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Totally Yours

Summary:

Mookyul y Ewon tienen un nuevo deseo: ser papás. ¿Pero quién se atrevería a decirlo de frente? Además, no es como si pudiesen hacerlo ya que un alfa y un beta no pueden concebir… o al menos eso es lo que Gunwoong desea creer hasta que el destino le pone en sus manos cierta información que podría ser su destrucción… o su venganza.

Notes:

Hola! aquí nuevamente Faendell con una nueva historia, ésta será de Totally captivated (todos los créditos reservados a Hajin Yoo) basada en el omegaverse descrito en el siguiente post: http://faendell.tumblr.com/post/130985937370/un-poco-de-todo-sobre-mi-omegaverse , es vital que lean el post en el link ya que allí está fundamentado el universo alterno y sus elementos. De antemano les agradezco por tomarse el tiempo de leer y les garantizo que si me acompañan en esta aventura, tendremos un maravilloso tiempo junt@s :) sin más que añadir, continúen y bienvenid@s.

Chapter 1: Capítulo uno: Totalmente Escondido

Chapter Text

El humano hace todo por dejar de ser humano… y a la vez, seguir siéndolo.

Modificar. Modificar. Modificar.

A primera vista, se puede afirmar que todo lo que el humano ha hecho desde que pisó la tierra es cambiar, transformarlo todo a su paso, convertir la fricción en chispas para fuego, derretir y fundir metales a su antojo. O, como unos jóvenes ojos celestes de 13 años veían ahora, desviar el curso de los ríos.

Debajo de su cabellera rubia, Ewon casi podía sentir los engranajes de su cabeza rodando y funcionando al pensar que parecía que el humano es la clave mágica para toda alquimia que pueda generarse. El catalizador y la enzima. Pero… ¿La evolución? ¿Acaso la naturaleza no ha generado un cambio en el propio humano y en otras especies en la que viven? ¿Realmente el humano es el gestor de los cambios o éstos no son más que evidencias de la evolución a la que la naturaleza somete al hombre?

¿La naturaleza nos modifica o los humanos modifican la naturaleza? Parece, más bien, que lo uno siempre modificará a lo otro, haciendo un círculo de causa-efecto sin fin.

-… y es así como la represa de Soyang se convirtió en la mayor obra de ingeniería de Asia, hecha en piedra y por manos surcoreanas. ¡Que viva nuestra nación!

-esto es para lo único que nos traen aquí –dijo Hwang Sagong, el chico que dormía en la litera al lado de la suya, un muchacho de vivaces ojos grises y cabello negro que, a su corta edad, su preocupación por la política rivalizaba con cualquier miembro del parlamento. –solo quieren hacernos ver lo “maravillosa” que es nuestra nueva Corea y convencernos que mientras encierran a los omegas en sus casas, los alfas y betas tienen que ir a servicio militar lo quieran o no y que eso es bueno porque la Corea de arriba hace lo mismo y nos unirá a esos bastardos fascistas. Eso y congelarnos el trasero.

Ewon se rió porque su amigo ciertamente tenía razón en todo lo que dijo y vaya que era una coincidencia que llevaran a todos los grupos de 13 años de orfanatos y colegios (en especial cuando les habían hecho el Examen Obligatorio de Dinámicas Sexuales hace unos tres días) y hacerles ver algo que todos sabían que no existía. Un país cuyo nuevo régimen “democrático” era más brillante que el sol.

La verdad tras eso era que desde el año anterior, los supuestos demócratas querían unificarse a Corea del Norte y comenzaron por proponer reformas a la Ley Orgánica de Dinámicas. En especial al título que contenía todo lo que un omega podía o no podía hacer. Actualmente la ley no le impedía mucho al omega. Más bien los beneficiaba al permitirles trabajar en lo que quisieran, algo que había sido propuesto por los conservadores desde que se separaron las Coreas en 1948 con el beneficio de insertar omegas al sistema militar sin que ninguna ley lo impidiera y disfrazarlo como una política de igualdad cuando eso no era más que una movida para incrementar las filas en contra de Corea del Norte.

Ahora los demócratas querían adoptar políticas de “protección” a los omegas similares a los de Corea del Norte para hacer “más fáciles” las conversaciones de unificar a Corea nuevamente. Y eso no era bueno porque si había un lugar en el que un omega era tratado como un adorno de salón, frágil pero reemplazable, y a la vez como una máquina reproductora sin capacidad mental, ese lugar era Corea del Norte.

Así que, aunque tengan motivos ulteriores, los conservadores por lo menos no ponían a los omegas en esa circunstancia.

Una verdadera porquería. Ni los demócratas que habían subido al poder ni los conservadores se movían por motivos que beneficiaría directamente a los surcoreanos. Solo eran estratagemas políticas para mover sus hilos a conveniencia.

