Chapter Text
Mi nombre es Anon Y. Mouse, el primogénito de la cabeza del clan Mous… pero las cosas no fueron como esperaba…
Durante toda mi vida fui entrenado para el cargo más importante, el nuevo líder de la familia Mous, en otras palabras el Rey de la humanidad, pero esa mierda nunca me importo, yo no quería serlo, soy un mediocre y con orgullo, me gusta holgazanear, estar solo, navegar en 4 chan, ver anime, y sobre todo no relacionarme con nadie, me gusta la soledad… Pero por el simple hecho de nacer ya se me habían puesto unas cadenas que tenía que cargar.
En este mundo tanto los humanos como dinos ganan poderes especiales llamados feats, algunas son de nacimiento, otras genéticas, otras se aprenden o se consiguen en mazmorras donde habitan monstruos que tienen que ser sellados rápidamente para evitar desastres, casi toda la economía y el poder de los países dependen de ello.
No me agrada casi nadie de mi familia, mi padre siempre me vio como una herramienta, mi madre ni se su nombre y mi hermano, me desprecia, me ha hecho vivir un infierno y posiblemente intente matarme en el futuro.
En este mundo todos nacen con una clase y una especialización, que vienen siendo los poderes que puede utilizar cada individuo y que rol se te dará en el campo de batalla, existen muchos e incluso salen nuevos o únicos cada tanto.
Las cosas dieron un giro drástico en mi vida, cuando a los 15 se me diría cuales eran mi clase y especialización, las especializaciones con mucho trabajo pueden ser cambiadas, pero no te puede tocar lo que quieres sino lo que forzaste a que necesitaras, pero la Clase es permanente nada la cambia.
Mi padre esperaba, que me tocara una clase ofensiva, como a todos en el clan, ya sea mago de batalla, hechicero rúnico o cualquier otra mamada pretenciosa…
Cuando inició el ritual, apareció mi hoja de estado. En ese momento, escuché en mi mente el sonido de las campanas de la libertad. ¡Al fin! Me había tocado una de las consideradas peores clases de todas: “Maestro de la Palabra,” una clase que se especializa en soporte. Y mi especialización era Buffer. Me había sacado la puta lotería.
Como era de esperarse, mi padre se decepcionó un montón, este me miró como si me hubiera convertido en una mancha en su pared perfectamente blanca. Y mi hermano… bueno, él celebró con todas sus fuerzas mi “fracaso.”
Esa simple hoja de estado me descalificó de ser el próximo heredero de cierta forma, y casi todos perdieron cualquier interés en mí, aunque ese fue el inicio del infierno que duró 3 años…
Aún recuerdo la cara de mi hermano un año después, cuando le tocó ver su clase. Le salió mago de batalla especializado en magia de fuego, justo lo que mis padres querían.
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—Bienvenido al lado jodido, Anon —me dije cuando cumplí dieciocho.
Apenas soplé las velas, fui “amablemente” exiliado. Mi familia, esos infelices, me enviaron a una academia del otro lado del mundo. Me fui de Inglaterra a Volcadera Bluff, en Estados Unidos, el continente dino, con el que por cierta estaban a un incidente de estallar una guerra... Me dieron una miseria de dinero que solo recibiría hasta graduarme y me informaron que estaba desheredado “por inútil.”
—Nunca te queremos volver a ver, Anon. Jamás —dijo mi padre en la carta que me dio, sin siquiera hablar personalmente.
No los culpo, claro. Me importó tanto como siempre: nada. Sabía que su verdadera razón era que no soportaban tenerme cerca. ¿Cómo iba a afectar eso a mí “preciado” hermano, ahora que yo ya no era una amenaza para que el tomará el trono sin resistencia alguna?
Ahora iba a vivir diferente, aunque esa palabra es relativa. Mi familia es tan supremacista, Odian a los dinos, los ven como bichos inferiores, como es normal en el continente humano ya que los dinos, no pueden aspirar a ser más que esclavos, una de las razones por las que odiaba este maldito continente de mierda, incluso si tuviera la oportunidad, en ese horrible lugar con tan pocos individuos rescatables no Valia la pena gobernar… recordando a mi tío, a el profesor Iadakan, y sus seguidores, quizás los únicos humanos rescatables, que querían hacer una diferencia…
Lástima que ese maldito continente de mierda me quito al profesor Iadakan, por intentarlo abiertamente, y en el proceso me hicieron perder casi toda mi fe en la humanidad…
En fin, me enviaron aquí para que sufriera en este país lleno de "herramientas de trabajo." Según ellos, estaban desterrándome al infierno, donde estar rodeado de dinos sería el verdadero castigo.
—Como si me importara un carajo, esto para mí no era un castigo, de hecho lo vi como algo positivo, por culpa de cierta chica dino que conocí hace años… solo me interesan las dinos y no las humanas —mascullé mientras caminaba por el campus de Volcano High.
La ironía era un plato frío y servía el karma a cucharadas. Porque a mí no me interesa su odio. No soy racista, podría más bien es ser lo contrario… De todos modos, aquí estaba: en una nueva vida y, para mi disgusto, tendría que empezar desde cero, en un sitio lleno de bichos mutantes y personajes salidos de comerciales de cereal.
—Por supuesto, a esta edad tengo que hacer lo que más odio —murmuré con una risa amarga, mirando el horizonte—. ¡Esforzarme!
No tenía dinero, estaba desheredado y rodeado de seres que mi familia consideraría lo peor de lo peor. El destino se aseguraba de que la broma nunca terminara.
