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POV LENA
Soy billonaria, sexy y exitosa.
Lena Kieran Luthor es mi nombre y tengo la capacidad de hacer que cualquier hombre o mujer; así se traten de presidentes, reyes o generales del ejército, se orinen en sus pantalones, se pongan duros como piedras o sus bragas se mojen con una sola mirada. En realidad, depende mucho de la mirada. Muchos aseguran que mi ceja alzada moja bragas al instante, al igual que aterra hasta el alma, y no me quejo; como mujer exitosa que soy, he sabido sacarles provecho a ambas; lo de las bragas mojadas y cagarse en los pantalones, no los penes duros, hasta el momento no he encontrado uno que me complazca, por lo que diré que soy lesbiana hasta la médula, aunque sinceramente ya ni ellas me complacen.
Ser exitosa, billonaria y sexy tiene su desventaja. Aprendes que son muy pocas las personas que están contigo por ti, por quién eres y no por lo que pueden obtener, pero siendo objetivos, eso le puede suceder hasta al pobre de las copias si se encuentra a una bribona aprovechada en su camino, no digamos en mi caso.
Por eso mis amigos son contados con los dedos de una mano y aún me sobran dedos, pero los de mi mano no el de los Addams.
Trabajo de sol a sol y de luna a luna; llueve, truene o relampaguee, estoy en mi oficina firmando documentos, revisando informes, en reuniones interminables con inversionistas, en mi laboratorio creando e incluso cuando llego al silencio de mi enorme ático no descanso. Siempre trabajo.
¿Por qué?
Tal vez porque la soledad es mi compañía constante, desde que desistí de las compañeras de una noche que ciertamente no llenan el vacío verdadero que mi alma anhela. Una compañía auténtica y real para algo más que follar sin sentido hasta el amanecer; lo cual no es queja, pero no es lo único que deseo. Una relación no puede sobrevivir solo en una cama. Y el amor menos.
Bufo cansada. Mentalmente cansada, que es peor —Jess— Llamo a mi asistente por el intercomunicador —Dile a Arias, Prince, Nal y Brainiac que los quiero en mi oficina y tú entras con ellos—
—Arias y Prince siguen en la reunión—
—¿Cómo es eso posible? — Veo el reloj; debieron de haber terminado esa junta desde hace tres horas, llevan cuatro horas ahí metidas. Mis quejas son detenidas de ser pronunciadas por la voz de Jess —Prince va a verte— Un toque en mi puerta, mi autorización es dada y Prince se asoma; su semblante es más que suficiente, no necesita decir nada, ya estoy de pie saliendo de mi oficina.
Mi paso es firme y seguro como siempre mientras avanzo por el pasillo y puedo escuchar desde aquí el alboroto y la negativa para firmar. Todo el lugar queda en silencio cuando me ven entrar —Te escucho gritando desde el otro lado Maxwell— Me dirijo hasta el fondo de la sala, apoyando mi trasero en la saliente de una de las mesas y mis brazos cruzados mientras escucho a Maxwell decir: Creí que lo resolveríamos nosotros, Arias —Hemos intentado resolverlo por más de tres horas Max y tú te sigues negando a firmar— Arias me señala con un gesto de su mano —Esta es la alternativa—
—No queremos una fusión—
—Nadie quiere fusionarse... contigo— Intervengo —Tienes más deudas que ganancias; sinceramente, sería más fácil vender disquetes y videocaseteras que tu compañía—
—No me voy a dejar amedrentar por ti, Luthor— Maxwell habla con fervor Eres apasionado en tu discurso, le reconozco eso en mis pensamientos —Sacaremos nuestros fondos y llevaré mi negocio y dinero directo a la competencia— Si tan solo no fuera basura todo lo que dice —Lo que ustedes piden que haga es suicidio; detener los dividendos destruiría el precio de mis acciones—
Una sonora carcajada se escapa de mis labios —¿Qué carajos crees que pasará mañana cuando venda mi 23%? — Me inclino ligeramente hacia adelante, soltando mis brazos, dejándolos caer a cada lado —Te diré lo que va a pasar, Maxi: Tus acciones bajarán. El mercado dejará de operarte. Todos tus acreedores te perseguirán. Y para el fin de la semana tu compañía quedará destruida— Mi semblante se transforma al de directora ejecutiva —Y como soy tu mayor acreedor, te prometo Maxwell, que no habrá más negociaciones. El lunes seré la nueva CEO de Lord Technologies y despediré a todos tus empleados, venderé todos tus malditos contratos y equipo a Motorola por 30 centavos de dólar y tú, Lord, serás el único responsable de llevar a la quiebra a una compañía tecnológica durante el mejor momento del siglo para la industria tecnológica. ¿Cómo crees que se vea eso en tu currículum, Maxi? —
Con manos temblorosas, Maxwell responde —Comencé esta compañía en mi garaje—
—Bien, porque ahí es donde terminará si no suspendes los malditos dividendos y nos dejas asumir la gerencia. Así que dime, Maxwell, ¿Qué será? ¿Reestructuro tu compañía mañana o la destruyo por completo hasta los cimientos ahora? — Tragando visiblemente aturdido, Maxwell asiente.
—Bien. Es la decisión correcta, Max— Dice Sam, extendiendo su brazo para alcanzar los documentos. Al ver que todo está hecho, inicio mi camino a la salida y justo cuando paso al lado de Maxwell escucho un leve Bitch saliendo de sus labios. Deteniéndome de ipso facto, me paro detrás de su silla, apoyando mis manos en el respaldar —Acabo de salvar tu casa, tu culo, tu maldita compañía con pérdidas millonarias y asegurar que tus hijos puedan ir a la universidad; deberías de decir algo más apropiado—
—Gracias— Susurra Max.
—De nada— Digo siguiendo mi camino.
—Señorita— Jess me recibe con mi té de media mañana ya listo —Haz que vengan a mi oficina; no debería de tomarles mucho ahora que las chicas están libres—
—Llamando a los superamigos en este instante— Dice Jess tomando su teléfono, contactando al departamento de recursos humanos.
No pasan ni diez minutos de haber dado la orden cuando ya los tengo todos en mi oficina veo a Nal tragar notoriamente; ella es mi directora de talento humano y seguro se está taladrando el cerebro pensando "¿Por qué estoy aquí?" Y no la culpo; ella es como la niña bien portada que nunca es llamada a la oficina del director y que todo el equipo también esté presente no ayuda en su estrés. Somos amigos desde hace tiempo, pero saben que cuando los hago llamar a mi oficina en horario laboral es por asuntos estrictamente profesionales y si están todos reunidos es en definitiva algo serio.
Jess como siempre, con su tablet lista para apuntar todo lo que diga y la conmoción que sé que mis palabras dejarán en todos ellos hace que sonría. Tengo un lado malévolo, no puedo negarlo.
Les indico que tomen asiento. Sam y Diana lo hacen en el sillón blanco de dos plazas en mi oficina Brainiac, como el caballero que es, mueve las sillas frente a mi escritorio para Jess y Nia, sentándose él en el reposabrazos del sillón y yo me acomodo en el sofá individual frente a ellos —Les he llamado a todos para informarles que— Si pausa dramática; lo hago intencional, me gusta el suspenso —Me voy— Los cinco pares de ojos parecen salir de sus órbitas de lo abiertos que están —De vacaciones— ciones, ciones, ciones; ese es el efecto de sonido que reproduje con mi celular para más emoción.
—¿Qué? —
—¿Cómo? —
—¿Por qué? —
—¿Cuándo? —
Todos ellos hablan.
—¿Cu... Cuánto tiempo? — Pregunta mi asistente, revisando mi agenda, seguramente para reprogramar mis citas, pobre ilusa —Por 180 días a partir de mañana con posibilidad de extensión— Y Brainiac cae de culo en el piso, Samantha escupe el café que tomaba, Diana jadea sorprendida, Jess hace malabares con su tablet evitando que caiga y Nia ni siquiera intenta atrapar la suya.
Si pudieran conectar nuevamente su cerebro y cerrar sus bocas, creo que estarían bombardeándome con preguntas nuevamente. No me he tomado vacaciones desde... nunca. Fundé esta compañía cuando tenía 15 años, aunque legalmente soy la dueña desde los 21 solo porque tuve que esperar hasta esa edad para firmar contratos y hacer trámites legales. Mientras tanto, mi madre me representaba, pero he estado trabajando el plan estratégico desde antes. Todos y cada uno de mis proyectos escolares, secundaria y universitarios fueron dedicados a LKCorp, la más grande compañía de tecnología e investigación médica, y puede que no fuera mi sueño. Lo más alejado, de hecho, de mi sueño de montar caballos, participar en los Juegos Olímpicos y dirigir la destilería familiar. Pero LKCorp fue la forma que encontré para honrar al ser más importante de mi pasado y todos saben que sin esta empresa y todo lo que fundé en su nombre no hubiera sobrevivido. Dejarla no será fácil, aunque sea por unos meses, pero necesito hacerlo. Necesito volver.
—Sam, como mi vicepresidenta y COO, estarás a cargo en mi ausencia. Diana, tú como CFO colaboras con Sam en la dirección y manejo de la vicepresidencia. Si requieren realizar promociones o movimientos de puestos internos y/o contrataciones para otras áreas para ayudarlos con la carga que mis vacaciones traerán, siéntanse libres de hacerlo; al fin de cuentas, a partir de mañana serán las jefas. Brainiac, los Dioses saben que si no logro algo que hacer con mi tiempo intentaré acceder vía remota y trabajar, así que, amigo, tienes la tarea de mantenerme lejos de mi correo electrónico corporativo y mis accesos; después de todo, eres mi CTO y CIO en uno solo— Sonrío engreída porque el hombre es un genio y yo también e intentar evadir sus firewalls y demás es muy entretenido y en ocasiones lo hago con la excusa de probar nuestra seguridad y es excusa porque lo hago más por diversión que otra cosa —Nia, como CHRO, estás aquí para aprobar mis vacaciones y los cambios en el personal. Vamos, amigos, quiten esas caras Jess se queda con ustedes; no soy tan mala para dejarlos sin salvavida. Los Dioses saben que sin ella esta oficina no funcionaría—
—Los Dioses saben que sin ti no habría oficina que hacer funcionar— Murmura Jess a lo que todos sueltan palabras afirmativas mostrando su acuerdo con ella.
—Chicos vamos, todo lo que tenga que ver con la empresa lo dejaré atrás, por lo que si me llegan a necesitar, pueden contactarme a mi número y correo personal, ¿Sí? Me voy de vacaciones, no del planeta. Aunque sé que lo harán de maravilla, somos un equipo después de todo, ¿De acuerdo? —
—Por supuesto, cuentas con nosotros—
—Si hay alguien que se merece vacaciones, eres tú—
—Te mantendré lejos de nuestros servidores, Luthor—
—Sinceramente, me quitas un grano del culo porque no tenía ni idea cómo hacer que te tomaras tus vacaciones y cumplimiento me tiene loca con que eres el empleado con más días acumulados y toda esa mierda—
—No debería de ser "Un peso de los hombros"— Pregunto.
—No, tú eres más un grano en el culo—
—¡Oye! — Exclamo haciéndome la ofendida.
—¿Dónde te hago las reservas? — Pregunta Jess lista para anotar mis respuestas —En ningún sitio— Respondo, sabiendo que al lugar que iré no necesitaré reservas —Créeme, no las necesitaré. Ahora, mis queridos amigos míos, solo una advertencia en nombre de todos los años de amistad que nos unen, los cuales odiaría terminar— Los veo a todos y me enfoco en Sam y Diana —No. Jodan. Mi. Empresa. O sabrán quién es Lena Kieran Luthor ¿Estamos? — Todos asienten y yo sonrío diciendo "Excelente" feliz me doy la vuelta regresando a mi silla.
—Una pregunta— Asiento para que continúe —Si no necesitas que Jess te haga reservas, ¿Adónde irás? —
Mi sonrisa no puede ocultarse; el sitito al que iré es el lugar más hermoso que existe —Voy— Con cada palabra que pronuncio, una sensación felizmente nostálgica por mi destino, que no he visitado en más de una década, seguido de un nudo en mi estómago de presentimiento a que algo grande está por suceder, me invaden —A casa— Respondo, agarrando entre mis manos mi adorno especial que descansa en mi escritorio.
Notes:
La intervención de Lena en la reunión está inspirado de un capítulo de la serie Yellowstone
Chapter 2: Regresas a Casa
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POV KARA
Dos semanas antes
Kara Zor-El es mi nombre. Soy una mujer, bueno, no exactamente, aunque me considero una; por ende, soy una mujer fuerte, luchadora, soñadora, dirán unos e incluso ingenua, comentarán otros, pero yo diría optimista.
Sin embargo, a veces creo que demasiado optimista y no estoy segura del porqué. Porque veo el vaso medio lleno en vez de medio vacío, uno esperaría que fuera más realista con todo lo que me ha tocado vivir a lo largo de mi vida, la cual no ha sido mucha; dos décadas y media, cinco lustros el día de hoy.
Si hoy es mi vigesimoquinto cumpleaños y ha sido un día de mierda, y sí que he tenido días de mierda, pero hoy ha sido por lo mucho uno de los peores.
Lo siento, Kara, pero te la pueden quitar.
¡Joder! Estoy cansada. Tan cansada.
Física y mentalmente cansada. Exhausta de seguir intentándolo. Uno creería que en estos tiempos los prejuicios, las discriminaciones, los señalamientos serían menos y la aceptación o, aunque sea, la tolerancia y el respeto serían más. Pero no.
La verdad es que vivimos en una sociedad de mierda, en un mundo jodido por el ser humano, por personas hipócritas, clasistas, prejuiciosas, imbéciles que se creen con el derecho de juzgar todo aquello que es diferente a su línea de pensamiento y de hacerse de la vista gorda de la injusticia mientras el asunto no sea con ellos y comprar todo con dinero.
No todos son así susurra una vocecita en mi cabeza a la que llamo mi voz optimista, y es cierto, no todas las personas son así, pero han sido tan pocas las buenas personas con las que me he topado. Pocas, pero geniales; la calidad es lo que importa, ¿No?
Sí, mi voz optimista está en lo cierto, la calidad es importante; es sólo que en días de mierda como hoy me es inevitable no pensar en el si hubiera. Si hubiera sido diferente a lo que soy, si hubiera tomado otras decisiones. Los Dioses son testigos de que en verdad he deseado ser diferente; es que joder, me hubiera ahorrado tanto sufrimiento, tonto desprecio y aberración dirigida a mí, si tan solo hubiera sido diferente, si hubiera aceptado vivir conforme a la corriente y no en contra de ella.
Pero entonces yo también sería una hipócrita como todos, sería una más del bulto, una mentirosa que no fue capaz de ser fiel ni siquiera a sí misma, ni a sus pensamientos, sentimientos e ideales. Y eso no puedo aceptarlo. No puedo vivir siendo algo que no soy.
Puede que mis ideales no me hayan llenado los bolsillos de dinero, puede que no me hayan ayudado a encontrar el amor o una pareja siquiera, pero me han dado lo más importante que tengo, que es ser quien soy y mi hija, mi pequeña K. Y eso no tiene precio.
Dioses, ya no puedo más —No es cierto— Me digo en voz alta —Tú puedes. Tú puedes. Tú puedes. Vamos, Kara, tú puedes. Llevas sobrevenido desde que tenías nueve años, puedes seguir haciéndolo, recuerda por qué lo haces. Recuerda quién eres—
Recuerda...
Lo siento, Kara, no hay más fondos.
Lo siento, Kara, pero jamás podría amar a una desviada como tú.
Lo siento, Kara, pero a partir de hoy estás muerta para mí.
Lo siento, Kara. Lo siento, Kara. Lo siento, Kara.
—Buenas— Una voz soñolienta se escucha a través de la línea, cortando el remolino turbulento que se volvieron mis pensamientos —Más te vale que hables y que tengas una buena razón para despertarme a las 3 de la mañana o te perseguiré y te destazaré como un pescado—
—Oh, mis Dioses, lo siento, olvidé el cambio de horario y la he despertado, señora, en verdad lo lamento, me disculpo. Por favor, si gusta, puede volver a dormir y hablaremos cuando esté despierta en horarios decentes para usted. En serio lo siento, lo siento. Eres tonta, Kara—
—Eh, niña, respira, ¿Sí? Créeme, ya estoy despierta. ¿Cómo estás? Y por favor, no me des la típica respuesta social—
Un sonoro suspiro escapa de mis labios y dejo ir las palabras, recordándome que ella es una de las buenas personas —Estoy de la mierda, señora— Y creo que es la primera vez en mucho tiempo que admito en voz alta, que no estoy bien, desde mi niñez que no lo hago, mejor dicho, desde que estuve con mi ángel. Mi lugar seguro.
—Lenguaje, niña—
—Lo siento— Rápidamente me disculpo, enderezándome en mi asiento como si la mujer pudiera verme a través de la línea.
—¿Hay algo que pueda hacer por ti, cariño? —
—En realidad creo que sí. La he llamado porque yo... eh, yo acepto su propuesta, señora Luthor— Y aunque no la veo, puedo jurar que está sonriendo como el gato Cheshire.
—Kara, cariño, te juro que no te arrepentirás—
—Eso espero— Los Dioses quieran que no. Porque si no, por primera vez en mi vida perderé mi fe en mí misma y en todo. Tal vez esto sea justo lo que necesito; un cambio. Izar las velas y zarpar. ¿Quién dice que no se puede tener un cambio volviendo al inicio? Al final de cuentas, por ahí dicen que uno siempre regresa a donde fue feliz, ¿No? Y sinceramente, ese ha sido el único lugar en donde he sido feliz.
Corto la llamada oyendo sin escuchar realmente los detalles que me dice la señora Luthor; mi único pensamiento ahora es que Regresas a casa, Zor-El. Regresas a donde todo comenzó.
Chapter 3: Encuentro
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POV LENA
Actualidad: Primer día de vacaciones.
En la mejor panadería de un recóndito pueblo de la provincia de Úlster, Irlanda —¡Freak! — Un tipo alto, calvo, con una mirada que te hace sentir automáticamente incómoda, porque solo los pervertidos o psicópatas te la dan, se acerca molestando a una dama que ni siquiera ha terminado de entrar al local. Una rubia, alta, cuerpo de diosa. Jodidamente hermosa.
—Te estoy hablando, monstruo, estás lejos de tu casa, ¿No? — A palabras necias, oídos sordos, para ser el mantra de la rubia que no detiene su andar por los comentarios claramente malintencionados —Esto es Irlanda, ¿Sabes? Uno no esperaría encontrar freaks aquí— El desagradable individuo, que se me hace familiar, sigue insultando a la mujer, quien continúa con su expresión aparentemente imperturbable, pretendiendo que no le importa lo que el hombre dice hasta que él dice —Tal vez deberíamos decirles a todos lo freak que eres— Y ella se ve aterrada. El tipo la toma de la muñeca girándola y las pocas personas que hay no hacen nada. Esa es mi señal.
—Ya que no regresas a tu exhibición de circo fenóm...—
—Uno no esperaría encontrar Rhinella Marina en un bar irlandés y en cambio aquí estás muy lejos de tu hábitat— Intervengo, aunque no tolero a los buleadores; no me meto en problemas que no son míos y menos tan abierta y directamente. Pero hay algo en esta mujer que me llama como la luz a las polillas.
—¿Disculpa? —
—Disculpa aceptada; sin embargo, eso no te quitará lo idiota. Ahora— Mi semblante se endurece y puedo sentir como mis facciones se tensan —Suéltala— O Juro que voy a golpearte por molestar a la mujer más hermosa que he visto en mi vida, imbécil.
—Mira, duende, estás...—
Mi fuerte carcajada hace que el hombre detenga sus palabras y frunza su ceño —Soy orgullosamente irlandesa, idiota. Los duendes son criaturas mágicas muy astutas, inteligentes y suertudas, ¿Sabes? Un icono de la cultura irlandesa, tu intento de insulto es un halago, pero vamos, piensa un poquito a ver si logras usar tu materia gris y decir algo verdaderamente ingenioso. Pero tómalo con calma, amigo, no te vaya a dar una aneurisma por el esfuerzo—
—¿Quién te crees? — Finalmente veo como el calvo da un paso al frente, liberando la muñeca de la hermosa rubia, y yo respondo dando también un paso adelante, acercándome más a él —Me creo lo que soy. Y en este momento soy una persona que no está dispuesta a permitir que un imbécil trate mal a otra—
—¡Ya basta! — Escucho una voz hacer eco en todo el lugar, una mujer mayor, rubia de ojos azules que, si no es porque sé muy bien quién es la señora que sale con su delantal puesto y un trapo secando sus manos desde la cocina, juraría que es la madre de mi hermosa rubia de cuerpo de diosa que estoy defendiendo. Un momento, Lena, ¿TÚ hermosa rubia? Me gusta cómo suena eso —James, vete de mi local. A partir de hoy no eres bienvenido aquí— Con razón se me hacía conocido el imbécil.
—No me hagas reír, Eliza, como si tu local pudiera darse el lujo de reservarse el derecho de admisión y no recibir mi dinero por tus mugrientos past...—
—Ya escuchaste a Eliza— Digo al reconocer la intención del moreno en seguir ofendiendo —Lar-go— Hablo deletreando en sílabas, usando mi voz de CEO y mi mirada marca Luthor caga pantalones, haciendo que el hombre trague notoriamente y huya despavorido con el rabo entre las patas. Acabas de reasegurar tu puesto en mi lista negra, idiota. Y créeme, un pase al infierno hubiera sido mejor para ti.
—¿Te encue...? — Me giro levemente con la intención de preguntarle a la chica si se encuentra bien, sin embargo, mis palabras se olvidan en cuanto nuestras miradas se conectan. Esos ojos yo los he visto antes. Imposible, Lena, jamás olvidarías una mujer tan bella como ella —¿Te encuentras bien? — Hermosa logro finalmente preguntar, guardándome el adjetivo solo para mí.
—Sí— Responde un tanto a la defensiva —Aunque para la próxima no intervengas en lo que no es contigo, entrometida—
—Wow— Sorprendida pronuncio —Únicamente quería ayudar—
—¿Acaso pedí tu ayuda? No. Nadie pidió tu ayuda y menos yo; puedo resolver mis asuntos por mí misma. No necesito tu ayuda ni la de nadie. ¿Entiendes? No te me acerques y no te entrometas en mis asuntos—
La irritación quiere apoderarse de mí, pero con una exhalación me quito el sentimiento de encima —Bien, lo tendré en cuenta para la próxima vez que me cruce contigo, rubia—
—Kara— Dice Eliza con un tono de advertencia.
—No Eliza— Digo Kara bonito nombre como tú; lástima que seas una malhumorada, maleducada y malagradecida —La señorita está en lo cierto, nadie me pidió intervenir, no voy a disculparme por hacer lo que creí correcto y tampoco dejaré de ayudar a otros solo porque aquí Supergirl no sabe agradecer—
—¿Supergirl? —
—Sí, ya sabes, la heroína rubia, ojos azules, guapa, extra sexy, cuerpo de diosa y con superpoderes— La veo negar, desconocedora de lo que le estoy hablando —¿Cómo? Hasta yo, que no tengo tiempo ni para comer, sé quién es Supergirl. Wow, oficialmente hay alguien más alejada que yo del mundo televisivo. Genial, ahora Nía ya no podrá molestarme más con eso. Bien, supongo que, aunque podrían ser gemelas, sólo que tú serías la más hermosa, tú eres mejor, ¿No? Ya que hasta ella necesita ayuda y tú, como muy amablemente has dejado en claro, no lo haces—
—Un momento— El ceño rubio se frunce —¿Me estás diciendo? — Kara se corta a sí misma, dejando las palabras en el aire.
—Guapa, extra sexy, cuerpo de diosa, con ojos azules— Como un cielo despejado pienso, sintiendo un escalofrío por todo mi cuerpo —Pero muy poco amable y agradecida, lo que es una lástima, porque realmente soy una gran compañía para un café o el té de la tarde, lo que sea tu preferencia— Sonrió inevitablemente.
—Sabes que... Gracias— La escucho decir, sorprendiéndome —Pero, no al café y mantente alejada de mí y mis asuntos— Demasiado bueno para ser verdad.
—Sabes que...— Imito su pausa dramática —De nada— Respondo dando un paso atrás, alejándome —Y como a mí sí me enseñaron modales, te deseo que tengas un bonito día, Supergirl 2.0— Giro dándole la espalda, subiendo a uno de los taburetes frente al mostrador, dando por terminado el intercambio, fingiendo concentrarme en comer mi tarta. Y finjo porque en realidad estoy escuchando cómo la rubia con cuerpo de diosa y ojos azules que me recuerdan a un cielo despejado hace su pedido Esos ojos son iguales a los de... Níl. Imposible, Luthor deja de pensar tonterías; simplemente te impresionaron.
