Actions

Work Header

Rating:
Archive Warning:
Category:
Fandom:
Relationship:
Characters:
Additional Tags:
Language:
Español
Stats:
Published:
2024-06-17
Words:
4,806
Chapters:
1/1
Kudos:
23
Bookmarks:
1
Hits:
239

Deseo y Pasión

Summary:

La historia de como Rin se une de nuevo a los viajes de su señor, después de una larga espera. Pero nada será como antes, pues la añoranza y el cariño dieron paso a sentimientos más fuertes.

Notes:

Inspirada en la escena del lago de Benedict y Sophie 😏😏

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

Era una noche estrellada de verano, el calor era insoportable y en el ambiente solo se sentía la pesada humedad que invade tus pulmones y no te deja respirar en paz. Al menos no era tan duro como durante el día, pero para Rin no había mucha diferencia. A veces cerraba los ojos y se imaginaba frente a las olas del mar, sintiendo la brisa fresca sobre su piel. Pero no tenía sentido perderse en ilusiones, estaba muy lejos del mar y por el momento se tendría que conformar con el pequeño arroyo que pasaba por la aldea.

 

Se removió inquieta en su futón, no era solo el calor el que la desesperaba tanto. Eran las noches en las que el cielo estaba tan despejado y podía ver las estrellas, cuando pensaba en su Señor Sesshomaru y cómo él seguramente podría ver el mismo cielo estrellado. 

 

«Seguramente ni siquiera me recuerda» pensó amargamente mientras le daba la espalda a la ventana. 

 

Hacía cuatro años que su Señor no pasaba por la aldea. Después de su décimo cumpleaños, sus visitas se volvieron cada vez más escasas y cuando cumplió catorce años, le dejó un aviso diciendo que se ausentaría un par de primaveras pues tenía que cumplir una misión muy importante. 

 

Al parecer se encontraba en medio de una batalla por defender sus tierras y extender su territorio, probablemente tenía que ver con lo que el señor Jaken le había contado algunos años atrás, su Señor se encontraba en la lucha por extender su imperio y en ese imperio, una humana como ella no tendría ningún tipo de cabida. 

 

«Lo más probable es que muera antes de que él termine su misión» Rodó los ojos con decepción. 

 

A veces solía recibir visitas de Ah-Un y Jaken, con el ocasional regalo de parte de su señor. Rin atesoraba cada presente con gran estima, pero después de cuatro largos años de espera eso ya no era suficiente. Ella necesitaba más, aunque no podía apuntar exactamente qué era lo que necesitaba.

 

Alguna vez le comentó sus inquietudes a la anciana Kaede. 

 

—Lo que le falta a tu vida es un propósito, muchacha —le respondió la anciana. 

 

»Has rechazado cada posible propuesta de matrimonio, así que en este punto supongo que tu objetivo en la vida no es formar una familia —la observó suspicaz con su único ojo bueno.

 

Rin solo frunció el ceño al recordar todas las propuestas que tuvo que rechazar desde que cumplió doce años. 

 

»Está bien, contrario a la creencia popular, una mujer no tiene que tener un esposo para hacer de su vida algo de valor. Mírame a mí por ejemplo. Entregué mi vida a luchar contra espíritus malignos y cuidar de esta comunidad. Al final la vida me recompensó con una familia más grande de la que cualquier mujer pudiera soñar. 

 

Rin sonrió con sinceridad, era verdad, la abuela Kaede se había convertido en un miembro de cada una de las familias en la aldea, y así como ellos podían contar con ella en cualquier momento, ella también lo hacía con cada uno de ellos. 

 

»Puedes hacer de tu vida lo que quieras —continuó la anciana—. Pero tienes que encontrar tu propósito, ¿has pensado en lo que quieres hacer de tu vida?

 

Rin frunció el ceño, mientras meditaba sobre el tema. 

 

—No lo sé, cuando era más joven fácilmente hubiera respondido que mi lugar está al lado del Señor Sesshomaru, pero ahora… —No fue capaz de terminar su oración, nunca podría admitir en voz alta que su señor la había abandonado. 

 

—¿Y qué es lo que ha cambiado desde entonces? ¿Me dices que si Sesshomaru apareciera mañana no le pedirías ir con él? 