Pero ahora esos problemas parecían lejanos y ajenos… ellos aún estaban protegidos porque técnicamente eran niños, ninguno tenía dinámica todavía. Pero los resultados del examen de sangre que les habían hecho llegaría al día siguiente y todos esos problemas ya no les serían ajenos. Sabrían su dinámica y a un grupo de huérfanos como ellos más les valía ser cualquier cosa menos un omega.

El resto de ese día se pasaron visitando monumentos de la Soyang antigua, pagodas rojas y verdes ricamente decoradas, el mirador del lago artificial que creaba la represa y la calma de las aguas heladas en un invierno que prometía más frío todavía. Cenaron en un convento de monjas de la ciudad de Chuncheon y se embarcaron en el tren de las 11 pm para volver a Seúl, sin embargo, todos estaban tan emocionados por haber salido del orfanato que casi nadie durmió hasta la madrugada, todos cotilleando sobre sus experiencias.

Y no es que se quejaran del hogar Jabiwon, de hecho la mayoría de los ricos de Gangnam que querían expiar su culpa se hacían sus benefactores y por ello, su orfanato no era tan malo, mejor dicho, estaba muy lejos de serlo.

Dormían en habitaciones grandes y solo eran cuatro personas por cada habitación, cada piso de 10 habitaciones tenía una sala de estudio y otra salita con un televisor, tenían tres comidas al día, todas frescas. Nuevas ropas cada navidad, nada lujoso, pero servía. Les enviaban a escuelas públicas pero no tenían que pagar nada, así que Ewon no se quejaba. Además, si lograba sacar buenas notas, los del orfanato podían estar pensando en solicitar una beca en algún colegio con mejores oportunidades.

No era tan malo. Todos podían fingir que se trataba de una larga estadía en un campamento de verano hasta que recordaban que no tenían padres. Pero Ewon estaba agradecido por ello. ¿De qué le servía una madre adolescente y un padre que se negaba a reconocerlo? Estaba mejor allí, rodeado por personas con las que tenía que convivir amistosamente pero sin llegar a formar lazos mayores.

Todos llegaron al orfanato y durmieron lo que quedaba por dormir hasta que el desayuno a las 7 am se sirviera. Cuando éste llegó, Hyeon-Myung Hoo se levantó de su asiento y saludó a todos desde el frente del comedor. La directora del orfanato era una alfa de mediana edad con su cabello siempre recogido en un estrecho peinado y ojos negros e inteligentes, su cara seria daba miedo pero todos sabían que era buena persona.

-este día es importante para sus hermanos de 13 años quienes recibirán los resultados del EODIS, un aplauso para ellos y bienvenidos a las dinámicas.

Los aplausos eran vagos y sin ningún entusiasmo como el aleteo de una bandada de pájaros cansados, todos sabían que no era ninguna cosa por la que alegrarse ya que conocer su dinámica solo les traería problemas. Para comenzar, las habitaciones del orfanato solo eran conjuntas hasta los 13 años, solo les separaban en niños o niñas. Pero ahora pasarían a las habitaciones en los pisos de alfas masculinos o alfas femeninas o betas masculinos o betas femeninas.

Los omegas… bueno… era diferente con ellos. Los omegas adolescentes son como una bomba de tiempo porque sus ciclos son irregulares hasta que su reloj biológico se ajuste. Así que para evitar problemas, todos los omegas huérfanos eran encerrados en un orfanato exclusivo de su dinámica, también eran educados dentro de su misma institución para evitar la espantosa posibilidad de que el celo se presentara mientras estaban fuera del orfanato, totalmente a merced de otras dinámicas que no podrían controlarse al oler la dulzura de un tierno omega.   

La directora comenzó a pronunciar nombres y nadie se llevaba a la boca ni un solo grano de la avena que les habían servido, todos seguros de que los nervios expulsarían cualquier comida.

Ewon no estaba mucho mejor. Sus entrañas parecían haberse convertido en cuerdas de barco con miles de nudos adentro, moviéndose y retorciéndose con cada latido de su corazón mientras veía a los chicos que recibían su sobre y lo abrían con desesperación. Al ver sus resultados se aliviaban de ver algo diferente al horrible y espantoso símbolo Ω, presumiendo inmediatamente de ser alfas o betas.

-… Ewon Jung –llamó por fin la directora Hoo y Ewon se levantó mientras se limpiaba las manos sudorosas para tomar el sobre, cogió y lo abrió en ese instante frente a la directora que llamaba los nombres en las pocas cartas que le quedaban.

El papel que sacó tenía uno adentro que no le dejó ver el lugar donde estaba el símbolo de su dinámica y lo leyó primero.

“Lo lamento. Si no quieres ser lo que eres diles a todos que eres un beta, ven a mi oficina a las 4 pm y haremos que lo seas”

¿Si no quería ser…? ¿Eh? Ewon frunció el ceño y mucho más nervioso que nunca, deslizó la pequeña nota hasta que lo vio.