—¿Cómo que no hay Eliza? Si en el mostrador veo un montón—
—Lo siento, Kara, nos hicieron un pedido abismal y todos los pasteles están vendidos, en principal el especial del día— Escucho como Eliza le dice mientras tomo los pasteles que están encima del mostrador, metiéndolos en la caja junto con el resto, y por el rabillo del ojo puedo ver a la diosa rubia observándome y atando cabos en su cabecita. Yo giro sonriendo, ahora un tanto presumida, como diciendo: Así es, hermosa, todos son míos —La otra tanda no saldrá hasta dentro de una hora o más, si puedes esperar— Dice Eliza y yo giro mi rostro nuevamente, continuando con mi tarea. Es el karma de la rubia por ser malagradecida; si hubiera sido amable, tendría uno.
Kara suspira derrotada mientras dice —No, se me hace tarde y, una vez que suba, no volveré al pueblo hasta la otra semana, quizás— Juro que puedo sentir la desilusión y tristeza que salen de su voz —Guárdame uno de tus especiales el próximo viernes, ¿Sí? Por favor— No te metas, Lena no es contigo. Qué importa si ella se ha quedado sin pasteles —Dioses, Kieran no estará feliz—
La mención del nombre hace que levante súbitamente mi cabeza ¿Quién es Kieran? ¿Por qué su voz suena aún más triste?
—Te lo guardaré, lo prometo Kara— Afirma Eliza en lo que la rubia se gira. No lo hagas. No lo hagas, Lena ¡Mierda, Luthor! En contra de todo mi razonamiento, tomo uno de mis pasteles del especial del día de la pila y sigo a la rubia fuera —¡Supergril 2.0! — Grito —Toma— Digo extendiendo la caja hacia ella.
—¿Qué? —
—El pastel del día, tómalo—
—No puedo aceptarlo, tú lo has comprado, son tuyos—
—Sí puedes, Kara y ni siquiera tienes que decir gracias esta vez. Mira, tú quieres un pastel y yo tengo más de los que realmente necesito, no me cuesta nada darte uno—
—Así como así, ¿Sin pedir nada a cambio? —
Rodando mis ojos digo —¿Me vas a dar algo a cambio? ¿Un cafecito? ¿Un tecito? ¿Una cita? — Un beso.
—No— Escucho su respuesta contundente y veo el recelo en sus ojos. Oh, chica, contigo es lento —Entonces, ¿Para qué lo pediría? No tiene sentido pedir algo que sé que no se me dará. Sería muy estúpido de mi parte y yo no hago cosas estúpidas, Supergirl 2.0. Toma el pastel y ya. Cada quien por su lado— Por ahora, porque voy a tener ese beso.
—Gracias. La verdad es que— Dios, la rubia sonríe genuinamente por primera vez y no puedo evitar pensar que es la sonrisa más bella que he visto. Casi tan bella como la de... Mi K —Mi hija es quien lo desea. Gracias—
Y su admisión de tener una hija me hace olvidar mis comparaciones involuntarias y rápidamente digo —¿Tu hija? — Sé que mi ceño está fruncido, no esperaba que la rubia tuviera familia. ¡Joder! Que no tenga pareja, por favor que no tenga pareja. Por favor —Sí— Responde con su sonrisa y parece que la sola mención de su hija la hace brillar automáticamente.
—¿Kieran? — Pregunto sin poder contener la palabra; necesito saber todo de ella. Absolutamente todo de esta rubia de ojos azules, cuerpo de diosa que hace cinco minutos no sabía que existía.
—¿Cómo? —
Su sonrisa se ha borrado y rápidamente sigo, porque verla con el ceño fruncido, aunque es adorable, no me agrada del todo —¿Tu hija se llama Kieran? —
—¿De dónde sacaste ese nombre? — Extrañamente a la defensiva es como siento el tono y veo el lenguaje corporal de Kara por mi pregunta Oh, aquí hay gato encerrado —Tranquila, fiera, que no soy una roba niños, te escuché decírselo a Eliza—
—Sí noté que levantaste la cabeza cuando dije el nombre. ¿Por qué? —
—No me vayas a rostizar con tu visión de calor, Supergirl 2.0, ese también es mi nombre y me llamó la atención que lo dijeras solo eso, ¿Ok? No hay nada más—
—Oooh— Apenada susurra y sus mejillas rosadas de la pena la hacen ver aún más hermosa —Bueno gracias por el pastel, Kieran—
¡Cnag! Algún día me dirás, Lena mientras te corres. Si, Kieran es algo raro, considerando que así se llama mi futura hijastra. Pero igual es sexy que me llames por mi nombre. Un momento, ¿Qué? ¿Hijastra? ¿Qué carajos Lena?
—De nada. Kara— Respondo probando la dulzura con la que su nombre se desliza de mi lengua Me gusta. Sonriendo, doy un paso atrás, retirándome lentamente, negándome a perder de vista esos ojos; bellos, pero tristes, que me recuerdan tanto a la persona más importante de mi pasado. Dioses, son iguales a los de Mi K, pero estos son más tristes.
Mordiéndome la lengua de preguntar tantas cosas, finalmente giro en mis talones volviendo adentro Han pasado dieciséis años desde la última vez que te vi, K, y nunca había visto un azul como los de tus ojos hasta hoy.
POV KARA
Desconcertada en medio del parqueo, con mi mente hecha un lío y mi corazón acelerado, salgo de mi aturdimiento caminando a mi vehículo. Me regaló un pastel sin pedir nada a cambio; los dioses saben que nadie me ha regalado nada excepto... Excepto ella. Tienen el mismo nombre; será posible que, no, claro que no, Kara, tonterías son las que piensas, si no se parecen en nada, solo en sus ojos, son idénticos a los de ella. A los de mi ángel. Mi lugar seguro.
Chapter 4: K
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POV LENA
—Veo que aún no has perdido tu esencia, siempre defendiendo a quienes lo necesitan—
—De buscar problemas y meterme en peleas es lo que realmente quieres decir, ¿No? —
—Sí, también eso— Eliza coloca más cajas de pasteles a la inmensa pila —Aunque todos sabemos que en el fondo eres una gran blandengue—
—Oye, no me levantes calumnias— Refunfuño y, justo cuando guardo silencio y abro nuevamente mi boca para preguntar, Eliza corta de tajo mis palabras y, como si supiera lo que diría, ella se adelanta.
—No te contaré nada sobre Kara, excepto que llegó hace como una semana y media. Es una gran ser humano, una mujer increíble, una madre extraordinaria; su mundo es su pequeña hija y, si te gusta y logras que te dé la hora siquiera, más te vale no dejarla ir. Y no hacerla sufrir. No la ha tenido fácil. Y sé que tú tampoco— Murmura eso último como no queriendo que la escuche, pero lo hago, la oigo y lo guardo para tenerlo en cuenta en un futuro.
Todo esto me intriga. ¿Cómo Eliza parece conocerla tan bien si dice que la sexy rubia tiene menos de dos semanas aquí? ¿De dónde viene? ¿Por qué el idiota de James la molestaba? Aunque James es un imbécil, no necesita una excusa para joder. Pero, ¿Por qué Kara tiene los mismos ojos que mi K? ¿Por qué me mueve tanto el querer conocerla y cuidarla?
—Puede que hace años que no te veía, duendecillo, pero creciste en esta panadería; estas paredes eran tu tercer hogar, así que aun te conozco y además tengo experiencia y sé identificar el interés en los ojos de otra persona— Continúa hablando Eliza y, pese a estar sumergida en mis pensamientos, escucho atenta.
Por más que desee preguntarle todas mis dudas, sé que no las responderá; me limito a asentir mientras digo —Sí que me conoces, Eliza— Y sentarme a terminar mi tarta mientras mis pensamientos se remolinan en los recuerdos que me he obligado a mantener a raya, aunque los más viejos, como el día en que le hablé a mi K por primera vez, me hacen realmente sonreír.
Flashback
Mi frente se arruga y mis labios forman un puchero enojado. Papi siempre me dice que no busque problemas, pero que no me deje. Y creo que ir a donde los niños tontos y patearles enfrente como me enseñaron sería buscar problemas —Eres un bicho raro— Escucho a James uno de los niños buleadores que más molesta decir —Sí solo las niñas juegan con muñecas, eso te convierte en niñita— Dice ahora Alexandra no es un niño, pero es igual de molestona que James para mí son solo unos tontos. Una niña tonta. ¿Por qué hay tantos tontos y tontas? No saben que los juguetes son para jugar; sus mamis no se lo dicen, como la mía. Mamá siempre dice que uno puede jugar con lo que quiera si es de uno o si su dueño nos lo presta.
Mamá también siempre dice que no hacer nada cuando alguien necesita ayuda está mal —Niñita. Niñita. Kieve, la niñita— Los escucho iniciar a cantar, veo a James pegarle, quitándole su muñeca, a Alex jalarle el cabello rubio y al resto reír como si fuera divertido. "Esa es mi señal".
—¡Déjalo! — Grito, corriendo a toda la velocidad que mis piernitas me permiten en dirección a ellos, tacleando a Alex y, gracias a que soy rápida, giro golpeando a James adelante, justo donde Lex me enseñó. Alex queda en el piso y James cae llorando.
Recojo la muñeca limpiándola en mis pantalones —Ellos son los bichos raros porque molestan a los niños más pequeños, no tú— Digo sonriendo. Mamá dice que se me hayan caído los dientes de enfrente hace que mi sonrisa sea más linda, así que sonrío muy, muy grande para que sea más bonita —Soy Lena. Lena Kieran Luthor—
Me mira fijamente con sus ojos que tienen el color del cielo, un cielo brillante y sin nubes como... "un cielo despejado" —Kieve. Kieve Zor-El—
—En mis tres añitos nunca he jugado a las muñecas, me gusta el ajedrez. ¿Quieres jugar conmigo a las muñecas y me enseñas K? —
—¿Qué pasa aquí? —¡Ups! Llego la maestra y tiene la frente arrugada. La profesora nos lleva a Kieve y a mí a la dirección y nos dejan esperando, según entendí, a nuestros padres. Kieve parece asustado; ojalá que sus papis no lo regañen, ni a mí los míos.
—K— Le hablo, llamando su atención —¿Me enseñarás a jugar? —
—¿K? —
—Sí, Lex, mi hermano mayor dice que los amigos tienen apodos, pero de los bonitos—
—¿Amilos? ¿Selemos amilos? —
—Sí, a-mi-gos, amigos K—
—Amigos— Kieve repite después de mí, diciéndolo bien.
—Soy un bicho ralo eso dicen James y Alex—
—No es cierto. No eres un animal; los bichos son insectos y tú eres una persona y eres mi amigo si quieres— Agacho la mirada un segundo, antes de volverla a subir —A la mayoría no le gusta ser amiga de la pelotilla Luthor—
—¿Pelotilla? —
—Por ser rellenita y bajita. Mamá dice que soy muy linda y que los niños molestan por tontos y yo le creo a mamá. Mami nunca miente—
—No eres una pelotilla, eres mi ángel—
—No, soy Lena. Lena Kieran Luthor—
—No, eres mi ángel. Ese es mi apodo y somos amigos por siemple—Dice emocionado, poniéndose en pie.
—Siempre— Digo levantándome y abrazando a K mi mejor amigo por siempre.
End Flashback
Con tres años ya andaba entrometiéndome y golpeando a James, aunque hoy no lo hice, pese a que ganas no me faltaron, como cuando a los seis años le saqué un diente de un puñetazo y, aunque mi mano dolió, valió la pena verlo sangrar y la felicidad en los ojos de K.
Nunca me había metido a defender a alguien en medio de una discusión excepto cuando molestaban a K; ahí siempre me entrometía sin importar si era uno o varios o alguien más alto que yo, aunque todos eran más altos que yo. No me volví a entrometer hasta hoy que lo hice para defender a Kara.
Kara de los ojos azules iguales a los de mi K, mi mejor amigo y compañero.
Flashback
—¡K! — Grito feliz de verlo y corro rápido cuando me doy cuenta de que llora —No llores, ¿Qué pasa? —
—Papi quiere que bote mis muñecas— Veo las dos muñecas que él tiene en una bolsa negra de basura. Tengo cuatro años y no comprendo por qué el Sr. Zor-El no lo deja jugar con sus Barbies si K sonríe mucho cuando lo hace y mis padres dicen que no hay nada más hermoso que la sonrisa de tu hijo —Dice que los niños juegan con carritos y ahora tengo que abandonarlas aquí; van a estar solitas y tendrán frío, Len, y no quiero dejarlas. Me gustan mis muñecas—
—K no llores, algo se me ocurrirá— Prometo, sentándome a su lado —Ya sé. Ven— Motivada por ver a mi mejor amigo sonreír, lo tomo de la mano rumbo al bosque. A papi no le gusta que venga sola o sin avisar, pero ya tengo más de cuatro años, casi cinco, y sé que no me perderé mientras me quede en el sendero y K necesita sonreír para que esté feliz.
—¿Adónde vamos? No nos perlemos y nos comelá un oso— Rio bajito por sus nervios; es lindo cuando se asusta.
—No K yo te cuido— Digo segura porque en estos bosques no hay osos, papi me lo había dicho hace un tiempo —¿De un oso? — Me pregunta con su vocecita y yo asiento —De lo que sea K— Afirmo llegando a nuestro destino, una pequeña construcción de madera. Papá nos la mostró cuando nos trajo a pescar y me encantó. Se la pedí para que fuera mi casa del bosque y poder jugar y estudiar.
—¡Oh, Len! Es muy bonita— Sonriendo K ve el lugar —Lo es. Ya está decorada y limpia. Papi, mami y nana me ayudaron a que se vea aún más bonita—
—¿Es tuya? Don Lio te la dio—
—Sí, Papi me la dio. Pero no es mía, es nuestra K; yo la comparto contigo. Aquí podemos dejar a las muñecas y traer más para que no estén solitas. Estarán con mis libros y ajedrez, podemos jugar juntos por las tardes sin que tu papi se enoje porque él no lo sabrá, K. Será nuestro lugar en el mundo donde nadie jamás podrá quitarte nada ni hacerte llorar—
—Mi lugar seguro. Muestra fortaleza en el bosque de mi ángel— Dice K con su sonrisa que ilumina sus ojos azules como el cielo despejado y yo sonrío abrazándolo y juntos jugamos hasta el atardecer en nuestra fortaleza. Nuestro lugar seguro.
End Flashback
Casi todos piensan que su alma gemela es únicamente su pareja romántica y en realidad no es así. Una vez leí que es alguien afín a ti y puede ser tu mejor amigo y lo creí porque, sin duda, tú, K, no solo fuiste mi mejor amigo y compañero, sino también mi alma gemela y nunca voy a olvidarte.
Una parte de mí se recrimina lo que pasó y es estúpido culparme, lo sé; éramos unos niños, pero Dios, soy inteligente. De hecho, tendría que perder varios pares de puntos de mi IQ para ser catalogada como inteligente y aun así no me sirvió de nada porque no pude darme cuenta antes, comprender a tiempo lo que sucedía en tu interior, K.
Si tan solo hubiera entendido en ese momento lo que realmente pasaba, lo que realmente sucedía contigo, amigo mío, lo que tus palabras querían decir, otra sería la historia.
Si no hubiera tardado tanto en encontrarte, cuanto te prometí que lo haría la última vez que nos vimos entre lágrimas y gritos cuando tu padre te llevó, quizás hoy seguirías aquí con nosotros. Conmigo.
De repente, el lugar perfectamente abierto se siente pequeño; los recuerdos me atraviesan como el cuchillo a la mantequilla. Dos pequeños corriendo a toda velocidad, entrando por esa puerta directo a este mostrador para comprar panecillos en la hora del recreo antes de que en la escuela se dieran cuenta de nuestra fuga. Todos los viernes que veníamos a la salida por un pedazo de tarta del día. Como discutíamos, porque tú decías que 10 muffins eran igual a un trozo de pastel solo para comerte más de uno y yo insistía en que era imposible y casi quemamos la cocina de Eliza en querer comprobarlo.
Abrumada por el torrente de recuerdos que no he tocado en tanto tiempo y el dolor en mi pecho que, pese a los años, no desaparece, recojo la caja con todos los pasteles mientras me despido —Nos estamos viendo pronto... Sabia anciana— Grito cuando ya estoy lejos del mostrador y de su alcance —Espero la entrega de pasteles especiales la próxima semana—
—No seas insolente que viejos los caminos. Lena, eh... esto...— Me detengo a la espera atenta de lo que dirá —Gracias— Una sonrisa es mi respuesta seguida de un "De nada". Saliendo del lugar, subo a mi camioneta.
Esta panadería ha estado abierta desde que tengo memoria y, según comentan mis padres, desde mucho antes de su infancia; además alberga magníficos recuerdos de mi niñez. Pero sólo me bastó un vistazo al lugar para saber que la situación del negocio no era la mejor. La fachada desgastada, la pintura descolorida, los pisos limpios, pero sin el brillo de un pulido. Media hora después logré hacer que Eliza cantara sus problemas financieros como el gallo en la mañana; no llegas a ser la CEO de una empresa multinacional e hija de Lillian Luthor sin esa habilidad.
Después de que mis ganas de querer golpear a su hijita apaciguaran, presenté una solución temporal haciéndole el pedido más grande hasta los momentos; todas sus tartas, pasteles y muffins fueron comprados, con la excusa de llevar pasteles para todos en casa y regalarles a los empleados para que ellos compartieran con sus familias, haciéndole un pedido para la próxima semana para mis empleados en Dublín y ofreciéndole mi ayuda a ver los libros, la cual Eliza afortunadamente aceptó. Sé que los pasteles de Eliza son muy vendidos; su margen de ganancia no es tan alto como lo serían las de las fábricas y grandes industrias, ya que los costos de los procesos artesanales que usa la panadería son más elevados, pero sé que las ventas deberían ser lo suficiente para no tener pérdidas, sino todo lo contrario. Lo que me dice que la ganancia es enviada a saldar la estupidez que hizo su hija dejando descuidada la reinversión en el negocio.
No necesito siquiera revisar la contabilidad para saber que el negocio necesita una inyección de capital que los Danvers no tienen; ya me encargaré yo de que Eliza la acepte. Los dioses saben que no me perdonaría nunca dejar que la panadería cierre si yo puedo intervenir y lo haré. Eliza es bastante testaruda; convencerla de que acepte mi dinero no será nada fácil, pero para mi suerte los Luthor somos y sobre todo yo aún más tercos.
Casi una hora después de haber iniciado mi trayecto y a mitad de camino de la residencia Luthor, mi mente deja sus cavilaciones disfrutando del viaje en carretera —Rubia, ¿En dónde estarás ahora? — Pronuncio pensando en la mujer que acabo de conocer. Kara es hermosa como ninguna otra, tiene una chispa de ternura en su mirada opacada por el brillo de su tristeza y quiero, no, necesito borrar esa tristeza—Estás jodida, Luthor— Me digo a mí misma por esa necesidad hacia una desconocida —¿Cómo haré para volverte a ver, Kara? — Pienso frunciendo mi ceño, maquinando mi proceder. Me memoricé las placas de su coche; puedo empezar por ahí.
—¡Carajo! — Exclamo al reconocer el carro de Kara estampado contra un árbol fuera de la carretera.
Chapter 5: Las K2 son mías
Chapter Text
POV LENA
No hay duda, ese vehículo con el capó desecho es el auto en que vi a Kara meterse en el estacionamiento. Rápidamente doy vuelta en U al tiempo que tomo mi celular llamando al Cigire. Gracias, madre, por hacerme conservar estos números —Buenas, Jeremiah, soy Lena Luthor— Puedo escuchar el desconcierto en la voz del hombre que repite mi nombre en tono de pregunta —Sí, Lena Luthor, y quiero reportar un accidente— Orillándome a un lado de la carretera, bajo de mi vehículo con el auricular puesto. Es la misma placa. Realmente es el carro de Kara. Doy mi ubicación y escucho a Jeremiah decirme que está cerca del lugar, lo cual sinceramente agradezco, y después describo lo que veo.
—Supergirl 2.0— Grito acercándome al sitio, sintiendo el fuerte olor a gasolina invadir mis pulmones —¿Supergirl? ¿2.0? — Pregunta, confundido, y no lo culpo —Lena, si esto es una broma— En tono severo, corto sus palabras —No lo es— Respiro, calmándome, bajando por la pendiente —Así es como le digo a la chica. Jeremiah, su nombre es Kara, al menos así fue como la llamó tu mujer en la panadería—
—Kara Zor-El—
Zor-El como mi... K —No sé su apellido, solo apresúrate, ¿Sí? — Corto la llamada, concentrándome en la mujer frente a mí y no en el pasado que involucra el apellido Zor-El.
—Kara— Susurro al verla inconsciente y con un hilo de sangre brotar de su frente. Por suerte, la ventana está bajada y puedo posar mis manos en su cuello, comprobando su pulso, y si no fuera por la situación, me tomaría un momento para apreciar la suavidad de su piel.
Una palabra, dos sílabas, cuatro letras hacen que mi cuello se doble a una velocidad antinatural, peor que la chica del exorcista al escucharla —Mami— Rápidamente estoy en la ventanilla trasera. "Kieran no estará feliz". "Mi hija es quien lo desea" Recuerdo las palabras de la rubia de hace unas horas.
—Kieran— Murmuro prendida en unos ojos verdes igual que los míos. El llanto de la niña se detiene —¿Ángel? — Sorprendida, asiento Ángel, repito en mi mente al tiempo que musito un "Sí" abriendo la puerta —Te sacaré de aquí, pequeña— La niña asiente con un gesto de su cabecita —Ma... ¿Mami? —
—También la sacaré. Lo prometo. Primero a ti y luego a ella, ¿Sí, princesa? —
Con cuidado destrabo los cinturones de su silla para autos y tomo a la rubia de ojos verdes entre mis brazos —Te llevaré a mi camioneta y necesito que te quedes ahí dentro hasta que vuelva con mami. ¿Puedes hacer eso por mí, Kieran? ¿Puedes quedarte en el auto de ángel Lena a esperar a mami? —
—Sí, sí puedo— Murmura la pequeña con rastros de chocolate en sus labios. Adorable —Excelente, princesa— Digo acomodándola en el asiento trasero y solo para no correr ningún riesgo pongo el seguro en las puertas. Lo último que necesito es una niña de más o menos 3 años corriendo hacia un auto accidentado con derrame de combustible.
Rápidamente corro donde la rubia inconsciente. No era así como esperaba volverte a ver, hermosa, ignorando que un cable suelto con chispas se balancea precariamente cerca de uno de los charcos de combustible. Finalmente, logro abrir la puerta del piloto —Kieran— Susurra Kara entre la conciencia e inconciencia en lo que intento destrabar el cinturón de seguridad. Mierda, está atorado —Mi ángel de la fortaleza— Dice Kara con los ojos abiertos, pero con la mirada perdida viéndome o eso creo, no lo sé. Lo que sí sé es que sus palabras me congelan momentáneamente, transportándome a un pasado de recuerdos creídos olvidados K, no llores, nos iremos a nuestra fortaleza. Parece que hoy es el día de recordar.
Saco una navaja de mi set de herramientas personalizadas; creado por mí misma, obviamente, y corto el cinturón, agradeciendo a mi manía de no ir a ningún sitio sin mi set y a mi padre por haberme inculcado la manía —Estás a salvo, mi cielo— Digo sacando con cuidado a Kara, quien no deja de repetir el nombre de su hija o el mío, quizás —¿Kieran? —
—Está a salvo en mi auto— Respondo haciendo referencia a su hija mientras camino con Kara en brazos, cargada al estilo nupcial, ¡Cnag Luthor! Nota mental: Hacer más pesas que cardio.
—Tú. Otra vez tú— Dice Kara, ya más lúcida, a lo que respondo con un —Sí, cariño. Tal parece que no puedo dejar de entrometerme en tus asuntos, Supergirl 2.0; mínimo me tienes que ascender a ayudante honorífica—
Justo en el momento en que Kara iba a responder mi broma —¡Mami! — Grita la pequeña Kieran cuando una fuerte explosión sacude todo. Yo incluida.