 

Rin no tuvo que pensarlo dos veces, por supuesto que iría con él. Pero algo dentro de su corazón le decía que el sentimiento no era el mismo que tenía cuando era una niña. Como si Kaede pudiera leer su mente continuó:

 

»No necesitas responder a esa pregunta, la respuesta es más que obvia. El asunto aquí es, ¿Irías con él como su sierva, o como su mujer? ¿Pretendes tomar un papel similar al de Jaken o quieres ser su compañera?

 

Los ojos de Rin se llenaron de lágrimas. 

 

—Por favor señora Kaede, dejemos de hablar de eso. Ambas sabemos que él no volverá, no quiero aferrarme a un imposible. —Cerró los ojos y volteó su cara para evitar que la anciana la viera llorar. 

 

—Querida, no hay imposible cuando se trata del amor —la consoló la mujer.

 

Pero Rin sabía que sus sentimientos nunca serían correspondidos y que por más que luchara contra sí misma nunca podría deshacerse de ellos.

 

Recostada en su futón, Rin meditaba aquella conversación mientras maldecía por lo bajo a su señor por haberse olvidado de ella.

 

***

 

Con solo un movimiento de su espada bakusaiga, Sesshomaru podía derrotar a todos sus enemigos, nadie era lo suficientemente poderoso para representar una amenaza para él, incluso cuando sus enemigos pensaban lo contrario y atentaban contra su suerte al desafiarlo.

 

Durante los últimos años se había dedicado a proteger y expandir su territorio, embarcando en viajes y batallas las cuales alargaba solo lo suficiente para tener la mente ocupada y les daba fin cuando se volvían muy tediosas. El motivo por el cual dejaba pasar el tiempo de esta forma, era buscar una distracción para que sus pensamientos no regresaran de vuelta junto a aquella pequeña niña humana que esperaba por él en la aldea de su hermano.

Sesshomaru extrañaba ver su tierna sonrisa y escuchar sus pláticas interminables sobre su vida en la aldea junto a la vieja sacerdotisa. Pero durante los últimos años, decidió alejarse por un tiempo para dejarla tomar su propia decisión sobre su futuro, sin que se sintiera presionada con su presencia. 

 

Eventualmente enviaba algunos regalos y recibía las cartas de su protegida humana de vez en cuando, aunque últimamente las cartas se habían hecho más escasas. Tenía sentimientos encontrados acerca de esto último, por un lado, tal vez significaba que la pequeña estaba muy ocupada viviendo su vida y conviviendo con personas cercanas a ella como para tomarse un tiempo para escribirle cartas y por el otro, no podía evitar sentir un pinchazo en el corazón de solo contemplar la idea de que la niña lo pudiera olvidar.

 

Pero no podía quejarse, él había tomado esa decisión por su propia cuenta y al final tendría que aceptar lo que la niña eligiera para su vida. 

 

Después de desmembrar fácilmente a un demonio débil que se atrevió a enfrentarlo, Jaken se acercó a él para felicitarlo. 

 

—Impresionante como siempre mi señor Sesshomaru, esos tontos no sabían lo que les esperaba. 

 

Sesshomaru ignoró al pequeño sapo como de costumbre, pero Jaken continuó su discurso. 

 

»Por cierto mi señor, ya pasaron casi dos meses desde la última vez que Ah-Un y yo visitamos a Rin. Creo que sería prudente que la visitemos de nuevo pronto, si no la chamaca se va a poner triste, ya sabe como es. —En realidad era Jaken quien quería volver a ver a la muchacha, las visitas regulares le alegraban el corazón, pero nunca lo admitiría en voz alta. 

 

Sesshomaru detuvo su marcha, habían pasado un par de meses desde la última vez que le envió un recado a su protegida. Lo más fácil sería enviarle de nuevo uno de sus ostentosos regalos con sus mensajeros de confianza, sin embargo, su corazón añoraba verla de nuevo. 

 

Habían pasado cuatro años sin ver su rostro de dulce sonreír. Seguramente no vería de nuevo sus rasgos infantiles, era una humana después de todo y su vida era demasiado corta, no podía dejar pasar más tiempo. Estaba seguro que para este momento, tendría la madurez suficiente para tomar su decisión, y si aún no estaba lista, en ese caso él esperaría el tiempo que fuera necesario. 

 

—Prepara las cosas, partiremos todos juntos al amanecer —ordenó.

