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Se podía apreciar una fuerte lluvia afuera. Felix sabía que este día no tendría ningún cliente por lo que aprovecharía la tranquilidad de hoy para acomodar alguna que otra cosa del vivero que venia postergando hace varias semanas. Debido a varias festividades y que hace poco había comenzado la primavera, la tienda, como nunca, desbordaba de gente. Que una señora buscando algo nuevo para agrandar su jardín, que un señor y varios jóvenes buscando un buen ramo para regalar, otra que se le murieron todas sus plantas y por alguna razón es su culpa y lo debe solucionar, en fin. Y así podría seguir con un millón de secuencias más pero no es momento. El estruendo y el viento eran terribles, Felix agradece de haberse acordado de entrar todas las plantas que tenía afuera cuando cerró ayer, sino ahora misma seria un despliegue de tierra, hojas y macetas rotas por toda la calle. De tan fuerte que golpeaba la lluvia contra el techo no podía escuchar bien la radio. Se notaba que la primavera había comenzado, pues estas lluvias en otras épocas del año no las hay.
En primer lugar, Felix inspeccionó a sus plantas una por una, hoja por hoja, pétalo por pétalo y raíces. Separo a las que estaban o se veían enfermas y las colocó a todas arriba y alrededor del mostrador, luego las analizara con más calma. A algunas les faltaba agua, si la lluvia no fuera así de fuerte las sacaría, pero algunas son muy delicadas y la fuerza con la que cae esa agua podría romperlas. Así que con el agua de la canilla bastaría por ahora. Otras plantas tienen tallos y hojas más resistentes, esas no se rompen, pero el viento seguía muy fuerte y tenia miedo de ver sus macetas volando por todos lados, un poco exagerado, pero así era él. Una vez que termino de regar las plantas a las que les faltaba agua, podar algunas a las que les hacia falta y quitar las hierbas que crecieron en otras, se encamino hacia el mostrador donde había dejado las plantas enfermas hace varios minutos atrás. Miraba las hojas con detenimiento, algunas parece que estaban muriendo, Felix hizo una mueca algo triste. Sin querer había descuidado algunas de sus plantas y ahora estaban muriendo, él sabe que las puede cambiar y listo, problema solucionado. Pero le molesta mucho que una planta que pudo haber sanado se le haya muerto por culpa de no estar tan atento. En fin. Tomo las plantas muertas, sacándolas con sumo cuidado de sus macetas y las paso a todas a una bolsa que dejo en un costado, luego las pondría afuera para que el camión de basura se las lleve. Aun quedaban algunas plantas, cinco para ser exactos, esas solo estaban enfermas, seguro a causa de algún insecto o algo por estilo. Reviso en los estantes que se encontraban detrás del mostrador, otra cosa que debo limpiar. Esos estantes estaban llenos de cosas tanto útiles como innecesarias, había latas y tarros vacíos o probablemente vencidos que yo no servían más y solo estaban ahí ocupando espacio. Movía cajas pequeñas, algunas medianas de acá para allá, de arriba bajo hasta que... ¡Bingo! Festejaba por al fin haber encontrado lo que buscaba, un remedio espectacular para las plantas que le había enseñado su madre hacer cuando era apenas un niño. Sonrió un poco nostálgico al ver ese frasco de vidrio, recordando como su madre lo preparaba y como él después la ayudaba a ponérselo a las plantas.
- Fefi, esto lo debes de poner así; Agarra suavemente las hojas y rocía dos veces en cada una.
- ¿Así mami?
- Si mi amor. Y ahora Rocía el remedio por todo el tallo, así.
- ¿Y con esto la planta se va a curar mami?
- Si mi amor, y va a crecer mucho más fuerte todavía.
- ¡Es como cuando yo me enfermo y me haces tu super té de limón!.
la madre sonrió con ternura - Si mi amor, es lo mismo.
