Chapter 1: ¿Quién le gusta a Ryuuji Hatano?
Notes:
Nunca he escrito un longfic! Estoy haciendo esto de desesperación porque el extra de los chicos del cole sale pronto, y no tengo dinero:D ¡Si alguien lo scanlates me lo pasa! Leo inglés e italiano, hasta japonés si me apuras (?)
Pero bueno. Updatearé tags si lo necesito a medida que avanzo, intentaré publicar un capítulo por semana pero no se sorprendan si resulta que es uno por mes (¿?).
Advertencias extra: ¡AU! ¡Todos al colegio! En este universo, nuestro lindo MC es solo 1 año mayor que Ayato y está en su último año de secundaria junto a todos sus amigos, Minamoto y Mayama, quienes son parte de su grupo también. ¡Puede que haya contenido subidito de tono después, quién sabe! La categoria subirá si es necesario. Y pues, nada ¡besos y disfruten!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
El hermano mayor de Ayato, por supuesto.
El muchacho era un año mayor que ellos, estaba en la misma escuela, aunque rara vez iba por el mismo camino que su menor. No pertenecía a ningún club, sus notas eran generalmente decentes, tirando para buenas, pero nada resaltante. Comportamiento regular, realizaba sus tareas, con alguna amonestación por dormir durante la limpieza diaria o por distraerse jugando con gatos. Delgado, altura promedio, cara igual de sosa que la de su hermano, con un lunar bajo el ojo y cabello violeta en exactamente el mismo corte que había tenido toda la vida.
Era un hombre normal. Aburrido, en realidad. Sin nada interesante por decir, a menos que consideres ameno su extenso conocimiento en todo lo relacionado con gatos, que resultaba más extraño que otra cosa.
Pero no para Hatano.
—M… me gustas.
—¿Ah-? ¿Qué? ¿Qué te asusta?
—¿Eh?… No, digo que tú me gustas.
Hubo un momento de silencio, en el que el otro solo se detuvo ahí, observándole con los ojos bien abiertos, algo no antes visto por nadie. Nadie más que él. Lo atesoraría.
—Me has gustado desde hace ocho años, cuando me ayudaste en el río. Cuando voy a tu casa con Ayato, mi corazón se acelera al verte…
—Hatano, lo-
La aparición de Minamoto fue inesperada, sin embargo.
—El receso está por terminar. — Su mano delgada y pálida fue reposada sobre el hombro del muchacho de cabello violeta, ojos oscuros fijos en los morados propios. Minamoto era de la misma edad que el hermano de Ayato; más alto, además de definido como ‘guapo’ por el resto de la población escolar. Él personalmente no lo veía. —Vamos.
—Ah, no, Minamoto, espera-
—Piénsalo, por favor. — Interrumpió Hatano, dándole una última mirada. El otro estudiante no reaccionó, pero sus ojos se enfocaron en él un poco más, antes de soltar a su compañero, que lucía tener las palabras atoradas en la boca.
No era el momento, no de esa forma.
──────────
Mayama estaba rodando por el piso de emoción.
—¡Tienes que decirle que sí! Ah, lleva esperando tanto tiempo… los romances basados en tu persona son mejores que aquellos en tu físico, ¿sabes?
El joven, irritado, se deslizó en su asiento. Llevaba toda su secundaria evitando estos condenados eventos; ¡él no deseaba ser parte de un BL! Quería conocer a una atractiva chica de grandes senos, casarse y tener hijos. Si sus niños deseaban ser parte de un BL, los apoyaría como apoyaba a Ayato y su romance con el ikemen de ikemens , Toujo Iori, pero él no quería ser parte de uno.
¡Y aun así fue arrinconado como un perro, por el peor evento de todos, una confesión! De Ryuuji Hatano, para terminar de cavar la tumba de su heterosexualidad.
El chiquillo era estúpidamente guapo, un año menor que él, de la misma escuela, amigo cercano de Toujo y parte del grupo de Ayato. Lo conocía por ello, y solía ser amable con él, claro cuidando siempre su distancia. ¡Uno nunca sabía cuándo un evento podría suceder! Y resultó, terriblemente, que dicho evento había sido cimentado hace ocho años.
…Aunque…
Tenía que ser sincero; había bajado la guardia. Estaba convencido de que el adolescente menor por fin encontró su ruta BL dentro de su salón, considerando los rumores de que alguien estaba enamorado de él. Específicamente, Ayato andaba por la casa haciendo puchero, quejándose de cómo su novio no le prestaba atención, favoreciendo ayudar a Hatano con lo que sea que estuviera haciendo, y el mayor supuso que era el orden universal arreglándose, no confabulando en su contra.
—Mayama, déjalo.
Minamoto lo sacó de sus pensamientos. Lucía fastidiado, y no lo culpaba, probablemente había estado escuchando la incesante parlanchinería sobre homosexualidad con la que Mayama los volvía locos a los dos.
—¡Pero-! ¡Sería tan hermoso!
—Calla. — Le respondió el chico del lunar, con la misma cara sosa que siempre. —Anda a espiar al equipo de básquetbol o algo.
—¡Lo dices como si fuera un pervertido de clóset!
—Lo eres. — Ambos respondieron al unísono.
Mayama primero hizo un puchero, para luego pasar de ofendido a feliz en menos de diez segundos, como todo un lunático. —Bueno… capaz es mejor que no digas nada.
El de cabello violeta alzó una ceja. —Me niego a pensar que repentinamente acabas de adquirir respeto por otros.
—Hay otro final por el que estoy rezando. — Respondió el pecoso, con una cara bastante fastidiosa. —¡Los dioses del BL me sonríen!
──────────
—¡Hatano! — Alzó la voz un joven, llamando su atención en medio del pasillo.
Toujo no estaba muy seguro de su nombre. El muchacho pertenecía a la clase contigua, poseía ojos y cabello claro, con las puntas teñidas de negro. Iori no era alguien que creyera ciegamente en obedecer rumores, pero sí consideraba que lo mejor era tener un ojo encima de las habladurías externas, en caso alguna se saliera de control. Era casi obligatorio, al final, pues como presidente estudiantil, necesitaba saber qué sucedía en la escuela.
Y decía, pues, el rumor, que este muchacho no solo tenía una bocota, sino también que estaba enamorado de su amigo cercano; Ryuuji Hatano.
—Me gustas, Hatano.
Dicho esto, aunque en algún momento imaginó la posibilidad de una confesión, nunca calculó cuán impertinente el muchacho podía ser. ¿En medio de un pasillo atiborrado de estudiantes, que evidentemente comenzaron a cuchichear? En algunos casos hasta a grabar… todo lo contrario a lo que Hatano era; reservado así como, hasta cierto punto, introvertido. Sin embargo el otro chico lucía confiado, aún con tantas miradas encima y el evidente desinterés de su crush.
—Ah… tú estás en mi clase, ¿no?
Se le borró la sonrisa. —¿No me recuerdas?
—No exactamente. — Respondió cortante, alejándose. —Disculpa, no me siento igual.
—¿Por qué aún buscas a esa persona, Hatano? Ya te rechazó, y lo volverá a hacer.
Hubo una pausa, en la que los cuchicheos se detuvieron, y Ryuuji se giró, sus ojos morados adquiriendo una sombra. Toujo nunca le había visto tan molesto. Su momento de intervenir probablemente se estaba acercando.
—No es de tu incumbencia, mucho menos ir por ahí hablando sobre mí o esa persona.
—Alguien como…
—Suficiente. — Anunció el rubio, abriéndose paso entre las personas. Su tono era gentil, y su rostro angelical portaba una sonrisa diplomática, pero su presencia era igualmente comandante. —Por favor, no hagan bullicio en los pasillos. El almuerzo ya casi acaba, sírvanse a ir de vuelta a sus aulas.
La multitud no pudo hacer nada contra su brillante presidente, incluso si lucían desilusionados por no poder continuar viendo. El joven de ojos celestes le dedicó una mirada de fastidio, pero volvió a sonreír poco después, obedeciendo sin más.
Hatano parecía aliviado de verlo.
—Gracias, Toujo.
—No hay de qué. — Le observó. Hatano era de pocas palabras, pero algo le decía que bajo la superficie, el encuentro le había afectado más de lo que dejaba ver. —¿Qué pasó?
Un suave suspiro. —Es… largo.
El rubio sonrió. Le encantaban ese tipo de cosas. —Cuéntame antes de salir.
──────────
Ayato trataba de evitar encontrarse con su hermano cada vez que podía. La mayoría consideraba que eran muy parecidos, y poco era más insoportable que tener que resistir al menos cuarenta minutos de otros comentando al respecto. ¡Para empezar que ni siquiera se parecían tanto! Hatano y Toujo estaban de acuerdo, pero otros como Yanagi o Misato insistían en que las mujeres de su familia eran básicamente fotocopiadoras.
Por esto, cuando vio a su hermano mayor acercarse, su primer instinto fue sugerir tomar otro camino a casa, con tal de no cruzarse con él y sus amigos. Algo simple pero natural; “Hey, quiero algo de la tienda de conveniencia. ¿vamos?”. Sabía que los demás no se resistirían, o normalmente no lo harían, pero nada lo pudo preparar para Toujo deteniéndose en seco, ignorando por completo su comentario.
—¿Qué hace-
—Ayato, un momento, por favor. — Murmuró Toujo, dedicándole una mirada encantadora como siempre, antes de acercarse a los alumnos mayores, ojos azules fijos en los oscuros de Minamoto. Su semblante había cambiado, lucía más serio, pero igualmente cordial. Hatano eventualmente se acercó también, dejándolo atrás junto a Yanagi y Misato, que lucían igual de extrañados con la situación.
El muchacho intercambió un par de palabras con Minamoto, que negó con la cabeza, y luego el rubio simplemente realizó una reverencia, regresando al grupo poco después.
—Perdón, quería hablar con Minamoto porque tenía entendido que realizó una solicitud a Hidetoshi para encargarse de las actividades del club de lectura. Resulta que no era correcto; probablemente se equivocó.
Ayato alzó la ceja, faltaba alguien. —… Toujo, ¿y Hatano?
—¿Ah? — El rubio le brindó una sonrisa juguetona y luego se encogió de hombros. —No me di cuenta que se fue. Quizá se distrajo con un gato.
Ayato parpadeó, antes de darse cuenta de que faltaban no una, sino dos personas. —¿Huh? ¿Y…?
Detrás, Mayama acababa de lanzarse a rodar por el piso como un desquiciado, mientras Minamoto miraba a sus costados, aparentemente tan sorprendido como él.
—¡Oh, parece que Hatano y tu hermano mayor desaparecieron! — Sonrió Toujo, tan intensamente que Ayato ni siquiera podía enojarse, aun sabiendo que se traía algo sospechoso entre manos. Era demasiado lindo, no lo soportaba. —Bueno, se habrán distraído con un gato.
—¡Esa excusa no sirve dos veces!
──────────
Minamoto odiaba ser un psíquico.
Escuchar a los demás querer aprovecharse de su apariencia, buscarle solo para favores, sonreírle mientras guardan rencor hacia él dentro de ellos… Todo eso le había causado ser una persona solitaria; alguien que rara vez se sentía cómodo con otros, si es que nadie.
“Mierda… ¿y ahora? Dijo que se declararía de nuevo en 3 meses…”
Y estaba él.
Era su compañero de clases, un adolescente de su misma edad, de ojos negros y cabello violeta del cual el único detalle resaltante era el lunar bajo su ojo. Un hombre que no estaba interesado en la popularidad o el reconocimiento social, era alguien que no deseaba más que su propia paz. Ni una sola vez había mirado a Minamoto con mayor intención que cordialidad, y…
“No hay forma de librarme de eventos similares posteriores, vamos a la misma escuela… y en tres meses será la época de florecimiento de los cerezos. ¡Es demasiado cliché, incluso! Dijo que quería conocerme… al menos aceptó que es rarísimo declararse a alguien que casi no conoces… pero ¿qué significa eso? ¿va a intentar invitarme a salir?”
—Ya deja de pensar en eso. — Espetó Minamoto, mirándolo con molestia. —Si no se va a rendir antes, cuando se te acerque dile que no y ya.
…Y era eso por lo que le consideraba su único amigo.
—…Quizá tienes razón. — “Ojalá fuera así de fácil. Este mundo no lo permitiría.” Pensó el otro adolescente.
Minamoto negó con su cabeza. —Mientras más lo pienses, peor será. Ahora dime, ¿no querías ir a buscar gatos? Siempre te distraes con eso camino a casa…
“¡Ah, Minamoto, un hombre que escucha mi corazón! Me alegra que sea mi amigo. No resistiría que sucediera algo con él.” —Son demasiado lindos… bueno, si quieres vete. No tengo problema en estar un rato solo con mis pensamientos.
El más alto suspiró. Quizás…
Un grupo de chicas pasaron a su lado velozmente, alternando entre darles miradas “discretas” y mirar sus celulares.
“¡¿Hatano se le declaró a él?!”
“¡Todavía no lo puedo creer! ¡¿Hatano?!”
“¡Y también tiene a Minamoto siguiéndolo como perro faldero!… ¡¿Cómo es posible?! ¡¿CON ESA CARA?!”
—No, vamos.
(Escuchaba todo corazón; el ajeno, el rival, el tierno, el olvidado, el envidioso, el deseado, todos, todos menos el suyo.)
Notes:
¡Ojalá les haya gustado! Me demoré un poco escribiendo este, pero tengo todo lo que debería pasar ya apuntado, jeje. Con suerte escribiré un poco todos los días y el siguiente debería estar saliendo sábado o domingo de la siguiente semana (si es que no se me interpone algo jjjjXD).
Gracias por leer! eventualmente corregiré los errores djhsjjhfja
Chapter Text
Toujo estaba sereno, Ayato lo envidiaba por ello. Probablemente la última vez que sintió paz fue cuando tenía cinco años y aún no se enteraba de mucho a su alrededor. Luego aparecieron letras en la matemática, y desde ahí todo iba cuesta abajo.
—Ya habrás notado que Hatano se ha fijado en tu hermano.
El adolescente más bajo le miró con fastidio. —No, se me pasó escuchar los audibles llantos de nuestras compañeras.
El rubio soltó una risilla, aunque había algo de sudor cayendo por su frente. —No quería decírtelo sin que él estuviera seguro, pero esto es ya desde hace un tiempo. No dije nada a nadie porque era todavía muy pronto… y un día de la nada todo reventó.
—Tal para cual. — Respondió Ayato, con sus párpados a medio cerrar, dándole un aspecto cansado. Toujo se puso un poco sonrosado, y su carita de avergonzado lo hizo a su vez sonrojarse a él. —D-digo… ¿Por qué mi hermano? ¡Es un bastardo que solo juega con gatos y duerme todo el día! ¡¿No podías decirle que se consiga mejores gustos?!
—Bueno, el por qué gusta de él no lo podría responder yo. Ni tú tampoco. ¿A menos que tengas algo de brocon ?
—¡Claro que no!
—Entonces la respuesta está únicamente en las manos de Hatano. No sé exactamente todos los detalles, y creo que aunque te los dijera no te convencería, pero lo que puedo decirte es que estoy seguro de que él es sincero sobre sus sentimientos. — Iori hizo una pequeña pausa. — No piensas que Hatano le haría daño, ¿no?
—Más me preocupa que el idiota de mi hermano le hiciera daño a él.
Su sonrisa se ensanchó. —¿Seguro?
—…Sí. — Ayato hizo un puchero. —Bah… supongo que sería menos molesto si tiene a alguien, y eso es un fastidio. ¿A quién voy a joder?
El más alto de los dos le dedicó una sonrisa fatal; su carisma natural desbordaba de cada gesto en su rostro atractivo. Era un ángel en tierra, de gestos divinos, y mirada brillante, así como astucia letal. Condenado. —Si tú me tienes a mí y aun así puedes atormentarlo, no dudes que entre ustedes nada cambiará.
Ayato visiblemente apretó la mandíbula. —Ugh… supongo que tienes un punto.
—No pensé que te convencería tan rápido. — Admitió. En su mente había muchos más gritos, insultos e incendios. —Estaba listo para detallar algunos motivos más en caso de emergencia. Tenía una lista muy concisa, trabajé duro en ella1.
El joven del lunar se cruzó de brazos. —Qué buen amigo. Pero… no sé, creo que no es lo peor del mundo, al final. Supongo que solo me sorprendió. Quizás…
—¿Quizás…?
—Mhm, puede que hasta sería divertido verlo intentar.
Toujo parecía un niño en Navidad. —¿Verdad que sí?
Ayato, visiblemente más relajado, asintió. —Llevas tiempo en esto, ¿verdad?
—Ah, no tienes idea.
──────────
Minamoto elegía selectivamente cuándo escuchar a Mayama, tanto mental como físicamente.
“ Es como cuando alguna alarma suena en la noche .” Era como lo había puesto su amigo, hace ya unos años, cuando Mayama se les pegó como una sanguijuela. “Si le prestas atención, será un fastidio toda la noche y no podrás dormir. Pero si te concentras en borrarla, si te desconectas… pronto desaparece y, por fin, silencio.”
El joven no se lo diría quizá nunca, pero era uno de los consejos más valiosos que le habían dado en su vida. No siempre podía ignorar las voces, pero sí era más fácil cuando tenía un punto de referencia. Puede que inadvertidamente haya aumentado su apreciación por el muchacho de cabello violeta, también, pero eso era algo que permanecería atorado en su pecho hasta nuevo aviso.
—Minamoto, debo decirlo, necesito escribirle una carta de agradecimiento a Hatano. ¡Tanta maravillosísima inspiración, directamente hacia mi escritorio! Ah, es casi demasiada. ¡Tendré que hacer notas!
Regresando a Mayama.
—¿De qué diablos estás hablando?
Podía leer su mente, pero era un juego peligroso. Había salido traumatizado más de una vez.
…Y temía constantemente verse a él y/o a su compañero de salón en esas imágenes mentales. Una vez sucedió, su mente fue golpeada por la imagen de mejillas sonrosadas, adornadas por un único lunar, junto a una mirada suplicante. Mayama estaba fantaseando sobre su amigo en común, y otro chico que no había hecho más que pedirle las notas del cuaderno.
Casi le lanza una silla.
—Por favor, mira a tu alrededor. Hatano ha alertado a todos los demás candidatos sobre un posible fin a sus intenciones…
Minamoto lo miró con cansancio. —A mi alrededor solo veo gente viviendo su vida y tus pecas esquizofrénicas teniendo alucinaciones.
—¡¿Cómo que no lo ves?! — Se ajustó los lentes. — Kikuchi2 llevaba días tratando de acercarse y tener una conversación de más de diez palabras, por ejemplo. ¡Hoy por fin lo intentó! Sí, no consiguió mucho, pero obtuvo una sonrisa. Es significativamente mejor que las últimas semanas.
El adolescente de ojos oscuros observó al mencionado, que portaba un ligero sonrojo, a la vez que un aire de satisfacción. El joven de cabello violeta estaba conversando con otras personas, aparentemente ignorándolo por la mayor parte, pero podía escuchar a Kikuchi con tanta claridad que sentía náuseas.
“¡Me sonrió!... Ah, quizá la siguiente vez debería intentar invitarlo a almorzar juntos antes que lo llamen sus amigos.”
—Si mis cálculos no fallan, Kikuchi debería ser un rival relevante. Eikichi3 tenía potencial, pero últimamente ha estado más interesado en Yuudai… ¿Utsumi4, sin embargo? Quizá debería advertirle a Hatano sobre su potencial rivalidad. ¡No sé a quién apoyar!
“A ti, si me dejas .” Llegó el pensamiento a su cabeza, haciendo sus venas hincharse. A veces odiaba a Mayama, pero especialmente lo hacía cuando tenía razón.
—No digas tonterías. — Rodó los ojos. —No hará nada con ninguno de ellos.
—Ah, Minamoto, mi querido amigo… quizá tienes razón. — “Este no es un mundo de BL, después de todo. Podría estar equivocado sobre sus intenciones… o él podría simplemente rechazarlos a todos.” —Pero tengo la certeza de que algo sucederá.
—No tengo tiempo para tus fantasías invasivas, Mayama.
—¡Como desees! A mí me encantan. — Una sonrisa pícara. —Y Hatano nunca fue directamente rechazado, después de todo.
Minamoto se quedó quieto un instante.
Era cierto. La oportunidad estaba ahí, el muchacho solo estaba un piso más debajo de su aula así que… ¿por qué esperar el tiempo entonces? ¿por qué darle la oportunidad de probarse?
“Ojalá fuera tan fácil .” fue lo que el otro pensó, pero… ¿qué sentido tenía eso?
La voz interior de Mayama le interrumpió.
“Bingo.”
—El primer paso para ganar es aceptar ayuda cuando la necesitas, Minamoto.
El pecoso extendió su mano. Sus lentes brillaban con un destello maligno solo superado por su sonrisa; era un auténtico trato con el diablo.
Nuevamente quiso lanzarle la silla.
Pero aceptó.
──────────
—Son 500 yenes. — El joven del lunar dijo, mientras embolsaba los productos. —¿Tarjeta o efectivo?
—Efectivo está bien. — Respondió el muchacho al que estaba atendiendo. Un hombre no mucho mayor que él, quizá dos o tres años a lo mucho. Era atractivo, como todo protagonista de aquel mundo, pero podía suponer que estaba a salvo. Meterse con el casi ilegal cajero de secundaria en tu barrio no era una trama normal para los BL que los crueles dioses gobernándolos preferían.
Difícil obtener un final feliz.
—Gracias, tenga un buen día.
El otro asintió con una simple sonrisa y se retiró, dejando al siguiente cliente pasar.
Hatano.
¿Qué-?
—Oh… uhm, hola.
—…Buen día. ¿Qué va a llevar? — Respondió automáticamente, tratando de controlar sus intenciones suicidas.
—Ah, solo esto. — Colocó un par de objetos sobre el mostrador, más que nada productos para el hogar. Probablemente su madre lo había enviado, lo cual significaba que era cincuenta por ciento seguro que vivía cerca. Malo, muy malo. —No sabía que trabajabas por aquí…
—Ah, sí, de vez en cuando. Uhm, no puedo conversar o mi mánager se enojará… — Una verdad a medias. No lo regañarían siempre y cuando cuide de que no se cree una fila, o que los clientes se molesten, pero prefería utilizar la excusa tanto como pudiera. —Son 2400 yenes. ¿Efectivo?
—Cierto, disculpa… — Si antes sus mejillas estaban rosadas, ahora estaban directamente rojas. —Sí, efectivo.
El adolescente de cabello violeta no perdió tiempo en empacar todo. —Bien. Ah, tienes exacto, genial. ¡Eso sería todo, ten un buen día!
—Gracias. — Hatano tocó sus dedos al recibir la bolsa, provocándole un ataque cardíaco. Uno compartido, porque el menor no perdió tiempo en huir del lugar, rostro explotando en rubor.
Listo, eso era todo, tenía que renunciar.
Había un par de tiendas más cerca a su casa, quizá podía postular. No sería muy diferente, y podría evitar posibles futuros eventos parecidos o peores. Sí, tendría que verle la cara a su hermano, pero era considerablemente más seguro, además que…
—Ah, muchacho, te escuché hoy. — Se acercó su mánager, para darle un par de palmadas en la espalda, interrumpiendo su desquiciado plan mental. El hombre tenía quizá unos cuarenta años; rostro borroso, voz estándar, un personaje de fondo como cualquier otro. Uno afable, sin embargo. —Siempre diligente con tu trabajo, muy bien, muy bien. Esa es la actitud que busco.
—Gracias, señor.
—Creo que te has ganado un aumento.
Se quedó en blanco.
Esto era un puto truco del mundo, ¿no?
—… ¿De verdad?
—Claro que sí. No llegas tarde, no tonteas con los clientes, no haces el vago durante el turno. Te lo mereces, niño. A partir de la siguiente quincena, ganarás 800 yen la hora, con extras pagadas.5
Era una cantidad considerable. Más de lo que le pagaría cualquier otro sitio siendo un estudiante de secundaria a medio tiempo. Tendría para ir al café felino más seguido, con un demonio, tendría como para salir con sus amigos sin necesidad de pedir propina a sus padres.
…Podría obtener suficiente para convencer a sus padres de adoptar un gato. La condición impuesta había sido que él tenía que cuidarlo, era uno de los principales motivos por los que empezó a trabajar.
El adolescente quería pegarse contra la pared.
—Muchas gracias, señor. — Respondió con una mueca feliz pero dolorosa. Su estómago se sentía anudado.
El hombre de rostro borroso le dedicó lo que suponía era una sonrisa. —No hay de qué, anda, sigue trabajando. Voy a pagar los servicios de la tienda.
“ Todavía no toca la campana .” Pensó, fastidiado, mientras su mánager se retiraba a su oficina. El fantasma del toque de Hatano lo perseguía; el calor en sus dedos vivo, recordándole lo sucedido. Maldita sea. “ Aún no me ganas… no, no me ganarás. ”
──────────
Minamoto pasó por su tienda mientras sacaba la basura. Era un poco tarde, nueve y cuarenta de la noche, su día de trabajo estaba a punto de finalizar, por lo que resultaba un poco extraño ver a su amigo ahí. El turno nocturno estaba a punto de iniciar.
—¿Qué haces aquí a esta hora? — Preguntó, antes de dedicarle una sonrisa. —¿Viniste a ayudarme?
Minamoto imitó el gesto, si bien sardónicamente. —¿Vas a pagarme?
—¿Mi amistad no es suficiente?
—Es apenas el mínimo. — El otro tomó la bolsa de sus manos, dedos rozándose ligeramente, similar a lo sucedido con Hatano, pero muy lejos de ser tan incómodo. El joven de cabello violeta se las limpió en su delantal; luego se las lavaría. Minamoto tampoco había tenido mayor reacción, así que ni siquiera entretuvo el pensamiento. —Empezaré una queja formal.
—Ni siquiera por Mayama, por mí. Eres cruel, Minamoto.
—Y el pasto es verde. — Respondió el otro, luego de desechar la bolsa casi sin esfuerzo. Él era extrañamente atlético, como todo hombre atractivo de ese mundo. Ambos no podían ser más distintos físicamente; tenían la cara de aburrimiento en común, pero nada más. —U-uh, ¿ya sales?
Su voz había salido un poco aguda. Raro. —En quince.
—Te acompaño a casa.
Mhm. Normalmente diría que no, a Minamoto no le gustaba cuando se distraía jugando con gatos, pero con la amenaza de Hatano alrededor… especialmente ahora que tenía la sospecha de que vivía cerca-
—¿Viste a Hatano hoy?
El chico del lunar parpadeó.
—Er, vino a comprar. ¿Por?
—Curiosidad. — Minamoto negó con la cabeza. —Vamos, te espero. Si se nos cruza, será más fácil rechazarlo con alguien a tu lado.
El más alto se retiró al frente de la tienda, donde había una banca, dejándole en el callejón solo con sus pensamientos.
Si no conociera a su amigo, diría que… no.
Estaba loco.
Él era un personaje extra, con su cara de nada, atributos normales y habilidades sosas. Nada para resaltar, aún menos para atraer. ¿En qué mundo cabía la posibilidad que dos muchachos atractivos se estén dando cabezazos entre ellos por él…? En el mundo del BL, por supuesto. Sonaba a una estupidez que escribiría Mayama, pero fue esa misma estupidez lo que le pasó a Ayato.
Respiró profundo, y luego exhaló. Era muy temprano para decirlo; eventos similares se habían desarrollado con amigos de su hermano y su propio círculo, sin nada de ello llegando a mayores, pero tenía que mantener su guardia alta.
(“¿Por qué mi amigo?” Pensó amargamente, ojos volteados hacia el cielo con furia. Uno sin estrellas, nublado en negro, luna risueña desaparecida. No había dios escuchándolo, no existía divinidad que se apiade. “¿Por qué quieres llevártelo a él?”)
Notes:
¡Lamento la demora! Tuve un problemita llamado me olvidé que viajaba el fin de semana XDDD pero acá está. ¡Trataré de ser más puntual este domingo!
NOTAS:
1. ¡Sé que quizá les resulta un poco extraño que Ayato esté OK con la relación! Pero después de releer el manga por la vez 1000000, específicamente los caps del evento hanami, estoy segura que no le importa mucho jajajaj♥ yo creo que él los apoya, de hecho. ¡si tojo es su shipper #1, Ayato es el numero #2!
2. Kikuchi es el chico al que el MC le ayuda con sus copias y se siente atraído a él de la nada lmao. Vol 1 cap 19: vs flag
3. Eikichi es el primer fantasma al que MC ve. Yuudai es el muchacho que termina ayudándolo. Vol 1 cao 10: vs the ghost
4. Utsumi es el joven que quizo llevarse al MC del Goukon fallido en Vol 2. cap 23-24: vs Goukon
5. No estoy super seguro de cúanto ganaría en un trabajo de medio tiempo. Mi mejor referencia es Sakamoto Days, esta es la cantidad que le pagan a Shin, supongo que es decente o considerable al menos. Si no lo es y resulta que Shin vive de ramen, disculpa, lol. ¡Ya me pondré al día con el manga! Mientras tanto, disfruto el anime.Por cierto, si hay alguien leyendo BL Game no Shujinkou blablabla? la ruta de Natsuhi es mi favorita... estoy muy emocionada, quizá escriba algo de Akira y Natsuhi cuando acabe este fic lol. ¡debo dejar de prometer cosas! perdón.
¡Gracias por leer! Los errores serán corregidos eventualmente...
Chapter Text
Ayato se quejaba más de su hermano de lo que cualquiera de ellos le veía.
Sí, estudiaba en la misma escuela, pero no era muy común que cruzaran caminos. Era una institución grande, y los alumnos del último año rara vez frecuentan círculos ajenos a los de su grado. Cuando se trataba de su casa, era más común que los chicos le vieran al momento de despedirse, o viceversa, que le vieran salir mientras ellos llegaban.
Con esto en mente, a los muchachos les sorprendió llegar al cuarto de Ayato para encontrar una pizarra con varias fotos de gente de la cual su mayor contacto había sido un “buenos días” dos meses atrás.
Bueno, solo a dos de ellos. Toujo no parecía extrañado en lo más mínimo, lo cual a Misato le daba envidia y a Yanagi le daba miedo.
—¿Vamos a matar a alguien? — Preguntó el más alto, alzando sus cejas al darse cuenta que Hatano estaba al medio, un cordón rojo enredado entre él y el hermano mayor de Ayato. —¿Es esto un problema de faldas?
El presidente escolar respondió. —En cierta forma, sí. Pero sin faldas, o asesinatos.
—Por ahora. — Añadió Ayato. —En el futuro, veremos.
—¿A las faldas o al asesinato? — Preguntó Yanagi, antes de exaltarse y tapar su boca con ambas manos. —¡Esperen, no quiero saber! Si habrá asesinatos no me involucren, no quiero ir a la cárcel.
Misato señaló al muchacho de cabello violeta en medio de la pizarra. —¿Pero con las faldas estás bien?
El más bajo lo miró sin responder… o parpadear. Takaharu tendría pesadillas con ello más tarde.
Toujo negó con su cabeza, sedoso cabello moviéndose con efectos dignos de una película. Había brillitos apareciendo a su alrededor. —He convencido a Ayato de no matar a nadie.