 

Jaken lo observó anonadado. 

 

—¿A dónde iremos, mi señor?

 

Sesshomaru le dedicó una mirada despectiva por sobre su hombro. 

 

—¿Qué no es obvio? Iremos a visitar a Rin.

Le tomó un momento a Jaken salir de su asombro, pero no pasó mucho tiempo antes de empezar a saltar de felicidad. Sabía que la visita de su Señor alegraría a la muchacha. Ya quería ver sus ojitos brillar al ver a su señor. 

 

***

La mañana trajo la promesa de un excelente día, el cielo brillaba azul sobre la aldea y una brisa fresca acariciaba los cabellos de una joven quien aprovechó el buen clima para ir al arroyo a lavar su ropa. 

 

«Esta noche podré ver las estrellas de nuevo» pensó con nostalgia al recordar, como todos los días, a su señor. 

 

Un suave viento despeinó su cabellera y una basurita se coló entre sus ojos. Parpadeó muchas veces para lograr sacarla. Cuando finalmente la molestia desapareció, pudo abrir bien los ojos y le fue imposible creer lo que veía frente a ella. 

 

Su corazón dio un vuelco en el interior de su pecho y por un momento sintió que la respiración la abandonó. Frente a ella, se encontraba su señor Sesshomaru. Después de tantos años de ausencia, de nuevo lo volvía a ver, tan imponente y bello como la última vez que lo vio. 

 

De pronto, su vista se nubló de nuevo, esta vez porque las lágrimas brotaron de forma automática. Sin pensarlo, extendió sus manos y acortó la poca distancia que los separaba. Necesitaba tocarlo para comprobar que era real y no solo un producto de su imaginación. 

 

Sesshomaru observó con asombro a la hermosa joven acercarse para tocar su rostro, atrás había quedado la adolescente delgaducha que se sonrojaba con su simple cercanía. Ahora frente a él estaba una hermosa mujer cuya yukata abrazaba de forma perfecta las delicadas curvas de su cuerpo. Su rostro conservaba la bella sonrisa que siempre la caracterizó, pero sus facciones eran más finas, dándole esa característica tan madura y femenina que hacía imposible que Sesshomaru apartara la mirada.

 

Sus rosados labios dibujaron una sonrisa, mientras las lágrimas no dejaban de correr por sus mejillas. Sesshomaru recibió su cálido toque, el cual él devolvió para secar las lágrimas que empapaban su dulce rostro. 

 

—Señor Sesshomaru, en verdad es usted —susurró Rin, en medio de sus lágrimas.

 

Sesshomaru solamente pudo asentir. Temía que si hablaba se rompería el encanto de tenerla junto a él, tan dulce, tan leal, tan honesta como siempre. 

 

Olvidándose de cualquier tipo de vergüenza o decoro, ella simplemente se lanzó sobre él y rodeó su cuello con sus delgados y largos brazos. Sesshomaru solo pudo responder rodeando su cintura con un brazo e inhalando el dulce aroma de sus cabellos que ondeaban con el viento. 

 

»Nunca se vuelva a alejar de mi lado —le reprochó—. Se lo prohíbo. 

 

Un asomo de sonrisa se dibujó en el rostro del demonio. Rin siempre fue muy directa y exigente con él, pero ambos sabían que si ella pedía algo, él nunca podría negárselo. 

 

—Si eso es lo que quieres, entonces así será —respondió con calma en su voz. 

 

Rin rompió el abrazo con una hermosa sonrisa y un leve sonrojo dibujado en su rostro. 

 

Esa misma tarde, Rin ya tenía sus cosas empacadas y listas para colocarlas sobre el lomo de Ah-Un. Sería imposible llevarse todo lo que su señor le regaló durante todos estos años, así que solo empacó lo más esencial que pensó que podría servirle en el viaje. 

 

Se despidió con un abrazo y lágrimas en los ojos de todos sus amigos en la aldea, y de la anciana Kaede. 

 

Inuyasha le advirtió a Sesshomaru que debía cuidarla bien, de lo contrario se enfrentaría con él. 

 

A Rin le pareció un lindo gesto, aunque sabía que podría confiarle su vida al señor Sesshomar y él no la defraudaría nunca, pero su corazón se alegraba al pensar que durante su tiempo en la aldea pudo ser parte de una familia que la amaba así como ella los amaba a ellos. 