Allí estaba, en rojo escarlata como la letra que le había marcado a una de las heroínas más queridas de la literatura inglesa. Un horrible símbolo que lo condenaba a ser un débil, una incubadora, alguien que no merecía respeto.

Omega.

Leyó y releyó su nombre, su estatura, su color de cabello y ojos tratando de encontrar alguna muestra de que ese papel no era suyo. ¡Él no era un omega! ese examen era de alguien más porque él era más alto que la mayoría de chicos, él era independiente.

Él no era un omega.

Con los ojos acuosos miró a la directora frente a él. La robusta mujer le dirigió una breve mirada llena de pesar y preocupación y con ello lo confirmó todo.

-¡Ewon, amigo! –alguien gritó detrás de él y escondiendo su vergonzoso resultado contra su pecho, miró a Hwang que sonreía radiantemente, sus centelleantes ojos grises más vivos que nunca -¿qué eres?

¿Qué era? Ewon estuvo a punto de dejar que una risa histérica le respondiera a su amigo. Él era un niño no deseado, producto de una relación ilícita. Él era un niño abandonado en un orfanato de un país en crisis políticas que muy pronto consideraría a su biología como una debilidad de estado. Él era un omega… un omega huérfano al que seguramente le esperaba una vida sin sentido o venderse en las calles por unos centavos.

Pronto sintió una mano pesada pero amable en su hombro y, como si aquel resultado le hubiese activado una parte de él, percibió un aroma tranquilizador envolviéndole.

Ewon sabía que los verdaderos cambios en su cuerpo no comenzarían sino hasta los 14 años y no había forma de que realmente empezara a oler algún aroma de nadie. Pero olía a la directora tratando de tranquilizarle. -¿estás bien, muchacho? -le preguntó más para sacarlo de su shock que para recibir una respuesta sabiendo que Ewon estaba todo menos bien. Ewon miró sus ojos llenos de alerta y compasión. Solo asintió para volverse hacia Hwang.

-b… beta –tartamudeó Ewon y la directora al oírle lo soltó, Ewon la miró nuevamente mientras se iba, haciendo sonar sus tacones en el piso de madera.

-¡Vaya, menos mal! –exclamó Hwang poniéndole un brazo alrededor –aunque estaremos en habitaciones diferentes ahora.

Ewon dobló el papel, poniendo mucho cuidado de no revelar ni una sola letra y miró a su amigo -¿tú eres…?

-alfa –confirmó Hwang –ahora creo que será más fácil llegar al parlamento si soy un alfa ¿sabes? Haré que este país sea mejor para todos, Ewon, lo haré.

“espero que lo hagas” pensó Ewon, injusta e infantilmente poniendo una responsabilidad ficticia en los hombros de Hwang, exclamando por ayuda silenciosamente.

Hwang invitó a Ewon a jugar con la nieve recién caída y él dimitió sabiendo que no podía mantener la fachada de alguien aliviado por mucho tiempo. Lo dejaron solo en la habitación y también se saltó el almuerzo al sentir que su intestino seguía anudado y moviéndose sin tregua.

Ewon jamás pensó que odiaría un domingo ya que era el día en el que todos se quedaban en la residencia y jugaban en las canchas traseras o se reunían frente a la pantalla gigante de la recepción y miraban uno de los dramas que le gustaban a la anciana recepcionista. Ewon odió ese domingo porque no podía ir a la escuela, separarse de todos y pensar. O talvez olvidar lo que el sobre frente a él decía.

A lo que le condenaba.

Miró con desprecio por enésima vez al trozo de papel doblado. Y dirigió su vista nuevamente el reloj… solo faltaba un cuarto para que sean las 4 y él no pudo resistirlo más.

Primero comenzó a caminar normalmente, un paso frente al otro, el caucho de sus tennis chillando en el suelo que alguno de sus compañeros había pulido pero a medida que se acercaba, Ewon notó que un sudor frío le perlaba la frente, la camiseta se le pegaba a la espalda y solo ahí cayó en cuenta que había estado corriendo.

Llegó frente a una puerta mal pintada de color crema con el nombre de la directora y su cargo en una placa barata de latón, chequeó el reloj del pasillo y ahora faltaba diez minutos para las cuatro. A nadie le hacía daño unos minutos de adelanto, ¿verdad? Así que tocó.

-pasa –oyó la voz que había dicho su nombre esa mañana y él entró. El mobiliario, como todo lo demás en el hogar de huérfanos era eficiente pero nada lujoso, el sofá pegado contra la pared, las dos sillas frente al escritorio y el sillón donde estaba la directora tenían el mismo tapiz verde que llevaba varios años sin ser reemplazado pero su constante limpieza era evidente. El escritorio era amplio, con unos cuantos papeles y un ordenador, había un librero lleno de libros de pedagogía y administración de centros de beneficio social y, a su lado, un título de psicología infantil con una estrella dorada de ocho puntas, algo que únicamente el alumno con mejores notas de la promoción podía tener. Algo a lo que él aspiraba. Algo que le amenazaban con quitarle. –Siéntate Ewon, ¿cómo te sientes?

