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Sobre Ordis y sus Preceptos Dañados

Summary:

—Ordis no está feliz de verte.
—Uh… ¿okey? Pero ¿por qué?
—Tal vez deberías preguntárselo a él.

Notes:

Sólo una idea random que tuve cuando estaba como desquiciada farmeando al Necramech y escuchar a Otak me hizo recordar a Ordis.

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

SOBRE ORDIS Y SUS CEL—PRECEPTOS DAÑADOS

Después de una larga expedición en Deriva Cambion, la Tenno finalmente había conseguido juntar los componentes suficientes para armar a su Necramech: Voildrig. Fue un trabajo exhaustivo considerando el repelús de tener que confrontar todo tipo de infestados pútridos y repulsivos mientras minaba, pescaba y, de paso, arreglaba los problemas familiares de los Entrati como una especie de psicólogo espacial sin sueldo, pero había valido la pena…

Bueno… algo así. El drama familiar de los Entrati era cosa seria, realmente: escuchar cada queja, cada farfullo receloso y cada indirecta venenosa y filosa mientras hacían las paces solía dejarla agotada mentalmente, aunque platicar con la Abuela —y ocasionalmente con Madre— solía ser agradable y menguaba un poco dicho sentimiento.

Para su desgracia, lo que pensó que podría ser un momento de vitoreo y la celebración de culminar con un paso más para lograr su cometido —casi suicida— de lanzarse a las garras de los Conscientes para rescatar a su Lotus se vio rápidamente interrumpido cuando Ordis la recibió como era habitual, más no con las palabras que acostumbraba a decirle.

Y es que éste le dijo, en su lugar:

—Ordis no está feliz de verte.

—… ¿qué?

—Ordis no está feliz de verte —repitió monótonamente, casi con frialdad.

—Uh… ¿okey? —Hubo un silencio largo e incómodo. La Tenno, negándose a admitir que aquella frase la había tomado desprevenida, golpeándole las tripas con un golpe bajo, se sintió abochornada cuando finalmente agregó—: Pero ¿por qué?

—Tal vez deberías preguntárselo a él.

—… ¿a quién?

—A él.

La Tenno arqueó una ceja, más confundida que antes. El Cefalón de la nave, por su parte, se mantenía flotando con una vibra que daba a asumir que, de poder hacerlo, se hubiera cruzado de brazos con expresión indignada, posiblemente hasta zapateando disgustado.

—Ordis, ¿a quién debo preguntarle qué cosa? —Volvió a preguntar, comenzando a tener más claridad sobre su actitud, pero queriendo asegurarse primero de no estar imaginando cosas por culpa de sus sesiones de extrañas terapias con los Entrati.

—A ese ---pedazo de---… tal «Otak» —remarcó Ordis casi venenosamente, controlando la falla de su personalidad…

Eh… no, en realidad no lo hizo.

La Tenno entonces sonrió bajo su bufanda al confirmar lo que ya había asumido.

—Ordis, estás celoso —afirmó, no preguntó. La risita enternecida rápidamente se transformó en una mueca de confusión, arrugando la frente—. Espera, ¿no se supone que tus preceptos te impiden sentir envidia y esas cosas?

—Se supone —masculló Ordis, como si se contuviera. No negó la verdad que había tratado de procesar y reprimir desde la primera vez que escuchó a su Operadora parloteando entre risitas sobre lo hilarante que era Otak y cómo se diferenciaba de Loid por la forma tan familiar y amistosa con la que le decía «Piedrita»—. Pero lo hago. Por eso Ordis no se alegra de verte. —Entonces, sin nada más que decir, se alejó flotando, mascullando, gruñendo y maldiciendo por lo bajo frases que la Tenno no logró entender, pero que sonaban como reprimendas y quejas.

Dicho gesto fue particularmente más extraño que otras veces, pero no era la primera vez que Ordis actuaba raro y se sabía que tampoco sería la última vez, así que no era algo por lo cual preocuparse. Al contrario: esto dejaba entrever que independientemente de la situación, él simplemente no podía pasar por alto el darle la bienvenida a su Operadora, incluso si era para hacerle un drama de por medio. Lo cual, de hecho, era bastante tierno viniendo de su parte: también era hilarante, pues la escena de celos había surgido por simplemente mencionar a Otak y la palabra «amigo» en una misma frase… una sola frase días atrás que no repitió por estar más concentrada en construir su Necramech.

«Bueno, ya tenía rato estando bastante tranquilo», pensó la Tenno hundiéndose de hombros, dirigiéndose, aún con la transferencia activada, hacia la fundición. Acto seguido, rebuscó entre los planos incompletos y los materiales listos para fabricarse los componentes del Necramech.

Mientras lo hacía, logró escuchar el robótico murmullo de su cefalón ahogándose en el denso silencio en la parte trasera de la Liset.

Fue fácil intuir que Ordis había entrado a la habitación de la Tenno, donde solía estar Umbra contemplando el espacio, hundido en cavilaciones que la joven aún no se animaba a descubrir —por mucho que presumiera que era buena lidiando con traumas familiares. La razón para hacerlo había sido probablemente para despotricar contra él: desde que la Tenno había decidido no llevar a Umbra a Deriva Cambion, por razones empáticas y personales, Ordis se había vuelto más cercano al antiguo Dax, aunque probablemente sólo era porque no tenía a nadie más con quien hablar tanto como lo hacía con ella.

En fin. Eso no le quitó lo divertido a la situación, ni tampoco lo hizo menos tierno.

«Me pregunto si algún día se dará cuenta de que Otak me recuerda a él», rió para sus adentros, escuchando más fuerte un:

—¡Ordis está bien! ¡En serio! ¡Los celos no son parte de sus preceptos! ¡Es una falla! ¡¿Me estás escuchando, Umbra?!

Notes:

La última frase la saqué directamente de una frase que Ordis dijo durante «Vientre de la Bestia». Amé tanto cómo lo dije que decidí usarla aquí, porque quedaba mamalón (?).

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