Gray desde hace tiempo y ya no quería postergarlo más, pero... —sus ojos se desviaron hacia el estante, HyunWoo los siguió y comprendió lo que pasaba.
—Puedo bajarlo por ti.
—¡N-no! No es necesario, le pediré a la señora Choi una escalera... No quiero molestarte...
—No es ninguna molestia —dijo con voz suave.
HyunWoo estiró su brazo para tomar el libro del estante, haciendo un poco más obvia la diferencia de alturas que había con el menor.
Sus miradas se encontraron una vez más cuando le extendió el libro; el sol hacía que los ojos de KiHyun se vieran mucho más hermosos de lo que ya eran y ¡Dios, ahí estaban! Las preciosas pecas que adornaban tímidamente su rostro. Y aunque haya sido por pocos segundos, ambos pudieron estudiar las facciones del otro; KiHyun últimamente se había preguntado si las mejillas de HyunWoo se sentirían tan suaves como se veían.
—Gracias —susurró KiHyun con un tinte de timidez, tomando el precioso libro de cuero rojo con detalles dorados y rozando accidentalmente los dedos del moreno.
—No hay de qué —le dijo, regalándole una sonrisa tímida que no hizo más que incrementar el cosquilleo dentro de KiHyun—. Espero que disfrutes el libro, es muy bueno.
—¿Ya lo leíste?
—Hace un tiempo, Wonho me lo recomendó —dijo—. Aunque soy más de novelas de aventuras, si te soy honesto.
—¿De verdad? ¿Alguna en particular?
—Si tiene piratas es muy probable que me guste.
—No sabía que te gustaran los piratas.
—Me gustan desde que era un niño. Mamá tiene un álbum lleno de fotografías mías usando disfraces de piratas, ¡incluso tenía un loro de juguete! Papá y yo volvíamos la sala nuestro barco pirata, recuerdo que peleábamos contra el monstruo de los vegetales y recibíamos un postre cuando acabábamos con él.
«Apuesto a que te veías adorable», pensó KiHyun, abrazando inconscientemente el libro entre sus brazos.
—Parece que te divertías mucho, ¿eh?
—Sí, después descubrí que todo fue un invento de mis padres para hacer que comiera mis vegetales.
—¿Y funcionó?
—No dejo de comerlos —admitió con una sonrisa tímida, llevándose una mano a la nuca.
Por unos momentos, ambos muchachos se vieron envueltos en un silencio bastante cómodo; acompañados de miradas traviesas y del eco desvanecido que eran las voces de la señora Choi y de su nieto que parecía haber llegado recientemente. Probablemente en otro escenario HyunWoo sostendría las suaves y elegantes manos de KiHyun o estaría llenando de besitos sus hermosas mejillas, tal vez arrebatándole pequeñas risas y quizás, sólo quizás... Pero no era así.
—Me dio gusto encontrarte por aquí antes de clases —dijo HyunWoo.
—A mí también. No sabía que venías a la biblioteca de la escuela, ¿vienes a menudo?
—Sólo cuando tengo tiempo libre antes de clases... ¿Y tú?
—Sólo cuando llego más temprano que de costumbre —dijo con voz tranquila. KiHyun carraspeó ligeramente y agregó:— ¿Quieres que te ayude a buscar tu libro?
Cierto, el libro de piratas.
—Creo que está por aquí —dijo en voz baja, caminando a lo largo del pasillo, buscando entre los estantes el libro de color verde con letras amarillas que conocía tan bien. KiHyun lo seguía un par de pasos por detrás, perdiéndose de vez en cuando en los traviesos cabellos de la cabeza de HyunWoo; ese día en específico tenía un mechón rebelde que se asomaba discretamente por entre los demás—. ¡Ah! ¡Aquí está!
HyunWoo tomó el libro entre sus manos; KiHyun se acercó curioso y pudo leer el título de la obra: «El Tesoro de Morgan».
—Se ve interesante, ¿de qué trata?
—Bueno, comienza con un protagonista acusado por un crimen que no cometió, después huye y casualmente se encuentra con una tripulación que lo admite en su barco —dijo él—. Es muy interesante y es uno de mis favoritos. Si te agrada la idea, puedo prestártelo cuando termines de leer a Wilde.
—¿De verdad? —dijo KiHyun, sus ojitos brillando hermosamente—. Me encantaría.