Otra pregunta hilarante, otra pregunta cuya respuesta no era nada buena. –estoy decepcionado.

La directora Hoo se hizo para atrás, un tanto sorprendida por recibir una verdadera respuesta. -¿de qué estás decepcionado?

-¿no es obvio? –respondió Ewon, tratando de no perder los nervios –soy un… un omega –susurró, aún sintiendo como si la palabra fuera sucia en sus labios, como si no le perteneciera.

La directora lo miró esperando por una respuesta más larga, trató de incomodar a Ewon con el silencio y cruzó los dedos sobre el escritorio, reclinándose para adelante una vez más e intentando descifrar los sentimientos del adolescente más brillante había en el orfanato. Y el único omega de los 38 chicos de 13 años que tenía.

También a ella le sorprendió el resultado del EODIS de Ewon. Ella estudiaba psicológica y sociológicamente a los alumnos con mejores notas y aunque Ewon no lideraba grupos, su inteligencia más alta que el promedio, su capacidad de concentración y la habilidad de resolver problemas fácilmente apuntaban a que el chico sería un beta, incluso un alfa… más bien Ewon se merecía serlo porque ya había tenido suficiente, se merecía tener algo por lo que no preocuparse.

-ser un omega no es algo malo, Ewon. Un omega le da el mejor regalo a prácticamente cualquier dinámica. Un omega da vida.

-claro… no es por faltarle al respeto, doctora Hoo… pero no quiero eso, no quiero ser dominado por mis instintos durante una semana entera y suplicar a cualquiera que complazca esos instintos, no quiero tener hijos a los que no podré cuidar, no quiero necesitar de nadie… en fin, doctora… su nota decía que podía ser un beta. ¿cómo lo hago?

La directora miró esos enormes ojos azules llenos de desesperación y vergüenza pero también determinación. Ya no quiso incomodar al joven con preguntas y sacó del cajón de la derecha un frasco blanco. La etiqueta tenía impreso “COMPLEJO B” en grandes letras negras.

-estos son supresores Betadox -le dijo mientras le ponía el frasco frente a Ewon. Se levantó para servir un vaso de agua y lo puso frente a las pastillas. –en 1948 en la Guerra de Separación se necesitaba a cualquier persona que esté en capacidad de pelear incluidos los omegas, pero su celo, su solo aroma era un problema así que se desarrolló esta droga. Son hormonas con altos niveles de betaína y bajos niveles de inhibidores de omeroides. Un omega que toma éstas no tendrá ningún olor de omega, tendrá un olor de beta, no tendrá celo y ni siquiera el aroma del alfa más fuerte desencadenará algún tipo de reacción, eso es lo que logra la betaína, sin embargo seguirán habiendo omeroides en tu sistema, harán que tu útero se desarrolle, que los óvulos lo hagan también, pero la betaína no dejará que eso se evidencie en tu olor ni en tu fisonomía. 

Ewon permaneció en silencio, tratando de entender todo lo que le decía la directora.  -¿cómo los consiguió? ¿y por qué están en un frasco de vitaminas?

-nadie necesita saber qué es lo que tomas, ¿verdad? mira, Ewon… la situación ha estado difícil desde que los demócratas se posicionaron como partido dominante y no falta mucho para que pongan nuevas políticas para los omegas así que los conservadores tienen un trato con instituciones como las nuestras… si los omegas toman estos supresores y acceden a una precalificación militar… si te posicionas en la sociedad antes de que los omegas pierdan su libertad… todo sería más sencillo para ti.

Así que eso era. ¿Por qué todo debía tener un significado oculto? ¿Un motivo personal? Nadie daba ni un vaso de agua –literalmente- sin que éste tenga un precio que pagar. Ahora lo veía todo claramente… él era un perfecto blanco porque estaba desesperado y no era más que un niño. 

Estaba acorralado.

-¿qué pasa si no acepto esto?

La directora se puso tensa y nuevamente Ewon le tomó por sorpresa. Ella creyó que no se opondría, que no dudaría, que no pensaría dos veces.

Se puso firme como si fuese a enfrentarse a un huracán y contestó: -serás un omega, los resultados irán al Instituto de Identificación y tu carnet ciudadano te identificará como tal. Serás trasladado a un orfanato especial para omegas en las afueras de Seúl, sin embargo, ese hogar solo cuidará de ti hasta los 16 porque es muy caro cuidar de un omega, después te echarán y tu única opción será enlazarte con alguien, y rápido… la otra opción ya la sabes.

Prostituirse… lo que generalmente los omegas desamparados sin un alfa o beta, sin dinero o sin una carrera militar conseguían era morirse del hambre, convertirse en objetos sexuales para ganar el suficiente dinero para anticonceptivos si tenían suerte.