 

Pero su lugar estaba junto a su señor, en su cabeza todavía sonaba la conversación que había tenido antes con Kaede, y aunque sentía un jalón en el corazón cuando recordaba que se uniría a los viajes de su señor como su sierva y no como su mujer, nada más importaba mientras pudiera permanecer a su lado. 

 

Fue así como partieron en un viaje hacia lo desconocido, con nuevas aventuras que afrontar día a día. Rin disfrutó del viento sobre su rostro, mientras montaba sobre Ah-Un por los cielos. Su señor marcaba el paso frente a ellos, con su largo cabello y su estola ondeando con el viento. Era una visión que llenaba a Rin de paz. Sabía que sin importar qué, permanecería el resto de sus días al lado de su señor. 

 

 

***

 

Con Rin de nuevo a su lado, Sesshomaru no podía permitirse vagar sin rumbo por largos periodos de tiempo indeterminados, debía hacer pausas para que su humana descansara de vez en cuando, lo cual nunca le molestó. 

 

Todo volvía a ser como antes, excepto que Rin era diferente ahora, y él también lo era. Sus sentimientos hacia ella habían cambiado, aún sentía el profundo deseo de protegerla y sabía que perderla significaría perder el tesoro más preciado en su vacía existencia. 

 

Pero era la forma en la que la veía ahora y cómo lo hacía sentir cada vez que estaba cerca. Cómo su corazón aumentaba su frecuencia cardiaca cuando ella posaba su cabeza sobre su hombro o como su hakama se sentía apretada cuando ella se aflojaba la yukata para aliviarse un poco del inclemente calor que afectaba tanto a los humanos. 

 

Sesshomaru no era un adolescente quien fácilmente podría sucumbir ante sus bajos instintos, pero se hacía cada vez más difícil mantener sus emociones bajo control. En especial durante las noches cuando el yuban de la chica se descomponía en medio de su inquieto sueño, dejando ver los valles de sus turgentes senos. 

 

La deseaba y quería hacerla suya. Usualmente Sesshomaru no era alguien que se privara de sus más profundos deseos y pasiones. Si deseaba algo simplemente lo tomaba, sin importarle por encima de quién tendría que pasar. Pero Rin era diferente, Rin era preciosa para él y nunca haría nada que pudiera lastimarla, aunque eso significara que más seguido de lo que le gustaría, tendría que aliviarse a sí mismo por su propia mano. 

 

¿Cómo era posible que una insignificante humana tuviera tanto poder sobre un ser tan poderoso como él?

 

No tenía la respuesta a esa cuestión, pero no le importaba. Desde siempre Rin había podido hacer con él lo que quisiera y estaba seguro que continuaría haciéndolo hasta el final de sus días. 

 

Mientras meditaba esto se alzó de su lugar en el claro del bosque a tempranas horas de la mañana, los rayos del sol apenas empezaban a salir. De forma delicada acarició el rostro de su protegida, quién yacía en el suelo durmiendo profundo junto a Jaken y Ah-Un. De nuevo su piel parecía arder de deseo al entrar en contacto con la de Rin. 

 

El demonio frunció el ceño, debía hacer algo para calmar sus impulsos, decidió que lo mejor sería tomar un baño con agua fría, cerca había un lago que podría servir. Jaken había colocado un escudo protector la noche anterior y como si fuera poco, su aroma estaba impregnado en toda el área alrededor, nadie se atrevería a colocar un solo dedo encima de Rin, además, él permanecería cerca en caso de que algo sucediera. 

 

Así que decidió emprender camino para zambullirse en el agua fría de la mañana, antes de que sus instintos le ganaran e hiciera suya a Rin en medio del bosque. 

 

***

Rin despertó con los primeros rayos de la mañana, observó a su alrededor y solo pudo ver a Jaken y Ah-Un, sin embargo no había rastro de su señor por ningún lado. Su corazón se estrujó con su ausencia, sabía que no la había abandonado ni nada por el estilo, pero ya se había acostumbrado a despertar bajo su cálida mirada observándola mientras dormía.

 

Observó a sus acompañantes, ninguno parecía dar señas de despertar pronto. Decidió levantarse y estirar un poco las piernas, el cielo parecía anunciar un día despejado, aunque desde que se unió de nuevo a los viajes del señor Sesshomaru, todos los días eran especiales de alguna u otra forma. 