Pierdo el equilibrio y, en medio de mi aturdimiento, antes de besar el suelo, maniobro para caer con mi espalda y no lastimar a la mujer en mis brazos. No es que me moleste estar encima de ella, pero preferiría que fuera en otras circunstancias.
—¡Mierda! — Me quejo por el impacto —Sabes, normalmente solo tengo que sonreír cuando quiero una cita— Irónicamente, el comentario completamente fuera de lugar provoca una carcajada en la mujer de ojos azules y una sonrisa en mis labios pintados de rojo.
Con algo de esfuerzo me pongo de pie aún con Kara en mis brazos Flaca, pero hecha de acero. Segunda nota mental: Despedir a mi entrenador personal por hacerme creer que estoy en forma.
Llevando la rubia hasta el auto con cuidado y sin soltarla, la pongo de pie. Con una mano abro la puerta del coche, mientras que con la otra la mantengo envuelta en su cintura. Tal parece que soy reacia a liberarla del todo.
Como un huracán, la pequeña ojiverde salta del asiento a los brazos de su madre. Y mientras observo el abrazo de ambas, no puedo evitar el sentimiento de que, por primera vez en mucho, muchísimo tiempo, estoy completa.
Aquí es donde pertenezco, junto con estas dos rubias.
Sí. Ellas dos... son mías ahora.
—Gracias por entrometerte— Dice Kara, viendo directamente mis ojos verdes.
—Ha sido un verdadero placer, Kara...— Intencionalmente guardo silencio para que la rubia complete con su apellido la oración y confirmar si efectivamente es Zor-El.
—Zor-El. Kara Zor-El—
Zor-El, entonces, sí es como el suyo —¿Eres familia de Aodh Zor-El? — Pregunto sin poder contenerme, desconociendo la tensión interna que el nombre provoca en la rubia de ojos azules frente a mí porque al escuchar el apellido solo puedo pensar en K—Hace mucho que no sé de él, ni de su esposa Alura. No es que me interese saber de esa familia. Lo siento, no me presenté. Soy Lena, Lena Kieran Luthor—
Observo cómo su rostro se sorprende y, por su gesto, sé que reconoció mi nombre al escucharlo. Y antes de que pueda hacer más preguntas —¡¿Mami?! — Grita la pequeña Kieran al ver cómo su madre se desvanece y la suelta. Por suerte, mi firme agarre en las caderas de Kara impide que caiga y mi brazo libre atrapa a la pequeña que, inteligentemente, se sujetó al cuello de su madre.
Con cuidado ayudo a poner a Kieran en el suelo y paso mis brazos por las piernas de Kara, cargándola nuevamente al estilo nupcial para subirla a mi vehículo con la intención de conducir de regreso a la ciudad y en el momento justo que estoy por hacerlo, unas sirenas se escuchan —Gracias Dioses, que ya están aquí—
—¡Lena! —
—Jeremiah— Respondo caminando hacia él; sin embargo, no me detengo, paso por su lado encontrándome con los paramédicos —Es bueno verte, chica, aunque preferiría que fueran otras circunstancias—
Por el rabillo de mi ojo veo que Kieran viene detrás de mí —Lo mismo digo hombre, con un té y una de las tartas de tu mujer sería mi preferencia— Digo dejando a la rubia en la camilla, girándome ipso facto a levantar en mis brazos a la pequeña Kieran, acunándola.
Veo a los paramédicos revisar a Kara mientras escucho a Jeremiah dar indicaciones a los bomberos que se habían parado y reanudar su camino. Me extraña que no se hayan detenido a apagar el carro en llamas; sin embargo, estoy demasiado absorta en la rubia frente a mí como para cuestionar. Jeremiah se para a mi lado después de preguntar por su radio por el estatus del segundo camión de bombero —Necesitaré tu declaración, Lena—
Respondo sin apartar mis ojos de la mujer enfrente —Por supuesto, aunque no podré decirte mucho, ya estaban accidentadas cuando las encontré— Una mano se enrosca en las solapas de mi chaqueta con voz suave y una mirada cálida. Viendo directamente a los ojos verdes como los míos, pregunto —¿Princesa, quieres decirnos algo? — Joder, quién diría que sería buena con los niños.
—Fue el carro malo— Dice Kieran —Nos pegó e hizo que mami chocara contra el árbol— Un nudo se forma en mi garganta ante el pensamiento de que pude perder a mis rubias Un momento. Mis rubias, ¿Qué carajos, Lena? Me gusta y mucho. Mis rubias. Mías.
—Hay que llevarla al hospital— El paramédico avisa ya subiendo a Kara a la ambulancia. Deseo ir con ella, pero en mi corazón sé que no puede dejar a la pequeña que tengo entre mis brazos —Bien, yo...—
—Jeremiah, ¿Qué ha pasado? —
—¿Madre? —
—¿Lena? —
—¡Abuela! —
—¿Abuela? — Desconcertada repito el "abuela" y pienso un "No me jodas, pelón" —¿Cómo que abuela? — Con mis dientes apretados, rechinando, pregunto. ¡Voy a patearte el culo, Alexander Luthor! —¿No me digas que Kara y Lex? —
—¡Dios no! — Responde mi madre dándome un abrazo de lado que por inercia correspondo y su respuesta y reacción me complace porque las K2 son mías, así tenga que raparme la cabeza para conquistar a Kara —Yo iré con ella— Madre habla caminando hacia Kara y al llegar a ella acaricia la mejilla de mi rubia. ¿Por qué la toca? ¡No me jodas, madre!
—¿Por qué vas tú? — Interrogo, frenando el andar de mi madre que se disponía a subir a la ambulancia —No me digas, madre, que tú y ella—
—¡Claro que no! Por los Dioses Bendito, Lena, ¿Se te olvida que soy la esposa de tu padre? ¿Qué te pasa? — Responde mi madre. Yo niego dándole a entender que nada. Entre cierra sus ojos dándome una última mirada; esa que me da cuando quiere ver mi alma y no cree ni una mierda lo que digo, pero por primera vez resopla y se gira, entrando a la ambulancia, la cual arranca dejándonos atrás. En otros momentos mis pensamientos serían algo como: ¡Oh, Diablos! Ella me interrogará; no obstante, hoy lo único que puedo pensar es: Me debes explicaciones, Madre.
—Ángel, ¿Mami estará bien? — Me pregunta la pequeña, llamando mi atención. No muy segura, asiento —¿Me lo prometes? — ¡Mierda! —Te prometo llevarte con ella y que estaremos juntas hasta que despierte, ¿Sí? —
—Sí— Responde la pequeña mientras ya estoy caminando a mi auto —No te vayas a mover, corazón. No tengo una silla para ti, así que necesitaré que te quedes quieta durante el camino, ¿Sí? — Un firme asentir es la respuesta y con una sonrisa cierro la puerta caminando a mi puesto —Jeremiah— Llamo al hombre mientras subo a mi coche encendiéndolo —Me voy al hospital, cualquier cosa que necesites, sabes dónde encontrarme; después de todo me quedaré por aquí por un tiempo—
O para siempre.
Chapter 6: K de…
Chapter Text
POV LENA
Al llegar al hospital del pueblo, mi primera reacción es ir a recepción para preguntar por información; sin embargo, visualizo a mi madre al final del pasillo y voy con ella.
—Madre— Llamo, abrazándola nuevamente de lado con mi brazo libre y con el otro sosteniendo a Kieran —¿Qué han dicho? —
—Nada aún— Responde mi madre tomando asiento y yo hago lo mismo; la pequeña se acurruca en mi pecho —¿Tienes sueño, princesa? — Su susurro de "siesta" es mi respuesta, seguido de: "Pero, mami", y yo no puedo detener mi sonrisa ante la ternurita. No creo que tenga más de 3 años de edad y ha pasado por más de lo que cualquier niño debería y se rehúsa dormir por su mami; es jodidamente hermoso cuanto se preocupa.
—Duerme, cuando el doctor nos deje verla, te llevaré con ella, pequeña— Musito suave acariciando su cabello, induciéndola al sueño. Al levantar mi mirada, me encuentro con que mi madre me observa claramente, por lo cual alzo mi ceja en una pregunta silenciosa.
—Eres buena con los niños. ¿Cuándo me darás nietos? —
—Y ahí van mis gracias al cumplido. No lo sé— Respondo a su pregunta —Y, ¿Por qué ella te dice abuela? —
—En vista de que ni Lex o tú parecen querer hacerme abuela, me toca buscar por otro lado, ¿No? —
—Madre— Digo en tono mensurado, provocando un bufido de su parte —Está bien Lena, la verdad es que no lo sé, la pequeña me ha llamado así casi desde que nos conocimos y he de reconocer que es un verdadero encanto. Me ha embobado tanto que ni me indigné cuando prácticamente me llamó vieja porque, gracias a eso, soy su abuela—
—¿Cómo? —
—Así como lo escuchas, esta princesita es una encantadora de serpientes. Me recuerda a ti cuando eras niña, solo que ella es más dulce—
—Sabes, ni siquiera puedo fingir que me ofende el comentario. Somos Luthor, no podemos ser enteramente dulces, no todo el tiempo ni con todo el mundo— K era el dulce —Madre— Mi tono cambia, llamando la atención de mamá —Se apellidan Zor-El ¿Son familia de Aodh? —
—Sí lo son. Lena, el matrimonio Zor-El falleció hace menos de un mes en un accidente automovilístico—
—¿Qué? — Realmente estoy atónita, no es que me duelan sus muertes o los vaya a extrañar, en especial a Aodh que era un infeliz de mierda. No por estar muerto diré lo contrario; morirse no lo exime ni lo convierte en bueno automáticamente. El hombre fue un mal padre y los Dioses y el mundo saben que llegué a detestarlo por lo que le hizo a mi K; mi cielo despejado. Eso no quiere decir que le deseara la muerte. Además, considero que en vida y sufriendo hubiera sido mejor, pero como nunca pagó por lo que realmente hizo, supongo que la muerte será su castigo.
—Aodh murió en el instante y Alura horas después en el hospital. Antes de morir, Aulara me habló de Kara y la contacté para informarle de las muertes—
—No esperaba esa noticia, aunque dudo que alguien los extrañe—
—Lena— Me reprende mi madre y yo ruedo mis ojos —¿Estoy mintiendo acaso? — Mi madre bufa y yo sonrío victoriosa —No seré hipócrita, madre. No diré que lamento sus muertes o que los extrañaré, tampoco hablaré bien de ellos solo porque están muertos; que estén muertos no cambia lo que eran, por el contrario, lo reafirma. Porque murieron siendo unos desgraciados miserables, prejuiciosos de mierda sin posibilidad de cambiar ahora—
—Lena, hija— El tono de mi madre es condescendiente; muy probablemente sea por el brillo vidrioso que estoy segura mis ojos han de tener por las lágrimas que me niego a derramar por los recuerdos.
Flashback (Narrado en tercera persona)
—Juéguenos a los caballeros— Propone una pequeña pelinegra de ojos verdes de unos cinco años —Siiii— Grita un rubio de ojos azules con una vocecita emocionada por la idea —Yo seré la princesa y tú K serás el caballero—
—No— Grita K.
—No— Repite la pelinegra —¿No quieres jugar conmigo? — Pregunta triste y el rubio poniéndose aún más triste de ver a su amiga triste, veloz habla —Sí quiero jugar contigo, Lena. No quiero ser pincile, no me gusta ser pincile— El pequeño rubio de la misma edad de su amiga a veces se le dificultaba pronunciar algunas palabras.
Contenta porque su amigo sí quiere jugar, la pequeña Lena pregunta: —¿Qué quieres ser K? —
El chico agacha su cabecita —¿No quieres decirme? — Con un puchero la niña pregunta y su amigo, que nunca puede decirle que no a la pequeña de ojos verdes, dice: —Yo, yo quiero ser la princesa, pero los niños no son princesas y las niñas no son caballas— Con pucheros en sus rostros, ambos niños se sientan en el césped, pues K tiene razón, ¿No?
—Hola Len. Hola Kieve— Saluda otro pequeño de la misma edad de los niños —Hola Clark— Responden los dos amigos al unísono —¿Jugamos algo? —
—Con K íbamos a jugar a los caballeros y princesas, pero…— La pelinegra se levanta de un solo —¡Ya sé! — Exclama corriendo por el jardín hacia el interior de su casa.
—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! — Una duendecilla de cinco años grita corriendo por todo el salón; detrás de ella unos niños la acompañan y una alegre Lillian, ya acostumbrada al escándalo de su hija, sale al encuentro de los pequeños —¿Qué sucede? —
—Mamá, ¿Puedo ser caballero? —
Sin entender Lillian la contempla —¿Caballero? —
—Sí, con armadura, espada y caballo — Continúa la pequeña pelinegra.
—No olvides el…— Un concentrado rubio piensa haciendo un puchero —Eculero—
—Ooh, esos caballeros— Musita Lillian con una sonrisa.
—Sí. ¿Hay otros? — Con el ceño fruncido, Lena cuestiona, a lo que Lillian paciente responde con un "Sí, los niños que son bien portados, educados y tienen buenos modales, sobre todo en la mesa".
—Oooh— Corean Clark y Kieve, ellos no son caballeros del todo, sobre todo Clark, que es el más travieso. Lena vuelve a hacer su pregunta —¿Las niñas pueden ser caballeros? ¿Puedo ser caballero? —
—Las niñas podrían, sí—
—Entonces Lena puede ser una caballa? — Pregunta K emocionado y sorprendido.
Con una sonrisa gentil, Lillian asiente y dice: —Caballeras Kieve, repite conmigo, pequeño Ca-ba-lle-ras— El niño repite sílaba por sílaba hasta que logra pronunciar la palabra y Lillian continúa después de felicitarlo por su logro —Las niñas también pueden ser protectoras de reinos, cuidar y defender a otros, por eso hay mujeres policías y bomberas. Las niñas y niños pueden ser lo que quieran, ¿De acuerdo? —
—Siiii— Responden tres voces a la vez —Gracias, mami— Con un beso en la coronilla Lillian se despide de su hija y sonríe a los otros dos niños, dejándolos solos debatiendo su juego —Lena salva el reino— Dice Kieve muy seguro y feliz.
—Sí, seré Fian Lena, mami dijo que podía ser lo que quisiera— Asegura la pequeña —Lena Luthor Reina de la Fianna, y Clark será mi compañero fiel— El castaño contento asiente —K es la princesa y yo la salvaré del villano malo, feo y torpe que quiere su reino—
Los tres sonríen emocionados hasta que —No tenemos villano— Dice Clark. Lena y Kieve se ven fijamente; ellos no necesitan palabras para entenderse. Con su mirada ya saben la respuesta y, con una sonrisa, ambos salen corriendo al mismo tiempo que gritan —¡LEX! — Y segundos después Clark los sigue gritando —Espérenme—
End Flashback
POV LENA
—Por su culpa Kieve ya no está con nosotros y no voy a pretender que me duelen sus muertes; no me alegra, pero tampoco los voy a llorar—
—Lena, esto eh…— Mamá traga y eso me alerta, ella nunca está nerviosa, jamás titubea —Kieve el no…—
—Familiares de Kara Zor-El—
—Aquí— Digo, poniéndome de pie con cuidado de no despertar a una dormida Kieran que se remueve en mis brazos. Ya tendré tiempo de hablar con mamá. En un segundo mi madre está a mi lado y ambas prestamos atención a lo que la doctora dirá.
—Ustedes no son familiares de ella—
—No me jodas— Digo exasperada y el murmullo de Kieran detiene mi arrebato de zarandear a este intento de doctora hasta que me diga lo que quiero saber —Me vas a decir cómo está mi rubia ahora mismo o juro por los dioses que compraré este hospital y te pondré a—
—Lena— Interviene mi madre, poniendo su brazo en mi hombro, cortando mis amenazas —Podemos ser civilizados, ¿Cierto? Andrea querida, ¿Cómo está tu madre? — Pregunta mi madre; por su tono sé que lo que viene será bueno, al menos para nosotras —Muy bien Señora Lillian—
Mi madre sonríe —Me da gusto oírlo. Sabes, aprecio mucho a Clark y me alegra que ustedes se vayan a casar y que tu madre finalmente haya dado su aprobación a Clark que es tan buen muchacho; después de todo, los Kent son una buena familia. Pero nos dices cómo está Kara o llamaré a tu madre y le diré que fue él quien destruyó sus orquídeas cuando saltaba de la ventana de tu habitación huyendo con los pantalones en las rodillas para que tu padre no los atrapara teniendo sexo y fue por eso que perdió el concurso de jardinería contra mí. Su némesis de toda la vida. ¿Cómo crees que lo tomaría? —
Joder, y dicen que yo hago amenazas.
—La señorita Zor-El sufrió un golpe en la cabeza; le hicimos unas tomografías que revelaron que ella está bien. El hecho de que despertara al poco de haber llegado es bastante bueno considerando este tipo de lesiones — Suspiro sonoramente, soltando el aire que contenía al escuchar esas palabras —Supongo que el desmayo que sufrió fue por el bajón de la adrenalina y el shock; si para la tarde sigue así de bien, podrá irse a casa al final del día. Eso sí, con la condición de que no esté sola por al menos las próximas 48 horas; debe de estar en compañía absoluta de un adulto responsable y, si ven que sufre algún desmayo, vómito, mareos severos o cualquier síntoma que no debería de estar ahí, deben de venir de inmediato al hospital—
—¿Por qué mejor no la dejan en observación? — Pregunto irritada. La salud de Kara no es un juego; ella debería de estar aquí a salvo, donde puede ser atendida si algo sucede —Esa sería mi preferencia, señorita Luthor, pero ella insiste en irse—
—Bien— Escucho a mi madre decir —Llamaré para ver qué habitaciones en el hotel del pueblo están libres. No creo que quieran quedarse en casa— Sus palabras me hacen fruncir el entrecejo; ellas llevan más de una semana aquí, ya deberían de tener una habitación en el pueblo o deberían de estarse quedando en la mansión Zor-El si han venido por la herencia —¿Dónde viven? —
—Lo hacían en la mansión ZorEl— No necesito hacer preguntas verbales para decirle a mi madre que se explique; estoy segura de que mi rostro lo hace —Cuando me encontré con ustedes fue porque, después de llamar a Kara incansablemente y no tener respuesta, decidí venir al pueblo a buscarla para contarle que su casa sufrió un incendio—
—¿Qué? — Fue el carro malo. Nos pegó e hizo que mami chocara contra el árbol —Alguien está intentando lastimar a mi rubia y lo va a pagar muy caro— Aseguro hirviendo de la rabia.
—¿De qué hablas, Lena? El incendio pudo haber sido accidental—
—Así como que un coche las chocará a propósito. Kieran nos lo dijo después de que tú subiste a la ambulancia. Esto no es accidental, madre. Contacta a Jeremiah y al jefe de bomberos, quiero saber qué ocasionó el incendio en la casa de mi rubia y lo quiero saber ahora—
—¿Tu rubia? —
—Oh, sí, madre. Llevas años pidiéndome una nuera; bien estás de suerte, acabas de conseguirla. Es bueno que su hija ya sea tu nieta. Llama a casa, ellas vienen conmigo donde pertenecen— Desvió mi atención hacia la doctora —¿En qué habitación está mi mujer—
—408— Dice Andrea.
—Gracias— Digo caminando a los ascensores. Nadie va a lastimarte, cielo. Nadie.
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Flashback (Narrado en tercera persona)
Una adorable criatura de siete años corre emocionada —K ven, vamos a casarnos— La pequeña toma las manos ajenas, jalándolas hacia arriba —No—
—¿No? No quieres casarte conmigo— Con lágrimas formándose en sus ojitos verdes, la pequeña sorbe por su nariz —No llores— Unos ojos azules la ven también a punto de llorar —Sí quiero casarme contigo Lena. Pero no quiero ser el novio— Los ojos azules ven al suelo —Yo quiero ser la novia, pero en todas las bodas siempre hay un novio y una novia y, como yo soy el niño seré el novio, pero no quiero ser niño, quiero ser la novia—
Los ojos verdes lo miran profundamente, mientras pensaba —Ya sé, K Ven, vamos— Inocentemente emocionados, los niños corren. Lillian y Lionel Luthor salen al escuchar el escándalo de su hija por todo el recinto gritando "¡Papá! ¡Mamá! ¿Dónde están? ¡Papá!"
—Lena, Cariño aquí estamos. ¿Qué sucede? —
—¿Papi, puedo ser hombre? — Atónito, desconcertado y sin palabras fue como quedó el pobre Lionel y al no tener respuesta, la pequeña insiste —¿Puedo ser hombre, mami? —
Desconcertada al igual que su esposo, pero al menos logrando articular palabra, Lillian responde —Sí podrías. Si eso es lo que quieres ser ¿Quieres ser hombre? — La pelinegra niega con su cabecita, pero la determinación brilla en sus ojos —No. Pero me quiero casar con K—
—Casarte— Repite Lionel, tomando asiento. Lena, desconociendo que le podría causar un infarto a su padre que ve a su pequeña princesa que no tendrá pareja hasta los cuarenta hablando de matrimonio, asiente firmemente a las palabras de casarse. Con sus ojitos verdes ve a su mejor amigo y, en su propio lenguaje que únicamente ellos entienden, el niño también asiente y Lena continúa —Pero K no quiere ser el novio, quiere ser la novia y, como en todo matrimonio hay un novio y una novia, entonces yo puedo ser el novio—
—Pero tú no quieres ser niño, Lena— Abatido, el pequeño rubio dice.
—Tú tampoco quieres K— Responde Lena. Frunciendo el entrecejo, la pelinegra piensa —Mami, ¿Pueden haber dos novias? — Abriendo y cerrando la boca, finalmente Lillian asiente —Sí… sí pueden haber dos novias o dos novios—
—Entonces, ¿Puedo casarme con Lena? — Pregunta Kieve.
—No— Con un puchero y de brazos cruzados, Lena responde enojada. Y con su labio temblando por el llanto que quiere soltar y se niega a liberar Kieve pregunta —¿Por qué no? ¿Ya no quieres casarte conmigo, mi ángel? —
—Sí quiero, pero tú sigues siendo niño, aún tienes tu...— Los ojos verdes apenados señalan la parte baja de su amigo.
—Ooh— Susurra Kieve antes de preguntar —Señora Lillian, ¿Para ser niña, tienen que quitarme mi pene? ¿Tengo que tener vagina como las niñas? ¿Cómo puedo quitarme el pene? —
"¡Dios! Nadie te entrena para esto. Nota mental Lillian, negocio redondo: Escuela para padres de preguntas incómodas" Piensa la mujer sentándose junto con su esposo —Bueno mi amor, para eso tienes que ser grande e ir al doctor—
—¡¿Me van a inyectar?! — Horrorizado el pequeño pregunta y Lillian asiente. Azul y verde se miran como hablando entre ellos —Bien, por Lena seré valiente y dejaré que me inyecten—
—Pe…pero hay que esperar hasta que seas grande K, y yo quiero casarme hoy— Triste y con un puchero en sus labios Lena dice, y con lágrimas en sus ojos azules K murmura un "Lo siento, Lena" por no poder hacer sonreír a su ángel.
—Tal vez no tengan que esperar— Lillian habla llamando la atención de los pequeños y su esposo —Lo que realmente importa y siempre vale más que todo es cómo te sientas aquí— Dice la mujer llevando su mano a su corazón. Desde que conoció a Kieve ella ha notado su inclinación y gustos por las actividades femeninas, y pese a que el peque es aún demasiado chico para saber del todo lo que deseará al crecer, ella cree firmemente en un ambiente abierto y de respeto.
—Es decir, que, si me siento novia, puedo ser novia, aunque aún tenga mi pene— Dice el ojiazul con asombro.
—Sí— Afirma la mujer encogiéndose de hombros al cruzar miradas con su esposo.
Tomados de la mano Lena y Kieve saltan contentos gritando "Nos vamos a casar, nos vamos a casar" hasta que la sonrisa de K se borra. Paciente la pelinegra espera hasta que su amigo levanta la vista con sus ojitos azules brillando por las lágrimas —¿Por qué lloras? ¿Ya no quieres casarte? —
—Sí quiero, contigo sí. Pero a las novias las entregan sus papis y mi papá no me entregará; él dice que soy un niño y debo de hacer cosas de hombres, por eso ya no me deja pintar. Se va a enojar cuando me vea con mi vestido blanco, aunque sea bonito— La pelinegra se acerca abrazando a su mejor amigo, consolándolo; ella no sabe qué decir o qué hacer.