En efecto, la vida es una mierda…
Lo peor fue el viaje tuve que venir al continente en un barco horrible en condiciones pésimas, mi tío cambio mi boleto de viaje de un cómodo avión de primera clase, a un barco de dudosa legalidad… Pero estaba seguro que tuvo sus razones y confié en su juicio.
Lo bueno es que logré entrenar mis feats mi tío no me dio tregua a pesar de ello, el único que nunca perdió fe en mí. Lo malo… bueno, lo malo es que mi clase es una porquería.
Claro, combina conmigo, me tocó una maldita Clase de soporte, a pesar que fui entrenado toda mi vida para la línea frontal y ahora tenía que vivir en un departamento todo horrible, justo al lado del spawn de mazmorras, porque era lo único que mi “fondo de exilio” me permitía pagar.
—Al menos los dinos son más eficientes que los humanos... o eso dicen —me dije, tratando de consolarme.
Finalmente llegué a la escuela Volcano High. Solo le pedí una cosa al universo: que, por Jesús, todo el mundo pasara de mí, que no se dignaran a notar mi existencia. Aunque mi buena suerte ya era algo que no contaba desde hacía mucho tiempo. Bastó con caminar unos pocos pasos para darme cuenta: era el único humano aquí. Apenas avancé, las miradas se hicieron pesadas, sentía a todos esos ojos sobre mí.
—No soy racista… espero que no lo sean conmigo —pensé con un toque de humor negro, aunque no lo dije en voz alta.
Como era el primer semestre, decidí caminar e ignorar a todos, pretendiendo que no sentía el peso de cada mirada clavada en mí. Por el camino, vi un grupo: una pterodáctilo blanca, una triceratops morada y un velocirraptor rojo.
No es que me importara, pero la pterodáctilo me miraba como si quisiera arrancarme la cabeza solo con la mirada, así que decidí que la estrategia sería clara: paso de ellos y finjo que no existen. Con suerte, la cosa funciona.
Por lo que tengo entendido, las clases basadas en maná son poco comunes entre los dinos. Casi todos son peleadores físicos, lo opuesto a nosotros los humanos. Aunque sé que siempre hay excepciones, sería raro encontrar a alguien con una especialización en soporte aquí… lo cual me hacía sentir aún más fuera de lugar.
Tenía que dirigirme a la oficina del director; uno de los requisitos que mi querido padre me impuso fue entregarle una carta directamente. Seguramente sería una mezcla entre instrucciones y una serie de lamentos sobre mi “fracaso.” Caminé por los pasillos hasta dar con la oficina del tipo.
Cuando toqué la puerta y entré, lo vi. Era un mastodonte de casi dos metros y medio, lleno de músculos y... dios, este tipo debía hacer mewing sin siquiera intentarlo. Me miró fijamente mientras se ajustaba los lentes con profesionalidad.
—Te estaba esperando muchacho. —dijo con una voz tan épica que parecía sacada de un tráiler de cine.
—Buenas tardes, señor. Acá le manda mi padre —respondí, entregándole la carta con la expresión más neutral posible, tratando de no mostrar mi desprecio ni por el contenido ni por el remitente.
El director tomó la carta y comenzó a leerla. De vez en cuando, sus ojos pasaban de las palabras a mi cara, mirándome con algo que podría describirse como... cringe. No me sorprendía; seguramente mi padre se había asegurado de dejar bien claro lo mucho que me despreciaba.
Cuando terminó de leer, su expresión no auguraba nada bueno. Podía apostar que pensaba algo como: “¿Qué clase de reverendo pendejo me acaban de mandar?”
Finalmente, suspiró y habló con el tono de alguien que había visto suficientes desastres en su vida.
—Su historia es interesante. Te exiliaron por tu clase y tu actitud mediocre, ¿verdad?
Me encogí de hombros, sin mucho interés en corregirlo.
—Pos sí. —
Sus ojos se encendieron de furia.
—¿Cómo que “pos sí”? Esto no es un juego, aquí no estamos para perder el tiempo ni para consentirle sus caprichos. Este instituto es el lugar donde los estudiantes aprenden a dominar sus feats, a protegerse y a comprender su verdadero potencial. ¿De verdad entiende lo que implica eso? —
Suspiré y lo miré sin mucho ánimo. Este hombre parecía dispuesto a hacerme un sermón.
—Entiendo, señor —respondí, sin más, aunque mi tono indicaba claramente lo contrario.
Él frunció el ceño, estudiándome por unos segundos. No dijo nada, pero se notaba que no estaba muy convencido de que valiera la pena intentar hacerme entender algo. Con un suspiro largo y profundo, se puso de pie y me extendió la mano.
—Bienvenido a Volcano High, Anon, espero que encuentre en esta institución más que un simple escape de sus responsabilidades. Aquí se espera mucho de cada uno de ustedes, así que más le vale estar a la altura. —
Suspiré aliviado, pero el director solo se enfureció más. Mejor me quedo quietecito y no digo nada; parece que cualquier cosa que haga lo irrita más.
—Chico, en este lugar nos tomamos todo en serio, y aunque su clase puede no ser la mejor… para los estándares humanos, le sacaremos el mayor provecho aquí, se lo aseguro… aunque, por lo que veo, no parece nada motivado —me lanzó una mirada de reproche, buscando algo en mi cara que probablemente no iba a encontrar.
Me encogí de hombros con desdén.
—Soy alguien simple. Prefiero no llamar la atención, señor director.
Él soltó un suspiro y me lanzó una hoja de papel. La atrapé sin mucho interés.