 

Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar su mirada cálida y protectora. Tal vez su señor no correspondía sus sentimientos, pero eso no importaba, él la quería a su lado y ella era feliz solo por estar con él. 

 

Decidió dar un pequeño paseo para estirar las piernas, también quería recolectar algo para que comieran juntos con Jaken y Ah-Un. 

 

Se internó entre los árboles y a lo lejos escuchó el movimiento de un cuerpo de agua. Decidió explorar un poco, si tenía suerte, podría atrapar un pez para el desayuno. Siguió el sonido hasta que pudo divisar un lago a lo lejos. Sonrió al pensar que sería una buena idea tomar un rápido baño en la mañana. 

 

Sus piernas empezaron a correr casi de forma automática. Casi podía sentir la frescura del agua sobre su piel, hasta que de pronto la visión frente a ella la dejó helada. Se detuvo sobre sus pasos y se escondió detrás del tronco de un grueso árbol. 

 

Su corazón latía a mil por hora, su mente todavía no terminaba de procesar lo que había visto. En medio del lago se encontraba el señor Sesshomaru tomando un baño completamente desnudo. Su espalda fuerte y su torso desnudo sobresalían en el agua, mientras que sus largos cabellos flotaban sobre la superficie. Las gotas de agua sobre su cuerpo reflejaban los rayos del sol dándole un aura casi celestial. 

 

Rin sabía que debía darse la vuelta y regresar con Jaken y Ah-Un, pero sus ojos traicioneros no podían separarse de aquella divina visión. Fue así que a pesar de saber que estaba mal, Rin asomó la cabeza detrás del tronco y observó embobada al escultural demonio. Su respiración se volvió superficial y su corazón latía como caballo desbocado. Pero era imposible apartar la mirada.

 

Un calor intenso se colocó en su abdomen bajo, sabía que lo que sentía en ese momento era algo que nunca podría sentir por ningún otro ser. La forma en la que el demonio se movía grácilmente sobre el agua y cómo sus músculos se contraían de forma tan varonil. En el pecho de Rin crecían el deseo y la añoranza en partes iguales, al saber que su ser amado nunca sería suyo. 

 

Sesshomaru sintió su presencia de inmediato, pensó en regañarla por haberse alejado de sus compañeros, pero no pudo contener la curiosidad cuando notó que se escondía tras un árbol y lo observaba de forma furtiva. El palpitar acelerado de su corazón era ensordecedor. Y de pronto su aroma cambió, Sesshomaru sabía distinguir perfectamente el aroma de una mujer excitada, y el de Rin era exquisito, lo más dulce e invitante que hubiese sentido en su vida. 

 

—Rin, sal de tu escondite, sé que estás ahí. 

 

La joven sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar su gruesa y sedosa voz. 

 

—Lo siento, señor —respondió apenada, tratando de evitar su mirada—, no lo estaba viendo, no era mi intención. —Su corazón latía tan fuerte que no la dejaba pensar con claridad e hilar sus palabras con coherencia. 

 

Sesshomaru le regaló una sonrisa de lado, lo cual la hizo sonrojar incluso más. Quería ver a otro lado cuando notó que empezaba a salir del agua, pero era imposible, sus ojos eran atraídos a su cuerpo desnudo como por una fuerza magnética. 

 

Sesshomaru salió del agua cubriendo su excitado miembro con su estola, supuso que sería una visión difícil de procesar para la mente sensible de Rin. Aunque la pícara tardó unos buenos minutos observándolo en el agua y aún ahora no parecía tener intención de apartar la mirada. 

 

Con su Yoki conjuró su hakama pero decidió dejar su torso desnudo para que terminara de secarse al sol. 

 

Con la mirada fija en Rin, acortó la distancia que los separaba con su velocidad de daiyokai, y en un instante la tenía acorralada contra el árbol detrás del cual ella se escondía. 

 

—Señor Sesshomaru —ella susurró completamente sonrojada, pero por alguna razón no podía apartar la vista del cincelado torso de su amo. De cerca era incluso más impresionante. 

 

Sesshomaru alzó una ceja intrigado por la conducta lasciva de su protegida, pero no la encontraba repugnante, como lo haría si se tratara de cualquier otra persona. Rin era diferente y esta nueva etapa le parecía fascinante. 