Ahora no estaba decepcionado.

Ahora estaba enfurecido. ¿Cómo se atrevían? ¿Cómo podían chantajearle así? ¡No había ninguna maldita salida, ningún cabo suelto en ese intrincado plan!

Aun sintiendo la ira quemándole por dentro, Ewon abrió el frasco y puso una píldora en su mano.

La cápsula era blanca y verde y mientras la miraba allí en su mano, supuso que tomarla sería como firmar un contrato con el diablo. Pero Ewon no podía ser un omega, no podía darse ese lujo cuando su situación era tan difícil. Así que la tomó. De pronto pareció que la cápsula creció en medio de su garganta haciéndole difícil respirar y por un instante deseó que eso suceda, que ésta le matara y no tuviera que preocuparse por nada.

Pero, obviamente, eso no ocurrió.

La directora siguió hablando acerca de que tendría que asistir a la precalificación militar a los dieciséis y si resultaba favorecido, ingresaría a entrenamiento y si no, Ewon podría seguir recibiendo los supresores pero tendría que pagar por ellos. Al final de la entrevista, la doctora Hoo le daba un nuevo sobre con su nombre y un β al lado de éste y guardaba el original. Los carnets de identificación llegarían en un mes y todo sería oficial.

Esa noche él no durmió pensando en lo complicado que sería todo en su vida con esa nueva faceta de él que tenía que esconder y de la nada, absolutamente de la nada, recordó al niño que había conocido hace un año. Sus ojos tristes pero hermosamente verdes, su cabello del color del cobre antiguo y la hostilidad de una bestia herida. ¿Qué sería de él? ¿Se habría hecho el examen? ¿A qué dinámica pertenecería? No supo por qué pensaba en él ahora cuando lo había conocido hace más de un año y evitaba pensar en él y en la golpiza que le había dado. ¿Tal vez lo recordó porque en ese momento Ewon se sentía tan desesperado como aquel niño lucía en la mitad de un invierno como el de ahora? Solo deseaba que él no estuviese atravesando por lo mismo.

Ewon giró y giró, pateó las sábanas mil veces solo para volverse a tapar. Tenía que componerse. Tenía que seguir con su vida y no joder la oportunidad que le habían dado. Ahora tenía que guardar un secreto de por vida. El secreto de su cambio. El secreto de su transformación.

Y hacerlo bien.

Quien había entrado omega a aquella oficina de orfanato, ahora era un beta que atravesaba por todo lo que un beta adolescente se supone que pase.

Al principio fue difícil acostumbrarse a los aromas, incluso al suyo propio. El mundo era diferente ahora que podía distinguir el ánimo de alguien por su aroma y Ewon se complacía que generalmente él provocaba olores suaves y amistosos, podía hacer que los alfas se tranquilizaran y que los betas le siguieran. También, poco a poco, aprendió a enmascarar su esencia y cambiarla a su conveniencia, dejar de ser un libro abierto para todos y eso le gustó.

En eso consistió su primer año como beta. Y el segundo fue… extraño.

A los quince, el orfanato le entregó otra carta cuyo contenido era la aprobación para una beca en un colegio de ricos. La directora Hoo le advirtió que tal vez aquellos niños del sur del rio Han eran demasiado estúpidos para acoger socialmente a un beta huérfano. Ewon aceptó de todos modos. Era lo que él deseaba.

Ewon había entrado a su salón el primer día y, por primera vez se topó con un omega.

El pequeño muchacho escondía una dulce cara detrás de anteojos y un peinado anticuado, tal vez visualmente no había mucho que decir de él pero su olor… ese aroma delicioso, rico y profundo… simplemente le hizo sonrojar.

Todos comenzaron a bromear sobre ello pero no era nada que Ewon no podría manejar. Incluso se burló de sí mismo y el primer día hizo gran amistad con la mayoría del salón. Pero no podía dejar de sonrojarse cada vez que olía a Woojin.

Esa noche fue la primera noche que sintió arder su cuerpo con un calor similar a la fiebre, un doloroso pero placentero ardor que escocía y crepitaba por su piel. Y descubrió que el aroma de un omega era así de potente. Así de abrumador.

No pasó mucho tiempo para que Woojin y él se hicieran amigos también y pasó aún menos tiempo para que comenzaran a besuquearse en la azotea.

Un par de meses después, Ewon se enredaba en unas sábanas impregnadas de un olor tan sensual y embriagador, las sábanas de Woojin… estaba seguro que perdería la cabeza y no había ni un solo lugar de la lujosa habitación de Woojin donde esconderse de sí mismo y del deseo. No había mucho en su cabeza más que tomar a Woojin y hacerle suplicar.