El mencionado se repitió a sí mismo. —Por ahora.
—De darse el caso, usaré mi influencia para librarte especialmente a ti, Yanagi. — Intentó compensar el rubio, para horror del más bajo.
—¡Corrupción! Pero bueno, dígannos de qué va esto. No reconozco a casi nadie de esta pizarra… con excepción de Minamoto. — Misato chasqueó su lengua. — ¿Es por lo de Hatano?
—Interesante que tú hagas una inferencia, Misato. Te debió costar. — Toujo sonrió ante la furia del otro. —Sí, esto es, efectivamente, sobre la situación de Hatano. Todas las personas que ves alrededor del hermano mayor de Ayato, con el cordón azul, son posibles contrincantes.
—Los que están en naranja son duda, y los que tienen verde son personas seguras. — Indicó Ayato. — Como tú o Yanagi.
El último ladeó su cabeza, pensativo. —¿Por qué Minamoto está de azul?
—Su reacción a la confesión de Hatano fue… sospechosa, por ponerlo de alguna forma.
Toujo nunca lo admitiría, particularmente porque Ayato lo mataría y su hermoso cadáver nunca sería encontrado antes que los perros se lo comieran, pero si tomaba en cuenta Hatano le había contado —de lo cual no dudaba— y su propia experiencia… podía testificar que cuando se trataba de romances no recíprocos o casi no recíprocos, no existía mayor sospechoso que el mejor amigo.
Minamoto era un peligro, así de simple.
—Como no podemos matarlos, aún, hemos hecho una lista de objetivos. — Explicó Ayato. —Tenemos que librarnos de Kikuchi y Utsumi. Hay que mantener un ojo en el resto de su grupo, también, hay buenos motivos para creer que sus amigos del salón no entran en la ecuación, pero mejor prevenir que lamentar.
Misato lucía sorprendido, mientras que los ojos de Yanagi solo iban de un lado del pizarrón al otro, tratando de entender. —¡¿W-woah?! ¡Ayato! ¡¿Nunca pensé que tu hermano fuera tan popular?!
—Ese bastardo solo es popular con los gatos. — Gruñó el joven.
El presidente escolar ofreció una risilla. —Ciertamente, es más popular de lo que parece. Y tengo razones para creer que Minamoto se ha dado cuenta de ello.
—¿No debería estar Hatano aquí, ahora que lo dices?
—Ah, nope, él ya sabe. — Ayato se cruzó de brazos. —Hablamos con él primero. Está ejecutando la primera fase del plan ahora.
──────────
El uniforme se sentía extraño, algo incómodo debido al modelo ceñido, y definitivamente era demasiado cálido para él. Hatano no gustaba mucho de ropa incómoda o pesada, particularmente porque de por sí él era bastante caluroso1, pero era necesario.
—Bienvenida, señora. ¿Quieres una mesa para uno o esperas a alguien?
La mujer le sonrió, ignorando que le estaba hablando de “tú”2. —Qué muchacho tan encantador. Espero a mi amiga, jovencito, una mesa para dos.
Hatano la ubicó con rapidez, indicando a su colega que atienda la mesa, mientras él continuaba su labor afuera. Debido a su aspecto y el hecho de que aún no pasaba por el entrenamiento necesario para atender mesas, las chicas insistieron en que se mantuviera fuera, básicamente como publicidad andante. Yamazaki3 era quien normalmente se encargaba de ello, pero él también insistió en que tomara su puesto por el momento, hasta que aprendiera a ser más “gentil”.
Lo pusieron así para no insultarlo, pero tenía que ser dicho; Hatano no era bueno haciendo otra expresión que no fuera de fastidio. Al menos a las personas no parecía importarles.
—Hatano, ¿podrías venir? Ya que no hay muchos clientes, quiero enseñarte a usar la caja.
—Claro, voy.
Yamazaki era bajito, tan solo un año mayor que él, y solía vestirse de forma bastante femenina en el trabajo. Hatano no lo entendía mucho, pero tampoco era su problema.
Alrededor de media hora después, un cliente nuevo entró, y el otro le mandó a recibirle.
—Ah, bienvenido, joven.
El hermano mayor de Ayato se veía bastante pálido. Lindo, como siempre, pero pálido a morirse.
—…Hola.
Hatano, por su parte, acababa de recuperar la habilidad de mover su cara. También esta se había vuelto un intenso color rojo. Y, a cambio de estos dos milagros, su capacidad de hablar resultó severamente dañada.
—No sabía que trabajabas aquí.
—Ah… ahm, a-acabo de empezar. — Contestó Ryuuji, sintiendo su voz salir como si la estuvieran forzando. —¿Mesa para uno, o esperas a alguien?
—Estoy solo.
—Permíteme.
Con una valentía que debía ser el tercer milagro del día, Hatano le indicó el camino, una de sus manos levemente tocando la espalda baja del otro para animarle a pasar, mientras que su otro brazo se estiraba en dirección a las varias mesas vacías.
¡Fue un instante! ¡Apenas un roce! Pero pudo sentir el mínimo calor, las capas de ropa, la electricidad quemando sus nervios. El joven de cabello violeta avanzó sin más hasta una mesa, donde se ocupó jugando con uno de los gatos de inmediato, sus labios apretados.
El corazón de Hatano dio vueltas dentro de su pecho.
—¿Puedo intentar atender una mesa, Yamazaki?
El muchacho, desde la caja, le dio una sonrisa pícara.
—¿De pronto tan interesado en aprender? — Por supuesto, alguien como él no tardaría en darse cuenta. — No, todavía no. Pero creo que sé cómo ayudarte.
──────────
Fue quizás una hora, un poco más o un poco menos, hasta que el otro adolescente acabó con su comida. Era en realidad un pedido simple; un moca sin azúcar y tres panecillos rellenos que venían juntos en una bandejita. Algo entendible, teniendo en cuenta que era todavía un estudiante de secundaria y el café no era exactamente barato.
Era justamente eso lo que Yamazaki había calculado.
—¡Ah! ¿Ya… ya te retiras?
El joven del lunar asintió, sonriéndole. Algo de color había vuelto a su rostro.
—Fue bueno verte, nos vemos.
—¡Espera! Uhm, cómo sé que te gusta bastante ver gatos… la empresa va a sacar tarjetas de fidelidad, y pues, acá tienes. Aún no salen para el público general, pero… mi colega me dijo que estaba bien si te la adelantaba.
Hatano le entregó tímidamente una tarjetita que tenía en la parte de adelante ocho círculos en hilera y dos corazones al final; al reverso una tierna imagen de los gatitos que vivían en el restaurante.
El muchacho se había tomado la molestia de marcar las primeras dos visitas, a pesar de que solo habría tenido que marcar una.
—Si la presentas tienes un descuento, así que… puedes venir más seguido... s-si quieres, claro.
—Oh, genial. — El otro respondió, su sonrisa ensanchándose un poco más. Luego Yamazaki diría que lucía como un maníaco, pero a él le parecía linda. —Muchas gracias, Hatano.
──────────
El mundo había empezado el siguiente round con un golpe bajo. ¡¿Qué hacía Hatano en su lugar seguro?! Peor aún; ¡¿Cómo que tarjeta de fidelidad con descuento?! ¡Era casi una burla directa a su cara! ¡Primero un aumento salido del averno de las conveniencias BL-ísticas y ahora una excusa para que objetivamente sea imposible rechazar los buenos precios de un santuario felino!
Era cruel, demasiado. Los dioses estaban trabajando dolorosamente fuerte para hacerle sucumbir, pero él no se rendiría tan fácilmente.
—Oh… hola.
Genial, eso no era una invitación a intentar, mundo.
—Bienvenido, Hatano. — Trató de poner su mejor cara de atención al cliente. —¿Solo esto?
—Sí. — Fueron unos segundos, hasta que habló de nuevo. —Hey… uhm, ahora que lo pienso, los dos nos hemos visto en el trabajo… ¿no?
Lamentablemente, sí. —Ah, pues, sí. Tokio es más pequeño de lo que parece.
Un poco de más, incluso. El área metropolitana de Tokio rodeaba los 13,500 kilómetros cuadrados, y aun así Hatano encontraba la forma de cruzarse en su delante, como un gato negro en augurio de mala suerte, menos la inocente ternura felina. Temía el día en que se le apareciera incluso en sueños.
—Me alegra… así puedo verte.
Menos de treinta segundos después, sus mejillas se tornaron nuevamente tan rojas que lucían a punto de explotar.
De la impresión se olvidó ser cuidadoso, y sus dedos se rozaron de nuevo, mientras murmuraba un ‘gracias’ que se sentía como agujas deslizándose por su garganta. El menor salió de la tienda con los ojos plagados de una luz aniquilante –esperanza– y él no pudo sino hundirse detrás de la caja registradora. Esto no estaba funcionando.
Notes:
1. Me da la impresión de que Hatano siempre anda con ropa más ligera que los demás... como en el cap de Navidad donde el prota andaba con dos kilos de ropa de invierno encima y Hatano solo con una casaca xDDD creo que él es caluroso y el prota friolento. suena bonito, y como el tipo de cosas que pasarían en un yaoi lol
2. Si me acuerdo bien, en japonés Hatano habla con el "tú" informal incluso con personas las cuales las normas japonesas demandarían use el "usted" (personas mayores, por ejemplo).
3. Yamazaki es el crossdresser que sale en Vol. 1 Cap 15: Vs The Crossdresser y en otros caps posteriores jeje. ¡su espalda sale en el bonus del CD drama, donde justamente invita a Hatano a trabajar en el café de gatos, de donde sale esto! me parece un personaje muy divertido así que no me resistí a meterlo lol
¡Holiii y lamento la tardanza! Estoy posteando dos caps para compensar >w< por favor no me tiren tomatazos loool
¡Gracias por leer! los errores serán corregidos eventualmente.
Chapter Text
Sus amigos del salón estaban todos emparejados, así que no había peligro en salir con ellos. Él no era lo suficientemente atractivo como para ser arrastrado a un trío, mucho menos a una relación poliamorosa, por lo que, cuando le invitaron a salir, su respuesta fue prácticamente inmediata.
Para estándares de un personaje extra, por supuesto. El joven de cabello violeta esperó unos respetuosos seis minutos antes de dar su afirmativo, aunque estaba prácticamente saltando de emoción dentro suyo.
Ayato iba con todos sus amigos a un karaoke, Minamoto y Mayama estaban ocupados, y él iba a salir con el grupo más inofensivo de gente que podía existir. No había banderas rojas en el horizonte.
Eso fue, por supuesto, hasta que llegó al KFC donde se estaban reuniendo.
Qué diablos hacía ese sujeto ahí.
—¡Hey, llegaste! — Ese era Ryouta, con su bocota. —¡Utsumi nos dijo para venir porque sus amigos están ocupados!
El chico conocía perfectamente a Utsumi, aunque no fueran del mismo grupo de amigos. Principalmente porque eran compañeros de clase, y porque el otro había quedado enfrascado en “su expresión triste” desde que se vieron, la cual no era nada más que su cara. No era su culpa lucir así, el mundo lo había hecho con tan poco amor como fuera posible.
Pero el otro no parecía aceptarlo, por lo que llevaba intentando evitarlo desde hace un par de meses, casi tanto como a Kikuchi.
—Ah, hey. — Respondió sin aparentemente mayor interés, mientras buscaba mentalmente la forma más efectiva de suicidarse sin hacer mucho escándalo. —¿Llegué muy tarde?
—¡Nah, apenas vamos a pedir!
—Sí, ven, siéntate.
Obviamente, el único asiento libre estaba al lado de Utsumi.
El adolescente del lunar lo tomó a regañadientes y dio un rápido vistazo alrededor, dándose cuenta de que todos estaban en pareja, perfectamente ubicados, dándole miradas poco sutiles. Esto no era casualidad; era una estrategia. ¿Cómo se le pudo pasar el condenado cliché de los amigos buscándote pareja ? Parecía que esos días los eventos se apilaban uno con otro, como si el mundo por fin se hubiera cansado de sus tácticas evasivas y decidiera lanzar bomba tras bomba.
—¿Quieres más papitas? — Preguntó Utsumi, luego de un rato de conversación y de compartir la comida, ofreciéndole un par en sus manos. El muchacho le sonrió, negando con la cabeza.
—Estoy bien, gracias.
—Mhm, estabas mirando mi bandeja hace rato, pensé que tendrías hambre. — Su risa era profunda, como la de todo un ikemen . —¿Estás bien?
“Todavía te veo deprimido” o algo igual de horroroso seguiría si no levantaba la guardia. —¡Ah, claro que sí! ¿Juegas Monster Strike 1 ? He estado farmeando por un personaje, así que no he dormido mucho…
Utsumi parpadeó, algo perdido, pero no se rindió. —Uhm, no, cuéntame de qué trata…
Maldita sea, inició conversación. Tenía que huir, pero no podía hacerlo así sin más. Si se levantaba obstinado en retirarse antes que todos sin motivo urgente, Utsumi insistiría en seguirlo.
Pero tampoco podía mentir y decir que algo le había pasado a su familia; principalmente porque todos en el colegio conocían a su hermano menor, y si Ayato lo echaba en tierra incluso por accidente, sería un desastre. No tenía ganas de que lo atrapen contra un casillero para interrogarlo o le hagan una escena trágica bajo la nieve.
Era demasiado resaltante. Tenía que volver al estatus quo, de alguna forma…
—Voy al baño, ya vengo.
El joven de cabello violeta se levantó con fingida tranquilidad, dirigiéndose hacia el baño para furiosamente mensajear a su mamá preguntándole si necesitaba algo de la tienda. Una vez su madre le había indicado comprar carne, detergente y alguna otra cosa que olvidaría, hábilmente les mandó un mensaje a sus amigos, solo mostrando la lista de compras en la foto-captura.
“Lo siento, chicos, tengo que ir.” Fue todo lo que escribió, antes de silenciar el celular y pegar la carrera fuera del restaurante.
──────────
Después de correr como un desquiciado por diez minutos, el chico del lunar se encontró en el camino junto al río, los pulmones fallándole. Las piernas le dolerían el día siguiente… quizá debía hacer un poco más de ejercicio.
O quizá no. Eso sería un problema para su yo de veintitrés años.
Su camino por el borde fue más pausado, en lo que su cuerpo se recuperaba de la reciente maratón. El muchacho decidió aprovechar el tiempo para perderse en pensamiento; no había mucha gente en ese momento. El cielo tomaba un ligero tono amarillo, la hora dorada brindándoles un guiño de su pronta aparición.
“¿Y qué se supone que haga ahora?” Pensó. “Hatano me persigue como la luna; Utsumi tiene el apoyo de mis amigos, Minamoto está… raro. ¿Qué diablos hago?”
El cansancio se reemplazó a sí mismo; pasó de uno físico a uno mental. Parecía que no importaba lo que hiciere, ese mundo de BL estaba dos pasos adelante, buscando el ‘pero’ a cada estrategia que intentaba. Casi como diciendo “decide de una vez, no te librarás de esta”. No había conseguido evitar eventos o transferir rutas2 satisfactoriamente en buen rato. Era casi como si cada tentativa le saliera con una nueva dirección personalmente ideada para él.
—Hey.
Oh, no jodas.
—¡Hey, te estoy hablando a ti, chico púrpura!
El mencionado no pudo hacer sino levantar la mirada, listo para saltar al río si era necesario. El adolescente que lo llamaba, quien rayos fuera, le estaba mirando con una sonrisa de superioridad. Tenía los ojos claros y el cabello de una doble tonalidad extraña, con negro en las puntas. Lucía como todo un protagonista de BL.
—Huh, ¿Hatano se te declaró a ti ? ¿Con esa cara?
Lo admitía; no era exactamente la mejor de todas, pero eso no significaba que no se sintiera ofendido. Por supuesto, no era su trabajo como personaje extra molestarse y defenderse de las acusaciones de otro, especialmente con una introducción tan… prometedora. Quizá este era el mocoso de los rumores; el personaje SSR que necesitaba para librarse del condenado chiquillo.
—…Así parece ser. — Inició, cuidadosamente, pensando qué más decir. —No sé por qué, sin embargo. ¿Dijo que lo ayudé hace bastante tiempo…? Pero no lo recuerdo bien. Solo sé que es amigo de mi hermano, ¿sabes?
—Tsk, silencio, yo soy quien pregunta acá. — Fue un momento de estudiarle, antes de que su sonrisita volviera. —Pero me gusta oír eso; es una confirmación de lo que pensaba. Eres demasiado patético para estar a la altura de Hatano; un personaje extra, eso es todo.
Un personaje extra… ¡¿Sabía sobre el BL?!
—No tienes nada que hacer aquí, no hay forma en que algo entre ustedes funcione. Las categorías están demasiado alejadas.
El otro chico se le acercó demasiado para su gusto, pero sabía que sus piernas no resistirían otra carrera, y en realidad no quería caer al río, gracias.
—Hazme caso, aléjate de él.
Estaba a punto de asentir como perro cabezón, cuando una voz ahogó la suya.
—¿Y quién eres tú para ordenar a otros?
A ver, a ver. ¿En qué puto momento llegó Utsumi? ¡¿Cómo lo siguió?! ¡¿Y por qué lo estaba agarrando contra él, brazo sobre su pecho, como si fuera una damisela en apuros?!
Resultó que estaba muy, muy equivocado. Que por favor lo lancen al río.
El pretendiente de Hatano por su lado pasó de simplemente estar cerca, a tomarle de la manga de su suéter para tirarlo en su propia dirección. Uh-oh. Nope. No le gustaba esto. —Estoy hablando con el hermano de Ayato, no contigo.
—No me parece que esto sea una conversación agradable para nadie, suéltalo.
Lo estaban tironeando entre los dos, maldita sea, se sentía como un uke incapaz de hablar, pero genuinamente no sabía qué hacer. No quería que Utsumi lo ‘salvara’ porque sería dar cimientos a la ruta BL en desarrollo, pero mandarlo a volar podría interpretarse como una tentativa afirmación de interés en Hatano, o peor, en querer una pelea con un muchacho que evidentemente hacía más ejercicio que él.
Mierda.
—¿Hermano? ¡Oigan! ¡¿Qué diablos hacen?!
Los dos chicos se detuvieron ante la llegada de Ayato, el ángel caído del cielo (de cara) que estaba sacando su celular, mientras gritaba amenazas de llamar a la policía por todos los crímenes que se le ocurrieran y algunos que estaba seguro se andaba inventando.
El personaje SSR —a falta de un nombre real—chasqueó la lengua, pero le soltó.
—Lo que sea, ya te he advertido.
Se fue sin mirar a nadie más que a él, por encima del hombro, su sonrisa imborrable.
—Ah, lo siento — Se disculpó Utsumi, soltándolo también. El mayor de los hermanos no perdió tiempo escurriéndose para ir a parar detrás de su menor, como si lo pudiera defender de algo.
—No pasa nada, gracias. — Replicó el mayor, con una sonrisa fingida. —Pero no vuelvas a hacer eso, estaba manejándolo solo.
Como si fuera un perro regañado por sus dueños, Utsumi asintió. —Lo siento, quería ayudar, no soporté verlo tratar de hacerte dañ-
Ayato no fue tan amable, lo cual agradecía, el otro estaba a punto de decir una abominación. —Fue una tontería lo que hiciste. No se habría enojado de esa forma si no le hubieras desafiado.
—Eh, tiene razón. Podría haberte golpeado o algo, no lo valía. Pero anda, gracias, se está haciendo tarde y todavía tengo que ir a comprar. Acompáñame, Ayato.
Sintiendo su desesperación por irse, el menor asintió. —Sí, voy contigo, adiós.
—…Adiós.
Ambos hermanos se fueron caminando de prisa, ignorando a un deprimido Utsumi, que se iba por su lado, con las manos en los bolsillos y la cara repleta de vergüenza.
La hora dorada había iniciado; y él estaba solo.
Una pena, pero no era su problema. No quería que lo fuera, tampoco.
──────────
En casa, Ayato tachaba la foto de Utsumi, mientras que sus amigos se conectaban por videocámara.
—Buen trabajo, Misato. Nunca habríamos descubierto que el grupo de mi hermano apoyaba a Utsumi sin tu aporte como espía.
El mencionado, con las mejillas rosadas, sonrió lleno de orgullo. —¡Él es mi tutor de matemáticas! Sabía que me sonaba de algún lado. Vi en su celular el mensaje de la salida y no hizo falta mucho para conectar dos y dos.
La realidad es que habían mentido un poco; no fueron a un karaoke, sino a un arcade en frente del restaurante citado, para poder observar lo que pasara. Solo estaban él y Misato, de paso, pues tanto Yanagi como Hatano tenían cosas que hacer, y Toujo estaba ocupado con el consejo estudiantil.
—Es sorprendente que Misato consiguió hacer una deducción básica, ya es la segunda vez, de hecho. Mis felicitaciones.
—Cállate, niño bonito, ¿tú qué has descubierto?
Toujo sonrió. —Más de lo que piensas.
—Queda Kikuchi, ¿no? — Señaló Yanagi, poco interesado en la pelea de los otros dos. —Y el chico este de la clase contigua… es más impulsivo de lo que pensé, miedo.
—También tenemos que deshacernos de él. — Ayato lucía fastidiado. —¿Seguro que no podemos matarlo? Él y Utsumi estaban samaqueando a mi hermano como un saco de papas…
—¡¡Uoohh!! ¡¿Él también?! ¡¿Cómo tu hermano es tan popular, Ayato?!
—Sugiero matar a Misato primero.
Yanagi levantó la mano. —Apoyo la noción.
—¿Para matar a Misato o al chico este? — Toujo alzó la propia, riéndose. —Apoyo ambas.
—Por decisión unánime, la siguiente vez que veamos a Misato, le practicaremos una lobotomía casera. — Declaró Ayato, alzando un tenedor frente a la cámara. Mientras, en la pantalla, un aterrorizado Takaharu rogaba por lo que quedaba de su cerebro.
Notes:
1. Por lo que he buscado, Monster Strike es en este momento el gacha más popular de japón. Me parece que no tiene sistema por tiers (A, S, S+, SS, SSR etc) sino por estrellas, pero no conozco muchos juegos de celular, así que usé ese nomás xD.
2. como dije en algún otro fic, la traducción directa de 'flags' a 'banderas' en español se me hace que suena... raro. por eso trato de reemplazarlo con rutas o eventos.
¡Nuevamente disculpa, he estado un poquis hasta el traste! Dx la vida de adulto es complicada, jeje. ya no prometeré cap x semana porque me conozco ToT pero sí que trataré de no desaparecerme hasta el siguiente mes!! besos a todos, y muchas gracias por leer! ¡¿vieron el último cap?! aaahhh Minamoto me das tanta pena! no me imagino trabajar con Misato sin leer mentes, imagínate tener que leer la suya todo el día ajajajajj
Chapter Text
Mayama alzó las cejas. —Mhm, quizá esto es peor de lo que pensé.
La primera idea que Minamoto aceptó fue conseguir trabajo cerca a su amigo en común, para así poder vigilarlo sin que le echen a la policía por estar detrás suyo como un acosador maníaco –cosa que probablemente era– pero las puertas se le cerraban.
El dueño del minimarket donde trabajaba el joven del lunar había sido claro que no necesitaba más empleados, era una tienda pequeña, con los que tenían bastaba. El café de gatos era la última opción posible de Minamoto, pero incluso a ello iban muy tarde. La administración indicó que, si bien su buena apariencia era conveniente, ya tenían a Hatano, y con él se habían cerrado las plazas disponibles.
—¿En qué maldito momento se postuló? — Carraspeó el psíquico, harto. Era como si siempre estuviera dos pasos más adelante, ese maldito niño…
—Verás, mi amigo, indudablemente, estamos frente a una desventaja importante. — Mayama apuntó su dedo índice al cielo, de forma pedagógica. —Más concretamente dos, pero me vas a mandar a la mierda cuando diga la segunda.
Minamoto lo miró con odio. La podía ver en su mente.
—¡Incluso antes que lo diga! A veces das miedo, Minamoto. — El fudanshi se acomodó los lentes. —Pero, regresando a lo importante, no tengo duda que, seguramente, Hatano debe tener apoyo de Ayato. Y lamentablemente el apoyo del homúnculo familiar más cercano es algo difícil de superar… más aún considerando tu debilidad.
Después de una respiración profunda, para calmar las ganas de matarlo, Minamoto por fin contestó. —No te atrevas.
—Amigo, lo siento, pero la determinación de Hatano a hacer el ridículo por él es definitivamente nuestro segundo peor obstáculo. — Mayama abrió su aplicación de calendario, y señaló a la semana anterior con bastante seriedad. —Te sugerí venir al café de gatos hace casi quince días. Tú insististe en intentar con las tiendas de conveniencia porque te parecía humillante venir acá. ¿No te parece que es, probablemente, en ese periodo de tiempo que Hatano consiguió la ventaja?
Era doloroso, pero era verdad. Él era incapaz de lo que el otro adolescente hacía casi sin pensar. Pero la mera idea de declararse a alguien luego de ocho años observándole sin más palabras intercambiadas que un nervioso “buenos días ” (olvidado casi de inmediato, su rostro uno más entre tantos otros) le causaba dolor de estómago, no se imaginaba intentar algo todavía más directo. Era excesivo.
Odiaba darle la razón a Mayama, sin embargo, era crucial. Tenía que comenzar a buscar la ventaja.
Minamoto tomó su teléfono, y abrió el chat de su… amigo.
—Lo invitaré a salir en Navidad. — Decidió, ignorando la emoción en forma de explosiones que provenía de la mente de Mayama. —No es una declaración… pero al menos es algo. Vendrás, ¿no? Para que no sea demasiado sospechoso.
—¡Claro que sí! — “¡¿Perderme eso?! ¡¿Estás loco?!” Resonaba en la cabeza del pecoso. —¡Eso es! ¡Tú puedes!
—Mensaje enviado. — Asintió. —Ahora a esperar su respues- oh, ya contestó.
—¿Eh? ¿Qué dijo?
Minamoto suspiró. —Que ya tiene planes.
—Ah. — Respondió Mayama. —Muy tarde de nuevo, ¿eh?
──────────
Tokio se mantenía igual de ocupada todo el año.
Los eventos BL, de igual forma, sucedían con poco interés por la estación, día laboral o feriado en curso. Se podría decir, de hecho, que cuando el calendario marcaba un día especial estos se intensificaban, así que el joven de cabello violeta tomaba sus precauciones. Si podía no salía; después de todo, el único varón con la cara medianamente definida en su casa era su hermano menor, y ya había comprobado que no se encontraban en ese tipo de BL.
Esa Navidad, sin embargo, hasta él debía admitir que estaba siendo un poco descuidado. Pero no era su culpa.
Era la culpa de Miiko .
Un refugio de animales había hecho una campaña por la época, y no se pudo resistir. ¡Trabajó en la condenada tienda de conveniencia, arriesgándose día tras día a ver a su peor amenaza para esto! Merecía dejarse llevar un poco. Terminó saliendo para ver a los gatos, y no pudo sino llevarse a ese precioso felino blanco como la nieve a su alrededor. El local estaba tibio, pero la helada de diciembre le calaba los huesos.
A falta de transportador había terminado por envolver al gatito en su bufanda, no toleraría si se le enfermase tan pequeño, pero a cambio su cuello estaba expuesto al aire invernal, causándole tos. Se iba a terminar enfermando, y eso significaría…
—¡Ah!
La sorpresa casi lo hace resbalar, pero se estabilizó rápido.
—¡Tú-! Digo… hola.
Hatano estaba vestido con una casaca delgada, algo que utilizaría quizá en la parte templada de la primavera o en una noche de verano cerca al mar, pero no en medio del invierno atroz que se acentuaba sobre la capital de Japón. Lo único que complementaba su atuendo era una bufanda, que incluso se veía bastante ligera también.
Era malo, tenía que irse lo más pronto posible. Lucía como el inicio de un evento.
—Hola. — Respondió con calma fingida, mientras acomodaba a Miiko entre sus brazos. —Feliz Navidad, Hatano. No puedo quedarme mucho, tengo que llevar a este pequeño a casa.
—¡Oh! Adoptaste uno… — Murmuró el otro adolescente, antes de regresar sus ojos a los propios, mejillas tornándose rosa. —Feliz Navidad también, uhm, me alegro que ya tengas un gato… sé que te gustan…
—Gracias. — Le sonrió por cortesía. —Pero bueno, nos vemos.
—Oh, claro, nos vemos. — Un segundo después, el chico se acercó. —Espera, ¿esa es tu bufanda?
Aunque no debería sorprenderle que Hatano recordase un detalle así, igualmente lo hizo. Era una prenda tan nimia, tan poco interesante, una más de un millón que algún día acabarían en la creciente pila de basura que la humanidad generaba diariamente.
Pero Ryuuji Hatano había memorizado la suya.
—Err… sí, no tenía dónde llevarle. Pero hace frío y no lo quiero enfermar.
—Yo no tengo mucho frío. — Debió verlo venir, debió tratar de alejarse antes, pero cuando reaccionó era muy tarde. La bufanda de Hatano estaba alrededor de su cuello, todavía con el fantasma de su calor, entibiando la piel de su cuello, hasta sus labios, donde el borde tocaba apenas en un roce. Las manos del otro adolescente estaban frías a morir, las sintió contra sus mejillas, pero a él no le parecía importar. ¿Era humano? —Llévate la mía.
—¡No es necesario! — Trató de protestar, pero no podía alzar los brazos para quitársela, estaba sosteniendo al gato. Hatano negó con la cabeza, rostro sonrojado.
—Eres bastante friolento. No hay problema. — Antes de irse, volteó a mirarle. —Mañana es mi cumpleaños, así que… me alegra verte.
—…Feliz cumpleaños.
La cara de Hatano volvió a su típico aspecto, al menos el que tenía alrededor de él; rojo a explotar. Algo parecido a un ‘gracias’, más cercano a un sonido ahogado, llegó a sus oídos. No había forma de confirmar a qué dirección se acercaba.
El joven del lunar se quedó quieto, un instante, abrazando al dormido felino contra su pecho. Estaba ronroneando.
Siguió caminando entonces, tratando de pensar qué hacer. Quizá podría devolvérsela con Ayato, en lugar de tener que buscarlo en la escuela… o… ah, el calor de la prenda recién adquirida lo distraía.
Miró al cielo, pidiendo piedad.
Estaba perdiendo la guerra.
──────────
—Hey.
—¿Eh? ¿Minamoto?
Miiko maulló. Probablemente tendría hambre, lo bueno es que ya estaban en casa.
Lo raro es que Minamoto estaba ahí.
—Quería venir a saludarte por las fiestas.
Sus párpados cayeron a la mitad de sus ojos, dándole un aspecto cansado. —Tenemos teléfonos.
—Quería venir a gorrearte calefacción porque la de mi casa se malogró. — Respondió el otro, con absoluta seriedad. Probablemente no era cierto, y solo quería una excusa para ir, pero… ¿por qué? —Se hospitalario o nunca más te cubro para que vayas a jugar con gatos a la hora de la limpieza.
El joven de cabello violeta lamentó no poder levantarle el dedo medio. —Calienta las manos en la estufa y lárgate.
Miiko maulló de nuevo.
—Ya, Miiko, ya entramos. Déjame que echo al vagabundo este.
