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Esa mañana es el día de San Valentín y Andromeda se levanta para ir a clases. Desgraciadamente, ese día no coincide en fin de semana y los alumnos, y algunos profesores, tendrán que esperar hasta el final de la jornada escolar para tener sus citas.
La mediana de las hermanas Black abre el baúl y observa el regalo que tiene para Ted. Se sonroja de solo pensar su reacción en dárselo. Él lleva viéndolo y deseándolo desde hace mucho tiempo. Espera poder reunirse con él hoy para celebrar el día de los enamorados.
Andromeda baja las escaleras y ve a su hermana Narcissa oliendo un ramo de rosas rojas que le ha regalado su novio y prometido, Lucius Malfoy. Su hermana está muy enamorada de él y el rubio la trata muy bien, pero hay muchos maridos que tratan bien a sus prometidas antes del matrimonio y una vez casadas las repudian y las convierten en mujeres completamente infelices. Andromeda desea de todo corazón que ese no sea el destino de su hermana.
Antes de poder ir al Gran Comedor, Rabastan Lestrange se cruza en su camino.
— Feliz San Valentín, Andromeda. — Rabastan le entrega un ramo de rosas blancas y le besa la mano.
— Gracias, Rabastan.
Ambos van al mismo curso y están comprometidos en un doble matrimonio concertado entre los Black y los Lestrange. El otro matrimonio del contrato son Rodolphus y Bellatrix, quienes se casaron dos años antes justo al finalizar sus estudios en Hogwarts.
Andromeda huele el ramo. Rosas blancas, que en el lenguaje de las flores significan "soy digno de ti". No como las rosas rojas que le ha regalado Lucius a Narcissa, que significan "amor para toda la vida". Andromeda no sabe si será verdad. A los quince años de Narcissa y dieciséis de Lucius se es muy inocente.
— Espero que podamos tener una cita para San Valentín esta tarde. — le propone su prometido.
— Claro, Rabastan.
— ¿Quieres quedar parar merendar? Podemos ir al lago negro. Si hace buen tiempo.
— Me encantaría, Rabastan. — Andromeda finge una sonrisa.
— Te mandaré una nota con la hora.
— Gracias.
Andromeda sube para dejar las rosas en su habitación, pero preferiría tirarlas.
A ver, Rabastan es… está a punto de decir un buen chico porque es amable con ella, pero es alguien que muestra sus claras ideas a unirse a Quién-Tú-Sabes y seguir los pasos de su hermano y cuñada. Básicamente quiere convertirse en un asesino y torturador.
Y pensar que en menos de seis meses se convertirán en marido y mujer…
Si no hubiera conocido a Ted en su primer año, quizás se resignaría a su boda con Rabastan. Pero Ted le enseñó un mundo que ella no conocía, que las ideas que les inculcaron sus padres a ella y a sus hermanas eran equivocadas. Primero se hizo su amiga y después se enamoraron. Con Ted puede ser solo Andromeda y la ama por quien es, la escucha; sus padres solo esperan que ella obedezca, cumpla sus órdenes, esté callada y se vea bonita; los hombres de su alrededor solo ven el apellido Black y la cuantiosa dote… Jamás podrá ser feliz en el mundo donde se ha criado.
¿Cómo podrá seguir viendo a Ted cuando se case con Rabastan?
Andromeda sabe que no puede renunciar a él…
Hace aparecer un jarrón, lo llena de agua y pone el ramo.
Después, vuelve a bajar para ir a desayunar.
El Gran Comedor está lleno de corazones colgados del techo, cortesía del Profesor Flitwick.
Andromeda se sienta al lado de su hermana Narcissa, quien está en quinto año.
— ¿Tendrás una cita con Rabastan esta tarde? — le pregunta la menor de las hermanas Black.
— Esa es la idea. Rabastan ha pensado en ir a merendar al lago, si hace buen tiempo. ¿Tú irás con Lucius?
— Hemos pensado en reunirnos en otro lugar. Creo que va a ser muy común que muchas parejas vayan al lago, si hace buen tiempo. Lucius y yo queremos algo de intimidad.