Y aunque el chico no estaba en celo, le obligó a usar condones porque nunca se podía estar seguro de la fertilidad de una persona hecha para embarazarse. Ewon gozó horas y horas de placer con un omega que exigía ser satisfecho sin ningún tipo de vergüenza. Durante esos dulces y brumosos momentos, Ewon se extasió al sentir por primera vez los girones de piel contra piel, el calor de las caricias que abarcaban cada pequeño lugar desde su torso hasta sus tobillos, la paz que le seguía a un orgasmo explosivo… pero también comparó su cuerpo con el de Woojin. Ewon no era tan musculoso como un alfa pero estaba en forma, tenía la espalda ancha y el trasero estrecho, él era firme y duro pero Woojin era todo curvas, suave y redondeado por todos lados, era pequeño y su piel de crema se sonrojaba por cualquier lugar que él tocara. Sus caderas, sus piernas, su abdomen. Tan delicado… tan hecho para llenar de pasión y convencer a cualquiera de hacerlo aún más redondo con un bebé.

Eso era en lo que Ewon pudo haberse convertido y había renunciado. La betaína lo había hecho crecer y había esculpido su cuerpo de manera diferente. Y por un momento se preguntó cómo habría sido escoger ser como Woojin y por qué los omegas no ejercían esos encantos para su conveniencia, porque tan solo con presentarse así como Woojin estaba, abierto de piernas y jadeando de necesidad, un omega podía poner de rodillas al mundo.

No salió de la habitación hasta muy entrada la noche cuando tuvo que escabullirse por la ventana porque el padre de Woojin estaba a punto de tirar la puerta de la habitación de su hijo abajo.

Él también se ganó una reprimenda por llegar tan tarde al hogar Jabiwon, y sobre todo con el olor de un omega complacido mezclado con el de un beta satisfecho sobre su piel, pero fue un precio pequeño para lo que acababa de ocurrir en su vida.

Algo que después ocurría con bastante frecuencia y no solo con Woojin. Su vida se intercalaba entre estudiar con empeño, trabajar medio tiempo y acostarse con alguien que estuviese dispuesto. Pero el pequeño omega jamás le volvió a mirar desde que se enteró que Ewon había estado con un beta del otro salón y unas semanas después, Woojin se había cambiado de colegio.

Había perdido la virginidad, había roto un corazón por primera vez y todos se preguntaban si Ewon realmente era un beta ya que actuaba como alfa.

-Gracias a Dios soy un beta y no un alfa idiota como Dohoon.

Ahh… Dohoon… la historia con el alfa era difícil y todo comenzó cuando algún chico a quien Ewon ni siquiera recordaba le había besado en la azotea y le había devuelto el dinero que le debía después, todo esto a la vista del bravucón alfa quien confundió la situación y le propuso, muy descaradamente debía agregar, comprar “sus servicios” por acostarse con él, ganándose un puñetazo de Ewon y un desafío que duraría el resto del año. Ewon y Dohoon competían por las conquistas que hacían y Ewon no desaprovechaba ni un momento para declarar que los alfas eran estúpidos como Dohoon.

Pero la relación cambiaría totalmente cuando unos meses después, ambos ya teniendo 16, un proyecto de literatura les uniría y descubrirían que tenían más cosas en común que cosas por las que pelear. El vándalo Dohoon y el rompecorazones Ewon se hicieron los mejores amigos, saliendo los fines de semana a perseguir omegas y pasar el rato.

Pero los 16 años de Ewon no solo le trajeron la amistad con Dohoon, también tenía que responder a una responsabilidad que había adquirido hace tres años y con ello, el recuerdo de lo que él realmente era.

Ewon había convencido a todo el mundo que era un beta, incluso podía ser un alfa recesivo y todos le respetaban tanto en el colegio como en el hogar. Casi pudo convencerse a sí mismo de ser un verdadero beta porque no había habido nada en común con Woojin, sin esforzarse también pensaba naturalmente que la píldora que tomaba todos los días en la mañana en verdad eran vitaminas. Que su vida no dependía de esas cosas. Ni su futuro.

Pero un sábado tuvo que presentarse a las 6 am en el Colegio Militar de Seúl presentando su carta de recomendación por parte de la directora Hoo. El soldado que le recibió lo miró de pies a cabeza, tratando de buscar algo que delatara la dinámica real de Ewon pero pronto perdió el interés al no encontrar nada y buscó a su superior.

Aquel sábado le pusieron a correr y levantar pesos por todo el lugar, luego le extrajeron absolutamente cualquier cosa que su cuerpo secretara, le hicieron todo examen terminado en –grafía que se pueda encontrar y un examen psicológico. No fue sino hasta el último examen que las caras de quienes le evaluaban se fruncieron  y tan solo porque él había dicho que no recordaba nada antes de ser encontrado en esa cabaña del bosque, los médicos militares lo miraron con desprecio y le dijeron que no podían darse el lujo de tener un elemento defectuoso en sus filas. Prácticamente lo echaron a patadas del edificio con un nuevo sobre en su mano que decía que jamás dejaría de ser un civil.

Y Ewon no podía estar más feliz por ello.

