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Prólogo
Hace algunas décadas atrás aparecieron los portales, pasillos entre nuestro mundo y otras dimensiones. Dentro de estos portales habitaban monstruos, seres terribles y grotescos. Las armas comunes de nuestro mundo no les afectaban; y a los hombres y mujeres que despertaron con poderes capaces de combatirlos les llamaron cazadores.
Clasificados según su poder mágico en los rangos S, A, B, C, D y E.
Todos los cazadores tienen uno, sin embargo, una vez que despiertan no importa lo mucho que los cazadores se esfuercen… sus atributos nunca podrán mejorar.
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Hasta que uno lo logró.
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Actualidad.
Un mes antes de la cuarta incursión a la Isla Jeju.
Ciudad de Tokio, Japón.
“En otras noticias del mundo de los cazadores; el recién nombrado décimo cazador rango S de Corea del Sur, Sung Jinwoo sigue dando de que hablar alrededor del mundo. Siendo que antes era conocido como ‘el cazador rango E más débil del mundo’, ahora el joven cazador con su segundo despertar…”
Pasos apresurados se escucharon bajar por las escaleras. Una joven entró en la pequeña sala a toda prisa. Su largo cabello negro danzando detrás de ella en suaves y graciosas ondas. Se acercó a paso rápido a los sillones pasando frente al mueble del televisor en cuya pantalla el adolescente que ahora la seguía con la mirada había estado absorto.
—¿Qué buscas onee-san?—preguntó viéndola remover los cojines en busca de algo.
La joven detuvo su búsqueda volteando a ver al adolescente con rasgos similares a los de ella. Sus finas cejas se fruncieron y un puchero estaba naciendo en sus labios de rosas. El adolescente arqueó una ceja divertido. Listo para burlarse de ella por su torpeza.
—Mi bolso. Ahí tengo mi pasaporte, K-ETA y mi boleto de avión. Si los pierdo tendré que decirle al abuelo que tengo que demorar el viaje. Solo puedo imaginar lo triste que se pondrá.
La joven empezó a remover los cojines del sillón donde se encontraba sentado su hermano. Este endureció su cuerpo para evitar que su hermana lo moviera cuando llegó a su lugar.
—Sota, muévete. Tengo que encontrar mi bolso—se quejó mientras trataba de sacarlo del sillón sujetándolo del brazo.
—Eres muy tonta, Kagome. Tu bolso no está aquí.
—¿Entonces en dónde…?
—Hija, ¿buscabas esto?
Higurashi Naoko entró en la sala con el bolso en mano.
El rostro de Kagome se iluminó al verlo.
—¡Si! —gritó mientras abrazaba a su madre. —Gracias, ¿dónde lo encontraste?
—Por alguna razón estaba dentro de la alacena de las tazas. Lo encontré cuando tomé una para prepararme un té esta mañana.
La madre de los hermanos Higurashi se mostraba muy confundida por este hecho.
Sota resopló desde su lugar en el sillón.
—La tonta de mi onee-san dejo su bolso ahí ayer que terminó de guardar los trastes, según ella no lo quería fuera de su vista para no perderlo—dijo poniendo los ojos en blanco ante lo absurdo. —Obviamente no le funcionó.
El temperamento de Kagome estuvo a punto de explotar ante la burla de su hermano menor.
Su madre al ver esto decidió intervenir antes de que se les hiciera tarde.
—Si ya están listos es hora de irnos al aeropuerto.
Los hermanos detuvieron su palea para terminar de tomar sus cosas y apresurarse a la salida detrás de su madre.
Hoy era el día en que Kagome, la hija mayor de la familia Higurashi, viajaría a Corea para estar con su abuelo, y juntos dar dos noticias al mundo.
Una de ellas.
El despertar de Kagome como cazadora y la revelación de su rango.