Ambos se obsequiaron una sonrisa. Después bajaron las escaleras hasta llegar a la recepción donde se encontraba la señora Choi, acompañada de un muchacho joven —y de facciones suaves— que llenaba un carrito con distintos libros.
—Veo que encontraron lo que buscaban —dijo con una adorable sonrisa. Tomó ambos libros y lo selló, después pasó una libreta a ambos jóvenes para que anotaran la información correspondiente para el préstamo de los libros—. Me dio gusto que viniera a visitarnos, joven Yoo.
—A mí también me dio gusto, señora Choi. Intentaré venir más seguido.
La mujer les sonrió cálidamente.
—Qué tengan un buen día, niños.
Ambos se despidieron con una reverencia y un «Igualmente, señora Choi» antes de salir de la biblioteca. A lo lejos podía percibirse más movimiento en el edificio principal y en los jardines aledaños; HyunWoo se preguntó si HoSeok habría dejado las flores.
KiHyun estuvo a punto de decir algo cuando se vio interrumpido por su teléfono; era un mensaje de MinHyuk. Lo leyó mientras caminaba junto a HyunWoo.
—Discúlpame, HyunWoo, me adelantaré. MinHyuk dice que tiene algo importante que mostrarme antes de clases.
—Está bien, no te preocupes. ¿Te veré después?
Preguntó, con un corazón inquieto y ansioso por escuchar su respuesta.
—Claro. Te veré en el almuerzo —dijo KiHyun, caminando lentamente de espaldas. El sol iluminando su cabello y ocultando sus mejillas sonrojadas.
—Hasta entonces —se despidió él.
KiHyun asintió suavemente, se giró, dio un par de pasos, y sosteniendo fuertemente la novela de Oscar Wilde entre sus brazos, se giró una vez más y dijo:
—HyunWoo... —el moreno levantó la mirada, atento a lo que el menor tenía por decir— Estoy muy emocionado por nuestra cita.
Y con el corazón dando brincos de un lado a otro HyunWoo respondió:
—También yo, Kihyunah~ —dijo. Su mirada era tan suave y cargada de cariño que KiHyun agradeció la distancia que los separaba porque de lo contrario podría ver cómo su rostro se inundaba de un precioso color rosado que se extendía hasta las orejas.
Ambos se sonrieron una última vez antes de despedirse. KiHyun dando pequeños pasos rápidos hasta el edificio principal y HyunWoo cubriendo su enorme sonrisa de felicidad de las nubes que decoraban el cielo esa mañana, que miraban curiosas el encuentro de ambos muchachos. Y fue entonces cuando HyunWoo dio con el ingrediente que faltaba para el llamado «batido de felicidad» y es que sólo le bastó ver los ojos de KiHyun para saberlo. Una mirada cargada de todo aquello que guarda el corazón (y quizás también una pizca de estrellas).
🐻 📚 🐹
La respiración de KiHyun era irregular pues había subido las escaleras de una manera poco segura, pero tuvo qué hacerlo ya que MinHyuk había insistido en que era algo importante, algo urgente. Así que cuando llegó al aula se acercó presuroso hacia donde estaban sus amigos, y cuando estaba a punto de cuestionar a MinHyuk, sus ojos se posaron sobre el par de rosas azules que descansaban sobre el pupitre de HyungWon, quien todavía no leía la nota que usualmente acompañaba a los hermosos presentes que recibía cada mañana.
—Esto es increíble —dijo KiHyun, tomando una de las rosas con cuidado—. Es muy raro encontrar rosas azules, es casi imposible conseguirlas de manera natural.
—¿Sabes qué significan, Kiki? —preguntó MinHyuk.
—No exactamente —dijo—. Hace mucho tiempo leí que si alguien obsequia rosas azules le está diciendo a esa persona que es alguien extraordinario, único y especial... Pero no sé qué más puedan significar.
—Podríamos buscar en internet —dijo MinHyuk, sacando su teléfono del bolsillo de su chaqueta.
Mientras tanto, HyungWon abría cuidadosamente la nota, el color del papel combinaba con el de las flores y esa mañana había llegado en forma de un pequeño rollo de papel, atado con un trocito de hilaza. Al leer las primeras palabras, su corazón latió rápidamente; las voces de sus amigos parecían desvanecerse en el aire.