— No hagáis nada indecente. Piensa que, si corren rumores de que te has comportado como una mujer vulgar, mancharán tu reputación. Y si eso llega a oídos de padre y madre, las consecuencias podrían ser nefastas. — le advierte Andromeda. Siempre ha sido una hermana mayor responsable, a diferencia de Bellatrix, preocupándose por Cissy, la pequeña de la familia.
Narcissa palidece al escuchar las palabras de su hermana y una posible reprimenda paterna.
— No haremos nada inapropiado, no te preocupes. ¿Por quién me tomas? No soy como esas aberraciones mestizas y sangre sucias que se acuestan con todo Hogwarts sin dar valor a su cuerpo y a su virtud. — le responde levantando la mandíbula.
Andromeda está a punto de corregirle que no utilice esos términos, pero se contiene. No quiere delatarse que ya no piensa de esa manera.
— Solo queremos tener un poco más de intimidad para hablar de nuestras cosas. —explica Cissy. — Como he dicho, la mayoría de gente irá al lago y si tenemos muchas parejas a nuestro alrededor, no podremos hablar con comodidad por si alguien está escuchando y habrá mucho ruido.
En eso, su hermana mayor reconoce que tiene algo de razón. Pero aun así…
— Pero ten cuidado… no quiero que te caiga la furia de padre o madre o de los tíos.
— Descuida. No soy estúpida.
Después de desayunar, ambas hermanas se despiden y van a sus clases.
…..
Mientras Andromeda está en clase de Transformaciones, recibe una pequeña nota.
¿Esta noche dónde siempre para celebrar SV?
TT
Andromeda se sonroja. ¿Cómo Ted puede conseguir volverla loca con tan poco? Le responde un "sí" y le manda la nota de vuelta.
Menos mal que Lestrange se sienta en primera fila, como ella, pero en la otra punta. Así que, no puede verla directamente. Si descubre que Ted y ella mantienen una relación secreta, podría hacerle mucho daño a Ted, es un experto duelista y en Artes Oscuras; además, podría dañar su reputación, que a ella le da igual, pero eso afectaría a Cissy y eso Andromeda no se lo perdonaría jamás.
Al salir de clase, Rabastan se cruza con Andromeda.
— ¿Nos reunimos a la sala común a la hora de tomar el té y nos vamos al lago? — le pregunta.
— Claro.
La verdad es que a Andromeda no le apetece nada ir a una cita con Rabastan, pero si no lo hace, puede llegar a oídos de sus padres y que la regañen.
….
Después de comer y hacer los deberes, se maquilla, peina, coge una capa y baja a la sala común.
Rabastan la está esperando con una cesta de pícnic.
— ¿Vamos? — le ofrece el brazo libre Rabastan.
— Claro. — Andromeda toma el brazo y se dirigen al lago.
Cissy tiene razón. Hay muchas parejas sentadas en mantas de pícnic. Andromeda imagina que han puesto hechizos calefactores para no pasar frío. Están a mediados de febrero.
Rabastan pone la manta con un movimiento de varita y un hechizo calefactor. Después, le ofrece el brazo a Andromeda para que se siente encima de la manta.
Andromeda lo hace y Rabastan empieza a sacar, sándwiches, galletas y té.
— ¿Estás nervioso por los ÉXTASIS de junio? — pregunta Andromeda.
— Un poco. Más que nada para no decepcionar a mi padre y a mi madrastra. Por mucho que tenga dinero y no deba preocuparme por mis notas, a mi familia le decepcionaría que suspendiera.
— Lo mismo digo.
— De todas formas, no tienes que preocuparte por tus padres. Dentro de seis meses, serás una Lestrange. Ellos ya no podrán hacer nada contra ti. Mi padre y mi madrastra parecen fríos, pero jamás lastimarían a alguien de la familia. Aunque no lo parezca y la fama de que los Lestrange somos crueles, en realidad, no lo somos.
"Solo para la gente que es como nosotros" piensa ella.
