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Tienes Miedo

Summary:

Tim Drake, ha estado protegiendo Gotham. Sin embargo, una nueva amenaza emerge cuando una nueva toxina del miedo se espérese por la ciudad más potente que nunca.

Chapter Text

Las paredes del salón de clases en la universidad de Gótica son de un blanco limpio y brillante, estas reflejan la luz natural que entra por las grandes ventanas, creando un ambiente acogedor y estimulante. Los pupitres están organizados en filas ordenadas.

En una de las filas se encuentra Tim, quien siempre participa activamente en las discusiones de clase. Sin embargo, hoy su mente está en otro lugar. Mientras el profesor explica los conceptos de equilibrio general, Tim no puede evitar pensar en sus planes para esta tarde. Steph le propuso ir a un restaurante para conocer a su nuevo novio. No es como si Tim pudiera negarse; Desafortunadamente, tanto Red Robin como Tim Drake estaban libres este día. Los minutos en clase se vuelven eternos. Las elecciones de pareja de Steph nunca son las mejores, y Tim lamenta profundamente el asunto de “Alvin”, algo que su mejor amiga siempre usa para chantajearlo. “¿Cuánto falta para que termine esta tortura?”, se pregunta Tim, mirando su reloj. Aún faltan cinco minutos. Sus dedos golpean el escritorio con desesperación. Cuando finalmente el Licenciado Pagotto anuncia el final de la clase, Tim recoge rápidamente sus cosas y se levanta de su pupitre. Con un suspiro de alivio, se dirige hacia la puerta del salón, esquivando a sus compañeros que también se apresuran a salir.

Una vez en el pasillo, Tim camina con paso decidido, su mente ya en el restaurante de hamburguesas donde había quedado con Steph. Baja las escaleras de dos en dos, ansioso por dejar atrás el ambiente académico. Al salir del edificio, siente el aire fresco en su rostro y se relaja un poco.

El restaurante no está muy lejos, por lo que Tim decide ir caminando. Mientras avanza por las calles, su mente se divaga entre los conceptos de balance general y la curiosidad por conocer al nuevo novio de Steph. Finalmente, llega al restaurante, un lugar acogedor con el aroma inconfundible de hamburguesas recién hechas. Tim entra y busca a Steph con la mirada; Ella está sentada en una mesa cerca de la ventana. Junto a ella, hay un chico castaño muy atractivo, con una sonrisa encantadora y una presencia que llama la atención de inmediato.

El chico tiene el cabello castaño claro, ligeramente despeinado de una manera que parece natural y atractiva. Sus ojos, de un color verde intenso, brillan con una mezcla de curiosidad y amabilidad. Viste una camiseta casual que realce tu figura atlética y unos jeans que completen tu look relajado pero cuidado. “Físicamente aprobado”, piensa Tim mientras se dirige a ellos.

Steph se levanta y saluda a Tim con entusiasmo, mientras el chico se pone de pie y le extiende la mano con una sonrisa amable.

—Tim, este es Daniel —dice Steph, presentándolos. Tim estrechó la mano de Daniel, notando que la apretaba firme y segura.

—Hola, Tim. Es un placer conocerte —dice Daniel—. Voy a la misma universidad que tú.

—Un gusto, Daniel —responde Tim, pero Daniel no suelta su mano. Tim no puede evitar preguntarse: ¿Por qué está sosteniendo mi mano tanto tiempo? ¿Está tratando de intimidarme o de establecer un dominio? El apretón es más fuerte de lo normal…”

—Steph habla mucho de ti —comenta Daniel, con una sonrisa que parece un poco forzada. “Correcto, marca dominio”, concluye Tim, mientras siente una ligera incomodidad por la situación. Finalmente, logra soltar su mano y se sienta frente a ellos. Nota cómo Daniel se sienta de manera que ocupa más espacio, extendiendo un brazo sobre el respaldo de la silla de Steph y manteniendo una postura relajada pero dominante.

Steph, notando la tensión, interviene rápidamente. -¡Oh, Tim! ¿Recuerdas la vez que fuimos a ese concierto de The Amazon? Fue increíble, Daniel también es un gran fan de esa banda,- dice con una sonrisa, tratando de cambiar el tema a algo más neutral y menos competitivo.

Tim sonríe, agradecido por el cambio de tema. -Sí, fue un concierto genial. ¿Cuál es tu canción favorita de ellos, Daniel?- pregunta, tratando de seguir la conversación en una dirección más amigable.

Daniel se relaja un poco y responde: -¡Definitivamente Drak Vision! Es una de mis favoritas. ¿Y la tuya?-

Tim sonríe. -Esa es muy buena. Diría que la mía está Ready for Something.- es evidente que Steph, esta disfrutando de la nueva dinámica.

En ese momento, una mesera joven y sonriente se acerca a la mesa con una libreta en mano. -Hola chicos, ¿ya están listos para ordenar?- pregunta con entusiasmo.

-Sí, creo que sí- responde Daniel, mirando a los demás para confirmar. -Para mí, una hamburguesa clásica con queso, papas fritas y agua, por favor.-

-Yo tomaré una hamburguesa doble con tocino y un frappé con chocolate- dice Tim, entregando su menú a la mesa.

Steph sonríe y añade: -Para mí, una hamburguesa de pollo con hongos y un batido de fresa, gracias.-

La mesera anota rápidamente los pedidos y dice, -Perfecto, en un momento les traigo sus bebidas- Se aleja con una sonrisa, dejando a los tres continuar con su charla.

-Tim estaba tan emocionado por el concierto- dice Steph riendo un poco mientras juega con sus manos. -Solíamos ir a patinar y poner el disco a todo volumen. Cuando empezó a trabajar en Wayne, por error conectó la bocina de todo el edificio creyendo que era solo la de su oficina. Bruce estaba furioso- la chica estalla en una carcajada, contagiando a los demás.

Tim podía recordar con claridad a Bruce diciendo que "eso no era nada profesional y que estaba sumamente enojado porque había interrumpido una negociación muy importante". -Solo puedo decir que los chinos tienen muy mal gusto musical si no les gustó la ambientación- añade Tim, con una sonrisa traviesa.

De repente, la puerta del restaurante se abre de golpe y un hombre entra apresuradamente. Su rostro está pálido y sus ojos desorbitados, reflejando un miedo palpable. Con pasos torpes y rápidos, se mueve hacia el centro del restaurante, gritando incoherencias.

-¡No me toques! ¡Aléjense de mí!- exclama, su voz temblando de pánico. Sus manos tiemblan visiblemente mientras las extiende frente a él, como si intentara mantener a raya a una amenaza invisible. Los comensales, sorprendidos y asustados, retroceden en sus asientos, creando un círculo de espacio vacío a su alrededor -!está dentro de mí! ¡esta dentro de mi!-

Steph y Tim intercambian miradas preocupadas, listos para intervenir y ayudar al hombre. Sus expresiones reflejan empatía y disposición a actuar en cualquier momento. -!esta dentro de mi! ¡está dentro de mí!- grita el hombre empezando a arrancar parte de la piel de su cara con sus propias manos.

La atmósfera en el restaurante cambia drásticamente, pasando de una tranquila tarde de hamburguesas a una escena cargada de tensión y miedo. El pánico del hombre comienza a contagiarse entre los comensales. Una mujer grita, y como si fuera una señal, el restaurante entero estalla en caos. Las personas se levantan de sus asientos apresuradamente, derribando sillas y mesas en su prisa por salir. El sonido de platos rompiéndose y gritos llenan el aire.

-¡Corran! ¡Salgan de aquí!- grita alguien, y el pánico se vuelve colectivo. La gente empuja y tropieza en su intento de llegar a la salida, creando una estampida desordenada. Steph y Tim, aprovechando el caos, parecen estar aterrorizados y se unen a la multitud que corre hacia la salida. Con movimientos calculados, se escabullen por una puerta lateral,

Una vez que Steph y Tim se separaron de la locura del restaurante, se encontraban en un callejón cercano, ambos respirando con dificultad. Tim saca su teléfono y marca rápidamente el número de Barbara Gordon.

-¿Babs? ¡Es urgente!- dice Tim, su voz llena de preocupación. Steph se acerca, escucha atentamente.

-¿Qué sucede?- responde Barbara al otro lado de la línea, su tono serio.

-Un hombre entró al restaurante, completamente aterrorizado. Creó un pánico colectivo. Pensamos que podría ser el Espantapájaros, pero…-Tim hace una pausa, intercambiando una mirada preocupada con Steph.

-Pero el Espantapájaros está en Arkham,- completa Steph. -Esto sólo puede significar una cosa: alguien está imitando sus pasos.-

Barbara guarda silencio por un momento, procesando la información. -Entendido. Manténganse a salvo y sigan observando. Voy a investigar más sobre esto. Si alguien está imitando al Espantapájaros, necesitamos detenerlo antes de que cause más caos.-

-Lo haremos- responde Tim, colgando el teléfono. Ambos se miran con determinación, sabiendo que tienen una nueva misión por delante.