Sus ojos se ponían llorosos con gran facilidad, que hasta le causo un poco de risa lo sensible que podía llegar a ser. Pero bien, dejando los lindos recuerdos de lado, tomo un respiro y volvió a ponerse con lo que estaba haciendo. Agarrando hoja por hoja, Felix rociaba aquel remedio sobre ellas. La lluvia continuaba sin parar ahora su fuerza había disminuido, ya no golpeaba tanto el techo y la suave música de radio se podía escuchar. Podría no parecer, pero Felix amaba estar solo, por eso en días así aprovechaba al máximo su tiempo de soledad, amaba la tranquilidad y el silencio... Hasta que un golpeteo repentino y consecutivo hizo que se asustara ¿pero qué...? Miro de donde provenía el ruido, era la puerta de su local y detrás de ella bajo la estrepitosa lluvia había un hombre, mejor dicho un chico. Felix, algo temeroso, se acerca hacía la puerta con llave en mano para abrirle al extraño. Ay... Si su madre lo viera en este momento lo regañaría por hacer tal cosa, pero no podía ignorar al pobre chico parado bajo la lluvia ¿y si necesitaba ayuda? o ¿si estaba perdido? que su madre lo perdone, pero eso no era correcto.
Felix abre la puerta seguido por su rechinado típico de tan antigua que era y el ruido de la campanilla que tenia en su entrada que avisaba de la llegada de algún cliente. El extraño pasa haciendo una pequeña reverencia acompañada de un con permiso, Felix se abre al paso, alzando su brazo invitándolo a pasar por favor, pase.
- Perdón por las molestias, estaba de paso y me agarro la tormenta, apenas pare me voy.
- No hay problema, estate el tiempo que necesites. Veni, toma asiento. - Felix le señalo unos bancos que tiene en la entrada de su vivero, el extraño asintió y se sentó. Felix lo miraba, ese chico no es de por acá, obviamente que no sino él lo sabría. Se sentó en el banco frente del contrario.
- ¿Cómo es tu nombre?
- Me llamo Minho. ¿Vos?
- Felix. - Dijo con una sonrisa que el extraño, ahora Minho, correspondió.
El silencio era apenas incomodo, Felix quería seguir con sus actividades pero sería raro dejar a Minho solo y en silencio mientras espera que la lluvia pase.
- Minho ¿te gusta el té? porque me estaba por ir a preparar uno, si queres te hago uno. - Minho sinceramente no era muy fan del té, pero Felix fue muy amable con dejarlo entrar a esperar a que la lluvia se calme, por lo que no le quedo otra que asentir con la cabeza y decir si gracias, me encantaría. Felix se levanto de su asiento y se dirigió hacia una puerta que estaba atrás del mostrador, la abrió y se metió. Debe tener la casa conjunta. Pensó Minho, pues eso tendría sentido sino porque tendría una casa tan pegada al negocio. Que idiota, en fin. Minho miraba a su alrededor, cuando entro apenas presto atención al lugar donde se había metido, la decoración era muy linda con algunas mesas y estantes de madera, el mismo banco donde él se sentaba también era muy lindo y notó la pequeña mesa ratona al lado suyo, en el banco de frente también había una. Luego miro todas las plantas a su alrededor, varias flores florecidas o por florecer, pues si, ya era primavera. Había jazmines de cabo, los reconocería donde fuera. Ese perfume que desprendían era inolvidable.
A los pocos minutos llego Felix con dos tazas de té en su mano, primero dejo la suya y después la mía, dejándola en la mesita junto a mi.
- Que lo disfrutes. - Dijo de nuevo con una sonrisa y procedió a sentarse en su banco a tomar el té.
- Si muchas gracias. - Respondió Minho devolviéndole la sonrisa. Agarro su taza de té y le dio un pequeño sorbo. Reconoce que no le gustaba el té pero por alguna razón este le sabía distinto, parecía estar endulzado con miel y muy en el fondo se sentía algo de limón, quizás, si es que no estaba delirante, algo de canela también. Una mezcla arriesgada pero por alguna razón a Minho le sabía bastante bien, delicioso diría, pero suele ser medio pretencioso y cree que eso ya sería mucho para un simple té, así que rico era suficiente.
