Actions

Work Header

Rating:
Archive Warning:
Category:
Fandoms:
Relationships:
Characters:
Additional Tags:
Language:
Español
Stats:
Published:
2025-03-20
Completed:
2025-03-22
Words:
16,920
Chapters:
2/2
Comments:
3
Kudos:
77
Bookmarks:
13
Hits:
936

El césped siempre es mas verde

Summary:

Izana Kurokawa es el líder de Bonten, la pandilla más peligrosa de todo Japón, involucrados en extorciones, apuestas, drogas y asesinatos.

Pero Izana nunca está satisfecho, porque la envidia hacia su medio hermano Mickey lo corroe.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Chapter Text

El césped siempre es más verde

Izana Kurokawa es el líder de Bonten, la pandilla más peligrosa de todo Japón, involucrados en extorciones, apuestas, drogas y asesinatos.

Pero Izana nunca está satisfecho, porque la envidia hacia su medio hermano Mickey lo corroe.

- ¡Como odio a Mickey! - gritó Izana, agitando los binoculares con los que hacia un momento espiaba a su medio hermano por la ventana.

Izana había insistido en que aquel enorme edificio fuera la base de su organización, Bonten, la mayor pandilla de Japón. Armas, drogas, prostitución, apuestas, Bonten estaba metido en todo y luego de comenzar como un simple grupo de chicos descarriados que se conocieron en el reformatorio, nadie considero sospechoso que cuando obtuvieron suficiente dinero cambiaran su base de operaciones de una mugrosa bodega en los muelles a aquel gran edificio en una zona pudiente. Jamás creyeron que Izana eligió deliberadamente una ubicación que estaba a solo tres cuadras de la casa donde vivía su medio hermano, Manjiro Sano. Desde que se habían mudado, la parte favorita de la casa de Izana y donde pasaba la mayor parte de su tiempo libre era la ventana del segundo piso del ala oeste, que le permitía espiar a Mickey cómodamente.

- ¡Él tiene todo lo que yo quiero! - gritó Izana echando otro vistazo.

Manjiro Sano, mejor conocido como Mickey, nació de dos padres amorosos y fue criado al lado de sus dos amables hermanos, Shinichiro y Emma. Mientras que Izana, hijo bastardo y mal querido se pudría en un orfelinato.

-La mayor injusticia del mundo. Él estaba cómodo y abrigado en su casa mientras yo estaba solo como una rata. - dijo apretando los dientes.

-Cálmate Izana, recuerda que Shinichiro te ama. - le dijo Takeomi Akashi, el consejero de Bonten.

-El amor de Shinichiro es lo único que me sacó adelante. - la voz furiosa de Izana se desinfló y colocó la mano sobre el corazón, pensando en su amadísimo hermano. Si pudiera poner a Shinichiro en un pedestal, lo haría, el papa debería canonizarlo. –Pero siempre tenía que arruinar todo mencionando a Manjiro. - añadió con amargura y su expresión volvió a ponerse furiosa y frenética. Takeomi concluyó que ese día Izana estaba de peor humor que de costumbre así que no hizo otro intento por tranquilizarlo.

Los ejecutivos de Bonten estaban reunidos sentados en el comedor, listos para disfrutar una comida dominical. Los exabruptos de Izana eran ya tan comunes que ni siquiera les quitaban el apetito, por más psicópata que se pusiera, esa era simplemente la manera de ser de Izana Kurokawa.

Por los binoculares pudo ver como Mickey también se preparaba para un almuerzo al aire libre en el gran jardín de su casa, un magnifico dojo japonés. Mickey era un prodigio de las artes marciales, un campeón desde su primera infancia y había ganado una medalla de oro en las olimpiadas, lo que lo volvió admirado y famoso. Izana también era famoso, pero no por las razones correctas y una vez había roto un televisor porque una reportera había pasado de halagar a Mickey por sus proezas atléticas a rezar porque todo Bonten se fuera a la silla eléctrica. A la mañana siguiente también mató a la reportera.

-Todos siempre halagando a ese perezoso. “¡Oh Mickey eres tan fuerte, Oh Mickey déjanos ver tus medallas!”- arremedo con voz de falsete.

-Tú eres más fuerte, Izana. - le aseguró Sanzu, el hermano de Takeomi y un besador de suelas profesional.

- ¡Lo sé! Y eso es lo peor. - confirmó Izana, que jamás había sido exactamente humilde. –Soy mucho más fuerte que Mickey, debí ser yo quien heredara el dojo, habría hecho un mejor trabajo, habría sido un sucesor más adecuado. Debieron llevarme a vivir a casa y echar a Mickey a patadas al orfelinato. - a Izana jamás se le pasaría por la cabeza que su medio hermano y él pudiera compartir el mismo techo.

-Pero entonces no nos habríamos conocido. - murmuró Kakucho, el mejor amigo de Izana y su segundo al mando. Izana simplemente lo ignoró para seguir espiando.

Mickey colocaba los platos en una mesa de jardín cuando aparecieron a la vista su esposa y sus dos hijos. El rubio se había casado con Senju Kawaragi, la hermana menor de Takeomi y Sanzu, la chica más hermosa de los alrededores y también la más fuerte. Una verdadera maestra de diez tipos diferentes de artes marciales e incluso sabia ballet aéreo.

-La comida esta lista. - anunció Takemichi saliendo alegremente de la cocina con una enorme olla de teriyaki caliente que colocó en medio de la mesa.

-Ya era hora, sentía que iba a desmayarme por el hambre. - menciono Mochi.

-Takemichi, eso huele delicioso. - lo felicitó Ran acercando su plato.

Izana dio otro vistazo a Senju y volteó a ver a Takemichi con cara de hastío. Su novio no era nada especial, ni siquiera era particularmente bonito. Era el amigo de la infancia de Kakucho y él se lo había presentado hacia unos años, empezaron a salir y mantenían una relación impactantemente normal. A Takemichi ni siquiera le importaba que Izana fuera un mafioso y solía pasarse a veces por la sede de Bonten, donde todos lo conocían y habían llegado a apreciarlo.

-Esto es el colmo de las injusticias. Él está casado con la Inigualable Senju y yo salgo con Takemichi, el simplón que trabaja en la tienda de DVD. - se quejó.

-Yo también te amo Izana. - respondió Takemichi con ironía mientras rodaba los ojos, acostumbrado a las diatribas de su novio.

Izana volvió a sus binoculares, atento de cómo iban llegando los invitados a la fiesta de su hermano. Cuando Mikey era niño había formado una pandilla con sus mejores amigos, pero en vez de hundirse más y más en el crimen como lo habían hecho Izana y sus allegados, la pandilla de Mikey creció para convertirse en personas honestas y productivas para la sociedad, sin abandonar nunca su amistad con el rubio.

-Yo soy quien debería tener un agradable grupo de amigos que me apoyen y Mickey debería ser quien se codeara con los imbéciles del reclusorio.

-Los imbéciles del reclusorio están detrás de ti. - le recordó Rindou, pero Ran negó. Cuando Izana estaba despotricando sobre cuanto envidiaba a Mickey simplemente todo a su alrededor desaparecía

En aquellos momentos toda la atención del líder de Bonten estaba centrada en la mesa de jardín donde se estaba sirviendo el plato principal de aquella merienda dominical, una gran bandeja katsudon y dorayakis de postre.

- ¡Y están comiendo katsudon! ¡Amo el katsudon! ¿Por qué él puede comer eso mientras yo como esta basura? - renegó Izana señalando la mesa.

-Por que ayer me dijiste que se te antojaba muchísimo el teriyaki. - contestó Takemichi, luego de haberse pasado dos horas en la cocina en pleno verano para preparárselo. –De nada.

-Pues saben que, ya no lo toleraré. - declaró Izana con firmeza. Todos lo miraron atentamente por un momento, sabían que Izana no mataría a Mickey, se lo había prometido a Shinichiro y no había nadie a quien Izana amara y respetara más que a Shinichiro. La última vez que Shinichiro le dio una mirada de decepción, Izana no comió en dos semanas. –Al menos conseguiré ese katsudon. - aclaró muy decidido y todos suspiraron de alivio.

Izana cruzó la puerta muy decidido y la cerró con un furioso golpe. En el gran esquema de las cosas, robar el katsudon de su hermano seria el delito de menor cuantía de la larga lista de crímenes que había cometido, por lo que los ejecutivos y Takemichi decidieron dejarlo tener aquel pequeño gusto y comerse ellos el teriyaki que ya estaba preparado y olía delicioso. Justo cuando iban a llenar sus platos para empezar a comer Izana volvió a asomar su cabeza por la puerta.

-Y no toquen ese teriyaki hasta que yo vuelva. - les advirtió. Luego volvió a irse.

- ¡Voy a morir de hambre! - se quejó Mochi dejando caer la cabeza sobre la mesa.

Con paso decidido, Izana se encaminó hasta el dojo de la familia que tendría que haber sido suya. Ni siquiera se molestó en sacar su automóvil de la cochera, igualmente estaba a solo tres cuadras y la caminata le servía para avivar su ira y su rencor. Estaba más que dispuesto a empujar al suelo a cualquier persona que se metiera en su camino, así fuera solo por accidente, pero su aura oscura y asesina funcionaba como un escudo contra los transeúntes que se limitaban a saltar fuera de su alcance. Ya podía oler el katsudon, esa deliciosa carne de puerco que él merecía mucho más que Mikey y sus insípidos amigos.

La puerta del frente no era una opción, después de todo había ido ahí expresamente como un ladrón, pero es que eso solo servía para inflar la ira que bullía dentro de su cuerpo ¡Colarse por la puerta de atrás de la casa que le correspondía por derecho! ¡Como un criminal de poca monta! Era un criminal, pero antes muerto que de poca monta.

El lugar estaba tan lleno que nadie se fijó en su presencia. Aparte de unos cuantos vecinos, todos los invitados parecían ser antiguos miembros de la pandilla de motociclistas de la que Mikey fue líder en su juventud, Toman. El único logro del que Izana podía jactarse de ser mejor que su medio hermano era que la pandilla de Mikey se disolvió y ahora todos tenían trabajos legales y aburridos, mientras que su propia pandilla se agrando hasta convertirse en todo un imperio criminal. Luego recordó que la última vez que le menciono eso a Shinichiro, su hermano mayor le señaló que vender drogas y armas no era nada de lo que jactarse.

Eso no importaba ahora, su mente debía estar puesta en su presa: el katsudon. Una gran bandeja del delicioso platillo se exhibía en el centro de una larga mesa de jardín como el plato principal para que todos pudieran tomar un poco si les apetecía. Sería una operación fácil, solo tenía que tomar uno de los platos que tenían para los invitados, llenarlo hasta arriba de katsudon y salir por la puerta con él. Pan comido ¿o katsudon comido?

Se acercó a la mesa y tomo uno de los platos de la pila. Iba directo hacia el katsudon cuando tuvo que hacer una maniobra de emergencia y darse la vuelta. Seishu Inui, un caso de caridad de Shinichiro y antiguo novio de Koko, andaba cerca, él podría reconocerlo y dar la alarma de que el líder de Bonten se había colado en la fiesta. Resulto ser un giro equivocado porque en su nueva dirección quedó a la vista de Mikey. Izana maldijo y no tuvo más remedio que meterse debajo de la mesa.

Aquel revés no iba a hacerlo rendirse, no cuando estaba literalmente debajo del katsudon. No necesitaba mucho esfuerzo para sacar la mano discretamente y tomarlo desde ahí abajo sin peligro de que alguien lo reconociera. Alargo su mano y tomo un katsudon rápidamente. Eso fue fácil. Unos cuantos más y podría largarse. Volvió a sacar su brazo de debajo de la mesa y cuando ya tenía agarrado otro katsudon sintió una puñalada doble justo en medio de su mano. Creyó poder resistir el dolor, pero los cuchillos entraron más profundamente. Salió de debajo de la mesa listo para matar al insolente y se encontró cara a cara con Mikey.

Izana volteó a ver su mano apuñalada y descubrió que Mikey le había encajado un filoso tenedor de dos puntas.

- ¡Idiota! - gritó furioso sin poder contenerse. Al diablo el ir de incognito, todos los asistentes a la fiesta voltearon a verlo.

Los ojos muertos de Mikey parpadearon lentamente.

-Izana. - saludó con su acostumbrada apatía, no parecía sorprendido de verlo ahí. Miro hacia la mesa y vio cómo su tenedor seguía apuñalando la mano de su hermano. Tuvo la decencia de sacarlo de inmediato, aunque no la de hacerlo con cuidado, por lo que Izana tuvo que tragarse un grito de dolor por su propio orgullo. –Lo siento.

- ¡No lo sientes para nada! - lo acusó Izana, no había manera en el infierno de que aquello hubiera sido un accidente. Ahora la atención de todos los asistentes a la fiesta estaba puesta en ellos.

-Mikey, joder, le apuñalaste la mano. – Senju señaló lo obvio acercándose a la mesa donde estaban su esposo y su cuñado.

-Es que Ken-chin me hablo y me distrajo. – se excusó.

-Ah no, a mí no me culpes de tus tonterías. - dijo Draken inmediatamente. A diferencia de los demás, estaba en guardia desde que aquel grito dio a conocer la presencia de Izana. Él no iba a ser culpado del apuñalamiento del líder de Bonten.

- ¿Invitaste a tu hermano? - dijo Senju, haciendo la pregunta que todos tenían en mente, pero no se atrevían a hacer.

Mikey pareció buscar en su hueca cabeza alguna respuesta, pero claramente era demasiado esfuerzo el usar sus neuronas así que se rindió luego de unos segundos.