Sabe que Renuard y Danae Lestrange son mortífagos, pero también sabe que se preocupan por sus hijos y Rodolphus y Rabastan jamás han tenido malas palabras para su madrastra, demostrando que para ella no hay diferencia entre su hija y los hijos de su marido y su difunta esposa.
— Tampoco tendrás que preocuparte por tu futuro. Aunque sea un segundo hijo, mi padre y mi hermano no me dejarán a la estacada. — prosigue Rabastan. — Tendré mi propia mansión y mis negocios como regalo de bodas.
— Gracias por informarme Rabastan.
Su padre ya se lo había dicho la última vez que hablaron de su compromiso, pero Andromeda no quiere ser descortés con el muchacho.
— Incluso he pensado que podríamos seguir la tradición Black de poner nombres de estrellas y constelaciones a nuestros hijos. Los Lestrange no tenemos una tradición de nombres y me parece muy bonito que los Black tengáis una.
Andromeda sonríe. Ese comentario por parte del muchacho es sincero.
— Algunos nombres eran difíciles de pronunciar y tuvimos que inventar apodos. — comenta nostálgica. Se ha sentido un poco incómoda al oír a Rabastan hablar de niños, volviendo a sentir la presión y expectativa de su madre para "darle un heredero a los Lestrange y perpetuar su apellido".
— Nos tocará a nosotros tener hijos porque parece que tanto tu hermana Bellatrix como mi hermano no tienen mucho instinto paternal.
Ese es otro tema. Doble presión si Bellatrix no pone de su parte.
— Rabastan, ¿cómo está la pequeña Constance?
Rabastan sonríe al oír el nombre de su medio hermana pequeña. Andromeda sabe que la pequeña rubia es la debilidad de los hermanos Lestrange. Así consigue cambiar de tema sin tener que pedírselo.
….
A la vuelta a la sala común, Andromeda sube a su habitación.
Quiere avanzar deberes, pero su cita con Rabastan se ha alargado mucho.
¿Puede considerarse cita si una de las dos personas no desea estar en ese lugar?
Andromeda no está segura. Porque también están comprometidos y ninguno de los dos quiere. O al menos, ella no. No le ha preguntado a Rabastan su opinión de ese compromiso. Tampoco se atreve. Si ella dice algo que a él no le gusta, él puede ponerse en contacto con su padre…
Y no quiere ser víctima de la ira de Cygnus Black.
Se sienta en su cama, coge una de las rosas del ramo y empieza a arrancar los pétalos uno a uno.
Desde que se dio cuenta de que estaba enamorada de Ted, lleva pensando en abandonar la casa Black. Desde que terminó sus prejuicios contra la pureza de la sangre, ya no se siente a gusto en su casa. Pero a cambió, tendría que renunciar a volver a ver a sus queridas hermanas y adorados primos.
— Andy, la cena estará lista en breve. — Cissy va a avisarla.
— Ya voy, Cissy.
Hace desaparecer la rosa dañada y baja las escaleras.
….
Después de cenar, Andromeda se dispone a hacer la ronda de prefectos, pone el regalo de Ted encogido en el bolsillo y baja a la sala común, Rabastan se acerca y le pregunta:
— ¿Quieres que te espere?
— ¿Por qué?
— Porque soy tu prometido.
— ¿Y qué? ¿No confías en mí?
— No es que no confíe en ti. Es que eres mi prometida y debo vigilar tu virtud.
— Gracias, pero soy una Black y me críe en duelo y Artes Oscuras desde niña. Puedo defenderme perfectamente.
— Lo sé. Pero eres mi prometida.
— Soy tu prometida, pero no un objeto tuyo. No. Necesito. Que. Me. Esperes. No. Te. He. Pedido. Que. Me. Esperes. — le dice acercando la cara al rostro del hombre.
— Entendido. — rebate Rabastan algo pálido. — Que pases buena noche. — le besa el dorso de la mano y abandona la habitación.
….
Andromeda hace la ronda y corre a la clase abandonada donde se reúne con Ted.
Él la está esperando con la manta preparada y los chocolates encima de ella.
Sonríen al ver al otro.
— ¡TED! — Andromeda se abalanza a su novio y lo besa apasionadamente.
— ¡Dromeda!
