Chapter Text
Una persona normal diría que solo naces, vives y mueres una vez.
Jason diría que naces, vives, mueres unos meses, revives, te arrolla un auto, te encuentra una princesa árabe obsesionada con tu ex padre adoptivo, te lleva a un día de spa en un pozo de dudosa procedencia y luego te toca vivir el resto de tu miserable vida con una dinámica completamente deformada.
Después de todo eso, si tienes algo de suerte, mueres.
Tal vez.
Él espera que así sea porque ya siente que muere en vida mientras más dura en presencia de los Murciélagos.
Jason pasa una mano enguantada sobre el lado izquierdo de su pecho, tratando de borrar el incómodo cosquilleo que se plantó allí desde que fue citado a la Cueva poco después de que una misión desafortunada en conjunto llegase a su fin.
Oracle se comunicó de inmediato una vez que la policía arribó al almacén donde las cosas terminaron por complicarse; habían encontrado a un secuaz apartado del resto. Muerto, con una herida mortal rasgando su garganta.
No le costó sumar dos más dos para saber porque él fue llamado.
Por primera vez desde que regresó, no hay gritos ni puñetazos, aunque la forma erizada de Batman y sus pequeños pájaros le advierte a Jason que se están conteniendo, aunque sus cerebritos parecen no saber el porqué.
Pero Jason lo sabe muy bien.
Es un omega.
Por más que había nacido, vivido y asesinado como alfa, ahora es un omega y todo en él grita su nueva dinámica por más que nada haya cambiado físicamente.
Ninguno de ellos puede señalar debidamente lo que está sucediendo, pero sus dinámicas distinguieron el cambio en él y se niegan a reaccionar con agresión.
Talía, a quien ama y odia a partes iguales, le advirtió hace mucho tiempo que algo así podría llegar a pasar. El Pozo de Lázaro es igual de críptico y absurdo que una Piedra del Infinito, por lo que los efectos de estar expuesto a él, en su mayoría, se desconocen hasta en la actualidad.
Pero todos los que tienen una mínima idea de su existencia saben que zambullirse en sus aguas es aceptar que te quite lo más preciado para uno.
Ra’s babeaba por una eternidad donde podría seguir ampliando su imperio, a cambio el Pozo fue alimentándose poco a poco de su cordura.
Talía ansiaba ser la heredera de su padre, pero su mayor y más protegido secreto era ser madre en toda regla, así que el Pozo la convirtió en una alfa.
Al principio, Jason se preguntó qué cosa podía arrebatarle el Pozo que el Joker no lo hubiera hecho ya, pero, cuando seis meses atrás se despertó sufriendo un choque de calor y se dio cuenta de que en vez de un nudo ahora tenía un divertido set de órganos omegas, comprendió cuál fue su castigo.
Nunca fue de los que gritaba a los cuatro vientos su orgullo alfa, pero tener un nudo viene con un puñado de privilegios que otras dinámicas carecen, como la seguridad. Y un niño huérfano en Callejón del Crimen lo que más necesita es justamente eso.
Ser un alfa había salvado cientos de veces a Jason, sus órganos sexuales carecían de todo atractivo para aquellos jodidos que buscaban omegas vulnerables a los cuales desaparecer detrás de las destartaladas puertas de un burdel de mala muerte, por lo que su mala suerte al menos lo libró de ese desamparado camino.
Jason no amaba ser alfa, pero apreciaba estar un poco más protegido que el resto.
Y ahora el Pozo le ha robado justamente eso, y se siente como un niño abandonado por tercera vez.
Por obvias razones, no le ha dicho a ningún Murciélago de que el hada de las dinámicas lo visitó hace poco tiempo, y pretende que eso se quede así hasta su muerte.
Acostumbrarse a la idea de que ahora es un omega es mil veces más complicado que cualquier otra cosa que enfrentó en en los últimos años de su vida, pero no va a negar que es útil cuando su omega le advierte de la potencial amenaza que el clan de Batman es para él.
No quita que duela la realización de que su bebé omega se dio cuenta de inmediato que no es bienvenido aquí, pero tampoco es algo nuevo.
—Yo no fui —habla por primera vez desde que llegó.
El pecho de Batman se infla en una larga inhalación antes de darse la vuelta y observar de nuevo el archivo que contiene la autopsia del cuerpo encontrado.
—¿Entonces? Un cuerpo no aparece casi decapitado solo porque sí —Red Robin hace su pequeña aportación en vez del alfa de su manada, y Jason se niega a que le afecte la obvia desconfianza proveniente del alfa más joven.
Pensó que se estaban llevando mejor.
Error suyo. No volverá a ocurrir.
—Se supone que son detectives —Sacude su mano con desdén—. Hagan honor a su título e investiguen el crimen.
—Jason…—Nightwing inicia, con su maldito tono del eterno abnegado, lo que le pone los vellos de puntas de inmediato.
—No maté a nadie —Jason dice con más ímpetu en sus palabras y cuadra sus hombros.
Se obliga a sí mismo a no voltear a ver a Robin, que se mantiene en silencio recibiendo los cuidados del viejo beta en una de las camillas apartadas de la enfermería. Está tentado a abrir la boca y defender su nombre, pero su estúpido y sensiblero omega gime en su cabeza con obvio dolor, angustiado de poner en riesgo al único cachorro de la manada
“ Sabes bien lo que es enfrentar la furia del Murciélago. ¿Quieres eso para él? ” , su omega juega con él, y está empezando a pensar que en realidad es un nuevo enemigo más que una pequeña parte de su alma que adquirió conciencia.
“Me están condenando por algo que no hice”, le recuerda.