-No me acuerdo. - admitió. –Supongo que sí. – aceptó, después de todo Izana tenía que estar ahí por alguna razón. Senju y él mandaron las invitaciones, así que, si Senju no lo invitó, por fuerza tuvo que haber sido él. El que su hermano hubiera estado escondido bajo la mesa simplemente no despertó ninguna alarma en su cerebro.

-No te había visto hasta ahora, supongo que llegas un poco tarde, cuñado. - menciono Senju. Ella era una de las pocas personas que no le tenía miedo a Izana, probablemente porque era tan tonta como Mikey.

–Hace mucho que no se reunía toda la familia, que bueno que te invité. - mencionó Mikey, ya totalmente convencido de que la presencia de Izana era obra suya.

Esto solo lo hizo enojar más. Que Mikey se parara ahí como un idiota fingiendo que había sido tan magnánimo como para enviarle una invitación a su medio hermano de dudosa moral, cosa que no hizo realmente.

- ¿A quién le importa si llego tarde? Soy mucho más exitoso que tú. - soltó la frase que se repetía unas mil veces en su cabeza a diario. –Soy un importante empresario.

Algunas cejas se levantaron al oír aquello. Cualquiera que hubiera oído de Bonten por las noticias sabía exactamente qué tipo de “empresa” manejaba Izana.

-Eso no es lo que dicen en la tele. - Mikey soltó lo que todos los demás estaban pensando, sin miedo y tampoco sin pudor. Uno creería que al menos se sentiría un poco cohibido por estar emparentado, aunque solo fuera medianamente, con el líder de Bonten. Pero para Mikey, Izana era solo Izana.

Izana volvió a sentir la ira bullendo en sus entrañas, aunque no podía decidir si estaba furioso porque Mikey tenía una vida honesta mejor que la suya o porque Mikey no consideraba que la vida criminal de Izana fuera la gran cosa. ¡Ya le enseñaría!

- ¡Pues para que lo sepas, tengo magníficos amigos, mucho mejores que los gorrones inútiles que están aquí hoy y tengo un bellísimo novio, mucho más hermoso que tu esposa! - le aseguró, señalando con el dedo su estúpida cara.

- ¿En serio? ¿Entonces porque no los trajiste? - preguntó Senju, en un tono que sonaba más como un desafío. Quizás no debió decir que Takemichi era más bonito que ella justo en su cara.

-Sí, puedes traerlos también, son bienvenidos. - agregó Mikey, que dado que no podía recordar haber invitado a Izana tampoco recordaba si le dijo que podía traer acompañantes.

- ¿Qué? - el dedo acusatorio de Izana cayó ante la repentina invitación. No se suponía que las cosas fueran así. A lo mucho, creyó que lo echarían de la fiesta y entonces tendría un motivo más para demonizar a Mikey frente a Shinichiro.

-Anda, ve por ellos, estamos ansiosos de conocerlos. - dijo Mikey, con una sonrisa de absoluta calma.

Izana por supuesto adjudicó aquella beatifica expresión a que Mikey no creía que aquello fuera verdad y que Izana solo se lo había inventado por su complejo de superioridad e inferioridad.

-Muy bien, voy por ellos, estaremos aquí en un instante. - no podía echarse atrás, había cavado su propia tumba y por lo más sagrado que tenía, que era Shinichiro, Izana juraba que iba a arrastrar a Mikey con él.

Mientras tanto los ejecutivos de Bonten y Takemichi aún estaban sentados a la mesa, admirando el teriyaki y sin poder comerlo.

-Creo que Izana ya no va a volver. - opinó Takeomi, muy tentado a encender un cigarrillo para engañar al hambre.

-Tal vez deba meter todo en un topper. - dijo Takemichi.

- ¡No! Meterlo en un topper es como rendirse. - se negó Mochi, el más hambriento de todos.

-No seas dramático. - lo regañó Koko mientras revisaba serenamente algunas cuentas en su celular.

Mochi lo miró con disgusto y también con sospecha.

- ¿Cómo es que tu estas tan tranquilo? De todos nosotros tú eres el que más traga. - lo acusó. Koko solía servirse tres veces y si era comida de Takemichi, hecha con mucho amor para Izana, podía servirse hasta cuatro porciones. A donde iban todas esas calorías era un misterio.

- ¿Qué insinúas? - preguntó Koko con una mueca ofendida.

-Hace rato cuando te levantaste para ir al baño, en realidad fuiste a la cocina ¿verdad? - dijo Mochi señalándolo. –Apuesto que te comiste todo el teriyaki que Takemichi dejo en la cocina.

Koko se puso tan rojo como su qipao.

- ¡Mentira! - se defendió, pero desvió la mirada cuando Takemichi volteó a verlo. –Solo me comí la mitad. - admitió avergonzado.

Todos los otros ejecutivos resoplaron con toda la furia de sus estómagos vacíos.

- ¡Koko, eso era para todos! - le dijo Takemichi, mas decepcionado que enojado.

-Muy bien, al demonio con esto, si Izana no viene cuando yo acabe de contar hasta 5, comeremos. - declaró Sanzu. –Y si Izana se enoja, le echaremos la culpa a Takemichi ¿De acuerdo?

- ¡De acuerdo! - gritaron todo al unísono, excepto Takemichi.

-Cinco, cuatro, tres, dos…- justo cuando todos estaban a punto de irse encima del teriyaki la puerta se abrió con la misma violencia que se había cerrado hacia casi una hora para revelar a un cabreado Izana. Todos retrocedieron de vuelta a sus asientos, haciendo como que no estaban a punto de desobedecer su última orden.

-Guarden eso. - dijo Izana señalando el teriyaki. –Mikey nos ha invitado a todos a comer katsudon. - les informó, pero no se veía feliz por ello. Sabían lo contradictorio que Izana podía llegar a ser, más cuando la cosa se trataba de Mikey. Robarle a su hermano le había emocionado, que su hermano le ofreciera compartir su comida lo había cabreado, pero era demasiado orgulloso para decir que no. Si no volvía a la fiesta acompañado de sus “magníficos amigos” y su “bellísimo novio”, iba a quedar en ridículo y primero muerto que ser el hazmerreír de Mikey y sus estúpidos amigos.

Los miembros de Bonten se miraron unos a otros ¿de verdad iban a fingir que eran personas normales e irían a disfrutar una comida dominical con la familia de Izana? Se escuchaba tan bizarro, pero el gruñido de sus tripas los hizo decidirse, katsudon era katsudon.

- ¡Muevan sus traseros, rápido! - les gritó Izana.

Takemichi estaba terminando de guardar el teriyaki en un topper, sabía que cuando Izana daba una orden de esa manera todos terminarían obedeciendo, incluso si la orden era mezquina y sin sentido. Puso todo en el refrigerador y cuando se dio la vuelta Izana estaba frente a él, tan cerca que sus narices casi se tocaban.

- ¿Q-que pasa? - preguntó al sentir la mirada escrutadora de su novio, que iba desde sus jeans deslavados hasta su camiseta roja.

-Justo hoy tenías que verte como un pordiosero. - dijo Izana finalmente, palmeándose la cara.

-Solo íbamos a comer teriyaki. - se defendió. Habían sido novios dos años y tenían la suficiente confianza entre ellos y con los otros miembros de Bonten como para ponerse ropa cómoda y sencilla, no es que Takemichi tuviera algo elegante. Además, iba a cocinar durante horas, tenía que llevar algo fresco o moriría de deshidratación.

Cuando salían a un sitio medianamente decente, Koko, el avaro residente, le prestaba algo de ropa, que igual le quedaba grande. La única razón por la que Koko no se la rentaba era porque adoraba a Takemichi tanto como los otros miembros de la banda. Pero ahora no había tiempo de cambiarse.

-Qué remedio, tendrás que ir así, pero no quiero que interactúes demasiado con Mikey. - le advirtió.

-No te voy a avergonzar. - prometió tímidamente. En el fondo sabía que Izana no se avergonzaba de él, simplemente cuando la envidia hacia Mikey se apoderaba de él, Izana dejaba de estar cuerdo. No es que estuviera muy cuerdo para empezar.

-Bien, vámonos. - ordenó el líder de Bonten y los ejecutivos, junto con Takemichi, lo siguieron. Al llegar a la puerta Izana los escruto nuevamente y como una madre regañona los señaló. –Nada de mencionar drogas, prostitución o apuestas. - miro específicamente a Sanzu que procedió a esconder su alijo de pastillas. -Nada de disparar al aire ni amenazar a la gente. - advirtió a Takeomi. -Nada de mencionar cadáveres enterrados ni otras vulgaridades. - les dijo a los Haitani. –Nada de esquilmar dinero o robar comida. - miró directamente a Koko y Mochi. Luego su mirada escrutadora se posó en Kakucho, su segundo al mando y el más sensato de Bonten ¿Cómo podría él dejarlo en vergüenza? –Nada de competiciones de ver quien puede comer más y acabar vomitando. - dijo finalmente.

Kakucho se sonrojó y asintió con la cabeza, aquello fue solo una vez ¿Izana nunca iba a dejar que lo olvidara?

Finalmente, Izana miró a Takemichi, que ya de por si estaba muy nervioso.

-Nada de llorar. - fue la única indicación que le dio. Takemichi era un bebé llorón y aunque eso le gustaba a Izana, no iba a permitir que su hermano idiota se jactara de hacer llorar a su novio. Hasta una brisa de aire demasiado fría podía hacer llorar a Takemichi.

Luego de dejar en claro todos sus puntos, Bonten caminó las tres cuadras que separaban su base de la casa de la familia de Mikey. En esta ocasión Izana decidió entrar por la puerta de enfrente con toda su dignidad. Su hermana, Emma, fue quien abrió.

-Izana, hola ¿estos son tus amigos? - preguntó amigablemente. Izana rechinó los dientes, esa pequeña arpía rubia que se olvidó de él tan pronto como la dejaron entrar a la casa principal, por supuesto que no confiaba en ella, era casi tan mala como Mikey.

-Sí, déjanos pasar. - contestó tajante, llamándola “perra” para sus adentros. Tenía que jugar bonito, tenía que demostrar que era superior a Mikey, tenía que enseñarles a todos que era una persona exitosa y no un vulgar de la calle.

-Claro, bienvenidos. - dijo sonriendo, no es que no estuviera acostumbrada al desprecio abyecto de su hermano, el muy cabrón.

Bonten entró a la casa, era ciertamente muy bonita, pero con el dinero que tenía ahora, su líder fácilmente podía comprarse diez iguales o mejores, pero este hecho no hacía nada por disminuir su envidia en lo más mínimo.

El patio donde se llevaba a cabo la fiesta era espacioso y bien cuidado, pero a todos ellos eso les importaba un carajo. Su atención fue directamente a la mesa ¡Finalmente comida! El hambre en sus estómagos se reavivo ante el aroma del katsudon. Pero antes de correr hacia él, la mirada asesina de Izana los detuvo en seco. Esos idiotas no iban a avergonzarlo lanzándose como animales salvajes encima de la comida. Los otros captaron la orden y se acercaron a paso lento y disimulado. Como quien no quiere la cosa tomaron un plato y empezaron a servirse lentamente mientras se cuidaban de no babear. Casi pudieron escuchar un coro de ángeles cantar cuando sus estómagos recibieron el alimento que tanto necesitaban.

Estaban tan concentrados en obtener los nutrientes que necesitaban desesperadamente para vivir que no notaron la inquietante presencia de Mikey a su lado. Estaba sonriendo, pero la sonrisa no llegaba a sus ojos, dos pozos negros sin alma. Era como ver el abismo y que este les devolviera la mirada.

- ¿Ustedes son los amigos de Izana? – preguntó simplemente. Como la mayoría tenía la boca llena de katsudon todos lo confirmaron con un simple movimiento de cabeza. Mikey no parecía tenerles miedo, pero ellos estaban empezando a sentir miedo de él, era realmente inquietante en su simplicidad, como ver al niño de La Profecía. El tiempo parecía detenerse mientras los observaba, incluso habían dejado de masticar. –Que bien, que loco su pelo. - dijo finalmente.

El tiempo volvió correr luego de que Mikey pronunciara aquellas estúpidas palabras.

Como quien no quiere la cosa, Sanzu le dio una disimulada patada a Takemichi para que diera un accidentado paso al frente, obligándolo a hablar en nombre de todos.

-M-mucho gusto, mi nombre es Takemichi Hanagaki. Soy el novio de tu hermano. - se presentó, tratando de no sonar nervioso. Recordó de último minuto ofrecer su mano para saludar. Mikey la tomó con aparente apatía, pero Takemichi se dio cuenta de lo fuertes que eran realmente sus manos.

-Es un gusto. La verdad ni siquiera sabía que Izana tenía un novio. - o quizás lo sabía y simplemente lo olvidó. –No hasta que lo gritó en medio de la fiesta, claro.

- ¿Hizo eso? - preguntó Takemichi, nervioso otra vez. –Lo siento. - dijo por costumbre, luego se pateó mentalmente, Izana se enfurecería si descubría que se había disculpado con Mikey, más aún por algo que él había hecho.

-Gritó que eras muy hermoso. – detalló Mikey.

- ¡¿Hizo eso?! – levantó la voz sin poder evitarlo.

- ¡¿Hizo eso?!- Bonten salió de su mutismo debido a la sorpresa.

Takemichi tenía un montón de emociones diferentes corriéndole por el cuerpo. Vergüenza, claro, de que su pareja gritara eso enfrente de un grupo de desconocidos, incredulidad de que realmente lo hubiera hecho, ¿tal vez ese Mikey solo estaba jugando con él? Y también se sentía un poco feliz por dentro, ya que Izana nunca tenía la delicadeza de llamarlo “hermoso” en su cara.

-Sí y tenía razón. – añadió el rubio con una sonrisa casi imperceptible.

- ¡¿Tenía razón?!- volvió a preguntar Bonten al unísono. Si bien la mayoría preguntó aquello porque Mikey no parecía ser alguien que regalara cumplidos, Sanzu solo lo hizo por ser mezquino con el novio de su líder.