- ¿Esta rico?
- Si, muchas gracias.
- No es nada, me alegro que te guste. - Dieron ambos otro sorbo. Pensaba que la mamá de Minho, si es que tiene, también lo regañaría por aceptar la bebida de un extraño y se reía mentalmente, a veces pensaba en muchas idioteces, debe ser la lluvia que lo pone así. Aclaro su garganta dejando su té en la mesita a su lado, llamando la atención de su visitante que procedió a hacer lo mismo que él y lo miraba.
- Y... decime Minho ¿de dónde sos?... ¡No te tomes a mal la pregunta! Pasa que en este pueblo nos conocemos entre todos y vos para mi sos una cara nueva. -
- No pasa nada nada, ja ja. Soy de la ciudad, queda a unos treinta minutos de acá, no se si alguna vez la visitaste.
- Aah. Si, si. La conozco, fui cuando era más chico, es linda pero no me acuerdo mucho. ¿Y qué es lo que te trae por acá?
- Me estoy mudando.
- ¿Mudándote a un pueblo? que raro, usualmente eso suele ser al revés ja ja.
- Si puede ser, pero me canse un poco de los bullicios de la ciudad, quería cambiar de aires y un amigo me recomendó este lugar.
Felix le sonrió. Se escucho un gran estruendo haciendo que ambos se asustaran, miraron hacia afuera, el cielo estaba mucho más oscuro que hace unos minutos, viéndose refusilos y la lluvia comenzando a caer con más fuerza que hoy temprano. Parece que la tormenta no pararía por un largo rato y Felix quería seguir con las actividades que tenía pendientes.
- Minho. - Minho saco su vista de la gran tormenta que estaba cayendo afuera, lamentándose por dentro porque estaría mucho tiempo ahí encerrado, no es que le moleste ya que Felix parecía ser muy buen chico pero él tenia cosas que hacer.
- ¿Si?
- ¿Te molestaría ayudarme con algunas cosas? pasa que antes de que vos llegaras estaba trabajando un poco, ¡Obvio que no tenes porqué si no queres!
- Ja ja. No es molestia, es más, lo mínimo que puedo hacer es ayudarte, si anda a saber cuando parara la lluvia y cuanto me tenga que quedar.
Con una sonrisa en sus rostros ambos chicos se pararon de su asientos. Minho siguió Felix hasta el mostrador en donde le mostro lo que estaba haciendo y le indico lo que él podía hacer, que justa casualidad que sea limpiar los vidrios, cosa que Felix odiaba hacer. El tiempo pasaba, Minho limpiaba los grandes ventanales mientras que Felix cambiaba de macetas algunas plantas. El silencio acompañado con la banda sonora de truenos y lluvia tórrida emanaba paz y ya no era tan incomodo como en un principio. De vez en cuando hablaban y se preguntaban cosas básicas, como sus gustos en la música, comidas, etc. Felix le contaba alguna que otra cosa de su infancia y ahora adultez en ese pueblo, Minho también, aunque ambos dejaban detrás muchos detalles innecesarios para el momento.
- Minho.- Hace un rato que se habían quedado en silencio, los temas de conversación se habían terminado por el momento. Fue una charla de lo justo y necesario entre dos desconocidos.
- ¿Qué pasa? - Dijo sin sacar la vista del ventanal que estaba limpiando, frustrado ya porque él también odiaba limpiar las ventanas, pero no se podía quejar.
- No se si ya te lo dijeron pero... Bienvenido al pueblo, espero que te guste vivir aquí.
Minho volteo, pues era cierto nadie le dio la bienvenida o al menos no como antes...
Le sonrió a Felix, con unos tintes de nostalgia escondidos en esa sonrisa. La cual fue correspondida por Felix.
- Gracias, eso espero. - Dijo y volvió a su trabajo.