De repente, Steph recuerda su cita y su rostro se llena de preocupación. —¡Daniel!—exclama, mirando a su alrededor. -¡Tengo que encontrarlo!-

Tim asiente, comprendiendo la urgencia. -Vamos, busquémoslo.-

Ambos se adentran nuevamente en la multitud, esquivando a las personas que aún intentan escapar del restaurante. Steph mira frenéticamente a su alrededor, buscando a Daniel entre el caos. Finalmente, lo amo a lo lejos, jadeando y con el rostro pálido, claramente afectado por el pánico.

—¡Daniel!—grita Steph, corriendo hacia él. -¿Estás bien?- pregunta abrazándolo para hacer que el chico se calme, los gritos aterrados de la gente inundan las calles.

Daniel asiente débilmente, todavía recuperándose del susto. -Sí, sólo… sólo necesito un momento.-

Steph lo abraza, aliviada de haberlo encontrado. -Vamos, salgamos de aquí,- dice, buscando un lugar más seguro.

-Mi auto está en la universidad, vamos, salgamos de aquí- indica Tim, tomando la iniciativa. Ambos chicos lo siguen, dejando atrás el caos del restaurante y dirigiéndose hacia el campus. Mientras caminan rápidamente, Tim y Steph intercambian miradas de preocupación, conscientes de la gravedad de la situación y de la necesidad de informar a su mentor lo antes posible.

Más tarde, en la Batcueva, Tim y Steph se reúnen con Batman frente a la gran pantalla, en ella se proyectan las gravaciones de seguridad. La atmósfera está tensa mientras revisan los videos de seguridad.

-Ahí está- dice Tim, señalando la pantalla. El video muestra al hombre corriendo desde calles oscuras, como si hubiera aparecido de la nada. Su comportamiento errático y su expresión de terror son evidentes.

-Parece que estaba huyendo de algo- comenta Steph, frunciendo el ceño. -Pero no hay nadie más en las cámaras-

En el restaurante, el video muestra el caos desatado. El hombre, en medio de la multitud, sufre un infarto y colapsa. La imagen se congela en el momento en que cae al suelo, rodeada de personas en pánico.

Batman observa tenazmente, su rostro serio y concentrado. -Necesitamos entender quién era este hombre y por qué fue la primera víctima de este imitador,- dice con voz grave. -Algo lo asustó lo suficiente como para provocarle autolesiones y un infarto. Esto no es una coincidencia.-

Tim asiente, tomando control de la computadora. -Ya tengo su identidad,- dice, mostrando los documentos de identificación en la pantalla. -El Dr. Michael Thompson. Era un neurocirujano. En cuanto a su vida personal, estaba casado y tenía dos hijos. Era conocido por ser un hombre dedicado tanto a su familia como a su profesión. Vivía en Burnley y trabajaba medio tiempo en el Hospital General y era docente en la universidad de Gotham, la última vez que lo vieron antes del incidente fue en la cafetería de la universidad.- comenta Tim, mostró la enseñanza del hombre que ordena una ensalada. y un refrescó enlatado -sólo 20 minutos antes de su muerte- agrega con solemnidad.

Steph interviene, -Debería analizar cualquier asunto que pudiera haber estado en su sistema. Si alguien está imitando a Espantapájaros, podría estar usando toxinas similares.-

Batman te ayuda, su mente trabajando rápidamente para conectar las piezas del rompecabezas. -Bien. revisar los análisis toxicológicos. Investigaré cualquier actividad reciente relacionada con los Espantapájaros.-

Chapter 2: Capitulo 2

Chapter Text

Las noches en Gotham suelen ser un nicho de delincuencia. El Callejón del Crimen está iluminado por las luces de neón parpadeantes de los prostíbulos y los bares baratos. Esta zona pobre de la ciudad es el hogar de Red Hood. Las casas en este lado de la ciudad están en mal estado, pero su experiencia le permite saber dónde pisar. Conoce toda Gotham de memoria, pero el callejón es el único lugar que podría recorrer con los ojos vendados.

Jason se desliza silenciosamente por los tejados, sus movimientos son precisos y calculados. Su casco rojo brilla bajo la luz de los establecimientos, atento a cualquier movimiento sospechoso. Este es su territorio, y nada sucede aquí sin que él lo sepa.

Esta noche, Red Hood recorre la zona industrial, justo al límite de su territorio. El rumor de una nueva droga circulando por el Callejón del Crimen lo inquieta. Alguien está tratando de mover mercancías en su territorio, algo que no va a tolerar sin obtener su parte justa, un 70/30 claramente.

Hace dos noches, escuchó a sus chicas decir que últimamente los sujetos con los que pasaban la noche eran erráticos, gritaban repentinamente. No era un caso aislado, sino algo que debía investigar.

Con agilidad, Red Hood desciende al callejón, oculto entre las sombras. A lo lejos, veo a un grupo de hombres intercambiando paquetes sospechosos, pequeños botes. Los hombres, vestidos con ropa oscura y gorras que ocultaban sus rostros, hablaban en voz baja y miraban constantemente a su alrededor, nerviosos. Uno de ellos, más corpulento, parecía ser el líder, dando instrucciones a los demás.

Red Hood se deslizó entre las sombras, acercándose lo suficiente para captar los murmullos. El líder, con voz grave, delineaba el plan: -usarían los bares y prostíbulos como puntos de distribución, aprovechando la constante afluencia de clientes. El jefe quiere que esto se mueva rápido -dijo-, entregando grandes bolsas a los otros tres hombres. -Los paquetes pequeños serán fáciles de esconder y pasar desapercibidos-.

“Así que tienen un jefe”, pensó Jason, observando cómo se alejaban. Necesitaba más información antes de atacar a esos idiotas.

—Se te están escapando —una voz detrás de él rompió el silencio, haciéndolo saltar. Su reacción fue instantánea; se giró, apuntando con su arma. Red Robin no se inmutó, lo miró con la cabeza ladeada, como si lo examinara. Esa mirada siempre lograba ponerle los pelos de punta. Con un gruñido metálico, bajó el arma. No le dispararía al pajarito esta noche.

—¿Qué haces aquí? —La voz metálica de Hood resonó con desconfianza. Este era el límite de su territorio, ¡su territorio! "Teníamos un maldito acuerdo", pensó Hood. No era muy complicado: "él no mata y los murciélagos no entran". Bueno, la proxeneta de la semana pasada… pero lo que B no sabe, no le afecta.

Tim parecía inseguro. —Rastreé un laboratorio —informé, con voz tensa—. Drogas desaparecidas. Alguien está cocinando algo parecido al gas del miedo —soltó toda la información de golpe—. El laboratorio está escondido en los sótanos de un antiguo almacén en el distrito industrial.

Hood lo interrumpió bruscamente. —No me importa lo que hayas encontrado. Este es mi territorio y yo me encargo. Lárgate antes de que te saque en bolsas negras —desenfundó su arma nuevamente, el cañón apuntando directamente al pecho de Tim, enfatizando su punto.

Tim levantó las manos en señal de paz, pero su mirada no vaciló. —No operaré en tu territorio sin informarte —dijo, tratando de mantener la calma—. Puedo enviarte la investigación. Lo que hace esa cosa cuando se aplica en grandes cantidades no es nada bueno.

Capucha aprieta los dientes, su dedo rozando el gatillo. —No necesito tu ayuda, ni tus advertencias. Este es mi problema y lo resolveré a mi manera. Ahora, lárgate.

El silencio entre ellos se volvió insoportable, cargado de tensión. Tim dio un paso atrás, sin apartar la vista de Hood, sabiendo que cualquier movimiento en falso podría desencadenar una bala en cualquier parte de su cuerpo -bien, me iré, pero, tengo un mes trabajando en esto, déjame ayudar- la súplica rosa sus palabras, Hood no baja su arma pero es evidente que su cuerpo se relaja asimilando sus palabras “un mes” piensa, esta cosa a circulado en su territorio por un puto mes y no se ha enterado ¡hasta ahora!, eso hace que vea todo verde quiera golpear a los tipos de antes.

Finalmente, Hood bajó el arma, aunque su expresión seguía siendo dura. —Está bien, Red Robin. Habla rápido.

Tim sintió respiró aliviado, pero no bajo la guardia —El laboratorio está produciendo grandes cantidades de una droga similar al gas del miedo, la venta es una fachada, es un experimento a gran escala, quiere saber que ocurre con larga exposición y pequeñas dosis. Si no lo detenemos, podría haber una catástrofe en la ciudad. Necesito tu ayuda para desmantelarlo.

Hood frunció el ceño, considerando sus palabras. —¿Y qué te hace pensar que yo necesito tu ayuda?