«Dadme a mi Romeo, y cuando muera lleváoslo y divididlo en pequeñas estrellas. El rostro del cielo se tornará tan bello que el mundo entero se enamorará de la noche y dejará de adorar al estridente sol...
— WH»
A su mente vino el recuerdo de una de las tantas conversaciones que solía tener con HoSeok antes de irse a dormir y es que, en una ocasión, se encontraban hablando sobre las obras de Shakespeare y terminaron en la embarazosa primera obra de teatro que HyungWon protagonizó. Y entonces lo supo.
—Mira, Wonnie, aquí dice que si alguien que te pretende te obsequia rosas azules está reflejando un deseo profundo por alcanzar un amor imposible. Eso quiere decir que... ¿Wonnie, estás bien? —habló MinHyuk.
—HyungWon... —llamó KiHyun.
—Otra vez se desconectó de la realidad. ¡HyungWonnie, reacciona! —dijo MinHyuk, tocando las suaves mejillas de su amigo hasta hacerlo reaccionar.
—¿Qué pasó? Te fuiste por un segundo —dijo KiHyun.
HyungWon miró a sus amigos, después miró las rosas frente a él.
En ese momento tomó la decisión de hacerle caso a su corazón...
—Creo que... ya sé quién es... —dijo con voz suave.
MinHyuk y KiHyun intercambiaron miradas, curiosos. El castaño tomó la nota y la leyó con cuidado; para él no había nada que delatara que HoSeok era el remitente de las flores, pero había detalles que solamente HyungWon y HoSeok conocían.
El corazón de HyungWon estaba seguro, mientras que su razón esperaba que estuviera en lo correcto.
Mientras tanto, a unos pasos y unos escalones de distancia, HyunWoo miraba curioso al pequeño bulto que ocupaba el pupitre de su mejor amigo. Dejó su libro de lado y se acercó a inspeccionarlo.
—HoSeok, ¿estás bien? —El pequeño bulto se movió, HyunWoo asumió que había negado con la cabeza—. ¿Quieres hablar de ello?
Por un momento hubo silencio, hasta que poco a poco los ojitos de HoSeok y el resto de su rostro aparecieron por debajo de su chaqueta; estaba sonrojado hasta las orejas. HyunWoo recordó el conejito que tenían como mascota de la clase en tercer año; era muy tímido y casi no salía de su casita, excepto cuando HoSeok y la profesora se acercaban a darle comida.
—¿Qué sucedió?
—Se lo dije... —dijo HoSeok en voz baja— HyungWon ya sabe que yo le mando las flores.
—¡¿De verdad?!
—Eso o al menos ya tiene un indicio más claro de que soy yo —dijo, antes de volver a esconderse en su chaqueta—. Quiero mudarme a Egipto o a algún lugar que esté muy lejos de aquí...
—¿Por qué? ¿No era lo que querías desde hace tiempo, que supiera que eras tú?
—Sí... Pero...
—¿Pero?
—Pero no sé cómo voy a verlo a la cara a partir de ahora, tampoco sé cómo se lo va a tomar o si debería dejar de mandarle flores. Actué por impulso, no pensé bien las cosas. Soy un tonto...
HyunWoo miró el pequeño bulto y suspiró.
—¿Podría el señor Conejo salir de ahí para que podamos hablar? Por favor —pidió con voz suave.
HoSeok salió; tenía los ojitos cristalizados en lágrimas que amenazaban por salir.
—Si me lo preguntas, no creo que esto deba cambiar la manera en la que te comportas con HyungWon, eso levantaría más sospechas. Sólo sé tú mismo, el carismático y dulce Wonho que alegra los días de muchas personas. El príncipe de la escuela —habló con voz suave—. Y si te soy sincero, estoy seguro de que HyungWon lo tomará de buena manera, ¿sabes por qué? —HoSeok negó— Porque le gustas y le gustas mucho, se nota en la forma en la que te mira; cuando están juntos sus rostros se iluminan y MinHyuk dice que el pobre se pone más tímido de lo normal. Tienen muchas cosas en común y podría jurar que cuando están juntos sus corazones laten al mismo ritmo. Le gustas a HyungWon, Wonho, es sólo que ambos son demasiado tímidos como para decirlo —agregó—. No eres un tonto por haber hecho lo que te dijo el corazón, al contrario, yo creo que fuiste muy valiente.
HoSeok sonrió. HyunWoo siempre sabía qué decir.