—Esas son sus clases, Aunque empiezan oficialmente mañana… y sé que no se lo dicen muy seguido, por lo que leí en esa carta, pero tengo fe en usted. Sé que logrará algo grande aquí. Y no estoy dándole un discurso hipócrita; creo en el potencial de todos mis alumnos sin excepción. Quiero ver su desempeño en el torneo de apertura, al cual lo inscribí personalmente, veamos quién será su compañero. —
Mis ojos se abrieron como platos, tratando de asimilar el golpe.
—¿Es… espera? ¿Qué cosa de qué? —
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Media hora después, estaba parado en el auditorio, con otros quince, sintiendo como si el director acabara de firmar mi sentencia de muerte. Todo el entusiasmo que tenía por estar fuera del radar se había desmoronado; ahora mi vida dependía de sobrevivir a un torneo donde la competencia era feroz, y yo… bueno, no quería pelear y menos contra dinos.
El director se dirigió al grupo con una voz solemne que retumbó en las paredes.
—Alumnos de nuevo ingreso y seniors, el día de hoy marca un nuevo comienzo para todos ustedes. Por favor, presten atención, eh seleccionado personalmente a los 16 participantes del torneo de apertura, al equipo ganador se le otorgará un premio en efectivo y la posibilidad de adquirir una feat —alzó una cápsula azul, atrayendo la atención de todos—. El ganador podrá ingerirla y obtener una feat.
Miré a los otros dinos; sus ojos brillaban con una emoción que no compartía ni un poco. Yo solo quería lanzarme al primer pozo que encontrara y desaparecer, morir solo y a gusto sin que me forzaran a "demostrar mi potencial".
El director prosiguió:
—La dinámica de este torneo será en parejas. Podrán decidir cómo repartir el premio entre ustedes. Las parejas se seleccionarán al azar, así que diviértanse y aprendan, chicos.
Mis esperanzas murieron con esa última frase. En serio, esto no podía ir peor. Ahora, encima, alguien más sufriría por mi “potencial” inexistente. Ya me imaginaba el odio que iba a ganarme de mi compañero. Me dieron ganas de pedirle a alguien, a quien sea, que me quitara de en medio antes de que cometiera otro desastre.
Me recargué contra la pared y murmuré con resignación:
Por el amor de Jesús, ahora sí la cagué. Seguramente voy a ganarme el odio eterno de mi compañero. Que alguien, por favor, me mate de una buena vez.
El ambiente se volvió un tanto tenso mientras se anunciaban las parejas una a una. Cuando mencionaron mi nombre, sin mi apellido algo curioso, junto con el de la pterodáctilo blanca llamada Fang Aaron, supe que estaba en problemas.
—¿En serio me tocó con este cabrón? —exclamó Fang, indignada, apuntándome como si fuera el último tipo con el que alguna vez quisiera hacer equipo.
Intenté ser cordial y aliviar un poco la tensión.
—Soy Anon, mucho gus…—
—¡Cierra el hocico o te arranco las bolas! —me gritó, su mirada amenazante haciéndome tragar saliva al instante.
Claramente no estaba bromeando, así que mejor me quedé en silencio.
Por desgracia, nuestro equipo fue el primero en ser llamado al combate. Fang frunció el ceño y murmuró entre dientes, con un aire de desdén profundo.
—Genial, me va a tocar 2 vs 1 todo el rato. —
Me lanzó una mirada severa y continuó:
—¿Qué clase tienes? Si voy a usarte de escudo de carne, al menos quiero saber qué puedes hacer. —
Me rasqué la cabeza, incómodo.
—Soy un maestro de la palabra y, uh… un buffer.
Fang soltó una carcajada que retumbó en mis oídos; era una mezcla de incredulidad y burla pura.
—No mames… Pensé que eras patético, pero veo que eres peor que eso… era de esperarse de un Skinnie… ¿Qué puedes hacer? —
Intenté mantener algo de dignidad en mi respuesta, aunque en mi interior sabía que esto solo me haría ver más débil.
—Utilidad y defensa, pero todas mis feats son de rango limitado. Si estás a más de cinco metros de mí, se anulan mis buffs, ya que todos tienen esa área de efecto. —
Fang rodó los ojos con exasperación y se llevó la mano a la cara, como si necesitara un momento para procesar la idiotez de la situación. —No mames, ¿en serio? —
Asentí, con la cabeza gacha. Fang bufó y chasqueó la lengua, el desprecio claro en cada palabra.
—Estoy atrapada contigo y quiero ganar. Así que limítate a solo apoyarme y no me estorbes.
Hice un gesto de afirmación rápido. Ella preparó su hacha de batalla, una enorme y rústica guitarra hacha que parecía tan pesada como intimidante. Su arma era impresionante, sin duda, pero verla en sus manos me hacía sentir que nuestra alianza era cualquier cosa menos voluntaria.
Entonces, la voz del árbitro resonó en el auditorio.
—¡Primer encuentro! ¡Anon y Fang vs Judee y Mimi!
Los murmullos llenaron el espacio a nuestro alrededor. Cada susurro parecía un recordatorio de lo poco esperanzador que era nuestro equipo.
—Vaya pareja más dispareja…
—Wow, pobre Fang, le tocó ser dúo del skinnie…
—Qué mal, aposté a que ella ganaría —murmuró otro.
Pude ver cómo Fang apretaba la mandíbula y sus labios se movían en una línea apretada de frustración. La situación no podía ser más humillante para ella, y la burla de los otros no hacía más que intensificar su furia.