—Porque esto es más grande de lo que parece —respondió Tim, con firmeza—. No se trata sólo de tu territorio o del mío. Si esta droga se distribuye, afectará a todos. Necesitamos trabajar juntos, aunque sea solo esta vez.

Hood asimilo que esto estaba pasando. Trabajaría con el niño perfecto por un tiempo; lo había pasado peor con otros casos. Sin embargo, la frustración era evidente en su rostro. —Demuestra lo que tienes, Pajarito. Atrapa a los idiotas de antes. Ya no los quiero en mis calles.

Tim estaba feliz, sabiendo que era lo mejor que podía esperar. —Entendido —una pequeña sonrisa se extendió en sus labios. Red Robin y Red Hood trabajando juntos. La emoción brillaba en sus ojos, esta colaboración es una oportunidad única. Lleno de entusiasmo, se preparó para la tarea.

Hood, por otro lado, no podía evitar sentir una mezcla de irritación y resignación. Esta alianza temporal era necesaria, pero no tenía que gustarle.

Tim localizó a los primeros rápidamente; No eran personas muy brillantes. Estaban en las afueras de un bar con apariencia de cabaña de cazador. Uno de ellos hablaba con un hombre joven, evidentemente un cliente. El hombre parecía nervioso mientras sacaba su billetera y entregaba un billete de veinte dólares. El otro vendedor bostezaba, y eso fue tiempo suficiente para que Red Robin actuara.

Cayó del cielo como una sombra, tapándole la boca al vendedor con un movimiento rápido y preciso. En cuestión de segundos, lo amarró y lo dejó colgando del techo de la fachada del bar. —Luces fuera —exclamó, mientras golpeaba al otro traficante, dejándolo en el suelo con un solo movimiento.

El cliente, aún con el billete en la mano, retrocedió asustado, sin saber si correr o quedarse paralizado. Red Robin lo ignoró, concentrándose en asegurar a los traficantes. El primero colgaba inconsciente, balanceándose ligeramente con la brisa nocturna. El segundo yacía en el suelo, inconsciente.

Tim revisó rápidamente a los hombres, buscando alguna información útil. Encontré un teléfono en el bolsillo del segundo traficante y lo guardo para analizarlo más tarde. —Esto es solo el comienzo —murmuró para sí mismo, mientras se preparaba para buscar a los demás.

El siguiente hombre estaba molestando a una prostituta tratando de obligarla a comprar, pudo escucharlo: -la euforia te hará el trabajo más fácil linda, tendrás el mejor sexo de tu vida- La ira de Tim creció al ver la situación; Entendía perfectamente por qué Hood defendía a las pobres chicas. Sin perder tiempo, bajó del techo y se colocó justo detrás del hombre.

—A Hood no le gusta que tus drogas se muevan sin su permiso —dijo con voz firme y amenazante.

La chica, aterrorizada, salió corriendo mientras Tim sujetaba al hombre con fuerza ya que él también intentó escapar. Con una explosión de rabia, le dio un cabezazo con toda su fuerza, dejándolo aturdido y sin aliento. Sin perder un segundo, lo ató en un lugar visible, asegurándose de que no pudiera escapar. Una sensación de satisfacción lo invadió.

El último hombre era más corpulento que los anteriores y empuñaba un arma con la que amenazaba a otro hombre. Tim oyó lo suficiente para entender que el matón estaba cobrando por el producto de la semana pasada, y el hombre no podía pagarlo. La situación era tensa y peligrosa.

Sin perder un segundo, Tim interviene. Saltó desde la farola donde había estado observando y, con una precisión letal, desarmó al matón en un solo movimiento fluido. El arma cayó al suelo con un estruendo, y el matón, sorprendido, intentó escapar. Pero Red Robin fue más rápido. Lo atrapó antes de que pudiera dar dos pasos y lo empujó con fuerza contra la pared, inmovilizándolo.

El hombre amenazado miró la escena con ojos desorbitados, sin poder creer lo que acababa de suceder. Tim, con una mezcla de determinación y satisfacción, aseguró al matón.

—¿Sabes lo que le pasa a la gente que se atreve a mover droga en territorio de Red Hood? —cuestionó con voz gélida, sus ojos brillando con una furia contenida. Jason lo observaba desde el techo más cercano, aunque Tim sabe que no puede escucharlo, no puede evitar querer dar un espectáculo, haciendo que Hood sepa que está dispuesto a cruzar ciertos límites al otro lado de la frontera.

El matón, temblando, balbuceó una respuesta:

—Yo… yo no, yo no…

El hombre soltó un grito estrangulado. Tim gruñó, su enojo creciendo al darse cuenta de que el hombre no solo vendía, sino que también consumía. “Bien”, pensó, “esto agilizará las cosas”.

—¿Qué sabes de esta nueva mercancía? —preguntó con firmeza, su voz cargada de una amenaza palpable.

—¡No sé mucho! Sólo sé que es algo grande… algo que va a cambiar las reglas del juego en Gotham.

Tim apretó los dientes, frustrado. Necesitaba algo más; Eso ya lo sabía.

 

—¿Quién la está creando? —insistió, su paciencia agotándose, su tono más oscuro y peligroso.

 

—No sé, no sé, se hace llamar el Maestro, es todo lo que sé, lo juro- Con un golpe rápido y lleno de rabia, dejó inconsciente al hombre y se alejó, su enojo aún latente pero satisfecho de haber obtenido algo de información, aunque sabía que aún quedaba mucho por descubrir. Recogió el producto y lanzó una línea en dirección al techo.

Jason lo esperaba sin su casco, silbando con satisfacción.

—De acuerdo, Rojo, lindo espectáculo. ¿Lo hiciste para mí o solo querías usar la voz de Batman? —dijo Jason, imitando exageradamente la voz ronca de Batman—. Porque si es así, te falta mucho para llegar a su nivel, amigo. —Jason se rió, claramente disfrutando de la oportunidad de burlarse del chico más joven—. ¿Qué sigue? ¿Vas a empezar a lanzar batarangs también?

Tim, siente el calor de la vergüenza subir hasta sus orejas, pero no dejó que eso lo detuviera. —Oh, claro, Hood. Y después de eso, tal vez me ponga una capa negra y empiece a hablar en rimas. —respondió Tim con sarcasmo, tratando de salir de la situación incómoda—. ¿O prefieres que haga un monólogo dramático sobre la justicia?

Jason intentó retener su risa, pero no lo logró. —El monólogo dramático le queda mejor a Dick —comentó entre risas—. Aunque si quieres, puedo prestarte mi capa para que la practiques. —Jason se dobló de la risa—. ¡Imagínate, Tim, el nuevo poeta justiciero de Gotham!- recibe un ligero golpe en el brazo.

-cállate- pide, evidentemente avergonzado hasta la médula.

Después de un par de horas, localizaron el laboratorio, rodeado de armas. Hoy estaban allí recopilando información: la estructura del edificio, las armas, cuántos hombres había, observaban cómo empaquetaban todo. El lugar era tenebroso con solo verlo.

El laboratorio estaba ubicado en un antiguo almacén abandonado, con paredes de ladrillo cubiertas de grafitis y sangre, las ventanas rotas que dejaban entrar apenas un rayo de luz.

El interior estaba iluminado por luces fluorescentes parpadeantes, creando sombras inquietantes en cada rincón.

Jason y Tim se movían silenciosamente, tomando nota de cada detalle. Las sombras y el silencio del lugar solo aumentaban la tensión. Había mesas llenas de equipos químicos, frascos etiquetados con nombres desconocidos y armas de todo tipo, desde pistolas hasta rifles de asalto.

Tim sacó su cámara y comenzó a tomar fotos discretamente mientras avanzaban. Capturaba imágenes de las armas, los productos químicos y la distribución del lugar, asegurándose de documentar todo lo que pudiera ser útil más adelante.

—¿Te das cuenta de que esto parece sacado de una película de terror? —murmuró Tim, tratando de aliviar la tensión con un comentario sarcástico mientras tomaba una foto de un grupo de hombres armados.

Jason sonrió bajo el casco, aunque sus ojos seguían atentos a cualquier movimiento.

—Sí, y tú eres el protagonista que siempre toma las peores decisiones —respondió en tono burlón—. Vamos, pájaro bonito, mantén los ojos abiertos y no te distraigas. No quiero tener que rescatarte.

Tim rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír ante el comentario de Jason.

En el centro del laboratorio, un grupo de hombres armados vigilaba atentamente mientras otros empaquetaban cajas llenas de productos químicos y armas. La distribución del lugar era meticulosa, con pasillos estrechos que dificultaban el movimiento rápido y salidas estratégicamente bloqueadas.

—Esto va a ser complicado —susurró Tim, observando la cantidad de hombres y la disposición de las armas mientras tomaba otra foto.