Takemichi se sonrojo hasta las orejas. Luego volteó a ver a los miembros del grupo. ¿Iban a ser su coro griego todo el día? ¡Que se fueran a buscar que hacer!

Los mafiosos decidieron tomar aquella oportunidad para alejarse. Tomaron sus platos de katsudon y se dirigieron a mezclarse con la multitud.

-Gracias. - dijo Takemichi, que se sentía menos avergonzado cuando no había siete pares de ojos curiosos mirándolo.

- ¿Quieres mucho a Izana? - preguntó.

Rayos, sí que este tipo era directo, Takemichi volvió sentir como el color rojo le inundaba la cara, combinando con su playera. Tal vez Izana tenía razón y Mikey era un demonio empeñado en destruir el mundo y hacer sufrir a las personas, aunque era difícil de creer que la pregunta fuera realmente maliciosa cuando la hizo con un tono tan apático.

Quizás era todo lo contrario y Mikey realmente se preocupaba por su hermano, después de todo los había invitado a la fiesta.

-Sí, amo mucho a Izana. - respondió con más seguridad. -Hemos estado juntos por dos años.

- ¿Se llevan bien? - preguntó a continuación.

Takemichi estaba acostumbrado a que le preguntaran como lo trataba Izana. Algunos de sus pocos amigos habían sido lo suficientemente atrevidos como para preguntar si alguna vez lo había golpeado. Entendía su preocupación, pero la pregunta seguía siendo incomoda. Sabía perfectamente que Izana era violento, lo había sido enfrente de él, pero nunca con él. Era un poco idiota y no solía ser abiertamente cariñoso, pero de nuevo, Izana era así con todos. Algunas veces, como ese día, podía comportarse como un auténtico cretino, pero jamás le había levantado la mano.

-Nos llevamos bastante bien, en estos dos años nunca hemos peleado. - al menos nunca habían tenido una discusión a gritos. Izana solía olvidar su aniversario y otras fechas, no se disculpaba, diciendo que era un hombre ocupado, pero siempre lo compensaba al día siguiente. -Me demuestra su cariño siendo protector conmigo.

-Me sorprende que este con alguien como tú. - menciono Mikey. –Luces débil.

De nuevo aquella sinceridad que rayaba en la grosería. Además ¿era tan fácil darse cuenta que era un llorón? Sanzu solía decirle que se le notaba en la cara.

-Las apariencias engañan. - respondió Takemichi. Había prometido a Izana que no lloraría, no frente a Mikey.

-Supongo que sí, si fueras tan débil como pareces, no creo que hubieras aguantado a Izana. – concordó.

-Él puede ser más agradable de lo que tú crees. - contestó Takemichi, sacando valor de donde no sabía que lo tenía para defender al tonto de su novio. –Izana tiene muy buenas cualidades que le demuestra a los que son cercanos a él, te aseguro que puede ser muy cariñoso.

Takemichi reconocía que, así como odiaba, Izana tenía una forma de amar igual de intensa, tanto que era capaz de dar la vida por alguien a quien ama. El mismo Izana nunca lo admitiría, pero sabía que era capaz de recibir un disparo por sus amigos cualquier día.

La mirada oscura de Mikey estaba clavada en él y Takemichi se preguntó si quizás lo había ofendido. Incluso si toda la gente consideraba a Mikey el hermano honesto y triunfador, Takemichi se sentía incómodo a su alrededor. Izana al menos no ocultaba que era un criminal y además que estaba un poco loco, mientras que Mikey podía lucir tranquilo e incluso amable, pero tenía un aura muy siniestra a su alrededor que Takemichi no sabía cómo interpretar. Su silencio era como si estuviera deliberando si debía devorarlo de un bocado o tomarse su tiempo.

-Quizá tengas razón. - dijo finalmente, rompiendo el silencio incómodo. –Shinichiro suele decir lo mismo, que Izana en el fondo es bueno.

Takemichi se relajó un poco, al menos parecía que Mikey no lo odiaba. Aun así, no quería seguir estando a solas con él. Su salvación llegó pronto.

-Mikey, no acapares a Takemichi solo para ti. - lo regañó Senju, que venía acompañada de Emma. Ambas estaban curiosas por saber qué tipo de chico era lo suficientemente valiente o lo suficientemente estúpido como para ser el novio de Izana Kurokawa.

-Yo también soy su cuñada y quiero al fin conocerlo. - añadió Emma, que creyó que Izana moriría soltero y amargado hasta que hacía dos años Shinichiro les contó que su medio hermano le había presentado a su pareja, porque por supuesto que Izana buscaría la aprobación de Shinichiro como el único miembro de su familia al que no despreciaba abiertamente.

-Mucho gusto, soy Takemichi Hanagaki. Es una fiesta hermosa. - dijo acercándose a las dos chicas, que, aunque obviamente buscaban chisme al menos no le daban escalofríos como Mikey.

-No lo acaparaba, solo estábamos hablando. - mencionó Mikey.

-De seguro estabas intimidándolo. - lo acusó Senju, Takemichi lucia tan pequeño y escuálido como una flor. –Anda, déjanos, nosotras tenemos un montón de cosas que hablar con él.

Mikey, sin mostrar ninguna emoción, simplemente tomó un taiyaki de la mesa de comida y se alejó para ir a reunirse con Draken. Su mejor amigo parecía bastante estresado, aunque ver a Draken con el ceño fruncido no era nada raro.

-Mikey ¿Estás seguro de haber invitado a Izana? - preguntó Draken preocupado.

-Es mi hermano. - dijo encogiéndose de hombros.

-Sí, ya sé que es tu hermano, pero ¿tú eres consciente de que es el criminal más buscado de todo Japón? - con lo distraído que era Mickey no le sorprendería que hubiera olvidado ese pequeño detalle.

-Es tu cuñado. - le recordó mientras mordía tranquilamente un taiyaki.

Draken hizo una mueca, Mikey no era tan tonto como parecía.

-Sí, lo sé, sabia con quién me emparentaba cuando me case con Emma.- y para ser sincero no sabía quién era peor cuñado, Izana o Mickey. Y si se hablaba de familias extrañas, él no debería tirar piedras a su propio tejado. –Me refiero a que ¿crees que fue buena idea decirle que podía traer a todos sus amigos? Es Bonten de quien hablamos, quien sabe que cosas perversas estarán pasando por sus cabezas.

Voltearon a ver dónde Rindou conversaba con Mitsuya y Hakkai.

-Tu corte de pelo es genial. - lo elogió Mitsuya con sinceridad.

-Gracias. Aunque literalmente tengo que ir a la peluquería cada semana. - respondió Rindou.

Cerca de ellos Mochi, que al fin podía hincarle el diente a algo, no iba a estar satisfecho con solo un plato de katsudon.

-Este katsudon es delicioso. - dijo sirviéndose otra porción.

-Muchas gracias, nosotros lo preparamos. - mencionó Angry, sintiéndose avergonzado de que su comida fuera elogiada.

-Tenemos un restaurante en Kawasaki. - añadió Smiley, lo suficientemente desvergonzado como para hacerse publicidad en una fiesta.

- ¿En serio? Denme la dirección, sin duda iré a comer ahí algún día. - les dijo Mochi.

-Oh, sí, perversísimos. - dijo Mikey con sarcasmo a su amigo. –No estés tan preocupado Ken-chin ¿tú crees que alguien como Takemichi podría hacerle daño a alguien? Y no creo que él estaría con ellos si fueran tan horribles.

Draken volteó a ver al novio de Izana, que estaba tomando un refresco con Emma y Senju. Era tan pequeño y nervioso, no entendía como el temible Bonten aún no se lo había comido entero.

Draken se rindió, Mikey tenía razón, Bonten no estaba haciendo nada malo, de echo estaban comportándose mejor que su propia “familia” la primera vez que llevo a Emma a conocerlos, donde las chicas del burdel le hablaron sobre las mejores marcas de lubricante, porque tenían que asegurarse que ella tuviera contento a su pequeño “Ken-bou”. El momento más vergonzoso de su vida, por mucho.

-Voy por algo de beber. - decidió. Parecía que todos se la estaban pasando bien, o más bien todos los que decidieron quedarse. La realidad era la realidad, así que muchos que reconocieron al hermano de Mikey y sus lacayos decidieron salir por la puerta de atrás. Entendía que Izana era el hermano de Mikey y no era un hipócrita como para fingir que no era el hermano de Emma, si aquello hubiera sido una reunión familiar habría mantenido la boca callada sobre su presencia ahí, pero era una maldita fiesta con docenas de amigos y vecinos ¿Por qué demonios Mikey no era capaz de pensar en todo lo que podía salir mal al meter a un criminal mentalmente desequilibrado ahí y más a un grupo de ellos? –Estúpido Mikey, egoísta, solo piensa en sí mismo, hace lo que se le da la gana, inútil vago, bueno para nada. – murmuró para sí mismo mientras apuñalaba un pedazo de katsudon con su tenedor hasta convertirlo en carne picada.

Draken miró el desastre en su plato y luego se le ocurrió mirar al lado, donde uno de los miembros de Bonten lo observaba con un solo ojo, ya que el otro parecía no ser funcional. Genial, ahora él era el que parecía mentalmente desequilibrado. Se aclaró la garganta para decir algo.

-Lo siento, estaba pensando en voz alta. – explicó su diatriba. –Es solo que Mikey a veces me exaspera. - no pudo evitar volver a quejarse.

- ¿Crees que tú tienes problemas con tu mejor amigo? - dijo Kakucho viéndolo con fastidio. –Solo imagínate esto. Tienes un mejor amigo al que le eres completamente leal y un día, por accidente, te reencuentras con tu mejor amigo de la escuela primaria y decides presentarlos.

- ¿Por qué los presentarías? - preguntó Draken, intuyendo que Kakucho hablaba de Izana y Takemichi, ellos eran de mundos totalmente diferentes.

-Izana tiene problemas con la envidia, lo mejor era que yo se lo dijera antes de que él se enterara por su cuenta. - contestó Kakucho. Draken acepto que tenía razón, los problemas de envidia de Izana eran obvios y épicos. –Y sin ninguna razón lógica los dos deciden empezar a salir, pero resulta que tu mejor amigo se comporta como un patán con él y en el fondo estas seguro que tu mejor amigo de la infancia está muy enojado contigo porque cree que se la jugaste para conseguirle pareja a tu otro mejor amigo idiota. - dijo tan rápido que casi costaba trabajo seguirle la corriente.

- ¿Y de verdad se la jugaste? - preguntó Draken con precaución. Era una pregunta valida.

- ¡No! - gritó Kakucho e inmediatamente se calló, avergonzado de haber llamado la atención de los demás en la fiesta. –No tenía ni idea de que se gustarían. Pensé que Takemichi querría mantenerse alejado lo más posible de Izana y que Izana encontraría a Takemichi muy aburrido y nunca querría volver a verlo.

-Oye, tranquilo. - le dijo Draken, sintiendo que de alguna manera estaba viéndose en un espejo. Así que así lucia él cuando Mikey lo llevaba al colmo del estrés. –Takemichi, bueno, creo que él luce feliz. - dijo señalando con un gesto de su cabeza donde el chico estaba teniendo lo que parecía ser una charla muy amena.

-Takemichi es como un sol, él nunca me ha reclamado nada. - admitió Kakucho.

-Tal vez no haya nada de que reclamarte. – sugirió Draken. –Deberías haber visto como Takemichi defendió a Izana frente a Mikey. - no es que hubiera querido espiar una conversación privada, pero estaba acostumbrado a vigilar a Mikey cuando interactuaba con otros para que no se metiera en demasiados problemas.

-Entonces Takemichi ¿te gusta ir de compras? - preguntó Senju.

-No realmente. - contestó el chico.

- ¿De verdad? Pero si a todo el mundo le gusta ir de compras. - dijo Senju sorprendida.

-Bueno, es que solo trabajo a medio tiempo en una tienda de DVD, así que no tengo mucho dinero para ir de compras. - admitió algo abochornado.

- ¿Y por qué no se lo pides a Izana? En las noticias decían que dormía sobre fajas de dinero sucio. - menciono Senju sin nada de vergüenza, igualmente sus dos hermanos eran parte de Bonten.

-Yo no estoy con Izana por su dinero. - contestó Takemichi con tranquilidad. Vivía en un departamento sucio y diminuto, trabajaba medio tiempo en un empleo sin futuro por muy poco dinero y su dieta, cuando no iba a comer con Bonten, consistía en fideos instantáneos. –Estoy con él porque lo amo.

-Michi, eres súper lindo. - dijo Senju con los ojos brillando de ternura. –Serias un cuñado excelente. ¿Han pensado en tener hijos? Podríamos embarazarnos al mismo tiempo y ser compañeros de lamaze y luego que nuestros hijos vayan a las mismas escuelas. - le propuso entusiasmada.

-Oh no, Izana no quiere hijos y la verdad yo tampoco, no por ahora por lo menos, quizás en unos años y sospecho que Ran tendrá que ayudarnos bastante, es la única persona que conozco que sabe cuidar niños.

Mikey se había manteniendo a la distancia viéndolos conversar. Senju y Emma parecían querer hacerse amigas de Takemichi y ellas decían que él siempre les espantaba a los amigos, aunque Mikey no sabía por qué.

Inesperadamente fue Izana quien se le acercó. Lucia molesto, pero jamás había visto a su hermano de otra manera, así que dio por sentado que estar enojado era el modo predeterminado de Izana.

- ¿Qué le estabas diciendo a Takemichi? - preguntó en tono acusador. –Estabas hablándole mal de mí ¿cierto? - era más una afirmación que una pregunta, a ojos de Izana, Mikey siempre era el culpable de cualquier daño hacia su persona, real o percibido.