Todavía recuerda a la perfección la forma casi quirúrgica en que una de las katanas de Robin rebanó el cuello de aquel desafortunado secuaz. Había sido un desliz si la reacción aterrorizada del niño luego de digerir lo que hizo tuvo algo que decir. Y si bien Jason le ayudó a mover el cuerpo del radar de cualquier otro miembro de su manada hasta que el niño resolviera cómo afrontar la situación, no está dispuesto a echarse toda la culpa.
Puede confesar su complicidad, pero no va a arruinar su perfecto contador de muertes con una que no llevó a cabo.
“Es solo un cachorro”, su omega insiste y él solo quiere darle una patada en su simbólico trasero cuando su convicción empieza a flaquear.
Mierda.
—¿Quién más pudo haber sido si no tú? —Batman pregunta todavía dándole la espalda.
Jason clava su mirada en la espalda rígida del alfa, sin siquiera molestarse en ocultar la incredulidad de lo que oyó.
—Mira a tu alrededor y señálame a alguien aquí presente que no tenga conocimiento sobre cómo neutralizar a un contrincante para siempre.
En eso, la pantalla de la Batcomputadora parpadea y la imagen del rostro serio de Barbara ocupa el lugar del símbolo de Oracle, aunque nadie la registra. La mirada de la beta busca la suya con intensidad luego de pasar por la apagada presencia de Robin, como si estuviese al borde de su asiento esperando a que diga algo.
Por supuesto, no esperaba que el Ojo que todo lo ve no viera su participación en el crimen.
Se tiene que morder la lengua hasta sentir el distinguido sabor metálico de la sangre para no volverse loco por lo poco dispuesto que está a decir la verdad.
No puede creer que con apenas unos meses su omega ya lo esté manejando a su antojo. Supone que no perdió toda la esencia de ser un alfa.
Las miradas juzgadoras se vuelven más demandantes y él suspira, ya harto.
—Estoy cansado de este juego —dice al fin. Niega con la cabeza y camina hacia dónde estacionó su moto.
—No te di permiso para que te marches —Batman gira de una vez por todas y el resto de la manada se agita a su alrededor, como un pequeño rebaño de ovejas siendo molestado por el perro pastor que las domina.
—Y yo no te lo estoy pidiendo —contesta encima de su hombro, sin detener su caminar.
—Jason, esto es grave —Los pasos que lo siguen son fuertes contra la grava del suelo y el gruñido alfa enciende todas sus alarmas.
Su omega le dice que reduzca la velocidad. Al igual que Jason, no busca que lo dominen, pero intenta convencerlo de no agravar más la situación estando en un territorio hostil.
Los dos están en desventaja allí.
Jason le dice a su omega que se joda y gira sobre sus pies, enfrentado de lleno a la capucha de ojos vacíos que le pertenece al que alguna vez llamó con orgullo su padre.
—Sinceramente, puedo venir y traer cientos de pruebas que demuestren mi inocencia que aun así no van aceptarlo —Su nariz empuja la de Batman en obvio indicio de enfrentamiento—. Ya se les metió en la cabeza que fui yo y nada va a cambiar eso, por lo que no voy a perder el tiempo. ¿Piensas que lo hice? Bien —Jason no puede evitar gruñir alrededor de la palabra y tanto Batman como su omega se retuercen un poco—, llévame ante la justicia y demuestra mi culpabilidad frente a un juez.
Jason junta sus muñecas y las levanta hacia el viejo alfa, dispuesto a recibir un par de esposas que sabe que no llegarán, porque Batman es el tipo de vigilante violento que prefiere impartir justicia con sus puños y luego encerrarlo en una de las celdas de la Cueva, que entregarlo a la policía.
Hay un silencio sepulcral una vez deja de hablar.
Batman no se mueve de donde ha plantado sus pies. A su alrededor se alza una espesa nube de feromonas enojadas a punto de estallar y la comisura izquierda de su boca se estira en una media mueca de enojo.
Es bastante claro que la furia lo consume, sigue siendo un alfa al final del día, pero Jason no está siendo abiertamente agresivo por lo que no tiene excusa que justifique un “escarmiento” por su parte.
Si Jason hubiese continuando siendo un alfa, se habría plantado en un desafío por dominación sin dudarlo. No obstante, y es una de las pocas cosas que agradece de tenerlo, su omega mantiene lejos la nebulosa de furia alfa de su mente y le permite tener completo control de sus acciones.
No quiere pelear.
Solo quiere ir a casa, tomar un baño, y continuar viendo ese vídeo de YouTube sobre cómo hacer más estables los bordes de su tonto nido.
Aunque debería posponerlo por un tiempo. Hasta que encuentre un lugar donde se sienta lo suficiente seguro como para hacerlo.
Sí, tal vez eso sea lo correcto.
Un soplo de aire contaminado de mentol y cerezas los rodea y Grayson aparece para entrometerse entre los dos, fracasando en aminorar la pelea en potencia. No funciona del todo, pero consigue que Batman deje de mantener una pose ofensiva y Jason de un paso hacia atrás, hacia su moto. Hacia la salida.
Hacia la libertad.
—Resolveremos esto, Jason —Grayson toma la palabra una vez que Batman se aleja abruptamente de ellos, agitando su capa detrás suyo como el culo dramático que es.
Jason dirige su mirada a Batman, que está lejos de todo, luego la desliza hacia el resto de Murciélagos acurrucados en una esquina, donde Robin todavía se niega a enfrentarlo, y por último observa a Oracle, que se ha quitado los lentes y aprieta el monte entre sus dos ojos en consternación.
—Buen intento, Chico Maravilla, pero deberías practicar mejor tus mentiras para la próxima.
Sin nada más que agregar, y sintiendo que algo delgado y minúsculo se desgarra en su pecho, Jason se sube en su moto y se aleja lo más rápido posible de esa condenada mansión.