—Kieve— Lionel habla suave —Tú aquí— El patriarca Luthor señala su corazón —Eres un Luthor y al casarte con mi pequeña te vuelves oficialmente uno y eso te hace mi hija también. ¿Me dejas entregarte? —
—Sí, K acepta. A mí puede entregarme, mami. Es nuestra boda, somos dos novias, podemos hacer lo que queramos K— Dice la pequeña pelinegra segura y contenta —Sí, y seré una Luthor; siempre he querido que sean mis padres y ahora lo serán— Contento e inocente Kieve dice.
—A buscar vestidos y trajes, tenemos una boda que celebrar— Afirma Lillian poniéndose de pie al tiempo que llama a su ama de llaves —Menú especial para la cena que se nos casa Lena y K.…—
—Kara— Dicen las pequeñas al unísono, cómplices del nombre que Lena le dio hace un tiempo en uno de sus juegos.
End Flashback
POV KARA
—Lena. Mi Lena. Mi ángel de la fortaleza. ¿Me aceptarás cuando te enteres quién soy en realidad o me rechazarás como casi todos lo han hecho? —
Chapter 7: Vamos a casa
Chapter Text
POV LENA
—¿Cómo está la mujer más hermosa que han visto mis ojos? — Digo al entrar con una Kieran dormida en mis brazos y veo que la sonrisa de Kara se ensancha al verme y, aunque no sé si es por mí o porque traigo a su hija, no puedo evitar sonreír de vuelta —Creo que tengo que llamar a la doctora, ese golpe en la cabeza te afectó seriamente, me estás sonriendo Supergirl 2.0—
—Dunda— Murmura ella y yo carcajeo —¿Cómo te sientes? — Pregunto ya al borde de su cama.
—Bien. Gracias por ser una entrometida— Dice con una risita que no puede disimular y yo no puedo ni siquiera fingir que me ofende el comentario —Ha sido todo un placer, Cielo— Digo sinceramente, porque más allá de las circunstancias estoy agradecida de haberme encontrado con ella y la pequeña que ahora tengo entre mis brazos —¿Quieres que la despierte o prefieres que la acueste al lado tuyo? — Dioses, por favor, que diga a su lado para poder acercarme más.
—Dejemos que duerma un rato más— Siiiií, gracias allá arriba. —Tráela aquí a mi lado—
Sin demorarme, cumplo con su pedido. Acostando a la pequeña a su costado, rozándola involuntariamente o no tan involuntariamente en el proceso. Su piel es tan suave. Dioses, Kara.
Con pesar me incorporo una vez que dejo a Kieran y mi mirada y atención se pierden en los rasgos de la pequeña durmiente. Luce tan pacífica y angelical que no me doy cuenta de mi ensoñación hasta que escucho un carraspeo y al levantar mis ojos veo a Kara observándome —Lo siento, juro que no soy una creepy, ni mucho menos pedófila. Es solo que se ve tan en paz— Susurro y su respuesta de "Te entiendo, me pasa igual" junto con su sonrisa, me tranquiliza. Lo último que necesito es que mi futura esposa piense que nuestra hija corre peligro junto a mí.
Con agilidad tomo la silla que está en la esquina y la acerco a su cama justo al lado en donde no está Kieran. Hay tantas cosas que deseo preguntarle y saber: Su historia, su parentesco con los Zor-El, su estado civil y si debo eliminar un ex tóxico del mapa o aprender a lidiar con un ex civilizado; sin embargo, me contengo de bombardearla con esas preguntas en estos momentos y opto por lo más importante, su seguridad —¿Qué fue lo que pasó en la carretera? — Pregunto, notando cómo su cuerpo se estremece, seguramente ante el horrible recuerdo. Automáticamente, mi mano se mueve entrelazándose con la suya, apretándola levemente en señal de confort.
—¿Se puede? — Pregunta mi madre, que no espera una respuesta, entrando junto con un oficial y, por su uniforme, deduzco que es un Sáirsint —Soy el Sáirsint Mi…— Y el tipo se queda completamente callado, embobado e idiotizado viendo a mi rubia y parece que debo añadir a mi lista "Eliminar pretendientes actuales", así sean miembros de la Gardaí —Mike Matthews y vine a tomarle su declaración, señorita Zor-El— Se presenta él y Kara empieza a contarnos lo que sucedió.
—Venía manejando y de repente un auto que salió de una de las desviaciones del camino simplemente manejó directamente hacia mí. Al principio pensé que podría ser un ebrio o loco que quería pasarme y manejé para orillarme, pero cuando vi que aceleró para tomar velocidad y seguirme al lado de la carretera, comprendí que quería golpearme intencionalmente. Fue cuando aceleré intentando alejarme, pero fue inútil. Me embistió hasta que logró sacarme del camino—
Siento cómo Kara aprieta con fuerza nuestras manos aún entrelazadas y observo su postura rígida. Sin razonar, me acerco envolviéndola entre mis brazos en un abrazo; ella sentada en la cama y yo apoyada en el borde. Solamente puedo imaginar el terror que, debido de haber sido y más con la pequeña Kieran en el asiento trasero. Suavemente musito palabras calmantes, repitiéndole que está bien, están bien y a salvo. Lo digo una y otra vez como una oración para traer sosiego no solo a ella, sino también a mí, que hiervo de ira. No pienso permitir que nadie las lastime; voy a protegerlas, cueste lo que cueste.
El tal Mike carraspea y yo dirijo mi mirada hacia él y puedo ver que se remueve nervioso y desvía sus ojos de los míos. Efecto de la mirada Luthor: Hecho. Me separo un poco de Kara sin soltarla; estoy mandándole un mensaje a este tipo: Kara no está disponible. Y él inteligentemente parece entenderlo al hacer las preguntas correspondientes y profesionales.
Lastimosamente, mi rubia no puede dar detalles que sean relevantes para identificar al carro o su agresor como la placa y que el vehículo sea un modelo, marca y color común sin detalles en la pintura o decoraciones que sirvan para identificarlo no es de ayuda —Bien Señorita Zor-El necesitaremos su número para poder contactarla por si surgen más preguntas y también para informar los avances de la investigación, así como la dirección del lugar en donde se quedará ahora que su casa no es habitable— Ignorando el ceño fruncido de Kara por el desconcierto de la última parte del comentario del sáirsint me apresuro a responder —Castillo Luthor— Primero se congela el infierno antes de dejar que tengas su número amigo.
—Ahí es donde se queda y no creo que necesite darte la dirección o el número. Si necesitan llamarla, pueden hacerlo al castillo. Cualquier miembro del personal la encontrará o le dará tu mensaje— Digo, desafiándolo con la mirada a que me contradiga y sabiamente asiente.
—¿Cómo? ¿Qué pasó con mi casa? — Inmediatamente pongo mi atención en Kara mientras le explico —Alguien le prendió fuego, Cielo—
—Eso no lo sabemos aún, señorita Luthor, pudo haber sido otra cosa; las casas viejas a veces se incendian— Me contradice el sargentito y estoy empezando a creer que no entendió el mensaje y, en mi tono de CEO, digo: —Viejo el Monasterio Franciscano y no veo que se prenda fuego mágicamente. Intentaron matarla al embestir su auto. Para mí es claro que estos no son sucesos aleatorios no relacionados y, si usted no es capaz de verlo, es...—
—Es mejor que se retire Sáirsint si ya terminó con las preguntas— Interviene mi madre. ¡Agh! ¿Por qué no me deja terminar mis amenazas?
—Sí, es todo por ahora. Me retiro— Mamá acompaña al sargentito a la puerta y mi atención vuelve a Kara cuando susurra: —¿La… la casa se destruyó por completo? —
—Sinceramente, no lo sé, Kara. Jeremiah aún no nos ha dado noticias— Observo cómo mi madre le responde en su particular tono suave y tranquilizador, sus gestos empáticos y maternales —Extraño muy extraño. Lillian Luthor no es el diablo reencarno y en definitiva es una madre excepcional, pero no es cariñosa con los recién aparecidos.
—No puedo seguir abusando de su generosidad y quedarme en su casa, señora Lillian— Si no fuera por las palabras de Kara y su negativa a quedarse, estaría preguntando a qué se refiere con "No puedo seguir". Por ahora lo dejaré pasar; tengo una rubia que convencer de que vaya a mi casa. Quién lo diría, que yo, Lena Luthor, tendría que convencer a alguien que me acompañe a casa.
—Fue idea de mi hija, así que es a ella a quien tienes que rechazar— Dice mi madre guiñando un ojo a Kara y, de no ser porque he estado observando a mi rubia detenidamente desde que la conocí, me hubiera perdido su efímera expresión de timidez. Hermosa mi rubia y extraño el gesto de Lillian.
—Lena, en verdad agradezco lo que han hecho por mí, sobre todo tú. Desde que nos conocimos, me has ayudado y eso que yo no he sido para nada cortés contigo. Te debo mi vida y la de mi hija. Pero de todas maneras no puedo aceptar—
Mmmm, pienso en mis opciones: Rogar no es una alternativa. Imponer y exigir no es la estrategia adecuada en estas circunstancias y el secuestro no creo que sea bien visto por ella. Si quiero conseguir mi objetivo, tendré que usar otros métodos y de paso también averiguar en dónde estoy parada.
—Entiendo, seguramente ya tienes otro sitio donde quedarte. Un lugar acogedor y hogareño junto con alguien cercano, un familiar o pareja. Comprendo que en estos momentos quieras estar con tus seres queridos y no en casa de unos desconocidos. Lo siento por suponer que no tendrías otro sitio; lo asumí al saber que los Zor-El ya no están y tú te quedabas en su casa. En fin, supongo que todas tus cosas, como celulares, identificación, ropa y demás, se perdieron en la explosión o en el incendio. Pero si te sabes el número de alguno de tus familiares para poder contactarlo y que vengan por ti con gusto los llamaré. O darnos su dirección, podemos ir a buscarlos o llevarte donde ellos—
—No es necesario—
—Por favor, Supergirl 2.0, soy tu entrometida oficial— Sonrió en un intento de que mi intervención no parezca desesperada —La doctora dijo que no debías de estar sola por las próximas 48 horas, más bien debes de estar en compañía de un adulto responsable. Lo mejor es que de aquí te vayas acompañada o nos dejes llevarte—
—En realidad no hay más familiares que Kieran— Sin pareja entonces. Perfecto —Únicamente somos nosotras dos— Ya no. Ahora también estoy yo —Iré al hotel del pueblo, no quiero entrometerme en su espacio—
—Ese es mi cargo, ¿Recuerdas? — Rio divertida y ella me devuelve el gesto. Con cuidado me siento en el borde de la cama quedando frente a ella —Obviamente, tú puedes hacer lo que gustes y creas más conveniente; nosotros y en especial yo, somos unos extraños y no debe de ser fácil aceptar entrar en la casa de unos desconocidos y más con tu pequeña. ¿Qué tal si somos unos asesinos seriales o caníbales come niños? Sé que tienes poco tiempo de estar aquí, pero el suficiente como para que sepas quiénes somos. Somos prácticamente fundadores del país y honorables personas, te lo aseguro. Acabo de decirle a la policía que estarás con nosotros; nada te va a pasar ni a ti ni a Kieran. Realmente los Dioses no lo quieren, pero ¿Qué pasa si algo te sucede y estás sola con la pequeña? — Sonrió en lo que espero sea una sonrisa cálida. Dios, jamás en mi vida he sonreído tanto. Joder, ¿Qué demonios te pasa, Luthor? ¿Desde cuándo tanto esfuerzo por una mujer? Bueno no es cualquier mujer. Es Kara. Mi rubia de ojos azules —La decisión es tuya, pero me encantaría que vinieran a casa conmigo— Enfatizo incluyendo a la pequeña Kieran, porque las quiero a los dos en casa… conmigo.
—Está bien, Lena. Vamos a casa—
¡YESSSS! Grito internamente mientras asiento y mantengo la compostura externamente. Vamos a casa.
Chapter 8: Mamá
Chapter Text
POV LENA
Horas más tarde, una vez que me gane la voluntad del personal más importante del hospital; es decir, las enfermeras, regalándoles las tartas que le compre a Eliza, dejaba muy en claro a todos lo que me veían que Kara es mía, tan indirecta y sutilmente como un torpedo lanzado a su objetivo.
¿Cómo?
Caminando por la calle principal del pueblo y saludando a todos con mi brazo envuelto en la cintura de mi rubia, su cuerpo pegado al mío y mi otra mano sujetada a la de la pequeña Kieran; fue la estrategia.
En ningún momento solté mi agarre, desde que salimos de la habitación hasta que llegamos al edificio remodelado por mi familia para que nuestro helicóptero pudiera aterrizar y despegar a nuestra conveniencia.
—Supuse que sería más cómodo para ti y la pequeña volar, que volver a entrar en un auto tan pronto—
—Gracias, no era necesario que te tomaras tantas molestias— Es la respuesta tímida de esta rubia que me cautiva cada vez más con cada segundo que pasa —Por ustedes nada es una molestia— Respondo.
—¿Por qué lo haces? — Su pregunta es baja solo para que yo pueda oírla casi susurrada en mi oído por la forma en que la traigo envuelta y tengo que contenerme de girar mi rostro y besar sus labios —Claramente porque me gustas, pero también porque puedo y deseo ayudarte—
—Lena…—
Lo que sea que fuera a decirme es cortado por el piloto que nos da la bienvenida. Rápidamente, nos acomodamos y mis K2 se enamoran del paisaje a medida que tomamos altura y no las culpo la vista es preciosa desde aquí. Nunca podría olvidarla, fue una de las últimas cosas que hice con K justo antes de que nos separaran.
A medida que nos acercamos un nudo se forma en mi garganta, han pasado trece años desde la última vez que estuve aquí… en casa. Jamás volví no después de ese fatídico día y el peso de los recuerdos y mis emociones me están apretando la tráquea como un puño cerrándose con fuerza… ahogándome.
El viaje de dos horas en auto lo hacemos en veintidós minutos y me encuentro deseando haber tomado el coche cuando la silueta del castillo Luthor llena el paisaje.
—¿Ángel vamos al castillo de la abuela? — Ángel nadie me ha dicho así desde K y como puedo respondo —Sí mi niña, ahí es donde viviremos—
—¿La abuela nos va a adoptar? —
—No, yo soy hija de la abuela y esa es mi casa y ahora es tuya también—
—Ohhh—
Una parte de mí agradece infinitamente tener la distracción de Kieran y Kara aquí, sin embargo, cuando salgo del helicóptero y toco tierra firme, el puño ha desaparecido y ahora es una maldita horca asfixiándome. Mis músculos se vuelven de acero y mis ojos luchan por contener las lágrimas fracasando miserablemente
—¿Por qué lloras ángel? — Me pregunta mi pequeña con su vocecita dulce, su mirada inocente y sus ojos verdes fijos en los míos.
¿Cómo le explicó que lloro porque no vengo aquí desde el día que me enteré de que K murió? Carraspeo aclarando mi voz —Recuerdas que cuándo vistes a mami de nuevo en el hospital también lloraste porque estabas muy emocionada— Le digo recordando el momento en que despertó al lado de Kara y la abrazo llorando y feliz por volver a verla.
—Sí—
—Yo también lo estoy. Esta es mi casa princesa y hace muchísimo tiempo que no venía y me trae muchos recuerdos de cuando era niña, así como tú—
—Oh, ¿Y te ponen tristes los recuerdos? —
—No del todo. Estoy feliz de estar aquí— Y Destrozada por estar sin K.
— Kieran, cielo entremos a saludar al abuelo— Dice mamá, escucho su voz a lo lejos como ecos perdidos en el viento. Veo sin realmente ver como toma a la pequeña de su mano, llevándola dentro, dejando una suave caricia en mi brazo antes de irse que casi ni siento.
Estoy aquí, pero mi mente se pierde en los recuerdos de una Lena de tres, cuatro, cinco años, corriendo, gritando, jugando junto a un rubio de ojos azules de la misma edad. Junto a mi mejor amigo hasta que cumplo nueve y los gritos de felicidad se vuelven de desesperación, llanto y dolor. No, no, no se lo lleven. Te encontraré K lo prometo.
—¿Te encuentras bien? — Kara me pregunta y la suavidad de su voz me saca de mi letargo, giro mi rostro encontrándome con el suyo y juro por los dioses que distingo preocupación en ellos —Dime la verdad— Me dice y aunque no debería me agrada saber que se preocupa.
—No— Las dos letras se me escapan junto con un sollozo que contengo respirando profundo antes de que se convierta en llanto. Contrólate Lena, no eres una chiquilla, me recrimino por el espectáculo que estoy dando.
—Es una dolorosa historia como para después de la quinta cinta— Digo. O nunca, pienso y pese a mi estado de ánimo, me las arreglo para guiñarle un ojo coquetamente y avanzar o intentarlo porque mi pie no se despega del suelo.
Es la cálida mano que se entrelaza con la mía y la sonrisa dirigida a mí la que me da la fuerza y me guía al frente —¿Quién dijo que tendríamos citas Luthor? —
Su comentario me hace reír por el tono falso de molestia y arrogancia que usa —Bueno, que quede claro que yo tenía toda la intención de ser toda una dama, pero no me opongo si nos saltamos la cita y pasamos directo a los besos— O la cama.
—¡Lena! —
Me reprocha sorprendida por mi comentario, pero no enojada. Es increíble que en menos de veinticuatro horas ya he logrado identificar sus tonalidades —Bien, únicamente porque estás convaleciente, intentaré estar tranquila por el resto de la noche. ¿Ya conoces el lugar? — Pregunto desviando el tema. Creo que estoy empezando a descifrar a Kara; le gusta que le haga insinuaciones, al menos se ha mostrado más receptiva después del accidente, pero aún hay algo que la frena.
Derribaré esa barrera es solo cuestión de tiempo.
—Solo por fuera— Su respuesta contesta una de mis preguntas del porqué no me reconoció si tiene negocio con mamá, sé que las paredes del castillo están llenas con cuadros nuestros y si Kara no ha entrado nunca no los ha visto. También dispara una de mis alertas sobre si está más receptiva a mí por mi apellido y ser hija de su socia o por mí y si su timidez solo es una farsa para atraer mi atención ¡Basta Lena! Fue tu idea traerla ¿Recuerdas? Me reprendo a mí misma obligándome a dejar la paranoia.
—¡Hija! — Grita mi padre y ni cuenta me di cuando llegamos a la sala —¡Papá! — Corro hacia él dejando que me apretuje en uno de sus abrazos de oso que amo y soltando mis turbios pensamientos.
—Buenas Noches— Escucho a Kara que saluda a Jeremiah que también está acá y como él le responde mientras papá me susurra que está feliz de tenerme de vuelta y al soltarme únicamente puedo sonreírle y saludar también a Jeremiah sentándome junto a Kara.
—Kara, efectivamente el incendio fue provocado. Es evidente que alguien está intentando lastimarte ¿Tienes alguna idea de quién o por qué alguien intentaría dañarte? — Kara suspira y niega —Por favor Kara, piensa e intenta encontrar algo, alguien, es muy importante—
El cuerpo rígido y tenso al lado mío me indica dos cosas; una Kara puede que, si tenga una idea, pero o tiene miedo de decirlo o no quiere hacerlo. O dos no tiene realmente ni idea por qué alguien le haría daño y toda esta situación le sobre pasa. De igual manera sea cual sea la alternativa lo dejaré para mañana, por ahora lo mejor para ella es que descanse.
—Este no es el momento, comprendo que es tu trabajo Jeremiah, sin embargo, ¿Por qué no dejamos las preguntas para mañana cuándo Kara haya descansado? — Y realmente no es una pregunta, mi tono y postura lo dan atender. Jeremiah asiente y puedo notar la ligera liberación de la rigidez del cuerpo a mi lado, soy experta en la lectura del lenguaje corporal es un requisito en mi negocio y en la educación Luthor.
—Usted señorita irá directo a la cama después de la cena, obviamente y sin discusiones. Cenarás, subirás, te ducharás si lo deseas, y te acostarás. No te levantarás de la cama, al menos que tengas que ir al baño ¿Entendido? — Hablo en mi tono y porte de CEO ganándome un bufido de Kara seguido de un Eres una mandona —Por supuesto, no eres educada por Lillian Luthor y no aprendes hacer una—
—¿La abuela? — Pregunta dulcemente Kieran llegando al salón junto con madre, quien anuncia que la cena estará lista dentro de poco.
—Así es. La abuela es mi mamá y ella me educó— Respondo a la pequeña que está sentándose en el regazo de Kara, quien automáticamente la acaricia y la muestra natural de amor entre ellas me enternece, me llena el pecho de un sentimiento sin igual.
Pero un escalofrío me recorre por toda mi columna vertebral al ver como Kieran frunce el ceño en concentración; reconocería el gesto a mil millas de distancia, porque es jodidamente idéntico al mío.
—¿Las abuelas son la mamá de las mamis? — Pregunta Kieran.
—Eh...— Titubeante respondo —Sí— Esto no es bueno.
—¿Mami, la abuela es tu mamá? — Pregunta de nuevo la pequeña a Kara, que con una dulzura completamente maternal, pero con un estilo propio de ella, responde —No, mi amor—
La respuesta solo hace que el ceño de Kieran se pronuncie más y mi estómago se contrae en un nudo, algo me dice que la niña va a arrojar una granada —Mierda—
—Lenguaje Lena— Me regaña mi madre, haciéndome notar que lo había dicho en voz alta y rápidamente me disculpó.
—Ángel tienes que poner un dólar al frasco— Inocentemente me dice la niña —Espero que tengas fracasos extras— Digo a sabiendas.
—¿La abuela es tu madre, ángel? — Me pregunta ella volviendo al tema, si algo he aprendido de Kieran en estas horas es que es insistente, nunca desiste de una pregunta una vez formulada, me recuerda al principito y a mí en eso.
—Sí— Susurro, no muy convencida de responder. Aquí viene la revelación.
—Si las abuelas son las mamás de las mamis de uno, y las mamis son la mamá de uno, y la abuela es tu mamá, y no la mamá de mami tú eres… MI MAMÁ— Grita Kieran lanzándose a mis brazos dejándome atónita Mierda, Mierda, Mierdaaaa. No era una granada, era una maldita bomba atómica y no fue bueno, fue maravilloso, pienso mientras escucho a mamá decir Cnag y a Kara Shit.
—Doble euro al frasco por decirlas en otro idioma— Les digo abrazando a Kieran —¿Eres mi mamá verdad ángel— ¡Oh, Shit! Mierda elevada al infinito multiplicado por otro trillón de infinitos.
—Kieran, cielo— Intenta intervenir Kara mientras yo sigo llenando el páramo de las maldiciones.
—Las abuelas son las mamás de las mamis— Solloza Kieran y es ese ruido lastimero que me saca de mi aturdimiento —Sí, lo son. Lo soy— Digo suavemente —¿Lo eres? — Me pregunta.
—Lo soy, si a mami no le molesta— Digo guiñando un ojo a Kara dejándola boquiabierta. No te esperabas esa Zor-El.
—Significa que eres la esposa de mami, así como la abuela y el abuelo y ya nadie se le acercará a mami ni siquiera Alexandra— Dice la pequeña con el ceño fruncido al decir el nombre de Alexandra y yo frunzo el mío —¿Cuál Alexandra? — Pregunto apretando la mandíbula sé que debería de estar aclarando que Kara no es mi esposa aún porque lo será, pero eso puede esperar.
—La hija de la señora Eliza— Dice Kieran viéndome —Se le acerca a mami, pero ella no me agrada—
—Kieran, hija— Dice Kara —Ya te expliqué que Alexandra solo venía por cosas de trabajo—
Bendito Dios que dijo trabajo y no adultos, porque si no Alexandra Danvers encabezaría la lista de pretendientes a eliminar, literalmente. Mierda Lena ¿Desde cuándo tan posesiva y celosa?
—Kieran— Digo, tengo que explicarle que en realidad no soy pareja de su mamá todavía, pero que nadie se le acercará a Kara, sin embargo, mis palabras se cortan cuando una de nuestras empleadas anuncia que la cena ya está lista.
—Kieran, a lavarse las manos— Dice mamá y la pequeña asiente saliendo de mis brazos preguntando donde queda el baño y justo cuando estoy por responder —Final del pasillo segunda puerta a la izquierda saliendo por la puerta por donde vino la muchacha— Kara responde, poniéndose ella también de pie, caminando con la pequeña como perro por su casa y mi mente sólo un pensamiento abarca Estás mintiéndome Kara Zor-El ya habías estado en casa.