Nuestros oponentes fueron anunciados: Judee y Mimi. Judee era una torodon albina con una capucha y un par de cuchillos afilados en sus manos, su piel pálida resaltaba bajo las luces del auditorio. Mimi, por otro lado, era una triceratops de escamas amarillas, muy alta, de hombros anchos y brazos tan musculosos que parecían esculpidos en piedra.
—Solo haz tu trabajo y no estorbes —me dijo Fang con voz fría, mientras se preparaba, sosteniendo su hacha-guitarra con una mezcla de determinación y una visible rabia contenida.
Tragué saliva y tomé aire, intentando calmar los nervios que me hacían temblar. Fang tenía razón en algo: yo no era el guerrero aquí. Ella era la combatiente feroz, y yo solo esperaba no ser un obstáculo.
Pero entonces, se dio el pitido que marcaba el inicio de la pelea, y mis sentidos se agudizaron.
Judee, la torodon albina, se preparó rápidamente y juntó ambas manos. Su voz resonó con un tono gélido y amenazante:—Poison Mist. —
Antes de que pudiera reaccionar, vi cómo su boca disparaba una nube espesa de humo morado. El veneno se expandía rápidamente, y Fang soltó un bufido al ver que el humo venenoso se acercaba. Su expresión mostró un destello de sorpresa y temor: al parecer no tenía ninguna resistencia a ese tipo de ataques, y claramente la había tomado desprevenida.
A nuestro alrededor, la audiencia contuvo la respiración, esperando que la nube nos dejara fuera de combate al instante. Sin embargo, un impulso me dominó, y antes de pensarlo demasiado, coloqué mi mano sobre el pecho de Fang y exclamé con voz firme:
—¡Null Poison!
La niebla venenosa nos envolvió por completo, y las miradas de nuestros oponentes, Judee y Mimi, reflejaban incredulidad; probablemente pensaban que lo que había hecho era solo un farol. Sin embargo, cuando el humo comenzó a disiparse, ahí estábamos, ambos de pie, envueltos en un campo de fuerza de un brillo púrpura que había bloqueado todo el veneno. Al desvanecerse el campo, Fang y yo quedamos ilesos.
El comentarista rompió el silencio con voz incrédula:
—Ok… eso fue… anticlimático. —
La tensión en los hombros de Fang desapareció de golpe, y dejó escapar una carcajada frenética y desafiante, como si acabara de vencer una broma cruel del destino.
—Buena salvada, calvo —dijo entre risas—. Ahora me toca. —
Fang dio un salto impresionante, avanzando hacia Judee a una velocidad que apenas pude seguir. Su hacha relucía bajo las luces del auditorio, lista para cortar el aire hacia su objetivo. Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarla, Mimi, la triceratops musculosa, intercedió ignorando por completo a Fang y yendo por mí a una gran velocidad preparada para golpearme con sus puños. Sin embargo, ninguno conecto, esquive todos aprovechando una de mis pocas ventajas… mi velocidad
—¡No te alejes tanto, Fang! —grité, sintiendo que mi voz temblaba. Estaba nervioso, pero debía mantener la calma y concentrarme en apoyarla.
Tomamos distancia y nos volvimos a juntar.
Fang chasqueó la lengua, molesta, mientras sus oponentes se reorganizaban para atacar de nuevo. Ambas se abalanzaron hacia nosotros en una sincronización precisa y letal.
Poniéndome en la pose para proyectar mi voz, volví a pronunciar con determinación:
—¡Vigor Up!
De inmediato, Fang sintió el efecto: su pulso se aceleró y sus sentidos se agudizaron. Su respiración era pesada pero constante, y un brillo de emoción maniaca apareció en sus ojos.
Con una sonrisa llena de desafío, se lanzó contra Mimi, quien estaba demasiado molesta intentando golpearme completamente en vano nuevamente.
Esta vez, su hacha impactó de lleno en el estómago de la triceratops gracias a mi distraccion, con sus reflejos aumentados, haciéndola volar hacia atrás y chocando contra el suelo con un estruendo ensordecedor.
En ese instante, Judee, quien había estado calculando sus movimientos con precisión, vio una oportunidad y cargó contra Fang. Esta vez, sus cuchillos destellaban con una energía luminosa, preparados para perforar carne y hueso. Con un movimiento ágil, Judee lanzó una estocada dirigida al costado de Fang, pero justo a tiempo, alcancé a pronunciar otra feat.
—¡Iron Skin!
El cuerpo de Fang pareció endurecerse de inmediato, sus escamas reflejando un brillo acerado que desvió el cuchillo de Judee como si hubiera golpeado una armadura. El arma rebotó, y Fang no perdió ni un segundo: giró su hacha y, con un golpe potente, empujó a Judee hacia atrás. Judee tambaleó, sus ojos llenos de sorpresa al ver su ataque desvanecerse tan fácilmente.
Fang volvió su mirada hacia mí, y aunque no dijo nada, pude ver un destello de aprobación en su expresión. Por primera vez, parecía que consideraba la posibilidad de que no fuera un estorbo completo.
Judeee volvió a atacar con su otra mano ya que tenia un cuchillo oculto en su manga
El filo del cuchillo se hundió en la piel de Fang justo cuando perdió el efecto mi buff, ya que el efecto de Iron Skin dura menos de 4 segundos. Ella apenas se inmutó, sus ojos llameaban con una intensidad predatoria que hizo retroceder a su rival. Aprovechando el desconcierto, Fang atrapó a su oponente con una fuerza brutal, sus manos firmes cual garras cerrándose alrededor del cuello de la otra.