-No.- contestó Mikey inocentemente. Aunque si lo pensaba bien, tal vez si dijo algo parecido a que Izana era un poco desagradable, pero es que lo era. - ¿Quizá?

-Lo sabía. - dijo molesto y a la vez satisfecho de comprobar que Mikey era malvado.

- ¿Te gusta la fiesta? - preguntó su medio hermano viendo alrededor. –Tus amigos se están divirtiendo.

-Son gente muy sofisticada. - afirmó altivamente, como si insinuara que ellos eran demasiado buenos para la fiesta de Mikey. El sutil insulto no le llego al rubio, por supuesto. –El katsudon está bueno. - añadió, solo porque se había asegurado de que Mikey no lo había preparado.

-Qué bueno que te invite.

Izana estuvo a punto de decirle que él no lo había invitado, pero recordó justo a tiempo que eso lo habría delatado como un colado.

-Oye, hay demasiada gente aquí. - menciono Mikey, tan desenfadado como siempre. - ¿Qué tal si nos vamos a otro lugar? - le propuso.

- ¿Otro lugar? - preguntó Izana confundido, se suponía que era Mikey quien debía sentirse a gusto ahí, aquella era su fiesta, Izana era el extraño en ese lugar.

-Sí, vamos. - dijo dirigiéndose a la cochera sin cambiar de expresión. Izana lo siguió por pura curiosidad. Había dos motocicletas ahí. –Una es de Shinichiro, a él no le importara si la usas. - explicó arrojándole las llaves.

A decir verdad, Izana no sabía porque estaba siguiendo a Mikey por las carreteras de Tokio sin siquiera saber a dónde lo estaba llevando el rubio. Podría estar planeando llevarlo a un lugar solitario donde poder matarlo y enterrar su cadáver. Izana revisó en su memoria si el camino que estaban siguiendo llevaba a alguno de los lugares que él mismo había investigado que eran perfectos para matar gente y enterrar sus cadáveres. Nop, todo seguro.

Finalmente, su paseo en motocicleta los llevo a los muelles donde se tenía una vista perfecta de la bahía de Tokio, con todo y una puesta de sol y aves volando a lo lejos. Mikey bajo de la motocicleta y se sentó a la orilla del muelle viendo hacia el mar. Estúpido Mikey, quizás solo quería hacerse el interesante. Durante un rato su medio hermano no le dijo nada. Izana consideró largarse y dejarlo ahí. Si esperaba que fuera él quien iniciara una conversación, podría irse olvidando.

-De veras que te envidio. - soltó Mickey.

Izana casi se atraganta con su propia envidia y saliva.

- ¿Qué dijiste? - preguntó con una voz más parecida a un chillido

-Que ser tú debe ser increíble. Tienes más libertad que nadie que conozca, vas a donde quieras y haces lo que se te da la gana. - dijo viendo hacia el mar contaminado de la bahía.

-Pero si tú tienes una vida honesta y mucho éxito. - le recordó Izana con rencor.

-Es un agobio, me gusta lucirme y nada más. A veces solo quiero tumbarme y dormir todo el día. Tu vida es interesante y la mía no.- admitió. –Además tienes un novio precioso. - añadió con una sonrisa soñadora al pensar en Takemichi.

La boca de Izana se abrió tanto que temió que su mandíbula se desencajara.

- ¡¿P-Pero qué hay de Senju?!- tartamudeo impactado.

Mickey hizo una mueca.

-Es la hija de los vecinos, es buena en artes marciales, nuestros padres creyeron que debíamos casarnos y lo hicimos. - dijo con absoluta indiferencia.

Izana no supo que contestar ante eso, todas las cosas que había envidiado de Mikey a ese rubio estúpido no le parecían más que molestias que solo lo ataban. Se quedó mirando al sol ocultándose en el agua de la bahía, tratando de encontrar maneras de torcer todo aquello para poder seguir odiando a Mikey. Lo había odiado y envidiado tanto tiempo que probablemente no sabría muy bien como funcionar sin aquel rencor como combustible.

Mikey ignoró la angustia estuporosa de su hermano, igual que solía ignorar cualquier cosa que no le interesara. Cerró los ojos y disfrutó de la brisa vespertina mientras imaginaba una vida despreocupada al lado de Takemichi.

Chapter 2: Capitulo extra: Como se conocieron Izana y Takemichi.

Summary:

Como Takemichi acabó enredándose con Bonten

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Capitulo extra: Como se conocieron Izana y Takemichi.

 

"Te amo... Puedes quedarte con él, con el mundo entero, con lo que te haga falta. Pero déjame quererte, deja que te siga amando. Creo que me bastará."

Stephen King, “Eso” (1986)

 

Era sábado en la noche, lo que significaba que la gente podía relajarse en sus casas sin tener que preocuparse por ir a trabajar al día siguiente. Sorprendentemente esto incluía incluso a los miembros del infame grupo criminal Bonten.

 

Los Hermanos Haitani, que siempre se mostraban elegantes y a la moda frente a todos, estaban recostados en la cama tamaño King de su habitación, vestidos con sus viejos pants de gimnasia de la época donde los habían obligado a ir a la escuela a completar la educación obligatoria, atiborrándose de una montaña de diversos bocadillos en bolsas y tazones mientras miraban con interés la pantalla plana atornillada a la pared donde ponían una película donde una genérica actriz lloraba en una genérica trama.

 

El falso llanto fue interrumpido por el portazo del irritado líder de Bonten, Izana Kurokawa.

 

-Vístanse, tenemos trabajo. – ordenó sin rodeos.

 

-Pero hoy es nuestra noche libre. - se quejó Rindou, con las mejillas llenas de migajas.

 

-Esto es lo que siempre hacemos en nuestra noche libre, ponernos cómodos y ver una película de Lifetime. -explicó Ran.

 

-No me importa en qué manera están desperdiciando sus vidas, los quiero listos en cinco minutos. - les gritó Izana.

 

-Pero hoy toca “Violada por un payaso”- protestó Ran, como si el abuso por parte del personal de una feria fuera a hacer cambiar de opinión a su líder.

 

- ¡Solo réntenla en DVD! - dijo exasperado azotando la puerta.

 

Los Haitani se encogieron de hombros y fueron a vestirse. Después de todo Izana tenía razón, su trabajo les proporcionaba millones, por lo que no era como si pudieran quejarse si a veces salía uno que otro inconveniente. Por otro lado, también tenía razón en que en una época de nuevas tecnologías no es como si no pudieran ver la película en el momento que quisieran. Era la noche libre, pero no es como si fueran asalariados trabajando de lunes a viernes. Si había un trabajo que hacer, tomaban sus armas y lo atendían de inmediato.

 

Al final, el trabajo resultó no ser la gran cosa. Unos bocazas que necesitaban una lección para no meterse con Bonten nuevamente, lo cual nunca tendrían la oportunidad de hacer luego de que Sanzu decoro sus frentes con un humeante agujero de bala. 

 

Luego de arrojar lo que quedaba a la bahía, los ejecutivos volvieron al auto para poder regresar a casa.

 

-Que pérdida de tiempo. - se quejó Izana. Al final no había hecho falta movilizar a todos los ejecutivos solo para tratar con unos debiluchos. Con Sanzu y una o dos de sus pastillitas habría sido suficiente.

 

-Te lo dije. - murmuró Rindou, su hermano y él podrían haberse quedado en casa relajándose y no oliendo el pescado y el agua contaminada de los muelles.

 

Izana lo fulminó con la mirada, nadie tenía derecho a reclamarle, incluso si él mismo sabía que tenían razón. La semana de por sí ya había sido bastante pesada, como las ojeras bajo sus ojos podían atestiguar. Él también estaba ansioso por llegar a casa y tumbarse a dormir. El suave movimiento del auto acabó por arrullarlo y se quedó dormido sentado.

 

-Apresúrate para llegar a casa pronto. - dijo Kakucho en voz baja a Takeomi que era el que conducía. El consejero obedeció apáticamente a medias, aumentando la velocidad solo unos cuantos kilómetros por hora.

 

Pronto volvieron a entrar a la ciudad, con las calles llenas de bullicio y las tiendas iluminando la noche con luces de diferentes colores. Ran estaba jugando con su celular, mientras que Rindou se distraía mirando por la ventana hasta que algo llamo su atención.

 

-Espera, detente aquí. - pidió Rindou como si hubiera visto algo de suma importancia. Takeomi detuvo el auto haciendo rechinar las rudas.

 

- ¿Qué pasa, que viste? - preguntó Takeomi, tratando de identificar que era tan importante.

 

-Es una tienda de DVD y parece bien surtida. - contestó Rindou quitándose el cinturón de seguridad para bajar.

 

- ¿Me has hecho detenerme en medio de ningún lugar solo por una tienda de DVD? - dijo el concejero de Bonten masticando el filtro de su cigarrillo.

 

-No pudimos terminar de ver nuestra película semanal de Lifetime. Puede que aquí tengan el DVD y terminarla hoy. Quiero ver si ese payaso se sale con la suya. - dijo Ran, saliendo detrás de su hermano, como si realmente fuera algo serio.

 

-Les doy un spoiler ¡El payaso muere al final! - gritó Sanzu, siempre alegre de arruinarle cualquier cosa a cualquiera.

 

-Cállate la boca, vas a despertar a Izana. - le advirtió Kakucho en voz baja.

 

-Esa es Batman, idiota. - le dijo Koko, saliendo también del auto.

 

-En realidad hablaba de “Eso de Stephen King”. - lo corrigió Sanzu. - ¿A dónde vas?

 

-Esos dos idiotas pueden quedarse ahí dentro una hora y yo no pienso esperarlos en el auto. - dijo Koko.

 

- ¿Dónde diablos estamos y porque siguen gritando sobre payasos? - preguntó Izana frotándose los ojos. Tenía tanto sueño y los ejecutivos seguían discutiendo por tonterías.

 

-Ran y Rindou fueron a la tienda de DVD, Koko fue a vigilarlos. - explicó Kakucho, tan eficiente como siempre.

 

-Koko no será suficiente para arrastrar a esos dos de regreso. - masculló Izana. –Iré yo.

 

-Espera, te acompaño. - se ofreció Kakucho, siempre dispuesto a ayudar a su líder y también a evitar que estrangulara a alguien cuando estaba obviamente enojado y con falta de sueño.

 

-También voy. Tengo las piernas acalambradas. - menciono Mochi siguiéndolos.

 

Sanzu y Takeomi se quedaron solos en el auto, se miraron un momento y ambos también salieron. Primero muertos que iniciar una conversación de hermanos, sería demasiado incómodo.

 

- ¿Si saben que podrían obtener cualquier película gratis descargándola de internet en lugar de pagar por el DVD? - preguntó Koko dentro de la tienda, examinando con los ojos entrecerrados el cartelón de precios, siempre su tacañería por delante.

 

- ¿En serio, Koko, piratería? ¿Eso no es caer demasiado bajo? - le preguntó Ran revisando en los estantes. Podía ser un Yakuza, pero él tenía sus estándares.

 

-La piratería es muy lucrativa. - se defendió el tesorero. –No es como que yo use algo que no sea autentico. - añadió.

 

-Prefiero el DVD, se ve mejor y tiene comentarios del director. - zanjó Rindou.

 

- ¿Por qué tardan tanto? - exigió saber Izana, entrando a la tienda hecho una furia.

 

-No puedo encontrar la película que busco, hay como un millón de DVD en la sección de Lifetime. - le explicó Rindou.

 

Una vena hinchada apareció en la frente de Izana.

 

-Llama a un empleado, inútil, tienen esas computadoras para localizar películas por una razón. - dijo señalando el mostrador.

 

-Hola ¿hay alguien? - llamó Rindou, pero en el mostrador no había nadie y tampoco salió ningún empleado de la trastienda.

 

-Voy a buscar a alguien. - se ofreció Kakucho de inmediato, al ver como su líder estaba perdiendo cada vez más la paciencia.

 

Recorrió los pasillos de la tienda, que al parecer no tenía más clientes a esa hora aparte de ellos que eran unos desadaptados. Finalmente se topó con un chico joven que acomodaba DVD en uno de los estantes.

 

-Disculpe ¿podría ayudarnos? - pidió cortésmente.

 

El chico, que parecía bastante torpe, dejo caer los DVD que acomodaba y se dio la vuelta asustado al escuchar una voz salida de ninguna parte a altas horas de la noche, suerte que no estaba en la sección de horror o habría tenido un infarto. Al ver al hombre frente a él constató que solo se trataba de un cliente.

 

-Claro, discúlpeme ¿Qué necesita? - preguntó solicito levantándose del suelo, entonces pudo ver el rostro del hombre. - ¿Kaku-chan?

 

Kakucho no había escuchado ese apodo en veinte años, pero reconoció a la persona de inmediato.

 

- ¿Takemichi…?

 

- ¿Por qué demonios Kakucho tarda tanto? - preguntó Izana exasperado. Y se suponía que Kakucho era su mejor hombre. Ya tenía una idea de lo inútiles que eran los demás.

 

-No sé ¿tal vez mató al empleado para robar el DVD? - bromeó Ran.

 

-No digas estupideces. - dijo Izana, sin humor. –Tenemos nuestros estándares, no mataríamos a alguien por un disco de dos dólares. Voy a buscar a Kakucho, si quiero que algo se haga bien, tengo que hacerlo yo mismo, como siempre.