Horas más tarde, estoy tan sumergida en mis pensamientos que no me doy cuenta de la presencia a mi lado hasta que pone su mano en mis hombros —¡Joder! — Digo alterada por el susto —¿Qué haces? Tienes que descansar—
—Estoy bien. Mueve tus piernas y dame espacio si tanto te preocupa mi descanso— Dice Kara, tocando mis muslos, moviendo mis piernas abajo para sentarse en el otro lado.
—Si quieres meterme mano solo tienes que decirlo y no buscar excusas, cielo— Bromeo sonriendo coqueta, provocando un sonrojo en sus mejillas al percatarse en dónde tiene su mano.
—Que no. Por supuesto que no. Yo solo te vi aquí desde hace rato y te hablé, pero no respondías así que viene a ver cómo estabas—Dice a la velocidad de la luz y maldita sea si no encuentro eso jodidamente adorable, pero tengo que recordar que me miente.
—Siento si te desperté— Digo suave, girando mi rastro viendo por la ventana, aunque debo de levantar mis muros hay algo en ella que no me lo permite —Los recuerdos no me dejan dormir. Es mi primera noche aquí en trece años— Me quedo en silencio aturdida y puedo sentir la mirada de Kara en mí, esperando paciente para que continúe — ¿Qué te parece el lugar? — Le pregunto viéndola a los ojos, a esos ojos azules que se parecen tanto a los de mi K. Podría jurar que son los mismos, y también quiero ver si veo algún indicio de mentira en ellos.
—Majestuoso, mágico y sobre todo hogareño. No he sentido algo así desde mucho tiempo— Responde y juro que puedo sentir nostalgia, añoranza y verdad en su voz y en sus ojos.
—Estás en lo correcto. Mis padres hicieron de estas paredes un hogar. Los mejores y más felices momentos de mi vida los viví aquí en el castillo Luthor. Jugando en sus jardines, corriendo en sus bosques, riendo en sus muros. Junto a mi familia; mis padres, hermano, nana y mi mejor amigo Kieve. Mi compañero en todo. Tareas, aventuras y travesuras, las hicimos juntos. Supongo que era tu primo o sobrino. Hace trece años que recibí la peor noticia de mi vida y no soporte estar en casa después de eso. Estar entre los muros del castillo, sus jardines o bosques. No sabiendo que mi K está muerto y jamás volveré a verlo. Ni siquiera hice maletas, subí al auto y no volví hasta hoy. Cuando te vi en la panadería, mi primer pensamiento fue que eras la mujer más hermosa que he visto en mi vida y que iba a destrozar al tipo que tenía agarrada— Rio levemente por eso — Y cuando nuestros ojos se encontraron, pensé que tus ojos ya los había visto. Tus ojos azules como un cielo despejado, idénticos a los suyos, sólo que los tuyos— Me callo, no segura de que decir lo otro sea lo más prudente, y es que ni siquiera sé por qué le estoy diciendo todo esto.
—¿Los míos qué? — Insiste Kara y en contra de mi juicio continúo Esto es todo o nada —Los tuyos son más tristes. Como si cargaras una tristeza de años. Los de K la reflejaban también a veces, principalmente por culpa de Aohd. La tuya es más bien como si ya estuvieras resignada a esa tristeza y al dolor que te acompaña. Creí que Aohd no tenía más familia que su esposa, ya que provocó la muerte de su propio hijo ¿Qué parentesco tienes con Aohd Zor-El? —
—Lena— Susurra y puedo ver pánico y determinación en sus ojos —Aohd Zor-El era… él era mi...—
—Mami— El cuerpecito de Kieran se sienta en la cama en sollozos e inmediatamente Kara se levanta hasta donde ella musitando un Shhh estoy aquí, estoy aquí —¿Están teniendo una pijamada sin mí? — Murmura la niña ahora que está más despierta.
—Nunca— Dice Kara —¿Quieres enseñarle a Lena las estrellas? — Pregunta Kara a Kieran y juro que el rostro de la pequeña duendecilla que en realidad tiene cinco años en vez de tres, solo que es bastante baja, irradia luz de la felicidad.
—Sí, sí, sí— En un parpadear la niña está junto a mí y la levanto en mis brazos y de alguna manera las tres nos acomodamos en el estrecho lugar y mientras escucho a Kieran hablar emocionada lo que sabe de las estrellas y a Kara reír olvidó por primera vez en años lo que es la tristeza. Dejo pasar el hecho de que hay algo que Kara me oculta y me concentro en vivir y disfrutar de este pedacito de felicidad y mantenerlo por siempre por si es el único que habrá.
Chapter 9: ¿Quién eres Kara ZorEl?
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POV LENA
—No, no, no, no— Repito la misma palabra que he estado diciendo por los últimos quince minutos.
—Lena por favor, hay docenas de caballos aquí, alguno debe de complacerte— Dice Kara a la par mía.
—Ninguno lo hace— Respondo, porque es cierto. No he montado desde hace unos seis meses, desde que murió Ciro; mi hermoso semental, y encontrar uno que le llegue a los talones será imposible.
—A ver, ¿Cuál es tu tipo? —
Velozmente, giro quedando frente a Kara y, por cada palabra que digo, doy un paso acercándome más a ella y Kara da otro en retroceso —Rubia. Ojos azules. Sexy. Cuerpo de diosa. Sonrisa de sol— Avanzo acorralándola entre la madera de la caballeriza y mi cuerpo. Evitando que escape —Voz angelical para escucharla gemir mi nombre mientras se corre—
—Le…. Lena ca… Caballos— Susurra nerviosa y juro que mi cuerpo se excita con el temblor de su voz. Una ola de calor me invade —Dioses, me encanta cómo dices mi nombre Kara. Sabes lo difícil que ha sido contenerme estas noches, sabiendo que estás al otro lado de mi cama, de no ser por la pequeña en medio nuestro. ¡Joder, las cosas que te haría! —
— Le…. Lena, por favor— El gemido que se escapa de mis labios es inevitable, al igual que el movimiento de mis manos a sus caderas jalándola hacia mí —Po… Por favor. No— Dice Kara, tirando sus caderas hacia atrás, evitando el contacto de nuestros cuerpos.
—¿Estás segura? Porque estoy completa, total y absolutamente segura de que tú, en mi cama, debajo de mí, gimiendo mi nombre, me complacería hasta mi muerte— Susurro en su oído sin poder contenerme de atrapar entre mis dientes el borde provocando un suave gemido suyo y ese es mi fin. Soy instantáneamente adicta a sus sonidos.
Sin poder controlarme, robo sus labios en un beso desesperado. Necesito probarlos, saborearlos más de lo que necesito respirar y cuando me devuelve el beso, estoy perdida.
Nuestras bocas juntas es el paraíso. Sus manos se enredan en mi cabello cuando cuelo mi lengua en su boca y las dos gemimos. La desesperación y calor en ambas es palpable, mis pulmones queman por oxígeno y pienso que morir por asfixia con los labios de Kara en los míos sería la mejor de las muertes. Bajo mis manos hasta su firme trasero, estrujando sus tersas nalgas, acercándola a mí. No quiero ni un maldito espacio entre nosotras.
Su jadeo me moja y su empujón y pérdida de contacto me aturde —No… No, no vuelvas a hacer eso— Dice apartándose al tiempo que gira dándome la espalda.
—¿Qué? Kara ¿Qué? — Digo en medio de mi niebla. El subir y bajar de sus hombros, su sonora respiración, el temblor de su voz que grita excitación no hacen juego con las palabras que salen de su boca —No, no vuelvas a besarme—
—Me devolviste el beso— Rujo dando un paso tomándola del brazo girándola —No te acerques— Dice y sus ojos derraman lágrimas y es como si me tiraran al Océano Ártico —Kara— Susurro preocupada. ¿Qué carajos pasa?
—No puedes besarme o tocarme a tu antojo Lena— Dice girándose, dándome la espalda.
—Kara lo siento, tienes toda razón— ¡La cagaste Luthor! Me recrimino y, resintiendo mi impulso de tocarla, hablo desde mi lugar —En verdad, en verdad discúlpame. No hay justificación para mi arrebato de haberte mordido, devorado la boca y tocado el culo— Aunque te gustara, sabiamente decido no decir esas palabras en voz alta —Claramente perdí el control, fui sincera con lo que me provocas y me dejé llevar por el deseo de hacerte mía. Pero, tú no fuiste indiferente. No estoy jugando a aquí Kara, te deseo en todos los jodidos sentidos—
—Lena—
Su voz que debería de ser de advertencia es una mezcla de emociones que no logro descifrar bien. ¿Necesidad? ¿Ansiedad? ¿Deseo? ¿Excitación? ¿Miedo?
—Estoy siendo honesta y directa, sin intenciones ocultas. Me gustas. Dios, me gustas mucho más que mucho, mujer. Cómo nadie nunca lo ha hecho. No miento cuando digo que quiero besar tus labios, acariciar tu piel, conocer tu cuerpo, saborearte, descubrir que te haría explotar de placer mientras gimes mi nombre y te follo hasta el amanecer. Dime que tú no lo deseas. Dime que no deseas que te haga mía, Kara—
—Lena—
Gime mi nombre y el sonido de su voz rompe mi fuerza de voluntad y cedo acercándome, quedando a un milímetro de su espalda y redondo trasero. Dios es divino y sublime ¿Le gustaría que lo azotara?
—Pero, es más. Mucho más que eso. Quiero conocerte como persona, descubrir tus gustos y tus manías no sólo en el sexo sino en lo personal, que te enoja y que te hace feliz. Acurrucarme contigo y con Kieran a ver películas o contar historias. Quiero más noches como estas últimas dos; nosotras tres hablando de las estrellas, contando cuentos, viendo películas, durmiendo juntas. Y ni hablar de las mañanas; ustedes dos despertando a mi lado, sonriendo soñolientas, perezosas y refunfuñando por levantarse, alegrando mi corazón y día. Pero, no todas las noches, porque entonces no podría follarte y en definitiva quiero una vida sexual activa y sana contigo—
—Lena. Esto es una locura. Nos conocemos desde hace menos de tres días, lo que tú dices no puede ser, no tiene sentido—
—Lo sé. Sé que mis palabras parecen no tener sentido ni lógica, pero en realidad sí lo tienen. Kara sólo se necesita un vistazo, un parpadeo, menos de un segundo para que algo te llame la atención y toda una vida para disfrutarlo. No te estoy pidiendo que te cases conmigo. Todavía. Sino que me des una oportunidad de conocernos. Si esta atracción que hay puede ser algo más, algo como una vida de felicidad—
—Yo sí quie…. No, no puede ser. No puede ser—
Dice y sale corriendo de las caballerizas, dejándome en mi sitio, con un suspiro y maldición corro también siguiéndola, pero me detengo en el borde cuando no veo a Kara por la dirección habitual a casa. Mierda, cielo eres rápida, pero esta es mi casa, mis dominios, pienso al tiempo que giro a la izquierda para tomar un atajo y la visión me congela deteniendo mi andar. Ahí frente de mí veo a Kara abriendo la puerta secreta en la pared del edificio de al lado y tenso los dientes porque ese es más que un atajo es un pasadizo secreto para llegar a la casa principal "Wow como las películas de aventuras" recuerdo la voz de K cuando descubrimos el pasaje —No solo has entrado al castillo antes, sino que lo conoces a la perfección. ¿Quién eres Kara Zor-El? —
Necesito respuestas, es parte de mí. No importan las consecuencias, necesito saber lo que ocurre a mi alrededor, saber en dónde estoy parada y qué terreno estoy pisando. Desde el momento cero dejé muy en claro que estoy atraída por Kara y a estas alturas creo firmemente que es más que atracción. Me estoy enamorado de ella, de su sonrisa, sus ojos, su voz, su timidez y carácter, de la mujer y madre. Y también quiero a su pequeña ojiverde. Y en definitiva Kara me está ocultando algo y voy a averiguarlo antes de que sea demasiado tarde y mi enamoramiento me deje destrozada. Aunque puede que ya sea tarde para eso. Mi corazón y alma están claramente involucrados.
Chapter 10: ¿Quién es Kara Zor-El?
Notes:
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POV LENA
Esto se está convirtiendo en una maldita pérdida de tiempo, llevo cinco minutos en la oficina de mi madre preguntando "¿Quién es Kara Zor-El?" y sus evasivas me están fastidiando y de paso reafianzando mis sospechas —Lena— Dice ella.
—Madre— Repito en su mismo tono —Kara Zor-El ¿Qué te une a ella? — Pregunto directamente, ya cansada.
—Ya te lo dije, negocios—
—Madre— Digo en tono de advertencia muy parecido al suyo, después de todo, la manzana no cae lejos del árbol.
—Lena no entiendo el interrogatorio, ya te dije que ella es la única pariente viva que queda de Zor-El y la busqué para evitar tener que lidiar con James que era el administrador de Aohd y estaba autoproclamándose el dueño. ¿Qué más quieres que te diga? —
Respiro profundo controlando mi temperamento Luthor —Lo que no me estás diciendo— Digo exasperada —Kara lleva aquí menos de tres días y en ese tiempo he visto con la familiaridad que camina por estos muros, con la que habla contigo, con la que se despidió de padre ayer como si la conocieran de años y no de dos semanas. ¿Quiero que me digas en dónde la encontraste? ¿Qué parentesco tiene con Aohd y Alura? ¿Por qué esa preocupación y cercanía por ella? ¿Por qué parece que conoce estás paredes como la palma de su mano? ¿Quién es Kara Zor-El? —
—Es una criatura encantadora que se da a querer, ¿No? De ahí la preocupación y cercanía— Me responde ella, y por el tono y gesto que usa sé que se refiere al hecho de que fui yo quien la trajo al castillo y quien ha dejado muy claro estar interesada en ella.
—Lo es. Encantadora, dulce, divertida, tímida y con carácter. Pero hay algo que no me estás diciendo. No soy idiota, joder, soy tu hija. Si hay algo que de alguna manera tiene que ver conmigo y tú lo sabes, dímelo madre. O al menos asegúrame que nada me explotara en la cara y puedo arriesgarme y exponer mi corazón y mi alma sin problema— Mi voz pasa de la irritación a la casi súplica. Sé que esta situación vista desde afuera podría ser ridícula, pero hay un sentimiento que no puedo describir en mí, una fuerza que me impulsa a ella, una necesidad de protegerla, cuidarla, quererla. Pero necesito saber la verdad, conocer lo que me oculta.
Por primera vez desde que entre al despacho de madre veo su semblante cambiar y sus defensas caer —Bien— Dice derrotada, su postura cambia a maternal tomando mi mano —Kara es…—
—Señora Lillian, su reunión inicia en un minuto— Irrumpe por el intercomunicador la voz de la secretaria de mi madre y yo resoplo —Salvada por la campana— Digo poniéndome de pie —Voy a descubrirlo así sea por mi cuenta— Es lo último que pronuncio al salir de la habitación.
Necesitando aire y algo que hacer, con la esperanza de lograr calmarme, me dirijo a la otra caballeriza para ver si encuentro algún semental que montar y despejar mi mente estoy a nada de ordenar que busquen toda la información sobre Kara a mi gente, descubrir quién es Kara Zor-El y lo que oculta de una maldita vez.
—¡Lena! —
POV KARA
—¡Clark! — Grita mi ángel corriendo a los brazos de nuestro amigo, saltando sobre él. Él que la atrapa en el aire y empieza a dar vueltas con ella feliz de verla y aunque me da gusto ver que se siguen llevando tan bien, no puedo evitar que mis dientes se aprieten entre sí con tanta fuerza que podrían hasta romperse —¿Cuándo llegaste? — Escucho que le pregunta muy contento y ella igual le responde —Hace tres días con hoy—
—¿Cómo te sientes? Por tu tranquilidad, diría que estás feliz con la noticia. Sé que fue inesperado, pero genial. ¿Cierto? — Una alarma se dispara en mi cabeza y me apresuro donde ellos —¿De qué hablas, Clark? —
—No tienes que disimular conmigo, la noticia sobre K…—
—Clark, ¡Hola! — Saludo al chico con un abrazo y euforia disfrazada. Ella no sabe susurro solo para sus oídos.
Al separarme Lena nos observa seria, con su maldita sexy mandíbula tensa de lo apretada que está y sus ojos como cuchillos —Me decías Clark— Interrumpe ella parándose justo a mi lado, deslizando su mano sobre mi cadera, apretándome contra su cuerpo, dejando a Clark frente a ella Dios está marcando territorio de Clark no debería, pero eso me excita sobre manera.
—Recuerdas a Argo— Escucho a Clark decirle y puedo notar que está algo incómodo y no sé si Lena opta por no decirlo o es que en realidad no se da cuenta, pero ella únicamente asiente —Tuvo un potro, ahora es una fiera indomable, he intentado atraparlo, pero me ha resultado imposible—
—Clark esas sí son excelentes noticias, es justo lo que necesito un semental para montar y domar ¿En dónde sueles verlo? —
—Por las colinas del sur, las que están después de la vertiente del río, donde solíamos pescar de niños—
—Eso es todo amigo, iré a prepararme para una pequeña excursión. Nos estamos viendo— Dice ella alejándose, no sin antes darnos una mirada a ambos y me resulta imposible descifrar todo lo que esos orbes verdes reflejan. Finalmente, Lena besa mi mejilla muy cerca de la comisura de mis labios, da una última mirada suya de advertencia y se va con una sonrisa de despedida.
Yo quedo frente a Clark —Tienes que decirle— Dice él y yo solo niego —¡Maldita sea! Debes decirle, es Lena de quien estamos hablando— Explota nuestro amigo y suspiro.
—No puedo, ella ya tiene su vida hecha—
—¿Vida hecha? Lleva dieciséis años extrañándote, llorándote, pensándote. Desde que tenía nueve y los separaron has estado presente en su vida. ¿Tienes alguna idea de todo lo que hizo para encontrarte, para saber de ti? No paró hasta que a los doce logró hackear las comunicaciones de tu padre y descubrió en dónde te tenían—
—Eso fue hace trece años Clark—
—Y desde entonces vive en el infierno, llorándote, culpándose de tu muerte. Si nosotros sufrimos Kara, ella quedó destrozada— Clark respira y se acerca —Es tu vida y tus razones rubia, pero hablamos de Lena, ella jamás te rechazaría. No dejes que lo descubra por su cuenta y se sienta traicionada. Además, vi cómo te mira, está claramente interesada en ti, casi me asesina cuando me abrazasteis—
Yo respiro profundo, derrotada agacho mi cabeza y hundo mis hombros.
—Ella lo aceptaría, te entendería y apoyaría como lo hizo siempre cuando éramos niños. Sólo no dejes que se entere por alguien más. ¿Cómo crees que se sentirá si descubre la verdad por la boca de otro y no la tuya? No sólo contigo, sino también con su familia, conmigo y con todos los que sabemos y no se lo hemos dicho. No le hagas esto, Kara. No se lo merece—
Yo cierro mis ojos derramando lágrimas con un nudo en mi garganta —Es tu elección, es tu vida, pero ella no se merece que le mientas— Me susurra en medio de un abrazo y es lo último que me dice antes de darse la vuelta e irse dejándome atrás limpiando mis lágrimas.
POV LENA
Me alejo para buscar lo que necesito para mi corta excursión, dejando a Kara y a Clark cerca de las caballerizas. Sin embargo, algo me molesta y es la forma en como Kara se acercó a él y lo abrazó. La manera en que Clark se tensó y se puso nervioso cuando ella llegó y le susurró al oído, cómo se calló y me mintió.
Regreso en mis pasos lo suficiente para observarlos, no puedo escuchar lo que dicen, pero lo que veo no me gusta. Clark y Kara conversan, mejor dicho, discuten. Sus posturas y gestos me lo dicen. No obstante, lo que hace que mi ceño se frunza es la maldita familiaridad en ellos esa que desprenden como si fueran viejos amigos. El lenguaje corporal de ambos no es defensivo, como cuando estás en una riña con un rival. Por el contrario, es receptivo. Kara suspira en derrota, como si reconociera que Clark tiene la razón, y me preguntó en qué carajos la tiene.
Es obvio que lo que sea que me están ocultado Clark también lo sabe. Estoy más que cien mil por ciento segura de que la noticia de la que hablaba no es que Argo tuvo un potrillo. Apostaría mi alma que lo que no me dicen tiene que ver con Kara y su parentesco con Aohd. No es normal la forma en como mi familia entera y Eliza la tratan y hablan de ella.
Joder aprieto mis dientes con tanta fuerza que puedo sentir la tensión en los músculos de mi mandíbula y no sé si es por el malestar de saber qué me están mintiendo; porque no decir la verdad y esconderla es una forma de mentira, o porque Clark acaricia el brazo de Kara con tanta confianza, abrazándola con cariño y ella le corresponde dejando que él la toque y lo único que quiero es separarlos, o por jodidamente todo.
Maldita sea, estoy mal. Celosa de mi amigo; de Clark, a quien conozco desde que nacimos, quien estuvo ahí a mi lado cuando pasó lo de K, quien está más que enamorado de su prometida, pero no puedo dejar de molestarme al ver sus interacciones. ¿Por qué permite que él esté cerca? Es que no piensan soltarse nuca. Ese abrazo ya duró mucho como para darle a una recién aparecida de dos semanas.
Estoy a punto de volver donde ellos cuando Clark gira en sus talones y lo veo partir, así como veo a Kara limpiarse las lágrimas que corren por sus mejillas y deseo correr hacia ella y consolarla, gritarle a Clark por hacerla llorar, exigirle a Kara que me diga qué mierda pasa y volver a besarla.
Sin embargo, no hago nada de eso, en su lugar me obligo a verla suspirar y caminar lejos mientras pasa sus manos por su rostro limpiándolo de las lágrimas derramadas y en mi interior sé que la razón de su llanto tiene que ver con lo que me esconden y mientras giro al otro lado en busca de lo que necesito para mi breve excursión a las colinas sólo puedo desear que cuando descubra la verdad sobre quién es Kara Zor-El no vaya a arder la de Troya o dejaré este lugar en los cimientos.
Puede que la noticia del potro fuera una cortina de humo para desviar mi atención, pero eso no significa que no vaya a sacarle provecho. Necesito con urgencia algo en que entretener mi mente y eso es justo lo que haré. Enfriarme y trazar mi plan para descubrir quién es en realidad Kara Zor-El y qué haré con mi corazón y sentimientos cuando lo descubra.
Notes:
Aquí les dejo el capítulo de la semana.
Les advierto que el siguiente capítulo será revelador. Es más, estoy que muero por publicarlo.
Chapter 11: Soy…
Notes:
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POV KARA
La conversación con Clark me dejó intranquila. Lena ha sufrido mucho con mi supuesta muerte. Con la muerte de K, quien de cierta manera sí murió, pero no literalmente hablando como ella y todos creían.
Me aterra lo que pueda pensar al saber que hice la transición o algo así, al igual que llevo tres días aquí y no le he dicho quién fui y que al saberlo pierda su interés por mí.
Por Kara.
Porque primero se congela el infierno si no tengo un interés por ella también.
Cuando la vi en la panadería, defendiéndome, me temblaron las piernas y el corazón se me subió a la garganta. La mujer más hermosa que había visto jamás me estaba defendiendo. Saber que no le fui indiferente y su descaro en decirlo me subieron el ego y el orgullo.
Todo lo que dijo en las caballerizas es cierto.
Me atrae como la luz a las polillas y más. Joder, si no iría al infierno y caminaría sobre brasas por otro beso de su boca, su lengua danzando con la mía, sus manos acariciando mi piel, mi cuerpo temblando de placer. Un placer que nunca he sentido. Y nunca lo he querido sentir tanto como cuando estoy con ella.
Pero no puede ser.
Lena. Sonrió con solo pensar su nombre. Lena es dulce; siempre lo ha sido, con un corazón de oro, tierna, protectora y ahora es malditamente sexy como las veelas. No, como solo ella. No hay nada ni nadie más inefable que ella.
¿Cómo carajos se desarrolló también? No hay nada de esa pequeña con frenillos y mejillas regordetas. Excepto su alma pura y noble, y su estatura. Eso sí que no ha cambiado; sigue siendo una duendecilla, pero nada más queda. Ahora es la perfección hecha mujer, la beldad personificada, y se fijó en mí.
Se fijó en mí y quiero que siga siendo así.
Todo lo que ha hecho por mí, no solo me defendió de James y me rescató de mi auto antes de que explotara, sino que también cuidó de Kieran, le compró ropa en lo que a mí me hacían los últimos exámenes antes de darme de alta y también a mí. Hasta nos compró pijamas de animales a juego. A las tres. Y juega con mi pequeña. Le dio su antigua habitación llenándole el cielo de estrellas para que Kieran no tuviera miedo por la noche y pudiera dormir hoy ahí.