—Gracias, Shownu.
🐰 💐 🐢
Chapter 13: 1 2
Chapter Text
· · ─────── ·𖥸· ─────── · ·
Capítulo Doce
❝ Cerezos ❞
La profesora Park caminaba por el aula con pasos lentos, tomándose el tiempo suficiente para admirar el trabajo de sus alumnos.
Anteriormente el salón de arte se ubicaba en el ala sur de la escuela; se sentía frío y difícilmente entraba luz natural durante las horas de clase, pero desde que lo cambiaron al ala este y el director tomó la sabia decisión de cambiar las cortinas de —casi— todas las aulas ahora resultaba casi romántico tomar clases en aquel espacio que anteriormente servía como bodega. El sol entraba libremente por las ventanas, su calidez se podía comparar con una suave brisa que dejaba huella en las cortinas de algodón del aula para después reflejarse, cual arcoíris de primavera, sobre los frascos de cristal tintado que guardaban una variedad un tanto ridícula de pinceles.
El ala este daba hacia uno de los jardines de la escuela, así que siempre se agradecía aquella vista de los árboles de cerezo que, en opinión de JooHeon, combinaban a la perfección con el nuevo salón de arte. Al menos eso evitaba que de sus labios escaparan más risitas al ver cómo ChangKyun difícilmente podía trabajar con la arcilla que la profesora Park había llevado para la clase. El menor tenía un par de manchas de pintura en las mejillas y pequeñas bolitas de arcilla en su cabello; ni siquiera las flores de cerezo podían evitar que JooHeon encontrara divertido el hecho de que ChangKyun estuviera en medio de un conflicto con el material y la tarea de hacer una maceta decorativa.
—¿A ti te parece un gato, Honey?
—¿Estabas haciendo un gato? Creí que era un ratón —dijo el rubio con una de esas sonrisitas que de cierta manera provocaban un cosquilleo en el pecho de ChangKyun.
—¿Desde cuándo te volviste tan bueno con las manualidades? —dijo, recargando su barbilla sobre la mesa, mirando lo que él juraba que era un gato— Debí haber ido contigo y con Min a ese curso de verano de artes plásticas.
—Vamos, Kyunnie, no te desanimes. ¿Quieres que te ayude?
Los ojitos de ChangKyun brillaron.
—¿De verdad?
JooHeon asintió, regalándole una adorable vista de sus hoyuelos.
—Te enseñaré cómo se hace.
ChangKyun tomó su arcilla —de aquel color púrpura que había puesto al principio ahora sólo quedaba un suspiro de color lila— y comenzó a imitar, de manera un poco torpe, los movimientos que JooHeon hacía con la propia. Sus ojitos se paseaban atentos entre la bonita arcilla blanca del rubio y entre la suya, sacando inconscientemente la punta de la lengua cuando comprendió lo que debía hacer. JooHeon se tomó la libertad de mirarlo por unos segundos; pequeños y rebeldes cabellos se interponían en su vista y tenía otro par haciéndole cosquillas en la nariz y en sus mejillas con manchitas de pintura, pero a ChangKyun parecía no importarle, él se mostraba muy concentrado en su labor.
—Está bien si las orejitas no quedan perfectas, no te preocupes por eso —dijo JooHeon con voz suave mientras le acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja—. Tengo qué ir por algo, ya vuelvo.
Así como ChangKyun tenía pequeños —y adorables— hábitos, uno de los tantos hábitos de JooHeon era acomodarle esos pequeños cabellos rebeldes (y hacer uno que otro mohín durante la clase de matemáticas). A ChangKyun le gustaban esos pequeños hábitos porque creían que hacían mucho más especial a JooHeon. Sin embargo, últimamente ChangKyun se sentía un tanto diferente ante los pequeños hábitos de JooHeon; se sentía igual que cuando le dedicaba una de esas sonrisitas especiales. Y ahora sentía que sus mejillas ardían ante uno de los pequeños hábitos del rubio.
—¿Qué opinas, Honey? —preguntó ChangKyun.
—Ahora sí parece un gato —dijo risueño—. Ven, tienes la cara llena de pintura.