 

Izana se adentró en la tienda, pateando cualquier cosa que se interpusiera en su camino, desde cajas de DVD tiradas por accidente hasta un cartel de Leonardo Di Caprio y Kate Winslet en Titanic.  Odiaba las películas románticas, odiaba el romance, jamás había tenido un romance en toda su vida y quizás nunca lo tendría. Tampoco lo necesitaba. Y ahí precisamente estaba Kakucho, riéndose con un insignificante empleado en lugar de traer el maldito DVD de los Haitani para finalmente largarse de ese antro. ¿Y qué mierda hacía en la sección de romance? Dudaba que pudiera encontrar “Violada por un payaso” ahí, a menos que el acomodador tuviera una mente muy enferma. Estaba tan furioso que le tardo un rato procesar que hacía mucho que no veía a Kakucho reírse ¿Quién se creía? Izana tampoco se había reído en mucho tiempo.

 

- ¿Qué estás haciendo? - preguntó, dejando muy claro en su tono que estaba enfadado.

 

Kakucho inmediatamente dejo de reír y enderezó la espalda, como un soldado a punto de dar un reporte a su rey.

 

-Pido disculpas, me distraje. - admitió culpable.

 

-Disculpe, fue mi culpa. - habló Takemichi. –Kaku y yo solo estábamos poniéndonos al día. 

 

Izana volteó a verlo, dirigiendo hacia él toda su irritación. El chico empezó a temblar nervioso. ¿Y acababa de llamar a Kakucho “Kaku”?

 

Kakucho sabía que tenía que actuar rápido. Izana tenía un montón de traumas de la niñez, que solían manifestarse en envidia patológica y rabia homicida. Quería proteger a Takemichi, pero de seguro se pondría furioso si le mentía diciendo que no eran amigos, creería que se lo estaba ocultando por alguna razón, que eran mejores amigos a escondidas, que estaba más dedicado a Takemichi que a él, que huiría con Takemichi en barco y dejaría a Izana solo. Si, también era muy paranoico, así que era mejor solo decir la verdad.

 

-Él es Takemichi Hanagaki. Fuimos amigos en la escuela primaria. - le explicó. –Takemichi, te presento a mi jefe, Izana Kurokawa.

 

La escrutadora mirada purpura de Izana seguía clavada en Takemichi. Aunque ya no parecía tan furioso como antes.

 

-Estaré encantado de ayudarles a encontrar cualquier película que estén buscando. – ofreció Takemichi. –Solo síganme al mostrador.

 

-Bien. - aceptó Izana, siguiéndolo de regreso al frente de la tienda, con Kakucho caminando un paso por detrás.

 

Izana no aparto la vista de Takemichi ni por un momento. En realidad, no era tan bonito ni digno de contemplar. Era bastante promedio. Bajito, de cabello negro desordenado y parecía que se echaría a llorar en cualquier momento. Tenía toda la pinta de ser un perdedor.

 

-Aquí está la película que querían. - dijo entregándole la caja con el DVD a Ran, quien le dio las gracias y le guiñó un ojo mientras pagaba.

 

Takemichi pareció no darse cuenta, Izana pensó que probablemente no muchas personas coqueteaban con él. ¿Por qué lo harían? Había chicos más bonitos en cada esquina. Por ejemplo, su medio hermano Mikey se había casado con una chica hermosa con reconocidas aptitudes atléticas, de solo pensarlo a Izana le daba rabia ¡Él se merecía tener una pareja más linda! Alguien definitivamente más bonito que algún don nadie como Takemichi Hanagaki.

 

-Ya que tienen su baratija, vámonos. - ordenó Izana, aunque su voz ya no sonaba tan apurada.

 

Todo Bonten abandonó la tienda e Izana no podía creer que fueron necesarios todos los ejecutivos de la organización para hacer algo tan estúpido como rentar un DVD.

 

-Ran ¿vas a devolver ese DVD? - preguntó Izana desinteresadamente.

 

-Mmh, no pensaba hacerlo. - admitió el Haitani mayor luego de pensarlo un poco. –Sería muy molesto venir hasta aquí solo a regresarlo. - ¿Qué iba a hacer la tienda? ¿Demandar a un miembro de Bonten? No devolver un DVD rentado estaba en el fondo del barril de su lista de delitos.

 

Antes de que Kakucho pudiera ofrecerse a devolver la película y así tener un tiempo para hablar con Takemichi de nuevo, Izana hablo.

 

-Vas a devolver ese DVD, somos la organización criminal más poderosa de Japón, arruinaría nuestra reputación el que sepa que robamos cosas tan insignificantes.

 

Ran sonrió y le dirigió a su hermano una mirada traviesa. Claramente Izana quería regresar a esa tienda de DVD por el lindo empleado ¿Por qué tenía que ser tan reprimido? Tener algo de sexo finalmente le haría bien. Y Takemichi era como un pequeño dulce.

 

Regresaron a la base y los Haitani corrieron a su habitación para ponerse cómodos y ver el DVD.

 

Kakucho parecía un poco compungido por su inesperada reunión de esa noche.

 

-Debiste pedirle su teléfono o su e-mail, estamos en el siglo XXI.- le dijo Koko, probando de nuevo que era el más listo en aquel lugar. Pudo adivinar con una sola mirada que le sucedía al segundo de Bonten.

 

-Sí, tienes razón. - admitió Kakucho. En realidad, sonaba lindo el enviarse mensajes con Takemichi y eso ponía suficiente distancia entre ellos como para proteger al chico de las verdades de su escabrosa vida.

 

Izana se dirigió directamente a su habitación a dormir. Su estrés disminuyó milagrosamente esa noche. Quizás hacer algo tan anodino como rentar un DVD, incluso si él mismo no veía la película era la clave de la relajación. Ya lo comprobaría en una semana, cuando llegara la fecha límite para devolver ese disco.

 

 - ¡¿Perdieron la película?! - preguntó Izana enojado, entrando de un portazo en la habitación de los Haitani.

 

-No, está aquí. - dijo Ran, perfectamente en calma mientras sostenía la caja con el DVD intacta. Ambos hermanos estaban vestidos para salir.

 

-Bueno, apresúrense. - dijo Izana dándose la vuelta rápidamente. Mientras se dirigía ahí simplemente había imaginado el peor escenario posible en el que esos dos tontos habían extraviado el disco o la caja o lo habían roto. Lo cual era una estupidez, porque entonces simplemente tendrían que ir a la tienda y pagar por la película. Lo cual era una estupidez incluso más grande porque ¡él no debería estar tan preocupado por encontrar razones para ir a esa tienda de DVD!

 

Los Haitani lo siguieron, sabían que Izana no estaba enojado, sino nervioso. Pronto se les unieron todos los miembros de Bonten. La mitad de ellos no tenía ni idea de porque eran requeridos de nuevo solo para regresar la tonta película de los Haitani, pero como siempre, obedecieron las irracionales demandas de Izana.

 

Kakucho era un manojo de nervios. Quería volver a ver a Takemichi, pero no quería que lo volviera a ver ningún otro miembro de Bonten, ellos eran demasiado peligrosos. Koko solo disfrutaba del espectáculo que además era gratuito.

 

Todos se mantuvieron en silencio hasta llegar a la tienda.

 

-Bueno, vamos a devolver la película. - dijo Ran con una sonrisa, que no flanqueó ni siquiera cuando Izana le arrebató la caja violentamente.

 

-Yo voy a devolver esto. Ustedes de seguro lo arruinarían. – explicó.

 

- ¿Cómo podrían arruinar el devolver un DVD? - preguntó Mochi confundido.

 

-No importa, caminen. - ordenó Izana, no dispuesto a dar ninguna explicación de sus actos.

 

Los siete ejecutivos obedecieron y entraron en la tienda. Izana se apresuró al mostrador, que de nuevo estaba vacío.

 

- ¿Por qué no hay nadie? Que alguien venga a atendernos. - exigió Izana.

 

-Los sábados en la noche solo hay un empleado, debe estar limpiando, voy a buscarlo. - se ofreció Kakucho rápidamente. Takemichi le había explicado aquello la última vez que fueron, al parecer el lugar no ganaba mucho dinero. Le preocupaba el pobre Takemichi, ahí solo de noche, cuando podía entrar una pandilla entera de mafiosos, como ellos.

 

-Apresúrate. - ordenó Izana altisonante. Cuando Kakucho desapareció entre los pasillos, se volteó a ver a Ran y Rindou. –Ustedes dos ¿Qué no ven uno de estos bodrios cada semana? Escojan otro.

 

-Claro, jefe. - contestó Rindou sonriendo mientras su hermano y él se dirigían hacia el estante de películas Lifetime. 

 

Kakucho regresó con Takemichi un minuto después. El chico parecía tan ajeno a con quien estaba tratando, pero, de todas maneras, parecía intimidado por ellos.

 

-Disculpen la demora, los atiendo en un momento. - dijo poniéndose tras el mostrador.

 

Izana le extendió la caja de la película de la semana pasada.

 

-Venimos a devolver esto y vamos a escoger otra. - le dijo con su imperioso tono de líder. - ¿Ya encontraron algo? – preguntó dirigiéndose a los Haitani, que examinaban las hileras de películas como si buscaran alguna joya escondida. Al final regresaron con las manos vacías.

 

Izana los miró con furia, si él había ordenado que rentaran una película, rentarían una película, incluso si no encontraban nada de su gusto. Los hermanos no parecían intimidados por aquella mirada y se dirigieron directo hacia Takemichi en el mostrador.

 

- Lo siento, no encontramos lo que estamos buscando ¿Tienen la película “Un jefe de la mafia se enamoró de mi”? - preguntó Ran.

 

El ojo de Izana pareció querer salirse de su órbita mientras Takemichi tecleaba inocentemente en la computadora de la tienda.

 

-Mmmh, van a tener que ser más específicos chicos, tenemos varias películas con un título así: “Como me enamore de un gánster”, “Amor y mafia” y la clásica “Casada con la mafia”. También tenemos las 3 de “365 días”.

 

El enojo de Izana disminuyo un poco ¿así que de verdad existían varias películas así? ¿Ran lo sabía o solo estaba molestándolo?

 

- ¿Una trilogía? Se oye bien. Nos llevaremos la primera, si nos gusta llevaremos la siguiente el próximo fin de semana. – decidió Ran, lo mejor era venir solo los sábados en la noche, cuando sabían que Takemichi estaba completamente solo.

 

- ¿Por qué no rentan las tres de una vez? – preguntó Takemichi, en parte por curiosidad y en parte sí, porque la tienda ganaba muy poco dinero así que un empujón no estaba de más.

 

-Si ¿Por qué no rentan las tres? – preguntó Mochi confundido, ¿para qué hacer tres viajes?

 

-Estamos muy ocupados, solo tenemos tiempo para una película los sábados en la noche. - explicó Ran, con perfecta lógica.

 

-Claro, discúlpenme, no debería asumir que todos tienen tanto tiempo libre como yo. - dijo Takemichi.

 

Aunque Ran fue quien pidió la película fue Izana quien la recibió y pagó por ella, sin embargo, al ver la portada subida de tono, la arrojó inmediatamente al Haitani más cercano.

 

-Gracias por tus servicios, ya nos vamos, regresaremos luego. - la despedida de Izana sonó como una amenaza. Ran lo atribuyó a que nunca había aprendido a coquetear.

 

-Por supuesto, los amigos de Kaku-chan siempre son bienvenidos. – les aseguró Takemichi.

 

Kakucho se sintió inmediatamente culpable, sino fuera por él, Takemichi estaría siendo más cauteloso, lo cual sería más seguro. Pero no podía señalar a sus compañeros sin señalarse a sí mismo y no quería que su amigo le tuviera miedo. Todavía quería pedirle su número y su email, pero le daba demasiada vergüenza con todos viéndolo.

 

-Si ese empleado de la tienda tiene tanto tiempo libre, debe ser soltero. – comentó Rindou, como si fuera cualquier tontería casual.

 

-Claro que es soltero ¿a quién iba a interesarle un insecto como ese? - dijo Sanzu.

 

Kakucho le lanzo una mirada de molestia, pero Sanzu estaba demasiado drogado para notarlo. En cambio, si notó como Izana tomaba su bolsa de pastillas y la arrojaba por la ventanilla en represalia. Estuvo a punto de protestar, pero seguía siendo un drogadicto lo suficientemente funcional para saber que eso habría sido una muy mala idea.

 

El sábado siguiente nadie se sorprendió cuando Izana volvió a embutirlos en el automóvil para ir a la tienda de DVD.

 

- ¿Ustedes son tan retrasados que no pueden rentar solos una película? – preguntó Sanzu con hartazgo a los Haitani.

 

Ran sabía que, si todo Bonten se estaba movilizando, era solo porque Izana estaba demasiado atrofiado emocionalmente para comprender que Takemichi le gustaba y en el fondo solo los quería ahí como apoyo moral. A el ciertamente no le molestaba, todo aquello era incluso más interesante que cualquier película de Lifetime

 

-Por lo menos salimos de casa para otra cosa que no sea matar y drogarse. -  le contestó Rindou.

 

Un gruñido de Izana detuvo la discusión, si él había dado la orden de ir a la tienda de DVD, irían a la tienda de DVD.

 

En esta ocasión Takemichi si estaba en el mostrador al frente de la tienda, al parecer muy aburrido. Pero cuando los vio entrar les sonrió, o por lo menos le sonrió a Kakucho.

 

-Kaku-chan, hola de nuevo. – lo saludó. –Buenas noches. - les dio una bienvenida más discreta a los clientes cuyos nombres no conocía. Estos asintieron con la cabeza por cortesía.

 

Los Haitani fueron a buscar la segunda parte de su película, mientras Izana se acercaba al mostrador a devolver la otra. Sanzu miraba todo con cara de asco, mientras Takeomi se preguntaba si era ilegal fumar en una tienda de DVD.

 

-Ustedes son muy buenos clientes ¿no les interesa una tarjeta de descuento? – preguntó Takemichi mientras registraba la devolución de la película.

 

-Tengo dinero para pagar completo. - respondió Izana ¿Por qué le ofrecía un descuento? ¿Parecía que lo necesitaba? ¿Acaso se le notaba en la cara su pasado en el orfanato?

