Chapter 1: Renacimiento
Chapter Text
De acuerdo. Esto se ve mal -reconoció Hawkeye retrocediendo un paso.
El oso, a pocos metros de él, rugió, irritado. El intrépido arquero se hizo de su mochila hecha de harapos y rompió a correr entre los abundantes árboles del Bosque Salvaje. Escuchó los crujidos de las patas del oso pardo seguirlo con furia palpable.
-Estoy muerto, estoy muerto, estoy muerto.
Con el corazón en la garganta, Hawkeye sacó de su bolsa la última flecha que le quedaba de su arriesgada aventura. Lo cierto es que había sido tonto e imprudente al hacer esto sin haberle informado a los suyos. Un buen tiro justo en el corazón del oso bastaría para salvarse la vida. Estaba flexionando la flecha en el arco cuando escuchó una voz en su cabeza:
- ¡Detente, Clinton! -¡Aaah! De pronto, el gran oso pardo giro sobre sí regresando pasivamente su camino
-Nunca juegues con una mamá oso cerca de su osezno -le dijo Redd aterrizando con elegancia frente a Hawkeye. Él siempre se preguntaba cómo le hacía Redd para aparecerse de ningún lado justo en el momento indicado. Claro, sus poderes. Y sin embargo, eso no tenía nada que ver con que ella siempre se mantuviera serena ante casi cualquier situación, o que su cabello rojo naranja siempre se mantuviera hermoso y peinado. Todo eso estaba completamente fuera de sus poderes ¿o sí?
-¿Osezno? No vi ningún osezno - respondió agitado. Redd lo miró con aplomo
-Buscaba alimentos, Redd. El campamento no tardará en quedarse sin provisiones.
-No tienes que hacer esto solo, ¿de acuerdo? Somos… somos una familia. Clinton, también conocido como Hawkeye por su increíble habilidad con el arco, miró fijamente dentro de los ojos verdes de la mujer que tenía delante suyo y luego asintió. Ciertamente no recordaba el momento en el que Redd se había convertido en su mejor amiga
-Ya casi anochece ¿vamos?-No es mala idea. Este lugar me pone la piel de gallina.
-Aún así no tuviste ningún temor en venir aquí -le dijo Redd mientras se elevaba telekineticamente, y a Clinton consigo, rumbo al campamento-. ¿Sabes cuánto coraje requiere eso?-Solo cacé un tejón y tres conejos. No es gran cosa
-Eres imposible, Clinton -Redd sonrió.
-Imposible… -susurró Clinton pensativo y no pudo evitar preguntar después de unos segundos-: ¿Qué te dice el Phoenix? ¿Te… ha dicho hacia donde debemos ir esta vez?
-Me temo que eso y más, mi buen Clint.
Lejos, en un castillo en las montañas. Wanda Maximoff había estado sumergida en una larga meditación, mientras levitaba a pocos centímetros de la cama de su habitación, la cual, adornada con sábanas satín color rojo, hacían un gran contraste con su propia vestimenta gitana. El color que siempre vestía. El rojo le recordaba cosas; cosas que, sin importar qué, siempre la acompañaban: el amor, la sangre y el caos. Unidas como una sola pasión y representadas en un solo color, el rojo. Su mente no registra el hecho de que su hermano gemelo ha entrado a la habitación, pero su voz, rápidamente la saca de su letargo.
-¿Pietro? -respondió para caer de inmediato sobre la cama.
-Apenas y me has escuchado ¿cierto? -le contestó él a su vez con una pequeña sonrisa.
-Lo siento -dijo Wanda avergonzada.
-Descuida, querida. Ya he arruinado muchas de tus meditaciones en el pasado. No es como si fuera a detenerme
.-Ni se te ocurra, Pietro -le advirtió ella con tono gruñón y juguetón. La sonrisa de Pietro se ensanchó.
-¿Qué tal estuvo el circo hoy? ¿Ya están recogiendo? Él negó.
.-La recepción ha sido muy buena. Kurt quiere realizar dos funciones más antes de marcharse. Si pudieras verlo, Wanda. Todos los aplausos y los niños…-Puedo imaginarlo. Pietro la miró detenidamente.
-¿Qué tal tu día? -le preguntó finalmente, avanzando por la habitación hasta sentarse a su lado en la cama-. ¿Te volvió a buscar ese tal Víctor Von Doom?