Aunque algo me dice que eso lo hizo también con la intención de que yo me quedara durmiendo sola. Una buena acción con un doble propósito.
El propósito de tenerme para ella.
Dios, soy una egoísta porque estoy ocultándole la verdad solo para que no pierda el interés en mí. En Kara Zor-El y evitar que me vea como K; su amigo de la infancia y no como la atractiva mujer con cuerpo de diosa que dice que soy.
No quiero perder a Lena, a la mujer que me desea, a la mujer que me besa con pasión y me susurra indecencias al oído, haciéndome temblar y estremecer. Cada vez que se me acerca, mi cuerpo arde y se calienta.
Pero sé en mi corazón que si deseo algo con ella debo de ser honesta desde el principio, porque si lo descubre por otro lado será el infierno en la tierra y como dijo Clark ella no se lo merece.
Lena podría llegar a odiarme por mentirle y también se distanciaría de su familia; los culparía de ocultarle la verdad e irremediablemente la perdería para siempre. Completamente.
Prefiero tener a la amiga de vuelta que nada de ella, porque sé que la perderé y no porque Lena no vaya a aceptarme como me sucedió en el pasado con las personas a mi alrededor; como mis padres que me encerraron, o con la única mujer que intenté algo. Ni me hará sentir una aberración como muchos, sino porque ella es lesbiana, ¿Cierto?
Y por más mujer que me sienta, me considere y parezca una gracias a las cirugías de feminización y tratamientos, nunca pude ni podré hacer la transición completamente y deshacerme de mi pene. Y aunque ya he hecho las paces con ello y me he aceptado así, porque tal y como dijo la señora Lillian hace muchos años, lo que verdaderamente importa es lo que se sienta en el corazón y en el alma, no puedo negar que los gustos son gustos y el de Lena son las mujeres y debajo de la ropa no soy una. No completamente y ante eso no hay nada que pueda hacer.
POV LENA
Muevo mi cabeza al ritmo de la música que tarareo en mi mente mientras camino por estos bosques. El aire puro que inunda mis pulmones es mágico y único. Hay tantos recuerdos de una pequeña Lena por estos senderos y de un rubio siguiéndome que me es imposible no sonreír y llorar.
Fueron buenos y grandiosos momentos.
He estado caminando por casi dos horas. Finalmente, en mi última media hora de caminata, logré despejar mi mente de mis tortuosos pensamientos que van desde que Kara es quien dice ser y todo son imaginaciones mías por mis paranoias hasta que Kara no es quien dice ser y yo no me estoy imaginando cosas y la rubia es una estafadora, roba identidades y ladrona.
Sin embargo, madre es Lillian Luthor por los Dioses. La mujer investigaría hasta el ADN del ancestro de Cerbero antes de hacer un trato con Hades, lo que significa que ella ya hizo las verificaciones sobre Kara y, si accedió a hacer negocios con la rubia de ojos azules, cuerpo de diosa, a que se quedará en el castillo y cerca de mí, es porque Kara no es mala persona. De lo contrario, madre sería la primera en oponerse a mi interés por Kara y por oponerse me refiero a que probablemente la mandaría con San Pedro. Bueno, no tanto así, pero sí a un planeta nuevo.
Pensé mucho en reconsiderar mi idea de mandar hacer mi propia investigación; me resultó tentadora: un mensaje y tendría todo sobre Kara mañana mismo. Pero no quiero hacerlo. Una parte de mí quiere que sea ella quien me cuente todo, que confíe lo suficiente en mí como para decirme quién es, qué sucede, qué le aflige y me crea cuando le diga que yo solucionaré todos sus problemas y estaré a su lado para darle el mundo si así lo desea. Y la otra se está volviendo loca, jodidamente demente, al borde del desquicio.
Odio que me mientan, que me oculten las cosas y me traten como si fuera estúpida o de cristal. Las mentiras o verdades a medias que para el caso son lo mismo, son únicamente para protegerse uno mismo y no a los demás. Madre, Clark, Eliza y Kara me están mintiendo. Padre, aún no estoy muy segura; no he tenido la oportunidad de ver muy bien su interacción con Kara. Lastimosamente, tuvo que salir por la mañana siguiente a mi llegada, aunque su abrazo de despedida me da mucho que pensar. El pelón no está aquí, al igual que mi nana; sólo por eso se salvan de entrar en el saco de los mentirosos, por ahora.
Por lo que he decidido enfrentar a Kara, he sido honesta con ella y lo mínimo que merezco es sinceridad y honestidad a cambio. Es claro que responde a mi coqueteo, le gustan mis indecencias susurradas en su oído y mis besos.
Sus gemidos en la caballeriza son la prueba de ello junto con la reacción de su cuerpo. Éramos lava ardiendo y nadie, ni siquiera ella, puede negar eso.
La enfrentaré en cuanto la vea y que sea lo que deba ser. La sutileza no es exactamente mi fuerte y es por esa determinación que he logrado encontrar la calma suficiente para disfrutar de mi caminata.
Y parece que la vida, el universo o las fuerzas de arriba quieren darme la oportunidad de poner a prueba mi resolución —¡¿Cómo carajos llegaste aquí?! — Grito acercándome a la rubia dueña de mis pensamientos que sale de un arbusto a unos cuantos metros al frente de mí.
—Eh… esto, esto me dijeron el camino— Sus ojos se desvían evitando el contacto con los míos —Mientes— Afirmo muy segura y sus ojos abiertos me dicen que no se esperaba mi declaración —Mientes, nadie te dijo ese camino—
—Me ofende…—
—No vayas a mentirme en mi cara, Kara— Digo exasperada y como sí el cielo estuviera de acuerdo conmigo, un trueno se escucha y la tormenta se desata —Ninguno de los empleados pudo mandarte por ese camino, porque uno— Levanto mi dedo índice enfatizando mi punto sin importarme la lluvia —Está por anochecer y el camino no está señalizado. Dos— Mi otro dedo se levanta y mis pies se mueven donde ella —Todos y cada uno de los empleados tienen la orden de no dejarte salir sola bajo ninguna maldita circunstancia— Mi declaración la hace abrir sus ojos como platos —Me tomo muy en serio tu seguridad, hay alguien queriéndote matar y no me voy a arriesgar contigo y Kieran. No estoy corriendo riesgos cuando se trata de ustedes y absolutamente nadie del personal contradice las órdenes de un Luthor—
—Esto, eh… Lena— Balbucea retrocediendo y yo avanzo —¡No me mientas Kara! Joder, mujer he sido más que sincera contigo y lo mínimo que exijo es lo mismo— Grito sin importarme nada —Honestidad y sinceridad de tu parte. ¿Cómo demonios es que sabes del pasaje secreto del muro? Porque sí Kara, te vi entrando en él— Digo dando un paso al frente sin detenerme —¿Cómo carajos sabes del camino del bosque para llegar aquí? Y ¿Cómo diantres sabías la otra noche dónde estaba el baño de visitas si nunca habías entrado al castillo? — Pregunto, dejando salir todo mientras doy otro paso más al frente y ella otro atrás. Ambas empapadas por el aguacero —¿Por qué mi madre, Clark, Eliza te tratan con tanto cariño y familiaridad si eres una aparecida? ¿Por qué yo siento que te conozco desde siempre? — Con cada palabra acortaba la distancia entre nosotras, pero ella la mantenía dando otro paso atrás por el borde —¡¿Quién diablos eres Zor-El?! —
—¡Soy Kieve! —
Grita ella dando un último paso atrás, perdiendo el equilibrio, y todo lo que puedo hacer es gritar.
—¡KARA! —
Notes:
Joder, se puso bueno y justo termina. 😈 Oh My God! ¿Qué irá a pasar?
Chapter 12: Abrazarte
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POV LENA
—¡KARA! —
Mi grito bien pudo haber espantado a los pájaros a cien millas a la redonda y escucharse hasta la luna.
Soy Kieve.
No puede ser que mi rubia y rubio sean la misma persona. Eso me digo mientras camino colina abajo lo más rápido que puedo, evitando deslizarme y caer.
—¡KARA! —
Rujo su nombre y corro cuando veo su cuerpo a un par de metros adelante y maldigo cuando la veo inconsciente —Maldita sea— Digo deslizándome por la pendiente.
Soy Kieve.
Finalmente la alcanzo, y decidida paso mis brazos por sus piernas y la cargo al estilo nupcial, llevándola a la Fortaleza. Agradezco estar a menos de un kilómetro del lugar porque con la noche por caer, la lluvia que ahora es un diluvio y una rubia desmayada en mis brazos, necesito un refugio —Mañana tú y yo nos vamos al hospital a que te den vitaminas, te hagan exámenes y un chequeo. No es normal que con medio golpecito ya estés inconsciente—
Soy Kieve.
Soy Kieve.
Soy Kieve.
Sus últimas palabras se repiten en mi mente una y otra vez como un mantra de ¿Tortura? ¿Alivio? No lo sé. Solo sé que el torrente de pensamientos se detiene cuando llegamos al lugar y, Dios, la fachada está intacta; es claro que mis padres la han mantenido.
Velozmente entro querido apartar el tumulto de recuerdos, fracasando miserablemente; al abrir la puerta, todo me golpea. Cada maldito objeto está justamente donde lo dejé; solo una ligera capa de polvo que probablemente sea de unos cuantos días cubre las superficies. El lugar fue limpiado recientemente.
Preocupada por nuestras ropas mojadas, la rubia todavía dormida en mis brazos, avanzo por la estancia. Enfocada en solucionar una cosa a la vez y no en lo que me acabo de enterar.
Acuesto a Kara en la alfombra y me apresuro a la chimenea a encender un fuego; necesito que mi ojiazul entre en calor urgentemente. Está helada, demasiado fría para mi gusto, al igual que yo. Pero mi concentración en su bienestar es primero.
Me quito la chaqueta y veo una pequeña pila de leña tal y como la manteníamos en el pasado y rápidamente la tiro dentro de la chimenea y, si mis padres han mantenido todo en su lugar, estoy segura de que el pedernal que usaba de niña sigue en su sitio y efectivamente ahí está. Con K amábamos hacer fuego con pedernal, fingiendo que vivíamos en la época media y que esta era nuestra cabaña. A veces yo era una bruja y ella una pueblerina. En otras, yo era la líder de la Fianna y ella la princesa caprichosa. Irónicamente, ahora que lo pienso, en todos nuestros juegos, sin importar si éramos princesas, reinas, emperatrices, plebeyas, humanas, brujas o demonios, siempre terminábamos juntas.
En minutos el fuego está ardiendo; frotando mis manos, corro a buscar mantas. Estas deberían de estar donde siempre y ahí están. Tomo todas las que veo y regreso con Kara. Me saco la camisa ensopada, quedando en brasier, envolviéndome en una de las sábanas pasándola por mis hombros me inclino para quitar mis tenis.
—Kara, cielo— Susurro debatiendo entre si quitarle la ropa o esperar un poco más. No quiero malos entendidos ni que piense que he invadido su privacidad; sus palabras dichas en las caballerizas junto con las de hace un momento siguen presentes en mi mente, pero tampoco quiero que enferme —Cielo, despierta, por favor—
—Le… Lena—
—Sí, soy yo. Kara, despierta— Murmuro sacando sus zapatos.
—Lena—
Dice ahora lucida y yo me acerco comprobando su rostro y asegurándome de que no tenga ningún corte —Kara— Digo —¿Cómo te sientes? —
—La Fortaleza— Susurra ella viendo el lugar y sus ojos se llenan de lágrimas y mi corazón se acelera y un nudo del tamaño de Texas se forma en mi garganta.
Soy Kieve.
Carraspeo para recuperar y mi voz —Así es, tuve que traerte. Merezco algo más que un título de ayudante honorífica ¿No crees? — Bromeo y me incorporó de su lado.
—¿Qué estás haciendo? — Me pregunta cuando me ve desabrochándome los pantalones —Desnudándome— Respondo como si nada, divertida de hecho por el rojo en sus mejillas que estoy segura no tiene nada que ver con el frío —P… ¿Por qué? —
—Porque me estoy congelando el culo y no pienso coger una pulmonía, neumonía ni nada que termine en monía. Tú también desnúdate rubia, toma las mantas de la pila y acércate al fuego— Indico terminando de bajar la cremallera.
—¿Vas a desvestirte enfrente de mí? —
—No es como si no fueras a verme desnuda en un futuro cercano, cielo— Digo coqueta; me es inevitable cuando estoy cerca de ella.
—¡Lena! —
—Por los dioses. Ves la manta— Digo zarandeándola antes de envolverme en ella como si fuera una toalla —Listo, ya no puedes verme, a menos que también seas en verdad Supergirl 2.0 y tengas visión de rayos X y veas a través de los objetos, lo cual sería un uso innecesario de tu poder, porque con gusto y placer te hago un striptease— Finalizo mi comentario con mi gesto sexy; mi sonrisa de lado y mi ceja alzada, y juro por Dios que sus mejillas están peor que un tomate y sus ojos azules más oscuros. Oh Dios, quiere un striptease —Kara— Suave digo su nombre —¿Quieres un…? —
—¡NO! — Su grito corta mi pregunta y su reacción me encanta porque su cuerpo me dice que sí lo quiere. Avivadamente se gira dándome la espalda y yo saco mi pantalón —Listo, ya puedes ver— Digo —Ahora tu turno— Recojo mi ropa llevándola hasta un pequeño lavamanos para torcerla.
—No es necesario— Dice ella y me cabreo al instante. Puede enfermarse, maldita sea, es tan jodidamente terca —Desnúdate Ahora— Ordeno en mi voz de CEO y no me pasa desapercibido como su lengua lame sus labios, su cuerpo se tensa y su garganta traga. ¡OH DIOS MÍO! Le excita que le ordene.
—L…Lena— Tiembla y no creo que sea por el frío.
—Te desnudas tú o te desnudo yo, Zor-El— Aseguro sin perder mi porte y voz, haciendo uso de todo mi autocontrol para no morder mi labio inferior y demostrar lo mucho que me pone el solo pensamiento de desvestirla —Ten por seguro que no me molestaría bajarte los pantalones— Finalizo seria y dominante.
—Le… Lena…—
—Estás como un tomate, rubia, y no sé si es por el frío, la vergüenza, la excitación o la mezcla de todo, y aunque quisiera seguir molestando para averiguarlo, tienes que desnudarte. Vamos quítate la ropa, vas a enfermarte. Prometo no violarte si eso es lo que te preocupa— Cambio de tono porque realmente creo que va a darle un infarto y porque hay mucho de qué hablar y necesito tener la cabeza fría para eso y no nublada con pensamientos de mí desvistiéndola y haciéndola gemir mi nombre.
—Tal vez sea yo la que te viole a ti— Casi me atoró con mi propia saliva al escuchar sus palabras, pero su bravuconería dura poco ante mi respuesta —No es violación si me dejó— Camino al frente.
—¡LENA! —
Su grito me detiene —Está bien, está bien. Me doy la vuelta y te desvistes; si no lo haces, lo haré yo— Sentencio girando y continúo con torcer mi ropa. Por los movimientos que escucho puedo deducir que finalmente se está desvistiendo y no puedo negar la tentación que me recorre de voltear y espiarla, de apreciar su cuerpo y el deseo que se forma en mí al saber que está casi desnuda.
Nada de esto ayuda a mi resolución de mantener la cabeza fría. Va a ser un dulce tormento —Listo— Su voz solo incrementa mi libido.
Soy Kieve.
El recordatorio de quién es en realidad parece ser suficiente hielo para aplacarme, por ahora.
Controlando mi expresión, giro y le doy una sonrisa de suficiencia, como diciendo "así me gusta", y llevo mi ropa a donde de pequeñas tendíamos los trapos o cualquier cosa que usábamos y terminaba mojada. Kara repite mi acción de torcer y tender su propia ropa.
Instalándonos en un cómodo silencio. Ambas sentadas en la alfombra frente a la chimenea, lado a lado, en afonía suspiramos al unísono.
El momento ha llegado.
—¿Escuchaste lo que…? —
—¿Te acuerdas de lo que…? —
Las dos hablamos a la vez, lo que nos hace reír como en los viejos tiempos. Con un gesto le indico que hablé ella primero —Iba a preguntar si escuchaste lo último que dije antes de resbalar—
—Lo hice. Lo hubiera escuchado así estuviera en Marte— Admito —Y justo iba a preguntarte si te acordabas de habérmelo dicho—
—Lo hago— Dice —Aunque no estaba segura de que me hubieras escuchado, por la forma en como me trataste al despertar—
Sus palabras me hacen fruncir el ceño —¿Cómo te traté? — Y al caer en cuenta susurro un Oooh y ella solo asiente derrotada y triste, apartando la mirada.
—Te traté como Kara porque me es difícil no decirte lo mucho que te deseo y sinceramente me encanta verte sonrojada y receptiva a mis palabras y la costumbre es difícil de romper, aunque solo hayan pasado un poco más de 72 horas desde que nos conocimos. No puedo evitarlo, me es natural contigo. Pero entiendo tu punto; después de todo, me acabas de decir que eres K. Mi K. Kieve Zor-El, mi mejor amigo. Mi mejor amigo que no he visto en dieciséis años. Mi mejor amigo que llevo creyendo muerto desde hace trece años. Tengo tantas preguntas que quiero hacerte, y voy a hacerte. Pero más que todo quiero. Necesito…—
—¿Qué necesitas, Lena? —
Me pregunta y mis lágrimas ya no pueden ser detenidas —Abrazarte. Abrazarte mientras me cuentas todo lo que has pasado en estos dieciséis años— Sollozo y ella se tira a mis brazos que la reciben sin dudar, atrapándola y, finalmente, después de dieciséis años, estamos juntas de nuevo.
Chapter 13: Tu Kara
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POV KARA
—Cuando Aodh me llevó de aquí a la escuela "militar", fue como ir al infierno. Me separaron de ti y eso quebró mi alma. El trato en el sitio era horrible considerando que éramos niños. Nos hacían levantar a las tres de la mañana o dos; si es que nos dejaban ir a dormir. Nos hacían hacer ejercicios y trabajos pesados; a veces no nos alimentaban en absoluto, todo para fortalecernos y convertirnos en los hombres que debíamos ser. Y eso era lo más suave. Yo no entendía del todo por qué papá y mamá me hacían eso. Pero todo empeoró cuando a los 11 llegaron los golpes y los huesos rotos. Las noches de hambre e insomnio parecían el paraíso comparado con lo que nos hacían ahora. Yo seguía con mis pensamientos desviados, como lo llamaban ellos, y a las 12 me llevaron al otro lado del internado, al campo de transformación, y el verdadero infierno comenzó— Susurro llorando al recordar.
—¡No me sueltes! — Pido en medio de un grito y mis brazos se aferran más a Lena al sentir que está por alejarse —Por favor, no me sueltes—
—No iba a hacerlo. Jamás voy a hacerlo— Me dice Lena estrechándome aún más fuerte. Y le creo. Creo sus palabras de que nunca me soltará —Solo iba a ver tu rostro— Niego con movimientos de mi cabeza sin salir de mi escondite en su pecho.
—Está bien. Acomodemos mejor, ¿Sí? — Sé que la posición en la que estamos no es nada cómoda, pero no quiero soltarla y supongo que mi falta de respuesta es una respuesta —No tienes que soltarme, yo haré todo el trabajo. Voy a poner mis manos debajo de tus piernas y la otra sobre tu espalda baja, llevarnos al mueble y sentarte en mi regazo. ¿Me das permiso de tocarte, cielo? —
Su pregunta me hace medio sonreír y calentar al recordar las cabellerizas y el beso que nos dimos. Sólo ella podría hacerme sonreír y excitar cuando estoy por recordar los momentos más horribles de mi vida. Asiento levemente en respuesta y la escucho murmurar un "Bien" y siento sus manos moverse y envolverse a mi alrededor, levantándome y, con un quejido/gruñido suyo de protesta, se pone en pie. Pero cumple su palabra como siempre hace. Cumple su promesa y no me suelta.
Unos pocos pasos después estamos en el mueble. Lena tiene su espalda apoyada en el reposabrazos y sus piernas extendidas en el sillón; yo estoy en su regazo y ella me acuna manteniéndome entre sus brazos, pegada a su cuerpo —Gracias— Susurro —Gracias por no soltarme—
—Nunca lo haré. Y es una promesa. La última vez que lo hice pasaron dieciséis años para volverte a abrazar. No volveré a pasar por eso. Menos ahora que tengo mucho más que perder—
—¿Mucho más? — Pregunto sin poder contenerme. Necesito saber qué piensa de Kara. Sé que sigue coqueteándome, pero necesito escucharla.
—Ahora que estás tú y Kieran, cielo— Y no sé cómo sentirme ante su declaración de mi hija y yo, su suave tono, su beso en mi sien y la caricia de sus manos en mi espalda y cabello. ¿Es de amistad o es de algo más?
Esta es Lena, estás a salvo con ella sin importar qué. Susurra una vocecita en mi mente y, por primera vez desde que tenía nueve años, me relajo, me acomodo estirando mis piernas, apoyando mi cabeza en su pecho y lloro.
Lloro como no lo hago desde que me apartaron de su lado, como ni siquiera fui capaz de hacer cuando salí del infierno al que me llevaron, porque hasta este momento justo en sus brazos es que he llegado al cielo.
—Tú sabes lo que hacen en ese horrible lugar— Afirmo más que preguntar.
—Lo sé. Y hacían, una vez que lo descubrí, mamá y papá se encargaron de que ese lugar fuera cerrado. Los niños y adolescentes que estaban ahí fueron tratados con el respeto que se merecían y llevados a verdaderos centros, no de transformación; eso es una mierda, sino de atención psicológica. Todos los niños que estaban ahí la recibieron y trataron la mayoría de sus traumas causados por lo vivido en ese espantoso sitio. Todo el personal recibió su merecido. Absolutamente todos fueron a prisión sin excepciones, especialmente los encargados e incluso algunos padres por el abuso físico, psicológico y sexual que sufrieron los menores— Ella respira profundo y me abraza más fuerte —¿Tú fu…? —
—No— Respondo a su pregunta sin necesidad de que la diga y siento como suelta el aire que tenía retenido —Me escapé el día en que intentaron hacerlo. Le enterré un cuchillo a mi "orientador" y salté por la ventana cuando quiso agarrarme. Por suerte era el segundo piso. Algunos de los más grandes con espíritus indomables tenían preparada una revuelta y cuando caí había fuego y disparos. Yo corrí y corrí sin detenerme; cuando llegué al borde del acantilado y vi que venían detrás de mí, salté al mar sin importarme nada. Prefería la muerte que seguir un segundo más ahí. Desperté tres meses después en una litera. Un bote me encontró; resulta que una de las balas me alcanzó. John me salvó la vida. Cuido de mis heridas y fue la primera persona amable con la que me encontré después de ti. Tardé seis meses más en levantarme e incorporarme. Es difícil la recuperación cuando estás en medio del océano y más aún con las condiciones físicas en las que me encontraba. Me tomó casi dos años recuperarme completamente y volver a hablar con alguien, aunque rara vez decía algo más que monosílabos. Las únicas veces que me escuchaban la voz era cuando gritaba por mis pesadillas. La mayoría de los tripulantes no me molestaban, me dejaban en paz; uno que otro hacía comentarios que yo fingía no escuchar, pero, por lo general, otro de los tripulantes me defendía. Finalmente, cuando hablé, John me preguntó si quería contactar con alguien. Negué, le conté todo lo que había pasado. Tenía un poco más de 14 años y estaba aterrada. Había herido con un cuchillo a alguien, podía ser una asesina y sabía que papá y mamá no me defenderían porque ellos me metieron ahí. Pensé en los Luthor y recordé cuando papá me llevó de aquí y ellos dijeron que no podían evitar que me llevaran a la escuela militar, porque era mi padre el que me enviaba y me alejaron de ti. Entonces creí que tampoco podrían defenderme. En mi mente, el barco era el único lugar seguro que me quedaba. Ya no te tenía a ti, ni a nuestra Fortaleza— Lloro y Lena me estrecha más fuerte; no necesito levantar la vista para saber que por su rostro también corren lágrimas que no limpia porque sus manos se aferran más a mi cuerpo y lo agradezco. En verdad lo agradezco. Necesito sentirme en sus brazos. Necesito sentir que estoy segura una vez más.