 

-L-lo lamento, no quise ofenderlo. - tartamudeó Takemichi. Aquel hombre que trabajaba con Kaku parecía muy feroz.

 

- Lo siento, la película no está. – declaró Ran regresando al mostrador.

 

- ¿En serio? – preguntó Takemichi extrañado. –La computadora dice que tenemos una en existencia. Quizás la acomode mal…- dijo nervioso. –Tendré que buscarla.

 

-No te preocupes, estamos seguros que la encontraras. Pero realmente teníamos ganas de verla, entonces ¿Por qué no nos escribes tu teléfono y te llamamos para preguntar si ya la tienes? – sugirió Ran sacando un bolígrafo y un pedazo de papel.

 

Kakucho abrió la boca impactado de que Ran tan casualmente pidiera los datos de contacto de Takemichi cuando él llevaba dos semanas sin reunir el valor para hacerlo. Koko soltó una discreta risa divertida.

 

Takemichi, tan tonto e inocente, no dudo en darles su número de teléfono personal a unos completos desconocidos. Podían verse raros, pero eran amigos de Kaku, al fin y al cabo. Apenas acabó de escribir el último número, Rindou llegó con la película en la mano.

 

-Resulta que si estaba ahí después de todo. - su sonrisa traviesa delataba que el DVD nunca estuvo extraviado.

 

-No hay problema. – Takemichi sonrió mientras cobraba la renta del DVD y Ran guardó discretamente el papel con su teléfono.

 

Cuando regresaron al auto, Kakucho estaba a punto de preguntarles porque habían hecho aquello, pero para su sorpresa, Izana se le adelantó.

 

- ¿Qué rayos fue todo ese numerito que montaron ahí? – les preguntó furioso.  - ¡Y dame ese papel! – ordenó.

 

-Claro, como líder, es tu derecho tenerlo. – dijo entregándoselo dócilmente, como si esas siempre hubieran sido sus intenciones.

 

Izana se lo arrebató y lo copio rápidamente en su teléfono antes de hacerlo pedacitos. Kakucho se lamentó de que no le permitieran a él tenerlo también, pero Izana era el rey. Más tarde esa noche Ran se lo compartiría por mensaje, porque claro que el Haitani mayor lo había memorizado antes de entregarlo.

 

-Ese Takemichi tiene una voz molesta, hace que me duela la cabeza. - mencionó Sanzu.

 

-No culpes a Takemichi por los efectos de tus drogas. – masculló Kakucho. Sanzu le sacó la lengua.

 

-Bueno, tiene razón en que somos clientes frecuentes. Podrías haber aceptado esa tarjeta de descuento. - menciono Ran, que había escuchado toda la conversación. –Así tendrías que darle tu número a Takemichi también.

 

-No digas estupideces. - contestó Izana arrojándole la caja de la película.

 

Al volante del coche, Takeomi fue el siguiente en comprender que era lo que pasaba con su jefe y aquella tienda de DVD. Suspiró cansado. No le extrañaba que Izana careciera completamente de habilidades de ligue cuando su único mentor e inspiración era Shinichiro Sano, el hombre famoso por ser rechazado por 20 mujeres en un solo día. Izana estaba completamente perdido.

 

La cuarta vez se sintió completamente natural cuando todos se metieron al auto y se dirigieron a la ciudad. Takemichi siempre los recibía con una sonrisa sincera, lo que era un agradable cambio de siempre ser vistos como si estuvieran a punto de sacar una metralleta de sus pantalones y matar a todos solo porque sí.

 

-Ran ¿Podrías recomendarme una película? – preguntó Kakucho. Había pensado en aquel plan toda la semana. Iba a rentar una película, pagaría esa estúpida tarjeta de descuento, lo que requeriría llenar un formulario, así Takemichi tendría su número de teléfono y él podría decirle “casualmente” que podía llamarlo, solo para hablar. Él ya poseía el número de Takemichi gracias a Ran, pero toda aquella semana se había debatido en si era correcto ser él quien mandara el primer mensaje.

 

-Claro, Kakucho, ¿De qué tipo te gustaría? ¿Familiar o romántica? – el mayor le siguió el juego, fingiendo que no se había dado cuenta de que en realidad estaba interesado en Takemichi.

 

- ¿A qué viene esto? – preguntó Izana suspicaz. - ¿Desde cuándo te interesa ver películas?

 

-Se ve raro que vengamos los ocho y solo los Haitani renten algo. - contestó lógicamente. También había ensayado aquella respuesta toda la semana. Rezó porque le creyera.

 

Durante un minuto hubo un silencio sepulcral, Izana clavo su mirada en Kakucho, buscando cualquier señal, bueno, de lo que sea. Kakucho no flanqueó, querer estar en contacto con un viejo amigo que no fuera un mafioso o un asesino no tenía nada de malo, o eso era lo que se había repetido al espejo todas las noches para darse ánimos.

 

-Bueno, no es que yo les amarre las manos ¿verdad? Escojan una maldita película, todos. -Izana no encontró nada porque reprender a Kakucho, así que decidió que tenía razón, sí, era muy raro que ocho tipos entraran a una tienda para que solo dos rentaran algo y los demás vigilaran como tontos que no hicieran estupideces.

 

-Disculpen, no me di cuenta que estaban aquí ¿los hice esperar mucho? – la llegada de Takemichi aligero el ambiente.

 

-No te preocupes, no llevábamos mucho tiempo aquí. - contestó Izana. Los otros miembros de Bonten habían empezado a buscar alguna película que les interesara en aquel mar de cajitas.

 

-Supongo que vienen por la última película de la trilogía. Aquí la tengo, la busque para ustedes. - dijo sacándola de debajo del mostrador.

 

Izana se tensó ¿Por qué Takemichi hizo aquello? ¿Quizás no los quería en la tienda y por eso tenía ya lista la película para que no volvieran a hacer ese truco de “No encuentro el DVD”? ¿Qué había de malo en ellos? ¿Qué había de malo en ÉL? No había hecho nada violento, no había golpeado a Takemichi, ni siquiera lo había amenazado.

 

-Muchas gracias Takemichi, es muy amable de tu parte. - Ran intervino al ver los ojos de loco que Izana estaba poniendo, la misma mirada de mil yardas que le daba a su hermano Shinichiro cada vez que mencionaba a sus otros hermanos. Era la mirada de “La paranoia se ha apoderado de mi cerebro”.

 

-No es ningún problema, son clientes frecuentes, me encanta que vengan aquí. - respondió con una sonrisa.

 

El cuerpo de Izana se destensó de inmediato, así que en realidad a Takemichi le gustaba tenerlos ahí. Que él recordara, nadie nunca les había dicho que le encantara verlos. La mayoría se limitaban a huir aterrorizados.

 

-Yo me llevare esta. - dijo Kakucho acercándose al mostrador. Takemichi sonrió entrañablemente al ver que película había escogido. Una muy cursi sobre superhéroes.

 

-Kaku, esta era nuestra película favorita cuando éramos niños ¿todavía te acuerdas?

 

-Sí, la vimos unas mil veces. – había tenido que luchar contra su vergüenza al ir a coger aquel DVD de la sección para niños, pero había valido la pena al ver esa reacción en Takemichi, al diablo si los otros ejecutivos se burlaban de él.

 

Izana hizo una mueca. ¿Qué se creía Kakucho al usar un truco tan sucio para obtener aquella reacción nostálgica en Takemichi? Le arrebató la película y la examinó despectivamente.

 

- ¿De verdad te gusta algo como esto? ¿Superhéroes? Es cosa de críos. – dijo devolviéndole la caja con una sonrisa satisfecha al ver como las orejas de Kakucho se ponían rojas de la vergüenza.

 

-Recuerdo que solía disfrazarme como el personaje principal atándome una toalla roja como capa. - mencionó Takemichi, tratando de evocar un buen recuerdo para animar a su amigo, que de repente parecía muy apenado.

 

- ¿De veras? – dijo Izana intrigado. En realidad, era una imagen agradable el pequeño Takemichi haciendo esas tonterías.

 

-La industria del cine de superhéroes produce diez billones de dólares por año. - mencionó Koko. Sin añadir que él, por supuesto, tenía su buena parte de acciones en las compañías productoras. Dinero era dinero, incluso si venia de los niñatos disfrazados.

 

- ¿Te interesa el cine? – preguntó Takemichi animado. Hacia miles de años, entre querer ser superhéroe y querer solo llegar a fin de mes, Takemichi había soñado con ser director de cine.

 

- ¿Uh? Un poco. - respondió el tesorero. Tenía que admitir que se sentía agradable el que Takemichi le hablara tan alegremente. –Hay algunos lanzamientos para este año que prometen ser auténticos éxitos como…

 

Izana se sintió molesto de nuevo. ¡A Koko solo le interesaban las cosas que daban dinero! Y ahora se había puesto tan cómodo a hablar con Takemichi sobre película tal y actor tal. Y lo peor es que el chico estaba cayendo redondo, atento a todo lo que Koko decía.

 

- ¿Crees que esta es buena, Takemichi? – preguntó Mochi, mostrando la caja de una película de acción con persecuciones en auto.

 

-Sí, es buena, la rentan mucho y tiene un montón de secuelas. - contestó el empleado.

 

-Está comprobado que ese tipo de películas con trama simple son populares porque incluso la gente de mente simple las disfruta solo por los efectos especiales. – mencionó Koko en su papel de experto.

 

-Vaya. - dijo Mochi, tardando un rato en captar la indirecta. - ¿Oye, acabas de decirme tonto?

 

-Pero a mí también me gusta mucho esa película. - dijo Takemichi. Comprobado que era de mente simple.

 

Izana empezaba a impacientarse de nuevo, primero Kakucho, luego Koko y ahora incluso Mochi ¿Por qué todos se ponían tan cómodos con Takemichi?

 

- ¿Y a ti que películas te gustan? – le preguntó Takemichi interesado.

 

El berrinche de Izana se detuvo en seco al oír aquello, miro discretamente a sus lados para comprobar que no le hablaba a otra persona antes de pensar en su respuesta.

 

-Casi no veo películas. – admitió. Rayos, si quería hablar con el empleado de una tienda de DVD debería saber algo de películas. Un momento ¿Él quería hablar con Takemichi…? –Pero esa de ahí no me gusta. – señalo rápidamente la elección de Mochi, no sabía de qué trataba, pero él no era de mente simple.

 

-Quizás te guste una de las nuestras. - mencionó Ran, todavía sosteniendo la caja de la última película de esa trilogía sobre un mafioso cachondo.

 

-Definitivamente no.- incluso si llegaba a gustarle, jamás lo admitiría. No frente a Takemichi. –Vámonos ya. - ordenó, estaba harto, las cosas no estaban saliendo como él quería. Las cosas nunca salían como él quería.

 

-Estaba pensando… si vamos a rentar todos esos DVD, yo sí quiero una tarjeta de descuento. – si no hablaba ahora, no lo haría nunca, Kakucho no volvería a reunir el coraje suficiente para desafiar una orden de su rey con tal de poder mantenerse en contacto con Takemichi.  

 

La mitad del grupo se sintieron un poco intrigados por aquello. Pedir una tarjeta de descuento sonaba a algo que Koko haría, no Kakucho. Pero comprendieron sus intenciones cuando Takemichi sonrió y sacó una hoja de papel y un bolígrafo de debajo del mostrador.

 

-Claro, Kaku-chan, solo anota aquí tus datos. Tu nombre, tu teléfono y tu e-mail. - le explicó.

 

Qué manera tan astuta de darle sus datos a Takemichi, Kakucho había tenido una muy buena idea, además que les habría dado la oportunidad perfecta de presentarse y hablar de cosas personales sin parecer que lo estaban acechando.

 

-Bueno, ya que yo también llevare una película, lo justo es que también me apunte y te ayude a pagar esa tarjeta, ¿cierto, Kakucho? – Mochi fue el primero en dar un paso al frente. Tener una mente simple también tenía sus ventajas.

 

El enfado de Izana iba aumentando cuando más de sus subordinados se sumaban a esa tontería de la tarjeta de descuento.

 

-Basta, todos. - ordenó molesto. Se acercó pisando fuerte y le arrebató el formulario a Kakucho. –Yo soy el líder, así que esta tarjeta de descuento debería estar a mi nombre. – su mirada era tan determinada y amenazadora que hizo retroceder a los demás.

 

Incluso Takemichi parecía sorprendido por como Izana podía imponer su voluntad y apropiarse del descuento. Le entregó tímidamente un bolígrafo y observó cómo casi desgarraba el papel escribiendo furiosamente su nombre, su teléfono y su correo electrónico. Luego le entregó la hoja manoseada como si fuera un documento de alto valor. Takemichi la guardo cuidadosamente y luego le entregó a Izana la tarjeta de plástico barato.

 

-Muchas gracias por su compra. – le dijo con una reverencia educada.

 

-Si alguno de estos tipos no devuelve su película, no dudes en llamarme y yo los obligare a traértela así sea medianoche. -  le juró Izana.

 

Los ejecutivos se quedaron pasmados, quizás había sido un poco agresivo, pero Izana acababa de decirle a Takemichi que era libre de llamarlo. Finalmente estaba haciendo avances. Puede que Izana no se quedara a vestir santos como todos especulaban.

 

Takemichi solo asintió con la cabeza, aun mirando con asombro a Izana.

 

Pagaron por sus DVD y salieron del lugar. Izana guardo en su billetera la tarjeta de descuento y nadie se atrevió a peleársela, incluso si el líder de Bonten parecía de un muy inusual buen humor. Más bien, lucia triunfante.