—¿De dónde la robaste? — Preguntó Minamoto, ignorando la segunda parte.
—Es macho.
—¿Y le pusiste Miiko ?
Una tontería, tomando en cuenta su disfavor por todo lo relacionado al BL –hombres con nombres de mujer o apodos engañosamente neutros, para ser exactos–, pero tenía un buen motivo: Era el nombre que quería su madre, y como adolescente mantenido, lo que la jefa quería, se hacía.
—Mi mamá le quería poner así, según ella es neutral.
—Huh. ¿Te ayudo?
—De hecho, sí, por favor. Vine todo el camino pensando cómo sacar mis llaves. Pensaba gritar hasta que Ayato me abra la puerta y esquivar lo que sea que me lance después.
Le entregó a Miiko, que más activo, asomaba su cabeza entre la tela y se removía ligeramente, sus pequeños maullidos indicando incomodidad en los brazos de su amigo. Probablemente estaba fastidiado por el viaje. Minamoto lo sostuvo unos instantes, mientras él abría la puerta, y al devolvérselo, señaló a la tela, su rostro imposible de leer.
—¿Es tu bufanda?
El adolescente quedó ligeramente boquiabierto.
Era un retazo de tela, color oscuro, con diseño a cuadros. Había pocas cosas menos resaltantes que lo que utilizaba alrededor del cuello, y aun así parecía ser que era tremendamente notoria para todos menos para él.
—Normalmente vas con ella al colegio, así que… me la conozco.
Miró a Minamoto con las cejas ligeramente alzadas. Si ya sabía la respuesta, ¿para qué preguntar?
—Me olvidé llevar una manta, tuve que improvisar.
—¿Pero llevaste dos bufandas? Friolento del diablo.
Se le secó la garganta.
—… ¿Vas a pasar? — Decidió, esquivando la pregunta. No tenía por qué contestar eso, no había forma de decir “ es de Hatano ” sin que suene extraño, y si mentía se arriesgaba a iniciar una serie de eventos desafortunados.
—…No, solo vine a molestar un rato. — Respondió Minamoto, apartando su mirada. Lucía fastidiado. —Te dejo en paz, adiós.
El joven le observó unos segundos, cabello violeta ligeramente sacudido por el viento invernal. Miiko había dejado de maullar, una vez de vuelta en sus brazos. Poco después, cuando cerró la puerta, permitió al felino tocar el piso para comenzar su adaptación, mientras su mente divagaba.
No podía estar en negación mucho más tiempo; Minamoto no actuaba extraño, actuaba como un cliché. Uno conocido, uno que había visto una y otra vez en el condenado BL que reinaba el mundo, uno que incluso Ayato había vivido en carne propia.
Sus dedos acariciaron entre las orejitas del minino, y decidió empujar el pensamiento fuera de su mente una última vez. Se preocuparía luego de ello.
Notes:
¡Esta vez no me demoré un mes y medio! XD Lo di todo, estoy bastante enfermo jeje. Sé que los nombres de los capítulos no son los mejores pero ya pensaré otros... o lo intentaré. >w< Ojalá les guste, los errores serán corregidos algún día. Cuídense y no anden por ahí sin abrigarse si están en invierno, volar en fiebre es de todo menos divertido Dx
Chapter Text
El centro comercial no estaba desolado, pero sí un poco vacío.
Suponía que tenía sentido; era algo temprano, y la mayor parte de la población debía estar en los templos o en cama, si es que no trabajando. Sus padres y hermano estaban cada uno enfrascados en sus propias tareas, dejándole a sus anchas como solían hacerlo regularmente. Incluso en casa estaba acostumbrado a estar solo.
A Hatano no le molestaba, sin embargo. No era culpa de nadie, incluso si a veces era aburrido. Solitario.
Se sentó al borde de la fuente bajo techo del lugar; cabello negro ligeramente desordenado, cayendo fuera de su coleta. Podía sentir gotitas de agua que caían a sus manos frías. El líquido no estaba helado a morir, aunque tampoco templado. Suponía que era solo lo suficiente como para que no se congelara gracias al invierno de Tokio.
Es en el zumbido del silencio, que Hatano comienza a divagar. En clases, en el futuro, en gatos y en bufandas. Nunca había pensado mucho en su futuro, en realidad, por un buen rato consideró simplemente seguir los pasos de su hermano y entrar a trabajar en un banco, si bien su mayor era definitivamente más apasionado al respecto que él.
¿Qué otra cosa había, sin embargo? No le interesaba ser oficinista, y no sentía atracción por las carreras de ciencias como para dedicarse al estudio necesario que conllevaba ingresar a biología, química o similares. Mucho menos tenía vocación como para ingresar al sector salud. Lo único destacable, es que era bueno en los deportes. Podría ser una opción tomar más en serio el béisbol¹, quizás…
Sus ojos vagaron, hasta que un vislumbre de mejillas sonrosadas y cabello violeta le paralizó.
—Ah, Hatano. — Su sonrisa era gentil, como siempre, pero linda como nunca. Jamás se acostumbraría a verlo, todos los días sería golpeado por su imagen como la primera vez. —Hola, no esperaba verte aquí.
—...Hola. — Consiguió decir, luego de forzar su boca a moverse. Todavía tenía su bufanda, la llevaba puesta. Los ojos se le iluminaron. —Sí, estoy aquí con mi familia…
—Ya veo. — El del lunar tragó saliva, antes de volver a mirarle, expresión amable. —Es verdad, quería devolverte esto… Gracias.
Antes de que pudiera terminar de sacársela, Hatano le detuvo, manos sobre las contrarias. Estaban tibias, no, más que tibias; era piel caliente contra sus dedos gélidos.
—Quédatela.
—De verdad, no te preocupes.— El joven de cabello violeta respondió, tratando de devolvérsela una vez más.
—Está bien, yo no siento mucho frío. — Insistió el otro adolescente.
—¡Genuinamente, lo agradezco, solo no quiero aprovecharme de tu amabilidad! — El mayor avanzó un poco.
—¡Estoy encantado de ayudarte, por favor, úsala tanto como necesites! — Hatano hizo lo mismo, decidido a dejarle la bufanda.
—¡Yo no-! — Fue un paso en falso, el agua de la fuente había humedecido el piso, y el chico rápidamente perdió el equilibrio, la suela de sus zapatillas lo traicionaron con un desliz que casi lo mandó de bruces contra el piso. —¡Woah!
Hatano consiguió atraparlo, pero si bien el otro era un hombre delgado, el peso añadido fue suficiente para que su propio equilibrio se vea afectado, lo cual habría sido menos relevante si no fuera por el piso resbaloso. Ryuuji trató de sostenerse a sí mismo y a él; sin embargo el hermano mayor de Ayato trató de enderezarse, y terminó por empujarlos en un nuevo desliz, uno fatal, de cara directo a la fuente.
El golpe del cambio de temperatura le pegó más de lo que se imaginó. Si bien era bastante caluroso, y sus extremidades estaban perpetuamente heladas, el agua estaba lo estaba aún más. Por suerte reaccionó rápido, y pudo caer de forma que sólo se habían mojado sus rodillas y parte de sus pantalones, provocando un escalofrío, que luego fue reemplazado por preocupación cuando miró a su costado.
El joven de cabello violeta estaba temblando, su pesada ropa casi completamente empapada. Dio un suspiro rasposo, y luego una bocanada de aire, esforzándose por calentar el aire de alguna forma.
No estaba seguro de qué lo poseyó en ese momento. Casi guiado por instinto, tomó la mano del otro con firmeza, para sacarlo de la fuente, y guiarlo hasta el baño. El otro se resistió un poco, balbuceando algo entre el castañeo de sus dientes por el frío, pero el más joven no se detuvo. Por primera vez en quizá toda su vida, habló con firmeza frente a él, su determinación superando a la timidez.
—Por favor, déjame ayudarte.
El brazo del otro se relajó, no obstante todavía lucía miserable. Estaba pálido, el poco rojo de su rostro más preocupante que lindo. Nunca pensó que habría alguna faceta del otro que deseara dejar de ver; no quería verlo nunca más así.
—Mi casaca está seca, necesito que te quites tu abrigo y tu suéter.
El mayor obedeció, todavía respirando fuerte, sus manos temblando. Solo quedó con cuello alto de tela ligera, que tenía el borde ligeramente mojado, más era mejor que nada. Hatano no perdió tiempo en cubrirlo con su propia ropa, quedando únicamente con una camiseta de manga corta. Sus pantalones de ambos seguían mojados, pero al menos ahora el otro tenía chances significativamente menores de contraer una neumonía.
—Voy a intentar secar tu suéter con el secador de manos, aunque… no será mucho.
El hermano de Ayato negó con la cabeza. —N-no… no creo.
—Le diré a mis padres que te lleven a tu casa en el auto, no puedes salir así.
Fueron unos segundos, en los que el otro no dijo nada, hasta que escuchó un suspiro, y luego le vio asentir por el rabillo del ojo.
Pasó un tiempo, en el que permanecieron juntos en el espacio cerrado del baño, ligeramente más cálido que el exterior, gracias al constante uso del secador de manos por parte de Hatano. El joven del lunar poco a poco dejaba de temblar, mientras que el menor seguía trabajando en al menor secar una de sus prendas todo lo posible.
Cuando se sentía más seca que húmeda, se la entregó al otro, que no perdió tiempo en ponerse el suéter. Se le veía mejor, con un color más saludable en las mejillas, pero todavía afectado.
—...Lo siento. — Murmuró Hatano, la vergüenza alcanzándolo de golpe. —N-no debí insistir…
—...Está bien. — Trató de sonreír el otro. —No debí hacer tanto escándalo… es solo una bufanda, ¿no?
El brillo volvió a sus ojos. —¿Te la quedarás? Por favor, hazlo.
—Ah. Bueno… Hace frío.
No hablaron más. El mayor se acercó para entibiar un poco sus manos en el calor de la máquina también, haciendo a Hatano tragar saliva. El menor continuó con el abrigo, sin importar que fuera poco lo conseguido. El silencio solo fue interrumpido cuando sus padres le llamaron, unos minutos de delirante cercanía más tarde.
──────────
—¿Eres de la clase de Ryuuji?
Nunca en toda su vida se le ocurrió que estaría en la situación donde deseaba más que nada en este mundo que arrastrar a su hermano mayor y encerrarlo en un sótano². Ellos rara vez discutían, en realidad su hermano no estaba lo suficiente en la casa como para siquiera molestarse el uno con el otro, y la diferencia de edad significaba que el universitario era demasiado viejo como para estar en broncas con su hermanito.
Ahora se sentía traicionado por su propia sangre. Como Caín y Abel.
Esa encantadora sonrisa, no, no podía ser. ¡Tenía que dejar de sonreír! ¡Se iba a enamorar de él! —Uhm, vamos a la misma escuela, pero soy un año mayor…
—Ah, pensé que serías de otra clase, como Toujo. ¿Le conoces?
—Bueno, es el presidente escolar… difícil no conocerlo, jaja…
Su hermano mayor era bastante más alto que él, un universitario dedicado al rubro de la banca, y siempre era halagado por familiares y compañeros por tener “buen parecido”. ¡No era justo! ¡Los adultos tenían demasiada ventaja! Usaba lentes, ¿no serían inconvenientes si querían besarse? (¿O le gustaban los lentes? ¡En ese caso podía medirse la vista! Aunque veía perfectamente…)
—Muchacho, ¿por qué calle se volteaba a tu casa? — Bendito sea su padre por interrumpir esa horrible conversación. —Me parece que ya estamos cerca.
—Sí, es tan solo a dos calles. Gracias por traerme.
—Perdón de nuevo por lo de la fuente. — Decidió hablar Hatano, antes de que su hermano tuviera la oportunidad.
—No, no hay problema… tú también acabaste empapado. Iba a devolverte esto, y casi terminé quitándote la casaca.
Se la hubiera podido quedar. Que se quede su bufanda, su casaca, el calor de su cuerpo, su aliento, ocho años más de su vida, sus ojos, su corazón, que se lleve todo, que lo tome todo, siempre y cuando nunca lo devuelva. No había nada más que quería tanto como ser suyo, envolverlo en su totalidad para que, por defecto, él le pertenezca también.
—No tienes por qué.
El joven de cabello violeta soltó un sonidito, similar a una risa. —Gracias por ayudarme.
El auto se dejó de mover, pero el corazón de Hatano parecía ser incapaz de bajar la velocidad. Su bufanda seguía alrededor del cuello del mayor, quien se sostuvo a ella mientras bajaba, cargando su todavía mojado abrigo consigo.
Hatano se aferró a la casaca en sus piernas, todavía tibia.
—¿Hay algo que quieras contarme, Ryuuji? — Su hermano preguntó minutos después, bajito, mientras sus padres conversaban sobre algo poco importante.
—¿Por qué?
—Tu cara está roja.
—Frío. — Murmuró.
El otro se rió, profundo. —Cruzaré los dedos por ti.
No hubo más preguntas.
…Eso era lo bueno de su hermano, no necesitaban mucho para entenderse.
──────────
—Genial, te perderás el primer día de clase. ¿Cómo diablos te caíste a una fuente? ¿Estabas persiguiendo un gato otra vez?
—Sí. — Mintió el mayor. Prefería que todos creyeran que era un idiota a que el rumor de que Hatano y él nadaron en una fuente en medio del invierno, y luego compartieron calor en un baño, se vuelva tan viral como su gripe. Nunca lo admitiría, ni siquiera bajo tortura. Prefería la tortura, de hecho.
Así quizás no tendría que pensar en lo que sucedió.
Ni en lo que sintió.
Notes:
1. En el volumen 4, cap 63. nuestro lindo protagonista se refiere a la confesión de Hatano como una “curveball”. En béisbol y softbol una curveball es un tipo de lanzamiento caracterizado por ser distinto a la mayoría, y si es bien ejecutada, el bateador no tendrá chance. Por esto decidí que Hatano debería ser jugador de béisbol… ¡porque lanzó una curveball perfecta! :D Tuve un momento de locura, perdón.
2. El hermano de Hatano es mencionado en un extra de twitter que me parece no está traducido aún. Yo lo leí con google y mi limitado conocimiento en katakana y hiragana xD Básicamente; su hermano es mayor que él por bastante, es banquero y utiliza lentes. Sí, esos son todos los datos que Hatano nos da sobre su hermano mayor. xDD
¡TODAVÍA ES JUNIO EN MI PAÍS! ¡Todavía cuenta como el capítulo del mes! Dx Perdón la demora, aaahh, he estado tan ajetreado que hasta salió capítulo! ¡Ya tenemos nombre completo para Mizumoto! ¿Qué lindura, eh? He ido a corregir su nombre en todo el fic xD Y de paso algunos horrores de gramática y redacción. Ojalá ahora se lea mejor.
¡Gracias por leer, cuídense! Los errores serán corregidos algún día. (ven que el día sí llega?)
Chapter Text
—¿Qué haces que no contestas?
La voz de su amigo llegó ronca, baja, casi como un jadeo. —Morirme. ¿Por qué?
Minamoto apretó un poco el celular. El año nuevo había pasado sin éxito, su propia familia lo arrastró a un par de reuniones y un corto viaje, por lo que no pudo hacer mucho más que textear con él, hasta que unos días después del inicio de enero dejó de contestar por largos periodos de tiempo, dejándole sin más opción que insistir por llamada. No le gustaba hacerlo, pero Mayama no dejaba de recalcarle en que vuelva a tratar de acercarse al joven de cabello violeta, especialmente luego del desastroso intento en Navidad. Todo se complicaba, nunca pensó que sería tan difícil tratar con un enamoramiento.
—¿Te enfermaste?
—Sí.
—La próxima semana empieza nuestro último trimestre, subnormal.
El otro sonaba fastidiado, y congestionado, mucho. —Le recordaré a los gérmenes en el ambiente, ugh, que soy un estudiante dedicado. C-capaz así, mi sistema inmune se comporta más.
Minamoto rodó los ojos, aun sabiendo que no podía verle. —¿Has tomado algo?
—Mhm… fideos con caldo.
—¡Medicina, idiota!
—Tengo a Miiko acá conmigo. — Nunca podría explicarlo, pero juraba que podía escucharlo sonreír. Le dolía lo lindo que le resultaba. —Los gatos curan todo.
—¿Tus padres están?
—¿Eh? No, solo Ayato.
—Llego en veinte.
—Minamoto, no-
Fin de la llamada.
──────────
Luego de pasar por una tienda para comprar un par de medicamentos básicos y algunos parches refrescantes para la fiebre1, Minamoto decidió también llevar una porción de Okayu2 para su amigo, ya que con solo su hermano menor en casa era muy probable que ese 'caldo con fideos' en realidad fuera ramen instantáneo… eso si no habían decidido comerse la comida del gato antes de dignarse siquiera hervir el agua para el ramen, claro.
—¿Huh? ¿Minamoto?
“¿Qué diablos está haciendo este aquí?”
—Hola, Ayato. — El chico rara vez era descortés con él, así que, aunque podía escuchar el fastidio en su mente, tratarlo mal lo haría ver como un desquiciado. Por no mencionar que supondría autosabotaje, considerando que estaba pretendiendo a su mayor. —Tu hermano está enfermo, ¿no? Traje un par de cosas.
—Ah, sí, está bastante mal… pero no te preocupes, Minamoto, yo lo estoy cuidando. Puedes dejar las cosas acá. No queremos molestarte.
“Largo. Largo. Largo. Largo. Largo.”
—No es ninguna molestia, es mi amigo después de todo. — Sonrió para sus adentros, antes de presentar ante el menor su carta secreta. —Seguro es más una molestia para ti tener que cuidarlo, te traje pastel, por tu buen trabajo, Ayato.
“Mierda. La caja se ve cara.”
—Uh, no tuviste por qué…
“¡Resiste, resiste!”
—No es nada. Si te gusta, te puedo traer más la siguiente vez.
Finalmente, las manos temblorosas del menor llegaron a la bolsa, tomándola con una sonrisa falsa. Minamoto le observó con tranquilidad, no tendría la ventaja de la cercanía o del poder que implicaba tener al presidente escolar de su lado, pero a cambio tenía un amigo fudanshi trastornado con más dinero del que debería tener permitido gastar en la cuenta bancaria.
“Esto no acaba aquí… Si lo que me contaron es cierto, y no lo dudo…”
Y su condenado poder, por supuesto.
—Gracias. — Dijo Ayato, finalmente alejándose para permitirle pasar. —Es un idiota, ese hermano mío, mira que caerse a una fuente…
Casi se quiso reír. —¿Se cayó a una fuente?
—Sí, pero no sé cómo. — El adolescente más joven le sonrió, tan honesto que no pudo evitar detenerse a medio camino, ceja alzada. —Solo sé que vino a casa con mi compañero de clases, Ryuuji Hatano.
──────────
—Hey.
Un estornudo. —Kaname Minamoto. Gracias por ignorar mis llamadas.
A la voz ronca se le sumaban mejillas rojas y ojeras ligeramente pronunciadas, probablemente producto de que sus ojos se hinchen gracias a la congestión y la fiebre. Se le veía miserable, pero también vulnerable, en necesidad. Le daban ganas de protegerlo, de sí mismo y de todos los demás. Aunque debía admitir que el instinto amical de ahogarlo con la almohada por hacerse parte de tantas tonterías era un poco más fuerte.
El mencionado ignoró la segunda parte. —¿Nombre completo? ¿Qué hice?
Ahora tos. —Ignorarme.
—Habrías seguido muriéndote. — Dejó las cosas a un lado y se acercó para tomarle la temperatura con su mano. —¿Sabes siquiera cuánto de fiebre tienes? Estás ardiendo.
Le apartó con su mano, girando el rostro lejos de él. Con ese rosado en su cara, casi se veía avergonzado. Lindo.
—Ugh… tengo 39.2℃.
—¡¿Y no has tomado nada?! ¡¿Qué diablos estabas pensando hacer?!
—Ya, ya entendí… pero de verdad no era necesario...
Minamoto le interrumpió. —Para con eso. No voy a dejarte así, mucho menos con las clases tan cerca. Es nuestro último trimestre, sería una locura permitir que pierdas el primer día de clase, los profesores no te dejarían en paz nunca.
El joven de cabello violeta hizo una mueca, y poco después suspiró, más relajado, casi resignado. — Eh, bueno… no quería molestarte, supongo.
—No es molestia… — Kaname se sentó al borde de la cama, dejando una botella de agua en el piso, y sacando un par de blísters de pastillas. Menos mal había apuntado la dosis de cada una. —...eres mi amigo.
El otro adolescente le sonrió, entonces, hundiéndose en su cama, su cara luciendo extrañamente suave entre las mantas pesadas, la tela de su sudadera gigante y las almohadas. Quizá era el sonrojo. —Pues… gracias por venir.
Quedaron en silencio mientras el chico tomaba las pastillas que le había traído. Luego Minamoto le entregó el bowl de Okayu, todavía caliente, junto a un par de palillos descartables. Su amigo no se resistió más a ser atendido, acomodándose en la cama para comer apropiadamente. Debía estar hambriento, pero por vago y enfermo, prefirió la inanición a cocinar.
Le observó durante el tiempo que no hablaron, tomando la forma de sus dedos, sus manos ocultas por la tela de su sudadera (dos tallas demasiado grande, perfecta para que sus manos se deslicen entre las aberturas, y así encontrar la forma de su cintura delgada debajo de ella) , el cuello expuesto, y su rostro todavía colorado en carmín. Nariz, ojos y labios delgados, finos, pero no resaltantes o delicados. No podría señalar qué lo fascinaba; era su persona misma. Cómo comparar rosas y claveles.
Fue cuando ya había acabado su plato que se decidió a hablar.
—Tu hermano me dijo que te caíste a una fuente.
—¿Ayato? ¿Contando mis secretos para humillarme? Pocas veces se ha escuchado de hermanos menores haciendo estas maldades.
—También me dijo que te trajo Hatano.
Pudo ver en vivo y directo cómo su rostro perdía color.
—¿Hatano?
—Mh-hm.
—Uhm…
“¡¿Cómo mierda lo sabe?! Pero- ¡Idiota! ¡Agh, ese maldito niño! ¡Son del mismo grupo, obviamente le diría!”
—¿Pensé que lo ibas a rechazar?
El chico miró su bowl vacío. —Sí, pienso rechazarlo.
—¿Entonces?
—...No lo sé. Fue un paso en falso, literalmente. Uno tras otro. Me lo encontré en Navidad mientras estaba con Miiko, y me dio su bufanda. Intenté devolvérsela, me la negó, y nos caímos a una fuente al forcejear. Y… acá estoy.
Minamoto se acercó. —¿Te gusta?
—¿Eh?
El de ojos oscuros, en un solo movimiento, apresó al muchacho de cabello violeta. Ambos ignoraron el sonido del bowl vacío cayendo al piso, enfrascados en lo que sucedía; sus miradas fijas en el otro. Kaname podía ver el tumulto de pensamientos cruzándose en el cerebro contrario; palabras a medio cortar y oraciones sin sentido que se enredaban entre ellas.
—¿Y yo? ¿No te gusto?
—¿Tú? ¿Qué- Minamoto, ¿ yo te gusto?
“No. No, no, no, no, no, no, no-”
—Sí.
—Pero… somos amigos. — Odiaba ese tono, casi herido, suplicante. —Eres mi amigo , Minamoto.
—Es por eso que, si hay alguien, debería ser yo antes que otro.
Minamoto bajó hasta el pecho del otro, oreja contra su corazón, para escuchar los latidos estrepitosos que ahogaban la corriente de pensamientos hirientes. 105 latidos por minuto, taquicardia, ¿era la fiebre o la pena de la confesión? Debía tener cuidado, los amores no correspondidos eran la causa de corazones rotos número uno entre adolescentes.
—¿Sería realmente tan terrible? ¿Lo odiarías tanto?
Sintió manos tibias levantándole el rostro, seguido de sus hombros. Lo estaba alejando. —Yo…
—Si le puedes dar tiempo a él, me lo puedes dar a mí. — Declaró finalmente, levantándose de golpe. No se detuvo a mirar el rostro del otro, no lo soportaría. —Nos vemos en clase, no faltes.
Le dejó las pastillas, el agua, su dignidad, sus esperanzas.
(“No.” Fue la única palabra clara que escuchó, pero no podía descifrar. ¿En respuesta a qué? ¿A la confesión? ¿A odiarlo? ¿A qué? No lo sabía, aún no podía saberlo, dolería demasiado.)
Notes:
1. Existen refrescantes de gel que, si bien no son muy populares en mi país, tengo entendido son muy comunes en Japón (piensen las toallitas que se suelen poner en la frente de los enfermos en los anime!), me parece que los más conocidos son los 'Kobayashi Netsusama' pero escribir eso en el fic sonaría rarísimo, así que lo reemplacé por su descripción lol.
2. 'Okayu' es un plato hecho a base de arroz que, según sé, es muy típico para los resfríos en Japón. Lamentablemente la mejor traducción que encontré para el español era 'Gachas de Arroz' y suena tan alienígena a mis oídos que preferí dejar 'okayu' xDDD No sé si será común en sus países?
¡Hola, hola! Miren quien está acá antes de que acabe el mes (?) Ojalá les guste. Aunque Kaname Mizumoto es lindísimo, el romaji de su nombre es bastante confuso Dx ¿es mizumoto o minamoto? ¿cómo sale en las traducciones que uds están leyendo? en mangago para capitulo 90 es mizumoto, pero en el 91 estamos de vuelta con minamoto ? bueno, ya veremos. ya corregí todo el fic, así que ni modo, si resulta ser minamoto... nada, a sufrir! ya saben! los errores serán corregidos algún día.
besos! disfruten. gracias por leer!
Chapter Text
La noche y el día se mezclaron bajo el manto febril de su enfermedad; con el fin de semana perdido, se encontró a sí mismo en cama, mirando hacia el techo.
Él no era un protagonista. Nunca se supuso que lo fuera.
Él era el amigo que daba consejos vagos, el hermano mayor que no recordaba detalles específicos, el ciudadano de a pie que solo observaba eventos desarrollarse, el pobre bastardo que encontraba a sus compañeros de colegio teniendo sexo en el baño o algún armario de la escuela. Él no era atractivo, feo, inteligente, estúpido, popular, víctima de bullying o ningún otro tipo de estereotipo por el estilo. Tanto tiempo estudiando al enemigo, cerciorándose de hasta el más mínimo detalle con tal de evitar aquellos condenados eventos… y el universo decidía que eso daba igual.
Suspiró, cansado. Ya no tenía sentido pensar en ello; necesitaba considerar cuidadosamente qué hacer. Cada vez que se enfrascaba en negar la posibilidad de acercarse a Hatano o Minamoto, sucedían calamidades como acabar atrapado en un baño con ropa mojada, o ser acorralado en su cama mientras estaba enfermo y vulnerable, pero el pensamiento de rendirse lo afligía. Llevaba tanto tiempo huyendo que la idea de enfrentar al destino, sin más, le espantaba.
Luego de un segundo suspiro (uno marcado por la molestia del nudo en su garganta) , bajó hacia la cocina para tomar un poco de agua y despejar su mente. Sus pensamientos estaban resonando tan fuerte que agobiaban su propia cabeza. ¿Era una jaqueca o la fiebre regresando? Quizá un poco de las dos; la angustia lo terminaría matando a este paso.
—¿Por qué la cara larga?
Ayato debería intentar ser ninja. No lo escuchó llegar.
—¿De qué hablas? Esta es la cara con la que nacimos, mocoso.
—Es exactamente porque nos parecemos que sé que algo te pasa. — Entrecerró los ojos. —Y no diría eso si no supiera que es serio.
Concedido; su hermano jamás aceptaría que, lamentablemente, compartían bastante en apariencia. Si lo hacía, es que la seriedad del asunto sobrepasaba su interés de evitar ser relacionado con loco de los gatos.
—Ya sabes qué pasa, ¿no? — Respondió, alejando su mirada. —No es lindo tu acto de inocente, te voy a echar azúcar en el arroz si sigues.
Ayato le miró aburrido. —No sé de qué hablas.
—Imposible que no sepas lo de Hatano.
—¿Lo de la confesión? Todo el mundo lo sabe. ¿Lo del auto? Lo deduje porque Mamá dijo “un chico de cabello largo y ojos púrpuras”, ¿y quién más podría ser?
—...Y yo lo acabo de confirmar. — Se sujetó el puente de la nariz. Al menos no sabía que también se cayó a la fuente con Hatano… O eso esperaba. — Maldita sea.
Su menor se encogió de hombros, portando una sonrisita fastidiosa. —Algo así.
El muchacho de cabello violeta suspiró nuevamente. El otro adolescente le observó por unos segundos, y luego habló:
—Bueno, a esta edad mucha gente confunde amor y amistad, ¿verdad?
Su hermanito lo dijo con tanta seriedad que el mayor no pudo evitar que se le escape la carcajada. La realidad era que él no había sido el mejor apoyo con lo que respecta al inicio de la situación de Toujo y Ayato, si bien ahora era básicamente el confidente del secreto a voces que era la relación de esos dos. Podía tomar la burla.
—En ese caso… digamos que, a un amigo, una amistad muy cercana se le acaba de confesar. Un chico.
Ayato no estaba sorprendido, pero sí evidentemente disgustado. —¿Y te gusta?
—No de esa forma. Tampoco Hatano, para ser claros.
—Pero no los rechazas.
Dudaba que entendiera su desquiciada realidad como… renuentes protagonistas de manga BL, así que decidió solamente ir por lo más básico. —No tendría sentido, no lo aceptarían.
—¿Realmente sería lo peor del mundo?
Las palabras de Minamoto resonaron en su cabeza. ¿Ayato había estado escuchando? Ese maldito niño… Lo perdonaba, porque era su hermano, y porque… en el fondo no podía evitar considerarlo.
(La libertad de existir fuera de la paranoia que ahogaba su vida; no solo caer, sino directamente lanzarse al vacío. Dar el salto de fe y dejar que los días fluyan en la bendita ignorancia que todos a su alrededor disfrutaban.)
El nudo en su garganta se reafirmó.
—No es lo que quiero. — Resolvió responder, ojos fijos en la mesa.
Ayato se encogió de hombros de nuevo y se retiró, no sin antes mirarle con sorna. —Lo has pensado bastante para algo que no quieres.
──────────
Al día siguiente, bastante abrigado, llegó a su salón con tiempo de sobra. El bullicio solo incrementó en el momento que entró, su grupo de amigos inmediatamente llamándolo. Podía ver a Minamoto en un rincón junto a Mayama, ambos dedicándole un par de miradas con sentimientos muy diferentes grabadas en ellas, las cuales no pudo sostener. El joven de cabello violeta regresó su atención al otro grupo, donde le habían separado sitio, lejos de ellos.
Le habría molestado menos si no fuera porque podía ver a Kikuchi con ellos, otra amenaza con patas que llevaba meses evitando. El chico de hecho intentó hablarle cuando se acercó, antes de ser interrumpido por Koga, quien estaba mostrando el brazo que se había roto durante las vacaciones.
—¡Fue increíble! Digo, nunca pensé ver una carrera de motocicletas tan cerca.
Takimoto lucía exasperado. —Tú, más que nadie, nunca debería acercarse a una carrera de ese estilo.
—No deberías acercarte a nada, de hecho. Consigue una pelota de hámster gigante y vive ahí. — Masaya comentó. —No sé cómo has sobrevivido a la secundaria.