Llamó a Dohoon y, aunque no le podía decir el motivo de su felicidad, le dijo que se encontraran en algún lugar y parrandearan.

Ewon se había salido con la suya y eso, él consideró, se merecía una primera borrachera.

Y así lo hicieron. Aunque no tenían la edad suficiente, nadie pensó que dos chicos de casi 180 cm eran menores así que sin problemas consiguieron algo de soju, comida y fueron al lugar de Dohoon que estaba vacío en ese momento.

Las primeras copas no fueron del agrado de ninguno de los dos, después de toda una vida de tomar agua, té, leche y jugo, ¿cómo podría saberles bien algo fermentado y alcohólico? Estuvieron a punto de desistir de su celebración y declarar que el alcohol no era lo suyo pero cuando sintieron un placentero mareo, siguieron tomando.

Una decisión, por así decirlo, no muy sabia.

No habían tomado ni siquiera durante una hora entera y ya le estaban cantando al amor y a los dulces omegas.

-¿Sabías que fuiste el primer polvo de Woojin? –dijo Dohoon de la nada y Ewon, quien se estaba riendo absurdamente de su copa vacía, se calló y miró a su amigo con seriedad.

-no me gusta pensar en Woojin.

El alfa se rió y rellenó la copa de Ewon y la suya, comió más calamar y se tomó el soju en un solo trago –eres un bastardo, Ewon… Woojin se enamoró de ti. Todos los alfas llevaban persiguiéndolo desde los 13 y él jamás miró a nadie pero llegaste tú y… ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué lo usaste? ¿Tal vez porque él es solo un omega?

Ewon mordisqueó un poco de algas, su amargo sabor parecido a lo que sintió al ser regañado por un alfa que no era mucho mejor que él. –fue la primera vez que tuve un omega cerca, era virgen y… ¿por qué demonios tengo que darte explicaciones? ¡Tú has hecho lo mismo! Y que te quede claro, Dohoon, para mí un omega no será jamás “solo” un omega.

Allí quedó zanjado el tema porque Dohoon reconoció que aquel tema era escabroso, aunque no entendió muy bien por qué, no había mucho que decir y siguieron bebiendo hasta que uno de los dos quiso levantarse para ir al baño y solo lograron terminar en el suelo, Dohoon sobre Ewon, mirándose a los ojos.

-no soy un puto –susurró el beta y Dohoon casi se rió al recordar su primera conversación.

-lo sé –le susurró y olisqueó su cuello. Un aroma dulce pero varonil salía de Ewon y creyó que jamás había olido nada mejor.

Dohoon sabía también que eso no era por el alcohol. Era Ewon. No sabía cómo un beta podía ser tan atractivo y encantador para un alfa (y él ciertamente no era el único que lo pensaba así en la escuela) pero así era.

Así que se sumió en sus labios rosados y fue correspondido. Cada caricia también lo fue.

Ewon se encontraba, por primera vez, ante el deseo de un alfa. El olor que expedía Dohoon era diferente ahora, más penetrante y almizclado. Igual de embriagador que el aroma de un omega pero todo lo contrario a la vez. El olor de Woojin le había hecho fuerte, dominante. El aroma de Dohoon le persuadía, no, le exigía obedecer, someterse.

Estaba a punto de hacerlo. Si se sentía bien lo haría pero… le daba miedo de sí mismo.

Oyó la voz de la directora que le decía que ningún alfa podría sacar al omega dentro de él mientras Ewon tomara los supresores pero… ¿qué tal si se equivocaba? ¿Qué podía ocurrir si sus hormonas le delataban? O peor… ¿Si su cuerpo se abría como el de un omega hacia un alfa y quedaba encinta?

No lo llegó a saber aquella tarde.

-… oh Ewon… -le oyó susurrar a Dohoon cerca de su cuello, lamiendo su sensible glándula –hueles tan bien…

Dohoon siguió prodigándole torpes y ebrias caricias a su miembro y Ewon no pudo evitar responder. Le siguió la corriente a su amigo hasta que una caricia se coló por su trasero.

-¡No, para! –exigió Ewon poniéndole las manos sobre su pecho y apartándole pero Dohoon no le hacía caso, sus ojos estaban perdidos y desorbitados. -¡He dicho que no!

Esa tarde fue la segunda vez que le dio un puñetazo a Dohoon quien se quedó inconsciente.

Ewon se subió los pantalones y, aunque tambaleante, llegó a la estación de metro que lo llevaría al hogar de huérfanos. Al llegar a su habitación y después de satisfacer la curiosidad de sus compañeros con medias verdades, se recostó y pensó en lo que pasó con Dohoon.

Era estúpido haberse enfurecido debido a los avances de Dohoon cuando el pobre alfa tan solo estaba ebrio tanto de alcohol como de deseo y era obvio que quien terminaría poniendo el trasero sería el beta… claro que estaba asustado que de alguna manera su naturaleza se revelara… ¿Pero realmente eso era todo?