 

La semana transcurría en su habitual rutina manchada ocasionalmente de sangre, pero en general solo era tener reuniones para planificar y cerrar tratos con comercios, otras organizaciones criminales y a veces algunos funcionarios locales corruptos. Uno creería que ser Yakuza era mucho más interesante, pero era que ellos ya no eran adolescentes y ya habían superado la fase de romperse las caras a puñetazos.

 

-Tenemos que cerrar un trato este sábado en la noche. – les avisó Koko, revisando algunos papeles de su agenda semanal, comparándolos con notas en su computadora.

 

- ¿Este sábado en la noche? – preguntó Izana, fingiendo que no le afectaba. –Reprográmala. - ordenó.

 

-Imposible, los Vongola solo estarán en la ciudad un día. – contestó Koko.

 

- ¿Seguro que no se puede cambiar? – preguntó Kakucho.

 

- Muy seguro. Perderíamos mucho dinero. – afirmó el contador.

 

-Pero el sábado es la noche de películas. – se quejó Rindou, finalmente poniendo en palabras lo que todos pensaban.

 

- ¿Y qué? Eso es solo una tontería. – dijo Sanzu, pero nadie dio señales de apoyarlo. De hecho, se produjo un silencio incómodo.

 

No podían dejar de lado sus negocios más importantes solo porque el empleado de una tienda de DVD fuera especialmente lindo. Por otro lado, Takemichi era EXTREMADAMENTE lindo.

 

-Chicos, es una tienda de DVD abierta todo el día. ¿Se les ha ocurrido ir por la mañana? – sugirió Koko, como si todos fueran estúpidos excepto él.

 

Todos parecieron considerarlo. Ir al abrigo de la noche había sido una ventaja para ellos, pero Koko tenía razón, no eran el maldito Batman, podían salir a cualquier hora para rentar su DVD y Takemichi estaba solo durante todo el sábado según lo que Kakucho les contó.

 

-Iremos el sábado por la mañana. – dejó asentado el líder y todos asintieron.

 

Sanzu se tragó una pastilla, tratando de evadirse de toda esa locura. ¿Y que si Hanagaki era lindo? Que le arrancaran todas las pestañas una a una antes que admitirlo.

 

El sábado siguiente Takemichi se extrañó un poco de verlos ahí tan temprano, pero igualmente los recibió con una sonrisa.

 

-Buenos días ¿Qué les gustaría hoy? - preguntó solicito, sin darse cuenta que más de uno de ellos esbozo una sonrisa pervertida al oírlo decir aquello.

 

-Lo de siempre, devolveremos unos DVD y daremos una vuelta para rentar otros. - contestó Izana, acercándose al mostrador mientras fulminaba a sus ejecutivos con la mirada para que se dispersaran por la tienda.

 

Se le había hecho costumbre ser él quien trataba personalmente los asuntos con Hanagaki. A pesar de la inconformidad de los otros miembros, Izana les arrebató los DVD cuando venían en el auto, insistiendo en que sería él quien los devolvería todos. Privilegios de líder su trasero, todos sabían que solo quería acaparar a Takemichi.

 

- ¿Les gustaron las películas? - preguntó Takemichi, mientras recogía las cajas y las marcaba en la computadora como devueltas.

 

 -Yo no las vi. - mintió Izana. En realidad, disfrutó la película para mentes simples que Mochi rentó, y al final cedió a la tentación y vio la última parte de esa trilogía que rentaron los Haitani, la cual tenía más sexo que mafia o coherencia. –No eran de mi gusto. Quizás tu podrías recomendarme alguna. Cualquiera está bien, alguna que sepas que es buena. – iría a lo seguro, vería algo que le gustara a Hanagaki.

 

 -Bueno, a mí me gustan las películas clásicas ¿Qué tal “Volver al futuro”? La trilogía es una de mis favoritas. – sugirió.

 

-Excelente. - la boca de Izana formó una mueca parecida a una sonrisa… una sonrisa aterradora que estaba poniendo nervioso al dependiente. Si Takemichi le recomendaba una trilogía era porque quería que regresara ¿verdad?

 

El inconveniente de ir a la tienda cuando había luz de día, es que había otros clientes en el lugar, personas normales entre las que Bonten destacaba como un pulgar adolorido con su cabello teñido y sus enormes tatuajes. Por suerte todos huyeron apenas verlos. No traían un cartelito diciendo “somos mafiosos” pero no podían ser más obvios.

 

De nuevo tenían el lugar, y a Takemichi, solo para ellos. En su mayoría todos obedecieron la orden de mantenerse alejados mientras Izana hablaba con Hanagaki, pero de vez en cuanto iban a echar un discreto vistazo solo para saber cómo iban las cosas, no fuera a arruinarlo ese jefe sin habilidades sociales.

 

Ran y Rindou se preguntaban si debían ir a la sección +18 de la tienda, solo como una indirecta muy directa de que entre ellos y Takemichi ya había suficiente confianza como para mostrar un poco de lo depravados que eran. Mejor sería que Hanagaki se fuera acostumbrando a lo escabroso, porque en Bonten todos estaban metidos hasta el cuello en todos los delitos habidos y por haber. Un tema que nadie quería tocar era qué haría un chico tan ingenuo y tan cobarde como él cuando descubriera quienes eran realmente. Y aun peor, que haría Bonten. Pero huir de sus problemas psicológicos con violencia era lo que los había llevado a esa vida en primer lugar, así que simplemente ignoraron a esa vocecita en su cabeza llamada conciencia que les decía que Takemichi era demasiado bueno para cualquiera de ellos.

 

Una vez que todos tuvieron sus películas fueron al mostrador, donde Takemichi ya había metido en una bolsa la caja con el DVD que le recomendó a Izana.

 

- ¿Han acabado? – preguntó, normalmente los reprendería por ser tan lentos, pero precisamente ese día hubiera preferido tener más tiempo para estar a solas con Takemichi.

 

- ¿Me permite su tarjeta de descuento? – pidió Hanagaki luego de pasar por el escáner todas las películas.

 

Izana sacó de su billetera la estúpida tarjeta y segundos después bendijo en silencio aquel maldito pedazo de plástico cuando al entregarla le permitió tocar la mano de Takemichi.

 

Al entrar al auto Izana estaba de muy buen humor, las cosas estaban avanzando muy bien. La próxima semana podría hablar con Takemichi sobre su película favorita. A este ritmo tal vez le pediría una cita… en 2030. Su buen humor se agrió de inmediato, iba más lento que una tortuga.

 

-Rayos, olvide la pitillera. - maldijo Takeomi al revisar sus bolsillos en busca de las llaves del auto, la maldita cosa estaba bañada en oro, si no se apresuraba por ella de seguro la robarían. –Regreso en un momento. - prometió.

 

-Si no vuelves en cinco minutos, nos largamos sin ti. - lo amenazó Izana, a pesar de que Takeomi era el que venía conduciendo.

 

Akashi sabía que Izana era muy capaz de dejarlo ahí, así que se apresuró a la tienda de DVD. Takemichi no estaba en el mostrador, una lástima, habría sido genial darle otro vistazo, pero como tenía poco tiempo se dirigió rápidamente a buscar su pitillera. La encontró entre la sección de películas de acción y la de artes marciales. Justo cuando iba a salir, divisó a Takemichi, estaba hablando con un hombre joven muy formal que vestía un traje color gris claro. Ambos parecían muy cómodos, pero había algo en ese sujeto que no le agradaba, estaba seguro que había visto su cara en otro lugar y no uno bueno.

 

Salió de la tienda sin ser notado y regresó al auto sin decir ni una palabra de lo que había visto. Mejor no hacer saltar las muy sensibles alarmas de sus compañeros, al menos no sin tener toda la información necesaria.

 

La semana paso con el mismo ir y venir de negocios sucios tras mas negocios sucios. Lo más notable fue que Izana se encerró en su habitación a ver él solo la película que Takemichi le recomendó, como si fuera una porno.

 

Ya era viernes y Takeomi estaba nervioso, se había acabado todos sus cigarrillos, excepto uno que había guardado para ese momento. Sabía lo que harían la noche siguiente, igual que todas las noches de sábado, así que no podía posponerlo más. Tenía que hablar con todos y romper su linda burbuja, una de la que él mismo disfrutaba, a decir verdad.

 

Cuando su última reunión de la tarde acabó, Koko preguntó si alguien tenía algo más que informar. Takeomi levantó un poco la mano y todos voltearon a verlo esperando que dijera algo sobre sus negocios de apuestas o prostitución.

 

-Necesito decirles algo a todos, algo que no les va a gustar. - les advirtió, a él mismo no le gustaba para nada.

 

- ¿Cuánto dinero perdiste? – preguntó Koko disgustado.

 

-Ni un centavo. – contestó ¿Por qué rayos Koko siempre pensaba que él perdería dinero solo porque una vez estuvo en bancarrota y tuvo que vivir bajo el ring del gimnasio de unos amigos? ¡Eso fue hace años! –Esto es más… personal.

 

Todos lo miraron extrañados, las vidas personales de todos eran casi inexistentes y estaban completamente distanciadas entre sí. Les llevó años siquiera descubrir que Takeomi y Sanzu eran hermanos y a veces aun solían olvidarlo. ¿Qué cosa personal podría ser algo de la incumbencia de todos como para que Takeomi creyera que era necesario airearlo en una reunión oficial con todos los ejecutivos?

 

-Habla ya. - ordenó Izana, estaba empezando a impacientarse, como Akashi dijera una idiotez iba a quebrarle algún hueso.

 

-Ese Takemichi Hanagaki- dijo Takeomi con demasiada seriedad y todos se inclinaron hacia él esperando a oír que diría. –Creo que está dándole información nuestra a la policía.

 

Todos se miraron entre sí sorprendidos, incrédulos e incluso un poco horrorizados. Takemichi no podía ser una rata, era demasiado inocente.

 

- ¿Estas completamente seguro? - preguntó Izana viendo severamente al concejero.

 

-En realidad no.- admitió Takeomi, dándole otra calada a su cigarrillo. –Pero he investigado a un hombre con el que lo vi hablando el otro día en la tienda de DVD. Su nombre es Naoto Tachibana y es detective de la policía de Tokio. - reveló.

 

-Tenemos que investigar esto. - propuso Koko, que como siempre logro conservar la cabeza fría. - ¿Estas completamente seguro?

 

-Si, sabía que su rostro me sonaba de algo, así que apenas llegar aquí me puse a revisar archivos de nuestros enemigos y rivales. Tachibana es de la división de crimen organizado de la policía. – les contó. Sacó una carpeta y les mostró toda la información del detective junto con su fotografía.

 

- ¡Esto es una mierda! – dijo Izana arrugando la foto cuando fue su turno de verla, sus ojos de loco habían vuelto peor que nunca.

 

-Pero no estamos seguros que Takemichi tenga ninguna conexión con él. – dijo Kakucho, defendiendo a su amigo de la infancia a capa y espada.

 

- ¿Por qué otra razón estaría en la tienda hablando con Hanagaki? – dijo Sanzu, tan furioso como Izana. Iba a partir a Hanagaki en pedacitos por jugar con sus sentimientos, o por hacerle recordar que tenía sentimientos. Se levantó, espada en mano, pero Ran y Rindou lo devolvieron a su asiento de un fuerte jalón. No iban a dejar que saliera corriendo a matar a Takemichi por una suposición de Takeomi.

 

-Los detectives también ven películas en DVD. - mencionó Mochi –Tal vez solo fue a rentar algo. - ¿Por qué la solución más simple no podía ser la correcta?

 

-Quiero evidencias sólidas. – exigió Rindou. Todos estuvieron de acuerdo.

 

-Alguien tiene que ir a la tienda mañana y ver si se aparece de nuevo ese tal Tachibana. – Propuso Kakucho. Lo más lógico sería que estuviera ahí también los sábados si era el día cuando lo vio Takeomi.

 

-Yo iré. - se ofreció Ran.

 

- ¿Por qué deberías ir tú? - preguntó Kakucho inconforme.

 

-Porque si Izana va y descubre que es verdad podría perder su temperamento. - explicó. Izana lo miró con enojo, pero aceptó silenciosamente que tenía razón. –Y si tú vas, Kakucho, le creerás todo lo que te diga. - se notaba que el de la cicatriz tenia debilidad por Hanagaki.

 

-Está bien, ve tú, Ran. – aceptó Izana. La parte de su cerebro que amaba a Takemichi estaba teniendo una lucha a muerte con la parte paranoica que le decía que todos lo odiaban y querían verlo muerto, definitivamente era verdad que él solo causaría un desastre si iba solo a revisar a Hanagaki.

 

Al día siguiente a primera hora, el mayor de los Haitani se dirigió solo a la tienda de DVD. Los otros ejecutivos, faltos de sueño, se quedaron esperando mientras fingían hacer sus cosas habituales. Luego de que Takeomi fumara un cigarrillo al revés, Kakucho les pusiera azúcar a los huevos del desayuno e Izana destrozara de una patada la televisión de la sala, se hizo obvio que no eran buenos fingiendo no estar jodidamente estresados.

 

Cuando Ran regresó a la base de Bonten todos lo esperaban con ansiedad sentados en la mesa de reuniones, ni siquiera habían hablado mucho, solo esperaban para saber si Takemichi era o no un informante.

 

Ran tomó su asiento y los miró tan calmado como siempre antes de sonreír y soltar una risa de lo más desagradable.

 

- ¿Qué demonios te pasa? ¿Al fin te volviste loco? - preguntó Mochi, enojado de que no tomara aquel asunto con la misma seriedad que los otros.

 

-Para nada. - dijo controlando sus risas. –Es solo que me parece increíble la poca experiencia en la vida que tienen ustedes. - se burló sutilmente.

 

-Déjate de tonterías Ran y dinos que averiguaste. - le ordenó Izana clavándole su mirada lavanda más desquiciada.