—Me quedé ahí y así pasaron los años, la mayoría en el mar, y como yo no tenía documentos, jamás bajaba del barco en las pocas veces que veníamos a tierra. Un día John casi se me mete en un problema por mí y por poco lo acusan de transportar inmigrantes; creyeron que me estaba metiendo al país ilegalmente. Por suerte, uno de los oficiales era un viejo amigo suyo y lo ayudó, pero ese día tuve que dejar el barco para siempre. Así fue como con 18 años llegué a Estados Unidos. No tenía absolutamente nada más que mis pesadillas, mis recuerdos de una infancia feliz contigo y mi conocimiento sobre barcos. Aprendí mucho sobre ellos; había vivido los últimos seis años en uno y John me enseñó sobre los demás tipos de embarcaciones. Es realmente jodido encontrar un trabajo cuando no tienes papeles, educación, ni nada. Las personas te discriminan, te pisotean, se aprovechan dándote más carga laboral y pagándote una nada. No tienes derechos y lo único que puedes hacer es agachar la cabeza, tragar humillaciones y aguantar, y si a eso le sumas una orientación sexual diferente a la "normal", es un verdadero infierno que ni siquiera los niveles creados por Dante pueden reflejar. Pero como pude salí adelante. Encontré trabajo en los muelles como ayudante en talleres de reparación de barcos; no tenía título, pero sí el conocimiento aprendido con los años. Nunca iba a hacerme rica con ello, pero era lo suficiente para poner un techo en mi cabeza y comida en mi mesa. Hasta que casi un año después me encontré con mi madre—
—¿Cómo? —
—John la contactó unas semanas después de que nos despedimos y le dijo dónde me había dejado. Dijo que al principio no le creyó, pero que ahora que estaba en la ciudad con padre por negocios tenía que comprobar si era cierto—
—Espera, ¿Me estás diciendo que Alura, sabiendo que estabas viva, no fue por ti en el momento en que se enteró? ¿En su lugar espero todo un jodido puto año? — Dice Lena y puedo sentir la indignación y enojo en su tono.
—Sí—
—Ojalá que el diablo la torture personalmente—
—Lena—
—Lena, una mierda, Kara. Diría que se la chupe el diablo, pero sinceramente eso suena demasiado placentero, y la mujer se tiene ganado a pulso el infierno. Maldita sea, estabas con vida y ella lo sabía, y no hizo una mierda. No fue por ti, no me lo dijo a mí ni a mi familia. No hizo nada— Lena se calla y suelta un sonoro suspiro seguido de una inhalación profunda. Seguramente tratando de calmar su furia —¿Qué más pasó? ¿Quieres seguir contándomelo? — Me pregunta en un tono suave y gentil.
—Sí. Quiero contarlo todo hoy— Digo y continúo —Después de que mi madre apareció, me dijo que nadie podía enterarse de que seguía con vida, que lo mejor era que todos siguieran creyendo que Kieve Zor-El estaba muerto. Ni padre, ni nadie. Yo seguía queriendo ser una mujer, así que ella me ayudó. Me contacto con un centro especializado en atención, ayuda y apoyo a personas como yo—
—Kara— Escucho a Lena susurrar y puedo comprender perfectamente su tono, por lo cual me apresuro a decir —Tranquila, mi ángel, en esta ocasión la clínica sí era de las buenas y no el infierno al que me enviaron de pequeño. El lugar cuenta con atención psicológica para los pacientes, asesoría legal y evaluación física para ver si son aptos o no para la cirugía de afirmación de género, cuál tratamiento hormonal y/o cirugías de feminización o masculinización son las más convenientes. Mi psicóloga me ayudó muchísimo en mi aceptación y a entender que mis pensamientos no son una aberración ni desviados, como me decían en el campo de transformación. A que no hay nada malo conmigo y que no soy una estúpida—
—¿Estúpida? Pero...—
—Muchas veces me llamé así y me creí así. En algunas ocasiones lo sigo creyendo— Digo interrumpiendo sus palabras —Nací hombre, Lena, uno al que le gustan las mujeres, pero que quiere ser mujer para estar con una. Estúpido, ¿No? De haber aceptado lo que soy, todo hubiera sido más sencillo. Normal—
—¿Qué carajos es lo normal en estos casos? Lo que la gente hipócrita y prejuiciosa nos dice. Lo que un órgano señala. Porque un pene y una vagina son solo eso… órganos. Nada de eso define nuestro género ni siquiera debería de definir nuestro sexo. Solo nosotros deberíamos y debemos definir quiénes somos y nada más. A la mierda el resto—
—Pero...—
—Pero nada, cielo. Dejar que mierdas como la sociedad o cosas simples como los órganos definan quiénes somos está mal. O dime entonces, ¿Dónde quedarían las personas como tú, como yo y como millones otros? Es más ¿Dónde quedarían las personas intersexuales? Esos miles que nacen así. Vuelvo y repito, Kara nada más que tú puede definir quién eres. Así que, jamás, nunca, vuelvas a llamarte estúpida, ni desviada o en verdad vamos a tener un serio problema tú y yo ¿Estamos? —
—Estamos, mi ángel— Contesto con mis lágrimas deslizándose por mis mejillas al saberme comprendida y aceptada.
—Mi psicóloga decía lo mismo—
—Parece ser una mujer muy sabia; deberías de escucharla y a mí también—
Rio sin poderlo evitar, encontrando paz entre sus palabras, entre sus brazos que no han dejado de sostenerme, ni sus manos acariciarme.
Suspiró profundamente, preparándome para decir lo que falta.
—Cuando inicié el proceso, todo iba bien. Mamá me ayudó con los trámites para ingresar y obviamente, con el dinero. Me dio una muy buena cantidad e incluso fue ella quien me ayudó con los documentos, yo solo le dije que quería llamarme Kara como tú una vez me nombraste—
—Mi Kara— Murmura suavemente, seguramente recordando el día en que jugando me nombró así. Cuando yo quería ser la princesa y ella encontró el nombre que dijo era perfecto para mí. Y aunque, he tenido una que otra persona a mi lado que me ha aceptado. Es innegable el hecho de que Lena, la mujer que ahora me sostiene y me abraza, es la única que lo ha hecho siempre sin juzgarme. Sin cuestionar ni preguntar el porqué de mis gustos, sin dudar ni considerarme rara. Ella simplemente lo hacía como si fuera algo natural. Normal.
—Tu Kara— Repito sintiendo ciertas esas palabras y sobre todo deseando más que nada que en verdad fueran verdaderas y ser sólo de ella. De Lena Kieran Luthor. Mi ángel de la Fortaleza.
Chapter 14: Estéril
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POV KARA
—Ya he avisado que nos quedaremos aquí por la noche— Dice Lena y yo asiento con movimientos de mi cabeza; nuevamente se acomoda en el mueble y yo automáticamente me apoyo contra ella. El calor del fuego nos mantiene calientitas y las gotas de lluvia golpeando el techo nos arrullan. Pero nada es más satisfactorio que sus brazos y el calor de su cuerpo.
—Continuando con mi pasado, todo iba bien por primera vez en mucho tiempo. Madre se desapareció una vez que me dio el dinero y me contactó con el centro. No tenía intenciones de formar parte de mi vida y yo lo acepté. En medio de mi proceso conocí a Lucy, la madre de Kieran— Siento el cuerpo de Lena tensionarse y ponerse rígido. Respirando profundo, digo: —Lucy... Ella parecía interesada en mí. Pero, en realidad, no lo estaba— Susurro lo último mientras en mi memoria se cuelan sus palabras Nunca podré amar a una desviada como tú —Todo era mentira—
—¿Cómo? —
—Lucy me coqueteaba cada vez que me miraba, me decía guapo, lindo; yo aún era un chico. También decía que quería besarme. Cosas por el estilo. Yo tenía un poco más de 19 años y no tenía ni idea de relaciones, mucho menos de amor. Ella sabía mi condición y mi deseo de ser niña. Yo creí que, si aun sabiendo eso todavía me coqueteaba, era porque me aceptaba y en verdad me quería. Pero no era así. Aunque no lo supe hasta después. Eventualmente comenzamos a salir, una cena aquí y allá; cuando ella tenía tiempo o podía. Hasta que un día nos besamos y el acercamiento físico fue dándose— Digo guardando silencio y Lena como si supiera que lo que voy a contarle no es bonito, me espera. Espera mi tiempo y no me presiona, aunque la tensión de su cuerpo no la abandona.
—Estás muy callada Lena— Digo intentando alargar el momento.
—Bueno, estoy esperando a que estés lista para contarme qué fue lo que hizo la imbécil que a partir de ahora ocupará el primer lugar en mi lista negra—
—¿Estás muy segura de que estará en el top? —
—No. Ya lo está, que es distinto. Te lastimó Kara, eso es más que evidente; la tensión en tus músculos, tu postura y tu tono de voz al hablar de ella denota que la idiota te hizo daño y eso, Kara, es más que suficiente para ganarme de enemiga—
—Tal vez fue al revés, tal vez yo la llastiméa ella—
—Ni en mil vidas creería algo como eso, Kara—
—Han pasado dieciséis años desde la última vez que nos vimos—
—Y aún sigues teniendo el alma más pura que he conocido— Afirma Lena y mis sollozos se intensifican. Nadie nunca ha creído en mí como ella.
—Tienes razón, ella me lastimó. Después de nuestro primer beso y el contacto físico, tampoco sabía exactamente cómo sentirme; no era una sensación del todo incómoda, pero tampoco cómoda ni del todo a gusto. Cuando acariciaba mi hombro, su mano subía por mi muslo, o se me acercaba demasiado, me hacía sentir extraña. Mi psicóloga decía que tal vez era porque, aunque yo deseaba una relación y amor en mi vida, probablemente Lucy no era la indicada y la química no existía, o quizás también porque aún tenía mi pene y temía el momento de intimar y en definitiva no estaba lista para ello. Jamás me he visto como niño y yo quería estar con una mujer siendo una. Exploramos las posibilidades en mi terapia e intenté hablarlo con Lucy, poner límites como mi psicóloga me aconsejó, hacer lo que me hiciera sentir cómoda. Lucy no quería esperar a que la transición estuviera completada y los insultos pasaron a ser su trato habitual, así como sus disculpas y flores. Mi relación era por demás toxica, ahora lo sé. Linda; mi psicóloga, recomendaba alejarme, pero yo continuaba ahí. En ese entonces no sabía por qué, pero ahora sé que era porque estaba necesitada de "amor " y Lucy era la única que me miró en aquel entonces, y mi necesidad me hizo aferrarme. Un día Lucy me sorprendió con una cena romántica. Me había invitado a su apartamento en un gesto de su parte. Comimos y, aunque yo no bebo alcohol y menos en ese momento que estaba con el tratamiento, Lucy me convenció para tomar una copa de vino y hacer un brindis. Mi último recuerdo de esa noche es la sonrisa en sus labios justo antes de besarme al terminar mi copa. Mi siguiente recuerdo es el de despertarme desnuda en su cama y ella junto a mí, enredadas en las sábanas. Esa fue la noche en que concebimos a Kieran y es la única noche en la que hemos estado juntas—
—Kara…—
—Después de despertar en su cama sin siquiera recordar absolutamente nada. Me sentí fatal con ella y conmigo misma. No sabía que había sucedido, no recordaba nada y la confrontación con Lucy fue peor. Me echó de su casa y me hizo sentir aún más miserable. Culpable. Intenté buscarla, pero no la encontré. Jack me dijo que había regresado a su pueblo natal por unos días—
—¿Jack? —
—Su mejor amigo. Y uno de los directores del centro, creo. Aunque él trabajaba más en la clínica de fertilidad y concepción. Pero pasaba por el centro de vez en cuando—
—Me estoy perdiendo un poco, cielo. Un centro de ayuda y apoyo para personas que deseen hacer la transición, pero también tiene que ver con clínicas de fertilidad y concepción. Es un concepto de negocio algo extraño y poco usual. Aunque una diversificación interesante…— Murmura Lena la última parte en tono muy bajo, como si estuviera hablando consigo misma.
—Sí, clínica para las parejas homosexuales—
— Kara, ¿Cómo se llama el centro? — Pregunta con los dientes apretados.
—¿Qué pasa, Lena? — Cuestiono por su tono.
—Kara, ¿El nombre? — Vuelve a insistir y su tono me alarma. No es el tono suave y tranquilizante que ha estado usando.
—He de confesar que eso también me motivó a aceptar. Se llama Mi Fortaleza—
—Maldita sea. Por supuesto que Alura te llevaría ahí—
—¿Lena? —
—Es mío— Dice e inevitablemente extiendo mi torso, separándome de ella para ver su rostro.
—¿Qué? —
—Cuando te dije que todos los chicos que estaban en el centro de transformación en donde te tenían fueron atendidos, es porque me aseguré de que así fuera. Mamá y papá me ayudaron a crear La Fundación Mi Fortaleza y no solo la mantuve, sino que también, con el paso del tiempo, nos expandimos. Comenzamos como un centro de ayuda psicológica y asesoría legal y poco a poco incorporamos nuevos servicios. Evaluaciones médicas, información sobre tratamientos hormonales, hasta que abrí la clínica especializada en cirugías de feminización, masculinización y afirmación de género. Después de abrir la filial de Metrópolis en Estados Unidos, pusimos en marcha la línea de servicios para la concepción in vitro. Banco de espermas. Congelación de óvulos. Así las parejas homosexuales podrían encontrar un lugar seguro donde concebir y hacer realidad sus sueños de ser padres. Y si no, el departamento de asesoría legal puede ayudar con el proceso de adopciones. Incluso, hace un par de años expandí LKCorp con la apertura de la división de investigación y desarrollo para la concepción con personas del mismo género. La fundación en sí solo es para la asistencia psicológica y legal. Toda la parte médica se lleva a cabo en los hospitales que están dirigidos por Oliver y Felicity; ellos son mis socios en esa área. Así como Jack lo es en las clínicas de fertilidad y concepción. Selena en los bufetes. Bruce en investigación y desarrollo. Pero yo soy la socia mayoritaria en cada una de las empresas y la única dueña de LKCorp. Obviamente, tu madre lo sabía. Dios, todo este tiempo has estado tan cerca—
—Wow—
—He estado al borde del desquicio, Kara. En más de una ocasión. Después de recibir la noticia de tu muerte, mi mundo se vino abajo. Una tristeza nunca antes conocida ni sentida se quedó conmigo. En todos estos dieciséis años jamás volví a sonreír como cuando lo hacía contigo; con el alma. Le hablaba al viento cuando quería contarte algo porque no tenía una tumba donde visitarte. Donde llevarte flores y llorarte. Trabajar fue lo único que me mantuvo cuerda. Cumplir tus sueños de ayudar a las personas, de crear un espacio donde cada ser humano, sin importar su condición, pudiera encontrar un lugar seguro. Su fortaleza. Como nosotros hicimos en esta cabaña. No importa si es hombre, mujer o intersexual; si tu alma necesita ayuda, eres bienvenido. Crear todo lo que he fundado es lo único que mantuvo en pie para seguir adelante—
—Me seguiste ayudando sin ni siquiera saberlo—
—Hubiera preferido saberlo. Maldita sea. Hubiera dado lo que fuera por haber estado a tu lado en cada etapa de tu proceso. Esperarte a la salida de cada cita con tu psicóloga. Ir contigo en cada visita al médico. Por un demonio, estabas ahí, tan cerca. Todo este jodido tiempo estuviste ahí—
—Lena…—
—Lo siento, Kara. Sé que eres tú la que ha sufrido y que mi rabieta no cambia nada de lo pasado, pero necesito que lo sepas. Necesito que sepas que, aunque no sé qué seríamos hoy en día de haberte quedado tú aquí… conmigo, si hoy fuéramos pareja o solo amigas o si me hubiera enamorado de ti o no, o, mejor dicho, si me hubiera atrevido a confesarte que te amaba, porque no hay forma de que no me hubieras gustado, rubia, lo que sí sé y no tengo duda es que jamás te hubiera dejado sola. Nunca. Hubiera estado a tu lado en cada etapa, en cada momento, en cada cita, en cada chequeo, en cada jodido instante; te hubiera apoyado siempre. Maldita sea, tu madre nos arrebató eso…—
—Shhhh— La tranquilizo susurrando suavemente al tiempo que acaricio sus mejillas —Lo sé— Musito y nuestras frentes se tocan, nuestro aliento se mezcla —Lo sé. Sé que nunca me hubieras dejado sola. Lo sé, porque nunca me dejaste. Aunque físicamente nos separaron, fue tu recuerdo, tus ojos verdes que me veían sin juzgar, tu sonrisa que me regalabas sin maldad, tus gestos que daban felicidad, tus palabras que me animaban y tus acciones que me defendían, fueron las que me mantuvieron en pie en mis peores momentos—
—Kara— Susurra y juntas nos fundimos en un abrazo, en uno de esos que sanan.
No sé cuánto tiempo paso en sus brazos, ni ella en los míos. No sé si es un minuto o una hora. Por mí puede ser la vida entera y sería dichosa.
Finalmente, después del silencio, Lena murmura: —Kara— Su semblante cambia y su ceño se frunce —La Lucy de la que hablabas. ¿Se apellida Lane? —
—Sí—
—No puede ser—
—¿El qué no puede ser? —
—Lucy Lane, tiene que ser otra Lucy. No puede ser la misma que yo creo. Espera y busco una foto— Dice tomando nuevamente su celular. Unos instantes después me muestra la pantalla con una clara foto de Lucy Lane —Yo estoy hablando de esta Lucy. ¿Es la misma Lucy que tú conoces? —
—Sí, son la misma—
—Esa perra— Dice entre dientes con su mandíbula fuertemente apretada. Y yo no puedo creer que la conozca y menos lo que dice después: —Kara Lucy Lane, no puede ser la madre de Kieran—
—¿Qué? ¿Cómo? Lena ¿Qué? —
—Kara, Lucy es estéril—
Chapter 15: ¿Por qué?
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POV KARA
Kara, Lucy es estéril.
Las palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza.
—No, Lena, eso es imposible—
—Kara—
—No, Lena no, yo vi a Lucy embarazada y tuve que salir huyendo con Kieran—
—¿Huyendo? —
—Sí—
—Sabes qué, rubia, llegaremos ahí eventualmente. Ahora escúchame, ¿Sí? —
Asiento sin decir nada porque qué carajos puedo decir en estas circunstancias.
—Lucy es estéril, no infértil, y aunque muchas veces el término se usa igual o como sinónimos, en realidad hay una gran diferencia. La esterilidad es la incapacidad de concebir; en cambio, la infertilidad es la incapacidad de terminar una gestación. Para el caso de la maldita de Lucy, la muy zorra puede sin ningún problema terminar una gestación y dar a luz a un bebé. Pero no puede concebir. Tiene un serio problema de anovulación que es irreversible. No obstante, el resto de su sistema reproductivo funciona perfectamente—
—¿Eso significa que Lucy no puede producir óvulos? — Pregunto no muy segura.
—Exacto, Kara. Por lo tanto, no puede embarazarse—
—Pero yo la vi, Lena. Yo vi su estómago hinchado por el embarazo—
—Como dije, ella puede gestar, no embarazarse. Es decir que si a la muy zorra, por ejemplo, se le implantara un óvulo ya fecundado, ella podría perfectamente cargarlo en su cuerpo, pasar por todas las fases de un embarazo y dar a luz al bebé. Pero el óvulo no sería de ella. Por lo tanto, biológicamente hablando, el bebé tampoco. Piénsalo como un vientre de alquiler. Lo único que se me ocurre es que Lucy se hizo una fecundación in vitro utilizando el óvulo de alguien más y tu semen, Kara. Tal vez por eso no recuerdas nada de lo que pasó esa noche. Porque la muy maldita de seguro te drogó para masturbarte y tomar una muestra de tu semen. Lo cual sigue siendo igual de horrible que si se acostara contigo sin tu consentimiento. Sin importar cuál sea la alternativa correcta, ambas opciones son una forma de abuso, Kara, y juro que voy a destruirla por eso—
—Lena—
—Seguramente Jack la ayudó con todo esto. El tipo es inteligente y buena gente, pero es un completo imbécil cuando se trata de Lucy. La perra lo mantiene envuelto en su dedo meñique, aprovechándose de que Jack vive enamorado de ella y el tipo tiene los medios para conseguirle un óvulo, fecundarlo e implantarlo en ella—
—Pero… no entiendo. ¿Por qué Lucy se embarazaría ella misma para después abandonar a Kieran? —
—No lo sé, eso es algo que tendremos que averiguar—
—No, no, no lo haremos. No quiero. Para averiguarlo tendría que enfrentarme a Lucy y ella no puede saber en dónde estoy. En donde estamos Kieran y yo. Lucy quiere quitármela y no puedo perder a mi hija— Digo poniéndome en pie y caminando de un lado a otro por el lugar.
—¿Cómo? — Pregunta Lena, también parándose, tomándome de los brazos, impidiendo que continue caminando como loca.
—Te dije que estaba huyendo— Lena asiente y yo digo: —El día que Lucy se fue discutimos. Fue una pelea horrible, me gritó cosas que prefiero no recordar. Después de la discusión, yo decidí ir a ver a Linda y contarle todo. En medio de la plática, mi celular sonó; una de mis vecinas me informó que de mi apartamento se escuchaba un fuerte llanto desde hace un rato. Inmediatamente me preocupé y regresé a casa y me encontré a Kieran sola y roja de tanto llorar. Lucy la había abandonado. Pasaron las semanas y Lucy no volvió. Intenté contactarla, pero me fue imposible. Un día Jack llegó a mi puerta, me dijo que Lucy iba a denunciarme, quitarme a la niña y que debía huir porque si no sería la pequeña quien sufriría. Yo no quería, es decir, pensaba que podía razonar con Lucy; sin embargo, algo en el semblante de Jack me convenció. Él me ayudó a salir de Metrópolis sin dejar rastro y a mudarme en un rincondito pueblito alejado de todo y de todos. Vivía en paz; mi trabajo y mi hija lo eran todo. Hasta que hace un mes Lucy apareció en mi puerta, reclamando sus derechos como madre—
Lo siento, Kara, pero te la pueden quitar.
—Me la quiere quitar, no sé por qué, porque ni siquiera la quiere. Justo cuando estaba perdiendo las esperanzas, tu madre apareció en mi puerta y así como en el pasado me acobijó y fue más maternal que mi propia madre—
—Mamá sabe que eres Kieve— Afirma en vez de preguntar y sus manos sueltan mis brazos —Así como papá, Clark y Eliza— Dice y su cuerpo se endereza dando un paso atrás y yo asiento sintiendo la distancia entre nosotras —¿Por qué? ¿Por qué no me buscaste? — Pregunta bajando sus hombros en derrota, y el dolor que veo en sus ojos me golpea más fuerte que cualquier otra cosa en el mundo.
Chapter 16: Si me dejas
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POV KARA
¿Por qué? ¿Por qué no me buscaste?
—Yo… no lo sé— Contesto sin mirarla a los ojos, sintiendo un nudo formándose en mi garganta y mi pecho oprimirse.
—Kara— Susurra mi nombre con tanto dolor en su voz y sé que es porque no me atrevo a verla a los ojos y decirle la verdad.
—Es porque me olvidaste. Porque te defraudé en el pasado —
—No, claro que no— Digo rápidamente, dando un paso hacia ella. Pero Lena da otro retrocediendo. Manteniendo la distancia entre nosotras.
—Entonces, ¿Por qué? ¿Por qué no me buscaste? —
Suspirando, levanto mi rostro y nuestros ojos se conectan y la súplica en esas esmeraldas me quiebra al igual que sus palabras —Tenía miedo— Confieso, revelando la verdad.
—De que te rechazará. De que no te protegiera. De que no te ayudará. De que no me importarás— Y una vez más afirma más que preguntar, porque si hay alguien que me conoce es ella.
—Sí— Susurro en medio de un sollozo. El llanto me gana y se intensifica, y pese al dolor que sé que Lena está sintiendo por mis palabras, es ella la que acorta la distancia entre nosotras, me abraza y consuela.
—No voy a mentir y decir que no me duele que una parte de ti creyera que le daría la espalda. Pero con todo lo que me has contado, lo entiendo. Tu madre y tu padre lo hicieron. Mi familia y yo no pudimos protegerte cuando eras un niño. Y habían pasado años; entiendo que creyeras que a lo mejor había cambiado u olvidado de ti. Pero no hay forma de que olvides la mitad de tu alma— Me consuela, aunque sus propias lágrimas corren por sus mejillas y su voz es apenas un susurro audible y ahogado por el dolor.