JooHeon se acercó y con un pañuelo de tela húmedo comenzó a limpiar la pintura con cuidado de no lastimar al menor. Normalmente las manos de JooHeon eran suaves y cálidas, siempre cuidaba estar lo más presentable y aseado posible, y desde que ChangKyun podía recordar, él era el desastre en esa relación. Aún así, ambos se complementaban. Aportaban tanto a la vida del otro sin siquiera darse cuenta y eso era tema recurrente de conversación entre sus madres cuando se reunían a almorzar los fines de semana.
Eran tan jóvenes, todavía ignoraban el hecho de que sus corazones latían a un mismo ritmo cuando estaban juntos. ¿O no?
—Listo —dijo JooHeon en voz baja, mirando los bonitos ojos de ChangKyun y rezando para que este no notara sus orejas coloradas.
—Gracias, Honey —respondió con aquel tono de voz aterciopelado que no usaba con nadie más que con él.
El taconeo de la profesora Park terminó aquel íntimo momento cuando se acercó a la mesa a ver su trabajo. «¿Habrá visto algo?», se preguntó JooHeon, llevándose una mano a la nuca y negando para sí; estaban al fondo de la clase, siempre tomaban la última mesa porque era la que quedaba más cerca de una de las puertas del aula y porque, según ChangKyun, la luz era más bonita desde ahí.
—Son macetas realmente lindas, niños. Creo que ya están listas para meterlas al horno, así que métanlas con cuidado y después limpien su mesa, ¿de acuerdo? —dijo la mujer con una agradable sonrisa antes de dirigirse a la mesa contigua.
Ambos chicos suspiraron aliviados sin saber porqué, pero sabían lo suficiente como para compartir una sonrisa cómplice.
—¿Quieres que lleve tu maceta al horno? —preguntó JooHeon, ya del otro lado de la mesa.
—Ah, no, todavía no. Préstame tu gatito.
ChangKyun tomó la maceta del rubio y la colocó a un lado de la suya, entonces tomó las puntas de las colas de arcilla y lentamente las curveó hasta que formaron un corazón. El gatito de JooHeon era más bonito que el gatito lila de ChangKyun, pero ese pequeño detalle ahora las haría mucho más especiales y se completarían cuando estuvieran juntas.
—Listo, puedes llevártelos. Ten cuidado porque son nuestros bebés.
—Lo tendré.
El azabache se dedicó entonces a limpiar mientras JooHeon llevaba las adorables macetas al horno.
En el futuro serían una linda historia.
🐝 🪴 🐺
—La electricidad estática es un fenómeno que se debe a una acumulación de cargas eléctricas en un objeto. Esta acumulación puede dar lugar a una descarga eléctrica cuando dicho objeto se pone en contacto con otro —explicaba el profesor Kang, girándose de vez en cuando hacia la pizarra del aula mientras la clase tomaba nota de sus palabras.
Todos menos HyungWon, quien se había pasado los últimos diez minutos de la clase dibujando pequeños conejos en la última página de su libreta.
«¿De verdad será él...?» pensaba, la voz del profesor Kang se volvía cada vez más distante.
—En palabras más simples, se produce cuando ciertos materiales se frotan uno contra el otro, como lana contra plástico o las suelas de zapatos contra la alfombra; esta fricción causa que se retiren los electrones de la superficie de un material... —dijo mientras dibujaba en la pizarra— ...y se reubiquen en la superficie del otro material, ofreciendo niveles energéticos más favorables.
«No puede ser una simple coincidencia, ¿verdad? De todas las personas en la escuela...»
—Señor Chae...
«Además de Min y Kiki, él es el único que sabe sobre la obra de teatro...»
—Señor Chae...
—HyungWon, despierta —llamó MinHyuk en voz baja, tomándolo por el brazo. HyungWon parpadeó un par de veces antes de fijar la vista en el hombre que lo miraba al frente de la clase.
—¿S-sí, profesor Kang?
—¿Puede repetir lo último que dije sobre la electricidad estática?
Oh-oh, los conejitos de la libreta no podrían ayudarlo... Pero sí el dibujo abstracto en la pizarra.
—Los electrones pasan de una superficie a otra por medio de... La fricción de los materiales y...
En ese momento sonó la campana y HyungWon sintió que podía respirar cómodamente.
—Te salvaste —dijo MinHyuk en voz baja.
—Seguiremos con el tema en la próxima clase, hasta entonces lean la primera mitad del siguiente capítulo del libro —habló el profesor Kang mientras tomaba su maletín y un par de carpetas que hasta entonces descansaban sobre el escritorio—. Y joven Chae, la próxima vez procure no distraerse en clase.