-No -contestó Wanda con una sonrisa, intentando suavizar la expresión de su hermano ante la mención del nombre-. Y no tienes porqué alterarte ante su visita. Víctor Von Doom es solo un aprendiz de las artes místicas como cualquiera del Círculo Latveria. Un poco pomposo, sí, pero solo uno más como quiera de nosotros. Está… un poco impresionado por mis habilidades. Además, su madre también es gitana.
-Oh, vaya -dijo Pietro de manera sarcástica. Wanda le dio un pequeño empujón para dejarlo caer sobre la cama. -¿Sabes qué estuve haciendo todo el tiempo, aparte de la rutina diaria? -inquirió dejándose caer a su lado. Lo miró con complicidad-. Extrañándote. Extrañándote y extrañándote -dijo pasando una de sus manos por el extraño cabello blanco de su gemelo. Pietro cortó la distancia hasta pegar su frente junto a la de ella.
-Ya estoy en casa. Al menos, aquí. Wanda se acercó a su oreja y le susurró como si fuera una promesa de amor: -Muy pronto, cuando logre controlar todo estos poderes, saldremos de este lugar. Tú y yo. Encontraremos a Phoenix y restauraremos el mundo, Pietro. Lo haremos cómo nosotros queramos. Juntos.
En ese mismo castillo, escondido en la torre, una figura oscura observa desde su espejo a los gemelos acurrados en la cama. Su rostro sin expresión contraria con sus pensamientos.
- ¡Ya en serio! -exclamó Jubilo haciéndose notar entre los presentes-. ¿Cómo es que llamamos a esto "Clan" si solo somos -se detuvo para contar-… seis personas? ¡Seis!
-La chica tiene un punto, Redd -razonó Clinton Redd giró la cabeza hacia él con fingido asombro.-Recuerdo escucharte decirle a los chicos "bienvenido a nuestro clan" la primera vez que lo encontramos. Artie y Leench asintieron, moviendo sus enormes cabezas con energía.
-Bueno, tal vez; no lo recuerdo. De todas maneras, después de dos personas, cualquier grupo es un clan. En ése momento se escuchó el agite de alas metálicas de Arcángel, quien como un ángel de la muerte hizo su aterrizaje bajo la oscura noche. Feroz y grácil. Redd divisó un pequeño gesto en su rostro que parecía mucho a una sonrisa.
-Creo que lo he encontrado, Je… Redd -anunció Arcángel volviendo a alzar la guardia, como si se acabara de percatar de que estaba sonriendo-. He encontrado la Academia.-¿En serio, War? -Redd se levantó de la fogata, entusiasmada.-Puedes leerme. Todavía permanece un poco destruida, pero estoy bastante seguro de que es nuestra antigua academia. Clinton hizo un ruido con la garganta.
-¡Vaya, buenas noticias! No tengo idea de qué están hablando.
-Ni yo -dijo Júbilo. Artie y Leench también negaron con la cabeza. Redd les sonrió. Mientras les hablaba, un destello de fuego en forma de ave brillaba en sus ojos.
Muchas gracias por leer, agradecería leer sus comentarios. Saludos
Chapter 2
Summary:
Jean y Warren comparten memorias del pasado, mientras Wanda desaparece. Capitulos en Inglés disponibles !
Jean and Warren shares memories of their past, while Wanda is gone. English episodes available!
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Capítulo 2
Redención
Círculo Latveria, castillo en las montañas.
Dos figuras caminan por los pasillos del Gran Castillo de Latveria. Sus rostros oscuros entre las sombras los oculta. Ambos llevan espesas capuchas sobre sus cabezas. Sus voces son susurros, apenas perceptibles en el silencio de la madrugada.
-¿Está completamente seguro de esto? -preguntó la figura de capucha negro. En su tono no hay duda, salvo una palpable inquietud-. La niña Maximoff es muy poderosa, ya la ha visto. Podría destruirlo todo en cuanto entre en una epifanía.
El hombre de la capucha verde lo miró con cierto recelo.
-Sé lo que estoy haciendo.-Estoy completamente seguro de ello, mi señor, es solo que es muy arriesgado. Podríamos utilizar a la señorita Illyana o al joven Daimon. Ambos son grandes potenciales y cuentan con una ventaja, mi señor: ambos tienen pleno control de sus habilidades.-Daimon e Illyana están conectados con el infierno. No es algo que necesite ahora. Phoenix aún con sus poderes es inexperta… para que esto funcione, se necesita algo de Caos.