—Sí, pero no hay nada que no podamos manejar —respondió Jason con confianza—. Solo tenemos que ser inteligentes y rápidos.

Llegaron a una sala más grande, donde varios hombres estaban reunidos alrededor de una mesa, discutiendo en voz baja. En la mesa había planos y documentos que parecían ser de gran importancia.


—Ahí está nuestro objetivo —susurró Jason, señalando los documentos—. Necesitamos esos planos.
Tim asintió y comenzó a planear cómo acercarse sin ser detectado. Mientras tanto, Jason observaba a los hombres, evaluando sus movimientos y buscando cualquier señal de debilidad.

—Voy a crear una distracción —dijo Jason en voz baja—. Cuando lo hagas, te acercas y tomas las fotos de los planos. ¿Entendido?

—Entendido —respondió Tim, preparándose para moverse rápidamente.
Jason lanzó una pequeña bomba de humo hacia el otro lado de la sala, creando una nube densa que atrajo la atención de los hombres. En el caos que siguió, Tim se deslizó hacia la mesa y comenzó a tomar fotos de los planos y documentos.

—¡Rápido, Rojo! —apremió Jason, manteniendo un ojo en los hombres que empezaban a recuperarse de la distracción.
Tim terminó de tomar las fotos y se retiró rápidamente, volviendo a la posición de Jason. Ambos se movieron hacia una salida lateral, tratando de evitar cualquier enfrentamiento directo.

—Buen trabajo —dijo Jason, dándole una palmada en la espalda a Tim—. Ahora tenemos lo que necesitamos.

—Sí, pero esto es sólo el comienzo —respondió Tim, mirando su cámara—. Aún tenemos que descubrir quién está detrás de todo esto.
Salieron del laboratorio y se adentraron en la noche, sabiendo que la información que habían obtenido era crucial, pero que aún quedaba mucho por hacer.

Jason y Tim se movieron rápidamente por las calles oscuras, dirigiéndose al “nido”, la base secreta bajo la casa de Tim. Al llegar, Jason no pudo evitar sentirse un poco fuera de lugar. La casa de Tim era demasiado lujosa para su gusto, con muebles elegantes y decoración de alta gama que contrastaban fuertemente con su propio estilo de vida más rudo y práctico.

—Vaya, Rojo, ¿te has ganado la lotería y no me lo has dicho? —bromeó Jason, mirando a su alrededor con una mezcla de asombro y desconcierto.

Tim sonrió levemente, pero no se detuvo. Se dirigió a la cocina, que parecía sacada de una revista de diseño, con electrodomésticos de última generación y superficies impecables que daban la impresión de no haber sido usadas nunca. Tim se lavó las manos rápidamente en el fregadero, el agua fría le ayudó a despejar su mente después de la tensión del laboratorio.

—No es lo que parece —respondió Tim, secándose las manos—. Apenas paso el tiempo aqui.

Jason observó cómo Tim se acercaba a una pez grande y metía la mano en el agua. Con un movimiento preciso, activó un mecanismo oculto que abrió una puerta secreta en la pared.

—Ingenioso —comentó Jason, impresionado a pesar de sí mismo—. ¿Qué más tienes escondido por aquí?

—Te sorprendería la cantidad de secretos que tengo. —Los ojos celestes de Tim brillaron con picardía. Jason no sabía a qué hora el chico se había retirado de su antifaz. Pero no importa, se acercó un poco más, su mirada fija en Tim.

-¿Oh sí? —dijo con una sonrisa—. ¿Y me vas a dejar descubrir alguno de esos secretos?

Tim levantó una ceja, su sonrisa ampliándose.

—Depende de cuántas fuerzas tengas —respondió, su tono juguetón.

Jason soltó una risa suave, disfrutando del intercambio. —Bueno, me encanta un buen desafío —dijo, sus ojos brillando con interés.

Con una última mirada cargada de tensión, ambos descendieron por la escalera estrecha que los llevó al “nido”, donde Steph los esperaba, rodeada de equipos de análisis y pantallas llenas de datos. Había estado ocupada en la morgue, tomando muestras de los afectados y visitando los lugares donde se les había visto vivos por última vez.

—¿Qué encontraste? —preguntó Steph, levantando la vista de su trabajo.

—Tenemos fotos de los planos y documentos del laboratorio —respondió Tim, entregándole la cámara—. También vemos cómo empaquetaban las armas y los productos químicos.

Steph accedió, inicialmente, a revisar las fotos en la pantalla.

—Yo también tengo algo —dijo, señalando unas muestras en la mesa—. Estas son de las victimas. Hay algo extraño en la composición química de sus cuerpos. Necesitamos analizarlas más a fondo.

Jason se acercó, observando las muestras con interés.

—¿Crees que esto está relacionado con el Maestro? —preguntó.

—Es posible —respondió Tim—. Pero necesitamos más información. Estos compuestos no son comunes. Podrían ser la clave para entender qué está pasando.

—¿El Maestro? —preguntó Stephanie.

—Así se hace llamar nuestro imitado— contesta Tim mientras se sienta frente a una de las pantallas, inicialmente a analizar los datos que habían recopilado.

—Tenemos que descubrir quién está detrás de todo esto y detenerlos antes de que sea demasiado tarde —dijo con determinación.

El ambiente en el “nido” era tenso pero lleno de propósito. Sabían que estaban en una carrera contra el tiempo, pero estaban decididos a llegar al fondo del misterio y detener al Maestro.

De repente, una alarma silenciosa se activó en una de las pantallas. Tim y Jason se miraron, sabiendo que algo no estaba bien.

—Tenemos compañía —dijo Jason, preparándose para lo peor.

Steph rápidamente apagó las luces y activó el modo de seguridad del “nido”. Las pantallas mostraban imágenes de cámaras de seguridad que revelaban a varios hombres acercándose a la casa.

—No podemos encontrarlos aquí —dijo Tim, con voz firme—. Tenemos que salir y llevar la pelea a ellos.

Jason agarró con fuerza sus armas y se preparó para la batalla.

—Vamos a darles una bienvenida que no olvidarán —dijo con una sonrisa desafiante.

Tim, Jason y Steph se prepararon para enfrentarse a los intrusos, sabiendo que la próxima batalla sería crucial para detener al Maestro y desmantelar su operación.

Salieron del “nido” y se movieron sigilosamente por la casa, posicionándose estratégicamente para embobarse a los intrusos. La tensión en el aire era palpable, cada segundo contaba.

La batalla comenzó con una explosión de movimiento y ruido. Los tres se lanzaron contra los hombres armados, dejando fuera de combate a todo el que se atravesará en su camino. Los intrusos respondieron con fuerza, pero el entrenamiento y la coordinación de los tres héroes les dieron la ventaja, Steph soltó una bomba de humo, Tim esquivaba las balas mientras se acercaba a los hombres y los desarmaba, casi bailando con la muerte, Jason por su parte disparaba a los que estaban lejos y golpeaba a los desafortunados que entraban a su perímetro.

En medio del caos, uno de los hombres lanzó una granada que explotó en una nube de gas. Tim, que estaba más cerca, inhaló una bocanada antes de poder cubrirse. Inmediatamente, comencé a sentir los efectos del gas del miedo. Su visión se distorsionó y las risas del payaso sonaron en su cabeza y su corazón comenzó a latir descontroladamente.