El profesor llegó poco después, dándoles la bienvenida al último semestre académico que tendrían como estudiantes de secundaria. Su salón lucía igual que siempre, y luego de que cada estudiante fue llamado mediante la lista, ellos no tenían ceremonia, ya que solo era para alumnos nuevos1, pudo asumir con seguridad de que al menos no tendría que preocuparse de un nuevo personaje siendo introducido de repente.
—Joven, ¿está bien?
Despertó de golpe, cuando el tutor se acercó a él, tocando su rostro ligeramente.
—Ya me parecía, tienes fiebre.
—Ah… sí, profesor, estoy un poco enfermo. No es mucho problema.
—Aprecio tu intención por no perder clases, pero, por favor, dirígete a la enfermería. Si es grave, es mejor que veas a un profesional cuanto antes.
Antes de que pueda asentir, Kikuchi alzó su mano.
—Disculpe, yo-
Minamoto le interrumpió. —Yo me aseguraré de que llegue a la enfermería, profesor.
El hombre simplemente asintió, poco interesado en el obvio drama desarrollándose frente a él, o los cuchicheos que surgían mientras Minamoto arrastraba al chico del lunar fuera del salón y Kikuchi observaba con una expresión penosa. Pudo ver brevemente a Mayama dando vítores silenciosos, y a sus otros amigos inmediatamente tomando sus teléfonos para textear en lo que no dudaba era un grupo secreto entre ellos.
Ser un adolescente era vivir el infierno en tierra todos los días. Especialmente en ese mundo de BL.
—¿Minamoto? — Llamó, una vez estuvieron alejados.
El agarre de su ¿amigo? bajó de intensidad, en lugar de prácticamente arrastrarlo ahora solo lo guiaba por los pasillos, más sin voltear a verle. Le recordaba a Hatano, en el centro comercial, llevándole con una seguridad que no había visto antes en él, su voz firme y-
—Deja de pensar en él.
No se había dado cuenta que lo había hecho. —¿Lo siento? ¿Cómo lo supiste?
—Te conozco mejor que nadie. Excepto quizás Ayato. — Comenzó a caminar cada vez más lento. —¿La medicina que te llevé no sirvió?
—De hecho ya me estaba sintiendo mejor, n-…
Minamoto se detuvo, entonces. En un abrir y cerrar de ojos, se encontró a sí mismo contra una de las paredes, la frente del otro peligrosamente cercana a la suya, ojos oscuros fijos en él. Podía ver sus pestañas largas, su cabello estilizado, la forma particular de sus cejas.
Pensó en que tan diferente era de Hatano, en su confesión, en las palabras de Ayato.
—¿Qué hay en tu mente?
—El almuerzo de hoy. — Mintió.
El joven de cabello violeta sufrió un respingo cuando la mano contraria subió hasta su rostro, para acariciar su mejilla. —Dime la verdad. ¿Por qué no viniste con nosotros en la mañana? ¿Fue por mí?
Su corazón se aceleró, sudor caía por su frente. Podía casi sentir sus narices rozarse. ¿Qué es lo que quería? ¿A quién quería? —Minamoto… ¿puedes… alejarte?
—Sería lo ideal, sí. Por favor, aléjense.
Minamoto prácticamente saltó tres pasos atrás, mientras que él se quedó congelado en su sitio, cabeza lentamente dirigiéndose hacia el dueño de la voz; Hidetoshi.
El insoportable pretendiente rechazado número cinco mil de Toujo. Tenía entendido, por mano de Ayato, que amenazó con matarse cuando el rubio se sinceró y no aceptó su confesión2. Que los haya encontrado él específicamente no podía ser nada bueno.
—Es hora de clase, aunque sean mis mayores, están en la escuela. La mayoría de clases están en orientación, no pueden hacer lo que deseen. Por favor, acompáñenme, recibirán una amonestación por esto.
—Lo estoy llevando a la enfermería. — Argumentó Minamoto. —Tiene fiebre.
Hidetoshi se acercó y asintió al ver su rostro sonrosado, así como su frente caliente. —Es cierto, pero claramente él está consciente. En todo caso, yo le llevaré a la enfermería.
—El profesor me dio permiso. — Intentó nuevamente.
Hidetoshi acomodó sus lentes, frustrado. —Es la última vez que lo digo. Por favor, retírese.
──────────
Hidetoshi cumplió su palabra de llevarlo a la enfermería. Se detuvieron en la puerta, donde el estudiante menor le observó, casi como analizándolo con la mirada, antes de finalmente hablar.
—Hubo suerte.
Estuvo a punto de cuestionar a qué se refería, hasta que, del pasillo, casi de la nada, surgieron otras dos personas. Sabía que el más bajo era Kawai, y del otro no sabía mucho. ¿Kuraki? ¿Algo así? Era el tipo de personaje que no veía mucho la luz del día.
—Se te declaró Hatano Ryuuji hace un mes, más o menos, ¿no?
La pregunta lo tomó desprevenido. Kawai tenía el aura de un asesino en serie, incluso más que el otro loco mordiéndose el dedo pulgar.
—Bueno, no tiene caso preguntar, todos lo saben. — Hidetoshi respondió por él. —La verdadera duda es por qué el día de hoy Minamoto tenía su cara pegada a la tuya, si nunca rechazaste apropiadamente a Hatano.
—Eh, Minamoto es mi amigo, sólo vigilaba mi fiebre. — Rió nerviosamente.
—Si tan solo el presidente supiera qué tipo de ejemplo tiene esa escoria a la que eligió. — Kuraki gruñó como un perro. —Ojalá pudiera probárselo… así vería que merece algo mejor, Hatano y ese chico también. ¡No puedo perdonarlo! ¡A ninguno de ustedes!
—¡Yo tampoco! ¡Es casi una broma de mal gusto!— Kawai soltó una risa sórdida, irónica. Las palabras estaban cargadas con un odio que no podía explicar. Era más que un adolescente herido; era genuino desprecio. — Mírate, ¿jugando con los dos? ¿con esa cara?
Un personaje extra no respondería. No era su trabajo molestarse, mucho menos defenderse de acusaciones estúpidas. No tenían relevancia para él.
Estos mocosos de mierda, sin embargo, no podían ir por ahí hablando mal de su hermano sin que él hiciera algo. Existía un límite de lo que estaba dispuesto a tolerar.
—Ahora que lo dicen… es verdad. Con esta cara sosa, el encanto es ciertamente limitado. — El joven de cabello violeta solo sonrió con fingida tranquilidad, antes de encogerse de hombros, como tantas veces había hecho en el pasado. Una actuación perfecta que ocultaba la rabia en su pecho. — Y aún así, nadie los eligió.
El mayor entró a la enfermería, sin molestarse en mirar atrás. Pero, por el rabillo del ojo, tuvo un vistazo de Kuraki mordiéndose el dedo hasta sangrar.
──────────
Ojos que no ven, corazón que no siente, dicen.
Había caído dormido en algún momento luego de que la enfermera, una mujer de cara borrosa, le indicara recostarse a descansar un poco mientras la fiebre bajaba.
Desconocía la hora, pero hasta cierto punto, tampoco quería conocerla. Prefería mantener sus ojos cerrados, ignorar el mundo a su alrededor y evitar la inevitable realidad en la que tenía que regresar a clase para enfrentar la tortura adolescente que significaba ser el centro de atención… un dulce sueño, uno imposible. No podía quedarse ahí para siempre.
Lentamente abrió sus ojos, que se adecuaron a la luz con cierta dificultad, antes de que se estiren en sorpresa.
—¡Ah! Estás despierto… Hola.
Hatano.
—... Hola.
—Escuché que estabas aquí, quería verte... — Explicó. —Lo siento, sigo sintiendo que es mi culpa.
Su rostro estaba sonrojado, sí, pero sentía que nerviosismo del chico había disminuido desde que cayeron a una fuente juntos. Tenía sentido; era probable que fuera uno de los momentos más vergonzosos de su vida. Al menos, de cierta forma, era consuelo saber que no importaba el ridículo que hiciera, Hatano seguiría perdidamente enamorado de él.
…¿Por qué lo sería? ¿Por qué le aliviaba saberlo?
—Ya, no tienes que disculparte, fuimos los dos. — Decidió hablar antes de que sus pensamientos lo enloquezcan. —Pero gracias por preocuparte.
—Es que yo no me enfermé. Necesitaba ver que estabas bien. — Una pausa. El muchacho señaló la bufanda alrededor de su cuello, ilusión clara en su voz. —Me alegra que la sigas usando.
Se encogió de hombros, con una sonrisa algo nerviosa. —Mhm, soy friolento.
Hatano parecía disfrutar de su reacción. —¿Te sientes mejor?
—Bastante.
—Permíteme.
El otro rozó ligeramente su frente y mejillas con el dorso de su mano, retirándose pronto después, sin ademán de buscar algo más. La luz caía sobre él, por la ventana, iluminando sus facciones. Eran muy distintas a las de Minamoto; más delgadas, afiladas hasta cierto punto, si bien todavía suavizadas por su juventud. En el futuro, cuando la ternura de su adolescencia desapareciera, sería un hombre peligroso.
—Me parece que ya no hay fiebre. — Murmuró. —¿Está bien si te acompaño?
—No es necesario, sería mejor que regreses a tu salón.
Hatano parpadeó. —Son las tres de la tarde, la mayoría está ordenando las actividades de sus clubes o camino a casa.
¿Cómo diablos durmió tanto?
—Ah- no lo sabía. — Se quería matar. Tendría que preguntar a sus compañeros qué diablos pasó luego de que se fue, pero eso abriría la pregunta de por qué no regresó, y no sentía ganas de explicar nada de lo que le había pasado a… nadie, de hecho. —Bueno, ya estoy bastante mejor, así que no pasa nada. Iré al trabajo, así que si quieres ir con Ayato, tendrás que buscarlo.
—No, quiero ir contigo . — Era difícil evadir eventos cuando Hatano hablaba y le miraba con una determinación que daba vértigo. Podía ver los jazmines florecer detrás de él. Qué fastidio, los brillitos homosexuales de manga le daban alergia. —Vivo cerca de la tienda, no me incomoda, y… me gusta verte.
Por supuesto, de paso tenía que pegarle en el estómago con una oración vergonzosa. Estaba en su genética como el perfecto protagonista de BL, seguramente lo habían fabricado en un laboratorio o algo.
—Eh… bueno-
—Ya te dijo que no es necesario.
Debía admitir, el cambio en la actitud de Hatano cuando entendió que quien hablaba era Minamoto fue ciertamente… interesante. Pasó de una timidez marcada a una indiferencia casi despótica; le recordó a su actitud el día en el centro comercial. Podía ver por qué sus compañeros decían que era “ cool ”; contaba con toda la presencia de un ikemen misterioso.
Regresando al presente, se quería dar golpes contra la pared. ¡Obviamente el rival aparecería si es que estaban en un escenario tan propenso a su presencia! ¡Iban a la misma escuela! ¡Minamoto iría a verlo de vuelta apenas acaben las clases! ¡¿Cómo se le pasó evitar ponerse otra vez en el papel de damisela en apuros?! Tenía que acabar con el duelo de miradas intensas que se había formado; ya fue demasiado con haber sido tratado como muñeco de trapo por dos chicos una vez, no estaba dispuesto a ser tratado así una segunda.
—Si él desea rechazarme, me lo dirá directamente.
—No parece que entiendas eso, por algo sigues aquí.
—Pedí tres meses. — Había filo en sus palabras. ¿Hatano estaba molesto? El chico del lunar olvidó lo que iba a decir, era como mirar un animal exótico hacer un truco en el zoológico. —Aún no terminan.
—Entonces espera a que acaben… — Veía a Minamoto molesto todo el tiempo, así que era casi divertido verlo así, de hecho, incluso nostálgico. No se había dado cuenta de que extrañaba fastidiarlo. —...y ven entonces para que te rechace. Si hay alguien aquí que le quiere de verdad, soy yo.
—No es de mi interés cómo te sientas. — Respondió el otro, rostro impasible a pesar de la confesión implícita de un rival. —Piérdete de una vez.
¡Mierda! Hatano era absurdamente directo. Kaname parecía a punto de refutar, pero fue cortado, no por él, sino por la voz de la enfermera escolar regresando al tópico.
—Ah, ¿visitas? —Dirigió su mirada a él. Salvado por la campana. —¿Te sientes mejor?
—Sí. — Respondió rápidamente. —Ya estaba por irme.
—Espera un instante, voy a tomarte la temperatura una última vez, ¿de acuerdo? — Aún con su cara poco definida, podía ver la sonrisa ignorante que dedicó a sus… pretendientes, suponía. — Ya acabó la escuela, chicos, es mejor que se vayan. No se preocupen, estoy segura de que podrán conversar mañana.
Hatano solamente asintió, mientras que Minamoto murmuró un ‘gracias’ a regañadientes. Ambos voltearon a verle, antes de dedicarse una mirada asesina entre ellos y retirarse.
El mañana olía a desastre.
Notes:
1. En las escuelas de Japón las ceremonias de inicio de semestre se dan cada vez que empieza uno, independientemente de si es el segundo o tercero del año (depende de la escuela, lo revisé internet con el calendario provisto por la organización de turismo nacional en japón. es el 'JNTO - Overview of Japanese School System' si desean buscarlo), y por lo que tengo entendido, en algunas escuelas esto solo es para alumnos nuevos. Me parece que no tenemos evidencia de cómo es el sistema en el colegio de Ayato (vol 5. caps 86-87-88 cubren el inicio de semestre) ni a donde asistió el MC (konkichi ha confirmado que asistieron a colegios distintos, si recuerdo bien), así que decidí omitirlo para evitar hacer este capítulo innecesariamente largo!
2. Esto sucedió (y de paso, se explica quienes son 'los fans' de Toujo) en vol 3. cap 43: vs sports festival - extra. ¡Creo que la única forma en la que estos 3 trabajarían juntos es para arruinarle la vida a quien Toujo quiere! incluso si eso significa tomar victimas colaterales... lo lamento por nuestro lindo MC, jaja ♥ ¡todo lo que amo debe sufrir!
Bueno, revisando y ordenando mis notas, con este capítulo ya vamos en la mitad del fic! ¡espero que les esté gustando hasta ahora! ¡agradezco todos sus bellos comentarios! me colman el corazón de ternura y me inspiran a seguir, me alegra muchísimo el día cuando veo lo que me escriben. ¡y no se preocupen que después de este fic todavía tengo más que quiero escribir! especialmente ahora que por fin tengo motivos para ver el dorama xD (no me gusta que quieran juntar al MC con kikuchi, perdón!) así que estaré acá un buen rato Dx más bien puede que quizá traduzca el fic al inglés? obviamente, siempre publicaré primero en español, pero veo que el tag tiene poquita actividad en general >.< ¡y amo mucho este manga! no quiero que el fandom muera... ¡ya veremos!
hasta entonces, ¡disfruten! ¡gracias por leer! y ya saben, los errores serán corregidos algún día...
Chapter 9: ¿Y si me equivoco?
Notes:
Hola, la verdad es que tengo este capítulo terminado desde hace unos días, pero quería publicarlo junto al 10 (ya que van de la mano). Sin embargo ese cap me está PATEANDO el trasero Dx Estoy peleándome con la fluidez de las escenas, y no sé cómo hacer que algunas cosas pasen sin que se sienta raro (¿naturalidad? ¿en un fanfic? ¿quién me creo?). ¡Espero acabarlo pronto! Mientras tanto, ojalá disfruten este.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Ayato acariciaba a Miiko, sentado en una silla giratoria de oficina, como todo un supervillano. Uno en uniforme escolar.
—Tenemos noticias. — Empezó Yanagi.
Toujo continuó. —Algunas buenas, algunas malas, y las de Misato.
—¡¿Qué significa eso?! ¡Todavía ni las digo!
—Pero ya puedo imaginarme cómo serán.
Ignoró la pelea para relamerse los labios un instante. Todavía tenía la memoria del sabor a crema … ese maldito Minamoto y su deliciosísimo pastel de soborno. Quería más, pero se negaba a preguntarle en dónde lo había comprado; supondría una oportunidad de chantaje para el enemigo, por lo que se conformaba con maldecirlo en su cabeza.
Finalmente el adolescente con el lunar bajo el labio habló, callando a Misato, que seguía lanzando amenazas vacías al rubio. —Empecemos por las buenas. He conversado con mi hermano, y parece que nuestros esfuerzos dan frutos. Como mínimo, está considerando acercarse a Hatano.
Hubo una corta ronda de celebración.
—¡Por fin dejará de ser virgen! — Misato alzó la voz.
—Te recuerdo que tu lobotomía casera sigue en nuestra lista de actividades. — Amenazó Ayato, brevemente señalando al tenedor que estaba en su repisa, causando que el chico de Kansai se encogiese en su sitio. —Ahora, ¿alguien más tiene noticias buenas?
El minuto de silencio que continuó fue desesperanzador.
—...Empecemos con las malas, entonces. ¿Toujo?
—Parece que hubo un encuentro poco amistoso entre… parte del consejo estudiantil con tu hermano y Minamoto. — Empezó el rubio, semblante serio. —Nadie ha podido decirme exactamente qué pasó, pero la información que tengo es que Hidetoshi los encontró en el pasillo, y luego tuvieron una conversación más que desagradable.
Ayato alzó las cejas. —¿Solo Hidetoshi?
—Testigos visuales me indican que Kawai y Kuraki le dieron el alcance a Hidetoshi en la enfermería.
—Eso es… extraño. — Yanagi comentó, luciendo preocupado. —¿Por qué tendrían interés en él?
—Difícil saberlo, toda la información que tengo viene de personas que vieron la conversación o parte de ella, pero nadie la escuchó. Tendría que realizar una investigación más… riesgosa si quiero descubrir detalles.
Ayato asintió. —Lo hablaremos después. ¿Yanagi?
El mencionado habló inmediatamente. —¡Justo tengo información relevante sobre Minamoto!
—Tienes la palabra. — Concedió el adolescente del lunar.
El chico más bajo del grupo se levantó de su sitio en la cama, al costado de Toujo, para dirigirse hacia la pizarra, donde reacomodó algunas de las fotografías. Luego de retirar la tachada imagen de Utsumi, movió los cordones, y poco después tomó un lapicero de su bolsillo para ayudarse en la explicación.
—Estoy bastante seguro que Mayama está ayudando a Minamoto. —Empezó por la foto del adolescente de ojos oscuros, para poco a poco ir por los demás. —Me crucé con ellos en la salida, cuando todos se estaban yendo. Aunque no pude acercarme mucho, pude oír a Mayama hablar sobre no rendirse. Hay una chance de que estén hablando de habanos, pero de cualquier otra forma, muy seguro que mencionaron a Hatano.
Misato, que estaba sentado en el piso, lucía escandalizado. —¡Yo también traía noticias sobre eso!
El muchacho rápidamente se levantó, para señalar a los rostros de Youji, Takimoto, Masaya, Akihito, Ryouta, Touma… el grupo entero, junto a Kikuchi y Utsumi.
—Utsumi me da clase, ¿verdad? Tuve que mentir un poco y gastar toda la batería de mi celular, pero conseguí que me preste el suyo para escribirle a mi mamá y pude ver sus mensajes. — Señaló específicamente a Kikuchi. —Leí cómo le deseaba suerte. Los amigos de tu hermano están buscándole pareja. ¡No es justo! ¡Nosotros empezamos la conspiración primero! ¡No pueden copiarnos y hacer lo mismo!
—¡Ehh!... No sabía que Hatano tendría tanta competencia. — Yanagi miró a Ayato, quien lucía horrorizado. —¿Desde cuando tu hermano es tan popular?
—Repites eso y te lobotomizamos a ti también.
El chiquillo chilló un ‘disculpas’ similar al que uno esperaría de un ratón.
—Me hiere profundamente admitirlo, pero estoy de acuerdo con Misato. — Dijo Toujo, examinando la pizarra. —Sería problemático tener más de un grupo rival obstaculizándonos el camino en este momento.
—Deshacernos de ellos sería una operación molesta y larga, aparte Yanagi no quiere que matemos a nadie, así que solo nos queda sabotearlos todo lo que podamos. — Ayato se reclinó en su silla. —No creo que podamos hacer mucho con Minamoto y Mayama. Con los demás… Quizás, pero es difícil, porque son de otro año, y están juntos en el mismo salón.
—Necesitaríamos algún integrante que pueda mezclarse entre ellos… — El joven más bajo frunció el ceño. —Pero también necesitamos que esté de nuestro lado de alguna forma…
—También es importante que sea difícil deshacerse de él. ¡Si pueden solo cortarlo como si nada, será por las puras! — Misato hizo su segundo comentario inteligente de la semana. —Necesitamos a alguien con talento para joder las cosas, poco sospechoso y que se pegue como sanguijuela, huh…
Los cuatro se miraron de repente.
—¡Koga!
──────────
El día inició de forma regular, o al menos aparentemente lo hizo.
No veía ni a Hatano ni a Minamoto alrededor, lo cual le aliviaba tanto como le achicharraba los nervios. No puedes prevenir algo que no ves, después de todo, y luego de la abierta escena de celos el día anterior, estaba seguro que sería imposible que se quedaran de brazos cruzados.
Con este pensamiento, decidió alejarse de los pasillos y dirigirse directo a su salón. Era poco o ninguno su interés de ser acorralado kabedon style1 por segunda vez aquella semana. Una ocasión era suficiente para toda la vida, honestamente.
El camino a su aula fue con cuidado de ir a un paso razonable pero rápido. Si corría, había chance que el consejo estudiantil –quienes ya habían dejado claro que no gustaban de él– lo detuviera, y eso significaba otra situación desagradable en el mejor de los casos, o un rescate BL en el peor de ellos. Quizá, en una posibilidad mínima que Toujo interviniera, pero no quería involucrar a la esposa de su hermano en sus problemas. Ayato nunca lo dejaría en paz.
Pero, lo que le detuvo no fue una voz, sino el click de la cámara de un celular2.
Su paranoia le decía que no hay coincidencias en el BL. Mucho menos cuando te han arrastrado hacia el protagonismo sin posibilidad de negarte.
Miró a su alrededor, encontrándose con poco más que algunos alumnos acomodándose en sus asientos, unos pocos ya conversando con sus pares. Nadie parecía notarle. Quizá ya estaba comenzando a enloquecer de verdad.
Reanudando su camino, un poco más veloz que antes, llegó a su salón, donde el bullicio era el mismo de siempre. Nada parecía fuera de lo común, a excepción de Mayama, que simplemente no era un ser humano normal, y Minamoto, que murmuró un saludo y le apartó la mirada. Ser un aburrido era lo usual en él, pero en ese caso se sentía… diferente.
—Hey, ¿cómo estás? — Escuchó de repente a Ryouta hablar. —Estabas casi muerto ayer cuando fuimos a verte en el almuerzo. ¿La fiebre?
—Sí. Estoy bien, perdí el día también, así que mejor. — Respondió con una sonrisa tranquila. Los demás se rieron. Si habían asumido que no regresó gracias a su fiebre, al menos no tendría que explicar el desastre del día anterior. —¿Qué pasó cuando me fui?
—No mucho, inducción y un poco de clase. Mayama dijo que te daría las notas en el almuerzo. — Respondió Akihito.
—Oh. — Algo sonaba extraño al respecto. Tenía dudas, pero no podía exteriorizarlas. Aún no, tenía que observar. —Genial.
──────────
— Utsumi-senpaaaaai … — Misato llamó, brazo alzado. Sonreía flojamente, en su estilo usual. El joven solía ir a la cafetería para comer, así que se dirigió ahí de inmediato una vez empezó el receso. No veía al grupo objetivo por ningún lado, así que tendría que confiar en que el otro hablara. —¿Sabes dónde está Akihito? ¿Es de tu sección, no? Mi amigo me dijo que le ha dado tutoría de historia, y ya sabes, soy terrible con eso.
—Hola, Misato. — Utsumi le saludó cordialmente. No veía al hermano de Ayato, lo cual era… no sabía si era bueno o malo. Estaba en duda. —Lo siento, no sabría decirte dónde está.
Misato se concentró. —¡¿Eeeh?! ¡¿No sabes siquiera su número o algo?! ¡Hasta que le vea, el semestre habrá terminado!
El muchacho mayor le dio una sonrisa amable, si bien algo artificial. —No sé si tendrá tiempo, pero…
—Uggh, mierda. Moriré si no apruebo…
—Ahm, lo siento, pero-
Un chico rubio a su costado, que no había visto ni en pelea de perros, habló entonces. —Me parece que está con sus amigos en el techo, lo vi dirigirse ahí. Con Kikuchi, y otros chicos más. Seguro puedes hablarle en un rato.
—Espera-
—¡WOW! ¡MUCHAS GRACIAS SENPAI! — Interrumpió Misato a los gritos, retirándose a paso rápido. Tenían que apurarse. —¡AHORA SOBREVIVIRÉ OTRO SEMESTRE! ¡ERES EL MEJOR!
──────────
—Mayama, dime de una vez lo que quieres. Tú y yo sabemos que no necesitamos ir a un lugar recóndito para que me des tus apuntes del primer día de clase.
El pecoso se rió. —Tú siempre tan observador.
Le ponía nervioso que Minamoto no se hubiera acercado ni una vez, apenas un saludo, lucía como si estuviera de verdad molesto con él. Odiaba las historias donde el rechazo ocasiona perder amistades, por eso no se atrevía a decir nada directamente, pero eso también lo volvía loco. ¿Qué había hecho? ¿Le leyó la mente acaso? ¿Era ese otro de los imposibles superpoderes que desarrollaba uno gracias al BL?
—Tú eres obvio. — Se corrigió poco después: —Ustedes son obvios.
—No seas humilde. — Mayama lo observó por un instante, antes de sonreír. —¿Sabes? Siempre he sentido que estamos muy cerca de entendernos, mi querido amigo. Yo veo BL en todos lados, y aunque te unes a llamarme un lunático, nunca me da la impresión de que estés exactamente en desacuerdo conmigo, o que te moleste en la forma que le molesta a otros, incluido Minamoto.
—Me da igual si hay o no. — Contestó, cruzándose de brazos. Ese desquiciado era el último al que le hablaría al respecto, explotaría de la emoción o algo. —Solo no quiero ser parte de uno.
—Te has demorado bastante en rechazar a nuestro querido Minamoto si es así. — Respondió el otro, su sonrisa volviéndose fastidiosa. Segunda vez que escuchaba ese argumento. ¿Se habían puesto de acuerdo con Ayato? —Sin mencionar tu extraña fascinación con Ryuuji Hatano.
—Espera... entonces sabes que Minamoto se me declaró.
—He estado dándole una mano en secreto, lo admito. — Su sonrisa cambió nuevamente, tornándose menos engreída. —Me gustaría que tú fueras sincero también.
— ¿Cuando no lo he sido?
El pecoso se sentó en el piso, espalda contra la pared. De su sudadera sacó dos pequeñas latas de refresco. Trescientos mililitros de cafeína, gratuitamente a sus manos. El joven de cabello violeta no pudo sino aceptar, sentándose a su lado con un suspiro tan pesado que sentía como si lo hubiera estado ahogando.
—Mi instinto fudanshi me dice que te apure a ir y besarlo bajo los cerezos, pero mi instinto de amigo me requiere, legalmente, que te pregunte qué sientes.
—Cansancio.
—De verdad, ¿qué sientes?
Mayama nunca sonaba tan… sobrio. Le daba un poco de miedo, pero también era agradable saber que podía comportarse como un humano normal cuando alguien que le importaba estaba en una situación difícil.
Mierda, extrañaba a sus amigos.
—No lo sé. Ese maldito niño me está destruyendo los nervios, pero… me dolería bastante perder a Minamoto.
Mayama soltó una carcajada, una sin mala intención. —¿Dirías que te gustan ambos?
—No seas ridículo.
—Mhm, Minamoto no piensa lo mismo. — Masumi bajó su mirada. —Sonaba deprimido cuando me habló ayer; traté de preguntarle cómo lo sabía, pero no me respondió más que está en tus ojos. Que lo miras distinto.
Hizo una mueca. —Está loco.
—Tú tampoco estás muy cuerdo que digamos. — El pecoso alzó las cejas, algo burlón, antes de mirarle de nuevo. —Regresando a ser serios, no puedo ser neutral, obviamente mi alianza cae con nuestro amigo, pero quizá sería buena idea que consideres darle una oportunidad a ambos.
—Tú solo quieres que vaya en citas gays.
—¡Por supuesto! Pero estamos en una situación bastante gay, ¿no? — Touché. —Piénsalo: si te gusta, genial. Si no te gusta, tienes una base sólida para decirles que no deseas estar con ellos, después de todo, ya les diste una chance. Nadie puede decir que no lo intentaste.
Con sentida nostalgia por una época más simple, el adolescente pensó en lo que su mejor amigo siempre decía (cuando solo estaban los tres, discutiendo de una tontería sin importancia, pero que se veía tan grande en el momento): duele cuando Mayama tiene razón.
—Lo… pensaré, supongo.
──────────
Koga tenía una suerte que parecía maldición. Vivía de accidente en accidente, a veces ocasionando que todos a su alrededor se volvieran víctimas colaterales de fuera cual fuese la última situación absurda en la que se vea envuelto. De hecho estaba prohibido de ingresar a un par de clubes, algunos más extraños que otros. ¿El de cocina? Entendible. ¿El de ajedrez? Uno se preguntaba qué diablos había hecho para ser persona non grata ahí.
Era perfecto.
—¡Disculpa! — Yanagi empezó. —Tú eres Koga, ¿no, senpai?
Era difícil no reconocerlo, considerando que era el único chico que iba por ahí con su brazo enyesado.
—¡Hey! Sí, soy yo. — Sonrió el mayor, desviándose por completo de su camino, por un chico que no conocía. Por decisión casi unánime se consideró que la opción más segura era Yanagi y su apariencia inocente, pero el adolescente ya dudaba que cualquiera de ellos hubiera tenido problema alguno. —¿Cómo te ayudo?
—Ah, escuché a algunos de tus compañeros dirigiéndose al techo. ¿Creo que estaban conversando sobre un chico de cabello violeta de tu sección? El que tiene el lunar bajo el ojo. ¿Tú eres amigo de él? Digo, es que no me sonaba muy bien…
—Eehh, no, somos conocidos pero siempre ha sido amable conmigo. ¡Si están planeando algo de mal gusto quiero saber! — Giró su cabeza. —¿Dónde dijiste que era? ¿El techo?
Wow, eso fue fácil. Quizá debió también decirle que era el inspector de billeteras. —Sí, senpai. ¡Gracias por preocuparse!
—¡No pasa nada! Qué bueno tener kohais tan lindos.
Yanagi le observó irse con una sonrisa que poco a poco fue borrándose, hasta quedar completamente consternado. ¿No era un poco demasiado inocente para ser mayor? Secuestrarlo sería tan fácil como decirle que tenían cachorritos en una camioneta.
Tomó su teléfono y escribió en el chat grupal:
“Bomba en camino.”
Todos mandaron stickers de aprobación en respuesta, excepto Toujo, que mandó una foto de su perro, y Hatano, que lo dejó en visto. No lo parecía, pero eso era bastante; él normalmente ni siquiera abría el grupo.