—Mamá me dijo que tú estabas en la universidad y creando grandes cosas— Murmuro con mi rostro enterrado en su pecho —Que eras una especie de genia y tenías toda una vida brillante, feliz y hecha. Me hizo pensar y hasta cierto punto creer que yo era una especie de viejo y olvidado recuerdo para ti. En cambio, para mí, Lena, tu recuerdo, el de nuestra amistad, mi infancia contigo, es lo único que tengo de una época feliz y plena— Sollozo.
Respiro profundo y, tomando valor, salgo de mi escondite en su pecho. Necesito decirle esto viéndola a los ojos, para que no queden dudas de que mis palabras son ciertas —El recuerdo de mi vida contigo, Lena, era y es mi refugio en las tormentas. Tenía miedo de perder el único lugar seguro que me quedaba, porque eso es lo que pasaría si te buscaba y tú no me recordabas o me rechazabas— Lloro porque mis memorias de nuestra época juntas son mi pedacito de cielo y esperanza. Es a lo que me aferré por mucho tiempo, y luego se le sumó Kieran —Preferí mantener a salvo lo que ya tenía seguro que arriesgarme a perderlo. Aferrarme a tu recuerdo, contarle historias a Kieran sobre una Seraph reencarnada en una mujer de ojos verdes como los de ella eran mi propia fortaleza—
Su sonrisa se dibuja tenue, su frente se pega a la mía y nuestras miradas se conectan —Tu fortaleza está aquí— Susurra llevando su mano a mi pecho, justo encima de donde está mi corazón —Porque tú eres una Udumbara y yo, si me dejas, seré siempre la guardiana que proteja el ambiente en donde crezcas—
—Lena—
—El suelo en donde tus raíces se afiancen, el agua que te riega, la luz del sol que te nutre y la jardinera que cuida y admira tu belleza. Si me dejas, Kara, no solo puedo ser la creadora de los recuerdos felices de tu pasado, sino también los de tu futuro—
—Yo…—
—Shhh No tienes que decir nada aún. Nada de lo que no estés lista o segura, mi flor. Ha sido un día en demasía fuerte, emocionalmente hablando. Para ambas. Porque puedo verme serena, pero la verdad es que estoy exaltada con las emociones a flor de piel. Lo único que voy a dejarte en claro, cielo, es que voy a cuidarte. A cuidarlas a ti y a Kieran. Antes era una niña indefensa de nueve años que no pudo proteger al ser más importante de su existencia, pero ahora soy una mujer más que capaz de mantenerte a salvo. Y verás, Kara, que, si Lucy tiene dinero y poder, eso no es nada comparado al de un Luthor y más si ese Luthor soy yo—
—Tú vas a protegernos—
—Siempre, si me dejas—
Sin poder formular palabras, asiento tirándome a sus brazos, envolviéndola fuerte, dejando que me acobije y que su promesa me cubra y sus palabras me calmen y al menos por esta noche me llenen de esperanza.
La esperanza de un futuro brillante y feliz a su lado. Porque no sé lo que pasará mañana cuando Lena descubra lo último y único que le ocultó.
Chapter 17: Zor-relito
Chapter Text
POV LENA
Despertarme con el peso de Kara en mis brazos, mi rostro enterrado en su cabello y su aroma siendo inhalado por mis pulmones al tenerla en forma de cucharita es la mejor sensación de mi vida.
Ha sido una noche más que surrealista. Mi mejor amigo de la infancia, mi mejor amigo muerto desde hace trece años, es la misma mujer que me robó el aliento en la adultez. Una mujer viva y extraordinaria. Malditamente hermosa y radiante, y por extraño que sea, lo único que puedo sentir es paz.
Paz y amor por ella y de saber que mi Kieve es mi Kara y mi Kara es mi Kieve.
Juro que jamás voy a permitir que nada nos separe o la lastime. No de nuevo. No, otra vez. No, nunca más.
Siempre voy a cuidarla de la forma en que ella me lo permita. Su amiga o compañera. No me importa mientras pueda protegerla.
Y si bien preferiría que fuera lo segundo, eso dependerá únicamente de ella, y muy a mi pesar he de prepararme por si elige lo primero y ser solo amigas.
Basándome en lo que me costó convencerla para que durmiera a mi lado y me dejara abrazarla, diré que será así. Solo amigas.
Aunque no lo entiendo.
Es decir, sé que reacciona a mí, a mis palabras, a mi voz, a mis indecencias susurradas a su oído y a mis besos. Le gusta, le gusto. Lo sé, pero hay algo que la frena, y no me refiero al hecho de que no me había dicho que era Kieve como al inicio, porque esa verdad ya salió a luz y sé que eso es algo que las dos podemos llevar sin problema. Sino a lo de esta noche cuando acomode las mantas en la alfombra para hacernos una cama y mantenernos calientitas.
Flashback
—Listo. Aquí podremos dormir mejor que en ese pequeño sillón— Digo al terminar de extender las mantas sobre la alfombra frente a la chimenea.
—¿Podremos? —
—Sí, podremos—
—¿Cómo juntas? No, no hay necesidad. Tú puedes quedarte ahí; yo puedo dormir en el sofá—
—¿Qué? Kara ni yo podría dormir cómodamente en ese sofá, menos tú. Te aseguro que aquí estaremos más cómodas. La alfombra, las colchonetas y las mantas que he puesto no son una cama de plumas, pero es mejor que ese sillón y el piso. Además, estaremos más cerca de la chimenea y podremos compartir la otra cobija que dejé para arroparnos—Ante la tensión de sus músculos y el recelo en su postura un sonoro suspiro sale de mis labios que ni siquiera intento disimular —¿Por qué? ¿Por qué preferirías dormir sentada o completamente incómoda en ese sofá que aquí con…migo? — Susurro la última palabra dándome cuenta del porqué —Es por mí— Afirmo, poniéndome en pie al tiempo que acomodo la sábana que me cubre.
Las dos seguimos cubiertas con una sábana enrollada en nuestro cuerpo como si fueran toallas; nuestra ropa aún sigue secándose. Y aunque quisiera hacer un comentario jocoso tipo "no tienes que preocuparte de que te meta mano esta noche", sinceramente siento que es mucho más que eso. Es como si realmente Kara no me quisiera cerca. Una vez que superamos la confesión de su identidad y la plática sobre su pasado y acordáramos que hablaríamos con Selina para que llevara el caso contra Lucy, pude ver y sentir su alejamiento. Sutil, pero visible.
—Ok— Digo no muy segura a qué estoy accediendo. ¿Ok, a que duerma en el sillón toda incómoda? ¿Ok, a que no me quiera cerca y respetar su distanciamiento? ¿Ok, a no preguntar qué está mal? Porque puedo jurar que hay más de lo que Kara me ha dicho. Y siendo honesta, he tenido mi cuota por esta noche. Así que es un Ok a no preguntar. Estoy mentalmente exhausta y necesito descansar para acercarme mañana.
—Ok— Vuelvo a decir —Pero, seré yo la que duerma en el sofá y tú puedes descansar en la cama unipersonal que hice— Digo, porque no hay forma de que deje que duerma en ese incómodo y pequeño sillón y, en definitiva, el haber doblado las sábanas por la mitad hacia lo largo todas juntas, envolviendo las dos pequeñas colchonetas infantiles que encontré de nuestro tiempo de juegos en el medio, da la sensación de ser un pequeño colchón del tamaño de una cama unipersonal.
—No, Lena, tú hiciste la cama. Tú duermes en ella—
—Kara, podría darte cientos de argumentos para convencerte de que de las dos yo soy la más adecuada para dormir en ese sillón. Pero estaría mintiendo, disfrazando lo qué sea que esté sucediendo en excusas, y la mentira o las excusas disfrazadas no es algo que quiera para nosotras. Nunca las tuvimos de pequeñas cuando éramos amigos y menos las quiero ahora de adultas, donde pueden llegar a ser jodidamente dañinas, independientemente de lo que seamos o lleguemos ser. La verdad es que, por alguna razón, tú buscas un distanciamiento de nuestros cuerpos. Podemos hablar, bromear y reír como lo hicimos mientras comíamos las galletas y el atún que traía en mi mochila, pero todo desde la seguridad y distancia de una mesa entre nosotras porque en el momento en que me acerco, tú te alejas. Siento si invadí tu espacio personal; no lo hice con intención. Sin embargo, ahora que soy consciente, puedo mantenerme alejada si eso es lo que necesitas. Puedes decirme tus límites que yo los voy a respetar. Únicamente tienes que decírmelos, Kara. Siempre puedes decir lo que pasa por tu mente o lo que necesitas. Lo prefiero así, de hecho. Se honesta y directa. No te vayas por las ramas, por favor— Digo mis palabras con una suave sonrisa. Intentado decirle que está bien que tenga límites, pero no que no me lo diga.
—Bien, una vez aclarado ese punto, solo me resta decir que estás jodidamente mal si crees que voy a dejar que duermas en ese sofá, prometí cuidarte, Kara, y eso incluye evitarte un dolor de espalda— Un segundo después de finalizar mis palabras, doy un paso al frente rumbo al sillón. Justo cuando paso por su lado, su mano alrededor de mi muñeca me frena.
—Yo… hay…— Veo como suspira y toma valor para decirme: —Tienes razón en que he estado buscando cualquier pretexto para distanciarnos. Lo siento. No es que no quiera dormir ahí junto a ti. Es más, me gustaría que me abrazaras mientras dormimos. Es solo que… hay algo que… Dios, tengo miedo de que si dejo que… que nos acerquemos después sea peor… porque…—
—Kara— Musito su nombre al tiempo que mi mano libre sube acariciando su mejilla —¿Quieres ser la cucharita? — Pregunto, salvándola de cualquier cosa que parece no estar lista para decirme.
—Sí, me siento segura y llena de esperanza en tus brazos. Pero…—
—Shhh, eso es todo lo que necesito saber por esta noche. Y tú también. Vamos a dormir juntas hoy; las dos lo necesitamos y sobre todo lo anhelamos. El mañana puede esperar hasta que llegue—
End Flashback
Dioses, jamás me había ido a acostar tan rápido en toda mi vida. Después de su afirmación, prácticamente nos metí en la cama improvisada, nos arropé y la envolví en mis brazos, para no darle tiempo a que se arrepintiera.
Intenté quedarme despierta para disfrutar de la sensación de su cuerpo amoldado al mío. Encajamos tan bien. Tan malditamente bien. Como si hubiéramos sido creadas para la otra.
Dos almas, una llama gemela.
Río levemente por el recuerdo de esa leyenda que consideré estúpida en el pasado, pero ahora se siente tan real y verdadera. Ahora con Kara en mi vida, podría jurar que todas las leyendas de amor eterno y perpetuo son verdaderas.
Muy a mi pesar y con sumo cuidado de no despertar a mi Kara, me despego de ella, ajusto la sábana que estoy usando como pijama y, con una sonrisa en mis labios, me acerco al fuego para avivarlo y evitar que se apague, como he hecho a lo largo de la noche, y así mantenerla caliente. Mantenernos calientes.
—Le... Lena— Escuchó mi nombre en un susurro soñoliento proveniente de sus labios.
—Aquí— Respondo suave sin dejar mi tarea de poner leños en el fuego.
—Siempre cuidándonos. Siempre cuidándome— Afirma Kara, por lo que supongo es mi labor de despertar en medio de la madrugada a avivar el fuego y, aunque no hace una pregunta, yo respondo con un: —Siempre— Volteo regresando a mi lugar una vez que mi tarea está hecha.
—¿Puedo ser yo la que te abrace? — Pregunta tímidamente con sus ojos llenos de ilusión que brillan junto con las llamas reflejadas en su iris y juro por los dioses que es la visión más hermosa que he visto.
—Siempre— Respondo porque no hay otra respuesta más que esa —Pero no seré la cucharita— Aseguro con una sonrisa. Dejando un beso en su ceño fruncido hago que se recueste boca arriba y yo me meto debajo de la sábana que nos cobija y me acomodo; mi cabeza sobre su pecho, mi brazo sobre su cintura y una de mis piernas sobre la suya, y sus brazos me envuelven en un brazo cálido y acogedor.
Con suaves respiraciones, poco a poco nos dejamos envolver nuevamente en los brazos de Morfeo y la quietud nos arropa, transportándonos al mundo de ensueño, y es con esa tranquilidad y quietud que me dejo ir, siendo consciente de que esta noche es la primera en dieciséis años que duermo en completa paz.
Horas más tarde, ya con lo que supongo son los primeros rayos del sol entrando por la ventana, me despierto, removiéndome ligeramente, sintiendo algo suave debajo de mí y es cuando recuerdo que medio de mi cuerpo descansa sobre el de Kara y su mano está sobre mi cadera.
Con una sonrisa en los labios, alzó mi mirada contemplando su rostro: “Jodidamente hermosa, hasta durmiendo”. Pienso y reacia a abandonar la comodidad y el calor que me envuelve, me estiró ligeramente, acomodándome mejor. Cierro mis ojos, dispuesta a seguir durmiendo un poco más, pero en mi nueva posición, algo duro como una roca queda atrapado entre Kara y mi vientre.
Desconcertada, me muevo un poco, creando una fricción entre mi cuerpo y el objeto desconocido, y los eventos en cadena se desatan. Uno: el suave gemido de placer proveniente de los labios de Kara. Dos: su mano en mi cadera deslizándose más abajo en un agarre firme, me congelan y tres: mi cerebro se queda en shock. “Holy shit”, grito en mi mente, no pudiendo creer que sea lo que estoy pensando.
Kara es mujer, es decir, era niño, pero hizo la transición, ¿Cierto?
¿Cierto?
“Mierda Santa” Inconscientemente las caderas de Kara se elevan y su agarre en mi espalda se intensifica aún más, causando un inevitable roce entre nuestros cuerpos.
—Por todas las vírgenes del cielo. Kara, cariño— Musito apenas audible, claramente afectada al igual que ella, porque por los claros y muy audibles gemidos que salen de sus labios puedo apostar mi fortuna sin miedo a perderla que es innegable lo placentero que es para ella y joder si no lo está siendo para mí.
—Lena— Susurra Kara bajamente, aún seminconsciente, pero sus caderas siguen moviéndose y juraría que cada vez con más fervor y mis manos se aferran fuerte a su sábana.
—Uh-Huhm— Logro medio formular en mi garganta sin poder decir nada más o se me escapara un gemido.
Cuando nuestros ojos se encuentran y nuestras miradas se conectan. Se jode todo.
—¡Mierda! — Exclamo al sentir mi hombro chocar contra el piso donde Kara prácticamente me aventó para quitarme de encima de ella.
—¡Lena! — Exclama por su parte Kara con auténtico arrepentimiento y preocupación en su voz, inclinándose rápidamente en mi dirección.
—Mierrrda— Vuelvo decir, completamente absorta en los pechos de Kara. Firmes. Redondos. Perfectos para mis manos y boca. Sus benditos pezones rosados con puntas erectas y deliciosas, hechas para ser succionadas y mamadas por mis labios. Y luego…Luego está su miembro.
Su jodido duro y erecto miembro.
Eso no es un pene. Ni siquiera una polla. Eso es un jodido ente con vida propia. Largo. Grueso. Completamente rígido y dispuesto.
Y por tercera vez en la mañana pronunció la única palabra que parece que mi cerebro es capaz de formular: —Mierda… Mierda Santa—
Estoy segura de que mi boca está abierta y mi expresión es de absoluto asombro. Del más puro y buen asombro. Y sinceramente, ante la vista que tengo en frente, no podría tener otra expresión.
—¡Mierda! — Exclama Kara al darse cuenta de lo que veo. Con las prisas al levantarse, inclinarse, aventarme lejos para pararse y mis manos sujetas a la sábana que la cubría, la prenda se ha deslizado y caído de su cuerpo, dándome la mejor vista de mi vida.
Veloz como un rayo son los movimientos de Kara al levantar la sábana para cubrirse, pero de nada va a servirle. Su cuerpo está tatuado en mi retina para siempre. “Bendita sea mi memoria fotográfica”.
—¡Holy Shit! — Una maldita carpa del tamaño de un circo se alza firme e imponente directamente a mi rostro. Con Kara de pie y yo sentada, lo que definitivamente es su polla lista para la acción está justamente a la altura de mi boca. Y por primera vez en mi vida se me hace agua la boca por un pene.
¿Qué carajos, Luthor? ¿Desde cuándo te excitas por un pene? Pero este no es cualquier pene, no, señor, es la polla de Kara Zor-El. Y eso hace toda la jodida diferencia.
Inconscientemente y por voluntad propia, mi lengua se desliza por mis labios saboreando lo que veo. La más sexy y enorme erección matutina proveniente de la mujer más sexy que existe. Kara Zor-El.
—Perdón— No es hasta que escucho el lastimero susurro saliendo de los labios de Kara, que salgo de mi estupefacto. Niego con mi cabeza efusivamente en un inútil intento de quitar la bruma y la neblina de deseo que me ha invadido. Alzo mis ojos para encontrar a los de Kara y tratar de transmitir que todo está bien, pero en su lugar veo cómo se gira dándome la espalda y se encorva ligeramente, temblando.
—Kara— Susurro.
—Lo siento— Escuchó decir en medio de un sollozo.
—¿Estás llorando? — Medio grito mi pregunta, prácticamente levantándome a la velocidad de la luz. La rodeo buscando su rostro y ella se rehúsa, moviéndose al lado contrario. ¡Joder!
—Kara— Digo en mi voz de CEO al ver que todos mis otros sutiles y delicados intentos fracasan y este es en definitiva un éxito. Kara se queda perfectamente quieta y deja que mis nudillos se deslicen por su mejilla y mandíbula hasta su barbilla. Lentamente alzo su rostro, nuestros ojos se encuentran y no sé qué ve ella en los míos, pero la tristeza y dolor que veo en los suyos me matan. Es un horrible balde de agua fría.
Juro que un día quitaré todas las nubes grises de tu mirada, cielo.
—¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? — Pregunto suavemente.
—Lo siento— Susurra apenas audiblemente.
—¿De qué o por qué, Kara? — Su mirada y su inclinación a su entrepierna me dicen el motivo. Y comprendo que se refiere a su sorprendente erección. Y pienso en sorprendente porque en verdad fue una sorpresa y porque sí que sorprende con ese tamaño y grosor. Él sí que sabe dar una primera impresión.
—No tienes por qué disculparte—
—Esta era la razón del porqué quería mantenerme alejada de ti—
—¿Por qué te excito? — ¿Qué carajos, Lena dónde dejaste la sutileza?
—¡Lena! —
—Juro que fue una pregunta involuntaria, cariño—
—No, era por eso—
—Entonces, ¿No te éxito? Porque Zor-relito parece decir lo contario—
—¡Lena! Espera… ¿Cómo que Zor-relito? ¿Le has puesto nombre a mi pene? —
—Todas las grandes espadas tienen uno, ¿No? — Digo alzando mi ceja y juro que Zor-relito salta en acuerdo.
—Lena, estoy intentando disculparme aquí—
—No sé de qué o por qué. Porque no hay nada del porqué pedir disculpas, Kara. Si bien no tengo uno, sé que las erecciones son normales por las mañanas—
—Lo siento, Lena. En verdad lo siento—
—Kara, cielo, eso ya lo has dicho más veces de las que yo maldije esta mañana. Y déjame decirte que no hay nada por lo cual disculparse—
—Lena, yo... Dios tenía mi pene en tu... Dios... en tu...—
—Lo sé, créeme, lo sentí— Digo haciendo uso de todo mi autocontrol para no pasar mi lengua por mis labios o apretar mis muslos entre sí.
—Lo lamento, en verdad no quería incomodarte—Sus palabras son más que suficientes para hacerme comprender.
—No lo hiciste—
—Lena, no…—
—Kara— Corto lo que sea que fuera a decirme para evitar que diga una tontería que vaya a enojarme, como menospreciarse o algo por el estilo, porque nuestra conversación de anoche me dio a ver que Kara tenía y por lo visto aún tiene complejos por sus preferencias y gustos —No me incomodaste. Jamás podrías incomodarme, cielo. Me sorprendió que es distinto—
—Juro que lo único que me hacía falta decirte es que nunca pude hacer la cirugía de afirmación de género y completar mi transición. Lo siento—
—¡Joder! ¿Por qué sigues disculpándote? — Digo un poco alterada —No es tu culpa, no fue intencional, es solo tu cuerpo que se despierta así todas las mañanas. No...—
—No…—
—¿Qué? —
—No se despierta así todas las mañanas—
—Entonces, ¿Sí te excito? He de decir que no sé cómo es que no me di cuenta antes. Zor-relito. No es algo que pueda pasar desapercibido— Digo viendo su jodida carpa sobresaliendo de las sábanas que la cubren.
—Eso es porque ves mis ojos y no mis atributos. O los bóxeres de comprensión y el tucking que uso lo esconden bien—
—Oh, querida. Son los bóxeres de compresión y el tucking— Digo alzando mi ceja al tiempo que mi cabeza se inclina y mi vista se dirige a su trasero —Tus atributos no pueden pasar desapercibidos—
—¡Lena! — Exclama Kara y yo sonrío de lado y pícara. —Entiéndeme, rubia, no hay forma de que no vea ese trasero. Así como ahora no hay forma de que no vea esa carpa que tienes entre las piernas. Aunque en mi defensa diré que lo primero que vi de ti fueron tus ojos. Hermosos ojos azules como un cielo despejado—
—Lena, yo...— Titubea Kara y yo doy un paso más cerca de ella —¿Qué pasa? — Pregunto manteniendo oculta la preocupación que me asalta por el repentino cambio en su humor que me transmite.
—Yo... No quería que te enteraras de... de mi pene. No aún, al menos. Sé que tenía que decírtelo tarde o temprano, más temprano que tarde, pero tenía la esperanza de que no fuera tan pronto—Estoy segura de que mi ceño está fruncido y mi rostro ha de hacer las preguntas que mis labios no hacen porque Kara continúa hablando —No quería que dejaras de verme como Kara. Como la mujer guapa que dices que soy. Lo sé, fue egoísta de mi parte, pero no voy a mentirte, me gusta la forma en cómo me has tratado estos días. Tu interés y cercanía, pero Zor-relito reacciona también a ella. Por eso me separé en las caballerizas, por eso evitaba tocarte durante la noche o, aunque moría de ganas, intenté resistirme a no dormir a tu lado— Dice mi rubia y juro que tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no dar brincos como una loca de la emoción. En cambio, me quedo en mi lugar escuchando el resto de sus palabras —Para evitar que lo sintieras y por eso ayer intenté mantener las distancias. Cuando te abracé anoche antes de comer, lo hice permitiéndome soñar por un momento que te tenía antes de que te enteraras de este; mi último secreto, y perdieras tu interés en mí—
Ahora sí que no hay enseñanza que evite que el desconcierto se refleje en mi rostro y se filtre en mi voz —¿Por qué carajos perdería mi interés por ti? —
—Por mi pene— Dice Kara, insegura —Porque, aunque parezco mujer, la verdad es que no soy una y ni siquiera pude hacer la transición completamente y tú eres lesbiana— Finaliza de decir Kara y la comprensión me golpea.
—Oh— Digo.
—Sí, oh— Repite Kara triste y con la mirada gacha. Y yo extiendo una de mis manos tomando la suya, entrelazándola con la mía, y la otra va a su mejilla acariciándola. Automáticamente, mi rubia recarga su rostro en mi palma y con un paso acorto más la distancia entre nosotras —Kara— Susurro suave, haciendo que me mire y una sonrisa sincera se dibuja en mis labios —No voy a mentirte. La verdad es que, en mi vida, jamás, nunca me he sentido atraída o interesada por un pene, mucho menos mojado por uno. No hasta esta mañana donde empapé mis bragas al sentir tu dureza presionando mi centro y tu erección quedó a la altura de mi boca… Lo único que podía pensar era en... ¡Joder!, era en probarlo—
—¡Le...Lena! — Gime Kara y ni siquiera el ser muda hubiera podido evitar mi propio gemido en respuesta. Mi mano sube a su cabello, enredándose en los mechones rubios —Voy a besarte, Kara, y si tienes alguna maldita objeción, este es el momento de decirlo—Su silencio y su mirada en mis labios me dan su respuesta. Aun así, le doy tres segundos de espera por si hay arrepentimientos de su parte, porque de la mía jamás habrá uno cuando se trate de ella.
—Tres—
—Dos—
Beso.
Beso salvaje y sin contemplación. Mi mano enredándose en su cabello en un puño y la otra envuelve su cintura baja pegando nuestros cuerpos, su erección chocando en mi vientre y nuestros labios devorándose. Y prometo que este será el comienzo del resto de nuestras vidas, a cómo me llamo Lena Luthor.