Sin dudarlo, la levantó y, con un movimiento que parecía sacado de una pesadilla, la estampó contra el suelo, sacudiendo el suelo de la arena con el impacto. La mirada de Fang era pura satisfacción; en ese instante, su confianza era palpable, y el público contuvo el aliento, atónito.
—¡Los ganadores son Anon y Fang! —anunció el comentarista, y un murmullo recorrió el lugar.
P.V Narrador.
Fang respiraba entrecortadamente, pero no pudo ocultar una sonrisa incrédula al ver al otro equipo, fuera de combate. A pesar de los tropiezos iniciales, se daba cuenta de que Anon había sido sorprendentemente útil. De hecho, no era sólo una carga; su feat para amortiguar daños y contrarrestar ataques había salvado la pelea.
Sin poder evitarlo, puso una mano en el hombro de Anon, mirándolo de reojo con una mezcla de respeto y curiosidad.
—Buen trabajo —dijo con honestidad—. Dime, ¿qué más puedes hacer? —
Anon tragó saliva. Por un lado, no le gustaba la idea de presumir; prefería pasar desapercibido. Pero, por otro lado, la intensidad en los ojos de Fang dejaba claro que esperaba resultados, y no parecía una persona que aceptara mediocridad. Si quería sobrevivir, tendría que esforzarse.
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Llegó la siguiente ronda. Anon y Fang se enfrentaban ahora a Benjamin, un parasaurio azul de aspecto serio e intelectual, y a Stella, una estegosaurio de piel verde con una cabellera adornada con enredaderas y hojas.
Al instante en que sus miradas de Anon y Benjamín se cruzaron, Anon sintió una chispa de aversión. Era algo visceral, un odio a primera vista, como si ambos fueran predestinados a ser enemigos. Benjamin le devolvió la mirada con el mismo desdén, sujetando un viejo grimorio en su mano. "Mago", dedujo Anon, esperando alguna feat de conjuro de elementos. Stella, con sus adornos naturales, probablemente sería una druida, o una sanadora o controladora de las plantas.
El anunciador dio la señal de inicio, y Fang ya estaba lanzándose hacia Benjamin, lista para interrumpir cualquier conjuro. Sin embargo, Stella fue rápida, invocando raíces y ramas del suelo que crecieron en todas direcciones, obligando a Anon y a Fang a retroceder y esquivar. Fang chasqueó la lengua, lanzando una mirada de advertencia a Anon.
Anon sabía que, con su feat genética Mana Plus, podía lanzar siete hechizos en una pelea corta, tal vez diez si esta se alargaba por la regeneración, y estaba analizando que hechizo usaría Benjamin e intentar contrarrestarlo o reducir el impacto incluso si costabas todos sus hechizos posibles de golpe.
Al ver a Benjamin finalizar su conjuro, se colocó junto a Fang, analizando el aura mágica para prever el ataque.
Pero algo en los ojos de Benjamin reveló su intención en el último segundo. Era un hechizo eléctrico, un ataque contra el cual Anon no tenía ninguna resistencia natural ni hechizo específico para reducir el efecto. No tuvo opción más que recurrir a su hechizo de emergencia, uno que drenaba una gran cantidad de Mana y al menos gastaba el mana de 3 hechizos posibles. Con una firmeza que apenas sentía, Anon invocó rápidamente:
—¡Greater Defense UP!
El rayo de Benjamin estalló sobre ellos como un trueno. Una chispa cegadora envolvió sus cuerpos, y el dolor fue inmediato, cada músculo contrayéndose al sentir cómo la energía pasaba a través de él. La descarga parecía interminable, pero aumento en la defensa del 40% redujo significativamente el daño. Sin embargo, dolía como el infierno. Anon temblaba, apenas manteniéndose en pie, jadeando mientras sentía el sudor recorriendo su frente, sin embargo, este dolor… no era nada del otro mundo para sus estándares.
Fang también sentía el dolor, pero sus labios esbozaban una sonrisa desafiante. A pesar del ataque, estaba en pie, y sus ojos brillaban con una mezcla de respeto y orgullo hacia su compañero inesperado.
—Nada mal, calvo… —murmuró, avanzando hacia Benjamin, quien parecía desconcertado de que aún estuvieran de pie. Ben. Stella y el resto del publico quedaron atónitos porque aún seguíamos de pie.
P.V Anon
Decidí que nos arriesgaríamos con todo y conjure las palabras —Feather Feet— la velocidad de ambos aumento estrepitosamente, Stella iba a conjurar unas plantas, pero dije —Vifor up— gracias a eso el combo de Feather Feet que aumenta la velocidad y Vigor Up que aumenta la agilidad, logramos esquivar las raíces que invoco Stella del suelo, esto la dejo completamente abierta a un ataque que no se esperaba, Fang de un golpe con su hacha en la nuca la noqueo, y yo con uno por ciento de probabilidades y 99 porciento de fe, esperando que Ben sea frágil, le di una dropkick a Ben en la cara con ambas piernas, con mis pocas fuerzas y el impulso de mi velocidad de los buffs, provocando que el tipo saliera empujado para atrás y se noqueara golpeándose la cara con la pared.
Fue otra victoria y el pase directo a la final, rápida y limpia tal y como planeamos, debido a los efectos secundarios de mis buffs entre menos peleáramos era mejor
Ambos estábamos agotados cuando regresamos al área de descanso, Fang se inclinó sobre el bote de basura más cercano y vomitó, sin poder contener el violento mareo que le dieron mis buffs.