La clase se puso de pie por indicación de KiHyun e hizo una reverencia a la vez que el profesor se retiraba del aula. Después, algunos alumnos comenzaron a mover los pupitres para comenzar a almorzar mientras que otros aprovechaban para ir a la cafetería o por una bebida deliciosa de la máquina expendedora.
HyungWon, por el contrario, volvió a tomar asiento mientras un cosquilleo le recorría el cuerpo; las mariposas que sentía cada vez que estaba con HoSeok aleteaban de manera más intensa y él ni siquiera estaba cerca, se estaba poniendo así con el simple hecho de pensar en él. Y si sus sospechas eran ciertas y él era el remitente de las flores que lo recibían cada mañana, ¿Qué debería decir? ¿Cómo debería actuar?
—Esto no puede estar pasando... —lloriqueó, escondiendo su cabeza entre sus brazos recargados en el pupitre.
KiHyun y MinHyuk se miraron, confundidos.
HyungWon se había mostrado muy pensativo y un tanto distante —quizás un poco más de lo normal— durante las clases, y todo comenzó desde que leyó la nota que acompañaba el ramo de rosas de azules de esa mañana.
—Wonnie, ¿podemos hablar? —preguntó MinHyuk, poniéndose de cuclillas junto al pupitre de su amigo.
—HyungWon no está, regrese mañana —dijo con voz amortiguada. Un par de ricitos se movieron ligeramente.
—¿Estás enfermo? ¿Hay algo que te preocupe? —preguntó KiHyun, sentándose en su lugar, volteándose ligeramente hacia el pupitre del más alto—. Sabes que puedes contarnos lo que sea...
Una parte de MinHyuk sentía que no era correcto preguntar lo que estaba a punto de preguntar pues sentía que estaba sacando conjeturas y quizás su amigo se sentía de esa manera por un tema completamente diferente, pero una parte de su corazón le decía que era lo correcto y que era la única manera de poder ayudar a HyungWon.
—¿Tiene qué ver con HoSeok?
HyungWon levantó la cabeza lo suficiente para dejar ver aquella mirada tímida y cristalizada que les recordó al chiquillo de mejillas rosadas y rodillas raspadas que conocieron hacía muchos años.
El resto de la clase se encontraba demasiado absorta en sus propias conversaciones como para interesarse por lo que el grupo de amigos estuviera diciendo, eso le dio un poco más de confianza a HyungWon para salir por completo de su improvisado escondite.
KiHyun y MinHyuk suspiraron profundo al verlo asentir.
—¿Qué pasa con HoSeok? —preguntó MinHyuk.
—É-él...
—¿Acaso te hizo daño? ¿Te dijo algo, se burló de ti? —agregó KiHyun.
—¿Qué? N-no, no, nada de eso. Él es... él de verdad es un príncipe, jamás haría algo para lastimarme —dijo, sonrojado—. Él...
—¿Él...? —siguieron los dos mayores al unísono.
—Él es el que me da las flores —dijo de repente, casi sin respirar o pausar entre palabras, palabras cargadas de vergüenza y un corazón revoloteante.
Silencio. Después una pregunta: «¿Qué?»
—¿Estás seguro, Wonnie? —preguntó MinHyuk, un tanto sorprendido.
Asintió con timidez.
—¿Por qué crees que es él y no otra persona? —agregó KiHyun.
—Porque... él sabe sobre la obra, la de Shakespeare.
—¿La de secundaria?
—¿En la que...?
—S-sí, Min, esa obra —interrumpió, llevando sus manos a la boca del castaño para evitar que siguiera hablando—. Por eso creo que es él.
—Y si es así, ¿Qué es lo que te preocupa?
—Me preocupa no saber cómo actuar delante de él, no saber qué decir o qué hacer —dijo él, avergonzado— ¿Y si mi cerebro me traiciona y digo alguna estupidez?
MinHyuk y KiHyun rieron por lo bajo hasta que sus risas se volvieron más notorias; las mejillas de HyungWon sólo se volvían más y más rosadas que no tuvo más opción que volver su escondite, como si fuera una pequeña tortuga.
—HyungWonnie, aunque dijeras un montón de palabras sin sentido, estoy seguro de que HoSeok seguiría tan enamorado de ti como lo está ahora —dijo KiHyun.