-¡ROJO! —gritó Jason, notando el cambio en su compañero.
La atmósfera se espesaba, como si el aire mismo estuviera impregnado de peligro. Cada sombra parecía albergar una amenaza invisible. Tim se aferraba a la esperanza, pero la oscuridad se cerraba a su alrededor como una trampa. El tiempo se estiraba, y el latido de su corazón retumbaba en sus oídos, marcando los segundos que le quedaban. —¡CORRE!— La voz de Conner resonaba en sus oídos y Tim gritaba:
Se levantó y comenzó a correr, sin saber a dónde. Se sentía desorientado, no sabía dónde estaba. Podía sentir el filo de un cuchillo cortarle la garganta y cayó de rodillas, tocándose el cuello mientras la sangre caliente rodaba por sus manos temblorosas, Red Hood ríe de forma acuosa mientras se derrite. Intentaba hablar, pero no podía, su respiración se estaba cortando. —No eres más que un fracaso— no reconocía quién hablaba.
—Siempre quiero saber qué hace a estas aves tan especiales— podía sentir el aliento fétido del joker en su oído y lo escuchaba relamerse los labios. —Tal vez hay algo que tienen dentro, ¡vamos a averiguarlo! — sintió una patada en sus costillas que lo mandó lejos y chocó contra un árbol, emitiendo un rugido visceral cuando una espada le atravesó el estómago, clavándolo contra el árbol. Sentía un calor repentino que lo quemaba. ¿Una explosión? No estaba seguro.
—Quédate quieto y observa— Lady Shiva lo agarró del cabello, forzándolo a levantar el rostro. Su equipo de sombras, estaban todos muertos. Pru lo miraba, era la única que quedaba con vida, sus ojos demostraban miedo y suplicaban. Lady Shiva lo soltó y en un movimiento rápido le arrancó la cabeza a su amiga. Los gritos de sus amigos, suplicando y reclamando su ayuda, y su padre reclamando por su muerte, le recordaban que fracasaba, fracasaba una y otra vez. Era inútil jugar a ser un héroe, poniendo en riesgo a todos los que lo rodeaban. Nunca podría ser un Robin decente. Los veo morir una y otra vez.
—Vamos a ver cuántas aguantas— sintió las espadas atravesar su piel y el veneno del Joker en su sangre. El terror se apoderó de Tim. Sentía que su corazón iba a explotar y sus piernas temblaban incontrolablemente. Quería correr, escapar de las horribles visiones que lo rodeaban. Cada fibra de su ser le gritaba que huirá, que se alejará de ese lugar. Los pasos que alguien resuena tras él, implacables. Tim le teme, aunque no se puede entender por qué. ¿Qué está pasando? se pregunta, mientras la voz metálica lo persigue: -Pajarito, ¡Detente! –
Tim quería correr, escapar de la pesadilla que lo rodeaba, pero sabía que no debía. Miró sus manos enfundadas en guantes negros; Él era Red Robin, un protector de la ciudad. Su corazón latía con una intensidad dolorosa. "¿Tienes miedo?" resonaba una voz acuosa y chirriante, él se sujeta la cabeza con fuerza, le duele.
Su garganta ardía de tanto gritar. Sentía que podría desgarrársela. Pero entonces, los brazos fuertes de Hood lo rodearon, y la voz de Jason se convirtió en su ancla en medio del caos.
—Te tengo, ya estás bien, Tim. Estás bien, pajarito —la suavidad y preocupación en la voz de Jason lo tranquilizaban—. No es real, lo que sea que estés viendo, no es real.
Los brazos de Hood aún lo rodeaban, haciéndolo sentir cálido. Tim se sentía flotando en un espacio suspendido entre el miedo y la calma. Los brazos de Hood lo sostenían como si fueran alas protectoras.
—Estoy aquí, Tim. No estás solo —dijo Jason, acariciando su cabello—. Vamos, pajarito, eres más fuerte que esto.
—Jason, ve a detener a los matones. —Me encargo de Tim —dijo Steph, con voz firme y decidida.
Jason dudó por un momento, pero admitió. Se levantó y se lanzó de nuevo a la batalla, enfrentándose a los últimos intrusos con una furia renovada.
Con el apoyo de Steph, Tim comenzó a recuperar el control. Respiró profundamente, tratando de calmar su mente y su cuerpo. Poco a poco, las alucinaciones empezaron a desvanecerse, aunque el miedo seguía latente. —Estoy bien —dijo Tim, abriendo los ojos y asintiendo a Steph—. Gracias.
—No te preocupes, Tim. Estoy aquí contigo —respondió Steph, manteniendo su voz calmada y reconfortante.
Mientras tanto, Jason luchaba con los intrusos, todos heridos, pero ni una muerte, al menos no en su presencia, muchos de ellos morirán sin el tratamiento médico adecuado. La batalla fue intensa, pero finalmente, Jason logró derrotar a los últimos hombres armados y asegurar la casa. Jason se acercó a Tim y Steph, su expresión seria pero aliviada.
—No vuelvas a asustarnos así, Rojo —dijo, dándole una palmada en el hombro—. No sé qué haríamos sin ti.
Tim sonrió débilmente, aun recuperándose del gas del miedo—No te preocupes, Rojo. No planeo ir a ninguna parte. - Tim sonríe, se siente agotado y su corazón aun late a toda velocidad, las sombras se ven extrañas, pero ahora, se siente bien, tal vez demasiado bien
Stephanie soltó un ruido asqueado. —Consíganse una habitación —bromeó, rodando los ojos.
Jason y Tim se miraron y no pudieron evitar reírse, aliviando un poco la tensión del momento.

—Vamos, Steph, no te pongas celosa —dijo Jason con una sonrisa.

—Sí, siempre hay espacio para ti también —añadió Tim, guiñándole un ojo.

—Ustedes dos son imposibles —dijo, pero su tono era afectuoso

Jason levantó las manos en señal de rendición. —Bien, bien.—dijo Jason, todavía sonriendo—. Muy bien, pajarito bonito, tienes que desintoxicarte y dormir un poco.

Jason se acercó a Tim y, con un movimiento decidido, lo cargó en sus brazos.

—¡Oye! —protestó Tim débilmente, aunque no pudo evitar sonreír—. Puedo caminar, ¿sabes?

—Claro, pero esto es más rápido —respondió Jason con una sonrisa traviesa—. Además, no quiero que te desmayes en el camino.

Steph observó la escena con una sonrisa divertida.

—Cuídalo bien, Jason. Necesita descansar después de todo lo que ha sucedido.

Jason Ayudó y llevó a Tim a través de la casa abriendo las puertas hasta encontrar la habitación, al entrar al dormitorio colocó a Tim sobre la cama.

—Descansa, pajarito —dijo Jason, alcanzo una sábana bajera que caía de la cama sin hacer, volviendo a Tim entre las mantas.

Tim sintió que el miedo había pasado, pero su corazón sigue acelerado y las manos le sudan: ¿sin beso de buenas noches? Que pésimo servicio -se atreve a hablar, seguramente es la droga que hoy gobierna su sistema

Jason se ríe suavemente y se inclina hacia Tim.

—Bueno, no quiero que digas que no te trato bien —dijo, plantándole un beso rápido en la frente a Tim—. Ahora duerme, pajarito.

Tim sonrió, sintiéndose un poco mejor a pesar de todo lo que había pasado.

—Gracias, Jason. Buenas noches.

Al regresar al salón principal, Jason fue recibido por un fuerte olor a sangre y pólvora que lo hizo fruncir el ceño. La escena que se desplegaba ante él era un caos absoluto: Steph estaba atacando a los hombres heridos, y colocaba las armas de fuego contra las paredes, las ventanas de la casa estaban rotas, éstas contrastaban violentamente con el elegante salón. Los muebles, que antes eran blancos y pulcros, ahora estaban manchados de lodo y sangre y agujeros por los que pasaron las balas.

La ira de Jason tenía su visión con un matiz verde, intensificando cada detalle del desastre. No solo por el desorden, sino porque los villanos habían logrado encontrarlos en lo que se suponía era su refugio seguro. La invasión de su espacio personal fue un recordatorio de los vulnerables que eran.

—No puedo creer que hayan llegado hasta aquí —murmuró Jason, apretando los puños. Sus ojos brillaban con ira y el verde se estaba apoderando de él.

Steph levantó la vista, notando la tensión en su rostro.

—Lo sé, Jason. Pero ahora tenemos que concentrarnos en lo que sigue. Cálmate, por favor. Llamé a Tama, ella se encargará de limpiar esto —dijo Steph, tratando de tranquilizarlo más que de informar sobre cómo Tim solía limpiar sus escenas.

Una vez que los intrusos estuvieron asegurados, regresaron al nido. El sistema de seguridad se desactivó cuando Steph colocó su mando en el escáner de la entrada.

—Andando —indicó ella.

Jason sintió una punzada de envidia. Ellas siguieron mientras bajaban las escaleras. Steph se dirigió al ala médica, abrió el botiquín y extrajo tres jeringas, entregándoselas a Jason.

—Necesitamos su sangre —informó, moviendo la cabeza en señal de que debía regresar al dormitorio, mientras ella volvía a las muestras, los químicos en las fotográficas, y el celular del vendedor ahora desencriptado.

—Necesitamos entender qué le han dado —dijo Steph, comenzando a escribir la estructura química en un cuaderno. Se volteó y vio a Jason paralizado, como si tuviera los pies anclados al piso—. ¡Muévete! —ordenó.
Jason estaba inseguro, su mente inundada de recuerdos y emociones conflictivas. La culpa lo consumía al recordar cómo había intentado matar a Tim en el pasado. La visión de Tim vulnerable y asustado lo llenaba de una mezcla de arrepentimiento y miedo.

—He intentado matarlo. El sujeto tiene una sinterización que lo hace ver cosas y es presa del pánico, ¿y quieres que le saque sangre? —Jason sacudió la cabeza, su voz temblando— No puedo hacer esto.

Steph rodó los ojos, frustrada. Suspiró y perdió su trabajo.—Jason, Tim no reacciona como una persona normal al gas del miedo, pero sí estará mareado. Llévale un café, él cooperará. Además, también tengo historial tratando de matarlo en más de una ocasión. Te aseguro que has sido perdonado. Él… —Steph dudó en revelar más de lo debido—. Te adoraré, Jason.