 

Con delicadeza levantó el mentón de la joven hasta que sus ojos se encontraron con los suyos. Su rostro desbordaba deseo y pasión, sus exquisitos labios estaban semiabiertos, invitando a tomarlos entre los suyos e introducir su lengua hasta su garganta. Había tantas cosas que esa cara traviesa le invitaban a hacer en ese momento.  

 

—No trates de engañarme, sabes muy bien que me observabas mientras tomaba un baño. Sabías muy bien lo que hacías —le susurró al oído con un tono predatorio. 

 

Otro escalofrío recorrió la espalda de Rin y un leve cosquilleo quedó en su oreja, donde segundos atrás los labios de su señor habían rozado mientras le susurraba. No había marcha atrás, había sido atrapada. Después de este día no habría manera de que las cosas volvieran a ser como antes. 

 

Que todo se fuera al demonio, desde el principio supo que nada sería como antes. Los sentimientos que tenía hacia su señor ya no eran los mismos que sentía cuando era niña. Eran muy diferentes. Ella amaba al demonio frente a ella y como una mujer adulta, ese amor también venía acompañado de deseo. Había llegado el momento de finalmente quitarse las máscaras y mostrar su verdadero ser frente a su señor. Aunque eso significara que después la despreciara. No le importaba, no pensaba fingir ni un minuto más. 

 

—Sí, lo vi sin su permiso y me disculpo por eso. Por lo que no me disculpo es por los sentimientos que usted me provoca. —Se atrevió a estirar la mano y tocar el perfecto torso de su señor—. Mi corazón arde por usted, anhelo su compañía, sentir la calidez de su cuerpo junto al mío. —Alzó la mirada y sus ojos se conectaron con los dorados de su señor.

 

En ese momento lo pudo ver, en sus ojos ardían el deseo y la pasión, como un reflejo de los suyos. 

 

Sesshomaru tomó la mano que tocaba su pecho y la dirigió hasta donde estaba su corazón. Rin pudo sentir el rápido palpitar que coincidía justo con el suyo. 

 

—Siente mi corazón, yo también ardo por ti. Anhelo tu aroma, tu calidez, deseo sentir cada rincón de tu piel sobre la mía. —Cerró los ojos y tomó un respiro profundo, queriendo inundarse de la fragancia natural de la humana. Decidió que no era suficiente así que enterró la nariz en la curvatura de su cuello—. Quiero ser el dueño de tus deseos, fundirme en ti por toda la eternidad hasta que seamos un solo ser. 

 

El aliento de su señor sobre su piel le provocó cosquillas a la joven, pero eso no le impidió responder. 

 

—Yo también, quiero ser suya. 

 

Solo eso le bastó a Sesshomaru para apoderarse del pliegue de la yukata de Rin y con gran habilidad desprendió todas las capas que cubrían su piel, hasta que dejó sus pechos a la vista. Eran redondos y firmes, sus pezones rosados lo invitaban a tomarlos entre su boca y así lo hizo. 

 

Se apoderó de uno de sus pechos, mientras que con precisión se encargaba de terminar de desvestirla. Sus largos dedos se deslizaron por el abdomen plano de la chica hasta que encontraron los pliegues de su intimidad. 

 

Acarició con delicadeza el exterior, lo cual arrancó un gemido de placer de los labios de Rin. Introdujo sus dedos con cuidado de no lastimarla con sus garras, mientras que su boca acariciaba con sus labios la tersa y suave piel femenina. Su cuello, sus pechos, sus labios; toda ella era perfecta. 

 

La respiración de Rin se volvió superficial, lo cual hacía que su pecho se levantara de forma agresiva, el cual tocaba el de Sesshomaru cuando lo hacía. 

 

Sesshomaru pudo sentir que estaba lista, su intimidad estaba lo suficientemente lubricada para aceptarlo en su interior. Pero quería estar completamente seguro. Con habilidad la recostó en el suelo, sobre su estola, mientras ella jadeaba y pronunciaba su nombre entre suspiros. 

 

Tomó su delicada mano y empezó a besar su muñeca, luego dibujó un camino de besos y mordidas por todo su brazo interno, hasta llegar a sus pechos. Adoraba verlos tan rosados y turgentes. Acarició con su larga lengua su pezón, robando un gemido más fuerte de parte de Rin. Estaba tan lista para él, pero primero se aseguraría de que estuviera tan mojada que no hubiese espacio para el dolor. 