El hombre de capucha negra escuchó las palabras de su superior, y no pudo discutir aquello, ni siquiera con toda su sabiduría
-Por supuesto, amo Doom -respondió.
Redd se paseaba entre las ruinas de su antigua academia, con ojos nostálgicos y pensamientos de otra vida. ¿Cuándo fue la última vez que estuvo allí? ¿Y porqué todo esto la hacía sentir de alguna forma más… joven? Ciertamente no estaba segura de ello, pero mientras continuaba rozando las paredes con sus dedos, visiones de su pasado venían a ella. Veía libros levitando en el aire; luego cuatro
muchachos corriendo por jardín junto a su lado. Un hombre calvo en silla de ruedas. Más objetos levitando a su alrededor. Un joven que la miraba con letales ojos rojos.
-¡Redd… !
Clinton irrumpió estrepitosamente en el pasillo, provocando que Redd volviera a la realidad de forma brusca. Los recuerdos perdieron su forma física como si el viento las hubiera soplado para hacerlas volar,
-Guoa. ¿Qué fue eso? -se detuvo en seco, asombrado y curioso en partes iguales por lo que acababa de ver.
-Son fragmentos de mis recuerdos en este lugar… creo.
-Bueno, yo no olvidaría a ese muchacho. Extraño.
Redd se pasó una mano por el pelo-¿Ocurre algo?
-No vas a creer -le contó Clinton, su semblante reflejaba un buen ánimo-. Estuve por los alrededores, muy cerca de las aldeas, y he encontrado una gran cantidad de víveres y chucherías. Traje pan
tostado y jaleas. ¿Quieres venir?
-A los niños les encantarán-dijo Redd.
Los dos se dirigieron al viejo salón de estudio, donde se reunieron con los demás. Al ver a los niños hacer un gran alboroto por los dulces que trajo Clinton, Redd no pudo evitar sentir que aquel lugar destruido volvía a tener vida. Una mirada de Arcángel, reflejo de sus propios pensamientos, la hizo sonreír.
Al anochecer, Pietro casi había terminado su jornada de trabajo. Amaba el circo, pero amaba más a su hermana, por lo que le urgía regresar al castillo, tomar a Wanda en sus brazos y girarla como hacía cuando eran niños; sólo así volvería a sentirse a salvo. Las constantes visitas de Víctor Von Doom a su hermana lo estaban poniendo paranoico, cosa que nunca aceptaría ante nadie, pero según lo que conocía de la vida a sus poco más de veinte años, las personas siempre hacían todo para interés propio. Y ellos habían sido usados por otros durante mucho tiempo.
-Hey, Pietro, ¿puedes llevar los vestuarios al camerino? Ya están por presentar la última función -le pidió Janet a toda prisa.-Es mi última tarea de la noche -contestó.
El muchacho de pelo blanco entró al camerino pocos minutos después. Kurt lo recibió sonriente y ansioso.-¿Escuchas eso, Mein Frein ? -preguntó haciéndose de uno de los chalecos. Tomó, además, un sombrero de pirata y un parche-.
_ Esos aplausos son los que me motivan día a día. Me hacen pensar que,después de todo, algún día no habrá distinciones por quienes somos.
Pietro no era tan positivo como Kurt, pero sus palabras le parecieron muy nobles. Tal vez, algún día . Si las cosas salían bien para ellos…
-Seguro, Kurt.
-Mañana comenzamos a recoger -el hombre de piel azul suspiró con tristeza-. ¿Por qué no traes a tu hermana esta noche? le encantará -propuso.
-Ese es plan -respondió Pietro.
-¡Necesito una espada! -inquirió un muchacho, alto galán y aspecto atlético ingresando a la habitación repentinamente -. ¡¿Dónde está mi espada?!-
¡ Mein Gott, Simon! -exclamó Kurt sorprendido-. ¿La has perdido otra vez? Estamos a cinco minutos de entrar al escenario.
Poco más tarde, cuando Pietro finalmente regresó al castillo, encontró la habitación vacía. Dejó caer cuanto tenía en las manos y rompió a correr por los pasillos, temiendo que sus pesadillas se estuvieran volviendo realidad. Y aún cuando corría en su desesperación, deseó ser más rápido, como en sus pesadillas. Porque aún en sus sueños más retorcidos él era capaz de ser tan veloz como una bala. Y siempre, siempre era podía rescatar a Wanda y huir con ella lejos, muy lejos.