──────────
Una vez regresaron al salón, el joven del lunar alzó las cejas al ver que una buena cantidad de personas faltaban, a pesar de que el receso estaba a una nada de finalizar. Específicamente eran su grupo, y Kikuchi, el otro pretendiente del que casi se olvida gracias a que sus otras dos amenazas andantes tomaron mayor protagonismo, junto a la confesión de Minamoto.
Miró hacia atrás, donde Minamoto y Mayama lucían igual de extrañados. Decidió mantenerse callado. No tenía pruebas, pero algo dentro de él le decía que esto era obra de…
—Buenas tardes, alumnos. Me acaban de informar que algunos de sus compañeros están en la enfermería, por motivo de intoxicación. — Avisó el profesor al ingresar. —Nada grave, solo descanso por uno o dos días. Parece que por accidente compartieron una bebida vencida mientras conversaban en el techo.
…de Koga. Adivinó.
Bueno, Kikuchi no se le podía acercar si estaba recuperándose de una intoxicación. Dudaba que el universo intentara juntarlo con Koga, mala suerte y suerte mediocre no eran una combinación que dé buenos resultados en el mundo del BL, pero al menos no tendría que preocuparse de él tampoco.
Aunque, eso también significaba que en el futuro no tendría con quien sentarse para evitar a Minamoto y Mayama… El recuerdo de que él aún estaba en el salón le dejó intranquilo, peor ahora que no estaba del todo seguro de qué quería. No podía concentrarse en nada más.
Aún quedaban tres periodos para finalizar el día. Maldita sea.
Notes:
1. 'Kabedon' es la famosa pose donde alguien atrapa a otra persona contra una pared, usando uno o ambos brazos para que no pueda huir.
2. Prob ya lo saben, pero los celulares japoneses tienen el 'click' de la cámara permanentemente sin forma de quitarlo, por motivos de que allá las fotos sexuales no consentidas a mujeres son *atrozmente* comunes.¿Han leído el 92? Yo lo leí con mi limitado japonés y google translate XD Estoy muy emocionado por lo que venga. ¡Actualizaré los tags para reflejar que este fic se desarrollará únicamente con la información disponible hasta cap 91! Y pues, nada, ¡muchas gracias por leer, y ya saben, los errores serán corregidos algún día!
Chapter 10: ¿Y si funciona?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
—Tenemos al sujeto.
—Misato, solo fuimos a buscar a Hatano al salón del costado. No realizamos un secuestro.
—Déjalo, Yanagi, quiere sentirse importante.
—¡¿REPITE ESO, ESTUDIANTE DE HONOR?!
Hatano se mantuvo neutral, mientras que Ayato solo les miró con cansancio. A este punto, los dos ya estaban acostumbrados al circo que era ver a los demás interactuar– implicando, claro, que Ayato no sea parte de dicho circo en primer lugar. De todas formas, el adolescente del lunar sabía que Hatano aprovechaba los momentos de caos para espiar a su hermano, así que no veía la necesidad de disculparse. En sus propias palabras: “que sufra”.
—Chicos, tenemos tiempo limitado.
—Lo siento, Ayato.
—Disculpa, Ayato.
—Está bien, Toujo. — Misato lucía ofendido de no haber sido mencionado, lo cual hizo a Iori sonreír más fuerte. —Como sabrán, hemos tenido excelentes resultados.
Abrió un fólder sobre su carpeta, donde la pizarra conspiranoica de su habitación había sido recreada, si bien con fotos de significativamente menor calidad… Es decir: Yanagi las había dibujado con marcador. Había algunos stickers de dinosaurios a los costados, y el hermano mayor de Ayato tenía orejas de gato.
—Utsumi ya está distraído con alguien más, y Kikuchi estará un tiempo fuera por intoxicación. Todo el grupo de mi hermano también… efecto secundario del desastre de Koga. Aunque la situación con Minamoto es más difícil, lo demás es camino libre.
Yanagi habló primero. —¿Qué sigue?
—Pues está en las manos de Hatano. — Sonrió Toujo. —Diría que es ahora o nunca.
El mencionado se sonrojó un poco. —Ah… pero le pedí tres meses…
—Si nunca sales con él, nunca lo conocerás como quieres. — Misato podía decir cosas coherentes, aparentemente. —¡Aparte! Recuerda que Minamoto sigue en la carrera. ¿Te puede ganar, sabes?
—No querrías que tu amor no correspondido de ocho años nunca dé frutos, ¿no? — Yanagi se unió, dándole una sonrisa suave. —Deberías intentarlo.
Hatano primero buscó su mirada, y luego la de Ayato, quien estaba con el ceño fruncido.
—Me duele decir esto, pero tienes mi bendición, Hatano. Ahora, con el menor número de amenazas posibles, tienes que intentarlo. — Con una regla de plástico, tocó ambos de sus hombros, como si le estuviera nombrando caballero. —Anda e invita a ese inútil hermano mío a una cita.
──────────
—Minamoto~ — Llamó, moviendo ligeramente a su compañero de carpeta. El mencionado solo le miró con odio y cansancio entremezclado. “Jeje, estoy en peligro". —¿Te animarías si te digo que he conversado con él?
Debía ser honesto; estaba siendo un poco injusto con Mayama. Después de todo, el chico se esforzaba en animarlo, aunque no estaba acostumbrado a hablar de forma seria con los demás, ni dar consejos que no estén influenciados por alucinaciones orientadas al BL. Él era el loco del centro, no un terapista licenciado. Ni siquiera había acabado la secundaria.
Aun así, era difícil no sentirse mal. Había visto lo que… él pensaba de Hatano. ¿Era realmente el inicio de algo? ¿Algo que él estaba solo retrasando de manera inútil?
El chico suspiró. —¿Qué estupidez le dijiste?
—¡Cuán poca fe! ¡Y uno acá arriesgando el cuello por ti!
—¿Cómo es hablar con él un peligro? Está hecho de alambre. Subir y bajar las escaleras supone más riesgo.
—¿Y qué tal si me muerde?
—No es zombie.
—¡¿Nunca te ha mordido un gato?! ¡Duele!
—...¿No es gato tampoco? — La mente de Mayama era un misterio, hasta para él, que podía leerla. —Ya dime qué diablos le dijiste.
—Digamos que hubo un sinceramiento, una conversación de hermanos , Minamoto. Le pregunté si lo que dijiste sobre Hatano era cierto, y obtuve una respuesta… bastante interesante.
¿Una negativa? Imposible. Pero la cabeza de Mayama en ese momento se encontraba llena de risitas psicóticas; no servía leerla.
—Dime.
—Explícitamente, me dijo que le estaba destrozando los nervios. Y cuando le pregunté sobre la posibilidad de salir contigo, respondió que lo estaba pensando.
Si bien un porcentaje de él sabía que esas no habían sido las palabras exactas, eso no detuvo que la esperanza, esa maldita víbora ilógica dentro de él, se reavivara. Si estaba hartándose del niño… quizá malinterpretó lo que decía en ese momento. Cualquiera estaría sorprendido de su regular actitud antipática si solo le hubiera conocido como el “amigo de mi hermanito”, ¿no?
(...Y lo extrañaba. Resonó en su mente toda la noche, ese día. Lo extrañaba.)
—...Okay.
Si Mayama mentía, lo mataría a sangre fría.
—Anímate, Kana-chan . — Bromeó Masumi, sonriéndole. Al menos esta lucía sincera. —Y dale un último intento, ¿eh?
—...Bien.
—¡Genial! Está limpiando las ventanas; en cualquier momento se distrae con un gato. —Le guiñó el ojo. —Apúrate.
──────────
Toujo a veces se empujaba a sí mismo hasta el límite inhumano; y eso molestaba a Ayato.
Muchísimo.
Él nunca le pediría exponerse en ninguna situación, mucho menos en un caso donde esto implicaba a sus fans desquiciados. Sí, Toujo tenía criterio y voluntad propia como para decidir qué podía hacer y qué no, pero eso estaba lejos de significar que no le fastidiara su iniciativa de ir a lo que explícitamente le dijo que no era necesario.
—¡No saldrás de esta ni con tus palabras bonitas ni con tu cara de yo-no-fui! ¡Te dije que nada de involucrarte con los locos del consejo estudiantil! Para eso tenemos a Misato de chivo expiatorio.
Ya que no existía chance de que fuera de otra forma, con ojos de cachorro pateado, el rubio puso mano al corazón y miró a su enamorado con ternura.
—No lo hice solo por esos vínculos familiares que atesoro, Ayato. Fue también por ti; temía lo que podían estar diciendo de ustedes dos.
El chico del lunar se sonrojó furiosamente. —¡¿Igual te dije que no?! Esos locos … ¿Qué tal si era una trampa para que los busques?
Tomó una de sus manos entre las suyas, acercando sus rostros. —Me daría igual, sé que no son capaces de dañarme... Y a mí, quien más me importa, eres tú.
Derrotado, Ayato apartó su mirada. —Eres un dolor de cabeza.
Toujo le soltó con una risita. —No mentía, sin embargo. Necesitaba saber qué era lo que estaban diciendo; me gustaría ser ajeno a todos los rumores sin sentido de la escuela, pero no puedo. El bullying es algo serio, ¿sabes?
—Supongo que tiene sentido... ¿Y bien? ¿Qué descubriste?
—¿Oh? ¿Ya no estoy en problemas~?
—Tienes suerte de que tu cara sea demasiado linda para golpear. — Toujo, débil a los contraataques, se sonrojó. Lo cual, en cambio, hizo que Ayato tuviera un paro cardiaco. No estaba acostumbrado a decir esas cosas ni en chiste… ni a ver a Iori sonrojado. Era un movimiento súper efectivo. —¡¿Bueno, ponte a hablar?!
—Ah… sí. — Luego de retomar la compostura, dio un vistazo alrededor y comenzó a narrar lo sucedido. —Hablé con los involucrados, y con algo de… coerción conseguí que me dijeran qué pasó con tu hermano ese día.
Es decir, les miró bonito y todos cayeron rendidos. Aunque sabía que era parte de cómo Toujo era en general, Ayato igual sintió los celos burbujear dentro suyo como bilis. El otro día Hatano lo comparó con los yakuza cuando dirigía a sus amigos, ahora que lo recordaba… quizá debería pensar la posibilidad de volverse uno, para desaparecer a un par de miembros del consejo estudiantil, o a todo el Toujo Fan Club si la opción se daba.
No podía, porque era moralmente incorrecto, y también un crimen (su mamá se pondría triste si iba a la cárcel), así que se contentaba con permitir a la idea dar vueltas en su cabeza.
Resentimiento aparte, asintió. —¿Qué le dijeron?
—Tonterías, eso da bastante igual. Lo que importa es que estuvieron esparciendo la historia de un breve encuentro con Minamoto en uno de los pasillos. El acercamiento fue real, al menos según los tres y algunos testigos visuales, pero detalles alterados aparte, lo más seguro es que esto fue con motivo de dejarlo mal… y de paso a ti también, considerando que es tu hermano.
—No he escuchado nada al respecto. — Murmuró Ayato, tratando de recolectar memorias. ¿Alguien le había mirado mal hoy? No, imposible. Él era el equivalente a una mosca en la pared.
—Yo tampoco, y tiene sentido, esto murió muy rápido, ya que el accidente del techo se volvió más interesante.
—Oh. — Habían matado dos pájaros de un tiro por puro accidente. —Bueno, eso fue por nada, entonces.
—Casi. Hay alguien que sí los tomó en serio.
—¿Eh? ¿Quién?
—Bueno…
──────────
Hatano se encontraba en el final del día escolar, llevando una bolsa al basurero detrás de la escuela.
El día anterior, Yamazaki le indicó que cerrarían dos o tres días para realizar algunos cambios en el café felino, y estaba pensativo. Tendrían nuevos gatos muy pronto, ya que varios habían sido ubicados en hogares permanentes con éxito. ¿No sería una buena oportunidad para invitar a su crush con él, como dijeron todos? El hermano de Ayato amaba jugar con gatos; quizás podría decirle cuando lo viera.
Una cita, la primera cita…
Una figura vagamente conocida le interrumpió el paso, su fantasía del rostro ajeno perdida en el aire.
—Hatano.
—...Eres el chico de esa vez.
El mencionado bufó, antes de regresar a su sonrisa engreída.
—¿Sabes lo que he escuchado de esa persona? No me lo creerías, ah, tienes que saberlo.
—No me interesa.
—Eh- ¿Incluso si te digo que un miembro del consejo estudiantil le encontró tonteando con otro chico en horas de clase? Tsk. —Su sonrisa se ensanchó. —Hatano, eres demasiado inocente. Es lindo, pero será tu perdición.
—Estoy ocupado, ¿puedes quitarte?
—Hey, ¿me estás escuchando? Ya te dije, mientras tú esperas por él, ese chico está-
Ryuuji, lejos de responder, simplemente le rodeó, ignorando sus palabras. Quería acercarse al hermano mayor de Ayato por sus propios medios, no por habladurías ajenas, así que lo que sea que hubiera escuchado, se lo podía guardar para él.
—¡Oye! Te estoy hablando.
—Adiós. — Respondió, apresurando el paso. Solo quería tirar la condenada basura; tenía que buscarle. ¿Qué tal si Minamoto le encontraba antes? Estaban en el mismo salón, aunque Ayato y los demás se estaban volviendo el equivalente a los yakuza del colegio, no podía confiar en que lo hagan todo por él.
Decidió empezar por la pista de atletismo; a veces los gatos de la calle se colaban por ahí, y no era raro ver al chico rondando. Era ahora o nunca.
(—...¿Y por qué diablos te gusta tanto? — Dijo el otro, en murmuro para sí mismo. —Cuando rompa tu corazón, vendrás a mí… te darás cuenta… de una forma u otra.)
──────────
Era un poco aburrido limpiar sin nadie con quién hablar. Sí, no se llevaba mal con los otros chicos de su salón, mas era difícil no extrañar la seguridad de su grupo regular. Todos ya estaban emparejados, y se había hecho bastante familiar con sus tramas, lo cual hacía entretenido burlarse mentalmente de sus tonterías.
Suspiró. El mundo del BL era solitario, eso ya lo sabía, en especial cuando tus amigos estaban enamorados de ti o trataban de buscarte pareja, pero ahora que no tenía ni siquiera la posibilidad de ser el extra… Mierda, ¿así se sentía cada protagonista? Era una existencia miserable. Con razón caían a las garras del primer hombre medianamente atractivo o con la cara definida que les dé la hora del día.
Tan agrio como era el pensamiento, consideró que era un motivo más para-
—Hey.
-aceptar su destino.
—¡Ah-! Minamoto. — Respondió, sonriendo algo nervioso. Podía sentir el sudor bajándole por la espalda. Ew. —¿Eh… te sientes mejor? Estabas algo decaído hoy.
Esto era difícil. Tenían que hablar al respecto, pero… pero no sabía qué decir. Nunca había recibido una confesión antes; mucho menos dos. Se sentía a punto de ponerse a tartamudear como una chica, lo cual probablemente lo avergonzaría al punto de considerar lanzarse a las vías del tren. Solo considerarlo, tenía un gato al que cuidar.
—...Deja de sobrepensar. — Se le veía igual de cansado que él. —Yo soy quien debería preguntarte si te sientes mejor. Me preocupaste ayer.
—Estoy bien. — BL o no, era natural que se preocupara; eran amigos. Sin embargo admitía que de todas formas era agradable saber que lo hacía. —No parecía que quisieras hablar hoy, así que…
—Estaba pensando un par de cosas. — Podía jurar que veía un sonrojo, lo cual era una locura porque nunca había visto a Minamoto enrojecerse por algo que no fuera cólera, humillación o una partida de Twister. —¿Saldrías conmigo?
—¿Una cita?
—Sí.
A pesar de todo, de la confesión, de la conversación con Mayama, las palabras todavía le tomaron desprevenido.
Había una vocecita, en el fondo de su cabeza, murmurando todavía “ no, no, no, no, no ”, y su estómago se anudaba, y su garganta se secaba, y el mundo le daba vueltas, y su mente estaba en frenesí tratando de buscar una ruta de escape, y el vértigo estaba a punto de hacerlo vomitar, pero…
—¿A dónde quieres ir?
…se sentía cansado.
Incluso Minamoto parecía sorprendido. Normalmente se habría reído de su cara pero, en aquel momento, eso podría interpretarse de manera incorrecta. Decidió entonces observarlo un instante; sus ojos oscuros, adornados por pestañas largas, estaban abiertos en su totalidad, y sus labios quedaron entreabiertos, como si las palabras atoradas pelearan por salir. Realmente era todo un ejemplo de ikemen, este amigo suyo.
—...¿Minamoto? — Llamó luego de casi un minuto de silencio, comenzando a sentirse nervioso nuevamente.
—Eh- ¿El cine está bien?
¿Hay siquiera algo bueno en cartelera? No recordaba ningún tráiler interesante.
—...Ahora que lo pienso, no hay nada muy bueno en cartelera, ¿no? — El otro se respondió solo. —Podemos solo salir al centro comercial y ya, veremos qué hacemos ahí. Como toda la vida.
Eso sonaba bien. “ Como toda la vida” .
—Sí, mejor.
Minamoto lucía contento, era raro verlo así. —¿Viernes? Luego de clase.
Volvió a su cabeza. “Como toda la vida” . —Claro.
──────────
Mientras salía, perdido en sus pensamientos, por los recientes eventos –-acababa de aceptar uno, en lugar de pegar la carrera lejos de ahí. Su mundo estaba cambiando—, deambuló hasta el pequeño claro con plantas, cerca del campo de atletismo. A veces los gatos llegaban ahí para dormir, así que no era extraño que diera un vistazo, buscando mininos para acariciar.
En lugar de un adorable gatito, se encontró a Hatano.
—¡Ah! Viniste… digo, hola.
—Hola. — Saludó. Debió suponerlo. —¿Qué haces aquí, uhm, limpiando?
—No, ya acabé. — Su cara estaba sonrojadísima, pero no sonaba nervioso a morir como en otras ocasiones. —Quería preguntarte si quisieras salir, un día de estos.
—¿Eh?
—Quiero conocerte… y… también quiero que tú me conozcas a mí.
La conversación con su hermano regresó a él una vez más, así como el momento con Mayama, a la hora del almuerzo. Minamoto ya lo había invitado, y aun así… ah, por supuesto, casi se olvida en qué desgraciada realidad existía. No bastaba con que uno de los rivales diera el primer paso; eso sería absurdamente simplista para los estándares dramáticos de los dioses retorcidos que manejaban su vida.
Maldito BL con sus enredos, tenía la gracia de un ladrillo atravesando la ventana.
—¿Qué quieres hacer?
Bueno, hora de limpiar los vidrios rotos.
Los ojos de Hatano se abrieron en sorpresa, brillantes. Lucía encantado. —¡Ah! Bueno, en el café hay nuevos gatos. La cocina estará cerrada, así que no podremos comer ahí, pero… podrías jugar con ellos sin que nadie moleste. Mi colega me dijo que sería bueno también para que se acostumbren a extraños.
Eso… sonaba bien. Sonaba divertido, de hecho, le encantaban los gatos y, claro que Hatano sabría eso, mas había algo entre doloroso y lindo en el hecho de que se estuviera esforzando tanto por acomodarlo.
Ya, qué diablos.
—Claro, suena cool.
Podía ver al muchacho casi temblar de la emoción. —¡Genial! ¿Mañana a la salida?
Asintió, sintiéndose extrañamente calmo. Minamoto le había citado para el fin de semana; ¿de verdad estaba bien hacer esto? ¿Salir con dos chicos? ¿En qué vida había creído que tal persona sería él? Luego gritaría en su almohada y se debatiría huir del país, pero en ese momento, en ese específico momento, en el que el peso de la preocupación se levantaba de sus hombros para dejarle a su suerte… hasta se sentía ligero.
Alea iacta est; los dados han sido lanzados, el cliché ha sido complacido, es su turno de decidir.
Notes:
¡Hola! He peleado por mi vida con este capítulo... Estos días me la pasé editando (claro) y buscando en los rincones más profundos de Naver y Lofter por el material no escaneado en inglés. ¡Encontré los extras del libro del spin off de Ayato! Hatano es bueno con la pelota de fútbol, ¿quién lo diría? ¡Casi acierto! Igual en mi headcanon quedará relacionado al béisbol, hasta que Konkichi nos diga lo contrario, jajaja. Pero bueno... ahora... ¡Me toca pelear con los capítulos más difíciles de todos! ¡Las citas! Dx Deséenme suerte.
Ojalá les guste. ¡Gracias por leer! Los errores serán corregidos algún día.
Chapter 11: ¿Cómo te llamo?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El día no pasó tortuosamente lento, no. Al revés; llegó al salón, se sentó, parpadeó y, de repente, el día escolar estaba por terminar.
—¿Vienes con nosotros? — Minamoto le preguntó, cejas alzadas. Parecía algo consternado, quizá porque había estado con la mirada perdida al frente mismo paciente del servicio psiquiátrico durante la mayor parte de la jornada.
—Ah, no, voy a estar ocupado. — Sonrió, tomando sus cosas para salir de ahí. Las manos no le temblaban de puro milagro. —Nos vemos mañana.
Andaba tan ansioso y cansado que ni siquiera podía concentrarse en algo que no fuera evitar que sus piernas se derrumbaran. La noche anterior se había quedado hasta tarde buscando información sobre cuál de sus órganos valía lo suficiente como para pagar un vuelo al extranjero, hasta que llegó a la conclusión de que era un plan estúpido y tenía que dormir. Quizá por ello no sintió las horas pasar; era un milagro que no se enfermara de nuevo de puros nervios.
Cuatro pasillos, tres escaleras y un patio después, encontró a Hatano, esperando detrás de una columna. Lo vio casi de casualidad; si no, hubiera continuado caminando hasta la puerta. Tenía una expresión seria, sus ojos fijos en el suelo.
—Hola.
El chico saltó, rostro cambiando a su usual sonrojo. —¡No te escuché llegar!
—Lo siento. — Le dedicó una sonrisa pequeña, cortés. Ayato le solía hacer lo mismo a él, ahora que lo pensaba. ¿Capaz los dos deberían considerar ser ninjas? —¿Esperaste mucho?
—No, no… Me estaba ocultando de una chica, igual…
—Mhm, ¿eres muy popular, no?
—Es cansado… solo me gustas tú. — Wow, eso hubiera sonado cool si no fuera porque la cara de Hatano compartía color con los tomates. —Si alguien te llega a molestar por mi culpa, tienes que decírmelo.
—¿Oh? ¿Piensas defenderme?
El rostro del otro cambió, incluso el color cayó de sus mejillas. Lucía como aquella tarde con Minamoto; serio, con una sombra escalofriante adornando su expresión indiferente. —Los mandaría a la mierda sin dudar.
—Tampoco necesito que exageres. — Le bajó una gota de sudor hasta la quijada. ¿Era Hatano candidato para una ruta yandere? Dios lo salve. —¿Vamos?
—Sí. — La luz volvió a sus ojos; ahora era idéntico a un cachorro. El BL sí que les hacía cosas aterradoras a las personas. —¿Caminarás a mi lado?
—¿Mhm? Sí, claro.
──────────
El camino hacia el café no era absurdamente largo, pero era lo suficiente para conversar. Podía ver el conflicto en la cara del menor; con seguridad estaba debatiéndose sobre qué decir o no y, como buen cobarde, decidió dejarle a Hatano dar el primer paso. Su propia garganta se sentía seca, y sus manos temblaban aún seguras dentro de los bolsillos de su abrigo.
—¿Qué es lo que te gusta? — Finalmente empezó el muchacho.
Lo pensó un momento. —Ya sabes que me gustan los gatos, así que… bueno, me gusta ver películas, comer, el alcohol, el té con leche…
Hatano le miró sorprendido. —¿Cómo has bebido alcohol?
—Mi padre compra varias latas, así que tomo una o dos cuando no me ven. — Se encogió de hombros. —Nadie se da cuenta.
—Oh… wow, eres más rebelde de lo que pensé.
Se quiso reír; había poco o ningún peligro en robar un poco de cerveza de la refrigeradora para tomarla en la privacidad de su cuarto. —¿Tú no haces nada mínimamente rebelde, Hatano?
—¿Eh? Pues… ¿No? Quizá no volver a casa a la hora correspondiente… pero a mis padres no les importa mucho.
—¿Y qué haces para divertirte?
Hatano bajó su voz hasta un murmullo. —...satsu.
—Uhm… ¿Cómo?
— Tokusatsu1.
El joven de cabello violeta se mordió el labio para no reírse. Sería inapropiado. —¿Tipo… Super Sentai?
La cara del otro había llegado a unos niveles de rubor inimaginables. ¿Y si se desmayaba por toda la sangre circulando en su cabeza? Podría ser peligroso. —A veces, me gusta más Kamen Rider…
—¿Cuántas sagas has visto?
—Uhm… de Super Sentai un par, de Kamen Rider casi todas.
Ahora sí no pudo evitar que se le escapara la sonrisa. —¿No es eso demasiado lindo? No va con tu persona.
—¿Uh-? ¿A qué te refieres? — Parecía en pánico. Quizás esa respuesta no le gustó. Si continuaba, ¿podría hacer que lo odie? Tal vez la forma de romper su fijación era molestarlo hasta que explote y lo deje en paz.
—Hm… Series para niños no parece algo que le gustaría a alguien como el misterioso rompecorazones Hatano Ryuuji~ — La cara del chico estaba poniéndose de un rojo nunca antes visto. Carmín. —Pero como te gusta, es lindo. Porque es inesperado.
—¿Eh? No soy lindo… — Un tono más rosado, indudablemente tierno. Coral. —Quiero que pienses que soy cool…
—Mhm, ¿pero qué tal si no quiero verte como todos te ven? Digo, eres cool a diario, ¿no, Hatano? ¿Qué tal si no lo eres conmigo?
—Llámame por mi nombre. — Amaranto, a tan solo unos tonos de tornarse carmesí. —Tú… dime que no actúas así con todos.
Alzó las cejas. —¿Cómo ‘así’?
—Así. — Hizo un par de gestos con las manos.
—Me acabas de señalar entero.
—Lindo… ¿Es algo que dices seguido sobre otros? Por favor, no lo hagas. — Finalmente pregunta Hatano, escarlata. —Quiero que solo me digas cumplidos a mí. ¿Es infantil? Me da igual si lo es. Soy egoísta cuando se trata de ti.
El viento sopla, moviendo su cabello de forma inhumanamente grácil, dándole un aire de importancia a las palabras que murmuran sus labios finos. Los protagonistas de BL eran los niños favoritos del mundo, después de todo. Los efectos visuales estaban reservados para ellos.
—Bueno, Ryuuji. Eres demasiado cool , casi matas a Minamoto con tu mirada hace unos días, no creo poder llamarte “lindo” todo el tiempo. Veremos qué sucede.
El café está frente suyo. Ambos se detienen y el muchacho del lunar le sonríe con un aire sardónico mientras Hatano busca la llave dentro de su maleta, parece a punto de enloquecer. En su rostro definitivamente hay un tono cereza.
El mayor considera la posibilidad de haber descubierto un nuevo hobby.
──────────
Los gatos son tímidos al inicio, pero poco a poco se van acercando más al adolescente mayor, quien pronto se encuentra sentado con uno sobre sus piernas, mientras que otro le cabecea por atención al mismo tiempo. Es una imagen que Hatano graba en su mente con fuego: su rostro sereno, ojos mirando a los felinos con ternura, acariciando sus cabecitas tan gentilmente que se preguntaba si ellos también podrían enamorarse de él.
Realmente era un egoísta. Era la primera cita y ya le tenía celos hasta a los gatos.
—¿Cómo conseguiste que te dejen hacer esto?
Uno de sus celulares reproducía música; la voz de Ryutaro Arimura2 llenando los espacios en blanco entre maullidos y su conversación. El lugar estaba vacío; sus compañeras universitarias habían atendido a los animales en la mañana, ya que él justamente se ofreció a hacerlo en la tarde para poder llevar al joven de cabello violeta consigo.
—Eh… no fue difícil, pregunté y ya.
—Realmente no tienes miedo de nada, ¿no, Ryuuji?~
¡Su nombre! Flechazo directo al corazón. Que lo repita una y otra vez, nunca se cansaría de oírlo. —Solo de perderte.
El otro sonríe. —¿Y qué tan lejos llegarías? ¿Qué tal si te digo que he matado a alguien?
—No te creería. Nunca harías algo así… pero si así fuera, seguro tenías un buen motivo.
—Imagina que soy un asesino serial; sin motivo, solo porque quise.
Hatano le miraba desde lejos, en silencio, grabando cada gesto en su mente, y aun así nunca había visto de primera mano esa actitud juguetona que lo dejó casi descompuesto en el primer ataque. Lo avergonzaba, pero también le gustaba –quizá era un masoquista–. Era tan solo un breve vistazo a todo lo que todavía desconocía del mayor y que tanto anhelaba descubrir; quería, no, necesitaba más.
—Me haría policía para ayudarte a ocultar tus crímenes.
—Te sorprendiste cuando te dije que a veces tomo la cerveza de mi papá, ¿y estás dispuesto a tapar mis asesinatos?
—Sí, si es por ti.
—¿Y si voy a la cárcel? ¿Irías a la cárcel conmigo?
—Te seguiría hasta el fin del mundo.
Las palabras salían fácil. Estaba con él, disfrutando de un momento ininterrumpido, privado, casi sagrado. Era imposible que no se sintiera feliz en esta conversación tonta, repasando todo lo que se había propuesto por ocho años. Fuera de Tokio, de Japón, de Asia, del mundo, seguiría a este hombre hasta el más allá si así se lo pidiera.
—Cuánta decisión.
—¿Y eso es…?
—Ah, es lindo. O tal vez es cool. ¿Cuál quieres ser?
—Uhm… cool.
—Entonces es lindo.
Hatano puede sentir la comisura de su labio curvándose. No sonreía muy seguido, pero el intercambio era tan ilógico que no podía evitarlo.
—Realmente me gustas. — Suspiró. Un gato, grande y de pelaje abundante, ligeramente violáceo, se subió a sus piernas, dando un maullido rasposo. Le rascó la barbilla, causando que se estire, ronroneando suave. —Muchísimo.
El mayor bajó la mirada hacia el minino que seguía en su regazo, dedos delgados acariciando entre sus orejas. —Eres… interesante, Ryuuji.
Había rosado bajo sus ojos, en la extensión de sus pómulos, leve, tan leve, casi invisible.
(Lo grabó en su memoria: Pantone 705 C, código HEX #FADADD, RGB 250, 218, 221, CMYK 0%, 13%, 12%, 0%.)
Paso a paso, su sueño se hacía realidad.
──────────
El tiempo pasó tan rápido que el joven de cabello violeta sintió vértigo al mirar su celular solo para confirmar que ya eran casi las siete. Sentía que llegaron hacía una nada, pero resultó tan entretenido con el otro que la noche se abrió paso sin que ninguno lo notara.
—No me di cuenta de que ya eran casi las siete… — Murmuró Hatano, mirando el reloj de la pared a su vez. —Pronto tengo que cerrar, todavía seguimos en ambientación y demás...
—No te preocupes. — Sonrió fácil. —Me divertí, de todas formas.