Le encanta ese apodo.
Él es el único que la llama así.
Le encanta que él tenga un apodo único para ella.
Andromeda dobla la falda y se arrodilla encima de la manta.
— Feliz San Valentín, mi galaxia. — otro de los apodos de Ted.
— Feliz San Valentín, mi amor.
Andromeda engrandece el regalo para Ted, uno que tiene en el bolsillo.
— ¡Una capa! Veo que recuerdas que quería una. — dice Ted.
— Es negra como uno de los colores de Hufflepuff y mi apellido. Tiene un poco de los dos.
— ¡Es verdad! ¡Muy bonito! — le da su paquete. — Aquí tienes el mío.
— ¡Un perfume! ¡Recuerdas que me gustaba!
— ¡Claro, Andromeda! Sé que tienes el listón bajo en los hombres por culpa de esos sangre pura que solo piensan en sí mismos, pero los Tonks siempre escuchamos las palabras de nuestra amada.
Andromeda ríe.
Ted no está a favor de salir con una mujer que mantiene una relación con otro hombre o está prometida con él. Pero también conoce a Andromeda desde primero y la ha oído llorar y quejarse cuando su padre la prometió con el menor de los Lestrange. También sabe que no está enamorada de él; y que en los compromisos sangre pura, la pareja no se besa en los labios ni se acuesta hasta la noche de bodas. Por eso accedió a salir con ella. En otro caso, jamás habría querido salir con una mujer siendo consciente de que ella les está siendo infiel a su pareja.
— Es irónico. Regaño a Cissy para que no se encierre en una clase a solas con Lucius y yo hago lo mismo contigo.
— Eres una hermana mayor sobreprotectora. Cecilia hace lo mismo conmigo. Es algo que a los hermanos menores nos molesta, pero agradecemos y echamos de menos cuando los mayores no estáis.
— Solo no quiero que Cissy tenga más problemas de los que tendrá cuando yo deje la casa Black. — Andromeda apoya la cabeza en su hombro.
— ¿Estás decidida hacerlo? — pregunta Ted serio.
— Sí. Pero no es fácil. — responde ella triste.
— No quiero que renuncies a tu familia por mí.
— No es solo por ti, Ted. Gracias a ti he conocido un mundo diferente, el de los muggles, que me sorprende y encanta a la vez. Que las ideas de mi familia son las equivocadas. En tu mundo puedo ser yo misma y no lo que esperan de mí como cuando estoy con mis padres y mi prometido. Solo sonreír, oír y callar. Escuchar la grandeza de la familia Lestrange, pensar en bebés cuando ni nos hemos casado… — suspira abatida. Queda mucho por hacer en su sociedad.
— Parecen pavos reales machos abriendo sus alas para agradar a las hembras.
Andromeda ríe. La metáfora se ajusta mucho a la realidad.
Lo abraza.
— Lo más duro será separarme de mis queridas hermanas y mis adorados primos. Y del tío Alphard. Mi tío favorito.
— Oh, sí, nos invitó a su casa. Mira, mi madre siempre dice: pierdes cosas y ganas otras. Tienes que ver si te compensa abandonar a tu familia y dejar de hablarte con ellos. Sabes que yo no te obligaré.
— Lo sé. Ese es el problema, que sí me compensa.
— Pues, habrá que ver si a tus hermanas, tus primos y a tu tío favorito les compensa seguir teniendo el contacto contigo o no. Pero ya sabes que para los Tonks ya eres como de la familia. Mi madre y mi hermana te adoran. — Ted se acerca a ella sonriendo. — Y para mi padre eres como una hija más.
Andromeda se ríe.
— Esta ha sido la mejor cita de San Valentín que hemos tenido.
— Es nuestro segundo San Valentín como pareja.
— El año pasado fue más inocente.
— Estábamos más tensos y tímidos. — ríe ella.
— ¡Nos daba vergüenza hasta darnos la mano!
— ¡Y nos lanzábamos miraditas a escondidas!
— Bueno, eso lo seguimos haciendo.
Ambos empiezan a reírse, juntan sus labios y se besan apasionadamente.