 

-Está bien, está bien. - dijo tratando de parecer serio de nuevo, aunque todo el asunto le pareciera tan gracioso. –Lo que vieron la vez pasada, Takemichi hablando con Naoto Tachibana, no era ninguna reunión para vender información de Bonten. Tachibana solo fue a la tienda de DVD porque quería coquetear con Takemichi.

 

- ¡¿Qué?!- gritaron todos anonadados.

 

-Ahora si estoy seguro que te volviste loco. - reiteró Mochi.

 

- ¿Por qué les parece tan raro? Takemichi es lindo, no tendría nada de extraño que tuviera algún admirador. - contestó Ran.

 

- ¿Un admirador que coincidentemente es policía? Me sigue pareciendo sospechoso. - dijo Takeomi.

 

-Como dijiste, es solo una coincidencia. Por lo que pude escuchar mientras Tachibana estaba ahí, ellos se conocen desde hace mucho tiempo. - les contó.

 

- ¿Tachibana? - repitió Kakucho, más para sí mismo que para los otros, tratando de hacer funcionar su memoria. –Tachibana… ¡Si, Tachibana! - dijo recordando de golpe. –Cerca de mi casa y la de Takemichi vivía una niña de nuestra edad llamada Hinata Tachibana.

 

- ¿Y qué? ¿Se cambió de sexo? - bromeó Rindou.

 

-No, idiota, ella tenía un hermano que era menor por un año, a veces lo llevaba con ella a jugar al parque. Era una pequeña mierdecita pretenciosa, incluso a esa edad. No me sorprende que se convirtiera en un policía. - dijo Kakucho. - ¿Pero qué rayos hace coqueteando con Takemichi? Es menor que él. - dijo soltando casi con repugnancia la palabra “coqueteando”.

 

-Es más alto que él y es solo un año, eso no importa. - dijo Ran.

 

-Lo que sea, yo no me trago esa mierda. - hablo Izana, mucho más enojado que antes. –No creo que hayas escuchado bien, no debería haber confiado en ti Ran. - Izana parecía mucho más molesto de que alguien estuviera tratando de cortejar a Takemichi de lo que hubiera estado si resultaba ser un traidor.

 

-Si no me crees, puedes ir tú mismo a comprobarlo. - le dijo el mayor de los Haitani, muy seguro que aquello era un simple coqueto y no una conspiración en su contra.

 

-Pues creo que eso hare. - decidió Izana levantándose de golpe de la mesa.

 

-No tiene caso que vayamos uno por uno, lo mejor será si vamos todos y lo comprobamos. - sugirió Takeomi.

 

- ¿En serio? ¿Siete ejecutivos de Bonten y su líder para vigilar una tienda de DVD? Los noticieros creerían que tenemos algo mejor que hacer. - dijo Koko sarcásticamente. Pero nadie lo escuchó.

 

Los ocho miembros de Bonten montaron en su discreto auto negro y condujeron hasta un pequeño parque que quedaba justo frente a la tienda de DVD. Luego se acomodaron detrás del arbusto más discreto y sacaron sus discretos binoculares. Durante un buen rato no hicieron nada más que ver a Takemichi yendo de un lado a otro acomodando películas y atendiendo a uno que otro cliente ocasional. Habría sido muy aburrido, pero Takemichi era lo suficientemente lindo como para que no se cansaran de mirarlo.

 

-Parecemos unos pervertidos viendo a Takemichi a escondidas. - mencionó Ran con una sonrisa.

 

-Ahí viene, es el auto de Naoto Tachibana. - anunció Izana, luego de dos horas ahí escondidos.

 

El policía abrió la puerta de su auto y sacó un ramo de flores.

 

- ¿Qué demonios? - Izana no podía creer lo que veía, mucho menos podía creer que aquel ramo fuera para Takemichi, no podía creerlo incluso cuando el tal Naoto lo puso en las manos del chico de la tienda de DVD.

 

-Se los dije. - recalcó Ran con satisfacción. Aunque era una victoria hueca si es que Takemichi aceptaba a ese tipo. Y todo porque Naoto Tachibana tenía más agallas que Izana para confesarse. Bueno… ninguno de ellos las tenía.

 

Takemichi lucia feliz al recibir las flores, lo cual hacia infelices a los miembros de Bonten que preferirían que se mantuviera alejado de la policía y cerca de ellos.

 

Izana rechinó los dientes y más que nunca deseó simplemente correr hasta ahí y acabar con ese detective idiota de una patada.

 

El rostro de Takemichi iba poniéndose más rojo mientras Naoto hablaba. De seguro aquello era una confesión.

 

-Demonios, vamos a perderlo para siempre. - Rindou se lamentó. -No podemos rondar al esposo de un policía.

 

-No seas idiota. - lo cortó Sanzu. -Ni siquiera hay seguridad de que Takemichi seguirá trabajando luego de casarse. Podría convertirse en un lindo amo de casa. – teorizó, mientras ellos se pudrían en su envidia e infelicidad. Sanzu supo que ninguna cantidad de pastillas le harían olvidar aquella imagen.

 

-Un detective de Tokio no gana mucho dinero. – mencionó Koko despectivamente. Takemichi podía hacerlo mejor ¿Qué importaba si Tachibana, a diferencia de ellos, podía darle estabilidad, seguridad y respetabilidad? ¡Él no podía bañarlo con billetes diez mil de yenes y ellos sí!

 

La expresión de Takemichi dejo de ser feliz y se mostró cohibido y algo triste cuando empujó el ramo de flores de regreso a las manos de Naoto mientras se inclinaba.

 

- ¿Una disculpa? ¡Está rechazándolo! - adivinó Rindou. Esto era mucho mejor que ver un dorama por televisión.

 

- ¡Bien hecho Takemichi! – festejó Mochi.

 

Naoto trató de insistir y volvió a empujar las flores hacia Takemichi que parecía cada vez más incómodo. Naoto se estaba acercando cada vez más a él.

 

-Voy a matarlo. - dijo Izana muy decidido. Solo ellos tenían derecho a acosar a Takemichi y ni siquiera habían llegado tan lejos como para hacerlo retroceder.

 

-Espera, no puedes simplemente abalanzarte sobre un policía. - lo detuvo Kakucho.

 

Takemichi seguía discutiendo con Naoto, que prácticamente estaba encima de él. El policía estiró su mano y tocó el trasero de Hanagaki.

 

Todo Bonten soltó un jadeo horrorizado al ver aquello. Luego escucharon el sonido del arma de Kakucho amartillándose.

 

-Ahora sí, yo lo mato. - declaró el menor, hirviendo de ira. ¿Cómo se atrevía alguien a tocar a Takemichi de aquella manera y sin su consentimiento?

 

Pero antes de que Kakucho pudiera cumplir su amenaza o ser detenido la pequeña mano de Takemichi se estampó contra la mejilla de Naoto.

 

-Vaya, el chico parece débil, pero tiene carácter. - dijo Takeomi encendiendo otro cigarrillo, sintiendo que Takemichi le recordaba un poco a su querido amigo Shinichiro. ¿Tal vez por eso le gustaba a Izana? ¿Tal vez por eso le gustaba al mismo Takeomi?

 

Takemichi estaba llorando, pero aun así le arrojó sus flores al detective y lo echo de la tienda. Con los hombros caídos por la derrota, Tachibana entro en su auto y se alejó.

 

- ¡Listo, ya se fue, vamos por Takemichi! – ordenó Izana, mas ansioso que de costumbre.

 

No tuvo que decirlo dos veces, los otros se apresuraron a la tienda y casi se empujaron en las puertas por ver quien entraba primero.

 

-Takemichi ¿estás bien? - preguntó Izana. Ran carraspeó para recordarle que no hiciera obvio el que lo habían estado espiando. – Es que… estas llorando. – señaló el líder de Bonten.

 

Los ojos de Takemichi seguían mojados luego de su confrontación con Tachibana. Él los limpió con el dorso de la mano. A todos les pareció adorable, pero Ran fue el primero en ofrecerle un pañuelo, mientras los demás se morían de envidia por no haberlo pensado primero.

 

-Sí, lo siento. Tuve un pequeño inconveniente. – dijo secándose con el pañuelo antes de devolvérselo a Ran. Esa noche todos intentarían robarlo.

 

- ¿Te hicieron daño? Voy a matar a cualquiera que te haga daño. - declaró Izana. Otro carraspeo se escuchó a sus espaldas, no debería ser tan obvio sobre sus pocos escrúpulos a la hora de asesinar, de por si Takemichi ya estaba asustado.

 

-No te preocupes, tuve una discusión con alguien que creía que era mi amigo, nunca hubiera pensado que tendría esa mentalidad de que tenía derecho a tenerme, no soy ningún objeto ni le debo nada solo por fijarse en mí. – declaró.  

 

Los ejecutivos querían abrazarlo, Michi eran tan adorable cuando se ponía firme.

 

A Izana también le gustaba ver aquella nueva faceta de Takemichi, pero lo hacía sentir inseguro ¿quizás él también había estado actuando como si tuviera derechos sobre él? No estaba muy seguro…

 

-Ese idiota dos caras, siempre presumiendo de ser un policía de una familia de policías y luego viene y me toca sin mi consentimiento. – se desahogó.

 

Izana ya tenía planeado matar a Tachibana, pero ahora lo harían muy dolorosamente. Por otro lado, quizás ellos también eran unas dos caras. No le habían dicho a Hanagaki quienes eran realmente y a él parecía disgustarle cuando la gente era poco sincera. Era un habla ahora o calla para siempre e Izana era quien tenía la última palabra.

 

-Takemichi, puede que no hayamos sido sinceros del todo. – empezó el líder.

 

- ¿Acerca de qué? – preguntó Takemichi confundido. – Son los clientes más cumplidos que tengo. Siempre regresan las películas a tiempo y sin un rasguño.

 

Izana deseó por primera vez en su vida que su peor crimen se resumiera a algo tan banal como rayar un DVD rentado, pero su vida no era así y Takemichi tenía que saberlo si realmente quería tener algo serio con él. Lo mejor era quitar la tirita de golpe. Él nunca había sido cobarde, y tampoco le gustaba andarse con rodeos.

 

- ¡Somos criminales, ¿ok?! – confesó en voz alta. Los otros asintieron, confirmándolo. – No te asustes, pero nosotros somos Bonten, la mafia más grande de todo Japón.

 

Takemichi parpadeó con sus preciosos ojos azules y todos tragaron saliva, esperando a ver su reacción. No había gritado, ni había corrido, ni siquiera estaba llorando como cuando Tachibana lo acosó. ¿Quizás estaba en shock?

 

-Izana, tengo un televisor, claro que se quién eres y se quiénes son todos ustedes. – dijo finalmente. Era tonto, pero no tanto. Le exasperaba que lo subestimaran todo el tiempo.

 

- ¿De verdad? ¿Y no estas asustado? – preguntó Izana. Si realmente sabía quiénes eran y si sabía la décima parte de lo que hacían, lo normal sería estar malditamente asustado. Creyó que tal vez podría ocultárselo por un año o… toda su vida. Sinceramente no tenía un plan para decírselo, no pensaba tan a futuro, pensar era trabajo de Koko.

 

-Lo estuve un poco al principio. - admitió culpable, como si fuera malo el no querer ser asesinado y enterrado en una tumba clandestina. –Pero luego pensé que ninguno de ustedes había tratado de hacerme daño. Ni siquiera fueron groseros conmigo. Te sorprendería la cantidad de clientes “respetuosos de la ley” que me gritan y me insultan cuando no les gusta su DVD, como si yo lo hubiera filmado. Incluso Naoto que es un policía resultó ser un imbécil. - suspiró. –Entonces decidí no hacer ningún escándalo y simplemente seguir igual. Sus visitas de los sábados son literalmente el momento más interesante de toda mi semana.

 

-Si lo hubiéramos sabido, habríamos venido más seguido. - susurró Mochi. Limitaron sus visitas a una vez por semana precisamente para no asustar a Takemichi actuando como acosadores.

 

-Bien, entonces ¿Quieres ser mi novio? - preguntó Izana, tan brusco como siempre. Su boca apretada para parecer fuerte y sus ojos lilas temblando con el temor de ser rechazado.

 

Los otros miembros de Bonten tenían sus miradas clavadas en ellos. Había más tensión que si estuvieran en un tiroteo.

 

Takemichi se veía tan lindo y tímido como siempre mientras pensaba en su respuesta, incluso estaba sonrojado ¡Ellos querían jalar sus mejillas gordas!

 

-Sí, sí quiero. - contestó.

 

Los hombres soltaron el aire que habían estado reteniendo, una espesa nube de humo de cigarrillo fue expulsada de la boca de Takeomi.  Estuvieron tentados a aplaudir, pero no querían mostrar lo realmente desesperados que estaban por afecto.

 

Al diablo si Izana era el novio oficial, a ellos les bastaba con tener a Takemichi en sus vidas y que él les permitiera quererlo.

 

Fin.

Notes:

Espero que les haya gustado.

Por si a alguien le quedaron dudas en el capitulo anterior, Izana realmente ama a Takemichi, simplemente es muy malo para expresarlo y a veces prefiere parecer un cretino antes que mostrar debilidad.

En cuanto a Bonten, cualquiera de ellos habria sido feliz con Takemichi. En el primer capitulo era un "parpadea y te lo pierdes" el que todos lo tratan como una especie de novio colectivo, Izana se da cuenta, pero lo permite porque sabe que ellos respetan su verdadera relación, incluso lo ayudaron a declararse ignorando sus propios sentimientos y Takemichi los considera muy importantes para él.

Notes:

Este primer capitulo esta inspirado muy vagamente en un episodio muy viejo de Soy La Comadreja. La cosa empezó conmigo preguntandome que pasaria si Izana fuera el novio de Takemichi y salió esto.

El segundo capitulo es una precuela y es totalmente original. Si quieren leerlo pronto díganlo en sus comentarios