Jason miró a Steph, procesando sus palabras. La culpa y el miedo seguían presentes, pero también sentía una chispa de esperanza y redención. Finalmente, asintió y tomó las jeringas, dirigiéndose al dormitorio con una mezcla de determinación y culpa. Cuando Jason entró en el dormitorio, vio a Tim descansando, su respiración aún agitada pero más tranquila. Se acercó lentamente, tratando de no alarmarlo.

—Tim, necesito tomar una muestra de tu sangre —dijo Jason con suavidad, tratando de mantener su voz firme—. Es para sintetizar una cura.
Tim abrió los ojos y soportó débilmente, extendiendo su brazo sin decir una palabra. Mientras Jason preparaba la jeringa, sus manos temblaban ligeramente. Tim notó la tensión en Jason y, a pesar de su estado, levantó una mano temblorosa para tocar suavemente el brazo de Jason.

—Jason, estás bien. Confío en ti —susurró Tim, su voz débil pero llena de sinceridad.
Jason se detuvo por un momento, sorprendido por la confianza y la calidez en los ojos de Tim. Tomó aire profundamente, calmándose, y luego tomó la muestra con el máximo cuidado, tratando de ser lo más gentil posible. Después de tomar la muestra, Jason se quedó unos momentos más, sosteniendo la mano de Tim. Sus miradas se encontraron y, por un instante, todo lo demás desapareció. En esos ojos celestes, Jason vio perdón y una conexión que iba más allá de sus errores pasados.

—Gracias, pajarito —dijo Jason, tratando de ofrecer una sonrisa tranquilizadora—. Esto nos ayudará a entender qué te han dado.

Tim esbozó una pequeña sonrisa y apretó la mano de Jason con la poca fuerza que le quedaba. —Sé que lo harás, Jay. Gracias por estar aquí.

Jason sintió un calor reconfortante en su pecho y, en ese momento, supo que haría todo lo posible por proteger a Tim, no solo para la misión, sino porque significaba mucho más para él. Lentamente, se inclinó y, en un gesto impulsivo y lleno de ternura, besó la frente de Tim. —Siempre estaré aquí para ti —murmuró Jason, mientras sus ojos se encontraban una vez más, haciendo una promesa silenciosa entre ellos.

Steph, observando desde la puerta, sonrió para sí misma antes de regresar al laboratorio, dejando a los dos jóvenes en su momento de conexión.

Chapter 3: Capitulo 3

Chapter Text

Jason se levantó lentamente, cuidando de no despertar a Tim. Escuchó un gemido de protesta, pero la respiración de Tim seguía estable, lo que le permitió soltar un suspiro de alivio mientras miraba al más joven con ternura. Tim se veía casi angelical cuando dormía, lejos de ser el gremlin adicto al café y al trabajo que solía ser.

Moverse en la oscuridad era complicado, pero podía escuchar a la prensa rondando la casa. “Tiene que existir alguna forma de llegar al nido desde la habitación”, pensó, empezando a mover cosas en el escritorio con cuidado de no despertar a Tim. Sin embargo, nada funcionaba; “el chico genio seguramente tiene los mecanismos más escondidos y menos cliché que los de la cueva".

Con resignación, Jason salió de la habitación. Las muestras en sus manos parecían pesar más y más, consciente de que cada segundo contaba. Se escabulló entre las sombras y se dirigía al nido por la única entrada que conocía. Se disculpó mentalmente con el pez dorado al introducir su mano en su hogar, gratamente sorprendido de la supervivencia tanto del animal como de la pecera, pese al obvio impacto de bala en el cristal templado. Escuchó la descompresión de la puerta y se apresuró a correr por las escaleras, directo a donde Steph estaba trabajando incansablemente.

—Aquí están, Steph —dijo Jason, entregando dos de las muestras a la chica.

Steph miró la muestra y luego a Jason, notando la preocupación en sus ojos, mientras él colocaba una de las muestras en el centrifugador, extrañado por la muestra ya presente en el aparato.

—La otra muestra la conseguí de nuestro banco de sangre de emergencia, también es de Tim. Hasta ahora no habíamos logrado conseguir muestras vivas y menos poder compararlas con un antes y un después de la infección de la droga —informó Steph mientras amarraba su cabello rubio en un moño improvisado y desordenado—. Lo haré lo más rápido que pueda, Jay.

Steph colocó una de las muestras en una neverita y de la otra extrajo dos gotas de sangre que colocó bajo un microscopio, comenzando a trabajar.

Jason revisaba las notas esparcidas, estudiando las fórmulas químicas de los posibles alucinógenos, cuando de repente, un ruido en la puerta llamó su atención. Los dos héroes compartieron una mirada rápida y se pusieron alerta, listos para otra ronda con sus actuales enemigos. Pero para su alivio, era Nightwing. El acróbata saltó desde el tercer piso, extendiendo sus brazos para agarrarse de las barandillas de las gradas con facilidad y, tomando impulso, dio su último salto acrobático, aterrizando suavemente en el suelo.

—Presumido —dijo Jason con una sonrisa burlona que desapareció rápidamente, volviendo a concentrarse en las fórmulas, regreso su mirada a Dick —¿Siempre tienes que hacer una entrada dramática?-

Dick sonrió de vuelta, pero la preocupación en sus ojos era evidente. – ¿Qué paso?, ¿dónde está Tim?, ¿Que están haciendo ustedes aquí? - Pregunto desconcertado -necesito contexto, la presa esta como loca afuera, di órdenes a la policía de no acercarse en cuanto dieron la dirección de los disparos.

—Tim fue infectado por un gas del miedo, es algo nuevo, no es como los de Doctor Crane, es una mezcla distinta, por lo que sabemos, los efectos varían dependiendo la dosis —explicó Jason, su voz cargada de tensión—. Estamos tratando de encontrar una cura antes de que sea demasiado tarde.

Dick asintió, su expresión se endureció al escuchar la gravedad de la situación. —¿Cómo puedo ayudar? —preguntó, listo para actuar.

—Necesitamos más información sobre el compuesto del gas—dijo Steph sin apartar la vista del microscopio—. Dick, ¿puedes acceder a los archivos de la Batcomputadora? , lo investigábamos con Batman, pero ellos... tuvieron un desacuerdo, así que lo continuamos acá. Tal vez haya algo que nos hayamos pasado por alto.

—Enseguida —respondió Dick, dirigiéndose rápidamente a la consola más cercana.

De repente, un fuerte ruido de estática resonó en sus oídos—La situación afuera está empeorando —dijo Barbara, su tono urgente “¿oráculo?” pensó Jason era extraño para él estar conectado nuevamente a la red de comunicación—. La prensa está volviéndose más agresiva y la policía está teniendo problemas para mantener el control.

—Tenemos que mantenerlos alejados de aquí —dijo Dick, su voz firme, mientras trabajaba frenéticamente en la computadora, buscando cualquier información que pudiera ayudar a salvar a Tim. De repente, una idea se formó en su mente. Se giró hacia Steph y Jason, quienes estaban concentrados en sus respectivas tareas.

—¡Lo tengo! —exclamó Dick, su voz llena de determinación. Steph y Jason levantaron la vista, sorprendidos por la interrupción.

—¿Qué tienes? —preguntó Jason, dejando de lado las fórmulas químicas por un momento.

—No podemos estar acá sin levantar sospechas, pero podemos hacer público el rescate de Tim —explicó Dick, sus ojos brillando con una nueva esperanza—. La prensa ya sabe de los disparos y que Nightwing llegó después. Tim, como civil, no podría haber salido de esto solo… a menos que alguien lo hubiera salvado.

Steph frunció el ceño, tratando de seguir el razonamiento de Dick. —¿Qué estás sugiriendo? —preguntó.

—Podemos decir que Red Hood salvó a Tim —continuó Dick—. Eso explicaría la lucha de disparos y por qué Tim está a salvo ahora. La prensa lo comprará y dejarán de insistir con entrar a la casa. Nos dará tiempo.

Jason frunció el ceño, visiblemente incómodo con la idea.

—¿Salvar a Tim? —espetó, su voz cargada de sarcasmo y enojo—. Suelo escuchar tonterías de tu boca, pero esto se lleva el premio. Yo soy un asesino, no el niñero de los mimados de Gotham. Ya tengo suficiente mala fama por dejar vivos a algunos criminales, ¿y ahora quieres que sea el salvador de los de cuello blanco? ¡Es ridículo!

Dick frunció el ceño, su paciencia visiblemente menguando. —Si tienes una mejor idea —reclamó con firmeza—, Soy todo oídos. No es como si tuviéramos muchas opciones —dijo, sus palabras llenas de frustración—. Es un sacrificio necesario.

Jason gruñó, la furia burbujeando dentro de él. La situación solo parecía empeorar. Su noche había comenzado tan tranquila, pero ahora todo se complicaba. Tenían toda la información; solo les faltaba dar con un nombre y podrían volver a la normalidad. El Cromatógrafo líquido emitió un pitido, regresándolo a la realidad.