—¿HoSeok está... enamorado de mí...? —dijo, asomando la mirada por entre su precioso cabello rizado.
—¡Kiki! Esas cosas no se dicen así como así —dijo MinHyuk.
—¿Le gusto a...? ¿Él...?
—HyungWonnie, cuando están juntos se puede sentir el amor en el aire —habló KiHyun—. Un poco más y se verían mariposas y corazones revoloteando a su alrededor.
—¿Así como a ti con Shownu? —se burló MinHyuk.
—No cambies el tema, estamos hablando de HyungWon y HoSeok... ¿HyungWon, estás bien?
La pequeña tortuga negó, aún en su escondite.
—¿Cómo esperan que esté bien cuando están hablando de mis sentimientos como si fuera una novela? —dijo, después levantó la cabeza y agregó:— Además, ¿Cómo pueden bromear con algo así? ¿Cómo pueden decir que lo que siento por HoSeok es correspondido cuando yo sólo soy...?
«Nadie...»
De repente, HyungWon se puso de pie; tenía las mejillas sonrojadas y los ojos llorosos, nublados por las voces de un pasado que una vez más se hacían presentes. KiHyun y MinHyuk trataron de detenerlo, pero apenas se pusieron de pie, HyungWon salió del aula a paso veloz.
Sus amigos salieron del aula con el único objetivo de hablar con él, de tratar de arreglar su vómito verbal de alguna manera, mas fue en vano porque HyungWon se desvaneció apenas entró en la cafetería.
🐶 🌸 🐹 🌸 🐢
El escenario era el mismo. HyungWon se sentía tan pequeño, tan patético. Escondido entre los árboles de uno de los jardines de la escuela, con las mangas de su chaqueta húmedas y un dolor de cabeza que no tardaba en hacerse más fuerte. Se sentía como un tonto; sabía que sus amigos no decían aquello con intención de lastimarlo o hacerlo llorar, pero una vez más se dejó guiar por el eco del pasado.
Quería disculparse, decirle a MinHyuk y a KiHyun lo mucho que lo sentía. Pero esas eran unas de las palabras más difíciles de decir.
El sol se reflejaba en el césped fresco y en sus mejillas húmedas a manera de pequeños parches de luz cortesía del árbol de cerezo que, en medio de una inocente travesura, aprovechaba para dejar caer delicados pétalos sobre el cabello rizado del muchacho. Con suerte, los pétalos rosados secarían sus lágrimas y le darían fuerza suficiente como para volver al aula para el siguiente periodo.
Sin embargo, el remolino de emociones se vio interrumpido cuando sintió sus músculos tensarse al escuchar unos pasos que se acercaban por el césped recién cortado, sigilosos, recordándole la fantasiosa escena de los animales que se acercan a una Blanca Nieves inundada por el miedo y llorando en el bosque.
—¿HyungWon? —llamó él con voz tranquila, como una caricia, como los pétalos de cerezo que danzaban en el viento.
Por Dios, HoSeok de verdad era como un príncipe.
HyungWon se giró rápidamente para limpiar, sin ningún cuidado, cualquier rastro que delatara qué había llorado, más era en vano porque HoSeok ya había visto su rostro lloroso, tan hermoso y doloroso como un eclipse de sol. Por lo que se acercó al que su mejor amigo llamaba «ricitos» y lo tomó con delicadeza de las muñecas buscando detener aquellos movimientos que no hacían más que lastimarlo.
Sus anteojos redondos descansaban sobre la hierba fresca, era la primera vez que veía a HyungWon de esta manera y podía jurar que aquel chico era, sin lugar a dudas, la persona más hermosa del mundo. Aún cuando tenía las mejillas rojas y marcadas por lágrimas y mocos.
Y por si la actitud y apariencia principesca de HoSeok no fuera suficiente, el pelinegro sacó un pañuelo de tela del bolsillo de su chaqueta y sin previo aviso comenzó a secar las lágrimas del muchacho con la misma delicadeza con la que una mariposa se posa sobre las flores. HyungWon se quedó sin palabras; no sabía qué hacer así que solamente se dejó cuidar por el mayor. Sentía que su corazón latía con rapidez. HoSeok estaba demasiado cerca, o al menos lo suficiente como para poder percibir la suave esencia de coco que, muy probablemente, era de su champú o de la crema humectante que usaba después de la ducha.