Arcángel observó a Redd encender la fogata con una pequeña llama en forma de fénix. Ella se sentó alrededor, pensativa, y luego se abrazó a si misma de manera inconsciente. ¿Qué pasaba por su mente? Redd parecía tan ausente en ese instante, y a la vez tan inofensiva. Con tanto poder, ¿cómo era eso posible? Arcángel intentó apartar sus ojos de ella y se maldijo por ser tan débil. Apretó los dientes y los puños como garras. Esto no estaba bien. Su mente y sus instintos salvajes peleando nuevamente en su torturada cabeza. ¿Podía Redd saber lo que estaba pasando dentro de él? Seguro que sí. Con una mirada feroz, volvió su atención hacia ella, buscando un rastro de alerta, pero Redd no parecía estar a la defensiva en lo absoluto.
-Has volado todo el día -dijo ella casualmente. Sus ojos verdes seguían clavados en la fogata.
-Es lo que siempre hago, Jean -respondió Arcángel con voz
automática, como si fuera un robot.
Redd giró la cabeza hacia él, mirándole con sorpresiva ternura.
Hacía mucho que no la veía así.
-¿No te cansas nunca, eh? -Arcángel no respondió y ella continuó. Lo próximo que le dijo lo dejó con los sentidos de puntas-. Sé lo que estás haciendo, Warren.
-Yo…
-Está bien. Todos lo hemos sentido, en algún momento -Redd levantó la mirada hacia el cielo estrellado-. Escapar. Hacia algún lugar, el que sea.
Arcángel, quien estaba apoyando en uno de los pocos muros que se mantenían en pie de aquella vieja estructura, de pronto se sentió pesado. Redd, no, Jean, estaba allí sentada, ignorando todo de forma tan sencilla. Después de todo, quizás Jean creyera que él todavía tenía un alma.
-Si reconstruimos la academia… -dijo Arcángel acercándose a la fogata y sentándose frente a Redd de manera que las llamas formaran un obstáculo entre ambos-, ya no estarás en anonimato
nunca más… todo el mundo sabrá quién eres… quién eres ahora.
-Ya no somos los mismos de antes, Arcángel.-Lo sé. Nosotros solíamos ser… buenos. Los perfectos aprendice que cambiaríamos el mundo -susurró antes de que se le escapara una risa amarga.-Háblame de él -pidió Redd en otro susurro.
El hombre con alas de metal duró tres segundos para darse cuenta de quién se estaba refiriendo esta vez la pelirroja a su lado. Ella continuaba con la vista hacia el cielo, como si estuviera buscando algo allá arriba. El fuego de la fogata se reflejaba en sus ojos como una sombra ardiente.
-Él era un idiota -respondió Arcángel-. Le temía a sus poderes, como todos, la verdad. Pero se retraía de hacer muchas cosas. No me dí cuenta de que sentía algo por ti hasta que vi que lo mirabas igual…De cualquier forma fue lo suficientemente tonto para tardar en decírtelo.-¿Lo crees?-No puedes recordarlo; lo cierto es que él te amaba. Y tú a él. No era tan idiota como pensé.
-Ya no somos los mismos de antes -repitió ella casi para sí-. Pero me gusta pensar que sigo siendo Jean Grey. Estoy aquí, con el universo en la palma de mi mano, pero sigo siendo Jean Grey. Nada
puede cambiar eso.
Arcángel la miró fijamente a través de las llamas.
-Estaré de tu lado -le prometió-. Cuando llegue el Apocalipsis,pelearé junto a ti. Hasta el fin -sin apartar los ojos de la pelirroja, le juró esto a ella y así mismo.
Redd seguía mirando las estrellas.
Notes:
Lamento cualquier error, este fanfic fue escrito hace algún tiempo y publicado en Fanfiction.net ahora solo estoy compartiendolo en esta plataforma. Deja tus comentarios en la caja de comentarios :)
I apologize for any errors. This fanfic was written some time ago and published on Fanfiction.net. I'm only sharing it on this webside now. Leave your feedback in the comments section :)
Chapter 3: Supervivencia
Chapter Text
Castillo Latveria
4:32 a.m.
Los gritos llegaban desde el otro lado del castillo. Siempre las mismas tres oraciones:
-¡Wanda! ¡¿Dónde está mi hermana?! ¡Devuélvanme a mi hermana!
Los guardias lo golpeaban hasta dejarlo inconsciente, pero una vez despierto, era lo mismo.