—¿De verdad? Entonces… ¿Crees que podríamos… salir de nuevo?
Unos segundos pasaron. —Déjame pensarlo, ¿sí?
—Okay. — Hatano asintió y, si bien el nerviosismo había sido dejado atrás, podía ver que no estaba del todo tranquilo. —¿Está bien si te pregunto por Minamoto?
El mayor le dedicó también un instante para considerarlo, mientras tomaba sus cosas. Luego respondió. —¿Qué quieres saber?
—¿Te gusta?
—...No lo sé.
Para su sorpresa, el otro aceptó la respuesta, inclinando la cabeza nuevamente. —Está bien, porque no es un sí. Y si tengo chance, eso es lo que me importa.
¿Qué clase de lógica tenía? Ah, pero qué más daba, al final. Se dio el lujo de reír ante el absurdo; ah, BL. Dulce sinsentido, dulce disparate, dulce BL.
Fueron unos segundos de silencio, hasta que volteó su cabeza hacia él, mirándole con cierta sorna. Pudo ver cómo su corazón pegó un salto. —Ese día te veías muy molesto.
—No me gusta la gente entrometida. —Tomó un par de cucharadas de comida húmeda, para que los gatos se concentraran en comer mientras ellos salían, presumía. El chico desvió su mirada al piso, extrañamente tímido para alguien que casi mata con la mirada a otra persona. —Menos si se trata de ti, eso es todo.
—Mhm, bastante cool de ti, ¿no? — El mayor respondió mientras le esperaba, entretenido por la forma en que estrellas se formaban en sus ojos. Los lirios estaban de vuelta; quizá no sería tan malo verlos regularmente. Se preguntaba qué pasaría si los deshojaba. —De verdad eres interesante, Ryuuji-kun.
──────────
Había un par de personas más en la estación, esperando el tren. El ambiente era tranquilo; la mayoría parecían ser trabajadores acabando su jornada laboral. Suponía que algo así se debía sentir la adultez: salir temprano, regresar tarde.
Se preguntó cómo se sentiría regresar a casa y que lo espere esa persona, quizá…
Su celular sonó. Era su hermano mayor.
—¿Ryuuji? — Habló. — Es tarde. Te he guardado comida en la refrigeradora.
—Gracias. Llego en treinta minutos, más o menos.
—Ah, estás en camino. ¿Qué estabas haciendo?
—Trabajar. — No era mentira, pero poco después se decidió, y añadió: —Y tener una cita.
El tono de su hermano cambió; sonaba divertido. —¡Oh! ¿Es el chico con el que te caíste a la fuente?
—Sí.
—¿Y qué tal te fue?
—Ah… bien. Sí, bien. Lo dejé en su casa.
—Bien hecho. — Tan extraño como sonara, podía escucharlo sonreír. —Ten cuidado cuando vengas, ¿de acuerdo?
—Okay. Nos vemos.
Llamada finalizada y conversación de la semana sostenida. No volverían a hablar hasta dentro de un rato, lo cual a su parecer era suficiente. Le gustaba que su hermano no necesitara de mucho para entender las cosas, o más específicamente, para entenderlo a él.
—Hey, Hatano.
Se giró, confundido de quién le podría estar hablando. ¿Era un compañero de clases? Al menos eso creía; su cara se le hacía vagamente conocida. Le miró un momento, en el que observó su sonrisa caer hasta desaparecer por completo.
—...Te hablé hace poco, ¿recuerdas? Me gustas.
Se encogió de hombros. —Mucha gente me dice eso.
—...Nos encontramos en la parte de atrás del colegio, donde seguiste en negación sobre el tipo de persona que es tu pequeño crush.
El tren llegó durante el espacio de silencio, donde el otro adolescente suspiró. Tenía el cabello claro, con puntas negras, y un cuello alto bajo su camisa escolar. Recordaba haberse fastidiado por algo así, si bien su mente no guardaba imagen de quién había sido. ¿Para qué guardar algo así de irrelevante, de todas formas?
—Entonces no me interesa hablar contigo.
Lamentablemente, lo siguió hasta el vagón. No tenía interés en lidiar con él todo el camino, pero tampoco quería esperar más.
—¿No te rindes con él, a pesar de todo? — De su bolsillo sacó su celular, donde había un chat en el que podía ver una foto del joven de cabello violeta. —El hermano de Ayato no es la persona que tú crees, ¿no te das cuenta de que está haciendo trampa? Minamoto y él-
—Me da igual. — Ni siquiera se molestó en mirarlo. —No es tu asunto.
—Escúchame; ¿no te importa si tiene un amorío con otra persona? He hablado con los chicos del consejo estudiantil, y me contaron todo el chisme. ¿Sabes que Mayama también está metido en esto, no? Tiene apuntes por todos sus cuadernos al respecto. ¿Sabes que saldrán pronto también?
—Sé que ahora él no tiene una respuesta clara, pero no me importa, porque le he preguntado directamente, y sé que ha sido sincero conmigo. Es suficiente.
—...Tsk, ¿cómo que no te importa? No me haces ningún sentido, Hatano.
Hatano sacó su propio celular para avisarle a sus compañeros que había completado todo. —Lástima.
—Tú y él no combinan, ¿lo entiendes? Están en categorías completamente diferentes, ¿por qué sigues buscando a un mero extra? ¿Por una memoria sin valor real?
Por fin, se dignó a levantar sus ojos. —Deja de hablar así de él.
El otro chico volvió a chasquear la lengua, no obstante, retrocedió. Coincidentemente, las puertas del tren se abrieron, y el muchacho descendió, su mirada nunca apartándose de la propia. Una vez detrás de la línea de seguridad, el chico le sonrió, mientras las puertas del metro se cerraban.
¿Era siquiera esa su estación o solo se bajó para tratar de ser dramático? Bueno, no era su problema.
──────────
Ayato, fiel a su tradición ninja, apareció frente a él en el momento que levantó la mirada luego de quitarse los zapatos.
—¿Dónde fuiste?
—Tengo derecho a guardar silencio.
—Eso no aplica a Japón. — Control remoto en mano, lo señaló acusadoramente. —Tienes cabello de gato en la ropa, lo cual es normal, pero también dejaste solos a tus amigos no intoxicados. ¿A dónde te fuiste?
Entrecerró los ojos. —¿Qué te importa?
—Le diré a mamá que tú desapareces las latas de cerveza de la refrigeradora.
—No te atreverías.
Ayato, como todo hermano menor insoportable, hizo el ademán de tomar aire para comenzar a gritar a los cuatro vientos. El joven de cabello violeta, naturalmente, reaccionó tapándole la boca mientras lo sujetaba con una llave improvisada.
—Te digo, pero cállate para siempre.
Lo soltó cuando escuchó un sonido de afirmación. Una vez que su hermano había recuperado el aliento, lo arrastró hacia su cuarto, donde se aseguró de cerrar la puerta con pestillo.
El menor no perdió tiempo. —¿Fue con Hatano, no? Estaba mirando por la ventana. Ese era Hatano, no puedes negarlo, si lo haces, te voy a morder.
Cada día resultaba más difícil no ahorcar a su hermano mientras dormía. —Si ya lo sabes, ¿para qué preguntas?
—¡Porque no me cuentas nada, idiota! ¿Qué pasó? ¿Se besaron? O- No me digas que lo arrastraste a acariciar gatos y llamaste a eso una cita. — Ayato le miró con su fastidiosa cara de póker. En realidad, tenían la misma expresión. Los genes de personaje extra eran fuertes en la familia; solo que cuando su menor lo hacía era molesto. —Por ese tipo de cosas no eres popular.
—Para tu información, él me invitó a acariciar gatos, mocoso del averno. — Gruñó.
—Eeeeh… ¿Y no pasó nada más? Qué aburrido eres.
Era su turno para poner la cara sosa. —¿Y tú? ¿Has hecho algo con Toujo?
Ayato le lanzó una almohada, todo su rostro contorsionándose en furia.
—¡¿CÁLLATE?!
El mayor la atrapó en el aire para tirársela de vuelta. Podía sentir las venas de su frente hincharse.
—NO ES DIVERTIDO AHORA, ¡¿NO?!
Notes:
1. Tokusatsu; básicamente la palabra para "efectos especiales" y hace referencia a producciones que utilizan bastante de esto para su realización; piensen en algo del estilo 'Power Rangers' (que está basado justo en la franquicia de Super Sentai). Toei es muy conocida por hacer este tipo de producciones y tener varias de las sagas más populares, y en un extra Hatano sale viendo una producción de Toei (Click aquí). [Como curiosidad: tanto el actor de Hatano como el de MC han sido parte de series Tokusatsu; el actor de Hatano fue un antagonista en Kikai Sentai Zenkaiger y el de MC es Kiryu Sento; protagonista de Kamen Rider Build. Por eso me gusta pensar que a Hatano le gustaría bastante Kamen Rider, jeje XD]
2. Ryutaro Arimura; es el cantante de la banda Plastic Tree. ¿Por qué Plastic Tree? Bueno... me gustan y ya, jaja.
Espero que les guste, en un instante publico el 12. Como dije, estos dos van de la mano, y quiero que tengan la conclusión a cierta trama de una vez. Besos, y gracias por leer. Los errores serán corregidos algún día. :)
Chapter 12: ¿Por qué tú?
Notes:
Habrán visto que revisé todo el fic... de nuevo Dx estaba revisando pixiv por inspiración y me di cuenta que escriben su nombre con el hiragana para 'na', así que 95% seguro es Minamoto:) Será la última vez que haga esto, lo prometo, jeje.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
No le era extraño salir con Minamoto; el día anterior habían vuelto a casa juntos (el muchacho de ojos oscuros un poco más relajado ahora que lo tenía cerca, suponía) y era prácticamente una costumbre que se desvíen del camino para hacer otras cosas, si es que no habían planeado algo directamente. La única diferencia en aquel momento es que lo estaban llamando una “cita”.
—Mayama, no.
El pecoso hizo un puchero y los miró con ojos suplicantes. —¡Ni siquiera me van a notar! ¡Los seguiré a una distancia respetable!
Las tonterías del fudanshi al menos conseguían relajarlo un poco; después de todo, no podía ganarle la ansiedad si estaba demasiado fastidiado como para hacerlo.
—Ya te dije que no. Fuera.
—¿No tienes nada que hacer? ¿Oxigenarte el cabello, quizá? — El adolescente de cabello violeta preguntó sin malicia real. Con toda honestidad, se sentiría un poco más en confianza si el otro se sumara. —Ya vete de aquí, shoo, si nos compras comida, te contamos cómo fue.
—¿Acaso tú piensas con el estómago? ¿Tienes un cocodrilo ahí o algo? — Preguntó el pecoso, estupefacto.
El chico del lunar miró sin mucha reacción. —Soy un estudiante de secundaria, Mayama. O es el estómago o es el p…
—Suficiente, fuera. — Interrumpió Minamoto, luciendo algo sonrosado. —Ya es momento de irnos.
Asintió, y ambos se dedicaron a caminar, dejando a su tercer amigo atrás, dando vergonzosos gritos de “apoyo”. El aire no era muy distinto al de cualquier otro día, si es que ignoraban que lo estaban llamando una cita. Debería ser más fácil con Minamoto; él ya sabía todos los detalles patéticos de su vida, y viceversa. A menos que le saliera con que era medio alienígena, no había mucho para profundizar.
Aunque, ¿había Minamoto alguna vez salido con alguien? Supondría que un ikemen sabría cómo comportarse, pero no parecía ser el caso. Igual no era un tema apropiado para la primera cita, pero… ¿Realmente eso importaba cuando habían salido cientos de veces? Había leído tanto BL sobre amigos pasando a novios, que sentía que debía tener una mejor idea de cómo actuar y, sin embargo, seguía perdido.
—Hey. — Llamó su amigo de repente, una gotita de sudor rodando por su frente. —Eh… ¿Tienes planes para mañana?
—Trabajar. — Se encogió de hombros. —¿Por?
—Preguntaba para saber si no estarías ocupado.
—Tengo que hacerlo. Ya te lo dije; si les pido dinero a mis padres para cuidar del gato, nunca me dejarán en paz al respecto.
—...Cierto, sí me lo dijiste. — Apartó la mirada. Minamoto nunca había sido un buen conversador, incluso cuando tenían charlas más largas, a veces tenía la costumbre de contestarse solo. Personalmente, no lo molestaba, pero entendía por qué a otros les resultaba discordante que un chico atractivo y popular no fuera bueno hablando.
—¿Tú ya no trabajas? — Decidió preguntar.
—...Sí, todavía estoy en la tienda. — Murmuró, antes de señalar adelante, donde un gato descansaba sobre un muro. —Mira.
Distraído por la ternura felina –¡qué simples a veces son los hombres!– su mente se alejó de aquel torpe inicio, siendo todo reemplazado por los suaves maullidos que el animal emitía mientras lo acariciaba. Uno hablador, eh, qué ternura…
─────────
—Déjalo ir. — El joven de cabello violeta le miraba con una sonrisa casi burlesca. Era su intento número cinco de intentar sacar un llavero con un peluche de gato en una de esas estafas que se hacían llamar ‘juego’.—Te vas a quedar sin sueldo si sigues así.
Ninguno de los dos era particularmente bueno con las máquinas de garra, eso lo sabía, pero a sugerencia de Mayama, Minamoto había traído dinero extra con el propósito de ganar algo para el otro y lucir cool enfrente de él. Sin embargo, no solo estaba quedando como un idiota, sino que la atmósfera se encontraba lejos de ser romántica. Mejor que la ligera incomodidad del inicio, pero terminaron por caer en una naturalidad practicada, producto de ser amigos por un largo tiempo. El problema es que no era lo que quería; no era suficiente.
—No me va a ganar esta porquería. — Gruñó, insertando lo último que le quedaba de dinero.
—Lo que quieras. Te vas a hacer viejo ahí.
—Ya, solo es un intento más.
—Terco.
—’Decidido’ suena mejor, ¿no?
—Por eso no lo uso contigo. — En el reflejo del vidrio podía ver su expresión. Lucía entretenido. —Ya eres demasiado popular, Minamoto, ¿qué pasará si contribuyo a alimentar tu ego? Alguien tiene que mantenerte humilde.
El jodido llavero se le resbaló de nuevo. —La vida me mantiene lo suficiente humilde como para que tú lo hagas.
—Eres guapo, básicamente ya haces trampa.
Estaba consciente de que su apariencia afectaba cómo lo veían los demás. Incluso Mayama, quien amenazaba con arrancarle las pestañas todas las semanas, llegaba a pasar por alto alguna tontería producto de sus pobres habilidades sociales gracias a que lo decía con una cara lo suficientemente linda… pero esto nunca era el caso con el otro. La forma en la que lo decía era casi objetiva, igual que quien mira el cielo en un día despejado.
—No me mataría escucharte decir algo agradable. — Murmuró.
—¿Qué quieres que te diga? — Mierda, qué buen oído. —¿Qué bien te ves hoy, Kaname-kun?
Apretó la mano en el controlador. —Digo… no estaría mal.
—Podría sonrojarme y decirte “Kana-chan~” como lo hace Mayama.
Todavía faltaba para llegar a la apertura, pero su otra mano ya temblaba sobre el botón. Su garganta se estaba secando; sentía su mirada incisiva directamente sobre él. —Tampoco digas tonterías.
—Ka-na-me Mi-na-mo-to, ¿cómo quieres que te diga?
Su voz estaba suave, baja, mismo tono que cuando les hablaba a los gatos. Le daba escalofríos. ¿Dónde diablos había aprendido a comportarse así? Ojalá solo fuera imitación de todo el manga BL que él y Mayama consumían, porque no creía tolerar la idea de que hubiera “practicado” con otra persona.
—Oye, ya…
—Eeh~ Kana-chan~ No te molestes~.
El tono terminó por sacarlo de quicio. Presionó demasiado rápido el botón y el llavero se le escapó por sexta vez.
—Ok, me harté. — Espetó el más alto, finalmente dejando la máquina atrás. —Vámonos de acá antes de que encuentren tu cadáver.
—¿Y yo qué hice? Te molesto así todo el tiempo. — Preguntó el otro, sacando su celular un momento, para escribir lo que imaginaba era un mensaje de texto, luego volviéndolo a guardar, sonriendo como el hijo de puta que era. Increíble que, siendo así, se quejara de Ayato. Mejor un tsundere que un demonio. —Aunque si me vas a invitar a comer, no me quejo.
—Yo… ya no tengo dinero. — Admitió el psíquico, un poco sonrojado. Todo se le había ido en la estúpida máquina pro ludopatía del diablo. —Era todo lo que tenía.
—Te lo dije.
—Ya... — Resopló. —Podemos dar una vuelta por el borde del río o algo.
El joven del lunar se encogió de hombros. —Claro.
Estaban a punto de irse cuando una idea surgió en su cabeza.
Minamoto se acercó al otro brevemente, tomando su mano en la propia, causándole un respingo de sorpresa. Continuó caminando, tratando de ignorar no solo la rigidez de la mano contraria, sino también los suspiros decepcionados de las chicas que miraban en su dirección con ilusión, para encontrarle sosteniendo a alguien más.
─────────
El joven de cabello violeta pudo sentir los ojos oscuros de su amigo sobre él. El día había pasado sin eventualidades, nada malo, mas tampoco algo memorable. Lo más atrevido fue agarrarse las manos, lo cual ya hablaba de cuán emocionante fue la cita. Iban prácticamente a la deriva, arrastrados por el caudal del río.
Quizá mirar su celular en aquel momento no significaba la mejor decisión, pero en su defensa, su mamá le estaba hablando y no tenía poder para ignorar a su señora madre a menos que quisiera estar castigado hasta su segundo año de universidad.
—¿Con quién hablas? ¿Hatano?
—Eh… no.
Decir que se mensajeaba con Hatano bordeaba la exageración. El miércoles recibió un simple texto preguntándole si había llegado a casa, y luego de responder, no hubo contacto hasta la tarde del jueves, donde le llegó una foto de los gatos del café, que él contestó con una foto de Miiko de las cientos que tenía, la cual fue dejada en visto hasta el momento presente, cuando le preguntó si iba a estar en el trabajo mañana, mensaje que respondió hace casi cinco horas; sin que otro mensaje llegara después. Su mejor hipótesis era que el menor entraba en pánico y terminaba por no enviar nada. Esto, si bien era divertido, no podía exactamente llamarse una conversación.
—Es mi madre. ¿Por qué? ¿Estás celoso?
—¿Qué? No, ¿de qué diablos tendría que estar celoso? — Dijo Minamoto, con una expresión aterradora, rasgo evidente de que no lo estaba. —No estoy celoso.
—Wow, ni siquiera lo repetí. Eres tan obv…
Minamoto lo tomó de los hombros para girarlo dramáticamente, sus talones apenas manteniéndose al borde de la pequeña inclinación que luego daba paso al borde del río. —¿Crees que soy obvio? ¿Que lo sabes todo de mí? No me conoces tanto como crees.
—Minamoto-
El adolescente de ojos oscuros bajó la cabeza dramáticamente, la fuerza causando que comience a perder el equilibrio. —Sé que es raro, que a veces respondo a cosas que nadie ha dicho, que me enojo de la nada o que parece que “adivino” lo que piensas, pero… pero no es así. No es que lo adivine.
—¡Escúchame!
Lo sacudió un poco, sellando su destino. —¡Tú tan solo escúchame un instante! ¡Puedo leer mentes! ¡¿De acuer-
—¡NOS VAMOS A CAER, IDIOTA!
—¡Mierda!
Le soltó de inmediato, acto que terminó por destruir el mínimo balance restante entre los dos. La chance de retroceder se había perdido hace mucho. Terminaron por rodar toda la extensión del pasto, hasta abajo, donde se detuvieron solo gracias al borde de la vereda deteniendo su momentum.
─────────
La hora dorada cubría el mundo y residuos de pasto sus uniformes. Minamoto podía sentir su espalda doler, así como un ligero ardor en sus manos y rodillas. Su amigo, por su lado, tenía un poco de sangre en los labios y raspones visibles en su mejilla. Ambos permanecían en el piso, boca arriba, el silencio solo roto por el suave murmurllo del agua.
—Hey. ¿Estás bien?
—¿No puedes leerme la mente?
Suspiró. —¿Me crees?
“Bueno, no sería lo más raro que he visto en un mundo como este… pero asimismo uno no debe ser ingenuo”.
—No me has dado motivos para creerte.
—Piensa algo específico.
“Al menos esta vez no terminé empapado…”
—Trato de no pensar en lo de la fuente, no me hagas recordarlo.
El adolescente de cabello violeta lo miró con sospecha. No dijo nada, pero…
“Esto es… ya, al diablo. A ver. ¿Cómo se llama mi gato? ¿Cuántos años tiene mi hermano? ¿Sabes que salí con Hatano el miércoles?”
—Miiko. 17 años. Algo así, me lo sospechaba.
Pálido, con su rostro contorsionado en una sonrisa nerviosa, el otro asintió. —...Ok, te creo.
Hubo un instante de silencio entre ambos, en lo que permanecían cubiertos en tierra y plantas. El sol le daba directo en la cara al otro muchacho, luz de oro contrastando contra su cabello violeta en una imagen que sospechaba pronto no podría apreciar sin culpabilidad.
—Entonces… saliste con él.
“Mierda. Sí. Es lo que dije… o… pensé.”
—Quiero escucharte decirlo.
Hubo un quejido, y luego una respuesta. —Sí.
Inhaló y exhaló con dificultad. —¿Y? ¿Te gusta?
El silencio regresó. Podía ver sus pensamientos en tumulto, distintas respuestas peleándose por surgir, todas contradictorias. (“No, sí, no lo sé, déjame, estoy harto, quiero saber qué pasa, no te vayas, por favor, no te vayas.”)
—...No te odiaré si me dices la verdad. — Dijo, cortando el caótico tren de pensamiento que su amigo sufría. Minamoto se sentó, atreviéndose por fin a mirar directamente al otro, quien bajó su mirada de inmediato, solo para volver a verlo de una forma… casi suplicante. —Solo sé sincero, casi nunca lo eres.
—Sí. Creo que sí.
Quizá debió preguntarle a Mayama qué hacer en caso de un corazón roto, pero era tarde para eso, así que lo que le quedaba era respirar profundo y aguantar el dolor. Prometió no odiarlo. No lo haría. No podía.
—Bueno, mierda. — Murmuró, dejándose caer de nuevo en el pasto. —No sé qué decir.
“...Yo tampoco.”
—Eh, no sé, no creo que tengas que decir… algo. — Respondió. —Yo… rechazo a mucha gente, y no es como que me justifique. Igual duele, pero, uhm, lo que dije; no te voy a odiar.
“Aun con ese poder, sus habilidades sociales son nulas.”
—Eres un hijo de mil putas.
El adolescente del lunar se sonrió. —Wow, ahora tiene más sentido por qué a veces te respondes solo.
Minamoto volvió a mirar al cielo, un poco más relajado. Difícil seguir deprimido cuando este idiota lo sacaba de sus casillas. —Normalmente es tortura, o bueno, lo era. Indirectamente me ayudaste bastante con tus consejos para tolerar a Mayama… y… sí.
“¿Qué diablos con esta tendencia de que ayudo a alguien una vez y me sale el tiro por la culata? ¿No es ya muy cliché?”
—Supongo que es tu mejor cualidad.
El otro pegó un pequeño respingo. —No me acostumbro a que escuches todo lo que pienso.
—A veces no puedo evitarlo. ¿Sabes lo que es vivir al lado de Mayama de esta forma? Siempre que escucho lo que piensa salgo con nuevos traumas.
—Siento que no he hablado contigo en años. — Dijo de repente, tomándolo por sorpresa. —¿Escuchaste cuando pensaba que te extrañaba? Si lo hiciste, que sepas que te odio por no decírmelo, y si no lo hiciste, finge que nunca lo dije o te mataré mientras duermes.
—Pfft, sí, sí lo escuché… es lo que me dio esperanzas, de cierta forma. Y luego aceptaste venir conmigo…
—Mayama me dijo que debía intentarlo. No sabía qué hacer, no quiero decir que salí contigo por pena… creo que era más bien que, eh, me preocupaba que dejes de ser mi amigo. He leído tanta mierda donde un enamoramiento jode para siempre una amistad… Lo siento.
—Eso me hace sentir un poco mejor, al menos.
—¿En serio?
—Sí. Mientras no vayas y te olvides de nosotros… lo puedo aceptar.
—¿De ti? No creo. ¿De Mayama? Imposible, me perseguirá hasta en sueños.
Minamoto asintió lentamente, ahora observando las nubes, que se deslizaban con paciencia, en el cielo frente a ellos.
—Sabes… nadie me ha creído más que tú.
—¿Sobre lo de ser psíquico?
—Sí.
—Mhm, verás... — “Podrías estar ganando bastante dinero, en realidad, no sé qué haces acá sufriendo cuando serías excelente en una estafa tipo tarot.” —Supiste convencerme.
—Wow, eres un bastardo. — Contestó sardónicamente, levantándose después.
Extendió su mano al joven de cabello violeta, quien la tomó luego de unos segundos. La tensión entre ambos poco a poco iría disipándose, y esa noche él volvería a su casa para vivir un sueño intranquilo, pero en ese momento no lo sentía. Luego lloraría, tras las cortinas de su ventana, cuando la luna se oculte. Ahora… no era el momento.
─────────
Una vez se sacudieron, ahora con significativamente menos tierra y pasto encima, ambos regresaron al camino, donde una figura en uniforme escolar les esperaba. Era Mayama, quien se encontraba hipando. El rubio avanzó hasta ellos, sus lentes empapados por lágrimas que caían por su cara pecosa.
—Lo siento, chicos, escuché y… y también es culpa mía.
Lejos de conmoverse, Minamoto volvió a su expresión fastidiada. —Te dije que no nos siguieras, puto desgraciado.
Con el joven de cabello violeta no fue muy distinto. —¿Viniste hasta aquí? ¿Es en serio?
Mayama de inmediato dejó de llorar. —¡Encima que vengo con toda la intención de tener un momento sentimental con ustedes! Son unos malagradecidos de mierda, ya no me siento mal por fantasear sobre vuestra bella vida homosexual juntos. Voy a rasurar sus cejas cuando duerman en mi casa.
—...Espera, ¿escuchaste todo?
El pecoso sonrió odiosamente. —No tengo problema en que leas mi mente, Kana-chan. Te duele más a ti que a mí.
“Podrías estar haciendo mucho dinero ahora, pero bueno…”
—¿Ustedes comparten la misma puta neurona?
El pecoso se rió. —Ah, qué enojón~
—¿Vamos a ignorar el resto de lo que ha dicho?— Su otro amigo no perdió tiempo, sin embargo. —Oi. Mayama, entonces esto es 60% tu culpa. Cómpranos sushi.
—¿Tú solo piensas en comer?— Masumi miró a Minamoto. —¿Piensa en otra cosa alguna vez?
—Gatos. — Contestó, sonriéndole con fastidio fingido, como solía hacerlo cada día. No se sentía diferente a otras ocasiones, la única diferencia es que ahora, lo que normalmente le molestaba, le ofrecía un extraño consuelo. —Pero tiene razón; tus consejos no sirvieron, cómpranos sushi.
—Los odio. — Murmuró Mayama, incapaz de ocultar el alivio en su rostro. —Ya, la siguiente vez que vayan a mi casa les invitaré sushi, muertos de hambre.
La conversación siguió su curso el camino entero hasta la tienda más cercana; repleta de amenazas vagas e insultos, como suele darse entre amigos. Aunque todavía sentía un picor en los ojos, y la decepción no se había disuelto, al menos tenía una distracción. El sol bajó, el atardecer tomando el cielo para sí mismo, decolorando el celeste hasta un morado frío, que pronto daría paso al negro de la noche sin estrellas.
Mayama le llamó mientras su amigo en común pagaba lo pedido por su madre. Ambos quedaron atrás, frente a la máquina expendedora. El aire calaba los huesos, aunque el invierno lentamente abandonaba Tokio.
—Estoy bien, ¿sabes?.
—Ya no es tan sorprendente que sepas exactamente de lo que quería hablar. — El fudanshi dijo divertido. —Aun con eso… ¿Seguro?
—...Digo, me siento mal, pero… qué vergüenza andar despechado en público. Tengo todo el fin de semana para superarlo de cualquier forma…
—¿Por qué limitarte al finde? — Le dio palmaditas en la espalda. —Tienes toda la vida para superarlo; y a mí para atormentarte mientras lo haces.
Independientemente de la reacción inicial, Minamoto debía admitir que apreciaba tener a Mayama ahí en ese momento. —...Supongo que tienes razón.
—¿Cuándo no? B-bueno, excepto cuando no la tengo. Pensé que tendrías ventaja por ser su amigo… supongo que nos equivocamos. — Se rascó la nuca, luciendo avergonzado. “No sé decir esto… de ninguna otra forma, ugh.” —De verdad lamento haberte insistido tanto, digo, sé que bromeo sobre tomar inspiración de ustedes pero…
—Puedo leer mentes, Mayama. — Suspiró, cortando sus divagaciones. — Sé que no hiciste todo solo para tener BL, cálmate.
—Ah… Okay, me alegro. — El pecoso sonrió, un poco más tranquilo. —Igual, ya vendrá otra chance, Minamoto. El amor es tan caprichoso como el destino.
—¿Estás practicando el diálogo de tu siguiente historia conmigo? — Bromeó el mencionado, su mirada suavizándose un poco, con el asomo de una sonrisa por debajo.
—Niégame que es una frase excelente. — Mayama se carcajeó. —Cuando te sientas mejor necesito que me cuentes todo con lujo de detalles. El dolor crea excelentes historias; en especial con un talento tan particular como el tuyo.
—Listo, lo arruinaste.
—Kana-chan~ Tengo más candidatos para ti, ¡no te rindas, Kana-chan~! — Canturreó sin inmutarse.
El psíquico sabía lo que estaba haciendo, y lo apreciaba, a pesar de que lo sacara de quicio. Reír para no llorar, molestarse para no pensar… Nunca pensó que estaría tan agradecido por sus estupideces.
No tendría lo que quería, pero todavía tenía a sus amigos.
Notes:
¡FUE UN DESASTRE ESCRIBIR ESTO! Creo que lo he re-escrito 3 veces y lo he revisado quizá 20. Dx Mil disculpas a todos los que querían a nuestro bebé Kaname:D Pueden lanzarme tomatazos sin pena, me los merezco. [También mis disculpas al MC por primero tirarlo a una fuente y luego hacerlo rodar por el pasto (?)] ¡Pero bueno, nos faltan unos... ¿¡quizá unos 3 capítulos para acabar?! Solo esperemos que pueda cerrar todo apropiadamente, ji.
¡Gracias por leer, espero que disfruten la doble actualización! Besos, y ya saben... los errores serán corregidos algún día. <3
Chapter 13: ¿Qué es este sentimiento?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Los últimos días no se sentían reales.
Estaba tan acostumbrado a evitar el BL que, aunque se hubiera rendido, todavía tenía el hábito de monitorear sus alrededores en búsqueda de eventos. Como una presa que ha perdido de vista al depredador por demasiado tiempo; se halló constantemente planeando rutas de escape para casos que nunca se daban. Ya había aceptado su destino, a regañadientes, y a pesar de ello, el hábito era más fuerte que la razón.