—Bien —aceptó Jason con resignación, su voz goteando amargura—. Hagámoslo —dijo, sin mirar a nadie más mientras obtenía los resultados. Con el aislamiento de la sangre, ahora tenían información sobre la cantidad y el tipo de compuestos en la muestra.

Dick asintió y salió corriendo del nido, listo para dar el anuncio a la prensa. Pasaron unos minutos más mientras el cromatógrafo de gases analizaba una de las muestras de la droga que circulaba en el callejón. El pitido del aparato llegó junto a la noticia: “Nightwing informa que Tim Drake, millonario prodigio de la ciudad, ha sido rescatado por el infame Señor del Crimen, Red Hood. Y que en este momento se encuentra en aislamiento y recuperación en la UCI del hospital”

Jason golpeó la mesa con el puño, su frustración era palpable. —¡Perfecto! Ahora soy el héroe de la ciudad —murmuró con amargura, mientras los resultados del análisis seguían apareciendo en la pantalla.

Steph, que había estado observando en silencio, no pudo evitar intervenir con una sonrisa traviesa. —Vaya, Jason, quién diría que debajo de esa máscara de tipo duro hay un verdadero caballero en armadura roja. ¿Qué sigue? ¿Salvar gatitos de los árboles? —bromeó, dando un leve codazo a su amigo.

Jason la miró con una mezcla de exasperación y diversión, su frustración momentáneamente aliviada por el comentario ingenioso de Steph. No pudo evitar sonreír un poco, sonrisa que se desvaneció al escuchar a Dick regresar, hablando por el comunicador. —...ya lo revisé, está estable, no parece tener el comportamiento de los anteriores, mas bien… parece feliz mente drogado, ¿si, entiendes a lo que me refiero? —Jason concluyó que hablaba con Bruce. Tras una larga pausa, la alarma en la voz de Dick se volvió palpable—. ¡No! —gritó, la urgencia clara en su tono—. ¡No se está arrancando su propia piel! ¿En serio eso les pasa a las víctimas con mayor exposición? …. Es horrible...

Dick apretó el comunicador en su oído y miró a Jason con una expresión grave. —Bruce dice que las víctimas con mayor exposición a esta droga… —hizo una pausa, visiblemente incómodo— …se arrancan la piel. Es una reacción alucinógena extrema. Nunca hemos visto algo así antes.

Jason apretó los dientes, su ira y frustración volviendo a la superficie. —Entonces tenemos que movernos rápido. Ya tengo la composición —dijo con determinación.

Steph se acercó a los muchachos, su rostro reflejando una profunda preocupación —Los efectos secundarios ya deben estar afectándolos. La toxina destroza los neutrófilos, que son parte crucial del sistema inmunológico, a una velocidad alarmante. Además, la propia toxina genera una infección bacteriana generalizada que puede llevar a una respuesta inflamatoria sistémica severa. Así que… si no mueres de miedo, los efectos secundarios te matarán —dijo con tono serio, su voz temblando ligeramente.

Jason miró los resultados en la pantalla. Al principio creyó que era una alteración de fentanilo, lo cual sería muy inestable, pero si agregas azufre a la mezcla… Miró a Dick mientras hablaba, pero él no escuchaba ni una palabra de lo que decía su hermano mayor.

—Puedo aislarla- Susurro para si mismo, ganandose la mirada de los otros dos héroes - La mezcla está hecha con los medicamentos desaparecidos del laboratorio S.T.A.R. hace tres meses. ¡Es quetiapina, carajo! Roy lo investigó, pero era un callejón sin salida; desaparecieron como si nunca hubieran existido.

De repente, todo encajó. Jason comenzó a moverse rápidamente, se colocó unos lentes de protección y se apoderó del laboratorio improvisado. Los olores químicos eran fuertes, pero no se detendría. Steph tosía mientras activaba un mecanismo de ventilación especial. Jason definitivamente disfrutaba mezclando los productos, su mente trabajando a toda velocidad para encontrar una solución.

Dick observaba a sus compañeros, sintiendo una mezcla de esperanza y preocupación. Mientras miraba a Jason trabajar con los químicos, un recuerdo doloroso surgió en su mente. Antes de su muerte, Jason amaba la química; claro, cocinaba drogas ilegales en su laboratorio secreto, pero, el recuerdo era dulce.

Dick se volvió hacia Jason, observándolo con atención. Sabía que Jason estaba haciendo todo lo posible, pero no podía evitar sentirse inquieto. La sombra del pasado de Jason con el Espantapájaros y su amor por la química pesaban en su mente.

—Jason, ¿estás seguro de que esto funcionará? —preguntó Dick, su voz cargada de preocupación.
Jason levantó la vista, notando la inquietud en los ojos de Dick, y sonrió ampliamente. —No tenemos otra opción, Dick —respondió Jason con determinación—. Confía en mí.

Dick asintió lentamente, tratando de calmar sus temores.

Steph se acercó a Dick, su mirada llena de orgullo y cariño. —Se ve feliz —dijo, mirando a Jason con una sonrisa—. Sabes, ese fue el motivo de la pelea con Bruce. Tim siempre insistió en que Jason era el mejor en química, quería incluirlo en la investigación. Bruce se negó y el resto fueron quejas hasta que no se toleraron más… ahora entiendo por qué Tim insistía tanto.

Una sonrisa dulce apareció en su rostro mientras guiaba a Dick al otro lado del “nido”. Extendió un mapa de Gotham sobre una mesa.

—Marcaremos los lugares de distribución. Tenemos fotos de las rutas. Hasta el momento creíamos que solo era un laboratorio, pero en las pruebas que Jason y Tim consiguieron temprano se muestra que también salen del puerto. Tal vez, ¿el Pingüino está financiando esta operación? Es muy confuso. ¿Quieres ver la cinta de Batman cuestionando al Dr. Jonathan Crane? Dice cosas muy locas sobre cómo la admiración del miedo llevará a la sociedad a evolucionar. - Dick negó con la cabeza, si no estaba involucrado entonces prefería ahorrarse los delirios de Crane, el pensamiento del sujeto era delirante.

-veamos esas rutas- dijo con entusiasmo, cada minuto estaban mas cerca de descubrir quien estaba detrás esta toxina tan peligrosa y cuál era su plan.

El amanecer estaba cada vez más cerca. Jason trabajaba frenéticamente en el laboratorio improvisado, sus manos moviéndose con precisión y rapidez. Los frascos y tubos de ensayo se alineaban a su alrededor, cada uno conteniendo una parte crucial de la solución. El olor a químicos llenaba el aire, pero Jason apenas lo notaba.

Con un último ajuste, Jason vertió el contenido de un frasco en un tubo de ensayo, observando cómo el líquido cambiaba de color. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro mientras el antídoto tomaba forma.

—¡Lo tengo! —exclamó, levantando el tubo de ensayo para que todos lo vieran.

Steph y Dick se acercaron rápidamente, sus rostros reflejando una mezcla de alivio y orgullo. Steph, con una sonrisa cálida, salto abrazando a Jason. —Sabía que podías hacerlo —dijo, su voz llena de cariño.

Dick asintió, sus ojos brillando con admiración. —Buen trabajo, Jay.

Jason, aún con la sonrisa en su rostro, asintió. —Ahora solo queda probarlo y asegurarnos de que funcione- Con una chispa de humor en sus ojos, Jason levantó el tubo de ensayo y miró a Steph y Dick.—Entonces, ¿Quién de ustedes dos quiere ser el primero en probarlo? —preguntó con una sonrisa traviesa.

Steph soltó una risa nerviosa, alejándose de él, y Dick negó con la cabeza, sonriendo.—Creo que pasaremos esa oportunidad, Little Wings —respondió Dick, tratando de mantener un tono serio pero sin poder ocultar su alivio.

Jason rió al ver sus expresiones, su semblante cambio de repente —Era en serio —dijo, tomando una jeringa completamente nueva e introduciéndola en el tubo—. Tenemos que probar que sea segura.

Steph extendió su brazo, una sonrisa nerviosa en su rostro. —Es difícil cuando pareces un científico loco, pero está bien —bromeó.

Jason insertó la aguja con cuidado, inyectando la mitad del líquido. Todos observaron en silencio, esperando algún signo adverso. Pasaron unos minutos y Steph comenzó a sonreír. —No siento nada… de hecho, me siento bien —dijo, sorprendida.

Dick soltó un suspiro de alivio, su rostro iluminándose con una sonrisa. —¡Funcionó! —exclamó, mirando a Jason con orgullo.

Steph asintió, su mirada llena de gratitud y cariño hacia Jason. —Estoy tan orgullosa de ustedes dos. Tim tenía razón al confiar en ti, Jason.