 

Recorrió con su boca todo su vientre plano hasta que sus labios alcanzaron de nuevo su intimidad. Acomodó su cara entre sus piernas y con su lengua saboreó sus exquisitos fluidos. Todo en ella era dulce y atrayente. Introdujo su lengua entre sus pliegues, sintiendo como sus paredes se contraían por placer. 

 

—Sesshomaru —gimió Rin. 

 

La hakama del yokai se sintió incluso más apretada. Se sumergió más profundo en ella con afán de probar hasta el último rincón que fuera posible. Sus gemidos eran música para sus oídos, en especial porque dejó de llamarlo con honoríficos y se limitaba a llamarlo simplemente por su nombre. Porque en ese momento solo eran ellos dos, no eran una humana y un demonio, tampoco eran guardián y protegida. Simplemente eran Sesshomaru y Rin. Uniéndose finalmente para ser un solo ser. 

 

Salió de ella para tomarse un momento y observarla, desnuda y esplendorosa a la vez. Su cabello despeinado y su cuerpo lleno de sudor, parecía una deidad a la cual debería rendir devoción por el resto de su vida, y eso planeaba hacer. 

 

Incapaz de soportar la hakama puesta un momento más, la hizo desaparecer con su yoki, justo como se la había puesto minutos atrás. Su miembro erecto y palpitante ardía en deseo por estar dentro de Rin. 

 

La muchacha salió de su sopor por un momento y sus ojos se abrieron con sorpresa al observar el descomunal miembro. 

 

—Yo…—dudó—, no sé si seré capaz de recibirlo en mi interior mi señor —murmuró nerviosa, regresando a usar honoríficos. 

 

Sesshomaru calló sus dudas con un apasionado, lento y sensual beso en los labios y luego susurró a su oído:

 

—Confía en mí. Eres perfecta para mí, nuestros cuerpos encajarán a la perfección.

 

Rin asintió, tenía algunas dudas, pero el poder de la confianza en su señor era mucho más fuerte que cualquier temor que pudiera tener. 

 

Sesshomaru acomodó su miembro en medio de las piernas de la chica y entró con delicadeza, muy despacio para no hacerla sentir dolor. Rin lanzó una mezcla entre quejido y gemido que fue silenciado por los suaves besos que Sesshomaru depositó en su boca, hasta que finalmente estuvo por completo en su interior. 

 

La cara lasciva de Rin claramente reflejaba el placer que sentía. Sesshomaru se empezó a balancear con suavidad y Rin enterró las uñas en la espalda del albino. 

 

Nunca había sentido algo parecido, si tuviera que describir lo que sentía, simplemente podría decir que era como tocar el cielo. La forma en que sus cuerpos encajaban a la perfección, tal como él había prometido y como sus pieles rozaban entre ellas en una danza de pasión que los consumía hasta el alma.

 

Sesshomaru depositaba suaves besos por todo su cuello, los cuales la hacían suspirar de placer. 

 

Rin estaba a punto de llegar a su clímax, Sesshomaru lo pudo sentir por la forma en la que sus paredes palpitaban. Tomó con su boca la de Rin y sus lenguas se entrelazaron con anhelo, tratando de transmitir en ese beso, el amor y el deseo que sentían el uno por el otro. Con un beso, Rin tocó las estrellas y llegó al infinito, al tiempo que Sesshomaru depositaba su semilla en su interior. Ambos habían alcanzado el cielo juntos y regresaron tomados de la mano; ahora descansaban desnudos en medio del bosque, con sus cuerpos sudorosos pegados sobre el otro. 

 

Era algo nuevo que ninguno había experimentado antes. Ambos ardían en amor y deseo por el otro. Algo intenso y difícil de explicar que solo podría ser demostrado en el acto físico de hacer el amor. 

 

Rin observó el rostro sereno de su señor, mientras se acurrucaba contra su pecho y él la envolvía con su estola. Finalmente había encontrado su lugar y era al lado de su amado señor, como su mujer. 

Fin. 

 

 

Notes:

Gracias por leer, la ilustración fue hecha por https://x.com/KashewakyNanami?t=Nda8xclUH-RKP2w1-LiMcA&s=09 en twitter