Bueno, tendría que prepararse para lidiar con molestos eventos de celos o malentendidos, pero… la verdad Hatano era tan absurdamente directo y pragmático en su razonamiento que a veces dudaba que jamás fueran a darse. Un poco difícil manipularlo cuando su mentalidad era 2+2=4.
Wow, ya hasta pensaba en el futuro. Maldito BL, ¿qué le estaba haciendo?
—Puedes descansar un momento, si quieres, muchacho. — Su jefe lo sacó de sus pensamientos. —El día está lento.
Negó con la cabeza. —Estoy bien.
El timbre que indicaba la entrada de un cliente sonó en ese momento. Como invocado por magia negra, Hatano entró a la tienda, rostro suavemente sonrojado.
—Iré a mi oficina un momento. — Su jefe dijo de repente, haciendo un pequeño gesto en dirección a Hatano, que se dirigió a la sección de bebidas, fingiendo elegir una. —Seguro ya viene por acá.
Luego le guiño el ojo, lo cual hizo al adolescente mirarle igual que si acabara de crecerle una segunda cabeza.
Poco después el otro chico se acercó al mostrador, portando una simple lata de té con leche. Era entretenido que se esforzara por evitar que le griten, aunque el peligro haya sido inventado; y medianamente adorable el hecho de que no solo recordara lo que el mayor dijo que le gustaba, sino que la haya tomado tan en serio.
—Hola. — Bueno, podía ser más casual ya que su jefe parecía saber… algo. Ni idea de qué o en qué forma lo descubrió, pero a veces los extra resultaban muy observadores. Hablaba desde la experiencia. —¿No tienes trabajo hoy?
—Eh, no, ya no estoy trabajando en el café.
El corazón casi se le dispara por la boca. ¿Había sido por la cita? Eso no contaba como “ser su culpa” ¿no? No podía serlo, era una tontería considerar que lo fuera, y aún así las tripas se le hicieron nudos mientras su cara perdía color a velocidad récord.
—¡No fue por ti! — El chico dijo, sin duda viendo su expresión de espanto. —Renuncié. Me aceptaron en el club de béisbol… y ya no me daba tiempo a ambas cosas.
—¡Ah! Okay, menos mal. — Pudo sentir el alma regresándole al cuerpo. —No sabía que jugabas…
Hatano se rascó la mejilla, ese gestito adorable que le encantaba hacer a los protagonistas de BL. Era cierto que ahora él era uno también… pero no era un niño lindo, por lo que podía seguir burlándose mentalmente todo lo que quisiera. O al menos mientras no estuviera cerca a Minamoto.
—Me gusta, aunque no juego mucho… Ahora me lo quiero tomar más en serio.
Se preguntaba si tenía algo que ver con él. Decidió no preguntar, todavía no tenía buena tolerancia directa a la melosidad.
—Suena cool.
El rostro del chico se iluminó. —¿De verdad lo crees? Venía a invitarte a que me vengas a ver… Voy a entrar con el equipo en el siguiente juego, así que, podrías venir.
Suponía que buena parte de que lo integren tan rápido era no solo por habilidad, también por su popularidad. Las reglas del mundo BL nunca cesaban de sorprenderlo; imagina ser un pobre diablo que entrena todos los días solo para ser mandado a la banca por un ikemen que salió de la nada. Y, como si no fuera suficiente, no solo tiene mejor genética facial que tú, sino resulta que sin trabajar mucho te supera en habilidad. Esa era la realidad injusta de ese mundo.
Menos mal no era su problema. Si esto implicaba que su futuro estaría lleno de comida deliciosa y gatos bien cuidados, ah, una pena para esos extras. Que busquen algún chico guapo con cabello largo con buenas oportunidades de hacer fortuna y empiecen su propia trama BL.
Lo consideró, a pesar de que no le interesaba mucho el deporte, y ver a Hatano lucirse con un bate no cambiaría demasiado su percepción de él. Tenía que apoyar su sueño, por esos gatos y días de lujo en el futuro. —¿Cuándo es?
—La siguiente semana, en la mañana del sábado. Luego podríamos salir. — Su cara estaba roja, pero decidida. —¿Algo tipo… una segunda cita?
—Oh. ¿Tenías pensado algo?
Lirios surgieron detrás del rostro bonito de Hatano, enmarcado por su cabello estilizado. ¿De dónde salió el viento que movía grácilmente los mechones de su cabeza? Era una ridiculez, más debía admitir apreciar el valor estético de la escena. —Pensaba visitar el acuario.
Escenario de BL bastante típico. Sin embargo, sonaba divertido, así que el joven de cabello violeta asintió, mientras pasaba la bebida por la caja. Si no lo hacía de una vez, terminarían conversando hasta que otro cliente llegara, y eso sí podría suponer un regaño de parte de su jefe.
Decidió molestarle de nuevo, sin embargo, porque sus reacciones eran entretenidas. —¿No es demasiado lindo de tu parte de nuevo, Ryuuji?
—¿Eh? No… Tu sonrisa avergonzada es más linda.
¿Disculpa?
…¿Cuando comenzó a sonreír?
El mayor se quedó quieto, ojos fijos en el otro, muy abiertos, su sonrisa tornándose primero nerviosa, luego maniaca. Si antes su cara había quedado blanca a muerte del susto, ahora seguro de que le hacía competencia a Hatano en rojo. Podía sentir sus mejillas quemar, qué vergüenza, que alguien lo mate de una vez por favor.
—...No.
—Sí. — Hatano respondió de inmediato. Oh, sus labios se curvaron también. Segunda vez que lo veía sonriendo, qué curioso, quizá si se distraía en esto no sería obvio que su propia cara estaba sonrojada. ¡No, espera, maldita sea! ¡Si te la pasas pensando en cómo sonríe solo te verás estúpido! Piensa en álgebra o algo. —Sí lo es.
—Son 116 yenes. — Respondió robóticamente, en un último intento por recobrar alguna clase de dignidad. —¿Bolsa?
—No, gracias. — Ryuuji lucía entretenido, quería pegarle, pero la violencia física no era buena, y sería una pena dañar su cara. Tuvo que contentarse con maldecirlo en privado. ¿Así es como Ayato se sentía con Toujo? ¿No era demasiado poder para una persona?
El intercambio del dinero fue una situación aparte, no deseaba hablar al respecto... Su corazón lo traicionó por segunda vez; primero con el flujo sanguíneo a su rostro y luego con un pulso que en definitiva no necesitaba estar tan elevado. Más roce del estrictamente necesario estuvo envuelto, eso es seguro.
A pesar de lucir como un desequilibrado mental, Hatano seguía observándolo con adoración. —Te escribo por LINE, ¿de acuerdo?
—Eh… sí, está bien. Nos vemos.
El otro parecía encantado. —Sí; nos vemos.
—Que tengas un buen día. — Respondió nuevamente en modo robot, manteniendo su cara en modo atención al cliente, hasta que el ikemen desapareció de su vista, momento en el que se sujetó la cabeza entre sus manos, aguantando las ganas de gritar.
Estaba bien. Todo bien. Solo había sido un momento de debilidad.
—¡Ah! ¡Qué belleza! Amor joven. — Su jefe salió a terminar de patear su –ya muy pateado– orgullo. —Se nota que te pone nervioso.
¿Era karma? ¿Por qué en específico? No decía que no lo merecía; sino que quería saber exactamente qué había hecho que lo mereciera. ¿El bullying fraternal con Ayato? ¿Gorrearle comida a Mayama? ¿Tararear canciones pegajosas en su cabeza hasta el hartazgo ahora que sabe que Minamoto las escucha? ¿Esa vez hace diez años que se llevó un caramelo sin pagar por accidente?
—...¿Sí? — Preguntó, aunque no tenía ganas de que le recuerden qué tan estúpido se veía. No creía poder enfrentarse a un espejo en un par de días.
—Tengo muy buen ojo, claro que se nota. — Le dio un pequeño codazo que lo sacudió por completo. —Solo que no te distraiga del trabajo, ¿eh, muchacho?
—Sí, señor…
─────────
—¿Qué rayos haces?
Estaba examinando su cara para comprobar que la tonalidad adquirida durante la mañana no había sido rosácea, lupus o alguna enfermedad terminal, y de paso verificar que su apariencia seguía igual. Era común que los extras transformados en protagonistas de este mundo adquirieran más detalle luego del cambio de status, por algún motivo.
Las buenas noticias es que seguía luciendo como si alguien acabara de insultar a su madre.
Las malas noticias es que no tenía ninguna enfermedad, el sonrojo era producto de sus horribles sentimientos homosexuales.
Sí, en ese orden específico.
—Ver si tengo barba. — Mintió.
Ayato le miró con su típico desdén de hermano menor. —Nunca he visto a un hombre en esta familia que desarrolle pelo en otro lado que no sean las cejas, lamento informártelo.
Se encogió de hombros, dispuesto a encerrarse en su habitación para disociar mientras miraba el techo, pero el segundo hijo de su familia se mantuvo en la puerta, impidiéndole el paso, un rasgo tan molesto igual que característico en ejemplares de su especie.
—Dime la verdad.
—No tengo energía para ti. — Pausa. No quería ir al partido solo, y llevar a Minamoto sería simplemente cruel. Por otro lado, ir con Mayama sería suicidio social. Hora de negociar. —¿O qué? ¿Qué me ofreces?
—¿Eh? Eres un fastidio. ¿Qué quieres?
—Tienes que venir conmigo a un sitio.
La cara de Ayato era un remolino de cosas. No sabía si estaba a punto de gritarle, pegarle, llorar, vomitar o todas las anteriores.
—¿Dónde?
—Ah-ah, tienes que aceptar primero.
El menor entrecerró sus ojos y le miró con sospecha, antes de mover su cara al costado como el tsundere que era. —Bien. Lo que sea, iré contigo.
—Ok, quedamos así, entonces.
—Sí, ahora dime.
—...Uhm.
Ah, es verdad, tenía que hacer eso.
Tenía que decirle que Hatano lo invitó a una segunda cita.
—¡¿EH?! ¡¿POR QUÉ TE ESTÁS SONROJANDO?! ¡EW! ¡EW, EW, EW, EW!
El joven de cabello violeta retrocedió, re-ingresando al baño, para mirarse en el espejo con horror una vez más. Sus mejillas se habían teñido al rojo vivo de solo pensar en la escenita de shojo que se presentó mientras cumplía sus inocentes labores de cajero. Pavor en su pecho, ridículo pero vivo; no pudo sino abrir el caño y sumergir la cabeza entera, en un intento por controlar su propio cuerpo. Tal vez debió pensarlo mejor antes de llamar a su hermano un tsundere, puede que sea de familia.
—¡¿Qué diablos te pasa?! — Preguntó Ayato, una vez detuvo el agua. —Estás más idiota de lo normal.
Habló rápido, como un desquiciado. —Hatano me invitó a un partido de béisbol. Vas a venir conmigo porque sino no creo resistir sin tratar de matarme.
El menor le miró con sorpresa, y luego, para su sorpresa, sonrió. Una sonrisita jodida, llena de picardía y burla.
—Entonces ya es algo, ¿huh?
—Listo, ya lo sabes. —Le empujó fuera del camino, para ir camino a encerrarse en su cuarto y gritar contra la almohada, ser melodramático era la base de su vida. A este punto, todo lo que le quedaba. —Quítate del medio.
—¡Oye! ¡No me has respondido!
—Te diré el resto camino al partido, por ahora, come tierra o algo.
─────────
Por lo regular, cuando los amigos de su hermano mayor se querían reunir, era más común que terminen en casa del pecoso Mayama Masumi que en la suya. Principalmente porque venía de una familia pudiente, y no solo tenía mucho espacio para recibir invitados sino que bastante libertad.
Pudo escuchar que comerían sushi, lo que le dió algo de envidia, pero estaba bien porque no solo significaba que podía traer a sus propios amigos sin que hubieran muchas quejas, sino que eso también implicaba que tenían pase libre para hacer lo que quisieran. Era difícil hacer planes malignos súper secretos cuando Misato gritaba a los cuatro vientos cada cosa y su hermano se encontraba a tres metros de distancia en la habitación contigua.
Ayato abrió la puerta a un impecable Toujo, sosteniendo una pequeña caja que imaginaba tenía bocadillos para compartir. Era algo típico de él.
—¿Mhm? ¿Llegué primero? — Preguntó, cerrando la puerta detrás de él.
Ayato asintió, haciéndole una seña para que vaya con él hacia las escaleras. —Sí, mandé a Yanagi y a Misato a que traigan pizza. Hay que celebrar que-
El aliento de Toujo en su oreja lo detuvo.
—¿O es que querías estar solo conmigo?
Ayato pegó un respingo, toda su sangre corriendo para ubicarse en sus mejillas. Miró hacia atrás, encontrando la cara bonita de su novio cerca, muy cerca, sonriéndole con una malicia seductora.
—¡Cla- claro que no!
El rubio se rió y luego, en un acto de piedad, se acercó para besar gentilmente el puchero de sus labios. El adolescente del lunar se derritió; su cólera fue desapareciendo de a pocos, hasta diluirse por completo, como azúcar en agua. Lo enfermaba el poder que tenía sobre él, pero… ¿qué se suponía que hiciera? ¿Decirle que no? Uno debía estar un poco más que loco para negarse a Toujo Iori.
—¿De verdad?
—No sé. — Murmuró Ayato. (La verdad es que había sido con absoluta inocencia, era un cumplido que Toujo pensara que él podía maquinar algo tan astuto.) —Quizás.
El más alto soltó un pequeño “hum”, sus ojos subiendo hacia la pared de la sala, donde la pizarra conspiranoica había sido recientemente trasladada.
Varias fotos tachadas, cordones y apuntes conformaban el collage psicótico que habían realizado en conjunto durante los pasados casi dos meses. Una vez todos llegaran, tacharían las fotos y celebrarían que consiguieron sabotear con éxito a todos los demás pretendientes de su hermano. Aunque sonaba a disparate cuando lo decían en voz alta –y lo era, trataba de no hacerlo mucho–, de verdad era la operación más exitosa que jamás habían tenido en grupo. No podían ponerse de acuerdo ni para elegir turnos en el monopoly.
Toujo se movió para observar las fotos de cerca, en particular, la de Minamoto.
—Creo que es seguro decir que Minamoto-sempai ya no será un problema, pero no estoy tan seguro sobre…
—¿El chico de la clase contigua? — Preguntó Ayato, mirando su foto junto a la de los “fans” de su novio, que la rodeaban. Tenían garabatos de bigotes y cuernos de demonio, cortesía de Misato. —¿Crees que sea para tanto?
—No lo sé, es la incerteza lo que me preocupa.
—Bueno, iré acompañando a mi hermano, así que…
—Probablemente será en el campo contiguo a la pista de atletismo1, ¿no? Si algo pasa, avísame, estaré en la escuela.
—¿Eh? Estoy seguro que puedo manejarlo.
El rubio sonrió. —Déjame. Quiero lucir cool frente a ti, Ayato.
Se sonrojó de nuevo, y luego de una respuesta a regañadientes (similar a “tú siempre con lo mismo, ya eres demasiado cool, ¿sabes?”), la tarde continuó.
Misato y Yanagi trajeron la pizza y tacharon todas las fotos, pusieron stickers sobre algunas mientras que se decidieron a garabatear sobre otras. No faltaron recuentos de lo pasado y Ayato notó que, mientras daba su versión de lo sucedido en el río, con Utsumi y el chico de la clase contigua, los labios de Toujo se curvaron en una sonrisa. Hatano se acababa de guardar en el bolsillo la foto de su hermano, una de las pocas que no tenía más daños que un simple sticker de gato en la esquina.
En un momento su mirada se cruzó con la del rubio, y en un gesto de felicidad tan pequeño como significativo, se encogió de hombros. Toujo rió, y luego ambos regresaron su atención al Yanagi, que contaba con cierta preocupación su encuentro con Koga.
Era un poco tonto pero, lo hacía sentirse… bien saber que el chico ya se sentía cómodo con hacerse particícipe de sus sinsentidos.
El día acabó horas después, con las palabras de Toujo siendo tan solo una pequeña duda en el fondo de su mente.
Si él estaba ahí, iba a estar bien.
Notes:
1. Busqué planos de escuelas en Tokio y demás al respecto para guiarme, y por lo que puedo ver, no sería muy descabellado tener un espacio para béisbol al lado de un campo grande que sirva de multifunción (como un campo de atletismo que también sirve para fútbol, basketball, etc). Parece que en las escuelas de Japón, como en varios otros países, depende mucho de la ubicación de la escuela, cúando fue construida y su magnitud el si tienen ciertas cosas como espacios deportivos en plan, canchas divididas para cada deporte, piscinas o demás. ¡Me gusta que las cosas sean al menos un poco aterrizadas, disculpen! XD
¡Hola hola a todos! Es la 1 am en mi país pero me esfuerzo por traerles capítulo hoy!>:D Ya tengo escritos TODOS!!! hasta el final!! así que solo me queda editarlos. ¡el siguiente sale el próximo martes! y ahora sí puedo cumplir mi promesa jeje :)
¡Espero que lo disfruten! Gracias por leer, los errores serán corregidos algún día...
[Pst! If you had been translating into English, there's now a translation available!]
Chapter 14: ¿Me dejas ir?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Las cosas no fueron tan bien.
Pero eso era adelantarse a los hechos. Por el momento, el contexto es el siguiente: su hermano lo arrastró a un partido del club de béisbol para ver a su supuesto-no-oficial enamorado entrar con el equipo por primera vez. Aunque tenía entendido que era solo un partido amistoso con otra escuela, suponía que Hatano estaba intentando lucirse frente a él, lo cual en definitiva ya casi no activaba su instinto asesino.
—Oye, idiota, prometiste contarme.
—Eh… ¿Qué quieres que te diga? No hubo nada particularmente interesante para nadie. Salí con Hatano, acaricié gatos, me gustó, eso es todo.
—¿Y Minamoto? — Preguntó. —¿Desapareció o qué?
—Hmm… intenté verlo de esa forma, pero no funciona así. Ya hablamos al respecto, y estamos en buenos términos; Mayama ayuda a que no se sienta extraño.
—¡Eso es muy vago!
—Ah, qué hermano más molesto y poco lindo tengo. — Resopló, colocando sus manos en los bolsillos del pantalón. Ayato sabía que una buena parte del acto era solo para hacerlo molestar, y aun así no podía evitar enfurecerse. Tenía un mayor tan estúpido que por poco y se alegraba de que Hatano pareciera ciego a su nulo potencial de aporte a la sociedad; dudoso que otra persona se vaya a enamorar de él. —¿Qué otra cosa quieres saber?
—¿Cuándo hablaron?
—El viernes pasado.
—¿Dónde?
—Cerca del río.
—¿Qué hacían ahí? ¡Oh! ¡¿Tuvieron una cita?!
—Eeeh… ¿Qué? ¿Eres policía? ¿Es esto un interrogatorio?
—Oi. — La voz de Kawai los detuvo en seco; el muchacho apareció del pasillo por el cual se volteaba hacia las canchas deportivas. Y no estaba solo; con él estaban varios chicos, incluyendo a Hidetoshi y Kuraki, pero entre ellos se encontraba también el estudiante de la clase contigua, el de cabello claro con mechones negros, mirándolos con soberbia. Su sonrisa era tranquila, engreída, con la cabeza ligeramente inclinada, como si le doliera el cuello. —Responde.
Ayato miró a los costados, con la esperanza de encontrar a un profesor. Lo que menos quería era que les den una paliza; su experiencia anterior con Kawai le llevaba a conocer lo manipulador que podía ser, y ahora, sumado a su apariencia matona actual, que haya echado por el piso la máscara no podía significar nada bueno.
Estaba a punto de hablar, pero su hermano lo interrumpió.
—Ayato, corre. — El joven de cabello violeta casi murmuró, dando un par de pasos al frente.
—¿Huh?
Kawai habló de nuevo, a los gritos. —¡Hey! ¡¿Me estás ignorando?!
—Corre.
El menor obedeció, por fin, a pesar de que sabía que sus piernas no lo llevarían muy lejos. Peor aún, pasos lo siguieron, mas escuchó un estruendo detrás de él, y volteó un momento, para encontrar a un par de chicos tirados en el piso. Su hermano les había hecho tropezar, y ahora observaba a la multitud con aparente calma, sus manos todavía reservadas en los bolsillos.
Siguió la carrera, no muy larga, hasta que halló un lugar en el cual esconderse y marcar el número de Toujo. Sentía que el corazón se le salía por el pecho, mierda, correr no era lo suyo. No tenía aliento ni para hablar y… ¡Y era injusto! ¡¿Quién se creía su estúpido hermano intentando lucir genial en una situación como esta?!
Es aquí que se encuentra Ayato en esta historia; el muchacho se encontraba detrás de una escalera, desesperadamente tratando de reinsertar aire en sus pulmones, mientras se preguntaba qué rayos sucedería a tan solo unos pasillos. Pero estaría bien, porque estaban en la escuela, y no serían tan estúpidos de ocasionar un accidente donde todos podían verlos.
No le harían nada.
Sería una locura… ¿No?
─────────
El partido era amistoso, por lo que varios de los chicos no se lo tomaban muy en serio. El ambiente dentro de todo se sentía relajado, solo marcado por una sana competitividad, producto de que algunos mofaban al otro equipo sin pretender ofensa real. El adolescente de ojos morados no podía decir que era un absoluto apasionado del béisbol, pero le resultaba entretenido.
—¿Esperas a alguien, Hatano? ¿A tu novia?
El mencionado no apartó su mirada de la multitud cercana. —No.
Otro jugador del club se acercó. —Eh, novia no creo. ¿Es el chico al que te declaraste, quizá? ¿El de tercero?
—¡Sí, el del lunar bajo el ojo! ¿Lo esperas a él? ¿Te dijo que sí, al final?
Se abstuvo de responder; prefería librarse de escuchar sus opiniones al respecto. No las había pedido, para empezar.
—Eeh, Hatano, anda, dinos. ¡Somos parte del mismo club, tienes que socializar un poco! ¿Le has vuelto a hablar?
—Si lo hiciste, woah, qué gustos tienes…
Una tercera voz se unió a la conversación unilateral. —¡O-oye! ¡Cuidado con lo que dicen!
Pudo ver por el rabillo del ojo que hacía señas hacia el bate que cargaba. El metiche solo se encogió de hombros, una sonrisa molesta en su cara simpletona. El popular adolescente se levantó, sin embargo, causándole un respingo a los dos cuando fijó sus ojos fríos sobre ellos.
—No es asunto suyo.
Los jugadores retrocedieron, murmurando disculpas nerviosas.
Estaba algo frustrado, debía admitir.
Ya habían pasado varias entradas, le tocaba batear y pronto cambiarían de lado en el campo1, todo esto sin que viera rastro del joven de cabello violeta. Los mensajes llegaban a su celular, pero no había visto ni respuesta. Quizá estaba perdido entre el mar de chicas (y algunos varones) que asistieron a verle jugar… Se ubicaron alrededor de la zona marcada para béisbol y era una molestia; por culpa de ellos no podía discernir si el mayor se encontraba ahí o no.
—Oi, Hatano, te toca. — Lo llamó un compañero más, haciéndole un ademán para que se acerque.
Asintió, tendría que buscarle luego. —Voy.
─────────
—¿Crees que eres muy cool, huh?
No, no realmente.
El adolescente del lunar se estaba muriendo por dentro; le sudaban partes del cuerpo que no sabía que podían sudar y tenía que mantener las manos dentro de los bolsillos, o se haría evidente que temblaba como hoja en tarde de otoño. Admitía que su cara no era la más atractiva y su estado físico resultaba deplorable, pero ser molido a golpes no mejoraría ninguna de las dos cosas. De hecho las empeoraría significativamente, así que preferiría que no lo hicieran.
—Te sugiero no intentar ningún otro truco. — La voz molesta de Hidetoshi resonó ahora. —De lo contrario, esto solo será un fastidio para todos.
El tipo de evento fue obvio apenas los ‘rivales’ aparecieron, así que pudo advertir a su hermano para que se aleje, pero, verá usted, estimado lector, de todos modos tenía un par de quejas por expresar:
¡¿No es ahora cuando Hatano debería aparecer a salvarlo?! ¡Así funciona en los BL! ¡Disculpa! ¡Hola! Se encontraba enfrente de una multitud de chicos que odiaban su pobre trasero de extra, y muy probablemente estaban dispuestos a patearlo.
Al menos no era atractivo, o una opción mucho peor podría estar sobre la mesa.
De hecho, ya que Ayato se había alejado, ¿no debería estar Toujo en camino? ¿Por qué se demoran tanto? ¡¿Había tráfico en los bastante vacíos pasillos?!
—Ahm… tengo que pasar.
Sonó seco porque su garganta estaba seca al borde de ser candidata número uno a clasificar como nuevo desierto. No tenía intención de parecer más valiente de lo que era.
—No respondiste la pregunta. ¿Saliste con Minamoto?
Era el chico de aquel día en el borde del río. El del cabello con las puntas negras… mierda, el personaje SSR, se olvidó por completo de él. Su mente se fijó tanto en el psíquico que ni contempló la posibilidad de que el chico este podría regresar al juego de forma inesperada.
—Oye, te estamos hablando.
El “no” era una ilusión, en este caso. Solo podía decir que sí por el simple hecho de que no creerían en cualquier otra respuesta. Uno de los chicos del consejo estudiantil vio el evento en el pasillo cuando estaba enfermo, y el SSR probablemente tomaría su palabra sobre la suya, sin importar qué dijera.
¿Entonces qué hacer? Mierda, mierda, mierda, nada de lo que había leído en su estudio BL se asemejaba a esto. ¡A este punto la mayoría de semes llegan a salvar a su ser amado! Si es que… simple y llanamente no recibían una paliza primero, claro.
Carajo.
—Eh… pues… —Miró hacia atrás, donde los chicos a los que les había metido el cabe2 se encontraban tronando sus nudillos, rostros fastidiados. —Uhm… solo somos amigos, así que…
—No eres muy valiente ahora, ¿huh? — Hidetoshi se acomodó los lentes.
Kuraki se mordía el dedo, como siempre. —...¿Acaso solo querías parecer cool frente a tu hermano?... Cuán patética y vulgar existencia.
Kawai chasqueó su lengua, como un delincuente, hasta que SSR lo detuvo, impidiendo que hablara nuevamente. Luego, haciendo un ademán con la mano, indicó a los chicos detrás suyo que lo empujaran hacia él.
Estos obedecieron rápidamente y, para su horror, el otro no solo le atrapó con facilidad, sino que lo mantuvo cerca, ojos azules clavados en los propios. Le estaba sosteniendo de forma que se encontraban incómodamente juntos, pero no se atrevía a moverse mucho; se hallaba en considerable desventaja.
Primero el chico examinó su rostro con primero neutralidad, y luego mofa.
—Sigo sin poder creerlo… ¿Con esa cara?
Hubo risitas a los lados.
—Tranquilo. No te haré nada, sería un desperdicio de tiempo. Y algo me dice que pronto tu hermanito traerá al presidente escolar… Será mejor que comiences a ver por dónde andas.
El muchacho bajó sus manos hasta los bolsillos de su pantalón para tomar su celular y luego empujarlo lejos. Los chicos que estaban atrás le atraparon, mientras que otros abrían una puerta que se encontraba cerca. Era un cuarto de utilería que los clubes usaban para guardar material.
Tenía una muy buena idea de lo que iban a hacer.
SSR le mostró su celular, una notificación brevemente iluminando la pantalla. Sonrió, moviendo su mano en burla. —No te preocupes, te estará esperando acá afuera.
Sin más, lo lanzaron adentro. Su espalda pegó contra un estante del que cayeron cajas de folletos, carteles, material de manualidades y polvo. Por un segundo quedó envuelto en telas coloridas y cartones que cayeron sobre él con nula gracia, un balde completando el cliché al caer sobre su cabeza. El portazo continuó poco después, junto a un golpe seco, que imaginaba era su celular cayendo al piso. El sonido de los pasos alejándose no tardó en aparecer, distanciándose de a pocos.
Luego de unos minutos, se encontraba seguro de que estaba solo. El adolescente del lunar suspiró con fastidio entonces.
Esto era una tontería.
Había aceptado al BL como parte de su desdichada realidad. ¿No bastaba con aceptar al condenado chico de cabello largo? ¿Qué más debía hacer para poder vivir en paz? Era un absurdo pensar que así continuaba la historia; no pensaba tener a todos estos malditos personajes secundarios venir a agregar drama innecesario a su spin-off3. Tenía al chico, el chico lo tenía a él; era suficiente.
Estaba decidido a no permitir que hagan de su relación un drama barato tan fácilmente. Su orgullo, su futuro, todo lo sacrificado en nombre de mantener su autonomía, nada de ello sería en vano. Sobre su cadáver.
Se levantó y pateó la puerta, dientes apretados de cólera.
—¡¿Se puede saber qué hice ahora?!— Al diablo todo; que lo escuchen. Esos mocosos, el mundo, el vacío, daba igual. —TENGO. UNA. CITA.
─────────
La hora dorada daba sus primeros guiños cuando pudo, por fin, escapar de la reunión del consejo estudiantil. Sospechaba que la ausencia de Kawai, Hidetoshi y Kuraki estaba lejos de casualmente coincidir con la insistencia del resto del consejo por mantenerlo conversando sobre los dichosos detalles de la ceremonia de clausura, por lo que tuvo que utilizar su limitado tiempo al celular con inteligencia.
Aunque no podía hacer nada de forma física en el momento, podía relegar tareas. Uno no llegaba a presidente escolar sin saber dirigir a un grupo, incluso a distancia.
—¡Toujo!
Al menos saber que Ayato estaba bien le calmó la mente. Yanagi y Misato lo habían encontrado con rapidez, luego de que la llamada casi le detuviera el corazón. Poco después se le fue texteada la nueva ubicación del grupo: la enfermería.
—Ayato, me alegra que estés bien. — Quería abrazarlo, besarlo, pero no podía en frente de ellos, menos en la escuela; sería un desastre. En su lugar, miró a los lados, sorprendido. —¿Y tu hermano?
Misato respondió. —Adentro, se arañó la espalda o algo, parece. El profe al que Minamoto llamó dijo que cuando llegaras te hablaría también; como están involucrados algunos del consejo estudiantil, anda que echa humo.
—Sí, no estaba nada feliz cuando le hablamos… — Yanagi hizo un ademán a la puerta siguiente de la enfermería, un poco más adentro del pasillo de lo que ellos estaban. —Va a interrogar a todos en el salón vacío, y, uhm… bueno. Ahorita está Minamoto-senpai…
Toujo parpadeó, sorprendido. —¿Llamaron a Minamoto?
—Yo estaba un poco lejos, y ya sabes que Misato le cae mal a los profesores. — Yanagi explicó. —No le habrían hecho caso.
El más alto asintió. —Llegué y vi el celular de nii-san en el piso. Era el primer contacto en su celular, y aceptó venir sin dudarlo, así que…
El rubio sonrió con cierta pena, ojos azules examinando la figura de Minamoto, quien salía del salón, mirada fija en el piso. Admitía sentir simpatía por él, quizá porque se identificaba con su situación; era un dolor cercano, conocido, que temió en su momento. No podía sino mirarle y pensar qué sería de él si estuviera en sus zapatos.