-¡Devuélvanme a mi hermana! ¡Devuélvanme a mi hermana! ¡Devuélvanme a mi hermana!
-¡Cierra ya la maldita boca, gitanillo de mierda!
Otro golpe. Todo se volvía oscuro otra vez. Mientras estaba desmayado, en un punto de su consciencia, Pietro escuchó a Wanda. Su voz, suave y apremiante lo mandó a guardar la calma. Ella encontraría la manera. Pronto las voces de los guardias lo despertaron. Contra todos sus impulsos, Pietro fingió que aún estaba inconsciente.
-… No hasta que el amo Doom lo ordene -dijo uno de ellos.
-¡Ah! No guanto las ganas de deshacerme de esta basura de pelo raro -se quejó el otro.
-Créelo, yo también.-Machacarlo y tirárselo a los perros. Y luego, si se puede, divertirme con su hermanita -y se rió.
-¡Maldito hijo de perra… ! -arremetió Pietro, incorporándose, incapaz de soportarlo más. Chocó contra los barrotes y le escupió a uno de
los guardias.
-¡Abre la puta puerta, voy a matarlo! -exigió el guardia fue escupido. Un hombre grande y de ojo tuerto.
-¡No podemos matarlo, Luka! -le recordó su compañero, sacando las llaves de la celda de sus bolsillos.
Luka irrumpió en la celda violentamente, aplastando su puño contra la boca de Pietro.
-No puedes mantenerte callado ¿eh?
Volvió a golpearlo esta vez con una rodilla. Directo en el estómago.
-Es todo un escuchador -dijo el guardia de las llaves, uniéndose a Los golpes.-Bueno, tal vez le gustará escuchar lo que tengo preparado para su
hermana la brujita.
En ese momento, una luz cegadora inundó el lugar, y una espada, igual de brillante, atravesó a ambos guardias por la mitad. Los cuerpos cayeron inertes en el suelo. Pietro observó todo paralizado. Todo fue tan rápido que casi no podía creer lo que acababa de ver.
-¿Quieres salir de aquí o te quedarás allí parado? -le preguntó la portadora de la espada, una niña rubia de unos quince años con
pesado acento ruso.
-¿Wanda…? -susurró Pietro desorientado-¿Dónde está Wanda? -exigió saber caminando hacia el aro de luz que envolvían a la jovencita.
-No puedo llevarte a ella sin ser detectada -dijo ella haciendo un movimiento con su espada. Un segundo después estaban en otro sitio, algún lugar del castillo Latveria-, pero puedo acercarte hacia
donde está. Debes subir la torre, allí la tienen. Pietro salió de manera torpe. Miró aun perplejo a la extraña niña.
- Date prisa -dijo la chica, y con otro movimiento de espada, desapareció.
Júbilo se tambaleó entre los trozos que quedaban de la biblioteca Xavier de la Antigua Academia.
-¿Alguien podría decirme otra vez porqué estamos aquí? Todo está tan sucio y no hay más que bichos y cosas viejas.-Míralo de esta forma, pequeña Júbilo: estamos ante una reliquia.
Aquí solían estudiar y aprender los primeros mutantes de la historia-la animó Clinton.
Redd y Arcángel intercambiaron una mirada. Ambos extrañados.-¿En serio? -preguntó ella, interesada.-Y no solo estudiaban, sino que también, en la noche, cuando su
maestro dormía, se convertían en héroes -siguió contando Clinton,atrayendo también la atención de Artie y Leech-. Usaban sus poderes para ayudar a los más inofensivos y necesitados, especialmente a los niños huérfanos que vagan por las calles a merced de los tipos malos.
-¡Guau! Ha de ser muy divertido.
Tanto Leech como Artie asintieron, concordando con Júbilo.
-Casi todas las habitaciones están destruidas -le informó Arcángel a Redd, quienes estaban del otro lado de la biblioteca escuchando la conversación de Clinton con los niños mientras rebuscaban entre los pocos libros que habían sobrevivido la catástrofe-. La cocina está a medias, la estufa apenas funciona. No sé cómo es eso posible - admitió. Luego añadió en sus pensamientos, para que solo Redd
pudiera escuchar-: El área de entrenamiento parece… conservada.