Al terminar, se tomó el pecho con una mano, respirando entrecortadamente. El efecto secundario de esos dos hechizos en combinación era brutal, incluso para alguien con su resistencia. Yo no estaba mucho mejor; aunque mi cuerpo estaba algo más acostumbrado a las reacciones adversas, el desgaste no era menos intenso.
Sentí un ardor en los ojos, y, al pasarme la mano por el rostro, noté que un delgado rastro de sangre comenzaba a deslizarse por mis mejillas. Mis ojos se sentían pesados, casi como si el peso de la magia misma quisiera aplastarlos.
Nos dejamos caer en el banco, el silencio entre nosotros solo interrumpido por nuestras respiraciones desiguales. La siguiente pelea era en una hora, lo que, con algo de suerte, nos daría tiempo suficiente para recargar mi maná y dejar que los efectos secundarios se disiparan, al menos en parte.
Fang, aunque visiblemente cansada, intentó recomponerse y, tras un momento, se volvió hacia mí con una expresión de frustración resignada.
—La desventaja de mis buffs… —dijé entre dientes— es que le añaden una carga extra al cuerpo. Si queremos evitar que todo se vaya al traste porque el cuerpo nos abandone, nos olvidamos del combo de vigor y pluma. Podríamos terminar con daños permanentes si seguimos forzándolo.
Fang chasqueó la lengua con determinación, como si rechazara la misma idea de un límite.
—Puedo con ello —espetó con firmeza—. No creí que llegaría tan lejos… con un…—
Dudó, y su mirada se desvió hacia el suelo. El tono de su voz cambió, esta vez algo más bajo, casi como si le costara decirlo.
—Me disculpo por juzgarte mal. Eres… realmente útil, Anon. —
Una risa suave escapó de mis labios. Sabía que para ella no debía ser fácil reconocerlo, y aunque me dolía el cuerpo, no pude evitar encontrar algo de humor en la situación.
—Fue solo suerte —respondí, encogiéndome de hombros.
Fang suspiró, girando un poco para mirarme con una intensidad calculadora.
—Bueno, ¿cuál es el plan con lo que tenemos? —preguntó, como si no hubiera tiempo que perder.
Revisé mi hoja de feats con un suspiro. Quedaban algunos combos posibles, pero ninguno tan fuerte como el de Vigor o feather. Si queríamos ganar, teníamos que actuar rápido; de lo contrario, acabaríamos agotados antes de poder dar el golpe final, las batallas cortas nos habían resultado hasta ahora.
—Tenemos que seguir con el mismo plan y cruzar los dedos —dije, conteniéndome de ser demasiado negativo—. No espero que ganemos, pero, al menos, hagamos un espectáculo. —
Fang me miró con una sonrisa irónica, el brillo desafiante volviendo a sus ojos.
—Si ganamos, Anon, te invito una pizza. —
Mis labios se torcieron en una sonrisa más seria. No podía negar que el incentivo me había llegado, y el pensamiento de una comida decente me motivó más de lo que esperaba.
—Ahora sí estoy Motivado, como dice virgilio —murmuré, y me sorprendí pensando: maldita pobreza, nunca me había dolido tanto no poder darme un gusto como ahora.
De nuevo estábamos en el campo de batalla, el anunciante hablo.
—¡Finalmente, la gran final! Por los 500 dólares y la píldora de feat. En este lado, la sorpresa del torneo, ¡Anon y Fang! Y del otro, ¡la rompedora de huesos, la hacedora de viudas, aquella que ha hecho trizas a todos sus oponentes como si fueran muñecos de trapo…. MIIIIIIAAAAAAAA! junto a su compañera Rosa —
¿Acaba de decir "rompedora de huesos"? Mi estómago se hundió al ver a nuestra contrincante, una imponente parasaurio de color magenta.
Su cuerpo era pura brutalidad, cubierto de espinas en su espalda y cola, con músculos tan marcados que parecía más una máquina de guerra que un ser vivo. Era como si la sed de sangre se irradiara desde ella, envolviéndonos en una atmósfera de puro peligro.
—Te voy a arrancar la cabeza por lo que le hiciste a mi amigo Ben, Maestro limpio —rugió con una voz tan grave y amenazante que me hizo retroceder un paso—. Voy a bañarme en tu sangre. —
Oh, ¿Ben? Claro, el tipo al que le planté una patada directa en la cara en la pelea anterior. Genial, ahora su amiga parece decidida a hacerme pagar con intereses. Rosa, su compañera, se encogió de hombros con una expresión resignada.
—Está loca, no me dejó hacer nada en todo el torneo… —murmuró, como si ya se hubiera acostumbrado a Mia.
Fang, por su parte, me lanzó una mirada que intentaba ser tranquilizadora, pero en su voz había una nota de nerviosismo.
—Esto se va a poner feo —susurró—. Será mejor que me quede cerca, dentro del rango de tus buffs. —
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El anunciador dio la señal de inicio, y antes de que pudiera parpadear, Mia se lanzó hacia mí como un rayo de pura furia. Su avance era un aluvión de músculos y colmillos, imparable y devastador, claramente bajo el efecto de algún hechizo o feat de clase de berserker.
Justo antes de que me aplastara, Fang se adelantó, levantando su hacha como escudo para interceptarla. El impacto fue tan fuerte que resonó en todo el estadio, y Fang tuvo que retroceder, pero se mantuvo firme.