(¿Puede uno enamorarse como lo hizo la primera vez? No quería averiguarlo; deseaba que fuera la primera y última, después de todo, dicen que el primer amor nunca se olvida…)
—Entiendo por qué lo haría.
Misato y Yanagi intercambiaron miradas.
—¡Bueno! Es increíble que puedan seguir siendo amigos a pesar de todo, ¿no?
Takaharu rodó los ojos. —...Supongo.
—¡Misato!
—Eeeeh… — Hizo un puchero, pero luego bajó la mirada, su rostro serio. —Sí, creo que es genial que al final… da igual si no es lo que quería. Su amistad es lo importante.
Kotaro asintió, ofreciéndoles una sonrisa gentil. —Estaremos bien, de verdad. No tienen que ocultarlo, ¿okay?
Los labios de Toujo se entreabrieron, la implicación lejos de perdida. Ayato, por su lado, les miró primero confundido y luego horrorizado una vez entendió a lo que se referían, sonrojado a morir.
Estaban convencidos de que eran sutiles. Quizá no lo fueron lo suficiente.
O puede que debieron darles más crédito.
—Solo significa que viene algo mejor. — Se encogió de hombros Misato, dándole una sonrisa engreída. —Te ganaré de alguna forma, estudiante de honor, ya lo verás.
Ah, quién diría que llegaría el día donde consideraría a ese bruto de Kansai como una amistad. La vida era tan extraña como interesante; el rubio no podía evitar que la sonrisa se pintara en su cara.
—Por favor, inténtalo.
—Los odio. — Murmuró Ayato, ocultando su rostro tras sus manos. Yanagi se rió, finalmente zanjando el tema.
Notes:
1. Los juegos de béisbol suelen contar con alrededor de 9 entradas; y como en básquetbol, cambian de lado a medio partido. He de admitir que no sé mucho de béisbol (debí hacer a Hatano jugar fútbol o básquet...) pero mi linda beta en inglés sí sabe, y me ayudó ♥.
2. 'Meter cabe' es equivalente a 'hacer la zancadilla', si aplica a sus países. Sino... básicamente es poner tu pie para hacer tropezar a alguien más XD
3. El protagonista en el Vol. 2 Chap. 35 "Vs. Highschool Life" menciona que si se involucraba mucho con la pareja principal podía haber chance de que se desarrolle un 'spin-off', es decir, un nuevo trabajo derivado de otro ya existente. [Si son old-school, piensen en Sekaiichi Hatsukoi, spin-off de Junjo Romantica. Si son más new school... eeh, Vigilantes es un spin-off de My Hero Academia XD]
¡Miren quien está puntual! XD Lo siento a todos los que querían la citaaa ToT pero necesitaba cerrar la trama de todos los rivales, jeje. Ahora oficialmente mandé a nuestro pobre MC a la enfermería dos veces, lo lancé a una fuente, colina abajo y a un cuarto cerrado:'D jeje, ups. No lo atropellaron porque me faltó tiempo!
¡Gracias por leer! Los errores serán corregidos algún día....
Chapter 15: ¿Y al final?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
El adolescente del lunar terminó sentado en el piso, cabeza echada hacia atrás. Patear la puerta no lo llevó a ningún lado, pero al menos valió para calmar un poco su frustración.
Con el paso de los minutos la luz se movía, indicando el avance de la tarde. Había un pequeño tragaluz, por lo que no estaba a oscuras, mas podía oír las notificaciones de su teléfono a través de la puerta, y eso lo desquiciaba. Perder el control de una situación siempre le molestaba a sobremanera; quizá era por ello que estos meses habían sido en especial difíciles.
Rodó los ojos; culpa suya por asumir que el mundo haría las cosas fáciles si cedía a sus caprichos. No, jamás.
Bueno, una pena para el mundo; no caería en sus clichés melodramáticos. Iba a mantener a sus amigos, iba a tener una vida tranquila e iba a tener al condenado chico de su elección.
El ruido de una llave le distrajo, entonces.
—¿Estás bien? Eres de tercero, ¿no?
Un profesor, el cuidador y… y Minamoto.
—Ah, sí, solo me golpeé un poco la espalda. — Su amigo se acercó para ayudarlo a levantarse. —Gracias.
—Tu compañero me avisó que te encerraron acá. — El hombre se ajustó los lentes. Su cara era borrosa, pero se le veía serio. —Diríjanse a la enfermería, luego me acercaré yo para hacerles algunas preguntas. Esto es comportamiento completamente inaceptable para jóvenes de vuestra edad; por favor, no oculten ningún detalle, necesitamos tomar medidas. Si tienen miedo, pueden decirlo.
—Gracias, profesor. — Murmuró Minamoto, el joven de cabello violeta, asintiendo en conjunto.
El adulto cerró la puerta detrás de ellos. —¿Pueden ir solos o prefieren que les acompañe?
Negó con la cabeza, no creía que… no, sería exagerado que siguieran esperando al extra de turno. Aunque, a este punto, su vida había resultado cualquier cosa menos común y corriente. Prefería pensar, por su propia sanidad, que este sería el fin de los eventos ridículos. Una simple pareja secundaria de otro spin-off por crearse, si fuera posible. Ya estaba cansado.
Luego de despedirse momentáneamente del profesor, miró a Minamoto, quien sacó su celular de su bolsa para entregárselo. El equipo parecía intacto, aparte de la batería baja.
—Me lo dio el gorila idiota ese. — Señaló al pasillo, donde Misato y Ayato se encontraban fingiendo demencia con nulo éxito. Yanagi hacía un mejor trabajo ocultando que espiaba, si bien no por mucho. —Ellos me avisaron; cómo encontraron mi número de teléfono, ni idea.
—Probablemente revisaron mi teléfono, tu número sale en la lista de la pantalla de inicio.
—Huh, tienes corazón, quién lo diría.
—Te parece, nada más.
Fueron unos segundos de silencio, ni tan pesado ni tan incómodo como en otros momentos. Al final… eran amigos, ¿no?
—Lamentablemente, somos amigos. — Minamoto respondió a su pensamiento, sin un solo rastro de malicia en sus palabras. El joven de cabello violeta ocultó su sonrisa con la mano. Sí, sí, una lástima. —Vamos, sé que tienes una cita, pero la enfermera tiene que revisarte. Ya llamarán a tu novio.
─────────
A pesar de estar a contraluz en la enfermería, podía ver el rostro apuesto de Hatano y la expresión sombría que portaba, recordándole quién era de cara al público.
—¿Estás bien? Toujo me avisó que estabas aquí.
Suponiendo que contara con una sola palabra para describirlo, elegiría ‘devoción’. No era una virtud común, mucho menos una que se demostraba tan abiertamente de cara al mundo, pero resultaba difícil pensar otra cuando ahí estaba Hatano, luego de tanto tiempo, todavía esperándolo. ¿El partido habría acabado cuándo? ¿A la una de la tarde? Y casi cuatro horas después, estaba ahí, buscándolo.
(Ocho años, un par de horas, era… extraño, a la vez que reconfortante, saber que alguien lo esperaría hasta el final.)
—Solo un poco adolorido, tuve un contratiempo.
El cielo lentamente enrojecía, el naranja sucumbiendo para trazar los primeros vestigios de oscuridad violeta (como su cabello, como los ojos de Hatano, que le observaban con renovada adoración) en los extremos de su lienzo. La luz por la ventana era todavía dorada, iluminando su perfil.
Aunque su expresión se mantuvo estoica, su mirada se suavizó al posar sobre él. Era difícil no sentir siquiera interés por ver surgir esa timidez enterrada bajo el desinterés tajante que le demostraba a los demás; este chico lo confundía al mismo tiempo que lo avergonzaba, entretenía y atraía al mismo tiempo.
—¿Qué pasó? ¿Tuviste un accidente? Me dijeron que te pregunte a ti...
Evidentemente, esos mocosos del demonio le lanzaban la responsabilidad a él.
…Aunque para ser justos, si algún idiota tipo Misato o una reina del drama del calibre de su hermano iniciaran un teléfono malogrado de lo que pasó, sería mucho peor. Suponía que la sensatez venía de parte de Toujo, solo se lamentaba que también caía en él la responsabilidad de que no se inicie una pelea u otro evento típico del BL. Hatano podía ser un poco impulsivo.
Trató de sonreír, cerrando sus ojos en un desesperado intento de lucir casual. —Eh, bueno, un chico de tu clase y el consejo estudiantil me detuvieron en el pasillo, y me encerraron en un cuarto de materiales por un par de horas… pero estoy bien. Fue una tontería.
Abrió sus ojos luego de unos segundos sin respuesta. Hatano pasó de verse como un cachorro preocupado a un perro de caza; era espeluznante al punto que sentía el aura oscura emanar de él. De acuerdo, tal vez resultaba halagador que se preocupara tanto, mas podía sentir el sudor recorrerle el rostro. No quería que se metiera en problemas; honestamente, no lo valía.
—No puedes matar a nadie, ¿sabes?
—No tienen por qué meterse contigo… No les has hecho nada.
—Ryuuji. Es ilegal. Y si estás en la cárcel no puedo verte.
Eso pareció apaciguar el instinto asesino del otro, el rosado apareciendo en sus pómulos de la misma forma que solía suceder en su presencia. Tendría que recordar esa estrategia; parecía que… sería útil en el futuro.
—No prometo nada. — Murmuró. —¿Quién fue? ¿Tenía las puntas del cabello negras?
Huh, se habían encontrado antes, entonces. Interesante, tendría que preguntarle al respecto cuando se calme un poco. —Eh, tú solo déjalo ya… Los profes saben y se van a hacer cargo, por algo estoy acá.
No tenía duda de que los múltiples testimonios, así como la presencia de Toujo, ayudarían bastante a la credibilidad, esto sin contar que, bueno, tenía la espalda raspada y moretones del golpe contra el estante. Sabía que el asesor de vida estudiantil ya había sido contactado, de paso, porque llegó a preguntarle a la enfermera sobre su estado, por lo que dudaba que el caso fuera olvidado tan fácilmente si estaban notificando a más personal de la escuela.
…Dicho esto, Minamoto lucía más que fastidiado, y era probable que Toujo estuviera molesto también, considerando que Ayato estuvo muy cerca de verse envuelto en algo que le dejó herido, incluso si levemente, así que… Si contaba con los dedos; tenían a un psíquico con problemas de ira, un chico de cara y astucia letal que de paso era presidente escolar y un aterradoramente devoto estudiante con acceso a equipamiento deportivo planeando una posible venganza.
Si unían fuerzas, igual y luego tenían que ocultar un asesinato en primer grado.
Con más gotas de sudor bajando por su cuello, le sonrió al otro, tratando de hacer que los instintos homosexuales superen a los asesinos. —Bueno, ¿vamos, Ryuuji-kun?
Hatano asintió, un ligero sonrojo retomando su rostro. Aliviado, observó cómo el otro extendía sus brazos, ofreciéndole ayuda para levantarse. El joven de cabello violeta no la necesitaba, pero (todavía preocupado por dichos posibles planes asesinos) la aceptó de todas formas.
─────────
El grupo se detuvo en la ribera del río, planes del día abruptamente interrumpidos para todos. Misato se tomó la libertad de lanzarse al pasto, mientras que Yanagi conversaba con un curioso Toujo y un mortificado Ayato. Hatano descansaba junto a ellos, escuchando la plática a medias, mientras mantenía la mayor parte de su atención en su… enamorado, quien despedía a Minamoto con una familiaridad que no podía evitar molestarle.
Sí, eran todavía amigos, e iban en el mismo grado; que intenten llevarse bien a pesar de todo era la solución madura y pacífica.
Eso no quitaba que Minamoto hasta hace la semana pasada estaba intentando quitárselo. ¡Pero cuán ruin es el amor! Apenas conseguía la chance de llamarlo ‘suyo’, y ya hervía al mero vistazo de su figura con otro, sin importar quién…
Yanagi habló. —Uhm, Hatano, tu cara da miedo.
—Solo te da la impresión.
—Flaco, definitivamente tu cara da miedo. Eehh, ¿estás celoso? Yo también lo estaría; mira que quién pensaría lo popular que terminó siendo. — El chico de Kansai repitió. Toujo se rio tras su mano, elegante como siempre. —¡WOAH-! ¡A-Ayato, tu cara da más miedo!
—LISTO, TE VOY A LOBOTOMIZAR.
—¡No en la vía pública! — Yanagi chilló.
—¡Noooo! ¡Quiero tener una cita con Minamoto primero!
Kotaro observó a Misato con extrañeza. —Le hablaste tres minutos, y todo ese tiempo parecía que le dabas dolor de estómago.
—Seguro solo era timidez porque soy guapo.
—Hatano, cuando dejes de celar a tu chico, ayúdanos a lobotomizar a Misato.
—¡¿YANAGI?!
Toujo, desinteresado en el pánico de Misato o el posible crimen desarrollándose frente a él, lucía entretenido. —¿Trajiste guantes, Ayato? Si no, ten cuidado, he oído que puedes contraer algunas enfermedades de los monos.
Hatano se levantó del suelo para dirigirse hacia el joven de cabello violeta, quien, ahora solo, observaba el circo detrás de él desde la vereda con una expresión sosa. Probablemente no era nada muy distinto a lo que veía todos los días.
—¿Ya se fue? — Preguntó una vez estuvieron frente al otro.
—Sí. — Le observó unos instantes, y luego se cruzó de brazos. —Ya te dije; no puedes matar a nadie, es ilegal.
—Lo sé. — Desvió la mirada, evitando mostrar que estaba cruzando los dedos detrás de su espalda. —Igual lamento que no hayas podido llegar, y que te hagan cosas tan terribles por mi culp-
En el final de la hora dorada, cuando el sol dio su último vistazo a esta cara de la tierra, justo en el instante donde sus rayos se retiraron para dar paso a la noche azulada, en el primer guiño de las estrellas sobre el este asiático, Hatano fue silenciado por el roce de los labios contrarios sobre los suyos.
Suave, delicado, como un suspiro que se llevó cada pensamiento de su cabeza.
Contó treinta segundos. El movimiento era superficial, pero sus piernas se debilitaron. Lo único que lo mantenía de pie era que no creía sobrevivir a la vergüenza de caer al piso luego de un beso- su primer beso. ¡Uno tan delirantemente bueno! Oh, el pensamiento de que no fuera su primero lo mataría. ¿Quién? ¿Quién le había enseñado? Tenía que deshacerse de cualquiera que le hubiera probado antes; tal divinidad no podía ser más que suya.
—No es tu culpa. — Asintió. Podría pedirle que salte al río y lo haría sin dudar. —...Mhm, sé bueno, ¿okay?
—¿Y me besarás de nuevo? — Las palabras salieron solas; casi en súplica.
El joven de cabello violeta fingió pensarlo. —Sí.
—Okay. ¿Otro? ¿Por favor?
—Ese fue mi primer beso, ¿sabes? Aún se sienten importantes. — Le besó la comisura del labio, en su lugar. También era su primero. Lo repitió como mantra en su cabeza; si su corazón no explotaba aún es porque si moría no podría volverlo a ver. —Hm. Sé responsable.
—Lo seré, lo prometo. ¿Volverías a salir conmigo?
—Si no quisiera hacerlo, no te besaría. — Pareció contemplar algo unos segundos. —El afecto es en privado, no soy de que me estén mirando. Puedes llamarme por mi nombre, aunque no me gusta mucho. Da igual que seas mi novio, avísame cuando vayas a mi casa o Ayato iniciará el infierno en tierra.
Escuchar ‘novio’ causó que se le funda algo; su mente estaba en cortocircuito. —Está bien. ¿Mañana luego de clase?
—Hmm… — Otro beso, esta vez en la mejilla. —Podemos fastidiarlo un poco, se lo merece.
Un ataque de cada flanco; knockout.
—¡Nunca vuelvan a hacer eso en mi presencia! ¡¿Entendido?! — Hablando del diablo, este llegó a los gritos, escandalizado, con un muy contento Toujo detrás. Yanagi, por su lado, guiaba a Misato, que babeaba sospechosamente. Tenía un tenedor clavado en la frente. —¡NUNCA MÁS!
—¿Yo tengo que vivir con que coquetees con Toujo en mi cara, pero no puedes resistir un poco de afecto? — Respondió su hermano, mirándole con fastidio, antes de dedicarle un último vistazo a él, una nota burlesca apareciendo en sus palabras. —Nos vemos, Ryuuji.
Ambos hermanos se retiraron, el menor asimilándose a una serie de fuegos artificiales (explosión tras explosión; nada muy extraño viniendo de Ayato), mientras que el mayor no le prestaba mayor atención, sin duda disfrutando su furia.
Su mirada se quedó en el otro chico hasta que desapareció, y de repente, el mañana parecía brillante.
Toujo lo despertó de su sueño con un toque al hombro.
—Vamos, se hace tarde.
Asintió, retomando el camino sin otra palabra. El día terminó, las pocas estrellas sobrevivientes a la contaminación lumínica de Tokio titilando sobre ellos. Los cerezos todavía no florecían, pero en su corazón ya era primavera.
¿Quién es el primer y único amor de Hatano Ryuuji?
El hermano mayor de Ayato, por supuesto.
(Sí, con esa cara.)
Notes:
¡Y con eso acabamos! x3 Gracias por seguirme en la aventura de mi primer longfic; escribí esto de pura locura pero fue muy divertido. Me basé mucho en los fanfics que solía leer por allá del 2010-2012, en amor-yaoi, slashheaven y otras páginas de fandom :) fue entretenido solo escribir sin importar lo cringe y tonto de la trama, básicamente revivir esos tiempos donde todo fandom tenia un AU de escuela super al estilo japonés (aunque varios no habíamos visto Japón ni de asomo jejej) y el drama lo era todo XD
Gracias a todos por leer, especialmente a los usuarios BakiKei, Sasukeobsessed y Fann_ee, clover_luvs_len, St1nky_Fr0ggy y DownToClown por todos sus lindos comentarios a lo largo del fic:) Si comentaste una vez, dejaste kudos o solo leíste alguna vez, igualmente gracias por interesarte en mi fic.
¡YA NOS VEREMOS PRONTO CON UN NUEVO FIC! (tengo problemas) y ya saben... los errores serán corregidos algún día XD
Chapter 16: Extra 1: ¿Disculpa?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
—Bueno, comiencen.
El muchacho de cabello violeta sonrió nerviosamente. Kawai, Hidetoshi, Kuraki y quien ahora suponía calificaba como ex-SSR (considerando que ya no le era de utilidad alguna) se encontraban frente a él, cada uno sosteniendo una carta de disculpas que habían sido obligados a escribir durante el extenso castigo que recibieron luego de que se determinara que ellos instigaron lo que los profesores habían reportado como “severo acoso escolar”.
No había sido sistemático ni prolongado, pero el simple hecho de que existiera prueba de abuso físico fue suficiente para que todo escalara de forma significativa. Evidentemente, él también estaba fastidiado, si bien no al punto de permitir que la venganza que se cocinaba en el círculo a su alrededor se hiciera realidad; se habló de asesinato, lobotomías, un cargamontón y hasta secuestro. Que los profesores se encargaran era lo mejor.
Dicho eso, no pensó que toda la escuela se enteraría, ni que la solución por parte de los docentes involucraría lo que era básicamente humillación pública. Había estudiantes hasta grabando.
—No les he dicho que se queden parados, dije que empiecen. — Repitió el adulto, acomodándose sus lentes. Hubo risillas entre el alumnado. —Kuraki, tú primero.
Fue un idiota al creer que esto podía quedarse en secreto. Claro que hasta los extraterrestres estarían chismoseando al respecto si populares ikemen como Hatano, Minamoto o Toujo estaban envueltos, peor aún considerando que el consejo estudiantil se vio afectado por las tonterías de sus miembros; era material para ser considerado el escándalo de la década.
Kuraki se acercó, mordiendo su pulgar tan fuerte que sangró profusamente, manchando su uniforme.
—...Yo estoy arrepentido… por lo que hice o incité a otros hacer. — Empezó, las palabras parecían rasgarle la garganta. —Prometo pensar en las consecuencias de lo que pasó, no repetirlo jamás… y te pido disculpas por lo que sucedió.
—Kawai, sigues tú.
El adolescente sufría para mantener su fachada dulce; el papel yacía casi roto entre sus dedos por lo fuerte que lo estaba apretando, y su sonrisa era poco menos que psicótica. —Estoy muy, muy avergonzado por lo que hice; estuvo mal y prometo ser una mejor persona de ahora en adelante. Por favor, perdóneme senpai.
—Hidetoshi, continúa.
—Senpai; he actuado de forma inadecuada contra ti por motivos injustificados. — Aunque Hidetoshi lucía solemne, oculto por el brillo de sus lentes, podía verlo apretar los dientes mientras hablaba. —Prometo reflexionar al respecto, y trabajar en mejorar mi actitud en el futuro. Por favor, discúlpeme.
—Acaba tú.
Hubo un instante de silencio, en el que el joven de cabello violeta observó al ex-SSR chasquear su lengua, mirando a un pedazo de papel que parecía haber sido vagamente rayado.
—...Siento haberte maltratado. — Hubo una pausa, en la que su mirada bajó. —Ojalá seas feliz.
Melodramático, pero típico de su arquetipo. A pesar de todo, le deseaba buena suerte encontrando a alguien que tolerase su genio de princesa; no todos apreciaban el carácter de un oujidere1. En definitiva no era el suyo.
—¿Aceptarás sus disculpas? — Preguntó el profesor. Se preguntó si por casualidad también leía mentes. —Depende de ti. Si piensas que no han reflexionado lo suficiente, lo tomaré en cuenta cuando determine si han terminado sus castigos.
Bueno, se veían miserables, como mínimo.
—Creo que así está bien.
El adulto asintió. Luego de darle un breve regaño final a los estudiantes, alzó una mano y les hizo una seña para que se retiren. Los anteriores miembros del consejo estudiantil se fueron sin perder tiempo, dejando al muchacho de ojos claros atrás, quien le dio una última mirada antes de retirarse.
Solo entendió el porqué cuando se giró.
—Ah, Ryuuji.
Los instintos de protagonista BL de su novio habían mejorado, parecía ser, considerando que apareció detrás de él como si se tratara de un espíritu vengativo. Suponía que solo necesitaba tiempo para acostumbrarse al papel y desarrollar sus poderes homosexuales sobrehumanos.
—¿Realmente te pareció suficiente?
—Les han echado de sus posiciones en el consejo estudiantil, los profesores han perdido toda confianza en ellos y llevan casi dos meses de castigo, creo que han pagado sus pecados.
Hatano no lucía del todo convencido, pero el mayor deslizó su mano para tomar la suya, y ya no insistió más. Qué chico tan protector le había tocado.
—Está bien, si tú lo dices.
Casi se le escapa una risilla; era como un cachorro.
—Anda, vamos.
Notes:
1. 'Oujidere' es un arquetipo (piensen como tsundere, yandere o kuudere) que hace referencia a personajes orgullosos que actúan como si fueran de la realeza y quieren ser tratados como tal; básicamente divas XD
¡Hola hola! ¡No se esperaban un extra, huh!;D Decidí agregar estos fragmentos que no pude nunca expandir a (o incluir en) capítulos completos como pequeños extras. ¡Ojalá les haya gustado el fic y les divierta este trocito! Tengo uno más para agregar, y una cosita divertida para ya para cerrar con broche de oro jiji:D besos a todos!
Gracias por leer, y los errores serán corregidos algún día...
Chapter 17: Extra 2: ¿Quién, yo?
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Miiko (gustaba de pensar en él como su hijo adoptivo) pronto sería esterilizado, y era primordial para su recuperación prevenir que el felino se retirara los puntos por accidente. Es por esto que Hatano se encontraba en una tienda de mascotas, con una foto del gato en cuestión en su celular, siendo abordado por un impertinente muchacho mientras inocentemente buscaba un collar isabelino.
Sin embargo era poco casi nada relevante lo que este tipo le estuviera diciendo; lo importante era el efecto que tenía en el joven de cabello violeta a su lado, que observaba con –lo que sospechaba era fingida– tranquilidad la escena.
—Es un poco complicado, pero creo que uno regulable sería lo mejor para tu gatito. —El trabajador, probablemente apenas un poco mayor que él, sonrojado, se rascó la mejilla en gesto de nerviosismo. —Si tienes dudas me puedes decir, no tengo problema en asesorarte todo lo que necesites…
Aunque un fastidio, era común para Hatano tener personas acercarse a él con intenciones románticas. Todos sin excepción eran mandados a volar dentro de los siguientes treinta segundos, pero en este caso no pudo sino observar la reacción de su adorado novio, quien sonreía a pesar de tener una vena sobresaliendo de la sien.
—Disculpa. —Alzó su voz el adolescente del lunar.
—Ah, en un momento le atiendo. —Continuó el chico, apenas mirándolo para luego regresar sus ojos hacia él. Y la verdad es que a Ryuuji le parecía absurdo; su novio era una lindura, especialmente con esa aura asesina a su alrededor. ¿Cómo podría ignorarlo? Aunque prefería que lo hiciera; era suyo y de nadie más. —Si no tienes mucho tiempo, puedes darme tu número de celular y…
—No necesita tu escaso profesionalismo. —Reventó el ignorado, si bien su voz y lenguaje corporal se mantuvieron superficialmente cordiales. Entrelazó su brazo con el propio, sonrisa derramando veneno. —Ya te dió los detalles, ya nos diste tu sugerencia, es suficiente, ¿no te parece, Ryuuji-kun?
Primer nombre, ah, estaba furioso. Se veía tan lindo… Asintió, no podía hacer otra cosa, siempre que sonreía o lo llamaba por su nombre su mente se bloqueaba por un momento o dos. El asistente de la tienda se moría de la vergüenza, disculpándose sin parar, o eso creía. Estaba demasiado ocupado apreciando el afecto de su maravilloso enamorado como para prestar atención a nimiedades.
—No voy a comprar ni mierda aquí, no voy a volver ni aunque me obliguen. —Murmuró a regañadientes, mientras lo arrastraba fuera. —Vamos a otra puta tienda.
Hatano asintió de nuevo, echando corazones por los ojos. El mayor no tardó en tomar nota de esto.
—...Realmente hay que ser idiota para pensar que siquiera le darías la hora del día a otro, ¿no?
Asintió otra vez, ah, seguían con los brazos entrelazados, ojalá nunca lo suelte.
El joven de cabello violeta suspiró, con una pequeña sonrisa en su rostro. Ahora que la furia se había disipado, lucía algo avergonzado. Hatano se dejó arrastrar sin oponer mucha resistencia, más que contento.
—Eso no significa que aceptaré que intentes matar a toda persona que me mire por un periodo de tiempo superior a diez segundos.
—Solo les dejo claro que no tienen por qué hacerlo.
El aire de su rostro se tornó burlesco. Bonito, demasiado. —Ya.
—¿No harías tú lo mismo?
—Estaba haciendo mucho más que mirarte. —Suspiró el otro. —Es un milagro que no hayas dicho nada.
—Me gustó verte celoso.
Su cara adquirió un tono rosado, mayormente de vergüenza. —Oh, cállate.
Era todo un tsundere, su tsundere. Y viceversa; él era suyo, solo suyo.
Notes:
¡Segundo extra! Me acuerdo que alguien comentó querer ver al protagonista celoso x3 pero nunca conseguí el lugar para meter esta escena, jaja.
¡Ojalá les guste! Ahora en un momento actualizo el fanfic en inglés, hoy la vida me pateó el trasero jeje:) ¡Hemos tenido bastante de Hatano en el manga últimamente! Konkichi nos está engriendo ufff♥ Pero bueno, gracias por leer! Los errores serán corregidos algún día.
Pages Navigation
Lacucarachaquenopuedecaminar on Chapter 1 Wed 12 Mar 2025 10:11PM UTC
Comment Actions
St1nky_Fr0ggy on Chapter 1 Fri 14 Mar 2025 08:59AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 1 Mon 17 Mar 2025 10:28AM UTC
Comment Actions
inkacolasleep_50 on Chapter 1 Thu 27 Mar 2025 01:28AM UTC
Comment Actions
BakiKei on Chapter 1 Sat 10 May 2025 01:43PM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 1 Sat 10 May 2025 11:30PM UTC
Comment Actions
clover_luvs_len on Chapter 2 Tue 18 Mar 2025 08:12AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 2 Tue 18 Mar 2025 04:12PM UTC
Last Edited Tue 18 Mar 2025 04:13PM UTC
Comment Actions
Shitoyuu on Chapter 2 Sat 12 Apr 2025 10:15PM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 2 Fri 09 May 2025 06:13PM UTC
Comment Actions
BakiKei on Chapter 2 Sat 10 May 2025 01:52PM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 2 Sat 10 May 2025 11:32PM UTC
Comment Actions
BakiKei on Chapter 2 Tue 13 May 2025 04:22AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 2 Sat 24 May 2025 03:33AM UTC
Comment Actions
BakiKei on Chapter 3 Sat 10 May 2025 02:10PM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 3 Sat 10 May 2025 11:33PM UTC
Comment Actions
BakiKei on Chapter 3 Tue 13 May 2025 04:24AM UTC
Comment Actions
Chamby :33 (Guest) on Chapter 4 Sat 28 Jun 2025 05:26PM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 4 Sun 29 Jun 2025 06:43PM UTC
Comment Actions
BakiKei on Chapter 4 Thu 04 Sep 2025 04:17AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 4 Tue 09 Sep 2025 06:41AM UTC
Comment Actions
Finn marsl (Guest) on Chapter 5 Sat 24 May 2025 03:41PM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 5 Sat 24 May 2025 05:37PM UTC
Comment Actions
HtMwakwides on Chapter 5 Sun 22 Jun 2025 05:04AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 5 Tue 24 Jun 2025 06:14PM UTC
Comment Actions
Chamby :33 (Guest) on Chapter 5 Sat 28 Jun 2025 05:33PM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 5 Sun 29 Jun 2025 06:44PM UTC
Comment Actions
BakiKei on Chapter 5 Thu 04 Sep 2025 04:30AM UTC
Last Edited Thu 04 Sep 2025 04:32AM UTC
Comment Actions
Sasukeobsessed on Chapter 6 Tue 01 Jul 2025 03:39AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 6 Wed 02 Jul 2025 02:14PM UTC
Comment Actions
Fann_ee on Chapter 6 Tue 01 Jul 2025 11:19PM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 6 Wed 02 Jul 2025 02:27PM UTC
Comment Actions
HtMwakwides on Chapter 6 Sat 05 Jul 2025 05:31AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 6 Sat 05 Jul 2025 03:04PM UTC
Comment Actions
C0N_S0L on Chapter 6 Wed 13 Aug 2025 10:09AM UTC
Comment Actions
C0N_S0L on Chapter 6 Wed 13 Aug 2025 10:14AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 6 Wed 13 Aug 2025 11:48PM UTC
Comment Actions
BakiKei on Chapter 6 Thu 04 Sep 2025 04:43AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 6 Tue 09 Sep 2025 06:44AM UTC
Comment Actions
Sasukeobsessed on Chapter 7 Fri 18 Jul 2025 04:09AM UTC
Comment Actions
GallinazoSinPlumas on Chapter 7 Sun 20 Jul 2025 08:26PM UTC
Comment Actions
Pages Navigation