-Entonces nos mantendremos en el salón de estudio -resolvió Redd, levantando varios trozos de madera en el aire con sus poderes telekinéticos-. Tenemos suficiente comida para todos y estamos muy
cerca del pueblo. No tardaré en reconstruir esto. Los niños necesitan estar cómodos. Han pasado por tanto…
Arcángel quería decir algo, alentarla. Y no es que pensara que ella lo necesitara, simplemente deseaba sacar las palabras fuera de él. Esto era gracioso. En otros tiempos Arcángel era Ángel, Warren Worthington III, y decir lo que pensaba era tan sencillo como respirar.
-Todavía hay partes de tu vieja habitación que siguen en pie -fue lo único que dijo -. Al menos luce mejor que la mía.
Pero Redd no escuchó del todo. Tenía el ceño fruncido y los ojos enfocados en otro sitio.
-¿Qué ocurre? -preguntó Arcángel, poniéndose alerta.
-Hay otra persona en este lugar -le respondió Redd.
Y todos los demás miraron hacia ella.
Pietro Maximoff seguía dando tropezones entre los túneles que hacían de pasillos. Nunca había sido sigiloso, por lo que cada movimiento era arriesgado y torpe. Las golpizas que le propinaron durante toda la madrugada no ayudaban a su causa. ¿Dónde estaba? Poco conocía del Castillo Latveria más que su habitación, pero ahora requería ir a la torre. De eso dependía la vida de su hermana. Continuó caminando por aquellas vías solitarias, ocultándose de las sombras que amenazaban con descubrirlo. Se detuvo junto a la pared y escupió sangre. Seguía en pie por pura fuerza de voluntad. Debía mantenerse despierto, tenía que mantenerse despierto. Si sucumbía, todo acabaría. Apoyó todo el peso de su cuerpo contra la pared y respiró hondo, dispuesto a permanecer con su búsqueda. Fue entonces cuando la pared giró, haciéndolo tropezar una vez más, y llevándolo a un pasadizo secreto. Su corazón latió con fuerza cuando vio las escaleras de la torre. Corrió como pudo hasta atravesar el pasillo angosto y subir los escalones. Una vez arriba, se detuvo. Una cantidad de objetos extraños llenaban todo el espacio. Esto parecía ser el laboratorio de uno de los maestros de las artes místicas del castillo, posiblemente del propietario de todo el castillo. No encontrar a Wanda lo desmoronó y hubiera caído rendido en el suelo, si no fuera porque justo en ese instante ella salía de una de las paredes giratorias.
-¡Pietro! -soltó con un grito ahogado.
Corrió los pocos metros que lo separaban de su hermano gemelo, con lágrimas en los ojos. Él la recibió con un abrazo y luego le dio un plantó beso en la boca.
-¿Estás bien? -preguntó sin aliento.
-Sí, sí -contestó ella de igual manera-. Tenemos que salir de aquí, estás sangrando.-¿Quién te trajo hasta aquí? ¿Qué querían de ti?-No hay tiempo para las preguntas, hermano. Toda la torre está bajo
un hechizo poderoso; apenas y he podido jugar con nuestra suerte.Tenemos que salir de aquí ahora.
Los dos bajaron a toda prisa los gruesos escalones. Los guardias estaban por doquier y la noticia de que los hermanos Maximoff andaban sueltos por ahí en algún lugar del castillo se regó rápidamente entre la guardia y los que habitaban el Castillo. Wanda se encargó de hacer que la suerte estuviera de su lado una vez más, pero aún así las probabilidades de salir era pocas. Poco después, lograron escabullirse por los jardines. Wanda destruyó uno de los muros con una explosión roja de sus dedos. No era la primera vez que los gemelos Maximoff huían al bosque.
-Si logramos salir antes del amanecer, podremos tomar el tren, y huir con los muchachos del circo -jadeó Pietro mientras corría con
Wanda de la mano.
-¿Crees que podremos alcanzarlos? -interrogó ella mirando al cielo. Casi amanecía.
-Ya lo estamos haciendo, Wanda. Si puedes creer en eso yo también lo haré.
Una vez más, Pietro deseó poseer una velocidad de dioses para acabar con todo esto.
-¡Pietro, veo la carretera! -gritó Wanda después de unos minutos.
Esa mañana corrieron cuanto le permitieron sus cuerpos cansados. El astro sol los bendijo con sus delicados rayos de mañana, enardeciendo sus corazones y levantando sus esperanzas. Y ellos corrieron.
¿Leiste esto y te gustó? ¿Qué esperas? Déjamelo saber en los comentarios :)