—¡Fuera de mi camino, pajarita! —gruñó Mia, mirando a Fang con una mezcla de desprecio y desafío—. El pleito es entre ese skinnie y yo. —
Fang esbozó una sonrisa que parecía un desafío.
—Da la casualidad de que ese skinnie es mi compañero, estamos en un torneo, y quiero ganar. —
Mia apretó los dientes y, para mi sorpresa, sonrió de vuelta, casi como si se tratara de un gesto de respeto.
—Buena respuesta —dijo con una intensidad que hacía temblar el suelo.
Su mirada se clavó en Fang y en mí como si ya nos estuviera calculando, como un depredador midiendo sus presas.
La batalla entre esas dos titanes comenzó con una ferocidad que electrificó el ambiente. Ambas estaban igualadas en fuerza, y aunque Fang lograba mantener el ritmo, sabía que, si la pelea se alargaba demasiado, las probabilidades se voltearían en su contra. Por desgracia, aún quedaba la anquilosaura, Rosa, quien, por ahora, simplemente observaba desde el otro lado del campo. Mia le lanzó una advertencia ensordecedora:
—¡Ni se te ocurra meterte, Rosa! —
La chica solo se cruzo de brazos y dijo —Lo que digas pendeja, espero te rompan el culo.
Fang se mantenía firme, usando su hacha-guitarra como escudo y aguantando los embates de Mia. Cada choque resonaba como un trueno, y aunque Fang defendía con éxito, vi una pequeña apertura y no dudé. A mi me daba igual si meterme, ganar es ganar.
—¡Iron Skin! —conjuré, sintiendo cómo mi piel se endurecía en un instante.
Aprovechando el momento, di un paso al frente y lancé una patada directa al rostro de Mia. El golpe fue sólido, y vi cómo uno de sus dientes volaba por el aire. Se tocó la mandíbula con una expresión que oscilaba entre la sorpresa y la furia, sus labios sangrando un poco.
—Buen golpe —gruñó, con una sonrisa oscura que parecía prometer venganza.
Decidí que era el momento de empujarla emocionalmente, de hacerla perder el control y cometer errores.
—¿Por qué no dejas que tu compañera pelee? —le dije, intentando sonar burlón—. Si ella se uniera, podrían vencernos en un instante, ¿no? —
Mia apretó los dientes, visiblemente irritada. Su mandíbula se tensó, y una chispa asesina apareció en sus ojos.
—Yo peleo sola —escupió—. No necesito a nadie, ¡me basta con mis puños, cabeza de testículo! —
Antes de que pudiera responder, Mia se lanzó hacia mí de nuevo con una fuerza desenfrenada. Conjuré rápidamente Feather Feet, y apenas logré evitar su embestida. Fang, anticipando mi hechizo, se movió ágilmente, colocándose detrás de Mia y golpeándola en la cabeza con su hacha-guitarra.
El impacto hizo que Mia se mordiera la lengua, y callera al piso de forma algo cómica, y ver a alguien tan amenazante tropezar de esa forma fue tan absurdo que toda la audiencia estalló en carcajadas.
La reacción de Mia fue escalofriante mientras se levantaba, habíamos tomado el toro por los cuernos. Se enderezó lentamente, tronándose el cuello mientras una siniestra calma caía sobre la arena. Sus ojos recorrieron al público y, en un tono gélido, dijo:
—Ya memoricé los rostros de todos los que se rieron…—
El silencio cayó de inmediato. Flexionó los músculos, y entonces gritó, con una energía casi palpable:
—¡Reckless! —vociferó—. ¡Second Wind! —
Ante nuestros ojos, su masa muscular comenzó a aumentar rompiendo su chaqueta de mezclilla, sus ojos se volvieron de un rojo encendido, y cada pequeña herida en su piel desapareció como si nunca hubiera existido. No podía creer lo que estaba viendo. Por alguna razón, mi mente traicionera comenzó a reproducir el tema de batalla de un jefe, y el impulso de sobrevivir se apoderó de mí.
Sin darnos tiempo para reaccionar, Mia arremetió contra mí con una velocidad que no parecía posible. Apenas pude conjurar Iron Skin, debido a tener que soportar mis buffs, mi velocidad se vio mermada por lo que no pude esquivar el impacto, pero incluso con el hechizo, el impacto fue brutal. El golpe me dejó sin aliento y me lanzó de rodillas al suelo, mi pecho ardiendo de dolor.
—¡Anon! —gritó Fang, lanzándose desesperada hacia Mia. Logró golpearla con toda su fuerza, pero el impacto no pareció afectar a Mia en absoluto; su piel era tan dura que ni se inmutó. Mientras intentaba recuperar el aliento y centrarme en el dolor que sentía, escuché los gritos del público, la mayoría exigiendo que detuvieran la pelea. Cuando logré alzar la vista, vi a Mia sujetando a Fang del cuello, propinándole golpes uno tras otro.
—Patéticos… —escupió Mia, sin el menor rastro de piedad—. ¡Por su culpa rompí mi chaqueta favorita! —
De un golpe brutal lanzó a Fang contra el suelo, pero a pesar del impacto, Fang no cedió. Era como si la fuerza de voluntad la mantuviera de pie, aunque su cuerpo ya no pudiera más.
—¡Fang, se acabó! ¡Por favor, ríndete o te va a matar! —grité, intentando que escuchara.
Mia sonrió, con esa expresión salvaje que hacía que pareciera que disfrutaba cada segundo.
—Ese idiota tiene razón, ¿no, pajarita? —soltó Mia, apretando aún más el agarre—. ¡Ríndete antes de que te haga llorar!