En su cabeza comenzaron a aparecer flores, decenas y decenas de hermosas flores acompañadas por notas que ahora tenían voz, y era de Lee HoSeok.
«Ojalá seas tú... Por favor, dime que eres tú...»
—No vuelvas a hacer eso, podrías lastimarte —dijo HoSeok con voz suave y notablemente preocupada. Miró los ojos de HyungWon y no sabía si era porque acababan de llorar o era por alguna otra cosa, pero se veían más brillantes y hermosos que en otras ocasiones—. Me quedaré contigo hasta que te sientas mejor, ¿de acuerdo?
HyungWon asintió ligeramente mientras HoSeok se sentaba a su lado, logrando transmitirle un poco de su calidez.
En los próximos minutos HyungWon yacía con la cabeza recostada sobre el hombro de HoSeok, la huella del llanto había comenzado a desaparecer dejando únicamente tras de sí un rocío en las pestañas del menor. HyungWon dormía, se permitió tener un sueño tranquilo y en donde se sentía seguro de los trucos del pasado; en su mano descansaba el pañuelo de HoSeok y en las cabezas de ambos la prueba de las travesuras del árbol de cerezo.
Lo que vino después fue una adorable mirada adormilada, pero tranquila; una serie de abrazos seguida de un coro de «Lo siento mucho, Wonnie» y tres empaques de leche con chocolate en una mesa de la cafetería.
HyungWon nunca se preguntó cómo es que HoSeok había dado con él o si su amabilidad tendría algo qué ver con las flores que aparecían sobre su pupitre cada mañana.
Pero si de algo se podía estar seguro, o al menos así lo pensaba MinHyuk mientras regresaba a casa ese mismo día por la tarde, es que KiHyun no era el único que se estaba dando una segunda oportunidad. Y fue ese pensamiento el que terminó por dibujarle una sonrisa que bien podría disfrazarse bajo el nombre de «nostálgica» aunque desde hacía tiempo que aquello eran únicamente gestos que MinHyuk gustaba de hacer cuando estaba solo.
Su cabellera castaña se despeinó ligeramente con la brisa mientras introducía la llave en la cerradura de la puerta principal; el chirrido de las bisagras le hizo preguntarse una vez más si debería adoptar un perro.
En una secuencia casi automática cerró la puerta, dejó la llaves en la credenza del recibidor y se acercó a la cocina únicamente para saludar cortésmente a la señora Kim y a su hija, quienes preparaban una comida que, igual que siempre, llenaba la casa de un delicioso aroma. Aunque nada se comparaba al de antes. Después subió las escaleras hasta su recámara, sin siquiera detenerse a ver el montón de lienzos polvorientos que descansaban en los pasillos; se cambió el uniforme por un conjunto que era en su mayoría ropa vieja y con manchas de diferentes tipos de pintura que jamás pudo quitar.
Y es aquí cuando vuelve a plantearse la idea del perro.
MinHyuk sale de la recámara y da un par de pasos hasta llegar a la habitación más «colorida» —por llamarla de alguna manera— de la casa. Una vez que pone un pie dentro de la habitación se olvida del aroma de la comida de la señora Kim, del ruido que hace el jardinero y de todo aquello que siente que no le aporta algo especial en el momento en que toma el pincel con la cantidad justa de pintura y realiza el primer trazo sobre un viejo lienzo en blanco.
Últimamente pinta sin objetivo alguno. Sus primeros trazos dejaron de ser importantes y ahora es sólo un movimiento cualquiera que hace en un punto arbitrario del lienzo porque ya no tiene certeza de qué es lo que quiere hacer o plasmar; lo hace porque es la única manera de mantenerlo distraído, de descansar de los gestos musculares que hace durante el día y de...
Su teléfono suena.
Suena una y otra vez.
Una vez más.
Y lo toma antes de que suene una quinta vez, sin molestarse en ver el identificador de llamadas porque solamente conoce a alguien que le insistiría lo suficiente como para marcar más de dos veces.
Respira profundo antes de decir:
—Hola, tía. ¿Qué sucede?
🎨 🐶 🎨
BassysAss on Chapter 1 Tue 09 Jul 2024 10:49AM UTC
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judegal on Chapter 2 Thu 06 Jun 2024 04:26PM UTC
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hyungwonoki on Chapter 13 Thu 25 Jul 2024 11:14AM UTC
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