Jason, estuvo a punto de contestar cuando otra vos resonó en sus oídos —Desmantelamos el primer laboratorio, pero no tenemos señales del “maestro” —informó la voz de Damian por medio del comunicador, su tono cargado de frustración y cansancio—. Padre cree que podría no estar en estos lugares, al menos no esta noche - La fatiga se reflejaba en cada palabra de su expresión, pero la preocupación era aún más evidente -Seguiremos investigando- dijo antes de cortar la comunicación

Jason asintió, la noticia de Damian lo preocupaba, pero no podía mostrar debilidad frente a los demás. —Bien, asegúrense de cubrir todas las salidas. No podemos dejar que escape —respondió, su voz firme y autoritaria.

Steph se acercó a Jason con una sonrisa juguetona. —Entonces, caballero en brillante armadura roja, es tu momento de brillar. Tim te necesita —dijo, con un tono serio esta vez—. Eres tú quien debe administrarle el antídoto.

Jason se quedó en silencio por un momento, mirando el tubo de ensayo en su mano. Sabía que Steph tenía razón, pero la idea de enfrentarse nuevamente a Tim en su estado actual le hacía sentir una mezcla extraña que le revolvía el estómago

—No sé, Steph… —comenzó Jason, pero Stephani lo interrumpió, colocando una mano reconfortante en su hombro.

—Jason, eres la única persona en quien confiaría en este momento —dijo con firmeza—. No puedes echarte atrás. Tim te necesita.

Jason respiró hondo, dejando que las palabras de su amiga se asentaran en su mente. Finalmente, asintió con determinación.

—Está bien. Voy a hacerlo —dijo, su voz firme mientras se dirigía hacia la salida—. Subir las gradas es la parte fácil, llega hasta la habitación y puede sentir que la mano le tiembla, escucha los pequeños gemidos que proviene del interior de la habitación. Jason no dejaba de pensar en Tim, su mente dividida entre la preocupación y la determinación de salvarlo.

Respira y exhala recogiendo valentía para abrir la puerta, Jason se acercó a la cama de Tim, viendo su rostro pálido y los tubos que lo mantenían con vida que seguramente Dick conecto,

—Tim… —murmuró, su voz quebrada por la emoción.

Steph y Dick se mantuvieron cerca, dándole a Jason el espacio necesario para hacer lo que tenía que hacer. Jason sacó la jeringa con el antídoto y se preparó para inyectarlo.

—Vamos, pajarito. Aguanta un poco más —susurró Jason mientras introducía la aguja en la vena de Tim, inyectando lentamente el antídoto.

Los segundos se sintieron como horas mientras todos observaban en silencio. Finalmente, la respiración de Tim pareció estabilizarse, y un leve color comenzó a regresar a su rostro.

—Está funcionando… —dijo Dick con alivio.

Steph sonrió, sus ojos brillando con lágrimas de alegría. —Sabía que podías hacerlo, Jason.

Jason se dejó caer de rodillas junto a la cama de Tim, sintiendo el peso de la tensión dejar su cuerpo.

—Ahora solo queda esperar que despierte —dijo, tomando la mano de Tim con suavidad—. Estaré aquí cuando lo haga.

—nosotros esperaremos a Tama— informa Dick saliendo de la habitación junto a Steph

Horas más tarde, el sol comenzaba a asomarse por el horizonte, bañando la habitación con una luz suave y dorada. Finalmente, Tim comenzó a moverse ligeramente, sus párpados temblando antes de abrirse lentamente. Sus ojos parpadearon, tratando de enfocar su visión. Lo primero que vio fue a Jason sentado en la orilla de su cama, sujetando su mano. Tim intentó hablar, pero su garganta estaba seca y dolorida. Jason le ofreció un vaso de agua, y Tim bebió con gratitud.

—Gracias —murmuró Tim, sintiendo la aspereza de sus propias palabras. Jason lo observaba con sus penetrantes ojos, de un fascinante color verde-azulado, que para Tim eran como sumergirse en un remolino de verdes y azules, donde cada matiz contaba una historia de anhelos ocultos y promesas no dichas.

—¿Estás bien? —preguntó Jason, su voz más suave de lo que Tim esperaba. Usaba ese tono de voz, el mismo tono que Tim recordaba de Robin, de su Robin. El Robin que rescataba niños, que luchaba por la justicia. Tal vez Jason nunca dejó de usarlo. Al final, Hood también rescata niños. Es el héroe de los pequeños de Gótica. Tim consideraba que era divertido pensarlo: El Señor del Crimen, el jefe de las mafias, es el protector de los niños y las prostitutas.

—¿Jason...? —murmuró Tim, su voz ronca y débil por los gritos que había dado, incrédulo de tener al sujeto que considera su héroe enfrente.

Jason se inclinó hacia adelante, su corazón latiendo con fuerza.

—Sí, soy yo, Tim. Estás a salvo —dijo, su voz suave pero cargada de emoción.

Tim parpadeó, tratando de procesar lo que estaba viendo. Una mezcla de confusión pasó por su rostro. Su mente aún nublada por la droga. El dolor en su garganta era casi insoportable, se llevó una mano al cuello con una mueca.

Tim miró a Jason, sus ojos llenos de gratitud y admiración. —Gracias, Jay. Sabía que vendrías por mí —dijo, esforzándose por hablar a pesar del dolor y pensando que tal vez seguía un poco drogado.

Jason se acercó aún más a él, su expresión suavizándose. —No tienes que agradecerme, Tim. Siempre estaré ahí para ti —respondió, su voz firme pero gentil.

Tim asintió, sus ojos llenándose de lágrimas de gratitud. —Siempre supe que podíamos contar contigo, Jay.

Jason sintió un nudo en la garganta, pero logró sonreír, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. —Y siempre lo seré, Tim. Siempre lo seré.

Tim se quedó en silencio por un momento, contemplando a Jason con una intensidad renovada en su mirada. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa mientras reunía el coraje para decir lo que había estado pensando desde que había despertado.

—Jay, ¿puedo... puedo pedirte algo? —susurró Tim, su voz apenas un susurro ronco.

Jason lo miró con curiosidad y ternura. —Claro, Tim. Dime.

Tim tragó saliva, sintiendo la nerviosidad crecer en su pecho. —¿Podrías... podrías darme un beso? —pidió, su mirada buscando la de Jason con determinación.

Jason se quedó sin palabras por un momento, sorprendido por la petición, pero también conmovido por la vulnerabilidad de Tim. Se acercó más a Tim, sintiendo la calidez de su aliento.

—Claro, Tim. Con gusto —respondió Jason suavemente.

Y así, en la suave luz del amanecer, Jason inclinó la cabeza y presionó sus labios suavemente contra los de Tim. Fue un beso lleno de gratitud, alivio y un profundo afecto que había crecido entre ellos a lo largo de los años. Para Tim, fue como sentirse completamente seguro y protegido, sabiendo que Jason siempre estaría ahí para él, sin importar qué.

Jason por su parte se sintió abrumado por una mezcla de emociones mientras se separaba del beso con Tim. Durante años, su relación había sido tumultuosa, marcada por conflictos, traiciones y momentos de intensa rivalidad. Había momentos en los que había intentado hacer daño a Tim, incluso hasta el punto de casi quitarle la vida en más de una ocasión. Esos recuerdos oscuros y dolorosos siempre lo perseguían, pero también había sido testigo del perdón sincero de Tim, entendiendo que muchas de esas acciones habían sido impulsadas por el pozo.

Ahora, en la suave luz del amanecer, mientras Tim le miraba con ojos llenos de amor y gratitud, Jason experimentaba una profunda sensación de paz y redención. Habían entrenado juntos, vivido aventuras juntos, peleado lado a lado como aliados y enfrentados como enemigos en un ciclo interminable de desafíos. Pero a pesar de todo, Tim siempre había estado ahí, confiando en él, perdonándolo y amándolo a su manera única.

Era un momento de claridad para Jason, donde finalmente podía dejar atrás el peso del pasado y abrazar la verdad de que Tim lo había amado siempre, a pesar de todo. Cada experiencia compartida, cada batalla superada juntos, había fortalecido su vínculo de una manera que ninguna cantidad de palabras podría expresar completamente. Ahora, con el beso compartido, Jason sabía que no solo tenía el perdón de Tim, sino también su amor inquebrantable.

—Wow… Vamos a repetir eso — dijo inclinándose nuevamente disfrutando de la sensación, podía sentir los labios de Tim tan suaves contra los suyos y sus manos recorriendo su cuero cabelludo, era intoxicante. Se sentía agradecido por tener la oportunidad de estar de nuevo junto a Tim, no solo como compañero de lucha, sino como alguien que había compartido su vida y su corazón a lo largo de los años. En ese momento, Jason supo que haría todo lo posible para proteger a Tim, para estar ahí cuando lo necesitara y para ser el héroe que Tim siempre había visto en él, incluso en los momentos más oscuros de su historia juntos.