No. No era todo.

Con Dohoon aquello no se sentía bien y por ello fue que Ewon no lo hizo. Ewon no estaba cómodo con tener a un tipo, sea alfa, beta u omega, dentro de él ni en su trasero ni en su cabeza, todavía menos en su corazón.

Debía conservarse a sí mismo. Guardar esa parte de él y no dejar que nadie tenga acceso a ello. Nadie más que él.

Los dos años que siguieron tan solo fueron una aburrida repetición de lo que había sido el último. La comida no faltaba en su estómago ni la ropa en su espalda, no le faltaban betas u omegas en su cama ni tampoco le faltaban amigos y en especial un persistente Dohoon que no dejaba de pedirle que se acueste con él.

Se graduó con honores, el mejor de la clase de hecho. Tenía una beca para contabilidad en la Universidad Nacional de Seúl, un empleo de medio tiempo en el que le pagaban lo suficiente para rentar un pequeño y pobre cuarto y, después de una noche donde sus compañeros de orfanato le despidieron con su –supuestamente –primer brindis con soju y una buena comida que la cocinera había preparado especialmente para él, comenzó a empacar para irse.

Y la directora en persona llegó a su habitación. Eso era algo extraño y aunque frunció el ceño porque aquello le pareció discordante, Ewon le hizo la reverencia correspondiente y esperó a que le hable pero ella solo le extendió una bolsa con siete frascos de “vitaminas”.

-¿es un regalo de despedida? –trató de bromear al ver una cantidad de supresores que le alcanzarían para lo que restaba del año. Puso una sonrisa consternada en su rostro y la directora le respondió con un gesto similar.

-sí… puede que sí… -le respondió la doctora Hoo pero se quedó allí, como queriendo decirle algo más. Ewon no dijo nada y esperó a que la directora continúe –no sé si has oído las noticias pero las reformas de protección de omegas fueron aprobadas… y los betadox serán ilegales desde el próximo mes.

Como un pez salido del agua, abrió y cerró la boca. No las había oído y ya no tenía tanta relación con Hwang quien era el que le mantenía al tanto de la política en el país.

Y la noticia le llegó como un puñetazo, un balde de agua fría y un rayo, todo junto y a la vez.

-¿qu…? –fue lo único que pudo articular.

La directora ahora tenía que mirar hacia arriba para verle el rostro al chico así que lo hizo y apretó su brazo, tratando de transmitirle fuerza pero también intentando encontrar algo de ello en el joven al que realmente había llegado a apreciar. -Ewon, esto es serio… dentro de alguno de esos frascos hay un teléfono, a quien te conteste dile que la jarra de caramelos está vacía.

-no entiendo…

-es un código, es el teléfono de un farmacéutico. Él te contactará en el muelle ocho del río Han el once de cada mes y te dará los supresores, pero te costará muy caro.

Ahora que los betadox entraban al mercado negro, serían difíciles de conseguir y su comercio sería ilegal, no habría ningún motivo que les impida subir el precio y Ewon tampoco los culpaba. Sin embargo, si trabajar día y noche era el costo de ser libre, ahora más que nunca estaba dispuesto a pagarlo.

-eso no es un problema –susurró, inmediatamente pensando cómo conseguir más dinero.

La directora le dio una palmada en el rostro y Ewon no pudo evitar el impulso de abrazar a la mujer que le había protegido y le había ofrecido una salida a su problema. Rodeó a la robusta alfa y sintió su aroma de seguridad y determinación por última vez. Una vez que se separaron, la directora Hoo estuvo por salir cuando se giró.

-Ewon… ¿puedo aconsejarte algo? Deja de esconderte… dale una oportunidad a ese alfa con el que andas siempre, parece un buen chico, tiene dinero y es de la familia Moon… estoy segura que él será un buen alfa contigo.

Por el bien de todos, Ewon sabía que debía hacerlo, debía enlazarse con el alfa de una familia de políticos conservadores y llenar su casa de hijos… estar bajo la protección del dinero, del poder y de un alfa que sabía que se moría por él.

Pero esa no era la clase de vida que quería vivir. Así que le sonrió tristemente a la directora Hoo y le respondió: -creo que ahora incluso eso no tiene mucha importancia. Esas leyes no me permitirán estudiar ni trabajar por mi cuenta ¿acaso no hay una ley por allí que obliga a que todos los omegas tengan por lo menos un hijo antes de los 20? No… no puedo hacerlo… gracias, directora Hoo, aprecio lo que ha hecho por mí todo este tiempo pero ahora… ahora tengo que valerme por mí mismo.

Mientras salía del orfanato se prometió a sí mismo que todo seguiría igual. Seguiría solo pero libre e independiente, nadie le ataría y tendrían que doblegar su voluntad mil veces antes de someterle.

Todo resultó cierto hasta él.

Hasta que la bestia llegó.