Fang la miró con un desprecio que nunca había visto antes y, con esfuerzo, le escupió en la cara. Mia limpió la saliva y sonrió aún más.
—Gracias por el pretexto… —y comenzó a golpearla sin piedad.
La defensa de Fang era increíble, pero ya estaba al límite, y su cuerpo no aguantaría mucho más. Mia sabía que no lograría romper su voluntad, y en algún punto, pareció perder el interés.
—Qué aburrida eres —murmuró, lanzándola al suelo como si fuera un objeto.
Entonces, me miró. Su mirada estaba llena de sed de sangre, y el rostro de Fang se contrajo de terror al ver hacia quién iba Mia esta vez. Fang intentó gritar, pero no le quedaba aire en los pulmones; su cuerpo simplemente ya no respondía.
Mia, acercándose, pronunció con voz letal—No tienes idea de cómo voy a disfrutar esto…—
Algo dentro de mí se rompió. La rabia y el desprecio que sentía por ella quemaron cada rincón de mi mente, recordando como algo similar a esto era mi día a día en casa con mi padre y hermano. Me levanté, aunque el cuerpo me temblaba y el dolor se hacía insoportable.
—No me voy a rendir… Si es contra ti, jamás me rendiré. — Dije no por orgullo, ni nada cursi, es como en una discusión de un foro, era solo porque no quería darle la satisfacción de ganar.
Mia lanzó un ataque directo, y apenas logré activar la Iron Skin antes de recibir el golpe en el brazo. La fuerza fue tan brutal que sentí cómo se rompía al instante. Fang observaba la escena desde el suelo, sus ojos llenos de terror e impotencia mientras yo me sostenía el brazo destrozado. Sabía que quería moverse, que estaba usando cada gramo de su fuerza de voluntad para levantarse, pero simplemente no podía.
Sin embargo, mi puño del otro brazo estaba estrellado nuevamente en su hocico.
Mia miró mi brazo roto y por el puñetazo que le di con el otro y soltó una carcajada, encantada con el espectáculo.
—Debo admitirlo, tienes más agallas de las que pensaba. —
Antes de que pudiera reaccionar, lanzó otro golpe con la misma furia, esta vez dirigido a mi otro brazo. Activé la Iron Skin de nuevo, pero el golpe fue devastador. El dolor era insoportable, y mi brazo quedó prácticamente inservible. Sin embargo, la adrenalina era lo único que mantenía mi cuerpo funcionando.
Desde el suelo, sonreí desafiante, sin mostrarle el terror que intentaba infundirme.
—Si vas a hacerlo, hazlo de una vez —le solté—. No pienso ceder. Aunque ganes este torneo, aunque me dejes en el suelo, al final yo gano, porque no lograste hacerme suplicar, perra… y al menos, me quedaré con ese consuelo. —
Mia me miró, aún con una sonrisa retorcida, pero en sus ojos un mínimo destello de respeto involuntario.
El grito de furia de Mia resonó como un trueno. Sentí como si todo se detuviera. La rabia, el dolor, y entonces… Vi como una notificación apareco frente a mi
Fang ha aceptado el vínculo…
Vi de reojo como ella había puesto su dedo sobre su pantalla de feats que se desplego frente a ella.
Entonces, mi propia pantalla apareció, y unas palabras destellaron ante mis ojos.
—Feat de Clase S: Vínculo ha sido obtenida.
Fang a obtenido la feat AMBER LIGHT ¿Desea utilizarla? Si es así, pronuncie el comando…
Apreté los dientes y alcé la vista, clavando mi mirada en los ojos de Mia, cargados de odio y determinación. No había vuelta atrás.
—¡AMBER LIGHT! —grité, mi voz resonando en el campo de batalla.
De pronto, la expresión de Fang cambió. Parecía sorprendida, casi como si algo nuevo estuviera despertando en su interior. Una canción comenzó a sonar en su mente, una melodía que parecía calmar su alma y llenar cada rincón de su cuerpo de energía.
Su aura cambió, envolviéndola en una luz dorada intensa; sus ojos reflejaban un brillo feroz, como si la misma luz se hubiera venido de su interior. Un fuego dorado cubría sus alas, y mientras avanzaba lentamente hacia Mia, esa misma energía la hacía ver como un ángel de batalla.
Mia notó el cambio al instante, detuvo su avance hacia mí y giró su atención hacia Fang, no sin antes mirarme de reojo, quien ya había dejado de lado cualquier señal de debilidad. Con un acorde resonante de su guitarra-hacha, Fang lanzó una llamarada dorada directamente hacia Mia. El impacto fue abrumador, tan potente que la arrastró y la estampó contra la pared con una fuerza nunca antes vista. Mia quedó noqueada, vencida por un poder que ni en sus sueños podría haber anticipado.
Pero, casi en el mismo instante en que sucedió, el brillo dorado de Fang comenzó a desvanecerse. Su cuerpo, agotado por el enorme despliegue de poder, cedió y se desplomó en el suelo, inconsciente. Apenas podía respirar. Mi propio mana estaba agotado, sin una pizca de energía para mantenerme en pie.
Antes de que mis piernas cedieran, escuché a Rosa con una sonrisa murmurar las palabras que sellaban nuestra victoria, después de acercarse a Mia y murmurarle.
—No te voy a dar el gusto, puta, Me rindo.
Apenas asimilé sus palabras antes de que mis propias fuerzas me abandonaran y, sin remedio, también me desplomé, abrazado al silencio que seguía a nuestro triunfo.